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Full text of "Biblioteca de autores españoles, desde la formacion del lenguaje hasta nuestros dias"

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BIBLIOTECA 


ALTORES  ESPAÑOLES 


BIBLIOTECA 


AUTORES  ESPAÑOLES 

DESDE  LA  FORMACIÓN  DEL  LENGUAJE  HASTA  NUESTROS  DÍAS. 


ESCRITOJIES  DEl.  SIGLO  XVL 


TOMO  SEGUNDO. 


OBRAS   DEL  MAESTRO   FRAY  LUIS   DE   LEÓN. 

PRECÉDELAS    SU    VIDA,    ESCRITA    POR    DON    GREGORIO    MAYANS    Y    SISCAR , 

Y    UN    EXTRACTO    DEL    PROCESO    INSTRUIDO    CONTRA    EL    AUTOR 
DESDE    EL    AÑO    Í57i    AL    1576. 


MADRID. 

M.  RIVAÜENEYRA—  IMPRESOR  —  EDITOr,. 

SALÓN  DEL  PRADO,  8. 

1855. 


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VIDA  Y  JUICIO  CRÍTICO 


DEL    MAESTRO 


FRAY  LUIS  DE  LEÓN 

ESCRITOS 

POR  DON  GREGORIO  MAYANS  Y  SISCAR, 

Y  ANOTADOS  POR  EL  COLECTOR. 


Escribo  la  vida  del  maestro  fray  Luis  de  León  ,  uno  de  los  varones  mas  insignes  que  ha  tenido 
España  por  su  sabiduría  y  elocuencia.  El  licenciado  don  Francisco  Bermudez  de  Pedraza,  que 
publicó  las  Antigüedades  y  excelencias  de  Granada  en  el  año  1608,  en  el  lib.  3.°,  cap.  21, 
donde  trató  de  los  hijos  de  esta  ciudad  que  han  escrito  libros  de  teología ,  contó  entre  ellos  al 
maestro  fray  Luis  de  León.  El  licenciado  Luis  Muñoz,  en  la  Vida  del  maestro  fray  Luis  de  Grana- 
da, que  publicó  año  1639 ,  en  el  lib.  1.",  cap.  1." ,  también  dijo  que  nació  en  la  misma  ciudad.  El 
maestro  fray  Tomás  de  Herrera,  diligente  y  curioso  escritor,  en  h  Historia  del  convento  de  San 
Agustin  de  Salamanca  no  le  señaló  otra  patria,  y  en  el  cap.  37,  pág.  392,  donde  escribió  una  bre- 
ve vida  del  maestro  León,  dice  que  nació,  según  sienten  algunos,  en  la  ciudad  de  Granada  ,  y 
que  sus  padres  eran  naturales  de  la  villa  de  Belmoiite,  en  la  Mancha.  Esto  quizá  debió  dar  ocasión 
á  queden  Tomás  Tamayo  de  Vargas,  en  la  continuación  que  hizo  del  Enquiridion  de  los  tiempos  de 
fray  Alonso  Venero,  desde  el  año  1383  hasta  el  de  1640,  tratando  de  los  sucesos  del  año  1604,  dijo: 
í  En  Alcalá  murió ,  á  23  de  setiembre ,  el  padre  Gabriel  Vázquez ,  natural  de  Belmente ,  patria  de 
muchos  varones  insignes,  como  los  maestros  Lorca ,  fray  Luis  y  frayBasiho  de  León,  y  otros,  en 
edad  de  ü3  años.»  Lo  cierto  es,  que  su  padre  se  llamó  Lope  de  León,  cuya  mujer  fué  doña  Inés  de 
Valera,  ambos  nobles  y  limpios ,  según  el  maestro  Herrera  (a). 

Este  mismo  afirma  que  tomó  el  hábito  en  el  convento  de  San  Agustin  de  Salamanca  año  1343 ,  y 
que  profesó  á  29  de  enero  de  1544 ,  siendo  prior  el  padre  fray  Alonso  Dávila ,  que  fué  bien  dicho- 
so en  los  hijos  que  dio  á  la  religión  ;  pero  dióle  la  profesión  el  venerable  padre  fray  Francisco  de 
Nieva,  entonces  provincial  de  España. 

Fué  hombre  de  grande  ingenio  y  de  sumo  juicio,  muy  docto  en  las  lenguas  castellana,  latina, 
griega  y  hebrea,  como  lo  manifiestan  sus  escritos.  Asimismo  fué  buen  poeta  latino,  y  entre  los 
castellanos ,  el  de  espíritu  mas  sublime  ;  insignemente  erudito  y  muy  sabio  teólogo. 

Por  tan  sobresalientes  méritos,  en  la  vigiha  de  la  celebridad  del  Nacimiento  de  nuestro  Salvador, 
en  el  año  1361,  consiguió  en  la  universidad  de  Salamanca  la  cátedra  de  Santo  Tomás  de  Aquino, 

(a)  En  la  Colección   de  documentos  inéditos  para  la  casa  de  su  padre,  abogado  de  corte,  hasta  los  catorce; 

historia  de  España  está  continuado  el  proceso  original  que  se  habla  trasladado  á  Salamanca,  donde  á  los  cuatro 

que  se  siguió  en  la  inquisición  de  Valladolid  contra  ó  cinco  años  de  estudios  tomó  el  hábito  de  San  Agustin, 

FRAY  Luis,  proceso  cuyo  extracto  publicamos  á  continua-  se  graduó  en  teología  y  obtuvo  primero  la  cátedra  de 

cion  de  esta  biografía.  El  mismo  fray  Luis  declaró  el  Lectura  de  Santo  Tomás  y  después  la  de  Durando.  Esta 

dia  1."  de  abril  de  1572,  ante  el  inquisidor  Quijano,  que  confesión  del  mismo  fray  Luis  desvanece  todas  las  du- 

habia  nacido  en  Belmonte,  donde  residió  hasta  la  edad  de  das  y  errores  del  biógrafo.  —  {JSotadel  Colector.) 
cinco  ó  seis  años ;  que  habia  pasado  á  Madrid  y  vivido  en 

E.xvi-ii.  a 


ti  VIDA  Y  JUICIO  CRITICO 

en  competencia  de  siete  opositores ,  de  los  cuales  los  cuatro  eran  catedráticos ,  con  cincuenta  y 
tres  votos  de  exceso.  Entonces  votaban  las  cátedras  los  mismos  estudiantes ,  cuyas  voluntades  pro- 
curaban granjear  los  que  pretendian  ser  catedráticos  con  una  infatigable  aplicación  á  su  enseñanza, 
para  obligarlos  mas.  Y  por  eso  los  maestros,  como  mas  aplicados,  y  los  discípulos,  como  mejor 
enseñados,  solían  ser  muy  excelentes. 

Después  fué  catedrático  de  prima  de  Sagrada  Escritura.  Era  costumbre  informar  públicamente 
los  opositores  á  los  estudiantes  sobre  sus  méritos,  y  frecuentemente  apocaban  los  ajenos,  unas 
veces  con  razón  ,  otras  sin  ella.  Tenemos  un  ilustre  ejemplo  de  aquel  uso  en  el  docto  razonamien- 
to que  hizo  el  maestro  Fernán  Pérez  de  Oliva ,  que  se  halla  eatre  sus  obras,  publicadas  por  su  sobri- 
no el  maestro  Ambrosio  de  Morales. 

Dejo  de  referir  lo  que  dice  Antonio  Pérez  en  la  carta  o  I ,  Sobre  los  provechos  de  la  soledad ,  por- 
que me  parece  que  pertenece  al  maestro  León  de  Castro. 

La  universidad  de  Salamanca ,  después  del  conciho  de  Trento,  consultó  al  maestro  fray  Luis  de 
Leox  y  al  dotor  Miguel  Francés  sobre  la  reducción  del  calendario,  como  lo  refiere  el  dotor  Vin- 
cencio  Blasco  de  Lanuza  en  el  tomo  iv,  lib.  5.°  délas  Historias  de  Aragón,  cap.  44. 

Un  hombre  tan  grande  como  el  maestro  Leox  ,  dotado  de  tan  excelente  ingenio,  adornado  de  su- 
ma erudición  y  sabiduría  ,  y  dignamente  condecorado,  no  podia  dejar  de  tener,  según  la  corrup- 
ción del  género  humano,  muchos  envidiosos.  Alguno  de  ellos  puso  su  fama  en  tal  estado,  que 
del  todo  la  hubiera  perdido  si  Dios  no  hubiera  vuelto  por  su  honra.  Su  trabajo  sucedió  de  esta 
manera. 

En  el  año  1572  fué  delatado  el  maestro  fray  Luis  de  León  al  tribunal  de  la  Inquisición,  que 
mandó  prenderle.  El  mismo,  en  la  prefación  que  hizo  al  letor  sobre  su  explicación  del  Cántico 
de  los  cdnlicos  de  Salomón ,  refirió  la  causa  de  su  prisión.  Dice  que  por  ruegos  de  un  amigo  suyo, 
que  no  sabia  latin ,  tradujo  en  español  el  Cantar  de  Salomón ,  añadiendo  en  la  misma  lengua  unos 
breves  comentarios,  con  que  ligeramente  señalaba  la  verdadera  y  misteriosa  inteligencia  de 
aquel  cantar  ;  pero  que  explicaba  con  mayor  extensión  el  contexto  de  las  palabras  y  las  proprieda- 
des  y  las  razones  de  las  sentencias ,  de  que  abunda  el  tal  libro  ;  porque  la  persona  por  cuya  cau- 
sa habia  emprendido  su  trabajo  le  habia  pedido  que  le  enseñase ,  no  lo  misterioso  que  conte- 
nían aquellos  escritos  (porque  decía  que  lo  habia  oído  de  muchos ,  y  de  algunos  con  especialidad), 
sino  de  qué  manera  debiera  construirse  aquella  orden  de  palabras ,  según  la  apariencia  perturbado 
y  envuelto.  Y  así  habiéndolo  ejecutado ,  y  dado  á  leer  á  aquel  por  cuya  petición  lo  había  practica- 
do ,  pocos  meses  después  le  volvió  su  libro,  sin  quedarse  copia  alguna.  Pero  sucedió  que  un  fa- 
miliar del  maestro  Leox,  sin  saberlo  él ,  tomándole  de  su  escritorio,  no  solamente  le  trasladó  para 
sí ,  sino  íjuo  entregó  á  otros  su  traslado  para  que  le"  copiasen.  De  donde  provino  que ,  aprobando 
muchos  hombres  de  todas  clases  aquel  libro,  y  pidiéndole,  brevemente  se  multiplicó  y  esparció 
por  la  mayor  parte  de  España,  llegando  á  manos  de  muchos.  Y  por  cuanto  los  inquisidores  habían 
mandado  que  ningún  libro  de  la  Sagrada  Escritura  ;e  leyese  en  lengua  vulgar,  algunos,  que  no 
amaban  mucho  al  maestro  León  ,  pensaron  que  se  les  ofrecía  oportunidad  de  incomodarlo ,  y  lue- 
go de  buena  gana  se  agarraron  de  ella.  Y  añade  el  maestro  León  (de  quien  esa  la  letra  todo  lo 
dicho)  que  habiéndose  tratado  y  terminado  judicialmente  aquella  controversia,  con  especial  fa- 
vor de  Dios  en  su  averiguación,  pero  con  muchos  y  grandes  trabajos  suyos,  fué  restituido  ásu 
antigua  dignidad  y  á  su  entera  opinión  ;  y  que  para  satisfocer  al  juicio  de  todos,  y  nada  quedase 
que  pudiese  dar  alguna  sospecha,  muchos  le  exhortaron  á  que  tradujese  y  imprimiese  en  latín 
aquel  mismo  libro.  Y  asi  lo  practicó  ;  bien  que  á  su  traducción  latina  añadió  lo  que  faltaba  al 
original  español ,  que  era  una  seguida  y  mas  copiosa  explicación  del  verdadero  y  misterioso 
sentido. 

No  lia  faltado  quien  ha  dicho  que  la  excelente  traducción  parafrástica  que  hizo  el  incompara- 
ble Benito  Arias  Montano  del  Cantar  de  los  cantares,  que  empieza  : 

Kn  los  floridos  valles  de  Giona, 

es  obra  del  maesiro  León  ;  pero  no  es  asi ;  porque  el  padre  fray  Luis  de  León  tradujo  el  cántico  de 
Salomón  á  la  letra  y  en  prosa,  y  después  añadió  la  exposición,  como  lo  he  visto  ;  y  el  doctor  Be- 
nito Arias  .Montano  hizo  una  paráfrasi  poética,  variando  los  versos  encada  capitulo  de  los  Can- 
tares. 

Otros  han  querido  atribuir  á  don  Francisco  de  Quevedo  Villegas  la  paráfrasi  de  Arias  Monta- 


DEL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN.  i,i 

no ,  sin  mas  razón  que  haberse  hallado  entre  sus  papeles  la  introducción  y  el  capítulo  primero 
de  dicha  paráfrasi ;  pero  manifiestamente  se  han  engañado ,  porque  el  estilo  pastoril  de  Mon- 
tano es  la  misma  sencillez  con  una  sublimidad  maravillosa  ,  y  el  de  Quevedo ,  una  notable  afec- 
tación, que  solamente  tiene  de  bueno  los  lejos  de  lo  que  imita,  como  se  puede  ver  en  su  Ura- 
nia, cotejando  una  y  otra  paráfrasi,  las  cuales  se  hallan,  la  de  Quevedo  en  la  pág.  294,  y  la 
de  Montano ,  ó  su  retazo ,  en  la  pág.  288  de  la  impresión  de  Madrid  del  año  1670 ,  que  tengo  pre- 
sente. 

La  acusación  del  maestro  León  tomó  mayor  cuerpo  por  haber  escrito  una  disertación  sóbrela 
Vulgata,  por  la  cual  se  vio  obligado  á  trabajar  una  defensa  muy  larga  de  las  proposiciones  que  le 
habian  notado.  Me  consta  ([ue  propuso  unas  cuestiones  al  arzobispo  de  Granada  (al  parecer  don 
Pedro  Guerrero)  sobre  la  edición  Vulgata,  para  que  le  respondiese  ;  y  el  Arzobispo  no  quiso  res- 
ponderle. En  la  Biblioteca  del  marqués  de  Montealegre ,  parte  o.%  que  contiene  el  índice  de  los 
manuscritos,  í'ol.  171 ,  pág.  2,  se  lee  que  en  el  tomo  vn  de  las  Obras  miscelláneas,  fól.  341 ,  hay 
una  carta  que  escribió  Pedro  Ghacon  al  padre  fray  Luis  de  León  sobre  lo  que  quiso  imprimir  de  la , 
Biblia,  por  lo  cual  (dice)  estuvo  preso  en  la  Inquisición.  Tengo  por  cierto  que  la  carta  será  muy 
digna  de  tan  erudito  y  sabio  autor. 

Pero  lo  que  puedo  decir  es ,  que  el  mismo  Pedro  Ghacon  con  aquella  su  sabia  ingenuidad  escri- 
bió una  carta  en  defensa  del  insigne  Arias  Montano  al  maestro  León  de  Castro,  catedi'ático  de  re- 
tórica en  la  universidad  de  Salamanca,  en  la  cual ,  entre  otras  muchas  verdades,  le  dijo  esta  :  « Y 
si  para  mayor  prueba  añadiere  á  esto  lo  que  se  dejan  decir  los  que  vienen  de  Salamanca ,  que  vue- 
samerced,  por  sí  ó  por  interpuesta  persona ,  ha  hecho  prender  á  los  que  en  estos  reinos  acompañan 
la  teología  con  letras  griegas  y  hebreas ,  para  quedar  solo  en  la  monarquía ,  y  que  ahora  pretende 
hacer  lo  mismo  con  Arias  Montano,  entendiendo  que  vuelve  á  España ,  para  que ,  muertos  ó  encer- 
rados los  perros,  no  puedan  ladrar  ni  descubrir  la  celada  ;  nos  dejarán  estas  cosas  hincadas  púas 
de  siniestras  sospechas  en  los  ánimos  de  los  jueces. »  De  cuyas  palabras  se  puede  conjeturar,  ob- 
servando el  tiempo,  cpie  el  maestro  León  de  Castro,  perseguidor  de  hombres  piadosos  y  sabios, 
t¡uizá  fué  uno  de  los  acusadores  del  maestro  fray  Luis  de  León  (a). 

El  general  de  los  agustinos  TadeoPerusino,  en  su  registro,  día  50  de  junio  de  lo72,  según  refiere 
Herrera,  puso  una  nota  latina,  que  traducida  á  la  letra  dice  así :  «Al  provincial  de  España.  Nos 
dolimos  de  la  prisión  del  maestro  Luis  de  León,  y  le  exhortamos  para  que  le  ayudase. »  Y  á  7  de 
enero  del  año  1578  el  mismo  general  hizo  mención  de  que  el  maestro  fray  Luis  de  León  ya  es- 
taba libre,  y  en  28  de  julio  le  confirmó  la  cátedra  que  tenia,  y  le  dio  licencia  para  oponerse 
á  otras  {b). 

(a)  De  esto  no  cabe  ya  duda  alguna.  Entre  los  testigos  (b)  E12ü  de  marzo  de  1572  se  dio  el  auto  de  prisión  con- 
que depusieron  contra  fray  Luis  se  halla  una  declara-  tra  fray  Li'is.  El  27,  á  las  seis  déla  tarde,  entró  en  la  car- 
dón de  ese  mismo  maestro  León  de  Castro,  en  que  acusa  cel.  A  los  dos  ó  tres  dias  hizo  protesta  de  fe  para  el  caso 
virulentamente  á  nuestro  buen  autor  de  que  en  sus  lee-  de  muerte  repentina.  El  oí  pidió  á  los  inquisidores  una 
ciones  quitaba  mucha  autoridad  á  la  Vulgata  ,  sostenía  imagen  de  la  Virgen  ó  un  crucilijo  pintado,  las  Quincua- 
que  las  interpretaciones  de  los  judíos  sobre  el  Viejo  Tes-  {¡enasúe  san  Agustín,  el  tomo  de  las  obras  del  mismo  au- 
lamento  eran  tan  verdaderas  como  las  de  los  cristianos,  lor  (¡ue  contuviera  los  libros  De  doctrina  christiana,  uu 
pretendía  que  en  las  antiguas  escrituras  no  viene  proine-  Sa7iBeniar(lo,iinFraij  LuisdeGranadayuníisáiscipWnas. 
sa  alguna  déla  vida  eterna,  repetía  una  y  otra  vez  que  la  Pidió  además  un  cuchillo  para  cortar  la  comida.  Pidió 
Biblia  es  susceptible  de  nuevas  y  mejores  explicaciones  que  escribiesen  á  Ana  de  Espinosa,  monja  de  iMadri- 
que  las  de  la  traducción  latina.  Debemos ,  sin  embargo,  gal,  que  no  se  cansase  de  rezar  por  él  y  le  enviase  unos 
consignar  aquí,  en  honor  de  la  verdad,  que  dejaron  muy  polvos  que  solía  remitirle  para  sus  pasiones  de  corazón 
atrás  á  León  de  Castro  algunos  otros  testigos.  Un  tal  y  sus  melancolías.  El  i."  de  abril  del  mismo  año  decla- 
fray  Juan  Ciguelo,  agustino,  ilegó  á  declarar  que  fray  ró por  primera  vez  ante  el  inquisidor  Quijano;  el  17  pre- 
Luis  no  solía  decir  sino  misa  de  réquiem,  aunque  el  sentó  un  escrito  en  que  reveló  que  tenía  ya  traducido  el 
día  fuese  festivo;  que  nunca  se  le  entendía  lo  que  decía,  libro  de  Job  y  algunos  salmos.  El  o  de  mayo  tuvo  lu- 
y  acababa  muy  presto ;  que  estando  un  día  en  un  convite,  gar  la  acusación  liscal,  á  que  contestó  fray  Luis  de  pala- 
uno  de  los  convidados  dijo  vino,  y  fray  Luis  respondió  :  bra  en  aquella  audiencia  y  otras  sucesivas.  El  10  contes- 
«cuando  viniere ,  obligados  somos  á  creerle  ,  aunque  se  tó  á  la  misma  acusación  en  una  serie  de  escritos.  A  los 
dubda  ó  hay  dubda  sí  es  venido  ; »  que  todos  entendíerou  pocos  días  presentó  varios  pedimentos  ,  quejándose  de 
lo  había  dicho  por  Jesucristo  El  mismo  fiscal  de  la  In-  que  no  se  hubiese  procedido  al  interrogatorio  que  él  lia- 
quisicion  aiíadió  á  lo  alegado  por  León  de  Castro,  que  bía  solicitado,  ni  se  hubiesen  buscado  entre  sus  papeles 
FRAY  Luis  hablaba  mal  de  los  setenta  intérpretes  y  ponía  en  unas  conclusiones  que  destruíanla  acusación.  En  el  resto 
ridículo  á  los  santos  padres  que  habían  traducido  ia  Es-  de  aquel  año  y  los  cuatro  siguientes  hizo  reiteraciones 
critura;  que  sostenía  que  el  Cantar  de  los  cantares  erat  continuadas  de  esas  mismas  quejas.  No  recayó  sentencia 
CARMEN  AMATORiUM  Salomoms  ad  suam  uxore.m;  (¡ue  pondc-  definitiva  hasta  el  día  13  de  agosto  de  Váll.  En  ella  se  le 
raba  siempre  mucho  á  los  rabinos.— (jYoí«  del  Colector.)  absolvió  de  la  instancia,  reprendiéndole  y  advirtiéndole 


IV  VIDA  Y  JUICIO  CRITICO 

Cuan  serena  tuviese  la  conciencia  hallándose  en  la  cárcel,  dígalo  el  mismo  maestro  León, 
que  escribiendo  al  cardenal  don  Gaspar  de  Quiroga,  arzobispo  de  Toledo,  inquisidor  general, 
en  la  dedicatoria  de  la  explicación  del  salmo  26 ,  con  la  satisfacción  que  le  daba  su  buena  con- 
ciencia, se  explicó  con  estas  palabras  :  «Y  aunque  yo  de  ninguna  manera  soy  tal  que  pueda  ser 
contado  entre  los  siervos  de  Dios,  con  todo  eso,  tratándome  Dios  benignamente  y  con  suma 
clemencia,  experimenté  en  mí  en  aquel  (según  vulgarmente  se  juzga)  calamitoso  y  miserable 
tiempo ,  cuando  por  las  mañas  de  algunos  hombres  criminalmonte  fui  acusado  como  sospechoso  de 
haberme  opuesto  á  la  fe ,  apartado  no  solo  de  la  conversación  y  compañía  de  los  hombres ,  sino 
también  de  la  vista,  por  casi  cinco  años  estuve  echado  en  una  cárcel  y  en  tinieblas.  Entonces  go- 
zaba vo  de  tal  quietud  y  alegría  de  ánimo ,  cual  ahora  muchas  veces  echo  menos ,  habiendo  sido 
restituido  á  la  luz  y  gozando  del  trato  de  los  hombres  que  me  son  amigos. »  Y  de  esta  suerte  va 
prosiguiendo  con  admirable  desengaño  de  los  que  no  conocen  cuánto  asiste  Dios  en  los  trabajos  á 
los  que  en  medio  de  ellos  se  conforman  con  su  santísima  voluntad.  Allí  dice  que  trabajó  la  expli- 
cación del  salmo  26,  y  según  refiere  el  maestro  Herrera,  compuso  también  con  notable  desenga- 
ño estas  dos  quintillas : 

Aquí  la  envidia  y  mentira 

Me  tuvieron  encerrado  ; 

Dichoso  el  Immilde  estado 

Del  sabio  que  se  retira 

De  aqueste  mundo  malvado  , 
Y  con  pobre  mesa  y  casa 

En  el  campo  deleitoso 

A  solas  su  vida  pasa, 

Con  solo  Dios  se  conijiasa  , 

Ni  envidiado  ni  envidioso. 

En  la  misma  prisión  me  parece  que  compuso  aquella  bellísima  canción  á  nuestra  Señora ,  qu  e 
empieza : 

Virgen   que  el  sol  mas  pura. 

Pero ,  lo  que  es  mas  que  todo  lo  dicho,  en  la  misma  prisión  escribió  el  maestro  León  la  útilísima 
obra  de  los  S'umbres  de  Cristo,  como  consta  de  su  dedicatoria  á  don  Pedro  Portocarrero,  del  conse- 
jo de  su  majestad  y  del  de  la  santa  y  general  hiquisicion,  según  se  lee  en  la  tercer i  mipresion 
que  tengo  de  esta  obra,  y  no  obispo  de  Córdoba,  cuyo  dictado  se  le  añadió  en  la  quinta,  que  tam- 
bién tengo,  del  año  160o.  Allí  pues  se  explicó  así  el  maestro  León  :  «Aunque  me  conozco  por  el 
menor  de  todos  los  que  en  esto  que  di^o  pueden  servir  á  la  Iglesia,  siempre  la  deseé  servir  en 
ello  como  pudiese  ;  y  por  mi  poca  salud  y  muchas  ocupaciones  no  lo  he  hecho  hasta  ahora.  Mas, 
yaque  la  vida  pasada,  ocupada  y  trabajosa,  me  fué  estorbo  para  que  no  pusiese  este  mi  deseo  y  jui- 
cio en  ejecución,  no  me  parece  que  debo  perder  la  ocasión  de  este  ocio,  en  que  la  injuria  y  mala 
voluntad  de  algunas  personas  me  han  puesto.  Porque  ,  aunque  son  muchos  los  trabajos  que  me  tie- 
nen cercado  ,  pero  el  favor  largo  del  cielo,  que  Dios ,  padre  verdadero  de  los  agraviados ,  sin  mere- 
cerlo me  da ,  y  el  testimonio  de  la  conciencia  en  medio  de  todos  ellos,  han  serenado  mi  ánima  con 
tanta  paz.  que  no  solo  en  la  emienda  de  mis  costumbres,  sino  también  en  el  negocio  y  conoci- 
miento de  la  verdad ,  veo  ahora  y  puedo  hacer  lo  que  antes  no  hacia.  Y  hame  convertido  el  tra- 
bajo el  Señor  en  mi  luz  y  salud.  Y  con  las  manos  de  los  que  me  pretendían  dañar  ha  sacado  mi 
bien.  A  cuya  excelente  y  divina  merced  en  alguna  manera  no  respondería  yo  con  el  agradecimiento 
debido,  si  ahora,  que  puedo,  en  la  forma  (jue  puedo  y  s(!gun  la  flaqueza  de  mi  ingenio  y  mis 
fuerzas,  no  pusiese  cuidado  en  aquesto,  que,  alo  que  yo  juzgo,  es  tan  necesario  para  el  bien  de  sus 
fieles. » 

Restituido  ya  el  maestro  León  al  uso  de  la  pública  luz,  procuró  alumbrar  á  todos  con  sus  inmorta- 
les escritos.  Dos  años  después  imprimió  su  explicación  del  Cantar  de  Salomón,  escrita  en  latín  con 
este  título:  F.  Lunsii  lA'íjiommh  Augustiniani  Divinorum  lihrorum  primi  ajyud  Salmanliccm^es 
¡nterpretis  in  Cántica  Canticorum  Snlomoniü  Explanatio  ad  Serenissimum  Vrincipem  Alberlum, 
Austriae  Arcliiducem ,  S.  li.  E.Cardinalcm.  Salmanticae  ,  Exciidelnit  Lucas  á  Junta  m.  d.  lxxx, 

que  en  adelante  mirase  romo  y  dónde  li:dd;iba  de  rosas  y  biógrafo,  le  confirmó  el  general  do  los  agustinos  la  cáte- 

malerias  de  calidail  y  peligro  como  las  (pie  del  prcteeso  dra  (pie  lenia  y  le  dio  licencia  para  que  se  opusiese  á 

písultaban.  Se  mandó  atlemasqne  se  rt-rogicse  elcuader-  otras.  —  (.\ula  del  Colector.) 
no  de  los  Cantares.  El  2«  de  julio  de  1o78,  como  dice  el 


DEL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN.  v 

en  4."  Es  digna  de  trasladarse  aquí  la  aprobación  que  dio  el  doctor  Sebastian  Pérez ,  que  es  como 
se  sigue : 

Explanationem  Canticorum  Salomonis ,  Litysii  Legiouensis,  Augustiniani ,  Salmaticensis  Acade- 
miae  doctissimi  Professoris ,  legi  mné  libcntissimé  :  est  enim  ejusniodi,  id  magtiopcre,  non  solum  sen- 
tentüs  aptissima  quadam  serie,  quod  eral  in  hoc  opere  valdé  difficile,  coliaercnübus,  sed  eliam  ser- 
monis  puritate ,  et  elegantia  ,  autiquilaíem  iUam  cullam  et  perpoIUam  redoleal.  Qunmobrem 
edcndam  censeo ,  perqué  manus  el  ora  hominum  pervagari :  cüm  sit  non  tanlüm  ortfwdoxa,  sed  ad 
pietatem  promovendam,  et  verum  religionis  cultum  amplificaiidum  aptissimé  compvsila.  —  Sebas- 
tianits  Petrejus  Doctor  Theologus. 

Pero  lomas  notable  es,  que  fray  Pedro  Suarez,  provincial  de  los  agustinos  en  la  provincia  de  Cas- 
tilla, le  mandó  publicar  esta  y  otras  obras  teológicas  que  liabia  compuesto,  con  un  mandamiento 
tan  fuerte  como  este  :  Quoniamque  scimus  te  plura  et  ad  Sacrnrnm  Lilteranim  explanationem, 
et  ad  Theologicas  quaestiones  perlinentia,  scripsisse,  quae  si  edantur,  sint  publicé  utilia  futura; 
idcircb  tenore  praesenlium,  et  nostri  Officii  auctoritale  in  virtule  Spiritus  Snncti,  et  in  meritum 
sanctae  obedientiae,  tihi  praecipimits,  ul  qnos  habes  confectos  in  Canticnm  Canticorum  Salomonis 
Conimenlarios  primüm,  deinde  reliqua  omnia ,  quae  in  Sacras  LUte>as,  et  de  '¡ licohxjicis  quaes- 
tionibus  commentatus  es,  typis  mandes.  Datum  Salmanlicae  xi.  Culend.  Januarii  aun.  1578. 
Tanto  importaba  al  honor  de  su  religión  y  al  bien  público  de  la  cristiandad  que  se  imprimiesen  las 
obras  del  maestro  León. 

Con  razón  pues  Jacobo  Augusto  Tuano,  al  íin  del  lib.  99 .  llamó  elengantísima  á  esta  explicación 
del  Cántico  de  los  cánticos ;  y  el  padre  Andrés  Escoto ,  en  su  Biblioteca  española,  tomo  ii ,  pág.  266, 
añadió  que  el  maestro  León  escribió  eruditamente  este  comentario  ;  pero  se  engañó  en  decir  que 
le  tradujo  en  español ;  porque  primeramente  le  escribió  en  castellano,  y  después  le  hizo  mas  lle- 
no en  latin. 

El  maestro  FKAY  Luis  de  León,  á  la  exposición  del  Cántico  de  los  cánlicos,  imitando  á  su  amigo 
Arias  Montano  (que  entre  los  poetas  cristianos  latinos  ha  sido ,  en  mi  juicio ,  el  mas  sublime  en  los 
pensamientos  y  mas  diestro  en  la  manera  de  expresarlos  con  propiedad  y  elegancia ) ,  anticipó  un 
voto  á  :a  Virgen  Madre  de  Dios,  muy  piadoso  y  propio  del  asunto  ;  y  habiendo  concluido  con  admi- 
rable acierto  su  sabia  explicación,  hizo  una  excelente  oda  en  acción  de  gracias,  en  la  cual  la  belle- 
za de  las  expresiones  compite  con  lo  ingenioso  de  la  invención  ;  de  manera  que  manifestó  ser  un 
poeta  de  elevadisimo  espíritu. 

En  el  mismo  año  lo80 ,  juntamente  con  el  referido  libro  de  la  exposición  de  los  Cantares,  publi- 
có la  que  había  hecho  en  la  cárcel  sobre  el  salmo  26,  con  este  título  : 

F.  Luijsii  Legionensis,  etc.  in  Psalmum  vigesimuní  sextum  Explnnatio.  Sa'manticae ,  Excude- 
bal  Lucas  a  Junta,  m.  d.  lxxx,  en  4."  La  dedicó,  según  queda  referido,  al  cardenal  don  Gaspar  de 
Quiroga,  arzobispo  de  Toledo,  y  lo  que  es  mas  del  caso  para  conciliarse  fe  en  lo  que  decía,  in- 
quisidor general. 

El  modo  de  escribir  del  maestro  León  explicando  las  divinas  letras  es  muy  parecido  al  de  Arias 
Montano ,  varón  á  todas  luces  grande ,  salvo  que  el  maestro  Lií<»n  suele  ser  algo  mas  ceñido  en  sus 
explicaciones  que  aquel  en  sus  comentarios.  Declara  la  propiedad  de  las  palabras,  explica  el 
verdadero  sentido  del  contexto ,  averigua  las  circunstancias  de  los  dichos  y  de  los  hechos ,  las  ha- 
ce resaltar  y  observar.  No  suele  citar  sino  textos  sagrados,  y  estos  mucho  menos  que  Montano,  á 
quien  sigue  en  usar  tal  cual  vez  de  algún  escogido  testimonio  de  algún  poeta  clásico ,  y  suele  valer- 
se de  la  lengua  española  para  explicar  mejor  algún  modo  de  hablar.  Todo  con  estilo  propio ,  juicio- 
so ,  breve ,  claro  y  elegante. 

En  el  tomo  u  de  la  Biblioteca  selecta  del  barón  de  Scliomherg ,  impresa  sin  nombre  de  su  ílus- 
trísimo  dueño,  en  Amsterdam,  por  Salomón  Schouten  y  Pedro  Mortier,  año  1743,  pág.  4,  hallo  que 
la  explanación  del  maestro  León  sobre  el  Cántico  de  los  cánticos,  y  tambienla  que  hizo  sobre  el 
salmo  26,  se  imprimieron  en  Salamanca  año  io82,  en  8.° 

El  año  siguiente,  lo8o,  hizo  imprimir  el  maestro  fray  Luis  de  León  la  útilísima  obra  de  los  Nom- 
bres de  Cristo  ,  y  asimismo  la  Perfecta  casada ,  en  Salamanca,  en  la  imprenta  de  Juan  Fernandez, 
sogun  el  maestro  Herrera  y  don  Nicolás  Antonio,  el  cual  añade  que  los  Nombres  de  Cristo  se  im- 
primieron en  Barcelona  el  mismo  año  lo83. 

Si  esta  segunda  impresión  es  cierta,  no  se  tenia  noticia  de  ella  cuando  se  hizo  en  Salamanca  la 
que  se  llamó  segunda ,  y  salió  á  luz  con  este  título  :  De  los  nombres  de  Cristo ,  en  tres  libros ,  por  el 


V,  VIDA  Y  JUICIO  CRITICO 

maestro  fray  Luis  de  León.  Segunda  impresión,  en  que,  demás  de  un  libro  que  de  nuevo  se  añade, 
van  oirás  muchas  cosas  añadidas  y  emendadas.  Con  privilegio.  En  Salamanca,  por  los  herederos  de 
Matías  Gast.  m.d.lxxxv,  en 4.° De  este  título  se  colige  que  la  primera  impresión  délos  Nombres 
de  Cristo  solamente  contenia  dos  libros. 

El  año  inmediato,  1586,  se  imprimió  lalü  mismo  Id  Perfecta  casada,  en  4.°,  como  consta  dello- 
rao  primero  de  la  Biblioteca  selectísima  del  barón  de  Schomberg ,  pág.  loo. 

Yo  tengo  las  que  se  intitulan  terceras  impresiones  de  ambas  obras,  hermosamente  impresas,  y 
la  una  dice  así :  La  perfecta  casada,  por  elmaestro  fray  Luis  de  León.  Tercera  impresión,  mas  aña- 
dida y  emendada.  En  Salamanca ,  en  casa  de  Guillelmo  Foquel,  m.d.lxxxvií  ,  en  4." 

La  otra ,  de  los  Nombres  de  Cristo,  tiene  el  título  totalmente  conforme  á  la  de  Matías  Gast ,  y  sola- 
mente se  distingue  en  que  se  hizo  con  notable  hermosura  de  papel  y  letras,  en  Salamanca,  en  casa 
de  Guillelmo  Foquel ,  1587 ,  en  4.° 

En  lo  de  diciembre  del  año  1594  fray  Jerónimo  de  Almonacis  dio  una  aprobación  del  tenor  si- 
guiente :  « Por  mandado  del  Consejo  Real  vi  un  cuaderno  de  diez  y  siete  hojas ,  compuesto  por  el 
padre  maestro  fray  Luis  ds  León,  déla  orden  de  San  Agustín,  catedrático  de  Escriptura  en  1^  uni- 
versidad de  Salamanca ,  añadido  ahora  de  nuevo  al  libro  de  los  Nombres  de  Cristo ,  que  hasta  aquí 
andaba  impreso,  hecho  por  el  sobredicho  autor,  en  que  se  trata  del  nombre  que  Cristo  tiene  de 
Cordero. »  Ciertamente  se  hizo  esta  aprobación  para  añadir  el  nombre  de  Cordero  á  la  impresión 
de  los  Nombres  de  Cristo  que  el  año  inmediato,  1595,  salió  áluz  en  Salamanca  según  don  Nico- 
lás Antonio,  que ,  conforme  la  cuenta  referida,  fué  la  cuarta.  * 

Yo  poseo  la  que  se  intitula  quinta  impresión  de  una  y  otra  obra,  hecha  también  en  Salamanca 
en  casa  de  Antonia  Ramírez,  viuda,  año  1605,  en  4.°,  en  cuyo  frontispicio  se  lee  este  título  :  De 
los  Nombres  de  Cristo ,  en  tres  libros ,  por  el  maestro  fray  Luis  de  León.  Quinta  impresión ,  en  que 
va  añadido  el  nombre  de  Cordero,  con  tres  tablas,  la  una  de  los  Nombres  de  Cristo,  otra  de  la  Per- 
fecta casada ,  la  tercera  de  los  lugares  de  la  Escritura. 

Antonio  Posevino,  en  el  tomo  n  de  su  Aparato,  pág.  40,  refiere  que  estas  dos  obras  se  impri- 
mieron en  Yenecia  traducidas  en  lengua  italiana.  Don  Nicolás  Antonio  dice  que  sabia  haberse  im- 
preso en  Yenecia  la  Perfecta  casada,  año  1595,  en  8.°,  por  Juan  Bautista  Ciotti,  y  que  había  visto 
impresa  en  Ñapóles ,  año  1598 ,  en  8.° ,  la  misma  obra,  su  autor ,  esto  es ,  traductor,  Julio  Zanchini 
daCastighoncho,  que  se  llamaba  caballero  religioso. 

No  faltaron  repreheusores  á  estas  dos  grandes  obras  de  la  Perfecta  casada  y  de  los  Nombres  de 
Cristo,  á  quienes  respondió  el  autor  con  su  acostumbrada  modestia  en  la  prefación  del  libro  ni  de 
los  Nombres  de  Cristo  ,  enderezada  á  don  Pedro  Portocarroro. 

En  cuanto  á  los  iYomÍJr(?s  de  Cristo,  el  padre  Andrés  Escoto,  en  su  Biblioteca  española,  tomón, 
pág.  266 ,  siguiendo  á  Yalero  Andrés  Taxandro ,  dice  que  el  maestro  León  escribió  doctamente  de 
los  nombres  divinos,  á  imitación  de  Dionisio  Areopagita.  Pero  ni  los  críticos  admiten  como  cierto 
haber  escrito  san  Dionisio  Areopagita  dé  tal  asunto,  ni  el  maestro  León  trató,  propiamente  hablan- 
do, délos  nomlir.s  divinos,  sino  de  los  iYo??i/;rt'S  rfc  Cristo,  verdadero  Dios  y  hombre,  y  con  dis- 
tinta idea  y  método  que  el  libro  de  los  Nombres  divinos,  atribuido  á  san  Dionisio  ;  de  suerte  que  del 
maestro  León  se  puedo  decir  con  verdad  sobre  este  asunto  (como  ya  lo  advirtió  el  maestro  Herrera) 
lo  que  do  Homero  dijo  Yeleyo  Patérculo  :  « En  quien  esto  es  lo  mas,  que  ni  antes  del  se  ha  hallado 
á  quien  él  haya  imitado,  ni  después  del  (juien  pueda  imitarle. » 

El  autor,  en  d  principio  de  los  Nombres  de  Cristo,  finge  que  sus  diálogos  son  unos  razonamien- 
tos í|ue  en  los  años  pasados  tres  amigos  suyos  y  de  su  orden ,  los  dos  de  ellos  hombres  de  gran- 
des letras  é  ingenif),  tuvieron  entre  sí  por  cierta  ocasión  acerca  de  los  nombres  con  que  es  llamado 
Jesucristo  en  la  Sagrada  Escritui'a.  Calló  los  nombres  d(í  los  tales  religiosos,  quizá  por  no  exponer- 
los á  la  envidia, 

Anoshá(|ue  observé  que  elmaestro  LEONÍngii'ió  en  sus />/áío^o.s  algunos  sermones,  y  lo  confe- 
sará cualquiera  que  lea  el  nombre  de  Padre ,  en  cuyo  diálogo ,  si  se  (|uitan  las  interrupciones  de  los 
interiofUlort'sSahino  y  Juliaui»,  se  hallará  un  Mdmirai)le  s(;i'mon  d»;  ¡\Iarc(do,  cuyo  asunto  fué  e\.- 
plicar  la  protécia  de  Isaías  en  el  cap. !),  cuando  dijo  :  Paler  fiituri  saeculi.  Emj)ez<i  Marcelo  su  ora- 
ción con  aíjueilas  ¡ialabnis :  «  Lo  que  agora  he  propuesto.  »  Y  para  que  eslo  carezca  de  duda  ,  á 
lo  último  de  dicho  diálogo  llamó  Sabino  sermón  á  dicho  discurso  ;  (;I  cual  si  se  lee  con  atención, 
se  v<;rá  que  en  Es}»aña  no  ha  habido  orador  de  tan  sublime  estilo  como  el  maestro  León.  Y  así,  es 
cosa  muy  sensible  que  una  de  sus  obiasqnese  ha  dejado  de  imprimir  liaya  sido  El  perfecto pre- 


DEL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN.  vu 

dicador,  de  la  cual  hizo  memoria  el  maestro  José  do  Valdivieso  en  la  aprobación  que  dio  en  i\!a- 
drid,  dia  20  de  octubre  del  año  1629,  á  las  obras  poéticas  del  maestro  Lkon. 

Su  estilo  castellano  es  castizo,  propio,  juicioso  y  elegante.  Don  Nicolás  Antonio  quiere  que  sea 
el  mejor  de  la  lengua  española.  Ciertamente  lo  es ,  si  se  mira  el  agregado  de  todas  sus  bellezas,  jun- 
tas con  una  exactitud  de  pensar  muy  digna  de  imitarse  ;  porque  ni  usa  de  pensamientos  falsos ,  ni 
de  argumentos  débiles,  ni  de  semejanzas  violentas,  ni  de  voces  extranjeras.  Solamente  quisiera 
vo  que  algunas  veces  no  fuesen  sus  cláusulas  tan  largas.  La  lengua  castellana  le  debe  una  singular 
prerogativa ,  y  es ,  haber  sido  el  primero  que  procuró  introducir  en  ella  la  armonía  del  número. 
Cuánto  cuidado  puso  en  esto ,  dígalo  él  mismo ,  que  hablando  con  don  Pedro  Portocarrero  en  el 
libro  111  de  los  Nombres  de  Cristo ,  entre  otras  cosas ,  le  dijo  lo  siguiente  :  «  Destos  son  los  que  di- 
cen que  no  hablo  en  romance,  porque  no  hablo  desatadamente  y  sin  orden,  y  porque  pongo 
en  las  palabras  concierto,  y  las  escojo  y  les  doy  su  lugar.  Porque  piensan  que  hablar  en  romance 
es  hablar  como  se  habla  en  el  vulgo,  y  no  conocen  que  el  bien  hablar  no  es  común,  sino  nego- 
cio de  particular  juicio,  ansí  en  lo  que  se  dice  como  en  la  manera  como  se  dice.  Y  negocio  que 
de  las  palabras  que  todos  hablan  elige  las  que  le  convienen,  y  mira  el  sonido  dellas,  y  aun 
cuenta  á  veces  las  letras,  y  las  pesa  y  las  mide  y  las  compone,  para  que  no  solamente  digan  con 
claridad  lo  que  se  pretende  decir ,  sino  también  con  armonía  y  dulzura.  Y  si  dicen  que  no  es  estilo 
para  los  humildes  y  simples ,  entiendan  que ,  así  como  los  simples  tienen  su  gusto ,  así  los  sabios  y 
ios  graves  y  los  naturalmente  compuestos  no  se  aplican  bien  á  lo  que  se  escribe  mal  y  sin  orden,  y 
coníiesen  que  debemos  tener  cuenta  con  ellos,  y  señaladamente  en  las  Escrituras,  que  son  para 
ellos  solos,  como  aquesto  lo  es.  Y  si  acaso  dijeren  que  es  novedad  ,  yo  confieso  que  es  nuevo  y  ca- 
mino no  usado  por  los  que  escriben  en  esta  lengua ,  poner  en  ella  número  ,  levantándola  del  des- 
caimiento ordinario.  El  cual  camino  quise  yo  abrir,  no  por  la  presunción  que  tengo  de  mí ,  que  sé 
bien  la  pequenez  de  mis  fuerzas ,  sino  para  que  los  que  las  tienen  se  animemá  tratar  de  aquí  ade- 
lante su  lengua  como  los  sabios  y  elocuentes  pasados ,  cuyas  obras  por  tantos  siglos  viven ,  trataron 
las  suyas  ;  y  para  que  la  igualen  en  esta  parte  que  le  falta,  con  las  lenguas  mejores,  á  las  cuales, 
según  mi  juicio ,  vence  ella  en  otras  muchas  virtudes. »  Hasta  aquí  el  maestro  León  ,  cuyo  estudio 
en  el  número  tal  vez  fué  causa  de  que  algunas  de  sus  cláusulas  tengan  la  colocación  algo  traspues- 
ta; artificio  que  la  lengua  española,  amiga  de  la  colocación  natural,  no  quiere  sufrir  ,  para  que  se 
vea  cuan  dificultoso  es  hacer  armoniosa  la  oración  natural  [a). 

Año  i587  escribió  una  doctísima  y  elegantísima  prefación  á  las  excelentes  obras  de  santa  Tere- 
sa de  Jesús.  Y  le  hubiéramos  debido  la  vida  de  la  Santa ,  escrita  con  gran  maestría ,  si  Dios  hubiera 
alargado  la  suya  mas  tiempo  ,  pues  don  fray  Diego  de  Yépes,  obispo  de  Tarazona,  en  el  prólogo  de 
la  que  escribió  de  dicha  santa  madre,  §.4.",  nos  dejó  esta  memoria  :  «  La  Emperatriz,  herma- 
na del  rey  don  Felipe  II,  nuestro  señor,  le  fué  devotísima,  y  deseó  mucho  que  el  padre  maestro 
FRAY  Luis  DE  Leon,  dc  la  orden  de  San  Agustín,  catedrático  de  Escritura  de  la  universidad  de  Sala- 
manca ,  y  hombre  bien  conocido  en  la  Europa  por  la  grandeza  de  sus  letras  é  ingenio ,  escribiese  su 
vida  y  milagros ,  pareciéndole  (y  con  justa  razón )  que  ninguno  había  entonces  en  España  que  me- 
jor pudiese  satisfacer  á  este  argumento  y  á  su  deseo.  Y  así,  le  encargó  tomase  este  trabajo,  que  para 
él  fué  de  mucho  gusto.  Tomó  luego  la  pluma  y  juntó  muchas  otras  cosas,  que  (después  del  libro  que 
escribió  tan  acertadamente  el  padre  dotor  Kibera)  descubrió  el  tiempo  y  cuidado  ;  y  yo  le  di  en- 
tonces por  escrito  mucho  de  lo  que  aquí  digo  ;  pero  fué  Dios  servido  que  muy  á  los  principios, 

(«)  Este  mismo  cuidado  en  colocar  las  palabras,  no  so-  ración  y  en  la  energía  de  su  razonamiento.  Ese  demasiado 
lo  le  llevó,  como  dice  Mayans,  á  trasposiciones  violentas,  esmero  de  que  fray  Luis  tanto  se  jacta ,  mata  general- 
sino  que  en  muchos  pasajes  de  sus  mejores  obras  le  mente  la  espontaneidad,  debilítala  energía  délas  ideas, 
hizo,  precisamente  lo  que  él  queria  evitar,  áspero  y  du-  hace  el  estilo  lánguido  y  difuso.  Debe  ser  siempre  bien 
ro.  Se  observa  en  su  estilo  cierto  martilleo  que  no  pocas  conocida  la  lengua  en  que  se  escribe;  mas  no  se  ha  de 
veces  fatiga.  Encabalga  las  ideas  de  una  manera  lasli-  sacrificar  nunca  el  pensamiento  á  las  exigencias  de  la 
niosa,  turba  con  largos  y  numerosos  incidentes  la  mar-  pureza  ni  á  las  de  la  cultura  de  la  forma.  Fray  Luis  lo  sa- 
cha de  sus  cláusulas,  coloca  mal  las  muchas  citas  con  crificó;  mas,  lo  confesamos,  es  en  esto,  no  solo  discul- 
([ue  salpica  todos  sus  escritos.  Es  castizo  ,  propio,  jai-  pable,  sino  hasta  digno  de  elogio.  En  sus  tiempos  la  len- 
cioso,  elegante  casi  siempre ,  pero  dista  mucho  de  poseer  ¡íua  castellana  estaba  en  su  periodo  de  formación,  tamo, 
un  estilo  que  merezca  la  alta  calilicaciou  de  Nicolás  An-  que  muchos  y  notables  varoues  la  consideraban  aun  in- 
tonio.  Cervantes  le  aventaja  en  naturalidad  y  en  ar-  digna  de  traducir  fielmente  y  con  nobleza  los  altos  pen- 
monía  ;  Granada  en  severidad  ,  en  animación  .  en  fuer-  samientos  teológicos.  Todo  esmero  para  regularizarla  y 
za ;  Estrella  en  precisión  y  en  la  variedad  de  la  frase;  darla  dignidad  era,  por  lo  tanto  ,  poco.  —  [Nota  del  Lo- 
san  Juan  de  la  Cruz  en  dulzura;  Malón  de  Chaide  en  lo  lector.) 
pintoresco  del  lenguaje  ;  Mariana  en  lo  rápido  de  la  nar- 


VIH  VIDA  Y  JUICIO  CRITICO 

cuando  aun  no  había  escrito  cinco  ó  seis  pliegos ,  muriese  el  autor ,  dejándonos  á  todos  frustrados 
de  nuestras  esperanzas.  Pero  ya  que  no  sacó  á  luz  parto  tan  deseado,  hizo  un  prólogo,  que  anda  jun- 
tamente con  el  libro  que  escribió  de  su  vida  la  santa  Madre  ,  en  el  cual ,  aunque  brevemente ,  con 
tanta  erudición  como  verdad  escribe  altamente  de  las  maravillas  grandes  que  Dios  obró  en  esta 
santa  y  por  esta  santa. »  Mas  adelante  el  mismo  autor ,  en  el  lib.  o.",  cap.  49,  escribió  así :  « El  ma- 
yor testimonio  que  yo  podré  traer  en  confirmación  de  la  estima  que  se  ha  de  tener  destos  hbros, 
es  lo  que  de  ellos  escribió  el  padre  maestro  fray  Luis  de  León,  de  la  orden  de  San  Agustín ,  cate- 
drático de  Escritura  de  Salamanca,  y  en  el  tiempo  que  vivió ,  luz  y  gloria  de  España ,  que  como  los 
viese  y  examinase  por  comisión  del  Consejo  Real,  quedó  tan  aficionado  y  preso  de  su  dotrina ,  que 
en  alabanza  de  ellos  y  de  su  autor  hizo  un  prólogo  muy  largo  y  elegante  ,  que  anda  al  principio  de 
sus  libros  ;  y  no  contento  con  esto,  comenzó  á  escribir  un  libro  de  la  vida  y  milagros  de  la  santa 
Madre ,  aunque  prevenido  con  la  muerte ,  no  la  pudo  acabar. » 

En  el  capítulo  que  se  celebró  en  Toledo,  día  o  de  diciembre  del  año  I088,  en  el  cual  presidió  el 
general  Gregorio  Elparense ,  que  después  fué  cardenal ,  se  cometió  al  maestro  León  que  hiciese 
constituciones  para  los  religiosos  recoletos  de  San  Agustín ,  cuya  reformación  comenzó  aquel  año 
ó  el  siguiente,  y  las  hizo  y  ordenó  prudente  y  religiosamente.  Imprimiéronse  el  mismo  año.  Tanta 
pai'te  tuvo  en  los  mayores  negocios  de  aquella  congregación.  Aludiendo  á  esto ,  escribió  el  licen- 
ciado Luis  Muñoz  en  la  Vida  y  virtudes  del  venerable  maestro  fray  Luis  de  Granada,  lib.  0.° ,  capí- 
tulo 1.°,  pág.  163 :  «Ayudó  mucho  á  que  se  avívase  este  instituto  (de  la  recolección  de  los  agustinos 
descalzos)  el  insigne  maestro  fray  Luis  de  León,  varón  de  un  siglo ,  en  el  capítulo  que  se  celebró 
en  Toledo  el  año  de  I088. » 

Pensó  el  maestro  León  en  reimprimh'  sus  obras  expositivas,  añadiendo  otras,  y  en  el  año  1589  en 
la  oficina  de  GuilelmoFoquel  pubUcó  el  tomo  primero,  que  contiene  cuatro  obras.  La  primera  es  la 
Explicación  sobre  el  Cántico  de  los  cánticos;  la  segunda  sobre  el  salmo  26;  la  tercera,  dedicada  á don 
Pedro  Portocarrero ,  entonces  obispo  de  Calahorra,  se  intitula  así :  F\  Liiysii Legionensis  Auyusti- 
niani,  Tlieologiae  Doctoris,  et  Divinorum  librorum  primi  apud  Salmanticenses  interpretis  in  Abdiam 
Prophetam  Explanatio.  La  cuarta,  con  los  mismos  dictados ,  se  intitula  :  In  Epistolam  Pauli  ad  Ca- 
latas Explanatio,  en  4.",  y  contiene  este  tomo  primero,  sin  segundo,  921  páginas.  Es  cosa  notable 
que  el  maestro  León  se  intitula  dotor  en  teología ,  y  así  el  año  1589  ya  estaba  condecorado  con  ese 
título,  que  en  aquellos  tiempos  no  era  tan  frecuente  como  ahora  ,  porque  solamente  solian  aspirar 
á  ellos  muy  beneméritos,  y  era  muy  costoso. 

Auberto  Vander  Eede ,  canónigo  de  Antuerpia,  siguiendo  los  apuntamientos  de  Auberto  Míreo, 
en  los  escritores  del  siglo  xvi  dejó  escrito  que  la  obra  que  íjnprimió  el  maestro  León  sobre  el  Cán- 
tico de  los  cánticos  en  Salamanca,  en  la  oficina  de  Guillehno  Foquel,  año  1589,  estaba  prohibida, 
como  obra  de  amores ;  pero  ni  ha  habido  tal  prohibición ,  ni  dicha  obra  está  tratada  profanamente;, 
aunque  su  asunto  son  los  amores  del  alma  santa ,  de  que  misteriosamente  escribió  Salomón,  siendo 
su  expositor  el  maestro  León  con  admirable  piedad,  juicio  y  elegancia  (a). 

Quizá  no  parecerá  vana  conjetura  decir  que  el  maestro  León  pensaba  incluir  en  el  segundo  to- 
mo de  sus  obras  teológicas  el  erudito  libro  que  enderezó  á  Juan  Grial,  bien  conocido  por  su  juicio 
y  dotrina  :  De  utriusque  Agni  typici  alque  veri  immolalionis  leyitimo  tempore,  Sahnanticae  apud 
Guillelmum  Foquel,  1590,  en  4.°  Probó  iimy  bien  su  asunto,  con  grandes  alabanzas  del  padre  Esco- 
lo, qutí  dijo  estar  escrito  este  libro  con  terso  y  pulido  estilo.  Esforzó  el  mismo  asunto  su  discípulo 
y  sobrino ,  el  maestro  fray  Basilio  Ponce  de  León,  en  su  libro  singular  De  Agno  typico,  impreso  en 
Madrid  por  Miguel  Serrano  de  Vargas ,  año  1604 ,  en  8.",  y  á  lo  último  del  se  reimprimió  el  tratado 

(a)  La  versión  del  Cantar  de  los  ca?itarcso.íifíoV.ihi\is\-  prol'iindas.  Las  ameniza  de  vez  en  cuando  con  oportunas 
ma.  En  ella  no  se  contenió  el  autor  conflíjrnos  áconoccr  cilasde  los  autores  clásicos,  griegos  y  romanos;  circuns- 
el  espirilii  del  cántico;  nos  le  tradujo  á  la  letra  ,  con  lo-  taiicia  que  les  da  adornas  cierto  interés  y  realce.  Cuando 
das  sus  elipsis  y  plfonasmos,  con  todos  sus  liebraismos.  trata  de  sondar  alguna  cuestión,  se  ve  en  él,  no  ya  al  li- 
Las  bellezas  de  la  idea  y  las  de  la  forma  cslán  igualnien-  teralo,  sino  al  liondire  pensador,  á  un  liond)re  de  liierle 
te  apreciadas  :  es  la  versión  una  verdadera  copia.  La  ex-  y  vigoroso  raciocinio.  lira  en  sus  opiniones  iiidopendien- 
posicion  que  la  acompaña  es  apreciahle,  como  todas  sus  le  y  liasla  audaz;  la  acusación  de  que  fué  objeto  no  deja- 
exposiciones  de  la  iJiblia.  I'useia  Lkon  vastos  conocí-  ba  de  tener  su  fundamento.  Miraba  en  efecto  concierto 
míenlos,  conocía  á  fondo  las  lenguas  griega  y  liebrea,  desden  la  traducción  conocida  con  el  iiond)re  de  Vulga- 
habia  penetrado  hasla  en  los  úlliinos  secretos  de  la  bis-  ía;  sostenía  (|ne  solo  en  lo  relativo  á  la  fe  merecía  m\ 
loria  judia,  y  están  sus  exposiciones  llenas<le  eru-  completo  asenlimieulo.  ¿lira  esto,  sin  embargo,  un  cri- 
(Jicion  y  de  observaciones  lan  acerladas  como  graves  y  nieu? —  [Xoladcl  Colector.) 


DEL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN.  IX 

del  maestro  León,  que  se  halla  tercera  vez  impreso  en  los  QuodUbetos  del  doctísimo  maestro  fray 
Basilio  Ponce  de  León ,  pág.  84. 

En  el  dia  2  de  mayo  del  año  4o91 ,  se  hace  mención  en  los  registros  generales  de  que  el  maestro 
FRAY  Luis  de  León  era  vicario  general  de  la  provincia  de  Castilla. 

En  el  mismo  año ,  dia  14  de  agosto,  se  celebró  capitulo  en  el  convento  de  Madrigal,  y  fué  elegido 
provincial. 

Por  este  tiempo  estaba  el  maestro  León  sumamente  dedicado  á  la  lectura  de  los  libros  de  teología 
mística,  como  lo  reíiere  el  licenciado  Luis  Muñoz  en  la  Vida  y  virtudes  del  maestro  fray  Luis  de 
Granada,  lib.  o.°,  cap.  9.",  pág,  208,  por  estas  palabras  :  «  Cónstame  de  original  muy  cierto  que 
el  gran  maestro  fray  Luis  de  León,  de  quien  ya  hicimos  mención  en  este  libro,  escribió  á  Arias 
Montano,  su  grande  amigo,  que  retirado  en  una  casa  de  campo  que  tiene  el  convento  de  San  Agus- 
tín de  Salamanca,  en  una  isleta  que  hace  el  rio,  que  describe  en  la  introducción  del  libro  2.*  de  los 
Nombres  de  Cristo,  leyó  todas  las  obras  del  padre  fray  Luis  de  Granada,  y  que  habia  aprendido 
mas  de  su  letura  que  de  cuanta  teología  escolástica  habia  estudiado,  y  que  de  allí  adelante  serian 
su  principal  estudio.  Es  certísimo  que  el  padre  maestro  fray  Luis  de  León  alababa  con  grandes 
encarecimientos  el  estilo,  elegancia  y  vigor  en  el  persuadií*  del  padre  fray  Luis  de  Granada; 
decía  que  le  habia  dado  Dios  el  don  de  la  elocuencia  cristiana.  Dióse  este  gran  varón  los  últimos 
años  de  su  vida  á  la  lección  de  libros  espirituales,  y  en  aquel  tiempo  eran  los  de  nuestro  maestro 
(Granada)  los  que  mas  ruido  hacían  en  España  :  salió  con  su  lección  tan  aprovechado  en  lo  mís- 
tico, como  antes  docto  en  lo  escolástico  ;  pocos  le  igualaron  en  su  siglo,  será  asombro  en  los  ve- 
nideros, í 

Con  tan  buena  preparación  de  ánimo  como  este,  y  otras  semejantes,  murió  en  Madrigal  el  maes- 
tro FRAY  Luis  de  León  ,  dia  23  del  mes  de  agosto  del  año  1591 ,  antes  que  se  acabase  el  capítulo  pro- 
vincial. Lleváronle  á  enterrar  al  convento  de  Salamanca ,  en  cuyo  claustro  yace  delante  del  altar 
de  nuestra  Señora  del  Pópulo.  Su  sepultura  tiene  una  lápida  con  esta  inscripción  : 

MAG.  FR.    LVISIO.    LEGIONENSI.     DIVINAKVM.  HVMANARVMQVE.    ARTIVM.    ET.    TUIVM.    LINGVARVM.    PERITISS. 

SACRORVa.  LIBRORVM.  PRIMO.  APVD.  SALMAM.  INTEHPRETI.  CASTELLAE.  PROVINCIALI.  NON.  AU 

MEMORIAM.  LIBRIS.  IMMORTALEM.  SED.  AD.  TANTAE.   lACTVRAE.  SOLATIVM.  HVNG 

LAPIDEM.  A.  SE.  HVMILEM.  AB.  OSSIBVS.  ILLVSTREM.  AVGVSTIMAM 

SALMAM.    P.  OBIIT.   AN.    M.D.XCI.      XXlll.   AVGVSTI 

AET.   LXIIII. 

Según  esto,  nació  año  4527.  El  año  1591  fué  lamentable'por  la  pérdida  de  algunos  varones  insig- 
nes en  letras.  Dia  21  de  setiembre  murió  el  maestro  Ambrosio  de  Morales ,  diligentísimo  historiador 
de  las  cosas  de  España.  En  el  mes  de  noviembre  el  padre  Francisco  de  Ribera ,  docto  expositor 
de  las  divinas  letras.  Día  14  de  diciembre  san  Juan  de  la  Cruz,  insigne  teólogo  místico. 

El  maestro  fray  Luis  de  León  dejó  escritas  varias  leturas  de  teología  escolástica ,  de  que  aun  vi- 
viendo él  se  aprovechó  el  maestro  fray  Pedro  de  Aragón,  de  la  orden  de  San  Agustín,  en  la  obra  que 
imprimió,  año  1584 ,  sobre  la  segunda  parte  de  la  Suma  de  santo  Tomás,  De  Fule ,  Spe ,  et  Chari- 
tate ,  como  lo  confesó  el  mismo  maestro  Aragón  en  el  prólogo  que  hizo  al  colegio  de  Salamanca  en 
el  primer  tomo ,  y  mas  claramente  en  el  prólogo  al  lector. 

También  dejó  escrito  un  comentario  sobre  el  Apocalipsi,  que  se  conserva  en  el  colegio  de  San 
Agustín  de  Salamanca ,  como  lo  refiere  el  padre  Luis  de  Alcázar  en  su  libro  intitulado  :  Vestigatio 
arcani  sensiis  in  Apocalypsi ,  pág.  88. 

Una  oración  latina  en  alabanza  de  san  Agustín,  la  cual  dijo  en  la  universidad  de  Salamanca.  Es- 
tá escrita  con  juicio ,  y  tengo  una  copia  de  ella ,  aunque  algo  viciada  por  la  ignorancia  de  los  co- 
piantes. 

Las  demás  obras  latinas  ya  quedan  referidas  en  los  años  en  que  las  publicó,  como  también  las 
castellanas,  de  las  cuales  solamente  quedan  por  referir  las  poesías  que  después  de  su  muerte  sa- 
lieron á  luz. 

En  el  año  1618  se  imprimió  en  Madrid  en  16.°,  por  Diego  Flamenco,  una  traducción  que  hizo  en 
verso  castellano  del  salmo  Miserere,  con  una  canción  á  Cristo  crucificado.  Por  buena  suerte 
paró  un  ejemplar  en  la  librería  del  marqués  de  Víllena ,  don  Juan  3Ianuel  Fernandez  Pacheco ,  que 
la  comunicó  al  maestro  fray  Juan  hiterian  de  Avala ,  gran  conocedor  de  la  lengua  castellana ,  y 
que  supo  escribirla  con  enmienda.  Este  pues,  dos  años  después  de  la  muerte  del  Marqués,  que  su- 
cedió dia  29  de  junio  del  año  1725,  reconoció  que  aquella  impresión  estaba  tan  desfigurada  de 


X  VIDA  Y  JUICIO  CRITICO 

crrafas  y  defetos,  causados  de  copiantes  ignorantes  y  de  impresores  no  bien  adverlidos,  que  tú 
restituh'la  aun  imperfetamente  cá  su  original  no  dejó  de  parecer  á  la  primera  vi¿ta  empresa  algo 
mas  que  dificultosa.  Intentólo,  no  obstante  ,  y  con  deseo  de  la  pública  edificación,  pulilicó  nue- 
vamente aquellas  dos  poesias  en  la  forma  que  mejor  pudo,  en  Madrid,  en  la  imprenta  Real,  por 
Josef  Rodríguez  de  Escobar,  año  1727,  en  8.°,  y  en  una  prefacioncilla  que  hizo  previno  lo  si- 
guiente :  « 'So  se  puede  dejar  de  advertir,  en  gracia  ó  en.  obsequio  de  algunos  ingenios  ó  algunos 
oídos  que  tienen  mas  de  escrupulosos  que  de  sabios,  que  el  sapientísimo  autor  se  embarazaba 
poco,  ó  no  se  embarazaba,  en  que  muchos  pasos  de  sus  canciones  estuviesen  asonantados  ;  de- 
feto que  ahora  se  tendría  por  intolerable.  Pei'O  es  al  mismo  tiempo  escrúpulo  que  absoluta- 
mente despreciaron  ó  no  conocieron  los  poetas  italianos,  priuieros  maestros  del  arte,  sin  excep- 
ción de  algunos,  y  entre  los  nuestros  los  mayores  ;  si  no  es  que  se  dude  que  lo  fueron  el  Roscan 
y  Garcilaso.» 

Habiendo  tenido  yo  un  ejemplar  de  esta  impresión,  facilité  que  se  hiciese  otra  en  Valencia, 
año  i7o7,  en  8.°,  por  los  herederos  de  Jerónimo  Conejos,  totalmente  ajustada  á  la  del  maestro 
Ayala  del  año  1727. 

Sin  haber  tenido  noticia  destas  dos  excelentes  poesias  del  maestro  León  ,  publicó  una  junta 
de  las  demás  don  Francisco  de  Quevedo  Villegas  ;  lo  cual  indica  que  su  autor  compuso  aquellas 
dos  después  que  liabia  hecho  ya  su  recogimiento.  Salieron  á  luz  con  este  título,  en  alguna  manera 
digno  de  enmienda  :  Obras  propias ,  y  traducciones  lalinas,  griegas  y  italianas ,  con  la  paráfrasi  de 
algunos  psalrnos  y  capítulos  de  Job ,  autor  el  doctísimo  y  reverendísimo  padre  fray  Luis  de  León,  de  la 
gloriosa  urden  del  grande  doctor  y  patriarca  san  Agustín,  sacadas  de  la  librería  de  don  Manuel 
Sarmiento  de  Mendoza  ,  canónigo  de  la  magistral  de  la  santa  iglesia  de  Sevilla.  Dalas  á  la  impresión 
don  Francisco  de  Quevedo  Villegas,  caballero  de  la  orden  de  Santiago.  Ilústralas  con  el  nombre  y 
la  protección  del  Conde-Duque ,  gran  canciller,  eir.  En  Madrid,  en  la  imprenta  del  reino,  año  1651, 
en  IG."  (fl). 

Salió  afeado  este;  libro  con  nuichos  yerros  de  iiiipreiita,  de  los  cuales  no  se  libró  en  la  segunda 
impresión,  (¡ue  se  hizo  en  Milán,  por  mandado  (¡el  duque  de  Feria,  en  la  imprenta  de  Felipe  Gui- 
solfi,  añoi(J5l,  en  12. °  Fué  este  duque  de  Feria  doü  (iomez  Suarez  de  Figueroa  y  Córdoba,  segundo 
duque  de  Feria,  (|ue  en  una  carta  que  escribió  dia  41  de  junio  del  año  1604  al  maestro  fray  Juan 
Marques,  autor  de  la  célebre  obra  del  Gobernador  cristiano,  refiere  que  estando  en  Roma 
año  1302,  en  casa  del  du(¡ue  de  Gesa,  Gonzalo  ¡''ernandez  de  Córdoba,  grande  apreciador  de  los 
hombres  sabios ,  y  muy  celebrado  dellos,  le  dijo  que  tenía  deseo  de  un  libro  que  tratase  De  Zas 
obligaciones  de  los  estados,  y  añadió  que  había  j)edido  al  padre  maestro  fray  Luis  de  León  que 
tomase  en  si  aíjnel  cuidado;  lo  cual  no  pudo  tener  efeto  por  la  l)revedad  de  la  vida  del  maestro 
León,  (lue  habia  nuieito  el  año  antecedente. 

Del  tiempo  en  ((iie  el  maestro  fray  Luis  de  León  compuso  sus  poesías,  y  del  motivo  que  tuvo 

(a)  A  L'Sla  coioccioii  iiciiios  tciiidu  la  lovUiiia  de  poder  Salió  suiíucnto  vano, 
añadir  una  oda  A  la  vida  relir;uisa,(]ue  iieniüs  encontrado  l'ucs  luego  di;  repente 
entre  los  manuscritos  de  la  I5il)iioleca  Nacional ;  aiíju-  ^'^  ""^^  ^'^  ''"'^''  V  ^l  sueño  juntamente. 
ñas  versiones  de  la  iJildia  y  alfjnnas  traducciones  de  au-  Kn  ninj^nina  conii)osicion  se  acerca  i-nAV  Luis  de  Lkon 
lores  clásicos.  Van  todas  señaladas  con  asterisco.  La  i;iiito  como  en  esta  á  san  Juan  de  la  Cru/.  Ifay  on  ella  al^íü 
oda  á  la  vida  religiosa  es  un  tesoro.  La  empañan  alj^iinas  de  aquella  unción  eminentemente  mistira  cpie  tanto  lie- 
••xprcsio:ies  vul;{ares  y  liasposiciones  un  si  es  no  es  mos  ponderado  en  el  juicio  critico  de  este  íillimo  poeta, 
violentas,  decae  algún  lauto  t-n  la  descripción  de  la  vida  linlró  fray  Lns  de  muy  joven  en  la  vida  monástica.  ¿Si 
del  anacoreta;  pero  tiene,  en  candtio,  un  conjunto  lielli-  seria  este  pe(jueri(t  poema  inspirado  i)or  los  recuerdos 
himo,  eslrol'as  deliciosas,  versos  llenos  de  sentinn<Mito.  de  las  inl'antiles  ilusiones  (¡ue  le  decidieron  á  abando- 
ternura  en  l:i  idea,  lacilirlad  en  la  expresión,  sencillez,  n:ir  el  mundo '.' La  descripción  del  lugar  en  (jue  descan- 
Luena  dis|)OS¡cion.  tiier/.a  dramática  en  el  desarrollo  del  só  el  alma  es  tan  sencilla  como  pintoresca;  la  exposición 
argumento.  Supone  el  autor  rpie,  fatigada  su  alma  por  ilela  doctrina  del  cpisli;ni¡smo  soltre  el  cielo,  la  tierra  y 
^arios  peiisainientus  y  cansada  ya  de  la  lucha,  andaba  los  deslinos  del  liondtie,  tan  animada  y  poética  como 
desalada  Lusc.indo  á  su  querido  Lsposo.  Si-ntóse  á  di's-  exacta.  Sentimos  un  verdadero  placer  al  dar  con  lan  fe- 
tan.sar  junto  á  una  fui-nle,  cerró  sus  ojos  al  sueño,  y  oyó  liz  liallazgo.  Algunas  de  las  nuevas  versiones  y  traduc- 
en lauto  que  dorniia  una  vo/  (|ne  la  dejó  admirada.  IJ.i-  clones  (pie  publicamos  están  muy  incorrectas.  Las  lie- 
blábale  esla  \<>7.  de  lo.s  peligrns  del  nmndo  y  le  pintalia  mos  debido  leer  repelid.is  veces  y  puntuarlas  con  nmclio 
con  hermosos  colores  la  lran(|uila  vida  del  claustro,  rúan-  cuidado  para  llegar  á  darles  sentido.  Aun  después  de 
do,  gustosa  el  alma  de  oiría,  se  revolvía  para  ver  di-  rpié  este  trabajo  (piedim  ciertos  p;isajes  bastante  obscuros. 
labios  brotaba  :i(|uella  vo/  divina.  .\o  nos  hemos  atrevido  ái)üner  la  mano  donde  tan  iosig- 
Mai  tocando  la  mano  lie  varón  puso  la  suva.  —  {Ñola  del  Coiccior.) 
El  agua  criitaliúa  dv  la  fucale, 


DEL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DG  LEÓN.  xi 

para  juntarlas,  ninguno  dará  mejor  razón  que  el  mismo  autor,  que  en  la  dedicatoria  de  ellas  á  don 
Pedro  Portocarrero  dijo  que  en  su  mocedad,  y  casi  en  su  niñez,  se  le  cayeron  de  las  manos,  á  cu- 
va  composición  se  aplicó  mas  por  inclinación  que  por  elección  ;  no  porque  la  poesía  no  sea  digna 
de  cultivarse,  puesto  que  Dios  la  eligió  para  sus  loores  ,  sino  porque  veia  el  errado  modo  de  opinar 
de  nuestras  gentes.  Y  asi,  habiéndolas  hecho  por  diversión  y  para  alivio  de  sus  trabajos,  no  hacia 
caso  dellas.  Pero  sucedió  que  se  aplicaron  á  una  persona  religiosa,  á  quien ,  en  lugar  de  darle  ala- 
banzas, daban  reprehensiones,  y  se  vio  obligado  á  manifestar  haber  sido  autor  dellas.  Tan  sinies- 
tros y  malignos  suelen  ser  los  juicios  de  los  hombres  [a). 

El  maestro  León  dividió  sus  Obras  poéticas  en  tres  libros ,  y  en  su  dedicatoria  á  don  Pedro  Por- 
tocarrero habló  dellas  con  la  modestia  que  manifiestan  sus  palabras  :  «Son  (dice)  tres  partes  las 
deste  libro.  En  la  una  van  las  cosas  que  yo  compuse  mias.  En  las  dos  postreras  las  que  traduje 
de  otras  lenguas,  de  autores  asi  profanos  como  sagi'ados.  Lo  profano  va  en  la  segunda  parte  ;  y  lo 
sagrado,  que  son  algunos  salmos  y  capítulos  de  Job,  van  en  la  tercera.  De  lo  que  yo  compuse  juz- 
gará cada  uno  á  su  voluntad.  Délo  que  es  traducido ,  el  que  quisiere  ser  juez  pruebe  jjrimero  qué  co- 
sa es  traducir  poesías  elegantes  de  una  lengua  extraña  á  la  suya  ,  sin  añadir  ni  quitar  su  sentencia, 
y  con  guardar  cuanto  es  posible  las  figuras  del  original  y  su  donaii-e  y  hacer  que  hablen  en  cas- 
tellano, y  no  como  extranjeras  y  advenedizas,  sino  como  nacidas  en  él  y  naturales.  No  digo  que 
lo  he  hecho  yo  ,  ni  soy  tan  arrogante  ;  mas  helo  procurado  hacer,  y  así  lo  confieso.  Y  el  que  di- 
jere que  no  lo  he  alcanzado,  haga  prueba  de  sí,  y  entonces  podiá  ser  ([ue  estime  mi  trabajo  mas; 
al  cual  yo  me  incüné  solo  por  mostrar  que  nuestra  lengua  recibe  ])ien  todo  lo  que  se  le  enco- 
mienda, y  que  no  es  dura  ni  pobre,  como  algunos  dicen ,  sino  de  cera  y  abundante  para  los  que 
la  saben  tratar.  *  Hasta  aquí  el  maestro  León,  cuyas  poesías  castellanas  son  las  que  mas  ennoble- 
cen la  lengua  española  ;  porque  si  ser  poeta  consiste  en  una  especie  de  ficción  en  que  perfeta- 
mente  se  imite  la  naturaleza  y  las  propiedades  y  circunstancias  de  las  personas  y  de  las  cosas, 
el  maestro  León  manifestó  tener  un  ingenio  sutilísimo  parala  invención,  y  una  destreza  tan  feliz 
para  expresar  noblemente  lo  inventado,  que  no  solo  supo  declarar  noblemente  sus  propios  pen- 
samientos ,  sino  también  trasladar  los  ajenos  de  una  lengua  en  otra  ,  (pie  es  mucho  mas  difícil. 

Lo  primero  se  ve  felizmente  ejecutado  en  la  primera  parte ,  en  la  cual  se  leen  muchas  y  varias 
poesías  de  asuntos  humanos  y  sagrados;  aquellas  sin  ofensa  del  decoro  de  quien  las  escribió,  y  de 
cualquier  ánimo  recatado  que  quiera  leerlas ;  estas  con  gran  piedad ,  y  con  una  sublimidad  de 
])ensamientos  que  causa  admiración  á  los  mayores  ingenios  ;  unas  y  otras  con  unos  modos  de 
decir  y  expresarlas  cosas,  los  mas  vivos ,  propios  y  elegantes  ib). 

(rt)  Casi  ninguno  de  nuestros  poetas  tomó  en  el  si- '^  en  lodos  liompos?  I^rzoso  es, sin  embargo,  tiecirlo  todo 

glo  XVI  la  poesía  sino  como  un  medio  de  distracción  y  es-  "^ '  ¡Qué  pocas  veces  se  presentan  completamente  origina- 

paicimíento.  Compusieron  todos,  como  fray  Lns,  sus  les!  No  repetiic-mos  ya,  con  otros  muchos  críticos,  que  la 

obras  en  los  años  de  su  mocedad,  cuando  no  podía  estar  primera  poesía  de  la  colección  y  la  de  la  profecía  del 

formado  aun  su  gusto,  cuando  el  estudio  no  liabia  ro-  Tajo  son  puras  imitaciones  de  Horacio  ;  hasta  en  odas 

btistecido  aun  su  intebgencia.  De  hombres,  apenas  se  que  por  su  carácter  parece  que  no  podian  menos  de  ser 

atrevían  á  escribir  versos,  merced  á  las  preocupaciones  originales  ,  se  hallan  pasajes  copiados  casi  á  la  letra  de 

de  aquella  época,  que  consideraba  la  poesía  como  cosa  otros  autores  antiguos.  Léanse,  después  de  la  descripción 

frivola  é  indigna  de  ocupar  la  atención  de  varones  gra-  de  la  tempestad  (pág.  7] : 

Ves  y  de  altos  pensamientos.  Tomando  en  cuenta  estos  ISo  ves  cuando  acontece 

hechos,  ¿no  es  iiasta  cierto  punto  asombroso  que  conté-  Turbai-se  el  aire  tndo  en  el  verano,  etc. 

mos  con  tantas  y  tan  buenas  composiciones  de  aquel  si-  ¡q^  si'mienles  versos  del  libro  de  las  Geórgicas  de  Vir- 

glo,  llamado,  no  sin  razón ,  el  siglo  de  oro  ?  —  (iVoí«  del  „¡|jq  . 

Lolector.)  Omnia  venlorum  concurrere  praeliavidi, 

(b)  Las  t)oesías  de  León  serán  siempre  leídas  con  en-  q¡^^^  gravidam  late  segetcm  ab  radiábua  imis 

tusiasmo.  A  un  lenguaje  casi  siempre  poético,  reúnen  sublime cxpulsam  crucrent:itaturbinenifjro 

sublimidad  en  las  ideas,  fuerza  de  sentimiento,  valentía  Verret  lücms  culmmique  kvem  stipulasquc  coluutcs. 

en  las  transiciones,  variedad  en  el  tono,  parquedad  y  Saepeeliam  immcnsum coeloienitagmenaquurum 

oportunidad  en  los  ci-isodios,  descripciones   rápidas  y  Elfoedamglomeranttempemtemmbribusatri» 

líeles.  Tienen  además  un  colorido  propio  ,  cierto  sabor  <;?'l'^;^^'  "' «";;  '"f  ■;  ••  rf^^'^f";"  7/ ';;';. 

..,.,,,*'.        .,  ht pluvia  tnqenli  nala  laeta  onnm(¡ne  Inüores 

(¡ue  constituye  su  orignialidad  y  las  caracteriza.  No  ver-  j^.^^^.^.  ¿„,^,/,„;„,.  z-^,,,,,  ,,,„,„ /7„,„,„„  „cmint 

san  sienq)re  sobre  temas  de  la  misma  naturaleza,  como  Cumsnnitu;  fewelqnc  fretis spiranühuí:  aequor. 

las  de  tantos  otros  poetas  ;  cantan  el  cielo,  la  tierra,  las  ípsu  Pater, media  mmborum  m  nocte,  corusca 

grandes  catástrofes  nacionales,  los  misterios  de  la  reli-  Fulmina  molilur  dextra  :  quo  máxima  motn 

gion  ,  las  pasiones  do  los  hombres.   No  nos  sumergen  Tenalremil,  fugcre  femé:  etmorlalia  corda 

nunca  en  el  cieno  de  los  vicios ;  nos  elevan,  nos  engran-  P'"''  senles  humili^  ¡travit pavor... 

decen,  nos  hacen  superiores  á  las  mezquinas  ambiciones  ¿Quién  no  reconocerá  cada  rasgo  de  Leom  en  uno  de 

déla  tierra.  ¿COnio  no  han  de  ser  estudiadas  y  ponderadas  estos  magníficos  rasgos  de  Virgilio?  Esto  es  tanto  mas 


xn  VIDA  Y  JUICIO  CRITICO 

Lo  segundo,  que  es  la  rara  habilidad  de  hacer  propios  y  de  la  lengua  española  los  ajenos  pensa- 
mientos expresados  en  otro  idioma ,  se  ve  y  se  admira  en  las  dos  postreras  partes  ó  libros ,  donde  se 
hallan  las  traducciones.  En  las  cuales  cuan  feliz  haya  sido  digalo  don  Jusepe  Antonio  González  de 
Salas ,  bien  conocido  entre  los  eruditos ,  el  cual ,  en  su  ¡dea  de  la  tragedia ,  obra  dignísima  de  que 
la  imprenta  la  haga  mas  ñícilmente  legible,  porque  se  ha  hecho  muy  rara  en  la  observación  pri- 
mera que  precede  ala  tragedia  española  intitulada  Las  Iroyanas,  pág.  224,  hablando  de  las  tra- 
ducciones, dijo  así :  « Disculpe  el  haberme  detenido  en  esta  parte  algo  mas  cuidadosamente  el  pro- 
curar desmentir  así  el  descrédito  que  en  los  nuestros  hoy  tienen  las  traducciones,  pues  vemos 
que  solos  se  ocupan  en  ellas  los  incapaces  (como  luego  digo)  de  empresa  tan  difícil;  si  bien  á  las 
poesías  raros  se  han  atrevido,  y  esos  han  sido  grandes  hombres  ;  en  donde  tan  merecidamente 
tiene  el  lugar  primero  el  siempre  digno  de  alabanza  nuestro  fray  Luis  de  León  ,  varón ,  en  el  juicio 
también  de  los  extranjeros,  de  soberano  espíritu ,  ya  se  le  admitan  permisiones  de  la  edad  en  que 
florecía,  s 

Pero  cuánta  haya  sido  su  maestría  en  el  arte  de  interpretar  poéticamente  ,  lo  declarará  el  caso 
siguiente ,  en  que  se  verá  qué  fehcísimos  ingenios  le  hicieron  juez  de  sus  traducciones.  Ha  sido 
muy  celebrada  aquella  ingeniosa  alegoría  que  hizo  Horacio ,  príncipe  de  la  poesía  lírica  latina ,  en 
el  libro  í.°  de  sus  Cantares,  oda  14,  donde,  en  figura  de  una  nave ,  representó  á  la  repúbUca  ro- 
mana de  este  modo : 


O  ncvis,  referent  in  mare  te  novi 
Fluclus  :  ó  quid  arjis?  fortiter  occupa 
Porfían  :  nonne  vides,  nt 

Nudiim  remiíjto  latiia, 
Et  mahis  celeri  saucius  .{frico, 
Anteniiaequegemant?  ac  sine  fimibiis 
Yix  durare  caritiae 

Posiut  imperiositis 
Aeqiior?  non  ubi  siint  integra  ¡iutea : 
ISon  Di,  quos  iterum  pressa  voces  malo. 


Quamvis  Pontica  pinus, 
Silvae  filia  nvbilis. 
Jactes  etgenus,  et  nomen  inutile : 
Nil  pictis  timidus  nanita  puppibus 
Fidit.  Tu,  nisi  ventis 
Debes  Indibrium,  cave. 
Nupersollicitum,  quae  mihi  taedium, 
Nunc  dí'sideninn,  enroque  non  levis, 
Interfusa  niienleis 

Vites  aequora  Cycladas. 


Don  Juan  de  Almeida,  poeta  laureado ,  tradujo  así  esta  oda 


No  mas,  no  mas  al  a¿ua; 
Si  tú  me  crees,  navio,  en  lí  escarmienta 
A  no  probar  de  hoy  mas  nueva  tormenta. 

Las  áncoras  asienta 

V  afierra,  pues  que  ves  seguro  puerto, 

V  el  laclo  de  remero  ja  desierto. 
Kl  mástil  casi  abierto 

Al  ábrego  animoso  eslá  crujiendo, 

V  las  nial  treciías  gúmenas  gimiendo. 
La  furia  va  creciendo 

Del  revoltoso  mar;  navio,  guarte, 
Que  mal  podrás  sin  jarcias  sustentarte. 

No  pienses  que  eres  parte 
Para  amansar  los  dioses  ofendidos, 


Cansados  en  tu  mal  y  endurecidos  ; 

Ni  en  pinos  bien  nacidos 
De  la  Póntica  selva  en  la  espesura, 
Ni  de  la  gruesa  popa  en  la  pintura, 

Pusieron  su  ventura 
Medrosos  marineros,  que  con  tiento 
No  dieron  que  reir  al  loco  viento. 

Ni  tú,  que  el  pensamiento 
Me  tienes  tanto  agora  entretenido. 
Cuando  de  ti  poco  antes  ofendido, 

Serás  tan  atrevido, 
Que  pruebas  ya  las  ondas  espumosas 
Vertidas  en  las  Cicladas  medrosas. 


El  maestro  Francisco  Sánchez  de  las  Brozas,  catedrático  de  retórica  en  la  universidad  de  Sala- 
manca, insigne  gramático  y  feliz  poeta,  usando  del  mismo  género  de  estrofas,  tradujo  la  misma 
oda  de  la  manera  siguiente  : 


Calera,  que  me  fuiste 
Kníado  cuidadoso,  y  nio  has  trocado 
Kn  un  amor  solicito  y  cuidado  , 

;,De  (juién  te  has  consejado 
Tentar  del  mar  de  nuevo  la  aspereza? 

extraño,  cuanto  que  la  descripción  es  un  episodio  de  una 
poesía  cristiana,  para  la  que  [lodia  flificilinenle  hallar  mo- 
delo. Se  («b'^crva,  no  obstante,  que  Lf.on,  ann  imitando,  da 
cierto  tinte  particular  á  loque  imita,  aventajando  no  po- 
cas veces  al  anior  original  en  el  modo  de  condensar  el 
[leiisamiento.  La  misma  descripción  cilnila  [inod(!  servir 
de  muestra.  Hace  aun  mas  Li:o>-;  personaliza  á  nienudo 
en  sí  lo  que  sus  modelos  inqiersonalizaron  ,  y  logra  co- 
municar al  asunto  mayor  fuerza  de  sentimiento.  La  com- 


No  mas,  no;  toma  puerto  con  destreza. 

No  sientas  la  pobreza 
De  remos  por  tu  lado  mal  fornido, 
Y  el  árbol  con  el  ábrego  Cücendido, 

Quebrado  y  destruido, 

paracion  entre  la  oda  Qué  descausada  vida  y  la  de  Hora- 
cio (|ue  empieza  :  Dealus  illi  qui  procul  negotiis,  son  de 
esta  oira  verdad  una  conqtleta  prueba.  ¡Qué  no  hubiera 
hecho  Lkon  si  se  hubiese  enlregado  mas  á  la  espontanei- 
dad de  su  geniol  Siqilicamos  al  lector  que  lea  el  paralelo 
(¡nc  hicimos  etitri^  este  |)oeta  y  san  .luán  de  la  Cruz  en 
los  pi'climinares  del  lomo  primero  de  EscnrronES  dI'.l  si- 
glo XVI.  —  {Nota  del  Colector.) 


Crujiendo  te  amenazan  las  amenas. 
Durar  las  naos  ó  conservarse  apenas 

Podrán  sin  jarcias  buenas. 
¿Noves  mas  bravo  el  mar  y  mas  tirano' 
Con  rolas  velas  llamaras  en  vano 

A  que  te  den  la  mano 
En  lu  necesidad  los  dioses  idos  ; 
Alíi  casta  y  blasones  son  perdidos. 

Pinos  ennoblecidos, 


DEL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 

Del  monte  Citoriaco  cortados, 
Serán  en  tal  lugar  poco  estimados. 

En  navios  pintados 
Mal  tímido  piloto  se  asegura, 
Tú,  si  al  viento  no  debes  tal  locura. 

No  pruebes  mas  ventura; 
Huye  las  blancas  ondas  y  el  bramido 
Del  mar  entre  las  Cicladas  vertido. 


Xlll 


Don  Alonso  de  Espinosa  hizo  española  la  misma  oda ,  variando  el  género  de  las  estrofas  de  este 
modo : 


¡Oh  barco  ya  cansado, 
A  quien  las  nuevas  ondas  sin  concierto 
Tornan  al  mar  airado. 
Cuando  era  necesario  tomar  puerto  , 

Y  en  él  con  doble  amarra 

Huir  del  alto  mar  y  aun  de  la  barra ! 

¿No  miras  ya  que  apenas 
Tienes  por  cada  banda  algún  remero, 

Y  que  el  mástil  y  antenas 
Crujen  y  dan  lugar  al  viento  Gero, 

Y  el  casco  despojado 

De  jarcias  no  resiste  al  mar  hinchado? 

Las  velas  tienes  rolas, 
Los  dioses  fatigados  con  ofertas, 
Al  menester  devotas, 

Y  al  peligro  pasado  poco  ciertas. 
No  tengas,  nave,  duda 

Que  en  olra  tempestad  tengas  su  ayuda. 


Aunque  tu  origen  sea 
De  las  montanas  altas  del  Euxino, 

Y  allá  en  la  selva  idea 

Cortada  seas  del  mas  famoso  pino. 

El  nombre  y  la  pintura 

Ai  medroso  palron  poco  asegura; 

Mas  tú,  si  al^un  concierto 
No  tienes  con  los  vientos  en  tu  afrenta. 
Enciérrate  en  el  puerto, 
Segura  ya  del  mar  y  de  tormenta. 
Baste  del  mal  pasado 
Haber  salva,  aunque  rota,  ya  escapado. 

Huye  del  mar  Egeo, 
Que  las  Cicladas  ínsulas  abraza, 
Nave,  en  quien  mi  deseo 

Y  mi  cuidado  agora  se  embaraza, 
De  mí  tanto  querida, 

Cuanto  otro  tiempo  fuiste  aborrecida. 


Aquellos  tres  habilísimos  traductores  consultaron  al  maestro  León,  para  que,  como  juez  de  ente- 
reza, imparcialidad  y  rectitud  de  juicio,  sentenciase  á  cuál  de  ellos  se  debia  la  palma.  Escribiéronle 
una  carta,  cuya  copia  es  esta  :  « Puede  vuestra  paternidad  quejarse  de  haber  sido  importunado  en 
tiempo  que  le  obliguen*  á  gastarle  en  cosas  que  tan  poco  valen ,  y  en  juzgar  el  mal  romance  que 
va  en  esos  navios.  Dios  les  dé  mas  ventura  que  á  sus  dueños  en  fabricarlos,  y  á  usted,  padre,  en 
juzgar  estos  tres  diablos,  aunque  mas. bien  acondicionados  que  las  tres  diosas,  pues  se  dan  por 
contentos  de  cualquier  sentencia.  La  oda  es  la  14  del  hbro  i .°  de  Horacio,  compuesta  como  novia  de 
aldea  por  tres  tan  malos  poetas  como  ciertos  servidores  de  vuestra  paternidad. » 

El  maestro  León  ,  mas  prudente  que  Páris  en  el  juicio  de  la  hermosura  de  Juno ,  Palas  y  Venus, 
haciendo  cotejo  de  lastres  traducciones,  con  gran  estimación  de  sus  ingenios  y  sin  ofensa  suya, 
discretamente  les  dio  á  entender  que  debian  trabajar  mas  para  llegar  al  estado  de  una  perfeta 
imitación  de  Horacio  en  el  asunto  de  aquella  oda  ;  y  en  una  noche  (para  que  se  vea  su  facihdad), 
siguiendo  la  distribución  de  versos  del  maestro  Francisco  Sánchez  de  las  Brozas,  compuso  otra 
canción ,  en  que  juntó  el  rigor  de  la  traducción  con  el  escogimiento  de  las  palabras  y  elegancia, 
dando  al  mismo  tiempo  esta  discretísima  respuesta  :  «  Yo  tengo  á  buena  dicha ,  cualquier  ocasión 
que  sea,  tratar  con  tan  buenos  ingenios,  aunque  el  juzgar  entre  ellos  es  muy  diíicultoso ,  y  en  este 
caso  mas ,  adonde  cada  cosa  en  su  manera  no  se  puede  mejorar.  La  tercera  oda  tomó  un  poco  de 
licencia,  extendiéndose  mas  de  lo  que  permite  esta  ley  de  traducir  ;  aunque  en  muchas  partes  si- 
gue bien  las  figuras  de  Horacio  y  parece  que  le  hace  hablar  en  castellano.  En  las  otras  dos,  que  son 
mas  ala  letra,  hay  en  cada  una  dellas  cosas  muy  escogidas.  Al  fin,  señores,  el  caso  es,  que  yo 
quiero  ser  marinero  con  tan  buenos  patrones,  y  no  juez  ;  porque  me  da  el  ánimo  que  estoy  muy 
obligado  al  servicio  de  cada  uno  ;  y  así ,  yo  también  envío  mi  nave ,  y  tan  mal  parada  como  cosa 
hecha  en  esta  noche,  j 


¿Quieres  por  ventura, 
Oh  nao,  de  nuevas  olas  ser  llevada 
A  probar  la  ventura 
Del  mar,  que  tanto  ya  tienes  probada? 
¡Oh!  que  es  gran  desconcierto  ; 
¡Olí!  toma  ya  seguro,  estable  puerto. 

¿No  ves  desnudo  el  lado 
De  remos,  y  cuál  crujen  las  antenas, 
Y  el  mástil  quebrantado 


Del  ábrego  ligero ,  y  cómo  apenas 

Podrás  ser  poderosa 

De  contraFtar  ansí  la  mar  furiosa? 

No  tienes  vela  sana. 
No  dioses  á  quien  llames  en  tu  amparo. 
Aunque  te  precies  vana- 
Mente  de  tu  linaje  noble  y  claro, 
Y  seas  noble  pino. 
Hijo  de  noble  selva  en  el  Eugino. 


X,v  VIDA  Y  JUICIO  CRITICO 

Del  navio  pintado  Oh  fú,  mi  causadora 

Ninguna  cosa  fia  el  marinero  Ya  antes  de  congoja  y  de  pesares, 

Que  está  experimentado  Y  de  deseo  agora 

Y  teme  de  la  ola  el  golpe  fiero. 
Procura  pues  guardarte, 
Si  no  es  que  has  de  perderte  y  anegarte, 


Y  no  menor  cuidado,  huye  las  mares 

Que  corren  peligrosas 

Entre  las  islas  Cicladas  hermosas. 


Advirtió  muy  bien  don  Juan  de  Ahneida,  á  quien  debemos  esta  liistoria,  en  una  nota  suya  que 
se  lee  al  fin  de  las  Obras  del  bachiller  Francüco  de  la  Torre  (que  no  es  tan  antiguo  poeta  como 
pensó  don  Francisco  de  Quevedo ) ,  pág.  445,  y  después  de  Ahneida ,  el  ingeniosísimo  Caramuel  en 
el  tomo  n  de  su  Primus  Calamus,  de  la  segunda  impresión  del  año  1668,  mas  aumentada ,  pág.  529. 
Almeida ,  digo ,  y  Caramuel  advirtieron  muy  bien  que  el  maestro  León  fué  el  primero  que ,  imitan- 
do á  los  poetas  antiguos ,  partió  en  romance  algunos  vocablos,  cumpliendo  con  la  primera  parte  de 
ellos  la  medida  del  verso,  y  pasando  con  lo  restante  á  dar  principio  al  verso  siguiente  ;  licencia  que 
practicó  algunas  veces  el  maestro  León  ,  y  singularmente  en  esta  traducción  en  el  verso  tercero  y 
cuarto  de  la  tercera  estrofa. 

La  dotrina  del  maestro  León  en  su  res])uesta  es  muy  notable.  Notó  en  la  canción  de  don  Alonso 
de  Espinosa  que  tomó  un  poco  de  licencia ,  extendiéndose  mas  de  lo  que  permite  esta  ley  de  tra- 
ducir. Esto,  según  mi  parecer,  se  evita  traduciendo  primero  á  la  letra  en  prosa,  y  convirtiendo 
después  la  prosa  en  verso  ;  y  como  esto  rarísima  vez  puede  ejecutarse  guardando  el  mismo  número 
de  las  palabras  y  usando  de  la  colocación  poética  para  ajustarías  á  la  medida  de  los  versos ,  es  lí- 
cito añadir  algunas  palabras  muy  expresivas,  y  tal  vez  alguna  sentencia  breve,  oportuna  y  (|ue  real- 
ce el  pensamiento,  para  llenar  algún  verso  ó  alguna  estrofa.  Y  para  que  las  estroías  de  la  traduc- 
ción sean  las  mismas  en  número  que  las  del  original ,  unas  veces  se  compondrán  las  canciones  de 
estrofas  de  menor  número  de  versos,  y  otras  de  mayor. 

Enseña  también  el  maestro  León  que  deben  seguirse  las  figuras  del  original ;  lo  cual  se  consigue 
fácilmente  por  medio  dt;  la  antecedente  rigurosa  traducción,  por  la  cual  se  conservan  todas  las  fi- 
guras de  sentencia  ;  y  si  la  lengua  en  que  se  traduce  no  permite  la  conservación  de  las  figuras  d(í 
palabra,  se  procm-an  variar  con  mejoría  ó  de  expresión  ó  de  sentencia.     , 

Finalmente ,  enseña  que  todo  debe  ser  muy  escogido ,  esto  es ,  así  las  voces  como  los  pensa- 
mientos ;  de  manera  que  estos  sean  poéticos  según  el  género  de  la  poesía,  y  aquellas,  ó  propias  ó 
J)¡en  trasladadas,  y  de  ninguna  manera  bárbaras,  como  ínsula,  voz  puramente  latina,  por  isla,  voz 
castellana,  auníjue  derivada  de  aquella. 

Pero  volviendo  á  las  obras  poéticas  del  maestro  IjEon  ,  en  la  segunda  parte  ó  libro  de  ellas  ma- 
nifestó su  fefiz  destreza  en  traducir  muchas  y  muy  escogidas  composiciones  de  los  poetas  mas  ex- 
celentes de  la  antigüedad ,  como  ciertamente  lo  fueron  Píndaro,  Horacio ,  Virgilio  y  Tibulo  ;  y  de 
los  modernos ,  Petrarca ,  Monseñor  de  la  Casa  ,  Bembo  y  otros. 

En  la  i)rim(íra  oda  pindárica  hizo  ver  (}ue  la  lengua  castellana  es  capaz  de  remontarse  á  lo  sumo 
de  la  poesía  lírica  de  los  griegos,  habiendo  sabido  traducir  á  Píndaro  ,  á  quien  Horacio,  príncipe  de 
los  líricos  latinos,  tuvo  por  inimitable. 

Fué  igualmente  feliz  en  las  traducciones  de  Horacio ,  á  íjuien  hizo  hablar  en  castellano  en  las 
odas  siguientes  del  libro  [¡rimero  de  sus  Cantaren,  Maeccnas  alavis,  1 ,  que  tradujo  de  dos  maneras: 
Solviliir  acris  liyems,  4;  Qiiis  mulla  gracUis ,  o;  Qiium  tu  Lidia,  15;  O  Navis,  14;  Maler  sae- 
vn,  \9;  Iníeocrvitae,  22;  Vitas hinnuleo ,  ^o ;  O  Venus,  oO ;  Albi  ne  doleas,  55.  En  otras  del 
libro  segundo,  como  la  8,  fila  si  juris ;  la  10,  Rectiiis  vives  ;  la  Li,  Eheu  fugaces ;  la  18,  ^on 
ebur.  Y  felizmente  imitó  la  í),  Nonsemper,  y  la  12,  Nolis  longa,  del  mismo  libro. 

Del  libro  tercero  tradujo  admirablemente  la  4,  Descende  Coc/o;  la  7,  Quid  jks,Aslerie,  cuya 
traducción,  aunque  el  Brócense  la  connnúcó  á  don  Juan  de  Almeida ,  no  era  suya,  sino  del  maes- 
tro León,  que  la  puso  como  propia  entre  las  suyas  :  la  9,  Doñee  gratas  eram ;  la  10,  Extremum 
Tanaim  ;  la  10,  Inclusam  Dauaeu  ;  la  27,  Impíos  parrac. 

Del  Hbro  í'uarlo  la  1 ,  Inlermisa  Venus  ,  y  la  15,  Audivere  Lyee. 

Del  Epodon  la  2,  Bealusille,  (pie  mereció  la  alabanza  del  Brócense  por  su  nueva  manera  de 
verso,  y  muy  conforme  al  latino  en  la  anotación  114 á  las  Obras  de  Garci-Laso  de  la  Vega. 

También  tradujo  en  romance  las  diez  é(;logasdo  Virgilio ,  príncipe  de  la  poesía  pastoril  entre  los 
latinos,  y  el  priuicr  libro  de  los  Geórgicos  de  Virgilio,  que  algunos  críticos  de  la  primera  clase  han 
juzgado  ser  la  obra  mas  pert'eta  de  Virgilio. 


DEL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN.  xv 

Finalmente ,  tradujo  de  los  poetas  antiguos  la  elegía  3 ,  Rnra  tenent ,  del  libro  segundo  del  culto 

Tí  bulo. 
Asimismo  imitó  noblemente  al  Petrarca  en  la  canción  ([ue  empieza  :  Mi  trabajoso  día. 
Tradujo  maravillosamente  la  primera  canción  del  célebre  Juan  de  la  Casa  ,  alabada  del  cardenai 

Pedro  Bembo  por  su  belleza,  gravedad,  agudeza  y  modo  de  pensar  altamente ;  cuya  traducción 

empieza : 

Ardi,  y  no  solamente  la  verdura. 

Últimamente ,  tradujo  con  singular  acierto  varios  sonetos  del  cardenal  Bembo. 

Pero  si  el  maestro  León  fué  dichoso  en  las  traducciones  de  tan  insignes  poetas  antiguos  y  mo- 
dernos ,  mucho  mas  lo  fué  en  las  que  hizo  de  varias  poesías  de  los  mayores  poetas  que  ha  tenich) 
el  mundo,  como  ciertamente  lo  fueron  los  sagrados,  es  á  saber  :  Job,  poeta  dramático  el  mas  an- 
tiguo que  se  conoce  ;  Salomón,  principe  de  la  poesía  moral ,  y  su  padre  David,  el  mas  sublime  de 
todos  los  poetas. 

Tradujo  pues  en  metro  castellano  trece  capítulos  de  Job ,  es  á  saber  :elo,4,o,6,7,8,9,i0, 
11 ,  12,19,  20  v  29.  El  maestro  Herrera  y  don  Nicolás  Antonio  dijeron  que  esta  obra  no  estaba  im- 
presa ,  habiéndola  publicado  antes  don  Francisco  de  (Juevedo  Villegas  entre  sus  poesías ,  año  IGol . 

Nos  dejó  una  elegante  traducción  del  capííulo  último  délo.-;  Proverbios  de  Salomón. 

Le  debemos  admirables  traducciones  de  muchos  salmos,  que  escogió  para  engrandecer  y  enri- 
quecer la  lengua  castellana ,  en  la  cual  habia  pocas  cosas  de  estas ,  como  lo  advirtió  el  Brócense  en 
la  anotación  o.'  á  las  Óbrasele  Garci-Laso  de  la  Vega;  y  después  siguieron  el  ejemplo  del  maestro 
León  ,  de  la  manera  que  pudieron,  según  su  mayor  ó  menor  ingenio,  y  genio  mas  ó  menos  poéti- 
co, Cristóbal  de  Mesa,  don  Juan  deJáuregui,  fray  Hernando  de  Jesús,  mercenario  descalzo,  el 
dotor  Bartolomé  Leonardo  de  Argensola,  don  Francisco  de  Quevedo  Villegas,  el  principe  de  Es- 
quilache  don  Francisco  de  Borja,  el  conde  de  Rebolledo,  don  Luis  de  LUoa,  y  algunos  pocos  mas. 

Pero  el  maestro  Leox,  distinguido  y  sobresaliente  entre  todos,  hizo  cuanto  pudo,  imitar  en  la 
manera  posible  veinte  y  un  sahnos,  ({ue  son  los  siguientes:  Beatas  vir,  1  ;  Cüm  invocarem,  4; 
Usque  quo.  Domine,  12;  Coeli  enarrant ,  i8;Adte,  Domine,  levavi,  24;  Domiuiisilluminatio,  26; 
Dixi  custodiüín  vías  meas,  58  ;  Quemadmodum  dcsiderat  cervus ,  41  ;  Eructavit  cor  meum ,  44 ,  del 
cual  hizo  dos  traducciones  ;  Miserere  mei,  oO  ;  Deusjudiciumtuum,  71  ;  Domine  Deus  sahitis,  87; 
Benedic,  anima  mea,  102,  del  cual  también  hizo  dos  interpretaciones,  una  que  se  halla  en  sus 
Obras  poéticas,  y  otra  al  fin  del  libro  tercero  de  los  Nombres  de  Cristo  ;  Bjuedic,  anima  mea,  10,1; 
Cnnfilemini  Domino,  106;  In  exitu Israel,  116;  Qiii  confidunt,  TiA;  De  profundis ,  H9 ;  Supcr 
^lunwiaBabylonis,  156;  Lauda,  anima  mea,  14o;  Lauda,  Jerusalem,  147. 

El  mismo  maestro  fray  Luis  de  Leox  ,  en  la  prefación  que  hizo  al  letor  en  la  tercera  parte  de  sus 
Obras  poéticas ,  dice  de  qué  manera  procuró  hacer  estas  traducciones  de  las  poesías  sagradas ,  y 
el  fin  que  tuvo.  «  En  esta  postrera  parte  (dice)  van  las  canciones  sagradas ,  en  las  cuales  procuré 
cuanto  pude  imitar  la  sencillez  de  su  fuente  y  un  sabor  de  antigiiedad  que  en  sí  tienen ,  lleno ,  á 
mi  parecer,  de  dulzura  y  de  majestad.  Y  nadie  debe  tener  por  nuevos  ó  por  ajenos  de  la  Sagrada 
Escritura  los  versos  ;  porque  antes  le  son  muy  propios ,  y  tan  antiguos ,  que  desde  el  principio  de 
la  iglesia  hasta  hoy  los  han  usado  en  ella  muchos  hombres  grandes  en  letras  y  en  santidad,  que 
nombrara  aquí  si  no  temiera  ser  muy  prolijo.  Y  pluguiese  á  Dios  que  reinase  esta  sola  poesía  en 
nuestros  oídos ,  y  que  solo  este  cantar  nos  fuese  dulce,  y  que  en  las  calles  y  en  las  plazas  de  noche 
no  sonasen  otros  cantares ,  y  que  en  esto  soltase  la  lengua  el  niño,  y  la  doncella  recogida  se  sola- 
zase con  esto,  y  el  oficial  que  trabaja  aliviase  su  trabajo.  Mas  ha  llegado  la  perdición  del  nombre 
cristiano  á  tanta  desvergüenza  y  sohura ,  que  hacemos  música  de  nuestros  vicios ,  y  no  contentos 
con  lo  secreto  dellos,  cantamos  con  voces  alegres  nuestra  confusión.  Pero  esto  ni  es  mío  ni  deste 
lugar  (a). 

O  bien  se  atienda  pues  la  propia  invención  en  las  poesías  que  hizo  el  maestro  León  ,  ó  la  felici- 
dad en  traducir  las  ajenas,  su  nombre  siempre  será  respetado  en  uno  y  otro  género  de  composición; 
siendo  muy  verdadero  el  elogio  que  le  dio  don  Nicolás  Antonio ,  que  es  el  siguiente  :  « También  pa- 
rece que  fué  como  naturalmente  formado  para  componer  versos ,  que  es  la  otra  parte  de  la  elo- 
cuencia, de  los  cuales  ammó  algunos  latinos  á  sus  obras.  Los  compuestos  en  lengua  vulgar  se  im- 

(a)  Creemos  excusado  añadir  una  palabra  mas  á  lo  que  cunstaiicias  que  deben  acompañar  toda  buena  traducción, 
dejó  escrito  Mayans  sobre  el  mérito  de  las  traducciones  y  estuvo  por  cierto  tan  feliz  en  dar  reglas  como  eu  cuni- 
de  nuestro  insigue  poeta.  El  mismo  León  definió  las  cir-      plirlas.  —  (.Veía  del  Colector.) 


XTi  VIDA  Y  JUICIO  CRITICO  DEL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN, 

primieron  juntos  después  de  la  muerte  de  su  autor ,  y  son  muy  castizos  y  ingeniosos ,  y  llenos  de  una 
fuerza  varonil  y  juntamente  de  suavidad,  con  que  mereció  muy  ilustre  nombre  entre  los  poetas 
de  su  siglo  y  nación.  >  Pero ,  como  las  mejores  alabanzas  de  los  artífices  son  las  que  dan  los  mismos 
que  lo  son ,  veamos  el  juicio  que  hicieron  del  maestro  León  algunos  acreditados  poetas. 
Miguel  de  Cervantes  Saavedra,  en  el  libro  vi  de  la  Calatea ,  en  el  canto  de  Caliope ,  le  alabó  así : 

Quisiera  rematar  mi  dulce  canto 
En  tal  sazón,  pastores,  con  loaros 
Un  ingenio  que  al  mundo  pone  espanto 
Y  que  pudiera  en  éxtasis  robaros. 
En  él  cifro  y  recojo  todo  cuanto 
He  mostrado  basta  aquí  y  be  de  mostraros  : 
Fray  Luis  de  León  es  el  que  digo, 
A  quien  yo  reverencio,  adoro  y  sigo. 

Frey  Lope  Félix  de  Vega  Carpió,  en  el  Laurel  de  Apolo,  silva  4.*,  le  celebró  deste  modo : 


¡Qué  bien  que  conociste 
El  amor  soberano, 
Augustiiio  León,  fray  Llis  divino! 
¡Oh  dulce  analogía  de  Augustino! 
¡Con  qué  verdad  nos  diste 
Al  rey  profeta  en  verso  castellano, 
Que  con  tanta  elegancia  traduciste! 
¡Cuánto  le  debiste 

(Como  en  tus  mismas  obras  encareces) 
A  la  envidia  cruel,  por  quien  mereces 
Laureles  inmortales. 
Tu  prosa  y  verso  iguales 


Conservarán  la  gloria  de  tu  nombre ; 
Y  los  Nombres  de  Cristo  soberano 
Te  le  darán  eterno  porque  asombre 
La  dulce  pluma  de  tu  heroica  mano 
De  tu  persecución  la  causa  injusta. 
Tú  fuiste  gloria  de  Augustino  augusta, 
Tú  el  honor  de  la  lengua  castellana, 
Que  deseaste  introducir  escrita, 
Viendo  que  á  la  romana  tanto  imita, 
Que  puede  competir  con  la  romana; 
Si  en  esta  edad  vivieras. 
Fuerte  Leos  en  su  defensa  fueras. 


Don  Francisco  de  Quevedo  Villegas,  á  quien  debemos  el  tesoro  de  sus  poesías,  hasta  su  tiempo 
escondido  en  el  olvido,  en  la  dedicatoria  que  hizo  al  conde-duque  don  Gaspar  de  Guzman ,  alabó 
en  las  obras  de  fray  Luis  de  León  lo  serio  y  iitil  de  los  asuntos ,  la  buena  seguida  de  los  pensa- 
mientos, la  pureza  de  la  lengua,  la  majestad  de  la  dicción,  la  facilidad  de  los  números  y  la  cla- 
ridad. 

Años  há  que  deseo  hacer  una  nueva  impresión  de  todas  las  obras  poéticas  del  maestro  fray 
Luis  de  León,  enmendando  antes  los  defetos  de  los  impresores,  y  advirtiendo  al  letor  los  versos 
que  dejó  por  acabar  ó  de  continuar,  por  no  haber  dado  á  sus  obras  la  íiltima  lima,  como  semejan- 
temente lo  vemos  en  la  incomparable  Eneida  de  Virgilio  ;  y  para  que  mejor  se  entendiesen  las 
traduciones,  pensaba  yo  que  debían  confrontarse  con  los  textos  originales,  pero  nunca  se  me  ha 
ofrecido  oportuna  ocasión  para  ejecutarlo.  Masúltimainente,  habiendo  aconsejado  á  la  compañía  de 
impresores  y  libreros  de  la  ciudadde  Valencia,  poco  há  establecida  parabeneíicio  délas  letras,  que 
ante  todas  cosas  imprimiesen  las  obras  de  los  autores  clásicos  latinos  con  las  mejores  traduciones 
que  tenemos  de  ellos,  les  comuniqué  algunos  libros  para  este  íin,  y  especialmente  las  obras  poé- 
ticas del  maestro  León  de  las  primeras  impresiones,  asi  las  que  publicó  don  Francisco  de  Quevedo, 
como  la  traducion  del  salino  Miserere  y  la  canción  á  Cristo  cruciíicado  ;  y  en  vista  de  la  excelencia 
dellas,  sin  mas  esperar,  las  han  dado  á  la  prensa,  y  en  ellas  veo  bien  enmendados  algunos  ver- 
sos, suplidos  otros  con  distinta  letra,  y  mudada  la  letura  de  tal  cual  lugar  ;  lo  cual  debo  advertir 
para  que  no  se  me  atribuyan  estos  hechos.  Una  cosa  encargo  á  los  letores,  y  es,  que  no  se  conten- 
ten de  leer  una  sola  vez  estas  obras  poéticas ,  porque  cuanto  mas  se  leen ,  mas  agradan. 


ADVERTENCIA. 


Damos  á  continuación  el  extracto  del  proceso  instruido  contra  nuestro  autor  desde  el  año  1571 
hasta  el  1576.  Tendremos  así  lugar  de  dar  á  conocer  mejor  á  Fray  Luis  y  á  su  siglo.  Veremos  cuan 
inicuamente  puede  cebarse  la  calumnia  en  los  varones  mas  virtuosos.  Comprenderemos  la  influen- 
cia de  la  Reforma  en  los  hombres  verdaderamente  pensadores  de  España. 

Existe  este  proceso  entre  los  manuscritos  de  la  Biblioteca  de  esta  corte.  Será  nuestro  extracto 
muy  sucinto ;  mas  publicaremos  íntegros  todos  los  escritos  redactados  y  presentados  por  el  mismo 
FRAY  Luis  ante  sus  jueces. 


EXTRACTO 


DEL 


PROCESO  INSTRUIDO  CONTRA  FRAY  LUIS  DE  LEÓN 


DESDE  EL  AÑO  lo71  AL  1376,  EN  LA  CIUDAD  DE  SALAMANCA. 


Empezóse  la  instrucción  de  este  proceso  llamando  á 
declarar  el  comisario  del  santo  olicio  de  Salamanca, 
Francisco  Sancho,  á  maestros  y  estudiantes  de  aquella 
universidad ,  notables  algunos  por  sus  talentos  y  otros  por 
el  encarnizamiento  con  que  depusieron  contra  el  ilustre 
procesado.  Recibióse  la  primera  declaración  el  dia  17  de 
diciembre  de  to71  ;  dióla  el  muy  reverendo  padre  fray 
Bartolomé  de  Medina,  maestro  en  teología.  Dijo  haber 
leido  el  Cantar  de  los  cantares  de  Salomón,  puesto  en  ro- 
mance por  nuestro  autor ;  añadió  que  fray  Luis,  y  con  él 
los  maestros  Grajal  y  Martínez,  quitaban  siempre  autori- 
dad á  la  Vulgata  en  sus  pareceres  y  disputas. 

Llamado  por  segunda  vez  este  mismo  maestro  en  18  de 
febrero  de  1572,  declaró  además  que  habla  en  la  univer- 
sidad mucho  afecto  á  cosas  nuevas  y  poco  á  la  antigüe- 
dad de  la  religión  de  Cristo;  qué  León  era  uno  de  los 
que  mas  se  pagaban  de  lo  nuevo ;  que  él  y  los  dichos  pre- 
ferían en  sus  controversias,  á  la  traslación  Vulgata  y  al 
sentido  de  los  santos,  la  traducción  de  Vatablo,  Pagniuo 
y  susjudíos. 

Decluró  tras  Bartolomé  de  Medina,  Francisco  Cerralvo 
de  Alarcon ,  que  no  añadió  una  palabra  á  lo  dicho ;  des- 
pués de  Cerralvo  ,  León  de  Castro,  catedrático  de  prima 
y  uno  de  los  mayores  y  mas  terribles  émulos  que  nuestro 
agustino  tuvo. 

llera  dijo  que  también  el  maestro  fray  Luis  de  León, 
fraile  agustino ,  residente  en  la  dicha  ciudad  de  Sala- 
manca y  catedrático  en  la  universidad,  vuelve  por  los 
maestros  Grajal  y  Martínez ,  sustentándolos  con  gran 
pasión;  y  ansí  lo  ha  visto  este  declarante,  porque  en 
disputas  de  lugares  de  profetas,  que  los  evangelistas  y 
el  mismo  Dios  declaran  en  los  Evangelios,  ha  vuelto  con 
gran  porfía  que  aunque  sea  ansí  verdadera  aquella  in- 
terpretación, que  también  puede  ser  verdadera  la  de  los 
E.  xvi-u. 


judíos,  y  que  lo  uno  y  lo  otro  pudo  significar  el  Profe- 
ta. Y  si  eso  es  ansí ,  que  la  profecía  pudo  significar  lo 
uno  y  lo  otro;  y  lo  que  dice  el  Apóstol  y  lo  que  dice  el 
judío ,  paréscele  á  este  declarante  que  no  podían  con- 
cluir nada  ni  probar  nada  los  apóstoles  con  las  profe- 
cías que  citaban,  porque  respondería  el  judío :  «Tan  bien 
querrá  decir  esta  profecía  esto  como  esotro,  y  no  me 
concluís;»  y  san  Aguslin,  que  dice  en  un  lugar  de  la 
Escriptura  puede  tener  muchos  sentidos,  paréscele  que 
dice  que  uno  determinado  é  cierto,  y  que  lo  dice  de  al- 
gunos lugares,  y  no  de  todos ;  y  que  por  esto  este  decla- 
rante tiene  esto  por  peligroso  y  duro,  y  principalmente 
le  paresce  muy  áspero  favorescer  con  tanta  vehemen- 
cia las  interpretaciones  de  judíos.  Esto  es  lo  que  sabe, 
ítem  dijo  que  cuanto  á  la  tercera  (a),  que  tienen  po- 
co respeto  á  los  Santos  Padres,  sino  á  estas  interpreta- 
ciones de  rabíes,  y  queste  declarante  siempre  lo  ha  en- 
tendido ansí  de  los  dichos  maestros  Martínez  y  Grajal, 
ansí  en  disputas  como  en  pláticas ,  y  en  disputas  del 
maestro  fray  Luis  de  León,  aunque  no  tan  claramente. 
ítem  dijo  que  todos  los  dichos  tres  maestros,  Grajal, 
fray  Luis  de  León  y  Martínez,  le  paresce  á  este  testigo 
habelles  oído  porfiar  y  decir  é  defender  que  se  pueden 
traer  explicaciones  de  Escriptura  nuevas,  no  contra  la 
explicación  de  los  santos,  sino  praeter;  pero  que  aquel 
praeter  le  paresce  sufisticado,  y  questo  muchas  veces  lo 
han  disputado  con  este  declarante. 

ítem  declaró  haber  oído  á  algunos  estudiantes  ,  que 
no  se  acuerda  quiénes  son,  que  el  maestro  Grajal  y  Mar- 
tínez burlan  de  interpretaciones  de  santos,  y  de  al- 
ia) Será  tercera  pregunta. 


XVI 11 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


gunos  que  lo  han  oido  á  los  dichos  tres  maeslros,  si- 
no que  se  guardan  deste  declarante  por  ser  de  contra- 
rios paresceres  y  tener  competencia  sobrestá  materia, 
él  y  los  dichos  tres  maestros ,  por  donde  su  dicho  di- 
jo que  se  entienda  ansí  como  de  hombre  que  trae  com- 
petencia sobre  las  dichas  opiniones  con  ellos;  pero  que 
dice  la  verdad  de  todo,  y  questo  es  ansí  como  lo  tiene 
dicho;  y  que  también  les  ha  oido  decir  á  algunos  estu- 
diantes, que  no  se  acuerda,  que  los  dichos  maestros 
dicen  que  cuando  alegan  la  interpretación  de  santos, 
tiene  el  dicho  maestro  Martínez  especialmente ,  por 
común  refrán  en  la  lengua ,  «  el  sabio  alegorín  , »  alu- 
diendo á  lo  que  dice  en  su  libro,  á  parescer  de  todos, 
que  cuando  los  santos  no  entienden,  se  acogen  á  in- 
ventar alegorías.  Ansimismo  dijo  queste  declarante 
oyó  decir  á  los  dichos  maestros  Martínez  y  Grajal  que 
muchas  cosas  en  la  traslación  Vulgata  están  mal  tras- 
ladadas ,  y  que  el  mismo  mnestro  Grajal  leyó  pública- 
mente y  porlió,  según  oyó  decir,  públicamente,  y  se  dis- 
putó delante  deste  testigo,  lo  cual  disputó  el  dicho 
maestro  Grajal  y  fray  Luis  de  León  y  Martínez,  que  en 
el  Viejo  Testamento  no  habia  promesa  de  la  vida  eter- 
na, pero  habiéndole  leído  públicamente  el  maestro  Gra- 
jal primero  que  se  argumentase,  según  ha  dicho. 

ítem  en  el  según  {a)  dicho  que  declaró  ante  el  señor 
inquisidor  Diego  González ,  el  dicho  maestro  León  de- 
clara lo  siguiente  contra  el  dicho  fray  Luis- 

Fuéle  dicho  que  él  dice  en  su  primero  dicho  que  el 
maestro  fray  Luis  de  León,  fraile  agustino,  vuelve  por 
los  maestros  Grajal  y  Martínez,  sustentándolos  con  gran 
pasión  ,  y  que  ansí  lo  ha  visto  este  declarante ,  porque 
en  disputas  de  lugares  de  profetas,  que  los  evangelistas 
y  el  mismo  D^os  declaran  cu  los  Evangelios,  ha  vuelto 
con  gran  porfía  el  dicho  fray  Luis,  diciendo  que  aunque 
sea  verdadera  aquella  interpretación,  que  también  pue- 
de ser  verdadera  la  de  los  judíos,  y  que  lo  uno  y  lo  otro 
pudo  significar  el  Profeta.  —  Que  diga  y  declare  los  lu- 
gares particulares  de  la  Éscríptura  sobre  que  era  la 
dicha  disputa,  sobre  que  volvía  el  dicho  mnestro  fray 
Luís  por  los  dichos  maeslros  Grajal  y  Martínez,  y  sí  fué 
en  dis¡tutas  de  escuelas  ó  en  coloquios  particulares,  y 
qué  personas  se  hallaron  presentes  á  ello. 

Dijo  que  esto  fué  en  junta  de  teólogos  en  las  escue- 
las en  el  ho-pítal  del  estudio,  viendo  á  Vatablo  por  man- 
dado del  Santo  Oíicio,  que  se  devidíó  Vatablo  por  todos 
los  maestros,  y  á  este  declarante  cupieron  los  salmos, 
y  aprobando  los  dichos  maestros  Grajal  y  Martínez  y 
fray  Luís,  y  Bravo  y  Muñón,  defuntos,  á  Vatablo,  este 
testigo  dijo  que  era  judío,  y  ¡uisi  le  mandaron  :  «Pues 
que  lodos  aprueban  y  vos  condenáis ,  comenzad  á  de- 
cir;» y  este  declarante  escogía  los  lugares  de  los  sal- 
mos, por  do  comenzó  que  los  sanios  apóstoles  y  evan- 
gelistas declaraban,  por  acortar  envites  y  mostrar  que 
aquel  era  judío,  porque  declaraba  los  dichos  lugares  co- 
mo judíos,  y  llevó  allí  muchos  libros  ordinariamente, 
para  que  á  la  cosa  que  negasen  [todérselo  mostrar  por 
los  libros,  y  convencerles  con  ellos  ipu;  era  judío,  y  an- 
sí se  lo  mostró  por  lodos  los  lugarcis  quf  en  los  salmos 
citan  los  ajióstoles.  E  veníendo  en  aquel  lugar  ex  ore 
infantium  el  Utctcnlium ,  que  declara  é  cita  el  mismo 

la)  Seri  segundo. 


Cristo,  y  mostrando  por  los  libros  que  fué  uno  de  los 
muchos  milagros  que  Dios  hizo  en  este  suelo,  que  los 
niños  mamantes  en  brazos  de  sus  madres  en  el  templo, 
y  los  niños  que  no  sabían  pronunciar  claramente,  de- 
cían Hosana  fili  D<ivid  clara  y  perfectamente ,  y  que 
Cristo  con  este  dicho  afapó  la  boca  á  los  escribas  y  fa- 
riseos, que  como  inquisidores  le  querían  ir  á  la  mano  de 
que  se  dejaba  llamar  Dios,  dícíéndoles  :  «¿No  veis  lo 
que  pasa,  que  los  mamantes  y  niños  hablan  lo  que  vos- 
otros no  entendéis?»  Y  questo  quieren  decir  aquellas 
palabras,  ut  destruas  inimicum  et  ultorem,  que  en  he- 
breo está  mas  claro,  para  atajar  á  sus  enemigos  y  á 
quien  te  quería  ir  á  la  mano.  Porfió  de  tal  manera  el  di- 
cho fray  Luis  que  no  era  el  sentido  este  deste  lugar,  y 
después  de  visto  por  los  santos  que  era  ansí ,  que  para 
esto  llevaba  este  declarante  los  dichos  libros,  que  eran 
San  Jerónimo  é  San  Agustín ,  y  San  Crisóstomo  y  Ciri- 
lo y  otros  santos,  porfió  el  dicho  fray  Luis  que  también 
podía  ser  verdadero  el  sentido  de  los  judíos.  E  dicién- 
dole  este  testigo  que  lo  que  allí  ponía  Vatablo  era  el 
sentido  de  los  judíos,  que  él  defendía  ,  dijo  este  testi- 
go que  aunque  viniesen  todos  los  letrados  del  mundo, 
no  podrían  hacer  que  aquel  sentido  de  los  judíos  pu- 
diese venir  ni  cuadrar  con  la  letra  griega  ni  hebrea  ni 
latina;  y  que  sobre  esto  este  declarante  y  el  dicho  fray 
Luis  vinieron  á  malas  palabras,  porque  le  había  sufri- 
do este  declarante  una  ó  dos  veces  que  le  había  dicho: 
«  No  tenéis  aquí  autoridad  mas  de  la  que  aquí  os  qui- 
siéremos dar  ;i)  y  enojado  de  la  porfía  el  dicho  fray  Luis, 
después  le  dijo  á  este  declarante  que  le  había  de  hacer 
quemar  un  libro  que  imprimía  sobre  Exsahías;  y  este 
declarante  le  respondió  que,  con  la  gracia  de  Dios,  que 
ni  él  ni  su  libro  no  prendería  fuego,  ni  podia;  que  pri- 
mero prendería  en  sus  orejas  y  linaje,  y  queste  decla- 
rante no  quería  ir  mas  á  las  juntas.  Y  el  colegio  de  teó- 
logos envió  al  maestro  fray  Juan  de  Guevara  y  á  otro 
maestro  á  pedirle  y  mandarle  que  no  fallase  de  allí, 
porque  no  podían  hacer  nada  sin  las  lenguas.  Y  sobre 
otros  muchos  lugares,  que  hubo  discordia  sobro  que  el 
dicho  fray  Luis  dcrendía  'as  ínlcrpretacíones  de  los  ju- 
díos en  Vatablo,  ansí  en  los  salmos  como  en  las  locio- 
nes de  Job  que  reza  la  Iglesia  en  los  oficios  de  difuntos, 
y  en  otros  que  los  judíos  declaraban  los  lugares  dichos 
de  otra  manera,  é  hacían  interpretaciones  diferentes 
que  la  Vulgata,  que  tiene  la  Iglesia  y  sigue;  y  queste 
declarante  recorrerá  su  memoria  de  los  demás  lugares 
que  aquí  apunta  y  que  allí  se  despulaban,  é  los  traerá 
por  cscrípto  y  firmados  de  su  nombre;  y  que  estaban 
presentes  el  maestro  Francisco  Sancho,  decano  (6),  del 
cual  este  declarante  se  quejaba  á  él  mismo  que  ¿cómo 
favorescía  á  los  dichos  maeslros  Martínez,  Grajal  y  fray 
Luís,  y  Hravo  y  Muñón?  Y  el  dicho  maestro  Sancho  le 
respondía  que  sí  no  les  favorescíese  no  vendría;  que 
callase  y  esperase  á  la  postre;  que  perseverase,  que  Dios 

(b)  Al  margen  se  len  :  «En  iZ  de  maivo  <!«  i'óli  fué  examinado 
el  maestro  Francisco  Sanrho  sobre  lo  que  aquí  fuó  dado  por  con- 
teste, callados  los  nombres  y  las  demás  circunstancias  ;  é  dijo 
que  se  acuerda  haberse' hallado  por  presidente  de  este  acto,  y  que, 
por  verlos  alRo  en  ciilera  á  lodos,  paró  en  ponerlos  en  paz,  y  no 
notó  las  dichas  proposiciones.  Y  que  esta  es  la  verdad ,  so  cargo 
del  dicho  juramento.— Ante  raí ,  Celedón  Gustin,  secretario.— Hay 
nna  rúbrica.» 


CONTRA  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


XIX 


le  ayudaría;  y  ansí  lo  hizo  el  dicho  maestro  Francisco 
Sancho  á  la  postre,  que  cogió  las  determinaciones;  y 
ansí  se  determinó  por  el  colegio  de  leulugía  de  Sala- 
manca, que  se  podrá  dar  licencia  que  emprimiesen  los 
comentos  de  Vatablo  como  comentos  de  judíos ,  para 
que  se  viese  la  bajeza  del  entendimiento  de  judíos;  y 
que  los  dichos  maestros  Grajal,  fray  Luis  y  Martínez  no 
quisieron  declarar  esto,  á  lo  menos  porfiaron  mucho,  y 
que  cree  este  testigo  que  fué  por  permisión  de  Dios  que 
faltó  el  dicho  fray  Luis  de  León  un  dia  ó  dos,  y  enton- 
ces se  hizo  la  dicha  determinación ;  y  questaban  tam- 
bién presentes  fray  Juan  de  Guevara ,  agustino ,  y  fray 
Juan  Gallo,  dominico,  los  cuales  estaban  á  la  mira  en 
la  dicha  disputa ;  y  por  medio  destos  le  parece  á  este 
declarante  que  Dios  hizo  que  se  hiciese  aquel  decreto, 
porque  estos  volvían  muy  mucho  por  la  Iglesia,  y  aun 
encargaron  al  maestro  Francisco  Sancho,  según  á  este 
testigo  le  dijeron,  no  se  acuerda  á  quién  lo  oyó,  que  hi- 
ciese que  se  oyese  á  este  testigo,  porque,  como  eran  los 
contrarios  tantos,  no  le  dejaban  hablar ;  y  le  encarga- 
ron la  conciencia,  y  aun  el  dicho  maestro  fray  Juan  Ga- 
llo salió  una  ó  dos  veces  afuera  á  buscar  pluma  y  tin- 
tero para  escribir  las  proposiciones  (a)  que  decían  los 
dichos  maestros  fray  Luis,  Grajal  y  Martínez,  y  luego 
se  tornaban,  porque  son  astutos.  Y  que  de  las  proposi- 
ciones que  decían  no  se  acuerda  en  particular,  por  ser 
tantas,  mas  de  que  le  ofendían,  y  que  se  remite  en  ellas 
al  dicho  maestro  Gallo,  que  podría  ser  las  hobíese  es- 
cripto. 

Fuéle  dicho  que  en  su  declaración  dice  que  los  maes- 
tros Grajal  y  Martínez  tienen  poco  respeto  á  los  San- 
tos Padres,  sino  á  estos  rabíes,  y  que  lo  ha  entendido 
de  ellos,  ansí  en  disputas  é  pláticas  ,  y  en  dispulas  del 
maestro  fray  Luis  de  León  ;  que  diga  y  declare  quiénes 
estaban  presentes  á  las  dichas  disputas,  y  qué  tantas 
veces  se  lo  oyó,  y  qué  tanto  tiempo  há;  y  que  también 
dice  que  el  dicho  maestro  fray  Luis  de  León  disputaba 
lo  mismo  ;  que  diga  las  personas  que  se  hallaron  pre- 
sentes, y  el  tiempo  que  há  que  pasó  y  en  qué  partes. 
Dijo  questo  sintió  este  testigo,  á  su  parecer,  en  las  dis- 
putas que  han  tenido  en  el  colegio  de  teólogos,  ansí 
en  las  escuelas  como  en  el  hospital  del  estudio ,  y  en 
casa  del  maestro  Francisco  Sancho ,  tratando  de  cosas 
encomendadas  por  el  Sanio  Oficio;  y  que  en  estos  casos 
no  se  osan  los  hombres  demostrar  á  la  clara .  sino  que 
hablan  con  recato,  y  dicen  sus  intenciones  y  colum- 
brean;  y  que  no  solamente  este  declarante  fué  sospe- 
choso muchas  veces  en  estas  juntas,  pero  que  sintió  que 
lo  fué  el  dicho  maestro  fray  Juan  Gallo  y  fray  Juan  de 
Guevara,  porque  hablando  los  dichos  maestros  frailes 
con  este  declarante,  que  había  disputado  con  los  sobre- 
dichos, mostraban  no  estar  satisfechos  de  los  dichos 
maestros  Grajal  y  Martínez  y  fray  Luis  de  León ,  de 
aquello  que  decían  y  defendían  ;  y  sobresto  este  decla- 
rante tiene  dicho  que  el  dicho  maestro  Gallo  salió  por 

(a)  Al  margen  se  lee  :  «En  ló  de  marzo  de  1372  fué  examinado 
el  maestro  fray  Juan  de  Guevara  ,  y  preguntado  general  y  particu- 
larmente sobre  lo  que  es  dado  por  conteste;  dijo  que  la  disputa 
fué  muy  reñida  entre  todos,  y  que  no  paró  en  las  proposiciones 
que  los  dichos  maeslrosdijerou.  —  Ante'mí,  Celedón  GusUn,  se- 
cretario. —  Hay  una  riibrica.» 


tintero  y  pluma  para  escribir  las  cosas  que  sobrestá 
materia  le  escandalizaban,  que  quizá  se  acordará  de  al- 
gunas ;  y  que  esto  había  pasado  de  cuatro  años  á  esta 
parte,  poco  mas  ó  menos. 

Fuéle  dicho  que  también  dice  en  su  dicho  que  ha 
oído  decir  á  los  dichos  maestros  Grajal ,  Martínez  y  fray 
Luis  de  León  que  se  pueden  traer  explicaciones  nue- 
vas de  Escripturas ,  no  contra  la  explicación  de  los 
santos,  sino  praeter,  y  que  esto  lo  han  disputado  con 
este  declarante  muchas  veces ;  que  diga  y  declare  cuán- 
tas veces  lo  han  disputado  con  este  declarante,  y  de 
qué  tiempo  á  esta  parte,  y  si  ha  seído  en  escuelas  ó  en 
coloquios  particulares.  Dijo  que  dice  lo  que  dicho  tie- 
ne en  la  pregunta  antes  desta,  y  que  ha  seído  de  cinco 
ó  seis  años  á  esta  parte ,  y  dende  arriba,  en  presencia 
de  los  perlados  questuvieron  en  esta  ciudad.  En  el  con- 
cilio tuvo  el  dicho  maestro  Grajal  unas  conclusiones 
que  contenían  defensión  de  lo  escripto  en  hebreo  ,  que 
no  estaba  errado,  y  que  la  traslación  de  los  setenta 
intérpretes  que  estaba  errada,  y  que  no  convenia  con 
el  hebreo,  donde  dijo  que  era  notorio  que  ex  útero  ante 
lucifenim  genui  te,  que  no  estaba  bien ,  y  que  fecit 
angelos  suos  spiritus,  que  cita  san  Pablo,  que  no  esta- 
ba bien,  y  otros  lugares  ansí,  de  que  no  se  acuerda; 
pero  questo  que  él  convidó  á  este  declarante  que  ar- 
mase estudiantes  para  que  se  averiguase  la  verdad,  y 
que  el  dicho  maestro  Grajal  convidó  para  esto  muchos 
obispos,  y  que  allí  se  aVeriguó  nuestra  verdad  católica. 
É  claramente  dijeron  á  este  declarante,  y  entre  otros 
el  dicho  maestro  Juan  Gallo,  que  le  había  de  cortar  las 
uñas  hasta  hacerle  correr  sangre  ;  y  que  en  lo  demás 
había  hecho  maravillosamente  su  oficio,  queriendo  de- 
cir por  las  uñas  que  era  este  declarante  áspero,  porque 
les  decia  que  era  aquello  de  judaizantes,  y  que  no  lo 
decía  por  ellos ,  sino  porque  defendían  las  cosas  de  ju- 
díos; y  que  el  dicho  Grajal  quedó  con  su  sentencia  que 
la  letra  hebrea  estaba  mas  verdadera  que  la  de  la  Igle- 
sia en  los  dichos  dos  lugares ,  en  cuanto  á  este  testigo 
le  páreselo. 

ítem  dijo  que  el  dicho  maestro  fray  Luís  de  León 
tuvo  otro  acto  por  la  mañana  y  por  la  larde  por  el  di- 
cho tiempo  sobre  defender  la  letra  hebrea  sobre  ciertos 
lugares  de  la  Escriptura,  que  no  tiene  memoria;  y  que 
este  testigo  ,  como  le  arguyese  á  la  mañana  toda,  por- 
que el  maestro  Francisco  Sancho,  como  decano,  le  hi- 
zo que  respondiese,  que  él  no  quería  responder;  que 
bastaba  haber  respondido  á  este  declarante  una  hora;  y 
á  la  tarde  también,  habiéndole  apretado  este  declarante 
mucho,  se  puso  el  dicho  fray  Luis  contra  este  decla- 
rante y  contra  su  obra,  diciendo  que  corrompía  la  letra 
hebrea ,  y  que  si  no  se  enmendaba ,  que  habia  de  dar 
queja  al  Santo  Oficio  ,  y  que  el  lugar  era  :  Deleamus 
justum  quia  inutiíis  est  nob¿s{b);  porque  este  testigo 
decia  que  era  cosa  común  en  hebreo  haber  dos  liciones 
con  mudanza  de  una  letra,  y  que  ansí  estaba  muy  bue- 


[b)  El  original  dice  delenmos ;  \ieTo  téngase  entendido  que  en 
el  libro  de  h  Sabiduría,  cap.  '2,  v.  \i,  que  creemos  es  el  pasaje 
á  que  se  alude,  se  lee  en  la  Vulgata  :  Circumveniamus  ergo  juslum, 
quoniam  imtülia  est  nobis ;  y  en  la  veisioii  de  los  Setenta  :  Cir- 
cumveniamus autem  juslum ,  quoniam  inulilis  nobis  est. 


XX 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


na  la  dicha  letra,  Dilixemusjustiim,  etc.  (a),  que  tiene 
la  Iglesia  y  también  la  letra  de  san  Jerónimo.  Y  fué  la 
dicha  disputa  de  tal  calidad,  que  salidos  de  allí,  dije- 
ron á  este  declarante  muchos  estudiantes ,  que  de  los 
nombres  dellos  no  se  acuerda  mas  de  que  fué  uno  de 
ellos  don  Bernardino  de  Mendoza ,  hijo  del  marqués  de 
Mondéjar,  que  ¿por  qué  no  le  liabia  armado  á  él,  pues 
era  del  bando  de  Jesucristo?  Y  que  otra  vez  que  le  ar- 
mase, si  semejantes  conclusiones  pusiesen;  que  él  tra- 
taría aquellos  maestríllos,  etc. 

Fuéle  dicho  que  también  dice  que  ha  oído  decir  á  los 
dichos  maestros  Martinez  y  Grajal  que  muchas  cosas 
están  mal  trasladadas  en  la  ^lición  Vulgata;  que  diga 
é  declare  qué  lugares  dijeron  que  estaban  mal  traduci- 
dos, y  en  qué  partes  lo  dijeron,  y  si  estaban  presentes 
los  dichos  maestros,  y  qué  personas  estaban  presentes, 
é  sí  lo  dijo  cada  uno  dellos  por  sí  ó  juntos. 

Dijo  que  una  de  las  cosas  que  sustentaron  los  di- 
chos maestros  Grajal  y  fray  Luís  fué  esto,  y  que'díce 
su  culpa  este  declarante ,  que,  porque  el  maestro  Fran- 
cisco Sancho  le  estorbó ,  tomando  la  mano  á  argüir 
sobresto  contra  Grajal ,  habiéndole  rogado  este  decla- 
rante que  le  dejase  aquel  día,  que  era  suyo,  no  le  quiso 
por  esto  ayudar,  pudiéndolo  hacer  muy  bien,  y  defen- 
der aquellos  lugares,  aunque  no  se  acuerda  qué  luga- 
res eran  ,  y  ansí  los  defendió  el  dicho  maestro  Sancho, 
ítem  le  fué  dicho  que  en  su  declaración  dice  que 
ha  oído  decir  públicamente  que  los  maestros  Martinez, 
Grajal  y  fray  Luis  de  León  dicen  que  en  el  Testamen- 
to Viejo  no  había  promesa  de  la  vida  eterna,  é  que  pri- 
mero lo  había  leído  el  maestro  Grajal ;  que  diga  y  de- 
clare sí  se  acuerda  quién  lo  dijo,  y  cuánto  tiempo  há, 
y  quiénes  estaban  presentes. 

Dijo  que  este  testigo  oyó  decir  á  esludíanles,  de 
cuyos  nombres  no  se  acuerda,  quel  dicho  maestro  Gra- 
jal lo  había  leído  en  las  escuelas  en  su  lición  de  Biblia, 
los  cuales  estudiantes  lo  dijeron  á  Gallo,  y  el  dicho 
Gallo  lo  reprobó  en  su  cátedra;  y  el  dicho  Grajal,  co- 
mo lo  supo,  tornó  á  decir  que  debía  tener  crédito  él, 
que  había  tantos  años  que  leía  Escríptura;  y  que  ya 
que  lo  preguntasen,  lo  preguntasen  á  quien  sabia  Es- 
cri|)lura  ,  que  eran  los  maestros  fray  Luís  de  León  y 
Martinez ,  como  hombre  que  quería  persuadir  que  en- 
tre ellos  estaba  el  entendimiento  de  la  Escríptura,  é  no 
entre  otros;  y  de  esto  bulto  disputa  para  averiguar- 
se en  el  colegio  de  teólogos,  en  el  hospital  de  las  es- 
cuelas, al  llamamiento  del  decano,  y  que  allí  por  san 
Agustín  y  san  Jerónimo,  de  quien  ellos  se  ayudaban, 
este  declarante  mostró  lo  contrarío,  y  otros  señores 
teólogos,  por  lugares  de  Escríptura,  y  ansí  se  allanaron; 
y  qiicsla  es  la  verdad  é  lo  que  sabe,  so  cargo  del  dicho 
juramento ;  y  que  no  lo  dice  por  odio  ni  mala  voluntad, 
sino  en  favor  de  la  religión. 

liemos  Irasl.'Klaiio  inlfgra  osla  di.'claracion  del  iiiaos- 
tro  C.isiro  jxir  ser  uii;i  de  las  mas  apasionadas  y  venir  en 
ella  forninlatlos  iniporlanles  cargos  de  nna  manera  pn;- 
cisa.  Declaró  (lf;s|)uos  de  (iaslro  el  hacliilier  I'en»  Mo- 
driguez,  conocido  con  el  anónimo  de  el  Doctor  sutil;  y 
esle,  á  mas  de  haber  confírmado  lo  diclio  por  los  teslit^os 

(a)  Este  dilixcmus,  que  ei  yerro  del  que  escribió  la  íleclara- 
cioD,  será  el  deieamus  Uc  mas  arriba. 


anteriores,  añadió  haber  oido  decir  al  mismo  León  en 
presencia  de  sus  oyentes  que  no  era  de  fe  que  la  Virgen 
nunca  Inibiese  pecado  venialmenle.  El  liacliiller  Antonio 
Fernanilez  de  Salazar,  el  maestro  fray  Juan  Gallo  y  Alon- 
so de  Fonseca  no  dirigieron  ningún  cargo  nuevo;  mas 
si  fray  Gaspar  de  Uceda,  .de  la  orden  de  los  Menores,  quien 
dijo  : 

ítem,  en  el  año  de  1571 ,  por  mayo,  un  estudiante, 
bachiller  en  teulugía  ,  por  nombre  Francisco  Cerralvo 
de  Alarcon ,  que  al  presente  es  colegial  en  el  colegio  de 
Cañizares  desta  universidad  de  Salamanca ,  me  dio  un 
memorial  de  las  siguientes  proposiciones,  las  cuales 
defendía  Grajal  y  sus  consortes  :  la  primera ,  que  en 
ningún  lugar  del  Testamento  Viejo  había  mención  de 
la  gloria;  la  segunda,  que  los  Cantares  de  Salomón  era 
carmen  amatorio ;  la  tercera,  que  san  Agustín  no  habia 
sabido  Escríptura.  Yo  dije  entonces  á  este  estudiante 
que  de  la  manera  que  estos  maestros  declaraban  la  Es- 
críptura ,  bastaba  sola  gramática  para  entenderla ,  y  que 
no  seria  necesaria  teulugía.  A  esto  me  respondió  que 
ansí  lo  afirmaban  los  sobredichos  maestros.  Yo  entonces 
le  dije  que  me  parecía  error  y  contra  la  Escríptura,  por- 
que, si  con  sola  gramática  se  podía  entender  la  Escríp- 
tura, un  infiel  la  podría  entender,  y  que  no  sería  ne- 
cesaria lumbre  sobrenatural  para  entenderla;  lo  cual  es 
contra  lo  que  está  escrípto,  Lucae ,  cap.  24,  v.  43: 
Apcruit  iliis  sensum  ut  inlelligerent  Scripturas;  por- 
que, si  la  noticia  sola  de  las  lenguas  bastara,  no  fuera 
necesario  comunicar  á  los  apóstoles  el  Espíritu  Santo 
para  entender  las  Escripturas;  et  Esaíae,  cap.  7,  v.  9: 
Nisi  crederitis  ,  non  intclligitis  (6);  y  le  dije  que  este 
espíritu  eslá  en  la  Iglesia  y  en  los  concilios  para  poder 
entender  la  divina  Escríptura.  Después  de  esto,  aguardé 
á  que  el  maestro  Grajal  viniese  á  san  Francisco ,  y  le 
dije  cómo  tenía  yo  noticias  que  él  habia  dicho  las  so- 
bredichas proposiciones ;  y  negómelas  todas ,  excepto 
la  primera,  que  es  de  no  haber  en  el  Testamento  Viejo 
escríptura  para  probar  la  gloría,  y  mostróme  á  santo 
Tomás,  sobre  san  Pablo,  que  lo  decía  ansí.  Yo  le  res- 
pondí que  Esaías,  G  í ,  hablaba  de  la  gloria  cuando  dijo  : 
A  saeculo  non  audienint,  ñeque  auribus  perceperntit : 
ociilus  non  vidit ,  Deus  absque  te,  quae  praeparasti 
'  expectantibus  te.  Respondióme  que  hablaba  Esaías  de 
los  bienes  temporales;  yo  le  dijo  que  no  hablaba  sino 
de  los  eternos;  y  probéselo  con  san  Pablo,  d."  arf  co- 
rinthios,  2;  donde  alega  el  Apóstol  este  mesmo  lugar 
de  Esaías  para  probar  el  premio  cierno  prometido  á  los 
justo.s.  Acabildo  oslo,  me  preguntó  que  le  dijese  mi 
parecer  en  lo  que  debia  hacer;  yo  le  resi)ondí  que  sa- 
tisficiese deslas  cosas  al  maestro  fray  Bartolomé  de 
Medina,  dominico,  y  que  dejase  la  cátedra  y  se  fuese  á 
su  iglesia.  Esto  me  acuerdo  haber  pasado  con  el  maes- 
tro Grajal ,  y  que  esta  es  la  verdad,  so  cargo  del  dicho 
juramento. 

Sigiu'n  I  ras  estas  las  declaraciones  dadas  en' Valladolid 
ante  los  iiitpiisidores  Diego  González  y  Francisco  Healie- 
go  por  fray  Gabriel  Montiiya,  fray  Francisco  de  Arbole- 
da y  fray  José  de  Herrera,  las  cuales  versan  prineipal- 
menle  sobre  una  caria  dirigida  |)ür  fray  Luis  al  dicho 
Arboleda ,  á  la  s.izon  residenU;  en  .Sevilla  ;  carta  acompa- 
ñada de  un  cuaderno  en  que  trataba  nuestro  autor  de  la 

{l>)  La  Vulgala  dice  :  Nisi  credidcrilis,  non  permanel/itis. 


CONTRA  FRAY 

autoridad  de  la  edición  Vulgala.  Limitaba  fray  Luis  de 
LEO.Nesla  autoridad;  y  como  hubiese  rogado  a!  padre  Ar- 
boleda que  diese  á  leer  un  cuaderno  á  las  personas  doc- 
tas, hablan  dado  muchos  su  parecer,  unos  conviniendo  en 
que  la  Vulgala  solo  era  infalible  en  materias  de  fe  y  cos- 
tumbres, y  otras  rechazando  por  completo  la  opinión  del 
agustino.  Declaran  ios  tres  testigos  sobre  todo  lo  ocurrido 
y  dicho  con  motivo  de  aquella  consulta,  y  como  por  inci- 
dente sobre  otra  opinión  de  fray  Luis  acerca  de  hasta 
dónde  se  extendía  ó  debía  extenderse  el  principio  de 
comunidad  entre  los  frailes. 

Pasemos  ahora  por  alto  las  ratificaciones  de  los  testi- 
gos de  Salamanca,  tras  las  cuales  tuvo  lugar  en  Vallado- 
lid  la  declaración  del  nuevo  testigo  fray  Hernando  de  Pe- 
ralta. Refirió  este  fray  Hernando  haber  recibido  durante 
su  permanencia  en  Granada  otra  carta  de  fray  Luis,  acom- 
pañada de  sus  lecciones  sobre  la  Vulgata ,  en  la  cual  le 
rogaba  que  las  diese  áleer  y  escribir  al  Arzobispo.  Aña- 
dió haber  rasgado  la  carta  y  remitido  las  lecciones  al  pre- 
lado, el  cual,  dijo,  las  apartó,  aunque  no  quiso  firmarlas, 
primero  por  no  tener  costumbre  de  firmar  tan  importan- 
tes cosas,  y  mas  tarde  por  ver  que  andaba  muy  revuelta  á 
propósito  de  cuestiones  teológicas  la  ciudad  de  Sala- 
manca. 

En  el  mismo  Valladolid  declaró  á  poco  fray  Diego  de 
Zúñiga  que,  paseando  un  día  con  frat  Luis,  oyó  de  él  es- 
tas palabras  :  «Hémosles  hecho  sufrir  ó  fiémosles  hecho 
pasar  esta  proposición  :  Interpres  Viügatus  aliquando  non 
attingit  mentem  Spiritus  Sancti;*  que  le  oyó  además  que 
había  recibido  de  Arias  Montano  un  libro  raro  y  curioso, 
en  que  había,  sin  embargo,  una  herejía  sobre  el  sacra- 
mentó de  la  penitencia ;  que  había  leído  un  día  como  me- 
dia página  de  la  exposición  del  Cantar  de  los  cantares  por 
el  mismo  fray  Luis,  y  le  había  parecido  altamente  escan- 
daloso que  se  interpretase  como  la  relación  de  los  amo- 
res de  Salomón  y  la  hija  del  rey  de  Egipto. 

Duras  eran  ya  estas  acusaciones,  atendidas  las  ideas 
de  aquel  tiempo ,  mas  no  tienen  valor  al  lado  de  las  de 
fray  Juan  Ciguelo,  agustino,  que  se  presentó  espontánea- 
mente ante  los  inquisidores  de  Murcia  y  declaró  lo  si- 
guiente : 

Preguntado  qué  es  lo  que  quiere,  dijo  quél  ha  en- 
tendido quel  padre  maestro  fray  Luis  de  León ,  ca- 
tredálico  de  Salamanca,  de  la  orden  de  señor  San  Agus- 
tin,  está  preso  en  la  inqusicion  de  Valladolid;  y  que 
habia  un  mes  que  estando  esle  en  el  convento  de  la  di- 
cha ciudad  de  la  dicha  urden-,  hablando  con  fray  Martin 
de  Guevara,  natural  de  Lorca,  residente  en  el  dicho 
monasterio  de  San  Agustín  desta  ciudad ,  le  dijo  el  di- 
cho fray  Martin  quél  habia  ayudado  muchas  veces  á 
decir  misa  al  dicho  fray  Luis  de  León  en  su  celda  eri 
Salamanca,  y  que  siempre  se  la  oyó  decir  de  réquiem, 
aunque  fuese  fiesta,  y  que  nunca  le  entendía  lo  que  de- 
cía, porque  hablaba  tu  tu  tu,  de  manera  que  no  lo  en- 
tendía, y  acababa  muy  presto.  Y  cuando  se  lo  dijo 
estaban  los  dos  solos  paseándose  en  el  monasterio  desta 
ciudad.  \  en  lo  que  dice  que  há  un  mes  que  se  lo  dijo, 
no  está  bien  cierto,  sino  que  de  tres  meses  á  esta  parte 
se  lo  oyó  decir,  y  esta  es  la  verdad,  y  que  no  hubo  oca- 
sión mas  que  estar  hablando  de  su  prisión. 

ítem  dijo  que  un  dia  después  de  señor  san  Bastían 
próximo,  que  agora  paso,  estando  en  esta  ciudad  en  el 
convenio  de  señor  San  Agustín,  hablando  con  fray  Luis 
Enriquez,  de  la  orden  dicha,  y  profeso  en  el  convento 
de  Salamanca ,  sobre  la  prisión  del  maestro  fray  Luis 
de  León,  catredálico  de  Salamanca,  el  dicho  fray  Luis 


LUIS  DE  LEÓN.  xxi 

Enriquez  dijo  á  este  quél  ha  oido  decir  que ,  estando 
un  dia  en  un  convite  el  dicho  fray  Luis  de  León  y  otros 
maestros,  habia  el  uno  dellos  dicho  vino,  y  el  dicho 
fray  Luis  habia  respondido  :  «  Cuando  viniere  obliga- 
dos somos  á  creerle ,  aunque  se  dubda  ó  hay  dubda  si 
es  venido ;»  y  que  lodos  hablan  entendido  que  lo  habia 
dicho  por  el  advenimiento  de  Cristo.  Y  esle ,  como  se 
lo  oyó,  se  escandalizó  dello,  y  paresciéndoie  mal,  lo 
ha  venido  á  decir  aquí ,  y  cuando  se  lo  dijo  estaban 
solos. 

Preguntado  si  el  dicho  fray  Luis  Enriquez  le  dijo 
en  dónde  habia  sido  el  dicho  convite,  y  quién  fueron 
los  maestros  que  en  él  se  hallaron  ,  dijo  que  no  se  lo 
dijo,  ni  trataron  mas  dello,  y  que  también  fray  Pedro 
de  Castro,  prior  de  San  Aguslin  desla  ciudad,  también 
le  dijo  lo  del  vÍ7io  del  dicho  fray  Luis  de  León,  estando 
los  dos  solos,  y  esto  es  la  verdad.  Fuéle  encargado  el 
secreto;  prometiólo;  fuéle  leído;  dijo  que  está  bien  es- 
cripto. 

En  cambio,  en  la  ciudad  de  Cartagena,  interrogado 
fray  Luis  Enriquez,  predicador  de  la  orden  de  San  Agus- 
tín, sobre  los  mismos  puntos  declarados  por  fray  Cigue- 
lo, contesta  que  no  ha  oido  sino  á  fray  Diego  de  León  lo 
que  se  supone  pronunciado  por  fray  Luis  en  el  convite, 
y  no  puede  prestar  declaración  sobre  otra  cosa  alguna;  é 
interrogado  el  mismo  Diego  de  León,  contesta  también 
que  no  se  lo  ha  oido  sino  a  un  fraile  de  su  misma  orden 
que  le  visitó  estando  enfermo  en  Darcelona. 

Vinieron  tras  estas,  otras  muchas  declaraciones,  poro 
no  ya  sobre  estos  últimos  extremos,  sino  sobre  ciertas 
proposiciones  redactadas  por  fray  Luis  sobre  la  autori- 
dad de  la  edición  Vulgata,  y  pasadas  á  ia  aprobación  de 
teólogos  entendidos,  ya  por  el  mismo  autor,  ya  por  algu- 
no de  sus  amigos. 

Lo  importante  es  aquí  ya  la  confesión  escrita  por  el 
mismo  fray  Luis,  que  trascribimos  á  la  letra  : 

CONFISIOJÍ  DEL    MAESTRO    FRAY    LUIS    DE   LEÓN,   CATREDÁTICO 
DE  SALAMANCA  EN  TEULUGÍA. 

Ilustres  y  muy  reverendos  señores  {i) :  Yo  el  maes- 
tro fray  Luis  de  León,  fraile  profeso  de  la  orden  de  San 
Auguslin,  y  catredálico  en  la  universidad  de  Salaman- 
ca de  la  cálreda  de  Durando ,  como  hijo  obediente  y 
humilde  de  la  santa  madre  Iglesia  de  Roma,  cuya  fe 
y  doctrina  he  profesado  y  defendido  siempre  ,  y  profe- 
saré y  defenderé  mientras  viviere;  con  deseo  de  acer- 
tar en  todo,  y  de  si  en  alguna  cosa  he  errado  y  ofen- 
dido ,  de  ser  corregido  y  enmendado ,  digo  :  Que  habrá 
cuatro  ó  cinco  años  que ,  leyendo  en  mi  cálreda  la  ma- 
teria De  fide,  y  tratando  de  la  Sagrada  Escritura  y  su 
autoridad,  vine  á  tratar  la  cuestión  en  que  se  dispu- 
ta de  la  autoridad  que  tiene  la  edición  latina  Vulgata, 
la  cual  cuestión  resolví  en  ocho  proposiciones,  siguien- 
do en  todas  ellas  el  juicio  de  hombres  doctos  y  católi- 
cos, y  cuyos  libros  son  por  tales  recebidos  y  aproba- 
dos, como  son  el  maestro  fray  Alonso  de  Vega,  el  maes- 
tro Cano  ,  Driedon ,  Lindano  y  Jacobo  Tolelaiío ,  doc- 
tores lovaníenses.  Y  digo  que  pocos  dias  después  se 
sustentó  un  acto  mayor  en  estas  escuelas  delante  de 
toda  la  facultad  y  maestros  de  teología,  donde  se  pu- 
sieron las  dichas  proposiciones,  y  los  dichos  maesiros 
las  oyeron  y  entendieron  y  disputaron,  y  les  parecieron 
llanas  y  sin  peligro  de  mala  doctrina.  Demás  deslo,  yo, 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


XXll 

con  deseo  de  no  erraren  nada ,  he  comunicado  la  dicha 
cuestión  y  proposiciones  con  algunas  personas  del  rei- 
no, de  muy  sanas  y  buenas  letras,  para  que  me  dijesen 
su  parecer  en  ellas ,  con  (in  de ,  conforme  á  lo  que  les 
pareciese ,  tratar  otra  vez  la  cuestión ,  y  añadir  ó  quitar 
ó  declarar  lo  que  los  dichos  mefiscribiesen ;  de  los  cua- 
les ,  unos  lo  han  aprobado  todo  sin  añadir  ni  quitar  na- 
da; otros  aprueban  todas  las  proposiciones,  y  para  ma- 
yor abundancia  me  dicen  que  eu  una  ó  dos  partes  añada 
dos  ó  tres  palabras  para  que  nadie  tenga  ninguna  oca- 
sión de  estropiezo.  Pero  yo ,  porque  no  tengo  ninguna 
cosa  por  cierta  ni  segura  mientras  por  este  tribunal  no 
estuviere  aprobada ,  y  porque ,  como  dije  al  principio, 
mi  deseo  y  intento  ha  sido  siempre,  como  debo,  pro- 
fesar y  defender  la  doctrina  verdadera  y  católica  que 
enseña  la  santa  Iglesia  de  Roma,  y  ser  corregido  y  en- 
mendado en  cualquier  cosa  que  haya  errado;  por  tanto, 
con  ánimo  humilde  y  obediente  presento  delante  de 
vuestra  merced  á  mí,  y  a  la  dicha  cuestión  y  proposi- 
ciones que  en  ella  puse ,  con  las  firmas  y  pareceres  de 
las  personas  doctas,  con  quien ,  como  he  dicho,  las  he 
comunicado,  para  que  sean  vistas  y  examinadas  por 
vuestra  merced,  con  ánimo  presto  y  aparejado  de,  ó 
tornarlas  á  leer,  ó  en  otra  forma ,  cual  por  vuestra  mer- 
ced rae  fuere  mandado ,  quitar  ó  añadir,  declarar  ó  re- 
vocar y  corregir  todo  lo  que  vuestra  merced  me  man- 
dare y  ordenare  ser  justo  y  convhiiente,  sujectándome 
en  lodo  á  este  Sanio  Oficio,  asi  como  debo. 

Demás  desto,  digo  :  Que  habrá  diez  ó  once  años  que 
á  instancia  de  una  persona  religiosa  hice  una  declara- 
ción breve  eu  lengua  castellana  sobre  los  Cantares  de 
Salomón ,  la  cual  di  á  la  dicha  persona  que  la  viese ,  y 
después  de  algunos  dias,  como  la  hubo  vislo,  se  la  tor- 
né á  pedir,  y  la  torné  á  mi  poder.  Y  acaeció  que  un 
fraile  que  tenia  cargo  de  mi  celda ,  que  se  llama  fray 
Diego  de  León ,  que  agora  está  en  la  provincia  de  Ara- 
gón ,  hallando  abierto  un  escritorio  donde  yo  tenia  el 
dicho  libro ,  lo  sacó  con  otros  ¿¡apeles ,  y  lo  trasladó  sin 
sabello  ni  entendello  yo,  y  de  aquel  traslado  en  pocos 
meses,  sin  venir  á  mi  noticia,  se  multiplicaron  tantos 
oíros  traslados  ,  que ,  cuando  lo  supe ,  aunque  deseé  y 
procure  recogellos,  no  me  fué  posible.  Y  asi,  según 
lie  eiueiididú,  se  ha  derramado  por  muchas  partes 
el  dicho  libro ,  contra  loda  mi  voluntad.  Y  aunque  es 
verdad  que  el  dicho  libro  ha  coiileiilado  mucho  a  mu- 
chos hombres  doctos  que  le  lian  visto,  y  en  lo  que  toca 
á  la  doctrina  que  en  el  liay,  nadie  (¡ue  lo  haya  visto  lia 
puesto  Lacha,  antes  por  el  me  lian  enviado  recaudos  de 
mucha  amistad  y  aprobación  personas  muy  señaladas  en 
letras,  como  son  el  padre  Foreiro  con  un  fraile  domi- 
nico, portugués  y  deudo  suyo,  que  está  en  este  mo- 
nasterio de  bantistéban,  y  otras  personas;  pero  no  obs- 
laiile  esto  ,  á  algunos  amigos  mios  y  á  otros  les  lia  pa- 
recido tener  inconvinieiite  por  andar  en  lengua  vulgar; 
y  á  mi  por  la  misma  razón  me  ha  pesado  que  ande,  y 
si  lo  pudiera  estorbar,  lo  hubiera  estorbado.  Y  para  re- 
medio dello,  el  año  pasado  comencé  á  ponello  en  lalin, 
para,  siendo  examinado  y  aprobado,  imprimillo,  dando 
por  cosa  ajena,  y  no  mia,  todo  lo  que  anduviese  en 
vulgar  y  escrito  de  mano.  Y  por  la  falta  de  salud  que 
he  tenido,  como  es  notorio,  no  lo  lie  podido  acabar.  Y 


asi ,  digo  que  estoy  presto  á  hacer  esta  ó  otra  cualquier 
diligencia  que  por  vuestra  merced  me  fuere  mandada, 
y  que  me  pesa  de  cualquier  culpa  que  haya  cometido, 
ó  en  componer  en  vulgar  el  dicho  libro,  ó  en  haber 
dado  ocasión  directa  ó  indirectamente  á  que  se  divul- 
gase. Y  estoy  aparejado  á  hacer  en  ello  la  enmienda  que 
por  vuestra  merced  me  fuere  impuesta ;  y  digo  que  sub- 
jecto  humilde  y  verdaderamente  á  vuestra  merced  y  á 
este  Santo  Oficio  y  tribunal ,  ansi  este  dicho  libro,  como 
cualquier  oira  obra  y  doctrina  que ,  ó  por  escrito  ó  por 
palabra,  leyendo  ó  disputando,  ó  en  otra  cualquier  ma- 
nera haya  afirmado  ó  enseñado ,  para  en  todo  ser  en- 
mendado y  corregido.  Y'  aunque  es  verdad  que  ni  se 
me  acuerda  ni  mi  conciencia  me  acusa  de  haber  ense- 
ñado en  mis  lesuras,  ni  de  otra  manera,  cosa  ninguna 
que  yo  entendiese  ser  en  alguna  manera  ajena  de  la 
dotrina  sana  y  verdadera  que  nos  enseña  la  santa  Igle- 
sia romana;  y  aunque  sé  de  mi  certísimamente  que 
ninguna  cosa  ha  sido  ni  es,  ni,  con  el  favor  de  Dios, 
sera  poderosa  para  qué ,  entendiéndolo  jo,  me  aparte 
de  su  santa  doctrina  y  creencia  ni  en  un  solo  tilde;  no 
obstante  esto ,  digo  que  si  por  caso ,  ó  por  inadverten- 
cia ó  por  ignorancia,  y  por  no  alcanzar  mas,  en  cual- 
quier forma  y  manera,  ó  leyendo  ó  desputando,  ó  en 
Oira  forma,  yo  he  dicho  y  afirmado  alguna  cosa  que  por 
cualquier  via  sea  ajena  de  la  dotrina  de  nuestra  santa 
fe,  que  nos  enseña  la  Iglesia  de  Roma,  que  desde  luego 
la  revoco  y  retracto ,  y  luego  que  sea  acusado  dello,  la 
revocaré  y  retractaré  en  la  forma  y  manera  que  por 
vuestra  merced  me  fuere  mandada.  Y  me  subjeclo  y 
subjectaré  en  todo  lo  susodicho  al  parecer  y  juicio  de 
cualquier  hombre  docto- y  desapasionado.  Solamente 
suplico  á  vuestra  merced  que  si  para  el  examen ,  ansí 
de  la  sobredicha  cuestión  y  proposiciones,  como  de 
otra  cualquier  cosa  mia,  vuestra  merced  consultare 
algunos  teólogos,  no  sean  frailes  de  la  orden  de  Santo 
Domingo,  porque,  por  razón  de  las  competencias  y  pre- 
téndencias  que  yo  y  este  ini  monasterio  habernos  teni- 
do y  tenemos  con  ellos,  no  estarán  tan  desapasionados 
como  conviene  para  juzgar;  ni  menos  sean  frailes  de 
la  orden  de  San  Hierónimo,  porque,  por  haber  yo  sido 
parle  los  años  pasados  que  en  esta  universidad  no  hu- 
biese un  partido  que  pretendía  fray  Hettor  Pinto,  fraile 
de  su  orden ,  y  por  habclle  sido  contrario  en  una  cálrcda 
que  pretendió  y  perdió  aijui,  están  sentidos  de  mi  y  no 
me  son  amigos,  y  han  dado  muestra  dello.  Ni  menos  con 
el  maestro  León  de  Castro,  portpic  en  ciertas  juntas  que 
habemos  tenido  sobre  un  libro  suyo  (|ue,  á  ini  parecer, 
enflaquecía  muclio  la  autoridad  de  la  edición  Vulgata, 
venimos  una  veza  palabras  muy  ásperas,  y  de  allí  que- 
dó no  amigo  conmigo;  ni  menos  con  el  maestro  Rodrí- 
guez, porque  ha  sido  mi  competidor  en  dos  cátredas, 
que  son  las  de  Santo  Tomás  y  la  de  Durando,  á  que  me 
he  o[)uesto,  y  el  estudio  siempre  me  lia  antepuesto  á  él 
en  las  dichas  oposiciones;  y  por  esta  causa  ha  dado 
muestras  de  no  estar  bien  conmigo  ni  con  mi  monaste- 
rio. Y'  por  cuanto  yo  no  sé  bien  el  estilo  de  este  santo 
tribunal,  y  mi  deseo  y  voluntad  es  hacer  con  toda  la 
humildad  y  llaneza  y  subjeccion  posible  esta  mi  con- 
fesión y  protestación,  digo  :  Que  si  en  este  papel  hay 
¡  alguna  cosa  ó  palabra  que  deshaga,  ó  en  alguna  manera 


CONTRA  FRAY 

dañe  á  esta  humildad  y  siijeccion  que  debo  y  pretendo, 
que  la  doy  por  no  dicha,  y  no  quiero  que  me'  valga.  Y 
juro  por  Dios  eterno  y  verdadero,  y  por  esta  señal  de 
la  cruz  ■}-,  que  todo  lo  que  en  este  papel  he  afirmado  es 
verdad,  sin  doblez  ni  disimulación  alguna ,  y  todo  lo 
que  en  el  mismo  he  protestado ,  lo  he  protestado  con 
ánimo  sencillo  y  verdadero;  y  que  las  personas  que  he 
señalado  por  apasionadas  contra  mi ,  las  he  señalado 
porque  las  tengo  por  tales  por  las  causas  que  he  dicho, 
y  no  por  otro  fin,  ni  respeto  alguno.  V  asi  lo  firmé  de 
mi  nombre  en  Salamanca,  á  6  de  marzo  de  io72.  — 
Fray  Luis  de  León. 

Demás  desto,  tengo  por  apasionado  contra  raí  al 
doctor  Muñoz ,  colegial  del  Colegio  Viejo ,  porque  pú- 
blicamente le  fui  contrarío  en  una  oposición  que  hizo 
con  el  maestro  Ojeda ,  colegial  del  colegio  de  Cuenca. 

Y  so  cargo  del  juramento  hecho,  digo  que  le  señalo 
por  este  respecto  de  pasión,  y  no  por  otro  alguno.  — 
Fray  Luis  de  León. 

Presentó  fray  Lcis  con  esta  confesión  dos  cuadernos 
de  que  copiamos  una  caria  suya  y  otra  de  fray  V.  Mantius 
Hernández,  por  arrojar  bastante  luz  sobre  las  proposi- 
ciones de  que  nuestro  autor  hace  mención  en  su  ante- 
rior escrito.  Dicen  asi  las  cartas  : 

CARTA  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN  AL  PADRE  FRAY  HERNANDO 
DE  PERALTA,  PRIOR  DE  AGUSTINOS  E.t  GRANADA. 

Muy  reverendo  padre  (a)  :  Recibí  la  de  vuestra  re- 
verencia que  trujo  el  ordinario,  y  holgara  infinito  que 
trujera  la  firma  y  parecer  del  señor  Arzobispo  (6),  por- 
que venia  á  la  mejor  coyuntura  del  mundo ;  porque  en 
esta  universidad  debe  haber  alguna  pasión ,  y  nosotros, 
como  tenemos  competencias  con  estos  padres  de  San- 
tísléban  (c),  conviene  que  en  lodo  andemos  muy  aper- 
cebidos.  Ha  sucedido  de  nuevo  que  al  maestro  Grajal 
la  Inquisición  le  ha  detenido,  y  está  aquí  un  inquisi- 
dor haciendo  la  visita  ordinaria.  Y  cierto  este  suceso 
del  maestro  ha  puesto  en  todos  escándalo  y  justo  te- 
mor para  recelarse  de  todo.  Cuando  yo  leí  esa  cuestión, 
dende  á  un  mes  se  sustentó  en  las  escuelas  en  un  acto 
mayor,  y  á  toda  la  facultad  y  maestros  de  teulugía  pa- 
reció cosa  llana.  Agora  no  sé  si  alguno,  no  bien  aficio- 
nado, querrá  tomar  dellaalgun  asidero  para  dañarme. 

Y  con  el  parecer'  del  señor  Arzobispo ,  y  el  de  otros 
hombres  doctos,  que  han  dicho  y  firmado  lo  mismo, 
quedará  el  negocio  llano,  y.ataparémos  las  bocas  á 
•quien  quisiere  maliciar,  aunque  hasta  agora  no  sé  que 
lo  haya  hecho  ninguno.  Pero  sé  que  los  padres  sobre- 
dichos y  otros  no  me  quieren  muy  bien,  y  cuanto  cre- 
ce la  afición  pública  de  la  escuela  para  conmigo,  tanto 
debe  ser  mayor  su  mala  afición.  Suplico  á  vuestra  re- 
verencia trate  con  el  señor  Arzobispo,  y  le  suplique 

(a)  Esta  carta  de  frat  Luis  de  León  es  autógrafa.  En  el  enca- 
bezamiento se  halla  escrito  de  otra  letra  lo  siguiente  :  « En  Valla- 
dolid,  á  30  de  julio  de  137-2  años,  la  presentó  ante  los  señores 
inquisidores  licenciados  Diego  González  é  Francisco  Realiego, 
en  la  audiencia  de  la  tarde,  el  padre  prior  de  Granada  fray  Her- 
nando de  Peralta,  y  dijo  habérsela  escripto  el  padre  fray  Luis  de 
León.— Ante  mí,  Osario.— De  otra  letra  se  lee  mas  abajo  :  «Carta 
que  escribió  fray  Luis  al  prior  de  Granada  de  su  orden,  que  le 
enviase  el  cuaderno  sobre  lo  de  la  Vulgata. » 

(*)  Era  don  Pedro  Guerrero  arzobispo  de- Granada. 

{O  Los  dominicos. 


LUIS  DE  LEÓN.  xxiii 

nos  haga  esta  merced  de  firmar  en  ese  papel  lo  que  su 
señoría  sintiere,  porque  importa  lo  que  he  dicho,  y 
será  servicio  de  Dios  sosegar  los  pechos  de  algunos  y 
atajar  intentos  maliciosos,  lo  cual  hará  su  parecer  mas 
que  el  de  ninguno  otro  ,  por  su  mucha  autoridad  y  re- 
putación en  doctrina  y  en  virtud.  Este  hombre  no  va 
á  otra  cosa,  sino  á  esto.  Y  pues  vuestra  reverencia  ve  lo 
que  puede  importar,  bien  sé  que  no  tengo  necesidad 
de  ponelle  en  ello  mas  espuelas.  En  ninguna  manera 
venga  sin  este  recaudo. 

En  lo  que  vuestra  reverencia  me  escribe  de  los  di- 
neros que  habia  de  enviar  el  señor  dotor  Peralta,  ya 
están  en  mi  poder.  Son  diez  ducados ;  guardallos  he, 
como  vuestra  reverencia  manda,  hasta  la  buena  venida 
de  vuestra  reverencia. 

En  lo  de  la  estada  de  Madrid  vuestra  reverencia  se 
moverá  por  causas  muy  justas.  Lo  que  es  de  mi  parte, 
que  es  si  yo  puedo  ó  pudiese  algo  en  ello  servir  como 
dtíbo ,  vuestra  reverencia  está  tan  cierto  de  mí  como 
de  sí  en  esto  y  en  todo  lo  que  yo  pudiere.  Nuestro  Se- 
ñor la  muy  reverenda  persona  de  vuestra  reverencia 
guarde  en  su  santo  servicio.  Son  en  Salamanca,  1 3  de 
marzo  de  1S72. 

En  lo  de  mis  gentes  no  sé  qué  decirme ,  sino  enco- 
mendallo  á  Dios  ;  y  habré  de  ir  por  allá  y  tomar  algún 
medio  con  ellos. 

Vuestra  reverencia  me  escriba  cuando  llegue  este 
mensajero ,  y  ni  mas  ni  menos  cuando  sale  de  allá.  Él 
esperará  todo  lo  que  vuestra  reverencia  le  mandare  para 
traer  la  respuesta. 

Envío  dos  traslados  de  la  cuestión.  Suplico  á  vues- 
tra reverencia  que  la  firma  y  parecer  del  Arzobispo  se 
traiga  en  el  uno  y  en  el  otro. — Hijo  de  vuestra  reveren- 
cia ,  Fray  Luis  de  Lean. 

El  sobre  dice:  «Al  muy  reverendo  padre  el  prior  fray 
Hernando  de  Peralta,  prior  de  San  Agustín  de  Gra- 
nada.» 

CARTA  Y  PARECER  DE  FRAY  MANTIUS  HERNÁNDEZ. 

Recibida  en  3  de  mayo  1372. 

Leída  la  relación  de  fray  Luis  de  León  ,  De  ratione, 
aucthoritate  et  interpretalione  Sacrae  Scripturae,  y 
notados  los  lugares  della,  en  especial. en  la  cuestión 
de  la  traslación  de  los  setenta  intérpretes  y  en  la  si- 
guiente de  la  traslación  latina  Vulgata ,  que  están  en 
los  cuadernos  tercero  y  cuarto ,  habla  con  demasiada 
libertad  de  palabras  que  parece  diminuir  la  autoridad 
que  á  la  Vulgata  edición  se  da  en  el  santo  concilio, 
usando  frecuentisimamente  destas  palabras :  malé,per- 
perám ,  inconcinné ,  obscuré  vertit,  et  rneliús ,  pro- 
priús,  clariús ,  signiftcantiüs  vertisset ,  y  otras  tales 
palabras  muy  ordinarias  á  los  judíos  y  herejes ;  demás 
que,  muchos  de  los  argumentos  que  conlra  la  Vulgata 
hace  son  también  á  los  herejes  comunes,  y  parece  pre- 
tender dar  solución  á  los  argumentos  con  que  los  ca- 
tólicos defienden  la  autoridad  de  la  edición  Vulgata. 

Los  lugares  que  trae  en  la  proposición  segunda,  ale- 
gados por  el  concilio  Müevitano  y  por  el  Africano ,  no 
son ,  como  él  dice,  de  la  Vulgata,  sino  de  la  traslación 
latina  de  los  Setenta,  como  parece  en  los  márgenes  de 
los  mesraos  concilios  y  por  el  texto  de  la  mesma  tras- 


XXIV 

lacion.  ítem,  que  los  lugares  que  enmienda  por  el 
griego  y  hebreo ,  teniendo  la  significación  común  que 
le  da  la  Vulgata  y  la  que  él  pone ,  es  mucho  atrevi- 
miento poner  por  mejor  la  suya  que  la  que  da  la  Vul- 
gata ,  que  aprueba  la  Iglesia. 

La  proposición  tercera  en  la  segunda  hoja  del  cuarto 
cuaderno  suena  mal ,  que  dice  :  «  Cum  in  hebraica  ve- 
»ritate  verba  aut  sententiae  equivocae  sinl,  itíi  ut  in 
Mvarias  interpretationes  possint  adduci,  et  ex  illis  sig- 
«nificationibus  variis  Vulgata  editio  unam  elegerit ; 
))illa  non  est  ith  certa  ut  reliquae  sint  negligendae ; 
wirno  interdum  significatio  atque  sententia  quam  Vul- 
wgata  editio  non  expressil  sed  praetermissit ,  est  aptior 
watque  convenientior  ea  quam  expressit.»  Y  los  luga- 
res con  que  la  prueba  no  tienen  fuerza  para  ello,  por 
hacer  verísimo  y  elegantísimo  sentido  en  la  Vulgata, 
y  mejor  que  los  que  él  da ,  según  la  verdad  hebraica 
que  él  dice  y  traduce  siguiendo  los  rabinos  judíos. 

La  quinta  proposición  se  debe  moderar,  como  la  mo- 
dera el  mesmo  Cano ,  que  dice  que ,  siendo  varia  la 
lección,  se  siga  la  que  mas  y  mas  doctos  santos  si- 
guen. 

La  sexta  es  atrevida  y  temeraria,  y  sus  probaciones, 
donde  se  repiten  aquellas  palabras  significaiitiüs,  pro- 
priüs,  clariüs,  rneliüs,  perperám,  obscuré ,  inconcin- 
né,  minus  significanter,  parum  expressit,  etc. 

La  séptima  parece  lo  mesmo  y  errónea ,  y  la  primera 
probación  falsa  ,  y  la  segunda  mas  que  falsa ;  cuya  con- 
secuencia ,  no  solo  no  vale ,  empero  se  podria  de  allí 
inferir  que  lo  mesmo  seria  de  los  libros  y  partes  de  li- 
bros y  capíiulos ,  de  quien  se  dudó  en  los  tiempos  an- 
tiguos si  eran  canónicos  ó  no ,  que  los  debiera  desde 
el  principio  de  recibir  la  Iglesia,  lo  cual  no  hizo  hasta 
que  en  los  concilios,  sucediendo  los  tiempos,  los  fué 
por  canónicos  declarando. 

.La  octava  parece  no  declarar  bien  la  determinación 
del  concillo,  y  dejar  abierto  camino  para  las  varias  tras- 
laciones ,  según  las  cuales  dice  que  « studiosi  docent 
))aliqua  potuisse  meliiis  vertí ,  et  uno  eodemque  verbo 
wplures  esse  sensus  vel  certé  alíos  commodiores,  quam 
»ex  Vulgata  possint  haberi.»  Y  así,  es  una  determina- 
ción, á  lo  que  parece,  libre  y  atrevida  demasiadamen- 
te ,  aunque  no  hay  en  ella  proposición  que  notoriamen- 
te sea  herética  ;  pero  tiene  comunicación  en  el  len- 
guaje y  en  el  intento,  que  parece  pretender  quitar  la 
autoridad  á  la  Vulgata,  que  es  lo  que  los  herejes  pre- 
tenden ,  y  darla  á  los  libros  griegos  y  hebreos ,  siendo 
cosa  averiguada  estar  en  muchas  partes  corruptos,  y 
que  es  peligroso  querer  por  ellos  emendar  los  latinos, 
por  tantos  centenarios  de  años  usados  en  la  Iglesia,  y 
últimamente  tan  autorizados  por  el  santo  concilio. — 
Fr.  Alfonsus  Carrillo,  magístcr  prior.  —  Hay  una  rú- 
brica.— Fr.  V.  Mantius  //er/ianc/cz ,  pracsenlatus. — 
Hay  una  rúbrica. 

Recibiéronse  aun  después  de  estos  notables  escritos 
algunas  declaraciones  mas,  cómela  de  un  criado  del  mis- 
mo FBAV  Liis,  la  de  un  agustino  llamado  fray  Alonso 
Siliieiite  y  la  de  otro  por  nombre  fray  Antonio  de  Vclas- 
co,  que  versaron  sobre  el  hecho  de  haber  remitido  el  acu- 
sado las  ya  mencionadas  proposiciones  para  que  se  las 
diese  á  leer  al  arzobispo  de  Granada. 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


En  esto  se  presentó  ya  en  Salamanca,  ante  el  notario 
y  escribano  público  y  apostólico  García  de  Malla,  el  ve- 
cino de  la  misma  ciudad  Diego  de  Valladolid  ,  quien 
respondió  con  su  persona  y  bienes  de  que  fray  Luis  ida 
sin  fugarse  á  la  villa  y  cárcel  de  Valladolid  con  el  sugeio 
ó  sugetosque  Diego  González,  inquisidor  de  esta,  le  en- 
viase. Se  condenó,  en  caso  de  fuga  del  acusado,  al  pago 
de  dos  mil  ducados,  renunciando  su  fuero  y  poniéndose 
bajo  la  jurisdicción  de  los  inquisidores. 

Otorgóse  esta  fianza  á  2o  de  marzo  de  1572  (ff),  y  el  26  se 
dio  ya  mandamiento  de  prisión  contra  nuestro  autor, 
que  luego  de  estar  en  las  cárceles  de  Valladolid  extendió 
de  su  propio  puño  y  letra  la  siguiente  protesta,  por  si 
muriese  preso;  y  pidió  lo  contenido  en  otro  escrito,  que 
también  publicamos. 

PROTESTACIÓN  DE  FE  QUE  HIZO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN  ESTANDO  EN 
LAS  CÁRCELES  DEL  SANTO  OFICIO  DE  VALLADOLID  ,  TEMIENDO 
MORIR  EN  LA  PRISIÓN.    • 

(Autógrafa.) 

El  encabezamiento  dice: 

Protestación  de  fray  Luis  sobre  si  le  tomare  la  muerte 
súbitamente. 

IHS. 

Porque  no  sé  lo  que  Dios  será  servido  ordenar  do 
mí,  ni  cuando  ni  cómo  querrá  su  Majestad  llamarme, 
para  descanso  de  mi  conciencia  quise  poner  aquí  las  co- 
sas siguientes : 

Lo  primero ,  yo  protesto  delante  de  la  Majestad  de 
Dios  y  de  mi  redentor  Jesucristo,  universal  Señor  y 
juez  de  los  vivos  y  los  muertos,  y  en  presencia  de  sus 
santos  ángeles ,  que  vivo  y  muero ,  viviré  y  moriré  en 
la  fe  y  creencia  que  tiene  y  cree  la  santa  madre  Iglesia 
católica,  apostólica,  romana,  á  cuya  santa  doctrina,  co- 
mo á  doctrina  verdadera  y  enseñada  porelEspírituSan- 
to,  subjeclo  todo  mí  seso  y  entendimiento,  con  ánimo 
cierto  y  deseoso  de  morir  por  la  confesión  y  defensión 
della  todas  las  veces  que  se  ofreciere  ocasión. 

Lo  segundo,  confieso  delante  del  cíelo  y  de  la  tierra 
que  el  tiempo  de  mi  vida  que  recibí  de  la  mano  de  Dios 
para  conocelle  y  amalle,  y  una  multitud  de  gracias  y 
mercedes  que  en  el  discurso  della  he  recebido  del  mis- 
mo para  el  mismo  propósito ,  todo  lo  he  perdido  y  mal 
empleado,  viviendo  como  hombre  sin  ley,  lleno  de  in- 
gratitud y  fealdad ,  y  de  infinilos  pecados  graves  y  enor- 
mes ,  por  los  cuales  confieso  que  merezco  debidamen- 
te muchos  infiernos,  sin  liaber  de  mí  parte  cosa  que  me 
valga  ni  me  disculpe.  Los  cuales,  así  como  los  tengo 
confesados  á  mis  confesores,  los  confieso  agora  en  es- 
te papel  con  entrañable  dolor;  y  si  me  faltare  lengua 
para  pedillo,  por  este  papel  pido  á  cualquier  de  mis 
confesores  que  se  Jiallare  presente  al  tiempo  de  mi 
muerte,  que  me  absuelva  dé  todos  ellos,  porque  desde 
agora  para  entonces  digo  que  yo  les  confieso  todo  lo 

(a)  Unídse  al  proceso,  después  de  esta  fianza,  un  tcslimonio  li- 
brado por  Pedro  Pérez  de  Ulllvarri,  notario  público  apostiílico  y 
del  serrólo  del  oficio  de  la  Santa  Iii(|iiisicion  de  los  obisjiados  de 
Cuenca  y  de  Sigüenza,  do  haberse  instruido  ¡iroccso  contra  algu- 
nos ascendientes  de  fray  Luis  por  judaizantes.  Unióse  con  el 
objeto  de  probar  que  frat  Luis  era  descendiente  de  judíos ,  y  por 
lo  tanto  sospechoso,  después  de  haber  declarado  tantos  que  pre- 
fería los  autores  judíos  á  los  cristianos  para  la  exposición  ó.  inter- 
pretación de  las  viejas  escrituras. 

Lo  ponemos  por  nt»ta  por  no  interrumpir  la  marcha  de  los 
autos. 


CONTRA  FRAY 

que  á  cualquiera  dellos  tengo  en  diversas  veces  confe- 
sado; y  me  acuso  gravemente  de  todo,  agora  por  en- 
tonces ,  y  entonces  por  agora ;  y  como  reo  que  conoce 
su  culpa,  y  puesto  delante  del  tribunal  de  Cristo,  Señor 
y  juez  supremo,  se  acusa  della,  postrado  por  el  suelo, 
pido  y  suplico  ala  majestad  de  su  grandeza  que,  como 
•  es  juez  para  juzgarme,  se  acuerdequees  también  ber- 
mano  mió  dulcísimo  y  blandísimo  para  haber  miseri- 
cordia de  mí  y  perdonarme.  Ante  el  cual ,  así  como  co- 
nozco y  confieso  la  multitud  y  gravedad  de  mis 'cul- 
pas ,  así  para  descargo  dellas  ofrezco  y  presento  el  te- 
soro y  valor  infinito  de  su  sangre,  de  su  bendita  pasión, 
de  sus  divinos  ydquísimos  méritos,  los  cuales  quiero 
por  su  divino  don  que  sean  mios;  y  creo  en  él  y  es- 
pero en  él,  y  le  amo  sobre  todas  las  cosas ;  en  quien  so- 
lo mi  corazón,  aunque  mas  pecador  que  ningún  otro 
hombre,  confia  y  descansa. — Fray  Luis  de  León. 

COSAS  QUE  PIDIÓ  FRAY  LUIS  DE  LEÓN  Á  LOS  INQUISIDORES  EN  31 
DE  MARZO  1572,  HALLÁNDOSE  PRESO  EN  LAS  CÁRCELES  DEL 
SANTO  OFICIO   DE  VALLADOLID. 

El  encabezamiento  dice  : 

En  Valladolid,  á  51  de  marzo  1572  años,  ante  los  señores 
inquisidores  doctor  Guijano  de  Mercado  y  licenciado 
Francisco  Realiego ,  en  la  audiencia  de  la  mañana,  el 
dicho  fray  Luis  pidió  lo  contenido  en  esta  memoria. 

Una  imagen  de  Nuestra  Señora  ó  un  Crucifijo  de  pin- 
cel.—Las  Quinquagenas  de  san  Agustín — El  tomo  de 
sus  obras  donde  están  los  libros  De  doctrina  cristiana. 
— Un  San  Bernardo. — Un  fray  Luis  de  Granada,  Deora- 
cion. — Unasdisciplinas. — Todo  esto  mandará  luego  pro- 
veer el  padre  prior  de  San  Agustín,  fray  Gabriel  Pine- 
lo,  siendo  servidos  estos  señores  dello.  Y  suplico  á  sus 
mercedes  sean  servidos  dar  licencia  para  que  se  le  di- 
ga al  dicho  padre  prior  que  avise  á  Ana  de  Espinosa, 
monja  en  el  monasterio  de  Madrigal,  que  envíe  una  ca- 
ja de  unos  polvos  que  ella  solia  hacer  y  enviarme  para 
mis  melancolías  y  pasiones  de  corazón,  que  ella  sola  los 
sabe  hacer,  y  nunca  tuve  dellos  mas  necesidad  que  ago- 
ra ;  y  sobre  todo,  que  me  encomiende  á  Dios  sin  can- 
sarse. También  proveerá  el  dicho  padre  prior,  si  se  le 
pide,  un  candelero  de  azófar  y  unas  tijeras  de  despa- 
vilar.  También,  si  sus  mercedes  fuesen  servidos,  torno 
á  suplicar  se  me  dé  un  cuchillo  para  cortar  lo  que  co- 
mo; que  por  la  misericordia  de  Dios,  seguramente  se 
me  puede  dar;  que  jamás  deseé  la  vida  y  las  fuerzas 
tanto  como  agora ,  para  pasar  hasta  el  fin  con  esta  mer- 
ced que  Dios  me  ha  hecho ,  por  la  cual  yo  le  alabo  y 
bendigo. — Fray  Luis  de  León. 

Le  otorgó  el  tribunal  lo  que  pedia,  y  le  mandó  compa- 
recer ante  su  audiencia  del  13  de  abril,  donde  fray  Luis 
declaró  muy  al  pormenor  toda  su  genealogía,  manifestó 
dónde  habia  pasado  los  años  de  su  vida  («) ,  dio  noticia 
de  la  confesión  que  llevaba  redactada  y  liemos  publicado 
en  este  extracto  ,  y  pidió  papel  para  disipar  por  escrito 
todas  las  sospechas  que  contra  él  creia  suscitadas.  En  la 
segunda  audiencia,  celebrada  el  18  del  mismo  mes,  pre- 
sentó ya  FRAY  Luis  el  escrito,  que  continuamos  integro, 
con  una  adición  que  luego  hizo. 

Ilustres  señores:  Yo,  el  maestro  fray  Luis  de  León, 

fraile  profeso  de  la  orden  del  glorioso  padre  san  Agus- 

(3)  Véase  la  Vida  escrita  por  Mayans,  que  precede  en  este  tomo. 


LUIS  DE  LEÓN.  xxv 

tin,  y  conventual  en  el  monasterio  de  San  Auguslin  de 
Salamanca,  do  la  mismo  orden,  respondiendo  á  lo  que 
en  la  primera  audiencia  por  vuestras  mercedes  me  fué 
preguntado ,  si  sabia  ó  entendía  la"  causa  por  qué  estoy 
preso,  digo:  Que  en  5  del  mes  de  marzo  pasado  deste 
presente  año  de  lb72,  yo  hice  de  palabra  una  confe- 
sión delante  del  ilustre  señor  inquisidor  Diego  Gonzá- 
lez, y  presenté  unas  ciertas  proposiciones  que  yo  habia 
leído  acerca  de  la  edición  Vulgata ;  y  otro  día,  que  fué 
á  6  de  marzo,  á  la  una  después  de  mediodía,  torné  á  ha- 
cer la  misma  confesión  y  presentación  por  escrito,  por- 
que así  me  fué  mandado;  á  las  cuales  confesiones  y 
presentaciones  me  refiero.  Y  de'spues,  á  23  ó  24  del  di- 
cho mes,  el  dicho  señor  inquisidor  me  mandó  prender, 
y  después  acá  yo  he  pensado  muchas  veces  y  muchos 
ratos  sobre  la  causa  desta  mi  prisión  ,  y  se  me  han 
ofrecido  muchas  cosas  que  sospechar ,  que  son  las  si- 
guientes. 

Primeramente  he  sospechado  que  por  ventura  aque- 
lla mi  confesión  y  presentación  no  fué  hecha  en  tiem- 
po;  y  es  verdad  que  un  poco  antes  de  las  vacaciones 
pasadas  yo  comencé  á  entender  que  fray  Bartolomé  de 
Medina,  fraile  dominico,  trataba  de  poner  algún  escrú- 
pulo en  las  dichas  proposiciones,  y  en  los  Cantares,  que 
declaré  en  romance;  y  aquellas  vacaciones  quise  venir 
aquí  á  presentarme  ante  vuestras  mercedes ,  y  todas 
ellas  estuve  muy  enfermo.  Y  después  de  San  Lúeas  yo 
y  el  maestro  Graj al  hablamos  al  maestro  Francisco  San- 
cho, comisario  de  vuestras  mercedes,  y  le  dijimos  el 
escándalo  que  nos  decían  que  andaba  haciendo  el  di- 
cho fray  Bartolomé,  y  le  pedímos  que,  pues  él  sa- 
bia todo  lo  que  nosotros  decíamos,  y  nos  juntábamos 
todos  los  maestros  teólogos  con  él  ordinariamente,  que 
hiciese  con  el  dicho  fray  Bartolomé  que  dijese  en  una 
congregación  qué  era  lo  que  le  ofendía,  y  que  nosotros 
ni  teníamos  ni  queríamos  tener  otro  parecer  mas  de 
loque  á  él  y  á  aquellos  señores  pareciese.  Esto  nunca 
sehizo,  porqueel  fray  Bartolomé  oslaba  enfermo  enton- 
ces, y  poco  después  se  vino  aquíá  Valladolid,  y  yo  tor- 
né á  enfermar,  la  cual  enfermedad  me  duró  hasta  que 
el  dicho  señor  inquisidor  fué  á  Salamanca. 

Lo  segundo ,  he  sospechado  que  el  maestro  León  de 
Castro,  el  cual  me  quiere  mal  por  las  causas  que  diré 
cuando  por  vuestras  mercedes,  me  fuere  mandado,  de- 
nunció algo  contra  mí  el  mismo  día  que  yo  hice  la  di- 
cha confesión  por  escripío,  y  poco  antes  que  yo  la  hi- 
ciese; porque  cuando  fui  á  hacella,  estaba  el  dicho 
maestro  con  el  dicho  señor  inquisidor,  y  entendí  que 
procuró  que  yo  no  supiese  queestaba  allí.  Y  si  esto  es, 
yo  el  día  de  antes  había  hecho  la  dicha  mí  confesión  de 
palabra  y  presentado  las  dichas  proposiciones,  y  de- 
jádolas  en  poder  del  secretario. 

ítem  en  aquella  mi  confesión  declaré  que  habia  de- 
clarado en  romance  los  Cantares  de  Salomón,  y  no  de- 
claré que  habia  también  hecho  en  romance  una  decla- 
ración breve  sobre  el  salmo  Quaemadmodum  deside- 
rat  cervus  ,  y  oira  sobre  el  salmo  Usquequó  ,  Domine, 
oblivisceris  me  in  fmem.  He  sospechado  si  mí  prisión  ha 
sido  por  no  haber  declarado  esto.  Y  no  lo  declaré  por- 
que nunca  entendí  que  en  ello  habia  escrúpulo  ,  por 
esta  razón ,  y  es  que  los  dichos  dos  salmos  andan  enro- 


XXVI 

manee  en  la>  horas  de  Nuestra  Señora,  y  la  parte  de  la 
Sagrada  Escriíura  que  anda  en  romance,  nunca  se  en- 
tendió que  estaba  [trohibido  declaralla  en  romance, 
siendo  la  declarac¡on"buena  y  católica.  Y  si  en  esto  hay 
culpa,  yo  confieso  que  tenia  el  texto  del  libro  de  Job 
en  romance,  y  que  he  tenido  intento  de  hacer  sobre  él 
en  romance  una  declaración ;  verdad  es  que  si  la  hicie- 
ra, tenia  propósito  de  presentalla  á  los  comisarios  des- 
te  Santo  Oficio,  para  que  vista,  dieran  licencia,  confor- 
me á  lo  que  se  manda  en  las  reglas  del  catálogo  ro- 
mano. 

ítem  en  aquella  mi  confesión  yo  presenté  las  propo- 
siciones que  lei  acerca  de  la  Yulgata,  y  las  que  presen- 
té son  las  mismas  que  leí ,  á  todo  lo  que  entiendo;  solo 
hay  diferencia  que  cuando  las  leí  las  probé  con  muchos 
ejemplos;  y  en  aquel  papel,  para  probanza  dellas,  no 
puse  sino  pocos  ejemplos;  y  de  los  argumentos  contra- 
rios puse  solos  aquellos  en  cuya  solución  había  alguna 
dificultad.  He  sospechado  si  por  no  estar  aquello  que 
presenté  al  pié  de  la  letra  como  lo  leí,  he  sido  preso. 
Yo  lo  puse  asi  porque,  como  lo  enviaba  á  personas  doc- 
tas y  ocupadas,  no  quise  ofendellos  con  prolijidad;  pe- 
ro no  dejé  de  poner  ninguna  cosa  que  fuese  de  subs- 
tancia, á  lo  que  yo  entiendo.  Entre  mis  papeles  está 
puntualmente  como  yo  lo  leí,  y  porque  digo  puntual- 
mente, pocos  dias  después  que  lo  leí,  tornando  á  ver 
aquellos  papeles,  en  algunas  ¡lartes  donde  decia  que 
a'gunas  cosas  se  pudieran  trasladar  elrgantiüs,  aper- 
tiús,  aptiüs,  puse  non  minús  eleganter ,  non  minús 
ciperté ,  non  minús  apté,  y  otras  cosas  así;  y  una  so- 
lución de  un  argumento  púsela  mas  declarada. 

ítem  he  pensado  si  se  han  ofendido  vuestras  merce- 
des de  que  yo  hubiese  enviado  estas  dichas  proposicio- 
nes á  personas  doctas,  para  que  me  dijesen  su  parecer, 
y  consultádolas  sobre  ello.  Y  si  en  esto  hay  culpa,  yo 
confieso  que  he  cónsul  lado  sobre  ellas  al  señor  arzobis- 
po de  Granada  por  medio  del  prior  de  San  Agustín  de 
Granada,  y  que  pocos  dias  antes  que  me  prendiesen  re- 
ccbí  una  carta  del  dicho  prior,  en  que  me  decia  que  el 
Arzobispo  lo  aproltaba  todo ,  y  que  no  podía  ser  la  in- 
tención del  concilio  otra  de  la  que  yo  declaraba  allí,  y 
que  siendo  necesario,  daría  su  parecer  íirniado ;  y  yo  le 
torné  á  escribir  con  incnsajero  propio  que  era  necesa- 
rio su  parecer,  y  entiendo  que  la  re-puesta  está  ya  en 
Salamanca  (a).  Tand)ien  confieso  que  escrebí  á  Flándcs 
al  maestro  Benílo  .\rias  Montano  sobre  lo  mismo,  pi- 
diéndole que  las  mostrase  á  los  maestros  de  Lova¡iia,y 
hiciese  que  diesen  su  parecer.  No  he  tenido  respuesta, 
y  el  maestro  Grajal  creo  que  me  dijo  que  las  Uabia  él 
también  enviado  á  Romaá  no  sé  qué  personas  doctas, 
amigos  suyos,  creo  que  á  Pedro  Chacón,  para  consultar 
el  parecer  de  los  teólogos  de  aquella  corte.  Y  á  Sevilla 
les  envié  también  á  im  fraile,  para  que  iiiciese  la  mis- 
ma diligencia  con  los  teólogos  de  aquella  ciudad,  y  me 
envió  líos  ó  tres  firmas  de  aprobación.  Creo  que  están 
entre  mis  papeles. 

ítem,  cuando  me  gradué,  pregunté  en  un  cuolibeto 

ífli  Al  mirgpn  pone  de  su  misma  letra  :  «Creo  íjiic  oslará  en 
poder  del  padre  prior  de  San  Augustin.  Del  mensajero  podrú  de- 
cir Domingo  llapon ,  criado  mío ,  rjue  está  en  Salamanca.  Acude  á 
San  Augustin.» 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


si  el  pan  y  vino  que  trujo  Melquísedech  á  Abrahan  ,  si 

fué  para  hacer  sacrificio  ó  para  que  comiese  Abrahan 
y  su  gente.  Tuve  la  sentencia  de  san  Crisóstomo  y  de 
san  Jerónimo  en  algunos  lugares,  que  fué  para  queco- 
míese  Abrahan  y  su  gente,  aunque  aquel  hecho  fué  fi- 
gura del  santo  sacrificio  del  altar.  Presidia  fray  Domin- 
go de  Soto ;  parecióle  bien  á  él  y  á  todos  los  maestros 
que  estaban  presentes;  no  sé  si  después  acá  se  ha  ofen- 
dido alguno.  Y  leyendo  De  Eucharistia  ,  no  me  puedo 
acordar  si  torné  á  tratar  la  misma  cuestión ,  ni  si  tuve 
la  opinión  primera  ó  la  contraria,  ó  las  dejé  entramas 
por  probables. 

ítem,  leyendo  De  libero  arbitrio,  en  la  prin\eraletu- 
ra ,  porque  lo  he  Icido  dos  veces  ,  después  de  haber 
puesto  la  conclusión  católica  contra  Lulero,  que  tene- 
mos libertad  de  albedrío,  yprobádola  con  muchos  tes- 
limonios  de  Escritura  y  de  santos  y  concilios,  dije: 
Algunos  doctores  traen  también,  para  probar  esta  ver- 
dad, aquello  del  salmo  Anima  ?«ea  in  manibus  meis 
seivper,  et  Irgem  tuam  ,g[c.;  pero  esto  no  lo  prueba 
tanto;  porque  traer  el  alma  en  las  manos,  dicen  que  es 
manera  de  hablar  hebrea ,  y  vale  lo  mismo  que  traer  la 
vida  en  peligro,  como  dicen  en  español:  «Traigo  la  vi- 
da jugada  á  los  dados.»  No  sé  sí  desto  se  ha  ofendido  al- 
guno. Yo  en  solo  fray  Alonso  de  Castro  he  visto  traer 
aipiellas  palabras  para  probar  la  libertad  del  albedrío. 

ítem,  leyéndola  materia  De  angelis,  tratando  de  las 
diversas  maneras  en  que  se  tomaba  esta  palabra  án- 
gelus en  la  Santa  Escritura,  entre  otras,  dije  que  se 
llamaban  algunas  veces  así  los  elementos  del  aire  y 
del  fuego,  de  que  Dios  usaba  como  de  ministros  para 
castigo  de  los  malos  y  defensa  de  los  buenos ;  y  entre 
otros  lugares  de  la  Escritura  que  truje^iara  prueba  des- 
to, me  [larece  que  truje  aquello  del  salmo  :  (iQuí  facit 
))angelos  suos  spirítus  el  ministros  suos  ígnem  uren- 
))lem.  »  Y  no  me  acuerdo  si  en  la  cátedra  ó  después  á 
la  puerla,  oponiéndoseme  que  el  señor  san  Pablo,  en 
la  epístola  ^(/  hebracos,  trae  aquellas  palabras  del  sal- 
mo, entendiéndolas  de  los  ángeles,  que  son  substancias 
espirituales,  respondí  que  se  podían  declararen  el  un 
sentido  y  en  el  otro,  y  que  el  uno  no  dañaba  al  otro, 
antes  ayudaba.  No  sé  si  dcslo  se  ha  ofendido  alguno. 
La  ra/.on  que  yo  entiendo  en  eslo  que  he  dicho,  dalla 
he  cuando  por  vuestras  mercedes  me  fuere  mandado. 

ítem,  leyéndola  materia  De  elcemosinn  muchos  años 
há,  tratando  de  aquellas  palabras  del  Evangelio,  quod 
superest  dateeleeiñosinam,  etc.,  las  cuales  se  declaran 
dedos  maneras:  la  una  así  como  suena;  la  otra,  y  creo 
que  es  declaración  de  Teofilaclo,que  están  dichas  como 
por  ironía,  como  diciendo:  «Robáis  lo  ajeno,  y  pensaréis 
después  que  con  dar  algo  de  lo  que  os  sobra,  de  limos- 
na, toilo  queda  limpio.»  No  me  acuerdo  bien  si  seguí  ó 
preferí  esla  segunda  declaración,  y  podría  ser  que  se 
liubiese  ofendido  alguno  del  lo. 

ítem,  leyendo  la  materia  De  praedestinatione,  yira- 
lando  de  la  causa  della,  y  de  una  opinión  de  Enrique 
de  Gandavo ,  que  es  opinión  de  lodos  los  santos  que 
precedieron  á  san  Augustin,  puse  una  conclusión  que 
decia  así :  «Opinio  Heiirici,  si  recle  intelligatur,  non 
»est  omninu  iuiprobabilis;»  y  protesté  en  ella  la  cor- 
rección de  la  Iglesia.  Y  luego  consiguientemente  puse 


CONTRA  FRAY 
otra  en  que  decia  que  la  sentencia  verdadera,  y  la  que 
se  liabia  de  seguir,  era  la  de  san  Augustin  y  de  santo 
Tomás,  y  así  la  fundé  y  seguí,  y  quedé  con  ella.  No 
sé  si  alguno  se  ha  ofendido  de  haber  dicho  yo  que  la 
opinión  de  Enrico  no  era  del  todo  improbable. 

ítem,  leyendo  la  materia  De  Eucharistia,  traté  si  el 
sacramento,  en  los  que  le  reciben  dignamente,  demás 
de  la  gracia  que  infunde  en  el  alma,  produce  en  el  cuer- 
po alguna  buena  calidad  y  inclinación  á  lo  bueno.  Y  pro- 
testando la  censura  de  la  Iglesia  ,  tuve  que  sí ,  porque 
es  sentencia  clara  de  san  Cirillo  y  Crisóstomo  y  otros 
santos,  y  entre  ellos  creo  que  es  san  León  papa,  y  en- 
ciende mas  á  la  devoción  de  este  santo  sacramento;  y 
el  maestro  Mancio  tiene  la  misma  opinión.  No  sé  si  á 
alguno  le  ha  parecido  novedad. 

Ítem,  leyendo  en  la  materia  De  fide  de  la  Sagrada  Es- 
critura, y  tratando  de  la  traslación  que  hicieron  los  se- 
tenta intérpretes,  tuve  que  los  dichos  intérpretes,  en 
la  interpretación  que  hicieron  no  fueron  profetas,  sino 
intérpretes.  En  esto  seguí  al  señor  san  Jerónimo,  que 
lo  tiene  así  expresamente  ,  aunque  san  Augustin  y  otros 
parecen  tener- lo  contrario ;  pero  al  parecer  de  san  Je- 
rónimo se  llegó  el  juicio  y  el  hecho  de  la  Iglesia,  que 
desechó  del  uso  eclesiástico  á  la  traducción  de  los  Se- 
tenta, y  admitió  y  recibió  en  su  lugar  la  traducción  de 
san  Jerónimo,  que  agora  llamamos  Vulgata,  y  le  damas 
autoridad  que  á  otra  ninguna;  lo  cual  no  hiciera  la 
Iglesia  si  la  de  los  Setenta  fuera  hecha  por  el  Espíritu 
Santo.  Yo  por  esta  autoridad  y  juicio  de  la  Iglesia  me 
moví  á  poner  la  dicha  proposición  ;  y  bien  sé  que  el 
maestro  León  de  Castro  es  de  diferente  parecer;  pero 
no  sé  que  á  nadie  otro  haya  desagradado. 

ítem,  leyendo  De  anyelis,  y  tratando  del  pecado  de- 
llos,  tuve  que  la  soberbia  de  Lucifer  estuvo  en  que, 
siéndole  revelada  por  Dios  la  encarnación  de  Cristo,  y 
como  su  santísima  humanidad  había  de  ser  cabeza  de 
los  hombres  y  de  los  ángeles,  él,  fundado  en  su  perfec- 
ción, soberbiamente  se  desdeñó  deslo,  y  apeteció  para 
sí^aquella  dignidad;  y  concordé  con  esta  sentencia  las 
demás  opiniones  que  parecen  diferentes.  Este  es  pare- 
cer del  señor  san  Bernardo  y  de  otros  muchos  doctores, 
antiguos  y  modernos,  y  nunca  vi  á  quien  le  pareciese 
mal,  sino  muy  bien.  Agora  todo  se  me  hace  temeroso. 

ítem,  leyendo  la  materia  De  legibus,  tratando  de  qué 
manera  es  verdad  lo  que  dicen  los  sanios,  que  á  los  de 
la  ley  vieja  prometió  Dios  premios  terrenales,  y  á  los  del 
Evangelio  espirituales  y  eternos  ,'  puse  tres  ó  cuatro 
proposiciones  en  declaración  desto,  como  parecerá  por 
el  papel  de  mi  lectura,  al  cual  me  refiero.  Las  cuales 
proposiciones,  á  lo  que  yo  alcanzo  ,  son  conformes  al 
señor  san  Pablo  y  á  los  santos  ,  y  las  contrarias  tiene 
Calvino,  hereje  ;  y  los  que  escriben  contra  él  dicen  lo 
que  yo  allí  dije.  No  sé  si  á  alguno,  por  no  entendello 
bien,  le  ha  parecido  nuevo. 

ítem ,  leyendo  la  misma  materia,  y  tratando  de  la  ley 
evangélica  y  de  su  gran  excelencia ,  dije  que  en  la  ley 
evangélica  habia  leyes  y  preceptos  que  mandaban  y 
prohibían ,  como  son  los  de  los  sacramentos  y  otros  ; 
pero  que  habia  otra  cosa  mas  que  esto,  que  era  solo  de 
la  ley  evangélica ,  y  lo  principal  della  en  esta  razón ,  y 
era  que  infundía  gracia  en  el  ánima ,  por  la  cual  daba 


LUIS  DE  LEÓN.  xxvn 

fuerzas  para  lo  que  mandaba ,  y  inclinaba  á  ello ,  y  que 
esta  ley  y  inclinación  de  gracia  era  propia  del  Evange- 
lio, y  no  de  otra  ley  alguna.  Y  en  esta  sentencia  puse 
no  sé  cuántas  proporciones,  como  parecerá  por  mi  lec- 
tura. Es  sentencia  expresa  de  san  Augustin  y  de  santo 
Tomás  y  del  concilio  Coloniense ,  y  de  fray  Pedro  de 
Soto,  confesor  del  Emperador,  en  una  apología  que  es- 
cribió contra  ciertos  herejes.  Es  verdad  que  es  cuestión 
que  no  se  trata  ordinariamente,  y  así,  no  sé  si á  algu- 
no-le  ha  parecido  cosa  nueva,  aunque  á  la  verdad  es 
de  lo  mas  cierto  y  antiguo  que  hay  en  la  doctrina  ecle- 
siástica, á  lo  que  yo  entiendo. 

ítem,  en  la  lectura  que  he  dicho  que  leí  de  la  Sagra- 
da Escritura  y  sus  interpretaciones ,  declaré  muchos 
pasos  de  la  Escritura  que  se  ofrecían ,  de  los  cuales  yo 
no  tengo  ni  puedo  tener  memoria  sino  es  viendo  mis 
papeles.  En  común  me  acuerdo  que  siempre  iba  arri- 
mado á  doctores  católicos,  cuyos  libros  y  personas  es- 
taban rcccbidos.  No  sé  si  entre  tantos  lugares  hay  al- 
guno cuya  declaración  haya  ofendido  á  alguna  per- 
sona. 

ítem,  en  once  años  ó  poco  menos  que  há  que  leo  en 
Salamanca ,  he  asistido  á  muchas  disputas  y  confe- 
rencias ,  así  en  las  escuelas  como  en  particulares  con- 
gregaciones que  ha  hecho  la  facultad  de  los  teólogos 
para  cosas  que  se  nos  mandaban  por  los  señores  del 
supremo  consejo  de  la  Santa  Inquisición.  Es  imposible 
acordarse  memoria  de  hombre  de  todo  lo  que  en  las  di- 
chas juntas  se  ha  dicho,  mayormente  que  con  la  cólera 
de  la  disputa ,  algunas  veces  salen  de  todos  los  térmi- 
nos de  razón  y  modestia  los  hombres ,  y  se  ciegan  de 
manera,  que  dende  á  poco  ellos  mismos  no  saben  lo  que 
han  dicho.  Pero  lo  que  yo  me  puedo  acordar,  y  que  me 
puede  hacer  alguna  sospecha ,  si  alguno  lo  ha  querido 
caluniar ,  es  lo  siguiente : 

En  las  escuelas,  presidiendo  yo  á  un  acto,  se  vino  á 
tratar  por  ocasión  de  un  argumento,  de  la  opinión  de 
santo  Tomás ,  que  dice  que  ha  lugar  la  corrección  fra- 
terna con  los  herejes ,  si  se  tiene  esperanza  cierta  que 
aprovechará.  Yo  dije  que  en  un  caso  que  yo  figuraría, 
me  parecía  que  podría  tener  aquello  lugar,  y  el  caso  fué 
este :  si  yo  tuviese  un  amigo  con  quien  hubiese  tratado 
por  gran  espacio  de  años ,  y  en  todos  ellos  tuviese  ex- 
periencia que  se  gobernaba  por  mi  parecer  ,  y  que  en 
cualquier  cosa  que  yo  le  decia  ó  vedaba  me  obedecia; 
si  al  cabo  deste  tiempo  entendiese  que  daba  en  algún 
error  por  no  entender  mas;  que  le  podría  avisar  que 
era  engaño  aquello ,  y  que  la  doctrina  católica  no  lo  su- 
fría. Dijeron  los  maestros  que  estaban  presentes:  «En 
eso  no  liay  duda,  porque  el  tal  no  es  hereje,  pues  yer- 
ra por  ignorancia.  »  No  dije  mas  desto ,  sino  que  estan- 
do diciendo  esto,  me  acuerdo  que  los  estudiantes  que 
estaban  apartados  de  la  cátreda  hicieron  señal  que  al- 
zase la  voz ,  porque  estaba  ronco  y  no  me  oían  bien, 
y  yo  dije  entonces  :  u  Estoy  ronco ,  y  mejor  es  decillo 
así  paso,  porque  no  nos  oigan  los  señores  inquisido- 
res.» No  sé  si  desto  se  ofendió  alguno.  El  caso  que  puse 
bien  sé  que  pareció  bien  á  los  padres  dominicos  enton- 
ces; agora  no  lo  sé. 

ítem,  en  una  congregación  de  las  que  hicimos  sobre 
la  enmienda  de  la  Biblia  de  Vatablo,  que  nos  cometió 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


XXVIII 

el  consejo  de  la  Santa  Inijuisicion ,  el  salmo  3."  Va- 
tablo  entiéndelo  á  la  letra  de  la  persona  de  David.  El 
maestro  León  de  Castro  porliaba  que  no  se  podia  su- 
frir aquello,  porque  lodos  los  safitos  lo  entendían  de 
Cristo  nuestro  redentor.  Yo  defendí  que  podia  pasar  lo 
que  decía  Yatabio ,  por  dos  razones :  la  una  ,  porque 
muchos  santos  y  otros  lo  entendían  como  Vatablo,  y 
alegué  á  Eutimio,  y  á  san  Crisóstomo,  y  á  Teodoreto, 
y  á  Beda  y  á  Nicolao  de  Lira ,  que  lo  entienden  así ,  y 
al  titulo  del  mismo  salmo;  y  lo  segundo,  porque ,  según 
la  sentencia  de  san  Auguslín  y  de  santo  Tomás,  un 
mismo  paso  de  la  Escritura  y  un  mismo  salmo  puede 
tener  dos  y  mas  sentidos  literales ,  diferentes  unos  de 
otros;  y  así  pareció  á  aquellos  señores  maestros ,  si  no 
fué  al  maestro  León  de  Castro. 

ítem,  otro  día  en  aquellas  mismas  congregaciones 
me  acuerdo  que  porque  el  maestro  León  porliaba  que 
tolos  los  salmos  se  entendían  á  la  letra  de  la  persona 
de  Cristo,  lo  cual,  á  mí  parecer,  no  se  puede  decir, 
dije  que  unos  salmos  se  entendían  de  la  persona  de 
Cristo,  y  en  ninguna  manera  de  la  de  David,  y  puse 
ejemplo  en  algunos;  otros  se  entendían  de  David ,  y  no 
de  Cristo,  como  el  salmo  de  Miserere;  otros  se  enten- 
dían de  entramos  en  cosas  en  que  David  fué  figura  de 
nuestro  redentor  Jesucristo;  otros  ni  hablaban  de  Da- 
vid ni  de  Cristo ,  sino  eran  dotrinales ,  que  daban  pre- 
ceptos y  consejos  santos  para  bien  vivir.  Todos  los 
maestros  aprobaron  esto,  si  no  fué  el  dicho  maestro 
León. 

ítem ,  me  acuerdo  que  otro  día  en  las  mismas  con- 
gregaciones, tratando  sobre  las  exposiciones  nuevas  que 
daba  Vatablo,  y  en  qué  manera  se  habían  de  admitir 
ü  desechar,  mi  parecer  fué  este:  que  cuando  los  santos 
en  la  declaración  de  un  lugar  están  diferentes,  y  la  Igle- 
sia no  ha  escogido  mas  la  una  parle  que  la  otra,  que  el 
católico  puede  libremente  allegarse  al  parecer  de  los 
santos  (|ue  mas  le  agradare;  pero  que  cuando  todos 
convienen  en  declarar  un  lugar  de  una  misma  manera, 
que  la  tal  declaración  se  ha  de  tener  por  cierta  y  cató- 
lica, mayormente  en  lo  que  locare  á  las  doctrinas  de 
la  fe  y  de  las  costumbres.  Pero  que  no  desechando  la 
tal  declaración,  sino  liníéndola  en  el  grado  de  venera- 
ción que  he  dicho,  si  se  diere  otro  senlído  que  no  sea 
contrario,  aunque  sea  diferente ,  el  cual  sentido  sea  ca- 
tólico y  de  sana  dolrina  ,  se  puede  el  lal  aihnilir  ,  pero 
en  grado  de  muy  menor  autoridad  que  el  primero  que 
dan  los  santos,  y  probélo  por  razones  y  autoridades  e.\- 
prcsas  de  san  Auguslín.  Esto  descontentó  al  maestro 
León ;  pero  acuerdóme  que  el  maestro  Francisco  San- 
cho lo  aprobó  ,  y  alegó  cierto  paso  de  Arislótíles  para 
confirmación  dello,  en  que  declaraba  que  no  era  lo 
mismo  ser  una  cosa  contraria  que  ser  diferente,  y  asi 
lo  aprobaron  los  demás  maestros.  Y  conforme  á  aquesta 
regla,  fuimos  eiuneiidaiido  la  dicha  Hiblia,  y  donde  ha- 
llábamos algo  contrario  á  los  santos,  ó  de  no  buena 
doctrina,  lo  quiíábamos,  y  lo  que  no  era  contrarío, 
aunque  fuese  diferente,  lo  dejábamos.  Y  advertimos  al 
[irincipio  con  una  censura  general  que  so  dejaban 
aquellas  expresiones,  no  [»ara  prejiidicar  en  nada  á  las 
de  los  sanios ,  las  cuales  han  de  estar  en  grado  de  suma 
autoridad,  sino  como  cosas  probables  y  dichas  como  ' 


por  un  dolor,  y  para  que,  cotejándose  con  los  santos,  se 
viese  cuan  mas  altamente  declararon  ellos  la  Escriptu- 
ra,  que  no  estos  nuevos  intérpretes.  Y  yo  ordené  la  di- 
cha censura,  y  como  la  ordené  la  firmaron  los  maestros 
todos,  y  lo  que  en  ella  se  dice  fué  resolutamente  todo 
mí  parecer. 

ítem,  me  acuerdo  que  en  las  mismas  congregaciones, 
diciendo  el  maestro  León  que  de  los  doctores  hebreos 
él  no  tomaría  mas  de  la  declaración  de  los  vocablos  de 
su  lengua,  dijo  allí  un  maestro,  y  no  me  acuerdo  con 
certinidad  cuál  dellosfué,  mas  de  que  me  pareció  bien 
lo  que  dijo,  y  fué  que  también  se  podía  tomar  de  los 
dichos  doctores  cosas  que  locasen  á  declaración  de  la 
Tierra  Santa  y  de  sus  lugares,  ó  de  las  costumbres  de 
aquella  gente,  y  también  cuando  diesen  algún  sentido 
literal  á  algún  paso  de  la  Escritura  que  fuese  de  ver- 
dailera  y  sana  doctrina,  y  no  contradijese  á  los  santos, 
que  no  se  había  de  desechar  por  ser  dellos ,  porque  la 
verdad  es  buena  cualquier  que  sea  el  que  la  dice  ,  como 
lo  enseña  san  Auguslín. 

ítem,  me  acuerdo  que  en  otra  de  las  mismas  congre- 
gaciones sobre  no  sé  qué  diferencia  que  habíamos  te- 
nido, yo  truje  escrito  en  siete  ó  ocho  proposiciones  lo 
que  en  aquello  me  parecía,  y  se  las  leí  allí,  y  á  todos 
parecieron  bien.  Solo  el  maestro  León  parece  que  se 
repuntó  un  poco,  y  acuerdóme  que  le  dijo  el  maestro 
Gallo:  ((  En  esto  no  hay  que  contradecir,  que  es  cosa 
llana; ')  y  me  pidió  el  dicho  Gallo  las  conclusiones,  di- 
ciendo que  se  quería  aprovechar  dellas  cuando  se  le 
ofreciese  leer  aquel  punto.  Las  conclusiones  están  en- 
tre mis  papeles  en  un  pliego  de  papel  suelto. 

ítem,  he  sospechado  si  se  haofentlido  alguno  de  una 
Biblia  que  tengo  entre  mis  libros,  que  es  una  Biblia  he- 
brea y  caldea  con  los  comentos  de  los  hebreos  en  su 
lengua,  y  escritos  de  la  letra  que  ellos  usan,  que  lla- 
man provenzal ,  la  cual  yo  no  entiendo  ni  sé  leer;  la 
cual  Biblia  yo  no  sé  ni  he  visto  que  esté  prohibida;  an- 
tes en  la  librería  de  las  escuelas  de  Salamanca  hay  otra 
como  ella  que  se  ve  y  lee  públicamente,  y  muchos 
hombres  doctos  las  tienen  en  el  reino ;  y  esla  que  yo 
tengo  era  del  arzobispo  de  Valencia  Ilulano  (a)  de  Aya- 
la  ,  ya  difunto. 

Ileni,  me  acuerdo  que  eslando  el  maestro  León  y  yo 
con  el  maestro  fray  Juan  de  Guevara  en  su  celda,  sobre 
un  libro  que  el  Consejo  Real  nos  había  cometido  que 
viésemos,  se  trató  de  cómo  se  entendía  lo  que  dice  san 
Pablo  liablando  con  los  casados :  Hoc  dico  per  indul~ 
genliam  el  non  per  praeceptum  (b) ;  y  yo  dije  que  aque- 
llo se  decía,  no  por  ser  malo  el  casamiento,  sino  por  ser 
menos  bien  que  la  castidad.  El  dicho  maestro  León  se 
azoró,  y  dijo  á  un  criado  suyo  que  escribiese  aquella 
[)ropnsicion.  Yo  dije  que  la  escribiese,  y  le  dilé  estas 
¡lalabras  formales :  u  Divus  Paulns  concedil  nnplias  se- 
DCnndiun  índulgentiam,  non  quia  nialae  sunt,  sed  quia 
))sunt  minora  bona  :  praestaret  cnim  ul  onmes  coelíbes 
«essenl,  sí  id  aul  infirmilasnostra,  aut  ralio  nalurae 
))humanae  |)ateretur.  »  Así  lo  declara  santo  Tomás.  No 

(fl)  Lo  mismo  que  Fulano. 

(*)  .San  l'ablo.cn  la  r|)íslola  primoi-a  á  los  corintios,  cap.  7, 
V.  6,  (licp,  spKun  la  Vulgata :  Hoc  autcm  dico  secundum  indulgen' 
tiam,  non  secundum  impenunt. 


CONTRA  FRAY 

sé  si  el  dicho  maestro,  como  la  escribió  entonces,  ago- 
ra también  me  la  ha  achacado. 

ítem,  en  unos  cuadernos  en  que  comenzaba  á  poner 
en  latin  los  Cantares  de  Salomón ,  en  un  prólogo  que 
hago  al  principio ,  digo  que  en  las  partes  de  la  Santa 
Escritura  donde  se  habla  por  metáforas  y  figuras,  como 
es  aquel  libro,  adonde  Cristo  habla  como  si  fuese  un  pas- 
tor y  la  Iglesia  como  si  fuese  una  pastora ,  se  han  de 
declarar  dos  cosas :  lo  uno,  lo  que  suenan  aquellas  pa- 
labras si  se  dijeran  propiamente  de  un  pastor  á  otro, 
que  es  como  la  sobrehaz  y  la  corteza;  y  lo  otro,  lo  que 
significan  conforme  á  la  verdad  de  las  personas  que  ha- 
blan debajo  de  aquellas  figuras.  Y  dije  que  los  santos 
que  escribieron  sobre  aquel  libro,  que  son  Teodorelo  y  • 
san  Bernardo,  los  que  yo  he  visto  desta  segunda  sig- 
nificación, que  es  la  que  el  Espíritu  Santo  pretende  y 
la  que  es  verdadera,  dijeron  grandes  cosas ;  pero  que 
de  la  otra  significación  primera,  como  de  cosa  baja,  di- 
eron muy  poco;  que  yo  diria  de  la  una  y  de  la  otra,  si- 
guiendo sus  pisadas  lo  que  alcanzase.  Desto  bien  sé  que 
no  se  ha  ofendido  ninguno ,  porque  nadie  lo  ha  visto. 
Pero  yo  lo  manifiesto  y  subjeto  á  la  censura  de  vues- 
tras mercedes,  porque,  aunque  me. parece  cosa  llana, 
estoy  agora  tal ,  que  lo  cierto  se  me  hace  sospechoso  y 
dudoso. 

También  he  tenido  alguna  manera  de  recelo  desto 
que  diré.  El  maestro  Grajal  me  dijo  los  meses  pasados 
que  enviaba  á  Flándes  por  ciertos  libros  ;  no  me  dijo 
qué  libros,  ni  me  mostró  la  memoria  dellos,  ni  yo  lo 
supe.  Pidióme  que  escribiese  al  maestro  Benito  Arias 
Montano,  que  es  mí  amigo,  que  se  los  comprase  al  mer- 
cader que  llevaba  el  cargo  dello,  y  que  si  viese  también 
algún  otro  libro  bueno  que  él  supiese ,  que  se  lo  com- 
prase. Yo  escribí  la  carta  en  esta  razón.  Ráseme  ofre- 
cido á  la  imaginación  si  acaso  entre  estos  libros  se  se- 
ñaló algún  libro  que  no  fuese  bueno;  lo  cual  en  ninguna 
manera  puedo  creer,  porque  al  maestro  Grajal  yo  siem- 
pre le  he  tenido  por  católico,  y  al  maestro  Benito  Arias 
por  muy  católico ,  y  no  creo  que  ni  el  uno  pediría,  ni 
el  otro  enviaría,  cosa  que  no  fuese  tal.  Del  Benito  Arias 
yo  recebí  una  carta  poco  há,  y  está  en  poder  del  secre- 
tario, en  que  dice  que  hizo  lo  que  le  rogué,  y  que  en- 
tre los  libros  del  maestro  Grajal  me  envía  á  mí  unos 
libros  que  él  ha  compuesto. 

También  declaro  que  entiendo  que  el  maestro  Grajal 
es  del  mismo  parecer  que  yo  he  sido  acerca  de  la  Vul- 
gata  y  de  los  Setenta  ;  y  no  sé  que  ninguno  de  los  maes- 
tros de  Salamanca  sea  de  contrario  parecer,  sino  es  el 
maestro  fray  Bartolomé  de  Medina  y  el  maestro  León 
de  Castro. 

Acerca  de  la  diferencia  de  premios  que  prometió  Dios 
por  observancia  de  la  ley  mosaica  ó  de  la  ley  evangé- 
lica, entiendo  que  el  maestro  Grajal  y  yo  conformamos 
en  algunas  cosas,  y  en  algunas  somos  diferentes,  como 
se  podrá  ver  por  mí  lelura  (a). 

Demás  desto,  digo  que  tengo  grande  sospecha  no  me 
hayan  levantado  algún  falso  testimonio,  porque  sé  que 
de  dos  años  á  esta  parte  se  han  dicho  y  dicen  algunas 

(a)  AI  margen  dice  de.su  misma  letra  :  «No  me  acuerdo  de  to- 
das las  proposiciones  que  puse,  ni  de  las  que  el  maestro  Grajales 
pone.  Viendo  mi  letura  yo  las  seúalaré.» 


LUIS  DE  LEÓN.  xxis 

cosas  de  mí  que  son  mentiras  manifiestas,  y  sé  que  ten- 
go muchos  enemigos.  Cuando  el  maestro  Termon  tuvo 
sus  cuolibetos,  se  dijo  y  dice  de  mí  que  melmllé  en  ellos 
y  le  favorecí  mucho,  y  que  á  mi  instancia  tuvo  el  cuo. 
líbeto  de  los  estatutos ;  y  estaba  yo  en  Córdoba  cuando 
él  los  tuvo,  y  todo  aquel  año,  desde  11  de  hebrero  has- 
la  fin  de  setiembre,  estuve  ausente  de  Salamanca.  Y  es 
verdad  ,  por  el  juramento  que  tengo  hecho,  que  ni  él 
ni  otro  jamás  significó  que  quería  tener  aquel  cuolíbc- 
to,  ni  yo  lo  supe  hasta  que  por  el  mes  de  julio  en  Ma- 
drid me  contó  el  maestro  Francisco  Sancho  lo  que  ha- 
bía acontecido  en  Salamanca,  y  pocos  dias  después  me 
lo  contó  el  mismo  Tcrnion  allí  en  Madrid,  y  me  acuer- 
do que  le  dije  estas  palabras :  ((Pésame,  Señor,  de  lo 
sucedido,  y  quisiera  haber  estado  en  Salamanca,  por- 
que si  supiera  que  queríades  tratar  esa  cuestión,  os  ro- 
gara que  no  os  metiérades  en  ella,  porque  estaba  claro 
que  Oí  habíades  de  encontrar  con  muchas  gentes.  » 

También  el  señor  obispo  de  Zamora  dijo  á  don  Juan 
de  Almeida,  y  él  al  maestro  Guevara,  y  él  á  mí,  y  el 
mismo  don  Juan  me  lo  tornó  á  decir,  que  habrá  dos 
años  que  por  mandado  de  vuestras  mercedes  se  veía 
aquí  una  letura  mia  de  matrimonio,  y  es  evidencia  ma- 
nifiesta que  en  mi  vida  ni  leí  ni  escrebí  desla  materia 
cosa  ninguna ;  y  así ,  cuando  lo  oí  no  hice  diligencia  en 
ello,  como  en  cosa  claramente  falsa  (6). 

Y  porque  vuestras  mercedes  me  mandan  que  si  sé  de 
algún  hereje,  ó  quien  haya  dicho  ó  hecho  alguna  cosa 
contra  nuestra  santa  fe,  lo  declare,  digo,  lo  primero,  que 
yo  há  muchos  años  tuve  noticia  de  un  libro  escrito  de 
mano  ,  que  me  pareció  de  no  buena  doctrina  ,  y  habrá 
como  nueve  años  que  vine  aquí  y  di  noticia  del  á  los  se- 
ñores que  entonces  administraban  este  Santo  Oficio, 
que  creo  eran  el  señor  inquisidor  Grijelmo  y  el  señor 
inquisidor  Riego ;  y  así,  se  hallará  en  las  escrituras  de 
aquel  tiempo  un  papel  escrito  de  mi  lelra  y  firmado  de 
mi  nombre,  al  cual  me  refiero. 

También  habrá  algunos  meses  que  oí  decir  á  fray 
Juan  de  Guevara  que  el  obispo  de  Salamanca  les  habia 
llamado  á  él  y  á  Mancio,  y  que  de  la  plática  habia  en- 
tendido, ó  que  había,  ó  que  se  temía  hubiese  herejes  en 
Salamanca.  No  declíiró  mas ,  ni  yo  he  sabido  mas.  El 
dicho  maestro  fray  Juan  podrá  dar  mas  clara  noticia. 

También  estando  escribiendo  esto  se  me  ha  ofrecido 
á  la  memoria  que  habrá  como  año  y  medio  que  en  Sa- 
lairianca  un  esludíante  licenciado  en  cánones,  que  se 
llamaba  el  licenciado  Poza ,  que  me  leía  principios  de 
astrología,  me  dijo  un  día  que  él  tenia  un  cartapacio  de 
cosas  curiosas,  y  que  tenia  algún  escrúpulo  si  le  podía 
tener ;  que  me  rogaba  le  viese  y  le  dijese  sí  le  podia  te- 
ner, porque  sí  podía,  se  holgaría  mucho.  Era  un  carta- 
pacio como  de  cíen  hojas  de  ochavo  de  pliego,  de  le- 
tra menuda.  Vile  á  ratos ,  y  había  en  él  algunas  cosas 
curiosas,  y  otras  que  tocaban  á  sigillos  astrológicos,  y 
otras  que  claramente  eran  de  cercos  y  invocaciones,  aun- 
que á  la  verdad  todo  ello  me  parecía  que  aun  en  aque- 
lla arte  era  burlería.  Y  acúseme  que  leyéndooste  libro, 
para  ver  la  vanidad  del,  probé  un  sigíllo  astrológico,  y 

!       ib)  Aquí  siguen  veinte  y  cuatro  líneas  borradas ,  al  parecer,  por 
el  mismo  frat  Luis  de  León,  que  absolutamente  no  pueden 
I   leerse. 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


XXX 

en  un  poco  de  plomo  que  me  dio  el  mismo  licenciado 
con  un  cucliillo  pinté  no  me  acuerdo  qué  rayas,  y  dije 
unas  pala[¡ras  que  eran  santas,  y  protesté  que  las  decia 
al  sentido  que  en  ellas  pretendió  el  Espíritu  Sanio,  acor- 
dándome que  Cayetano  en  la  Suma  cuenta  de  sí  haber 
probado  una  cosa  semejante  con  la  misma  protestación, 
para  ver  y  mostrar  la  vanidad  della;  y  así  todo  aquello 
pareció  vano.  Y  también  me  acuso  que  otro  diade  aque- 
llos en  que  iba  mirando  lo  que  había  en  aquel  libro, 
tuve  casi  deliberada  voluntad,  estando  solo,  de  probar 
otra  cosa  que  parecía  fácil,  aunque  de  hecho  no  la  pro- 
bé, porque  múdela  voluntad.  Yo  quise  quemar  este 
libro  en  presencia  de  su  dueño ,  y  esperándole  un  día 
que  me  había  de  venir  á  ver,  supe  que  dos  días  antes 
se  había  ido  á  Avila,  huyendo  de  la  enfermedad  de  pin- 
tas que  andaba  entonces  en  Salamanca ;  y  así,  le  quemé 
aquella  noche  en  mi  celda  en  una  chimenea  que  hay  en 
ella.  Y  á  todo  lo  que  agora  me  puedo  acordar,  me  pa- 
rece que  estaba  conujigo  entonces  el  padre  fruy  Barto- 
lomé de  Carranza,  y  que  mo  preguntó  por  qué  quema- 
ba aquello,  y  se  lo  dije.  Este  estudiante  me  escribió  po- 
cos días  después  preguntándome  por  el  libro  ;  yo  no  le 
respondí,  porque  no  hubo  con  quien,  ni  después  acá  he 
sabido  ni  oído  mas  del,  porque  no  volvió  mas  á  Sala- 
manca, ni  yo  me  he  acordado  del  hasta  este  punto.  No 
me  acuerdo  bien  si  me  dijo  un  día  que  quien  le  había 
dado  aquel  libro  había  experimentado  lo  de  los  conju- 
ros. No  me  dijo  quién  era,  ni  yo  se  lo  pregunté  ni  lo  sé. 

También  al  maestro  León  de  Castro  oí  decir  un  día 
que  san  Juan  Crísóstomo  judaizaba,  y  también  le  oí  que 
todos  los  salmos  se  entendían  de  la  persona  de  Cristo, 
que  es  contra  todos  los  santos,  y  cosa  intolerable.  Y  el 
libro  que  ha  escrito  sobre  Esaías,  á  mí  juicio,  destruye 
mas  que  ninguno  otro  la  autoridad  de  la  edición  Yul- 
gata,  y  cuando  vuestras  mercedes  me  lo  mandaren,  yo 
daré  la  razón  dello,  que  es  clara  y  fácil.  Con  todo  esto, 
no  le  tengo  por  hereje,  sino  por  hombre  de  poco  juicio. 

También  me  acuerdo  que  el  maestro  Grajal  me  dijo 
que  unos  estudiantes  le  habían  dicho  que.  el  maestro 
Mancio  había  dicho  que  no  era  de  fe  ({ue  en  Cristo  ha- 
bía dos  voluntades,  lo  cual  se  determinó  on  el  concilio 
Calecdonense.  No  tengo  á  Mancio  por  herejí!,  sino  por 
hombre  docto;  y  asi,  creo  (jue  no  advirtió  lo  que  decia, 
ó  no  le  entendieron.  El  maestro  Grajal  podrá  dar  des- 
to  noticia  mas  clara. 

También  supe  que  el  maestro  fray  Domingo  Ibañez 
leyó  en  Simtistéban  de  Salamanca  que  las  obras  que 
iiace  un  hombre  justo ,  por  buenas  que  sean  ,  no  son 
morilorias  de  nuevo  grado  de  gloría  sí  no  son  de  mayor 
intensión  que  el  hábito  de  caridad  que  tiene  el  que  las 
obra ;  y  yo  lo  vi  esto  en  unos  papeles  de  su  letura ;  y 
un  fraile  vicentíno  quií-o  sustentar  esto,  y  al  maestro 
Sancho  y  Guevara,  y  fray  García  del  Castillo  y  á  mí  nos 
¡larecíó  peligroso  y  erróneo;  y  asi,  se  quitó  de  las  con- 
clusiones. Con  todo  esto,  no  tengo  al  dicho  fray  Domin- 
go por  hereje,  sino  por  buen  religioso;  creo  se  engañó 
por  no  alcanzar  mas. 

Finalmente,  porque, como  he  dicho, es  ímpo>ible acor- 
darme de  lodo  lo  que  he  leído  y  dicho  en  tanlos  años, 
digo  que,  aunque  yo  estoy  cierto  de  mí  que  entendién- 
dolo jamás  me  he  apartado  de  la  dotrina  católica,  ni  he 


dicho  cosa  sin  tener  autores  católicos  della ,  pero  en 
cualquier  manera  que ,  ó  en  lo  que  he  declarado  ,  ó  en 
alguna  otra  cosa  de  cuantas  he  dicho,  leído,  escrito, 
disputado  en  toda  mi  vida,  de  las  cuales  no  se  me  acuer- 
da ,  y  si  se  me  acordaran  las  dijera ,  y  cada  y  cuando 
que  se  me  acordaren  las  diré ;  así  que,  de  cualquier  ma- 
nera que,  por  ignorancia,  inadvertencia  y  poco  saber, 
yo  me  haya  apartado  en  algo  de  la  doctrina  sana  y  cató- 
lica ,  á  la  cual  siempre  amé  mas  que  á  mí  propia  vida, 
digo  que  desde  luego  lo  revoco,  y  me  pesa  dello  entra- 
ñablemente, y  pido  perdón  á  Dios  y  á  vuestras  merce- 
des, á  los  cuales  suplico  huinilmente,  por  la  sangre 
de  Jesucristo ,  nuestro  redentor,  que  no  miren  á  mí, 
•que  soy  la  misma  miseria  y  bajeza,  sino  al  hábito  santo 
que  tengo,  y  á  que  mí  deseo  ha  sido  desde  mi  niñez 
servir  según  mi  talento  á  la  santa  Iglesia,  y  en  esto  he 
gastado  la  salud  y  la  vida;  y  á  que  estoy  cercado  de 
enemigos,  y  que  todo  mí  amparo,  después  de  Dios,  es- 
tá en  la  piedad  y  bondad  y  misericordia  de  vuestras 
mercedes. — Fray  Luis  de  León. 

ADICIÓN  PHESENTADA  Á  LOS  INQUISIDORES 
I'OU  IRAY  LUIS  DE  LEÓN. 

En  el  t'iiciibezamieiUo  dice  : 

Vresrntóla  fray  Luis  de  León,  preso  en  estas  cárceles,  en 
Valladolid,  á  1!)  dias  del  mes  de  abril  de  1572  aiios,  es- 
tando el  señor  inquisidor  Guijano  de  Mercado  en  la  au- 
diencia de  la  tarde. 

Lo  que  sigue  es  de  mano  de  fray  Luis  de  Leen. 

Ilustres  señores  :  Acerca  de  lo  que  ayer  declaré  de 
los  recaudos  y  firmas  que  esperaba  del  señor  arzobispo 
de  Granada  ,  acerca  de  las  proposiciones  que  leí  de  la 
edición  Yulgata,  suplico  á  vuestras  mercedes  sean  ser- 
vidos de  que  con  brevedad  se  sepa  en  Salamanca  lo  que 
hay  en  olio,  porque  el  prior  de  San  Augustin  no  supo 
á  qué  iba  el  mensajero  que,  como  dije,  envié  á  Grana- 
da, y  podrá  sor  que,  no  entendiendo  que  es  cosa  que  to- 
ca á  estos  negocios,  no  cure  de  las  cartas,  mayormente 
que  el  mensajero  no  las  daría  sino  pagándole  lo  que  yo 
concerté  con  él,  y  así,  será  fácil  cosa  iierdorse.  A  el  pa- 
dre fray  Bartolomé  Carranza  le  dije  cómo  enviaba 
aquel  mensajero  y  á  qué  le  enviaba  ;  podrá  ser  que  él 
haya  tcnidocuídailo  dello.  Y  DomingoRapon, criado  mió, 
que  acude  á  San  Augustin,  conoce  al  mensajero,  como 
declaré  ayer.  La  carta  que  en  esto  me  escribió  el  prior 
de  San  Augustin  de  Granada  está  en  poder  del  secre- 
tario que  me  prendió. 

También  un  papel  de  ciertas  proposiciones  que  dije 
había  llevado  á  una  junta  que  hicimos  los  teólogos,  es 
papel  que  iin|iorla  para  entendimiento  do  algunas  co- 
sas de  las  (|ne  ayer  declaré;  y  podrá  ser  que,  como  es 
un  [)líego  solo  de  papel,  entre  otros  papeles  no  se  haya 
echado  de  ver.  Estaba  en  mí  estudio  en  los  cajones  de 
la  mesa  grande,  en  el  cajón  postrero,  comenzando  des- 
de la  ventana.  Suplico  á  vuestras  mercedes  que,  sí  no 
vino  con  los  demás ,  sn  torne  á  mirar  en  la  parle  que 
digo.  Son  siete  ó  ocho  |)rO[>osicíones  escritas  de  mí  ma- 
no en  un  pliego  de  pa|iel. 

También  en  lo  que  declaré  ayer  que  me  parecía,  aun- 
que no  me  acordaba  bien,  que  el  licenciado  Poza  me  ha- 
bía dicho  que  quien  le  dio  el  cartapacio  de  que  allí  ha- 


CONTRA  FRAY 

go  mención ,  le  liabia  dicho  que  él  habia  probado  lo  de 
las  invocaciones;  habiendo  mirado  mas  en  ello,  me 
acuerdo  que  lo  que  me  dijo  habia  probado  el  que  le  co- 
municó aquel  librillo  no  era  cosa  de  cerco  y  invoca- 
ciones, sino  una  de  las  otras  cosas  que  habia  en  el  di- 
cho libro. 

También  cuando  en  la  sobredicha  mi  declaración  y 
confesión  digo  que  entiendo  que  el  maestro  Grajal  es 
de  mi  parecer  en  lo  de  la  Vulgata  y  de  los  setenta  in- 
térpretes ,  entiendo  que  el  dicho  maestro  aprueba  las 
proposiciones  que  yo  puse  acerca  desto.  Pero  si,  demás 
de  lo  que  yo  alli  digo,  ha  dicho  ó  escrito  el  dicho  maes- 
tro alguna  otra  cosa  ó  proposición,  lo  cual  yo  no  sé,  no 
entiendo  que  en  las  tales  cosas  y  proposiciones  ni  él  es 
de  mi  parecer  ni  yo  del  suyo.  Mi  parecer  en  estas  co- 
sas es  el  que  está  en  los  papeles  que  tengo  presenta- 
dos. —  Fray  Luis  de  León. 

Celebróse  audiencia  el  dia  5  dema\o,y  en  ella  for- 
muló el  licenciado  Diego  de  Haedo  su  acusación  fiscal, 
ácuyosdiez  c.ipilulos  contestó  fray  Luisen  aqnella  yotras 
dos  audiencias.  Copiamos  íntegros  cargos  y  descargos. 

ACUSACIÓN  FISCAL. 

Ilustres  señores  :  El  licenciado  Diego  de  Haedo,  fis- 
cal en  este  Santo  Oficio,  como  mejor  ha  lugar  de  dere- 
cho, parezco  ante  vuestras  mercedes,  y  acuso  criminal- 
mente á  el  maestro  fray  Luis  de  León ,  de  la  orden  de 
San  Agustin,  catedrático  de  teología  en  la  universidad 
de  Salamanca,  descendiente  de  generación  de  judios, 
preso  en  las  cárceles  de  este  Santo  Oficio,  que  está 
presente.  Y  contando  el  caso,  premisas  las  solemnida- 
des del  dereciio,  digo  que  siendo  el  susodicho  tal  maes- 
tro sacerdote  religioso,  y  por  tanto  mas  obligado  á  en- 
señar santa  y  católica  doctrina,  ha  dicho,  afirmado  y 
sustentado  muchas  proposiciones  heréticas  y  escanda- 
losas, mal  sonantes,  y  en  especial  le  acuso  los  capítu- 
los y  delitos  siguientes  : 

1."  Primeramente,  que  el  susodicho,  con  ánimo  da- 
ñado de  quitar  la  verdad  y  autoridad  á  la  Santa  Es- 
critura, ha  dicho  y  afirmado  que  la  edición  Vulgata 
tiene  muchas  falsedades  y  que  se  puede  hacer  otra 
mejor. 

2."  ítem,  que  estando  en  cierta  junta  de  teólogos, 
sustentando  ciertas  personas  que  los  lugares  de  pro- 
fetas que  nuestro  Señor  y  sus  evangelistas  habían  de- 
clarado en  los  Evangelios  se  habían  de  entender  de 
otra  manera  ,  conforme  á  lo  que  leen  los  judíos  y  rabi- 
nos ,  el  dicho  fray  Luis  de  León ,  dándoles  favor,  dijo 
que  aunque  fuese  verdadero  el  sentido  y  declaración  de 
los  evangelistas ,  también  podía  ser  verdadera  la  in- 
terpretación de  los  judíos  y  rabinos ,  aunque  fuese  el 
sentido  diferente ,  afirmando  que  se  podían  traer  ex- 
plicaciones de  Escriptura  nuevas;  de  lo  cual  dio  grande 
escándalo. 

3."  ítem,  que  habiendo  leido  públicamente  cierta 
persona  que  en  el  Viejo  Testamento  no  habia  promi- 
sión de  vida  eterna,  el  dicho  maestro  fray  Luis  de  León 
disputó  y  sustentó  lo  mismo  contra  los  que  tenían  lo 
contrario  y  la  verdad. 

4."  ítem,  que  el  susodicho,  juntamente  con  otras 
ciertas  personas,  en  las  declaraciones  de  la  Santa  Es- 


LUIS  DE  LEÓN.  xxxi 

criptura  ,  ha  preferido  á  Vatablo  y  á  Pagnino  y  á  los 
rabies  y  judíos,  á  la  edición  Vulgata  y  al  sentido  de  los 
sanios,  especialmente  en  la  declaración  de  los  salmos 
y  lecciones  de  Job. 

5."  ítem ,  que  el  susodicho  ha  hablado  mal  de  los 
setenta  intérpretes,  diciendo  que  no  habían  entendido 
la  lengua  hebrea,  y  que  tradujeron  mal  el  hebreo  en 
griego;  de  que  resultó  escándalo.  Y  ha  afirmado  que  el 
concilio  Trídentino  no  difinó  (a)  como  de  fe  la  edición 
Vulgata  de  la  Biblia,  sino  que  tan  solamente  la  había 
aprobado. 

6."  Ilem ,  que  el  dicho  fray  Luis,  de  .León ,  confir- 
mando los  dichos  errores ,  ha  dicho  y  afirmado  que  los 
Cantares  de  Salomón  eran  carmen  amaiorium  ud  suma 
uxorem,  y  profanando  los  dichos  Cantares,  los  tradujo 
en  lengua  vulgar,  y  están  y  andan  en  poder  de  mu- 
chas personas  á  quien  (6)  él  los  dio  ,  y  de  otras ,  en  la 
dicha  lengua  de  romance. 

1."  Ilom,  que  el  susodicho,  hablando  con  ui'ia  per- 
sona ,  le  dijo  en  cierto  propósito  cierta  dotrina ,  de  la 
cual  necesariamente  se  seguía  que  sola  la  fe  justifica- 
ba, y  que  por  solo  el  pecado  mortal  se  perdía  la  fe.  Y 
diciéndole  cierta  persona  que  no  dijese  aquello,  por- 
que se  seguía  cosa  peligrosa ,  calló. 

8°  ítem,  que  el  susodicho  y  otras  personas,  las  cua- 
les alternatim  se  siguian  y  ayudaban,  han  mofado  de 
las  declaraciones  de  los  santos  -en  la  Sania  Escriptu- 
ra, diciendo  que  no  la  habían  sabido,  señalando  á  san 
Agustín  entre  los  demás. 

9."  ítem,  que  el  susodicho  sabe  que  oirás  personas 
han  dicho  y  afirmado  y  enseñado  muchas  proposicio- 
nes heréticas,  escandalosas,  malsonantes,  contra  lo  que 
tiene,  predica  y  enseña  nuestra  santa  madre  Iglesia 
católica  romana,  y  los  niega  y  encubre  y  se  perjura. 

10.  ítem,  que  el  susodicho  ha  dicho  y  afirmado  otros 
errores  que  protesto  declarar  en  la  prosecución  de  la 
causa,  de  los  cuales  generalmente  le  acuso.  Por  lo 
cual  y  por  lo  susodicho  ha  caído  y  incurrido  en  gran- 
des y  graves  penas  por  derecho  y  sacros  cánones  j  con- 
cilios, leyes  y  premáticas  destos  reinos  é  instrucciones 
del  Santo  Oficio,  estatuidas  contra  los  semejantes  de- 
lincuentes, y  en  sentencia  de  excomunión  mayor,  y  es- 
tá ligado  della.  A  vuestras  mercedes  pido  y  suplico  que 
declarando  al  susodicho  por  perpetrador  de  los  dichos 
delitos,  le  condenen  en  las  dichas  penas ,  y  las  manden 
ejecutar  e'n  su  persona,  libros  y  papeles,  para  que  al 
susodicho  sea  castigo  y  á  otros  ejemplo.  Y  aceto  sus 
confisiones  en  lo  que  contra  el  susodicho  fueren  ,  y  no 
en  mas ;  y  en  lo  que  pareciere  estar  diminuto  pido  sea 
puesto  á  quistion  de  tormento  hasta  que  enteramente 
diga  verdad,  etc!  Para  lo  cual  y  en  lo  necesario  el  san- 
to oficio  de  vuestras  mercedes  imploro. — El  licenciado 
Diego  de  tíaedo. — Hay  una  rúbrica. 

Y  así  presentada,  el  dicho  señor  inquisidor  recibió 
juramento  en  forma  del  susodicho  fray  Luis,  el  cual, 
habiendo  jurado,  prometió  de  decir  verdad;  y  respon- 
diendo á  la  dicha  acusación ,  dijo  lo  siguiente  : 

Capitulo  primero.  Al  primero  capitulo  dijo  que  lo 
quél  ha  dicho  es  lo  que  está  en  sus  escriptos  que  pre- 

(rt)  Asf  el  original. 

[b]  El  original  dice  de  quien. 


x%\n 

sentó  en  Salamanca,  en  los  cuales  este  nunca  lia  dicho 
que  tiene  falsedades  (a) ;  antes  expresamente  dice  que 
no  hay  en  ella  falsedad  ninguna  ni  que  pueda  engendrar 
error,  sino  que  toda  ella  es  verdadera,  y  que  solamente 
dijo  que  el  intérprete  no  fué  profeta  ni  tradujo  cada 
palabra  por  instinlu  del  Espíritu  Santo;  y  que  así,  hay 
algunas  palabras  que  se  pudieran  traducir  mas  clara  y 
mas  significante  y  mas  cómodamente;  y  que  en  los  lu- 
gares adonde  el  original  hebreo  hace  muchos  sentidos, 
el  sentido  que  tradujo  el  intérprete  latino  es  verdadero 
V  católico ;  pero  no  de  manera  que  el  otro  sentido  ó 
sentidos  que  dejó  se  hayan  de  desechar,  sino  que  algu- 
nas veces  son  muy  buenos  y  convenientes  con  lo  que 
antecedió  y  se  sigue,  en  lo  cual  siguió  el  parescer  de 
muchos  hombres  doctos  y  católicos.  También  dijo  en  el 
mismo,  soltando  un  argumento,  después  de  haber  da- 
do otras  respuestas,  que  no  era  imposible  que  se  pu- 
diese hacer  otra  edición  que  fuese  mejor  y  mas  perfec- 
ta que  la  Vulgata ;  y  que  luego  allí  declaró,  como  pa- 
resce  de  su  escripto,  que  la  razón  desto  era  porque  si 
juntásemos  á  todo  lo  bueno  que  hay  traducido  en  la 
Yulgata,  que  es  muy  mucho,  los  pasos  que  están  oscu- 
ros y  no  tan  significantemente  traducidos,  de  manera 
que  estuviesen  claramente  y  bien  traducidos,  la  edi- 
ción que  desto  resultase  seria  mas  perfecta  que  la  Vul- 
gata, porque  caresceria  de  lo  que  en  ella  hay  oscuro,  y 
demás  desto,  porque  Dios  podria  dar  es[r;ritu  profético 
á  una  persona  para  que  tradujese  toda  la  Sagrada  Es- 
criptura  con  tanta  autoridad  como  estaba  en  su  prime- 
ro original ;  pero  que  dijo  juntamente  que  sin  autori- 
dad del  Sumo  Pontífice  y  de  la  Iglesia  ninguno  se  ha- 
bía de  atrever  á  hacer  otra  edición  ,  ni  aunque  se  hi- 
ciese, se  habiaderecebir.  Y  en  todo  se  refiere  á  lo  que 
tiene  dicho  en  sus  papeles ,  y  que  esto  es  lo  que  res- 
ponde. 

Capitulo  2."  Al  segundo  capítulo  dijo  que  en  esto 
quel  capítulo  dice  ,  como  declaró  los  dias  pasados  en 
la  primera  audiencia,  lo  que  se  le  acuerda  es,  que  en  las 
juntas  que  se  hicieron  para  la  enmienda  de  la  Biblia 
de  Vaíablo  se  altercó  muchas  veces  sobre  si  los  senti- 
dos que  daba  allí  Vaiablo ,  los  cuales  el  maestro  León 
de  Castro  decia  que  eran  de  judíos ,  este  declarante  no 
los  sabe,  porque  jamás  leyó  ningún  rabino,  sí  se  ha- 
bían de  admitir  [lor  ser  nuevos  y  diferentes;  y  señala- 
damente, tratando  del  salmo  3."  y  6.",  este  declarante 
dijo  que  el  sentido  que  daba  Vaiablo  del  salmo  3."  era 
de  santos ,  y  que  cuando  no  fuese ,  presupuesto  que  era 
doctrina  caiólíca  y  rccebida  que  una  escriptura  podía 
tener  nuichos  sentidos  literales,  que  no  siendo  contra- 
rios los  que  daba  Val.djlo  á  los  santos,  y  siendo  de  bue- 
na y  católica  doctrina,  aiin(|ue  fuesendifcrenlcs  délos 
de  los  santos,  se  poilían  ailmiiir,  no  projudicando  á  los 
santos;  y  así  pareció  á  lodos  los  maestros,  digo,  á  los 
masdollos,  é  conforme  á  ello  se  aprobó  é  emendó 
aquella  Biblia.  Y  en  lo  que  se  dice  que  defendiendo 
uno  de  los  lugares  que  citan  los  apóstoles  en  la  Sagra- 
da Escriptura  en  un  sentido,  se  podían  entender  tam- 
bién en  otro,  no  excluyendo  el  que  daban  los  apósto- 
les, el  cual  es  de  fe,  dice  que  no  se  acuerda  haber 
visto  disputar  esto  ni  (luion  lo  desputase ;  pero  que  le 

(d;  Habla  de  la  Vulgata. 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


parece  que  este  confesante,  como  declaró  en  la  prime- 
ra visita,  ha  dicho,  hablando  con  algunos  estudiantes, 
que  el  sentido  en  que  los  apóstoles  traen  algún  paso  de 
la  Escriptura  es  cierto  y  de  fe ;  pero  que ,  presupuesto 
que  un  mesmo  paso  de  la  Escriptura  tiene  muchos 
sentidos  literales ,  puede  haber  también  otro  sentido 
del  mismo  paso  que  citan  los  apóstoles  ,  como  no  pre- 
judique  ni  excluya  el  sentido  que  los- apóstoles  dieron; 
lo  cual  dijo  leyendo  la  materia  Dcangelis,  y  particu- 
larmente se  acuerda  que  dijo  esto  tratando  de  aquel 
verso  del  salmo  Qui  facit  angelas  suos  spiritus,  etc., 
que. san  Pablo  trae  en  la  epístola  Ad  hebraeos,  como  lo 
tiene  declarado  en  la  primera  audiencia.  Y'  por  ser  tar- 
de y  dada  la  hora ,  cesó  la  audiencia  y  fué  vuelto  á  su 
cárcel. 

Capitulo  3."  Al  tercero  capítulo  dijo  que  la  decla- 
ración que  hizo  este  declarante  en  la  primera  audien- 
cia, declaró  cómo  había  leído  esta  cuestión  de  los  pre- 
mios que  había  prometido  Dios  en  la  ley  vieja  y  en  el 
Evangelio,  y  que  en  ella  había  puesto  ciertas  proposi- 
ciones conforme  á  san  Pablo  y  á  los  santos,  las  cuales 
este  declarante  no  especificó  por  no  acordarse  dolías 
sin  ver  el  papel,  y  que  lo  que  cerca  desto  dijo  está  allí 
como  lo  leyó  y  oyeron  sus  oyentes ,  y  lo  sujeta  á  la  cen- 
sura de  los  señores  in<]uísidores;  pero  que  bien  se 
acuerda  que  no  dijo  ni  leyó  que  en  el  Viejo  Testamen- 
to no  habia  promesa  de  la  vida  eterna ,  antes  se  acuer- 
da que  puso  una  proposición  que  decía  que  todos  los 
justos,  en  el  Viejo  Testamento,  tuvieron  fe  y  esperan- 
za y  noticia  revelada  de  la  vida  eterna ,  y  la  merecie- 
ron por  la  guarda  de  la  ley  vieja,  en  cuanto  procedía  de 
la  fe  y  esperanza  y  amor  de  Cristo,  el  cual  tuvieron 
todos  los  justos  en  la  ley  vieja  y  en  la  ley  de  naturale- 
za ;  y  también  puso  otra  proposición  que  en  los  libros 
del  Testamento  Viejo  se  hace  expresa  y  clara  mención 
en  sentido  literal  déla  vida  eterna,  como  parescerá 
por  su  lectura ,  á  la  que  se  refiere. 

Capitulo  4."  Al  cuarto  capítulo  dijo  que  en  las  jun- 
tas que  se  hicieron  sobre  la  Riblia  de  Vatablo,  como 
tiene  declarado  en  la  primera  audiencia,  se  altercó  mu- 
chas veces  sobre  las  exposiciones  que  da  Vatablo,  acer- 
ca de  las  cuales  tuvo  el  parescer  que  tiene  declarado, 
en  el  cual  no  prefirió  las  exposiciones  de  Vatablo  ni 
Panino,  sino  dijo  (pie  se  podrían  sufrir  cuando  no  eran 
contrarias,  aunque  fuesen  diferenles;  y  que  particu- 
larmente se  acuerda  que  sobre  aquel  i)aso  de  Job  Et 
in  novissimo  die,  etc.,  hubo  deferencia  (6)  sobre  la 
exposición  que  daba  allí  Vatablo  y  la  interpretación 
del  Testamento  Nuevo.  Y  diciendo  el  maestro  León  de 
Castro  que  no  se  podía  sufrir,  este  confesante  ,  y  cree 
que  el  maestro  Grajal  y  el  maestro  Bravo,  defunto,  • 
mostraron  cómo  Titílman  y  otros  católicos  ponían  tam- 
bién aquella  declaración  é  ínlcr[iretacion  ,  y  así  se  ad- 
mitió de  [larocer  del  colegio  de  los  maestros;  y  qne  á 
todo  cuanto  se  |)uede  acordar,  todas  las  interpretacio- 
nes nuevas  que  ilefendió  que  se  podrían  sufrir,  las  ad- 
mitió el  collcgio  de  los  maestros,  y  se  dejaron  en  la  Bi- 
blia de  Vaiablo,  de  la  cual,  como  dicho  tiene ,  este  de- 
clarante hizo  la  censura,  que  firmó  todo  el  collcgio. 

Capítulo  li."  Al  quinto  capítulo  dijo  que ,  como  de- 

{b¡  Uifcrcncia. 


CONTRA  FRAY 
claró  en  la  primera  audiencia,  trató,  leyendo  de  la  auc- 
loridad  de  la  Escriptura,  de  la  traducción  que  hicieron 
los  setenta  intérpretes,  y  dijo  que  habia  puesto  en 
ello  ciertas  proposiciones ,  y  se  refirió  al  papel  de  su 
lectura,  y  declaró  una  dellas  que  se  le  acordó;  y  que 
agora  dice  que  es  verdad  ,  que  se  Je  acuerda  que  en 
aquella  lectura,  respondiendo  á  un  argumento  que  pre- 
guntaba por  qué  dejaron  ios  setenta  intérpretes  de  tra- 
ducir muchas  cosas  muy  importantes  para  probar  la 
divinidad  de  Cristo  y  otros  misterios  de  nuestra  fe, 
como  lo  enseña  san  Hierónimo  y  se  ve  claramente, 
dio  dos  respuestas :  la  primera  no  se  acuerda  bien;  cree 
que  fué  que  no  habían  traducido  aquellos  lugares  por- 
que aun  no  entendian  la  divinidad  de  Cristo,  porque  el 
Espíritu  Santo  lo  habia  así  ordenado.  La  segunda  res- 
puesta fué ,  de  la  cual  se  ha  acordado  por  ocasión  des- 
ta  pregunta,  que  algunos  hombres  doctos  decian  que, 
como  los  setenta  intérpretes  fueron  en  tiempo  de  los 
Macabeos,  cuando  la  gente  de  los  judíos,  las  cosas  de 
la  religión  estaban  muy  destrozadas  y  perturbadas; 
por  ventura  por  esta  causa  aquellos  setenta  no  tuvie- 
ron tan  entera  noticia  ni  de  la  lengua  hebrea  ni  de  la 
ley  como  fuera  menester  para  hacer  aquella  traducion, 
como  parescerá  por  su  lectura ,  á  la  cual  se  refiere ;  y 
acuérdase  que  en  lodo  se  subjecló  á  la  censura  de!  Oficio. 

A  este  capítulo  o."  dijo  además  en  otra  audiencia  que, 
respondiendo  mas  al  dicho  quinto  capítulo,  dice  que  él 
dijo  en  ello  lo  que  está  en  los  papeles  que  él  presentó 
en  Salamanca,  y  es  que  el  concilio  no  difinia  que  era 
de  fe  que  todas  las  palabras  latinas  que  puso  el  intér- 
prete estaban  puestas  como  dictadas  por  el  Espíritu 
Santo;  pero  que  determinó  que  en  la  Vulgata  no  habia 
error  ni  cosa  falsa  nenguna,  y  que  era  mas  conforme 
a!  primer  original  que  ninguna  otra  traslación,  y  que 
ella  sola  se  habia  de  tener  en  el  uso  eclesiástico,  por- 
que así  declara  el  concilio  fray  Alonso  de  Vega ,  que 
se  halló  en  él  cuando  se  hizo  este  decreto ,  y  lo  con- 
sultó con  los  legados  que  presidian  en  el  concilio. 

Capitulo  6."  Al  sexto  capítulo  dijo  que  él  en  Sala- 
manca confesó  delante  el  señor  inquisidor  licenciado 
Diego  González  cómo  habia  puesto  en  romance  los 
Cantares  á  instancia  de  una  monja  religiosa  del  mo- 
nesterio  de  Santa  Cruz,  que  se  dice  doña  Isabel  Osorio, 
que  entonces  residía  en  Salamanca  y  agora  reside  en 
el  monasterio  de  Santa  Cruz  desta  villa,  y  le  dio  un 
Ireslado ,  y  después  se  lo  tornó  á  tomar,  pero  que  no 
sabe  si  agora  tiene  alguno;  y  que  el  dicho  libro  se  di- 
vulgó después  contra  su  voluntad  por  la  ocasión  que 
declaró  en  la  confesión  que  hizo  en  Salamanca,  en  la 
cual  sujectó  el  libro  á  la  censura  desíe  Santo  Oficio,  y 
confesó  la  culpa  que  en  ello  habia  tenido;  y  que  es 
verdad  que  en  el  dicho  libro,  en  el  prólogo  del,  dice  que 
el  Espíritu  Santo,  debajo  de  las  personas  de  Salomón  y 
su  esposa,  introduce  á  Cristo  nuestro  redentor  y  á  la 
Iglesia ,  lo  cuíd  siempre  este  tuvo  por  cosa  llana  y  pro- 
bable, porque  es  de  fe  que  Salomón  fué  figura  de'nues- 
tro  redentor  Jesucristo;  y  que  si  llaman  carinen  ama- 
torium  adonde  se  trata  de  solos  amores  humanos ,  este 
nunca  tal  dijo;  pero  si  llaman  adonde  en  figura  de 
amores  humanos  se  tratan  amores  divinos  y  espiritua- 
les ,  que  esto  si  dijo,  como  está  en  el  mismo  libro. 
E.  xvi-ii. 


LUIS  DE  LEÓN.  xxxm 

Capitulo  1."  Al  capítulo  séptimo  dijo  que  este  de- 
clarante nunca  en  su  vida  dijo  ni  sintió  que  sola  la  fe 
justifica  ni  que  se  perdía  por  cualquier  pecado;  antes 
ha  enseñado  lo  contrario ,  como  se  parescerá  por  su 
lectura  en  la  materia  de  gracia  y  justificación ,  y  en  uu 
cuolíbeto  que  tuvo  y  está  entre  sus  cuolibetos,  adonde 
trata  de  la  satisfacción  que  es  menester  hacer  de 
los  pecados  confesados;  y  que  no  se  acuerda  haber  di- 
cho doctrina  de  donde  se  siguiese  con  verdad  ninguna 
cosa  destas,  sino  que  lo  debió  de  inferir  la  ignorancia 
ó  la  malicia  del  oyente;  ó  si  acaso  de  lo  que  este  decía 
parecía  colegirse  algo  desto,  seria  cosas  que  se  suelen 
decir  en  disputa,  dudando  é  inquiriendo,  en  las  cua- 
lesluego  que  seveel  incoavenieníe  que  dellas  se  puede 
seguir,  se  resuelve  el  entendimiento  de  que  son  falsas; 
y  que,  como*  se  le  declare  la  doctrina,  podrá  responder 
con  mas  claridad. 

Capitulo  8.0  El  octavo  capítulo  dijo  que  lo  niega ; 
antes  ha  tenido  lo  contrario ,  como  parescerá  por  unas 
siete  ó  ocho  conclusiones  que  este  ¡iresentó  en  una  jun- 
ta de  maestros,  como  lo  tiene  declarado  en  la  primera 
audiencia,  adonde  dice  que  el  entendimiento  de  la  Es- 
criptura se  ha  de  lomar  de  los  santos. 

Capitulo  9.°  Al  nono  capítulo  dijo  que  ya  él  tiene 
declarado  en  la  primera  audiencia  que  el  maestro  Gra- 
jal  ha  sido  de  su  parescér  desfe  acerca  de  la  Wilgata,  y 
en  algunas  proposiciones  acerca  de  los  premios  de  la 
ley  vieja  y  nueva,  como  lo  declaró  en  la  primera  au- 
diencia, aunque  no  se  acuerda  puntualmente  en  lo  que 
convinieron ,  si  no  viese  sus  papeles  y  los  de  Grajal ;  y 
que  se  acuerda  bien  que  en  un  papel  suyo  del  dicho 
Grajal  vio  este  confesante ,  el  cual  papel  leyó  el  dicho 
Grajal  ante  los  maestros  del  colegio  de  teólogos  sobre 
la  Biblia  de  Vatablo,  que  en  el  Testamento  Viejo  no  se 
hacia  mención  de  la  vida  eterna  en  sentido  literal,  sino 
en  sentido  espiritual,  y  este  tuvo  en  su  lectura,  como 
por  ella  se  parescerá,  que  se  hizo  mención  en  el  Testa- 
mento Viejo,  en  sentido  literal,  de  la  vida  eterna.  Tam- 
bién dice  este  declarante  que  por  la  observancia  de  la 
ley  mosaica  sola  é  definida,  sin  tener  respecto  á  la  fe  y 
amor  de  Cristo,  no  se  prometieron  bienes  eternos,  lo 
cual  este  tuvo  contra  Calvino  hereje.  Y  en  esta  propo- 
sición le  paresce  que  es  también  el  maestro  Grajal  del 
parescér  desle  declarante.  Y  á  lo  que  entiende,  en  lo 
que  toca  á  lo  que  este  tuvo  de  la  Vulgata  y  tiene  de- 
clarado en  este  Santo  Oficio,  ninguno  de  los  maestros 
teólogos  que  estaban  en  las  dichas  juntas  de  la  Bi- 
blia de  Vatablo,  y  cuando  se  sustentaron  en  las  es- 
cuelas dichas  proposiciones,  los  cuales  eran  el  maes- 
tro Francisco  Sancho,  y  el  maestro  León  de  Cas- 
tro y  Juan  de  Guevara,  Grajales  ,  Martínez  ,  Bravo  y 
maestro  Gallo,  ninguno  dellos  fué  de  parescér  contra- 
rio á  lo  que  este  pudo  entender,  sino  el  maestro  León 
de  Castro;  y  el  maestro  Gallo,  le  paresce  á  este  que 
contradijo  algo  mas  que  otros ,  aunque  no  de  manera 
que  paresciese  descontentalle  del  todo  y  tenello  por 
peligroso;  y  que  las  demás  cosas  que  este  ha  oído  y 
entendido  de  no  buena  doctrina  de  otros,  ya  las  tiene 
declaradas  en  la  primera  audiencia. 

Capitulo  10.  Al  deceno  capítulo  general  dijo  que  en 
su  vida  erró  contra  la  fe  entendiéndolo,  y  que  ha  con- 

c 


XXXIV 

fesado  todo  aquello  que,  después  de  mucho  cuidado,  ha 
ocurrido  á  su  memoria  en  que  alguna  per?ona  se  pu- 
diese ofender  de  lo  que  él  hubiese  dicho  ó  hecho  ó  en- 
señado; y  que  si  se  le  acordara  mas,  que  mas  dijera,  y 
lo  dirá  cada  y  cuando  que  se  le  acordare,  sin  ser  pre- 
guntado ni  acusado.  Y  por  el  mismo  juramento  jura  que 
si  en  esta  confesión  ha  declarado  alguna  cosa  que  no 
hubiese  declarado  en  las  confesiones  pasadas,  ha  sido 
solo  por  no  haberse  acordado  antes  de  agora ,  y  no  por 
haberlo  querido  encubrir ;  lo  cual  se  ve  claramente, 
porque  en  la  confesión  de  la  primera  audiencia  dijo  y 
declaró  sin  ser  acusado  muchas  cosas  de  mas  impor- 
tancia y  mas  ocultas ,  que  puede  ser  lo  que  agora  ha 
declarado;  y  que  esta  es  la  verdad,  so  cargo  del  dicho 
juramento.  Fuéle  mandado  leer  todo  lo  que  ha  dicho, 
respondiendo  á  la  dicha  acusación ,  desdfe  la  primera 
audiencia  de  5  doste  presente  mes  de  mayo  hasta  ago- 
ra ;  y  habiendo  dicho  que  lo  habia  oido  todo  y  enten- 
dido, dijo  que  estaba  bien  escripto  y  asentado,  y  es 
verdad,  so  cargo  del  dicho  juramento. 

Presentó  luego  fray  Luis  los  siguientes  escritos  : 

PAPEL  QUE  PRESENTÓ  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU 
MANO,  Á  LOS  INQUISIDORES  ,  EN  RESPUESTA  Á  LA  ACUSACIÓN 
DEL  FISCAL. 

Dice  al  principio  de  distinta  letra: 
Presentado  ante  el  señor  licenciado  Diego  González,  en 
su  audiencia  de  la  tarde,  á  10  de  diciembre  de  IWiil  años. 

Y  después  lo  que  sigue  : 

Ilustres  señores  (a):  El  maestro  fray  Luis  de  León, 
preso  en  las  cárceles  de  este  Santo  Oficio,  digo  :  Que 
en  la  confesión  que  hice  delante  de  vuestras  mercedes 
por  el  mes  de  abril  pasado  dcsle  presente  año  de  72,  en 
la  primera  audiencia  dije  que  en  ciertas  proposiciones 
que  yo  habia  leidoacerca  délas  prome'^as  del  Viejo  y  Nue- 
vo Testamento,  en  algunas  de  ellas  conveniacon  el  maes- 
tro Grajal,  y  en  otras  diferenciaba.  Y  después,  respon- 
diendo á  la  acusación  que  por  parte  del  fiscal  me  fué 
puesta,  dije  lo  mismo.  Y  siendo  repreguntado  por  el 
ilustre  señor  inquisidor  Diego  González  para  que  de- 
clarase en  cuáles  proposiciones  convenia  y  en  cuáles  di- 
ferenciaba ,  dije  que  sin  ver  mis  papeles  y  los  del  maes- 
tro Grajal  no  lo  podria  decir  puntualmente;  pero  que 
yo  afirmaba  que  en  el  Testamento  Viejo,  en  sentido 
llano  y  literal ,  se  hacia  mención  y  promesa  de  premio 
espiritual  y  eterno ,  y  que  el  maestro  Grajal  tenia  que 
no  se  hacia  la  lal  promesa  en  el  Testamento  Viejo  en 
sentido  literal,  sino  en  sentido  espiritual  y  figuralivo, 
debajo  de  cosas  corfiorales.  Agora  digo  que  yo  afirmé 
la  proposición  que  dicho  tengo,  como  |)arccerá  en  mi 
lelura,  así  por  mis  papeles  como  por  los  de  mis  oyen- 
tes, conforme  á  como  tengo  declarado  en  mis  confesio- 
nes, á  las  cuales  en  todo  me  refiero.  Pero  cuanto  toca 
á  lo  que  dijo  el  dicho  maestro  Grajal,  digo  que,  recor- 
riendo mi  memoria,  me  parece  que  dijo  la  proposición 
que  he  dicho;  pero  no  me  puedo  afirmar  en  ello  del  to- 
do, por  cuanlo  yo  no  se  la  oí  leer  ni  él  la  comimicij  con- 
migo, mas  de  que  en  una  junla  de  maestros  teólogos, 

la)  Al  margen  escribe  de  sn  letra  el  mismo  rn.\y  I.iis  :  «Este 
papel  se  ponga  Junio  á  la  respuesta  que  di  á  la  acusación  del 
fiscal.* 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


mas  habrá  de  tres  años,  me  dijo  así  en  confuso  que  ha- 
bia dicho  ciertas  cosas  acerca  desta  cuestión,  y  que  es- 
tudiantes, no  entendiéndolas  bien,  las  hablan  comuni- 
cado con  el  maestro  Gallo ,  y  que  él ,  sin  saber  lo  que 
Grajal  decia  ni  cómo  lo  decia ,  las  habia  condenado 
por  malas.  Yo  me  acuerdo  que  recebí  enojo  desto,  y  en 
viniendo  el  maestro  Francisco  Sancho,  que  le  estába- 
mos esperando,  dije  á  todos  los  maestros  que  ya  sabían 
que  todos  vivíamos  como  en  guerra  por  razón  de  las 
pretensiones  y  competencias,  y  por  la  misma  causa  to- 
dos teníamos  enemigos,  y  juntamente  con  esto  sabían 
que  los  oyentes  muchas  veces  entendían  una  cosa  por 
otra;  que  en  ley  de  cristiandad  y  de  prudencia  y  de 
hermandad  estábamos  obligados,  cuando  algún  oyente 
nos  dijese  de  algún  maestro  que  habia  dicho  algo  mal 
sonante,  no  le  dar  luego  crédito,  sino  hablar  con  el 
maestro  que  lo  habia  dicho,  y  enterarnos  de  la  verdad, 
y  entonces  juzgar  conforme  á  ella.  Respondiéronme 
todos  que  tenia  mucha  razón.  Y  en  aquella  junta  me 
acuerdo  que  el  maestro  Grajal  dijo  que  él  quería  traer 
por  escrito  lo  que  habia  dicho  y  los  fundamentos  dello, 
para  que  aquellos  maestros  lo  viesen  y  juzgasen.  Y  en 
otra  junta  siguiente  me  acuerdo  que  trujo  escritos  tres 
ó  cuatro  pliegos  de  papel,  en  que  venían  las  proposicio- 
nes que  acerca  deslo  había  dicho,  con  las  razones  de- 
llas,  y  las  leyó  delante  de  todos,  y  entonces  fué  la  pri- 
mera vez  que  yo  oí  y  entendí  en  particular  lo  que  el 
maestro  Grajal  afirmaba  en  esta  cuestión,  que  á  lo  que 
me  parece  es  lo  que  he  declarado;  pero,  como  há  tan- 
tos dias,  y  yo  tengo  flaca  memoria,  y  después  que  es- 
toy en  la  cárcel  he  perdido  gran  parte  della ,  no  me 
atrevo  del  todo  á  afirmarme  en  ello.  Bien  me  acuerdo 
que  en  aquellos  papeles  confesaba  el  maestro  Grajal 
que  los  padres  de  la  ley  vieja  tuvieron  noticia  y  fe  y 
esperanza  de  premio  eterno;  y  me  acuerdo  que  los  tes- 
timonios de  los  santos  que  alegaba  en  confirmación  de 
lo  que  decia,  trujeron  allí  los  libros,  y  mirábamos  en 
ellos  si  estaban  así  como  él  los  alegaba,  y  en  uno  ó  dos 
testimonios  hubo  diferencia  si  decían  lo  que  él  preten-  , 
día  ó  no;  y  paréceme  que  en  el  uno  de  ellos ,  no  sé  si 
era  de  san  Crisóslomo,  yo  favorecí  la  parte  de  Grajal, 
mostrando  que  el  original  decia  lo  misino  que  ci- 
taba y  pretendía  el  maesiro  Grajal.  Y  también  me 
acuerdo  que,  después  de  haber  leído  el  dicho  maestro 
Grajal  el  dicho  papel ,  á  ninguno  de  los  maestros 
pareció  que  habia  en  ello  cosa  de  peligro,  sino  que 
era  probable  lo  que  Grajal  decia,  y  señaladamente  el 
maestro  Francisco  Sancho  habló  sobre  ello  largamen- 
te ,  mostrando  que  era  cosa  probable  y  sin  ningún 
peligro  loque  el  maesiro  Grajal  decia;  y  con  su  pare- 
cer se  acabó  la  junla,  y  nos  levantamos  lodos,  y  nunca 
después  oí  hablar  dello  al  maestro  Sancho  ni  á  otro 
maestro,  sino  como  de  cosa  muy  probable,  y  en  que  el 
maestro  Grajal  había  bastantemente  dado  razón  de  sí. 
Esto  digo  y  declaro  por  descargo  de  mi  conciencia,  y 
suplico  á  vueslras  mercedes  que  en  la  respuesta  que 
di  á  la  acusación  del  fiscal,  adonde  trato  desto  ,  en  la 
margen  se  haga  memoria  desta  mi  declaración ,  para 
que  cuando  aquello  se  viere  ¡tor  vueslras  mercedes, 
también  se  vea  este  papel  juntamente.  En  H  de  di- 
ciembre de  1j72. — Fray  Luis  de  León.  i 


CONTRA  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


XXXV 


)TRO  PAPEL  PRESENTADO  A  LOS  INQUISIDORES,  TAMBIÉN  ES- 
CRITO DE  5IAN0  DE  FRAY  LL13  DE  LEÓN,  CONTINUANDO  SUS 
RESPUESTAS  Á   LA  ACUSACIÓN  DEL  FISCAL. 

En  Valladolid,  á  dO  de  mayo  de  1572  años,  ante 
OS  señores  inquisidores  licenciado  Diego  González  é 
Realiego,  en  la  audiencia  de  la  mañana. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  de 
a  orden  de  san  AugusLin,  para  mayor  declaración  de 

0  que  lie  respondido  á  la  acusación  que  por  el  fiscal 
:ne  ha  sido  puesta ,  digo  lo  siguiente  : 

Cuanto  al  primer  capítulo  digo  que  yo  en  Salaman- 
ca, sin  estar  preso  ni  llamado  por  este  Sanio  Oficio, 
leclaré  y  confesé  delante  del  ilustre  señor  inquisidor 
Diego  González  la  lectura  y  cuestión  que  hahia  hecho 
sobre  la  autoridad  de  la  Vulgata,  y  le  presenté  los  pa- 
peles della  y  los  subjeté  á  la  censura  deste  Santo  Ofi- 
cio, como  en  la  mi  dicha  confesión  se  contiene,  á  la 
cual  me  refiero.  Y  digo  que  en  los  dichos  papeles  está 
lo  que  me  acusa  el  fiscal ,  y  dije  que  era  posible  darse 
otra  edición  mas  perfecta  que  la  Vulgata,  con  la  decla- 
ración y  razón  de  ello.  Y  lo  otro  que  en  este  capítulo 
se  dice  ,  haber  yo  afirmado  que  en  la  Vulgata  hay  mu- 
chas falsedades ,  si  llama  falsedades  pasos  que  hay  en 
ella  corrompidos  por  culjia  de  los  escribientes  é  impre- 
sores ,  y  palabras  quitadas  y  otras  añadidas ,  y  que  por 
culpa  de  los  mismos  hay  lugares  en  ella  adó,  por  leer- 
se de  diversas  maneras  en  diversas  Biblias,  no  oslamos 
ciertos  de  cuál  sea  la  que  verdaderamente  puso  ei  in- 
térprete latino;  destas  falsedades  y  corruptelas  de  los 
escribientes,  en  los  mismos  papeles  que  presente  digo 
que  hay  muchas ,  y  así  lo  dicen  todos  los  hombres  doc- 
tos y  católicos  que  han  escrito.  Si  entiende  por  false- 
dades que  el  intérprete  puso  en  ella  cosas  falsas,  de  los 
papeles  de  mi  lelura  y  de  los  de  mis  oyentes  constará 
claro  que  dije  que  en  la  Vulgata  no  había  ninguna  sen- 
tencia falsa  ni  que  pudiese  causar  error,  sino  que  es- 
taba en  ella  muy  bien  trasladado  todo  lo  que  era  nece- 
sario para  la  fe  y  las  costumbres.  Si  llama  falsedades 
decir  que  el  intérprete  algunos  lugares  no  los  tradujo 
tan  clara  ni  tan  C(5modamenle  ni  tan  del  todo  confor- 
me al  original;  esto  en  aquella  letura  que,  como  he 
dicho,  tengo  presentada  y  confesada  antes  que  me 

1  prendiesen ,  lo  digo. 
Al  segundo  capitulo,  como  dicho  tengo,  no  me  acuer- 
do en  junta  de  maestros  haber  oído  tratar  de  lo  que  allí 
se  dice ;  pero,  como  confesé  y  declaré  en  la  primera  au- 
diencia, cuando  se  rae  pregunt(j  por  qué  estaba  preso, 
leyendo  De  angelis  y  tratando  de  aquel  verso  del  salmo 
Qui  fácil  angelas  suos  spiritus  ,  el  cual  yo  declaré  en 
un  sentido,  y  san  Pablo  en  la  epístola  Ad  hebraeos  le 
declara  en  otro,  dije  que  podría  tener  ambos  sentidos, 
el  que  daba  san  Pablo,  el  cual  era  de  fe,  y  también  el 
otro,  porque  no  se  contradecían,  y  por  otras  razones 
que  me  proferí  á  dar.  Y  bien  es  posible  que  yo  en  al- 
guna junta  de  maestros  dijese  lo  mismo.  Y  en  lo.  de- 
más que  dice  que  afirmé  que  se  podían  traer  exposi- 
ciones nuevas ,  ya  yo  declaré  y  confesé  en  la  primera 
audiencia  que  lo  dije  como  no  fuesen  contrarias  al  sen- 
tido común  de  los  santos  y  fuesen  de  buena  doctrina; 
y  no  sé  yo  que  nadie  se  escandalizase  dello  sino  el  maes- 
tro León ,  porque ,  como  lie  dicho,  conforme  á  aquella 


regla  se  enmendó  la  Biblia  de  Vatablo.  Y  refiérome  á  lo 
que  en  esio  dije  en  la  primera  audiencia. 

Al  tercer  capítulo  digo  que  ya  yo  declaré  y  confesé 
en  la  primera  audiencia  que  había  leído  y  tratado  la 
cnestion  de  la  diferencia  de  los  premios  de  la  ley  vieja 
Y  nueva ,  y  en  ella  no  dije  absolutamente  que  en  el  Tes- 
tamento Viejo  no  habia  promesa  de  vida  eterna  ,  sino 
dije  que  por  la  observancia  de  la  ley  mosaica,  tomada  á 
solas,  sin  respecto  á  la  fe  y  amor  de  Cristo,  no  se  pro- 
metió premio  eterno  en  el  Viejo  Testamento,  como  se 
parecerá  por  la  dicha  letura,  que,  corno  dije,  declaré  y 
confesé  haber  leído,  y  me  referí  á  ella.  Y  á  lo  que  dice 
este  capítulo,  que  otra  persona  habia  leído  lo  mismo,  lo 
que  yo  sé  es,  que  yendo  á  una  junta  de  maestros,  me 
contó  el  maestro  Grajal  que  él  había  dicho  cierta  cosa 
locante  á  esto ,  y  que  unos  estudiantes  no  le  entendie- 
ron bien,  y  que  se  lo  dijeron  al  maestro  Gallo,  y  que  lo 
condenó  por  mal  dicho.  Y  en  aquella  junta  dije  yo  á 
los  maestros  que  era  razón  que  cuando  algún  estudian- 
te iba  á  algún  maestro  á  decille  lo  que  otro  habia  di- 
cho, antes  que  condenasen  al  tal  maestro  se  había  de 
enterar  si  lo  había  dicho,  por  excusar  alborotos  de  es- 
tudiantes. Y  el  maestro  Grajal  dijo  que  él  quería  poner 
por  escrito  lo  que  habia  dicho  y  los  fundamentos  dello, 
y  traello  allí;  y  así  lo  trujo  á  otra  junta  y  lo  leyó, 
adonde,  á  lo  que  me  acuerdo,  confesaba  que  los  padres 
de  la  ley  vieja  tuvieron  fe  y  pronjpsa  de  la  vida  eterna; 
y  acuerdóme  que  se  satisfizo  el  maestro  Francisco  San- 
cho de  lo  que  decía  el  maestro  Grajal.  Y  en  aquella 
junta  y  en  otras  entendí  que  eslaba  satisfecho  dello.  Y 
bien  entiendo  que  en  aquella  junta  defendería  yo  las 
proposiciones  en  que  el  maestro  Grajal  convenia  con- 
migo en  esta  cuestión  ,  las  cuales  yo  confesé  haber  leí- 
do y  afirmado  en  la  primera  audiencia. 

Al  cuarto  capítulo  digo  lo  que  dicho  tengo  :  que  no 
prefería  las  interpretaciones  y  declaraciones  de  Vata- 
blo y  de  Pagnino  á  los  santos  ni  á  la  Vulgata,  sino  de- 
fendíalas en  los  lugares  que  no  contradecían  al  común 
de  los  santos  en  la  forma,  y  como  declaré  y  confesé  en 
la  primera  audiencia.  Y  juntainente_  conmigo  las  de- 
fendía en  la  forma  que  he  dicho  el  maestro  Francisco 
Sancho,  Grajal,  Martínez,  Bravo  y  algunos  de  los  otros; 
pero  estos  cuatro  eran  los  mas  ordinarios,  y  nadie  de 
los  demás  contradecía,  sino  el  maestro  León  de  Castro. 
Al  quinto  capítulo  digo  lo  que  dicho  tengo,  y  con- 
fieso todo  lo  que  dije  en  aquella  cuestión  de  los  Setenta, 
que  confesé  haber  leído  en  la  primera  audiencia. 
Al  sexto  capítulo  digo  lo  que  dicho  tengo. 
Al  séptimo  lo  que  dicho  tengo. 
Al  octavo  lo  que  dicho  tengo,  que  nunca  mofé,  sino 
estimé  en  mucho  las  declaraciones  del  común  de  los 
santos,  ni  dije  que  no  sabían  Escritura ,  antes  enseñé 
que  dellos  se  habia  de  tomar  el  verdadero  entendimien- 
to della.  Y'  no  sé  qué  hombre  puede  testificar  esto  de 
mí,  sí  no  es  algún  demonio  que  testifica  lo  que  él  sos- 
pecha. Es  verdad  que  de  los  sanios,  yo  estoy  mejor 
con  las  exposiciones  de  los  unos  que  de  los  otros,  y  en 
muchos  pasos  de  la  Escritura  me  contenta  mas  san  Je- 
rónimo y  san  Crisóstomo  y  san  Basilio  que  san  Augus- 
tin,  y  he  dicho  que  supo  mas  Escritura  san  Jerónimo 
que  san  Augustin ,  como  el  mismo  santo  lo  confiesa. 


XXXVl 

V  en  la  primera  audiencia  declaré  y  confesé  los  luga- 
res de  la  Escritura  que  yo  me  acuerdo  en  mis  leturas 
haber  declarado  no  conforme  á  lo  ordinario;  y  si  mas 
se  me  acordaren,  declararé  mas. 

Al  noveno  y  décimo  capítulos,  loque  dicho  tengo. — 
Fray  Luis  de  León. 

OTRO  PAPEL  PRESENTADO  Á  LOS  INQUISIDORES  POR  FRAY  LUIS 
DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  .MANO,  RESPONDIENDO  k  LA  ACUSA- 
CIÓN FISCAL. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León ,  de 
la  orden  de  San  Auguslin ,  digo  :  Que  pensando  mas 
en  lo  que  me  acusa  el  fiscal  en  el  primer  capítulo,  ha- 
ber yo  afirmado  que  en  la  Yuigata  había  falsedades,  he 
imaginado  si  el  fiscal  ó  los  testigos  entienden  por  eslo 
haber  dicho  yo  en  mi  letura  y  papeles,  cuando  traté 
esta  cuestión ,  que  la  Vulgata  en  algunas  palabras  y 
lugares  non  concorJat  satis  cum  originali ,  ó  que  non 
satis  veréexprimit  in  nonnuHis  verbis  originalcm  co- 
dicem.  Si  este  desdecir  en  algunas  cosas  del  original 
hebreo  llaman  falsedades ,  en  los  papeles  de  mi  letura 
que  en  la  primera  audiencia  confesé  y  declaré ,  digo 
aquellas  palabras  y  otras  semejantes,  á  lo  que  me  acuer- 
do, y  finalmente  en  aquellos  papeles  está  al  pié  de  la 
letra  todo  cuanto  leí  y  afirmé  de  la  Vulgata  en  la  for- 
nw  y  mamera  que  en  la  primora  audiencia  declaré ,  y 
lodo  lo  que  en  ellos  hay  confesé  entonces  haber  di- 
cho, y  eso  mismo  confieso  agora  y  confesaré  siempre. 
Bien  sé  que  dije  que  en  la  Vulgata  no  había  sentencia 
falsa  ni  cosa  de  que  se  pudiese  sacar  error,  como  po- 
drá parecer  por  mis  papeles  y  por  los  de  mis  oyentes. 
También  he  pensado  si  el  estudiante  que  tuvo  unas 
conclusiones  desto,  como  he  declarado,  en  sus  conclu- 
siones puso  alguna  palabra  que  diese  ocasión  á  esto 
que  me  acusa  el  fiscal;  y  por  el  juramento  que  he  he- 
cho, que  con  haber  pensado  mucho  en  ello,  no  me  pue- 
do acordar.  Esto  sé  :  que  en  aquel  acto  dije  muchas 
veces  lo  que  he  dicho,  esto  es,  que  en  la  Vulgata  no 
había  sentencia  falsa  ni  cosa  que  pudiese  ser  causa  de 
error,  y  el  maestro  fray  Juan  do  Gnevara,  que  es  hom- 
bre de  gran  memoria,  se  acordará  lialiérMiclo  oído  de- 
cir entonces. 

Ilein  ,  acerca  del  cuarto  capítulo,  que  dice  que  he 
preferido  las  exposiciones  de  Vatablo  al  sentido  de  los 
santos;  si  por  caso  el  fiscal  llama  preferir  haber  yo 
declarado  en  mis  leturas  algunos  pasos  de  la  Escritura 
como  los  intérpretes  nuevos,  ya  yo  he  declarado  y  con- 
fesado en  la  primera  audiencia  lodos  los  lugares  de 
Escritura  que  me  ha  ocurrido  á  la  memoria  haber  ex- 
puesto semejanlemonte.  Y  [laréceme  que  en  un  carta- 
pacio mío  lia  de  haber  olro  lugar  de  la  Escritura  decla- 
rado como  lo  declara  Isidoro  Clarío,  la  cual  declara- 
ción vi  la  primera  vez  en  un  cartapacio  del  maestro 
fray  Alonso  de  la  Barrera,  de  mi  orden ,  ya  difunto;  y 
de  allí  la  saqué  porque  me  pareció  bien.  El  lugar  es 
aquello  del  Evangí^lio  :  Noli  me  tunyere,  nondum  enim 
ascendí  ad  I'alrcm. 

ítem,  en  la  jirimera  respuesta  qu(!  di  á  la  acusación 
del  fiscal  dije  que  en  el  acto  que  se  sustentó  en  las 
escuelas,  de  la  Vulgita  edición,  el  maestro  León  de 
Castro  se  había  mostrado  contrario  á  lo  de  la  Vulgata. 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


Acordándome  mejor,  digo  que  no  contradijo  á  lo  que 
se  sustentaba  de  la  Vulgata,  sino  á  cierta  cosa  que  lo- 
caba á  la  traslíicíon  de  los  setenta  intérpretes. 

ítem,  acerca  del  octavo  capítulo,  en  cuanto  dice  que 
yo  y  otros  que  alternatim  nos  ayudábamos,  decíamos 
que  los  santos  no  supieron  Escritura,  y  poníamos  en- 
tre ellos  á  san  Augustin  ;  en  lo  que  toca  á  mí ,  digo  lo 
que  dicho  tengo.  En  lo  que  toca  á  los  otros ,  si  es  al- 
guno dellos  el  maestro  Grajal ,  él  me  dijo  un  dia  que  le 
achacaban  que  había  dicho  que  se  sabía  agora  mejor  la 
Escritura  que  en  tiempo  de  san  Augustin ;  y  por  el  ju- 
ramento que  tengo  hecho,  que  á  todo  lo  que  me  acuer- 
do me  parece  me  dijo  que  era  mentira,  y  que  no  le  ha- 
bían bien  entendido.  Y  entonces  me  dijo  que  Medina 
le  hacia  guerra,  y  que  le  achacaban  no  sé  qué  propo- 
siciones que  traía  en  un  papel ,  de  las  cuales  las  mas 
decía  que  no  las  había  dicho,  y  otras  declaraba  como 
las  entendía.  Y  me  dijo  que  trataban  también  de  los 
Cantares  en  romance ,  y  yo  le  dije  que  los  quería  volver 
en  latín ,  para  que  los  demás  se  hundiesen.  Del  maes- 
tro Martínez,  ansí  en  confuso  á  personas  del  escuela  he 
oido  decir  que  en  sus  lecciones,  declarando  algunas 
cosas ,  decía  :  «Mira,  esto  es,  y  no  hay  mas  que  esto ; » 
pero  á  quien  lo  oí ,  no  lo  decían  como  escandalizados, 
sino  antes  decían  que  era  llaneza  suya.  A  él  jamás  le  oí 
cosa  en  desprecio  de  los  santos  que  yo  me  acuerde,  y 
sí  dijese  otra  cosa,  le  levantaría  falso  testimonio.  Ni 
yo  tenia  con  él  trato  ni  conversación  ordinaria;  antes 
se  pasaba  un  año  y  dos  años  que  no  le  veia  ni  hablaba, 
y  cuando  le  hablaba  era  encontrándonos  en  los  actos 
de  las  escuelas,  y  la  plática  ordinaria  era  decirme  de 
algún  libro  de  santo,  ó  griego  ó  latino,  que  había  ve- 
nido de  nuevo,  para  que  le  comprase.  Y  siempre  le  tuve 
y  tengo  por  el  hombre  mas  leído  en  los  santos  de  cuan- 
tos hay  en  aijuclla  universidad. 

Demás  desto,  digo  que  podrá  ser  haber  yo  dicho  que 
algún  santo  particular  no  entendió  bien  algún  lugar 
particular  de  la  Escritura,  uno  este  y  otro  aquel,  lo  cual 
pienso  que  es  de  fe.  Y  también  que  hay  algunos  luga- 
res en  la  Escritura  que  no  los  declararon  los  santos, 
porque  no  escribieron  sobre  ellos ,  aunque  por  el  jura- 
mento que  he  hecho,  que  no  me  acuerdo  certificada- 
mente habello  dicho,  sino  digo  que  podrá  ser,  porque 
son  cosas  que  las  tengo  por  llanas  y  ciertas;  y  como  ca- 
da dia  estudiantes  y  otras  personas  me  preguntaban  un 
millar  de  cosas,  será  posible  á  propósito  de  alguna 
haber  dicho  algo  desto.  Y  si  alguno  por  oírme  decir 
esto  quiso  sos[>echar  y  decir  que  yo  mofaba  de  los  san- 
tos ó  decía  que  no  sabían  Escritura ,  ya  vuestras  mer- 
cedes ven  la  i»oca  razón  que  tuvo. 

Tand)ien  me  acuerdo  que  vino  un  estudiante  á  mí, 
y  tomándome  palabra  de  secreto,  me  dijo  (|ue  fray  Bar- 
tolomé de  Medina  andaba  haciendo  pesquisa  de  Grajal 
y  Martínez,  aunque  no  me  los  nombró,  pero  entcndílo 
de  las  señas  que  dio,  y  que  á  él  le  había  preguntado  y 
él  le  había  dicho  cinco  ó  seis  cosas  que  les  había  oido, 
y  acuéi'donKí  de  dos  dolías,  |)orque  me  [)arecíó  que  me 
locaba  á  mí  tandiíeii.  i^a  una  era  de  la  Vulgata,  (|U0  se 
podría  hacer  otra  mejor,  y  yo  le  dijo  riendo  :  «Pues 
quieren  alar  las  manos  á  Dios,  que  no  i>ueda  hacer  un 
profeta  en  su  Iglesia.»  Y  la  otra  era  que  los  Cantares 


CONTRA  FRAY 

eran  carmen  amütorium;  y  le  dije  :  Carmen  amaio- 
rium  ni  dice  bien  ni  mal.  Si  dice  carmen  amatorüim 
carnale ,  eso  es  mal ;  pero  si  dice  carmen  amatorium 
spirüuale,  eso  verdad  es.  Y  á  lo  demás  que  me  dijo  me 
encogí,  como  cosa  que  oia  entonces,  y  no  entendía 
bien  lo  que  quería  decir,  á  todo  cuanto  me  acuerdo;  y 
no  sé  si  una  de  las  cosas  que  me  refirió  fué  que  se  sa- 
bia mejor  la  Escritura  agora  qiie  en  tiempo  de  san  Au- 
gustin;  y  no  sé  si  á  este  ó  á  olro,  refiriéndome  esto 
mismo,  le  dije  estas  palabras  en  sentencia  :  «Si  quie- 
ren decir  que  agora  algún  particular  sabe  mejor  la  Es- 
critura que  en  aquel  tiempo,  dice  muy  mal;  pero  si 
quieren  decir  que  está  agora  mas  declarada  en  la  Igle- 
sia, porque  tiene  lo  que  declaró  san  Augustin  y  lo  que 
después  acá  declararon  los  concilios,  pontífices  y  doc- 
tores que  han  sucedido,  parece  cosa  decidera.»  Sí  desto 
quiso  sospechar  que  yo  tengo  en  poco  los  santos,  vues- 
tras mercedes  lo  juzguen. 

En  audiencia  de  10  de  mayo  se  le  señaló  por  letrado 
al  doctor  Funes,  á  quien  se  tomó  juramento  de  que  le 
defendería  bien  y  derechamente  con  todas  sus  fuerzas. 
Se  leyeron  á  fray  Lcis  sus  propias  confesiones,  y  las  a|)ro- 
bü  en  todo.  Llamado  el  fiscal,  se  ratilicó  también  en  lo 
dicho  en  la  acusación. 

Los  inquisidores  hubieron  entonces  la  causa  por  con- 
clusa, y  dijeron  que  recibían  á  ambas  parles  á  la  prueba 
de  lo  por  ellos  alegado,  salvo  jure  impertinentium  el  non 
admiUendorum,  conforme  al  estilo  del  Santo  Olicio. 

Pidió  luego  el  fiscal  que  los  testigos  se  ratificasen  en 
juicio  plenario,  y  se  hicieron  las  demás  diligencias  con- 
venientes á  su  derecho. 

Celebráronse  sucesivamente  audiencias.  En  ellas  fué 
nuevamente  interrogado  fray  Luis  acerca  de  si  envió  á 
Sevilla  sus  conclusiones  sobre  la  Vulgata,  y  cuáles  fue- 
ron los  resultados.  Contestó  afirmativamente.  Declaró  el 
nombre  de  la  persona  á  quien  dirigió  la  caria,  la  contes- 
tación de  este  señor,  el  dictamen  favorable  que  recibió 
de  personas  de  diferentes  puntos  sobre  otras  conclu- 
siones. 

Presentó  luego  otros  escritos. 

ESCRITO  DE  FRAY  LUIS  I>E  LEÓN,    DE  SU  PU.XO  Y  LETRA, 
AMPLIANDO  SCS  DECLARACIONES. 

En  el  encabezamiento  se  lee  : 

Presentada  en  Yalladolid,  á  13  de  agosto  de  1572  años, 
ante  el  señor  inquisidor  dolor  Giiijano. 

Ilustres  señores:  El  maestro  fray  Luis  de  León,  pre- 
so en  las  cárceles  de  es^e  Santo  Oficio,  digo:  Que  el  lu- 
nes pasado,  que  se  contaron  4  de  agosto  deste  presente 
año  de  72 ,  vuestras  mercedes  me  mandaron  que  de- 
clarase si  había  consultado  lo  que  leí  de  la  Vulgata  con 
otra  persona  mas  de  con  el  arzobispo  de  Granada.  A  lo 
cual  respondí  que  en  la  confesión  que  hice  á  17  de 
abril  deste  presente  año  había  yo  declara<lo  todas  las 
personas  con  quien  fuera  de  Salamanca  había  consul- 
tado la  dicha  letura;  y  así,  se  leyóla  dicha  confesión,  y 
en  ella  se  halló  que  había  consultado  esta  letura,  por 
medio  de  diversas  personas ,  con  el  arzobispo  sobredi- 
cho, y  con  los  teólogos  de  la  universidad  de  Lovaína, 
y  con  los  teólogos  de  Roma ,  y  con  los  teólogos  de  Se- 
villa, como  en  la  dicha  confesión  se  contiene;  de  las 
cuales  cuatro  cosas  el  secretario ,  por  descuido ,  en  la 
dicha  audiencia  que  se  me  dio  á  4  de  agosto,  no  asentó 


LUIS  DE  LEÓN.  xxxvn 

mas  de  la  consulta  con  los  teólogos  de  Sevilla, por  don- 
,  de  podría  parecer  que  las  dichas  dos  declaraciones  que 
sobreesté  punto  he  hecho ,  la  una  en  17  de  abril  y  la 
otra  en  4  de  agosto,  hayan  sido  diferentes  y  nu  confor- 
mes, como  en  realidad  de  verdad  ambas  contengan  lo 
mismo.  Por  lo  cual  digo  que  declaro  haber  comunica- 
do y  consultado  los  díciios  papeles  y  letura  mía  acerca 
de  la  Vulgata,  con  todas  aquellas  personas  que  decla- 
radas tengo  en  las  dichas  dos  declaraciones  que  he  he- 
cho, por  la  manera  y  forma  que  allí  tengo  declaradas, 
á  las  cuales  en  todo  me  refiero. — Fray  Luis  de  León. 

Y  así  presentada,  el  dicho  señor  inquisidor  dijo  que 
mandaba  é  mandó  que  se  ponga  en  el  proceso — Ante 
mí ,  Osorio. — Hay  una  rúbrica. 

OTRO  ESCRITO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN  ,  DE  Sü  PUÑO  Y  LETRA. 

El  encabezamiento  dice  : 

Presentada  en  Yalladolid ,  á  '2,1  de  agosto  de  1572  años , 
estando  los  señores  inquisidores  licenciados  Diego  Gon- 
zález é  Francisco  Realiego  en  la  audiencia  de  la  tarde- 

Ilustres  señores:  El  maestro  fray  Luís  de  León,  pre- 
so en  las  cárceles  deste  Santo  Oficio,  digo:  Que  el  mes 
de  marzo  próximo  pasado,  cuando  eslando  en  Salaman- 
ca me  presenté  delante  del  ilustre  señor  inquisidor  Die- 
go González,  dije  que  subjetahaá  la  censura  y  enmien- 
da deste  Santo  Oficio  á  mí  y  á  todo  cuanto  había  dicho 
en  mi  vida  leyendo  ó  dispulando  ,  ó  de  otra  cualquier 
manera ,  para  si  en  ello  hubiese  alguna  cosa  que  en 
cualquier  manera  fuese  ajena  de  la  doctrina  verdadera 
y  católica  que  enseña  la  santa  iglesia  de  Roma,  lo  cual 
yo  no  sabía  ni  entendía,  revocado  y  enmendallo,  como 
desde  luego  lo  revocaba ,  subjectándome  en  ello  al  pa- 
recer de  cualquier  hombre  docto  y  desapasionado.  Y 
después  acá  por  diversas  veces ,  y  señaladamente  en  la 
confesión  que  hice  en  la  primera  audiencia,  que  fué  á 
tantos  de  abril  deste  presente  año ,  afirmándome  en  es- 
to que  he  dicho ,  declaré  en  particular  todas  aquellas 
cosas  que  en  mis  leturasó  disputas  yo  me  acordaba  ha- 
ber dicho,  y  de  las  cuales  podía  sospechar  que  alguno, 
ó  por  poco  saber  ó  por  otra  causa,  se  podía  haber  ofen- 
dido. Y  porque  no  era  posible  acordarme  de  todo  ni  de- 
clarado todo  en  particular,  referíme  en  lo  demás  á  los 
papeles  de  las  dichas  mis  leturas,  los  cuales  están  en 
poder  de  vuestras  mercedes.  Agora,  afirmándome  en  to- 
do lo  que  acerca  desto  dicho  tengo ,  digo  que  si  se  me 
acordara  alguna  otra  cosa  particular,  la  declarara;  pero, 
porque  no  se  me  acuerda  ni  es  posible  decir  en  parti- 
cular todo  loque  hay  en  los  dichos  papeles  por  mí  com- 
puestos, digo  que  me  refiero  á  ellos ;  y  como  si  pala- 
bra por  palabra  aquí  fueran  por  mí  expresados ,  ansí 
confieso  haber  dicho  todo  ¡o  que  en  ellos  se  contiene, 
y  si  menester  es ,  los  subjecto  de  nuevo  al  juicio  de 
vuestras  mercedes,  así  como  los  tengo  subjectados,  por- 
que mi  voluntad  ni  es  ni  fué  jamás  de  apartarme  en  na- 
da de  la  doctrina  sana  y  católica. 

Demás  desto,  digo  que,  ansí  en  Salamanca  como  des- 
pués acá,  por  muchas  veces  he  declarado  que  entre  mis 
papeles  había  muchos  otros  que  no  eran  míos  ni  com- 
puestos por  mí,  como  eran  leturas  del  maestro  Victo- 
ria, y  Cano,  y  Vega,  y  fray  Pedro  de  Sotomayor,  y 
fray  Juan  de  la  Peña ,  y  el  maestro  Gallo,  y  el  maestro 


xxxvni 

Guevara ,  y  el  maestro  Cipriano ,  y  el  maestro  Villalo- 
bos, y  otros  muchos  de  que  no  me  acuerdo;  y  sin  estos, 
habia  otros  cartapacios  y  papeles  que  frailes  y  otrasper- 
sonasme  habían  prestado.  Y  he  suplicado  por  diversas 
veces  á  vuestras  mercedes  fuesen  servidos  de  dar  orden 
como  pudiese  yo  señalar  cuyo  era ,  y  por  quién  habia 
sido  compuesto  cada  uno  de  los  dichos  papeles  y  carta- 
pacios ,  y  las  personas  de  quien  y  como  se  podría  saber 
la  verdad  de  lo  que  yo  acerca  desto  dijese ,  para  que  con 
tiempo  vuestras  mercedes  lo  mandasen  averiguar  míen- 
tras  las  dichas  personas  estaban  vivas  y  presentes;  lo 
cual  hasta  agora  nunca  se  ha  hecho.  Y  aunque  es  ver- 
dad que  yo  ni  sé  ni  creo  que  en  los  dichos  papeles  haya 
cosa  alguna  de  mala  doctrina,  de  lo  cual  pongo  á  Dios 
por  testigo,  porque  de  muchos  dellos  no  he  leído  nada, 
y  del  que  mas  he  visto  no  han  sido  treinta  hojas;  pero, 
porque  podría  ser  haber  en  alguno  dellos  algún  incon- 
veniente ,  ó  por  menos  saber  de  quien  los  compuso  ,  ó 
por  descuido  del  que  los  escribió ;  y  habiéndolo  ,  po- 
dría ser  que  se  me  hiciese  á  mí  cargo  dello  á  tiempo 
que  por  faltarme  los  testigos  no  pudiese  probar  yo  los 
dichos  papeles  ser  ajenos,  y  no  míos  ni  compuestos  por 
mí;  por  tanto,  digo  que  yo  estoy  presto  y  aparejado  á 
declarar  y  probar  de  lodos  los  papeles  que  se  hallaron 
en  mi  celda,  y  de  cada  uno  dellos,  cuál  sea  mío  y  cuál 
no,  siendo  vuestras  mercedes  servidos  dello,  y  dando 
orden  como  se  pueda  hacer.  Donde  no ,  protesto  que  sí 
en  algún  tiempo  pareciere  haber  en  ellos  alguna  cosa 
menos  bien  dicha ,  la  cual ,  como  dicho  tengo,  yo  no 
sé  ni  creo  que  la  hay ;  pero  sí  la  hubiere  y  de  ella  se  me 
hiciere  cargo  á  tiempo  que  yo  no  pueda  probar  no  ser 
mío  el  papel  donde  estuviere;  protesto  que  no  es  á  mi 
cargo  y  que  dello  no  se  me  puede  poner  culpa,  pues 
yo  con  tiempo  y  tantas  veces  me  he  proferido  á  decla- 
rar lo  que  es  cada  uno  de  los  dichos  papeles  en  manera 
que  vuestras  mercedes  pudiesen  fácilmente  entender 
que  trato  llaneza  y  verdad. — Fray  Luis  de  León. 

JiOTA  DE  MANO  DE  FRATLL'IS  DE  LEÓN  PARA  QBE  SE  BUSCASEN 
L'.NAS  CONCLUSIONES  SUYAS. 

De  letra,  al  parecer,  del  secretario  se  lee  en  el  en- 
cabezamiento: "Üus  se  busquen  en  los  papeles  de  fray 
Luis  estas  conclusiones. — Presentó  este  papel  en  26  de 
noviembre  de  1572.)) 

Es  un  pliego  de  papel  solo,  en  el  cual  estan-síete  ó 
ociio conclusiones  de  letra  mia,  grande,  algo  mayor 
que  esta.  Tratando  la  Sagrada  Escritura,  y  de  donde 
se  ha  de  tomar  su  verdatlcro  sentido.  Paréccme  que  la 
primera  conclusión  comienza :  Sacrae  lilterae  divini- 
lus  inspiralae ,  etc. ,  y  acaba  la  dicha  primera  conclu- 
sión :  Sacrosanctarn  habent  aucturitatem  et  infallibi- 
lem  verilatem. 

OTBO  ESr.llITO  DE  FRAY  LLIS  DE  LEÓN  ,  DE  SU  PU.ÑO    Y    LETRA. 

Ilustres  señores:  El  maestro  fray  Luis  de  León,  pre- 
so en  las  cárceles  de^te  Santo  Olicio,  digo:  Que  en  27 
del  mes  pasailo  de  agosto  destc  presente  año  dije  por 
escrito  que  de  los  escritos  ajenos  que  haliia  entre  mis 
•  escritos,  no  liahia  leído  ile!  que  mas  treinta  ó  cuarenta 
hojas;  y  de  palabra  dije  que  ninguno  de  los  dichos  es- 
critos ajenos  estaba  escrito  de  mi  mano.  Agora  digo  que 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  LNSTRUIDO 


es  así  aquello  como  lo  dije,  excepto  que  siendo  oyente 
de  teulugía,  y  oyendo  al  maestro  Cano  ,  que  fué  mi 
maestro,  le  escribí  en  el  general  las  liciones  que  le  oía, 
como  es  costumbre  en  Salamanca,  y  de  aquellos  pa- 
peles que  entonces  le  escribí ,  ha  de  haber  agora  en- 
tre mis  escritos  algunos  cuadernos,  pocos  y  mal  con- 
certados, porque  los  mas  después  acá  se  han  perdido. 
También  en  un  cartapacio  mío  han  de  estar  algunos 
sermones  en  suma,  escritos  de  mí  letra,  que  son  de 
fray  Alonso  Gutiérrez ,  dominico,  los  cuales  yo  le  oí  en 
Salamanca-,  y  después  ,  como  he  dicho,  sumaba  lo  que 
habia  dicho,  y  escribíalo  en  el  dicho  cartapacio.  Y  no 
sé  si  ha  de  haber  algún  otro  papel  escrito  de  mi  mano, 
y  no  compuesto  por  mí ;  pero  sí  lo  hay,  es  cosa  poca. 

Demás  desto ,  digo  que  yo  tengo  muchas  veces  pre- 
sentado delante  de  vuestras  mercedes  y  confesado  todo 
lo  que  yo  he  leído  y  dicho  en  mi  vida  y  escrito ,  así 
como  está  en  mis  papeles ,  los  cuales  he  subjcctado  á 
vuestras  mercedes  en  general ,  asi  como  si  palabra  por 
palabra  expresara  todo  lo  que  hay  en  ellos,  y  en  parti- 
cular declarando  y  expresando  todo  aquello  que  me  ha 
ocurrido  á  la  memoria  y  parecido  digno  de  ser  declara- 
do. En  lodo  lo  cual  de  nuevo  atirmándome,  digo  que, 
demás  de  lo  particular  que  he  dicho ,  se  me  acuerda 
también  que ,  siendo  de  edad  de  diez  y  ocho  ó  diez  y 
nueve  años,  á  un  amigo  mío  que  me  pidió  le  declarase 
aquello  del  profeta  Ecequiel :  Signa  tam  super  frontes 
viroruní  gementinm,  le  respondí  por  escrito  en  latín, 
y  la  respuesta  creo  ha  de  estar  entre  mis  papeles,  aun- 
que há  mas  de  veinte  años  que  no  la  he  visto;  don- 
de me  parece  que  puse  dos  declaraciones  :  una ,  la 
común ,  que  es  de  san  Hierónimo,  y  otra  conforme  á  la 
traducción  de  los  setenta  intérpretes.  Creo  que  en 
ninguna  de  ellas  hay  ínconviniente;  pero,  como  otras 
veces  he  dicho,  agora  todo  se  me  hace  dudoso,  y  así  lo 
declaro. 

Ilem ,  en  un  cuolíbeto  de  los  mios ,  que  es  el  prime- 
ro de  todos ,  tratando  de  la  diferencia  de  la  ley  vieja  y 
del  Evangelio,  cuanto  á  la  mayor  abundancia  de  gra- 
cia que  hay  agora,  puse  y  confirmé  con  muchos  Ics- 
timonios  y  razones  una  opinión  que  acerca  desto  tuvo 
santo  Tomás  en  los  primeros  escritos.  Y  aunque  yo  á 
la  fin  no  quedé  con  ella,  sino  resolví  la  cuestión  si- 
guiendo la  sentencia  común;  pero,  como  digo  y  dije  en 
el  dicho  cuolíbeto,  aquella  opinión  de  santo  Tomás  an- 
tes de  aquel  tiempo  algunas  veces  me  había  parecido 
probable.  Y  acerca  de  ello  me  acuerdo  que  cscrebí  una 
carta  en  latín  al  maestro  Cipriano,  siendo  yo  su  oyen- 
te, pidiéndole  que  me  dijese  su  parecer;  la  cual  carta 
es  el  dicho  ciiolihcto,  que  no  le  falta  mas  de  las  salu- 
taciones del  principio  y  la  conclusión  del  lin.  Esta  opi- 
nión que  digo ,  me  pareció  algunas  veces  probable,  si- 
guiendo en  ello  la  autoridad  de  santo  Tomás,  que  co- 
mo he  dicho,  la  tuvo,  y  también  la  vi  en  otro  libro  de 
mano  de  mi  autor  italiano,  ilonde  habia  algunas  cosas 
que  me  parecieron  buenas  y  otras  peligrosas ,  á  lo  que 
eidonces  imdc  entender,  fiorque  há  muchos  años  que 
me  lo  mostraron  ;  del  cual  libro  y  desla  opinión  que  vi 
en  él ,  y  de  lo  demás  que  me  [lareció  del ,  há  mas  de 
diez  años  que  di  noticia  por  escrito  en  este  lugar  á  los 
que  adminislraban  entonces  este  Santo  Oficio,  como  de- 


CONTRA  FRAY 

claré  en  la  primera  audiencia,  á  la  cual  declaración  y  ! 
escrito  me  reflero. 

ítem ,  en  otro  cuolibeto  me  parece  que  tratando  de 
la  causa  que  lia  de  haber  para  conceder  indulgencias, 
de  dos  opiniones  las  mas  señaladas  que  hay  acerca  de- 
11o,  la  una  de  santo  Tomás  y  la  otra  de  Alberto  Magno 
y  Alejandro  de  Ales,  y  los  demás  teólogos  antiguos, 
me  parece  que  me  fui  allegando  algo  mas  á  la  opinión 
de  los  teólogos  antiguos  que  á  la  de  santo  Tomás.  No 
sé  si  en  ello  hay  algo  de  que  alguno  se  querrá  ofender. 
No  me  acuerdo  bien  cuál  fué  del  todo  mi  resolución  en 
estoque  digo;  pero  acuérdeme  muy  bien  que  así  este 
cuolibeto  como  los  demás  parecieron  muy  bien  al  maes- 
tro fray  Domingo  de  Soto  y  al  maestro  Sancho,  que  me 
presidieron ,  y  á  los  demás  maestros  teólogos  que  se  ha- 
llaron presen!  es. 

Demás  desto ,  yo  he  suplicado  á  vuestras  mercedes 
sean  servidos  de  que  un  pliego  de  conclusiones  escritas 
de  mi  mano,  que  están  entre  mis  papeles,  se  pongan 
en  este  proceso,  y  se  verifique  que  son  mias.  Lo  mismo 
suplico  agora,  porque  conviene  á  mi  justicia.  También 
suplico  á  vuestras  mercedes  sean  servidos  mandar  al 
maestro  Francisco  Sancho  que  envié  el  original  de  la 
censura  y  enmienda  que  los  teólogos  de  Salamanca  hi- 
cimos en  la  Biblia  de  Vatablo  por  mandamiento  de  los 
señores  del  consejo  deste  Santo  Oficio,  la  cual  dicha 
censura  original  vuestras  mercedes  sean  servidos  man- 
dar que  se  ponga  en  este  mi  proceso,  porque  importa 
para  la  verdad  de  mi  defensa. — Fray  Luis  de  León. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LLIS  DE  LEÓN,  DE  SU  PÜ.ÑO  Y  LETRA,  PRE- 
SENTADO, SEGÚN  UNA  NOTA  QUE  HAY  AL  PRINCIPIO  DE  MANO 
DE  UNO  DE  LOS  SECRETARIOS,  ANTE  EL  SEÑOR  LICENCIADO 
DIEGO  GONZÁLEZ,  INQUISIDOR,  EN  LA  AUDIENCIA  DE  LA  TAR- 
DE, Á  10  DE  DICIEMBRE   DE  1372  AÑOS. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  pre- 
so en  las  cárceles  deste  Santo  Oficio,  con  el  acatamiento 
que  debo  digo  :  Que  en  principio  del  mes  de  octubre 
pasado  deste  presente  año  de  72  presenté  delante  de 
vuestras  mercedes  un  interrogatorio  de  ciertas  pregun- 
tas en  que  hablan  de  ser  examinados  los  testigos  que 
en  él  nombré  para  la  claridad  y  defensa  de  mi  justicia, 
y  supliqué  á  vuestras  mercedes  fuesen  servidos  man- 
dar se  enviase  luego  á  Salamanca,  y  se  hiciese  con  bre- 
vedad la  probanza,  antes  que  los  nombrados  testigos  ó 
algunos  dellos  se  ausentasen  ó  faltasen.  Y  después  des- 
to, por  el  fin  de  noviembre  deste  dicho  año  entendí 
que  el  dicho  interrogatorio  no  se  habia  enviado,  ni  lie- 
cho  la  dicha  probanza  ni  otra  diligencia  alguna  acerca 
dello.  Por  lo  cual  digo,  y  en  la  mejor  forma  que  de  de- 
recho haya  lugar  protesto,  que,  si  por  no  haberse  hecho 
la  dicha  probanza  al  tiempo  que  yo  presenté  el  interro- 
gatorio ,  y  supliqué  se  hiciese ,  aconteciere  después  no 
hacerse  tan  enteramente  como  á  mi  justicia  conviene, 
y  como  es  la  verdad  que  pretendo ,  por  haberse  en  este 
medio  tiempo  muerto  óausentado  algún  testigo  ó  testigos; 
protesto ,  como  dicho  tengo ,  que  no  es  culpa  mia  ni 
es  por  causa  de  faltarme  verdad  ni  justicia  ;  y  pido  que 
no  me  pare  perjuicio,  como  de  derecho  ni  puede  ni  de- 
be perjudicarme;  pues,  como  he  dicho,  yo  declaré  con 
tiempo  la  verdad ,  y  señalé  las  personas  de  quien  se 


LUIS  DE  LEÓN.  xxxix 

podria  saber;  y  lo  demás  todo  no  está  á  mi  cargo,  sino 
al  de  vuestras  mercedes,  á  cuyo  oficio  toca  mandar  ha- 
cer con  tiempo  y  diligencia  todo  lo  que  perteneciere 
para  el  conocimiento  y  defensa  de  la  verdad  y  justicia, 
ó  sea  por  mi  parte ,  ó  sea  por  la  del  fiscal. 

Demás  desto,  digo  que  desde  la  primera  audiencia, 
que  fué  por  principio  de  abril  deste  presente  año,  hasta 
en  fin  del  mes  de  noviembre,  por  muchas  veces,  por 
palabra  y  por  escripto,  como  parecerá  por  el  proceso, 
he  suplicado  á  vuestras  mercedes  manden  buscar  unas 
conclusiones  mias  que  están  entre  mis  papeles,  y  com- 
probar que  son  mias  con  las  personas  que  para  ello  ten- 
go señaladas,  porque  de  las  dichas  conclusiones  consta 
que  en  ciertos  artículos  que  me  opone  el  fiscal  soy  acu- 
sado falsamente.  Y  con  ser  esto  así ,  por  el  fin  del  dicho 
mes  de  noviembre  las  dichas  conclusiones ,  como  vues- 
tras mercedes  saben  ,  ni  se  habían  buscado  ni  compro- 
bado ;  por  lo  cual  protesto  y  pido  lo  mismo  que  arriba 
protestado  y  pedido  tengo,  que  ,  si  por  no  haberse  he- 
cho con  tiempo  las  dichas  diligencias  ,  después  no  se 
hicieren  bien ,  no  me  dañe  ni  empezca,  pues  no  es  por 
culpa  mia;  y  en  el  cuidado  que  he  puesto,  y  en  la  ins- 
tancia que  he  hecho,  suplicando  á  vuestras  mercedes 
que  con  tiempo  se  haga  ,  se  ve  claramente  que  trato 
llaneza  y  verdad. 

Demás  desto,  digo  que ,  como  es  notorio  ,  yo  há  que 
estoy  preso  en  estas  cárceles  ocho  meses ,  y  va  para 
nueve ,  y  en  todo  este  tiempo  no  se  ha  hecho  publica- 
ción de  testigos,  ni  se  me  ha  dado  lugar  para  mi  ente- 
ra defensa ,  siendo  verdad  que  si  el  dia  que  fui  preso 
vuestras  mercedes  me  hicieran  cargo  de  lo  que  de>pues 
el  fiscal  me  opuso,  dentro  de  nueve  horas  mostrara 
clara  y  abiertamente  mi  inocencia  y  la  malicia  de  mis 
acusadores.  Y  habiendo  después  acá  por  diversas  veces 
suplicado  á  vuestras  mercedes  fuesen  servidos  mandar 
se  hiciese  publicación  de  testigos ,  y  dicho  que  estoy 
presto  y  aparejado  para  mostrar  que  en  mí  no  hay  culpa 
contra  la  fe  ni  razonable  sospecha  della,  no  se  ha  hecho 
nada;  en  lo  cual  mi  justicia  ha  recibido,  y  cada  dia 
recibe,  notable  agravio,  porque,  como  es  claro,  cuanto 
mas  se  dilata  la  dicha  publicación,  tanto  con  mas  difi- 
cultad y  peligro  de  imposibilidad  podré  yo  probar  la 
verdad  que  pretendo,  por  los  casos  inciertos  de  ausen- 
cias y  muerte  que  pueden  de  cada  dia  ofrecerse  á  los 
testigos ;  por  lo  cual  torno  á  suplicar  á  vuestras  mer- 
cedes acerca  desto  lo  mismo  que  tengo  suplicado  y  di- 
cho tantas  veces ,  pues  el  daño  que  vo  recibo  en  no  ha- 
ber publicación  de  testigos  es  notorio,  y  para  la  dila- 
ción della  no  parece  haber  causa  razonable ,  por  las  ra- 
zones siguientes.  Lo  uno,  porque,  si  se  dilata  por  haber 
sobrevenido  de  nuevo  alguna  nueva  sospecha,  en  cuya 
averiguación  se  entiende,  esto  no  es  causa  para  que  no 
se  publiquen  los  testigos  acerca  de  lo  que  al  principio 
estaba  contra  mí  articulado;  porque  en  no  haber  pu- 
blicación acerca  destos  dichos  artículos  mi  justicia  re- 
cibe el  agravio  que  dicho  tengo,  y  en  haber  publica- 
ción no  se  prejudica  nada  á  la  parte  del  fiscal  ni  á  la 
dicha  nueva  pretensión  ó  sospecha  que  puede  ó  quiere 
pretender,  pues,  como  es  claro,  yo  estoy  preso  y  no  rae 
puedo  ausentar,  y  el  dicho  fiscal  puede  en  cualquier 
estado  de  mi  cíiusa  oponerme  de  nuevo  lo  que  quisiere. 


XL 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


Lo  otro ,  porque ,  si  la  publicación  se  dilata  porque 
vueslras  mercedes  quieren  que  se  vean  primero  mis  pa- 
peles y  lecturas,  esto  no  lo  debe  estorbar,  por  ser  lo  uno 
de  lo  olro  muy  diferente,  por  cuanto  todo  lo  que  hay  en 
los  mis  dichos  papeles,  yo  lo  tengo  contesado  y  sujec- 
tado  á  este  santo  juicio  desde  antes  que  me  prendiesen; 
y  así,  acerca  dello  no  hay  que  averiguar  si  lo  dije  ó  no, 
sino  solamente  averiguar  si  es  bien  ó  mal  dicho.  Pero 
el  pleito  que  yo  trato  con  el  fiscal  es  sobre  cosas  de  que 
me  acusa  ,  las  cuales  yo  no  he  dicho ,  y  me  incumbe 
probar  que  no  las  he  dicho;  lo  cual ,  si  vuestras  mer- 
ceiies  hubieran  sido  servidos  de  recibir  y  hacer  probar 
mis  descargos,  tuviera  ya  probado.  Y  cuando  la  parte 
del  dicho  fiscal  pretenda  alguna  otra  cosa,  cualquiera 
que  ella  sea,  en  que  se  vean  mis  escritos,  por  la  tal 
vista  no  se  debe  dilatar  la  publicación,  pues,  como  di- 
cho tengo,  yo  no  me  ausento  ni  los  escritos  se  mue- 
ren; y  en  cualquier  estado  que  esté  el  pleito  puede 
hacer  presentación  de  lo  que  en  mis  escritos  hallase 
que  pareciere  favorecer  á  su  parte. 

Lo  o!ro,  porque,  si  se  dilala  la  dicha  publicación, 
porque  haciéndose  ,  podria  yo  venir  en  noticia  de  al- 
guna cosa  que  vuestras  mercedes  no  quieren  que  sepa; 
lo  uno,  este  inconveniente  es  perpetuo,  y  por  la  mis- 
ma ra/.on  la  dicha  publicación  nunca  se  hará;  lo  olro, 
para  la  defensa  de  mi' justicia  ninguna  cosa  hay  en 
el  mundo  que  me  importe  sabella  ó  no  sabella.  So- 
lamente he  menester  que  Dios  sea  servido  sustentar  á 
los  testigos,  y  alumbrallos  para  que  digan  la  verdad,  y 
á  los  calificadores  guiallos  para  que  sin  pasión  y  con 
razón  pongan  á  cada  cosa  en  su  grado.  Y  ansi ,  por  todo 
lo  sobredicho,  y  por  todas  las  demás  razones  que  con- 
forme á  derecho  hacen  por  mí,  suplico  á  vuestras  mer- 
cedes, y  si  es  menester,  les  requiero  en  la  mejor  forma 
que  de  derecho  puedo ,  y  les  encargo  las  conciencias 
que  manden  hacer  la  dicha  publicación,  para  que  con 
ella  pueda  con  tiempo  y  enteramente  descargarme;  pro- 
testando que,  si  por  no  haberse  hecho  hasta  agora  desde 
que  lo  pido  y  suplico ,  ó  por  dilatarse  mas  desde  hoy 
adelante ,  mi  probanza  y  el  descargo  de  mi  inocencia 
no  se  pudieren  hacer  tan  enteramente  como  se  hiciera 
al  tiempo  que  fué  pedido  por  mí ,  no  me  debe  dañar 
ni  perjudicar,  como  dicho  tengo.  A  H  de  diciembre 
de  lo72. —  Fray  Luis  de  León. 

PnOPOSICIO.NES  DE  FRAY  LCIS  DE   LEOX,  E.SCRITAS  DE  SU  MANO, 
ES  VALLADOUD  ,  Á  21  DE  DICIEMBUE  DE  1372  AÑOS. 

i.^  Propositio.  «Sacrac  lilterae  a  veris  prophetis, 
■Spiritu  Sánelo  dictante,  conscriptae , el  ad  hoininurn 
.iitililalem  divinitüs  inspiratae,  et  sacrosanctam  ha- 
);bi;nt  authoritatem,  el  infallibilem  veritatem.» 

2.'  pRijposiTio.  ((Haec  sacrae  litterae,  Dco  sic  dis- 
»pensante,  ea  rationc  conscriptae  sunt,  ut  ingcnioso- 
)írum  hominum  interpretationibus  in  varios  sensus  Ira- 
)))ii  [lO-siiU,  parlim  veros,  partiin  falsos,  ñeque  ex  ipsis 
wsolis  satis  conslat  qni  sil  verus  sensus.» 

3."  Phopusitio.  ((Ex  solis  sacris  lilleris,  scilicet,  ex 
)<solo  verbo  scripto ,  non  adjunclo  verbo  non  scriplo, 
wneqne  res  fidei  corló  satis  slabiliri ,  ñeque  herelici 
))salis  sufíicienler  refulari  possunt.» 

4.*  Propositio.  «Vera  sacrarum  litlcrarum,  id  ost, 


wverbi  scripli  intelligentia,  ex  verbo  non  scripto,  id 
»est,  ex  apostolorum  tradilione  et  interpretatioue  su- 
«menda  est :  quae  Iradilio  ex  conciliorum  diffinitioni- 
))bus  et  summorum  ponlificum  decretis,  et  communi 
Msaaclorum  sensu  et  interpreíatione  colligitur.» 

S.''  Propositio.  «Cum  aut  sacra  concilla,  aul  sacri 
«doctores  ad  res  íidei  probandas,  teslimoniis  sacrarum 
))litterarum  utuntur,  iis  utunturnon  ob  id  potissimími 
»ul  haerelicos  ipsos  apud  eos  ipsos  convincant ,  quippé 
wquos  sciunl  sacras  Hileras  suo  sensu  interpretari  et 
))patrum  sensus  (a)  contemnere ;  sed  ut  apud  calholi- 
))COs  qui  patrum  sensus  et  interpretationes  vencrantur, 
))Constet  veré  illos  k  nobis  refútalos  esse,  el  nosira 
»dogmata  vera  esse,  illorum  autem  ñUsa.)) 

().''  PaopüsiTio.  ((  Nonnulla  sunt  in  iis  quae  ad  fidem 
))et  ad  mores  pertinent,  quorum  in  sacris  litteris  aul 
¡mulla  sunt ,  aut  perexigua  el  obscura  vestigia.» 

7."  PiioposiTio.  uEcclesia  etconcilia  ad  diffiniendam 
waliquamrem fidei,  non  semperegenl Sacra Scrip tura.» 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCniTO  DE  SU  MANO  ,  PRE- 
SENTADO, SEGÚN  NOTA  DE  UNO  DE  LOS  SECRETARIOS,  EN  VA- 
LLADOLID,  Á  20  DE  DICIEMRRE  DE  1572  AÑOS,  AME  LOS 
SEÑORES  INQUISIDORES  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ  É  LI- 
CENCIADO SANTOS. 

Ilustres  señores :  Y'o  entiendo  que  con  la  mudanza 
de  los  priores  estará  trastornada  toda  mi  celda ,  y  en 
poco  tiempo  faltará  lo  mas  della,  porque  conozco  en 
esto  la  condición  de  mi  gente ,  y  podrá  ser  tener  yo 
necesidad  para  mi  negocio  de  algunas  cosas  della ;  y 
también  hay  cosas  ajenas ,  y  que  están  á  mi  cargo  dar 
cuenta  dellas  si  Dios  fuere  servido  darme  libertad  algún 
dia.  Suplico  á  vuestra  merced,  por  amor  de  Dios,  sea 
servido  de  enviar  á  mandar  al  maestro  Francisco  San- 
cho, ó  á  Francisco  de  Almansa,  el  familiar  que  vino  con- 
migo ,  que  la  cierre ,  y  tome  todas  las  llaves  y  las  guar- 
de. Y  este  Almansa  lo  hará  muy  bien,  porque  es  hombre 
de  mucha  verdad  y  recaudo ;  y  suplico  á  vuestra  merced 
no  lo  ponga  en  olvido. 

—  Vista  la  dicha  declaración  por  los  dichos  señores 
inquisidores,  dijeron  que,  alentó  lo  pedido  por  el  dicho 
fray  Iaiís  de  León ,  les  parece  que  se  encargue  desla 
celda  Pedro  de  Almansa,  familiar  deste  Santo  Oficio  en 
la  ciudad  de  Salamanca ,  y  lome  por  inventario  todo  lo 
contenido  en  la  dicha  celda,  y  le  ponga  sus  llaves  y  can- 
dados, para  que  naide  pueda  entrar  en  ella  sino  él  solo, 
é  lo  firmará;  los  cuales  tome  por  el  inventario  queslá 
hecho,  que  va  con  la  presente. 

CAPÍTULO  SACADO  DE  UNA  CARTA  DE  LOS  SEÑORES  DEL  CONSEJO 
DE  LA  SANTA  Y  GENERAL  I^0U1SICIÜN,  SU  RECIBO  EN  VALLA- 
DOLID,  Á  13  DE  ENERO  DE   157.'>AÑOS. 

ítem,  en  el  proceso  de  fray  Luis.de  León  están  co- 
menzadas á  rccebir  las  defensas ,  sin  eslar  hecha  pu- 
blica'Mon  ,  qiies  contra  loda  orden  y  estilo,  lo  cual  no 
se  debiera  hacer,  sin  cml)argode  lo  jiedido  por  el  dicho 
fray  Luis.  De  Madrid,  10  de  enero  1573  años. 

(a)  El  original  sensn. 


CONTRA  FRAY 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEO',  ESCRITO  DE  SU  MANO,  PRE- 
SENTADO, SEGUX  NOTA  DE  UNO  DE  I.OS  SECRETARIOS,  ANTE 
„L  SEÑOR  DOCTOR  GL'UANO  DE  MERCADO,  INQL'ISIDOR  ,  EN 
LA  AUDIENCIA  DE  LA  TARDE  ,  Á  21  DE  ENERO  DE  1573  AÑOS. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  pre- 
so en  las  cárceles  des'e  Santo  Oficio ,  pareciendo  de- 
lante de  vuestras  mercedes,  con  el  acatamiento  que  debo 
digo  :  Que  en  tantos  del  mes  de  diciembre  del  año  pa- 
sado de  72 ,  presenté  delante  de  vuestras  mercedes  una 
petición  que  en  suma  contenia  tres  cosas.  La  una,  que 
yo  en  principios  del  mes  de  octubre  del  año  pasado  ha- 
bía presentado  un  interrogatorio  por  do  hablan  de  ser 
examinadas  las  personas  que  en  él  señalé  para  defensa 
y  claridad  de  mi  justicia ;  y  sabia  que  en  fin  del  mes  de 
diciembre  el  dicho  interrogatorio  no  se  habia  enviado 
á  Salamanca ,  donde  estaban  las  personas  que  por  él  se 
habian  de  examinar.  La  otra,  que  desde  e!  principio  doste 
mi  pleito  hasta  aquel  dia  ,  que  era  espacio  de  ocho  ó 
nueve  me>es  ,  había  por  diversas  veces  ,  por  palabra  y 
por  escrito,  suplicado  á  vuestras  mercedes  mandasen 
buscar  un  cierto  papel  de  conclusiones  mió,  y  compro- 
bar que  era  mió  con  las  personas  que  para  ello  señalé, 
y  ponello  en  el  proceso  como  cosa  que  me  importaba, 
y  que  sabia  que  en  todo  el  dicho  espacio  de  tiempo  las 
dichas  conclusiones  no  se  habian  buscado  ni  compro- 
bado. La  tercera  y  última ,  que  en  todo  el  tiempo  que 
liá  que  estoy  preso ,  que  son  ya  poco  menos  de  diez 
meses,  no  se  habia  hecho  en  este  mi  pleito  publii-acion 
de  testigos,  ni  se  me  habia  dado  lugar  de  entera'de- 
íoiisa,  no  pareciendo  haber  para  la  tal  dilación  causa 
ninguna  jurídica  ni  necesaria,  por  cuanto  el  fiscal,  aun- 
que estuviese  hecha  la  dicha  publicación,  y  en  cualquier 
estado  que  la  causa  estuviese,  podía  oponerme  cual- 
quier cosa  que  de  nuevo  contra  raí  pretendiese,  y  yo, 
dilatándose  la  publicación  y  el  tiempo  de  mi  defensa, 
corría  riesgo  de  no  poder  probar  mí  inocencia,  por  los 
casos  ordinarios  de  muerie  y  ausencia  que  podrían  su- 
ceder á  mis  testigos;  y  por  tanto,  decia  que,  si  por  ha- 
berse dilatado  el  examen  de  los  testigos  que  nombré  en 
el  sobredicho  interrogatorio,  ó  por  no  haberse  buscado 
ni  comprobado  las  dichas  mis  conclusiones  ,  ó  por  di- 
latarse tanto  como  se  dilata  la  publicación  de  los  tes- 
tigos, sucediese  que,  habiéndose  muerto  ó  ausentado 
alguna  de  las  personas  por  cuyo  testimonio  ha  de  cons- 
tar á  vuestras  mercedes  de  mi  inocencia,  la  probanza 
que  pretendo,  ó  no  se  hiciese,  ó  no  fuese  tan  entera 
como  á  mi  descargo  conviene,  protestaba  que  no  era 
por  culpa  mía  ni  por  faltarme  justicia,  y  pedía  en  la 
mojor  manera  que  de  derecho  habia  lugar,  que  no  me 
parase  perjuicio,  como  mas  largo  se  contiene  en  la  mí 
dicha  petición ,  á  la  cual  refiriéndome  agora  en  todo, 
digo  que  torno  otra  vez  de  nuevo  á  suplicar  á  vues- 
tras mercedes  lo  mismo  que  en  aquella  supliqué,  ha- 
ciendo la  mesma  protestación  y  pedimiento  que  en 
aquella  hice,  por  las  causas  que  allí  expresé,  y  por  to- 
das las  demás  que  conforme  á  derecho  rae  favorecen. 

Demás  desto,  digo  que,  como  dicho  tengo,  yo  estoy 
presto ,  dándoseme  con  tiempo  lugar  para  ello ,  y  po- 
niéndose por  mandado  de  vuestras  mercedes  la  dili- 
gencia y  brevedad  que  es  razón,  para  descargarme,  con- 
forme á  verdad  y  derecho,  de  todo  lo  que  por  parte  del 


LUIS  DE  LEÓN.  xu 

fiscal  me  es  ó  fuere  opuesto,  mostrando  que  en  mí  ja- 
más ha  habido  culpa  contra  la  fe,  ni  razonable  sospe- 
cha della.  Y  por  tanto,  suplico  á  vuestras  mercedes 
manden  a!  dicho  fiscal  que  si  tiene  contra  mí  alguna 
otra  cosa  de  que  hacerme  cargo  de  nuevo ,  que  la  re- 
clame y  oponga,  porque  yo  estoy  aparejado,  así  desto, 
sí  algo  es ,  como  de  lo  demás  que  me  acusa ,  con  sola 
la  noticia  que  de  su  acusación  puedo  collegír,  sin  aguar- 
dar á  que  se  haga  publicación  de  testigos ,  de  mostrar 
que  ansí  en  lo  uno  como  en  lo  otro  no  tengo  culpa ; 
protestando,  como  tengo  protestado,  que  si  por  la  di- 
lación que  en  esto  ha  habido  y  hay,  y  de  aquí  adelante 
hubiere ,  no  se  pudiere  hacer  bien  mi  descargo ,  no  me 
pare  perjuicio,  pues  há  tanto  tiempo  que  suplico  á 
vuestras  mercedes  que  me  reciban  á  prueba ,  y  man- 
den hacer  mis  descargos  con  la  diligencia  y  brevedad 
que  yo  los  hiciera  sí  por  vuestras  mercedes  no  me  fue- 
ra quitado,  y  no  se  ha  hecho  ni  hace. 

Demás  desto ,  digo  que  para  mí  justicia  conviene 
presentar  delante  de  vuestras  mercedes  y  poner  en  el 
proceso  algunos  de  mis  papeles  y  escritos ;  por  lo  cual, 
como  otras  veces  lo  he  suplicado  de  palabra ,  suplico  á 
vuestras  mercedes  sean  servidos  mandar  que  se  me 
muestren  mis  papeles ,  y  que  se  pongan  en  el  proceso 
los  que  dellos  yo  señalare  y  presentare.  Y  en  todo  pido 
justicia ,  y  el  oficio  de  vuestras  mercedes  imploro. 
En...  (a)  de  enero  de  1573.  —  Fray  Luis  de  León.  — 
El  doctor  Ortiz  de  Funes. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  PUÑO  Y  LE- 
TRA, Y  PRESENTADO  EN  VALLADOLID,  Á  26  DE  ENERO  DE  lo73 
AÑOS  ,  ANTE  EL  SEÑOR  INQUISIDOR  DOCTOR  GUUANO  DE  MER- 
CADO,  EN  LA  AÜDII;NCIA  DE  LA  TARDE. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  preso 
en  las  cárceles  deste  Santo  Oficio,  pareciendo  delante 
de  vuestras  mercedes ,  digo  que  en  fin  del  mes  de  he- 
brero  que  viene,  des'e  presente  año  de  73,  ó  por  prin- 
cipio de  marzo,  se  cumple  el  cuadrienio  por  el  cual 
me  está  proveída  la  cátreda  de  Durando  que  tengo  en 
la  universidad  de  Salamanca ,  el  cual  cumplido ,  como 
es  notorio,  se  vacará ,  y  no  oponiéndome  yo  á  ella  otra 
vez ,  se  proveerá  en  el  que  se  opusiere  y  los  estudiantes 
eligieren.  Y  aunque  es  verdad  que  yo  no  tengo  deseo  ni 
intento  de  tratar  mas  de  escuelas,  habiendo  trabajado 
en  ellas  tan  bien  como  mis  concurrentes,  y  habiendo  sa- 
cado por  ocasión  dellas  y  de  sus  competencias  el  trabajo 
en  que  estoy ;  pero  entendiendo  que  sí  en  esta  coyun- 
tura se  vacase  la  dicha  cátreda  y  se  proveyese  en  otra 
persona,  mucho  número  de  gentes  que  en  el  reino  y 
fuera  del  tienen  noticia  de  mi  prisión,  y  presumen  por 
ella  mal  de  mi,  sabiendo  la  dicha  vacatura  de  cátreda 
y  provisión  ea  otra  persona  ,  no  entendiendo,  como  no 
entienden  ni  saben ,  la  ley  y  estilo  de  la  dicha  universi- 
dad, rae  tendrían  del  todo  por  culpado  y  condenado,  y 
quedaría  siempre  en  pié  esta  mala  opinión  contra  mí, 
aunque  vuestras  mercedes,  conociendo  en  la  prosecu- 
ción desle  pleito  mi  inocencia ,  me  den  por  libre  y  me 
restituyan  en  mi  honra ,  como  espero  en  Dios  que  su- 
cederá ;  porque  las  sobredichas  personas  que  no  saben 
el  estilo  de  la  dicha  universidad,  viéndome  fuera  des- 
la)  Está  en  blanco  el  dia  de  la  fecha. 


XLU 

tas  cárceles  y  fuera  de  las  escuelas ,  siempre  cntende- 
rian  que  fué  orden  de  vuestras  mercedes  y  pena  de  mi 
culpa,  siendo,  como  son,  los  hombres  fáciles  á  creer  lo 
peor,  en  lo  cual  mi  orden  y  mis  deudos,  y  lo  que  es  prin- 
cipal ,  la  opinión  de  mi  fe  y  doctrina  recibiria  nolable 
agravio  y  delrimento;  por  tanto,  en  la  mejor  manera  y 
conforme  á  derecho  haya  lugar,  pido  y  suplico  á  vues- 
tras mercedes  sean  servidos  de,  ó  mandar  á  la  díclia 
universidad  que  no  innove  cosa  alguna  acerca  de  la  di- 
cha cá-reda  ni  de  o!ra  cosa  de  que  me  toque,  hasla  que 
vuestras  mercedes,  habiendo  conocido  los  méritos  desle 
pleito,  juzguen  y  manden  lo  que  fueren  servidos,  con- 
forme á  justicia ,  ó  me  den  licencia  para  delante  del 
secreíario  que  está  presente  dar  poder  á  dos  ó  las  de- 
más personas  que  me  pareciere  en  Salamanca ,  porque 
por  mí  y  en  mi  nombre ,  al  tiempo  que  se  vacare  la  di- 
cha cátreda  se  puedan  oponer  y  opongan  á  ella,  y  ha- 
gan por  mí  las  demás  diligencias  que  conforme  á  las 
leyes  y  estatutos  de  aquella  universidad  fueren  nece- 
sarias. Porque  con  es!a  diligencia  yo  espero  que  se  tor- 
nará á  proveer  en  mí,  ó  se  reparará  gran  parte  del 
daño  que,  de  no  hacerse,  se  me  podría  seguir,  como 
dicho  tengo;  lo  cual  e:i  cualquier  suceso  es  cosa  justa 
y  convinienle.  Porque,  en  caso  que  yo  probare  la  ver- 
dad que  trato  y  siempre  he  tratado,  como  confio  en 
Dios  que  ha  de  ser,  habiéndose  hecho  esta  diligencia, 
podrán  vuestras  mercedes  resíiíuirme  en  mi  estado 
mas  c'.iteramenlc  como  es  razón;  que  aunque  yo,  como 
he  dicho,  no  tengo  iulenlo  de  seguir  escuelas,  pero 
es  diferente  dejallas  cuando  todos  entendieren  que  es- 
toy libre  y  las  dejo  de  mi  voluntad,  ó  dejallas  agora 
cuando  lodos  presumen  que  soy  culpado.  Y  también 
en  caso,  lo  que  Dios  no  permita,  que  yo  no  probase  mi 
descargo  y  pareciese  tener  culpa,  el  haberse  hecho  esta 
diligencia  podría  servir  para,  pareciéndoles  á  vuestras 
mercedes  ser  justo,  ser  castigado  así  en  la  privación 
de  la  cálroda  como  en  lo  demás  que  la  justicia  pidiere, 
aunque,  como  yo  he  diclio,  yo  confio  en  la  gran  piedad 
de  Dios  que,  aunque  mi  vida  no  lo  merezca,  volverá 
por  la  verdad  de  mi  fe ,  en  la  cual  sabe  que  no  tengo 
cul[)a.  En  2G  de  enero  l;i7.3. — Fray  Luis  de  León. 

í'EDIMEVrO  DE  FRAY  I.IIS  DE  LEOX,  ESCRITO  DE  SU  MANO  Y  PRE- 
SENTADO EN  VAI.I.ADOLID  ,  Á  7  DE  MARZO  1575  A.ÑOS,  ANTE 
EL  SEÑOR  I.NQt'ISIDOH  LICEXCIADO  DUXO  GOiVZALEZ. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León, 
preso  en  las  cárceles  deste  Santo  Oficio,  con  el  acata- 
miento que  debo  digo  :  Que  hace  ya  un  año  que  es- 
toy en  esta  cárcel ,  en  lodo  el  cual  tiempo  vuestras 
mercedes  no  han  sido  servidos  hacer  pul)licacion  de 
testigos  en  mi  negocio,  ni  darme  lugar  de  entera  de- 
fensa, con  manifiesto  (laño  de  mi  persona  y  justicia,  y 
sin  parecer  que  para  ello  hay  causa  ninguna  jurídica 
ni  razonable,  porque,  (3  yo  estoy  descirgado  de  lo  que 
soy  acusado  por  parle  del  fiscal ,  y  así  no  hay  razón 
para  que  detenerme  preso ,  ó  no  estoy  descargado ,  y 
ansí  es  justo  que  se  me  hubiera  dado  en  todo  este  tiem- 
po co[iia  de  las  de()Osicioiics  de  los  que  me  acusan  para 
hacer  entero  descargo,  y  no  con  la  dilación  poner  en 
condición  la  defensa  de  mi  justicia  por  los  casos  de 
rauerle  y  ausencias  que  es  posible  acontecer,  y  es  de 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRLIDO 


creer  que  han  acontecido  con  tan  larga  dilación  á  mu- 
chos de  los  testigos  que  para  mi  descargo  han  sido  de 
mí  y  pueden  ser  presentados.  Y  no  impide  ni  obsta  á 
esto  lo  que  se  puede  decir,  y  es ,  que  yo  estoy  denun- 
ciado delante  de  vuestras  mercedes  en  este  santo  jui- 
cio y  acusado  por  el  dicho  fiscal ,  y  que  por  el  mismo 
caso  soy  tenido  por  sospechoso ,  y  no  debo  ser  suelto 
hasta  ver  si  de  la  conclusión  de  otras  pri.dones  y  ne- 
gocios resulta  algo  contra  mí.  Esto,  como  he  dicho,  no 
obsta  por  la  misma  razón  sobredicha  ;  porque,  si  estoy 
descargado  de  lo  en  que  por  el  fiscal  soy  acusado ,  no 
soy  sospechoso  ni  debo  ser  detenido  por  tal ;  y  si  no 
estoy  descargado,  de  ninguna  cosa  se  habia  de  tratar 
primero  que  de  darme  la  claridad  que  es  necesaria  para 
mi  descarga  con  la  brevedad  y  diligencia  que  el  nego- 
cio pide ,  mayormente  habiéndolo  yo  suplicado  á  vues- 
tras mercedes  desde  que  el  fiscal  me  acusó,  y  dicho  y 
protestado  que  estoy  presto  á  descargarme,  conforme 
á  derecho,  de  cualquier  culpa,  y  purgar  cualquier  sos- 
pecha della.  Demás  de  que,  siendo  notorio,  y  cons- 
tando ó  pudiendo  constar  á  vuestras  mercedes  dello, 
que  los  maestros  León  de  Castro  y  fray  Bartolomé  de 
Medina,  que  denunciaron  de  mí,  son  capitales  enemi- 
gos míos  y  que  interesan  de  mi  daño  en  muchas  ma- 
neras, no  parece  razonable  que  valga  mas  su  dicho 
para  poner  sospecha  en  mí ,  que  la  voz  pública  de  gran 
número  de  personas  doctas  y  desapasionadas  y  que 
me  han  tratado  en  particular,  que  pu!)lican  lo  contra- 
rio. Y  júntase  á  esto  que  todo  el  discurso  de  mi  vida 
y  estudios  está  remotísimo  de  toda  mala  sospecha ;  por- 
que, como  es  público,  y  á  vuestras  mercedes  debe  cons- 
tar ya  dello,  desde  el  año  \'í  de  mi  edad ,  que  es  des- 
de que  tengo  entendimiento  y  razón,  soy  fraile,  y  todo 
el  tiempo  que  hay  desde  entonces  hasta  agora  he  resi- 
dido en  San  Augustin  de  Salamanca ,  donde  lomé  el 
hábito ,  sin  salir  del  reino  ni  hacer  ausencia  de  aquel 
lugar,  sino  fué  el  espacio  de  dos  años  que  en  veces  di- 
ferentes estuve  en  San  Augustin  de  Soria  y  en  San 
Augustin  de  Alcalá  de  Henares  ;  y  los  maestros  de  mis 
esludios  fueron  hombres  muy  católicos,  y  yo  no  he  te- 
nido ni  amistad  ni  trato  ó  conocimiento  alguno  con 
ninguno  de  los  herejes  que  en  el  reino  ha  habido,  ni 
con  otra  persona  alguna  que  se  eniendiese  ni  sospe- 
chase ser  sospechosa,  y  todo  lo  que  he  enseñado  y  tra- 
tado acerca  de  la  doctrina  de  la  fe  ha  sido  en  público. 
Y  lo  que,  sobre  todo,  es  mps  claro  indicio  y  mas  cierto 
argumento  de  la  entereza  de  mi  fe  y  sanidad  de  mi 
doctrina  ,  que  habiendo  leído  teulugía  en  las  escuelas 
de  Salamanca  por  espacio  de  trece  ó  catorce  años  con- 
tinos, y  tiniendo  siom[ire  sobre  mí  los  ojos  de  los  frai- 
les de  la  orden  de  Santo  Domingo  por  las  competen- 
cias y  diferencias  que  entre  nosotros  ha  habido,  el  di- 
cho fray  Barlolomé  de  Medina,  deseando  dañarme,  y 
haciendo  examen  de  mis  Icluras  y  papeles  por  muchos 
días  en  su  casa  de  todo  cuanto  he  leido,  ninguna  cosa 
halló  que  oponerme  pudiese  con  verdad,  sino  haber 
dicho  de  la  Vulgata  que  no  era  imposible  hacer  otra 
traslación  que  fuese  mejor,  (pie  es  cosa  que  conceden 
lo  los  los  hombres  doctos  que,  después  dol  concilio  de 
Trente,  acerca  deslo  han  escrito.  Por  todo  lo  cual,  y 
¡lor  todo  lu  demás  que  i)or  mi  hace  y  con  derecho  ale- 


CONTRA  FRAY 

gar  puedo,  pido  y  suplico  á  vuestras  mercedes  sean  ser- 
vidos de,  ó  entendiendo  que  en  mí  no  hay  culpa  ni  sos- 
pecha della,  declarar  mi  inocencia ,  ó  darme  claridad  y 
lugar  para  que  yo  con  brevedad  haga  mas  entero  des- 
cargo, porque  yo  sé  que  no  tengo  culpa,  y  estoy  muy 
cierto  de  la  verdad  y  justicia  de  Dios  que  ayudará  á  mi 
defensa,  y  sé  que  estuviera  (o)  ya  claro  y  entendido 
muclios  meses  há  si  vuestras  mercedes  hubieran  sido 
servidos  qu?  se  tratara  dello. 

Demás  desto ,  digo  que  el  cuadrienio  de  mi  cátreda 
se  cumple  agora  ,  y  de  la  vacatura  della  y  provisión  en 
otra  persona  redunda  daño  irreparable  en  mi  honor  y 
en  la  buena  opinión  de  mi  doctrina  y  fe  ;  porque  es- 
tando yo  preso,  y  proveyéndose  mi  cátreda  en  otro, 
infinitas  gentes  que  en  el  reino  y  fuera  del  saben  de 
mi  prisión ,  y  no  saben  la  ley  del  cuadrienio  ,  me  ten- 
drán por  claramente  culpado  y  condenado,  y  los  mis- 
mos que  están  en  Salamanca  creerán  que  se  ha  dilata- 
do la  conclusión  de  mi  negocio  por  vuestras  mercedes 
por  este  fin.  Y  siendo  así  que  yo  estoy  sin  culpa,  y  que 
espero  en  Dios  que  constará  dello  en  la  conclusión  dcs- 
te  pleito  á  vuestras  mercedes,  y  que  constando  ,  debo 
ser  por  vuestras  mercedes  restituido  enteramente  en 
todo  mi  estado  primero,  como  otra  vez  he  suplicado, 
torno  á  suplicar  agora  á  vuestras  mercedes  sean  servi- 
dos de ,  ó  darme  lugar  para  que  con  mi  poder  algunas 
personas  en  Salamanca  en  la  dicha  vacatura  se  opon- 
gan por  mí ,  ó  mandar  al  rector  de  la  dicha  universi- 
dad que  acerca  desto  no  innove  nada  hasta  la  conclu- 
sión deste  proceso,  porque  quede  entero  á  vuestras 
mercedes,  ó  el  restituirme  ó  el  castigarme  conforme 
á  justicia.  Y  no  debe  impedir  este  dicho  mandamiento 
parecer  que  en  ello  se  quebranta  alguno  de  los  estatu- 
tos de  la  dicha  universidad,  porque  á  la  universidad 
es  á  quien  principalmente  importa  qufi  se  haga  así, 
porque  haciéndose,  y  con  ello  siendo  enteramente  res- 
tituidos en  su  estado  los  que  de  su  gremio  habernos 
sido  presos ,  constando  á  vuestras  mercedes  de  nuestra 
inocencia,  se  reparará  la  nota  y  mal  nombre  que  por 
razón  de  las  dichas  prisiones  ha  redundado  en  la  dicha 
universidad,  que  es  luz  de  España  y  de  la  cristiandad 
( ¡  Dios  perdone  á  los  que  por  sus  pasiones  particulares 
han  hecho  tan  general  daño  y  tan  sin  causa!);  y  qui- 
tarse ha  juntamente  el  favor  que  dcstas  nuevas  habrán 
tomado  en  sus  errores  las  naciones  herejes,  adonde  no 
se  dirá  que  un  maestro  ó  otro  están  presos  por  cosas 
de  dispulas  ó  porfías,  sino  que  toda  la  facultad  de  teu- 
lugía  de  aquella  (6)  escuela  es  luterana.  Y  también 
será  remediado  el  encogimiento  y  escándalo  que  desto 
mismo  habrán  tomado  muchos  católicos;  las  cuales  co- 
sas son  todas  tan  importantes  al  bien  público  de  aque- 
lla universidad  y  de  todos  ,  que  cualquier  diligencia  y 
novedad  que  se  haga  para  el  entero  reparo  y  enmienda 
(lellas,  se  les  debe,  por  mas  extraordinaria  que  sea.  Y 
lo  que  por  mi  particular  no  se  hiciera ,  es  justo  y  muy 
digno  de  la  mucha  prudencia  y  buena  gobernación  de 
vuestras  mercedes  y  de  los  demás  ministros  deste  San- 
io Oficio ,  que  se  haga  por  un  respecto  tan  grande  y 
tan  general.— Frfl)/  Luis  de  León. 

(rt)  El  original  estuviere, 
{b)  El  original  dice  aquel. 


LUIS  DE  LEÓN.  xlui 

Se  accedió  á  los  deseos  de  fray  Luis,  manifestados  en 
estos  pedimentos;  y  á  3  de  marzo  de  1375  saman- 
do hacer  la  pui)licacion  de  testigos ,  callados  los  nombres 
y  las  demás  circunstancias ,  al  estilo  del  Santo  Oficio. 
Fray  Ltis  contestó  de  palabra,  y  tMi  vari;is  audiencias 
refutó  ó  corrigió  lo  dicho  por  los  declarantes.  Pidió  en 
otra  audiencia  cuatro  pliegos  de  papel.  Presentó  los  si- 
guientes pedimentos  y  la  mas  amplia  defensa. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LL'IS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO  Y  PRE- 
SENTADO, SEGIN  NOTA  QUE  HAY  AL  PRINCIPIO  DE  UNO  DE  LOS 
SECRETARIOS,  EN  VALLADOLID,  Á  5  DE  AURIL  1573  AÑOS, 
ANTE  EL  SEÑOR  INQUISIDOR  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ. 

Ilustres  señores  :  Los  libros  que  he  menester  man- 
den vuestras  mercedes  que  se  traigan  de  mi  celda  para 
mi  defensa  son  los  siguientes  : 

Una  Biblia  de  Vatablo ;  está  en  los  repartimientos  de 
libros  pequeños  que  están  sobre  el  escritorio  mayor, 
encuadernada  en  tablas  y  negro  j  y  dorado  el  corte. 
Una..  Biblia  pequeña  de  cuarto  de  pliego  ,  impresión  de 
Plantino,  encuadernada  en  papelón  y  cuero  negro,  con 
unas  cintas  de  seda  negras.  Una  Biblia  hebrea  pequeña, 
de  ochavo,  en  cuatro  cuerpos,  impresa  por  Plantino,  ' 
encuadernada  en  pergamino  y  cintas  de  seda ;  el  un 
cuerpo  estaba  sobre  la  mesa,  y  los  tres  envueltos  en 
un  papel  en  los  cajones  altos  de  la  mesa  grande  ,  en  el 
primer  cajón  comenzando  de  la  ventana.  Unas  Concor- 
dancias ;  son  de  pliego  entero,  encuadernadas  en  ta- 
blas y  becerro  ;  están  en  los  estantes  de  sobre  la  mesa 
grande,  en  la  parte  alta  al  principio,  comenzando  de  la 
ventana.  Las  Obras  de  san  Hilario ;  están  en  la  mis- 
ma parte  ;  es  un  libro  en  pliego,  en  labias  y  pié  de 
moro,  á  lo  que  creo.  El  libro  que  se  intitula  Biblioteca 
Santa ;  está  en  los  mismos  estantes ,  de  la  otra  parte 
del  espejo;  es  de  pliego,  en  tablas  y  becerro.  Lindano, 
De  óptimo  genere  interpretandi;  ha  de  haber  dos  :  el 
uno  andaba  sobre  la  mesa,  el  otro  ha  de  estar  sobre 
los  repartimientos  pequeños  del  escritorio  mayor  ;  son 
de  cuarto  en  pergamino  ,  y  este  que  está  en  los  dichos 
repartimientos  está  encuadernado  junto  con  otra  obra 
de  otro  autor,  y  el  Lindano  á  la  postre.  Titelman ,  so- 
bre Job  y  sobre  los  Cantares  ;  son  dos  cuerpecillos  de 
ochavo,  en  pergamino  y  cintas  de  seda;  andaban  sobre 
las  mesas.  Un  Testamento  Nuevo  en  griego,  impresión 
de  Roberto,  de  ochavo,  en  papelón  y  cuero  negro;  es- 
taba sobre  la  mesa.  Una  tercera  parte  de  Santo  Tomás. 

Se  lo  dieron. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO,  PRE- 
SENTADO ARTE  LOS  SEÑORES  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ 
É  DOTOR  GUIJANO  DE  MERCADO  É  LICENCIADO  SANTOS,  IN- 
QlISIüORES  ,  EN  LA  AUDIENCIA  DE  LA  MAÑANA  ,  Á  15  DE  ABRIL 
Di:  loTo  AÑOS. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  pre- 
so en  las  cárceles  deste  Santo  Oficio  ,  digo:  Que  en  la 
copia  de  las  deposiciones  de  los  testigos  que  dicen  con- 
tra mí,  que  vuestras  mercedes  me  mandaron  dar,  hay 
algunas  cosas  que  no  conforman  con  lo  que  á  mí  se 
leyó,  y  otras  que  parecen  estar  erradas  y  faltas;  por  lo 
cual  suplico  á  vuestras  mercedes  manden  que  se  con- 
fieran con  las  deposiciones  originales,  y  se  enmienden 
6  suplan ,  porque  para  la  claridad  de  mi  defensa  y  jus- 


ticia  es  necesario.  Y  los  lugares  que  están  faltos  son 
los  siguientes  : 

El  primer  testigo  en  el  capítulo  4."  no  declara  cómo 
sabe  que  yo  prefería  las  exposiciones  de  Vatablo  á  las 
de  los  santos;  y  parece  Ijabello  declarado  en  su  depo- 
sición, porque  en  esta  copia  que  yo  tengo  hay  algunas 
palabras  confusas.  Dello  suplico  á  vuestras  mercedes  se 
mire. 

l!em,  el  mesmo  en  el  capílulo  8."  dice  de  ciertas  pro- 
posiciones que  le  dieron,  y  que  dellas  eran  mias  algunas. 
No  pone  las  proposiciones  ni  declara  cuáles  sean  las 
mias.  Manden  vuesíras  mercedes  que  se  vea  en  el  ori- 
ginal s¡  las  declara,  y  déseme  copia  dellas.  Y  este  capí- 
tulo está  diferen'e  de  como  á  mí  se  leyó. 

ítem,  el  testigo  quince,  que  depone  de  un  libro  que 
\o  dije  haber  visto,  supo  ó  oy(3  decir  que  yo  habia  dado 
cuenla  del  en  este  lugar.  Y  tengo  por  cierto  que  lo  de- 
claró ansí  en  su  dicho.  Suplico  á  vuestras  mercedes  se 
vea  el  original  y  se  me  dé  copia  dello ,  porque  es  ne- 
cesaria para  mi  defensa  y  respuesta  esta  declaración 
suya. 

Ilem,  en  los  testigos  sobrevenidos,  el  testigo  segun- 
do en  el  capítulo  3.",  en  la  copia  que  yo  tengo,  se  con- 
tradice en  cierto  artículo.  Suplico  á  vuestras  mercedes 
que  se  vea  el  original  para  ver  si  está  ansí  ó  de  otra 
manera. 

Demás  desto,  por  cuanto  lo  que  estos  testigos  sobre- 
venidos deponen  contra  mí  es  una  gran  falsedad  y 
maldad,  y  entiendo  que  ha  sido  negocio  hechizo  por 
algunos  dé  mis  enemigos,  para  poner  á  mi  prisión  peor 
nombre  del  que  ella  tiene  ,  y  para  quitar  de  sobre  sí  la 
sospcclia  que  muchas  gentes  tendrán  de  que  ellos  han 
sido  causa  dcsle  alboroto,  suplico  á  vuestras  mercedes 
que  para  que  la  verdad  se  averigüe  y  yo  me  defienda 
se  me  dé  entera  claridad  de  la  casa  y  convite ,  y  perso- 
nas que  se  hallaron  presentes. 

Y  juntamente  con  esto,  por  cuanto  el  tercero  destos 
lostisosque,  según  parece,  es  la  origen  desta  malda,d,  él 
en  su  dicho  hace  contra  sí  vehemente  sospecha  que  la 
¡'ívanta  de  su  cabeza ,  por  cuanto  no  da  persona  que  se 
lo  haya  dicho,  sino  dice  que  no  se  acuerda  della,  no 
siendo  creíble  que  de  cosa  tan  pesada  y  repetida  por  él 
en  muchas  parles,  como  confiesa,  y  oida,  como  él  dice, 
de  pocos  meses  á  esta  parte,  no  se  acuerde  quién  fué 
el  que  se  la  dijo;  ansí  que ,  atento  á  que  él  mismo  se 
hac3  vehoin'^ntcmente  sospechoso  de  falso  testigo,  su- 
plico á  vuestras  mercedes,  y  si  es  menester  les  requie- 
ro en  cuanto  conformo  á  derecho  puedo  y  debo ,  que 
manden  prender  á  la  dicha  persona,  y  apretalla  para 
que  ó  dé  autor  de  su  dicho  ó  se  declare  por  inventor 
del,  [)orque  cuanto  vuestras  mercedes,  ¡lor  lo  que  loca 
al  favor  de  la  fe ,  proveen  mas  á  la  identidad  de  los  que 
en  cslo  jiiicio  testiíican  ,  cubriendo  sus  nombres  y  las 
cualidades  de  sus  personas,  tanto  son  mas  obligados 
todas  las  veces  que  sintieren  ó  presumieren  que  al^'u- 
no  testifica  falsamente,  á  proceder  contra  él  con  lodo 
rigor,  jiorque  nadie  se  atreva  á  usar  mal  de  oficio  tan 
santo,  ni  ose  hacer  á  vuestras  mercedes,  que  son  mi- 
nistros de  verdad  y  juslicia,  ejecutores  y  verdugos  de 
sus  pasiones  y  malas  intenciones. 

Demás  dcslo,  parala  claridad  de  ral  respuesta  y  defen- 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 

sa  de  mi  justicia ,  yo  tengo  necesidad  que  vuestras  mer- 
cedes me  manden  dar  una  copia  de  los  Cantares  de  Sa- 
lomón que  yo  compuse,  y  la  letura  que  leí  de  las  inter- 
pretaciones de  la  Sagrada  Escritura ,  y  otro  cuaderno 
donde  traté  de  las  promesas  de  la  ley  vieja  ,  y  unos 
cuadernillos  que  hay  entre  mis  papeles,  que  son  de  fray 
Diego  de  Zúñiga  y  cscriplos  de  su  letra.  Suplico  á 
vuestras  mercedes  sean  servidos  que  se  me  den. 

Demás  dosto,  por  cuanto  de  unas  palabras  que  en  la 
audiencia  pasada  me  dijo  el  iUislrc  señor  inquisidor 
Diego  González,  entiendo  (jue  esta  publicación  de  tes- 
tigos que  se  me  ha  dado,  ó  no  es  publicación  ó  no  es 
entera  publicación;  suplico  á  vuestras  mercedes  sean 
servidos  que  se  me  dé  entera  noticia  de  todo  lo  que  hay 
contra  mí,  porque  después  de  tantos  meses  parece  jus- 
to que  yo  sepa  por  qué  fui  preso,  lo  cual  no  alcanzo 
hasta  agora  por  las  deposiciones  que  he  visto;  y  que 
pueila  responder  por  mí  y  defenderme  enteramente ,  lo 
cual  no  puedo  hacer  no  se  haciendo  publicación  entera. 
—  Fray  Luis  de  León, 


AMPMA  DEFENSA  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN',  ESCRITA  DE  SU  MANO 
DKSPL'ES  DE  LA  PUBLICACIÓN  DE  TESTIGOS,  PRESENTADA 
ANTE  EL  SEÑOn  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ ,  IN(jUISII)ÜR  , 
EN  14  DE  JIAVO  DE  Voló  AÑOS  ,  E^  LA  AUDIENCIA  Di-I  LA  MA- 
ÑANA. 

Ilustres  señores :  Para  mayor  declaración  de  lo  que 
tengo  respondido  á  las  deposiciones  de  los  testigos  que 
contra  mí  ha  presentado  el  fiscal,  y  para  que  vuestras 
mercedes  mas  claramente  entiendan  la  malicia  y  false- 
dad de  algunos  dellos,  siguiendo  la  orden  de  sus  dichos, 
que  son  en  si  desvariados  y  discordantes  y  confusos, 
respondo  lo  siguiente : 

{Testigo  i.°  —  Fray  n;u'lüionió  de  Medina,  düiniuico.) 

A  lo  que  dice  el  testigo  primero,  en  el  primer  capítu- 
lo, demás  de  lo  que  dicho  tengo,  digo:  Que  entiendo 
queeste  testigo  esel  maestro  fray  Bartolomé  de  Medina, 
fraile  dominico,  el  cual  es  mi  enemigo  declarada- 
mente por  las  causas  que  tengo  articuladas;  el  cual  con 
el  maestro  León  de  Castro,  muchos  meses  antes  desta 
su  deposición,  trataron  con  odio  y  mala  voluntad  que 
me  tenían  y  tienen  de  dañarme;  y  no  hallando  en  mi 
doctrina,,  después  de  haber  buscado  papeles  mios  y  vis- 
tolos,  cosa  de  que  poder  asir  con  color,  ordenaron  de 
diMiunciar  del  maestro  Grajal  y  del  maestro  Marlinez, 
de  los  cuales,  ó  por  no  declararse  ellos  bien,  ó  por  no 
enlcnilellos  bien  los  estudiantes,  se  decia  haber  dicho 
algunas  cosas  que  ofendian;  haciendo  cuenta  que  si 
hacían  sospechosas  la  doctrina  y  persona  destos  dos, 
por  ser  yo  amigo  dellos,  y  señaladamente  del  maes- 
tro Grajal,  pondrían  sospecha  en  mí,  con  la  cual  y  con 
calumniar  falsa  y  confusamente  algunas  cosas  mias, 
moverían  á  vuestras  mercedes  á  que  procediesen  á  pren- 
derme, como  se  ha  hecho.  Y  para  osle  efecto  hicieron 
jiinla  lie  estudiantes,  y  el  diclio  Medina  llamó  á  su  cel- 
da á  muchos  dellos,  y  inquirió  dellos  si  liahian  oído  ó 
sabían  algo,  poniéndolos  en  escándalo  y  tomándoles  fir- 
mas, y  juramentándolos  para  que  no  le  descubriesen.  Y 
con  el  dicho  maestro  León  y  ciertos  frailes  hierónimos 
y  otras  personas  enemigas  se  concertó  lo  que  habían 


CONTRA  FRAY 

de  hacer,  y  repartieron  entre  sí,  como  en  caso  de  guer- 
ra, las  parles  por  donde  liabian  de  acometer  cada  uno 
y  lo  que  había  de  decir,  como  vuestras  mercedes  po- 
drán ser  informados  de  Fulano  de  Alarcon ,  colegial  de 
San  Millan  en  Salamanca,  que  fué  uno  de  los  llamados, 
y  él  dirá  de  oíros ;  y  fray  Gaspar  de  Uceda ,  fraile  y  lec- 
tor en  San  Francisco  de  Salamanca,  sabe  también  mu- 
cho deslo.  Todas  las  cuales  cosas  hicieron  á  fin  de  eje- 
cutar su  pasión,  engañando  á  vuestras  mercedes,  por  no 
estar  advertidos  de  su  mal  ánimo  secreto,  el  cual  pro- 
curaron encubrir  hasta  haber  liecho  el  daño ,  como  se 
puede  entender  de  las  mismas  deposiciones  deste  lesli- 
go  y  del  proceso  dellas,  y  yo  lo  iré  a  [virtiendo  en  sus 
lugares.  Y  en  este  advierto  á  vuestras  mercedes  que 
consideren  en  esta  primera  deposición  que  hizo  por  el 
mes  de  diciembre  de  71 ,  cuan  blanda  y  (empkidamen- 
le  habla  por  no  dar  luego  en  el  principio  olor  de  su  in- 
tención dañada;  porque  de  los  Can/ares  de  Salomón,  que 
yo  declaré ,  no  dice  mas  de  que  andaban  en  vulgar;  y 
aunque  confiesa  en  este  capitulo  que  los  ha  leido,  no 
dice  mal  dellos,  como  después  dijo  en  la  tercera  depu- 
sicion  que  hizo  por  diciembre  del  año  de  72 ;  y  lo  de  la 
Vulgata  no  dice  sino  que  le  quito  alguna  autoridad. 

Capitulo  2."  En  el  segundo  capitulo,  demás  de  lo 
que  dicho  tengo,  suplico  á  vuestras  mercedes  advier- 
tan á  esto  que  diré.  Este  tesligo,  anles  que  viniese  á 
deponer  ,  tuvo  en  su  poder  los  papeles  de  mi  lectura 
acerca  de  lo  de  la  Yulgala,  que  los  hubo  de  algún  estu- 
diante oyente  mió,  lo  cual  sabe  ser  así  el  sobredicho 
fray  Gaspar  de  Uceda,  porque  los  mismos  estudian  tes  le 
dieron  cuenta  dello.  En  los  dichos  papeles  este  tesligo 
no  halló  que  yo  hubiese  dicho  ni  enseñado  que  la  Yul- 
gata  tenia  falsedades  ó  sentencias  falsas ,  puestas  por  el 
intérprete  ,  sino  hallo  que  decía  lo  contrario;  pero  por- 
que tenia  mala  voluntad  no  quiso  desengañarse  con  la 
verdad,  sino  depone,  no  lo  que  yo  deciay  él  había  vis- 
to, sino  lo  que  deseaba  que  dijese,  ó  había  soñado  ha- 
ber yo  dicho.  Y  ansí,  porque  no  se  descubriese  su  men- 
tira, no  dice  que  él  me  lo  oyó,  porque  no  podía  seña- 
lar adonde  ni  cuándo  ,  porque  jamás  me  oyó  tratar  de- 
llo ,  ni  señaló  cierta  persona  que  se  lo  hubiese  dicho, 
porque  se  pudiera  saber  della  que  mentia;  ni  dijo  que 
estaba  en  mi  lectura ,  porque  en  viéndose  el  papel  se 
viera  su  falsedad ;  sino  ecliólo  á  lo  que  no  se  podía  ave- 
riguar,  y  dijo  que  era  público.  Y  porque  la  verdad  ven- 
ce siempre,  el  decir  esto  no  le  valió ,  porque  lo  que  es 
público  muchos  lo  dicen  ,  y  habiendo  depuesto  contra 
mí  tanto  número  de  testigos  residentes  en  Salamanca, 
y  hombres  de  la  escuela ,  y  muchos  dellos  enemigos 
míos ,  y  tratando  de  lo  que  yo  dije  de  la  Vulgata ,  nin- 
guno dice  liaber  dicho  yo  que  en  ella  había  falsedades  ó 
mentiras,  como  este  tesligo  en  este  capítulo  y  en  el  ca- 
pitulo 8."  dice  ser  público,  sino  el  testigo  que  mas  di- 
ce, que  es  el  tercero,  y  es  el  maestro  León,  que  se  halló 
en  el  acto  donde  se  trató,  con  ser  enemigo,  dice  liaber 
yo  dicho  que  había  en  la  Vulgata  cosas  mal  trasladadas; 
y  es  cosa  muy  diferente,  como  consta,  decir  que  una 
cosa  está  falsa  ó  decir  que  está  mal  trasladada,  por- 
que mal  trasladado  se  puede  decir  lo  que  está  obscu- 
ro ó  menos  signííicanlemenle  trasladado,  y  puede  al- 
guna palabra  no  estar  puesta  conforme  al  original,  sin 


LUIS  DE  LEÓN.  Xlv 

hacer  mudanza  que  importe  en  la  sentencia;  y  aunque 
se  diga  que  la  tal  palabra  no  responde  al  original ,  no 
por  eso  se  dice  que  la  sentencia  está  falsa.  De  lo  cual 
se  ve  claramente  que  no  es  público  lo  que  este  testigo 
llama  público ;  y  no  lo  siendo,  ni  diciendo  él  haber  oído 
lo  que  depone  de  algún  particular  ó  de  mí  mismo, 
consta  que  es  falso  y  perjuro  en  lo  que  acerca  deslo 
dice. 

Capitulo  3."  Acerca  del  capitulo  tercero,  demás  de 
lo  que  dicho  tengo ,  adviertan  vuestras  mercedes  que 
por  fin  del  mes  de  enero  del  año  1571  se  graduaron 
maestros  en  teulugía  por  aquella  universidad  el  maes- 
tro   (a)  Gil  y  un  fraile  de  la  Merced ;  y  en  los  gallos 

de  aquellos  grados  don  Juan  de  Almeida  trató  algo  pe- 
sadamente deste  tesligo,  que  es  el  maestro  Medina,  que 
estaba  ausente,  respondiendo  á  oirás  pesadumbres  y 
frialdades  que  el  Medina  había  dicho  en  oíros  gallos 
contra  el  dicho  don  Juan  en  su  ausencia.  Los  domini- 
cos se  sintieron  desto  mucho;  y  porque  yo  soy  particu- 
lar servidor  del  dicho  don  Juan,  entendieron  que  era 
cosa  comunicada,  y  acusaron  al  dicho  Medina,  el  cual, 
movido  con  el  santísimo  celo  que  le  pudo  poner  esía  nue- 
va, parescii'i  delante  de  vuestras  mercede>  en  laníos  de 
hebrero  del  dicho  año,  á  hacer  esta  segunda  declaración , 
donde  comenzó  á  descubrir  mas  la  piedad  de  su  buen 
ánimo;  y  ansí, como  no  lenia  de  nuevo  cosa  particular 
que  decir  de  mí ,  por  satisfacer  á  su  enojo  y  por  poner 
mas  recelo  en  vuestras  mercedes ,  dice  confusamenlo 
que  me  sintió  inclinado  á  novedades  ajenas  de  la  anti- 
güedad de  nuestra  fe  y  religión  ,  en  lo  cual,  sí  este  tes- 
tigo tuviese  conciencia  ó  tratara  de  decir  verdad  ,  de- 
poniendo de  una  cosa  tan  pesada  y  en  un  tribunal  tan 
grave ,  había  de  señalar  en  particular  algunas  noveda- 
des que  hobiese  visto  en  mí  doctrina  ó  oído  en  mis  dis- 
putas; que  estas  cosas,  sí  son,  son  muy  señaladas  y  co- 
nocidas, y  que  se  echan  muy  de  ver,  y  que  quedan  muy 
en  la  memoria  de  los  que  las  oyen ,  mayormente  sí  son 
hombres  de  letras;  y  ansí,  el  no  señalar  ninguna  es  ar- 
gumento claro  que  el  mal  inclinado  es  su  ánimo,  y  no 
mi  ingenio.  Demás  desto,  si  es  verdad  que  sinlíó  de  mí 
lo  que  dice,  ¿por  qué  en  la  depusícion  primera  que  hizo 
por  el  diciembre  no  lo  declaró  ?  Pues  ninguna  cosa  de 
las  que  entonces  declaró  es  tan  pesada  como  es  esto,  si 
fuera  verdad.  Y  por  la  misma  causa  no  es  creíble  que  lo 
dejó  por  olvido,  habiéndose  acordado  de  cosas  muy  me- 
nores, y  siendo  verdad,  como  he  dicho,  que  anduvo 
muchos  días  tratando  y  ordenando  esta  buena  obra.  Y 
ansí ,  no  decir  esto  en  la  primera  depusícion  es  cier- 
ta señal  que  lo  inventó  en  la  segunda  ,  á  fin  de  poner 
mas  miedo  y  sospecha  en  los  ánimos  de  vuestras  mer- 
cedes, para  que  se  moviesen  á  lo  que  después  sucedió, 
pareciéndole  que  hasta  entonces  no  se  habían  vuestras 
mercedes  movido.  Últimamente  véanse  mis  leturas,y 
si  en  ellas  se  hallare  rastro  de  novedades,  sino  antes  in- 
clinación á  todo  lo  antiguo  y  lo  santo,  yo  seré  menti- 
roso, si  no  es  que  este  tesligo  llama  novedad  todo  lo 
que  no  halla  en  sus  papeles.  Y  como  él  ha  visto  poco 
y  moderno,  á  quien  desvuelve  lo  antiguo  y  lo  que  está 
en  los  santos  y  en  los  concilios,  y  lo  trae  á  luz,  lláma- 
le amigo  de  novedad.  Y  porque  vuestras  mercedes  vean 

(a)  Hay  un  claro. 


XLVl 

que  esto  es  ansí  como  digo,  que  la  novedad  está  en  su 
poco  saber,  y  no  en  mi  dolrina  ni  inclinación ,  pondré 
aqui  mi  ejemplo  sacado  de  las  cosas  que  este  testigo 
señala  como  nuevas.  En  el  memorial  de  conclusiones 
que  presentó  en  la  tercera  dei)usicion  que  hizo  por  el 
diciembre  de  72,  diciendo  ser  mias  algunas  dellas,  y 
oirás  de  otras  personas,  en  la  conclusión  ó  proposición 
octava  nota  de  novedad  contraria  á  lo  antiguo  decir 
que  en  aquellas  palabras  del  salmo  li8,  «Anima  mea 
))in  manibus  meis  semper,  et  legora  tuam  non  sum 
woblitus; »  en  aquella  primera  parte  anima  mea,  etc., 
no  quiere  decir  David  que  tiene  libre  albedrío,  sino  que 
anda  cada  dia  en  peligro  de  mueric;  siendo  al  revés, 
porque  lo. la  la  antigüedad  de  los  santos  las  declara  en 
esta  segunda  manera ,  como  lo  enseña  san  Hieronimo 
en  la  epístola  ad  Suniam  et  Frelellam  por  estas  pala- 
bras :  aOmnes  ecclesiastici  interpretes  apud  graecos 
))hunc  locum  sicedisserunt,  et  est  breviter  bic  sensus: 
«quotidie  periclilor,  et  quasi  in  manibus  meis  sangui- 
))nem  meum  porlo,  et  lamen  legom  tuam  non  sum  obli- 
))tus.  »  Y  san  Augustin  eslá  tan  Irjos  de  entender  que 
en  aquellas  palabras  el  Proíela  declara  el  libre  albedrío, 
que  dice  que  uo  se  lia  tle  leer  anima  mea  in  manibus 
meis  semper,  sino  in  manibus  tuis ,  esloes,  en  las  de 
Dios,  con  quien  va  hablando;  y  que  quiere  decir: 
«Guárdasme,  Señor,  con  tu  mano  y  ampárasme,  y  por 
eso  no  me  olvido  de  tu  ley  ni  peco;»  y  afirma  que  esta 
es  la  verdadera  letra.  Y  por  el  mismo  camino  va  san 
Tcodorelo.  Las  palabras  de  san  Auguslin  en  el  comen- 
to desle  mismo  salmo  son  estas :  «Xonnulli  códices  lia- 
«bent  in  manibus  meis;  sedplures  in  tuis,  et  lioc  qui- 
))dein  i)laniüs  est,  justorum  enim  animae  in  manu  Dei 
Msunt ,  el  non  tanget  illos,  etc. »  Y  un  poco  mas  aba- 
jo: «Anima  mea  in  manibus  meis,  quomodo  intelliga- 
))tur  ignoro.»  Y  las  palabras  de  Teodoreto  sobre  el 
mismo  salmo  son  las  siguientes:  «Anima  mea  in  ma- 
«nibus  luis  semper,  etc.,  id  est,  a  tua  enim  providen- 
«liacustoditus,  tuarum  legum  oblivionem  deposui.» 
He  dicho  esle  particular  para  que  vuestras  mercedes 
vean  \¡ot  él  cómo  lo  que  este  testigo  llama  nuevo  y  aje- 
no de  la  antigüedad  de  nuestra  religión  es  lo  antiguo 
della,  y  que  lo  que  tiene  por  antiguo  es  lo  que  halla  en 
Adam  Godam  y  en  Dormi  Securen,  y  en  oíros  semejan- 
tes trapacistas  en  que  lee. 

Capilulo  4."  Acerca  del  capítulo  4.",  demás  de  lo 
que  .helio  tengo,  digo  que  este  testigo  no  dice  que  me 
oyó  él  á  mí  preferir  á  Valablo  ó  á  los  judíos,  como  él 
dice,  á  los  santos,  sino  da  á  entender  que  lo  oyó  á 
otra  per.sona  que  decía  estar  escandalizada  dello.  Y 
es  verdad  que  él  no  pueile  decir,  sino  es  perjurándose, 
que  me  lo  oyó,  ¡lorque  en  las  juntas  donde  se  trató  de 
Valablo  no  se  iialló  él,  jiorque  no  era  maestro  ;  porque 
la  visla  de  aquella  Biblia  se  acabó  antes  del  íin  del  año 
de  Oí),  y  él  se  graduó  en  el  hebrero  del  año  de  70.  I'cro 
en  lo  que  dice  que  otra  persona  escandalizada  dello  se 
lo  dijo,  también  añade  y  se  perjura;  porque  la  que  di- 
ce habérselo  dicijo  es  el  testigo  tercero,  que  es  el  maes- 
tro León,  el  cual  en  su  deposición  ,  con  ser  enemigo, 
no  depone  contra  mí  de  cosa  semejante,  porque  en  el 
caiiílulo  8.',  donde  traía  dello,  dice  solamente  que 
defendía  yo  las  inlerprelacíoues  de  Valablo  en  ciertos 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


lugares  de  los  salmos  y  Job  ,  y  claro  es  que  de  defen- 
der á  preferir  hay  grandísima  diferencia.  Y  juntamen- 
te con  esto,  como  dije  en  el  capítulo  de  arriba,  no  es 
verisímil  ni  creedero  que  si  él  hubiera  oído  lo  que  aquí 
dice ,  y  no  lo  hubiera  fingido  de  su  cabeza,  lo  dejara  de 
decir  en  la  primera  su  depusicion,  siendo  la  cosa  mas 
pesada  de  cuantas  depone  contra  mí. 

Capitulo  íi."  y  6."  En  el  capítulo  S.°  y  6.°,  demás 
de  lo  que  dicho  tengo,  suplico  á  vuestras  mercedes 
adviertan  que  si  esle  testigo  se  moviera  con  buen  celo, 
y  tratara  de  verdad,  y  no  de  engañar,  en  su  primera  de- 
pusicion, que  hizo  por  el  diciembre  de  71 ,  lo  primero 
(jue  había  de  decir  era  esto  que  agora  dice  deslos  estn- 
dianlcs  y  proposiciones,  si  hubiera  pasado  ansí  como  él 
dice.  Pero  callólo  entonces,  porque  entendió  que  sien- 
do por  vuestras  mercedes  preguntados  los  dichos  es- 
tudiantes de  cómo  había  pasado  cslo,  vendrían  en  co- 
nociniienlo  de  cómo  este  tesligo  movió  y  atizó  á  muchos 
dellos,  y  usurpó  el  oficio  de  vuestras  mercedes,  hacién- 
dose inipiisidor  en  la  forma  que  tengo  dicho;  y  sabido 
esto,  conocieran  vuestras  mercedes  que  era  pasión  y 
enojo ,  y  no  verdad,  el  autor  de  todo  esle  movimiento; 
lo  cual  conociendo  al  principio,  no  procedieran  vues- 
tras mercedes  con  el  rigor  que  procedieron.  Ansí  que, 
al  principio  lo  calló  por  encubrir  su  arliticío,  y  agora, 
que  vio  hecho  el  mal,  lo  dice ,  ó  porque  debió  de  ser 
preguntado  sobrello  por  vuestras  mercedes,  ó  porque 
enlendió  que  se  descubría. 

Capitulo  1."  Acerca  del  capítulo  7.° ,  demás  de 
lo  dicho,  digo  que  esle  testigo  maliciosamente  no  se- 
ñala los  lugares  de  los  Cantares  do  dice  que  dejo  fácil- 
nicnle  ala  Vulgata, porque  si  los  señalara,  viérase  cla- 
ramente el  deseo  que  tiene  de  calumniar,  porque  no 
son  sino  cual  ó  cual  palabra,  como  tengo  dicho,  que  tie- 
nen diversas  interpretaciones  y  signilicuciones  en  e!  he- 
breo, y  de  cualquier  manera  que  se  lomen,  vienen  á 
hacer  en  substancia  la  misma  sentencia  (pie  pretende 
la  Vulgata,  como  mostraré  en  su  lugar.  Yon  esto  supli- 
co á  vuestras  nun-cedes  adviertan  para  mí  defensa  que 
este  testigo  en  este  capítulo  confiesa  haber  visto  aquel 
libro  mío,  y  dice  lo  que  en  él  le  parece  mal,  en  el  cual 
libro  está  lo  que  otros  me  oponen  que  digo  de  Salomón 
y  su  mujer,  (jue representan  allí  las  personas  de  Cristo 
y  la  Iglesia;  y  con  ser  esle  testigo  enemigo  y  tener  de- 
seo de  dañarme,  no  lo  condena  ni  pono  alguna  mala 
ñola  en  ello. 

Capitulo  8."  Acerca  del  capítulo  S.°,  digo,  lo  pri- 
mero, que  eslá  diferente  en  este  traslado  que  se  me  dio 
de  como  se  me  leyó  cuando  fui  examinado  acerca  del 
por  vuestras  mercedes ,  porque  allí  no  se  decía  ser  mía 
alguna  de  las  proposiciones  de  que  este  cajiítulo  ha- 
bla, vaquí  se  dice  que  algunas  dellas  eran  mías.  Lo 
segundo,  digo  que  este  testigo  dice  aquí  (pie  algunas  de 
las  pro[iosicioiies  del  dicho  niemorial  eran  mias,  y  que 
señaló  cuáles  eran;  pero  esle  capílulo  no  las  señala,  ni 
menos  parecen  en  el  memorial  (|ue  con  él  se  me  dio,  y 
ansí,  no  puedo  responderá  ellas.  Lo  tercero,  es  de  ad- 
vertir (pie  dice  aquí  esle  testigo  que  hizo  memoria  y 
escribió  estas  (lidias  proposiciones  ansí  como  so  las 
venían  diciendo  los  esUidianlcs,  y  no  se  dice  aquí  ha- 
ber nombrado  esle  testigo  los  estudiantes  (¡uc  se  las  di-» 


CONTRA  FRAY 

jeron,  y  cuáles  cada  uno,  clara  y  distintamente,  lo  cual 
es  claro  argumento  de  su  mal  ánimo  y  de  que  no  tra- 
ta verdad.  Porque  cierto  es ,  y  vuestras  mercedes  en- 
tienden que  es  ansí ,  que  el  hombre  temeroso  de  Dios 
y  que  no  quiere  levantar  testimonio  á  nadie  ni  añadir 
á  la  verdad,  cuando  le  vienen  algunos  con  cosas  seme- 
jantes y  hace  memoria  dellas  para  avisar  á  los  que  han 
de  poner  remedio,  lo  primero  que  señala  y  escribe 
es  quién  se  lo  dijo,  y  cuándo  y  adonde,  y  las  palabras, 
y  cómo  se  lo  dijo.  Y  por  tanto,  decir  las  proposi- 
ciones que  le  decian ,  y  no  dar  las  personas  que  se  las 
decian,  es  señal  nianiflesta  de  que  este  testigo  añade  y 
quita  y  muila  y  finge  en  ellas  lo  que  le  parece  para  dar 
mayor  fuerza  á  su  calumnia,  mayormente  siendo  ver- 
dad loque  arriba  dijo,  comolo  es,  que  este  testigo  lla- 
maba á  los  estudiantes  por  su  autoridad,  y  los  escan- 
dalizaba, examinándolos  y  juramentándolos  en  la  forma 
que  he  dicho. 

[Testigo  2."—  Francisco  Cejalvo.) 

Acerca  del  segundo  testigo  lo  que  dicho  tengo. 
{Testigo  3.°—  Maestro  León  de  Castro.) 

Acerca  del  primer  capítulo ,  demás  de  lo  que  dicho 
tengo,  digo  que  este  testigo  es  el  maestro  León  de 
Castro,  hombre  notoriamente  enemigo  mío,  y  de  juicio 
turbado,  y  de  mas  turbada  conciencia,  como  se  parece 
por  este  su  dicho.  Dice  que  he  vuelto  con  pasión  por 
ciertas  personas,  y  debe  ser  por  el  maestro  Grajal;  y 
para  que  esto  fuese  culpa  en  mí,  y  no  señal  de  ánimo 
dañado  en  él ,  habia  de  mostrar  primero  que  el  dicho 
maestro  Grajal  fuese  mal  hombre ,  ó  que  yo  hubiese 
vuelto  por  él  defendiéndole  en  cosas  malas  y  no  debi- 
das. Es  verdad  que  el  maestro  Grajal  ha  sido  y  es  mi 
amigo,  y  querelle  yo  bien  comenzó  de  que ,  habiendo 
sido  primero  competidores  en  la  cátreda  de  Biblia,  que 
él  llevó,  en  las  demás  oposiciones  que  yo  hice,  sin  sa- 
bello  yo,  trató  en  mi  favor  con  tanto  cuidado  y  con  tan 
gran  encarecimiento  de  buenas  palabras,  que  cuando 
lo  supe  quedé  obligado  á  tratalle,  y  del  trato  resultó 
conocer  enél  uno  de  los  hombres  demás  sanas  y  limpias 
entrañas  y  mas  sin  doblez  que  yo  he  tratado ;  y  ansí, 
nuestra  amistad  fué  siempre,  no  como  de  hombres  de 
letras  para  comunicar  y  conferir  nuestros  estudios,  si- 
no como  dos  hombres  que  trataban  ambos  de  ser  hom- 
bres de  bien,  y  por  conocer  esto  el  uno  del  otro  se  que- 
rían bien.  Y  en  tanto  es  esto  verdad,  que  juro  por  Dios 
verdadero  que  en  muchos  años  que  nos  tratamos,  fue- 
ra de  lo  que  yo  le  oía  á  él ,  ó  él  me  oía  á  mí,  decir  en 
los  actos  públicos  arguyendo  ó  sustentando  como  los 
demás  maestros,  no  trató  conmigo,  ni  yo  con  él,  cosas 
de  letras  tres  veces;  y  si  fueron  tres,  no  fueron  cuatro; 
y  puedo  decir  cuáles  fueron  y  de  qué ,  porque  la  una 
fue  sobre  una  doctrina  de  san  Augustin  que  él  habia  di- 
cho en  loor  de  la  ley  evangélica ,  la  cual  se  les  hizo 
nueva  á  algunos,  y  vista,  se  allanaron  en  ello ;  y  la  se- 
gunda fué  sobre  lo  de  las  promesas  de  la  ley  vieja,  en 
la  manera  y  forma  que  tengo  en  este  proceso  declarado; 
y  la  tercera  cuando  me  dijo  la  junta  que  habia  hecho 
Medina,  y  las  proposiciones  que  le  calumniaban,  como 
también  tengo  dicho.  Es  verdad  que  en  los  actos  y  jun- 
tas algunas  veces  diciendo  su  parescer,  no  se  declaraba 


LUIS  DE  LEÓN.  xivii 

!  tan  bien  porque  tiene  falta  de  lengua,  y  yo,  como  le  oia 
'  sin  pasión,  cuando  le  entendía  decía  á  los  maestros  que 
le  argüían:  aEl  señor  maestro  me  parece  que  quiere  de- 
cir esto,  y  si  dice  esto  es  cosa  llana;»  y  era  ello  ansí 
que  él  decía  aquello  y  que  era  cosa  sin  cuestión;  y  con 
esto  quedaba  en  paz  la  diferencia.  Y  viniendo  á  este 
particular  que  señala  aquí  León,  digo  que  ci'!r!o,como 
dije  desde  el  primer  día,  yo  no  meaouerdo  haber  tratado 
de  la  dicha  proposición  en  las  juntas  que  hicimos  so- 
bre Vatablo  donde  este  testigo  dice ;  pero  sé  que  ó  le- 
yendo ó  hablando  con  estudiantes,  dije  alguna  vez ,  co- 
mo confesé  en  la  primera  audiencia ,  que  no  tenia  por 
inconveniente  que  el  paso  del  Testamento  Viejo  que 
cita  el  Apóstol  ó  Evangelista,  tenga,  demás  del  sentido 
que  le  da  el  A¡)óslol,  el  cual  es  verdadero  y  de  fe,  otro 
sentido  juntamente  que  sea  de  sana  y  católica  doctrina. 
Y  ansí,  seria  posible  que  en  las  dichas  juntas  hubiese 
dicho  lo  mismo,  ofreciéndose  disputa  semejante.  Y  si 
lo  dije  fué  tratando  del  salmo  8  y  de  aquellas  palabras 
Ex  ore  infanlium  ,  etc.,  como  este  testigo  da  á  enten- 
der en  el  capitulo  7."  Y  suplico  á  vuestras  mercedes 
adviertan  en  este  lugar  de  cómo  este  testigo  calum- 
niosamente, de  lo  que  dije  de  un  lugar  particular  que 
se  trataba,  de  aquello  hace  regla  general  para  iodos  los 
lugares;  y  lo  que  se  dijo  en  defensa  de  una  interpreta- 
ción de  Vatablo,  llama  él  defender  á  todas  las  interpre- 
taciones de  los  judíos,  las  cuales,  como  otras  veces  he 
dicho,  yo  no  he  visto  ni  leído,  ni  jamás  en  aquellas  jun- 
tas se  mostró  que  en  las  de  Vatablo  de  que  disputá- 
bamos eran  de  judíos,  demás  de  que  no  tocias  las  ex- 
posiciones que  dan  los  judíos  en  la  Sagrada  Escriptura 
son  malas.  Muchas  son  de  sana  y  católica  doctrina, 
mayormente  en  los  pasos  de  la  Escriplura  adonde  no 
tenemos  pleito  con  ellos;  yansí,  el  glorioso  sanHieróni- 
mo  en  muchas  partes  de  sus  obras ,  muchas  exposicio- 
nes dellos  las  cita,  y  aprueba  y  sigue  como  cosa  bien  y 
católicamente  dicha.  Porque ,  ansí  como  los  católicos  y 
judíos  estamos  encontrados  en  algunos  artículos,  como 
son  en  el  artículo  de  la  Trinidad,  en  el  haber  cesado  la 
ley  vieja,  en  el  haber  venido  ya  el  Mesías,  en  la  ma- 
nera de  su  venida,  si  habia  de  ser  pobre  y  humilde  y 
para  muerte  ignominiosa,  ó  gloriosa  y  honrada;  en  si  su 
reino  habia  de  ser  temporal  ó  espiritual;  ansí,  ni  mas 
ni  menos,  enolros  muchos  artículos  convenimos  ellos  y 
nosotros,  como  es  en  el  de  la  resurrección;  en  que  hay 
otra  vida  eterna,  y  premio  eterno  en  ella;  en  que  á  la 
fin  Dios  ha  de  reducir  á  su  gracia  y  favor  al  pueblo 
judaico,  que  agora  tiene  tan  desechado;  en  que  ha  de  haber 
otro  advenimiento  de  Cristo,  aunque  en  esto  se  diferen- 
cian, porque  ellos  le  llaman  el  primer  advenimienlo  por- 
que no  conocen  mas  de  uno,  y  los  católicos  le  llamamos  el 
segundo  porque  confesamos  haber  ya  venido  la  primera 
vez.  Y  en  todo  lo  que  toca  á  la  doctrina  moral  y  precep- 
tos della  los  católicos  convenimos  con  los  judíos;  por 
donde  en  los  lugares  de  la  Escriptura  donde  se  tratare 
desto  que  los  unos  y  los  otros  confesamos ,  pueden  acer- 
tar los  judíos  exponiéndolos,  y  aciertan  muchas  veces, 
como  los  santos  lo  confiesan  y  los  siguen.  Y  tornando 
á  Vatablo  y  á  sus  exposiciones,  puede  ser  que  algunas 
dellas  sean  sacadas  de  los  comentos  de  los  judíos ;  pero 
en  aquellas  juntas  no  se  mostró  por  ninguno  cuáles  fue- 


XLVIll 

sen  aquellas,  ni  se  Iralaba  de  cuyas  fuesen ,  sino  de  lo 
que  decían,  si  era  coía  ajena  de  nuestra  fe  ó  conforme 
á  ella,  y  tal  que  se  podía  admitir.  Y  es  esio  verdad  en 
tanto  grado,  que  algunas  de  las  exposiciones  de  Vatablo 
sobre  que  se  voceó,  es  impo-ible  que  sean  de  judíos, 
porque  eran  del  lodo  contrarias  á  los  errores  dallos. 
Ansí  que,  la  proposición  que  yo  he  dicho  no  es  que  en 
todos  los  lugares  que  citan  los  Apóstoles  liay  con  el 
sentido  que  da  el  Apóstol  otro  sentido  junto,  sino  que 
lo  puede  haber  en  algunos,  y  ni  trato  de  judíos  ni  de 
herejes,  sino  de  sentidos  católicos  y  de  sana  doctrina, 
sean  cuyos  fueron.  Y  á  lo  que  dice  este  testigo  ,  que  le 
parece  á  él  que  si  con  el  sentido  queda  el  Apóstol  á  al- 
gún lugar  del  Teslamento  Viejo,  fuese  juntamente  ver- 
dadero el  sentido  que  da  el  judio,  no  se  podría  probar 
nada  contra  ellos;  aunque,  como  he  dicho,  yo  jamás  tra- 
té de  judíos  ni  de  sus  exposiciones,  pero  con  todo  eso, 
no  concluye  bien ,  porque  se  ha  de  entender  que  hay  al- 
gunos lugares  en  cuya  exposición  los  judíos  y  nosotros 
añilamos  encontrados,  desta  manera,  que  ellos  los  en- 
tienden de  uno  y  nosoiros  de  otro  diferente,  como  aque- 
llo del  Génesis  :  Son  uufiretur  sceplruin  deJuda,  etc., 
los  judíos,  porque  con  este  lugar  los  coavencemos  de  la 
venida  de  Cristo,  dicen  que  no  habla  de  Cristo,  sino  de 
Nabucodonosor,  el  cual  dicen  que  fué  el  primero  que 
derrocó  el  ceptro  de  la  tribu  de  Judá.  Niisotros  lo  en- 
tendemos de  Cristo,  y  no  de  Nabucodonosor,  y  probá- 
moselo  con  muy  claras  razones.  En  este  lugar  y  en  los 
semejantes  á  este,  admitir  la  exposición  de  los  judíos 
es  desechar  la  católica,  porque  entrambas  juntas  no  se 
compadecen.  Otros  lugares  hay  los  cuales  los  judíos 
los  entienden  de  uno  solamente,  y  los  católicos  los  en- 
tendemos de  aquel  y  de  otro,  como  aquello  de  los  lie- 
yes  :Efjo  ero  illi  in  patrem ,  el  ipse  eril  inihi  in'filium, 
los  judíos  lo  entienden  solamente  de  Salomón,  y  san 
Pablo  en  la  epístola  Ad  hehraeos  lo  cita  y  declara  de 
Cristo,  y  los  sanios  confiesan  que  se  entiende  juntamen- 
te del  unoy  del  otro,  y  que  de  entrambos  se  dijeron  aque- 
llas palabras,  ó  literalmente  deaml)Os,  ó  del  uno  en  his- 
toria y  del  otro  en  espíritu  y  verdad.  Y  ni  mas  ni  menos 
lo  que  el  Evangelista  cita  y  entiende  de  Cristo,  Ex 
Egipto  vocaoi  filiummeum,  los  judíos  lo  entienden 
solamente  del  pueblo  judaico,  que  sacó  Dios  de  Egipto; 
los  santos  lodos  lo  entienden  del  pueblo  judaico  y  de 
Crislu  en  la  forma  susodicha.  En  estos  lugares  y  en 
oíros  ansí,  admitir  la  exposición  de  los  judíos  no  admi- 
tiéndola exclusiva,  sino  juntando  con  el  sentido  dellos 
el  sentido  que  da  el  Apóstol  y  Evangoiísta ,  no  solo  es 
lícito,  pero,  como  lie  dicho,  hácenlo  lodos  los  santos.  Y 
á  lo  que  dice  Lcon,  que  no  se  concluye  nada  contra  el 
judío  si  decimos,  vcrhi  gracia,  que  aquello  Ex  Egipto 
vocavi,  etc.,  se  entiende  d(!  Cristo  y  también  del  pue- 
blo judaico,  digo  que  se  concluye  ni  mas  ni  menos  que 
si  dijésemos  que  se  entiende  solo  de  Cristo.  Y  porque 
se  vea  claramente  que  es  ansí,  imaginen  vuestras  mer- 
cedes que  disputo  con  un  judío  y  le  (luiero  probar  (pie 
Cristo  estuvo  en  Egipto,  y  de  allí,  por  avisodel  ángel, 
sus  padres  le  tornaron  á  Judea,  y  quiérolo  probar  con 
el  leslimonio  del  [irolcta  Oseas  sobredicho.  Ex  Egip- 
to, etc. ,  lo  cual  entiendo  haberse  dicho  de  Cristo  y 
tambícn  del  pueblo  judaico.  Dice  el  judío:  No  probáis 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


nada,  porque  ese  testimonio  se  entiende  del  pueblo  ju- 
daico. Digo  es  verdad  que  se  entiende  de  ese  pueblo; 
pero  tam'iien  se  dijo  de  Cristo,  cuya  figura  fué  ese  pue- 
blo. Dice  que  lo  niega,  y  pruéboselo,  porque  el  Evan- 
gelista, inspirado  por  el  Espíritu  Santo,  entiende  de 
Cristo  aquellas  palabras.  Respóndeme  que  no  cree  en 
el  Evangelista,  y  para  aquí  ¡a  disputa.  Venga  agora 
este  testigo ,  que  es  el  maestro  León ,  que  entiende 
aquellas  palabras  ser  dichas  de  Cristo  solamente,  y  dis- 
pule con  el  mismo  judío,  y  verán  vuestras  mercedes 
cómo  no  hace  mas  que  yo.  Dice :  Cristo  vino  de  Egip- 
to; pruébelo  porque  Oseas,  hablando  del  en  persona 
de  Dios,  dice:  Ex  Egipto  vocavi,  etc.  Responde  el  judío 
que  Oseas  habló  allí  del  pueblo  judaico,  y  aun  probár- 
selo ha  con  la  autoridad  de  los  setenta  intérpretes,  á 
quien  León  cree  un  poco  menos  que  á  Dios,  los  cuales 
en  aquel  lugar  de  Oseas  no  leen  Ex  Egipto  vocavi  filiuin 
meum,  sino  Ex  Egipto  vocavi  filios  ineos.  Responde 
León :  No;  que  el  Evangelista  lo  lee  desta  otra  manera, 
y  lo  declara  do  Cristo,  y  aquel  solo  es  el  sentido  verda- 
dero. Dice  el  judío  que  para  con  él  el  Evangelista  no 
tiene  aucloridad,  y  acábase  aquí  la  porfía,  y  ansí  ambas 
disputas  vienen  á  tener  un  mismo  fin  ,  y  no  queda  el 
judío  mas  convencido  con  la  una  que  con  la  otra;  y  con 
cualquiera  dellas  queda  convencido  en  la  manera  que 
los  tales  lo  pueden  ser,  porque  esto  que  es  convencer  á 
los  judíos  ó  á  los  herejes  se  puede  entender  de  dos  ma- 
neras :  la  una  es  convencellos  al  juicio  y  parecer  de- 
llos, y  es!o  no  es  posible  hacerse  en  disputa  sí  Dios 
particularmente  no  les  vuelve  el  corazón,  porque  aun- 
que todos  admitimos  la  Sagraila  Escriptura,  pero  tene- 
mos diferencia  sobre  el  sentido  della,  y  no  tenemos  un 
juez  común  admitido  por  todos  á  cuyo  parecer  nos  sub- 
jetamos  cuando  oslamos  en  esta  diferencia.  Porque  lle- 
gados á  este  punto  de  si  se  ha  de  entender  desta  ma- 
nera ó  de  otra  algún  paso  de  la  Escriptura,  los  católi- 
cos probamos  últimamente  nuestro  parecer  con  el 
juicio  de  la  Iglesia  y  de  los  sanios  y  de  los  concilios,  las 
cuales  cosas  para  conlosjudíds  y  herejes  no  tienen  auc- 
loridad. Y  ansí,  en  llegando  aquí  es  forzoso  que  pare  la 
disputa  entre  ellos  y  nosotros.  En  oirá  manera  se  con- 
vencen los  judíos  y  los  herejes,  no  al  juicio  dellos,  sino 
al  juicio  de  la  vcrilad  y  de  la  Iglesia ,  que  es  columna  y 
firmamento  della,  y  desta  manera  los  católicos  los  con- 
vencemos cada  día  con  testimonios  de  la  Escriptura, 
entendidos  conformo  á  como  los  entienden  los  sanios  y 
los  concilios  y  el  sentido  de  los  fieles.  Y  desla  manera, 
el  que  concede  que  aquel  testimonio  Ex  Egipto,  ole, 
se  enliende  de  Cristo  y  del  pueblo  judaico,  laudiien 
puede  muy  bien  c.nveiicor  al  judío  conoide  que  Cris- 
to fué  ;y  vino  de  Egipto,  porque  aunque  se  dijo  del 
pueblo  judaico,  también  se  dijo  de  Cristo,  y  de  ambos 
hablíi  allí  el  Espíritu  Santo,  y  ansí  ambas  cosas  son 
verdad ;  y  se  prueba  eficazmente  por  aquellas  palabras 
al  juicio  de  la  Iglesia,  no  solo  que  el  pueblo  de  Israel 
vino  de  Egipto,  sino  que  Cristo  lambien  fué  llamado 
de  allí.  Eslo  lie  dicho  sin  tener  obligación  á  ello,  por- 
que, como  declaré,  yo  nunca  he  tratado  de  interpreta- 
ciones de  judíos  ni  de  sus  senlidos.  Y  á  lo  (jue  ai'iade 
csle  testigo,  que  san  Auguslin  no  afirma  que  el  Espíri- 
tu Santo  en  un  mismo  paso  de  la  Escriptura  y  por  unas 


CONTRA  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


mismas  palabras  dice  juntamente  muchos  sentidos  y 
sentencias  diferentes,  sino  que  sola  la  una  es  la  verda- 
dera y  la  pretendida  por  el  Espíritu  Santo ,  levanta 
falso  testimonio  á  san  Augustin  por  llevar  adelante  su 
costumbre  de  no  decir  verdad;  porque  san  Augustin  en 
el  libro  xii  de  las  Con  festones,  en  el  capítulo  27  dice  es- 
tas palabras  formales:  uSpiritus Sane! US  ad culmen  auc- 
n  ihoritatisdivínum  sermonem  componens ,  plerumque 
weundem  sermonem  itá  aptavit,  ut  intelligentes  plures 
«veras  possentaccipere  sententias,  maluilque  Scriptu- 
» ram  sic  pro  nostra  ulilitate  esse  pluribus  sensibus 
wfecundam,  quam  ejusdem  Scripturae  sic  aptare  ser- 
«monem,  ut  unam  solam  veritatem  resonaret,  caete- 
))  rasque  veras  sententias  excluderet. »  Y  ansí ,  trae  el 
mismo  santo  en  aquel  lugar  el  principio  del  Génesis  ; 
In  principio creavit  Deus,  etc.  Y  porque  aquella  palabra 
principio  en  la  Escritura  significa  dos  cosas ,  el  princi- 
pio del  tiempo  y  la  segunda  persona  de  la  Trinidad,  que 
es  el  Verbo,  afirma  que  en  aquellas  palabras  In  princi- 
pio creavit,  etc. ,  el  Espíritu  Santo  dice  juntamente 
dos  verdades  diferentes:  launa,  que  Dios  crió  el  mun- 
do en  el  principio  del  tiempo;  la  otra,  que  lo  crió  en  el 
Verbo  y  por  el  Verbo.  Y  este  mismo  parecer  suyo  repi- 
te en  otros  muchos  lugares  de  su  doctrina,  y  señalada- 
mente en  el  libro  ni.  De  doctrina  christianá,  cap.  27, 
después  de  una  larga  razón  en  este  propósito ,  añade ' 
«Nam  quid  in  divinis  eloquiis  potuit  largiüs,  uberiñs, 
))divinitüs  provideri,  quam  ut  eadem  verba  pluribus 
«intelliganturmodis?  etc.»  Este  parecer  de  san  Augus- 
tin sigue  santo  Tomás  en  la  primera  parte,  en  la  cues- 
tión primera ,  y  con  santo  Tomás  va  la  común  de  los 
teólogos,  de  manera  que  decir  lo  contrario  muchos  lo 
tienen  por  temerario,  y  si  yo  lo  hubiese  de  calificar,  le 
daría  peor  nota,  por  las  razones  quCfdaré  en  otro  lugar. 
Y  á  lo  que  dice,  concluyendo  que  le  parece  áspero  fa- 
vorecer con  tanta  vehemencia  interpretaciones  de  ju- 
díos, harto  mas  áspero  es  que  este  testigo  se  ame  á  sí  y 
á  sus  cosas  con  tanta  demasía,  queá  todo  lo  que  desdi- 
ce del  le  dé  nombre  de  herejes  y  de  judíos.  Y  si  este 
testigo  en  este  artículo  tratara  de  decir  verdad,  y  no  de 
calumniar  escandalosamente,  había  de  señalar  en  par- 
ticular qué  interpretaciones  eran  las  que  yo  defendía, 
y  cuáles  y  cómo ,  porque  ansí  se  viera  si  era  cosa  que 
merecía  ser  defendida  de  un  hombre  católico  ó  no.  Pe- 
ro no  hace  esto,  porque  si  lo  hiciera,  quedara  averigua- 
da su  malicia  y  mi  inocencia,  sino  siendo  ansí  que  si 
yo  dije  la  subredicha  proposición  en  las  dichas  juntas, 
la  dije  una  vez  sobre  un  lugar  que  este  mismo  testigo 
abajo  confiesa,  que  fué  el  salmo  8,  cuya  interpretación, 
la  que  da  Vatablo,  como  mostraré  en  su  lugar,  va  por  el 
mismo  camino  por  donde  van  los  santos,  y  dice  en  ello 
lo  que  dicen  otros  muchos  católicos ;  de  haber  vuelto 
yo  por  aquella  interpretación,  y  con  palabras  muy  tem- 
pladas y  siguiendo  la  sentencia  de  san  Augustin ,  en 
ello  hace  todo  este  ruido,  y  á  una  interpretación  llama 
todas  las  interpretaciones.  Y  á  lo  que  dice  Vatablo,  hom- 
bre católico,  pónele  nombre  de  rabíes  y  de  judíos;  todo 
á  fin  de  mover  escándalo  y  de  engendrar  en  los  pechos 
de  vuestras  mercedes  otro  pecho  tan  sospechoso  y  tan 
malo  como  el  suyo. 
Capitulo  2.°  Acerca  del  segundo  capítulo,  demás  de 
E.xvi-u. 


lo  dicho,  digo  que  lo  que  este  testigo  dice  aquí  es  tes- 
timonio de  abono  en  mi  favor,  y  muy  grande  por  ser  de 
enemigo ,  por  cuanto  en  el  fin  deste  capitulo  confiesa 
que  el  poco  respecto  á  los  santos  que  dice ,  no  lo  en- 
tendió en  mí  tan  claramente  como  en  otros;  y  decir 
esto,  es  decir  que  no  vio  en  mí  ni  rastro  ni  sospecha 
dello.  Porque  si  la  viera,  siendo  mi  enemigo,  como  es,  y 
habiendo  levantado  todo  este  escándalo  principalmen- 
te por  dañarme  á  mí,  y  siendo  de  su  ingenio  el  mas  sos- 
pechoso hombre  y  mas  espantadizo  que  jamás  se  vio, 
la  sospecha  se  le  hiciera  evidencia ,  y  una  sombra  es- 
cura le  pareciera  ser  la  misma  claridad.  Y  la  razón 
porqué  se  templó  en  este  artículo  contra  mí,  levantán- 
dome en  otros  mil  testimonios ,  fué  porque  se  acordó 
que  un  parecer  mío  que  yo  llevé  por  escrito  en  aquel 
mismo  tiempo ,  decía  que  el  verdadero  entendimiento 
de  la  Escritura  era  el  que  dan  los  santos,  y  no  osó  de- 
cir desvergonzadamente  en  cosa  que  tan  presto  y  tan  á 
la  clara  se  podía  echar  de  ver.  Este  papel  que  digo  que 
va  ordenado  por  conclusiones ,  ya  yo  le  tengo  presen- 
tado y  suplicado  á  vuestras  mercedes  que  le  manden 
comprobar;  y  solo  aquel  basta  para  mostrar  que  cuan- 
to León  dice  en  este  su  dicho  es  maldad  y  calumnia. 

Capitulo  3."  Acerca  del  capítulo  tercero,  demás  de 
lo  dicho,  digo  que  este  testigo  no  afirma  haber  yo  dicho 
que  se  podían  traer  interpretaciones  nuevas ,  sino  dice 
que  le  parece.  Y  es  ansí,  que  formalmente  por  aquellas 
palabras  ni  yo  lo  dije  ni  él  lo  oyó ,  sino  es  cosa  que  él 
collige  del  parecer  que  yo  tenia  y  defendía  en  aquellas 
juntas;  y  collígese  en  una  cierta  manera,  y  en  otra  no. 
Porque  se  ha  de  entender  que  lo  que  yo  he  declarado 
haber  dicho  acerca  de  las  interpretaciones  nuevas  y  ex- 
posiciones de  Vatablo,  no  fué  haciendo  reglas  genera- 
les ni  diciendo  ¡)roposiciones  confusas  y  mal  declara- 
das, y  entendidas  como  León  depone  y  calumnia,  sino 
aplicando  á  casos  y  interpretaciones  particulares  de  Va- 
tablo la  sentencia  de  san  Augustin  que  he  dicho,  de  los 
muchos  sentidos ,  en  esta  manera :  cuando  se  dudaba 
de  alguna  exposición  de  Valablo  si  se  había  de  admi- 
tir ó  no,  yo  trataba,  lo  primero,  de  averiguar  si  la  sen- 
tencia y  doctrina  que  se  decía  en  la  tal  exposición  era 
sana  y  católica,  y  averiguado  que  era,  trataba,  lo  se- 
gundo, si  las  palabras  de  aquel  lugar  de  Escritura  de  que 
se  trataba  podían  con  propiedad  significar  la  sentencia 
que  decía  Vatablo  ;  y  constando  que  podían  ,  miraba  si 
Vatablo  desechaba  ó  reprehendía  la  interpretación  que 
en  el  mismo  lugar  daban  los  santos;  y  visto  que  no  la 
desechaba  ni  reprehendía,  era  mí  parecer  que,  atento  á 
que  la  exposición  de  Vatablo  era  de  doctrina  católica,  y 
que  aquel  paso  de  la  Escritura  y  las  palabras  del  podían 
significar  aquella  sentencia ,  y  que  no  desechaba  á  los 
santos,  se  podía recebir  de  manera  que  el  tal  lugar  de 
Escritura  juntamente  tuviese  ambos  sentidos,  el  de  los 
santos  y  el  de  Vatablo,  en  la  manera  que  san  Augustin 
lo  concede,  y  ansí  se  recebian;  lo  cual  todo  se  entende- 
rá mas  claro  por  este  ejemplo :  Vatablo,  aquello  de  E-aías, 
Generationem  ejus  quis  enarrabit,  dice  que  quiere  de- 
cir ¿quién  contará  la  maldad  de  la  gente  de  aquel  si- 
glo cuando  anduvo  Cristo  en  el  mundo,  pues  no  le  co- 
noció y  le  crucificó?  Y  que  ansí  añade  luego  el  Profeta 
la  razón  de  la  maldad  de  aquella  gente,  diciendo  :  Quo- 

d 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


niam  abscissus  est  de  térra  vicentium.  Dudóse  si  se 
habia  de  admitir  esla  exposición.  Dije  yo  ansí:  decir 
que  la  gente  de  aquel  siglo  fué  mala  gente,  es  verdad 
católica.  La  palabra ycneracíon  de  que  usa  allí  Esüías,  en 
la  Sagrada  Escritura  significa,  no  solo  el  naciniienlo  de 
uno,  sino  también  la  gente  que  concurre  en  una  misma 
edad  y  siglo,  conforme  á  aquello  :  Xon  praeteribü  ge- 
nerado haec  doñee,  etc.  Luego,  pues  es  cierto,  según  la 
doctrina  de  san  Augustin,  que  en  un  mismo  paso  y  por 
unas  mismas  palabras  el  Espíritu  Santo  dice  dos  y  tres 
y  mas  sentencias  diferentes,  muy  bien  podemos  conce- 
der y  admitir  que  en  este  paso  dijo  por  boca  de  Esaías 
dos  cosas :  la  una,  que  el  nacimiento  de  Cristo  es  admi- 
rable ;  la  otra,  que  la  gente  de  su  siglo  fué  malvada.  Lo 
primero  dicen  los  santos,  y  es  lo  que  se  ha  de  tener  por 
cierto;  lo  segundo  es  dicho  de  un  dolor  parlicular,  y 
es  probable.  Y  ansí  como  la  una  y  la  otra  sentencia  es 
verdadera,  ansí  es  de  creer  que  el  Espíritu  Santo  las  di- 
jo ambas  por  aquellas  mismas  palabras,  y  que  por  eso 
usó  de  aquella  palabra  generación,  que  es  palabra  equí- 
voca y  indiferente  á  entrambas  significaciones.  Y  deslos 
pareceres,  dichos  an-í  en  particular  como  este,  León 
calumniosamente  collige  dos  proposiciones  :  la  una,  que 
se  pueden  admiiir  nuevos  sentidos  en  la  Escritura;  la 
otra,  que  aprobaba  yo  las  interpretaciones  de  los  judíos, 
y  no  dejiuso  ni  denunció  lo  que  yo  formalmente  decía, 
porque  era  cosa  llana,  sino  lo  que  él  confusa  y  malicio- 
samente colligia,  para  con  la  confusión  hacer  escánda- 
lo. Por  lo  cual  digo  que  se  ha  de  advertir  que  la  pri- 
mera proposición,  esto  es,  que  se  pueilen  traer  nuevas 
interpretaciones  de  la  Escritura,  puede  hacer  dos  sen- 
tidos: el  uno,  que  las  interpretaciones  sean  nuevas  por 
ser  de  nueva  doctrina,  no  oida  hasta  entonces  en  la 
Iglesia;  y  dcsla  manera,  ni  yo  lo  decía,  ni  se  puede  de- 
cir, ni  menos  se  colligia  de  lo  que  decía,  porque  nue- 
va doctrina  en  la  Iglesia  fuera  de  la  antigua,  ó  la  que  de 
ella  se  collige  ,  no  se  puede  ni  debe  admitir.  En  otra 
manera  se  pueden  llamar  nuevas  interpretaciones,  por- 
que, dado  que  la  sentencia  y  doctrina  deltas  sea  antigua 
y  católica,  la  aplicación  della  á  aquel  paso  de  la  Escri- 
tura de  que  se  traía  es  nueva.  Y  ansí,  por  aplicarse 
nuevamente  á  algún  paso  de  la  Escritura,  se  llama  nue- 
va iníerprelacionen  la  forma  arriba  declarada,  adonde 
el  decir  que  la  gente  de  la  edad  de  Cristo  fué  mala  es 
doctrina  antigua  y  católica.  El  decir  que  Esaías,  dicien- 
do gcneralionem  eju.s  quis  enarrahU,  lo  dice,  es  nuevo 
y  moderno.  Y  dcsta  manera,  aunque  yo  no  lo  afirmaba 
formalmente,  pero  colligíase  la  dicha  proposición  de  la 
sentencia  de  san  Augusiin,  que  yo  defendía  en  la  ma- 
nera y  con  las  limitaciones  qup  aijuíy  en  otras  muchas 
parles  desle  proceso  tengo  declaradas. 

La  segunda  proposición,  de  que  aprobaba  las  inler- 
prctaciones  de  los  judíos,  aunque  es  pura  calumnia  de- 
cir interpretaciones  de  judíos  solo  á  lin  do  engendrar 
escándalo,  no  tratando  nosotros  sino  de  solo  Vatahlo  ; 
digo,  no  obstante  esto,  que  la  dicha  proposición  puedo 
entenderse  de  dos  maneras :  la  una,  que  se  cnlionda  de 
lasinl(;rprcta''ioiiesqiie  los  judíos  dan  contrarias  á  nues- 
tra le,  en  los  lugares  con  que  les  probamos  la  venida 
del  Mesías,  y  los  demás  artículos  en  que  nos  contradi- 
cen, y  en  esla  manera  ninguna  inlcrprelacion  dellosse 


ha  de  admitir,  ni  yo  la  admití  jamás  ni  afirmé,  n¡  se  co- 
llige haberla  afirmado  de  lo  que  yo  en  aquellas  juntas 
votaba  y  defendía.  Y  si  este  testigo  particularizara  se- 
ñaladamente los  lugares  y  exposiciones  que  yo  allí  de- 
fendí, vieran  vuestras  mercedes  evidentemente  ser  ver- 
dad esto  que  digo  ;  pero  callólo,  porque  si  lo  dijera,  no 
tuviera  fuerza  su  calumnia  ni  viniera  al  efecto  su  ma- 
la intención. 

En  otra  manera,  por  interpretaciones  de  judíos,  se 
pueden  entender  exposiciones  que  ellos  dan  de  buena 
y  católica  doctrina  en  pasos  de  Escritura  adonde  entre 
ellos  y  nosotros  no  hay  diferencia ;  y  recebir  las  tales 
exposiciones,  no  desechando  las  de  los  nuestros,  sino  re- 
cibiéndolas todas  juntamente ,  y  puniendo  las  nuestras 
en  el  mas  preeminente  lugar,  aunque  yo  no  lo  decía, 
ni  jamás  hablé,  como  he  dicho,  de  rabíes  ni  de  sus  in- 
terpretaciones, porque  nunca  las  vi;  pero  collígese  de 
la  sentencia  de  san  Augustin ,  que  yo  seguía  y  sigo.  Y 
collígese  por  secuela  necesaria,  porque  la  sentencia  de 
san  Augustin  es  que  toda  sentencia  verdadera  y  católi- 
ca que  venga  bien  con  las  palabras  de  algún  paso  de  la 
Escritura,  el  Espíritu  Santo  lo  significó  poraípiel  paso, 
déla  quien  la  diere,  ó  sea  una  ó  sean  muchas  senten- 
cias, como  arriba  he  dicho  y  declarado.  De  lo  cual  todo 
se  concluye  que  yo  en  aquellas  juntas,  ni  en  forma  ni 
en  efeto,  no  afirmé  ni  defendí  sino  sola  la  sentencia  de 
san  Augustin,  y  que  el  maestro  León  no  depone  lo  que 
oyó  formalmente,  sino  lo  que  él  quiso  collegir  de  mis 
dichos;  y  no  lo  depone  puramente  como  se  collegia,  sí- 
no  con  las  palabras  que  él  halló  mas  aparejadas  pa- 
ra engendrar  mal  sentido  y  escándalo  en  los  que  las 
oyesen. 

Y  á  lo  que  dice  este  testigo,  que  le  parece  cosa  so- 
fisticada decir  que  una  exposición  puede  ser  praeter  do 
la  que  dan  los  santos,  y  no  contra,  digo  que  no  tiene 
razón  y  que  halla  escuridad  en  una  cosa  muy  clara ,  y 
de  lo  mal  que  esto  entiende  se  conoce  lo  poco  que  se 
puede  fiar  de  su  entendimiento  y  juicio,  ponjue  el  con- 
tradecir á  los  santos  en  alguna  interpretación  es  cosa 
clara  y  puede  acontecer  en  dos  maneras  :  la  una,  dando 
alguna  exposición  en  algún  lugar  de  la  Escritura,  de 
contraria  sentencia  de  la  que  los  santos  dan,  de  mane- 
ra que  no  se  compadezca  haber  dicho  el  Espíritu  Santo 
ambas  cosas  juntamente  por  aquellas  palabras;  la  otra, 
desechando  la  exposición  que  los  santos  dan,  diciendo 
claramente  que  no  viene  á  aquel  lugar,  y  dando  otra 
diferente,  aunque  no  contraría.  Ni  lo  uno  ni  lo  otro  es 
liciio.  No  es  lícito  declarar  la  Escritura  en  contraria 
sentencia  de  lo  que  dice  el  común  de  los  santos,  ni  es 
tampoco  lícito  declaralla  en  diferente  sentido,  aunque 
no  sea  contrario,  desechando  lo  que  los  santos  dicen. 
Pero  el  declaralla  praelcr  siempre  es  y  fué  lícito,  y 
cuantos  han  escrito  y  escriben  lo  hacen ;  y  el  mismo 
I-oon,  en  el  libro  que  escribió,  luego  en  el  primer  capí- 
lulo  hace  lo  mismo.  Y  el  praeter  es  dcsta  manera,  ad- 
mitiendo y  honrando  y  |)uniendo  en  el  mejor  lugar  la 
intorprolacion  f|uo  dan  los  santos,  mostrar  que  en  aquel 
mismo  lugar  que  iulerpretan  ,  junlamenle  con  el  sen- 
lido  que  dan  ellos,  puede  haber  por  la  equivocación  de 
las  palabras  otro  y  otros  sentidos  que  lodos  sean  de  doc- 
trina católica,  y  lodos  prelendidos  decir  por  el  Espíritu 


CONTRA  FRAY 

Santo,  con  unas  solas  y  mismas  palabras,  como  se  ve 
claro  en  el  ejemplo  sobredicho  de  Esaías,  adonde,  por- 
que la  palabra  generación,  en  la  Escritura  significa  tres 
cosas,  nacimiento,  los  descendientes  de  uno,  los  que 
concurren  en  una  edad,  tiene  aquel  lugar  tres  sentidos: 
que  el  nacimiento  de  Cristo  es  admirable ,  y  este  es  el 
común  y  el  mas  cierto;  que  los  descendientes  de  Cris- 
to, esto  es,  los  que  creen  en  él,  son  sin  número ;  que  la 
gente  de  su  edad  fué  muy  mala;  de  los  cuales  tres  sen- 
tidos ,  los  dos  postreros  son  praeler  del  primero ,  pero 
no  son  contra,  porque  todos  ellos  son  verdades  católi- 
cas, y  una  verdad  no  se  contradice  á  otra,  y  la  palabra 
generación  lo  abraza  todo,  y  el  Espíritu  Santo,  por  de- 
cillo  de  una  vez  todo  y  con  una  misma  palabra,  usó  de 
aquella,  como  dice  san  Augustiu  ;  y  si  quisiera  decir  so- 
lo lo  primero,  usara  desta  palabra,  nacimiento,  y  dijera 
nativitatem  ejus  quis  explicabit ,  y  no  de  la  que  usó» 
que  abraza  tantas  cosas  como  he  dicho. 

Capitulo  4.°  Loque  dicho  tengo. 

Capitulo  5."  Al  capítulo  5."  lo  que  tengo  dicho,  que 
es  lo  que  parecerá  por  mi  lectura.  Y  nunca  el  maestro 
León  me  oyó  tratar  de  la  Vulgata  sino  en  el  acto  que 
se  sustentó  dello,  donde  dije  lo  que  yo  leí,  y  no  otra 
cosa.  Y  es  caso  extraño  que  me  acuse  el  maestro  León 
de  que  algunas  palabras  de  la  Vulgata  no  estén  cómo- 
damente trasladadas ;  el  cual,  como  diré  en  su  lugar, 
muchos  lugares  della  no  tiene  por  Sagrada  Escritura, 
sino  por  cosas  falseadas  por  los  judíos. 

Capitulo  6.°  Acerca  del  capítulo  6.°,  lo  que  dicho 
tengo.  Y  demás  desto,  hay  que  advertir  tres  cosas :  la 
una,  que  claramente  levanta  falso  testimonio  al  maes- 
tro Grajal,  del  cual  dice  haber  dicho  la  proposición  de 
las  promesas  de  la  ley  vieja;  porque  lo  que  el  dicho 
maestro  trató  y  llevó  á  una  junta  por  escrito,  no  fué  que 
no  había  promesa  de  vida  eterna  en  el  Testamento  Viejo, 
sino  que  no  la  habia  con  palabras  ciaras,  sino  debajo  de 
figuras  y  promesas  de  cosas  temporales.  Y  de  la  una 
proposición  á  la  otra  va  lo  que  hay  del  cielo  á  la  tier- 
ra. Lo  segundo,  se  ha  de  advertir  que  lo  que  yo  dispu- 
té allí  no  fué  de  la  proposición,  sino,  como  declaré  en 
el  escrito  que  presenté  por  el  mes  de  noviembre  ó  di- 
ciembre pasado,  fué  que  porque  en  algunos  de  los  tes- 
timonios de  santos  que  citaba  en  su  favor  el  maestro 
Grajal  hubo  dificultad  si  le  favorecían  ó  no,  y  miramos 
sobre  ello  los  mismos  libros  que  se  trujeron  allí ;  en  uno 
ó  dos  dellos  porfié  yo,  y  mostré  que  el  maestro  Grajal 
alegaba  bien  y  fielmente.  Lo  tercero,  juntando  con  este 
capítulo  lo  que  este  mismo  testigo  dice  en  el  capítu- 
lo 14,  vese  la  mala  voluntad  y  consciencia  del,  porque 
en  este  capítulo  no  dice  que  se  afirmó  la  dicha  proposi- 
ción, sino  que  se  disputó  en  aquella  junta.  Y  en  el  ca- 
pítulo 14  dice  que  al  fin  de  la  disputa  se  allanaron  los 
disputantes.  Y  aunque  en  ninguna  cosa  dice  lo  cierto; 
pero  presupuesto  que  sea  ansí  como  él  lo  dice ,  si  fué 
disputar,  y  no  afirmar,  y  al  fin  de  la  disputa  se  re- 
solvieron en  que  habia  la  tal  promesa,  ajenos  están  de 
culpa  los  que  disputaban,  y  este  testigo  que  depone, 
jamás  lo  estará  de  cargar  maliciosamente  como  culpa 
lo  que  de  su  mismo  dicho  consta  no  sello. 

Capitulo  7."  Acerca  del  capítulo  7.",  demás  de  lo 
dicho,  digo  que,  mirando  mas  en  ello,  rae  he  acordado 


LUIS  DE  LEÓN.  u 

que  lo  que  entre  mí  y  este  testigo,  que  es  el  maestro 
León,  hubo  en  el  paso  que  alega  del  salmo  8,  fué  pun- 
tualmente esto:  lo  primero  que,  diciendo  el  maestro 
León  que  los  santos  decían  que  en  el  día  de  Ramos,  no 
solo  los  muchachos  pequeños,  sino  los  que  mamaban  y 
no  sabían  hablar,  dijeron  milagrosamente  aquellas  pa- 
labras de  loor,  «Hosana,  bendito  el  que  viene ,  etc.,» 
dije  yo  que  se  me  hacia  cosa  nueva  oír  aquello,  y  que  no 
lo  habia  visto  en  ninguno,  ni  me  parecía  verisímil  que 
los  evangelistas,  haciendo  memoria  de  aquel  día  y  de 
aquel  hecho,  callasen  un  milagro  tan  señalado  como 
aquel,  si  pasara  ansí.  León  porfió  que  sí,  y  en  otra 
junta  me  parece  que  trujo  de  san  Cirillo  que  lo  decia; 
pero  otros  muchos  sanios  no  lo  dicen  ,  ni  es  cosa  que 
toca  á  la  fe  creer  que  hubo  el  dicho  milagro  ó  no.  Lo 
segundo  fué  que  Vatablo,  declarando  el  dicho  paso,  dice 
que  David  en  aquellas  palabras  quiere  decir  que  Dios, 
de  los  niños  y  de  las  cosas  mas  flacas  y  mas  bajas  de  la 
naturaleza,  por  razón  de  la  maravillosa  providencia 
con  que  las  gobierna  y  sustenta,  saca  testimonio  claro 
de  su  saber  y  bondad ,  y  que  las  mismas  cosas  bajas  por 
esta  causa  son  como  unas  voces  que  están  siempre  ala- 
bando á  Dios,  y  añade  que  Cristo  nuestro  redentor, 
cuando  usó  deste  paso  del  salmo  contra  los  fariseos, 
esta  sentencia  general,  que  es  decir  que  Dios  aun  de 
las  cosas  mas  bajas  y  mudas  saca  loor  para  sí,  la  apli- 
có á  aquel  caso  particular,  en  el  cual  los  niños  y  igno- 
rantes le  alababan,  como  cosa  que  se  habia  dicho  por  el 
Espíritu  Santo,  ansí  por  aquel  caso  como  por  todos  los 
semejantes.  León  decia  que  esto  no  se  podía  sufrir;  yo, 
diciendo  mi  voto,  dije,  refiriéndome  siempre  al  parecer 
delosqueestábamosallí,ynoafirmando,  sino  inquirien- 
do, porque  siempre  se  volaba  desla  manera;  ansí  que, 
dije  que  no  me  parecía  habia  en  aquello  lanío  inconve- 
niente como  León  hacia ,  porque  no  era  regla  nueva  ni 
inventada  por  Vatablo  decir  que  algunas  veces  los 
apóstoles,  en  los  testimonios  que  citan  del  Testamento 
Viejo,  sentencias  generales  las  aplican  á  casos  particu- 
lares que  se  encierran  en  aquella  generalidad,  en  la 
manera  que  en  la  primera  respuesta  tengo  declarada, 
añadiendo  que  san  Agustín  este  mismo  paso  del  sal- 
mo 8  lo  entiende,  no  solo  de  los  niños  que  el  dia  de  Ra- 
mos loaron  á  Cristo,  y  á  quien  Cristo  lo  aplicó,  sino 
también  de  todos  los  que  creyeron  en  él  de  la  gentili- 
dad, que  por  la  ignorancia  en  que  estaban  antes,  son 
llamados  niños,  los  cuales,  convertidos  á  la  fe,  alabaron 
mas  á  Cristo  que  el  pueblo  judaico,  que  conocía  á  Dios 
y  tenia  su  ley.  Y  san  Teodoreto  ni  mas  ni  menos  en- 
tiende haber  sido  dicho,  no  solo  por  los  niños  del  dia 
de  Ramos ,  sino  generalmente  por  los  apóstoles  y  los 
demás  que  creyeron  en  Cristo  y  ¡e  alabaron ,  que  por 
ser  gente  baja  y  idiota  los  llama  David  niños.  Esto  es  lo 
que  pasó  entonces  puntualmente ,  y  si  me  acuerdo  bien, 
aquellos  maestros  se  llegaron  á  mi  parecer,  y  quedó  en 
Vatablo  aquella  declaración.  Y  si  León  tuviera  cuenta 
con  decir  verdad  y  con  su  conciencia,  ansí  en  particu- 
lar habia  de  hacer  sus  deposiciones  para  que  se  enten- 
diera la  verdad,  y  no  encubrilla  con  generalidades  con- 
fusas y  llenas  de  engaño.  Y  lo  que  mas  dice,  que  mos- 
tró por  lodos  los  pasos  que  los  apóstoles  alegan  de  los 
salmos ,  que  Vatablo  seguía  interpretaciones  de  judíos, 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


es  como  todo  lo  demás  que  afirma  este  testigo,  lo  uno 
porque  no  pasó  del  salmo  8,  y  el  maestro  Francisco 
Sancho,  por  ver  los  desatinos  de  León ,  que  es  furioso 
puesto  en  disputa,  no  quiso  que  pasase  adelante  ,  sino 
que  prosiguiésemos  en  la  enmienda  de  la  dicha  Biblia; 
y  lo  otro,  porque  levanta  manifiesto  falso  testimonio  á 
Vatablo,  como  se  puede  ver  por  muchos  pasos  que  ale- 
gan los  apóstoles  de  los  salmos,  en  los  cuales  sigue  Va- 
tablo las  mismas  interpretaciones.  Y  yo  los  pusiera 
aquí  lodos  si  se  me  hubieran  dado  los  libros  que  supli- 
qué á  vuestras  mercedes  se  mandasen  traer  de  mi  celda. 

Capitulo  8.°  Lo  que  dicho  tengo,  y  que  si  este 
hombre  tuviera  conciencia ,  y  no  pretendiera,  como 
pretendió,  engañar  á  vuestras  mercedes ,  liabia  de  se- 
ñalar los  lugares  y  las  interpretaciones  dellos,  y  la  ma- 
nera en  que  yo  las  defendía  ;  y  desta  forma  se  pudiera 
entender  si  yo  defendí»  en  ellas  alguna  cosa  mala  y 
digna  de  reprehensión.  Pero  no  quiso  decir  esto,  por- 
que si  lo  dijera,  entendiérase  que  en  mí  no  liabia  cul- 
pa, y  él  no  consiguiera  su  inlento;  sino  dice  á  bulto 
que  defendía  interpretaciones  de  judíos,  para  que  quien 
lo  oye  piense  que  quería  inducir  algún  jutlaismo.  Y  fui 
yo  tan  desgraciado,  y  mis  pecados  son  tantos,  que  para 
que  viniese  yo  á  la  calamidad  en  que  estoy,  no  quiso 
Dios  que  vuestras  mercedes  al  principio,  cuando  este 
testigo  depuso ,  le  hiciesen  que  depusiese  en  particu- 
lar, señalando  en  qué  y  cómo ;  sino  con  esta  confusión 
general  de  defender  rabíes  y  judíos,  dicha  de  mili  ma- 
neras, porque  en  todo  su  dicho  este  testigo  en  subs- 
tancia no  dice  mas  desto,  hizo  sospechar  á  vuestras 
mercedes  que  en  mí  había  algún  gran  mal  secreto,  y  que 
estas  disputas  eran  del  como  unas  muestras  obscuras, 
y  procedieron  á  lo  que  se  hizo;  que  bien  entiendo  que 
solo  este  testigo  y  sus  generalidades,  con  ser  mi  ene- 
migo ,  fué  el  todo  de  mi  prisión ;  porque  lo  que  depo- 
nen los  demás  todo  se  resume  en  la  Vulgala  y  en  los 
Cantares ,  lo  cual  yo  antes  de  mi  prisión  manifesté  á 
vuestras  mercedes  y  lo  sujecté,  con  todo  lo  demás  que 
yo  hubiese  escrito,  leído  ó  dicho,  al  juicio  deste  Santo 
Oficio.  Y  yo  alabo  á  Dios  por  lodo. 

Capitulo  9."  Esta  es  gran  falsedad,  como  lie  dicho, 
y  lo  que  pasó  puntualmente  acerca  desto,  porque  re- 
corriendo mi  memoria,  he  venido  á  acordarme  de  todo 
ello,  es  lo  siguiente  :  Al  principio  del  e.\ámcn  de  la 
Biblia  do  Vatablo  fué  recibido  de  común  consentimien- 
to de  aquellos  maestros  que  so  hallaron  en  ella,  mi  pa- 
recer, ó  por  mejor  decir,  el  de  san  Agustín,  (¡ue  fué  que 
las  exposiciones  de  aquella  Biblia,  donde  hubiese  algu- 
na mala  doctrina  ó  sospecha  del  la,  las  quitásemos  ó  en- 
mendásemos, y  las  que  fuesen  de  doctrina  católica  y 
viniesen  bien  con  la  letra  del  texto,  aunque  fuesen  di- 
ferentes de  lo  ordinario,  que  las  dejásemos,  atento  á 
que  lo  uno  y  lo  otro  juntamente  quiso  decir  el  Espíri- 
tu Santo  por  una  misma  letra,  conforme  á  la  sentencia 
de  san  Agustín.  Puso  acerca  desto  uno  de  aquellos 
maestros,  no  me  acuerdo  bien  si  fué  Sancho  ó  Gueva- 
ra, esta  dificultad  :  que  los  lectores  ,  viendo  aprobada 
aquella  Biblia  [lor  la  facultarl  de  leulugía  de  Salaman- 
ca, y  que  dejábamos  en  ella  aquellas  glosas  y  exposi- 
ciones, se  podrían  engañar,  pensando  que  ó  desechá- 
bamos las  de  los  santos,  ó  igualábamos  las  de  aquella 


Biblia  á  las  dellos.  A  esto  dije  yo  que  me  parecía  bien 
lo  propuesto,  y  que  se  remediaría  aquel  inconveniente 
con  hacer  una  censura  general  que  se  imprimiese  al 
principio  de  la  Bililia,  la  cual  avisase  al  lelor  que  nos- 
otros, ni  por  dejar  la  traducion  nueva  que  hay  en  aque- 
lla Biblia,  queríamos  prejudícar  á  la  Vulgata  ,  ni  por 
admitir  aquellas  exposiciones  de  Vatablo,  queríamos 
anteponellas  ni  igualallas  á  las  de  los  santos;  sino  que 
la  interpretación  y  translación  nueva  se  admitía  en 
cuanto  servia  para  mayor  declaración  de  la  Vulgata ,  y 
á  las  glosas  de  Vatablo  no  les  dábamos  mas  autoridad 
que  á  los  dichos  de  un  particular  dotor.  Pareció  á  to- 
dos esto  muy  bien ,  y  diciéndolo  yo ,  me  acuerdo  que 
añadió  el  maestro  Gallo,  diciendo  :  «Y  aun  dígase  mas 
en  la  censura,  que  se  dejan  las  dichas  glosas  para  que, 
cotejadas  con  las  de  los  santos,  se  vea  cuánto  es  mejor 
el  espíritu  vivo  que  la  letra  muerta,  y  cuan  mas  alta- 
mente anduvieron  los  doctores  de  aquel  tiempo  que  los 
modernos  de  agora.»  Dije  que  me  parecía  muy  bien,  y 
quedó  decretado  en  aquella  junta  ,  la  cual  se  hizo  en  el 
hospital  de  las  Escuelas ,  que  se  hiciese  la  dicha  cen- 
sura en  la  forma  susodicha ,  cuando  hubiésemos  aca- 
bado de  ver  la  Biblia.  Acabóse  de  ver  el  Testamento 
Viejo  todo,  y  acuerdóme  como  de  lo  que  agora  escribo 
que  nos  juntamos  un  día  en  casa  del  maestro  Sancho 
para  ordenar  la  sobredicha  censura  conforme  á  lo  de- 
cretado ,  y  tratando  dello,  dijo  el  maestro  León  que  se 
añadiese  mas  y  se  dijese  que  aquellas  interpretaciones 
que  dejábamos  eran  de  judíos;  acerca  délo  cual  yo  me 
acuerdo  que  dije  que  no  me  parecía  que  se  les  diese 
aquel  nombre  ansí  generalmente;  lo  uno,  porque  si 
eran  malas,  no  había  para  qué  dejallas,  ni  diciendo  (juc 
eran  de  judíos  ,  porque  lo  malo,  ni  declarando  el  autor 
ni  callándolo,  no  se  ha  de  permitir  que  ande;  y  si  eran 
buenas  y  católicas,  no  había  para  qué  ponellas  mal 
nombre,  sambenitándolas;  lo  otro,  porque  no  era  razón 
que  afirmásemos  lo  que  no  sabíamos ,  porque  ninguno 
délos  que  estábamos  allí  leíamos  comentos  de  judíos, 
ni  sabíamos  que  aquellas  glosas  fuesen  dellos,  ni  el 
maestro  León  lo  había  mostrado  ;  lo  tercero  y  princi- 
pal ,  porque  algunas  dellas  era  imposible  ser  de  judíos, 
como  aquella  de  generationem  ejus  quis  enarrabit, 
porque  cierto  es  que  los  judíos  no  dicen  mal  ni  conde- 
nan á  sus  antecesores,  los  que  crucificaron  á  Cristo, 
como  aquella  glosa  los  condena,  y  otras  nuichas  que 
hay  desta  manera;  y  también  por(jue  muchas  de  aque- 
llas glosas  que  daba  Vatablo,  y  á  Loon  le  parecían  nue- 
vas, había  mostrado  yo  que  las  daban  los  santos.  En 
esto  dimos  y  tomamos  un  poco,  y  resolvimos,  á  lo  que 
me  acuerdo,  en  que  se  dijese  que  parte  de  aquellas  glo- 
sas parecían  sacadas  de  los  comentos  de  los  judíos.  Y 
acuerdóme  claramente  que  con  esta  resolución  me 
aparté  con  papel  y  tinta  al  asiento  de  una  ventana  que 
coge  andjas  las  paredes  de  una  esijuína  que  eslá  en 
una  sala  de  la  casa  del  maestro  Sancho,  donde  estába- 
mos, como  he  dicho,  y  ordené  la  dicha  censura  ,  por- 
que me  lo  cometieron  á  mí  entonces,  y  de  ordinario 
lodos  los  decretos  que  se  hacían  era  á  mi  cargo  el  or- 
denallos.  Y  acuerdóme  que  ordenándole,  puse  en  de- 
rogación de  las  dichas  glosas  de  Vatablo  una  ó  dos  pa- 
labras mas  agraviadas  de  aquello  en  que  nos  había- 


CONTRA  FRAY 

mos  resucito.  Y  hecha  la  censura ,  y  leyéndola  yo  á  los 
sobredichos  maestros,  que  me  estaban  esperando,  me 
acuerdo  que,  llegando  á  aquellas  palabras  añadidas, 
dije  :  «Estas  puse  mas  de  lo  que  vuestras  mercedes 
ordenaron  ,  por  contentar  al  señor  maestro  León;»  y 
volvíme  á  él  riyendo,  y  díjele  :  aA  lo  menos  hoy  no 
podrá  decir  sino  que  le  tengo  bien  contento;»  y  ansí 
con  risa  y  muy  en  paz  y  amistad  nos  levantamos  todos, 
y  quedó  ordenada  y  firmada  la  dicha  censura.  Esta  es 
la  misma  verdad;  y  si  hay  memoria  en  el  maestro  San- 
cho y  en  un  criado  suyo  que  se  llama  el  bachiller  Mar- 
tínez, que  estaba  presente  como  secretario,  confesarán 
que  es  ansí.  Vean  vuestras  mercedes  cuan  ciega  es  la 
pasión,  que ,  habiendo  sido  yo  cl  primero  que  di  en  que 
se  hiciese  censura  general ,  y  el  que  á  la  postre  ,  cuan- 
do se  hizo,  la  ordené  y  firmé ,  dice  este  hombre  y  jura 
que  se  hizo  en  mi  ausencia  porque  yo  lo  contradecía. 

Capítulo  dO.  Lo  que  dicho  tengo. 

Capitulo  il.  M  capítulo  U,  demás  de  lo  dicho,  di- 
go que  se  ve  en  él  cuan  grande  es  la  fuerza  de  la  ver- 
dad, que,  con  ser  este  testigo  enemigo  y  deseoso  de  da- 
ñar, y  con  haber  en  los  capítulos  pasados  afirmado,  sin 
hacer  significación  de  duda,  contra  mí  lo  que  le  pa- 
reció ,  agora  se  retira  y  hace  dudoso  lo  que  ha  dicho, 
y  dice  que  pasó  aquello  á  su  parecer,  y  confiesa  que  no 
depone  lo  que  vio  ni  oyó,  sino  lo  que  sospechó  ;  por- 
que dice,  hablando  de  mí,  que  en  estos  casos  no  se 
osan  los  hombres  declarar,  sino  que  hablan  con  recato 
y  dicen  sus  intenciones  y  columbrean ,  que  es  vocablo 
suyo  del,  y  merece  sello,  y  que  él  fué  muchas  veces 
sospechoso.  Pregunto  :  si  yo  decía  que  en  la  ley  vieja 
no  hubo  promesa  de  vida  eterna,  si  despreciaba  á  los 
santos  y  á  sus  sentidos ,  si  anteponía  á  Vatablo  á  ellos 
y  á  Pagníno  á  la  Yulgata  ,  si  defendía  á  espada  y  capa 
á  los  judíos  y  á  sus  glosas  contra  las  que  dan  los  após- 
toles y  el  mismo  Dios;  si,  finalmente,  afirmaba  todo  lo 
que  este  testigo  hasta  aquí  contra  mí  ha  depuesto, 
¿  cómo  es  verdad  decir  que  hablaba  con  recato  y  que 
no  me  declaraba?  ¿Qué  menos  recalo  podía  tener,  ó 
en  qué  manera  podia  hablar  mas  declaradamente ,  si 
yo  fuera  muy  abiertamente  malo,  que  diciendo  lo  que 
este  en  los  capítulos  pasados  depone  haber  yo  dicho? 
De  donde  se  ve  clara  y  evidentemente  que,  pues  este 
testigo  dice  de  mí  que  hablaba  con  recato  y  que  no  me 
declaraba,  y  que  él  iba  sospechoso  ;  que  en  los  capítu- 
los pasados  no  depone  lo  que  yo  decía ,  sino  lo  que  él 
con  ánimo  dañado  y  malicioso  sospechaba.  Y  ello  es 
ansí  en  realidad  de  verdad ,  porque  lodo  lo  que  yo  dije 
en  aquellas  juntas  fué  lo  que  be  dicho,  y  todas  fueron 
cosas  muy  sanas  y  muy  católicas;  y  ansí,  siempre  fué 
de  mi  parecer  la  mayor  parte  con  el  maestro  Francisco 
Sancho.  Y  á  lo  que  dice,  que  otras  personas  fueron  sos- 
pechosas, véase  claramente  que  engaña  ;  porque  nin- 
guno de  los  maestros  que  se  hallaron  en  aquellas  jun- 
tas, que  eran  de  mejor  entendimiento  y  letras  y  cons- 
ciencía  que  él ,  ni  deponen  lo  que  él  ni  contestan  en 
nada  con  él.  Y  sí  hubiera  en  mí  el  mal  ó  la  significa- 
ción de  mal  que  este  testigo  dice ,  no  es  de  creer  que 
el  maestro  Francisco  Sancho,  que  se  halló  en  todas 
aquellas  juntas  desde  el  principio  hasta  el  fin ,  sin  fal- 
tar á  ninguna  dellas ,  porque  sin  él  no  se  hacia  ningu- 


LUIS  DE  LEÓN.  liü 

na,  y  los  demás  maestros  no  trataran  del  remedio  an- 
tes que  este  testigo,  ó  á  lo  menos  después  que  este  los 
nombró  y  fueron  por  vuestras  mercedes  examinados, 
no  es  de  creer  que  si  fuera  verdad  lo  que  este  dice ,  no 
contestaran  con  él ;  y  vese  que  no  contestaron,  pues  no 
parecen  en  este  proceso  sus  dichos.  Demás  de  que,  como 
yo  tengo  articulado  dias  há  ,  todas  estas  juntas  pasaron 
antes  que  el  ilustre  señor  infpiisidor  Guijano,  en  fin 
del  año  69,  visitase  aquella  ciudad;  y  sí  en  ellas  hubie- 
ra habido  el  mal  que  este  testigo  dice ,  no  es  de  creer 
que,  estando  el  negocio  tan  reciente,  aquellosmaestros 
no  avisasen  dello,  mayormente  habiendo  pretendencias 
contrarias  entre  nosotros.  Y  este  testigo  no  tiene  dis- 
culpa ni  color  ninguno  de  no  haber  entonces  avisado, 
sino  es  decir  la  verdad  ,  que  entonces  no  era  enemigo 
mío,  y  no  quiso  mentir  de  balde,  y  después  lo  fué  por- 
que llevaron  su  libro  á  la  corte  ,  á  lo  que  él  cree  ,  por 
mi  causa  ,  y  quiso,  por  vengarse  de  mí,  dañarse  á  sí 
con  el  daño  que  agora  se  echa  de  ver  poco,  y  después 
se  verá  y  sentirá  mucho. 

Capitulo  12.  En  el  capítulo  12,  demás  de  lo  dicho, 
digo  que  permitió  Dios  que  este  testigo  depusiese  esto 
para  que  vuestras  mercedes  entiendan  que  lo  que  movió 
á  este  hombre  á  pretender  con  calumnias  y  mentiras  en- 
gañar á  vuestras  mercedes  para  que  me  pusiesen  en  este 
estado,  fué  el  defender  yo  la  edición  Yulgata  del  agravio 
que  disimulada  y  maliciosamente  este  testigo  le  hace  en 
un  libro  que  compuso  sobre  Esaías.  Y  para  que  vuestras 
mercedes  lo  entiendan  de  raíz,  pasa  esto.  Los  setenta 
intérpretes,  el  texto  que  la  Sagrada  Escritura  que  por 
Moisen  y  los  profetas  se  escribió  en  lengua  hebrea,  de 
su  primera  origen  lo  pasaron  en  lengua  griega.  Des- 
pués san  Hierónimo ,  á  instancia  de  Dámaso  papa  y  de 
otros  católicos,  por  cuanto  los  judíos  decían  que  aquel 
texto  que  habían  hecho  en  griego  los  Setenta  no  esta- 
ba fielmente  sacado  del  original  l)ebreo,  puso  en  latín 
la  Sagrada  Escritura  ansí  como  la  halló  en  el  texto  he- 
breo, que  es  esta  translación  que  llamamos  Yulgata, 
excepto  en  los  salmos,  los  cuales  no  están  conformes  á 
lo  que  san  Hierónimo  trasladó  del  texto  hebreo ,  sino 
conforme  á  la  traslación  griega  que  hicieron  los  Seten- 
ta. Y  la  causa  de  haber  quedado  en  el  uso  de  la  Iglesia 
los  salmos  conforme  á  los  Setenta,  y  no  conforme  al 
original  hebreo,  fué  que,  como  antes  de  san  Hieróni- 
mo se  leían  y  cantaban  en  la  Iglesia  conforme  á  los  Se- 
tenta ,  y  el  vulgo  de  los  fieles  que  entendía  entonces 
latín  estaba  hecho  á  oillos,  no  quisieron  hacer  en  ellos 
mudanza  los  papas  por  no  causar  en  el  vulgo  algún  es- 
cándalo ;  y  ansí,  quedó  en  el  uso  eclesiástico  el  salterio 
conforme  á  los  Setenta ,  y  lo  demás  del  Testamento 
Viejo  conforme  al  original  hebreo,  en  la  manera  que  lo 
trasladó  san  Hierónimo.  Y  de  los  salmos  en  esta  forma 
que  he  dicho,  y  de  lo  demás  del  Testamento  Viejo  en 
la  otra  forma,  se  compone  esta  edición  latina  que  lla- 
mamos Yulgata.  Demás  desto ,  presupongan  vuestras 
mercedes  que  en  el  profeta  Esaías  el  texto  griego  que 
hicieron  los  Setenta  está  muy  diferente  del  texto  y  ori- 
ginal hebreo  que  agora  hay,  y  la  Yulgata  latina  que 
hizo  san  Hierónimo  está  conforme  del  todo  en  este  pro- 
feta con  el  dicho  original  hebreo  que  agora  leemos  y 
tenemos.  Esto  presupuesto,  el  maestro  León  de  Castro 


LIV 

hizo  un  comento  sobre  Esaías ,  donde  pone  el  texto  de 
la  Vulgata  que  hizo  san  Hierónimo  conforme  al  hebreo, 
y  pone  también  el  traslado  que  hicieron  en  griego  los 
Setenta.  Y  porque  su  intento  principal  es  declarar  y 
defender  el  texto  de  los  Setenta  en  todos  los  lugares 
que  le  halla  diferente  del  original  hebreo ,  dice  que  el 
original  hebreo  de  que  usaron  los  Setenta  cuando  hi- 
cieron su  traslado  griego ,  estaba  de  otra  manera  de  la 
que  está  el  que  agora  hay,  y  que  este  que  agora  tene- 
mos está  falseado  por  los  judíos  ;  y  ansí ,  quita  y  pone 
letras ,  y  muda  las  palabras  hebreas  deste  original  que 
agora  hay,  para  hacer  que  venga  con  el  texto  griego 
de  los  Setenta.  Yo  desde  que  entendí  este  intento  su- 
yo, que  fué  antes  que  imprimiese  el  dicho  libro  y  des- 
pués que  lo  comenzó  á  imprimir,  que  fué  en  viendo  el 
primero  y  segundo  cuaderno  del ,  le  dije  á  León ,  pri- 
mero familiarmente ,  y  después  en  el  acto  que  aquí  di- 
ce ,  y  después  con  mas  cólera  en  una  de  las  juntas  so- 
bredichas ,  que  me  parecía  se  engañaba  mucho  en  lo 
que  allí  pretendía;  lo  uno,  porque  decir  que  los  judíos 
do  común  consentimiento  habían  felseado  todos  sus  ori- 
ginales, era  contra  san  Augustin.  en  los  libros  de  la  Ciu- 
dad de  Dios,  y  contra  san  Hierónimo.  San  Augustin  dice 
que  (lecillo  est  impudentissimum  mendacium ,  y  san 
Hierónimo  prueba  que  es  falso  con  razones  concluyen- 
tes  ;  lo  otro,  porque  en  ningún  libro  de  la  Escritura  era 
menos  verisímil  haber  habido  esta  falsedad  que  en  el  li- 
bro de  Esaías ,  por  cuanto  si  los  judíos  le  hubieran  fal- 
seado, fuera  para  quitar  del  ó  mudar  los  testimonios 
de  que  nos  ayudamos  nosotros  contra  ellos  para  probar 
la  divinidad  y  la  venida  y  pasión  de  Cristo.  Y  en  los 
tales  testimonios,  en  el  texto  hebreo  de  Esaías,  que 
agora  hay,  no  solo  no  hay  mudanza,  pero  hay  muchos 
que  no  hay  en  el  texto  de  los  Setenta,  y  otros  muy  mas 
claros  y  mas  eficaces  en  el  hebreo  que  no  en  los  Se- 
tenta ;  lo  tercero  y  principal  que  le  decía,  era  que  ya 
via  que  la  Vulgata  latina,  que  usa  y  tiene  tan  aprobada 
la  iglesia,  en  lodos  aquellos  lugares  del  original  he- 
breo, que  es  tan  diferente  de  los  Setenta,  la  dicha  Vul- 
gata está  conforme  al  hebreo  ;  por  donde  ,  si  el  hebreo 
estaba  allí  falseado ,  se  seguía  evidentemente  que  la 
Vulgata  en  los  mismos  lugares  decía ,  no  lo  que  dijo  el 
Espírilu  Santo  por  Esaías,  sino  lo  que  falseó  después  el 
judío ;  y  que  se  seguía  que  la  Iglesia,  aprobando  la  Vul- 
gata, había  aprobado  por  Sagrada  Escritura  lo  que  no 
era  Sagrada  Escritura,  sino  mentira  y  falsedad  judaica. 
A  esto  no  tenia  respuesta,  y  el  teólogo  á  quien  el  con- 
sejo general  de  la  hiquisícion  cometió  la  vista  de  aquel 
libro  no  lo  adviriió.  Y  si  yo  hubiera  tratado,  como  León 
cree ,  de  que  la  Inquisición  vedara  su  libro,  yo  hiciera 
que  se  advirtiera.  Y  aunque  el  doctor  Valbas  en  Alcalá, 
á  quien  fué  cometido  por  el  Consejo  Real ,  al  principio 
le  quitó  grandes  pedazos ,  adonde  trataba  á  san  Hieróni- 
mo como  nif  trata  á  mí  agora,  no  lo  pudo  quilar  esto  que 
yo  digo,  [lorque  era  quitalle  lodo  el  libro,  y  porque,  co- 
mo he  dicho,  es  ponzoña  disimulada  que,  sin  mentar  la 
Vulgata,  la  destruye,  y  no  la  advierten  todos ;  ansí  que, 
á  esto  nunca  tuvo  respuesta  León,  iiasla  que,  andando 
el  tiempo,  confesó  que  el  original  hebreo  que  agora  te- 
nemos no  estaba  falseado  ,  pero  dijo  que  había  en  él 
diversas  liciones,  y  (jue  los  Setenta  siguieron  la  una, 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRLIDO 


y  ísan  Hierónimo  en  la  Vulgata  la  otra.  Yo  le  mostré 
que  decir  esto ,  en  efecto  era  lo  mismo  ;  porque  cierto 
es  que  haber  diferentes  liciones  en  un  mismo  texto 
tiene  principio  del  error  de  los  escribientes  que  copian 
los  libros ;  y  ansí ,  donde  quiera  que  un  mismo  lugar 
de  un  libro  se  lee  en  diferentes  maneras,  es  cierto  que 
la  una  sola  dellas  es  la  verdadera  y  la  que  puso  el  au- 
tor del  libro,  y  que  la  otra  nació  ó  de  error  ó  de  igno- 
rancia de  alguno  que  copió  el  original  no  fielmente, 
aunque  determinadamente  no  se  puede  conocer  cuál 
de  las  dos  es  la  verdadera.  Y  así,  en  los  dichos  pasos 
de  Esaías  hay  diferentes  liciones  en  el  texto  hebreo,  lo 
cual  nadie  dice  sino  León  ;  pero  si  las  hay ,  la  verda- 
dera y  la  que  puso  Esaías  es  una  sola  de  ellas ,  y  esa  ya 
sabemos  cuál  es,  porque  ha  de  ser  por  fuerza  la  que 
agora  hallamos  en  el  original  hebreo,  porque  la  Iglesia 
la  ha  aprobado  por  verdadera  aprobando  la  Vulgata,  la 
cual ,  como  he  dicho ,  está  en  estos  lugares  conforme 
al  hebreo  ;  y  por  el  mismo  caso  queda  claro  que  la  li- 
ción que  leyeron  y  siguieron  los  Setenta  era  la  lición 
falsa  y  introducida  por  el  error  del  mal  escribiente  ,  y 
que  ya,  en  comparación  de  la  Vulgata,  no  es  lícito  de- 
fendella  ni  decir  que  es  verdadera ,  porque  por  el  mis- 
mo caso  quedaría  la  Vulgata  por  falsa ,  y  la  Iglesia,  que 
la  aprobó,  habría  aprobado  por  Sagrada  Escritura  lo  que 
había  puesto  el  error  y  ignorancia  humana.  Ansí  que, 
quedó  también  condenada  esta  segunda  evasión,  por  lo 
cual  usó  de  la  tercera  defensa,  que  le  ha  sucedido  me- 
jor. Y  porque  no  podía  defender  su  libro  con  razones, 
y  via  que  nadie  le  compraba ,  y  yo  le  había  dicho  cla- 
ramente delante  del  maestro  Sancho  y  Medina  y  otros, 
por  el  fin  del  año  de  71,  que  entre  los  libros  que  había- 
mos de  mirar  para  el  catálogo  de  que  entonces  tratába- 
mos, se  había  de  tornar  á  ver  el  suyo,  y  que  yo  nioslra- 
ria  á  aquellos  maestros  que  esto  que  he  dicho  no  se  po- 
día sufrir  en  él ;  ansí  que,  como  no  lo  pudo  defender  con 
razón ,  y  temió  que  si  yo  lo  tomaba  á  pechos  haría  cla- 
ridad de  su  engaño  disimulado,  determinó  defendelle 
por  armas.  Y  porque  no  quedase  por  malo  su  libro,  de- 
terminó de  quitarme  delante  de  sí,  y  de  poner  en  mí  y 
en  todos  los  que  sentían  lo  mismo  que  yo  nota  de  he- 
rejes. Y  desde  aquel  día  se  confederó  con  Medina,  y 
comenzaron  ambos  á  mover  escándalo  en  la  escuela  y 
á  inventar  lo  que  han  hecho ;  porque  para  hacer  mal 
cualquiera  es  poderoso.  Pues  lo  que  dice  agora  en  este 
capítulo  de  la  disputa  del  acto  entre  mí  y  él ,  fué  sobre 
este  punto  que  he  dicho ;  y  no  le  decía  yo  que  corrom- 
pía el  texto  hebreo ,  aunque  á  nadie  es  lícito  corrom- 
pelle,  sino  que  corrompiendo  el  texto  hebreo,  nos  cor- 
rompía y  ponia  mala  nota  en  la  Vulgata ;  y  particular- 
mente, por  vía  de  ejemplo,  le  truje  el  lugar  de  Esaías, 
que  él  dice  que  es  en  el  número  3.",  adonde  los  Se- 
tenla  trasladaron  Alligemus  justum  quia  inutilis  est 
nubis,  y  la  Vulgala  traslada  Dicite  justo  quoniam  be- 
né;  y  el  original  hebreo  que  agora  tenemos  está  ni 
mas  ni  menos  que  la  Vulgata.  Y  León ,  para  hacer  ve- 
nir el  texio  hebreo  con  lo  que  trasladaron  los  Setenta, 
muda  las  palabras  hebreas  en  aquel  lugar,  y  pónelas 
de  manera  que  no  pueden  venir  con  la  Vulgata ;  de 
manera  que  si  el  original  hebreo  de  que  usaron  los  Se- 
tenta estaba  como  dice  Lcoli,  y  si  aquella  lición  es  la 


CONTRA  FRAY 

verdadera  ,  e]  original  hebreo  que  agora  tenemos  está 
falseado  en  aquel  lugar,  y  la  Vulgata,  que  le  sigue,  está 
falsa.  Y  porque  vuestras  mercedes  vean  que  esto  es  an- 
sí, y  que  este  testigo  lo  que  halla  en  los  Setenta  lo  tie- 
ne por  cierto  y  católico ,  y  lo  que  está  en  el  hebreo  y 
en  la  Vulgata  diferente  dellos  lo  tiene  por  falseado,  y 
que  lodo  su  intento  en  aquel  libro  es  introducir  los  Se- 
tenta y  desechar  la  Vulgata,  adviertan  cómo  en  este 
capítulo ,  sin  podello  disimular,  porque  Dios  lo  ordenó 
ansí  para  que  vuestras  mercedes  viniesen  en  conoci- 
miento de  quién  este  es ,  lo  que  trasladaron  los  Seten- 
ta alligemus  justum ,  etc. ,  dice  que  es  lo  que  tiene  la 
Iglesia  ;  y  á  lo  que  trasladó  la  Vulgata  dicite  justo,  etc., 
llama  solamente  de  san  Hierónimo,  siendo  al  revés  ; 
que  lo  que  en  aquel  lugar  está  en  el  hebreo  y  traduce 
la  Vulgata  es  la  verdadera  lición  de  Esaias  que  lee  la 
Iglesia,  y  la  que  determinó  por  auténtica  el  concilio 
de  Trento.  Y  lo  demás  que  dice  del  estudiante  que  le 
pidió  que  le  armase  como  él  dice ,  diciendo  que  él  era 
del  bando  de  Cristo,  como  si  yo  fuera  del  bando  de 
Mahoma,  es  fábula  y  sueño  del  dicho  León,  ó  burla  que 
quiso  hacer  alguno  del ,  porque  ni  yo  he  vivido  de  ma- 
nera en  aquel  lugar  que  ninguno,  por  loco  que  fuese, 
pudiese  decir  de  mí  que  hacia  bando  contra  Cristo,  ni 
en  mi  doctrina  hay  cosa  que  mas  claramente  se  descu- 
bra que  es  una  inclinación  y  afición  grandísima  que 
siempre  he  tenido  y  tengo  á,  en  todas  mis  opiniones 
y  sentencias ,  engrandecer  la  santísima  humanidad  de 
nuestro  redentor  Jesucristo,  escogiendo  siempre  en  lo 
que  hay  opiniones  la  parte  que  hace  á  este  propósito, 
como  diré  en  otro  lugar. 

Capitulo  13.  Al  capítulo  13  lo  dicho ,  y  es,  que  dije 
lo  que  está  en  mi  lectura  y  otras  veces  he  declarado; 
eslo  es ,  que  en  la  Vulgata  no  todas  las  palabras  del 
intérprete  están  puestas  por  instinto  del  Espíritu  San- 
to, y  que  algunas  se  pudieran  trasladar  mas  cómoda  y 
claramente  y  con  mas  propiedad ,  en  la  forma  que  he 
dicho  y  en  la  que  de  mi  letura  se  eniiende. 

Capitulo  14.  Demás  de  lo  que  dicho  tengo,  eu  cuan- 
to dice  que  en  la  junta  donde  el  maesiro  Grajal  llevó 
por  escrito  su  sentencia  acerca  de  las  promesas  del 
Viejo  Testamento ,  por  san  Augustin  y  san  Hierónimo 
mostró  este  testigo  lo  contrario ;  aunque  esta  sentencia 
no  me  toca,  porque,  como  he  dicho,  yo  fui  de  la  contra- 
ria, como  parecerá  en  mi  letura  ;  pero  porque  vuestras 
mercedes  vean  que  en  ninguna  cosa  este  testigo  sabe 
decir  la  verdad  ni  lo  cierto,  pondré  aquí  algunos  de  los 
lugares  de  san  Augustin  que  Grajales  allegaba  por  sí, 
y  dicen  lo  que  él  decía,  y  serán  pocos,  porque  me  fal- 
tan los  libros  y  la  memoria  dellos.  San  Augustin ,  en 
la  epístola  120,  De  gratiaNovi  Testamenti ,  poco  des- 
pués del  principio,  dice  ansí  :  «  Volens  Deus  osten- 
))dere  etiam  terrenam  felicitatem  suum  donum  esse ; 
«prioribus  saeculi  temporibus  dispensandum  judicavit 
wTestamentum  vetusquod  pertineret  ad  hominum  ve- 
))lerem  á  quo  ista  vita  necesse  est  incipiat.  Illa  quippé 
«terrena  muñera  in  manifestó  promitlebantur  et  tri- 
wbuebantur,  in  occulto  autem  illis  ómnibus  rebus  No- 
»vum  Testamentum  figúrate  praenuntiabatur,  et  ca- 
«piebatur  intelligentia  paucorum  quos  eadem  gratia 
Mprophelico  muñere  dignos  fecerat. « 


LUIS  DE  LEÓN.  lv 

Y  en  el  libro  De  spiritu  et  littera,  capítulo  21  :  «  Non 
))quia  Veleris  Testamenti  promissa  terrena  sunt.  »  Y 
puesto  un  largo  paréntesis ,  torna  á  su  sentencia  ,  di- 
ciendo :  (íQuia  in  eo  sicut  dixi,  promissa  terrena  et 
Dtemporalia  recitantur  quae  bona  sunt  hujus  corrupti- 
))bilis  carnis,  quamvis  eis  sempiterna  atque  coelestia, 
))ad  Novum ,  scilícet,  Testamentum  ,  pertinentia  figu- 
Drarentur.  Nunc,  id  est  in  Evangelio,  ipsis  bonum  cor- 
))dis  promittitur,  mentís  bonum,  spirilus  bonum,  hoc 
))est ,  intelligibileui  bonum,  cum  dicitur  :  dabo  leges 
»meas  in  mente  eorum  ,  etc.» 

Y  en  el  capítulo  24  del  mismo  libro  :  « Sicut  ergó 
»lex  factorum ,  scripta  in  tabulis  lapidéis ,  mercesque 
Deis  térra  illa  promissionis,  quam  carnalis  domus  Is- 
»rael  cum  ex  Egipto  libérala  essel  accepit,  pertinet  ad 
))Testamentus  Vetus ;  ita  lex  fidei  scrip.a  iii  cordibus, 
«mercesque  eis  species  contemplationis  quam  spiri- 
wtualis  domus  Israel  ab  hoc  mundo  libérala,  percipiet, 
»pertinet  ad  Testamentum  Novum.» 

Y  san  Hierónimo ,  en  el  diálogo  primero  contra  los 
pelagianos ,  acusa  á  Pelagio  de  que  en  un  artículo  de 
su  libro  afirmó  que  en  la  ley  vieja  había  promesa  del 
reino  del  cielo ,  y  afirma  que  solo  en  el  Evangelio  se 
hizo  la  tal  promesa.  Las  palabras  formales  son  estas  : 
«Addis  praelerea  regnum  coelorum  etiam  in  Testa- 
))mento  Veteri  repromitti,  ponisque  teslimonium  de 
»apocryphis,  cum  perspicuum  sit  regnum  coelorum 
)>primüm  in  Evangelio  predicari  per  Joannem  Baptis- 
»tam  et  Dominum  Salvatorem. »  Y  pone  las  palabras 
del  Baptista  y  de  Cristo ,  y  concluye  diciendo  :  «  Tu 
«autem  nos  manicheos  vocas  quia  legi  Evangelium 
«praeferentes,  in  illa  umbram,  in  hoc  veritalem  esse 
wdicimus.»  Y  san  Crisóstomo  dice  lo  mismo  clarísima- 
mente  en  muchos  lugares ,  y  señaladamente  en  estos 
dos.  En  la  homilía  segunda  sobre  san  Marco  dice  : 
(dlá  el  lex  videbalur  quasi  quidem  ab  idolatrlae  errore 
«paululüm  recedere,  sed  ad  coelum  volare  non  pote- 
»rat;  regnum  enim  coelorum  numquam  legimus  in  le- 
))ge.  ¿Vultis  scire  quia  regnum  coelorum  in  Evangelio 
«lantura  praedicalur?  Poenitentiam,  iaquit,  agite,  quia 
«appropinquavit  regnum  coelorum. »  Y  en  la  homilía 
cuarta  :  uüuantum  in  meo  conle  est  legens  legem,  le- 
«gens  prophetas,  legens  psalterium,  nunquam  regnum 
«coelorum  audivi  nisi  in  Evangelio.  «  De  todo  lo  cual 
se  concluye  que  este  testigo,  que  es  e!  maestro  León, 
en  ninguna  cosa  sabe  decir  verdad.  Y  con  tanto ,  paso 
al  cuarto. 

{Testigo i."— E\  bachiller  Rodríguez.) 

Al  cuarto  testigo ,  en  el  capítulo  1 .°  y  2.°  y  3.°,  lo  que 
dicho  tengo. 

Capitulo  4."  Acerca  del  capítulo  4." ,  demás  de  lo  di- 
cho, digo  que  creo  que  este  testigo  es  un  bachiller  Ro- 
dríguez ,  y  por  otro  nombre  el  Doctor  Sutil  que  en  Sa- 
lamanca llaman  por  burla ;  y  sospechólo  de  que  dice  en 
este  capitulo  que  le  dejé  sin  respuesta,  porque  jamás 
dejé  de  responder  á  ninguna  persona  deaquella  univer- 
sidad que  me  preguntase  algo,  sino  á  este  que  digo,  con 
el  cual,  por  ser  falto  de  juicio  y  preguntar  algunas  ve- 
ces cosas  desatinadas,  y  colligir  disparates  de  lo  que 
oía  y  no  entendía,  me  enojaba  y  le  decía  que  era  tonto. 


Lvi  EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 

Y  otras  veces,  por  no  enojarme  ni  desconcertarme  con 
él,  no  le  respondía  nada,  sino  huia  del.  Y  es  tan  sin  se- 
so y  tan  importuno ,  que  es  verdad  que  rae  acuerdo  ha- 
ber' ido  huyendo  del  algunas  veces  en  mi  casa  y  fuera 
de  casa ,  en  las  escuelas  y  en  las  calles ,  gran  espacio 
de  tierra,  y  yendo  él  en  mi  seguimiento  preguntándo- 
me desatinos ,  y  yo  callando  y  apresurando  el  paso  has- 
la  venir  á  que  los  compañeros  que  iban  conmigo,  ó  otros 
estudiantes,  le  apartaban  de  mí  por  fuerza,  y  le  dete- 
nían y  reñían.  Desta  manera  podría  ser  que  de  algo  que 
vo  dijese  bien  dicho  y  él  no  entendiese ,  coUigíese  al- 
gunos de  los  desatinos  que  dice,  y  yo  no  le  respondiese 
por  no  decílle  malas  palabras,  aunque  verdaderamente 
•  en  particular  yo  no  me  acuerdo.  Y  sí  este  testigo  de- 
clara la  doctrina  que  dice  haberme  oído,  viérase  que 
era,  como  digo,  desatino  suyo,  y  no  error  mío.  Y  sí  por 
los  disparates  que  los  discípulos  oolligen  cada  día  de  las 
doctrinas  sanas  de  sus  maestros ,  por  razón  de  su  poco 
saber  y  entender,  hacen  vuestras  mercedes  sospecho- 
sos á  los  maestros ,  desde  luego  pueden  prenderá  cuan- 
tos enseñan  teulugía  en  el  reino ,  porque  yo  oso  afir- 
mar y  jurar  que  no  hay  ninguno  de  cuyas  doctrinas,  al 
parecer  de  alguno  de  sus  oyentes ,  no  se  collijan  cuan- 
tos errores  dijo  Arrio  y  Lutero  y  todos  los  demás  he- 
rejes. Y  del  error  que  este  desalmado  da  á  entender 
quecoUigíó,  mi  doctrina  está  apartadísima,  como  decla- 
ré en  la  respuesta  que  di  á  la  acusación  del  fiscal. 

Capitulo  o."  y  6."  Acerca  de  los  capítulos  5.°  y  6.", 
lo  que  he  dicho. 


{Testigo  8.°— Fray  Gaspar  de  Uceda.) 


[Testigo  ü."— Bacliilicr  Salazar.) 

Al  testigo  quinto,  en  el  capítulo  i."  y  2.",  lo  dicho. 
Capitulo  3."  En  el  capítulo  3.",  en  declaración  de 
lo  que  dije  en  la  publicación ,  y  también  al  tiempo  que 
el  fiscal  me  acusó  acerca  de  los  setenta  intérpretes,  di- 
go que  todo  lo  que  leí  acerca  dellos  yo  lo  tengo  confe- 
sado en  la  primera  audiencia,  refiriéndome  á  mí  lectu- 
ra, que  está  en  poder  de  vuestras  mercedes.  Y  loque 
toca  á  decir  que  no  supieron  bien  la  lengua  hebrea,  en 
l;i  dicha  letura,  respondiendo  á  un  argumento,  después 
de  iiaber  dado  utras  respuestas ,  á  la  liii  reliero  que  al- 
gunos hombres  doctos  fueron  de  aquel  parecer.  V  en  lo 
que  loca  á  decir  que  tradujeron  mal  nmchas  cosas,  en 
la  proposición  en  que  traté  delio,  como  por  el  dicho  pa- 
pel se  parecerá,  no  liablo absolutamente  de  los  seten- 
ta intérpretes,  sino  de  la  traslación  que  hoy  día  anda 
por  suya,  la  cual  aimque  tiene  nombre  do  los  Setenta, 
yo  en  la  misma  loLura  nmeslro,  con  la  autoridad  de  san 
Hierónimo,  que  en  nuiclios  lugares  no  es  la  verdadera 
traslación  que  liicieron  los  Setenta,  sino  que  está  cor- 
rompida y  mezclada  con  otras  traslaciones  griegas  de 
la  Escritura,  que  hicieron  Aquila  y  Simmacho  y  Tco- 
docion,  las  cuales  aiitiguamcnto,  antes  de  san  Hieróni- 
mo, andaban  en  la  Iglesia  juntamente  con  la  traslación 
de  los  Setenta. 

{Testigo  0.'— U.  Alonso  de  Foiiseca.) 

Al  sexto  testigo  lo  dicho. 

{Testigo  7."— f,!  inae.slro  fray  Ju.iii  Gniio.) 

A!  testigo  séptimo  lo  dicho. 


A  lo  que  depone  este  testigo,  demás  de  lo  dicho ,  di- 
go que  en  esta  copia  que  por  vuestras  mercedes  me  fué 
dada  no  se  declara  ni  della  se  puede  entender  si  este 
que  depone  fué  el  que  dio  á  otro  las  conclusiones  que 
dice,  ó  sí  fué  aquel  á  quien  se  dieron ,  ó  si  fué  otro  ter- 
cero que  estaba  delante  cuando  otros  dos,  el  uno  al 
otro ,  dio  las  conclusiones  que  refiere.  Y  estando  ansí 
confuso  esto,  no  se  puede  entender  sí  depone  como  tes- 
tigo que  me  oyó  á  mí  afirmar  las  dichas  conclusiones, 
ó  como  testigo  que  no  me  las  oyó  á  mí ,  sino  que  oyó 
de  otros  que  me  las  cargaban.  Y  como  quiera  que  sea 
ello,  es  gran  mentira,  en  la  forma  que  tengo  declarado, 
y  en  ninguna  manera  puedo  creer  que  este  testigo  de- 
pone como  quien  me  las  oyó,  sino  que  es  á  aquella  per- 
sona á  quien  se  dieron ;  y  debe  ser  alguno  de  los  frai- 
les dominicos  ó  de  las  otras  personas  que  yo  tengo  se- 
ñaladas por  enemigas;  y  como  tal,  habiéndole  dicho  por 
ventura  quien  se  las  dio,  que  las  alirmaban  Grajal  ó 
Martínez ,  añadió  mi  nombre  al  dellos,  haciendo  vero- 
símil su  mentira  por  tener  yo  nombre  de  amigo  suyo. 
Y  sí  acaso  el  que  depoae  es  el  mismo  que  dio  el  papel, 
es  menester  que  declare  cuándo  y  cómo  y  adonde  me 
las  oyó  alirmar;  que  yo  estoy  bien  cierto  que  no  lo  ha- 
rá,, porque  jamás  nadie  me  las  oyó  decir.  Y  vese  clara- 
mente que  el  que  dice  es  el  que  las  recibió,  y  que  es 
enemigo  en  lo  que  añade  haber  oído  que  yo  decía  que  no 
era  menester  teulugía  escolástica  para  entender  la  Es- 
critura. Porque  para  conocer  que  esto  es  falso  testimo- 
nio basta  conocer  la  naturaleza  y  la  costumbre  ordi- 
naria de  todos  los  hombres,  en  los  cuales  ninguno  hay 
que  trate  de  quitar  autoridad  y  crédito  á  aquello  que 
sabe  y  de  que  es  honrado,  antes  lo  precia  y  estima  por 
todas  tas  vías  que  puede.  Y  notorio  es  que  yo  leo  esco- 
lástica catorce  años  há  en  aquella  universidad  con  tan- 
ta acepción  y  nombre  como  cualquiera  de  mis  concur- 
rentes, y  que  sí  alguna  cosa  sé  medianamente  es  aque- 
llo solo.  V  pluguiera  á  Dios  que  yo ,  ó  supiera  menos 
dello,  ó  la  escuela  me  tuviera  en  posesión  de  hombre 
(jue  no  lo  sabía;  que  si  fuera  así,  nunca  los  dominicos 
me  pusieran  aquí.  Demás  desto,  toda  la  escuela  es  testi- 
go que  el  San  Lúeas  del  año  de  71  dije  públicamente  en 
la  cátreda,  en  la  primera  lición  de  aquel  año,  respon- 
diendo á  una  cédula,  porque  vino  á  propósito,  dije  que 
para  el  entero  entendimiento  de  la  Escritura  era  me- 
nester sabello  todo,  y  principalmente  tres  cosas:  la 
teulugía  escolástica  ,  lo  que  escribieron  los  santos,  las 
lenguas  griega  y  hebrea;  y  que  aunque  á  mi  me  falta- 
ba mucho  de  todo  esto ,  pero  que  sí  en  mi  mano  fuese 
el  tencllo,  yo  lo  escogiera  para  mí  para  el  efecto  sobre- 
dicho ;  y  que  los  que  se  contentaban  con  menos  eran 
hombres  de  mejor  contento  que  yo.  Y  jamás  traté,  ni  en 
público  ni  en  secreto,  del  abismo  de  Sidier  que  Diosen- 
cerró  en  los  libros  de  la  Santa  Kscrítura,  que  no  dijese  qu(; 
pedia  en  el  que  trataba  de  entendella,  que  supiese  todas 
las  ciencias  y  las  liistoriasy  las nrtes mecánicas,  cuanto 
mas  la  teulugía  escolástica ,  que  es  la  verdadera  in- 
trodncion  para  ella.  Y  alo  que  dice,  que  basta  sola  gra- 
mática para  declarar  la  Escritura  como  yo  y  otras  per- 
sonas la  declaramos,  yo  nunca  he  profesado  declaralla, 


CONTRA  FRAY 

porque  siempre  he  leido  escolástica ,  sin  leer  de  Sagra- 
da Escritura  lición  ninguna,  sino  una  de  oposición  cuan- 
do me  opuse  con  Grajal.  Pero  véanse  mis  leturas  y  los 
lugares  en  ellas,  adonde  declaro  pasos  de  Escritura  que 
se  ofrecen  ,  y  juzguen  los  hombres  doctos  y  desapasio- 
nados si  los  declaro  como  grama!  ico  ó  como  teólogo.  El 
libro  de  los  Cantares  declaréy  profesé  al  principio  del, 
que  declaraba  sola  la  certeza  de  la  letra  y  el  sonido  de 
ella,  porque  sin  entender  primero  aquella  certeza  no 
se  atina  bien  con  el  sentido  que  allí  pretendeel  Espíri- 
tu Santo,  como  declararé  en  otro  lugar.  Y  con  todo  es- 
to, yo  sé  que  los  hombres  sin  pasión  juzgan  que  lo  que 
se  dicealli  presupone  mediana  noticia  de  muchas  otras 
cosas  mayores  que  gramática ;  lo  cual  si  este  testigo  no 
cree,  haga  prueba  y  saque  á  luz  su  teulugía;  y  si  no 
sabe  gramática,  yo  le  prestaré  la  mia  para  que  la  junte 
con  ella,  y  veamos  lo  que  hace  en  la  declaración  de  al- 
gunos de  los  libros  sagrados.  Pero  siempre  fué  muy  fá- 
cil el  reprender  lo  ajeno,  y  muy  dificultoso  el  hacer  lo 
que  no  merezca  ser  reprendido.  Y  ansí,  estos  hombres 
hablan  de  lejos  y  como  gente  segura  y  libre,  y  yo,  co- 
mo preso  y  ciego ,  aun  no  puedo  ver  bien  á  quien  res- 
pondo. Y  crean  vuestras  mercedes  que  si  á  mi  y  á  es- 
tos nos  partieran  igualmente  el  sol,  que  en  los  oídos  y 
en  el  juicio  de  personas  doctas  y  sin  pasión  que  nos  en- 
tendieran ,  yo  les  mostrara  claramente  que  eran  como 
agora  cien  años  solían  decir  en  Castilla  :  «En  poco  cien- 
tes  y  en  mucho  arrogantes.» 

{Testigo  9." — Fray  Vicente  Hernández.) 

Al  nono  testigo,  demás  de  lo  dicho,  en  cuanto  dice 
que  la  declaración  mia  de  los  Cantares  de  Salomón  le 
parece  toda  una  carta  de  amores,  sin  ningún  espíritu, 
y  indigna  de  llamarse  declaración  de  la  Sagrada  Escri- 
tura; lo  primero,  digo  que  este  testigo,  si  ó  tuviera  jui- 
cio ó  no  tuviera  pasión,  se  pudiera  responderá  sí  mis- 
mo y  satisfacer  de  su  escándalo  con  lo  que  a!  fin  de  su 
dicho  confiesa  haber  leido  en  el  prólogo  de  los  dichos 
Cantares,  y  es  que  en  aquel  libro  yo  no  pretendí  ex- 
tenderme en  declarar  el  sentido  principal  y  espiritual, 
sino  en  declarar  el  sonido  y  corteza  de  aquella  letra, 
porque  por  no  enlendella  algunos  en  su  propriedad, 
venidos  á  declarar  la  metáfora  y  á  aplicar  aquellas  se- 
mejanzas corporales  á  la  verdad  espiritual ,  erraban  en 
la  tal  aplicación  muchas  veces,  como  diré  en  otro  lu- 
gar mas  largamente.  Y  siendo  esto  ansí,  que  yo  no  tomé 
por  oficio  en  aquel  libro  sino  decir  el  sonido  de  aque- 
llas palabras  y  declarar  lo  que  significaran  si  fueran  di- 
chas de  un  hombre  á  una  mujer  que  se  quisieran  bien; 
y  siendo  ansí  que  esta  declaración  sirve  y  es  necesaria 
parala  otra,  no  tiene  razón  este  testigo  en  decir  que  es 
indigna  de  la  Sagrada  Escritura.  Porque,  si  no  es  in- 
digno del  Espíritu  Santo  poner  en  lugar  de  la  Iglesia 
una  mujer  aficionada,  y  en  el  suyo  un  mancebo  ena- 
morado della,  y  que  se  digan  el  uno  al  oíro  todas  las 
palabras  blandas  y  amorosas  y  encarecidas  que  ordi- 
nariamente los  tales  se  suelen  decir;  y  si  no  es  indigno 
del  Espíritu  Santo  en  persona  de  dos  personas ,  hom- 
bre y  mujer  carnales,  y  en  palabras  de  amores  carnales 
y  usados  cubrir  las  personas  suyas  y  de  su  Iglesia ,  y 
el  espíritu  tierno  y  amoroso  con  que  él  la  gobierna ,  y 


LUIS  DE  LEÓN.  lvií 

ella  agradecidamente  le  responde,  ¿porqué  será  in- 
digno de  mí  ni  del  que  declara  aquella  Escritura ,  de- 
cir en  ella  las  mismas  palabras  que  el  Espíritu  Santo 
dice?  Que  pues  él  con  palabras  proprias  de  amores  car- 
nales y  con  semejanzas  dellos  significa  sus  amores  di- 
vinos ,  necesario  es  para  la  declaración  dellos ,  y  no  in- 
digno dellos,  decir  y  declarar  loque  significan  aquellas 
palabras  ansí  carnalmente  para  entender  á  lo  que  se 
han  de  aplicar  espiritualmente.  Porque  cierto  es  que 
cuando  por  una  semejanza  descubierta  se  quiere  decla- 
rar alguna  otra  cosa  encubierta,  mientras  no  se  enten- 
diere la  razón  y  propiedad  de  la  semejanza ,  no  se  po- 
drá entender  lo  semejante  que  por  ella  se  pretende  de- 
clarar; sino  que  á  este  testigo  el  oír  besos  y  abrazos  y 
pechos  y  ojos  claros ,  y  otras  palabras  destas  de  que  es- 
tá lleno  el  texto  y  la  glosa  de  aquel  libro,  le  escandali- 
zó los  sentidos;  y  lo  que  no  echaba  de  ver  cuando  lo 
leia  en  latín ,  si  alguna  vez  lo  leyó ,  le  hirió  el  oido  por 
oillo  en  romance.  Y  porque  oye  allí  besos,  y  en  Ovidio 
también  besos ,  juzga  que  es  carta  de  amores  como  las 
de  Ovidio,  siendo  verdad,  y  confesándolo  él  mismo,  que 
en  el  principio  y  en  el  fin  y  en  cien  partes  del  medio, 
digo  y  repito  que  todos  aquellos  son  amores  espiritua- 
les, y  que  los  besos  no  son  besos,  ni  los  pechos  pechos, 
sino  ó  regalos  hechos  al  alma  por  Dios ,  ó  partes  y  vir- 
tudes della  que  agradan  á  Dios,  significadas  por  aque- 
llas palabras ;  y  que  porque  se  entienda  qué  virtud  del 
alma  ó  qué  afecto  della  responde  á  los  miembros  cor- 
porales y  hermosos  que  allí  se  nond)ran ,  y  á  los  rega- 
los amorosos  que  allí  se  dicen,  declaro  la  propia  razón 
y  significación  de  aquello  carnal  para  que  sin  error  se 
aplique  á  lo  espirilual  cada  cosa  con  su  semejante ;  y  yo 
mismo  en  muchas  parles  del  dicho  libro  lo  aplico,  como 
mostrara  aquí  refiriendo  los  mismos  lugares,  si  vuestras 
mercedes  hubieran  sido  servidos  darme  los  diclios  Can- 
tores para  este  efecto ,  como  lo  he  suplicado,  en  los  cua- 
les se  viera  que  aquel  librillo  tiene  harto  mas  espíritu 
que  sentido  este  testigo,  del  cual  yo  no  sé  qué  me  en- 
tienda, sino  es  juzgar  que  nunca  entendió  ni  leyó  los 
Cantares  de  Salomón  en  latín ,  pues  tanto  le  ofenden 
en  romance;  porque  loque  tiene  en  aquel  mi  librillo 
mas  sonido  de  amores  carnales  es  el  mismo  texto ,  el 
cual  al  parecer  no  suena  otra  cosa;  que  la  glosa  que  los 
declara  en  mili  lugares  los  aplica  á  la  verdad  del  espí- 
ritu que  allí  se  pretende;  ansí  que,  á  este  el  texto  le 
ofende,  y  yo,  ya  que  le  puse  en  romance,  no  pude  ex- 
cusar de  ofendelle,  porque  no  tenia  oíros  vocablos  con 
que  romanzar  oscula,  uhera,  árnica  mea,  forwosamea, 
y  lo  semejante,  sino  diciendo  besos,  y  pechos,  y  mi 
amada,  y  mi  hermosa,  y  otras  cosas  así,  porque  no  sé 
otro  romance  del  que  me  enseñaron  mis  amas,  que  es 
el  que  ordinariamente  hablamos,  que,  á  saber  el  len- 
guaje secreto  y  artificioso  con  que  este  mi  testigo  y  sus 
consortes  suelen  declararsus  conceptos,  usara  de  oíros 
vocablos  mas  espirituales.  Y  yo  sé  bien  en  este  artícu- 
lo lo  que  me  callo  y  por  qué  lo  callo;  que  aunque  el 
intolerable  agravio  que  padezco  me  abre  la  boca  y  me 
desenvuelve  la  lengua,  átamela  y  deliéneme  el  temor 
de  Dios  y  el  respecto  que  debo  á  la  gravedad  deste  tri- 
bunal con  quien  hablo. 
Concluyo,  últimamente,  con  decir  que  si  á  esteespi- 


LYlil 

ritual  le  parece  carnal  aquel  libro,  podré  yo  nombrar, 
siendo  necesario ,  mas  de  dos  y  mas  de  tres  pares  de 
hombres  ,  no  solo  de  los  doolos  del  reino,  sino  de  los 
mas  espiriluales  que  hay  en  él,  que  me  confesaron  que 
en  aquella  corteza,  ansi  ruda  y  mal  declarada,  halla- 
ban el  cainino  derecho  para  entender  el  verdadero  es- 
píritu que  allí  se  encierra,  y  me  rogaron  que  si  tenia 
alguna  otra  cosa  de  aquel  género  escrita  se  la  comu- 
nicase. Y  me  pidieron  y  encargaron  que  volviese  todo 
mi  cuidado  y  estudio  á  declarar  algunos  libros  de  la  Sa- 
grada Escritura ,  afirmando  que  Dios  me  comunicaba 
para  ello  favor  particular;  el  cual,  aunque  yo  no  co- 
nozco en  mi ,  ni  cosa  alguna  buena,  aquellas  gentes, 
aunque  no  tan  espirituales  como  esle  espiritualísimo, 
lo  juzgaban  ansí. 

Y  á  lo  que  dice  de  los  atrevimientos  en  reprender  la 
Vulgata ,  si  pusiera  los  lugares  y  mis  palabras,  viérase 
que  ni  eran  reprensiones  ni  atrevimientos.  Pero  yo  lo 
trataré  y  mostraré  todo  en  particular  cuando  tratare  de 
la  defensa  de  este  libro. 

{Testigo  10.  —Fray  Gabrielde  MoiUoya.) 

Al  décimo  testigo,  demás  de  lo  que  dicho  tengo,  di- 
go que  este  es  fraile  de  mi  órtlen  y  enemigo  mío,  aun- 
que no  le  nombro,  como  lo  probaré,  aunque  es  verdad 
que  al  principio  deste  pleito  no  quise  poner  nota  en 
las  personas  de  mi  hábito,  por  el  respeto  que  le  debo, 
y  porque  es  de  mi  condición  no  creer  mal  de  nadie  has- 
ta que  lo  veo ,  ni  querer  hablar  mal  de  nadie  hasta  que 
la  necesidad  me  compele ;  la  cual  condición  niia  me  tie- 
ne en  el  estado  en  que  estoy.  Pues  acerca  deste  testigo, 
digo  que,  si  vuestras  mercedes  son  servidos  de  mirar 
en  ello,  su  dicho  contra  mí  es  el  mayor  testimonio  de 
abono  que  yo  puedo  traer  por  mi  parte ;  para  conoci- 
miento de  lo  cual  presupongo,  lo  primero,  que  este  es 
mi  enemigo,  como  después  lo  probaré  ;  lo  segundo,  que 
vino  á  deponer  contra  mí  con  ánimo  dañado ,  porque 
los  que  vienen  á  deponer  en  este  juicio,  si  no  los  trae  la 
consciencia,  cosa  cierta  es  que  los  trae  la  pasión;  y  á 
este  no  le  trujo  la  consciencia,  porque  lo  que  depone  de 
mí  no  es  cosa  que  callada  podía  engendrar  escrúpu- 
lo; porque  lo  primero  que  dice,  que  consulte  en  Sevi- 
lla mi  Ictura  acerca  de  la  Vulgata,  fué  virtud  mia:  y  lo 
segundo  ,  que  mí  padre  me  daba  buenos  consejos ,  fué 
bondad  suya;  y  lo  tercero,  del  gastar  de  los  frailes,  es 
opinión  conuní,  enseñada  por  el  maestro  Victoria.  Y  pre- 
supongo, lo  tercero,  que  este  es  fraile  de  mi  órdoii,  y 
muy  antiguo  en  ella,  y  que  me  cotioce  y  ha  tratado  des- 
de mi  niñez,  y  lo  bueno  ú  malo  (|ue  hay  en  mí  lo  sabe 
todo  particularmente.  Siendo  esto  ansí,  que  como  ene- 
migo, deseó  y  procuró  dañarme,  y  como  familiar  mío, 
sabrá  toda  mi  vida,  es  claro  argumento  de  mi  inocen- 
cia que,  [irocurando  decir  mal  de  mí  y  puniendo  cui- 
dado en  ello,  no  dijo  cosa  que  ó  fuese  culpa  ó  no  fuese 
virtud.  Y  ansí ,  á  lo  primero  que  dice,  que  consulté  con 
hombres  doctos  mí  Ifctnra  en  Sevilla  ,  es  verdad,  y  los 
hondtres  que  tienen  humildad  y  deseo  de  acertar  lo 
hacen  ansi  siempre.  Y  en  lo  que  añade,  que  á  él  le  pa- 
reció muy  mal  lo  que  yo  allí  determino,  no  me  daña  á 
mí  y  descúbrese  á  sí.  Porqué  ¿quién  le  pidió  ó  obligó 
i  qu«  viniese  en  esto  juicio  á  decir  su  parecer?  ¿Ila- 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


bíanse  acabado  por  dicha  los  letrados  de  España?  Y 
si  él  no  nos  alumbrara  con  su  parecer,  creo  que  que- 
daran á  oscuras  vuestras  mercedes.  A  él  no  le  parece 
bien,  y  importa  poco  ,  porque  no  es  de  los  hombres  á 
quien  yo  antes  deste  juicio  y  en  este  juicio  tengo  sub- 
jecto  el  mió,  que  son  solo  los  doctos  y  desapasiona- 
dos. Fáltale  á  esle  mucha  doctrina,  y  sóbrale  mucha 
pasión ;  y  lo  primero,  los  que  le  conocemos  lo  sabemos; 
y  lo  segundo,  él  se  lo  dice,  ó  por  mejor  decir,  él  en  su 
dicho  conliesa  lo  uno  y  lo  otro;  porque  ,  si  tuviera  sa- 
ber, supiera  que  decir  que  en  la  Vulgata  hay  algunas 
palabras  mal  trasladadas ,  en  la  forma  que  yo  lo  digo, 
lo  dice  san  Augustin  y  san  Hierónimo  y  san  Hilario;  y 
después  del  concilio  de  Trento  lo  dice  el  cardenal  Sado- 
leto,  que  fué  legado  en  él  cuando  el  decreto  se  hizo ;  y 
Driedon  lo  dice,  y  Vega,  y  Tiletano ,  y  Lindano,  y  el 
autor  de  la  Biblioteca  Sania  ,  y  el  maestro  Cano ,  y  fi- 
nalmente, cuantos  católicos  hasta  hoy  han  escrito.  Y  si 
tuviera  este  iestigo  el  fundamento  del  saber ,  que  es  la 
humildad ,  conociera  que  el  juicio  de  tantos  hombres 
doctos  muertos  y  el  parecer  de  otros  muy  grandes  le- 
trados que  están  vivos,  es  mas  sano  que  el  suyo.  Y'  si 
no  estuviera  ciego  de  pasión,  viera  que  el  venir  él  no  á 
mas  de  á  dar  su  sentencia  en  este  mi  pleito  sin  ser  lla- 
mado ni  rogado,  era  pura  pasión.  Y  la  razón  con  que 
prueba  su  parecer  es  cual  el  parecer.  Dice  que  quien 
miente  en  lo  poco ,  mentirá  en  lo  mucho ;  y  débelo  de 
sacar  por  sí ,  porque  entre  nosotros  es  esle  conocido  por 
hombre  que ,  si  no  es  por  descuido,  jamás  dice  verdad. 
Pero  lo  primero,  no  es  lo  mismo  no  trasladar  muy  bien 
alguna  palabra  y  mentir.  Si  yo  digo  que  pudiera  el  intér- 
prete algunos  pasos  trasladallos  mejor,  mas  clara  y  có- 
modamente, no  digo  por  eso  que  mintió  en  la  traslación 
de  aquellos  pasos.  Lo  segundo,  cuando  concediéramos 
que  el  trasladar  alguna  palabra  no  conforme  al  original, 
sin  daño  de  la  sentencia,  fuera  mentira,  no  por  eso  está- 
bamos inciertos  ni  dudosos  de  si  mentía  en  las  cosas  de 
mas  importancia,  porque  de  esa  duda  nos  sacó  el  "santo 
concilio,  diciendo  (pie  aquella  traslación  era  auténtica, 
que  fué  decir  que  en  las  cosas  y  pasos  de  importancia, 
tocan  les  á  la  instrucción  de  la  fe  y  costumbres,  nos  po- 
díamos fiar  della  seguramente,  lo  cual  yo  dije  y  afirmé 
muy  claro  en  la  dicha  mi  letura,  como  en  ella  se  pare- 
ce ,  y  este,  pues  la  vio ,  si  la  entendió ,  lo  pudo  ver.  Y 
esto  cuanto  al  capítulo  primero. 

Capitulo  2."  Cuanto  al  capitulo  2.'',  aunque  no  me 
acuerdo  deste  particular,  pero  acuerdóme  muy  bien 
que  mi  padre,  que  está  en  gloria,  siempre  me  aconsejó 
como  debía  aconsejar  un  padre  al  hijo  que  mas  amaba, 
y  como  convenia  á  un  hombre  tan  bueno  y  tan  sabio 
como  él  era.  Pero  también  sé  que  sus  consejos  naciaii 
mas  del  amor  que  me  tenia  que  no  de  que  conociese  en 
mí  alguna  siniestra  inclinación.  Y  los  que  á  este  fraile 
le  dieron  noticia  desto,  sí  conocieron  á  mi  padre  tan- 
to como  muestran  ,  conocieron  del  también  que  habló 
siempre  y  sintió  de  mí  con  tanto  encarecimiento  de 
bien,  que  si  no  perdieran  aiilorídad  por  ser  de  padre, 
eran  sus  dichos  el  mayor  testimonio  que  podía  yo  ale- 
gar en  mi  favor,  por  ser  de  un  hombre  de  tanta  bon- 
dad y  juicio  como  conoció  todo  el  reino.  Y  este  testigo, 
ya  que  dijo  oslo,  habia  do  mostrar  que  yo  no  obedecí 


m. 


CONTRA  FRAY 

á  los  consejos  de  mi  padre,  contando  algunos  parti- 
culares. Porque  si  mi  padre  me  aconsejó  que  fuese  obe- 
diente á  mis  prelados,  y  yo  lo  he  sido ,  mi  padre  hizo 
bien  en  aconsejallo,  y  yo  no  menos  en  cumplillo.  Si  no 
lo  he  sido,  habia  de  decir  en  qué  y  cómo ,  y  juntamente 
dar  razón  cómo  he  sido  siempre  dellos  tan  aventajado 
á  otros,  si  no  les  he  sido  obediente.  Pero  crean  vues- 
i  tras  mercedes  que  nadie  puede  disimular  lo  que  le  due- 
le. Habrá  cuatro  años,  ó  poco  mas,  que,  por  insistir  yo 
en  ello,  en  un  capitulo  provincial  de  mi  orden  se  votó 
secreto  en  la  elección,  conforme  al  concilio,  y  se  ata- 
jaron los  pasos  á  la  ambición  de  muchos,  y  resultó  que 
este  ,  que  se  tenia  ya  por  provincial  por  la  violencia  de 
un  su  amigo,  que  si  se  votara  público,  como  solía,  era 
muy  poderoso,  quedó  en  vacío;  y  estas  son  todas  sus 
lágrimas  y  mis  desobediencias.  Y  ni  mas  ni  menos,  si 
mi  padre  me  aconsejó  que  siguiese  las  opiniones  comu- 
nes, habia  este  de  señalar  qué  doctrinas  particulares 
lie  sustentado;  que  lo  que  toca  á  la  Vulgata  es  tan  co- 
mún opinión  loque  acerca  della  me  acusan ,  que,  como 
es  verdad,  lo  dicen  cuantos  doctores  han  escrito,  sin 
haber  alguno  que  diga  lo  contrario. 

Capitulo  3.°  Y  cuanto  toca  al  capítulo  3."*,  si  yo  no 
temiera  aquella  sentencia  Maledicti  regnum  Dei  non 
possidebunt ,  y  aquella  Invicem  mordentcs,  invicem 
consumemini ,  yo  pudiera  relatar  mas  de  dos  cosas  algo 
mas  pesadas,  que  es  dar  un  Agnus  Dei  un  fraile  á  otro 
sin  pedir  al  perlado  licencia ,  de  las  cuales  este  hombre 
religioso  no  hace  escrúpulo.  Y  esta  fuera  su  merecida 
respuesta  ;  pero,  aunque  él  hable  lo  que  ni  sabe  ni  de- 
be ,  yo  miraré  lo  que  debo  á  mi  hábito  y  á  mi  persona. 

(Testigo  11. —  Fray  Francisco  de  Arboleda.) 

Al  testigo  once,  demás  de  lo  dicho,  digo  que  es  fraile 
de  mi  orden,  que  se  llama  fray  Francisco  de  Arboleda, 
grande  amigo  del  que  depone  antes  del ,  al  cual  Arbo- 
leda yo  escrebí  que  comunicase  en  Sevilla  aquella  Ic- 
tura,  como  desde  la  primera  audiencia  tengo  declara- 
do. Y  es  verdad  que  le  escrebí  la  comunicase  con  teó- 
logos que  supiesen  de  escritura  y  de  lenguas,  porque 
los  que  no  saben  esto,  no  pueden  juzgar  bien  de  lo  que 
allí  se  dice ;  porque  yo  conozco  muchos  que  tienen  nom- 
bre de  teólogos,  y  que  piensan  de  sí  que  saben  de  lo 
escolástico  mas  que  medianamente ,  y  en  toda  su  vida 
no  leyeron  el  texto  de  la  Biblia ,  ni  aun  el  libro  della 
le  tienen  en  sus  libros;  y  si  les  dicen  que  hay  en  ella 
alguna  letra  errada  por  el  impresor,  se  admiran  y  no  lo 
creen.  Pero  acerca  de  todo  este  dicho  suplico  á  vues- 
tras mercedes  adviertan  dos  cosas  :  la  una,  la  mala  vo- 
luntad deste  testigo,  que  se  muestra  en  mil  partes, 
en  denunciar,  sin  tener  qué  ni  porqué,  en  mil  imper- 
tinencias que  refiere ,  solo  á  On  de  hablar  mal  de  mi 
linaje ;  en  decir  que  oyó  á  no  sé  quién ,  que  no  habia 
vivido  yo  con  tanta  perfecion  en  mi  orden ;  y  siendo 
él  della,  y  conociéndome  muchos  días  há,  no  saber  se- 
ñalar en  qué  ni  cómo;  y  finalmente ,  en  acusarme  que 
leí  que  un  fraile,  sin  pecar  en  ello  mortalmente,  podía 
gastar  uno  ó  dos  reales  sin  pedir  expresa  licencia.  Lo 
otro  que  suplico  á  vuestras  mercedes  adviertan  ,  es  lo 
mismo  que  dije  en  el  testigo  pasado,  que,  con  ser  frai- 
le de  mi  orden  y  conocerme  en  particular ,  y  tener  to 


LUIS  DE  LEÓN.  Lix 

das  mis  leturas ,  porque  fué  mi  discípulo,  y  venir  á 
denunciar  de  mí  con  deseo  y  voluntad  de  dañarme,  no 
halló  cosa  mas  pesada  de  toda  mi  doctrina  que  la  opi- 
nión de  los  dos  reales ,  lo  cual  es  testimonio  de  abono 
para  toda  ella.  Y  porque  mas  claramente  conozcan 
vuestras  mercedes  la  mala  intención  deste  que  depone, 
es  verdad  ,  por  el  juramento  que  he  hecho,  que  habrá 
cuatro  años  que ,  viniendo  este  á  un  capítulo  de  mi  or- 
den, y  pasando  por  Salamanca,  me  dijo  que  tenia  los 
papeles  de  aquella  lectura  de  la  Vulgata,  y  que  era  la 
mejor  cosa  del  mundo,  y  que  habia  declarado  la  verdad, 
que  estaba  obscura  ,  con  otras  palabras  tan  encareci- 
das, que  no  me  están  á  mí  bien  decillas. 

Capitulo  2."  Al  capítulo  2.",  lo  dicho. 

Capitulo  3."  Al  capítulo  3.",  demás  de  lo  dicho,  y  lo 
que  refiere  habelle  dícíio  en  Sevilla  un  hombre  docto 
á  quien  mostró  mi  parecer  acerca  de  la  Vulgata  para 
que  él  diese  el  suyo,  y  dice  que  le  dijo  que  él  no  que- 
ría saber  mas  de  á  santo  Tomás  y  los  santos  y  Soto  y 
Cano,  y  no  novedades ;  digo  que  esta  manera  de  hablar 
es  ordinaria  en  todos  los  que  saben  poco  y  se  quieren 
persuadir  que  saben  mucho,  y  se  lisonjean  á  sí  mismos, 
y  les  parece  que  con  tener  diez  pares  de  libros  llenos 
de  polvo  en  su  aposento,  y  con  llamarse  maestros ,  han 
satisfecho  al  nombre  de  letrados ,  y  en  el  resto  pueden 
alargar  la  rienda  al  sueño  y  á  la  buena  vida  seguramen- 
te. Y  pluguiera  á  Dios  que  este  y  los  tales  como  este 
supiesen  bien  esos  libros  con  que  dicen  que  se  conten- 
tan, y  aun  algunos  manos ,  porque  saber  solos  los  san- 
tos era  saber  muy  mucho.  Pero  es  así  que  dicen  que 
se  contentan  con  esto,  no  porque  lo  saben,  sino  porque 
tienen  los  libros  y  les  parece  que  con  tcnellos  y  ver  de 
año  en  año  en  ellos  cualquier  renglón ,  acaso  saben  ya 
á  santo  Tomás  y  á  los  santos;  y  los  demás  libros  que 
tocan  á  las  lenguas  y  ayudan  al  conocimiento  de  la  Es- 
critura, como  no  los  entienden  ni  pueden  hacer  creer 
á  otros  que  los  entienden  ,  no  los  tienen  y  menospré- 
cianlos ,  que  es  el  último  consuelo  de  los  que  no  tienen 
alguna  cosa  ni  la  esperan  tener,  mostrar  que  no  hacen 
caso  della.  Mas ,  como  digo,  si  este  supiera  los  santos 
con  los  cuales  dice  que  se  contenta ,  supiera  que  san 
Augustin  y  san  Hieróninio  y  san  Hilario  dicen  de  la 
Vulgata  lo  mismo  que  yo  digo.  Y  si  hubiera  leído  á  Ca- 
no, con  quien  últimamente  se  ciñe,  no  le  parecieran 
novedades  decir  que  en  la  Vulgata  había  algunas  faltas 
y  algunos  lugares  no  bien  trasladados,  en  la  forma  que 
yo  lo  digo,  porque  hubiera  visio  que  el  dicho  Cano  en 
el  libro  n,  en  el  capítulo  18,  dice  estas  palabras  forma- 
les :  «  Nostram  editionem  ab  omni  falsitate  defendimus, 
))sed  non  ab  omni  imperreclione  vindicamus.»  Y  en  el 
mismo  capítulo,  poco  mas  abajo  :  «  Nec  vero  quis  Ira- 
wgaedias  nobis  excitare  debet  quod  editionem  nostram 
«imperfectam  esse  in  quibusdam  locis  díximus;  pos- 
))sunt  enim  verba  hebraica  nonnullain  médium  adduci 
))quae  Hieronimus  ipse  in  commentariis  fatetur  signi- 
«ficantíüs  et  meliüs  potuisse  transferri.»  Lo  cual  es 
todo  loque  yo  digo  de  la  Vulgata. 

Capítulo  4.°  Al  cuarto  capitulo  y  á  los  demás  lodos, 
lo  que  dicho  tengo. 


LX 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


(Testigo  12.— Fray  Josef  de  Herrera.) 

Al  testigo  doce  ,  demás  de  lo  dicho,  digo  niie  este  es 
fray  Josefe  de  Herrera,  que  fué  uno  de  los  ¡ue  en  Sevi- 
lla firmaron  aquel  tratado  mió,  y  vino  á  decir  esto  por 
sacar  en  salvo  su  firma ;  y  en  ello  no  me  perjudica, 
antes  me  favorece  como  ya  tengo  declarado. 

{Testigo  15.— El  maestro  Rejón.) 

Al  trece  lo  que  tengo  dicho.  Y  acerca  de  lo  qiie  dice, 
liaber  dicho  yo  que  Grajal  decía  que  por  la  observancia 
de  la  ley  mosaica  se  prometian  bienes  temporales,  si  yo 
á  este  testigo  dije  algo,  de  lo  cual  no  me  acuerdo,  no 
seria  que  Grajal  lo  decia  ,  sino  que  yo  habia  leido  que 
por  la  observancia  de  la  ley  mosaica  precisamente,  sin 
tener  respecto  á  la  fe  y  amor  de  Cristo,  no  se  prometian 
bienes  eternos,  en  la  forma  que  desde  'a  primera  au- 
diencia lo  tengo  declarado,  refiriéndome  á  mi  lectura, 
que  está  en  poder  de  vuestras  mercedes,  la  cual  pro- 
posición es,  á  mi  juicio,  de  fe,  y  la  contraria  herética. 

(  Testigo  14. — Fray  Hernando  de  Peralta.) 

Al  testigo  catorce  lo  que  dicho  tengo. 

( Testigo  13.— Fray  Diego  de  Zúñiga.) 

Al  testigo  quince,  demás  de  lo  dicho,  digo,  lo  prime- 
ro, que  este  es  un  fraile  de  mi  orden,  que  se  llama  fray 
Diego  de  Zúñiga ,  o  por  otro  nombre  Rodríguez ,  el 
cual  me  quiere  mal  por  las  causas  que  articularé  en  su 
tiempo  y  lugar ;  y  en  esla  deposición  lo  muestra  no 
obscuramente,  porque  ,  demás  de  no  referir  verdad  en 
muchas  cosas ,  ninguna  cosa  dice  en  ella  forzado  por 
la  consciencia,  sino  movido  por  su  libre  y  mala  volun- 
tad. Porque  en  lo  primero,  de  la  Vulgata,  ya  sabia  que 
vuestras  mercedes  tenian  noticia  dello  y  lo  trataban.  Lo 
postrero,  de  los  Cantares  ,  también  le  era  notorio  que 
vuestras  mercedes  los  hablan  mandado  recoger.  Y  en 
lo  segundo,  que  es  lo  del  libro,  tenian  entera  certidum- 
bre que  yo  muchos  años  há  di  noticia  del  á  vuestras 
mercedes.  \  ansí,  viniendo  al  primer  capítulo,  digo 
que  habiendo  recorrido  mi  memoria,  he  venido  á  acor- 
darme enteramente  de  lo  que  entre  este  y  mí  pasó  en 
Madrigal,  que  es  lo  siguiente.  Díjome  un  día  ansí  por 
estas  palabras  que  el  Papa  tenia  gran  noticia  de  su  per- 
sona y  le  estimaba  en  mucho,  y  tras  desto,  refirióme 
un  largo  cuento  de  un  mercader  y  de  un  cardenal  por 
cuyos  medios  florecía  su  nombre  en  la  corle  romana, 
lleno  todo  de  su  vanidad;  y  añadió  que  había  enviado 
al  Papa  un  tratadillo  que  habia  compuesto,  porque  su 
santidad  tenia  deseo,  como  él  decia,  de  ver  alguna  cosa 
suya;  y  mostrómole  para  que  yo  le  viese.  Era  un  cua- 
derno lie  seis  ó  oidio  pliegos  de  papel ,  y  el  título  era  : 
Manera  para  aprender  todas  las  ciencias;  y  en  la 
segunda  parte  del  trataba  de  cómo  se  habia  de  apren- 
der la  Sagrada  Escritura.  Y  en  esta  parle  decia,  lo  pri- 
mero, cómo  el  original  hebreo  no  estaba  corrupto,  y 
traía  algunos  lugares  á  este  propósito,  y  daba  á  la  Vul- 
gata la  autorída  1  que  le  da  Vega,  y  á  lo  que  me  parece, 
algo  menos.  Vislo,  porque  me  pidió  mi  parecer,  y  yo 
soy  claro,  dijele  que  quisiera  que  una  cosa  que  enviaba 
á  lugar  tan  señalado  por  muestra  de  su  ingenio,  fuera 


de  mas  substancia  ó  que  á  lo  menos  aquel  argumento 
lo  tratara  mas  copiosamente,  porque  traía  pocos  luga- 
res, y  esos  ordinarios,  aunque,  como  le  dije,  yo  creía 
que  aquellos  lugares  que  alegaba  los  habia  él  sacado 
de  su  estudio,  y  no  de  los  libros  ordinarios.  Respondió- 
me que  era  gran  verdad,  que  él  con  su  trabajo  los  ha- 
bía notado  en  la  Riblia,  sin  ayudarse  de  oiro  libro;  y 
creólo,  porque  no  se  precia  de  leer  ni  aun  á  los  santos, 
y  promete  que  de  improviso  dirá  una  hora  y  mas  so- 
bre cualquier  paso  de  la  Biblia  que  le  abrieren ;  y  si  le 
dicen  que  lea  los  santos ,  dice  que  no  los  lee  porque 
no  le  sirven  de  nada.  Dijele  mas,  que  no  debiera,  por- 
que para  su  condición  fué  palabra  dura.  .\sí  que  le  di- 
je :  «  Yo  los  dias  pasados ,  leyendo,  traté  de  ese  mismo 
argumento,  y  truje  gran  número  de  lugares  en  lo  uno 
y  en  lo  otro,  y  después  se  tuvo  un  acto  de  lo  que  en 
esto  leí ;  y  aunque  yo  y  León  dimos  voces  sobre  sus 
Setenta,  pareció  bien  á  todos  aquellos  maestros.  Y  en 
esto  de  la  Vulgata  tuve  la  sentencia  de  Vega ,  aunque 
mas  templadamente  que  él ,  porque  Vega  y  Tiletano 
dicen  abiertamente  que  aliquando  interpres  non  attin- 
¡jit  sensum  Spiritus  Sancli,  y  yo  no  lo  dije  ni  leí,  aun- 
que llevé  los  libros  del  uno  y  del  otro  al  acto,  y  leí  á 
los  maestros  lo  que  decían  aquellos  doctores,  y  pasaron 
por  ello  sin  parecelles  mal.»  Esto  puntualmente  pasé 
con  el  Zúñiga  en  Madrigal ,  y  en  el  acto  pasó  lo  que 
digo  aquí,  y  yo  ni  afirmé  que  el  interprete  en  algunos 
luifares  no  atinaba  con  el  sentido  del  Espíritu  Santo, 
ni  este  testigo  depone  haberlo  yo  dicho,  sino  que  aque- 
lla proposición  se  habia  pasado  por  los  maestros  de 
Salamanca;  y  pasóse,  no  afirmándola  yo,  sino  mostrán- 
doles los  libros  de  los  que  la  decían,  y  no  contradicién- 
dola  ellos.  Y  no  le  dije  yo  á  este  testigo  de  la  dicha 
proposición  como  de  cosa  mía,  sino  como  de  cosa  aje- 
na, en  la  forma  susodicha.  Y  siendo  verdad,  como  es, 
que  yo  no  la  leí  ni  enseñé  ni  defendí  en  el  dicho  acto, 
no  tenia  para  qué  decir  que  la  habia  hecho  pasar  como 
cosa  mía,  ni  este  testigo  lo  dice,  aunque  bien  entiendo 
que  se  acuerda  de  cómo  yo  se  lo  dije,  sino  que  por  la 
mala  voluntad  que  me  tiene,  templó  las  palabras  de 
manera  que  sin  decir  él  que  yo  había  afirmado  la  dicha 
proposición ,  lo  pudiesen  sospechar  dellas  los  que  las 
oyen  y  leen.  Y  en  lo  que  dice,  que  le  pareció  duro  esto 
de  Vega,  sí  vuestras  mercedes  me  hubieran  mandado 
dar  unos  cuadernillos  suyos  que  están  entre  mis  pape- 
les y  yo  los  he  pedido,  yo  mostrara  que  este  testigo 
era  perjuro,  y  no  le  es  cosa  nueva  sello  en  juicio. 

Capítulos  2.",  3.",  4."  Cuanto  al  segundo,  tercero  y 
cuarto  capítulos,  demás  de  lo  que  dicho  tengo,  en  de- 
claración dello  digo  que  este  testigo  refiere  este  cuento 
muy  por  otra  orden  de  lo  que  pasó.  No  sé  qué  fin  tuvo 
en  ello.  Lo  que  pasé  con  él  fué  lo  que  diré.  En  el  tiem- 
po que  yo  escrebía  los  cuolíbetos  que  hice  para  gra- 
duarme, entró  un  díaoste  fraile  en  mi  celda  como  en- 
traban otros ,  y  hallóme  que  tenia  en  las  manos  el  pri- 
mero de  mis  cuolíbetos,  y  preguntóme  lo  que  era,  y 
díjeselo.  Y'  tomó  el  papel  y  leyó  gran  parte  del ;  y  ha- 
blando de  una  opinión  de  santo  Tomás  acerca  de  la 
mayor  gracia  que  se  da  agora  en  el  Evangelio  de  la 
que  se  daba  en  la  ley  vieja,  de  la  cual  opinión  trataba 
yo  on  aquel  cuolibeto,  en  la  forma  que  en  otra  parto 


CONTRA  FRAY 

tengo  declarado,  acuerdóme  que  le  dije  :  «Esa  opinión 
se  me  hizo  en  un  tiempo  muy  probable ,  y  demás  de 
sanio  Tomás,  que  la  explica  brevemente,  la  vi  declarada 
y  confirmada  mas  copiosamente  en  un  libro  que  me 
mostró  el  maestro  Benito  Arias  Montano,  que  decía  ser 
compuesto  por  un  monje  italiano  de  muy  santa  vida, 
y  aun  decía  el  autor  del  libro  que  había  tenido  una  re- 
velación donde  oyó  aquello  de  Híeremias  :  Quomodó 
obscuralum  est  aurum?  Y  después  dello  oyó  que  la 
misma  voz  le  dijo  :  Ego  non  reculo  homines  justos, 
sed  justifico.  Y  ansí ,  el  argumento  de  todo  aquel  libro 
era  probar  esta  verdad  católica  contra  Lutero,  que  la 
justificación  no  consistía  en  solo  el  perdón  exterior,  co- 
mo dicen  los  herejes,  sino  principalmente  en  la  reno- 
vación y  limpieza  interior  que  Dios  engendra  en  el 
ánima  del  justo,  infundiendo  en  él  la  gracia  y  los  de- 
más dones  celestiales.  Y  á  este  propósito  de  mostrar 
cuánta  verdad  es  decir  que  Dios  cuando  hace  justo  á 
alguno  le  renueva  y  santifica  interiormente ,  trataba 
esa  sentencia  que  está  en  ese  cuolibeto,  mostrando  la 
abundancia  y  eficacia  de  la  gracia  que  Dios  infunde  en 
los  justos  después  de  la  venida  de  Cristo,  y  cuanto  ma- 
yor es  que  la  que  daba  'antiguamente  á  los  justos  que 
vinieron  en  la  ley  vieja.  Y  dije,  y  verdaderamente,  que 
aquel  libro  declaraba  bien  en  este  propósito  algunos  lu- 
gares obscuros  de  la  Escritura.  Es  verdad  que  al  fin 
del  me  parecieron  mal  una  ó  dos  cosas ;  no  sé  si  las 
entendí  bien,  porque  el  libro  no  le  leí  ni  tuve,  sino 
oíle  leyéndole  Montano;  pero  á  lo  que  entendí,  aquello 
postrero  no  me  contentó  ;  y  añadí  que  era  tan  bueno  lo 
bueno  del  libro,  que,  como  estaba  escrito  de  mano,  ha- 
bía tenido  sospecha  si  algún  hombre  de  fe  dañada,  co- 
piándole, había  ingerido  en  él  aquello  malo.  Y  dicien- 
do yo  esto,  díjomc  el  dicho  Zúñiga  :  ¡  Mas  si  por  dicha 
lo  engirió  el  Montano!  Yo,  oyendo  esto,  es  verdad  que 
me  ofendí  de  un  juicio  tan  arrojado,  y  le  respondí  que 
jamás ,  como  era  verdad ,  me  había  pasado  por  el  pen- 
samiento tal  cosa,  ni.á  él  le  pasase;  y  por  si  quería 
conocer  el  ánimo  y  ingenio  y  bondad  del  Montano,  que 
leyese  aquella  carta,  y  señalé  una  que  acaso  estaba  so- 
bre la  mesa,  y  era  del  Montano  para  mí,  la  cual  pocos 
dias  antes  yo  había  recibido.  Y  aun  le  dije  :  «  Antes  sé 
yo  que  después  Montano  quemó  aquel  libro;  mira  cuan 
ajeno  está  de  lo  que  vos  sospechastes; »  y  no  se  habló 
mas  en  ello  por  entonces.  Dende  á  dos  ó  tres  dias,  hablan- 
do con  el  mismo  Zúñiga  de  no  sé  qué  palabras  que  dijo, 
me  díó  el  aire  que  no  estaba  libre  de  su  sospecha;  y  co- 
nociendo del  que  tenía  ingenio  melancólico  y  inclinado 
á  echar  las  cosas  siempre  á  lo  peor,  dijele  riyendo  : 
«Gran  melancólico  sois;  todavía  parece  que  pensáis 
mal  de  aquel  hombre.»  Dijo  :  ((Del  hombre  no  pienso 
mal;  pero  hamo  dado  escrúpulo  sí  soy  obligado  á  de- 
nunciar del  libro.»  Respondíle  en  estas  palabras  :  ((Yo 
en  eso  no  he  tenido  escrúpulo,  porque  del  Montano  he 
juzgado  siempre  bien ,  y  el  libro  no  es  ya  en  el  mundo, 
como  él  me  lo  certificó  y  yo  lo  os  dije ;  pero  haced  lo 
que  os  pareciere.»  Y  desde  aquel  día  en  adelante  nun- 
ca jamás  el  dicho  Zúñiga ,  aunque  habló  conmigo  mu- 
chas veces ,  ni  por  palabra  ni  por  carta  me  dijo  mas 
del  libro  ni  de  cosa  del ,  ni  mostró  habelle  quedado  es- 
crúpulo, porque  verdaderamente  yo  le  dije  con  gran- 


LUIS  DE  LEÓN.  i.xi 

dísíma  llaneza  la  verdad  de  lo  que  sentía,  que  es  üu 
substancia  lo  que  he  dicho  y  él  en  mis  palabras  vio 
que  era  ansí.  Es  verdad  que  mas  de  dos  años  después 
que  pasé  esto  que  he  dicho  con  el  Zúñiga,  me  cargó  á 
mí  también  un  poco  de  melancolía ,  y  viendo  los  he- 
rejes que  se  habían  descubierto  y  se  descubrían  de  ca- 
da día  en  España,  y  que  parecía  no  haber  cosa  segura, 
aunque  yo  juzgaba  bien  del  Montano  y  creía  que  me 
había  dicho  verdad  en  lo  del  libro,  no  quise  dejallo  en 
mí  crédito  solo ,  sino  dar  noticia  á  vuestras  mercedes 
para  que  sí  les  pareciese  ser  necesario  hacer  otra  dili- 
gencia alguna,  la  hiciesen.  Y  ansí,  unas  vacaciones, 
por  el  mes  de  setiembre,  creo  que  fué  el  año  de  62  ó  G3, 
habiendo  de  ir  á  Granada  á  ver  á  mí  madre,  que  estaba 
recién  viuda,  vine  por  este  lugar  y  hablé  una  tarde  ea 
su  casa  con  el  señor  inquisidor  Riego,  que  residía  aquí 
entonces,  y  le  di  cuenta  del  libro  y  de  las  cualidades 
del ,  y  de  quién  me  lo  había  mostrado  y  de  lo  que  á  mí 
me  pareció  acerca  del,  con  todo  lo  que  acerca  dello  me 
acordaba  entonces.  Y  dijele  que  yo  había  rodeado  solo 
por  dalle  cuenta  de  aquello;  que  no  sabía  sí  bastaba 
habérselo  dicho  á  él,  ó  sí  era  menester  hacer  alguna 
otra  diligencia ;  que  me  mandase  lo  que  debía  hacer. 
Respondióme  que  lo  pusiese  todo  por  escrito,  y  que 
otro  día  después  de  la  una  de  mediodía  viniese  á  esta 
casa  y  lo  presentase  delante  de  vuestras  mercedes.  Y 
preguntóme  cuándo  me  había  de  partir,  y  diciéndole 
yo  que  otro  día .  díjome  :  (( Pues  partios  después  de  co- 
mer, y  de  camino  os  podréis  venir  por  la  Inquisición,  y 
allí  nos  hallaréis  á  la  hora  dicha.»  Rícelo  ansí,  y  aquella 
noche  puse  por  escrito  todo  lo  que  tocaba  á  aquel  libro 
y  yo  sabia,  que  entonces,  como  de  cosa  mas  reciente, 
me  acordaba  bien  dello,  y  agora,  como  de  cosa  tan  añe- 
ja ,  de  muchas  cosas  no  me  acuerdo ;  y  entrando  aquella 
noche  á  verme  á  mí  celda  el  dicho  Zúñiga  y  pregun- 
tándome la  causa  de  mí  venida  aquí,  le  di  el  papel  que 
tenia  en  la  mano,  diciéndole  :  ((Ahí  lo  veréis;»  y  él 
lo  leyó,  y  yo  le  dije  la  causa  que  me  habia  movido  á  ha- 
cello,  que  es  la  que  he  dicho.  Otro  día  á  la  hora  asen- 
tada vine  á  esta  casa  á  muía ,  despedido  ya  de  mí  mo- 
nasterio, y  presenté  mí  papel  en  este  lugar  ante  los 
señores  inquisidores  Gríjelmo  y  Riego,  que  estaban 
juntos,  y  el  secretario  le  registró,  asentando  en  él  lo 
que  es  costumbre,  y  de  aquí  salí.  Y  porque  hacía  mu- 
cho calor  para  caminar  aquella  hora,  y  no  podía  volver 
al  monasterio  porque  me  habia  despedido  ya ,  estuve 
pasando  la  siesta  en  un  mesón  fuera  de  la  villa.  Y  el 
mozo  que  iba  conmigo  se  llama  Domingo  Rapon ,  el 
cual  quedó  en  Salamanca  cuando  á  mí  me  prendieron, 
y  se  acordará  de  cómo  vine  á  esta  casa  al  tiempo  que 
he  dicho,  y  me  apeé  y  estuve  ea  la  audiencia  mas  de 
medía  hora. 

Y  á  loque  dice  este  testigo,  que  le  dije  que  á  mí  pa- 
recer tenia  aquel  libro  una  herejía  en  lo  de  confesión, 
paréceme  que  no  era  sino  en  lo  de  Eucaristía ,  y  que 
ansí  se  lo  dije  ,  aunque  no  me  determino  bien  en  loque 
era,  porque  estoy  muy  olvidado  dello.  Ea  la  declara- 
ción que  hice  del  libro  cuando  he  dicho,  declaré  lo 
cierto  porque  me  acordaba  dello  entonces.  A  ello  me 
refiero. 

ítem  mas,  digo  que ,  respondiendo  á  estos  capítulos, 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


dije  que  aquel  libro  estaba  en  lengua  toscana.  Digo  que 
me  parece  que  es  así ,  aunque  como  há  tan  lo  tiempo,  no 
me  delermino  bien  en  ello ,  pero  paréceme  cierto  que 
ó  todo  ó  parte  del  estaba  en  toscano.  ReGérome  á  la  de- 
claración que  hice. 

f  íiem  mas,  digo  que,  por  cuanto  respondiendo  á  uno 
destos  capítulos,  y  diciendo  que  el  Montano  me  había 
diclio  había  quemado  aquel  libro,  y  siendo  repregunta- 
do que  por  qué  le  creí ,  dije  que  pori|ue  no  le  había  ha- 
llado en  mentira,  y  porque  se  había  metido  freíle  des- 
pués que  me  lo  dijo ,  y  esto  segundo  creo  que  no  se 
asentó;  digo  agora  que  es  verdad  que  me  lo  certificó  ó 
de  palabra  ó  por  carta ,  que  no  estoy  bien  acordado  có- 
mo fué;  V  que  yo  le  creí,  porque  es  de  mi  condición  creer 
á  cualquier  hombre  de  bien  lo  que  me  certifica  mien- 
tras no  le  he  hallado  en  mentira,  y  principalmente  por- 
que vi  que  se  metió  freile  en  San  Marcos  de  León  poco 
después,  y  esto  me  aseguró  muclio.  Pero,  con  todo  es- 
to, porque  la  Escritura  dice  Solus  üeus  verax,  el  om- 
nishomo  mendax,  y  porque  el  estado  en  que  estoy  me 
hace  receloso  aun  de  mí  mismo ,  digo  que  ni  santifico 
ni  verifico  al  dicho  Montano;  posible  seria  que  me  hu- 
biese engañado  en  lo  que  me  dijo  de  haber  quemado  el 
libro  ,  aunque  ni  yo  lo  pensé  entonces  ni  lo  pienso  ago- 
ra, aunque  en  duda,  denuncié  del  libro  en  la  forma  y 
manera  que  he  dicho.  Esto  es  verdad  por  Dios  trino  y 
uno,  que  el  libro  yo  no  le  tuve,  sino  que  el  Montano, 
viniéndome  á  ver,  le  leyó,  oyéndole  yo,  y  que  ni  trasla- 
dé ni  hice  Irasladarni  lodo  ni  parte  alguna  del,  ni  que- 
dó en  mí  del  mas  de  la  memoria  de  liabello  oído,  y  de 
algunas  cosas  de  las  que  había  en  él,  que  son  las  que 
tengo  declaradas  once  años  há;  de  las  cuales  unas  me 
parecieron  buenas ,  y  otras  probables,  y  otras  malas  en 
la  forma  que  tengo  dicho ;  y  pudo  ser  que  no  hubiere 
cu  ello  el  peligro  que  á  mí  por  entonces  me  pareció,  ó 
hubiere  menos,  y  que  yo  imaginase  mas  de  lo  que  era, 
por  oillo  de  paso  y  no  enlendello  bien ,  y  por  saber  yo 
entonces  poca  leulugía ,  porque  había  poco  que  había 
dejado  de  ser  oyente.  Aquella  opinión  de  santo  Tomás 
que  vi  ca  aquel  libro  me  pareció  probable,  en  la  for- 
ma que  la  entendí ,  como  tengo  declarado  antes  de  ago- 
ra en  este  proceso,  y  traté  della  ene!  primer cuoübeto 
que  tuve,  donde  digo  que  me  había  parecido  probable. 

Y  el  cuolibeto  está  en  poder  de  vuestras  mercedes,  y  yo 
le  tengo  desde  el  principio  desle  pleito  confesado  en 
general  y  en  particular.  Y  en  el  dicho  cuolibeto,  des- 
pués de  haber  tratado  la  dicha  opinión,  me  resolví  en 
((Ira  sentencia,  porque,  como  había  crecido  en  estudio 
y  en  juicio,  me  pareció  no  tan  probable  como  prime- 
ro. De  manera  que  si  en  esto  el  fiscal  me  hace  cargo 
por  no  haber  dado  noticia  del  dicho  libro  y  de  quien 
me  le  mostró,  á  vuestras  mercedes  yo  la  tengo  dada 
muchos  años  há.  Búsqucsc,  que  hallarse  lia  ser  como 
digo.  Si  pretende  decir  que  ó  me  contentó  el  libro  ó 
quise  que  contentase  al  dicho  Zúñiga  ,  el  mismo  con- 
fiesa en  su  dicho  que  le  dije  que  á  mi  parecer  había  en 
él  una  herejía,  lo  cual  yo  no  dijera  si  ó  estuviera  satis- 
fecho del  libro  ó  pretendiera  que  otro  se  satisfaciera. 

Y  ansí,  la  verdad  ella  misma  se  di<e. 

Capitulo  U."  Acerca  del  capítulo  f>.",  demás  de  lo 
dicho,  digo  que  en  él  este  testigo  por  sus  palabras 


muestra  su  pasión  contra  mi,  y  su  mal  juicio;  porque 
al  principio  confiesa  que  hablaba  mal  del  libro  de  los 
Cantares  sin  habelle leído,  lo  cual  no  hacendé  ningún 
libro  los  que  se  mueven  por  razón,  y  no  por  pasión;  y 
lo  segundo,  añade  que  á  ruego  de  otro  leyó  como  medía 
plana  del ,  y  que  luego  le  condenó ,  en  lo  cual  condena 
también  su  pasión ,  porque  de  otra  manera  leyérale  to- 
do, y  viera  que  lo  que  dice  de  Salomón  y  su  esposa  se 
trata  allí  muy  diferentemente  de  como  él  lo  entendió, 
y  viera  que  se  dice  que  las  personas  que  allí  principal- 
mente hablan  y  á  quien  derechamente  se  endereza  todo 
lo  que  allí  se  dice ,  son  las  de  Cristo  y  la  Iglesia;  y  vie- 
ra que  aunque  no  profesé  al  principio  declarar  sino  so- 
la la  corteza  de  la  letra,  casi  no  dejé  lugar  que  no  de- 
clarase también  según  el  sentido  verdadero  y  principal 
que  pretende  allí  el  Espíritu  Santo,  diciendo  siempre 
cuando  paso  á  tratar  del,  estas  palabras:  «Según  la 
verdad ;  según  el  sentido  principal ;  según  lo  que  pre- 
tende el  Espíritu  Santo;  según  la  verdad  del  Espíritu,» 
esto  y  esto. 

{Testigo  \Q.—Uinm  Otin.) 

A  lo  que  dice  el  diez  y  seis  testigo  en  el  primero  y  se- 
gundo capítulos ,  lo  que  dicho  tengo.  Y  digo  mas,  que 
este  testigo  confiesa  que  lo  que  dice  haber  dicho  yo  de 
la  Yulgata,  lo  vio  en  mi  letura  della.  Yo  me  refiero  á 
ella,  como  antes  de  ser  preso  y  después  lo  he  hecho  mu- 
chas veces;  que  lo  que  en  ella  hay  es  la  pura  verdad 
de  todo  lo  que  yo  acerca  desto  he  enseñado  y  afirmado. 

{Testigo  17,  y  1.°  de  los  sobrevenidos.— 
Fray  Juan  Ciguelo.) 

A  lo  que  dice  el  diez  y  siete  testigo ,  y  primero  délos 
sobrevenidos,  digo  lo  que  dicho  tengo;  y  mas,  que  mues- 
tra en  su  dicho  ser  enemigo  y  haber  depuesto  con  mal 
ánimo  ;  porque  habiéndole  dicho,  como  se  entiende  del 
segundo  testigo ,  que  yo  estaba  preso  por  lo  que  dice 
del  convite ,  calla  el  haber  oído  que  yo  estaba  preso  por 
ello,  y  dice  el  cuento  desnudo,  porque  pareciese  que 
había  tenido  ocasión  y  causa  para  denunciar  del.  Por- 
que si  declarara  que  le  habían  dicho  que  estaba  preso 
por  ello,  podíanle  decir  que  pues  él  no  me  había  oído 
decir  aquellas  palabras ,  ni  las  había  oido  de  quien  me 
las  oyó,  y  losque  se  las  dijeron  le  dijeron  también  que 
estaba  preso  por  ellas ,  no  tenia  para  qué  denunciar  de 
mí  por  esta  causa. 

{Testigo  18,  y  el  ^.°de  los  sobrevenidos.— 
Fray  Luis  Enrique/,.) 

A  lo  que  dice  el  segundo ,  lo  que  diclio  tengo ;  y  mas, 
que  este  testigo  en  su  deposición  se  contradice  y  per- 
jura, porque  al  ¡irincipio  dice  que  no  le  nond)raron  las 
personas  que  se  hallaron  en  el  convite  ,  y  mas  bajo  di- 
ce que  se  las  nombraron,  y  que  no  las  declara  porque 
no  se  acuerda ,  lo  cual  es  contradicion  manifiesta ;  y 
hace  grande  indicio  de  que  este  testigo  sabe  que  este 
cuento  es  falso,  y  conoced  autor  del;  y  porque  no  se 
entienda,  no  osa  señalar,  fingiendo  la  casa  y  las  perso- 
nas del  convite. 


CONTRA  FRAY 


{Testigo  19,  ij  3."  de  los  sobrevenidos.-^ 
Fray  Diego  de  León.) 


A  lo  que  dice  el  tercero  testigo,  lo  dicho;  y  mas,  que, 
como  se  ve  claramente,  este  testigo  tercero  esel  prin- 
cipio de  donde  nació  esta  fábula ,  porque  este  lo  dijo  al 
segundo,  y  el  segundo  al  primero.  Y  este  tercero,  que 
como  principio  liabia  de  decir  que  me  lo  oyó  él ,  ó  se- 
ñalar persona  cierta  que  lo  hobiese  oido ,  dice  que  lo 
oyó  decir  á  otra  persona ,  y  que  no  se  acuerda  quién 
era ,  que  es  el  fin  ordinario  que  tienen  todas  las  cosas 
que  son  sin  fundamento  de  verdad.  Y  ansí,  es  argumen- 
to claro  que  mienle,  y  que  él  lo  levanta;  porque  una 
cosa  tan  pesada  y  que  él  como  confiesa  oyó  de  un  año 
á  esla  parte,  y  que  no  la  olvidó,  sino  antes,  como  él 
dice,  lo  refirió  en  muchas  partes,  no  se  puede  presu- 
mir en  ninguna  manera  que  no  se  acuerda  de  quién  se 
lo  dijo,  si  alguno  se  lo  hubiera  dicho. 

Y  cerca  de  todo  lo  que  estos  tres  últimos  testigos  de- 
ponen ,  digo,  lo  primero,  que  es  terrible  falsedad  y  raen- 
tira.  Lo  segundo,  que  según  derecho  y  verdad,  las  depo- 
siciones destos  no  hacen  prueba  alguna  ni  indicio  pro- 
bable, ni  aun  ocasión  de  sospecha ;  lo  uno,  porque  depo- 
nen de  oidas  y  inciertamente,  sin  declarar  tiempo  ni  lu- 
gar ni  personas,  y  son  diferentes  en  sus  diclios,  porque 
el  uno  dice  haber  dicho  yo  que  se  habia  de  creer  la  ve- 
nida de  Cristo,  aunque  habia  alguna  duda;  el  otro  di- 
ce que  habia  mucha  duda;  el  otro  que  cuando  viniere 
le  hablamos  de  creer.  Lo  otro ,  porque  el  primero  se 
muestra  enemigo  en  su  dicho,  y  el  segundo  se  contra- 
dice y  perjura ,  y  contra  el  tercero  hay  presunción  ve- 
hemente de  lo  mismo,  como  dicho  tengo.  Lo  otro,  por- 
que no  son  mas  de  un  testigo,  que  es  el  tercero,  el  cual 
lo  dijo  al  segundo,  y  el  segundo  al  primero,  y  este  ter- 
cero depone  habello  oido  á  otro  que  lo  oyó  á  otro,  y 
inciertamente,  sin  declarar  á  quién  lo  oyó  ni  cuándo  ni 
adonde,  y  mostrándose  en  ello  perjuro. 

Demás  desto,  vese  claro  que  lo  que  depone  es  men- 
tira, porque  si  no  lo  fuera,  era  imposible  no  haber  de- 
nunciado dello  en  este  Oficio  algunos  de  los  presentes, 
ó  antes  de  mi  prisión  ó  después  della,  habiendo  sido,  co- 
mo finge,  cosa  dicha  en  público  y  oida  de  muchos. 

ítem ,  ello  en  sí  no  tiene  ninguna  verosimilitud  ni 
apariencia  de  verdad,  porque  ¿en  qué  seso  cabe  que 
un  hombre  que  no  es  hablador  ni  le  tienen  por  tonto 
habia  de  decir  un  desatino  semejante ,  y  en  un  lugar 
tan  público  como  es  un  convite  ?  Porque  si  lo  echan  á 
donaire,  demás  de  ser  muy  necio  donaire  y  muy  sin 
orden,  no  era  donaire  que  ningún  hombre  de  juicio  lo 
habia  de  decir  en  los  oídos  de  tan  diferentes  gentes, 
como  son  las  que  se  juntan  en  un  banquete,  donde 
unos  son  necios,  y  otros  escrupulosos,  y  otros  enemi- 
gos, y  naturalmente  malsines,  y  amigos  de  echallo  todo 
á  la  peor  parte.  Y  si  quieren  decir  que  se  dijo  de  ve- 
ras, lleva  mucho  menos  camino  que  yo  lo  dijese,  por- 
que cosa  cierta  es  que  los  que  tratan  de  semejantes 
males  no  los  dicen  á  voces  ni  en  público,  sino  muy  en 
particular  y  muy  en  secreto,  y  muy  después  de  haber 
conocido  y  tratado  á  los  que  los  dicen,  y  fiándose  mu- 
'  cho  dellos,  y  á  fin  de  persuadir,  y  no  de  reir.  Y  cuando 
en  esto  hubiera  testimonios  contra  mí  mas  claros  y  mas 


LUIS  DE  LEÓN.  van 

ciertos  que  el  sol ,  antes  de  creello  habían  vuestras 
mercedes  informarse  de  si  aquel  dia  habia  yo  perdido 
el  seso  ó  si  estaba  borracho,  porque  si  no  era  así ,  no  era 
creible  cosa  semejante.  Porque,  demás  de  que  yo  no  soy 
tenido  comunmente  por  hombre  tan  desatinado ,  no  sé 
yo  qué  cualidades  hay  ni  en  mi  persona  ni  en  mi  vida 
ni  en  mi  doctrina  para  que  se  pueda  creer  ni  sospechar 
tanto  mal  de  mí.  Porque  mi  padre  fué  un  hombre  muy 
católico  y  muy  principal,  como  conoció  todo  el  reino, 
y  su  padre ,  que  se  llamó  Gómez  de  León ,  lo  fué  no 
menos  que  él  en  su  lugar,  y  este  tuvo  un  hermano  de 
pacbe  y  madre ,  que  se  llamó  el  licenciado  Pedro  de 
León,  que  fué  coliegial  en  el  coUegio  del  Cardenal  des- 
ta  villa ,  como  se  puede  luego  saber ;  y  el  padre  de 
ambos ,  bisagüelo  mió ,  se  llamó  Lope  de  León ,  muy 
católico,  y  de  los  mas  honrados  y  principales  de  su  lu- 
gar; y  el  padre  de  este,  y  bisagüelo  mío,  se  llamó  Pero 
Fernandez  de  León,  que  le  trujo  el  primer  señor  de 
Belmente  consigo  á  aquel  lugar,  y  fué  alcaide  en  la 
fortaleza  del  todo  el  tiempo  que  vivió  ,  y  el  mas  prin- 
cipal y  mas  limpio  que  habia  en  él ,  desto  que  el  mundo 
llama  limpieza ,  como,  siendo  necesario,  probaré  bas- 
tantemente. Y  no  se  hallará  en  memoria  de  liombres 
ni  de  escrituras  ciertas  que  nombrada  y  señaladamente 
alguno  de  todos  mis  antecesores  se  haya  convertido  á  la 
fe  de  nuevo.  Y  en  lo  que  toca  á  mi  vida ,  aunque  estoy 
lleno  de  fallas  y  pecados  mas  que  otro  alguno ;  pero  esto 
es  verdad ,  que  yo  tomé  el  hábito  de  religión  que  tengo 
de  catorce  años  de  mi  edad,  y  dejé  cuatro  mili  duca- 
dos de  renta  que  mi  padre  tenia  vinculados  en  mi  cabe- 
za ,  como  en  el  mayor  de  sus  hijos ;  y  los  treinta  años 
que  soy  fraile,  perseverando  siempre  en  mi  religión  y 
en  esludios  y  ejercicios  loables,  y  que  ninguno  de  cuan- 
tos hay  en  e'Ua,  tan  ocupados  y  trabajados  como  yo  en 
estudios,  y  tan  delicado  y  lleno  de  enfermedades,  ha 
vivido  mas  regularmente  que  yo  he  vivido.  Y  porque 
el  que  duda  coa  la  venida  del  Mesías,  no  es  posible  que 
tenga  devoción  de  la  santísima  humanidad  de  nuestro 
redentor  Jesucristo ,  infórmense  vuestras  mercedes ,  y 
judiarán  ser  verdad  que  de  cien  años  á  esta  parte  en 
la  universidad  de  Salamanca  no  ha  habido  lector  teó- 
logo que  en  todas  sus  sentencias  y  opiniones  haya  pro- 
curado ensalzar  mas  que  yo  esta  santísima  humani- 
dad. Y  desto  serán  grandes  testigos  los  padres  de  la 
Compañía  de  Jesús  de  aquel  lugar,  porque  la  opinión 
de  Escoto,  que  dice  que  fuera  la  humanidad  de  nues- 
tro Señor  Jesucristo,  y  que  el  Verbo  encarnara  aun- 
que no  pecara  Adán ,  porque  es  opinión  muy  en  ho- 
nor desta  santísima  humanidad ,  y  no  se  sustentaba  en 
las  escuelas  sino  por  los  franciscos ,  yo  en  mi  lectura 
mostré  con  pasos  de  Escritura  y  con  razones,  las  cua- 
les ningún  teólogo  habia  descubierto,  que  era  opinión 
probabilísima  y  verdadera ;  y  desde  entonces  se  sus- 
tenta en  Salamanca  por  todos  los  que  ponen  conclusio- 
nes de  aquella  materia,  que  es  una  de  las  causas  que 
encendió  á  los  dominicos  contra  mí,  porque  pública- 
mente se  quejaron  dello,  y  de  que  habia  dejado  en  esto 
á  santo  Tomás,  siendo  su  opinión  probable.  Ni  mas  ni 
menos  decir  que  nuestro  redentor  Jesucristo  nos  me- 
reció, no  solo  la  primera  gracia,  sino  también  las  dis- 
posiciones della  que  le  anteceden,  lo  cual  niegan  Drie- 


LXtV 

don  y  Solo  y  otros  doctores;  yo  fui  el  primero  que  en 
aquella  escuela  lo  sustenté  y  enseñé ,  y  mostré  que  se 
engañaban  y  que  su  opinión  era  peligrosa ;  y  ansí  se  sus- 
tentó de  allí  adelante  siempre  loque  yo  decía.  También 
decir  que  nuestro  redentor  Jesucristo  mereció ,  no  solo 
la  gracia  que  se  da  á  los  hombres ,  sino  también  la  que 
se  dio  á  los  ángeles,  y  que  es  justiiicador  de  todos,  lo 
cual  tuvo  Cayetano ,  y  no  se  trataba  dello  en  la  escue- 
la, yo  mostré  que  se  había  de  decir  ansí  necesaria- 
mente. Y  lo  mismo  de  que  Cristo  fué  causa  meritoria 
de  nuestra  predestinación,  y  por  cuyo  respecto  Dios 
hizo  los  hombres  y  los  ángeles ,  y  los  elementos  y  los 
cielos,  y  finalmente,  todo  lo  que  hay  en  el  universo, 
yo  lo  truje  á  luz  y  lo  enseñé  y  mostré  ser  verdadero, 
y  ansí  se  ha  sustentado  siempre  en  aquella  escuela  des- 
pués acá ,  con  otras  muchas  cosas  á  este  propósito,  que 
son  largas  de  contar  y  se  pueden  ver  en  mis  escritos; 
y  se  pueden  probar  con  los  padres  que  he  dicho,  y  con 
otras  muchas  personas  de  aquella  universidad.  Tam- 
bién el  sacristán  de  San  Augustin  de  Salamanca,  que  se 
llama  Hulano  de  Valderas,  podra  ser  testigo  que  yo  le 
daba  por  año  gran  suma  de  limosna  para  que  me  hi- 
ciese decir  misas  del  nombre  de  Jesús ,  porque  en  to- 
dos mis  cuidados  y  trabajos  y  deseos  tuve  siempre  y 
tengo  por  amparo  á  este  santísimo  nombre ,  y  en  él 
confio  que  me  librará  desle  trabajo  y  volverá  por  mi 
inocencia,  y  se  acordará  que  en  medio  de  todos  mis 
males  siempre  mi  corazón  se  volvió  á  él ,  y  no  consen- 
tirá jamás  que  prevalezcan  mis  enemigos ,  por  muchos 
que  sean  ,  á  poner  nota  en  mi  fe  ni  acerca  de  su  veni- 
da ,  ni  de  otro  algún  artículo  de  la  doctrina  católica, 
sabiendo,  como  sabe,  cuan  encendidamente  he  siem- 
pre deseailo  morir  por  su  confesión ;  el  cual  vive  con 
el  Padre,  digno  de  infinito  loor,  en  eterna  gloría.  Amen. 
—  Fadus  sum  insipiens.  Vos  me  coegistis. — Fray 
Luis  de  León. — Doctor  Orliz  de  Funes. 

Los  esciitos  de  fbay  í.ns  abiuuJnn  en  este  proceso.  Y 
como  nucsli'o  principal  intento,  al  puI)licarIo,  es  com- 
pletar la  colección  de  sus  obras  en  romance ,  sef^uirómos 
dándolos.  Después  de  una  serie  de  pedimentos  sigue  el 
alegato  de  bien  probado  ,  también  del  puño  y  letra  del 
desgraciado  agustino,  y  luego  otra  porción  de  pedimen- 
tos. 

PEDIMENTO  DE  rflAV  LUIS  DE  I,F.0\,  ESCÍIITO  DE  SU  MANO  Y 
PliKSK>rADO,  SEGÚN  NOTA  ÜE  UNO  Dlí  LOS  SECnETAIUOS,  EN 
VALLADOLIIJ,  Á  20  DE  MAYO  DE  lo7o  AÑOS,  ANTE  LOS  SEÑO- 
KES  LNOL'ISIIJORES  LICE.NCIAUO  DIEGO  GO.NZALEZ  Y  DOTOR  GUI- 
JANO  DE  MERCADO. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León  di- 
go :  Que  en  la  copia  que  por  vuestras  mercedes  me 
fué  dada  de  las  deposiciones  de  los  testigos  qi;<í  de- 
ponen contra  mi,  en  el  testigo  octavo,  en  el  primer 
caiiílulo,  está  ansí  confusamente  puesto,  que  no  se  en- 
liondc  ni  declara  sí  depone  como  quien  me  oyó  á  mí 
lo  que  en  su  dicho  dice,  ó  como  quien  oyó  de  otro  lo 
que  refiere.  Su[il¡co  á  vuestras  mercedes  manden  que 
se  vea  la  deposición  original,  y  que  por  ella  se  me  dé 
claridad  en  esto  que  pregunto,  porque  conviene  ¡tara 
mi  defensa,  como  es  notorio. 

Demás  desto ,  yo  supliqué  á  vuestras  mercedes  los 
dias  pasados  me  raandasen  dar  de  mis  papeles  ciertos 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


que  señalé ,  unos  dellos  para  presentallos  en  este  pro- 
ceso ,  y  oíros  para  dar  razón  de  lo  que  digo  en  ellos; 
de  manera  que  por  lo  uno  y  por  lo  otro  conste  á  vues- 
tras mercedes  de  mi  justicia  en  los  artículos  de  que 
soy  acusado ,  por  los  que  presentaré  en  los  artículos 
que  íalsamente  me  oponen  ,  y  por  los  que  defendiere  en 
lo  que  me  acusan  con  verdad  ;  los  cuales  papeles  hasta 
aliora  no  se  me  han  dado,  y  parece  no  haber  causa  para 
que  se  rae  nieguen,  habiendo  yo  respondido  ya  por 
palabra  y  por  escripto  á  todo  lo  que  contra  mí  ha  pre- 
sentado el  fiscal.  Por  lo  cual  torno  á  suplicar  á  vues- 
tras mercedes  manden  que  se  me  den  los  dichos  pape- 
les para  el  efecto  sobredicho ,  pues ,  como  consta ,  es 
cosa  necesaria  para  mi  defensa,  si  es  así  que  tengo  de 
tratar  della. — Fray  Luis  de  León. 

Vista  por  los  dichos  señores  inquisidores,  la  manda- 
ron poner  en  el  proceso,  é  que  se  verá  é  proveerá  jus- 
ticia.—  Anle  raí,  Celedón  Guslin,  secretario.  —  Hay 
una  rúbrica. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO 
Y  PRESENTADO  EN  t  DE  JUNIO  DE  lo75. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  preso 
en  las  cárceles  deste  Santo  Oficio,  digo :  Que  los  dias  pa- 
sados ,  respondiendo  á  las  deposiciones  de  los  testigos 
que  contra  mi  presentó  el  fiscal,  y  respondiendo  á  lo  que 
depone  el  testigo  quince  acerca  de  un  libro  que  le  dije 
yo  haber  visto,  del  cual  dije  que  quien  me  le  mostró, 
que  fué  el  maestro  Montano,  me  certificó  después  que 
le  habia  quemado,  fui  repreguntado  por  vuestras  mer- 
cedes por  qué  causa  creí  al  dicho  Montano  cuando  me 
dijo  que  habia  quemado  el  dicho  libro ;  á  lo  cual  res- 
pondí que  lo  creí  porque  hasta  entonces  no  le  habia 
hallado  en  mentira  ;  y  es  mi  condición  á  los  hombres 
de  bien  creellos  mieníras  no  he  visto  que  me  mienten; 
y  lo  segundo  y  principal ,  porque  poco  después  que  me 
lo  certificó  vi  que  se  metió  freile  en  San  Marcos  de 
León,  lo  cual  me  aseguró  mucho.  Y  entiendo  que  des- 
tas  dos  cosas  que  dije ,  el  secretario  solamente  asentó 
la  primera ,  y  á  mi  justicia  importa  que  se  asienten  am- 
bas, porque  vuestras  mercedes  entiendan  que  tuve  bas- 
tantes fundamentos  para  dar  crédito  al  dicho  Montano 
en  lo  que  dicho  tengo.  Por  lo  cual,  suplico  á  vuestras 
mercedes  manden  que  se  vea  aquel  lugar  de  mi  confe- 
sión ;  y  si  lo  que  digo  no  está  asentado,  se  asiente  en 
él  ó  se  haga  en  la  margen  del  memoria  des'.a  mi  peti- 
ción, para  que  cuando  aquello  se  viere,  se  vea  esto 
también. 

Demás  dcslo,  yo  há  muchos  días  y  meses  que  de  pa- 
labra y  por  escrito  diversas  veces  he  suplicado  á  vues- 
tras mercedes  sean  servidos  mandar  que  se  traiga  la 
Diblia  de  Vatablo,  que  originalmente  enmendamos  los 
maestros  teólogos  de  Salamanca  ,  y  la  censura  general 
y  original  que  se  hizo  sobre  ella,  la  cual  quedó  en  po- 
der del  maestro  Sancho ,  porijue  [lara  mi  justicia  con- 
viene presentar  algunas  parles  della  en  este  proceso.  Y 
cuando  aquella  censura  por  acaso  no  pareciese,  Gaspar 
de  Porlonariis,  librero  de  Salamanca  ,  á  quien  el  con- 
sejo general  de  la  Inquisición  cometió  que  hiciese  im- 
primir la  dicha  Hiblia,  llevó  otra  censura  sacada  de  la 
original  y  ürmada  también  de  muchos  nombres  j  man- 


CONTRA  FRAY 

den  vuestras  mercedes  que  se  le  pida  y  traiga ;  y  si  ha 
impreso  la  dicha  Biblia,  manden  vuestras  mercedes  que 
se  traiga  algún  cuerpo  della  impreso,  porque  la  pre- 
sentación de  todo  ello  importa  para  mi  justicia. 

ítem,  demás  desto,  lie  suplicado  á  vuestras  mercedes 
por  diversas  veces  sean  servidos  de  que  de  mis  pape- 
les se  me  muestren  algunos  que  lie  sefialado  para  pre- 
sentar en  este  proceso ,  por  ser  necesarios  para  mi  de- 
fensa. Suplico  á  vuestras  mercedes  manden  que  aquí, 
delante  de  vuestras  mercedes ,  se  me  muestren  los  que 
señalé,  para  que  yo  los  conozca  y  señale  en  ellos  las 
partes  y  palahras  en  que  los  presento ,  y  señaladas  ,  los 
presente  con  efecto.  Y  los  papeles  son  estos : 

Una  plática  en  romance,  que  hice  cuando  me  opuse 
á  la  cátedra  de  santo  Tomás ,  que  llevé. 

De  mis  cuolebitos  el  primero,  y  otro  que  trata  de  la 
venida  del  Mesias  ,  y  otro  que  trata  de  la  satisfacción 
á  que  está  obligado  el  hombre  después  de  haber  Con- 
fesado su  pecado. 

La  lectura  que  hice  acerca  de  las  promesas  de  la  ley 
vieja. 

Mi  lectura  de  gratia  y  justificatione. 

Mi  lectura  de  las  traslaciones  de  la  Sagrada  Escri- 
tura. 

Los  Cantares  de  Salomón ,  que  yo  declaré  en  ro- 
mance. 

Unos  prólogos  en  latin  sobre  los  dichos  Cantares. 

Una  carta  misiva  de  fray  Hernando  de  Peralta  para 
mí,  que  di  al  secretario  Celedón ,  entre  otros  papeles, 
cuando  me  prendió. 

Demás  desto,  en  la  copia  de  las  deposiciones  de  los 
testigos  que  vuestras  mercedes  me  mandaron  dar,  en 
el  testigo  octavo  está  ansí  confuso ,  que  no  se  entiende 
bien  si  depone  como  quien  me  oyó  á  mí  lo  que  dice ,  ó 
si  se  lo  dijo  otro.  Suplico  á  vuestras  mercedes  se  vea 
la  deposición  original  y  se  me  declare  esto,  pues,  como 
es  notorio,  conviene  para  mi  defensa. 

Demás  desto,  los  tres  testigos  que  sobrevinieron  á 
la  postre ,  en  la  copia  que  se  me  dio  no  declaran  la 
causa  del  banquete  que  dicen,  ni  las  personas  convida- 
das. Suplico  á  vuestras  mercedes  que  si  en  el  original 
las  declaran  se  me  dé  copia  dellas ,  porque  estoy  ha- 
ciendo interrogatorios  para  mi  defensa ;  y  el  saber  esto 
importa  para  ello,  porque  no  vayan  remendados  y  con- 
fusos. 

Demás  desto,  yo  he  suplicado  á  vuestras  mercedes 
me  manden  dar  unos  cuadernillos  que  están  entre  mis 
papeles,  que  son  de  fray  Diego  de  Zúñiga  y  escritos  de 
su  letra,  los  cuales  pido  porque  pienso  poder  probar 
con  ello  que  en  cierta  parte  de  su  deposición  contra 
mí  es  conocidamente  perjuro.  Suplico  á  vuestras  mer- 
cedes manden  se  me  den  para  este  efecto.— Fra?/ Luís 
de  León. 

OTRO  PEDIMEMO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO 
Y  PRESENTADO  E.>  4  DE  JUNIO  DE  1S73. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  pre- 
so en  las  cárceles  deste  Santo  Oíicio,  digo  :  Que  los  tes- 
tigos que  deponen  contra  mí,  en  muchas  partes  de  sus 
dichos  y  deposiciones  son  falsos  y  perjuros,  lo  cual  pien- 
so mostrar,  con  el  favor  de  Dios,  de  sus  mismas  res- 
E,xvi-ii. 


LUIS  DE  LEÓN.  lxv 

puestas  en  las  cosas  que  á  pedimento  mió  por  vuestras 
mercedes  fueren  repreguntados.  Y  para  este  efecto  con- 
viene á  mí  justicia  que  antes  que  yo  presente  las  co- 
sas en  que  han  de  ser  preguntados ,  y  antes  que  vues- 
tras mercedes  los  examinen  en  ellas,  el  maestro  fray 
Bartolomé  de  Medina  sea  examinado  por  vuestras  mer- 
cedes en  la  pregunta  que  aquí  pondré.  Suplico  á  vues- 
tras mercedes ,  pues  el  dicho  Medina  reside  aquí ,  y  se 
puede  hacer  con  brevedad  y  facilidad,  sean  servidos 
de  mandalle  llamar  luego,  y  examinalle  en  esto  que  pi- 
do. Y  siendo  vuestras  mercedes  servidos,  cuando  es- 
tuviere hecho ,  decirme  que  está  hecho  ansí  en  gene- 
ral, para  que  yo  proceda  á  lo  demás  de  mi  defensa,  la 
cual  presupone  esto.  Y  la  pregunta  en  que  suplico  á 
vuestras  mercedes  que  de  su  oficio  manden  examinar 
al  dicho  Medina  es  la  siguiente. 

Si  saben,  oyeron  decir,  etc.,  que  en  una  junta  de 
maestros  teólogos  el  año  de  71  ,  estando  presentes  el 
maestro  Francisco  Sancho  y  el  maestro  Grajal  y  el 
maestro  León  de  Castro  y  el  maestro  fray  Bartolomé 
de  Medina,  tratando  de  cosas  tocantes  al  catálogo,  cuya 
orden  estaba  cometida  á  los  maestros  de  Salamanca  por 
el  consejo  general  de  la  Inquisición,  el  maestro  fray  Luis 
de  León,  diciendo  su  parecer  sobre  cierto  punió,  dijo 
estas  palabras  :  Que  en  el  texto  hebreo,  como  era  no- 
torio, había  muchas  palabras  y  cláusulas  que  por  la 
cualidad  de  aquella  lengua  hacían  que  podían  hacer 
muchos  y  diferentes  sentidos,  y  que  destos  muchos 
sentidos  el  autor  de  la  Vulgala  puso  en  el  latin  uno,  el 
que  le  pareció  mejor,  y  los  intérpretes  modernos  pu- 
sieron los  demás ,  cada  uno  el  suyo.  Pero  que  había 
esta  diferencia  :  que  el  sentido  que  ponía  el  autor  de  la 
Vulgata  era  cierto  y  tenia  autoridad  católica,  y  los  sen- 
tidos que  ponían  los  demás  intérpretes  tenían  no  mas 
de  la  autoridad  del  autor  que  los  ponía,  y  que  en  aquel 
grado  se  podían  dejar;  y  que  diciendo  esto  el  dicho 
maestro,  el  maestro  León  de  Castro  dijo  :  «Mucho  me 
contenta  esa  distinción ; »  y  el  maestro  fray  Bartolomé 
de  Medina  añadió,  diciendo  :  «Mas  que  eso  habernos 
de  hacer,  y  es  que  cuando  el  sentido  y  palabras  que 
pusiere  alguno  destos  intérpretes  modernos  fuere  tan 
diferente  de  la  Vulgata,  que  excluya  del  todo  la  decla- 
ración que  en  el  tal  lagar  da  la  común  de  los  santos, 
habemos  de  mudar  ó  quitar  aquel  lugar  de  la  tal  inter- 
pretación.» Y  puso  ejemplo  como  aquello  que  leemos  en 
la  Vulgala  :  Verbum  abbreviatum  fecit  Dominus,  etc., 
algunos  destos  intérpretes  modernos  trasladan  con- 
summationem  consummantem ,  ele. ,  con  la  cual  letra 
no  puede  cuadrar  la  declaración  que  dan  comunmente 
los  santos  en  aquel  lugar.  Y  el  dicho  maestro  fray 
Luis  respondió  entonces  que  le  parecía  aquello  muy 
bien ,  y  que  cuando  se  examinasen  las  tales  traslacio- 
nes se  quitasen  dellas  todos  los  lugares  semejantes. — 
Fray  Luis  de  León. 

OTRO  PEDI.MENT0  DE  FRAY  LUIS  DE  LEO.N  ,  ESCRITO  DE  SU  MANO 
Y  PRESENTADO  EN  iO  DE  JUNIO  DE  ioTÓ. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León  ,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio,  digo: 
Que  los  testigos  que  deponen  contra  mí,  de  cuyas  de- 
posiciones se  me  lia  dado  traslado,  en  algunas  partes  de 


LxVl 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


sus  dichos  deponen  general  y  confuíamente  sin  decla- 
rar lo  particular  ni  cómo  lo  saben  ,  con  las  demás  cir- 
cunstancias de  tiempo  y  lugar  que  suelen  y  deben  se- 
ñalar los  que  tratan  decir  verdad.  Por  lo  cual  yo  en  las 
dichas  partes  no  puedo  responder  distintamente  ni 
mosirar  la  falsedad  y  malicia  que  se  encubre  debajo  de 
las  depusiciones  semejantes.  Y  ansí,  porque  es  cosa 
necesaria  para  mi  defensa ,  y  para  que  vuestras  merce- 
des conozcan  el  engaño  de  los  que  contra  mi  deponen, 
que  los  dichos  testigos  sean  repreguntados  en  algunas 
cosas  que  yo  señalaré ,  suplico  á  vuestras  mercedes 
sean  servidos  mandar  que  ansí  se  haga,  y  con  breve- 
dad ,  porque  sin  su  respuesta  á  las  dichas  repreguntas 
yo  no  me  puedo  legítimamente  defender,  é  mi  justicia 
podria  padecer  detrimento.  Y  las  cosas  y  parles  donde 
han  de  ser  repreguntados  son  las  siguientes  : 

Capitulo  primero.  El  primer  testigo,  en  el  capítu- 
lo 2.",  en  lo  que  declara  de  la  Vulgata,  en  cuanto  di- 
ce ser  público  y  notorio,  pido  que  declare  qué  cosa  es 
notorio  y  qué  cosa  es  público,  y  cuántos  son  menester 
para  ser  público  y  cuántos  para  ser  notorio,  y  si  lo 
oyó  á  tantas  personas  que  luciesen  público  y  notorio, 
y  cómo  se  dicen  las  personas,  para  que  se  entienda  ser 
de  los  que  tengo  nombrados  y  tachados  por  enemigos. 

2."  El  mismo  testigo,  en  cuanlo  en  el  capítulo  3." 
dice  que  sintió  en  el  maestro  fray  Luis  de  León  mucho 
afecto  á  cosas  nuevas  y  poco  á  la  antigüeilad  de  nues- 
tra fe,  pido  que  declare  qué  nuevas  doctrinas  le  oyó 
defender  ó  sustentar,  y  cuándo  y  adonde  y  delante  de 
quién. 

3."  El  mismo  testigo  en  el  capítulo  4.",  en  cuanto 
dice  que  el  maestro  fray  Luis  de  León  prefería  en  sus 
díspuias  á  Vata'ilo  y  á  Panino  y  á  los  juilíos,  á  la  Vul- 
gata y  á  los  santos  ,  pido  que  declare  cómo  lo  sabe ,  si 
lo  oyó  él  al  dicho  maestro  ó  si  se  lo  dijo  otro ;  y  si  otro 
se  lo  dijo,  cómo  se  llama  el  que  se  lo  dijo.  Y  si  dice  que 
lo  vio  él ,  que  declare  en  qué  disputas  y  en  qué  tiempo 
y  en  qué  lugar,  y  con  qué  palabras  preferí  á  Valablo  á 
los  santos,  y  en  qué  pasos  de  la  Escrilura  y  en  cuáles 
interpretaciones. 

4."  El  mismo  testigo,  en  el  capí'ulo  8.",  en  cuanío 
dice  que  es  público  que  el  dicho  maeslru  íray  Luís  le- 
yó que  la  Vulgata  ieaia  muchas  mcnliras  y  falsedailes 
puestas  j)or  el  iniérprele,  pido  que  declare  sí  ha  leido 
la  lectura  que  hizo  sobre  ello  el  dicho  maesiro;  y  si  la 
hubiere  leido,  declare  quién  se  la  dio,  y  si  halló  en  ella 
esLo  que  dice  ser  público,  y  se  le  mande  que  la  exhiba 
y  se  ponga  en  esíe  proceso. 

a.  El  testigo  tercero,  en  el  capítulo  3. ',  en  cuanto 
dice  que  le  ¡¡areccque  aquel  pravter  es  so^^t¡cado,  pi- 
do declare  qué  quiere  decir  solisticiulo. 

6."  ítem,  el  mismo  le-^ligo,  eu  el  capiUilo  4.",  pido 
que  declare  de  .qué  intcrpre;aciones  de  santos  ha  bur- 
lado el  maestro  fray  Luis,  y  conque  palabras  y  en  qué 
lugar,  y  ante  quién  y  á  qué  propósito.  Y  siendo  cosa 
lan  grave  y  escandalosa  hurlar  de  los  santos  y  sus  in- 
terpretaciones ,  ¿cómo  so  pudo  olviflar  de  quién  se  lo 
dijo,  siendo  hombre  de  lan  gran  memoria? 

7."  ítem  ,  el  mismo  testigo,  en  el  rapilulo  fi."  y  en 
el  capitulo  14,  en  cuanlo  dice  que  el  maesiro  fray  Luis 
de  León  y  otras  personas  dispulíiron  y  argumentaron 


que  en  la  ley  vieja  no  había  promesa  de  vida  eterna, 
pido  que  declare  si  el  maestro  Grajal ,  que  fué  el  que 
trató  de  ello,  y  llevó  por  escrito  á  una  junta  su  parecer, 
decía  desnuda  y  absolutamente  que  en  la  ley  vieja  no 
había  prom;sa  de  vida  eterna,  ó  sí  decía  que  en  la  ley 
vieja  no  se  prometia  la  vida  eterna  con  palabras  claras 
y  en  sentido  literal ,  sino  debajo  de  alegorías  y  figuras 
de  bienes  temporales ,  y  sí  decía  también  que  los  pa- 
dres de  la  vieja  ley  entendían  aquellas  figuras  y  tenían 
noticia  y  fe  y  esperanza  de  bienes  eternos;  declare  sí 
estuvo  presente  á  aquella  junta  el  maestro  Francisco 
Sancho,  y  en  las  demás. 

8."  ítem,  el  mismo  testigo,  en  el  capítulo  8.",  en 
cuanto  dice  que  el  maestro  fray  Luis  defendía  las  in- 
terpretaciones de  judíos  on  Vatablo,  en  los  salmos  y 
Job ,  pido  que  declare  si  los  lugares  en  que  el  dicho 
maestro  defendió  á  Vatablo  fué  el  salmo  3.°,  Domine 
quid  multiplican,  etc.,  y  el  salmo  6.^",  y  en  el  salmo  8.", 
Domine  Dominus  nosler ,  y  de  Job,  en  el  capítulo  4.", 
sobre  aquellas  palabras  :  Et  in  angelis  suis  reperit  pra- 
vitatem,  y  en  el  capítulo  19  sobre  aquellas  palabras  : 
Et  rursum  circundabor  pelle  mea ,  y  en  Esaias  sobre 
aquellas  palabras  :  Geiieralionem  ejus  quis  enarrabit; 
que  declare  sí  fueron  estos  los  lugares  de  la  discordia; 
y  sí  fueron  alguno-;  mas  que  estos ,  que  declare  cuáles 
son  y  cómo  se  declararon ,  y  sí  estuvo  presente  el  maes- 
tro Sancho  á  las  dichas  disputas. 

9.°  ítem ,  el  mismo  testigo,  por  cuanto  en  su  depo- 
sición dice  muchas  veces  que  el  dicho  maestro  fray 
Luís  defendía  interpretaciones  de  judíos ,  pido  que  de- 
clare sí  las  interpretaciones  que  llama  de  judíos  son  las 
que  da  Vatablo  en  la  Biblia  de  Roberto,  ó  si  se  traían 
algunos  libros  de  rabíes  ó  de  otros  judíos  ,  cuyas  ínter- 
pretacionos  defendiese  el  dicho  maestro  fray  Luis. 

10.  ítem,  el  mismo  testigo,  en  el  decimotercero  ca- 
pítulo, en  cuanlo  dice  que  el  dicho  maestro  fray  Luis 
sustentó  en  un  acto  que  había  muchas  cosas  mal  tras- 
ladadas en  la  Vulgata,  pido  sea  compelido  que  declare 
este  testigo  qué  cosas  dijo  el  dicho  maesiro  que  esta- 
ban mal  trasladadas ;  y  no  declarándolas  ,  es  incierto 
y  general ,  y  no  prejudica. 

i  1.  liem,  el  lestigo  cuario,  en  el  capítulo  \."  y  3.", 
en  cuanlo  dice  que  oyó  al  dicho  maestro  fray  Luís 
«quod  Canlicum  canticorum  inlellígitur  proprié  de 
)'Salomone  ad  suam  u.vorem»,  pido  que  declare  si  oyó 
decir  al  dicho  maestro  que  los  que  hablaban  allí  prin- 
cipalmente eran  Oíslo  y  la  Iglesia,  sino  que  hablaban 
debajo  de  las  personas  de  Salomón  y  su  esposa ;  y  que 
el  hablar  Salomón  y  su  esposa  era  la  corleza  y  el  sonido 
de  la  lelra,  y  el  hablar  Crislo  y  la  Iglesia  era  el  sentido 
priiicipahnenleprclcndido  por  el  Espírilu  Santo. 

12.  ítem,  el  mismo  leslígo,  en  el  capílulo  4.",  que 
declare  qué  doctrina  era  la  que  oyó  al  dicho  maestro, 
de  la  cual  dice  que,  á  su  parecer,  se  seguía  algún  er- 
ror. Y  si  lo  declarare,  pido  se  me  dé  traslado  dello. 

i'3.  Iiem,  el  testigo  sexto,  en  el  capitulo  1.",  pido 
que  declare  cuál  es  la  traslación  de  san  Ilíerónimo  y 
cuál  es  la  Vulgata,  si  lo  sabe. 

H.  ítem,  el  leslígo  octavo,  en  cuanlo  dice  que  el 
maesiro  fray  Luis  defendía  las  proposiciones  del  me- 
morial que  dice  ,  pido  que  declare  cómo  lo  sabe ,  si  se 


CONTRA  FRAY 

lo  dijo  otro  ó  si  las  oyó  él  defender ;  y  si  las  oyó  él  de- 
fender, declare  cómo  y  cuándo  y  adonde  y  delante  de 
quién. 

io.  ítem,  el  testigo  decimoquinto,  en  el  primero  ca- 
pitulo, en  cuanto  dice  que  estaba  presente  cierta  per- 
sona que  nombró,  pido  que  se  tome  el.  dicho  á  aquella 
persona  que  dice  estaba  presente. 

16.  ítem,  el  mismo,  en  el  capítulo  2.",  en  cuanto 
dice  que  el  maestro  fray  Luis  le  dijo  de  un  libro  de  una 
cierta  revelación ,  que  declare  si  supo  después  que  el 
dicho  maestro  vino  á  este  lugar  y  dio  noticia  del  dicho 
libro  y  de  quién  se  lo  habia  mostrado  á  los  señores  que 
administraban  este  Santo  Oficio,  y  vio  el  mismo  papel 
que  sobre  esto  presentó  el  dicho  maestro. 

17.  Cuanto  á  los  tres  postreros  testigos ,  digo  que, 
atento  que  el  primero  dellos  declara  la  persona  que  le 
dijo  lo  del  f¿Aío,  etc.,  pido  y  suplico  á  vuestras  merce- 
des que  á  mi  costa  manden  traer  ante  sí  á  la  dicha  per- 
sona ,  y  sea  preguntado  cómo  lo  sabe  ,  si  lo  vio  ó  si  lo 
oyó  á  otro.  E  habiéndolo  oido,  declare  á  quién ,  y  tam- 
bién venga  á  mi  costa ,  hasta  que  se  sepa  el  origen  des- 
ta  fábula. 

18.  Cuanto  al  segundo  testigo  dejlos  tres  sobredichos, 
atento  á  que  nombra  cierta  persona  á  quien  lo  oyó,  pido 
y  suphco  á  vuestras  mercedes  que  á  mi  costa  sea  traída 
delante  de  vuestras  mercedes  la  dicha  persona  para  que 
declare  cómo  lo  sabe,  si  se  halló  presente  al  convite,  y 
declare  las  demás  personas  que  estaban  en  el  dicho  con- 
vite, y  todos,  á  mi  costa,  vengan  á  decir  sus  dichos;  é 
ansimismo ,  si  aquella  persona  dijere  habello  oido  de 
otro,  venga  la  tal  persona  á  decir  su  dicho  sobre  ello 
ante  vuestras  mercedes. 

19.  Cuanto  al  tercero  testigo  destos  tres,  atento  que 
el  dicho  testigo  declara  otras  personas  que  uno  lo  ha- 
bia dicho  á  otro ,  pido  y  suplico  á  vuestras  mercedes 
que  las  dichas  personas  vengan  á  mi  costa  ante  vues- 
tras mercedes  á  decir  sus  dichos  y  declarar  la  verdad, 
si  se  hallaron  presentes  al  convite  ó  si  lo  oyeron  á  otros, 
y  á  quién.  Y  ansimismo  las  otras  á  quien  dijeren  ha- 
bello-oído  vengan  ante  vuestras  mercedes,  hasta  llegar 
al  principio  de  quien  inventó  esta  fábula,  para  que,  sa- 
bida la  verdad,  el  que  tuviere  culpa  sea  castigado  con- 
forme á  su  delicio. 

20.  Otrosí,  pido  y  suplico  á  vuestras  mercedes  que 
para  declaración  de  lo  que  tengo  dicho  acerca  del  testi- 
go quince,  manden  buscaren  este  Santo  Oficio  una  de- 
nunciación y  declaración  mia  que  está  escrita  y  firma- 
da de  mi  nombre,  hecha  en  el  mes  de  setiembre  del 
año  pasado  de  62  ó  de  63  ante  los  señores  inquisidores 
Riego  y  Guijelmo  acerca  del  libro  de  que  depone  el 
dicho  testigo  quince. 

21.  Otrosí ,  pido  y  suplico  á  vuestras  mercedes  que, 
de  lo  que  los  sobredichos  testigos  respondieren  á  las 
dichas  repreguntas  me  manden  dar  copia  clara  y  en- 
teramente ,  por  cuanto  ellos  son  falsos  y  perjuros  y  han 
depuesto  con  dolo  y  malicia ,  y  engañado  á  vuestras 
mercedes  para  dañarme  y  vengarse  de  mí  con  el  mi- 
nisterio de  este  Santo  Oficio,  lo  cual  pretendo  mostrar 
clara  y  abiertamente  de  sus  mismas  respuestas ,  las  que 
dieren  á  las  repreguntas  sobredichas,  y  mostrándolo, 
pedir  que  sean  castigados  de  vuestras  mercedes  por 


LUIS  DE  LEÓN.  lxvii 

ello,  conforme  á  derecho  y  á  lo  que  su  maldad  merece. 
Y  es  cosa  justa  y  debida  que  vuestras  mercedes  den 
favor  á  esta  averiguación,  y  la  procuren  con  deseo  y 
cuidado,  por  la  ofensa  que  los  sobredichos  con  su  mal- 
dad y  mentira  y  engaño  han  hecho  á  vuestras  merce- 
des y  á  la  santidad  deste  Oficio ,  y  á  la  honra  del  reino 
y  bien  público  de  la  Iglesia ,  en  la  cual  por  su  particu- 
lar pasión  han  puesto  tan  grande  escándalo  como  es 
notorio;  y  Dios  los  castigará  como  merecen,  si  ya  no 
los  ha  castigado.  —  Fray  Luis  de  León.  —  El  doctor 
Ortiz  de  Funez.  —  Hay  una  rúbrica. 

NUEVA  RESPUESTA  DE  FRAY  LLIS  DE  LE0\,  ESCRITA  DE  SU  MA- 
NO ,  Á  LOS  TESTIGOS  PRIMERO  Y  TERCERO  ,  Y  PRESENTADA 
E>'  23  DE  JUNIO  DE  lü75  ANTE  LOS  SEÑORES  INQUISIDORES 
LICENCIADOS  DIEGO  GONZÁLEZ  É  SANTOS. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  en 
el  pleito  que  traigo  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio, 
para  mayor  declaración  de  mi  justicia  ,  y  de  la  maldad 
de  los  testigos  que  contra  mí  han  depuesto ,  suplico  á 
vuestras  mercedes  adviertan  á  lo  siguiente  : 

Capitulo  1."  Acerca  de  lo  que  el  testigo  primero  de- 
pone contra  mí  en  el  capítulo  2.",  demás  de  loque  ten- 
go respondido,  digo  que  juntando  con  este  capítulo  2." 
lo  que  él  mismo  depone  en  el  capítulo  o."  y  en  el  ca- 
pítulo 8.'',  y  las  conclusiones  que  entonces  presentó,  se 
conoce  claramente  que  el  dicho  testigo  es  hombre  sin 
consciencia,  y  falso  y  engañoso  y  perjuro ,  y  conócese 
en  esta  manera.  En  el  dicho  capítulo  2."  dice  que  yo 
quito  autoridad  á  la  Vulgata,  diciendo  que  hay  en  ella 
hartas  falsedades,  y  que  lo  sabe  porque  es  público  ha- 
bello yo  enseñado;  y  depone  esto  en  el  diciembre  de  71. 
En  el  capítulo  5.°  y  8."  dice  que  en  un  papel  que  pre- 
senta están  las  proposiciones  que  yo  y  otros  decíamos, 
á  las  cuales  se  reduce  lo  que  antes  habia  depuesto  de 
nosotros ;  las  cuales  supo  de  diversos  estudiantes  que 
se  las  dijeron,  ofendidos  de  la  novedad  dellas  ,  etc. ;  y 
esto  depone  el  diciembre  del  año  de  72 ,  un  año  des- 
pués de  lo  depuesto  en  el  capítulo  2."  y  nueve  meses 
después  de  mi  prisión;  y  dice  que  le  dijeron  las  dichas 
proposiciones  los  dichos  estudiantes  el  julio  pasado  ha- 
cia un  año ,  que  fué  el  julio  de  71 ,  que  fué  nueve  me- 
ses antes  de  mi  prisión  y  seis  meses  antes  de  su  pri- 
mera deposición. 

El  papel  de  las  proposiciones  que  presentó,  en  la  pro- 
posición 14  dice  desta  manera  :  (cHaec  translatio  quam 
»habet  Ecclesia ,  continet  multa  falsa ,  sed  non  in  iis 
))quae  pertinent  ad  fidem  ñeque  ad  mores.»  Desto  se 
collige  mauiliestamente  que  lo  queá  este  testigo  ledi- 
jeron  haber  dicho  yo  de  la  Vulgata  (si  se  lo  dijo  algu- 
no, y  no  lo  inventó  de  su  cabeza)  es  lo  que  dice  la  di- 
cha proposición  14,  y  que  él  maliciosa  y  falsamente  en 
la  primera  deposición  que  hizo  contra  mi  en  el  diciem- 
bre de  71 ,  habiendo  oido  la  dicha  proposición  por  el  ju- 
lio del  mismo  año,  calló  della  lo  que  la  podía  sanear, 
que  son  aquellas  palabras :  «Sed  non  in  iis  quae  perti- 
))  nent  ad  fidem  ñeque  ad  mores ;  »  y  dijo  solo  lo  que 
podia  hacer  escándalo ,  diciendo  en  el  capítulo  2.°  que 
decía  yo  que  tenia  hartas  falsedades.  Y  aunque  es  ver- 
dad que  yo  nunca  dije  ni  leí  que  la  Yulgata  tiene  sen- 
tencia falsa,  antes  leí  lo  contrario,  como  tengo  dicho; 


Lxvm 

pero  caso  negado  que  fuera  ansí  como  los  estudiantes 
dice  este  testigo  se  lo  dijeron,  hay  tanla  diferencia  délo 
que  á  él  le  dijeron  y  parece  en  la  diclia  proposición ,  á 
lo  que  él  depuso  contra  mí  en  el  dicho  capítulo  2°,  co- 
mo la  hay  del  cielo  á  la  tierra.  Porque  quien  dice  que 
la  \ulgata  tiene  falsedades,  pero  no  en  lo  que  toca  ala 
fe  (a)  y  costumbres ,  manitiestamente  confiesa  que  es 
cierta  y  infalible  en  todo  lo  que  tocaá  la  instrucción  de 
la  fe  y  costumbres,  y  muestra,  por  consiguiente,  que  las 
falsedades  que  dice  haber  en  ella  son  en  cosas  de  poca 
importancia ,  y  en  cosas  en  que  ni  á  la  fe  ni  á  las  cos- 
tumbres no  va  nada  en  que  se  lean ,  ó  ansí  ó  de  otra 
manera,  como  es,  verbi  gralia,  poner  vm  nombre  de  un 
animal  por  otro ,  ó  de  una  yerba  ó  de  una  piedra  ó 
otras  cosas  semejantes.  Pero  quien  dice  absolutamente 
que  tiene  muchas  falsedades ,  hácela  sospechosa  en  to- 
das las  cosas ,  ansí  las  que  importan  como  las  que  no 
importan.  Y  como  si  diciendo  yo  agora  que  Dios  no 
promete  el  cielo  á  los  hombres  malos,  viniese  uno  y  me 
acusase  ante  vuestras  mercedes ,  y  dijese  que  decía  yo 
que  Dios  no  prometía  el  cielo  á  los  hombres ,  y  callase 
los  malos,  este  lal  me  levantaría  falso  testimonio  y  se- 
ria perjuro;  ansí,  ni  mas  ni  menos,  lo  es  este  testigo  en 
este  artículo,  pues  habiéndole  dicho  de  mí  lo  de  la  pro- 
posición 14,  cortó  por  medio  la  dicha  proposición,  y 
calló  lo  bueno  della,  y  dijo  solo  lo  primero,  y  lo  que  di- 
cho á  solas  había  de  sonar  y  parecer  mal ;  lo  cual  es 
justo  que  vuestras  mercedes  adviertan  y  castiguen  se- 
veramente, porque  si  semejantes  maldades  y  calum- 
nias pasan  sin  castigo  ,  no  estará  segura  la  misma  ino- 
cencia. 

Capitulo  2."  ítem  mas,  acerca  del  testigo  tercero,  en 
el  capítulo  7."  y  8.",  en  cuanto  dice  que  cuando  se  exa- 
minó la  Biblia  de  Vatablo  le  defendí  en  ciertas  inter- 
pretaciones ;  demás  de  lo  dicho  ,  digo  que  este  testigo 
en  deponer  esto  contra  mí  muestra  claramente  la  ene- 
mistad que  me  tiene  y  su  mala  conscicncia ,  y  como  en 
todo  pretendió  oscurecer  la  verdad;  y  la  razón  es  ma- 
nifiesta, porque  las  intcrprclaciones  que  dice  defendía 
yo,  ó  las  pasaron  y  aprobaron  los  demás  maestros  que 
se  hallaron  en  aquellas  juntas ,  ó  las  enmendaron  ó  bor- 
raron. Si  las  aprobaron  gran  maldad  es  la  de  este  tes- 
ligo  en  ponerme  por  culpa  lo  que  á  todos  los  demás,  y 
á  este  testigo  con  ellos,  en  la  resolución  de  la  dispula 
pareció  bien.  Si  las  enmendaron  en  algo,  siendo  ver- 
dad, como  está  probado,  que  voy  todos  en  el  íin  délas 
juntas  nos  resolvimos  en  una  misma  cosa,queera  arjue- 
lla  que  al  maestro  Sancho  con  la  ma\or  parte  parecía; 
y  siendo  verdad  que  yo  (irme  toda  la  censura  y  juicio 
y  enmienda  que  se  hizo  sobre  aquella  Biblia,  como  pa- 
recerá en  ella,  manifiesta  cosa  es  que  en  última  resolu- 
ción mi  parecer  fué  que  se  enmendasen  los  dichos  lu- 
gares si  se  enmendaron ,  y  que  ansí  lo  firmé  de  mí  nom- 
bre. Y  cosa  sabida  es  que  aquelio  en  que  últimamente 
se  resuelve  el  que  dis[(ula,  aquel  es  su  verdailero  pare- 
cer. Y  ansí,  porambas  parles  consta  que  yo  no  sentí  en 
aquellas  juntas  sino  lo  que  todos  los  demás  sintieron,  y 
quesle  testigo  está  tan  ciego  de  enemistad  y  tan  daña- 
do en  la  conciencia,  que,  ó  me  acusado  lo  que  él  mi- 
mo aprobó,  ó  resolviéndome  en  lo  que  él,  me  achaca  lu 

(a)  Hemos  sDplido  la  palabra  fe  que  no  está  en  el  original. 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 

que  disputé  antes  que  me  resolviese.  Y  suplico  á  vues- 
tras mercedes  que  en  la  margen  de  mi  respuesta ,  la 
que  presenté  el  mayo  pasado,  se  haga  memoria  destos 
dos  capítulos,  de  cada  uno  en  su  lugar,  para  que  cuan- 
do aquella  se  viere  se  vea  esto  también.  —  Fray  Luis 
de  León. 


PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SO  MANO  Y 
PRESENTADO  EN  VALLADOLID,  Á  23  DE  JUNIO  DE  1573,  ANTE 
LOS  SEÑORES  INQUISIDORES  LICENCIADOS  DIEGO  GONZÁLEZ  É 
SANTOS,  EN    LA  AUDIENCIA  DE  LA   MAÑANA. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León  di- 
go: Que  muchas  veces  antes  de  agora,  y  señaladamente 
en  4  desle  mes  presente ,  por  una  petición  he  suplica-, 
do  á  vuestras  mercedes  lo  siguiente : 

Lo  uno,  que  vuestras  mercedes  sean  servidos  man- 
dar que  se  traiga  la  Biblia  de  Vatablo  que  original- 
mente enmendamos  los  maestros  de  Salamanca,  para 
presentar  algunas  partes  della  que  convienen  á  mi  de- 
fensa. 

Lo  segundo,  que  se  me  muestren  mis  papeles  para 
presentar  dellos  en  este  proceso  los  que  en  dicha  peti- 
ción señalé,  y  señalar  en  ellos  las  parles  y  palabras  en 
que  los  presento. 

Lo  tercero,  que  acerca  del  testigo  octavo  de  los  que 
deponen  contra  mí ,  se  me  declare  si  depone  como  de 
oídas  ó  como  de  vista;  porque  en  la  copia  que  me  fué 
dada  no  está  declarado. 

Lo  cuarto,  que  acerca  de  los  tres  testigos  que  sobre- 
vinieron se  me  declare  qué  banquete  fué  donde  dicen 
que  yo  dije  lo  del  vino,  y  qué  personas  las  convidadas; 
lo  cual  no  se  me  debe  de  negar,  por  cuanto  estos  sobre- 
dichos testigos  que  deponen  contra  mí ,  ni  los  que  les 
dijeron  á  ellos  lo  que  deponen,  no  se  hallaron  en  el  di- 
cho banquete.  Y  ansí ,  aunque  se  me  declare  la  casa  y 
las  personas  que  se  hallaron  en  él,  no  es  en  perjuicio 
de  los  dichos  testigos,  ni  es  darme  noticia  dellos  di- 
recta ni  indirectamente  ,  como  es  notorio.  Y  cuando 
esto  no  hubiese  lugar,  tengo  pedido ,  y  ansí  lo  torno  á 
pedir  y  suplicar  agora,  que  vuestras  mercedes  mcman- 
den  dar  noticia  del  año  y  mes  y  día  en  que  deponen 
haber  sido  el  dicho  convite;  lo  cual  no  se  me  puede  ni 
debe  negar. 

Lo  quinto,  que  se  me  manden  dar  unos  cuadernillos 
de  fray  Diego  de  Zúñiga ,  que  están  entre  mis  papeles, 
por  los  cuales  pretendo  mostrar  que  es  falso  en  cierta 
cosa  de  las  que  depone  contra  mí.  Todo  lo  cual  hasta  ago- 
ra no  se  ha  proveído  por  vuestras  mercedes  ,  en  lo  cual 
padece  mi  justicia,  porque  sin  la  copia  y  noticia  dcs- 
tas  cosas  sobredichas  no  me  puedo  defender  entera- 
mente, como  es  notorio,  y  en  la  dilación  puede  iiabcr 
peligro,  y  mi  inocencia  rccebir  daño.  Por  lo  cual  su- 
plico á  vuestras  mercedes  de  nuevo  lo  manden  pro- 
veer; ó  si  no  ha  lugar,  me  lo  digan  para  que  yo  no  sea 
mas  importuno,  y  pueda  hacerlo  que  á  mi  justicia  con- 
viene. — Fray  Luis  de  León. 

NUEVO  ESCRITO  DEL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  en 
el  i)lcito  que  traigo  con  el  fiscal  deslc  Santo  Oficio, 


CONTRA  FRAY 

(ligo  :  Que  el  testigo  tercero  de  los  que  el  dicho  fiscal 
présenlo  contra  mí,  en  el  capitulo  7."  dice  que  en  las 
juntas  que  se  hicieron  sobre  la  Biblia  de  Vatablo,  dijo 
él  que  Vatablo  era  judío ,  y  que  para  prueba  deilo,  dis- 
curriendo por  todos  los  lugares  de  los  salmos  que  los 
apóstoles  y  evangelistas  alegan  y  declaran  en  el  Nuevo 
Testamenlo,  mostró  que  el  dicho  Vatablo  no  los  decla- 
raba como  ellos,  sino  como  los  declaran  los  judíos,  pre- 
tendiendo por  esto  dar  á  entender  que  yo,  de  quien  él 
dice  que  defendía  al  dicho  Vatablo,  debía  ser  del  mis- 
mo error  y  falsedad  que  debajo  deste  nombre  de  judíos 
se  significa.  En  lo  cual  todo  el  dicho  testigo  no  dice 
verdad,  y  engaña  manifiestamente  á  vuestras  mercedes, 
y  es  perjuro  y  calumniador ,  como  hombre  no  cristia- 
no, sino  enemigo  y  sin  ley.  Y  que  esto  sea  ansí,  co- 
nocello  han  vuestras  mercedes  abiertamente  en  esta 
manera. 

Si  yo  mostrare  que  Vatablo  en  los  dichos  salmos  y 
sus  interpretaciones,  todos  los  pasos  dellos  que  los 
apóstoles  y  evangelistas  alegan  en  el  Nuevo  Testamen- 
to los  declara  y  entiende  como  ellos ,  de  Cristo  y  de  su 
pasión  y  resurrección  y  divinidad  y  obras  maravillo- 
sas, sin  dejar  ningún  paso  ni  lugar,  evidentemente  se 
sigue  que  lo  que  este  testigo  afirma  de  Vatablo,  que  es 
judío,  es  falso  testimonio  que  le  levanta.  Y  lo  que  dice 
que  mostró  él  [tor  todos  los  pasos  de  los  salmos  que 
alegan  los  apóstoles,  que  los  declaraba  Vatablo  como 
judío,  es  mentira  manifiesta;  y  el  querer  por  medio 
destas  mentiras  poner  sospecha  en  mí,  es  maldad  y  ca- 
lumnia diabólica.  Pues  mostrallo  he  claramente  ponien- 
do todos  los  salmos  y  lugares  dellos  que  los  apóstoles 
declaran  en  el  Nuevo  Testamento,  y  refiriendo  junta- 
mente las  palabras  que  el  dicho  Vatablo  dice  sobre  los 
mismos  salmos  y  lugares,  sin  añadir  ni  quitar  cosa  nin- 
guna ;  de  las  cuales  constará  que  en  todos  ellos  sigue 
Vatablo  el  sentido  de  los  apóstoles.  Y  comenzaré  del 
salmo  109,  Dixit  Dominus Domino,  etc.,  que  es  el  mas 
señalado  y  donde  mas  nos  contradicen  los  judíos. 

\°  Este  salmo  i  09  lo  alega  y  declara  Cristo  de  sí 
en  el  capítulo  22  de  San  Mateo  y  en  el  capítulo  12  de 
San  Juan  y  en  otros  lugares.  —  Vatablo  en  el  principio 
del  comento  del  mismo  salmo  dice  ansí  :  «Falso  judaei 
»hunc  psalmum  fuisse  scriptum  ci  quodam  cantore  exis- 
))timant,  vertentes  psalmum  de  Davide,  nam  de  Christo 
))est  scriptus;  et  de  ortu  regni  ejus,  potentia  et  mira- 
»bili  successu  priorem  versum  de  se  interprelatur  Chris- 
))tus  Matthaei  22,  et  Paulus  ad  hebraeos  1."»  Y  prosi- 
gue declarando  todo  el  salmo  de  Cristo,  palabra  por  pa- 
labra, como  se  ve  en  el  sobredicho  lugar. 

2.°  El  salmo  2.°,  Quare  fremuerwit  gentes ,  lo  alega 
y  declara  de  Cristo ,  y  de  la  conjuración  que  hicieron 
contra  él  Pilato  y  los  pontífices  de  los  judíos,  san  Pedro 
en  el  capítulo  4.'  de  los  Actos,  y  san  Pablo  en  el  capí- 
lulo  15  del  mismo  libro,  y  en  el  capítulo  1.°  y  5.°  de 
la  epístola  Ad  hebraeos. 

Vatablo  sobre  el  mismo  salmo ,  luego  al  principio, 
dice  ansí:  «Continet  enim  psalmr  -  prophetiam  con- 
xjurationís  judaeorum  et  gentiuu'  idversus  Christum  ; 
))ut  ex  Actorum  cap.  4  videmus.  >  /  prosigue  declarán- 
dolo todo  de  Cristo  y  de  su  reir  y  resurrección ,  co- 
mo en  él  se  parece. 


LUIS  DE  LEÓN.  lxix 

3."  El  salmo  8.",  Domine  Deusnoster,  que  es  el  sal- 
mo solo  que  trujo  á  examen,  y  de  que  hizo  muestra  es- 
te testigo  para  acusar  á  Vatablo  de  que  se  apartaba  de 
las  declaraciones  de  los  apóstoles ;  pues  deste  salmo  el 
verso  3.",  Ex  ore  infanlium,  etc.,  Cristo  en  el  capítu- 
lo 21  de  San  Mateo  lo  aplica  á  los  niños  que  le  alaba- 
ban. Y  el  verso  6.",  Minuisli  eum  pauló  minüs,  etc.,  san 
Pablo  en  el  primero  capítulo  Ad  hebraeos  lo  aplica  á 
Cristo. 

Vatablo  en  este  salmo,  con  ser  adonde  parece  que  se 
allega  menos  al  sentido, de  los  apóstoles,  dice  ansí  so- 
bre el  verso  3.";  después  de  haber  dado  un  sentido,  aña- 
de :  «  Cristus  hunc  locum  Davidis  ad  rem  suam  accom- 
wmodavit  dum  ei  acclamarent  infantes  in  templo  Jero- 
Msolymitano,  Matt.,  21,  ut  ostcnderet  pueros  laudem 
))Dei  et  Servatoris  depraedicare.  Non  est  aulem  absur- 
))dum  eumdem  locum  Scripturae  ad  dúo  accommodari: 
))Christus  et  Apostoli  sententiam  Scriplurarum  genera- 
))lem  speciatim  iaterdíim  tractant  et  interpretantur, 
»quod  illud  Matth.  2.",  Ex  Egipto  vocavi  filium  meum, 
»satis  ostendit. » 

Sobre  el  verso  6.''  dice  :  «Hic  locus  citatur  in  epis- 
))tola  ad  hebraeos  accommodaturque  Christo,  accommo- 
Mdatur  autem  et  ad  homincm  et  ad  Christum  filium  ho- 
))minis.  Sic  plura  loca  sunt  quae  duplicem  habent  sen- 
)>sum  propheticum,  scilicet,  et  propheliae  expertem,  id 
»est,  nudum  et  simpliccin.  Quidquid  praedicat  Scrip- 
))tura  de  hominis  dignitate,  Christo  primíim  ut  generis 
))nostri  capiti  et  instauralori  congruit :  unde  hic  ver- 
))sus  et  sequentes  jure  in  ea  epístola  de  eo  exponun- 
»tur.  »  En  lo  cual  Vatablo  sigue  la  regla  de  Ciconio,  y 
san  Augustin  pone  y  aprueba  en  el  tercero  libro  De  doc- 
trina cristiana  que  es  regla  comunmente  recibida. 

Deste  mismo  parecer  de  que  se  habla  aquí  de  la  dig- 
nidad del  hombre  en  común ,  que  es  propia  de  Cristo, 
como  de  cabeza  de  los  hombres,  es,  como  se  ve  por  sus 
exposiciones,  san  Crisóstomo  sobre  este  salmo  y  sobre 
el  salmo  48,  y  en  la  homilía  5."  De  incomprehensibili 
Dei  natura  ,  y  Teodoreto  y  Eutimio  sobre  este  lugar,  y 
san  Augustin  aquí  parece  decir  lo  mismo. 

4."  Del  salmo  16,  Conserva  me,  Domine,  el  verso  10, 
«Quoniam  non  dcrelinques  animam  meam  in  inferno, 
«nec  dabis  sanctum  tuum  videre  corruptionem  ,»  san 
Pedro  en  el  capítulo  2."  y  13  del  libro  de  los  Actos  las 
alega  y  declara  de  Cristo  y  de  su  resurrección. 

Vatablo  sobre  el  mesmo  salmo  y  verso  dice  ansí : 
«Corruptionem  vel  foveam,  id  est,  non  permitios  utis 
))quem  sanctificasti ,  sive  sanctum  esse  vis  et  corrup- 
))tionis  expertem  diü  commoretur  in  fovea  et  sepulchro, 
))et  sentiat  corruptionem  ,  sitque  expers  resurrectionis 
»et  vitae  eternae,  sed  mox  resurgere  facies,  repelitio 
west,  nam  derelinqui  in  inferno  et  videre  corruptionem 
»idem  significant.  Videre  foveam  est  condi  in  foveam 
wad  corruptionem.  Hic  locus  implicitus  est  in  Salvato- 
))re  noslro,  ut  Actuum  2  et  13  ciíatur  ab  Apostolis. » 

5."  El  salmo  17,  Diligam  te,  Domine,  fortitudo  mea, 
como  consta  del  título  del,  y  de  lo  que  se  escribe  en  el 
capítulo  22  del  2  de  los  Reyes,  David  lo  compuso  de  sí 
cuando  acabó  de  alcanzar  victoria  de  todos  sus  enemi- 
gos. Pero  porque  en  esto  David  representaba  la  perso- 
na de  Cristo,  y  sus  victorias  fueron  sombra  ó  imagen  de 


LXX 

las  que  Cristo  alcanzó  en  la  cruz,  del  pecado  y  de  la 
muerte,  y  de  la  grandeza  del  poderío  y  reino  que  el  Pa- 
dre le  dio  por  su  obediencia  ;  por  esto  san  Pablo,  en  la 
epístola  Ad  romanos,  alega  de  aquellas  palabras  cons- 
tilites  me  in  caputgentium,  para  probar  la  vocación  de 
las  gentes  al  cristianismo. 

Vatablo,  en  las  annotacioues  de  la  margen  sobre  el 
mismo  salmo,  dice  ansí:  «Psalmus  Cbrislo  et  mem- 
wbris  ejus  conveniens. »  Y  sobre  el  verso  que  cita  san 
Pablo  dice  gentium  vocatio.  Y  poco  después  dice  : 
<(Gratias  agit  Cliristus  Patri,  quod  rejeclis  adversariis, 
wconstituat  eumin  caput  gentium.  » 

6."  El  salmo  18,  Coeli  enarrant,  san  Crisóstomo  en 
la  homilía  9.''  Ad  populum  antiochenum,  y  Teodoreto  y 
Eutimio  sobre  el  mismo  salmo ,  y  otros  doctores  santos 
y  católicos,  le  declaran  á  la  letra  de  los  cielos  materia- 
les y  de  la  hermosura  y  orden  dellos,  que  son  como  vo- 
ces que  de  contino  están  alabando  á  Dios,  y  que  san  Pa- 
blo en  el  capítulo  10  Ad  romanos,  en  sentido  allegóri- 
co,  aplica  á  los  apóstoles  aquel  verso  In  omnem  terraní, 
etc. ,  y  los  llama  cielos  porque  los  apóstoles  son  en  la 
Iglesia  como  los  cielos  en  el  mundo. 

Vatablosobre  el  mismo  salmo,  siguiendo  el  mismo  ca- 
mino de  los  santos  citados,  dice  ansí  :  «Quod  hic  dici- 
Mlur  de  coelis,  Paulus  ad  rom.,  10,  accommodat apos- 
»tolis  per  allegoriain  ,  qui  non  alitér  in  universo  orbe 
wpotentiam  et  majestalem  Dei  celebraverunt  et  prae- 
))dicaverunt,  quaní  illas  accuratissima  coclorum  struc- 
»tura  eloquitur  et  denuntial  hominibus  ubivis  terrarum 
«habitantibus. » 

7."  El  salmo  21,  Deus  meus,  Dcus  meiis,  san  Mateo 
en  el  capítulo  27  y  san  Juan  en  el  capitulo  19  lo  apli- 
can á  Cristo  y  ásu  pasión. 

Vatablo  al  principio  del  dice  ansí :  David  sustinet 
hkpersonam  Chrisli.  Y  poco  después  :  «  David  in  mag- 
))na  aliqua  calainitalc  positus  dum  suam  angustiam  am- 
))piilicat,pracdicit  magnos  illos  cruciatus  et  graves  ig- 
wnominias  quibus  oüm  aniciendus  erat  Cliristus.  »  Y  en 
las  glosillas  de  la  margen  dice  otras  muchas  cosas  en 
esta  sentencia. 

8."  El  salmo  30,  In  le,  Domine,  speravi.  Cristo  en  el 
capítulo  23  de  San  Lúeas  dijo  del  en  su  nombre  el  ver- 
so 6."  :  In  mames  lúas,  Domine,  commendo  spiritum 
meum. 

Vatablo  al  principio  del,  en  la  glosa  de  la  margen, 
dice  ansí  :  «Cliristo  ut  capiti  competit  hic  psalmus, 
wdeinde  membris.  »  Y  en  el  texto  sobre  ol  verso  fi."  di- 
ce :  «  Christum  haec  verba  dixisse  in  cruce  rofcrt  Lu- 
scas, 23,  quo  manifestum  lil  Davidern  typum  Christi 
)»fu¡sse. ))  Por  el  mismo  camino  que  se  entiende  de  Da- 
vid en  figura  de  Cristo,  Teodoreto,  Eutimio,  Lirano  y 
su  defensor.  De  Cristo  y  sus  miembros,  san  Agustín. 

9."  El  salmo  39,  Expeclans  expcclavi  Donñmnn. 
Destc  salmo  san  Pablo  Ad  hcbraros,  líl,  aloga  y  aplica 
á  Cristo  aquí^l  verso  :  ((Sacriíicium  el  oblaüonem  no- 
whiis'i,  corfius  aulern  a|itasti  milii.» 

Vatablo  al  principio  del  mismo  salmo,  en  la  glosa  de 
la  márgon  ,  dice  así  :  «Christi  graliarnm  actio  pro  sui 
«liberatione.»  Y  sobre  el  mismo  verso  ene)  texto  dice, 
Ad  hebraeos,  10:  (dlaec  vorhaChrisloaccommodantur, 
»cujus  typus  fuít  David.  »  Que  David  representa  aquí 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


Cristo  y  á  la  Iglesia,  Teodoreto  y  Crisóstomo  sobre  es- 
te salmo. 

10.  El  salmo  40,  Beatus  vir  qui  intelligit,  etc.  Deste 
salmo  en  el  capítulo  28  de  San  Mateo  se  aplican  á  Ju- 
das y  á  su  traición  aquellas  palabras :  «  Qui  edebat  pa- 
))nes  meos  ,  magnificavit  super  me  supplantationem.» 

Vatablo  sobre  el  mismo  verso,  en  la  glosa  de  la  mar- 
gen, dice  ansí :  Judae  proditoris  perfidia.  Y  en  la  glo- 
sa del  texto  dice  :  «Joan.,  13.  Christus  de  proditore  suo 
wJuda  hunc  versum  interpretatur :  David  enim  ipsius 
))erat  figura. » 

U.  E\sa.\mo  íi,  Eructavit  cor  meum,  etc.  Deste  sal- 
mo Ad  hebraeos,  1 ,  san  Pablo  entiende  de  Cristo  aque- 
llas palabras  :  Sedes  tua ,  Deus,  in  saeculum ,  etc. 

Vatablo  al  principio  del ,  en  la  glosa  del  texto,  dice 
ansí :  <(  Quae  hic  dicuntur  de  Salomone  et  conjuge  ejus, 
«omninó  inlerpretanda  sunt  de  Christo  et  Ecclesia.»  En 
lo  cual  sigue  asan  Hierónimo,  que  sobre  el  primero  ca- 
pítulo del  Ecclesiastes  dice  lo  mismo,  esto  es ,  que  en 
este  salmo,  en  la  persona  y  figura  de  Salomón,  se  habla 
de  Cristo.  Y  añade  el  mismo  Vatablo  sobre  el  verso  C.° : 
«Hic  locus  in  primis  ad  Messiam  pertinet. »  Y  sobre  el 
verso  que  cita  san  Pablo  dice  :  «  Ut  intelligamus  quae 
)>in  hoc  psalmo  dicuntur,  tantum  compelere  in  Salo- 
»monem,  ut  in  typum  Mcssiae  veri  Dei. » 

12.  El  salmo  68,  Salvum  me  fac,  Deus,  san  Mateo  en 
el  capítulo  27  alega  y  declara  de  Cristo  aquellas  pa- 
labras que  en  él  se  dicen  :  «  Dederunt  in  escam  meam 
))fel,  et  in  sití  mea  potaverunt  me  aceto.  » 

A'atablo  en  la  glosa  de  la  margen  dice  ansí :  c(  Chrís- 
))tus  in  angustia  mortís  invocat  Deum.  »  Y  en  el  texto 
sobre  el  mismo  verso  dice  :  «  Hunc  locum  adducit  Mat- 
Hthaeus,  cap.  27.» 

13.  El  salmo  96,  san  Pablo  en  el  capítulo  1."  de  la 
epístola  j4rf  hebraeos,  alega  del  y  declara  de  Cristo  aquel 
verso  :  Adorent  cum  omnes  angeli  Dei. 

Valablo  al  principio  del,  en  la  glosa  del  texto,  dice  an- 
sí:  ((Ejusdem  pené  argumenti  est  hic  psalmus  cum 
"praecedenti;  vatícinium  est  deregno  Christi,  cujus  po- 
»tentía  terrífica  ímpiis,  et  grata  piis  dicitur. »  Y  prosi- 
gue por  todo  el  comento,  declarándolo  palabra  por  pa- 
labra de  Cristo. 

14.  El  salmo  108,  san  Pedro  en  los  Actos  de  los 
apóstoles  alega  del  aquel  verso  :  Et  episcopalum  ejus 
aíter,  y  lo  declara  de  Judas. 

Vatablo  en  la  glosa  de  la  margen  del  mismo  salmo 
dice  ansí:  ((Christi  oratio  contra  Ijlasphematoresgratiae 
))suae.))  Y  sobre  el  mismo  verso  dice:  «De  Jmlaprodi- 
«tore.» 

lo.  El  salmo  117,  san  Mateo  en  el  capítulo  21  ale- 
ga y  declara  de  Cristo  aquel  verso  del :  (¡Lapidem  quem 
«reprobaverunt  eililicantes,  hic  factuscsl  in  caput  an- 
))guli.» 

Valablo  sobre  el  mismo  verso  dice  ansí:  a  Quae  hic 
))tra(Iuntur  ,  jiroprie  de  Chrislo  inlelligi  debent ,  ut 
))ipse  Christus,  Malth.,21,  interpretatur,  qui  íi  ser  i  bis 
«et  pharisaeis,  qui  po|»uli  principes  crant,  repudiatus, 
»tandein  ?i  Deo  conslilulus  est  princeps  et  Rex.»  (Vi- 
de  Act. ,  4.) 

Estos  son  los  salmos  y  lugares  dellos  que  en  el  Nue- 
vo Testaiiiontü  se  alegan  y  declaran  de  Cristo  y  de  sus 


CONTRA  FRAY 

obras,  en  los  cuales,  comoconsta  evidentemenle  de  lo 
alegado,  Valablo  ,  como  cristiano  y  católico,  sigue  en 
todos  ellos  el  sentido  en  que  los  apóstoles  los  alegan. 

Y  para  mayor  prueba  de  que  las  interpretacionesdel 
dicho  Vatablo  son  de  hombre  católico,  y  de  que  el  so- 
bredicho testigo  tercero  en  decir  la  contrario  le  levanta 
á  él  falso  testimonio,  y  á  mí  me  calumnia  maliciosa- 
mente, digo  que,  no  solo  en  los  lugares  de  los  salmos 
que  alegan  los  apóstoles  sigue  sus  sentidos  y  declara- 
ciones, como  he  probado,  sino  demás  de  aquellos  oíros 
muchos  salmos  que  los  apóstoles  no  alegan  ni  aplican 
á  Cristo,  el  dicho  Vatablo,  como  católico  y  aficionado  á 
la  verdad  del  Evangelio,  los  entiende  y  declara  de  Cris- 
to y  de  su  Iglesia,  y  de  los  misterios  de  nuestra  fe,  muy 
diferentemente  de  como  los  declaran  los  judíos.  Y  ale- 
garé aquí  los  salmos  en  que  hace  eslo,  para  que  se  pue- 
da ver  que  digo  verdad. 

Declara  Valablo  de  Cristo  y  de  los  misterios  del  Evan- 
gelio, demás  de  lo  dicho,  el  salmo  46  por  toda  la  glosa 
del  te.xto ,  el  salmo  47  en  la  glosa  del  texto  y  de  la  mar- 
gen, el  salmo  48  en  la  margen,  el  salmo  49  en  el  texto 
y  en  la  margen,  el  salmo  54  en  la  margen,  el  salmo  66 
en  el  texto,  el  salmo  70  en  la  margen,  el  salmo  71  en  j 
la  glosa  del  texto  por  todo  él ,  el  salmo  84  en  las  glosas 
del  texto  y  margen  por  todo  él,  el  salmo  85  en  la  mar- 
gen ,  el  salmo  86  en  la  margen ,  el  salmo  88  en  el  tex- 
to por  todo  él,  el  salmo  92  en  la  margen,  el  salmo  94 
en  la  glosa  del  texto ,  el  salmo  95  en  el  texto  y  en  la 
margen,  el  salmo  97  por  toda  la  glosa  del  texto,  el  sal- 
mo 98  en  el  texto  y  margen  por  todo  él,  el  salmo  101 
en  la  margen  y  en  el  texto  desde  el  verso  Tu  exurgens, 
Domine,  misereheris  Sion,  el  salmo  6í  en  el  texto,  los 
salmos  132  y  148  y  149  en  la  margen  ,  los  salmos  107 
y  116  en  las  glosas  del  texto  y  de  la  margen. 

\  digo  mas:  que  se  vean  sus  glosas  sobre  los  profe- 
tas mayores  y  menores,  y  hallarse  ha  con  verdal  que 
ninguno  de  los  santos  declara  de  Cristo  y  de  la  Iglesia 
y  de  los  misterios  de  nuestra  fe  mas  pasos  y  lugares 
de  profetas  que  declara  Vatablo.  Y  si  no  fuera  proliji- 
dad grande,  yo  alegara  aquí  todos  los  lugares ;  pero  en 
él  se  puede  ver  fácilmente. 

De  todo  lo  cual  se  collige  manifiestamente  lo  que  al 
principio  propuse,  y  es,  que  este  testigo  tercero,  como 
en  lo  demás ,  ansí  en  lo  que  acerca  desto  depuso  en  el 
dicho  capítulo  7.°  no  dijo  verdad ,  y  trató  de  engañar 
maliciosamente  á  vuestras  mercedes ,  para  que,  conci- 
biendo mala  opinión  de  mí ,  me  pusiesen  en  el  estado 
en  que  estoy.  Y  siendo  ansí  en  esto  como  en  otras  cosas 
que  en  mis  respuestas  tengo  señaladas,  este  testigo  fal- 
so y  engañador  conocidamente ,  deben  vuestras  merce- 
des proceder  contra  él  como  contra  tal ,  ansí  por  el 
agravio  particular  de  mi  persona ,  como  por  el  general 
y  mas  principal  que  ha  hecho  á  la  autoridad  y  santidad 
deste  Oficio,  y  á  la  opinión  del  reino  y  al  bien  público 
de  la  Iglesia.  Y  ansí  lo  suplico  á  vuestras  mercedes ,  y 
si  necesario  es,  con  el  acatamiento  que  debo  lo  requie- 
ro.— Fray  Luis  de  León. 


LUIS  DE  LEÓN.  lxxi 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN  ,  ESCRITO  DE  SU  MANO  Y 
PRESENTADO  EN  VALLADOLID  ,  Á  i  DÍAS  DE  .lüLIO  DE  1373 
AÑOS,  ANTE  EL  SEÑOR  INQUISIDOR  LICENCIADO  DIEGO  GON- 
ZÁLEZ, EN  LA  AUDIENCIA  DE  LA   TAIiUE. 

Ilustres  señores:  El  maestro  fray  Luis  de  León,  pr«- 
so  en  las  cárceles  deste  Santo  Oficio,  en  el  pleito  que 
trato  con  el  fiscal ,  digo :  Que  el  miércoles  pasado,  que 
fué  1."  de  julio  deste  presente  año  ,  vuestras  mercedes 
á  pedimento  mío  declararon  que  los  tres  testigos  que 
so!)revinieron  por  el  mes  de  lebrero  pasado  ,  en  lo  que 
deponían  contra  mí  no  señalaban  tiempo  cierto;  solo  el 
segundo  testigo  decía  que  había  oído  que  fué  en  Sala- 
manca en  un  banquete  de  cierlas  personas.  Y  aunque 
ansí  en  esto  como  en  las  demás  cosas  que  contra  los  di- 
chos testigos  yo  tengo  en  otra  parte  alegadas ,  y  he  aquí 
por  referidas,  muestran  manifieslameate  que  es  fábu- 
la y  maldad  lo  que  dicen,  y  invención  ó  suya  dellosó  de 
alguno  de  mis  enemigos ;  pero  para  que  en  un  negocio 
tan  pesado  como  esle  conste  claro  déla  verdad,  sin 
que  pueda  quedar  brizna  ni  rastro  de  sospecha  alguna; 
demás  de  lo  que  acerca  desto  tengo  suplicado  á  vues- 
tras mercedes  antes  de  agora  ,  lo  cual,  sí  es  menester, 
torno  á  suplicar  de  nuevo,  pido  y  suplico  á  vuestras 
mercedes  que  á  mí  costa  manden  parecer  aquí  perso- 
nalmente á  los  dichos  testigos,  y  les  tornen  á  tomar  sus 
dichos  sin  mostralles  ni  leelles  sus  primeras  deposicio- 
nes, y  les  apremien  y  compelían  á  que  señalen  el  tiem- 
po cierto,  y  la  casa  y  banquete  y  personas  que  se  ha- 
llaron en  él ;  y  de  lo  que  en  esto  declaren,  vuestras  mer- 
cedes me  manden  dar  copia  para  mi  defensa.  Porque 
siendo,  como  es,  lo  que  d'.cen  grandísima  falsedad  y 
mentira,  no  es  posible  sino  que  siendo  por  vuestras 
mercedes  compellidos  á  declarar  lo  que  pido,  desatina- 
rán de  manera  que  su  falsedad  y  mi  inocencia  queden 
mas  claras  que  la  luz  del  mediodía. 

Demás  des!o,  por  cuanto  en  la  primera  audiencia 
vuestras  mercedes  me  tomaron  juramenlo,  y  so  cargo 
del  me  mandaron  que  declarase  cualesquier  personas 
de  cuyas  iierejías  ó  errores  tuviese  noticia,  y  yo  decla- 
ré entonces  lo  que  sabia  y  me  acordaba,  digo  que  de 
pocos  días  acá ,  por  razón  de  haber  hecho  mas  particu- 
lar memoria  de  lo  (]ue  pasó  en  las  junlas  que  tuvimos 
en  Salamanca  los  maeslros  teólogos,  para  responder  á 
lo  que  deponen  contra  mí  los  testigos  presentados  por 
el  fiscal ,  me  he  acordado  de  algunas  cosas  que  en  ellas 
oí  afirmar,  las  cuales  son  temerarias  y  erróneas,  y  de- 
clarallas  he  aquí  solo  á  fin  de  cumplir  con  el  juramen- 
to que  hice  y  con  mi  conciencia. 

Lo  primero,  en  una  de  las  juntas  que  se  hizo  sobre 
la  Biblia  de  Valablo  en  la  capilla  del  hospital  de  las  Es- 
cuelas ,  estando  el  maestro  Sancho  y  Grajal  y  otros 
maestros  presentes,  me  acuerdo  que  diciendo  yo  al 
maestro  León  de  Castro,  á  propósito  de  cierta  cosa  que 
se  disputaba,  y  no  me  acuerdo  en  particular  qué  cosa 
era;  ansí  que,  diciendo  que  la  Sagrada  Escritura  tenia 
sentido  literal  y  tenia  también  sentido  espiritual  y  alle- 
górico,  el  dicho  maestro  León ,  meneando  muy  apriesa 
la  cabeza,  como  hacen  los  que  niegan  alguna  cosa  de 
cuya  falsedad  están  muy  ciertos,  me  dijo  clara  y  dis- 
tintamente que  no  había  mas  de  un  sentido;  la  cual 
proposición  es,  no  solo  temeraria,  porque  es  contra  el 


LXXll 

parecer  de  todos  los  doctores,  ansí  antiguos  como  mo- 
dernos, pero  es  claramente  errónea,  por  cuanto  el  após- 
tol san  Pablo  manifiestamente,  en  la  epístola  Ad  gala- 
tas,  conoce  en  un  mismo  paso  dos  sentidos,  el  uno  lite- 
j^l  y  el  otro  allegórico. 

Lo  segimdo,  en  una  de  las  juntas  que  se  hicieron  so- 
bre el  catálogo  del  año  71,  después  de  San  Lúeas,  en  ca- 
sa del  maestro  Sancho,  donde  se  hacia  la  junta,  presen- 
tes el  dicho  maestro  Sancho  y  el  maestro  fray  Bartolomé 
de  Medina  y  el  maestro  Grajal,  y  no  me  acuerdos!  algún 
otro  maestro,  hablando  el  maestro  Grajal  con  el  maestro 
León  sobre  no  sé  qué  propósito,  y  diciéndole  que  cuando 
la  Vulgata  está  diferente  ó  encontrada  con  la  traslación 
de  los  Setenta,  que  se  atendría  antes  á  la  Vulgata  que 
no  á  los  Setenta,  eldicho  maestro  León  de  Castro  lo  ne- 
gó. Y  replicándole  yo  que  el  concilio  declaraba  por  au- 
téntica á  la  Vulgata,  me  respondió  que  el  concilio  no 
anteponía  la  Vulgata  sino  asólas  las  demás  traslaciones 
latinas.  Estas  fueron  las  palabras  formales  que  dijo.  Lo 
que  de  ellas  se  entiende  y  se  collige  por  secuela  nece- 
saria es ,  que  no  se  hade  anteponer  la  Vulgata  á  los  Se- 
tenta en  los  lugares  en  que  estuvieren  diferentes  y  en- 
contradas estas  traducciones  ,  y  por  consiguiente,  que 
en  los  tales  lugares  no  es  auténtica  la  edición  Vulgata. 
Los  hombres  doctos  juzgarán  la  cualidad  que  esto  tie- 
ne. Esto  pasó  ansí  como  he  dicho,  so  cargo  del  jura- 
mento que  tengo  hecho;  y  debajo  del  mismo  juramonlo 
digo  que,  aunque  tengo  causa  para  querer  mal  al  dicho 
León  mas  (jue  á  otro  hombre  ,  porque  con  mentira  y 
maldad  me  ha  hecho  el  mayor  mal  que  en  esta  vida  me 
pudo  hacer,  el  Un  que  pretendo  en  esto  es  cumplir  con 
el  juramento  que  he  hecho;  que  en  lo  demás,  Dios  sabe 
que  le  he  suplicado  y  suplico  que  al  dicho  León  y  á  los 
demás  autores  desle  mi  trabajo  les  dé  su  gracia  para 
que  vengan  en  conocimiento  deste  mal  que  han  hecho, 
y  le  pidan  perdón  en  esta  vida  porque  descansen  en  la 
otra. 

Lo  tercero ,  me  acuerdo  que  el  maestro  fray  Bartolo- 
mé de  Medina,  en  una  de  las  juntas  que  se  hacían  sobre 
el  catálogo,  hablando  de  un  libro  que  anda  del  doctor 
Simancas  ,  obispo  de  Badajoz ,  me  dijo  que  le  había  leí- 
du  ,  y  que  tenia  no!  adasen  él  seis  ó  siete  proposiciones 
ei-róncas  y  heréticas.  Estas  palabras  formales  me  dijo. 
Yo  no  he  visto  el  dicho  libro;  digo  lo  que  le  oí;  él,  sí  qui- 
siere, podrá  dar  razón  dello. — Fray  Luia  de  León. — 
El  doctor  Ortiz  de  Funes. — Hay  una  rúbrica. 

PAPF.I.  DE  FRAY  LLIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO  Y  PRE- 
SENTADO EN  VALLADOLID,  Á  i  DE  JIMO  DE  1575  AÑOS,  ANTE 
EL  SEÑOR  INQUISIDOR  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ  ,  EN  LA 
AIDIENCIA  DE  LA  TARDE. 

Al  margen  dice:  «E-scripto  de  bien  probado.» 
Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  en  el 
pleito  que  trato  con  el  íiscal  deste  Santo  Oficio,  ale- 
gando mas  cumplidamente  de  mi  justicia ,  y  para  mas 
claridad  y  averiguación  della,  suplico  á  vuestras  mer- 
cedes manden  advertir  á  lo  siguiente,  que  son  las  cosas 
que  resultan  contra  mí  de  los  dichos  de  los  lostígos.  Y 
antes  que  venga  á  lo  iiarlícular  dellos,  suplico  á  vues- 
tras mercedes  prosniíongan  estoque  se  sigue. 
Primeramente,  que  la  origen  y  causa  total  dcsla  de- 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


nunciacion  que  se  hizo  contra  mí  no  fué  celo  de  fe  ni 
de  verdad ,  sino  pasión  y  odio  y  deseo  de  destruirme  con 
mentiras  y  calumnias.  Constará  esto  si  constare  que  los 
primeros  autores  de  todo  este  movimiento  fueron  ene- 
migos míos  y  interesados  en  mi  daño,  y  concertados  y 
conjurados  para  él;  lo  cual  consta  deste  proceso,  pre- 
supuesto que  se  hayan  hecho  en  él  las  diligencias  por 
mí  pedidas;  y  consta  desta  manera. 

Los  primeros  autores  desto  que  se  ha  hecho ,  y  los 
testigos  principales,  son  fray  Bartolomé  de  Medina  y  el 
maestro  León  de  Castro.  Diré  primero  de  Medina  y  des- 
pués de  León. 

El  mal  ánimo  y  poca  verdad  de  Medina  está  claro,  lo 
primero,  por  ser  enemigo  mío  por  todas  las  causas  de 
enemistad ,  ansí  comunes  por  ser  fraile  dominico ,  co- 
mo particulares  suyas,  que  articulé  en  mi  interrogato- 
rio y  presenté  en  fin  de  julio  de  72.  Lo  segundo  ,  por- 
que por  su  autoridad  hizo  inquisición  de  mi  doctrina  y 
de  la  de  otros,  haciendo  llamamiento  de  estudiantes  á 
su  celda,  y  poniéndolos  en  escándalo,  y  tomándoles 
firmas  y  juramentos ,  y  confederándose  con  otros  ene- 
migos míos ,  los  cuales  se  conjuraron  todos  para  este 
efecto,  como  parecerá  de  lo  probado  en  la  pregunta  iS 
de  un  interrogatorio  que  presenté  en  el  junio  deste  año 
de  73.  Lo  tercero ,  porque  calumniosamcnle  me  acusa 
de  algunas  cosas  en  sus  dichos,  habiendo  él  visto  en 
mis  leturas  lo  contrario  deltas;  esto  se  prueba  de  su 
misma  respuesta  del  al  capítulo  4."  de  las  repreguntas 
que  presenté  el  junio  deste  presente  año.  Lo  cuarto, 
porque  depone  contra  mí  que  prefería  la  interpretación 
de  Pagníno  á  la  Vulgata,  habiéndome  oído  decir  en  una 
junta  que  el  sentido  que  pone  el  intérprete  Vulgato  tie- 
ne autoridad  católica,  y  los  otros  intérpretes  no  la  tie- 
nen. Esto  parecerá  ser  así  de  su  respuesta  del  dicho 
Medina  á  una  pregunta  singular  que  presenté  en  el  ju- 
nio desle  presente  año.  Lo  quhito ,  porque  en  lo  que 
depone  contra  mí  acerca  de  las  falsedades  ó  mentiras 
de  la  Vulgata ,  calla  lo  que  podía  declarar  y  sanear  la 
dicha  proposición;  y  habiéndolo  oído  de  una  manera, 
depónela  en  otra  muy  diferente  con  intención  dañada 
como  se  collige  de  su  dicho  en  el  capítulo  2.°  y  8.",  y 
yo  lo  advertí  en  el  capítulo  1 .",  de  una  petición  que  pre- 
senté en  23  de  junio  deste  año  de  73,  la  cual  suplico  á 
vuestras  mercedes  tornen  á  ver  acerca  deste  artículo. 
Lo  úllinio,  porque  en  la  forma  y  palabras  de  sus  mis- 
mas deposiciones  muestra  claramente  que  ha  tratado 
este  negocio  con  fraude  y  engaño,  y  gran  deseo  de  da- 
ñar en  la  manera  que  yo  lo  advierto  en  la  respuesta  á 
sus  deposiciones,  que  presenté  en  el  mayo  deste  año 
de  73,  en  los  capítulos  1."  y  2."  y  3.",  y  hasta  el  8."  del 
testigo  primero.  Vuestras  mercedes  sean  servidos  de 
tornallos  á  ver. 

El  mal  ánimo  y  poca  verdad  del  maestro  León  de  Castro 
se  ve  también  en  esta  manera.  Lo  primero ,  por  ser  mi 
notorio  enemigo  por  las  causas  que  articulé  en  el  in- 
terrogatorio (jue  presenté  en  el  julio  de  72,  que  estarán 
probadas;  demás  deque,  el  mismo  León,  que  es  el  tes- 
ligo  tercero,  coníiesa  en  el  capítulo  t2  de  su  dicho  que 
le  amenacé  públicamoute  que  había  de  denunciar  de 
un  libro  suyo  y  hacelle  veilar;  á  la  cual  amenaza  se 
siguió,  con  efecto,  el  examen  que  hizo  del  dicho  libro 


CONTRA  FRAY 

el  consejo  general  de  la  Inquisición,  como  es  notorio,  y 
el  no  venderse  el  libro,  habiéndole  costado  la  impresión 
del  muchos  dineros.  Lo  segundo,  porque  se  confederó 
para  este  finen  la  forma  sobredicha  con  el  maestro  Me- 
dina ,  como  estará  probado  en  la  pregunta  i  8  de  mi  in- 
terrogatorio que  presenté  en  el  junio  deste  año  de  73. 
Y  suplico  á  vuestras  mercedes  vean  en  este  punto  el 
capítulo  12  de  la  respuesta  que  di  al  testigo  tercero, 
porque  allí  se  descubre  toda  la  origen  del  mal  ánimo 
deste  hombre.  Lo  tercero  ,  porque  todo  lo  que  depone 
en  sus  diciios  son  cosas  que  ,  si  fueran  ,  habían  pasado 
antes  de  la  visita  que  este  Santo  Oficio  hizo  en  Sala- 
manca por  el  fin  del  año  de  69 ;  y  como  es  notorio ,  no 
denunció  entonces  de  alguna  cosa  dellas;  lo  cual  es 
argumento  claro  que  no  habia  de  qué  denunciar,  y  que 
después  se  movió  á  ello  solo  por  la  enemistad  que  suce- 
dió. Y  que  todo  lo  que  contra  mí  depone  hubiese  pre- 
cedido á  la  dicha  visita,  consta  de  lo  probado  en  la  pri- 
mera pregunta  de  un  interrogatorio  que  presenté  en  el 
mes  de  noviembre  del  año  de  72  ,  y  en  la  pregunta  21 
de  otro  interrogatorio  presentado  en  el  junio  de  73,  y 
del  dicho  del  mismo  León  parece  claro  ser  ansí  en  el 
capítulo  11  y  12,  adonde  dice  que  todo  lo  que  depone 
pasó  cuatro  ó  cinco  años  habia ,  y  él  depone  por  el  di- 
ciembre de  71.  Lo  cuarto  ,  porque  en  muchas  partes 
de  su  dicho  se  perjura  manifiestamente,  la  cual  es  clara 
señal  de  su  dañada  intención.  Es  perjuro  manifiesto,  lo 
uno,  en  decir  que  yo  no  vine  en  la  censura  que  se  hizo 
sobre  la  Biblia  de  Vatablo,  la  cual  está  firmada  por  mí, 
como  parecerá  de  la  misma  censura  original ,  y  de  lo 
probado  en  la  pregunta  7."  del  interrogatorio  presen- 
tado en  el  octubre  de  72,  y  en  la  pregunta  5."  del  in- 
terrogatorio para  el  maestro  Sancho,  que  presenté  en 
el  junio  deste  año  de  73.  Lo  otro,  en  todas  las  cosas  que 
depone  haber  oído  á  otros,  dice  que  no  se  acuerda  quién 
se  lo  dijo ,  siendo  hombre  de  buena  memoria ;  y  hácelo 
porque  no  se  descubra  su  mentira.  Esto  parece  en  los 
capítulos  4."  y  12  y  14  de  su  dicho.  Lo  otro ,  en  que 
todas  las  cosas  de  que  me  acusa,  porque  las  defendía, 
las  llama  de  judíos  y  rabíes ,  por  hacer  sospecha  y  es- 
cándalo en  el  nombre ,  siendo  verdad  que  nunca  en 
aquellas  juntas  se  trató  sino  solo  do  Valablo,  que  fué 
hombre  católico,  sin  traerse  á  ellas  ni  referirse  en  ellas 
libros  ó  interpretaciones  de  judíos,  como  parecerá  de 
la  respuesta  del  mismo  León  al  capítulo  9."  de  las  re- 
preguntas que  presenté  por  el  junio  deste  año  de  73, 
y  de  lo  probado  en  la  pregunta  22  de  un  interrogato- 
rio que  presenté  por  el  mismo  tiempo ,  y  en  la  pre- 
gunta 3.''  de  otro  interrogatorio  presentado  por  el  mis- 
mo tiempo. 

Lo  otro,  porque,  para  hacerme  mas  sospechoso  por- 
que en  algunos  pasos  defendía  á  Valablo,  en  el  capitu- 
lo 7."  de  su  dicho  jura  que  mostró  en  las  dichas  juntas 
que  era  judío  el  dicho  Yatablo,  mostrando  que  todos  los 
pasos  de  los  salmos  que  alegan  y  declaran  los  apósto- 
les en  el  Nuevo  Testamento,  Yatablo  los  declaraba ,  no 
como  los  apóstoles,  sino  como  los  judíos ;  en  lo  cual  se 
perjura  manifiestamente,  porque  ni  pasó  del  salmo  S.'' 
adelante,  ni  era  posible  mostrar  por  verdad  loque  dice, 
como  consta  claramente  de  una  petición  y  escrito  mió, 
que  presenté  por  el  principio  de  julio  deste  año  de  73. 


LUIS  DE  LEÓN.  Lxxm 

Lo  otro,  porque  constando  de  su  mismo  dicho,  jun- 
tando el  capítulo  0."  con  el  capítulo  14,  que  los  que 
disputaron  de  las  promesas  de  la  ley  vieja ,  de  que  en 
ellos  se  hace  mención ,  se  resolvieron  en  que  habia 
promesa  de  vida  eterna ,  los  acusa  como  si  afirmaran  lo 
contrario. 

Lo  otro  de  que  me  acusa  en  el  capítulo  8."  de  su 
dicho,  porque  defendí  á  Yatablo  en  algunos  lugares, 
siendo  cosa  notoria  que  su  parecer  y  el  mío  y  el  de  to- 
dos los  que  se  hallaron  en  aquellas  juntas,  en  fin  de 
las  disputas,  en  aquellos  lugares  y  en  todos  los  demás 
fué  un  mismo  parecer ,  ó  aprobándolos  ó  enmendán- 
dolos ,  como  parecerá  de  lo  probado  en  la  pregunta  úl- 
tima ó  penídtima  del  interrogatorio  que  presenté  en  el 
julio  de  72,  y  de  la  censura  de  la  dicha  Biblia,  que  está 
firmada  por  mí  y  por  el  dicho  León  y  por  todos  los  de- 
más maestros ,  y  como  yo  lo  advertí  en  una  petición 
que  presenté  en  23  de  junio  deste  año  de  73.  Y  la  misma 
pasión  y  dañado  ánimo  suyo  se  collige  de  otras  muchas 
cosas  que  hay  en  su  dicho,  las  cuales  yo  advertí  en  la 
respuesta  á  él,  que  presenté  en  el  mayo  deste  año  de  73. 
De  todo  lo  cual  se  conoce  que  estos  dos,  que  fueron  la 
origen  deste  negocio ,  se  movieron  con  pasión  y  enojo, 
y  con  intención  de  mentir  y  calumniar,  como  lo  han 
hecho,  y  que  por  consiguiente  la  fuente  primera  desta 
denunciación  ha  sido  y  es  maldad,  y  no  verdad,  y 
enemistad  mortal,  y  no  celo  de  fe  ni  de  religión ;  y  esto 
es  lo  primero  que  vuestras  mercedes  han  de  advertir  y 
presuponer. 

Lo  segundo,  suplico  á  vuestras  mercedes  adviertan  y 
presupongan  que  en  aquellas  juntas  de  maestros  teólo- 
gos, de  que  estos  testigos  hacen  mención,  no  se  dijo  ni 
afirmó  cosa  que  mereciese  ser  traída  á  este  juicio,  ni 
que  pudiese  engendrar  escándalo  ni  mala  sospecha  en 
ningún  hombre  católico  que  no  fuese  loco.  Esto  parece 
claro ,  lo  uno ,  de  que  todo  lo  que  en  ellas  se  decia  y 
votaba ,  siempre  se  decia  y  votaba  inquiriendo  y  no  afir- 
mando; y  al  fin  del  votar  nos  resolvíamos  todos  en  lo 
que  á  la  mayor  parle  parecía,  como  parecerá  de  lo  pro- 
bado en  la  penúltima  pregunta  del  interrogatorio  pre- 
sentado por  el  julio  de  72,  y  en  la  pregunta  2."  del 
interrogatorio  para  el  maestro  Sancho ,  que  presenté 
en  el  junio  deste  año  de  73.  Lo  otro,  porque  en  todas 
ellas ,  desde  el  principio  hasta  el  fin ,  se  halló  pre- 
sente el  maestro  Sancho,  como  parecerá  de  lo  respon- 
dido á  los  capítulos  7."  y  8."  de  las  repreguntas  que 
presenté  en  el  junio  deste  año  de  73,  y  de  lo  probado 
en  la  pregunta  1."  del  dicho  interrogatorio  para  el 
maestro  Sancho  ;  el  cual  maestro  Francisco  Sancho, 
siendo  hombre  tan  docto  y  católico  y  anciano,  y  comi- 
sario de  vuestras  mercedes,  si  en  aquellas  juntas  se  di- 
jera algo  menos  bueno,  no  lo  consintiera,  y  avisara  do- 
lió. Lo  otro,  porque  si  en  mi  hubiera  alguna  raíz  de 
mala  doctrina,  como  el  maestro  León  pretende  decir, 
mas  verisímil  mucho  es  que  diera  muestras  della  en 
mis  leturas  ordinarias,  donde  trataba  con  mis  oyentes, 
que  eran  aficionados  á  mi  doctrina  y  que  tenían  por 
oráculo  cualquier  cosa  que  les  decia,  que  no  en  las  di- 
chas juntas ,  donde  hablaba  con  gente  docta ,  y  alguna 
della,  por  las  competencias  que  teníamos,  no  bien  afi- 
cionada. Y  pues  que  en  las  mis  dichas  leturas  no  hay 


LXXIV 

mal  ni  rastro  dello,  como  por  ellas  se  parece,  cosa 
cierta  es  que  menos  lo  hubo  en  las  disputas  de  las  di- 
chas juntas.  Lo  otro,  porque  sucediendo  luego  á  aquellas 
juntas  la  vigila  que  hizo  en  aquella  ciudad  este  Santo 
Oficio  el  año  de  69 ,  como  arriba  he  dicho ,  si  huhiera 
habí  lo  en  eüas  alguna  cosa  mala  ó  escandalosa  ó  dig- 
na de  remedio,  no  es  posible  que  de  tantas  personas  y 
tan  doctas  y  religiosas  como  en  ella  se  hallaron  pre- 
sentes, alguna  dellas,  ó  á  lo  menos  el  mismo  León,  no 
denunciara  dello.  Y  pues  entonces  no  se  hizo,  es  ar- 
gumento evidente  que  no  habia  de  qué  ni  por  qué  ha- 
cerse. Lo  otro ,  porque  no  es  de  creer  que  si  en  aque- 
llas juntas  se  dijo  alguna  cosa  que  mereciese  ser  notada 
ó  advertida ,  lo  advirtió  solo  el  maestro  Leca ,  y  que 
ninguno  de  los  demás,  ni  entonces  ni  agora,  ni  cuando 
visitó  el  señor  inquisidor  Guijano  ni  cuando  el  señor 
inquisidor  Diego  González,  ni  antes  de  mi  prisión  ni 
después  della,  ni  de  su  voluntad  ni  siendo  pregunta- 
dos por  vuestras  mercedes,  se  movió  á  denunciar  della 
ó  á  contestar  en  algo  con  el  dicho  maestro  León,  como 
consta  deste  proceso.  Cosa  maravillosa,  ó  por  mejor  de- 
cir, cosa  increible  es  (jue  entre  tantor>  maestros ,  solo  el 
maestro  León,  el  cual  es  falto  de  entendimiento ,  como 
lo  conocerá  cualquiera  que  le  hablare  dos  veces,  y  ciego 
con  enemistad,  como  parece  deste  proceso,  y  sospechoso 
en  la  fe  por  el  libro  que  compuso,  como  lo  mostraré  dán- 
dome vuestras  merced';s  copia  del ,  y  como  se  puede 
ver  en  mi  respuesta  á  su  diclio  en  el  capítulo  i2;  ansí 
que ,  solo  este ,  falto  y  ciego  y  en  la  fe  sospechoso , 
eclió  de  ver  lo  que  tantos  doctos  no  vieron,  y  celó  lo 
que  gentes  tan  religiosas  no  celaron;  y  lo  que  no  vio 
ni  celó  cuando  estaba  el  negocio  en  los  ojos  como  pre- 
sente, y  sonaba  en  los  oídos  la  voz  de  la  Inquisición, 
que  inquiría  y  preguntaba  dello,  vio  y  celó  después  de 
cuatro  años  sin  que  nadie  se  lo  preguntase  ni  deman- 
dase. Y  esto  sea  lo  segundo. 

Lo  tercero  que  suplico  á  vuestras  mercedes  advier- 
tan y  presupondrán ,  es  que  el  testigo  tercero,  que  es  el 
sobredicho  maestro  León,  allende  de  las  tachas  que  le 
tengo  puestas  para  que  su  dicho  no  haga  fe  conira  mí, 
to  lo  lo  que  afirma  en  él  lo  hace  después  dudoso  y  in- 
cierto en  el  capítulo  1 1 ,  diciendo  que  le  parece  aquello 
y  que  no  me  declaraba  bien  ,  y  que  él  iba  sospechoso; 
de  manera  que,  demás  de  ser  enemigo  y  singular  y  cla- 
ramente perjuro,  y  no  contestar  con  él  los  que  él  nom- 
bra por  contesles  y  se  hallaron  presentes  á  las  dichas 
juntas,  no  se  afirma  en  loque  dice. 

Lo  cuarto  y  último  que  se  ha  de  advertir  y  presujio- 
ner  es,  que  ansí  mi  vida  toda  y  el  discurso  della,  como 
mi  doctrina  y  estudios,  y  tolo  mi  trato  y  vivienda  y 
ingenio  y  condición  ,  es  y  fué  siempre  remotísimo  de 
toda  mala  sospecha  acerca  de  todo  lo  tocante  á  la  ver- 
dad de  la  fe  y  religión ;  lo  cual  consta  en  este  proceso 
délo  prohado  en  la  pregunta  última  del  interrogatorio 
presíjnlado  en  el  julio  de  72,  y  en  la  jiregunta  14  del 
interrogatorio  ¡irusoníado  pord  octubre  de  12,  y  en  la 
pregunta  2."  y  última  del  inlerrogalorío  [iresentado  en 
el  noviembre  de  72,  y  en  las  [ireguntas  10  y  11  y  12 
del  interrogatorio  para  el  maestro  Sancho,  que  presen- 
tó en  el  junio  deste  año  de  73. 

Esto  presupuesto,  vengo  á  lo  particular  que  resulta 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


contra  mí  de  los  dichos  de  los  testigos  presentados  por 
el  fiscal,  que  es  lo  que  se  sigue. 

Capitulo  i."  Primeramente  me  achacan  algunos  tes- 
tigos que  anda  una  exposición  mía  sobre  los  Cantares 
en  romance.  Esto  depone  el  testigo  primero  en  el  ca- 
pítulo 1."  y  7.",  diciendo  que  él  la  ha  visto,  y  el  testi- 
go segundo  dice  que  lo  haoido  decir,  y  el  testigo  cuar- 
to, capítulo  2.'\  dice  que  lo  ha  oido  decir.  Testigo  quin- 
to, capítulo  1.°,  dice  que  lo  ha  oido  decir.  Testigo  no- 
veno, capítulo  1.°,  y  testigo  decimoquinto,  capítulo 
último,  que  la  han  visto.  Dejado  aparte  que  contra  to- 
dos estos  testigos  están  opuestas  tachas  bastantes  con-  ' 
tra  sus  personas  y  dichos  para  que  no  me  hayan  de 
perjudicaren  otras  cosas,  cuanto  á  este  artículo  tengo 
confesado  ser  verdad  que  hice  la  dicha  expusicion  de  ' 
Cateares,  y  la  tengo  sujectada  á  este  Santo  Oficio  an-  j 
tes  que  me  prendiesen ;  y  lo  que  en  ello  tiene  color  de 
culpa,  que  es  haberse  comunicado  ó  publicado,  yo  ten- 
go articulado  y  estará  probado  en  la  pregunta  10  y  11 
y  12  y  13  de  un  interrogatorio  (pie  presenté  en  el  oc- 
tubre de  72 ,  que  la  hice  á  instancia  de  una  persona 
particular,  y  que  después  que  la  vio  se  la  torné  á  tomar 
sin  dejalle  traslado  ,  y  que  un  fraile  que  servia  en  mi 
celda,  sin  sabello  yo  ni  querello,  la  sacó  de  un  escrito- 
rio mío  y  la  comunicó,  y  ninguno  de  los  testigos  de- 
pone habella  yo  comunicado,  como  se  verá  en  sus  di- 
chos. Y  demásdesto,hayquela  prohibicioudel  catálogo 
acerca  desto  nunca  se  ha  entendido  bien  y  ha  tenido 
diversas  interpretaciones,  y  los  comisarios  deste  San- 
to Oficio,  preguntados ,  han  dicho  que  pueden  andar 
semejantes  libros  en  romance,  como  constará  de  lo  pro- 
bado en  la  pregunta  13  del  interrogatorio  presentado 
en  el  octubre  de  72. 

Capitulo  2."  ítem,  que  dije  que  los  dichos  Cantares 
propriamente  se  entendían  de  Salomón  y  su  mujer  ;dí- 
celo  el  testigo  cuarto,  capítulo  1."  y  capítulo  3.",  y  di- 
ce que  me  lo  oyó.  El  testigo  noveno,  capítulo  2.",  dice 
que  le  {larece  que  digo  que  la  letra  de  aquel  libro  son 
amores  entre  Salomón  y  su  mujer,  y  que  en  ellos  el 
Espíritu  Santo  declara  los  amores  de  entre  Cristo  y  la 
Iglesia,  y  dice  que  lo  viií  en  el  dicho  libro.  El  testigo 
decimoquinto,  capítulo  último,  dice  que  los  entiendo 
de  Salomón  y  su  mujer,  y  que  lo  vio  en  el  dicho  libro. 
Estos  dos  postreros  pues  se  refieren  al  libro,  no  prue- 
ban mas  con  sus  dichos  de  lo  que  en  el  libro  pareciere 
esiar,  el  cual  todo  antes  de  riu  prisión  tengo  confesado, 
y  de  lo  que  en  él  hubiere  estoy  presto  á  dar  bastante 
razón.  El  otro  testigo,  que  es  el  cuarto,  para  no  hacer 
fe,  tiene,  lo  primero,  que  es  singular,  endecir  que  me 
lo  oyó;  lo  segundo,  que  es  un  bachiller  Roclriguez, 
á  quien  yo  tengo  tachado  por  loco  y  enemigo  en  el  in- 
terrogatorio que  presenté  en  el  julio  de  72.  Lo  tercero, 
que  si  yo  le  dije  algo  tocante  á  esto,  lo  cual  no  me 
acuerdo,  y  tengo  por  cierto  que  nunca  le  hablé  en  ello, 
seria  en  la  forma  como  lo  digo  en  el  libro,  y  este  testi- 
go maliciosamente  corta  la  mitad  de  las  palabras,  y  lo 
(|ui'  en  esto  hace  clara  y  sana  mi  sentencia;  y  que  se  lo 
haya  dicho,  si  se  lo  dije  en  la  forma  que  digo,  constará 
de  su  respuesta  al  capitulo  1."  de  las  repreguntas  que 
presenté  en  el  junio  deste  añode  73. 

Ilem ,  que  la  exposición  del  dicho  libro  parece  amo- 


CONTRA  FRAY 

res  profanos.  Esto  dice  el  testigo  primero,  capítulo  7.°, 
porque  los  lia  leido,  y  el  testigo  nono,  capítulo  i.°, 
por  lo  mismo.  Estos  dos  testigos  se  meten  á  dar  pare- 
cer sobre  lo  que  no  son  jueces,  y  no  me  perjudican ;  lo 
uno,  porque  antes  que  yo  fuese  preso  y  antes  que  ellos 
depusiesen  esto  ,  subjecté  el  diclio  libro  á  este  Santo 
Oficio;  lo  otro,  porque  son  mis  enemigos,  y  por  las  de- 
más tachas  que  tengo  puestas  y  estarán  probadas  en  el 
interrogatorioquepresentécn  el  julio  de72;yel  prime- 
ro es  fray  Bartolomé  de  Medina ,  y  el  nono  es  fraile 
iiieróiiimo.  Y  aunque  á  estos  no  haya  parecido  bien  la 
dicha  exposición,  á  otros  tan  doctos  como  ellos,  y  mas, 
ha  parecido  muy  bien,  y  es  bastante  argumento  para 
conocer  que  es  tal  el  haber  diez  ó  once  años  que  añ- 
ila por  el  reino  y  fuera  del  en  las  manos  y  ojos  de  infi- 
nitas personas  doctas  y  religiosas,  y  que  ni  antes  de 
na  prisión  ni  después  nadie  vino  á  decir  mal  della, 
sino  solo  dos  ó  tres  hombres  que  saben  poco  y  son  mis 
conocidos  enemigos. 

Ca/3í7u/o4.''Queen  el  dicho  libro  en  algunos  lugares 
me  aparto  de  la  Vulgata.  Testigo  primero,  capítulo  7.°, 
t'>-^ligonono,  capítulo  1.°  Los  cuales  no  me  perjudican, 
¡Hirque,  allende  de  las  tachas  que  contra  ellos  están  ar- 
lii:aladas  y  estarán  probadas  en  el  interrogatorio  que 
presenté  en  el  julio  de  72,  no  me  dañan  sus  dichos,  por 
í-.M'  inciertos  y  generales,  mas  de  aquello  que  se  colli- 
ge  del  dicho  libro,  el  cual  tengo  subjectado  áeste  San- 
io Oficio  antes  de  mi  prisión,  y  ofreciéndome  á  dar  ra- 
zón de  lo  que  en  él  hay. 

Capitulo  5."  Que  se  puede  hacer  otra  traslación  me- 
jor que  la  Vulgata.  Testigo  primero,  capítulo  2.**,  y  di- 
ce que  es  público  habelloyo  leido.  Este  testigo,  demás 
de  ser  enemigo,  solo  prueba  lo  que  constare  de  mi  lec- 
tura acerca  desto,  la  cual  lectura  tengo  subjectada  á 
este  Santo  Oficio  antes  que  me  prendiesen;  y  de  lo 
que  he  leido  y  se  hallare  en  mis  leturas  me  ofrezco  á 
dar  razón  dello. 

Capítulo  6.°  Que  hay  en  la  Vulgata  muchas  falseda- 
des y  mentiras.  Testifícalo  el  testigo  primero,  capítu- 
lo 2."  y  capítulo  8.°,  diciendo  que  es  público  habello  yo 
leido.  Este  testigo  es  fray  Bartolomé  de  Medina,  y  dice 
en  ello  una  gran  falsedad;  y  para  que  no  haga  fe  hay 
lo  siguiente:  lo  primero,  que  es  mi  enemigo,  como 
parecerá  de  lo  probado  en  el  interrogatorio  que  pre- 
senté en  el  julio  de  72.  Lo  segundo,  que  es  singular  en 
esto  y  depone  de  oídas.  Lo  tercero,  que  depone  ser  pú- 
blico, y  ninguno  de  los  testigos  que  traían  de  la  mis- 
ma materia  lo  dicen  ni  contestan  con  él.  Lo  cuarto, 
que  dice  habello  yo  leido,  y  por  mis  leturas,  las  que 
presenté  antes  que  me  prendiesen,  y  las  que  he  pedido 
y  pido  se  pongan  en  este  proceso,  parece  lo  contrario, 
donde  digo  que  no  tiene  sentencia  falsa,  y  que  está  en 
ella  muy  bien  trasladado  todo  lo  que  toca  á  la  fe  y  á  las 
costumbres ,  y  que  es  mas  conforme  al  original  que 
á  ninguna  de  las  otras.  Lo  quinto,  es  manifiesto  que 
me  levanta  falso  testimonio,  porque  depone  en  esto 
habelle  dicho  de  mí  lo  que  nunca  le  dijeron ;  porque  lo 
que  le  dijeron  que  yo  había  leido  es  cosa  muy  diferen- 
te, como  consta  del  capitulo  5.°  y  8."  de  su  dicho  deste 
testigo,  y  del  papel  de  las  proposiciones  que  presentó, 
en  la  proposición  14,  como  yo  lo  muestro  claramente 


LUIS  DE  LEÓN.  lxxv 

en  el  capítulo  i."  de  una  petición  que  presenté  en  23 
de  junio  deste  año  de  73.  Lo  sexto,  consta  haber  dicho 
yo  y  enseñado  lo  contrario  de  lo  probado  en  las  pre- 
guntas l.^  y  2.''  y  3."  y  4.*  y  8."  del  interrogatorio 
presentado  en  el  octubre  de  72;  y  en  la  pregunta  sin- 
gular que  presenté  en  4  de  junio  deste  año  de  73  cons- 
tará por  confesión  deste  mismo  testigo.  Y  es  gran  pre- 
sunción contra  este  testigo  que  habiendo  visto  los  pa- 
peles de  mi  lectura,  como  constará  de  su  respuesta  al 
capítulo  4." de  las  repreguntas  que  presenté  en  el  junio 
deste  año,  como  no  halló  allí  lo  que_  dice,  no  dice  que 
lo  había  visto  en  mi  lectura ,  sino  que  era  público  que 
yo  lo  había  leido,  siendo  cosa  notoria  que  en  aquella 
universidad  todo  lo  que  lee  el  maestro,  lo  escriben  los 
oyentes  palabra  por  palabra,  como  me  profiero  á  probar 
siendo  necesario. 

Capitulo  1°  Que  en  la  Vulgata  hay  cosas  mal  trasla- 
dadas. Testigo  tercero,  capítulo  5.°  y  capítulo  13,  que 
lo  enseñé  y  sustenté.  Testigo  décimo,  capítulo  i.",  que 
digo  en  mi  lectura  que  se  podían  trasladar  mejor  algu- 
nas cosas.  Testigo  último,  capítulo  último,  que  digo 
en  mi  lectura  que  se  podían  trasladar  mejor  algunas 
cosas.  Estos  testigos  no  prueban  mas  de  lo  que  hay  en 
mi  lectura,  la  cual  alegan;  y  lo  que  en  ella  hay,  yo  lo 
tengo  confesado  y  presentado  antes  de  mi  prisión.  Da- 
ré razón  dello. 

Capitulo  8."  Que  en  un  acto  menor  dije  que  el  con- 
cilio no  difinió  de  fe  que  la  Vulgata  era  la  mejor,  sino 
que  la  había  aprobado  por  mejor.  Testigo  cuarto,  capí- 
tulo 5.°,  el  cual  no  me  perjudica  ni  hace  fe,  porque  es 
singular  y  por  las  tachas  de  ser  mi  enemigo  y  ser  ton- 
to, como  constará  del  interrogatorio  que  presentéen  el 
julio  de  72.  No  depone  certificadamente,  sino  dice  que 
le  parece,  y  es  hombre  de  quien  no  se  debe  tomar  pa- 
recer, especialmente  que  lo  que  dice  que  le  parece, 
tiene  en  sí  repugnancia  y  contradicion,  como  de  su  di- 
cho consta. 

Capitulo  9."  Que  se  habia  de  seguir  la  traslación  de 
sanHierónimo,  y  no  la  Vulgata.  Testigo  sexto,  capítu- 
lo 1.",  dice  que  oyó  decir  que  yo  lo  habia  sustentado 
en  un  acto  mayor;  el  cual  testigo  no  hace  fe,  porque  es 
singular  y  depone  de  oídas,  y  los  que  se  hallaron  en  el 
dicho  acto,  tratando  desto  de  la  Vulgata,  no  contestan 
con  él;  y  lo  que  dice  trae  en  sí  contradicion,  porque 
la  traslación  de  san  Hierónimo  es  la  misma  que  la  Vul- 
gata. 

Capitulo  10.  Que  dije  habia  hecho  pasará  los  maes- 
tros de  Salamanca  esta  proposición  :  «  Interpres  Vul- 
«gatae  aliquando  non  attingit  menlem  Spirilus  Sanc- 
))t¡.»  Esto  dice  el  testigo  decimoquinto,  capítulo  pri- 
nTe.ro,  y  no  hace  fe  ninguna ,  ansí  por  la  enemistad  que 
contra  él  tengo  articulada  en  las  preguntas  ÍO  y  H  y  12 
del  interrogatorio  que  presenté  por  el  junio  deste  año, 
como  porque  es  singular  y  no  dice  que  yo  afirmé  la  di- 
cha proposición,  sino  que  dije  que  la  habia  hecho  pa- 
sar en  Salamanca  á  los  maestros;  y  cuando  fuere  ansí, 
solo  me  convencía  de  vano,  que  dije  lo  que  no  habia 
hecho;  y  lo  que  le  dije  fué  muy  diferente,  como  tengo 
confesado  en  la  respuesta  que  di  á  este  testigo,  y  como 
parecerá  de  lo  probado  en  las  preguntas  1."  y  2^  y  3." 
y  i."  del  interrogatorio  que  presenté  en  el  octubre  de  72. 


LXXVl 

En  aquel  acto  yo  no  sustenté  ni  defendí  cosa  que  pare- 
ciese mal  á  los  maestros  ni  que  tuviese  color  dello. 

Capitulo  1 1 .  Que  en  tnis  disputas  y  pareceres  he 
preferido  las  exposiciones  de  Vatablo  á  los  santos,  y  la 
traslación  de  Patmino  á  la  Yulgata.  Testigo  primero, 
capítulo  4.'*  Este  es  el  maestro  .Medina,  al  cual  tengo 
tachado  por  mi  enemigo  capital ,  como  parecerá  del 
interrogatorio  so!-redicho.  Y  no  dice  verdad  en  lo  que 
dice,  y  no  hace  fe  alguna  ,  y  es  singular  y  depone  con- 
fusamente, sin  decir  cuándo  ni  adonde  ni  con  qué  pa- 
labras, ni  si  lo  oyó  él  ó  si  se  lo  dijo  otro.  Y  si  declara- 
re en  las  repreguntas  que  lo  oyó  él ,  es  perjuro,  porque 
en  las  juntas  donde  se  trato  dello  no  se  halló  él,  ni  era 
aun  maestro,  como  constará  de  lo  jirobado  en  las  pre- 
guntas 19  y  20  y  21  del  interrogatorio  que  presenté  en 
el  junio  deste  año  de  73.  Y  si  (leclarare  que  se  lo  dijo 
el  que  nombra  en  su  dicho  que  estaba  escandalizado 
dello,  está  clara  su  falsedad  ,  pues  habiendo  sido  exa- 
minado sobre  ello  el  nombrado,  no  contestó  con  él, 
como  parece  deste  proceso.  Y  para  mas  verificación  de 
lo  susodicho,  digo  que  yo  llevé  unas  conclusiones  por 
escrito  á  aquellas  juntas  de  maestros  que  se  hicieron 
en  el  examen  de  la  Biblia  del  dicho  Yatablo,  las  cuales 
conclusiones  contenían  el  parecer  que  yo  tenia;  y  en 
la  cuarta  dellas  digo  que  el  verdatlero  entendimiento 
de  la  Escritura  es  el  que  dan  los  santos ;  las  cuales  con- 
clusiones tengo  presentadas  en  este  proceso  y  pedido 
que  se  comprueben ,  y  estarán  comprobadas ,  como  pa- 
recerá de  lo  probado  en  la  pregunta  5."  del  interroga- 
torio que  presenté  en  el  octubre  tle  72.  Y  si  no  se  ha 
hecho,  de  nuevo  torno á  suplicar  se  haga.  Y  ansimis- 
mo  parece  clara  mi  defensa  por  la  censura  que  se  hizo 
sobre  la  Biblia  de  Yatablo,  la  cual  ordené  y  hrmé  yo, 
donde  se  pone  Yatablo  en  un  grado  muy  inferior ;  la 
cual  censura  he  pedido  y  pido  se  traiga  y  ponga  en  este 
proceso  para  mi  defensa. 

ítem ,  pruébase  esta  verdad  de  que  yo  dije  muchas 
veces  en  aquellas  juntas  que  las  exposiciones  de  Yata- 
blo que  fuesen  de  buena  y  sana  doctrina  se  podían 
admitir  como  cosa  dicha  por  un  doctor  particular,  co- 
mo parecerá  de  lo  probado  en  la  pregunta  6."  del  in- 
terrogatorio presentado  por  el  octubre  de  72,  y  en  la 
pregunta  '6.'  y  6."  del  interrogatorio  para  el  maestro 
Sancho,  que  presenté  en  el  junio  deste  año.  Convénce- 
se también  la  mentira  deste  testigo,  porque  en  aquellas 
juntas  no  se  trató  de  comparar  á  Vatablo  con  los  san- 
tos, sino  de  ver  si  se  jiodian  admílir  las  interpretacio- 
nes de  Yatablo,  como  se  verá  en  lo  probado  en  la  pre- 
gunta 9."  del  interrogatorio  que  presenté  en  el  octubre 
de  72. 

ítem,  pruébase  esto  mismo,  porque  en  mis  leturas, 
en  n)as  de  mili  pasos  de  Escritura  que  declaro ,  en  to- 
dos ellos  pongo  y  sigo  exposiciones  de  santos.  ítem, 
prueba  esta  verdad  mi  Iclura  de  la  Vulgafa.  donde  di- 
go que  la  Yidgata  se  ha  de  aniepunor  á  todas  las  de- 
más Iraslacíoncs,  y  rpjo  es  mas  confrtrme  al  original 
que  oira  ninguna,  la  cual  lotura  tengo  prosentada  en 
este  [¡roceso.  Ítem,  sí  han  sido  exatnínados,  como  ten- 
go suplicado  á  viieslras  mercedes  que  de  oficio  lo  man- 
den hacer,  el  maestro  León  y  el  maestro  .Medina,  León 
en  la  pregunta  8.''  del  inlcrrogatorio  que  presenté  en 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


el  octubre  de  72 ,  y  Medina  en  una  pregunta  singular 
que  presenté  en  -i  de  junio  deste  año ,  no  podrán  ne- 
gar que  me  oyeron  decir  que  lo  que  ponía  el  intérpre- 
te de  la  Yulgata  tenía  autoridad  católica,  y  lo  que  los 
otros  intérpretes,  autoridad  de  un  hombre  particular. 

Capitulo  12.  Que  tenia  poco  respeto  á  los  santos  en 
aquellas  juntas.  Testigo  tercero,  capítulo  2.°,  dice  que 
de  mí  no  lo  entendió  tan  claramente;  y  en  el  capítu- 
lo 4."  dice  que  lo  ha  oído  á  otros  de  mí ,  y  no  señala  á 
quién  ni  cuándo;  el  cual  testigo  no  hace  fe  por  las  ta- 
chas de  enemistad  que  le  tengo  puestas ,  y  porque  es 
singular  y  porque  nadie  contesta  con  él ,  y  depone  du- 
dosamente y  de  oídas,  y  de  su  mismo  dicho  se  collíge 
abiertamente  lo  contrario  desto  que  depone,  porque  en 
el  capítulo  3.°  dice  que  decía  yo  que  no  se  podían  ha- 
cer explicaciones  de  la  Escritura  contra  de  los  santos,  y 
diciendo  yo  esto,  claro  está  que  los  reverenciaba  como 
debía.  Y  deslas  mismas  palabras  que  confiesa  este  tes- 
tigo se  convence  la  falsedad  del  testigo  primero,  en 
cuanto  depone  que  yo  prefería  Yatablo  á  los  santos.  Y 
demás  desto,  hay  por  mí  en  este  artículo  lo  que  allegué 
en  el  capítulo  antes  deste ,  y  mas  unos  prólogos  mios 
en  latin  y  en  romance  sobre  los  Cantares,  los  cuales 
tengo  pedidos  so  pongan  en  este  proceso,  y  sí  es  me- 
nester, lo|pido  de  nuevo,  donde  se  ve  el  juicio  mío  de 
los  santos  y  el  respecto  que  les  tengo.  Y  pruébase  esto 
mismo  de  lo  prohado  en  la  pregunta  14  del  interroga- 
torio presentado  en  el  octubre  de  72,  y  en  la  pregun- 
ta A."  y  5."  y  7."  del  interrogatorio  para  el  maestro 
Sancho,  que  presenté  en  el  junio  deste  año  de  73. 

Capitulo  13.  Que  defendí  las  interpretaciones  de 
Yatablo  en  ciertos  pasos  de  los  salmos  y  Job.  Testigo 
tercero,  capítulo  7.°  y  8."  Este  testigo  no  me  perjudi- 
ca ,  por  ser  el  maestro  León ,  á  quien  tengo  bastante- 
mente tachado;  y  de  su  dicho  no  se  me  puede  hacer 
cargo,  por  ser  general  y  confuso  y  no  declarar  los  pa- 
sos y  lugares  que  yo  defendía  ;  porque  si  los  declarara, 
viérase  claramente  que  eran  cosas  llanas ;  sino  dice  en 
confuso  qué  defendía,  y  no  dice  de  Yatablo,  cuyas  eran 
las  interpretaciones,  sinódico  de  judíos,  ¡lara  con  el 
vocablo  engendrar  sospecha.  Y  es  conocida  calumnia 
lo  que  en  esto  dice,  porque  los  pasos  que  defendí,  este 
testigo  y  los  demás  maestros  los  aprobaron,  á  lo  que  me 
acuerdo.  Y  si  en  alguno  hicieron  algún  género  de  en- 
mienda, yo  vine  en  su  parecer  y  lo  aprobé  y  firmé,  co- 
mo se  puede  ver  en  la  censura  que  he  dicho,  y  como 
lo  advertí  en  el  cajiítulo  2."  de  una  petición  que  pre- 
senté en  23  de  junio  deste  año  de  73. 

Es  verdad  que  yo  defendí  á  Yatablo  en  algunos  lu- 
gares, lo  cual  tengo  confesado  desde  la  primera  au- 
diencia; y  en  defendellos  defendía  el  juicio  de  la  in- 
quisición de  España ,  que  tiene  censurado  y  aprobado 
aquíd  libro  tantos  años  há ,  y  he  pedido  (jue  León  de- 
clare qué  lugares  eran ,  y  yo  los  tengo  declarados  en 
mis  confesiones.  Y  constará  ser  los  que  yo  he  dicho, 
de  la  res[)uesta  del  maestro  Sancho  á  la  pregunta  8." 
del  inl(!rrogalorio  para  él ,  y  en  la  [iregunta  23  de  otro 
interrogatorio  que  [¡resenté  por  el  junio  deste  año.  Y 
que  la  manera  como  los  defendía  era  la  que  he  decla- 
rado en  mis  respuestas  ,  que  era  solamente  seguir  la 
doctrina  de  san  Augustín,  que  es  doctrina  común  acer- 


CONTRA  FRAY 

ca  de  los  muchos  sentidos  verdaderos  que  juntamente 
puede  tener  un  mismo  paso  de  la  Escritura,  consta,  lo 
uno,  de  la  confesión  desle  mismo  testigo  en  el  capítu- 
lo 1 .",  donde  refiere  la  dicha  sentencia  de  san  Augustin, 
y  la  pretende  escurecer  y  negar ,  y  lo  otro  consta  de  lo 
probado  en  la  pregunta  4/  del  interrogatorio  para  el 
maestro  Sancho;  y  finalmente,  como  he  dicho,  en  ellos 
en  última  resolución  tuve  el  mismo  parecer  que  tu- 
vieron todos  los  demás  maestros. 

Capitulo  ii.  Que  no  quise  venir  en  la  censura  ge- 
neral que  se  hizo  por  los  maestros  teólogos  de  Sala- 
manca sobre  la  Biblia  de  Vatabio.  Testigo  tercero,  ca- 
pítulo 9.°  Este  testigo  no  me  perjudica,  por  ser  el 
maestro  León,  á  quien  tengo  lachado  por  mi  enemigo, 
y  es  singular  y  es  testigo  falso,  y  como  contra  tal  se 
debe  proceder  contra  él,  por  ser  falso  en  cosa  tan  subs- 
tancial como  esta  y  las  demás  que  ha  dicho  contra  mí, 
fuera  de  lo  que  yo  tengo  confesado.  Y  la  falsedad  deste 
testigo  se  convence  manifiestamente,  porque  yo  mismo 
ordené  y  firmé  la  censura  general  que  se  hizo  sobre 
Valablo,  como  parecerá  de  lo  probado  en  la  pregunta  7.® 
del  interrogatorio  que  presenté  en  el  octubre  de  72,  y 
de  la  pregunta  S."*  del  interrogatorio  para  el  maestro 
Sancho,  y  tengo  pedido  que  la  dicha  censura  general, 
que  de  mí  está  firmada ,  se  traiga  originalmente ,  y 
traída,  constando  á  vuestras  mercedes  de  la  falsedad 
deste  testigo,  pido  y  suplico  á  vuestras  mercedes  se 
proceda  contra  él  como  contra  testigo  falso,  porque, 
pues  en  una  cosa  tan  clara  y  llana  y  que  no  la  pudo 
ignorar  es  falso,  mucho  mejor  se  ha  de  entender  que 
lo  es  en  las  otras  cosas  que  no  se  escribieron.  Y  si  ne- 
cesario es  ,  de  nuevo  pido  y  suplico  á  vuestras  merce- 
des se  traiga  la  dicha  censura  original,  firmada  de  mí 
el  maestro  fray  Luis  de  León  y  del  maestro  León  de 
Castro ,  la  cual  quedó  en  poder  del  maestro  Sancho,  y 
en  poder  de  Gaspar  de  Portonariis  ha  de  haber  otra, 
también  firmada  de  nuestros  nombres;  para  que  se  en- 
tienda que  este  dicho  testigo  es  con  dolo  y  fallada  y 
malicia ,  y  que  necesariamente  vuestras  mercedes  han 
de  proceder  contra  él ,  pues  ha  ofendido  la  autoridad  y 
santidad  deste  Santo  Oficio  con  su  dicho  falso. 

Capitulo  13.  Que  san  Augustin  no  supo  Escritura. 
Testigo  octavo,  capítulo  L",  parece  que  dice  que  lo  oyó 
á  otro  de  mí ,  y  el  otro  no  parece  que  contesta  con  él. 
Este  testigo  no  me  perjudica ,  porque  debe  ser  el  maes- 
tro fray  Domingo  Ibañez  ,  dominico,  á  quien  tengo  ta- 
chado por  mi  enemigo,  ó  otro  algún  fraile  dominico; 
y  es  singular  y  de  oídas,  y  no  señala  tiempo  ni  lugar, 
ni  contesta  con  él  el  que  alega  por  primer  autor.  Y  el 
mismo  testigo  en  su  dicho  trae  grandísima  apariencia 
y  presunción  de  derecho  de  que  no  dice  verdad,  por- 
que ¿cómo  puede  decir  nadie  de  san  Augustin  que  no 
sabe  Escritura,  siendo  uno  de  los  cuatro  doctores  mas 
principales  de  la  Iglesia  ?  Y  mucho  menos  se  ha  de 
creer  que  lo  dijese  fraile  de  su  orden ;  y  en  un  sermón 
en  latín  que  hice  en  las  escuelas  de  Salamanca  en  su 
fiesta  ,  las  primeras  palabras  que  digo  son  estas  :  u  De 
))divo  Augustino ,  incredibili  et  plañe  divina  sapientia 
»viro,  orationem  habiturus,  etc.»  El  cual  sermón  está 
con  mis  cuolíbetos ,  y  suplico  á  vuestras  mercedes 
manden  se  ponga  en  este  proceso  para  mi  defensa.  Y 


LUIS  DE  LEÓN.  lxxvu 

hace  también  por  mí  en  este  artículo  todo  lo  allegado 
en  los  capítulos  pasados  11  y  12. 

Cupilulo  16.  Que  se  pueden  admitir  interpretacio- 
nes nuevas  de  la  Escritura,  no  contra,  sino  practer, 
de  los  santos ,  y  que  aquel  praeter  le  parece  sofistica- 
do. Esto  dice  solo  el  testigo  tercero  en  el  capítulo  3." 
Digo  que  no  me  perjudica,  porque  las  nuevas  interpre- 
taciones que  yo  decía  y  defendía,  se  han  de  entender 
conforme  á  como  yo  lo  tengo  declarado  en  mis  confe- 
siones. Y  constará  que  mis  confesiones  son  verdaderas 
de  lo  probado  en  la  pregunta  6.^  del  interrogatorio  pre- 
sentado por  el  octubre  de  72,  y  en  la  pregunta  4.^  y  5." 
del  interrogatorio  para  el  maestro  Sancho ,  presentado 
en  el  junio  deste  año  de  73 ,  y  por  el  dicho  deste  mis- 
mo testigo  en  el  capítulo  1.",  porque  toda  la  defensa 
mia  en  las  interpretaciones  nuevas  era  seguir  la  sen- 
tencia de  san  Augustin  que  él  dice.  Y  este  testigo  es 
el  maestro  León  de  Castro,  mi  enemigo,  y  es  singular 
y  incierto ;  y  claramente  de  su  dicho  se  collige  eviden- 
te calumnia  y  malicia,  porque,  confesando  el  testigo 
que  yo  dije  que  se  pueden  traer  exposiciones  de  Es- 
criptura  nuevas,  no  contra  la  explicación  de  los  san- 
tos, sino  praeter,  en  decir  que  aquel  praeter  le  parece 
sofisticado  denota  su  mal  ánimo ,  porque  presintiendo 
no  contra  la  exposición  de  los  santos,  no  puede  haber 
sofistiquería  mala  debajo  del  praeter,  sino  es  laquees- 
te  testigo  con  su  mal  ánimo  quisiere  inventar;  cuanto 
mas,  que  en  decir  que  le  parece  no  me  prejudica  su 
parecer. 

Capitulo  17.  Que  en  los  pasos  del  Testamento  Vie- 
jo que  alegan  los  apóstoles  en  el  Nuevo,  el  sentido  que 
ellos  dan  es  verdadero  y  de  fe  ;  pero  que  juntamente 
con  aquel  pueden  tener  otro  sentido.  Testigo  tercero, 
capítulo  1.";  testigo  sétimo,  capítulo  1."  Estos  testi- 
gos no  me  prejudican  por  las  tachas  que  contra  ellos 
tengo  puestas,  y  denotan  su  mal  ánimo  en  deponer 
esto  contra  mí  como  cosa  mala ,  siendo  cosa  llana  y 
verdadera  en  la  manera  que  yo  lo  tengo  confesado  des- 
de la  primera  audiencia ,  donde  dije  que  leyendo  la 
materia  De  angelis,  sobre  cierto  paso  que  alega  san 
Pablo  en  un  sentido ,  dije  que  juntamente  con  aquel 
sentido,  el  cual  era  de  fe,  podía  tener  otro;  y  daré  ra- 
zón dello. 

Capitulo  18.  Que  en  el  Viejo  Testamento  no  hay 
promesa  de  vida  eterna.  Digo  que  los  testigos  que  en 
esto  deponen  no  me  prejudican,  porque,  allende  délas 
tachas  que  les  tengo  puestas  y  estarán  probadas ,  son 
singulares  y  no  contestan ;  porque  el  uno,  que  es  el  ter- 
cero, en  el  capítulo  6.",  no  dice  que  lo  afirmé,  sino  que 
lo  disputé  en  ciertas  juntas  de  teólogos ;  y  en  el  capí- 
tulo 14,  el  mismo  ni  dice  que  lo  disputé  ni  que  lo 
afirmé,  sino  que  los  que  trataban  dello  se  allanaron, 
vistos  unos  lugares  de  san  Augustin ;  y  el  testigo  mues- 
tra su  mal  ánimo  en  deponer  por  malo  lo  que  se  dis- 
putó, porque  siendo  la  conclusión  buena,  no  había  que 
hacer  caso  de  la  disputa  ;  cuanto  mas  que  en  mis  letu- 
ras  se  hallará  haber  yo  leído  y  enseñado  lo  mismo  que 
este  testigo  dice  que  se  concluyó  ;  la  cual  letura  está 
presentada  en  este  proceso  para  mi  defensa.  El  otro  tes- 
tigo, que  es  el  octavo,  en  el  capítulo  1 ."  depone  de  oí- 
das, y  no  contesta  con  él  aquel  á  quien  dice  lo  oyó ;  de 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


Lsxvm 

donde  se  ve  que  es  clara  mentira  lo  que  dice.  El  otro 
testigo,  que  es  el  trece,  capítulo  i.°,  dice  una  cosa 
muy  diferente  ,  porque  dice  que  decia  yo  que  el  maes- 
tro Grajal  no  habia  dicho  aquesta  proposición,  sino  so- 
lamente que  por  la  observancia  de  la  ley  mosaica  se 
prometían  bienes  temporales,  y  que  le  parece  que  yo  lo 
tenia  por  probable ;  y  lo  que  en  esto  yo  haya  tenido,  se 
verá  por  la  dicha  letura,  que  es  mas  cierta  que  no  lo 
que  á  este  testigo  parece;  y  demás  deslo,  aun  el  maes- 
tro Grajal ,  de  quien  dice  el  testigo  tercero  que  la  dijo, 
no  la  dijo  ansí  desnuda,  sino  muy  diferente,  como  pa- 
recerá de  lo  probado  en  la  pregunta  sexta  del  interro- 
gatorio para  el  maestro  Sancho,  presentado  en  el  junio 
deste  año  de  73,  y  en  el  capítulo  7."  do  las  repreguntas 
presentadas  por  el  mismo  tiempo. 

Capitulo  19.  Que  dije  una  doctrina  de  do  se  seguia 
que  la  le  sola  justificaba ,  ó  otro  algún  error.  Testigo 
cuarto,  capítulo  4."  Este  testigo  no  me  perjudica,  por- 
que le  tengo  tachado  por  mi  enemigo  y  por  loco  y 
tonto  ,  y  porque  es  singular  y  incierto,  dudoso  y  igno- 
rante, y  no  declara  cuál  doctrina  era,  y  dice  que  le 
parece  á  él  que  se  seguia  un  error  della ,  y  no  se  deter- 
mina en  qué  error ;  y  dice  una  gran  falsedad ,  porque 
en  mis  leluras  De  gratia  y  justificafione,  y  en  un  cuo- 
libeto  mió  De  satis  fací  tone,  que  he  pedido  se  ponga  en 
este  proceso,  se  hallará  que  enseñé  todo  lo  contrario 
de  lo  que  este  testigo  dice  ;  y  si  es  necesario ,  torno  á 
pedir  de  nuevo  que  se  pongan  las  dichas  leturas  en 
este  proceso. 

Capitulo  20.  Que  no  es  de  fe  que  nuestra  Señora 
nunca  pecó  venialmenle.  Testigo  cuarto,  capítulo  6." 
Este  testigo  no  me  perjudica,  por  ser  mi  enemigo  y  las 
demás  tachas  que  le  tengo  puestas ,  y  es  singular.  Y  si 
fuera  verdad  que  yo  lo  huluera  leido  en  la  cátreda,  co- 
mo el  testigo  dice,  hubiera  otros  muchos  que  lo  oye- 
ran ;  y  pues  dice  que  fué  en  letura,  en  ella  })arecerá  lo 
que  yo  liubiere  dicho  acerca  desto  ;  y  daré  razón  de  lo 
que  se  hallare  en  la  dicha  letura ,  la  cual ,  si  es  nece- 
sario, pido  se  ponga  en  este  proceso  para  mi  defensa. 

Capitulo  21.  Que  hay  cosas  mal  trasladadas  en  los 
setenta  intérpretes.  Testigo  quinto ,  capítulo  3.",  que 
lo  vio  en  los  papeles  de  mi  letura.  Digo  que  yo  tengo 
confesada  esta  letura  desde  la  primera  audiencia,  y 
daré  razón  de  lo  que  en  ella  hubiere  ;  y  pido  que  la  di- 
cha letura  se  ponga  en  este  proceso  para  mí  defensa. 

Capitulo  22.  Que  puede  un  fraile,  sin  pedir  licen- 
cia á  su  perlado  y  sin  pecar  morlalmcnte,  gastar  uno 
ó  dos  reales.  Testigo  diez,  cajiítulo  3.°;  testigo  once, 
capítulo  10,  dicen  (pie  está  en  mis  lecturas.  Es  verdad, 
y  es  sentencia  de  Victoria,  comunmente  rccebída  ;  y 
los  testigos  muestran  su  mal  ánimo  en  la  manera  de 
deponer. 

Capitulo  23.  Cuanto  á  los  tres  testigos  que  sobrevi- 
nieron, y  dicen  haber  yo  puesto  duda  en  la  venida  del 
Mesías ,  y  que  por  esto  estoy  [trcso ,  digo  que  no  me 
perjudican  por  lo  que  largamente  tengo  escrito  en  la 
resi)uesta  que  presenté  en  el  mayo  deste  año  de  73, 
que  he  aquí  por  repetida  ;  lo  otro,  jjorque  lodos  son  de 
oidas,  y  que  no  me  lo  oyeron  á  mí,  sino  á  otros,  los 
cuales  tampoco  dicen  habérmelo  oído.  Y  ansí,  todo  ello 
es  falsedad  y  mentira ,  y  invención  de  mis  enemigos 


después  de  haberme  preso.  Y  por  ser  una  cosa  tan  no- 
table, que  no  es  razón  que  se  deje  de  hacer  toda  inqui- 
sición para  saber  la  verdad,  y  si  se  hallare  haberlo  di- 
cho yo  sea  castigado  con  la  pena  que  de  derecho  me- 
rezco, y  si  constare  ser  falsedad  y  levantamiento,  sean 
castigados  con  todo  el  rigor  los  que  lo  han  levantado, 
porque  no  es  razón  que ,  so  color  del  secreto  grande 
que  hay  en  este  Santo  Oficio  acerca  de  los  testigos  que 
deponen ,  se  atreva  ninguno  á  decir  lo  que  no  es,  pen- 
sando no  se  ha  de  saber  ;  por  tanto ,  pido  y  suplico  á 
vuestras  mercedes,  y  si  es  necesario,  con  el  acatamien- 
to que  debo  les  requiero ,  que  manden  hacer  todas  las 
diligencias  necesarias  para  saber  la  verdad ,  y  que  á 
mi  cosía  manden  que  personalmente  vengan  estos  tres 
testigos  aquí  ante  vuestras  mercedes  á  volver  á  decir 
sus  dichos ,  sin  que  les  sean  leídas  sus  primeras  depo- 
siciones. Y  atento  á  que  en  cosas  tan  graves  en  tan 
poco  tiempo  no  hay  olvido,  y  se  presume  que  malicio- 
samente y  á  sabiendas  callan  el  nombre  del  inventor 
desla  maldad  ,  pido  y  suplico  á  vuestras  mercedes  sean 
apremiados  con  todo  rigor  á  que  lo  declaren  ,  y  todas 
las  personas  á  quien  lo  han  oído,  discurriendo  de  uno 
en  otro  hasta  descubrir  el  principio  de  tan  gran  mal- 
dad, y  sean  castigados  todos  los  que  fueren  hallados 
culpantes. — Fray  Luis  de  Lean. — Dotar  Ortiz  de  Fu- 
nez. — Hay  una  rúbrica. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO,  Y 
PRESENTADO  EN  13  DE  JULIO  DE  1573  AÑOS,  ANTE  EL  SEÑOR 
INQUISIDOR  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ,  EN  LA  AUDIENCIA 
DE  LA  TARDE. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  pre- 
so en  las  cárceles  deste  Santo  Oficio,  en  el  pleito  que 
trato  con  el  fiscal ,  digo  :  Que  de  ocho  ó  diez  meses  á 
esta 'parte,  por  escrito  y  de  palabra,  y  señaladamente 
en  4  del  mes  de  junio  pasado ,  he  suplicado  á  vuestras 
mercedes  manden  que  se  traiga  la  censura  original  que 
se  hizo  por  los  maestros  de  Salamanca  sobre  la  Dililia 
de  Yatablo,  que  está  en  poder  del  maestro  Sancho  una, 
y  otra  en  poder  de  Gaspar  de  Porlonariis,  librero;  que 
se  me  muestre  ansí  la  dicha  censura ,  como  mis  pape- 
les y  lecturas ,  que  están  en  poder  de  vuestras  merce- 
des, para  señalar  en  ella  y  en  ellos  las  partes  que  con- 
vienen á  la  defensa  de  mi  justicia  y  presentallas  en  osle 
proceso  ;  lo  cual  hasta  agora  ni  se  me  ha  denegado,  ni 
con  efecto  se  ha  hecho,  padeciendo  en  ello  mi  justicia, 
como  es  notorio.  Suplico  á  vuestras  mercedes  sean  ser- 
vidos mandar  que  se  haga,  y  con  brevedad,  si  ha  lu- 
gar, y  si  no  se  ha  de  hacer,  se  me  diga  claramente,  para 
que  yo  no  sea  mas  importuno ,  y  proceda  adelante  en 
lo  que  pareciere  convenir  á  mi  justicia. 

Demás  deslo,  acerca  de  lo  que  el  lesligo  tercero,  en 
el  capitulo  2.*,  dice  que  entendió  de  mí,  aunque  no  laii 
claramente  como  de  otros,  que  lenía  poco  respecto  á  los 
Santos  I'adres,  sino  á  estas  inlcriinilaciones  de  rabíes, 
como  él  dice ;  demás  de  lo  que  dicho  tengo  en  mis  res- 
puestas ,  digo  que  eslc  lesligo ,  en  este  artículo  como 
en  otros  muchos ,  se  perjura  claramente  y  me  levanta 
falso  leslímonío ,  y  que  de  su  mismo  dicho  se  convence 
necesariamente  que  cslo  es  así,  porque  luego,  en  el 
capítulo  3."  siguiente,  dice  y  confiesa  que  me  oyó  de- 


CONTRA  FRAY  LUIS  DE  LEÓN 

cir  muchas  veces,  en  los  mismos  lugares  y  disputas, 
I    que  no  se  podian  traer  ni  admitir  explicaciones  de  la 


Sagrada  Escritura  en  contra  ó  conlrarias  de  las  que 
dan  los  santos ;  de  lo  cual  consta  claramente  que  yo 
tenia  el  respecto  que  debia  á  los  santos,  y  que  este  tes- 
tigo, no  solo  no  vio  en.  mí  cosa  ajena  dello  ,  sino  vio  y 
oyó  todo  aquello  que  bastaba  para  conocer  que  yo  aca- 
taba á  los  santos  como  era  justo ,  y  por  consiguiente 
que  no  tiene  conciencia ,  y  que  debe  ser  por  vuestras 
mercedes  castigado  como  hombre  que  por  su  mismo 
dicho  muestra  que  es  falso  y  perjuro ;  porque  quien 
dice  y  confiesa  que  no  se  pueden  traer  interpretaciones 
contra  ó  conlrarias  de  las  que  dan  los  sanios,  como 
este  testigo  confiesa  habello  dicho  y  repetido  yo  muchas 
veces,  conocida  y  abiertamente  confiesa  lodo  esto  :  lo 
uno,  que  las  interpretaciones  que  dan  los  santos  en  la 
Escritura  son  las  buenas  y  las  verdaderas,  pues  no  se 
ha  de  admitir  lo  que  les  contradijere  ;  lo  otro,  confie- 
sa que  son  verdaderas,  no  así  como  quiera,  sino  que 
tienen  verdad  cierta  y  de  grande  autoridad ,  pues  lodo 
lo  que  les  fuere  contrario,  por  el  mismo  caso  que  les 
es  contrario ,  se  lia  de  desecliar  y  condenar  por  malo 
y  falso.  Lo  otro  ,  confesando  esto,  confiesa  necesaria- 
mente que  ni  pueden  ser  desechadas  las  dichas  inter- 
pretaciones ,  ni  menospreciadas  ni  comparadas  con 
otras  para  caso  de  lenellas  en  menos ,  sino  que  así 
como  es  mas  cierto  que  ellas  son  verdaderas  que  no 
las  demás ,  ansí  son  y  deben  ser  aventajadas  á  todas. 
Y  pues  yo,  por  confesión  dol  dicho  tercero  testigo, 
confieso  todo  esto ,  suplico  á  vuestras  mercedes  sean 
servidos  de  comenzar  á  conocer  la  maldad  deste  hom- 
bre y  el  engaño  que  les  hizo ,  y  el  agravio  que  yo  pa- 
dezco sin  culpa.  Y  deste  mismo  dicho  y  deposición  su- 
ya se  convence  ser  falso  lo  que  el  mismo  testigo  ,  en 
el  capítulo  4.",  dice  haber  oído  de  mí,  y  no  sabe  á 
quién,  que  burlaba  de  las  inierpretaciones  de  los  san- 
tos ;  y  ni  mas  ni  menos  desta  dicha  confesión  deste 
testigo  se  prue')a  ser  falsedad  notoria  lo  que  depone 
contra  mí  el  primero  testigo  en  el  capítulo  4.",  dicien- 
do que  prefería  yo  en  las  dichas  disputas  las  interpre- 
taciones de  Vatablo  á  las  de  los  santos ;  porque  el  di- 
cjio  testigo  primero  no  se  halló  en  aquellas  disputas  y 
depone  de  oídas  ;  y  este  testigo  tercero,  que  se  halló 
en  ellas,  con  ser  mi  enemigo,  y  con  deponer  contra 
mí  por  dañarme  ,  confiesa  haber  dicho  yo  muchas  ve- 
ces que  no  se  podian  traer  inleri)retacione3  contra  de 
los  santos.  Y  decir  esto ,  y  preferir  las  que  da  Vatablo 
á  las  que  dan  los  santos,  son  cosas  que  en  ninguna 
manera  se  compadecen,  como  consta  de  lo  arriba  de- 
clarado. Y  suplico  á  vuestras  mercedes  que  en  la  mar- 
gen de  mi  respuesta  al  capítulo  2."  del  testigo  terce- 
ro se  haga  memoria  deste  papel ,  para  que  se  vea  cuan- 
do aquello  se  viere ,  y  también  se  haga  memoria  en  la 
margen  de  la  respuesta  al  testigo  primero  en  el  capí- 
lulo  4." — Fray  Luis  de  León.  —  Dotor  Ortiz  de  Fu- 
nes.— Hay  una  rúbrica. 


LXXIX 
PEDIMENTO  DE  FnAY   LUIS  DE    LEÓN,  ESCRITO   DE    SU    MANO    Y 
PRESENTADO  EN  VAI.LADOLID,  Á  29  DE  JULIO  DE  1573  AÑOS, 
ANTE  EL  SEÑOR  INQUISIDOR  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ,  EN 
LA  AUDIENCIA  DE  LA  MAÑANA. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León, 
preso  en  estas  cárceles  ,  en  el  pleito  que  trato  con  el 
fiscal  deste  Santo  Oficio,  digo  :  Que  entre  los  pa¡ieles 
de  mis  leturas  que  están  en  poder  de  vuestras  merce- 
des hay  muchos  cartapacios ,  de  los  cuales  algunos 
dellos  no  son  míos ,  sino  de  otras  personas  que  me  los 
prestaron;  y  oíros,  aunque  son  míos,  pero  lo  en  ellos 
contenido  no  es  co-^a  compuesta  por  mí  ni  de  mis  letu- 
ras ,  sino  cosas  compuesías  por  otras  personas  doctas, 
las  cuales  yo  habia  hecho  trasladar  á  mis  escribientes, 
de  lo  cual  lodo  lo  que  me  pude  acordar  declaré  por  un 
escrito  el  día  que  por  mandado  de  vuestras  mercedes 
fui  preso ;  y  después  acá ,  creo  que  por  el  mes  de  agosto 
del  año  pasado  de  72 ,  presuponiendo  que  mis  papeles 
sé  vian,  supliqué  á  vuestras  mercedes,  como  parecerá 
por  este  proceso,  fuesen  servidos  de  mandar  que  se  me 
mostrasen  los  dichos  carlapacios  para  señalar  en  cada 
uno  dellos  cuyos  son  y  de  quién  los  hube,  para  que 
vuestras  mercedes,  con  tiempo,  y  antes  que  fallase  al- 
guna de  las  personas  cuyos  son ,  se  informasen  de  la 
verdad,  y  no  hiciesen  ver  y  examinar  como  cosa  mia  lo 
que  es  ajeno,  con  trabajo  de  los  consultores  y  agravio 
mío ,  protestando  que  si ,  por  no  hacerse  con  tiempo 
esta  diligencia,  faltase  alguna  de  las  personas  de  quien 
yo  he  habido  los  dichos  papeles ,  y  por  su  falta  no  pu- 
diese yo  probar  la  verdad  de  mi  pretensión,  la  tal  falta 
no  me  parase  perjuicio,  pues  no  sucedía  por  culpa  ni 
negligencia  mia.  Y  por  cuanto  la  dicha  diligencia  no 
se  ha  hecho  hasta  agora,  y  porque  entiendo  que  los  di- 
chos mis  papeles,  los  cuales  yo  creí  que  se  vian  desde 
el  principio  de  mi  prisión ,  se  comenzaron  á  ver  un  año 
después  y  se  ven  agora  actualmente,  torno  á  suplicar 
á  vuestras  mercedes  lo  mismo,  y  á  protestar  lo  que 
tengo  protestado.  Porque  aunque,  como  otras  veces  ten- 
go en  este  proceso  declarado  y  jurado,  yo  ni  sé  ni  tengo 
por  qué  sospechar  que  en  los  dichos  papeles  ajenos  que 
están  entre  los  míos  haya  alguna  cosa  de  mala  doctrina, 
porque  á  las  personas  de  quien  los  hube  los  tengo  por 
católicos ,  y  porque,  como  otras  veces  he  dicho,  de  lo- 
dos ellos  he  leido  muy  pocas  hojas ;  pero,  de  cualquier 
manera  que  sean ,  no  es  (conforme  á  razón  ni  á  dere- 
cho que,  siendo  ajenos  y  pudíendo  á  vuestras  merce- 
des constalles  dello  clara  y  evidentemente,  se  vean  co- 
mo míos  los  dichos  papeles,  mayormente  estando  yo 
preso  mientras  se  ven.  Porque  notoria  cosa  es  que  los 
diciios  cartapacios  de  mano,  no  siendo  compuestos  por 
mí ,  no  están  mas  á  mi  cargo  que  los  demás  übros  im- 
presos que  están  en  mi  celda,  de  los  cuales  es  cierto  que 
no  siendo  de  autores  vedados ,  no  se  me  puede  hacer 
cargo  ninguno,  aunque  en  ellos  se  hallasen  cosas  de 
mala  doctrina.  Y  ansí  como  no  seria  conforme  á  dere- 
cho que  vuestras  mercedes  me  detuviesen  preso  mien- 
tras se  vian  las  obras  de  Cayetano  ó  de  otro  doctor 
católico  que  estuviesen  en  mi  poder,  ni  seria  justicia 
que  se  pusiese  á  mi  cuenta  lo  malo  que  en  las  dichas 
obras  se  hallase ;  así  no  es  justo  que  los  dichos  carta- 
pacios que  no  son  míos  se  vean  como  mios ,  sino  que 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


LXXX 

primero  y  ante  todas  cosas  vuestras  mercedes  manden 
averiguar  cuyos  son,  pues  yo  estoy  presto  para  dar  ra- 
zón de  ello  clara  y  bastanlemenle,  como  lo  lie  dicho  y 
suplicado  y  requerido  y  protestado  desde  el  principio 
de  mi  prisión  por  muchas  veces. 

Demás  desto,  digo  que  de  un  año  á  esta  parte  he  su- 
plicado á  vuestras  mercedes  muchas  y  diferentes  veces 
fuesen  servidos  mandar  que  se  trújese  la  Biblia  de  Va- 
tablo  que  originalmente  se  censuró  por  los  maestros 
de  Salamanca,  la  cual  está  on  poder  del  maestro  Fran- 
cisco Sancho  ,  y  otra  en  poder  de  Gaspar  de  Portona- 
riis,  librero,  para  presentar  en  este  proceso  algunas 
partes  de  ella  que  convienen  á  la  defensa  de  mi  jus- 
ticia; lo  cual  liasla  agora  no  se  ha  hecho.  Torno  á  su- 
plicar á  vuestras  mercedes  manden  que  se  haga  con 
brevedad. 

Demás  desto,  suplico  á  vuestras  mercedes  sean  ser- 
vidos mandar  que  se  me  den  unos  cuadernillos  de  fray 
Diego  de  Zúñiga  que  están  entre  mis  papeles ,  porque 
pretendo  por  ellos  probar  que  es  falso  en  una  de  las 
cosas  que  depone  contra  mí.  Y  puódensc  contar  las  ho- 
jas de  ellos ,  y  rubricar  cada  una  de  ellas  por  el  secre- 
tario, y  donde  hubiere  algo  borrado  ó  añadido,  seña- 
lallo,  para  que  vuestras  mercedes  estén  ciertos  y  segu- 
ros que  por  mí  no  se  muda  nada  on  ellos.  Y  si  esto  no 
hubiere  lugar,  vuestras  mercedes  sean  servidos  de  dar- 
me tiempo  y  espacio  para  que  aquí  en  la  audiencia, 
delante  de  vuestras  mercedes  ó  de  alguno  de  los  se- 
cretarios, los  vea.  Y  pido  justicia,  etc. — Fray  Luis  de 
León. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  I.EON  ,  ESCRITO  DE  SU  MANO  Y 
PRESENTADO  EN  VAI.LADOLID  ,  Á  20  DE  AGOSTO  1573  AÑOS, 
ANTE  EL  SEÑOR  INQL'ISIUOR  LICENCIADO  DIEGO  C0N7.ALEZ. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  Fray  Luis  de  León,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio,  di- 
go :  Que  en  un  interrogatorio  de  taclias  que  presenté 
el  junio  pasado,  en  la  pregunta  10,  que  trata  de  una 
cansa  de  enemistad  que  tiene  conmigo  fray  Diego  de 
Zúñiga,  no  me  acuerdo  si  presenté  por  testigo  á  fray 
Francisco  de  Cueto.  Si  no  lo  presenté,  agora  le  nombro 
y  presento,  y  supli^^o  á  vuestras  mercedes  manden  que 
sea  examinado  en  ella  (a). 

Demás  des! o,  digo  que  ansí  en  el  dicho  interrogatorio 
como  en  los  demás  que  tengo  presentados  en  este  pro- 
ceso, en  algunas  preguntas  señalo  para  que  sean  exa- 
minados tres  y  cuatro  y  cinco  y  mas  testigos,  porque 
de  algunos  de  ellos  tengo  duda  si  se  acordarán  entera- 
mente de  loilo  aquello  para  (pie  son  presentados;  por  lo 
cual  sujilico  á  vuestras  mercedes  que  si  en  la  exami- 
nacion  de  los  dichos  testigos,  los  que  fuesen  primero 
examinados  no  probaren  enteramente  lo  articulado,  se 
proceda  al  examen  de  lodos  los  demás  por  mí  señala- 
dos; y  si  caso  fuere  que  por  la  dilación  que  lia  habido 
en  la  probanza  que  por  mí  se  haro,  alguno  de  los  di- 
chos testigos  se  hubiere  muerto  ó  ausentado,  suplico 
á  vuestras  mercedes  me  manden  que  señalo  otro  ú  otros 
en  su  lugar,  en  las  preguntas  adonde  su  testimonio 
hiciere  falla. 

(a)  Al  mJrgen  se  lee  :  «No  scri  necesario  hacer  esla  diligencia, 
porque  eo  el  üicbo  intcrrogatoriu  e&lá  sefialado  el  dicho  Cuctu.» 


Demás  desto,  digo  que  al  principio  de  mi  prisión  y 
de  este  pleito,  y  por  el  mes  de  agosto  del  año  pasado 
de  72,  y  ni  mas  ni  menos  este  julio  próximo  pasado, 
he  suplicado  á  vuestras  mercedes  sean  servidos  antes 
que  se  vean  mis  papeles  por  los  teólogos  consultores 
(leste  Santo  Oficio,  mandar  examinar  y  averiguar  cuá- 
les son  mios  y  cuáles  no.  De  lo  cual  yo  estoy  presto  y 
aparejado  á  dar  bastante  razón  y  claridad  en  viéndo- 
los ,  porque  de  no  hacerse  así  mi  justicia  recibe  agra- 
vio, lo  uno  en  que  se  examine  por  mió  lo  que  no  lo  es, 
mayormente  estando  yo  preso  mientras  se  examino ;  lo 
otro,  porque  cuanto  mas  se  dilatare  la  averiguación  de 
cuyos  son  los  dichos  papeles,  tanto  en  cosa  que  des- 
pués sea  necesario  hacerse,  se  hará  con  mas  dili.ultad, 
por  los  casos  de  muerte  y  ausencia  que  pueden  acon- 
tecer en  tanto  tiempo  á  las  personas  cuyos  son  y  de 
quien  yo  los  hube  y  con  quien  lo  tengo  de  probar.  Lo 
cual  hasta  agora  no  se  ha  hecho.  Por  tanto,  torno  á 
suplicar  á  vuestras  mercedes  lo  que  acerca  de  esto  ten- 
go suplicado,  y  á  protestar  lo  protestado.  Y  pido  justi- 
cia y  el  oficio,  etc. — Fray  Luis  de  León. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LL'IS  DE  LEÓN  ,  ESCRITO  DE  SU  MANO  Y 
PRESENTADO  EN  VALLADOLID,  Á  9  DE  NOVIEMBRE  1575  AÑOS, 
ANTE  EL  SEÑOR  INQUISIDOR  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  do  León,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio,  di- 
go :  Que  los  cartapacios  y  papeles  que  están  entre  los 
mios  y  no  son  mios  son  los  siguientes  : 

1.°  El  cartapacio  número  i."  no  tiene  cosa  mia; 
tiene  al  principio  una  letura  sobre  Isaías,  del  maestro 
Villalobos,  augustino,  ya  difunto.  Conocerán  que  es 
letura  suya  el  maestro  fray  .\lonso  Gudiel ,  el  maestro 
fray  Hernando  de  Zarate,  fray  Pedro  de  Rojas,  fray  Pe- 
dro Arias,  augustinos,  y  otros  muchos  frailes  de  mi  or- 
den, porque  anda  pública  entre  ellos.  Tiene  mas  el  di- 
cho cartapacio,  una  letura  del  maestro  Cipriano,  que  fué 
catedrático  en  .Mcalá,  sobre  los  salmos.  Rícela  sacar  á 
un  escribiente  de  unos  cartapacios  de  fray  Juan  Ruiz 
de  la  Mota,  augustino,  que  escribió  oyendo  al  dicho 
Cipriano  ;  él  la  conocerá  y  será  testigo  de  lo  que  digo. 
Tiene  mas,  un  pedazo  de  la  letura  sobre  san  Juan,  del 
maestro  fray  Dionisio,  augustino.  Esta  letura  anda  pú- 
blica entre  nosotros.  Conocerán  que  es  ansí  fray  Fran- 
cisco Cuelo  y  fray  Pedro  de  Rojas  y  fray  Pedro  Arias 
y  otros  muchos  frailes  de  mi  orden;  y  en  la  librería  de 
san  .\ugusliii  do  Salamanca  está  un  original  de  la  di- 
cha letura,  por  donde  cotejando  la  deste  cartapacio  con 
aquella  ,  se  conocerá  ser  verdad  lo  que  digo.  Tiene 
mas,  un  pedazo  do  exposición  sobro  la  epístola  Ad  ro- 
manos, de  un  hombro  docto,  difunto,  (pie  se  llamaba 
el  maestro  Bernardo  Pérez;  esla  me  envió  desdo  Alcalá 
con  otros  papeles  el  doctor  Avila,  canónigo  de  Belmon- 
te;  él  será  testigo  de  que  es  ansí. 

2."  El  cartai)acio  número  2."  no  tiene  cosa  mia; 
tiene  al  priiiciiiio  una  letura  del  principio  de  la  tercera 
parte  de  san  Joróiiiino,  do  la  materia  De  incarnaíione. 
Es  letura  do  fray  Juan  do  la  Peña,  y  al  fin  dolía  os  le- 
tura del  maoslro  (irajal,  que  leyó  por  el  dicho  maestro 
P(!ña  la  suslil lición  do  aíjuel  año.  Constará  esto  ser 
ansí ,  cülejando  los  ¡lapeles  de  la  dicha  ielura  de  Peña, 


CONTRA  FRAY 

los  cuales  tendrán  frailes  dominicos,  con  la  letura 
deste  cartapacio  que  digo.  Tiene  mas,  una  repetición 
del  mismo  Peña  sobre  aquellas  palabras  del  primer  ca- 
pítulo de  la  epístola  Ad  ephesios  :  «Benedictus  Deus 
wpater  Domini  noslri  Jesu-Christi.»  Constará  ser  del 
maestro  Peña  por  la  manera  sobredicha.  Tiene  mas 
el  dicho  cartapacio ,  una  letura  del  maestro  Guevara 
sobre  el  3.°  de  Durando.  Constará  ser  suya  coteján- 
dola con  los  papeles  de  su  letura,  los  cuales  se  halla- 
rán en  poder  del  dicho  Guevara  y  de  otras  personas. 
3."  En  el  cartapacio  número  3.'^  no  hay  cosa  mia; 
tiene  pedazos  de  letura,  como  son  de  Descientia  Dei,  De 
praedestinaiione,  De  Trinüale,  De  anima,  De  gr alia. 
Son  leturas  del  maestro  fray  í*edro  de  Sotoraayor.  Co- 
nocerse ha  cotejándolo  con  sus  leturas  en  eslas  mate- 
rias ,  las  cuales  se  hallarán  en  poder  de  frailes  domi- 
nicos y  de  otras  personas. 

4."  En  el  cartapacio  número  4."  no  hay  cosa  mia.  Tie- 
ne una  exposición  sobre  los  Cantares  en  romance  del 
maestro  Benito  Arias  Montano;  préstemela  muchos  años 
há,  pidiéndosela  yo  para  ver  algunos  pasos  cuando  yo 
escribí  sobre  ellos,  y  ansí,  me  aproveché  della  en  algu- 
:  nos  lugares.  Preslomela  con  condición  que  se  la  pusie- 
i  se  en  latín,  y  yo  nunca  lo  hice,  por  ocupaciones  que  tu- 
¡  ve.  Consta  ser  suya  por  la  letra ,  que  es  del ,  y  porque 
\  él,  preguntado  si  fuese  menester,  no  lo  negará. 
I     5."  En  el  cartapacio  número  5."  no  hay  cosa  mia.  Tie- 
ne cosas  tocantes  á  frasis  y  otras  anotaciones  de  la  Sa- 
grada Escritura.  Préstemele  fray  Francisco  de  Castro- 
verde  ,  auguslino,  habrá  cinco  ó  seis  años,  porque  pen- 
sé leer  una  lición  extraordinaria  de  las  frasis  de  la  Es- 
critura. El  será  testigo  dello ,  que  visto  el  cartapacio, 
conocerá  la  verdad,  y  sin  vello  la  dirá  también;  y  al 
fin  deste  cartapacio  están  ciertos  cuadernos  escritos  de 
la  letra  del  mismo  Castroverde  ,  que  tiene  al  principio 
por  titulo  Miscelánea.  Conocerán  la  letra  de  Castro- 
verde  fray  Pedro  de  Rojas,  fray  Pedro  Arias,  fray  Hie- 
rónimo  de  la  Cruz. 

6.°  En  el  cartapacio  número  6."  no  hay  cosa  mia.  Al 
principio  tiene  un  tratado  De  musicae  el  instrumento- 
rum  uf-u  apud  veteres  hebraeos.  Es  del  maestro  Cipria- 
no, catedrático  que  fué  en  Alcalá.  Diómele  el  doctor 
Avila,  canónigo  de  Belmente,  con  otros  papeles.  Como 
he  dicho,  él  será  testigo.  Tiene  mas  otros  cuadernos  de 
lanotaciones  diversas  de  Escritura,  los  cuales  hube  de 
fray  Gabriel  de  GoWaraz  muchos  años  há ,  que  querién- 
jdome  yo  oponer  á  la  cátedra  de  Biblia  cuando  la  llevó 
Grajal,  y  estando  falto  de  papeles  locantes  á  la  Escri- 
tura, se  los  pedí  y  me  los  dio;  él  será  testigo  de  ello, 
demás  de  que  la  mayor  parte  dellos  son  de  su  letra,  la 
cual  conocen  fray  íüerónirao  de  la  Cruz,  fray  Pedi-o  de 
Rojas ,  fray  Francisco  Cuelo ,  fray  Pedro  Arias ,  au- 
gustinos.  Tiene  mas  ,  uno  ó  dos  cuadernos  de  mi  letra, 
y  son  de  la  letura  de  Cipriano  sobre  la  epístola  Ad  he- 
braeos, los  cuales  escribí  oyéndole ;  y  olro  cuaderno  de 
letura  del  mismo  sobre  el  Apocalipsi,  de  letra  de  fray 
Martin  de  Perea.  Conocerá  la  le  Ira  fray  Pedro  de  Rojas 
y  fray  Pedro  de  Uceda ,  augustinos. 

1."  Mas,  unos  cuadernos  que  tienen  por  señal  núme- 
ro 7."  Son  letura  de  fray  Domingo  Ibañez,  ilominico. 
Preslóraelos  un  fraile  benito,  oyente  en  Salamanca,  uo 
E.  xvi-ii. 


LUIS  DE  LEOiN.  i.xxxi 

me  acuerdo  del  nombre;  tuvo  un  aclo  mayor  poco  an- 
tes que  me  prendiesen ,  y  prestómelos  para  que  viese 
una  opinión  que  tuvo  el  dicho  fray  Domingo  peligrosa, 
en  lo  del  mérito  de  las  obras ,  de  que  yo  he  dado  ya  no- 
ticia en  este  proceso.  En  San  Vicente  de  S;damanca  co- 
nocerán la  letra  del  monje;  y  el  fray  Domingo,  vistos 
los  cuadernos,  conocerá  que  es  letura  suya. 

8."  ítem,  un  cuaderno  que  liene  número  8."  Es  de  la 
letura  de  Cipriano  sobre  los  salmos ,  de  que  arriba  he 
dicho,  que  por  descuido  no  se  encuadernó  con  los  de- 
más. Probarse  ha  de  la  misma  manera  como  dije  del 
cartapacio  número  1." 

9."  ítem,  un  cuadernillo  que  tiene  número  9."  Es  de 
fray  Pedro  de  Uceda,  auguslino,  en  que  concuerda  los 
evangelistas,  que  el  uno  escribió  que  habían  crucifica- 
do á  Cristo  en  la  hora  de  tercia,  y  el  otro  en  la  de  sex- 
ta. La  letra  es  del  mismo  ;  coiiocella  ha  fray  Hierónimo 
de  la  Cruz  y  fray  Pedro  de  Rojas,  augustinos.  Y  el  mis- 
mo Uceda,  visto  el  papel ,  conocerá  ser  suyo. 

10.  ítem,  unos  cuadernillos  que  tienen  número  10. 
Son  de  fray  Diego  de  Zúñiga ,  auguslino.  Prestómelos 
fray  Pedro  de  Uceda.  El  Uceda  y  el  Zúñiga  viéndolos  los 
conocerán  por  tales. 

11.  ítem,  un  legajo  de  cuadernos  que  tiene  núme- 
ro 11.  Hay  en  ellos  una  letura  De  legibus  del  maeslro 
Gallo,  y  una  lelura  De  gratia  ,  no  sé  de  quién ,  y  una 
lelura  Depraedeslinalione  de  un  padre  de  la  compa- 
ñía de  Jesús  que  lee  en  Alcalá.  Todos  ellos  me  los  pres- 
tó fray  Mateo  de  Figueroa ,  auguslino,  y  todos  son  de 
su  letra.  La  letra  conocerán  fray  de  Rojas ,  á  lo  que 
creo,  y  fray  Juan  de  Castro,  augustinos.  Y  el  fray  Ma- 
teo conocerá  que  son  suyos ,  y  que  en  ellos  no  hay  co- 
sa mia ,  y  que  él  me  los  prestó. 

12.  Ilem,  un  cuadernillo  numero  i  2.  Es  un  sermón  de 
difuntos  del  padre  Riaño,  .auguslino,  ya  difunto.  La 
letra  es  de  fray  Pedro  de  Uceda.  El  conocerá  que  es 
ansí. 

13.  Ilem,  un  olro  cuaderno  que  tiene  número  13, 
donde  se  traía  Utrum  gralia  el  peccatum  immediaté 
opponanlur.  Es  cosa  tratada  por  fray  Pedro  de  Uceda 
y  letra  suya.  La  lelra  conocerán  los  que  dije  en  el  nú- 
mero 9," ;  y  el  Uceda,  viéndolo,  conocerá  ser  suyo. 

14.  ítem,  un  legajo  que  tiene  núm.  24.  Hay  en  él 
cartas  misivas  y  versos  en  latin  y  en  romance,  y  otras 
cosas  que  ninguna  dellas  toca  en  cosa  de  teulugía.  Son 
de  diferentes  personas ,  como  por  ellos  mismos  se  pa- 
rece. 

15.  ítem,  un  cuaderno  que  liene  número  1 5.  Es  de  mi 
lelra,  pero  es  una  cuestión  De  malo  que  yo  saqué  mu- 
chos años  há  de  la  letura  de  fray  Ambrosio  de  Salazar, 
dominico.  Cotejándose  con  ella,  parecerá  ser  ansí,  y 
habrála  entre  frailes  dominicos.  Y  fray  Antonio  Que- 
vedo,  auguslino,  tiene  una  lelura  de  la  1."  parle  de 
santo  Tomás  del  dicho  fray  Ambrosio ,  de  donde  yo  sa- 
qué la  dicha  cuestión. 

Demás  deslos,  hay  algunos  otros  carlapacios  y  pape- 
les entre  los  míos ,  los  cuales  no  son  mios ,  y  no  los  se- 
ñalo porque  uo  se  me  han  mostrado ,  que  deben  estar 
en  poder  de  los  que  los  ven.  Suplico  á  vuestras  merce- 
des manden  que  se  traigan  todos  y  se  me  muestren, 
para  que  señale  los  que  no  son  mios  enteramente,  y  no 


LXXXIl 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRC'IDO 


se  gasle  tiempo  en  ver  lo  que  ni  me  toca  á  mí ,  ni  á  es- 
te proceso  pertenece. — Frmj  Luis  de  León. 

PF.DIMKMO  DE  FRAY  LLMS  DE  LEÓN",  ESCRITO  DE  SU  MANO  Y 
FRESEMADO  EN  VAI.LADOI.ID,  Á  9  DE  SETIEMliRE  1375  AÑOS, 
A.NTÉ  EL  SEÑOR  INQCISIDOR  LICE.NCIADO  GO.NZALEZ,  EN  LA 
AUDIENCIA  DE   LA  TARDE. 

Ilustres  señores:  El  maestro  fray  Luis  de  León,  en  el 
pleito  que  Iraíocon  el  fiscal  deste  Santo  Oficio,  acerca 
délo  que  el  tesügo  primero  depone  en  el  segundo  capí- 
tulo, que  es  notorio  liaber  leído  yo  que  en  la  Yulgata 
liay  nniclias  falsedades;  demás  de  lo  que  dicho  tengo, 
digo:  Que  de  las  mismas  deposiciones  de  los  tesligos 
que  el  íiscal  ha  preseniado  conira  mí,  se  convence  ser 
fal>edad  lo  que  esle  lesii^o  dice,  porque  el  testigo  diez  y 
seis,  en  el  capítulo  2.",  que  dice  haber  visto  lo  que  yo 
leí  acerca  de  la  Yulgata ,  dice  que  lo  que  yo  acerca  de 
esto  leí,  esque  habiaen  la  Vulgala  algunas  cosas  que 
se  podían  trasladar  mejor  conforme  á  lo  hebreo;  y  el 
testigo  diez,  en  el  capí.ulo  1. ',  que  dice  también  haber 
visto  mis  leturas  ,  dice  lo  mismo  que  alirnio  yo,  que 
algunas  cosas  se  pueden  trasladar  mejor.  Y  el  testigo 
tercero,  que  es  el  maesiro  León,  que  se  halló  pre.sente' 
al  acto  donde  yo  sustenté  lo  que  yo  habla  leído,  en  el 
capítulo  5.°  y  en  el  capítulo  13,  donde  traía  dello,  no 
dice  haber  dicho  yo  que  había  falsedades,  sino  que  ha- 
bia  cosas  mal  trasladadas.  De  las  cuales  deposiciones, 
admitiéndolas  en  cuanto  son  por  mi  parle  ,  se  collige 
abiertamente,  como  dicho  tengo,  que  lo  que  el  dicho 
primer  testigo  depone  ser  notorio  acerca  de  mi  letura 
de  la  Yulgata,  es  notoria  mentira. 

ítem ,  acerca  de  lo  que  el  mismo  primero  testigo  de- 
pone en  el  capítulo  3.",  que  me  ha  visto  afecto  siempre 
á  novedades  dignas  de  remedio,  digo,  demás  de  lo  que 
dicho  tengo,  que  de  toda  la  deposición  deste  mismo 
testigo  se  conoce  abierfamente  que  se  movió  á  depo- 
ner esto  contra  mi  solo  por  su  malicia  y  dañado  áni- 
mo, y  no  por  haber  en  ello  fundamento  de  verdad. 
Porque  cierto  es  que  para  que  este  testigo  pudiera  con 
razón,  y  no  con  [)asion  y  temeridad,  juzgar  esto  de  mí, 
era  necesario  haberme  oido  sustentar  ó  defender  ó  apro- 
bar en  olra  alguna  maneraalgunas  opiniones  ó  senten- 
cias de  novedad  escandalosa.  Y  como  se  ve  claro  por 
todo  el  discurso  de  su  dicho  ,  en  lodo  él  no  depone  ha- 
berme oído  ninguna  cosa,  ni  nueva  ni  vieja;  antes  to- 
das aquellas  cosas  de  que  me  acusa  dice  hahellas  oido 
de  otros  que  se  las  dijeron  de  mí.  De  lo  cual  colijo  que 
si  este  testigo  no  pudo  decir  de  mí  que  me  lia  visto 
afecto  á  novedades  dignas  de  remedio,  sino  habiéndo- 
me oido  defender  algunas  de  ellas;  constando  de  su  di- 
cho y  propia  confesión  que  no  me  ha  oido  ninguna  co- 
sa de  cuantas  me  acusa,  abiortamenle  se  signe  que  el 
decir  que  me  vio  afecto  á  novedades  es  maldad  suya,  y 
no  culpa  mía.  Y  no  fiuede  decir  fpic  se  le  ha  olvidado, 
porque,  pues  tuvo  memoria  de  lo  que  le  dijeron  otros  de 
mí,  muy  mejor  se  pudiera  acordar  de  lo  que  me  oyó  á 
mí  contra  rní,  si  hubiera  qué.  Yes  manifiesto  argumen- 
to de  mi  inocencia  en  esla  parle  y  de  la  malicia  de  es- 
te testigo,  que  siendo  maesiro,  como  es,  y  hallándose 
conmigo  por  esta  causa  en  los  aclos  y  dis|pulas  ordina- 
rias que  hay  en  aquella  universidad,  adonde  el  calor  de 


la  disputa  alguna  vez  desordena  las  palabras  y  el  juicio 
de  los  hombres,  con  todo  eso,  y  con  tener  deseo  de  da- 
ñarme ,  no  halló  cosa  mala  ni  sospechosa  ni  de  novedad 
que  con  verdad  pudiese  decir  que  él  me  la  iiabia  oido 
afirmar  ó  aprobar. 

Demás  desto,  digo  que  el  día  pasado  aquí  en  la  au- 
diencia entendí  que  algunos  de  mis  papeles,  los  cuales 
se  ven  por  mandado  de  vuestras  mercedes,  se  han  dado 
á  ver  y  examinará  fray  Juan  Gutiérrez,  fraile  domini- 
co ,  y  ansí  entiendo  que  se  habrán  dado  á  otros  de  la 
misma  orden;  y  siendo  notorio,  como  es,  que  todos  los 
frailes  de  la  dicha  orden  son  sospechosos  contra  mí  por 
las  competencias  que  mi  orden  y  yo  señaladamente  he 
tenido  con  ellos  ,  y  p  or  la  cátreda  que  les  hemos  quita- 
do ,  y  por  las  demás  causas  que  yo  en  este  proceso  ten- 
go alegadas  y  probadas,  por  las  cuales  los  tengo  tacha- 
dos por  enemigos;  es  notorio  el  daño  que  recibo  en  que 
ninguno  de  los  tales  sea  admitido  al  juicio  ó  examen  de 
mis  cosas;  lo  uno,  porque  en  mis  papeles  hay  señales 
manifiestas  de  que  yo  y  mi  doctrina  está  apartada  de 
lodos  los  errores  que  la  Iglesia  y  hombres  doctos  han 
condenado  hasta  el  día  de  hoy;  y  por  esta  causa  yo  de- 
seé desde  el  primer  dia  que  mis  papeles  se  viesen ,  lo 
cual,  siendo  el  examinador  que  los  ve  desapasionado  y 
temeroso  de  Dios,  advertirlo  ha  mucho,  y  advertirá  de- 
llo á  vuestras  mercedes  ,  y  servirá  de  deshacer  con  la 
verdad  la  mala  sospecha  que  vuestras  mercedes  han 
sido  servidos  de  funilar  contra  mí  por  la  maldad  de  dos 
mis  enemigos ;  pero  siendo  el  examinador  hombre  apa- 
sionado y  enemigo,  callará  ansíestocomo  todo  lo  demás 
bueno  que  hubiere  en  los  dichosmis  papeles.  Lo  segun- 
do, porque  el  examinador  desapasionado,  con  lo  bueno 
que  está  claro,  entenderá  algún  paso,  si  acaso  pareciese 
estar  dudoso  y  no  calumniará  las  cosas  sencillas,  ni  hará 
dificultad  en  las  llanas;  y  al  revés,  el  enemigo  y  apa- 
sionado buscará  todas  las  entradas  posibles  y  no  posibles 
para  torcer  mis  palabras.  Y  aunque  yo  estoy  cierto  y  con- 
fiado en  la  verdad  y  en  el  favor  de  Dios,  que  sabe  que  la 
trato,  que  en  mí  vida  le  ofendí  conira  su  fe,  que  de  to- 
do cuanto  hay  en  mis  papeles  y  de  todo  cuanto  en  ellos 
me  quisiere  calumniar  la  misma  calumnia,  daré  razón 
llana  y  bastante;  pero,  con  todo  eso,  recibo  daño,  por- 
que es  hacerme  pleito  en  loquenohay  pleito.  Lo  último, 
porque  cuando  no  me  puedan  dañar  en  oira  cosa,  es  do 
presumir  que  siendo  los  padres  dominicos,  como  son, 
mis  enemigos,  estando  á  su  cargo  la  vis'a  de  mis  pape- 
les, me  dañ;irán  en  la  dilación,  alargando  la  vista  dellos, 
con  ocasión  y  sin  ella,  lodo  cuanto  pudieren.  Por  las 
cuales  causas  pido  y  suplico  á  vuestras  mercedes,  y  síes 
necesario,  con  el  acatamiento  debido  les  requiero,  que 
no  permitan  que  los  dichos  frailes,  ni  ningunos  oíros 
de  los  por  mi  tachados,  sean  admitidos  á  la  vista  ó  exa- 
men de  los  dichos  papeles  ó  de  alguna  otra  cosa  mia. 
Y  en  lo  hecho  hasta  agora  por  los  dichos,  todo  aquello 
que  fuese  en  mí  daño,  protesto  (jue  no  me  puede  ni  de- 
be perjudicar,  y  asi  lo  pido  y  el  oficio  de  vuestras  mer- 
cedes imploro. — Fray  Luis  de  León. — Dotar  Ortiz  de 
Fu7ies. — Hav  una  rúbrica. 


li 


CONTRA  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


LXXXlll 


PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO  Y 
PRESENTADO  ANTE  EL  SEÑOR  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ, 
INQUISIDOR,  EN  LA  AUDIENCIA  DE  LA  MAÑANA,  Á  20  DE  OTU- 
BRE  1573 AÑOS. 

Ilustres  señores:  El  maestro  fray  Luis  de  León,  pre- 
so en  estas  cárceles,  en  el  pleito  que  trato  con  el  fiscal 
de  este  Santo  Oficio,  digo:  Que  en  7  dias  del  mes  pa- 
sado de  setiembre,  por  una  petición,  supliqué  á  vues- 
tras mercedes  fuesen  servidos  que  á  la  vista  y  examen 
de  mis  leturas  y  papeles  no  fuesen  admitidos  los  frailes 
de  la  orden  de  Santo  Domingo,  ni  ningún  otro  de _aque- 
llos  á  quienes  tengo  tachados  en  este  proceso,  por  ser 
notoria  la  enemistad  y  la  causa  della  que  los  dichos 
frailes  tienen  conmigo  y  con  mi  hábito,  y  por  ser  ma- 
nifiesto que  siendo  ellos  examinadores  de  mis  papeles, 
mi  justicia  é  inocencia  padecerían  gran  detrimento  por 
las  causas  y  razones  que  allí  dije ,  las  cuales  he  aquí 
por  referidas.  Lo  mismo  suplico  agora,  por  cuanto  su 
oficio  y  deseo  de  vuestras  mercedes  es  saber  la  verdad, 
la  cual  jamás  se  sabe  por  medio  de  personas  apasiona- 
das y  torcidas ,  y  porque  hacer  h  contrario  sirve  sola- 
mente de  hacer  pleito  donde  no  lo  hay ,  y  de  alargar  el 
que  hay,  el  cual  solo  por  haberse  alargado  es  pleito, 
siendo  de  suyo  muy  breve  y  muy  fácil  el  averiguar  mi 
justicia. 

Demás  desto,  digo  que  los  dias  pasados  supliqué  á 
vuestras  mercedes  mandasen  informarse  de  cuáles  y 
qué  personas  son  enemigos  de  mi  tio  Antonio  de  León 
y  de  mis  hermanos ,  para  no  admitillas  al  juicio  ó  con- 
sulta de  este  mi  pleito ,  porque  á  las  que  constase  ser 
tales,  yo  desde  luego  las  recusaba  y  tachaba.  Agora  tor- 
no á  suplicar  á  vuestras  mercedes  lo  mismo,  por  cuan- 
to yo  tengo  gran  sospecha  que  en  este  mi  negocio  en- 
tienden y  tienen  mano  y  parecer  personas  apasionadas 
contra  mí  por  esta  causa, ',de  las  cuales  yo  no  puedo, 
por  estar  preso  y  encerrado,  ni  tener  noticia  ni  dalla  á 
vuestras  mercedes.  Y  pues  es  cosa  cierta  que  el  que 
fuere  enemigo  de  los  sobredichos  lo  es  mío ,  y  seña- 
ladamente en  este  negocio,  adonde  el  dañarme  es  afren- 
tar á  ellos,  y  yo  por  mí  no  puedo  informarme  de  quién 
sean  para  tachallos  nombradamente,  é  importa  tanto  á 
mi  justicia  como  es  notorio ,  al  oficio  de  vuestras  mer- 
cedes pertenece  mandar  hacer  esta  averiguación,  y  an- 
sí lo  pido  y  suplico. 

Demás  desto,  acerca  de  lo  que  el  testigo  primero  di- 
ce en  el  capítulo  2."  de  su  dicho,  que  entiende  que  de- 
be haber  oido  otras  proposiciones  de  mí ,  pero  que  no 
se  acuerda ,  digo  que  desto  y  de  lo  que  depone  él  mis- 
mo en  el  capítulo  6.*"  y  8.°  de  su  dicho,  consta  clara- 
mente que  se  perjura;  porque  en  los  dichos  6."  y  8." 
capítulos,  los  cuales  depuso  un  año  después  de  lo  que 
depuso  en  el  segundo  cai)ítulo ,  dice  y  confiesa  que  por 
el  julio  de  71 ,  que  fué  cinco  meses  antes  que  depusiese 
lo  que  depone  en  el  capitulo  2.",  diversos  estudiantes 
le  dijeron  diversas  proposiciones  que  yo  y  otjas  perso- 
nas habíamos  dicho ,  los  cuales  venían  escandalizados 
¡ü  de  la  novedad  dellas ;  las  cuales  proposiciones  él  es- 
cribió y  puso  por  memoria,  y  las  presentó  en  este  jui- 
cio al  tiempo  que  hizo  la  última  deposición  que  se  con- 
tiene en  los  dichos  6."  y  8.°  capítulos,  como  en  ellos  se 
parece.  De  lo  cual  se  coUige  manifiestamente  que  este 


testigo ,  al  tiempo  que  hizo  la  primera  deposición ,  la 
cual  se  contiene  en  el  primero  y  segundo  capítulos,  ha- 
bía ya  oido  las  dichas  proposiciones,  y  tenia  en  su  po- 
der la  memoria  dellas,  y  por  consiguiente,  que  es  per- 
juro en  decir  en  el  2."  capítulo  que  no  se  acuerda  de 
otra  cosa.  Y  si  dice  que  cuando  hizo  la  primera  depo- 
sición que  se  contiene  en  el  dicho  2.°  capítulo  no  lia- 
bia  oido  las  proposiciones  que  los  estudiantes  sobredi- 
chos le  dijeron,  ni  puéstolas  por  memoria,  convéncese 
que  miente  y  se  perjura,  en  cuanto  en  el  capítulo  6.° 
y  8."  depone  que  se  las  dijeron  el  julio  de  71,  que,  co- 
mo he  dicho,  fué  cinco  meses  antes  de  su  primera  de- 
posición y  ocho  meses  antes  de  mi  prisión ;  y  por  con- 
siguiente, se  collige  que  no  se  las  dijo  nadie  ni  hubo 
el  escándalo  que  dice,  sino  que,  como  pasó  en  realidad 
de  verdad,  él  le  levantó  y  fabricó  esas  proposiciones  de 
lo  que  su  mal  ánimo  le  persuadió  que  había  oido. 

Acerca  de  lo  que  el  testigo  3."  dice  en  el  primer  ca- 
pítulo, demás  de  lo  que  dicho  tengo;,  en  cuanto  dice 
que  no  podríamos  convencer  á  los  judíos  con  los  tes- 
timonios que  alegan  los  apóstoles,  si  fuese  verdad  que 
aquellos  testimonios,  juntamente  con  el  sentido  que  les 
da  el  Apóstol ,  tuviesen  otro  sentido,  digo  que  de  las 
mismas  palabras  que  este  testigo  dice ,  se  convence  lo 
contrario ,  porque  dice  que  dirá  el  judío  :  «  Tan  bien 
quiere  decir  esta  profecía  ó  testimonio  esto  como  esto 
otro,  y  no  me  concluís.»  Si  el  judío  confiesa  y  conce- 
de que  la  profecía  dice  lo  uno  y  lo  otro,  y  que  tiene  el 
uno  y  el  otro  sentido ,  que  es  conceder  lo  que  yo  decía 
en  la  manera  que  en  otras  parles  tengo  declarado  ,  no 
puede  decir  que  no  le  concluyen,  antes  queda  conclui- 
do necesariamente;  porque  si  el  Espíritu  Santo  dice 
por  un  mismo  testimonio  y  profecía  dos  cosas  diferen- 
tes ,  entrambas  son  verdad  y  entrambas  son  de  fe ,  y 
ambas  se  convencen  y  prueban  por  aquellas  mismas  pa- 
labras. Y  ansí,  si  el  judío  concede  que  el  testimonio  que 
alega  el  Apóstol  tiene  el  sentido  que  el  Apóstol  le  da, 
y  juntamente  oiro,  no  puede  negar  que  es  verdad  lo 
que  el  Apóstol  pretende  probar  por  el  dicho  testimonio, 
como  se  ve  en  los  ejemplos  que  puse  en  la  respuesta 
que  di  á  este  testigo,  el  cual,  como  parece  en  esto,  aun 
á  sí  mismo  no  se  entiende ,  ciego  con  el  deseo  de  da- 
ñarme. 

Acerca  de  lo  que  el  mismo  testigo  tercero  dice  en  el 
capítulo  6.°,  que  yo  y  ciertas  personas  disputamos  que 
en  el  Testamento  Viejo  no  había  promesa  de  la  vida 
eterna ,  á  lo  cual  respondiendo  yo  delante  de  vuestras 
mercedes,  dije  que  cuando  fuera  ansí  que  yo  lo  dispu- 
tara, no  era  culpa  ni  se  me  podía  hacer  cargo  de  ello, 
porque  el  disputar  no  es  afirmar,  y  porque  es  común 
costumbre  de  los  teólogos ,  ansí  antiguos  como  moder- 
nos ,  aun  las  cosas  mas  ciertas  que  hay  en  nuestra  fe 
ponellas  en  disputa  y  argumentar  contra  ellas,  sin  por 
eso  poner  en  sí  ninguna  sospecha  de  que  las  afirman, 
ni  ser  visto  afirmallas ;  agora  digo  lo  mismo,  y  digo  mas, 
que  este  testigo,  en  decir  que  disputé  la  dicha  proposi- 
ción, no  quiso  ni  fué  su  intención  decir  que  la  afirmé, 
sino  que  argumenté  acerca  della.  Lo  cual  consta  de  las 
últimas  palabras  del  dicho  capítulo,  que  son  estas  :  «Ha- 
biéndolo leído  públicamente  cierta  persona  de  las  so- 
bredichas que  nombró ,  primero  que  se  argumentase, 


LXXXIV 

según  ha  dicho  ;»  adonde  lo  que  llamó  disputar  arri- 
ba, llama  aquí  argumentar ;  nioslrando  que  la  disputa 
fué  no  afirmar  lo  falso,  sino  argumentar  pro  y  contra. 
Acerca  del  testigo  quince,  en  el  capítulo  i.°,  en  cuan- 
to dice  que  le  dije  yo  que  había  hecho  pasar  á  los  maes- 
tros de  Salamanca  en  un  acto  que  hubo  dello  aquesta 
proposición  :  «Inlerpres  Vulgatae  aliquando  non  at- 
))tingit  sensum  Spíritus  Santi;»  demás  de  lo  dicho,  di- 
go que  del  dicho  del  maestro  León,  que  es  el  tercero  tes" 
tigo,  el  cual  se  halló  en  el  dicho  acto  y  depone  de  lo  que 
yo  ilije  acerca  desto,  consta  claramente  que  yo  no  afir- 
mé en  el  dicho  acto  la  dicha  proposición  ,  porque  solo 
dice  que  dije  que  iiabia  cosas  mal  trasladadas.  Y  aun- 
que yo  no  lo  dije  por  aquellas  palabras,  sino  por  las  que 
tengo  declaradas  en  otras  partes  deste  proceso ;  pero 
decir  mal  trasladado,  no  es  decir  que  va  diferente  del 
sentido  del  Espíritu  Santo,  porque  en  el  traslado  se  lla- 
me lo  trasladado  ó  obscuramente  ó  equívocamente,  ó 
no  con  tanta  significación  y  conformidad  en  algunas 
palabras  con  el  original  como  pudiera.  Y  si  yo  no  afir- 
mé la  dicha  proposición  en  el  aclo,  de  creer  es  que  no 
dirían  a  este  testigo  que  la  había  afirmado;  y  cuando  lo 
dijera,  fuera  decir  lo  que  no  había  hecho.  Lo  que  pasó 
es  lü  que  en  mi  respuesta  tengo  dicho.  —  Fraij  Luis  de 
León. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SC  JIANO  Y  PRE- 
SENTADO ANTE  LOS  SEÑOHES,  DIGO  EL  SEÑOR  LICENCIADO 
DIEGO  GUN7.AI.E7.,  INQUISIDOR,  EN  LA  AUDIENCIA  DE  LA  TARDE, 
Á   7  DE  NüVIEMURE  to75  AÑOS. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luís  de  León,  en  el 
pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio,  digo  : 
Que  yo  he  suplicado  á  vuestras  mercedes  sean  servidos 
mandar  que  se  (raiga  de  Salamanca  la  Biblia  de  Vata- 
blo,  que  originalmente  enmendamos  los  maestros  teó- 
logos de  aquella  universidad,  para  presentar  en  este 
proceso  algunas  partes  della,  que  convienen  para  la  de- 
fensa de  mí  justicia.  Y  agora  digo  que  me  acuerdo  que 
las  censuras  y  notas  y  enmiendas  que  acerca  de  la  di- 
cha Biblia  hicimos,  se  asentaron  en  dos  Biblias,  y  la 
una,  como  original,  quciló  en  poder  del  maestro  Fran- 
cisco Sancho,  y  la  otra  se  dio  á  Ga«;par  de  I'ortonaríis, 
mercader  de  líliros,  para  que  la  hiciese  imprimir  en  la 
forma  que  por  nosotros  iba  enmendada.  Y  no  me  acuer- 
do bien  sí  pusimos  nuestras  lirnias  en  ambas  las  Biblias, 
ó  sí  se  pusieron  en  la  una  sola;  por  lo  cual  suplico  á 
vuestras  mercedes  manden  que  se  traigan  enti-ainbas, 
ansí  la  que  quedó  en  poder  del  maestro  Sancho,  como 
la  que  se  dio  al  dicho  I'ortonaríis,  librero;  y  si  se  ha 
impreso  la  díclia  Biblia,  también  su[)lico  á.  vuestras  mer- 
cedes manden  que  se  íraíga  un  volumen  de  los  impre- 
sos, porque  de  lodo  ello  conste  con  mas  claridad  la  ver- 
dad que  yo  trato,  y  la  falsedad  del  testigo  tercero,  que 
acerca  deslo  depone  contra  mi. 

También  tengo  suplicado  á  vuestras  mercedes  me 
manden  un  traslado  do  los  Cantares  (|ue  yo  compuse, 
quedando  en  poder  de  vuestras  mercedes  el  original 
dellos,  que  está  de  mí  letra  y  entre  mis  papeles.  Y  la 
causa  porqué  lu  pido  es,  i»orque  yo  escribo  la  razón  de 
lo  que  jiuse  en  aquel  libro,  y  responde  á  lo  (jue  acerca 
del  me  oponen  los  testigos  presentados  por  el  fiscal;  lo 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  LNSTRUIDO 


cual  no  puedo  hacer  sin  ver  el  dicho  libro,  ni  es  cosa 
que  á  mí  defensa  conviene  dílatallo;  porí|ue  vuestras 
mercedes  por  los  respetos  que  son  servidos ,  alargan 
mucho  la  conclusión  deste  pleito  y  la  vista  de  mi  des- 
cargo, y  yo  traigo  poca  salud,  y  no  sé  lo  que  Dios  será 
servido  disponer  de  mí.  Y  para  en  cualquier  suceso  te- 
ner hecha  esta  diligencia,  es  co.sa  que  á  mí  me  convie- 
ne, y  no  daña  ni  trae  inconveniente  alguno  al  oficio  de 
vuestras  mercedes,  el  cual  imploro  y  pido  justicia,  etc. 
—  Fray  Luis  de  León. 

En  Valladolíd,  á  13  días  del  mes  de  noviembre  de 
1373  años,  estando  el  señor  inquisidor  licenciado  Die- 
go González  en  la  audiencia  de  la  mañana,  mandó  traer 
á  ella  al  dicho  fray  Luis  de  León,  y  presente,  se  le  dijo 
sí  se  le  ha  acordado  mas  que  decir  en  este  su  negocio. 
Dijo  que  no. 

Fuéle  dicho  que  el  fiscal  tiene  pedida  publicación  de 
la  probanza  que  contra  él  ha  sobrevenido;  que  vea  sí 
quiere  que  se  haga.  Y  antes  de  hacerse  le  estaría  bien 
decir  verdad  enteramente;  que  se  le  encarga  lo  haga, 
porque  haciéndolo  se  usará  con  él  de  todo  buen  trata- 
miento. 

Dijo  que  no  tiene  mas  que  decir. 

E  luego  se  mandó  hacer  la  dicha  publicación ,  calla- 
dos los  nombres  y  conombres  y  las  demás  circunstan- 
cias, conforme  al  estilo  del  Santo  Oficio. 

Medió  luego  una  declaración  de  fray  Luis  sobre  la  ex- 
posición de  los  Cantares  ,  que  por  lo  importante  copia- 
mos también  á  la  letra. 

En  la  villa  de  Valladolíd,  á  13  días  del  mes  de  no- 
viembre de  1573  años,  estando  los  señores  inquisido- 
res licenciado  Diego  González  é  dotor  Guijano  de  Mer- 
cado en  la  audiencia  de  la  mañana ,  mandaron  traer  á 
ella  á  fray  Luís  de  León,  preso;  é  como  fué  presente, 
se  recibió  del  juramento  en  forma  debida  de  derecho, 
so  cargo  del  cual  prometió  de  decir  verdad.  Fuéle  mos- 
trado un  libríto  de  cuarto  de  pliego ,  encuadernado  en 
pergamino  blanco,  que  comienza  Exposición  sobré  el 
Cantar  de  los  cantares  de  Salomón,  que  parece  estaba 
en  los  papeles  del  dicho  padre  fray  Luís,  y  al  cabo  del 
dicho  líbricoeslán  dos  renglones  escríplosen  hebraico, 
y  dos  renglones  y  medio  escriptosen  griego,  y  renglón 
y  medio  en  arábigo.  Y  habiéndolo  víslo,  dijo :  Que  el 
maesiro  Bonilo  Arias  Montano,  extremeño  ó  andaluz, 
habrá  diez  ó  once  años,  poco  uias  ó  menos  ,  questando 
este  coidésanle  en  Salamanca,  y  pasando  por  allí  di- 
cho Benito  Arias,  este  confesante  le  pidió  que  le  pres- 
tase una  exposición  en  romance  sobre  los  Cantares, 
la  cual  este  confesante  sabia  que  tenía,  porque  este 
confesante  escribía  á  la  sazón  sobre  los  mismos  Can- 
tares la  olira  de  romance  que  hizo;  y  el  dicho  Benito 
Arias  le  respondió  que  él  se  los  enviaría  en  yendo  á  su 
moncslcrio  de  San  Marcos  de  León,  adonde  los  tenia, 
con  condición  que  tomase  este  trabajo  de  volvérselos 
en  latín  ;  y  este  dijo  que  lo  haría  sí  tuviese  desocupa- 
ción. Y  ansí,  dendc  algunas  semanas  se  los  envió  desde 
San  Marcos  d(!  León,  tornándole  á  escrebir  é  pedir  que 
sO  los  volviese  en  latín  ;  y  por  esta  causa  este  confesan- 
te los  ha  (ietfüiidí)  siempre  en  su  poder,  porque  d(!sea- 
ba  Cumplir  la  palabra  que  le  había  dado,  y  por  ocupa- 


CONTRA  FRAY 
tiones  que  se  le  ofrecían  lo  dilataba ;  y  questo  pasa  en 
este  negocio. 

ítem  dijo  que  la  letra  del  librico  de  ios  dichos  Can- 
tares es  del  mismo  Benito  Arias  Montano ,  porque  le 
ha  visto  escrebir  muchas  veces,  y  que  la  reconoscerá 
el  secretario  Zayas  de  Corte,  y  otras  muchas  personas; 
y  questa  es  la  verdad,  so  cargo  del  dicho  juramento.  E 
con  tanto,  fué  llevado  á  su  cárcel. 

Los  dichos  señores  inquisidores  dijeron  que  se  den 
á  calificar  los  dichos  Cantares,  para  que  se  entienda  si 
tienen  alguna  cosa  que  sea  sospechosa  en  la  fe. — Ante 
mí. — Celedón  Gustin,  secretario. — Hay  una  rúbrica. 

En  Valladolid,á  23  días  del  mes  de  noviembre  de  1  ol?> 
años,  estando  el  señor  inquisidor  licenciado  Diego  Gon- 
zález en  la  audiencia  de  la  mañana,  mandó  traer  á  ella 
al  dicho  fray  Luis,  porque  el  alcaide  ha  dicho  que  pide 
audiencia;  que  pues  está  en  ella,  que  vea  lo  que  quiere. 

Dijo  que  suplica  á  su  merced  le  mande  dar  ocho  plie- 
gos de  papel  para  responder  á  los  Cantares. 

El  dicho  señor  inquisidor  se  los  mandó  dar,  y  se  le 
dieron  ocho  pliegos  de  papel  rubricados  de  mi  mano,  y 
con  tanto  fué  vuelto  á  su  cárcel. — .\nte  mí.  —  Osorio. 
—  Hay  una  rúbrica. 

Siguen  otros  dos  pedimentos. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN  ,  ESCRITO  DE  SL'  MANO  Y  PUE- 
SENTADO  EN  VALLADOI.ID,  Á2  DE  DECIEMRRE  1573  AÑOS,  ANTE 
LOS  SEÑORES  INQUISIDORES  LICENCIADOS  DIEGO  GONZÁLEZ  É 
VALCARCER,  EN  LA  AUDIENCIA  DE  LA  TARDE. 

Hustres  señores  :  El  maestro  fray  Luís  de  León,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio ,  y 
acerca  délo  que  depone  contra  mí  el  primer  testigo  de 
los  por  él  presentados,  digo  que  este  dicho  testigo,  en 
el  capítulo  8.°  de  su  deposición ,  donde  presentó  un  me- 
morial de  proposiciones  que  yo  y  otras  personas  había- 
mos dicho,  dice  desta  manera  :  «  Que  las  proposiciones 
que  allí  están  en  aquel  papel  se  las  dijeron  diversas 
personas  que  venían  ofendidas  de  la  novedad  dellas,  de 
las  cuales  tiene  declaradas  en  su  deposición  las  que  se 
le  ha  acordado ;  y  que  las  dichas  personas  dijeron  que 
las  dichas  proposiciones  las  decían  el  maestro  fray  Luís 
de  León  y  ciertas  otras  personas  que  nombró ,  unas 
unos  y  otras  otros ;  y  cuáles  dijese  cada  uno  están  seña- 
ladas en  cierta  deposición ;  y  que  no  se  acuerda  de  mas 
en  particular.')  De  las  cuales  palabras  y  deposición  se 
collige  que  este  testigo  en  decir  y  deponer  que  yo  dije 
ó  afirmé  algunas  de  las  proposiciones  contenidas  en  el 
dicho  memorial  que  presentó,  como  lo  dice  en  este  ca- 
pítulo y  en  el  capítulo  2.",  se  perjura  claramente  y  me 
levanta  falso  testimonio;  lo  cual  se  collige,  presupo- 
niendo, lo  primero,  que  en  el  dicho  memorial  que  pre- 
sentó se  contienen  todas  las  proposiciones  que  este  tes- 
tigo en  su  dicho  depone  haber  yo  afirmado,  que  son 
solas  dos  :  la  una,  que  hay  mentiras  y  falsedades  muchas 
en  la  Vulgata;  y  la  otra,  que  son  mejores  las  exposi- 
ciones de  Vatablo  y  Pagninoy  sus  judíos  que  las  de  los 
santos ,  como  parece  en  el  capítulo  2."  y  4."  de  su  de- 
posición. Lo  segundo,  presupongo  que  este  testigo  no 
'  sabe  haber  dicho  yo  y  afirmado  ni  estas  ni  alguna  otra 
de  las  dichas  proposiciones  por  habérmelas  él  oído  afir- 
mar, sino  porque  otras  personas  se  lo  dijeron.  Esto  cons- 


LUIS  DE  LEÓN.  lxxxv 

ta  de  su  misma  confesión  en  este  capítulo  8."  en  las 
palabras  allegadas,  donde  dice  que  diversas  personas  se 
las  dijeron,  que  venían  ofendidas  de  la  novedad  dellas, 
y  que  las  mismas  personas  le  dijeron  que  yo  decía  al- 
gunas dellas,  y  le  señalaron  cuáles,  y  él  las  señaló  en 
cierta  deposición.  Lo  tercero,  presupongo  que  en  esta 
cierta  deposición  que  dice,  adonde  señaló  cuyas  eran  de 
cuáles,  conforme  á  lo  que  le  habían  dicho,  no  declaró 
persona  alguna  que  le  hubiese  dicho  que  alguna  de 
aquellas  proposiciones  en  particular  era  mía.  Lo  cual 
entiendo  ser  ansí  de  dos  cosas  :  la  una,  de  que  cuando 
se  me  dio  por  vuestras  mercedes  el  dicho  memorial 
no  se  me  hizo  cargo  en  particular  de  ninguna  de  las 
dichas  proposiciones ;  y  lo  otro ,  de  que  diciendo  yo  que 
pues  las  proposiciones  del  dicho  memorial,  como  este 
testigo  confiesa,  no  eran  todas  á  mí  cargo,  que  me  se- 
ñalasen cuáles  me  tocaban ,  pues  el  testigo  decía  que 
habia  señalado  cuyas  eran  de  cuáles  en  cierta  deposi- 
ción. Su  merced  del  señor  inquisidor  Guijano  me  res- 
pondió que  no  habia  tal  deposición  que  me  tocase.  De 
todo  esto  yo  arguyo  desta  manera  :  todo  lo  que  es.e 
testigo  me  acusa  se  contiene  en  el  dicho  memorial ;  es- 
to no  lo  supo  de  si ,  sino  porque  otros  se  lo  dijeron  de 
mí,  como  él  dice;  nadie  se  lo  dijo  de  mí ,  porque  cuan- 
do señaló  en  particular  lo  que  le  habían  dicho,  de  cada 
uno  de  los  que  acusó  y  quién  se  lo  habia  dicho,  no  se 
hizo  mención  de  mi  nombre  ni  persona;  luego  collí- 
gese  manifiestamente  que  en  todo  cuanto  depone  con- 
tra mí,  diciendo  que  otros  se  lo  dijeron,  se  perjura  y 
me  levanta  falso  testimonio.  Y  ello,  en  realidad  de  ver- 
dad ,  es  ansí ,  que  nadie  le  dijo  cosa  de  mí  en  particu- 
lar que  mala  fuese,  sino  que  él  quiso  revolver  mi  nom- 
bre con  los  del  maestro  Grajal  y  maestro  Martínez ,  de 
quien  le  habían  dicho  algunas  cosas;  pareciéndole  que, 
por  ser  mis  amigos ,  tendría  apariencia  de  verdad  su 
mentira,  y  porque,  en  efecto,  él  no  se  movería  á  de- 
nunciar dellos,  ni  á  tratar  de  hacelles  mal  calumniosa- 
mente, sino  por  probar  si  de  camino,  dañándoles  á  ellos 
y  haciéndoles  sospechosos,  poilría  pegaren  mí  también 
alguna  sospecha  por  razón  de  la  amistad  que  con  ellos 
tengo,  y  derribarme,  como  lo  hizo.  Y  por  cuanto  desta 
y  de  otras  muchas  cosas  que  he  mostrado  y  articulado 
contra  las  deposiciones  desle  y  del  tercero  testigo,  cons- 
ta claramente  que  son  testigos  falsos,  y  que  malic. osa- 
mente  y  con  daña  lo  ánimo  se  movieron  á  hacerme  da- 
ño á  mí,  y  á  poner  el  escándalo  público  que  han  puesto, 
que  es  mayor  y  mas  general  daño,  suplico  á  vuestras 
mercedes,  y  si  es  menester,  con  el  acatamiento  que  de- 
bo les  requiero ,  que,  ya  que  no  son  servidos  de  ver  mi 
pleito  para  concluílle  y  sentencialle  ,  sean  servidos  de 
ver  el  proceso  para  cuanto  á  este  artículo  ,  que  toca  á 
las  falsas  deposiciones  destos  testigos,  para  que  luego 
se  proceda  contra  ellos  como  contra  tales;  lo  cual  im- 
porta para  la  defensa  de  mi  justicia,  y  para  que  vuestras 
mercedes  vengan  en  mas  clara  noticia  de  mi  inocen- 
cia y  del  agravio  que  padezco ;  porque  el  día  que  vues- 
tras mercedes  comenzaren  á  proceder  contra  ellos,  ese 
día  se  descubrirán  muchas  cosas  que  darán  testimonio 
claro  de  su  maldad  y  de  mí  justicia,  las  cuales  ahora 
están  encubiertas.  Y  en  todo  pido  justicia  y  el  oficio 
de  vuestras  mercedes.  —  Fray  Luis  de  León. 


LXXXVI 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO 
Y  PRESENTADO  EX  11  DE  ENERO  DE  157Í. 


Ilustres  señores  :  1.°  El  maestro  fray  Luis  de  León, 
en  el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  de  este  Santo  Oficio, 
digo  :  Que  há  mas  de  ano  y  medio,  como  consta  de  este 
proceso,  que  he  suplicado  á  vuestras  mercedes  por  mu- 
chas veces  mandasen  traer  de  Salamanca  la  Biblia  de 
Yatablo  con  las  enmiendas  y  censuras  que  los  maestros 
teólogos  de  aquella  universidad  pusimos  en  ella,  que 
quedó  en  poder  del  maestro  Sancho,  para  presentar 
partes  deila  en  este  proceso ,  y  para  que  por  vista  de 
ojos  vuestras  mercedes  vean  (o)  que  mi  parecer  y  jui- 
cio acerca  de  aquella  Biblia  y  el  de  todos  los  demás 
maestros  fué  uno,  y  que  lo  que  yo  aprobé  aprobaron 
ellos;  y  para  que  evidentemente  constase  á  vuestras  mer- 
cedes que  el  maestro  León  acerca  desto  me  levantó  fal- 
so testimonio ,  y  me  acusó  maliciosamente  de  la  defensa 
de  aquellos  comentos,  que  él  llama  de  judíos,  siendo  co- 
mentos aprobados  por  este  Oficio  y  defendidos  de  mí,  y 
aprobados  en  la  misma  forma  que  los  demás  los  aprolia- 
ron.  Y  siendo  así  que  todo  el  fundamento  de  mi  prisión , 
y  por  donde  vuestras  mercedes  me  tuvieron  por  sospe- 
choso, fué  lo  que  toca  á  esta  Biblia,  y  lo  que  el  dicho 
León  falsa  y  calumniosamente  depone  de  mí  cerca  do- 
lía, y  pudiendo  vuestras  mercedes  salir  deste  engaño 
evidentemente  con  solo  ver  la  sobredicha  Biblia;  im- 
portando tanto  á  la  defensa  de  mi  inocencia  que  vues- 
tras mercedes  salieran  del  luego  desde  el  principio  deste 
pleito,  para  que ,  vista  la  falsedad ,  cesara  la  sospecha 
que  sin  causa  de  mí  se  tiene ;  é  habiéndolo  yo  supli- 
cado y  acordado  tantas  veces,  hasta  agora  ni  se  ha  he- 
cho ni  se  iiace ,  en  lo  cual  ha  padecido  y  padece  mi  jus- 
ticia notable  daño;  porque,  por  no  haber  querido  vues- 
tras mercedes  hasta  agora  desengañarse  con  la  verdad, 
dura  el  tenerme  por  sospechoso.  Y  porque  soy  tenido 
por  tal ,  no  lo  siendo  ni  conforme  á  verdad  ni  confor- 
me á  derecho,  cualquier  novedad  que  se  recrece,  y 
cualquier  prisión  de  hombres  teólogos  que  por  este  ofi- 
cio se  ha  hecho  y  hace  después  de  la  mia,  juzgan  vues- 
tras mercedes  ser  bastante  y  justa  causa  para  detener 
la  conclusión  de  mi  negocio ;  y  desla  manera  estoy  des- 
truido ya,  y  puesio  en  estado  adonde,  por  muy  claro 
que  conste  de  mi  justicia,  no  puedo  ser  restituido  por 
vuestras  mercedes.  Por  t;into,  en  la  mejor  forma  que 
de  derecho  puedo  ,  pido  y  suplico  á  vuestras  merce- 
des, y  les  encargo  las  conciencias,  sean  servidos  de, 
sin  poner  mas  lición  (6),  hacer  traer  la  dicha  Biblia,  y 
ver  la  claridad  de  mis  descargos  y  desagraviarme. 

2."  Demás  deslo,  digo  que  desde  principio  desle 
pleito  muchas  veces  he  suplicado  á  vuestras  mercedes, 
como  consta  deste  proceso ,  se  me  diese  copia  de  mis 
papeles  para  señalar  cuáles  eran  ajenos,  para  que  con 
tiempo  vuestras  mercedes  lo  mandasen  averiguar,  pro- 
testando que  si ,  por  no  dárseme  la  diclia  copia,  o  dár- 
seme larde,  fallase  alguna  de  las  personas  que  vivían 
cuando  yo  fui  ¡ireso,  y  cou  quien  yo  tengo  de  probar 
acerca  deslo  mi  intención,  no  parase  daño  ni  perjuicio, 
¡lues  yo  desde  ol  [irimer  día  lo  pedí  y  me  proferí  á  la 
jirucba  dello.  iícslos  pa¡(elos  algunos  se  me  mostraron 

(n\  Añail irnos  vean,  que  falla  en  el  original. 
{!>}  Será  dilación. 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 

habrá  cuatro  ó  cinco  meses,  y  después  de  mi  prisión  casi 
año  y  medio ,  y  otros  muchos  dellos  hasta  agora  no  se 
me  han  mostrado ;  y  por  una  parte  me  dicen  vuestras 
mercedes  que  tengo  de  dar  evidente  noticia  de  cuyos 
son ,  y  por  otra  no  me  los  muestran  para  que  la  pueda 
dar,  habiendo  en  la  dilación  el  peligro  que  he  dicho. 
Pido  y  suplico  á  vuestras  mercedes  manden  que  se 
me  muestren  luego ,  y  protesto  lo  que  tengo  protes- 
tado. 

3."  Demás  desto,  en  un  interrogatorio  que  presenté 
el  año  pasado  de  72,  por  el  mes  de  agosto  ó  setiembre, 
en  la  pregunta  7.^,  donde  articulo  que  yo  ordené  y  fir- 
mé la  censura  que  se  hizo  sobre  la  Biblia  de  Yatablo, 
presenté  por  testigos,  para  que  fuesen  en  ello  examina- 
dos, á  Gaspar  de  Porlonariis,  librero,  y  al  bachiller 
Martínez,  criado  del  maestro  Sancho.  Pido  y  suplico  á 
vuestras  mercedes  que  si  los  dichos  testigos  hasta  ago- 
ra no  están  examinados,  que  se  examinen  luego,  por- 
que ellos  por  sus  ojos  me  vieron  firmar  la  dicha  cen- 
sura ,  y  el  dicho  Porlonariis  la  ha  tenido  después  acá 
en  su  poder. 

4."  Demás  desto,  digo  que  yo  he  suplicado  á  vues- 
tras mercedes  que ,  atento  á  que  la  vista  y  conclusión 
de  mi  proceso  se  dilata  tanto^  vuestras  mercedes  sean 
servidos  velle  cuanto  á  lo  que  toca  á  las  ¡falsedades  y 
perjurios  de  los  testigos  que  contra  mi  deponen  y  yo 
tengo  señalados,  y  constará  de  lo  por  mí  alegado  y  pro- 
bado en  este  proceso,  para  que  desde  luego  se  proceda 
contra  ellos  conforme  á  derecho,  porque,  haciéndose 
ansí ,  se  descubrirá  cada  dia  mas  su  falsedad  y  mi  ino- 
cencia. Lo  mismo  suplico  agora. 

S.°  Ilem,  digo  que  por  mí  está  pedido  en  este  pro- 
ceso que  los  tres  testigos  que  sobrevinieron  en  el  mes 
de  hebrero  deste  año  de  73  sean  por  vuestras  merce- 
des llamados  y  traídos  á  mi  costa  á  que  parezcan  en 
esto  juicio,  donde  por  vuestras  mercedes  sean  exami- 
nados otra  vez  sin  mostrarles  sus  primeros  dichos, 
y  compelidos  á  que  declaren  (c)  á  quién  y  cómo  oye- 
ron lo  que  deponen ;  y  que  ansí ,  descubriendo  de  uno 
en  uno,  vuestras  mercedes  sean  servidos  de  proceder 
hasta  llegar  al  primor  inventor  de  aquella  fábula,  para 
que  él  sea  castigado  y  mi  inocencia  quede  libre  de  toda 
sospecha.  Y  porque  podría  acontecer  que  si  vuestras 
mercedes  dejasen  el  hacer  esta  diligencia  hasta  la  vista 
de  mi  proceso,  la  cual  parece  que  cada  día  se  dilata 
mas,  en  el  entretanto  los  dichos  testigos  ó  alguno  ile- 
llos  faltase  por  muerte  ó  por  ausencia,  á  cuya  causa  no 
se  pudiese  hacer  el  dicho  examen  y  averiguación  de 
verdad ,  pido  y  suplico  á  vuestras  mercedes  manden 
que  se  haga  luego,  sin  poner  en  ello  mas  dilación;  pro- 
testando que  si  de  no  hacerse  ansí  se  siguiere  el  dicho 
inconveniente,  el  no  averiguarse  del  lodo  y  basta  el  cabo 
la  verdad  de  mi  justicia,  no  me  debe  ni  puede  parar 
perjuicio ,  ni  poner  mala  sospecha  alguna  en  mí ,  pues 
la  culpa  no  es  mía. — Fray  Luiís  de  Lcon. — Doclur  Or- 
tizde  Funes. — Hay  una  rúbrica. 


Sif^uióse  en  esto  la  itul)lic;)c¡on  do  algunos  testigos; 
pidió  León  (|uc  se  \c  |)r()porcionast'ii  ciertos  libros  (|uo 
tenia  en  Siil;ini;inca,  útiles  para  su  (leftMisa ,  y  escrii)ió 
un  pcdimcnlo,  que  es  el  que  coi)ianios  á  continuación, 

(c)  El  oiiyiiial  dice  declararen. 


CONTRA  FRAY 
lleno  de  observaciones  sobre  lo  contra  él  depuesto.  Oíros 
dos  pedimentos  siguen  de  no  escasa  importancia. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LllS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SL'  MANO  Y 
PRESENTADO  Á  25  1)E  ENERO  DE  1374  ANTE  EL  SEÍVüR  INQUI- 
SIDOR DOCTOR  GUIJANO. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  en  el 
pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Sanio  Oficio,  y  acer- 
ca de  la  tercera  publicación  de  testigos  que  á  pedimen- 
to suyo  por  vuestras  mercedes  me  fué  hecha  el  lunes 
pasado,  que  se  contaron  1 1  de  enero  deste  año  de  74, 
demás  de  lo  que  entonces  respondí ,  y  para  mayor  de- 
claración dello,  digo  agora  lo  siguiente  : 

Capítulo  i."  Acerca  del  testigo  primero  digo,  lo  uno, 
que  es  el  maestro  fray  Pedro  de  Uceda,  á  quien  yo  en- 
vié las  proposiciones  que  habia  leido  acerca  de  la  Vul- 
gata,  para  que  las  comunícase  con  los  maestros  de  Al- 
calá ,  los  que  le  pareciese  ,  y  me  enviase  su  parecer  y 
firmas.  Lo  otro,  digo  que,  ansí  esto  como  todas  las  de- 
más personas  y  parles  adonde  yo  envié  el  mismo  tra- 
sunto para  el  mismo  fin,  yo  lo  tengo  declarado  en  par- 
ticular desde  la  primera  audiencia ,  en  la  declaración 
que  hice  de  las  causas  por  las  cuales,  según  mi  sospe- 
cha ,  vuestras  mercedes  se  movieron  á  prenderme  ,  y 
también  lo  lorné  á  especificar  en  otra  declaración  que 
presenté  en  fin  de  julio  ó  principio  de  agosto  del  año 
pasado  de  72 ,  como  parecerá  por  el  proceso.  Lo  otro 
digo  que  el  mismo  original  que  envié  al  dicho  Uceda 
para  que  lo  comunicase,  y  las  firmas  y  pareceres  de  las 
personas  con  quien  lo  comunicó  ,  yo  le  presenté  ante 
el  ilustre  señor  inquisidor  Diego  González  en  Sala- 
manca, hartos  días  antes  de  mi  prisión ,  y  están  pues- 
tas en  este  proceso  al  principio  del.  Y  ansí,  por  ellas  se 
verá  lo  que  sintieron  las  personas  con  quien  se  comu- 
nicó, y  verse  ha  muy  mas  cierto  que  no  por  este  dicho, 
porque  aquellas  son  las  palabras  dellos,  autorizadas  con 
sus  mismas  firmas,  y  lo  que  este  testigo  dice  es  rela- 
ción de  lo  que  les  oyó,  en  lo  cual  puede  haber  error  de 
olvido  ó  de  voluntad.  Y  ansí,  viniendo  á  lo  particular 
que  de  cada  uno  refiere. 

Capitulo  2."  Acerca  del  capítulo  2.°  digo  que  la  per- 
sona de  quien  habla  es  el  doctor  Barriovero,  el  cual  re- 
paró en  la  proposición  que  dice  sin  causa  ninguna  ,  y 
ansí  se  rieron  dello  los  demás,  como  me  lo  escribió  el 
dicho  padre  Uceda.  Y  para  que  se  vea  que  no  tuvo  ra- 
zón ,  digo  que  la  proposición  dice  ansí  formalmente : 
«En  los  lugares  adonde  por  la  equivocación  de  las  pa- 
labras y  las  diferentes  significaciones  dellas,  el  texto 
original  hebreo  ó  griego  recibe  y  hace  en  un  mismo  lu- 
gar muchos  sentidos,  y  el  intérprete  Yulgato  puso  en 
latín  el  uno  dellos ,  no  es  ansí  católico  el  sentido  que 
puso  y  trasladó  el  intérprete  Vulgato ,  que  los  demás 
sentidos  que  se  hayan  de  tener  por  falsos  y  heréticos;» 
y  claro  está;  y  los  que  supieren  hablar  romance,  aun- 
que no  sepan  ni  lógica  ni  teulugia,  lo  entenderán;  que 
quien  dice  no  es  ansí  católica  la  Yulgata,  que  el  otro 
sentido  que  quedó  en  el  original  sea  herético  ,  no  dice 
que  la  Yulgata  y  su  sentido  no  es  católico ,  sino  dice 
que  el  sentido  de  la  Yulgata  es  católico ,  y  que  no  es 
falso  el  otro  sentido  que  juntamente  con  el  que  está  en 
la  Yulgata  admiten  las  palabras  del  texto  original.  Por- 


LUIS  DE  LEÓN.  lxxxvu 

que  quien  dice  en  castellano,  hablando  de  los  pescados, 
no  son  ansí  buenas  las  truchas ,  que  los  demás  peces 
sean  malos,  no  quiere  decir  que  las  truchas  no  son  bue- 
nas, sino  que,  siendo  buenas,  como  son,  su  bondad  no 
hace  que  sean  malos  los  demás.  Y  para  que  se  entien- 
da esto  mas  claro,  quiero  poner  un  ejemplo  en  la  mis- 
ma materia  de  que  trata  mi  proposición.  En  el  capítulo 
20  de  Job,  adonde  se  trata  del  hombre  avariento  y  tira- 
no y  injusto,  y  del  mal  fin  que  suele  tener  su  prospe- 
ridad, donde  la  Yulgata  dice  :  Luet  quae  fecit  omnia 
etnon  consummetur ,  las  palabras  del  original  son  de 
cualidad  y  están  puestas  por  tal  manera  que  se  pueden 
trasladar  en  tres  formas  y  sentidos  diferentes  :  el  uno 
diciendo  ansí:  a  Pagará  sus  obras  y  no  será  consumi- 
do; ')  que  es  decir  la  pena  perpetua  con  que  serán  cas- 
ligados  los  malos;  y  este  sentido  siguió  y  trasladó  san 
Hierónimo.  De  otra  manera:  «Pagará  su  trabajo  y  no  lo 
comerá;»  que  es  decir  lo  que  acontece  á  los  hombres 
avarientos,  que  por  una  parte  trabajan  y  afanan  mas 
que  jornaleros,  y  por  otra  parte  no  osan  gozar  de  lo  que 
adquieren  y  ganan ;  y  por  otra  parte,  con  la  cobdicia 
del  enriquecer,  encargan  las  conciencias  con  malos  tra- 
tos y  se  obligan  á  la  pena  de  la  otra  vida;  y  ansí,  es  ver- 
dad decir  dellos  que  pagarán  en  la  otra  vida  lo  que  en 
esta  trabajaron  y  no  gozaron.  La  tercera  manera:  (^Hace 
renta  del  trabajo  ajeno  y  no  lo  comerá. »  Lo  cual  tam- 
bién es  propio  de  los  avarientos,  que  se  hacen  ricos  con 
el  trabajo  y  dolor  ajeno,  con  el  mal  año  y  con  el  logro 
que  llevan  al  necesitado,  y  al  fin  no  gozan  de  lo  ganado 
ansí,  sino  ello  y  ellos  se  pierden.  Pues  dice  agora  mi 
proposición  que  destos  tres  sentidos  que  admite  una 
misma  letra,  el  primero,  que  puso  san  Hierónimo  en  la 
Yulgata,  no  es  ansí  católico  que  los  demás  se  hayan  de 
desechar  por  falsos ,  sino  que  hay  esta  diferencia  :  que 
aquel  primero  es  católico  sentido ,  y  habemos  de  estar 
ciertos,  después  que  el  concilio  aprobó  la  Yulgata,  que 
el  Espíritu  Santo  le  pretendió  decir  en  aquel  lugar  y 
por  aquellas  palabras;  pero  de  los  otros  dos,  aunque  son 
de  sana  y  buena  doctrina,  no  estamos  ciertos  si  el  Espí- 
ritu Santo  los  pretendió  decir  allí,  aunque  podemos  creer 
probablemente  que  pretendió  decir  todas  tres  cosas,  y 
que  por  eso  usó  en  el  original  de  palabras  ansí  eípiivü- 
cas,  que  se  pudiesen  aplicar  á  lo. las  ellas.  En  el  mismo 
capítulo,  al  mismo  propósito  del  argumento,  hay  otro 
ejemplo  mas  claro.  Dicesan  Hierónimo:  «Cum  habue- 
»rit  quaeconcupieral,  possidere  non  poterit.»  El  tex- 
to original,  trasladado  palabra  por  palabra,  dice  ansí : 
«En  su  deseo  no  poseerá;»  adonde  aquella  palabra  en 
su  deseo,  que  está  como  cortada  y  suspensa  ,  podemos 
enteudella  del  deseo  que  está  ya  cumplido  y  alcanzado; 
y  ansí  tradujo  san  Hierónimo  en  su  deseo  ,  esto  es, 
«cuando  hubiere  conseguido  su  deseo  no  poseerá;  » 
lo  cual  es  una  cosa  muy  natural  y  muy  ordinaria  en  los 
que  por  malos  medios  caminan  á  la  riqueza  ó  á  la  hon- 
ra, cuando  ansí  lo  han  conseguido,  quilalles  Dios  la 
vida  para  que  no  gocen  dello;  y  como  dice  el  refrán 
español :  «La  casa  hecha  y  el  huerto  á  la  puerta;»  y 
como  se  ve  en  aquel  rico  de  quien  cuenta  el  Evangelio 
que  se  alegraba  consigo  por  el  mucho  trigo  que  habia 
ensilado  aquel  año,  y  que  le  dijo  Dios  al  mismo  punto: 
«Stulte,  hac  nocle  repetent  animara  luam  á  te ,  et  quae 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


parasti  cujus  enint  ?» (a).  En  otra  manera,  cuando  dice 
en  su  deseo  podemos  entender  a  cuando  deseare  algo  y 
estuviere  dello  necesitado».  Y  ansi, querrá  decir,  como 
otros  trasladan:  «  Cuando  hubiere  necesidad  y  deseo, 
no  hallará  quien  le  haga  bien ; »  que  es  cosa  que  pasa 
también  cada  dia  por  los  que ,  para  hacerse  ricos ,  ro- 
baron á  los  pobres;  que  viniendo  ellos  después  á  pro- 
beza,  todos  les  faltan ,  como  se  ve  en  el  rico  avariento 
del  Evangelio,  que  deseando  una  gota  de  agua  para  re- 
frescar la  lengua,  no  hubo  quien  se  la  diese.  Pues  ni  mas 
ni  menos,  destos  dos  sentidos  que  hace  una  misma  le- 
tra, cuya  sentencia  es  sana  y  verdadera,  del  primero 
estamos  ciertos  que  el  Espíritu  Santo  le  pretendió  de- 
cir en  aquel  lugar,  pues  está  en  la  Vulgata;  del  segun- 
do no  estamos  ciertos,  pero  no  por  eso  le  habernos  de 
desechar,  antes  podemos  creer  que  el  Espíritu  Santo 
juntamente  ios  pretendió  á  entramos. 

Capitulo  3."  Acerca  del  capítulo  3.",  demás  de  lo  que 
dicho  tengo,  digo  que  este  testigo  confiesa  en  él  que  el 
doctor  Ralbas,  que  es  el  de  quien  habla ,  le  dijo  que  en 
rigor  eran  probables  todas  mis  proposiciones;  lo  cual 
hace  en  mi  favor,  y  en  cuanto  tal  lo  acepto.  Y  á  lo  que 
añade,  que  ijuisiera  que  fueran  mas  digestas ,  digo  que 
en  el  papel  que  yo  le  envié  y  presenté  puse  solas  las 
proposiciones  y  la  substancia  de  lo  que  yo  leí,  y  no  puse 
todos  los  ejemplos  y  argumentos  con  que  las  probé 
cuando  las  leí  y  como  están  en  mi  lectura ,  tiniendo 
atención  á  que  las  personas  á  quien  lo  enviaba  eran 
ocupadas,  y  por  no  cargallas  con  lición  larga.  Y  en  esto 
á  mí  me  hice  daño,  porque  si  pusiera  extensamente  to- 
das las  razones  y  fundamentos  de  lo  (jue  dije,  ningún 
hombre  docto  de  los  que  las  vieron  dejara  de  íirma- 
Uas,  ni  dudara  acerca  dellas  en  cosa  alguna ;  ansí  que, 
en  mi  letura  están  muy  digestas  y  muy  llanas. 

Capitulo  4."  Acerca  del  cuarto  capítulo,  digo  que  el 
doctor  Velazquez,  de  quien  habla,  si  leyera  atentamen- 
te mi  escrito,  viera  que,  pues  yo  confieso  en  él  que  en 
la  Vulgata  no  hay  error  en  sentencia  ni  en  sentido,  ni 
cosa  que  sea  falsa  puesta  por  el  intérprete,  y  que  en  to- 
das las  cosas  que  tocan  á  la  instrucción  de  la  fe  y  cos- 
tumbres dice  lo  mismo  que  el  Espíritu  Santo  dijo  en  la 
escriptura  original ,  conociera  que  yo  declaraba  bastan- 
temente todo  lo  que  él  pretende.  Y  si  este  testigo  qui- 
siera decir  la  verdad  de  loque  él  siente,  dijera  que  por 
(los  ó  tres  veces  me  escribió  que  era,  no  solo  probable, 
sino  verdadera  toda  aíjuella  resolución  mia ,  y  las  car- 
las  por  ventura  se  hallarían  en  mi  celda;  y  dijera  tam- 
bién que  antes qu(! yo  tratase  desta  malcría  ni  la  leyese, 
ni  cargase  sobre  ella  el  juicio,  él  era  del  parecer  que  yo 
despnescn  ella  tuve;  y  Iratando  dello  conmigo,  me  alegó 
al  maestro  Vega  como  á  hombre  que  habia  estado  en  el 
concilio,  y  habla  consultado  el  entendimiento  deste  de- 
creto, y  escrito  la  declaración  del  en  el  libro  que  cscri- 
l)ió  sobre  el  concilio,  el  cual  le  declara  como  yo.  Y  es 
verdad,  por  el  juramento  que  he  hecho,  que  hasta  que 
este  testigo  me  citó  el  lugar  de  Vega  aprobando  su  pa- 
recer, yo  ni  habia  visto  al  dicho  Vega  ni  puesto  cuida- 


lai  En  la  Vulgata ,  mandada  reconocer  por  Sixto  V  y  Clemen- 
te vil! ,  se  dice  :  •Stulte,  hac  nocle  animaní  tuara  repclunl  á  te  : 
«quai;  autcni  parasli  cujus  crunt?» 


do  en  lo  que  tocaba  á  la  resolución  deste  argumento, 
y  que  entonces  le  vi  la  primera  vez. 

Demás  desto,  acerca  de  lo  que  depone  este  testigo  y 
los  demás  á  quien  yo  envié  las  dichas  proposiciones 
para  que  las  comunicasen,  no  entiendo  ni  alcanzo  qué 
es  el  cargo  que  me  hace  el  fiscal,  y  deseólo  entender 
para  poder  responder  á  él,  porque  comunicar  un  letra- 
do sus  opiniones  con  otros  y  pedilles  su  parecer  para 
si  se  engaña  en  algo,  desengañarse,  que  es  lo  que  yo 
hice  y  pretendí  en  la  dicha  comunicación  y  consulta 
que  hice ,  no  solo  no  es  culpa ,  pero  es  virtud  y  hu- 
mildad y  deseo  de  acertar,  y  hace  evidencia  de  que  no 
hay  proterbia  ni  pertinacia  en  el  que  lo  semejante  ha- 
ce. Pues  decir  que  algunos  de  los  con  quien  se  comu- 
nicaron no  les  parecieron  bien  ó  no  las  quisieron  fir- 
mar las  dichas  proposiciones,  no  me  daña;  porque  pa- 
ra ser  probables  las  dichas  proposiciones  y  para  habe- 
llas  yo  podido  leer  sin  que  por  ello  se  ponga  sospecha 
en  mi  fe  y  persona,  basta  que  otros  muchos  las  firma- 
ron y  aprobaron,  y  juzgaron  que  eran  opinables,  y  nin- 
guno de  los  que  no  las  firmaron  puso  nota  de  error 
en  ellas;  de  manera  que  en  caso  que  fueran  falsas,  yo 
las  pude  opinar  sin  culpa  ni  sin  sospecha  della.    Y 
siendo  el  negocio  dudoso,  como  es ,  pues  los  hombres 
doclos  juzgan  y  opinan  en  él  diferentemente,  y  siendo 
evidente  que  yo  en  lo  que  opiné  no  tuve  ni  tengo  per- 
tinacia, pues  que  lo  subjecté  á  la  censura  de  la  Iglesia 
cuando  lo  leí,  como  es  notorio  de  mis  papeles,  y  á  este 
juicio  también  lo  sometí  antes  mucho  que  me  prendie- 
sen, sigúese  claramente  que  conforme  á  derecho  no 
hay  en  ello  cosa  por  donde  ni  entonces  se  pudo  proce- 
der á  mi  prisión,  ni  agora  se  me  puede  hacer  cargo. 

{Testigo  2."— El  doctor  Velazquez.) 

Capitulo  2.°  Acerca  del  segundo  testigo,  en  el  capí- 
tulos.", en  lo  que  dice  haber  oído  que  cierta  persona 
que  las  vio  dichas  j)roiios¡ciones  dijo  que  tendría  por 
verdadera  aquella  resolución  si  yo  confesase  que  en  la 
Vulgata  no  liay  error  ninguno,  digo  que  la  deposición 
del  testigo  priiTiero  (desta  publicación) ,  en  el  capítulo  2.", 
consta  que  yo  lo  confieso  en  el  dicho  escrito ;  y  que  no 
haya  en  ella  falta  que  mude  el  sentido  verdadero  tam- 
bién lo  confieso,  pues  digo  en  el  dicho  escrito  que  no 
hay  en  la  Vulgata  sentencia  ninguna  falsa,  que  es  de- 
cir que  no  hay  en  ella  sentido  falso. 

Capitulo  3."  Acerca  del  capítulo  3.",  demás  de  lo  que 
dicho  tengo,  digo  que  este  testigo  depone  lo  que  oyó  de- 
cir al  testigo  quince  de  la  primera  publicación,  que  es 
fray  Diego  de  Zúñiga;  y  ansí,  en  cuanto  aquí  dice  que 
el  otro  refirió  que  yo  habia  dicho  que  en  el  libro  de  que 
hablábamos  no  habia  error,  ó  este  lo  quiso  decir  ansí, 
porque  yo  sé  quien  es,  y  es  mi  eneinigo,  ó  el  Zúñiga 
cuando  se  lo  refirió  no  trató  verdad ;  lo  cual  parece  de 
su  mismo  dicho,  adonde  confiesa  que  yo  le  dije  que  en 
cierto  artículo,  á  mi  parecer,  tenia  un  error;  y  como 
yo  se  lo  dije,  y  como  lodo  ello  ])asó,  y  lo  que  yo  sentía 
de  aquel  libro  es  al  pié  de  la  letra  lo  que  yo  tengo  de- 
clarado en  la  respuesta  larga  que  di  en  la  primera  pu- 
blicación al  testigo  quince.  A  ella  me  refiero.  Y  ni  mas 
ni  menos  en  lo  que  este  testigo  dice  (pie  le  refirió  el 
Zúñiga  de  cómo  yo  di  noticia  del  dicho  libro,  aquí  en 


CONTRA  FRAY 

este  lugar,  á  los  señores  que  regían  este  Santo  Oficio, 
yo  la  di  en  la  forma  y  manera  que  tengo  declararlo  en 
la  dicha  respuesta,  y  aquella  es  la  pura  verdad.  A  ella 
me  refiero. 

Y  demás  desto,  en  lo  que  este  testigo  dice,  que  en 
liiar  yo  aquel  libro  daba  á  entender  que  la  Santa  Es- 
critura no  se  liabia  entendido  hasta  entonces,  digo  que 
dice  su  mal  entendimiento,  ó  por  mejor  decir,  su  mala 
voluntad,  y  no  mi  ánimo,  porque  un  desatino  semejan- 
te no  podia  caber  en  ninguno  que  tuviese  mediano  en- 
tendimiento;  y  de  otras  cosas  que  yo  en  este  proceso 
tengo  alegadas  consta  que  yo  siempre  he  enseñado  que 
el  verdadero  entendimiento  de  la|  Escritura  es  el  que 
dan  los  santos.  Y  á  lo  que  dice,  ansí  este  testigo  como 
el  testigo  quince,  que  yo,  loando  el  libro,  decia  que  da- 
ba grandísima  luz  para  entender  la  Escritura;  lo  que 
yo  dije  es  lo  que  declaré  en  la  respuesta  que  he  dicho 
y  es  que  declaraba  algunos  pasos  muy  bien,  y  ansí  lo 
dije  cuando  denuncié  del  agora  once  ó  doce  años,  Y  de 
los  libros  de  Lutero  se  puede  decir  con  verdad  que  de- 
clara algunas  cosas  muy  bien,  aunque  en  sus  errores 
yerra  mucho  ,  cuanto  mas  de  aquel  cuyo  principal  y 
total  argumento  era  católico  y  verdadero,  que  era  pro- 
bar contra  Lutero  que  la  justificación  que  Dios  hace 
en  el  pecador  por  los  méritos  de  Cristo  no  es  por  im- 
putación exterior,  como  él  dice,  sino  por  renovación  in- 
terior, como  afirma  la  Iglesia  católica.  Y  todo  cuanto  yo 
oí  en  él  se  enderezaba  á  este  intento.  Y  es  verdad ,  por 
el  juramento  que  tengo  hecho,  que  después  acá  que  de- 
nuncié del,  muchas  veces  he  pensado  que  aquello  que 
en  él  me  hizo  escrúpulo  yo  no  lo  debí  de  entender  bien, 
lo  uno,  porque  yo  sabia  poco  entonces ,  porque  acaba- 
ba de  ser  oyente;  lo  otro,  porque  se  me  leyó  de  corri- 
da y  en  lengua  que  yo  no  entendía  bien,  y  nunca  le 
tuve  en  mi  poder,  ni  le  vi  ni  oí  sino  aquella  vez ,  ni  á 
él  ni  á  traslado  suyo,  y  ansí ,  pudo  ser  que  en  ello  no 
hubiese  el  daño  que  yo  sospeché.  Y  que  yo,  hablando 
con  el  dicho  Zúñiga,  haya  loado  aquel  libro  en  la  for- 
ma que  he  dicho,  y  no  en  otra,  parece,  lo  uno,  porque 
¿en  qué  consecuencia  de  buen  juicio  se  sufre  hacer  los 
encarecimientos  que  estos  dicen,  y  por  otra  parte  de- 
cir que  tenia  herejías,  como  el  Zúñiga  confiesa  que  di- 
je? Lo  otro,  porque  el  Zúñiga  vio  el  papel  que  yo  pre- 
senté en  este  juicio  en  la  forma  que  yo  he  declarado, 
adonde  puse  el  bien  y  el  mal  que  acerca  de  aquel  libro 
sentía ;  y  si  viera  que  puse  menos  de  lo  que  me  había 
ojdo,  él  lo  declarara  en  su  dicho;  y  pues  no  lo  decla- 
ró, queda  claro  que  lo  que  yo  sentí  y  dije  del  libro  es 
lo  que  está  en  la  mi  dicha  denunciación  ,  y  no  lo  que 
estos  encarecen. — Fraij  Luis  de  Lean. 

PEDIMENTO  DE  FfiAV  LUIS  DE  LEO>",  ESCRITO  DE  SU  MA>"0  V  PRE- 
SE.NTADOÁ  LOS  INQUISIDORES  DE  VALLADOLID,  SIN   FECHA. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León ,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio,  digo: 
Que  aunque  yo  he  suplicado  á  vuestras  mercedes  antes 
de  agora  mandasen  traer  la  Biblia  de  Vatablo  que  los 
maestros  de  Salamanca  enmendamos  y  firmamos,  para 
presentar  partes  algunas  del  la  en  este  proceso;  pero, 
porque  entiendo  que  en  ello  hay  dificultad,  suplico  á 
vuestras  mercedes  sean  servidos  mandar  á  su  comisa- 


LUIS  DE  LEÓN.  lxxxh 

rio  que  vea  la  dicha  Biblia  y  haga  reconocer  mi  firma 
en  San  Augustin,  á  las  personas  que  le  pareciere  y  fue- 
ren necesarias,  y  envíe  á  vuestras  mercedes  testimonio 
que  haga  fe  en  juicio  de  cómo  la  dicha  Biblia  y  sus 
censuras  está  firmada  por  mí  y  por  el  maestro  León  de 
Castro  y  los  demás  maestros,  porque  con  este  testimo- 
nio se  entenderán  dos  cosas  claramente:  lo  uno,  ser  fal- 
sedad lo  que  depone  contra  mí  el  tercero  testigo,  di- 
ciendo que  no  quise  venir  en  la  censura  que  sobre  la 
dicha  Biblia  se  hizo,  pues  se  verá  que  la  firmé;  lo  se- 
gundo, se  conocerá  que  mi  parecer  acerca  de  aquella 
Biblia  y  sus  comentos,  ansien  lo  que  se  quitó  y  enmen- 
dó como  en  lo  que  se  dejó  y  aprobó,  fué  el  mismo  quel 
de  los  demás  maestros;  y  por  consiguiente,  que  no  se 
puede  hacer  cargo  dello  mas  á  mí  que  á  los  demás, 
conforme  á  como  en  otras  partes  deste  proceso  lo  ten- 
go dicho  y  alegado.  Y  como  ya  tengo  dicho  en  otra 
petición  ,  concluyo,  y  pido  sentencia. —  Fray  Luis  de 
León. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SIIMANOY  PRE- 
SENTADO Á  t3,DE  FEBRERO  DE  1574  Á  LOS  INQUISIDORES  DE 
VALLADOLID. 

Ilustres  señores:  El  maestro  fray  Luis  de  León,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio  ,  di- 
go :  Que,  á  suplicación  mía,  vuestras  mercedes  man- 
daron traer  de  Salamanca  una  Biblia  con  los  comentos 
de  Vatablo  y  las  censuras  que  en  ellos  pusieron  los 
maestros  teólogos  de  Salamanca,  la  cual  se  me  mostró 
el  viernes  pasado,  que  se  contaron  i 2  de  hebrcro  deste 
presente  año  de  74 ;  y  entre  las  firmas  que  había  en  un 
papel,  que  parecía  estar  en  ella  puesto  de  nuevo  y  de 
poco  tiempo  acá,  no  estaba  la  mia.  Por  lo  cual  digo 
que  yo  siempre  supliqué  á  vuestras  mercedes  manda- 
sen traer  la  Biblia  que  los  dichos  teólogos  dieron  á  Gas- 
par de  Portoiiariis  (a),  librero,  para  que  la  imprimiese, 
porque  yo  sabia  que  firmé  y  ordené  las  dichas  censu- 
ras, y  no  tenia  memoria  en  cuál  de  los  trasuntos  ha- 
bía puesto  mi  firma,  ó  en  el  que  quedó  en  poder  del 
maestro  Sancho,  ó  en  el  que  se  dio  al  dicho  Portona- 
riis ;  y  agora,  recorriendo  mas  la  memoria,  me  acuerdo 
que  se  procedió  en  la  enmienda  de  la  dicha  Biblia  des- 
ta  manera.  Al  principio  que  se  comenzó  á  ver,  por  pa- 
recer mió,  se  decrel.ó  que  se  hiciese  una  censura  ge- 
neral que  se  imprimiese  al  principio  de  la  dicha  Biblia 
en  el  Viejo  Testamento,  y  otra  en  el  Nuevo.  Casi  al  fin 
del  añode  G9  acabamos  de  ver  todo  el  Testamento  Viejo, 
y  hicimos  la  dicha  censura  general,  y  yo  la  ordené,  co- 
mo tengo  declarado  en  otro  lugar,  y  escrita  de  mi  letra, 
quedó  en  poder  del  bachiller  Martínez,  que  era  como 
secretario  en  aquellas  juntas;  y  luego  sin  poner  firmas 
procedimos  á  la  enmienda  del  Testamento  Nuevo.  Po- 
co después  sucedió,  y  esto  era  ya  por  el  principio  del 
año  de  70,  que  los  señores  del  consejo  de  la  Santa  Inqui- 
sición enviaron  á  llamar  al  maestro  Sancho,  y  á  mí  me 
envió  por  el  mismo  tiempo  la  universidad  á  la  corte  á 
ciertos  negocios;  y  ansí  el  maestro  Sancho  como  yo  es- 
tuvimos ausentes  liasta  el  San  Lúeas  del  añode  70,  y  por 
esta  causa  cesó  todo  este  tiempo  la  dicha  enmienda  del 

(a)  Al  margen  se  lee  de  letra  de  uno  de  los  secretarioi :  «Vidse 
la  de  Portouares,  y  no  estaba  lirmada.» 


xc 

Testamento  Nuevo.  Venidos  á  Salamanca,  tornóse  á 
proseguir,  y  acabóse  por  principio  de  enero  del  año  de 
71,  y  acabado,  yo  hice  y  ordené  la  censura  general  que 
se  puso  al  principio  del  dicho  Nuevo  Testamento ,  y 
mandamos  al  dicho  secretario  que  sacase  en  limpio  las 
dichas  censuras  y  las  pusiese,  ansi  en  la  Bibliaque  ha- 
bía de  quedar  en  poder  del  maestro  Sancho  como  en 
la  que  había  de  llevar  el  dicho  librero.  Mientras  estas 
censuras  se  sacaban  en  limpio  y  se  ponían  en  ambas  Bi- 
blias con  las  demás  enmiendas,  comenzóse  á  encender 
el  tabardete  en  aquel  lugar,  y  por  causadél  á  ausentar- 
se mucha  gente  de  la  universidad;  y  yo  con  este  color 
me  ausenté  entonces,  y  fui  á  Belmente  á  cierto  negocio 
que  tocaba  á  un  deudo  mió,  donde  estuve  hasta  media- 
dos de  marzo  del  dicho  año  de  71.  Vuelto  á  Sala- 
manca, las  censuras  estaban  puestas  en  limpio,  y  el  di- 
cho Martínez  y  Gaspar  de  Porlonariis  vinieron  á  mi  cel- 
da y  me  trujeron  una  Biblia,  donde  estaban  asentadas 
y  venían  firmadas  de  los  demás  maestros,  y  yo  las  hr- 
mé;  y  me  acuerdo  que  el  dicho  librero  me  dijo  que  se 
liubia  detenido  por  no  ir  sin  mi  tirma.  Y  diciéndole  yo 
que  me  pesaba  de  habelle  dado  aquella  molestia,  me  res- 
pondió que  aunque  se  detuviera  muchos  días  mas,  no 
fuera  sin  ella,  porque  sabia  muy  bien  que  yo  habia  tra- 
bajado en  la  enmienda  déla  diclia  Biblia  masque  lodos 
los  demás.  Manden  vuestras  mercedes  que  se  vea  la  di- 
cha Biblia,  y  se  traiga  fe  de  cómo  está  allí  mi  firma  con 
las  demás,  porque  esto  es  la  misma  verdad. 

Demás  desto,  digo  que  desla  Biblia  que  se  ha  traí- 
do, la  cual  está  íirmada  del  maestro  Sancho  y  del  maes- 
tro León  y  de  los  demás ,  para  noticia  clara  de  mi  jus- 
ticia ,  y  para  que  se  reconozxa  que  las  proposiciones 
de  que  me  hace  cargo  el  tercero  testigo,  que  es  el  maes- 
tro León  y  otros  algunos,  son  proposiciones  pasadas 
por  llanas  y  seguras,  y  dejadas  por  tales  por  el  mismo. 
León  y  por  los  demás  maestros  de  Salamanca ,  presento 
las  parles  siguientes : 

Lo  primero,  en  el  capitulo  1."  de  los  Cantares  de 
Salomón,  adonde  luego  en  el  principio  dice  Valablo 
estas  palabras :  u  Universa  Chrislí  mistcria  hoc  carmi- 
«ne  díviníssimo  conlinentur,  nam  schemate  amaloris 
»carnnnís  ut  psalmo  44  quo  dotes  Salomonis  et  filíae 
»Pliaraonís  celebrantur,  eorumque  muluus  amor  et  le- 
)jgílíma  conjunclio,  Evangclium  laelissime  caniUir. » 
Las  cuales,  como  es  notorio,  en  la  dicha  Biblia  están 
sin  censura  ninguna,  y  contienen  la  [iroposicion  (|ue 
el  testigo  cuarto  y  el  testigo  noveno  y  el  testigo  de- 
cimoquinto deponen  haber  escrito  yo  en  los  Cantares 
que  compuse  acerca  de  Salomón  y  su  mujer. 

ítem  ,  presento  el  cai)ílulo  31  de  Hiereinías,  adonde 
hacía  al  íin  dice  Valablo  ansí  :  a  Haec  prophctía  íntel- 
)d¡gi  polcsl  de  duiílici  luclu  ,  vel  d(!  Inclu  omnium  ma- 
xlrunaruin  Juda,  vel  de  luclu  malronarnm  Bclhli'cm. 
)jMaUhaeus,  ca¡).  2.",  ad  cacdem  iid'anlinm  rdulit  hanc 
))prophelíam.  Cerlé  non  vídelur  absurdum  ul  hic  locus 
odnabus  rebus  accommodclur  quum  ¡lie  ex  Egipto  vo- 
yicavi  filium  meum  duabus  robus  serviat.»  Ln  las  cua- 
les [)alabras  se  dice  claramente  la  í»ropos¡cíon  que  el 
testigo  tercero  en  el  capítulo  L",  y  el  testigo  segundo 
deponen  haber  dicho  yo ,  esto  es,  (jue  los  lugares  que 
citan  los  apóstoles  del  Testamento  Viejo,  el  sentido  que 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


ellos  dan  es  cierto  y  verdadero ,  y  juntamente  con  él 
puede  tener  otro.  Y  por  consiguiente ,  consta  clara- 
mente que  la  dicha  proposición  está  pasada  por  llana  y 
sin  peligro  por  los  mismos  que  deponen  della  contra 
mí,  y  por  los  demás  maestros  teólogos  de  Salamanca, 
cuyas  firmas  están  en  la  dicha  Biblia.  Y  para  lo  mismo 
presento  el  salmo  8.",  adonde  está  la  misma  proposi- 
ción mas  exlendidamente,  y  adonde  está  la  declaración 
de  aquel  salmo ,  y  paso  Ex  ore  infantium  ,  etc. ,  que 
el  testigo  tercero,  en  el  capítulo  7.",  me  acusa  haber 
defendido  ,  y  está  allí  pasada  por  llana  por  él  y  por  los 
demás. — Fray  Luis  de  León. 

Llaniósele  luego  á  varias  interrogaciones.  Fué  inter- 
rogado: 1."  sobre  diez  y  siete  proposiciones  escritas  en 
latiii  y  iialladas  entre  sus  papeles,  acerca  de  la  autoridad 
de  la  Vulgala  ;  2."  sobre  otras  treinta  proposiciones  ([ue 
resultaron  de  la  información  liecha  por  orden  de  los  in- 
quisidores; o."  sobre  cierto  cartapacio  que  se  telialló, 
donde  venían  tratados  algunos  punios  teológicos. —  Dii- 
randus  in  Terlio  Senteiitiarum  ,  üistinctione  25,  quaestio- 
ne  1." —  Sequitiir  dispulatio  de  Sacrae  Scriptiirae  r alione 
el  audoritate. 

Las  contestaciones  de  frav  Llis  son  imi)ortanles,  mas 
vienen  casi  todas  repetidas  en  una  serie  de  escritos,  que 
continuariamos  íntegros  con  los  pedimentos  que  entre 
uno  y  otro  mediaron,  á  no  venir  contenido  todo  mas  am- 
pliamente en  el  siguiente  escrito,  el  mas  importante  del 
proceso. 

PAPEL  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO ,  EN  JUSTI- 
FICACIÓN DE  LO  CONTENIDO  EN  SU  LECTURA  ACERCA  DE  LA 
VULGATA  ;  PRESENTADO  Á  50  DE  MARZO  DE  1573. 

IHS. 

Ilustres  señores  :  En  el  cuaderno  de  una  lectura  mía 
acerca  de  la  Vulgata,  que  yo  presenté  á  este  Santo  Ofi- 
cio antes  de  mí  prisión ,  un  cierto  censor  notó  ciertas 
proposiciones,  de  las  cuales  vuestras  mercedes  me  hicie- 
ron cargo.  Y  para  descargo  dolías,  y  para  que  vuestras 
mercedes  juzguen  la  poca  razón  que  tuvo  el  censor,  y 
las  muchas  en  (jue  yo  me  fundé,  y  los  autores  á  quien 
seguí,  diré  lo  siguíenle,  subjeclándolo  lodo  á  quien 
siempre  sujeclé  todo  mi  enlenilimiento  y  doctrina,  que 
es  al  juicio  y  censura  de  la  Iglesia  romana  y  de  sus  mi- 
nislros  legítimos.  Y  antes  que  descienda  en  parlicnlar 
á  hablar  de  cada  una  de  las  dichas  proposiciones,  pre- 
supongo lo  siguiente. 

Lo  primero,  presupongo  que  la  lectura  contenida  en 
el  dicho  cuaderno  yo  la  leí  en  la  lición  ordinaria  de  mi 
cáledra  en  Salamanca,  delante  de  mas  de  trescienlos 
oyentes,  tres  ó  cuatro  años  antes  de  mi  prisión.  Y 
cuando  la  leí,  antes  que  comenzase  á  resolver  mí  sen- 
tencia en  la  cuestión  [Topuesla,  subjecté  lo  que  decía 
al  juicio  de  la  Iglesia  de  Boma ,  como  por  la  dicha  lec- 
tura parece  ;  y  pocos  meses  después  un  estudiante,  en 
un  aclo  mayor  que  suslenli'i,  puso  todo  lo  que  yo  acer- 
ca desto  habia  leido,  y  se  arguy(')  y  Iraló  dello  delante 
de  todos  los  maestros  teólogos  y  de  toda  la  aula  de  leu- 
lugía,  y  ningún  maestro  puso  en  ello  nota  que  mala 
fuese,  antes  generalmente  pareció  bien,  corno  consta 
deste  proceso.  Y  presupongo  que  en  la  dicha  lectura  y 
en  la  sentencia  que  en  ella  tuve,  yo  seguí  á  todos  los 
hombres  doctos  y  cab'ilicos  que  dt!S[)ues  del  concilio 
liaa  escrito  desla  materia  ;  digo  lodos  los  que  han  ve- 


CONTRA  FRAY 

ni. lo  á  mis  manos  y  noticia,  sin  hallar  ninguno  que 
üiiMí  lo  contrario,  como  parecerá  por  sus  palabras, 
kií  cuales  pondré  en  lo  último  deste  escripto.  Y  ni 
cuando  la  leí  ni  cuando  la  sustenté,  ni  después  por  es- 
pacio de  tres  años ,  habiéndola  oido  tantas  gentes ,  y 
andando  después  en  manos  de  otras  muclias ,  á  nadie 
oí  que  le  pareciese  mal ,  antes  muchas  personas  y  muy 
doctas  que  la  vieron  en  poder  de  mis  oyentes  me  di- 
jeron palabras  de  mucha  aprobación.  Y  presupongo 
que  algunos  meses  antes  de  mi  prisión ,  viniendo  á  mi 
noticia  quel  maestro  Medina,  que  es  enemigo  mió,  an- 
daba moviendo  escándalo  en  la  escuela,  envié  la  dicha 
lelura  á  que  se  comunicase  con  algunas  personas  doc- 
tas del  reino  para  saber  su  parecer,  y  con  él,  ó  estar 
mas  seguro,  ó  desengañarme  si  estaba  engañado  en 
algo;  y  los  que  la  vieron,  que  fueron  el  doctor  Ralbas, 
y  el  doctor  Velazquez,  y  el  doctor  Barriovero,  y  los 
maestros  fray  Alonso  de  la  Veracruz  y  fray  Lorenzo  de 
Villavicencio,  y  en  Sevilla  otros  tres  maestros,  de  cu- 
yos nombres  no  tengo  memoria ,  la  aprobaron  y  pusie- 
ron en  ella  sus  firmas  ;  y  el  arzobispo  de  Granada,  ha- 
biéndola visto  dos  veces,  la  aprobó,  diciendo  que  todo 
lo  en  ella  contenido  era  seguro  y  opinable  ;  y  de  pala- 
bra me  dijeron  lo  mismo  los  maestros  fray  Juan  de  Gue- 
vara y  fray  Pedro  de  Uceda ,  y  la  firmaran  si  yo  les  pi- 
diera sus  firmas  ;  y  no  se  las  pedí  por  ser  tan  familia- 
res mios,  y  porque  nunca  cayó  en  mi  pensamiento  que 
liabia  tanto  mal  en  hombres  que  se  llaman  cristianos 
y  sacerdotes  como  después  se  descubrió  ;  que  si  lo 
imaginara ,  yo  la  tuviera  firmada  de  los  mas  y  mas  doc- 
tos letrados  que  hay,  así  en  Salamanca  como  en  los  de- 
más lugares  del  reino.  Y  presupongo  que  últimamen- 
te, para  mayor  seguridad,  presenté  la  dicha  letura 
dias  hartos  antes  de  mi  prisión  á  este  Santo  Oficio,  y 
subjecté  á  la  censura  del ,  ansí  aquello  como  todo  lo 
demás  que  habia  leido ,  escripto  y  disputado  en  toda 
mi  vida. 

Lo  segundo,  presupongo  que  yo  conozco  y  confieso, 
y  en  la  mi  dicha  letura ,  como  por  ella  se  parece ,  lo 
enseño  y  afirmo,  todas  estas  cosas.  Lo  uno,  que  en  esta 
edición  Vulgata  está  muy  bien  y  fielmente  trasladado 
todo  lo  que  toca  y  es  necesario  para  instruir  y  regir 
la  fe  y  las  costumbres.  Lo  otro ,  que  en  toda  ella  no 
liay  sentencia  falsa  ni  cosa  que  pueda  engendrar  algún 
error  pernicioso,  sino  que  cuanto  á  la  sentencia,  todo 
lo  que  en  ella  hay  está  verdadero  y  fiel ,  y  digo  que  el 
concilio  lo  determinó  ansí  en  determinar  que  era  au- 
téntica ;  y  por  consiguiente ,  confieso  que  en  la  sen- 
tencia todo  lo  que  en  ella  hay  es  cierto  y  de  fe ,  como 
parece  en  la  proposición  octava  de  la  dicha  letura.  Lo 
otro,  que  es  la  mejor  y  mas  conforme  al  original  de 
cuantas  translaciones ,  ó  latinas  ó  griegas ,  de  la  Es- 
critura jamás  ha  habido.  Lo  otro,  que  no  es  lícito  por 
ninguna  manera ,  desechando  esta ,  admitir  otra  alguna 
traslación  al  uso  eclesiástico,  ni  en  el  canto  ni  en  el 
pulpito,  ni  en  la  escuela  y  disputa,  porque  esta  tiene 
autoridad  de  fiel  y  verdadera  en  todo  lo  locante  á  la  fe  y 
costumbres,  y  las  demás  traslaciones  latinas  no  la  tie- 
nen ;  y  que  todo  esto  quiso  determinar  y  declarar,  y 
con  efecto  lo  declaró,  el  santo  concilio  de  Trento,  en 
cuanto  dijo  que  entre  todas  las  interpretaciones  latinas 


LUIS  DE  LEÓN.  xci 

se  habia  de  tener  esta  por  auténtica.  Juntamente  digo 
que  con  esta  verdad  que  he  dicho  haber  declarado  el 
concilio  acerca  de  la  Vulgata,  se  compadece  bien  que 
haya  en  ella  ,  como  hay,  algunos  pasos  de  menor  im- 
portancia ,  corrompidos  por  el  descuido  de  los  escri- 
bientes y  otros ,  cuya  verdadera  lición  se  ha  hecho  du- 
dosa por  la  misma  causa ,  y  otros  que  el  intérprete  pu- 
diera trasladar  mas  clara  y  cómodamente  y  con  mas 
significación ,  y  por  consiguiente ,  que  no  se  ha  de  en- 
tender que  el  Espíritu  Santo  dictó  al  intérprete  latino 
todas  y  cada  una  de  las  palabras  latinas  que  puso ,  co- 
mo las  dictó  á  los  profetas ,  ni  el  concilio  de  Trento  de- 
claró tal  cosa  ni  la  quiso  declarar.  Y  esto  en  substan- 
cia es  todo  lo  que  doy  y  lo  que  quito  á  la  Vulgata,  co- 
mo se  verá  por  lo  que  se  sigue.  Pues  presupuesto  esto, 
y  viniendo  á  lo  iparticular  de  cada  una  de  las  dichas 
proposiciones  notadas ,  la  primera  dellas  es  : 

■1.^  Propositio.  «Códices  Vulgataeeditionisquinunc 
Hcircunferuntur,  non  solum  variant  inter  se,  sed  etiara 
))plurimis  in  locis  á  librariis  vel  ab  alus  corrupti,  non 
«continent  veram  et  sinceram  Vulgatam  editionem. » 

Acerca  desta  proposición,  y  la  2/  y  3.^,  que  ea 
sustancia  todas  tres  son  una  misma ,  no  puedo  alcan- 
zar lo  que  ofendió  al  calificador,  ni  qué  motivo  tuvo 
para  poner  mala  nota  en  ellas ;  porque  para  entender 
que  son  verdaderas  basta  solo  el  leer  el  texto  de  la 
Biblia  latina  y  cotejar  unas  Biblias  con  otras  ;  y  el  ca- 
lificador, pues  es  teólogo  y  da  parecer  en  cosas  de  tanto 
peso,  era  justo  que  lo  viera  muy  visto.  Y  para  quitar 
todo  género  de  dubda ,  y  que  se  vea  que ,  si  no  es  ha- 
ciendo de  la  luz  tinieblas,  nadie  puede  dar  mal  nombre 
á  la  dicija  proposición,  digo  ansí,  que  en  ella,  como 
por  sus  palabras  parece,  se  dicen  tres  cosas  :  una,  que 
los  códices  de  la  Vulgata  que  tenemos  están  unos  de 
otros  diferentes  en  muchos  lugares ;  otra,  que  esta  di- 
ferencia nació  del  descuido  ó  ignorancia  de  los  escri- 
bientes ó  correctores;  la  tercera,  que  en  estos  lugares 
no  está  sincera  y  pura  en  estos  libros  la  lición  verdade- 
ra de  la  Vulgata.  De  estas  tres  cosas,  la  última  se  sigue 
de  las  dos  primeras ;  porque  si  los  códices  de  la  Vulgata 
están  varios  entre  sí ,  y  hay  en  ellos  lugares  corrompi- 
dos por  el  descuido  ó  ignorancia  de  los  escribientes, 
evidente  cosa  es  que  en  los  tales  lugares  no  está  pura 
la  verdadera  lición  que  puso  el  intérprete.  Ansí  que, 
si  hay  mal  en  la  sobredicha  proposición ,  todo  él  está 
en  decir  que  hay  variedad  en  los  dichos  códices  en 
algunos  lugares  que  están  corrompidos  por  los  escri- 
bientes ;  lo  cual ,  si  es  falso  y  yo  lo  levanto  de  mi  ca- 
beza, merece  la  nota  que  me  quisieren  poner  como 
mentiroso ;  pero  si  pasa  ansí ,  y  la  prueba  dello  no 
consiste  en  razones  adelgazadas  por  el  entendimiento, 
sino  en  cosas  que  se  tocan  con  las  manos  y  ven  por  los 
ojos,  porque  la  verdad  dello  está  en  hecho,  y  no  en  es- 
peculación ,  ¿quién  será  tan  falto  que  dé  nota  de  falso 
á  lo  que  los  ojos  conocen  por  evidente?  Véanse  las  Bi- 
blias latinas ,  ansí  las  impresas  como  las  de  mano,  an- 
tiguas, y  veráse  cómo  están  unas  de  otras  diferentes 
en  muchos  pasos.  Y  si  fuera  yo  el  primero  que  digo 
esto  y  lo  advierto ,  pudiéranme  notar  de  presumido  ; 
pero adviértenlo  todos  cuantos  tratan  desta  materia,  de 
los  cuales  pondré  aquí  algunos.  El  maestro  Gano,  en 


el  libro  iiD?  locis,  en  pl  capítulo  Í5,  en  la  página  78, 
dice  ansí  :  «Quinta  commodifas  est  ad  menda  ea  cor- 
wrigenda  quae  ex  incuria  typograpliorum  aut  eorum 
))qui  exscripsere,  imperitia  obrepserunt.  Ut  Josué, 
Mcap.  41,  .Yon  fuit  civílas  quae  se  non  traderet ;  ubi 
«secunda  negatio  superfluit ,  ut  ex  consequentibus  ma- 
«nifesté  colligilur.»)  Y  ansí  prosigue  por  dos  columnas 
enteras  poniendo  ejemplos  de  cosas  que ,  á  su  parecer 
y  de  otros  doctos,  están  corrompidas  por  culpa  de  los 
escribientes  en  la  Yulgata.  El  mismo,  en  la  página  o4, 
dice  :  «Quod  autem  quae  expositur  fortasse  quispiam 
))in  margine  apposuerit ,  ea  scriptorum  vitio  textui 
«nonnumquam  inserantur,  Nicolaus  Liranus  recte  2." 
)>R8gum  cap.  8  animadverlit.  Illa  enim  verba ,  de  quo 
wfecil  Salomón  omnia  vasa  áurea  in  templo,  et  mare 
waeneum  et  columnas  et  altare  in  hunc  modum  adjecta 
weL  inserta  esse  constat.') 

El  mismo,  en  la  página  91  ,  dice  que  por  error  de 
los  escribientes  leemos  agora  en  San  Marcos  que  Cristo 
fué  crucificado  á  la  liora  de  tercia ,  porque  san  Marcos 
no  escribió  aá  la  bora  de  tercia,  sino  á  la  de  sextan; 
y  el  mismo,  en  la  página  349  y  330,  advierte  lo  mis- 
mo de  otros  lugares,  que  por  culpa  de  los  escribientes 
dice  estar  corrompidos  ansí  en  la  Biblia  latina  como 
en  la  griega  y  bebrea. 

El  maestro  Yega ,  en  el  libro  xv  sobre  el  concilio 
Tridenlino,  en  el  capílulo  9.",  en  la  página  6-13,  dice  lo 
mismo  ansí ,  bablando  de  la  aprobación  del  concilio 
acerca  de  la  Yulgala  :  (( Approbavit  dumtaxal  Yulga- 
»t;;m  editiouom  repurgatam  á  mendis  quae  vitio  scrip- 
«torum  et  calcograpliorum  in  ea  obrepserunt.»  Y  al  fin 
deste  escripto  se  pondrán  todas  las  palabras  y  juicio 
deste  doctor. 

Driedon  dice  lo  mismo  en  el  libro  ii  De  scripturis 
ecilesiuslicis  et  dogmatibus,  capitulo  2,  folio  44,  ailon- 
de  dice  que  las  traslaciones  latinas  que  lian  becbo  en 
esta  edad  los  bomhres  doctos  sirven  atamquam  elucida- 
«tiones  magnopere  adjuvantes  ad  inlclligenda  loca  vel 
«obscura  vel  ambigua,  vel  per  scriptorum  incuriam  de- 
»pravata  in  edilione  nostra».  Y  en  el  folio  37  dice  lo 
mismo. 

Tuétano,  en  la  primera  parte  de  la  apología  por  el 
concilio  Tridenlino,  en  la  boja  98  ,  confiesa  lo  mismo; 
cuyas  palabras  se  referirán  al  fin  deste  escrito. 

Sixto  Senense,  en  el  libro  que  se  intitula  fíibliolhe- 
ca  Sánela  ,  libro  vni,  capítulo  último,  [lágina  -10^9,  y 
en  el  libro  iv,  página  466,  bablando  de  Sáneles  Pagni- 
no,  confiesa  lo  mismo.  Lo  que  dice  en  el  primer  lugar 
se  referirá  al  fin  deste  papel.  Lo  que  dice  en  el  segundo, 
que  es  en  el  libro  iv,  e.;  esto  :  «  Sanctes  Pagninus  Lu- 
))ccnsis  etc.  í>um  animadveriissct  celebren!  illam  Hie- 
«roiiiini  versionem  temporum  injuria  et  bominum  in- 
Kcuria,  vel  magna  ex  parle  intercidisse,  vel  magna  ex 
»parle  esse  corruplam  ,  leiilabit  et  ipse  novam  aggredi 
))tol¡us  Scripturae  translalionein ,  Leone  X  Ponliíice 
«.Máximo  borlante ,  et  sumptus  operi  necessarios  prae- 
«bcnle  ,  ele.» 

Lindano,  en  el  libro  ni  Dr  ojilimo  (¡enere  inlcrpre- 
tandi,  capítulo .'!.",  folio  '2í)0,  dice  ansí  :  a  I'luriniasin 
«Yulgatam  islam ,  cuín  Psallerii ,  tum  Novi  Tostamen- 
«li ,  ut  alia  praetermiltamus  silenlio,  versionem  irrcp- 


EXTP..\CTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


«sisse,  scribarum  sive  oscilanlia,  sivc  irreligiosa  etiam 
«audacia,  non  tam  mendas,  quám  vilia  :  libolli  illi  ve- 
«lerum  studiosorum  bominum  solis  luce  demonstrant 
«manifestiüs,  qui  in  vetustis  latitant  bibliotliecis,  quos 
«Correctoria,  sive  Castigaloria  bibliorum  inscripse- 
«runt.  Tale  quondam  vidimus  pervetustum  in  Cartbu- 
«sia  Zeelbemensi,  juxta  Dieslbemium  sita,  quod  Bi- 
«blia  ad  códices  Caroli  Magni  perdiügente  castígalos 
«notabat  emendanda,  locis  sane  ut  non  paucis ,  ita  mi- 
«nimé  quoque  poenitendis.  Ejus  generis  et  in  Sorbona 
«extat,  quo  usus  esl  Robertus  Stepbani.  AVm  alibi  ex- 
«tanl,  sed  prae  caeleris  desiderarim  illud,  quod  ante 
»annos  400  Romae  Nicolaus  sancti  Damasi  diaconus 
«scripsit,  máxima,  uti  apparet,  diligentia,  ubi  con- 
«queritur,  lusírans  armaría,  inquiens  ,  nequibam  boc 
«adipisci,  veracia  scilicet  exemplaria  invenire ,  quia 
))el  quae  á  doctissimis  viris  dicebantur  correcta,  uno- 
«quoque  in  suo  sensu  abundante,  ita  discrepabant ,  ut 
))[)cne  quot  códices,  tot  exemplaria  reperircm  ,  usque 
«adeo  etiam  millesimo  post  intcrpretationom  Hieronimi 
«anno,  códices  Sacrae  Scripturae  mendosi  atque  cor- 
«rupti  erant ,  et  ita  inler  se  discrepantes.» 

Y  de  los  que  escribieron  antes  del  concilio ,  Nicolao 
de  Lira  bizo  un  libro  que  intituló  Differentias  Sacrae 
Scripturae,  donde  de  intento  trata  deslo  solo,  que  es 
mostrar  las  varias  liciones,  y  reducir  á  la  verdadera  li- 
ción por  los  ejemplares  antiguos. 

Augustiüo  Eugubino,  en  el  prólogo  de  la  recognición 
que  liízo  sobre  el  Pentateuco,  advierte  lo  mismo.  Y  des- 
pués lo  advierte  en  muclios  lugares  particulares  por 
toda  aquella  obra. 

Demás  deslo,  yo  arguyo  ansí.  La  iglesia  latina  que 
fué  en  tiempo  de  san  Augustin  y  de  san  Hierónimo  y 
antes  dellos  no  fué  menos  querida  y  proveída  de  Dios 
quo  la  que  agora  vive ,  y  con  lodo  eso,  vemos  que  en 
los  libros  latinos  de  la  Escriptura  entonces  liabia  mu- 
clios  lugares  dañados  por  el  descuido  de  los  escribien- 
tes y  gran  variedad  en  los  ejemplares,  como  lo  confiesa 
san  Hierónimo  en  el  prólogo  sobre  el  Nuevo  Testamento 
y  en  el  prólogo  sobre  Josué,  y  san  Augustin  en  el  li- 
bro 11  De  doctrina  chrisliana ,  capílulo  \  \ ;  luego  no 
bay  por  qué  bacer  maravilla  de  que  baya  agora  alguna 
variedad  y  corrupción  por  la  misma  causa. 

Y  si  oponen  á  eslo  que ,  si  concedemos  que  en  algu- 
nos lugares  de  la  Escriptura  los  escribientes  lian  puesto 
uno  por  otro,  por  la  misma  causa  bacemos  dudosos  lo- 
dos los  demás  lugares,  porque  cada  uno  dirá  donde  le 
pareciere,  que  el  escribiei.te  lo  erró,  digo  á  esto  quo 
haber  los  escribienles  en  algunas  parles  errado  y  puesto 
unas  cosas  por  otras,  y  quitado  y  añailido  en  algunas 
parles,  no  se  puede  negar,  porque  se  ve  por  los  ojos 
(|ue  los  códices  están  diferentes  eiilre  sí.  Y  el  teólogo 
no  lia  de  negar  lo  evidente  por  el  inconveniente  que 
dello  parece  seguirse,  sino  mostrar  que  no  se  sigue  el 
tal  inconveniente.  Y  ansí,  digo  que  ni  yo  ni  ninguno 
de  los  que  conceden  que  los  escribientes  han  dañado 
algunos  lugares,  no  bacemos  dudosos  los  demás,  ni 
abrimos  puerta  para  que  ninguno  otro  los  pueda  bacer 
dudosos,  porque  los  luganis  donde  decimos  (pie  los  es- 
cribienles han  errado,  son  aquellos  solos  donde  baila-  - 
mosquc  los  ejemplares  esláii  enlre  sí  diferentes;  por- 


CONTRA  FRAY 

que  es  evidente  que  aquella  variedad  no  nació  del  in- 
térprete ,  el  cual  solo  puso  una  ücion ,  sino  del  escri- 
biente, que  escribió  uno  por  otro;  pero  los  demás  lugares, 
que  de  cien  partes  de  la  Biblia  son  las  nóvenla  y  nueve, 
adonde  todos  los  ejemplares  latinos  están  conformes, 
ni  decimos,  ni  nadie  lo  puede  decir,  que  hay  error  de 
escribientes.  Y  si  alguno  lo  dijere,  decirlo  ha  por  su 
antojo  y  desatino,  y  no  por  la  causa  en  que  se  funda  esta 
proposición,  que  es  la  variedad  de  los  códices,  como 
es  notorio.  Y  esta  misma  razón  hace  Driedon  á  propó- 
sito de  las  Biblias  griegas  en  el  libro  n,  ya  alegado,  en 
la  hoja  34. 

Y  si  dicen  que  san  Auguslin  escribe  que ,  admitida 
una  mentira  ó  falsedad  en  la  Escriptura ,  toda  ella  se 
hace  sospecliosa  y  queda  sin  autoridad ,  es  verdad  que 
lo  dice,  y  dice  en  ello  una  gran  verdad;  pero  aquello  y 
esto  que  yo  digo  son  cosas  diferentísimas ,  porque  san 
Augustin  habla  de  las  mentiras  puestas  por  el  Profeta 
que  escribió  la  Escriptura,  porque,  si  aquel  mintió  en 
algo,  por  el  mismo  caso  podemos  sospechar  que  mintió 
en  todo  ,  y  no  tenemos  mas  razón  en  lo  uno  que  en  lo 
otro  para  estar  seguros;  pero  yo  trato  de  los  errores 
puestos  por  el  escribiente  que  copió  los  libros,  los  cua- 
les no  hacen  sospechosa  la  demás  Escriptura,  porque  es- 
tos, las  partes  donde  los  hay  traen  consigo  la  señal  y  la 
prueba,  porque  están  en  ella  diferentes  los  códices  y 
hay  varias  liciones;  pero  los  que  pone  el  Profeta,  si  pu- 
siese alguno,  no  tienen  señal  ninguna,  ni  tenemos  por 
donde  entender  que  engañó  ó  se  engañó  mas  en  aquel 
lugar  que  en  este ,  y  ansí  se  hace  dudoso  todo.  \  que 
esta  sea  la  verdad,  y  loque  sintió  santo  Augustin,  cons- 
ta de  sus  mismas  palabras,  que  son  estas,  en  una  epís- 
tola á  san  Hierónimo  :  «Ego  enim  fateor  charilati  tuae 
Hsolis  eisesse  Scriplurarum  librisqui  jam  canonici  apel- 
»lantur,  didici  hunc  timoreni  honoremque  defferre  ,  ul 
wnullum  eorum  authorem  scribendo  aliquid  errasse  lir- 
))miss¡mé  credam.  Et  si  aliquid  in  eis  offendero  libris 
))quod  videalur  veritati  contrarium,  nihil  aliud  quam 
»Tel  mendosum  esse  codicem,  vel  interpreten!  nonasse- 
«quutum  esse  quod  dictum  est ,  vel  me  minimé  intel- 
))lexisse  non  ambigo.»En  las  cuales  palabras,  como  por 
ellas  parece,  tiene  por  inconveniente  san  Augustin, 
como  de  hecho  lo  es  grandísimo,  que  se  engañe  el  Pro- 
feta ó  autor  de  los  libros  sagrados ;  y  decir  esto  ó  pen- 
sallo,  condénalo  por  falso,  como  lo  es;  pero  no  tiene  por 
inconveniente  decir  que  el  escribiente  erró  escribien- 
do, ó  que  se  engañó  el  intérprete  cuando  trasladó  de 
una  lengua  á  otra  lo  que  dijo  el  Profeta.  Y  si  dicen  mas, 
que  el  concilio  de  Trente  aprobó  la  Vulgata,  digo  que 
aprobó  la  Yulgata ,  pero  no  las  faltas  que  han  puesto 
en  ella  la  ignorancia  y  descuido  de  los  escribientes.  Y 
si  dicen  que  cómo  conoceremos  esas  faltas ,  digo  que 
conocer  los  lugares  donde  las  hay  es  facilísimo,  porque 
las  hay  en  todos  los  lugares  donde  hay  varias  liciones 
en  las  Biblias  latinas.  Y  si  preguntan  mas  destas  varias 
liciones,  cómo  se  conocerá  cuál  es  la  verdadera  que  pu- 
so el  intérprete,  y  cuál  la  errada  por  el  escribiente, 
digo  que  se  pueden  conocer  cotejando  los  libros  anti- 
guos y  confiriéndolos  con  los  originales,  y  mirando  lo 
que  entendieron  y  alegaron  en  los  tales  lugares  los  con- 
cilios y  los  papas  y  los  santos  que  han  escripto.  Y  si 


LLIS  DE  LEÓN.  xcui 

dicen  que  al  menos  se  seguirla  que  la  iglesia  latina  no 
tendría  Escriptura  Sagrada  pura,  y  no  dudosa,  si  los 
escribientes  han  pueslo  faltas  en  ella,  digo  que  no  se 
sigue ,  lo  uno,  porque  aunque  yo  y  el  otro  particular  no 
podamos  en  algunos  lugares,  donde  hay  varias  liciones, 
averiguar  cuál  dellas  es  la  verdadera  y  la  que  puso  el 
iniérprete;  pero  la  Iglesia  puédelo  averiguar  sin  error 
ninguno  todas  las  veces  que  le  sea  necesario;  porque, 
demás  de  que  tiene  muchos  hombres  doctos  y  enseñados 
en  las  lenguas,  que  es  el  don  del  Espíritu  Santo,  que 
nunca  falta  en  la  Iglesia,  los  cuales  por  su  mandado 
della  pueden  conferir  los  ejemplares  antiguos,  y  cote- 
jar los  originales,  y  consultar  los  libros  y  escritos  de 
los  doctores,  tiene  lo  que  es  sobre  todo,  la  asistencia 
del  Espíritu  Santo ,  el  cual ,  todas  las  veces  que  hu- 
biere  de  usar  la  Iglesia  para  algún  efecto  de  algunos 
destos  pasos  que  el  error  de  los  escribientes  ha  liecho 
dudosos ,  la  guiará  á  que  use  de  lo  verdadero,  y  no  de 
lo  por  el  escribiente  ignorante  inducido.  Lo  otro,  por- 
que, como  digo  ea  otra  parte,  todo  aquello  en  que  no 
hay  variedad  de  códices,  que  es  casi  todo,  es  Sagrada 
Escriptura  pura ,  sin  que  en  ello  haya  pleito  ni  con- 
tienda. 

2."  Propositio.  La  segimda  proposición  es  :  (dta- 
)>que  magna  etiam  nunc  disquisitione  opus  est  ad  di- 
)jjudicandum  quaenara  sit  vera  Vulgata  editío  multis  in 
wlocis.» 

En  esta  proposición  no  hay  mas  misterio  que  en  la 
primera,  porque,  si  aquella  es  verdadera  y  evidente, 
esta  se  sigue  della  por  consecuencia  necesaria;  porque, 
si  hay  variedad  y  corrupción  de  escribientes  en  algunos 
lugares  de  la  Biblia  Vulgata,  cierto  es  que  es  menester 
poner  cuidado  y  diligencia  en  ellos  para  averiguar  cuál 
sea  de  las  dos  la  lición  verdadera.  Y  este  cuidado  mu- 
chos hombres  doctos  y  católicos  le  piden  á  los  sumos 
pontífices ,  y  desean  que  se  aplicasen  á  este  negocio, 
mandando  hacerjunla  de  hombres  doctos,  para  que  con 
la  autoridad  de  su  silla  se  pusiese  fin  á  estas  diferen- 
cias ,  y  quedásemos  en  estos  lugares  con  una  sola  li- 
ción ,  esto  es ,  con  la  verdadera. 

3."  Propositio.  La  tercera  proposición  es  :  «  Et  pro- 
))balur  i."  ex  Bibliis  Roberti  et  Plantini,  in  quibus  ad 
"marginen!  variae  lectiones  sunt  positae,  et  ex  bis  quae 
))Benedicti  vocantur,  in  quibus  obelo  et  asterisco  quid- 
wquid  variantes  códices,  vel  addunt  vel  omittunt,  ad- 
"uolatum  est.  —  2.°  id  liquet  ex  multis  locis  quorum 
«tria  aut  quatuor  ad  summum  ponam,  nam  oninia 
))persequi  esset  nimis  ionguni.  2."  Regum,  cap.  8,  tota 
Billa  sententia  de  quo  fecit  Salomón  omnia  vasa  aerea 
))in  templo  etc.,  ex  margine  ad  textum  est  translata, 
))ut  adnotavit  Liranus,  et  Canus  fatetur  lib.  n,  cap.  10; 
))et  liquet  ex  hebraeo  et  graeco  códice  ex  edilione  Com- 
))plutensi.  ítem  4."  Regum,  cap.  It.  Athalia  regnavit 
«septem  annis.  Illud  septem  amiis  additum  est  á  libra- 
))rio,  ut  liquet  ex  textu  hebraico  atque  graeco,  et  ex 
«códice  Complutensi.  Josué,  cap.  H.  Non  fuit  civitas 
nquaese  non  traderet.  Secunda  negalio  redundat ,  ut 
))liquet  ex  consequentibus  et  ex  codicibus  vetustissi- 
wmis.» 

Esta  proposición  es  lo  mismo  que  las  pasadas ,  y  es 
cosa  que  no  puedo  entender  lo  que  notó  en  ella  el  cali- 


XCIV 

íicador,  ó  lo  de  que  se  defendió;  porque  en  la  primera 
parle  della  digo  solamente  que  en  las  Biblias  de  Planti- 
no  y  Roberío  y  Benedicto  están  señaladas  á  la  margen 
las  varias  liciones  que  se  hallan  agora  en  los  códices 
de  la  Yulgata  ,  lo  cual  se  ve  por  vista  de  ojos;  y  ansí, 
no  tengo  qué  decir  en  esto,  sino  remitirme  á  los  libros 
y  rogar  á  Üios  que  conserve  al  calificador  la  vista  y  no 
permita  que  se  le  olvide  el  saber  leer. 

En  la  segunda  parte  de  la  misma  proposición  ,  don- 
de pongo  dos  ó  tres  ejemplos  que  contirman  lo  arriba 
dicho,  pregunto  :  O  notó  el  calilícador  el  decir  que  hay 
cosas  erradas  por  el  escribiente ;  y  esto  ya  estaba  nota- 
do en  la  proposición  primera ,  y  está  ya  por  mí  defen- 
dido; ó  nota  el  decir  que  los  pasos  particulares  que  aquí 
señalo  están  corrompidos,  y  esto,  si  no  es  inconvenien- 
te haber  algunos  pasos  errados  por  esta  causa  de  los 
escribientes ,  menos  lo  será  que  algunos  dellos  sean  es- 
tos, pues  los  señalan  por  tales  hombres  muy  doctos,  y 
hay  para  creer  que  son  tales  todas  las  causas  que  sue- 
len hacer  sospecha  y  argumento  dello,  cómese  parece- 
rá hablando  de  cada  uno  en  particular;  porque  el  pri- 
mero, Lira  y  Cano,  en  los  lugares  alegados,  confiesan 
claramente  que  son  palabras  añadidas,  y  no  se  hallan 
en  los  originales  griego  ni  hebreo,  como  por  ellos  se  ve, 
ni  en  muchos  de  los  códices  la'.inosde  la  Yulgata,  ansí 
de  mano  como  de  impresos,  ¡lorque  en  la  Biblia  com- 
plutense, no  solo  en  el  texto  griego  que  en  ella  se  pone, 
lo  cual  señaló  el  censor,  sino  en  el  texto  de  la  Yulgata 
latina  que  hay  en  aquella  edición,  que  es  la  mas  en- 
mendada y  mas  autorizada  de  las  que  andan  impresas, 
no  está  la  dicha  cláusula.  Y  en  la  impresión  de  Plan- 
tino,  digo  de  unas  Biblias  latinas  que  imprimió  de  cuar- 
to de  pliego,  se  notan  en  la  margen  con  obelo  aquellas 
palabras  para  declarar  que  son  añadidas,  y  se  advierte 
que  en  seis  cjemidares  antiguos  de  los  que  se  confirie- 
ron para  hacer  aquella  imiircsion  no  estaban  las  dichas 
palabras.  En  el  segundo  lugar  de  Alalia,  aquello  que 
dice  septem  atinis ,  no  está  en  la  Yulgata  complutense, 
y  en  la  de  Plantino  están  quitadas  del  texto  y  puestas 
en  la  margen  ,  que  es  señal  que  en  los  mas  ejemplares 
de  donde  se  sacó  a(|uella  im{)res¡on  no  se  hallaban.  Y 
parecen  falsas  y  añadidas,  porque  en  el  segundo  del 
Paralipomenon,  en  el  capitulo  2.3,  se  dice  que  reinó 
seis,  y  no  siete  años.  El  tercer  lugar  de  Josué  dice  an- 
sí :  "Non  fuil  civilas  quae  se  non  Iraderet  filiis  Israel 
Dpraeler  Hevaeum,  qui  habitabat  in  Gabaon,  omnes 
»cnim  hollando  ce[»it.  iJomini  enim  sententia  fueral, 
»ul  indurarenlur,  el  pugnarent  contra  Israel  el  cade- 
»rent ,  el  non  merercnlur  ullam  clementiam  ,  ac  peri- 
wrcnl,  sicut  pracccpcrat  iJominus  Moysi.» 

Pues  digo  que  el  maestro  Cano,  en  el  lugar  ya  ale- 
gado, que  es  el  libro  ii ,  en  la  página  78  ,  señala  este 
paso  por  uno  de  los  cürrompidos,  y  dice  que  la  segun- 
da negación  está  añadida.  Y  es  ansí  que  en  la  Ifiblia 
que  ya  he  dicho  de  Planlino,  aquella  negación  está  se- 
Tialada  con  óbolo,  y  se  dice  que  dos  ojcrnplares  de  los 
que  so  coidirieron  para  im[irim¡r  aquella  Biblia  no 
tienen  la  dicha  negación;  y  el  texto  hebreo,  como  por 
él  se  parece ,  no  la  lieiic  ,  y  la  sentencia  pide  (pie  no  la 
tenga  por  dos  razones  :  una,  por.pio  excepta  á  los  de 
Gabaon ;  y  ansí,  si  leemos  Non  fuil  civilas  quae  se  uun 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 

traderet,  habemos  de  decir  que  todas  las  ciudades  se 
entregaron  á  Josué,  si  no  fueron  las  de  Gabaon,  lo  cual 
es  falso,  porque,  como  consta  del  capítulo  9."  del  mis- 
mo libro,  estos  solos  vinieron,  y  fingiéndose  de  lueñes 
tierras,  se  entregaron  á  Josué  y  hicieron  paz  con  él  y 
le  juramentaron  que  no  les  hiciese  mal.  Lo  segundo, 
por  la  causa  que  luego  añade,  diciendo  :  Omnes  enim 
bellando  cepit.  Quía,  etc.  Si  todas  se  le  entregaron  de 
su  voluntad  ,  ¿cómo  es  verdad  decir  que  todas  las  en- 
tró por  fuerza  de  armas  y  las  asoló?  Por  donde  se  en- 
tiende que  al  principio  no  dijo  que  todas  se  le  entrega- 
ron, sino  al  revés,  que  ninguna  se  le  entregó  sino  los 
de  Gabaon ,  y  que  á  todas  las  venció  por  fuerza  de  ar- 
mas, y  que  quiso  Dios  endurecer  aquellas  ciudades  to- 
das y  hacer  que  resistiesen  á  los  judíos  para  que,  sien- 
do tomadas  por  fuerza  de  armas ,  no  hallasen  perdón 
en  ellos  ni  clemencia ,  sino  que  á  todos  los  pasasen  á 
cuchillo. 

4.''  Propositio.  La  cuarta  proposición  es :  «In  ista 
))Yulgata  editione  quaedam  testimonia  quibus  olim 
«concilia  et  summi  Pontífices  usi  sunt  ad  confirmanda 
»fidei  dogmatu ,  vel  desunt ,  vel  sunt  alio  modo  posi- 
))ta.  Probatur  :  in  concilio  railevitano,  canone  8  ad 
«probandum  omnes  homines  esse  peccatores,  adduci- 
»tur  ex  Job,  cap.  37,  qui  inmanu  liominum  signat 
))Ul  noverinl  omnes  injhmilaiem  suam ;  et  lamen  in 
))Yulgala  logimus  non  infirmilaícm  in  quo  verbo  ni- 
))lit.ur  concilium,  sed  ííí  noverinl  opera  sua.  ítem  in 
«concilio  Africano  6.°,  cap.  59,  ad  docendum  quanta 
«animi  lenitate  in  fralres  uti  debeainus,  adducitur  ex 
))Isaia  ,  cap.  66,  m,  inquit,  qui  se  dicunt  fruir  es  nos- 
y)tros  non  esse.  Juxta  Proplietam  dicere  debemus  fra- 
ntres  nostri  eslis ,  quae  verba  desuní  in  Yulgata  edi- 
))tione.  ítem  Alexan.,  i,  in  quaedam  epist.  decretali, 
Dadducil  ex  Ossea,  cap.  4.",  quasi  vaccae  lascivienles 
•»declinaverunl  et  dilcxertint  afferre  ignominiam  pas- 
))toribus;  ct  lamen  in  Yulgata  deest  totum  illud  dilexe- 
nrunt. 

))ltem  in  cadcm  epist.  ad  comprobandum  misterium 
))Trinitalis  dicilur  quod  in  Éxodo,  cap.  34,  tcr  dicitur, 
■» D omine ,  Domine,  Domine ,  miscricors ;  et  lamen  in 
))Yulgata  bis  tantum  ponitur,  cum  lamen  hobraicus 
»codcx  ter  repelat  iiomen  Dei.  Ilem  dicitur  3  Regum, 
«cap.  18,  Eliam  dixisse  ter  Domine,  Domine,  etc. ;  at 
))in  Yulgata  bis  tanlum dicilur.  Similiter  Judit.,  cap.  9, 
))ter  dicit  Domine,  Domine  Deus;  at  in  Yulgata  bis 
))tantum  ponilur  Domine  Deus.  Ítem  in  eadem  epist. 
))ad  Ídem  probaiidum  dicilur  in  Apocalipsi,  cap.  últí- 
))mo,  dií'i  Dotninus  Deus  el  spirilus  Prophetarum  ;  at 
))iii  Vulgala  Icgitur  Doininus  Deus  el  spirituum  Pro- 
nplictarum.» 

Tampoco  entiendo  en  esta  proposición  lo  de  que  se 
ofende  el  calificador  ó  censor,  porque  lo  que  cu  ella  se 
dice  es  cosa  que  consiste  en  lieclio  adonde  la  verdad 
no  está  en  razones,  sino  en  ver  si  pasa  ansí  ó  no  lo  que 
en  ella  se  dice.  Y  si  es  ansí ,  como  lo  es,  que  algunos 
lugares  de  los  (pie  citan  los  papas  y  concilios  están  di- 
ferentes de  como  se  hallan  agora  en  la  Yulgata,  verdad 
dice  la  proposición,  adonde  se  dice  esto  solamente.  Y 
lo  que  es  verdad  no  recibe  ni  merc^ce  ninguna  mala  no- 
ta. Y  si  acaso  preguntan  para  qué  fin  puse  la  dicha  pro- 


CONTRA  FRAY 

posición,  digo  que  bien  claro  se  entiende  que  es  como 
confirmación  de  la  primera ,  y  puesta  solo  para  fin  de 
hacer  mas  cierto  lo  que  allí  dije,  esto  es,  que  por  culpa 
de  los  escribientes  están  diferenciadas  algunas  pala- 
bras y  lugares  de  aquello  que  puso  el  interprete  lati- 
no. Y  si  acaso  dijeren  que  no  alego  verdad-en  los  lu- 
gares que  cito ,  engañarse  ha  el  que  lo  dijere,  porque 
cuando  lo  escribí  yo  vi  los  lugares ,  y  sé  muy  bien  de 
mí  que  ni  á  sabiendas  ni  por  malicia  no  puse  una  cosa 
por  otra,  Y  después  que  se  me  hizo  cargo  desta  caliíi- 
cacion,  los  he  tornado  á  ver,  y  están  como  los  alego, 
excepto  uno  solo ,  que  es  el  testimonio  del  Éxodo,  en 
el  cap.  34,  del  cual  digo  que  en  la  Vulgala  esta  pala- 
bra Domine  se  pone  solas  dos  veces ;  y  es  ansí ,  que  en 
la  Biblia  de  que  usaba  yo  cuando  escribí  aquel  papel 
estaba  dos  veces  no  mas;  pero  en  la  que  tengo  agora 
hallo  que  se  pone  tres  veces  Dominalor,  Domine 
Deus  ,  etc. ;  mas  por  este  lugar  en  que  me  engañó  el 
libro,  pondré  aquí  otro,  porque  quede  justa  la  medida; 
porque  el  mismo  papa  Alejandro,  en  la  misma  epístola, 
y  al  mismo  propósito  de  probar  el  misterio  de  la  Tri- 
nidad, dice  que  en  Isaías,  en  el  capítulo  37,  se  nombra 
tres  veces  el  nombre  de  Dios  por  estas  palabras  :  Do- 
minus  Deus  Subaolh ,  Deus  Israel  qui  sedes  super 
Cherubim,  y  en  la  Vulgata  se  nombra  no  mas  de  dos 
veces  en  esta  manera  :  Domine  exerciluum  Deus  Is- 
rael qui  sedes  super  Cherubim  ,  como  se  ve  en  la  im- 
presión de  Plantino  y  en  la  comiilulense.  \'  si  de  otra 
cosa  alguna  se  ofendió  el  calificador,  declárese;  que  yo 
no  puedo  adivinallo. 

o."  Propositio.  La  quinta  proposición  es  :  aCum  in 
«hebraica  veritate  aut  verba  aut  sententiae  sint  equi- 
»vocae,  itci  ut  in  varias  sententias  interpretari  possint, 
))etex  bis  variis  significationibusauctor  Vulgafíie  unam 
))elegit;  eanon  semperest  ita  certa  ut  reliquaesint  ne- 
wgligendae  ,  immo  interdiim  illa  senientia  et  signifi- 
))cat¡o  quam  Vulgata  non  expressit,  non  est  miníis  apta 
watque  elegans  ea  quam  expressit  et  elegit.» 

En  esta  proposición  se  dicen  tres  cosas :  la  una,  que 
las  palabras  hebraicas  de  la  Santa  Escritura  algunas 
veces  por  su  equivocación  reciben  y  hacen  muchos  y 
diferentes  sentidos.  La  otra,  que  en  los  tales  lugares, 
adonde  el  original  hebreo  tiene  diversos  sentidos ,  el 
sentido  que  siguió  el  intérprete  latino  y  le  puso  con 
palabras  latinas  en  la  Vulgata,  no  es  ansí  cierto  que 
los  demás  sentidos  que  quedan  en  el  original  hebraico 
en  aquel  mismo  lugar  se  hayan  de  desechar.  La  terce- 
ra, que  algunas  veces  en  los  tales  lugares  el  sentido 
que  no  trasladó  el  intérprete  latino  es  no  menos  con- 
veniente que  el  que  trasladó  y  siguió.  De  estas  tres 
cosas  diré  por  su  orden ,  porque  todas  ellas  son  claras 
y  ciertas.  Y  cuanto  á  la  primera,  que  es  decir  que  las 
pala!)ras  hebreas  de  la  Escritura  en  muchas  partes  es- 
tán equívocas  y  hacen  diferentes  sentidos,  es  cosa  evi- 
dente á  los  que  saben  aquella  lengua,  y  confiésanlo  to- 
dos los  que  escriben  y  tratan  desto,  y  enséñalo  san 
Hierónimo,  el  cual  basta  por  lodos,  en  la  apología  en 
el  libro  1."  contra  Rufino,  en  la  página  206,  en  la  im- 
presión del  Grifo,  donde  dice  estas  palabras  : 

«Nisi  enim  et  prolixum  esset  et  redoleret  gloriolam, 
»jam  nunc  tibí  oslenderem  quid  utilitatis  habeat  ma- 


LUIS  DE  LEÓN.  xcv 

))gistrorum  limina  tereré,  et  artem  ab  artificibus  dis- 
))cere :  el  videros  quanta  sylva  sil  apud  hebraeos  ambi- 
wguorum  nominum  atque  verborum.  Quae  res  diversr.c 
))interprelalioni  materiam  praebuit ,  dum  unusquisquo 
»in'er  dubia  quod  sibi  consequentius  videtur,  hoc 
»transfert.))  Y  un  poco  mas  arriba  habia  dicho  :  «Quid 
))igitur  peccavi  si  verbum  ambiguura  diversa  interpre- 
«latione  convertí?  »  Y'  poco  después  :  a  Quid  ergo  ec- 
«clesiasticae  fidei  nocet ,  si  docealur  lector  quot  modis 
»apud  hebraeos  unus  versiculus  explanelur?» 

Cuanto  á  lo  segundo ,  que  dice  que  no  es  ansí  cierto 
el  sentido  que  en  estos  lugares  puso  el  intérprete  lati- 
no, que  los  demás  sentidos  que  quedan  se  hayan  de 
desechar,  digo,  lo  primero,  que  en  decir  esto,  ni  digo 
ni  quiero  decir,  ni  las  palabras  lo  suenan,  que  el  sen- 
tido que  pone  el  iniérpreíe  latino  no  es  cierto,  sino 
que,  por  ser  cierto  lo  que  pone  el  intérprete  latino,  co- 
mo lo  es ,  no  por  eso  se  ha  de  pensar  que  los  demás  sen- 
tidos verdaderos  que  admiten  las  mismas  palabras  ori- 
ginales se  han  de  desechar.  Y  que  yo  no  haya  querido 
poner  duda  en  (jue  es  cierto  el  sentido  que  siguió  y 
trasladó  el  intérprete  latino,  consta,  lo  uno,  del  rigor  de 
las  palabras  y  de  su  propiedad ,  porque  cpiien  dice  no 
es  ansí  precioso  el  oro  que  se  haya  de  desechar  la  pla- 
ta ,  no  dice  que  el  oro  no  es  de  precio ,  ni  pone  duda  en 
ello,  sino,  confesando  que  tiene  gran  precio,  afirma  que 
la  plata  también  se  ha  de  preciar,  aunque  en  menor 
grado.  Lo  otro ,  porque  yo  tengo  prohado  en  este  pro- 
ceso haber  dicho  muchas  veces  que  el  sentido  que  si- 
gue y  pone  el  intérprete  Vulgato  en  estos  lugares,  pre- 
ñados de  muchos  senlidos,  tiene  autoridad  católica,  y 
los  demás  que  quedan  en  la  equivocación  del  original 
tienen  muy  menor  autoridad.  Lo  otro,  porque  yo  con- 
fieso y  enseño  en  este  mismo  tratado  y  lectura  que  la 
Vulgata  se  ha  de  anteponer  á  todas  las  traslaciones 
de  la  Escritura,  griegas  y  latinas,  que  hahaljido;  con 
lo  cual  no  se  compadece  dudar  de  si  es  cierto  lo  que 
traduce  el  intérprete  Vulgato.  Lo  otro,  porque  yo  afir- 
mo en  la  8.^  proposición  del  dicho  tratado  que  el  con- 
cilio definió  que  eran  verdaderas  todas  las  sentencias 
que  puso  el  intérprete  de  la  Vulgata,  con  lo  cual  no 
se  compadece  dudar  de  si  son  ciertas.  Y  ansí ,  lo  que 
enseño  y  afirmo  en  la  dicha  proposición,  solamente  es 
que  en  los  sobredichos  lugares  equívocos,  los  senti- 
dos que  hay  [demás  del  sentido  que  trasladó  el  intér- 
prete de  la  Vulgata  no  se  han  de  desechar  por  ra- 
zón de  haberse  admitido  el  que  puso  la  Vulgata,  sino 
que  se  pueden  admitir  lodos  juntos,  aunque  cuanto  á 
la  autoridad  en  grados  diferentes;  porque  del  que  si- 
guió el  intérprete  Vulgato  habernos  de  estar  ciertos  que 
fué  pretendido  por  el  Espíritu  Santo  en  las  palabras 
originales;  pero  de  los  demás  podemos  opinar  proba- 
blemente que  el  Espíritu  Santo  también  los  quiso  sig- 
nificar en  aquellas  mismas  palabras,  y  que  á  ese  fin  usó 
de  palabras  equívocas  para  decir  juntamente  muchas 
sentencias  y  sentidos  verdaderos.  Ansí  que,  esto  es  lo 
que  afirmo  en  esta  proposición  quinta,  y  la  verdad  dello 
se  funda,  lo  primero,  en  la  sentencia  de  san  Augustin, 
el  cual  en  el  libro  xn  de  las  Confesiones,  en  el  capítulo 
27  y  28  y  último,  y  en  el  lib.  ni  De  doctrina  cristiana, 
capitulo  27,  y  en  la  epístola  59  AdBonifacium,  afirma 


icvi 

que  el  Espíritu  Santo  en  la  Sagrada  Escritura,  en  un 
mismo  lugar  y  por  unas  mismas  palabras,  dice  y  signi- 
fica muchos  sentidos  diferentes ,  y  tjue  esto  es  propio 
de  la  Sagrada  Escritura,  y  una  de  las  cosas  en  que  se 
conoce  el  saber  y  bondad  del  Espíritu  Santo,  autor  de- 
Ha.  Lo  cual  también  sigue  y  aíirma  Santo  Tomás  en  la 
primera  parte,  en  la  cuestión  1.'',  en  el  artículo  10,  y 
ansí  lo  siguen  y  afirman  la  común  de  los  teólogos  esco- 
lásticos; de  lo  cual  se  sigue  evidentemente  ser  ver- 
dadera la  sobredicha  proposición  mia,  porque  si  el  Es- 
píritu Santo  en  un  lugar  y  poruñas  palabras  dice  mu- 
chas veces  diferentes  sentencias  verdaderas,  claramen- 
te se  siguen  dos  cosas:  lo  uno,  que  si  en  algunos  pasos 
hace  esto  el  Espíritu  Sanio,  en  ningunos  hay  mayor  ra- 
zón que  en  aquellos  adonde  usó  de  palabras  equívocas  y 
capaces  de  diversos  sentidos ;  lo  otro,  que  si  en  los  ta- 
les lugares  el  intérprete  Vulgato  pone  no  mas  del  uno 
de  los  sentidos  pretendidos  por  el  Espíritu  Santo,  ansí 
lo  habernos  de  admitir,  que  no  por  eso  desechemos  los 
demás  sentidos,  que  es  lo  que  se  aíirma  en  la  dicha 
proposición ,  en  la  forma  y  manera  que  tengo  decla- 
rado. 

Lo  segundo,  fúndase  la  dicha  proposición  en  la  au- 
toridad de  muchos  teólogos  doctos  y  católicos  que  es- 
criben lo  mismo  que  yo  allí  enseño.  El  maestro  Cano, 
en  el  libro  ii  De  locis,  en  el  capítulo  ^5,  en  la  pági- 
na 76,  dice  ansí:  (lEstalia  quoque  utililas  adaccipien- 
))do5  plures  sensus  catholicos  ex  eadem  Scriptura, 
»praesertim  cum  apud  graecos  et  hebraeos  cst  equi- 
pvoca.  Sic  enim  dictíones  polysemas  et  ambiguas  dia- 
nlectici  nostri  vocare  solent.  Nam  interpres  unam  so- 
»lamvocabulisignificat¡oneni  redderepotuit,  ut  Eccle- 
wsiast.  2.",»  etc. 

El  maestro  Vega,  en  el  lugar  arriba  alegado,  dice : 
«Nec  cohibuil  nec  cohibere  voluit  studiosorum  lingua- 
»rum  indusLriam,  qui  aliquando  docent  meliüs  potuis- 
))sc  aliqua  vertí,  et  uno  codcmque  verbo  vel  plures  no- 
))b¡s  suggesisse  Spírilus  Sanctus  sensus,  vel  certe  alios 
«commodiores  quam  e  Vulgata  editione  possenl  habe- 
»ri,))  etc.  Adonde  aíirma  lo  que  yo  digo. 

El  Tiletaiio,  en  la  apología  por  el  concilio  de  Trento, 
en  el  lugar  alegado,  dice: 

«El  cum  hebraea  ¡língua  ín  plerisque  locis  plures 
Hsenlenlias  admitlat  propter  varias  el  mulliplices  ea- 
wrundem  vocum  signilicatíones,  sensum  queni  vetus 
»¡nterpres  reddídit,  prudens  el  catholicus  explanalor 
whandquaquam  iin|)robat  el  rejicit  eliamsi  alíum  scn- 
Msuincx  ¡pso  fonle  elici  possc;  videatur  ad  rem  quae 
Mtraolalur,  non  miníis  commodum  ela[ipos¡tum.)) 

Cuanto  á  lo  tercero,  que  el  sentido  que  no  expresó 
el  ¡ntcrprclc  latino  en  estos  lugares  equívocos,  algunas 
veces  es  no  menos  apto  y  elegante  que  el  que  expresó, 
digo  que  en  decir  esto  no  di^-o  que  el  sentido  no  ex- 
presado os  igualmente  cierto  que  fl  expresado,  ni  com- 
paro el  uno  con  el  otro  en  loque  loca  ala  ctTleza,  sino 
en  lo  que  toca  al  cuadrar  biiMi con  loque  precedió  y  se 
siguió,  y  á  venir  bien  á  pelo  con  el  hilo  del  propósito; 
y  oslo,  presupuesto  lo  de  arriba,  es  cosa  clara  y  llana 
y  que  soba  de  decir  ansí,  porque,  síes  verdad,  como  lo 
confiesa  la  comini  ojiínion  ,  (jue  en  aijuellas  jialabras 
equívocas  pretendió  el  Es¡tír¡lu  Sanio  decirnos  dos  ó 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


tres  sentencias  verdaderas  para  nuestro  provecho,  y  que 
por  eso  usó  de  palabras  equívocas ,  no  es  inconvenien- 
te, sino  muy  conveniente,  que  cualquiera  de  aquellas 
sentencias  pretendidas  allí  por  el  Espíritu  Santo  ven- 
gan muy  á  pelo,  y  cuadren  muy  bien  con  lo  que  anles 
y  después  se  dice ;  y  antes  en  eso  da  el  Espíritu  Santo 
señal  y  muestra  clara  de  que  pretendió  decir  todas 
aquellas  verdades  juntas  por  unas  solas  palabras,  en 
que,  con  ser  diferentes,  todas  ellas  consuenan  y  vienen, 
como  dicen,  nacidas  con  el  propósito  de  que  se  iba  tra- 
tando. 

6.''  Propositio.  La  6.^  proposiciones:  (íAliquotlo- 
))ca  sunt  in  Sacra  Scriptura  quae  si  proferantur  ju.v- 
))ta  hebraeos  aul  graecos  códices ,  inagis  coníirmanl 
))res  fidei,quam  si  proferantur  juxia  id  quod  esl  in 
)) Vulgata.  Probatur  Genes.  3.  Vulgata  legil  Ipsa  con- 
nterel  caput  iuum;  hebraici  códices  ipse  conteret,  quod 
Mrefertur  adChrislum,el  sic  ex  isla  lectione  conlirma- 
))tur  Chrislum  venturumfuisseadconlerendum  pecca- 
))ti  atque  serpenlis  imperium.  ítem  psalm.  2."  Vulga- 
»ta  legil:  Apprelíendite dísciplinaní :  hebraica  oscula- 
nmini  fil¿uin,\c\  adórate,  ut  vertit  Hleroniínus:  quae 
))leclio  divinitatem  Cliristi  coníirmat,  el  judaeos  ad- 
»horl  iur  ad  Christi  íidem  suscipiendam.  Ítem  psalm. 
))7i  Vulgata  legil:  Erit  firmamcntum in summis  mon- 
nlium ;  hebraica  Eril  ¡placentula  pafiis  vel  insigne 
nfrumnnlum  in  summis,  eíc. ,  ut  Hieronimus  vertil :  quae 
ulectio  juxla  mislicuní  sensum  potest  trahí  ad  Eucha- 
«ristiae  sacramenlum  confirmandum.» 

En  esta  proposición,  como  por  ella  se  parece ,  no  ha- 
blo de  muchos  lugares,  sino  de  algunos  pocos  y  parti- 
culares, y  ansí  digo  aliquot,  y  no  trato  á  la  verdad  de  las 
translaciones,  sino  de  la  mayor  claridad  y  signiíicacion; 
ni  condeno  por  falso  lo  que  traslada  la  Vulgata ,  sino 
muestro  que  en  aquellos  lugares  que  señalo ,  lo  origi- 
nal está  mas  claro  y  con  mayor  fuerza  para  confirmar 
algunos  misterios  de  nuestra  fe.  Y  ansí  en  efecto  esta 
proposición  no  es  sino  un  disponer  para  la  octava,  adon- 
de digo  que  algunos  pasos  de  la  Vulgata  se  podían  tras- 
ladar mas  claramente  y  con  mayor  significación;  y  lo 
que  en  aquella  [)roposicion  afirmo  en  general ,  esta  pro- 
posición lo  confirma  en  particular.  Y  que  sea  verdad  lo 
que  en  ella  se  dice,  los  ejemplos  que  refiere  lo  conven- 
cen manifiestamente,  ponjue  no  se  puede  negar  que  de- 
cir ipsc  conicrct  caput  tuum  está  mas  claro  y  mas  li- 
bre de  ser  torcido  con  falsas  interprelaciones  á  sentido 
diferente,  para  probar  la  venida  de  Cristo,  y  el  fin  y 
obra  de  su  venida,  que  no  leyendo  ipsa.\  ansí,  san  llíe- 
rónimo  en  las  cuestiones  hebraicas  sobre  el  Géncsiswn- 
tífiere  la  primera  manera  y  lección ;  y  el  maestro  Cano, 
en  el  libro  n,  ya  alegado ,  en  la  página  78,  tiene  por  tan 
bueno  el  leer  ipse,  (jue  ju/gaqueel  ipsa  es  error  de  los 
escribientes,  auiKjue  lodos  los  códices  latinos  leen  an- 
sí. Y  Auguslino  Eugubino,  en  las  recogniciones  sobre 
el  Pentateuco,  en  este  lugar  anleliere  lanibicn  esta  ma- 
nera de  lición,  y  dice  ansí:  «Ipsunj  conteret  caput 
wtuum.  i\on  refcrtur  itaque  ad  nuilierem,  sed  ad  ejus 
«semen,  qua  inlcri)rclatiüne  pleriíjue  decepli  nialan» 
wexpositíoncm  invexcrunt  in  hunc  locum.  El  quoniam 
»sunt  quí  (|uod  hic  dícilur,  accoinniodenl  ad  Jcsuní 
«Clirislum,  qui  (;x  semino  Evao  nalus  osl,  contri  ve- 


CONTRA  FRAY 

))ritque  caput  serpentis;  vides  quam  juventur  ii  si  he-  I 
Mbraica,  ut  se  habent,  legantur.»  Y  Lin(lano,enel  ca- 
pítulo 43  De  óptimo  genere  interjnelandi ,  eii  el  capí- 
tulo 9." ,  ansí  anletiere  el  ipse,  que  dice  que  lo  otro  es 
corrupción  y  error  de  escribientes.  Pues  el  segundo  lu- 
gar del  salmo  2.'^  está  muy  mas  claro.  ¿Qué  duda  hay, 
si  no,  que  decir  apprehendite  discipliuam,  cuanto  al  ri- 
gor de  las  palabras ,  solamente  es  un  amonestar  al  hom- 
bre á  la  virtud  en  general ;  y  que  aunque  en  la  Divi- 
nidad no  hubiera  mas  de  una  persona,  como  lo  imagina 
el  judío  y  el  moro,  estaba  bien  dicho  y  con  verdad  ap- 
prehendite discipliuam  ?  Pero  quien  dice  oscidamini 
ó  adórate  filium ,  testifica  todas  estas  cosas:  lo  prime- 
ro, que  hay  Hijo ;  lo  segundo,  que  es  Dios,  pues  pide  ser 
adorado;  lo  tercero,  que  los  que  no  le  adoran  y  recono- 
cen por  tal  serán  destruidos ,  que  es  negocio  de  gran- 
de importancia  contra  los  judíos  para  proballes  con  la 
Escritura  que  la  desventura  en  que  están  les  ha  veni- 
do por  no  haber  recibido  á  nuestro  redentor  Jesucristo. 
Y  ansí,  el  Lirano  y  el  Burgense  sobre  este  salmo  se  alle- 
gan áesta  letra  como  á  cosa  que  favorece  mas  á  nues- 
tra le. 

Lo  mismo  se  ve  en  el  ejemplo  tercero  del  salmo  71, 
porque  decir  Erit  placentula  pañis  6  eledum  fru- 
mentum ,  etc. ,  es  como  señalar  con  el  dedo  el  sacra- 
mento de  la  Eucaristía,  lo  cual  no  se  ve  ansí  diciendo 
Eril  fmnamentum ,  y  el  Lira  sobre  este  salmo,  por  ser 
esta  letra  tan  clara  para  probar  este  misterio  ,  dice  que 
la  letra  que  leemos  en  la  Yulgala  es  inducida  por  igno- 
rancia de  los  escribientes ,  y  que  la  verdadera  lición  ha- 
bía de  ser  Erit  frumentum.  Y  aunque  se  engaña  en 
pensar  que  erró  aquí  el  escribiente ,  porque  todos  los 
códices  latinos  leen  ansí,  y  el  texto  griego  de  los  Se- 
tenta, de  quien  se  trasladaron  los  salmos,  leen  sterig- 
ma  (a)  que  quiere  decir  firmamentum ,  y  no  frumentum; 
ansí  que,  aunque  Lira  se  engaña  en  echallo  al  escri- 
biente, pero  en  conocer  que  la  otra  letra  hebrea  confir- 
ma mas  claro  el  misterio  del  santo  Sacramento,  no  se 
engaña.  Y  el  Burgense,  sobre  el  mismo  salmo,  en  la  adi- 
ción segunda  dice  ansí :  «Vera  translatio  secunduní  he- 
))braicam  veritatem;  talis  est :  erit  placentula  frumen- 
i)ti,  etc. ,  quod  proprié  applicatur  sacramento  Eucha- 
«ristiae,  in  quosub  specie  placenfulae  frunienti  verum 
))Christi  Corpus  continelur;  et  in  hoc  concordat  trans- 
))latio  caldaica,  in  qua  ubi  dicitur  in  summis  mon- 
ntium,  expresse  dicitur  i?t  capitibiis  sacerdolum.ii  Y  en 
la  adición  tercera  confirma  y  afirma  mi  proposición 
con  otro  ejemplo,  y  dice  ansí:  ((Hebraica  verilas  ubi 
«dicitur  permanel  nomen  ejus ,  (hcitur  Ynnon,  quod 
«non  est  ejusdem  significationis  cum  hoc  quod  dicitur 
))permanet;  sed  significat  íiliationem :  unde  David  Ave. 
wnazra  in  sua  glossa  dicit :  «Hatíc  dictio  Ynnon  estvcr- 
»bum  pasivum  quod  derivatur  ab  hoc  nomine  Nim, 
«quod  proprié  significat  filium.  Haec  ille,  et  sic  sensus 
«est  quod  ante  solem  filiabitur  nomen  ejus,  ac  si  dicat 
«quod  ab  aeterno  iste  Rex  est  filius.  Unde  ex  isto  loco 
«ex  necessitate  litterae  hebraicae  potestsumi  eficax  ar- 
«gumentum  ad  hoc  quod  in  divinis  est  dure  filium  seu 
«filiationem  ab  aeterno.  Et  nota  quod  in  hoc  loco  et 
«praecedenti  inmiediaté  favorabilior  estiiltera  hebrai- 
co) Esta  palabra  oii  el  original  está  en  griegu. 
E.  xvi-)i. 


LUIS  DE  LEÓN.  xcvir 

»ca  veritati  fidei ,  quam  communis  noslra  translatio. 
))Et  sic  est  in  quamplurimis  alus  locis  Sacrae  Scriplu- 
«rae.»  Esto  dice  Burgense. 

7."  Propositio.  La  sétima  proposición  es  :  «Iniislc- 
))cis  in  quibus  est  dúplex,  aut  otiam  múltiples  lectio,  et 
«earuní  leclionum  neutram  Sancti  Patres  et  Doctores 
))ecclesiastici  taiii|uam  certam  scquuti  sunt,  sed  admo- 
«nuerunt  lecüonem  esse  varianí,  et  dubium  esse  ulra 
))certa  esset,  non  tenemur  reciperé pro  calholica  et  cer- 
»ta  eam  lectionem  quam  Vulgata  habet.  » 

Esta  proposición  la  pone  y  confiesa  por  formales  pa- 
labras el  maestro  Cano,  en  el  libro  n,  en  el  capítulo  i  4, 
en  la  página  73  y  74,  donde  respondiendo  á  un  argu- 
mento que  es  en  número  quinto  de  los  que  puso  en  el 
capítulo  12  contra  la  autoridad  de  la  Yulgata,  afirma  lo 
que  yo  aquí  afirmo.  El  argumento  es  este  :  «  Rursíim  si 
«latini  interpretis  sequenda  esset  editio,  fateri  oporte- 
«ret  omnes  esse  .resurrecturos ,  ac  proindc  morituros, 
«juxta  id  quod  in  priore  ad  Corinthios  epislola  dicitur: 
nomnes  qiiidem  resurgemus,  sed  7wn  omnes  inmulabi- 
))mur.  Athuicsententiae  starcnon  cogimur,  ut  D.  etiam 
))Thomas  in  comnienlariis  in  eundem  locuní  astruit. 
ijQuin  probabilissinia  opinio  esL  homines  qui  rcperien- 
«tur  in  dio  judicii  viví,  nulla  interveniente  morte,  vi- 
))V0S  esse  judicandos.  Quod  Apostolus  videtur  asserere 
«priore  ad  Thesalonicenses  epístola,  etc.  »  La  respues- 
ta es  esta  :  «Ad  aliud  autem  argumenlum,  quoniain 
«nolumus  esse  longi  in  singulis  explicandis,  brevitor 
))respondetur  cum  locum  ex  priori  epislola  ad  Corin- 
«thios,  bifariam  apud  graecos  legi,  et  ut  Yulgata  habet 
«editio ,  et  in  hunc  modum  :  omnes  quidem  non  dor- 
«miemus,  sed  omnes  inmutabimín-.  Cujus  reí  auctor 
«ost  Didimus  et  Hieronimus  in  epístola  ad  Minerium  et 
«Ale.xandrum.  iXeutra  aulem  lectio  á  viris  ecclesiae  re- 
)) probata  est.  Quin  admonuere  semper  lecüonem  du- 
«biarn  et  variam  esse,  nee  aUerutram  ex  eis  ut  certam 
«et  exidorataní  aniplexi  sunt.  Xeutram  igitur  lectionem 
«rccipere  cogiuuir,  quam  neulramparteni  Doctores  ca- 
«tholici  tamquam  exploralam  et  catholicam  asseruere. 
))Quod  Ídem  in  alia  partícula  qualíbet  latinae  editionis 
«fieret  si  ídem  penitfis  contigisset. » 

La  misma  proposición  en  sentencia  confiesa  y  con- 
cede el  autor  del  libro  que  se  intitula  Bibliotheca  Sáne- 
la, libro  vr,  annot.  26o;  y  Driedon  en  el  libro  u  De  ec- 
clesiae dogmat.,  folio  39,  §.  i .",  admite  la  una  y  la  o!ra 
lición.  Esto  es,  después  del  concilio  de  Trente;  que  an- 
tes del  todos  los  doctores  griegos  y  latinos  contiesan 
que  aquel  paso  se  lee  en  aquellas  dos  maneras,  y  no  de- 
terminan cuál  dellases  la  que  escribió  san  Pablo,  y  las 
tienen  á  ambas  por  probables,  y  conforme  á  ellas  se  di- 
viden en  diversas  opiniones ;  y  la  razón  por  donde  se 
entiende  que  el  concilio,  en  la  aprobación  que  hizo  de 
la  Vulgata,  no  quiso  dar  sentencia  en  este  paso  ni  en 
los  que  le  fueren  semejantes,  sino  que  los  dejó  en  la 
duda  en  que  estaban  antes,  es  razón  muy  clara  y  muy 
cierta,  y  es  que,  como  habernos  dicho,  conforme  á  estas 
dos  liciones  que  tiene  aquel  lugar,  hay  dos  opiniones 
diferentes  acerca  de  si  los  justos  que  se  hallaren  vivos 
al  tiempo  de  la  venida  de  Cristo  al  juicio,  morirán  ó  no. 
La  una  dice  que  morirán ,  y  luego  resucitarán  confor- 
me á  la  lición  Yulgala  omnes  quidem  resurgemus,  etc.; 

3 


XCVllI 

la  otra  dice  que  no  morirán,  sino  que  de  corruptibles  se 
tornarán  incorruptibles  y  gloriosos,  conforme  á  la  otra 
letra.  Y  en  estas  dos  opiniones  están  divididos  todos  los 
autores  griegos  y  latinos.  La  primera  opinión  tiene  san 
Augustin  y  san  Ambrosio  ,  y  Orígenes  y  Acacio,  y  Dí- 
dimo.  La  segunda  tiene  san  Hierónimo,  en  la  epístola 
AdMarcellam,q\io  está  en  el  tercero  tomo  de  sus  obras. 
Y  san  Crisóstomo  y  Teolilaclo,  y  Teodoro  y  Diodoro,  y 
Apolinario  y  Teodoreto,  y  OEcumenio  y  Justino,  már- 
tir, en  las  dudas  y  respuestas  católicas.  Y  ansí  afirma 
cada  uno  destos  santos  su  parte,  que  no  condena  la  con- 
traria, sino  que  la  tiene  también  por  probable  por  ra- 
zón de  no  poder  averiguar  cuál  de  las  dos  letras  era  la 
que  puso  san  Pablo.  Ansí  lo  dice  san  Augustin  en  la 
cuestión  tercera  Ad  Dulcit,  y  en  el  libro  De  eccles.  dog- 
matibus,  que  es  libro  á  quien  los  teólogos  escolásticos 
dan  aucloridad  como  á  difiniciones  de  concilio,  se  aprue- 
ban ambas  opiniones.  Y  CEcumenio,  sobre  aquel  paso, 
dice  lo  mismo;  y  santo  Tomás,  sobre  el  mismo  paso,  es 
del  mismo  parecer,  esto  es,  que  se  puede  seguir  de  las 
dos  opiniones  y  liciones  la  una  y  la  olra.  Esto  presu- 
puesto, digo  que  si  el  concilio  de  Trcnto  determinara 
por  católica  y  de  fe  la  lición  que  tiene  la  Yulgata  en 
este  lugar,  determinara  por  de  fe  la  opinión  que  dice 
que  los  justos  que  estuvieren  vivos  en  la  venida  de  Cris- 
to han  de  morir,  y  condenara  por  herejía  la  contraria, 
lo  cual  no  se  puede  creer  ni  pensar  que  el  concilio  lo 
hizo  ;  lo  uno,  porque  no  se  trató  jamás  en  el  concilio 
desla  cuestión ,  ni  se  altercó  sobre  ella  ,  ni  se  hizo  al- 
guna otra  de  las  diligencias  que  los  concilios  hacen 
cuando  conciliariter  y  legitimé  quieren  determinar  por 
de  fe  alguna  cosa.  Y  absurdísimo  seria  decir  que  el  con- 
cilio condenó  por  herética  una  opinión  que  todos  los 
doctores  santos  y  antiguos  la  afirman,  unos  por  ver- 
dadera y  otros  pur  probable,  sin  hacer  alguna  diligen- 
cia acerca  dclla,  y  sin  tratar  della,  y  sin  acordarse  de- 
lla.  Lo  otro,  vese  ser  esto  ansí,  de  la  causa  que  movió 
al  concilio  á  hacer  aquel  decreto,  y  del  íin  que  preten- 
dió en  él,  que  fué  porque  los  herejes  decían  que  la  Vul- 
gata  estaba  falsa  en  nuichos  lugares  de  importancia,  y 
querían  introducir  las  ¡ulerprelacioncs  que  ellos  habían 
hecho  en  favor  de  sus  errores,  sacar  de  esla  duda  y  te- 
mor á  los  católicos,  declarando  que  la  Yulgata  no  tenia 
los  errores  y  falsedades  (jue  aquellos  decían,  sino  que 
seguramente  podíamos  y  debíamos  usar  della,  como  de 
traslación  fiel  y  que  conformaba  bien  con  el  original, 
y  en  quien  no  había  ni  error  ni  falsedad  alguna.  Ansí 
que,  el  intento  del  concilio  fué  declarar  que  era  falso  lo 
que  oponían  los  herejes,  y  mandar  que  usásemos  desta 
traslación,  y  no  de  olra  al;.'una  de  las  latinas;  pero  no 
fué  su  ínlenloen  los  pasos  adonde  toda  la  antigüedad 
de  los  doctores  santos  confesó  que  liabia  dos  liciones,  y 
no  se  determinó  en  cuál  della';  era  la  que  puso  el  Ks- 
pirilu  Sanio,  y  las  admitió  aiidias  por  probables,  averi- 
guar cuál  de  aquellas  era  la  verdadera,  ni  jamás  se  tra- 
tó de-lo  en  el  cípiicíIío  ,  ni  era  cosa  que  pertenecía  á  lo 
que  en  él  se  trataba  ni  al  fin  para  que  se  congregó,  ni 
había  nece>¡dad  alginia  en  la  Iglesia  que  oblígase  á  que 
esta  determinneidii  se  hiciese,  ni  peli^rro  en  cpie  no  lo 
hiciese.  Y  no  mlverlir  esto  es  hablar  ile  la-;  cosas  muy 
á  bullo,  y  no  considerar  las  reglas  que  enseñan  los  tcó- 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


logos  para  conocer  por  ellas  en  los  decretos  de  los  con- 
cilios y  papas  qué  es  lo  que  determinan ,  y  lo  que  no. 

8."  ET  9."  Propositio.  De  la  octava  y  novena  propo- 
sición diré  después  cuando  tratare  de  la  última. 

10."  Propositio.  La  décima  proposición  es  :  «  Ad  hoc 
»ut  ecclesia  dicatur  habere  veram  sacram  Scripturam, 
»non  est  necesse  ut  habeat  omnia  quae  á  sacris  aucto- 
wribus  conscripta  sunt. » 

Esta  proposición,  tomada  en  todo  el  rigor  del  mun- 
do, es  evidente,  y  no  sé  yo  qué  halló  en  ella  el  califi- 
cador que  la  notó ;  jiorque  en  ella  no  se  dice  ni  preten- 
de mas  de  que  la  verdad  de  la  Escritura  Sagrada  no 
consiste  en  que  esté  en  pié  todo  lo  que  escribieron  los 
profetas,  y  que  no  es  necesario  para  que  la  profecía  de 
Esaías  sea  verdadera  Sagrada  Escritura  que  esté  en  pié 
la  profecía  de  Jeremías;  lo  cual  es  notorio  y  evidente. 
No  es  imposible  á  Dios  hacer  que  se  perdiese  agora  una 
de  las  epístolas  de  san  Pablo.  Pregunto  :  sí  Dios  la  des-, 
apareciese,  ¿dejarían  por  eso  de  ser  Escritura  Sagrada 
las  demás?  Cierto  es  que  cada  libro  de  la  Sagrada  Es- 
critura es  escritura  verdadera  y  divina  y  revelada ,  sin 
respecto  ni  dependencia  de  los  demás  libros ;  luego  pa- 
ra la  verdad  de  la  Escritura  no  es  necesario  que  estén 
en  pié  todos  los  libros  que  escribieron  los  auctores  de- 
lla. Mas  si  dice  que  bago  sospecha  en  ella  que  se  pu- 
dieron perder  algunos  de  los  libros  que  escribieron  los 
profetas,  la  proposición  que  se  sigue  lo  dice  claramen- 
te, y  ansí,  no  había  para  qué  notar  en  esta  proposición 
esa  sospecha,  pues  ni  era  menester  ni  las  palabras  de- 
lla la  hacen. 

i  i.^  PuoposiTio.  La  proposición  undécima  es  :  «Nam 
«certum  est  mulla  intercidisse  eorum  quae  sacri  vates 
))scrípsenmt.  n 

Esta  proposición  ,  á  mí  juicio,  si  no  me  engaño  mu- 
cho, es  de  fe;  y  jamás  vi  que  hombre  doclo  dudase  de- 
lla, sino  es  este  calificador,  que  debe  ser  mas  docto  que 
todos,  pero  advierta  á  esto  que  diré.  De  fe  es  que  Enocb 
fué  profeta  y  escribió  profecía,  porque  san  Judas  en  el 
primero  capítulo  de  su  epístola  le  llama  profeta,  y  dice 
que  profetizó  y  escribió,  y  alega  parle  de  su  escritura, 
y  no  podemos  decir  que  san  Judas,  que  escribía  por  mo- 
vimiento del  Espíritu  Santo,  se  engañó  ó  llamando  pro- 
feta al  que  no  lo  era,  ó  teniendo  por  escritura  de  Enocb 
lo  que  no  era  escritura  suya;  ansí  que,  de  fe  es  que 
Enocb  escribió  profecía ,  y  evidente  es  que  agora  no  la 
tenemos;  porque  á  lo  que  dicen  algunos  que  el  libro 
que  llaman  la  profecía  de  Enocb  es  un  libro  apócrifo, 
digo  que  bien  puede  ser  que  el  libro  que  andaba  en  tiem- 
po de  san  .\gustín  con  aquel  título  iuese  libro  ap()crí- 
fo,  y  que  algún  hereje  le  compusiese  y  le  pusiese  el 
nombre  de  Enocb,  para  con  aquella  aucloridad  de  nom- 
bre cubrir  sus  engaños  ;  pero  no  puetle  ser  en  ninguna 
manera  que  el  libro  que  alega  san  Judas  por  de  Enoch 
no  fuese  de  Enocb,  ni  puede  ser  que  el  libró  que  es- 
cribió Enocb  no  le  escribiese  por  diciáinen  del  Espíri- 
tu Sanio,  pues  Judas  le  llama  profeta;  porque  de  olía 
manera  se^íulriase  que  se  engañó  san  Judas  en  pensíir 
que  el  libro  ipie  alegaba  por  de  Enocb  era  de  Enorli ,  y 
en  |iensar  (pie  babia  profel izado  no  habiendo  sido  pro- 
feta ni  escrilo  profecía;  y  si  san  Judas  se  engañó,  tam- 
bién se  engañó  el  Espíritu  Sanio  que  le  dictó  aquella 


CONTRA  FRAY 

epístola.  Y  que  esto  sea  ansí  testifícalo  san  Agustín  en 
el  libro  XV  (a),  capítulo  23,  por  estas  palabras :  dScrip- 
))sísse  quídem  nonnulla  divina  Enoch  illum  septimum 
«ab  Adam ,  negare  non  possuraus ,  cum  hoc  in  epis- 
))toIa  canónica  Judas  apostólas  dicat.  Sed  non  frus- 
))tra  non  sunt  in  eo  canone  scripluraruní  quae  serva- 
wbantur  in  templo  hebraei  populi  diligentia  succeden- 
))tiuni  sacerdntum.  Cur  autem  hoc,  nisi  quia  ob  anti- 
))quitatem  suspectae  fidei  judicata  sunt,  nec  utrum  haec 
wessent  quae  ille  scripsit  poterat  inveniri?  Unde  illa 
«quae  sub  ejus  nomine  proferuntur,  etiam  continent 
))istas  de  gigantibus  fábulas  quod  non  habuerint  homi- 
))nes  patres,  recté  á  prudentibus  judicantur  non  ipsius 
wesse  credenda ;  sicut  multa  sub  nominibus  et  aliorum 
wprophetarum,  et  recentiora  sub  nominibus  apostolo- 
wrum  ab  haereticis  proferuntur,  quae  omnia  sub  nomi- 
))ne  apocryphorum  auctoritate  canónica  diligenti  exa- 
»minatione  remota  sunt.  »  Adonde  abiertamente  confie- 
sa dos  cosas :  la  una,  que  no  se  ha  de  dudar  que  Enoch 
escribió  profecía  auténtica  y  por  el  Espíritu  Sanio;  lo 
otro,  que  la  que  andaba  en  su  nombre  no  era  la  que  él 
escribió ,  sino  invención  de  herejes ,  y  que  por  eso  se 
puso  entre  las  apócrifas.  ítem,  de  fe  es  que  Addo  fué 
profeta  y  que  escribió  un  libro  de  profecía  que  se  inti- 
tuló La  visión  de  Addo,  contra  Jeroboan,  porque  así  lo 
dice  el  libro  n  del  Paralip.,  en  el  capítulo  9.":  «Reli- 
»qua  autem  operum  Salomonis  priorum  et  novissimo- 
«rum  scripta  sunt  in  verbis  Níithan  prophetae,  et  in  li- 
»bris  Aliiae  Silonitis  in  visione  quoque  Addo  videntis 
«contra  Jeroboam  filium  Nabat.  »  Y  evidente  es  que  no 
hay  agora  esta  profecía  y  libro.  ítem,  de  fe  es  que  Here- 
mías  escribió  un  libro  que -se  intituló  Las  descripcio- 
nes de  Heremias,  porque  el  libro  n  de  los  Mácateos,  en 
el  capítulo  2.^10  dice  y  alega  como  á  Escritura  divina  y 
certísima;  y  evidente  es  que  no  hay  tal  libro.  Ítem,  en 
el  libro  de  los  Números,  en  el  capítulo  21 ,  se  hace  men- 
ción del  libro  Bellorum  Domini ,  y  se  alegan  palabras 
del,  y  en  el  segundo  de  los  Reijes,  en  el  capítulo  -I .",  se 
alega  el  libro  Justorum,  los  cuales  no  los  tenemos  ago- 
ra ;  y  Lira  confiesa  que  muchos  son  de  parecer  que  no 
se  trasladaron  del  hebreo  en  griego  y  latín ,  y  que  ansí 
se  perdieron.  ítem,  en  el  libro  i  del  Paralip.,  en  el  ca- 
pítulo 28,  se  dice  que  dio  David  á  Salomón  la  traza  del 
templo  y  de  todos  sus  miembros,  y  la  declaración  della 
por  escrito ,  y  que  esta  escritura  era  hecha  por  Dios. 
Dice  ansí:  «Dedit  autem  David  Salomoni  descriptio- 
))nem  porticus  et  templi,  etc.;»  y  añade  :  «Omnia,  in- 
»quit,  venerunt  scripta  mana  Domini  ad  me,  ut  intel- 
«ligcrem  universa  opera  exeniplaris.  >)  La  cual  escritu- 
ra no  hay  agora ,  como  es  evidente.  ítem ,  san  Atanasio 
in,  Sinopide  (¿/)  afirma  que  David  escribió  y  compuso 
tres  mil  salmos,  y  que  los  sabios  del  rey  Ecequías  los 
escondieron,  excepto  los  ciento  y  cincuenta  que  están 
en  la  Biblia ;  y  si  se  da  auctoridad  al  libro  iv  de  Esdras, 
allí  se  dice  que  compuso  por  instinto  del  Espíritu  San- 
to los  libros  de  la  Escritura  que  estaban  perdidos,  que 
eran  hasta  ciento  y  treinta,  los  cuales  publicó,  y  otros 
setenta  que  contenían  la  interpretación  verdadera  de 
los  primeros ,  los  cuales  dejó  en  secreto  para  solos  los 

(a)  De  civilale  Dei. 

(b)  Quizá  Synopsi. 


LUIS  DE  LEÓN.  xcix 

sabios.  Pues  notorio  es  que  en  el  libro  i  del  Paralip.,  en 
el  capítulo...  se  hace  memoria  del  libro  de  Nathan  pro- 
feta, y  de  Gad,  también  profeta,  los  cuales  agora  no  te- 
nemos. Y  en  el  libro  ti  del  Paralip.,  en  el  capítulo  20,  se 
dice  del  libro  que  escribió  Jehu  profeta.  ítem,  en  el  li- 
bro III  de  los  Reyes,  en  el  capítulo  4.",  dice  que  Salomón 
escribió  tres  mil  parábolas  y  cinco  mil  salmos  ó  canta- 
res, y  los  hebreos  confiesan  que  cuando  los  caldeos  que- 
maron el  templo,  con  los  demás  libros  de  la  ley,  se  que- 
maron y  perdieron  estos.  Últimamente,  san  Pablo  en 
la  epístola  Ad  colossenses,  capítulo  último ,  hace  me- 
moria de  una  su  epístola  escrita  á  los  laodicenses,  y 
manda  á  los  colosenses  que  lean  la  carta  que  les  escri- 
be á  ellos,  á  los  de  Laodicea  ;  y  la  que  había  escrito  á 
los  de  Laodicea,  que  la  lean  en  su  iglesia  los  colosen- 
ses. Y  santo  Tomás,  sobre  la  dicha  epístola  Ad  colossen. 
ses,  confiesa  que  se  perdió  ó  que  los  herejes  la  corrom- 
pieron, mezclando  en  ella  sus  herejías,  y  ansí  no  se  re- 
cibió, y  al  fin  se  perdió  (c). 

12."  Propositio.  La  duodécima  proposición  es  : 
«Quemadmodum  non  est  inconveniens  Íntegros  vatum 
"libros  intercidisse  ,  itá  non  videtur  inconveniens  in 
))iis  qui  exlant  aliqua  in  parle  de  vera  leclione  dubi- 
nfari.  n 

Lo  que  he  dicho  en  las  demás  proposiciones  digo 
también  en  esla:  que  el  calificador  tiene  el  mas  extra- 
ordinario ingenio  que  yo  he  visto,  porque,  aunque  no 
hubiese  otro  lugar  mas  de  aquel  de  san  Pablo  que  arri- 
ba he  dicho,  esto  es,  omnes  quidem  resurgemus,  etc., 
aquel  convence  que  toda  la  Iglesia,  por  espacio  de  mil 
y  trescientos  años ,  ha  dudado  en  él  cuál  de  las  dos  li- 
ciones sea  laque  verdaderamente  puso  san  Pablo;  y  si 
dice  que  después  que  el  concilio  aprobó  la  Vulgata  ya 
no  se  puede  dudar  ni  en  aquel  ni  en  otro  algún  paso, 
respondo,  lo  primero,  que  ya  he  mostrado  cómo  después 
acá  los  que  han  escrito  dudan  todavía  en  aquel  paso,  y 
la  razón  eficaz  por  qué  dudan.  Lo  segundo ,  digo  que, 
aunque  el  concilio  aprobó  la  Vulgata,  en  muchos  pasos 
della  hay  varias  liciones,  y  unos  códices  de  la  Yulgata 
leen  de  una  manera  y  otros  de  otra,  como  arriba  be 
mostrado  y  es  evidente.  Y  en  muchos  dellos  dudamos 
cuál  de  las  dos  es  la  verdadera  lición  que  puso  el  intér- 
prete Vulgato,  hasta  que  el  concilio  ó  el  papa  lo  averi- 
güe. Y  ansí,  aunque  el  concilio  definiera  que  fué  es- 
crita la  Yulgata  toda  ella  y  cada  palabra  della  por  el 
dedo  de  Dios,  como  lo  fueron  tas  tablas  de  la  ley,  mien- 
tras no  declarare  en  los  lugares  donde  hay  varias  licio- 
nes, en  los  ejemplares  della,  cuál  es  la  lición  de  la  Vul- 
gata en  aquellos  lugares,  habíamos  de  estar  dudosos 
forzosamente.  Y  esto  es  cosa  clara,  y  es  lo  que  dicen  las 
proposiciones  13  y  14,  que  se  siguen. 

13."  Propositio.  La  proposición  13  es:  aNam  etiam- 
))si  concedamus  Vulgatam  editionem  ab  Spiritu  Sancto 
))e5se  editam,  necessario  fatendum  est  mullís  in  locis 
))ejus  editionis  nos  non  habere  indubitatam  Sacram 
))Scripturam.  n 

(c)  Al  margen  de  las  citas  que  anteceden  escribió  fray  Luis  la 
siguiente  nota  :  «Lindano,  lib.  i  De  óptimo  genere  iníeiprelandi, 
eap.  ó,  cita  á  Teoph.  sobre  San  Mateo,  que  aürraa  que  los  judíos, 
por  su  negligencia  y  por  los  continuos  trabajos  que  padecieron, 
antes  de  su  destrucción  y  después,  han  perdido  muchos  de  los  li- 
bros sagrados  que  escribieron  los  profetas." 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


ii^  Propositio.  La  proposición  14  es:  «Nam  om- 
»nia  loca  in  quibus  códice?  Viilgalae  variant,  itá  ut. 
«pro  certo  slatui  non  possit  quaenam  >ilvera  Vulgalae 
«leciio,  in  lilis  loéis  qiiemadnioilum  diibiuin  esl  quid 
«posuerit  Vulgata  editio,  itá  etiam  erit  dubium  quid 
«diclaveril  S[iirilus  Sanclus,  et  ex  consequenti  non 
»habeinus  Scripluram  Sacraní  iii  illis  locis  iiidubita- 
»tam.  » 

En  estas  proposiciones  ,  que  las  hacen  dos,  y  no  son 
mas  de  una,  como  se  ve,  Inhlo ex hipothesi,  yes  argu- 
menío  que  llaman  en  la  escuela  ad  hominem,  y  hágole 
para  probar  la  proposición  i 2,  porque  digo  que  aque- 
lla proposición  la  bao  de  conceder  forzosamente  todos, 
no  solo  los  que  declaran  el  concilio  como  yo  le  declaro, 
sino  también  los  que  quieren  entender  que  la  aproba- 
ción que  hizo  de  la  Vulgata  fué  determinar  que  cada 
palabra  della  la  puso  san  Hierónimo  por  dictamen  del 
Espíritu  Santo,  como  hizo  Moisés  ó  otro  de  los  profe- 
tas en  la  escritura  original  que  escribió.    Y  digo  que 
aunque  fuese  ansí  como  estos  quieren,  que  la  Vulgata 
fuese  dictada  por  el  Espíritu  Santo  cuanto  á  cada  una 
de  las  palabras,  como  acabo  de  decir,  todavía  se  ha  de 
conceder  necesariamente  que  en  algunos  lugares  della 
estamos  dudosos  de  cuál  es  la  verdadera  lición  que  allí 
puso  el  Espíritu  Santo,  que  son  lodos  aquellos  adonde 
los  códices  Vulgalos  están  diferentes,  y  no  sabemos 
averiguar  cuál  de  las  dosdilerencias  es  laque  puso  san 
Hierónimo.  V  estas  son  cosas  tan  claras  y  evidentes, 
que  no  tienen  otra  mayor  [irueba  de  sí  que  á  sí  mismas. 
Y  yo  querría  saber  de  los  que  reparan  en  esto,  qué  les 
hace  tener  por  inconveniente  lo  que  toda  la  Iglesia  an- 
tigua y  moderna  no  tiene  por  inconveniente ,  esto  es, 
que  en  algún  paso  de  la  Escritura  estemos  dudosos  de 
si  se  lia  de  leer  así  ó  de  otra  manera.  ¿Paréceles  por 
ventura  que  estaría  desproveída  la  Iglesia  y  desampa- 
raila  si  en  algún  paso  por  razón  de  la  variedad  de  los 
libros  hubiese  esla  duda?  ¿\o  saben  que  son  fundamen- 
tos ciertos  y  católicos  en  que  estribamos  los  fióles  con- 
tra los  her.'jes,  todos  estos  que  diré?  Lo  uno,  que  la  Igle- 
sia es  mas  antigua  que  la  Escritura;  lo  otro,  que  no  eslá 
cscrilo  en  los  libros  sagrados  mucho  délo  que  enseña- 
ron los  apóstoles  á  la  Iglesia ,  sino  que  se  tiene  por  tra- 
dición, y  que  esta  tradición  es  de  tanta  autoridad,  que 
sin  olla  errariamos  en  el  entendimiento  de  la  Santa  Es- 
critura, como  yerran  los  herejos  que  no  la  admiten.  Lo 
otro,  que  la  Iglesia,  para  declarar  de  alguna  cosa  que 
es  de  fe,  aunque  no  tenga  Sagrada  Escritura  de  ella,  si 
tiene  trailicion,  la  tradición  le  basta.  Lo  otro,  que  aun- 
que en  algún  lugar  de  la  Escritura  por  el  descuido  de 
los  escribientes  se  haya  hecho  dudoso  cuál  sea  la  ver- 
dadera lición,  siempre  queda  en  ella  puro  y  no  dudoso 
toilo  lo  bastante  y  necesario  para  instruir  en   la  fe  y 
costumbres  al  pueblo  cristiano.  Lo  otro,  que  aunque 
en  este  ó  en  aijtiel  hignr  se  haya  hecho  dudosa  la  ver- 
dadera lición  á  los  doctores  particulares,  jioro  para  la 
Iglesia  y  roncílío  y  papa  todas  las  vect-s  que  qiusicren, 
ó  averiguar  en  aquellos  lugares  iludosns  la  lición  ver- 
dadera ,  ó  aprovocharse  deljos  para  alguna  diíinícion, 
no  le  >erán  dudoso;,  porquo  tienen  el  don  ile  las  len- 
guas que  eslá  en  la  Iglfsia,  y  ;.'ran  copia  de  houibrcs 
Virtuosos  y  doctos  en  ellas,  y  ínlinita  nmltilud  de  ejem- 


plares de  los  libros  sagrados  en  todas  las  lenguas,  y  lo 
que  es  sobre  todo,  la  asistencia  del  Espíritu  Santo  y  la 
dirección  suya  que  les  endereza  para  que  siempre infa- 
liblemenlo  acierten  con  la  lición  verdadera  y  desechen 
la  que  no  lo  es.  Dios,  como  no  falta  en  lo  necesario,  ansí 
no  abunda  en  lo  superfino;  y  ansí,  pues  tiene  proveída 
á  su  Iglesia  en  la  manera  que  he  dicho,  y  la  tal  provi- 
sión es  bastante  y  necesaria,  no  hay  para  qué  pedille 
que  asista  ó  haya  asistido  siempre  á  la  mano  de  los  es- 
cribientes ó  impresores  de  los  libros  sagrados,  para  que 
no  pusiesen  una  palabra  por  otra,  pues  deste  descuido 
lio  puede  nacer  error  ni  daño  en  la  Iglesia ,  porque 
luego  se  conoce  donde  le  hay  por  la  variedad  de  los  li- 
bros, y  tienen  para  su  remedio  todas  las  cosas  que  he 
dicho. 

Id."  Propositio.  La  proposición  lo  es:  «Secundo 
))sic  argunientor;  conciba  perYulgatam  definiunt  res 
))íidei;  igilur  si  non  esl  scripta  spiritu  prophetico,  ec- 
))clesia  in  oís  definiendis  poterit  errare.  Res[iondeo  ne- 
» gando  consequen tiain;  nam  Spiritus  Sanctus  assis- 
»  tit  conciliis  ne  errent.  Et  quemadmodum  sua  assis- 
))tencia  efllcit  ut  cuín  ex  textimoniis  Scripturae  aliquid 
«inferunt  conciba,  in  illatione  non  errent;  ith.  etiam 
wefficit  ul  in  rebus  dubiis  definiendis,  ea  testimonia 
«assuinant  ex  Vulgata  in  quibus  verissimé  et  fidelissí- 
«méest  expressa  originalis  Scriptura;  etecclesia  alque 
))Concil¡a  quemadmodum  non  falluntur  in  definiendis 
» rebus  fidei,  hk  etiam  non  falluntur  in  statuendoquae 
))sit  vera  Scriptura.  Lude  dicoquod  omnia  illa  testi- 
))inonia  ex  Vulgata  desumpta,  quibus  concilia  et  pon- 
))tifices  deíiniunl  atque  statuunt  res  lldei ,  eo  ipso  quod 
» concilia  et  pontífices  ea  ad  hoc  assumunt,  liquere 
))quod  veré  exprimunl  sensum  Spiritus  Sancti  inorigi- 
))nali  Scriptura  positum,  ñeque  discordare  ab  origina- 
))li;  el  si  in  eis  locis  códices  graeciel  hebraici  discor- 
wdanl  íi  Vulgata,  censendum  esl  graecos  et  hebraicos 
«códices  in  eis  locis  esse  corruptos,  et  Vulgatam  con- 
))  tinerc  siiicoram  lectionem.» 

Todo  lo  que  en  esta  proposición,  la  cual  es  respuesta 
do  un  argumento,  afirmo  ,  es  de  fe ,  porque  lo  que  en 
ella  digo  es  :  lo  primero,  que  el  Espíritu  Santo  asiste  á 
los  concilios  para  que  no  yerren;  lo  segundo,  que  desta 
asistencia  les  viene  que  ni  puedan  de  los  principios  de 
fe  inferir  conclusiones  talsas,  ni  puedan  tener  y  usar 
por  principios  de  le  y  por  Escritura  Sagrada  lo  que  no 
lo  fuere.  De  lo  cual  íníiero,  lo  tercero  y  último,  que  to- 
dos los  testimonios  de  la  Escriturado  que  usan  los  con- 
cilios para  determinar  las  cosas  de  fe,  por  el  mismo 
caso  que  los  concilios  los  alegan  para  este  efecto,  ha- 
bcmos  de  estar  ciertos  que  son  fieles  testimonios,  y  (|ue 
contienen  con  verdad  lo  que  el  Espíritu  Santo  dijo, 
auuípie  en  los  libros  ó  griegos  ó  hebreos  se  hallen  es- 
tar díferenles.  Por  donde  no  ¡modo  entender  (jué  es  lo 
(|ue  nota  el  calificador  en  esta  [)roposicíon,  porque  pen- 
sar que  tiene  por  falsa  ó  dudosa  alguna  destas  cosas 
que  he  dicho,  no  lo  puedo  pensar  de  ningún  liombn! 
que  lenga  nombre  de  teólogo;  si  noes  que  calificó  aqui, 
no  loque  yo  digo,  sino  lo  que  él  quiso  sospechar  que 
dccia,  lo  cual  yo  ni  sé  lo  que  es  ni  lo  puedo  adivinar,  si 
por  ca>;o  no  es  loque  uno  de  vuestras  mercedes,  tratan- 
do de  unas  [talabras  como  las  desta  proposición,  que  es- 


CONTRA  FRAY 

lahan  en  un  papel  que  se  decía  ?cr  mió,  me  apuntó 
diciendo  que  en  decir  yo  que  el  Esfiírilu  Santo  rige  á 
los  concilios  para  que  los  testimonios  de  la  Escritura 
de  que  usan  en  sus  definiciones  sean  aquellos  adonde 
está  fielmente  trasladado  lo  que  dijo  el  Espíritu  Santo, 
parece  que  doy  á  entender  que  de  los  demás  testimo- 
nios y  partes  de  la  Escritura  que  quedan  en  la  Vulga- 
ta  estamos  ó  podemos  estar  dudosos  de  si  están  bien 
V  fielmente  trasladados.  Y  si  es  esto  aquello  en  que  el 
calificador  reparó  aquí,  respondo,  lo  primero,  que  es 
sospecha  suya,  y  no  afirmación  mia,  porque  ni  yo  lo 
afirmo  ni  de  lo  que  afirmo  se  sigue;  porque  en  decir  que 
las  partes  de  la  Escritura  que  alegan  los  concilios  para 
las  cosas  de  fe  están  fielmente  trasladadas,  drgo  una 
gran  verdad;  y  de  que  estas  estén  bien  trasladadas  no  se 
sigue  que  las  demás  no  lo  están ,  ni  quien  afirma  lo  pri- 
mero es  visto  decir  lo  segundo;  sino  lo  que  se  sigue  de 
mi  didio  y  todo  lo  que  yopreiendí  declarar  en  respon- 
der al  sobrediclio  argumento  en  la  manera  que  respon- 
do ,  es  solamente  mostrar  que  aquella  consecuencia  que 
liace  el  argumento  ,  «Si  la  Vulgata  no  es  dictada  por 
el  Espíritu  Santo,  luego  pudieron  errar  los  concilios 
que  han  usado  della,»  es  mala  consecuencia,  y  que  es 
imperlíueule  para  lo  que  loca  á  la  infalibilidad  de  los 
concilios  el  ser  la  Vulgala  dictada  ó  no  dictada  por  el 
Espíritu  Santo,  porque  los  concilios  tienen  la  asislen- 
cia  de  Dios  para  discernir  sin  error  entre  lo  que  es  Es- 
critura y  lo  que  no  lo  es,  y  entre  el  traslado  della  que 
está  fiel  y  el  cjue  no  lo  está.  Y  que  siquiera  usen  los 
concilios  de  la  misma  Escritura  original  que  escribieron 
los  profetas,  siquiera  usen  de  la  trasladada  en  otras  len- 
guas, siquiera  al  traslado  haya  asistido  el  Espíritu  San- 
to dictándolo ,  siquiera  haya  sido  hecho  solo  con  la 
fuerza  del  ingenio  y  industria  y  doclrina  humana,  siem- 
pre ha  de  quedar  en  salvo  \  fuera  de  toda  cuestión 
acerca  de  los  cristianos  que  los  concilios  jamás  ni  er- 
raron ni  errarán,  ni  alegarán  por  Escritura  lo  que  no 
lo  fuere ,  ni  usarán  en  las  definiciones  de  fe  de  lestimo- 
•nios  que  no  respondan  fielmente  con  los  verdaderos 
originales.  Y  para  ver  esta  verdad  basta  volver  los  ojos 
atrás  y  mirar  el  estado  de  la  Iglesia  latina  desde  el 
tiempo  de  los  apóstoles  hasta  el  de  san  Agustín  y  algu- 
nos años  después,  en  el  cual  tiempo  la  traslación  latina 
de  la  Escritura  que  había  en  la  Iglesia,  ni  era  una,  sino 
casi  en  cada  iglesia  había  la  suya,  ni  hecha  por  un  in- 
térprete de  cuya  doctrina  y  fe  se  tuviese  noticia,  sino 
por  muchos  y  diferentes,  y  algunos  dellos  no  conocidos, 
ni  respondía  bien  en  muchas  partes  con  las  escrituras 
originales ;  lo  cual  todo  confiesa  san  Hierónirao  y  san 
Auguslin  en  muchos  lugares;  pero  no  por  eso  los  con- 
cilios que  celebró  la  Iglesia  latina  en  aquellos  tiempos 
ó  erraron  ó  pudieron  errar  en  las  definiciones  que  hi- 
cieron acerca  de  la  fe ,  ni  el  ser  aquella  traslación  la- 
tina faltosa  podía  poner  falta  ni  engaño  en  el  concilio 
que  era  regido  y  enderezado  por  el  Espíritu  Santo ,  ni 
de  lo  uno  se  ha  de  hacer  consecuencia  para  lo  otro  en 
ninguna  manera.  Y  esto  solo  es  lo  que  digo  y  pretendí 
decir  en  toda  la  sobredicha  respuesta.  Y  aunque  pu- 
diera respondar  al  dicho  argumento  en  otras  muchas 
maneras,  entre  todas  esta  me  agrailómas;  lo  uno,  por- 
que responde  m^jor  que  otra  ninguna  por  la  nuctoridad 


LUIS  DE  LEÓN.  '  ci 

cierta  y  infalible  de  los  concilios  y  de  sus  difiniciones; 
lo  otro,  porque  es  general  para  todo  tiempo  y  toda  di- 
ferencia de  opiniones,  porque  cierto  es  que  antes  de  la 
aprobación  que  hizo  el  concilio  de  Trento  de  la  Vul- 
gala, muchos  hombres  doctos  y  católicos  tenían  dife- 
rentes pareceres  acerca  della,  y  dudaban  sí  estaba  bien 
fiel  en  lugares  de  importancia;  pero  ni  agora  ni  antes, 
ni  en  ningún  tiempo,  ningún  hombre  católico  y  docto 
pudo  ni  debió  dudar  de  sí  los  concilios  latinos  que  ha- 
bían usado  de  la  Vulgata  se  habían  engañado  por  ella 
en  alguna  de  sus  definiciones ;  porque  siempre  á  los 
católicos  es  y  fué  cierto  que  asiste  el  Espíritu  Santo  á 
los  concilios  para  regirlos  en  estas  y  otras  dudas.  Y  si 
dijeren  por  ventura  que  aquellas  mis  palabras,  aunque 
no  hacen  argumento  cierto ,  pero  dan  alguna  ocasión 
para  sospecliar  que  afirmo  que  en  las  partes  de  la  Vul- 
gata no  alegadas  en  los  concilios  podemos  estar  dudo- 
sos dellas,  digo,  lo  segundo,  (jue,  pues  de  loque  afirmo 
no  se  sigue,  y  se  trata  por  sospechas  lan  ligeras  de  adi- 
vinar y  calificar  lo  que  está  dentro  en  mi  ánimo,  la  ra- 
zón y  cristiandad  pide  que  se  esté  en  ello  á  mí  dicho, 
y  que  se  crea  de  mi  ánimo ,  no  lo  que  sospecha  el  que 
no  lo  sabe,  sino  lo  que  declaro  yo,  que  lo  veo.  Y  ansí, 
digo  que  jamás  me  pasó  por  pensamiento  poner  duda 
en  que  las  demás  parles  de  la  Vulgala  están  fielmente 
trasladadas,  cuanto  lo  que  toca  á  la  verdad  de  la  sen- 
tencia y  á  lo  que  es  menester  para  que  en  todas  las 
cuestiones  de  la  fe  y  de  las  coslund^res  se  le  dé  cierta 
y  infalible  aucloridad.  Y  que  mi  sentido  haya  sido 
siempre  esle,  pudiéralo  ver  el  calificador  en  cien  partes 
de  esle  mi  papel,  si  quisiera.  Y  bastaba  para  entender 
que  es  ansí,  ver  que  luego,  al  principio  de  la  proposi- 
ción que  se  sigue ,  digo  que  todo  lo  que  toca  al  nego- 
cio de  la  fe  y  costumbres  está  ansí  fie!  y  verdaderamen- 
te trasladado  en  la  Vulgata  ,  que  ninguno  puede  con 
verdad  decir  lo  contrario,  donde  manifiestamente  con- 
fieso que  el  negocio  y  difinicion  de  lo  que  tocare  á  la 
fe  y  cosas  de  nuestra  religión  tiene  la  misma  auclori- 
dad que  el  verdadero  original,  con  quien  digo  que  res- 
ponde fielmente;  y  el  original  verdadero  la  tiene  infa- 
lible, como  es  notorio.  Demás  desto,  yo  confieso  en  el 
dicho  papel  que  en  la  sentencia,  enlodo  lo  que  es  Vul- 
gata, no  liay  cosa  falsa  ni  que  pueda  ser  causa  de  algún 
error;  y  digo  que  el  concilio,  en  determinarque  la  Vul- 
gata es  auténtica,  dolerminí')  que  todas  sus  sentencias 
son  verdaderas;  en  lo  cual  confieso  necesariamenteque 
todas  son  de  fe  y  infalibles,  como  lo  es  el  verdadero 
original  de  donde  se  trasladaron.  Y  lo  que  es  mas  claro 
argumento  de  mi  sentido  y  intento  es,  que  en  todas 
las  proposiciones  adonde  parezco  quitalle  algo,  jamás 
trato  de  la  verdad  de  la  sentencia,  ni  en  ella  pongo 
falla  ó  nota  en  alguna  parle,  sino  solo  trato  ó  de  ma- 
yor claridad  ó  de  mayor  significación,  ó  de  cosa  que 
consiste  en  la  propiedad  de  algún  vocablo ,  sin  hacer 
variedad  en  el  sentido  que  se  pretende.  Digo,  lo  terce- 
ro, que,  con  ser  esto  verdad ,  como  lo  es,  todavía  hay 
una  diferencia  entre  las  partes  de  la  Vulgata  alegadas 
por  los  concilios  y  las  que  no  lo  son  ;  porque  en  las 
alegadas  estamos  ciertos  de  dos  cosas :  la  una  ,  que  en 
ellas  no  hay  error  de  escribiente,  y  que  si  algunos  có- 
dices leyeren  diferentemente,  la  verdadera  lición  es  la 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


que  alegan  lo?  concilios.  La  otra  cosa  de  que  estamos 
ciertos  es ,  que  las  dichas  partes  alegadas  responden 
bien  y  fielmente  con  el  texto  original  que  escribió  el 
Espirita  Santo.  Pero  en  las  partes  no  alegadas  por  los 
concilios  y  papas ,  si  en  algunas  dellas  viéremos  que  los 
originales  discordan  y  los  códices  de  la  misma  Vulga- 
la  están  diferentes  entre  sí ,  tenemos  bastante  causa 
para  sospechar  que  hay  algún  descuido  ó  error  del  es- 
/ribiente,  y  podemos  estar  dudosos  de  cuál  de  las  dos 
es  la  verdadera  lición  que  puso  san  Hierónimo,  y  la 
que  es  verdaderamente  el  texto  de  la  Vulgata;  porque, 
ansi  como  en  lo  que  consta  ser  texto  de  la  Vulgata  no 
liabemos  de  dutlar  de  que  en  la  verdad  de  la  sentencia 
responde  bien  con  el  verdadero  original  en  la  manera 
y  forma  sobredicha;  ansí,  adonde  en  ios  textos  y  libros 
»le  la  Vulgata  hubiere  variedades  y  diferencia  de  licio- 
nes, y  disonancia  con  los  originales,  mientras  no  haya 
alguna  auctoridad  que  dé  sentencia  en  ol  pleito,  no  po- 
demos carecer  de  alguna  duda  sobre  cuál  de  las  dos  li- 
ciones es  el  verdadero  texto  de  la  Vulgata.  Y  con  esto, 
paso  á  la  proposición  que  se  sigue. 

16.''  Propositio.  La  proposición  16  es  :  «Tertió  sic 
Margumentor;  cum  ad  aliquam  quaestionem  definien- 
wdam  profertur  alíquod  lestimonium  a  nobis  ex  Vulga- 
))ta,  vel  est  illi  simpliciter  standum ,  et  sic  habetur 
))intentum  ,  vel  licebit  ad  graeca  et  hebraica  exempla- 
»ria  provocare;  et  hoc  non  videtur  dici  posse,  quia  sic 
»non  reJinqueretur  nobis  ratio  convincendi  haereticos, 
»nam  stalim  ad  alia  cxemplaria  provocarent.  Respon- 
))deo  ad  hoc  primü  quod  omnia  testimonia  quibus  res 
)>el  dogmata  nostrae  lidei  confirman  possint,  sunt  ita 
»fideliter  exprcssa  in  Vulgata ,  ut  nenio  possit  veré  di- 
«cere  alilerhaberi  in  originali  Scriptura.  Secundó  dico 
«quod  si  forte  iu  alíqua  nova  quaestione  aliquod  testi- 
«moniuin  adducerelur  ex  Vulgata,  quod  ab  originali 
«códice  discreparet ,  si  ex  ¡lio  solo  quaestio  definiendo 
«esscl ,  ad  ecclessiae  el  pontificis  judicium  pertineret 
Mslaluere  de  vera  lectione;  et  eo  ipso  quod  ex  tali  tes- 
«limonio  rem  definivissct,  dcciarasset  veram  lectionem 
Mcam  csse  quam  Jiabebat  Vulgata ;  idquc  judicium  pos- 
wsel  ficri  collalis  inter  se  mullís  in  omni  linguacodici- 
»bus,  et  inspeclis  saiiclorum  l'alruin  cílationibus  et 
»interprelation¡bn<.  Et  cum  dicilur  quod  non  habere- 
wmus  quo  haereticos  convínccre  possemus  ,  negatur, 
«nam  convinci  possunl  judici  ccclcsiae  cui  haeretici  pa- 
wrere  Icncntur,  a^l  quam  pertinel  statuere  sicut  de  vera 
wintolligonlia  Scriplurarum,  ita  oliam  de  vera  lectione 
Mcarimi.  In  quo  esl  adverteiidiim  quod  haeretici  ipsi 
»apud  se  convinci  a  nobis  ncijucunt  pruplcr  suam  por- 
»l¡nacíani,  nain  si  illis  opponimus  sanclorum  I'atrum 
j)sensuin,  Paires  errassc  dicunl;  si  com-iliorum  dcli- 
xnilionos,  roníilia  irrident;  si  sacrarum  litterarum 
wlcííliinonia,  etiamsi  inler  nos  ct  illos  constet  et  con- 
»veniat  de  vera  lectione  el  vera  scri[>lura ,  lamen  ea 
nalilcr  inlerprolantur  atque  cxponunl.  Sed  viro  catho- 
mIícü  satis  est  ut  ronviiiral  haereticos  apud  calljoli- 
»cos,  id  esl,  njs  qni  auclorítaloni  coiiriljoruin  sacro- 
»í5anclanilial)i!nl,ífl  Palruin dicta  veMf'ranlur,ct  liabent 
wpro  vnra  Srri(ihira  quaní  ecclosia  i-t  Pniiiifices  pro 
nvera  hahcnl ,  et  pro  vera  Srriplurat'  ímIi'11íí.'(  iitía,  eam 
»quac  íiidem  ccclesiaí'   prohaliu',  ;id  qn.iMi  ul  dixi, 


Mutrumque  pertinet ,  et  judicare  de  vera  ¡ntelligentia, 
»et  de  vera  lectione.» 

En  esta  proposición  puede  haber  reparado  el  califi- 
cador solamente  en  que  digo  que  si  acaso  para  la  de- 
finición de  alguna  nueva  cuestión  de  fe  se  trújese  al- 
gún testimonio  de  la  Vulgata,  el  cual  pareciese  estar 
diferente  de  los  originales,  si  no  hubiese  otro  testimo- 
nio mas  de  aquel  solo  para  determinar  aquella  cues- 
tión, que  en  tal  caso  pertenecería  al  juicio  de  la  Igle- 
sia y  pontífices  declarar  cuál  era  la  lición  verdadera ; 
pero  en  esto,  como  dello  mismo  y  de  lo  arriba  dicho 
consta,  no  hay  qué  reparar,  porque  lo  que  siento  en 
ello  está  claro.  Porque  no  quiero  decir  que  se  ha  de 
dudar  de  la  verdad  y  sentencia  de  algún  testimonio  de 
la  Escritura  que  se  halla  en  lo  que  verdaderamente  es 
Vulgata ,  sino  digo  la  madurez  con  que  se  debe  proce- 
der y  con  la  que  proceden  siempre  los  concilios  cuando 
definen  algo  por  de  fe,  y  las  diligencias  que  so  hacen, 
mayormente  en  un  caso  tan  extraordinario  y  metafísico 
como  es  el  que  en  esta  proposición  se  finge,  que  es  que 
se  tratase  de  la  definición  de  alguna  cuestión  no  antes 
determinada,  y  que  para  determinar  la  una  parte  della 
no  hubiese  mas  de  un  testimonio,  y  que  en  aquel  dis- 
cordasen los  originales,  lo  cual  nunca  acontece,  por- 
que cierto  es  que  en  un  caso  tan  peregrino  como  este, 
si  aconteciese,  había  lugar  de  sospechar  si  por  ventura 
ja  diferencia  que  en  los  ejemplares  parecía  haber,  na- 
cía por  causa  de  haber  errado,  no  el  intérprete,  sino  el 
escribiente,  como  lia  nacido  en  otros  lugares.  Y  por  el 
mismo  caso ,  la  razón  de  buena  prudencia  pedia  que 
se  examinasen  primero  con  diligencia,  confiriendo  los 
ejemplares  y  los  originales  y  las  alegaciones  de  los  san- 
tos doctores ,  y  las  demás  cosas  que  para  este  examen 
son  necesarias ,  siendo  el  negocio  tan  grave  como  es 
hacer  una  determinación  de  fe,  y  no  habiendo  para  ello 
mas  de  solo  aquel  testimonio,  como  se  finge  y  presu- 
pone. Así  que ,  digo  que  en  un  caso  tal  el  concilio  ba- 
ria este  examen,  no  para  dudar  si  la  sentencia  que 
está  espresada  en  la  Vulgata  es  verdadera ,  sino  para 
certificarse  que  aquel  testimonio  y  lo  que  en  él  se  de- 
cía era  verdaderamente  parte  de  la  Vulgata  y  cosa  puesla 
por  el  intérprele,  y  no  introducida  por  el  escribiente 
ignorante.  Y  esto  es  solo  lo  que  allí  digo,  lo  cual  no 
creo  yo  que  desagradará  á  algún  católico  (jue  sea  pru- 
dente. 

Resta  hablar  de  la  17  proposición,  y  con  olla  de  las 
proposiciones  8."  y  9.",  que  dejé  para  tratar  dolías  jun- 
tamente con  esta,  [)or  estar  todas  tres  tan  eslabonadas 
entre  sí ,  que  de  la  una  se  siguen  las  demás,  y  lo  que 
favorece  y  prueba  á  cualquiera  dellas,  eso  mismo  es 
[irueba  de  todas.  Las  cuales  son  : 

S."  pHOPOSiTio.  La  8."  proposición  es:  «Negari  non 
«potosí  in  Vulgala  editione  esse  nonnulla  loca,  non  sa- 
»lis  signilicanler  ai)  interprete,  nec  satis  aperté  con- 
» versa.» 

9."  PnorosiTto.  La  proposición  9."  es  :  «AuctorVul- 
Dgatae  non  est  usus  prophctíco  spírílu  in  interpretando 
«sacras  lit leras,  nec  omnes  et  siiigulae  voecs  latinae 
«Inijus  edilioiiís  iiabendac  sunt  [lerinde  ao  sí  al)  Spiriiu 
iiSanclo  fiiis.senl  diclatao;  nec  judícandum  est  níliil  in 
«illa  esse  quod  non  poluisset  aut  significantiüs ,  aut 


CONTKA  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


I  ■    »:-'mmodiíis,  aut  ad  graecor,  et  hebraeos  originales  co- 
I       «dices  aptiíis  transferri;  nec  concilium  Tridenliiuim 
))cuin  illa  pro  authenlica  habcri  voluit,  liujusmodi  ali- 
«quid  intendit  definiré.» 

17/  Propüsitio.  La  proposición  17  es  :  ((Ul'itno 

))dico  niliil  repugnare  ut  in  posteríini  posset  edi  aliqua 

»translal¡o  quae  per  omnia  significantiüs  et  aptiüs  ex- 

wprimeret  originaleni  Scripturam  quam  Vulgata;  nam 

))si  menda  quae  vilio  jibrariorum  in  Vulgala  irrepscre, 

Ddetrahas ;  si  quae  ambigué  versa  sunt explánate  reddas; 

»si  quae  parüra  significanter  signiricantii:is  retineas; 

[       ))lum  omnia  alia  quae  in  \ulgata  scientissimé  et  fide- 

'       wlissimé  sunt  conversa  et  ad  ea  istaruní  rerum  expoli- 

wtionem  tanquam  cumulum  adjicias;  existet  profecto 

«edilio  in  qua  nemo  calliolicus  desiderare  aliquid  pos- 

»sit.  Nec  lamen  cum  dico  posse  edi  aliam  editionem 

«aptiorem,  eam  edere  unicuique  licere  dico,  sed  id  si 

1       «tentandum  esset,  eclessiae  et  summorum  Pontificum 

'       «volúntate  et  imperio  esset  tentandum ,  et  eorundem 

))judicio  approbandum.» 

Acerca  de  estas  proposiciones  haré  dos  cosas :  la  una, 
declararé  lo  que  las  dichas  proposiciones  dicen ,  y  lo 
que  yo  entendí  en  ellas  y  por  ellas;  la  otra,  alegaré  los 
autores  á  quien  yo  seguí  que  las  afirman,  poniendo  sus 
palabras  y  refiriendo  sus  fundamentos  y  señalando  los 
lugares  que  cada  uno  dellos  señala  en  la  Vulgata  por 
menos  convenientemente  trasladados. 

Y  viniendo  á  lo  primero,  presupongo  que  se  compa- 
dece bien  que  una  traslación  no  responda  con  el  origi- 
nal en  algunas  palabras,  que  ó  deja  ó  añade  ó  pone  en 
significación  diferente,  y  con  todo  eso  responda  bien 
con  el  original  en  la  sentencia,  y  que  basta  responder 
en  esto  para  que  se  diga  ser  fiel  ella,  y  el  autor  que  la 
hizo  verdadero.  Esto  se  prueba  por  razón  y  autoridad; 
y  la  razón  es  esta  :  que  la  verdad  que  uno  pretende 
significar  á  otro  en  lo  que  dice  ó  escribe ,  no  consiste 
tanto  en  el  número  de  las  palabras  ó  en  el  sonido  y 
particular  significación  de  cada  una  dellas,  cuanto  en 
la  sentencia  que  en  sustancia  hacen  todas  juntas.  Y  an- 
sí, el  que  traslada  á  una  lengua  lo  que  halla  escrito  en 
otra,  si  cumple  con  esto,  que  es  pasar  á  su  lengua  en 
sentencia  lo  que  halla  escrito  en  la  ajena,  hace  fiel  y 
verdaderamente  el  oficio  de  buen  intérprete.  Esto  mis- 
mo enseña  en  diversos  lugares  san  Hierúnimo,  y  con- 
fiesa de  sí  haber  siempre  trasladado  en  esta  manera,  y 
prueba  que  los  apóstoles  y  evangelistas  hicieron  lo  mis- 
mo en  los  testimonios  de  la  Escritura  del  Testamento 
Viejo  que  citaron  y  pusieron  en  el  Nuevo  y  pasaron  de 
lo  hebreo  á  lo  griego,  y  señaladamente  en  la  epístola 
Ad  Pamachiuin,  De  óptimo  genere  interprelancli,  dice 
ansí :  «Ex  quibus  universis  perspicuum  est  apostólos 
«et  evangelistas  in  interpretatione  Veleris  Scripturae 
))sensum  quaesisse,  non  verba ;  nec  niagnoperé  de  or- 
))dine  sérmonibusque  curasse  dum  intellectui  mens 
«pateret.» 

Y  el  maestro  Cano,  en  el  libro  n  De  loéis ,  en  el  ca- 
pitulo 14,  en  la  plana  72,  declara  y  prueba  lo  mismo 
largamente.  Esto  presupuesto,  y  viniendo  á  la  declara- 
ción de  las  dichas  tres  proposiciones,  digo  que  la  pri- 
mera dellas  en  decir  que  en  la  Vulgata  hay  algunas 
cosas  ñeque  satis  apertéy  ñeque  salis  significanter  tras- 


Clll 

ladadas,  no  dice  ni  afirma  ni  siente  ni  da  á  entender 
que  en  la  dicha  Vulgata  hay  sentencias  ó  razones  que 
hagan  sentido  falso  o  engañoso.  Esto  parece  ser  ansí, 
lo  uno,  porque  ni  lo  digo  formalmente  en  la  dicha 
proposición,  como 'es  notorio,  ni  de  las  palabras  della 
se  infiere  ó  colige ,  aunque  se  lomen  con  todo  rigor, 
como  parece  del  fundamento  sobredicho.  Lo  otro,  por- 
que expresa  y  formalmente  declaro  yo  en  la  dicha  lec- 
tura lo  contrario ,  diciendo  que  en  la  Vulgata  no  hay 
sentencia  falsa,  como  por  ella  se  parece;  por  donde 
cuando  en  las  palabras  de  la  dicha  proposición  hubiera 
alguna  duda,  está  claro  que  se  había  de  entender  y  ex- 
plicar conforme  á  las  limitaciones  y  declaraciones  que 
después  añado,  que  son  las  que  he  dicho.  Y  esto  cuanto 
á  la  primera  proposición. 

Cuanto  á  la  segunda  proposición  ,  digo  que  en  decir 
que  el  autor  de  la  Vulgata  no  tuvo  espíritu  profético 
en  la  interpretación  latina  que  hizo,  no  quiero  decir  ni 
digo  otra  cosa  mas  de  lo  que  dicen  las  palabras  que 
luego  se  siguen,  esto  es,  que  no  le  dictó  el  Espíritu 
Santo  cada  una  de  las  palabras  latinas  que  puso  en  esta 
interpretación  que  llamamos  Vulgata,  como  dictó  á 
Moisés  las  palabras  hebreas  que  puso  en  el  Pentateuco, 
y  á  san  Juan  las  palabras  griegas  que  puso  en  el  Evan- 
gelio. Y  ansí  estas  palabras  segundas  son  declaración 
de  las  primeras,  y  de  las  segundas  la  declaración  y  prue- 
ba son  las  terceras,  donde  añado  que  no  se  ha  de  juz- 
gar que  no  hay  en  esta  Vulgata  cosa  alguna  que  se 
pueda  trasladar  mas  significante  y  cómodamente  de  lo 
que  está,  en  lo  cual  digo  lo  mismo  formalmente  que 
dije  en  la  octava  proposición,  que  acabo  de  declarar;  y 
esto  y  aquello  entiendo  y  se  entiende  de  la  misma  ma- 
nera. 

Cuanto  á  la  tercera  proposición,  digo  que  cuando  en 
ella  afirmo  que  se  puede  hacer  otra  traslación  que  en 
todo  responda  con  el  original  con  mas  claridad  y  sig- 
nificación que  la  Vulgala,  no  hablo  del  poder  legal  ni 
digo  que  es  lícito  hacella,  sino  del  poder  lógico,  y  digo 
que  es  posible  y  que  en  ello  no  hay  repugnancia  ni 
contradicción  alguna,  como  podría  Dios  hacer  que  uno 
la  hiciese  dictándole  él  todas  y  cada  una  de  las  palabras 
latinas  que  en  olla  pusiese,  como  hizo  en  la  Escritura 
original.  Y  que  esto  no  sea  declaración  inventada  por 
mí  agora,  sino  aquello  mismo  que  entendí  al  tiempo 
que  lo  leí  y  enseñé,  parece  claro,  lo  uno,  de  los  mismos 
términos ,  porque  esta  palabra  non  repugnat,  que  es  la 
palabra  de  que  allí  uso,  cierto  es  que  no  hace  significa- 
ción de  lo  que  es  lícito  ó  no,  sino  de  lo  que  es  posible 
ó  imposible.  Lo  otro  vese  evidentemente  de  las  pala- 
bras que  añado,  diciendo  :  «Nec  tum  cum  dico  posse 
))edi  aliam  editionem  aptiorem ,  id  unicuique  licere 
))dico,  etc.»  Y  esto  cuanto  á  lo  que  toca  á  la  decla- 
ración de  las  dichas  proposiciones,  que  es  el  primer 
punto  de  los  dos  que  propuse. 

Cuanto  al  segundo  punto,  que  es  probar  la  verdad  de- 
llas, presupongo  una  cosa  evidente,  yes,  que  la  2.^  pro- 
posición se  sigue  de  la  1 .",  y  la  3.^  de  la  2.",  y  'al  revés, 
de  la  3."  se  sigue  la  2."  y  1.^;  y  ansí  de  cualquier  de- 
llas se  siguen  las  otras  dos  por  consecuencia  necesaria, 
de  manera  que  cualquiera  que  afirma  launa,  las  afirma 
todas,  y  probada  la  una  ser  verdadera,  quedan  proba- 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


civ 

das  y  averiguadas  las  demás,  porque  de  lo  verdadero, 
seguu  regla  de  lógica,  no  se  puede  seguir  cosa  que 
no  sea  también  verdadera,  porque  si  es  ansí,  como  dice 
la  1."  proposición,  que  algunas  cosas  de  la  Yulgata es- 
tán trasladadas  ñeque mtis  aperté,  ñeque  satis  signifi- 
canter.  conocida  cosa  es  que  no  dictó  el  Espíritu  San- 
to al  inlérprete  latino  cada  una  iialabra  de  las  que  pu- 
so, que  es  la  2."'  proposición;  y  conocida  cosa  es  que,  me- 
jorando aquellos  lugares ,  y  poniéndolos  en  mas  clara 
y  signiücante  forma,  y  juntándolos  á  los  demás  que  en 
la  Vülgata  estáu  singularmente  trasladados,  podrán  ha- 
cer un  compuesto  ó  una  traslación  mas  perfecta  que 
la  1.%  y  que  en  todo  con  mas  claridad  y  significación 
responda  con  su  original.  Y  esto  es  la  que  dice  la  3." 
proposición  ni  mas  ni  menos,  trocando  las  manosy  vol- 
viendo como  por  los  mismos  pasos.  Desla  última  pro- 
posición se  colige  la  2."  y  I/;  porque  si  es  verdad,  co- 
mo en  ella  se  dice,  que  se  puede  mejorar  esta  trasla- 
cíóri  eii  algunas  partes,  haciendo  que  responda  al  ori- 
ginal con  mas  significación  y  claridad,  bien  se  sigue 
que  no  dictó  el  Espíritu  Santo  al  intérprete  cada  una 
di>  las  palabras  que  puso  en  ella,  como  dice  la  2.",  y 
bien  se  sigue  que  hay  en  ella  cosas  nec  satis  aperte, 
npque  satis  sirjni [¡canter  trasladadas  ,  como  dice  la  1.^ 
Esto  presupuesto,  vengo  á  la  prueba  de  la  i ."  pro- 
]ios¡c¡on,  porque  de  allí  const-irá  la  verdad  de  la  2.^ 
y  3.^;  aunque  los  doctores  á  quien  yo  seguí,  y  cuyos 
lugares  y  libros  alegaré  á  la  fin  deste  escrito,  formal- 
mente las  afirman  á  todas  tres ,  como  por  sus  palabras 
se  verá;  pero  tornaudo  al  ¡¡ropósito,  digo  que  la  prue- 
ba desto  será  no  señalar  yo  algunos  lugares  y  palabras 
de  la  Vulgala  que  pudieran  estar  trasladadas  mas  có- 
moda y  signifií^ativamente ,  porque  en  esto  no  quiero 
que  se  dé  á  mi  dicho  autoridad  alguna  ;  sino  la  prueba 
será  una  de  las  mayores  que  puedeihaher  en  negocio 
de  teulugia,  que  es  mostrar  que  cuantos  hombres  doc- 
tos y  católicos  desde  san  Hierónimo  acá  han  tratado 
desla  razón,  dicen  lo  mismo  que  yo  digo  en  las  propo- 
siciones sobredichas.  Y  jtorque  en  esto  se  puede  tener 
atención  á  dos  tiempos,  el  uno  antes  del  concilio  de 
Trcnlo,  y  el  otro  después  del.  de  los  doctores  que  pre- 
cedieron al  dicho  santo  concilio,  por  evitar  prolijidad, 
no  pondré  sino  algunos  sanios  y  otros  hombres  señala- 
dos; pero  de  los  que  escribieron  después  del  concilio 
pondré  á  todos  los  cpie  han  venido  á  mis  manos,  seña- 
lando los  lugares  de  sns  obras  adonde  lo  dicen,  y  refi- 
riendo sus  [lalabras  formales,  y  de  los  lugares  que  no- 
tan poniendo  algunos  (lellos.  Y  comenzando  de  los  pri- 
meros, esloes,  de  los  qiio  csr-ribieron  antes  del  conci- 
lio, sea  el  ¡irimoro  de  todos  ellos  el  glorioso  y  doctísi- 
mo doctor  san  Hierónimo,  cuyo  dicho  en  lodos  los  ca- 
sos vale  mucho.  Y  en  este  caso  es  justo  que  tenga  au- 
toridad irrefragable,  porque  es  pro[)ia  confesión  acerca 
<le  su  misma  obra,  en  la  cual  si  él  halla  y  conoce  y  se- 
ñala algímas  rosa-;  que  pufdeii   recibir  mnjoria  y  son 
dignas  de  enmienda,  rlallc  cuello  fe  no  será  desestimar 
su  trabajo,  sino  conformarnos  con  su  parecer.  Pues  el 
nn'sino  nota  de  menos  bien  trasladados  los  Ingares  si- 
guiente-;: Oseas,  CA[).  II,  en   aquellas  palabras  déla 
Vulgata,  QuoriKjflij  dabo  te  JCphraim,  profeyam  le  Is- 
rael? dice:  «Iii  coloco  ubi  nos  el  Septuaginla  itilcr- 


«pretatisumusprofeáram  te  Israel,  in  hebraico  scriptum 
)>est...  (a).  Quod  cum  in  bonam  partem  pularemus  in- 
wtelligi  et  significare  protectionem  ;  ex  editione  Sym- 
))machi  contrarius  nobis  sensus  subjicitur,  dicentis, 
fítradam  te.  Ex  editione  quoqueTheodotionis  non  pros- 
"pera  sed  adversa  demonstrantur...  (6).  Quod  signifi- 
»cal  nudabo  te,  et  auferam  a  te  scutum  quo  te  ante 
»protexeram;  et  sic  sensus  magis  convenil  domino 
))Comminanti.)) 

Ezech.,  cap.  26,  sobre  aquello  que  dice  á  la  ciudad 
de  Tiro:  Et  non  invenieris  in  sempiternum,  dice  :  «  Ut 

))in  hebraeo (c)  et  in  graeco  Aijon  (d)  scribilur, 

))unum  saeculum  significat,  juxta  illud  Isaiae  23  quia 
))post  70  anuos,  dicit,  Tyrum  restituendam  in  anti- 
»quum  statum.» 

Ezech.,  42,  en  aquello  de  la  Vulgata,  Murum  ejus  ?/n- 
dique  per  circiiitum,  loníjitudine  quingentorum  cubi- 
torum,  dice:  tilllud  autem  quod  per  simplicitatem  in- 
))terpretationis,  dum  parfim  attendimusceleritate  dic- 
))tandi,  et  Septuaginta  habent  et  nostra  translatio  mu- 
»rH7?i  ejits  per  latitudincm  incircuitri,  etc. ,  hebraeus 
))sermo  non  continet;  sed  simpliciter  latitudine  quin- 
ngentorum,  ut  subaudiatur,  calamorum.» 

Ezech.,  4-t,  en  aquello  de  la  Vulgata,  Etdábo  eos  ja- 
nitores,  dice:  ((Pro  eo  quod  nos  posuimus  :  et  dabo  eos 
y)janitorcs,  etc.  Symmachus  ordinem  lectionissensum- 
»que  considerans,  rectiiisque  interpretatus  est,diccns: 
yiposueram  eos  custodes,  etc.,  ul  non  ad  eos  pertineat 
»  qui  futuri  sunt  in  templo,  sed  ad  eos  qui  fuerunt.D 

Ezech.,  45,  en  aquello  déla  Vulgata,  Et  arietcm 
umim,  dice:  (dste  suscipit  arietem,  sive  ut  significan - 

» lilis   hebraicus  sermo  demonstrat (c):quodad 

))  cuneta  aniínantia,  et  non  proprié  ad  arietem  referri 
wpotest.» 

Ezech.,  46  (/"),  en  aquello  de  la  Vulgata,  Et  haere- 
ditas  contra  mare  magmini,  etc. ,  dice:  (dllud  eslob- 
))servandum  in  hebraico  eundem  sermonem...  {g),  quia 
»ambiguusest,et  haereditalem  sonare,  elíorrenfpm, et 
))hic  magis  torrenfeni  accipi  deberé  qunm  haered itaiem . 
))Iste  enim  esl  torrens  qui  ingrcditur  mare  maguuin 
i'Rbinocorurae,  ut  antejam  diximus.') 

Esaiae ,  cap.  1.°,  en  aipiello  de  la  Vulgata,  Filiox 
))genui,  etc.,  dice:  ((Meliñs  esl  autem  juxta  hebraicuni 
))legere:  filies  enutrivi.» 

Esaiae,  cap.  14,  lib.  v  Commentariorum ,  an  aquello 
de  la  Vulgata,  Quomodu  cecidisti  Lucifer,  dice:  ((Pro 
))  eo  quod  nos  interpretati  sumus  ob  facilitatein  inlel- 
«ligentiac:  Quomodo  cecidisti  de  cuelo  Lucifer  qui  ma- 
nné  oricbaris?  In  hebraeo,  ut  verbum  e.\|irimanms  de 
))  verbo,  legitur:  Qiiomodn  cecidisti  dr  coelu  ulula  fili 
ndiluculi?  Signilicatur  autem  alus  V(>rbis  Lucifer;  et 
wdicitur  illi  quod  llere  debeat  el  lugere,  qui  quondam 
»sic  fuerit  gloriosus  ut  fulgori  luciferi  comparatus 
»sit.  » 

(a)  Hay  un   rsp;icio  en  bliuiro.  Snn  .Icróniíno  oscrihió  Áriing- 
genach. 
(h)  Aquí  hay  dos  palabras  griegas  qut;  suenan  Aphopliso  se. 
(o  Hay  un  claro.  En  las  obras  de  san  JerfJnimo  se  lee  Lolam. 
(di  l'-sta  palabra  se  lialla  en  el  original  enn  cavadores  griegos. 
\e)  Hay  una  palabra  griega  (no  hebrea)  que  suena  boskemn. 
!/■)  Ks  el  capitulo  48. 
(.7)  Hay  un  claro.  En  san  Jeriinimo  se  lee  adíela. 


CONTRA  FRAY 

Esaiae ,  cap.  19,  lib.  v  Commentariorum ,  en  aquello 
de  la  Vulgata,  Caput  et  caudaní  tncurvantem  et  refre- 

nantem,  dice:  ((.\os  aulem  verbum  liebraicum (o), 

»duin  celeritcr  quae  scripta  sunt  verlimus,  ambií.'ue- 
))tatedecep!i,?-e/"íTn«7í(e7«  diximus,  quod  significanliíis 

wAquila  Iranstulit {b),  id  cst, ,  qui  nihil  recté  agit, 

))sed  omne  perversum  ut  pueri.» 

En  el  mismo  lugar  y  capítulo,  en  aquello  de  la  Vul- 
gata, Et  erit  térra  Juda  Jígi/pto  in  festivitatem,  dice  : 
«Melifis  reor  etiam  proprium  errorem  reprehenderé, 
))quam  dum  erubesco  imperitiam  confiten,  in  errorem 
))  persistere.  In  eo  quod  transtuli:  et  erit  térra  Juda 
)).€gyptu  in  festivitatem,  i)ro  festivitate,h\  hebraico 
olegitur...  (c),  quod  interpretan potest  festivitas;  un- 
»dé  et  Aggaeus  in  fesiivum  vertitur;  et  timor ,  quod 
"significantiíis  Aquila  Iranstulit  Gorosin  {d)  cum  ali- 
)>quis  pavidus  et  tremens  circumfert  oculos,  et  adve- 
))nientem  formidat  inimicum.  Ergo  si  voluerimus  in 
wbonam  parlem  accipere,  quod  recordatio  Judae  -ílgyp- 
>'lo  sit  gaudii,  recle  festivitas  dicitur:  sinautem,ut 
))pot¡iis  arbitror,  in  timorem  pro  festivilate  vertitur, 
wintelligamus  formidinem  vel  pavorem,quod  cum  Na- 
»buchodonosor  venerit,  ctiam  vocabulum  Judae  terro- 
))ri  sit  .Egyplo,  quia  dum  ei  vult  auxilium  praebere, 
otanta  mala  perpessa  sit.» 

Esaiae,  cap.  31  de  aquello  que  leemos  en  la  Vulgata, 
en  el  salmo  59,  Vana  salas  hominis,  dice :  uVana salas 
hhomiuis;  sive ut  meliüs habetur  in hebraeo, in homine. » 

Esaiae,  cap.  49,  en  aquello  déla  Vulgata,  Adabomi- 
natam  gentein,  dice:  «Pro  eo  quod  nos  vertimus  «d 
)>contewptibilcmaniinam,  ad  abominatam  geníem  ,  ad 
^)servum  donrinoruin,  Theodolio  transtulit:  eiqui  des- 
))picit  animam  ,  qui  abominationi  est  genti  qui  servas 
y est  principum ;  quod  manifesté  Cliristi  personae  con- 
wvcnit.  Ipse  enim,etc.))  Y  añade:  uCui  interpretationi 
))Aquila  convenit,  et  ex  parte  Septuaginta.  Alii  vero 
»boc  dici  arbitranlur  de  gente  judaeorum  quae  estabo- 
vniinatagens  universo  mundo;  sedmclior  super  Cliris- 
))tuin  interpretalio.» 

Jeremiae,  cap.  2,  en  aquello  déla  Vulgata,  Cursor 
levis,  dice:  ((Quomodó  caiirea  levis,  quaní  nos  genere 
))Communi,  cursorem ,  signilicantiíisque  Aquila,  Sym- 
wmachuset  Theodotio  verteré,  etc.» 

En  el  libro  primero  contra  Joviniano,  de  aquello  de 
la  Vulgata,  en  la  epístola  Ad  romanos,  cap.  12,  sapere 
ad  sobrietatem,  dice  :  h  Sapero  ad  pudicitiam  (non  ad 
»sobrietalem,  ut  malé  in  latinis  codicibus  legitur)  sed 
nsapere,  inqu'ú, adpudicitiam.  Siquidcmgraece  scrip- 
))lumest,etc.)) 

En  la  epístola  Ad  Suniamet  Fretellam,^ohve  aquello 
del  salmo  5.",  que  está  en  la  Vulgata,  Dirige  in  cons- 
pectu  tuo  viam  meam,  dice:  (iHoc  ñeque  Septuaginta 
wbabent,  ñeque  Aquila,  ñeque  Theodotio,  ñeque  Sym- 
«machus,  sed  sola  Koine  (e)  editio.  Denique  et  in  iie- 
wbraeo  itii  scrifitum  re|ierio....  (/"),  quod  omnes  voce 

(a)  Hay  un  claro.  En  san  Jerónimo  se  lee  Anuon. 

(i)  Aquí  liay  una  palabra  griega  que  suena  speylounta. 

(c)  Hay  un  claru.  San  Jerónimo  lee  Agua. 

(d)  En  el  original  esti  con  caracteres  griegos. 

(«)  Esta  palabra  se  halla  con  caracteres  griegos  en  el  original. 
i/l  Hay  un  claro.  En  san  Jerónimo  se  lee  ;  Oser  laphaval  dar- 
chach . 


LUIS  DE  LEÓN.  cv 

I   wsimili  transtulerunl :   Dirige  in  conspectu  meo  viam 
\   y)tuam,  secundum  illud  quod  in  oral  ¡one  dominica  di- 
))CÍtur :  Pater  noster,  qui  es  in  coelis,  sancti/lcetur  nn~ 
\   nmen  tuum  ;»  y  ansi  sigue  esta  letra  y  la  declara. 

En  la  misma  epístola,  en  aquello  del  salmo  21,  que 
leemos  en  la  Vulgata ,  Tu  anteni  Domine  ne  elongave- 
ris  auxilium  tuum,  dice:  «Dicitisinvenisse  vos,  vieum, 
«quodet  verum  est,  et  itk  corrigendum;  ñeque  eniía 
«siquid  est  scriptorum  vítio  mutatutn,  stulta  debemus 
))Contentione  defenderé.» 

En  la  misma,  acerca  de  aquello  del  salmo  26,  que 
leemos  en  la  Vulgata,  Exquisivit  te  facics  mea,  dice  : 
(lExquisivit  facies  mea.  Pro  quo  in  graeco  positum  est 
)H¡uaesivit  te  (g);  sed  melius  superius  est.» 

En  la  misma,  de  aquello  del  salmo  ."ii,  que  está  en  la 
Vulgata,  A  pusilanimitatc  spiritus ,  etc.,  dice:  uSed 
«sciendum  quod  pro  pusilanimitate,  .\quilaet  Symma- 
«olius,  et  Theodotio,  el  quinta  editio  interpretati  sunt, 
na  spiritu,el  in  liebraeo  scriptum  est...  (/^),  id  cst, 
nab  spiritu.^) 

En  la  misma,  de  aquello  que  está  en  la  Vulgata  en 
el  salmo  'ó'.i  (i)  Ab  attitudine  dici  non  timebo,  dice  : 
«Hoc,  id  est, illud  non  additum  cst,  Icgendumque  esse 
«dicit  ab  altitudine  diei  timebo. n 

En  la  misma,  de  lo  que  en  el  salmo  o8  está  en  la 
Vulgata,  Et  scienl  qaia  Dcus  dominabitur  Jacob  et  fi~ 
nium  terrae,  dice  que  aquella  conjunción  et  está  aña- 
dida y  que  desbarata  el  sentido  del  verso;  (i  sed  et  cou- 
»junctio,  dice  ,  aiMita  est;  et  ordo  est:  Scient  quia 
))Deus  Jacob  dominabitur  finium  terrae.» 

En  la  misma,  en  aquello  del  salmo  O  I,  que  está  en  la 
Vulgata,  Quia  Dcusadjulor  noster  in  acternum,  enseña 
que  aquella  palabra  aetcrnum  está  añadida  y  que  se  ha 
de  notar  con  una  virgulilla. 

En  la  misma,  acerca  de  aquello  de  la  Vulgata,  en  el 
salmo  07,  Viderunt  ingressus  tui  Deas,  dice  que  «a 
¡mobisitii  legendum  est :  Viderunt  ingressus  tuos  Dcus, 
»ct  scriptorum  vitium  relinquendum  est,  qui  iiomina- 
»tivum  posuerunt  pro  accusativo». 

En  la  misma,  en  lo  del  salmo  67,  que  en  la  Vulgata 
dice:  liegna  terrae  cántate  Deo,  psallite  Domino,  psa- 
íliteDeo,  dice  :  aHoc  psallite  Deo  esse  additionem,  et 
»obello  pracnotandum,  nec  esscin  libris  authenticis.» 

En  la  misma,  en  aquello  del  salmo  71,  que  está  eii 
la  Vulgata,  Adorabmd  eum  omnes  Reges  terrae,  dice 
que  aquel  terrae  está  añadido  y  demasiado. 

En  la  misma,  en;ii]uello  de  la  Vulgata,enel  salmo7l , 
Benedictas  Dominas  Deus  Israel,  dice  que  aquella  pa- 
labra Deas  se  ha  de  repetir  dos  veces  desta  manera : 
{{.Benedictas  DominusDeus,  Deus  Israel,  cum  et  in  he- 
«braeo,  dice,  sit,  et  apud  Septuaginta,  etmanifestissi- 
))me  triplex DominiDci,  IXM'que  nuncupatio,  misteríum 
))sit  Trinitatis.» 

En  la  epístola  Ad  Ciprianum  ,  que  está  en  el  tercero 
tomo,  sobre  aquello  del  salmo  89,queestá  en  la  Vulga- 
ta, Dies  annorum  nostrorum  in  ipsis  septuaginta  an- 
nis,  dice:  ((Pro  eoquod  nos  posuimus,  in  ipsis,  et  in 

[g)  Así  en  san  Jerónimo.  Fray  Lns  de  León  escribió  e.Tquisivit, 
lo  que  es  equivocación  nianiliesta. 
[h)  Hay  un  claro.  En  este  lugar  de  san  Jerónimo  se  Ice  merua. 
ú}  Fr.\t  Luis  escribió  56. 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


«hebraeo  habetur (a)   Symmacliiis  signiíicanliüs 

))transtulit  Olocleroi  {b),  id  est  universi.i^ 

En  la  epístola  ad  Principiam  virginem,  en  aquello 
del  salmo  44,  queeslá  en  la  Vulgata,  De  domibus  ebiir- 
neis,  dice  :  «El  laetiíicabis  eum  de  domibus  eburneis, 
Msive  ul  meliüs  in  hebraico  liabetur  de  templo  vende?i- 
i^tíum.n 

En  la  misma,  acerca  del  mismo  salmo,  dice:  aQuod- 
»qiie  sequilur  circumdata  varietate ,  nullus  interpre- 
))tura  posuit,  excepta  cditione  Ynlgata.» 

En  la  epístola  .-Id  J/circe//a ni, acerca  del  salmo  126, 
que  en  la  Vulgata  dice  :  Beatus  vir  qui  implevit  desi- 
derium  sutim  ex  ipsis,  dice  :  «In  hebraeo  et  in  cunc- 
wtis  edilionibus  ila  reperi  Beatur  vir  qui  implevit 
yipharetram  íuam  ex  ipsis,  ut  quia  metaplioram  se- 
»mel  sumpserat  ex  sagittis,  el  in  pharelra  quoque 
))translatio  servarelur.» 

En  la  epístola  Ad  Amandum,  acerca  de  aquello  que 
leemos  en  la  Vulgala,  en  el  evangelio  de  san  Maleo,  Suf- 
ficit  diei  malitia  sua,  dice  :  «Kokia,  enim,  quam  latini 
«interpretes  vertunt  in  malitiam,  apul  graecos  dúo  sig- 
Mnificat,  el  malitiam,  el  afniclionemquamgraecidicunt 
nKakosin,  et  hic  inagis  pro  malilia  Iranslerrri  debuit 
))a/"/7ic/ío.» 

En  laepísto¡a.-l(///(?£/i6/(/?/j,  en  la  cuestión  4.*,  acer- 
ca de  aquello  que  en  la  Vulgata  y  en  San  Maleo  se  lee, 
Vespera  autem  sabbati,c[c.,  diceruMihi  videlurevan- 
wgelistam  Malti)aeum  qui  Evangelium  hebraico  sermo- 
Mne  conscripsit.  non  lam  vesperé  dixisse,  quam  seró;  et 
»eum  qui  intcrprelatus  esl,  verbi  ambiguilate  decep- 
»tum,  non  sera  inlerpretalum  esse,  sed  vesperé.)) 

En  lanii<ma  epístola,  en  la  cuestión  12,  en  aquello 
de  san  Pablo  en  la  epístola  Adtesulonicenses,  cap.  últi- 
mo, queeslá  en  la  Vulgata,  Deus  autem  pacis  sanctifi- 
cet  ñus  per  omnia,  dice  :  uSancti/icet  vos  per  omnia, 
»vel  in  ómnibus,  sive  plenos  atquc  perfectos ;  lioc  enim 
»magis  sonat  olotelcis.  n 

En  la  epístola  Ad  Aljasiam,  cuesliou  <¡.^,  en  aquello 
que  leemos  en  San  Lúeas,  Qui  habebuL  villicum  iniqui- 
tatis,  dice:  a Dispeusa'.orem  poliíis  quam  villicum 
)>ru¡<se  vertendum.» 

En  el  libro  Traditionum  in  Genes,  (c),  en  aquello  del 
capítulo  2.",  que  leemos  en  la  Vulgata,  In  quacumque 
horacomedvris,  viorte  morieris,  dice:  «Meliüs  intcr- 
Mprelalus  esl  Symmachus  dicens  mortalis  cris.»  En  el 
mismo,  en  aquello  dul  Génesis,  cap.  3.",  que  en  la  Vul- 
gata dice  Tu  ifisidiuberis  calcáneo  cjus,  dice  :  «Meliüs 
«hahelur  in  liebrap<»  :  Ipsa  conlerct  capul  luum ,  et  tu 
^'COTitcrcs  ralcanrum  cjus.» 

En  el  ínismn,  en  aquello  del  caiiiluln  j.''  del  Génesis, 
que  está  en  la  Vulgata,  /i7  rcspr.rit  Deus  ad  Abel,  dice: 
«Undc  scire  potcral  Cain  fpmd  fniiris  ejus  muñera  sus- 
ncepisset  Deus,  nisi  illa  inlorpretalio  vera  essct  quam 
»'Thcodotjon  posuil :  Et  injlamtnnbit  Dominus  super 
'Abel  et  suprr  munna  ejus?  et  quoil  sequilur.» 

En  el  mÍMiio,  sobre  aquellas  palabras  del  Génesis, 
que  están  en  la  Vulgata ,  Son  prrmanebit  spirilus  ineus 

(*)  H»Y  un  riaro.  En  san  Jerónimo  se  Inc  Darm. 
(*)  Ksia  paUbra  ¡ip  halla  en  el  nri(,'inal  ron  cinrlíres  priegos. 
(f;  Kn  la  edirion  de  los  padres  dt  San  Mauro  se  titula  esl»  li- 
bro Quatslionum  hetraicarum  in  Ccnetm. 


in  hominibus  {d) ,  etc.,  dice  :  (i  In  hebraeo  scriplum 
))est :  Non  judicabit  spirilus  meus  homines  istos  insem- 
npiternum,  quia  caro  sunt ,  id  est,  quia  frágiles  sunl, 
»non  eos  adaeternoscruciatus  reservabo;  sed  hic  illis 
«restituam  quod  merentur,  quia  non  severilalem,  ut 
))in  noslris  codicibus  legitur,  sed  clemenliam  Dei 
))sonal.» 

En  el  mismo,  acerca  de  aquello  del  Génesis  ,  Rubén 
fortitudo  meaet  principium  dolorismei,  dice  :  «In  he- 
wbraeo  itk  scriplum  esl  :  Rubén  primogenitus  7neus 
nfortitudomea,  et  capitulum  in  liberis  meis;n  y  aprue- 
ba esta  lelra,  y  sigúela  y  declárala. 

Zachariae  ,  cap.  11,  en  aquellas  palabras  de  la  Vul- 
gala, Projice  ad  statuarium ,  dice  :  «  Pro  plaste  alque 
))liclore,  statuarium  olim  inlerprelalus  sum ,  verbi 
wambiguitale  compulsus.» 

Sobre  la  epíslola  Ad  Titum,  en  aquellas  palabras 
Haereticum  hominem  post  primam  correptionem  de- 
bita,  dice  :  «Sive  ut  meliüs  in  graeco  habelur  post 
wunam  nouphesiam.  Nouphesia ,  autem ,  monitionem 
»magis  el  doctrinam,  quam  increpalionem  signilical.» 

En  aquello  de  la  epístola  1."  Ad  corinl.,  en  el  capí- 
tulo 5.",  Modicum  fermentum  iotam  massam  corrum- 
pit,  dice  :  «Male  in  noslris  codicibus  habelur,  el  sen- 
))sum  poliüs  inlerpres  suum  quam  verba  Aposloli  Irans- 

))lulil.)) 

Ilcm  ,  de  aquellas  palabras  de  la  Vulgata  Ad  cphe- 
sios ,  4.°,  Qui  desperantes  semetipsos  tradiderunt  im~ 
■pudicitiae,  dice  san  Hierónimo  :  «  Aliler  in  graeco  le- 
))gilur,  non  enim  despcranl  gentes  nequáquam  sen- 
"tienles  ruinam  suam ,  sed  tamqaam  besliae  secunduin 
))carnem  ruunt.  Pro  desperantes  igiUir,  si  volumus 
))verbum  e  verbo  cxprimere,  legere  possumus  indolen- 
nles.»  Referí  Driedon,  lib.  ii  De  eccles.  dogm.,  fo- 
lio 3o. 

En  el  primer  diálogo  conlra  Pelagio,  acerca  de  aque- 
llas palabras  del  .Vpóslol  que  están  en  la  Vulgata,  Opor- 
tct  episcopum  esse  docilem,  dice  :  ((Non  docilcm  ul  in- 
))terprelalur  latina  siniplicitas,  sed  qui  possit  docere.» 

En  el  mismo  diálogo,  en  aquellas  palabras  ilel  Apijs- 
tol ,  Oportet  episcopum  esse  sobrium,  dice  :  «Sive  ut 
«meliüs  in  graeco  habelur  vigilantem.)> 

San  Agustín  en  muchos  lugares  ñola  lo  mismo  ;  esto 
es ,  que  pudieran  y  debieran  estar  mejor  y  mas  cómo- 
damente traducidos.  Pondré  a(juí  los  que  se  me  ofre- 
cieren. 

En  la  epístola  .'.iO  (r)  Ad  Paulinmn ,  acerca  de 
atpiello  ípie  está  en  la  Vulgala  en  la  epíslola  1."  Ad 
Thimot.,  cap.  2.",  Obsecro  itaque  primum  omniíim 
fieri ,  desdice  :  «Sccundum  graecum  eloquium  dis- 
))Cernenda  sunt.  Nam  noslrí  inlerprelcs  vix  reperiun- 
»tur,  (jui  ea  diligenler  el  scicnter  transferre  curave- 
»rint. )) 

En  el  mismo  libro,  capítido  13  (/") ,  d(!  aquello  que 
en  la  Vulgala  está  en  la  iiriiiicra  epístola  Ad  corint., 

{(/)  Fb,»t  Luis  dk  León  escribió  liumiiic,  pcru  subrajíi  esta  pala- 
bra para  indicar  (]ue  no  estaba  M'yuro  de  si  debía  leerse  fiomine  ü 
hvminihu.1. 

(e)  Esla  epístola  es  la  149  en  la  edición  de  los  padres  de  San 
Mauro. 

(fl  Se  rellere  al  libro  De  doclriim  chrisHana. 


CONTRA  FRAY 
cap.  1.',  Quod  stultum  estDei,  sapientius  est  homi- 
nibus,  dice  :  «  Illud  sapientius  est  hominibus ,  non 
wcaret  ambiguo,  etiam  si  soloecismo  careat.  Meliüs  ita- 
wque  dicilur  itíi  sapientius  est  quam  honiines ,  fortius 
«est  quaní  liomines.» 

En  el  salmo  67,  en  aquellas  palabras  de  la  Yulgata, 
/Elhiopia  praeveniet  manus  ejus ,  dice  :  «Mallem  au- 
•Mtem  ut  latini  interpretes  sic  transtulissent :  .-Ethiopia 
wpreveniet  manus  suas,  quam  manus  ejus  :  et  salva 
wverilate  sic  fieri  posset ,  quia  in  graeca  lingua  id  pro- 
«nomen  non  solura  ejus,  sed  etiam  suam  significat.» 

En  el  salmo  7Í,  en  aquello  de  la  Yulgata,  In  aeter- 
num  et  in  saeculum  saeculi,  dice  :  (lEt  forte  commo- 
wdiíis  diceretur,  in  saeculum  et  in  saeculum  saeculi.  » 

En  el  salmo  87,  en  aquellas  palabras  Posuerunt  me 
in  lacu  inferiorí,  dice  :  «Vel  potiíis  in  lacu  ínfimo. 
))Sic  enim  est  in  graeco.  » 

En  el  mismo  salmo,  en  aquellas  palabras  In  me  con- 
firmatus  est  furor  tuus ,  dice  :  «Tolerabiliüs  indig- 
onationeni  dixerim  ,  quam  furorem.  Furor  quippe  si- 
))cut  se  latinum  babet  eloquium  non  solet  esse  sano- 
wrum.» 

En  el  salmo  89,  en  aquellas  palabras  A  saeculo  us- 
que  in  saeculum  tu  est ,  dice  :  «  Convenientiíis  dice- 
wretur  ab  aeterno  usque  in  aetertium.n 

En  el  salmo  104,  en  aquellas  palabras  Quaerite 
Deum  et  confirmamini  ,  él  lee  conforlamini ,  y  aña- 
de :  «Hoc  enim  de  graeco  expressiüs  interpretatum 
west. » 

En  el  mismo ,  aquellas  palabras  Eloquium  Domini 
inflammavit  eum ,  dice  :  «  Vel  quod  magis  de  graeco 
«expressum  est ,  et  alii  códices  liabent ,  eloquium  Do- 
»mini  ignivit  eum.n 

En  el  mismo,  en  aquello  Et  senes  ejus  prudentiam 
doceret,  dice  :  u  Quod  omninó  ad  verbum  ita  dici  opor- 
wluit,  et  séniores  ejus  sapientes  faceret. iy 

En  el  salmo  103,  en  aquello  Citó  fecerunt ,  obliti 
sunt,  dice  :  «Alii  códices  inlelligibiliiis  liabent,  fes- 
•Dlinaverunt ,  obliti  sunt  operum,  etc. 

En  el  niismo  ,  en  aquello  Et  fornicati  sunt  in  adin- 
ventionibus  suis  ,  dice  y  prueba  que  se  habia  de  tras- 
ladar in  studiis  suis. 

En  el  salmo  118,  en  aquello  Tota  die  meditatio 
mea  est,  dice  :  «Vel  potius  sicut  graeci  habent  oten 
))ten  emeran  {a),  ubi  magis  continualio  meditationis 
wexprimilur.  Id  intelligitur  per  omne  tempus,  id  est 
wsemper. » 

En  el  mismo  salmo ,  en  aquello  Anima  mea  in  ma- 
nibus  meis,  etc.,  dice  :  «NonnuUi  códices  habent  in 
nmanibus  meis ;  sed  plures ,  in  tuis ,  et  hoc  planum 
«est.»  Y  mas  abajo  :  a  Anima  mea  in  manibus  meis, 
)jquomodo  intelligatur,  ignoro.» 

En  el  mismo,  en  aquello  Conjige  timore  tuo  car- 
nes meas,  lee :  «Confige  clavis  íi  timore  tuo  carnes;»  y 
añade :  «  Sic  enim  expressiüs  interpretati  sunt  quidam 
wnoslri ,  quod  graecé  uno  verbo  dicitur,  etc.» 

En  el  mismo,  en  aquello  Tempus  faciendi  Domi- 
ne, eíc. ,  dice  :  «  Tempus  faciendi  Domino,  id  enim 
«plures  códices  habent ,  non  ut  quidam ,  Domine.» 

;«)  Estas  palabras  vn  el  original  se  hallan  con  caracteres  grie- 
gos. 


LUIS  DE  LEÓN.  cvii 

San  Ambrosio,  lib.  n  De  Spirita  Sancto,  capítu- 
lo o."  (6),  aquello  de  la  Yulgata,  Ad  philipp.,  capitu- 
lo 3.°,  Qui  spiritu  servimus  (c)  Deo ,  dice  que  es  li- 
ción corrompida  por  los  herejes  que  negaban  la  divini- 
dad del  Espíritu  Santo,  y  que  la  letra  verdadera  es,  qui 
spiritui  J)ei  servimus. 

San  Hilario,  ni  mas  ni  menos,  en  diversos  lugares  de 
los  salmos ,  afirma  y  enseña  que  lo  que  leemos  agora  en 
la  Yulgata  en  aquellos  lugares,  está  menos  bien  trasla- 
dado ;  en  unas  parles  escuro,  y  en  otras  no  tan  signi- 
ficante ni  con  tanta  propriedad  y  conformidad  como 
debiera.  Pondré  aquí  los  que  agora  se  me  ofrecen. 

En  el  salmo  6o,  en  aquello  Qui  dominabitur,  etc., 
dice :  «Sed  ut  in  pluribus,  nunc  quoquo  latinitas  nos- 
))t.ra  non  satis  proprié  signilicationem  dicLi  graeci  elo- 
wquuta  est.  Quod  enim  nobiscum  scribitur,  qui  domi- 
nnabitur  in  virtule  sua  in  adernum,  graeci,  etc.» 

En  el  mismo,  poco  mas  abajo,  dice  :  «Yerum  et 
»hic  latinitas  noslra  proprietatem  dicti  in  translatione 
»non  reddidit.» 

En  el  salmo  66,  en  aquello  Ut  cognoscamus  in  térra 

viam  tuam ,  dice  :  «Quod  in  latinis  libris  scriplum 

»est,  ut  cognoscamus,  in  graecis  est  tou  gnonai  ((/).  id 

«differt ,  quod  sino  personae  defiíiitioiie  est  gnonai  (e) ; 

I   ))ut  cognoscamus  autem,  ipsos  eos  qui  haec  loquun- 

I   »tur  ostendit,  quia  secundum  veram  graecitatis  trans- 

I   »lationem  id  praccatur,  ut  cognita  fiat  in  Ierra  Dei 

Mvia.» 

En  el  salmo  67,  en  aquello  Rex  virtutum  dilec- 
ti,  etc.,  dice  :  «Laboriosiús  autem  id  etobscuriüs,  dum 
wcollocationes  verborum  non  demutat,  translatio  latina 
»declarat :  ceterüm  absolutiíis  totum  hoc  sermone  grae- 
))C0  enuntiatiis  eloquitur.» 

En  el  mismo,  en  aquello  Deus  nosler,  Deus  salvos 
faciendi,  dice  :  (c Id  enim  hisvnrbis,  quae  latiné  mi- 
«niis  expressé  atque  absoluté  Iranslata  sunt,  contine- 
»tur.  Admonuimus,  enim,  superius,  plerumque  inter- 
opretes  cunctos,  dura  collocationem  ordinemque  ver- 
wborum  domutare  ac  temperare  non  audent,  minus  di- 
»lucidé  proprietatem  declarasse  dictorum.» 

En  el  salmo  118,  en  aquello  Viam  mandatorum 
tuorum  cucurri ,  de  illo  quod  in  proverbiis  scribitur 
Sapientia  in  foribus  clamitat ,  dice  :  «Yerbi  itaque 
»haec  latinitas  nostra  vel  obscuritatem  nobis  afl'ert, 
»vel  alterius  intelligentiae  opinionem  praebet.» 

En  el  mismo,  en  aquellas  palabras  Legem  pone  mihi 
Domine,  dice  :  «Sed  ralionem  consequi  versus  hujus 
))ex  latina  inlerpretatione  difficile  est.» 

En  el  mismo ,  en  aquello  In  aeternum  Domine  ver- 
bum tuum  permanet  in  coelo,  dice  :  «Latina  interpre- 
»latio  ambigua  est,  et  minüs  propria  significatione 
«transtulit.» 
En  el  mismo,  en  aquello  Omnis  consummationis 
I  vidi  finem,  dice  :  «Frequenter  advertimus ,  non  posse 
I   »satisfaclionem  intelligentiae  ex  latinilatis  translatione 
j   «praestari.  Alia  enim  vis  dicti  hujus  est  ex  graeco 
I   »enuntiati.» 

(h)  Fray  Llis  de  León  escribió  capitulo  G. 

(c)  Servivimus  escribió  fray  Lais  de  León. 
I       (d)  Esta  palabra  en  el  original  está  escrita  en  caracteres  griegos, 
I       [C)  Lo  mismo. 


cvni 

En  el  mismo,  en  aquello  Conprfe  timore  tuo  carnes 
meas,  dice  :  «El  minore  istud  dicti  virtute  latinita- 
')tis  transialio  oloqnufa  esl.» 

En  el  mismo,  en  Vi(\\xú\úlrjnitum  cloquinm  tuum,  etc., 
<lice  :  «Non  expliciiil  proprielalem  vorbi  Inijus  latini- 
"talis  Iranslaiio. » 

En  el  salmo  130,  en  aquello  Xec  elati  sunt  ocidi 
y^mei,  dice  :  «Aüa  istud  proprietate  graecitas  eloquuta 
»est.)) 

En  el  salmo  138,  en  aquello  SfmUam  mearn  et  fu- 
nicutum  meum  investigasti ,  etc.,  dice  :  «Id  namque 
«quod  nobiscum  est  semita,  alia  virtute  atque  intelli- 
wgontia  in  írraecis  est.» 

Fray  Luis  de  León  continúa  lotla\ia  cilamlo  muclios  pa- 
siijes  de  aiUoros  católicos,  que  suprimimos  en  gracia  de 
li)s  lectores.  Mas  para  los  tpie  quieran  consullarlos,  los 
ponemos  aqui  por  el  orden  en  (jue  los  acola  ,  y  son  :  anles 
del  concilio  de  Trenlo,  Mario  Victorino,  Nicolás  de  Lira,  el 
burgense,  Au.^usüno  Stenclio.  Después  del  concilio  de 
Trente,  el  maestro  fray  Andrés  de  Vega,  el  cardenal  Sa- 
dolelo,  Driedon ,  Sixto  Seríense,  Lindano,  Tiletano  y  el 
maestro  Cano. 

Luego  concluye  el  maestro  León  su  defensa  en  estos 
lérminos  : 

Al  juicio  deslos  que  escribieron  se  junta  el  parecer 
y  lirmas  que  tengo  presentadas  del  doctor  Ralbas ,  y 
del  doctor  Velasquez  y  narriovero,  y  de  los  maestros 
fray  Lorenzo  de  Villavicencio  y  fray  Alonso  de  la  Cruz, 
los  cuales,  vista  la  mi  dicha  leclura  ,  la  apriioban,  y 
señaladamente  en  estas  proposiciones  no  notan  palabra 
ninguna  que  se  haya  de  mudar  ó  añadir,  ó  quitar  ó  de- 
clarar. Júntase  tandden  á  eslo^  el  parecer  del  arzobis- 
po de  Granad.a,  el  cual,  como  consta  del  dicho  de  fray 
Hernando  de  Peralta,  que  está  en  este  proceso,  y  de  las 
cartas  del  mismo  que  tengo  presentadas,  dice  que  es 
probable  y  opinable  loilo  lo  que  digo  en  la  mi  dicha 
lectura  y  escrito. 

De  todo  locual  se  collige  evidonlenienle  (pie  decir  que 
en  la  Vulgata  hay  algunos  lugares  que  se  pudieran  tra- 
ducir mas  clara  y  cóniodamenle  y  con  mas  propiedad, 
y  por  consiguiente,  (pie  ni  el  Espíritu  Santo  dic!ó 
cada  [lalabra  latina,  ni  es  irnposib!(!  mejorarla,  que 
son  las  propo>iciones  que  yo  leí ;  ansi  que  collígese  que 
decir  esto  es  decir  la  sentencia  común  de  hombres  doc- 
tísimos y  sanlisimos  que  escribieron  antes  del  concilio 
y  ílespue>  d<''! ;  y  rpic  la  aprobación  de  la  Vulgala  que 
liizoel  dicho  concilio,  según  el  enlendimienio  ile  cuan- 
loí  rloclos  y  católicos  después  di'-l  han  escrito  ,  es  de- 
rlarar,  noque  no  hay  en  ella  algunas  cosas  que  se  pue- 
dan mejonir  en  la  forma  quo  he  dicho ,  sino  que  no 
hay  m  ella  doctrina  falsa  ni  que  pueila  engendrar  error 
pfirnicioso ;  y  que  lodo  lo  que  loca  á  la  instrucción  y 
<Mie-!tiones  de  la  fe  y  costumbres  está  en  ella  liel  y 
ba>lan!emenle  trasladado,  y  í|ue  no  se  ha  de  desechar 
del  nsn  eclesiástico  introduciendo  al¡.'una  otra  en  su 
lugar.  Las  rúales  ro-as  toda»;  yo  lamliien  expresamente 
afirmo  y  confie-;o  en  la  mi  di(dta  leclura  ,  como  por  ella 
se  pareee  y  como  dicho  tengo.  V  aun  auailo  mas  que  lo- 
do-;, (pie  cuanto  loca  á  la  senlcncia,  loilas  cuantas  hay 
en  lo  que  es  Vulgaia  son  verdaderas  y  de  [>'.  Y  por  con- 
siguiente se  signe  que  ni  en  las  dichas  propo'^icionps 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  IXSTRT'IDO 


se  puede  poner  ninguna  mala  nota  do  falsedad,  ni  en 
mi  por  habellas  afirmado  alguna  mala  sospecha  ;  por- 
que, cuando  fueran  falsas,  afirmándolas  tantos  hombres 
doctos  y  calólicos,  y  no  habiendo,  corno  no  hay  ,  de- 
claración del  concilio  por  la  silla  apostólica  contraria 
ni  diferente  de  lo  que  los  autores  dichos  declaran  ,  yo 
las  pude  opinar  iirobablemente,  sometiendo  mi  opinión 
á  la  censura  de  la  Iglesia,  como  lo  hice;  mayormente 
que  de  lo  dicho  se  sigue,  no  solo  que  son  opinables, 
sino  que  son  ansí  verdaderas  las  dichas  proposiciones, 
que  decir  lo  contrario  dolías,  esto  es,  que  no  hay  nin- 
guna cosa  en  la  Vulgala  que  se  pueda  trasladar  ni  mas 
clara  ni  mas  cómodamente  ,  ni  que  menos  recibe  me- 
joría alguna,  y  que  el  Espíritu  Santo  dictó  cada  una 
do  las  palabras  latinas  que  puso  san  Hierónimo  en  ella, 
son  proposiciones ,  á  lo  que  parece ,  temerarias,  porque 
contradicen  á  lodo  el  torrente  de  los  doctores  antiguos 
y  modernos,  santos  y  no  santos,  ansí  los  que  precedie- 
ron al  concilio  como  los  que  se  siguieron  después.  Y 
con  ser  esto  ansi,  son  tantos  mis  pecados,  que  los  que 
acusándome  muestran  afirmar  esta  temeridad  están  li- 
bres y  honrados  ,  y  yo  porque  enseñó  una  verdad  llana 
y  coinun  estoy  preso,  y  en  el  juicio  de  muchos  mal 
notado.  Rendito  sea  Jesucristo ,  que  en  todo  me  hace 
lanía  merced.—  Frajj  Luis  de  León. 

A  continuación  so  Ice  : 

«Lleva  treiiila  é  dos  fojas  de  papel  escripias  con 

esta.') 

V  sigue  la  riibrica  del  secretario  Monago. 

NOTADK  FRAY  I.CIS  DE  I.EON  ,  ESCRITA  DE  SU  MANO,  DIRIGIDA 
AI.  l'ADUE  MAKSTRO  MANCIO,  SU  PATRO.NO ;  VAI.LADOLID,  Á  iíO 
DI\S  DE  MARZO  DE  lo75. 

Muy  reverendo  padre  maestro  :  Acerca  de  lo  que 
habemos  Iractado ,  suplico  á  vuestra  palernidad  ad- 
vierla  á  esto. 

Los  doctores  Ralbas  y  Velasquez  aprueban  lodo  lo 
contenido  en  este  cuaderno  mío  de  la  Vulgala,  que 
vuestra  [laternidad  ha  visto.  Solo  advierten,  acerca  de 
las  soluciones  de  los  argumentos,  que  así  es  verdad  lo 
que  en  ellas  se  dice,  que  se  entienda  siempre  que  cuan- 
to á  la  sentencia  lodo  lo  que  es  verdaderamente  Vul- 
gala está  fiel  y  verdadero  como  la  misma  escritura  ori- 
ginal de  donde  se  sacó;  y  vuestra  palernidad  confiesa 
que  lodo  lo  contenido  en  el  dicho  cuaderno  es  verda- 
dero, enlendii'iidolo  siempre  debajo  desta  verdad  ;  la 
cual  verdad  yo  la  confieso,  y  siempre  confesí?  y  decla- 
iv.  V  para  (pie  se  vea  ser  ansi ,  digo  dos  cosas. 

Lo  primero,  eierlo  es  que  esta  sobredicha  verdad  yo 
no  la  nie.i^'o  en  el  iljclio  pap<;l  y  cuaderno  expresamen- 
te, ni  menos  digo  palabras  de  las  cuales  se  siga  en 
buena  consecuencia  que  la  niego.  Que  no  la  niego  ex- 
presamente es  evidenle,  leyendo  el  dicho  papel ,  y  pa- 
rece tambi(>n  ser  ansí  por  el  testimonio  de  los  sobre- 
dichos doctores;  porque  si  yo  negara  que  toda  la  Vul- 
gala ciianlo  á  la  sentencia  es  liel  ,  cosa  de  reír  fuera 
ailverlir  loque  advierten,  sino  loque  hicieran  fuera 
condenar  la  jiroposicion  ó  [lalabras  donde  yo  negaba  la 
diciía  verdad.  ,\nsí  que,  yo  no  la  niego  expresamente, 


CONTRA  FRAY 

n¡  menos  digo  palabras  de  donde  en  buena  consecuen- 
cia se  siga  que  la  niego ;  ponjue  cuando  digo  en  la 
sexta  pi-o[»osic¡on  que  algunas  cosas  se  pudieran  tras- 
ladar mas  sigüificaiilcmenlo,  claro  es  que  no  hablo  de 
sentencia  ,  sino  de  mayor  ó  menor  signiíicacioii  de  pa- 
labras. Y  cuando  digo  en  la  sétima  pro[>os¡cion  (juo  no 
usó  de  espíritu  prot'ótico  el  intérprete,  porque  se  en- 
tendiese que  yo  hablaba  cuanto  á  las  palabras,  y  no 
cuanto  á  la  sentencia ,  añadí  luego  inmediatamente  que 
el  Espíritu  Santo  no  le  dictó  al  intérprete  cada  una  de 
las  palabras  latinas  que  puso  como  las  dictó  a  Moisés  o 
á  san  Pablo.  Y  en  una  solución  de  un  argumento,  don- 
de digo  que  aunque  la  Vulgata  no  respondiera  en  todo 
con  el  original,  no  por  eso  se  seguia  que  la  Iglesia  no 
tenia  verdadera  Sagrada  Escritura,  no  afirmo,  como  es 
notorio,  ni  me  pasó  por  el  pensamiento  afirmar,  (jue  lo 
que  es  Vulgata  en  alguna  parte  no  responde  en  sen- 
tencia con  el  verdadero  original ,  sino  hablo  condicio- 
nalmente,  como  las  palabras  lo  suenan,  tomadas  en  lo- 
do su  rigor.  Y  digo  que,  aun  puesto  por  caso  que  fuese 
ansí ,  no  se  sigue  en  buena  consecuencia  lo  que  infiere 
el  argumento,  como  vuesti-a  paternidad  sabe  que  es  uso 
ordinario  de  responder  en  las  escuelas.  Y  en  otra  solu- 
ción, donde  digo  que  todos  los  testimonios  (jue  citan  los 
concilios  y  papas,  de  la  Vulgata,  por  el  mismo  caso  ha- 
bemos  de  estar  ciertos  que  son  verdadera  Escriptura, 
aquello  que  digo  es  verdad  cierta,  y  del  la  no  se  sigue 
en  ningún  rigor  lógico  que  los  demás  que  no  citan  no 
'sean  Sagrada  Escritura,  ni  yo  lo  quise  decir. 

Digo,  lo  segundo,  que  la  sobredicha  verdad,  no  solo 
no  la  niego  ni  expresa  ni  virtualmente ,  sino  antes  la 
confieso  abiertamente  en  el  dicho  papel ,  cuanto  basta 
para  entre  hombres  cristianos  y  iguales',  y  no  malicio- 
sos y  apasionados. 

Porque  todas  las  sentencias  de  la  Vulgata,  ó  son 
sentencias  con  las  que  se  conforman  las  cosas  de  fe  ó 
costumbres  ,  ó  otras  que  no  pertenecen  á  este  género. 
De  la-;  primeras  digo  expresamente  en  el  dicho  papel 
que  todo  lo  que  toca  al  negocio  de  la  fe  y  costumbres 
está  ni  mas  ni  menos  que  en  el  verdadero  original,  que 
es  decir  que  es  infalible,  como  lo  es  él. 

Destas  mismas  sentencias  y  de  todas  las  demás  digo 
én  la  última  proposición  que  el  concilio,  determinando 
que  la  Vulgata  es  auténtica,  determinó  que  cuanto  á  la 
sentencia,  toda  ella  es  verdadera,  sin  haber  en  ella  nin- 
guna sentencia  que  no  lo  fuese;  y  decir  esto  es  decir 
claramente  que,  cuanto  á  la  sentencia,  todo  lo  que  se 
dice  en  ella,  desde  lo  mayor  basla  lo  menor,  es  de  fe  y 
infalible,  pues  digo  que  el  concilio  determinó  que  todo 
ello  era  verdadero. 

Demás  de  que ,  confesar,  como  alli  confieso ,  que 
cuanto  á  la  sentencia  toda  esta  traslación  es  traslación 
verdadera,  es  confesar  que  todas  ellas  responden  fiel- 
mente con  el  verdadero  original  y  tienen  la  misma  au- 
toridad que  él ,  porque  el  ser  verdadera  una  traslación, 
hablando  propia  y  formalmente ,  no  es  otra  cosa  sino 
ser  fiel  y  responder  bien  con  su  original ,  como  es  no- 
torio. Por  lo  cual ,  cuando  en  algunas  palabras  de  las 
que  digo  en  aquel  papel  pareciera  haber  duda  acerca 
desto,  que  es  si  hablaban  de  la  sentencia  ó  de  la  frasis  y 
palabras ,  cosa  cierta  es  que  se  hablan  de  entender  con- 


LUIS  DE  LEÓN.  cix 

forme  á  lo  que  en  las  dichas  dos  parles  declaro,  que 
era  el  lugar  propio  donde  se  habia  de  declarar.  Y  ansí, 
si  los  dos  sobredichos  doctores  advirtieron  que  se  en- 
tendiese en  todo  aquello  esta  verdad,  advirtiéronlo  por 
su  mayor  satisfacción ;  pero  no  porque  entendiesen  que 
yo,  ó  negaba  la  dicha  verdad  ó  no  la  confesaba  bastan- 
temente en  su  proprio  lugar  ;  y  ansi,  los  demás  que  afir- 
maron y  aprobaron  el  dicho  papel  no  usaron  de  la  di- 
cha advertencia,  porque  vieron  que  yo  lo  declaraba 
bastantemente  en  el  lugar  adonde  era  necesario  y  con- 
venía. 

Demás  desto, vuestra  paternidad  confiesa,  y  es  ansi, 
que  yo  doy  á  la  Vulgata  todo  lo  que  le  da  el  maestro 
Gano,  y  que  él  le  tía  mas  que  ninguno  de  cuantos  ca- 
tólicos han  escrito  acerca  dello  después  del  concilio; 
por  manera  que  quien  sigue  á  Cano  da  á  la  Vulgata  lo 
que  le  dan  todos  los  doctores  católicos  que  han  escrito 
después  de  visto  el  concilio. 

Pues  yo  digo  ansí  :  Si  yo  doy  á  la  Vulgata  todo  lo 
que  le  dan  todos  los  escritores  católicos,  y  entiendo  el 
concilio  como  el  que  mas  en  su  favor  le  entiende,  si- 
gúese evidentemente  que  no  tuve  ni  tengo  culpa  algu- 
na en  ello,  ni  merezco  por  ello  ninguna  mala  nota,  si- 
no que  lo  pude  opinar  probablemente,  subjelando  mi 
juicio  á  la  Iglesia,  como  lo  hice;  porque  menos  núme- 
ro de  doctores,  auiupie  hubieran  otros  escrito  en  con- 
tra, bastaba  para  hacer  opinión  probable,  y  no  ha- 
biendo ninguno  en  contra,  lo  hace  mas  que  probable; 
porque  el  concilio  no  dice  mas  de  que  la  tengamos  por 
auténtica,  lo  cual  todos  lo  confesamos  y  decimos.  Pero 
porque  esta  palabra  autentica  es  palabra  que  recibe 
muchos  sentidos,  los  doctores  católicos,  declarándola, 
se  dividen  en  diversos  pareceres ,  entendiendo  por  ella 
unos  mas  y  otros  menos.  Y  yo  la  entendí  en  el  sentido 
mas  favorable  á  la  Vulgata  de  cuantos  dan  los  que  han 
escrito,  ó  por  decir  venlad ,  yo  la  declaré  mas  favora- 
blemente que  ninguno  de  los  que  han  escrito,  porque 
Cano,  que  es  el  que  mas,  dice  que  por  auténtica  quiso 
entender  que  es  verdadera  y  cierta  en  todas  las  cosas 
que  pertenecen  á  la  dilinicion  de  le  y  costumbres ;  y 
yo  afirmo  que  por  auléntica  entendió  y  determinó  que 
era  verdadera  y  cierta  en  todas  sus  sentencias,  cuantas 
en  ella  hay,  sin  exceptar  ninguna,  ó  pertenezcan  á  la 
definición  de  la  fe  ó  no.  Y  ansí,  es  evidente  que  mi  sen- 
tido es  mas  favorable  á  la  Vulgata  que  la  de  ninguno 
do  cuantos  han  escrito. — Fray  Luis  de  León. 

Después  de  este  largo  alegato  signen  las  calificaciones 
del  maestro  Malicio  sobre  las  proposiciones  del  acusado 
acerca  de  la  autoridad  de  la  Válgala.  Maiicio  Iiahia  sido 
nombrado  caiiiicador  |)ür  el  uiisuio  frav  Luis;  asi  que, 
puso  este  un  decidido  enipeoo  en  refulariay  al  efecto  es- 
cribió los  siguientes  pedimentos  : 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO  V 
PRESENTADO  Á  4-  DE  MAYO  DE  Í0~li  ,  ALEGANDO  DE  NUEVO 
SOBRE  LO  DE  LA  VULGATA  Y  LAS  TREINTA  PROPOSICIONES. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Olicio ,  di- 
go :  Que  por  vuestras  mercedes  me  fué  becho  cargo  de 
una  lectura  mía  acerca  de  la  Vulgata,  que  presenté  en 
este  juicio  antes  de  mi  prisión,  adonde  un  teólogo  con- 


ex 

sultor  notó  cierta?  proposiciones ,  y  juntamente  de 
otras  proposiciones  que  se  decian  resultar  de  la  pro- 
banza que  hay  contra  mí ;  de  las  cuales  proposiciones, 
habiéndolas  visto  el  maestro  .Mancio,nii  patrón,  apro- 
bó todas  aquellas  que  yo  confieso  y  en  este  proceso  se 
prueba  haber  yo  dicho.  Y  acerca  dellas  suplico  á  vues- 
tras mercedes  sean  servidos  de  advertir  lo  siguiente  : 
Acerca  de  la  dicha  lectura  de  la  Vulgata  se  ha  de 
advertir  :  lo  uno ,  que  cuando  la  leí  subjecté  todo  lo 
que  en  ella  se  dice  á  la  censura  de  la  Iglesia  de  Roma  y 
al  parecer  de  los  hombres  católicos  y  doctos,  como  por 
ella  parece.  Lo  otro,  que  no  hubo  escándalo  en  ella; 
antes  pareció  muy  bien  generalmente  á  toda  la  escuela 
y  á  todos  los  maestros  teólogos  della,  delante  de  los 
cuales  se  trató  y  disputó  en  un  acto  en  que  se  sustentó 
poco  después  que  yo  la  leí,  como  deste  proceso  cons- 
ta; y  dello  es  argumento  que  convence,  ver  que  ningu- 
no de  los  que  la  oyeron  entonces  denunció  della  en  este 
jin"cio;  porque  la  denunciación  que  hizo  el  maestro 
Medina  fué  cuatro  años  después  (jue  yo  la  leí ,  y  fué 
por  las  causas  de  enemistad  que  entre  él  y  mí  hay  y 
constan  deste  proceso;  y  depuso  de  lo  que  él  no  oyó  ni 
vio,  porque  cuando  yo  leí  la  dicha  letura  y  la  sustenté 
no  era  maestro  el  dicho  Medina,  ni  aun  estaba  en  Sa- 
lamanca ,  sino  depuso  de  lo  que  fingió  que  oíros  le  hn- 
bian  dicho;  y  ansí,  ninguno  de  los  que  deponen  de 
vista  contestan  en  esto  con  él,  ni  dan  muestra  de  ha- 
ber habido  escándalo,  como  de  hecho  no  le  hubo,  ni 
liubiera  ninguno  que  ni  en  esto  ni  en  cosa  otra  alguna 
denunciara  de  mí,  si  no  hubiera  sido  solicitado  y  per- 
suadido y  escandalizado  por  orden  del  dicho  Medina, 
como  está  probado  en  este  proceso.  Lo  otro  que  se  ha 
de  advertir  es,  que  yo  presenté  un  mes  antes  de  mi 
prisión ,  y  sujeté  ,  ansí  esto  como  lo  demás  de  mi  doc- 
trina y  persona,  á  la  censura  deste  juicio,  sin  ser  lla- 
mado ni  citado  ni  cargado  en  cosa  alguna  por  parle  de 
vuestras  mercedes.  Lo  otro,  (]ue  lo  que  en  la  dicha  le- 
tui*a  se  dice  no  es  invención  mía,  sino  la  sentencia  de 
lodos  los  hombres  católicos  y  doctos  que  han  escrito 
acerca  desto  antes  y  después  del  concilio  de  Trento, 
que  son:  san  Hicrónimo,  san  Augustin,  san  Hilario,  san 
Tcdoreto,  Marco  Victorino,  Lirano,  Burgense,  Augus- 
tino  Eugubinu,  Vega,  Driedoii,  Sadoieio,  Lindano,  Ti- 
Ictano,  Cano,  Sixto  Senense,  como,  en  la  defensa  dello 
que  tengo  presentada  c:i  este  [iroceso  parece,  adonde 
al  fin  se  alegan  las  palabras  deslos  doctores  y  los  luga- 
res de  sus  obras  donde  las  dicen.  V  ansí,  cuando  en 
filio  hubiera  engaño,  yo  me  jiudiera  engañar  siguién- 
doles conforme  ú  razón  y  á  derecho,  sin  culpa  alguna 
y  sin  sospecha  della,  como  es  notorio  y  evidente,  por- 
que para  hacer  opinión  probalile  basta  la  sentencia  de 
dos  ó  Ires  doctores  jíraves  y  clásicos,  come»  se  llaman 
en  la  escufla ,  cuatito  ma-<  la  de  tantos  y  tan  notables 
(loclorcs  como  los  que  ten;.'o  alegados,  y  especialmente 
no  habienilo  doctor  ninguno  que  haya  escrito  lo  con- 
trario, corno  de  hecho  no  lo  hay.  l,o  otro  que  se  ha  de 
advertir  es,  que  demás  deslos  doctores  sftbredicbos,  á 
quien  seguí,  han  aprobailo  la  dicha  lectura,  como 
consta  deste  proceso,  muclios  otros  hombres  católicos 
y  doctos,  que  la  vieron  ilc-jiucs  y  pusieron  cu  ella  sus 
firmas,  y  entre  ellos  es  uno  el  arzobispo  de  Granada,  el 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


cual ,  solo  por  las  cualidades  de  su  persona  y  letras, 
bastaba  por  todos.  Y  últimamente,  el  dicho  maestro 
Mancio,  habiéndola  visto  muy  despacio  y  examinado 
cada  palabra  della,  en  última  resolución  la  aprobó  y 
firmó,  diciendo  que  era  verdadero  todo  lo  que  en  ella 
se  decía ,  como  se  entendiese  que  cuanto  á  la  senten- 
cia, la  Vulgata,  en  todas  sus  sentencias  generalmente, 
sin  exceptar  ninguna ,  es  verdadera  y  de  fe,  y  dijo  que 
esta  verdad  la  confieso  yo  en  la  dicha  lectura  bastan- 
temente para  los  hombres  doctos ,  y  que  siempre  en- 
tendió de  mí  y  me  oyó  decir  esta  dicha  verdad  clara  y 
abiertamente  ,  y  que  en  la  defensa  de  la  dicha  letura 
que  tengo  presentada  en  este  proceso,  y  él  vio,  lo  digo 
muy  claramente,  y  que  favorezco  en  la  dicha  letura  á 
la  Vulgata  mas  que  ningún  doctor  de  cuantos  él  ha  vis- 
to; el  cual  parecer  solo,  cuando  no  hubiera  ninguna 
cosa  de  las  sobredichas,  basta  para  que  vuestras  mer- 
cedes me  absuelvan  desla  demanda  y  acusación  y  me 
declaren  por  libre,  por  ser  de  hombre  tan  docto  y  de 
hábito  y  orden  que  tienen  competencias  con  la  mia,  y 
las  ha  tenido  conmigo,  como  es  notorio,  y  por  tal  lo 
alego.  Lo  otro  que  se  ha  de  advertir  es ,  que  en  la  di- 
cha letura,  no  solamente  doy  á  la  Vulgata  todo  aquello 
que  dan  los  doctores  sobredichos ,  sino  además  de  aque- 
llo, la  favorezco  y  declaro  mas  en  su  favor  el  concilio 
que  ninguno  dellos;  porque  los  sobredichos  doctores,  y 
el  que  dellos  favorece  mas  á  la  Vulgata,  solamente  di- 
ce que  en  todas  las  sentencias  della  que  pertenecen  á 
la  instrucción  de  la  fe  y  costumbres  está  fiel  y  cierta  y 
infalible ;  y  yo  en  la  dicha  letura  digo  lo  mismo  de  la 
Vulgata,  y  añado  mas :  que  en  todas  sus  sentencias  ge- 
neralmente, sin  exceptar  ninguna,  es  verdadera  y  de- 
finida por  tal  por  el  concilio,  y  por  consiguiente ,  digo 
que  todas  sus  sentencias  son  ciertas  y  de  fe,  lo  cual 
ninguno  de  cuantos  han  escrito  había  dicho,  y  yo  fui 
el  primero  que  [lúblicamcntcme  alargué  á  dar  este  fa- 
vor á  la  Vulgata  y  á  enseñar  esta  verdad ,  como  el  di- 
cho maestro  Mancio  confesó  en  el  dicho  su  parecer. 

Y  cuanto  á  lo  que  el  dicho  maestro  Mancio  dice  en 
el  dicho  parecer,  que  en  la  mi  dicha  letura  yo  declaro 
esta  verdad  (pie  acabo  de  decir  bastantemente  para  los 
hombres  doctos,  digo,  lo  primero,  (jue  la  dicha  letura  no 
se  predicó  en  pulpito  al  vulgo  ignorante  ,  sino  se  leyó 
en  las  escuelas  á  gente  que  profesa  letras  y  que  van 
muy  adelante  en  ellas,  y  que  lo  que  no  entienden  lo 
preguntan  luego  al  lector  en  acabando  de  leer.  Lo  se- 
gundo, digo  que  en  la  dicha  letura  están  solas  las  pa- 
labras que  yo  dije  dictando;  y  cierta  cosa  es  que  el 
lector  que  dicta,  después  ipie  le  han  escrito  y  mientras 
le  escriben  los  oyentes,  declara  aquello  que  dicta  por 
mas  copiosas  palabras  y  por  muchas  y  diferentes  ma- 
neras, y  ansí  lo  hacia  yo  sienqire,  como  es  notorio  en 
aquella  escuela.  Y  ansí,  decir  el  maestro  Mancio  que 
en  la  dicha  letura  está  declarada  la  dicha  verdad  por 
mí  bastantemente  para  hombres  doctos,  es  decir  que 
está  declarada  bastantemente  para  aquellos  con  quien 
trataba. 

Lo  tercero,  digo  que  yo  declaro  la  dicha  verdad  en 
la  dicha  letura  baslantemenle  ,  no  solo  para  los  doctos, 
sino  gcnei'almeiile  para  todos,  jionjue  en  ella  digo  por 
claras  palabras  (¡ue  el  concilio  cuando  llamó  ú  la  Vul- 


CONTRA  FRAY 

gata  auténtica,  determinó  y  definió  que  todas  cuantas 
sentencias  hay  en  ella,  sin  exceptar  ninguna,  son  ver- 
daderas. Y  decir  esto  es  lo  mismo  que  decir  que  todas 
las  sentencias della  son  de  fe  y  infalibles,  porque  ma- 
nifiesto es,  no  solo  á  los  doctos,  sino  á  todos  los  católicos 
generalmente,  que  loque  el  concilio  determina  por  ver- 
dadero es  de  fe ,  y  que  quien  dice  lo  uno  dice  lo  otro, 
y  en  la  escuela  no  hay  cosa  mas  notoria  que  esta ,  y 
ningún  lector  para  enseñar  que  alguna  cosa  es  de  fe  di- 
ce mas  que  decir  que  tal  ó  tal  concilio  la  determina  por 
verdadera.  Y  ansí,  el  dicho  maestro  Mancio,  en  una  de- 
claración que  hizo  después,  y  fué  el  Miércoles  Santo  en 
la  tarde,  confesó  y  firmóque  eran  evidencia  todas  estas 
tres  cosas:  la  una,  que  loqueel  concilio  determina  por 
verdadero  es  de  fe;  la  otra,  que  quien  confiesa  lo  pri- 
mero, confiesa  lo  segundo;  la  tercera,  que  yo  en  la  di- 
cha leturadigo  lo  primero,  y  por  consiguiente  lo  segun- 
do. Por  donde,  si  es  evidente  que  yo  declaro  esto,  como 
de  hecho  lo  es  y  el  dicho  Mancio  lo  confiesa ,  cosa  cla- 
ra es  que  yo  en  la  dicha  letura  declaro  la  dicha  ver- 
dad bastantenienlc  para  todos ,  doctos  y  no  doctos; 
porque  loque  se  dice  evidentemente,  bastantemente 
declara  para  todos ,  como  es  notorio. 

Lo  cuarto  y  último,  digo  que  cuando  yo  en  la  dicha 
letura  no  hubiera  declarado  la  dicha  verdad,  como  la 
declaro,  sino  que  caso  negado  dijera  solamente  que  la 
Vuigata  en  las  sentencias  que  tocan  á  la  fe  y  costum- 
bres es  cierta  é  infalible,  como  lo  dije,  y  no  añadiera, 
como  añado,  que  en  todas  sus  sentencias,  sin  exceptar 
ninguna,  es  verdadera,  y  definida  por  tal  en  el  conci- 
lio, digo  que,  conforme  á  derechoy  raMU,  no  incurrie- 
ra por  ello  en  culpa  ni  en  sospecha  della ,  ni  vuestras 
•mercedes,  conforme  á  justicia ,  pudieran  ponérmela, 
atento  á  que  todos  los  doctores  católicos  que  han  es- 
crito acerca  desto,  que  son  los  arriba  dichos,  no  dicen 
mas  de  aquello  primero,  que  es  que  la  Vuigata  en  las 
sentencias  que  pertenecen  á  la  instrucción  de  la  fe  y 
costumbres  es  fiel  y  cierta  y  definida  por  tal.  Y  nin- 
guno dellos  añade  lo  que  yo  añado ,  esto  es ,  que  en  to- 
das las  demás  sentencias  lo  es  también^  como  do  suses- 
criptos  se  parece  y  el  dicho  Mancio  lo  confiesa.  Por 
donde,  cuando  yo  me  contentara  con  decirlo  que  ellos 
dijeron,  tenia  por  mi  la  autoridad  de  todos  ellos,  la  cual, 
como  es  notorio,  bastaba  para  hacer  opinión  y  excusar 
de  toda  culpa  y  sospecha  al  que  los  siguiese.  Y  habien- 
do yo  dicho  lo  que  ellos  dicen ,  y  añadido  en  favor  de 
la  Vuigata  mas  de  lo  que  ninguno  dellos  añado ,  estoy 
tan  lejos  de  culpa  y  tan  libre  de  toda  mala  sospecha, 
que  no  solo  no  merezco  pena ,  antes  se  me  debe  pre- 
mio y  agradecimiento,  como  es  notorio.  Y  ansí  pido  y 
suplico  á  vuestras  mercedes  lo  declaren.  Y  esto  cuanto 
toca  á  la  dicha  lectura  de  la  Vuigata. 

Cuanto  á  las  demás  proposiciones  que  se  dicen  re- 
sultar de  los  testigos  que  el  fiscal  tiene  presentados  con- 
tra mí ; 

A  la  primera  digo  que  no  se  prueba  mas  de  como 
yo  la  confieso,  porque  solo  la  depone  el  testigo  pri- 
mero en  el  capítulo  2.",  y  depone  de  oídas,  y  nadie 
contesta  con  él ,  y  es  enemigo.  Como  yo  la  tengo  con- 
fesada, es  la  proposición  17  de  la  sobredicha  letura  de 
la  Vuigata,  y  es  verdadera  proposición,  y  como  tal  íir- 


LUIS  DE  LEÓN.  cxi 

mada  y  aprobada  del  dicho  Mancio  y  de  los  demás  doc- 
tores que  firmaron  la  dicha  letura,  sin  que  ninguno  no- 
I  tase  acerca  della  cosa  ninguna  que  se  debiese  ó  de  qu'- 
tar  ó  de  añadir  ó  declarar,  como  por  sus  firmas  consta. 
¡       La  2.''  proposición  ni  la  dije  ni  se  prueba.  Depónela 
I  solo  el  testigo  primero  en  el  capítulo  2.°  Depone  de  oi- 
I  das  y  nadie  contesta  con  él,  y  es  enemigo;  y  de  mi  lo- 
j  tura  consta  lo  contrario,  y  de  lo  demás  por  mí  alega- 
do en  el  escrito  de  bien  probado  en  el  capítulo  G.",  el 
cual  vuestras  mercedes  sean  servidos  de  ver. 

La  3.^  no  la  dije  ni  se  me  prueba,  antes  della  consta 
que  el  testigo  es  falso  y  enemigo.  Depónela  el  testigo 
primero  en  el  capítulo  4."  de  oídas  y  nombra  el  con- 
teste, el  cual,  habiendo  sido  examinado  por  vuestras 
mercedes,  no  contesta.  Manden  vuestras  mercedes  ver 
lo  que  digo  en  el  escrito  de  bien  probado  en  el  capí- 
tulo 1  i . 

La  4."  no  la  dije  ni  se  me  prueba;  es  solo  el  testigo 
primero  en  el  capítulo  8.°  de  oídas ,  y  nadie  contesta. 
Consta  mi  verdad  de  lo  alegado  en  el  sobrcdiclio  escrip- 
to  en  el  capítulo  G."  dél. 

La  o.''  es  verdadera  proposición,  como  yo  lo  he  mos- 
trado, y  por  tal  la  firmó  el  dicho  maestro  Mancio,  y 
está  firmada  y  pagada  por  buena  en  Vatablo  por  todos 
los  teólogos  de  Salamanca,  como  consta  deste  proceso 
y  de  sus  firmas ,  que  presenté  en  el  mes  de  diciem- 
bre ,  fin  del  año  73.  Vuestras  mercedes  lo  manden  ver. 

La  6.^  no  la  dije  rii  se  prueba.  Depónela  solo  el  tes- 
tigo tercero  en  el  capítulo  2."  Depone  dudosamente  y 
es  enemigo,  y  de  su  dicho  se  collige  lo  contrario.  Man- 
den vuestras  mercedes  ver  el  dicho  escrito  de  bien  pro- 
bado en  el  capítulo  12. 

La  7.''  díjela  en  la  forma  que  tengo  declarado  y  es 
evidentemente  verdadera;  y  ansí  lo  declaró  y  firmó  el 
maestro  Mancio;  y  decir  lo  contrario  no  carece  de  te- 
meridad. Depánela  solo  el  testigo  tercero  en  el  capítu- 
lo 3." 

La  8.^  es  burla  y  no  se  prueba.  Depónela  solo  el  tes- 
tigo tercero  en  el  capítulo  4."  Depónela  de  oídas ;  nadie 
contesta ;  es  enemigo.  Véase  el  escrito  de  bien  proba- 
do en  el  capítulo  12. 

La  9.^  en  la  primera  forma  no  la  dije  ni  se  prueba. 

Depónela  solo  el  testigo  tercero  en  el  capítulo  10;  es 
enemigo;  depone  generalmente.  En  la  segunda  forma 
es  la  proposición  8^  de  la  lectura  de  la  Vuigata,  y  los 
testigos  que  deponen  della  se  refieren  á  ladiclialectura, 
y  ansí  no  prueban  mas  de  lo  que  hay  en  ella.  Son  el  tes- 
tigo diez  en  el  capítulo  1.°  y  el  testigo  diez  y  seis  en  el 
capítulo  1."  y  2."  Como  está  en  la  dicha  lectura,  está 
aprobada  por  el  dicho  maestro  Mancio  y  por  todos  los 
demás  que  la  firmaron,  sin  ninguna  excepción  ó  adi- 
ción, como  deste  proceso  consta. 

La  10  no  la  dije  ni  se  prueba;  depónela  el  testigo 
tercero  en  el  capítulo  6.",  no  que  la  dije  y  afirmé,  sino 
que  la  disputé.  Leí  lo  contrario,  como  se  ve  por  mi  lec- 
tura, que  está  en  este  proceso.  Manden  vuestras  mer- 
cedes ver  mis  respuestas  á  estos  testigos  y  lo  que  digo 
en  el  escrito  de  bien  probado  acerca  desta  proposición. 
Piens9  que  es  el  capítulo  18. 

La  11  es  la  misma  que  la  5.*,  y  verdadera  como  ella, 
y  ansí  la  aprobó  el  maestro  Mancio. 


ex  II 

La  12  en  la  primera  forma  no  la  dije  ni  se  prueba; 
depónela  solo  el  testigo  cuarto  en  el  capítulo  1."  Hay 
con'ra  él  lo  por  mí  alegado  en  el  dicho  escrito  de  bien 
probadoen  el  capítulo  2."  En  la  segunda  formael  testigo 
que  la  depone  se  refiere  al  libro  de  \oi  Cantares,  donde 
dice  que  le  parece  qne  la  viú;es  el  testigo  noveno  en  el 
capítulo  I.";  no  prueba  mas  do  lo  que  hay  en  el  libro, 
y  lo  que  en  id  hay  está  aprobado  por  los  consultores  teó- 
iogos  que  vieron  y  examinaron  el  dicho  libro,  y  no  no- 
taron en  él  niesto  ni  otra  cosa;  y  también  está  aprobado 
por  el  dicho  maestro  Mancio,  que  vio  lo  que  allí  digo.  Y 
lo  que  allí  digo  cslá  firmado  y  aprobado  en  Vatablo,  y 
lo  dije  también  por  toda  la  facultad  de  tenlugía  de  Sa- 
lamanca, cuyas  firmas  presenté  en  el  diciembre,  fin 
del  año  73. 

La  13  no  la  dije  ni  se  prueba ,  y  ello  en  sí  trae  con- 
tradicción y  desatino.  Depónela  solo  el  testigo  cuarto 
en  el  capítulo  o.";  es  enemigo  y  loco,  y  depone  dudo- 
samente, y  hace  j»or  mí  todo  lo  alegado  en  el  escrito  de 
bien  probado  en  el  capítulo  6." 

La  I  i  no  se  prueba  mas  de  como  está  en  mi  lectu- 
ra, la  cual  tengo  presentada.  Viola  el  maestro  Mancio 
v  aprobóla.  Depónela  solo  el  testigo  4."  en  el  capítulo 
último;  dice  que  lo  leí. 

La  lo,  en  la  forma  que  la  dice  el  testigo,  no  la  dije 
ni  se  prueba.  Depónela  solo  el  testigo  quinto  en  el  ca- 
lȒtulo  3.";  dice  que  le  parece  que  lo  vio  en  mi  lectura. 
Prueba  solo  lo  que  hay  en  ella ,  y  lo  que  hay  en  ella  ha 
sido  visto  y  aprobado  por  los  consultores  teólogos  deste 
oficio,  y  el  maestro  Mancio  también  lo  aprobó;  y  es  así 
cierto,  que  lo  contrario  longo  por  error  en  la  fe. 

La  16  ni  la  dije  ni  se  prueba.  Depónela  el  mismo 
lesligo  duilosamenle  y  refiérese  ala  lectura,  la  cual  es- 
tá aprobada. 

La  17  es  la  misma  y  está  aprobada  por  verdadera. 
La  18  no  la  dije  ni  se  prueba.  Dícela  solo  el  testigo 
oclavode  oidas,  y  nombra  de  quién  lo  oyó,  y  no  contes- 
ta con  él. 

La  1!)  no  la  dije  ni  se  prueba.  Dícela  el  mismo  tes- 
tigo de  la  misma  manera,  de  oídas,  y  no  contesta  el 
conteste  nombrado. 

La  20  no  la  dije  ni  se  prueba.  Dicela  el  mismo  tes- 
ligo  en  la  forma  sobredicha. 

La  21  no  la  ilíje  ni  se  prueba.  Id  mismo  testigo  en 
.  I.'i  tnisfna  forma. 

La  22  no  se  jinieba  mas  de  como  está  en  mi  libro,  al 
cual  se  refiere  el  testigo,  que  es  el  noveno,  y  dice  que 
le  parece  que  lo  loyó  allí.  Lo  que  \o  allí  digo  es  muy 
liiferenle  y  cslá  aprobado  por  los  teólogos  consultores 
dfste  oficio,  que  lo  vieron,  y  ni  inas  ni  menos  por  el 
maestro  Mancio. 

La  23  es  verdadera,  y  ansí  la  firmó  el  maestro  Mancio. 
La  24  ¡irnébase  como  yo  la  ilije  y  está  en  mí  lec- 
tura ,  y  ansí  es  verdadera ,  y  el  maestro  Mancio  la  fir- 
mó |»or  muy  verisímil. 

La  2.'i  no  loca  á  la  fe  y  es  cosa  que  eslá  en  opinión, 
y  ansí  el  maestro  Mancio,  aumpie  es  de  otra  opinión, 
confesó  y  firmó i|ue  no  Iwa  á  la  fe  ni  meri'ce  m;da  no- 
ta, v  YO  la  leiiíro  por  opinión  imiy  probable,  y  fué  opi- 
nión del  maestro  Vieloría. 

La  26  ningún  le, tigu  la  di'|poiie  de  mi,   porque  e! 


EXTR.\CTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


testigo  trece,  que  es  el  que  la  dice,  no  dice  que  yo  la 
decía,  sino  que  le  dije  que  la  decía  el  maestro  Graja!; 
y  demás  desto,  como  firmó  el  maestro  Mancio,  es  cosa 
que  está  en  opinión. 

La  27  depónela  el  mismo  testigo  trece  dudosamente, 
y  ansí  no  prueba  mas  de  lo  que  yo  tengo  declarado, 
que  es  lo  mismo  que  leí ,  y  cuya  lectura  tengo  presen- 
tada; la  cual  vio  el  maestro  Mancio,  y  firmó  que  era 
verdadera,  y  yo  la  tengo  por  tan  de  fe,  que  á  cualquie- 
ra que  la  negare  le  anatematizaría;  porque  negalla  se- 
ria decir  que  alguno  ha  conseguido  justicia  y  gloria  sin 
la  fe  de  Cristo  y  sin  sus  méritos. 

La  28  no  la  dije  ni  se  prueba.  Depónela  solo  el  tes- 
tigo decimoquinto  en  el  capítulo  i.";  es  singular  y  el 
mas  enemigo  que  tengo  en  mi  orden,  y  no  dice  que  yo 
la  afirmaba,  sino  que  le  dije  que  la  liabia  hecho  pasar 
por  buena  á  los  maestros  de  Salamanca ,  y  en  ninguna 
cosa  dice  verdad.  Lo  que  pasó  fué  lo  que  digo  en  mi 
respuesta  á  su  dicho. 

La  29  es  la  misma  que  la  2i,  y  verdadera  como  ella. 

La  30  es  la  9.''  en  la  seguutla  forma,  y  verdadera  co- 
mo ella;  y  ansí  lo  firmó  el  maestro  Mancio.  — Doctor 
Ortiz  de  Funes.  —  Hay  una  rúbrica.  —  Fray  Luis  de 
León. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LCIS  DE  LEOX,  ESCRITODESU  MANO  V  PRE- 
SENTADO EN  VALLADOLID,  Á6  DE  MAYO  DE  I.o75  AÑOS,  ANTU 
LOS  SE.ÑORES  INQUISIDORES  LICENCIADOS  DIEGO  tíONZALEZ 
É  DIEGO  DE  VALCÁRCER,  EN  LA  AUDIENCIA  DE  LA  MA.ÑANA. 

Torna  á  alegar,  y  dice  que  le  den  disputa  pública  con 
los  calilicadores. 

Ilustres  señores :  El  maestro  fray  Luis  de  León ,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  San^o  Oficio,  digo^ 
Que  el  maestro  Mancio  aprobó  y  linnó  todas  las  propo- 
siciones y  doctrina  mía  y  que  yo  confieso  haber  dicho 
y  enseñado,  como  consta  deste  proceso.  Y  entiendo  que 
después  acá  vuestras  mercedes,  no  satisfaciéndose  con 
este  parecer  y  con  las  demás  cosas  que  para  razón  de  la 
misma  defensa  tengo  allegadas,  comunican  con  otros 
teólogos  las  dichas  proi)osiciones  y  doclrina,  los  cuales 
no  sé  quiénes  son  ni  lo  que  saben.  Por  lo  cual  digo,  lo 
primero,  que,  conforme  á  lo  que  dije  [torescrito  el  miér- 
coles pasado,  (jue  se  contaron  i  de  mayo,  estoy  presto 
á  defenderme  con  otros  patronos,  los  que  tengo  nom- 
brados ;  y  si  fuere  menester  mayor  número ,  nombraré 
mas ,  ó  si  vuestras  mercedes  fueren  servidos  que  acer- 
ca de  la  dicha  doctrina  haya  disputa  pública  con  los 
teólogos  calificadores  y  con  los  demás  (pie  vuestras 
mercedes  nombraren  en  la  forma  que  di('Iio  tengo,  tam- 
bién estoy  jiresto  á  defenderme  con  ellos,  y  hacelles 
conocer  qne  mi  doctrina  es  sana  y  verdadera.  Digo,  lo 
segundo,  que  en  el  dicho  nuevo  e.\ámeii  ipie  vuestras 
mercedes  hacen  recibo  notable  agravio,  y  dilatan  vues- 
tras mercedes  la  conclusión  de  mi  pleito  y  mí  prisión 
sin  causa  ninguna  jurídica ,  lo  cual  parece  claro  en  esta 
forma.  Acerca  de  la  lectura  de  la  Vulgata  tengo  la  apro- 
bación del  maestro  .Mancio,  de  hábito  y  orden  que  tiene 
com|ietencias  con  el  mío,  y  demásdél,  tengo  las  firmas 
y  apro!)acíon  de  los  doctores  Dalhas  y  Velasqnez  y  Bar- 
rioviMo,  y  de  los  maestros  fray  .Monso  de  la  Yeracruz  y 
Villaviieiicio,  \  el  parecer  y  dicho  del  arzobispo  de 


CONTRA  FRAY 

Granada ,  y  lo  que  es  mas,  la  sentencia  de  todos  los  teó- 
logos católicos  que  después  del  concilio  han  escrito 
acerca  desto,  que  son  Vega,  y  Cano,  y  Driedon,  y  Ti- 
letano,  y  Lindano,  y  Sixto  Senense,  cuyas  palabras  y 
lugares  tengo  presentados  en  este  proceso ,  y  ningún 
doctor  ha  escrito  lo  contrario.  Y  todo  esto  consta  ó  pue- 
de constar  á  vuestras  mercedes  deste  proceso.  De  lo 
cual  se  collige  dos  cosas  :  la  una,  que  no  puede  haber 
consultores  teólogos  que  hayan  puesto  nota  en  la  dicha 
lectura,  tantos  ni  de  tanta  cualidad  y  letras  como  son 
estos  que  la  aprueban;  lo  2."  que,  cuando  caso  negado 
los  hubiera ,  de  su  parecer  no  podía  resultar  que  la  di- 
cha lectura  y  doctrina  era  mala ,  sino  que  era  cosa  en 
que  los  católicos  y  doctos  tenian  diferentes  pareceres; 
y  esto  es  evidente.  Por  lo  cual ,  siendo  notorio  que  del 
examen  que  agora  vuestras  mercedes  hacen,  á  lo  mas, 
no  puede  resultar  sino  esto  que  he  dicho,  y  siendo  no- 
torio, como  es,  que  donde  hay  diferentes  pareceres  y 
opiniones  entre  los  hombres  doctos  y  católicos,  puede 
tener  cada  uno  la  que  le  pareciere,  subjetando  su  juicio 
á  la  Iglesia,  como  yo  lo  hice,  y  que  no  se  le  puede  po- 
ner culpa  por  ello;  ansí  que,  siendo  esto  notorio,  es 
notorio  y  evidente  que  del  dicho  examen  no  puede  re- 
sultar culpa  contra  mí,  ni  mas  de  lo  que  sin  él  se  sabe 
y  se  conoce;  y  que,  por  consiguiente ,  se  hace  sin  cau- 
sa y  sin  efecto  mas  de  alargar  mi  prisión  y  querer  aca- 
barme la  vida,  porque  me  hallan  sin  culpa;  y  en  esto 
suplico  á  vuestras  mercedes  adviertan  mucho ;  y  pues 
son  cosas  que  constan  del  proceso  todas ,  las  miren  y 
pesen  como  es  razón,  y  no  quieran  con  dilaciones  y 
exámenes  excusados,  y  en  ninguna  manera  necesarios, 
ocuparse  á  sí  y  atormentarme  á  mí;  porque,  ansí  como 
vuestras  mercedes  no  pueden  sin  grave  ofensa  de  Dios 
prender  sin  causa ,  ansí ,  ni  mas  ni  menos ,  no  pueden 
dilatar  la  prisión  ni  un  día  sin  causas  muy  jurídicas  y 
muy  necesarias.  Y  aunque  en  la  conclusión  deste  plei- 
to no  atendiesen  vuestras  mercedes  mas  de  al  escán- 
dalo que  mi  prisión  y  las  demás  que  se  hicieron  con  la 
mía  y  después  della  han  causado  y  causan  en  los  pe- 
chos de  muchos  flacos ,  ansí  en  el  reino  como  fuera 
del ,  esto  solo  obliga  á  vuestras  mercedes  á  con  breve- 
dad declararme  por  libre ,  pues  (jue  lo  estoy,  porque 
tan  bien  es  daño  de  la  religión  y  de  la  fe  el  estar  pre- 
sos y  con  mal  nombre  los  que  son  católicos,  siendo  per- 
sonas públicas ,  como  el  estar  sueltos  los  que  son  he- 
rejes. Y  esto  cuanto  á  la  lectura  de  la  Vulgata. 

Acerca  de  las  treinta  proposiciones,  la  l.^  y  la  9.* 
en  la  segunda  forma,  y  la  30,  que  es  la  misma  que 
la  9.%  son  la  8."  y  la  17  proposición  que  se  notaron  en 
la  lectura  de  la  Vulgata ;  y  ansí,  no  hay  causa  para  ha- 
cer en  ellas  mas  examen  del  hecho  por  lo  que  acabo  de 
decir. 

Las  proposiciones  2."  y  3."  y  4.^  y  B."  y  8."  y  9." 
en  la  primera  forma,  y  la  tO  y  la  12  en  la  primera  for- 
ma, y  la  13  y  la  16  y  la  18  y  19  y  20  y  21  y  27  y  28, 
yo  niego  habellas  dicho,  y  no  se  rae  prueban  ni  aun 
con  sospecha  ligera.  Y  ansí,  pues  yo  ni  las  dije  ni  las 
defiendo ,  cosa  notoria  es  que  no  hay  necesidad  de  ha- 
cer acerca  de  la  verdad  ó  falsedad  dellas  mas  examen 
ni  calificación  de  la  que  se  hizo  al  principio  deste  plei- 
to cuando  se  procedió  á  mi  prisión. 
E.xvi-ii. 


LUIS  DE  LEÓN.  cxni 

La  proposición  26  ningún  testigo  la  depone  contra 
mí,  y  es  cosa  que  está  en  opinión  entre  los  tomistas  y 
escotistas  de  sobre  si  la  bienaventuranza  está  en  la 
visión  de  Dios  ó  en  el  amor  de  Dios ;  y  ansí ,  es  no- 
torio que  no  hay  causa  para  hacer  examen  sobre  ella, 
pues  nadie  la  depone  contra  mí ,  y  ello  en  sí  es  cosa 
que  anda  en  opinión. 

Las  proposiciones  12  en  la  segunda  forma,  y  la  14 
y  15  y  22  y  23  y  24  y  25  y  29,  que  es  la  misma  que 
la  24,  no  se  prueban  mas  de  como  están  en  mis  libros 
y  papeles,  á  los  cuales  se  refieren  los  testigos.  Y  don- 
de dicen  que  les  parece  que  las  han  visto,  los  dichos 
papeles  están  vistos  y  examinados  por  los  consultores 
teólogos  de  vuestras  mercedes,  y  aprobado  por  ellos  lo 
que  en  ellos  digo.  Y  ansí ,  pues  lo  que  prueban  los  tes- 
tigos ,  que  es  lo  de  los  papeles ,  está  aprobado  por  los 
dichos  censores,  y  por  ninguno  reprobado  (porque  lo 
que  notaron  los  calificadores  al  tiempo  de  mi  prisión 
fué  lo  que  decía  el  testigo  que  le  parecía  haber  visto 
en  el  panel,  pero  no  lo  que  estaba  en  el  papel,  porque 
no  lo  había  visto.  Ansí  que ,  pues  lo  que  en  esUis  pro- 
posiciones se  prueba  no  tiene  mala  nota  de  nadie,  y  la 
tiene  buena  de  muchos,  cosa  evidente  es  que  es  contra 
derecho  hacer  en  ello  nuevo  examen. 

Quitando  de  las  treinta  proposiciones  las  que  he  di- 
cho, quedan  solamente  dos  proposiciones,  que  son  la  5.^, 
11  y  17,  que  son  una  misma  proposición,  y  la  7.^*  Acer- 
ca de  las  cuales,  no  solo  tengo  la  aprobación  y  firma  del 
maestro  Mancio,  sino  tengo  también  la  autoridad  y  ex- 
presa sentencia  de  muchos  doctores ,  santos  y  no  san- 
tos, y  eficaces  y  necesarias  razones  y  testimonios ,  que 
alegué  en  la  defensa  que  di  dellas  por  escrito  al  maes- 
tro Mancio,  y  están  en  este  proceso ;  y  tengo  las  firmas 
de  lodos  los  maestros  teólogos  de  Salamanca ,  y  entre 
ellas  las  de  mis  mismos  enemigos ,  los  cuales  firmaron 
y  pasaron  por  buenas  en  Vatablo  las  dichas  proposi- 
ciones ;  las  cuales  firmas  presenté  en  este  proceso  en 
fin  del  año  de  73;  y  ansí,  es  evidente  que  no  puede  ha- 
ber tantas  ni  tan  graves  firmas  en  contrario,  y  qne  cuan- 
do las  hubiese,  yo  pude  opinar  sin  culpa  ni  sospecha  lo 
que  á  tantos  doctos  y  católicos  parece  probable  y  segu- 
ro. Y  por  consecuencia  se  sigue  que  hacer  acerca  de- 
llas mas  examen,  ni  es  necesario  ni  útil  ni  justo ,  pues 
es  claro  que  hecho,  no  puede  resultar  del  mas  de  lo  que 
agora  se  sabe  y  conoce  evidentemente.  Y  ansí  por  esto 
y  por  lo  que  arriba  dicho  tengo,  suplico  á  vuestras  mer- 
cedes, y  les  encargo  las  conscíencias,  que  sean  servidos 
de  no  dar  lugar  á  mas  dilaciones  en  este  negocio ,  sino 
que  le  concluyan  con  brevedad,  atento  al  mucho  tiem- 
po que  há  que  estoy  aquí ,  y  á  la  poca  causa  que  hubo 
para  traerme  aquí,  y  á  la  enemistad  y  calumnia  notoria 
y  conocida  que  dio  principio  y  fué  toda  la  causa  deste 
escándalo.  Y  sobre  todo,  pongan  vuestras  mercedes  á 
Dios  delante  los  ojos,  y  á  su  juicio,  delante  del  cual  es- 
taremos todos  presto.  El  se  acuerde  de  mí  y  encamine 
á  vuestras  mercedes  para  que  hagan  lo  que  conviene  al 
bien  de  su  Iglesia.— Docíor  Ortiz  de  Fimes.— Hay  una 
rúbrica. —  Fray  Luis  de  León. 


CXIY 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LCIS  DE  I.EON,  ESCRITO  DE  Sf  MANO  Y  PRE- 
SENTADO EN  VALLADOLID,  Á  14  DE  JLLIO  DE  1573,  AME 
LOS  SEÑORES  INQIISIDORES  LICENCIADOS  DIEGO  GONZÁLEZ  É 
ANDRÉS  DE  ÁLAVA. 


Torna  á  alegar  sobre  la  Vulgata. 

Iiu>tre>  señores :  El  niaeslro  fray  Luis  de  León,  en 
el  pleito  que  traio  con  el  iiscai  (leste  Santo  Oficio,  di- 
go :  Que  yo  hd  cuarenta  meses  que  estoy  preso,  y  lo  fui 
por  solo  que  dos  hombres,  nolorios  enemigos  mios  y  que 
interesaban  en  dañarme,  dijeron  que  sospechaban  mal 
de  nn',  y  después  de  mi  prisión  no  lia  sucedido  cosa  que 
ayudase  á  esta  su  sospecha,  sino  muchas  que  han  mos- 
trado ser  sospecha  vana  y  sin  fundamento  y  nacida  de 
ánimo  enemigo,  y  por  consiguiente,  han  hecho  clara  y 
notoria  mi  inocencia,  como  deste  proceso  consta,  y  de 
los  decretos  de  vuestras  mercedes  que  hay  en  él ,  por 
los  cuales  han  juzgado  ser  ansí ;  y  últimamente,  para 
mayor  prueba  de  mi  justicia,  en  ciertas  proposiciones 
de  que  el  fiscal  me  hizo  cargo ,  yo  me  he  descargado 
mostrando  ser  proposiciones  de  sana  y  verdadera  doc- 
trina, por  la  autoridad  de  muchos  hombres  doctos  y  ca- 
tólicos que  las  han  afirmado,  y  por  la  fuerza  de  muchas 
y  eficaces  razones  que  concluyen  ser  ansi,  y  por  el  jui- 
cio y  parecer  de  otros  hombres  doctos ,  cuyas  firmas 
tengo  preienladas,  y  en  última  resolución,  por  la  sen- 
tencia del  maestro  Mancio,  de  la  orden  de  Santo  Domin- 
go, al  cual,  por  las  competencias  que  en  Salamanca  hay 
entre  mi  orden  y  la  suya,  le  tenia  recusado,  y  me  apar- 
té de  la  recusación  y  le  noml)ré  por  mi  patrón  para  pro- 
bar mas  enteramente  mi  justicia.  Y  como  sea  ansí  que 
el  dicho  nwestro  Mancio,  después  de  haber  gastado  seis 
meses  en  el  e.\ámcn  y  vista  de  las  dichas  proposicio- 
nes ,  yendo  y  viniendo  á  Salamanca ,  las  ha  firmado  y 
aprobado  todas  cuatro  meses  há ;  debiendo  vuestras  mer- 
cedes, conforme  á  derecho  y  consciencia,  pronunciarme 
luego  por  libre,  como  en  realidad  de  verdad  lo  estoy,  y 
restituirme  en  mi  estado  antiguo,  deshaciendo  el  agra- 
vio que  he  padecido  y  padezco ,  y  dando  fin  al  escán- 
dalo que  de  mí  jirision  y  de  las  demás  se  ha  recibido  y 
recibe.,  no  lo  hacen,  sino  perseveran  en  tenerme  preso 
como  sí  fuese  hereje,  privado  del  uso  de  los  sacramen- 
tos, y  con  notable  peligro  de  mi  vida  y  de  mí  alma,  y 
sin  hacerme  algún  nuevo  cargo,  y  sin  dar  otra  razón  de 
su  hecho  mas  de  su  voluntad.  Por  lo  cual  pido  y  su- 
plico á  vuestras  mercedes,  y  les  requiero  con  el  temor 
de  Dios,  y  con  la  cuenta  estrecha  que  le  han  do  dar, 
que  sean  servidos  de,  alendiondo  al  agravio  y  daño  que 
lie  padncido  en  mi  persona  y  honra,  y  en  la  reputación 
de  mi  hábito  y  orden,  sin  culpa  ni  causa  alguna,  y  al 
trabajo  tan  largo  que  paso,  y  sobre  lodo,  á  que  he  pro- 
bado mi  ¡nocciicja  como  no  la  ha  probado  en  este  jui- 
cio alguno  muchos  años  há ,  de  dar  fin  á  esta  mi  car- 
celería, y  dejarme  siquiera  la  muerte  libre  y  entre  mis 
fríriles,  ya  que  me  han  quitado  la  vida  por  haber  quc- 
riilo  vuestras  mercedes  dar  oidos  á  dos  hombres  que  los 
hicieron  ejeculon-s  de  sus  pasiones.  Y  si  de  todo  este 
escándalo  que  se  ha  ílado  y  jtrisiones  que  se  han  hecho 
queda  en  los  ánimos  de  vuestras  mercedes  algún  eno- 
jo,  vuélvanlo  vuestras  mercedes,  no  conlra  mí,  que  he 
l)adecído  y  padezco  sin  culpa,  sino  contra  los  malos 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 

cristianos  que,  engañando  á  vuestras  mercedes,  los  hi- 
cieron sus  verdugos,  y  escandalizaron  la  Iglesia  y  pro- 
fanaron la  autoridad  deste  Santo  Oficio ;  y  el  castigo  que 
vuestras  mercedes  hicieren  en  ellos  será  el  verdadero 
y  único  reparo  della.  Y  digo  que  si  porque  uno  ó  dos 
teólogos  consultores  pusieron  mala  nota  en  las  dichas 
mis  proposiciones ,  les  parece  á  vuestras  mercedes  que 
es  justo  que  el  parecer  dellos  tenga  algún  peso  contra 
tantas  y  tan  grandes  autoridades  y  razones  como  en 
este  proceso  están  por  mi  parte ;  digo,  como  dicho  ten- 
go, que  yo  estoy  presto  á  dar  otra  y  otras  muy  mayores 
pruebas  de  la  mi  dicha  doctrina,  la  cual  sin  duda  es 
sana  y  verdadera  doctrina,  y  por  tal  la  tengo,  y  proba- 
ré ser  tal  con  otros  tantos  teólogos  patronos  como  son 
los  que  han  puesto  nota  en  ella,  y  con  uno  mas,  ó  en 
disputa  pública  delante  de  los  teólogos  que  vuestras 
mercedes  nombraren ,  y  estando  presentes  los  dichos 
censores,  yo  me  profiero  á  demostrar  y  convencer  que 
los  dichos  censores  son  ignorantes,  y  la  mi  dicha  doc- 
trina sana  y  verdadera.  Y  vuestras  mercedes  están  obli- 
gados, conforme  á  derecho,  ó  de  darme  por  libre,  satisfa- 
ciéndose con  el  descargo  que  tengo  hecho,  pues  es  mas 
que  suficiente,  ó  si  quieren  mas  satisfacción,  aunque, 
según  razón ,  ni  la  pueden  ni  deben  querer;  pero  si  la 
quieren,  deben  darme  lugar  á  una  de  las  dos  cosas  so- 
bredichas, como  á  cosas  que,  presupuesta  la  dicha  vo- 
luntad de  vuestras  mercedes,  son  debidas  y  necesarias  á 
mi  defensa.  Y  ansí  lo  pido  en  el  caso  que  dicho  tengo, 
y  el  oficio  de  vuestras  mercedes,  etc.  —Fray  Luis  de 
León. 


Presentaron  á  conlinuacion  sus  calificaciones  los  seño- 
res el  doctor  Cáncer  y  fray  Nicolás  Ramos,  los  cuales, 
junto  con  el  doctor  Frocliilla,  las  precisaron  mas,  concre- 
tándolas á  cinco  i)ropo.siciones.  A  su  censura  contestó 
FRAY  Luis  con  el  siguiente  escrito,  tras  el  cual  acompaña- 
mos sus  últimos  pedimentos. 

RESPUESTA  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITA  DE  SU  MANO,  ACER- 
CA DE  LAS  CINCO  PROPOSICIONES  ANTERIORES ,  PRESENTADA 
ANTE  LOS  SE.ÑORES  LICENCIADOS  DIEGO  GONZÁLEZ  É  VAL- 
CÁRCER,  INQUISIDORES,  EN  LA  AUDIENCIA  DE  LA  TARDE,  Á  12 
DE  SETIEMBRE  1575  AÑOS. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León ,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio,  digo : 
Que  há  pocos  días  que  por  vuestras  mercedes  me  fué 
hecho  cargo  de  cinco  proposiciones  (¡ue  cierto  teólogo 
notó  en  el  scripto  de  defensa  de  la  lectura  de  la  Vul- 
gata que  di  al  maestro  Mancio  y  se  puso  en  este  pro- 
ceso, á  las  cuales  proposiciones  respondí  entonces,  y 
refiriéndome  á  lo  que  dije,  digo  mas  :  Que  la  primera, 
en  cuanto  dice  que  los  teólogos  dan  autoridad  como  de 
concilio  al  libro  De  ecclesiasticis  dogmatibus,  no  quiere 
decir  que  es  concilio  aquel  libro  ni  que  le  dan  tanta 
autoridad,  sino  que  le  dan  mucha  mas  de  la  que  sue- 
len dar  á  un  doctor  santo,  ponjue  casi  lodo  aípiel  libro 
está  sacado  de  definiciones  de  concilios  africanos,  y 
casi  todo  él  está  inserto  en  el  decreto  i)or  Ciraciano,  y 
en  los  libros  de  las  sentencias  por  el  maestro  dellas. 

La  2."  proposición  es  la  misma  en  efecto  que  la  pro- 
posición que  se  notó  en  mi  lectura  de  la  Vulgata ,  que 
no  difieren  mas  de  como  regla  general  y  ejemplo  par- 


CONTRA  FRAY 

ticular  de  la  dicha  regla ,  y  ansí  está  aprobada  por  el 
maestro  Mancio  y  por  los  demás  maestros  cuyas  firmas 
tengo  presentadas ,  y  por  los  doctores  católicos  (pie  la 
afirman,  cuyos  libros  tengo  alegados,  y  ansí  está  jurí- 
dica y  bastantísimamente  por  mí  defendida. 

La  3."  y  4."  proposición  se  siguen  necesariamente 
della ,  y  ansí  estas  como  la  o."  las  vio  en  la  dicha  de- 
fensa el  dicho  maestro  Mancio  y  las  aprobó  con  todo 
ello,  sin  notar  ni  añadir  ni  quitar  palabra  della  algu- 
na, y  las  afirman  hombres  muy  doctos  y  católicos,  co- 
mo son  el  maestro  Cano  y  los  demás  que  tengo  alega- 
dos ;  y  son  cosas  tan  llanas ,  que  es  cosa  de  gran  lás- 
tima que  en  juicio  tan  grave  haya  consultores  teólogos 
que  noten  cosas  semejantes  y  se  tengan  por  teólogos.  Y 
ansí,  últimamente,  digo  que,  como  dicho  tengo,  yo  he 
defendido  y  mostrado  que  mi  doctrina  es  sana  suficien- 
tísimamente,  y  que  vuestras  mercedes  deben  decla- 
rarme por  libre  y  restituirme  en  mi  estado  primitivo, 
satisfaciéndose  con  la  claridad  que  tienen  de  mi  jus- 
ticia. Pero  si  vuestras  mercedes  no  se  satisfacen  con 
ella  y  quieren  mas  claridad  ,  yo  estoy  presto  á  dalla ,  ó 
defendiéndome  con  otros  teólogos  patronos  que  sean 
mas  en  número  que  los  que  pusieron  nota  en  mi  doc- 
trina, ó  en  disputa  pública  con  los  dichos  censores  y 
delante  de  los  demás  teólogos  que  vuestras  mercedes 
nombraren,  y  ansí  lo  pido.  Y  hecho  esto,  concluyo,  co- 
mo dicho  tengo,  y  no  de  otra  manera. 

Demás  desto,  por  cuanto  he  entendido  que  esta  nue- 
va dilación  que  vuestras  mercedes  han  dado  y  dan  en 
este  mi  negocio  es  porque  todavía  me  tienen  por  sos- 
pechoso ,  digo  que  yo  no  lo  soy,  ni  vuestras  mercedes 
rae  pueden  ni  deben  tener  por  tal,  conforme  á  derecho, 
por  estas  razones  :  lo  uno,  porque  no  es  sospechoso 
mío  por  estar  preso ,  sino  por  las  deposiciones  y  testi- 
monios que  hay  contra  él  y  por  que  le  prendieron. 
De  las  cuales  deposiciones  yo  me  he  descargado  bas- 
tantemente, como  desle  proceso  consta.  Lo  otro ,  por- 
que vuestras  mercedes,  mas  liá  de  año  y  medio,  lo 
juzgaron  así  y  decretaron  que  estoy  libre  de  culpa  y 
de  sospp.cha ;  el  cual  decreto  pasó  en  cosa  juzgada, 
porque  el  fiscal  no  apeló  sino  de  el  juzgar  vuestras 
mercedes  que  no  se  me  debia  hacer  cargo  de  la  letura 
de  la  Vulgata  que  presenté  antes  de  mi  prisión.  Lo 
otro ,  porque  de  todos  los  testigos  de  cuyas  deposicio- 
nes me  ha  sido  hecho  cargo,  solos  tres  son  los  que  pu- 
dieron hacer  sospecha  contra  mí ;  y  no  solo  después 
de  mi  prisión  y  respuestas  y  defensas,  y  después  de 
tanto  tiempo,  sino  antes  de  ella,  pudo  constar  á  vues- 
tras mercedes ,  y  constó  que  sus  dichos  no  me  hacían 
ni  culpado  ni  sospechoso  en  manera  alguna;  porque  el 
primero,  que  es  el  maestro  Medina ,  demás  de  ser  mi 
enemigo  notorio ,  como  á  vuestras  mercedes  y  á  todo 
el  reino  constaba,  solo  dice  de  mí  que  le  parecía  que 
me  via  inclinado  á  cosas  nuevas,  sin  señalar  cosa  par- 
ticular ni  poder  señalalla,  ni  al  principio  ni  después  de 
ser  repreguntado ;  y  en  lo  demás  que  dice ,  no  solo  no 
nie  daña,  sino  antes  me  defiende  á  mí  y  condena  á  sí, 
porque  en  todo  depone  de  oidas,  y  nombra  los  contes- 
tes, y  ninguno  dellos  contesta  con  él,  que  es  mani- 
fiesto argumento  de  mi  inocencia  y  de  su  pasión. 

El  segundo  testigo,  que  es  el  maestro  León,  tam- 


LUIS  DE  LEÓN.  rxv 

bien  es  notorio  enemigo  mío ,  y  en  todo  su  diclio  dice 
que  sospechaba  mal  do  mí,  sin  dar  otra  razón  de  su 
sospecha  mas  de  que  defendía  la  Biblia  de  Vatablo,  sin 
señalar  algún  lugar  malo  que  yo  en  ella  defenchese ,  ni 
al  principio  ni  siendo  repreguntado  ;  y  uno  que  seña- 
la, le  he  mostrado  yo  firmado  del  dicho  testigo  y  de 
los  demás  maestros  de  Salamanca ,  como  consta  deste 
proceso ,  y  le  he  probado  y  defendido  con  el  maestro 
Mancio,  mi  patrón;  demás  de  que,  ninguno  de  los 
maestros  que  se  hallaron  presentes  á  la  vista  de  aquella 
Biblia  contestaron  con  el  maestro  León  ,  ni  dicen  ha- 
ber visto  en  mí  cosa  que  les  hiciese  sospecha. 

El  tercero  testigo  es  fray  Diego  de  Zúñiga  en  lo 
que  depone  del  libro  que  me  mostró  el  maestro  Mon- 
tano, la  cual  deposición,  demás  de  ser  de  enemigo,  es 
notorio  que  no  pone  en  mí  ni  brizna  de  sospecha; 
porque  lo  primero  que  dice,  que  el  dicho  maestro  me 
mostró  un  libro,  es  cosa  que  á  cuantos  hombres  cató- 
licos hay  puede  acontecer  mostralles  otro  algún  libro 
para  que  le  vean  y  digan  su  parecer,  mayormenle  no 
trayendo  título  de  autor  hereje,  como  e!  dicho  libro  no 
lo  tenia.  Lo  segundo  que  dice  ,  que  me  pareció  bien 
algo  del ,  y  algo  del  mal ,  es  manifiesto  testimonio  por 
mí  de  que  soy  católico,  pues  le  dije  que  lo  malo  del  me 
pareció  mal ,  y  le  señalé  lo  que  era ;  y  demás  desto,  el 
haber  yo  denunciado  del  tantos  años  há,  y  el  haber 
vuestras  mercedes  preso  al  dicho  Montano,  y  inquiri- 
do diligentísimamente  sobre  este  negocio,  y  no  haber 
hallado  otra  cosa  mas  de  lo  que  yo  dije  desde  el  año 
do  60  ,  hace  mi  inocencia  mas  clara  que  la  luz  del 
mediodía. 

Lo  otro,  porque  habiendo  tres  años  y  medio  que  es- 
toy preso ,  y  habiendo  vuestras  mercedes  prendido  to- 
das las  personas  de  quien  pudieron  pensar  que  tenían 
comunicación  de  letras  conmigo,  no  han  hallado  con- 
tra mí  cosa  alguna,  porque  es  imposible  hallar  lo  que 
no  hay ;  y  esto  solo  l)astai)a  á  deshacer  cualesquier  sos- 
pechas que  fueran  mas  fundadas  que  las  que  contra  mí 
se  han  tenido. 

Lo  otro,  porque  habiendo  mas  de  veinte  y  cuatro 
años  que  yo  enseño  teulugía,  primero  en  mi  orden  y 
después  en  la  universidad  de  Salamanca,  y  habiendo 
tenido  en  este  tiempo  gran  número  de  discípulos  y 
muy  aficionados,  si  en  mí  hubiera  habido  algún  mal, 
forzosamente  lo  hubiese  pegado  á  muchos  dellos  ,  y  se 
hubiera  descubierto  por  mili  partes  luego  que  fui  pre- 
so, cuanto  mas  después  de  tan  largo  tiempo. 

Lo  otro,  porque  ni  en  mi  persona  hay  fundamento  de 
sospecha,  ni  en  el  estado  que  tengo ,  ni  en  la  manera 
como  he  vivido,  ni  en  los  lugares  adonde  he  vivido,  ni 
con  las  personas  con  quien  he  comunicado,  como  ten- 
go alegado  en  este  proceso  y  consta  del. 

Lo  otro,  porque  la  prisión  de  tantos  días  que  he  pa- 
decido y  padezco,  y  los  trabajos  que  he  pasado  en  ella 
por  el  desacomodo  en  muchas  cosas  que  he  tenido ,  y 
por  mi  natural  flaqueza  y  enfermedad,  ha  sido  un  tor- 
mento tan  largo  y  tan  duro  y  tan  cruel ,  que  bastara 
para  purgar  todas  las  sospechas  del  mundo ,  por  muy 
fundadas  que  fueran. 

Lo  otro,  porque  en  recompensa  de  tres  hombres  ene- 
migos míos,  que  dijeron  que  sospechaban  mal  de  mí. 


CXVl 

con  todas  las  faltas  que  hay  en  sus  dichos,  habia  el  pú- 
blico buen  nombre  y  opinión  de  mi  persona  y  doctrina, 
que  á  vuestras  mercedes  es  notorio,  y  el  testimonio  de 
rafiaitas  gentes  que  rae  trataban  y  conocían  mucho 
mas  que  los  dichos  testigos,  y  de  mayor  juicio  y  letras 
y  autoridad  que  ellos,  sin  ninguna  comparación.  Por  to- 
do lo  cual  digo  que  es  notorio  y  manifiesto  que  en  mí 
no  hay,  conforme  á  razón  y  derecho,  alguna  color  ni 
parte  de  sospecha ,  ni  por  esta  causa  puedo  ni  debo  ser 
detenido  por  vuestras  mercedes  ni  un  solo  día,  y  que 
on  ello  recibo  claro  agravio,  y  que  debe  ser  por  vues- 
tras mercedes  enmendado.  Y  para  mayor  abundámen 
digo  que,  aunque  no  funda  sospecha  con  derecho  con- 
tra el  reo  la  imaginación  del  juez,  sino  el  dicho  del  tes- 
ligo  de  que  se  le  hace  cargo,  suplico  á  vuestras  mer- 
cedes sean  servidos  de  declararme  todas  las  imagina- 
ciones de  sospecha  que  se  tienen  contra  mí;  que  yo  me 
profiero  á  descargarme  dellas ,  y  á  hacer  claro  que  son 
imaginaciones  sin  fundamento  ;  y  cuando  no  lo  hiciere, 
(ligo  que  quiero  ser  condenado  por  ellas  como  si  fue- 
ran testimonios  evidentes,  no  solo  por  sospechoso,  sino 
por  culpado;  y  en  cualquiera  manera  que  sea,  digo  que 
estoy  presto  a  purgarme  de  cualquier  género  de  sospe- 
cjia  se  tenga  contra  mí  por  todas  las  vias  y  formas  que 
el  derecho  dispone.  Y  ansí  lo  protesto  y  pido  justicia. 
— Doctor  Ortiz  de  Funes.  —  Hay  una  rúbrica.  —  Fray 
Luis  de  León. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO, 
DIRIGIDO  AL  IXQUISIDGR.GE.NERAL. 

No  llene  fecha ;  pero,  según  una  nota  del  margen ,  se 
recibió  en  Madrid  á  21  de  noviembre  de  1575. 

Ilustrííimo  señor  :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  en 
el  pleito  que  trato  con  el  fiscal  deste  Santo  Oficio,  di- 
go :  Cjue  yo  há  casi  cuatro  años  que  estoy  preso  por  las 
sospechas  que  pusieron  en  mí  los  dichos  de  dos  hom- 
bres, nolorios  enemigos  mios,  y  que  después  de  muchas 
diligencias,  y  después  de  dos  años  de  prisión,  hallán- 
dome libre  de  las  dichas  sospechas,  me  fué  hecho  car- 
go de  una  Ictura  acerca  de  la  Vulgata,  que  yo  presenté 
en  este  juicio  antes  de  mi  prisión ;  y  habiendo  dado  ra- 
zón de  lo  que  en  ella  hay  con  la  autoridad  de  muchos 
íloclorcs  católicos  que  lo  escribieron,  y  con  muchas  fir- 
mas de  otros  que  lo  aprobaron  después,  y  últimamente 
con  la  sentencia  y  firma  del  maestro  Mancio,  mi  patrón, 
que  lo  vio;  y  pareciendo  que  debía  ser  dado  por  libre, 
por  ser  notorio  que  loque  lautos  católicos  y  doctos  afir- 
man, á  lo  menos  es  opinable,  y  que  yo  lo  pude  decir  sin 
culpa  subjelandolo  á  la  censura  de  la  Iglesia,  como  lo 
subjeté ;  no  se  hace  ansí ,  antes  no  sé  por  qué  causa  se 
dilata  cada  día  mas  la  conclusión  desta  mi  causa.  Por 
lo  cual,  y  atento  á  que  jo  he  dado  en  esto  lodo  el  des- 
cargo que  tengo,  y  he  proferido  defenderme  con  otro  y 
otros  muchos  patronos ;  y  .-ilento  á  que,  como  deste  pro- 
ceso consta,  en  mí  no  hay  ni  hubo  jamás  [icrtinacía,  si- 
no llana  subjcccion  á  la  Iglesia  de  Homa  y  á  este  su 
juicio;  y  á  lo  nnicho  que  há  que  estoy  preso ,  y  á  mis 
pasiones  y  flaquezas,  en  caso  que  pareciere  ser  conve- 
niente que  la  sentencia  desle  pleito  se  dilate,  suplico  á 
vuestra  señoría  ilustrísima,  por  Jesucristo,  sea  serviiln, 
daudo  yo  fianzas  suficientes,  mandarme  poner  en  un 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO 


monasterio  de  los  que  hay  en  esta  villa,  aunque  sea  en 
San  Pablo ,  en  la  forma  que  vuestra  señoría  ilustrísima 
fuese  servido  ordenar,  hasta  la  sentencia  deste  nego- 
cio, para  que  si  en  este  tiempo  el  Señor  me  llamare,  lo 
cual  debo  temer  por  el  mucho  trabajo  que  paso  y  por 
mis  pocas  fuerzas,  muera  como  cristiano  entre  perso- 
nas religiosas,  ayudado  de  sus  oraciones,  y  recebiendo 
los  sacramentos,  y  no  como  infiel ,  solo  en  una  cárcel  y 
con  un  moro  á  la  cabecera.  Y  pues  la  pasión  de  mis 
contrarios  y  mis  pecados  me  han  quitado  lo  que  en  la 
vida  se  desea ,  la  mucha  piedad  y  cristiandad  de  vues- 
tra señoría  ilustrísima  quiera  darme  este  bien  y  des- 
canso para  la  muerte,  porque  ninguna  otra  cosa  deseo 
ni  pretendo  ya ,  y  esto  es  la  misma  verdad.  Y  si  para 
ello  es  menester  que  concluya,  yo  concluyo  dende  lue- 
go con  lo  que  tengo  alegado,  y  me  aparto  de  todo  lo  de- 
más que  puede  hacer  en  mi  defensa.  Y  sobre  todo,  im- 
ploro la  piedad  de  vuestra  señoría  ilustrísima  y  de  su 
oficio.  —  Fray  Luis  de  Lean. 

PEDIMENTO  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN,  ESCRITO  DE  SU  MANO  ,  Y 
PRESENTADO  ANTE  EL  SEÑUR  LICENCIADO  DIEGO  GONZÁLEZ, 
INQUISIDOR  ,  EN  LA  AUDIENCIA  DE  LA  TARDE  ,  Á  22  DE  MARZO 
DE  1576  AÑOS. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis  de  León,  en 
el  pleito  que  trato,  digo:  Que  todo  este  proceso  consis- 
te en  dos  puntos,  en  sospechas  y  en  proposiciones,  en 
los  cuales  suplico  á  vuestras  mercedes  sean  servidos 
advertir  io  siguiente  : 

Las  sospechas  son  dos ,  una  entre  mí  y  el  maestro 
Montano,  la  cual  nace  del  dicho  del  testigo  quince,  que 
dice  haber  sabido  de  mí  que  el  dicho  maestro  me  mos- 
tró un  libro  en  el  cual  yo  dije  que  habia  entre  algunas 
cosas  muy  buenas,  otras  que  me  parecieron  herejías. 
De  esta  sospecha  estoy  libre,  porque  lo  primero,  que  es 
haberme  mostrado  el  dicho  maestro  el  dicho  libro,  no 
hace  sospecha,  porque  no  teniendo  título  de  autor  he- 
reje, de  los  teólogos  es  ver  y  que  se  les  muestren  se- 
mejantes libros  para  que  digan  su  parecer.  Lo  segun- 
do, que  dice  haber  dicho  yo  que  habia  en  el  dicho  libro 
algunas  herejías,  no  solo  no  hace  sospecha;  mas  es 
prueba  de  mi  fe,  pues  lo  malo  me  pareció  mal,  y  ansí 
lo  dije;  y  juntando  con  esto  la  denunciación  que  hice 
del  dicho  libro  el  año  de  60  ,  cuya  verdad  han  confir- 
mado las  diligencias  que  sobre  ello  vuestras  mercedes 
han  hecho  después  acá,  queda  clara  nü inocencia. 

La  segunda  sospecha  es  entre  nu' y  los  maestros  Gra- 
jal  y  Marlinez,  la  cual  nace  de  los  dichos  de  los  testi- 
gos primero  y  tercero.  De  esta  sospecha  también  estoy 
libre,  porque,  demás  de  ser  enemigos,  porque  son  los 
maestros  Medina  y  León,  su  dicho,  según  derecho,  no 
pone  mas  sospecha  en  mí  de  conforme  á  la  razón  que 
dan  del.  El  primer  testigo  funda  su  sos[»echa  en  ciertas 
jiropnsicioiics  que  dice  le  dijeron  que  yo  decía,  en  las 
cuales  no  conteslan  con  él  los  que  nombra  ni  otros  al- 
gunos, y  ansí  no  piruiíba  nada.  El  otro  testigo,  que  es 
el  tercero,  funda  su  sospecha  en  que  me  vio  defender 
los  comentos  de  la  Biblia  de  Vatablo,  sin  señalar  cuáles 
comento.-:.  Y  esto  antes  hace  presunción  por  mí,  por- 
que aquellos  comentos  há  treinta  años  que,  después  de 
haber  sido  enmendados  por  este  Oficio,  andan  firmados 


< 


CONTRA  FRAY 

y  aprobados  del,  y  ansí,  defendellos  es  defender  el  jui- 
cio de  la  Inquisición.  Y  como  quiera  que  sea,  pues  am- 
bos testigos  fundan  su  sospeciía  en  solas  las  proposi- 
ciones que  ó  les  dijeron  que  decia  yo,  ó  que  dicen  ha- 
berme oido  á  mí,  estando  yo  libre  jurídicamente  de  lo 
que  toca  á  las  proposiciones,  estoy  notoriamente  libre 
de  la  dicha  sospecha.  Y  ansí,  todo  este  primer  punto  de 
las  sospechas  viene  á  parar  en  el  segundo  punto  de  las 
proposiciones.  Y  acerca  destos  dos  testigos  ,  suplico  á 
vuestras  mercedes  manden  ver  lo  que  digo  en  un  escri- 
to de  bien  probado  que  presenté  el  año  de  73  en  el  mes 
de  julio  ó  agosto,  en  el  primero  y  segundo  presupues- 
tos del  dicho  escrito. 

En  el  segundo  punto  de  las  proposiciones  hay  lo  si- 
guiente :  unas  dellas  siempre  confesé  ser  mias,  y  de 
las  otras  lo  be  negado  siempre.  En  las  primeras  tengo 
notoriamente  probada  mi  justicia,  porque,  demás  de  los 
doctores  y  fundamentos  y  aprobaciones  deteólogosque 
he  dado,  todas  ellas  están  firmadas  por  el  maestro  Man- 
do, que  vuestras  mercedes  me  dieron  por  patrono.  De 
lo  cual  es  evidente  una  de  dos  cosas,  ó  que  son  verda- 
deras ó  que  las  pude  opinar  sin  culpa  ni  sospecha  de- 
11a,  porque  notorio  es  que  sin  pertinacia  no  hay  here- 
je ;  y  la  pertinacia  es  en  dos  maneras ,  una  expresa  y 
otra  virtual ,  y  es  cuando  uno  yerra  en  cosas  que  son 
claras  á  los  de  su  facultad  y  profesión,  y  en  mí  no  hay 
la  expresa,  como  es  manifiesto,  ni  la  virtual ,  porque  en 
caso  negado  que  fuesen  falsas  las  dichas  proposiciones, 
no  es  clara  su  falsedad  á  los  de  mi  facultad,  pues  otros 
tan  doctos  y  mas  doctos  que  yo,  antes  y  después  de  mi 
prisión,  con  mucho  estudio  y  siendo  consultados  por 
vuestras  mercedes,  son  del  mismo  parecer  que  yo.  Y 
ansí,  por  consiguiente,  es  evidente  que  yo ,  por  habe- 
Uas  dicho  no  incurrí  ni  en  culpa  ni  en  sospecha  de  he- 
rejía. Y  esta  razón  es  perentoria,  y  toda  ella  consta  des- 
te  proceso.  Manden  vuestras  mercedes  ver  acerca  desto 
un  escrito  que  presenté  el  año  de  75,  en  el  mes  de  abril 
ó  mayo,  después  que  el  maestro  Mancio  firmó  todas 
las  dichas  proposiciones. 

En  las  proposiciones  segundas,  que  son  las'que  niego 
haber  diclio,  en  ninguna  dellas  se  prueba  lo  contrario, 
ni  semiplenamente ,  porque  en  ninguna  dellas  hay  mas 
de  un  testigo  que  depone,  ó  de  oidas  ó  dudosamente, 
demás  de  que  los  dichos  testigos  singulares  son  ene- 
migos, y  demás  de  que  con  testigos  y  con  lecturas  yo 
he  probado  haber  leido  lo  contrario  de  lo  que  ellos  di- 
cen. Y  para  que  vuestras  mercedes  lo  hallen  con  bre- 
vedad ,  diré  de  cada  una  de  las  proposiciones  negadas 
por  su  orden. 

La  2.''  y  3.^  y  4.^  proposiciones  dcponelas  un  solo 
testigo,  que  es  el  primero;  depone  de  oidas;  no  contes- 
ta nadie  con  él;  es  enemigo,  porque  es  el  maestro  Medi- 
na. Manden  vuestras  mercedes  ver  el  escrito  de  bien 
probado  en  los  capítulos  6."  y  H. 

La  G."  un  solo  testigo,  que  es  el  tercero,  en  el  capí- 
tulo 2.",  depone  dudosamente ;  es  enemigo,  porque  es 
el  maestro  León  :  refiéreme  al  dicho  escrito  en  el  ca- 
pítulo 12. 

La  S/" ,  solo  el  mismo  en  el  capítulo  4."  depone  de 
oidas  y  inciertamente  :  refiéreme  al  dicho  escrito  en  el 
capítulo  12. 


LUÍS  DE  LEÓN.  cxvii 

La  9.^,  en  la  primera  forma,  esto  es,  que  hay  cosas 
mal  trasladadas  en  la  Vulgata,  solo  él  mismo  en  el  ca- 
pítulo 5.°  depone  confusa  y  generalmente ,  y  de  mi 
lectura  consta  lo  contrario  :  refiéreme  al  dicho  escrito 
en  el  capítulo  7.°  y  en  el  capítulo  6.° ,  y  á  lo  aprobado 
en  las  preguntas  una  y  dos  y  tres  y  cuatro  del  interro- 
gatorio que  presenté  en  el  octubre  de  72. 

La  10,  solo  el  mismo  en  el  capítulo  6."  depone  du- 
dosamente, y  no  dice  sino  que  la  disputé;  y  en  el  ca- 
pítulo último  dice  que  me  allané  en  lo  contrario  des- 
pués de  la  disputa :  refiéreme  al  dicho  escrito  en  el  ca- 
pítulo 18. 

La  12,  en  la  forma  de  latin,  un  testigo  solo  (es  el  4."), 
en  el  capítulo  1."  Es  enemigo  y  loco:  refiéreme  al  di- 
cho escrito  en  el  capítulo  2."  En  la  forma  de  romance 
refiérese  el  testigo  al  libro  de  los  Cantares,  donde  dice 
que  la  vio  como  en  él  está.  Está  vista  y  aprobada  por 
el  maestro  Mancio  y  por  los  demás  consultores  que  vie- 
ron el  dicho  libro. 

La  13,  solo  el  mismo  en  el  capítulo  5."  depone  du- 
dosamente :  refiéreme  al  dicho  escrito  en  el  capítu- 
lo 8." 

La  14,  el  mismo  solo  en  el  capítulo  último  :  refié- 
rese á  mi  lelura;  en  ella  está  vista  y  aprobada  por  el 
maestro  Mancio. 

La  18  y  19  y  20  y  21,  un  testigo  solo,  que  es  el  8.", 
en  el  capítulo  1.°,  depone  de  oidas;  nombra  á  quien 
lo  oyó;  no  contesta  con  él  :  refiéreme  al  dicho  escrito 
en  el  capítulo  15  y  18;  y  el  testigo  es  fraile  dominico, 
y  creo  que  es  fray  Domingo  Yañez,  á  quien  nombrada- 
damenle  tengo  lachado. 

La  26  no  la  depone  nadie,  y  es  cosa  que  firmó  el 
maestro  Mancio  que  estaba  en  opinión. 

La  28  un  solo  testigo  ,  que  es  el  Ib  en  el  capítulo  i.° 
Es  enemigo,  y  no  dice  que  la  afirmé ,  sino  que  le  dije 
que  la  había  hecho  pasar  por  buena  á  los  maestros  de 
Salamanca :  refiéreme  al  dicho  escrito  en  el  capítulo  10, 
y  de  mi  lectura  de  la  Vulgata  consta  que  enseñé  lo 
contrario. 

Demás  dcstas  proposiciones  y  sospechas,  hay  que  de- 
claré en  romance  los  Cantares  de  Salomen  :  en  esto 
refiéreme  al  dicho  escrito  de  bien  probado  en  el  capí- 
tulo 1." 

ítem ,  hay  lo  del  vino  en  el  convite ,  que  deponen  de 
oidas  unos  testigos  que  depusieron  en  el  hebrero  de  73; 
refiéreme  á  la  respuesta  que  di  i)Or  escrito  á  la  publi- 
cación de  los  testigos  en  el  mes  de  mayo  de  73,  en  lo 
último  de  la  dicha  respuesta. 

Últimamente,  suplico  á  vuestras  mercedes  sean  ser- 
vidos de  advertir  que ,  si  por  caso  no  se  ha  probado  al- 
guna cosa  de  las  por  mí  articuladas  tan  enteramente, 
no  ha  sido  por  falta  de  verdad  ni  por  culpa  mía,  sino 
por  haberse  hecho  las  dichas  probanzas  dos  años  des- 
pués de  mi  prisión ,  y  de  haber  presentado  los  interro- 
gatorios ,  y  pedido  que  se  examinasen  los  testigos.  — 
Fray  Luis  de  León. 

Vienen  después  otras  calificaciones,  mas  contenidas 
poco  mas  ó  menos  en  los  mismos  términos.  Fray  Luis 
extiende  luego  cinco  largos  interrogatorios  para  todos  los 
testigos  que  depusieron  contra  su  buena  fama.  Evacua- 
dos, contesta  FRAY  Luis  en  varias  audiencias,  y  extiende  el 


EXTRACTO  DEL  PROCESO  INSTRUIDO  CONTRA  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


cwm 

pequeño  escrito  que  copiamos  á  continuación  con  la  sen- 
tencia que  se  dio  sobre  el  negocio. 

ESCRITO  DE  FIíAT  LCIS  DE  LEO??,  DE  SU  PROPIA  MAKO,  PRESEN- 
TADO EX  VALLADOLID  Á  26  DE  SETIEMBRE  DE  1576  ,  DANDO 
ACLARACIONES  SOBRE  LA  PREGUNTA  QUE  SE  LE  HIZO  EX  LA 
ALDIEXCIA  ANTERIOR. 

Ilustres  señores  :  El  maestro  fray  Luis,  en  el  pleito 
que  trato,  digo  :  Que  me  fué  preguntado  por  vuestras 
mercedes  acerca  de  la  13  proposición  de  la  Vulgala 
lo  que  sigiiilicaban  y  yo  signifiqué  por  aquellas  pala- 
bras della  hujus  editionis ,  y  yo  respondí  la  misma 
verdad;  á  la  cual  respuesta  me  refiero.  Y  agora,  para 
mayor  evidencia,  pongo  este  ejemplo  en  esta  proposi- 
ción ,  si  alguno  la  dijese  :  u  Aunque  concedamos  que 
Jusiiniano  compuso  la  Inslituta,en  muclios  lugares  de 
la  diclia  Insíüuta  no  estamos  ciertos  de  la  voluntad  de 
Justiniano,  porque  los  códices  están  diferentes ;»  noto- 
ria cosa  es  en  verdadero  y  común  sentido  que  aquellas 
palabras  la  dicha  Instiluta  no  signilkan  la  pura  como 
la  escribió  Justiniano,  sino  la  que  anda  en  los  libros 
corrompida.  Y  notorio  tandjienesque  no  se  significa  la 
Instituía  por  una  mesma  manera  en  el  principio  de  la 
proposición,  cuando  dice  compuso  la  Instituía,  y  des- 
pués cuando  dice  de  la  dicha  Inslilula;  porque  lo  pri- 
mero significa  la  Instituía  pura,  y  lo  segundo  la  cor- 
rompida; y  con  esto  se  responde  al  argumento  que  por 
vuestras  mercedes  me  fué  lieclio.  Y  juntamente  con 
esto  suplico  á  vuestras  mercedes,  y  biiblando  con  el 
acatamiento  que  debo,  les  requiero,  que  si  comuni- 
caren la  diclia  proposición  con  algún  letrado,  le  mues- 
tren las  palabras  que  inmediatamente  le  suceden  ,  que 
son  la  proposición  14,  porque  en  realidad  de  verdad 
pertenecen  á  ella  misma,  y  el  consultor  ó  teólogo  que 
las  dividió  no  tuvo  razón.  —  Frcnj  Luis  de  Lcon. 


PRONUNCIACIÓN  POR  LOS  INQUISIDORES  DE  VALLADOLID  DE  LA 
SENTENCIA  DADA  POR  EL  CONSEJO  DE  LA  SUPREMA  EN  EL  PRO- 
CESO DE  FRAT  LUIS  DE  LEÓN. 

Visto  este  proceso  que  ante  nos  lia  pendido  y  pende 
entre  partes ,  conviene  á  saber:  de  la  una  actor  acu- 
sante el  promotor  fiscal  deste  Santo  Oficio,  y  de  la  otra 
reo  acusado  el  maestro  fray  Luis  de  León,  natural  de 
la  villa  de  Belmente,  fraile  profeso  de  la  orden  de  se- 
ñor San  Agustín,  catredático  de  Durando  en  la  uni- 
versidad de  Salamanca,  residente  en  ella ,  preso  en  las 
cárceles  deste  Santo  Oficio  ,  sobre  cierta  acusación  y 
cargo  que  el  diclio  promotor  fiscal  puso  contra  el  su- 
sodiclio,  de  ciertas  proposiciones  que  resultaban  y  se 
colegian  ,  ansí  de  deposiciones  de  testigos  como  de 
leturas  y  cartapacios  que  se  bailaron  en  su  poder,  y 
sobre  las  demás  razones  y  causas  en  el  proceso  del  di- 
cbo  pleito  contenidas ,  á  que  nos  referimos.  Y  babido 
sobre  todo  ello  nuestro  acuerdo  y  deliberación  con  per- 
sonas muy  graves  y  de  mucbas  letras  y  rectas  con- 
ciencias, 

CinUSTl   NOMINE  I.NVOCATO, 

fallamos,  atento  los  auctos  é  méritos  del  dicbo  pro- 
ceso, que  debemos  de  absolver  y  absolvemos  al  dicbo 
maestro  fray  Luis  de  León  de  la  instancia  deste  juicio, 
con  que  en  la  sala  deste  Santo  Oficio  sea  reprendido  y 
advertido  que  de  aquí  adelante  mire  cómo  y  adonde 
trata  cosas  y  materias  de  la  calidad  y  peligro  que  las 
que  deste  proceso  resultan,  y  tenga  en  ellas  muclia  mo- 
deración y  prudencia,  como  conviene  para  que  cese 
todo  escándalo  y  ocasión  de  errores.  E  por  justas  cau- 
sas é  respetos  que  á  ello  nos  mueven,  que  debemos 
mandar  y  mandamos  que  por  este  Santo  Oficio  se  recoja 
el  cuaderno  de  los  Cantares,  traducido  en  romance  y 
ordenado  por  el  dicbo  fray  Luis  de  León.  Y  por  esta 
nuestra  sentencia  difinitíva  juzgando,  ansí  lo  pronun- 
ciamos y  mandamos  en  estos  escriptos  é  por  ellos.  — 
El  doctor  Quijano  de  Mercado.  —  Hay  una  rúbrica. — 
El  licenciado  Andrés  de  Álava.  —  Hay  una  rúbrica. — ■ 
El  licenciado  Pedro  de  Quiroga. — Hay  una  rúbrica. — 
El  doctor  Frcchilla.  —  Hay  una  rúbrica. 


FIN  DEL  EXTRACTO  DBL  PROCESO. 


OBllAS 


AESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


OBUAS  POÉTICAS 


DIVIDIDAS  EN  TRES  LIBROS. 


A  DON  PEDRO  PORTOCARRERO, 

FRAY  LÜI3  DE  LEÓN. 


Entre  las  ocupaciones  de  mis  estudios  en  mi  mocedad,  y  casi  en  mi  niñez,  se  me  cayeron  co- 
mo de  entre  las  manos  estas  obrecillas,  á  las  cuales  me  apliqué  mas  por  inclinación  de  mi  estre- 
lla que  por  juicio  ó  voluntad.  No  porque  la  poesía,  mayormente  si  se  emplea  en  argumentos  de- 
bidos, no  sea  digna  de  cualquier  persona  y  de  cualquier  nombre;  de  lo  cual  es  argumento  que 
convence,  haber  usado  Dios  della  en  muchas  partes  de  sus  sagrados  libros,  como  es  notorio; 
sino  porque  conocía  los  juicios  errados  de  nuestras  gentes,  y  su  poca  inclinación  á  todo  lo  que 
tiene  alguna  luz  de  ingenio  ó  de  valor,  y  entendía  las  artes  y  manas  de  la  ambición  y  del  estu- 
dio, del  interés  propio  y  de  la  presunción  ignorante,  que  son  plantas  que  nacen  siempre  y  crecen 
juntas,  y  se  enseñorean  agora  de  nuestros  tiempos.  Y  ansí  tenia  por  vanidad  excusada,  á  costa 
de  mi  trabajo  ponerme  por  blanco  á  los  golpes  de  mil  juicios  desvariados,  y  dar  materia  de  ha- 
blar á  los  que  no  viven  de  otra  cosa.  Y  señaladamente  siendo  yo  de  mi  natural  tan  aficionado  al 
vivir  encubierto,  que  después  de  tantos  años  como  há  que  vine  á  este  reino,  son  tan  pocos  los 
que  me  conocen  en  él,  que,  como  vucsamerced  sabe,  se  pueden  contar  por  los  dedos.  Por  es- 
ta causa  nunca  hice  caso  desto  que  compuse,  ni  gasté  en  ello  mas  tiempo  del  que  tomaba  pa- 
ra olvidarme  de  otros  trabajos,  ni  puse  en  ello  mas  estudio  del  que  merecía  lo  que  nacía  para 
nunca  salir  á  luz  ;  de  lo  cual  ello  mismo,  y  las  faltas  que  en  ello  hay,  dan  suficiente  testimonio. 
Pero  como  suele  acontecerá  algunos  mozos,  que  maltratados  de  los  padres  ó  ayos,  se  meten  frai- 
les, así  estas  mis  mocedades,  teniéndose  como  por  desechadas  de  mí,  se  pusieron,  según  parece, 
en  religión,  y  tomaron  nombre  y  hábito  muy  mas  honrado  del  que  ellas  merecían,  y  han  andado 
debajo  del  muchos  días  en  los  ojos  y  en  las  manos  de  muchas  gentes,  haciendo  agravio  á  una 
persona  religiosa  y  bien  conocida  de  vuesamerced,  á  quien  se  allegaron,  con  la  cual  yo  en  los 
años  pasados  tuve  estrecha  amistad,  y  no  la  nombro  aquí  por  noagravialla.  Mas  la  ocasión  deste 
error  vuesamerced  la  sabe,  y  porque  es  para  pocos,  y  decilla  aquí  seria  comunicalla  con  mu- 
chos, no  la  digo.  Basta  saber  que  la  persona  que  he  dicho,  por  condecender  con  mi  gusto,  que  era 
vivir  desconocido,  disimuló  hasta  que,  fatigado  ya  con  otras  cosas  que  la  malicia  y  envidia  de  al- 
gunos hombres  pusieron  á  sus  cuestas,  de  las  cuales  Dios  le  descargó,  como  se  ha  parecido,  tra- 
tó conmigo  que,  si  no  rae  era  pesado,  le  librase  yo  también  desta  carga.  Si  el  reconocer  mis  obras 
y  el  publicarme  por  ellas  fuera  poner  la  vida  en  condición ,  en  un  ruego  y  demanda  tan  justa  lo 
hiciera ;  y  no  aventurando  en  ello  cosa  que  importe,  mas  que  es  vencer  un  gusto  mió  particular, 
si  lo  rehusara  no  me  tuviera  por  hombre.  Y  ansí  lo  hice,  ó  por  mejor  decir,  lo  hago  ahora.  Y  re- 
cogiendo á  este  mi  hijo  perdido,  y  apartándole  de  mil  malas  compañías  que  se  le  habían  juntado, 
y  emendando  de  otros  tantos  malos  siniestros  que  habia  cobrado  con  el  andar  vagueando,  le  vuel- 
E.xvi-ii.  1 


2  OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 

vo  á  mi  casa  y  recibo  por  mió ;  y  porque  no  se  queje  de  mi,  que  le  he  sacado  de  la  iglesia  adon- 
de él  se  tenia  por  seguro,  envióle  á  vuesamerced  para  que  le  ampare  como  cosa  suya,  pues  yo  lo 
soy:  que  con  tal  trueque  bien  sé  que  perderá  la  queja  y  se  tendrá  por  dichoso. 

Son  tres  partes  las  deste  libro.  En  la  una  van  las  cosas  que  yo  compuse  mias.  En  las  dos  pos- 
treras las  que  traduje  de  otras  lenguas,  de  autores  asi  profanos  como  sagrados.  Lo  profano  va 
en  la  segunda  parte,  y  lo  sagrado,  que  son  algunos  salmos  y  capítulos  de  Job,  van  en  la  tercera. 
De  lo  que  yo  compuse,  juzgará  cada  uno  á  su  voluntad ;  de  lo  que  es  traducido,  el  que  quisiere 
ser  juez  pruebe  primero  qué  cosa  es  traducir  poesías  elegantes  de  una  lengua  extraña  á  la  suya, 
sin  añadir  ni  quitar  sentencia,  y  con  guardar  cuanto  es  posible  las  figuras  del  original  y  su  do- 
naire, y  hacer  que  hablen  en  castellano,  y  no  como  extranjeras  y  advenedizas,  sino  como  naci- 
das en  él  y  naturales.  No  digo  que  lo  he  hecho  yo,  ni  soy  tan  arrogante;  mas  helo  pretendido  ha- 
cer, y  asi  lo  confieso.  Y  el  que  dijere  que  no  lo  he  alcanzado,  haga  prueba  de  sí,  y  entonces 
podrá  ser  que  estime  mi  trabajo  mas;  al  cual  yo  me  incliné  solo  por  mostrar  que  nuestra  lengua 
recibe  bien  todo  lo  que  se  la  encomienda,  y  que  no  es  dura  ni  pobre,  como  algunos  dicen,  sino  de 
cera  y  abundante  para  los  que  la  saben  tratar.  Mas  esto,  caiga  como  cayere,  que  yo  no  curo  mu- 
cho dello;  solo  deseo  agradará  vuesamerced,  á  quien  siempre  pretendo  servir;  y  el  que  no  me 
conociere  por  mi  nombre,  conózcame  por  esto,  que  es  solamente  de  lo  que  me  precio  y  lo  que, 
si  en  mí  hay  cosa  buena,  tiene  algún  lugar. 


LIBRO  PRDIERO. 


¡QoÉ  descansada  vida 
La  del  que  huye  el  mundanal  ruido, 

Y  sigue  la  escondida 
Senda  por  donde  ban  ido 

Los  pocos  sabios  que  en  el  mundo  han  sido! 

Que  no  le  enturbia  el  pecho 
De  los  soberbios  grandes  el  estado, 
Ni  del  dorado  techo 
Se  admira,  fabricado 
Del  sabio  moro ,  en  jaspes  sustentado. 

No  cura  si  la  fama 
Canta  con  voz  su  nombre  pregonera, 
Ni  cura  si  encarama 
La  lengua  lisonjera 
Lo  que  condena  la  verdad  sincera. 

¿Qué  presta  á  mi  contento, 
Si  soy  del  vano  dedo  señalado , 
Si  en  busca  de  este  viento 
Ando  desalentado 
Con  ansias  vivas,  con  mortal  cuidado? 

¡Oh  monte ,  oh  fuente,  oh  rio, 
Oh  secreto  seguro,  deleitoso! 
Roto  casi  el  navio, 
A  vuestro  almo  reposo 
Huyo  de  aqueste  mar  tempestuoso. 

Unno  rompido  sueño. 
Un  dia  puro,  alegre,  libre  quiero  ; 
No  quiero  ver  el  ceño 
Vanamente  severo 
De  á  quien  la  sangre  ensalza  ó  el  dinero. 

Despiértenme  las  aves 
Con  su  cantar  sabroso  no  aprendido. 
No  los  cuidados  graves 
De  que  es  siempre  seguido 
El  que  al  ajeno  arbitrio  está  atenido. 

Vivir  quiero  conmigo, 
Gozar  quiero  del  bien  que  debo  al  cielo, 
A  solas  ,sin  testigo. 
Libre  de  amor,  de  celo, 
De  odio,  de  esperanzas,  de  recelo. 

Del  monte  en  la  ladera 
Por  mi  mano  plantado  tengo  un  huerto, 
Que  con  la  primavera  , 
De  bella  flor  cubierto, 
Ya  muestra  en  esperanza  el  fruto  cierto. 

Y  como  codiciosa, 

Por  ver  y  acrecentar  su  hermosura, 

Desde  la  cumbre  airosa 

Una  fontana  pura 

Hasta  llegar  corriendo  se  apresura; 

Y  luego  sosegada, 

El  paso  entre  los  árboles  torciendo, 
El  suelo  de  pasada 
De  verdura  vistiendo, 

Y  con  diversas  flores  va  esparciendo. 
El  aire  el  huerto  orea, 

Y  ofrece  mil  olores  al  sentido, 
Los  árboles  menea 

Con  un  manso  ruido, 

Que  del  oro  y  del  cetro  pone  olvido. 

Ténganse  su  tesoro 
LoG  que  de  un  falso  leño  se  confian ; 
No  es  mió  ver  el  lloro 
De  los  que  desconfian 
Cuando  el  cierzo  y  el  ábrego  porfían. 

La  combatida  antena 
Cruje ,  y  en  ciega  noche  el  claro  dia 
Se  torna ,  al  cielo  suena 
Confusa  vocería, 

Y  la  mar  enriquecen  á  porfía. 


A  mí  una  pobrecilla 
Mesa  ,  de  amable  paz  bien  abastada, 
Me  basta,  y  la  vajilla 
De  fino  oro  labrada 
Sea  de  quien  la  mar  no  teme  airada. 

Y  mientras  miserable- 
Menle  se  están  los  otros  abrasando 
Con  sed  insaciable 
Del  peligroso  mando, 
Tendido  yo  á  la  sombra  esté  cantando ; 

A  la  sombra  tendido. 
De  hiedra  y  lauro  eterno  coronado, 
Puesto  el  atento  oido 
Al  son  dulce, acordado, 
Del  plectro  sabiamente  meneado. 


k  DON  PEDRO  PORTOCARRERO. 

Virtud,  hija  del  cielo. 
La  mas  ilustre  empresa  de  la  vida 
En  el  escuro  suelo, 
Luz  tarde  conocida, 
Senda  que  guia  al  bien  ,  poco  seguida  : 

Túdende  la  hoguera 
Al  cielo  levantaste  al  fuerte  Alcídes, 
Tü  en  la  mas  altaesfeía 
Con  las  estrellas  mides 
Al  Cid,  clara  victoria  de  mil  lides ; 

Por  tí  el  paso  desvia 
De  la  profunda  noche  ,  y  resplandece 
Muy  mas  (cual  claro  dia) 
De  Leda  el  parto ,  y  crece 
El  Córdoba  alas  nubes ,  y  florece ; 

Y  por  su  senda  agora 
Traspasa  luengo  espacio  con  ligero 
Pié  y  ala  voladora 
El  gran  Portocarrero, 
Osado  de  ocupar  el  bien  primero. 

Del  vulgo  se  descuestn, 
Hollando  sobre  el  oro  firme,  aspira 
A  io  alto  de  la  cuesta; 
Ni  violencia  de  ira 
Ni  blando  y  dulce  engaño  le  relira. 

Ni  mueve  mas  ligera. 
Ni  mas  igual  divide  por  derecha 
El  aire  y  fiel  carrera, 
O  la  traciana  flecha 

0  la  bola  tudesca,  un  fuego  hecha. 
Kn  pueblo  inculto  y  duro 

1  ,duce  poderoso  igual  costumbre, 
Y  do  se  muestra  escuro 

El  cielo  enciende  lumbre. 
Valiente  á  ilustrar  mas  alta  cumbre. 

Dichosos  los  que  baña 
El  Miño ,  los  que  el  mar  monstruoso  cierra 
D  'iide  la  fiel  montaña 
Histael  fin  de  la  tierra, 
Los  que  desprecia  de  Ume  la  alta  sierra. 


A  FRANCISCO  DE  SALINAS. 

El  aire  se  serena 
Y  viste  de  hermosura  y  luz  no  usada, 
Salinas  ,  cuando  suena 
La  música  extremada 
Por  vuestra  sabia  mano  gobernada; 

A  cuyo  son  divino 
El  alma ,  que  en  olvido  eslá  sumida, 


ORRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Torna  á  cobrar  el  tino 

Y  memoria  perdida 

De  su  origen  primera  esclarecida. 

Y  como  se  conoce. 

En  suerte  y  pensamiento  se  mejora  ; 

El  oro  desconoce 

Que  el  vulgo  vil  adora. 

La  belleza  caduca  engañadora. 

Traspasa  el  aire  todo 
Hasla  llegar  á  la  mas  alia  esfera, 

Y  oye  alli  otro  modo 
De  no  perecedera 

Música ,  que  es  la  fuente  y  la  primera. 

Y  como  está  compuesta 

De  números  concordes ,  luego  envía 
Consonante  respuesta, 

Y  entre  ambos  á  porlia 

Se  mezcla  una  dulcísima  armonía. 

Aquí  la  alma  navega 
Por  un  mar  de  dulzura,  y  finalmente 
En  él  ansí  se  anega, 
Que  ningún  accidente 
Extraño  y  peregrino  oye  y  siente. 

¡Oh  desmaye  dichoso ! 
Oh  muerte  que  das  vida!  oh  dulce  olvido, 
Durase  en  tu  re'oso, 
Sin  ser  restituido 
Jamás  aqueste  bajo  y  vil  sentido. 

A  este  bien  os  llamo, 
Gloria  del  apolíneo  sacro  coro, 
Amigo  á  quien  amo 
Sobre  todo  tesoro; 
Que  todo  lo  visible  es  triste  lloro. 

¡Ohl  suene  de  continuo. 
Salinas ,  vuestro  son  en  mis  cides, 
Por  quien  al  i)i>!n  divino 
Des|iiertan  los  sentidos. 
Quedando  á  lo  demás  adormecidos. 


Inspira  nuevo  canto, 
Caliope  en  mi  iiccbo  aqueste  dia, 
Que  de  los  Horjas  canto 

Y  Knriquez  la  alfgria 

Del  rico  don  que  el  cielo  les  invia. 

Hermoso  sol  luciente. 
Que  el  dia  das  y  llevas ,  rodeado 
Ce  luz  resplandeciente 
Mas  de  lo  acostumbrado, 
Sal ,  y  verás  nacido  tu  traslado; 

ü  si  te  place  agora 
En  la  región  contiaria  hacer  manida, 
Dctt-nle  allá  en  buen  hora. 
Que  con  la  luz  n:icida 
Poilrá  ser  nuestra  esfera  esclarecida. 

Alma  divina,  en  velo 
De  femeniles  miembros  encerrada, 
Cuando  veniste  al  suelo 
P.obastc  de  p:is:ida 
La  celestial  riquísima  morada. 

Dieronte  bien  sin  cuento 
Con  voluntad  coneorde  y  amorosa, 
Quien  rige  el  movímíent!o 
Sexto,  c.on  la  diosa 
Déla  tercera  rueda  poderosa. 

lie  lu  Ix-lleza  rara 
El  envidioso  viejo  mal  pngado, 
1  orrió  el  fiaso  y  la  raía, 

Y  el  lieio  Marte  ¡liriido 

El  camino  dejó  di'sonqtado. 
Y  el  rojo  y  crc-pn  Apolo, 
Que  tus  pasos  guiando,  dcbccndia 
Contigo  al  l)aj(j  polo, 
I, a  citara  hería, 

Y  eíKi  divino  canto  ansí  decía  : 
tlJecieiidt;  (>n  punto  i)iieno, 

Espíritu  re;d,al  cuerjio  hermoso, 

Qiu;  en  el  ilustre  seno 

Te  espera  deseoso, 

Por  dar  á  lu  valor  digno  reposo. 


»EI  te  dará  la  gloria 
Que  en  el  terreno  cerco  es  mas  tenida : 
De  agüelos  larga  historia. 
Por  quien  la  no  hundida 
Kave,  por  quien  la  España  fué  regida. 

jiTú  dale,  en  cambio  deslo. 
De  los  eternos  bienes  la  nobleza, 
Deseo  alto ,  honesto, 
Generosa  grandeza, 
Claro  saber,  íe  llena  de  pureza. 

))F.n  tu  rostro  se  vean 
De  su  beldad  sin  par  vivas  señales. 
Los  tus  dos  ojos  sean 
Dos  luces  inmortales 
Que  guien  al  sumo  bien  á  los  mortales. 

)>E1  cuerpo  delicado, 
Como  cristal  lucido  y  transparente, 
Tu  gracia  y  bien  sagrado, 
Tu  luz,  tu  continente 
A  sus  dichosos  siglos  represente. 

>íLa  soberana  agüela. 
Dechado  de  virtud  y  hermosura, 
La  tía  de  quien  vuela 
La  lama ,  en  quien  la  dura 
Muerte  mostró  lo  poco  que  el  bien  dura; 

)»Con  todas  cuantas  precio 
De  gracia  y  de  belleza  hayan  tenido. 
Serán  por  tí  en  desprecio 
Y  puestas  en  olvido. 
Cual  hace  la  verdad  con  lo  fingido. 

»¡  Ay  tristes!  ay  dichosas 
Los  ojos  que  te  vieren!  Huyan  luego. 
Sí  fueren  poi!erosos. 
Antes  que  prenda  el  fuego 
Contra  quien  no  valdrá  ni  oro  ni  ruego. 

» Ilustre  y  tierna  planta, 
Dulce  gozo  de  tronco  generoso. 
Creciendo  te  levanta 
A  estado  el  mas  dichoso 
De  cuantos  dio  va  el  cielo  venturoso.» 


A  FELIPE  RUIZ,  DE  LA  AVARICIA. 

En  vano  el  mar  fatiga 
La  vela  portuguesa,  que  ni  el  seno 
De  Persia  ni  la  amiga 
M.iluca  da  árbol  bueno. 
Que  pueda  hacer  un  ánimo  sereno. 

No  da  reposo  al  pecho, 
Felipe,  ni  la  India,  ni  la  rara 
Esmeralda  provecho, 
Que  mas  tuerce  la  cara 
Cuanto  posee  mas  el  alma  avara. 

Al  capitán  romano 
La  vida,  y  no  la  sed,  quitó  el  bebido 
Tesoro  persiano, 

Y  'l'áiilalo  metido 

En  medio  de  las  aguas  afligido. 

De  esta  sed.  y  mas  dura, 
La  suerte  es  del  niezqnino  que  sin  lasa 
Se  cansa  ansí ,  y  endura 
El  oro  y  la  mar  pasa 
Osado,  y  no  osa  abrir  la  mano  escasa. 

¿Qué  vale  el  no  locado 
Tesoro,  sí  corrompe  el  dulce  sueño. 
Si  estrecha  el  ñudo  dado. 
Si  mas  enturbia  el  ceño, 

Y  deja  en  la  ritiueza  pobre  al  dueño? 


Elisa,  ya  el  preciado 
Cidiello  que  del  oro  escarnio  hacia. 
La  nieve  ha  variado. 
¡  Ay  !  ¿Yo  no  te  decía  : 
cHecoge  Elisa  el  i)ié  .([ue  vuela  el  dia  »? 

^a  los  (|ue  prometian 
Durar  en  tu  servicio  eternamente, 
Ingratos  se  desvian, 


POESl AS.  — LIBRO  PRIMERO. 


Por  no  mírnr  la  frente 

Con  rugas,  y  afeado  el  negro  diente. 

¿Qué  tienes  del  pasado 
Tiempo  sino  dolor?  ¿Cuál  es  el  fruto 
Que  tu  labor  le  ha  dado, 
Sino  es  tristeza  y  luto, 

Y  el  almaliecha  sierva  á  vicio  bruto? 
¿Qué  fe  te  guarda  el  vano 

Por  quien  tú  no  guardaste  la  debida 
A  tu  bien  soberano ; 
Por  quien  mal  proveida. 
Perdiste  de  tu  seno  la  querida 

Prenda ;  por  quien  velaste ; 
Por  quien  ardiste  en  celo;  por  quien  uno 
El  cielo  fatigaste 
Con  gemido  importuno; 
Por  quien  nunca  tuviste  acuerdo  alguno 

De  tí  mesnia?  Y  agora, 
Rico  de  tus  despojos,  mas  ligero 
Que  el  ave  huye ,  y  adora 
A  Lida  el  lisonjero  ; 
Tú  quedas  entregada  al  dolor  fiero. 

¡Oh  cuánto  mejor  fuera 
El  don  de  hermosura  que  del  cielo 
Te  vino  ,  á  cuyo  era 
Habello  dado  en  velo 
Santo,  guardado  bien  del  polvo  y  suelo! 

Mas  hora  no  hay  tardía. 
Tanto  nos  es  el  cielo  piadoso, 
Mientras  que  dura  el  dia; 
El  pecho  hervoroso 
En  breve  del  dolor  saca  reposo. 

Que  la  gentil  señora 
De  Magdalo,  bien  que  perdidamente 
Dañada ,  en  breve  hora 
Con  el  amor  ferviente 
Las  llamas  apagó  del  fuego  ardiente; 

Las  llamas  del  malvado 
Amor  con  otro  amor  mas  encendido, 

Y  consiguió  el  estado 
Que  no  fué  concedido 

Al  huésped  arrogante  en  bien  fingido. 

De  amor  guiada  y  pena, 
Penetra  el  techo  extraño,  y  atrevida, 
Ofrécese  á  la  ajena 
Presencia,  y  sabia  olvida 
El  ojo  mofador,  buscó  la  vida. 

Y  toda  derrocada 
A  los  divinos  pies  que  la  traian, 
Lo  que  la  en  si  fiada 
Gente  olvidado  habían, 
Sus  manos,  boca  y  ojos  lo  hacían. 

Lavaba,  larga  en  lloro, 
Al  que  su  torpe  mal  lavando  estaba; 
Limpiaba  con  el  oro 
Que  la  cabeza  ornaba 
A  su  limpieza,  y  paz  á  su  paz  daba. 

Decia  :  «Solo  amparo 
De  la  miseria,  extrema  medicina 
Doíni  salud,  reparo 
De  tanto  mal,  inclina 
A  aqueste  cieno  tu  piedad  divina. 

»  ¡Ay !  ¿qué  podrá  ofrecerte 
Quien  todo  lo  perdió?  aquestas  manos, 
Osadas  de  ofenderte. 
Aquestos  ojos  vanos 
Te  ofrezco,  y  estos  labios  tan  profanos. 

*La  que  sudó  en  tu  ofensa 
Trabaje  en  tu  servicio ,  y  de  mis  males 
Proceda  mi  defensa ; 
Mis  ojos  dos  mortales   * 
Fraguas,  dos  fuentes  sean  manantiales. 

»Bañen  tus  píes  mis  ojos, 
Límpienlos  mis  cabellos,  dé  tormento 
Mí  boca,  y  red  de  enojos 
Les  dé  besos  sin  cuento, 

Y  lo  que  me  condena  te  presento. 
«Presentóte  un  sugeto 

Tan  mortalmente  herido,  cual  conviene 

Do  un  médico  perfeto 

De  cuanto  saber  tiene 

Dé  muestra,  que  por  siglos  mil  resuene,» 


PnOFECIA  r;EL   TAJO. 


Folgaba  el  rey  Piodrigo 
Con  l;i  hermosa  (iava  ea  la  ribera 
D(íl  Tajo,  sin  testigo; 
El  rio  sacó  fuera 
El  pecho,  y  le  habló  desta  manera : 

«En  mai  pimto  te  goces  ,  • 
Injusto  forzador;  que  ya  el  sonido 
0)0  ya,  y  las  voces. 
Las  armas  y  el  bramido 
De  Marte,  y  de  furor  y  ardor  ceñido. 

i)¡  Ay!  esa  tu  alegría 
Qué  ikiiitos acarrea,  y  esa  hermosa 
( Oiie  vio  el  sol  en  mal  dia ), 
A  Kspaña  ¡ay!  cuan  llorosa, 
Y  al  cetro  de  ios  godos  cuan  costosa. 

«Llamas,  dolores,  guerras. 
Muertes,  asolamiento,  fieros  males 
Entre  tus  brazos  cieñas. 
Trabajos  inmortales, 
A  ti  y  á  tus  vasallos  naturales; 

»A  los  que  en  ConsUniliiia 
Rompen  el  fértil  suelo  ,  á  los  que  baña 
El  Ebro,  á  la  vecina 
Sansueña,  á  Lusitania, 
A  toda  la  espaciosa  y  triste  España. 

»Ya  dende  Cádiz  llama 
El  injuriado  conde,  á  la  venganza, 
Atento,  y  no  á  la  faina. 
La  bárbara  pujanza, 
En  quien  para  tu  daño  no  hay  tardanza, 

»Oye  que  al  cielo  toca 
Con  temeroso  son  la  trompa  fiera; 
Que  en  África  convoca 
El  moro  á  la  bandera. 
Que  al  airetlesplegada  va  ligera. 

»La  lanza  ya  blandea 
El  árabe  cruel ,  y  hiere  el  viento 
Llamando  á  la  pelea; 
Innumerable  cuento 
De  escuadras  juntas  veo  en  un  momento. 

«Cubre  la  gente  el  suelo. 
Debajo  de  las  velas  desparece 
La  mar,  la  voz  al  cielo 
Confusa  y  varia  crece, 
El  polvo  roba  el  dia  y  le  oscurece. 

»¡  Ay,  que  ya  presurosos 
Suben  las  largas  naves !  ay,  que  tienden 
Los  brazos,  vigorosos 
A  los  remos,  y  encienden 
Las  mares  espumosas  por  do  hienden ! 

«El  Eolo  derecho 
Hinche  la  vela  en  popa ,  y  larga  entrada 
Por  el  hercúleo  eslrecho 
Con  la  pimía  acerada 
El  gran  padre  Neptuno  da  á  la  armada.  " 

«'¡Ay  triste!  ¿y  aun  te  tiene 
El  mal  dulce  regazo,  ni  llamado 
Al  mal  que  sobreviene 
No  acorres? ¿Ocupado 
No  ves  ya  el  puerto  á  Hércules  sagrado? 

«Acude ,  corre ,  vuela , 
Traspasa  el  alta  sierra ,  ocupa  el  llano, 
No  perdones  la  espuela, 
No  des  pazá  la  mano. 
Menea  fulminando  el  hierro  insano. 

»¡  Ay  cuánto  de  fatiga! 
Ay  cuánto  de  sudor  está  presente 
AÍ  que  viste  loriga, 
Al  infante  valiente, 
A  hombres  v  á  caballos  juntamente! 

»Y  tú,  Bétis  divino. 
De  sangre  ajena  y  tuya  amancillado, 
¡Darás  al  mar  vecino 
Cuánto  yelmo  quebrado. 
Cuánto  cuerpo  de  nobles  destrozado! 

«El  furibundo  Marte 
Cinco  luces  las  haces  desordena, 
Igual  á  cada  parle; 
La  sexta  ¡ay! te  condena, 
Oh  cara  patria,  á  bárbara  cadena.? 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


KOCHE  SERENA,  k   DON  OLOARTE. 

Cuando  contemplo  el  cielo, 
De  innumerables  luces  adornado, 

Y  miro  hacia  el  suelo, 
De  noche  rodeado. 

En  sueño  y  en  oh  ido  sepultado, 

El  amor  y  la  pena 
DespiertanVn  mi  pecho  un  ansia  ardiente, 
Despide  larga  vena, 
Los  ojos  hechos  fuente, 
Oloarie,  y  digo  al  fin  con  voz  doliente: 

«  Morada  de  grandeza., 
Templo  de  claridad  y  hermosura. 
El  alma  que  á  tu  alteza 
Nació  ¿qué  desventura 
La  tiene  en  esta  cárcel  baja,  escura? 

»  ¿Qué  mortal  desatino 
De  la  verdad  aleja  asi  el  sentido. 
Que,  de  tu  bien  divino 
Olvidado,  perdido. 
Sigue  la  vana  sombra,  el  bien  fingido?» 

El  hombre  está  entregado 
Al  sueño,  de  su  suerte  no  cuidando, 

Y  con  paso  callado 

El  cielo  vueltas  dando. 

Las  horas  del  vivir  le  va  hurtando. 

¡  Üh  !  despertad,  mortales. 
Mirad  con  atención  en  vuestro  daño; 
Las  almas  inmortales, 
Ht'ch:is  á  bien  tamaño, 
¿Podrán  vivir  de  sombras  y  de  engaño? 

¡Av!  levantad  los  ojos 
A  aquesta  celestial  eterna  esfera, 
Burlaiéis  los  antojos 
De  aquesa  lisonjera 
Vida ,  con  cuanto  teme  y  cuanto  espera. 

¿Es  mas  que  un  breve  punto 
El  bajo  y  torpe  suelo,  comparado 
Con  ese  gran  trasunto, 
Do  vive  mejorado 
Lo  que  es,  lo  que  será,  lo  que  ha  pasado? 

Quien  mira  el  gran  cnncierto 
De  aquestos  resplandores  ciérnales. 
Su  movimiento  cierto, 
Sus  pasos  desiguales, 

Y  en  proporción  concorde  tan  iguales; 
La  luna  cómo  mueve 

La  plateada  rueda,  y  va  en  pos  de  ella 
La  luz  do  el  saber  ilueve, 

Y  la  graciosa  estrella 

De  amor  la  sigue,  reluciente  y  bella; 

V  cómo  otro  camino 
Prosigue  el  sanguinoso  Marte  airado, 

Y  el  .lupiter  benigno. 
De  bienes  mil  cercado. 

Serena  el  cielo  con  su  rayo  amado. 

Rodéase  en  la  cumbre 
Saturno,  padre  de  los  siglos  de  oro; 
Tras  él  la  muchedumbre 
Del  reluciente  coro 
Su  luz  va  repartiendo  y  su  tesoro. 

¿Quién  es  el  que  oslo  mira, 

Y  precia  la  bajeza  de  la  tierra, 

Y  no  gime  y  suspira, 

Y  rompe  lo  ([ue  encierra 

El  alma,  y  destos  bienes  la  destierraT 

Aqui  vive  el  contento. 
Aquí  reina  la  fiaz,  a(|uí  asentado 
En  rico  y  alto  asiento 
E^lá  el  amor  sagrailo. 
De  glorias  y  Tleleites  rodeado. 

Inmensa  hermosura 
Aquí  se  muestra  toda,  y  resplandece 
Clarisima  luz  pura, 
Que  jamás  anochece; 
Eterna  primavera  acjui  florece. 

¡Oh  campos  verdaderos! 
Oh  prados  con  verdad  frescos  y  amenos , 
ItiquKimos  mineros! 

Oh  deleitosos  SCOOS, 

Itepucsios  valles,  de  mil  bienes  llenos  t 


tAS  SERENAS  A  CHERINTO. 

No  le  engañe  el  dorado 
Vaso,  ni  de  la  puesta  al  bebedero 
Sabrosa  miel  cebado. 
Dentro  al  pecho  ligero, 
Cherinto  ,no  traspases  el  postrero. 

Asensio,  ten  dudosa 
La  mano  liberal;  que  esa  azucena, 
Esa  purpúrea  rosa. 
Que  el  sentido  enajena, 
Tocada,  pasa  al  alma  y  la  envenena. 

Retira  el  pié,  que  asconde 
Sierpe  mortal  el  prado,  aunque  florido 
Los  ojos  roba  ;  adonde 
Aplace  mas,  metido 
El  peligroso  lazo  está  y  tendido. 

Pasó  tu  primavera, 
Ya  la  madura  edad  te  pide  el  fruto 
De  gloria  verdadera. 
¡Ay!  pon  del  cieno  bruto 
Los  pasos  en  lugar  firme  y  enjuto. 

Ames  que  la  engañosa 
Circe,  del  corazón  apoderada, 
Con  copa  ponzoñosa 
El  alma  trasformada, 
Te  junte,  nueva  fiera,  á  su  manada. 

No  es  dado  al  que  alli  asienta. 
Si  ya  el  cielo  dichoso  no  le  mira. 
Huir  la  torpe  afrenta : 
O  arde  oso  en  ira, 
O  hecho  jabalí,  gime  y  suspira. 

No  fies  en  viveza. 
Atiende  al  sabio  rey  Solimitano; 
No  vale  fortaleza , 
Que  al  vencedor  Gazano 
Condujo  á  triste  fin  femenil  mano. 

.Tunta  al  alto  griego. 
Que  sabio  no  aplicó  la  noble  antena 
Al  enemigo  ruego 
De  la  blanda  Sirena, 
Por  do  por  siglos  mil  su  fama  suena. 

Decia  comoviendo 
El  aire  en  dulce  son :  «La  vela  inclina, 
Que  del  viento  huyendo, 
Por  los  aires  camina 
(Ilises ,  de  los  griegos  luz  divina. 

«Allega  y  da  reposo 
Al  inmortal  cuidado,  y  entre  tanto 
Conocerás  curioso 
Md  historias  que  canto. 
Que  todo  navegante  hace  otro  tanto; 

»Oue  todo  lo  sabemos  ; 
Cuanto  contiene  el  suelo,  y  la  reñida 
Guerra  te  cantaremos 
De  Troya  y  su  caida. 
Por  Grecia  y  por  los  dioses  destruida.» 

Ansí  falsa  cantaba. 
Ardiendo  en  crueldad;  mas  el  prudente 
A  la  voz  atajaba 
El  camino  en  su  gente 
Con  la  aplicada  cera  suavemente. 

Si  á  ti  se  presentare. 
Los  ojos,  sabio,  cierra,  firme  atapa 
La  oreja  si  llamare; 
Si  prendiere  la  capa. 
Huye,  que  solo  aquel  que  huye  escapa. 


A  FELIPE   RUIZ. 


¿Cuándo  será  que  pueda 
Libro  desta  prisión  volar  al  cielo, 
Eelipe,  y  en  la  rueda 
Que  huye  mas  del  suelo 
Contemplar  la  verdad  pura  sin  duelo? 

Alli,  á  mi  vida  junto. 
En  Inz  resplandeciente  convertido. 
Veré  distinto  y  junto 
Lo  que  es  y  lo  que  ha  sido, 
Y  su  principio  propio  y  ascondldo. 


POESÍAS.  — LIBRO  PRIMERO. 


Entonces  veré  cómo 
La  soberana  mano  echó  el  cimiento 
Tan  á  nivel  y  plomo, 
Do  estable  y  firme  asiento 
Posee  el  pesadisimo  elemento; 

Veré  las  inmortales 
Colunas  do  la  tierra  está  fundada, 
Las  lindes  y  señales 
Con  que  á  la  mar  hinchada 
La  Providencia  tiene  aprisionada; 

Porqué  tiembla  la  tierra, 
Por  qué  las  hondas  mares  se  embravecen, 
Dó  sale  á  mover  guerra 
El  cierzo ,  y  por  qué  crecen 
Las  aguas  del  Océano  y  descrecen; 

Ue  ció  manan  las  fuentes. 
Quién  ceba  y  quién  bastece  de  los  ríos 
Las  perpetuas  corrientes, 
De  los  helados  frios 
Veré  las  causas  y  de  los  estíos; 

Las  soberanas  aguas, 
Del  aire  en  la  región  quién  las  sostiene, 
De  los  rayos  las  fraguas; 
Dó  los  tesoros  tiene 
De  nieve  Dios,  y  el  trueno  dónde  viene. 

¿No  ves  cuando  acontece 
Turbarse  el  aire  todo  en  el  verano. 
El  diase  enegrece, 
Sopla  el  Gallego  insano, 

Y  sube  hasta  el  cielo  el  polvo  vano ; 

Y  entre  las  nubes  mueve 

Su  carro  Dios ,  ligero  y  reluciente? 
Horrible  son  conmueve. 
Relumbra  fuego  ardiente. 
Treme  la  tierra,  humíllase  la  gente  ; 

La  lluvia  baña  el  techo, 
Invian  largos  rios  los  collados, 
Su  trabajo  deshecho, 
Los  campos  anegados 
Miran  los  labradores,  espantados. 

Y  de  allí  levantado, 

Veré  los  movimientos  celestiales, 

Ansí  el  arrebatado      • 

Como  los  naturales, 

Las  causas  de  los  hados,  las  señales. 

Quién  rige  las  estrellas 
Veré ,  y  quién  las  enciende  con  hermosas 

Y  eficaces  centellas; 

Por  qué  están  las  dos  osas 

De  bañarse  en  la  mar  siempre  medrosas. 

Veré  este  fuego  eterno, 
Fuente  de  vida  y  luz,dó  se  mantiene, 

Y  por  qué  en  el  invierno 
Tan  presuroso  viene; 

Quién  en  las  noches  largas  le  detiene. 

Veré  sin  movimiento 
En  la  mas  alia  esfera  las  moradas 
Del  gozo  y  del  contento, 
De  oro  y  luz  labradas. 
De  espíritus  dichosos  habitadas. 


AL  LICENCIADO  JUAN  DE  GRIAL. 

Recoge  ya  en  el  seno 
El  campo  su  hermosura  ,  el  cíelo  acoja 
Con  luz  triste  el  ameno 
Verdor,  y  hoja  á  hoja 
Las  cimas  de  los  árboles  despoja. 

Ya  Febo  inclina  el  paso 
Al  resplandor  egeo ,  ya  del  día 
Las  horas  corta  escaso, 
Ya  Eolo,  al  mediodía 
Soplando,  espesas  nubes  nos  envía. 

Ya  el  ave  vengadora 
Del  Ibico  navega  los  nublados, 

Y  con  voz  ronca  llora, 

Y  el  yugo  al  cuello  atados 

Los  bueyes  van  rompiendo  los  sembrados. 

El  tiempo  nos  convida 
A  los  estudios  nobles,  y  la  fama, 
Gríai ,  á  la  subida 


Del  sacro  monte  llama, 

Do  no  podrá  subir  la  postrer  llama. 

Alarga  el  bien  guiado 
Paso  y  la  cuesta  vence,  y  solo  gana 
La  cumbre  del  collado, 

Y  do  mas  pura  mana 

La  fuente,  satisfaz  tu  ardiente  gana. 

No  cures  si  al  perdido 
Error  admira  el  oro,  y  va  sediento 
En  pos  de  un  bien  fingido; 
Que  no  ansí  vuela  el  viento 
Cuanto  es  fugaz  y  vano  aquel  contento. 

Escribe  lo  queFebo 
Te  dicta  favorable,  que  lo  antiguo 
Iguala,  y  pasa  el  nuevo 
Estilo;  y,  caro  amigo, 
No  esperes  que  podré  atener  contigo. 

Que  yo,  de  un  torbellino 
Traidor  acometido,  y  derrocado 
Del  medio  del  camino 
Al  hondo,  el  plectro  amado 

Y  del  vuelo  las  alas  he  quebrado. 


A  FELIPE  RDIZ. 


¿Qué  vale  cuanto  vee 
Dó  nace  y  dó  se  pone  el  sol  luciente, 
Lo  que  el  indio  posee, 
Lo  que  da  el  claro  Oriente, 
Con  todo  lo  que  afana  la  vil  gente? 

El  uno  mientras  cura 
Dejar  rico  descanso  á  su  heredero. 
Vive  en  pobreza  dura, 

Y  perdona  al  dinero, 

Y  contra  si  se  muestra  crudo  y  fiero. 
El  otro  que  sediento 

Anhela  el  señorío,  sirve  ciego; 
Por  subir  su  asiento 
Abájase  ávil  ruego, 
Y'  de  la  libertad  va  haciendo  entrego. 
Quien  de  dos  claros  ojos 

Y  de  un  cabello  de  oro  se  enamora, 
Compra  con  mil  enojos 

Una  menguada  hora. 

Un  gozo  breve,  que  sin  fin  se  llora. 

Dichoso  el  que  se  mide, 
Felipe ,  y  de  la  vida  el  gozo  bueno 
A  sí  solo  lo  pide, 

Y  mira  como  ajeno 

Aquello  que  no  está  dentro  en  su  seno. 

Sí  resplandece  el  dia. 
Si  Eolo  su  reino  turba  en  saña, 
El  rostro  no  varia, 

Y  si  la  alta  montaña 
Encima  le  viniere ,  no  le  daña. 

Cien  como  la  ñudosa 
Carrasca  en  alto  risco  desmochada 
Con  hacha  poderosa. 
Del  ser  despedazada 
Del  hierro  torna  rica  y  esforzada. 

Querrás  hundille  ,  y  crece 
Mayor  que  de  primero ,  y  sí  porOa 
La  lucha,  mas  florece, 

Y  firme  al  suelo  invía 

Al  que  por  vencedor  ya  se  tenia. 

Exento  á  todo  cuanto 
Presume  la  fortuna ,  sosegado 
Está  y  libre  de  espanto 
Ante  el  tirano  airado. 
De  yerro ,  de  crueza  y  fuego  armado. 

«El  fuego,  dice,  enciende, 
Aguza  el  hierro  crudo,  rompe  y  llega, 

Y  si  me  hallares,  prende, 

Y  da  á  tu  hambre  ciega 

Su  cebo  deseado  y  la  sosiega. 

»¿Qué  estás?  ¿Ño  ves  el  pecho 
Desnudo ,  flaco ,  abierto?  ¡Oh!  no  te  cabe 
En  puño  tan  estrecho 
El  corazón  que  sabe 
Cerrar  cielos  y  tierra  con  su  llave. 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


«Ahonda  mas  adentro, 
Desvuelve  las  entrañas,  el  insano 
Puñal  jiciielra  al  centro; 
Mas  es  lrab;ijo  vano, 
Jamás  me  alcanzará  tu  corla  mano. 

DRompistemí  cadena 
Ardiendo  por  prenderme;  al  gran  consuelo 
f  ubido  he  por  tu  pena; 
Ya  suelto,  encumbro  el  vuelo. 
Traspaso  sobre  el  aire,  huello  el  ciclo.» 


DE  LA  VIDA  DEL  CIELO. 

Alma  rep;ion  luciente , 
Prado  de  bienandanza,  que  ni  el  hielo 
M  con  el  rayo  ardiente 
Fallece  .  fértil  suelo, 
Producidor  eterno  de  consuelo; 

De  [xirpura  y  de  nieve. 
Florida  la  cabc/a  ,  coronado , 
A  dulces  pastos  mueve 
Sin  honda  ni  cayado 
El  buen  pastor  en  tí  su  hato  amado. 

Él  va  ,  y  en  pos,  dichosas. 
Le  sii;nen  sus  ovejas,  do  las  pace 
Con  inmortales  rtísas , 
Con  Horque  siempre  nace  , 

Y  cuanto  m:s  se  goza  ,  mas  renace. 

Y  dentro  á  la  montaña 

Del  alio  bien  las  guia,  ya  en  la  vena 

i)>'\  gozo  íiel  las  baña, 

Y'  les  da  mesa  llena  , 

pastor  y  pasto  él  solo  y  suerte  buena. 

V  de  su  esfera  cuando 

A  cumbre  leca  allisimo  subido 
El  sol ,  él  sesteando , 
De  su  alo  ceñido. 

Con  dulce  son  deleita  el  santo  oído. 
1(>ca  el  rabel  sonoro, 

Y  el  inmurtal  dulzor  al  alma  pasa , 
Con  que  envilece  el  oro, 

Y' ardiendo  se  trapasa, 

Y  lanza  en  ñqii'l  i)ien  libre  de  tasa. 
¡Oh  sitn  !  Oh  voz!  Siquiera 

Pequi'ña  parte  alguna  descendiese 
En  mi  sentido,  y  fuera 
De  si  el  alma  pusiese, 

Y  toda  en  ti ,  oh  amor,  la  convirtiese. 
Coiioei'ria  dónile 

S':ste:is,  dulce  Esposo,  ydesatada 

Desla  prisión  adonde 

PadiTc  ,  á  tu  manada 

Viviré  junta ,  siu  vagar  errada. 


Ai  APARTAMIENTO. 

¡Oh  ya  seguro  puerto. 
De  mi  ian  liiengo  error!  Oh  deseado 
Para  n  p;iro  ciei  to 
Del  trrave  mal  pasado! 
¡ Ileposo  dulce ,  alegre ,  reposado ! 

'l'eclií)  p.ijizo,  adonde 
.Tamas  hizo  morada  el  enemigo 
í'.uiil:ido,  ni  se  esconde 
Insidia  en  rostió  amigo, 
Ki  voz  fieijina  ni  mortal  testigo; 

Sierra  que  vas  al  cielo. 
Altísima  ,  y  que  gozas  del  sosiego 
Que  no  conore  el  suelo, 
Adonde  el  vulgo  ciego 
Ama  el  morir  ardiendo  en  vivo  fuego, 

líecibeme  en  tu  cumbre, 
necíbeme;  que  huyo  perseguido 
La  errada  mncljeilunibrc, 
El  trabajar  peidido. 
La  falsa  paz,  el  mal  no  merecido. 

Y  do  está  mas  sereno 
El  aire  me  coloca  ,  mientras  curo 
Los  daños  del  veneno 


Que  bebí  mal  seguro. 

Mientras  el  mancillado  pecho  apuro; 

Mientras  que  poco  á  poco 
Borro  de  la  memoria  cuanto  impreso 
Dejó  allí  vivir  loco 
Por  lodo  su  proceso 
Vario,  entre  gozo  vano  y  caso  avieso. 

En  ti,  casi  desnudo 
Deste  corporal  velo,  y  de  la  asida 
Costumbre  roto  el  ñudo, 
Traspasaré  la  vida 
En  gozo,  en  paz ,  en  luz  no  corrompida. 

De  tí ,  en  el  mar  sujeto, 
Con  lástima  los  ojos  inclinando, 
Contemplaré  el  aprieto 
Del  miserable  bando 
Que  las  saladas  ondas  va  cortando. 

El  uno,  que  surgía 
Alegre  ya  en  el  puerto ,  salteado 
De  bravo  soplo,  guia, 
En  alia  mar  lanzado, 
Apenas  el  navio  desarmado; 

El  otro  en  la  encubierta 
Peña  rompe  la  nave,  que  al  momento 
El  hondo  pide  abierta  ; 
El  otro  calma  el  viento. 
Otro  en  las  bajas  Sirtes  hace  asiento. 

A  otros  roba  el  claro 
Dia  y  el  corazón  el  aguacero, 
Ofrecen  al  avaro 
Neptuno  su  dinero; 
Otro  nadando  huye  el  morir  fiero. 

Esfuerza  ó  pon  el  pecho ; 
Mas  ¿cómo  será  parle  un  afligido 
Que  va ,  el  leño  deshecho. 
De  flaca  tabla  asido. 
Contra  un  abismo  inmenso  embravecido? 

i  Ay,  otra  vez  y  ciento 
Otras,  seguro  puerto  deseado  I 
No  me  falte  tu  asiento, 
Y  falle  cuanto  amado. 
Cuanto  del  ciego  error  es  cudiciado. 


A  LA   VIDA   RELIGIOSA  *  (1). 

Mil  varios  pensamientos 
Mi  alma  en  un  instante  revolvía, 
(Cercada  de  tormentos, 
De  pena  y  agonía, 
Buscando  algún  descanso  y  alegría; 

Mas,  como  no  hallaba 
Contento  en  esta  vida  ni  reposo. 
Desalada  l)uscaba 
Con  paso  presuroso 
Á  su  querido  amor  y  dulce  esposo. 

Y  andándole  buscando, 
Cansada,  se  sentó  junto  á  una  fuente 
Que  la  iba  destilando 

ÍJn  risco  mansamente. 

Regando  el  verde  prado  su  corriente. 

Las  parleruelas  aves 
ílna  acordada  música  hacían 
De  voces  tan  suaves. 
Que  al  alma  enternecían, 

Y  en  amor  de  su  esposo  la  encendían; 

Y  con  gentil  donaire 
Plegando  y  desplegando  sus  alillas, 
.luj;alian  por  el  aire 
Liissinqdes  avecillas, 

Divididas  en  orden  por  cuadrillas  ; 

Y  en  forma  de  torneo 

Las  unas  con  las  otras  se  encontraban, 
Con  ligero  meneo 
Después  revoleaban, 

Y  entre  la  verde  yerba  gorjeaban. 
Gozando  de  esta  fiesta 

Mi  alma  ,  entre  mil  flores  recostada. 
Durmió  un  poco  la  siesta , 

(1)  Las  porslas  que,  romo  csla ,  van  senidadas  con  un  aste- 
risco, ban  íido  publicadas  por  primera  vez  cu  C3ta  colección. 


Y  eslando  descuidada, 
Oyó  una  voz  que  la  dejó  admirada. 

tlS'o  temas,  la  decía; 
Mas  oye  alentanieiile  lo  que  digo: 
Si  buscas  alegría 

Y  estar  siempre  conmigo. 
Huye  del  mundo  y  de  quien  es  su  amigo; 

í  Que  si  al  trabajo  huyes, 

Y  gustas  de  deleites  y  consuelo, 
Sabe  que  te  destruyes, 

Pues  truecas  por  efsuelo 

La  gloria  eterna  del  impíreo  cielo. 

»Mira  que  estás  cercada 
De  tres  contrarios  tuyos  capitales, 

Y  vives  descuidada 
De  los  crecidos  males 

Que  te  podrán  causar  contrarios  tales. 

»  Advierte  que  está  el  uno 
Apoderado  ya  de  tu  castillo, 

Y  los  dos  de  consuno 
Comienzan  á  batillo, 

Sin  que  tus  fuerzas  puedan  resistillo. 

»  Déjalos  por  despojos 
El  contento,  el  regalo  y  la  riqueza, 

Y  no  vuelvas  los  ojos 
Á  ver  esa  vileza, 

Pues  cuanto  dejar  puedes  es  pobreza. 

sQue  si  dejares  uno, 
Ciento  tendrás  por  él  en  esta  vida 
Sin  descontento  alguno; 

Y  allá  á  la  despedida 

Daráte  Dios  la  gloría  prometida. 

ji  Verás  en  este  suelo, 
Dando  de  mano  al  mundo  fementido, 
Un  retrato  del  cielo 
Que  Dios  tiene  escondido 
En  la  celdilla  pobre  y  el  vestido. 

»  Ajeno  del  cuidado 
Que  al  mercader  sediento  trae  ansioso, 
De  solo  Dios  pagado. 
Se  goza  el  religioso. 
Libre  del  mundo  fulso  y  engañoso. 

»  No  busca  los  favores 
Que  al  ambicioso  traen  desvelado 
En  casa  de  señores; 
Mas  antes  retirado 
Goza  su  suerte  y  su  felice  estado, 

»No  tiene  desconsuelo 
Ni  puede  entristecerle  cosa  alguna, 
Porque  es  Dios  su  consuelo, 
Ni  la  baja  fortuna 
Con  su  mudable  rueda  le  importuna. 

»  Su  casa  y  celda  estrecha 
Alcázar  le  parece  torreado; 
La  túnica  deshecha. 
Vestido  recamado; 

Y  el  suelo  duro ,  lecho  delicado. 
»  El  cilicio  tejido 

De  punzadoras  cerdas  de  animales, 

Que  al  cuerpo  eslá  ceñido. 

Aparta  de  los  males 

Que  causa  el  ciego  amor  con  los  mortales. 

»  La  disciplina  dura 
De  retorcido  alambre  le  da  gusto, 
Pues  cura  la  locura 
Del  estragado  gusto 
Que  huye  á  rienda  suelta  de  lo  justo. 

»  En  estos  ejercicios 
Su  vida  pasa  mas  que  venturosa, 
Apartado  de  vicios. 
Sin  que  le  dañen  cosa 
Mundo,  demonio,  carne  pegajosa. 

«  Cuanto  el  seghr  procura 
Adquirir  con  deleites  y  hacienda 
Se  dan  de  añadidura. 
No  mas  de  porque  atienda 
Al  servicio  de  Dios,  y  no  le  ofenda.» 

Gustaba  en  gran  manera 
Mi  alma  de  la  plática  que  oia; 

Y  para  ver  quién  era 
El  que  a(|uello  decía, 
Durmieado,  aquí  y  allí  se  revolvia. 


POESÍAS.  — LIBRO  PRIMERO. 

Mas  tocándola  mano 
El  agua  cristalina  de  la  fuente. 
Salió  su  intento  vano. 
Pues  luego  de  repente 
La  voz  sé  fué  y  el  sueño  juntamente. 


A  DON  PEDRO  P0RT0C.4RRER0. 

No  siempre  e<;  poderosa, 
Poriocarrero,  la  maldad,  ni  atina 
La  envidia  ponzoñosa, 

Y  la  fuerza  sin  ley,  que  mas  se  empina, 
Al  fin  la  frente  inclina; 

Que  quien  se  opone  al  cielo, 

Cuando  mas  alto  sube  ,  viene  al  suelo. 

Testigo  es  manifiesto 
El  parlo  de  la  tierra  mal  osado. 
Que  cuando  tuvo  puesio 
Un  monte  encima  de  otro  y  levantado, 
Al  hondo  derrocado, 
Sin  esperanza  gime. 
Debajo  su  edificio,  que  le  oprime.  • 

Si  ya  la  niebla  fría 
Al  rayo  que  amanece  odiosa  ofende, 

Y  contra  el  claro  día 

Las  illas  escurisimas  extiende, 
rSo  alcanza  lo  que  emprende 
Al  fin  ,  y  desparece, 

Y  el  sol  puro  en  el  cielo  resplandece. 
No  pudo  ser  vencida. 

Ni  lo  será  jamás,  ni  la  llaneza. 

Ni  la  inocente  vida, 

Ni  la  fe  sin  error,  ni  la  pureza, 

Por  mas  que  la  fierezi 

Del  tigre  ciña  un  lado, 

Y  el  otro  el  basilisco  emponzoñado. 
Por  mas  que  se  conjuren 

El  odio  y  el  poder  y  el  falso  engaño, 

Y  ciegos  de  ira ,  apuren 

Lo  propio  y  lo  diverso,  ajeno,  exlrañ;"", 

Jamás  le  harán  daño ; 

Antes,  cual  fino  oro, 

Piecobra  del  crisol  nuevo  tesoro. 

El  ánimo  constante. 
Armado  de  verdad ,  mil  aceradas, 
Mil  puntas  de  diamante 
Embota  y  enflaquece,  y  desplegadas 
Las  fuerzas  encerradas, 
Sobre  el  opuesto  bando 
Con  poderoso  pié  se  ensalza  hollando; 

Y  con  cien  voces  suena 
La  ñtma ,  que  á  la  sierpe,  al  tigre  fiero 
Vencidos,  los  condena, 
A  daño  no  jamás  perecedero, 

Y  con  vuelo  ligero 
Venciéndola  Vitoria, 

Corona  al  vencedor  de  gozo  y  gloria. 


CONTRA   VS  JUEZ   AVARO. 

Aunque  en  ricos  montones 
Levantes  el  cautivo  inüliloro, 

Y  aunque  tus  posesiones 
Mejores  con  ajeno  daño  y  lloro, 

Y  aunque  cruel  tirano 
Oprimas  la  venia  i ,  y  tu  avaricia, 

Vestida  en  noni1)re  vano. 
Convierta  en  compra  y  venta  la  justicia; 

Aunque  engañes  los  ojos 
Del  mundo,  á  quien  adoras ,  no  por  tanto, 

No  nacerán  abrojos 
Agudos  en  tu  alma  ,  ni  el  espanto 

No  velará  en  tu  lerlio, 
Ni  escucharás  la  cuita  y  agonía, 

El  último  despecho, 
Ni  la  esperanza  buena  en  compañía 

Del  gozo  tus  umbrales 
Penetrará  jamás,  ni  la  Meguera 

Con  llamas  infernales, 
Coa  serpentino  azote  la  alta  y  fiera 


ÍO 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Y  diestra  mano  armada, 

Saldrá  de  lu  aposento  sola  una  hora; 

Y  ni  tendrás  clavada 

La  rueda,  aunque  mas  puedas,  voladora 
Del  tiempo  hambriento  y  crudo. 

Que  viene,  con  la  muerte  conjurado, 
A  dejarte  desnudo 

Del  oro  y  cuanto  tienes  mas  amado; 

Y  quedaras  sumido 

En  males  no  unibles  y  en  olvido. 


EN  LA  ASCENSIÓN. 


EN  CNA  ESPERANZA  QUE  SALIÓ  VANA. 

Huid ,  contentos ,  de  mi  triste  pecho ; 
¿Qué  engafio  os  vuelve  á  do  nujica  pudistes 
Tener  reposo  ni  hacer  provecho? 

Tened  en  la  memoria  cuándo  fuistes 
Con  público  pregón  ¡  ay !  desterrados 
De  toda  mi  comarca  y  reinos  tristes, 

Adó  ya  no  veréis  sino  nublados 

Y  viento  y  torbellino  y  lluvia  fiera, 
Suspiros  encendidos  y  cuidados. 

No  pinta  el  prado  aqui  la  primavera. 
Ni  nuevo  sol  jamás  las  nubes  dora. 
Ni  canta  el  ruiseñor  lo  que  antes  era. 

La  noche  aqui  se  vela,  aqui  se  Hora 
El  dia  miserable  sin  consuelo, 

Y  vence  al  mal  de  ayer  el  mal  de  agora. 
Guardad  vuestro  destierro,  que  ya  el  suelo 

No  puede  dar  comento  al  alma  mia. 
Si  ya  mil  vueltas  diere  añilando  el  cielo ; 

Guardad  vuestro  destierro,  si  alegría. 
Si  gozo  y  si  descanso  amiais  sembrando, 
Que  aqueste  campo  abrojos  solos  cria  ; 

Guardad  vuestro  destierro,  si  tornando 
De  nuevo ,  no  (piereis  ser  castigados 
Con  crudo  azote  y  con  infame  bando ; 

Guardad  vuestro  destierro,  que  olvidados 
De  vuestro  ser  en  mi  seréis,  dolores ; 
Tal  es  la  fuerza  de  mis  duros  hados. 

Los  bienes  mas  queridos  y  mayores 
Se  mudan  y  en  mi  daño  se  conjuran  , 

Y  son  por  ofenderme  á  sí  traidores. 
Mancillanse  mis  manos  si  se  apuran, 

La  paz  y  la  imiistad  me  es  cruda  guerra, 
Las  cul|)as  faltan  ,  mas  las  penas  duran. 

Quien  mis  cadenas  mas  estrecha  y  cierra 
Es  la  memoria  mia  y  la  pureza  ; 
Cuando  ella  sube,  entonces  vengo  á  tierra. 

Mudó  su  ley  en  mí  naturaleza, 

Y  pudo  en  mi  dolor  lo  que  no  entiende 
Ni  seso  humano  ni  mayor  viveza. 

Cuanto  desenlazarse  mas  pretende 
El  pájaro  captivo ,  mas  se  enliga, 

Y  la  defensa  mia  mas  me  ofende. 
Va)  mí  la  culpa  ajena  se  castiga, 

Y  soy  del  malhechor  ¡ay!  [)risionero, 

Y  ouicren  que  de  mi  la  fama  diga  : 
Dichoso  el  (pie  jamás  ni  ley  ni  fuero, 

Ni  el  alto  ttibunai  ni  las  ciudades. 
Ni  conoció  del  mundo  el  trato  fiero; 
Que  ¡(fir  las  inocentes  soledades 
Ri'ioge  el  pobre  cuerpo  en  vil  cabana, 

Y  el  ánimo  em  iquece  con  verdades. 
Cuanflo  la  luz  el  aire  y  tierras  baña. 

Levanta  al  puro  sol  las  manos  puras, 
Sin  que  se  las  aplomen  oilin  y  saña. 

Sus  noches  son  sabrosas  y  seguras. 
La  mesa  le  l)astecc  alegremente 
El  campo  ,  que  no  rompen  rej;is  durís. 

Lo  justo  le  acompaña  y  la  lucienie 
Verdad,  las  sencilleces  pechos  de  oro, 
La  le  no  colorada  falsamente. 

De  ricas  esperanzas  almo  coro, 

Y  paz  con  su  descuido  le  rode.in, 

Y  el  gozo ,  cuyos  ojos  Iniye  el  lloro. 
Alli,  contento,  tus  moradas  sean, 

Alli  te  lograrás,  y  á  cada  uno 

De  amiellos  que  de  mi  saber  flesean, 

Les  di  que  no  me  visle  en  I  ienipo  alguno. 


¿Y  dejas.  Pastor  santo. 
Tu  grey  en  este  valle  hondo,  escuro, 
Con  soledad  y  llanto; 

Y  tú,  rompiendo  el  puro 

Aire,  te  vas  al  inmortal  seguro? 
Los  antes  bienhadados, 

Y  los  agora  tristes  y  alligidos. 
A  tus  pechos  criados, 

De  ti  desposeídos, 

¿Adó  convertirán  ya  sus  sentidos? 

¿  Qué  mirarán  los  ojos 
Que  vieron  de  lu  rostro  la  hermosura, 
Que  no  les  sea  enojos? 
Quien  oyó  tu  dulzura, 
¿Qué  no  tendrá  por  sordo  y  desventura? 

A  aqueste  mar  turbado 
¿Quién  le  pondrá  ya  freno?  quién  concierto 
Al  viento  fiero,  airado. 
Estando  tú  cubierto? 
¿Qué  norte  guiará  la  nave  al  puerto? 

i  Ay!  nube  envidiosa 
Aun  deste  brevegozo,  ¿qué  te  quejas? 
¿Dó  vuelas  presurosa? 
¡  Cuan  rica  tú  te  alejas ! 
Cuan  pobres  y  cuan  ciegos  ;  ay  1  nos  dejas ! 


A  TODOS  LOS  SANTOS. 

¿Qué  santo  ó  qué  gloriosa 
Virtud,  qué  deidad,  que  el  cielo  admira, 
¡Oh  Musa  poderosa 
En  la  cristiana  lira! 
Diremos  entre  tanto  que  retira 

El  sol  con  presto  vuelo 
El  rayo  fugitivo,  en  este  día 
Que  hace  alarde  el  cielo 
De  su  caballería? 
Qué  nombre  entre  estas  breñas  á  porfía 

Repetirá  sonando 
La  imagen  de  la  voz,  en  la  manera 
El  aire  deleitando, 
Que  el  Efrateo  hiciera 
Del  sacro  y  verde  Hermon  por  la  ladera? 

¿Adó  ceñido  el  oro 
Crespo  con  verde  yedra,  la  montaña 
Condujo  con  sonoro 
Laúd  ,  con  fuerza  y  maña 
Del  oso  y  del  león  "domó  la  saña? 

Pues  ¿quién  diré  primero. 
Que  el  alto  y  que  el  humilde,  y  que  la  vida 
Por  el  manjar  grosero 
Restituyó  perdida. 
Que  al  cielo  levantó  nuestra  caida? 

Igual  al  Patire  eterno. 
Igual  al  que  en  la  tierra  nace  y  mora, 
De  quien  tiembla  el  infierno, 
A  quien  el  sol  adora, 
En  quien  lodo  el  ser  vive  y  se  mejora. 

Después  el  vientre  entero. 
La  madre  desla  luz  será  cantada  ; 
Clarísimo  lucero 
Kn  esta  mar  turbada. 
Del  linaje  human;d  fiel  al)ogada. 

I'^spírilu  divino, 
No  callaré  lu  voz  ,  tu  pecho  opuesto 
Contra  el  dragón  malino. 
Ni  tú  en  olvido  puesto. 
Que  á  defender  mi  vida  estás  dispuesto. 

Osado  en  la  promesa, 
líarquei'o  de  la  barca  no  sumida, 
A  ti  mi  voz  profesa, 
Y  á  ti ,  que  la  lucida 
Noche  le  traspasó  de  muerte  á  vida. 

¿Quién  no-dirá  tu  lloro, 
Tu  bien  trocado  amor,  oh  Magdalena, 
De  tu  Nardo  el  tesoro. 
De  cuyo  olor  la  ajena 
Casa, la  redondez  del  mundo  es  llena? 


í 


poesías.— LIBRO  PRIMERO. 


11 


Del  Nilo  morndorn, 
Tierna  flor  del  saber  y  de  pureza, 
De  li  yo  canto  agora, 
Que  en  la  desiena  alteza 
Muerta  luce  tu  vida  y  fortaleza. 

Diré  el  rayo  africano, 
Diré  el  Stridones  sabio,  elocuente, 
O  del  panal  romano, 
O  del  que  justamente 
Nombraron  Boca  de  Oro  entre  la  gente. 

Coluna  ardiente  en  fuego. 
El  firme  y  gran  Basilio  al  cielo  toca, 
Mayor  que  el  miedo  y  ruego, 

Y  ante  su  rica  boca 

La  lengua  de  Denióstcnes  se  apoca. 

Cual  árbol  con  lósanos 
La  gloria  de  Francisco  sube  y  crece, 

Y  entre  mil  ermilaños 
El  claro  Antón  parece 

Luna  que  en  las  estrellas  resplandece. 

¡  Ay  padre !  ¿y  dó  se  ha  ido 
Aquel  raro  valor?  ó  ¿qué  malvado 
El  oro  ha  destruido 
De  tu  templo  sagrado? 
¿Quién  zizañó  tan  mal  tu  buen  sembrado? 

Adonde  la  azucena 
Lucia  y  el  clavel ,  do  el  rojo  trigo. 
Reina  agora  la  avena, 
La  grama,  el  enemigo 
Cardo,  la  sinjusticia,  el  falso  amigo. 

Convierte  piadoso 
Tus  ojos  y  nos  mira ,  y  con  tu  mano 
Arranca  poderoso 
Lómalo  y  lo  tirano, 
\  planta  aquello  antiguo,  humilde  y  llano. 

Da  paz  á  aqueste  pecho, 
Que  hierve  con  dolor  en  noche  escura; 
Que  fuera  deste  estrecho 
Diré  con  mas  dulzura 
Tu  nombre ,  tu  grandeza  y  hermosura. 

No  niego,  dulce  amparo 
Del  alma ,  que  mis  males  son  mayores 
Que  aqueste  desamparo; 
Mas  cuanto  son  peores. 
Tanto  resonarán  mas  tus  loores. 


A  SANTIAGO. 


Las  selvas  conmoviera, 
Las  fieras  alimañas, como  Orfeo, 
Si  ya  mi  canto  fuera 
Igual  á  mi  deseo. 
Cantando  el  nombre  santo  Zebedeo ; 

Y  fueran  sus  hazañas 

Por  mí  con  voz  eterna  celebradas. 
Por  quien  son  las  Españas 
Del  yugo  desatadas 
Del  bárbaro  furor,  y  libertadas; 

Y  aquella  nao  dichosa, 

Del  cielo  esclarecer  merecedora, 

Que  joya  tan  preciosa 

ÍS'os  trujo,  fuera  agora 

Cantada  del  que  en  Citia  y  Cairo  mora. 

Osa  el  cruel  tirano 
Ensangrentar  en  tí  su  injusta  espada  : 
No  fué  consejo  humano ; 
Estaba  á  tí  ordenada 
La  primera  corona ,  y  consagrada. 

La  fe  que  á  Cristo  diste 
Con  presta  diligencia  has  ya  cumplido; 
De  su  cáliz  bebiste 
Apenas  que  subido 
Al  cielo  retornó,  de  ti  partido. 

No  sufre  larga  ausencia  , 
No  sufre,  no,  el  amor  que  es  verdadero. 
La  muerte  y  su  inclemencia 
Tiene  por  muy  ligero 
Medio,  por  ver  al  dulce  compañero. 

Cual  suele  el  fiel  sirviente, 
Si  en  medio  la  jornada  le  han  dejado. 
Que  haciendo  prestamente 


Lo  que  le  fué  mandado, 

Torna  buscando  al  amo  ya  alejado; 

Ansí  entregado  al  viento. 
Del  mar  Egeo  al  mar  de  Atlante  vuela , 
Do  puesto  el  fundamento 
De  la  cristiana  escuela, 
Torna  buscando  á  Cristo  á  remo  y  vela. 

Allí  por  la  maldita 
Mano  el  sagrado  cuello  fué  corlado; 
Camina  en  paz  bendita , 
Alma,  que  ya  has  llegado 
Al  término  por  tí  tan  deseado. 

A  España,  á  quien  amaste 
(Quesiempreal  buenprincipioel  fin  responde), 
Tu  cuerpo  le  enviaste 
Para  dar  luz  adonde 
El  sol  su  claridad  cubre  y  esconde. 

Por  los  tendidos  mures 
La  rica  navecilla  va  cortando, 
Nereidas  á  millares 
Del  agua  el  pecho  alzando . 
Turbadas  entre  sí ,  la  van  mirando. 

Y  dellas  hubo  alguna 

Que  ,  con  las  manos  de  la  nave  asida 
La  aguija  con  la  una , 

Y  con  la  otra  tendida 

A  las  demás ,  que  lleguen  las  convida, 

\'a  pasa  del  Egeo, 
Vuela  por  el  Ionio ,  atrás  ya  deja 
El  puerto  Lilibeo, 
De  Córcega  se  aleja , 

Y  por  llegar  al  nuestro  mar  se  aqueja. 
Esfuerza ,  viento ,  esfuerza , 

Hinche  la  santa  vela  ,  embiste  en  popa 

El  viento;  haz  que  no  tuerza 

Do  Avila  casi  topa 

Con  Calpe,  hasta  llegar  al  fin  de  Europa. 

Y  tú ,  España , segura 

Del  mal  y  cautiverio  que  te  espera , 

Con  té  y  voluntad  pura 

Ocupa  la  ribera. 

Recibirás  tu  guarda  verdadera ; 

Que  tiempo  será  cuando , 
De  innumerables  huestes  rodeada. 
Del  cetro  real  y  mando 
Te  verás  derrocada, 
En  sangre ,  en  llanto  y  en  dolor  bañada. 

De  hacia  el  mediodía 
Oye  que  la  voz  amarga  suena, 
La  mar  de  Berbería 
De  flotas  veo  llena  , 
Hierve  la  costa  en  gente,  en  sol  la  arena. 

Con  voluntad  conforme 
Las  proas  contra  tí  se  dan  al  viento , 

Y  con  clamor  deforme 
De  pavoroso  acento 

Avivan  de  remar  el  movimiento. 

Y  la  infernal  Meguera , 

La  frente  de  ponzoña  coronada. 

Guia  la  delantera 

De  la  morisca  armada. 

De  fuego,  de  furor,  de  muerte  armada. 

Cielos,  so  cuyo  amparo 
España  está  á  liierced ,  en  tanta  afrenta, 
Si  va  este  suelo  caro 
Os" fué,  nunca  consienta 
Vuestra  piedad  que  mal  tan  crudo  sienta. 

Mas  ¡ay!  que  la  sentencia 
En  tabla  de  diamante  está  esculpida  ; 
Del  godo  la  i>otencia 
Por  el  suelo  caida , 
España  en  breve  tiempo  es  destruida. 

¿Cuál  rio  caudaloso 
Que  los  opuestos  muelles  ha  rompido 
Con  sonido  espantoso , 
Por  los  campos  tendido , 
Tan  presto  y  tan  feroz  jamás  se  vído? 

Máscese  el  triste  llanto. 
Recobre  el  español  su  bravo  pecho, 
Que  ya  el  Apóstol  santo, 
L'n  otro  Marte  hecho. 
Del  cielo  viene  á  dalle  su  derecho, 


n 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Vesle  de  limpio  acero 
Cercudo,  y  con  la  espada  relumbrante. 
Como  rayo  ligero, 
Cuanto  lé  va  delante 
Destroza  y  desbarata  en  un  instante. 

De  grave  espanto  herido , 
Los  rayos  de  vista  no  sostiene 
El  moro  descreído; 
Por  valieiite  se  tiene 
Cualquier  que  para  huir  ánimo  tiene. 

Huye,  si  puedes  tanto. 
Huye';  mas  por  demás,  que  no  hay  huida  ; 
Bebe  dolor  y  llanto 
Por  la  mesma  medida 
Con  (|ue  ya  España  fué  de  ti  medida. 

Como  león  hambriento 
Sigue,  teñida  en  sangre  espada  y  mano, 
De  mas  sangre  sedieiito, 
Al  moro  que  huye  en  vano  ; 
De  nuierlos  queda  lleno  el  monte  llano. 

¡Oh  gloria,  oh  gran  prez  nuestra, 
.  Escudo  tiel,  oh  celestial  guerrero! 
Vencido  ya  se  muestra 
El  africano  üero 
Poi-  ti ,  tan  orgulloso  de  primero. 

Por  ti  del  vituperio. 
Por  ti  (le  la  afrentosa  servidumbre 

Y  triste  cautiverio 
Libres  en  clara  lumbre, 

Y  de  la  gloria  esiamos  en  la  cumbre. 
Siempre  venció  tu  espada , 

O  fuese  de  tu  mano  poderosa, 

O  fuese  meneada 

De  aquella  generosa 

Que  sigue  tu  milicia  religiosa. 

De  tu  virtud  divina 
La  fama,  que  resuena  en  toda  parte , 
Siquiera  sea  vecina, 
Si(iuiera  mas  se  aparte, 
A  la  gente  conduce  á  visitarte. 

El  áspero  camino 
Vence  con  devoción,  y  al  fin  le  adora 
El  franco,  el  peregrino 
Que  Libia  descolora , 
El  que  en  Poniente,  el  que  Levante  mora. 


A  NUESTRA  SEÑORA. 

Virgen  que  el  sol  mas  pura , 
Gloria  de  los  mnriai's,  luz  del  cielo, 
En  quien  es  la  piedad  como  la  alteza  , 
Los  ojos  vuelve  al  suelo, 

Y  mira  un  miserable  en  cárcel  dura  , 
Cercado  de  linieblas  y  tristeza; 

Y  si  mayor  bajiíza 

Ño  conoce,  ni  igual,  juicio  humano, 

Que  el  oslado  en  que  estoy  por  culpa  ajena, 

Con  poderosa  mano 

Quiebra,  Heina  del  cielo,  la  cadena. 

Virgen  en  cu.vo  seno 
Halló  la  Deidad  digno  repoFO, 
Do  fué  el  rigor  en  dulce  amor  trocado, 
Si  blando  al  rigoroso 
Vohislc,  i)i<n  podrás  volver  sereno 
Un  corazón  de  nubes  rodeado; 
Descubre  el  dopeado 

Rostro,  í|ne  admira  el  cielo,  el  suelo  adora  ; 
Las  nubes  huirán  ,  lucirá  el  día. 
Tu  luz,  alta  Señora  , 
Venza  chla  ciega  y  triste  noche  mia. 

Virgen  y  madre  junto. 
De  tu  Hacedor  dichosa  engendradora, 
A  cuyos  pechos  floreció  la  vida , 
Mira  cómo  enipeoí  a 

Y  crece  mi  dolor  mas  cada  punto ; 

El  odio  cunde,  la  amistad  se  olvida  ; 
Si  no  es  de  tí  valida 

La  justicia  y  verdad,  que  tu  engendraste, 
;.  Adómle  hallará  seguro  amparo? 

Y  pues  madre  eres,  baste 

Para  loutifjo  el  ver  mi  Uesampuro. 


Virgen  del  sol  vestida, 
De  luces  ciérnales  coronada , 
Que  huellas  con  divinos  pies  la  luna; 
Envidia  emponzoñada , 
Engaño  agudo,  lengua  fementida , 
Odio  cruel ,  poder  sin  ley  ninguna, 
Me  hacen  guerra  á  una. 
Pues  contra  un  tal  ejército  maldito, 
¿Cuál  pobre  y  desarmado  será  parte. 
Si  tu  nombre  bendito, 
Maria  ,  no  se  muestra  por  mi  parle? 

Virgen  por  quien  vencida 
Llora  su  perdición  la  sierpe  fiera. 
Su  daño  eterno ,  su  burlado  intento. 
Miran  de  la  ribera  , 
Seguras,  muciías  gentes  mi  caida. 
El  agua  violentad  tlaco  aliento; 
Los  unos  con  contento, 
Los  otros  con  espanto ,  el  mas  piadoso 
Con  lástima  la  inútil  voz  fatiga  ; 
Yo,  puesto  en  ti  el  lloroso 
Rostro,  cortando  voy  onda  enemiga. 

Virgen ,  del  Padre  esposa , 
Dulce  madre  del  Hij ).  templo  santo 
Del  inmortal  Amor,  del  hoaibre  escudo, 
No  veo  sino  espanto. 
Si  miro  la  morada ,  es  peligrosa ; 
Si  la  salida ,  incierta  ;  el  favor  mudo, 
El  enemigo  crudo. 
Desnuda  la  verdad,  muy  proveída 
De  armas  y  valedores  la  mentira, 
La  miserable  vida 
Solo  cuando  me  vuelvo  á  ti  respira. 

Virgen  (pie  al  alto  ruego 
No  mas  humildi!  si  diste  que  honesto  , 
En  quien  los  cielos  contemplar  desean  ; 
Coiuo  terrero  puesto. 
Los  brazos  presos ,  de  los  ojos  ciego, 
A  cien  flechas  estoy  que  me  rodean, 
Que  en  herirme  se  emplean. 
Siento  el  dolor,  mas  no  veo  la  mano , 
Ni  me  es  dado  el  huir  ni  el  escudarme. 
Quiera  tu  soberano 
Hijo ,  Madre  de  amor,  por  ti  librarme. 

Virgen,  lucero  amado , 
En  mar  tempestuoso  clara  guia, 
A  cuyo  santo  rayo  calla  el  viento , 
Mil  olas  á  porfía 

Hunden  en  el  abismo  un  desarmado 
Leño  de  vela  y  remo,  que  sin  liento 
El  húaiedo  elemento 
Corre  ;  la  noche  carga,  el  aire  truena. 
Ya  por  el  cielo  va ,  ya  el  suelo  toca, 
Gime  la  rota  antena; 
Socorre  antes  (¡ue  embista  en  dura  roca. 

Virgen  no  enlicionada 
De  la  común  mancilla  y  mal  primero 
Que  al  humano  linaje  coi  (amina, 
nien  sabes  (pie  en  tí  espero 
Denile  mi  tierna  edad  ;  y  si  malvada 
Fuerza,  que  me  venció,  ha  hecho  indina 
De  tu  guarda  divina 
Mi  vida  pecadora ,  tu  clemencia 
Tanto  mostrará  mas  su  bien  crecido, 
Cuan',0  es  mas  la  dolencia, 
Y  yo  merezco  menos  ser  valido. 

Virgen  ,  el  dolor  fiero 
Añuda  ya  la  lengua  ,  y  no  consiente 
Que  publique  la  voz  cuanto  desea; 
Mas  oye  tú  al  dolienle 
Animó,  que  comino  á  tí  vocea. 


CANCIÓN  A   JESl'CIUSrO    CRUCIFICADO. 

inocente  Cordero, 
En  tu  sangre  bañadi'», 
Con  que  del  mundo  los  pecados  quitaSf 
Del  nibnslü  madero 
Por  los  biazos  colgado 
Abiertos,  (jue  abraziirme  solicit;»; 
Ya  que  humilde  marchitas  • 


poesías. —  LIBRO  PRIMERO. 


La  color  y  hermosura 

De  ese  roslro  divino, 

A  la  muerte  vecino; 

Antes  que  el  alma  soberana  y  pura 

Parta  para  salvarme. 

Vuelve  los  mansos  ojos  á  mirarme. 

Ya  que  el  amor  iumeuso 
Con  último  regalo 
Rompe  de  esa  grandeza  las  cortinas, 

Y  con  dolor  intenso 
Arrimado  á  ese  palo, 

La  cabeza  rodeada  con  espinas 
Hacia  la  Madre  inclinas, 

Y  que  la  voz  despides 
Bien  de  entrañas  reales, 

Y  las  culpas  y  males 

A  la  grandeza  de  tu  Padre  pides 
Que  sean  perdonados, 
Acuérdate,  Señor,  demis  pecados. 

Aqui  donde  das  muestras 
Demanirotoylargo 

Con  las  palmas  abiertas  con  los  clavos; 
Aquí  donde  tú  muestras 

Y  ofreces  mi  descargo; 

Aquí  donde  redimes  los  esclavos, 
Donde  por  todos  cabos 
Misericordia  brotas, 

Y  el  generoso  pecho 
No  queda  satisfecho 

Hasta  que  el  cuerpo  de  la  sangre  agotas; 

Aqui,  Redentor,  quiero 

Venir  á  Injusticia  yo  el  primero. 

Aqui  quiero  que  mires 
Un  pecador  metido 
En  la  ciega  prisión  de  sus  errores ; 
Que  no  temo  te  aires 
En  mirarte  ofendido, 
Pues  abogando  estás  por  pecadores; 
Que  las  culpas  mayores 
Son  las  que  mas  declaran 
Tu  noble  pecho  santo. 
De  que  te  precias  tanto; 
Pues  cuando  las  mas  graves  se  reparan, 
En  mas  tu  sangre  empleas, 
)[  mas  con  tu  clemencia  te  recreas. 

Por  mas  que  el  peso  grave 
De  mi  culpa  se  siente 
Cargar  sobre  mi  corvo  y  flaco  cuello, 
Que  tu  yugo  suave 
Sacudió,  inobediente, 
Quedando  en  nueva  sujeción  por  ello; 
Por  mas  que  el  suelo  huello 
Con  pasos  tan  cansados. 
Alcanzarte  coníio; 
Que,  pues  por  el  bien  mío 
Tienes  los  soberanos  pies  clavados 
En  un  madero  firme, 
Seguro  voy  que  no  podrás  huirme. 

Seguro  voy,  Dios  mió. 
De  que  el  bien  que  deseo 
Tengo  siempre  de  hallar  en  tu  clemencia  ; 
De  ese  corazón  fio, 
A  quien  ya  claro  veo 
Por  las  ventanas  de  ese  cuerpo  abierto, 
Que  está  tan  descubierto. 
Que  un  ladrón  maniatado 
Que  lo  ha  contigo  á  solas, 
En  dos  palabras  solas 
Te  lo  tiene  robado; 

Y  si  esperamos ,  luego 

De  aqui  á  bien  poco  le  acertará  un  ciego. 

A  buen  tiempo  he  llegado. 
Pues  es  cuando  (us  bienes 
Repartes  con  el  Nuevo  Testamento. 
Si  á  todos  has  mandado 
Cuantos  presentes  tienes, 
También  ante  tus  ojos  me  presento; 

Y  cuando  en  un  momento 
A  la  Madre  hijo  mandas, 
Al  discípulo  madre. 

El  espíritu  al  Padre, 
Gloria  al  ladrón , 


¿Cómo  entre  tantas  mandas 
Ser  mi  desgracia  puede 
Tanta,  que  solo  yo  vacío  quede? 

Miradme,  que  soy  hijo 
Que  por  mi  inobediencia 
justamente  podéis  desheredarme. 
Va  tu  palabra  dijo 
Que  hallaría  clemencia 
Siempre  que  á  tí  volviese  á  presentarme. 
Aquí  quiero  abrazarme, 
A  los  pies  de  esta  cama 
Donde  estás  espirando; 
Que  si,  como  demando, 
Oyes  la  voz  llorosa  que  te  llama , 
Grande  ventura  espero. 
Pues  siendo  hijo,  quedaré  heredero. 

Por  testimonio  pido 
A  cuantos  le  están  viendo. 
Cómo  á  este  tiempo  bajas  la  cabeza  : 
Señal  que  has  concedido 
Lo  que  te  estoy  pidiendo, 
Como  siempre  esperé  de  tu  largueza. 
¡Oh  admirable  grandeza! 
¡Caridad  verdadera! 
Que,  como  sea  cierto 
Que  hasta  el  testador  muerto 
IS'o  tiene  el  testamento  fuerza  entera, 
Tan  generoso  eres. 
Que  porque  todo  se  confirme  mueres. 

Canción,  de  aqui  no  hay  paso. 
Las  lágrimas  succedan 
En  vez  de  las  palabras  que  te  quedau; 
Que  esto  nos  pide  el  lastimoso  caso. 
Ño  contentos  agora. 
Cuando  la  tierra  ,  el  sol  y  el  cielo  llora. 


A   DON    PEDRO  PORTOCARRERO. 

La  cana  y  alta  cumbre 
Dellíberi,  clarísimo  Carrero, 
Contiene  en  sí  tu  lumbre 
Ya  casi  un  siglo  entero, 

Y  mucho  en  demasía 
Detiene  nuestro  gozo  y  alegría; 

Los  gozos  que  el  deseo 
Figura  ya  en  tu  vuelta ,  y  determina 
Adó  vendrá  el  Lileo, 

Y  de  la  Cabalina 
Fuente  la  moradora, 

Y  Apolo  con  la  cítara  cantora. 
Bien  eres  generoso 

Pimpollo  de  ilustrísimos  mayores ; 

Mas  esto,  aunque  glorioso, 

Son  títulos  menores. 

Que  tú  por  tí  venciendo, 

A  par  de  las  estrellas  vas  luciendo. 

Y  juntas  en  tu  pecho 
Una  suma  de  bienes  peregrinos. 
Por  donde  con  derecho 
Nos  colmas  de  divinos 
Gozos  con  tu  presencia, 

Y  de  cuidados  tristes  con  tu  ausencia. 
Porque  ha  salteado 

En  medio  de  la  paz  la  cruda  guerra 
Que  agora  el  Marte  airado 
Despierta  en  la  alta  sierra, 
Lanzando  rabia  y  sañas 
En  las  infieles  bárbaras  entrañas; 

Do  mete  á  sangre  y  fuego 
Mil  pueblos  el  morisco  descreído, 
A  quien  ya  perdón  ciego 
Huhimos  concedido, 
A  quien  en  santo  baño 
Tenemos  para  nuestro  mayor  daño; 

Para  que  el  nombre  amigo, 
¡  \y  piedad!  cruel  desconociese 
El  ánimo  enemigo, 

Y  ansí  mas  ofendiese; 
Mas  tal  es  la  fortuna. 

Que  no  sabe  durar  en  cosa  alguna. 


ii 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Ansí  la  luz  que  agora 
Serena  relucía  con  nublados, 
Veréis  negra  á  deshora, 

Y  los  vientos  alados 
Amontonando  luego 

Nubes,  lluvias,  borrores,  trueno  y  fuego. 

Mas  tú,  que  solamente 
Temes  al  claro  Alfonso ,  que  inducido 
De  la  virtud  ardiente 
De!  pecho  no  vencido, 
Por  lo  mas  peligroso 
Se  lanza  ,  discurriendo  vitorioso  ; 

Como  en  la  ardiente  arena 
El  líbico  león  las  cabras  sigue, 
Las  haces  desordena 

Y  rompe,  y  las  persigue, 
Armado  relumbrando, 

La  vidj  por  la  gloría  aventurando. 

Testigo  es  la  fragosa 
Poqueira ,  cuando  él  solo ,  y  traspasado 
Con  flecha  ponzoñosa. 
Sostuvo  denodado, 

Y  convirtió  en  huida 

Mil  banderas  de  gente  descreída. 

Mas  sobre  todo,  cuando 
Los  dientes  de  la  muerte  agudos  ,  fiera, 
Apenas  declinando. 
Alzó  nueva  bandera. 
Mostró  bien  claramente 
De  valor  no  vencible  lo  excelente. 

El  pues  relumbre  claro 
Sobre  sus  claros  padres,  mas  lúen  tanto, 
Dechado  de  bien  raro. 
Abraza  el  ocio  santo, 
Que  mucho  son  mejores 
Los  frutos  de  la  paz ,  y  muy  mayores. 


Á    NUESTRA    SEÑORA. 

No  viéramos  el  rostro  al  Padre  Eterno 
Alegre,  ni  en  el  suelo  al  Hijo  amado 
Quitar  la  tiranía  del  infierno. 
Ni  el  fiero  capitán  encadenado; 
Viviéramos  en  llanto  sempiterno. 
Durara  la  ponzoña  del  bocado, 
Serenísima  Virgen,  si  no  liallara 
Tal  Madre  Dios  en  vos  donde  encarnara. 

Que  aunque  el  amor  del  hombre  ya  había  hecho 
Mover  al  Padre  eterno  á  que  envíase 
V.\  único  engendrado  de  su  pecho 
A  que  encarnando  en  vos  le  reparase. 
Con  vos  se  remedió  nuestro  derecho, 
Ilicistes  nuestro  bien  se  acrecentase, 
Estuvo  nuestra  vida  en  que  quisístes 
Madre  digna  de  Dios,  y  ansí  vencisles. 

No  tuvo  el  Padre  mas.  Virgen,  que  daros, 
Pues  quiso  que  de  vos  Cristo  naciese, 
Ni  vos  tuvisiesmas  que  desearos, 
Siendo  el  deseo  tal,  que  en  vos  cupiese; 
Habiendo  de  ser  Madre,  contentaros 
Pudiérades  con  serlo  de  quien  fuese 
Menos  que  Dios ,  aunque  para  tal  Madre, 
Bien  estuvo  ser  Dios  el  Hijo  y  Padre. 

Con  la  immildad  que  al  cielo  enríquecislos, 
Vuestro  ser  sobre  el  cielo  levantasles; 
Aquello  (pie  fué  Dios  solo  no  fuisles, 

Y  cuanto  no  fué  Dios,  atrás  dejastes; 
Alma  santa  del  Padre  concchistes, 

Y  al  Verbo  en  vuestro  vieiilre  le  cifrastes; 
Que  loque  el  cielo  y  tierra  no  abrazaron, 
Vuestras  santas  entrañas  encerraron. 

Y  aunque  sois  madre,  sois  virgen  entera, 
Hija  de  Adán  ,  de  culpa  jircservada, 

Y  en  orden  de  nacer  vos  sois  primera, 

Y  antes  que  fuese  el  cielo  sois  criada; 
Piadosa  sois,  pues  la  serpiente  fiera 
Por  vos  vio  su  cabeza  miebrantada; 

A  Dios  de  Dios  bajáis  ael  cielo  al  suelo, 

Del  hombre  al  hombre  alzáis  del  suelo  al  cielo: 

Estáis  ahora,  Virgen  generosa. 
Con  la  perpetua  Trinidad  sentada, 


Do  el  Padre  os  llama  Hija,  el  Hijo  Esposa, 
Y  el  Espíritu  Santo  dulce  Amada ; 
De  allí  con  larga  mano  y  poderosa 
Nos  repartís  la  gracia  que  oses  dada; 
Allí  gozáis,  y  aquí  para  mí  pluma. 
Que  en  la  eseiícia  de  Dios  está  la  suma. 


Aquí  la  envidia  y  mentira 
Me  tuvieron  encerrado. 
Dichoso  el  humilde  estado 
Del  sabio  que  se  retira 
De  aqueste  mundo  malvado, 
Y  con  pobre  mesa  y  casa 
En  el  campo  deleitoso 
Con  solo  Dios  se  compasa, 
\'á  solas  su  vida  pasa. 
Ni  envidiado  ni  envidioso. 


DEL  ML'NDO  Y  SU  VAMDAD. 

Los  que  tenéis  en  tanto 
La  vanidad  del  mundanal  ruido. 
Cuál  áspide  al  encanto 
Del  mágico  temido, 
Podréis  tapar  el  contumaz  oído. 

¿Por  qué  mi  ronca  musa, 
En  lugar  de  cantar  como  solía. 
Tristes  querellas  usa, 

Y  á  sátira  la  guia 

Del  mundo  la  maldad  y  tiranía? 

Escuchen  mí  lamento 
Los  que,  cual  yo,  tuvieren  justas  quejas; 
Que  bien  podrá  su  acento 
Abrasar  las  orejas, 
Rugar  la  frente  y  enarcar  las  cejas. 

Mas  no  podrá  mí  lengua 
Sus  males  referir  ni  compréndenos. 
Ni  sin  quedar  sin  mengua 
La  mayor  parte  dellos. 
Aunque  se  vuelvan  lenguas  mis  cabellos. 

Pluguiera  á  Dios  que  fuera 
Igual  á  la  experiencia  el  desengaño. 
Que  dárosle  pudiera, 
Porque,  si  no  me  engaño, 
Naciera  gran  proveclio  de  mí  daño. 

No  condeno  del  mundo 
La  máquina,  pues  es  de  Dios  hechura; 
En  sus  abismos  fundo 
La  presente  escritura. 
Cuya  verdad  el  campo  me  asegura. 

Inciertas  son  sus  leyes. 
Incierta  su  medida  y  su  balanza. 
Sujetos  son  los  reyes, 

Y  el  que  menos,  alcanza 

A  miserable  y  súbita  mudanza. 

No  hay  cosa  en  él  ¡lorfeta  : 
En  medio  de  la  paz  arde  la  guerra. 
Que  al  alma  mas  quieta 
En  los  abismos  cierra. 

Y  de  tu  patria  celestial  destierra. 
Es  caduco,  mudable, 

Y  en  solo  serlo  mas  que  peña  firme. 
En  el  bien  variable, 

Porque  verdad  confirme, 

Y  con  (lecillo  su  maldad  afirme. 
Largas  sus  esperanzas, 

Y  para  conseguir  el  tiempo  breve. 
Penosas  las  mudanzas 

Del  aire,  sol  y  nieve, 

Que  en  nuestro  daño  el  cielo  airado  mueve. 

Con  rigor  enemigo 
Las  cosas  entre  sí  todas  pelean. 
Mas  el  hombre  consigo. 
Contra  él  todas  se  emplean, 

Y  toda  perdición  suya  desean. 
La  pobreza  envidiosa 

Es  de  los  por  quien  fué  mas  alabada. 
Mas  esta  no  reposa 


poesías.— LIBRO  PRIMERO. 


lo 


Para  ser  conservada, 

ISi  puede  aquella  tener  gusto  en  nada. 

La  soledad  huida 
Es  de  los  por  quien  fué  mas  alabada, 
La  trápala  seguida 

Y  con  sudor  comprada 

De  aquellos  por  quien  fué  menospreciada. 

Es  ei  mayor  amigo 
( Espejo ,  dia ,  lumbre  en  que  nos  vemos). 
En  presencia  testigo 
Del  bien  que  no  tenemos, 

Y  en  ausencia  del  mal  que  no  hacemos. 
Pródigo  en  prometernos, 

Y  en  cum[)lir  tus  promesas  ,  mundo,  avaro, 
Tus  cargos  y  gobiernos 

Nos  enseñan  bien  claro 

Que  es  tu  mayor  [dacer,  de  balde,  caro. 

Guay  de  aquel  que  procura, 
Pues  hace  la  prisión ,  adó  se  queda 
En  servidumbre  dura. 
Cual  gusano  de  seda. 
Que  en  su  delgada  fábrica  se  enreda. 

Porque  el  mejor  es  cargo, 

Y  muy  pesado  de  llevar  agora, 

Y  después  mas  amargo, 
Pues  perdéis  á  deshora 

Su  breve  gusto,  que  sin  fln  se  llora. 

Tal  es  la  desventura 
De  nuestra  vida  y  la  miseria  della , 
Que  es  próspera  ventura 
Kunca  jamás  tenella 
Con  justo  sobresalto  de  perdella. 

Üe  do,  señores,  nace 
Que  nadie  de  su  estado  está  contento, 

Y  mas  le  satisface 

Al  libre  el  casamiento, 

Y  al  que  es  casado,  el  libre  pensamienlo. 
¡Oh  dichosos  tratantes! 

Ya  quebrantado  del  pasado  yerro. 

Escapado  denantes 

Por  hacer  tanto  yerro. 

Dice  el  soldado  en  áspero  destierro; 

Que  pasáis  vuestra  vida 
Muy  libre  ya  de  trabajosa  pena, 
Segura  la  comida, 

Y  mucho  mas  la  cena. 

Llena  de  risa,  y  de  pesar  ajena. 

¡Oh  dichoso  sold"ado! 
Responde  el  mercader  del  espacioso 
Mar  en  alto  llevado. 
Que  gozas  de  reposo 
Con  presta  muerte  ó  con  vencer  glorioso. 

El  rústico  villano 
La  vida  con  razón  envidia  y  ama 
Del  consulto  tirano, 
Que  desde  la  su  cama 
Oye  la  voz  del  consultor  quellama; 

El  cual  por  la  fianza 
Del  campo  á  la  ciudad  por  mal  llevado, 
Llama  sin  esperanza 
Del  buey  y  corvo  arado 
A  la  ciudad,  no  bienaventurado. 

Y  no  solo  sujetos 

Los  hombres  viven á  miserias  tales, 

Que  por  ser  mas  perfetos, 

Lo  son  lodos  sus  males. 

Sino  también  los  brutos  animales. 

Del  arado  quejoso. 
El  perezoso  buey  pide  la  silla, 

Y  el  cab;dlo  brioso 
(Mirad  qué  maravilla) 
Querría  mas  arar  que  no  sufrilla; 

Y  lo  que  mas  admira. 

Mundo  cruel,  de  tu  costumbre  mala. 

Es  ver  cómo  al  que  aspira 

Al  bien  que  le  señala , 

Su  misma  inclinación  luego  resbala. 

Pues  no  tan  presto  llega 
El  término  por  él  tan  deseado, 
Cuando  es  de  torpe  y  ciega 
Voluntad  despreciado, 
O  de  fortuna  en  tierno  agraz  cortado. 


Dastáranos  la  prueba 
Que  en  otros  tiempos  ha  la  muerte  hecho, 
Sin  la  funesta  nueva 
De  don  Juan,  cuyo  pecho 
Alevemente  della  fué  deshecho  ; 

Con  lágrimas  de  fuego. 
Hasta  quedar  en  ellas  abrasado, 
O  por  lo  menos  ciego, 
Üe  miserias  llorado. 
Viniese  á  ser  de  todos  consolado. 

La  rigurosa  muerto. 
Del  bien  de  los  cristianos  envidiosa, 
Rompió  de  un  golpe  fuerte 
La  esperanza  dichosa, 

Y  del  inliel  la  pena  temerosa; 
Mas  porque  de  cumjdida 

Gloria  lio  goce,  de  morir  tal  hombre,' 

La  gente  descreída, 

Tu  muerte  les  asombre 

Con  solo  la  memoria  de  tu  nombre. 

Sientan  lo  que  sentimos, 
Su  gloria  vaya  con  pesar  mezclada, 
Hecuérdense  que  vimos 
La  mar  acrecentada 
Con  su  sangre  vertida  y  no  vengada. 

La  grave desventuia 
Del  lusitano,  por  su  mal  valiente. 
La  soberbia  bravura 
De  su  animosa  gente 
Desbaratada  miserablemente. 

Siempre  debe  llorarse. 
Si  como  manda  la  razón  se  llora ; 
Mas  no  podrá  jactarse 
La  parte  vencedora. 
Pues  reyes  dio  por  rey  la  gente  mora; 

Ansi  que,  nuestra  pena 
No  les  puede  causar  perpetua  gloria, 
Pues  siendo  toda  llena 
De  sangrienta  memoria, 
Ko  se  puede  llamar  buena  victoria. 

Callo  las  otras  muertes 
De  tantos  reyes  en  lan  pocos  dias. 
Cuyas  fúnebres  suertes 
Fuei  on  anatomías. 
Que  liquidar  podrán  las  peñas  frias. 

Sin  duda  cosas  tales. 
Que  en  nuestro  daño  todas  se  conjuran, 
De  venideros  males 
Muestras  nos  aseguran, 

Y  al  (in  universal  nos  apresuran. 
¡Oh  ciego  desatino! 

Que  llevas  nuestras  almas  encantadas 

Por  áspero  camino. 

Por  partes  desusadas, 

Al  reino  del  olvido  condenadas; 

Sacude  con  presteza 
Del  leve  corazón  el  grave  sueño 

Y  la  tibia  pereza. 

Que  con  razón  desdeño, 

Y  al  ejercicio  aspira  que  te  enseño. 
Soy  hombre  piadoso 

De  tu  misma  salud,  que  va  perdida; 
Sácala  del  penoso 
Trance  do  está  metida; 
Evitarás  la  natural  caida, 

A  la  cual  nos  inclina 
La  justa  pena  del  primer  bocado; 
Mas  en  la  rica  mina 
Del  inmortal  costado. 
Muerto  de  amor,  serás  vivificado. 


DEL  CONOCIMIENTO  DE  SI  MISMO. 

Canción. 

.    En  el  profundo  del  abismo  estaba 
Del  no  ser  encerrado  y  detenido, 
S  n  poder  ni  saber  salir  afuera, 

Y  todo  lo  que  es  algo  en  mi  faltaba. 

La  vida ,  el  alma ,  e!  cuerpo  y  el  sentido, 

Y  en  fin,  mi  ser  no  ser  entonces  era. 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Y  así  desta  manera 
Eslave  elernalnienle, 

Nada  visible  y  sin  iralar  con  gente; 

En  tal  suerte",  que  aun  era  muy  mas  buena 

Del  anclio  mar  la  mas  menuda  arena, 

Y  el  gusanillo  de  la  gente  bollado 
L'n  rey  era,  conmigo  comparado. 

Estando  i>ues  ea  tal  tiniebla  escura, 
Volviendo  ya  con  cueriio  presuroso 
El  sexto  siglo  el  estrellado  cielo, 
Miió  el  gran  padre,  Dios,  de  la  natura, 

Y  viónie  en  si  benigno  y  amoroso, 

Y  sacóme  á  la  luz  de  aciuesie  suelo; 
Vistióme  desle  velo 

De  flaca  carne  y  hueso, 

Mas  dióme  el  alma,  á  quien  do  hubiera  peso 

Que  impidiera  llegar  á  la  presencia 

)'e  la  divina  é  inefable  Esencia, 

Si  la  primera  ciili)a  no  agravara 

Su  ligereza ,  y  alas  derribara. 

;  Oh  culpa  amarga,  y  cuánio  bien  quitaste 
Al  alma  mi.i.  ciiúnto  mal  hiciste  ! 
Luego  que  fué  criada  y  junto  infusa. 
Tú  de  gracia  y  justicia  la  |)rivasle, 

Y  al  mismo  Uios  contraria  la  pusiste, 
Ciega ,  enemiga  ,  sin  favor,  confusa. 
Por  ti  sieini)re  rehusa 

El  bien  y  la  molesta 
La  virtiuf,  y  á  los  vicios  está  presta; 
Por  ti  la  llera  muerte  ensangrentada, 
Por  ti  toda  miseria  tuvo  entrada. 
Hambre,  dolor,  gemido,  fuego,  invierno. 
Pobreza,  enfermedad,  pecado,  inlleriiü. 

Asi  que,  en  los  pañales  del  pecado 
Fui  (como  todos)  luego  al  punto  envuelto, 

Y  con  la  obligación  de  eterna  pena 
Con  tanta  fuer/.:i  y  tan  estrecho  atado. 
Que  no  pudiera  della  verme  suelto 
En  virtud  piopia  ni  en  virtud  ajena, 
Sino  de  aquella,  llena 

De  piedad,  tan  fuerte 

Bondad  (|ue  con  su  muerte  á  nuestra  muerte 

Mató,  y  gloriosamente  hubo  deshecho, 

Rompiendo  el  amoroso  y  sacro  pecho 

De  donde  mana  soberana  fuente 

De  gracia  y  de  s:duil  á  toda  gente. 

En  esto  "pbigo  á  la  bondad  inmensa 
Darme  otro  ser  mas  alto  quetenia. 
Bañándome  en  el  agua  consagrada. 
Quedó  con  esto  limpia  de  la  ofensa, 
Graciosísima  y  bella  el   alma  niia, 
De  mil  bienes  y  dones  adornada ; 
En  fin,  cual  desposada 
Con  el  Rey  de  la  gloría. 
¡Oh  cuan  dulce  y  suavísima  memoria! 
Allí  la  recibió  pareara  esposa, 

Y  allí  le  prometió  de  no  amar  cosa 
Fuera  del  ó  por  él  mientras  viviese. 

¡Oh  si  (de  hoy  mas  siquiera)  lo  cumpliese! 

Crecí  desiiuesy  fui  en  edad  enlrando, 
Llegué  á  la  discreción  ,  con  que  debiera 
Entregarme  á  quien  lanío  me  habia  dado, 

Y  en  vez  deslo,  la  lealtad  quebrando 
Que  en  el  i)aplismo  s:icro  promeliera 

Y  con  mi  propio  nondirií  habia  lirmado, 
Aun  no  hubo  í)¡en  llegado 

El  deleite  sieidSO 
Del  cruel  enemigo  venenoso, 
Cuando  con  lodo  di  en  un  punto  al  Irastc. 
¿Hay  corazón  tan  duro  en  si,  que  baste 
A  no  romperse  dentro  en  nue-tro  seno, 
Df  pena  el  mió,  de  láslim.i  el  ajeno? 
Mas  que  la  tierra  queda  leneínosa 
Cuando  su  claro  roslro  el  sol  ausenla, 

Y  á  liañar  lleva  al  mar  sn  carro  de  oro; 
Mas  estéril ,  mas  seca  y  pedregosa 

Que  cuando  largo  lienipo  está  sedienta. 
Quedó  mi  alma  sin  aipiel  tesoro 
Por  (jiiien  vo  [¡laño  y  lloro, 

Y  hay  qu<;  llorar  conlino, 

Pue.s  <pie  quedé  síii  luz  del  Sol  divino 
'í  sin  aquel  rocío  soberano 


Que  obraba  en  ella  el  celestial  verano; 
Ciega ,  disforme,  torpe ,  y  á  la  hora 
Hecha  una  vil  esclava,  de  señora. 

¡  Oh  Padre  inmenso ,  que  inmovible  eslancío, 
Das  á  las  cosas  movimiento  y  vida, 

Y  las  gobiernas  tan  suavemente , 
¿Qué  amor  detuvo  tu  justicia  cuando 
Mi  alma  ,  tan  ingmta  y  atrevida, 
Dejando  á  ti,  del  bien  eterno  fuente, 
Con  ansia  tan  ardiente 

En  aguas  detenidas 
De  cisternas  corruptas  y  podridas 
Se  echó  de  pechos  ante  tu  presencia? 
i  Oh  divina  y  altísima  clemencia  ! 
i  Que  no  me  despeñases  al  momento 
En  el  lago  profundo  del  tormento! 
Sufrióme  entonces  tu  piedad  divina, 

Y  sacóme  de  aquel  hediondo  cieno, 
Do  sin  sentir  aun  el  hedor  estaba 
Con  falsa  paz  el  ánima  mezquina. 
Juzgando  por  tan  rico  y  tan  sereno 
El  miserable  estado  que  gozaba, 
Que  solo  deseaba 

Perpetuo  aquel  contento ; 
Pero  sopló  á  deshora  un  manso  viento 
Del  Espíritu  eterno,  y  enviando 
Un  airo  dulce  al  alma  ,  fué  llevando 
La  espesa  niebla  que  la  luz  cubría. 
Dándole  un  claro  y  muy  sereno  día. 
Vio  luego  de  su  estado  la  vileza, 
En  que  guardando  inmundos  animales. 
De  su  tan  vil  manjar  aun  no  se  hartaba; 
Yió  el  fruto  del  deleite  y  de  torpeza 
Ser  confusión  y  penas  tan  mortales  ; 
Temió  la  recta  y  no  doblada  vara, 

Y  la  severa  cara 

l)e  aquel  Juez  sempiterno. 

La  muerte,  juicio  ,  gloria ,  fuego ,  inficmo, 

Cada  cual  acudiendo  por  su  parle. 

La  cercan  con  tal  fuerza  y  de  tal  arte, 

Que  quedando  confuso  y  temeroso. 

Temblando  estaba  ,  sin  "hallar  reposo. 

Ya  que,  en  mi  vuelto,  sosegué  algiin  tanto, 
En  lágrimas  bañando  el  pecho  y  suelo, 

Y  con  suspiros  abrasando  el  viento, 
«  Padre  piadoso,  dije,  Padre  santo. 
Benigno  Padre.  Padre  de  consuelo, 
Perdonad ,  Padre,  aqueste  atrevimiento; 
A  vos  vengo,  aunque  siento 

(De  mi  mismo  corrido) 

Que  no  merezco  ser  de  vos  oído; 

Mas  mirad  las  heridas  que  me  han  hecho 

Mis  pecados,  cuan  roto  y  cuan  deshecho 

Me  tienen ,  y  cuan  pobre  y  miserable, 

Ciego,  leproso,  enfermo,  lamentable. 

))Mostrad  vuestras  entrañas  amorosas 
En  recebirnie  agora  y  perdonarme, 
Pues  es,  benigno  Dios,  tan  propio  vuestro 
•Tener  piedad  de  todas  vuestras  cosas. 

Y  si  os  place.  Señor,  de  castigarme, 
No  me  enlregneís  al  enemigo  nuestro; 
A  diestro  y  á  siniestro 

Tomad  vos  la  venganza, 
Herid  en  mí  con  fuego,  azote  y  lanza; 
Cortad,  quemad,  romped,  sin  duelo  alguno 
Atormentad -mis  miemliros  de  uno  á  uno. 
Con  (]ue ,  después  de  a(|ueste  tal  castigo, 
Volviiis  á  ser,  mi  Dios,  mi  buen  amigo.» 

Apenas  hube  dicho  aipieslo,  cuando 
Con  los  brazos  abiertos  me  levanta, 

Y  me  otorga  su  amor,  su  gracia  y  vida, 

Y  á  mis  males  y  llagas  aplicando 
La  medicina  .soberana  y  santa 

A  tal  enfermedad  constituida, 
Me  deja  sin  herida. 
De  lodo  |)unlo  sano, 
Pero  con  las  heridas  del  tirano 
Hábilo,  (jue  iba  ya  en  naturaleza 
Volviémlose  ,  y  con  una  tal  lla(|ueza, 
Que  aun(|ue  sané  del  mal  y  su  accidente, 
Diez  años  bá  que  soy  convaleciente. 


poesías.— LIBRO  PRIMERO. 


47 


CAKCIOX  AL  NACtMlEVTO  DE  LA  HIJA  DEL  MAHQLÉS 
DE   ALCAÑICES. 

Inspira  nuevo  crmlo, 
Caliojie,  en  mi  pecho  enaste  dia, 
Qiip  (le  los  Borjys  caiilo 

Y  Eiiriquez  la  alegría, 

Y  el  rico  don  que  el  cielo  les  envia. 
Hermoso  sol  luciente, 

Que  el  dia  traes  y  llevas  rodeado 
De  luz  resplandeciente 
Mas  de  lo  acostunibr;ido ; 
Sol ,  ya  verás  nacido  tu  traslado. 

O  si  te  place  ahora. 
En  región  solitaria  y  escondida 
Detente  allá  en  buen  hora; 
Que  con  la  luz  nacida 
Podrá  ser  nuestra  esfera  esclarecida. 

Alma  divina-,  en  velo 
De  femeniles  miembros  encerrada, 
Cuando  veniste  al  suelo 
Hobaste  de  pasada 
La  celestial  riquísima  morada. 

Diéronte  bien  sin  cuento 
Con  voluntad  conforme  y  amorosa 
Quien  rige  el  movimiento , 
Sexto,  con  la  alta  diosa 
Que  en  la  tercera  rueda  es  poderosa. 

De  tu  belleza  rara 
El  envidioso  viejo  mal  pagado, 
Torció  el  paso  y  la  cara, 

Y  el  liero  Marte  airado 

El  camino  dejó  desocupado; 

Y  el  rojo  y  crespo  Apolo, 
Que  tus  pasos  guiando,  decendia 
Contigo  al  bajo  polo, 
La  ciiara  hería, 

Y  con  divino  canto  asi  decía: 
«Deciende  en  punto  bueno, 

Espíritu  real ,  al  cuerpo  hermoso, 

Que  en  el  ilustre  seno 

Está  ya  deseoso 

De  dar  á  tu  valor  digno  reposo. 

>E1  te  dará  la  gloria 
Que  en  el  eterno  cerco  es  mas  tenida, 
De  abuelos  clara  historia, 
A  quien  das  nueva  vida, 
Por  quien  la  grande  España  fué  regida. 

íDaráte  en  cambio desto. 
De  los  eternos  bienes  la  nobleza, 
Deseo  alto,  honesto. 
Generosa  grandeza, 
Claro  saber,  fe  llena  de  pureza. 

»Y  en  tu  rostro  se  vean 
De  tu  beldad  sin  par  vivas  señales, 

Y  tus  dos  ojos  sean 
Lumbreras  celestiales. 

Que  lleven  al  bien  sumo  los  mortales. 

íPor  todo  el  delicado 
Cunrpo.  como  por  vidrio  transpareate, 
Resplandor  admirado, 
Gracia  resplandeciente, 
Divina,  se  descubre  abiertamente. 

»La  esclarecida  abuela. 
Dechado  de  virtud  y  de  hermosura, 
De  (juien  gloriosa  vuela 
La  f.ma ,  en  quien  la  dura 
Muerte  mostró  lo  uuco  que  el  bien  dura; 


»<Y  todas  cnnnlns  precio 
De  gracia  y  licnnosnra  hayan  tenido 
Se;in  por  ti  t-n  desiiiecio 
Y  puestas  en  olvido. 
Cual  hace  la  verdad  ron  lo  fingido. 

»;Ay  tristes!  av  dichosos 
Los  ojos  que  te  vieren  con  sosiego. 
Si  tiieien  venlnro-os 
Antes  que  prenda  el  fuego. 
Contra  {|uien  no  valdrán  oro  ni  fuego! 

«Ilustre  y  tierna  planta. 
Gozo  del  claro  tionco y  generoso, 
Creciendo  se  levanta 
A  estado  ei  mas  dichoso 
De  cuaülüs  vuelve  el  globo  poderoso.» 


EPITAFIO  AL  TIJMÜI.O  DEL  PRÍNCIl'E  DON  CARLOS. 

Aqui  yacen  de  Carlos  los  despojos, 
La  parle  principal  volvióse  al  cii^lo. 
Con  ella  iiié  el  valor;  quedóle  al  suelo 
Miedo  eu  el  cora/.on,  llanto  en  los  ojos. 


CANCIÓN  A  LA  MUERTE  DEL  UlSilO. 

Quien  viere  el  suntuoso 
Túmulo  al  alto  cielo  levantado, 
De  luto  rodeado, 
De  lunr.bres  mil  cf>pio<;o, 
Si  se  para  á  mirar  (juién  es  el  muerto, 
Será  desde  hoy  bien  cierto 
Que  no  podra  en  el  mundo  bastar  nada 
Para  estorbar  la  fiera  muerte  airada; 

Ni  edad ,  ni  gentileza, 
Ni  sangre  real  aniii^ua  y  generosa, 
Ni  de  la  mas  gluriosa 
Corona  la  belleza, 

Ni  fuerte  corazón,  ni  jnueslras  claras 
De  altas  virtudes  raras. 
Ni  tan  gran  padre,  ni  tan  grande  abuelo, 
Que  llenan  con  su  (ama  tierra  y  cielo. 

¿  Quién  ha  de  estar  seguro. 
Pues  la  fénix  que  sola  tuvo  el  mundo, 

Y  otro  Carlos  Sejiundo, 
Nos  lleva  el  hado  duro, 

Y  vimos  sin  color  tu  blanca  cara, 
A  su  España  lan  cara, 

Cpmo  la  tierna  rosa  delicada, 

Qne  fué  sin  tiempo  y  sin  sazón  cortada? 

Ilustre  y  alto  mozo, 
A  quien  el  cielo  dio  tan  corla  vida, 
Que  apenas  fué  sentida. 
Fuiste  breve  gozo, 

Y  ahora  luengo  llanio  de  tu  España, 
De  Flándes  y  Alemana. 

Italia ,  y  de  aquel  mundo  nuevo  y  rico, 

Con  quien  cua'quier  imperio  es  Cüito y  chico. 

No  lemas  (pie  la  niuerie 
Vaya  de  tus  desp(ijos  vitoiiosa, 
Ames  irá  meilrosa 
De  tu  espíritu  fnerle. 
Las  ínclitas  hazañas  (pie  hicieras. 
Los  triunfos  que  tuvieras; 
Y'  vio  que  á  no  perderte  se  perdía, 
\  asi  el  m<6UiC>  lemor  le  dio  osadía. 


E.xví-iT, 


18 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


LIBRO  SEGUNDO. 


ÉCLOGA  PRIMERA  DE  VIRGILIO. 
Titiro  y  Melibeo. 

MELIBEO. 

TÚ,  Titiro,  á  la  sombra  descansaiulo 
Desta  tendiila  liaya ,  con  la  avena 
El  verso  pastoril  vas  acordando. 

Nosotros  desterrados,  tú  sin  pena 
Cantas  de  tu  pastora,  alegre,  ociosb, 

Y  lu  pastora  el  valle  y  monte  suena. 

TITIRO. 

Pastor,  este  descanso  tan  dichoso 
Dios  me  le  concedió:  que  reputado 
Será  de  mi  por  Dios  atiuel  piado.so, 

Y  bañará  con  sangro  su  sagrado 
Aliar  muy  muchas  veces  el  cordero 
Tierno  de  mis  ganados  degollado; 

Que  por  su  L^neliciO  soy  vaquero, 

Y  canto,  como  ves,  pastorilmente 

Lo  que  me  da  coulcnio  y  lo  que  quiero. 

MELIBEO. 

No  te  envidio  (u  bien ,  nías  grandemente 
Me  maravillo  haberte  sucedido 
En  tanta  turbación  tan  felizmente. 

Todos  de  nuestro  patrio  y  dulce  nido 
Andamos  alanzados.  Vesme  agora 
Aquí  cuál  voy  enfermo  y  dolorido, 

Y  guio  mis  cabrillas ;  y  esta  que  hora 
En  medio  aquellos  árboles  parida , 
¡Ay!  con  lo  que  el  rebaño  se  mejora, 

Dejó  dos  cabrilillos,  dolorida, 
Encima  de  una  losa,  fatigado, 
De  mi  sobre  los  hombros  es  Iraida. 

¡Ay  triste  I  que  este  mal  y  crudo  hado, 
A  nuestro  entendimiento  no  estar  ciego, 
Mil  veces  nos  estaba  denunciado. 

Los  robles  lo  deciau ,  ya  con  l'uegt> 
Tocados  celestial ,  y  lo  decia 
La  siniestra  corneja'  desde  luego." 

Mas  tú,  si  no  te  ofende  mi  i)orfia. 
Declárame,  pastor,  abi-ertamenlo 
Quién  es  aqueste  dios  de  lualegría. 

TITIRO. 

Pensaba,  Melibeo,  neciamente. 
Pensaba  yo  que  aquella  que  es  llamada 
Roma  no  era  en  nada  diferente 

De  aquesta  villa  nuestra  ac(istuml)rada. 
Adonde  las  mas  veces  los  pastores 
Llevamos  ya  la  cria  destetada. 

Asi  con  los  perrillos  los  mayores, 
Así  con  las  ovej.TS.Ioscordero.s» 

Y  con  las  cosas  grandes  las  menores 
Solia  comparar  ;  uvas  los  primeros 

Lugares  con  aquella  com[)arados. 
Son  como  dos  extremos  verdaderos ; 

Que  son  de  liorna  ansi  sobrepujados- 
Cual  suelen  del  ciprés  alto  y  sid)ido 
Los  bajos  romerales  ser  sobrados. 

MELIBEO. 

Pues  di,  ¿cuál  fué  la  causa  que  movido 
A  Roma  te  llevó? 

TITIRO. 

Fué  libertarme ; 
Lo  cual,  aunque  algo  tarde,  be  conseguido. 

Que  al  lili  la  libertad  rpiiso  mirarme 
Después  de  luengo  tiempo,  y  ya  sembrado 
De  canas  la  cabeza ,  pudo  hallanac 


Después  que  Calatea  me  ha  dejado, 

Y  soy  de  la  Amarilis  prisionera, 

Y  vivo  á  su  querer  todo  entregado; 

Que  en  cuanto  duró  aquel  imperio  fiero 
En  mí  de  Calatea ,  yo  confieso 
Que  ni  curé  de  mí  ni  del  dinero. 

Llevaba  yoá  la  villa  mucho  queso, 
Vendia  al  sacrificio  algún  cordero ;    .    ' 
Mas  lio  volvía  rico  yo  "por  eso. 

MELIBEO. 

Y  esto  fué  aquel  semblante  lastimero 
Que  tanto  en  (ialatea  me  espantaba, 
Ésto  por  qué  llamaba  al  cielo  fiero; 

Esto  por  qué  tristísima  d,ejaba 
I.afruia  sin  coger  en  su  cercado. 
Pues  Titiro,  su  bien,  ausente  estaba. 

Tú,  Titiro,  tehabias  ausentado; 
Los  pinos  y  las  fuentes  te  llamaban. 
Las  yerbas  y  las  llore?  desle  prado. 

TITIRO. 

¿Qué  pude?  que  mil  males  me  cercaban, 

Y  allí  para  salir  de  servidumbre 

Los  cielos  mas  dispuestos  se  mostraban. 

Que  allí  vi,  Melibeo,  aquella  cumbre. 
Aquel  divino  mozo  por  quien  uno 
Mi  altar  en  cada  mes  enciende  lumbre. 

Alli  primero  del  que  de  otro  alguno 
Oi:  «Paced,  vaqueros,  librenieiUe, 
Paced  como  solía  cada  uno.  » 

MELIBEO. 

Por  manera  que  á  ti  perpetuamente 
Te  queda  tu  heredad  ( ¡  oh  bienhadado!), 
Aunque  pequeña  ,  pero  suficiente, 

Gastante  para  ti ,  demasiado, 
Auiuiue  de  pedregal  y  de  pantano 
Lo  mas  de  teda  ella  está  ocupado. 

No  dañará  el  vecino  grey  mal  sano 
Con  males  pegadizos  tu  rebaño. 
Ni  hará  que  lu  trabajo  salga  vano; 

No  causará  dolencia  el  pasto  extraño 
En  lo  preñado  del ,  ni  en  lo  parido 
Las  yerbas  extranjeras  harán  daño. 

Dichoso  poseedor,  aquí  tendido. 
De  fresco  gozarás  junto  a  la  fuente, 
Á  la  margen  de  rio  ,.(Io  has  nacido. 

Las  abejas  aqirt  continuamente 
Desle  cercado ,  arras  de  mil  flores, 
Te  adormirán  ,  sonando  blandamente. 

Debajo  el  allapcj"ia  sus  amores 
El  leñador  aquí,,  cantando  al  viento, 
Esparcirá  ,  y  la  lorióla,  dolores. 

La  tórtola,  en  el  olmo  haciendo  asiento, 
Repetirá  su  fiueja,'  y  tus  queridas 
Palomas  sonarán  con  ronco  acento. 

TITIRO. 

Primero  los  venados  las  tendidas 
Lagunas  pacerán ,  y  el  mar  primero 
Denegará  á  los  peces  sus  manidas, 

Y  beberá  el  germano  y  parlo 'fiero. 
Trocando  sus  lugares  naturales. 

El  AIbi  aíiuesle  ,  el  Tigri  aquel  ligero ; 
Primero  pues  que  aijuellas  celcsliales 
Figuras  de  aquel  mozo,  de  mi  pecho 
Borradas,  desparezcan  lasscj'iales. 

MELIBEO. 

Nosotros  pero  iremos  con  despecho, 
Unos  á  los  sedientos  africanos, 
Oíros  á  los  de  Scitia,  campo  estrecho; 


POESÍAS. —  LIBRO  SEGUNDO. 


19 


Y  otros  á  los  montes  y  á  los  llanos 
De  Creta ,  y  del  lodo  divididos 
De  nuestra  redondez,  á  los  brilanos. 

Después  de  muchos  dias  ya  corridos, 
¡Ay!  ¿si  vendrá  que  viendo  niis  majadas 
Las  pobres  chozas  de  paternos  nidos, 

Después  de  muchas  mieses  ya  pasadas, 
Si  viéndolos  diré  maravillado: 
Ay  tierras  ( ¡  ay  dolor! )  mal  empleadas? 

¿Tan  buenas  posesiones  un  soldado 
Maldito?  ¿Y  tales  mieses  tendrá  un  fiero? 
Ved  para  quién  hubimos  trabajado. 

Ved  á  cuan  miserable  y  lastimero 
Estado  á  los  cuitados  ciudadanos 
Condujo  el  obstinado  pecho  entero. 

Vé,  pues ,  Melibeo,  y  con  tus  manos 
En  orden  pon  las  vides  ,  y  curioso 
Engiere  los  perales  y  manzanos. 

Andad  ,  ganado  mió ,  ya  dichoso. 
Dichosas  ya  en  un  tiempo  ,  id  ,  cabras  mías, 
Que  ya  no  cual  solia  alegre ,  ocioso, 

Ni  estando  ya  tendido  en  las  sombrías 
Cuevas ,  os  veré  lejos  ir  paciendo. 
Colgadas  por  las  peñas  altas  frias. 

No  cantaré ,  ni  yéndoos  ya  paciendo, 
Vosotras  ni  del  ciliso  florido 
Ni  del  amarino  sauce  iréis  comiendo. 

TITIRO. 

Podrías  es!a  noche,  aqui  tendido 
En  blanda  y  verde  hoja,  dar  reposo 
Al  cuerpo  flaco ,  al  ánimo  afligido. 

Y  cenaremos  bien ,  que  estoy  copioso 
De  maduras  manzanas ,  de  castañas 
Enjertas  y  de  queso  muy  sabroso. 

Y  ya  las  sombras  caen  de  las  montañas 
Mas  largas,  y  convidan  al  sosiego, 

Y  ya  de  las  aldeas  y  cabanas 
Despide  por  los  techos  humo  el  fuego. 


ÉCLOGA  IL 


Alexis. 

En  fuego  Coridon,  pastor,  ardía 
Por  el  hermoso  Alexi,  que  dulzura 
Era  de  su  señor,  y  conocía 
Que  toda  su  esperanza  era  locura. 

Solo,  siempre  que  el  solamanecia. 
Entrando  de  unas  hayas  la  espesura, 
Con  los  montes  á  solas  razonaba, 

Y  en  rudo  verso  en  vano  asi  cantaba: 
«  No  curas  de  mi  mal  ni  das  oído 

Á  niís<iuerellas,  crudo,  lastimeras, 
Ni  de  misericordia  algún  sentido, 
Alexi ,  en  tus  entrañas  vive ,  fieras. 

»  Yo  muero  en  viva  llama  consumido. 
Tú  siempre  en  desamarme  perseveras, 
Ni  sientes  mi  dolor  ni  yo  le  agrado; 
Por  donde  me  será  el  morir  forzado. 

»  Busca  el  ganado  agora  lo  sombrío, 

Y  por  las  cambroneras  espinosas 
Metidos  los  lagartos,  buscan  frío, 

Y  Testiles  comidas  provechosas 
Compone  á  los  que  abrasa  el  seco  estío. 
Con  ajos  y  con  yerbas  olorosas; 
Conmigo,  por  seguirte  al  sol  ardiente. 
Resuena  ía  cigarra  solamente. 

»  ¡Ay  triste!  ¿Y  no  me  hubiera  mejor  sida 
Las  iras  de  Amarilis ,  los  enojos 

Y  su  desden  soberbio  haber  sufrido, 

Y  haber  dado  al  Menalca  mis  despojos? 
Bien  que  es  Menalca  un  poco  denegrido. 
Bien  que  tú,  en  color  blanco,  hermoso  en  ojos ; 
Mas  no  fies  en  eso,  que  preciada 

Sobre  la  blanca  rosa  es  la  violada. 

»  Despréciasme  arrogante,  y  no  te  curas 
De  mí  ni  de  saber  cuánto  poseo 
En  queso  y  en  ganado.  Las  alturas 
Pazco  con  mil  ovejas  de  Libeo; 
En  el  estío,  en  las  heladas  duras, 
De  fresca  leche  falto  no  me  veo; 


Canto  como  el  Anfión  ya  cantaba 
Las  veces  que  sus  vacas  convocaba. 

»  Pues  menos  soy  tan  feo ;  que  aun  agora, 
Estando  el  mar  en  calma ,  he  contemplado 
Mi  rostro  en  ¡a  ribera ,  y  si  no  mora 
Pasión  en  mí ,  con  Uaíni  comparado, 
No  temeré  lu  vo:'.  despreciadoTa 
Ni  pensaré  de  ti  ser  condenado: 
Ansí  no  condenases  las  cabanas. 
El  apriscar  la  caza,  las  montañas. 

1)  El  perseguir  los  ciervos  temerosos 
Con  ponzoñosas  flechas  ¡ay!  le  agrade, 
Al  pastólos  cabritos  deseosos 
Guiar  con  verde  acebo  no  te  enfade. 
Morar  los  montes  yermos  y  fragosos 
Á  ti,  ni  la  cabana,  desagrade. 
Que  puesto  entre  las  selvas  y  cantando 
Conmigo  irás  al  dios  Pan  imitando. 

»EI  Pan  fué  el  que  primero  sabiamente 
En  la  flauta  diversas  voces  puso; 
De  grueso  y  de  tamaño  diferente 
Con  cera  muchas  cañas  Pan  compuso; 
Pan  guarda  las  ovejas.  Pan  la  gente 
Del  campo;  y  no  le  pe:^e  hacer  al  uso 
De  la  docta  zampoñi  el  labio  bello. 
Que  Amintas  se  perdía  por  sab^llo. 

«Tengo  de  siete  voces  bien  formada 
Una  sonora  flauta ,  que  me  diera 
Dameta  ya  muriendo  en  la  pasada 
Siega,  y  diciéndome  desta  maneía  : 
—Tú  me  sucede  en  esta ,  que  tocada 
Por  tí ,  te  acordará  de  mí  sicpiiera. — 
Dámelas  me  la  dio,  quedó  lloroso 
Amintas ,  el  tontillo,  de  invidioso. 

«Tengo  dos  corzos  que  una  oveja  cria. 
De  pelo  blanco  á  manchas  variados; 
Agótanle  las  telas  cada  dia, 

Y  fueron  con  peligro  mío  hallados : 
Llevármelos  la  Tostilis  porlia , 

Yo  para  tí  los  tengo  muy  guardados , 

Y  al  fin  los  llevará ,  pues  en  mis  dones, 
Despreciador,  los  ojos  aun  no  pones. 

«Ofréceme  las  ninfas  oficiosas 
Sus  canastillos ,  de  azucenas  llenos ; 
Coge  para  lí  Nais  las  blancas  rosas, 
La  viola ,  los  lirios ,  los  amenos 
Acantos  y  amapolas  olorosas , 
Flores  de  anís  y  los  lomillos  buenos , 

Y  casia  y  otras  mil  yerbas  divinas. 
Junta  con  el  jazmín  las  clavellinas. 

nPnesyo  te  cogeré  manzanas  bellas. 
Cubiertas  de  su  ilor,  y  las  queridas 
Castañas  de  Amarilis ,  y  con  ellas 
Ciruelas  que  merecen  ser  cogidas. 
Tú,  mirto ,  y  tú ,  laurel ,  iréis  sobre  ellas , 
Que  juntos  oléis  bien.  ¡  Ay  tosco!  ¿olvidas 
Que  Alexi  de  los  dones  no  hace  caso, 

Y  que,  si  á  dones  va,  no  es  Yola  escaso? 
«¿Qué  hice?  ¡Ay!  sin  sentido  puesto  he  fuego 

En  el  rosal  amado,  en  la  agua  pura 

Lancé  los  jabalís ,  turbé  el  sosiego 

Del  líquido  cristal.  ¡  Ay !  la  espesura 

Del  bosque  moió  Apolo  ;  ¿qué  huyes,  ciego? 

Y  el  París  en  el  bosque  halló  v.enltira ; 
Palas  more  sus  techos  suntuosos. 
Nosotros  por  los  bosques  deleitosos. 

»Por  las  montañas  la  leona  fiera 
Al  ya  no  osado  lobo  hambrienta  sigue, 
El  lobo  carnicero  á  la  ligera 
Cabra  de  dia  y  de  noche  la  persigue. 
En  pos  de  la  retama  y  cambronera 
La  cabra  golosísima  prosigue. 
Yo  en  pos  de  tí ,  oh  Alexi  ,'te  importuno , 

Y  en  pos  de  sus  deleites  cada  uno. 
íSu  obra  ya  los  bueyes  fenecida, 

Y  puesto  sobre  el  yugo  el  lucio  arado, 
Se  tornan,  y  la  sombra  ya  extendida 
De  Febo,  que  se  pone  apresurado. 
Huyendo  alarga  el  paso,  y  la  crecida 

Llama  que  me  arde  el  pecho  aun  no  ha  menguado; 
Mas  ¿cómo menguará?  ¿Quién  puso  tasa? 
Quién  limitó  con  ley  de  amor  la  brasa? 


20 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


í¡Ay  Coridon!  ay  triste!  Y  ¿quién  te  ha  hecho 
Tan  loco,  que  en  Ui  mal  emliebecicio, 
La  vid  aun  no  has  podado?  Vuelve  al  pecho, 
Recobra  el  varonil  vigor  perdido. 
Haz  algo  necesario  ó  de  provecho , 
De  blanco  junco  ó  mimbre  algún  tejido  ; 
Que  si  te  huve  aqtieste  desdeñoso, 
Ko  fallará  oüo,  Alexi ,  mas  sabroso.» 


ÉCLOGA  m. 


Dametas,  Menalcas,  Palemón. 

MF.NALCAS. 

Dime,  ¿es  de  Melibeo  este  ganado? 

DAMETAS. 

Ko  es ,  sino  de  Egon ,  que  el  mismo  Ego 
Agora  me  le  habia  encomendado. 

MEXALCAS. 

¡  Ovejas  desdichadas!  Hace  entrego 
De  si  mismo  á  Neera,  preterido 
Porque  yo  le  sea ,  y  arde  en  luego, 

Y  lia  su  ganado  á  iin'perdido. 
Ordéñasle  dos  veces  en  un  hora , 
La  madre  dejas  seca,  y  desvalido 

El  hijo. 

DAMETAS. 

Paso,  amigo,  que  aun  agora 
Me  acuerdo  quién  tú  eres ,  ya  enlendisles, 
\'  adonde, aunque  la  diosa  que  allí  mora 
Con  ojos  lo  miró  no  nada  tristes, 

Y  de  través  las  cabras  lo  miraron. 

Mirad  quehablais  con  hombie;¿b¡en  me  oistes? 

MENALCAS. 

Si ,  si ,  en  el  mismo  tiempo  que  me  hallaron 
Corlando  de  Micones  las  posturas 
Con  mala  podadera ,  y  me  prendaron. 

DAMETAS. 

o  cuando  junto  á  aquellas  espesuras 
El  arco  y  la  zanqioña  qucbranliibas 
De  Dyfni  con  enlruñas,  malo,  duras. 

En  envidiosa  rabia  te  abrasabas, 
Porque  la  lial)ia  al  zagalejo  dado, 

Y  si  alíjun  nial  no  hicieras ,  reventabas. 

MENAI.CAS. 

¿Qué  no  osará  quien  puede,  si  un  malvado 
Ladrón  ansi  sealreve?  Di,  atrevido, 
¿No  fué  de  ti  un  cabrón  ;i  Damo  liuri;ido, 

Y  la  Licisca  al  cielo  alzó  el  ladrillo? 
Grité  :  «Dó  sale  aquel,  Tiliro,  n  ira. 
Tú  eu  la  juncada  eslabas  ebcoudido. 

DAMETAS. 

Cantando  venci  á  Damo;  ¿quién  me  tira 
Cobrar  lü(|ne  mi  musa  mereciera, 
Si  Damo  de  lo  ¡lueslo  se  retira? 

Si  no  lo  sabis,  mió  el  cabrón  era, 

Y  el  misino  Damo  serio  confesaba, 
Ne¿abjaielo  uo  sé  en  qué  manera. 

.  MENALCAS. 

¿Tú  á  él?  tú  tocas  llanta?  ¿No  sonaba 
Tu  Caramillo  vil  pur  los  olrros  , 
\  d  \erdu  miserable  aun  no  i^^ualaha? 

DAMETAS. 

Pues  ¿quieres  que  probemos  esos  Ceros? 
Yo  pongo  esla  becerra  que  dos  cria , 

Y  iimclie  cada  larde  dos  lecheros. 
Yo  pongo  ,  no  rehuyas  la  poifia  ; 

Tú  di  loque  ¡loiidrás,  v  cxpi'riinciila 
Ad6  lle^u  lu  muba  ,  adó  la  mia. 

MENAI.CAS. 

DpI  ganado  no  pongo ,  que  dov  cuenta 
Por  horas  á  mi  padre ,  y  mía  dura 
Madrastra  lr)s  cabritos  también  cuenta  ; 

Mas  ,  si  adelante  llevas  lu  locura  , 
Pondré  lo  que  dirás  rpie  es  mas  precioso : 
Dos  >a^os  lieos  Ue  haya  y  bulla  bcchuru. 


Labrólo  Alcimedon  ingenioso. 
Formó  por  la  redonda  entretejido. 
Como  de  yedra  y  vid,  un  lazo  hermoso. 

En  el  medio  de  bulto  está  esculpido 
El  Conon  ,  y  aquel  otro  que  pusiera 
El  mundo  por  sus  partes  repartido; 

El  que  mostró  la  siega  y  sementera , 
\'  del  arar  el  tiempo  conveniente. 
Nuevos  los  tengo  en  casa  en  su  vasera. 

DAMETAS. 

Del  mismo  hube  otros  dos  extrañamente 
Hechos ;  las  asas  ciñe  un  verde  acanto , 
Y  en  medio  del  relieve  está  eminente 

Orfeo,y  su  montaña  atenta  al  canto. 
Nunca  los  estrené :  mas  comparada 
La  vaca ,  los  tus  vasos  no  son  tanto. 

MEXALCAS. 

Saldré  á  cualquier  partido,  y  si  te  agrada, 
Será  juez  Palemón  ,  que  alli  viene , 
Que  yo  enmudeceré  tu  voz  osada. 

DAMETAS. 

Harélo,  que.á  mi  nadie  me  detiene; 
Mas  para  escarmentar  á  este  osado , 
Que  atieudasbien,  Palemón,  nos  conviene. 

PALEMÓN. 

Sobre  esta  yerba  donde  estoy  sentado 
Cantad ,  que  agora  el  tiempo  nos  convida , 
Que  viste  do  verdura  y  flor  el  prado; 

Agora  el  bosque  cobra  la  perdida 
Hoja ,  y  agora  el  año  es  mas  liermoso , 

Y  agora  inspira  el  cielo  gozo  y  vida. 
Comienza  tú ,  Dámela,  y  tú,  gracioso 

Menalca,  le  responde  alternamente  ; 
Que  el  responderse  á  veces  es  sabroso. 

DAMETAS. 

De  Júpiter  diré  primeramente, 
Que  hinche  cuanto  veo  y  determino, 

Y  oye  mi  cantar  atentamente. 

MEXALCAS. 

Y  á  mi  Febo  me  ama ,  y  de  continuo 
Sus  dones  le  presento ,  el  colorado 
Jacinio  y  el  laurel  verde  divino. 

DAMETAS. 

Traviesa  Calatea  me  ha  tirado , 
Perdida  por  ser  vista  ,  una  manzana, 

Y  luego  entre  los  sauces  se  ha  lanzado. 

MENALCAS. 

Mi  dulce  fuego,  Amintas,  de  su  gana 
Fe  viene  á  mi  cabana  ,  conocido 
Mas  ya  de  mis  mastines  que  Diana. 

DAMETAS. 

Ya  tengo  con  qué  hacer  á  mi  querido 
A'.norgeiiiil  presente,  porque  veo 
Adonde  dos  palomas  hacen  nido. 

MENALCAS. 

Conforme  yo  al  poder,  y  no  al  deseo, 
Diez  cidras  á  mi  bien  be  presentado, 

Y  mañana  otras  diez  dalle  deseo. 

DAMETAS. 

¡Oh  cuántas  y  qué  cosas  platicado 
Conmigo  ha  Galaica!  oh  si  el  viento 
Al^u  dello  á  los  dioses  ha  contado! 

MENALCAS. 

¿Qué  me  sirve  que,  Amintas,  mi  contento 
Desees,  si  guardo  en  la  parada, 

Y  sigues  tú  del  gamo  el  movimiento? 

DAMETAS. 

Envíame  á  la  Filis  ,(pie  es  llegada 
Mi  liesta ,  y  vén  tú,  Vola,  cuando  fuere 
La  vaca  por  mi  á  Géres  degollada. 

MENALCAS. 

Amo  á  la  hermosa  Fjlis,  que  me  quiere. 
Que  me  dijo  llorosa  en  la  partida  : 
«Adiós,  gentil  zagal, si  no  le  viere  » 

DAMETAS. 

El  lobo  es  al  ganado  y  la  avenida 


poesías. 

A  lasmieses,  al  árbol  enemigo 

£1  viento,  á  mí  Amaril  embravecida. 

MENALCAS. 

Ama  el  sembrado  el  agua ,  sigue  amigo 
La  rama  el  cabritillo  destetado , 
La  madre  el  sauz ,  yo  solo  Amintas  sigo. 

DAMETAS. 

Mi  musa  pastoril  lia  contentado 
A  Polio;  pues  paced  con  mano  llena, 
Musas ,  una  ternera  á  vuestro  amado. 

MENALCAS. 

De  versos  tiene  Polio  rica  vena  ; 
Un  toro  le  criad  que  á  cuerno  hiera , 

Y  con  los  pies  esparza  ya  la  arena. 

DAMETAS. 

Quien,  Polio,  bien  te  quiere ,  lo  que  espera 
Le  venga,  y  de  la  encina  dulces  dones, 

Y  amonio  coja  de  la  zarza  fiera. 

MEXAI-CAS, 

Quien  no  aborrece  á  Bavio ,  los  borrones 
Ame  de  Mevio  y  lea ,  y  juntamente 
Las  zorras  una,  ordeñe  los  cabrones. 

DAMETAS. 

Los  que  robáis  el  prado  floreciente , 
Huid  presto  ligeros,  que  se  asconde 
Debajo  de  la  yerba  la  serpiente.    . 

MENALCAS. 

Mirad  por  el  ganado  que  no  ahonde 
El  paso ,  que  la  orilla  es  mal  segura  , 
¿No  veis  cuál  se  mojó  el  carnero,  y  dónde? 

DAMETAS. 

No  pazcas  par  del  rio,  á  la  espesura 
Guia,  Tiliro,  el  hato;  que  á  su  hora 
Yo  le  bañaré  lodo  en  fuente  pura. 

MENALCAS. 

Las  ovejas ,  zagal ,  recoge ,  que  hora 
Si  las  coge  el  calor,  después  en  vano 
Se  cansará  la  palma  ordeñadora. 

DAMETAS. 

i  Ay!  ¡en  cuan  buenos  pastos,  cuan  mal  sano 

Y  flaco  estás  mi  toro!  Y  al  ganado 

Y  al  ganadero  mala  amor  insano. 

MENALCAS. 

El  mal  destos  corderos  no  es  causado 
De  amor,  y  tienen  solo  hueso  y  cuero  ; 
No  sé  cuál  ojo  malo  os  ha  mirado. 

DAMETAS. 

Dimc  dónde ,  y  tenerte  he  por  certero , 
Tenerte  por  Apolo ;  desle  cielo 
Apenas  se  descubre  un  codo  entero. 

MENALCAS. 

Mas  díme  tú  adó  produce  el  suelo 
En  las  rosas  escritos  los  reales 
Nombres,  y  goza  á  Filis  sin  recelo. 

PALEMÓN. 

No  es  mío  el  sentenciar  contiendas  tales, 

Y  tú  mereces  y  este  la  becerra, 

Y  quien  canta  de  amor  los  dulces  males, 

Y  quien  prueba  de  amor  la  larga  guerra. 


ÉCLOGA  IV. 
Sicelides. 

Un  poco  mas  alcemos  nuestro  canto, 
Musa ;  que  no  conviene  á  todo  oido 
Decir  de  las  humildes  ramas  tanto. 

El  camjio  no  es  de  todos  recibido, 

Y  si  cantamos  campo,  el  campo  sea 
Que  merezca  del  Cónsul  ser  oido. 

La  postrimera  edad  de  la  Cumea, 

Y  la  doncella  virgen  ya  es  llegada, 

Y  torna  el  reinado  do  Saturno  y  Rea. 
Los  siglos  tornaa  de  la  edad  dorada ; 


■LIBRO  SEGUNDO. 

D »  nuevo  largos  años  nos  envia 

El  cielo,  y  nueva  gente  en  si  engendrada. 

Tú,  luna  casia,  llena  de  alegría 
Favorece,  pues  reina  ya  tu  Ai)o!o, 
Al  niño  cjue  nació  en  ;u|ue£le  dia. 

F;1  hierro  lanzará  del  mundo  él  solo, 

Y  de  un  linaje  de  oro  el  mas  preciado 
;            El  uno  poblará  y  el  otro  polo. 

Ku  este  vuestro,  en  este  consulado, 
Polio,  de  nuestra  edad  gran  hermosura, 
Tendrá  principio  el  rico  y  alio  hado. 
I  En  él  comenzarán  conluz  mas  pura 

I  Los  bienhadados  meses  su  carrera, 

I  Y  el  mal  fenecerá,  si  al^íuno  dura. 

Lo  que  hay  de  la  maldad  nuestra  primera 
Deshecho,  quetlarán  ya  los  humanos 
I  Libres  de  miedo  eterno  y  de  ansia  fiera. 

Mezclado  con  los  dioses  soberanos 
De  vida  gozará  (cual  ellos)  llena 
De  bienes  deleitosos  y  no  vanos. 
Verálos,  y  verán  su  suerte  buena  ; 

Y  del  valor  [laterno  rodeado. 
Cuanto  se  extiende  el  mar,  cuanto  el  arena, 

Con  paz  gobernará.  Pues,  niño  amado, 
Este  primero  don  inculto  y  puro 
El  campo  te  presenta  de  su  grado. 

Yate  presenta  el  campo  bien  seguro 
Vacar,  la  hiedra  verde  trepadora. 
El  ülio  blanco,  el  trébol  verde  escuro. 

Y  las  ovejas  mismas  á  su  hora 
De  leche  vienen  llenas ,  sin  recelo 
Del  lobo,  del  león  y  de  onza  mora. 

Tus  cunas  brotan  flores, como  un  velo 
D^^rraman  sobre  tí  de  blancas  rosas, 

Y  lio  produce  ya  ponzoña  el  suelo, 
Ni  yerbas  ni  serpientes  venenosas; 

Antes  sin  diferencia  ha  producido 
En  todas  [)artes  yerbas  provechosas. 

Pues  cuando  comenzare  en  ti  el  sentido 
De  la  virtud,  y  fneres  ya  levendo 
Los  hechos  de  tu  padre  esclarecido. 

De  suyo  ye  irá  el  campo  enrojeciendo 
Con  fértiles espig:is,  y  colgad:is 
Las  uvas  en  la  zarza  irá  creciendo. 

Los  robles  en  las  selvas  apañadas 
Miel  dulce  manarán  ,  mas  todavía 
Del  mal  antiguo  queilaran  pisadas. 

Halará  quien  navegando  noche  y  dia 
Corra  la  honda  mar,  quien  ponga  muro 
Contra  el  afrailo  fiero  y  batería ; 

Quien  rompa  arando  el  campo  seco  v  duro. 
Habrá  otro  'l'ifi  y  Argo,  otros  nomlirados, 
Que  huyan  por  la  gloria  el  ocio  escuro. 

Ibdirá  otros  desafios  aiilazados. 
Irá  oira  vez  á  Troya,  conducido 
De  sn  virtud,  Aquilcs,  y  sus  hados. 

Mas  ya  cuando  la  edad  firme  crecido 
Te  hiciere  ser  varón,  el  marinero 
La  mar  pondrá  y  las  naves  en  olvido. 

El  pino  mercader,  rico  y  velero. 
No  ya  de  sus  confines  alejado. 
Lo  propio  trocará  con  lo  extranjero. 

Que  adonde  quiera  todo  será  hallado 
Sin  reja ,  sin  esleva  y  podadera, 
Sin  que  ande  al  yugo  el  toro  el  cuello  atado. 

No  mudará  la  lana  su  primera 
Color,  con  artificios  enseñada 
A  demostrarse  otra  de  lo  que  era; 

Portiue  en  la  oveja  nace  colorada, 
Con  carmesí  agradable  y  con  hermoso 
Rojo  y  con  amarillo  inficionada. 

El  sandix  de  sí  n>ismo  en  el  vicioso 
Prado  pacido  viste  á  los  corderos 
Por  hado  no  mudable  ni  dudoso. 

Porque  con  voz  concorde,  y  sus  ligeros 
L'sos,  las  Parcas  dicen,  volteando  : 
«Venid  tales  lossiglos  venideros.» 

Emprende,  que  ya  el  tiempo  viene  andando. 
Pimpollo  ó  d¡vin;d  ohra  de!  cielo, 
Logriinde  que  á  lí  soloeslá  csperamlo. 

Mira  el  redondo  mundo,  mira  e!  suelo, 
Mira  la  mar  tendida,  el  aire  y  iodo, 


21 


22 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Leda  esperando  el  siglo  de  consuelo. 

¡  01),  si  el  benigno  liado  de  lal  modo 
Mis  años  alargase,  que  pudiese 
Tus  hechos  celebrar  y  bien  del  todo! 

Que  si  conmigo  Orfeo  contendiese, 

Y  si  cantando  conlendiese  e!  Lino, 
Aunfine  la  madre  y  |)adre  cieslos  fuese, 

Caliope  de  Orteo,  y  del  divino 
Lino  el  hermoso  A|)olo,  no  seria 
Mi  canto  que  su  canto  menos  diño; 

!Si  el  dios  de  Arcadia  ,  Pan,  me  vencerla, 

Y  aunque  fuese  juez  la  Arcadia  desto, 
La  Arcadia  en  mi  favor  pronunciarla. 

Conoce  pues  con  blando  y  dulce  gesto 
¡Oh  niño!  ya  á  tu  madre,  que  el  preñado 
Por  largos  meses  diez  le  fué  molesto. 

Conócela ;  que  á  qrtien  no  han  halagado 
Los  padres  con  amor  y  abrazo  estrecho, 
Ni  á  su  mesa  los  dioses  le  han  sentado, 
Ki  le  aduiilea  las  diosas  á  su  lecho. 


ÉCLOGA  V. 

Menalcas ,  Mopso. 

MENALCAS. 

Pues  nos  hallamosjuntos,  Mopso,  ahora. 
Maestros,  tú  en  tañer  suavemente, 

Y  yo  en  cantar  con  voz  dulce  y  sonora, 
"¿Por  qué  no  nos  sentamos  juntamente 

Debajo  destos  corilos,  mezclados 
Coa  estos  olmos  ordenadamente? 

MOPSO. 

Tú  eres  el  mayor,  á  ti  son  dados, 
Menalca,  los  derechos  de  mandarme, 

Y  á  mi  el  obedecer  á  tus  mándalos. 

V  pues  que  asi  te  place,  aqui  sentarme 
A  la  sombra  qne  el  céliro  menea, 
O  quiero  y  es  mejor  allí  llegarme 

Al  canto  de  la  cueva,  ([ue  rodea 
(Cual  ves),  con  sus  racimos  volteando, 
Silvestre  vid  ,  que  en  torno  la  hermosea. 

MENALCAS. 

Conmigo  mesmo  estoy  imaginando 
Que  Amiíila  en  nuestro  campo  esquíen  couligo 
Tan  solo  competir  |)uede  cantando. 

MOI'SO. 

¿Qué  mucho  os  que  compita  aquel  conmigo? 
Presumirá  vencer  al  dios  de  Uelo. 

MENALCAS. 

Mas  di  si  hay  algo  nuevo  ,  Mopso  amigo; 

Di  del  anifjr  de  I'ili  y  desconsuelo, 
O  si  en  loor  de  .\lcon  ó  de  los  tieros 
De  (^odro  y  de  tu  grey  pierde  el  recelo. 

Pierde ,  que  habrá  quien  guarde  los  corderos. 

MOI'SO. 

Antes  aquestos  versos  ([ue  he  compuesto 
Quiero  probar  ag<»ra  los  ((rimeros. 

En  la  corteza  escritos  los  lie  puesto 
De  un  árbol ,  y  su  tono  les  he  dado, 

Y  di  compila  Aminlas  después  desto. 

MESALCAS. 

Cuanto  es  el  blanco  sauz  sobrepujado 
De  la  amarilla  oliva  ,  y  el  espliego 
Del  rosal  es  vencido  colorado; 

Tanta  ventaja  tú  ,  si  no  estoy  ciego, 
Haces  al  mozo  Amintas  ;  mas  di  agora, 
Queja  en  la  cueva  estamos,  di  hora  luego. 

MOI'SO. 

A  Dafni,  pastor  muerto  con  Irrndora 

Y  muerte  crudelisinia  ,  lloraban 
Toda  la  deidad  qiio  el  agua  mora. 

Testigos  son  los  rioscuál  estaban 
Cuando,  del  miserable  cuerpo  asidos, 
Los  padns  las  estrellas  acusaban. 

No  hubo  por  ((ui<ín  fuesen  eonducidos 
Los  bueyes  á  beber  aquellos  Uius, 


Ki  fueron  los  ganados  mantenidos* 

Aun  los  leones  mismos  en  sus  frias 
Cuevas  tu  muerte,  Uafni,  haber  Horadó 
Dicen  las  selvas  bravas  y  sombrías. 

Que  por  tu  mano ,  Dafni ,  el  yugo  alado 
Al  cuello  va  el  león  y  tigre  fiero; 
Tú  el  enramar  las  lanzas  has  mostrado. 

Tú  diste  á  Baco  el  culto  placentero, 
Tú  de  tu  campo  todo  y  compañía 
Fuiste  la  hermosura  y  bien  entero ; 

Ansí  como  es  del  olmo  el  alegría 
La  vid,  y  de  la  vid  son  las  colgadas 
Uvas,  y  de  la  grey  el  loro  es  guia; 

Cual  hermosea  el  toro  las  vacadas, 
Como  las  miet.es  altas  y  abundosas 
Adornan  y  enriquecen  las  aradas. 

Y  ansí  luego  que  crudas  y  envidiosas 
Las  parcas  te  robaron ,  se  partieron 
Apolo  y  sus  hermanas  muy  llorosas. 

Palas  y  Febo  el  campo  aborrecieron, 

Y  los  sufcos  que  ya  criaban  trigo, 

De  avena  y  grama  estéril  se  cubrieron. 

En  vez  de  la  violeta  y  del  amigo 
Narciso ,  de  sí  mismo  brota  el  suelo 
Espina  y  cardo  agudo  y  enemigo. 

Pues  esparcid  ya  rosas,  poned  velo 
A  las  fuentes  de  sombra,  que  servido 
Ansí  (luiere  ser  Dafni  desde  el  cielo. 

Y  con  dolor,  pastores,  y  gemido 
Un  túmulo  poned ,  y  en  el  lloroso 
Túmulo  aqueste  verso  esté  esculpido: 

Yfl,  Dafni,  descansando  aquí  reposo. 
Nombrado  entre  las  seU'asliasta  el  cielo. 
De  hermosa  grey  pastor  muy  íiias  hermoso. 

MENALCAS. 

Cnanto  al  cansado  el  sueño  en  verde  suelo, 
Cuanto  el  matar  la  sed  en  fresco  rio 
Es  causa  de  deleite  y  de  consuelo, 

No  menos  dulce  ha  sido  al  gusto  mió 
Tu  canto;  y  no  tan  solo  en  la  poesía, 
Mas  en  la  voz,  si  yo  no  desvario, 

Igualas  lu  maestro  y  su  armonía. 
Dichoso,  qne  por  él  serás  tenido 
Fuera  de  toda  duda  y  de  porfía. 

Mas  por  corresponder  á  lo  que  he  oído 
En  la  forma  y  manera  que  pudiere, 
Quiero  poner  mis  versos  en  lu  oido. 

Y  al  cielo  encumbraré  cuanto  en  mí  fuere 
A  tu  Dafni ,  diré  á  lu  Dafni  encanto, 

Que  Dafni  á  mí  también  me  quiso  y  quiere. 

MOPSO. 

No  hay  don  que  á  mi  juicio  valga  tanto, 

Y  mereció  en  lus  versos  ser  cantado, 

Y  ya  me  los  loaron  con  espanto. 

MENALCAS. 

De  blanca  luz  en  torno  rodeado, 
Con  nueva  maravilla  Dafni  mira 
El  no  antes  visto  cielo  ni  hollado. 

Y  puesto  so  sus  plantas  viendo,  admira 
Aquellos  ciérnales  resplandores, 

Y  aparta  la  verdad  de  la  mentira. 

Allí  pues  de  oirás  selvas  y  pastores, 
Alegríí,  y  de  otros  campos  goza  y  prados. 
Con  otras  ninfas  Irala  sus  amores. 

IS'o  temen  allí  el  lobo  los  ganados; 
Ni  las  redes  tendidas  ni  el  cubierto 
Lazo  fabrica  engaño  á  los  venados. 

Ama  el  descanso  Dafni ,  y  del  concierto 
Los  montes  y  las  peñas  voceando , 
Dicen  :  «Menalca  es  Dios,  este  es  Dios  eiei'to. 

1) Favorece  pues  bueno,  prosperando 
Los  tuyos  y  sus  cosas  amoroso; 
Los  tuyos ,  que  lu  nombre  van  cantando. 

vQn'e  en  este  valle  agora  y  bosque  uipbroso 
Levanio  cuatro  aras,  y  dedico 
A  Dafni  dos,  y  dos  á  Febo  liíirmoso. 

))V  en  ellas  cada  año  sacrifico 
De  leche  dos  lecheros,  y  apurada 
De  olio  vasos  dos  le  sacrifico. 

ȒY  sobre  lodo,  en  mesa  embriagada, 
AbunUunlc  con  vino  y  alegría, 


POESÍAS. -LIBRO  SEGUNDO. 


AI  fuego  y  á  la  sombra  colocada 

íi(A  la  sombra  en  verano,  mas  el  (lia 
En  que  reinare  el  hielo,  junio  al  fuego), 
Tu  honor  respetaremos  é  porfía. 

«Dámelas  y  el  Egon  cantarán  luego, 
Alfeo  imitará  también ,  saltando, 
Los  sátiros  con  risa  y  dulce  juego. 

«Estos  tendrás  perpetuo  siempre  cuando 
El  dia  de  las  ninfas,  cuando  fuere 
El  dia  que  los  campos  va  purgando. 

»En  cuanto  por  las  cumbres  ya  paciere 
Del  monieel  jabalí,  en  cuanto  amare 
El  rio  y  en  el  agua  el  pez  corriere, 

»Y  en  cuanto  de  lomillo  se  apastare 
La  abeja  diligente,  y  del  rQCio 
La  cigarra  su  canto  sustentare; 

«Tanto  tu  fama  y  nombre  yo  confio 
Irá  mas  de  continuo  floreciendo, 
Al  hielo  siempre  el  mesmo  y  al  estío. 

«Como  á  Céres  y  á  Baco,  á  ti  ofreciendo 
Irán  sus  sacrificios  los  pastores, 
Y  sus  promesas  tú  también  cumpliendo.» 

MOPSO. 

¿Qué  dones  no  ser-án  mucho  menores 
Que  lo  que  á  versos  tales  es  debido? 
Tales,  que  no  es  posible  ser  mejores. 

Que  á  mi  no  me  deleita  así  el  sonido 
Del  viento  que  silbando  se  avecina, 
Ni  las  costas  heridas  con  ruido; 

Las  costas  donde  acosa  la  marina, 
Ki  el  rio  sonoroso  ansí  me  agrada, 
Que  en  valles  pedregosos  va  y  camina. 

MENALCAS. 

Primero  pues  por  mi  te  será  dada 
Esta  flaula,  con  que  el  Alexi  hermoso 
De  mí  y  laGalatea  fué  cantada. 

MOPSO. 

Y  tú  loma  esle  báculo  ñudoso, 
Que  Anlino,  mereciendo  ser  amado, 
Nunca  me  le  sacó,  y  es  muy  vistoso 
En  nudos,  y  con  plomo  bien  chapado. 


23 


ÉCLOGA  VL 

Prima  siracusio. 

Primero  con  el  verso  siciliano 
Se  quiso  recrear  la  musa  mia, 

Y  no  se  desdeñó  del  trato  humano 

Y  pastoril  vivienda  mi  Talia, 

Los  reyes  ya  cantaba  y  Marte  insano. 
Mas  al  oido  Febo  me  decia  : 
«Conviéneie,  mi  Tiliro,  primero 
Ser  guarda  de  ganado  y  ser  vaquero; 
«Conviene  al- pastor  pacer  ganado, 

Y  que  la  flauta  y  verso  iguales  sean.» 

Y  pues  contino,  oh  Varo ,  estás  cercado 
De  tantos  que  de  tí  cantar  desean , 

Y  que  en  las  tristes  guerras  sublimado 
Ingenio  de  contino  y  verso  emplean , 
Yo  quiero  con  el  son  de  la  pastora 
Zampona  concertar  mi  musa  agora. 

Mandado  soy,  y  si  por  caso  alguno 
Si  algún  aficionado  me  leyere. 
De  ti ,  Varo ,  mi  avena ,  de  tí  uno, 
En  Cuanto  el  cielo  en  torno  se  volviere; 
El  pino  cantará, el  lauro,  el  pruno, 

Y  todo  lo  que  el  bosque  produjere ; 

Que  no  hay  cosa  que  á  Febo  caiga  en  grado 
Como  la  caria  á  do  Varo  es  nombrado. 

Digamos  pues ,  Piérides  :  Un  dia 
De  Cromis  y  Mnasilo  fué  hallado 
Silvanoen  una  cueva,  que  yacía 
En  sueño,  y  mas  en  vino,  sepultado; 
Las  venas  hinchadísimas  tenia 
Del  vino  que  bebió  el  dia  pasado, 

Y  la  guirnalda  por  el  suelo  estaba. 
Mas  el  barril  del  asi  se  colgaba. 

Dieron  sobre  él  lu  j  mozos,  que  burlados 


Del  viejo,  muchas  veces  se  dolieron 
Acerca  de  unos  versos,  y  llegados, 
Con  su  guirnalda  misma  le  prendieron. 
Egle  viniendo ,  ayuda  á  los  turbados, 
Egle  bella  entre  cuantas  ninfas  fueron; 

Y  ya  despierto  y  viéndoles ,  la  frente 
Con  moras  lo  pintaron  juntamente. 

Entonces  él  riendo  del  engaño, 
«¿A  qué  (in  proseguís  en  mas  atarme? 
Basle  el  haber  itodido  hacerme  daño, 
Baste  el  haber  i)odido  aprisionarme ; 
Los  versos  que  pedís ,  luego  os  los  taño ; 
Podéis  seguros,  dice,  desalarme: 
Los  versos  para  vos;  que  á  esa  hermosa 
Yo  la  satisfaré  con  otra  cosa. » 
.  Y  comenzó,  y  del  canto  la  dulzura 
Los  sátiros  movió ,  movió  las  fieras. 
Del  roble  y  de  la  encina  misma  dura 
Las  cimas  menear  á  compás  vieras ; 
No  se  alegró  de  Pindó  mas  la  altura 
Con  Febo  y  con  sus  nueve  compañeras, 
Ni  el  Bodoque  jamás  admiró  tanto, 
Ai  el  Isniaro,  de  Orfeo  el  dulce  canto. 

Cantaba  en  qué  manera,  en  el  tendido 
Vacío  decendiendo  derramadas, 
Las  menudas  simientes  habían  sido 
Por  acertado  caso  en  sí  ayuntadas; 
De  do  la  tierra ,  el  aire  ,  él  encendido 
Fuego,  las  aguas  dulces  y  saladas 
Nacían  de  principio ,  y  cuan  de  presto 
El  tierno  mundo  fuera  ansí  compuesto. 

Y  cómo  comenzó  á  secarse  el  suelo, 

Y  á  su  lugar  la  mar  se  retiraba, 

Y  se  figura  lodo,  y  cómo  el  cielo 
Con  nuevo  sol  las  tierras  alumbraba  ; 
Va  toman  las  ligeras  nubes  vuelo, 

Ya  el  agua  on  largos  hilos  abajaba, 
Ya  crece  la  floreta ,  y  van  por  ella 
Los  raros  anímales  sin  sabella. 

Después  dice  las  piedras  alanzadas 
rt)r  Pirra,  y  de  Saturno  el  reino  de  oro, 
Las  aves  en  el  Cáucaso  cebadas, 
En  el  sabio  ladrón  del  gran  tesoro  ; 

Y  el  Hila ,  por  las  costas  apartadas 
Buscado  por  demás  con  triste  lloro. 
La  fuente  do  quedó,  y  voz  contina, 
Que  hinche  de  Hila  Hila  la  marina. 

Y' habla  con  Pasifae,  dichosa 
Si  nunca  ó  vaca  ó  toro  hubiera  habido, 

Y  dice  en  su  consuelo  :  « ¡  Ay !  ¿qué  afrentosa 
Locura  ¡ay  desdichada!  te  ha  venido? 
Jamás  apeteció  tan  torpe  cosa 

La  Prela,  aunque  bramó  por  el  egido, 

Y  aunque  temió  á  su  cuello  el  duro  arado, 

Y  en  su  frente  los  cuernos  ha  buscado. 
»¡  Ay  virgen  desdichada!  lú  perdida 

Andas  por'la  montaña,  y  él,  echado 
Debajo  un  negro  roble,  en  la  florida 
Verba  reposa  el  bello  y  blando  lado, 

Y  pace  allí  la  yerba  amoriecída, 
O  por  ventura  sigue,  enamorado. 
En  medio  la  copiosa  y  gran  vacada 
Alguna  vaca  hermosa  que  le  agrada. 

«Cerrad,  ninfas  del  bosque,  las  salidas. 
Ninfas  délas  florestas,  cerrad  luego; 
¿Sí  acaso  encontraré  con  las  queridas, 
Con  las  vagas  pisadas  de  mi  fuego? 
Que  ó  las  dehesas  verdes  y  floridas- 
Detienen,  ó  por  caso  el  amor  ciego 
Siguiendo,  al.gunas  vacas  le  han  traído 
Al  gorlinio  pesebre  conocido.»' 

Y  canta  en  pos  de  aquesto  la  doncella, 
De  la  rica  manzana  aficionada, 

Y  viste  de  corteza  amarga  aquella 
Hermosa  compañía  lastimada, 

?uedel  fraterno  caso  se  querella, 
en  álamos  subidos  transformada, 

Y  con  raíz  hondísima  los  planta 

Y  con  ramas  crecidas  los  levanta. 

Y  canta  cómo  Galo  en  la  ribera 
De  los  ríos  de  Permeso  hallado 

Por  una  de  las  nueve  hermanas  fuera, 


24 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Y  cómo  dp  la  mismn  fué  llevndo 
Al  inoiiiecle  l*;iriiaso.  y  la  m;iiiera 
(Jue  el  apolíneo  coiu  icvanlado 

1  e  lii/o  leveieiicia,  y  cómo  Lino  . 
Le  dijo  con  acento  y  son  ilivino. 

De  tloi  es  coronada  ,  le  decia  : 
«Toma, que  le  ila  Kuieiiie  iKiiiesta  avena, 
Queanlisdló  al  de  Ascreo.  (|ne  niov.a 
l,i>.v  ail)oles  las  veces  que  la  suena; 
(,on  ella  canlaras  el  al  íjiia 
De  la  {ioiliiiia  selva  y  suerle  buena, 
PonjuV  no  liaya  bosque  ni  Uoresla 
De  quien  se  ¡¡recie  Apolo  mas  quedesia. 

»,«Uné  servirá  decir  cómo  cmlada, 
O  la  Scila  que  á  Niso  fué  traidora, 

0  la  de  quien  se  suena  que,  cercada 
Las  inüjles  de  liereza  ladradora. 

De  Llises  f.iiitió  la  noble  armada, 

Y  en  el  profundo  piélago  do  mora, 
¡Ay  triste!  los  medí  osos  maiineros 
Despeda/.ó  Cruel  con  perros  lieros? 

íi¿0  como  referia  del  l'ereo 
Los  nnembros  Irasformados,  los  nLinjareS, 
Los  dones,  el  convite  cruilo  y  feo 
Que  le  dio  Filomena,  los  pesares 
(>on  que  veniíü  su  pena?  V  dice  arreo 

1  as  alas  que  la  llevan  por  lui^ares 
Desiertos,  con  (pie  \uela  desdichada 
Sobre  la  que  antes  fuera  su  morada. 

s  Y  lodo  lo  que  á  Feb  >  ya  cantando 
El  bienaventniado  Furota  oido 
Habla,  y  el  oillo  continuaiulo  , 
Lo  halnan  sus  laureles  deprendido, 
Sileno  lo  cantaba,  y  re>onan(lo 
los  valles,  á  los  cielos  va  el  sonido. 
Basta  que  ya  la  estrella  apareciendo, 
Del  pasto  las  ovejas  fué  coyiendo.» 


ÉCLOGA  Vil. 


Forte  sub. 

Dpbnjn  un  roble  que,  movido  al  viento, 
Hacia  blando  estruendo  el  Dafiii  estaba, 

Y  Tirsi  y  (>oridonal  mismo  asiento 
Su  líalo  cada  uno  amenazaba  ; 

IJ  Tirsi  conduciendo  ovej;is  ciento, 
Cablas  el  Corid'in  apacentaba, 
Anibos  zagales  bellos,  ambos  diestros, 

Y  en  responder  cantaiulo  muy  maesiios. 

Allí  fué    en  cuanto  encumbro  ilefeniliendo 
Los  niir  os  del  mal  cierzo,  desniandatf) 
Del  hato  un  cabionmio,  y  yo  sijíuiendo, 
Al  D:.fni  vi,  del  vi-to,  fui  llamado; 
«Aqui  vén,  M<l¡beo,  aqiii  corrii  ndo, 
Dice  ,  (|ue  tu  cabrón  aijui  ha  [larado, 

Y  si  te  vafía  un  poco  ,  acini  tendido 
Descansarás  la  presa  ([ue  has  traido. 

»Aqui  las  vacas  ¡(orel  (nado  y  eras 
Re  vienen  á  l)elier,  aqui  llorccen 
Del  Mincio  en  verdes  liojas  las  riberas, 

Y  los  enjambres  suenan  y  ailormecen. 
Mas  ¡(piién  diera  recaudo  ít  mis  corderas! 
Que  ni  Filis  ni  Alcipe  no  jiarecen, 

Y  estaban  íi  cantar  desaliados 
Tirse,  el  Coridon  ,  y  muy  trabados.» 

Al  fin  aventajé  sii  canto  y  ruejío 
A  mi  nej;ocio  pr:.ji¡o,  y  Cínnenzaion 
El  uno  acometiendo,  el  «tío  Inefio 
Volviendo  la  respuesta,  y  porliaron 
Gran  pieza  así  en  el  dulce  y  docto  juí^gn, 
Que  U  .nqnesla  ley  los  mismos  se  obligaron; 
Ll  Coridon  decia  ü'^i  cantando, 

Y  fl  Tiisi  asi  cantaba  reidicando. 

cnnitio:». 
Amadns  nin«ns,  in^piíadme  .igora 
Dr  VLTSos  la  ieiiz  y  docla  vena 
Del  (Jüdro,  qne  con  el  que  en  Délo  mora 
Cantando  á  las  parejas  casi  Miena; 
O  si  (lura  aquel  ¿ulo  &u  alesoiü 


El  primor  todo  déla  docta  avena, 
Coligada  para  siemi)re  desde  luogo 
A  aijueste  pino  mi  zampona  e.iirego. 

TlliS!. 

Este  poeta  que  hora  se  levanto, 
Pastores  los  de  Arcadia  ,  coronada 
De  hiedra  levantad  á  gloria  tanta. 
Que  con  envidia  el  Codro  traspasado. 
Reviente,  y  si  excediere  en  lo  que  canta. 
El  uno  le  ceñid  y  el  otro  lado. 
Con  vacar  le  ceñid  la  docla  frente; 
iNo  prenda  en  él  la  lenyiia  maMicieale. 
cor.iDox 

De  un  jabalí  ceriloso  le  présenla 
Esta  cabeza  el  Titiro  ,  oh  Diana , 

Y  estos  ramosos  cuernos  donde  cuenta 
E\  ciervo  vividor  su  vida  vana  ; 

Y  si  lo  que  en  el  abna  representa, 
Por  medio  de  tu  mano  alza  y  gana, 
Dh  mármol  estarás,  y  con  calzailo 
De  tornasol  teñido  y  de  violado. 

TII\SI.' 

\  tú  de  leclie  un  vaso  por  ofrenda 
De  mi  tendrás  en  cada  un  año  cierto ; 
No  es  justo  que  el  pequeño  don  te  ofenda, 
Pues  guardas  tú.  l'r  ai)0  ,  un  pobre  huerto. 
De  piedra  eres  ahora  .  mas  si  enmienda 
Kl  año,  de  riijueza  iiás  cubieito; 
Con  oro  lucirás  si  acrecentare 
La  nueva  cria  el  año  y  mejorare. 

COniDON. 

Nerine  Calatea ,  mas  sabrosa 
Que  es  el  lomillo  liibleo,  y  que  el  nevado 
Cisne  mis  blanca  mucho  ,  y  mas  hermosa 
Que  el  álamo,  de  hiedra  rodeado, 
Si  vive  en  tu  senlitlo  y  si  reposa 
De  aqueste  tu  pastor  algún  cuidado, 
Vendrás  con  pié  ligero  á  mi  majada 
En  tornando  del  pasto  la  vacada. 

TlRSI. 

Y  yo ,  mas  que  el  asensio  desabrido, 
Mas  áspero  que  zarza,  y  vil  le  sea 
.Mas  que  las  ovas  viles,  mas  huido 
Que  del  lobo  es  la  oveja  yo  me  vea, 
Si  no  se  me  ligura  haber  crecido 
Un  siglo  aquesta  luz  odiosa  y  fea. 
Id  hartos,  id  ,  novillos,  ya  á' ¡a  eslanza; 
Que  ya  es  mala  vergüenza  tul  tardanza. 
coni.n'iN. 

Fuentes,  de  verde  musco  rodeadas, 

Y  mas  que  el  blanco  sueño  yerba  amena, 

Y  vos,  ramas,  que  en  torno  levantadas. 
Hacéis  sombra  a  la  |iura  y  fresca  avena ; 
Debajo  de  vosotras  allegadas 

Fesleen  las  ovejas,  ([ue  ya  suena 
F,l  grillo  y  la  vid  brota,  y  ya  camina 
Viniendo  el  seco  eslío,  y  se  avecina. 

TlltSI. 

Aquí  linv  liognr  y  fuego,  aqui  la  llama 
Con  tea  resinosa  siempre  dura, 
A(|iií  el  humo  que  sube  y  se  derrama 
Matiza  con  holiiii,el  lecho  escura  ; 
A(|uí*si  v\  blanco  cierzo  sopla  y  brama 
Curamos  de  lo  mismo  que  se  cura 
De  no  robar  el  rio  su  ribera 
O  de  guardar  la  grey  el  lobo  entera. 

COUIOON. 

Debaio  de  sus  árboles  caída 
Yace  1,1  fruta  ,  y  sobre  la  montaña 
Tuerce,  de  su  serval  al  ramo  asida  , 
La  serva,  y  del  caslaño  la  caslaña  ; 
La  copia  por  los  campos  extendida 
El  valle  y  monte  todo  en  gozo  baña; 
Mas  sí  Alexis  sus  ojos  relucientes 
Cubic ,  se  secarán  las  mismas  fuente.". 

TlllSI. 

Los  c.nnpos  están  scciw  v  agostados 
Por  culjia  del  sereno  aire,  muere 


poesías.  — LIBRO  SEGUNDO. 


2f5 


La  yerba  sedienta  en  los  collados, 
Tender  su  hoja  ya  la  vid  no  quiere; 
Serán  aquestos  daños  remediados 
Al  punto  que  mi  Filis  pareciere  ; 
Ante  ella  su  verdor  cobrará  el  suelo, 

Y  bajará  con  lluvia  laiga  el  cielo. 

CORIDON. 

El  álamo  de  Alcides  es  querido. 
De  Biico  la  \ií\  sola  es  estimada, 
El  mirto  de  la  Venus  siempre  ha  sido, 

Y  en  el  laurel  de  Febo  es  Dafne  amada. 
El  corilo  es  de  Filis  escogido, 

Del  corilo  la  Filis  pues  se  agrada, 
Al  corilo  conozcan  por  rey  solo 
El  millo  y  el  laurel  del  rojo  Apolo. 

TIRSI. 

Bellísimo  en  el  bosque  el  fresno  crece, 
El  pino  es  de  los  huertos  hermosura, 
El  álamo  en  los  rios  bien  parece, 
La  buya  de  los  montes  el  altura  ; 
Mas  cuando  arRe  mis  ojos  aparece, 
l)h  Licida  divina,  tu  figura. 
El  pino  de  los  huertos  no  es  hermoso, 
El  iresiio  de  los  bosques  iio  es  vistoso. 


ÉCLOGA  VIH. 
Damon,  AlFesibeo. 

El  dulce  y  docto  contender  cantando 
De  Alf'eo  y  Damon,  que  embebecida 
La  novilla ,  admiró,  casi  olvidando 
La  yerba  y  el  pacer,  por  qui^n  perdida 
La  presa  tuvo  el  lince,  y  restañando 
Los  rios  sosegaron  su  corrida  ; 
Digamos  pues  el  canto  y  los  amores 
De  Alteo  y  de  Damon,  doctos  pastores. 

¡  Oh  lü ,  que  hora  con  remo  vilorioso, 
O  pasas  el  Timano  ó  la  vecina 
Costa!  ¿si  jamás  dia  tan  dichoso 
Veré ,  que  me  conceda  con  voz  dina 
Cantar  tu  pecho  y  brazo  valeroso  , 
Cantar  tu  verso  y  musa  peregrina? 
A  lo  cual  sola  dicejuslamente 
La  majestad  del  trágico  elocuente. 

De  ti  hizo  principio,  en  ti  fenece, 

Y  lodo  mi  cantar  en  ti  se  emplea ; 
Recibe  aquestos  versos  que  te  ofrece 
La  voz  qne  tu  querer  cumplir  desea  ; 
Al  vencedor  laurel  que  resplamlece 
En  torno  de  tu  frente  y  la  hermosea, 
Consiente  que  allegada  y  como  asida 
Aquesta  yerlia  vaya  enlreteji  la. 

Apenas  de  la  noche  el  hielo  fiio 
Habia  el  claro  cielo  desechado, 
Al  tiempo  que  es  dulcísimo  el  rocío 
Sobre  las  tiernas  yerbas  al  ganado, 
Vertiendo  de  los  ojos  largo  Vio, 
Al  tronco  de  un  olivo  recostado, 
Damon  tocó  la  flaula  lastimero, 

Y  comenzó  á  cantar  así  el  primero. 

DAMON. 

Procede  ya,  lucero ,  ante  el  sol  bello, 
En  tanto  que  de  Nise  fementida 
Por  vil  amor  trocado  me  querello, 

Y  notifico  al  cielo  mi  herida 

(Bien  que  nunca  hallé  provecho  en  ello) 
En  esta  hora  postrera  de  mi  vida. 

Y  lü  suena  y  connjigo  el  son  levanta. 
Zampona ,  como  en  Ménalo  se  canta. 

Bn  Ménalo  conlino  el  bosq'ie  suena, 
En  Ménalo  los  pinos  son  cantores, 

Y  siempre  oye  sus  quejas,  sus  amores, 
Con  la  voz  pastoril  siempre  resuena, 

Y  siempre  oye  los  dioses  de  la  avena 
Dulcisima  primeros  inventores. 

Pues  suena  y  ¡  ay !  conmigo  el  son  levanta. 
Zampona ,  como  en  Ménalo  se  canta. 
Casó  Nise  con  Mopso ;  ¿qué  niiaiura 


No  templará  el  amor?  El  tigre  fiero 
Pondrá  con  la  paloma ,  y  por  ventura 
En  uno  pacerán  lobo  y  cordero. 
Dispónete ,  que  tuya  es  la  ventura; 
Sus,  Mopso,  que  por  ti  sale  el  lucero. 

Y  tú  suena  y  conmigo  el  son  levanta. 
Zampona ,  como  en  Ménalo  se  cania. 

Mas  ¡  qué  bien  empleada  la  qne  enfado 
De  todos,  arrogante,  y  bnrla  bacías; 
La  f|ue  mi  sobrecejo  y  mi  cayado. 
Mi  barba  y  mi  zampona  aborrecías ; 
La  que  de  nuestras  cosas  el  cuidado 
Ajeno  de  los  dioses  ser  creías! 
Pues  suena  ya  y  conmigo  el  son  levanta, 
Zampona  ,  como  en  Ménalo  se  canta. 

Pequeña ,  y  en  tu  madre  y  yo  por  guia, 
Te  vi  entie  mis  frutales  hacer  daño, 
Las  bajas  ramas  ya  alcanzar  podía, 

Y  encima  de  los  doce  andaba  un  año. 
Como  le  vi  te  di  ¡ay !  el  alma  mia. 
Llevóme  en  pos  de  tí  preso  el  cngaíio. 

Y  tú  suena  y  conmigo  el  son  levanta. 
Zampona ,  como  en  Ménulo  se  canta. 

Ya  te  conozco,  Amor :  entre  las  breñas. 
En  liero  punto  ,  en  dia  temeroso. 
Ni  nuestro  en  sangre,  ni  con  imeslras  señas, 
De  duros  garamantas,  del  fragoso 
Rodope  procediste,  y  de  las  peñas 
Del  Ismaro.que  bate  el  mar  fin  loso. 

Y  tú  suena  y  conmigo  el  son  levanta, 
Zampona ,  como  en  Ménalo  se  canta. 

Por  tí,  crudo,  linó  la  cruda  mano 
En  sus  hijos  Medea  ensangrentada  ; 
Mas  ¿cuál  fué  de  los  dos  mas  inhumano, 
O  tú ,  mahxido  Amor,  ó  tú,  malvada? 
Tú  fuiste  siempre ,  Amor,  un  mal  tirano, 
Tú  fuiste  una  cruel  desapiadada. 

Y  tú  suena  y  conmigo  el  son  levanta, 
Zampona,  como  eiiMénalo  se  canta. 

Mas  ya  si;¡uiera  huya  perseguido 
El  lobo  de  la  oveja,  y  sea  a.  reo 
Del  roble  la  azucena ,  y  al  sonido 
Del  cisne  so  aventaje  él  cuervo  feo, 

Y  Titiro  al  Arion  sea  preferido, 
Arion  sea  en  mar,  en  monie  Orfeo. 

Y  lú  suena  y  conmigo  el  son  levanta , 
Zampona ,  como  en  Ménalo  ?.s  canta. 

Y  siquiera  se  anegue  en  lodo  el  mundo. 
Vivid  ,  silvas,  por  liempo  prolongado  ; 

Y  yo  del  alio  risco  al  mar  prefinido 
Venir  me  determino  despeñado ; 

Si  no  io  fué  el  primero,  este  segundo 
Servicio  de  lí ,  Nise ,  será  amado. 
¡  Ay !  cesa  ya ,  zampona ,  y  no  levantes 
El  son  ni  como  en  Ménalo  mas  cantes. 

Aquí  dio  fin  Damon  á  su  lamento, 
Y"  suspiró  profunda  y  lieniamente; 
Tocó  flel  grave  mal  el  seniíinienlo 
El  monte,  que  responde  en  son  doliente. 

Y  luego  puesto  en  pié .  con  nuevo  acento, 
Sonando  la  zampona  dulcemente, 
Aifeo  comenzó  :  lo  que  ha  cantado 

Vos ,  musas ,  lo  decid  ;  que  á  mí  no  es  dado. 

ALFESIOEO. 

Corona  aqueste  a'tar  con  venda  y  flores, 
Agua  me  da,  y  enciende  la  verbena, 
Encienso  fino  enciende ;  en  mis  dolores 
Veré  si  hay  fuerza  alguna  ó  arte  buena , 
Veré  si  torno  á  Dafni  á  mis  amores; 
No  falta  sino  el  canto:  canta  y  S\iena, 

Y  di :  «Vé,  mi  conjuro ,  y  la  mar  pasa, 

Y  vuelve  de  la  villa  á  Dai'niá  casa.» 
El  canto  y  el  conjuro  es  poderoso 

A  retraer  la  luna  reluciente; 
En  rosiro  demudó  Circe  monstruoso 
Con  cantos  de  Ulíses  á  las  gentes ; 
De  canto  rodeada  vigoroso. 
Revienta  por  los  prados  la  serpiente. 
Vé  presto,  mi  conjuro,  y  la  mar  pasa, 

Y  vuelve  de  la  villa  á  Daini  á  casa. 
Tres  cuerdas  te  rodeo  lo  primero, 

De  su  color  cada  una  variada 


26 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Imagen ,  y  con  pié  diestro  y  ligero 
Acerca  desle  altar  y  ara  sangrada 
Traerle  al  rededortres  veces  (juiero; 
Que  el  número  de  tres  al  cielo  agrada. 
Vé  presto,  mi  conjuro,  y  la  mar  pasa, 

Y  vuelve  de  la  villa  i\  Dafui  á  casa. 
Añuda,  olí  Amarilis,  con  tres  ñudos 

Cada  uno  destos  hilos  colorados  ; 
Añuda  ya,  y  no  estén  los  labios  mudos; 
D|  en  cada  ñudo  destos  por  ti  dados : 
A'udos  de  amor  estreclios,  ciegos,  crudos, 
Ñudos  de  amor  doy  lirmes  y  añudados.» 
Vé  presto ,  mi  conjuro ,  y  la  mar  pasa , 

Y  vuelve  de  la  villa  á  Dal'ni  á  casa. 
Ansí  como  esta  cera  torna  blanda, 

Ansí  como  esle  barro  se  endurece, 

Y  im  mesmo  luego  en  ambas  cosas  anda, 

Y  juntamente  seca  y  enternece; 

Ausi  tu  amor  conmigo  á  Dat'iii  ablanda, 

Y  para  las  demás  le  empedernece. 
Vé  presto,  mi  conjuro,  y  la  mar  pasa , 

Y  vuelve  de  la  villa  á  Daliii  a  casa. 
Esparce  ese  batido  de  harina , 

De  farro  y  sal  mezclada,  en  esa  llama ; 
Aquel  tierno  laurel  aquí  avecina, 

Y  con  sagrado  fuego  aqui  lo  inílama. 
Dafni  crudo  me  abrasa  á  mí  mezquina, 
Yo  quemo  en  su  lui;ar  aquesta  rama. 
Vé  presto,  mi  conjuio,  y  la  mar  pasa, 

Y  vuelve  de  la  villa  á  Dal'ni  á  casa. 
Cual  la  novilla,  de  buscar  cansada 

Al  toro  por  los  montes,  junto  al  rio 
Se  tiende  dolorida,  y  olvidada, 
Ko  huye  de  la  noche  ni  del  IVio ; 
Ansí  me  busques  Dafni ,  ansí  buscada, 
En  pago  del  amor  le  dé  desvio. 
Vé  presto ,  mi  conjuro,  y  la  mar  pasa, 

Y  vuelve  de  la  villa  á  Dafni  á  casa. 
En  los  pasados  años  a(|uel  ciego 

Y  desleal  me  dura  estos  despojos. 
Entonces  car.is  prendas,  dulce  fuego , 
Agora  crudos  y  ásperos  abrojos ; 
Aquestos,  tierra,  agora  yo  te  entrego, 
Porque  le  restituyas  á  mis  ojos. 

Vé  presto,  mi  conjuro,  y  la  mar  pasa, 

Y  vuehe  de  la  vilia  á  Dalní  á  casa. 
'I'and)ien  estas  ponzoñas  producidas 

En  Ponto,  porque  el  Ponto  es  fértil  dellas, 
De  su  lugar  las  mieses  traducidas, 

Y  vuelto  en  lobo  al  Meris  vi  con  ellas ; 
Al  Meris  ,  que  las  vidas  fenecidas 
Reduce  á  ver  la  luz  de  las  estrellas. 
Vé  presto,  mi  conjuro,  y  la  mar  pasa, 

Y  vuelve  de  la  villa  á  Dafni  á  casa. 
Esta  eeniza  coge  y  saca  afuera  ; 

Adonde  el  agua  corre  vé  alcanzalla; 

Por  lases|)aldas  la  echa,  y  vén  ligera; 

No  mires  Aniardis  al  echalla.  * 

Con  esto  tentaré  aquel  alma  fiera; 

Mas  ;,qué  canto  ó  qué  Dios  podrá  ablandalla? 

Vé  presto,  mi  conjuro,  y  la  mar  pasa, 

Y  vuelve  de  la  villa  á  Dafni  á  casa. 
¿So  ves  que  las  cenizas  alzan  llama 

Eli  cuanto  me  detengo?  Por  bien  sea. 

¡Ay,  que  yo  no  sé  quién  es ,  que  alguno  llama , 

One  la  iteriilla  en  el  portal  vocea! 

;Si  viene  por  venlnia,  ó  si  quien  ama  , 

Soñando  finge  aquello  que  desea? 

¡Ay!  pon  á  tu  camino  ,  pon  ya  lasa  , 

Conjuro ;  que  mi  Dafni  es  vuelto  á  casa. 


ÉCLOGA  IX. 
Líoidas,  Meris. 

LICIDAS. 

¿Adó ,  Mcri ,  los  pies  te  llevan  hora? 
¿Por  caso  vas  adó  va  este  camino? 
Por  ventura  a  la  villa  vas  lú  aflora? 


MERIS. 

¡  Oh  Licida!  Por  nuestro  mal  destino 
Habernos  á  ver  vivos  allegado 
Lo  que  en  el  pensamiento  nunca  vino. 

A  que  nos  diga  un  malo,  apoderado 
De  nuestras  heredades  sin  mesura : 
«Id  fuera;  que  esto  lodo  á  mi  me  es  dado  » 

Y  ansí  que  se  le  vuelva  en  desventura, 
Le  envió  triste  agora  estos  corderos. 
Pues  lodo  lo  iraslorna  la  venlura. 

LICIOAS. 

Oyera  yo  que  desde  los  oteros 
De  do  vienen  las  cumbres  y  collados 
Hasta  del  haya  y  agua  los  linderos, 

Que  todos  estos  pastos  y  sembrados , 
Por  medio  de  su  verso  y  poesía , 
Fueron  á  tu  Meualca  conservados. 

MERIS. 

Oirias  lo  que  ansina  se  decia  ; 
Mas  versos  entre  armas  pueden  tanto, 
Como  contra  el  león  el  ciervo  h'aria. 

V  si  ya  la  corneja  con  su  canto 

A  fenecer  los  pleitos  como  quiera , 
No  me  inclinara  de  comino  tanto  ; 

Si  desto  ya  avisado  no  estuviera , 
Por  cierto  ten  que  agora  ni  esle  amigo 
Tuyo  ni  mi  Menalca  vivo  fuera. 

LICIDAS. 

¡  Ay !  ¿  cabe  tal  maldad ,  ni  en  enemigo  ? 
¡  Ay  1  casi  nuestras  fiestas  acabadas, 
Menalca ,  y  nuestros  gozos  ya  contigo. 

¿Quién  hiciera  en  las  fuentes  enramadas? 
Quién  cantara  á  las  ninfas  de  contino? 
Quién  sembrara  con  llores  las  majadas? 

O  los  versos  que  ayer  con  arle  y  lino 
A  la  Amaril  hurté  calladamente. 
Cuando  conmigo  á  solazarse  vino. 

Tiliro,  en  cuanto  vuelvo  prestamente, 
Las  cabras  apacienta  ,  y  en  paciendo , 
Llévalas  á  la  pura  y  fresca  fuente; 

Llévalas ,  y  al  llevar  ten  cuenta  yendo 
No  enojes  al  cabrón ,  porque  enojado 
Hiere  mal,  con  el  cuerno  acometiendo. 

MIÍRIS. 

O  lo  que  para  Varo  no  acabado , 
Mas  lleno  de  primor  y  de  dulzura 
Caniaba,  deleitando  monte  y  prado. 

Los  cisnes  tu  loor  (si  Mantua  dura  , 
Si  Mantua,  de  Cramona  ¡  ay !  mal  vecina) 
Cantando,  subirán  en  grande  altura. 

MCIDAS. 

Ansí  huye  lii  enjambre  de  malina 
Arbor,  ansí  las  ubres  tu  vacada 
Con  |)asto  bueno  extienda  á  la  contina. 

Di  si  le  acuerda  de  algo,  que  me  es  dada 
La  flauta  á  mí  también ,  y  de  mi  canto 
Dicen  que  á  los  pastores  mucho  agrada. 

Dien  nue  no  les  doy  fe,  ni  daré  cuanto 
No  merezco  de  Vario  ser  oido. 
Mas  como  enlrc  los  cisnes  ánsar,  canto. 

MliUlS. 

En  oso  mesmo  estoy  embebecido, 
Si  pudiese  lornallo  á  la  memoria. 
Que  no  merece  ser  puesto  en  olvido. 

¿Qué  pasaliempo  liallas  ó  qué  gloria 
En  las  hondas?  ¡Oh  !  aquí  vén.  Calatea, 
Adó  de  sus  esmaltes  hace  historia. 
•.  Adó  el  verano  bello  hermosea 

Y  piula  la  ribera  ,  pinta  el  prado 

Y  todo  en  derredor  cuanto  rodea. 
Aqui  el  álamo  blanco  levantado 

Hace  sombra  á  la  cueva  deleitosa, 
Aquí  teje  la  vid  verde  sobrado, 

Aipii  hace  la  vid  cstanza  umbrosa ; 
Aqni  pues  vén  ya,  y  deja  que  en  la  arena 
Colpoe  á  su  placer  la  mar  furiosa. 

LICIDAS. 

¿Y  lo  que  yo  te  oyera  una  serciw 
Noche?  Que  si  los  versos  hora  olvido, 
Su  tono  en  mis  orejas  siempre  suena. 


poesías.— LIBRO  SEGUNDO. 


MEBIS. 

Dafni,  ¿qué  miras,  todo  convenido 
A  los  antiguos  signos?  Qué  mas  bella 
Que  otra  nías  bella  luz  lia  parecido? 

Mira  cuál  sale  y  sube  la  alta  estrella 
De  César,  con  la  cual  se  goza  el  trigo , 

Y  las  uvas  colora  en  la  vid  ella. 
Engiere  con  aquesta  luz  que  digo, 

Engiere,  Dafni,  los  perales  luego; 
Tus  nietos  cogerán  el  fruto  amigo. 

Todo  lo  lleva  el  tiempo ,  y  aun  el  fuego 
Del  gusto  y  del  sentir;  que  yo  solia 
Largos  soles  pasar  en  canto  y  juego. 

Y  agora  ya  gastada  el  alma  mia  , 

En  demás  de  mil  versos  que  me  olvido , 
La  voz  misma  me  liuye  y  se  desvia. 

Primero  de  los  lobos  visto  he  sido; 
Mas  cien  veces  aquesto  todo  arreo 
Te  será  por  Meualca  referido. 

UCIUAS. 

Con  achaques  dilatas  mi  deseo, 

Y  el  mar  se  calla  agora  sosegado, 

Y  ni  resuena  el  viento,  según  veo. 

Sus  murmullos  los  aires  han  echado, 

Y  este  es  el  medio  espacio  que  aparece , 
Adonde  el  Dianor  está  enterrado. 

Aqui  sentados  pues ,  si  te  parece , 
Cantemos;  aquí  asienta  los  corderos. 
Que  en  la  villa  estarás  cuando  anochece. 

Y  si  temes  algunos  aguaceros 

Al  vejiirde  la  noche,  ansí  cantando 
Iremos  mas  alegres  y  ligeros. 
El  camino  el  cantar  ira  aliviando, 

Y  yo  te  aliviaré  de  aqueste  peso, 
Porque  cantemos  yendo  caminando. 

MERIS. 

Pon  ,  Licida ,  ya  fina  este  proceso , 
Hagamos  lo  que  hacemos  de  presente; 
Que  el  tiempo  y  la  sazón  de  todo  eso 
Es  cuando  aquel  tornare  á  estar  [iresente. 


ÉCLOGA  X. 

Extremum. 

Este  favor  de  ti ,  que  gs  ya  el  postrero, 
Me  sea,  oh  Aretusa,  concedido. 
De  Galo  algunos  versos  decir  quiero, 
Mas  versos  que  convengan  al  oído. 
De  la  Licoris ,  lazo  estrecho  y  fiero 
En  que  padece  preso  el  afligido ; 
Que  ¿quién  jamás  con  buena  y  justa  excusa 
A  Galo  negará  su  verso  y  musa? 

Concédeme  pues,  ninfa,  alegremente 
Esta  merced  debida  y  deseada  ; 
Ansí,  cuando  huyendo  tu  corriente 
Debajo  de  la  mar  va  apresurada , 
La  Doris  no  inficione  osadamente 
Con  su  amargor  tu  agua  delicada. 
Comienza ,  y  digamos  el  cuidado 
De  Galo ,  mientras  pace  mi  ganado. 

Los  montes  dan  oído  á  nuestro  canto. 
Que  tienen  y  los  montes  sus  oídos , 

Y  á  cuanto  les  cantamos ,  otro  tanto 
Al  punto  dellos  somos  respondidos. 
Mas,  uayadas,  ¿qué  selva  amasles  tanto?  - 
Qué  bosque  ansí  ocupó  vuestro  sentido 
Cuando  de  amores  Galo  perecía. 

Pues  ningún  monte  docto  os  detenia? 

"  Que  cieno  es  que  ni  el  l'indo  ni  el  Parnaso 

De  algún  detenimiento  causa  osfueron, 

Ni  el  Aganipe  Aonía  de. Pegaso, 

Ni  la  Castalia  fuente  os  detuvieron; 

Y  fué  tan  lastimoso  y  duro  el  caso, 
Que  del  los  miserables  se  dolieron; 
Lloró  el  pino  y  lloró  el  lauí'el  febeo, 

Y  el  Ménalo  y  las  peñas  de  Liceo. 

Y  las  ovejas  mismas  lastimadas. 
Juntas  con  él  esiabau  decontiiio; 


A  ellas  no  les  pesa  ser  guiadas 
Por  t-í,  el  mayor  poeta  y  mas  divino; 
No  deben  ser  de  ti  menospreciadas; 
No  juzgues  que  el  ganado  no  te  es  diño, 
Pues  fué  de  bello  Adoni  apacentado 
Por  prados  y  riberas  el  ganado. 

Y  vino  el  ovejero,  y  vino  lue^o 

El  porquerizo,  y  vino  el  gordo  hinchado 
Menalca  de  bellota;  y  tanto  fuego 

Y  lanío  amor  ¿de  dónde?  han  preguntado; 

Y  también  vino  Apolo,  y  dice:  «Ruego 
Me  digas  qué  locura  te  ha  tomado. 
Licori ,  por  quien ,  Galo ,  estás  muriendo, 
A  otro  por  las  nieves  va  siguiendo.» 

Y  vino  el  dios  Silvano,  y  parecía 
Que  sacudiendo  recio  meneaba 
Dos  lilios  y  espadañas  que  traía, 
Con  que  la  frente  en  torno  coronaba; 

Y  el  dios  de  Arcadia ,  Pan,  también  venia, 
Con  rostro  rubicundo  que  agradaba  ; 
Por  nuestros  ojos  mismos  visto  ha  sido. 
De  negras  moras  y  carmín  teñido. 

Y  ¿cuándo  has  de  dar  fin  á  tu  tormento? 
Quedestas  cosas,  dice,  amor  no  cura; 
Que  nunca  amargo  lloro  y  sentimiento 
Hartaron  del  amor  la  hambre  dura. 

Ni  se  vio  amor  de  lágrimas  contento. 
Ni  cabra  de  pacer  rama  y  verdura. 
Ni  de  ilor  las  abejas,  ni  los  prados 
De  en  agua  de  comino  andar  bañados. 
El,  siii  embargo  desio,  doloroso 

Y  triste  respondía:  «Vos,  los  pastores 
De  Arcadiíi,  cantaréis  con  lasti.noso 
Verso  por  vuestros  montes  mis  dolores  . 
Vosotros  que  en  el  canto  artificioso 
Sois  únicos  maestros  y  cantores; 
Reposará  mi  alma  ¡oh, en  qué  alegría ! 
Si  canta  vuestra  voz  la  suerte  mia. 

1) Y  aun  ¡  oh!  si  de  vosotros  fuera  yo  uno , 
O  guarda  de  ganado  ó  viñadero, 
Si  amara  á  Fíli ,  Aminta  ú  otro  alguno 
(Que  si  es  moreno  Aminta ,  no  es  tan  fiero), 
Tendido  so  las  sauces  de  consuno. 
Gozáramos  en  paz  del  bien  postrero; 
La  Fíli  de  guirnaldas  me  cercara, 

Y  Aminlas  con  su  canto  me  alegrara. 
»Aqui  prados  había  deleitosos, 

Aqui,  Licori,  hallarás  fuentes  frías, 

Y  aquí,  si  te  agradara,  en  amorosos 
Deseos  traspasáramos  los  dias; 

Mas  ¡ay !  que  agora,  amor,  por  peligrosos 
Pasos  llevas  mis  locas  fantasías, 

Y  entre  las  armas  fieras  y  el  bramido 
De  Marte  tienes  preso  mi  sentido. 

Y  de  la  patria  tú,  de  mí  alejada 
(Mas  nunca  crea  yo  tal  desventura). 
Sola  y  sin  mi,  la  nieve  Alpina  helada, 

Y  ves  del  Hin  la  sierra  helada  y  dura; 
¡Av!  no  ofenda  á  tu  carne  delicada 
1-1  frío,  ó  menoscabe  tu  hermosura; 
No  corte  de  tu  planta  el  cuero  tierno 
La  escarcha  rigurosa  del  invierno. 

Lo  que  en  verso  calcidico  he  compuesto 
Poner  quiero  en  la  flauta  siciliana, 

Y  entre  las  selvas  y  alimañas  puesto. 
Quiero  pasar  mi  duelo  y  pena  insana; 
Entallaré  en  los  árboles  aquesto 

Y  tu  quebrada  fe,  Licori ,  y  vana ; 
Ellos  creciendo  se  harán  mayores, 

Y  creceréis  con  ellos,  mis  dolores. 

Y  á  veces  con  las  ninfas  paseando. 
Del  Ménalo  andaré  por  los  oteros, 

O  si  me  diere  gusto,  iré  cazando    . 
Los  tímidos  venados  y  ligeros; 
Sin  ser  conmigo  parte,  ni  lanzando 
O  nieve  el  cielo,  ó  piedra  ó  rayos  fieros, 
Serán  de  mí  con  perros  rodeados 
Los  valles  del  Partenio.  y  los  collados. 

Y  se  me  representa  ya  y  figura 

Que  voy  por  los  peñascos  discurriendo; 
Ya  voy  por  la  montaña  espesa,  escura. 
Ya  encorvo  el  arco  turco,  ya  le  extiendo; 


2S 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


¡  Ay!  como  si  snliul  á  mi  locura 
Diese  lo  que  ahora  triste  voy  diciendo, 
O  como  si  del  mal  del  pedió  humano 
Supiese  condolerse  aquel  tiíano. 

Mas  ya  ni  quiero  ninfas  ni  cantares. 
Los  versos  no  me  placen  ni  los  quiero, 
Ni  gusto  por  montañas  y  lugares 
Ásperos  perseguir  el  puercíT  fiero; 
Las  selvas  no  remedian  mis  pesares 
Ni  la  cruel  herida  de  que  muero ; 
Ni  estudio  mió  ¡  oh  pena,  oh  triste  duelo! 
Podrán  mudar  aquel  que  abrasa  el  suelo. 

No  pueden,  ni  si  enniedio  del  invierno 
Pusiese  dentro  el  pecho  el  Ebro  helado, 
Ni  si  cuando  del  olmo  el  cuero  interno 
Se  seca  en  los  Guineos,  su  ganado 
Paciese  encomendado  á  mi  gobierno , 

Y  cuando  el  sol  en  Cancro  está  encumbrado; 

Y  pues  vencido  amor  lodo  lo  tiene. 
Rendírnosle  de  fuerza  nos  conviene. 

Esto  me  baste,  oh  Musa,  liaber  cantado 
En  cuanto  un  canastillo  estoy  tf^jieiido 
A  Galo,'  cuyo  amor,  cual  bien  plantado 
Álamo,  en  mí  por  horas  va  creciendo; 
Alto  ,  que  el  ya  á  la  sombra  estar  sentado 
Daña ,  y  de  enebro  mas  la  sombra  siendo, 

Y  aun  á  las  mieses  son  las  sombras  frías ; 
Id  hartas,  que  anochece,  id,  cabras  mias. 


ODAS  DE  HORACIO  FLACO. 

ODA  PRIMERA  DEL  UBRO  PRIMERO. 

De  claros  reyes  claro  descendiente. 
Mecenas. mi  honra  toda  y  grande  amparo, 
A  unos  les  agrada  la  carrera 

Y  polvo  del  Olimpo,  y  la  coluna 
Con  arle  y  con  destreza  no  tocada 
De  la  hervorosa  rueda,  y  la  victoria 
Noble,  si  la  consiguen ,  con  los  dioses , 
Señores  de  la  tierra,  ios  isuala  ; 

A  otro,  si  á  porfía  ei  variable 
Vulgo  le  sube  á  grandes  dignidades ; 
A  otro,  si  recoge Y-n  sus  paneras 
í'.uanto  en  las'eras  de  África  se  coge. 
Con  quien  gusta  del  campo  y  su  labranza. 
No  será  parte  de  Ataloel  tesoro 
A  menealle  del ,  y  hacer  que  corra 
La  mar,  hecho  medroso  navegante. 
En  cuanto  al  mercader  le  dura  el  miedo 
De  cuando  el  vendaval  conmueveguerra 
Al  golfo  Icario,  loa  á  boca  llena 
Los  prados  de  su  pueblo  y  el  sosiego ; 
Mas  luego,  á  la  pobreza  no  se  haciendo, 
Se  torna  á  rehacer  la  rola  vela. 
Algunos  hay  también  á  quien  no  pesa 
Con  el  sabroso  vino,  ni  de  al  día 
Sus  ciertos  ralos  darse  á  buena  vida, 
A  veces  so  la  sombra  verde  puestos, 
A  veces  á  la  pura  y  fresca  fuente. 
Ama  los  escuadrones  el  soldado, 

Y  el  son  del  alandjor  y  la  pelea, 

De  las  que  madres  son  tan  maldecida. 
El  que  la  raza  sigue,  persevera 
Al  hieloy  á  la  nii;vc,  descuidado 
De  su  moza  mujer ,  si  acaso  han  visto 
Los  perros  algún  corzo,  y  si  ha  rompido 
El  bravo  jabalí  las  puestas  redes. 
A  mi  la  yedra,  premio  y  hermosura 
De  la  gloriosa  fucntf,  nio  parece 
L'na  divinidad;  el  monte ,  el  bosípje. 
El  baile  de  las  ninfas,  sus  cantares 
Me  alejan  de  la  gente,  y  mas  si  sopla , 
Euterpe,  tu  clariii.  y  Políhimnia 
No  deja  de  me  dar  ia  lesbia  lira, 

Y  a-i ,  si  tú  en  el  numeróme  ponc<? 
Délos  poetas  líricos,  al  cielo 
Que  lt)co  pensaré  con  la  cabeza. 


LA  MESMA. 


Ilustre  decendiente 
Do  reyes,  oh  mi  dulce  y  grande  amparo, 
Mecenas,  verás  gentes 
A  quien  el  polvoroso  Olimpo  es  caro, 

Y  la  seña!  cercada 

De  la  rueda  que  vuela,  y  no  focada; 

Y  la  noble  Vitoria 
Los  pone  con  los  dioses  soberanos. 
Otro  tiene  por  gloria 
Seguir  del  vulgo  los  favores  vanos, 

Y  otro,  si  recoge 

Cuanto  en  las  eras  de  África  se  coge. 

Aquel  que  en  labranza 
Sosiega  de  las  tierras  que  lia  heredado. 
Aunque  en  otra  balanza 
Le  pongas  del  rey  Al  alo  el  estado, 
Del  mar  Mirtoo  dudoso 
No  será  navegante  temeroso. 

El  miedo  mientras  dura 
Del  fiero  vendaval  al  mercadanle, 
Alaba  la  segura 

Vivienda  del  aldea ,  y  al  instante, 
Como  no  sabe  hacerse 
Al  ser  pobre,  en  la  mar  torna  á  meterse. 

Habrá  también  alguno 
0»e  ni  el  banquete  pierda  ni  el  buen  dia 
One  hurla  al  importuno 
Negocio  el  cuerpo,  y  dase  al  alegría, 
Ya  so  el  árbol  llorido. 
Ya  junto  nace  adó  el  agua  tendido. 

Los  escuadrones  ama 

Y  el  son  del  atambor  el  que  es  guerrero, 

Y  á  la  trompa  que  llama 

A\  liero  acometer  mueve  el  primero; 

La  batalla  le  place. 

Que  á  las  que  madres  son  tanto  desplace. 

El  que  la  caza  sigue, 
Al  hielo  está  ,  de  si  mismo  olvidado, 
Si  el  peno  liel  prosigue 
Tras  del  medroso  ciervo,  ó  si  ha  dejado 
La  red  despedazada 
El  jabalí  cerdoso  en  la  parada. 

La  yedra,  premio  diño 
De  la  cabeza  docta ,  á  mi  me  lleva 
En  pos  su  bien  divino; 
El  bosque  fresco,  la  repuesta  cueva, 
Las  ninfas,  sus  danziyes. 
Me  alejan  de  la  gente  y  sus  cantares. 

Euterpe  no  me  niegue 
El  soplo  de  su  flauta,  y  Polihimnia 
La  citara  me  entregue 
De  Lesbo,  que  si  á  tu  juicio  es  dina 
De  entrar  en  este  cuento 
Mi  voz,  en  las  estrellas  haré  asiento. 


ODA  IV,   LID.  I.  —  Solví  acris. 

Ya  comienza  el  invierno  riguroso 
A  templar  su  furor  con  la  venida 
De  Favonio  suave  y  amoroso, 
Que  nuevo  ser  da  al  campo  y  nueva  vida; 

Y  viendo  el  mercadantc  bullicioso 
Que  á  navegar  el  tiempo  le  convida. 
Con  máquinas  al  mar  sus  naves  echa, 

Y  el  ocio  torpe  y  vil  de  Í!i  desecha. 

Ya  no  quiere  el  ganado  en  los  ccri'ados 
Fslalilos  recogerse  ,  ni  el  villano 
Huelga  de  estarse  al  fuego,  ni  en  los  prados 
niaii(|iiea  ya  el  roció  helado  y  cano ; 
Ya  Venus  con  sus  ninfas  concertados  • 
Railes  ordena,  mientras  su  Vulcano 
(ion  los  ciclopes  en  la  fragua  ardiento 
Está ,  al  trabajo  atento  y  diligente. 

Ya  de  verde  arrayan  y  varias  llores. 
Que  á  producir  el  campo  alegre  empieza, 
i'odenios  componer  de  mil  colores 
Guirnaldas  (jue  nos  ciñan  la  cabeza. 
Ya  conviene  que  al  dios  de  los  paslores 
Demos  cu  sacrificio  una  cabera 


poesías. -LIBRO  SEGUNDO. 


29 


De  nuestro  hafo ,  ó  sea  corderillo, 
O,  s¡  él  quisiéremos,  iincabrilillo. 

¡  Qué  bien  tienes ,  oh  Sexto ,  y;i  eiilentlido 
Que  la  muerte  amarilla  va  ignalmenie 
A  la  clioza  del  pobre  desvalido 
Y  al  alcázar  real  del  rey  potente  ! 
La  vida  os  tan  incierta ,  y  tan  medido 
Su  término ,  que  debe  el  que  es  prudente 
Enfrenar  el  deseo  y  la  esperanza 
De  cosas  cuyo  fin  larde  se  alcanza. 

¿Qué  sabi-s  si  lioy  le  llevará  la  muerte 
Al  reino  de  Plulon?  donde  mal  dado 
Jugarás  si  te  cabe  á  ti  la  suerte 
De  ser  rey  de  banquete  convidado. 
Ki  te  consentirán  entretenerle 
Con  el  hermoso  Licida ,  tu  amado, 
De  cuyo  fueiio  fallarán  centellas. 
Que  encieadan  en  amor  muchas  doncellas. 


oüA  V ,  MB.  I.  —  Qtiis  multa. 

¿Quién  es ,  oh  Nise  herniosa, 
Con  aguas  olorosas  rociado, 
El  que  en  lecho  de  rosa 
Te  ciñe  el  tierno  lado, 

Y  á  quién  en  ñudos  bellos 

Con  simple  aseo  peinas  los  cabellos, 

Ordenas?  ¡  Cuántas  veces 
Sil  dicha  llorará  y  fe  mudada, 

Y  del  favor  las  veces, 
¡Ay !  y  la  mar  airada 
Sis  vientos,  su  rencilla 
Contemplará  con  nueva  maravilla. 

El  que  le  goza  agora 

Y  liene  por  de  oro,  y  persuadido 
De  liviandad,  te  adora, 

Y  ser  de  ti  querido, 

Y  siempre  y  solo,  espera, 

Ko  sabio  de  tu  ley  mudable  y  fiera 

Es,  triste  y  sin  ventura. 
En  cuyps  ojos  luces  no  probada ; 
Yo,  como  la  pintura 
Por  voto  al  templo  darla 
Lo  muestra ,  he  ofrecido 
Mojado,  á  dios  del  mar,  ya  mi  vestido. 


ODA  xi!i,  LiB.  i.  —  Cumtu,  Lidia. 

Cuando  tú,  Lidia ,  alabas 
La  cerviz  bella  de  color  de  rosa 
Del  Télelo  ,  y  no  acabas 
A  llamar-á  los  brazos  y  á  ella  hermosa, 
Mi  corazón  llagado 
Hirviendo  con  la  cólera  está  hincbado. 

Entonces  en  su  asiento 
No  me  queda  el  color  que  antes  tenia ; 
M  sel  dolor  que  .siento 
l'or  mi  rosíro  las  lágrimas  euvla, 
De  las  cuales  presumo 
Cuáii  con  pequeña  llama  me  consumo, 

En  rabia  y  ira  ardiendo, 
Si  las  burlas  con  vino  demasiado 
Tanto  fueron  creciendo. 
Que  han  tus  hermosos  hombros  señalado, 
Y  si  el  mozo  atrevido 
Tus  colorados  labios  ha  mordido. 

Mas  lemi  que ,  Señora, 
No  esperaras  de  ver  siempre  constante 
Quien  los  besos,  que  adoia 
El  verdadero  am:inle. 
Dañó ,  como  grosero. 
Do  puso  Venus  su  contento  entero. 

¡Oh  dichoso's  amantes, 
A  (piien  prendas  de  amor  puro  y  sincero 
Entre  si  tan  consiantes 
Tiene  con  un  amor  tan  verdadero, 
t-ual  no  será  rompido 
Ea  cuaulo  ül  cuerpo  el  alma  habrá  regi<lo ! 


ODA  siv,  LID.  I.  — O  navis. 

¿Tornarás  por  ventura 
A  ser  de  nuevas  olas,  nao,  llevada 
A  probar  la  ventura 
De!  mar,  que  tamo  tienes  y^  probada? 
¡  Oh  !  que  es  gran  desconciério, 
¡Oh!  loma  ya  seguro,  estable  puerto. 

¿No  ves  desnudo  el  lado 
De  remos,  y  cuál  crujen  las  antenas 

Y  el  mástil  quebrantado 

Del  ábrego  ligero ,  y  cómo  apenas 

Podrás  ser  poderosa 

De  conlrastar  asi  la  mar  furiosa? 

No  tienes  vela  sana. 
Ni  dioses  á  quien  llames  en  lu.amparo, 
Aunque  te  precies  vana- 
Mente  de  tu  linaje  y  nombre  claro, 

Y  seas  noble  pino. 

Hijo  (le  noble  selva  en  el  Euxino. 

Del  navio  pintado 
Ninguna  cosa  (ia  el  marinero 
Que  está  experimentado, 

Y  teme  de  la  ola  el  golpe  Oero ; 
Pues  guárdate  con  liento. 

Si  no  es  que  quieres  ser  juego  de!  \iento. 

Oh  tú,  mi  causadora 
Antes  de  congoja  y  de  pesares, 

Y  de  deseo  agora 

Y  no  poco  cuidado,  huye  las  mares 
Que  corren  peligrosas 

Entre  las  islas  Cicladas  hermosas. 


ODA  XIX ,  LIO.  I.  —  Mater. 

La  madre  de  amor  cruda, 

Y  el  hijo  de  la  Sémeles  tebana, 

Y  la  lascivia  vana, 

A  la  alma  que  ya  está  suelta  y  desnuda 

De  amar  le  piandan  luego 

Que  torne  y  que  se  abrase  en  vivo  fuego. 

El  resplandor  me  abrasa 
De  Glicera ,  que  mas  (¡ue  mármol  fmo 
Reluce,  y  me  hace  brasa 
Lo  esquivo,  dulce  della  y  del  divino 
Piostro  un  no  sé  qué  que  espira. 
Grande  deslizadero  á  (¡uien  le  mira. 

Con  ímpetu  viniendo 
En  mi  la  Venus ,  toda  desampara 
Su  Cipro  dulce  y  cara, 

Y  ni  que  el  sciía  quiere,  ni  el  que  huyendo 
Valiente  se  mantiene. 

Ni  que  diga  lo  que  ni  va  ni  viene. 

Aquí  incienso  y  verbena. 
Aquí  céspedes  verdes  juntamente, 

Y  aquí  poned , mi  gente, 

D^  vino  de  dos  años  una  llena 

Taza;  que  por  ventura 

Vendrá,  sacrüicando,  menos  dura. 


ODA  XXII,  LiB.  I. — Integer. 

El  hombre  justo  y  bueno, 
El  que  de  culpa  esta  y  mancilla  puro, 
Las  manos  en  el  seno. 
Sin  dardo  ni  zagaya  va  seguro, 
Y  sin  llevar  cargada 
La  aljaba  de  saeía  enherbolada. 

O  vaya  por  la  arena 
Ardiente  de  la  Libia  ponzoñosa, 
O  vaya  por  do  suena 
De  Hidaspes  la  corriente  fabulosa, 
O  por  la  tierra  cruda. 
De  nieve  llena  y  de  piedad  desnuda; 

De  mí  sé  que  al  encuentro. 
Mientras  por  la  montaña  vagueando. 
Mas  de  lo  justo  entro 
Sin  armas,  y  de  Lalaje  encantado, 
Me  vido .  y  mas  ligero 
Que  rayo  huyó  uu  lobo  carnicero; 


30 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Ycreo  que  alimaña 
Mas  fiera  y  espantosa  no  mantiene 
La  mas  alta  Alemana 
En  sus  espesos  bosques,  ni  la  tiene 
La  tierra  donde  mora 
El  moro ,  de  fiereza  engendradora. 

O  va  en  aquella  parle 
Que  siempre  está  sujeta  al  inclemente 
Cielo,  do  no  se  parte 
Espesa  \  fiia  niebla  eternamente, 
Do  árbol  no  se  ve, 
Ni  soplo  de  aire  blando  que  le  oree; 

ü  va  me  ponga  alguno     . 
En  la  región  al  sol  mas  allegada, 
üono  vive  ninguno. 
Siempre  será  de  jni  Lalaje  amada, 
La  del  reir  gracioso. 
La  del  parlar  muy  mas  que  miel  sabroso. 


ODAXxin,UB.  i.  — Vitas. 

Reliuves  de  mi ,  esquiva 
Cual  el  corcino,  oh  Cloe,  que  llamando, 
La  madre  lugiliva 

Por  los  lio  hollados  montes  va  buscando, 
Y  no  sin  vano  miedo 
De  la  selva  y  del  viento  nunca  quedo; 

Poique  si  ó  la  venida 
Del  céfiro  las'hojas  meneadas 
Eriza  ,  ó  si  ascendida 
La  verde  lagartezna  las  trabadas 
Zarzas  movió,  medroso 
Con  pecho  y  con  pié  tiembla  sin  reposo. 

Pues  yo  no  te  |)eisigo 
Para  despedazarte  crueimenle, 
O  cual  tigre  enemigo 
O  cual  león  en  Libia;  finalmente, 
Deja ,  ya  casadera, 
El  seguir  á  tu  madre  por  do  quiera. 


.  '  OPA  XXX,  LiB.  I.  — O  Venus. 

Oh  Venus  lan  temida, 
De  Guido  y  Pato  reina  poderosa, 
Desampara  la  hermosa 
Cipro ,  do  fuiste  siempre  tan  querida, 

V  [lásate  volando 

Adó  estámi  Gliceria  llamando. 

Venga  en  tu  compañía 
Tu  niño  burlón  y  apresurado, 

Y  las  ninfas  querria 

Con  las  gracias  trajeses  á  tu  lado, 

I.ii  mocedad  sabrosa, 

Do  si  no  bulle  amor ,  es  triste  cosa. 


ODA  XXXm  ,  LIB.  i.—.Mbi. 

¡Ay !  no  te  duelas  tanto, 
Tibulo,  ni  te  acuerdes  de  olvido 
De  r.licera  ,  ni  en  canto 
Pnbli(iucs  tus  querellas  dolorido. 
Si  |)0r  un  bien  dispuesto 
Mozo  la  fe  montiila  te  has  pospuesto. 

Porque  s.ilirás  (|iic  muere 
Por  Ciro  Licori^a  la  lierniosa, 

Y  Ciro  no  la  (|iiiere, 

\  vase  en  pos  de  Foíoe ,  desdeñosa, 

Y  yo  se  que  primero 

Se  amistarán  el  loiio  y  el  cordero. 

A  Venus  asi  [ilace 
Deiqírisioii.'ir  diversos  corazones 
Enduro  lazo,  que  hace 
l'onqiuesto  de  disformes  condiciones, 

Y  de  nuestro  error  ciego 

Saca  su  [lasatiempo  y  crudo  juego. 

Por  mi  lo  sé ,  que  s  cndo 
De  un  principal  amor  muy  requestado, 
Yo  mesnio  cínisintiendo. 
La  Mírlale  lue  licúe  aherrojado, 


La  cual  es  medio  esclava, 

Y  mas  enojadiza  que  mar  brava. 


ODA  VIH  ,LiB.  II. — UHa  sijuris. 

Si,  Nise,  en  tiempo  alguno 
Haber  quebrado  tú  la  fe  jurada, 
Daño  lan  solo  uno 
Pusiera  en  tí ,  afeada 
En  la  uña  siquiera, 
O  solo  un  diente  en  ti  se  ennegreciera. 

Yo  le  creyera  agora; 
Mas  por  el  mismo  caso  que  perjura 
Te  muestras ,  se  mejora 
Muy  mas  tu  hermosura, 

Y  sales  hecha  luego 

Público  y  general  estrago  y  fuego; 

Y  ganas,  aunque  jures 
Por  las  cenizas  de  tu  madre  heladas, 

Y  luego  te  perjures, 

Y  aunijue  por  las  calladas 
Luces  celestiales 

Jures,  y  por  los  dioses  inmortales; 
Que  burla  destas  cosas, 

Y  destas  juras  Venus,  y  el  ligero 
Peclio  de  las  hermosas 

Ninfas  y  el  amor  fiero. 
Que  su  saeta  ardiente 
Aguza  en  crueldad  perpetuamente. 

"y  hácense  mayores. 
Creciendo  para  ti  los  mozos  lodos, 

Y  en  nuevos  servidores 
Creces ,  y  de  tus  modos 
No  huyen  crudos  fieros. 

Por  mas  que  lo  amenacen  ios  primeros. 

De  ti  la  cuidadosa 
Madre  guarda  sus  hijos  y  el  avaro 
Padre,"de  tí  la  esposa 
Cela  el  esposo  caro, 
Cuitada  si  no  viene. 
Pensando  que  tu  vista  le  detiene. 


IMITACIÓN  DE  LA  ODA  IX  ,  LIU.  U.—NOH  SCtPpcr. 

No  siempre  decendiendo 
La  lluvia  de  las  nubes,  baña  el  suelo, 
Ni  siempre  está  cubriendo 
Los  campos  con  la  escarcha  el  torpe  hielo, 
Ni  está  la  mar  salada 
Siempre  con  tempestades  alleratla. 

Ni  en  la  áspera  montaña 
Los  vientos,  de  comino  iiaciendo  guerra , 
Ejecutan  su  saña. 
Ni  siempre  en  la  alta  sierra 
Dí'snuda  la  arboleda 
Sin  hoja ,  Nise ,  y  sin  verdor  se  queda. 

Mas  lú  continuamente 
Insistes  en  llorar  á  tu  robada 
Madre  con  voz  doliente, 
Niá  tí  la  luz  dorada 
Del  sol  cuando  amanece 
Mitiga  tu  dolor,  ni  si  anochece. 

I'ues  no  lloró  al  (pierido 
Anlíloco  sin  fin  el  padre  anciano, 
Que  tres  edades  vido. 
Ni  siempre  en  el  troyano 
Suelo  fué  lamentado 
El  |)rincipe  Troilo,  en  flor  corlado. 

Da  lio  va  á  tus  querellas, 

Y  vnella  al  dulce  eaiúo  que  solías, 
O  cania  mis  centellas, 

O  lus  duras  porfías, 

Que  convierten  en  rios 

Los  siempre  lagrimosos  ojosmios. 

Di  cómo  nuí  robaste 
De  enniedio  el  tierno  pecho  el  alma  y  vida; 
Di  cómo  me  dejaste. 
Jamás  de  mi  ofendida, 

Y  como  tú  lie  ingrata 

Te  precias ,  y  de  amar  yo  á  quien  me  mata. 


poesías. -LIBRO  SEGUNDO. 


31 


Y  cómo ,  aunque  fallece 
En  mí  ya  la  esperanza  y  alegría, 
La  fe  viviendo,  crece 
Mas  firme  cada  dia, 
Y  siendo  el  agraviado , 
Perdou  ame  tus  pies  pido  humillado. 


ODA  X  ,  LIB.  M.—Recíius. 

Si  en  alta  mar,  Licino , 
No  te  engolfares  mucho ,  ni  temiendo 
La  tormenta  ,  el  camino 
Te  fueres  costa  á  costa  prosiguiendo, 
Entre  la  demás  gente 
Sabrosa  vivirás  y  dulcemente. 

Que  quien  con'amor  puro 
La  dulce  medianía  ama  y  sigue, 
Está  libre  y  seguro 
De  las  miserias  en  que  el  pobre  vive, 

Y  carece  de  grado 

Del  palacio  real  rico,  envidiado. 

Que  al  tin  mas  cruda  guerra 
El  viento  hace  al  pino  mas  crecido, 
La  torre  viene  á  tierra ,  ^ 

Cuanto  es  mas  alta  con  mayor  ruido, 
Los  montes  ensalzados 
Mas  veces  de  los  rayos  son  tocados. 

En  los  casos  aviesos 
No  pierde  la  esperanza ,  ni  confia 
En  los  buenos  sucesos 
El  ánimo  que  está  de  noche  y  dia, 
Para  ser  combatido, 
De  templanza  y  valor,  apercebido. 

Con  lluvia  y  noche  escura 
Si  el  cielo  se  escurece ,  él  se  serena; 
No  si  falta  ventura 

Agora,  ha  de  durar  siempre  la  pena; 
Que  Apolo  ya  su  musa 
Despierta  ,  y  ya  del  arco  y  flechas  usa. 

En  las  dificultades 
Te  muestra  de  animoso  y  fuerte  pecho, 

Y  en  las  prosperidades, 

Cuando  el  favor  soplare  mas  derecho, 

Recoge  con  buen  tiento 

La  vela  que  va  hiiftbada  con  el  viento. 


IJIITACÍON  DE  LA  ODA  XII,  LID.  W.—NoUs. 

El  canto  y  lira  mia 
No  dicen  las  escuadras,  las  francesas' 
Banderas  en  Pavía 
Captivas,  ni  las  armas  cordobesas, 
Ni  el  nuevo  mundo  hallado, 
Ni  el  mar  crn  turca  sangre  hora  bañado. 

A  son  de  trompa  clara 

Y  con  heroico  verso  á  ti  conviene, 
Grial,  cantar  la  rara 

Virtud  del  de  Vivar,  que  par  no  tiene, 

O  con  mas  libre  pluma 

Hacer  de  nuestros  hechos  rica  suma. 

Mi  musa  no  se  emplee 
Mas  de  en  la  ilustre  Nise,  en  su  hermosura. 
Que  el  sol  igual  no  vee. 
La  luz  de  su  mirar,  y  la  dulzura 
Su  voz,  que  cuando  suena 
Alimpia  de  dolor  el  alma  y  pena. 

¿Por  dicha  habrá  tesoro 
Que  á  su  rico  cabello  se  compare, 
Aunque  se  junte  el  oro 
Que  el  indiano  suelo  engendra  y  pare, 

Y  cuanta  pedrería 

Ormuz  á  Portugal  y  Persia  envia? 

Pues  ¿qué  sentido  os  deja. 
Que  la  libertad  no  roba ,  cuando  inclina 
Al  beso,  ó  falsa  aleja 
La  boca  hermosísima ,  y  se  indina, 
Amando  el  ser  forzada, 

Y  á  veces  ella  os  besa,  no  rogada? 


ODA  XIV,  Lie.  u.~Heu. 


Con  paso  presuroso 
Se  va  huyendo  ¡ay  Postumo !  la  vida, 

Y  por  mas  religioso 

Que  seas,  no  dilatas  la  venida 
A  la  vejez,  ni  un  hora 
Detienes  á  la  muerte  domadora; 

No  ,  aunque  en  sacrificio 
Degüelles  cada  dia  que  amanece 
Mil  toros  por  servicio 
Del  dios  Pluion ,  que  nunca  se  enternece. 
Que  estrecha  la  grandeza 
bel  Ticio  con  las  aguas  de  tristeza. 

Por  do  pasaron  todos 
Cuantos  la  liberal  tierra  mantiene. 
Ansí  el  que  de  los  godos 
Deciende  y  en  su  mano  el  cetro  tiene, 
Como  loslabradores 
Que  viven  de  tan  solo  sus  sudores. 

Y  no  servirá  nada 

No  haber  en  la  cruel  batalla  entrado 

Ni  de  la  mar  airada 

Las  brava?  olas  nunca  haber  probado, 

Y  en  el  otoño  en  vano 

Huido  habrás  el  ábrego  mal  sano. 

Que  del  Cocito  escuro 
Las  aguas  perezosas  es  forzado 
Que  veas,  y  que  el  duro 
Trabajo  á  que  Sisifo  es  condenado, 

Y  la  casta  alevosa 

De  Danae ,  y  su  suerte  trabajosa. 

Y  que  dejes  muy  [iresio 

La  casa,  tierra  y  la  mujer  amada, 

Y  que  solo  funesto 

El  ciprés  te  acompañe  en  la  jornada. 

Solo  de  todas  cuantas 

Plantas,  para  dejar  en  breve ,  plantas. 

Y  tus  vinos,  guardados 
Debajo  de  cien  llaves,  del  dichoso 
Heredero  gastados 

Serán,  y  del  licor,  que  en  suntuoso 

Convite  aun  no  he  ¿oslado, 

De  lu  casa  andará  el  suelo  bañado. 


ODA  XVIII,  LIB.  u.  —  Non  ebur. 

Aunque  de  marfil  y  oro 
No  está  en  mi  casa  el  techo  jaspeado 
Con  la  labor  del  moro. 
Ni  las  vigas  de  Himecia  sustentado 
Columnas  muy  labradas 
De  los  confines  de  África  acortadas; 

Y  aunque  no  fui  heredero 

De  las  riquezas  de  Átalo  y  su  estado. 

Ni  tengo  en  mi  granero 

El  trigo  que  enla  Apulia  se  ha  sembrado, 

Ni  envían  mis  criadas 

De  Colonia  las  granas  adobadas; 

Pero  una  medianía 
Con  un  ingenio  y  vena  razonable 
Tengo,  con  que  me  hacia, 
Aunque  pobre,  á  los  ricos  agradable, 

Y  en  aquesta  pobreza 

Nunca  pedí  á  los  dioses  mas  riqueza. 

Ni  pido  al  poderoso 
Amigo  que  me  dé  mayor  estado. 
Pues  llamo  yo  dichoso 
Al  que  me  da  mi  granja  y  campo  amado, 

Y  veo  cuál  se  alejan 

Los  días ,  que  vuelan ,  y  vejez  me  dejan. 

Tú  buscas  oficiales. 
Casi  entregado  á  la  vejez  odiosa, 
Que  te  corten  iguales 
Los  mármoles  y  losa 
Para  edificar  casa ,  ya  olvidado 
De  la  muerte ,  que  tienes  tan  al  lado. 

Y  poco  le  parece 

A  tu  avaricia  toda  la  ribera ; 

Que  á  edificar  se  ofrece 

Dentro  del  mar,  quizá  porque  acá  fuera  ' 


32 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


No  fe  sufre  la  tierra; 

I'iies  ullá  hallarás  quien  te  haga  guerra. 

Tomatido  vas  á  todos 
Tus  vasallos  las  tierras  que  han  comprado, 

Y  por  lodos  los  modos 

Que  puedes  en  sus  tierras  te  has  entrado, 

Y  de  .«al  avarieiila. 

Solo  á  reliarlo  asi  no  estás  contento. 

A  la  mujer  cuitada, 
Cargada  con  sus  hijos,  vas  echando 
De  su  pobre  morada, 
Su  dura  suerte  y  tu  crueldad  culpando, 

Y  el  marido  lloroso 
Venganza  pide  al  cielo  poderoso. 

A  aíiuestos  les  consuela 
Ver  que  a(|ueste  señor  de  grande  estado 
El  iidierno  le  espera. 
Do  será  por  menudo  castigado 
Decnaiilas  sinrazones 
Hiz'i  tomando  ajenas  posesiones. 

¿gué  andas  imaginando 
Pai-a  adquirir  mas  de  lo  adquirido? 
Que  la  muerte  demando 
A  todos  va  cuantos  acá  han  nacido, 
Asi  á  los  mas  señores 
Como  á  los  miserables  labradores. 

Pues  á  la  centinela 
Que  la  infernal  morada  está  guardando, 
No  pienses  con  cautela 
M  con  puro  dinero  ir  engañando, 
Pups  nunca  por  dinero 
Pudo  engañar  Proteo  al  gran  portero. 

Este  tiene  en  cadena 
A  Tántalo  y  á  todo  su  linaje, 
Este  saca  de  pena 
Al  pobre  que  la  vida  le  era  ultraje, 

Y  al  que  vive  contento 

Le  hace  gustar  la  muerte  en  un  momento. 


ODA  IV,  LiB.  \]\.  —  Descende. 

Deciende  ya  del  cielo, 
Caliope,  oh  reina  de  poi^sia, 
Por  largo  espacio  el  suelo 
Ilinchede  melodía, 
ü la  flauta  sonando 
O  va  la  dulce  citara  tocando. 

),Ois?  O  mi  locura 
Dulce  me  engaña  á  mi ;  porque  el  sagrado 
Canto  se  me  liiíura 
Que  ovo  ,  y  que  llamado, 
Bosque  paseo  ameno, 
De  frescas  aguas,  de  aire  blando  lleno. 

En  el  monte  Vulturo, 
Do  me  ericen  la  Apulia,  fatigado 
En  mi  niñez  de  puro 
Jugar,  lüdoentiegado 
Al  sueño,  me  cubrieron 
Unas  [lalomas  (jue  sobrevinieron. 

De  verdes  hojas;  tanto. 
Que  á  todos  admiró  cuautos  la  sierra 

Y  risco  de  Araranlo, 

Y  la  nionluosa  tieira 
De  Bata  y  de  Fin  ano 

Moran  el  abundoso  y  fértil  llano, 

En  ver  cómo  dormía  , 
Ni  de  osos  ni  de  víboras  dañado, 

Y  cómo  me  cidiria 

Be  mirto  amontonado 

Y  de  laurel  un  velo, 

Que  este  animo  rn  un  niño  era  del  cielo. 

Por  el  alto  Sabino 
Vuestro  voy,  vuestro,  oh  musas,  y  doquiera 
Que  vaya,  ú  si  camino 
Al  Tibiir  en  ladera, 
O  si  al  Penestre  frío, 
O  si  al  bajano  suelo  el  paso  guio. 

Porque  amo  vuestros  dones, 
En  los  campos  lilipos  en  huida 
Los  vueltos  esruailroues 
No  coi'luruu  mi  vida, 


Ni  el  tronco  malo  y  duro. 

Ni  en  la  mar  de  Sicilia  el  Palinuro, 

Como  os  tenga  primero 
Conmigo,  tentaré  de  buena  gana, 
O  hecho  marinero, 
Del  mar  la  furia  insana, 
O  heciio  caminante. 
Los  secos  arenales  de  Levante. 

Por  entre  los  britanos. 
Fieros  para  los  huéspedes,  seguro, 

Y  por  los  guipuzcanos, 
Que  brindan  sangre  puro, 

Y  por  la  Scitia  helada 

Iré ,  y  por  la  Gelona ,  de  arco  armada. 

Cuando  del  trabajoso 
Oficio  el  alto  César  tíe  la  guerra, 
Buscando  algún  reposo, 
En  los  pueblos  encierra 
La  gente  de  pelea. 
Con  vosotras  se  asconde  y  serecrea. 

Vosotras  el  templado 
Consejo  y  la  razón  dais,  y  por  gloria 
Tenéis  haberle  dado ; 
Que  pública  es  hi  historia 
Be  la  titana  gente. 
Cómo  líPdestruyó  con  rayo  ardiente 

Quien  los  mares  ventosos. 
Quien  la  pesada  tierra,  quien  los  muros 
Altosy  populosos, 

Y  los  reinos  oscuros, 

Y  solo  él  los  mortales 

Y  los  dioses  con  leyes  rige  iguales. 
Bien  es  verdad  que  puso 

Aquella  fiera  gente, confiada 

En  sus  brazos  ,  confuso 

Temor  en  la  morada 

Soberana  del  cielo, 

Adó  subir  quisieron  desde  el  suelo. 

¿Qué  mas  parle  podían 
Ser  Mimas  ni  fifon  ni  el  desmedido 
Porfirio?  ó  ;.qué  valían 
El  Ueto  ,  el  atrevido 
Encelatlo,  que  echaba 
Los  árboles  al  cielo,  que  arrancaba, 

En  contra  el  espantoso 
Escudo  de  la  Palas?  A  su  pífte 
Vulcano  hervoroso 

Y  Juno  estaba  y  Marte, 

Y  quien  jamás  desecha 

De  sus  hombros  la  aljaba  ni  la  flecha; 

Y  baña  en  la  agua  pura 
Castalia  sus  cabellos,  y  es  servido 
Be  Licia  en  la  espesura, 

Y  el  bosque  do  ha  nacido 
Posee,  y  el  que  solo 

En  Délo  y  en  Palara  reina,  Apolo. 

Be  sí  misma  es  vencida 
La  fuerza  sin  consejo  y  derribada, 
Masía  cuerda  y  medida 
Bol  cielo  es  prosperada, 
A  quien  la  valentía 
Desplace,  dada  al  mal  de  noche  y  día. 

Testigo  es  verdadero 
Be  mis  sentencias  Gias ,  el  dolado 
Be  cien  manos,  y  el  fiero 
Orion,  el  osado 
Tentador  de  Diana, 
Domado  con  saeta  soberana. 

Buélese  la  cargada 
Tierra  sobre  sus  partos,  y  agrámenle 
Ver  su  casta  lanzada 
En  el  abismo  siente. 
Ni  el  fuefío  á  la  montañ.i 
De  El  na  sobrepuesto  gasta  ó  daña. 

Y  del  vicioso  Ticio 
Jamás  se  aparta  el  buitre  ni  se  muda, 
A  su  maldad  y  vicio 
Dado  por  guarda  cruda, 

Y  eslá  el  enamorado 

Pirilo  en  mil  cadenas  apretado. 


poesías.— Libro  segundo. 


33 


ODA  vji,  LiB.  lU.  —  Quid  fies. 

Porque  te  das  tormenlo, 
Asterie,  no  será  el  abril  llegado, 
Que  con  próspero  viento. 
De  riquezas  cargarlo, 

Y  mas  de  fe  cumplido, 

Tu  Giges  te  «eiá  restituido, 

Que  en  ürico  de  agora, 
Después  de  las  Cabrillas  revoltosas, 
Del  viento  guiado,  mora, 
Las  noclies  espaciosas 
Yfrias  desvelado 
Pasa ,  y  de  largo  lloro  acompañado. 

Bien  que  con  maña  y  arles 
De  su  huéspeda  Eloe,  el  mensajero 
Le  tienta  por  mil  partes, 
Diciendo  el  dolor  fiero 
En  que  la  triste  pasa, 

Y  cómo  con  tu  luego  ella  se  abrasa. 

Y  cómo  la  alevosa 

Antea  movió  á  Preto  con  fingida 
Ouerella,  apresurosa- 
Meiile  quitar  la  vida 
Al  casto  en  demasía 
Belerofonle,  el  mismo  le  decia. 

Y  cuerna  cómo  puesto 

En  el  último  trance  fué  Peleo, 

Mi('ntras  qne  huye  honesto 

Hipólito,  y  arreo 

Le  trae  toda  la  historia 

Del  mal  ejemplo  el  falso  á  la  memoria, 

En  balde,  porque  a  cuanto 
Le  dice  está  mas  sordo  que  marinrí 
Boca,  ni  por  espanto 
N'i  por  ruego  se  inclina; 
Tú  huye  por  lu  parte 
De  Eniíieo,  tu  vecino,  enamorarte. 

Aunque  ni  en  la  carrera 
Ninguno  se  le  iguala ,  ni  con  mano 
Revuelve  mas  ligera 
El  caballoenel  llano, 
Ni  con  igual  presteza. 
Nadando  ,  corta  el  Tibre  su  braveza. 

En  siendo  anochecido 
Tu  puerta  cierra ,  y  no  abras  la  ventana 
Al  canto  dolorido 
De  la  flauta  alemana, 

Y  aunque  mil  veces  fiera, 

Tú  mas  dura  en  no  oírle  persevera. 


ODA  IX,  LiB.  nu— Doñee  gratas. 

HORACIO. 

Mientras  que  te  agradaba, 

Y  mientras  que  ninguno  mas  dichoso 
Los  brazos  añudaba 

Al  blanco  cuello  hermoso. 

Mas  que  el  persiano  rey  fui  venturoso. 

LIDIA. 

Y  yo  mientras  no  amaste 

A  otra  mas  que  á  mí ,  ui  desdichada, 
Por  Cloe  me  dejaste, 
De  todos  alabada, 

Y  mas  fui  que  la  Ilia  celebrada. 

HORACIO. 

A  mi  me  manda  agora 
La  Cloe,  que  canta  y  toca  dulcemente 
La  vigüela  sonora, 

Y  porque  se  acreciente 

Su  vida,  moriré  yo  alegremente. 

LIDIA. 

Y  yo  con  inflamado 

Amor  á  Calais  quiero  y  soy  querida, 

Y  si  el  benigno  hado 
Le  da  mas  larga  vida, 

La  mia  daré  yu  por  bien  perdida, 

E.xvi-u. 


HORACIO. 

Mas  ¿qué.  si  torna  al  juego 
Amor,  y  torna  á  dar  lirnie  lazaila? 
¿Si  (le  mi  puerta  lu»  go 
La  rubia  Cloe  apail^uia, 
A  Lida  queda  abierta  y  libre  entrada? 

LIDIA. 

Aunque  Calais  lieniioso 
Es  mas  que  el  sol,  y  tú  mas  bravo  y  fiero 
Oue  mar  tempestuoso, 
Mas  que  pluma  ligero. 
Vivir  quiero  contigo ,  y  morir  quiero. 


ODA  X,  LiB.  m.—Exlremum, 

Aunque  de  Sciiia  fueras. 
Aunque  mas  bra\o  fuera  lu  marido, 
CnniioUrle  debieras, 
Lice  ,  del  que  ofrecido 
Al  cierzo  tienes  en  tu  umbral  tendido. 

La  huerla,  la  arboleda 
¿No  ves ,  del  fiero  viento  combatida , 
Cuál  brama?  ¿Cuál  se  queda 
La  nieve  ya  calda. 
Del  aire  agudo  en  el  mármol  convertida? 

Deja  ;  (juees  desamada 
De  Venus  esa  tu  soberbia  vana; 
No  te  halles  burlada. 
Note  engendró  Toscana 
A  ser,  como  Peiiélope.  inhumana. 

¡Oh!  aun(iueá  domeñarte 
Ni  tu  marido,  de  otro  amor  trocado, 
Ni  ruego  ni  oro  es  parte, 
Ni  del  enamorado 
La  amarillez  teñida  de  violado; 

Un  poco  de  mesura 
Usa  conmigo,  oh  sierpe  mas  que  yerta 
Encina  y  roble  dura  ; 
Que  lio  siempre  tu  puerta 
Podré  sufrir  al  agua  descubierta. 


ODA  XVI,  LiB.  m.—Inclusar.i. 

Asaz  tenia  guardada 
A  üanae  de  noturnos  amadores, 
La  torre  fabricada 
De  meial,  y  de  perros  veladores 
La  centinela  alerta, 

Y  mas  fuerte  que  acero  la  gran  puerta, 
Si  del  padre  medroso, 

Guardador  de  la  virgen  ,  no  burlaran 

Venus  y  el  pndeíoso 

Júpiter,  y  ambos  juntos  acordaran 

Ser  seguro  camino 

Para  entrar ,  convertirse  en  oro  fino. 

El  oro  tiene  tanta 
Fuerza  ,  que  va  por  medio  de  la  guerra, 

Y  las  piedras  quebranta 

Con  mas  fuerza  que  el  rayo  viene  á  tierra; 

Pororó  destruida 

Filé  la  c;isa  de  Argivo  esclarecida. 

El  rey  Filipo  hendía 
Las  puertas  y  los  muros  torreados 
Con  dones,  y  vencía 
A  los  reyes  contrarios  obstinados; 
Pone  el  don  extranjero 
Al  feroz,  capitán  grillos  de  acero. 

Cnanto  mas  va  creciendo 
La  rii|ue/a  ,  el  ciiidailo  de  juntalla 
Tanto  mas  va  subiendo, 

Y  la  sed  insaciable  deaumentalla; 
Por  eso  huyo  medroso, 
Mecenas,  el  ser  rico  y  poderoso. 

Al  que  menos  codicia 
Le  da  Dios  y  se  harta  fácilmente; 
Dejando  ile  avaricia, 
El  bando  sigo  de  la  pobre  gente, 

Y  huyo  muy  contento 

Del  real  del  que  es  rico  y  avariento. 

3 


34 


ORRAS  DE  FRAY 

Y  sov  mas  verdadero 
Señor  de  la  hacienda  no  estimada, 
Que  no  si  en  mi  granero 
Cuanto  ara  y  coge  Apulia  yo  encerrara, 
En  medio  de  riqueza 
Tanta  viviendo  en  misera  pobreza. 

No  entiende  el  poderoso 
Señor  que  manda  el  África  marina 
Que  estado  mas  dichoso 
Que  el  suyo  me  da  el  agua  cristalina 
De  mi  limpio  arroyuelo, 
Mi  fértil  monte  y  campo  pequeñuelo. 

La  calabresa  abeja. 
Aunque  no  me  da  miel  blanca  y  sabrosa, 
Ni  mis  vinos  añeja 
La  cueva  Listrigonia  tan  famosa, 
Ni  traigo  mis  ganados 
En  los  pastos  de  Francia  apacentados; 

Ni  vivo  con  pobreza, 
Ni  la  vida  tener  suelo  alterada; 
Y  si  quiero  riqueza 
Mayor ,  no  mesera  por  tí  negada. 
Sin  la  codicia  ardiente 
Los  tributos  daré  mas  fácilmente. 

Que  no  el  que  poseyere 
Juntas  Arcadia  y  Tracia  poderosas. 
A  aquel  que  nmcho  quiere, 
Le  han  de  fallar  por  fuerza  muchas  cosas; 
No  es  mal  afortunado 
A  quien  Dios  poco ,  que  le  baste ,  ha  dado. 


ODA  XXVII  DEL  LIB.  Ul.—ImpÍOS. 

Agüero  en  la  jornada 
Al  malo  dé  la  voz  del  pico  oida, 

Y  la  perra  preñada, 

Y  la  zorra  parida, 

Y  del  monte  la  loba  decendida ; 
Y  rompa  el  comenzado 

Camino  la  culebra  ,  que  torciendo 

Ligera  por  el  lado, 

Al  cuartago  tremendo 

Dejó ;  ¿qué  yo  temo  agora,  habiendo 

Con  santa  voz  movido 
De  adonde  nace  el  sol  el  cuervo  abuelo, 
Primero  que  al  querido 
Lago,  rayendo  el  suelo, 
Volase  lasagaz  del  negro  cielo? 

Dichosa  adó  quisieres 
Podrás  ir ,  Calatea  ,  y  acordada 
De  mí  vive  do  fueres; 
No  veda  tu  jornada 
Ni  pico  ni  corneja  desastrada. 

Mas  mira  cómo,  lleno 
El  Orion  de  furia ,  va  al  poniente; 
Yo  sé  fpiién  es  el  seno 
Del  Adria  luengamente, 

Y  cuanto  estrago  hace  el  soplo  oriente. 
La  tempestad  que  mueve 

El  resplandor  cgeo  que  amanece. 
Quien  mal  quiero  la  pruebe, 

Y  el  mar  que  brama  y  crece, 

Y  las  costas  azota  y  estremece. 
Que  ansi  d(;l  engañoso 

Toro  la  blanca  Lurq)a  confiada, 

Con  rostro  temeroso 

Miró  la  mar  cuajada 

De  formas  espanl;diles  ,  aunque  osada. 

La  que  poco  antes  era 
Maestra  de  giikniílilas,   robadora 
De  la  verde  ribeía, 
Kn  breve  es(iacio  de  hora 
No  vio  mas  de  agua  y  cielo ,  noche ,  y  llora. 

Y  luego  que  se  vido 

En  la  poblaíla  ('reta,  enajenada 

De  todo  su  sentido, 

¡Oh  padre ,  oh  voz  amada !    . 

Por  un  ciego  furor  tan  mal  trocada ; 

Y  dijo:  «  ;  Ay  enemiga 

De  mí !  ¿dó  y  de  dó  vine?  ;i  Todo  el  bando 
Del  malno  me  castiga? 


LUIS  DE  LEÓN. 

¿Por  dicha  estoy  llorando 
Culpada  ,  ó  inocente  estoy  soñando? 

¿O  velo,  ó  sueño  vano. 
Del  umbral  de  marlil  aparecido. 
Me  burla? ;  Ay!  ¡  cuan  mas  sano 
Fuera  el  prado  llorido 
Que  las  olas  del  mar  embravecido! 

Si  me  entregase  alguno 
Aquel  novillo  malo  en  que  venia, 
Con  hierro  uno  á  uno 
Quebrar  me  esforzaría 
Los  cuernos  que  poco  há  tanto  quería. 

Desvergonzada ,  el  lecho 
De  mi  padre  dejé;  desvergonzada, 
¿Después  de  lo  que  he  hecho 
Respiro?  ¡  ay  Dios!  cercada 
Me  vea  yo ,  y" de  tigres  ya  tragada. 

Antes  qué  se  desjugue 
La  presa  ,  y  magrez  aborrecida 
El  fresco  rostro  arrugue; 
Que  ansi  bella  y  florida 
Dei^eo  de  leones  ser  comida. 

Europa  vil,  lu  ausente 
Padre  te  aprieta  el  ñudo ;  da ,  mezquina, 
¿Qué  dudas?  prestamente 
Él  cuello  á  aqiiesa  encina 
Con  este  cordón  tuyo ,  que  adevina 

Ceñiste ,  ó  si  le  adrada 
El  risco  agudo  y  el  despeñadero. 
Sus,  muere  despeñada. 
Entrégate  al  ligero 
Viento  ;  sí  no  es  que ,  hija  de  rey ,  quiero 

Obedecer  esclava 
A  bárbara  mujer  en  vil  estado. 
Presente  al  lloro  estaba, 
Riendo  falsa,  al  lado 
La  Venus  y  su  hijo  desarmado.. 

Y  de  burlar  contenta. 
Le  dijo  :  Si  aquel  mal  toro  á  deshora 
Tornare,  tened  cuenta 
No  le  hiráis.  Señora, 
Ni  os  le  mostréis  tan  brava  como  agora. 

Aprende  á  ser  dichosa  ; 
¿Del  .Iúpiter(no  llores)  no  vencido 
No  ves  que  eres  esposa? 
Del  orbe  dividido 
El  tercio  gozará  de  tu  apellido. 


ODAí,  LiB.  w.—Intermissa. 

Después  de  tantos  dias. 
Oh  Venus ,  otra  vez  soplas  el  fuego 
De  tus  duras  porfías  ; 

No  mas  por  Dios,  no  mas  por  Dios,  te  ruego  ; 
Que  no  soy  cual  solía 
Cuando  á  la  hermosa  Cinara  servía. 

No  trates  mas  en  vano, 
;0h  de  amor  dulce  cruda  engendradora! 
Rendirme,  (jue  estoy  cano 

Y  duro  para  amar ;  vele  en  buen  hora, 
Revuelve  allá  tu  llama 

Sobre  la  gente  moza,  que  te  llama. 

Si  un  corazón  procuras. 
Cual  debes ,  abrasar ,  y  si  emplearte 
Dehidimente  curas. 
Con  Máximo  podrás  aposentarte  ; 
Haz  allí  tu  manida. 
Que  de  nadie  serás  lan  bien  servida; 

porque  es  mozo  hermoso, 

Y  en  todo  cuanto  hace  es  agraciado; 
Es  noble  y  generoso. 

De  mil  habilidades  adornado, 

Y  dejensa  elocuente 

Del  acuitado  reo  diligente. 

El  llevará  animoso 
De  tu  capitanía  la  bandera  ; 

Y  si ,  mas  poderoso 

Que  el  rico  contendor,  le  echare  fuera, 

Por  este  benelicio 

Te  servirá  con  templo  y  sacrificio. 


POESÍAS.— LIBRO  SEGUNDO. 


De  mármol  tu  figura 
Pondrá ,  so  lico  lecho  colocada, 
Acerca  la  agua  pura 
Del  higo  Al  baño,  adó  ■<  Tás  honrada 
Con  incienso  abundante, 
Con  cantos  y  con  ciiara  sonante. 

Dos  veces  allí  al  dia 
Las  vírgenes  y  mozos  escogidos 
Cantarán  á  porfía 

Tu  nombre  en  corro,  déla  mano  asidos, 
Y  á  son  yendo  cantando, 
El  suelo  herirán  de  cuando  en  cuando. 

A  mí  ya  no  me  agrada 
Ni  mozo  ni  mujer,  ni  aquel  ligero 
Esperar,  que  pagada 
Me  es  la  voluntad ,  ni  menos  quiero 
Coronarme  de  rosa. 
Ni  la  embriagada  mesa  me  es  gustosa. 

Mas  ¡  ay  de  mi  mezquino ! 
¿Qué  lágrimas  son  estasque  á  deshora 
Me  caen?  ¡Ay,  Ligurinn! 
Ay !  di ,  ;,  qué  novedad  es  esta  que  hora 
A  mi  lengua  acontece. 
Que  en  medio  la  palabra  se  enmudece? 

De  tí  en  la  noche  escura 
Mil  veces  que  te  prendo  estoy  soñando, 
Otras  se  me  figura. 

Traidor,  que  en  pos  de  tí,  que  vas  volando, 
Ya  por  el  verde  prado. 
Ya  por  las  raudas  aguas  sigo  á  nado. 


ODA  XIII,  LiB.  IV. — Audivere. 

Cumplióse  mi  deseo. 
Cumplióse ,  oh  Lice ;  á  la  vejez  odiosa 
Entregada  le  veo, 

Y  todavía  parecer  hermosa 
Cuanto  puedes  procuras, 

Y  burlas,  y  haces  mil  desenvolturas. 

Y  con  la  voz  temblando 
Cantas  por  despertar  al  perezoso 
Amor,  que  reposando 

Se  está  despacio  sobre  el  rostro  hermoso 

be  Chia  la  cantora. 

Que  de  su  edad  está  en  la  flor  agora. 

Que  sobre  seca  rama 
No  quiere  hacer  asiento  ni  manida 
Aquel  malo ,  y  desáma- 
Te  ya ,  porque  la  boca  denegrida 

Y  las  cañaste  afean, 

Que  en  la  nevada  cumbre  ya  blanquean. 

Y  no  son  poderosas. 

Ni  las  granas  de  Coo  ni  los  brocados 

Ni  las  perlas  preciosas 

A  lomarle  los  años  que  encerrados  * 

Debajo  de  su  llave 

Dejó  la  edad ,  que  vuela  mas  que  el  ave. 

¿Qué  se  hizo  aquel  donaire, 
Aquella  tez  hermosa?  ¿Üó  se  ha  ido 
Del  movimiento  el  aire? 
¿Aquella,  aquella  do  ha  desparecido, 
Aquella  en  quien  bullía 
Amor,  que  enajenado  me  tenia? 

No  hubo  mas  amada 
Beldad  después  de  Cinara,  mas  clara. 
De  mas  gracias  dotada  ; 
Mas  ¡ay!  ¿cómo  robó  la  muerte  avara 
A  Cinara  temprano, 

Y  con  la  Lice  usó  de  larga  mano? 
Dióle  que  en  larga  vida 

Con  la  antigua  corneja  compitiese. 

De  años  consumida. 

Para  que  con  gran  risa  ver  pudiese 

La  gente  moza  herviente. 

Vuelta  eu  pavesa  ya  la  hacha  ardiente. 


ODA  II   DEL   EPODON.  — 2?e«/«S. 

Dichoso  el  que  de  pleitos  alejado, 
Cual  los  del  tiempo  antigo. 

Labra  sus  heredades,  olvidado 
Al  logiero  enemigo. 

Ni  el  arma  en  los  reales  le  despierta. 
Ni  tiembla  en  la  mar  brava. 

Huye  la  plaza  y  la  soberbia  puerta 
De  la  ambición  esclava. 

Su  gusto  es ,  ó  poner  la  vid  crecida 
Al  álamo  ajnntada, 

O  contemplar  c'iál  pace,desparcida 
Al  valle,  su  vacada. 

Ya  poda  el  ramo  inútil  y  ya  ingiere 
En  su  vez  el  extraño , 

O  castra  sus  colmenas,  ó  si  quiere, 
Tresíjuila  su  rebaño. 

Pues  cuando  el  padre  Otoño  muestra  fuera 
La  su  frente  galana, 

¡  Con  cuánto  gozo  coge  la  alta  pera 

Y  uvas  como  grana, 

Y  á  tí,  sacro  Silvano,  las  presenta. 
Que  guardas  el  egido  ! 

Debajo  un  robíe  antiguo  ya  se  asienta, 
Ya  eu  el  prado  florido. 

El  agua  en  las  acequias  corre,  y  cantan 
Los  pájaros  sin  dueño. 

Las  fuentes  al  n  urmullo  que  levantan 
Despiertan  diilca  suimIo, 

Y  ya  que  el  año  cubre  campo  y  cerros 
Con  nieve  y  con  heladas, 

O  lanza  el  jabalí  con  muchos  perro?, 
En  las  redes  paradas, 

O  los  golosos  lordos ,  ó  con  liga 
O  con  red  engañosa  , 

O  la  extranjera  grulla  en  lazo  obliga. 
Que  es  presa  deleitosa. 

Con  esto  ¿quién  del  pecho  no  desprende 
Cuánto  en  amor  se  pasa  ? 

¿  Pues  qué,  si  la  mujer  honesta  entiende 
Los  hijos  y  la  casa  ? 

Cual  hace  la  sabina  ó  calabresa. 
De  andar  al  .^ol  tostada, 

Y  ya  que  viene  el  amo,  enciende  apriesa 
La  leña  no  mojada, 

Y  ataja  entre  los  zarzos  los  ganados, 

Y  los  ordeña  luego, 

Y  ponemd  manjares  no  comprados, 

Y  el  vino  como  fuego. 

Ni  me  serán  los  rombos  mas  sabrosos. 
Ni  las  ostras ,  ni  el  mero  , 

Si  algunos  con  levantes  furiosos 
Nos  da  e]  invierno  fiero  , 

Ni  el  pavo  caerá  por  mi  garganta. 
Ni  el  francolín  greciano, 

Mas  dulce  que  la  oliva  ,  que  quebranta 
La  labradora  mano. 

La  malva,  ó  la  romaza  enamorada 
Del  vicioso  prado; 

La  oveja  en  el  disanto  degollada. 
El  coidero  quitaiio 

Al  lobo,  y  mientras  como,  ver  corriendo 
Cuál  las  ovejas  vienen. 

Ver  del  arar  los  bueyes,  que  volviendo 
Apenas  se  soslieneii ; 

Ver  de  esclavillos  el  hogar  cercado. 
Enjambre  de  riqueza. 

Ansí  dispuesto  un  cambio  ya  al  arado  ' 
Loaba  la  pobreza. 

Ayer  puso  en  sus  ditas  todas  cobro, 
Mas  hoy  ya  torna  al  logro. 


FRAGMENTO  DE   LA  ANDROMACA  DE  EURÍPIDES 

No  trujo ,  esposo,  á  Troya  cosa  buena, 
Mas  pestilencia  vana  y  desventura. 
Cuando  á  su  lecho  Páris  trajo  á  Elena , 
Por  quien  cayendo  Troya  de  su  altura, 
El  Mane  griego  de  mil  naos  cercado, 
Con  fuego  .se  deshizo  y  lanza  dura  ; 


36 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Ni  á  mi  esposo,  que  triste  al  cnrro  atado, 
Le  trajo  en  tüiuu  el  muro  por  el  suelo. 

Y  yo  de  mi  nlto  tr'clio  al  desconsuelo 
De  acjiíesla  triste  |ilay;i  luí  traída, 
Cubieila  de  cativo  lioVrilile  velo; 
¡Cuánta  auna  por  mi  f.iz  cavó  vertida 
Cuan<lo  dejé  mi  casa  y  mi  marido  ! 

¡Ay  triste!  y  ¿para  qné  ya  el  sol  lucido, 
Esclava  de  Hermione  hrava  y  ciuda. 
Que  á  aqueste  duro  eslreclio  me  ha  traído, 
Ansiíisa  y  dé  mortal  favor  desnuda. 
Estoy  á  aquesla  imagen  abrazada, 
En  lloro  ciesliaciéndome,  cual  suda 
El  ayua  por  la  piedra  destilada? 


DE   LA  MISMA. 


O  no  nacer  jamás  escojo  y  quiero, 
O  ser  de  padres  buenos , 

Y  en  tedios  snninosos  heredero 

Y  de  noblezas  lleno';. 

Que  si  lo  (|ue  es  difícil  acontece, 
Los  qut!  son  bien  naci..os 
Nü  snn  de  lo  que  a\uda  y  favorece 
La  escasez  validos. 

De  la  proeza  antií;ua  y  celebrada 
Les  viene  honra  y  gloria ; 
Que  de  los  virtuosos  no  es  gastada 
Con  tiempo  la  memoria  ; 

Que  aun  muerlos  su  virtud  les  resplandece 
Como  clara  lumbrera, 

Y  aní,j,  es  mejor  perder  lo  que  se  ofrece 
Por  no  justa  manera, 

Que  con  ofensa  odiosa  y  violenta 
Hollará  la  justicia. 
Bien  es  aquesto  dulce  y  bien  contenta 
A  la  mortal  malicia  ; 

Mas  tiempo  con  el  tiempo  se  marchita  . 
Su  flor  y  seca  queda, 

Y  afrenta  á  las  familias  da  infinita 
En  cuanto  el  siglo  rueda. 


DE  PINDARO,  LA  ODA  PRIMERA. 

El  agua  es  bien  precioso, 

Y  entre  el  rico  te.><(iro 

Como  el  anuente  fuego  en  noche  escura, 

Ansi  relumbiael  oro, 

Was,  alma,  si  es  sabroso 

Cantar  de  las  contiendas  la  ventura, 

Ansi  como  en  la  allnra 

No  hav  rayo  mas  lueicnte 

Que  ei  sol.  que,  rey  d.l  dja. 

Por  todo  el  yermo  cielo  se  demuestra; 

Ansi  es  mas  excelente 

La  olimpica  porfía 

De  todas  las  que  canta  la  voz  nuestra. 

Materia  abundante. 

Donde  todo  elegante 

Ingenio  alza  la  voz,  ora  cantando 

De  liea  y  de  Saiurno  el  engendrado, 

Y  junlanienlo  entrando 

Al  techo  de  llieron  alto  preciado. 

Ilieron,  el  cpie  manlicne 
El  cetro  miírecido 
Del  abundoso  cielo  siciliano, 

Y  dentro  en  si  cogido 
Lo  bueno  y  la  flor  tiene 

De  cuanto  valor  cabe  ea  pecho  humano; 

Y  con  maestra  mano 
Discanta  señalado 

En  la  mas  dulce  parle 

Del  canto,  la  (|ue  infunde  mas  contento, 

Y'  en  el  banqin-lc  amado 

Mavor  dulzor  reparle. 

Mas  toma  ya  el  laúd,  si  el  sentimiento 

Con  dulces  fantasías 

Te  colma  y  alegrías 

La  gracia  de  Fornico,  el  queco  Alfco 


Volando  sin  espuela  en  la  carrera, 

Y  venciendo  el  deseo 

De!  amo,  le  cobró  la  voz  primera. 

Del  amo  g'oricso 
En  lacaballena. 
Que  en  Siracusa  tiene  el  principado, 

Y  rayos  de  sí  envia 
Su  gloria  en  e!  famoso 

Lugar  que  fué  por  Pélope  fundado; 

Por  Pélope,  que  amado 

Fué  ya  del  gran  Neptuno, 

Luego  que  á  ver  el  cielo 

La  Clotole  produjo,  relumbrando 

En  blanco  marül  uno 

De  sus  hombros  ,  al  suelo 

Con  la  extrañez  jamás  vista  admirando. 

¡Ay  espantosos  hechos! 

Y  en  los  humanos  pechos. 

Mas  que  no  la  verdad  desafeitada, 
La  fábula ,  con  lengua  artificiosa 

Y  dulce  fabricada. 

Para  lanzar  su  engaño  es  poderosa. 

Merced  de  la  poesía , 
Que  es  la  fabricadora 
De  todo  lo  que  es  dulce  á  los  oidos, 

Y  ansí  lo  enmiela  y  dora. 
Que  hace  cada  día 

Los  casos  no  creíbles  ser  creídos; 

Mas  los  dias  nacidos 

Después  ven  el  engaño. 

Lo  que  al  hombre  conviene 

Es  fingir  de  los  dioses  lo  que  es  diño; 

Siquiera  es  menor  daño. 

Por  donde  á  mí  me  viene 

Al  ánimo  cantar  de  ti,  divino 

Tanlálides,  diverso 

De  lo  que  canta  el  verso 

De  los  antepasados ,  y  es ,  que  habiendo 

A  los  dioses  tu  padre  combinado, 

\  eu  Sipilo  comiendo, 

Nepluno  te  robó,  de  amor  forzado. 

Domóle  amor  el  pecho, 
Y'  en  carro  reluciente 
Te  puso  adorne  mora  el  Jove  magno,  ■ 
Adó  en  la  edad  siguiente 
Vino  al  saturnio  lecho 
En  vuelo  el  Ganimédcs  soberano. 
Mas  como  el  ojo  humano 
Huíste,  y  mil  mortales. 
Que  luengo  te  buscaron, 
A  tu  llorosa  madre  no  trajeron 
Ni  raslroni  señales; 
Por  tanto,  no  faltaron 
Vecinos  envidiosos  que  dijeron 
Que  por  cruel  manera 
En  ferviente  caldera 
Los  dioses  te  cocieron,  y  traído 
A  la  mesa  de  esta  arte , 
Entre  ellos  te  comieron  repartido. 

Mas  tengo  por  locura 
Hacer  del  vientre  esclavo 
A  celestial  alguno,  y  carnicero. 
Yo  al  lin  mis  manos  lavo, 
Que  de  la  desmesura 
1.1  (laño  y  el  desastre  es  compañero ; 

Y  mas  que  de  primero 
El  Tántalo  fué  amado 
De  los  gobernadores 

Del  cielo,  si  lo  fué  ya  algún  terreno. 

llien  ()ue  al  amontonado 

Tesoro  de  favores 

No  le  bastando  el  pecho  ,  de  relleno, 

Rompió  en  un  daño  fiero. 

Que  el  .Inpiler  severo 

L(!  sujetó  á  la  i)eña  caediza; 

Y'  ansi,  el  huir  (|ue  siempre  fantasea, 

Y  el  miedo  que  le  alíza, 
Ajtíiiaide  de  cuanto  se  desea. 

Y  de  favor  desnudo, 
Padece  otros  tres  males 
Demás  (leste  mal  crudo ;  porque  osada- 
Mente  dio  á  sus  iguales 


POESIAS. 


La  ambrosía  que  no  pudo , 

Y  el  néctar  do  los  dioses  colocada 
Tienen  su  bienhadada 

Y  nofinible  vida. 

Mas,  ¡cuánto  es  loco  y  ciego 

Quien  fia  de  encubrir  su  hecho  al  cielo! 

Después  desla  caida, 

También  el  hijo  luego 

Tornaron  al  lloroso  y  mortal  suelo; 

Y  como  le  apuntaba 
La  barba  ya.  y  estaba 

El  mozo  en  su  vigor  y  florecía , 
Al  rico  y  generoso  casamiento 
Que  entonces  se  ofrecía, 
El  ánimo  aplica  y  pensamiento. 

Ardiendo  pues  desea 
Alalpodamia, 

Del  claro  Pisadon  ilustre  planta ; 
Ya  do  la  mar  batía. 
Cuando  la  noche  afea 
Al  mundo,  solo  busca  al  que  quebranta 
Las  ondas  y  levanta  ; 
Al  cual .  que  enconlinente 
Junto  del  aparece, 
Le  dice:  «Si  contigo  aquel  pasado 
Tiempo  sabrosamente 
Algo  puede  y  merece, 

Y  si  ya  mí  dulzor  te  vino  en  grado, 
Enflaquece  la  mano 

Y  lanza  del  Písano, 

Y  dame  la  Vitoria  en  Elís  puesto , 
Que  á  dilatar  las  bodas  y  concierto 
Efpadre  está  dispuesto. 

Dado  que  son  ya  trece  los  que  ha  muerto. 

»Lo  grande  y  peligroso 
No  es  para  el  cobarde. 
El  alto  y  firme  pecho  lo  presume ; 

Y  pues  temprano  ó  tarde 
Es  el  morir  forzoso , 

¿Quién  es  el  que  sin  nombre  y  vil  consume, 

Y  en  honda  noche  sume 
El  tiempo  de  la  vida. 
De  toda  prez  ajeno? 

Al  fin  estoy  resuelto  en  esta  empresa, 
y  tuya  es  la  salida 

Y  el'dar  suceso  bueno.» 

Y  dicho  esto  calló,  mas  no  fué  aviesa 
De  aquesta  su  requesta 

La  divinal  respuesta ; 
Porque  dándole  nueva  valentía , 
Le  puso  en  carro  de  oro,  en  los  mejores 
Caballos  que  tenia » 
Con  alas  no  cansadas  voladores. 
Y  ansí  alcanzó  Vitoria  , 

Y  fué  suya  la  virgen ;  y  casados , 
De  alto  fecho  y  gloría , 

Seis  principes,  seis  hijos  engendrados 

Dejaron.  Y  pasados 

Los  días,  yace  agora 

En  tumba  suntuosa 

A  par  del  agua  alfea ,  á  par  de  la  ara  ,■ 

De  las  que  el  mundo  adora 

La  mas  nobleyíiloriosa; 

Y  hace  que  su  nombre  y  fama  clara 
Por  mil  partes  se  extienda 

La  olímpica  contienda 

Que  se  celebra  allí ,  do  el  pié  ligero , 

Do  hacen  las  osadas  fuerzas  prueba; 

Y  quien  sale  el  primero. 
Dulcísimo  descanso  y  gozo  lleva 

Para  toda  la  vida ; 
Tanto  es  precioso  y  raro 
El  premio  que  consigue ,  y  siempre  aviene 
Ser  excelente  y  raro 
El  bien  que  de  avenida 

Y  junto  y  en  un  dia  al  hombre  viene; 
Mas  á  mí  me  conviene 

Con  alto  y  noble  canto, 
Por  mas  aventajado. 
En  el  veloz  caballo  coronarte,' 
Hieron  ilustre.  Ycurnilo 
A  todos  en  estado 


■LIBRO  SEGUNDO. 

Vences  y  en  claros  hechos ,  celebrarte 
Tanto  con  mas  hermosas 

Y  m;is  ariiliciosas 

Canciones  yo  presumo.  Vive  y  crece. 
Que  Dios  tiene  á  su  cargo  tu  ventura, 

Y  si  no  "esfaliece, 
Aun  yo  te  cantaré  ';on  mas  dulzura. 

Cantarte  lie  vilorioso 
En  voladora  rueda ; 

Y  C?oiiio,  que  hacia  el  sol  contínomira. 
Para  que  tanto  pueda, 
Me  infundirá  copioso 

Don  de  palabras  vivas.  Que  en  mí  inspira 
Forlisima  y  me  tira 
A  si.  hecha  señora, 
La  musa  poderosa ; 
Que  cada  uno  en  uno  se  señala, 

Y  todo  al  Hey  adora. 
No  busques  mayor  cosa ; 

Y  el  cielo  que  en  lo  alto  de  la  escala 
Te  puso,  te  sustente 
Allí  continuamente; 

Y  yode  tan  ilustre  compañía 
Me  vea  de  comino  rodeado, 

Y  claro  en  poesía. 
Por  todo  el  griego  suelo  andar  nombrado. 


37 


BETIUtLO,  elegía  MI,  LIB.   II. 

Al  campo  va  mi  amor,  y  va  á  la  aldea; 
El  hombre  que  morada  un  punto  solo 
Hiciere  en  la  ciudad,  maldito  sea. 

La  mesma  Venus  deja  el  alto  polo, 

Y  á  los  campos  se  va,  y  el  dios  Cupido 
Se  torna  labrador  por  esto  solo. 

¡Ay,  yo  con  qué  placer,  si  permitido 
Me  fuera  estar  do  estás,  con  el  arado 
Rompiera  el  fértil  campo  endurecido, 

Y  en  hábito  de  aldea  disfr,izailo 
Siguiera  el  paso  de  los  bueyes  lento, 
De  tus  hermosos  ojos  sustentado ! 

Si  me  abrasara  el  sol ,  ningún  tormento 
Sintiera  ni  dolor,  ni  si  la  esteva 
Las  manos  me  llagara  en  parles  ciento; 

Que  Apolo  bien  ansí  en  forma  nueva 
De  las  vacas  de  Admeto  fué  vaquero, 

Y  hizo  de  su  amor  ilustre  prueba. 
La  música  y  belleza  contra  el  fiero 

Amor  no  le  valió ,  ni  saluilable 
Yerba  de  cuantas  él  halló  primero. 

Toda  su  medicina  al  incurable 
Golpe  quedó  rendida,  y  traspasada 
Su  alma  fué  con  flecha  penetrable. 

Llevó  y  tornó  del  pasto  la  vacada. 
La  leche  fué  exprimida  por  su  mano, 
\'  en  las  redondas  formas  apretada. 

¡  Ay !  cuántas  veces,  cuánt:is  de  su  hermano, 
Que  en  pos  de  algini.  novillo  le  encontraba, 
Se  avergonzó  Diana  ,  masen  vano. 

El  cabello,  que  al  oro  despreciaba. 
Revuelto  le  traía  y  desgreñado; 
Que  el  duro  amor  asi  so  lo  mandaba. 

¡üh  venturosa  edad  !  ¡  siglo  dorado! 
Cuando  sin  deshonor  ni  inconveniente 
Aun  á  los  niesmos  dioses  era  dado 
Servir  al  dulce  amor  abiertamente. 


Ardí,  y  no  solamente  la  verdura 
Deste  mí  breve  año ,  amor ,  te  he  dado. 
Mas  del  maduro  otoño  una  gran  parte. 
Pedía  libertad,  y  liasme  apretado, 
Como  preso  que  huye ,  con  mas  dura 
Cadena,  y  no  me  vale  ruego  ni  arte. 
¡Ay  triste!  ¿habrá  en  el  mundo  alguna  parte 
Segura  en  cueva ,  en  monte,  en  la  "mar  honda, 
Abismo  do  me  esconda, 
Y  libre  deste  mal  con  mi  destierro 
Siquiera  de  mis  años  lo  postrero? 

Con  razón  temo  tu  poder  crecido, 


38 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN; 


Oue  el  cornzon  mil  veces  me  hns  abierto, 

Sin  liüilür  conira  ti  defensa  en  n'jila, 

M;is  de  con  voz  hnmikle  y  color  muerto 

Coiifes;ir¡iie  á  la  ciara  por  rendido. 

Cualqiie  región  desierta  y  apartada 

Buscar  ciiiisiera  agora,  (jue  gastada 

La  tuerza  siento  y  el  caljello  cano. 

Por  liuii'  de  tu  mano; 

(,'ue  entre  el  tu.  rte  escuadrón  que  su  bandera 

Siiiue  ,  un  sdidiido  fl:ico  ;,  (pié  honra  espera? 

iMas,  ¡a\  triste!  ¿dó  iré?  Que  i)or  doquiera, 
O  por  l;i  liuniida   mar  ó  seca  arena 
Tomado  tiene  el  paso  Amor  primero; 
Doquiera  el  tueg.p  luce,  el  arco  suena, 

Y  veo  contra  mi  la  punta  fiera, 

Üe  cuyo  golpe  guarecer  no  espero  ; 

Que  el  blanco  es  cierto  y  el  tirador  certero. 

Was  ¿qué  sirve ,  si  el  tiempo  La  ya  secado 

Mi  vigor  y  agostado. 

Como  yerba  que  al  sol  su  fuerza  pierde, 

Y  solo  en  mi  el  deseo  queda  verde  ? 
Tiempo  fué  cuando  osé,  de  amor  vencido, 

Pelante  alguna  bella  y  desdeñosa 

Presentar  mis  querellas  y  tormento; 

Hallé  una  voluntad  blanda,  amorosa 

Debajo  del  desden  ,  y  convertido 

Jli  dolor  y  mi  pena  fué  en  comento. 

ílas  ¿quién  oirá  de  hov  mas  mi  triste  acento? 

Quién  no  condenará  una  edad  causada 

De  nuevo  enamorada? 

La  voz  está  ya  ronca  y  los  ser.tidos, 

Comoculebr..  al  hierro  entorpecidos. 

Tórname  aquel  vigor  que  el  tiempo  avaro 
Piobó  veloz  ,  v  torna  la  viveza 
Que  me  alentaba ,  y  tifie  este  cabello 
Cual  fué  piimero,  porque  en  la  corteza 
El  mal  secreto  no  se  nuiestre claro; 

Y  si  sov  tuyo  ,  haz  que  pueda  sello. 
Que  no  huyo  la  guerra  ,  antes  en  ello 
£l  no  poder  me  duele.  Mas  mi  suerte 
Si  no  es  va  para  el  fuerte 
Oliciüluyo,  libertad  lepiílo; 

Yo  viviré,  seiás  tú  bii'ii  servido. 

I'.l  iiivi<'rno\  las  nubes  fie  mi  vida 
So'.o  te  tpiiló  amor,  y  a(|uesle  hielo 
De  tus  llamas  y  ardor  tan  diferente. 
No  se  debe  pesar  si  el  débil  vuelo 
Convieito  a  mejor  nido  ,  pues  seguida 
Ha  sido  ya  de  mi  tan  liieiigaiiienie 
Tu  vida  amarga  y  dulce  juntamente. 
Que  justo  es  ya  que  sea  libertado 
ÍJii  esclavo  cansado, 
Si(|uiera  á  la  vejez .  y  así  es  costumbre 
Doinle  se  vea  nobleza  y  mansedumbre. 

Mas  pues  que  amor  ningún  consejo  quiere, 
Sigúele  adonde  fuere, 
Di  eve  canción  ,  y  anie  mi  bien  presenta 
El  coiitiiio  dolor  que  me  atormenta. 


IMITACIÓN  DE  DIVERSOS. 

Vuestra  tirana  exención 

Y  ese  vuestro  cuello  erguido, 
Estov  cierto  cpie  Cii(ii<lo 
Pondrá  en  dura  sujeción. 
Yivid  esipiiva  v  exenta  , 
Que  á  mi  cuenta 

Yos  serviréis  al  amor 
Cuando  de  vuestro  dolor 
Ninguno  (pilera  hacer  cuenta. 

<:u;indo  la  doiada  cumbre 
ruere  di;  nieve  esparcida, 

Y  las  dos  luces  de  vida 
Recogieren  ya  su  lumbre; 
Cuando  la  ruga  enojosa 
En  la  hermosa 

Érente  y  cara  se  mostrare, 

Y  el  tiempo ,  que  vuela ,  helare 
Esa  fresca  y  linda  rosa; 

Cuando  os  viéredes  perdida, 
Os  perderéis  por  querer, 


Sentiréis  qué  es  padecer, 
Querer  y  no  ser  querida  ; 
Diréis  con  dolor,  Señora, 
Cada  hora: 

«Quien  tuviera,  ¡aysin  ventura! 
O  agora  aquella  hermosura, 
Oenioncesel  amor  de  hor?  » 
A  mil  gentíos  que  agraviadas 
Tenéis  con  vuestra  porfía 
Dejaréis  en  aquel  dia 
Alegres  y  bien  vengadas; 

Y  por  mil  partes  volando, 
Publicando 

El  amor  irá  este  cuento. 
Para  aviso  y  escarmiento 
de  quien  no  sigue  su  bando. 

¡  Ay  !  Por  Dios,  señora  bella. 
Mirad  por  vos  mientras  dura 
Esa  flor  graciosa  y  pura. 
Que  el  nogozallaes  perdella. 

Y  pues  no  menos  discreta 

Y  perfeta 

Sois  que  bella  y  desdeñosa. 

Mirad  que  ninguna  cosa 

Hay  que  á  amor  no  esté  sujeta. 

Él  amor  gobierna  el  cielo 
Con  ley  dulce  eternamente, 

Y  ¿queréis  vos  ser  valiente 
Conira  él?  Acá  en  el  suelo 
Da  movimiento  y  viveza 

A  la  belleza 

El  amor,  y  es  dulce  vida, 

Y  la  suerte  mas  valida 
Sin  él  es  pobre  tristeza. 

¿Qué  vale  el  beber  en  oro  ; 
El  vestir  seda  y  brocado. 
El  techo  rico  labrado 

Y  los  montes  del  tesoro? 

Y  ¿  qué  vale ,  si  á  derecho 
Os  da  pecho 

El  mundo  todo  y  adora, 
Si  á  la  fin  dormís.  Señora, 
En  el  solo  y  frió  lecho? 


IMITACIÓN   DEL  PETRARCA. 

Mi  trabajoso  dia 
Hacia  la  tarde  un  poco  declinaba, 

Y  libre  ya  del  grave  mal  pasado. 
Las  fuerzas  recogía . 

Cuando  (sin  entender  quién  me  llamaba) 

A  la  entrada  me  hallé  de  un  verde  prado. 

De  flores  mil  sembrado, 

Obra  do  se  extremó  naturaleza. 

El  suave  olor  ,  la  no  vista  belleza 

Me  convidó  á  poner  allí  mi  asiento. 

¡Ay  triste!  que  al  momento 

La  flor  quedó  marchita, 

Y  mi  gozo  tornó  en  pena  inñnita. 
Üe  labor  peregrina 

Una  casa  real  vi,  cual  labrada 

Ninguna  fué  jamás  por  sabio  moro. 

El  muro  plata  lina, 

De  perlas  y  rubíes  era  la  entrada. 

La  lorie  de  marlil,  el  lecho  de  oro; 

niquisimo  tesoro 

Por  las  claras  ventanas  descubría, 

Y  dentro  una  dulcísima  armonía 
Sonaba,  queme  puso  en  esperanza 
De  cierna  bienandanza. 

Entré,  que  no  debiera; 
ILillé  por  paraíso  cárcel  íiera. 

Cercada  de  frescura , 
Mas  clara  que  el  cristal  hallé  una  fuent©. 
En  un  lugar  secreto  y  deleitoso 
De  entre  una  peña  dura 
Nacía  ,  y  murmurando  dulcemente 
Con  su  correr  hacia  el  campo  hermoso. 
Yo,  lodo  deseoso, 

Lánceme  pop  beber.  ¡  Ay  triste  y  ciego! 
Beid  por  ajjua  fresca  ardiente  fuego; 


POESÍAS.— 

Y  por  mayor  dolor  el  cristalino 
Curso  mudó  el  camino, 

(Jue  causa  que  muriendo 

Agora  viva  ,  en  sed  y  pena  ardiendo. 

De  blanco  y  colorado 
Una  paloma  y  de  oro  matizada, 
La  mas  bella  y  mas  blanca  que  se  vido, 
Me  vino  mansa  al  lado. 
Cual  una  de  las  dos  por  quien  guiada 
La  rueda  es  de  quien  reina  en  Pafo  y  Gnido. 
¡Ay!  Yo,  de  amor  vencido. 
En  el  seno  la  puse,  que  al  instante 
En  mi  pecho  lanzó  el  pico  tajante, 

Y  me  robó,  cruel,  el  alma  y  vida; 

Y  luego  convertida 

En  águila  ,  alzó  el  vuelo; 

Quedé  merced  pidiendo  yo  en  el  suelo. 

Al  fin  vi  una  doncella 
Con  semblante  real ,  de  gracia  lleno. 
De  amor  rico  tesoro  y  de  hermosura. 
Puesto  delante  della. 
Humilde  le  ofreci ,  abierto  el  seno, 
Mi  corazón  y  vida  con  fe  pura. 
¡Ay!  ¡cuan  poco  el  bien  dura! 
Alegré  lo  lomó,  y  dejó  bañada 
Mi  alma  de  placer ;  mas  luego  airada, 
De  mi  se  retiró  por  tal  manera, 
Como  si  no  tuviera 
En  su  podermi  suerte. 
¡Ay  dura  vida!  Ay  perezosa  muerte! 

Canción ,  estas  visiones 
Ponen  en  mí  encendida 
Ansia  de  fenecer  tan  triste  vida. 


LIBRO  SEGUNDO. 

Alargo  enfermo  el  paso,  y  vuelvo,  cuanto 
Alargo  el  paso,  atrás  el  pensamiento. 
No  vuelvo ,  que  antes  siempre  miro  atento 
La  causa  de  mi  gozo  y  de  mi  llanto. 

Allí  estoy  (irme  y  quedo ;  mas  en  tanto, 
Llevado  del  contrario  movimiento 
(Cual  liace  el  extendido  en  el  tormento), 
Padezco  fiero  mal,  fiero  quebranto. 

En  partes  pues  diversas  dividida 
El  alma,  por  huir  tan  cruda  pena 
Desea  dar  ya  al  suelo  estos  despojos. 

Gime,  suspira  y  llora  dividida , 
Y  en  medio  del  llorar  solo  esto  suena  : 
¿Cuándo  volveré,  Nise,  á  ver  tus  ojos? 


39 


Señor,  aquel  amor  por  quien  forzado, 
Muriendo,  de  mi  mal  hiciste  enmienda, 
Nos  libre  de  tu  ira  y  nos  defienda. 

Mira,  Padre  amoroso, 
Cuánto  es  tenaz  esta  mundana  liga, 

Y  cómo  el  engañoso 
Contrario  con  mil  lazos  nos  obliga, 

Y  el  dulce  con  que  cubre  su  enemiga; 
Por  donde,  si  acontece  que  nos  prenda. 
Tu  blanda  piedad  á  esto  atienda. 

¿Quién  hay  que  no  confiese. 
Señor,  que  son  sin  lin  nuestras  maldades? 
Mas  si  culpa  no  hubiese, 
¿Adó  demostrarlas  tus  piedades? 
¿En  qué  relucirían  tus  bondades? 
Las  cuales  porque  el  hombre  las  entienda  , 
No  tomes  á  despecho  que  te  ofenda. 

Tú  ,  Padre,  nos  lanzaste 
En  este  mar,  y  tú  nos  saca  á  puerto. 

Y  si  ya  nos  amaste 

Cuando  el  suelo  te  tuvo  vivo  y  muerto , 
Amaños  también  hora ,  y  nuestro  tuerto 
A  tu  dulce  perdón  no  ponga  rienda , 
Mas  siempre  mas  copioso  en  nos  decienda. 


SONETOS. 


Amor  casi  de  un  vuelo  me  ha  encumbrado 
Adonde  no  llegó  ni  el  pensamiento , 
Mas  toda  esta  grandeza  de  contento 
Me  turba  y  entristece  este  cuidado; 

Que  temo  que  no  venga  derrocado 
Al  suelo  por  faltarle  fundamento ; 
Que  lo  que  en  breve  sube  en  alto  asiento, 
Suele  desfallecer  apresurado. 

Mas  luego  me  consuela  y  asegura 
El  ver  que  soy,  señora  ilustre,  obra 
De  vuestra  sola  gracia  ,  y  que  en  vos  fio. 

Porque  conservaréis  vuestra  hechura, 
Mis  faltas  supliréis  con  vuestra  sobra, 
Y  vuestro  bien  hará  durable  el  mío. 


Agora  con  la  aurora  se  levanta 
Mi  luz ,  agora  coge  en  rico  ñudo 
El  hermoso  cabello,  agora  el  crudo 
Pecho  ciñe  con  oro,  y  la  garganta. 

Agora  vuelta  al  cielo  pura  y  santa. 
Las  manos  y  ojos  bellos  alza ,  y  pudo 
Dolerse  agora  de  mi  mal  agudo , 
Agora  incomparable  tañe  y  canta. 

Ansí  digo,  y  del  dulce  error  llevado, 
Presente  ante  mis  ojos  la  imagino , 
Y  lleno  de  humildad  y  amor  la  adoro. 

Mas  luego  vuelve  en  si  el  engañado 
Animo,  y  conociendo  el  desatino, 
La  rienda  suelta  largamente  al  lluro. 


¡Oh  cortesía ,  oh  dulce  acogimiento! 
Oh  celestial  saber,  oh  gracia  pura, 
Oh  de  valor  dotado  y  de  dulzura, 
Pedio  real ,  honesto  pensamiento. 

¡  Oh  luces,  del  amor  querido  asiento, 
Oh  boca  donde  vive  la  hermosura , 
Oh  habla  suavísima,  oh  ligura 
Angélica,  oh  mano,  oh  sabio  acento! 

Quien  tiene  en  solo  vos  atesorado 
Su  gozo  y  vida  alegre  da  y  su  consuelo , 
Su  bienaventura  y  rica  suerte, 

Cuando  de  vos  "se  viere  desterrado, 
¡Ay  !  ¿qué  le  quedará  sino  es  recelo, 
Y  noche  y  amargor  y  llanto  y  muerte? 


Después  que  no  descubren  su  lucero 
Mis  ojos  lagrimosos  noche  y  día , 
Llevado  deí  error,  sin  vela  y  guia, 
Navego  por  un  mar  amargo  y  fiero. 

El  deseo ,  la  ausencia,  el  carnicero 
Recelo ,  y  de  la  ciega  fantasía 
Las  olas  muy  furiosas  á  porfía 
Me  llegan  al  peligro  postrimero. 

Aquí  una  voz  me  dice  cobre  aliento, 
Señora  ,  con  la  fe  que  me  habéis  dado , 
Y  en  mil  y  mil  maneras  repetido; 

Mas  ¿cuánto  desto  allá  llevado  ha  el  viento? 
Respondo,  y  á  las  olas  entregado, 
El  puerto  desespero,  el  hondo  pido. 


GEÓRGICA  PRIMERA  DE  VIRGILIO. 

Lo  que  fecunda  el  campo  ,  el  convinieate 
Romper  del  duro  suelo  ,  el  sazonado 
Juntar  la  vid  al  olmo,  y  juntamenle 
Cómo  secura  el  buey,  cómo  el  ganado, 
Y  de  la  escasa  abeja  diligente 
Su  industria  y  saber  mucho  no  enseñado, 
Aquí,  Mecenas  claro,  comenzando 
Por  orden  cada  cosa,  iré  cantando. 

Oh  vos,  lumbreras  claras  de  la  vida, 
Que  el  año  producís  andando  el  cielo. 
Alma  Céres  y  Baco,  si  en  florida 
Espiga  por  don  vuestro  mudó  el  suelo 


40  OBRAS  DE 

La  primera  bellota ,  y  la  bebida 
Con  las  lialladas  uvas  perdió  el  hielo; 

Y  vos,  dioses  propicios  del  aldea  , 
Venid,  faunos,  adómi  voz  desea. 

Venid,  faunos,  venid  ,  coro  lucido 
De  dríadas  ,  pues  vuestros  dones  canto; 
\  lü,  Nepluno.  aquien  el  campo  herido 
Con  el  i;rande  tridente,  con  espanto 
El  caballo  produjo;  y  del  fl  .-rido 
Bosque  el  cultivador"  y  de  otro,  canto, 
De  novillos  pastor  tres  veces  ciento. 
Que  pacen  de  la  Cea  el  grueso  asiento. 

Y  tú  .  pastor  de  ovejas,  Pan,  dejados 
Tus  bosques  y  tus  valles  de  Liceo, 

Si  son  de  ti  tus  Ménalos  ya  armados  , 
Vén  presto  favorable  aqui.  oh  Tegeo; 

Y  tú,  Minerva,  vén,  que  á  los  collados, 
La  gruesa  oliva  hallando,  <l¡ste  arreo, 
Yei  mozo  inventador  del  corvo  arado, 

Y  del  ciprés  entero  por  cayado. 

Y  los  dioses  y  diosas  igualmente, 
Cuantos  tenéis  por  obra  y  por  oficio 
La  guarda  de  los  campos  jumamente; 
Aquellos  que  con  vuestro  beneficio 
Las  mieles  levantáis  no  sin  simiente, 

Y  aquellos  que  enviáis  del  edificio 

Del  cielo,  para  el  l)ien  de  los  sembrados, 
Largos  hilos  de  lluvia  derramados. 

Y  finalmente,  tú,  de  quien  se  duda 
A  cuál  divinidad  serás  alzado  , 

O  si  de  lo  terreno  ,  que  se  muda, 
Querrás  y  de  tu  liorna  el  gran  cuidado; 
De  arte  que  colgada  de  tu  ayuda 
La  redondez  le  adpre , coronado 
Conel  materno  mirlo  frente  y  sienes, 
Señor  del  aire  y  campo  y  de  sus  bienes, 
üli  si  fueres  del  mar  por  Dios  tenido, 

Y  a  ti  solo  adorare  el  maiinero, 

Y  Tule  lo  poslrer  de  lo  sabido  , 

Y  diere  por  ti  Teti  el  mar  entero, 
Por  ti  para  su  yerno ,  ó  añadido 

A  los  meses  tardíos  por  lucero 
En  el  lugar  que  esiá  <iésocupado, 
Entre  Virgoy  las  Celas  asentado. 

Une  si  lo  miras ,  ya  para  tu  asiento 
Los  brazos  encogió  el  Kscorpio  ardiente, 

Y  mas  de  la  miiad  con  miramiento 
Te  deja  de  su  silla  reluciente. 
Pues,  ó  le  venga  desto  mas  contento, 
O  seas  el  que  fueres  finalmente 
(Que  no  le  esperará  rey  riel  infierno, 
Ki  lü  desearás  tan  mal  gobierno. 

Aunque  el  Kliseo  campo  Grecia  admire, 
YProserpina  huva,  demandada 
Volverse  con  su  madre),  ansí  que  inspire 
En  mí  tu  deidad,  apiadada 
Del  labrador,  que  ignora  por  dó  tire, 

Y  da  favor  á  aquesta  empresa  osada. 
Vén  pues  ,  y  desde  luego  acoslund)rado 
Aprende  como  Dios  ser  invocado. 

Kn  el  \erano  nuevo,  cuando  el  frió 
Humiír.  en  alta  sierra  desatado, 
Deciende  convertido  en  largo  rio, 

Y  el  campo,  con  el  céfiro  alentado, 
El  seno  atinja  que  cerraba  el  frió, 
Al  punto  gima  el  i)uey  con  el  arado, 
Hincándolo ,  y  la  reja  ,  de  gastada  , 
Conel  arar  relnndire  como  espada. 

Aquella  mies  sin  duda  corresponde 
Con  lo  que  siempre  el  labrador  desea  , 
Que  en  dos  tiem|ios  el  hielo  en  si  la  esconde, 

Y  en  dos  tiempos  el  sol  la  ve  y  recrea  ; 
Sus  frutos  las  paneras  rompen,  donde 
Se  encierran.  Mas  tu  estudio  y  vela  sea  , 
Antes  de  abrir  con  reja  el  nuevo  suelo. 
Las  mañas  conocer  del  viento  v  ciclo. 

Los  \ientos,  \  los  modos  diferentes 
Del  aire  y  sus  diversas  calidades; 
Lo  pnipio  de  las  tierras,  las  sindenles 
Que  huyen  ó  á  quién  iiacen  amistades; 
Que  ¡ifpii  se  dan  los  trigos,  las  ardientes 
Ivas  mejor  allí ,  las  variedades 


FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 

De  frutas  hallan  dicha  en  otra  parle , 

Y  lo  que  sin  cultura  nace  y  arte. 
¿No  ves  por  ventura  cómo  envía  * 

Cilicia  su  azafrán  ,  el  indio  fiero 
Nos  da  el  rico  marfil ,  y  cómo  cria 
Encieiiso  el  viciosísimo  Sabeo, 

Y  los  calibesdan  hierro,  y  porfía 
El  Ponto  el  venenoso  castóreo, 

Y  Epiro  en  dar  las  yeguas  tiene  gloria, 
■  Que  en  lilis  se  aventajan  con  viloria? 

Que  luego  en  el  principio  divididas. 
La  suya  á  su  lugar  naturaleza. 
Aquestas  leyes  puso  establecidas 
Con  liga  y  nudo  eterno  de  firmeza ; 
Luego  cuando  las  piedras  esparcidas 
Lanzó  Deucalion  por  la  grandeza 
Del  yermo  suelo  y  tierra  espaciosa. 
De  do  los  hombres  nacen  ,  dura  cosa. 

Ansí  que  ,  como  digo ,  el  mes  primero 
Del  año  el  fuerte  buey  con  el  arado 
Trastorne  el  fértil  suelo,  porque  quiero 
Quecue/a  con  su  ardor  el  quebrantado 
ierion  el  seco  estío ;  y  si  es  ligero 
El  campo,  á  la  ligera  sea  tocado; 
Allí  porque  no  ahogue  yerba  el  trigo, 
Aqui  poique  no  espire  el  jugo  amigo. 

También  harás  que  á  veces  repartido 
Goce  el  segado  campo  de  reposo, 

Y  que  por  luengo  espacio  entorpecido 
Con  molió  se  endurezca  el  perezoso, 
O  sembrarás  cebada  allí,  venido 
Su  tiempo,  de  do  en  vaina  sonoroso 
O  Coges  el  legumbre,  ó  fué  arrancada 
De  do  por  ti  la  abeja  delicada  , 

O  de  donde  sacaste  del  lupino 
Triste  la  caña  fiaca  vocinglera. 
Mas  quema ,  adonde  nace,  el  campo  el  lino, 

Y  la  bañada  en  sueño  dormidera 
Le  quema ,  y  las  avenas.  El  contino 
Uso  trocando  ansí ,  pues  se  aligera , 
Con  tal  que  sin  empacho  ni  recelo 
Hartes  de  esiiérco!  grueso  el  flaco  suelo. 

De  estiércol  y  ceniza  torpe,  inmunda, 
Esparce  largo  el  campo  adelgazado , 
Que  ansí  y  mudando  escpiilino  se  fecunda 
La  ti'MM'a.  Y  no  es  ninguna  del  no  arado 
Suelo  la  utilidad.  A  la  infecunda 
Haza  provecho  á  veces  ha  causado 
Quemarla,  y  que  al  rastrojo  seco  asido, 
Corra  abrasando  el  fuego  y  dé  estallido. 

O  porque  ansí  se  esfuerza  ocultamente 

Y  mas  se  engruesa  el  campo,  ó  poríjue  luego 
Quemado,  lo  vicioso  totalmente 
Perece,  y  suda  el  daño  con  el  fuego, 
O  porque  aquel  ardor  eficazmente 
Descubre  mas  caminos,  y  lo  ciego 
Relaja  de  los  poros,  por  do  venga 
El  jugo  á  lo  sembrado ,  y  lo  mantenga. 

Ó  es  porque  endurece  el  fuego  al  suelo, 

Y  aprieta  mas  las  venas  dentadas, 
A  que  ni  recios  soles ,  ni  del  cielo 
Las  lluvias  menudas  enviadas. 
Ni  el  cierzo  penetrable,  envuelto  en  hielo. 
Le  abrase.  Y  mas  sirve  á  las  aradas 
Quien  rompe  los  terrones  descuidados. 
Con  puntas  y  con  zarzos  arrastrados. 

No  mira  al  que  esto  hace  del  dorado 
Cielo  la  roja  Céres  sin  provecho. 
Ni  menos  al  que  al  brazo  atravesado 
Los  lomos  que  alzó  arando  en  el  barbecho 
l.os  corta  de  través  con  el  arado, 

Y  al  sesgo,  diligente,  y  al  derecho 
La  tierra  sin  cesar  desasosiega, 

Y  doma  y  trae  sujeta  ansi  la  vega. 
Húmiíios  eqnioocios,  fríos,  serenos, 

Labradores  |icdid,  que  el  polvoroso 
Hielo  da  ricos  panes ,  hace  amenos 
Prados ,  y  si  presume  de  abundoso 
El  suelo  de  la  Frigia  ,  y  sus  llenos 
Campos  admira  el  Gárgaro  gozoso, 
Desta  sazón  de  tiempo  mis  le  viene 
Que  de  cuauta  cultura  y  labor  tiene- 


poesías.  —  LIBRO  SEGUNDO. 


¿Qué  diré  del  que  liiejío  que  lia  esparcido 
La  simiente,  prosigue,  y  de  la  arena 
Flaca  lo  amontonado  y  mal  asido 
Deshace,  y  que  después  con  larga  vena 
Dei  agua  que  le  sigue,  el  esparcido 
Campo  baña  ,  y  lo  mesmo  cuando  pena 

Y  hierve  el  abrasado  suelo  ardiendo, 

Y  sus  yerbas,  que  en  él  se  están  muriendo, 
Al  punto  de  la  altura  recostada 

Abre  camino  al  agua,  que  cayendo 
Hiere  las  lisas  piedras ,  y  encontrada. 
Ronco  mormullo  mueve,  y  tiembla  yendo 
La  tierra  abierta  y  seca ,  de  abrasada  ;^ 

Y  del  que  en  yerba  el  vicio  va  paciendo 
De  las  mieses  que  igualan  las  aradas. 
Porque  después  no  se  echen  de  granadas? 

¿Del  que  el  humor,  en  lagos  recogido, 
Con  bebedora  arena  lo  deslierra? 
El  rio  mayormente  si  salido 
De  madre  ,  y  largamente  por  la  tierra 
En  los  inciertos  meses  extendido, 
Con  cieno,  que  dejó ,  la  ocupa  y  cierra, 
Por  do  las  anchas  fosas  llenas  sudan 
Con  aguas  que  estantías  no  se  mudan. 

Y  (no's  dado  (lue  el  hombre  y  buey  á  «na. 
Cultivando  la  tierra  y  trabajando. 

Hayan  aquesto  hecho)  no  es  ninguna 

La  ofensa  que  el  mal  ánsar  hace  andando, 

Y  las  grullas  de. Tracia  ,  y  la  importuna 
Indivia  los  sembrados  enredando 

Con  sus  amargas  hebras,  ni  es  velleño 
Las  sombras  á  los  panes  muy  pequeño. 

Que  el  mismo  Padre  eterno  quiso  en  parte 
No  fuese  la  labranza  del  barbecho 
Fácil,  y  lué  el  primero  que  con  arte 
Los  campos  meneó,  porque  de  hecho 
El  cuidado  forzoso  fuese  parte 
Para  aguzar  el  torpe  humano  pecho; 
No  consintiendo  que  su  monarquía 
Se  entorpeciese  con  pereza  fria. 

Porque  ante  de  su  reino  por  ninguno 
El  campo  ni  fué  arado  ni  mollido, 
Niel  señalar  con  lindes  cada  uno 
Su  parte ,  ó  el  d¡\-idir  fué  permitido; 
Servían  al  común  sin  miedo  alguno, 
La  tierra  daba  fruto  no  pedido. 
El  ansimismo  puso  mal  veneno 
A  las  serpientes  negras  en  el  seno. 

El  les  mandó  á  los  lobos  que  salteen, 
Al  mar  que  se  levante,  y  sacudida 

?u¡soque  miel  las  hojas  no  goteen, 
del  la  luz  del  fuego  fue  ascendida ; 
Los  vinos  que  corrían  no  se  veen. 
Que  fué  por  él  su  vena  reprimida , 
Para  que  imaginando  el  uso  ,  hiciese 
Las  artes  poco  á  poco,  y  las  puliese. 

Y  para  que  buscase  él  trigo  arando, 

Y  para  que  del  seno  el  ascondido 
Fuego,  á  los  perdenales  golpeando, 
Sacase.  Allí  primero  fué  sentido 

El  barco  de  los  ríos ,  y  allí  cuando 
Redujo  á  cierta  suma  ',  y  su  apellido 
Compuso  á  cada  estrella  el  marinero. 
Osas,  Virgilias,  Hiadas,  Lucero. 

Y  entonces  se  inventó  el  cazar  las  fieras 
Con  lazos  y  con  ligas  engañosas, 

EJ  enredar  las  aves,  y  las  fieras 
Selvas  cercar  con  canes.  Las  undosas 
Mares  con  redes  largas ,  barrederas, 
El  uno  escudriñaba  y  con  ñudosas 
Mangas ,  el  otro ,  hiriendo  á  su  albedrío , 
El  hondo  penetró  del  ancho  rio. 

Y  entonces  el  rigor  del  hierro  vino, 
y  fué  la  cortadora  sierra  hallada, 

Que  á  fuerza  de  las  cuñas  cortó  el  pino, 
Fátil  para  él  henderla  edad  dorada. 
Nacieron  muchas  artes;  que  el  contino 
Trabajo  pertinaz  y  l-a  apretada 
Falta ,  que  en  lo  preciso  no  reposa, 
Todo  lo  sobrepuja  poderosa. 

Céreslos  enseñó  á  romper  la  tierra 
Cou  hierro ,  cuando  ya  casi  fallaba 


Bellota  en  el  sagrado  monte  y  sierra, 

Y  la  comida  Epiro  nos  negaba ; 

Mas  luego  al  pan  le  vino  nueva  guerra, 
La  nubla  dañadora  ,  que  gastaba 
La  espiga ,  y  el  baldío  y  desechado 
Cardo,  que  se  erizaba  en  el  sembrado. 

Ahóganse  las  mieses,  sube  y  crece 
Selva  desagradable,  abrojo,  espina, 

Y  en  lo  que  cultivado  resjihindece 
Reina  la  grama  inútil,  la  maligna 
Avena ;  y  si  tu  mano  desfallece 

En  perseguir  con  rastro  á  la  conlina 
Al  campo ,  y  si  no  espantas  con  ruido 
Las  aves,  ó  con  honda  y  estallido; 

Si  no  estrechares  tú  con  podadera 
Las  sombras  del  umbroso  y  negro  suelo, 
Si  en  el  otoño  y  en  la  primavera 
Con  votos  no  pidieres  agua  a!  cielo. 
En  vano  ¡  ay  !  los  montoiies  de  la  era 
Ajena  mirarás,  y  tu  consuelo. 
Con  que  consolarás  tu  merecida 
Hambre,  será  la  encina  sacudida. 

También  nos  convendrá  que  dicho  quede 
Qué  armas  ha  de  usar  el  esforzado 
Rústico,  sin  las  cuales  no  se  puede 
Sembrar  ni  mejorar  lo  ya  sembrado. 
La  reja  es  lo  primero,  y  le  sucede 
El  roble  del  muy  grande  y  corvo  arado, 
La  carreta  de  Céres  Eleusina, 
Que  despacio  volviéndose  camina. 

Los  trillos,  las  rasireras,  los  pesados 
Rastros  desigualmente ,  los  teji<los 
Cestos,  alhajas  viles,  los  trabados 
Zarzos  de  rama  y  mimbre,  los  debidos 
Harneros  al  dios  Baco,  queajuntados 
Con  acuerdo  tendrásy  apercebidos 
De  antt's  todos  estos ,  si  la  amada 
Gloria  del  fértil  campo  teesguard.ula. 

Con  tiempo  allá  en  la  selva  retorcido 
Con  fuerza  valentísima  es  domado 
El  olmo  para  cama ,  y  costreñído 
Recibe  forma  en  si  de  corvo  arado ; 
De  allí  por  ocho  pies  sale  extendido 
Derecho  asi  el  timón ,  y  cada  lado 
Su  oreja  y  su  dental ,  y  de  antemano 
Se  corte  al  yugo  el  tojo  bien  liviano. 

El  tejo  y  ia  allahaya ,  y  juntamente 
La  esteva  se  apareje ,  que  pkintada 
Detrás  en  el  arado,  prestamente 
Vuelva  las  bajas  ruedas ;  y  colgada 
La  leña  dura  en  el  hogar  caliente, 
Alli  será  del  humo  examinada. 

Y  puédote  decir  otras  mil  cosas. 

Que  los  ancianos  mandan,  provechosas. 

Mil  cosas,  si  te  place  estar  atento, 
\'  tan  menuda  cuenta  no  es  penosa. 
La  era,  lo  primero,  de  cimiento 
Trastórnala ,  y  con  greda  pegajosa 
Macízala  después,  y  desde  el  centro 
Por  toda  alrededor  con  poderosa 
\  bien  rolliza  piedra  ansí  rodando. 
Lo  desigual  del  suelo  irás  quitando. 

Porque  no  nazcan  yerbas,  ni  hendida, 
El  polvo  en  ella  reine ,  ocasionada 
A  ser  de  mil  trabajos  ofendida  ; 
Que  á  veces  hace  en  ella  su  morada, 

Y  su  troje  el  ratón ,  y  su  manida 
El  topo  ciego  pone  allí  cavada, 

Y  el  sapo  alli  se  halla  cada  día, 

Y  cuanta  sabandija  el  suelo  cria ; 

Y  á  veces  el  gorgojo  átala  y  gasta 
Grande  montón  de  trigo,  y  la  hormiga 
Ensila  mucho  mas  délo  que  basta, 
Temiendo  la  vejez  pobre  y  mendiga ; 
Que  si  tu  diligencia  no  contrasta 
Mil  daños  amenazan  á  la  espiga; 

Y  atenderás  también,  si  te  es  gustoso, 
Adivinar  lo  estéril ,  lo  abundoso. 

Atiende  cuando  en  flor  la  almendrera 
Se  viste  por  el  campo ,  y  de  florida 
Las  ramas  encorvare  ;  la  panera, 
Si  el  fruto  viene  á  colmo ,  enriquecida 


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OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Será  por  un  igual ,  y  grande  era 
Verás  con  gran  calor  ;  mas  si  caida 
La  flor  se  l'uere  en  hoja ,  muy  menguadas 
Espigas  trillarás  y  mal  granadas. 

Y  visto  1)6  yo  que  muchos  sembradores 
Los  granos  medicinan,  y  primero 

Con  alpecliin  los  hnñan/con  licores 
Otros,  para  que  el  fruto  mas  entero 
Hincha  la  falsa  vaina  ,  y  los  ardores 
Del  fuego  ,  aunque  pequeño,  mas  ligero 
Los  cuezan  y  enmollezcan  ,  y  aun  be  vido 
El  trigo  desdecir  muy  escogido. 

He  visto  que  después  de'gran  cuidado 
Desdice  poco  á  poco,  si  el  humano 
Velar  en  cada  un  año  lo  granado 
No  escoge  y  lo  mejor  con  propia  mano; 
Que  ansi  por  ley  en  todo  la  criado 
Descae  y  vuelve  atrás  el  ser  liviano, 

Y  viénese  empeorando  de  contino 

A  estado  menos  bueno  y  menos  diño. 

^o  de  otra  iorma  y  niodo  que  acontece 
Al  que  con  remo  y  fuerza  apemis  lleva 
El  barco  la  agua  arriba  ,  si  enflaquece 

Y  si  de  cnanto  puede  no  hace  prueba, 
Si  acaso  el  brazo  afloja  y  desfallece, 

Y  la  raudal  corriente  se  le  lleva 
Al  punto  en  pos  de  sí  arrebatado, 

Y  como  cuesta  abajo  despeñado. 

Y  allende  deslo,  importa  el  tener  cuenta 
(Tanto  á  nosotros  como  al  marinero 

Que  el  Ponto  y  que  el  estrecho  ávido  tienta. 
Llevado  por  el  mar  ventoso  y  fiero 
Al  patrio  y  dulce  nido,  donde  asienta) 
Con  el  Arcturo  y  con  el  Carretero, 
Sus  cabras  y  su  dia  ,  y  juntamente 
Con  la  culebra  austnd" resplandeciente. 

Cuando  la  Libra  iguales  horas  diere 
Al  sueño  y  á  la  vela  ,  y  justamente 
La  redondez  por  medio  dividiere 
Entre  la  noche  y  luz  ,  el  buey  valiente 
'J'raed  á  la  melena  ,  y  por  do'  fuere 
Con  mano,  oh  labradores,  diligente 
Esparced  las  cebadas  hasta  cualido 
Lo  crudo  del  invierno  venga  helando. 

Y  por  el  niesmo  modo  es  a|iro|)iado 
Tieuipo  para  entregar  el  lino  al  suelo  , 

Y  de  la  dormidera  el  delicado 
Crano  á  la  santa  Céres  sin  recelo, 
(Cuando  está  seco  el  campo,  y  el  nublado 
Alto  V  suspenso  se  anda  por  el  cielo; 
Mas  de  babas  es  la  sen)entcra 

Cuando  aparece  ya  la  primavera. 

Y  á  ti  también,  alfalfa,  los  llovidos 
Sulcos  te  acogerán  bien  en  su  seno  , 

Y  ai  mijo  en  cada  un  año  sus  debidos 
Cuidados  sa/on  viene  y  tiempo  bueno, 
(>nando  ya  el  blanco  toro  con  lucidos 
Cuernos  del  año  hneiio  y  del  sereno 
Aire  la  puerta  abriendo,  y  se  pusiere  . 
El  Can  contrai  ia  estrella  ,  y  le  cediere. 

Empero  si  labrares  para  el  trigo 
L:  s  tierras,  ó  si  para  las  cebada.s  , 

Y  fueres  de  los  panes  solo  amigo , 
I'rimero  se  te  escondan  las  llamadas 
Virgilias.  y  piimero  (como  digo) 

Se  asconda  la  corona,  que  entregadas 
Al  sulco  lassimienlcs  le  confies, 

Y  al  suelo  sin  sazón  tu  año  íics. 

Que  nuiclios  comenzaron  no  caida        , 
La  maya,  mas  al  Un  la  espiga  vana 
Hurló  sus  esperanzas.  Si  esparcida 
La  arbeja  ó  vil  lasólo,  y  la  gitaTia 
Lenteja  fuere  en  preciode  ti  habida  , 
Su  tienqio  te  dirá  y  su  sazón  sana 
Sus  rayos  el  Hooíes  ndiijando; 
Comienza,  y  llega  al  hielo  asi  sendirando. 

Que  por  aquesta  fin  d(d  sol  dorado 
La  redondez  del  rielo  dividida, 
Con  numero  medido  y  limitado 
I'or  doce  claros  signos  es  regida 

Y  en  cinco  zonas  todo  está  cortado; 
La  una  de  las  cuales  enccudida 


La  tiene  de  contino  el  sol  presente , 

Y  el  fuego  que  la  tuesta  eternamente. 
De  atpiesta  al  rededor  las  dos  postreras 

Por  la  siniestra  y  por  la  diestra  mano 
Se  extienden  verde  y  negras  con  las  lleras 
Lluvias,  con  el  rigor  del  hielo  insano; 

Y  entre  esta  y  la  media  van  dos  veras, 
Dadas  por  don  al  hombre  soberano, 

Y  en  ambas  al  través  hecho  el  camino 
Por  do  los  signos  andan  de  contino. 

Que  cuanto  se  levanta  el  cielo  alzado 
Encima  jos  alcázares  rifeos  , 
Tanto  sé  va  sumiendo  ,  y  recostado 
Hacia  el  Ábrego  y  Libia  y  los  guineos. 
Aqueste  quicio  vemos  ensalzado; 
Debajo  de  los  pies  aquel  los  feos 

Y  hondos  infernales;  el  Cerbero 

Le  ve ,  y  del  negro  lago  el  mal  barquero. 

Aquí  va  dando  \ueltas  la  serpiente 
Grandísima,  á  manera  de  un  gran  rio, 
Por  entre  las  dos  osas  reluciente; 
Las  osas,  que  en  la  mar  nunca  el  pié  frió 
Lanzaron;  mas  allí  continamente 
Que  es  calma  dicen  todo  y  estantío, 
En  noche  profundísima  espesando 
Lo  escuro  las  tinieblas,  y  engrosando. 

O  dicen  que  la  aurora  despedida 
De  aquí  los  lleva  el  dia,  y  al  momento 
Que  torna  á  descubrírsenos  nacida  , 

Y  que  de  sus  caballos  el  aliento 
Nos  toca,  de  la  tarde  la  lucida 
Estrella  allí  con  presto  movimiento 
Sus  luces  les  enciende,  por  manera 
Que  el  cielo  nos  enseña  verdadera. 

Enseña  que  nos  dice  sin  engaño 
Del  aire  las  mudanzas  revoltoso. 
La  mies,  la  sementera,  y  cuando  el  año 
Concede  dar  el  remo  al  niar  undoso ; 
Cuando  se  puede  al  agua  echar  sin  daño 
La  nave ,  y  cuando  el  pino  poderoso 
Con  su  sazón  debida  viene  á  tierra. 
Cortado  en  la  fragosa  y  alta  sierra. 

Ansi  que,  no  es  sin  fruto  tener  cuenta 
En  ver  si  nace  el  signo,  si  se  pone  , 

Y  el  año  que  con  una  y  justa  cuenta 
De  cuatro  tiempos  varios  se  compone. 
Si  fuere  que  la  lluvia  no  consienta 
Salir  al  labrador,  no  se  perdone 

De  hacer  mil  cosas,  (¡ue  la  nube  huida, 
Convienen  y  se  bacen  de  corrida. 

Que  el  labrador  la  reja  allí  embotada 
Afila  de  su  espacio ,  y  cava  el  leño 
En  barco  ,  ó  si  le  place ,  á  su  manada 
Almagra,  y  el  montón  grande  ó  pequeño 
A  cuenta  le  reduce  ,  es  aguzada 
La  horca  de  dos  puntas,  alza  el  dueño 
El  rolo  valladar,  allí  se  apresta 
Lo  que  la  vid  caediza  tiene  enhiesta. 

Entonces  con  los  mimbres  es  tejido 
El  fácil  canastillo,  tuesta  el  fuego 
Entonces  las  espigas,  y  es  molido 
El  grano  con  la  piedra  ;  y  al  sosiego 
Santo  el  hacer  también  le  es  permitido 
Por  ley  algunas  obras  ,  porque  el  riego 
No  hay  tiesta  que  loved(>,  ni  es  vedado 
Cercar  con  valladares  el  sembrado. 

Ni  menos  el  armar  al  ave  engaño, 
Ni  el  encender  los  cardos,  ni  el  roñoso 
Ganado  cabriller  en  fresco  baño; 

Y  á  veces  sobrepone  al  espacioso 
Asnillo  el  labrador,  conforme  al  año, 
Aceite  ó  vil  manzana,  y  va  ,  y  gozoso 
Lo  torna  del  mercado  á  su  morada 
(Wíii  pez  ücual(|ue  pi(Mlia  aderezada. 

Y  para  el  trabajar  también  la  luna 
A  (lias  es  feliz  en  su  carrera. 
Huye  su  quinta  luz,  en  quien  á  una 
Tesifoiie  nacieron  y  Meguera, 

Y  el  Oreo  verdinegro  y  la  laguna, 

Y  en  tal  dia  la  tierra  lanzó  afuera 
(oM  parlo  alioininable  á  Tifoeo, 
A  Japeto,  Porfiria ,  Heto,  Coeo. 


POESÍAS.  — LIBRO  SEGUNDO. 


43 


En  tal  produjo  infelicemente 
A  lodos  los  hermanos  conjurados 
De  dar  asalto  al  cielo  osadamente. 
Tres  veces  procuraron  levantados 
Sobreponer  al  Pelio  el  eminente 
Osa  y  Olimpo ,  y  fueron  derrocados 
Tres  veces  con  el  rayo  soberano 
Los  montes,  que  el  íuror  alzaba  en  vano. 

Empero  es  feiicisimo  el  sereno 
Que  al  décimo  sucede,  en  poner  vides. 
En  el  domar  los  bueyes,  y  es  muy  bueno 
Para  tejer  lo  urdido ;  y  si  partides 
De  vuestra  casa ,  el  propio  es  el  noveno, 
Aunque  es  malo  á  los  hurtos  y  á  sus  lides, 

Y  á  cosas  es  mejor  la  noche  fria, 
O  cuando  al  alba  el  suelo  se  rocía. 

De  noche  muy  mejor  la  paja  leve. 
De  noche  mejor  mucho  el  seco  prado 
Se  corta ,  que  á  las  noches  se  les  debe 
Un  correoso  humor;  y  desvelado 
A  los  candiles  largos  del  sol  breve', 
Con  hierro  aguza  alguno  delicado 
La  tea ,  y  su  mujer,  que  también  vela. 
Corre  la  lanzadera  por  la  tela. 

Corre  por  el  telar,  y  engaña  el  duro 

Y  luengo  trabajar  ansí  cantando, 

O  cuece  el  dulce  mosto  al  fuego  puro , 
El  cobre  hírviente  á  tiempos  espumando. 
Mas  el  estío  al  trigo  ya  maduro 
La  hoz  aguda  aplica ,  y  volteando 
En  la  espaciosa  era ,  son  trilladas 
Las  mieses,  del  calor  del  sol  tostadas. 
Ara  cuando  se  puede  arar  desnudo , 

Y  siembra  por  el  mesmo  modo  y  arte , 
Que  el  tiempo  del  invierno  es  como  nudo 
Que  ala  al  labrador  la  mano  y  arle ; 

Que  cuando  reina  el  frío  y  hielo  crudo, 
Los  labradores  por  la  mayor  pai  le 
Gozan  de  lo  allegado ,  y  juntamente 
A  veces  se  convidan  dulcemente. 

Convídalos  á  ello  el  tiempo  helado , 
Hecho  para  el  regalo ,  y  que  del  pecho 
Desata  las  congojas  y  cuidado ; 
Como  cuando  con  viento  al  fin  derecho 
Entran  en  el  puerto  dulce  y  deseado, 
Cargados  los  navios  de  provecho, 
Alegres,  con  laurel  los  marineros 
Coronan  á  los  árboles  veleros. 

Bien  tal  que  es  propio  á  la  cosecha 
Del  roble  y  laurel  y  verde  oliva 

Y  del  sangriento  mirto,  y  que  aprovecha 
Para  enredar  la  grulla  fugitiva  , 

Para  poner  al  ciervo  en  red  estrecha  , 
Seguir  la  liebre  ,  herir  la  corza  esquiva 
Con  honda  que  estallido ,  en  cuanto  al  suelo 
La  nieve  cubre,  al  rio  enfrena  el  hielo. 

¿Qué  diré  del  otoño  y  su  mudanza , 
Ya  cuando  van  los  dias  de  corrida , 
Lo  que  se  ha  de  velar  en  la  labranza ; 

Y  cuando  va  el  verano  de  vencida, 

Y  cuando  por  los  campos  la  mies  lanza, 

Y  eriza  sus  espigas  conmovida, 

Y  en  las  cañas  los  granos,  ya  cuajados 
De  leche,  se  demuestran  muy  hinchados? 

Que  he  visto  yo  en  la  misma  siega  ,  y  cuando 
Llamaba  él  labrador  los  segadores. 
De  mil  contrarios  vientos,  batallando. 
Venir  las  guerras  todas  y  furores , 
Que  de  raíz  las  mieses  arrancando 
Enteras,  por  los  aires  voladores 
Subieron,  y  llevó  la  caña  el  grano, 
Envuelta  en  torbellino,  el  soplo  insano. 

Y  viene  muchas  veces  desde  el  cielo 
De  agua  ¡numerable un  golpe  fiero, 

Y  las  nubes  derraman  sobre  el  suelo 

(Que  el  cierzo  amontonara)  un  mar  entero; 
Húndese  el  alto  cielo ,  y  lo  que  al  hielo 

Y  al  sol  labrara  el  buey,  el  aguacero 
Lo  anega,  y  quedan  llenos  los  fosados; 
Los  ríos  resonando  van  hinchados. 

Crecen  los  hondos  ríos,  todo  el  llano 
Cenólas  hervorosas  bulle,  y  luego 


Del  nublo  tenebroso  la  alta  mano 
Lanza  tronando  rayos  hechos  fuego. 
Con  que  la  tierra  tiembla,  con  que  en  vano 
Las  alimañas  huyen,  con  ((ue  el  ciego 

Y  abatido  pavor  generalmente 
Los  ánimos  humilla  de  la  gente. 

Mas  él  con  tiro  ardiente,  fervoroso, 
O  las  Ceraunias  puntas  encumbradas, 
O  el  Ródope  ó  el  Ato  montuoso 
Derrueca,  y  lue':roal  punto  desplegadas 
Sus  alas,  se  redobla  furioso 
El  Ábrego,  y  la  lluvia  (desatadas 
Las  nubes)  espesísima,  al  crecido 
Viento  la  playa  y  bosques  dan  bramido. 

Pues  con  récelo  desto  pon  cuidado 
En  advertir  los  meses,  las  estrellas. 
Los  sinos  do  se  asconde  el  viejo  helado, 

Y  adó  el  Cilenio  esparce  sus  centellas. 
Mas  sobre  todo,  da  lo  situado 

A  las  diosas  y  á  Céres,  grande  entre  ellas, 
A  quien  festejarás  con  larga  mano. 
Fenecido  el  invierno,  en  el  verano. 

En  las  primeras  yerbas  santo  ofrece. 
Cuando  se  viste  el  campo  de  hermosura. 
Entonces  el  cordero  es  gordo  y  crece, 
Al  sueño  baña  entonces  la  dulzura, 
Entonces  ya  cocido  se  enmollece 
El  vino ,  y  de  la  sombra  la  espesura 
Entonce  es  agradable  en  la  mon'aña, 
Entonces  pues  tu  rústica  campaña. 

Adore  pues  á  Céres  lo  aldeano, 

Y  tú  el  panal  le  mezcla  y  leche  y  vino, 

Y  la  dichosa  hostia  vaya  amano 
Tres  veces  de  las  mieses  el  camino; 
La  gente  le  acompañe  y  coro  ufano, 

Y  llame  á  sí  con  voces  de  contino 
.\  Céres ,  y  ninguno  sea  osado 

La  hoz  meter  primero  en  lo  sembrado. 

La  hoz  en  las  espigas ,  sí  primero 
De  encina  coronado  no  dijere 
A  Céres  su  cantar ,  y  placentero 
Con  saltos  descompuestos  la  sirviere. 

Y  porque  con  indicio  verdadero 
Podamos  conocer  lo  que  viniere ,   • 
Las  lluvias,  los  calores,  los  estíos, 
Los  vientos,  (pie  producen  hielo  y  fríos. 

El  cielo  estatuyó  loque  la  luna 
Nos  dice ,  que  por  meses  se  renueva, 
Que  signo  aplica  el  viento,  y  lo  que  una 

Y  muchas  veces  vislo,  es  cierta  prueba 
Para  que  el  labrador  por  ley  ninguna 
Déla  cabana  lueñe  al  hato  mueva. 
Mas  junto  al  derredor  de  su  morada 
Apaste  receloso  su  manada. 

Que  yendo  ya  los  vientos  á  alterarse. 
Las  costas  de  los  mares  conmovidos 
Comienzan  enojadas  á  hincharse, 

Y  se  oyen  por  las  sierras  estallidos; 
Resuenan  las  riberas ,  que  turbarse 
Empiezan  ,  ó  se  espesan  los  ruidos 

Del  bosque  y  sus  murmullos  de  hora  en  hora. 
Indicios  de  ia  fuerza  movedora. 

Y  apenas  ya  las  olas  se  coniienen 
De  hacer  á  los  navios  guerra  íiera, 
Cuando  del  mar  sus  cuervos  prestos  vienen. 
Trayendo  vocería,  á  la  ribera; 

Y  cuando  las  cercetas  se  detienen 

Y  espacian  por  lo  seco  y  la  junquera, 

Y  los  sabidos  lagos  olvidando. 

La  garza  sobre  el  nublo  va  volando. 

Y  vemos  muchas  veces  los  cometas, 
Si  vientos  se  aparejan ,  derrocarse 

Del  cíelo,  y  desús  llamas  luengas  vetas, 
En  pos  de  sí  luciendo,  señalarse 
Por  las  escuras  noches  y  secretas; 

Y  muchas  revolando  levanlarse 
Las  pajas  y  las  hojas  ya  caídas, 

Y  plumas  sobre  el  agua  andar  movidas. 
Mas  si  fulmina  de  «lo  el  cierzo  aspira, 

Si  truena  donde  el  Euro  vive  y  mora. 
Cuanto  del  prado  v  campo  el  cielo  mira, 
Anda  nadaiiUo  todo  en  breve  hora, 


44 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEOX. 


Y  lodo  marinpro  en  la  mar  tira 

Las  velas  hechas  agua,  y  las  mejora; 

Mas  nunca  por  fallarles  él  aviso 

La  lluvia  ofende  al  hombre  de  improviso; 

Porque  ó  la  grulla  luego ,  alzando  el  vuelo, 
Como  el  vapor  del  valle  se  levanta, 
Le  huye,  ó  la  becerra,  vuelta  al  cielo, 
Atrae  el  aire  á  si,  ó  suena  y  canta 
La  rana  en  el  charcal  su  antiguo  duelo, 
O  vuela ,  y  no  se  cansa  ni  quebranta 
De  andar  cercando  el  lagoá  la  contina, 
Mil  veces  la  parlera  golondrina. 


También  del  mar  mil  aves  diferentes, 

Y  las  que  en  torno  de  los  asios  prados 
Los  lagos  escudriñan  diligentes. 

Los  l.gos  del  t^aislro  no  salados, 
Verás  cómo  á  poil'ía  hombros,  frentes 
Se  esparcen  y  rocian ,  y  en  los  vados 
Ya  corren ,  ya  se  sumen ,  y  así  en  vano 
Se  estudian  de  bañar  con  juego  ufano. 

Y  la  sagaz  corneja  también  llama 
La  Iliivia  con  voz  llena ,  y  se  pasea 
A  solas  por  la  arena  y  por  la  llama 
Uel  sucio  y  vil  candil ,  si  centellea; 
Las  sierviis,  que  mandadas  de  su  ama, 
Velan  de  noche  y  hilan  su  tarea. 
Conocen  el  llover,  porque  producen 
Las  mechas  unos  hongos  que  relucen. 

V  puedes  con  señales  no  menores. 
Llovido,  colegir  lo  raso  y  puro; 

Que  ni  en  los  celesiiules  resplandores 
Se  muestra  la  luz  bota,  el  rayo  escuro. 
Ni  menos  en  la  luna  los  tenores 
Que  sigue  de  su  heiinano  rojo  y  puro, 
Ni  andan  por  el  aire  derramadas 
Como  unas  lanas  blancas  y  delgadas. 
Ni  menos  en  el  sol  las  alas  tienden 
Los  halciones,  de  la  Telis  amados ; 
No  los  lecliones  con  la  boca  entienden 
En  derramar  los  haces  desatados; 
Mas  anles  á  los  valles  se  descienden, 

Y  en  ellos  se  recuestan  rellanados 
Los  húmidos  vapores,  y  en  el  techo 
Apenas  abre  la  lechuza  el  pecho. 

Apenas  viendo  que  es  el  sol  ya  ido. 
Cania  ;  y  el  esmerejón  se  ve  ensalzado, 
Allisinu)  en  el  aire,  y  su  debido 
Paga  por  el  cabello  colorado 
La  ciris,  que  adó  (¡uiera  que  del  nido 
Cortando  por  el  cielo  va  delgado. 
La  signe  el  enemigo  crudo  y  fiero 
Con  grande  estruendo  y  con  volar  ligero. 

Sigúela  el  esmerejón  por  donde  quiera, 

Y  ella  de  la  parle  do  él  se  avia. 
Con  ala  el  aire  liquido,  ligera 
Huyendo,  va  cortando,  y  se  desvia; 

Y  sus  voces  los  cuervos  ó  tercera 
O  cuarta  vez  repiten  á  poifia, 

Y  á  veces  en  los  .-irboles  alzados, 
No  sé  con  qué  dulzura  alborozados. 

Alegres  mas  que  suelen  travesean 
Consigo  y  con  las  hojas  con  ruido, 

Y  cuando  ya  las  lluvins  no  golean 
Cusían  de  reveer  su  dulce  nido 

Y  sus  [tequeños  hijos.  No  qiie  sean 
Por  esto  mas  flivinos  en  sentido. 

Ni ,  cuanto  á  lo  que  creo ,  que  por  hado 

Mas  cifM'io  ó  mas  discurso  les  sea  dado  ; 

Sino  que  cuando  el  tiempo  variable 

Y  el  movedizo  humor  su  senda  altera, 

Y  el  ábrego  con  soplo  deleznable 
Lo  raro  espesa,  alloja  lo  que  fuera 
Espeso,  luego  aviene  que  lo  instable 
Del  animóse  trueca  en  su  manera, 

Y  siente  agora  el  pecho  un  míivimienlo, 

Y  otro  si  conduce  lluvia  el  viento. 
De  aqui  vienen  aquellos  acordados 

Cantos  que  dan  las  aves  gorjeando, 
El  juego  y  el  placer  de  los  ganados. 
Los  cuervos  con  los  cuellos  pompeando. 


Mas  si  los  soles  mlr.is  prcsurados. 
Las  lunas  que  los  siguen  rodeando. 
Ni  el  dia  venidco  hará  engaño. 
Ni  la  serena  noche  burla  y'daño. 

La  luna  en  el  principio,  que  su  puro 
Ardor,  que  se  le  torna  ,  va  cogiendo. 
Si  con  escuro  ruerno  el  aire  escuro 
Cercare,  en  si  gran  lluvia  apercibiendo, 
Se  va  contra  la  mar  y  suelo  duro; 
Mas  si  se  colorare  apareciendo. 
Es  viento  ,  porque  al  viento  la  dorada 
Luna  se  pone  siempre  colorada. 

Mas  si  en  su  cuarta  luz  (que  siempre  ha  sido 
Pronóstico  la  cuarta  verdadero) 
Con  alilado  cuerno  y  con  lucido 
Saliere  ,  y  aquel  dia  todo  entero, 

Y  los  demás  por  todo  el  mes  cumplido 
Sin  vientos  lucirán,  y  el  marinero 
Dará  sus  votos  salvo  en  la  ribera 

A  Glauco,  á  Panopo  ó  Melicera. 

Y  el  sol ,  ó  cuando  sale  ó  cuando  encierra 
Sus  rayos  en  las  ondas,  da  señales; 

\'  el  sol  en  sus  señales  nunca  yerra, 
O  salga  por  las  puertas  orientales, 
O  láncese  debajo  de  la  tierra 

Y  suba  á  las  esirellas  celestiales ; 
Que  lo  que  señalare  el  sol  divino 
Certísimo  sucede  de  contino. 

Que  si  cuando  en  oriente  se  mostrare 
Con  manchas  esparciere  su  salida, 

Y  nube  en  la  niilad  de  si  encerrare, 
Si  media  redondez  asi  escondida; 
No  dudes  de  la  lluvia  si  tardare. 
Que  ya  de  golpe  viene  y  de  corrida 
El  Ndto  despeñándose  furioso, 

A  hatos,  mieses  y  árboles  dañoso. 

Y  si  por  entre  el  nublo  espeso  opuesto, 
Por  partes  diferentes  descubriere. 
Nacido  el  sol,  sus  rayos,  ó  con  gesto 

La  aurora  deslucida  apareciere, 
Del  lecho  de  Titon.  de  llor  compuesto, 
•  La  hoja  podrá  mucho,  si  pudiere 
Las  uvas  defender,  según  saltando 
Con  el  granizo,  el  techo  irá  sonando. 

Y  aun  es  mas  de  provecho  el  tener  cuenta 
Con  cuando  el  sol ,  pasada  su  carrera. 

Se  parle  ya  del  cielo,  que  presenta 
Entonces  cada  vez  de  su  manera 
Su  rostro  ,  como  vemos;  que  si  alienta 
La  lluvia,  es  verdinegro,  si  la  fiera 
Pujanza  do  los  euros,  tiene  luego 
Su  rostro  de  color  de  sangre  y  fuego. 

Y  si  del  claro  rostro  el  ardor  puro 
Con  manchas  á  mezclarse  comenzare. 
Verás  en  un  momento  el  aire  escuro 
Hervir  en  lluvia  y  viento;  y  si  cerrare 
La  noche,  no  será  nadie  tan  duro, 
Serálo  el  que  en  tal  noche  me  rogare 
Correr  por  la  mar  alta,  puesta  en  guerra. 
Desamarrar  la  nave  de  la  tierra. 

Mas  si ,  y  cuando  el  dia  el  sol  conduce, 

Y  cuando  nos  asconde  el  que  ha  traído, 
Su  redondez  entera  y  pura  luce, 

En  vano  el  nublo  entonce  habrás  temido; 
Del  cierzo ,  que  á  pureza  le  reduce. 
Verás  la  selva  y  monte  ser  movido. 
Da  el  sol  ciertas  señales  linalmente 
De  toilo  lo  que  al  campo  es  conveniente. 

El  te  dirá  lo  í|ue  la  luz  tardia 
I, a  estrella  de  la  tarde  le  acarrea  ; 
El  te  diiá  qué  piensa  el  Mediodía, 
El  liiiinido  .\fric;ino,  que  desea 
Las  nubes,  de  dó  el  viento,  y  dónde  guia 
El  hace  que  se  entienda  y  (pie  se  vea; 
Que  ¿(piién  será  tan  tonto  y  tan  osado, 
Que  diga  que  el  sol  burla  y  (|uc  es  burlado? 

Taml)ieii  el  sol  avisa  á  la  coniina 
Los  ciegos  movimientds  qu(!  se  ordenan, 
Las  guerras  que  se  emprenden,  y  adcvina 
l<as  fraudes  que  en  secreto  se  eneailenan. 
Del  Cesaren  la  muerte  el  niesnio,  indina, 
Por  quien  ansí  los  hados  nos  condenan, 


poesías. -LIBRO  TERCERO. 

Cubriósuluz;  temieron  los  malvados  , 


i'ó 


Siglos  en  noche  eterna  ser  dejados. 

Aunque  también  entonces,  y  las  tierras 
Y  jos  trndidos  mares  señas  dieron, 
Las  aves  importunas  y  las  perras, 
Al  Etna  muchas  veces  todos  vieron 
Hervir  y  rebosar  por  campo  y  yerbas, 
Rompidas  las  hornazas  que  tuvieron 
Los  Cíclopes ,  y  en  bolas  hecho  el  fuego 
Lan/ar,  y  piedras  hechas  polvo  luego. 

Sonó  por  todo  el  aire  eu  Alemana 
De  armas  temeroso  y  gran  sonido  , 
Tembló  mas  de  lo  usado  la  montaña 
De  los  fragosos  Alpes ,  y  fué  oído 
En  los  callados  bosques  son  de  extraña 
Figura ,  y  ya  de  noche  escurecido 
Fantasmas  fueron  vistas,  matizadas 
Con  formas  y  colores  nunca  usadas. 

Hablaron  los  salvajes  animales 
Lo  que  no  es  de  di  cir,  el  curso  el  rio 
Detuvo,  abrióse  el  suelo  en  los  umbrales 
Sagrados,  sudó  el  bronce,  lloró  el  frió 
Marlil ,  y  el  Po ,  venciendo  sus  canales 
Con  avenida  enorme  y  desvario , 
Las  selvas  trastornaba ,  y  del  egido 
Las  chozas  y  el  ganado  lleva  asido. 

Y  siempre  en  aquel  tiempo  se  hallaron 
Señales  de  amenaza  en  la  asadura 
Que  abria  el  sacrificio ,  y  no  cesaron 
Los  pozos  de  manar  en  sangre  pura , 
Ni  las  ciudades  grandes  se  excusaron 
De  oir  aullar  loslobos  por  la  escura 
Noche,  ni  en  luz  serena  el  cielo  y  clara 
Tantos  rayos  jamás  de  sí  alcanzara , 

Ni  tantas  veces  nunca  se  encendieroü 
Los  aires  con  cometas.  Y  así  avino 
Que  vieron  otra  vez,  los  campos  vieron 
Filipos  los  romanos ,  que  sin  tino 
Escuadras  contra  escuadras  concurrieron; 
Ni  tuvo  el  crudo  cielo  por  indino 
Que  Emr.tia,  por  dos  veces  ¡ay!  bañada 


Con  nuestra  sangre,  fuese  así  engrosada. 
Será  que  en  algún  tiem|io  trastornando 
La  tierra  el  labrador  con  corvo  arado  , 
Los  hierros  de  los  dardos  irá  hallando. 
El  hierro  del  onn  casi  gastado; 

Y  en  los  vacíos  yelmos  arrastrando 
Encontrará  con  el  ligón  pesado  , 

Y  rotos  los  sepulcros  allí  espesos. 
Con  pasmo  mirará  los  grandes  huesos. 

Dioses,  de  nuestra  patria  propio  amparo', 
Dioses,  que  traspasasles  della  al  cielo , 

Y  tú.  Remo,  y  tu,  Vesla,  á  quien  escaro 
El  libre  turbio  y  el  romano  suelo. 

Que  al  menos  este  mozo  alto  y  raro 
Socorra  aijueste  siglo  envuelto  en  duelo. 
No  os  pese ,  que  ya  asaz  con  muertes  duras 
Pagamos  las  troyanas  falsas  juras. 

Que  veo  que  ya  el  cielo  soberano 
De  ti  nos  tiene  envidia,  y  se  lamenta 
Que  mas  te  ocupes,  César,  con  lo  humano, 
Do  en  fuero  ó  desafuero  ya  no  hay  cuenta. 
Do  hierve  con  guerras  todo ,  do  el  insano 
Furor  en  tantas  formas  representa. 
La  esteva  no  se  precia  ,  los  sembrados 
Se  yerman,  de  cultores  despojados. 

Llevados  los  obreros,  se  ensilvecen , 
Las  hoces  se  transforman  en  espadas , 
Los  partos  de  una  parte  se  embravecen. 
De  otra  las  Germanias  alteradas; 
Los  pueblos  que  vecinos  mas  parecen , 
Guerrean ,  ya  sus  ligas  quebrantadas ; 
Esparce  por  do  quiera  el  Marte  crudo 
f^o  fiero  ,  lo  sangriento,  lo  sañudo. 

Como  cuando  del  puesto  libre  extiende 
El  paso  por  el  campo  la  cuadrega, 

Y  cuanto  se  adelanta ,  mas  se  enciende , 
Y'  del  correr  las  alas  mas  desplega  ; 

Y  en  balde  elcuadreguero  lira  y  tiende 
Las  riendas,  ó  le  plega  ó  no  le  plega, 
Llevado  de  los  potros  de  las  ruedas. 
Que  sordas  á  los  frenos ,  no  están  quedas. 


LIBRO  TERCERO. 


En  esta  postrera  parte  van  las  canciones  sagradas ,  en  las  cuales  procuré ,  cuanto  pude ,  imitar  la 
sencillez  de  su  fuente  y  un  savor  de  antigüedad  que  en  sí  tienen ,  lleno  á  mi  parecer  de  dulzura  y 
de  majestad.  Y  nadie  debe  tener  por  nuevos  ó  por  ajenos  de  la  Sagrada  Escritura  los  versos,  porque 
antes  le  son  muy  propios,  y  tan  antiguos,  que  desde  el  principio  de  la  Iglesia  hasta  hoy  los  han 
usado  en  ella  muchos  hombres  grandes  en  letras  y  en  santidad ,  que  nombrara  aquí  si  no  temiera 
ser  muy  prolijo.  Y  pluguiese  á  Dios  que  reinase  esta  sola  poesía  en  nuestros  oídos,  y  que  solo  este 
cantar  nos  fuese  dulce,  y  que  en  las  calles  y  en  las  plazas  de  noche  no  sonasen  otros  cantares,  y  que 
en  esto  soltase  la  lengua  el  niño,  y  la  doncella  recogida  se  solazase  con  esto,  y  el  oficial  que  tra- 
baja ali\1ase  su  trabajo  aquí.  Mas  ha  llegado  la  perdición  del  nombre  cristiano  á  tanta  desvergüenza 
y  soltura,  que  hacemos  música  de  nuestros  vicios ,  y  no  contentos  con  lo  secreto  dellos ,  cantamos 
con  voces  alegres  nuestra  confusión.  Pero  esto  ni  es  mío  ni  deste  lugar. 


SALMO  PRIMERO. — BcUtUS  Vir. 

Es  bienaventurado 
Varón  el  que  en  concilio  malicioso 
No  anduvo  descuidado , 
Ni  el  paso  perezoso 
Detuvo  del  camino  peligroso, 

Y  huye  de  la  silla 
De  los  que  mofan  la  virtud  y  al  buenO/ 
Y  Juntos  en  gavilla. 
Arrojan  el  veneno. 
Que  anda  recogido  en  lengua  y  seno; 


Mas  en  la  ley  divina 
Pone  su  voluntad  ,  su  pensamiento, 
El  día  cuando  se  inclina , 
Y  el  claro  movimiento , 
Lo  escuro  de  la  noche  en  ella  atento. 

Será  cual  verde  planta , 
Que  á  las  corrientes  aguas  asentada, 
Al  ciclóse  levanta 
Con  fruta  sazonada , 
De  hermosas  hojas  siempre  coronada. 

Será  en  todo  dichoso. 
Seguro  de  la  suerte,  aue  se  muda. 


46 


No  así  el  malo  animoso, 
Cual  si  el  viento  sacuda 
La  paja  de  la  era  muy  menuda. 

Por  esto  ai  dar  la  cuenta 
La  causa  de  los  malos .  como  vana. 
Caerá  con  grande  afrenta 
Allí  la  cortesana 
Santa  nación,  huirá  como  liviana; 

Porque  Dios  el  camino 
Sabe  bien  de  los  justos ,  que  su  historia 
Del  otro  desatino. 
De  la  m;ildad  ,  memoria 
Ko  habrá,  como  de  baja  y  vil  escoria. 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 

SALMO  i\.—Cum  invocar  em. 


SALMO  II.  —  Quare  fremuerunt '. 

¿Por  qué  braman  las  penles? 
Los  pueblos  vanidades  han  pensado, 
Los  reyes  excelentes 

Y  principes  del  mundo  se  han  juntado 
Con  coraje,  negando 

Al  Señor,  y  á  su  Cri?to  amenazando; 

Y  dicen  :  «Nuestros  cuellos 
Saquemos  de  su  yugo  y  ataduras;» 
Mas  riéndose  deiios 

Estará  aquel  que  habita  en  las  alturas. 
Agora  calla  y  mira , 

Y  á  su  tiempo  hablará  con  furia  é  ira. 
Mas  yo  en  Cristo  ungido 

Soy,  por  mano  de  Dios,  en  rey  alzado,  ^ 

Sobre  el  monte  subido  9 

De  Sion,  su  lev  al  mundo  he  predicado; 
Por  esto  en  este  dia 
Me  dijo  estas  palabras  de  alegría  : 

«Tú  eres  mi  hijo  amado, 
Que  yo  engendré,  mi  ser  comunicándole; 
Hoy  te  he  regenerado 
Después  de  muerte  á  vida  revocándote ; 
Pídeme  en  algo  herencia  , 
Que  ;.qué  te  negará  quien  dio  su  esencia? 

«¿Pides, oh  hijo  mió, 
Las  gentes  que  se  armaron  contra  tí' 
Yo  le  doy  señorío 
Sobre  ellos,  que  te  sirvan  como  á  mí; 

Y  aqueste  ímiieiio  y  mando 

De  hoy  mas  se  vaya  al  mundo  publicando. 

sY  pues  con  cruz  durísima 
Tu  cuerpo  lastimaron ,  alligiéndolo. 
Yo  con  liberalisima 
Voluntad  le  las  doy,  tú  mereciéndolo, 
Que  en  premio  digno  y  justo 
Los  rijas  y  castigues  á  tu  gusto. 

i  Oh,  pues,  reyes  tiranos. 
Los  que  juzgáis  al  mundo  injustamente, 
De  cuya  lengua  y  manos 
Escapa  condenado  el  inocente! 
Sufrid  que  el  documento 
Divino  en  vuestras  almas  haga  asiento. 

Sufrid  mi  osadía 
Al  Señor,  mi  jactancia  presuntuosa ; 
Con  humilde  alegría , 
Con  alegre  conciencia,  mas  medrosa, 
Aprended  la  doctrina 
Que  á  virtud  y  justicia  siempre  inclina. 

Cuardad  que  no  se  encienda 
Por  vuestra  culpa  el  celo  soberano, 
I'firque  quien  os  defienda 
No  habrá  de  su  abrasante  y  fuerte  mano, 

Y  tenéis  tal  ceguera, 

Que  no  hallaréis  la  senda  verdadera. 

Y  cuando  so  encendiera 

El  fuego  de  su  saña  en  un  momento, 

¡Dichoso  el  que  tuviera, 

No  en  el  mundano  y  flaco  pensamiento 

Puesta  ,  rnas  en  el  cielo, 

Su  esperanza ,  su  gozo  y  su  consuelo ! 


Cuando  en  grave  dolencia 
Del  alma  te  llamé ,  lü  me  escuchaste , 
Dios,  de  la  inocencia 
Autor,  y  me  ensanchaste 
El  corazón,  que  en  sueño  estrecho  hallaste. 

Pues  eres  piadoso , 
Derrama  sobre  mi  piadosos  dones, 

Y  vuelve  tu  amoroso 
Oído  á  mis  razones, 

Que  mas  son  que  mis  culpas  tus  perdones. 

¡01)  hombres!  ¿hasta  cuándo 
Tendréis  el  corazón  endurecido. 
La  vanidad  amando 
Del  bien  que  os  han  mentido , 
Siguiendo  á  rienda  suelta  su  partido? 

Sabed  que  engrandece 
A  su  amigo  Dios,  su  voz  oyendo ; 
Mi  alma  favorece , 
Luego  la  concediendo 
Cuanto  en  su  corazón  la  está  pidiendo. 

Enójeos  lo  pecado, 

Y  no  pequéis  jamás  en  vuestros  hechos ; 
Corregid  lo  pasado, 

Y  entre  los  ricos  lechos 
Sollozaréis, en  lágrimas  deshechos. 

Un  sacrificio  justo 
Sacrificad  á  Dios,  que  es  el  que  alcanza 
Perdón  á  lodo  injusto, 

Y  tened  confianza ; 

Que  nadie  se  salvó  sin  esperanza. 

Dicen  los  pecadores  : 
«¿Quién  nos  dirá  dó  están  las  cosas  buenas?» 
¿No  ven  los  resplandores 
De  mi  rostro  y  las  venas 
De  luz ,  de  quién  están  sus  almas  llenas? 

Dísteme  tú  alegría , 
.Toya  que  gozan  solos  tus  privados ; 
Mas  á  la  compañía 
De  los  que  van  errados 
Fruto  de  vino  y  pan  multiplicados. 

De  paz  favorecido. 
Entre  justos  y  santos  reposando, 
Me  quedaré  dormido. 
Porque  me  estás  guardando. 
En  confianza  eterna  descansando. 


SALMO  VI. —  Domine  ne  in  ftirore  '. 

No  con  furor  sañoso 
Me  confundas.  Señor,  estando  airado, 
Ni  con  ceño  espantoso 
Me  castigues, tasado 
Cuanto  merece  al  justo  mi  pecado. 

Mas  antes  sin  enojo, 
Doliéndote  de  mi ,  te  muestra  humano; 
Pues  á  tus  pies  me  acojo ; 
Sáname  con  tu  mano. 
Que  no  tiene  mi  cuerpo  hueso  sano. 

Mi  alma  está  confusa. 
Entre  esperanza  y  miedo  vacilando; 

Y  ¿dónde,  Señor,  se  usa 
Que  quien  se  está  finando 

Y  os  llama  le  dejéis  asi?  ¿Hasta  cuándo? 
Vuelve,  Señor,  tu  cara, 

Alíenla  aqueste  espíritu  afligido , 

Que  tu  clemencia  rara 

No  alropella  al  caido 

Ni  quiere  hacer  justicia  en  el  rendido. 

Que  nudieen  la  agonía 
Se  acordará  de  tí  sin  tí,  por  cierto  ; 

Y  con  la  losa  fria, 

De  tierra  ya  cubierto, 

¿Qué  gioi  i;i  puedí!  darle  un  cuerpo  muerto? 

Por  (íslo  en  un  g(>mido 
Las  noches  llevaré  todas  llorando, 
El  lecho  defendido 
Que  mancillé  pecando. 
Mi  cama  con  mis  lágrimas  bañando. 


poesías. 

La  fuerza  de  mi  llanto 
De  mis  ojos  la  vista  ha  enflaquecido ; 

Y  de  enemigos  tanto 
Fui  siempre  combalido. 

Que  estoy  siempre  arrugado  y  consumido. 

¡  Afuera,  pecadores! 
No  tengáis  parte  en  mi  los  que  habéis  sido 
De  la  maldad  autores  , 
Porque  el  Señor  ha  oido 
El  llanto  de  mis  voces  y  gemido. 

Porque  ya  de  mis  quejas 
La  lamentable  voz  es  recibida 
Dentro  de  sus  orejas ; 

Y  tan  bien  acogido, 

Que  luego  fui  librado  en  siendo  oido. 

Túrbanse  avergonzados 
Todos  mis  enemigos  grandemente ; 
Las  espaldas  tornados, 
Vuelven  confusamente , 
Huyendo  á  rienda  suelta  velozmente. 


LIBRO  TERCERO. 

Hinchirá  la  victoria 

Mi  alma  de  dulzura  ; 

Yo  cantaré,  y  diré  que  soy  tu  hechura. 


4'i 


SALMO  XI.  — Sahuim  me  fac,  Domine  '. 

¡Oh  sálvame,  Señor,  que  no  hay  ya  bueno, 
Que  faltan  las  verdades , 

Y  trate  á  un  con  quien  lien  dentro  el  seno 
Cada  uno  falsedades , 

Con  labios  halagüeños  cada  uno , 

Y  con  dos  corazones. 

No  dejes  de  estos  labios,  Dios,  ninguno, 
Ni  destos  fanfarrones 

Que  dicen  :  «Prometamos  largamente; 
Su  boca  está  en  mi  mano; 
¿Qué  cuesta  el  hablar  largo,  ó  qué  vivienío 
Me  estorbará  el  ser  vano? » 

Mas  dice  Dios:  «\'a  vengo  conmovido 
De  los  menesterosos , 
De  sus  agravios  dellos,  del  gemido 
De  los  pobres  llorosos, 

»  A  serles  en  salud  y  ser  bonanza 

Y  soplo  favorable.» 

Y'  son.  Señor,  tus  dichos  sin  mudanza , 

Y  son  firmeza  estable, 

Son  en  hornaza  piala,  en  fuego  ardiente 
Mil  veces  apurada; 

Y  ansí ,  nos  librarás  eternamente. 
Señor,  desta  malvada , 

Desta  malvada  genle ,  que  contino 
Nos  cerca  á  la  redonda  , 

Y  crece  porque  tu  saber  divino 

Y  lu  grandeza  honda 

Les  da  pasar  en  gozos  y  convites , 

Y  ansí  se  lo  permites. 


SALMO  XII. — Usqtie  quo.  Domine. 

Diosmio,  ¿hasta  cuándo 
Ha  de  duiai  aqueste  eterno  olvido 
Que  vas  conmigo  usando? 
Hasta  cuándo  ,"ofendido 
De  mí ,  tu  rostro  mostrarás  torcido? 

Y  entre  consejos  ciento 
¿Hasta  cuándo  andaré  desatinado? 
¡Ay  duro  y  gran  tormento ! 
¿Hasta  cuándo  hollado 
Seré  del  enemigo  crudo ,  airado? 

Conviene  ya  lu  cara. 
Aplica  á  mi  querella  tus  oídos, 
Dios  mío,  y  con  luz  clara 
Alumbra  mis  sentidos. 
No  sean  del  mortal  sueño  oprimidos. 

No  puede  mi  advei-sario 
Decir:  «Prevalecíle  algún  día  ;» 
Que  si  el  duro  contrario 
Viese  la  muerte  mia , 
Exiremos  de  placery  gozo  haría. 

Mas  tu  misericordia , 
En  quien ,  Señor,  confio,  me  asegura. 


SALMO  \\n.—  Di!igam  te.  Domine  '. 

Con  todas  las  entrañas  de  mi  pecho 
Te  abrazaré ,  mi  Dios ,  mi  esfuerzo  y  vida , 
Mi  cierta  libertad  y  mi  pertrecho; 

Mi  roca,  adonde  tengo  mi  guarida. 
Mi  escudo  fiel,  mi  esloque  victorioso, 
Mi  torre  bien  murada  y  bastecida. 

De  mil  loores  digno',  Dios  glorioso, 
Siempre  que  te  llamé  leluve'al  lado, 
Opuesto  al  enemigo ,  á  mí  amoroso. 

De  lazos  de  dolor  me  vi  cercado 

Y  de  espantosas  olas  combatido, 
De  riil  mortales  males  rodeado. 

Al  cielo  voceé  triste,  afligido; 
Oyérame  el  Señor  desde  su  asiento , 
Entrada  á  mi  querella  dio  en  su  oido. 

Y  luego  de  la  tierra  el  elemento 
Airado  estremeció,  turbó  el  sosiego 
Elerno  de  los  montes  el  cimiento. 

Lanzó  por  las  narices  himio ,  y  fuego 
Por  la  boca  lanzó;  turbóse  el  día. 
La  llama  entre  las  nubes  corrió  luego. 

Los  cielos  doblegando  descendía, 
Calzado  de  tinieblas,  ven  ligero 
Caballo  por  los  aires  descubría 

Un  querubín  sentado,  ardiente  y  fiero, 
En  las  alas  del  viento  qne  bramaba, 
Volando  por  la  tierra  y  mar  velero, 

Y  de  tinieblas  todo  se  cercaba. 
Metido,  como  en  tienda ,  en  agua  oscura , 
De  nubes  celestiales  que  espesaba. 

•  Y  como  dio  seiial  con  su  luz  pura. 
Las  nubes  arrancando ,  acometieron 
Con  rayo  abrasador,  con  piedra  dura. 

Tronó  rasgando  el  cíelo,  estremecieron 
Los  montes,  y  llamados  del  tronido 
Mas  rayos,  mas  piedras  decendieron. 

Huyó  el  contrario ,  roto  y  esparcido 
Con  tiros  y  con  rayos  redoblados. 
Allí  queda  uno  muerto ,  allí  otro  herido. 

Con  esto,  de  las  nubes  despeñados, 
Con  su  soplo  mil  ríos  hasta  el  centro 
Dejaron ,  hecha  rambla  en  montes,  prados. 

Lanzó  desde  su  altura  el  brazo  dentro 
Del  agua ,  y  me  sacó  de  un  mar  profundo , 
Libróme  del  hostil  y  duro  encuentro. 

Libróme  del  mayor  poder  del  mundo, 
Libróme  de  otros  mil  perseguidores, 
A  cuyo  brazo  el  mío  es  muy  segundo. 

Dispuestos  en  mi  daño  y  veladores. 
Vinieron  de  improviso,  y  ya  vencían, 
Mas  corrió  con  fuerzas  Dios  mayores. 

Y  adentro  en  cerco  estrecho  me  tenían ; 
Mí  Dios  abrió  espacioso  y  largo  paso. 
Porque  mi  vida  y  obras  le  aplacian. 

No  se  mostró  en  la  paga  corto,  escaso; 
El  premio  y  la  virtud  y  mi  inocencia 
Vinieron  y  lu  gracia  al  mismo  paso, 

Porque  perpetuamente  en  mi  presencia 
Tus  leyes  conservé ,  tus  santos  fueros 
No  por  avisos  quebré ,  no  por  violencia. 

Jamás  fueron  al  mal  mis  pies  ligeros. 
Huí  loilo  lo  que  es  de  Dios  ajeno , 
No  me  altarle  jamás  de  mis  senderos  ; 

Mas  por  ellos  anduve  entero  y  bueno 
Delante  del  Señor  continuamente, 
Y'  siempre  á  mí  apetito  puse  freno. 

Y  así  correspondió  perfectamente 
El  premio  á  mí  justicia ,  á  mi  pureza , 
Que  siempre  ante  sus  ojos  fué  presente. 

Que  cual  cada  uno  vive,  así  tu  alteza 
Se  hace  con  el  bueno ,  bueno  y  pío , 

Y  llano  con  el  que  usa  de  llaneza. 
Con  el  puro  te  apuras ,  Señor  mío , 

A  cántelos  cautelo,  á  mañas  maña, 

Y  al  desvarío  pagas  desvarío. 


48 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


En  cuanto  el  sol  roden  y  la  mar  baña 
Te  niiiestrns  al  iiiimiIJe  luvuralile 

Y  abales  la  allivez  cun  ira  y  sana. 
Siempre  lució  ante  mi  lu  luz  amable, 

Y  en  mis  peligros  loJos  sii-mpí  e  tuve 
De  lu  bondad  consejo  saUui.iblc. 

Por  li  traspaso  el  nuuo  (pie  mas  sube, 
Por  li,  |)0r  lus  opuestos  escnadroncs 
Rompiendo,  victorioso  y  salvo  anduve. 

El  caso  es,  que  la  regla  y  ley  que  pones 
Lo  bueno  es  y  lo  puro ,  y  asi  escuda 
A  a(piellos  (¡ue  le  dan  sus  corazones. 

¿nuión  hay,  fuera  de  ti,  Señor,  que  acuda 
Cuando  la  Tuerza  y  uso  desfallece? 
¿Qué  roca  hay  qneasegure  sin  tu  ayuda? 

Dios  es  el  (jue  me  anima  y  fortalece, 
El  que  todos  mis  pasos  encamina, 

Y  hace  que  ni  caiga  ni  tropiece. 
Pusiste  ligereza  en  mi  vecina 

Al  gamo,  y  uie  delienles  colocado 
En  risco  que  á  las  nubes  se  avecina. 

Por  ti  la  espada  esgrimo,  tu  cuidado 
Hace  mi  brazo  diestro  en  la  pelea , 

Y  fnt-rle  mas  que  acero  bien  teni¡»lado. 
Tu  amparo  como  escudo  me  rodea. 

Tu  diestra  me  fuerza,  tu  blandura 
Me  sube  á  todo  el  bien  que  se  desea, 

Uotastes  de  presteza  y  de  soltura 
Mis  pasos,  que  jamas  en  la  carrera 
Doblaron  por  trabajo  ni  longura. 

Segniay  alcanzaba  la  bandera 
Contraria  ,  que  huia  y  tornaba. 
Sin  primero  hacer  matanza  liera. 

De  los  qne  destrozados  derrocaba 
Jamás  se  levantó  ningún  caido, 
\  con  pié  poderoso  los  llevaba. 

De  f<*rtaleza,  de  ánimo  ceñido 
Por  ti  fué  en  la  batalla,  por  tí  vino 
El  que  se  rebeló  ante  mi  rendido. 

Por  tí ,  sin  corazón  y  sin  camino, 
Huyó  de  mi  cuchillo  el  enemigo. 
Desorden  fué  á  su  escuadra  y  desatino. 

Buscaba  voceando  algún  abrigo  , 

Y  no  hubo  valedor,  á  li  llamaron, 

Y  ni  rogado  tú  le  fuiste  amigo. 

En  parles  menudisimas  quedaron 
Deshechos  por  mi  mano;  como  el  viento 
Volando  lleva  el  polvo  .  asi  volaron. 

Librásleme,  Señor,  del  movimiento 
Del  pueblo  bandolero,  á  mi  corona 
Sujetos  allegaste  pueblos  ciento. 

Quien  nunca  vi  me  sirve  y  me  corona. 
Apenas  le  hablé  ya  me  obedece , 
A  su  natural  miente,  á  mi  me  abona. 

Esto  hace  el  extraño,  el  que  parece 
Mío,  no  mió  ya,  mas  extranjero, 
Cerrado  en  sns  miserias,  vil  |ierece. 

Vívame  mi  Señor,  mi  verdadero 
Peñasco,  mi  bendito,  mi  ensalzado. 
Mi  Dios  y  mi  salud  ,  mi  gozo  enlero. 

Tu  de  scngaiizas  justas  has  hartado 
Mi  pecho,  y  no  contento  con  vengarme. 
Mil  gentes  á  nu'  cetro  has  sujetado. 

No  te  satisliciste  con  librarme 
Del  opresor  injusto;  hasta  el  cielo 
Te  plugo  sobre  todos  levantarme. 

Por  lorio  el  habitable  y  ancho  suelo 
Celebrare  lu  nombre  y  tus  loores  , 
Mi  voz,  de  li  caniando,  alzará  el  vuelo. 

De  li,  qui'  le  esmer  a^le  en  dar  favores 
A  tu  (juerido  rt;y,  á  tú  Mi'Sías, 
Que  amjiaras  de  David  los  sucesores 
£u  cuanto  Iras  las  uoches  van  los  días. 


No  hav  habla  ni  lenguaje  tan  diverso, 
Que  á  las  voces  del  cielo  no  dé  oido. 

Corre  su  voz  por  lodo  el  universo, 
Su  son  de  polo  á  polo  ha  discurrido. 

Allí  hicisle  al  sol  rica  morada, 
Alli  el  garrido  esposo  y  bello  mora. 

Lozano  y  valeroso  su  jornada 
Comienza  y  corre,  y  pasa  en  breve  hora. 

Traspasa  donde  la  una  á  la  otra  parte 
Del  cielo ,  y  con  su  rayo  á  todos  mira. 

Mas  ¿cuániü  mayor  luz.  Señor,  reparte 
Tu  ley,  que  del  pecado  nos  retira? 

Tus  ordenanzas.  Dios,  no  son  antojos, 
Avisos  santos  son  al  Ionio  pecho. 

Tus  leyes  alcohol  de  nuestros  ojos. 
Tus  mandados  alegría  y  tiel  derecho. 

Tenerle  es  bien  jamás  perecedero, 
Tus  fuerzas  son  verdad  juslilicada. 

Mayor  codicia  ponen  que  el  dinero. 
Mas  dulces  son  que  miel  muy  apurada. 

Amarle  es  abrazar  lus  maiKlamientos, 
Mas  ;,quién  los  guarda,  ó  quién  sns  movimientos, 

O  todos  los  nivela  ó  los  entiende? 
¡Ay!  libra  de  allivez  el  alma  mia  , 

Que  si  Vitoria  deste  vicio  alcanzo, 
Derrocaré  del  mal  la  monarquía. 

Diéi  asme  oido  eulonces;  yo  contino 
Diré:  Mi  Redentor,  mi  bien  divino. 


SAi-MO  \\~tii.—Coeli  enarrant. 

Los  ciclos  dan  pregones  de  tu  gloria , 
Anuncia  el  eslrtíllado  tus  [iroezas. 

Los  dias  le  componen  clara  hi.storia, 
tas  noches  luaniUestan  lus  grandezas. 


SALMO  \\\s.—Adte,  Domine,  levavi. 

Aunque  con  mas  pesada 
Mano,  mostrando  en  mí  su  desvario. 
La  suerte  dura  ,  airada  , 
Me  oprima  á  su  albedrio. 
Levantaré  mi  alma  á  ti ,  Dios  mío. 

En  tí  mi  alma  repuso 
De  su  bien  la  defensa  y  de  su  vida ; 
No  quedaré  confuso , 
Ni  la  gente  perdida 
Se  alegrará ,  soberbia,  en  mi  caida, 

Por(|ue  jamás  nurlados 
Los  que  esj)erando  en  tí  permanecieron, 
Serán  ni  avergonzados; 
Confusos  siempre  fueron 
Los  que  sin  causa  al  bueno  persiguieron. 

Enséñame  pordónde 
Caminaré,  dónde  hay  deslizaderos, 

Y  el  lazo  dó  seasconde; 
Con  pié  y  huellos  ligeros, 

Señor,  me  enseña  andar  por  tus  senderos. 

Guíame  de  contino. 
Señor,  por  tu  camino  verdadero. 
Pues  solo  á  tí  me  inclino, 

Y  á  li  solo  yo  quiero, 

Y  siempre  en  ti  esperando  persevero; 
Que  es  tuyo  el  ser  piadoso 

Esté  siempre  presente  eu  lu  memoria, 

Y  el  número  copioso 
Delu  misericordia, 

T)e  que  esiá  llena  loda  antigua  historia. 

Conforme  á  mis  maldades 
No  me  mires.  Señor,  con  ojos  de  ira; 
Conforme  á  tus  piedades 
Por  lu  bondad  me  mira. 
Por  tu  bondad,  por  quien  lodo  respira. 

i!s  bueno  y  jiintair.ente 
Es  íiel  y  justo  Dios ;  al  que  sin  lino 
Va  ciega  y  locamente 
Redúcele  benigno     „ 
(Mas  con  debido  azote)  al  buen  camino. 

A  los  mansos  aveza 
Que  sigan  de  su  huella  las  pisadas; 
A  la  humilde  llaneza 
l'or  senda.'»  acertadas 
La  guia,  y  por  razón  jusliflcadas. 

Todo  es  misericordia 

Y  fe  cuanlo  Dios  obra  y  tiene  obrado 
Por  la  anligna  memoria  , 

Con  los  fpie  su  sagrado 
Concierto,  y  lo  por  Dios  testificado 


POESÍAS.— LIBRO  TERCERO. 


49 


Conservan,  Y  por  tanto. 
Que  clés  dulce  perdón ,  Señor ,  le  pido 
Por  el  lu  nombre  sanio, 
A  lo  que  te  lie  ofendido, 
¡  Ay  Iribte !  que  es  muy  grave  y  muy  crecido. 

Mas  ¡  cuál  y  ciián  dictiovo 
Aquel  varón  será  que  de  Uios  fuere 

Y  su  ley  lenieroso ! 

irá  Dios  donde  él  fuere. 

Será  su  luz  en  todo  lo  que  hiciere. 

Su  alma  en  descansada 
Vida,  de  bienes  mil  enriquecida, 
líeposará  abastada ; 
La  tierra  poseída 
Ue  su  casia  será  esclarecida. 

A  los  que  le  temieren 
liará  Uios  su  secreto  manifiesto, 

Y  á  ios  que  le  sirvieren, 
El  tesoro  repuesto, 

Que  en  su  ley  y  promesa  tiene  puesto. 

Mis  ojos  enclavados 
Tengo,  Señor,  en  ti  la  noclie  y  dia, 
Porque  mis  pies  sacados, 
Según  mi  fe  confia  , 
Serán  por  li  del  lazo  y  su  porfía. 

Tus  brazos  amorosos 
Abre,  Señor,  á  mi  con  rostro  amado, 
Con  ojos  piadosos , 
Porque  desamparado, 
Soy  pobre  yo  y  de  todos  desechado. 

Los  lazos  de  tormenlo, 
(Jue  estrechamente  ciñen  mi  afligida 
Alma  ,  ya  son  sin  cU'  nto. 
¡Ay  Uios!  libra  mi  vida 
Le  suerte  tan  amarga  y  abatida. 

Atiende  á  mi  bajeza, 
Mira  mi  abatimiento ,  de  mi  pena 
Contémplala  ¡.vaveza. 
Con  mano  de  amor  llena 
Rompe  de  mis  pecados  la  cadena  ; 

\  mira  cómo  crecen 
Mis  enemigiis  mas  cada  momento, 

Y  cónio  nie  aboi  recen 
Con  ab(  rrecimienlo 

Malo,  duro,  cruel,  fiero,  sangriento. 

Por  li  sea  guardada 
Mi  alma,  y  mi  salud  de  tan  tirano 
Poder  sea  librada; 
m  fe  no  salga  en  vano, 
Pues  me  puse.  Señor,  todo  en  tu  mano. 

Al  fin ,  pues  que  te  espero, 
Valdráme  la  verdad  y  la  llaneza; 
Mas  sobre  todo  quiero 
Que  libre  tu  grandeza 
A  lu  pueblo  de  angustia  y  de  tristeza. 


SALMO  xxvi. — Dominus  illuminaüo. 

Dios  es  mi  luz  y  vida; 
¿Quién  me  podrá  dañar?  Mi  fortaleza 
Ls  Dios,  y  mi  manida; 
¿Qué  fuerza  ó  qué  grandeza 
Pondrá  en  mi  corazón  miedo  ó  flaqueza? 

Al  mesnio  punto  cuando 
Llegaba  por  tragarme  el  descreído. 
El  enemigo  bando. 
Yo  firme  y  él  caldo 
Quedó,  y  avergonzado  y  destruido. 

Si  cerco  me  cercare. 
No  temerá  mi  pecho,  y  si  sangrienta 
Guerra  se  levantare, 
O  si  mayor  tormenta, 
En  este  espero  yo  salir  de  afrenta. 

A  Dios  esto  he  pedido 

Y  pediré ,  que  en  cuanto  el  vivir  dura 
Repose  yo  en  su  nido, 

Para  ver  su  dulzura 

Y  remirar  su  casa  y  hermosura. 
Que  allí  en  el  dia  duro. 

Debajo  de  su  sombra  ahinojado, 
En  su  secreto  muro 
E.xvi-ii. 


Me  defendió  cercado, 

Conioen  roca  lirmísiivia  ensalzado. 

Y  también  vcie  agitra 
De  aíjuesius  (|ue  me  cercan  el  quebranto, 

Y  donde  Uios se  adora, 

Y  le  ofrecí  don  sanio 

De  gozo  ,  de  dolor ,  de  dulce  canto. 

Uiclina  ¡oh  poderoso ! 
A  mi  voz,  que  te  liania,  tus  oidos  ; 
Cual  siempre,  piadoso 
Te  muestra  a  mis  gemidos, 
Sean  de  ti  mis  i'uegos  siemi)re  oidos; 

A  ti  dt'iilro  en  mi  (¡echo 
(Dijo  nd  corazón)  y  con  cuidado, 
Kn  la  mesa,  en  el  lecíio 
Mis  ojos  te  han  buscado 

Y  buscan  hasta  ver  tu  rostro  amado. 
No  le  me  ascondas,  Uiieno, 

No  te  apartes  de  mí  con  faz  torcida; 

Pues  ya  lu  dulce  seno 

Me  fué  cierta  guarida; 

No  me  deseches,  no,  Uios  de  mi  vida. 

Mi  padre  en  mi  terneza 
Faltó ,  y  quitó  á  mi  madre  el  nombre  caro 
Ue  madre  su  crueza; 
Mas  Líos  con  amor  raro 
Me  recogió  debajo  de  su  amparo. 

Muéstrame  tu  camino, 
Guia ,  Señor ,  por  senda  nunca  errada 
Mis  pasos  de  contino; 
Que  no  me  dañen  nada 
Los  puestos  contra  mi  siempre  en  celada. 

No  me  des  en  la  mano 
De  aquestos  (¡ue  me  tienen  afligido. 
Con  testimonio  vano 
Crecer  de  mí  han  (|uerido, 

Y  al  fin  verán  que  contra  si  han  mentido. 
Vo  espero  firmemente. 

Señor,  que  me  he  de  ver  en  algún  dia 

A  tus  bienes  presente 

En  tierra  de  alegría  , 

De  paz,  de  vida  y  dulce  compañía. 

No  concibas  despecho 
Si  se  detiene  Uios,  oh  alma; espera, 
Dura  con  fuerte  pecho, 
Con  fe  acerada,  entera. 
Aguarda ,  atiende,  sutre  ,  persevera. 


SALMO  wxwn.—Bixi:  custodiam. 

Dije:  «Sobre  mi  boca 
El  dedo  asentaré  ,  tendré  cerrada 
Uenlrola  lengua  loca, 
Porque  desenfrenada 
Con  el  agudo  mal.  no  ofenda  en  nada. 

«l'cndrele  un  lazo  eslreclio  , 
Mis  ansias  pasaré  graves  conmigo , 
Ahogaré  ennii  pecho 
La  voz,  mientras  testigo 

Y  de  mi  mal  juez  es  mi  enemigo  » 
Callando  como  mudo 

Estuve ,  y  de  eso  mismo  el  detenido 
Dolor  creció  mas  crudo  , 

Y  en  fuego  convertido, 
Dtsi'hlazó  la  lengua  y  el  sentido. 

Y  dije:  «Manifiesto 
El  término  de  tanta  desventura 
Me  muestra.  Señor  ,  presto; 
Será  no  lanío  dura, 
Si  sé  cuándo  se  acaba  y  cuánto  dura. 

» ¡  Ay !  corla  ya  estos  lazos ,' 
Pues  acortaste  tanto  la  medida. 
Pues  das  tan  cortos  plazos 
A  mi  cansada  vida. 
i  Ay ,  cómo  el  hombre  es  burla  conocida! 

» ¡  Ay,  cómo  es  cieno  vano, 
Imagen  sin  sustancia,  que  volando 
Camina!  Ay,  cuan  en  vano 
Se  cansa  amontonando 
Lo  que  deja,  y  no  sabe  á  quién  y  cuúudol» 

4 


m 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Mas  yo,  ¿en  qué  espero  ngora 
En  mal  tan  miserable  mejoría? 
En  ti ,  en  quien  solo  adora , 
En  quien  solo  conlia. 
En  quien  solo  descansa  el  alma  mia. 

De  lodos,  que  sin  cuento 
Mis  males  son,  me  libra,  y  á  mi  ruego 
Te  muestra  blando,  atento. 
Ko  me  pongas  i)or  juepo 

Y  burla  al  ignorante  vulgo  y  ciego. 
En  nadie  fundo  queja. 

Callando  y  mudo  jiasó mi  fatiga, 

Y  digo  si  me  aqueja  , 

Mi  culpa  es  mi  enemiga  , 

Y  que  tu  justa  mano  me  castiga. 
■    Mas  usa  de  clemencia. 
Levanta  ya  de  mi  tu  mano  airada, 
Tu  'azote',  tu  sentencia, 

Que  la  carne  gastada, 

Y  la  fuerza  del  alma  está  acabada. 
No  gasta  la  polilla 

Ansí  como  tu  enojo  y  su  porfía 
Contra  quien  se  amancilla; 
Consümesle  en  un  día, 
Que  al  lin  el  hombre  es  sueño  y  burlería. 

Presta  á  mi  ruego  oído. 
Atiende  á  mi  clamor,  sea  escuchado 
Mi  lloro  dolorido, 
Pues  pobre  y  desterrado 
Como  mis  padres,  vivo  á  ti  allegado. 

O  da  una  pausa  poca  , 
Suspende  tu  furor,  para  que  pueda 
Con  risa  abrir  la  boca 
En  vida  libre  y  leda 
Aqueste  breve  tiempo  que  me  queda. 


SALMO  xu.—Quemadmodum. 

Como  la  cierva  brama 
Por  las  corrientes  aguas,  encendida 
En  sed,  bien  asi  clama 
Por  verse  reducida 
Mi  alma  á  ti,  mi  Dios,  y  á  tu  manida. 

Sed  tiene  la  alma  mia 
Del  Señor ,  del  viviente  y  poderoso; 
i  Ay  !  ;,cuando  será  el  día 
Que  tornaré  gozoso 
A  verme  ante  tu  rostro  glorioso? 

1.a  noche  estoy  lloranoo 
Ye!  día,  y  solo  aquesto  es  mi^contento, 
En  ver  que  preguntando 
Me  estancada  momento: 
«¿Tu  Dios,  di,  dónde  está,  y  tu  fundamento?» 

Y  en  lloro  desatado. 

Derramo  el  corazón  con  la  memoria 
De  cuando  rodeado 
Iba  de  pueblo  y  gloria. 
Haciendo  de  tus  loas  larga  historia. 

M.'is  digo:  "  ¿Por  qué  tanto 
Te  afliges?  Fia  en  Dios,  alma  mia; 
Que  con  del)ido  canto 
Yo  cantaré  algún  dia 
Las  sus  saludes  y  la  mi  alegría.» 

Y  crece  mas  mi  pena. 

Dios  mío ,  desto  mismo  que  he  cantado , 

Viétnlome  en  el  arena 

De  liermon  y  despoblado 

De  Mizaro,  de  tí  tan  acordado. 

Y  ansí  viene  llamada 

T,'na  tormenta  de  otra,  y  con  ruido 

Descarga  una  nublada 

Apenas  que  se  lia  ido 

La  otra,  y  de  mil  olas  soy  batido. 

Mas  nacerá  ,  yo  esi)f'ro , 
El  dia  en  que  usará  de  su  blandura 
Mi  I)ios;  en  tanto  quiero. 
Mientras  la  noche  dura, 
Cantallcy  suplicallc  con  fe  pura. 

Decille  he :  »  ¡Oh  mi  escudo  ! 
¿Porqué  me  olvidas?  Di,  ¿por  ípié  hasquerido 
Que  el  enemigo  crudo 


Me  traiga  á  si  afligido , 

Con  negro  manto  de  dolor  vestido?» 

Como  maza  pesada 
Los  huesos  quebrantó  en  partes  ciento 
La  voz  desvergonzada ; 
Que  cada  dia  siento 
Decir:  « ¿Dó  está  tu  Dios,  tu  fundamento?» 

Mas  no  te  acuites  tanto. 
En  el  Señor  espera,  oh  alma  mia, 
Que  con  debido  canto 
Yo  le  diré  algún  dia: 
*  ."di  Dios  y  mi  salud  y  mi  alegría.» 


SALMO  xuiv  .—Eructavit. 

El  pecho  fatigado 
De  sentencias  mayores  y  subidas 
Me  sobra  cogolmado; 
Al  Rey  van  dirigidas 
Mis  obras  y  canciones  escogidas. 

Y'uélase  mi  ligera 
Lengua,  como  la  mano  ejercitada 
A  escribir  mas  entera. 
Sin  que  se  borre  nada , 
Ni  canse ,  hasta  la  fin  muy  concertada. 

Hermosísimo  esposo. 
Mas  que  Adán  y  sus  hijos  esparcido 
De  gracias,  y  sabroso, 

Y  ansina  mas  querido, 

Y  de  Dios  para  siempre  bendecido. 
Ciñe  tu  rica  espada. 

Prepotente  de  gloria  y  de  grandeza, 

Y  salga  bienhadada 
Esa  tu  gentileza; 
Descúbrase  á  todos  tal  riqueza 

Sobre  sublimes  ruedas 
De  justicia,  verdad  y  mansedumbre , 

Y  verás  cómo  quedas 

De  hazañas  en  la  cumbre, 

Vencida  de  enemigos  muchedumbre. 

Tus  agudas  saetas 
Pueblos  derrocarán  muchos  tendidos; 
Rey  ,  todo  lo  sujetas; 
Los  latios  van  heridos. 
No  se  verán  de  golpes  tan  garridos. 

Tu  real  silla  y  asiento 
Dura  siempre  jamás.  Rey  poderoso, 
De  mudanzas  exento; 
Tu  cetro  glorioso, 
Cetro  de  rectitud,  no  riguroso; 

La  justicia  en  tu  celo, 
Y' la  desigualdad  tu  aborrecida; 
Por  eso  Dios  del  cielo 
Con  mas  larga  medida 
Te  bendijo,  que  á  todos  extendida. 

Tu  jirecioso  vestido 
Lanza  mirra  de  sí ,  olor  suave, 
Cuando  al  mármol  bruñido 
Se  le  quila  la  llave, 

Y  se  abren  los  almarios  donde  cabe." 
A  tu  derecha  mano 

Se  asentará  la  esposa  señalada, 
De  estado  soberano 

Y  reina  rodeada. 

De  oro  luciente  y  puro  coronada. 

Y  vos,  linda  doncella. 
Pone  al  varón  vuestros  oidos; 
Dejad  tierna  querella 

De  |)adres  y  conocidos, 

Y  olvidad  ¿sos  ¡tueblos  ya  sabidos. 
Ya  te  es  aficionado 

El  Rey  á  tu  donaire  y  hermosura; 
Tenle  muy  acatado. 
Mira  que  eres  su  hechura  ; 
Postrarse  ha  la  de  Tiro  á  tu  Figura. 

Y  en  esto  mas  graciosa 

Que  de  cslado  real  tan  eminente, 
Nii  se  te  asconda  cosa , 

Y  cuando  eres  presente  , 

Tienes  á  rey  que  manda  tanta  gente. 


poesías.— LIBRO  TERCERO. 


Bl 


Vestida  muy  de  £rnla 
En  ropas  de  íiiio  de  oro  entretejidas, 
Te  temen  en  tu  sala 
Mil  damos  itíen  garridas, 
Cantando  en  tus  entradas  y  salidas. 

Por  tus  padres  cansados 
Y  viejos,  de  los  años  consumidos, 
De  mozos  esforzados 
En  números  crecidos 
Hijos  verás  por  reyes  escocidos. 

Muy  dentro  en  mi  memoria, 
Mienfras  durare  el  sol  y  su  rodeo, 
Tendré  viva  la  liisloria 
De  aqueste  mi  himeneo. 
Pues  del  me  mana  el  bien  que  yo  poseo. 

Y  por  tal  beneficio 
Mis  pueblos  prontamente  conmovidos 
A  inmortal  ejercicio. 
Los  tus  loores  debidos 
Barán  eleniamente  conocidos. 


EL  MESMO  EN  OTRO  VERSO. 

Un  rico  y  soberano  pensamiento 
Me  bulle  dentro  el  pecho; 

A  ti,  divino  Rey,  mi  entendimiento 
Dediro  y  cuanto  he  hecho. 

A  tí  yo  le  enderezo ,  y  celebrando 
Mi  lengua  tu  grandeza  , 

Irá  como  escrihano  volteando 
La  pluma  con  presteza. 

Traspasas  en  beldad  á  los  nacidos, 
En  gracia  estás  bañado ; 

Que  Dios  en  tí  á  sus  bienes  escogidos 
Eterno  asiento  ha  dado. 

Sus,  ciñe  ya  tu  espada  poderoso, 
Tu  prez  y  hermosura 

, Tan  rara,  y  sobre  carro  glorioso 
Con  próspera  ventura. 

Ceñido  de  verdad  y  de  clemencia 

Y  de  bien  soberano. 

Con  hechos  hazañosos  su  potencia 
Dirá  tu  diestra  mano. 

Los  pechos  enemigos  tus  saetas 
Traspasen  herboladas, 

Y  ves  en  tus  pisadas  las  sujetas 
Naciones  derrocadas. 

Y  durará.  Señor ,  tu  trono  erguido 
Por  mas  de  mil  edades , 

Y  de  tu  reino  el  cetro  esclarecido, 
Cercado  de  igualdades. 

Prosigues  con  amor  lo  justo  y  bueno. 
Lo  malo  es  tu  enemigo; 

Y  asi  te  colmó  Dios ,  tu  Dios,  el  seno 
Masque  á  ningún  tu  amigo. 

Las  ropas  de  tu  fiesta  ,  producidas 
De  los  ricos  marfiles. 

Despiden,  en  tí  puestas,  recogidas. 
Olores  mil  gentiles. 

Son  ámbar  y  son  mirra  y  son  preciosa 
Algalia  sus  olores. 

Rodéate  de  infantas  copia  hermosa, 
Ardiendoen  tusamores, 

Y  la  querida  reina  está  á  tu  lado 
Vestida  de  oro  fino. 

Pues,  oh  tú  ,  ilustre  hija,  pon  cuidado,     . 
Atiende  de  contino, 

Atiende  y  mira ,  y  oye  lo  que  digo : 
Si  amas  tu  grandeza, 

Olvidarás  de  hoy  mas  tu  pueblo  amigo 

Y  tu  naturaleza; 

Que  el  Rey  por  ti  se  abrasa,  y  tú  le  adora. 
Que  él  solo  es  señor  tuyo , 

Y  tú  también  por  él  serás  señora , 

Y  lodo  el  gran  bien  suyo. 

El  Tiro  y  los  mas  ricos  mercaderes. 
Delante  ti  humillados. 

Te  ofrecen,  desplegando  los  haberes, 
Los  dones  mas  preciados. 

Y  añadirá  en  tí  toda  la  hermosura , 

Y  vestirás  tesoro, 


Y  al  Rey  serás  llevada  en  vestidura 

Y  en  recamados  de  oro , 
Vjiinlainente  al  Rey  serán  llevadas 

CoMiigo  otras  doncellas ; 
Irán  siguiendo  todas  tus  pisadas, 

Y  tú  delante  dellas. 

Y  con  debida  fiesta  y  regocijos 
Te  llevarán  al  lecho. 

Do,  en  vez  de  tus  agüelos  ,  tendrás  hijos 
De  claro  y  alio  hecho, 

A  qmen  del  mundo  todo  repartido 
Darás  el  cetro  y  mando.- 

Mi  canio ,  con  los  siglos  extendido , 
Tu  nombre  irá  ensalzando. 

Celebrarán  tu  nombre  eternamente 
Toda  nación  y  gente. 


EXPOSICIÓN   DEL   SALMO   L. 

Miserere  mei,  Deas ,  secundnm  maguam  mmricordiam 
íuam. 
Dulcísimo  Dios  mió. 
Cuya  clemencia  inmensa 
Jamás  falló  al  que  á  ti  se  ha  convertido; 
Pues  solo  en  tí  confio, 
Perdóname  la  ofensa 
Uue  contra  tí ,  Dios  mió ,  he  cometido. 

Y  así  como  ella  ha  sido 
Tan  grande  y  cometida 
Contra  divina  esein;ia. 
Así  sea  la  clemencia 

También,  Señor,  muy  grande  y  muy  cumplida. 

Porque  sea  perdonado 

Con  gran  misericordia  un  gran  pecado. 

Et  secitndum  miUitudinem  miserationttm  tuarum, 
dele  iuiquitatem  vieain, 
Y  pues  que  siendo  una 
Tu  clemencia  divina. 
Las  obras  de  ella  son  inumerables. 
No  me  niegues  ninguna. 
Pues  varia  medicina 
Reípiieren  tantas  llagas  incurables. 
\'  aquellos  exorables 
Ojos  tuyos  piadosos. 
Que  están  acostumbrados 
A  perdonar  pecados , 
Los  vuelve á  mí.  Señor, mas  amorosos; 
Borrando  mis  delitos 
De!  libro  del  rigor ,  do  están  escritos. 

Amplius  lava  me  ab  iniquitate  mea ,  et  h  peccato  meo 
munda  me. 
Lava  mi  culpa  grave 
Con  agua  de  tu  gracia 
Una  vez  y  otra  vez,  mi  Dios  eterno, 
Porque  con  tan  suave 
Reme  lio  y  eficacia 
Me  hbre  de  las  penas  del  infierno. 

Y  el  fuego  sempiterno. 

En  que  arde  quien  te  ofende 
En  el  profundo  abismo, 
Aparta  de  mí  mismo, 

Y  en  tu  divino  amor.  Señor .  me  enciende; 
Pues  mucho  es  mas  cumplida 

Tu  gracia  que  la  culpa  mas  crecida. 

Qtioniajn  iniquitatem  meam  ego  cognosco;  etpeccatum 
meum  contra  me  estsemper. 

Si  yo,  Señor,  negase 
Mi  culpa  en  tu  presencia. 
Queriéndome  librar  ó  excusar  de  ella, 
Fuera  bien  se  ociilia^e 
A  mí  tu  gran  clemencia. 
Pues  ne;ia  .do,  no  pudí-  merecella. 
Mas  yo,  que  en  conocella 
Jamás  me  vi  obstinado. 
Antes  siempre  delante 
Tengo  en  cualquier  instante 
Micidpa  descubierta  y  mi  pecado, 
Justo  es  que  así  merezca 
Que  til  piedad  de  mí  se  compadezca. 


b2 


OBRAS  DE  FRAY  LülS  HE  LEÓN. 


Tibí  soU percavi .  el  mnlum  cnram  te  feci;  titji/st>ftier¿s 
iii  serinoiúbus  tuis ,  el  vincas  cuín  judicaris, 

A  ti  solo  ppqué, 
A  li  soloofeiiili. 

Mal  'Iflíiiiie  (le  li,  mi  Dios,  be  liecbo. 
Señor,  peí  (lona  me  , 
Poii]  e  Vfiiii   que  en  li 
CoMti>nn:iii  l.is  p  ihilnus  cou  elliecho, 
\  qiieile  siilisItM  lio 
El  iiiuiido,  á  quien  dijiste 
Que  al  [htiuIt  que  Hora 
IViduMMs  á  lü  hoia, 

One  en  inl  lan  cl:ir:imeiite  lo  cumpliste; 
Dfjando  cdiit'nndittn 
Al  que  dudar  de  aquesto  se  ha  alrovido. 

Ecce  enim  in  iniquilafibiix  cnnceptus  siim ;  et  in  peccatis 
cuitjepil  me  muíer  in¿u. 

Mira  que  ronprhido 
He  sillo  en  el  [ie(  ado 
Original  de  ini  pii  ni-m  padre, 
Por  (;u  en  sov  perspt;nii!o 
Desde  que  fui  en^nidi  ;id(i. 
EsUn  lio  aun  en  el  vienire  de  mi  madre. 

Y  asi  es  juslo  (ine  cuadre 
En  nii  i!ias  (u  cKniei.cia 
t,)ue  SI  libre  naciera 

Y  ii;iliiial  me  lucra 

Verdad  acompañada  de  inocencia; 
Porque  es  muv  dnio  intento 
Forzar  iu  iiiclinaciun  del  iiacimienlo. 

Lcce  enim  veriíatem  dileriitti;  incerta  et  oculta  sopieiitiae 
tuae  munifestasti  milñ. 

Bien  sé,  Señor,  que  amaste 
Verdad  sencilla  y  pma, 

Y  siempre  lo  conlr.irio  aborreciste; 

Y  asi ,  pues  que  otori;aste 
Clemencia  á  lu  criatura  , 

No  faltará  el  perdón  que  prometiste. 

Y  pues  que  descubriste, 
Señor,  al  alma  mía 

Y  á  uii  ingenio  imperfeto 
Lo  cuilo  y  lo  secreto 

De  lu  alta  y  celestial  sabiduría, 

Ni)  es  muciioíjue  \o  entienda 

Que  no  puede  fallar  a  quien  se  enmienda. 

Asperges  me  hyssopo,  et  mundahor;  ¡avabis  me,  et  siiper 
nivem  dealüabur. 

Asi  como  el  lisiado 
De  hi  lepra  ir  solia 
Al  sumo  Siicerdiite,  y  con  la  mano 
Del  íiisopo  rociado 
(".oblaba  mejoria, 

Y  de  su  enfermedad  quedaba  sano; 
Así.  Dios  soberano. 

De  lu  s;iiigie  bencila 

Con  liisopu  rocía 

Atpiesla  lepra  iiiin  , 

C'ne  con  01  ro  remedio  no  se  quila. 

\.\\\H  mi  alma  con  ella, 

N  verse  lia  mas  que  nieve  blanca  y  bolla. 

Auditui  meo  dahis  gaudiiim  et  Inetiliam;  et  exuUabunl 
ossa  fiumiliata. 

Doy  ya.  Señor,  coiilento. 
Doy  jjo/.o  y  alejaría 
A  mi  desconsolado  triste  oido, 
I'iciendo  ipie  el  tormento, 
Pecado  y  culpa   una 
Me  está  ya  perdonado. 
Porque  el  cuerpo  alligido 

Y  liuesos  liumillados, 
Trocando  en  suertes  buenas 

-Sus  dolores  y  penas, 
Están  de  verse  asi  regocijado», 
Sintiendo  de  lu  fíiacia 
El  soberano  fruto  y  cDcacia, 


Averie  faciem  liiamti  peccnlix  nicis;  etomnes  iniqíiilates 
nu  US  dele. 

Aquel  ros'.ro  divino 
Vuelve,  Señor,  de  mi  maldad  inmensa, 

Y  aparta  ile  conlino. 

Mi  Dios,  de  tu  memoria 

Las  culpas  coinelid:is  en  lu  ofensa. 

Y  pues  que  recompensa 
No  hay  correspondiente, 
Con  tu  sangre  bendita 

Se  supla  lo  que  falla  ,  y  acreciente; 

ÍJorrando  con  clemencia 

De  todas  mis  maldades  la  sentencia. 

Cor  mundum  crea  in  me  Deas;  et  spiritum  rectum 
innova  in  visceribus  ineis. 

Siendo  la  culpa  mia, 
Señor,  ya  perdonada , 

Y  la  pena  por  ella  merecida, 
En  mí  un  corazón  cria 

Dií  limpieza  exlreniada. 

Con  que  muy  pura  y  limpia  sea  la  vida. 

\  poi  (jue  yo  despida 

Las  culpas  de  mi  pecho  . 

Y  las  antiguas  mañas, 
Henueva  en  mis  enlr^iñas 

Un  espíritu  limpio  y  muy  derecho; 
Quitando  el  ([ue  agoviado 
Estaba  cou  el  peso  del  pecado. 

Neprojicias  me  a  facie  tua;  et  spiriltm  sanctnm  tuuin 
ne  alíferas  ii  me. 

No  me  arroje!^.  Dios  niio. 
De  tu  rostro  glorioso; 

Muéstramele  pues  manso  y  muy  benigno;    . 
Déjame  á  mi  albedrío 
Mirarle  con  reposo, 

Y  verle  y  atlorai  le  de  contino. 
Tú  Espíritu  divino , 
Santísimo,  admirable. 
Infunde  al  alma  mia. 

Con  que  tenga  alegría 

De  go/o  y  de  conieiiio  perdurable ; 

Y  un  don  lan  excelenle 

De  mí  uo  le  quitad  eleniaménte. 

Redde  mihi  ¡aetitiam  sahdaris  tul ;  et  spiritu  principali 
confirma  me. 

Vuélveme  aqnel  estado 
De  gran  contentamiento, 
Dichoso,  alegre,  dulce,  inestimable; 

Y  en  mi  alma  encerrado  k 
Esté  así  muy  de  asiento  í 
Tu  Espíritu  saniisimo ,  admirable. 

Y  poicpie  variable 

De  mi  parle  no  cpiede 

Aíiueste  don  crecido. 

Que  lo  conlirmes  pido. 

Pues  confirmarse  fácilmente  puede, 

Poniendo  en  mí  la  mano. 

Tu  Espíritu  divino  y  soberano. 

Decebo  iniquos  vías  titas,  et  impii  ad  te  convertentur. 

Seré,  Señor,  lan  grato 
A  la  merced  crecida 
Que  en  eslo  de  tu  mano  he  recibido , 
Que  ni  un  punto  ni  un  rato 
Emplearé  mi  vida 
Sino  en  loar  tu  nombre  engrandecido. 

Y  así ,  de  agradecido 

A  los  ojos  divinos,  í 

A  los  malos  sin  fe. 

Señor,  enseñaré 

Tus  obras,  tus  carreras  y  caminos, 

Con  lengua  lan  despierta  , 

Que  el  t¡uc  mas  malo  fuere  se  convierta. 


POESIAS.- 

Liberame  de  sanguhúhus,  Deus,  Dpiis  salutis  nieae  ; 
et  exultabit  lingtta  mea  justüiam  tuam. 

¡Oh  Dios  y  Señor  mió, 
Mi  Dios  y  Padre  eterno! 
Pues  tú  solo,  Señor,  puedes  salvarme, 
Líbrame  de  aquel  brio , 
Con  que  á  mí ,  llaco  y  tierno, 
La  carne  y  sangre  suele  sujetarme; 

Y  pueda  yo  alegrarme, 
Quedando  ya  contento, 
De  no  ser  tributario 

De  tan  duro  adversario. 

Y  viéndome  quedar  libre  y  exento. 
Entonces,  de  alegría, 

Cantaré  lu  justicia  cada  dia. 

Domine,  labia  mea  aperies;  et  os  meum  annuntiabii 
laudem  tuam. 

Mi  boca  ahora  está 
Opresa  y  oprimida 
Con  grave  cerradura  del  pecado; 

Y  así,  no  puede  ya, 
No  siendo  socorrida , 
Cantarte  á  tí ,  Señor  glorificado. 
Rompe  pues  la  cadena 

De  mis  labios  cerrados, 

Y  entonces  será  parte 
Mi  lengua  de  alabarte 

Con  armonía  dulce  y  voz  serena. 
Con  cantos  de  alabanza  sublimados; 

Y  anunciaré  yo  solo 

Tus  loores ,  Señor,  de  polo  á  polo. 

Quoniam  si  volídsses  sacrificium,  dedissem  titique; 
holocauslis  non  deleclaüens. 

Yayo,  Señor,  hubiera 
Por  mis  culpas  inmensas 
Corporal  sacrificio  á  tí  ofrecido; 
Mas  sé  que  no  es  manera 
De  perdonar  ofensas 
El  sacriflcioen  luego  consumido. 
Ni  á  ti  te  ha  complacido 
Ni  da  contento  puro 
El  mísero  becerro 
Muerto  con  duro  hierro. 
Ni  el  tímido  cordero  satisface 
Los  delitos  que  el  hombre  contra  ti  hace, 
Ni  menos  el  intenso 
Olor  del  humo  espeso  del  incienso. 

Sacrificium  Deo  spiritus  contribulatus;  cor  contriium 
et  humiliatum  Deus  non  despides. 

El  sacrificio  suave, 
Señor ,  y  verdadero, 

Y  aquel  que  mas  á  ti ,  mi  Dios,  agrada, 
Es  un  dolor  muy  grave 

De  esi)íritu  sincero, 

Y  un  alma  de  su  yerro  atribulada. 
También  de  tí  es  pnciada 

La  pena  y  sentimiento 

De  un  corazón  ci'nlrito; 

De  su  enorcne  delito 

Lleno  de  contrición  y  de  tormento. 

Y  nunca  despreciaste 

El  corazón  que  de  este  modo  hallaste. 

Benigne  fac.  Domine ,  in  bona  volúntate  tua  Sion : 
ut  aedificenlur  muri  Jerusalem, 

Estando  confiado 
De  que  benignamente 
Perdonaras ,"  Señor,  mi  culpa  inmensa, 
Quiero  pedirte  osado 
Que  ya  universa Imente 
Perdones  á  tu  pueblo  toda  ofensa. 
Con  tu  bondad  dispensa, 

Y  sea  justamente 

Con  la  sacra  Sion,  ciudad  nomftradaj 

Porque  sea  perdonada 

La  culpa  y  el  error  de  tanta  gente, 

Y  sean  edificados 

Los  de  Jerusuien  muros  sagrados. 


•LIBRO  TERCERO.  B3 

Ttinc  acceptahis  sacrificinm  juxtiflae.  ohla'tones  et  holo- 
causto; tune,  impone  nt  su  per  altare  tuum  vítulos. 

Hecho  ya  esle  edificio, 
Por  donde  se  liiíura 
La  Iglesia  mi!il;i¡ite, 

Y  en  ella  el  sacrifiíio 
O'ie  es  de  justicia  pura  , 
Será  á  Dios  agradable  é  importante. 
Pondrá  también  delante 
La  ofrenda  y  el  incienso, 

Y  en  el  alt;ir  sagrado. 
Becerro  delicado. 
Que  dé  gemidos  de  dolor  intenso; 
Por  donde  es  entendido 
El  penitente  humilde  y  afligido. 

Gloria  Patri ,  etc. 

Al  Padre  sempiterno, 
Al  alto  Rey  del  cielo 
Se  dé  perpetua  gloria  y  alabanza; 

Y  al  Hijo  del  Eterno, 
Nacido  acá  en  el  suelo. 
La  gloria  se  le  dé  en  igual  fialanza; 

Y  al  líspiritu  que  alcanza 
El  mismo  ser  divino. 
De  entrambos  procelente. 
Se  dé  gloria  excelente 
Por  todos  los  fieles  de  contino ; 
Como  se  da  y  se  ha  dailo 
Desde  el  principio  al  fin  de  lo  criado; 


SALMO  Lxxi. — Deus  judicinm. 

Si^ñor,  da  al  Rey  tu  vara  , 
Al  hijo  del  Rey  da  tu  mmarqida. 

Que  con  ju<;Í¡cia  rara 
El  Sillo  regirá  tu  señoría. 

Alcanzarán  derecho 
Los  valles  por  su  mano,  y  los  collados 

No  turbarán  el  peclio 
Del  vulgo,  ni  los  cerros  encumbrados. 

No  habrá  mas  sinjii';titia  , 
Porque  él  daia  el  deliido  á cada  uno: 

Al  humilde  justieia, 
Salud  al  injuriado  ,  al  importuno 

Ifijuriador  qu  'branlo; 
Serás  teinido  lu  mientras 'uciere 

El  sol  y  luna,  y  cnaiiio 
La  rueda  de  los  siglos  se  volviere. 

Intluira  a'noi-osu. 
Cual  la  menmla  lluvia  y  cual  rocío 

En  prado  deleitoso; 
Florecerá  en  su  lieuipo  el  poderlo 

Del  bien,  y  una  puj m/.a 
De  paz,  que  durara  110  un  siglo  solo. 

Su  reino  rico  aicair/.a 
De  mar  á  mar  y  de  uno  al  otro  polo; 

Y  pueslo  ante  él  postrado 

El  negro  Montesino,  el  enemigo, 

El  polvo  besa  hollado. 
Los  reyes  de  la  mar  con  pecho  amigo, 

Y  Grecia  y  los  romanos. 

Con  los  isleños  tolos,  los  sábeos, 

Los  árabes  cercanos. 
Tributo  le  darán ,  y  los  deseos 

De  toilos  los  vivientes 
A  sí  convertirá ;  las  mas  lucidas 

Coronas  de  las  gentes 
Todas  adorarán,  ante  él  caídas, 

Por  cuanto  por  su  mano 
Será  librado  el  pobre,  que  oprimía 

El  soberbio  tirano. 
El  triste  á  quien  amparo  fallecía; 

Sobre  el  menesteroso 
Derramará  perdón,  la  empobrecida 

Alma  C'in  don  copioso 
Será  por  él  del  daño  redimida, 

Y  de  la  violencia 

La  sangre  del  cuitado  muy  preciosa, 


54 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Delante  su  presencia, 
y  á  \i(la  le  reduce  gloriosa, 

Y  dale  ricos  dones, 

Por  donde  agradecido  de  comino, 

Con  debidos  pregones 
Ensalzará  sus  loas,  sa divino 

Amor  sin  pausa  aliíuna 
Por  él  será  bendito.  ¡Oh  siglos  de  oro. 

Cuando  tan  sola  una 
Espiga  sobre  el  cen  o  tal  tesoro 

Producirá,  sembrada. 
De  niiescs  ondeando,  cual  la  cumbre 

Del  Líbano  nombrada! 
Cuando  con  mas  Iar.i;ue7.a  y  muchedumbre 

Qneel  feno  en  las  ciudades. 
El  higo  crecei  á:  pnr  do  desplega 

La  tama  en  nid  edades 
El  nonibrn  de  este  rey ,  y  al  cielo  llega  ; 

E\  nombre  (¡ue  primero 
Que  ci  sol  man;ise  lu/. ,  resplandecía. 

Kn  (pilen  liaíta  el  postrero 
MíMial  será  bendito,  en  quien  dedia, 

De  noche  celebrando. 
Las  g'^ntes  d;iráii  loa  y  bienandanza, 

Y  dirán  alabando : 

€  Señor  Dios  de  Israel ,  ¿qué  lengua  alcanza 

A  tu  debida  gloria? 
De  maravill.is  solo  autor,  bendito 

'lú  seas;  tu  memoria 
Vava  de  gente  en  gente  en  inQnilo 

Espacio,  y  hincha  el  suelo 
Tu  sacra  majestad,  cual  hinche  el  cielo.» 


SALMO  ix\x\u.— Domine  Deus  saluiis. 

Señor  de'  mi  salud  ,  mi  solo  muro, 
Juez  de  mi  delensa ,  á  ti  voci-o 
Cuando  está  el  aire  claro  y  cuando  escuro. 

Entrada  en  lu  presencia  sin  rodeo, 

Y  halle  en  tus  oidos  libre  entrada 
La  dolorida  voz  de  mi  deseo. 

De  males  crudos,  de  dolor  colmada 
El  iilma  ,  y  casi  ya  en  la  sepultura 
Está  la  vida  breve  y  fatigada. 

Clin  los  que  moran  la  región  escura 

Y  triste ,  con  aquellos  soy  contado  , 
A  quien  falló  el  amparo  y  la  ventura. 

Libre  y  captivo  vivo ,  y  sepultado. 
Cual  el  (¡ne  duerme  ya  en  eterno  olvido, 
Del  todo  de  lu  mano  desechado. 

Pnsisleino  en  el  i)0/.o  mas  sumido. 
Adonde  á  la  redonda  me  contienen 
Abismos  y  lijdeblas  y  gemido. 

Asiento  en  mi  tus  sañas  firme  tienen  , 

Y  sobre  mi  cabeza  sucediendo, 
De  tu  furor  los  olas  van  y  vienen. 

Su  rostro  mis  amigos  encubriendo  . 
(Por(|ue,  Señor,  lo  quieres),  me  declinan, 
O  por  mejor  decir,  se  van  huyendo. 

Antes  me  huyen,  antes  me  abominan; 
Comalles  mis  ra/.ones  yo  quisiera  , 
A  (piii-n  ¡  ay  !  siisnitrañas  no  se  inclinan. 

'¿i\  cárcel  me  d(>lienesasi  (iera. 
Que  nila  pluma  ni  la  voz  se  extiende  • 
A  pnliliear  su  pena  laslimera. 

('.i';.'ad(i  he  con  la  lluvia  que  deciende 
Continua  de  mis  ojos,  yconiiiio 
El  grito  á  ti  y  los  brazos  la  alma  atiende. 

^  dicen:  «;.Si  vi  ran  su  bien  divino 
Los  polvos  ,  ó  los  hiK'sos  eiiicrrados 
Tus  loas  si  dirán  con  tanto  diño?») 

Tus  hechos,  en  l.i  huisa  celebrados, 
¿Sirá  de  sus  grandezas  hecha  historia 
El)  la  callada  tumba  ,  en  los  finados?. 

i,\'.n  las  tinieblas  lucirá  lu  gloria  , 
O  por  ventura  habrá  de  tus  loores 
En  la  región  de  divido  gran  iniinoi  ia? 

No  ceso  do  enviarte  mil  dauKjres, 
Y.aiiii  antes  que  des|)¡erles  lú  la  aurora, 
Despierto  á  referirte  mis  dolores. 


¿Por  qué ,  Señor,  tu  pecho,  do  el  bien  mora, 
Desprecia  asi  las  voces  de  un  caido, 

Y  huyes  de  mirarme  mascada  hora? 
Bien  sabes  de  mi  vida  cuánto  ha  sido 

El  curso  miserable ,  y  cuan  cuitado 
Los  golpes  de  tu  saña  he  sostenido. 

Encima  de  mis  cuestas  han  pasado 
Las  olas  de  lus  iras,  tus  espantos 
Me  tienen  consumido  y  acal»ado. 

Un  mar  me  anega  de  miseria  y  llantos; 
No  en  partes  ,  sino  juntos,  me  rodean 
Un  escuadrón  terrible  de  quebrantos. 

A  los  que  mi  salud  y  bien  desean, 
A  lodos  de  mi,  triste,  los  destierras, 

Y  porque  nada  en  mi  dolor  provean, 
Eu  sus  secretos  crudo  los  encierrai. 


SALMO  cw.—Benedic,  anima  mea. 

Alaba  á  Dios  coritino ,  ¡  oh  alma  mía ! 

Y  todas  mis  entrañas,  dad  loores 

A  su  glorioso  nombre  noche  y  dia. 

Alaba,  y  nunca  olvides  sus  favores, 
Sus  dones,  tan  diversos  del  debido 
A  lus  malvados  hechos  y  traidores. 

El  te  perdona  cuanto  has  ofendido. 
El  pone  saludable  medicina 
A  todo  lo  (jue  en  ti  queda  herido. 

Tu  vida,  que  al  sepulcro  era  vecina, 
El  mismo  la  repara  y  hermosea 
Con  ricos  dones  de  piedad  divina. 

Bastécete  de  cuanio  se  desea ; 
Cual  águila,  será  por  él  trocada 
En  bella  juventud  lu  vejez  fea. 

Hace  juslici.a  Dios  muy  apurada, 
Da  Dios  á  los  opresos  su  derecho, 
A  los  que  oprimen  mnesira  mano  osada. 

Nollticó  su  ingenio  y  dulce  pecho 
Al  sanio  Moisen,  á  su  querido 
Pueblo  manifestó  su  estilo  y  hecho. 

Y  dijo  :  «  Para  lodo  lo  nacido 
Soy  de  entrañable  amor,  soy  piadoso. 
Soy  largo  en  perdonar  la  ira  y  olvido.» 

¡N'o  liene  en  sus  entrañas  ni  reposo 
La  saña,  ni  sosiego  ,  ni  le  dura 
Entero  en  ira  el  pecho  corajoso. 

No  fué  el  castigo  cual  la  desmesura; 
nías  al  contrario,  incomparablemente 
La  pena  es  menos  que  la  culpa  dura. 

Cuanto  se  encubre  el  cielo  reluciente 
Sobre  la  baja  tierra ,  tanto  crece 
Su  amor  sobre  la  humilde  y  b.aja  gente. 

Lo  que  hay  de  do  el  sol  nace  adó  anochece, 
Tanto  por  su  clemencia,  siempre  usada 
De  nos,  nuestra  maldad  se  desparece. 

Con  las  entrañas  que  la  madre  amada 
Abraza  á  sus  hijuelos,  tan  amable 
Te  muestras  á  lu  gente  regalada. 

Conoces  nuestro  barro  miserable, 

Y  tienes  dibujado  en  tu  memoria 
Que  nuestro  ser  es  polvo  vil  instable. 

De  nuestros  años  la  mas  larga  historia 
Es  heno,  tierra  y  flor,  que  en  un  momento 
Florece  y  muere  su  belleza  y  gloria. 

Pasó  por  ella  un  llaco  soplo,  un  viento, 

Y  como  si  jamás  nacido  hubiera. 
Aun  no  conocerás  dó  tuvo  asiento. 

La  graciajile  Dios  siempre  es  duradera 
En  quien  dura  su  amor,  y  sucediendo.  . 
Por  mil  generaciones,  pers_evera 

En  los  que,  su  ley  santa  obedeciendo. 
La  escriben  en  su  alma ,  y  sin  olvido , 

Y  velando  la  cumplen  y  (inriniendo. 
No  solo  reinas  sid)re  el  sol  Incido, 

Mas  tu  corona  alcanza  y  comiirende 
Cumio  será  jamás  y  cuanto  ha  sido. 

1,1  coro,  el  cerco,  que  enlu  amor  se  enciende, 
Déle  loor  el  coro  jioderosn, 
El  que  á  tu  voz  divina  slenqtre  atiende. 

Ücudigateel  ejército  hermoso 


poesías.— LIBRO  TERCERO. 


5o 


De  todas  las  lumbreras  celestiales, 
A  quien  hacer  tu  gusto  es  deleitoso. 
Beiidigante  tus  obras  celestiales, 
Déte  loores  cuanto  el  mundo  cria, 
El  mar,  la  tierra,  el  aire,  los  mortales, 
Y  alábete  también  el  alma  mia. 


SALMO  ciii. — Benedic,  anima  mea. 

Alaba  ¡oh  alma!  á  Dios.  Señor,  tu  alteza 
¿Qué  lengua  hay  que  la  cuente? 
Vestido  estás' de  gloria  y  de  belleza 

Y  luz  resplandeciente. 

Encima  de  los  cielos  desplegados 
Al  agua  diste  asiento. 

Las  nubes  son  tus  carros ,  tus  alados 
Caballos  son  el  viento. 

Son  fuego  abrasador  tus  mensajeros , 
•Y  trueno  y  torbellino. 

Las  tierras  sobre  asientos  duraderos 
Mantienes  de  contino. 

Los  mares  las  cubrían  de  primero 
Por  cima  los  collados ; 

Mas ,  visto  de  tu  voz  el  trueno  fiero. 
Huyeron  espantados ; 

Y  luego  los  subidos  montes  crecen, 
Humíllanse  los  valles ; 

Si  ya  entre  si  hinchados  se  embravecen. 
No  pasarán  las  calles 

Los  mares,  que  les  diste ,  y  los  linderos, 
Ni  anegarán  las  tierras. 

Descubres  minas  de  agua  en  los  oteros , 

Y  corre  entre  las  sierras 

El  gamo,  y  las  salvajes  alimañas 
Alli  la  sed  quebrantan. 

Las  naves  nadadoras  allí  bañas, 
Y'  por  las  ramas  cantan. 

('.on  lluvia  el  monte  riegas  de  tus  cumbres, 

Y  das  hartura  al  llano. 

Ansí  das  heno  al  buey,  y  mil  legumbres 
Para  el  servicio  humano; 

Ansí  se  espiga  el  trigo ,  y  la  vid  crece 
Para  nuestra  alegría ; 

La  verde  oliva  así  nos  resplandece, 

Y  el  pan  da  valentía. 

De  allí  se  viste  el  bosque  y  la  arboleda 

Y  el  cedro  soberano, 

Adonde  anida  el  ave ,  adonde  enreda 
Su  cámara  el  milano. 

Los  riscos  á  los  corzos  dan  guarida, 
Al  conejo  la  peña. 

Por  tí  nos  mira  el  sol,  y  su  lucida 
Hermana  nos  enseña 

Los  tiempos.  Tú  nos  das  la  noche  escura. 
En  que  salen  las  fieras  ; 

El  tigre,  que  ración  con  hambre  dura 
Te  pide ,  y  voces  fieras. 

Despiertas  el  aurora ,  y  de  consuno 
Se  van  á  sus  moradas. 

Da  el  hombre  á  su  labor  sin  miedo  alguno 
Las  horas  situadas. 

i  Cuan  nobles  son  tus  hechos,  y  cuan  llenos 
De  tu  sabiduría  ! 

Pues  ¿quién  dirá  el  gran  mar,  sus  anchos  senos, 

Y  cuántos  peces  cria? 

¿  Las  naves  que  en  el  corren ,  la  espantable 
Ballena  que  le  azota? 

Sustento  esperan  todos  saludable 
De  tí ,  que  el  bien  no  agota. 

Tomamos  si  tú  das;  tu  larga  mano 
Nos  deja  satisfechos. 

Mas  tornará  tu  soplo,  y  renovado 
Repararás  el  mundo. 

Será  sin  fin  tu  gloria,  y  tú  alabado 
De  todos,  sin  segundo; 

Tú,  que  los  montes  ardes  si  los  tocas, 

Y  al  cielo  das  temblores. 

Cien  vidas  que  tuviera  y  cien  mil  bocas 
Dedico  á  tus  loores. 

Mi  voz  le  agrad:irá,  y  á  mí  este  oficio 
Será  mi  grao  goutento. 


No  se  verá  en  la  tieiTa  maleficio 
Ni  tirano  sangriento. 

Sepultará  el  olvido  su  memoria. 
Tú ,  alma ,  á  Dios  da  gloria. 


SALMO  c\í.—Confttemini  Domino. 

Cantemos  juntamente 
Cuan  bueno  es  Dios  con  todos,  cuan  clemente. 

Canten  los  libertados. 
Los  que  libró  el  Sijñor  de  poderío 
Del  áspero  enemigo ,  conducidos 
De  reinos  apartados , 
De  Oriente  y  de  Poniente  cierzo  frió, 
Del  Ábrego  templado ,  que  perdidos 
Por  yermos  no  corridos. 
Sin  encontrar  poblodo,  vagueaban, 

Y  ansiosos  voceaban , 

Remedio  de  su  mal  á  Dios  rogando; 

El  cual  luego  inclinando 

Su  oido  con  piadoso 

Amor,  salvos  los  puso  en  buen  camino 

Y  colocó  en  reposo. 
Pues  lóenle  comino 

Porque  hartó  la  hambre ,  y  alentado 
Hizo  de  ricos  dones  abastado. 

Y  digan  :  «Inmortales 

Loores ,  oh  Señor,  te  den  tus  obras. 

Tu  amor  con  los  mortales , 

Las  no  vistas  grandezas  que  en  nos  obras.» 

Aquellos  que  en  cadena 

Moraron  en  horror  en  noche  escura , 

De  hierro  rodeados  y  pobreza  , 

Padeciendo  la  pena 

Debida  á  su  maldad,  á  su  locura. 

Porque  amargaron  malos  la  nobleza 

De  la  divina  alteza. 

Hollaron  su  consejo  verdadero ; 

Por  donde  les  colmó  el  pecho  mal  sano. 

Sin  que  favor  humano 

Les  valga,  de  miseria  y  dolor  fiero. 

Y  libres  del  primero 
Error,  vueltos  al  cielo. 

Llamarán  al  Señor  que  abra  la  estrecha 

Cárcel ,  y  como  al  suelo 

La  cadena  deshecha , 

Celebren  el  poder  por  quien  quebradas 

Fueron  las  cerraduras  aceradas. 

Y  digan  :  «inmortales 

Loores,  oh  Señor,  te  den  tus  obras, 

Tu  amor  con  los  mortales, 

Las  grandes  maravillas  que  en  nos  obras.» 

Y  los  hombres  livianos. 

Que  por  seguir  sin  orden  ni  medida 

El  deleitoso  mal ,  la  errada  senda. 

Los  miembros  firmes,  sanos, 

Hincheron  de  dolor,  y  de  la  vida 

Perdieron  la  mas  dulce  y  rica  prenda ; 

Que  á  la  dura  contienda 

No  iguales ,  de  la  fiebre  derrocados , 

Estando  ya  del  lodo  al  mal  rendidos , 

Del  vivir  despedidos, 

Contra  todo  manjar  enemistados, 

A  la  muerte  llegados, 

Con  miserable  lloro 

Pidieron  tu  favor,  y  tú  al  momento 

Les  mandaste  un  tesoro. 

Ofrézcante  por  este  beneficio 

Agradecido  y  justo  sacrificio. 

Y  digan  :  «Inmortales 

Loores,  oh  Señor,  te  den  tus  obras. 

Tu  amor  con  los  mortales , 

Las  no  vistas  grandezas  que  en  nos  obras.» 

También  los  que  corrieron 

La  mar,  en  flaco  leño  volteando 

Por  las  profundas  aguas,  y  probaron 

En  el  abismo,  y  vieron 

De  Dios  las  niaravillas  grandes,  cuando 

Mandándolo  él,  los  vientos  se  enojaron, 

Y  las  olas  alzaron 

Al  cielo  furiosos ;  ya  se  apega 


OBRAS  DE 

Con  las  nubes  1n  nao,  ya  en  el  suelo 

Se  hunde ,  y  el  recelo 

Atónitos  los  turbii,  ahila  y  ciega; 

El  íjrito  al  cielo  llega. 

Mas  luego  Dios  llamailo. 

Las  mares  allanó,  serenó  el  dia, 

Y  dentro  el  dese.ido 
Puerto  con  ah'gria 

Los  puso.  Pues  los  tnles  de  eminente 
Cant''n  de  Üios  ios  hechos  a  la  gente. 

Y  digan  :  ((Inmortales 
Loores,  oh  Señor,  te  den  tus  obras, 
Tu  amor  con  los  murtales. 
Las  no  vistas  gnindezas  que  en  nos  obras.» 
Dios  secará  las  fuentes. 
Agotará  los  rios,  y  la  tierra 
Viciosa  yerma- á  por  los  pecados 
De  las  malvud;is  gentes 
Que  muraban  en  ella  ,  y  de  In  sierra 
Estéril  hará  frescos  verdes  prados, 

Y  pondrá  alii  pl:intados 

Los  pobres,  donde  hechos  moradores. 
La  tierra  lahrarán  ,  (jue  no  envidiosa 
Alegrará  copiosa 
r.oii  rico  y  dulcc'  fruto  á  sus  señores; 

Y  con  dones  mayores 
Irán  sfeuipre  creciendo 

Ellos  y  sus  ganados,  porque  el  daño 

Y  el  ir  disminuyendo 
No  nace  del  mal  año. 

Mas  de  los  malos  dueños;  y  por  tanto, 
Sobre  ellos  venera  duelo  y  quebranto. 

Y  dio  al  pobre  riciueza 

Y  sucesión  ilnsire,  gozo  al  bueno, 
Para  el  malo  tristeza  , 

Y  pouga  esto  el  que  es  sabio  dentro  el  seno. 


SALMO  cix. — Dixit  Dotiiinus '. 

'  Asiéntate  á  mí.  Rey,  mi  Dios  le  dice , 
A  mi  mano  derecha  ; 
Oue  yo  pondré  lo  que  te  contradice , 
Peana  á  tus  pies  hecha; 

Y  de  Sion  tu  vüra  fuerte  envia 
Sohre  tus  enemigos; 

Que  lodos  tus  vasallos  en  un  dia 
Son  nobles,  son  amigos; 

Que  til  tienes  en  ti  del  nacimiento 
La  fiieiza  y  el  roció. 
Con  (jiie  los  naces  llenos  de  contento. 
De  luz  y  tanto  brio 

M.is  cierto  que  de  el  sol  la  blanca  aurora, 
El  pasto  el  vientre  lleno 

Y  el  sacerdocio  en  tí  por  siempre  mora, 
Conforme  al  del  rey  buiMio; 

One  Dios  lo  jnró  asi,  que  nunca  lira 
Ni  inndn  lo  jurado  ; 

Y  Dios  ílesiro/n  reyes ,  puesto  en  ira , 
A  lu  derecho  lado  ; 

Y  [tasará  á  cnchillo  el  mundo,  llenos 
De  nmerins  los  fosados , 

Y  los  erguidos,  dél.  ni  mas  ni  menos. 
Serán  despedazados. 

Mas  tn.  (pie  bebes  turbio  en  la  carrera. 
Ensalzarás  bandera. 


FRAY  LUIS  DE  LEOX. 

Siente  el  favor  glorioso 
Con  que  á  su  pueblo  lleva  Dios  triunfando 
El  mar,  y  temeroso 
Huye,  y  atrás  volando. 
Vuelve  el  Jordán,  su  curso  levantando. 

Alli  de  gozo  el  suelo 
(Como  las  ovejuelas  y  corderos 
Se  alegran  al  señuelo 
De  sus  pastores  veros). 
Se  alegran  montes ,  valles  y  oteros. 

El  mar  furioso  y  rio 
Ante  el  aspecto  de  su  Dios  sagrado 
No  tiene  poderío; 
Por  solo  su  mandado 
Mueve  la  tierra  á  uno  y  otro  lado. 

Y  ansí  del  escahroso 
Estéril  risco  y  de  la  piedra  dura. 
Con  ruido  sonoroso. 
Manaron  en  hartura 
Estan(|ues  y  corrientes  de  agua  pura. 

A  ti  se  debe  solo 
De  tan  ilustres  hechos  gloria  entera. 
Que  en  nuestro  humilde  polo 
Ningún  mortal  hubiera 
Quede  tan  altas  obraá  digno  fuera. 

De  tu  piadoso  celo 
Tenemos  tantos  bienes  recebidos , 
Porque  el  bárbaro  suelo , 
Viéndonos  oprimidos. 
No  diga  :  «Están  de  Dios  destituidos.» 

Pues  desde  el  sacro  asiento 
Del  cielo,  do  lu  Espíritu  divino 
•   Reside,  el  fundamento 
Gobierna  y  da  camino  ; 
Das  solo  lo  que  quiere  tu  deslino. 

Los  simulacros  vanos , 
Que  los  bárbaros  adoran  humihnente, 
Son  obras  de  sus  manos. 
De  plata  reluciente. 
De  oro  ó  de  metal  falso  aparente. 

Los  cánticos  gozosos 
No  gozarán ,  que  sordos  los  oídos 
Tienen  los  poderosos; 
Y  olores  ofrecidos 
No  los  percibirán,  por  muy  subidos. 

Sus  manos  veneradas 
No  palparán  su  gloria,  ni  en  el  suelo 
Se  verán  sus  pisadas  , 
Ni  aun  para  su  consuelo 
Podrán  ellos  gemir  su  desconsuelo. 


SALMO  c\n\.—In  cxifH  Israel 

En  la  feliz  salida 
Del  pueiilo  y  casa  de  Jacob  famosa  , 
í)e  la  descnimcida, 
l'.árbara  y  (irodigio-a 
Tiei  ra  de  Egipto  idólatra  y  viciosa, 

La  celestial  morada , 
Gloria  del  mundo  y  célebre  Judea, 
iiié  alli  sanlilicada, 
(  011  la  cual  ■se  recrea 
Su  Dios,  y  en  solo  su  favor  se  emplea. 


SALMO  cwiv.—Qui  confidunt. 

Como  ni  trastornado 
El  monte  de  Sion .  y  de  su  asiento 
Jamás  será  mudado. 
Ansí  de  mal  exenio 
Será  (inien  tiene  á  Dios  por  fundamento. 

De  montes  rodeada 
Eslá  Jerusalen  y  defendida, 

Y  Dios  tiene  cercada 
A  su  gente  escogida 

Con  cerca  (pie  jamás  será  rompida. 

No  entregara  al  injusto 
Cetro  Dios  la  virtud ,  porque  la  rienda 
No  suelte  acaso  el  justo, 

Y  en  la  vedada  senda 

No  niela  el  jiié,  ni  al  malla  mano  extienda. 
Que  Dios  al  bueno  ampara 

Y  ciñe  con  su  gracia  y  don  divino, 

Y  al  'lue  con  libre  cara 
Sigue  por  el  camino 
Derecho  favorece  de  conlino; 

Mas  los  (pie  por  torcidos 
Senderos  se  (bísviaii ,  engañados, 
Serán  de  Dios  traídos 
A  fines  desastrados; 
Libre  el  Señor  de  mal  h  sus  amados 


SALMO  cxxix.— Di  pro  fundís. 


De  lo  hondo  de  mi  pecho 
Te  he  llamado,  Señor,  con  mil  gemidos; 
Esloy  en  grande  estrecLo  ; 
Ko  cierres  lus  oidos 
A  mis  llantos  y  irisies  alaridos. 

Si  mirares  pecados, 
Delante  tí ,  Señor,  la  luz  no  es  ciara ; 
Presentes  y  pasados, 
La  justicia  mas  rara 
Ko  osará  levantar  á  tí  su  cara. 

Ñas  no  eres  riguroso. 
A  un  lado  está  p'.r  do  nació  indulgencia; 
Tú  en  medio  vas  sabroso 
A  pronunciar  sentencia, 
Vestido  de  justicia  y  de  clemencia. 

Y  así  los  pecadores, 
Teniendo  en  ti,  su  Dios,  tal  esperanza, 
Te  temen  y  dan  loores  ; 
•Que  á  tu  justa  balanza 
Saben  que  está  vecina  confianza. 

Yo,  Señor,  en  ti  espero, 

Y  esperando,  le  digo  al  almaniia 
Que  mas  esperar  quiero, 

Y  espero  todavía , 

Que  es  tu  ley  responder  al  que  confia. 

No  espera  á  la  mañana 
La  guarda  de  la  noche  desvelada, 
Ni  así  con  tanta  gana 
Desea  la  luz  dorada, 
Cuanlo  mi  alma  ser  de  ti  acallada. 


poesías.— LIBRO  TERCERO. 

Castiga  estos  feroces 
Guerreros,  (pie  venciendo  no  contentos, 
Dicen  á  grnndes  voces : 
«Derriba  los  cimientos. 
Asolad  .  asolad  los  fundamentos.» 

¡Olí  Babilonia  triste! 
Dichoso  el  que  te  diere  el  justo  pago 
Del  mal  que  nos  hiciste, 
Y  dijera  :  «Yo  hago 
En  iiondire  de  Sion  aqueste  estrago.» 

V  en  la  justa  venganza 
•Mas  bendito  será  quien  mas  llevare 
Por  riíor  la  matanza, 
A  los  niños  que  hallarj 
Con  piedras  sin  piedad  despedazare. 


87 


SALMO  csxxvi. — Si'.per  flumina. 

Cuando  presos  pasamos 
Los  rios  de  Babilonia  sollozando, 
Ün  rato  nos  sentamos 
A  descansar  llorando. 
De  tí,  dulce  Sion,  nos  acordando. 

Allí,  de  descontentos. 
Colgamos  de  li»s  sauces  levantados 
Los  dulces  instrumentos 
Que. en  Sion  acordados. 
Solían  tañer  á  Dios  salmos  sagrados. 

Colgámoslos  de  enojo 
De  ver  que  aquellas  bárbaras  naciones 
Tuviesen  cruel  antojo 
De  oircanlar  canciones 
A  quien  hacen  llorar  mil  sinrazones. 

Lllos,  como  se  vieron 
Cerca  de  Babilonia  en  su  región, 
Canta  y  tañé,  dijeron, 
Vnocualqnier  canción. 
Sino  uno  de  los  cantos  fie  Sion; 

Con  amargos  extremos 
Les  respondimos  :  «Presos  en  cadena, 
¿Nos  mandáis  que  cantemos 
Salmos  en  tierra  ajena 
De  Dios  y  de  toda  cosa  buena?» 

Si  yo  mientras  viviere. 
De  ti,  Jerusalen,  no  me  acordare, 
Do  quiera  que  estuviere, 
Queausenteme  hallare, 
De  mi  me  olvide  yo  si  te  olvidare. 

Sí  en  tal  prisión  y  mengua 
Puesto,  por  mi  canción  fuere  cantada  , 
La  voz  ronca  y  la  lengua 
Al  paladar  jiegada 
Quede,  de  haber  cantado  castigada. 

Si  tuviere  contento 
Sin  ti ,  Sion ,  mí  bien  y  mi  alegría. 
Con  áspero  tormento 
Pague  el  placer  de  un  dia 
Con  mil  años  de  pena  el  aima  mia. 

Ten  ,  oh  Señor ,  memoria 
De  los  hijos  de  Edon  en  la  alegría, 
De  tu  ciudad  y  gloria. 
Vengando  en  a(|uel  dia 
Su  iuria ,  crueldad  y  tiranía. 


s.\LMO  cxLv. —  Lauda  anima. 

Mientras  que  gobernare 
El  alma  aquestos  miembros,  y  entretanto 
Que  el  aliento  durare, 
Yo  con  alegre  canto 
Mí  Dios  celebraré  y  su  nombre  santo. 

No  funde  su  esperanza 
En  los  reyes  ninguno ,  ni  en  sugeto 
Ponga  su  buena  andanza, 
En  poder  imperfecto. 
En  sí  mismo,  á  miserias  mil  sujeto. 

El  alma  por  su  parte 
A  su  esfera  con  presto  movimiento, 

Y  en  polvo  la  otra  parte 
Se  torna  ,  y  al  momento 

Los  sus  intentos  lodos  lleva  el  viento. 
Aquel  sera  dichoso 

Y  de  buena  ventura,  que  en  su  ayuda 
Pone  á  Dios  poderoso, 

Que  en  solo  Dios  se  escuda, 

Y  nunca  su  fiducia  de  Dios  rauda. 
De  Dios,  que  mar  y  tierra 

Y  el  cielo  fabricó  resplandeciente, 
Con  cuanto  dentro  encierra; 

De  Dios,  que  á  toda  gente 
Mantiene  fe  y  palabra  eternamente. 

Y  saca  de  cadena 
Los  pies  injustamente  aherrojados, 
Da  [lan  con  manit  llena 
A  los  necesitados. 
Es  tiel  justicia  de  los  agraviados. 

Con  mano  poderosa 
Levanta  y  pone  en  pié  al  abatido. 
Da  á  ver  la  luz  hermosa 
Al  ciego,  y  con  crecido 
Amor  abraza  al  bueno  y  su  partido. 

A  su  sombra  se  acoge 
El  que  anda  desterrado  y  peregrino, 
Al  huérfano  recoge 

Y  á  la  viudez,  y  el  tino 

Hace  que  pierda  el  malo  en  su  camino. 

Dios  reina  sobre  cuanto 
O  fué  ya  ó  es  agora  ó  después  fuere  ; 
Dios,  que  es  tu  Dios  en  tanto, 
Si(in  ,que  mundo  hubiere 

Y  un  siglo  á  otro  siglo  sucediere. 


SALMO    C.XLVll. 


Jerusalen  gloriosa , 
Ciudad  del  cielo  amiga  y  amparada. 
Loa  al  Señor,  gozosa 
De  verle  del  amada, 
Loa  á  tu  Dios ,  Sion ,  de  Dios  morada. 

Porque  ves  con  lus  ojos 
De  lus  puertas  estar  sobrecerrados 
Candados  y  cerrojos, 
A  tus  hijos  amados 
Bendijo 'en  ti  por  siglos  prolongados. 

De  bien  y  paz  ceñida, 
Tanto  te  guarda  Dios,  que  no  hay  camino 
Por  do  seas  ofendida ; 


58 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


Y  con  manjar  divino 

Te  hurla  y  salistace  de  comino. 

Aqueste  Dios  envía 
A  la  tierra  su  vez  y  mandamiento, 

Y  con  piesta  alegría 

Se  obedece  al  momento, 

Sin  poder  resistir  todo  elemento. 

tnvía  y  lanza  nieve 
Como  co|)os  de  lana  carmenada ; 
Aqueste  es  el  que  llueve, 

Y  esparce  niebla  helada, 
Mt^nuda  cual  ceniza  derramada. 

Envía  también  del  cielo. 
Cual  planchas  de  cristal  endurecido, 
El  liyuroso  hielo, 
Cuyo  trio  nacido 
JNo  puede  reparar  ningún  vestido. 

V  aunque  esta  mas  helado. 

Se  dorrite  al  divino  mandamiento; 
Sopla  el  sonido  airado 
De  algún  lluvioso  viento, 

Y  al  [uinto  suelta  el  agua  el  fundamento. 

Y  aqueste  Dios  declara 

5u  pakd)ra  á  Jacob,  su  pueblo  amado; 

Y  en  Israel, que  ampara, 
Nos  ha  depositado 

La  lev  y  ceremonias  que  ha  ordenado. 

No  lia  hecho  Dios  tal  cosa 
Con  todas  las  nacíonesjuntamente, 
Ni  con  lengua  piadosa 
Maiiilestóá  otra  gente 
Su  corazón  tan  cierta  y  tiernamente. 


•  El  himno  Pange  lingua  *. 

Publica ,  lengua ,  y  canta 
El  misterio  del  cuerpo  glorioso 

Y  de  la  sangre  santa 
Que  dio  por  mi  re|  oso 

El  friuo  de  aquel  vientre  generoso. 

A  t'idos  nos  fué  dado; 
De  la  Virgen  purísima  María 
Por  todos  engendrado; 

Y  mientra  acá  vivia 

Su  celestial  doctrina  despareja. 

De  allí  en  nueva  manera      • 
Dio  lili  maravilloso  á  su  jornada 
La  noehe  ya  postrera. 
La  noche  deseada, 
Lslíindo  ya  lacena  aparejada. 

("onvida  á  sus  hermanos  ; 

Y  cunqilída  la  sombra  y  ley  primero, 
(^on  sus  sagradas  manos 

Por  el  legal  coi  dero 

Li-s  da  á  comer  su  cuerpo  verdadero. 

Aquella  criadora, 
Palabra  con  palabra,  sin  mudarse. 
Lo  que  eia  pan  agora 
I  II  carne  hace  tornarse 

Y  el  vino  en  pro[iia  sangre  trastornarse. 

Y  puesto  que  el  grosero 
Sentido  se  acob:irda  y  desfallece, 
Ll corazón  insano 

Por  eso  no  ciill;iqueco. 

Porque  la  le  le  anima  y  favorece. 

Honremos  [iiies,  echados 
Por  tierra,  tan  divino  Sacramento, 

Y  queden  desechados, 
Pues  vino  el  cunqtlíniiento. 

Los  ritos  del  Antiguo  Testamento. 

Y  sí  el  sentido  quería 
Pasmado  de  tan  alta  y  nueva  cosa. 
Lo  que  él  no  puede  pueda, 

Ose  lo  que  él  no  osa. 
La  fe  determinada  y  animosa. 
jCIoria  al  Omnipotente, 

Y  al  gran  Kngendrador  y  al  Engendrado, 

Y  al  iiierablemenle 

De  eiilranibos  inspirado 

Igual  loor ,  igual  honor  sea  dado ! 


CAPITULO   ULTIMO  DE   LOS  PBOVEftBlOS. 

El  sabio  Salomón  aquí  pusiera 
Lo  que  para  su  aviso ,  de  recelo 
Su  madre  y  de  amor  llena  le  dijera. 
¡  Ay  hijo  mío  !  Ay  dulce  manojuelo 
De  i;iis  entrañas!  Ay  mi  deseado. 
Por  quien  mi  voz  contíno  sube  al  cielo! 

Ni  yo  al  amor  de  hembra  te  vea  dado, 
Ni  en  manos  de  mujer  tu  fortaleza. 
Ni  en  daño  cíe  los  reyes  conjurado ; 

Ni  con  beodez  afees  tu  grandeza. 
Que  no  es  para  los  reyes,  no  es  el  vino, 
¡Si  para  los  jueces  la  cerveza; 

Porque  en  bebiendo  olvidan  el  camino 
De  fuero,  y  ciegos  tuercen  el  derecho 
Del  oprimido  pobre  y  del  mezquino. 

Al  que  con  pena  y  ansia  está  deshecho. 
Aquel  dad  vino  vos,  la  sidra  sea 
De  aquel  á  quien  dolor  le  sorbe  el  pecho. 

Beba  y  olvídese  ,  y  no  siempre  vea 
Presente  su  dolor  adormecido; 
Húrtese  aquel  espacio  á  la  pelea. 

Abre  tu  boca  dulce  al  que  alligido 
No  habla,  y  tu  tratar  sea  templado 
Con  todos  los  que  corren  al  olvido. 

Guarda  justicia  al  pobre  y  al  cuitado , 
Amparo  halle  en  tí  el  menesteroso. 
Que  asi  florecer.^  tu  casa-estado. 

Mas,  ¡oh  si  fueses,  hijo,  tan  dichoso, 
Que  hubieses  por  mujer  hembra  dolada 
be  corazón  honesto  y  virtuoso! 

Ni  la  perla  orientai  asi  es  preciada, 
Ni  la  esmeralda  que  el  olir  envía , 
Ni  la  vena  riquísima  alejada. 

En  ella  su  marido  se  confia 
Como  en  mercaduría  gananciosa; 
No  cura  de  otro  trato  ó  granjeria. 

Ella  busca  su  lino  hacendosa. 
Busca  algodón  y  lana  diligente. 
Despierta  allí  la  mano  artiliciosa. 

Con  gozo  y  con  placer  continuamente 
Alegra,  y  con  descanso  á  su  marido; 
Enojo  no  jamás ,  ni  pena  ardiente. 

Es  bien  como  navio  bastecido 
Por  rico  mercader,  que  en  sí  acarrea 
Lo  bueno  que  en  mil  partes  ha  cogido. 

Levántase,  y  apenas  alborea. 
Reparte  la  ración  á  sus  criados. 
Su  parte  á  cada  uno  y  su  tarea. 

Del  fruto  de  sus  dedos  y  hilados 
Compra  un  heredamiento  (¡ue  le  plugo, 
Plantó  fértil  majuelo  en  los  collados. 

Nunca  el  trabajo  honesto  le  desplugo. 
Hizo  sus  ojos  lirmos  á  la  vela. 
Sus  brazos  rodeó  con  fuerza  y  jugo. 

Esle  sabroso  el  torno,  el  aspa  y  tela. 
El  adquirir,  la  industria,  el  ser  casera; 
De  noche  no  se  apaga  su  candela. 

Trae  con  mano  diestra  latonera; 
El  fuso,  entre  los  dedos  volteando, 
Le  huye  y  torna  luego  á  la  carrera. 

Abre  su  pecho  al  pobre  que  llorando 
Socorro  le  rogó ,  y  con  mano  llena 
Al  fallo  y  al  mendigo  va  abrigando. 

Al  cierzo  abrasador,  que  sopla  y  .suena, 

Y  esparce  hielo  y  nieve,  bien  doblada 
De  ropa,  su  familia  está  sin  pena. 

De  redes  que  labró  tiene  colgada 
Su  cama  ,  y  rica  seda  es  su  vestido 

Y  pinpura  liiiísima  preciada. 
Por  ella  acatado  es  su  marido; 

En  plaza  ,  en  consistorio,  en  eminente 
Lugar  por  lodos  puesto  y  bendecido. 

H;ice  también  labores  de  excelente 
Obra  para  vend(>r;  vendtt  al  joyero 
Fraiiias  tejidas  bella  y  sutilmente. 

¿Ouií'i)  Contará  su  bien?  Su  verdadero 
Vestido  es  el  valor,  la  virtud  pura; 
Alegre  llegará  al  día  postrero. 

Cuanto  nace  en  sus  labios  es  cordura, 
De  su  lengua  discrcla  cuanto  mana 


poesías.— LIBRO  TERCERO. 


59 


Es  todo  piedad,  amor,  dulzura. 

Discurre  por  su  casa,  no  está  vana 
Ni  ociosa,  i)i  sin  que  ya  se  le  deba, 
Se  desayunará  por  la  mañana. 

El  coro  de  sus  hijos  crece,  y  lleva 
Al  cielo  sus  loores,  y  el  querido 
Padre  con  voz  gozosa  los  aprueba, 

Y  dice:  «Muchas  otras  han  querido 
Mostiarse  valerosas,  mas  con  ella 
■  Compueslas,  como  si  no  iiubieran  sido  » 

Es  aire  la' tez  clara  como  estrella, 
Las  hermosas  figuras  burlería ; 
La  hembra  que  á  Dios  teme,  esa  es  la  bella. 

Dadle  que  goce  el  fruto,  el  alegría 
De  sus  ricos  trabajos;  !osextr¡iños, 
Los  suyos  por  bis  plazas  á  porfía 
Celebren  su  loor  eternos  años. 


CAPITULO  III  DE  JOB. 

Al  fin  creciendo  en  Job  el  dolor  fiero, 
Gimió  del  hondo  pecho ,  y  convertido 
Al  cielo,  lagrimoso  habló  el  primero. 

Y  dijo  maldiciendo:  «¡Ay!  Destruido 
El  día  en  que  nací ,  la  noche  sea, 

En  que  mezquino  yo  fui  concebido! 

Tórnese  aquel  maldito  dia  en  fea 
Tiniebla,  no  le  mire  alegre  el  cielo, 
Ni  resplandor  de  luz  en  el  se  \ea. 

Poséale  por  suyo  en  negro  velo 
La  muerte  rodeada,  paraasiento 
De  nubes ,  de  amargor,  horror,  recelo. 

Y  aquella  triste  noche  no  entre  en  cuento 
Con  1.'  eses  ni  con  años,  comienada 

A  tempestad  escura  y  bravo  viento. 

Fué  noche  solitaria  y  desastrada, 
Ni  c;into  sonó  en  ella ,  ni  alegría , 
Ni  música  de  amor  dulce,  acordada. 

Maldíganla  los  que  su  amargo  dia 
Lamentando  maldicen,  los  que  hallaron 
Al  fin  de  su  pescar  la  red  vacía. 

En  su  alba  los  luceros  se  anublaron, 
El  sol  no  amaneció,  ni  con  la  aurora 
Las  nubes  retocadas  variaron. 

Pues  de  mi  ser  primero  en  la  triste  hora 
No  puso  eterna  llave  á  mi.  aposento, 

Y  me  quitó  el  sentir  lo  que  veo  agora. 
¿Por  qué  no  perecí  luego  al  moniento 

Que  vine  á  aquesta  luz?  Porqué  salido 
Del  vientre,  recogí  el  común  aliento? 

¿Por  qué  de  la  partera  recebido 
En  él  regazo  fui?  Por  qué  á  los  pechos 
Maternos  fui  con  leche  mantenido? 

Que  si  muriera  entonces,  mil  provechos 
Tuviera,  y  ya  durmiendo  descansara; 
Pagará  ya  á  la  muerte  sus  derechos. 

Con  muchos  altos  reyes  reposara , 
Con  muchos  poderosos  que  ocuparon 
Los  campos  con  palacios  de  obra  rara; 

Y  con  mil  ricos  hombres  que  alcanzaron 
Del  oro  grandes  sumas,  hasta  el  techo 
En  sus  casas  la  plata  amontonaron. 

Y  si  antes  del  nacer  fuera  deshecho, 

Y  cual  los  abortados  niños  fuera , 

Que  del  vientre  á  la  huesa  van  derecho, 

■Adó  repuesta  ya  la  vista  fiera 
Del  violento  yace ,  y  los  cansados 
Brazos  gozan  de  holganza  duradera ; 

Adó  de  las  prisiones  libertados     - 
Están  los  que  por  deudas  presos  fueron , 
Sin  ser  del  acreedor  mas  aquejados; 

Los  que  pequeños  y  altos  fueron, 
Mezclados  allí  son  confusamente  ; 
No  tienen  amo  allí  los  que  sirvieron ; 

Que  ¿para  qué  ha  de  ver  el  sol  luciente- 
Un  miserable?  Y  ¿'para  qué  atla  vida 
Al  que  vive  en  dolor  continuamente; 

Al  que  desea  ansioso  la  venida 
De  la  muerte  que  huye ,  v  la  persigue 
Mas  que  la  dea  vena  es  perseguida; 


Al  que  se  goza  alegre  sí  consigue 
El  fenecer  muriendo,  y  si  le  es  dado 
Hallar  la  sepultura,  aqneso  sigue; 

Al  que  es  como  yo  triste,  á  quien  cerrado 
Le  tienen  el  camino ,  y  uno  á  uno 
Los  pasos  con  tinieblas  le  han  alado? 

iMi  han)bre  con  suspiros  desayuno; 

V  como  sigue  al  trueno,  á  misg'emidos 
Ansí  sigue  una  lluvia  de  importuno. 

^  Lloro ,  que  me  consume.  ¡  Ay !  ¡  cuan  cumplidos 
Veoya  mis  tcmoies!  cuan  ligeros! 
Cuan  juntos  en  mi  daño  y  cuan  unidos! 
¿En  (pié  merecí  vo  males  tan  fieros? 
¿Por  dicha  no  traté  templadamente 
Con  el  vecino  y  con  los  extranjeros? 

Y  soy  ferido  ansí  severamente.»  • 


CAPITULO  IV  DE  JOB. 

Lifaz,  de  aqueste  fin  mal  ofendido 
(Después  de  con  los  ojos  haber  dado 
Señas  á  los  amigos),  con  fingido 

Hablar  revueíto  á  Job,  «Aunque  pesado 

Y  grave  el  dis[iutar  te  será  agora. 

Dice ,  ¿quién  callará  lo  que  ha  pensado?» 

¿  Qué  es  esto?  ¿  Y  eres  tú  el  que  antes  de  agora 
A  todos  consejabas,  los  caídos 
Alzabas  con  tu  voz  consoladora? 

¿Eres  por  quien  los  brazos  descaídos 
Cobraron  nueva  fuerza ,  y  el  medroso 
Temblor  huyó  los  pechos  afligidos? 

¿Para  otros  sabio,  y  para  ti  faltoso? 
Quebraste  al  primor  toque,  y  un  avieso 
Caso  despareció  tu  ser  ventoso, 

¿  Por  dicha  no  demuestra  este  suceso 
Que  tu  derechez  era  burlería  , 
Tu  religión  ,  tu  vida  y  tu  proceso? 

¿Qué  sirve  preguntar:  sCuál  culpa  mia 
Es  digna  deste  mal»?  ¿Qué  justo  ha  sido 
Cortado  en  la  sazón  que  Ihirecia? 

Como  al  revés  ha  siempre  acontepido, 
Que  el  hacedor  del  mal  recoge  el  fruto 
Conforme  á  la  simiente  que  lia  tendido. 

Su  gozo  se  convierte  en  triste  lulo 
En  soplando  el  Señor;  ante  su  aliento 
El  mal  verdor  se  torna  sect),  enjuto.    • 

Al  bramáiior  Icón  en  un  momento 

Y  á  la  liera  leona  vuelve  mudos, 

Y  quiebra  al  leoncillo  el  diente  hambriento. 

Y  quita  de  las  uñas  á  ¡os  crudos 
Tigres  la  amada  pi'esa  ,  y  désparciilos 
Los  pobres  hijos  van  ,  de  bien  desnudos. 

No  te  pregones  justo.  En  misoidos 
Sonó  lo  que  diré,  y  á  malas  penas 
Cogieron  parte  dello  mis  sentidos. 

Cuando  tintas  del  ne^^ro  humor  las  venas, 
Caiga  la  pesadilla  al  hombre,  y  cuando 
La  noche  ofrece  formas  de  horror  llenas, 

Adentro  de  los  huesos  penetrando, 
Un  súbito  pavor  me  sobrevino, 

Y  sin  saber  de  qué,  quedé  temblando. 

Y  como  soplo  un  aire  peregrino 
Pasó  sobre  nii  rostro,  y  cada  pelo 

Se  puso  en  mí  mas  yerto  que  el  espino. 

Y  pareció  ante  mí  en  obscuro  velo 
En  pié ,  no  supe  quién  ,  vi  una  figura  , 
Oí  como  una  voz  que  aguza  el  duelo. 

Y  dijo:  «¿A  par  de  Dios  por  aventura 
Se  abonará  el  mortal?  ¿La  vida  humana 
Ante  su  Hacedor  mostrarse  ha  pura? 

»  Si  no  (lió  á  su  famjüa  soberana 
Constancia  duradera,  si  no  puso 
En  sus  ángeles  luz  del  todo  sana, 

)>¿(>uánto  menos  al  hombre,  que  compuso 
De  polvo,  que  en  terrena  casa  mora. 
Que  el  ocio  le  entorpece  y  gasta  el  uso; 

))Que  nace  como  flor  p()r  el  aurora, 

Y  en  !a  tarde  marchito  desparece, 

Y  no  queda  del  rastro  en  breve  hora? 
»¿Por  qué  no  tiene  apoyo?  Asi  acontece     • 


GO 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN 
111SÍ  al  preciado, 


AI  escogido,  al  vil 

Y  el  miserable  vulgo  ansí  |ierece, 

Y  en  esto  es  con  los  hruios igualado.» 


CAPITULO  V  DE  JOB. 

Y  añade  :  «Pero  si  no  soy  creido, 
Llama  quien  te  delienda.si  parece 
Alguno,  ó  di  cuál  santo  cual  tú  ha  sido.» 

Cual  vive,  á  cada  uno  asi  acontece. 
A  manos  de  su  antojo  el  tonto  muere, 
Ll  malo  y  revoltoso  en  lid  [lerece. 

Por  mas  liien  arraigado  que  estuviere, 
Al  malo  ,  si  le  veo  ,  le  makligo  , 

Y  mas  cuanto  mas  rico  y  feliz  fuere. 

¡  Ay,  cuan  amargo  lrue(|ue,  ay  triste,  digo. 
Te  espera!  Que  tus  liijos  condenados 
Por  cárceles  irán  sin  hion  ni  abrigo. 

Langostas  comerán  los  tus  sembrados, 
No  les  defenderá  el  seto,  la  espina, 
Tus  bienes  del  ladrón  serán  robados; 

Que  cierto  es  que  la  tierra  no  es  malina 
Desuyo,  ni  jamás  produce  el  suelo 
Por  culpa  suya  malo  cosa  indina. 

Kl  hombre  es  siilo  aquel  á  quien  de  suelo 
Le  viene  el  producir  maldad  y  pena. 
Como  es  á  la  centella  prtti)io  el  vuelo. 

Yo  juzgo  que  el  valer  ,  la  suerte  buena 
Es  el  buscar  á  Üios;  en  el  su  oido 
Mi  voz  y  mi  oración  contino  suena. 

Gran  hacedor  de  hazañas  que  en  sentido 
No  caben ,  de  proezas  cuyo  cuento 
No  puede  ser  por  sumas  recogido. 

Levanta  adelgazando  el  elemento 
Del  agua,  y  vuelto  en  lluvia,  lo  derrama 
Por  la  fazde  la  tierra  en  un  momento. 

Del  polvo  sube  en  aito,  y  encarama 
Ala  bajeza  humilde,  ya!  cercado 
De  noche  torna  á  luz  y  buena  fama. 

Deshace  y  desbarata  el  avisado 
Intento  del  engaño  ,  y  no  consiente 
Que  consiga  el  traidor  lo  deseado. 

C(m  sus  artes  eidaza  al  mas  prudente, 
Con  sus  avisos  mismos  ,  y  la  li;;a 
Destruye  de  la  falsa  y  mala  g<'nte. 

La  luz  se  le  ennegrece  y  le  fatiga  , 

Y  como  en  noche  escura  estropezando. 
No  sabe  el  resabido  i'or  dó  siga. 

Valiente  salvador  del  pobre  cuando 
Le  0[ir¡me  ya  el  tirano,  y  cuando  el  crudo 
Cuchillo  encima  del  va  relumbrando. 

Ks  paia  el  desarmado  íiel  escudo, 
Al  solo  es  rico  i)ien,  rii'a  esperanza, 
Al  opresor  l)urlado  deja  y  mudo. 

Dichoso  el  iioMd)ie(iue  de  Dios  alcanza 
Ser  corregido  a(pii;  por  esto  amigo 
Sufre  su  (iisciplina  con  lem¡)lanza  ; 

Que  si  te  pasa  el  pe(  ho  su  enemigo 
Fiero,  le  sanará  con  blanda  mano, 
Hará  venir  el  bien  tras  el  casligo. 

De  los  tral)ajos  seis  el  soberano 
Vitoria  te  dará,  aun  del  seieno 
Te  sacará  gozoso  ,  alegre  y  sano. 

Kl  te  sustentará  si  el  mal  sereno 
Cielo  quemure  el  campo ,  en  el  sonido 
Al  arma,  te  |)ondrá  dentro  en  su  seno. 

Guardado  le,  tendrá  y  comoeseondido 
Déla  perversa  lengua;  sano  y  ledo, 
Si  el  aire  se  dañare  corronqiido. 

Si  la  tierra  temblare,  estarás  quedo ; 
Si  'e  asolare  el  robo,  tú,  seguro. 
Ni  de  las  beslias  (leras  habrás  miedo. 

Aun  los  peñascos  mesnios,  aun  el  duro 
Roble  le  acatarán  ,  y  la  lieieza 
Se  volverá  contigo  en  anmr  puro. 

De  paz  verás  cercada  y  de  nobleza 
Tu  casa,  y  mirarás  con  diligencia, 
\  falta  no  volasen  tu  grandeza. 

Verás  mulliplicar  tu  decendencia. 
Sus  pimpollos  crecer  cual  crece  el  heno, 
A  (juien  el  cielo  mira  con  clemencia. 


En  la  fuesa  entrarás  de  días  lleno. 
Maduro  y  bien  grabado,  como  espiga 
Cogida  con  sazón  en  año  bueno. 

Aquesto  (la  verdad  que  yo  te  diga) 
Es  todo  cuanto  alcanzo,  cuanto  hallo, 
Y  cierto  es  ello ;  ansí  tu  oreja  siga 
Mi  voz,  lu  pecho  empléese  en  peusallo. 


CVPITILO  VI  DE  JOB. 

Los  ojos  en  IJfaz  como  enclavados , 
De  nuevo  dolor  lleno  y  de  amargura, 
Los  brazos  sobre  el  pecho  ambos  cruzados, 

Ojala,  dice  Job,  que  mi  ventura 
Tal  fuera ,  que  en  un  peso  se  pesara 
Mi  queja  juntamente  y  suerte  dura. 

Entonces  vieras  lii  cual  traspasara 
A  cuál,  cuánto  es  mayor  el  mal  que  siento 
Que  el  lloro.  ¡Ay,  que  la  voz  me  desampara! 

Agudos  pasadores  ( ¡  ay ! )  sin  cuento 
Me  beben  sangre  y  vida  ponzoñosos; 
Soy  de  dolores  mil  amargo  asiento. 

¿Biamó  por  yerba,  dime,  en  los  viciosos 
Bosíjues  el  corzo ,  ó.  di ,  d:ó  el  buey  bramido 
En  los  pesebres  llenos,  abundosos? 

¿O  viste  que  pudiese  ser  comido. 
Lo  amargo,  6  (pie  lo  soso  y  desalado 
No  pareciese  a  todos  desabrido? 

Ni  el  ipie  está  alegre  liora .  ni  el  cuitado 
Puede  callar  su  maf;  y  yo  ansi  agora, 
Si  querelloso  estoy ,  eslov  llagado. 

i  Oh,  quién  me  concediese  en  eslahora 
Aquello  que  demando!  Oh.  si  cumpliese 
Mi  voluntad  el  que  en  lo  alto  mora! 

Que  pues  lo  comenzó,  me  deshiciese, 
Que  á  su  mano  soltase  ya  la  rienda, 

Y  que  en  menudas  piezas  me  partiese. 

Y  me  consuele  en  esto,  que  no  atienda 
A  si  me  dolerá,  sino  que  acabe. 
Seguro  que  yo  nunca  medelienda. 

Que  ¿cual  es  mi  valor  para  en  tan  grave 
Mal  in> desfallecer? ¿qué  valentía 
Para  durar  al  lin  que  no  se  sabe? 

¿Por  dicha  es  de  meial  la  carne niia? 
¿Soy  bronce,  soy  acero?  Mi  dnre/.a 
¿(^011  la  del  pedernal  tiene  porfía? 

Ni  en  mi  para  valerme  hay  f  irlaleza. 
Ni  en  los  amigos  hallo  al;;un  consuelo  , 
Sino  en  luiar  de  amor,  tieía  exlrañeza. 

i  Oh !   Quien  viendo  a!  amigo  por  el  sucio 
Olvida  la  amistad  ,  el  tal  ¿osado 
Sera  á  poner  las  manos  en  el  cielo? 

Mis  lien, los  como  arroyos  me  han  fallado, 
Gomo  airovüs  que  corren  de  avenida 
Por  los  valies  con  paso  acelerado. 

Van  turbios  con  la  escarcha  di;rretida. 
Van  turbios  y  crecí  los  con  el  hielo 

Y  nieve  '|ue  va  en  ellos  escondida. 

Mas  deiide  á  poco  tiempo  como  en  vuelo 
Se  pasan  y  deshacen;  al  estío, 
Por  do  pasaron,  seeo  t"ina  el  suelo. 

Por  do  sonaba  hinchado  un  grande  rio 
El  paso  va  torciendo  una  delgada 
Nena  (|ne  f.ilia,  y  (píela  al  lin  vacío. 

Miiólos  des(l(í  b'jos  la  calzaila 
De  'i'eniano,  mir()losel  camino 
De  Aiabia  ,  la  en  riipiezas  ab.islada. 

Vi(')los  el  caminante,  á  ellos  vino 
Cansado,  cii.indo  lie ,6  habi.iii  pairado. 
Confuso  condenó  su  desatino. 

Tal  es  lo  (|ue  conmigo  habéis  usado. 
VeiHstes,  y  siu  causa  jiisia  alguna 
Ingratos  Cínilra  mí  os  habéis  mostrado. 

i.  Hijo  por  aventura:  «  Dadme  una 
Parle  de  vuestro  haber»?  ¿Mí  \o¿  lia  sido 
En  algo  |)cdigúe.M;>  ó  ini|iorluna? 

¿O  he  (pie  me  bbra.sedes  (pierido 
De  a  giin  grave  enemigo  temeroso? 
¿Qni'  bi(!n  ó  (pn'!  resígate  os  he  pedido? 

Hablad,  si  tenéis  qué ,  que  Con  reposo 


Os  proslnré  atención.  DocidiTiP  aíjora 
Si  os  lie  ol'eiitlido  pii  algo  6  soyiK^noso. 

¡01),  cuino  es  poderosa  y  veiiceiiora 
Fn  Idclo  la  veriiad !  Olí,  cómo  en  nada 
ftk;  empece  vueslia  voz  acusadnra ! 

En  vuestro  imaginar  está  fundada 
Vuestra  repreiiension,  de  solo  el  viento 
Movisies  contra  mí  la  voz  airada. 

lii  caso  es  que  en  cayendo  uno,  al  momento 
To>Ios  son  contra  él;  á  un  ferido,       . 
A  un  amigo  vuestro  dais  tormento. 

Qupied  bien  atendei^mi  gemido, 
Mirad  mi  razón  toda  afWtamenle, 
Veréis  que  ante  vosotros  no  excedido; 

O  si  os  place  ,  tornemos  l)Iandaniente 
A  razonar  sobre  ello,  tornad  luego, 
Veráse  mi  razim  mas  claramente. 

No  torcerá  jamás  por  mal,  por  ruego. 
Mi  lengua  á  la  maldad  ;  que  si  me  duelo, 
Si  lloro,  soy  de  carne  y  ardo  en  fuego, 
Y  siealo  coino  cuantos  tiene  el  suelo. 


POESÍAS. -LlCnO  TERCERO. 

Si  dicen  que  pequé ,  tu  ser  estable 


CI 


CAPITULO  VII  DE  JOB. 

¡Ay, no  tuviera  el  hombre  señalado 
Tiempo  para  morir !  Ay ,  no  luciera, 
Como  el  obrero  tiene,  un  fin  lasado! 

Con  el  deseo  que  la  sombra  espera 
El  siervo  trabajado,  ó  el  jornalero 
Que  el  sol  fenezca  aguarda  su  carrera; 

Ansí  esperando  yo  el  dií^istrero, 
En  vano  muchos  meses  lie  contado, 
Mil  noches  he  tenido  en  dolor  íiero. 

("nanilo  me  acuesto  digo :  «Va  es  llegado 
Mi  íin,  no  hay  levantar;»  y  á  la  maña  ;a: 
«No  hay  tarde  ; »  y  á  la  Un  quedo  burlado. 

Alárgase  mi  mal ,  toda  es  i<'mprana 
llora  para  mi  lin,  aunque  vestido 
De  podre,  aunque  no  tengo  cusa  sana. 

Cual  lanzadera  en  tela,  ansi  han  corrido 
Mis  dias  descansados,  mi  contento 
Voló  .  y  el  mi  esperar  en  vano  ha  sido. 

¡Ay!  miémbratede  mí.  Señor,  pues  viento 
Conoces  que  es  mi  vida ,  y  que  pasada , 
No  tornará  á  gozar  de  luz,  de  aliento. 

No  me  podra  mas  ver  \ista  criada. 
Si  un  poco  lu  clemencia  mas  se  olvida; 
Cuando  me  querrás  ver ,  no  verás  nmla. 

Llovió,  y  pasó  la  nube  ;  ansi  es  la  vida, 
Asi  quien  una  vez  bajó  á  la  escura 
Región,  no  halla  vuelta  ni  subida, 

¡Si  torna  mas  á  verla  hermosura 
De  su  dorado  techo  y  alta  casa. 
Ni  le  conoce  mas  su  mesnia  hechura. 

Sino  yo  menos  puedo  poner  tasa 
A  mi  doliente  voz ;  diré  mi  pena , 
Diré  cuánto  la  amarga  ánima  pasa.       • 

¿Qué  esesto?  ¡  ay !  di.  Señor,  ¿yosoy  ballena, 
Soy  mar ,  que  á  cada  lado,  á  cada  parte 
y  encuentro  en  el  dolor  y  en  la  cadena? 

Si  digo:  « Del  dulzor  que  el  sueño  parte 
Mi  lecho  no  será  escaso  amigo, 
Alli  podré  olvidar  de  mi  mal  parte;» 

Con  temerosas  formas  enemigo, 
Me  tomas  el  descanso  ansí  espantoso. 
Que  el  despierto  dolor  abrazo  y  sigo. 

El  lazo  estrecho  y  crudo  por  sabroso 
Escoge  el  almamia.y  cualquier  suerte, 

Y  no  este  cuerpo  flaco  y  doloroso. 
Aborrezco  el  vivir,  amo  la  muerte ; 

Y  pues  es  tan  forzoso  ,  ¡ay !  venga  luego , 
No  guarde  un  ser  tan  vil  tu  mano  fuerte. 

¿Cuál  es,  sino  bnjeza,  el  hombre,  y  juego. 
Para  que  cuide  del  tu  providencia  , 
O  le  deshaga  el  hierro  ó  queme  el  fuego? 

¿Para  que  en  la  alborada  con  clemencia 
Le  mire  cada  dia  y  le  remire 
Por  horas,  por  momentos  tu  excelencia? 

¡Ay!  ¿cuándo  has  de  acabar?  O  se  retire 
De  sostener  la  vida  miserable 
Tu  mauo ,  ú  dame  alivio  en  que  respire, 


¿Que  pierde,  para  ijue  por  blanco  opuesto 
5le  tengas  ,  heclio  peso  intolerable  , 

A  mi  mismo?  Señor,  amansa  [ucsto, 
Amansa  ya  lu  brazo  riguroso. 
No  tengas  ya  en  tus  ojos  mi  mal  puesto. 

¿No  ves  ([ue  si  emperezas  vagaroso. 
Hoy  me  pondré  á  dormir  en  este  suelo, 
Y  al  alh;i,  si  me  buscas  piadoso. 
No  hallaras  de  au  un  solo  pelo? 


CAI'irüLO  VIII   DE  JOB. 

Aquí  Baldad  airado  abrió  la  boca. 
¿Qué  lin  ha  de  tener  lu  parlería. 
Dice,  tu  presunción  ventosa,  loca? 

¿Hizo  jamás  Dios  sobra  ó  demasía? 
¿Torció  el  derecho  a  nadie"''  ¿Armó  la  mano, 
Fallándole  razón,  con  tiranía? 

Si  ciegos  de  su  error  tus  hijos,  vano. 
Pecaron  contra  él  injustamente  , 
Los  derribó  con  bra/o  soberano. 

Y  tú  si  con  cuidado  diligente 
Agora  descriares  tus  sentidos. 

Si  á  Dios  los  convirtieres  humilmente, 

Si  con  pura  limpieza  en  sus  oídos 
Sonares,  él  también  de  madrugada 
Te  colmará  de  bienes  escogidos, 

Y  quedará  zaguera  tu  pasada 
Felicidad  ,  riqueza  y  buena  suerte , 
Con  tus  postrimerías  comparada. 

Pregunta  á  los  ancianos,  vé  y  convierta 
Tus  ojos  por  los  siglos  ya  primeros. 
En  los  antiguos  casos  mira,  advierte. 

(Que  nos  ayer  nacimos,  y  ligeros 
Volamos  mas  que  sombra  y  como  el  vienlü, 
Y  en  el  saber  quedamos  míiy  ¡iostreros.) 

Ellos  te  enseñarán  con  largo  cuenlo. 
Ellos  te  hablarán  ,  y  del  divino 
l'ecl'.o  producirán  reconocimiento. 

Diránte  (|ue  es  notorio  desatino 
Pedir  verdor  al  junco,  ni  hermosura, 
Que  no  está  junio  al  agua  de  contiuo. 

Que  si  parece  estar  en  su  frescura. 
Sin  que  le  toque  el  hierro íii  la  mano. 
Primero  que  ninguna  otra  verdura 

Se  seca,  y  que  ansiinesmo  el  ser  humano 
Perece  de  cuahiuier  que  Dios  olvida; 
De  lodo  falso  hipócrita  profano. 

Al  cual  su  vanidad  á  conocida 
Calamidad  conduce,  y  su  esperanza 
Es  tela  adó  la  araña  hace  su  vida  ; 

Adó  el  flaco  animal  cuando  el  pié  lanza, 
No  halla  dó  estribar,  y  auii(|ue  procura , 
Caido,  levantarse,  no  lo  alcanza. 

También  le  enseñarán  que  cuanto  dura 
A  la  planta  el  humor,  y  el  sol  beiiino 
La  mira,  crece  en  ramos  y  frescura. 

Y'  abriendo  por  las  piedras,  da  camino 
A  sus  lirmes  raices  ,  y  enredada 
Con  las  peñas,  las  pasa  masque  fino 

Acero;  y  que  si  acaso  es  arrancada 
De  su  lugar,  ansí  que  quien  la  vido 
Diga,  no  queda  rastro  ni  pisada  ; 

Entonces  es  su  gozo  mas  crecido. 
Por  uno  mil  pimpollos  vigorosa 
Produce  dentro  el  polvo  removido. 

Ello  es  verdad  perpetua  no  dudosa; 
Jamás  á  la  bondad  de  Dios  desampara , 
Jamás  á  la  maldad  hace  dichosa. 

Ni  le  dejes  tú  á  él,  que  él  nunca  para, 
Hasta  que  de  loor  te  colme  e!  pecho. 
Hasta  que  bañe  en  gozo  boca  y  cara. 

Los  malquerientes  tuyos  al  despecho 
Entregará  confuso;  que  el  estado 
Del  bueno  nunca  viene  á  ser  deshecho, 
Ni  el  del  malo  jamás  es  prosperado. 


62 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


CAPITULO  IX  IjE  JOB. 

(".onfleso  que  es  asi,  que  nadie  es  parle, 
Si  Dios,  responde  Job  ,  -A  iioml)re  acusa, 
A  con  justa  razón  guardar  su  paríe; 

Que  con  quien  él  baraja  ,  si  ya  usa 
De  lodo  su  saber,  dará  lurl)ado 
Por  mil  acusaciones  una  excusa. 

Es  de  corazón  sabio,  eslá  dolado 

De  poderosa  i+jerza  ;  ¿quien  presume, 

.Teniendo  lid  con  61 ,  gozar  su  eslado? 

Los  monles  er.cumlirados  tuerce  y  sume 
Con  tan  presto  furor,  que  apenas  vieron 
El  golpe  dccender  (jue  los  consume. 

Én  tocando  la  tierra,  estremecieron 
Los  fundamentos  de  ella ,  y  conmovidos 
De  su  lugar  eterno  y  lirme  fueron. 

Manda  al  sol  que  recoja  sus  lucidos 
Rayos  ,  y  no  los  muestra  ,  y  los  sagrados 
Anlores  por  él  son  escurecidos. 

El  tiende  el  aire  puro ,  desplegados 
Los  cielos  son  por  él ,  y  va  y  camina 
Por  cima  de  los  mares  mas  hinciíados. 

El  solo  cria  el  norte  y  la  bocina 

Y  el  carro  y  el  austral  contrario  polo, 
La  retraída  estrella  peregrina. 

Poderoso  obrador  de  lo  que  él  solo 
Entiende  ;  de  sus  obras  y  grandeza 
Liomenzó  el  hombre  el  cuento,  mas  dejólo. 

Pondráseme  delante,  y  mi  rudeza 
No  le  conocerá,  subirá  el  vuelo, 

Y  no  entenderá:  tal  es  tu  alteza. 

Pues  si  algo  aprehendiere,  ¿quién  del  suelo 
Le  quitará  la  presa?  ¿cuál  osado 
Razón  demandará  al  que  tuerce  el  cielo? 

iS'o  enfrena  con  temor  su  pecho  airado ; 
Que  del  mundo  lo  alio  y  lo  crecido 
iJebajo  desús  pies  tiene  humillado. 

Pues  ¿cuándo  ó  cómo  yo  seré  atrevido 
De  razonar  con  él?  para  su  audiencia 
¿Qué  estilo  fallaré  tan  escogido? 

Que  ni  sabré  tornar  por  mi  inocencia , 
Por  mas  que  limpio  sea;  mas  temiendo, 
Le  rogaré  que  juzgue  con  clemencia. 

Y  podrá  acontecer  tamí)¡en  que  liabiendo 
Llamádole ,  res[)onda ,  y  yo  no  crea 

Ni  sepa  que  á  mi  voí  dio  entrada  oyendo. 
El  como  torbellino  me  rodea, 

Y  empina  y  l)ate  al  suelo  presuroso  ; 
En  añadir  dolor  en  mí  se  emplea. 

No  me  concede  un  punto  de  reposo. 
Ni  un  solo  recoger  el  llaco aliento; 
En  aniargarn:e  solo  es  abundoso. 

Ansi  que,  si  va  á  fuerzas,  no  entra  en  cuento 
La  suya  ;  si  á  derecho,  no  hay  criado 
Que  parezca  por  mí  en  su  acatamienlo. 

Seré  yo  por  mi  boca  condenado  , 
Si  hablo  en  mi  defensa;  limpio  y  puro. 
Seré  ,  y  convencerá  que  soy  culpado. 

Yo  mismo  no  estaré  cierto  y  .seguro 
De  mi  justicia  misma  ;  lo  mas  claro 
De  mi  vida  tendí  é  por  mas  escuro. 

Mas  lo  que  he  dlciio  y  d¡j;oes,que  al  avaro, 
Al  liberal ,  al  malo,  al  virtuoso 
Le  rompe  de  una  suerte  el  hilo  caro. 

Mas  ya  que  el  destruirme  le  es  sabroso, 
Acábeme  de  una ,  y  no  haga  juego 
Del  mal  de  quien  jamás  le  fué  enojoso. 

Andáis  mal  engañados.  liacé  entrego 
Del  mundo ,  si  Ir  place  ,  al  fucmigo 
Injn-.to,  (|ue  le  pone  á  sangre  y  fuego, 

Y  lo  trastorna  toflo,  y  no  hay  testigo 
Ni  vara  que  sc  oponga  á  su  osadía. 

Decid  ,  ¿quién  se  lo  dio,  sino  es  quien  digo? 

Y  á  mi,  rpie  no  he  [¡ecado,  el  corto  dia 
De  la  vida  me  huye  mas  ligero 

Que  posta ,  y  mas  que  sombra  mi  alegría. 

No  corre  ansí  el  navio  mas  vtlcro, 
Ni  menos  ansí  vuela  y  se  apresura 
A  la  |)r('sa  el  milano  carnicero. 

Ni  en  el  pensar  jamás  tuve  soltura. 
Jamás  dije  entre  mi :  «  Quiero  yo  agora 


Hurtarme  al  sobrecejo,  á  la  cordura.» 

No  me  desenvolví  si(|uiera  un  hora; 
Que  siempre  ante  mis  ojos  figurada 
Tu  mano  tuve  y  fuerza  vengadora. 

Mas  si ,  como  decis,  soy  malo ,  nada 
Me  seivirá  el  rogar,  porque  si  fuese 
Justo  ,  no  lo  seré  si  á  él  le  agrada. 

Si  puro  mas  que  nieve  emblanqueciese. 
Si  masque  la  limpieza  misma  todo 
Con  dichos  voy  con  hechos  reluciese, 

Ante  él  pareceré  con  torpe  lodo 
Revuelto  y  sucio,  an^uemi  vestido 
Huya  ,  desamparándome  del  todo. 

¡Ay!  que  no  es  otro  yo,  ni  igual  ceñido 
De  carne ,  con  quien  pueda  osadamenlL: 
Ponerme  á  barajar  por  mi  partido. 

Ni  menos  hay  nacido,  hay  viviente 
Que  medie  entre  los  dos ,  que  nos  presida, 
Que  mida  á  cada  uno  justamente. 

Ponga  su  vara  aparte,  su  crecida 
Saña  no  me  estremezca ,  y  yo  me  obligo 
A  entrar  con  él  en  cuenta  cíe  mi  vida  ; 
Mas  así  como  estoy,  uo  estoy  conmigo. 


CAPITULO   X  DE  JOB. 

Este  morir  viviendo  noche  y  dia , 
Ansí  me  enfada  ya ,  que  sin  respeto 
Las  riendas  soltai-é  á  la  lengua  mia. 

Diré  mis  amar}iln\as  en  secreto; 
Señor,  ¿condenarás  á  un  atrevido. 
Ni  me  diiás  razón  de  aqueste  aprieto? 

¿Es  bueno  ante  tus  ojos  oprimido 
Tener  con  violencia  al  que  es  tu  hecliura , 

Y  dar  calor  al  malo,  á  su  partido? 
¿Tus  ojos  son  de  carne  por  ventura? 

Tu  vista  cual  la  humana?  tu  partido. 
Tu  ser  es  como  el  ser  de  la  criatura? 

¿Pesquisas  lo  que  dudas  engañado 
Por  dicha,  ó  por  sospecha  manifiesto? 
Tú  sabes  que  jamás  te  fui  culpado. 

¿No  sabes  mi  ignorancia?  Mas  ni  aquesto, 
Ni  fuerza  ni  saber  alguno  iiuinano 
Descarga  de  mis  hombros  lo  que  has  puesto. 

Tus  dedos  me  formaron  ,  con  tu  mano, 
Señor,  me  compusiste  á  la  redonda; 

Y  ¿ahora  me  despeñas  inhumano? 
Acuérdi'te  que  soy  vileza  hedionda ; 

Del  polvo  me  hiciste  encenizado. 

Hora  es  que  el  mismo  polvo  en  mise  esconda. 

Como  se  forma  el  queso,  así  yo  puedo 
Decirle,  de  una  leche  sazonada 
Me  compusiste  con  tu  sabio  dedo. 

Vestísleme  de  carne  rodeada 
De  cuero  delicailo,  y  sobre  estables 
Huesos  ton  íirines  ner\ios  asentada. 

Yida  me  diste  y  bienes  no  estimables, 

Y  con  lu  vestidura  persevera 

Mi  huelgo  llaco  y  días  deleznables. 

Bien  séíiue  no  lo  olvidas  ni  está  fuera 
De  lu  memoria  aquesto  ,  y  que  en  tu  pecho 
Mora  lo  que  será  y  lo  que  antes  era. 

Si  le  ofendí ,  Señor,  bien  me  has  deshecho; 
Si  cometí  maldad  ,  á  buen  S(>guro 
Que  no  me  iré  loando  de  lo  hecho. 

Y  si  pecador  fui ,  ¡  ay ,  cuánto  es  duro 
Mi  azoiel  y  si  fui  juslo,  ¿qué  he  sacado 
Mas  de  mi  ser  amargo  y  dolor  puro? 

El  cual  como  león  apoderado 
De  mi ,  me  despedaza ;  mas  yo  luego 
Soy  por  tí  á  mas  pena  reparado. 

Con  milagrosa  mano  en  medio  el  fuego, 
Por  prolongar  mi  duelo,  me  sustentas, 

Y  muero  siempre,  y  nunca  al  morir  llego. 
Il(>niievas  mis  azotes, y  acrecientas 

Tus  iras,  y  mandándome  conlino, 
Con  un  miibni  de  males  me  alormentas. 

¡Ayl  ¿''e  qué  voluntad,  Señor,  te  vino 
Rediicirn  ?  á  esta  luz?  ¡Ay!  feneciera 
Antes  qu :  comenzara  á  ser  vecino 


I 


poesías.— LIBRO  TERCERO. 


63 


Deimnndo,  que  mortal  ¡oh!  ya  me  viera; 

Y  el  vientre  se  trocara  en  sepultura, 

Y  como  el  que  no  fué  jamás  yo  fuera. 
Mas  pues  lo  poco  que  mi  vida  dura 

Conoces,  ten,  Señor,  la  mano  airada, 
Dame  un  pequeño  plazo  de  holgura 

Antes  que  dé  principio  á  la  jornada 
Para  nunca  volver,  antes  que  vea 
La  tierra  negra  de  temor  cercada. 

La  tierra  escura,  tenebrosa  y  fiera, 
De  confusión  y  de  desden  muy  llena, 
Falta  de  todobien  que  se  desea, 
Adonde  es  noche  cuando  mas  serena. 


CAPITULO  XI  DE  JOB. 

•    ¡  Oh ,  cuánto.  Job  ,  lo  tienes  mal  mirado , 
Si  por  juntar  palabra  ,  no  argüido. 
Si  piensas  por  hablar  no  ser  culpado ! 

(Dijo  el  Sofar  Nosmano).  Di:  rendido, 
¿Todo  te  callará?  ¿Tú  solo  .haciendo 
Burla ,  serás  de  nadie  escarnecido  ? 

Di,  fallo,  ¿no  sonó  tu  voz  diciendo: 
«Soy  libre  de  maldad ,  soy  limpio  y  puro, 
En  óbrtis,  en  palabras  reluciendo»  ? 

I  Oh,  si  rompiese  Dios  su  velo  escuro, 

Y  puesto  en  clara  luz  y  boca  á  boca. 
Hablase  coii  tu  pecho  terco  y  duro, 

Y  descubriese  á  tu  arrogancia  loca 
Su  abismo  de  saber,  su  derecheza, 

Y  cómo  á  tu  maldad  su  pena  es  poca! 
¿Por  caso  has  apurado  su  honda  alteza  ? 

Al  último  poder  y  ser  divino 
¿Por  dicha  penetró  tu  gran  viveza? 

Subido  es  mas  que  el  cielo  cristalino ; 
Pues  ¿cómo  llegarás?  Es  mas  profundo 
"Que  el  centro  ;  ¿qué  hará  tu  desatino? 

Si  mides  de  una  parte  á  otra  el  mundo. 
Mayor  es  su  medida,  y  con  su  anchura 
Compuesto  el  ancho  mar,  es  muy  segundo. 

Si  lodo  lo  talare ,  y  si  en  escura 
Cárcel  cerrado  todo  lo  escondiere, 
¿Habrá  que  se  le  oponga  criatura? 

Cuanto  el  mortal  y  vano  pecho  hiciere 
El  lo  conoce ,  y  cala  sus  intentos, 

Y  entiende  al  que  á  sí  aun  no  se  entendiere. 
Oue  el  hombre  es  vanidad,  sus  pensamientos 

Carecen  de  sustancia,  y  es  movido, 
Como  salvaje  bruto,  á  lodos  vientos. 
Mas  digo  que  si  ahora  convertido' 
Te  vuelves  con  estable  y  firme  pecho, 

Y  tiendes  y  los  brazos  y  el  gemido ; 

Y  si  alejas  de  tu  alma  y  de  tu  hecho 
A  toda  la  maldad ;  si  el  desafuero 

No  reposare  mas  dentro  en  tu  pecho. 

Podrás  alzar  al  cielo  puro  entero 
El  rostro  y  sin  mancilla;  denodado, 
Ko  te  pondrá  temor  ningún  mal  fiero. 

Y  tú,  de  aquestos  duelos  olvidado. 
No  qued  rá  en  ti  dellos  mas  memoria 
Que  de  las  raudas  aguas  que  han  pasado. 

Será  cual  mediodía,  y  mas,  tu  gloria, 
Y'  si  rodare  el  tiempo,  como  aurora, 
Dará  mas  luz ,  creciendo ,  tu  memoria. 

Seguro  morirás ,  pues  se  mejora 
Tu  suerte ,  y  como  si  acabado  hubieras, 
Ansi  te  será  el  sueño  de  aquella  hora. 

Sin  miedo  que  figura  ó  voces  fieras 
Te  asombren  ó  te  rompan  el  reposo. 
Descansarás  las  horas  ¡tostrimeras. 

Colgados  de  tu  amparo  provechoso 
Te  acatarán  los  tuyos,  los  extraños, 
Con  que  será  tu  nombre  mas  glorioso.. 

Mas  ¿quién  dirá  del  pecador  los  daños? 
El  miedo  le  consume  vida  y  ojos, 
Cuarida  le  fallece ,  y  de  sus  años 
El  fin  son  males  crudos  como  abrojos. 


CAPITULO  XII  DE  JOB. 


Torciendo  Job  el  rostro  dice  :  ¿El  mundo 
Sin  duda  en  vos  se  encierra .  y  acabado 
Con  vos  todo  el  saber,  irá  al  profundo? 

Y  yo  de  entendimiento  soy  dotado, 
Y'  no  menos  que  vos ,  á  lo  que  creo. 
Ni  quedo  en  decir  esto  muy  loado. 

Mas,  pues  tan  sabios  sois,  ¿no  veis  que  es  feo 
Reír  de  un  vuestro  amigo  en  tal  fortuna? 
No  veis  que  Dios  no  oirá  vuestro  deseo? 

Atiéndeme  :  una  tea  ardiendo,  ó  una 
Antorcha  en  rico  lecho  es  abatida. 
Y' guia  bien  los  pies  cuando  no  hay  luna. 

No  porque  es  maltratada  fué  perdida 
Mi  vida ,  ni  soy  malo  aunque  azotado, 
Que  á  veces  la  bondad  es  alligida. 

¿No  viste  alguna  vez  de  bien  colmado 
El  techo  del  logiero  y  del  que  arlora 
El  dios  que  con  su  mano  ha  fabricado? 

Mas  Dios  es  poderoso,  ¿quién  lo  ignora? 
El  ave  lo  dirá  ,  que  el  aire  vuela. 
La  bestia  que  en  los  bosciues  altos  mora. 

La  tierra  torpe  y  bruta  es  como  escuela, 
Que  enseña  esa  verdad  ,  el  mar  lemiido 

Y  cuanto  pez  por  él  nadando  cuela. 
¿A  qué  cosa  criada  es  ascondido 

Que  Dios  con  poderosa  y  sabia  mano 
Crió  la  tierra,  el  cielo,  él  sol  lucido; 

Y'  que  de  su  gobierno  soberano 
La  vida  del  viviente  está  colgando, 

Y  el  soplo  que  gobierna  el  cuerpo  humano? 
De  cuanto  razonásedes  hablando 

La  oreja  es  el  juez,  y  en  los  sabores 
El  gusto  es  el  que  tiene  cetro  y  mando. 

Los  viejos  son  muy  grandes  sabidorcs, 
Los  (lias  y  los  años  prolongados 
En,  caso  de  saber  son  los  mejores. 

Mas  mucho  mas  en  Üios  aposentados 
Están  todo  el  saber  y  valentía. 
Con  otros  mil  tesoros  encerrados. 

Lo  que  su  mano  airada  al  suelo  envía, 
No  se  edifica  ;  mas  lo  que  él  encierra, 
Cerrado  quedará  de  noche  y  día. 

Secáronse  las  fuentes  y  la  tierra 
Cuando  él  detiene  el  agua  ,  y  cuando  quiere. 
Lanzándola  destruye  campo  y  sierra. 

Puede  cuanto  le  place,  y  cuanto  hiciere 
Es  ley ,  y  ni  á  sufrir  ni  á  poner  lloro 
Es  parte  algún  mortal,  si  el  no  quisiere. 

Vacíos  dejará  de  su  tesoro 
Los  pueblos  donde  el  seso  y  ley  moraba, 

Y  convirtió  en  vil  soga  el  cinto  de  oro. 
El  cinto  tachonado,  que  cercaba 

Los  lomos  del  tirano,  desalado. 

Lo  muda  en  vestidura  pobre,  esclava. 

Del  sacerdocio  santo  despojado 
Por  él  va  el  sacerdote ,  y  por  su  mano 
El  brazo  poderoso  es  quebrantado. 

A  todo  el  bien  decir  del  pecho  humano 
Deslengua,  y  si  le  place,  en  desvarío 
Convierte  el  saber  todo  y  seso  anciano. 

Derrama  de  desprecios  como  un  rio 
Encima  délos  queres))Iandecian 
Ilustres  en  linaje  ó  señorío. 

Y  los  que  en  honda  noche  se  suniian 
Los  pone  en  clara  luz,  y  saca  al  cielo 
A  los  que  los  abismos  ascondian. 

Y'a  multiplica  el  pueblo,  ya  con  duelo 
Lo  mengua ,  y  ó  lo  esparee  ó  lo  deslierra, 

Y  lo  reduce  ya  á  su  propio  suelo. 
A  las  cabezas  altas  de  la  tierra 

Las  ciega ,  y  por  los  yermos  sin  camino 
Las  lleva  sin  saber  adó  el  pié  yerra. 

Como  el  que  en  noche  escura  pierde  el  tino, 
y  alarga  á  toda  parte  el  aire  en  vano, 
Así  van  ,  y  cual  el  que  rige  el  vino. 
Que  ofende  aquí  ya  el  pié  y  allí  la  mano. 


6í  OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 

CAPÍTULO  XIX  DE  JOB.  Esla  esperanza  firme  en  mi  reposa. 

Uigolo  porque  todos  de  consuno 

De  tan  luengo  e«cucliar  atormentado,  Decís:  «Demos  en  él ,  que ,  de  acosado. 

Responde  Jo!) ,  y  dice  :  ¿Hasta  cuaiidu  *  Dará  de  su  maldad  indicio  en  uno. « 

Seré  de  vuestros  dichos  f;ilÍL;ado?  Temed  por  Dios,  temed  el  acerado 

Ya  Sobre  nueve  veces  haidonaudo  Cuchillo  ,  aquel  cuchillo  que  apacienta 

Perseveráis  mi  mal ,  y  cada  hora  Sus  tilos  en  las  carnes  del  malvado , 

Os  vais  mas  contra  mi  desverüouzando.  Sabieuúo  que  de  todo  ha  de  haber  cuenta. 

Pues  digo  lo  que  he  dicho  hasta  agora: 
Erré  ;  pues  quiero  errar,  y  de  conliuo 
Aqueste  error  conmigo  vive  y  mora. 

Por  mas  que  me  digáis  que  desatino, 
Por  mas  que  poríieis  soberbiamente 
Que  soy  de  cuanto  mal  padezco  diiio. 

Digo,  porque  entendáis  mas  cláramete, 
Que  a  ser  juicio  aqueste,  el  soberano 
Juez  procedería  ni  igualmente. 

Estoy  por  la  siniestra  y  diestra  mano 
Sitiado  en  derredor,  y  si  voceo 
Llamando  quien  me  ayude ,  llamo  en  vano. 

Bramo  por  ser  oido  ,  mas  no  veo 
Manera  de  juicio,  ni  acusado 
Ni  delenciido  soy,  cual  suele  el  reo. 

Veo  que  Dios  los  pasos  me  ha  tomado, 
Corlado  me  ha  la  senda  ,  y  con  escura 
Tiniebla  mis  caminos  ha  cerrado. 

Quitó  de  mi  cabeza  la  hermosura 
Del  vivo  resfilandor  con  que  iba  al  cielo ; 
Desnudo  me  dejó  con  mano  dura. 

Cortóme  al  derredor,  y  vine  al  suelo 
Cual  árbol  derrocado  ;  mi  esperanza 
El  viento  la  llevó  con  presto  vuelo. 

Mostró  de  su  furor  la  gi  an  pujanza  ; 
Airado  y  triste  yo  ,  como  si  fuera 
Contrario ,  ansí  de  si  me  aparta  y  lanza. 

Corrió  como  en  tropel  su  escuadra  liera, 

Y  vino ,  y  puso  etéreo  a  mi  morada, 

Y  abrió  por  medio  dell;;  gran  carrera. 
Hizo  de  mi  dolor  muy  alejada 

La  ayuda  de  mis  deudos ;  mis  amigos 
Huyeron  ya  de  mi ,  la  fe  olvidada. 

Y  los  vecinos  ,  de  mi  ma!  testigos, 
Huyeron,  ¡ay!  y  cuantos  me  trataban 
Ño  cuidan  ya  de  mí  masque  enemigos. 

De  mis  puertas  adenl  ro  los  que  estaban. 
Mis  siervos  como  ajeno  me  extrañaron, 
Conu)  si  hiH'sped  fuera  me  miraban. 

Estos  labios  que  veis  ya  vocearon 
Al  siervo,  que  me  huye  mas  que  el  viento, 
Yco:í  palabras  blandas  le  rogaron. 

Aun  mi  propia  mujer  huyó  mi  aliento 
Con  asco ,  y  mis  brazos  ,  y  rogada, 
No  quiso  en  su  regazo  darme  asiento. 

¿Úué  mas?  Hasia  la  gente  deS(irec¡ada 
We  l)ff:in  ,  y  si  dellos  me  desvio. 
Hacen  burla  de  mi,  cruel,  malvada. 

Los  cpie  antes  eran  del  secreto  mío 
Abominan  de  mi,  y  estos  preciados 
Amigos  me  maltratan  con  desvio. 

Mis  huesos  al  peUi-jo  están  pegados, 

Y  ya,  de  consumido,  brotan  fuera 
Los  dientes  ,  sobi  e  el  cuero  señalados. 

Merced  habed  de  mi,  merced,  siíjuiera 
Vosotros  mis  amigos,  que  la  mano 
Del  Alto  me  tocó  ,  |)esada  y  liera. 

liaste  (pie  él  no  dejó  en  mi  hueso  sano. 
Sin  (pie  me  acrecentéis  m:iyur  lonnenUj, 
No  Irrrtosde  mi  mal  ci'udo,  iidinmano 

¡  Oh  ,  (luiénme  concediese  ([ue  este  cuento 
Quedase  por  escrito  figurado 
En  libro  fpie  durase  siglos  ciento, 

O  con  buril  de  acero  señalado 
En  plancha,  ó,  para  ser  mas  duradero. 
En  pedernal  durísimo  formado? 

Si  bramo,  no  por  eso  desespero. 
Bien  sé  (pie  hay  redentor  para  mi  vida. 
Que  el  suelo  hollará  el  siglo  [loslrcro  ; 

I'or  quien,  desi)ues  de  rota  y  con>umida 
Mi  carne,  reformada  y  mas  dichosa, 
Y'erá  del  Juez  alto  la  venida. 

Yo  mismo  lo  veré;  de  aquella  hermosu 
LU£  gozaráamis  ojos,  no  olro  alguno; 


CAPULLO  XX  DE   JOB. 

Callábase  ya  Job,  mas  el  Nemano 
Solar,  de  enojo  lleno  y  de  despecho. 
Volviendo  contra  si  la  diestra  mano, 

Pues,  dice  ,  ¿para  qué  tengo  en  mi  pecho 
Saber?  para  qué  íin  dentro  en  mi  mora 
Hazon,queme  reduce  á  lo  derecho? 

Que  si  esto  dejo  ansí  pasar  agora, 
Afrenta  me  sera  cuanto  he  velado. 
Que  es  aire  mi  saber  dirá  cada  hora, 

Dime:  ¿por  aventura  has  olvidado 
Que  desde  que  la  tierra  tiene  asiento , 
Desde  que  en  ella  el  hombre  es  sustentado. 

El  canto  del  malvado  es  un  momento. 
El  gozo  del  hipócrita  fingido 
En  un  abi  ir  del  ojo  lleva  el  viento? 

Si  levantare  al  cielo  el  cuello  erguido, 
Si  locare  á  las  nubes  su  altiveza, 
En  rico  trono  altisinio  subido, 

Ci.mo  basura  vil  con  ligereza 
Perecerá  su  fin,  ios  que  le  vieron 
Dirán:  «¿Qué  es  del?  Qué  se  liizo  su  grandeza?» 

Cual  sueño  volador,  (pie  no  pudieron 
Prendelle,  huirá,  y  muy  mas  ligero 
Que  las  noturnas  sombras  nunca  fueron. 

Los  ojos  que  le  vieron  de  primero, 
No  mas,  ni  le  verá  la  casa  amada, 
No  el  alto  mármol .  no  el  rico  madero. 

Sus  hijos  en  pobreza  avergonzaila 
Mendigos  andarán  ,  y  de  sus  manos 
Sustentarán  la  vida  lacerada. 

Pues  ocupó  sus  fuerzas  en  livianos 
Ht'clios  de  mocedad,  tenga  por  cierto 
Que  irán  con  él  al  polvo,  á  los  gusanos. 

Súpole  bien  el  mal,  el  desconcierto 
Al  gusto  lo  aplicó,  y  sin  dejar  nada, 
Le  dio  por  la  garganta  paso  ahierto. 

Üañósele,  ai  cslómago  llegada. 
La  mal  dulce  comida  ,  en  ponzoñoso 
Tóxico  por  las  venas  transformada. 

Cnanlü  traigo  sin  órdon,  codicioso. 
Lanzó  con  iiKJiial  basca,  y  de  su  seno 
Lo  saca  Dios  con  bra/.o  poderoso. 

Huyendo  del  vivir,  tendrá  por  bueno 
Que  ¿I  áspide  le  beba  sangre  y  vida, 
ü  lanceen  él  la  vibora  el  veneno. 

No  (piiso  la  vivienda  enri()ucc¡da 
De  bienes  inocent(!S  del  aldea. 
De  miel  y  de  manteca  bastecida; 

Quiso  (pie  ajeno  mal  su  censo  sea, 
Mas  no  gozara  del ,  ni  de  alegria 
Su  rica  con  mil  camhiosaira  vea. 

I'nes  contra  el  pidu'c  el  brazo  convcrtia, 
Aniupie  pueda  usurpar  la  ajena  casa  , 
Jamás  podra  fninlar  su  tiranta. 

Pues  (pie  lio  conoció  su  li.unbre  tasa, 
Verá,  piuísio  en  deseo  y  en  bajeza, 
Qneíoda  ajena  mano  le  es  escasa. 

Cruel  no  consintió  (pie  á  la  pobreza 
Sobrase  de  su  mesa  algún  reparo; 
Por  tanto  será  humo  su  riíjueza. 

(Cuando  tuviere  lleno  el  vientre  avaro, 
Heveiitará  de  harto,  y  cien  dolores 
Harán  (¡ne  el  mal  bocado  le  sea  caro. 

Y  Dios  descargará  mil  pasadores 
Hasta  vaciar  la  aljaba,  y  encendido 
En  ira,  lloverán  sobre  (d  temores. 

Del  hierro  huirá  triste  ,  alligido 
Dará  sobre  el  acero  ;  de  un  liviano 
peligro  dará  cu  otro  mas  crecido. 


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i 


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poesías.— LIBRO  TERCERO. 


Con  la  espada  desnuda  en  nlla  mano, 
Con  el  amargo  i.ierro  relumbrante 
Le  seguirá  terrible  el  soberano. 

Tendrá  por  gran  riqueza  el  mal  andante 
La  mas  cerrada  cueva  y  mas  escura, 
Por  declinar  los  ülos  del  tajante 

Cuchillo;  y  para  su  mas  desventura, 
En  triste  soledad  será  abrasado 
Con  fuego  que  contino  en  un  ser  dura. 

El  suelo  con  el  cielo  concertado, 
Aqueste  de  sus  bienes  hará  cuento. 
Aquel  se  le  opondrá  rebelde,  airado. 

Y  Dios  destruirá  desde  el  cimiento 
Su  casa,  esparcirá  toda  su  gloria 
Con  ira,  cual  al  polvo  hace  el  viento. 

Aquesta  de  los  malos  es  la  historia, 
Su  granjeria  es  esta ,  sus  provechos 
Ansí  los  paga  Dios,  esta  memoria 
Envía  por  los  siglos  de  sus  hechos. 


CAPITULO  XXIX  DE  JOB. 

Y  dijo  mas :  ¡  Oh !  ¡quién  me  concediera 
El  ser  lo  que  fui  ya  en  tiempo  pasado , 
En  tiempo  cuando  Dios  mí  guarda  era! 

¡  Cuando  su  resplandor  en  mí  sagrado 
Lucia  como  antorcha,  y  yo  hollaba 
La  noche  ,  con  su  luz  clara  guiado ! 

¡Cual  fui  cuando  la  edad  florida  daba 
Vigor  y  hermosura  al  rostro,  cuando 
En  mi  secreto  el  Alto  reposaba ! 

¡Al  tiempo  que  duró  perseverando 
Conmigo  el  poderoso,  y  me  cenia. 
Colgada  mi  familia  de  mi  mando! 

¡Cuando  nadaba  cuanto  poseía 
En  leche  y  en  manteca,  y  aun  la  dura 
Peña  del  olio  ríos  me  verlia! 

¡Cuando  de  gloria  lleno  y  de  hermosura 
Salia  al  tribunal!  Cuando  en  los  grados 
Mi  asiento  se  mostraba  en  mas  altura! 

¡Cuando  de  ante  mi  faz, avergonzados. 
Los  mozos  se  escondían,  los  ancianos 
En  pié  me  recibían  levantados! 

Ponían  sobre  su  boca  las  manos 
La  gente  principal  en  mi  presencia. 
No  osaban  razonar  por  no  ser  vanos. 

Los  hombres  que  tenían  eminencia 
En  sangre  y  eu  valor  enmudecían. 


Atentos  esperando  mi  sentencia. 

Oídos  que  me  oyeron  bendecían 
Mi  lengua,  con  las  señas  me  aprobaban 
Los  dichos  que  de  mis  labios  salían  , 

Cuando  á  los  pobres  que  favor  clamaban 
Libraba,  general  amparo  bocho 
De  cuantos  sin  abrigo  se  hallaban. 

Bendito  fui  de  mil  á  quien  mi  techo 
Dio  vida,  y  de  la  viuda  fice  llena 
La  boca  de  loor,  de  gozo  el  pecho. 

Como  de  reo  á  reo  en  luz  serena, 
Ansí  de  la  justicia  me  vesiía. 
La  rectitud  mi  joya  y  mi  cadena. 

Al  pobre  que  de  vista  carecía 
Le  fui  en  lugar  de  vista ,  del  lisiado 
Tullido  fui  sus  pies  y  su  fiel  guía. 

Por  padre  piadoso  reputado 
De  la  pobreza  fui;  sí  contendian. 
En  sus  barajas  puse  mi  cuidado, 

A  los  que  violentos  oprimían. 
Las  muelas  les  deshice ,  y  de  la  boca 
Les  arranqué  la  presa  que  tenían. 

Y  dijeme  (mas  ¡ay!  ¡cuan  falsa  y  loca 
Salió  la  mi  esperanza ! ) :  «  En  mí  reposo 
Traspasaré  esia  vida  que  me  toca. 

»Ní  faltará  á  mi  tronco  copioso 
Gobierno  de  las  aguas,  del  rocío 
Mí  campo  no  será  jamás  f  dioso. 

«Injuria  no  hará  el  rigor  del  frío 
A  las  mis  verdes  hojas,  siempre  entero 
Relucirá  en  mi  mano  el  arco  mío  » 

i  Ay  miserable  engaño!  ay ,  qué  ligero 
Voló  todo  mi  bien,  cuanto  esperaba  ! 
¡Cuan  otro  estoy  de  a(|iiel  que  fui  primero! 

Callaba  quien  me  oía;  cuando  hablaba, 
Por  no  perder  de  mis  palabras  una , 
En  mí  los  ojos  firmes  cnclavidia. 

Jamás  contra  mis  dichos  huho  alguna 
Manera  de  respu(!sta;  yo  intluia 
Como  en  sugelo  humilde  sin  ninguna 

Dificultad  ;  mí  habla  decendi a 
Cual  lluvia  en  sus  oídos  deseosos, 
Como  en  sediento  suelo  agua  taidía. 

Si  me  reía  á  ellos,  de  gozosos. 
Apenas  lo  crHÍ,'in,al  sentido 
De  todos  mis  semblaiues  cuidadosos. 

Encaminando  á  ellos,  recibido 
De  todos ,  me  sentaba  en  cabecera. 
Cual  rey  que  de  su  corle  está  ceñido. 
Cual  elque  da  consuelo  en  pena  fiera. 


FI.N  DE   LAS  OBRAS  POÉTICAS. 


L.  X\1-II 


4 


OBRAS  EN  PROSA. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO; 

AÑADIDO  JUNTAMENTE  EL  NOMBRE  DE  CORDERO, 

DIVIDIDO    EN    TRES    LIBROS. 


A  DON  PEMO  PORTOCARRERO,  ORISPO  DE  CÓRDORA  \  DEL  CONSEJO  DE  Sü  MAJESTAD,  Etc, 


LIBRO  PF.BIERO. 


INTRODUCCIÓN. 

Dase  razón  yjiiotivo  de  la  obra. 

De  las  calamidades  de  nuestros  tiempos,  que, 'como 
vemos,  son  muchas  y  muy  graves,  una  es,  y  no  la  me- 
nor de  todas,  el  haber  venido  los  hombres  á  disposi- 
ción que  les  sea  ponzoña  lo  que  les  solia  ser  medi- 
ciíia  y  remedio  ;  que  es  también  claro  indicio  de  que 
se  les  acerca  su  fin  ,  y  de  que  el  mundo  eslá  vecino  á 
la  muerte,  pues  la  halla  en  la  vida.  Notoria  cosa  es 
que  las  escrituras  que  llamamos  sagradas  las  inspi- 
ró Dios  á  los  profetas  que  las  escribieron ,  para  que 
nos  fuesen  en  los  trabajos  desta  vida  consuelo,  y  en 
las  tinieblas  y  errores  della  clara  y  fiel  luz ,  y  para 
en  las  llagas  que  hacen  en  nuestras  almas  la  pasión  y 
el  pecado  ,  allí ,  como  en  oficina  general ,  tuviésemos 
para  cada  una  proprio  y  saludable  remedio.  Y  porque 
las  escril)ió  para  este  fin,  que  es  universal,  también  es 
manifiesto  que  pretendió  que  el  uso  dellas  fuese  común 
á  todos ;  y  así ,  cuanto  es  de  su  parte  lo  hizo  ;  porque 
Jas  compuso  con  palabras  llanísimas  y  en  lengua  que 
era  vulgar  á  aquellos,  á  quien  las  dio  primero. 

Y  después ,  cuando  de  aquellos,  juntamente  con  el 
verdadero  conocimiento  de  Jesucristo ,  se  comunicó  y 
traspasó  también  este  tesoro  á  las  gentes  ,  hizo  que  se 
pusiesen  en  muchas  lenguas,  y'casi  en  todas  aquellas 
que  entonces  eran  mas  generales  y  mas  comunes,  por- 
que fuesen  gozadas  comunmente  de  todos.  Y  así  fué, 
que  en  los  primeros  tiempos  de  la  Iglesia,  y  en  no  po- 
cos años  después  ,  era  gran  culpa  en  cualquier  de  los 
fieles  no  ocuparse  mucho  en  el  estudio  y  lición  de  los 
libros  divinos.  Y  los  eclesiásticos  y  los  que  llamamos 
seglares ,  así  los  doctos  como  los  que  carecían  de  le- 
tras, por  esta  causa  trataban  tanto  deste  conocimien- 


to ,  que  el  cuidado  de  los  vulgares  despertaba  el  estu- 
dio de  los  que  por  su  oficio  son  maestros,  quiero  decir, 
de  los  prelados  y  obispos ;  los  cuales  de  ordinario  en 
sus  iglesias  ,  casi  todos  los  dias ,  declaraban  las  san- 
tas Escrituras  al  pueblo  ,  para  que  la  lición  particular 
que  cada  uno  tenia  dellas  en  su  casa,  alumbrada  con 
la  luz  de  aquella  doctrina  pública ,  y  como  regida  con 
la  voz  del  maestro ,  careciese  de  error  y  fuese  causa 
de  mas  señalado  provecho.  El  cual  á  la  verdad  fué  tan 
grande  cuanto  aquel  gobierno  era  bueno ;  y  respon- 
dió el  fruto  á  la  sementera ,  como  lo  saben  los  que  tie- 
nen alguna  noticia  de  la  historia  de  aquellos  tiempos. 
Pero,  como  decía  ,  esto,  que  de  suyo  es  tan  bueno,  y 
que  fué  tan  útil  en  aquel  tiempo,  la  condición  triste 
de  nuestros  siglos  y  la  experiencia  de  nuestra  grande 
desventura  nos  enseñan  que  nos  es  ocasión  agora  de 
muchos  daños.  Y  así,  los  que  gobiernan  la  Iglesia,  con 
maduro  consejo,  y  como  forzados  de  la  misma  necesi- 
dad ,  han  puesto  una  cierta  y  debida  tasa  en  este  ne- 
gocio ,  ordenando  que  los  libros  de  la  sagrada  Escri- 
tura no  anden  en  lenguas  vulgares  de  manera  que  los 
ignorantes  los  puedan  leer ;  y  como  á  gente  animal 
y  tosca,  que,  ó  no  conocen  estas  riquezas,  ó  si  las  co- 
nocen, no  usan  bien  dellas,  se  las  han  quitado  al  vulgo 
de  entre  las  manos. 

Y  si  alguno  se  maravijla  ,  como  á  la  verdad  es  cosa 
que  hace  maravillar,  que  en  gentes  que  profesan  una 
misma  religión  haya  podido  acontecer  que  lo  que  an- 
tes les  aprovechaba  les  dañe  agora ,  y  mayormente 
en  cosas  tan  substanciales ;  y  si  desea  penetrar  á  la 
origen  de  aqueste  mal ,  conociendo  sus  fuentes ,  digo 
que,  á  lo  que  yo  alcanzo  ,  las  causas  desto  son  dos, 
ignorancia  y  soberbia  ,  y  mas  soberbia  que  ignoran- 
cia ;  en  los  cuales  males  ha  venido  á  dar  poco  á  poco 


65  OBRAS  DE  FRAY 

el  pueblo  cristiano ,  descayendo  de  su  primera  virUul. 
La  ignorancia  ha  estado  de  parte  de  aquellos  á  quie- 
nes incumbe  el  saber  y  el  declarar  estos  libros ,  y  la 
soberbia  de  parte  de  los  mismos  y  de  los  demás  to- 
dos ,  aunque  en  diferente  manera ;  porque  en  estos  la 
soberbia  y  el  pundonor  de  su  presunción  ,  y  el  título 
de  maestros,  que  se  arrogaban  sin  mcrecerlOj  les  cega- 
ba los  ojos  para  que  ni  conociesen  sus  faltas  ni"  se 
persuadiesen  á  que  les  estaba  bien  poner  estudio  y  cui- 
dado en  aprender  lo  que  no  sabiarr .  y  se  prometían 
saber";  y  á  los  otros  aqueste  humor  mismo ,  no  solo  les 
quitaba  la  voluntad  de  ser  enseñados  en  estos  libros  y 
letras,  y  mas  les  persuadía  también  que  ellos  las  po- 
dían saber  y  entender  por  sí  mismos.  Y  así,  presumien- 
do el  pueblo  de  ser  maestro,  y  no  pudiendo,  como  con- 
venia ,  serlo  los  que  lo  eran  ó  debían  de  ser,  conver- 
tíase la  luz  en  tinieblas,  y  leer  las  Escrituras  el  vul- 
go le  era  ocasión  de  concebir  muchos  y  muy  perni- 
ciosos errores,  que  brotaban  y  se  iban  descubriendo 
por  horas. 

Mas  si,  como  los  prelados  eclesiásticos  pudieron  qui- 
tar á  los  indoctos  las  Escrituras,  pudieran  también  po- 
nerlas y  asentarlas  en  el  deseo  y  en  el  entendimiento  y 
en  la  noticia  de  los  que  las  han  de  enseñar,  fuera  me- 
nos de  llorar  aquesta  miseria;  porque  estando  estos, 
que  son  como  cielos ,  llenos  y  ricos  con  la  virtud  de 
aqueste  tesoro,  derivárasedellos  necesariamente  gran 
bien  en  los  menores ,  que  son  el  suelo ,  sobre  quien 
ellos  influyen.  Pero  en  muchos  es  esto  tan  al  revés, 
que  no  solo  no  saben  aquellas  letras,  pero  despre- 
cian, ó  á  lo  menos  muestran  preciarse  poco  y  no  juz- 
gar bien  de  los  que  las  saben.  Y  con  un  pequeño  gus- 
to de  ciertas  cuestiones  contentos  é  hinchados,  tienen 
títulos  de  njaestros  teólogos ,  y  no  tienen  la  teología; 
de  la  cual,  como  se  entiende,  el  principio  son  las  cues- 
tiones de  la  escuela ,  y  el  crecimiento  la  doctrina  que 
escriben  los  santos,  y  el  colmo  y  perfección  y  lo  mas 
alto  de  ella,  las  letras  sagradas ;  á  cuyo  entendimiento 
todo  lo  de  antes,  como  á  fin  necesario,  se  ordena. 

Mas  dejando  estos  ,  y  tornando  á  los  comunes  del 
vulgo  á  este  daño,  de  que  por  su  culpa  y  soberbia  se 
hicieron  inútiles  para  la  lición  de  la  Escritura  divina,, 
líaseles  seguido  otro  daño  ,  no  sé  sí  diga  peor  ,  que  se 
han  entregado  sin  rienda  á  la  lición  de  mil  libros ,  no 
solamente  vanos,  sino  señaladamente  dañosos;  los  cua- 
les, como  por  arte  del  demonio,  como  faltaron  los  bue- 
nos, en  nuestra  edad ,  mas  que  en  otra.,  han  crecido. 
Y  nos  ha  acontecido  lo  que  acontece  á  la  tierra  ,  que 
cuando  no  produce  trigo  da  espinas.  Y  digo  que  este 
segundo  daño  en  parte  vence  al  primero  ,  porque  en 
aquel  pierden  ios  iiomhrcs  un  grande  instrumento  pa- 
ra ser  buenos,  mas  en  es!  o  le  tienen  para  ser  malos; 
allí  quítasele  á  la  virtud  algiyi  gobierno,  aquí  dase  ce- 
bo á  los  vicios.  Porque  si,  como  alega  san  Pablo  (a), 
(das  malas  conversaciones  corrompen  las  buenas  cos- 
tumbres,» el  libro  torpe  y  dañado  ,  que  conversa  con 
el  que  le  lee  á  todas  horas  y  á  todos  tiempos,  ¿qué  no 
hará?  ó  ¿romo  será  posible  que  no  crie  viciosa  y  ma- 
la sangre  el  que  se  mantiene-  de  malezas  y  de  pon- 
zoñas ?  Y  á  la  verdad  ,  si  queremos  mirar  en  ello  con 

(o)  i,  Ad  Coriüt,,  cap.  lü,  V.  ."3, 


LUIS  DE  LEONJ 

atención  y  ser  justos  jueces,  no  podemos  dejar  de  juz- 
gar sino  que  destos  libros  perdidos  y  desconcertados,  y 
de  su  lición ,  nace  gran  parte  de  los  reveses  y  perdi- 
ción que  se  descubren  continuamente  en  nuestras 
costumbres,  Y  de  un  saboj:  de  gentilidad  y  de  infideli- 
dad que  los  celosos  del  servicio  de  Dios  sienten  en 
ellas  (qne  no  sé  yo  si  en  edad  alguna  del  pueblo  cris- 
tiano se  ha  sentido  mayor) ,  á  mí  juicio  el  principio  y 
la  raíz  y  la  causa  toda  son  estos  libros,  Y  es  caso  de 
gran  compasión ,  que  muchas  personas  simples  y  pu- 
ras se  pierden  en  este  mal  paso,  antes  que  se  advier- 
tan del ,  y  como  sin  saber  de  dónde  ó  de  qué ,  se  ha- 
llan emponzoñadas ,  y  quiebran  simple  y  lastimosa- 
mente en  esta  roca  encubierta.  Porque  muchos  destos 
malos  escritos  ordinariamente  andan  en  las  manos  de 
mujeres  doncellas  y  mozas ,  y  no  se  recatan  dello  sus 
padres ;  por  donde  las  mas  veces  les  sale  vano  y  sin 
fruto  todo  el  demás  recato  que  tienen. 

Por  lo  cual ,  como  quiera  que  siempre  haya  sido  pro- 
vechoso y  loable  el  escribir  sanas  doctrinas,  que  des- 
pierten las  almas  ó  las  encaminen  á  la  virtud,  en  este 
tiempo  es  así  necesario,  que  á  mí  juicio  todos  los  bue- 
nos ingenios  en  quien  puso  Dios  partes  y  facultad  pa- 
ra semejante  negocio ,  tienen  obligación  á  ocuparse  en 
él ,  componiendo  en  nuestra  lengua ,  para  el  uso  co- 
mún de  todos,  algunas  cosas  que,  ó  como  nacidas  de 
las  sagradas  letras ,  ó  como  allegadas  y  conformes  á 
ellas ,  suplan  por  ellas  ,  cuanto  es  posible ,  con  el  co- 
mún menester  de  los  hombres ,  y  juntamente  les  qui- 
ten de  las  manos,  succediendo  en  su  lugar  dellos  los 
libros  dañosos  y  de  vanidad. 

Y  aunque  es  verdad  que  algunas  personas  doctas  y 
muy  religiosas  han  trabajado  en  aquesto  bien  feliz- 
mente, en  muchas  escrituras  que  nos  han  dado,  llenas 
de  utilidad  y  pureza ;  mas  no  por  eso  los  demás  que 
pueden  emplearse  en  lo  mismo  se  deben  tener  por  des- 
obligados ni  deben  por  eso  alanzar  de  las  manos  la  plu-  , 
ma ;  pues  en  caso  que  todos  los  que  pueden  escribir  es-  f 
cribiesen ,  todo  ello  seria  mucho  menos ,  no  solo  de  lo 
que  se  puede  escribir  en  semejantes  materias,  sino  de  i 
aquello  que,  conforme  á  nuestra  necesidad,  es  menester  ' 
que  se  escriba,  así  por  ser  los  gustos  de  los  hombres  y 
sus  inclinaciones  tan  diferentes,  como  por  ser  tantas  ya 
y  tan  recebidas  las  escrituras  malas ,  contra  quien  se 
ordenan  las  buenas.  Y  lo  que  en  las  baterías  y  cercos  de 
los  lugares  fuertes  se  hace  en  la  guerra,  que  los  tien- 
tan por  todas  las  partes  y  con  todos  los  ingenios  que 
nos  enseña  la  facultad  niilílar ,  eso  mismo  es  necesa- 
rio que  hagan  todos  los  buenos  y  doctos  ingenios  ago- 
ra ;  sin  que  uno  se  descuide  con  otro ,  en  un  mal  uso 
tan  torreado  y  fortificado  como  es  este  de  que  vamos 
hablando. 

Yo  así  lo  juzgo  y  juzgué  siempre.  Y  aunque  me 
conozco  por  el  menor  de  lodos  los  que  en  esto  que  di- 
go pueden  servir  á  la  Iglesia  ,  siempre  la  deseé  servir 
en  ello  como  pudiese  ;  y  por  mí  poca  salud  y  muchas 
ocupaciones  no  lo  he  hecho  hasla  agora.  Mas,  ya  (juc  la 
vida  pasada  ocupada  y  trabajosa  me  fué  estorbo  para 
que  no  pusicso  este  mí  deseo  y  juicio  en  ejecución,  no 
me  parece  que  debo  perder  la  ocasión  desle  ocio,  en 
que  la  injuria  y  mala  voluntad  tic  algunas  personas  me 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


09 


han  puesto;  porque ,  aunque  son  muclios  los  trabajos 
que  me  tienen  cercado ,  pero  el  favor  largo  del  cielo, 
qar  Dios ,  padre  verdadero  de  los  agraviados,  sin  me- 
recerlo, me  da ,  y  el  testimonio ,  de  la  conciencia ,  en 
medio  de  todos  ellos,  lian  serenado  mi  ánima  con  tan- 
ta paz,  cpie  no  solo  en  la  enmienda  d'e  mis  costumbres, 
sino  también  en  el  negocio  y  conocimiento  de  la  verdad, 
veo  agora  y  puedo  hacer  lo  que  antes  no  hacia.  Y  ha- 
rae  convertido  este  trabajo  el  Señor  en  mi  luz  y  sa- 
lud, y  con  las  manos  de  los  que  me  pretendían  dañar 
ha  sacado  mi  bien.  A  cuya  excelente  y  divina  merced- 
en  alguna  manera  no  responderla  yo  con  el  agradeci- 
miento debido,  si  agora  que"  puedo  ,  en  la  forma  que 
puedo ,  y  según  la  flaqueza  de  mi  ingenio  y  mis  fuer- 
zas, no  pusiese  cuidado  en  aquesto,  que,  á  lo  que  yo 
juzgo,  es  tan  necesario  para  el  bien  de  sus  fieles. 


Introdúcese  en  ei  asunto  con  la  idea  de  un  coloquio  que  tuvieron 
tres  amigos  en  un  deporte. 

Pues  á  este  propósito  me  vinieron  á  la  memoria  unos 
razonamientos  que ,  en  los  años  pasados,  tres  amigos 
mios  y  de  mi  orden ,  los  dos  dellos  hombres  de  gran- 
des letras  é  ingenio ,  tuvieron  entre  sí  por  cierta  oca- 
sión ,  acerca  de  los  nombres  c'on  que  es  llamado  Je- 
sucristo en  la  sagrada  Escritura;  los  cuales  me  refirió 
á  mí  poco  después  el  uno  dellos ,  y  yo  por  su  cualidad 
no  los  quise  olvidar.  Y  deseando  yo  agora  escribir  al- 
guna cosa  que  fuese  útil  al  pueblo  de  Cristo  ,  hame 
parecido  que  comenzar  por  sus  nombres  ,  para  prin- 
cipio, es  el  mas  feliz  y  de  mejor  anuncio,  y  para 
utilidad  de  los  lectores ,  la  cosa  de  mas  provecho ,  y 
para  mi  gusto  particular ,  la  materia  mas  dulce  y  mas 
apacible  de  todas;  porque,  así  como  Cristo  nuestro  Se- 
ñor es  como  fuente,  ó  por  mejor  decir,  como  octa- 
no ,  que  comprende  en  sí  todo  lo  provechoso  y  lo  dul- 
ce que  se  reparte  en  los  hombres ,  así  el  tratar  del,  y. 
como  si  dijésemos,  eldesenvolver  aqueste  tesoro,  es 
conocimiento  dulce  y  provechoso  mas  que  otro  ningu- 
no. Y  por  orden  de  buena  razón  se  presupone  á  los 
demás  tratados  y  conocimientos  aqueste  conocimiento, 
porque  es  el  fundamento  de  ellos ,  y  es  como  el  blan- 
co adonde  el  cristiano  endereza  todos  sus  pensamien- 
tos y  obras;  y  así,  lo  primero  á  que  deben;ios  dar  asien- 
to en  el  ánima  es  á  su  deseo,  y  por  la  misma  razón,  á 
su  conocimiento ,  de  quien  nace  y  con  quien  se  en- 
ciende y  acrecienta  el  deseo.  Y  la  propria  y  verdadera 
sabiduría  del  hombre  es  saber  mucho  de  Cristo,  y  á  la 
verdad  es  la  mas  alta  y  mas  divina  sabiduría  de  todas ; 
porque  entenderle  á  él  es  entender  todos  los  tesoros 
de  la  sabiduría  de  Dios  ,  que ,  como  dice  san  Pablo  (a), 
((están  en  él  encerrados;»  y  es  entender  el  infinito 
amor  que  Dios  tiene  á  los  hombres ,  y  la  majestad  de 
su  grandeza ,  y  el  abismo  de  sus  consejos  sin  suelo  ,  y 
de  su  fuerza  invencible  el  poder  inmenso ,  con  las  de- 
más grandezas  y  perfecciones  que  moran  en  Dios,  y  se 
descubren  y  resplandecen ,  mas  que  en  ninguna  parte, 
en  el  misterio  de  Cristo.  Las  cuales  perfecciones  to- 
das, ó  gran  parle  dellas,  se  entenderán  si  enlendié- 
(a)  AdColos.,  cap.  11,  Y.  5. 


remos  la  fuerza  y  la  significación  de  los  nombres  que 
el  Espíritu  Santo  le  da  en  la  divina  Escritura;  porque 
son  estos  nombres  como  unas  cifras  breves ,  en  que 
Dios  maravillosamente  encerró  todo  lo  que  acerca 
desto  el  humano  entendimiento  puede  entender  y  le 
conviene  que  entienda. 

Pues  lo  que  en  ello  se  platicó  entonces,  recorriendo 
yo  la  memoria  dello  después ,  casi  en  la  misma  forma 
como  á  mt  me  fué  referido,  y  lo  mas  conforme  que  ha 
sido  posible  al  hecho  de  la  verdad  ó  á  su  semejanza, 
habiéndolo  puesto  por  escrito  ,  lo  envío  agora  á  vues- 
tra merced ,  á  cuyo  servicio  se  enderezan  todas  mis 
cosas. 

— Era  por  el  mes  de  junio,  á  las  vueltas  de  la  fiesta 
de  San  Juan,  al  tiempo  que  en  Salamanca  comienzan  á. 
cesar  los  estudios ,  cuando  Marcelo ,  el  uno  de  los  que 
digo  (que  así  le  quiero  llamar  con  nombre  fingido,  por 
ciertos  respetos  que  tengo,  y  tomismo  haré  á  los  de- 
más), después  de  una  carrera  tan  larga  como  es  la  de 
un  año  en  la  vida  que  allí  se  vive,  se  retiró ,  como  á 
puerto  sabroso ,  á  la  soledad  de  una  granja  que ,  como 
•vuestra  merced  sabe,  tiene  mi  monasterio  en  la  ri- 
bera de  Tórmes ;  y  fuéronse  con  él ,  por  hacerle  com- 
pañía y  por  el  mismo  respeto,  los  otros  dos.  Adonde 
liabiendo  estado  algunos  días ,  aconteció  que  una  ma- 
ñana ,  que  era  la  del  día  dedicado  al  apóstol  San  Pe- 
dro ,  después  de  haber  dado  al  culto  divino  lo  que  se 
le  debía ,  todos  tres  juntos  se  salieron  de  la  casa  á  la 
huerta  que  se  hace  delante  della. 

Es  la  huerta  grande ,  y  estaba  entonces  bien  poblada 
de  árboles ,  aunque  puestos  sin  orden  ;  mas  eso  mismo 
hacia  deleite  en  la  vista,  y  sobre  todo,  la  hora"  y  la  sa- 
zón. Pues  entrados  en  ella,  primero,. y  por  un  espacio 
pequeño,  seanduvieron  paseando  y  gozando  del  frescor, 
y  después  se  sentaron  juntos  á  la  sombra  de  unas  par- 
ras y  junto  á  la  corriente  de  una  pequeña  fuente ,  en 
ciertos  asientos.  Nace  la  fuente  de  la  cuesta  que  tiene 
la  casa  á  las  espaldas ,  y  entraba  en  la  huerta  por  aque- 
lla parte,  y  corriendo  y  estropezando,  parecía  reírse. 
Tenían  también  delante  de  los  ojos  y  cerca  dellos"  una 
alta  y  hermosa  alameda.  Y  mas  adelante ,  y  no  muy  le- 
jos, se  veía  el  rio  Tórmes,  que  aun  en  aquel  tiempo, 
liinchiendo  bien  sus  riberas ,  iba  torciendo  el  paso  por 
aquella  vega.  El  dia  era  sosegado  y  purísimo  y  la  hora 
muy  fresca.  Así  que,  asentándose  y  callando  por  un  pe- 
queño tiempo ,  después  de  sentados  ,  Sabino  (que  así 
me  place  llamar  al  que  de  los  tres  era  el  mas  mozo), 
mirando  hacia  Marcelo  y  sonriéndose ,  comenzó  á  de- 
cir así : 

«Algunos  hay  á  quien  la  vista  del  campo  los  enmu- 
dece ,  y  debe  ser  condición  de  espíritus  de  entendi- 
miento profundo;  mas  yo,  como  los  pájaros,  en  viendo 
lo  verde ,  deseo  ó  cantar  ó  hablar.» 

«Bien  entieiído  por  qué  lo  decís ,  respondió  al  pun- 
to Marcelo ,  y  no  es  alteza  de  entendimiento ,  como  dais 
á  entender  por  lisonjearme  ó  por  consolarme,  sino 
cualidad  de  edad  y  humores  diferentes,  que  nos  pre- 
dominan y  se  despiertan  con  esta  vista,  en  vos  de  san- 
are, y  en  mí  de  melancolía.  Mas  sepamos,  dice  ,  de 
Juliano  (que  este  será  el  nombre  del  tercero) ,  si  es  pá- 
jaro también  ó  si  es  de  otro  metal.» 


» 


70  OBRAS  DE  FRAY 

«Xo  soy  siempre  de  uno  mismo  ,  respondió  Juliano, 
aunque  agora  al  humor  de  Sabino  ine  inclino  algo  mas. 
Y  pues  él  no  puede  agora  razonar  consigo  mismo  mi- 
rando la  belleza  del  campo  y  la  grandeza  del  cielo, 
bien  será  que  nos  diga  su  gusto  acerca  de  lo  que  po- 
dremos liablar. ') 

Entonces  Sabino  ,  sacando  del  seno  un  papel  escri- 
to y  no  muy  grande ,  «Aquí ,  dice ,  está  mi  deseo  y  mi 
esperanza.» 

Marcelo  ,  que  reconoció  luego  el  papel ,  porque  es- 
taba escrito  de  su  mano ,  dijo  ,  vuelto  á  Sabino  y  rién- 
dose r  «No  os  atormentará  mucbo  el  deseo  á  lo  menos, 
Sabino ,  pues  tan  en  la  mano  tenéis  la  esperanza ;  ni 
aun  deben  ser  ni  lo  uno  ni  lo  otro  muy  ricos,  pues  se 
.  encierran  en  tan  pequeño  papel.» 

«Si  fueren  pobres,  dijo  Sabino,  menos  causa  ten- 
dréis para  no  satisfacerme  en  una  cosa  lan  pobre.  » 

«¿En  qué  manera,  respondió  Márcelo,  ó  qué  parte  soy 
yo  para  satisfacer  á  vuestro  deseo  ,  ó  qué  deseo  es  el 
quedecis?» 

Entonces  Sabino ,  desplegando  el  papel ,  leyó  el  tí- 
tulo, que  decía:  De  los  nombres  de  Cristo,  y  no  le- 
yó mas ,  y  dijo  luego:  «Por  cierto  caso  hallé  hoy  esle 
papel ,  que  es  de  Marcelo,  adonde,  como  parece ,  tiene 
apuntados  algunos  de  los  nombres  con  que  Cristo  es 
llamado  en  la  Sagrada  Escritura ,  y  los  lugares  de  eUa 
adonde  es  llamado  así.  Y  como  le  vi ,  me  puso  codicia 
de  oirle  algo  sobre  aqueste  argumento ,  y  por  eso  dije 
que  mi  deseo  estaba  en  este  papel ;  y  está  en  él  mi  es- 
peranza también,  porque ,  como  parece  del ,  este  es  ar- 
gumento en  que  Marcelo  ha  puesto  su  estudio  y  cui- 
dado, y  argumento  que  le  debe  tener  en  la  lengua;  y 
así,  no  podrá  decirnos  agora  lo  que  suele  decir  cuan- 
do se  excusa  ,  si  le  obligamos  á  hablar,  que  le  tomamos 
desapercebido.  Por  manera  que ,  pues  le  falta  esta  ex- 
cusa ,  y  el  tiempo  es  nuestro ,  y  el  dia  santo  ,  y  la  sa- 
zón tan  á  propósito  de  pláticas  semejantes,  no  nos  será 
dificultoso  el  reutlir  á  Marcelo ,  si  vos  Juliano  me  fa- 
vorecéis.» 

«En  ninguna  cosa  me  hallaréis  mas  á  vuestro  lado, 
Sabino,  respondió  Juliano.»  Y  dichas  y  respondidas  mu- 
chas cosas  en  este  propósito,  porque  Marcelo  se  excu- 
saba mucho,  ó  á  lo  menos  pedia  que  tomase  Juliano 
su  parle  y  dijese  también  ;  y  quedando  asentado  que 
á  su  tiempo,  cuando  pareciese,  ó  si  pareciese  ser  menes- 
ter, Juliano  haría  su  oficio ,  Marcelo,  vuelto  á  Sabino, 
dijo  así:  «Pues  el  papel  ha  sido  el  despertador  desta 
plática,  bien  será  que  él  mismo  nos  sea  la  guia  en  ella. 
Id  leyendo,  Sabitio,  en  él,  y  (h;  loque  en  él  estuvie- 
re ,  y  coid'orme  á  su  orden,  así  iremos  diciendo,  si  no 
os  parece  otra  cosa.» 

«.\nles  nos  parece,  tomismo,»  respondieron  comoá 
una  Sabino  y  Juliano.  Luego  Sabino,  poniendo  los  ojos 
en  el  escrito ,  con  clara  y  moderada  voa  leyó  así: 

§.  11. 

Explícase  qne  viene  9  ser  nombre,  qué  oficio  tiene ,  por  qué  Dn  se 
introdujo  y  en  qué  nianura  se  suele  jioner. 

«Los  nombres  que  en  la  Escritura  se  dan  á  í;risto 
sOn  muchos ,  así  como  son  muchas  sus  virtudes  y  ^'li- 


LUIS  DE  LEÓN. 

cios ;  pero  los  principales  son  diez  ,  en  los  cuales  se 
encierran ,  y  como  reducidos,  se  recogen  los  demás ,  y 
los  diez  son  estos.  » 

^(Primero  que  vengamos  á  eso ,  dijo  Marcelo  alargan- 
do la  mano  hacia  Sabino ,  para  que  le  detuviese  ,  con- 
vendrá que  digamos  algunas  cosas  que  se  presuponen 
á  ello  ,  y  convendrá  que  tomemos  el  salto,  como  dicen, 
de  mas  atrás  ,  y  que  guiando  el  agua  de  su  primer  na- 
ciiuiento ,  tratemos  qué  cosa  es  esto  que  llamamos 
nombre ,  y  qué  oficio  tiene  ,  y  por  qué  fin  se  introdujo, " 
y  en  qué  manera  se  suele  poner  ;  y  aun  antes  de  todo 
esto,  hay  otro  principio.» 

«¿Qué  otro  principio,  dijo  Juliano  ,  hay  que  sea  pri- 
mero que  el  ser  de  lo  que  se  trata  ,  y  la  declaración 
deilo  breve,  que  la  escuela  llama  difinicion?» 

«Que  como  los  que  quieren  hacerse  á  la  vela  ,  res- 
pondió Marcelo ,  y  meterse  en  la  mar,  antes  que  des- 
plieguen los  lienzos,  vueltos  al  favor  del  cielo,  le  piden 
viaje  seguro;  así  agora  en  el  principio  de  una  seme- 
jante jornada,  yo  por  mí,  ó  por  mejor  decir,  lodos  pa- 
ra mí,  pidamos  á  ese  mismo  de  quien  habemos  de  ha- 
blar, sentidos  y  palabras  cuales  convienen  para  ha- 
blar dé!.  Porque  si  las  cosas  menores,  no  solo  acabíirlas 
no  podemos  bien ,  mas  ni  emprenderlas  tampoco ,  sin 
que  Dios  particularmente  nos  favorezca ,  ¿quién  podrá 
decir  de  Cristo  y  de  cosas  tan  altas  como  son  las  que 
encierran  los  nombres  de  Cristo ,  si  no  fuere  alentado 
con  la  fuerza  de  su  espíritu  ?  Por  lo  cual  desconfiando 
de  nosotros  mismos ,  y  confesándola  insuficiencia  de 
nuestro  saber ,  y  coiño  derrocando  por  el  suelo  los  co- 
razones, supliquemos  con  humildad  á  aquesta  divina 
luz  que  nos  amanezca;  quiero  decir  ,  que  envié  en  mi 
alma  los  rayos  de  sii  resplandor  y  la  alumbre  ,  para 
que  en  esto  que  quiero  decir  del ,  sienta  lo  que  es  dig- 
no del ;  y  para  que  lo  que  en  esta  manera  sintiere  ,  lo 
publique  por  la  lengua  en  la  forma  que  debo.  Porque, 
Señor,  sin  tí,  ¿quién  podrá  hablar  como  es  justo  de 
tí?  ó  ¿quién  no  se  perderá,  en  el  inmenso  océano  de  tus 
excelencias  metido ,  si  tú  mismo  no  le  guias  al  puerto? 
Luce  pues  ¡  oh  solo  verdadero  Sol !  en  mi  alma ,  y  luce 
con  tan  grande  al)undancia  de  luz ,  que  con  el  rayo 
dellajunlamentc  mi  voUuilad  encendiila  le  ame,  mi 
entendimiento  esclarecido  le  vea  ,  y  enriquecida  mi'bo- 
ca,  Ichable  y  pregone ,  si  no  como  eres  del  todo ,  á  lo 
menos  como  puedes  de  nosotros  ser  entendido,  y  solo  á 
fin  de  queseas  glorioso  y  ensalzado  en  todo  tiempo  y 
de  todos.»  Y  dicho  esto,  calló,  y  los  otros  dos  quedaron 
suspensos  y  atentos  mirándole;  y  luego  tortió  á  co- 
menzar en  aquesta  manera : 

«El  nombre,  si  habemos  de  decirlo  en  pocas  pala- 
bras ,  es  una  palabra  breve,  que  se  substituye  por  aque- 
llo de  quien  se  dice,  y  se  torna  por  ello  mismo.  O 
nombre  es  aquello  mismo  que  se  nombra ,  no  en  el  ser 
real  y  verdadero  que  ello  tiene ,  sino  en  el  ser  que  le  da ', 
nuestra  boca  y  entendimiento.  Porque  se  ha  dcen-- 
tender  í|ue  la  jterfeccion  de  todas  las  cosas,  y  señalada- > 
mente  de  aquellas  que  son  capaces  de  entendinn'ento  y  " 
razón  ,  consiste  en  que  cada  una  dellas  tenga  en  sí  á  to- 
das las  otras,  y  en  que  siendo  inia,  sea  todas  cuanto 
le  fuere  posible;  poniue  en  estose  avecina  á  Dios, que  i 
en  sí  lo  contiene  todo.  Y  cuaiilo  mas  en  esto  creciere, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


11 


tanto  se  allegará  mas  á  él ,  haciéndosele  semejante.  La 
cual  semejanza  es ,  si  conviene  decirlo  así ,  el  princi- 
pio general  de  todas  las  cosas ,  y  el  fin  y  como  el  blan- 
co adonde  envían  sus  deseos  todas  las  criaturas.  Con- 
siste pues  la  perfección  de  las  cosas  en  que  cada  uno 
de  nosotros  sea  un  mundo  perfecto ,  para  que  por  esta 
manera,  estando  todos  en  mi,  y  yo  en  todos  los  otros, 
y  teniendo  yo  su  ser  de  todos  ellos,  y  todos  y  cada  uno 
dellos  teniendo  el  ser  mió ,  se  abrace  y  eslabone  toda 
aquesta  maquina  del  universo,  y  se  reduzga  á  unidad 
la  muchedumbre  de  sus  diferencias ,  y  quedando  no 
mezcladas ,  se  mezclen ,  y  permaneciendo  muchas,  no 
lo  sean ;  y  para  que  extendiéndose ,  y  como  desplegán- 
dose delante  los  ojos  la  variedad  y  diversidad,  venza 
y  reine  y  ponga  su  silla  la  unidad  sobre  todo.  Lo  cual 
es  avecinarse  la  criatura  á  Dios,  de  quien  mana  ,  que 
en  tres  personas  es  una  esencia ,  y  en  infinito  número 
de  excelencias  no  comprehensibles,  únansela  perfecta 
y  sencilla  excelencia. 

«Pues  siendo  nuestra  perfección  aquesta  que  digo ,  y 
deseando  cada  uno  naturalmente  su  perfección ,  y  no 
siendo  escasa  la  naturaleza  en  proveer  á  nuestros  ne- 
cesarios deseos ,  proveyó  en  esto ,  como  en  todo  lo  de- 
más, con  admirable  artificio;  y  fué  que,  porque  no 
era  posible  que  las  cosas ,  asi  como  son  materiales  y 
toscas ,  estuviesen  todas  unas  en  otras ,  les  dio  á  cada 
una  dellas ,  demás  del  ser  real  que  tienen  en  sí ,  otro 
ser  del  todo  semejante  á  este  mismo  ,  pero  mas  deli- 
cado que  él ,  y  que  nace  en  cierta  manera  del ,  con  el 
.  cual  estuviesen  y  viviesen  cada  una  dellas  en  los  enten- 
dimientos de  sus  vecinos ,  y  cada  una  en  todas ,  y  to- 
das en  cada  una.  Y  ordenó  también  que  de  los  enten- 
dimientos por  semejante  manera  saliesen  con  la  pala- 
bra á  las  bocas.  Y  dispuso  que  las  que  en  su  ser  ma- 
terial piden  cada  una  dellas  su  proprio  lugar ,  en  aquel 
espiritual  ser  pudiesen  estar  muchas  ,  sin  embarazar- 
se ,  en  un  mismo  lugar  en  compañía  juntas  ;  y  aun,  lo 
que  es  mas  maravilloso,  una  misma  en  un  mismo  tiem- 
po en  muchos  lugares. 

»De  lo  cual  puede  ser  como  ejemplo  lo  que  en  el 
espejo  acontece.  Que  si  juntamos  muchos  espejos  y 
los  ponemos  delante  los  ojos ,  la  imagen  del  rostro ,  que 
es  una,  reluce  una  misma  y  en  un  mismo  tiempo  en 
cada  uno  dellos,  y  de  ellos  todas  aquellas  imágenes,  sin 
confundirse,  se  tornan  juntamente  á  los  ojos,  y  de  los 
ojos  al  alma  de  aquel  que  en  los  espejos  se  mira.  Por 
manera  que,  en  conclusión  de  lo  dicho ,  todas  las  cosas 
viven  y  tienen  ser  en  nuestro  entendimiento  cuando  las 
entendemos  y  cuando  las  nombramos  en  nuestras  bocas 
y  lenguas.  Y  lo  que  ellas  son  en  sí  mismas ,  esa  misma 
razón  de  ser  tienen  en  nosotros ,  si  nuestras  bocas  y 
entendimientos  son  verdaderos. 

»Digo  esa  misma  en  razón  de  semejanza ,  aunque  en 
cualidad  de  modo  diferente,  conforme  á  lo  dicho.  Por- 
que el  ser  que  tienen  en  sí  es  ser  de  tomo  y  de  cuerpo, 
y  ser  estable  y  que  así  permanece ;  pero  en  el  enten- 
dimiento que  las  entiende  hácense  á  la  condición  del, 
y  son  espirituales  y  delicadas;  y  para  decirlo  en  una 
palabra ,  en  sí  son  la  verdad ,  mas  en  el  entendimien- 
to y  en  la  boca  son  imágenes  de  la  verdad ,  esto  es,  de 
sí  mismas,  é  imágenes  que  substituyen  y  tienen  la  vez 


de  sus  mismas  cosas  para  el  efecto  y  fin  que  está  di- 
cho ;  y  finalmente ,  en  sí  son  ellas  mismas ,  y  en  nues- 
tra boca  y  entendimiento  sus  nombres.  Y  así  queda 
claro  lo  que  al  principio  dijimos ,  que  el  nombre  es 
como  imagen  de  la  cosa  de  quien  se  cUce,  ó  la  misma 
cosa  disfrazada  en  otra  manera,  que  substituye  por  ella 
y  se  toma  por  ella,  para  el  fin  y  propósito  de  perfección 
y  comunidad  que  dijimos. 

Y  desto  mismo  se  conoce  también  que  hay  dos  ma- 
neras ó  dos  diferencias  de  nombres ,  unos  que  están 
en  el  alma,  y  otros  que  suenan  en  la  boca.  Los  prime- 
ros son ,  el  ser  que  tienen  las  cosas  en  el  entendimien- 
to del  que  las  entiende ;  y  los  otros ,  el  ser  que  tienen 
en  la  boca  del  que  como  las  entiende  las  declara  y  sa- 
ca á  luz  con  palabras.  Entre  los  cuales  hay  esta  con- 
formidad, que  los  unos  y  los  otros  son  imágenes,  y  co- 
mo ya  digo  muchas  veces,  substitutos  de  aquellos  cuyos 
nombres  son.  Mas  hay  también  esta  desconformidad, 
que  los  unos  son  imágenes  por  naturaleza  ,  y  los  otros 
por  arte.  Quiero  decú- ,  que  la  imagen  y  figura ,  que 
está  en  el  alma,  substituye  por  aquellas  cosas  cuya  figura 
es,  por  la  semejanza  natural  que  tiene  con  ellas;  mas 
las  palabras ,  porque  nosotros ,  que  fabricamos  las  vo- 
ces, señalamos  para  cada  cosa  la  suya,  por  eso  substitu- 
yen por  ellas.  Y  cuando  decimos  nombres ,  ordinaria- 
mente entendemos  estos  postreros,  aunque  aquellos 
primeros  son  los  nombres  principalmente.  Y  así  nos- 
otros hablaremos  de  aquellos ,  teniendo  los  ojos  en  es- 
tos.» Y  habiendo  dicho  Marcelo  esto,  y  queriendo  pro- 
seguir su  razón ,  díjole  Juliano  : 

((Paréceme  que  habéis  guiado  el  agua  muy  desde  su 
fuente ,  y  como  conviene  que  se  guie  en  todo  aquello 
que  se  dice ,  para  que  sea  perfectamente  entendido.  Y 
si  he  estado  bien  atento ,  de  tres  cosas  que  en  el  prin- 
cipio nos  propusistes,  habéis  ya  dicho  las  dos,  que  son, 
lo  que  es  el  nombre,  y  el  oficio  para  cuyo  fin  se  ordenó. 
Resta  decir  lo  tercero ,  que  es  la  forma  que  se  ha  de 
guardar ,  y  aquello  á  que  se  ha  de  tener  respeto  cuan- 
do se  pone.» 

((Antes  deso,  respondió  Marcelo,  añadiremos  esta  pa- 
labra á  lo  dicho ,  y  es ,  que  como  de  las  cosas  que  en- 
tendemos ,  unas  veces  formamos  en  el  entendimiento 
una  imagen ,  que  es  imagen  de  muchos ,  quiero  decir, 
que  es  imagen  de  aquello  en  que  muchas  cosas  que 
en  lo  demás  son  diferentes  convienen  entre  sí  y  se 
parecen ;  y  otras  veces  la  imagen  que  figuramos  es 
retrato  de  una  cosa  sola,  y  así  proprio  retrato  della,  que 
no  dice  con  otra ;  por  la  misma  manera  hay  unas  pala- 
bras ó  nombres  que  se  aplican  á  muchos ,  y  se  llaman 
nombres  comunes,  y  otros  queson  proprios  de  solo  uno, 
y  estos  son  aquellos  de  quien  hablamos  agora.  Enlos  cua- 
les ,  cuando  de  intento  se  ponen ,  la  razón  y  naturaleza 
dellos  pide  que  se  guarde  esta  regla ,  que ,  pues  han 
de  ser  proprios ,  tengan  significación  de  alguna  parti- 
cular propriedad,  y  de  algo  de  lo  que  es  proprio  á  aque- 
llo de  quien  se  dicen ;  y  que  se  tomen  y  como  nazcan 
y  manen  de  algún  minero  suyo  y  particular ;  porque  si 
el  nombre ,  como  habemos  dicho ,  substituye  por  lo 
nombrado ,  y  si  su  fin  es  hacer  que  lo  ausente  que  sig- 
nifica, en  él  nos  sea  presente  y  cercano,  y  junto  lo 
que  nos  es  alejado ,  mucho  conviene  que  en  el  soni- 


I 


72  OBRAS  DE  FRAY 

do ,  en  la  figura ,  ó  verdacleramente  en  la  origen  y  sig- 
nificación de  aqufillo  de  donde  nace ,  se  avecine  y  ase- 
meje á  cuyo  es ,  cuanto  es  posible  avecinarse  á  una 
cosa  de  toino  y  de  ser  el  sonido  de  una  palabra. 

wXo  se  guarda  esto  siempre  en  las  lenguas.  Es  grande 
verdad.  Pero  si  queremos  decir  la  verdad ,  en  la  prime- 
ra lengua  de  todas  casi  siempre  se  guarda.  Dios,  á  lo 
menos,  asi  lo  guardó  en  los  nombres  que  puso ,  como 
en  la  Escritura' se  ve.  Porque,  sino  es  esto,  ¿qué  es  lo 
que  se  dice  en  el  Génesi  (a),  que  Adán,  inspirado  por 
Dios ,  puso  á  cada  cosa  su  nombre ,  y  que  lo  que  él  laj 
nombró,  ese  es  el  nombre  de  cada  una?  Esto  es  decir 
..]ue  á  cada  una  les  venia  como  nacido  aquel  nombre ,  y 
que,  si  se  pusiera  á  que  era  asi  suyo  por  alguna  razón 
particular  y  secreta,  otra  cosa  no  le  viniera  ni  cuadrara 
lan  bien.  Pero,  como  decia,  esta  semejanza  y  conformi- 
dad se  atiende  en  tres  cosas:  en  la  figura,  en  el  sonido, 
y  señaladamente  en  la  origen  de  su  derivación  y  signifi- 
cación. Y  digamos  de  cada  una,  comenzando  pw  aques- 
ta postrera. 

»  Atiéndese  pues  aquesta  semejanza  en  la  origen  y  sig- 
nificación de  aquello  de  donde  nace ;  que  es  decir  que 
cuando  el  nombre  que  se  pone  á  alguna  cosa  se  de- 
duce y  deriva  de  alguna  otra  palabra  y  nombre ,  aque- 
llo de  donde  se  deduce  ha  de  tener  significación  de  al- 
guna cosa  que  se  avecine  á  algo  de  aquello  que  es  pro- 
prio  al  nomlDrado ;  para  que  el  nombre,  saliendo  de  allí, 
luego  que  sonare ,  ponga  en  el  sentido  del  que  le  oye- 
re la  imagen  de  aquella  particular  propriedad.  Esto  es 
para  que  el  nombre  contenga  en  su  significación  al- 
go de  lo  mismo  que  la  cosa  nombrada  contiene  en  su 
esencia.  Como ,  por  razón  de  ejemplo ,  se  ve  en  nues- 
tra lengua  en  el  nombre  con  que  se  llaman  en  ella  los 
que  tienen  la  vara  de  justicia  en  alguna  ciudad ,  que 
los  llamamos  corregidores,  que  es  nombre  que  nace 
y  se  toma  de  lo  que  es  corregir ,  porque  el  corregir  lo 
malo  es  su  oficio  dellos,  ó  parte  de  su  oficio  muy  pro- 
pria.  Y  asi ,  quien  lo  oye ,  en  oyéndolo ,  entiende  lo 
que  liay  ó  haber  debe  en  el  que  tiene  éste  nombre.  Y 
también  á  los  que  entrevienen  en  los  casamientos  los 
llamamos  en  castellano  casamenteros ,  que  viene  de  lo 
que  es  hacer  mención  ó  mentar ,  porque  son  los  que 
hacen  mención  del  casar,  entreveniendo  en  ello  y  ha- 
blando dello  y  tratándolo.  Lo  cual  en  la  Sagrada  Es- 
critura se  guarda  siempre  en  todos  aquellos  nombres 
que ,  ó  Dios  puso  á  alguno ,  ó  por  su  inspiración  se  pu- 
sieron á  otros.  Y  esto  en  tanta  manera  ,  que  no  sola- 
mente ajusta  Dios  los  nombres  que  pone  con  lo  pro- 
prio  que  las  cosas  nombradas  tienen  en  sí ,  mas  también 
todas  las  veces  que  dio  á  alguno  y  le  añadió  alguna 
cualidad  señalada ,  demás  de  las  que  de  suyo  tenia  ,  le 
ha  puesto  también  algim  nuevo  nombre  que  se  con- 
formase con  ella,  como  se  ve  en  el  nombre  quede  nue- 
vo puso  á  [b)  Abrahan ,  y  en  el  de  Sara,  su  mujer ,  se 
ve  también  ,  y  en  el  de  Jacob ,  su  nieto  ,  á  quien  llamó 
Israel,  y  en  el  de  Josué ,  el  capitán  que  puso  á  los  ju- 
díos en  la  posesión  de  su  tierra,  y  así  en  oíros  muchos.» 

«No  há  muchas  horas,  dijo  entonces  Sabino,  que  oí- 
mos acerca  de  eso  un  ejemplo  bien  señnlado,  y  aun 

(i)  í:e(es.,  cap.  2,  '.20.  (b)  Gcncs.,cap.l7,  v.  5ct  la.  Genes, 
cap.  Zi,  V-  28]  Num.,  cap.  13,  v.  17. 


LUIS  DE  LEÓN. 

oyéndole  yo ,  se  me  ofreció  una  pequeña  duda  acerca 
del.»  «¿Qué  ejemplo  es  ese?»  respondió  Marcelo.  «El 
nombre  de  Pedro ,  dijo  Sabino,  que  le  puso  Cristo,  co- 
mo agora  nos  fué  leído  en  la  misa.»  «Es  verdad,  dijo 
Marcelo ,  y  es  bien  claro  ejemplo.  Mas  ¿qué  duda  tenéis 
en  él?»  «La  causa  por  qué  Cristo  le  puso,  respondió  Sa- 
bino ,  es  mi  duda,  porque  me  parece  que  debe  contener 
en  sí  algún  misterio  grande.»  «Sin  duda,  dijo  Marcelo, 
muy  grande ;  porque  dar  Cristo  á  san  Pedro  aqueste 
nuevo  público  nombre,  fué  cierta  señal  que  en  lo  secre- 
to del  alma  le  infundía  á  él ,  mas  que  á  ninguno  de  sus 
compañeros,  un  don  de  firmeza  no  vencible.» 

«Eso  mismo ,  replicó  luego  Sabino ,  es  lo  que  se  me 
hace  dudoso ;  porque  ¿  cómo  tuvo  mas  firmeza  que  los 
demás  apóstoles ,  ni  infundída  ni  suya ,  el  que  solo 
entre  lodos  negóá  Cristo  por  tan  ligera  ocasión?  Sino 
es  firmeza  prometer  osadamente,  y  no  cumplir  flaca- 
mente después.» 

«No  es  así,  respondió  Marcelo,  ni  se  puede  dudar  en 
manera  alguna  de  que  fué  este  glorioso  príncipe  en 
este  don  de  firmeza  de  amor  y  fe  para  con  Cristo,  muy 
aventajado  entre  todos.  Y  es  claro  argumento  de  esto 
aquel  celo  y  apresuramiento  que  siempre  tuvo  para 
adelantarse  en  todo  lo  que  parecía  tocar  ó  á  la  honra  ó 
al  descanso  de  su  Maestro.  Y  no  solo  después  que  re- 
cibió el  fuego  del  Espíritu  Santo,  sino  antes  también, 
cuando  Cristo ,  preguntándole  tres  veces  si  le  amaba 
mas  que  los  otros ,  y  respondiendo  él  que  le  amaba,  le 
dio  á  pacer  sus  ovejas  ,  testificó  Cristo  con  el  hecho 
que  su  respuesta  era  verdadera,  y  que  se  tenia  por. 
amado  de  él  con  firmísimo  y  fortísimo  amor.  Y  si  negó 
en  algún  tiempo ,  bien  es  de  creer  que  cualquiera  de 
sus  compañeros ,  en  la  misma  pregunta  y  ocasión  de 
temer ,  hiciera  lo  mismo  si  se  les  ofreciera ,  y  por  no 
habérseles  ofrecido ,  no  por  eso  fueron  mas  fuertes.  Y 
si  quiso  Dios  que  se  le  ofreciese  á  solo  san  Pedro  (c), 
fué  con  grande  razón.  Lo  uno  para  que  confiase  menos 
de  sí  de  allí  adelante  el  que  hasta  entonces ,  de  la 
fuerza  de  amor  que  en  sí  mismo  sentía,  tomaba  oca- 
sión para  ser  confiado.  Y  lo  otro ,  para  que  quien  ha- 
bía de  ser  pastor  y  como  padre  de  todos  los  fieles,  con 
la  experiencia  de  su  propria  flaqueza,  se  condoliese  de 
las  que  después  viese  en  sus  subditos,  y  supiese  lle- 
varlas. Y  últimamente,  para  que  con  el  lloro  amargo 
que  hizo  por  esta  culpa  mereciese  mayor  acrecenta- 
miento de  fortaleza.  Y  así  fué,  que  después  se  le  dio 
firmeza  para  si ,  y  para  otros  muchos  en  él ;  quiero  de- 
cir, para  todos  los  que  le  son  sucesores  en  su  silla 
apostólica ,  en  la  cual  siempre  ha  permanecido  firme  y 
entera,  y  permanecerá  hasta  la  fin  la  verdadera  doc- 
trina y  confesión  de  la  fe. 

))Mas,  tornando  á  lo  que  decia,  quede  esto  por  cierto, 
que  todos  los  nombres  que  se  ponen  por  orden  de  Dios 
traen  consigo  significación  de  algún  particular  secre- 
to que  la  cosa  nombrada  en  sí  tiene ,  y  que  en  esta 
significación  se  asemejan  á  ella ;  que  es  la  primera  de 
las  tres  cosas  en  que,  como  dijimos,  esta  semejanza 
se  atiende.  Y  sea  la  segunda  lo  que  toca  al  sonido;  es- 
to es,  que  sea  el  nombre  que  se  pone  de  tal  cualidad, 
que  cuando  se  pronunciare  suene  como  suele  sonar 

(í)  Matih.,  16 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


73 


aquello  que  significa ,  ó  cuando  habla ,  si  es  cosa  que 
habla,  ó  en  algún  otro  accidente  que  le  acontezca.  Y 
la  tercera  es  la  figura ,  que  es  la  que  tienen  las  letras 
con  que  los  nombres  se  escriben ,  así  en  el  número  co- 
mo en  la  disposición  de  si  mismas ,  y  la  que  cuando  las 
pronunciamos  suelen  poner  en  nosotros.  Y  destas  dos 
maneras  postreras ,  en  la  lengua  original  de  los  libros 
divinos  y  en  esos  mismos  libros  hay  infinitos  ejem- 
plos; porque  del  sonido,  casi  no  hay  palabra  de  las  que 
significan  alguna  cosa,  que,  ó  se  haga  con  voz  ó  que 
envié  son  alguno  de  sí,  que  pronunciada  bien,  no  nos 
ponga  en  los  oídos  ó  el  mismo  sonido  ó  algún  otro 
muy  semejante  del. 

«Pues  lo  que  toca  á  la  figura,  bien  considerado,  es 
cosa  maravillosa  los  secretos  y  los  misterios  que  hay 
acerca  desto  en  las  letras  divinas.  Porque  en  ellas,  en 
algunos  nombres  se  añaden  letras ,  para  significar  acre- 
centamiento de  buena  dicha  en  aquello  que  signifi- 
can ,  y  en  otros  se  quitan  algunas  de  las  debidas ,  para 
hacer  demostración  de  calamidad  y  pobreza.  Algunos, 
si  lo  que  significan  por  algún  accidente ,  siendo  varón, 
se  ha  afeminado  y  enmollecido ,  ellos  también  toman 
letras  de  las  que  en  aquella  lengua  son ,  como  si  di- 
jésemos ,  afeminadas  y  mujeriles.  Otros  al  revés,  sig- 
nificando cosas  femeninas  de  suyo ,  para  dar  á  enten- 
der algún  accidente  viril  toman  letras  viriles.  En  otros 
mudan  las  letras  su  propria  figura ,  y  las  abiertas  se 
cierran,  y  las  cerradas  se  abren  y  mudan  el  sitio,  y  se 
trasponen  y  disfrazan  con  visajes  y  gestos  diferentes, 
y,  como  dicen  del  camaleón,  se  hacen  á  todos  los 
accidentes  de  aquellos  cuyos  son  los  nombres  que  cons- 
tituyen. Y  no  pongo  ejemplos  de  aquesto,  porque  son 
cosas  menudas ,  y  á  los  que  tienen  noticia  de  aquella 
lengua,  como  vos,  Juliano  y  Sabino,  la  tenéis,  noto- 
rias mucho;  y  señaladamente  porque  pertenecen  pro- 
píamente  á  los  ojos ,  y  asi,  para  dichas  y  oídas  son  co- 
sas escuras. 

wPero,  si  os  parece,  \alga  por  todos  la  figura  y  cua- 
lidad de  letras  con  que  se  escribe  en  aquella  lengua  el 
nombre  proprio  de  Dios,  que  los  hebreos  llaman  ine- 
fable, porque  no  tenían  por  lícito  el  traerle  comun- 
mente en  la  boca ,  y  los  griegos  le  llaman  nombre  de 
cuatro  letras ,  porque  son  tantas  las  letras  de  que  se 
compone.  Porque,  si  miramos  al  sonido  con  que  se 
pronuncia ,  todo  él  es  vocal ,  ansí  como  lo  es  aquel  á 
juien  significa,  que  todo  es  ser  y  vida  y  espíritu,  sin 
linguna  mezcla  de  composición  ó  de  materia;  y  si 
it^ndemos  á  la  condición  de  las  letras  hebreas   con 
lue  se  escribe,  tienen  esta  condición  ,  que  cada  una 
lellas  se  puede  poner  en  lugar  de  las  otras ,  y  muchas 
ecesen  aquella  lengua  se  ponen ;  y  así,  en  virtud  ca- 
la una  dellas  es  todas,  y  todas  son  cada  una,  que  es 
orno  imagen  de  la  sencillez  que  hay  en  Dios,  poruña 
arte,  y  de  la  infinita  muchedumbre  de  perfecciones 
ue  por  otra  tiene ,  porque  todo  es  una  gran  perfec- 
ion ,  sí  aquella  una  es  todas  sus  perfecciones.  Tanto, 
ue  si  hablamos  con  propríedad,  la  perfecta  sabiduría 
e  Dios  no  se  diferencia  de  su  justicia  infinita ;  ni  su 
islicia,  de  su  grandeza;  ni  su  grandeza,  de  su  mise- 
cordia ;  y  el  poder  y  el  saber  y  el  amar  en  él ,  todo 
uno.  En  cada  uno  destos  sus  bienes ,  por  mas  que  le 


desviemoF!  y  alejemos  del  otro ,  están  todos  juntos ,  y 
por  cualquiera  parte  que  le  miremos,  es  todo  y  nopar- 
te.  Y  conforme  á  esta  razón  es ,  como  habemos  dicho, 
la  condición  de  las  letras  que  componen  su  nombre. 

))Y  no  solo  en  la  condición  de  las  letras ,  sino  aun ,  lo 
que  parece  maravilloso,  en  la  figura  y  disposición  tam- 
bién le  retrata  este  nombre  enunacierta  manera.»  Y  di- 
ciendo esto  Marcelo,  é  inclinándose  bacía  la  tierra,  en 
la  arena  con  una  vara  delgada  y  pequeña  formó  unas 
letras  como  estas  ,',  y  dijo  luego:  «Porque  en  las  letras 
caldáicas  este  santo  nombre  siempre  se  figura  así.  Lo 
cual ,  comQ  veis ,  es  imagen  del  número  de  las  divinas 
personas ,  y  de  la  igualdad  dellas ,  y  de  la  unidad  que 
tienen  las  mismas ,  en  una  esencia ,  como  estas  letras 
son  de  una  figura  y  de  un  nombre.  Pero  aquesto  dejé- 
moslo así.»  Y  iba  Marcelo  á  decir  otra  cosa ;  mas  atra- 
vesándose Juliano,  dijo  desta  manera: 

«Antes  que  paséis,  Marcelo,  adelante,  nos  habéis  de 
decir  cómo  se  compadece  con  lo  que  hasta  agora  ha- 
béis dicho,  que  tenga  Dios  nomljre  proprio;  y  desde  el 
principio  deseaba  pedíroslo,  y  dojélo  por  no  romperos 
el  hilo.  Mas  agora,  antes  que  salgáis  del,  nos  decid:  si 
el  nombre  es  imagen  que  substituye  por  cuyo  es,  ¿qué 
nombre  de  voz  ó  qué  concepto  de  entendimiento  pue- 
de llegar  á  ser  imagen  de  Dios?  Y  si  no  puede  llegar, 
¿en  qué  manera  diremos  que  es  su  nombre  proiirio? 
Y  aun  hay  en  esto  otra  gran  dificultad :  que  si  el  Un 
de  los  nombres  es ,  que  por  medio  dellos  las  .cosas  cu- 
yos son  estén  en  nosotros,  como  dijistes,  excusada  co- 
sa fué  darle  á  Dios  nombre  ,  el  cual  está  tan  presente 
á  todas  las  cosas ,  y  tan  lanzado,  como  si  dijésemos,  en 
sus  entrañas,  y  tan  infundido  y  tan  intimo  como  está 
su  ser  dellas  mismas. » 

«Abierto  habíades  la  puerta,  Juliano,  respondió  Mar- 
celo, para  razones  grandes  y  profundas,  si  no  la  cerra- 
ra lo  muclio  que  hay  que  decir  en  lo  que  Sabino  ha 
propuesto.  Y  así,  no  os  responderé  mas  de  lo  que  bas- 
ta para  que  esos  vuestros  ñudos  queden  desatados  y 
sueltos.  Y  comenzando  de  lo  postrero,  digo  que  es 
grande  verdad  que  Dios  está  presente  en  nosotros,  y 
tan  vecino  y  tan  dentro  de  nuestro  ser  como  él  mis- 
mo de  sí ;  porque  en  él  y  por  él ,  no  solo  nos  movemos 
y  respiramos,  sino  también  vivimos  y  tenemos  ser,  co- 
mo lo  confiesa  y  predica  san  Pablo  (a).  Pero  así  nos 
está  presente ,  que  en  esta  vida  nunca  nos  está^re- 
sente.  • 

))Quiero  decir  que  está  presente  y  junto  con  nues- 
tro ser ,  pero  muy  lejos  de  nuestra  vida  y  del  conoci- 
miento claro  que  nuestro  entendimiento  apetece.  Por 
lo  cual  convino ,  ó  por  mejor  decir ,  fué  necesario  que 
entre  tanto  que  andamos  peregrinos  dél  en  estas  tierras 
de  lágrimas,  ya  que  no  se  nos  manifiesta  ni  se  junta 
con  nuestra  alma  su  cara,  tuviésemos,  en  lugar  della, 
en  la  boca  algún  nombre  y  palabra,  y  en  el  entendimiento 
alguna  figura  suya,  como  quiera  que  ella  sea  imperfecta 
y  escura,  y  como  san  Pablo  llama  (6),  enigmática.  Por- 
que, cuando  volare  desta  cárcel  de  tierra,  en  que  agora 
nuestra  alma  presa  trabaja  y  afana,  comometidaen  tinie- 
blas, y  saliere  alo  claro  y  á  lo  puro  de  aquella  luz,  el 
mismo  que  se  junta  con  nuestro  ser  agora,  se  juntará 
(0)  Acto  17,  Y.  28.      (i)  1,  M  Corint.,  13,  v.  12. 


'*  OBRAS  DE  FRAY 

con  nuestro  entendimiento  entonces,  y  él  por  sí,  y  sin 
medio  de  otra  tercera  imagen,  estará  junto  á  la  vista  del   j 
alma ;  y  no  será  entonces  su  nombre  otro  que  él  mismo,   ; 
en  la  forma  y  manera  que  fuere  visto ;  y  cada  uno  !e  nom- 
brará con  lodo  loque  viere  y  conociere  dé!,  estoes,  con   \ 
el  mismo  él ,  así  y  de  la  m  sma  manera  como  le  cono-   I 
ciere.  Y  por  esto  dice  san  Juan  en  el  libro  del  Apoca-   \ 
lipsi  (a)  que  Dios  á  los  suyos  en  aquella  felicidad ,  de-  ' 
más  de  que  les  enjugará  las  lágrimas  y  les  borrará  de   ' 
la  memoria  los  duelos  pasados,  les  dará  á  cada  uno  una 
pedrecilla  menuda,  y  en  ella  un  nombre  escrito,  el 
Aial  solo  el  cjue  le  recibe  le  conoce.  Qu^  no  es  olra 
cosa  sino  el  tanto  de  sí  y  de  su  esencia ,  que  comu- 
nicará Dios  con  la  vista  y  entendimiento  de  cada  uno 
de  los  bienaventurados;  que  con  ser  uno  en  todos,  con 
cada  uno  será  en  diferente  grado ,  y  por  una  forma  de 
sentimiento  cierta  y  singular  para  cada  uno.  Y  íinal- 
mente,  este  nombre  secreto  que  dice  san  Juan,  y  el  nom- 
bre con  que  entonces  nombraremos  á  Dios,  será  todo 
aquello  queentonces  ennuestra  alma  será  Dios,  el  cual, 
como  dice  san  Pablo  (6),  «será  en  todos  todas  las  co- 
sas.» Así  que,  en  el  cielo,  donde  veremos,  no  ten- 
dremos necesidad  para  con  Dios  de  otro  nombre  mas 
que  del  mismo  Dios;  mas  en  esta  oscuridad,  adonde, 
con  tenerle  en  casa ,  no  le  echamos  de  ver  ,  csnos  for- 
zado ponerle  algún  nombre.  Y  no  se  le  pusimos  nos- 
otros ,  sino  él  por  su  grande  piedad  se  le  puso  luego 
que  vio  la  causa  y  la  necesidad. 

))En  lo  cual  es  cosa  digna  de  considerar  el  amaes- 
tramiento secreto  del  Espíritu  Santo  que  consiguió  el 
santo  Moisés  (c)  acerca  desto ,  en  el  libro  de  la  crea- 
ción de  las  cosas.  Porque  tratando  allí  la  historia  de  la 
creación ,  y  habiendo  escrito  todas  las  obras  della ,  y 
habiendo  nombrado  en  ellas  á  Dios  muchas  veces,  has- 
la  que  huljo  criado  al  hombre  (y  Moisés  lo  escribió), 
nunca  le  nombró  con  este  su  nombre ;  como  dando  á 
entender  que  antes  de  aquel  punto  no  había  necesi- 
dad de  que  Dios  tuviese  nombre,  y  que  nacido  el  hom- 
bre, que  le  podia  entender,  y  no  le  podría  ver  en  esta 
vida ,  era  necesario  que  se  nombrase.  Y  como  Dios  te- 
nia ordenado  de  hacerse  hombro  después,  luego  que 
salió  á  luz  el  hombre  quiso  humanarse  nombrándose. 

»Yálo  otro,  Juliano, que propusistos,  que  siendo  Dios 
un  abismo  de  ser  y  de  perfección  infinita,  y  habiendo 
de  í^r  el  nombre  imagen  de  lo  que  nombra ,  cómo  se 
podia  entender  que  una  palabra  limitada  alcanzase  á 
ser  imagen  de  lo  que  no  tiene  limitación;  algunos  di- 
cen que  este  nombre,  como  nombre  que  se  le  puso 
Dios  á  sí  mismo,  declara  lodo  aquello  que  Dios  entien- 
de de  sí ,  que  es  el  concepto  y  verbo  divino ,  que  den- 
tro de  sí  engendra  entendiéndose;  y  que  esta  palabra 
que  nos  dijo  y  que  sut^iia  en  nuestros  oídos,  es  señal 
que  nos  explica  aquflla  jialabra  elerna  é  incomprensi- 
ble que  nace  y  vive  en  su  ^eno;  así  cdmo  nosotros  cnn 
las  palabras  de  la  boca  declaramos  todo  lo  secreto  del 
corazón.  Pero,  como  quiera  que  aquesto  sea,  cuando 
decimos  que  Dios  tiene  nombres  proprios,ó  que  aques- 
te es  nombre  proprio  de  Dios,  no  queremos  decir  que 
es  cabal  nombre,  ó  nombre  (¡u*'.  abraza  y  que  nos  decla- 
ra todo  aqtifllo  que  hay  en  él.  Porque  imoesel  serpro- 

(oj  Apoc,  2,  V.  17.    {bj  1,  Ad  Corint,,  Ici,  v.  28.    (cj  Genes.  2. 


LUIS  DE  LEÓN. 

prio  ,  y  otro  es  el  ser  igual  ó  cabal.  Para  que  sea  pro- 
prio basta  que  declare  ,  de  las  cosas  que  son  proprias, 
aquellas  de  quien  se  dice  alguna  dellas;  mas,  si  no  las 
declara  todas  entera  y  cabahnenle,  no  será  igual.  Y  así 
á  Dios,  si  nosotros  le  ponemos  nombre,  nunca  le  pon- 
dremos un  entero  que  le  iguale,  como  tampoco  le  po- 
demos entender  como  quien  él  es  entera  y  perfecta- 
mente; porque  loque  dice  la  boca  es  señal  de  lo  que  se 
entiende  en  el  alma.  Y  así,  no  es  posible  que  llegue  la 
palabra  adonde  el  entendimiento  no  llega. 

))Y  porque  ya  nos  vamos  acercando  á  lo  proprio  de 
nuestro  propósito  y  á  lo  que  Sabino  leyó  del  papel, 
esta  es  la  causa  por  qué  á  Cristo  nuestro  Señor  se  le  dan 
muchos  nombres ;  conviene  á  saber ,  su  mucha  gran- 
deza y  los  tesoros  de  sus  perfecciones  riquísimas ,  y 
juntamente  la  muchedumbre  de  sus  oficios  y  de  los 
mas  bienes  que  nacen  del  y  se  derraman  sobre  nos- 
otros. Los  cuales,  así  como  no  pueden  ser  abrazado^ 
con  una  vista  del  alma ,  así  mucho  menos  pueden  ser 
nombrados  con  una  palabra  sola.  Y  como  el  que  infun- 
de agua  en  algún  vaso  de  cuello  largo  y  estrecho ,  la 
envía  poco  á  poco,  y  no  toda  de  golpe;  así  el  Espíritu 
Santo,  que  conoce  la  estrecheza  y  angostura  de  nues- 
tro entendimiento ,  no  nos  presenta  así  toda  junta  aque- 
lla grandeza ,  sino  como  en  partes  nos  la  ofrece ,  di- 
cicndonos  unas  veces  algo  della  debajo  de  un  nom- 
bre ,  y  debajo  de  otro  nombre  otra  cosa  otras  veces.  Y 
así  vienen  á  ser  casi  innumerables  los  nombres  que 
la  Escritura  divina  da  á  Cristo ;  porque  le  llama  León, 
y  Cordero,  y  Puerta,  y  Camino,  y  Pastor,  y  Sacerdo- 
te, y  Sacrificio,  y  Esposo,  y  Vid,  y  Pimpollo,  y  Rey 
de  Dios,  y  Cara  suya,  y  Piedra,  y  Lucero,  y  Oriente, 
y  Padre,  y  Príncipe  de  paz ,  y  Salud ,  y  Vida ,  y  Ver- 
dad; y  así  otros  nombres  sin  cuento.  Pero  de  aques- 
tos muchos,  escogió  solos  diez  el  papel,  como  mas  sus- 
tanciales ;  porque ,  como  en  él  se  dice ,  los  demás  to- 
dos se  reducen  ó  pueden  reducir  á  estos  en  cierta  ma- 
nera, 

))Mas  conviene,  antes  que  pasemos  adelante,  que  ad- 
virtamos primero  que,  así  como  Cristo  es  Dios,  así 
también  tiene  nombres  que  por  su  divinidad  le  con-j 
vienen ;  unos  proprios  de  su  persona  ,  y  otros  comune^ 
á  toda  la  Trinidad;  pero  no  habla  con  estos  nombres 
nnesiro  papel,  ni  nosotros  dgora  trataremos  en  ellosj 
porque  aquellos  propiamente  perlenecen  á  los  nombres 
do  Dios.  Los  nombres  de  Cristo  que  decimos  agora  son 
aquellos  solos  que  convienen  á  Cristo  en  cuanto  horal 
bre,  conforme  á  los  ricos  tesoros  de  bien  que  encierrt 
en  sí  su  naturaleza  humana ,  y  conforme  á  las  obras 
que  en  ella  y  por  ella  Dios  ha  obrado  y  siempre  obra  er 
nosotros.  Y  con  esto,  Sabino,  si  no  se  os  ofrece  olra  co- 
sa, i»rosegu¡d  adelante.»  Y  Sabino  leyó  luego. 

§.  IIL 

Es  Ilam.i(Io  Cristo  pímpo//o ,  y  explicase  cómo  le  coiivionc  est( 
nombre,  y  el  modo  de  su  maravillosa  concepción. 

í(  El  primer  nombre  puesto  en  castellano  se  dlrábier 
Pimpollo,  que  en  la  lengua  original  es  Cemach,  y  ei 
texto  latino  de  la  Sagrada  Escritura  unas  veres  lo  tras- 
lada diciendo  Germen,  y  otras  diciendo  Oriens.  As 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


7S 


le  llamó  el  Espíritu  Santo  en  el  cap.  4  del  profeta 
Esaías  :  —  En  el  dia  el  Pimpollo  del  Señor  será  en 
grd.ide  alteza,  y  el  fruto  de  la  tierra  muy  ensalzado. — 
Y  por  Jeranías  en  el  cap.  33  :  —  Y  liaré  que  nazca 
á  David  Pimpollo  de  ju«tioía,  y  liaré  justicia  y  razón 
sobre  la  tierra.  —  Y  por  Zacarías  en  el  cap.  3 ,  conso- 
lando al  pueblo  judaico,  recien  salido  del  cautiverio  de 
Babilonia: — Yo  liaré,  dice,  venir  á  mi  siervo  el  Pim- 
pollo—"^  en  el  cap.  6 :  — Veis  un  varón  cuyo  nombre 
es  Pimpollo. — )) 

Y  llegando  aquí  Sabino,  ceso.  Y  Marcelo,  (¡Sea,  esíe, 
dijo ,  el  primer  nombre ,  pues  la  orden  del  papel  nos 
lo  da.  Y  no  carece  de  razón  que  sea  este  el  primero; 
porque  en  él,  como  veremos  después,  se  toca  en  cierta 
manera  la  cualidad  y  orden  del  nacimiento  de  Cristo  y 
de  su  nueva  y  maravillosa  generación ,  que  en  buena 
orden,  cuando  de  alguno  í;e  habla,  es  lo  primero  que  se 
suele  decir. 

))Pero  antes  que  digamos  qué  es  ser  Pimpollo,  y  que 
es  lo  que  significa  este  nombre ,  y  la  razón  por  qué 
Cristo  es  asi  nombrado ,  conviene  que  veamos  si  es 
verdad  que  es  aqueste  nombre  de  Cristo,  y  si  es  ver- 
dad que  le  nombra  asi  la  divina  Escritura ,  que  será 
ver  si  los  lugares  de  ella  agora  alegados  hablan  pro- 
piamente de  Cristo;  porque  algunos, jd  infiel  ó  igno- 
rantemente, nos  lo  quieren  negar.  Pues  viniendo  al  pri- 
mero ,  cosa  clara  es  que  habla  de  Cristo ,  así  porque  el 
texto  caldáico,  que  es  de  grandísima  autoridad  y  an- 
tigüedad ,  en  aquel  mismo  lugar  adonde  nosotros  lee- 
mos:—En  aquel  dia  será  el  Pimpollo  del  Señor,— dice 
él: — En  aquel  dia  será  el  Mesías  del  Señor; — como  tam- 
bién porque  no  se  puede  entender  aquel  lugar  de  otra 
alguna  manera;  porque  lo  que  algunos  dicen  del  prínci- 
pe Zorobabel ,  y  del  estado  feliz  de  que  gozó  debajo  de 
su  gobierno  el  pueblo  judaico,  dando  á  entender  que 
fué  este  el  Pimpollo  del  Señor,  de  quien  Esaías  dice: 
— En  aquel  dia  el  Pimpollo  del  Señor  será  en  grande 
alteza, —  es  hablar  sin  mirarlo  que  dicen;  porque 
quien  leyere  lo  que  las  letras  sagradas ,  en  los  libros 
de  Neemías  y  Esdras,  cuentan  del  estado  de  aquel  pue- 
blo en  aquella  sazón,  verá  mucho  trabajo,  mucha  po- 
breza, mucha  contradicción ,  y  ninguna  señalada  felici- 
dad, ni  en  lo  temporal  ni  en  los  bienes  del  alma,  que' 
á  la  verdad  es  la  felicidad  de  queJEsaías  entiende  cuan- 
do en  el  lugar  alegado  dice  (a) :  — En  aquel  dia  será  el 
Pimpollo  del  Señor  en  grandeza  y  en  gloria.  — 

»Y  cuando  la  edad  de  Zorobabel,  y  el  estado  de  los 
judíos  en  ella  hubiera  sido  feliz  ,  cierto  es  que  no  lo 
fué  con  el  extremo  que  el  Profeta  aquí  muestra;  por- 
que, ¿qué  palabra  hay  aquí  que  no  haga  significación 
•  de  un  bien  divino  y  rarísimo  ?  Dice  del  Señor  que  es 
palabra  que  á  todo  lo  que  en 'aquella  lengua  se  añade 
lo  suele  subir  de  quilates.  Dice:  gloria,  y  grandeza, 
y  magniftcencia ,  que  es  todo  lo  que  encareciendo  se 
puede  decir.  Y  porque  salgamos  enteramente  de  duda, 
alarga,  como  si  dijésemos,  el  dedo  el  Profeta,  y  señala 
el  tiempo  y  el  dia  mismo  del  Señor,  y  dice  de  aquesta 
manera:— En  aquel  dia.— Mas  ¿qué  dia?  Sin  duda  nin- 
guno otro  sino  aquel  mismo  de  quien  luego  antes  .de 
aquestodecia(6):— En  aquel  dia  quitará  al  redropelo  el 
(0)  Esai.,  i,  V.  2.    {b)  Esai.,  3,  v.  17. 


Señor  á  las  hijas  de  Sion  el  chapín  que  cruje  en  los  pies 
y  los  garbines  de  la  cabeza,  las  bmetas  y  los  collocares, 
las  ajorcas  y  los  rebozos,  las  botillas  y  los  calzados  al- 
tos ,  las  argollas ,  los  apretadores ,  los  zarcillos ,  las  sor- 
tijas, las  cotonías,  las  almalafas,  las  escarcelas,  los  vo- 
lantes y  los  espejos ;  y  les  trocará  el  ámbar  en  hedion- 
dez, y  la  cintura  rica  en  andrajo,  y  el  enrizado  encal- 
va pelada,  y  el  precioso  vestido  en  cilicio,  y  la  le?,  cu- 
rada en  cuero  tostado,  y  tus  valientes  morirán  á  cu- 
chillo.— 

«Pues  en  aquel  día  mismo,  cuando  Dios  puso  por  el 
suelo  toda  la  alteza  de  Jerusalen ,  con  las  armas  de  los 
romanos,  que  asolaron  la  ciudad  y  pusieron  á  cuchillo 
sus  ciudadanos  y  los  llevaron  cautivos;  en  ese  mis- 
mo tiempo  el  fruto  y  el  Pimpollo  del  Señor,  descu- 
briéndose y  saliendo  á  luz ,  subirá  á  gloria  y  honra 
grandísima.  Porque  en  la  destruicion  que  hicieron  de 
Jerusalen  los  caldeos  (si  alguno  por  caso  quisiese  de- 
cir que  habla  aquí  della  el  Profeta)  no  se  puede  decir 
con  verdad  que  creció  el  fruto  del  Señor ,  ni  que  fruc- 
tificó gloriosamente  la  tierra  al  mismo  tiempo  que  la 
ciudad  se  perdió.  Pues  es  nolorio  que  en  aquella  ca- 
lamidad no  hubo  alguna  parte  ó  alguna  mezcla  de  fe- 
licidad señalada,  ni  en  los  que  fueron  cautivos  á  Ba- 
bilonia ni  en  los  que  el  vencedor  caldeo  dejó  en  Ja- 
dea y  en  Jerusalen  para  que  labrasen  la  tierra,  porque 
los  unos  fueron  á  servidumbre  miserable,  y  los  otros 
quedaron  en  medio  y  en  desamparo ,  como  en  el  libro 
de  Jeremías  se  lee  (c). 

))Mas  al  revés,  con  aquesta  otra  caída  delpueblojudái- 
co  se  juntó,  como  es  notorio,  la  claridad  del  nombre 
de  Cristo,  y  cayendo  Jerusalen,  comenzó  á  levantarse 
la  Iglesia.  Y  aquel  á  quien  poco  antes  los  miserable:; 
habían  condenado  y  muerto  con  afrentosa  muerte ,  y 
cuyo  nombre  habían  procurado  oscurecer  y  hundir,  co- 
menzó entonces  á  enviar  rayos  de  sí  por  el  mundo  y 
á  mostrarse  vivo  y  Señor,  y  tan  poderoso ,  "que  casti- 
gando á  sus  matadores  con  azote  gravísimo ,  y  quitan- 
do luego  el  gobierno  de  la  tierra  al  demonio ,  y  deslia- 
ciendo  poco  á  poco  su  silla  ,  que  es  el  culto  de  los  ído- 
los, en  que  la  gentilidad  le  servia ,  como  cuando  el  sol 
vence  las  nubes  y  las  deshace ,  así  él  solo  y  clarísimo 
relumbró  por  toda  la  redondez, 

»Y  lo  que  he  dicho  deste  lugar,  se  ve  claramente  tam- 
bién en  el  segundo  de  Jeremías  {d) ,  de  sus  mismas 
palabras.  Porque  decirle  á  David  y  prometerle  que  le 
«nacería  ó  fruto  ó  Pimpollo  de  justicia»,  era  propia 
señal  de  que  el  fruto  babia  de  ser  Jesucristo ,  mayor- 
mente añadiendo  lo  que  luego  se  sigue,  y  es,  que  «es- 
te fruto  baria  justicia  y  razón  sobre  la  tierra» ;  que  es 
la  obra  propria  suya  de  Cristo,  y  uno  de  los  principales 
fines  para  que  se  ordenó  su  venida;  y  obra  que  él  solo, 
y  ninguno  otro ,  enteramente  la  hizo.  Por  donde  las 
mas  veces  que  se  hace  memoria  del  en  las  Escrituras 
divinas ,  luego  en  los  mismos  lugares  se  le  atribuye  es- 
ta obra,  como  obra  sola  del  y  como  su  proprio  blasón. 
Así  se  ve  en  el  salmo  7t  ,  que  dice:—  Señor,  da  tu  va- 
ra al  Rey,  y  el  ejercicio  de  justicia  al  hijo  del  Rey, 
para  que  juzgue  á  tu  pueblo  conforme  á  justicia  y  los 
pobres  según  fuero.  Los  montes  altos  conservarán  paz 
(O  Jerem.,  39  et  52.    (rf)  Jerem.,  33,  v.  13. 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


con  el  vulgo ,  y  los  collados  les  guardarán  ley.  Dará  su 
derecho  á  los  pobres  del  pueblo ,  y  será  amparo  de  los 
pobrecitos,  y  hundirá  al  viólenlo  opresor — .)> 

«Pues  en  el  tercero  lugar  de  Zacarías  (a),  los  mismos 
hebreos  lo  confiesan ,  y  el  texto  caldeo  que  he  dicho 
abiertamente  le  entiende  y  le  declara  de  Cristo.  Y  asi- 
mesmo  entendemos  el  cuarto  testimonio ,  que  es  del 
mismo  profeta  (6).  Y  no  nos  impide  lo  que  algunos  tie- 
nen por  inconveniente,  y  por  donde  se  mueven  á  de- 
clararle en  diferente  manera ,  que  es  decir  luego  que 
«este  Pimpollo  fructificará  después  ó  debajo  de  sí,  y 
que  edificará  el  templo  de  Dios»;  pareciéndoles  que 
esto  señala  abiertamente  á  Zorobabel,  que  edificó  el 
templo  y  fructificó  después  de  si  por  muclios  siglos  á 
Cristo,  verdaderísimo  fruto.  Asi  que,  esto  no  impide,  an- 
tes favorece  y  esfuerza  mas  nuestro  intento.  Porque  el 
fructificar  debajo  de  sí,  ó,  como  dice  el  original  en  su 
rigor,  acerca  de  sí,  es  tan  proprio  de  Cristo ,  que  do 
ninguno  Ib  es  mas.  ¿Por  ventura  no  dice  él  de  sí  mis- 
mo (c):— Yo  soy  vid,  y  vosolros  sarmientos— ?  Y  en  el 
salmo  que  agora  decía,  en  el  cual  todo  lo  que  se  dice 
son  propricdadrs  de  Cristo,  ¿no  se  dice  también  {d)-.— 
Y  en  sus  días  fructificarán  los  justos—?  O,  si  queremos 
confesar  la  verdad,  ¿quién  jamás  en  los  hombres  per- 
didos engendró  hombres  santos  y  justos,  ó  qué  fruto 
jamás  se  vio  que  fuese  mas  fructuoso  que  Cristo?  Pues 
eso  mismo  sin  duda  es  lo  que  aquí  nos  dice  el  Profeta; 
el  cual,  porque  le  puso  á  Cristo  nombre  de  fruto,  y 
porque  dijo,  señalándole  como  á  singular  fruto:—Yeis 
aquí  un  varón  que  es  fruto  su  nombre; —  porque  no  se 
pensase  que  se  acababa  su..fruto  en  él ,  y  que  era  fruto 
para  sí ,  y  no  árbol  para  dar  de  sí  fruta ,  añadió  luego 
diciendo:— Y  fructificará  acerca  de  sí;— como  si  con  mas 
palabras  dijera:— Yes  fruto  que  dará  mucho  fruto,  por- 
que á  la  redonda  del ,  esto  es,  en  él  y  de  él ,  por  lodo 
cuanto-se  extiende  la  tierra ,  nacerán-  nobles  y  divinos 
frutos  sin  cuento ,  y  aqueste  Pimpollo  enriquecerá  el 
mundo  con  pimpollos  no  vistos. — 

);Dc  manera  que  este  es  uno  de  los  nombres  de  Cris- 
to, y  según  nuestra  orden  el  primero  dellos,  sin  que 
en  ello  pueda  haber  duda  ni  pleito.  Y  son  como  vecinos 
y  deudos  suyos  otros  algunos  nombres  que  también 
se  ponen  á  Cristo  en  la  Santa  Escritura;  los  cuales, 
aunque  en  el  sonido  son  diferentes,  pero  bien  mirados, 
todos  se  reducen  á  un  iniento  mismo  y  convienen  en 
una  misma  razón;  porque  si  en  el  cap.  34  de  Ere- 
quiel  es  llamado  planta  nombrada,  y  si  Esaías  en  el 
cap.  H ,  le  llama  unas  veces  rama ,  y  otra  flor,  y  en  el 
cap.  .'i.3 ,  tallo  y  raíz ,  todo  es  decirnos  lo  que  el  nom- 
bre de  Pimpollo  ó  de  fruto  nos  dice.  Lo  cual  será  bien 
que  declaremos  ya,  pues  lo  primero,  que  pertenece 
á  que  Cristo  se  llama  así,  está  suficientemente  proba- 
do, si  no  se  ofrece  otra  cosa.» 

((Ninguna,  dijo  al  punto  .lulinno,  antes  há'rato  ya  que 
el  nombre  y  esperanza  dcste  fruto  ha  desperlado»cn 
nueslrogustogolosina  del.» «Merecedor  es  decualquie- 
ra  golosina  y  deseo,  respondií)  Marcelo ,  porque  es  dul- 
císimo fruto,  y  no  menos  provechoso  que  dulce,  si  ya 
no  le  menoscaba  la  pobreza  de  mi  lengua  é  ingenio, 

{a)  Z,ichar.,  Z,  v.  8.    (*j  Zachar,,  6,  v.  12.    (c)  Joan.,  15,  v.  o. 
■((/)  rsr.lm.  71. 


I  Pero  idme  respondiendo,  Sabino;  que  lo  quiero  haber 
agora  con  vos.  Esta  hermosura  del  cielo  y  mundo  que 
vemos,  y  la  otra  mayor  que  entendemos,  y  que  nos 
I  esconded  mundo  invisible,  ¿fué  siempre  como  es  agora, 
j  ó  hízose  ella  á  sí  misma,  ó  Dios  la  sacó  á  luz  y  la  hizo?» 
¡      «Averiguado  es ,  dijo  Sabino ,  que  Dios  crió  el  mun- 
',   do,  con  todo  lo  que  hay  en  él ,  sin  presuponer  para  ello 
alguna  materia ,  sino  solo  con  la  fuerza  de  su  infinito 
!  poder,  con  que  hizo,  donde  no  había  ningjjna  cosa, 
salir  á  luz  esta  beldad  que  decís.  Mas  ¿qué  duda  hay 
•  en  esto?»  «Ninguna  hay,  replicó  prosiguiendo  Marcelo; 
mas  decidme  mas  adelante,  ¿nació  esto  de  Dios,  no  ad- 
virticndo  Dios  en  ello,  sino  como  por  alguna  .natural 
consecuencia;  ó  hízolo  Dios  porque  quiso  y  fué  su  vo- 
luntad libre  de  hacerlo?»  «También  es  averiguado, 
I  respondió  luego  Sabino,  que  lo  hizo  con  propósito  y  li- 
bertad.»  «Biendecis,  dijo  Marcelo";  y  puesconoceiseso, 
I  también  conoceréis  que  pretendió  Dios  en  ello  algún 
grande  fin.»  «Sin duda  grande,  respondió  Sabino,  por- 
que siempre  que  se  obra  con  juicio  y  libertad  esa  fin  de 
algo  que  se  pretende.»  «¿Pretendería  desa  manera,  di- 
jo Marcelo,  Dios  en  esta  su  obra  algún  interés  y  acre- 
centamiento suyo?»  «En  ninguna  manera,  respondió  Sa- 
bino.» «¿Por  qué?  dijo  Marcelo,  y  Sabino  respondió: 
«Porque  Dios,  cine  tiene  en  sí  todo  el  bien,  ennínguna 
cosa  que  haga  mera  de  sí  puede  querer  ni  esperar  pa- 
ra sí  algún  acrescentamiento  ó  mejoría.»  «Por manera, 
dijo  Marcelo,  que  Dios,  porque  es  bien  infinito  y  per- 
fecto ,  en  hacer  el  mundo  no  pretendió  recebir  bien 
alguno  del ,  y  pretendió  algún  fin ,  como  está  dicho. 
Luego,  si  no  pretendió  recebir,  sin  ninguna  duda  pre- 
tendió dar;  y  si  no  lo  crió  para  añadirse  á  sí  algo,  crió- 
lo sin  ninguna  duda  para  comunicarse  él  á  sí ,  y  para 
repartir  en  sus  criaturas  sus  bienes. 

»Y  cierto  este  solo  esfindigno  de  lagrandcza  de  Dios, 
y  propio  de  quien  por  su  naturaleza  es  la  misma  bon- 
dad, porque  á  lo  bueno  su  propia  inclinación  le  lleva  • 
al  bien  hacer,  y  cuanto  es  mas  bueno  uno,  tanto  se  in- 
clina mas  á  esto.  Pero  si  el  intento  de  Dios,  en  la  crea- 
ción y  edificio  del  mundo ,  fué  hacer  bien  á  lo  que 
criaba,  repartiendo  en  ello  sus  bienes,  ¿qué  bienes  ó 
qué  comunicación  dellos  fué  aquella  á  quien  como  á 
blanco  enderezó  Dios  todo  el  oficio  desta  obra  suya?». 
«No  otros,  respondió  Sabino,  sino  esos  mismos  que  dio 
á  las  criaturas,  así  á  cada  una  en  particular  como  á  to- 
das juntas  en  general.»  «Bien  decís,  dijo  Marcelo,  aun- 
que no  habéis  respondido  á  lo  que  os  pregunto.»  «¿En 
qué  manera?»  responcHó.  «Porque,  dijo  Marcelo,  como 
aquesos  bienes  tengan  sus  grados ,  y  como  sean  unos 
de  otros  de  diferentes  quilates ,  lo  que  pregunto  es,  ¿á 
qué  bien  ó  á  qué  grado  de  bien  entre  todos  enderezó^ 
Dios  todo  su  intento  prificipalmente?»  «¿Qué  grados, 
respondió  Sabino,  son  esos?»  «Muchos  son,  dijo  Mar- 
celo, en  sus  parles,  mas  la  escuela  los  suele  reducirá 
tres  génoros,  á  naturaleza  y  á  gracia  y  á  unión  }ier- 
sonal.  A  la  naturaleza  pertenecen  los  bienes  con  (pie 
se  nace,  á  la  gracia  perienecen  aquellos  que  después 
de  nacidos  nos  añade  Dios,  El  bien  de  la  unión  perso- 
nal es  haber  juntado  Dios  en  Jesucristo  su  persona 
.con  nuestra  naturaleza.  Entre  los  cuales  bienes  es  muy 
grande  la  diferencia  que  hay. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


«Porque  lo  primero,  aunque  todo  el  bien  que  vive  y 
luce  «n  la  criatura  es  bien  que  puso  en  ella  Dios ,  pe- 
ro puso  en  ella  Dios  unos  bienes  para  que  le  fuesen 
proprios  y  naturales,  que  es  todo  aquello  en  que  con- 
siste su  ser  y  lo  que  dello  se  sigue;  y  estos  decimos 
que  son  bienes  de  naturaleza,  porque  los  plantó  Dios 
en  ella  y  se  nace  con  ellos,  como  es  el  ser  y  la  vida 
y  el  entendimiento,  y  lo  demás  semejante.  Otros  bie- 
nes no  los  plantó  Dios  en  lo  natural  de  la  criatura  ni 
en  la  virtud  de  sus  naturales  principios  para  que  de 
ellos  naciesen ,  sino  sobrepúsolos  él  por  sí  solo  á  lo  na- 
tural ;  y  ansí ,  no  son  bienes  fijos  ni  arraigados  en  la 
naturaleza,  como  los  primeros,  sino  movedizos  bienes, 
como  son  la  gracia  y  la  caridad  y  los  demás  dones  de 
Dios ,  y  aquestos  llamamos  bienes  sobrenaturales  de 
gracia.  Lo  segundo,  dado,  como  es  verdad,  que  todo 
este  bien  comunicado  es  una  semejanza  de  Dios,  por- 
que es  hechura  de  Dios ,  y  Dios  no  puede  hacer  cosa 
(pie  no  le  remede ,  porque  en  cuanto  hace  se  tiene  por 
dechado  á  sí  mismo;  mas  aunque  esto  es  así,  todavía 
es  muy  grande  la  diferencia  que  hay  en  la  manera  del 
remedarle.  Porque  en  lo  natural  remedan  las  criaturas 
el  ser  de.  Dios ,  mas  en  los  bienes  de  gracia  remedan  el 
ser  y  la  condición  y  el  estilo,  y  como  si  dijésemos,  la 
vivienda  y  bienandanza  suya;  y  así,  se  avecinan  y  jun- 
tan mas  á  Dios  por  esta  parte  las  criaturas  que  la  tie- 
nen ,  cuanto  es  mayor  esta  semejanza  que  la  seme- 
janza primera ;  pero  en  la  unión  personal  no  remedan 
ni  se  parecen  á  Dios  las  criaturas ,  sino  vienen  á  ser  el 
mismo  Dios ,  porque  se  juntan  con  él  en  una  misma 
persona.»  Aquí  Juliano,  atravesándose,  dijo: 

»¿Las  criaturas  todas  se  juntan  en  una  persona  con 
Dios?»  Respondió  Marcelo  riendo :  a  Hasta  agora  no  tra- 
taba del  número,  sino  trataba  del  cómo;  quiero  decir, 
que  no  contaba  quiénes  y  cuántas  criaturas  se  juntan 
con  Dios  en  estas  maneras ,  sino  contaba  la  manera  có- 
mo se  juntan  y  le  remedan ,  que  es,  ó  por  naturaleza 
ó  por  gracia  ó  por  unión  de  persona ;  que  cuanto  al 
número  de  los  que  se  le  ayuntan ,  clara  cosa  es  que 
en  los  bienes  de  naturaleza  todas  las  criaturas  se  ave- 
cinan á  Dios ,  y  solas ,  y  no  todas  las  que  tienen  enten- 
dimiento en  los  bienes  de  gracia ;  y  en  la  unión  per- 
sonal sola  la  humanidad  de  nuestro  redentor  Jesucris- 
to. Pero  aunque  con  sola  aquesta  humana  naturaleza 
se  higa  la  unión  personal  propiamente,  en  cierta  ma- 
nera también,  en  juntarse  Dios  con  ella,  es  visto  jun- 
tarse con  todas  las  criaturas ,  por  causa  de  ser  el  hom- 
bre como  un  medio  entre  lo  espiritual  y  lo  temporal, 
que  contiene  y  abraza  en  sí  lo  uno  y  lo  otro.  Y  por  ser, 
como  dijeron  antiguamente,  un  menor  mundo  ó  un 
mundo  abreviado.» 

((Esperando  estoy,  dijo  Sabino  eníonces,  á  qué  fin  se 
ordena  aqueste  vuestro  discurso.»  «Bien  cerca  estamos 
ya  dello,  respondió  Marcelo,  porque  preguntóos :  si  el 
fin  porqué  crió  Dios  todas  las  cosas  fué  solamente  por 
comunicarse  con  ellas,  y  si  esta  dádiva  y  comunica- 
ción acontece  en  diferentes  maneras ,  como  habernos 
ya  visto;  y  si  unas  de  estas  maneras  son  mas  perfectas 
que  otras,  ¿no  os  parece  que  pide  lá  misma  razón  que 
un  tan  grande  artífice ,  y  en  una  obra  tan  grande  tu- 
viese por  fin  de  toda  ella ,  hacer  en  ella  la  mayor  y  mas 


perfecta  comunicación  do  sí  que  pudiese?»  «Así  pare- 
ce,» dijo  Sabino.  «Y  la  mayor,  dijo  siguiendo  Marcelo, 
asi  de  las  hechas  como  de  las  que  se  pueden  hacer,  es 
la  unión  personal  que  se  hizo  entre  el  Verbo  divino  y 
la  naturaleza  humana  de  Cristo ,  que  fué  hacerse  con 
el  hombre  una  misma  persona.»  «No  hay  duda,  res- 
pondió Sabino,  sino  que  es  la  mayor.» 

«Luego ,  añadió  Marcelo ,  necesariamente  se  sigue 
que  Dios ,  á  fin  de  hacer  esta  unión  bienaventurada  y 
maravillosa,  crió  todo  cuanto  se  parece  y  se  esconde; 
que  es  decir  que  el  fin  para  que  fué  fabricada  toda  la 
variedad  y  belleza  del  mundo  fué  por  sacar  á  luz  esr 
te  compuesto  de  Dios  y  hombre ,  ó  por  mejor  decir,  es- 
te juntamente  Dios  y  hombre,  que  es  Jesucristo.»  «Ne- 
cesariamente se  sigue,»  respondió  Sabino.  «Pues,  di- 
jo entonces  Marcelo,  esloes  ser  Cristo  fruto,  y  dar- 
le la  Escritura  este  nombre  á  él,  es  darnos  á  entender 
á  nosotros  que  Crislo  es  el  fin  de  las  cosas,  y  aquel 
para  cuyo  nacimiento  feiiz  fueron  todas  criadas  y  en- 
derezadas. Porque,  así  como  en  el  árbol  la  raíz  no  se 
hizo  para  sí ,  ni  menos  el  tronco ,  que  hace  y  se  sus- 
tenta sobre  ella ,  sino  lo  uno  y  lo  oiro  juntamente  con 
las  ramas  y  la  flor  y  la  hoja,  y  todo  lo  demás  que  el 
árbol  produce,  se  ordena  y  endereza  para  el  fru  toque 
del  sale,  que  es  el  fin  y  como  remate  suyo;  asi  por  la 
misma  manera,  estos  cielos  extendidos  que  vemos,  y 
las  estrellas  que  en  ellos  dan  resplandor,  y  entre  to- 
das ellas  esta  fuente  de  claridad  y  de  luz ,  que  todo  lo 
alumbra ,  redonda  y  bellísima ;  la  tierra  pintada  con 
flores  y  las  aguas  pobladas  de  peces;  los  animales  y 
los  hombres ,  y  este  universo  todo ,  cuan  grande  y  cuan 
hermoso  es ,  lo  hizo  Dios  para  fin  de  hacer  hombre  á 
su  Hijo,  y  para  producir  á  luz  este  único  y  divino  fru- 
to, que  es  Cristo,  que  con  verdad  le  podemos  llamar 
el  parto  común  y  general  de  todas  las  cosas. 

»Y  así  como  el  fruto,  para  cuyo  nacimiento  se  hizo 
en  el  árbol  la  firmeza  del  tronco  y  la  hermosura  de  la 
flor,  y  el  verdor  y  frescor  de  las  hojas,  nacido,  contie- 
ne en  sí  y  en  su  virtud  todo  aquello  que  para  él  se 
ordenaba  en  el  árbol,  ó  por  mejor  decir,  la  árbol  todo 
contiene ;  así  también  Cristo ,  para  cuyo  nacimiento 
crió  primero  Dios  las  raices  firmes  y  hondas  de  los  ele- 
mentos ,  y  levantó  sobre  ellas  después  esta  grandeza  del 
mundo  con  tanta  variedad ,  como  si  dijésemos  de  ra- 
mas y  hojas ,  lo  contiene  lodo  en  sí,  y  lo  abarca  y  se 
resume  en  él,  y  como  dice  san  Pablo  [a) ,  se  recapitu- 
la todo  lo  no  criado  y  criado ,  lo  humano  y  lo  divino, 
lo  natural  y  lo  gracioso.  Y  como  de  ser  Crislo  llamado 
fruto  por  excelencia ,  entendemos  que  todo  lo  criado  se 
ordenó  para  él;  así  también  desto  mismo  ordenado,  po- 
demos, rastreando,  entender  el  valor  inestimable  que 
hay  en  el  fruto  para  quien  tan  grandes  cosas  se  orde- 
nan, Y  de  la  grandeza  y  hermosura  y  cualidad  de  los 
medios  argüiremos  la  excelencia  sin  medida  del  fin. 
wPorque  si  cualquiera  que  entra  en  algún  'palacio  ó 
casa  real  rica  ó  suntuosa ,  y  ve  primero  la  fortaleza 
del  muro  ancho  y  torreado ,  y  las  muchas  órdenes  de 
las  ventanas  labradas,  y  las  galerías  y  los  chapiteles 
que  deslumhran  la  visla,  y  luego  entrada  alta  y  ador- 
nada con  ricas  labores ,  y  después  los  zaguanes  y  pa- 
la) Colos.,  1,  V.  20, 


78 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


tíos  grandes  y  diferentes,  y  las  columnas  de  mármol, 
y  las  largas  salas  y  las  recámaras  ricas,  y  la  diversi- 
dad y  muchedumbre  y  orden  de  los  aposentos,  hermo- 
seados todos  con  peregrinas  y  escogidas  pinturas  y  con 
el  jaspe  y  póríiro,  y  el  marfil  y  el  oro,  que  luce  por 
los  suelos  y  paredes  y  techos ;  y  ve  juntamente  con  es- 
to la  muchedumbre  de  los  que  sirven  en  él ,  y  la  dis- 
posición y  rico  aderezo  de  sus  personas-,  y  el  orden  que 
cada  uno  guarda  en  su  ministerio  y  servicio ,  y  el  con- 
cierto que  todos  conservan  entre  si ;  y  oye  también  los 
meneslriles  y  dulzura  de  música;  y  mira  la  hermosu- 
ra y  regalo  de  los  lechos ,  y  la  riqueza  de  los  aparado- 
res, que  no  tienen  precio;  luego  conoce  que  es  incom- 
parablemente mejor  y  mayor  aquel  para  cuyo  servi- 
cio todo  aquello  se  ordena ;  así  debemos  nosotros  tam- 
bién entender  que  si  es  hermosa  y  admirable  esta  vista 
de  la  tierra  y  del  cielo,  es  sin  ningún  término  muy 
mas  hermoso  y  maravilloso  aquel  por  cuyo  fin  se  crió. 

))Y  que  si  es  grandísima,  como  sin  ninguna  duda  lo 
es,  la  majestad  deste  templo  universal,  que  llamamos 
mundo  nosotros,  Cristo,  para  cuyo  nacimiento  se  orde- 
nó desde  su  principio,  y  á  cuyo  servicio  se  sujetará 
todo  después ,  y  á  quien  agora  sirve  y  obedece ,  y  obe- 
decerá para  siempre,  es  incomparablemente  grandísi- 
mo, gloriosísimo,  perfeclísimo,  mas  mucho  de  lo  que 
ninguno  puede  ni  encarecer  ni  entender.  Y  finalmen- 
te, que  es  tal,  cual,  inspirado  y  alentado  por  el  Es- 
píritu Santo,  san  Pablo  dice,  escribiendo  á  los  colo- 
senses  (a): — Es  imagen  de  Dios  invisible,  y  él  engen- 
drado primero  que  todas  las  criaturas.  Porque  para  él 
se  fabricaron  todas,  así  en  el  cielo  como  en  la  tierra, 
las  visibles  y  las  invisibles ;  así  digamos  los  tronos  co- 
mo las  dominaciones ,  como  los  principados  y  poten- 
tados ,  todo  por  él  y  para  él  fué  criado ;  y  él  es  el  ade- 
lantado entre  todos ,  y  todas  las  cosas  tienen  ser  por 
él.  Y  él  también  del  cuerpo  de  la  Iglesia  es  la  cabeza, 
Y  él  mismo  es  el  principio  y  el  primogénito  de  los 
muertos,  para  que  en  todo  tenga  las  primerias.  Por- 
que le  plugo  al  Padre  y  tuvo  por  bien  que  se  aposen- 
tase en  él  todo  lo  sumo  y  cumplido. — Por  manera  que 
Cristo  es  llamado  fruto  porque  es  el  fruto  del  mundo, 
esto  es ,  porque  es  el  fruto  para  cuya  producción  se  or- 
denó y  fabricó  todo  el  mundo.  Y  así  Esaías,  deseando 
6U  nacimiento  ,  y  sabiendo  que  los  cielos  y  la  natura- 
leza toda  vivía  y  tenia  ser  principalmente,  para  este 
parlo  á  toda  ella  se  le  pide  diciendo  (6): — Derramad 
rocío,  cielos,  desde  vuestras  alturas,  y  vos,  nubes,  llo- 
viendo enviadnos  al  Justo,  y  la  tierra  se  abra  y  pro- 
duzga  y  brote  al  Salvador. — 

))Y  no  solamente  por  aquesta  razón  que  habernos  di- 
cho. Cristo  se  llama  fruto,  sino  también  porque  todo 
aquello  que  es  verdadero  fruto  en  los  hombres ,  digo 
fruto  que  merezca  parecer  ante  Dios  y  ponerse  en  el 
ciclo,  no  solo  nace  en  ellos  por  virtud  deste  fruto,  que 
es  Jesucristo,  sino  en  cierta  manera  también  es  el  mis- 
mo Jesús;  porque  la  justicia  y  santidad  que  derrama 
en  los  ánimos  de  sus  fieles,  así  ella  como  los  demás 
hienes  y  santas  obras  que  nacen  dclla ,  y  que  naciendo 
dclla,  después  la  acrescientan ,  no  son  sino  como  una 
imagen  y  retrato  vivo  de  Jesucristo,  y  lan  vivo,  que 

(a)  Cotos.,  1,  i  V.  15.    (¿I  Esai.,  45,  v.  8, 


es  llamado  Cristo  en  las  letras  sagradas ,  como  parece 
en  los  lugares  sagrados  adonde  nos  amonesta  san  Pa- 
blo que  nos  vistamos  de  Jesucristo,  porque  el  vivir 
justa  y  santamente  es  imagen  de  Cristo.  Y  así  por  es- 
to ,  como  por  el  espíritu  suyo ,  que  comunica  Cristo  é 
infunde  en  los  buenos,  cada  uno  delios  sé  llama  Cris- 
to, y  todos  ellos  juntos,  en  la  forma  ya  dicha,  hacen 
un  mismo  Cristo.  Así  lo  testificó  san  Pablo ,  dicien- 
do (c) :  — Todos  los  que  en  Cristo  os  habéis  bautizado, 
os  habéis  vestido  de  Jesucristo;  que  allí  no  hay  judío 
ni  gentil,  ni  libre  ni  esclavo,  ni  hembra  ni  varón,  por- 
que todos  sois  uno  en  Jesucristo. — Y  en  otra  parte  (rf): 
— Hijuelos  míos ,  que  os  engendro  otra  vez ,  hasta  que 
Cristo  se  forme  en  vosotros^ — Y  amonestando  á  los  ro- 
manos á  las  buenas  obras,  les  dice  y  escribe  (e): — Des- 
echemos pues  las  obras  escuras  y  vistamos  armas  de 
luz ,  y  como  quien  anda  de  dia ,  andemos  vestidos  y 
honestos.  No  en  convites  y  embriagueces,  no  en  desor- 
denado sueño  y  en  deshonestas  torpezas ,  ni  menos  en 
competencias  y  envidias ;  sino  vestios  del  Señor  Jesu- 
cristo.— Y  que  todos  estos  Cristos  son  un  Cristo  solo, 
dícelo  él  mismo  á  los  corintios  por  estas  palabras  (/") : 
— Como  un  cuerpo  tiene  muchos  miembros ,  y  todos 
los  miembros  del  cuerpo,  con  ser  muchos,  son  un  cuer- 
po ,  así  también  Cristo.  —  Donde ,  como  advierte  san 
Agustín  (<;),  no  dijo ,  concluyendo  la  semejanza ,  así 
es  Cristo,  y  sus  miembros;  sino,  así  es  Cristo;  para 
nos  enseñar  que  Cristo  ,  nuestra  cabeza ,  está  en  sus 
miembros ,  y  que  los  miembros  y  la  cabeza  son  un  so- 
lo Cristo ,  como  por  aventura  diremos  mas  larga- 
mente después.  Y  lo  que  decimos  agora ,  y  lo  que  de 
todo  lo  dicho  resulta  ,  es  conocer  cuan  merecida- 
mente Cristo  se  llama  fruto,  pues  todo  el  fruto  bueno 
y  de  valor  que  mora  y  fructifica  en  los  hombres  es 
Cristo  y  de  Cristo,  en  cuanto  nace  del  y  en  cuanto  le 
parece  y  remeda ,  así  como  es  dicho.  Y  pues  habemos 
platicado  ya  lo  que  hasta  acerca  de  aquesto,  proseguid, 
Sabino,  en  vuestro  papel.» 

((Deteneos,  dijo  Juliano,  alargando  contra  Sabino  la 
mano,  que,  si  olvidado  no  estoy,  os  falta,  Marcelo, 
por  descubrir  lo  que  al  principio  nos  propusistes,  de  lo 
que  loca  á  la  nueva  y  maravillosa  concepción  de  Cris- 
to, que,  comodijistes,  este  nombre  significa.»  ((Es  ver- 
dad, é  hicistes  muy  bien,  Juliano,  en  ayudar  mi  me- 
moria ,  respondió  al  punto  Marcelo  ,  y  lo  que  peáis  es 
aquesto.  Este  nombre,  que  unas  veces  llamamos  pim- 
pollo y  otras  veces  llamamos  fruto,  en  la  palabra  ori- 
ginal no  es  fruto  como  quiera ,  sino  es  propiamenle  el 
fruto  que  nace  de  suyo  sin  cultura  ni  industria.  En  lo 
cual,  al  propósito  de  Jesucristo,  á quien  agora  se  apli- 
ca, se  nos  demuestra  dos  cosas.  La  una,  que  ño  hubo 
ni  saber  ni  valor  ni  merecimiento  ni  industria  en  el 
mundo,  que  mereciese  de  Dios  que  se  hiciese  hom- 
,bre,  esto  es,  que  produjese  este  fruto,  la  olra,  que 
en  el  vientre  purísimo  y  santísimo  do  donde  aqueste 
fruto  nació,  anduvo  solamente  la  virtud  y  obra  de  Dios, 
sin  ajuntarse  varón.»  Mostró,  como  oyó  esto,  moverse 
de  su  asiento  un  poco  Juliano,  y  como  acostándose  ha- 
cia Marcelo  ,  y  mirándole  con  alegre  rostro,  le  dijo: 

(r)  Calat.,  7>,  v.  27.    (d)  Calat.,  /J,  v.  19.    {e)  Román. ,15,  v.  12. 
{[)  ¡,  M  Coiint.,  12,  V.  12.    {(/}  Aub'.,  enarrai,  jii  ísaiw.  142. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


«Agora  me  place  mas  el  haberos,  Marcelo,  acordado  lo 
que  o'vidábjdes ,  porque  me  deleita  mucho  entender 
que  el  artículo  de  la  limpieza  y  entereza  virginal  de 
nuestra  común  Madre  y  Señora  está  significado  en  las 
letras  y  profecías  antiguas,  y  la  razón  lo  pedia. 

«Porque  adonde  se  dijeron  y  escribieron,  tantos  años 
antes  que  fuesen ,  otras  cosas  menores  ,  no  era  posible 
que  se  callase  un  misterio  tan  grande.  \  si  se  os  ofrecen 
algunos  otros  lugares  que  pertenezcan  á  esto ,  que  sí 
ofrecerán,  mucho  holgaría  que  los  dijeres ,  si  nore- 
cebis  pesadumbre.»  «Ninguna  cosa,  respondió  Marce- 
lo, me  puede  ser  menos  pesada  que  decir  algo  que  per-* 
tenezca  al  loor  de  mi  única  abogada  y  Señora,  que  aun- 
que lo  es  generalmente  de  todos,  mas  atrévome  yo  á 
llamarla  mía  en  particular,  porque  desde  mi  niñez  me 
ofrecí  todo  á  su  amparo.  Y  no  os  engañáis  nada ,  Ju- 
liano ,  en  pensar  que  los  libros  y  letras  del  Testamen- 
to Viejo  no  pasaron  callando  por  una  extrañeza  tan 
nueva ,  y  señaladamente  tocando  á  personas  tan  im- 
portantes. Porque  ciertamente  en  muchas  partes  la 
dicen  con  palabras  para  la  fe  muy  claras ,  aunque  al- 
go obscuras  para  los  corazones  á  quien  la  infidelidad 
ciega  ,  conforme  á  como  se  dicen  otras  muchas  cosas 
de  las  que  pertenecen  á  Cristo ,  que ,  como  san  Pablo 
dice  (o),  es  misterio  escondido ;  el  cual  quiso  Dios  de- 
cirle y  esconderle  por  justísimos  fines,  y  uno  dellos  fué, 
para  castigar  así  con  la  ceguedad  y  con  la  ignorancia 
de  cosas  tan  necesarias  á  aquel  pueblo  ingrato  por  sus 
enormes  pecados. 

«Pues  viniendo  á  lo  que  pedis,  clarísimo  testimonio 
es,  á  mi  juicio,  para  aqueste  propósito  aquellode  Esaías, 
que  poco  antes  decíamos :  —  Derramad,  cielos ,  rocío,  y 
lluevan  las  nubes  al  Justo. — Adonde  ,  aunque  ,  como 
veis ,  va  hablando  del  nacimiento  de  Cristo  como  de 
una  planta  que  nace  en  el  campo ,  empero  no  hace 
mención  ni  de  arado  ni  de  azada  ni  de  agricultura, 
sino  solamente  de  cielo  y  de  nubes  y  de  tierra ,  á  los 
cuales  atribuye  todo  su  nacimiento.  Y  á  la  verdad ,  el 
rjue  cotejare  aquestas  palabras  que  aquí  dice  Esaías  con 
las  que  acerca  de  aquesta  misma  razón  dijo  á  la  ben- 
litísima  Virgen  el  arcángel  Gabriel ,  verá  que  son  ca- 
si las  mismas,  sin  haber  entre  ellas  mas  diferencia  de 
jue  lo  que  dijo  el  Arcángel  con  palabras  proprias,  por- 
gue trataba  de  negocio  presente,  Esaías  lo  significó  con 
palabras  figuradas  y  metafóricas,  conforme  al  estilo  de 
os  profetas.  Allí  dijo  el  Ángel  (6):— El  Espíritu  Santo 
k'endrá sobre  tí. — Aquí  dice  Esaías: — Enviaréis,  cie- 
os,, vuestro  rocío.— Allí  dice  que  la  virtud  del  alto  le 
lará  sombra.  Aquí  pide  que  se  extiendan  las  nubes. 
Mlí: — Y  lo  que  nacerá  de  tí ,  santo,  será  llamado  Hi- 
0  de  Dios.  — Aquí: — Abrase  la  tierra  y  produzga  al 
salvador. — Y  sácanos  de  toda  duda  lo  que  luego  añade 
liciendo  : — Y  la  justicia  florecerá  juntamente,  y  yo  el 
señor  le  crié. — Porque  no  dice,  y  yo  el  Señor  la  crié, 
conviene  saber,  á  la  justicia,  de  quien  dijo  que  había 
le  florecer  juntamente ;  sino,  yo  le  crié  ,  conviene  sa- 
)er»al  Salvador,  esto  es  ,  á  Jesús,  porque  Jesús  es  el 
lombre  que  el  original  allí  pone ;  y  dice ,  yo  le  crié, 
f  atribuyese  á  sí  la  creación  y  nacimiento  de  esta  bien- 
iventurada  salud ,  y  preciase  de  ella  como  de  Iiecho 
lo)  AdColos.,i,v.  26,    (ij  Lucae,  1,  V.  55, 


79 

singular  y  admirable ,  y  dice : — Yo,  yo;  —  como  si  di- 
jese:— Yo  solo,  y  no  otro  conmigo.  ' 

»Y  también  no  es  poco  eficaz ,  para  la  prueba  desla 
misma  verdad ,  la  manera  como  habla  de  Cristo ,  en  el 
capítulo  4  de  su  Escritura,  aqueste  mismo  profeta,  cuan- 
do usando  de  la  misma  figura  de  plantas  y  frutos  y 
cosas  del  campo ,  no  señala  para  su  nacimiento  otras 
causas  mas  de  á  Dios  y  á  la  tierra,  que  es  á  la  Virgen 
y  al  Espíritu  Santo.  Porque ,  como  ya  vimos,  dice  (c): 
—En  aquel  dia  será  el  Pimpollp  de  Dios  magnífico  y 
glorioso,  y  el  fruto  de  la  tierra  subirá  á  grandísima  al- 
teza.— Pero  entre  otros,  para  este  propósito,  hay  un 
lugar  singular  en  el  salmo  109,  aunque  algo  escuro 
según  la  letra  latina,  mas  según  la  original  mani- 
fiesto y  muy  claro ,  en  tanto  grado ,  que  los  doctores 
antiguos  que  florecieron  antes  de  la  venida  de  Jesu- 
cristo conocieron  de  allí,  jkansí  lo  escribieron,  que  la 
Madre  del  Mesías  habia  de  concebir  virgen,  por  virtud 
de  Dios  y  sin  obra  de  varón.  Porque  vuelto  el  lugar 
que  digo  á  la  letra,  dice  desta  manera  [d): — En  res- 
plandores de  santidad  del  vientre,  y  del  aurora  conti- 
go el  rocío  de  tu  nacimiento. — En  las  cuales  palabras, 
y  no  por  una  dellas ,  sino  casi  por  todas ,  se  dice  y  se 
descubre  aqueste  misterio  que  digo.  Porque  lo  prime- 
ro, cierto  es  que  habla  en  este  salmo  con  Cristo  el  Pro- 
feta. Y  lo  segundo,  también  es  manifiesto  que  habla  en 
este  verso  de  su  concepción  y  nacimiento,  y  las  pala- 
bras vientre  y  nacimiento,  que  según  la  propiedad  ori- 
ginal también  se  puede  llamar  generación ,  lo  de- 
muestran abiertamente, 

»Mas,  que  Dios  solo,  sin  ministerio  de  hombre ,  haya 
sido  el  hacedor  de  aquesta  divina  y  nueva  obra  en  el 
virginal  y  purísimo  vientre  de  nuestra  Señora ,  lo  pri- 
mero se  ve  en  aquellas  palabras: — En  resplandores  de 
santidad. — Que  es  como  decir  que  habia  de  ser  con- 
cebido Cristo ,  no  en  ardores  deshonestos  de  carne  y  de 
sangre,  sino  en  resplandores  santos  tlel  cielo  ;  no  con 
torpeza  de  sensualidad  ,  sino  con  hermosura  de  santi- 
dad y  de  espíritu.  Y  demás  desto,  lo  que  luego  se  sigue 
de  aurora  y  áe  roció ,  por  galana  manera  declara  lo 
mismo.  Porque  es  una  comparación  encubierta, que  si 
la  descubrimos  sonará  así:  —En  el  vientre,  conviene  á 
saber,  de  tu  madre  ,  serás  engendrado,  como  en  la  au- 
rora;—esto  es,  como  lo  que  en  aquella  sazón  de  tiem- 
po se  engendra  en  el  campo  con  solo  el  rocío,  que  en- 
tonces desciende  del  cielo,  no  con  riego  ni  con  sudor 
humano.  Y  últimamente ,  para  decirlo  del  todo,  aña- 
dió:—Contigo  el  rocío  de  tu  nacimiento.— Que  porque 
habia  comparado  al  aurora  el  vientre  de  la  madre ,  y 
porque  en  el  aurora  cae  el  roció  con  que  se  fecunda  la 
tierra ,  prosiguiendo  en  su  semejanza  á  la  virtud  de  la 
generación,  llamóla  rocío  también. 

)jY  á  la  verdad,  así  es  llamada  en  las  divinas  letras, 
en  otros  muchos  lugares  ,  esta  virtud  vivífica  y  gene- 
rativa con  que  engendró  Dios  al  principio  el  cuerpo 
de  Cristo ,  y  con  que  después  de  muerto  le  reengen- 
dró y  resucitó  ,  y  con  que  en  la  común  resurrección 
tornará  á  la  vida  nuestros  cuerpos  deshechos,  como  en 
el  capítulo  -26  de  Esaías  se  ve.  Pues  dice  á  Cristo  David 
que  este  rocío  y  virtud  que  formó  su  cuerpo  y  le  dio 

le)  E§ai.,  4,  V,  2,   {4¡  PsalBí.  109.  v.  5. 


80 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


1 


vida  en  las  virginales  enlrañas ,  no  se  la  prestó  otro, 
ni  la  puso  en  aquel  santo  vientre  alguno  que  viniese 
de  fuera ,  sino  que  él  mismo  la  luvo  de  su  cosecha  y 
la  trujo  consigo.  Porque  cierto  es  que  el  Verbo  divi- 
no ,  que  se  hizo  hombre  en  el  sagrado  vientre  de  la 
Santa  Virgen,  él  mismo  formó  allí  el  cuerpo  y  la  natu- 
raleza de  hombre  de  que  se  vistió.  Y  asi,  para  que  en- 
tendiésemos esto  ,  David  dice  bien  que  tuvo  Cristo 
consigo  el  rocío  de  su  nacimiento.  Y  aun  así  como  de- 
cimos nacimiento  en  este  lugar,  podemos  también  de- 
cir niñez,  que  aunque  viene á  decir  lo  mismo  quena- 
cimiento  ,  todavía  es  palabra  que  señala  mas  el  ser 
nuevo  y  corporal ,  que  tomó  Cristo  en  la  Virgen;  en  el 
cual  fué  niño  primero,  y  después  mancebo,  y  después 
perfecto  varón ;  porque  en  el  otro  nacimiento  eterno 
fjue  tiene  de  Dios,  siempre  nació  Dios  eterno  y  perfec- 
to, é  igual  con  su  Padre.    • 

«Muchas  otras  cosas  pudiera  alegar  á  propósito  de 
aquesta  verdad;  mas  porque  no  falte  tiempo  para  lo 
demás  que  nos  resta ,  baste  por  todas ,  y  con  esta  con- 
cluyo la  que  .en  el  capítulo  53  dice  de  Cristo  Esaías  (a) : 
— Subirá  creciendo  como  pimpollo  delante  de  Dios ,  y 
como  raíz  ó  arbolico  nacido  en  tierra  seca. — Porque  si 
va  á  decir  la  verdad,  para  decirlo,  como  suele  hacer  el 
Profeta ,  con  palabras  figuradas  y  escuras ,  no  pudo  de- 
cirlo con  palabras  que  fuesen  mas  claras  que  estas.  Lla- 
ma aoristo  arbolico ,  y  porque  le  llama  así ,  siguiendo 
el  mismo  hilo  y  figura,  á  su  santísima  Madre  llama  la 
tierra,  conforme  á  razón,  y  habiéndola  llamado  así,  para 
decir  que  concibió  sin  varón ,  no  había  una  palabra  que 
mejor  ni  con  mas  significación  lo  dijese,  que  era  decir 
que  fué  tierra  seca.  Pero,  si  os  parece,  Juliano,  prosi- 
ga ya  Sabino  adelante.»  «Prosiga»,  respondió  Juliano, 
y  Sabino  leyó. 

§.  IV. 

Declárase  cómo  Cristo  tiene  el  nombre  de  faces,  6  cara  de  Dios, 
y  por  qué  le  conviene  este  nombre. 

«También  es  llamado  Cristo  Faces  de  Dios,  como 
parece  en  el  salmo  88,  que  dice: — La  misericordia  y  la 
verdad  precederán  tus  faces. — Y  dícelo ,  porque  con 
Cristo  nació  la  verdad  y  la  justicia  y  la  misericordia,  co- 
mo lo  testifica  Esaías,  diciendo: — Y  la  justicia  nacerá 
con  él  juntamente. — Y  también  el  mismo  David,  cuan- 
do en  el  salmo  84,  que  es  todo  del  advenimiento  de 
Cristo,  dice: — La  misericordia  y  la  verdad  se  encon- 
traron. Lajusticía  y  la  paz  se  dieron  paz.  La  verdad  na- 
ció de  la  tierra  y  la  justicia  miró  desde  el  cíelo.  El  Se- 
ñor por  su  parto  fué  liberal ,  y  la  tierra  por  la  suya  res- 
pondió con  buen  fruto.  La  justicia  va  adelante  del  y  po- 
ne en  el  camino  sus  pisadas. — ítem,  dásele  á  Cristo  este 
rnismo  nombre  en  el  salmo  Oí,  adonde  David,  convi- 
dando á  los  hombres  para  ol  recibimiento  de  la  buena 
nueva  del  Evangelio ,  les  dice : — Ganemos  por  la  mano 
á  su  faz  en  confesión  y  loor. — Y  mas  claro  en  el  sal- 
mo 79:— Conviértenos,  dice.  Dios  de  nuestra  salud; 
muéstranos  tus  faces,  y  seremos  salvos. — Y  asimismo 
Esaías  en  el  capítulo  G4  le  da  esto  nombre,  diciendo: — 
Desceridislo,  y  delante  de  tus  faces  se  derritieron  los 

(a)  Esai.,  ü3,  v.  2. 


montes. — Porque  claramente  habla  allí  de  la  venida  de 
Cristo,  como  en  él  se  parece.» 

cíDemás  destos  lugares  que  ha  leido  Sabino,  dijo  en- 
tonces Marcelo ,  hay  otro  muy  señalado ,  que  no  le  pu- 
so el  papel ,  y  merece  ser  referido.  Pero  antes  que  diga 
del  quiero  decir  que  en  el  salmo  79  ,  aquellas  pala- 
bras que  se  acaban  agora  de  leer  {h) : — Conviértenos, 
Dios  de  nuestra  salud, — se  repiten  en  él  tres  veces,  en 
el  principio  ven  el  medio  y  en  el  fin  del  salmo ,  lo 
cual  no  careáPde  misterio ,  y  á  mi  parecer  se  hizo  por  ■ 
una  de  dos  razones ;  de  las  cuales  la  una  es ,  para  ha- 
teemos saber  que  hasta  acabar  Dios  y  perficionar  del 
todo  al  hombre,  pone  en  él  sus  manos  tres  veces.  Una 
criáüdole  del  polvo  y  llevándole  del  no  ser  al  ser,  que 
le  dio  en  el  paraíso ;  otra  reparándole  después  de  es- 
tragado, haciéndose  él  para  este  íin  hombre  también; 
y  la  tercera  resucitándole  después  de  muerto ,  para  no 
morir  ni  mudarse  jamás.  En  señal  de  lo  cual ,  en  el  li- 
bro del  Génesi ,  en  la  historia  de  la  creación  del  hom- 
bre se  repite  tres  veces  esta  palabra  criar.  Porque  dice 
desta  manera  (c) : — Y  crió  Dios  al  hombre  á  su  imagen 
y  semejanza ,  á  la  imagen  de  Dios  le  crió;  criólos  hem- 
bra y  varón. — 

»Y  la  segunda  razón ,  y  lo  que  por  mas  cierto  tengo, 
es ,  que  en  el  salmo  de  que  hablamos  pide  el  Profeta 
á  Dios  en  tres  lugares  que  convierta  su  pueblo  á  sí  y 
le  descubra  sus  faces ,  que  es  á  Cristo,  como  habemos 
ya  dicho;  porque  son  tres  veces  las  que  señaladamente 
el  Verbo  divino  se  mostró  y  mostrará  al  mundo,  y  señala- 
damente á  los  del  pueblo  judaico,  para  darles  luz  y  salud. 
Porque  lo  primero  se  les  mostróenel  monte,  adonde  les 
dio  leyy  les  notificó  su  amor  y  voluntad,  y  ccrcadoy  CO' 
mo  vestido  de  fuego  y  de  otras  señales  visibles,  les  ha- 
bló sensiblemente,  de  manera  que  le  oyó  hablar  todo 
el  pueblo;  y  comenzó  á  humanarse  con  ellos  entonces 
como  quien  tenia  determinado  de  hacerse  hombre  de 
líos  y  entre  ellos  después ,  como  lo  hizo.  Y  este  fué 
aparecimiento  segundo ,  cuando  nació  rodeado  de  nue: 
tra  carne  y  conversó  con  nosotros ,  y  viviendo  y  ma 
riendo  negoció  nuestro  bien.  El  tercero  será,  cuando  ei 
el  fin  de  los  siglos  tornará  á  venir  otra  vez  para  entera 
salud  de  su  Iglesia.  Y  aun,  si  yo  no  me  engaño,  estas 
tres  venidas  del  Verbo,  una  en  apariencias  y  voces  sen- 
sibles ,  otras  dos  hecho  ya  verdadero  hombre,  significó 
y  señaló  el  mismo  Verbo  en  la  zarza,  cuando  Moisen  le 
pidió  señas  de  quién  era ,  y  él,  para  dárselas,  le  dijo 
así  (c/) : — El  que  seré,  seré; — repitiendo  esta  palabra  de 
tiempo  futuro  tres  veces,  y  como  diciéndoles: — Yo  soy 
el  que  prometí  á  vuestros  padres  venir  agora  para  li- 
braros do  Egipto,  y  nacer  después  entre  vosotros  pa: 
redemiros  del  pecado,  y  tornar  últimamente  en  la  mi 
ma  forma  de  hombre  para  destruir  la  muerte  y  perfi' 
clonaros  del  todo.  Soy  el  que  seré  vuestra  guia  en  el 
desierto,  y  el  que  será  vuestra  salud  hecho  hombre ,  y 
el  que  seré  vuestra  cntt^ra  gloría ,  hecho  juez. — » 

Aquí  Juliano,  atravesando,  dijo:  «No  dice  el  texto 
scrt-,  sino  soy,  de  tiempo  prosonte;  porf/uo,  aunque 
la  palabra  original  en  ei  sonido  sea  seré ,  mas  en  la 
significación  es  soy,  según  la  propriedad  de  aquella 

(i)  rsalm.  79,  V.  ^,8,20.  (c)  Genes.,  1,  V.  27.  (¿)Exotl.,5, 
y.  14. 


1 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRDJERO. 


81 


lengua.»  «Es  verdad,  respondió  Marcelo,  que  en  aquella 
lengua  las  palabras  apropiadas  al  tiempo  futuro  se  po- 
nen algunas  veces  por  el  presente;  en  aquel  lugar  po- 
demos muy  bien  entender  que  se  pusieron  asi,  como 
lo  entendieron  primero  san  Jerónimo  y  los  intérpretes 
griegos.  Pero  lo  que  digo  agora  es ,  que  sin  sacar  de 
sus  términos  á  aquellas  palabras ,  sino  tomándolas  en 
su  primer  sonido  y  significación ,  nos  declaran  el  mis- 
terio que  he  dicho.  Y  es  misterio  que,  para  el  propósi- 
to de  lo  que  entonces  Moisés  queria  saber,  con  venia 
mucho  que  se  dijese. 

«Porque ,  yo  os  pregunto ,  Juliano,  ¿no  es  cosa  cier- 
ta que  comunicó  Dios  con  Abrahan  este  secreto,  que  se 
había  de  hacer  hombre  y  nacer  de  su  linaje  del?»  «Co- 
sa cierta  es,  respondió,  y  ansí  lo  testifica  él  mismo  en 
el  Evangelio,  diciendo  (a): — Abrahan  deseó  ver  mi 
día,  viole  y  gozóse. — »  «Pues  ¿no  es  cierto  también,  pro- 
siguió Marcelo,  que  este  mismo  misterio  lo  tuvo  Dios 
escondido  hasta  que  lo  obró ,  no  solo  de  los  demonios, 
sino  aun  de  muchos  de  los  ángeles?»  «Así  se  entiende, 
respondió  Juliano,  délo  que  escribe  san  Pablo  (6).»  «Por 
manera,  dijo  Marcelo,  que  era  caso  secreto  aqueste,  y 
cosa  que  pasaba  entre  Dios  y  Abrahan  y  algunos  de  sus 
succesores,  conviene á saber;  los  succesoresprhicipales 
y  las  cabezas  del  linaje,  con  los  cuales,  de  uno  en  otro 
y  como  de  mano  en  mano,  se  había  comunicado  este 
hecho  y  promesa  de  Dios.»  «Asi,  respondió  Juliano, 
parece.»  «Pues  siendo  así,  añadió  Marcelo,  y  siendo 
también  manifiesto  que  Moisen,  en  el  lugar  de  que  ha- 
blamos, cuando  dijo  á  Díos(c): — Yo,  Señor,  iré,  como 
me  lo  mandas,  á  los  hijos  de  Israel ,  y  les  diré:  El  Dios 
de  vuestros  padres  me  envía  á  vosotros ;  mas  si  me  pre- 

,  gunlaren  cómo  se  llama  ese  Dios,  ¿qué  les  responde- 

,  ré? — Así  que,  siendo  manifiesto  que  Moisen,  por  estas 
palabras  que  he  referido ,  pidió  á  Dios  alguna  seña  cier- 
ta de  si,  por  la  cual ,  así  el  mismo  Moisen  como  los 
principales  del  pueblo  de  Israel ,  á  quien  había  de  ir  con 
aquella  embajada ,  quedasen  saneados  que  era  su  ver- 

,  dadero  Dios  el  que  le  había  aparecido  y  le  enviaba,  y  no 
algún  otro  espíritu  falso  y  engañoso, 

»Por  manera  que  pidiendo  Moisen  á  Dios  una  seña 
corno  esta,  y  dándosela  Dios  en  aquellas  palabras,  di- 

■  ciéndoles: — Diles:  El  que  seré,  seré,  seré,  me  envía  á 
vosotros; — la  razón  misma  nos  obliga  á  entender  que  lo 
que  Dios  dice  por  estas  palabras  era  cosa  secreta  y 
encubierta  en  cualquier  otro  espíritu  y  seña,  que  solo 

•  Dios  y  aquellos  á  quien  se  había  de  decir  la  sabían ;  y 
que  era  como  la  tesera  militar  ,  ó  lo  que  en  la  guerra 
decimos  dar  nombre,  que  está  secreto  entre  solos  el 
capitán  y  los  soldados  que  hacen  cuerpo  de  guarda.  Y 
por  la  misma  razón  se  concluye  que  lo  que  dijo  Dios 
,á  Moisen  en  estas  palabras  es  el  misterio  que  he  di- 
cho, porque  este  solo  misterio  era  el  que  sabían  sola- 
mente Dios  y  Abrahan  y  sus  succesores,  y  el  que  so- 
lamente entre  ellos  estaba  secreto. 

«Que  lo  demás  que  entienden  algunos  haber  signifi- 
:ado  y  declarado  Dios  de  sí  á  Moisen  en  este  lugar,  que 
ís  su  perfección  infinita  ,  y  ser  él  el  mismo  ser  por 
ísencia,  notorio  era,  no  solamente  á  los  ángeles,  pero 
:ambien  á  los  demonios ,  y  aun  á  los  hombres  sabios 
(o)  Joan.,  8,  v,  56.  (¿;  Colos.,  1,  Y.  2<J,  (c)  Exod-,  5,  y.  13, 
E.SVMI, 


y  doctos  es  manifiesto  que  Dios  es  ser  por  esencia  y 
que  es  ser  infinito,  porque  es  cosa  que  con  la  luz  na- 
tural se  conoce.  Y  así,  cualquier  otro  espíritu  que  qui- 
siera engañar  á  Moisen  y  vendérsele  por  su  Dios  ver- 
dadero, lo  pudiera,  mintiendo,  decir  de  sí  mismo;  y  no 
tuviera  Moisen,  con  oir  esta  seña,  ni  para  ^alir  de  duda 
bastante  razón,  ni  cierta  señal  para  sacar  dellaá  los prúi- 
cipes  de  su  pueblo ,  á  quien  iba. 

»Mas  el  lugar  que  dije  al  principio,  del  cual  el  pa- 
pel se  olvidó,  es  lo  que  en  el  capitulo  6  del  libro  de  los 
Números  mandó  Dios  al  sacerdote  que  dijese  sobre  el 
pueblo  cuando  le  bendijese,  que  es  esto  [d) :— Descu- 
bra Dios  sus  faces  á  tí  y  haya  piedad  de  tí.  Vuelva  Dios 
sus  faces  á  tí  y  déte  paz.— Porque  no  podemos  dudar 
sino  que  Cristo  y  su  nacimiento  entre  nosotros  sones- 
tas  faces  que  el  sacerdote  pedia  en  este  lugar  á  Dios 
que  descubriese  á  su  pueblo,  como  Teodoreto  y  como 
san  Cirilo  lo  afirman,  doctores  santos  y  antiguos.  Y  de^ 
más  de  su  testimonio,  que  es  de  grande  autoridad,  se 
convence  lo  mismo  de  que  en  el  salmo  66 ,  en  el  cual, 
según  todos  lo  confiesan ,  David  pide  á  Dios  que  envío 
al  mundo  á  Jesucristo,  comienza  el  Profeta  con  las  pa- 
labras de  aquesta  bendición  y  casi  la  señala  con  el  de- 
do y  la  declara,  y  no  le  falta  sino  decir  á  Dios  claramen- 
te:— La  bendición  que  por  orden  tuya  echa  sobre  el 
pueblo  el  sacerdote ,  eso.  Señor,  es  lo  que  te  suplico,  y 
te  pido  que  nos  descubras  ya  á  tu  Hijo  y  Salvador  nues- 
tro, conforme  á  como  la  voz  pública  de  tu  pueblo  lo 
pide. — Porque  dice  desta  manera  (e):— Dios  haya  pie- 
dad de  nosotros  y  nos  bendiga.  Descubra  sobre  nosotros 
sus  faces  y  haya  piedad  de  nosotros. — 

»Y  en  el  libro  del  Eclesiástico,  después  de  haber 
el  Sabio  pedido  á  Dios  con  muchas  y  muy  ardientes  pa- 
labras la  salud  de  su  pueblo,,  y  el  quebrantamiento  de 
la  soberbia  y  pecado,  y  la  libertad  de  los  humildes  opre- 
sos,  y  el  allegamiento  de  los  buenos  esparcidos,  y  su 
venganza  y  honra,  y  su  deseado  juicio ,  con  la  mani- 
festación de  su  ensalzamiento  sobre  todas  las  naciones 
del  mundo,  que  es  puntualmente  pedirle  á  Dios  la  pri- 
mera y  la  segunda  venida  de  Cristo ,  concluye  al  fin  y 
dice  (/■): — Conforme  á  la  bendición  de  Aaron,así,  Se- 
ñor, haz  con  tu  pueblo,  y  enderézanos  por  el  camino  de 
tu  justicia. — Y  sabida  cosa  es,  que  el  camino  de  la  jus- 
ticia de  Dios  es  Jesucristo,  así  como  él  mismo  dice  {g): 
— Yo  soy  el  camino  y  la  verdad  y  la  vida. — Y  pues  san 
Pablo  dice,  escribiendo  á  los  de  Efeso  (/«) : — Bendito  ssa 
el  Padre  y  Dios  de  nuestro  Señor  Jesucristo,  que  nos 
ha  bendecido  con  toda  bendición  espiritual  y  sobre  ce- 
lestial en  Jesucristo; — viene  maravillosamente  muy 
bien  que  en  la  bendición  que  se  daba  al  pueblo  anles 
que  Cristo  viniese,  no  se  demandase  ni  desease  deD.03 
otra  cosa  sino  á  solo  Cristo ,  fuente  y  origen  de  loJa 
feliz  bendición ;  y  viene  muy  bien  que  consuenen  y 
se  respondan  así  estas  dos  Escrituras,  nueva  y  antigua. 
Asi  que,  las  faces  de  Dios  que  se  piden  en  aqueste  lu- 
gar son  Cristo  sin  duda. 

»Y  concierta  con  esto  ver  que  se  piden  dos  veces, 
para  mostrar  que  son  dos  sus  venidas.  En  lo  cual  es 
digno  de  considerar  lo  justo  y  lo  propio  de  las  palabras 

(¿)  Num.,  6,  V.  23,  26.  [e]  Psalra.  66,  v.  i.  {f)  Eccles.,  36, 
V,  Í9.    (i?)  Jpan.,  14,  Y.  6.    {/i)  ppbes.,  i,  v,  3, 


I 


82  OBRAS  DE  FRAY 

que  el  Espíritu  Sanio  da  á  cada  cosa.  Porque  en  la  pn- 
mera  venida  dice  £/e5a(6i'i>,  diciendo:— Descubra  sus  j 
faces  Dios,— porque  en  ella  comenzó  Crlslo  á  ser  visi-  . 
ble  en  el  mundo.  Masen  la  segunda  dice  volver,  di-  j 
ciendo :— Vuelva  Dios  sus  faces,— porque  entonces  vol-  j 
verá  otra  vez  á  ser  vislo.  En  la  primera,  según  otra  le-  I 
tra  dice  lucir,  porque  la  obra  de  aquella  venida  fué 
desterrar  del  mundo  la  noche  de  error,  y  como  dijo  san 
Juan  {a) :— Resplandecer  en  las  tinieblas  la  luz. — Y  así 
Cristo  por  esta  causa  es  llamado  luz  y  sol  de  juslicia. 
Mas  en  la  segunda  dice  ensalza',  porque  el  que  vino 
antes  humilde,  vendrá  entonces  alto  y  glorioso, y  ven- 
drá, no  á  dar  ya  nueva  doctrina,  sino  á  repartir  el 
castigo  y  la  gloria.  Y  aun  en  la  primera  dice:  —  Haya 
piedad  de  vosotros; — conociendo  y  como  señalando  que 
se  habían  de  haber  ingrata  y  cruehneníe  con  Cristo,  y 
que  habían  de  merecer  por  su  ceguedad  é  ingratitud 
ser  por  él  consumidos ,  y  por  esta  causa  le  pide  que  se 
apiade  dollos  y  que  no  los  consuma.  Mas  en  la  segunda 
dice  que  Dios  les  dé  paz,  esto-es,  que  dé  fin  á  su  tan 
luengo  trabajo,  y  que  los  guie  á  puerto  de  descanso 
después  de  tan  fiera  tormenta,  y  que  los  meta  en  el 
abrigo  y  sosiego  de  su  Iglesia ,  y  en  la  paz  de  espíritu 
que  hay  en  ella  y  en  todas  espirituales  riquezas.  O  di- 
ce lo  primero  porque  entonces  vino  Crislo  solamente 
á  perdonar  lo  pecado  y  á  buscar  lo  perdido  ,  como  él 
misólo  lo  dice  (¿>) ;  y  lo  segundo ,  porque  ha  de  venir 
después  á  dar  paz  y  reposo  al  trabajo  santo  y  á  remu- 
nerar lo  bien  hecho, 

))Mas,  pues  Cristo  tiene  este  nombre,  es  de  ver  ago- 
ra por  qué  le  tiene.  En  lo  cual  conviene  advertir  que 
aunque  Cristo  se  llama  y  es  cara  de  Dios  por  donde, 
quiera  que  le  miremos;  porque,  según  que  es  hombre, 
se  nombra  así ,  y  según  que  es  Dios  y  en  cuanto 'es  el 
Verbo,  es  también  propia  y  perfectamente  imagen  y 
figura  del  Padre ,  como  san  Pablo  (c)  le  llama  en  di- 
versos lugares ;  pero  lo  que  Iralumor,  agora  es  lo  que 
toca  al  ser  de  hombre,  y  lo  que  buscamos  es  el  Ulu- 
lo por  donde  la  naturaleza  humana  de  Cristo  merece 
ser  llamada  sus  faces.  Y  para  decirlo  en  una  palabra, 
decimos  que  Cristo  hombre  es  faces  y  cara  de  Dios 
porque,  como  cada  uno  se  conoce  en  la  cara,  así  Dios 
se  nos  representa  en  él,  y  se  nos  demuestra  quién  es 
clarísima  y  pcrfcctísimamcníe.  Lo  cual  en  tanto  es  ver- 
dad, que  por  ninguna  de  las  criaturas  por  sí,  ni  por 
la  unívcr.sidad  dolías  juntas,  los  rayos  de  las  divinas 
condiciones  y  bienes  relucen  y  pasan  á  nuestros  ojos 
ni  mayores  ni  mas  claros  ni  en  mayor  abundancia  que 
por  el  ánima  de  Cristo  y  por  su  cuerpo  y  por  todas  sus 
inclinaciones,  hechos  y  dichos,  con  lodo  lo  demás  que 
pertenece  á  su  oíicío. 

»Y  comencemos  por  el  cuerpo  ,  que  es  lo  primero  y 
mas  descubierto;  en  el. cual,  aunque  no  le  vemos, mas 
por  la  relación  que  Iciicmos  del,  y  eulrc  tanto  que  vie- 
ne aquel  bienaventurado  día  en  que  por  su  bondad  in- 
finita esperamos  verle  amigo  para  nosotros  y  alegre; 
así  que,  dado  que  no  le  veamos,  pero  pongamos  agora 
con  la  fe  los  ojos  en  aquel  rosiro  divino  y  en  aquellas 
figuras  del ,  figuradas  con  el  dedo  del  Espírítu^^Sanlo, 
y  miremos  el  semblante  hermoso  y  la  poslura  grave  y 

(a)  Joan.,  1,  V.  5.    [0)  Mauli,,  18,  v.  11.    {,c¡  Ucbrae,  1,  v.  3. 


LUIS  DE  LEÓN. 

suave ,  y  aquellos  ojos  y  boca  que  está  nadando  siempre 
en  dulzura  ,  y  aquellos  muy  mas  claros  y  resplande- 
cientes que  el  sol;  y  miremos  toda  la  compostura  del 
cuerpo,  su  estado,  su  movimiento,  sus  miembros  con- 
cebidos en  la  misma  .pureza  y  dolados  de  inestimable 
belleza. 

»Mas  ¿  para  qué  voy  menoscabando  este  bien  con  mis 
pobres  palabras,  pues  tengo  las  del  mismo  Espíritu 
que  le  forma  en  el  vientre  déla  sacratísima  Virgen,  que 
nos  le  pintan  en  el  libro  de  los  Cantares,  por  la  boca 
déla  enamorada  pastora,  diciendo  (rf) : — Blanco  y  co- 
lorado-, trac  bandera  enlre  los  miliares.  Su  cabeza  oro 
de  Tibar,  sus  cabellos  enriscados  y  negros^  sus  ojo^ 
como  los  de  las  palomas,  junto  á  los  arroyos  délas  aguas, 
bañadas  en  leche ;  sus  mejillas  como  eras  de  plantas 
olorosas  de  los  olores  de  confección ,  sus  labios  viole- 
tas, que  deslílan  preciada  mirra;  sus  manos  rollos  lle- 
nos de  oro  de  Társis ,  su  vientre  bien  como  el  marfil 
adornado  de  safiros ,  sus  piernas  columnas  de  mármol 
fundadas  sobre  basas  de  oro  fino,  el  su  semblante  como 
el  del  Líbano,  erguido  como  los  cedros;  su  paladar 
dulzuras,  y  todo  él  deseos. — 

«Pues  pongamos  los  ojos  en  aqucsla  acabada  beldad, 
y  contemplémosla  bien,  y  conoceremos  que  todo  lo  que 
puede  caber  de  Dios  en  un  cuerpo,  y  cuanto  le  es  po- 
sible participar  del,  y  retraerle  y  figurarle  y  asemejár- 
sele, todo  esto,  con  ventajas  grandísimas,  entre  todos 
los  otros  cuerpos  resplandece  en  aqueste ;  y  veremos 
que  en  su  género  y  condición  es  como  un  retrato  vivo 
y  perfecto.  Porque  lo  qae  en  el  cuerpo  es  color ,  que 
quiero,  para  mayor  evidencia,  cotejar  por  menudo  cada 
una  cosa  con  otra  y  señalar  en  este  retrato  suyo,  que 
formó  Dios  de  hecho,  habiéndole  pintado  muciios  años 
antes  con  las  palabras,  cuan  enloramenle  responde  to- 
do con  su  verdad;  aunque  por  no  ser  largo,  diré  poco 
de  cada  cosa,  ó  no  la  diré ,  sino  tocarla  he  solamente. 
Por  manera  que  el  color  en  el  cuerpo,  el  cual  resulta 
de  la  mezcla  de  las  cualidades  y  humores  que  hay  en 
él ,  y  que  es  lo  primero  que  se  viene  á  los  ojos ,  res- 
ponde á  la  liga,  ó  si  lo  podemos  dech"  así,  á  la  mezcla 
y  tejido  que  hacen  entre  sí  las  perfecciones  de  Dios. 
Pues,  así  como  se  dice  de  aquel  color,  que  sq  tiue  de 
colorado  y  de  blanco,  así  toda  aquesta  mezcla  secreta 
se  colora  de  sencillo  y  amoroso.  Porque  lo  que  luego 
se  nos  ofrece  á  los  ojos  cuando  los  alzamos  á  Dios,  es 
una  verdad  pura  y  una  perfección  sini])le  y  sencilla, 
que  ama. 

»Y  asimismo,  la  cabeza  en  el  cuerpo  dice  con  lo 
que  en  Dios  es  la  alteza  de  su  saber.  Aquella  es  de  oro 
de  Tíhar ,  y  aquesta  son  tesoros  de  sabiduría.  Los  ca- 
bellos, qi.e  de  la  cabeza  nacen,. se  dicen  ser  enrisca- 
dos y  negros;  los  pensamientos  y  consejos,  que  proce- 
den de  aquel  saber,  son  ensalzados  y  obscuros.  Los  ojos 
de  la  providencia  de  Dios  y  los  ojos  de  aqueste  cuerpo 
son  uijos;  que  estos  miran  como-  palomas  bañadas  en 
leche  ,  las  aguas;  aquellos  atienden  y  proveen  á  la  uni- 
versidad de  las  cosas  con  suavidad  y  dulzura  grandí- 
sima, dando  á  cada  una  su  sustento,  y  como  digamos 
.su  leche.  Pues  ¿qué  diré  de  las  mejillas  ,  que  aquí  son 
eras  olorosas  de  plantas,  y  en  Dios  son  su  juslicia  y 

(d;  Caut.,  li,  i  T.  10, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.  — LIBRO  PRIMERO. 


83 


su  misericordia ,  que  se  descubren  y  se  le  echan  mas 
de  ver,  como  si  dijésemos ,  en  el  uno  y  en  el  otro  lado 
del  rostro,  y  que  esparcen  su  olor  por  todas  las  co- 
sas? Que,  como  es  escrito  (a) : — Todos  los  caminos  del 
Señor  son  misericordia  y  verdad. — Y  la  boca  y  los  la- 
bios, que  son  en  Dios  los  avisos  que  nos  da  y  las  escri- 
turas santas  donde  nos  habla,  así  como  en  este  cuerpo  ' 
son  violetas  y  mirra,  así  en  Dios  tienen  mucho  de  en- 
cendido y  de  amargo ,  con  que  encienden  á  !a  virtud  y 
amargan  y  amortiguan  el  vicio.  Y  ni  mas  ni  menos,  lo 
que  en  Dios  son  las  man'os,  que  son  el  poderío  suyo  pa- 
ra obrar,  y  las  obras  hechas  por  él  son  semejantes  á 
las  deste  cuerpo ,  hechas  como  rollos  de  oro  rematados 
en  Társis;  esto  es,  son  perfectas  y  hermosas  y  todas 
muy  buenas,  como  lá  Escritiu-a  lo  dice  (6) : — Vio  Dios 
todo  lo  que  hiciera,  y  todo  era  muy  bueno.— Pues  para 
las  entraiías  de  Dios  y  para  la  fecundidad  de  su  virtud, 
que  es  como  el  vientre,  donde  todo  se  engendra,  ¿qué 
imagen  será  mejor  que  este  vientre  blanco  y  conio  he- 
cho de  marfil  y  adornado  de  safiros?  Y  las  piernas  del 
mismo,  que  son  hermosas  y  firmes,  como  mármoles 
sobre  basas  de  oro ,  clara  pintura  sin  duda  son  de  la 
firmeza  divina,  no  mudable ,  que  es  como  aquello  en 
que  Dios  estriba.  Es  también  su  semblante  como  el  del 
Líbano,  que  escomo  la  altiu-a  de  la  naturaleza  divina, 
llena  de  majestad  y  belleza.  Y  finalmente,  es  diüzuras 
su  paladar,  y  deseos  todo  él ,  para  que  entendamos  del 
todo  cuan  merecidamente  este  cuerpo  es  llamado  ima- 
gen y  faces  y  cara  de  Dios,  el  cual  es  dulcísimo  y  ama- 
bilísimo por  todas  partes ,  ansí  como  es  escrito  (c) : 
— Gustad  y  ved  cuan  dulce  es  el  Señor,  y  cuan  grande 
es,  Señor,  la  muchedumbre  de  tu  dulzura,  que  escon- 
diste para  los  que  te  aman.— 

«Pues  si  en  el  cuerpo  de  Cristo  se  descubre  y  reluce 
tanto  la  figura  divina ,  ¿cuánto  mas  expresa  imagen  suya 
será  su  santísima  ánima?  la  cual  verdaderamente  ,  así 
por  la  perfección  de  su  naturaleza  como  por  los  teso- 
ros de  sobrenaturales  riquezas  que  Dios  en  ella  ayun- 
tó, se  asemeja  á  Dios  y  le  retrata  mas  vecina  y  acaba- 
damente que  otra  criatura  ninguna,  Y  después  del 
mundo  original ,  que.es  el  Yerbo,  el  mayor  del  mundo 
y  el  mas  vecino  original  es  aquesta  divina  alma,  y 'el 
mundo  visible,  comparado  con  ella,  es  pobreza  y  peque- 
nez ;  porque  Dios  sabe  y  tiene  presente  delante  de  los 
ojos  de  su  conocimiento  todo  lo  que  es  y  puede  ser,  y 
el  alma  de  Cristo  ve  corr  los  suyos  todo  lo  que  fué,  es 
y  será.  En  el  saber  de  Dios  están  las  ideas  y  las  razo- 
-nes  de  todo,  y  en  esta  alma  el  conocimiento  de  todas 
las  artes  y  ciencias;  Dios  es  fuente  de  todo  el  ser,  y  el 
alma  de  Cristo  de  todo  el  buen  ser,  quiero  decir,  de  to- 
dos los  bienes  de  gracia  y  justicia,  con  que  lo  que  es  se 
hace  justo  y  bueno  y  perfecto  ;  porque  di  la  gracia  qae 
hay  en  él  mana  toda  la  nuestra.  Y  no  solo  es  gracioso 
en  los  ojos  de  Dios  para  sí,  sino  para  nosotros  tam- 
bién; porque  tiene  justicia,  con  que  parece  en- el  aca- 
tamiento de  Dios,  amable  sobre  todas  las  criatiu"as,  y 
tiene  justicia  poderosa  para  hacerlas  amables  á  todas, 
infundiendo  en  sus  vasos  de  cada  una  algún  efecto  de 
aquella  su  grande  virtud,  como  es  escrito  {d) :— De  cu- 

fa)  Psalm.  24,  V.  11.    (i)  Genes.,  1,  v.  31.    (c)  Psalffl.  33,  y,  9, 
et  Psjlm.  30,  V.  20.    (d)  Joan,,  1,  y.  16. 


ya  abundancia  recebimos  todos  gracia  por  gracia,  esto 
es,  de  una  gracia  otra  gracia,  de  aquella  gracia,  que  es 
fuente,  otra  gracia,  que  es  como  su  arroyo;  y  de  aquel 
dechado  de  gracia  que  está  en  él,  un  traslado  de  gracia 
ó  una  otra  gracia  trasladada  ,  que  mora  en  los  justos. 

))Y  finalmente,  Dios  cria  y  sustenta  al  universo  todo, 
y  le  guia  y  endereza  á  su  bien ;  y  el  alma  de  Cristo  re- 
cria  y  repara  y  defiende,  y  continuamente  va  alentan-  • 
do  é  inspirando  para  lo  bueno  y  lo  justo  cuanto  es  de 
su  parte  á  todo  el  género  humano.  Dios  se  ama  a  sí  y 
se  conoce  infinitamente,  y  ella  le  ama  y  le  conoce  coxi 
un  conocimiento  y  amor  en  cierta  manera  infinito. 
Dios  es  sapientísimo,  y  ella  de  inmenso  saber ;  Dios  po- 
deroso, y  ella  sobre  toda  fuerza  natural  poderosa.  Y  co- 
mo si  pusiésemos  muchos  espejos  en  diversas  distan- 
cias delante  de  un  rostro  hermoso,  la  figura  y  faciónos 
del  en  el  espejo  que  le  estuviese  mas  cerca  se  de- 
mostraría mejor ;  así  esta  alma  santísima,  como  es'á  ■ 
junta,  y  si  lohabemos  de  decir  así,  apegadísima,  por 
unión  personal  al  Yerbo  Divino,  recibe  sus  resplando- 
res en  sí  y  se  figura  de  ellos  mas  vivamente  que  otro 
ninguno. 

wPero  vamos  mas  adelante ,  y  pues  Iiabemos  dicho 
del  cuerpo  de  Cristo  y  de  su  alma  por  sí ,  digamos  da 
lo  que  resulta  de  todo  junto,  y  busquemos  en  sus  in- 
clinaciones y  condición  y  costumbres  aquestas  faces  é 
imagen  de  Dios.  Él  dice  de  sí  (e)  que  es  manso  y  hu- 
milde, y  nos  convida  á  que  aprendamos  á  serlo  del. 
Y  mucho  antes  el  profeta  Esaías ,  viéndolo  en  espíritu, 
nos  le  pintó  coa  las  mismas  condiciones,  diciendo  (/"): 
— No  dará  voces  ni  será  aceptador  de  persona's,  y  su  voz 
no  sonará  fuera.  A  la  caña  quebrantada  no  quebrará  ni 
sabrá  hacer  mal ,  ni  aun  á  una  poca  de  estopa,  queecha 
humo.  No  será  acedo  ni  revoltoso. — Y"  no  se  ha  de  en- 
tender que  es  Cristo  manso  y  humilde  por  virtud  de 
la  gracia  que  tiene  solamente;  sino  así  como  por  in- 
clinación natural  son  bien  inclinados  los  hombres, 
unos  á  una  virtud  y  otros  á  otra;  así  también  la  huma- 
nidad de  Cristo,  de  su  natural  compostura,  es  de  con- 
dición llena  de  llaneza  y  mansedumbre. 

»Pues  con  ser  Cristo,  así  por  la  gracia  que  tenia  co- 
mo por  la  misma  disposición  de  su  naturaleza ,"  un  de- 
chado de  perfecta  humildad ,  por  otra  parte  tiene  tanta 
alteza  y  grandeza  de  ánimo,  que  cabe  en  él,  sin  desva- 
necerle ,  el  ser  Rey.de  los  hombres  y  Señor  de  los  án- 
geles, y  cabeza  y  gobernador  de  todas  las  cosas ,  y  eí  ser 
adorado  de  todas  ellas,  y  el  estar  á  la  diestra  de  Dios 
unido  con  él  y  hecho  una  persona  con  él.  Pues  ¿qué  es 
esto,  sino  ser  faces  del  mismo  Dios?  El  cual,  con  ser 
tan  manso  como  la  enormidad  de  nuestros  pecados  y 
la  grandeza  de  los  perdones  suyos,  y  no  solo  de  los  per- 
dones, sino  de  las  maneras  que  ha  usado  para  nos  perdo- 
nar, lo  testifican  y  enseñan,  es  también  tan  alto  y  tan 
grande  como  lo  pide  el  nombre  de  Dios ,  y  como  lo  di- 
ce Job  por  galana  manera  {g) :— Alturas  de  cielos,  ¿qué 
farás?  honduras  de  abismo,  ¿cómo  le  entenderás?  Ion- 
gura  mas  que  tierra  medida  suya  y  anchura  allende  del 
mar.— Y  juntamente  con  esta  inmensidad  de  grandeza 
y  celsitud,  podemos  decir  que  se  humilla  tanto  y  se 
allana  con  sus  criaturas,  que  tiene  cuenta  con  los  pa- 
lé) Mattb.,11,  y, 29.    (/)  Ewi.,  42,k  v.  2,    (?}  Job,ll,  v.  8  et  9. 


84  OBRAS  DE  FRAY 

jaricos  y  provee  á  las  hormigas,  y  pinta  las  flores,  y 
desciende  luista  lo  mas  bajo  del  centro  y  hasta  los  mas 
viles  gusanos.  Y,  loque  es  mas  claro  argumento  de  su 
llana  bondad,  mantiene  y  acaricia  á  los  pecadores,  y  los 
alumbra  con  esta  luz  hermosa  que  vemos;  y  estando 
altí'.imo  en  sí,  se  abaja  con  sus  criaturas,  y  como  dice 
el  salmo  (a) : — Estando  en  el  cielo,  está  también  en  la 
tierra. — 

wPues  ¿qué  diré  del  amor  que  nos  tiene  Dios ,  y  de 
la  caridad  para  con  nosotros  que  arde  en  el  alma  de 
Cristo?  ¿De  lo  que  Dios  hace  por  los  hombres  y  de  lo 
que  la  humanidad  de  Cristo  ha  padecido  por  ellos?  ¿Có- 
mo los  podré  comparar  entre  sí,  ó  qué  podré  decir,  co- 
tejándolos, que  mas  verdadero  sea,  que  es  llamar  á  esto 
faces  é  imagen  de  aquello?  Cristo  nos  amó  hasta  dar- 
nos su  vida,  y  Dios,  inducido  de  nuestro  amor,  por- 
que no  puede  darnos  la  suya,  danos  la  de  su  hijo  Cris- 
to. Porque  no  padezcamos  infierno  y  porque  gocemos 
nosotros  del  cielo,  padece  prisiones  y  azotes  y  afren- 
tosa y  dolorosa  muerte ,  y  Dios  por  el  mismo  fin ,  ya 
que  no  era  posible  padecerla  en  su  misma  naturaleza, 
buscó  y  halló  orden  para  padecerla  por  su  misma  per- 
sona. Y  aquella  voluntad  ardiente  y  encendida  que  la 
naturaleza  humana  de  Cristo  tuvo  de  morir  por  los 
hombres ,  no  fué  sino  como  una  llama  que  se  prendió 
del  fuego  de  amor  y  deseo ,  que  ardían  en  la  voluntad 
de  Dios,  de  hacerse  hombre  para  morir  por  ellos, 

»No  tiene  fin  este  cuento ,  y  cuanto  mas  desplego  las 
velas,  tanto  hallo  mayor  camino  que  andar,  y  se  me 
descubren  nuevos  mares  cuanto  mas  navego;  y  cuan- 
to mas  considero  estas  faces ,  tanto  por  mas  partes  se 
me  descubren  en  ellas  el  ser  y  las  perfecciones  de  Dios. 
Mas  conviéneme  ya  recoger,  y  hacerlo  he  con  decir  so- 
lamente que,  así  como  Dios  es  trino  y  uno,  trino  en  per- 
sonas y  uno  en  esencia,  así  Cristo  y  sus  fieles ,  por  re- 
presentar en  esto  también  á  Dios,  son  en  personas  mu- 
chos y  diferentes;  mas,  como  ya  comenzamos  á  decir,  y 
diremos  mas  largamente  después,  en  espíritu  y  en  una 
unidad  secreta,  que  se  explica  mal  con  palabras  y  que 
se  entiende  bien  por  los  que  la  gustan,  son  uno  mismo. 
Y  dado  que  las  cualidades  de  gracia  y  de  justicia  y  de 
los  demás  dones  divinos ,  que  están  en  los  justos,  sean 
en  razón  semejantes  y  divididos  y  diferentes  en  núme- 
ro; pero  el  espíritu  que  vive  en  todos  ellos ,  ó  por  me- 
jor decir,  el  que  los  hace  vivir  vida  justa,  y  el-quc  los 
alienta  y  menea,  y  el  que  despierta  y  pone  en  obra  las 
mismas  cuajidades  y  dones  que  he  dicho,  es  en  todos 
uno  y  solo ,  y  el  mismo  de  Cristo.  Y  ansí  vive  en  los 
suyos  él ,  y  ellos  viven  por  él,  y  todos  en  él,  y  son  uno 
mismo  multiplicado  en  personas  y  en  cualidad  y  subs- 
tancia de  espíritu  simple  y  sencillo  ,  conforme  á  lo  que 
pidió  á  su  Padre ,  diciendo  (6) : — Paraque  sean  lodos 
una  cosa,  ansí  como  somos  una  cosa  nosotros. — 

wDícese  también  Cristo  faces  de  Dios  porque ,  como 
por  la  cara  se  conoce  uno ,  ansí  Dios  por  medio  de 
Cristo  quiere  ser  conocido.  Y  el  que  sin  este  medio  le 
conoce ,  no  le  cono-^c  ,  y  por  esto  dice  el  de  sí  mis- 
mo (c)que  manifestó  el  nombre  de  su  Padre  á  los  hom- 
bres. Y  es  llamado  puerta  y  entrada  por  la  misma  razón, 
porque  él  solo  nos  guia  y  encamina  y  hace  entrar  en  el 

{a)  Psalm.  158,  v.  8.    (*)  Joau.,  17,  v.  21.    (c)  Joan.,  17,  v,  6, 


LUIS  DE  LEÓN. 

conocimiento  de  Dios  y  en  su  amor  verdadero.  Y  basto 
haber  dicho  hasta  aquí  de  lo  que  toca  á  es'e  noml)re.)) 

Y  dicho  esto,  Marcelo  calló ,  y  Sabino  prosiguió  luego. 

§■  V. 

Es  Crisío  llamado.  Camino,  y  por  qué  se  le  atribuye  este  nombre. 

((Llámase  también  Camino  Cristo  en  la  Sagrada  Es- 
critura. Él  mismo  se  llama  así  en  San  Juan,  en  el 
capítulo  14. — Yo,  dice,  soy  camino,  verdad  y  vida.— Y 
puede  pertenecer  á  esto  mismo  lo  que  dice  Esaías  en 
el  capítulo  3  j : — Habrá  entonces  senda  y  camino,  y  será 
llamado  camino  santo ,  y  será  para  vosotros  camino 
derecho. — Y  no  es  ajeno  dello  lo  del  salmo  13: — He- 
ciste  que  me  sean  manifiestos  los  caminos  de  mi  vida. 
— Y  mucho  menos  lo  del  salmo  68:  —  Para  que  co- 
nozcan en  la  tierra  tu  camino; — y  declara  luego  qué  ca- 
mino : — En  todas  las  gentes  tu  salud , — que  es  el  nom- 
bre de  Jesús.» 

«No  será  necesario ,  dijo  Marcelo  luego  que  Sabino 
hubo  leído  esto,  probar  que  Camino  es  nombre  de  Cris- 
to ,  pues  él  mismo  se  le  pone.  Mas  es  necesario  ver  y 
entender  la  razón  por  qué  se  le  pone,  y  lo  que  nos  qui- 
so enseñar  á  nosotros  llamándose  á  sí  camino  nuestro. 

Y  aunque  esto  en  parte  está  ya  dicho,  por  el  parentes- 
co que  este  nombre  tiene  con  el  que  acabalnos  de  de- 
cir agora  ,  porque  ser  faces  y  ser  camino  en  una  ciorla 
razón  es  lo  mismo ;  mas  porque,  demás  de  aquello,  en- 
cierra este  nombre  otras  muchas  consideraciones  en  sí, 
será  conveniente  que  particularm'ente  digamos  del.  Pues 
para  esto  ,  lo  primero  se  debe  advertir  que  camino  en 
la  Sagrada  Escritura  se  toma  en  diversas  maneras.  Que 
algunas  veces  camino  en  ella  significa  la  condición  y 
el  ingenio  de  cada  uno,  y  su  inclinación  y  manera  de 
proceder ,  y  lo.  que  suelen  llamar  estilo  en  romance ,  ó 
lo  que  llaman  humor  agora.  Conforme  á  esto  es  lo  de 
David  en  el  salmo,  cuando  hablando  de  Dios,  dice  (d): 
—Manifestó  á  Moisés  sus  caminos. — Porque  los  caminos 
de  Dios  que  llama  allí,  son  aquellos  que  el  mismo  sal- 
mo dice  luego,  que  es  loque  Dios  inanifestó  de  su  con- 
dición Q\\e\ Éxodo,  cuando  se  le  demostró  en  el  monte 
y  en  la  peña,  y  poniéndole  lamano  en  los  ojos,  pasó  por 
delante  del,  y  en  pasando  le  dijo  (c): — Yo  soy  amador 
entrañable  y  compasivo  mucho  y  muy  sufrido,  largo  en 
misericordia  y  verdadero ,  y  que  castigo  hasta  lo  cuar- 
to yuso  de  piedad  hasta  lo  mil. — Así  que,  estas  buenas 
condiciones  de  Dios  y  estas  entrañas  suyas  son  allí  sus 
caminos. 

nCamino  se  llama  en  otra  manera  la  profe;^ion  de  vi- 
vir que  escoge  cada  uno.  para  sí  mismo,  su  intento,  y 
aquello  que  pretende  ó  en  la  vida  6  en  algún  negocio 
particular,  y  lo  que  se  pone  como  por  blanco.  Y  en  es- 
ta significación  dice  el  salmo  (/"):— Descubre  tu  ca- 
mino al  Señor,  y  él  lo  hará. — Que  es  decirnos  Da- 
vid (pie  pongamos  nuestros  intentos  y  prel elisiones 
en  los  ojos  y  en  las  manos  de  Dios,  poniendo  en  su 
providencia  confiadamente  el  cuidado  dellos  ,  y  que 
con  esto  quedemos  seguros  del  que  los  tomará  á  su 
cargo ,  y  les  dará  buen  suceso,  Y  si  los  ponemos  en 
sus  manos,  cosa  debida  es  que  sean  cuales  ellas  son, 

(di  Psalm.  102,  V.  7.     (e)  Exod.,  34,  v.  C.    if)  Psalni.  36,  v.  5. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.  — LIBRO  PRIMERO. 


esto  es, -que  sean  de  cualidad  que  se  pueda  encargar 
dellos  Dios,  que  es  justicia  y  bondad.  Así  que,  de  una 
vez  y  por  unas  mismas  palabras  nos  avisa  a^í  ds  dos 
cosas  el  salmo.  Una ,  que  no  pretendamos  negocios 
ni  prosigamos  intentos  en  que  no  se  pueda  pedir  la  ayu- 
da de  Dios.  Otra,  que  después  de  así  apurados  y  justi- 
ficados, no  los  fiemos  de  nuestras  fuerzas,  sino  que  los 
echemos  en  las  suyas  y  nos  remitamos  á  él  con  espe- 
ranza segura. 

»La  obra  que  cada  uno  hace,  también  es  llamada  ca- 
mino suyo.  En  los  Prot'er6ios  dice  la  Sabiduría  de  sí  (a): 
— El  Señor  me  crió  en  el  principio  de  sus  caminos,  es- 
to es,  soy  la  primera  cosa  que  procedió  de  Dios. — Y  del 
elefante  se  dice  en  el  libro  de  Job  (6)  que  es  el  prin- 
cipio de  los  caminos  de  Dios ,  porque  entre  las  obras 
que  hizo  Dios  cuando  crió  los  animales ,  es  obra  muy 
aventajada.  Y  en  el  Deuteronomio  dice  Moisen  (c)  que 
con  juicio  los  caminos  de  Dios;  queriendo  decir  que  sus 
obras  son  santas  y  justas.  Y  el  justo  desea  y  pide  en  el 
salmo  (á)  que  sus  caminos ,  esto  es,  sus  pasos  y  obras 
se  enderecen  siempre  á  cumplir  lo  que  Dios  le  manda 
que  haga. 

))Dícese  mas  camino  el  precepto  y  lá  ley.  "Así  lo  usa 
David  (e) : — Guardé  los  caminos  del  Señor  y  no  hice  co- 
sa mala  contra  mi  Dios. — Y  masclaro  en  otro  lugar  (/"): 
— Corrí  por  el  camino  de  tus  mandamientos,  cuando  en- 
sanchaste mi  corazón. — Por  manera  que  este  nombre 
camino,  demás  délo  que  significa  con  propriednd,  que 
es  aquello  por  donde  se  va  á  algún  lugar  sin  error,  pasa 
su  significación  á  otras  cuatro  cosas  por  semejanza ,  á 
la  inclinación ,  á  la  profesión,  á  las  obras  de  cada  uno, 
á  la  ley  y  preceptos;  porque  cada  una  destas  cosas  en- 
camina al  hombre  á  algún  paradero ,  y  el  hombre  por 
ellas ,  como  por  camino,  se  endereza  á  algún  fin.  Que 
cierto  es  que  la  ley  guia  y  las  obras  conducen ,  y  la  pro- 
fesión ordena  y  la  inclinación  lleva  cada  cual  á  su  cosa. 

«Esto  así  presupuesto,  veamos  por  qué  razón  de  estas 
Cristoes  dicho  camino,  ó  veamos  si  por  todas  ellas  lo  es, 
como  lo  es*  sin  duda,  por  todas.  Porque  cuanto  álapro- 
priedad  del  vocablo ,  así  como  aquel  camino  (y  señaló 
Marcelo  con  el  dedo,  porque  se  parecía  de  allí)  es  el  de 
la  corte  porque  lleva  á  la  corte  y  á  la  morada  del  Rey 
á  todos  los  que  enderezan  sus  pasos  por  él ,  así  Cristo 
es  el  camino  del  cielo ,  porque  si  no  es  poniendo  las 
pisadas  en  él  y  siguiendo  su  huella,  ninguno  va  al  cie- 
lo. Y  no  solo  digo  que  habemos  de  poner  los  pies  don- 
de él  puso  los  suyos,  y  que  nuestras  o])ras,  que  son 
nuestros  pasos',  han  de  seguir  á  las  obras  que  él  hizo; 
sino  que ,  lo  que  es  proprio  al  camino ,  nuestras  obras 
han  de  ir  andando  sobre  él ,  porque  si  salen  del  van 
perdidas.  Que  cierto  es  que  el  paso  y  la  obra  que  en 
Cristo  no  estriba  y  cuyo  fundamento  no  es  él ,  no  se  ade- 
lanta ni  se  allega  hacia  el  cielo.  Muchos  de  los  que  vi- 
vieron sin  Cristo  abrazaron  la  pobreza  y  amaron  la  cas- 
tidad y  siguieron  la  justicia,  modestia  y  templanza;  por 
manera  que  quien  no  lo  mirara  de  cerca  juzgara  que  iban 
por  donde  Cristo  fué  y  que  se  parecían  á  él  en  los  pa- 
sos ;  mas,  como  no  estribaban  en  él ,  no  siguieron  ca- 
mino ni  llegaron  al  cielo.  La  oveja  perdida ,  que  fue- 

(a'i  Prov.,  8,  V.  22.    (í)  Job,  40,  v.  14.    (c)  Deut.,  32,  v.  4. 
(d¡  Psalm.  118,  v.3,  [e)  Psalm.  17,  v..22.  (/")  Psalm,  118,  v.  32. 


ron  los  hombres ,  el  pastor  que  la  halló ,  como  se  dico 
en  san  Lúeas ,  no  la  trujo  al  rebaño  por  sus  pies  della 
ni  guiándola  delante  de  sí ,  sino  sobre  sí  y  sobre  sus 
hombros.  Porque  si  no  es  sobre  él ,  no  podemos  andar, 
digo ,  no  será  de  provecho  para  ir  al  cielo  lo  que  sobre 
otro  suelo  anduviéremos. 

).^¿No  habéis  visto  algunas  madres ,  Sabino,  que  te- 
niendo con  sus  dos  manos  las  dos  de  sus  niños,  hacen 
que  sobre  sus  pies  dellas  pongan  ellos  sus  pies ,  y  así 
los  van  allegando  á  sí  y  los  abrazan,  y  son  juntamente 
su  suelo  y  su  guia?  ¡Oh  piedad  la  de  bios!  Esta  misma 
forma  guardáis.  Señor,  con  nuestra  flaqueza  y  niñez. 
Vos  nos  dais  la  mano  de  vuestro  favor.  Vos  hacéis  que 
pongamos  en  vuestros  bien  guiados  pasos  los  nuestros. 
Vos  hacéis  que  subamos.  Vos  que  nos  adelantemos.  Vos 
sustenlais  nuestras  pisadas  siempre  en  vos  mismo,  has- 
ta que  avecinados  á  vos  en  la  manera  de  vecindad  quo 
os  contenta,  con  ñudo  estrecho  nos  ayuntáis  en  el  cielo. 

))Y  porque,  Juliano,  los  caminos  son  en  diferentes 
maneras ,  que  unos  son  llanos  y  abiertos  y  otros  estre- 
chos y  de  cuesta,  y  unos  mas  largos ,  y  otros  que  son 
como  sendas  de  atajo;  Cristo,  verdadero  camino  y  uni- 
versal, cuanto  es  de  su  parte,  contiene  todas  estas  dife- 
rencias en  sí ;  que  tiene  llanezas  abiertas  y  sin  dificul- 
tad de  estropiezos ,  por  donde  caminan  descansadamen- 
te los  flacos,  y  tiene  sendas  mas  estrechas  y  altas  para 
los  que  son  de  mas  fuerza  ,  y  tiene  rodeos  para  unos, 
porque  así  les  conviene,  y  ni  mas  ni  menos  por  donde 
atajen  y  abrevien  los  que  se  quisieren  apresurar.  Mas 
veamos  lo  que  escribe  deste  nuestro  camino  Esaías  {g): — 
Y  habrá  allí  senda  y  camino,  y  será  llamado  camino  san- 
to. No  caminará  por  él  persona  no  limpia,  y  será  dere- 
cho este  camino  para  vosotros;  los  ignorantes  en  él  no 
se  perderán.  No  habrá  león  en  él,  ni  bestia  fiera,  ni  su- 
birá por  él  ninguna  mala  alimaña.  Caminarle  han  los 
librados,  y  lo'S  redemidospor  el  Señor  volverán,  y  ven- 
drán á  Sion  con  loores  y  gozo  sobre  sus  cabezas  sin  fin. 
Ellos  asirán  del  gozo  y  del  alegría,  y  el  dolor  y  el  ge- 
mido huirá  dellos. — 

))Lo  que  dice  senda,  la  palabra  original  significa  to- 
do aquello  que  es  paso  por  donde  se  va  de  una  cosa  á 
otra ;  pero  no  como  quiera  paso ,  sino  paso  algo  mas 
levantado  que  lo  demás  del  suelo  que  le  está  vecino,  y 
paso  llano,  ó  porque  está  enlosado  ó  porque  está  lim- 
pio de  piedras  y  libre  de  estropiezos.  Y  conforme  á  es- 
to, unas  veces  significa  esta  palabra  las  gradas  de  pie- 
dra por  donde  se  sube,  y  otras  la  calzada  empedrada  y 
levantada  del  suelo ,  y  otras  la  senda  que  se  ve  ir  lim- 
pia en  la  cuesta,  dando  vueltas  desde  la  raíz  á  la  cum- 
bre. Y  todo  ello  dice  con  Cristo  muy  bien ,  porque  es 
calzada  y  sendero  y  escalón  llano  y  firme.  Que  es  de- 
cir que  tiene  dos  cualidades  este  camino,  la  una  de  al- 
teza y  la  otra  de  desembarazo ,  las  cuales  son  propias 
así  á  lo  que  llamamos  gradas  como  á  lo  que  decimos 
sendero  ó  calzada.  Porque  es  verdad  que  todos  los  que 
caminan  por  Cristo  van  altos  y  van  sin  estropiezos.  Van 
altos,  lo  uno  porque  suben;  suben,  digo,  porque  su 
caminar  es  propiamente  subir;  porque  la  virtud  cris- 
tiana siempre  es  mejoramiento  y  adelantamien'o  del 
alma.  Y  así,  los  que  andan  y  se  ejercitan  en  ella  forzo- 

tg)  Esai.,  33,  h  V.  8, 


86  ,  OBRAS  DE  FRAY 

sámente  crecen ,  y  el  andar  mismo  es  hacerle  de  con- 
tinuo mayores;  al  revés  de  los  que  siguen  la  vereda  del 
vicio,  que  siempre  descienden,  porque  el  ser  vicioso 
es  de'shacerse  y  venir  á  menos  de  lo  que  es ;  y  cuanto 
va  mas,  tanto  mas  se  menoscaba  y  disminuye,  y  viene 
por  sus  pasos  contados,  primero  á  ser  bruto,  y  después 
á  menos  que  bruto ,  y  finalmente  á  ser  casi  nada, 

))Los  hijos  de  Israel ,  cuyos  pasos  desde  Egipto  has- 
ta Judea  fueron  imagen  de  aquesto,  siempre  fueron  su- 
biendo por  razón  del  sitio  y  disposición  de  la  tierra. 
Y  en  el  templo  antiguo,  que  también  fué  figura ,  por 
ninguna  parte  se  podia  entrar  sin  subir.  Y  así  el  Sabio, 
aunque  por  semejanza  de  resplandor  y  de  luz,  dice  lo 
mismo  así  de  los  que  caminan  por  Cristo  como  de  los 
que  no  quieren  seguirle.  De  los  unos  dice  (a) : — La  sen- 
da de  los  justos ,  como  luz  que  resplandece  y  crece  y 
va  adelante  hasta  que  sube  á  scrdia  perfecto. — De  los 
otros,  en  un  particular  que  loscomprehende: — Descien- 
de, dice,  á  la  muerte  su  casa  y  á  los  abismos  sus  sen- 
das.— Pues  esto  es  lo  uno ;  lo  otro,  van  altos  porque  van 
siempre  lejos  del  suelo,  que  es  lo  mas  bajo.  Y  van  le- 
jos del  porque  lo  que  el  suelo  ama  ellos  lo  aborrecen, 
lo  que  sigue  huyen ,  y  lo  que  estima  desprecian.  Y  lo 
último,  van  así  porque  huellan  sobre  lo  que  el  juicio 
de  los  hombres  tiene  puesto  en  la  cumbre  ,  las  rique- 
zas, los  deleites,  las  honras.  Y  esto  cuanto  á  la  prime- 
ra cualidad  de  la  alteza. 

»Y  lo  mismo  se  ve  en  la  segunda,  de  llaneza  y  de  ca- 
recer de  estropiezos.  Porque  el  que  endereza  sus  pa- 
sos conforme  á  Cristo  no  se  encuentra  con  nadie;  á 
lodos  les  da  Aventaja;  no  se  opone  á  sus  pretensiones, 
no  les  contramina  sus  designios;  sufre  sus  iras,  sus 
injurias,  sus  violencias:  y  si  le  maltratan  y  despojan 
los  otros ,  no  se  tiene  por  despojado ,  sino  por  desem- 
barazado y  mas  suelto  para  seguir  su  viaje.  Como  al 
revés ,  hallan  los  que  otro  camino  llevan ,  á  cada  paso 
innumerables  estorbos,  porque  pretenden  otros  lo  que 
ellos  pretenden,  y  caminan  todos  á  un  fin  ,.y  á  fin  en 
que  los  unos  á  los  otros  se  estorban,  y  así  se  ofenden 
cada  momento  y  estropiezan  entre  si  mismos  y  caen, 
y  paran,  y  vuelven  atrás,  desesperados  de  llegar  adonde 
iban.  Mas  en  Cristo,  como  habemos  dicho  ,  no  se  halla 
estropiezo,  porque  es  como  camino  real,  en  que  todos 
los  que  quieren ,  caben  sin  embarazarse. 

)>Y  no  solamente  es  Cristo  grada  y  calzada  y  sendero 
por  estas  dos  cualidades  dichas,  que  son  conmnes  á  to- 
das estas  tres  cosas,  sino  también  por  lo  propio  de  cada 
una  dellas  comunican  su  nombre  con  él ;  porque  es 
grada  parala  cnirada  del  templo  del  cielo,  y  sendero  que 
guia  sin  error  á  lo  alto  del  monteadonde  la  virtud  hace 
vida,  y  calzada  enjuta  y  firme,  en  quien  nunca  ó  el  paso 
engaña  ó  desliza  ó  titubea  el  pié".  Que  los  otros  cami- 
nos mas  verdaderamente  son  deslizaderos  ó  despeñade- 
ros, que  cuando  menos  se  picn-^a,  ó  eslán  corlados,  ó 
debajo  de  los  pies  sq  sumen  ellos  y  echa  en  vacío  el  pié 
del  miserable  que  caminaba  seguro.  Y  así,  Salomón  di- 
ce:—El  camino  de  los  malos,  barranco  y  abertura  hon- 
da". — ¿Cuántos  en  las  riquezas  y  por  las  riquezas  que 
buscaron  y  hallaron  perdieron  la  vida  ?  Cuántos  cami- 
nando á  la  honra  hallaron  su  afrenta?  Pues  del  deleite 

(a)  Prov.,  i,  V.  18, 


LUIS  DE  LEOX. 

¿qué  podemos  decir,  sino  que  su  remate  es  doR)r?  Pues 
no  desliza  así  ni  hunde  los  pasos  el  que  nuestro  cami- 
no sigua,  porque  los  pone  en  piedra  firme  de  continuo. 
Y  por  eso  dice  David  (b) :— Está  la  ley  de  Dios  en  su  co- 
razón ;  no  padecerán  engaño  sus  pasos. — Y  Salomón  : 
— El  camino  de  los  malos ,  como  valladar  de  zarzas ; 
la  senda  del  justo  sin  cosa  que  le  ofenda.— Pero  añade 
Esaías: — Senda  y  camino,  y  será  llamado  santo.— En 
el  original  la  palabra  camino  se  repite  tres  veces ,  en 
esta  manera: — Y  será  camino  y  camino  y  camino  lla- 
mado santo; — porque  Cristo  es  camino  para  todo  gé- 
nero de  gente.  Y  todos  ellos,  los  que  caminan  en  él  se 
reducen  á  tres  :  á  principiantes,  que  llaman,  en  la  vir- 
tud, á  aprovecliados  en  ella,  á  los  que  nombran  per- 
fectos. De  los  cuales  tres  órdenes  se  compone  todo  lo 
escogido  de  la  Iglesia ;  así  como  su  imagen ,  el  templo 
antiguo,  se  componía  de  tres  partes,  portal  y  palacio  y 
sagrario;  y  como  los  aposentos  que  estaban  apegados  á 
él  y  le  cercaban  á  la  redonda  por  los  dos  lados  y  por 
las  espaldas  se  repartían  en  tres  diferencias,  que  unos 
eran  piezas  bajas,  otros  entresuelos  y  otros  sobrados. 
Es  pues  Crísto.tres  veces  camino  ,  porc{ue  es  calzada 
allanada  y  abierta  para  los  imperfectos ,  y  camino  para 
los  que  tienen  mas  fuerza,  y  camino  santo  para  los  que 
son  ya  perfectos  en  él. 

wDice  mas :  No  pasará  por  él  persona  no  limpia ;  por- 
que, aunque  en  la  Iglesia  de  Cristo  y  en  su  cuerpo  mís- 
tico hay  muchas  no  limpias,  mas  los  que  pasan  por  él 
todos  son  limpios,  quiero  decir  que  el  andar  en  él  siem- 
pre es  limpieza ;  porque  los  pasos  que  no  son  limpios 
no  son  pasos  hechos  sobre  aqueste  camino.  Y  son  lim- 
pios también  todos  los  que  pasan  por  él ,  no  todos  los 
que  comienzan  en  él ,  sino  lodos  los  que  comienzan  y 
demedian  y  pasan  hasta  llegar  al  fin;  porque  el  no  ser 
limpio  es  parar  ó  volver  atrás  ó-salir  del  camino.  Y  asi, 
el  que  no  parare ,  sí  no  pasare ,  como  diciio  es ,  forzo- 
samente ha  de  ser  limpio. 

))Y  parece  aun  mas  claro  de  lo  que  se  sigue: — Y  será 
camino  derecho  para  vosotros. — Adonde  el  original  di- 
ce puntualmente : — Y  él  les  andará  el  camino,  ó  él  áellos 
es  el  camino  que  andan. — Por  manera  que  Cristo  es  el 
camino  nuestro  y  el  que  anda  también  el  camino ;  por- 
que anda  él  andando  nosotros ,  ó  por  mejor  decir,  an- 
damos nosotros  porque  anda  él  y  porque  su  movimien- 
to nos  mueve.  Y  así ,  él  mismo  es  el  camino  que  anda- 
mos y  el  que  anda  con  nosotros  y  el  que  nos  incita  para 
que  andemos.  Pues  cierto  es  que  Cristo  no  hará  com- 
pañía á  lo  que  no  fuere  limpieza.  Así  que,  no  camina 
aquí  lo  sucio  ni  se  adelanta  lo  que  es  pecador,  porque 
ninguno  camina  aquí  si  Cristo  no  camina  con  él.  Y 
desto  mismo  nace  loque  viene  luego. — Ni  los  ignoran- 
tes se  perderán  en  él. — Porque  ¿quién  se  perderá  con 
tal  guia?  ¡Mas  qué  bien  dice  los  ignorantes !  Porque 
los  sabios ,  confiados  de  sí  y  (|uc  presumen  valerse  y 
abrir  camino  por  sí,  fácilmcnic.  se  pierden;  antes  de  ne- 
cesidad se  pierden  si  confian  en  sí.  Mayormente  que  si 
Cristo  es  él  mismo  guía  y  camino,  bien  se  convence 
que  es  camino  claro  y  sin  vueltas,  y  que  nadie  lo  pier- 
de si  no  lo  quiere  perder  de  propósito  (c). — Esta  es  la 
voluntad  de  mi  Padre,  dice  él  mismo,  que  no  pierda 
(b)  Psaliü.  30,  V,  31.  Píov.,  lü,  V.  10.    (c)  Joan.,  6,  v.  ZO. 


DE  LOS  xNOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


87 


ninguno  de  los  que  rae  dio ,  sino  que  los  traiga  á  vida 
en  el  dia  postrero. — 

))Y  sin  duda,  Juliano,  no  hay  cosa  mas  clara  á  los  ojos 
de  la  razón  ,  ni  mas  libre  de  engaño  que  el  camino  de 
Dios.  Bien  lo  dice  David  (a) :— Los  mandamientos  del 
Señor,  que  son  sus  caminos  lucidos  y  que  dan  luz 
á  los  ojos.  Los  juicios  suyos  verdaderos  y  que  se  abo- 
nan á  sí  mismos. — Pero  ya  que  el  camino  carece  de 
error,  ¿liácenlo  por  ventura  peligroso  las  fieras  ó  saltean 
en  él?  Quien  lo  allana  y  endereza ,  ese  también  lo  ase- 
gura ;  y  así ,  añade  el  Profeta:  — No  habrá  león  en  él,  ni 
andará  por  él  bestia  fiera. — Y  no  dice  andará,  sino  su- 
birá ,  porque  si ,  ó  la  fiereza  de  la  pasión  ó  el  demonio 
león  enemigo  acomete  á  los  que  caminan  aquí ,  si  ellos 
perseveran  en  el  camino ,  nunca  los  sobrepuja  ni  viene 
á  ser  superior  suyo,  antes  queda  siempre  caído  y  bajo. 
Pues  si  estos  no,  ¿quién  andará?— Y  andarán,  dice,  en 
él  los  redemidos. — Porque- primero  es  ser  redemidosque 
caminantes;  primero  es  que  Cristo  por  su  gracia  y  por 
la  justicia  que  pone  en  ellos,  los  libre  de  la  culpa,  á 
quien  servían  cautivos,  y  les  desate  las  prisiones  con 
que  estaban  atados ,  y  después  es  que  comiencen  á  an- 
dar. Que  no  somos  redemidos  por  haber  caminado  pri- 
mero ,  ni  por  los  buenos  pasos  que  dimos,  ni  venimos 
á  la  justicia  por  nuestros  pies  (6) : — No  por  las  obras 
justas  que  hicimos,  dice,  sino  según  su  misericordia  nos 
hizo  salvos. — Así  que,  no  nace  nuestra  redención  de 
nuestro  camino  y  merecimiento ,  sino  redemidos  una 
vez ,  podemos  caminar  y  merecer  después ,  alentados 
con  la  virtud  de  aquel  bien. 

))Y  es  en  tanto  verdad,  que  solos  los  redemidos  y  li- 
bertados caminan  aquí,  y  que  primero  que  caminan 
son  libres,  que  ni  los  que  son  libres  y  justos  caminan 
ni  se  adelantan  ,  sino  con  solos  aquellos  pasos  quedan 
como  justos  y  libres;  porque  la  redención  y  la  justicia 
j  el  espíritu  que  la  hace,  encerrado  en  el  nuestro,  y 
el  movimiento  suyo,  y  las  obras  que  deste  movimien- 
to y  conforme  á  este  movimiento  hacemos ,  son  para 
este  camino  los  pies ,  pues  han  de  ser  redemidos.  Mas 
¿por  quién  redemidos?  La  palabra  original  lo  descubre, 
porque  significa  aquello  á  quien  otro  alguno  por  vía  de 
parentesco  y  de  deudo  lo  rescata,  y  como  solemos  de- 
cir, lo  saca  por  el  tanto.  De  manera  que,  si  no  caminan 
aquí  sino  aquellos  á  quien  redime  su  deudo ,  y  por  vía 
de  deudo ,  clara  cosa  será  que  solamente  caminan  los 
redemidos  por  Cristo ,  el  cual  es  deudo  nuestro  por  par- 
te de  la  naturaleza  nuestra,  de  que  se  vistió;  y  nos  re- 
dime por  serlo.  Porque  como  hombre  padeció  por  los 
hombres,  y  como  hermano  y  cabeza  dellos  pagó,  se- 
gún todo  derecho  ,  lo  que  ellos  debían ,  y  nos  rescató 
para  sí ,  como  cosa  que  le  pertenecíamos  por  sangre  y 
linaje ,  como  se  dirá  en  su  lugar. 

«Añade  :  —Y  los  redemidos  por  el  Señor  volverán  á 
andar  por  él. — Esto  toca  propiamente  á  los  del  pueblo 
judaico ,  que  en  el  fin  de  los  tiempos  se  ha  de  reducir 
á  la  Iglesia;  y  reducidos,  comenzarán  á  caminar  por  es- 
te nuestro  cammo  con  pasos  largos ,  confesándole  por 
Mesías.  Porque,  dice,  tornarán  á  este  camino,  en  el  cual 
anduvieron  verdaderamente  primero  cuando  sirvieron 
á  Dios  en  la  fe  de  su  venida,  que  esperaban,  y  le  agra- 

{«)  Psalm.  18,  V.  9  et  10,    [b)  Ad  Tit.,  3,  v.  S, 


daron ,  y  después  se  salieron  del ,  y  no  lo  quisieron  co- 
nocer jcuando  lo  vieron,  y  así  agora  no  andan  en  él, 
mas  está  profetizado  que  han  de  tornar.  Y-por  eso  di- 
ce que  volverán  otra  vez  al  camino  los  que  el  Señor 
redimió.  Y  tiene  cada  una  destas  palabras  su  particu- 
lar razón ,  que.  demuestra  ser  así  lo  que  digo.  Porque 
lo  primero,  en  el  original ,  en  lugar  de  lo  que  decimos 
ScTwr,  está  el  nombre  de  Dios  propio,  el  cual  tiene  par- 
ticular significación  de  una  entrañable  piedad  y  mise- 
ricordia. Y  lo  segundo,  lo  que  decimos  redemidos,  al 
pié  de  la  letra  suena  redenciones  ó  rescates,  en  mane- 
ra que  dice  que  los  rescates  ó  redenciones  del  piado- 
sísimo tornarán  á  volver.  Y  llama  rescates  ó  redencio- 
nes á  los  de  este  linaje,  porque  no  los  rescató  una  sola 
vez  de  sus  enemigos ,  sino  muchas  veces  y  en  muchas 
maneras,  como  las  sagradas  letras  lo  dicen. 

»Y  llámase  en  este  particular  misericordiosísimo;  lo 
uno ,  porque  aunque  lo  es  siempre  con  todos ,  mas  es 
cosa  que  admira  el  extremo  de  regalo  y  de  amor  con 
que  trató  Dios  á  aquel  pueblo,  desmereciéndolo  él.  Lo 
otro,  porque  teniéndole  tan  desechado  agora  y  tan 
apartado  de  sí ,  y  desechado  y  apartado  con  tan  justa 
razón,  como  á  infiel  y  homicida;  y  pareciendo  que  no 
se  acuerda  ya  dél,  por  haber  pasado  tantos  siglos  que  le 
dura  el  enojo ;  después  de  tanto  olvido  y  de  tan  luen- 
go desecho ,  querer  tornarle  á  su  gracia ,  .y  de  hecho 
tornarle,  señal  manifiesta  es  de  que  su  amor  para  con 
él  es  entrañable  y  grandísimo ,  pues  no  lo  acaban ,  ni 
las  vueltas  del  tiempo  tan  largas,  ni  los  enojos  tan  en- 
cendidos, ni  las  causas  dellos  tan  repetidas  y  tan  justas. 
Y  señal  cierta  es  cjue  tiene  en  el  pecho  de  Dios  muy 
hondas  raíces  aqueste  querer ,  pues  cortado  y  al  pa- 
recer seco ,  torna  á  brotar  con  tanta  fuerza.  De  arte  que 
Esaías  llama  rescates  á  los  judíos,  y  á  Dios  le  llama 
piadoso;  porque  sola  su  no  vencida  piedad  para  con 
ellos ,  después  de  tantos  rescates  de  Dios ,  y  de  tantas 
y  tan  malas  pagas  dellos ,  los  tornará  últimainente  á  li- 
brar; y  libres  y  ayuntados  á  los  demás  libertados  que 
están  agora  en  la  Iglesia ,  los  pondrá  en  el  camino  della 
y  los  guiará  derechamente  por  él. 

))Mas  ¡qué  dichosa  suerte  y  qué  gozoso  y  bienaventu- 
rado viaje,  adonde  el  camino  es  Cristo,  y  la  guia  dél 
es  él  mismo,  y  la  guarda  y  la  seguridad  ni  mas  ni  nñe- 
nos  es  él ,  y  adonde  los  que  van  por  él  son  sus  hechu- 
ras y  rescatados  suyos;  y  asi,  todos  ellos  son  nobles  y 
libres ,  libres,  digo ,  de  los  demonios  y  rescatados  de  la 
culpa,  y  favorecidos  contra  sus  reliquias ,  y  defendidos 
de  cualesquier  acontecimientos  malos,  y  alentados  al 
bien  con  prendas  y  gustos  dél ,  y  llamados  á  premios 
tan  ricos,  que  la  esperanza  sola  dellos  los  hace  bien- 
andantes en  cierta  manera.  Y  así  concluye ,  diciendo: 
— Y  vendrán  á  Sion  con  loores  y  alegría  no 'perecedera 
en  sus  cabezas;  asirán  del  gozo,  y  asirán  del  placer, y 
huirá  dellos  el  gemido  y  dolor.— Y  por  esta  manera  es 
llamado  camino  Cristo,  según  aquello  que  con  propie- 
dad significa ,  y  no  menos  lo  es  según  aquellas  cosas 
que  por  semejanza  son  llamadas  así.  Porque  si  el  cami- 
no de  cada  uno  son ,  como  decíamos,  las  inclinaciones 
que  tiene ,  y  aquello  á  que  le  lleva  su  juicio  y  su  gus- 
to. Cristo  con  gran  verdad  es  «camJno  de  Dios»;  per- 
eque es, -como  poco  antes  dijimos,  imagen  viva  suya  y 


88  OBRAS  DE  FRAY 

retrato  verdadero  de  sus  inclinaciones  y  condiciones 
todas ;  ó  por  decirlo  mejor,  es  como  una  ejecución  y 
un  poner  por  la  obra  todo  aquello  que  á  Dios  le  place 
y  agrada  mas.  Y  si  es  camino  el  fin  y  el  prop(^sito 
que  se  pone  cada  uno  á  sí  mismo  para  enderezar  sus 
cbra?,  camino  es  sin  duda  Cristo  de  Dios;  pues,  como 
decíamos  hoy  al  principio ,  después  de  si  mismo,  Cristo 
es  el  fin  principal  á  quien  Dios  mira  en  todo  cuanto 
produce. 

»Y  finalmente  ¿cómo  no  será  Cristo  camino,  si  se 
llama  camino  todo  lo  que  es  ley,  regla  y  mandamiento 
que  ordena  y  endereza  la  vida,  pues  es  él  solo  la  ley? 
Porque  no  solamente  dice  lo  que  habernos  de  obrar, 
mas  obra  lo  que  nos  dice  que  obremos ,  y  nos  da  fuer- 
zas para  que  obremos  lo  que  nos  dice.  Y  así,  no  manda 
solamente  á  la  razón,  sino  hace  en  la  voluntad  ley  de 
lo  que  manda,  y  se  lanza  en  ella;  y  lanzado  allí,  es  su 
bien  y  su  ley.  Mas  no  digamos  agora  de  esto,  porque 
tiene  su  propio  lugar,  adonde  después  lo  diremos.»  Y 
dicho  esto,  calló  Marcelo,  y  Sabino  abrió  su  papel  y 
dijo. 

§.  YI. 

Llámase  Cristo  Pastor;  por  qué  le  conviene  este  nombre,  y  cuál  es 
el  oUcio  de  pastor. 

((Llámase  también  Cristo  Pastor.  El  mismo  dice  en 
san  Juan: — Yo  soy  buen  pastor. — Y  en  la  epístola  á  los 
hebreos  dice  san  Pablo  de  Dios :  — Que  resucitó  á  Je- 
sús ,  pastor  grande  de  ovejas. — Y  san  Pedro  dice  del 
mismo:— Cuando  apareciere  el  Príncipe  de  los  pasto- 
res.— Y  por  los  profetas  es  llamado  de  la  misma  mane- 
ra. Por  Esaías  en  el  capítulo  40  ,  por  Ecequiel  en  el 
capítulo  34,  por  Zacarías  en  el  capítulo  11.» 

Y  Marcelo  dijo  luego :  «Lo  que  dije  en  el  nombre  pa- 
sado puedo  también  decir  en  este,  que  es  excusado  pro- 
bar que  es  nombre  de  Cristo ,  pues  él  mismo  se  le  po- 
ne. Mas,  como  esto  es  fácil,  así  es  negocio  de  mucha 
consideración  el  traer  á  luz  todas  las  causas  por  qué 
se  pone  este  nombre.  Porque  en  esto  que  llamamos 
Pastor  se  pueden  considerar  muchas  cosas ;  unas  que 
miran  propiamente  á  su  oficio ,  y  otras  que  pertenecen 
á  las  condiciones  de  su  persona  y  su  vida.  Porque  lo 
primero,  la  vida  pastoril  es  vida  sosegada  y  apartada 
de  los  ruidos  de  las  ciudades  y  de  los  vicios  y  delei- 
tes dellas.  Es  inocente  así  por  esto  como  por  parte  del 
trato  y  granjeria  en  que  se  emplea.  Tiene  sus  deleites, 
y  tanto  mayores  cuanto  nacen  de  cosas  mas  sencillas 
y  mas  puras  y  mas  naturales.  De  la  vista  del  cielo  li- 
bre, de  la  pureza  del  aire,  de  la  figura  del  campo,  del 
verdor  de  las  yerbas,  y  de  la  belleza  de  las  rosas  y  de 
las  flores.  Las  aves  con  su  canto  y  las  aguas  con  su 
frescura  le  deleitan  y  sirven.  Y  así,  por  esta  razón  es 
vivienda  muy  natural  y  muy  antigua  entre  los  hom- 
bres, que  luego  en  los  primeros  dellos  hubo  pastores  ; 
y  es  muy  usada  por  ios  mejores  hombres  que  ha.ha- 
bido,  que  Jacob  y  los  doce  patriarcas  la  siguieron,  y 
David  fué  pastor;  y  es  muy  alabada  de  todos,  que, 
como  sabéis,  no  hay  poeta ,  Sabino ,  que  no  la  cante  y 
alabe.»' 

«Cuandoninguno  la  loara,  dijo  Sabino  entonces,  bas- 
te para  quedar  muy  loada  lo  que  dice  della  el  poeta  la- 


•  LUIS  DE  LEÓN. 

tino ,  que  en  todo  lo  que  dijo  venció  á  los  demás ,  y  en 
aquello  parece  que  vence  á  sí  mismo;  tanto  son  esco- 
gidos y  elegantes  los  versos  con  que  lo  dice.  Mas,  por- 
que, Marcelo,  decís  de  lo  que  es  ser  pastor,  y  del  caso 
que  de  los  pastores  la  poesía  hace,  mucho  es  de  mara- 
villar con  qué  juicio  los  poetas,  siempre  que  quisieron 
decir  algunos  accidentes  de  amor,  los  pusieron  en  los 
pastores ,  y  usaron  mas  que  de  otros  de  sus  personas 
para  representar  aquesta  pasión  en  ellas ;  que  así  lo  hi- 
zo Teócrito  y  Yirgílio,  y  ¿quién  no  lo  hizo,  pues  el 
mismo  Espíritu  Santo,  en  el  libro  de  los  Cantares,  tomó 
dos  personas  de  pastores  para  por  sus  figuras  dellos 
y  por  sú  boca  hacer  representación  del  increíble  amor 
que  nos  tiene?  Y  parece,  por  otra  parte,  que  son  perso- 
nas no  convenientes  para  esta  representación  los  pas- 
tores, porque  son  toscos  y  rústicos.  Y  no  parece  que 
se  conforman  ni  que  caben  las  finezas  que  hay  en  el 
amor ,  y  lo  muy  agudo  y  proprio  dé!  con  lo  tosco  y  vi- 
llano. ««Verdad  es,  Sabino,  respondió  Marcelo,  que  usan 
los  poetas  de  lo  pastoril  para  decir  del  amor ,  mas  no 
tenéis  razón  en  pensar  que  para  decir  del  hay  perso- 
nas mas  á  propósito  que  los  pastores ,  ni  en  quien  se 
represente  mejor.  Porque  puede  ser  que  en  las  ciuda- 
des se  sepa  mejor  hablar ,  pero  la  fineza  del  sentir  es 
del  campo  y  de  la  soledad. 

»Y  á  la  verdad  los  poetas  antiguos,  y  cuanto  mas  an- 
tiguos tanto  con  mayor  cuidado,  atendieron  mucho  á 
huir  de  lo  lascivo  y  artificioso,  de  que  está  lleno  el 
amor  que  en  las  ciudades  se  cria ,  que  tiene  poco  de 
verdad,  y  muclio  de  arte  y  de  torpeza.  Mas  el  pastoril, 
como  tienen  los  pastores  los  ánimos  sencillos ,  y  no  con- 
taminados con  vicios,  es  puro  y  ordenado  á  buen  fin; 
y  como  gozan  del  sosiego  y  libertad  de  negocios  que 
les  ofrece  la  vida  sola  del  campo,  no  habiendo  en  él 
cosa  que  los  divierta,  es  muy  vivo  y  agudo.  Y  ayúdales 
á  ello  también  la  vista  desembarazada,  de  que  continuo 
gozan ,  del  cielo  y  de  la  tierra  y  de  los  mas  elemen- 
tos ,  que  es  ella  en  sí  una  imagen  clara ,  ó  por  mejor 
decir ,  una  como  escuela  de  amor  puro  y  verdadero. 
Porque  los  demuestra  á  todos  amistados  entre  sí  y 
puestos  en  orden,  y  abrazados,  como  si  dijésemos,  unos 
con  otros,  y  concertados  con  armonía  grandísima,  y 
respondiéndose  á  veces  y  comunicándose  sus  virtu- 
des, y  pasándose  unos  en  otros  y  ayuntándose  y  mez- 
clándose todos,  y  con  su  mezcla  y  ayuntamiento  sa- 
cando de  continuo  á  luz  y  produciendo  los  frutos  que 
hermosean  el  aire  y  la  tierra.  Así  que,  los  pastores  son 
en  esto  aventajados  á  los  otros  hombres.  Y  así,  sea  esta 
la  segunda  cosa  que  señalamos  en  la  condición  del  pas- 
tor, que  es  muy  dispuesto  al  bien  querer, 

»Y  sea  la  tercera  lo  que  toca  á  su  oficio,  que  aunque 
es  oficio  de  gobernar  y  regir,  pero  es  muy  diferente  de 
los  oíros  gobiernos.  Porque  lo  uno,  su  gobierno  no  con- 
siste en  dar  leyes  ni  en  poner  mandamientos,  sino  en 
apacentar  y  alimentar  á  los  que  gobierna.  Y  lo  segundo, 
no  guarda  una  regla  generalmente  con  todos  y  en  to- 
dos los  tiempos,  sino  en  cada  tiempo  y  en  cada  ocasión 
ordena  su  gobierno  conforme  al  caso  particular  del  que 
rige.  Lo  tercero,  no  es  gdÍji^Tnoel  suyo  que  se  reparto 
y  ejercita  por  muchos  ministros,  sino  él  solo  adminis- 
tra todo  lo  que  á  su  grey  le  conviene ;  que  él  la  apasta, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.  — LIBRO  PRIMERO. 


g9 


y  la  abféva,  y  la  baria,  y  la  tresquila,  y  la  cura,  y  la  cas- 
tiga, y  la  reposa,  y  la  recrea,  y  hace  música,  y  la  ampara 
y  defiende.  Y  últimamente,  es  proprio  de  su  oficio  re- 
coger lo  esparcido  y  traer  á  un  reljaño  á  muchos ,  que 
de  suyo  cada  uno  dallos  caminara  por  sí.  Por  donde  las 
sagradas  letras,  de  lo  esparcido  y  descarriado  y  perdido 
dicen  siempre  que  son  como  ovejas  que  no  tienen  pas- 
tor, como  en  san  Mateo  se  ve  {a)  y  en  el  libro  de  los 
Reyes  (6)  y  en  otros  lugares.  De  manera  que  la  vida 
del  pastor  es  inocente  y  sosegada  y  deleitosa,  y  la  con- 
dición de  su  estado  es  inclinada  al  amor,  y  su  ejercicio 
es  gobernar  dando  pasto  y  acomodando  su  gobierno  á 
las  condiciones  particulares  de  cada  uno,  y  siendo  él 
solo  para  los  que  gobierna  todo  lo  que  es  necesario,  y 
enderezando  siempre  su  obra  á  esto,  que  es  hacer  re- 
baño y  grey. 

«Veamos  pues  agora  si  Cristo  tiene  esto,  y  las  venta- 
jas con  que  lo  tiene,  y  así  veremos  cuan  merecidamente 
es  llamado  Pastor.  Vive  en  los  campos  Cristo,  y  goza 
del  cielo  libre,  y  ama  la  soledad  y  el  sosiego,  y  en  el  si- 
lencio de  todo  aquello  que  pone  en  alboroto  la  vida, 
tiene  puesto  él  su  deleite.  Porque ,  así  como  lo  que  se 
comprehende  en  el  campo  es  lo  mas  puro  de  lo  visible, 
y  es  lo  sencillo,  y  como  el  original  de  todo  lo  que  de- 
11o  se  compone  y  se  mezcla,  así  aquella  región  de  vida 
adonde  vive  aqueste  nuestro  glorioso  bien  es  la  pi.u-a 
verdad  y  la  sencillez  de  la  luz  de  Dios  y  el  original  ex- 
preso de  todo  lo  que  tiene  ser,  y  las  raíces  firmes  de 
donde  nacen  y  adonde  estriban  todas  las  crialiu-as.  Y 
si  lo  habemos  de  decir  así,  aquellos  son  los  elementos 
puros  y  los  campos  de  flor  eterna  vestidos,  y  los  mine- 
ros de  las  aguas  vivas,  y  los  montes  verdaderamente 
preñados  de  mil  bienes  altísimos,  y  los  sombríos  y  re- 
puestos valles,  y  los  bosques  de  la  frescura,  adonde  exen- 
tos de  toda  injiu-ia,  gloriosamente  florecen  la  liaya  y  la 
oliva  y  el  lináloe,  con  todos  los  demás  árboles  del  in- 
cienso, en  que  reposan  ejércitos  de  aves  en  gloria  y  en 
música  dulcísima ,  que  jamás  ensordece.  Con  la  cual 
región  si  comparamos  aqueste  nuestro  miserable  des- 
tierro, es  comparar  el  desasosiego  con  la  paz,  y  el  des- 
concierto y  la  turbación  y  el  bullicio  y  disgusto  de  la 
mas  inquieta  ciudad  con  la  misma  pureza  y  quietud  y 
dulzura.  Que  aquí  se  afana  y  allí  se  descansa.  Aquí  se 
imagina  y  allí  se  ve.  Aquí  las  sombras  de  las  cosas  nos 
atemorizan  y  asombran,  allí  la  verdad  sosiega  y  deleita. 
Esto  es  tinieblas,  bullicio,  alboroto;  aquello  es  luz  pu- 
rísima en  sosiego  eterno. 

))Bien  y  con  razón  le  conjura  á  este  pastor  la  esposa 
pastora  que  le  demuestre  aqueste  lugar  de  su  pasto  (c). 
— Demuéstrame,  dice,  oh  querido  de  mi  alma ,  adonde 
apacientas  y  adonde  reposas  en  el  mediodía. —  Que  es 
con  razón  mediodía  aquel  lugar  que  pregunta,  ado.nde 
está  la  luz,  no  contaminada  en  su  colmo,  y  adonde,  en 
sumo  silencio  de  todo  lo  bullicioso,  solo  se  oye  la  voz 
dulce  de  Cristo,  que  cercado  de  su  glorioso  rebaño, 
suena  en  sus  oídos  dél  sin  ruido  y  con  incomparable 
deleite,  en  que  traspasadas  las  almas  santas,  y  como 
enajenadas  de  sí,  solo  viven  en  su  Pastor.  Así  que ,  es 
pastor  Cristo  por  la  región  donde  vive,  y  también  lo  es 
por  la  manera  de  vivienda  que  ama,  que  es  el  sosiego 

(«j  Matlh.,  9,  V.  36.    (*;  iii,  Reg.,  22,  v.  í7.    (c)  Cant.,  1,  v.  6. 


de  la  soledad,  como  lo  demur-stra  en  los  suyOfí,  á  los 
cuales  llama  siempre  á  la  soledad  y  retiramiento  del 
campo.  Dijo  á  Abraham  (el)  :  — Sal  de  tu  tierra  y  de  tu 
parentela,  y  haré  de  tí  grandes  gentes. — A  Elias,  para 
mostrársele,  le  liizo  penetrar  el  desierto  (e).  Los  hijos  de 
los  profetas  vivían  en  la  soledad  del  Jordán  (/").  De  su 
pueblo,  dice  el  mismo  por  el  Profeta  que  le  sacará  al  cam- 
po y  le  retirará  á  la  soledad,  y  allí  le  enseñará  [g).  Y  en 
forma  de  esposo,  ¿qué  otra  cosa  pide  á  su  esposa  sino 
aquesta  salida  (/t)  ?  —  Levántate ,  dice ,  amiga  mia ,  y 
apresúrate  y  vén ;  que  ya  se  pasó  el  invierno,  pasóse  la 
lluvia,  fuese;  ya  han  parecido  en  nuestra  tierra  las  flo- 
res, y  el  tiempo  del  podar  es  venido.  La  voz  de  la  tor- 
lolilla  se  oye,  y  brota  ya  la  higuera  sus  higos,  y  la  uva 
menuda  da  olor.  Levántate,  hermosa  mia,  y  vén.  — 
Que  quiere  que  les  sea  agradable  á  los  suyos  aquello 
mismo  que  el  »lma;  y  así  como  él  por  ser  pastor  ama 
el  campo,  ansí  los  suyos,  porque  han  de  ser  sus  ovejas, 
han  de  amar  el  campo  también ;  que  las  ovejas  tienen 
su  pasto  y  su  sustento  en  el  campo. 

«jorque  á  la  verdad,  Juliano,  los  que  han  de  ser  apa- 
centados por  Dios  han  de  desechar  los  sustentos  del 
mundo,  y  salir  de  sus  tinieblasy  lazos  ala  libertad  clara 
de  la  verdad,  y  á  la  soledad  poco  seguida  de  la  virtud, 
y  al  desembarazo  de  lodo  loque  pone  en  alborotóla  vi- 
da, porque  allí  nace  el  pasto  que  mantiene  en  felicidad 
eterna  nuestra  alma ,  y  que  no  se  agosta  jamás.  Que 
adonde  vive  y  se  goza  el  pastor,  allí  han  de  residir  sus 
ovejas,  según  que  alguna  dellas  decía  {i) : — Nuestra 
conversación  es  en  los  cielos. —  Y  como  dice  el  mismo 
pastor  (/) :  —  Las  sus  ovejas  reconocen  su  voz  y  le  si- 
guen.—Mas  si  es  pastor  Cristo  por  el  lugar  de  su  vida, 
¿cuánto  con  mas  razón  lo  será  por  el  ingenio  de  su  con- 
dición, por  las  amorosas  entrañas  que  tiene?  A  cuya 
grandeza  no  hay  lengua  ni  encarecimiento  que  allegue. 
Porque,  demás  de  que  todas  sus  obras  son  amor,  que 
en  nacer  nos  amó  y  viviendo  nos  ama ,  y  por  nuestro 
amor  padeció  muerte,  y  todo  lo  que  en  la  vida  hizo  y 
todo  lo  que  en  el  morir  padeció,  y  cuanto  glorioso  agora 
y  asentado  á  la  diestra  del  Padre  negocia  y  entiende,  lo 
ordena  todo  con  amor  para  nuestro  provecho, 

))Así  que,  demás  de  que  todo  su  obrares  amar,  la  afi- 
ción y  la  terneza  de  entrañas,  y  la  solicitud  y  cuidado 
amoroso,  y  el  encendimiento  é  intensión  de  voluntad, 
con  que  siempre  hace  esas  mismas  obras  de  amor  que 
por  nosotros  obró,  excede  todo  cuanto  se  puede  imagi- 
nar y  decir.  No  hay  mach-e  así  solícita ,  ni  esposa  así 
blanda,  ni  corazón  de  amor  así  tierno  y  vencido,  ni  tí- 
tulo ninguno  de  amistad  así  puesto  en  fineza,  que  le 
iguale  ó  le  llegue.  Porque  antes  que  le  amemos  nos  ama, 
y  ofendiéndole  y  despreciándole  locamente,  nos  busca, 
V  no  puede  tanto  la  ceguedad  de  mi  vista  ni  mi  obsti- 
nada dureza,  que  no  pueda  mas  la  blandura  ardiente  de 
su  misericordia  dulcísima.  Madruga ,  durmiendo  nos- 
otros descuidados  del  peligro  que  nos  amenaza.  Madru- 
ga, digo,  antes  que  amanezca  se  levanta ,  ó  por  decir 
verdad,  no  duerme  ni  reposa,  sino  asido  siempre  al  al- 
daba de  nuestro  corazón,  de  continuo  y  á  todas  horas 

(rf)  Genes.,  12,  v.  1.    <e)  iii,  Reg.,  19.     (f)  iv,  Reg.,  7. 
ig)  Oseae,  2.     (h)  Cant., '?,  &  v.  10.     (¿j  Philip.,  3,  v.  20. 
(1)  Joan.,  10,  V.  4. 


90  OBRAS  DE  FRAY 

le  iiiere  y  le  dice,  como  en  los  Cantares  se  escribe  (a):  | 
— Ábreme,  hermana  mia,  amiga  mía,  esposa  mia,  ábre- 
me; que  la  cabeza  traigo  llena  de  rocío,  y  las  guedejas 
de  mis  cabellos  llenas  de  las  gofas  de  la  noche.  No 
duerme,  dice  David  (6),  ni  se  adormece  el  que  guarda 
á  Israel. — 

wOue  en  la  verd;ul,  así  como  en  la  divinidad  es  amor, 
conforme  á  san  Juan  (c):  —  Dios  es  caridad,  —  así  en 
la  humanidad,  que  de  nosotros  tomó,  es  amor  y  blan- 
dura. Y  como  el  sol,  que  de  suyo  es  fuente  de  luz,  to- 
do cuanto  hace  pcrpétuam.enle  es  lucir,  env-iando,  sin 
nunca  cesar,  rayos  de  claridad  de  sí  mismo;  así  Crislo, 
como  fuente  viva  de  amor,  que  nunca  se  agola,  mana 
de  coaünuo  en  amor,  y  en  su  rostro  y  en  su  figura 
siempre  está  bulliendo  este  fuego,  y  por  todo  su  traje 
y  persona  traspasan  y  se  nos  vienen  á  los  ojos  sus  lla- 
mas, y  todo  es  rayos  de  amor  cuanto  dél*55e  parece.  Que 
por  esta  causa,  cuando  se  demostró  primevo  á  Moiseii, 
no  le  demostró  sino  unas  llamas  de  fuego  que  se  em- 
prendía en  una  zarza  {d),  como  haciendo  allí  figura  de 
nosotros  y  de  sí  mismo ,  de  las  espinas  de  la  aspareza 
nuestra  y  de  los  ardores  vivos  y  amorosos  de  sus  en- 
trañas, y  como  moslrando  en  la  apariencia  visible  el 
fiero  encendimiento  que  le  abrasaba  lo  secreto  del  pe- 
cho con  amor  de  su  pueblo.  Y  lo  mismo  se  ve  en  la  fi- 
gura del,  que  san  Juan  en  el  principio  de  sus  reve- 
laciones nos  pone  ,  adó  dice  que  vio  una  imagen  de 
hombre  cuyo  rostro  lucia  como  el  sol  y  cuyos  ojos  eran 
romo  llamas  de  fuego,  y  sus  pies  como  oriámbar  encen- 
diJo  en  ardiente  fornaza,  y  que  le  centelleaban  siete  es- 
trellas en  la  mano  derecha,  y  que  se  cenia  por  junto  á 
los  pechos  con  cinto  de  oro,  y  que  le  cercaban  en  der- 
redor siete  antorchas  encendidas  en  sus  candeleros. 
Que  es  decir  de  Cristo  que  espiraba  llamas  de  amor, 
que  se  le  descubrían  por  todas  partes,  y  que  le  encen- 
dían la  cara  y  le  salían  por  los  ojos,  y  le  ponían  fuego  á 
los  pies  y  le  lucían  por  las  manos,  y  le  rodeaban  en  torno 
resplandeciendo.  Y  que  como  el  oro,  que  es  señal  de  la 
caridad  en  la  Sagrada  Escritura,  le  ceñía  las  vestidu- 
ras juilo  á  los  pechos;  así  el  amor  de  sus  vestiduras, 
qae  en  las  mismas  letras  significan  los  fieles  que  se  alle- 
gm  á  Criito,  le  rodeaba  el  corazón. 

»Mas  dejemos  esto,  que  es  llano,  y  pasemos  al  oficio 
del  pas'.or  y  á  lo  propio  que  le  pertenece.  Porque  si  es 
del  oficio  del  pastor.gobernar  apacentando,  como  agora 
decía,  solo  Cristo  es  pastor  verdadero,  porque  él  solo  es, 
enlre  lodos  cuantos  gobernaron  jamás,  el  que  pudo  usar 
.y  el  que  usa  desle  género  de  gobierno.  Y  así,  en  el 
salmo,  David,  balitando  d'-sle  pastor,  juntó  como  una 
misma  cosa  el  apacentar  y  el  regir.  Porque  dice  (e)  : 
—El  Señor  me  rige,  no  me  faltará  nada ,  en  lugar  de 
pastos  abundantes  me  pone.— Porque  el  propio  gober- 
nar de  Cristo,  como  por  ventura  después  diremos,  es 
darnos  su  gracia  y  la  fuerza  eficaz  de  su  es]iírilu;  la 
cual  así  nos  rige,  que  nos  alimenta,  ó  por  decir  la  ver- 
dad, su  regir  principal  es  darnos  alimento  y  sustento. 
Porque  la  gracia  de  Cristo  es  vida  del  alma  y  salud  de 
la  volunlad  y  fuerzas  de  todo  lo  ílaco  que  hay  en  nos- 
otros, y  reparo  de  lo  que  gallan  los  vicios,  y  antídoto 

{c'i  I,  Joan.,  i,  V.  16. 


(a)  Cant.,.'),  V.  2. 
[d)  Exo(l.,3,  Y.  2. 


(b)  Psalm.  120,  v.  4. 
(e)  Psalm.  22,  v.  1. 


LUIS  DE  LEÓN; 

eficaz  contra  su  veneno  y  ponzoña,  y  restaurativo  salu- 
dable, y  finalmente,  mantenimiento  que  cria  en  nos- 
otros inmortalidad  resplandeciente  y  gloriosa.  Y  así, 
todos  los  dichosos  que  por  este  pastor  se  gobiernan  en 
todo  lo  que,  movidos  del,  ó  hacen  ó  padecen,  crecen  y 
se  adelantan  y  adquieren  vigor  nuevo,  y  todo  les  es  vir- 
tuoso y  jugoso  y  sabrosísimo  pasto.  Que  esto  es  lo  que 
él  mismo  dice  en  san  Juan  (f)  :  —El  que  por  mí  en^ 
trare,  entrará  y  saldrá,  y  siempre  hallará  pastos. — Por- 
que el  entrar  y  el  salir,  según  la  propiedad  de  la  Sa- 
grada Escritura,  comprehende  toda  la  vida  y  las  dife- 
rencias de  lo  que  en  ella  se  obra, 

»Por  donde  dice  que  en  el  entrar  y  en  el  salir,  esto 
es,  en  la  vida  y  en  la  muerte,  en  el  tiempo  próspero  y 
en  el  turbio  y  adverso,  en  la  salud  y  en  la  flaqueza,  en 
la  guerra  y  en  la  paz,  hallarán. sabor  los  suyos  á  quien 
él  guia,  y  no  solamente  sabor,  sino  mantenimiento  de 
vida  y  pastos  substanciales  y  saludables.  Conforme  á  lo 
cual  es  también  lo  que  Esaías  profetiza  de  las  ovejas 
deste  pastor,  cuando  dice  (g):  — Sobre  los  caminos  se- 
rán apacentados,  y  en  todos  los  llanos  pastos  para  ellos, 
no  tendrán  hambre  ni  sed,  ni  las  fatigará  el  bochorno 
ni  el  sol.  Porque  el  piadoso  dellos  los  rige  y  los  lleva  á 
las  fuentes  del  agua. — Que,  como  veis,  en  decir  que  sean 
apacentados  sobre  los  caminos,  dice  que  les  son  pasto 
los  pasos  que  dan  y  los  caminos  que  andan ;  y  que  los 
caminos  que  en  los  malos  son  barrancos  y  estropiezos 
y  muerte,  como  ellos  lo  dicen  (h)  :  — Que  anduvieron 
caminos  dificultosos  y  ásperos, — en  las  ovejas  deste 
pastor  son  apaslamíento  y  alivio.  Y  dice  que  así  en  los 
altos  ás])eros  como  en  los  lugares  llanos  y  hondos,  esto 
es,  como  decía,  en  todo  lo  que  en  la  vida  sucede,  tienen 
sus  cebos  y  pastos  seguros  de  hambre  y  defendidos  del 
sol.  Y  esto  ¿porque?  Porque  dice:  El  que  se  apiadó  de- 
llos, ese  mismo  es  el  que  los  rige.  Que  es  decir  que  por- 
que los  rige  Crislo,  que  es  el  que  solo  con  obra  y  con 
verdad  se  condolió  de  los  hombres.  Como  señalando  lo 
que  decimos,  que  su  regir  es  dar  gobierno  y  sustento, 
y  guiar  siempre  á  los  suyos  á  las  fuentes  del  agua,  que 
es  en  la  Escritura  á  la  gracia  del  Espíritu,  que  refresca 
y  cria  y  engruesa  y  sustenta. 

»Y  también  el  Sabio  miró  á  esto  adó  dice  (i)  que 
la  ley  de  la  sabiduría  es  fuente  de  vida.  Adonde,  co- 
mo parece,  juntó  la  ley  y  la  fuente;  lo  uno,  porque  po- 
ner Cristo  á  sus  ovejas  ley,  es  criar  en  ellas  fuerzas  y 
salud  para  ella  por  medio  de  la  gracia,  así  como  he  di- 
cho. Y  lo  o!ro,  porque  eso  mismo  que  nos  manda  es 
aquello  de  que  se  ceba  nuestro  descanso  y  nuestra  ver- 
dal lera  vida.  Porque  todo  lo  que  nos  manda  es  que  vi- 
vamos en  descanso  y  que  gocemos  de  paz,  y  queseamos 
ricos  y  alegres,  y  que  consigamos  la  verdadera  nobleza. 
Porque  no  planló  Dios  sin  causa  en  nosotros  los  deseos 
destos  bienes,  ni  condenó  loque  él  mismo  plantó;  sino 
que  la  ceguetlad  de  nuestra  miseria,  movida  del  deseo, 
y  no  conociendo  el  bien  á  que  «c  endereza  el  deseo,  y 
engañada  de  oirás  cosas  que  tiene  apariencia  de  aque- 
llo que  se  desea  por  apetecer  la  vida,  sigue  la  muerte, 
y  en  lugar  de  las  riquezas  y  de  la  honra  va  desalentada 
en  pos  de  la  aírenla  y  de  la  pobreza.  Y  así,  Crislo  nos 

if)  Joair.,  10,  V.  9.     {ff)  Esa!.,  49,  v.  Q.    (/;)  Sapicii.,  S,  v.  7. 
(i)  Prov.,  13,  V.  14. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO,  — LIBUO  PRIMERO. 


91 


Pone  leyes  que  nos  guien  sin  error  á  aquello  verdadero 
que  nuestro  deseo  apetece, 

))De  manera  que  sus  leyes  dan  vida,  y  lo  que  nos 
manda  es  nuestro  puro  sustento,  y  apaciéntanos  con 
salud  y  con  deleite  y  con  honra  y  descanso,  con  esas 
mismas  reglas  que  nos  pone  con  que  vivamos.  Que,  co- 
mo dice  el  Profeta  (a) :  — ^4cerca  de  tí  está  la  fuente  de 
la  vida,  y  en  tu  lumbre  veremos  la  lumbre.— Porque  la 
vida  y  el  ver,  que  es  el  ser  verdadero,  y  las  obras  que 
á  tal  ser  le  convienen,  nacen  y  manan  como  de  fuente 
de  la  lumbre  de  Cristo.  Esto  es  de  las  leyes  suyas,  así 
las  de  gracia  que  nos  da  como  las  de  mandamientos  que 
nos  escribe.  Que  es  también  la  causa  de  aquella  quere- 
lla contra  nosotros,  suya  tan  justa  y  tan  sentida,  que 
pone  por  Jeremías ,  diciendo  (6)  :  —Dejáronme  á  mí, 
fuente  de  agua  viva,  y  caváronse  cisternas  quebradas, 
en  que  el  agua  no  para.— Porque  guiándonos  él  al  ver- 
dadero pasto  y  al  bien,  escogemos  nosotros  por  nuestras 
manos  lo  que  nos  lleva  á  la  muerte.  Y  siendo  fuente  él, 
buscamos  nosotros  pozos ;  y  siendo  manantial  su  cor- 
riente, escogemos  cisternas  rotas,  adonde  el  agua  no  se 
detiene.  Y  á  la  verdad,  así  como  aquello  que  Cristo  nos 
manda  es  lo  mismo  que  nos  sustenta  la  vida;  así  lo 
que  nosotros  por  nuestro  error  escogemos,  y  los  cami- 
nos que  seguimos,  guiados  de  nuestros  antojos,  no  se 
pueden  nombrar  mejor  que  como  el  Profeta  los  nombra. 
»Lo  primero,  cisternas  cavadas  en  tierra  con  increíble 
trabajo  nuestro,  esto  es,  bienes  buscados  entre  la  vileza 
del  polvo  con  diligencia  infinita.  Que  sí  consideramos 
lo  que  suda  el  avariento  en  su  pozo,  y  las  ansias  con 
que  anhela  el  ambicioso  á  su  bien ,  y  lo  que  cuesta  de 
dolor  al  lascivo  el  deleite,  no  hay  trabajo  ni  miseria 
que  con  la  suya  se  iguale.  Y  lo  segundo  nombra  las 
cisternas  secas  y  rotas ,  grandes  en  apariencia  y  que 
convidan  á  sí  á  los  que  de  lejos  las  ven  y  les  prometen 
agua  que  fatiga  su  sed ;  mas  en  la  verdad  son  hoyos 
hondos  y  escuros,  y  yermos  de  aquel  mismo  bien  que 
prometen,  ó  por  mejor  decir,  llenos  de  lo  que  le  con- 
tradice y  repugna,  pwque  en  lugar  de  agua  dan  cieno, 
Y  la  riíjueza  del  avaro  le  hace  pobre.  Y  a!  ambicioso  su 
deseo  de  honra  le  trae  á  ser  apocado  y  vil  siervo.  Y  el 
deleite  deshonesto  á  quien  lo  ama  le  alormeata  y  en- 
ferma. 

»Mas  si  Cristo  es  pastor  porque  rige  apartando  y  por- 
que sus  mandamientos  son  mantenimientos  de  vida, 
también  lo  será  porque  en  su  regir  no  mide  á  sus  ga- 
nados por  un  mismo  rasero,  sino  atiende  á  lo  particu- 
lar de  cada  uno  que  rige.  Porque  rige  apacentando,  y 
el  pasto  se  mide  según  la  hambre  y  necesidad  de  cada 
amo  que  pace.  Por  donde,  entre  las  propietlades  del  buen 
pastor  pone  Cristo  en  el  Evangelio  (c),  —  que  llama 
por  su  nombre  á  cada  una  de  sus  ovejas ;  que  es  de- 
cir que  conoce  lo  particular  de  cada  una  dolías,  y  la  ri- 
ge,-llama  al  bien  en  la  forma  particular  que  mas  le 
conviene,  no  á todas  por  una  forma,  sino  á  cada  cual 
por  la  suya.  Que  de  una  manera  pace  Cristo  á  los  flacos, 
y  de  otraá  los  crecidos  en  fuego;  de  una á los  perfec- 
tos, y  de  otra  á  los  que  aprovechan ;  y  tiene  con  cada 
uno  su  estilo,  y  es  negocio  maravilloso  el  secreto  trato 
5ue  tiene  con  sus  ovejas,  y  sus  cUferentes  y  admirables 
(a)  Psalm.  55j  v,  10,    {b¡  Jier.,  2,  y.  13.    [c]  Joan.,  10,  v,  3. 


maneras.  Que  ansí  como  en  el  tiempo  que  vivió  con 
nosotros,  en  las  curas  y  beneficios  que  hizo  no  guardó 
con  todos  una  misma  forma  de  hacer,  sino  á  unos  curó 
con  su  sola  palabra,  á  otros  con  su  palabra  y  presen- 
cía,  á  otros  tocó  con  la  mano,  á  otros  no  los  sanaba 
luego  después  de  tocados,  sino  cuando  iban  su  camino, 
y  ya  del  apartados  les  enviaba  salud ;  á  unos  que  se  la 
pedían  y  á  otros  que  le  miraban  callando  ;  ansí  en  este 
trato  oculto  y  en  esta  medicina  secreta  que  en  sus  ove- 
jas continuo  hace,  es  extraño  milagro  ver  la  variedad 
de  que  usa  y  cómo  se  hace  y  se  mide  á  las  figuras  y 
condiciones  de  todos.  Por  lo  cual  llama  bien  san  Pe- 
dro ((/)  multiforme  á  su  gracia,  porque  se  transforma 
con  cada  uno  en  diferentes  figuras. 

))Y  no  es  cosa  que  tiene  una  figura  sola  ó  un  ros- 
tro. Antes  como  al  pan  que  en  el  templo  antiguo  se  po- 
nía ante  Dios  (e),  que  fué  clara  imagen  de  Cristo,  le 
llama  pan  de  faces  la  Escritura  divina;  así  el  gobierno 
de  Cristo  y  el  sustento  que  da  á  los  suyos  es  de  muchas 
faces  y  es  pan.  Pan  porque  sustenta,  y  de  muchas  fa- 
ces ^oorque  se  hace  con  cada  uno  según  su  manera,  y 
como  en  el  maná  dice  la  Sabiduría  que  hallaba  cada 
uno  5U  gusto,  así  diferencia  sus  pastos  Cristo,  confor- 
mándose con  las  diferencias  de  todos.  Por  lo  cual  su 
gobierno  es  gobierno  extremadamente  perfecto ;  porque, 
como  dice  Platón  {f) :  —No  es  la  mejor  gobernación  la 
de  leyes  escritas;— porque  son  unas  y  no  se  mudan,  y 
los  casos  particulares  son  muchos  y  que  se  varían,  se- 
gún las  circunstancias,  por  horas,  Y  así,  acaece  no  ser 
justo  en  este  caso  lo  cpie  en  común  se  estableció  con 
justicia;  y  el  tratar  con  sola  ley  escrita  es  como  tratar 
con  un  hombre  cal>ezudo  por  una  parte  y  que  no  ad- 
mite razón,  y  por  otra  poderoso  para  hacer  lo  que  di- 
ce, que  es  trabajoso  y  fuerte  caso.  La  perfecta  gober- 
nación es  de  ley  viva,  que  entienda  siempre  lo  mejor,  y 
que  quiera  siempre  aquello  bueno  que  entiende.  De 
manera  que  la  ley  sea  el  bueno  y  sano  juicio  del  que 
gobierna ,  que  se  ajusta  siempre  con  lo  particular  de 
aquel  á  quien  rige. 

»Mas  porque  este  gobierno  no  se  halla  en  el  suelo, 
porque  ninguno  de  los  que  hay  en  él  es  ni  tan  sabio  ni  tan 
bueno,  que  ,  ó  no  se  engañe  ó  no  quiera  hacer  lo  que 
ve  que  no  es  justo,  por  eso  es  imperfecta  la  goberna- 
ción de  los  hombres ,  y  solamente  no  lo  es  la  manera 
c-on  que  Cristo  nos  rige,  que,  como  está  perfectamente 
dotado  de  saber  y  bondad,  ni  yerra  en  lo  justo  ni  quiere 
lo  que  es  malo ;  y  así,  siempre  ve  lo  que  á cada imo  con- 
viene, y  á  eso  mismo  le  guia,  y  como  san  Pablo  de  sí 
¿l^.Q  ^(^)  :  _  A  todos  se  hace  todas  las  cosas,  para  ganar- 
los á  todos.— Que  toca  ya  en  lo  tercero  y  proprio  de 
este  oficio,  según  que  dijimos,  que  es  ser  un  oficio  lleno 
de  muchos  oficios ,  y  que  todos  los  administra  el  pas- 
tor. Porque  verdaderamente  es  así ,  que  todas  aquellas 
cosas  que  hacen  para  la  felicidad  de  los  hombres,  que 
son  diferentes  y  muchas,  Cristo  principalmente  las  eje- 
cutaylas  hace;  que  él  nos  llama,  y  nos  corrige,  y  nos  lava, 
y  nos  sana,  y  nos  santifica ,  y  nos  deleita ,  y  nos  viste 
de  gloria.  Y  de  todos  los  medios  de  que  Dios  usa  para 
guiar  bien  un  alma,  Cristo  es  el  merecedor  y  el  autor. 

(<í)  I,  Petr.,  4,  V.  10.     [e,  ExolI.,  2o,  v.  5C>.       [f)  Plat.,  lil).  -1, 
de  Rep.   (s)  i,  Coriat.,  9,  v.  í'3. 


^2  OBRAS  DE  FRAY 

wMaí  ¡  qué  bien  y  qué  copiosamente  dice  desto  el  Pro- 
feta! Porque  el  Señor  Dios  dice  asi  (a)  :  —  Yo  mismo 
buscaré  mis  ovejas  y  las  rebuscaré ;  como  revee  el  pas- 
tor su  rebaño  cuando  se  pone  en  medio  de  sus  despar- 
tidas ovejas,  así  yo  buscaré  mi  ganado;  sacaré  mis 
ovejas  de  todos  los  lugares  adó  se  esparcieron  en  el  dia 
de  la  nube  y  de  la  escuridad,  y  sacaré  las  de  los  pue- 
blos, y  recogerlas  lie  de  las  tierras,  y  lornarélas  á  meter 
en  su  patria,  y  las  apacentaré  en  los  montes  de  Israel. 
En  los  arroyos  y  en  todas  las  moradas  del  suelo  las  apa- 
centaré con  pastos  muy  buenos,  y  serán  sus  pastos  en 
los  montes  de  Israel  mas  erguidos.  Allí  reposarán  .en 
pastos  sabrosos,  y  pacerán  en  los  montes  de  Israel  pas- 
tos gruesos.  Yo  apacentaré  á  mi  rebaño  y  yo  le  haré 
que  repose,  dice  Dios  el  Señor.  A  la  oveja  perdida  bus- 
caré, á  la  absentada  tornaré  á  su  rebaño,  ligaré  á  la 
quebrada  y  daré  fuerza  á  la  enferma ,  y  á  la  gruesa  y 
fuerte  castigaré,  paceréla  en  juicio.  —  Porque  dice 
que  él  mismo  busca  sus  ovejas,  y  que  las  guia  si  estaban 
perdidas,  y  si  cautivas  las  redime,  y  si  enfermas  las 
sana,  y  él  mismo  las  libra  del  mal  y  las  mete  en  el  bien 
y  las  sube  á  los  pastos  mas  altos.  En  todos  los  arroyos 
y  en  todas  las  moradas  las  apacienta,  porque  en  todo 
bque  les  sucede  les  halla  pastos,  y  en  lodo  lo  que  per- 
manece ó  se  pasa;  y" porque  todo  es  por  Cristo,  añade 
laego  el  Profeta  (6)  :  — Yo  levantaré  sobre  ellas  un  pas- 
tor y  apacenlarálas  mi  siervo  David ;  él  las  apacentará 
y  él  será  su  pastor;  y  yo,  el  Señor,  seré  su  Dios;  y  en 
medio  deilas  ensalzado  mi  siervo  David. — 

)>En  que  se  consideran  tres  cosas.  Una  que  para  po- 
ner en  ejecución  todo  esto  que  promete  Dios  á  los  su- 
yos, les  dice  que  les  dará  á  Cristo,  pastor,  á  quien  lla- 
ma siervo  suyo,  y  David ,  porque  es  dosceniliente  do 
D'dvid  según  la  carne ,  en  que  es  menor  y  sujeto  á  su 
padre.  Lo  segunda,  que  para  tantas  cosas  promete  un 
so!o  pastor,  así  para  mostrar  que  Cristo  puede  con  to- 
do, como  para  enseñar  que  en  él  es  siempre  uno  el  que 
rige.  Porque  en  los  hombres,  aunque  sea  uno  solo  el 
que  gobierna  á  los  otros ,  nunca  acontece  que  los  go- 
bierne uno  solo,  porque  de  ordinario  viven  en  uno  niu- 
c!io5,sus  pasiones,  sus  afectos,  sus  intereses,  que  manda 
cada  uno  su  parle.  Y  la  tercera  es,  que  este  pastor  que 
Dios  prome'.e  y  tiene  dado  á  su  Iglesia,  dice  que  ha  de 
o.-lar  levantado  en  medio  de  sus  ovejas ,  que  es  decir 
que  ha  de  residir  en  lo  secreto  de  sus  entrañas ,  ense- 
ñoreándose deilas,  y  que  las  ha  de  apacentar  dentro  de 
sí.  Porque  cierto  es  que  el  verdadero  pasto  del  hombre 
está  dentro  del  mismo  hombre  y  en  los  bienes  de  que  es 
señor  cada  uno.  Ponjue  es  sin  duda  el  fundamento  del 
bien  aquella  división  de  bienes  en  que  Epitecto,  filó- 
sofo, comienza  su  libro;  porijuedicedcsla  manera  : — De 
las  cosas,  unas  están  en  nuestra  mano  y  otras  fuera  de 
nuesiro  poder.  En  nuestra  mano  están  los  juicios ,  los 
apetüoí,  los  deseos  y  los  desvíos,  y  en  una  palabra,  to- 
das las  que  son  nuestras  obras.  Fuera  de  nuestro  poder 
eslán  el  cuerpo  y  la  hacienda,  y  las  honras  y  los  man- 
dos, y  en  una  palabra,  todo  lo  que  no  es  obras  nues- 
tras. Las  que  están  en  nuestra  mano  son  libres  de  suyo 
y  que  no  padecen  estorbo  ni  impediuT^nlo,  mas  las  que 
van  fuera  de  nuestro  poder  son  flacas  y  siervas  y  que 
(fl)  Ezcc,  34,  V.  11.    (A)  Ezec,  34,  v.  23. 


LUIS  DE  LEÓN. 

nos  pueden  ser  estorbadas  y  al  fin  son  ajenas  todas. 
Por  lo  cual  conviene  que  adviertas  que  si  lo  que  de  su- 
yo es  siervo  lo  tuvieres  por  libre  tú,  y  tuvieres  por  pro- 
prio  lo  que  es'ajeno,  serás  embarazado  fácilmente  y  cae- 
rás en  tristeza  y  en  turbación,  y  reprehenderás  á  veces 
á  los  hombres  y  á  Dios.  Mas  si  solamente  tuvieres  por 
tuyo  lo  que  de  veras  lo  es,  y  lo  ajeno  por  ajeno,  como 
lo  es  en  verdad,  nadie  te  podi'á  hacer  fuerza  jamás,  nin- 
guno estorbará  tu  designio,  no  reprehenderás  á  nin- 
guno" ni  tendrás  queja  del,  no  liarás  naila  forzado,  na- 
die le  dañará,  ni  tendrás  enemigo,  ni  padecerás  detri- 
menlo. — 

»Por  manera  que,  por  cuan! o  la  buena  suerte  del 
hombre  consiste  en  el  buen  uso  de  aquellas  obras  y  co- 
sas de  que  es  señor  enteramente,  todas  las  cuales  obras 
y  cosas  tiene  el  hombre  dentro  de  si  mismo  y  debajo  de 
su  gobierno,  sin  respeto  á  fuerza  exterior;  por  e^o  el 
regir  y  el  apacentar  al  hombre  es  el  hacer  que  use  bien 
deslo  que  es  suyo  y  que  tiene  encerrado  en  sí  .mismo. 
Y  así,  Dios  con  justa  causa  pone  á  Cristo,  que  es  su  pas- 
tor, en  medio  de  las  entrañas  del  hombre,  para  que,  po- 
deroso sobre  ellas,  guie  sus  opiniones,  sus  juicios,  sus 
apetitos  y  deseos  al  bien,  con  que  se  áliaienic  y  cobre 
siempre  mayores  fuerzas  el  alma,  y  se  cu.mpla  desta  n;a- 
nera  lo  que  el  mismo  Profela  dice  :  — Que  serán  apacen- 
tados en  todos  los  mejores  pastos  de  su  tierra  propria ; — 
esto  es,  en  aquello  que  es  pura  y  propiamente  buena 
suerte  y  buena  dicha  del  hombre.  Y  no  en  esto  sola- 
mente, sino  también  «en  los  montes  altísimos  de  Is- 
rael», que  son  los  bienes  soberanos  del  ciclo,  que  so- 
laran á  los  nalurales  bienes  sobre  toda  manera,  porque  * 
es  señor  de  toilos  ellos  aquese  minino  paslcr  que  los 
guia,  ó  para  decir  la  verdad,  porque  los  tiene  todos 
y  amontonados  en  sí. 

))Y  porque  los  Heneen  sí,  por  esta  misma  causa,  lan- 
zándose en  medio  de  su  ganado,  mueve  siempre  á  sí  sus 
ovejas,  y  no  liuizándose  solamente,  sino  levantándose  y 
encum¡)rándo.se  en  ellas,  según  loque  el  Profeta  del 
dice.  Porque  en  sí  es  alto  por  el  amontonamiento  de 
bienes  soberanos  que  liene,  y  en  ellas  es  alto  también, 
porque  apacentándolas  las  levanta  del  suelo  y  las  aleja 
cuanlo  mas  va  de  la  tierra,  y  las  tira  siempre  hacia  sí 
mismo  y  las  enrisca  en  su  alteza ,  encumbrándolas 
siempre  mas  y  entrañándolas  en  los  aUísimos  bienes 
suyos.  V  pflrque  e!  uno  mismo  está  en  los  pechos  de 
cada  una  de  sus  ovejas,  y  porque  su  pacerlas  es- ayun- 
tarlas Qi:)nsigo  y  entrañarlas  en  sí,  como  agora  decía,  por 
eso.le  conviene  también  lo  postrero,  que  pertenece  al 
pastor,  que  es  hacer  unidad  y  rebaño.  Lo  cual  hace  Cristo 
por  maravilloso  modo,  como  por  ventura  diremos  des- 
pués. V  bástenos  decir  agora  que  no  está  la  vestidura  tan 
allegada  al  ruerjto  del  que  la  viste ,  ni  ciñe  tan  estre- 
chamente por  la  ciniura  la  cinta,  ni  seayunlan  tan 
conformemente  la  cabeza  y  los  miembros,  ni  los  padres 
tjon  tan  deudos  del  hijo,  ni  el  es[>oso  con  su  esposa  tan 
uno,  cuanlo  Cristo,  nuestro  divino  pastor,  consigo  y 
entre  sí  hace  una  su  grey. 

»>.\sí  lo  pille  y  así  lo  alc.mza ,  y  así  de  hecho  lo  hace. 
Que  l(»s  demás  hombros  que  antes  del  y  sin  el  intro- 
dujeron en  el  inundo  leyes  y  f-cclas,  no  semblaron  paz, 
sino  división,  y  no  vinieron  á  reducir  á  rebaño,  sino. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.  —  LIBRO  PRIMERO. 


como  Cristo  dice  en  san  Juan  (a)  -.  — Fueron  ladrones 
y  mercenarios ,  que  entraron  á  dividir  y  desollar  y  dar 
muerte  al  rebaño. — Que,  aunque  la  muchedumbre  de  los 
malos  haga  contra  las  ovejas  de  Cristo  bando  por  sí,  no 
por  eso  los  malos  son  unos  ni  hacen  un  rebaño  suyo  en 
que  estén  adunados;  sino  cuanto  son  sus  deseos  y  sus  pa- 
siones y  sus  pretendencias,  que  son  diversas  y  muchas, 
tanto  están  diferentes  contra  sí  mismos ;  y  no  es  rebaño 
el  suyo  de  unidad  y  de  paz,  sino  ayuntamiento  de  guerra 
y  gavilla  de  muchos  enemigos,  que  entre  sí  mismos  se 
aborrecen  y  dañan,  porgue  cada  uno  tiene  su  diferente 
querer.  Mas  Cristo,  nuestro  pastor,  porque  es  verdade- 
ramente pastor,  hace  paz  y  rebaño.  Y  aun  por  esto, 
allende  de  lo  que  dicho  tenemos ,  le  llama  Dios  Pastor 
uno  en  el  lugar  alegado;  porqi^  su  oficio  todo  es  ha- 
cer unidad.  Así  que,  Cristo  es  pastor  por  todo  lo  dicho, 
y  porque  si  es  del  pastor  el  desvelarse  para  guardar  y 
mejorar  su  ganado,  Cristo  vela  sobre  los  suyos  siempre 
y  los  rodea  solícito.  Que,  como  David  dice  (6): — Los 
ojos  del  Señor  sobre  los  justos,  y  sus  oídos  en  sus  rue- 
gos. Y  aunque  la  madre  se  olvide  de  su  hijo,  yo,  di- 
ce (c)'  no  me  olvido  de  tí. — Y  si  es  del  pastor  trabajar 
por  su  ganado  al  frío  y  al  hielo,  ¿quién  cual  Cristo  tra- 
bajó por  el  bien  de  los  suyos?  Con  verdad  Jacob,  como 
en  su  nombre,  decía  (d):  —  Gravemente  laceré  de  noche 
y  de  día,  unas  veces  íil  calor  y  otras  veces  al  hielo,  y 
huyó  de  mis  ojos  el  sueño. — Y  si  es  del  pastor  servir 
abatido,  vivir  en  hábito  despreciado,  y  no  ser  adorado 
y  servido,  Cristo,  hecho  al  traje  de  sus  ovejas,  y  vestido 
de  su  bajeza  y  su  piel,  sirvió  por  ganar  su  ganado. 

))Y  porque  habernos  dicho  cómo  le  conviene  á  Cristo 
todo  lo  que  es  del  pastor,  digamos  agora  las  ventajas 
que  en  este  oficio  Cristo  hace  á  todos  los  otros  pasto- 
res. Porque  no  solamente  es  pastor,  sino  pastor  como 
no  lo  fué  otro  ninguno  ;  que  así  lo  certificó  él  cuando 
dijo  (e) : — Yo  soy  el  buen  pastor. — Que  el  bueno  allí  es 
señal  de  excelencia,  como  si  dijese  el  pastor  aventaja- 
do entre  todos.  Pues  sea  la  primera  ventaja,  que  los 
otros  lo  son  ó  por  caso  ó  por  suerte ,  mas  Cristo  nació 
para  ser  pastor,  y  escogió  antes  que  naciese,  nacer  pa- 
ra ello  ;  que,  como  de  sí  mismo  dice  (/"),  abajó  del  cie- 
lo y  se  hizo  pastor  hombre,  para  buscar  al  hombre,  ove- 
ja perdida.  Y  así  como  nació  para  llevar  á  pacer,  dio 
luego  que  nació  á  los  pastores  nueva  de  su  venida.  De- 
más desto,  los  otros  pastores  guardan  el  ganado  que  ha- 
llan ,  mas  nuestro  pastor  él  se  hace  el  ganado  que  ha 
de  guardar.  Que  no  solo  debemos  á  Cristo  que  nos  ri- 
ge y  nos  apacienta  en  la  forma  ya  dicha,  sino  también, 
y  primeramente,  que  siendo  animales  fieros,  nos  da 
condiciones  de  ovejas ,  y  que  siendo  perdidos,  nos  hace 
ganados  suyos ,  y  que  cria  en  nosotros  el  espíritu  de 
sencillez  y  de  mansedumbre  y  de  santa  y  fiel  humil- 
dad, por  el  cual  pertenecemos  á  su  rebaño.  Y  la  terce- 
ra ventaja  es,  que  murió  por  el  bien  de  su  grey  ;  lo  que 
no  hizo  algún  otro  pastor ;  y  que  por  sacarnos  de  entre 
los  dientes  del  lobo,  consintió  que  hiciesen  en  él  presa 
los  lobos. 

» Y  sea  lo  cuarto,  que  es  así  pastor,  que  es  pasto  tam- 
bién, y  que  su  apacentar  es  darse  á  sí  á  sus  ovejas. 

(a)  Joan.,  10,  v.  8.      (A)  Psalm.  33,  v.  16.     (c)  Esai.,  49,  v.  13. 

l«*;  G«nes.,  31,  Y.  4,    W  Jqsji.,  lO,  v.  ij.   V;  Lueae,  13,  v,  4- 


9.3 

Porque  el  regir  Cristo  á  los  suyos  y  el  llevarlos  al  pas- 
to, no  es  otra  cosa  sino  hacer  que  se  lance  en  ellos  y 
que  se  embeba  y  que  se  incorpore  su  vida,  y  hacer  que 
con  encendimientos  fieles  de  caridad ,  le  traspasen  sus 
ovejas  á  sus  entrañas ,  en  las  críales  traspasado,  muda 
él  sus  ovejas  en  sí.  Porque  cebándose  ellas  del,  se  des- 
nudan á  sí  de  sí  mismas  y  se  visten  de  sus  cualidades 
de  Cristo,  y  creciendo  con  este  dichoso  pasto  el  ganado, 
viene  por  sus  pasos  contados  á  ser  coa  su  pastor  una 
cosa.  Y  finalmente ,  como  otros  nombres  y  oficios  le 
convengan  á  Cristo,  ó  desde  algún  principio  ó  hasta 
un  cierto  fin  ó  según  algún  tiempo,  este  nombre  de 
Paslvr  en  él  carece  de  término.  Porque  antes  que  na- 
ciese en  la  carne ,  apacentó  á  las  criaturas  luego  que 
salieron  á  luz ;  porque  él  gobierna  y  sustenta  las  co- 
sas, y  él  mismo  da  cebo  á  los  ángeles, —  y  todo  espera 
del  su  mantenimiento  á  su  tiempo,  —  como  en  el  sal- 
mo se  dice  {g).  Y  ni  mas  ni  menos,  nacido  ya  hombre, 
con  su  espíritu  y  con  su  carne  apacienta  á  los  hom- 
bres ,  y  luego  que  subió  al  cielo  llovió  sobre  el  suelo 
su  cebo,  y  luego  y  ahora  y  después,  y  en  todos  los  tiem- 
pos y  horas,  secreta  y  maravillosamente  y  por  mil  ma- 
neras los  ceba ;  en  el  suelo  los  apacienta,  y  en  el  ciclo 
será  también  su  pastor,  cuando  allá  los  llevare,  y  en 
cuanto  se  revolvieron  los  siglos  y  en  cuanto  vivieren 
sus  ovejas,  que  vivirán  eternamente  con  él,  él  vivirá 
en  ellas,  comunicándoles  su  misma  vida,  hecho  su  pas- 
tor y  su  pasto. «  Y  calló  Marcelo  aquí,  significando  á  Sa- 
bino que  pasase  adelante,  que  luego  desplegó  el  papel 
y  leyó. 

§.  VIL 

Se  le  da  á  Cristo  el  nombre  de  Monte ;  qué  signiflca  eale  en  la 
Escritura,  y  por  qué  se  le  atribuye  á  Cristo. 

«Llámase  Cristo  Monte,  como  en  el  capítulo  segun- 
do de  Daniel ,  donde  se  dice  que  la  piedi-a  que  hirió 
en  los  pies  de  la  estatua  que  vio  el  rey  de  Babilonia,  y 
la  desmenuzó  y  éleshizo,  se  convirtió  en  un  monte  muy 
grande,  que  ocupaba  toda  la  tierra.  Y  en  el  capítulo 
segundo  de  Isaías  :  — Y  en  los  postreros  días  será  esta- 
blecido el  monte  de  la  casa  del  Señor  sobre  la  cumbre 
de  todos  los  montes.  —  Y  en  el  salmo  67: — El  monte 
de  Dios,  monte  enriscado  y  lleno  de  grosura. — » 

Y  en  leyendo  esto  cesó.  Y  dijo  Juliano  luego :  «Pues 
que  este  vuestro  papel,  Marcelo,  tiene  la  condición  de 
Pitágoras,  qiie  dice,  y  no  da  razón  de  lo  que  dice,  jus- 
to será  que  nos  la  deis  vos  por  él.  Porque  los  lugares 
que  agora  alega ,  mayormente  los  dos  postreros,  alga- 
nos  podrían  dudar  si  hablan  de  Cristo  ó  no. »  «  Muchos 
dicen  muchas  cosas,  respondió  Marcelo ;  pero  el  papel 
siguió  lo  mas  cierto  y  lo  mejor,  porque  en  el  lugar  de 
Esaías  casi  no  hay  palabras,  así  en  él  como  en  lo  que 
le  antecede  ó  se  le  sigue,  que  no  señale  á  Cristo,  como 
con  el  dedo.  Lo  primero  dice:— En  los  dias postreros, — 
y  como  sabéis,  lo  postrero  de  los  dias,  ó  los  dias  postre- 
ros, en  la  Santa  Escrituraos  nombre  que  se  da  al  tiem- 
po en  que  Cristo  vino,  como  se  parece  en  la  profecía  de 
Jacob,  en  el  capítulo  último  del  libro  de  la  creación  {h) 
y  en  otros  muchos  lugares.  Porque  el  tiempo  de  su  ve- 
nida, en  el  cual  juntamente  con  Cristo  comenzó  á  na^ 

(g)  Píílm,  193,  V.  27,     (/i;  G^ues.,  4í),  V.  1, 


94  OBRAS  DE  FRAY 

ccr  la  luz  del  Evangelio,  y  el  espacio  que  dura  el  mo- 
vimieiUo  dcsla  luz,  que  es  el  espacio  de  su  predicación, 
que  va  como  un  sol  cercando  el  mundo ,  y  pasando  de 
unas  naciones  en  otras ;  así  que  todo  el  discurso  y  su- 
ceso Y  duración  de  aqueste  akimbramienlo  se  llama 
un  dia,  porque  es  como  el  nacimiento  y  vueña  que  da 
e!  sol  en  un  dia,  y  Húmase  postrero  dia,  porque  en  aca- 
bando el  sol  del  Evangelio  su  curso,  que  será  en  ha- 
biendo amanecido  á  todas  las  tierras ,  como  este  sol 
amanece,  no  ha  di  sucederle  otro  dia. — Y  será  predi- 
cado, dice  Crisfo  (a),  aqueste  Evangelio  por  todo  el 
mundo,  y  luego  vendrá  el  fin. — 

))Demás  deslo  dice: — Será  establecido,. — Y  la  palabra 
original  significa  un  establecer  y  afirmar  no  mudable, 
ni  como  si  dijésemos,  movedizo  ó  sujeto  á  las  injurias 
y  vueltas  del  tiempo.  Y  así,  en  el  salmo  con  esta  mis- 
ma palabra  se  dice  {h) : — El  Señor  aíirnió  su  trono  so- 
bre los  cielos. — Pues  ¿qué  monte  otro  hay  ó  qué  gran- 
deza no  sujeta  á  mudanza,  sino  es  Cristo  solo,  cuyo 
reino  no  tiene  fin,  como  dijo  ala  Virgen  el  Ángel?  Pues 
¿qué  se  sigue  Iras  esto?— El  monte,  dice,  de  la  casa  del 
Señor. — Adonde  la  una  palabra  es  como  declaración 
de  la  otra,  como  diciendo  el  moale,  esto  es,  la  casa  del 
Siiñor.  [.a  cual  casa  entre  todas  por  excelencia  es  Cris- 
to, nuestro  Redentor,  en  quien  reposa  y  mora  Dios  en- 
teramente. Como  es  escrito  (c) : — En  el  cual  reposa 
todo  lo  lleno  de  la  divinidad.~Y  dice  mas:— Sobre  la 
cumbre  de  los  montes. — Que  es  cosa  que  solamente  de- 
Cristo  se  puede  con  verdad  decir.  Porque  monte  en  la 
Escritura  y  en  la  secreta  manera  de  hablar  de  que  en 
ella  usa  el  Espíritu  Santo,  significa  todo  lo  eminente, 
6  en  poder  tem[ioral,  como  son  los  príncipes,  ó  en  vir- 
tud y  saber  espiritual,  como  son  los  profetas  y  los  pre- 
lados; y  decir  montes  sin  limitación,  es  decir  todos  los 
montes,  ó  (como  se  entiende  de  un  artículo  que  está  en 
el  primero  texto  en  aqueste  lugar)  es  decir  los  mon- 
tes mas  señalados  de  todos,  así  por  alteza  de  sitio  co- 
mo por  otras  cualidades  y  condicionas  suyas.  Y  decir 
que  será  establecido  sobre  todos  los  montes,  no  es  de- 
cir solamente  que  este  monte  es  mas  levantado  que  los 
demás,  sino  que  está  situado  sobre  la  cabeza  de  todos 
olios;  por  manera  que  lo. mas  bajo  del  está  sobrepues-. 
to  á  lo  que  es  en  ellos  mas  alto. 

»  Y  así  juntando  con  palabras  descubiertas  todo  aques- 
to que  he  dicho,  resultará  de  lodo  aquesta  .sontencia  : 
Que  la  raiz,  ó  como  llamamos,  la  falda  deste  monte  que 
dice  Esaias,  esto  es,  lo  menos  y  mas  humilde  del,  tie- 
ne debajo  de  sí  á  todas  las  altezas  mas  señaladas  y  al- 
ias que  hay,  así  tenijioralos  como  espirituales.  Pues 
¿qué  alteza  6  encumbramiento  será  aqueste  tan  grande, 
si  Cristo  no  es?  O  ¿á  qué  otro  monte  de  los  que  Dios  tie- 
ne convendrá  una  semejante  grandeza?  Veamos  loque 
la  Santa  Escritura  dice  cuando  habla  con  palabras  lla- 
nas y  sencillas  de  Cristo,  y  cotejémoslo  con  los  rodeos 
de  aqueste  lugar,  y  si  halláremos  que  ambas  parles  di- 
cen lo  mismo,  no  dudemos  de  que  es  uno  mismo  a(|uel 
de  quien  hablan.  ¿Qué  dice  Daviil?  ((/)— Dijo  el  Señor 
á  mi  Señor :  Asiéntale  á  mi  mano  derecha  hasta  que 
ponga  por  escaño  de  lus  pies  á  tus  enemigos. — Y  el 

(a)  Mnlih.,  2t,  v.  li.     (i)  Psalm.  C7,  v.  17.    (c)  Cotos!,  2,  y.  9, 
(d)  Psalm.  10 J,  V.  1. 


LUIS  DE  LEÓN. 

apóstol  san  Pablo  (e):— Para  que  al  nombre  de  Jesús 
doblen  las  rodillas  todos,  ansí  los  del  cielo  como  los  de 
la  tierra  y  los  del  infierno.— Y  él  mismo,  hablando  pro- 
piamente del  misterio  de  Cristo,  dice  (/") :  — Lo  fiaco 
de  Dios  que  parece,  es  mas  valiente  que  la  fortaleza  to- 
da, y  lo  inconsiderado,  mas  sabio  que  cuanto  los  hom- 
bres saben. — Pues  allí  se  pone  el  monte  sobre  los  mon- 
tes, y  aquí  la  alteza  toda  del  mundo  y  del  inlierno  por 
escaño  de  los  pies  de  Jesucristo.  Aquí  se  le  arrodilla  lo 
criado,  allí  lodo  lo  alto  le  está  sujeto.  Aquí  su  humil- 
dad, su  desprecio,  su  cruz,  se  dice  ser  mas  sabia  y  mas 
poderosa  que  cuanto  pueden  y  saben  los  hombres;  allí 
la  raiz  de  aquel  monte  se  pone  sobre  las  cumbres  de 
todos  los  montes. 

))Ansí  que,  no  debemos  dudar  de  que  es  Cristo  aques- 
te monte  de  que  haola  Esaias.  Ni  menos  de  que  es 
aquel  de  quien  cania  David  en  las  palabras  del  salmo 
alegado.  El  cual  salmo  todo  es  manifiesta  profecía, 
no  de  un  misterio  solo,  sino  casi  de  lodos  a((uellos  que 
obró  Cristo  para  nuestra  salud.  Y  es  obscuro  salmo  al 
parecer,  pero  obscuro  á  los  (]ue  no  dan  en  la  vena  del 
verdadero  sentido,  y  siguen  sus  imaginaciones  ppoprias, 
con  las  cuales,  como  no  dice  el  salmo  bien,  ni  puede 
decir,  para  ajuslarle  con  ellas  revuelven  la  letra  y  es- 
curecen  y  turban  la  sentencia,  y  al  fin  se  fatigan  en 
balde ;  mas  al  revés,  si  se  toma  una  vez  el  hilo  del  y  su 
intento,  las  mismas  cosas  se  van  diciendo  y  llamándo- 
se unas  á  otras,  y  trabándose  entre  sí  con  maravilloso 
artificio.  Y  lo  que  toca  agora  á  nuestro  propósito  (por- 
que seria  apartarnos  mucho  del  declarar  todo  el  sal- 
mo), ansí  que  lo  que  toca  al  verso  que  deste  salmo 
•alega  el  papel,  para  entender  que  el  monte  de  quien  el 
verso  habla  es  Jesucristo,  basta  ver  lo  que  luego  se  si- 
gue, que  es  monte  en  el  cual  le  aplacio  á  Dios  morar 
en  él,  y  cierto  morará  en  él  eternamente.  Lo  cual,  si- 
no es  Jesucristo,  de  ningún  otro  se  puede  decir.  Y  son 
muy  de  considerar  cada  una  de  las  palabras,  ansí  de 
este  verso  como  del  verso  que  le  antecede ;  pero  no  tur- 
bemos ni  confundamos  el  discurso  de  nuestra  razón. 

«Digamos  primero  qué  quiere  decir  que  Cristo  se  lla- 
me monie,  y  dicho,  y  volviendo  sobre  estos  mismos  lu- 
gares, diremos  algo  de  las  cualidades  que  da  en  ellos 
el  Espíritu  Santo  á  este  monte.  Pues  digo  así,  quedemás 
de  la  eminencia  señalada  que  tienen  los  montes  sobre 
lo  demás  de  la  tierra,  como  Cristo  la  tiene,  en  cuanto 
hombre,  sobre  todas  las  criaturas ;  la  mas  principal  ra- 
zón por  qué  se  llama  monte,  es  por  la  abundancia,  ó  di- 
gámoslo ansí,  por  la  preñez  riquísima  de  bienes  dife- 
rentes que  atesora  y  comprcliendc  en  sí  mismo.  Por- 
que, como  .sabéis,  en  la  lengua  hebrea,  en  que  los  sagra- 
d(is  libros  en  su  primer  origen  se  escriben ,  la  palabra 
conque  el  monte  se  nombra,  según  el  sonido  dellá, 
suena  en  nuestro  castellano  el  preñado  ;  por  manera 
que  los  (pie  nosotros  llamamos  montes,  llama  el  hebreo 
por  nombre  proprio  preñados.  Y  díceles  aqueste  nom- 
bre muy  bien,  no  solo  por  la  figura  que  tienen  alta  y 
redunda,  y  como  hinchada  sobre  la  tierra,  por  lo  cual 
panicen  el  vientre  della,  y  no  vacío  ni  llojo  vientre,  mas 
lleno  y  preñado;  sino  también  porque  tienen  en  sí  co- 
mo concebido,  y  lo  paren  y  sacan  á  luz  á  sus  tiempos,. 

(e)  PhiliD.,  2.  V.  10.    (/■)  I.  Corint..  i,  v,  23, 


DE  LOS  NOMRRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


01 


casi  lodo  aquello  giie  en  la  tierra  se  estima.  Producen 
árboles  de  diferentes  maneras,  unos  que  sirven  de  ma- 
dera para  los  edificios,  y  otros  que  con  sus  frutas  man- 
tienen la  vida.  Paren  yerbas,  mas  que  ninguna  otra 
parle  del  suf>lo ,  de  diversos  géneros  y  de  secretas  y 
eficaces  virtudes.  En  los  montes  por  la  mayor  parle  se 
conciben  las  fuentes  y  los  principios  de  los  ríos,  que 
naciendo  de  allí  y  cayendo  en  los  llanos  después,  y  tor- 
ciendo el  paso  por  ellos,  fertilizan  y  hermosean  las 
tierras.  Allí  se  cria  el  azogue  y  el  eslaño ,  y  las  venas 
ricas  de  la  plata  y  del  oro  y  de  los  demás  metales,  to- 
das las  minas,  las  piedras  preciosas  y  las  canteras  de 
las  piedras  firmes,  que  son  mas  provechosas,  con  que 
se  fortalecen  las  ciudades  con  muros  y  se  ennoblecen 
con  suntuosos  palacios.  Y  finalmente,  son  como  un  ar- 
ca los  montes,  y  como  un  depósito  de  todos  los  ma- 
yores tesoros  del  suelo. 

b  »Pues  por  la  misma  manera  Cristo  nuosíro  Señor,  nff 
solo  en  cuanto  Dios ,  que  según  esta  razón,  por  ser  el 
Verbo  divino,  por  quien  el  Padre  cria  todas  las  cosas, 
las  tiene,  todas  en  sí  de  mejores  quilates  y  ser  que  son 
en  sí  mesmas;  mas  también  según  que  es  hombre,  es  un 
monte  y  un  amontonamiento  y  preñez  de  todo  lo  bue- 
no y  provechoso  y  deleitoso  y  glorioso  que  en  el  deseo 
y  en  el  seno  de  las  criaturas  cabe,  y  de  mucho  mas  que 
no  cabe.  En  él  está  el  remedio  del  numdo  y  la  deslrui- 
cion  del  pecado  y  la  victoria  contra  el  demonio,  y  las 
fuentes  y  mineros  de  toda  la  gracia  y  virtudes  que  se 
derraman  por  nuestras  almas  y  pechos,  y  los  hacen  fér- 
tiles, en  él  tienen  su  abundante  principio ;  en  él  tienen 
sus  raíces,  y  del  nacen  y  crecen  con  su  virtud,  y  se  vis- 
ten de  hermosura  y  de  fruto  las  hayas  altas  y  los  so- 
beranos cedros  y  los  árboles  de  la  mirra,  como  dicen 
los  Cantares,  y  del  incienso,  los  apóstoles  y  los  mártires 
y  profetasur  vírgines.  El  mismo  es  el  sacerdote  y  el  sa- 
crificio, el  pastor  y  el  pasto,  el  doctor  y  la  doctrina,  el 
abogado  y  el  juez ,  el  premio  y  el  que  da  el  premio ,  la 
guia  y  el  camino,  el  médico,  la  medicina,  la  riqueza,  la 
luz,  la  defensa  y  el  consuelo  es  él  mismo  y  solo  él.  En 
él  tenemos  la  alegría  en  las  tristezas ,  el  consejo  en  los 
casos  dudosos,  y  en  los  peligrosos  y  desesperados  el  am- 
paro y  la  salud.     . 

))Y  por  obligarnos  mas  así,  y  porcpie  buscando  lo  que 
nos  es  necesario  en  otras  partes,  no  nos  divirtiésemos 
del ,  puso  en  sí  la  copia  y  la  abundancia ,  ó  si  decimos 
la  tienda  y  el  mercado,  ó  será  mejor  decir  el  tesoro 
abierto  y  liberal  de  todo  lo  que  nos  es  necesario,  útil  y 
dulce,  asi  en  lo  próspero  como  en  lo  adverso,  así  en  la 
vida  como  en  la  muerte  taml)ien ,  así  en  los  años  traba- 
josos de  aqueste  destierro  como  en  la  vivienda  eterna 
y  feliz  adó  caminamos.  Y  como  el  monte  alto  en  la  cum- 
bre se  toca  de  nubesy  las  traspasa,  y  parece  que  llega 
hasta  el  cielo ,  \  en  las  faldas  cria  viñas  y  mieses,  y  da 
paslos  saludables  á  los  ganados;  ansí  lo  alto  y  la  cabeza 
de  Crisloes  Dios,  que  traspasa  los  cielos,  y  es  consejos 
altísimos  de  sabiduría ,  adonde  no  puede  arribar  inge- 
nio ninguno  mortal ;  mas  lo  humilde  del ,  sus  palabras 
llanas ,  la  vida  pobre  y  sencilla  y  santísima  que  mo- 
rando entre  nosotros. vivió,  las  obras  que  como  hombre 
hizo,  y  las  pasiones  y  dolores  que  de  los  hombres  y  por 
los  hombres  sufrió,  son  paslos  de  vida  para  sus  fieles 


ovejas.  Allí  hallamos  el  trigo,  que  esfuerza  el  corazón 
de  los  hombres,  y  el  vino,  que  les  da  verdadera  alegría. 
y  el  olio,  hijo  de  la  oliva  y  engondrador  de  la  luz,  que 
destierra  nuestras  tinieblas. — El  risco,  dice  el  salmo  {a), 
es  refrigerio  de  los  conejos. — Y  en  tí,  oh  verdadera  gua- 
rida de  los  pobrecitos  amedrentados,  Cristo  Jesús ;  y  en 
tí,  oh  amparo  dulce  y  seguro,  oh  acogida  llena  de  fideli- 
dad ,  los  afligidos  y  acosados  del  mundo  nos  esconde- 
mos. Si  vertieren  agua  las  nubes  y  se  abrieron  las  ca- 
nales del  cielo,  y  saliendo  la  mar  de  madre,  se  anegaren 
las  tierras  y  sobrepujaren  como  en  el  diluvio  sobre  los 
montes  las  aguas,  en  este  monte,  que  se  asienta  sobre 
la  cumbre  de  lodos  los  montes,  no  las  tememos.  Y  si  Ios- 
montes,  como  dice  David,  trastornados  de  sus  lugares, 
cayeron  en  el  corazón  de  la  mar,  en  csle  monte  no  mu- 
dable, enriscado,  carecemos  del  miedo. 

))Mas  ¿qué  hago  yo  agora,  ó  adonde  me  lleva  el  ardor? 
Tornemos  á  nuestro  hilo,  y  ya  que  habernos  dicho  el 
por  qué  es  monte  Cristo,  digamos,  según  que  es  monte, 
las  cualidades  que  le  da  ¡a  Escritura.  Decía  pues  Da- 
niel (6)  que  una  piedra  sacada  sin  manos  hirió  en  les 
pies  de  la  estatua  y  la  volvió  en  polvo,  y  la  piedra  cre- 
ciendo se  hizo  monte  tan  grande,  que  ocupó  toda  la  tier- 
ra. En  lo  cual  primeramente  entendemos  que  este 
grandísimo  monte  era  primero  una  pequeña  piedra.  Y 
aunque  es  así,  que  Crislo  es  llamado  piedra  por  dife- 
rentes razones,  pero  aquí  la  piedra  dice  fortaleza  y  pe- 
quenez. Y  así,  es  cosa  digna  de  considerar  que  no  cayó 
hecha  monte  grande  sobre  la  estatua  y  la  deshizo,  sino 
hecha  piedra  pequeña.  Porque  no  usó  Cristo,  para  des- 
truir la  alteza  y  poder  tirano  del  demonio,  y  la  adora- 
ción usurpada  y  los  ídolos  que  tenia  en  el  mundo,  de 
la  grandeza  de  sus  fuerzas,  ni  derrocó  sobre  él  el  bra- 
zo y  el  peso  de  su  divinidad  encubierta ,  sino  lo  hu- 
milde que  había  en  él,  y  lo  bajo  y  lo  pequeño.  Su  car- 
ne sania  y  su  sangre  vertida,  y  el  ser  preso  y  condena- 
do y  muerto  crudelísimamente,  y  esa  pequenez  y  fla- 
queza fué  fortaleza  dura,  y  toda  la  soberbia  del  infierno 
y  su  monarquía  quedó  rendida  á  la  muerte  de  Cristo. 
Por  manera  que  primero  fué  piedra  y  después  de  pie- 
dra monte.  Primero  se  humilló,  y  humilde  venció,  y 
después  vencedor  glorioso ,  descubrió  su  claridad ,  y 
ocupó  la  tierra  y  el  cielo  con  la  virtud  de  su  nombre. 

))Mas  lo  que  el  Profeta  significó  por  rodeos,  ¡  cuan  lla- 
namente lo  dijo  el  Apóstol!  (c)— El  haber  subido,  dice 
hablando  de  Cristo,  ¿qué  es  sino  por  haber,  descendido 
primero  hasta  lo  bajo  de  la  tierra?  El  que  descendió, 
ese  mismo  subió  sobre  todas  los  cielos ,  para  henchir 
todas  las  cosas. — Y  en  otra  parte  (d)  :^Fué  hecho  obe- 
diente hasta  la  muerte,  y  muerte  de  cruz,  por  lo. cual 
ensalzó  su  nombre  Dios  sobre  todo  nombre. — Y  como 
dicen  del  árbol ,  que  cuanto  lanza  las  raíces  mas  en  lo 
hondo,  tanto  en  lo  alto  crece  y  sube  mas  por  el  aire  ; 
así  á  la  humildad  y  pequenez  desla  piedra  correspon- 
dió la  grandeza  sin  medida  del  monte ;  y  cuanto  primero 
se  desminuyó,  tanto  después  fué  mayor.  Pero  .acontece 
que  la  piedra  que  se  tira  hace  gran  golpe,  aunque  sea 
pequeña,  si  el  brazo  que  la  envía  es  valiente ;  y  pudíé- 
rase  por  ventura  pensar  que  si  esta  piedra  pequeña  lii- 

(oV  Psalm.  103,  v.  18.     (í)  Daniel,  2,  v.-oi  el  3b.      (c;  Eplics-, 
4,v,  9ttlO.     (rf,  Pliiüp.,  2,  V.  8. 


96  OBRAS  DE  FRAY 

zo  pedazos  la  estatua,  fué  por  la  virtud  de  alguna  fuer- 
za extraña  y  poderosa  que  la  lanzó.  Mas  no  fué  así,  ni 
quiso  que  se  imaginase  así  el  Espíritu  Santo,  y  por  esta 
causa  añadió  que  hirió  á  la  estatua  sin  manos,  convie- 
ne á  saber,  que  no  la  hirió  con  fuerza  mendigada  de  I 
otro  ni  con  poder  ajeno ,  sino  con  el  suyo  mismo  hizo  ¡ 
tan  señalado  golpe.  Como  pasó  en  la  verdad. 

wPonjue  lo  flaco  y  lo  despreciado  de  Cristo,  su  pri- 
sión y  su  muerle,  aquel  humilde  escupido  y  escar-  i 
necido,  fué  tan  de  piedra,  quiero  decir,  tan  firme  para  I 
sufrir  y  tan  fuerte  y  duro  para  herir,  que  cuanto  en  el 
soberbio  mundo  es  tenido  por  fuerte  no  pudo  resistir 
á  su  golpe,  mas  antes  cayó  todo  quebrantado  y  deshe- 
cho, como  si  fuera  vidrio  delgado.  Y  aun  lo  que  es  mas 
de  maravillar,  no  hirió  aquesta  piedra  la  frente  de 
aquel  bulto  espanlable,  sino  solamente  los  pies,  adonde 
nunca  la  herida  es  mortal ;  mas  sin  embargo  desto,  con 
aquel  golpe  dado  en  los  pies  vinieron  á  menos  los  pe- 
chos y  hombros  y  el  cuello  y  cabeza  de  oro.  Porque  fué 
así,  que  el  principio  del  Evangelio  y  los  primeros  gol- 
pes que  Cristo  dio  para  deshacer  la  pujanza  mundana 
fueron  en  los  pies  della  y  en  lo  que  andaba  como  ras- 
treando en  el  suelo ;  en  las  gentes  bajas  y  viles ,  así  en 
oOcio  como  en  condición.  Y  heridos  estos  con  la  verdad, 
y  vencidos  y  quebrados  del  mundo,  y  como  muertos  á 
él  y  puestos  debajo  la  piedra ,  las  cabezas  y  los  pechos, 
esto  es,  los  sabios  y  los  altos,  cayeron  todos,  unos  para 
sujetarse  á  la  piedra,  y  otros  para. quedar  quebrados  y 
desmenuzados  della ;  unos  para  dejar  su  primero  y  mal 
ser,  y  otros  para  crecer  para  siempre  en  su  mal.  Y  ansí, 
unos  destruidos  y  otros  convertidos,  la  piedra,  trans- 
formándose en  monte,  ella  sola  ocupó  todo  el  mundo. 

«Es  también  monte  lieclio  y  como  nacido  de  piedra, 
porque  entendamos  que  no  es  terreno  ni  movedizo  es- 
te monte,  ni  tal  que  pueda  ser  menoscabado  ó  dismi- 
nuido en  alguna  manera.  Y  con  esto,  pasemos  á  ver  lo 
demás  que  decía  del  el  santo  David. — El  monte,  dice, 
del.  Señor,  monte  cuajado,  monte  grueso. — Quiere  de- 
cir fértil  y  abundante  monte ,  como  á  la  buena  tierra 
solemos  llamarla  tierra  gruesa.  Y  la  condición  de  la 
tierra  gruesa  es  ser  espesa  y  tenaz  y  maciza,  y  no  del- 
gada y  arenisca,  y  ser  tierra  que  bebe  mucha  agua,  y  que 
no  se  anega  ó  deshace  con  ella,  sino  antes  la  abraza  to- 
da en  sí,  y  se  engruesa  é  Jiinche  de  jui^o  ;  y  así,  después 
son  conformes  á  aquesta  grosura  las  mieses,  que  pro- 
duce espesas  y  altas,  y  las  cañas  gruesas  y  las  espigas 
grandes. 

»Bien  es  verdad  qtie  adonde  decimos  grueso,  el  pri- 
mer te.xío  dice  Basan,  que  es  nombre  propio  de  un  mon- 
te llamado  asi  en  la  Tierra  Sarita,  que  csiá  do  la  o!ra  par- 
le del  Jordán,  en  la  suerte  que  cujio  á  lo.í  de  Gad  y  Ru- 
bén y  á  la  milad  drl  Iribú  de  Manases.  Pero  era  seña- 
ladamente abiindan'c  este  monte;  y  así,  nuestro  te.xto, 
aunque  calló  el  nombre,  guardó  bien  el  sentido  y  puso 
la  misma  sentencia,  y  en  lugar  de  j^c/san  puso  monte 
grueso,  cual  lo  es  el  Basan.  Pues  es  Cristo  ni  mas  ni 
menos,  no  como  arena  flaca  y  movediza,  sino  como  lier- 
ra  de  cuerpo  y  de  tomo,  y  que  bebe  y  ronlienc  en  sí 
lodos  los  dones  del  Espíritu  Santo,  que  la  {'.escritura  sue- 
le muchas  venes  nombrar  con  nombre  de  aguas  ;  y  asi, 
el  fruto  que  de  te  monle  sale,  y  las  mieses  que  se  crjan 


LUIS  DE  LEÓN. 

en  él ,  nos  muestran  bien  á  la  clara  si  es  grueso  y  fe- 
cundo este  monte.  De  las  cuales  mieses ,  David  en  el 
salmo  71 ,  debajo  de  la  misma  figura  de  trigo  y  de  mie- 
ses y  de  frutos  del  campo,  hablando  á  la  letra  del  reino 
de  Cristo,  nos  canta  diciendo  (a) : — Y  será  de  un  pu- 
ñado de  trigo  echado  en  la  tierra  en  las  cumbres  de  los 
montes,  el  fruto  suyo  mas  levantado  que  el  Líbano,  y 
por  las  villas  florecerán  como  el  heno  de  la  tierra.  — 
O  porque  en  este  punto  y  diciendo  esto  me  vino  á  la 
memoria,  quiérolo  decir  como  nuestro  común  amigo  lo 
dijo,  traduciendo  en  verso  castellano  este  salmo : 

¡Oh  siglos  de  oro. 
Cuando  tan  sola  una 
Espisa  sobre  el  cerro,  tal  tesoro 

Producirá  sembrada, 
De  mieses  ondeando,  cual  la  cumbre 

Del  Líbano  ensalzada, 
Cuando  con  mas  largueza  y  muchedumbre 
a  Que  el  heno,  en  las  ciudades 

Cl  trigo  crecerá  I 

»Y  porque  se  viese  claro  que  este  fruto  que  se  llama 
trigo  no  es  trigo,  y  que  aquesta  abundancia  no  es 
buena  disposición  de  tierra  ni  templanza  de  cielo  cle- 
mente, sino  que  es  fruto  de  justicia  y  mieses  espiritua- 
les nunca  antes  vistas,  que  nacen  por  la  virtud  deste 
monte ,  añade  luego  : 

Por  do  desplega 
La  fama  en  mil  edades 

El  nombre  deste  rey,  al  cielo  llega. 

»  Mas  ¿  nació  por  ventura  con  este  fruto  su  nombre, 
ó  era  ya  y  vivía  en  el  seno  de  su  Padre  primero  que 
la  rueda  de  los  siglos  comenzase  á  moverse?  Dice  : 

El  nombre,  que  primero 
Que  el  sol  manase  luz  resplandecía, 

Eu  quien  hasta  el  postrero 
Mortal  serú  bendito,  á  quien  de  dia,  ^ 

De  noche  celebrando. 
Las  gentes  darán  loa  y  bienandanza. 

Y  dirán  alabando : 
«Seilor  Dios  de  Israel,  ¿qué  lengua  alcanza 

A  tu  debida  gloria?» 

«Salido  he  de  mi  camino,  llevado  de  la  golosina  del 
verso;  mas  volvamos  á  él.»  Y  habiendo  dicho  esto  Mar- 
celo y  tomado  un  poco  de  aliento,  quería  pasar  ade- 
lante; mas  Juliano,  deteniéndole,  dijo:  «Antes  que 
digáis  mas,  me  decid,  Marcelo,  este  común  amigo  nues- 
tro que  nombrastes,  cuyos  son  estos  versos ,  ¿quién  es? 
Porque,  aunque  yo  no  soy  muy  poeta,  hanme  parecido 
muy  bien,  y  debe  hacerlo  ser  cl  sugeto  cual  es,  en  quien 
solo,  á  mi  juicio,  se  emplea  la  poesía  como  debe.»  «Gran 
verdad,  Juliano,  es,  respondió  al  punto  Marcelo,  lo 
que  dccis;  porque  este  es  solo  digno  sugeto  de  la  poe- 
sía, y  los  que  la  sacan  del ,  y  forzándola,  la  emplean, 
ó  por  mejor  decir,  la  pierden  en  argumentos  de  livian- 
dad, habían  de  ser  castigados  como  públicos  corrom- 
pedoi'fís  de  dos  cosas  santísimas  :  de  la  poesía  y  de  las 
coslutnl)res.  La  poesía  corrompen  ,  pon/ue  sin  duda  la 
inspiró  Dios  en  los  ánimos  de  los  hombres  para  con  cl 
moviinienlo  y  espíritu  dolía  levantarlos  al  cielo,  de 
donde  ella  procedo;  porque  poesía  no  es  sino  una  co- 
municación del  aliento  celestial  y  divino;  y  así,  en  los 

(a)  i'salm.  71,  V.  10, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


97 


profelas  cuasi  toilos ,  así  los  que  fueron  movidos  ver- 
daderamente por  Dios,  como  los  que  incitados  por  otras 
causas  sobrehumanas  hablaron ,  el  mismo  espíritu  que 
los  despertaba  y  levantaba  á  ver  lo  que  los  otros  hom- 
bres no  veian,  les  ordenaba  y  componía  y  como  melri- 
ficaba  en  la  boca  las  palabras,  con  número  y  consonan- 
cia debida ,  para  que  hablasen  por  mas  subida  manera 
que  las  otras  gentes  hablaban  ,  y  para  que  el  estilo  del 
decir  se  asemejase  al  sentir,  y  las  palabras  y  las  cosas 
fuesen  conformes. . 

))Así  que,  corrompen  esta  santidad,  y  corrompen  tam- 
bién, lo  que  es  mayor  mal,  las  santas  costumbres;  por- 
que los  vicios  y  las  torpezas,  disimuladas  y  enmeladas 
con  el  sonido  dulce  y  artificioso  del  verso,  recíbense 
en  los  oidos  con  mejor  gana ,  y  dellos  pasan  al  ánimo, 
que  de  suyo  no  es  bueno,  y  lánzanse  en  él  poderosísi- 
mamenle,  y  hechas  seFioras  del,  y  desterrado  de  alii 
todo  buen  sentido  y  respeto,  corrómpenlo,  y  muchas 
veces  sin  que  el  mismo  que  es  corrompido  lo  sienta.  Y 
es,  iba  á  decir  donaire,  y  no  es  donaire,  sino  vitupe- 
rable inconsideración ,  que  las  madres  celosas  del  bien 
de  sus  hijas  les  vedan  las  pláticas  de  algunas  otras  mu- 
jeres ,  y  no  les  vedan  los  versos  y  los  cantarciüos  de 
argumentos  livianos ,  los  cuales  hablan  con  ellas  á  to- 
das horas;  y  sin  recatarse  dellos,  antes  aprendiéndolos  y 
cantándolos ,  las  atraen  á  si  y  las  persuaden  secreta- 
mente, y  derramándoles  su  ponzoña  poco  á  poco  por 
los  pechos,  las  inficionan  y  pierden.  Porque  así  como 
en  la  ciudad ,  perdido  el  alcázar  deila  y  puesto  en  las 
manos  de  los  enemigos ,  toda  ella  es  perdida;  así,  ga- 
nado una  vez,  quiero  decir ,  perdido  el  corazón,  y  afi- 
cionado á  los  vicios  y  embeleñado  con  ellos,  no  hay 
cerradura  tan  fuerte  ni  centinela  tan  veladora  y  des- 
pierta, que  baste  á  la  guarda.  Pero  esto  es  de  otro  lu- 
gar, aunque  la  necesidad  ó  el  estrago  que  el  uso  malo, 
introducido  mas  agora  que  nunca,  hace  en  las  gentes, 
hace  también  que  se  pueda  tratar  dello  á  propósito  en 
cualquiera  lugar. 

»Mas,  dejándolo  agora,  espániomo,  Juliano,  queme 
preguntéis  quién  es  el  común  amigo  que  dije,  pues  no 
podéis  olvidaros  que,  aunque  cada  uno  de  nosotros  dos 
tenemos  amistad  con  muc:;os  amigos,  uno  solo  tenemos 
que  la  tiene  conmigo  y  con  vos  cuasi  en  igual  grado; 
porque  á  mí  me  ama  como  á  sí,  y  á  vos  en  la  misma 
manera  como  yo  os  amo ,  que  es  muy  poco  msnos  que 
á  mí.')  «Razón  tenéis,  respondió  Juliano,  en  condenar 
mi  descuido,  y  ya  entiendo  muy  bien  por  quién  decís. 
Y  pues  tendréis  en  la  memoria  algunos  oíros  salmos  da 
los  que  ha  puesto  en  verso  aqueste  amigo  nuestro,  mu- 
cho gustaría  yo,  y  Sabino  gustará  dello,  si  no  me  en- 
gaño también,  que  en  los  lugares  que  se  os  ofrecieren 
de  aquí  adelante  uséis  de  ellos ,  y  nos  los  dig.-iis.»  ((Sa- 
bino ,  respondió  Marcelo ,  no  sé  yo  si  gustará  de  oir  lo 
que  sabe ;  porque ,  como  mas  mozo  y  mas  aficionado  á 
los  versos,  tiene  cuasi  en  la  lengna  estos  salmos  que 
pedis;  pero  haré  vuestro  gusto,  y  aun  Sabino  podrá 
servir  de  acordármelos  si  yo  me  o' vi  Jare  ,  como  será 
posible  olvidarme.  Así  que,  él  me  los  acordará,  ó  si 
mas  le  pluguiere  ,  dirálos  él  mismo ,  y  aun  es  justo  que 
leplazga,  porque  los  sabrá  decir  con  mejor  gracia.» 
Deslo  postrero  se  rieron  un  poco  Juliano  y  Sabino.  Y 
E-xvi-ii, 


diciendo  Sabino  que  lo  baria  así  y  que  gustaría  de  ha- 
cerlo ,  Marcelo  tornó  á  seguir  su  razón ,  y  dijo  : 

((Decíamos  pues  que  este  sagrado  monte,  conforme  á 
lo  del  salmo,  era  fértil  señaladamente,  y  probamos  su 
grosura  por  la  muchedumbre  y  por  la  grandeza  de  las 
mieses  que  del  han  nacido ,  y  referimos  que  David,  ha- 
blando dellas,  decía  que  de  un  puño  de  trigo  es[iarcido 
sobre  la  cumbre  del  monte  serian  el  fruto  y  cañas  que 
nacerían  del  tan  altas  y  gruesas,  que  igualarían  á  los 
cedros  altos  del  Líbano.  De  manera  que  cada  caña  y 
espiga  seria  como  un  cedro ,  y  todas  ellas  vestirían  la 
cumbre  de  su  monte ,  y  meneadas  del  aire  ondearían 
sobre  él  como  ondean  las  copas  de  los  cedros  y  de  los 
otros  árboles  soberanos  de  que  el  Líbano  se  corona.  En 
lo  cual  David  dice  tres  cualidades  muy  señaladas ;  por- 
que, lo  uno ,  dice  que  son  mieses  de  trigo,  cosa  útil  y 
necesaria  para  la  vida ,  y  no  árboles ,  mas  vistosos  en 
ramas  y  hojas  que  provechosos  en  fruto ,  como  fueron 
los  antiguos  filósofos  y  los  que  por  su  sola  industria  qui- 
sieron alcanzar  la  virtud ;  y  lo  otro  ,  afirma  que  estas 
mieses,  no  solo  por  ser  trigo  son  mejores,  sino  en  alte- 
za también  son  mayores  mucho  que  la  arboleda  del  Lí- 
bano ;  que  es  cosa  que  se  ve  por  los  ojos ,  si  cotejamos 
la  grandeza  de  nombre  que  dejaron  después  de  sí  los 
sabios  y  grandes  del  mundo  con  la  honra  merecida  que 
se  da  en  la  Iglesia  á  los  santos ,  y  se  les  dará  siempre, 
floreciendo  cada  día  mas  en  cuanto  el  mundo  durare; 
y  lo  tercero,  dice  que  tiene  origen  aqueste  fruto  de  muy 
pequeños  principios ,  de  un  puñado  de  trigo  sembrado 
sobre  la  cum]}re  de  un  monte,  adonde  de  ordinario  cre- 
ce el  trigo  mal;  porque,  ó  no  hay  tierra,  sino  peña,  en 
la  cumbre ,  ó  si  la  hay,  es  tierra  muy  flaca,  y  el  lugar 
muy  frío  por  razón  de  su  alteza.  Pues  esta  es  una  de 
las  mayores  maravillas  que  vemos  en  la  virtud  que  na- 
ce y  se  aprende  en  la  escuela  de  Cristo,  que ,  de  prin- 
cipios al  parecer  pequeños  y  que  cuasi  no  se  echan  de 
ver,  no  sabréis  cómo  ni  de  qué  manera  nace  y  crece,  y 
sube  en  brevísimo  tiempo  á  incomparable  grandeza. 

«Bien  sabemos  todos  lo  mucho  que  la  antigua  filosofía 
trabajó  por  hacer  virtuosos  los  hombres ,  sus  precep- 
tos ,  sus  disputas ,  sus  revueltas  cuestiones ,  y  vemos 
cada  hora  en  los  libros  la  hermosura  y  el  dulzor  de  sus 
escogidas  y  artificiosas  palabras ;  mas  también  sabe- 
mos ,  con  todo  aqueste  aparato  suyo ,  el  pequeño  fruto 
que  hizo,  y  cuan  menos  fué  lo  que  dio  de  lo  que  se  es- 
peraba de  sus  largas  promesas.  Mas  en  Cristo  no  pasó 
así ;  porque ,  si  miramos  lo  general  del  mismo ,  que  se 
llama  no  muchos  granos ,  sino  un  grano  de  trigo  muer- 
to ,  y  de  doce  hombres  bajos  y  simples,  y  de  su  doctri- 
na, en  palabras  tosca  y  en  sentencias  breve,  y  al  juicio 
de  los  hombres  amarga  y  muy  áspera,  se  hinchió  el 
mundo  todo  de  incomparable  virtud,  como  diremos 
después  en  su  proprio  y  mas  conveniente  Uigar.  Y  por 
semejante  manera,  si  ponemos  los  ojos  en  lo  particular 
que  cada  día  acontece  en  muchas  personas ,  ¿quién  es 
el  que  lo  considera  que  no  salga  de  sí?  El  que  ayer  vi- 
vía como  sin  ley,  siguiendo  en  pos  de  sus  deseos  sin 
rienda ,  y  que  estaba  ya  como  encallado  en  el  mal ;  el 
que  servia  al  dinero  y  cogía  el  deleite,  soberbio  con  to- 
dos, y  con  sus  menores  soberbio  y  cruel,  hoy,  con  una 
palabra  que  le  tocó  en  el  oido,  y  pasando  de  allí  al  co- 

7 


98  OBRAS  DE  FRAY 

razón,  puso  en  él  su  simiente,  Inn  delicada  y  pequeña,  . 
que  apenas  él  mismo  la  entiende,  ya  comienza  á  ser  j 
otro ,  y  en  pocos  dias ,  cundiendo  por  toda  el  alma  la 
fuerza  secreta  del  pequeño  prano,  es  otro  del  lodo,  y 
crece  así  en  nobleza  de  virtud  y  buenas  costumbres, 
que  la  hojarasca  sec^a,  que  poco  antes  estaba  ordenada 
al  infierno,  es  ya  árbol  verde  y  liermoso,  lleno  de  fruto 
y  de  flor,  y  el  león  es  pveja'ya,  y  el  que  robaba  lo  ajeno 
derrama  ya  en  los  ajenos  sus  bienes,  y  el  que  se  revol- 
caba en  la  hediondez  esparce  al  derredor  de  si  y  muy 
lejos  de  si  por  todas  partes  la  pur^^za  del  buen  olor. 

»Y,  como  dije,  si  tornando  al  })rincipio.  comparamos 
la  grandeza  de  aquesta  planta  y  su  hermosura  con  el 
pequeño  grano  de  donde  nació ,  y  con  el  breve  tiempo 
en  que  ha  venido  á  ser  tal ,  veremos  en  extraña  peque- 
nez admirable  y  no  pensada  virtud.  Y  asi.  Cristo  en  unas 
parles  dice  (a)  que  es  como  el  grano  de  mostaza ,  que 
es  pequeño  y  Irasc'ende ,  y  en  otras  se  asemeja  á  perla 
oriental ,  pequeña  en  cuerpo  y  grande  en  valor,  y  parte 
hay  donde  dice  (6)  que  es  levadura,  la  cual  en  sí  es  poca 
y  parece  muy  vil ,  y  escondida  en  una  gran  masa ,  cuasi 
súbitamente  cunde  por  ella  toda,  y  la  inficiona.  Excusado 
es  ir  buscando  ejemplos  en  esto,  adonde  la  muchedum- 
bre nos  puede  anegar ;  mas  entre  lodos  es  clarísimo 
el  del  apóstol  san  Pablo,  á  quien  hacemos  hoy  fiesta. 
¿Quién  era,  y  quién  fué ,  y  cuan  en  breve  y  cuan  con 
una  palabra  se  convirtió  de  tinieblas  en  luz ,  y  de  pon- 
zoña en  árbol  de  vida  para  la  Iglesia  ? 

»Pero  vamos  mas  adelante.  Añade  David  Monte 
cuajado.  La  palabra  original  quiere  decir  el  queso,  y 
quiere  también  decir  lo  corcobado,  y  propriamente  y  de 
su  origen  significa  todo  lo  que  tiene  en  sí  algunas  par- 
tes eminentes  é  hinchadas  sobre  las  demás  que  contie- 
ne;  y  de  aquí  el  queso  y  lo  corcobado  se  llama  con 
aquesta  palabra.  Pues  juntando  esta  palabra  con  el 
nombre  de  monte,  como  hace  David  aquí,  y  poniéndola 
en  el  número  de  muchos,  como  está  en  el  primero 
texto,  suena,  como  leyó  san  Agustín  (c),  «monte de 
quesos,))  ó  como  trasladan  agora  algunos,  ((monte  de 
corcobas,»  y  de  la  una  y  de  la  otra  manera  viene  muy 
bien;  porque  en  decir  lo  primero  se  declara  y  especifi- 
ca mas  la  fertilidad  doste  monte,  el  cual,  no  solo  es  de 
tierra  gruesa  y  aparejada  para  producir  micscs,  sino 
también  es  monte  de  quesos  ó  de  cuajados,  esto  es, 
significando  por  el  efecto  la  causa,  monte  de  buenos 
pastos  para  el  ganado ,  digo  monte  bueno  para  pan  lle- 
var, y  para  apacentar  ganados  no  menos  bueno.  Y,  co- 
mo dice  bien  san  Agustín,  el  pan  y  la  grosura  del  monte 
que  le  produce  es  el  mantenimiento  de  los  perfectos,  la 
leche  que  se  cuaja  en  él  y  los  paslos  que  la  crian  es  el 
profirió  manjar  de  los  que  comienzan  en  la  virlud,  co- 
mo dice  san  F'ablo  (r/) : — Como  á  niños  os  di  leche ,  y 
no  manjar  macizo. — Y  así,  conforme  á  esto,  se  entien- 
de que  este  monte  es  general  sustento  de  todos ,  así  de 
los  grandes  en  la  virlud  con  su  grosura ,  como  de  los 
recien  nacidos  en  ella  con  sus  paslos  y  Icclie. 

))Mas  si  decimos  de  la  otra  manera  ,  monte  de  cor- 
cobas  ó  de  hinchazones,  dícese  una  señalada  verdad,  y 
es ,  que  como  hay  unos  montes  que  suben  seguidos 

(n)  Luc,  -,  V.  19  el  41.     (b)  Luc,  iZ,  v.  21. 

(c)  Enarrai.  lnpsalm."7,n.22.    {d}  i,Corint.,  3,v,  í. 


LUIS  DE  LEÓN. 

hasta  lo  alto,  y  en  lo  alto  hacen  una  punta  sola  y  re- 
donda ,  y  otros  que  hacen  muchas  puntas  y  que  están 
como  compuestos  de  muchos  cerros,  así  Cristo  no.es 
monte,  como  los  primeros,  eminente  y  excelente  en  una 
cosa  sola,  sino  monte  hecho  de  montes,  y  una  grandeza 
llena  de  diversas  é  incomparables  grandezas ,  y  como 
si  dijésemos  monte  que  lodo  él  es  monles,  para  que,  co- 
mo escribe  divinamente  san  Pablo  (e), — tenga  princi- 
pado y  eminencia  en  lodas  las  cosas. — Dice  mas : — ¿Qué 
sospecháis,  montes  de  cerros? —  Este  es  el  monte  que 
Dios  escogió  para  su  morada ,  y  ciertamente  el  Señor 
mora  en  él  para  siempre.  Habla  con  lodo  lo  que  se  tiene 
á  sí  mismo  por  alio  y  que  se  opone  á  Crislo,  presumien- 
do de  traer  competencias  con  él,  y  diceles : — ¿Qué  sos- 
pecháis ?  —  O  como  en  otro  lugar  san  Jerónimo  puso  : 
—  ¿Qué  pleiteáis  ó  qué  peleáis  contra  este  monte?  — 
Y  es  como  si  mas  claro  dijese  :  —  ¿Qué  presunción  ó 
qué  pensamiento  es  el  vuestro,  oh  montes,  que  cuanto 
quiera  que  seáis,  según  vuestra  opinión,  eminentes, 
de  oponeros  con  este  monte;  pretendiendo  ó  vencerle, 
ó  poner  en  vosotros  lo  que  Dios  liene  ordenado  de  po- 
ner en  él,  que  es  su  morada  perpetua? — Como  si  dije- 
se :  — Muy  en  balde  y  muy  sin  fruto  os  fatigáis,  —  De 
lo  cual  entendemos  dos  cosas  :  la  una ,  que  este  monle 
es  envidiado  y  contradecido  de  muchos  montes;  y  la 
otra,  que  es  escogido  de  Dios  entre  lodos. 

))Y  de  lo  primero,  que  loca  á  la  envidia  y  conlradicion, 
es  como  si  dijésemos  hado  de  Cristo  el  ser  siempre  en- 
vidiado ,  que  no  es  pequeño  consuelo  para  los  que  le 
siguen ,  como  se  lo  pronosticó  el  viejp  Simeón  luego 
que  lo  vio  niño  en  el  templo,  y  hablando  con  su  madre, 
lo  dijo  (/■):  — Ves  este  niño ,  será  caída  y  levantamiento 
para  muchos  en  Israel ,  y  como  blanco  á  quien  contra- 
dirán muchos.  —  Y  el  salmo  segundo  en  este  mismo 
propósito  {g) :  — Porque  dice  :  Bramaron  las  gentes,  y 
los  pueblos  trataron  consejos  vanos;  pusiéronse  los  re- 
yes de  la  tierra,  y  los  principes  se  hicieron  á  una  con- 
tra el  Señor  y  contra  su  Cristo.  —  Y  fué  el  suceso  bien 
conforme  al  pronóstico  ,  como  se  pareció  en  la  conlra- 
dicion que  hicieron  á  Crislo  las  cabezas  del  pueblo  he- 
breo por  lodo  el  discurso  de  su  vida,  y  en  la  conjura- 
ción que  hicieron  entre  sí  para  traerle  á  la  muerte.  Lo 
cual ,  si  se  considera  bien ,  admira  mucho  sin  duda; 
porque  si  Cristo  se  tratara  como  pudo  tratarse,  y  con- 
forme alo  que  se  debía á  la  alteza  de  su  persona;  si 
apeteciera  el  mando  temporal  sobre  lodos ,  ó  si  en  pa- 
labras ó  si  en  hechos  fuera  altivo  y  deseoso  de  enseño- 
rearse; si  pretendiera  no  hacer  bienes  ,  sino  enrique- 
cerse de  bienes,  y  sujeianilo  á  las  gcnles,  vivir  con  su 
sudor  y  trabajo  dellas  en  vida  de  descanso  abundante; 
si  le  envidiaran  y  sí  se  le  0[)usíeran  muchos  movidos 
por  sus  intereses,  ninguna  maravilla  fuera,  antes  fuera 
lo  que  cada  día  acontece;  mas  siendo  la  misma  llaneza, 
y  no  anteponiéndose  á  nadie  ni  queriendo  derrocar  á 
ninguno  de  su  preeminencia  y  oficio  ,  viviendo  sin 
fausto  y  humilde,  y  haciendo  bienes  jamás  vistos  gcnc- 
ralmenle  á  todos  los  hombres,  sin  buscar  ni  pedir  ni 
aun  querer  recibir  por  ello  ni  honra  ni  interés,  que  Ic 
aborreciesen  las  gentes,  y  que  los  grandes  desamasen  á 

(í)  Ad  Cotos.,  2,  V.  10.    {/)  Lucae,  2,  v.  U.    (i»  Psalm.  %  v.  U 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


un  pobre,  y  los  potentados  y  pontificados  a  un  huniikle 
Jjienlicchor,  es  coía  que  espanta. 

«Pues  ¿acabóse  esta  envidiosa  oposición  con  su  muer- 
te, y  á  sus  discípulos  del  y  á  su  doctrina  no  contradije- 
ron después  ni  se  opusieron  contra  ellos  los  hombres? 
Lo  que  fué  en  la  cabeza,  eso  mismo  aconteció  por  los 
miembros.  Y  como  él  mismo  lo  dijo  (-a) : — No  es  el  dis- 
cípulo sobre  el  maestro ;  si  me  persiguieron  á  mí,  tam- 
bién 03  perseguirán  á  vosotros. — Así  puntualmente  les 
aconteció  con  los  emperadores  y  con  los  reyes  y  con  los 
príncipes  de  la  sabiduría  del  mundo.  Y  por  la  manera 
que  nuestra  bienaventurada  luz ,  debiendo  según  toda 
buena  razón  ser  amado,  fué  perseguido ;  así  á  los  suyos 
y  á  su  doctrina,  con  .quitar  todas  las  causas  y  ocasio- 
nes de  envidia  y  de  enemistad ,  les  hizo  toda  la  gran- 
deza del  mundo  enemiga  cruel.  Porque  los  que  ense- 
ñaban ,  no  á  engrandecer  las  haciendas  ni  á  caminar  á 
la  honra  y  á  las  dignidades,  sino  á  seguir  el  estado  hu- 
milde y  ajeno  de  envidia ,  y  á  ceder  de  su  propio  dere- 
cho con  todos ,  y  á  empobrecerse  á  sí  para  el  remedio 
de  la  ajena  pobreza,  y  á  pagar  el  mal  con  el  bien,  y  los 
que  vivían  así,  como  lo  enseñaban,  hechos  unos  públi- 
cos 'hieniíechores ,  ¿quién  pensara  jamás  que  pudie- 
ran ser  aborrecidos  y  perseguidos  de  nadie?  ó  cuando 
lo  fueran  de  alguno,  ¿quién  creyera  que  lo  habían  de 
ser  de  los  reyes,  y  que  el  poderío  y  grandeza  había  de 
tomar  armas  y  mover  guerra  contra  una  tan  liumilde 
bondad?  Pero  era  af{uesta  la  suerte  que  dio  á  este  mon- 
te Dios  para  mayor  grandeza  suya. 

»Y  aun  si  queremos  volver  los  ojos  al  principio  y  á  la 
primera  origen  de  aqueste  aborrecimiento  y  envidia,  ha- 
llaremos que  mucho  antes  que  comenzase  á  ser  Cristo 
en  la  carne,  comenzó  aqueste  su  odio ;  y  podremos  ve- 
nir en  conocimiento  de  su  causa  del  en  esta  manera. 
Porque  el  primero  que  le  envidió  y  aborreció  fué  Lu- 
cifer, como  lo  afirma,  y  muy  conforme  á  la  doctrina  ver- 
dadera, el  glorioso  Bernardo ;  y  comenzóle  á  aborrecer 
luego,  que  habiéndoles  á  él  y  á  algunos  otros  ángeles 
revelado  Dios  alguna  parte  deste  su  consejo  y  misterio, 
conoció  que  disponía  Dios  de  hacer  príncipe  universal 
de  todas  Ijis  cosas  á  un  hombre.  Lo  cual  conoció  luego 
al  principio  del  siglo  y  antes  que  cayese ,  y  cayó  por 
aventura  por  aquesta  ocasión.  Porque  volviendo  los  ojos 
á  sí,  y  considerando  soberbiamente  la  perfección  altísi- 
ma de  sus  naturales,  y  mirando  juntamente  con  esto  el 
singular  grado  de  gracias  y  dones  de  que  le  había  do- 
tado Dios  mas  que  á  otro  ángel  alguno ,  contento  de  sí 
y  miserablemente  desvanecido,  apeteció  para  sí  aquella 
excelencia  ;"y  de  apetecerla  vino  á  no  sujetarse  á  la  or- 
den y  decr«to  de  Dios,  y  á  salir  de  su  santa  obediencia 
y  á  trocar  la  gracia  en  soberbia ,  por  donde  fué  hecho 
cabeza  de  todo  lo  arrogante  y  soberbio,  así  como  lo  es 
Cristo  de  lodo  lo  llano  y  humilde.  Y  como  del  que  en  la 
escalera  bajando  pierde  algún  paso ,  no  para  su  caída 
en  un  escalón,  sino  de  uno  en  otro  llega  hasta  el  pos- 
trero cayendo,  asi  Lucifer  de  la  desobediencia  para  con 
Dios  cayó  en  el  aborrecimiento  de  Cristo,  concibiendo 
contra  el  primero  envidia  y  después  sangrienta  ene- 
mistad, y  de  la  enemistad  nació  en  él  absoluta  determi- 
nación de  hacerle  guerra  siempre  con  todas  sus  fuerzas. 
(a)  Joan.,  I5,v.20. 


00 

))Y  así  lo  intentó  primero  en  sus  padres ,  matando  y 
condenando  en  ellos,  cuanto  fué  en  sí,  toda  la  succcs- 
sion  de  los  hombres,  y  después  en  su  persona  misma 
de  Cristo,  persiguiéndole  por  sus  ministros  y  trayén- 
dolo  á  muerte  ;  y  de  allí  en  los  discípulos  y  seguidores 
del,  de  unos  en  otros  hasta  que  se  cierren  los  siglos, 
encendiendo  contra  ellos  á  sus  principales  ministros, 
que  es  á  todo  aquello  que  se  tiene  por  sabio  y  por  alto 
en  el  mundo.  En  la  cual  guerra  y  contienda,  peleando 
siempre  contra  la  flaqueza  el  poder,  y  contra  la  humil- 
dad la  soberbia  y  la  maña,  y  la  astucia  contra  la  senci- 
llez y  bondad,  al  fin  quedan  aquellos  vencidos  parecien- 
do que  vencen.  Y  contra  este  enemigo  propiamente 
endereza  David  las  palabras  de  que  vamos  hablando. 
Porque  á  este  ángel  y  á  los  demás  ángeles  que  le  si- 
guieron en  tantas  maneras  de  naturales  y  graciosos  bie- 
nes enriscados  é  hinchados ,  llama  aquí  corcobados  y 
enriscados  montes,  ó  por  decirlo  mejor,  montes  mon- 
tuosos, y  á  estos  les  dice  así : — Porque,  oh  montes  sober- 
bios, ó  envidiáis  la  grandeza  del  hombre  en  Cristo,  qu3 
os  es  revelada,  ó  le  movéis  guerra  pretendiendo  estor- 
barla, ó  sospecháis  que  se  debía  esta  gloria  á  vosotros, 
ó  que  será  parte  vuestra  contradicíon  para  quitársela; 
que  yo  os  hago  seguros  que  será  vano  este  trabajo  vues- 
tro, y  que  redundará  toda  aquesta  pelea  en  mayor  acre- 
centamiento suyo ,  y  que  por  mucho  que  os  empinéis, 
él  pisará  sobre  vosotros,  y  la  divinidad  reposará  en  él 
dulce  y  agradablemente  por  todos  los  siglos  sin  fin.— i) 
Y  habiendo  Marcelo  dicho  aquesto,  callóse ;  y  luego  Sa- 
bino, entendiendo  que  había  acabado,  y  desplegando  de 
nuevo  el  papel,  y  mirando  en  él  dijo  :  <cLo  que  se  sigue 
agora  es  asaz  breve  en  palabras ,  mas  sospecho  que  en 
cosas  ha  de  dar  bien  que  decir,  y  dice  así 

§.  Yin. 

Llámase  Cri-sfo  Padre  del  siglo  futuro,  y  explícase  el  modo 
con  que  nos  engendra  en  hijos  suyos. 

»E1  sexto  nombre  es  Padre  del  siglo  futuro.  Ansí  le 
llama  Esaías  en  el  capítulo  9,  diciendo :— Y  será  lla- 
mado Padre  del  siglo  futuro.—» 

«Aun  no  me  había  despedido  del  monte ,  respondió 
Marcelo  entonces;  mas,  pues  Sabino  ha  pasado  adelan- 
te, y  para  lo  que  me  quedaba  por  decir  habrá  por  ven-_ 
tura  después  otro  mejor  lugar,  sigamos  lo  que  Sabino 
quiere.  Y  dice  bien,  que  lo  que  agora  ha  propuesto  es 
breve  en  palabras  y  largo  en  razón;  á  lo  menos,  si  no 
es  largo ,  es  hondo  y  profundo ,  porque  se  encierra  en 
ello  una  gran  parle  del  misterio  de  nuestra  redención. 
Lo  cual,  si  como  ello  es  pudiese  caber  en  mi  entendi- 
miento, y  salir  por  mi  lengua  vestido  con  las  palabras 
y  sentencias  que  se  le  deben,  ello  solo  hinchiria  de  luz 
y  de  amor  celestial  nuestras  almas.  Pero  confiados  del 
favor  de  Jesucristo,  y  ayudándome  en  ello  vuestros  san- 
tos deseos,  comencemos  á  decir  lo  que  él  nos  diere;  co- 
mencemos desta  manera. 

«Cierta  cosa  es,  y  averiguada  en  la  Santa  Escritura, 
que  los  hombres  para  vivir  á  Dios  tenemos  necesidad 
de  nacer  segunda  vez,  demás  de  aquella  que  nacemos 
cuando  salimos  del  vientre  de  nuestras  madres.  Y  cier- 
to es  que  todos  los  fieles  nacen  este  segundo  nacimien- 
to, en  el  cual  está  el  principio  y  origen  de  la  vida  san- 


m 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


ta  y  fieL  Asilo  afirmó  Cristo  á  Nicodémus,  que  siendo 
maestro  en  la  ley,  vino  una  noclie  á  ser  su  discípulo. 
Adonde,  como  por  fundamento  de  la  doctrina  que  le  ha- 
bía de  dar,  presupuso  esto,  diciendo  (o-) :  —  Ciertamen- 
te te  digo  que  ningún  hombre,  si  no  torna  á  nacer  se- 
gunda vez,  no  podrá  ver  el  reino  de  Dios.  —  Pues  por 
fuerza  de  los  términos  correlativos,  que  entre  sí  se  res- 
ponden, se  sigue  muy  bien  que  donde  hay  nacimiento 
liay  hijo,  y  donde  hijo  hay  también  padre.  De  manera 
que  si  los  fieles,  naciendo  de  nuevo,  comenzamos  á  ser 
nuevos  hijos,  tenemos  forzosamente  algún  nuevo  padre 
cuya  virtud  nos  engendra  ;  el  cual  padre  es  Cristo.  Y 
por  esta  causa  es  llamado  Padre  del  siglo  futuro,  porque 
es  el  principio  original  desta  generación  bienaventura- 
da y  segunda,  y  de  la  multitud  inumerable  de  descen- 
dientes que  nacen  por  ella. 

))Mas,  porque  esto  se  entienda  mejor,  en  cuanto  puede 
ser  de  nuestra  flaqueza  enlcndido,  tomemos  de  su  prin- 
cipio toda  esta  razón ,  y  digamos  lo  primero  de  dande 
vino  á  ser  necesario  que  el  hombre  naciese  segunda 
vez ;  y  dicho  esto,  y  procediendo  de  grado  en  grado  or- 
denadamente, diremos  todo  lo  demás  que  á  la  claridad 
de  todo  este  argumento  y  á  su  entendimiento  conviene, 
llevando  siempre,  como  en  estrella  de  guia,  puestos  los 
ojos  en  la  Escritura  Sagrada ,  y  siguiendo  las  pisadas  de 
los  doctores  y  santos  antiguo^.  Pues  conforme  á  lo  que  yo 
agora  decia,  como  la  iníiniia  bondad  de  Dios,  movida  de 
su  sola  virtud ,  ante  todos  los  siglos  se  determinase  de 
levantar  á  sí  la  naturaleza  del  hombre,  y  de  hacerla 
particionera  de  sus  mayores  bienes  y  señora  de  todas 
sus  criaturas.  Lucifer,  luego  que  lo  conoció,  encendido 
de  envidia,  se  dispuso  á  dañar  é  infamar  el  género  hu- 
mano en  cuanto  pudiese,  y  estragarle  en  el  alma  y  en  el 
cuerpo,  por  tal  manera,  que  hecho  inhábil  para  Tos  bie- 
nes del  cielo,  no  viniese  á  efecto  lo  que  en  su  favor  ha- 
bía ordenado  Dios.— Por  envidia  del  demonio,  dice  el 
Espíritu  Santo  en  la  Sabiduría  (6),  entró  la  muerte  en 
el  mundo.— Y  fué  así,  que  luego  que  vio  criado  al  pri- 
mer hombre  y  cercado  de  la  gracia  de  Dios,  y  puesto  en 
lugar  deleitoso  y  en  estado  bienaventurado,  y  como  en 
un  vecino  y  cercano  escalón  para  subir  al  eterno  y  ver- 
dadero bien,  cclió  también  juntamente  de  ver  que  le 
había  Dios  vedado  la  fruta  del  árbol,  y  puéslole  sí  la  co- 
miese pena  de  muerte,  en  la  cual  incurriese,  cuanto 
á  la  vida  del  alma  luego,  y  cuanto  á  la  del  cuerpo  des- 
pués; y  sabia  por  otra  parte  el  demonio  que  Dios  no 
podía  por  alguna  m  mera  volverse  de  lo  que  una  vez  po- 
ne. Y  así,  luego  se  imaginó  que  sí  él  podía  engañar  al 
Jiombre  y  acabar  con  él  que  traspasase  aquel  manda- 
miento, lo  dejaba  necesariamente  perdido  y  condenado 
A  la  muerte ,  ansí  del  alma  como  del  cuerpo,  y  por  la 
misma  razón  lo  hacía  incapaz  del  bien ,  para  que  Dios 
Je  ordenaba. 

)'Mas,  porque  se  le  ofreció  que  aunque  pecase  aquel 
liombre  primero,  en  los  que  dr-spues  dé!  naciesen  po- 
dría Dios  traer  á  efeolo  lo  que  ton  ¡a  ordenado  en  favor 
de  los  hombres,  determinóse  de  poner  en  aquel  prime- 
ro, como  en  la  fiu-ntc  primera,  su  ponzoña  y  las  semi- 
llas de  su  soberbia  y  profanidad  y  ambición ,  y  las  raí- 
ces y  principios  de  todos  los  vicios,  y  poner  un  atiza- 
[a]  Joan.,  Z,  v.  3.     (b)  Sapien.,  2,  v.  U. 


dor  continuo  doUo^,  para  que  juntamente  con  la  nalu- 
!  raleza,  en  los  que  naciesen  de  aquel  irimer  hombre  re 
I  derramase  y  extendiese  esto  mal,  y  ansí  naciesen  lodos 
I  culpados  y  aborrecibles  á  Dios ,  é  inclinados  á  conti- 
nuas y  nuevas  culpas ,  é  inútiles  todos  para  ser  lo  que 
Dios  bahía  ordenado  que  fuesen.  Ansí  lo  pensó,  y  como 
lo  pensó  lo  puso  por  obra ,  y  sucedióle  su  pretensión ; 
porque  inducido  y  persuadido  del  demonio,  el  hombre 
pecó,  y  con  esto  tuvo  por  acabado  su  bocho.  Esto  os, 
tuvo  al  hombre  por  perdido  á  remate,  y  tuvo  por  des- 
baratado y  deshecho  el  consejo  de  Dios. 

))Y  á  la  verdad  .quedó  extrañamente  dificultoso  y  re- 
vuelto todo  este  negocio  del  hombre;  porque  se  contra- 
decían y  como  hacían  guerra  entre  sí  dos  decretos  y 
sentencias  divinas,  y  no  parecía  que  se  podía  dar  corte 
ni  tomar  medio  alguno  que  bueno  fuese ;  porque  por 
una  parte  había  decretado  Dios  de  ensalzar  el  hombre 
sobre  todas  las  cosas,  y  por  orra  parte  había  firmado 
que  sí  pecase  le  quitaría  la  vida  del  alma  y  del  cuerpo, 
y  habia  pecado.  Y  así,  si  cumplía  Dios  el  decr'eto  pri- 
mero, no  cumplía  con  el  segundo ;  y  al  revés,  cumplien- 
do el  segundo  dicho,  el  primero  se  deshacía  y  borraba, 
y  juntamente  con  esto,  no  podía  Dios,  así  en  lo  uno  co- 
mo en  lo  otro,  no  cumplir  su  palabra ;  porque  no  es  mu^ 
dable  Dios  en  lo  que  una  vez  dice,  ni  puede  nadie  po- 
ner estorbo  á  lo  que  él  ordena  que  sea.  Y  cumplirlo  en 
ambas  cosas  parecía  imposible;  porque  si  á  alguno  se 
ofrece  que  fuera  bueno  criar  Dios  otros  hombres  no 
descendientes  de  aquel  primero,  y  cumplir  con  estos  la 
ordenación  de  su  gracia ,  y  la  sentencia  de  su  justicia 
ejecutarla  en  los  otros ;  Dios  lo  pudiera  hacer  muy  bien 
sin  ninguna  duda ,  pero  todavía  quedaba  falta  y  como 
menor  la  verdad  de  la  promesa  primera,  porque  la  gra- 
cia della  no  se  prometía  á  cualesquiera,  sino  á  aquellos 
hombres  que  criaba  Dios  en  Adam,  esto  es,  á  los  que 
del  descendiesen.  Por  lo  cual,  en  esto,  que  no  parecía 
haber  medio,  el  saber  no  comprehensíble  de  Dios  lo  ha- 
lló, y  dio  salida  á  lo  que  por  todas  partes  estaba  con  di- 
ficultades cerrado.  Y  el  medio  y  la  salida  fué,  no  criar 
otro  nuevo  linaje  de  hombres ,  sino  dar  orden  cómo 
aquellos  mismos  ya  criados  y  por  orden  de  descenden- 
cia nacidos,  naciesen  de  nuevo  otra  vez ,  para  que  ellos 
mismos  y  unos  mismos ,  según  el  primer  nacimiento 
muriesen,  y  viviesen  según  el  segundo ;  y  en  lo  uno 
ejecutase  Dios  la  pena  ordenada,  y  la  gracia  y  grande- 
za promelida  cumpliese  Dios  en  lo  otro;  y  así,  quedase 
en  lodo  verdadero  y  glorioso. 

)'Mas,  qué  bien ,  auiu|ue  brevemente,  san  Lcon  papa 
dice  aquesto  que  he  dicho  (c).  —  Porque  se  alababa, 
•dice,  el  demonio  que  el  hombre ,  por  su  engaño  indu- 
cido al  pecado ,  había  ya  de  carecer  de  los'dones  del 
cíelo,  y  (jue  de  anudado  del  don  de  la  inmortalidad,  que- 
daba sujeto  á  dura  sonlencia  de  nmerte  ;  y  porque  de- 
cia que  habia  hallado  ron^ue'o  de  sus  caídas  y  ma- 
les con  la  compañía  del  nunvo  pecador,  y  que  Dios 
también,  pidiéndolo  así  la  ra/on  de  su  severidad  y  jus- 
ticia paia  con  el  hoin!)re,  al  cual  crió  jiara  honra  tan 
grande,  había  mudado  su  a"nlí%'uo  y  primer  parecer; 
pues  por  esto  fué  necesario  que  usase  Dios  de  nueva 
y  secreta  forma  de  consejo,  para  que  Dios,  que  es  ín- 
(c)  S.  I.cü,  s«nn.  2,  de  Nativitate,  cap.  1. 


DE  LOS  NOMBRES  BE  CRISTO. —LIBRO  PRIMERO. 


m 


mudable  y  cuya  voluntad  no  puede  ser  impedida  en  los 
largos  bienes  que  hacer  determina,  cumpliese  con  mis- 
terio mas  secreto  el  primer  decreto  y  ordenación  de  su 
clemencia  ;  y  para  que  el  hombre,  por  haber  sido  indu- 
cido á  culpa  por  el  engaño  y  astucia  de  la  maldad  in- 
fernal ,  no  pereciese,  contra  lo  que  Dios  tenia  ordena- 
do.— 

«Esta  pues  es  la  necesidad  que  tiene  el  hombre  de  na- 
cer segunda  vez.  A  lo  cual  se  sigue  saber  qué  es  ó  qué 
fuerza  tiene  y  en  qué  consiste  este  nuevo  y  segundo 
nacimiento.  Para  lo  cual  presupongo  que  cuando  na- 
cemos, juntamente  coii  la  substancia  de  nuestra  alma 
y  cuerpo  con  que  nacemos ,  nace  también  en  nosotros 
un  espíritu  y  una  infección  infernal,  que  se  extiende  y» 
derrama  por  todas  las  partes  del  hombre,  y  se  enseño- 
rea de  todas  y  las  daña  y  destruye.  Porque  en  el  en- 
tendimiento es^ tinieblas,  y  en  la  memoria  olvido,  y  en 
la  voluntad  culpa  y  desorden  de  las  leyes  de  Dios,  y  en 
los  apetitos  fuego  y  desenfrenamiento,  y  en  los  sentidos 
engaño,  y  en  las  obras  pecado  y  maldad ,  y  en  todo  el 
cuerpo  desatamiento  y  flaqueza  y  penalidad ,  y  final- 
mente muerte  y  corrupción.  Todo  lo  cual  san  Pablo 
suele  comprehender  con  un  solo  nombre,  y  lo  llama  (o) 
«pecado  y  cuerpo  de  pecado»,  y  Santiago  dice  (6) 
que  la  rueda  de  nuestro  nacimiento,  esto  es,  el  prin- 
cipio del  ó  la  sustancia  con  que  nacemos  está  encen- 
dida con  fuego  del  infierno.  De  manera  que  en  la 
substancia  de  nuestra  alma  y  cuerpo  nace,  cuando  ella 
nace,  impresa  y  apegada  esta  mala  fuerza,  que  con  mu- 
chos nombres  apenas  puede  ser  bien  declarada,  la  cual 
se  apodera  della  así ,  que  no  solamente  la  inficiona  y 
contamina  y  hace  casi  otra,  sino  también  la  mueve  y 
enciende  y  lleva  por  donde  quiere,  como  si  fuese  algu- 
na otra  substancia  ó  espíritu  asentado  y  engerido  en  el 
nuestro,  y  poderoso  sobre  él, 

bY  si  quiere  saber  alguno  la  causa  por  qué  nacemos 
ansí,  para  entenderlo  base  de  advertir,  lo  primero,  que 
la  substancia  de  la  naturaleza  del  hombre ,  ella  de  sí  y 
de  su  primer  nacimiento  es  substancia  imperfecta,  y  co- 
mo si  dijésemos  comenzada  á  hacer,  pero  tal,  que  tie- 
ne libertad  y  voluntad  para  poder  acabarse  y  figurarse 
del  todo  en  la  forma,  ó  mala  ó  buena,  que  mas  le  plu- 
guiere; porque  de  suyo  no  tiene  ninguna,  y  es  capaz 
para  todas ,  y  maravillosamente  fácil  y  como  de  cera 
para  cada  una  dellas.  Lo  segundo,  hase  también  de  ad- 
vertir que  esto  que  le  falta  y  puede  adquirir  el  hom- 
bre, que  es  como  cumplimiento  y  fin  de  la  obra,  aun- 
que no  le  da  cuando  lo  tiene  el  ser  y  el  vivir  y  el  mo- 
verse, pero  dale  el  ser  bueno  ó  ser  malo,  y  dale  deter- 
minadamente su  bien  y  figura  propia,  y  es  como  el  es- 
píritu y  la  forma  de  la  misma  ánima,  y  la  que  la  lleva  y 
determina  á  la  cualidad  de  sus  obras,  y  lo  que  se  extien- 
de y  trasluce  por  todas  ellas,  para  que  obre  como  vive 
y  para  que  sea  lo  que  hace,  conforme  al  espíritu  que  la 
cualifica  y  la  mueve  á  hacer. 

«Pues  aconteciónos  así,  que  Dios  cuando  formó  al  pri- 
mer hombre,  y  formó  en  él  á  todos  los  que  nacemos  del, 
como  en  su  simiente  primera,  porque  le  formó  con  sus 
manos  solas ,  y  de  las  manos  de  Dios  nunca  sale  cosa 
menos  apabada  y  perfecta,  sobrepuso  luego  á  la  subslan- 
(o)  Rom.,  6,  V.  6.    (¿>i  Jacob,  3,  v.  6, 


cía  natural  del  hombre  los  dones  de  su  gracia ,  y  figu- 
rólo particularmente  con  su  sobrenatural  imagen  y  es-* 
píritu,  y  sacólo  como  si  dijésemq^  de  un  golpe  y  de 
una  vez  acabado 'del  todo,  y  divinamente  acabado.  Por- 
que al  que,  según  su  facilidad  natural,  se  podía  figurar 
en  condiciones  y  mañas,  ó  como  bruto  ó  como  demo- 
nio ó  como  ángel ,  figuróle  él  como  Dios,  y  puso  en  él 
una  imagen  suya  sobrenatural  y  muy  cercana  á  su  se- 
mejanza,' para  que  así  él  como  los  que  estábamos  en  él 
naciendo  después,  la  tuviésemos  siempre  por  nuestra, 
si  el  primero  padre  no  la  perdiese.  Mas  perdióla  pres- 
to, porque  traspasó  la  ley  de  Dios;  y  así,  fué  despojado 
luego  de  aquesta  perfección  de  Dios  que  tenia ,  y  des- 
pojado della,  no  fué  su  suerte  tal  que  quedase  desnudo, 
sino,  como  dicen  del  trueco  de  Glauco  y  Diomédes,  tro- 
cando desigualmente  las  armas,  juntamente  fué  desnu- 
dado y  vestido.  Desnudado  del  espíritu  y  figura  sobre- 
natural de  Dios,  y  vestido  de  la  culpa  y  de  su  miseria, 
y  del  traje  y  figura  y  espíritu  del  demonio,  cuyo  indu- 
cimiento siguió.  Porque  así  como  perdió  lo  que  tenia  de 
Dios,  porque  se  apartó  del ;  a.sí,  porque  siguió  y  obede- 
ció á  la  voz  del  demonio,  concibió  luego  en  sí  su  espí- 
ritu y  sus  mañas,  permitiendo  por  esta  razón  Dios  jus- 
tísimamente  que  debajo  de  aquel  manjar  visible,  por 
vía  y  fuerza  secreta,  pusiese  en  él  el  demonio  una  ima- 
gen suya,  esto  es,  una  fuerza  malvada  muy  semejante 
á  él. 

))La  cual  fuerza,  unas  veces  llamamos  ponzoña,  por- 
que se  presentó  el  demonio  en  figura  de  sierpe ;  otras 
ardor  y  fuego ,  porque  nos  enciende  y  abrasa  con  no 
creíbles  ardores  ;  y  otras  pecado,  porque  consiste  toda 
ella  en  desorden  y  desconcierto,  y  siempre  inclina  á  des- 
orden. Y  tiene  otros  mil  nombres,  y  son  pocos  todos 
para  decir  lo  malo  que  ella  es,  y  el  mejor  es  llamarla  un 
otro  demonio,  porque  tiene  y  encierra  en  sí  las  condi- 
ciones todas  del  demonio,  soberbia,  arrogancia,  envi- 
dia, desacato  de  Dios,  afición  á  bienes  sensibles,  amor 
de  deleites  y  de  mentira  y  de  enojo  y  de  engaño,  y  de 
todo  lo  que  es  vanidad.  El  cual  mal  espíritu,  así  como 
sucedió  al  bueno  que  el  hombre  tenia  antes ,  así  en  la 
forma  del  daño  que  hizo ,  imitó  al  bien  y  al  provecho 
que  hacia  el  primero.  Y  como  aquel  perficionaba  al  hom- 
bre, no  solo  en  la  persona  de  Adam,  sino  también  en  la 
de  todos  los  que  estábamos  en  él ,  y  así  como  era  bien 
general,  que  ya  en  virtud  y  en  derecho  lo  teníamos  io- 
dos, y  lo  tuviéramos  cada  uno  en  real  posesión  en  na- 
ciendo; así  aquesta  ponzoña  emponzoñaba,  no  á  Adam 
solamente,  sino  á  todos  nosotros,  sus  succesores,  pri- 
mero á  todos  en  la  raíz  y  semilla  de  nuestra  origen,  y 
después  en  particular  á  cada  uno  cuando  nacemos,  na- 
ciendo juntamente  con  nosotros  y  apegada  á  nosotros. 
))Y  esta  es  lacausapor  qué  nacemos,  como  dije  al  prin- 
cipio, inficionados  y  pecadores;  porque,  ansí  como  aquel 
espíritu  bueno ,  siendo  hombres ,  nos  hacia  semejantes 
á  Dios ,  así  aqueste  mal  y  pecado  añadido  á  nuestra 
substancia ,  y  naciendo  con  ella ,  la  figura  y  hace  que 
nazca,  aunque  en  forma  de  hombre,  pero  acondiciona- 
da como  demonio  y  serpentina  verdaderamente,  y  por 
el  mismo  caso  culpada  y  enemiga  de  Dios,  y  hija  de  ira 
y  del  demonio,  y  obligada  al  infierno.  Y  tiene  aun,  de- 
más deslaS;  otras  propriedades  esta  ponzoña  y  maldad, 


i  02  OBRAS  DE  FRAY 

las  cuales  iré  refiriendo  agora,  porque  nos  servirán  mu- 
cho para  después. 

mY  lo  primero  tiene  que  entre  aquestas  dos  cosas  que 
digo,  délas  cuales  la* una  es  la  substancia  del  cuerpo  y 
del  alma,  y  la  otra  esta  ponzoFia  y  espíritu  malo,  hay  es- 
ta diferencia  cuanto  á  lo  que  toca  á  nuestro  propósito, 
que  la  substancia  del  cuerpo  y  del  alma  ella  de  sí  es 
buena  y  obra  de  Dios,  y  si  llegamos  la  cosa  á  su  prin-  ; 
cipio,  la  tenemos  de  solo  Dios.  Porque  el  alma  él  solo  ; 
la  cria,  y  del  cuerpo,  cuando  al  principio  lo  hizo  de  un  \ 
poco  de  barro,  él  solo  fué  el  hacedor,  y  ni  mas  ni  me-  \ 
nos  cuando  después  lo  produce  de  aquel  cuerpo  pri- 
mero, y  como  van  los  tiempos  los  saca  á  luz  en  cada  uno 
que  nace,  él  también  es  el  principal  de  la  obra.  Mas  el 
Ciro  espíritu  ponzoñoso  y  soberbio  en  núiguna  mane- 
ra es  obra  de  Dios,  ni  se  engendra  en  nosotros  con  su 
querer  y  voluntad,  sino  es  obra  toda  del  demonio  y  del 
primer  hombre;  del  demonio,  inspirando  y  persuadien- 
do; del  hombre,  voluntaria  y  culpablemente  recibién- 
dolo en  sí.  Y  así,  esto  solo  es  lo  que  la  Santa  Escri- 
tura llama  en  nosotros  viejo  hombre  y  viejo  Adaní,  por- 
que es  propia  hechura  de  Adam ;  esto  es ,  porque-  es, 
ne  lo  que  tuvo  Adam  de  Dios ,  sino  lo  que  él  hizo  en 
sí  por  su  culpa  y  por  virtud  del  demonio.  Y  llámase 
vestidura  vieja  porque ,  sobre  la  naturaleza  que  Dios 
puso  en  Adam,  él  se  revistió  después  con  esta  figura, 
y  hizo  que  naciésemos  revestidos  della  nosotros.  Y 
llámase  imagen  del  hombre  terreno  porque  aquel 
hombre  que  Dios  formó  de  la  tierra  se  transformó  en 
ella  por  su  voluntad,  y  cual  él  se  hizo  entonces,  tales 
nos  engendra  después,  y  le  parecemos  en  ella,  ó  por  de- 
cir verdad,  en  ella  somos  del  todo  sus  hijos,  poniue  en 
ella  somos  hijos  solamente  de  Adam.  Que  en  la  natura- 
leza y  en  los  demás  bienes  naturales  con  que  nacemos 
somos  hijos  de  Dios,  ó  sola  ó  principalmente,  como  ar- 
riba está  dicho ;  y  sea  aquesto  lo  primero. 

)>Lo  segundo,  tiene  otra  propriedad  aqueste  mal  espí- 
ritu, que  su  ponzoña  y  daño  del  nos  loca  de  dos  mane- 
ras. Una  en  virtud ,  otra  formal  y  declaradamente.  Y 
porcjue  nos  toca  virluahnenle  déla  primera  manera,  por 
eso  nos  locó  formalmente  después.  En  virtud  nos  tocó, 
cuando  nosotros  aun  no  teníamos  ser  en  nosotros,  sino 
en  el  ser  y  en  la  virtud  de  aquel  que  fué  padre  de  lodos. 
En  efecto  y  realidad  cuando  de  aquella  preñez  veni- 
mos á  esta  luz.  En  el  primero  tiempo  este  mal  no  se  pa- 
recía claro  sino  en  Adam  solamente,  pero  entendíase 
que  lanzaba  su  ponzoña  con  disimulación  en  todos  los 
que  oslábamos  en  él  también,  como  disimulados;  mas 
en  el  segundo  tiempo  descubierta  y  expresamente  nace 
con  cada  uno.  Porque  si  lomásemos  agora  la  pepita  de 
un  melocotón  ó  de  otro  árbol  cualquiera,  en  la  cual  es- 
tán originalmente  encerrados  la  raíz  del  árbol  y  el 
tronco  y  las  hojas  y  flores  y  frutos  del ,  y  si  imprimié- 
semos en  la  dicha  pepita  por  virtud  de  alguna  infusión 
algún  color  y  sabor  extraño,  en  la  pepita  misma  luego 
se  ve  y  siente  aqiioste  color  y  sabor,  pero  en  lo  que  esta 
encerrado  en  su  virtud  della  aun  no  se  ve,  ansí  como 
ni  ello  mismo  aun  no  es  visto ;  pero  entiéndese  que  es- 
tá ya  lanzado  en  ella  aquel  color  y  sabor,  y  que  le  está 
impreso  en  la  misma  manera  que  aquello  lodo  cslá  en 
la  pepita  encerrado,  y  verse  abiertamente  después  en  las 


LUlá  DE  LEO>;. 

hojas  y  flores  y  frutos  que  digo,  cuando  del  seno  de  la 
pepita  ó  grano  donde  estaban  cubiertos  se  descubrie- 
ren y  salieren  á  luz.  Pues  así  y  por  la  misma  manera 
pasa  en  aquesto  de  que  vamos  hablando. 

»La  tercera  propiedad  y  que  se  consigue  á  loque  agora 
decíamos,  es  que  esta  fuerza  ó  espíritu  que  decimos, 
nace  al  principio  en  nosotros,  no  porque  nosotros  por 
nuestra  propia  voluntad  y  persona  la  hicimos  ó  mere- 
cimos, sino  por  lo  que  hizo  y  mereció  otro,  que  nos  te- 
nia dentro  de  sí,  como  el  grano  tiene  la  espiga ;  y  así, 
su  voluntad  fué  habida  por  nuestra  voluntad,  y  querien- 
do él,  como  quiso,  inficionarse  en  la  forma  que  habernos 
dicho,  fuimos  vistos  nosotros  querer  para  nosotros  lo 
mismo.  Pero,  dado  que  al  principio  esta  maldad  ó  espí- 
ritu de  maldad  nace  en  nosotros  sin  merecimienlo 
nuestro  proprio,  mas  después,  queriendo  nosotros  seguir 
sus  ardores  y  dejándonos  llevar  de  fuerza,  crece  y  se 
establece  y  confirma  mas  en  nosotros  por  nuestros  des- 
merecimientos. Y  así,  naciendo  malos  y  siguiendo  el  es- 
píritu malo  con  que  meemos,  merecemos  ser  peores,  y 
de  hecho  lo  somos. 

«Pues  sea  lo  cuarto  y  postrero  que  esta  mala  ponzo- 
ña y  simiente,  que  tantas  veces  ya  digo  que  nace  con 
la  substancia  de  nuestra  naturaleza  y  se  extiende  por 
ella,  cuanto  es  de  su  parle  la  destruye  y  trae  á  perdi- 
ción, y  la  lleva  por  sus  pasos  contados  á  la  suma  mise- 
ria, y  cuanto  crece  y  se  fortifica  en  ella ,  tanto  mas  la 
enflaquece  y  desmaya ,  y  si  debemos  usar  desta  palabra 
aquí,  la  aiuiihila.  Porque,  aunque  es  verdad,  como  ha- 
bemos  ya  dicho ,  que  la  naturaleza  nuestra  és  de  cera 
para  hacer  en  ella  lo  que  quisiéremos;  pero,  como  es  he- 
chura de  Dios,  y  por  el  mismo  caso  buena  hechura,  la 
mala  condición  y  mal  ingenio  y  mal  espíritu  que  lo  po- 
nemos, aunque  le  recibe  por  su  facilidad  y  capacidad, 
pero  recibe  daño  con  él ,  por  ser,  como  obra  de  buen 
maestro,  buena  ella  de  suyo  é  inclinada  á  lo  que  es  me- 
jor. Y  como  la  carcoma  hace  en  el  madero,  qu'e  nacien- 
do en  él,  lo  consume  ;  así  csla  maldad  ó  mal  espíritu, 
aunque  se  haga  á  él  y  se  envista  del  nuestra  naturale- 
za, la  consume  casi  del  todo.  Porque  asentado  en  ella, 
y  como  rQvendo  en  ella  continuamente,  pone  desorden 
y  desconcierto  en  todas  las  partes  del  hombre ;  porque 
pone  en  alboroto  todo  nuestro  reino ,  y  lo  divide  entre 
sí,  y  desala  las  ligaduras  con  que  esta  compostura  nues- 
tra de  cuerpo  y  de  alma  se  ata  y  se  traba ;  y  así,  hace 
que  ni  el  cuerpo  esté  sujeto  al  alma,  ni  el  alma  á  Dios, 
que  es  camino  cierto  y  breve  para  traer  á  sí  el  cuerpo, 
como  el  alma  á  la  muerte.  Porípie,  como  el  cuerpo  tie- 
ne del  alma  su  vida  toda,  vive  mas  cuanto  le  está  mas 
sujeto,  y  por  el  contrario,  se  va  apartando  de  la  vida 
como  va  saliéndose  de  sujeción  y  obediencia;  y  así,  aques- 
h"  dañado  furor,  que  tiene  por  oficio  sacarle  della,  en  sa- 
cándole, que  es  desde  el  primer  punto  que  se  junta  á 
él  y  que  nace  con  él,  le  hace  pasible  y  sujeto  á  enfer- 
medades y  males ;  y  así  como  va  creciendo  en  él,  le  en- 
flaquece mas  y  debilita,  hasta  que  al  fin  le  desala  y 
ajiarla  del  lodo  del  alma,  y  le  torna  en  polvo,  para  que 
quede  para  siempre  hecho  polvo  cuanto  es  de  su  parte. 

))Y  lo  qi¡e  hace  en  ol  cuerpo,  eso  mismo  hace  en  el 
alma,  que  como  el  cuerpo  vive  ilella,  así  ella  vivo  Je  Dios, 
del  cual  este  espíritu  malo  la  aparta  y  va  cada  día  at>ar- 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


103 


tándola  mas,  cuanto  mas  va  creciendo;  y  ya  que  no  pue- 
de gastarla  toda  ni  volverla  en  nada,  porque  es  de  me- 
tal que  no  se  corrompe ,  gástala  hasta  no  dejarle  mas 
vida  de  la  que  es  menester,  para  que  se  conozca  por 
muerta,  que  es  la  muerte  que  la  Escritura  santa  llama 
segunda  muerte ,  y  la  muerte  mayor  ó  la  que  es  sola 
verdadera  muerte ;  como  se  pudiera  mostrar  agora  aquí 
con  razones  que  lo  ponen  delante  los  ojos,  pero  no  se 
ha  de  decir  todo  en  cada  lugar.  Mas  lo  proprio  deste  que 
tratamos  agora,,  y  lo  que  decir  nos  conviene,  es  lo  que 
dice  Santiago ,  el  cual  como  en  una  palabra  esto  todo 
que  he  dicho  lo  comprende,  diciendo  (a):  — El  pecado, 
cuando  llega  á  su  colmo,  engendra  muerte.  —Y  es  dig- 
no de  considerar  que  cuando  amenazó  Dios  al  hombre 
con  miedos  para  que  no  diese  entrada  en  su  corazón  á 
aqueste  pecado,  la  pena  que  le  denunció  fué  eso  mis- 
mo que  él  hace,  y  el  fruto  que  nace  del,  según  la  fuer- 
za y  la  eficacia  de  su  cualidad ,  que  es  una  perfecta  y 
acabada  muerte ;  como  no  queriendo  él  por  sí  poner  en 
el  hombre  las  manos  ni  ordenar  contra  él  extraordi- 
narios castigos,  sino  dejarle  al  azote  de  su  proprio  que- 
rer, para  que  fuese  verdugo  suyo  eso  mismo  que  ha- 
bía escogido. 

wMas  dejando  esto  aquí,  y  tornando  alo  que  al  princi- 
pio propuse,  que  es  decir  aquello  en  que  consiste  aques- 
te postrer  nacimiento,  digo  que  consiste,  no  en  que 
nazca  en  nosotros  otra  substancia  de  cuerpo  y  de  alma, 
•porque  eso  no  fuera  nacer  otra  vez ,  sino  nacer  otros, 
con  lo  cual,  como  está  dicho,  no  se  conseguía  el  fin  pre- 
tendido ;  sino  consiste  en  que  esta  nuestra  substancia 
nazca  sin  aquel  mal  espíritu  y  fuerza  primera,  y  nazca 
con  otro  espíritu  y  fuerza  contraria  y  diferente  della. 
La  cual  fuerza  y  espíritu  en  que,  según  decimos,  con- 
siste el  segundo  nacer,  es  llamado  hombre  nuevo  y 
Adam  nuevo  en  la  Santa  Escritura,  así  como  el  otro  su 
contrarío,  y  primero  se  llama  hombre  viejo,  como  ha- 
bernos ya  dicho.  Y  así  como  aquel  se  e.\lendia  por  todo 
el  cuerpo  y  por  toda  el  alma  del  hombre ,  así  el  bueno 
también  se  extiende  por  todo ;  y  como  lo  desordenaba 
aquel,  lo  ordena'este  y  lo  santifica  y  trae  últimamente 
á  vida  gloriosa  y  sin  fin ,  así  como  aquel  lo  condenaba  á 
muerte  miserable  y  eterna.  Y  es  por  contraria  manera 
del  otro,  luz  en  el  ánimo  y  acuerdo  de  Dios  en  la  me- 
moria, y  justicia  en  la  voluntad  y  templanza  en  los  de- 
seos, y  en  los  sentidos  guia,  y  en  las  manos  y  en  las  obras 
provechoso  mérito  y  fruto;  y  finalmente,  vida  y  paz  ge- 
neral de  todo  el  hombre  é  imagen  verdadera  de  Dios, 
y  que  hace  á  los  hombres  sus  hijos.  Del  cual  espíritu, 
y  de  los  buenos  efectos  que  hace,  y  de  toda  su  eficacia 
y  virtud,  los  sagrados  escritores  tratando  del  debajo  de 
diversos  nombres ,  dicen  mucho  en  muchos  lugares, 
pero  baste  por  todos  san  Pablo  en  lo  que,  escribiendo  á 
los  galatas,  dice  desta  manera  (6) :  —  El  fruto  del  Espí- 
ritu Santo  son  caridad,  gozo,  paz,  largueza  de  ánimo, 
bondad,  fe,  mansedumbre  y  templanza. — Y  él  mismo, 
en  el  capítulo  3  á*los  colosenscs  (c)  :  —  Despoján- 
doos del  hombre  viejo ,  vestios  el  nuevo ,  el  renovado 
para  conocimiento,  según  la  imagen  del  que  le  crió. — 
Aquesto  pues  es  nacer  los  hombres  segunda  vez,  con- 
viene á  saber,  vestirse  de  aqueste  espíritu  y  nacer,  no 

Ifi)  Jacob,  1,  V.  13.    [b]  Galat.,  3,  v.  22.    (c)  Colos.,  3,  v.  9  et  10. 


con  otro  ser  y  substancia ,  sino  cualificarse  y  acondi- 
cionarse de  otra  manera,  y  nacer  con- otro  aliento  dife- 
rente. Y  aunque  prometí  solamente  decir  qué  naci- 
miento era  este ,  en  lo  que  he  dicho  he  declarado  no 
solo  lo  que  es  el  nacer,  sino  también  cuál  es  lo  que  na- 
ce, y  las  condiciones  del  espíritu  que  en  nosotros  nace, 
así  la  primera  vez  como  la  segunda. 

«Resta  agora  qfie,  pasando  adelante,  digamos  qué  hi- 
zo Dios  y  la  forma  que  tuvo  para  que  naciésemos  de 
aquesta  segunda  manera;  con  lo  cual,  si  lo  llegamos  al 
cabo,  quedará  casi  acabado  todo  lo  que  á  esta  declara- 
ción pertenece. »  Callóse  Marcelo  luego  que  dijo  esto, 
y  comenzábase  á  apercebir  para  tornar  á  decir;  mas  Ju- 
liano, que  desde  el  principio  le  había  oído  atentísimo,  y 
por  algunas  veces  con  significaciones  y  meneos  había 
dado  muestras  de  maravillarse,  tomando  la  mano,  dijo: 
«  Estas  cosas,  Marcelo,  que  agora  decís,  no  las  sacáis  de 
vos,  ni  menos  sois  el  primero  que  las  traéis  á  luz,  por- 
que todas  ellas  están  como  sembradas  y  esparcidas,  así 
en  los  libros  divinos  como  en  los  doctores  sagrados, 
mías  en  unos  lugares  y  otras  en  otros ;  pero  sois  el  pri- 
mero de  los  que  he  visto  y  oído  yo  que,  juntando  cada 
una  cosa  con  su  igual  cuya  es,  y  como  pareándolas  en- 
tre sí  y  poniéndolas  en  sus  lugares,  y  trabándolas  todas 
y  dándoles  orden,  habéis  hecho  como  un  cuerpo  y  co- 
mo un  tejido  de  todas  ellas.  Y  aunque  es  verdad  que 
cada  una  destas  cosas  por  sí,  cuando  en  Iqs  libros  don- 
de están  las  leemos,  nos  alumbran  y  enseñan,  pero  no 
sé  en  qué  manera  juntas  y  ordenadas,  como  vos  agora 
las  habéis  ordenado,  hinchen  el  alma  juntamente  de  luz 
y  de  admiración,  y  parece  que  le  abren  como  una  nue- 
va puerta  de  conocimiento.  No  sé  lo  que  sentirán  los 
demás;  de  mí  os  afirmo  que,  mirando  aqueste  bulto  de 
cosas  y  este  concierto  tan  trabado  del  consejo  divino, 
que  vais  agora  diciendo  y  aun  no  habéis  dicho  del  todo, 
pero  aquesto  solo  que  hasta  aquí  habéis  platicado,  mi- 
rándolo, me  hace  ya  ver,  á.lo  que  me  parece,  en  las  le- 
tras sagradas  muchas  cosas ;  no  digo  que  no  las  sabia, 
sino  que  no  las  advertía  antes  de  agora,  y  que  pasaba 
fácilmente  por  ellas.  Y  aun  se  me  figura  también  (no  sé 
sí  me  engaño)  que  este  solo  misterio  así  todo  junto  bien 
entendido,  él  por  sí  solo  basta  á  dar  luz  en  muchos  de 
los  errores  que  hacen  en  este  miserable  tiempo  guerra 
á  la  Iglesia,  y  basta  á  desterrar  sus  tinieblas  dellos.  Por- 
que en  esto  solo  que  habéis  dicho,  y  sin  ahondar  mas  en 
ello,  ya  se  me  ofrece  á  mí  y  como  se  me  viene  á  los  ojos 
ver  cómo  este  nuevo  espíritu,  en  que  el  segundo  y  nue- 
vo nacimiento  nuestro  consiste,  es  cosa  metida  en  nues- 
tra alma,  que  la  transforma  y  renueva,  así  como  su 
contrario  de  aqueste,  que  liace  el  nacimiento  primero, 
vivía  también  en  ella  y  la  inficionaba;  y  que  no  es  cosa 
de  imaginación  ni  de  respeto  exterior,  como  dicen  los 
que  desatinan  agora;  porque,  sí  fuera  así,  no  hiciera  na- 
cimiento nuevo ,  pues  en  realidad  de  verdad  no  ponía 
cosa  alguna  nueva  en  nuestra  substancia,  antes  la  de- 
jaba en  su  primera  vejez.  Y  veo  también  que  este  es- 
píritu y  criatura  nueva  es  cosa  que  recibe  crecimiento, 
como  todo  lo  demás  que  nace,  y  veo  que  crece  por  la 
gracia  de  Dios  y  por  la  industria  y  buenos  méritos  de 
nuestras  obras  que  nacen  della;  como  al  revés  su  con- 
1  trario,  viviendo  nosotros  en  él  y  conforme  á  él,  se  hace 


104  .        OBRAS  DE  FRAY 

cada  día  mnyor  y  cobra  mayores  fuerzas ,  cuanto  son  1 
nuestros  desmerecimientos  niayore?.  Y  veo  lamMen 
que  obrando  crece  este  espíritu ,  quiero  decir  que  las  j 
obras  que  liacemos  movidos  del  merecen  su  crecimien- 
to del  y  son  como  su  cebo  y  proprio  alimento,  así  como  . 
nuestros  nuevos  pecados  ceban  y  acrecientan  á  ese 
mismo  espíritu  malo  y  dañado  que  á  ellos  nos  mueve.» 

«Sin  duda  es  así,  respondió  entdftces  Marcelo,  que  j 
aquesta  nueva  generación ,  y  el  consejo  de  Dios  acerca 
della,  sí  se  ordena  todo  junto  y  se  declara  y  entiende 
bien,  deílruye  las  principales  fuentes  del  error  lute- 
rano, y  liace  su  falsedad  manifiesta.  Y  entendido  bien 
esto  de  una  vez,  quedan  claras  y  entendidas  muchas  es- 
crituras que  parecen  revueltas  y  oscuras.  Y  sí  tuviese 
yo  lo  que  para  esto  es  necesario  de  ingenio  y  de  letras, 
y  si  me  concediese  el  Señor  el  ocio  y  el  favor  que  yo  le 
suplico,  por  ventura  emprenderla  servir  en  este  argu- 
mento á  la  Iglesia,  declarando  este  misterio,  y  aplicán- 
dolo á  loque  agora  entre  nosotros  y  los  herejes  se  alter- 
ca, y  con  el  rayo  de  aquesta  luz  sacando  de  cuestión 
la  verdad,  que  á  mí  juicio  seria  obra  muy  provechosa; 
y  así  como  puedo ,  no  me  despido  de  poner  en  ella  mí 
estudio  á  su  tiempo.»  «¿Cuándo  no  es  tiempo  para  un 
negocio  semejante?  respondió  Juliano'.»  «Todo  es  buen 
tiempo,  respondió  Marcelo ,  mas  no  está  todo  en  mí  po- 
der, ni  soy  mió  en  todos  los  tiempos.  Porque  ya  veis 
cuántas  son  juYis  ocupaciones  y  la  flaqueza  grande  de 
mi  salud.»  «Como  si  en  medio  de  aquesas ocupaciones 
y  poca  salud,  dijo,  ayudando  á  Juliano ,  Sabino,  no  su- 
piésemos que  tenéis  tiempo  para  otras  escrituras  que 
no  son  menos  trabajosas  que  esa,  y  son  de  mucho  me- 
nos utilidad.»  «Esas  son  cosas,  respondió  Marcelo,  qu«, 
dado  que  son  muchas  en  número ,  pero  son  breves  cada 
una  por  sí ;  mas  esta  es  larga  escritura  y  muy  trabada  y 
de  grandísima  gravedad,  y  que  comenzada  una  vez,  no 
se  podía,  hasta  llegarla  al  fin,  dejar  de  la  mano.  Lo  que 
yo  deseaba  era  el  fin  de^os  pleitos  y  prelendencias 
de  e-cuelas,  con  algún  mediano  y  reposado  asiento.  Y 
si  al  Señor  le  agradare  .'servirse  en  esto  de  mí ,  su  pie- 
dad lo  dará.»  «Él  lo  dará,  respondieron  comoá  una  Ju- 
liano y  Sabino ;  pero  esto  se  debe  anteponer  á  todo  lo 
demás. »  «  Que  se  anteponga ,  dijo  Akrcelo  ,  en  buen 
hora ,  mas  eso  será  después ;  agora  tornemos  á  prose- 
guir lo  que  está  comenzado.»  Y  callando  con  esto  los 
dos ,  y  mostrándose  atentos,  Marcelo  tornó  á  comenzar 
así : 

«Habernos  dicho  cómo  los  hombres  nacemos  segun- 
da vez ,  y  la  razón  y  necesidad  por  qué  nacemos  así, 
y  aquello  en  que  este  nacimiento  consiste.  Quédanos  por 
decir  la  forma  que  tuvo  y  tiene  Dios  para  hacerle ,  que 
es  decir  lo  que  ha  hecho  para  que  seamos  los  hombres 
engendrados  segunda  vez.  Lo  cual  es  breve  y  largo  jun- 
tamente. Dreve,  porque  con  decir  solamente  (¡ue  liízo 
un  otro  hombre,  que  es  Cristo  hombre,  para  que  nos 
engendrase  segunda  vez ,  así  corno  el  primero  hombre 
nos  engendró  la  primera,  queda  dicho  todo  lo  que  es 
ello  en  sí;  mas  es  largo,  porque  para  que  esto  mismo  se 
entienda  bien  y  se  conozca,  es  menester  declararlo  que 
puso  Dios  en  Cristo,  para  que  con  verdad  se  diga  ser  i 
nuestro  padre,  y  la  forma  cómo  él  nos  engendra.  Y  así 
lo  uno  como  lo  otro  no  se  puede  declarar  brevemente. 


LUIS  DE  LEÓN. 

«Mas  viniendo  á  ello,  y  comenzando  de  lo  primero, 
digo  que ,  queriendo  Dios  y  placiéndole  por  su  bondad  in- 
finita dar  nuevo  nacimiento  á  los  hombres ,  ya  que  el 
primero,  por  culpa  dellos,  era  nacimiento  perdido,  por- 
que de  su  ingenio  es  traer  á  su  fin  todas  las  cosas  con 
suavidad  y  dulzura,  y  por  los  medios  que  su  razón  dellas 
pide  y  demanda,  queriendg  hacer  nuevos  hijos,  hizo 
convenientemente  un  nuevo  padre  de  quien  ellos  na- 
ciesen ,  y  liacerle  fué  poner  en  él  todo  aquello  que  pa- 
ra ser  padre  universal  es  necesario  y  conviene.  Por- 
que lo  primero,  porque  había  de  sen  padre  de  hombres, 
ordenó  que  fuese  hombre ,  y  porque  había  de  ser  padre 
de  hombres  ya  nacidos ,  para  que  tornasen  á  renacer, 
ordenó  que  fuese  del  mismo  linaje  y  metal  dellos.  Pero, 
porque  en  esto  se  ofrecía  una  grande  dificultad,  que 
por  una  parle,  <iue  renaciese  deste  nuevo  padre  nues- 
tra substancia  mejorada,  convenia  que  fuese  él  del  mis- 
mo linaje  y  substancia;  y  por  otra  parte  estaba  dañada 
é  inficionada  toda  nuestra  substancia  en  el  primero  pa- 
dre ,  y  por  la  misma  causa  tomándola  del  el  segundo 
[ladro  ,  purecia  que  la  habia  de  tomar  asimismo  daña- 
da, y  si  la  tomaba  así,  no  pudiéramos  nacer  del  segun- 
da vez  puros  y  limpios ,  y  en  la  manera  que  Dios  pre- 
tendía que  naciésemos. 

»Así  que,  ofreciéndose  aquesta  dificultad,  el  sumo  sa- 
ber. Dios ,  que  en  las  mayores  dificultades  resplandece 
mas,  halló  forma  cómo  este  segundo  padre  fuese  hom- 
bre del  linaje  de  Adam,  y  no  naciese  con  el  mal  y  con  el 
daño  con  que  nacen  los  que  nacemos  de  Adam.  Yasí,lc 
formó  do  la  misma  rnasa  y  descendencia  de  Adam,  pero 
no  como  se  forman  los  demás  hombres,  con  las  manos  y 
obras  de  Adam,  que e? todo  loque  dañayestraga  laobra, 
sino  formóle  con  las  suyas  mismas  y  por  sí  solo  y  por 
la  virtud  de  su  espíritu,  en  las  entrañas  purísimas  de  la 
soberana  Virgen,  descendiente  de  Adam.  Y  de  su  san  grey 
substancia  santísima ,  dándola  ella  sin  ardor  vicioso  y 
conamor  de  caridadencendido,  hizo  el  segundo  Adam  y 
padre  nuestro  universal  de  nuestra  substancia  y  aje- 
no del  lodo  de  nuestra  culpa ,  y  como  panal  virgen  he- 
cho con  las  manos  del  cielo  de  materia  pura,  ó  por  me- 
jor decir,  de  la  flor  de  la  pureza  misma  y  de  la  virgi- 
nidad. Y  esto  fué  lo  primero. 

»Y  demás  deslo ,  procediendo  Dios  en  su  obra,  por- 
que todas  las  cualidades  que  se  descubren  en  la  flor  y 
en  el  fruto  conviene  que  estén  primero  en  la  semilla, 
de  donde  la  flor  nace  y  el  fruto;  por  eso  en  este,  que 
habia  de  ser  la  origen  desta  nueva  y  sobrenatural  des- 
cendencia, asentó  y  colocó  abundantísima  ó  inlinila- 
menle,  por  hablar  mas  verdad,  lodo  aquello  bueno  en 
que  habíamos  de  renacer  todos  los  que  naciésemos  del: 
la  gracia,  la  justicia  y  el  espíritu  celestial,  la  caridad, 
el  saber,  con  todos  los  demás  dones  del  Espíritu  Santo; 
y  asentólos  como  en  principio  con  virtud  y  eficacia  pa- 
ra que  naciesen  del  en  otros  y  se  derivasen  en  sus  des- 
cendientes, y  fuesen  bienes  que  pudiesen  producirde  si 
otros  bienes.  Y  porque  en  el  principio  no  solamente  es- 
tán las  cualidades  de  los  que  nacen  del ,  sino  también 
esos  mismos  que  nacen ,  antes  que  nazcan  en  sí  están 
en  su  principio  comeen  virtud;  por  tanto,  convino  tam- 
bién que  los  que  nacemos  deste  divino  Padre  estu- 
viésemos i/rímero  puestos  en  él  como  en  nucslro  prin- 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO. 


^on 


cipio  y  como  en  simiente,  por  secreta  y  divina  virtud, 
y  Dio»  lo  hizo  así. 

»Porqae  se  lia  de  entender  qnc  Dios  por  una  mane- 
ra de  unión  espiritual  é  inefable  junio  con  Cristo  en 
cuanto  hombre,  y  como  encerró  en  él,  á  todos  sus  miem- 
bros, y  los  mismos  que  cada  uno  en  su  tiempo  vienen 
á  ser  en  sí  mismos  y  á  renacer  y  vivir  en  justicia,  y  los 
mismos  que  después  de  la  resurrección  de  la  carne, 
justos  y  gloriosos  y  por  todas  partes  deificados ,  dife- 
rentes en  personas ,  seremos  unos  en  espíritu ,  asi  en- 
tre nosotros  como  con  Jesucristo;  ó  por  hablar  con 
mas  propriedad ,  seremos  lodos  un  Cristo ;  esos  mis- 
mos ,  no  en  forma  real ,  sino  en  virtud  origina! ,  estu- 
vimos en  él  antes  que  renaciésemos  por  obra  y  por 
artificio  de  Dios  ^  que  le  plugo  ayuntarnos  á  sí  secreta 
y  espiritualmente  con  quien  había  de  ser  nuestro  prin- 
cipio ,  para  que  con  verdad  lo  fuese ,  y  para  que  pro- 
cediésemos del ,  no  naciendo  según  la  substancia  de 
nuestra  humana  naturaleza ,  sino  renaciendo  según  la 
buena  vida  della  ,  con  el  espíritu  de  justicia  y  de  gra- 
cia. Lo  cual  j  demás  de  que  lo  pide  la  razón  de  ser  pa- 
dre ,  consigúese  necesariamente  á  lo  que  antes  desto 
dijimos.  Porque  si  puso  Dios  en  Cristo  espíritu  y  gra- 
cia principal ,  esto  es ,  en  sumo  y  eminente  grado ,  pa- 
ra que  de  allí  se  engendrase  el  nuevo  espíritu  y  la  nue- 
va vid$  de  lodos,  y  por  el  mismo  caso  nos  puso  á  todos 
en  él ,  según  aquesta  razón.  Como  en  el  fuego ,  que  tie- 
ne en  sumo  grado  el  calor ,  y  es  por  eso  la  fuente  de 
todo  lo  que  es  en  alguna  manera  caliente ,  está  todo  lo 
que  lo  puede  ser,  aun  antes  que  lo  sea,  como  en  su  fuen- 
te y  principio. 

))Mas,  por  sacarlo  de  toda  duda,  será  bien  que  lo  pro- 
bemos con  el  dicho  y  testimonio  del  Espíritu  Santo.  San 
Pablo,  movido  por  él  en  la  carta  que  escribe  á  los  efe- 
sios,  dice  lo  que  ya  he  alegado  antes  de  agora  (o):— Que 
Dios  en  Cristo  recapituló  todas  las  cosas. — Adonde  la 
palabra  del  texto  griego  es  palabra  propria  de  los  con- 
tadores ,  y  dignifica  lo  que  hacen  cuando  muchas  y  dife- 
rentes partidas  las  reducen  á  una ,  lo  cual  llamaniae  en 
castellano  sumar.  Adonde  en  la  suma  están  las  parti- 
das todas,  no  como  antes  estaban  ellas  en  sí  divididas, 
sino  como  en  suma  y  virtud.  Pues  de  la  misma  mane- 
ra dice  san  Pablo  que  Dios  sumó  todas  las  cosas  en 
Cristo  ,  ó  que  Cristo  es  como  una  suma  de  todo ,  y  por 
consiguiente  está  en  él  puesto  todo  y  ayuntado  por  Dios 
espiritual  y  secretamente,  según  aquella  manera  y  se- 
gún aquel  ser  en  que  todo  puede  ser  por  él  reformado, 
y  como  si  dijésemos  reengendrado  otra  vez ,  como  el 
efecto  está  unido  á  su  causa  antes  que  salga  della,  y 
como  el  ramo  en  su  raíz  y  principio.  Pues  aquella  con- 
secuencia que  hace  el  mismo  san  Pablo  ,  diciendo  (6): 
—Si  Cristo  murió  por  todos,  luego  todos  morimos, — no- 
toria cosa  es  que  estriba  y  que  tiene  fuerza  en  aquesta 
unión  que  decimos.  Porque  muriendo  él ,  por  eso  mo- 
rimos ,  porque  estamos  en  él  todos  en  la  forma  que  he 
dicho.  Y  aun  esto  mismo  se  colige  mas  claro  de  lo  que 
á  los  romanos  escribe. — Sabemos,  dice  (c),  que  nues- 
tro viejo  hombre  fué  crucificado  juntamente  con  él. — 
Si  fué  crucificado  con  él,  estaba  sin  duda  en  él,  no  por 
lo  que  tocaba  á  su  persona  de  Cristo,  la  cual  fué  siém- 

(a)  Ephes.,  1,  v.  23.    (*)  n,  Cor..,  5,  v.  14.    (c)  Rom.,  6,  v.  6. 


pre  libre  de  todo  pecado  y  vejez ,  sino  porque  tema  nui  - 
das  y  juntas  consigo  mismo  nuestras  personas  por  se^- 
creía  virtud. 

))Y  por  razón  desía  misma  unión  y  ayuntamiento  ¿Q 
escribe  en  otro  lugar  de  Cristo  {d) ,— que  nuestros  pe- 
cados todos  los  subió  en  sí ,  y  los  enclavó  en  el  made- 
ro.—Y  lo  que  á  los  efesios  escribe  san  Pablo  {e) ,— que 
Dios  nos  vivificó  en  Cristo  y  nos  resucitó  con  él  junta- 
mente, y  nos  hizo  sentar  juntamente  con  él  en  los  cie- 
los,—aun  antes  de  la  resurrección  y  glorificación  gene- 
ral ,  se  dice  y  escribe  con  grande  verdad,  por  razón  de 
aquesta  unidad.  Dice  Esaías  (/") ,— que  puso  Dios  cu 
Cristo  las  maldades  de  todos  nosotros ,  y  que  su  cardenal 
nos  dio  salud.— Y  el  mismo  Cristo,  estando  padeciendo 
en  la  cruz ,  con  alta  y  lastimera  voz  dice  {g) :  —  Dios  mió, 
Dios  mío,  ¿porqué  me  desamparaste?— Lejos  de  mi  salud 
las  voces  de  mis  pecados ;— asi  como  tanto  antes  de  su 
pasión  lo  había  profetizado  y  cantado  David.  Pues  ¿cómo 
será  aquesto  verdad ,  si  no  es  verdad  que  Cristo  pade- 
cía en  persona  de  lodos,  y  por  consiguiente  que  está- 
bamos en  él  ayuntados  todos  por  secréla  fuerza  ,  como 
están  en  el  padre  los  hijos,  y  los  miembros  en  la  cabe- 
za? ¿No  dice  el  Profeta  (/i)  que  I  rae  este  rey  sobre  sus 
hombros  su  imperio?  Mas  ¿qué  imperio?  pregunto.  El 
mismo  rey  lo  declara  cuando  en  la  parábola  de  la  ove- 
ja perdida  dice  que  para  reducirla  la  puso  sobre  sus 
hombros.  De  manera  que  su  imperio  son  los  suyos,  so- 
bre quien  él  tiene  mando,  los  cuales  trae  sobre  sí ,  por- 
que para  reengendrarlos  y  salvarlos  los  ayuntó  prime- 
ro consigo  mismo.  San  Agustín  sin  duda  dícelo  así  es- 
cribiendo sobre  el  salmo  21  alegado,  y  dice  desta  ma- 
nera (í) :— Y  ¿  por  qué  dice  eso,  sino  porque  nosotros 
estábamos  allí  también  en  él? — 

))Mn.s  excusados  son  los  argumentos  adonde  la  ver- 
dad ella  misma  se  declara  á  si  misma.  Oigamos  lo  que 
Cristo  dice  en  el  sermón  de  la  Cena  (/):— En  aquel 
dia  conoceréis  (y  hablaba  del  dia  en  que  descendió  so- 
bre ellos  el  Espírilu  Santo);  así  que,  en  aquel  dia  cono- 
ceréis que  yo  estoy  en  m.i  Padre,  y  vosotros  en  mí. — 
De  manera  que  hizo  Dios  á  Cristo  padre  de  este  nuevo 
linaje  de  hombres,  y  para  hacerle  padre  puso  en  él  to- 
do lo  que  al  ser  padre  se  debe.  La  naturaleza  conforme 
á  los  que  del  han  de  nacer ,  y  los  bienes  todos  que  han 
de  tener  los  que  en  esta  m:inera  nacieren ;  y  sobre  to- 
do, á  ellos  mismos  los  que  ansí  nacerán  encerrados  en 
él  y  unidos  con  él  como  en  virtud  y  en  origen. 

«Mas,  ya  que  habemos  dicho  cómo  puso  Dios  en  Cris- 
to todas  las  partes  y  viriudes  de  padre,  pasemos  á  lo 
que  nos  queda  por  decir,  y  habemos  prometido  decir- 
io, que  es  la  manera  cómo  aqueste  padre  nos  engen- 
dró. Y  declarando  la  forin?  desta  generación,  quedará 
mas  averiguado  y  sabido  el  misterio  secre'o  de  la  unión 
sobredicha ;  y  declarando  cómo  naceinos  de  Cristo,  'que- 
dará claro  como  es  verdad  que  estábamos  en  él  pri- 
mero. Pero  convendrá  para  dar  principio  á  aquesta  de- 
claración que  volvamos  un  poco  atrás  con  la  memo- 
ria, y  que  pongamos  en  ella  y  delante  de  los  ojos  del 


(di  i,  Pelr.,  2,  v.  21.     (e)  Ephes.,  2,  v.  5  et  6. 
[f)  Esai.,  .Vi.v.  5  el  6.    ig)  M;iltli.,  '27,  v.  4  el  6.  Psalm. 
(/})  Esai.,  9,  V.  6.     (i)  Eiiaiial.  2ii)  psalm.  -¿í,  n.  5. 
(t¡  Joan.,  14,  Y.  20. 


v.l. 


106  OBRAS  DE  FRAY 

entendimiento  lo  que  arriba  dijimos  del  espíritu  ma- 
lo con  que  nacemos  la  primera  vez ,  y  de  cómo  se  nos 
comunicaba  primero  en  virtud ,  cuando  nosotros  tam- 
bién teníamos  el  ser  en  \irlud  y  estábamos  como  en- 
cerrados en  nuestro  principio ,  y  después  en  expresa 
realidad,  cuando  saliendo  del  y  viniendo  á  esta  luz, 
comenzamos  á  ser  en  nosotros  mismos.  Porque  se  ba 
de  enlenier  que  este  segundo  padre ,  como  vino  á 
desliacer  los  males  que  hizo  el  primero,  por  las  pisa- 
das que  fué  dañando  el  otro ,  por  esas  mismas  proce- 
de él  haciéndonos  bien.  Pues  digo  ansí ,  que  Cristo  nos 
reengendró  y  cualificó  primero  en  sí  mismo ,  como  en 
virtud  y  según  la  manera  como  en  él  estábamos  jun- 
tos ,  y  después  nos  engendra  y  renueva  á  cada  uno  por 
sí  y  según  el  efecto  real. 

»Y  digamos  de  lo  primero :  Adam  puso  en  nuestra  na- 
turaleza y  en  nosotros,  según  que  en  él  estábamos,  el 
espíritu  del  pecado  y  la  desorden ,  desordenándose  él  á 
sí  mismo  y  abriendo  la  puerta  del  corazón  á  la  ponzo- 
ña de  la  serpiente,  y  aposentándola  en  sí  y  en  nosotros. 
Y  ya  desde  aquel  tiempo ,  cuanto  fué  de  su  parte  del, 
comenzamos  á  ser  en  la  forma  que  entonces  eramos, 
hilicionados  y  malos.  Cristo,  nuestro  bienaventurado 
Padre,  dio  principio  á  nuestra  vida  y  justicia,  hacien- 
do en  sí  primero  lo  que  en  nosotros  había  de  nacer  y 
parecer  después.  Y  como  quien  pone  en  el  grano  la  ca- 
lidad con  que  desea  que  la  espiga  nazca,  así,  teniéndo- 
nos á  todos  juntos  en  sí ,  en  la  forma  que  habemos  ya 
dicho ,  con  lo  que  hizo  en  sí ,  cuanto  fué  de  su  parte, 
nos  comenzó  á  hacer  y  á  calificar  en  origen  tales,  cua- 
les nos  habla  de  engendrar  después  en  realidad  y  en 
cfeclo. 

))Y  porque  este  nacimiento  y  origen  nuestra  no  era 
primer  origen ,  sino  nacimiento  después  de  otro  naci- 
miento ,  y  de  nacimiento  perdido  y  dañado ;  fué  nece- 
sario hacer,  no  solo  lo  que  convenia  para  darnos  buen 
espíritu  y  buena  vida ,  sino  padecer  también  lo  que  era 
menester  para  quitarnos  el  mal  espíritu  con  que  ha- 
blamos venido  á  la  vida  primera.  Y  como  dicen  del 
maestro  que  toma  para  discípulo  al  que  está  ya  mal 
enseñado ,  que  tiene  dos  trabajos ,  uno  en  desarraigar 
lo  malo  y  otro  en  plantar  lo  bueno;  así  Cristo,  nuestro 
bien  y  Señor ,  hizo  dos  cosas  en  sí,  para  que  hechas  en 
ti ,  se  hiciesen  en  nosotros  los  que  estamos  en  él ,  una 
para  destruir  nuestro  espíritu  malo ,  y  otro  para  criar 
nuestro  espíritu  bueno.  Para  matar  el  pecado  y  pa- 
ra destruir  el  mal  y  la  desorden  de  nuestro  origen  pri- 
mero, murió  él  en  persona  de  todos  nosotros,  y  cuan- 
to *es  de  su  parle  ,  en  él  recebímos  todos  muerte ,  an-  • 
sí  como  estábamos  lodos  en  él,  y  quedamos  muertos 
en  nuestro  Padre  y  cabeza  ,  y  muertos  para  nunca 
vivir  mas  en  aquella  manera  de  ser  y  de  vida.  Por- 
que ,  según  aquella  manera  de  vida  pasible  y  que  te- 
nia imagen  y  reprcsenlacion  de  pecado,  nunca  tor- 
nó Cristo ,  nuestro  Padre  y  cabeza ,  á  vivir ,  como  el 
Apóstol  lo  dice  {a) : — Si  murió  por  el  pecado,  ya  murió 
de  una  vez ;  si  vive,  vive  ya  á  Üios. — Y  de  aquesta  pri- 
mera muerte  del  [iccado  y  del  viejo  hombre,  que  se  ce- 
lebró i-n  la  muerte  de  Cristo  corno  general  y  como  ori- 
ginal para  los  demás,  nace  la  fuerza  de  aquello  que  di- 

(o)  Rom.,  C,  T.  6,, 


LUIS  DE  LEÓN. 

ce  y  arguye  san  Pablo ,  cuando  escribiendo  á  los  ro- 
íganos, les  amonesta  que  no  pequen,  y  les  extraña  mu- 
cho el  pecar,  porque  dice  (b) :  —  Pues  ¿qué  diremos? 
¿Convendrá  perseverar  en  el  pecar  para  que  se  acre- 
ciente la  gracia?  En  ninguna  manera.  Porque,  los  que 
morimos  al  pecado,  ¿cómo  se  compadece  que  vivamos  en 
él  todavía? — Y  después  de  algunas  palabras,  declarán- 
dose mas  (c) :  — Porque  habéis  de  saber  esto ,  que  nues- 
tro hombre  viejo  fué  juntamente  crucificado  para  que 
sea  destruido  el  cuerpo  del  pecado  y  para  que  no  sir- 
vamos mas  al  pecado. — Que  es  como  decirles  que  cuan- 
do Cristo  murió  á  la  vida  pasible  y  que  tiene  figura  de 
pecadora ,  murieron  ellos  en  él  para  todo  lo  que  es  esa 
manera  de  vida.  Por  lo  cual ,  que  pues  murieron  allí  á 
ella  por  haber  muerto  Cristo ,  y  Cristo  no  tornó  des- 
pués á  semejante  vivir ,  si  ellos  están  en  él ,  y  si  lo  que 
pasó  en  él  eso  mismo  se  hizo  en  ellos ,  no  se  compa- 
dece en  ninguna  manera  que  ellos  quieran  tornar  á 
ser  lo  que,  según  que  estuvieron  en  Cristo,  dejaron  de 
ser  para  siempre. 

»Y  á  esto  mismo  pertenece  y  mira  lo  que  dice  en  otro 
lugar  ((/):— Así  que,  hermanos,  vosotros  ya  estáis  muer- 
tos á  la  ley  por  medio  del  cuerpo  de  Cristo. — Y  poco 
después  (e):— Lo  que  la  ley  no  podía  hacer,  y  en  lo  que 
se  mostraba  flaca  por  razón  de  la  carne,  Dios,  envian- 
do á  su  Hijo  en  semejanza  de  carne  de  pecado , «conde- 
nó el  pecado  en  la  carne. — Porque,  como  habemos  ya 
dicho ,  y  conviene  que  muchas  veces  se  diga ,  para  que 
repitiéndose  se  entienda  mejor,  procedió  Cristo  á  esta 
muerte  y  sacrificio  acceptisimo ,  que  hizo  de  sí,  no  co- 
mo una  persona  particular ,  sino  como  en  persona  de 
todo  el  linaje  humano  y  de  toda  la  vejez  del ,  y  señala- 
damente de  todos  aquellos  á  quienes  de  hecho  había  de 
tocar  el  nacimiento  segundo,  los  cuales  por  secreta 
unión  del  espíritu  había  puesto  en  sí  y  como  sobre  sus 
hombros;  y  así,  lo  que  hizo  entonces  en  sí  cuanto  es 
de  su  parte ,  quedó  lieclio  en  todos  nosotros. 

»Y  que  Cristo  haya  subido  á  la  cruz  como  persona 
pública  y  en  la  manera  que  digo ,  aunque  está  ya  f)ro- 
bado,  pruébase  mas  con  lo  que  Cristo  hizo  y  nos  quiso 
dará  entender  en  el  sacramento  de  su  Cuerpo,  quede- 
bajo  de  las  especies  de  pan  y  vino  consagró,  ya  vecino 
á  la  muerte.  Porque  tomando  el  pan  y  dándolo  á  sus 
discípulos ,  les  dijo  desta  manera  (/") :  — Este  es  mi  cuer- 
po ,  el  que  será  entregado  por  vosotros. — Dando  cla- 
ramente á  entender  que  su  cuerpo  verdadero  estaba 
debajo  de  aquellas  especies ,  y  que  estaba  en  la  forma 
que  se  había  de  ofrecer  en  la  cruz,  y  que  las  mismas 
especies  de  pan  y  vino  declaraban  y  eran  como  imagen 
de  la  forma  en  que  se  había  de  ofrecer.  Y  que  así  co- 
mo el  pan  es  un  cuer|)o  compuesto  de  niu(;lios  cuer- 
pos, esto  es,  de  muchos  granos,  (pie  penliendo  su  pri- 
mera forma,  por  la  virtud  del  agua  y  del  fuego  ha- 
cen un  pan;  así  nuestro  pan  de  vida,  habiendo  ayun- 
tado á  sí  por  secreta  fuerza  de  amor  y  de  espíritu  la 
naturaleza  nuestra ,  y  habiendo  hecho  como  un  cuerpo 
de  sí  y  de  todos  nosotros ,  de  sí  en  realidad  de  verdad, 
y  de  los  demás  en  virtud ,  no  como  una  persona  sola, 
sino  como  un  principio  que  las  contenía  todas,  se  ponia 

(b\  Rom.,  r>,  V.  1.     (f)  Ibidem,  v.  6.    (</)  Ibidcm,  7,  v.  4. 
(ej  Ibidcaí,  8,  v.  3.     (/")  Wallli.,  2(J,  v.  26. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO. —LIBRO  PRIMERO. 


107 


en  la  cruz.  Y  que  corno  iba  á  la  cruz  abrazado  con  lo- 
dos ,  así  se  encerraba  en  aquellas  especies ,  para  que 
ellas  con  su  razón,  aunque  ponian  velo  á  los  ojos,  alum- 
brasen nuestro  corazón  de  continuo ,'  y  nos  dijesen 
que  contenían  á  Cristo  debajo  de  sí ,  y  que  lo  conte- 
nían, no  de  cualquiera  manera,  sino  de  aqciella  como 
se  puso  en  la  cruz,  llevándonos  á  nosotros  en  sí,  y  he- 
cho con  nosotros,  por  espiritual  unión,  uno  mismo, 
así  como  el  pan  cuyas  ellas  fueron ,  era  un  compuesto* 
hecho  de  muchos  granos. 

«Así  que,  aquellas  unas,  y  unas  mismas  palabras,  di- 
cen juntamente  dos  cosas.  Una: — Este,  que  parece  pan, 
es  mi  cuerpo,  el  que  será  entregado  por  vosotros.  Otra: 
— Como  el  pan,  que  al  parecer  está  aqiu',  así  es  mi  cuer- 
po, que  está  aquí  y  que  por  vosotros  será  á  la  muerte  en- 
tregado.— Y  esto  mismo  como  en  figura  declaró  el  santo 
mozo  Isaac  (a),  que  caminaba  al  sacrificio, no  vacío, 
sino  puesta  sobre  sus  hombros  la  leña  que  había  de  ar- 
der en  él.  Porque  cosa  sabida  es  que  en  el  lenguaje 
secreto  de  la  Escritura  el  leño  seco  es  imagen  del  pe- 
cador. Y  ni  mas  ni  menos  en  los  cabritos  que  el  Levi- 
tico  sacrifica  por  el  pecado  {b),  que  fueron  figura  clara 
del  sacrificio  de  Cristo ,  todo  el  pueblo  pone  primera 
sobre  las  cabezas  dellos  las  manos ,  porque  se  entien- 
da que  en  este  otro  sacrificio  nos  llevaba  á  todos  en  sí 
nuestro-Padre  y  cabeza.  Mas  ¿({ué  digo  de  los  cabritos? 
Porque  si  buscamos  imagines  de  aquesta  verdad,  nin- 
guna es  mas  viva  ni  mas  cabal  que  el  sumo  pontífice 
de  la  ley  vieja,  vestido  de  pontifical  para  hacer  sacrifi- 
cio. Porque ,  como  san  Jerónimo  dice ,  ó  por  decir  ver- 
dad ,  como  el  Espíritu  Santo  lo  declara  en  el  li1)ro  de  !a 
Sabiduría  (c),  aquel  pontifical,  así  en  la  forma  del  co- 
mo en  las  partes  de  que  se  componía ,  y  en  todas  sus 
colores  y  cualidades  ,  era  como  una  representación  de 
la  universidad  de  las  cosas ;  y  el  sumo  sacerdote  vesti- 
do del  era  un  mundo  universo  ;  y  así  como  iba  á  tra- 
tar con  Dios  por  todos ,  así  los  llevaba  todos  sobre  sus 
hombros.  Pues  déla  misma  manera  Crislo,  sumo  y  ver- 
dadero sacerdote,  para  cuya  imagen  servia  todo  el  su- 
mo sacerdocio  pasado ,  cuando  subió  al  altar  de  la  cruz 
á  sacrificar  por  nosotros  fué  vestido  de  nosotros  mis- 
mos en  la  forma  que  dicho  es ,  y  sacrificándose  á  sí,  y  á 
nosotros  en  sí,  dio  fin  desta  manera  á  nuestra  vieja 
maldad. 

«Habemos  dicho  lo  que  hizo  Cristo  para  desarraigar 
de  nosotros  nuestro  primero  espíritu  malo;  digamos 
agora  lo  que  hizo  en  sí  para  criar  en  nosotros  el  hom- 
bre nuevo  y  el  espíritu  bueno  ;  esto  es  ,  para  después 
de  muertos  á  la  vida  mala ,  tornarnos  á  vida  buena ,  y 
para  dar  principio  á  nuestra  segunda  generación.  Por 
virtud  de  su  divinidad,  y  porque  según  ley  de  justicia 
no  tenia  obligación  á  la  muerte  ,  por  ser  su  naturaleza 
humana  de  su  nacimiento  inocente,  no  pudo  Cristo 
quedar  miierlo  muriendo;  y  como  dice  San  Pedro  {d), 
— no  fué  posible  ser  detenido  de  los  dolores  de  la  se- 
pultura ;  —  y  ansí,  resucitó  vivo  el  día  tercero ;  y  re- 
sucitó, no  en  carne  pasible  y  que  tuviese  representa- 
ción del  pecado  y  que  estuviese  sujeta  á  trabajos ,  co- 
mo si  tuviera  pecado,  que  aquello  murió  en  Cristo  para 


(o)  Genes.,  22,  v.  6.    (b)  Levit,,  8. 
(.(í)  Actor.,  2,  V.  U. 


{c)  Sapien.,  18,  v.  24. 


jamás  no  vivir,  sino  ea  cuerpo  incorruptible  y  glorio- 
so y  como  engendrado  por  solas  las  manos  de  Dios, 
Porque,  así  como  en  el  primer  nacimiento  suyo  en  la 
carne ,  cuando  nació  de  la  Virgen ,  por  ser  su  padre 
Dios ,  sin  obra  de  hombre ,  nació  sin  pecado ;  mas  por 
nacer  de  madre  pasible  y  mortal ,  nació  él  semejante- 
mente hábil  á padecer  y  morir,  asemejándose  á  las  fuen- 
tes de  su  nacimiento,  á  cada  una  en  su  cosa ;  así  en  la 
resurrección  suya ,  que  decimos  agora ,  la  cual  la  Sa- 
grada Escritiu-a  también  llama  nacimiento  ó  genera-' 
cion ,  como  en  ella  no  hubo  hombre  que  fuese  padre 
ni  madre ,  sino  Dios  solo ,  que  la  hizo  por  sí  y  sin  mi- 
nisterio de  alguna  otra  causa  segunda ,  salió  todo  como 
de  mano  de  Dios  ,  no  solo  puro  de  todo  pecado  ,  sino 
también  de  la  imagen  del ;  esto  es ,  libre  de  la  pasibi- 
lidad  y  de  la  muerte,  y  juntamente  dotado  de  claridad 
y  de  gloria.  Y  como  aquel  cuerpo  fué  reengendrado  so- 
lamente por  Dios ,  salió  con  las  calidades  y  con  los  sem- 
blantes de  Dios ,  cuanto  le  son  á  un  cuerpo  posibles. 
Y  así,  se  precia  Dios  deste  hecho  como  de  hecho  sola- 
mente suyo.  Y  así,  dice  en  el  salmo  (e):  —Yo  soy  el  que 
hoy  te  engendré. — 

wPues  decimos  agora  cpie  de  la  manera  que  dio  fin 
á  nuestro  viejo  hombre  muriendo ,  porque  murió  él  por 
nosotros  y  en  persona  de  nosotros,  que  por  secrelomisle- 
rio  nos  contaría  en  sí  mismo,  como  nuestro  padre  y  ca- 
beza; por  la  misma  razón,  tornando  élá  vivir,  renació 
con  él  nuestra  vida.  Vida  llamo  aquí  la  de  justicia  y  de 
espíritu,  la  cual  coniprebcnde,  no  solamente  el  principio 
de  la  justicia,  cuando  el  pecador,  que  era,  comienza  á 
ser  justo,  sinoel  crecimiento  della  también,  con  todo  su 
proceso  y  perfección,  hasta  llegar  el  hombre  á  la  inmor- 
talidad del  cuerpo  y  á  la  entera  libertad  del  pecado.  Por- 
que cuando  Cristo  resucitó, por  el  mismo  caso  que  él. 
resucitó ,  se  principió  todo  esto  en  los  que  estábamos 
en  él  como  en  nuestro  principio.  Y  así  lo  uno  como  lo 
otro  lo  dice  breve  y  significantemente  san  Pablo,  di- 
ciendo (/"):— Murió  por  nuestros  deUtos  y  resucitó  por 
nuestra  justificación.— Como  si  mas  extendídaraente 
dijera;— Tomónos  en  sí,  y  murió  como  pecador,  para 
que  muriésemos  en  él  los  pecadores;  y  resucitó  á  vida 
eternamente  justa  é  inmortal  y  gloriosa  ,  para  que  re- 
sucitásemos nosotros  en  él  á  justicia  y  á  gloria  y  á  in- 
mortalidad.—Mas  ¿por  ventura  no  resucitamos  nosotros 
con  Cristo?  El  mismo  apóstol  lo  diga  (ff):— Y  nos  dio 
vida,  dice  hablando  de  Dios,  juntamente  con  Cristo,  y 
nos  resucitó  con  él,  y  nos  asentó  sobre  las  cumbres  del 
cielo.— De  manera  que  lo  que  hizo  Cristo  en  sí  y  en 
nosotros ,  según  que  estábamos  entonces  en  él ,  fué 
aquesto  que  he  dicho. 

»Pero  no  por  eso  se  ha  de  entender  que  por  esto 
solo  quedamos  de  hecho  y  en  nosotros  mismos  ya  nue- 
vamente nacidos  y  otra  vez  engendrados ,  muertos  al 
viejo  pecado  y  vivos  al  espíritu  del  cielo  y  de  la  justi- 
cia ;  sino  allí  comenzamos  á  nacer ,  para  nacer  de  he- 
cho después.  Y  fué  aquello  como  el  fundamento  de 
aqueste  otro  edificio.  Y  para  hablar  con  mas  proprie- 
dad  ,  del  fruto  noble  de  justicia  y  de  inmortalidad  que 
se  descubre  en  nosotros,  y  se  levanta  y  crece  y  traspa- 
sa los  cíelos ,  aquellas  fueron  las  simientes  y  las  raíces 
{e)  Psalm.  2,  V.  7.    (/■)  Ro».,  4,  V.  23.    {g)  Ephes.,  2,  v.  5  et  6. 


!08 


OBRAS  DE  FRAY 


primeras;  porque,  así  como, no  embargante  que  cuan- 
de  pecó  Adam,  todos  pecamos  en  él  y  concebimos  espí- 
ritu de  ponzoña  y  de  muerle,  para  que  de  hecbo  nos 
inficione  el  pecado  y  para  que  este  mal  espíritu  se  nos 
infunda ,  es  menester  que  también  nosotros  nazcamos 
de  Adam  por  orden  natural  de  generación;  así,  por  la 
misma  manera ,  para  que  de  becbo  en  nosotros  muera 
el  espíritu  de  la  culpa  y  viva  el  de  la  gracia  y  el  de  la 
justicia,  no  basta  aquel  fundamento  y  aquella  semi- 
lla y  origen,  ni  con  lo  que  fué  becbo  en  nosotros  en  la 
persona  de  Cristo ,  con  eso,  sin  mas  bacer  ni  entender 
en  las  nuestras  ,  somos  ya  en  ellas  justos  y  salvos,  co- 
mo dicen  los  que  desatinan  acora;  sino  es  menester 
que  de  becbo  nazcamos  de  Cristo ,  para  que  por  este 
nacimiento  actual  se  derive  á  nuestras  personas  y  se 
asiente  en  ellas  aquello  mismo  que  ya  se  principió  en 
nuestra  origen.  Y  aunque  usemos  de  una  misma  seme- 
janza mas  veces  como  la  esi»iga ,  aunque  está  cual  ba 
de  ser  en  el  grano,  para  que  tenga  en  sí  aquello  que  es, 
y  sus  cualidades  todas  y  sus  figuras ,  le  conviene  que 
con  la  virtud  del  agua  y  del  sol  salga  del  grano  nacien- 
do; asimismo  laml)i(>ii  no  comenzaremos  á  ser  en  nos- 
otros cuales  en  Cristo  somos  basta  que  de  becbo  naz- 
camos de  Cristo. 

»Mas,  preguntará  por  caso  alguno: — ¿En  qué  mane- 
ra naceremos,  ó  cuál  será  la  forma  de  aquella  genera- 
ción? ¿Habemos  de  tornar  al  vientre  de  nuestras  midrcs 
de  nuevo,  como,  maravillado  de  aquesta  nueva  doctri- 
na, preguntó  JNicodemus  («) ,  ó  vueltos  en  tierra  ó 
consumidos  en  fuego,  renaceremos,  como  el  ave  fénix, 
de  nuestras  cenizas?  Si  este  nacimiento  nuevo  fuera  na- 
cer en  carne  y  en  sangre ,  bien  fuera  necesaria  alguna 
dcstas  maneras;  mas,  como  es  nacer  en  espíritu,  bá- 
cese  con  espíritu  y  con  secreta  virtud. — Lo  que  nace 
de  la  carne,  dice  Cristo  en  este  mismo  propósito  {b), 
carne  es,  y  lo  que  nace  del  cs¡iíritu,  espíritu  es. — Y 
así,  loque  eses[iírilu  ba  de  nacer  por  orden  y  fuerza  de 
espíritu.  El  cual  celebra  esta  generación  en  esta  ma- 
nera. 

))Crislo,  por  la  virtud  de  su  espíritu  ,  pone  en  efec- 
to actual  en  noso'ros  aquello  mismo  que  comenzamos 
á  ser  en  él ,  y  que  él  hizo  en  sí  para  nosotros ;  esto  es, 
pone  muerte  á  nuestra  culpa,  quitándola  del  alma;  y 
aquel  fuego  ponzoñoso  que  la  sierpe  inspiró  en  nues- 
tra carne  ,  y  que  nos  solicita  á  la  cidpa,  amortigúale  y 
pónele  freno  agora,  para  después  en  el  último  tiempo 
n)alarle  del  todo;  y  pone  también  simiente  de  vida  ,  y 
como  si  dijésemos,  un  grano  de  su  espíritu  y  gracia, 
que  encerrado  en  nuestra  alma  y  siendo  cultivado  como 
es  razón,  vaya  después  creciendo  por  sus  términos,  y 
tomando  fuerzas  y  levantándose  basta  llegar  á  la  me- 
dida ,  como  dice  san  Pablo,  de  varón  perfecto.  Y  poner 
Cristo  en  nosoljos  esto,  es  nosotros  nacer  de  Cristo  en 
realidad  y  verdad.  Ma>  está  en  la  mano  la[ireguntay 
!-■.  duda,  ¿l'one  por  aventura  Cri'-to  en  lodos  |(»s  bom- 
l'Cs  aquesto, ó  [lóneloen  todas  lassazoiiesy  liempos?  ó 
¡"P  (piién  y  cuándo  lo  pone?  Sin  duda  no  lo  pone  en  l,o- 
d'is  ni  en  cualquiera  forma  y  manera  ,  sino  solo  en  los 
(j  !C  nacen  del ,  y  nacen  del  los  que  se  bautizan ,  y  en 
«quel  sacramento  se  celebra  y  pone  en  obra  aquesta  ge- 

iO)  Joan.,  3,  V.  4.     (/>)  Joan.,  3,  v.  6. 


LUIS  DE  LEÓN. 

neraoion.  Por  monera  que ,  tocando  al  cuerpo  el  agua 
visible,  y  obrando  en  lo  secreto  la  virtud  de  Cristo  in- 
visible, nace  el  nuevo  Adam,  quedando  muerto  y  se- 
pultado e!  antiguo.  En  lo  cual ,  como  en  todas  las  cosas, 
guardó  Dios  el  camino  seguido  y  llano  de  su  provi- 
dencia. 

"Porque,  así  como  para  que  de' fuego  ponga  eo  un  ma- 
dero su  fuego;  esto  es,  para  que  el  madero  nazca  fuego 
encendido,  se  avecina  primero  al  fuego  el  madero,  y 
con  la  vecindad  se  le  bace  semejante  en  las  cualidades 
que  recibe  en  sí  de  sequedad  y  calor  ,  y  crece  en  esta 
semejanza  basta  llegarla  á  su  punto,  y  luego  el  fuego 
se  lanza  en  él  y  le  da  su  forma;  así ,  para  que  Cristo 
ponga  é  infunda  en  nosotros,  de  los  tesoros  de  bienes 
y  vida  que  atesoró  muriendo  y  resucitando,  la  parle  que 
nos  conviene ,  y  para  que  nazcamos  Cristos ,  esto  es, 
como  sus  bijos ,  ordenó  que  se  biciese  en  nosotros  una 
representación  de  su  muerte  y  de  su  nueva  vida,  y 
que  desfa  manera,  becbcs  semejantes  á  él,  él,  como 
en  sus  semejantes,  influyese  de  sí  lo  que  responde  á 
su  muerte  y  lo  que  responde  á  su  vida.  A  su  muer- 
te responde  el  borrar  y  el  morir  de  la  culpa ,  y  á  su 
'resurrección ,  la  vida  de  gracia.  Porque  el  entrar  en 
el  agua  y  el  sumirnos  en  ella  es  como,  ahogándonos 
allí,  quedar  sepultados,  como  murió  Cristo  y  fué  en 
la  sepultura  puesto ,  como  lo  dice  san  Pablo  (c):  —En 
el  bautismo  sois  sepultados  y  muertos  juntamente  con 
é!. — Y  por  consiguiente,  y  por  la  misma  manera,  el 
salir  después  del  agua  es  como  salir  delsepulcro  vi- 
viendo. Pues  á  esta  representación  responde  la  ver- 
dad juntamente,  y  asemejándonos  á  Cristo  en  esta  ma- 
nera', como  en  materia  y  sujeto  dispuesto,  se  nos  in- 
funde luego  el  buen  espiritu ,  y  nace  Cristo  en  nosotros, 
y  la  culpa ,  que  coma  en  origen  y  en  general  destruyó 
con  su  muerte,  dcstrúvelaentonces en  particular  encada 
uno  de  los  que  mueren  en  aquella  agua  sagrada.  Y  la 
vida  de  lodos, que  resucitó  en  general  con  su  vida,  pó- 
nela  también  en  cada  uno  y  en  particular  cuando,  sa- 
liendo del  agua,  parece  que  resucitan.  Y  asi,  en  aquel 
becbo  juntamente  bay  representación  y  verdad.  Lo  que 
parece  por  defuera  es  representación  de  muerte  y  de 
vida;  mas  lo  .que  pasa  en  secreto  es  verdadera  vida  de 
gracia  y  verdadera  muerte  de  culpa. 

))Y  si  os  place  saber,  pudiendo  esta  representación  de 
muerte  ser  becba  por  otras  mucbas  maneras,  por  qué 
entre  todas  escogió  Dios  esta  del  a':ua,  conténtame  r.iu- 
cbo  lo  que  dice  el  glorioso  mártir  (Cipriano  ('/),  y  es, 
que  la  culpa  que  muere  en  esta  imagen  de  muerte  es 
(•ulj)a  que  tiene  ingenio  y  condición  de  ponzoña,  como 
la  que  nació  de  mordedura  y  de  alíenlo  de  sierpe;  y 
cosa  sabida  es  que  la  ponzoña  de  las  sierpes  se  pierde 
en  agua,  y  que  las  culebras,  si  entran  en  ella,  dejan 
su  jionzoña  primero.  Así  que,  morimos  en  agua  para 
que  muera  en  ella  la  ponzoña  de  nuestra  culpa,  por- 
que en  el  agua  uniere  la  ponzoña  naturalmente.  Y 
esto  es  en  cuanto  á  la  muerte  que  allí  se  celebra;  pero 
cuanto  á  la  vida,  es  de  advertir  que,  aunque  la  culpa 
muere  del  lodo,  pero  la  vida  que  se  nos  da  allí  es  del 
lodo  perfecta.  Quiero  decir,  que  no  vive  luego  en  nos- 
otros el  hombre  nuevo,  cabal  y  perfecto,  sino  vive  co- 

(t)  Rum.,  C,  T.  4.    (il¡  In  serna,  ilc  Biiptism, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  PRIMERO, 


!09 


mo  la  razón  del  segundo  nacimiento  lo  pide,  como  niño 
Ikico  y  tierno.  Porque  no  pone  luego  Cristo  en  nos- 
oíros  todo  el  ser  de  la  nueva  vida  que  resucitó  con  él, 
sino  pone,  como  dijimos,  un  grano  della  y  una  pequeña 
semilla  de  su  espíritu  y  de  su  gracia,  pequeña,  pero  efi- 
cacísima para  que  viva  y  se  adelante,  y  lance  del  alma 
las  reliquias  del  viejo  hombre  contrario  suyo,  y  vaya 
pujando  y  extendiéndose  hasta  apoderarse  de  nosotros 
del  todo,  haciéndonos  perfectamente  dichosos  y  buenos. 

»Mas,  ¡  cómo  es  maravillosa  la  sabiduría  de  Dios ,  y 
.cómo  es  grande  la  orden  que  pone  en  las  cosas  que  hace, 
trabándolas  todas  entre  sí  y  templándolas  por  extraña 
manera!  En  la  filosofía  se  suele  decir  que,  como  nace 
una  cosa,  por  la  misma  manera  crece  y  se  adelanta. 
Pues  lo  mismo  guarda  Dios  en  este  nuevo  hombre  y  en 
este  grano  de  espíritu  y  de  gracia ,  que  es  semilla  de 
nuestra  segunda  y  nueva  vida.  Porque,  así  como  tuvo 
principio  en  nuestra  alma  cuando  por  la  representación 
del  bautismo  nos  hicimos  semejantes  á  Cristo,  así  cre- 
ce siempre  y  se  adelanta  cuando  nos  asemejamos  á  él, 
aunque  en  diferente  manera.  Porque  para  recebir  el 
principio  desta  vida  de  gracia  le  fuimos  semejantes  por 
representación,  porque  por  verdad  no  podíamos  ser  sus 
semejantes  antes  de  recebir  esta  vida,  mas  para  el 
acrescentamiento  della  conviene  que  le  remedemos  con 
verdad  en  las  obras  y  hechos. 

»Y  va,  así  esto  como  en  todo  lo  demás  que  arriba  diji- 
mos ,  este  nuevo  hombre  y  espíritu  respondídamente 
contraponiéndose  á  aquel  espíritu  viejo  y  perverso. 
Porque,  así  como  aquel  se  diferenciaba  de  la  naturaleza 
de  nuestra  substancia  en  que ,  siendo  ella  hechura  de 
Dios,  él  no  tenia  nada  de  Dios,  sino  era  lodo  hechura 
del  demonio  y  del  hombre ;  así  este  buen  espíritu  todo 
es  de  Dios  y  de  Cristo.  Y  así  como  allí  hizo  el  primer 
padre,  obedeciendo  al  demonio,  aquello  con  lo  que  él  y 
los  que  estábamos  en  él  quedamos  perdidos;  de  la  mis- 
ma manera  aquí  padeció  Cristo,  nuestro  padre  segun- 
do, obedeciendo  á  Dios,  con  lo  que  en  él  y  por  é| ,  los 
que  estamos  en  él  nos  habernos  cobrado.  Y  así  como 
aquel  dio  fin  al  vivir  que  tenia,  y  principio  al  morir, 
que  mereció  por  su  mala  obra ,  así  este  por  su  divina 
paciencia  dio  muerte  á  la  muerte  y  tornó  á  vida  la  vi- 
da. Y  así  como  lo  que  aquel  traspasó  no  lo  quisimos 
de  hecho  nosotros ,  pero  por  estar  en  él  como  en  pa- 
dre, fuimos  vistos  quererlo;  así  lo  que  padeció  y  hizo 
Cristo  para  bien  de  nosotros ,  sí  se  hizo  y  padeció  sin 
nuestro  querer,  pero  no  sin  lo  que  en  virtud  era  nues- 
tro querer,  por  razón  de  la  unión  y  virtud  que  está  di- 
cha. Y  como  aquella  ponzoña,  como  arriba  dijimos,  nos 
tocó  é  inficionó  por  dos  diferentes  maneras,  una  en  ge- 
neral y  en  virtud  cuando  estábamos  en  Adam  todos 
generalmente  encerrados,  y  otra  en  particular  y  en  ex- 
presa verdad  cuando  comenzamos  á  vivir  en  nosotros 
mismos,  siendo  engendrados;  así  esta  virtud  y  gracia 
de  Cristo,  como  habemos  declarado  arriba  también,  nos 
cualificó  primero  en  general  y  en  común,  según  fui- 
mos vistos  estar  en  él  por  ser  nuestro  padre,  y  después 
de  hecho  y  en  cada  uno  por  sí,  cuando  comienza  cada 
uno  á  vivir  en  Cristo,  naciendo  por  el  bautismo. 

» Y  por  la  misma  manera,  así  como  al  principio,  cuando 
nacemos,  incurrimos  en  aquel  daño  y  gran  mal,  no  por 


nuestro  merecimiento  propio,  sino  por  lo  que  la  cabeza, 
que  nos  contenia,  hizo  en  sí  mismo;  y  si  salimos  del 
vientre  de  nuestras  madres  culpados,  nu  nos  forjamos 
la  culpa  nosotros  antes  que  saliésemos  del ;  así  cuando 
primeramente  nacemos  en  Cristo,  aquel  espíritu  suyo 
que  en  nosotros  comienza  á  vivir  no  es  obra  ni  premio 
de  nuestros  merecimientos.  Y  confurme  á  esto  y  por  la 
misma  forma  y  manera  como  aquella  ponzoña,  aunque 
nace  al  principio  en  nosotros  sin  nuestro  proprio  que- 
rer, pero  después,  queriendo' nosotros  usar  della  y 
obrar  conforme  á  ella  y  seguir  sus  malos  siniestros  é 
inclinaciones,  la  acrecentamos  y  hacemos  peor  por 
nuestras  mismas  malas  mañas  y  obras ;  y  aunque  entró 
en  la  casa  de  nuestra  alma,  sin  que  por  su  propria  vo- 
luntad ninguno  de  nosotros  le  abriese  la  puerta,  des- 
pués de  entrada  por  nuestra  mano  y  guiándola  nosotros 
mismos,  se  lanza  por  toda  ella  y  la  tiraniza  y  la  con- 
vierfe  en  sí  misma  en  una  cierta  manera;  así  esta  vida 
nuestra  y  aqueste  espíritu  que  tenemos  de  Cristo,  que 
se  nos  da  al  principio  sin  nuestro  merecimiento,  si  des- 
pués de  recibido,  oyendo  su  inspiración  y  no  resistien- 
do á  su  movimiento,  seguimos  su  fuerza,  con  eso  mismo 
que  obramos  siguiéndole  lo  acrecentamos  y  hacemos 
mayor,  y  con  lo  que  nace  de  nosotros  y  dé!,  merece- 
mos q\ie  crezca  él  en  nosotros.  Y  como  las  obras  que 
nacían  del  espíritu  malo  eran  malas  ellas  en  sí,  y  acre- 
centaban y  engrosaban  y  fortalecían  ese  mismo  espí- 
ritu de  donde  nacían ;  así  lo  que  hacemos  guiados  y 
alentados  con  esta  vida  que  tenemos  de  Cristo,  ello  en 
sí  es  bueno  y  delante  de  los  ojos  de  Dios  agradable  y 
iiermoso,  y  merecedor  de  que  por  ello  suba  á  mayor 
grado  de  bien  y  de  pujanza  el  espíritu  de  do  tuvo 
origen. 

«Aquel  veneno  asentado  en  el  hombre,  y  perseveran- 
do y  cundiendo  por  él  poco  á  poco,  asi  le  contamina  y 
le  corrompe,  que  le  trae  á  muerte  perpetua.  Esta  sa- 
lud, si  dura  en  nosotros,  haciéndose  de  cada  día  mas 
poderosa  y  mayor,  nos  hace  sanos  del  todo.  De  arte 
que,  siguiendo  nosotros  el  movimiento  del  espíritu  con 
que  nacemos,  el  cual,  lanzado  en  nuestras  almas,  las 
despierta  é  incita  á  obrar  conforme  á  quien  él  es  y  al 
origen  de  donde  nace,  que  es  Crisio;  así  que,  obrando 
aquello  á  que  este  espíritu  y  gracia  nos  mueve,  somos 
en  realidad  de  verdad  semejantes  á  Cristo,  y  cuanto 
mas  asi  obráremos  mas  semejantes.  Y  así,  haciéndonos 
nosotros  vecinos  á  él,  él  se  avecina  á  nosotros  y  mere- 
cemos que  se  infunda  mas  en  nosotros  y  viva  mas, 
añadiendo  el  primer  espíritu  mas  espíritu,  y  á  un  grado 
otro  mayor,  acrecentando  siempre  en  nuestras  almas  ia 
semilla  de  vida  que  sembró,  y  haciéndola  mayor  y  mas 
esforzada,  y  descubriendo  su  virtud  mas  en  nosolros, 
que  obrando  conforme  al  movimiento  de  Dios  y  cami- 
nando con  largos  y  bien  guiados  pasos  por  este  cami- 
no, merecemos  ser  mas  hijos  de  Dios,  y  de  hecho  lo 
somos.  Y  los  que  cuando  nacimos,  en  el  bautismo  fui- 
mos hechos  semejantes  á  Cristo  en  el  ser  de  gracia 
antes  que  en  el  obrar;  esos  que,  por  ser  ya  justos,  obra- 
mos como  justos,  esos  mismos,  haciéndonos  semejantes 
á  él  en  lo  que  toca  al  obrar,  crecemos  merecidamente 
en  la  semejanza  del  ser.  Y  el  mismo  espíritu  que  des- 
pierta y  atiza  á  las  obras,  con  el  mérito  dellas  crece  y 


lio  OBRAS  DE  FRAY 

se  esfuerza,  y  va  subiendo  y  haciéndose  señor  de  nos-  : 
otros  y  dándonos  mas  salud  y  mas  vida,  y  no  para 
hasta  que  en  el  tiempo  último  nos  la  dé  perfecta  y  glo- 
riosa, habiéndonos  levantado  del  polvo.»  Y  como  hubo 
dicho  esto  Marcelo,  callóse  un  poco  y  luego  tornó  á 
decir  : 

«  Dicho  lie  cómo  nacemos  de  Cristo,  y  la  necesidad 
que  tenemos  de  nacer  del,  y  el  provecho  y  misterio 
(leste  nacimiento;  y  de  un  abismo  de  secretos  qiie 
acerca  desta  generación  y  parentesco  difino  en  las  sa- 
gradas letras  se  encierra,  he  dicholo  poco  que  alcanza 
mi  pequenez,  habiendo  tenido  respeto  al  tiempo  y  á  la 
ocasión,  y  á  la  cualidad  de  las  cosas  que  son  delicadas 
y  obscuras.  Agora,  como  saliendo  de  entre  las  zarzas  y 
espinas  á  campo  mas  libre,  digo  que  ya  se  conoce  bien 
cuan  justamente  Esaías  da  nombre  de  Padre  á  Cristo 
y  le  dice  que  es  Packe  df  1  siglo  futuro.  Entendiendo 
por  este  siglo  la  generación  nueva  del  honibre  y  los 
hombres  engendrados  así ,  y  los  largos  y  no  unibles 
tiempos  en  que  ha  de  perseverar  aquesta  generación. 
Porque  el  siglo  presente,  el  cual,  en  comparación  del 
que  llama  Esaías  venidero,  se  llama  primero  siglo,  que 
es  el  vivir  de  los  que  nacemos  de  Adam,  comenzó  con 
Adam,  y  se  ha  de  rematar  y  cerrar  con  la  vida  de  sus 
descendientes  postreros,  y  en  particular  no  durará  en 
ninguno  mas  de  lo  que  él  durare  en  esta  vida  presen- 
te. Mas  el  siglo  segundo,  desdo  Abel,  en  quien  comenzó, 
extendiéndose  con  el  tiempo,  y  cuando  el  tiempo  tuviere 
su  fin,  reforzándose  él  mas,  pjrseverará  para  siempre. 

» Y  llámase  siglo  futuro,  dado  que  ya  es  en  muchos 
presente,  y  cuando  le  nombró  el  Profeta  lo  era  tam- 
bién, porque  comenzó  primero  el  otro  siglo  mortal.  Y 
llámase  siglo  también  ,  porque  es  otro  mundo  por  sí, 
semejante  y  diferente  de  este  olro  mundo  viejo  y  visi- 
ble ;  porque ,  de  la  manera  que  cuando  produjo  Dios  el 
hombre  primero  hizo  cielos  y  tierra  y  los  demás  ele- 
mentos, así  en  la  creación  del  hombre  segundo  y  nue- 
vo, para  que  todo  fuese  nuevo  como  él,  hizo  en  la  Igle- 
sia sus  cielos  y  su  tierra  y  vistió  ala  tierra  con  frutos, 
y  á  los  ciclos  con  estrellas  y  luz.  Y  lo  que  hizo  en 
aquesto  visible,  eso  mismo  ha  obrado  en  lo  nuevo  invi- 
sible, procediendo  en  ambos  por  unas  mismas  pisadas, 
como  lo  dei)ujó,  cantando  divinamente,  David  en  un 
.salmo,  y  es  dulcísimo  y  elegantísimo  salmo.  Adonde  por 
unas  mismas  palabras,  y  como  con  una  voz,  cuenta, 
alabando  á  Dios,  la  creación  y  gobernación  de  aquestos 
dos  mundos,  y  diciendo  lo  que  se  ve,  significa  lo  que 
se  esconde,  como  san  Agustín  lo  descubre,  lleno  de  in- 
genio y  de  espíritu.  Dice  (a)  que  extendió  los  cielos 
Dios  como  quien  dcsi)lega  tienda  de  campo,  y  que  cu- 
brió los  sobrados  dellos  con  aguas,  y  que  ordenó  las 
nubes,  y  que  en  ellas,  como  en  caballos,  discurre  vo- 
lando sobre  las  alas  del  airo,  y  que  le  acompañan  los 
truenos  y  los  relámpagos  y  el  torbellino. 

«Aquí  ya  vemos  ciclos  y  vemos  nubes,  que  son  aguas 
espesadas  y  asentadas  sobre  el  aire  londidn,  que  tiene 
nombre  de  cielo;  oímos  también  el  trueno  á  su  tiempo 
y  sentimos  el  viento  que  vuela  y  que  brama,  y  el  res- 
plandor del  relámpago  nos  hiere  los  ojos ;  allí,  esto  es, 
en  el  nuevo  mundo  y  Iglesia,  por  la  misma  manera,  los 

(o)  Psal.  103,  V.  2, 


LUIS  DE  LEOX. 

cielos  son  los  apóstoles  y  los  sagrados  doctores  y  los  de- 
más santos,  altos  en  virtud  y  que  inlluyen  virtud,  y  su 
doctrina  en  ellos  son  las  nubes,  que  derivada  en  nos- 
otros, se  torna  en  lluvia.  En  ella  anda  Dios  y  discurre 
volando,  y  con  ella  viene  el  soplo  de  su  espíritu,  y  el 
relámpago  de  su  luz  y  el  tronido  y  el  estampido,  con 
que  el  sentido  de  la  carne  se  aturde. — Aquí ,  como  di- 
ce, prosiguiendo,  el  salmista,  fundó  Dios  la  tierra  so- 
bre cimientos  firmes,  adonde  permanece  y  nunca  se 
mueve;  —  y  como  primero  es-tuviese  anegada  en  la 
mar,  mandó  Dios  que  .se  apartasen  las  aguas,  las  cua- 
les ,  obedeciendo  á  esta  voz ,  se  apartaron  á  su  lugar, 
adonde  guardan  contimiamente  su  puesto;  y  luego  que 
ellas  huyeron,  la  tierra  descubrió  su  figura  humilde  en 
los  valles,  y  soberana  en  los  montes.  Allí  el  cuerpo  fir- 
me y  macizo  de  la  Iglesia,  que  ocupó  la  redondez  de  la 
tierra,  recibió  asiento  por  mano  de  Dios  en  el  funda- 
mento no  mudable,  que  es  Cristo,  en  quien  permane- 
cerá con  eterna  firmeza.  En  su  principio  la  cubría  y 
como  anegaba,  la  gentilidad  y  aquel  mar  grande  y  tem- 
pestuoso de  tiranos  y  de  ídolos  la  tenían  cuasi  sumida; 
mas  sacóla  Dios  á  luz  con  la  palabra  de  su  virtud,  y 
arrech'ó  della  la  amargura  "y  violencia  de  aquellas  obras, 
y  (fuebrólas  todas  en  la  flaqueza  de  una  arena  menuda, 
con  lo  cual  descubrió  su  forma  y  su  concierto  la  Igle- 
sia, alta  en  los  obispos  y  ministros  espirituales,  y  en 
los  fieles  legos  humildes,  humilde.  Y  como  dice  Da- 
vid, —  subieron  sus  montes  y  parecieron  en  lo  hondo 
sus  valles. —  *• 

»Allí  como  aquí,  conforme  á  lo  que  el  mismo  salmo 
prosigue,  sacó  Dios  venas  de  agua  de  los  cerros  de  los 
altos  ingenios,  que  entre  dos  sierras,  sin  declinar  al 
extremo,  siguen  lo  igual  de  la  verdad  y  lo  medio  dere- 
chamente; en  ellas  se  bañan  las  aves  espirituales  y  los 
frutales  de  virtud  que  florecen  dellas,  y  junto  á  ellas 
cantan,  dulcemente  asentadas.  Y  no  solo  las  aves  se 
bañan  aquí,  mas  también  los  otros  fieles ,  que  tienen 
mas  de  tierra  y  menos  de  espirilu,  si  no  se  bañan  en 
ellas,  á  lo  menos  beben  dellas  y  quebrantan  su, sed.  El 
mismo,  como  en  el  mundo,  así  en  la  Iglesia,  cnvia  llu- 
vias de  espirituales  bienes  del  cielo,  y  caen  primero  en 
los  montes,  y  de  allí,  juntas  en  arroyos  y  descendiendo, 
bañan  los  campos.  Con  ellas  crece  para  los  mas  rudos, 
así  como  para  las  bestias,  su  heno,  y  á  los  que  viven  con 
mas  razón,  de  allí  les  nace  su  mantenimiento.  El  tri- 
go que  fortifica,  y  el  olio  que  alumbra,  y  el  vino  que 
alegra,  y  todos  los  dones  del  ánimo  con  esta  lluvia  flo- 
recen. Por  .ella  los  yermos  desiertos  se  vistieron  de  re- 
ligiosas hayas  y  cedros,  y  esos  mismos  cedros  con  ella 
se  vistieron  de  verdor  y  de  fruto,  y  dieron  en  sí  reposo 
y  dulce  y  saludable  nido  á  los  que  volaron  á  ellos  hu- 
yendo del  mundo.  Y  no  solo  proveyó  Dios  de  nido  á 
aquestos  huidos,  mas  para  cada  un  estado  de  los  demás 
fieles  hizo  sus  proprías  giiarídas.  Y  como  en  la  tierra 
los  risoos  son  para  las  cabras  monteses,  y  los  conejos 
lienon  sus  viveras  entre  las  peñas,  así  acontece  en  la 
Iglesia. 

»En  ella  luce  la  luna  y  luce  el  sol  de  justicia,  nace  y 
se  pone  á  veces,  agora  en  los  unos  y  agora  en  los  otros, 
y  licnen  también  sus  noches  de  tiempos  duros  y  áspe- 
ros, en  que  la  violencia  sangrienta  de  los  enemigos  tic- 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.  — LIBRO  PRIMERO. 


Ui 


ros  halla  su  sazón  para  salir  y  bramar  y  para  ejecutar 
su  fiereza;  mas  también  á  las  noches  sucede  en  ella 
después  el  aurora,  y  amanece  después  y  encuévase  con 
la  luz  la  malicia,  y  la  razón  y  la  virtud  resplandece. 
¡Cuan  grandes  son  tus  grandezas,  Señor  !  Y  como  nos 
admiras  con  esta  orden  corporal  y  visible,  mucho  mas 
nos  pones  en  admiración  con  la  espiritual  é  invisible. 
No  falta  allí  también  otro  Océano,  fti  es  de  mas  cortos 
brazos  ni  de  mas  angostos  senos  que  es  este,  que  ciñe 
por  todas  partes  la  tierra,  cuyas  aguas,  aunque  son  fie- 
les, son,  no  obstante  eso,  aguas  amargas  y  carnales  y 
movidas  tempestuosamente  de  sus  violentos  deseos; 
cria  peces  sin  número,  y  la  ballena  infernal  se  espacia 
por  él.  En  él  y  por  él  van  mil  navios,  mil  gentes  ali- 
viadas del  mundo,  y  como  cerradas  en  la  nave  de  su  se- 
creto y  santo  propósito;  mas  ¡dichosos  aquellos  que 
llegan  salvos  al  puerto ! 

wTodos,  Señor,  viven  por  tu  liberalidad  y  largueza; 
mas,  como  en  el  mundo,  así  en  la  Iglesia ,  escondes  y 
como  encoges  cuando  te  parece  la  mano  y  alma,  en 
faltándole  tu  amor  y  tu  espíritu  vuélvese  en  tierra.  Mas, 
si  nos  dejas  caer  para  que  nos  conozcamos,  para  que 
te  alabemos  y  celebremos  después  nos  renuevas.  Así 
vas  criando  y  gobernando  y  perficionando  tu  Iglesia 
hasta  llegarla  á  lo  último,  cuando  consumida  toda  la 
liga  del  viejo  metal,  la  saques  toda  junta  pura  y  lucien- 
•  te,  y  verdaderamente  nueva  del  todo.  Cuando  viniere 
este  tiempo  ( ¡  ay  amable  y  bienaventurado  tiempo,  y  no 
tiempo  ya,  sino  eternidad  sin  mudanza ! );  así  que,  cuan- 
do viniere,  la  arrogante  soberbia  de  los  montes  extre- 
meciéndose  vendrá  por  el  suelo,  y  desaparecerá  hecha 
humo,  obrándolo  tu  majestad,  toda  la  pujanza  y  deleite 
y  sabiduría  mortal,  y  sepultarás  en  los  abismos,  junta- 
mente con  esto,  á  la  tiranía,  y  el  reino  de  la  tierra  nueva 
será  de  los  tuyos.  Ellos  cantarán  entonces  de  continuo 
tus  alabanzas,  y  á  tí  el  ser  alabado  por  esta  manera  te 
será  cosa  agradable.  Ellos  vivirán  en  tí,  y  tú  vivirás  en 
ellos,  dándoles  riquísima  y  dulcísima  vida.  Ellos  serán 
reyes,  y  tú  Rey  de 'reyes.  Serás  tú  en  ellos  todas  las  co- 
sas y  reinarás  para  siempre.»  Y  dicho  esto,  Marcelo  ca- 
lló, y  Sabino  dijo  luego  :  «  Este  salmo  en  que,  Marcelo, 
habéis  acabado,  vuestro  amigo  le  puso  también  en  ver- 
so, y  por  no  romperos  el  hilo,  no  os  lo  quise  acordar. 
Mas  pues  me  distes  este  oficio,  y  vos  le  olvidastes,  de- 
cirle he  yo,  si  os  parece. »  Entonces  Marcelo  y  Juliano 
juntos  respondieron  que  les  parecía  muy  bien,  y  que 
luego  le  dijese.  Y  Sabino,  que  era  mancebo,  así  en  el 
alma  como  en  el  cuerpo  muy  compuesto,  y  de  pronun- 
ciación agradable,  alzando  un  poco  los  ojos  al  cielo  y 
lleno  el  rostro  de  espíritu,  con  templada  voz  dijo  desta 
manera : 


Alaba  ¡oh  alma!  á  Dios;  Seilor,  (u  alteza, 

¿Qué  lengua  hay  que  la  cuente? 
Vestido  estás  de  gloria  y  de  belleza 

Y  luz  resplandeciente. 
Enci;ra  de  los  cielos  desplegados 

Al  agua  diste  asiento. 
Las  nubes  son  tu  carro,  tus  alados 

Caballos  son  el  viento. 
Son  fuego  abrasador  tus  mensajeros, 

Y  trueno  y  torbellino. 

Las  tierras  sobre  asientos  duraderos 


Mantienes  de  continuo. 
Los  mares  las  cubrian  de  primero, 

Por  cima  los  colKidos ; 
Mas  visto  de  tu  voz  el  trueno  fiero, 

Huyeron  espantados. 
Y  luego  los  subidos  montes  crc.en , 

Homillanse  los  valles. 
Si  ya  entre  sí  hinchados  se  embravecen. 

No  pasarán  las  calles, 
Las  calles  que  les  diste  y  los  linderos, 

Ni  anegarán  las  tierras. 
Descubres  minas  de  agua  en  los  oteros, 

\  corre  entre  las  sierras. 
El  gamo  y  las  salvajes  alimañas 

Allí  la  sed  quebrantan. 
Las  aves  nadadoras  allí  bañas, 

Y'  por  las  ramas  cantan. 
Con  lluvia  el  monte  riegas  de  tus  cumbres, 

Y  das  hartura  al  llano. 

Ansí  das  heno  al  buey,  y  mil  legurubres 

Para  el  senicio  humano. 
Ansí  se  espiga  el  trigo  y  la  vid  crece 

Para  nuestra  alegría. 
La  verde  oliva  ansi  nos  resplandece, 

Y  el  pan  de  valentía. 

De  allí  se  viste  el  bosque  y  arboleda 

Y  el  cedro  soberano, 
.\donde  anida  la  ave,  adonde  enreda 

Su  cámara  el  milano. 
Los  riscos  á  los  corzos  dan  guarida, 

Al  conejo  la  peña. 
Por  tí  nos  mira  el  sol ,  y  su  lucida 

Hermana  nos  enseña 
Los  tiempos.  Tú  nos  das  la  noche  escura, 

En  que  salen  las  fieras. 
El  tigre,  que  ración  con  hambre  dura 

Te  pide  y  voces  fieras. 
Despiertas  el  aurora,  y  de  consuno 

Se  van  á  sus  moradas. 
Da  el  hombre  á  su  labor,  sin  miedo  alguno, 

Las  horas  situadas. 
¡  Cuan  nobles  son  tus  hechos,  y  cuan  llenos 

De  tu  sabiduría! 
Pues  ¿quién  daria  á  el  mar  sus  anchos  senos, 

Y  cuantos  peces  cria; 

Las  naves  que  en  él  corren,  la  espantable 

Ballena  que  le  azota? 
Sustento  esperan  todos  saludable 

De  tí,  que  el  bien  no  agota. 
Tomamos,  si  tú  das;  tu  larga  mano 

Nos  deja  satisfechos. 
Si  huyes,  desfallece  el  ser  liviano. 

Quedamos  polvo  hechos. 
Mas  tornará  tu  soplo,  y  renovado. 

Repararás  el  mundo. 
Será  sin  fin  tu  gloria,  y  tú  alabado 

De  todos  sin  segundo. 
Tú,  que  los  montes  ardes  si  los  tocas, 

Y  al  suelo  das  temblores,  • 

Cien  vidas  que  tuviera  y  cien  mil  bocas, 

Dedico  á  tus  loores. 
Mi  voz  te  agradará,  y  á  mí  este  oficio 

Será  mi  gran  contento. 
No  se  verá  en  la  tierra  maleficio 

Ni  tirano  sangriento. 
Sepultará  el  olvido  su  memoria; 

Tu  alma  á  Dios  da  gloria. 

Como  acabó  Sabino  aquí,  dijo  Marcelo  luego  :  «No 
parece  justo  después  de  un  semejante  fin  añadir  mas. 
Y  pues  Sabino  ha  rematado  tan  bien  nuestra  plática,  y 
habemos  ya  platicado  asaz  luengamente,  y  el  sol  parece 
que  por  oírnos,  levantado  sobre  nuestras  cabezas,  nos 
ofende  ya,  sirvamos  á  nuestra  necesidad  agora  repo- 
sando un  poco,  y  á  la  tarde,  caída  la  síesrta,  de  nuestro 


112 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


espacio,  sin  que  la  noche  auiK/ue  sobrevenga  lo  estorbe, 
diremos  lo  que  nos  resta.»  «Sea  así,»  dijo  Juliano.  Y 
Sabino  anadió  :  «  Y  yo  seria  de  parecer  que  se  acabase 
aqueste  stfrmoii  en  aquel  soto  é  isleta  pequeña  que  el 
rio  liace  en  medio  de  sí,  y  que  de  aquí  se  parece.  Por- 


que yo  miro  boy  al  sol  con  ojos  que,  si  no  es  aquel,  no 
nos  dejará  lugar  que  de  provecho  sea. » ((Bien  habéis  di- 
cho, respondieron  Marcelo  y  Juliano,  y  hiígase  como 
decis.»  Y  con  esto,  puesto  en  pié  Marcelo,  y  con  él  les 
demás,  cesó  la  plática  por  entonces. 


LIBRO  SEGUNDO. 


INTRODUCCIÓN. 

Descripción  de  la  miseria  liuraana,  y  origen  de  su  fragilidad. 

En  ninguna  cosa  se  conoce  mas  claramente  la  mise- 
ria humana,  muy  illustre  Señor,  que  en  la  facilidad  con 
que  pecan  los  hombres  y  en  la  muchedumbre  de  los 
que  pecan,  apeteciendo  todos  el  bien  naturalmente,  y 
siendo  los  males  del  pecado  tantos  y  tan  manifiestos.  Y 
si  los  que  antiguamente  filosofaron,  argumentando  por 
los  efectos  descubiertos  las  causas  ocultas  de  ellos,  hin- 
crrran  los  ojos  en  esta  consideración ,  ella  misma  les 
descubriera  que  en  nuestra  naturaleza  habia  alguna 
enfermedad  y  daño  encubierto ,  y  entendieran  por  ella 
que  no  estaba  pura  y  como  salió  de  las  manos  del  que 
la  hizo ,  sino  dañada  y  corrompida,  ó  por  desastre  ó  por 
voluntad;  porque,  si  miraran  en  ello,  ¿cómo  pudieran 
creer  que  la  naturaleza  ,  madre  y  diligente  proveedora 
de  todo  lo  que  toca  al  bien  de  lo  que  ¡iroduce,  habia  de 
formar  al  hombre  por  una  parle  tan  mal  inclinado  ,  y 
por  otra  tan  flaco  y  desarmado  para  resistir  y  vencer  á 
su  perversa  inclinación?  O  ¿cómo  les  pareciera  que  se 
compadecía  ó  que  era  posible  que  la  naturaleza ,  que 
guia,  como  vemos,  los  anímales  brutos  y  las  plantas, 
y  hasta  las  cosas  mas  viles ,  tan  derecha  y  eficazmente 
á  sus  fines,  que  los  alcanzan  todas  ó  casi  todas,  criase 
á  la  mas  principal  de  sus  obras  lan  inclinada  al  peca- 
do ,  que  por  la  mayor  parte ,  no  alcanzando  su  fin  ,  vi- 
niese á  extroina  miseria? 

Y  si  seria  notorio  desatino  entregar  las  riendas  de 
dos  caballos  desbocados  y  furiosos  á  un  niño  flaco  y  sin 
arte  para  que  los  gobernase  por  lugares  pedregosos  y 
ásperos,  y  si  cometerle  á  este  mismo  en  tempestad  una 
nave,  para  que  contrastase  los  vientos ,  seria  error  co- 
nocido ,  por  el  mismo  caso  pudieran  ver  no  caber  en 
razón  que  la  providencia  sumamente  sabía  de  Dios,  en 
un  cuerpo  lan  indomable  y  de  tan  malos  siniestros,  y 
en  tanta  tc,m[iestad  de  olas  de  viciosos  deseos  como  en 
no.-:olros  sentimos,  pusiese  para  su  gobierno  una  razón 
lan  flaca  y  lan  desnuda  de  toda  buena  doctrina  como 
es  la  nucslra  cuando  nacemos ;  ni  pudieran  decir  que, 
en  esperanza  de  la  doctrina  venidera  y  de  las  fuerzas 
que  con  los  años  podia  cobrar  la  razón ,  le  encomendó 
Dios  aqueste  gobierno,  y  la  colocó  en  medio  de  sus 
enemigos  sola  contra  tantos,  y  desarmada  contra  lan 
poderosos  y  fieros.  Porque  sabida  cosa  es  que,  primero 
que  despierte  la  razón  en  nosotros,  viven  en  nosotros 
y  se  encienden  los  deseos  bestiales  de  la  vida  sensible, 


que  se  apoderan  del  ánimo,  y  haciéndola  á  sus  mañas, 
la  inclinan  mal  antes  que  comience  á  conocerse.  Y 
cierto  es  que,  en  abriendo  la  razón  los  ojos,  están  como 
á  la  puerta  y  como  aguardando  para  engañarla  el  vulgo 
ciego  y  las  compañías  malas,  y  el  estilo  de  la  vida  lle- 
no de  errores  perversos ,  y  el  deleite  y  la  ambición ,  y 
el  oro  y  las  riquezas,  que  resplandecen.  Lo  cual  cada 
uno  por  sí  es  poderoso  á  escurecer  y  á  vestir  de  tinie- 
blas á  su  centella  recien  nacida,  cuanto  mas  todo  jun- 
to ,  y  como  conjurado  y  hecho  á  una  para  hacer  mal ; 
y  así,  de  hecho  la  engañan,  y  quitándole  las  riendas  de 
las  manos ,  la  sujetan  á  los  deseos  del  cuerpo,  y  la  in- 
ducen á  que  ame  y  procure  lo  mismo  que  la  destruye.  ^ 

Así  que ,  este  desconcierto  é  inclinación  para  el  mal 
que  los  hombres  generalmente  tenemos ,  él  solo  por  sí, 
bien  considerado ,  nos  puede  traer  en  conocimiento  de 
la  corrupción  antigua  de  nuestra  naturaleza.  En  la  cual 
naturaleza,  como  en  el  libro  pasado  se  dijo,  habiendo 
sido  hecho  el  hombre  por  Dios  enteramente  señor  de 
sí  mismo ,  y  del  todo  cabal  y  perfecto ,  en  pena  de  que 
él  por  su  grado  sacó  su  ánima  de  la  obediencia  de  Dios, 
los  apetitos  del  cuerpo  y  sus  sentidos  se  salieron  del 
servicio  de  la  razón ,  y  rebelando  contra  ella,  la  sujeta- 
ron, escureciendo  su  luz  y  enflaqueciendo  su  liber- 
tad, y  encendiéndola  en  el  deseo  de, sus  bienes  dellos, 
y  engendrando  en  ella  apetito  de  lo  que  le  es  ajeno  y 
le  daña ;  esto  es ,  del  desconcierto  y  pecado. 

En  lo  cual  es  extrañamente  maravilloso  que,  como 
en  las  jotras  cosas  que  son  tenidas  por  malas,  la  expe- 
riencia de  ellas  haga  escarmiento  para  huir  dellas ;  pues 
que  el  que  cayó  en  un  mal  paso  rodea  otra  vez  el  ca- 
mino por  no  tornar  á  caer  en  él  en  esta  desventura  que 
llamamos  pecado,  el  probarla  es  abrir  la  puerla  para 
meterse  en  ella  mas ,  y  con  el  pecado  primero  se  h  ¡ce 
escalón  para  venir  al  segundo;  y  cuanto  el  alma  en  este 
género  de  mal  se  destruye  mas,  lanío  parece  que  gusta 
mas  de  destruirse;  que  es  de  los  daños  que  en  ella  el 
pedido  hace,  si  no  el  mayor,  sin  duda  uno  de  los  ma- 
yores y  mas  lamentables.  Porque  por  esta  causa,  como 
por  los  ojos  se  ve ,  de  pecados  pequeños  nacen ,  esla- 
bonándose unos  con  oíros,  pecados  gravísimos,  y  se 
endurecen  y  crian  callos,  y  hacen  como  incurables  los 
corazones  humanos  en  este  mal  del  pecar,  añadiendo 
siemi)re  á  un  i)ecado  otro  pecad(r,  y  á  un  i)ecado  menor 
sucediéndolc  otro  mayor  de  continuo,  por  haber  co- 
menzado á  jiecar.  Y  vienen  así ,  continuamente  pecan- 
do, á  tener  por  hacedero  y  dulce  y  gentil  lo  que,  no  solo 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


ÍI3 


en  sí  y  en  los  ojo"^  cíe  los  que  bien  juzgan  es  aborrecible 
y  feísimo,  sino  loque  esos  mismos  que  lo  liacen,  cuan- 
do de  principio  entraron  en  el  mal  obrar,  huyeran  el 
pensamiento  de  ello,  no  solo  el  hecho,  mas  que  la 
muerte  ;  como  se  ve  por  infinitos  ejemplos,  de  que  así 
la  vida  común  como  la  historia  está  llena. 

Mas  entre  todos  es  claro  y  muy  señalado  ejemplo  el 
del  pueblo  hebreo  antiguo  y  presente ;  el  cual ,  por  ha- 
ber desde  su  primero  principio  comenzado  á  apartarse 
de  Dios,  prosiguiendo  después  en  esta  su  primera  du- 
reza, y  casi  por  años  volviéndose  á  él,  y  tornándole 
luego  á  ofender,  y  amontonando  á  pecados  pecados, 
mereció  ser  autor  de  la  mayor  ofensa  que  se  hizo  ja- 
más ,  que  fué  la  muerte  de  Jesucristo.  Y  porque  la 
culpa  siempre  ella  misma  se  es  pena,  por  haber  llegado 
á  esta  ofensa,  fué  causa  en  sí  misma  de  un  extremo  de 
calamidad.  Porque ,  dejando  aparte  el  perdimiento  del 
reino,  y  la  ruina  del  templo,  y  el  asolamiento  de  su 
ciudad,  y  la  gloria  de  la  religión  y  verdadero  culto  de 
Dios  traspasada  á  las  gentes ,  y  dejados  aparte  los  ro- 
bos y  males  y  muertes  innumerables  que  padecieron 
los  judíos  entonces,  y  el  eterno  cautiverio  en  que  viven 
agora  en  estado  vilísimo  entre  sus  enemigos,  hechos 
como  un  ejemplo  común  de  la  ira  de  Dios. 

Así  que,  dejando  esto  aparte,  ¿puédese  imaginar 
mas  desventurado  suceso ,  que  habiéndoles  prometido 
Dios  que  nacería  el  Mesías  de -su  sangre  y  linaje,  y  ha- 
biéndole ellos  tan  luengamente  esperado,  y  esperando 
en  él  y  por  él  la  suma  riqueza ,  y  en  durísimos  males  y 
trabajos  que  padecieron ,  habiéndose  sustentado  siem- 
pre con  esta  esperanza,  cuando  le  tuvieron  entre  sí  no 
le  querer  conocer ,  y  cegándose ,  hacerse  homicidas  y 
destruidores  de  su  gloria  y  de  su  esperanza ,  y  de  su 
sumo  bien  dellos  mismos?  A  mí  verdaderamente ,  cuan- 
do lo  pienso,  el  corazón  se  me  enternece  en  dolor.  Y 
si  contamos  bien  toda  la  suma  deste  exceso  tan  grave, 
hallaremos  que  se  vino  á  hacer  de  otros  excesos ,  y  que 
del  abrir  la  puerta  al  pecar ,  y  del  entrarse  continua- 
mente mas  adelante  por  ella,  alejándose  siempre  de 
Dios,  vinieron  á  quedar  ciegos  en  mitad  de  la  luz;  por- 
que tal  se  puede  llamar  la  claridad  que  hizo  Cristo  de 
sí,  así  por  la  grandeza  de  sus  obras  maravillosas  como 
por  el  testimonio  de  las  letras  sagradas  que  se  demues- 
tran ;  las  cuales  demuestran  así  claramente  que  no  pu- 
diéramos creer  que  ningunos  hombres  eran  tan  ciegos, 
si  no  supiéramos  haber  sido  tan  grandes  pecadores 
primero.  Y  ciertamente,  lo  uno  y  lo  otro,  esto  es,  la 
ceguedad  y  maldad  dellos  y  la  severidad  y  rigor  de  la 
justicia  de  Dios  contra  ellos,  son  cosas  maravillosa- 
mente espantables. 

Yo  siempre  que  las  pienso  me  admiro ;  y  trújomelas 
á  la  memoria  agora  lo  restante  de  la  plática  de  Marcelo 
que  me  queda  por  referir,  y  es  ya  tiempo  que  lo  refie- 
ra. Porque  fué  así ,  que  los  tres ,  después  de  haber  co- 
mido, y  habiendo  tomado  algún  pequeño  reposo,  ya 
que  la  fuerza  del  calor  comenzaba  á  caer,  saliendo  de 
la  granja,  y  llegados  al  rio ,  que  cerca  della  corría,  en 
un  barco,  conformándose  con  el  parecer  de  Sabino,  se 
pasaron  al  soto  que  se  hacia  en  medio  del,  en  una 
como  isleta  pequeña  que  apegada  á  la  presa  de  unas 
aceñas  se  descubría.  Era  el  soto,  aunque  pequeño,  es- 
E.xvi-u. 


peso  y  muy  apacible ,  y  en  aquella  sazón  estaba  muy 
lleno  de  hoja ,  y  entre  las  ramas  que  la  tierra  de  suyo 
criaba,  tenia  también  algunos  árboles  puestos  por  in- 
dustria, y  dividíale  como  en  dos  partes  un  no  pequeño 
arroyo  que  hacia  el  agua  que  por  entre  las  piedras  de 
la  presa  se  hurtaba  del  rio,  y  corría  cuasi  toda  junta. 
Pues  entrados  en  él  Marcelo  y  sus  compañeros ,  y 
metidos  en  lo  mas  espeso  del  y  mas  guardado  de  los 
rayos  del  sol ,  junto  á  un  álamo  alto,  que  estaba  cuasi 
en  el  medio ,  teniéndole  á  las  espaldas,  y  delante  los 
ojos  la  otra  parte  del  soto,  en  la  sombra  y  sobre  la  yer- 
ba verde,  y  cuasi  juntando  al  agua  los  pies ,  se  senta- 
ron ;  adonde  diciendo  entre  sí  del  sol  de  aquel  día,  que 
aun  se  hacia  sentir,  y  de  la  frescura  de  aquel  lugar, 
que  era  mucha  ,  y  alabando  á  Sabino  su  buen  consejo, 
Sabino  dijo  así  :  «Mucho  me  huelgo  de  haber  acertado 
tan  bien,  y  principalmente  por  vuestra  causa,  M;!rce!o, 
que  por  satisfacer  á  mi  deseo  tomáis  hoy  tan  grande 
trabajo,  que,  según  lo  mucho  que  esta  mañana  dijis- 
tes,  temiendo  vuestra  salud,  no  quisiera  que  agora  di- 
jera des  mas ,  si  no  me  asegurara  en  par.e  la  cualidad  y 
frescura  de  aqueste  lugar;  aunque  quien  suele  leer  en 
medio  de  los  caniculares  tres  liciones  en  las  escuelas 
muchos  días  arreo ,  bien  podrá  platicar  entre  estas  ra- 
mas la  mañana  y  la  tarde  de  un  dia,  ó  por  mejor  decir, 
no  habrá  maldad  que  no  haga.  »  «Razón  tiene  Sabino, 
respondió  Marcelo ,  mirando  hacia  Juliano,  que  es  gé- 
nero de  maldad  ocuparse  uno  tanto  y  en  tal  tiemito  en 
la  escuela;  y  de  aquí  veréis  cuan  malvada  es  la  vida 
que  así  nos  obliga.  Así  que,  bien  podéis  proseguir,  Sa- 
bino, sin  miedo ;  que ,  demás  de  que  este  lugar  es  me- 
jor que  la  cátedra ,  lo  que  aquí  tratamos  agora  es  sin 
comparación  muy  mas  dulce  que  lo  que  leemos  allí;  y 
así,  con  ello  mismo  se  alivia  el  trabajo.»  Entonces  Sa- 
bino, desplegando  el  papel  y  prosiguiendo  su  lectura, 
dijo  desta  manera  : 


De  cómo  se  llama  Cristo  Brazo  de  Dios,  y  á  cuánto  se  extiendo 
su  Tuerza. 

ftOlro  nombre  de  Cristo  es  Brazo  de  Dios.  Esaías  en 
el  capítulo  33  :  — ¿Quién  dará  crédito  á  lo  que  habe- 
rnos oído?  y  su  brazo  Dios  ¿á  quién  lo  descubrirá? — Y 
en  el  capitulo  32. •  —  Aparejó  el  Señor  su  brazo  santo 
ante  los  ojos  de  todas  las  gentes,  y  verán  la  salud  de 
nuestro  Dios  todos  los  términos  de  la  tierra. —  Y  en  el 
cántico  de  la  Virgen: — Hizo  poderío  en  su  brazo,  y  der- 
ramó los  soberbios.  —  Y  abiertamente  en  el  salmo  "O, 
adonde  en  persona  de  la  Iglesia  dice  David  :  —  En  la 
vejez  mia  ni  menos  en  mi  senectud  no  me  desampa- 
res, Señor,  hasta  que  publique  tu  brazo  átoda  la  ge- 
neración que  vendrá.  —  Y  en  oíros  muchos  lugares.» 

Cesó  aquí  Sabino,  y  disponíase  ya  Marcelo  para  co- 
menzar á  decir;  mas  Juliano,  tomando  la  mano,  dijo  : 
«No  sé  yo,  Marcelo ,  sí  los  hebreos  nos  darán  que  Esaías 
en  el  lugar  que  el  papel  dice  hable  de  Cristo.  »  «  No  lo 
darán  ellos,  respondió  Marcelo,  porque  están  ciegos; 
pero  dánoslo  la  misma  verdad.  Y  como  hacen  los  malos 
enfermos,  que  huyen  mas  de  lo  que  les  da  mas  salud, 
así  estos ,  perdidos  en  este  lugar ,  el  cual  solo  bastaba 
para  traerlos  á  luz ,  derraman  con  mas  estudio  las  li- 

8 


H4  OBRAS  DE  FRAY 

nieblas  de  su  error  para  esciiroceñe ;  pero  primero  per- 
derá su  claridad  este  sol.  Por.pie  si  no  liabla  de  Crislo 
Esaias  allí,  pregunto,  ¿de  quién  habla?»  «Ya  sabéis  lo 
que  dicen  ,  respondió  Juliano.  »  «Ya  sé,  dijo  Marcelo, 
que  lo  declaran  de  sí  mismos  y  de  su  pueblo  <^n  el  es- 
tado de  agora ;  pero  ¿pareceos  á  vos  que  hay  necesidad 
de  razones  para  convencer  un  desatino  tan  claro?»  «Sin 
duda  clarísimo,  respondió  Juliano,  y  cuando  no  hubie- 
ra otra  cosa ,  hace  evidencia  de  que  no  es  así  lo  que 
dicen ,  ver  que  la  persona  de  quien  Esaias  habla  allí,  el 
mismo  Esaias  dice  que  es  inocentísima  y  ajena  de  todo 
pecado  ,  y  limpieza  y  satisfacción  de  los  pecados  de  to- 
dos ;  y  el  pueblo  hebreo  que  agora  vive,  por  ciego  y  ar- 
rogante que  sea ,  no  se  osará  atribuir  á  sí  aquesia  ino- 
cencia y  limpieza. 

»  Y  cuando  osase  él ,  la  palabra  de  Dios  le  condena 
en  Oseas  cuando  dice  (a)  que  en  el  fin  y  después 
deste  largo  cautiverio  en  que  agora  están  los  judíos  se 
convertirán  al  Señor.  Porque ,  si  se  convertirán  á  Dios 
entonces ,  maniliesío  es  que  agora  están  apartados  del 
y  fuera  de  su  servicio.  Mas ,  aunque  este  pleito  esté 
fuera  de  duda,  todavía,  si  no  me  engaño,  os  queda  pleito 
con  cllo^  eu  la  declaración  deste  nombro;  el  cual  ellos 
también  confiesan  que  es  nombre  de  Cristo ,  y  confie- 
san, como  es  verdiid,  que  ser  brazo  es  ser  fortaleza  de 
Dios  y  victoria  de  sus  enemigos ;  mas  dicen  que  los 
enemigos  que  por  el  Mesías ,  como  por  su  brazo  y  for- 
taleza ,  vence  y  vencerá  Dios ,  son  los  enemigos  de  su 
pueblo;  esto  es,  los  enemigos  visibles  de  los  hebreos,  y 
los  que  los  han  destruido  y  puesto  en  cautividad,  como 
fueron  los  caldeos  y  los  griegos  y  los  romanos ,  y  las 
demás  gentes  sus  enemigas,  de  las  cuales  esperan  verse 
vengados  por  mano  del  Mesías,  que,  engañados,  aguar- 
dan ,  y  le  llaman  brazo  de  Dios  por  razón  de  aquesta 
victoria  y  venganza.»  «Así  lo  sueñan,  respondió  Mar- 
celo ;  y  pues  habéis  movido  el  pleito  ,  comencemos  por 
él.  Y  como  en  la  cultura  del  campo,  primero  arranca  el 
labrador  las  yerbas  dañosas  y  después  planta  las  bue- 
nas, así  nosotros  agora  desarraiguemos  primero  ese  er- 
ror, para  dejar  después  su  campo  libre  y  desembarazado 
á  la  verdad. 

»Mas  decidme ,  Juliano ,  ¿prometió  Dios  alguna  vez 
á  su  pueblo  que  les  enviaría  su  brazo  y  fortaleza  para 
darlos  victoria  de  algún  enemigo  suyo,  y  para  ponerlos, 
no  solo  en  liberlad,  sino  también  en  mando  y  señorío 
glorioso?  Y  ¿díjoles  en  alguna  parte  que  habia  de  ser 
su  Mesías  un  forlísimo  y  belicosísimo  capitán,  que  ven- 
cería por  fuerza  de  armas  sus  enemigos  y  extendería 
por  todas  las  tierras  sus  esclarecidas  victorias,  y  que 
sujctaria  á  su  imperio  las  gentes?»  «Sin  duda  así  se  lo 
dijo  y  promclíó,  respondió  Juliano.»  «Y  ¿prometiósclo 
por  ventura,  siguió  luc^-o  Marcelo,  en  un  solo  lugar  ó 
una  vez  sola,  y  esa  acaso  y  hablando  de  otro  projiósi- 
lo?»  «No,  sino  en  muchos  lugares,  respondió  Juliano, 
y  de  principal  íniento  y  con  palabras  muy  encarecidas 
y  Iiermosas.»  «¿Q'"-'  palabras,  añadió  Marcelo,  ó  qué 
lugares  son  esos?  Referid  algimos  si  los  leñéis  en  la 
memoria.»  «Largos  son  de  coníar,  dijo  Juliano,  y  aun- 
que pregiiniais  lo  que  sabéis,  y  no  sé  ¡¡ara  qué  fin,  diré 
los  que  se  me  ofrecen. 
(a)  Ospac,  ó,  V.  ¡i 


luís  de  león. 

wDavid  en  el  salmo,  hablando  propiamente  con  Cris- 
to, le  dice  (6): — Ciñe  tu  espada  soln'o  tu  muslo  pode- 
rosísimo ,  tu  hermosura  y  tu  gentileza;  sube  en  el  ca- 
ballo y  reina  prósperamente  por  tu  verdad  y  manse-^ 
dumbre  y  por  tu  justicia;  tu  derecha  te  mostrará  ma- 
ravillas, tus  saetas  agudas  (los  pueblos  caerán  á  tus 
pies)  en  los  corazones  de  los  enemigos  del  Rey. — Y  en 
otro  salmo  dice  el  mismo  (c) :  —  El  Señor  reina ;  haga 
fiesta  la  tierra,  alégrense  las  islas  todas;  nube  y  tinie- 
bla  en  su  derredor,  justicia  y  juicio  en  el  trono  de  su 
asiento.  Fuego  va  delante  del;  que  abrasará  á  todos  sus 
enemigos.  —  Y  Esaias  en  el  capítulo  11  ((/) : —  Y  en 
aquel  día  extenderá  el  Señor  segunda  vez  su  mano  para 
poseer  lo  que  de  su  pueblo  ha  escapado  de  los  asirlos 
y  de  los  egipcios  y  de  las  demás  gentes ;  y  levantará 
su  bandera  entre  las  naciones,  y  allegará  á  los  fugitivos 
de  Israel  y  los  esparcidos  de  Judá  de  las  cuatro  partes 
del  mundo;  y  los  enemigos  de  Judá  perecerán,  y  volará 
contra  los  filisteos  por  la  mar;  cautivará  á  los  hijos  de 
Oriente,  Edon  le  servirá  y  Moab  le  será  sujeto,  y  los 
hijos  de  Amon  sus  obedientes.  —  Y  en  el  capitu- 
lo 41  por  otra  manera  (e)  :  —  Pondrá  ante  sí  en  hui- 
da las  gentes,  perseguirá  los  reyes;  como  polvo  los 
hará  su  cuchillo ,  como  astilla  arrojada  su  arco ;  perse- 
guirlos ha  y  pasará  en  paz ,  no  entrará  ni  polvo  en  sus 
pies.  —  Y  como  después  él  mismo  (/") :  —  Yo,  dice ,  te 
pondré  coilio  carro,  y  como  nueva  trilladera  con  denta- 
les de  hierro,  trillarás  los  montes  y  desmenuzarlos  has, 
y  á  los  collados  dejarás  hechos  polvo ;  aventaráslos  y 
llevarlos  ha  el  viento,  y  el  torbellino  los  esparcerá.  — 
Y  cuando  el  mismo  profeta  introduce  al  Mesías,  teñida 
la  vestidura  con  sangre,  y  á  otros  que  se  maravillan  de 
ello  y  le  preguntan  la  causa ,  dice  que  él  le  respon- 
de {g):  —  Yo  solo  he  pisado  un  lugar,  en  mi  ayuda  no 
se  halló  gente ;  píselos  en  mi  ira  y  patéelos  en  mi  in- 
dignación, y  su  sangre  salpicó  mis  vestidos,  y  he  en- 
suciado mis  vestiduras  todas. — Y  en  el  capítulo  42 (/i): 
— El  Señor,  como  valiente,  saldrá,  y  como  hombre  de 
guerra,  despertará  su  coraje,  guerreará  y  levantará  ala- 
rido, y  esforzarse  ha  sobre  sus  enemigos;  —  mas  es 
nunca  acabar. 

»Lo  mismo,  aunque  por  diferentes  maneras,  dice  en 
el  capítulo  C3  y  66,  y  Joel  dice  lo  mismo  en  el  capítulo 
último,  y  Amos  profeta  también  en  el  mismo  capitulo, 
y  en  los  cai'ítulos  4  y  !>  y  último  lo  repile  Miqueas ,  y 
¿qué  proi'ela  hay  que  no  celebre  cantando  en  diversos 
lugares  esle  capitán  y  aquesta  victoria?»  «Así  es  ver- 
dad, dijo  Marcelo,  mas  también  me  decid:  ¿los  asirios 
y  los  babilonios  fueron  hondjres  señalados  en  armas,  y 
hubo  reyes  belicosos  y  vicloriosos  entre  ellos,  y  sujeta- 
ron á  su  imperio  á  lodo  ó  á  la  mayor  parte  del  mundo?» 
«  Así  fué,  respondió  Juliano.»  «Y  los  medos  y  persas  que 
vinieron  después,  añadió  luego  Marcelo,  ¿no  menearon 
también  las  armas  asaz  valerosamente  y  enseñorearon 
la  tierra  ,  y  íloreció  entre  ellos  el  esclarecido  Ciro  y  el 
poderosísimo  Jcrjcs?»  Concedió  Juliano  que  era  verdad. 

«Pues  no  menos  verdad  es,  dijo  prosiguiendo  Mar- 
celo, que  las  victorias  de  los  griegos  sobraron  á  estos, 

ib)  Psalm.  Ai,  h  v.  A.     (c)  Psalm.  90,  ¡i  v.  1. 

(rfi  Ks;ií.,H,  iiv.  11.    (e)  n)i(1('m,4l,iiv.  2.    (/^  Ibldcm.h  v.  13. 

{tjj  Ibideni,  W,  v.  .">.     (h)  Ibidcm,  4"-',  v.  M, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


113 


y  que  el  no  vencido  Alejandro,  con  la  espada  en  la  ma- 
no y  como  un  rayo,  en  brevísimo  espacio  corrió  lodo  el 
mundo,  dejándole  no  menos  espantado  de  sí  que  venci- 
do; y  muerto  él,  sabemos  que  el  trono  de  sus  succesores 
tuvo  el  cetro  por  largos  años  de  toda  Asia  y  de  mucha 
parte  de  África  y  de  Europa.  Y  por  la  misma  manera  los 
romanos,  que  les  succedieron  en  el  imperio  y  en  la  glo- 
ria de  las  armas,  también  vemos  que  venciéndolo  todo, 
crecieron  hasta  hacer  que  la  tierra  y  su  señorío  tuvie- 
sen un  mismo  término.  El  cual  señorío,  aunque  dismi- 
nuido, compuesto  de  parles,  unas  flacas  y  otras  muy 
fuertes,  como  lo  vio  Daniel  en  los  pies  de  la  estatua  (a), 
hasta  hoy  dia  persevera  por  tantas  vueltas  de  siglos.  Y 
ya  que  callemos  los  príncipes  guerreadores  y  victorio- 
sos que  florecieron  en  él  en  los  tiempos  mas  vecinos 
al  nuestro,  notorios  sonlosScipiones,  los  Marcelos,  los 
Marios ,  los  Pompeyos ,  los  Césares  de  los  siglos  ante- 
pasados, á  cuyo  valor  y  esfuerzo  y  felicidad  fué  muy 
pequeña  la  redondez  de  la  tierra,  n 

«Espero,  dijo  Juliano,  dónde  vais  á  parar.»  «Presto 
10  veréis,  dijo  Marcelo ,  pero  decidme  :  esta  grandeza 
de  victorias  é  imperio  que  he  dicho,  ¿diósela  Dios  á  los 
que  he  dicho,  ó  ellos  por  sí  y  por  sus  fuerzas  puras,  sin 
orden  ni  ayuda  del  la  alcanzaron  ?»  «Fuera  está  eso  de  to- 
da duda,  respondió  Juliano,  acerca  de  los  que  conocen 
y  confiesan  la  providencia  de  Dios.  Y  en  los  Proverbios 
dice  él  mismo  de  sí  mismo  (6) :  —  Por  mí  reinan  los 
príncipes.—»  «Decís  la  verdad,  dijo  Marcelo,  mas  toda- 
vía os  pregunto  si  conocían  y  adoraban  á  Dios  aquellas 
gentes.»  «No  le  conocían,  dijo  Juliano,  ni  le  adoraban.» 
«Decidme  mas,  prosiguió  diciendo  Marcelo  :  antes  que 
Diosles  hiciese  aquestamerced,  ¿prometió  de  hacérsela, 
ó  vendióles  muchas  palabras  acerca  dello,  ó  envióles 
muchos  mensajeros,  encareciéndoles  la  promesa  por 
largos  dias  y  por  diversas  maneras?»  «Ninguna  de  esas 
cosas  hizo  Dios  con  ellos,  respondió  Juliano,  y  si  de  al- 
guna destas  cosas,  antes  que  fuesen,  se  hace  mención 
en  las  letras  sagradas ,  como  á  la  verdad  se  hace  de  al- 
gimas ,  hácese  de  paso  y  como  de  camino,  y  á  fin  de 
otro  propósito.» 

«Pues  ¿en  qué  juicio  de  hombres  cabe  ó  pudo  caber, 
añadió  Marcelo  enconlinente,  pensar  que  lo  que  daba 
Dios  y  cada  dia  lo  da  á  gentes  ajenas  de  sí  y  que  vi- 
ven sin  ley,  bárbaras  y  fieras  y  llenas  de  infidelidad  y 
de  vicios  feísimos,  digo  el  mando  terreno  y  la  victoria 
en  la  guerra  ,  y  la  gloria  y  la  nobleza  del  triunfo  sobre 
lodos  ó  cuasi  todos  los  hombres ;  pues  quién  pudo  per- 
suadirse que  lo  que  da  Dios  á  estos ,  que  son  como  sus 
esclavos,  y  que  se  lo  da  sin  prometérselo  y  sin  vendér- 
selo con  encarecimientos,  y  como  si  no  les  diese  nada 
ó  les  diese  cosas  de  breve  y  de  poco  momento,  como  á 
la  verdad  lo  son  todas  ellas  en  sí ,  eso  mismo  ó  su  se- 
mejante á  su  pueblo  escogido,  y  al  que  solo,  adorando 
ídolos  todas  las  otras  gentes,  le  conocía  y  servia  para 
dárselo,  si  se  lo  quería  dar  como  los  ciegos  pensaron, 
se  lo  prometía  tan  encarecidamente  y  tan  de  atrás,  en- 
•viándoles  cuasi  cada  siglo  nueva  promesa  dello  por  sus 
profetas,  y  se  lo  vendía  tan  caro  y  hacia  tanto  esperar, 
que  el  dia  de  hoy,  que  es  mas  de  tres  mil  años  después 
de  la  primera  promesa,  aun  no  está  cumplido^  ni  ven- 
ía) Daniel,  2,  v.  33.     (*)  Prov.,  8,  v.  16. 


drá  á  cumplimiento  jamás,  porque  no  es  oso  lo  que  Dios 
prometía? 

»Gran  donaire,  ó  por  mejor  decir,  ceguedad  lastimera 
es  creer  que  los  encarecimientos  y  amores  de  Dios  ha- 
bían de  parar  en  armas  y  en  banderas  y  en  el  estruen- 
do de  los  alambores,  y  en  castillos  cercados  y  en  muros 
batidos  por  tierra,  y  en  el  cucliillo,  en  la  sangre  y  en  el 
asalto  y  cautiverio  de  inocentes ;  y  creer  que  el  brazo 
de  Dios,  extendido  y  cercado  de  fortaleza  invencible, 
que  Dios  promete  en  sus  letras  y  de  quien  él  tanto  en 
ellas  se  precia,  era  un  descendiente  de  David,  capi- 
tán esforzado,  que  rodeado  de  iiierro  y  esgrimiendo  la 
espada,  y  llevando  consigo  inumerables  soldados,  ha- 
bía de  meter  á  cuchillo  las  gentes  y  desplegar  por  to- 
das las  tierras  sus  victoriosas  banderas.  Mesías  fué  de- 
sa  manera  Ciro  y  Nabucodonosor  y  Artajérjes ,  ó  ¿qué 
le  faltó  para  serlo?  Mesías  fué,  si  ser  Mesías  es  eso,  Cé- 
sar el  dictador  y  el  grande  Pompeyo,  y  Alejandro  en 
esa  manera  fué  mas  que  todos  Mesías.  ¿Tan  grande  va- 
lentía es  dar  muerte  á  los  mortales  y  derrocar  los  al- 
cázares, que  ellos  de  suyo  se  caen ,  que  le  sea  á  Dios  ó 
conveniente  ó  glorioso  hacer  para  ello  brazo  tan  fuer- 
te, que  por  este  hecho  le  llame  su  fortaleza?  ¡Oh,  có- 
mo es  verdad  aquello  que  en  persona  de  Dios  les  dijo 
Esaías  (c) :  — Cuanto  se  encumbra  el  cielo  sobre  la  tier- 
ra, tanto  mis  pensamientos  se  diferencian  y  levantan 
sobre  los  vuestros. — Que  son  palabras  que  se  me  vienen 
luego  á  los  ojos  todas  las  veces  que  en  este  desatino  pon- 
go atención. 

»Otros  vencimientos,  gente  ciega  y  miserable,  y  otros 
triunfos  y  libertad,  y  otros  señoríos  mayores  y  mejores 
son  los  que  Dios  nos  promete.  Otro  es  su  brazo  y  otra 
su  fortaleza,  muy  diferente  y  muy  mas  aventajada  de 
lo  que  pensáis.  Vosotros  esperáis  tierra  que  se  consu- 
me y  perece ;  y  la  escritura  de  Dios  es  promesa  del  cic- 
lo. Vosotros  amáis  y  pedís  libertad  del  cuerpo,  y  en  vi- 
da abundante  y  pacifica ,  con  la  cual  libertad  se  com- 
padece servir  el  ánima  al  pecado  y  al  vicio  ;  y  deslos 
males,  que  son  mortales ,  nos  prometía  Dios  libertad. 
Vosotros  esperábades  ser  señores  de  otros  ;  Dios  no  pro- 
metía sino  haceros  señores  de  vosotros  mismos.  Vos- 
otros os  tenéis  por  satisfechos  con  un  sucesor  de  David, 
que  os  reduzga  á  vuestra  primera  tierra  y  os  manten- 
ga en  justicia,  y  defienda  y  ampare  de  vuestros  contra- 
rios ;  mas  Dios,  que  es  sin  comparación  muy  mas  libe- 
ral y  mas  largo ,  os  prometía,  no  hijo  de  David  solo, 
sino  hijo  suyo  y  de  David  hijo  también,  que  enriqueci- 
do de  to;lo  el  bien  que  Dios  tiene ,  os  sacase  del  poder 
del  demonio  y  de  las  manos  de  la  muerte  sin  fin,  y  que 
os  sujetase  debajo  de  vuestros  pies  todo  lo  que  de  veras 
os  daña,  y  os  llevase  santos,  inmortales,  gloriosos  á  la 
tierra  de  vida  y  de  paz,  quenunca  fallece.  Estos  son  bie- 
nes dignos  de  Dios,  y  semejantes  dádivas ,  y  nootras, 
hinchen  el  encarecimiento  y  muchedumbre  de  aque- 
llas promesas. 

»Y  á  la  verdad,  Juliano,  entre  los  demás  inconvenien- 
tes que  tiene  este  error,  es  uno  grandísimo  que  los  que 
se  persuaden  del  forzosamente  juzgan  de  Dios  muy  ba- 
ja y  vilmente.  No  tiene  Dios  tan  angosto  corazón  como 
los  hombres  tenemos ,  y  estos  bienes  y  gloria  terrena 

{c)  Esai.,.')5,  V.  9. 


H6  OBRAS  DE  FRAY 

que  nosotros  estimamos  en  tanto,  aimqiie  es  él  solo  ol 
que  los  distribuye  y  reparte,  pero  conoce  que  son  bie- 
nes caducos  y  que  están  fuera  del  hombre ,  y  que  no 
solamente  no  le  hacen  bueno,  mas  muchas  veces  le  em- 
peoran y  dañan ;  y  asi,  ni  hace  alarde  destos  bienes  Dios, 
ni  se  precia  del  repartimiento  dellos ,  y  las  mas  veces 
los  envia  á  quien  no  los  merece,  por  los  fines  que  él  se 
sabe ;  y  á  los  que  tiene  por  desechados  de  sí,  y  que  son 
delante  de  sus  ojos  como  viles  cautivos  y  esclavos ,  á 
esos  les  da  aqueste  breve  consuelo ;  y  al  revés,  con  sus 
escogidos  y  con  los  que  como  á  hijos  ama,  en  esto  co- 
munmente es  escaso ,  porque  sabe  nuestra  flaqueza  y 
la  facilidad  con  que  nuestro  corazón  se  derrama  en  el 
amor  destas  prendas  exteriores  teniéndolas,  y  sabe  que 
cuasi  siempre  ó  cortan  ó  enflaquecen  los  nervios  de  la 
virtud  verdadera. 

))Mas  dirán :  — Esperamos  lo  que  las  sagradas  letras 
nos  dicen;  y  con  lo  que  Dios  promete  nos  contentamos,  y 
eso  tenemos  por  mucho.  Leemos  capitán,  oimos  guer- 
ras y  caballos  y  saetas  y  espadas ,  vemos  victorias  y 
triunfos,  prométennos  libertad  y  venganza ,  diccnnos 
que  nuestra  ciudad  y  imestro  templo  será  re[iarado,  que 
las  gentes  nos  servirán  y  que  seremos  señores  de  todos. 
Lo  que  oimos,  eso  esperamos,  y  con  la  esperanza  de  ello 
vivimos  contentos. — Siempre  fué  flaca  defensa  asirse  á 
la  letra  cuando  ia  razón  evidente  descubre  el  verdadero 
sentido ;  mas ,  aunque  flaca ,  tuviera  aquí  y  en  este  pro- 
pósito alguna  color  si  las  mismas  divinas  letras  no  des- 
cubrieran en  otros  lugares  su  verdadera  intención.  Por- 
que, pues  Esaías,  cuando  habla  sin  rodeo  y  sin  figuras 
de  Cristo,  le  pinta  en  persona  de  Dios  de  aquesta  ma- 
nera (a) :  — Veis,  dice,  á  mi  siervo,  en  quien  descanso, 
aquel  en  quien  se  contenta  y  satisface  mi  ánima ;  puse 
sobre  él  mi  espíritu,  él  hará  justicia  á  las  gentes,  no 
voceará  ni  será  acceptador  de  personas,  ni  será  oida  en 
las  plazas  su  voz.  La  caña  quebrantada  no  quebrará ,  y 
la  estopa  que  íiuniea  no  la  apagará,  no  será  áspero  ni 
bullicioso;  —  maniíiestamente  se  muestra  que  este  bra- 
zo y  fortaleza  de  Dios ,  que  es  Jesucristo ,  no  es  forta- 
leza militar  ni  coraje  de  soldado ,  y  que  los  hechos  ha- 
zañosos de  un  cordero  tan  humilde  y  tan  manso  como 
es  el  que  en  este  lugar  Esaías  pinta,  no  son  hechos  des- 
ta  guerra  que  vemos  ,  adonde  la  soberbia  se  enseñorea 
y  la  crueldad  se  despierta,  y  el  bullicio  y  la  cólera  y  la 
rabia  y  el  furor  menean  las  manos.  No  tendrá ,  dice, 
cólera  para  hacer  mal  ni  á  una  caña  quebrada;  y  an- 
tójasele  al  error  vano  de  aquestos  mezquinos  que  tie- 
ne de  trastornar  el  mundo  con  guerras. 

»Y  no  es  menos  claro  lo  que  el  mismo  profeta  dice  en 
otro  capítulo  {b) :  —  Herirá  la  tierra  con  la  vara  de  su 
boca,  y  con  el  alíenlo  de  sus  labios  quitará  la  vida  al 
malvailo.  —  Porque,  si  las  armas  con  que  hiere  la  tier- 
ra y  con  que  quila  la  vida  al  malo  son  vivas  y  ardien- 
tes palabras,  claro  es  que  su  obra  de  aqueste  brazo  no 
t'S  pelear  con  armas  carnales  contra  los  cuerpos ,  sino 
contra  los  vicios  con  armas  de  espíritu.  Y  así,  confor- 
me áeslo,  le  arma  de  punta  en  blanco  con  todas  sus  pie- 
zas en  otro  lugar,  diciendo  (c) :  —  Vistióse  por  loriga 
justicia,  y  salud  por  yelmo  de  su  cabeza ;  vistióse  por 
vestiduras  venganza,  y  el  celo  le  cubrió  romo  capa. — 

(o)Esai.,  4¿,av.l.    (i)  Ibldím, H,  v.  4.    (c)  Ibidem,  W,  v.l7. 


LriS  DE  LEÓN. 

Por  manera  que  las  saetas  que  antes  decía  que  envia- 
das con  el  vigor  del  brazo  traspasan  los  cuerpos ,  son 
palabras  agudas  y  enherboladas  con  gracia,  que  pasan  el 
corazón  de  claro  en  claro ;  y  su  espada  famosa  no  se 
templó  con  acero  en  las  fraguas  del  Vnlcano,  para  der- 
ramar la  sangre  corlando,  ni  es  hierro  visible,  sino  rayo 
de  virtud  invisible,-  que  pone  á  cuchillo  todo  lo  que  en 
nuestras  almas  es  enemigo  de  Dios  ;  y  sus  lorigas  y  sus 
petos  y  sus  arneses,  por  el  consiguiente,  son  virtudes 
heroicas  del  cielo,  en  quien  todos  los  golpes  enemigos 
se  embotan.  Piden  á  Dios  la  palabra,  y  no  despiertan 
la  vista  para  conocer  la  palabra  que  Dios  les  dio. 

«Corno  piden  cosas  dcsta  vida  mortal,  y  que  cada  día 
las  vemos  en  otros,  y  que  comprendemos  lo  que  valen 
y  son ,  pues  dice  Dios  por  su  profeta  ((/)  que  el  bien 
de  su  promesa  y  la  cualidad  y  grandeza  della,  ni  el 
ojo  la  vio  ni  llegó  jamás  á  los  oídos,  ni  cayó  nunca  en 
el  pensamiento  del  hombre.  Vencer  unas  gentes  á 
otras  bien  sabemos  qué  es ;  el  valor  de  las  armas  cada 
día  lo  vemos ;  no  hay  cosa  que  mas  entienda  ni  mas 
desee  la  carne  que  las  riquezas  y  que  el  señorío ;  no 
promete  Dios  esto,  pues  lo  que  promete  excede  á  lo  lo 
nuestro  deseo  y  sentido.  Hacerse  Dios  hombre,  eso  no 
lo  alcanza  la  carne ;  morir  Dios  en  la  humanidad  que 
tomó  para  dar  vida  á  los  suyos,  eso  vence  el  sentido ; 
muriendo  un  homlire,  al  demonio,  que  tiranizaba  Io.í 
liombres,  hacerle  sujeto  y  esclavo  de  ellos,  ¿quién  nunca 
lo  oyó?  Los  que  servían  al  infierno,  convertirlos  en 
ciudadanos  del  cielo  y  en  hijos  de  Dios ,  y  finalmente 
hermosear  con  justicia  las  almas  ,  desarraigando  dellas 
mil  malos  siniestros,  y  hechas  todas  luz  y  juslicia,  á  ellas 
y  á  los  cuerpos  vestirlos  de  gloría  y  de  inmortalidad, 
¿en  qué  deseo  cupo  jamás,  por  mas  que  alargase  la 
rienda  al  deseo? 

»Mas  ¿en  qué  me  detengo?  El  mismo  profeta  ¿n(> 
pone  abiertamente  y  sin  ningún  rodeo  ni  velo  el  ofi- 
cio de  Cristo  y  su  valentía,  y  la  cualidad  de  sus  guer- 
ras en  el  capítulo  Gi  del  profeta  Esaías,  adonde  intro- 
duce á  Cristo,  que  dice  (e) :  —  El  espíritu  del  Señor 
está  sobre  mí,  á  dar  buena  nueva  á  los  mansos  me  en- 
vió— ?¿No  veis  lo  que  dice?  ¿Qué?  Buena  nueva  á  los 
mansos,  no  asalto  á  los  muros.  Mas: — A  curar  los  de 
corazón  qiiebranlado. — Y  díceel  error  que  á  pasarporlos 
filos  de  su  espada  á  las  gentes. — A  predicar  á  los  cau- 
tivos perdón. — A  pre(Ucar;  que  no  á  guerrear.  A'o  á  dar 
rienda  á  la  saña ,  sino  —  á  publicar  su  indulgencia ,  y 
predicar  el  año  en  que  se  aplaca  el  Señor ,  y  el  día  en 
que,  como  si  se  viese  vengado,  queda  mansa  su  irá.  A 
consolar  á  los  que  lloran  y  á  dar  fortaleza  á  los  que  se 
lamentan.  A  darles  guirnalda  en  lugar  de  la  ceniza,  y 
unción  de  gozo  eii  lugar  del  duelo,  y  manto  de  olor  en 
vez  de,  la  tristeza  de  espíritu.  —Y  para  que  no  quedase 
duda  ninguna,  concluye: — Y  fueran  llamados  fuertes 
en  justicia.  — ¿Dónde  eslán  agora  los  que,  engañándo- 
se á  sí  mismos,  se  prometen  fortaleza  de  armas,  prome- 
tiendo declaradamente  Dios  fortaleza  de  virtud  y  de  jus- 
ticia?» 

Aquí  Juliano ,  mirando  alegremente  á  Marcelo,  «pa- 
récemc,  dijo  ,  Marcelo  ,  que  os  he  metido  en  calor,  y 
bastaba  d  del  día;  mas  no  me  pesa  de  la  ocasión  que 

(d)  Esal.,  04,  V.  4.    {«)  Ibidem,  61,  v.  i. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


ín 


os  he  dado ,  porque  me  satisface  mucho  lo  que  habéis 
dicho,  Y  porque  no  quede  nada  [lor  decir,  quiéroos  tam- 
bién preguntar  qué  es  la  causa  por  donde  Dios,  ya 
que  hacia  promesa  deste  tan  grande  bien  á  su  pueblo, 
se  la  encubrió  debajo  de  palabras  y  bienes  carnales  y 
visibles,  sabiendo  que  para  ojos  tan  flacos  como  los  de 
aquel  pueblo  era  velo  que  los  podia  cegar ,  y  sabiendo 
que  para  corazones  tan  aficionados  al  bien  de  la  carne, 
como  son  los  de  aquellos ,  era  cebo  que  los  habia  de 
engañar  y  enredar.»  «>'o  era  cebo  ni  velo,  respondió 
al  punto  Marcelo,  pues  juntamente  con  ello  estaba  lue- 
go la  voz  y  la  mano  de  Diu? ,  que  alzaba  el  velo  y  avi- 
saba del  cebo,  descubriendo  por  mil  maneras  lo  cierto 
de  su  promesa.  Ellos  mismos  se  cegaron  y  se  enreda- 
ron de  su  voluntad.»  «Por  ventura  yo  no  me  he  decla- 
rado,  dijo  entonces  Juliano,  porque  eso  mismo  es  lo 
que  pregunto.  Que  pues  Dios  sabia  que  se  hobian  de 
cegar  tomando  de  aquel  lenguaje  ocasión,  ¿por  qué  no 
corló  la  ocasión  del  iodo?  Y  pues  les  descubría  su  vo- 
luntad y  determinación  ,  y  se  la  descubría  para  que  la 
entendiesen ,  ¿por  qué  no  se  la  descubrió  sin  dejar  es- 
condrijo donde  se  pudiese  encubrir  el  error?  Porcp.ie  no 
diréis  que  no  quiso  ser  entendido ;  porque ,  si  eso  qui- 
siera, callara;  ni  menos  que  no  pudo  darse  á  enten- 
der. » 

«Los  secretos  de  Dios ,  respondió  Marcelo,  encogién- 
dose en  sí,  son  abismos  profundos;  por  donde  en  e^los 
es  ligero  el  dificultar,  y  el  penetrar  muy  dificultoso;  y 
el  ánimo  fiel  y  cristiano  mas  se  ha  de  mostrar  sabio 
en  conocer  (que  seria  poco  el  saber  de  Dios  si  lo  com- 
prendiese nuestro  saber)  que  ingenioso  en  remontar 
dificultades  sobre  lo  que  Dios  hace  y  ordena.  Y  como 
sea  esto  así,  en  todos  los  hechos  de  Dios  en  este  par- 
ticular que  toca  á  la  ceguedad  de  aquel  pueblo,  el  mis- 
rao  san  Pablo  se  encoge  y  parece  que  se  retira;  y  aun- 
que caminaba  con  el  soplo  del  Espíritu  Santo,  coge  las 
velas  del  entendímicn'o  y  las  inclina,  diciendo  (a): 
— ¡Oh  honduras  de  las  riquezas  y  sabiduría  y  conocimien- 
to de  Dios,  cuan  no  penetrables  son  sus  juicios  y  cuan 
dificultosos  de  rastrear  sus  caminos. — Mas,  por  mucho 
que  se  esconda  la  verdad ,  como  es  luz ,  siempre  echa 
algunos  rayos  de  sí ,  que  dan  bastante  lumbre  al  ánima 
humilde. 

» Y  así ,  digo  agora  que  no  porque  algunos  toman  oca- 
sión de  pecar,  conviene  á  la  sabiduría  de  Dios  mudar, 
ó  en  el  lenguaje  con  que  nos  habla  ó  en  la  orden  con 
que  nos  gobierna. ó  en  la  disposición  de  las  cosas  que 
cria ;  lo  que  es  en  sí  conveniente  y  bueno  para  la  na- 
turaleza en  común.  Bien  sabéis  que  unos  salen  á  ha- 
cer mal  con  la  luz ,  y  que  á  otros  la  noche  con  sus  ti- 
nieblas los  convida  á  pecar ;  porque ,  ni  el  cosario  cor- 
rería á  la  presa  si  el  sol  no  amaneciese,  ni  si  no  se  pu- 
siese, el  adúltero  macularia  el  lecho  de  su  vecino.  El 
mismo  entendimiento  y  agudeza  de  ingenio  de  que 
Dios  nos  dotó,  si  atendemos  á  !ns  muchos  que  usan  mal 
del,  no  nos  le  diera,  y  dejara  al  hombre  no  hombre.  ¿No 
dice  san  Pablo  de  la  doctrina  del  Evangelio ,  que  á  unos 
es  olor  de  vida  para  que  vivan ,  y  á  otros  de  muerte  pa- 
ra que  mueran?  ¿Qué  fuera  del  inundo  si ,  porque  no 
se  acrescentara  la  culpa  de  algunos,  quedáramos  todos  ¡ 

(a)  Rom.,  11,  V.Ó3, 


en  culpa?  Esta  manera  de  hablar ,  .Juliano  ,  adonde  con 
semejanzas  y  figuras  de  cosas  que  conocemos  y  vemos 
y  amamos  nos  da  Dios  noticia  de  sus  bienes,  y  nos  los 
promete  para  la  cualidad  y  gusto  de  nuestro  ingenio  y 
condición,  esmuy  útil  y  muy  conveniente.  Lo  uno,  por- 
que todo  nuestro  conocimiento  ,  así  como  comienza  de 
los  sentidos,  así  no  conoce  bien  lo  espiritual ,  sino  es 
por  semejanza  de  lo  sensible,  que  conoce  primero.  Lo 
otro,  porque  la  semejanza  que  hay  de  lo  uno  á  lo  otro, 
advertida  y  conocida,  aviva  el  gusto  de  nuestro  enten- 
dimiento naturalmente,  que  es  inclinado  á  cotejar  unas 
cosas  con  otras,  discurriendo  por  ellas  ;  y  así,  cuando 
descubre  alguna  gran  consonancia  de  propriedades  en- 
tre cosas  que  son  en  naturaleza  diversas,  alégrase  mu- 
cho y  como  saboréase  en  ello,  é  imprímelo  con  mas 
firmeza  en  las  mentes.  Y  lo  tercero ,  porque  de  las  co- 
sas que  sentimos,  sabemos  por  experiencia  lo  gustoso 
y  lo  agradable  que  tienen ;  mas  de  las  cosas  del  cielo  no 
sabemos  cuál  sea  ni  cuánto  su  sabor  y  dulzura. 

'.>Pues,  para  que  cobremos  afición  y  concibamos  deseo 
de  lo  que  nunca  habemos  gustado,  preséntanoslo  Dios 
debajo  de  lo  que  gustamos  y  amamos ,  para  que,  enten- 
diendo que  es  aquello  mas  y  mejor  que  lo  conocido, 
amemos  en  lo  no  conocido  el  deleite  y  contento  que 
ya  conocemos.  Y  como  Dios  se  hizo  hombre  dulcísimo 
y  amorosísimo,  para  que  lo  que  no  entendíamos  de  la 
dulzura  y  amor  de  su  natural  condición,  que  no  veía- 
mos, lo  experimentásemos  en  el  hombre,  que  vemos,  y 
de  quien  se  vistió  para  comenzar  allí  á  encender  nues- 
tra voluntad  en  su  amor  ;  así  en  el  lenguaje  de  sus  es- 
crituras nos  habla  como  hombre  á  otros  hombres,  y  nos 
dice  sus  bienes  espirituales  y  altos  con  palabras  y  figu- 
ras de  cosas  corporales  que  les  son  semejantes ,  y  pa- 
ra que  los  amemos  los  enmiela  con  esta  miel  nuestra; 
digo  con  lo  que  él  sabe  que  tenemos  por  miel. 

»Y  si  en  todos  es  es! o ,  en  la  gente  de  aquel  pueblo 
de  quien  hablamos  tiene  mas  fuerza  y  razón  por  su 
natural  y  no  creíble  flaqueza,  y  como  divinamente  dijo 
san  Pablo,  por  su  infinita  niñez.  La  cual  demandaba 
que,  como  el  ayo  al  muchacho  pequeño  le  induce  con 
golosinas  á  que  aprenda  el  saber  ,  así  Dios  á  aquellos 
los  levantase  á  la  creencia  y  al  deseo  del  cielo ,  ofre- 
ciéndoles y  prometiéndoles  al  parecer  bienes  de  tierra. 
Porque,  si  en  acabando  de  ver  el  infinito  poder  de  Dios 
y  la  grandeza  de  su  amor  para  con  ellos  en  las  plagas 
de  Egipto  y  en  el  mar  Bermejo  divi(ljdo  por  medio ;  y 
si  teniendo  casi  presente  en  los  ojos  el  fuego  y  la  nube 
del.Sina,  y  la  habla  misma  de  Dios,  que  les  decía  la 
ley,  sonando  en  sus  oídos  entonces;  y  si  teniendo  en 
la  boca  el  maná  que  Dios  les  llovía;  y  si  mirando  ante 
sí  la  nube  que  los  guiaba  de  día  y  les  lucia  de  noche, 
venidos  á  la  entrada  de  la  tierra  de  Canaan,  adonde  Dios 
los  llevaba,  en  oyendo  que  la  moraban  hombres  va- 
lientes, temieron  y  desconfiaron,y  volvieron  atrás,  llo- 
rando fea  y  vilmente ;  y  no  creyeron  que  quien  pudo 
romper  el  mar  en  sus  ojos,  podría  derrocar  unos  mu- 
ros de  tierra;  y  la  riqueza  y  abundancia  de  la  tierra  que 
veían  y  amaban ,  ni  la  experiencia  de  la  fortaleza  de 
Dios  ,  los  pudo  mover  adelante ;  si  luego  y  de  primera 
instancia  y  por  sus  palabras  sencillas  y  claras  les  pro- 
metiera Dios  la  encamación  de  su  Hijo  y  lo  espiritual 


118  OBRAS  DE  FRAY 

de  sus  biones,  y  lo  que  ni  scnlian  ni  podían  sentir,  ni 
se  les  podía  dar  luego,  sino  en  otra  vida  y  después 
fie  haber  dado  luengas  vueltas  los  siglos,  ¿cuándo,  me 
decid,  ó  cómo  ó  en  qué  manera  aquellos  ó  lo  creyeran 
ó  lo  eslimaran  ?  Sin  duda  fuera  cosa  sin  fruto. 

»Y  así,  todo  lo  grande  y  apartado  de  nuestra  vista 
que  Dios  les  promete ,  se  lo  pone  tratable  y  deseable, 
saboreándoselo  desta  manera  que  he  dicho.  Y  particu- 
larmente en  este  misterio  y  promesa  de  Cristo,  para 
asentársela  en  la  memoria  y  en  la  afición ,  se  la  ofrece 
en  los  libros  divinos  cuasi  siempre  vestida  con  una  de 
dos  figuras.  Porque  lo  que  toca  á  la  gracia  que  descien- 
de de  Cristo  en  las  almas,  y  á  lo  que  en  ellas  fructifica 
este  gracia  ,  díceselo  debajo  de  semejanzas  tomadas  de 
la  cultura  del  campo  y  de  la  naturaleza  del.  Y,  como 
vimos  esta  mañana,  para  figurar  aqueste  negocio  hace 
sus  cielos  y  su  tierra ,  y  sus  nubes  y  lluvia ,  y  sus  mon- 
tes y  valles,  y  nombra  trigo  y  vides  y  olivas  con  gran- 
de propriedad  y  hermosura.  Mas  lo  que  pertenece  á  lo 
que  antes  desto  hizo  Cristo  ,  venciendo  el  demonio 
en  la  cruz  ,  y  despojando  el  infierno  y  triunfando  del  y 
de  la  muerte,  y  subiéndose  al  cielo  para  juntar  después 
á  sí  mismo  todo  su  cuerpo ,  represéntaselo  con  nom- 
bres de  guerras  y  victorias  visibles ,  y  alza  luego  la 
bandera  y  suena  la  trompa  y  relumbra  la  espada;  y  pín- 
talo á  las  veces  con  tanta  demonstracion ,  (jue  cuasi  se 
oye  el  ruido  de  las  armas  y  el  alarido  de  los  que  hu- 
yen ,  y  la  victoria  alegre  de  los  que  vencencuasi  se  ve. 

))Y  demás  desto,  si  va  á  decir  lo  que  siento ,  la  du- 
reza ,  Juliano ,  de  aquella  gente ,  y  la  poca  confianza 
que  siempre  tuvieron  en  Dios ,  y  los  pecados  grandes 
contra  él  que  della  nacieron  en  aquel  pueblo  luego 
en  su  primero  principio,  y  se  fueron  después  siempre 
con  él  continuando  y  creciendo,  feos,  ingratos ,  enor- 
mes pecados,  dieron  á  Dios  causa  justísima  para  que 
tuviese  por  bueno  el  liablarles  así  figurada  y  revuelta- 
mente. Porque  de  la  manera  que  en  la  luz  de  la  profe- 
cía da  Dios  mayor  ó  menor  luz,  según  la  disposición  y 
capacidad  y  cualidad  del  profeta,  y  una  misma  verdad 
á  unos  se  la  descubre  por  sueños  y  á  otros  despiertos, 
perofior  imágenes  corporales  y  obscuras  que  se  le  figu- 
ran en  la  fantasía,  y  á  otros  por  palabras  puras  y  sen- 
cillas ;  y  como  un  mismo  rostro  en  muchos  espejos 
mas  y  menos  claros  y  verdaderos  se  muestra  por  dife- 
rente manera;  así  Dios  esta  verdad  de  su  Hijo,  y  la  his- 
toria y  cualidad  de  sus  hechos,  conforme  á  los  pecados 
y  mala  disposición  de  aquella  gente,  asi  se  la  dijo  algo 
nicubierla  y  obscura.  Y  quiso  hablarles  así ,  porque 
ciitfndió  que  para  los  que  entre  ellos  eran  y  habían  de 
sor  buenos  y  fieles  aquello  bastaba,  y  que  á  los  con- 
tumaces perdidos  no  se  les  debía  mas  luz. 

))Por  manera  que  vio  que  álos  unos  aquella  media- 
namente encubierta  verdad  les  serviría  de  honesto 
ejercicio  buscándola  ,  y  de  santo  deleite  hallándola,  y 
que  eso  mismo  seria  eslropiezo  y  lazo  para  los  otros, 
jiero  merecido  cslrojúezo  por  sus  murhos  y  graves  pe- 
cados. Por  los  cuales,  caminando  sin  rienda  y  aven- 
tajándose siempre  á  sí  mismos ,  como  por  grados  que 
ellos  perdidamente  se  edificaron,  llegaron  á  merecer 
este  mal,  que  fué  el  sumo  de  todos;  que  teniendo  de- 
lante de  los  ojos  su  vida,  abrazasen  la  muerte ,  y  que 


LUIS  DE  LEÓN. 

aborreciesen  á  su  único  suspiro  y  deseo  cuando  lo 
tuvieron  presente;  ó  por  mejor  decir,  que  viéndole  no 
le  viesen,  ni  le  oyesen  oyéndole,  y  que  palpasen  en  las 
tinieblas  estando  rodeados  de  luz;  y  merecieron  pecan- 
do pecar  mas,  y  llegar  á  cegarse  hasta  poner  las  ma- 
nos en  Cristo  y  darle  muerte  y  negarle  y  blasfemar  del; 
que  fué  llegar  al  fin  del  pecado.  ¿Levánteselo  agora  yo, 
ó  no  se  lo  dijo  por  Esaías  Dios  mucho  antes  (a)?— Ce- 
gará el  corazón  deste  pueblo  y  ensordecerles  he  los  oí- 
dos para  que  viendo  no  vean,  y  oyendo  no  entiendan, 
y  no  se  conviertan  á  mí  ni  los  sane  yo. — Y  que  sirvie- 
se para  esta  ceguedad  y  sordez  el  hablarles  Dios  en 
figuras  y  en  parábolas,  manifiéstalo  Cristo,  diciendo  (6): 
— A  vosotros  es  dado  conocer  el  misterio  del  reino,  pe- 
ro á  los  demás  en  parábolas ,  para  que  viéndolo  no  lo 
vean,  y  oyéndolo  no  lo  oigan. — 

))Mas  pues  estos  son  ciegos  y  sordos,  y  porfían  en  ser- 
lo, dejémoslos  en  su  ceguedad,  y  pasemos  á  declarar  la 
fuerza  deste  brazo  invencible.»  Y  diciendo  esto  Marce- 
lo, y  mirando  hacia  Sabino,  añadió  :  ((Si  á  Sabino  no  le 
parece  que  queda  alguna  otra  cosa  por  declarar.»  Y  di- 
jo esto  Marcelo  porque  Sabino,  en  cuanto  él  hablaba, 
ya  por  dos  veces'  había  hecho  significación  de  querer- 
le preguntar  algo  ,  inclinándose  á  él  con  el  cuerpo ,  y 
enderezando  el  rostro  y  los  ojos  en  él.  Mas  Sabino  le 
respondió:  «Cosa  era  lo  que  se  me  ofrecía  de  poca  im- 
portancia, y  ya  me  parecía  dejarla;  mas,  pues  me  con- 
vidáis á  que  la  diga,  decidme,  Marcelo:  si  fué  pena  de 
sus  pecados  en  los  judíos  el  hablarles  Dios  por  figuras, 
y  se  cegaron  en  el  entendimiento  dellas  por  ser  peca- 
dores ,  y  si  por  haberse  cegado,  desconocieron  y  tra- 
jeron á  Jesucristo  á  la  muerte,  ¿podréisme  por  aventu- 
ra mostrar  en  ellos  algún  pecado  primero  tan  malo  y 
tan  grande,  que  mereciese  ser  causa  deste  último  y 
gravísimo  pecado  que  hicieron  después?»  «Excusado  es 
buscar  uno,  respondió  Marcelo,  adonde  hubo  tan  enor- 
mes pecados  y  tantos.  Mas,  aunque  esto  es  así,  no  ca- 
rece de  razón  vuestra  pregunta,  Sabino;  porque,  si 
atendemos  bien  á  lo  que  por  Moisen  está  escrito ,  po- 
dremos decir  que  en  el  pecado  de  la  adoración  del  be- 
cerro merecieron  ,  como  en  culpa  principal ,  que  per- 
mitiéndolo Dios,  desconociesen  y  negasen  á  Cristo  des- 
pués. Y  podremos  decir  que  de  aquella  fuente  manó 
aquesta  mala  corriente,  que  creciendo  con  otras  ave- 
nidas menores,  vino  á  sor  un  abismo  de  mal. 

»Porque  si  alguno  quisiere  pesar  con  peso  justo  y  fiel 
todas  lae  cualidades  de  mal  que  en  aquel  pecado  jun- 
tas concurren,  conocerá  luego  que  fué  justamente  me- 
recedor de  un  castigo  tan  señalado  como  es  la  cegue- 
dad en  que  están ,  no  conociendo  á  Jesús  por  Mesías,  y 
cómo  son  los  males  y  miserias  en  que  han  incurrido 
por  causa  della.  No  quiero  decir  agora  que  los  había 
Dios  sacado  de  la  servidumbre  de  Egipto,  y  que  les 
había  abierto  con  nueva  maravilla  la  mar,  y  que  la  me- 
moria deslos  beneficios  la  tenían  reciente;  lo  que  digo 
para  vcrdailero  conocimicnlo  de  su  grave  maldad,  es 
aquesto,  que  en  este  tiempo  y  punto  volvieron  las  es- 
paldas á  Dios,  cuando  le  tenían  delante  de  losojospre- 
senlc  encima  de  la  cumbre  del  monte,  cuando  ellos  es- 
taban alojados  á  la  falda  del  Sina,  cuando  veían  la  nu- 

(fl)  tsai.,  C,  Y.  10.  •  {!>)  Lucac,  8,  v.  10. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO.  no 

testigos  m;in¡(¡cstos  de  su  presencia;   ¡  les  liabia  de  ser,  como  es,  cosa  perdida  y  sin  fruto,  y 

que  liabiaii  de  mirar,  como  ven  agora  ,  sin'  menearse  do 


be  y  el  fuego 

cuando  sabían  queMoisen  estaba liablandocon  él,  cuan- 
do acababa  de  recibir  la  ley ,  la  cual  ellos  comenzaron 
á  oir  de  su  misma  boca  de  Dios,  y  movidos  de  un  te- 
mor religioso,  no  se  tuvieron  por  dignos  para  oiría  del 
lodo  ,  y  pidieron  que  Moisés  por  todos  la  oyese.  Asi 
que,  viendo  á  Dios,  se  olvidaron  de  Dios,  y  mirándole, 
le  negaron ,  y  teniéndole  en  los  ojos,  le  borraron  de  la 
memoria. 

))Mas  ¿por  qué  le  borraron?  No  se  puede  decir  mas 
breve  ni  mas  encarecidamente  que  la  Escritnra  lo  di- 
ce :  Por  un  becerro  que  comia  beno.  Y  aun  no  por  be- 
cerro vivo  que  comia ,  sino  por  imagen  de  becerro  que 
parecía  comer,  hecba  por  sus  mismas  manos  en  aquel 
punto.  A  aquellos  desatinados  dijeron  (a): — Este,  este 
es  tu  dios,  Israel,  el  que  te  sacó  de  la  servidumbre  de 
Egipto. — ¿Qué  flaqueza,  pregunto,  ó  qué  desamorha- 
bian  bailado  en  Dios  hasta  entonces?  O  ¿qué  mayor 
fortaleza  esperaban  de  un  poco  de  oro  nial  figurado?  O 
¿qué  palabras  encarecen  debidamente  tan  grande  ce- 
guedad y  maldad?  Pues  los  que  tan  de  balde  y  lan  por 
su  sola  malicia  y  liviandad  increíble  se  cegaron  allí, 
justísimo  fué,  y  Dios  derecbamenle  lo  permitió,  que  se 
cegasen  aquí  en  el  conocimiento  de  su  único  bien.  Y 
porque  no  parezca  que  lo  adevinamos  agora  nosotros, 
Moisés  en  su  cántico  y  en  persona  de  Dios ,  y  hablando 
de  aqueste  mismo  becerro  de  que  hablamos ,  tan  mal 
adorado,  se  lo  profetiza  y  dice  de  aquesta  manera  (6): 
— Estos  me  provocaron á  mí  en  loque  no  era  dios,  pues 
yo  los  provocaré  á  ellos  (conviene  á  saber,  á  envidia  y 
dolor) ,  llamando  á  mi  gracia  y  á  la  rica  posesión  de 
mis  bienes  á  una  gente  vil  y  que  en  su  estima  dellos 
no  es  gente. — Como  díciéndoles  que,  por  cuanto  ellos 
le  habian  dejado  por  adorar  un  metal ,  él  los  dejaría  á 
ellos,  y  abrazaría  á  la  gentilidad,  gente  muy  pecadora 
y  muy  despreciada.  Porque  sabida  cosa  es,  así  como 
lo  enseña  san  Pablo  (c) ,  que  el  haber  desconocido  á 
Cristo  aquel  pueblo,  fué  el  medio  por  donde  se  hizo 
aqueste  trueque  y  traspaso,  en  que  él  quedó  desecha- 
do y  despojado  de  la  religión  verdadera ,  y  se  pasó  la 
posesión  della  á  las  gentes. 

))Mas  traigamos  á  la  memoria  y  pongamos  delante  de- 
lla lo  que  entonces  pasó  y  lo  que  por  orden  de  Dios  hizo 
Moisen ;  que  el  mismo  hecho  será  pintura  viva  y  testi- 
monio expreso  de  aquesto  que  digo.  ¿No  dice  la  Escri- 
tura en  aquel  lugar,  que  abajando  Moisés  del  monte, 
habiendo  visto  y  conocido  el  mal  recaudado  del  pueblo, 
quebró,  dando  en  el  suelo  con  ellas,  las  tablas  de  la  ley, 
que  traía  en  las  manos;  y  que  el  tabernáculo  adonde 
descendía  Dios  y  hablaba  con  Moisen,  le  sacó  Moisen 
luego  del  real  y  de  entre  las  tiendas  de  los  hebreos,  y 
lo  asentó  en  otro  lugar  muy  apartado  de  aquel?  Pues 
¿qué  fué  esto  sino  decir  y  profetizar  figuradamente  lo 
que  en  castigo  y  pena  de  aquel  exceso  había  de  suce- 
der á  los  judíos  después?  Que  el  tabernáculo  donde 
mora  perpetuamente  Dios,  que  es  la  naturaleza  humana 
de  Jesucristo,  que  habia  nacido  dellos  y  estaba  resi- 
diendo entre  ellos,  se  habia  de  alejar  por  su  descono- 
cimiento de  entre  ¡os  mismos,  y  que  la  ley  que  les  ha- 
bia dado  y  que  ellos  con  tanto  cuidado  guardan  agora, 
(a)  EiOd.,  52,  V.  i.     (l>)  Dcut.,  32,  v.  21,     (c)  Uyuí.,  9. 


sus  lugares  y  errores,  las  espaldas  de  Moisen,  esto  es, 
la  sombra  y  la  corteza  de  su  escritura.  La  cual,  siendo 
de  ellos,  no  vive  con  ellos,  antes  los  deja  y  se  pasa  á 
otra  parte  delante  de  sus  ojos,  y  mirándolo  con  grave 
dolor.  Así  que,  por  sus  pecados  todos,  y  entre  todos, 
por  este  del  becerro  que  digo,  fueron  merecedores  de 
que  ni  Dios  les  hablase  á  la  clara,  ni  ellos  tuviesen 
vista  para  entender  lo  que  se  les  liablaba. 

»Mas,  pues  habernos  dicho  acerca  dcsto  todo  lo  que 
convenia  decir,  digamos  ya  la  cualidad  dcste  brazo,  y 
aquello  á  que  se  extiende  su  fuerza.»  Y  como  se  callase 
Marcelo  aquí  un.  poco,  tornó  luego  á  decir  :  «DeLac- 
tancio  Fírmiano  se  escribe,  como  sabéis,  que  tuvo  mas 
vigor  escribiendo  contra  los  errores  gentiles  que  efi- 
cacia confirmando  nuestras  verdades,  y  que  convenció 
mejor  el  error  ajeno  que  probó  su  propósito.  Mas  yo, 
aunque  no  le  conviene  á  ninguno  pror^eter  nada  de  sí, 
confiado  de  la  naturaleza  de  las  mismas  cosas,  oso  es- 
perar que  sí  acertaré  á  decir  con  palabras  sencillas  las 
hazañas  que  hizo  Dios  por  medio  de  Cristo,  y  las  obras 
de  fortaleza,  por  cuya  causa  se  llama  su  brazo,  que  por 
el  cabo  ello  mismo  hará  prueba  de  sí  tan  eficaz,  que  sin 
otro  argumento  se  esforzará  á  sí  mismo  y  se  demos- 
trará que  es  verdadero,  y  convencerá  de  falso  á  lo  con- 
trarío. Y  para  que  yo  pueda  agora,  refiriendo  aquestas 
obras  mostrar  la  fuerza  deltas  mejor,  antes  que  las  re- 
fiera, me  conviene  presuponer  que  á  Dios,  que  es  in- 
finitamente fuerte  y  poderoso,  y  que  para  el  hacer  le 
basta  solo  el  querer,  ninguna  cosa  que  hiciese  le  seria 
contada  á  gran  valentía  si  la  hiciese  usando  de  su  po- 
der absoluto  y  de  la  ventaja  que  hace  á  todas  las  de- 
más cosas  en  fuerzas. 

))Por  donde  lo  grande  y  lo  que  mas  espanto  nos  pone, 
y  lo  que  mas  nos  demuestra  lo  inmenso  de  su  no  com- 
prehensíble  poder  y  saber  es ,  cuando  hace  sus  cosas 
sin  parecer  que  las  hace,  y  cuando  trae  á  debido  fin  lo 
que  ordena,  sin  romper  alguna  ley  ordenada  y  sin  ha- 
cer violencia,  y  cuando  sin  poner  él  en  ello,  á  lo  que 
parece,  su  particular  cuidado  ó  sus  manos;  ello  de  sí 
mismo  se  hace;  antes  con  las  manos  mismas  y  con  los 
hechos  de  los  que  lo  desean  impedir  y  so  trabajan  en 
impedirlo,  no  sabréis  cómo  ni  de  qué  manera  viene  ello 
cuasi  de  suyo  á  hacerse.  Y  es  propria  manera  esta  de 
la  fortaleza,  á  quien  la  prudencia  acompaña.  Y  en  la 
prudencia,  lo  mas  fino  della  y  en  lo  que  mas  se  señala, 
es  el  dar  orden  cómo  se  venga  á  fines  extremados  val- 
tos  y  dificultosos  por  medios  comunes  y  llanos,  sin  que 
en  ellos  se  turbe  en  lo  demás  el  buen  orden.  Y  Dios  se 
precia  de  hacerlo  así  siempre,  porque  es  en  lo  que  mas 
se  descubre  y  resplandece  su  mucho  saber.  Y  entre  los 
hombres,  los  que  gobernaron  bien  siempre  procuraron 
cuanto  pudieron  avecinar  á  esta  imagen  de  gobierno  sus 
ordenanzas.  La  cual  imagen  apenas  la  imitan  ni  conocen 
los  que  el  día  de  hoy  gobiernan;  y  con  otras  muchas 
cosas  divinas,  de  las  cuales  agora  tenemos  solamente 
la  sombra,  también  se  ha  perdido  la  fineza  de  aquesta 
virtud  en  los  que  nos  rigen,  que  atentos  muchas  veces 
á  un  fin  particular  que  pretenden ,  usan  de  medios  y 
poiieu  leyes  que  eslorbuu  oíros  fines  mayores,  y  iiuccii 


120  OBHAS  DE  FRAY 

violencia  á  la  buena  gobernación  en  cien  cosas,  por 
salir  con  una  cosa  sola  que  les  agrada. 

))Y  aun  eslán  algunos  lan  ciegos  en  esto,  que  enton- 
ces presumen  de  sí,  cuando  con  leyes,  que  cada  una  de- 
llas  quebranta  otras  leyes  mejores,  estrechan  el  negocio 
de  tal  manera,  que  reducen  á  lance  forzoso  lo  que  pre- 
tenden. Y  cuando  suben,  como  dicen,  el  agua  por  una 
torre,  entonces  se  tienen  por  la  misma  prudencia  y  por 
el  dechado  de  toda  la  buena  gobernación ;  como,  si  sir- 
viera para  nueslro  propósito,  lo  pudiera  yo  aurora  mos- 
trar por  muchos  ejemplos.  Pues  quedando  esto  así,  pa- 
ra conocer  clarumenle  las  grandezas  que  hizo  Dios  por 
este  brazo  suyo,  convendni  poner  delante  los  ojos  la 
dificultad  y  la  muchedumbre  de  las  cosas  que  convenia 
y  era  necesario  que  fuesen  hechas  por  Dios  para  la  sa- 
lud de  los  hombres.  Porque,  conocido  lo  mucho  y  lo 
dificuKoso  que  se  habia  de  hacer,  y  la  contrariedad  que 
elloe.Ttre  sí  mismo  tenia,  y  conocido  cómo  las  unas 
partes  dello  impedían  la  ejecución  de  las  otras,  y  vista 
la  forma  y  faciliflad,  y  si  conviene  decirlo  así ,  la  des- 
treza con  que  Dios  por  Cristo  proveyó  á  todo  y  lo  hizo 
como  de  un  golpe,  quedará  manifiesta  la  grandeza  del 
poder  de  Dios  y  la  razón  justísima  que  tiene  para 
llamar  á  Cristo  brazo  suyo  y  valentía  suya. 

"Decíamos  pues  hoy  que  Lucifer,  enamorado  vana- 
mente de  sí,  ape  eció  para  sí  lo  que  Dios  ordenaba  para 
honra  del  hombre  en  Jesucris'o,  y  decíamos  que  sa- 
liendo de  la  obediencia  y  de  la  gracia  de  Dios  por  esta 
soberbia,  y  cayendo  de  felicida  I  en  miseria,  concibió 
enojo  contra  Dios  y  mortal  envidia  contra  los  hombres, 
y  decíamos  que  movido  y  aguzado  de  aquestas  pasio- 
nes, procuró  poner  todas  sus  mañas  é  ingenio  en  que 
el  hombre,  quebrantando  la  ley  de  Dios,  se  apartase  de 
Dios,  para  que,  aparlado  del,  ni  el  hombre  viniese  á  la 
felicidad  que  se  le  aparejaba,  ni  Dios  trújese  á  fin  prós- 
pero su  determinación  y  consejo;  y  que  así  persuadió 
al  hombre  que  pasase  el  man.lamiento  de  Dios,  y  que 
el  hombre  le  traspasó;  y  que  hecho  esto,  el  demonio  se 
tuvo  por  vencedor,  porque  sabia  que  Dios  no  podía  no 
cumplir  su  palabra,  y  que  su  palabra  era  que  muriese 
el  hombre. el  ilía  que  traspasase  su  ley.  Pues  digo  ago- 
ra, añadiendo  sobre  esto  lo  que  para  aquesto  de  que 
vamos  hablando  conviene ,  que  destruí>ío  el  hombre, 
puesto  por  esta  manera  en  desorden  y  en  confusión  el 
consejo  de  Dios,  y  quedando  cunlento  de  sí  y  de  su 
buen  suceso  el  demonio,  pertenecía  al  honor  y  á  la 
grandeza  de  Dios  que  volviese  por  sí  y  que  pusiese  en 
todo  conveniente  remedio,  y  ofrecíanse  juníamenie 
grande  muchedumbre  de  cosas  diferentes  y  cuasi  con- 
trarias entre  sí,  que  pedían  remedio. 

)>Porque  lo  pi'imero  el  hombre  habia  de  ser  castigado 
y  habia  de  morir,  porque  de  otra  manera  no  cumplía 
Dios  ni  con  su  [lalabra  ni  con  su  justicia.  Lo  segundo, 
para  que  no  carci-dese  de  oferto  el  consejo  primero,  ha- 
bía de  vivir  el  hombre  y  bahía  de  ser  remediado.  Lo 
tercero  con  ven  ¡a  también  que  Lucifer  fuese  tratado  con- 
forme á  lo  que  merecía  su  hecho  y  osadía,  en  la  cual 
habia  mucho  que  considerar;  porque  lo  uno  fué  sober- 
bio contra  Dios,  lo  otro  fué  enviilioso  del  hombre.  Y  en 
lo  que  con  el  hombre  hizo,  no  so'o  pretendió  apartarle 
íle  Dios,  sino  sujeiurle  a  su  lirania,  liuciOndose  el  se- 


LUIS  DE  LEÓN.  • 

ñor  y  cabeza  por  razón  del  pecado.  Y  demás  desto,  pro- 
cedió en  ello  con  maña  y  engaño,  y  quiso  como  en 
cierta  manera  competir  con  Dios  en  sabiiluría  y  con- 
sejo, y  procuró  como  atarle  con  sus  mismas  palabras, 
y  con  sus  mismas  armas  vencerle.  Por  lo  cual,  para  que 
fuese  conveniente  el  castigo  destos  excesos,  y  para  que 
se  fuesen  respondiendo  bien  la  pena  y  la  culpa,  la  pena 
justa  de  la  soberbia  que  Lucifer  tuvo,  era,  que  al  que 
quiso  ser  uno  con  Dios,  le  hiciese  Dios  siervo  y  esclavo 
del  hombre.  Y  asimismo,  porque  el  dolor  de  la  envidia 
es  la  felicidad  de  aquello  que  envidia,  la  pena  propria 
del  demonio,  envidioso  del  hombre,  era  hacer  al  hombre 
bienaventurado  y  glorioso.  Y  la  osadía  de  haber  cutido 
con  Dios  en  el  saber  y  en  el  aviso  no  recibía  su  debido 
castigo,  sino  haciendo  Dios  que  su  aviso  y  su  astucia 
del  demonio  fuese  su  mismo  lazo,  y  que  perdiese  á  sí  y 
á  su  hecho  por  aquello  mismo  por  donde  lo  pensaba 
alcanzar,  y  que  se  destruyese  pensando  valerse. 

»Y  en  consecuencia  desto,  si  se  podía  hacer,  conve- 
nia mucho  á  Dios  hacerlo,  que  el  pecado  y  la  muerte, 
que  puso  el  demonio  en  el  hombre  para  quitarle  su 
bien,  fuesen  lo  uno  ocasión  y  lo  otro  causa  de  su  ma- 
yor bienandanza,  y  que  viviese  verdaderamente  el  hom- 
bre por  haber  habido  muerte,  y  por  haber  habido  mi- 
seria y  pena  y  dolor  viniese  á  ser  verdaderamente  di- 
choso, y  que  la  muerte  y  la  pena,  por  donde  á  los 
hombres  les  viniese  este  bien,  la  ordenase  y  la  trújese 
á  debida  ejecución  el  demonio,  poniendo  en  ella  todas 
sus  fuerzas,  como  en  cosa  que,  según  su  imaginación, 
le  imporiaba;  y  sobre  todo,  cumplia  que  en  la  ejecu- 
ción y  obra  de  todo  aquesto  que  he  dicho,  no  usase  Dios 
de  su  absoluto  poder  ni  quebrantase  la  suave  orden  y 
trabazón  de  su3  leyes,  siuo  que  yéndose  el  mundo  como 
se  va,  y  sin  sacarle  de  madre,  se  viniese  haciendo  ello 
mismo.  Esto  pues  había  en  la  maldad  del  demonio  y  en 
la  miseria  y  caída  del  hombre  y  en  el  respeto  de  la 
honra  de  Dios,  y  cada  una  deslas  cosas,  para  ser  debi- 
damente ó  castigada  ó  remediada,  pedia  la  orden  que 
he  dicho,  y  no  cumplia  consigo  misma  y  con  su  repu- 
tación y  honor  la  potencia  divina  si  en  algo  desto  fal- 
taba, ó  sí  usaba  en  la  ejecución  dello  de  su  poder  ab- 
soluto. 

»Mas,  pregunto,  ¿qué  hizo?  ¿Eufadóse  por  aventura 
de  un  negocio  tan  enredado,  y  apartó  su  cuidado  del 
enfadándose?  De  ninguna  manera.  ¿Dio  por  caso  saliila 
y  remedio  á  lo  uno,  y  dejó  sin  me  licina  á  lo  otro,  im- 
[>edido  de  la  dificultad  de  las  cosas?  Antes  puso  recaudo 
en  todas.  ¿Usó  de  su  absoluto  poder?  A'o,  sino  de  suma 
igualdad  y  juslicia.  ¿Fueron  por  dicha  grandes  ejérci- 
tos de  ángeles  los  que  jun'.ó  para  ello?  ¿Movió  guerra 
al  demonio  á  la  descubierta  y  en  halalla  campal,  y  par- 
tida, le  venció  y  le  quitó  la  presa  ?  Con  solo  un  hombre 
venció.  ¿Qué  digo  un  hombre?  Con  solo  permitir  que 
el  demonio  pusiese  á  un  hombre  en  la  cruz  y  le  diese 
allí  muerte,  trujo  á  felicísimo  efecto  todas  las  cosas  que 
arriba  dije  juntas  y  entera'^.  Porque  verdaderamente 
fué  así,  que  solo  el  morir  Cristo  en  la  cruz,  adonde  su- 
bió por  su  permisión  y  por  las  manos  del  demonio  y  de 
sus  ministros,  por  ser  persona  divina  la  que  murió  y 
por  ser  la  naturaleza  humíuia  en  que  murió  inocente 
y  de  lodo  pecado  libre,  y  saiui.3Íma  y  perfectísinia,  y  por 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


121 


naturaleza  de  nuestro  metal  y  linaje,  y  naturaleza  do- 
tada de  virtud  general,  y  de  fecundidad  para  engendrar 
nuevo  ser  y  nacimiento  en  nosotros,  y  por  estar  nos- 
otros en  ella  por  esta  causa  como  encerrados. 

«Así  que,  aquello  muerte  por  todas  aquestas  razones 
y  títulos,  conforme  á  todo  rigor  de  justicia,  bastó  por 
toda  la  muerte  á  que  estaba  el  linaje  humano  obligado 
por  justa  sentencia  de  Dios,  y  satislizo  cuanto  es  de  su 
parte  por  todo  el  pecado,  y  puso  al  hombre  no  solo  en 
libertad  del  demonio,  sino  también  en  la  inmortalidad 
y  gloria  y  posesión  de  los  bienes  de  Dios.  Y  porque  puso 
el  demonio  las  manos  en  el  inocente  y  en  aquel  que 
por  ninguna  razón  de  pecado  le  estaba  sujeto,  y  pasó 
ciego  la  ley  de  su  orden,  perdió  justísimamentc  el  va- 
sallaje que  sobre  los  hombres  por  su  culpa  dellos  te- 
nia, y  le  fueron  quitados  como  de  entre  las  uñas  mil 
queridos  despojos ,  y  él  mereció  quedar  por  esclavo 
sujeto  de  aquel  que  mató,  y  el  que  murió,  por  haber 
nacido  sin  deber  nada  á  la  muerte,  no  solo  en  su  per- 
sona, sino  también  en  las  de  sus  miembros,  acocea  co- 
mo á  siervo  rebelde  y-  fugitivo  al  demonio.  Y  quedó 
desta  manera,  por  pura  ley,  aquel  soberbio  y  aquel  or- 
gulloso y  aquel  enemigo  y  sangriento  tirano  abatido  y 
vencido.  Y  el  que  mala  y  engañosamente  al  sencillo  y 
flaco  hombre,  prometiéndole  bien,  habia  hecho  su  es- 
clavo, es  agora  pisado  y  hollado  del  hombre,  que  es 
ya  su  señor,  por  el  merecimiento  de  la  muerte  de  Cris- 
to. Y  para  que  el  malo  reviente  de  envidia,  aquellos 
mismos  á  quien  envidió  y  quitó  el  paraíso  en  la  tierra, 
en  Cristo  los  ve  hechos"  una  misma  cosa  con  Dios  en  el 
cielo.  Y  porque  presumía  mucho  de  su  saber,  ordenó 
Dios  que  él  por  sus  mismas  manos  se  hiciese  á  sí  mis- 
mo aquese  gran  mal,  y  con  la  muerte  que  él  habia  in- 
troducido en  el  mundo,  dándola  á  Cristo,  dio  muerte  á 
sí  y  dio  vida  al  mundo.  Y  cuando  mas  el  desventurado 
rabiare  y  se  despechare ,  y  ansioso  se  vol viere  á  mil 
parles,  no  podrá  formar  queja  sino  es  de  sí  solo,  que 
buscando  la  muerte  á  Cristo,  á  sí  se  derrocó  á  la  mise- 
ria extrema,  y  al  hombre,  que  aborrecía,  sacándole  de 
esta  miseria,  le  levantó  á  gloria  soberana,  y  esclareció 
y  engrandeció  por  extremo  el  poder  y  saber  de  Dios, 
que  es  lo  que  mas  al  enemigo  le  duele. 

))¡0h  grandeza  de  Dios  nunca  oída!  Oh  sola  verda- 
dera muestra  de  su  fuerza  infinita  y  de  su  no  medido 
saber!  ¿Qué  puede  calumniar  aquí  agora  el  judío,  ó 
qué  armas  le  quedan  con  que.  pueda  defender  mas  su 
error?  ¿Puede  negar  que  pecó  el  primer  hombre?  ¿No 
estaban  todos  los  hombres  sujetos  á  muerte  y  á  mise- 
ria, y  como  cautivos  de  sus  pecados?  ¿Negará  que  los 
demonios  tiranizaban  el  mundo?  O  ¿dirá  por  ventura 
que  no  le  tocaba  al  honor  y  bondad  de  Dios  poner  re- 
medio en  este  mal,  y  volver  por  su  causa,  y  derrocar  al 
demonio,  y  redimir  al  hombre  y  sacarle  de  una  cárcel 
tan  fiera?  O  ¿será  menor  hazaña  y  grandeza  vencer  este 
león,  ó  menos  digna  de  Dios,  que  poner  en  huida  los 
escuadrones  humanos  y  vencer  los  ejércitos  de  los  hom- 
bres mortales?  O  ¿hallará,  aunque  mas  se  desvela,  ma- 
nera mas  eficaz,  mas  cabal,  mas  breve,  mas  sabia,  mas 
honrosa,  ó  en  quien  mas  resplandezca  toda  la  sabiduría 
de  Dios,  que  esta  de  que,  como  decimos,  usó,  y  de  que 
usó  en  realidad  de  verdad,  por  medie  del  esfuerzo  y  de 


la  sangre  y  de  la  obediencia  de  Cristo?  O  si  son  famosos 
entre  los  hombres  y  de  claro  nombre  los  capitanes  que 
vencen  á  otros,  ¿podrá  negar  á  Cristo  infinito  y  escla- 
recidísimo nombre  de  virtud  y  valor,  que  acometió  por 
sí  solo  una  tan  alta  empresa,  y  al  fin  le  dio  cima? 

))Pues  todo  aquesto  que  habernos  dicho  obró  y  mere- 
ció Cristo  muriendo,  y  después  de  muerto,  poniéndolo 
en  ejecución,  despoj')  luego  el  infierno,  abajando  á  él, 
y  pisó  la  soberbia  de  Lucifer  y  encadenóle,  y  volviendo 
el  tercero  dia  á  la  vida,  para* no  morir  mas,  rodeado  de 
sus  despojos,  subió  triunfando  al  cielo,  de  donde  el  so- 
berbio cayó,  y  colocó  nuestra  sangre  y  nuestra  carne  en 
el  lugar  que  el  malvado  apeteció  á  la  diestra  de  Dios; 
y  hecho  señor,  en  cuanto  hombre,  de  todas  las  criatu- 
ras, y  juez  y  salud  deltas  para  poner  en  efecto  en  ellas 
y  en  nosotros  mismos  la  eficacia  de  su  remedio,  y  para 
llevar  á  sí  y  subir  á  su  mismo  asiento  á  sus  miembros, 
y  para  el  fuerte  tirano  que  encadenó  y  despojó  en  el 
infierno,  quitarie  de  la  posesión  malvada  y  déla  adora- 
ción injusta  que  se  usurpaba  en  la  tierra  ,  envió  desde 
el  cielo  al  suelo  su  espíritu  sobre  sus  humildes  y  pe- 
queños discípulos,  y  armándolos  con  él,  les  mandó  mo- 
ver guerra  contra  los  tiranos  y  adoradores  de  íilolos,  y 
contra  los  sabios  vanos  y  presuntuosos,  que  tenia  por 
ministros  suyos  el  demonio  en  el  mundo.  Y  como  ha- 
cen los  grandes  maestros,  que  lo  mas  dificultoso  y  mas 
principal  de  las  obras  lo  hacen  ellos  por  sí,  y  dejan  á 
sus  obreros  lo  de  menos  trabajo,  ansí  Cristo,  vencido 
que  hubo  por  sí  y  por  su  persona  al  espíritu  de  la  mal- 
dad, dio  á  los  suyos  que  moviesen  guerra  á  sus  miem- 
bros. Los  cuales  discípulos  la  movieron  osadamente  y 
la  vencieron  mas  esforzadamente,  y  quitaron  la  pose- 
sión de  la  tierra  al  príncipe  de  las  tinieblas,  derrocando 
por  el  suelo  su  adoración  y  su  silla. 

»Mas  ¿cuántas  proezas  comprehende  en  sí  aquesta 
in-oeza?  Y  aquesta  nueva  maravilla  ¿cuántas  maravillas 
encierra?  Pongamos  delante  de  los  ojos  del  entendi- 
miento lo  que  ya  vieron  los  ojos  del  cuerpo ,  y  lo  que 
pasó  en  hecho  de  verdad  en  el  tiempo  pasado  figuré- 
moslo agora.  Pongamos  de  una  parte  doce  hombres 
desnudos  de  todo  lo  que  el  mundo  llama  valor,  bajos 
de  suelo,  humildes  de  condición  ,  simples  en  las  pala- 
bras, sin  letras,  sin  amigos  y  sin  valedores;  y  luego 
de  la  otra  parte  pongamos  totla  la  monarquía  del  mun- 
do ,  y  las  religiones  ó  persuasiones  de  religión  que  en 
él  estaban  fundadas  por  mil  siglos  pasados,  y  los  sacer- 
dotes dellas  y  los  templos ,  y  los  demonios  que  en  ellos 
eran  servidos ,  y  las  leyes  de  los  principes ,  y  las  orde- 
nanzas de  las  reiiúblicas  y  comunidades ,  y  los  mismos 
príncipes  y  repúblicas;  que  es  poner  aquí  doce  hom- 
bres humildes ,  y  allí  todo  el  mundo  y  todos  los  hom- 
bres y  todos  los  demonios ,  con  su  saber  y  poder. 

))Pues  una  maravilla  es,  y  maravilla  que,  si  no  se  vie- 
ra por  vista  de  ojos,  jamás  se  creyera,  que  tan  pocos 
osasen  mover  contra  tantos;  y  ya  que  movieron  ,  otra 
maravilla  es  que,  en  viendo  el  fuego  que  contra  ellos  el 
enemigo  encendía  en  los  corazones  contrarios,  y  en 
viendo  el  coraje  y  fiereza  y  amenazas  dellos ,  no  desis- 
tiesen de  su  pretensión ;  y  maravilla  es  que  tuviese  áni- 
mo un  hombre  pobrecillo  y  extraño  de  entrar  en  Roma, 
digamos  agora,  que  entonces  tenia  el  cetro  del  mundo, 


122  OBRAS  DE  FRAY 

y  era  la  casa  y  morada  donde  se  asenlaba  el  imperio; 
así  que  osase  entrar  en  la  majestad  de  Roma  un  pobre 
hombre  y  decir  á  voces  en  sus  plazas  della  que  eran 
demonios  sus  ídolos,  y  que  la  reliu'ion  y  manera  de  vi- 
da que  recibieron  de  sus  antepasados  era  vanidad  y 
maldad ;  y  maravilla  es  que  una  lal  osadía  tuviese  su- 
ceso ,  y  que  el  suceso  fuese  tan  feliz  como  fué  es  ma- 
ravilla que  vence  el  sentido.  Y  si  estuvieran  las  gentes 
obligadas  por  sus  religiones  á  algunas  leyes  diíiculto- 
sas  y  ásperas,  y  si  los  apósTolcs  los  convidaran  con  de- 
leite y  soltura,  aunque  era  dificultoso  mudarse  todos 
los  hombres  de  aquello  en  que  habían  nacido ,  y  aun- 
que el  respeto  de  los  antepasados  de  quien  lo  hereda- 
ron, y  la  autoridad  y  dicho  de  muchos  excelentes  en 
elocuencia  y  en  letras  que  lo  aprobaron ,  y  toda  la  cos- 
tumbre antigua  é  inmemorial ,  y  sobre  todo  ,  el  común 
consentimiento  de  las  naciones  toda?,  que  convenían  en 
ello ,  les  hacia  tenerlo  por  firme  y  verdadero ;  pero, 
aunque  romper  con  tantos  respetos  y  obligaciones  era 
extrañamente  difícil ,  todavía  se  pudiera  creer  que  el 
amor  demasiado  con  que  la  naturaleza  lleva  á  cada  uuo 
á  su  propria  libertad  y  conleiUo  habia  sido  causa  de 
una  semejante  mudanza. 

))Mas  fué  todo  al  revés,  que  ellos  vivían  en  vida  y 
religión  libre  y  que  alargaba  la  rienda  á  todo  lo  que 
pide  el  deseo ;  y  los  apóstoles ,  en  lo  que  toca  á  la  vida, 
los  llamaban  á  una  suma  aspereza,  á  la  continencia,  al 
ayuno,  á  la  pobreza,  al  desprecio  de  todo  cuanto  se 
ve;  y  en  lo  que  toca  á  la  creencia,  les  anunciaban  lo 
que  á  la  razón  humana  parece  increíble ,  y  decíanles 
que  no  tuviesen  por  dioses  á  los  que  les  dieron  por  dio- 
ses sus  i»adres ,  y  que  tuviesen  por  Dios  y  por  hijo  de 
Dios  á  un  hombre  á  quien  los  judíos  dieron  muerte  de 
cruz;  y  él ,  muerto  en  la  cruz  ,  dio  vigor  no  creíble  á 
aquesta  palabra.  Por  manera  que  aqueste  hecho ,  por 
donde  quiera  que  le  miremos,  es  hecho  maravilloso; 
maravilloso  en  el  poco  aparato  con  que  se  principió, 
maravilloso  en  la  presteza  con  que  vinoá  crecimiento, 
y  mas  maravilloso  en  el  grandísimo  crecimiento  á  que 
vino,  y  sobre  todo,  maravilloso  en  la  forma  y  manera 
como  vino.  Porque  si  sucediera  así ,  que  algunos  per- 
suadidos al  principio  por  los  apóstoles,  y  por  aquellos 
persuadiéndose  otros,  y  todos  juntos  y  hechos  un  cuer- 
po y  con  las  armas  en  la  mano  se  lucieran  señores  de 
una  cuidad,  y  de  allí,  peleando ,  sujetaran  á  sí  la  co- 
marca ,  y  poco  á  poco,  cobrando  mas  fuerzas,  ocuparan 
un  reino,  y  como  á  Roma  le  aconteció,  que,  hecha  se- 
ñora de  Italia,  movió  guerra  á  toda  la  tierra;  así  ellos, 
hechos  [lodorosos  y  guerreando  vencieran  el  mundo  y 
le  mudaran  sus  leyes;  si  así  fuera,  menos  fuera  de  ma- 
ravillar. Así  subió  Roma  á  su  imperio,  así  también  la 
ciudad  de  Cartago  vino  á  alcanzar  grande  poder ;  rau- 
c!ios  poderosos  reinos  crecieron  de  semejantes  princi- 
pios; la  secta  de  Mahoma,  falsísima,  por  este  camino 
ha  cundido,  y  la  potencia  del  Turco,  de  quien  agora 
tiembla  la  tierra,  principio  tuvo  de  ocasiones  mas  Ha- 
cas; y  finalmente,  desta  manera  se  esfuerzan  y  crecen 
y  sobrepujan  los  hombres  unos  á  otros. 

))Mas  niif'>lro  hecho,  porque  era  hecho  vcnlíidcra- 
mentf  (le  Dios,  fué  [lor  nuiy  diferente  camino.  IN'unca 
ge  juntaron  los  ajióslylcs  y  los  que  creyeron  á  los  após- 


LUIS  DE  LEÓN. 

toles  para  acometer,  sino  para  padecer  y  sufrir;  sus 
armas  no  fueron  hierro,  sino  paciencia  jamás  oída.  Mo- 
rían ,  y  muriendo  vencían ;  cuando  caían  en  el  suelo 
degollados  luiestros  maestros  se  levantaban  nuevos  dis- 
cípulos, y  la  tierra,  cobrando  virtud  de  su  sangre, 
producía  nuevos  frutos  de  fe,  y  el  temor  y  la  muerte, 
que  se  espanta  naturalmente  y  aparta  ,  atraía  y  acodi- 
ciaba á  las  gentes  á  la  fe  de  la  Iglesia ;  y  como  Cristo 
muriendo  venció ,  así ,  para  mostrarse  brazo  y  valen- 
tía verdadera  de  Dios,  ordenó  que  hiciese  alarde  el  de- 
monio de  todos  sus  miembros,  y  que  los  encendiese  en 
crueldad  cuanto  quisiese ,  armándolos  con  hierro  y  con 
fuego ,  y  no  les  embotó  las  espadas ,  como  pudiera ,  ni 
se  las  quitó  de  las  manos,  ni  hizo  á  los  suyos  con  cuer- 
pos no  penetrables  al  hierro,  como  dicen  de  Aquíles; 
sino  antes  se  los  puso  ,  como  suelen  decir,  en  las  uñas, 
y  les  permitió  que  ejecutasen  en  ellos  toda  su  crueza  y 
fiereza  y  lo  que  vence  á  toda  razón,  muriendo  los  fieles, 
y  los  infieles  dándoles  muerte,  diciendo  los  infieles  ma- 
temos, y  los  fieles  diciendo  muramos,  pereció  total- 
mente la  infidelidad  y  creció  la  fe,  y  se  extendió  cuanto 
es  grande  la  tierra. 

» Y  venciendo  siempre,  á  lo  que  parecía,  nuestros  ene- 
migos ,  quedaron ,  no  solo  vencidos ,  sino  consumidos 
del  todo  y  deshechos ,  como  lo  dice  por  hermosa  ma- 
nera Zacarías ,  profeta  (a) :  — Y  será  este  el  azote  con 
que  herirá  el  Señor  á  todas  las  gentes  que  tomaren  ar- 
mas contra  Jcrusalen ;  la  carne  de  cada  uno,  estando  él 
levantado  y  sobre  sus  pies ,  deshecha  se  consumirá ,  y 
también  sus  ojos,  dentro  de  sus  cuencas  sumidos,  se- 
rán hechos  marchitos,  y  secaráseles  la  lengua  dentro 
de  la  boca. — Adonde,  como  veis,  no  se  dice  que  había 
de  poner  otro  alguno  las  manos  en  ellos  para  darles  la 
muerte,  sino  que  ellos  de  suyo  se  habían  de  consumir 
y  secar  y  venir  á  menos,  como  acontece  á  los  éticos,  y 
que  habían  de  venir  á  caerse  de  suyo,  y  esto,  al  pare- 
cer, no  derrocados  por  otros ,  sino  estando  levantados 
y  sobre  sus  pies.  Porque  siempre  los  enemigos  de  la 
Iglesia  ejecutaron  su  crueldad  contra  ella  y  quitaron  á 
los  fieles  cuantas  veces  quisieron  las  vidas,  y  pisaron 
victoriosos  sobre  la  sangre  cristiana;  mas  también  acon- 
teció siempre  que,  cayendo  los  mártires,  venían  al  suelo 
los  ídolos  y  se  consumían  los  marlirizadores  gentiles, 
y  multiplicándose  con  la  muerte  de  los  unos  la  fe  de 
los  otros,  se  levantaban  y  acrecentaban  los  fieles,  hasta 
que  vino  á  reinar  en  todos  la  fe. 

«Vengan  agora  i)ups  los  que  so  ceban  de  solo  aquello 
que  el  sentido  aprehende,  y  los  que,  esclavos  de  la  letra 
muerta,  esperan  batallas  y  triunfos  y  señoríos  de  tierra, 
porque  algunas  palabras  lo  suenan  asi;  y  si  no  quieren 
creer  la  victoria  secreta  y  espiritual  y  la  redención  de 
las  ánimas,  que  servían  á  la  maldad  y  al  demonio,  que 
obró  Cristo  en  la  cruz ,  porque  no  se  ve  con  los  ojos,  y 
porque  ni  ellos  para  verlo  tienen  los  ojos  de  fe  que  son 
menester,  esto  á  lo  menos  que  pasó  y  pasa  pública- 
mente y  (pie  lo  vio  todo  el  mundo,  la  caída  de  los  ído- 
los y  la  sujeción  de  toilas  las  gentes  á  Cristo,  y  la  ma- 
nera como  las  sujetó  y  las  venció.  Pues  vengan  y  dí- 
gannos si  les  parece  atpieste  hecho  pequeño  ó  usado  ó 
visto  otra  vez,  ó  siquiera  imaginadu  como  posible  el 
(o)  Zacliar.jU,  V.  12. 


DE  LOS  NOMP.RES  DE  CRISTO. -L11}I\0  SEGUNDO. 


123 


poder  de  este  hecho  antes  que  por  el  hecho  se  viese; 
dígannos  sí  responde  mejor  con  l;is  promesas  divinas, 
y  si  las  hinche  mas  este  vencimienlo  y  si  es  mas  digno 
de  Dios  que  las  armas  que  fanta-^ea  su  desatino.  ¿Qué 
victoria,  aunque  junten  en  uno  todo  lo  próspero  en  ar- 
mas y  lo  victorioso  y  valeroso  que  lia  habido ,  traída 
con  esta  victoria  á  comparación,  tiene  ser?  Qué  triunfo 
ó  qué  carro  vio  el  sol  que  iguale  con  este?  Qué  color 
les  queda  ya  á  los  miserables  ó  qué  apariencia  para 
perseverar  en  su  error  ? 

»Yo  persuadido  estoy  para  mí,  y  téngolo  por  cosa  evi- 
dente, que  sola  esla  conversión  del  mundo,  considerada 
como  se  debe,  pone  la  verdad  de  nuestra  religión  fuera 
de  toda  duda  y  cuestión,  y  hace  argumento  por  ella  tan 
necesario,  que  no  deja  respuesta  á  ninguna  infidelidad, 
por  aguda  y  maliciosa  que  sea ,  sino  que,  por  mas  que 
se  aguce  y  esfuerce,  la  doma  y  la  ata  y  la  convence ,  y 
es  argumento  breve  y  clarísimo  y  que  se  compone  todo 
él  de  lo  que  toca  al  sentido.  Porque  ruégeos,  Juliano  y 
Sabino,  que  me  digáis ,  y  si  mi  ingenio  por  su  ílaqueza 
no  pasa  adelante  ,  tended  vosotros  la  vista  aguda  de  los 
vuestros,  quizá  veréis  mas;  asi  que,  decidme,  hablando 
agora  de  Cristo  y  de  las  cosas  y  obras  suyas  que  á  to- 
das las  gentes,  asi  fieles  como  infieles,  fueron  notorias, 
así  las  que  hizo  él  por  sí  en  su  vida,  como  las  que  hi- 
cieron sus  discípulos  del  después  de  su  muerte ,  decid- 
me, ¿no  es  evidente  á  todo  enlendimiento,  por  mas 
ciego  que  sea,  que  aquello  se  hizo  o  por  virtud  de  Dios 
ó  por  virtud  del  demonio,  y  que  ninguna  fuerza  de 
hombre,  no  siendo  favorecido  de  alguna  o'.ra  mayor, 
no  era  poderosa  para  hacer  lo  que,  viéndolo  todos,  hi- 
cieron Cristo  y  los  suyos?  Evidente  es  esto  sin  duda; 
porque  aquellas  obras  maravillosas  que  las  historias  de 
los  mismos  infieles  publican,  y  la  conversión  de  toda  la 
gentilidad,  que  es  notoria  á  todos  ellos  y  fué  la  mas 
milagrosa  obra  de  todas ;  así  que,  estas  maravillas  y  mi- 
lagros tan  grandes  necesaria  cosa  es  decir  que  fueron 
ó  falsos  ó  verdaderos  milagros;  y  si  falsos,  que  los  hizo 
el  demonio,  y  si  verdadero?,  que  los  obró  Dios. 

))Pues  siendo  esto  así,  como  es ,  si  fuere  eviden'e  que 
no  los  hizo  el  poder  del  demonio,  ¿quedará  convencido 
que  Dios  obró?  Y  es  evidente  que  no  los  hizo  el  demo- 
nio, porque  por  ellos,  como  todas  las  gentes  lo  vieren; 
fué  destruido  el  demonio  y  su  poder  y  el  señorío  que 
tenia  en  el  mundo ,  derrocándole  los  hombres  sus  tem- 
plos y  negándole  el  culto  y  servicio  que  le  daban  antes, 
y  blasfemando  del.  Y  lo  que  pasó  entonces  en  toda  la 
redondez  del  orbe  romano  pasó  en  la  edad  de  nuestros 
padres  y  pasa  agora  en  la  nuestra,  y  por  vista  de  ojos 
lo  vemos  en  el  mundo  nuevamente  hallado;  en  el  cual, 
desplegando  por  él  su  victoriosa  bandera,  la  palabra 
del  Evangelio  destierra  por  donde  quiera  que  pasa  la 
adoración  de  los  ídolos.  Por  manera  que  Cristo  ó  es 
brazo  de  Dios  ó  es  poder  del  demonio ;  y  no  es  poder 
del  demonio ,  como  es  evidente ,  porque  deshace  y  ar- 
ruina el  poder  del  demonio ;  luego  evitlentemente  es 
brazo  de  Dios.  Oh ,  cómo  es  luz  la  verdad ,  y  cómo  ella 
misma  se  dice  y  defiende  y  sube  en  alto  y  resplandece, 
y  se  pone  en  lugar  seguro  y  libre  de  contradicion!  ¿Xo 
veis  con  cuan  simples  y  breves  palabras  la  pura  verdad 
se  concluye?  Que  tgrno  á  decirlo  otra  y  tercera  vez.  Si 


Cristo  no  fué  error  del  demonio ,  de  necesidad  se  con- 
cluye que  fué  luz  y  verdad  de  Dios,  porque  entre  ello 
no  hay  medio;  y  si  Cristo  destruyó  el  ser  y  saber  y  po- 
der del  demonio,  como  de  hecho  le  destruyó ,  evidente 
es  que  no  fué  ministro  ni  faulor  del  demonio. 

«Humíllese  pues  á  la  verdad  la  infidelidad,  y  conven- 
cida, confiese  que  Cristo,  nuestro  bien,  no  es  invencioa 
del  demonio,  sino  verdad  de  Dios  y  fuerza  suya  y  su 
justicia,  y  su  valentía  y  su  nombrado  y  poderoso  brazo. 
El  cual ,  si  tan  valeroso  nos  parece  en  esto  que  ha  he- 
cho, en  lo  que  le  resta  por  hacer  y  nos  tiene  prometido 
de  hacerlo,  ¿qué  nos  parecerá  cuando  lo  hiciere,  y 
cuando,  como  escribe  san  Pablo  (a),  dejare  vacías,  eslo 
es,  depusiere  de  su  ser  y  valor  á  todas  las  potestades  y 
principados,  sujetando  así  y  á  su  poder  enteram*^n'.e 
todas  las  cosas  para  que  reine  Dios  en  todas  ellas; 
cuando  diere  fin  al  pecado ,  y  acabare  la  muerte  y  se- 
pultare en  el  infierno  para  nunca  salir  de  allí  la  cabeza 
y  el  cuerpo  del  mal  ?  Mucho  mas  es  lo  que  se  pudiera 
decir  acerca  deste  propósito;  mas ,  para  dar  lugar  á  lo 
que  nos  resta,  basta  lo  dicho  y  aun  sobra,  á  lo  que  [la- 
rece,  según  es  grande  la  priesa  que  se  da  el  sol  en  lle- 
varnos el  día.»  Aquí  Juliano,  levantando  los  ojos,  miró 
hacia  el  sol,  que  ya  se  iba  á  poner,  y  dijo  :  ((Huyen  las 
horas,  y  cuasi  ñolas  habemos  sentido  pasar,  detenido^, 
Marcelo,  con  vuestras  razones;  mas  para  decir  lo  de- 
más que  os  placiere  no  será  menos  conveniente  la  no- 
che templada  que  ha  sido  el  día  caluroso.»  «Y  mas, 
dijo  encontinentc  Sabino,  que  como  el  sol  se  fuere  á 
su  oficio,  vendrá  en  su  lugar  la  luna,  y  el  coro  resplan- 
deciente de  las  estrellas  con  ella,  que,  Marcelo,  os  ha- 
rán mayor  auditorio,  y  callando  con  la  noche  todo,  y 
hablando  solo  vos,  os  escucharán  atentísimas.  Vos  mi- 
rad no  os  halle  dcsapercebido  un  auditorio  tan  grande.» 
Y  diciendo  esto  y  desplegando  el  papel,  sin  atender  mas 
respuesta,  leyó  : 

§.n. 

Es  Cristo  llamado  Rey,  y  de  las  cualidades  que  Dios  puso  en  él 
para  este  oUcio. 

((Nómbrase  Cristo  también  Rey  ele  Dios.  En  el  sal- 
mo 2  dice  él  de  sí ,  según  nuestra  letra  :  —Yo  soy  Rey 
constituido  por  él,  esto  es,  por  Dios,  sobre  Sion,  su 
monte  santo.  —Y  según  la  letra  original,  dice  D.'os  de 
él  :  _  Yo  constituí  á  mi  Rey  sobre  el  mont^í  de  Sion, 
monte  santo  mío.  —  Y  según  la  misma  letra,  en  el  ca- 
pítulo 14  de  Zacarías  :  — Y  vendrán  todas  las  gentes 
y  adorarán  al  Rey  del  Señor  Dios.—» 

Y  leido  esto ,  añadió  el  mismo  Sabino ,  diciendo  : 
«Mas  es  poco  todo  lo  demás  que  en  este  papel  se  con- 
tiene; y  así,  por  no  desplegarle  mas  veces,  quiéroio 
leer  de  una  vez;»  y  dijo  : 

((Nómbrase  también  Principo  de  paz,  y  nómbrase 
Esposo.  Lo  primero  se  ve  en  el  capítulo  9  de  Esaías, 
donde,  hablando  del,  el  Profeta  dice:— Y  será  llamadlo 
Príncipe  de  paz.  —  De  lo  segundo  él  mismo,  en  el 
evangelio  de  san  Juan ,  en  el  capítulo  3 ,  dice  :  —  El 
que  tiene  esposa  esposo  es ,  y  su  amigo  oye  la  voz  del 
esposo  y  gózase.  —  Y  en  otra  parle  :  —  Yeiidráii  días 

la)i,  Connt.,i5,v.  24. 


m  OBRAS  DE  FRAY 

cuando  les  será  quitado  el  Esposo ,  y  entonces  ayuna- 
rán. —  » 

Y  con  esto  calló.  Y  Marcelo  comenzó  por  esta  ma- 
nera: (vEn  confusión  me  pusiera,  Sabino,  lo  que  liabeis 
dicho,  si  ya  noesíuviera  usado  á  hablar  en  los  oídos  do 
las  estrellas,  con  las  cuales  comunico  mis  cuidados  y 
mis  ansias  las  mas  de  las  noches,  y  tengo  para  mi  que 
Eoa  sordas,  y  si  no  lo  son  y  me  oyen,  eslas  razones  do 
que  agora  tratamos  no  me  pesará  que  las  oigan ,  pues 
son  suyas,  y  de  ellas  las  aprendimos  no'íotros,  según  lo 
que  en  el  salmo  se  dice  («) :  —  Que  el  cielo  pregona  la 
gloria  de  Dios ,  y  sus  obras  las  anuncia  el  cielo  esíre- 
llado. — Y  la  gloria  de  Dios  y  las  obras  de  que  é\  seña- 
ladamente se  precia  sq^i  los  hechos  de  Cris'o,  de  que 
platicamos  agora.  Asi  que,  oiga  en  buen  hora  el  cielo 
lo  que  nos  vino  del  cielo  y  lo  que  el  misuio  cielo  nos 
enseñó.  Mas  sospecho,  Sabino ,  que ,  según  es  baja  mi 
voz,  el  ruido  que  en  esta  presa  hace  el  agua  cayendo, 
que  crecerá  con  la  noche,  les  hurtará  de  mis  palabras 
las  mas.  Y'  como  quiera  que  sea ,  viniendo  á  nucslro 
propósito,  pues  Dios  en  lo  que  habéis  agora  leido  llama 
á  Cristo  rey  suyo ,  siendo  asi  que  todos  los  que  reinan 
son  reyes  por  mano  de  Dios,  claramente  nos  da  á  en- 
tender y  nos  dice  que  Cristo  no  es  rey  como  los  demás 
reyes,  sino  rey  por  excelente  y  no  usada  manera.  Y 
según  lo  que  yo  alcanzo,  á  solas  tres  cosas  se  puede 
reducir  todo  lo  que  engrandece  las  excelencias  y  ala- 
banzas de  un  rey;  y  la  una  consisie  ea  las  cualidades 
que  en  su  misma  persona  tiene  convenientes  para  el 
fin  del  reinar,  y  la  otra  está  en  la  condición  de  los  sub- 
ditos sobre  quien  reina,  y  la  manera  como  los  rige  y  lo 
que  hace  con  ellos  el  rey  es  la  tercera  y  postrera;  las 
cuales  cosas  en  Cristo  concurren  y  se  hallan  como  en 
ninguno  otro,  y  por  esta  causa  es  él  solo  llamado  por 
cscelencia  rey  hecho  por  Dios. 

))Y  digamos  de  cada  una  dellas  por  sí.  Y  lo  primero, 
que  toca  a  las  cualidades  que  puso  Dios  en  la  natura- 
leza humana  de  Cristo  para  hacerle  rey,  comenzándo- 
las á  declarar  y  á  contar,  una  dellas  es  humildad  y  man- 
sedumbre de  corazón,  como  él  mismo  de  sí  lo  testifica, 
diciendo  (ft) :  — Aprended  de  mí,  que  soy  manso  y  hu- 
milde de  corazón.  —  Y  como  decíamos  poco  há,  Esaías 
canta  del  (c) :  —  No  será  bullicicsi,  ni  apagará  una  es- 
topa que  humee,  ni  una  cañaqucl^rantada  la  quebrará. 
—Y  el  profeta  Zaf^arias  también  (</) :  —  .\o  quieras  te- 
mer, dice,  hija  de  Sion;  que  tu  rey  viene  á  tí  juslo  y 
salvador  y  pobre,  ó  como  dice  otri  lelra,  manso  y  asen- 
tado sobre  un  pollino.  —  Y  parecerá  al  juicio  del  mun- 
do que  esta  '•oudicion  de  ánimo  no  es  nada  decente  al 
que  ha  de  roinar,  mas  á  Dios,  que  no  sin  justísima  can- 
ea llama  entre  lodos  los  demás  reyes  á  Cristo  su  rey,  y 
que  quiso  hacerse  en  él  un  rey  de  su  mano,  que  res- 
pondiese perfectamente  á  la  idea  de  su  corazón,  halló, 
como  es  verdad ,  que  la  primf-ra  piedra  desla  su  obra 
era  un  ánimo  manso  y  humililc,  y  vio  que  un  semejan- 
te c  lili''io  tan  soberano  y  lau  alio  no  se  podía  susten- 
tar sino  sobre  cimientos  Um  hondos.  Y  como  en  la  mú- 
sica no  suenan  todas  las  voits  agudo  ni  todas  grueso, 
sino  grueso  y  agudo  debidamenle,  y  lo  alio  se  templa 


(ai  Psalm.  18,  v.  1. 
vrf)  Zacliar.,0,  V.  y. 


(A    Matlh.,  n,  V.29. 


Eí3i.,  VI,  V.  3. 


LUIS  DE  LEOX. 

y  reduce  á  consonancia  en  lo  bajo,  así  conoció  que  Ih 
humildad  y  mansedumbre  entrañable  que  tiene  Cristo 
en  su  alma  convenia  mucho  para  hacer  armonía  con  la 
alteza  y  universalidad  de  saber  y  poder  con  que  sobre- 
puja á  todas  las  cosas  criadas.  Porque  si  tan  no  medi- 
da grandeza  cayera  en  un  corazón  humano  que  de  suyo 
fuera  airado  y  altivo,  aunque  la  virtud  de  la  persona 
divina  era  poderosa  para  corregir  este  mal,  pero  ello 
de  sí  no  podía  prometer  ningún  bien. 

«Demás  de  que,  cuando  de  sí  no  fuera  necesario  que 
un  tan  soberano  poder  se  lem[ilara  en  llaneza,  nía  Cris- 
to, por  lo  que  á  él  y  á  su  ;inima  toca,  le  fuera  necesaria 
ó  provechosa  esta  mezcla,  á  los  subditos  y  vasallos  su- 
yos nos  convenia  que  esle  rey  nuestro  fuese  de  exce- 
lente humildad.  Ponjue  toda  la  eficacia  de  su  gobierno 
y  toda  la  muchedumbre  de  no  estimables  bienes  que 
de  su  gobierno  nos  vienen,  se  nos  comunica  á  todos  por 
medio  de  la  fe  y  del  amor  (jue  tenemos  con  él  y  nos  jun- 
ta con  él ;  y  cosa  sabida  es  que  la  majestad  y  grande- 
za, y  toda  la  excelencia  que  sale  fuera  de  competencia 
en  los  corazones  mas  büjos,  no  engendra  afición,  si- 
no admiración  y  espanto,  y  mas  arriedra  que  allega  ó 
atrae ;  por  lo  cual  no  era  posible  cpie  un  pecho  flaco  y 
mortal ,  que  considerase  la  excelencia  sin  medida  de 
Cristo,  se  le  aplicase  con  fiel  afición  y  con  aquel  amor 
familiar  y  tierno  con  que  quiere  ser  de  nosotros  ama- 
do, para  que  se  nos  comunique  su  bien,  si  no  le  consi- 
derara también  no  menos  humilde  que  grande,  y  si,  co- 
mo su  majestad  nos  encoge  su  inestimable  llaneza  y  la 
nobleza  de  su  perfecta  humildad,  no  despertara  osadía 
y  esperanza  en  nuestra  alma. 

»\  á  la  verdad,  si  queremos  ser  jueces  justos  y  fie- 
les, ningún  afecto  ni  arreo  es  mas  digno  de  los  reyes 
ni  mas  necesario  que  lo  manso  y  lo  humilde,  sino  que 
con  las  cosas  habcmos  ya  perdido  los  hombres  el  juicio 
dellas  y  su  verdadero  conocimiento,  y  como  siempre 
vemos  altivez  y  severidad  y  soberbia  en  los  príncipes, 
juzgamos  que  la  humildad  y  llaneza  es  virtud  do  los  po- 
bres. Y  no  miramos  siquiera  que  la  misma  naturaleza 
divina,  que  es  emperalriz  sobre  todo,  y  de  cuyo  ejem- 
plo han  de  sacar  los  que  reinan  la  manera  como  han 
de  reinar,  con  ser  inlinílainente  alia,  es  llana  iníinit;> 
menle ;  y  si  este  nombre  de  humilde  puede  caber  en 
ella,  y  en  la  manera  que  puede  caber  humildísima,  pues 
como  vemos,  desciende  á  poner  su  cuidado  y  sus  ma- 
nos ella  por  sí  misma,  no  solo  en  la  obra  de  un  vil  gu- 
sano, sino  landjíen  en  que  se  conserve  y  que  viva;  y 
matiza  con  mil  graciosos  colores  sus  plumas  al  pájaro, 
y  viste  de  verde  hoja  los  árboles ;  y  eso  mismo  que  nos- 
otros despreciando  hollamos  los  prados  y  el  campo, 
aquella  majestad  no  se  desdeña  de  irlo  pintando  con 
yerbas  y  llores ;  por  donde  con  voces  llenas  de  alabanza 
y  de  adnn'racion  le  dice  David  (í)  :  —  ¿Quién  es  como 
nuestro  Dios,  que  mira  en  las  alturas,  y  mira  con  cui- 
dado hasta  las  mas  humildes  bajezas,  y  él  mismo  jun- 
lamente  eslá  en  el  cielo  y  en  la  tierra? — 

))Así  (pie,  si  no  conocemos  ya  aquesta  condición  en  los 
priiic¡|i('s,  ni  se  la  pedimos,  ponpie  el  mal  uso  recebido 
V  fimdado  daña  las  obras  y  pone  tinieblas  en  la  razón, 
y  porque  á  la  verdad,  ninguna  cosa  son  menos  que  lo 

(«;  Valia,  ll'i,  V.  í). 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


12B 


qiie  se  nombran  señores  y  príncipes,  Dios  en  su  Hijo,  á 
quien  liizo  príucipe  do  todos  los  priucipes,  y  solo  ver- 
dadero rey  entre  todos,  como  cualidad  necesaria  y  pro- 
ciada  la  puso.  Mas  ;en  qué  manera  la  puso,  ó  qué 
tanta  es  y  fué  su  dulce  humildad?  Mas  pasemos  á  otra 
condición  que  se  sigue,  que  diciendo  della,  diremos 
en  mejor  lugar  la  grandeza  de  aquesta  que  habernos  lla- 
mado mansedumbre  y  llaneza,  porque  son  entre  sí  muy 
vecinas ;  y  lo  que  diré  es  como  fruto  de  aquesto  que  he 
dicho.  Pues  fué  Cristo,  demás  de  ser  manso  y  humilde, 
mas  ejercitado  que  ningún  otro  hombre  en  la  experien- 
cia de  los  trabajos  y  dolores  humanos.  A  la  cual  expe- 
riencia sujetó  el  Padre  á  su  Hijo  porque  le  habia  de  ha- 
cer rey  verdadero,  y  para  que  en  el  hecho  de  la  verdad 
fuese  perfectísimo  rey,  como  san  Pablo  lo  escribe  [a) : 
—  Fué  decente  que  aquel  de  quien  y  por  quien  y  para 
quien  son  todas  las  cosas,  queriendo  hacer  muchos  hi- 
jos para  los  llevar  á  la  gloria ,  al  príncipe  de  la  salud 
dellos  le  perficionase  con  pasión  y  trabajos ;  porque  el 
que  santifica  y  los  santificados  han  de  ser  todos  de  un 
mismo  metal.  —  Y  entreponiendo  ciertas  palabras,  lue- 
go poco  mas  abajo  torna  y  prosigue:  — Por  domle  con- 
vino que  fuese  hecho  semejante  á  sus  hermanos  en  to- 
do, para  que  fuese  cabal  y  fiel  y  misericordioso  pon- 
tífice para  con  Dios,  para  aplacarle  en  los  pecados  de' 
pueblo. — Que  por  cuanto  padeció  él  siendo  tentado, 
es  poderoso  para  favorecer  á  los  que  fueren  tentados. 
En  lo  cuál  no  sé  cuál  es  mas  digno  de  admiración ,  el 
amor  entrañable  con  que  Dios  nos  amó,  dándonos  un 
rey  para  siempre,  no  solo  de  nuestro  linaje,  sino  tan 
hecho  á  la  medida  de  nuestras  necesidades,  tan  huma- 
no, tan  llano,  tan  compasivo  y  tan  ejercitado  en  toda 
pena  y  dolor,  ó  la  infinita  humildad  y  obediencia  y  pa- 
ciencia desie  nuestro  perpetuo  Rey,  que  no  solo  para 
animarnos  á  los  trabajos,  sino  también  para  saber  él 
condolerse  mas  de  nosotros  cuando  estamos  puestos  en 
ellos,  tuvo  por  bueno  hacer  prueba  él  en  sí  primero  de 
todos. 

wY  como  unos  hombres  padezcan  en  una  cosa  y  otros 
en  otra.  Cristo,  poi'quc,  así  como  su  imperio  se  exten- 
día por  todos  los  siglos,  así  la  piedad  de  su  ánimo  abra- 
zase á  todos  los  hombres,  probó  en  sí  cuasi  todas  las 
miserias  de  pena.  Porque,  ¿qué  deii)  de  probar?  Pa- 
decen algunos  pobrezii;  Cristo  la  padeció  mas  que  otro 
ninguno.  Otros  nacen  de  padres  bajos  y  obscuros,  por 
ilondc  son  tenidos  por  menos;  el  padre  de  Cristo  á  la 
opinión  de  los  hombres  fué  un  oficial  carpintero.  El 
destierro  y  el  huir  á  tierra  ajena  fuera  de  su  natural 
es  trabajo,  y  la  niñez  de  aqueste  Señor  huye  su  natural 
y  se  esconde  en  Egipio.  Apenas  ha  nacido  la  luz,  y  ya 
el  mal  la  persigue.  Y  si  es  pona  el  ser  ocasión  de  dolor 
á  los  suyos,  el  Infante  pobiv,  huyendo,  lleva  en  pos  de 
sí  por  casas  ajenas  á  la  doncella  pobre  y  bellísima,  y  al 
ayo  santo  y  pobre  también.  Y  aun  por  no  dejar  de  pa- 
decer la  angustia  que  el  sentido  de  los  niños  mas  sien- 
te, que  es  perder  á  sus  padres.  Cristo  quiso  ser  y  fué 
niño  perdido. 

"Mas  vengarnos  á  la  edad  de  varón.  ¿Qué  lengua  po- 
drá decir  los  trabajos  y  dolores  que  Cristo  puso  sobre 
sus  hombros ,  el  no  oído  sufrimiento  y  fortaleza  con 

10,  Aü  Hebraeor.,  2,  T.  10etl7. 


que  los  llevó,  las  invenciones  y  los  ingenios  de  nue- 
vos males  que  él  mismo  ordenó,  como  saboreándose  en 
ellos;  cuan  dulce  le  fué  el  padecer,  cuánio  se  pre- 
ció de  señalarse  sobre  lodos  en  esto,  cómo  quiso  que 
con  su  grandeza  compitiese  en  él  su  humildad  y  pa- 
ciencia? Sufrió  hambre,  padeció  frió,  vivió  en  extrema- 
da pobreza,  cansóse  y  desvelóse,  y  anduvo  muchos  ca- 
minos, so'oá  iin  de  hacer  bienes  de  incomparable  bicu 
á  los  hombres.  Y  para  que  su  trabajo  fuese  trabajo  pu- 
ro, ó  por  mejor  decir,  para  que  llegase  creciendo  á  su 
grado  mayor,  de  todo  aqueste  afán  el  fruto  fueron  muy 
mayores  afanes.  Y  de  sus  tan  grandes  sudores  no  co- 
gió sino  dolores  y  persecuciones  y  afrentas,  y  sacó  dei 
amor  desamor,  del  bien  hacer  mal  padecer,  del  nego- 
ciarnos la  vida,  muerte  extremadamente  afrentosa,  que 
es  todo  lo  amargo  y  lo  duro  á  que  en  este  género  de  ca- 
lamidad se  puede  subir.  Porque  si  es  dolor  pasar  uno 
pobreza  y  desnudez  y  mucho  desvelamiento  y  cuida- 
do, ¿qué  será  cuando  por  quien  se  pasa  no  lo  agrade- 
ce? qué  cuando  no  lo  conoce?  qué  cuando  lo  descono- 
ce, lo  desagradece,  lo  maltrata  y  persigue?  Dice  David 
en  el  salmo  (6) :  — Si  quien  me  debía  enemistad  me  per- 
siguiera, fuera  cosa  que  la  pudiera  llevar;  mas  mi  ami- 
go y  mi  conocido  yol  que  era  un  alma  conmigo,  el  que 
comía  á  mi  mesa  y  con  quien  conmnicaba  mi  corazón. 
—  Como  si  dijese  que  el  sentido  de  un  semejante  caso 
vencía  á  cualquier  o'ro  dolor.  Y  con  ser  así ,  pasa  un 
grado  mas  adelante  el  de  Crislo;  porque,  no  solo  le  per- 
siguieron los  suyos,  sino  los  que  por  infinitos  benefi- 
cios que  recibían  del  estaban  obligados  á  serlo,  y  lo  que 
es  mas,  tomando  ocasión  de  enojo  y  de  odio  de  aquello 
mismo  que  con  ningún  agradecimiento  podían  pagar, 
como  se  querella  en  su  misma  persona  del  el  profeta 
Esaías,  diciendo  (c) : — Y  dije:  Trabajado  he  por  demás, 
consumido  he  en  vano  mi  fortaleza,  por  donde  mi  plei- 
to es  con  el  señor  y  mi  obra  con  el  que  es  Dios  mío. — 
Seria  negocio  infinito  si  quisiésemos  por  menudo  de- 
cir en  cada  una  obra  de  las  que  hizo  Crislo  lo  que  su- 
frió y  padeció. 

))  Vengamos  al  remate  de  todas  ellas,  que  fué  su  muer- 
te, y  veremos  cuánto  se  preció  de  beber  puro  este  cá- 
liz, y  de  señalarse  sobre  todas  las  criaturas  en  gustar 
el  sentido  de  la  miseria  por  extremada  manera,  llegan- 
do hasta  lo  último  del.  Mas  ¿quién  poilrá  decir  ni  una 
pequeña  parle  de  aquesto?  .No  es  posible  decirlo  todo, 
mas  diré  brevemente  lo  que  basta  para  que  se  conoz- 
can los  muclios  quilates  de  dolor  con  que  cualificó  Cris- 
to aqueste  dolor  de  su  muerte,  y  los  innumerables  ma- 
les que  en  un  solo  mal  encerró.  Siéntese  mas  la  mise- 
ria cuando  sucede  á  la  prosperidad,  y  es  género  de  ma- 
yor infelicidad  en  los  trabajos  el  haber  sido  en  algún 
tiempo  feliz.  Poco  an'.es  que  le  prendiesen  y  pusiesen 
en  cruz,  quiso  ser  recibido,  y  lo  fué  de  hecho  con  triun- 
fo glorioso.  Y  sabiendo  cuan  mal  tratado  habia  de  ser 
dende  á  poco,  para  que  el  sentimiento  de  aquel  trata- 
miento malo  fuese  mas  vivo,  ordenó  que  estuviese  re- 
ciente y  como  presente  la  memoria  de  aquella  divina 
honra  que  aquellos  mismos  que  agora  le  despreciaban 
ocho  días  antes  le  hicieron.  Y  tuvo  por  bien  que  cuasi 
se  encontrasen  en  sus  oídos  las  voces  de  o  Hosanna,  Hijo 

(b)  Psalm.  7,  v.  5.    (t)  Esai.,  4Ü,  v.  3, 


126  OBRAS  DE  FRAY 

de  David»,  y  de  «Bendito  el  que  viene  en  el  nombre  de  ' 
Dios»,  con  las  de  {(Crncifícalo,  crucificale»,  y  con  las  I 
de  «Veis  el  que  deslruia  y  rcoJificalja  el  templo  de  Dios  | 
en  tres  dia> ;  no  puedo  salvarse  ;'i  sí,  y  pudo  salvar  á  los 
oíros».  Para  que  lo  desigual  dolías  y  la  contrariedad 
que  entre  sí  tenían  con  las  unas  las  otras  causase  ma- 
yor  pena  en  su  corazón.  | 

)>SueIe  ser  descanso  á  los  que  desta  vida  se  parlen  no 
ver  las  lágrimas  y  los  sollozos  y  la  tristeza  afligida  de 
los  que  bien  quieren;  Cristo  la  noche  á  quien  succedió 
el  di.i  último  ilo  su  vida  mortal  los  juntó  á  todos,  y  ce- 
nó con  ellos  juntos,  y  les  manifestó  su  partida,  y  vio  su 
congoja,  y  tuvo  por  bien  verla  y  sentirla,  para  que  con 
ella  fuese  mas  amarga  la  suya.  ¿Qué  palabras  les  dijo 
en  lu  que  platicó  con  ellos  aquella  noche?  Qué  enter- 
necimientos de  amor?  Que  si  á  los  que  agora  los  ve- 
mos escritos  el  oírlos  nos  enternece,  ¿qué  seria  lo  que_ 
obraron  entonces  en  quien  los  decía?  Pero  vamos  adon- 
de ya  él  mismo,  levantado  de  la  mesa  y  caminando  para 
el  huerlo,  nos  lleva.  ¿Qué  fué  cada  uno  de  los  pasos  de 
aquel  camino,  sino  un  clavo  nuevo  que  le  hería,  lle- 
vándole al  pensamiento  y  á  la  imaginación  la  prisión 
y  la  muerte,  á  que  ellos  nñsmos  le  acercaban  buscán- 
dola? Mas  ¿qué  fué  lo  que  hizo  en  el  huerlo,  que  no 
fuese  acreceníamíento  de  pena?  Escogió  tres  de  sus 
discípulos  para  su  compañía  y  conhorte,  y  consintió  que 
se  venciesen  del  sueño,  para  que  con  ver  su  descuido 
dellos,  su  cuidado  y  su  pena  del  creciese  mas. 

«Derrocóse  en  oración  delante  del  Padre,  pidiéndole 
que  pasase  del  aquel  cáliz,  y  no  quiso  ser  oído  en  aques- 
ta oración.  Dejó  desear  á  su  sentido  lo  que  no  querría 
que  se  le  concediese,  para  sentir  en  sí  la  pena  que  nace 
del  desear  y  no  alcanzar  lo  que  pide  el  deseo.  Y  como 
si  no  le  bastara  el  mal  y  el  tormento  de  una  muerte  que 
ya  le  estaba  vecina,  quiso  hacer  como  si  dijésemos  vi- 
gilia della  y  morir  antes  que  muriese,  ó  por  mejor  de- 
cir, morir  dos  veces,  la  una  en  el  hecho  y  la  otra  en  la 
imaginación  del.  Porque  desnudó  por  una  parte  á  su 
sentido  inferior  de  las  consolaciones  y  esfuerzos  del  cie- 
lo, y  por  otra  parte  le  puso  en  los  ojos  una  represen- 
tación de  los  males  de  su  muerte  y  de  las  ocasiones 
della,  tan  viva,  tan  natural,  tan  expresa  y  tan  figurada, 
y  con  una  fuerza  tan  eficaz,  que  lo  que  la  misma  muer- 
te en  el  hecho  no  pudo  hacer  sin  ayudarse  de  las  espi- 
nas y  el  hierro,  en  la  imaginación  y  figura  por  sí  mis- 
ma y  sin  armas  ningunas  lo  hizo.  Que  le  abrió  las  ve- 
nas, y  sacándole  la  sangre  dolías,  bañó  con  ella  el  sa- 
grado cuerito  y  el  suelo.  ¿Qué  tormento  tan  desigual 
fué  este  con  que  se  quiso  atormentar  de  antemano?  Qué 
Jiambre,  ú  digamos,  qué  codicia  de  padecer?  No  se  con- 
tentó con  sentir  el  morir,  sino  quiso  probar  tíimbíen  la 
imaginación  y  el  temor  ilel  morir  lo  que  puede  doler. 
Y  porque  la  muerte  súbita  y  que  viene  no  pensada  y 
cuasi  de  improviso,  con  un  breve  sentido  se  pasa,  qui- 
so entregarse  á  ella  antes  que  fuese.  Y  antes  que  sus 
cíiomigos  se  la  acarreasen,  quiso  traerla  él  á  su  alma 
y  mirar  su  figura  triste,  y  detener  (d  cuello  á  su  espa- 
da, y  sentir  por  memido  y  dí'si)acio  sus  lieridas  todas, 
y  avivar  mas  sus  sentidos,  para  soiitir  mas  el  dolor  de 
sus  gol|)os,  y  romo  dije,  probar  hasta  oj  rabo  cuánto 
duele  la  nmerle,  oslo  es,  el  morir  y  el  temor  del  morir. 


LUIS  DE  LEÓN. 

»Y  aunque  digo  el  temor  del  morir,  sí  tengo  de  de- 
cir, Juliano,  lo  ([ue  siempre  entendí  acerca  desta  ago- 
nía de  Críslo,  no  entiendo  que  fué  el  temor  eí  que  le 
abrió  las  venas  y  le  hizo  sudar  golas  de  sangre;  porque, 
aunque  de  hecho  temió,  porque  él  quiso  temer,  y  le- 
miendo  probar  los  accidentes  ásperos  que  trae  consigo 
el  temor ;  pero  el  temor  no  abre  el  cuerpo  ni  llama 
afuera  la  sangre,  antes  la  recoge  adentro  y  la  pone  á  la 
redonda  del  corazón,  y  deja  frió  lo  exterior  de  la  carne, 
y  por  la  misma  razón  aprieta  los  poros  della.  Y  así,  no 
fué  el  temor  el  que  sacó  afuera  la  sangre  de  Cristo,  si- 
no, sí  lo  habemos  de  decir  con  una  palabra,  el  esfuerzo 
y  el  valor  de  su  ánima,  con  que  salió  al  encuentro  y  con 
que  al  temor  resistió ,  eso  con  el  tesón  que  puso  abrió 
todo  el  cuerpo.  Porque  se  ha  de  entender  que  Cristo, 
como  voy  diciendo,  porque  quiso  hacer  prueba  en  sí  de 
lodos  nuestros  dolores,  y  vencerlos  en  sí  para  que  des- 
pués fuesen  por  nosotros  mas  fiícilmente  vencidos,  ar- 
mó contra  sí  en  aquella  noche  todo  lo  que  vale  y  pue- 
de la  congoja  y  el  temor,  y  consintió  que  todo  ello  de 
tropel  y  como  en  un  escuadrón  moviese  guerra  á  su  al- 
ma. Porque  figurándolo  lodo  con  no  creíble  viveza,  pu- 
so en  ella  como  vivo  y  presente  lo  que  otro  día  habia 
de  padecer,  así  en  el  cuerpo  con  dolores  como  en  esa 
misma  alma  con  tristeza  y  congojas.  Y  juntamente  con 
esto,  hizo  también  que  considerase  su  alma  las  causas 
por  las  cuales  se  sujetaba  á  la  muerte ,  que  eran  las 
culpas  pasadas  y  porvenir  de  todos  los  hombres,  con  la 
fealdad  y  graveza  dolías,  y  con  la  indignación  grandí- 
sima y  la  encendida  ira  que  Dios  contra  ellas  concibe; 
y  ni  mas  ni  monos  consideró  el  poco  fruto  que  tan  ri- 
cos y  tan  trabajados  trabajos  habían  de  hacer  en  los 
mas  de  los  hombres. 

»Y  todas  estas  cosas  juntas  y  distintas,  y  vivísíma- 
monle  consideradas,  le  acometieron  auna,  ordenándolo 
él,  para  ahogarle  y  vencerle.  De  lo  cual  Cristo  no  iuiyó 
ni  rindió  á  eslos  temoresy  fatigas  apocadamonlo  su  al- 
ma, ni  para  vencerlos  los  ondxiló,  como  pudiera,  las 
fuerzas;  antes,  como  he  dicho,  cuanto  fué  posible  se  las 
acrescentó  ;  ni  monos  armó  á  sí  mismo  y  á  su  santa  al- 
ma, ó  con  insensibilidad  para  no  sentir,  antes  desper- 
tó en  ella  mas  sus  .sentidos,  ó  con  la  defensa  de  su  di- 
vinidad bañándola  en  gozo,  con  el  cual  no  tuviera  sen- 
tido del  dolor,  ó  á  lo  menos  con  el  pensamiento  de  la 
gloria  y  bienaventuranza  divina,  ala  cual  por  aquellos 
males  caminaba  su  cuerpo,  a|)arlando  su  vísla  de  ellos 
y  volvióiiilola  á  aquesta  otra  coiisidoracion,  ó  templan- 
do síqni(>ra  la  una  consideración  con  la  otra  ;  sino,  des- 
nudo de  todoeslo,  y  con  solo  el  valor  de  su  alma  y  per- 
sona, y  con  la  fuerza  que  ponía  en  su  razón  el  respeto 
de  su  Padre  y  el  deseo  de  obedecerle ,  les  hizo  á  todos 
cara  y  luchó,  como  dicen,  á  brazo  partido  con  lodos,  y  al 
fin  lo  rindió  todo  y  lo  sujetó  debajo  sus  pies.  Mas  la 
fuerza  que  puso  en  ello,  y  el  estribar  la  razón  contra  el 
sentido,  y  como  dije,  el  loson  generoso  con  (pie  aspiró 
á  la  vicLoria,  llann'j  afuera  los  ospírilus  y  la  sangro,  y 
la  derranK).  Por  manera  que  lo  (]no  vamos  diciendo,  que 
gustó  Críslo  d(>,  sujetarse  á  nuestros  dolores,  haciendo 
en  sí  prueba  dellos,  según  esta  manera  de  d(!cir,  aun  se 
cumpit!  mejur.  Ponjue,  no  sído  sintió  el  mal  del  li'inor 
y  la  pena  de  la  congoja  y  el  trabajo,  que  es  sentir  en  sí 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


m 


divertidos  dosoos,  y  el  desear  a]go  que  no  se  cumple, 
pero  !a  faliga  iiicroible  del  pelear  coiilra  su  apelilo  pro- 
prio  y  conira  su  misma  imaginación,  y  el  resislir  á  las 
formas  horribles  de  lormealos  y  males  y  afrentas,  que 
se  le  venian  espaiüosañicule  a  los  ojos  para  aliogarle, 
y  el  iiacerles  cara,  y  él  peleando  uno  contra  tantos,  va- 
lerosamente vencerlos  con  no  oido  trabajo  y  sudor,  tam- 
bién lo_  experimentó. 

))Mas  ¿de  qué  no  liizo  experiencia?  También  sintió 
la  pena  que  es  ser  vendido  y  Iraido  á  muerte  por  sus 
mismos  amigos,  como  ello  fué  en  aquella  noche  de  Ju- 
das ;  el  ser  desamparado  en  su  trabajo  de  los  que  le 
debian  tanto  amor  y  cuidado,  el  dolor  del  trocarse  los 
amigos  con  la  foriuna,  el  verse,  no  solamente  negado 
de  quien  tanto  le  amaba,  mas  entregado  del  todo  en  las 
manos  de  quien  le  desamaba  tan  mortalmente ;  la  ca- 
lumnia de  los  acusadores,  la  falsedad  de  los  testigos,  la 
injusticia  misma,  y  la  sed  de  la  sangre  innocente  asen- 
tada en  el  soberano  tribunal  por  juez ,  males  que  solo 
quien  los  ha  probado  los  siente  ;  la  forma  de  juicio  y 
el  hecho  de  cruel  tiranía,  el  color  de  religión  adonde 
era  todo  impiedad  y  blasfemia,  el  aborrecimiento  de 
Dios,  disimulado  por  defuera  con  íparencias  falsas  de 
su  amor  y  su  honra.  Con  todas  estas  amarguras  tem- 
pló Cristo  su  cáliz ,  y  añadió  á  todas  ellas  las  injurias 
de  las  palabras,  las  afrentas  de  los  golpes,  los  escar- 
nios, las  befas,  los  rostros  y  los  pechos  de  sus  enemi- 
gos bañados  en  gozo,  el  ser  traido  por  mil  tribunales, 
el  ser  estimado  por  loco,  la  corona  de  espinas,  los  azo- 
tes crueles,  y  lo  que  entre  estas  cosas  se  encubre,  y  es 
dolorosísimo  para  el  sentido,  que  fué  el  llegar  tantas 
veces  en  aquel  dia  de  su  prisión  la  causa  de  Cristo,  me- 
jorándose, á  dar  buenas  esperanzas  de  sí,  y  habiendo 
llegado  á  este  punto,  el  tornar  súbitamente  á  empeo- 
rarse después. 

))Porque  cuando  Pilato  despreció  la  calumnia  de  los 
fariseos  y  se  enteró  de  su  envidia,  mostró  prometer 
buen  suceso  el  negocio.  Cuando  temió  por  haber  oido 
que  era  Hijo  de  Dios,  y  se  recogió  á  tratar  dello  con  Cris- 
to, resplandeció  como  una  luz  y  cierta  esperanza  de  li- 
bertad y  salud.  Cuando  remitió  el  conocimiento  del 
pleito  Pilato  á  Heródes,  que  |iur  oidas  juzgaba  divina- 
mente de  Cristo,  ¿quién  no  esperó  breve  y  feliz  conclu- 
sión? Cuando  la  libcrtail  de  Cristo  la  puso  Pdato  en  la 
elección  del  pueblo,  á  quien  con  tantas  buenas  obras 
Cristo  tenia  obligado ;  cuando  les  dio  poder  que  libra- 
sen al  homicida  ó  al  que  restituía  los  muertos  á  vida ; 
cuando  avisó  su  mujer  al  juez  de  lo  que  habia  visto  en 
visión,  y  le  amonestó  que  no  condenase  á  aquel  justo, 
¿qué  fué  sino  un  llegar  casi  á  los  umbrales  el  bien?  Pues 
este  subir  á  esperanzas  alegres  y  caer  dellas  al  mismo 
momento,  este  abrirse  el  dia  del  bien  y  tornar  á  escu- 
recerse  de  súbito ,  el  despintarse  improvisamente  la 
salud  que  ya  se  tocaba.  Digo  pues  que  este  variar  en- 
tre esperanza  y  temor ,  y  esta  tempestad  de  olas  diver- 
sas que  ya  se  encumbraban  prometiéndole  vida,  y  ya  se 
derrocaban  amenazando  con  muerte ;  esta  desventura 
y  desdicha,  que  es  propia  de  los  muy  desgraciados,  de 
florecer  para  secarse  luego,  y  de  revivir  para  luego  mo- 
rir, y  de  venirles  el  bien  y  desaparecerse,  deshacién- 
Aoseles  entre  las  manos  cuando  les  llega,  probó  también 


en  sí  mismo  el  Cordero.  Y  la  buena  suerte  y  la  buena 
dicha  única  de  todas  las  cosas  quiso  gustar  de  lo  que 
es  ser  uno  infeliz. 

))Infin¡to-cs  loque  acerca  dcsto  se  ofrece,  mas  cán- 
sase la  lengua  en  decir  lo  que  Cristo  no  se  cansó  en  pa- 
decer. Dejó  la  sentencia  injusta  la  voz  del  pregón,  los 
hombros  flacos,  la  cruz  pesada ,  el  verdadero  y  proprio 
cetro  de  aqueste  nuestro  gran  rey,  los  gritos  del  pueblo, 
alegres  en  unos  y  en  otros  llorosos,  que  todo  ello  traia 
consigo  su  proprio  y  particulai-  sentimiento.  Vengo  al 
monte  Calvario.  Si  la  pública  desnudez  en  una  persona 
grave  es  áspera  y  vergonzosa.  Cristo  quedó  delante  de 
todos  desnudo.  Si  el  ser  atravesado  con  hierro  por  las 
partes  mas  sensibles  del  cuerpo  es  tormento  grandísi- 
mo, con  clavos  fueron  allí  atravesados  los  pies  y  las  ma- 
nos de  Cristo.  Y  porque  fuese  el  sentimiento  mayor,  el 
que  es  piadoso  aun  con  las  mas  viles  criaturas  del  mun- 
do, no  lo  fué  consigo  mismo,  antes  en  una  cierta  ma- 
nera se  mostró  contra  sí  mismo  cruel.  Porque  lo  que  la 
piedad  natural  y  el  afecto  humano  y  común ,  que  aun 
en  los  ejecutores  de  la  justicia  se  muestra,  tenía  orde- 
nado para  menos  tormento  de  los  que  morían  en  cruz, 
ofreciéndoselo  á  Cristo,  le  desechó.  Porque  daban  á  be- 
ber á  los  crucificados  en  aquel  tiempo ,  antes  que  los 
enclavasen,  cierto  vino  coníicionado  con  mirra  y  en- 
cienso,  que  tiene  virtud  de  ensordecer  el  sentido  y  co- 
mo embotarle  al  dolor  para  que  no  sienta ;  y  Cristo,  aun- 
que se  lo  ofrecieron,  con  la  sed  que  tenia  de  padecer, 
no  lo  quiso  beber. 

))Así  que,  desafiando  al  dolor,  y  desechando  de  sí  to- 
do aquello  con  que  se  pudiera  defender  en  aquel  desa- 
fio, el  cuerpo  desnudo  y  el  corazón  armado  con  forta- 
leza y  con  solas  las  armas  de  su  no  vencida  paciencia, 
subió  este  nuestro  rey  en  la  cruz.  Y  levantada  en  alio 
la  salud  del  mundo,  y  llevando  al  mundo  sobre  sus  hom- 
bros, y  padeciendo  él  solo  la  pena  que  merecía  pade- 
cer el  mundo  por  sus  delitos ,  padeció  lo  que  decir  no 
se  puede.  Porque  ¿en  qué  parte  de  Cristo  ó  en  qué 
sentido  suyo  no  llegó  el  dolor  á  lo  sumo?  Los  ojos  vie- 
ron lo  que  visto  traspasó  el  corazón,  la  madre  viva,  y 
muerte  presente.  Los  oídos  estuvieron  llenos  de  voces 
blasfemas  y  enemigas.  El  gusto,  cuando  tuvo  sed,  gus- 
tó hiél  y  vinagre.  El  sentido  todo  del  tacto,  rasgado  y 
herido  por  infinitas  partes  del  cuerpo,  no  tocó  cosa  que 
no  le  fuese  enemiga  y  amarga.  Al  íin  dio  licencia  á  su 
sangre,  que,  como  deseosa  de  lavar  nuestras  culpas,  sa- 
lía corriendo  abundante  y  presurosa.  Y  comenzó  á  sen- 
tir nuestra  vida  despojada  de  su  calor,  lo  que  solo  le 
quedaba  ya  por  sentir  los  fr.'os  Iristísimos  de  la  muerte, 
y  al  fin  sintió  y  probó  la  muerte  también. 

»Pero  ¿para  qué  me  detengo  yo  en  esto?  Lo  que  agora 
Cristo,  que  reina  glorioso  y  señor  de  todo,  en  el  cielo 
nos  sufre,  muestra  bien  claramente  cuan  agradable  lo 
fué  siempre  el  sujetarse  á  trabajos.  ¿Cuántos  hombros, 
ó  por  decir  verdad,  cuántos  pueblos  y  cuántas  nacio- 
nes enteras,  sintiendo  mal  de  la  pureza  de  su  doctrina, 
blasfeman  hoy  de  su  nombre?  Y  con  ser  así,  que  él  en 
sí  está  exento,  de  todo  mal  y  miseria,  quiere  y  tiene  por 
bien  de  en  la  opinión  de  los  hombres  padecer  esta 
afrenta  en  cuanto  su  cuerpo  místico,  que  vive  en  este 
destierro,  padece,  para  compadecerse  así  del  y  para  con- 


m  OBRAS  DE  FRAY 

formarse  siempre  con  él.»  «Nuevo  camino  para  ser  uno  ' 
rey,  dijo  aquí  Sabino  vuelto  á  Juliano,  es  este  que  nos  j 
]ia  descubierlo  Marcelo.  Y  no  sé  yo  si  acertaron  con  él 
algunos  de  los  que  antiguamente  escribieron  acerca  de  j 
la  crianza  é  institución  de  los  príncipes,  aunque  bien  sé 
que  los  que  agora  viven  no  le  siguen.  Porque  er>  el  no 
saber  padecer  tienen  pues! o  lo  principal  del  ser  rey.» 
(.Algunos,  dijo  al  punto  Juliano,  de  los  antiguos  qui- 
sieron que  el  que  se  criaba  pura  ser  rey  se  criase  en 
Iralajos,  pero  en  trabajos  de  cuerpo,  con  que  saliese  sa- 
no y  valiente;  mas  en  trabajos  de  animo  que  le  ense- 
ñasen á  ser  compasivo,  ninguno,  que  yo  sopa ,  lo  escri- 
bió ni  enseño.  Mas  si  fuera  aquesta  enseñanza  de  bom- 
bres,  no  fuera  aqueste  rey  de  Marcelo  rey  propiamente 
hecho  á  la  traza  y  al  ingenio  de  Dios ,  el  cual  camina 
siempre  por  canjinos  verda-doros,  y  por  el  mismo  caso 
contrarios  á  los  del  mundo,  que  sigue  el  engaño. 

«Así  que,  no  es  maravilla,  Sabino,  que  los  reyes  de 
r.gora  no  se  procien  para  ser  reyes  de  lo  que  se  preció 
Jesucristo,  porque  no  siguen  en  el  ser  reyes  un  mismo 
fm.  Porque  Cristo  ordenó  su  reinado  á  nuestro  prove- 
cho, y  conforme  á  esto,  se  cualificó  á  sí  mismo  y  se  do- 
tó de  todo  aquello  que  parecía  ser  necesario  para  ha- 
cer bien  á  sus  subditos ;  mas  estos  que  agora  nos  man- 
dan, reinan  para  sí,  y  por  la  misma  causa  no  so  disponen 
ellos  para  nuestro  proveclio ,  sino  buscón  su  descanso 
en  nuestro  daño.  Mas  aunque  ellos,  cuanto  á  lo  que  les 
toca,  desechen  de  sí  osle  amaestramiento  de  Dios,  la 
experiencia  de  cada  día  nos  enseña  que  no  son  los  que 
deben  por  carecer  del.  Porque  ¿de  dónde  pensáis  que 
nace,  Sabino ,  el  poner  sobre  sus  subditos  tan  sin  pie- 
dad tan  pesadísimos  yugos ,  el  hacer  leyes  rigurosas, 
el  ponerlas  en  ejecución  con  mayor  crueldad  y  rigor, 
sino  de  nunca  haber  hecho  experiencia  en  sí  de  lo  que 
duele  la  aflicción  y  pobreza?»  «Así  es,  dijo  Sabino; 
pero  ¿qué  ayo  osaría  ejercitar  en  dolor  y  necesidad  á  su 
príncipe?  O  si  osase  alguno,  ¿cómo  seria  recibido  y  su- 
frido de  los  demás?»  «Esa  es,  respondió  Juliano,  nues- 
tra mayor  ceguedad,  que  aprobamos  lo  que  nos  daña,  y 
que  tendríamos  por  bajeza  que  nuestro  príncipe  supie- 
se de  todo,  siendo  para  nosotros  tan  provechoso  como 
liabeis  oído,  que  lo  supiese.  Mas,  si  no  se  atreven  á  esto 
los  ayos ,  es  jiorque  ellos  y  los  demás  que  crian  á  los 
príncipes  los  quieren  cmponer  en  el  ánimo  á  que  no 
se  precien  de  bajar  los  ojos  de  su  grandeza  con  blan- 
dura á  sus  subditos,  y  en  el  cuerpo  á  que  ensanchen 
el  estómago  cada  día  con  cuatro  comidas,  y  á  que  aun 
la  seda  les  sea  áspera  y  la  luz  enojosa. 

«Pero  aquesto,  Sabino,  es  de  otro  lugar,  y.quitamos 
en  ello  á  Marcelo  el  suyo,  ó  por  mejor  decir  á  nosotros 
mismos  el  de  oir  enteramente  las  cualidades  de  aqueste 
verdadero  rey  nuestro.  »  «A  mi,  dijo  Marcelo,  no  me 
Iiabeis  Juliano,  quitado  ningún  lugar,  sino  antes  me  ha- 
béis dado  espacio  para  que  con  mas  aliento  prosiga  me- 
jor mi  camino.  Y  á  vos,  Sabino,  dijo  volviéndose  á  él, 
no  os  pase  por  la  imaginación  querer  concertar  ó  pen- 
sar que  es  posible  que  se  concierten  las  condiciones 
que  pu.so  Dios  en  su  rey  con  las  que  tienen  estos  re- 
yes que  vemos.  Que  si  no  fueran  tan  diferentes  del  to- 
do, no  le  llamara  Dios  señaladamente  su  rey ,  ni  su  rei- 
no dellos  se  acabara  coa  ellos  y  el  de  nqe&lro  rey  fuera 


LÜiS  DE  LEÓN. 

sempiterno,  como  es.  Ansí  que,  pongan  ellos  su  estado 
en  la  altivez ,  y  no  se  tengan  por  reyes  si  padecen  algu- 
na pena ;  que  Dios,  procediendo  por  camino  diferente, 
para  hacer  en  Jesucristo  un  rey  que  mereciese  ser  su- 
yo, le  hizo  humildísimo  para  que  no  se  desvaneciese  en 
soberbia  con  la  honra,  y  le  sujetó  á  miseria  y  á  dolor 
para  que  se  compadeciese  con  lástima  de  sus  tral)ajados 
y  do'uriiios  subditos.  Y  demás  desto,  y  para  el  misino  fin 
de  buen  rey,- le  dio  verdadero  y  perfecto  conocimiento 
de  todas  las  cosas  y  de  todas  las  obras  dolías ,  así  las 
que  fueron  como  las  que  son  y  serán;  porque^el  rey, 
cuyo  oficio  es  juzgar  dando  á  cada  uno  su  merecido,  y 
repartiendo  la  pena  y  el  premio,  si  no  conoce  él  por  sí 
la  verdad,  traspasará  la  justicia ;  que  el  conocimiento 
que  tienen  de  sus  reinos  los  príncipes  por  relaciones  y 
pesquisas  ajenas,  mas  los  ciega  que  los  alumbra. 

»Porquo,  demás  de  que  los  hombres  por  cuyos  ojos 
y  oídos  ven  y  oyen  los  reyes  muclias  veces  se  engañan , 
procuran  ordinariamente  engañarlos  por  sus  particu- 
lares intereses  é  intentos.  Y  así,  por  maravilla  entra  en 
secreto  real  la  verdad.  Mas  nuestro  roy,  porque  su  en- 
tendimiento, como  (Jarísimo  espejo,  le  representa  siem- 
pre cuanto  se  hace  y  se  pion-^a ,  no  juzga,  como  dice 
Esaías  (o),  ni  reprehendo  ni  premia  por  lo  que  al  oído 
le  dicen  ni  según  lo  que  á  la  vista  parece,  porque  el 
un  sentido  y  el  otro  sentido  puede  ser  engañado;  ni 
tiene  de  sus  vasallos  la  opinión  que  otros  vasallos  suyos 
aficionados  ó  engañados  le  ponen  ,  sino  la  que  pide  la 
verdad,  que  él  claramente  conoce.  Y  como  puso  Diosen 
Cristo  el  verdadero  conocer  á  los  suyos,  ansimismo  le 
dio  todo  el  poder  para  hacerles  mercedes.  Y  no  sola- 
mente le  concedió  que  pudiese,  mas  también  en  él  mis- 
mo, como  en  tesoro,  encerró  lodos  los  bienes  y  riquezas 
que  pueden  hacer  ricos  y  dichosos  á  los  de  su  reino. 
De  arle  que  no  trabajarán  remitidos  de  unos  á  otros  mi- 
nistros con  largas.  Mas,  lo  quo  es  principal,  hizo  para 
perficionar  este  rey  que  sus  subditos  todos  fuesen  sus 
deudos,  ó  por  mojor  decir,  que  naciesen  del  todos,  y  que 
fuesen  hechura  suya  y  figurados  á  su  semejanza.  Aun- 
que esto  sale  ya  de  lo  primero ,  que  toca  á  las  cualida- 
des del  rey,  y  entra  en  lo  segundo  que  propusimos,  de 
las  condiciones  do  los  que  en  este  reino  son  subditos;  y 
digamos  ya  de  ellas. 

»Y  á  la  verdad  casi  todas  ellas  se  reducen  á  esta,  quo 
es  ser  generosos  y  nobles  todos  y  de  un  mismo  linaje. 
Porque,  aunque  el  mando  de  Cristo  universalmcule 
comprehonde  á  todos  los  hombres  y  á  todas  las  criatu- 
ras, asi  las  buenas  como  las  malas,  sin  que  ninguna 
dellas  pueda  eximirse  de  su  sujeción ,  ó  se  contente 
dello  ó  le  pese;  poro  el  reino  suyo  de  que  agora  vamos 
hablando,  y  el  reino  en  quien  muestra  Cristo  sus  nobles 
condiíMoncs  de  rey,  y  el  que  ha  de  durar  perpetuamente 
con  él  descubierto  y  glorioso  (porque  á  los  malos  ten- 
drálos  encerraílos  y  aprisionados  y  sumidos  en  elcrno 
olvido  y  tinieblas);  asi  quo,  este  reino  son  los  buenos  y 
justos  solos,  y  deslos  decimos  agora  que  son  generosos 
lodos  y  de  linnje  alto  y  todos  do  uno  mismo.  Porque 
dado  que  sean  difercnles  en  nacimientos,  mas,  como 
esta  mañana  se  dijo,  el  nacimiento  en  que  se  diferen- 
cian, fué  nacimiento  perdido  y  de  quien  caso  no  se  ha- 

la)  Esai..  11  V.3. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO. —LIBrtO  SEGUNDO. 


120 


ce  para  lo  que  teca  á  ser  vasallos  on  este  reino,  el  cual 
se  compone  todo  de  lo  que  san  Pablo  llama  nueva  cria- 
tura ,  cuando  á  los  de  Galacia  escribe ,  diciendo  (a)  : 
— Acerca  de  Cristo  Jesú,  ni  es  de  estima  la  circunci- 
sión ni  el  prepucio,  sino  la  criatura  nueva.  —  Y  así, 
todos  son  hechura  y  nacimiento  del  cielo  y  hermanos 
entre  sí,  y  hijos  todos  de  Cristo -en  la  manera  ya  dicha. 
»Vió  David  esta  particular  excelencia  deste  reino  de 
su  nieto  divino,  y  dejóla  escrita  breve  y  elegantemente 
en  el  salmo  109,  según  una  lición  que  así  dice  (6)  : 
—  Tu  pueblo  príncipes ,  en  el  día  de  tu  poderío.  — 
Adonde  lo  que  decimos  príncipes,  la  palabra  original, 
que  es  nedaboth,  sígniíica  al  pié  de  la  letra  liberales, 
dadivosos  ó  generosos  de  corazón.  Y  así,  dice  que  en 
el  dia  de  su  poderío,  que  llama  así  el  reino  descubierto 
de  Cristo,  cuando  vencido  todo  lo  contrario,  y  como 
deshecha  con  los  rayos  de  su  luz  toda  la  niebla  ene- 
miga, que  agora  se  le  opone,  viniere  en  el  último  tiem- 
po y  ea  la  generación  de  las  cosas,  como  puro  sol,  á 
resplandecer  solo,  claro  y  poderoso  en  el  mundo;  pues 
en  este  su  dia,  cuando  él  y  lo  apurado  y  escogido  de 
sus  vasallos  resplandecerá  solamente,  quedando  los  de- 
más sepultados  en  obscuridad  y  tinieblas,  en  este  tiem- 
po y  en  este  dia  su  pueblo  serán  principes.  Esto  es  to- 
do ;  sus  vasallos  serán  reyes,  y  él,  como  con  verdad  la 
Escritura  le  nombra,  Rey  de  reyes  será  y  Señor  de  se- 
ñores.» 

Aquí  Sabino,  volviéndose  á  Juliano,  «Nobleza  es, 
dijo,  grande  de  reino  aquesta,  Juliano,  que  nos  va  di- 
ciendo Marcelo,  adonde  ningún  vasallo  es  ni  vil  en  li- 
naje ni  afrentado  por  condición,  ni  menos  bien  nacido 
el  uno  que  el  otro.  Y  paréceme  á  mí  que  esto  es  ser 
rey  propria  y  honradamente,  no  tener  vasallos  viles  y 
afrentados.»  «En  esta  vida,  Sabino,  respondió  Juliano, 
los  reyes  della,  para  el  casügo  de  la  culpa,  están  como 
forzados  á  poner  nota  y  afrenta  en  aquellos  á  quien  go- 
bieraan ,  como  en  la  orden  de  la  salud  y  en  el  cuerpo 
conviene  á  las  veces  maltratar  una  parle  para  que  las 
demás  no  se  pierdan.  Y  así,  cuanto  á  esto  no  son  dignos 
de  reprehensión  nuestros  príncipes.»  «No  los  repre- 
hendo yo  agora,  dijo  Sabino,  sino  duéleme  de  su  con- 
dición, que  por  esa  necesidad  que,  Juliano,  decis,  vie- 
nen á  ser  forzosamente  señores  de  vasallos  ruines  y 
viles.  Y  débeseles  tanto  mas  lástima,  cuanto  fuere  mas 
precisa  la  necesidad.  Pero  si  hay  algunos  príncipes  que 
lo  procuran,  y  que  les  parece  que  son  señores  cuando 
hallan  mejor  orden,  no  solo  para  afrentar  á  los  suyos, 
sino  también  para  que  vaya  cundiendo  por  muchas  ge- 
neraciones su  afrenta  y  que  nunca  se  acabe,  deslos, 
Juliano,  ¿qué  me  diréis?»  «¿Qué? respondió  Juliano. 
Que  ninguna  cosa  son  menos  que  reyes.  Lo  uno,  por- 
que el  fin  adonde  se  endereza  su  oficio  es  hacer  á  sus 
vasallos  bienaventurados,  con  lo  cual  se  encuentra  por 
maravillosa  manera  el  hacerlos  apocados  y  viles.  Y  lo 
otro,  porque  cuando  no  quieran  mirar  por  elloS;  á  sí 
mismos  se  hacen  daño  y  se  apocan. 

«Porque,  si  son  cabezas,  ¿qué  honra  es  ser  cabeza 
de  un  cuerpo  disforme  y  vil?  Y  si  son  pastores,  ¿qué 
les  vale  un  ganado  roñoso?  Bien  dijo  el  poeta  trágico  : 
— Mandar  entre  los  ilustres,  bella  cosa. — Y  no  solo  da- 
la) Galat.,  C,  V.  i:;.    (b¡  Psalm.  109,  v.  i.  in  litler.  lleb. 
E.xvi-u. 


ñan  á  su  honra  propia  cuando  buscan  invenciones  para 
manchar  la  de  los  que  son  gobernados  por  ellos,  mas 
dañan  muchos  sus  intereses,  y  ponen  en  manifiesto  pe- 
ligro la  paz  y  la  conservación  de  sus  reinos.  Porque,  así 
como  dos  cosas  que  son  conlrarias,  aunque  se  jun- 
ten ,  no  se  pueden  mezclar,  así  no  es  posrbie  que  se 
añude  con  paz  el  reino  cuyas  paries  están  tan  opuestas 
entre  sí  y  tan  diferenciadas,  unas  con  mucha  honra  y 
otras  con  señalada  afrenta.  Y  como  el  cuerpo  que  en 
sus  parles  está  maltratado  y  cuyos  humores  se  con- 
ciertan mal  entre  sí  está  muy  ocasionado  y  muy  ve- 
cino á  la  enfermedad  y  á  la  muerte;  así  por  la  mis- 
ma manera  el  reino  adonde  muchas  órdenes  y  suertes 
de  hombres  y  muchas  casas  parüculares  están  como 
sentidas  y  heridas,  y  adonde  la  diferencia  que  por  es- 
tas causas  pone  la  fortuna  y  las  leyes  no  permite  que 
se  mezclen  y  se  concierten  bien  unas  con  otras,  está 
sujeto  á  enfermar  y  á  venir  á  las  armas  con  cualquiera 
razón  que  se  ofrece.  Que  la  propia  lástima  é  injuria  de 
cada  uno  encerraila  en  su  pecho,  y  que  vive  en  él, 
los  despierta  y  los  hace  velar  siempre  á  la  ocasión  y  á 
la  venganza. 

«Mas  dejemos  lo  que  en  nuestros  reyes  y  reinos,  ó 
pone  la  necesidad  ó  hace  el  mal  consejo  y  error,  y  cá- 
benos, Marcelo,  de  decir  por  qué  razón  estos  vasallos 
todos  de  nuestro  único  rey  son  llamados  liberales  y  ge- 
nerosos y  príncipes. »  «Son,  dijo  Marcelo,  respondiendo 
encontinente,  así  por  parte  del  que  los  crió  y  la  for- 
ma que  tuvo  en  criarlos ,  como  por  parte  de  las  cua- 
lidades buenas  que  puso  en  ellos  cuando  así  fueron 
criados.  Por  parte  del  que  los  hi-.o,  porque  son  efec- 
tos y  frutos  de  una  suma  liberalidad;  porque  en  solo 
el  ánimo  generoso  de  Dios  y  en  la  largueza  de  Crísio 
no  medida  pudo  caber  el  hacer  justos  y  amigos  suyos,  y 
tan  privados  amigos,  á  los  que  de  sí  no  merecían  bien, 
y  merecían  mal  por  tantos  y  tan  diferentes  títulos. 
Porque,  aunque  es  verdad  que  el  ya  justo  puede  mere- 
cer mucho  con  Dios,  mas  esto,  que  es  venir  á  ser  justo 
el  que  era  aborrecido  enemigo,  solamente  nace  de  las 
entrañas  liberales  de  Dios;  y  ansí,  dice  Santiago  (c) 
que  nos  engendró  voluntariamente.  Adonde  lo  que 
dijo  con  la  palabra  griega  poyArjeót,;,  que  significa  de 
su  voluntad,  quiso  decir  lo  que  en  su  lengua  materna, 
sí  en  ella  lo  escribiera,  se  dice  Nadib,  que  es  palabra 
vecina  y  nacida  de  la  palabra  ncc?«6oí/i,  que,  como  di- 
jimos, significa  á  estos  que  llamamos  liberales  y  prínci- 
pes. Así  que,  dice  que  nos  engendró  liberal  y  princi- 
palmente, esto  es,  que  nos  engendró,  no  solo  porque 
quiso  engendrarnos  y  porque  le  movió  á  ello  su  volun- 
tad, sino  porque  le  plugo  mostrar  en  nuestra  creación 
para  la  gracia  y  justicia  los  tesoros  de  su  liberalidad  y 
misericordia. 

»Porque  á  la  verdad,  dado  que  lodo  lo  que  Dios  cría 
nace  del,  porque  él  quiere  que  nazca,  y  es  obra  de  su 
libre  gusto,  á  la  cual  nadie  le  fuerza  el  sacar  á  luz  á  las 
criaturas;  pero  esto,  que  es  hacer  justos  y  poner  su  ser 
divino  en  los  hombres,  es  no  solo  voluntad,  sino  una  ex- 
traña liberalidad  suya.  Porque  en  ello  hace  bien,  y  bien 
el  mayor  de  los  bienes,  no  solamente  á  quien  no  se  lo 
merece,  siiw  señaladamente  á  quien  del  lodo  se  lo  des- 
te)  Jacob.,  1,  V.  18. 


Í30  ORRAS  DE  FRAY 

merece.  Y  por  no  ir  alargánclomc  por  cada  uno  de  los  ' 
particulares  á  quien  Dios  liace  csíos  bienes,  miremos  lo 
que  pasó  en  la  cabeza  de  todos,  y  cómo  se  bubo  con  ella 
Dios  cuando, .sacándola  del  pecado,  crió  en  ella  aqueste 
bien  de  justicia,  y  en  uno,  como  en  ejemplo,  conoce- 
remos cuan  ilustré  prueba  bace  Dios  de  su  liberalidad 
cuando  cria  los  justos.  Peca  Adam,  y  condénase  á  sí  y 
á  todos  nosotros,  y  perdónale  después  Dios  y  liácele 
justo.  ¿Quién  podrá  decir  líis  riquezas  de  liberalidad 
que  descubrió  Dios  y  que  derramó  en  aqueste  perdón? 
Lo  primero,  perdona  al  que,  por  dar  fe  á  la  serpiente, 
de  cnyafe  y  amor  para  consigo  no  tenia  experiencia, 
se  dejó  á  el  Criador  suyo,  cuyo  amor  y  beneficios  expe- 
rimentaba en  sí  siempre.  Lo  segundo,  perdona  al  que 
estimó  mas  una  promesa  vana  de  un  pequeño  bien  que 
una  experiencia  cierta  y  una  posesión  grande  de  mil 
verdaderas  riquezas.  Lo  tercero,  perdona  al  que  no  pe- 
có ni  apretado  de  la  necesidad  ni  ciego  de  la  pasión, 
sino  movido  de  una  liviandad  y  desagradecimiento  in- 
finito. Lo  otro,  perdona  al  que  no  buscó  ser  perdonado, 
sino  antes  huyó  y  se  escondió  de  su  perdonador,  y  per- 
dónale, no  mucho  después  que  pecó  y  laceró  misera- 
Memente  por  su  pecado,  sino  cuasi  luego,  luego  como 
hubo  pecado. 

))Y  lo  que  no  cabe  en  sentido  para  perdonarle  á  él, 
hízose  á  sí  mismo  deudor.  Y  cuando  la  gravísima  mal- 
dad del  hombre  despertaba  en  el  peclio  de  Dios  ira  jus- 
tísima para  deshacerse,  reinó  en  él  y  sobrepujó  la 
liberalidad  de  su  misericordia ,  que ,  por  rehacer  al 
perdido,  delerminó  de  disminuirse  á  sí  mismo,  como 
san  Pablo  lo  d¡ce(fir),  y  de  pagar  él  lo  que  el  hombre 
pecaba,  y  para  que  el  hombre  viviese,  de  morir  él  he- 
cho hombre.  Liberalidad  era  grande  perdonar  al  que 
había  pecado  tan  de  balde  y  tan  sin  causa,  y  mayor  li- 
beralidad perdonarle  tan  luego  después  del  pecado,  y 
mayor  que  ambas  á  dos,  buscarle  para  darle  perdón  an- 
tes que  él  le  buscase;  pero  lo  que  vence á  lodo  encare- 
cimiento de  liberalidad,  fué,  cuando  le  reprehendía  la 
culpa,  prometerse  á  sí  mismo  y  á  su  vida  para  satis- 
facion  y  remedio.  Y  porque  el  hombre  se  apartó  del 
por  segiM'r  al  demonio,  hacerse  hombre  él  para  sacarle 
de  su  poder.  Y  lo  que  pasó  entonces,  digámoslo  así, 
generalmente  con  todos,  porque  Adam  nos  encerraba  á 
todos  on  sí,  pasa  en  particular  con  cada  uno  continua 
y  secretamente. 

»Porque  ¿quién  podrá  decir  ni  entender,  sino  es  el 
misrno  que  en  sí  lo  experimenta  y  lo  siente,  las  for- 
mas piadosas  de  que  Dios  usa  con  uno  para  que  no  se 
pierda,  aun  cuando  él  mismo  se  procura  perder?  Sus 
inspiraciones  continuas,  su  nunca  cansar.se  ni  darse  por 
vencido  de  nuestra  ingratitud  tan  continua,  el  rodear- 
nos por  todas  partes  y  como  en  caslíllo  torreado  y  cer- 
cado, el  tentar  la  entrada  por  diferentes  maneras,  el  te- 
ner siempre  la  mano  en  la  aldaba  de  nuestra  puerta,  el 
rogarnos  blanda  y  amorosamente  que  le  abramos,  como 
si  á  él  le  importara  alguna  cosa,  y  no  fuera  nuestra  sa- 
lud y  bienandanza  toda  el  abrirle;  el  decirnos  por  ho- 
ras y  por  momentos  con  el  Esposo  {h)  :  —Ábreme,  her- 
mana mia,  esposa  mia,  paloma  mía  y  mi  amada  y  per- 
fecta, que  traigo  llena  de  ro^ío  mi  cabeza  y  con  las 

(a)  Philip.,  2,  V.  7.      (i)  Cant.,  3,  v  .  2  . 


LUIS  DE  LEÓN. 

gotas  de  las  noches  las  mis  gnedejas.  —  Pues  sea  esto 
lo  primero,  que  los  justos  son  dichos  ser  generosos  y 
liberales ,  porque  son  demonstracíones  y  pruebas  del 
corazón  liberal  y  generoso  de  Dios. 

))Son,  lo  segundo,  llamados  asi  por  las  cualidades  que 
pone  Dios  en  ellos,  haciéndolos  justos.  Porque,  á  la  ver- 
dad, no  hay  cosa  mas  alta  ni  mas  generosa  ni  mas  real 
que  el  ánimo  perfectamente  cristiano.  Y  la  virtud  mas 
heroica  que  la  filosofía  de  los  estoicos  antiguamente 
imaginó  ó  soñó,  por  hablar  con  verdad,  comparada  con 
la  que  Cristo  asienta  con  su  gracia  en  el  alma,  es  una 
poquedad  y  bajeza.  Porque  si  miramos  el  linaje  de  don- 
de desciende  el  justo  cristiano,  es  su  nacimiento  de 
Dios,  y  la  gracia  que  le  da  vida  es  una  semejanza  viva 
de  Cristo.  Y  si  atendemos  á  su  estilo  y  condición ,  y  al 
ingenio  y  disposición  de  ánimo,  y  pensamientos  y  cos- 
tumbres que  deste  nacimiento  le  vienen,  todo  lo  que  es 
menos  que  Dios  es  pequeña  cosa  para  lo  que  cabe  en  su 
áüimo.  Xo  estima  lo  que  con  amor  ciego  adora  única- 
mente la  tierra,  el  oro  y  los  deleites;  huella  sobre  la 
ambición  de  las  honras,  hecho  verdadero  señor  y  rey  de 
sí  mismo ;  pisa  el  vano  gozo,  desprecia  el  temor,  no  le 
mueve  el  deleite,  ni  el  ardor  de  la  ira  le  enoja;  y  riquí- 
simo dentro  de  sí,  todo  su  cuidado  es  hacer  bien  á  los 
otros. 

))Y  no  se  extiende  su  ánimo  liberal  á  sus  vecinos  so- 
los ni  se  contenta  con  ser  bueno  con  los  de  su  pueblo 
ó  de  su  reino,  mas  generalmente  á  todos  los  que  sus- 
tenta y  comprebende  la  tierra,  él  lamliien  los  com- 
prehende  y  abra/a ;  aun  para  con  sus  enemigos  san- 
grientos, que  le  buscan  la  afrenta  y  la  muerte,  es  él 
generoso  y  amigo,  y.  sabe  y  puede  poner  la  vida,  y  de 
hecho  la  pone  alegremente,  por  esos  mismos  que  abor- 
recen su  vida.  Y  estimando  por  vil  y  por  indigno  de  sí 
á  todo  lo  que  está  fuera  del,  y  que  se  viene  y  se  va  con 
el  tiempo,  no  apetiece  menos  que  á  Dios,  ni  tiene  por 
dignos  de  su  deseo  menores  bienes  que  el  cielo.  Lo 
sempiterno,  lo  soberano,  el  trato  con  Dios  familiar  y 
amigable,  el  enlazarse  amando  y  el  hacerse  cuasi  único 
con  él,  es  lo  que  solamente  satisface  á  su  pecho.  Como 
lo  podemos  ver  á  los  ojos  en  uno  destos  grandes  justos. 

Y  sea  aqueste  uno  san  Pal)lo.  Dice  en  persona  suya  y 
de  lodos  los  buenos,  escribiendo  á  los  corintios,  así  (r): 
—  Tenemos  nuestro  tesoro  en  vasos  de  tierra,  porque 
la  grandeza  y  alloza  nazca  de  Dios,  y  no  de  nosotros. 
En  todas  las  cosas  padecemos  tribulación,  pero  en  nin- 
guna somos  afligidos.  Somos  metidos  en  congoja,  mas 
no  homos  desamparados;  padecemos  persecución,  mas 
nonos  falta  el  favor.  Ilumíllannos,  pero  no  nos  aver- 
güenzan. Somos  derribados,  mas  no  perecemos.  — 

Y  á  los  romanos,  lleno  de  ánimo  generoso,  en  el  capí- 
tulo 8  (r/)  :  —¿Quién,  diee,  nos  apartará  de  la  caridail 
y  amor  de  Dios?  ¿La  Iribulai'ion  por  aventura,  ó  la  an- 
gustia ,  ó  la  hambre,  ó  la  desnudez,  ó  el  peligro,  ó  ia 
persecución,  ó  el  cuchillo? — 

))D¡cho  be  en  parlo  lo  (|ue  puso  Dios  en  Cristo  para  ha- 
cerle rey,  y  lo  que  hizo  en  nosotros  para  hacernos  sus 
súbdüos,  que  de  tres  cosas,  á  las  cuales  se  reducen  to- 
das las  que  pertenecen  á  un  reino,  son  las  primeras 
dos;  resta  agora  que  digamos  algo  de  la  tercera  y  pos- 
te) II,  Ad  Corinl.,  4,  a  v.  7.      (</;  llom.,  8,  v.  35. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.  — LIBRO  SEGUNDO. 


m 


trera,  que  es  de  la  manera  cómo  este  Rey  gobierna  á  los 
suyos,  que  no  es  menos  singular  manera  ni  menos  fuera 
del  común  uso  de  los  que  gobiernan,  que  el  Rey  y  los 
súbdilos  en  sus  condiciones  y  cualidades,  las  que  ha- 
bernos dicho  5on  singulares.  Porque  cosa  clara  es  que 
el  medio  con  que  se  gobierna  el  reino  es  la  ley,  y  que 
por  el  cumplimiento  della  consigue  el  rey,  ó  hacerse 
rico  á  sí  mismo  si  es  tirano  y  las  leyes  son  de  tirano, 
6  liacer  buenos  y  prosperados  á  los  suyos  si  es  rey  ver- 
dadero. Pues  acontece  muchas  veces  desta  manera,  que 
por  razón  de  la  flaqueza  del  hombre  y  de  su  encendida 
inclinación  á  lo  malo,  las  leyes  por  la  mayor  parte  traen 
consigo  un  inconveniente  muy  grande,  que  siendo  la 
intención  de  los  que  las  establecen,  enseñando  por  ellas 
lo  que  se  debe  hacer  y  mandando  con  rigor  que  se  ha- 
ga, retraer  al  hombre  de  lo  malo  é  inducirle  á  lo  bue- 
no, resulta  lo  contrario  á  las  ve:es,  y  el  ser  vedada  una 
cosa  despierta  el  apetito  de  ella. 

»Y  así,  el  hacer  y  dar  leyes  es  muchas  veces  ocasión 
de  que  se  quebranten  las  leyes,  y  de  que,  como  dice  san 
Pablo  {a),  se  peque  mas  gravemente,  y  de  que  se  em- 
peoren los  hombres  con  la  ley  que  se  ordenó  é  inventó 
para  mejorarlos.  Por  lo  cual  Cristo,  nuestro  redentor 
y  señor,  en  la  gobernación  de  su  reino  halló  una  nueva 
■manera  de  ley,  extrañamente  libre  y  ajena  de  aquestos 
inconvenientes,  de  la  cual  usa  con  los  suyos,  no  sola- 
mente enseñándoles  á  ser  buenos ,  como  lo  enseñaron 
otros  legisladores,  mas  de  hecho  haciéndolos  buenos, 
lo  que  ningún  otro  rey  ni  legislador  pudo  jamás  hacer. 
Y  esto  es  lo  principal  de  su  ley  evangélica  y  lo  propio 
della;  digo,  aquello  en  que  notablemente  se  diferencia 
de  las  otras  sectas  y  leyes.  Para  entendimiento  de  lo 
cual  conviene  saber  que,  por  cuanto  el  oücio  y  minis- 
terio de  la  ley  es  llevar  los  hombres  á  lo  bueno  y  apar- 
tarlos de  lo  que  es  malo,  asi  como  esto  se  puede  hacer 
por  dos  diferentes  maneras,  ó  enseñando  el  entendi- 
miento ó  aficionando  á  la  voluntad,  así  hay  dos  dife- 
rencias de  leyes ;  la  primera  es  de  aquellas  leyes  que 
hablan  con  el  entendimiento  y  le  dan  luz  en  lo  que  con- 
forme á  razón  se  debe  ó  hacer  ó  no  hacer,  y  le  ense- 
ñan lo  que  ha  de  seguir  en  las  obras  y  lo  que  ha  de  ex- 
cusar en  ellas  mismas;  la  segunda  es  de  la  ley,  no  que 
alumbra  el  entendimiento,  sino  que  aficiona  la  vo- 
luntad, imprimiendo  en  ella  inclinación  y  apetito  de 
aquello  que  merece  ser  apetecido  por  bueno,  y  por  el 
contrario,  engendrándole  aborrecimiento  de  las  cosas 
torpes  y  malas.  La  primera  ley  consiste  en  mandamien- 
tos y  reglas;  la  segunda  en  una  salud  y  cualidad  celes- 
tial, que  sana  la  voluntad  y  repara  en  ella  el  gusto  bueno 
perdido,  y  no  solo  la  sujeta,  sino  la  amista  y  reconcilia 
con  la  razón ;  y  como  dicen  de  los  buenos  amigos,  que 
tienen  un  no  querer  y  querer,  así  hace  que  lo  que  la 
verdad  dice  en  el  entendimiento  que  es  bueno,  la  vo- 
luntad aficionadamente  lo  ame  por  tal. 

«Porque  á  la  verdad ,  en  la  una  y  en  la  otra  parte 
quedamos  miserablemente  lisiados  por  el  pecado  pri- 
mero, el  cual  escureció  el  entendimiento,  para  que  las 
rnenos  veces  conociese  lo  que  convenía  seguir,  y  estra- 
gó perdidamente  el  gusto  y  el  movimiento  de  la  volun- 
tad, para  que  casi  siempre  se  aficionase  á  lo  que  la  da- 
ta) Rom.,  5,  V.  20. 


ña  mas.  Y  así,  para  remedio  y  salud  destas  dos  partes 
enfermas  fueron  necesarias  estas  dos  leyes,  una  de  luz 
y  de  realas  para  entendimiento  ciego,  y  otra  de  espíri- 
tu y  buena  inclinación  para  la  voluntad  estragada.  Mas, 
como  arriba  decíamos,  diferéncianse  aqueslas  dos  ma- 
neras de  leyes  en  esto,  que  la  ley  que  se  emplea  en  dar 
mandamientos  y  en  luz,  aunque  alumbra  el  entendi- 
miento, como  no  corrige  el  gusto  corrupto  de  la  volun- 
tad, en  parte  le  es  ocasión  de  mas  daño ;  y  vedando  y 
declarando,  despierta  en  ella  nueva  golosina  de  lo  malo 
que  le  es  prohibido.  Y  así,  las  mas  veces  son  contrarios 
en  esta  ley  el  suceso  y  el  intento.  Porque  el  intento  es 
encaminar  el  hombre  á  lo  bueno,  y  el  suceso  á  las  ve- 
ces es  dejarle  mas  perdido  y  estragado.  Pretende  afear 
lo  que  es  malo,  y  sucédele  por  nuestra  mala  ocasión  ha- 
cer lo  mas  deseable  y  mas  gustoso.  Mas  la  segunda  ley 
corta  la  planta  del  mal  de  raíz,  y  arranca,  como  dicen, 
de  cuajo  lo  que  mas  nos  puede  dañar.  Porque  inclina 
é  induce  y  hace  apetitosa  y  como  golosa  á  nuestra  vo- 
luntad de  todo  aquello  que  es  bueno ,  y  junta  en  uno 
lo  honesto  y  lo  deleitable ,  y  hace  que  nos  sea  dulce  lo 
que  nos  sana,  y  lo  que  nos  daña  aborrecible  y  amargo. 

))La  primera  se  llama  ley  de  mandamientos,  porque 
toda  ella  es  mandar  y  vedar.  La  segunda  es  dicha  ley  de 
gracia  y  de  amor,  porque  no  nos  dice  que  hagamos  es- 
to ó  aquello,  sino  hácenos  que  amemos  aquello  mismo 
que  debemos  hacer.  Aquella  es  pesada  y  áspera,  porque 
condena  por  malo  lo  que  la  voluntad  corrompida  ape- 
tece por  bueno;  y  así,  liace  que  se  encuentren  el  enten- 
dimiento y  la  voluntad  entre  sí ,  de  donde  se  enciende 
en  nosotros  mismos  una  guerra  mortal  de  contradicion. 
Mas  esta  es  dulcísima  por  extremo,  porque  nos  hace 
amar  lo  que  nos  manda ,  ó  por  mejor  decir,  porque  el 
plantar  y  engerir  en  nosotros  el  deseo  y  la  afición  á  lo 
bueno ,  es  el  mismo  mandarlo.  Y  porque  aficionándo- 
nos y,  como  si  dijésemos,  haciéndonos  enamorados  de  lo 
que  manda,  por  esa  manera,  y  no  de  otra,  nos  manda. 
Aquella  es  imperfecta,  porque  á  causa  de  la  contradi- 
cion que  despierta,  ella  por  si  no  puede  ser  perfecta- 
mente cumplida ;  y  así,  no  hace  perfecto  á  ninguno.  Es- 
ta es  perfectísima,  porque  trae  consiga  y  contiene  en  sí 
misma  la  perfección  de  sí  misma.  Aquella  hace  teme- 
rosos ,  aquesta  amadores.  Por  ocasión  de  aquella,  to- 
mándola á  solas,  se  hacen  en  la  verdad  secreta  del  áni- 
mo peores  los  hombres,  mas  por  causa  desla  son  hechos 
enteramente  santos  y  justos.  Y  como  prosigue  san  Agus- 
tín largamente  en  los  libros  de  la  letra  y  del  espíritu, 
poniendo  siempre  sus  pisadas  en  lo  que  dejó  hollado 
san  Pablo,  aquella  es  perecedera,  aquesta  es  eterna; 
aquella  hace  esclavos ,  esta  es  propia  de  hijos.  Aquella 
es  ayo  triste  y  azotador,  aquesta  es  espíritu  de  regalo  y 
consuelo.  Aquella  pone  en  servidumbre,  aquesta  en  hon- 
ra y  libertad  verdadera. 

«Pues,  como  sea  esto  así ,  como  de  hecho  lo  es,  sin 
que  ninguno  en  ello  pueda  dudar,  digo  que  así  Moisen 
como  los  demás  que  antes  ó  después  del  dieron  leyes  y 
ordenaron  repúblicas ,  no  supieron  ni  pudieron  usar 
sino  de  la  primera  manera  de  leyes,  que  consiste  mas 
en  poner  mandamientos  que  en  inducir  buenas  incli- 
naciones en  aquellos  que  son  gobernados.  Y  así,  su  obra 
de  todos  ellos  fué  imperfecta  y  su  trabajo  careció  da 


^35  OBRAS  DE  FRAY 

succ.-o,  y  lo  que  pretendían,  qiic  era  hacer  á  la  virtud  á 
los  suyos,  no  salieron  con  ello  por  la  razón  que  está  di- 
clia.  Mas  Cristo,  nuestro  verdadero  redentor  y  legisla- 
dor, aunque  es  verdad  que  en  la  doctrina  de  su  Evan- 
gelio puso  algunos  mandatos,  y  renovó  y  mejoró  otros 
algunos  que  el  mal  uso  los  tenia  mal  entendidos;  pero 
lo  principal  de  su  ley  y  aquello  en  que  se  diferenció  de 
todos  los  que  pusieron  leyes  en  los  tiempos  pasados,  fué 
que  mereciendo  por  sus  obras  y  por  el  sacrificio  que  hi- 
zo de  sí  el  espíritu  y  la  virtud  del  cielo  para  los  suyos, 
y  criándola  él  mismo  en  ellos  como  Dios  y  Señor  po- 
deroso, trató  no  solo  con  nuestro  entendimiento,  sino 
también  con  nuestra  voluntad ,  y  derramando  en  ella 
este  espíritu  y  virtud  divina  que  digo,  y  sanándola  así, 
esculpió  en  ella  una  ley  eficaz  y  poderosa  de  amor,  ha- 
ciendo que  todo  lo  justo  que  las  leyes  mandan  lo  apete- 
ciese, y  por  el  contrario,  aborreciese  todo  lo  que  pro- 
hiben y  vedan. 

» Y  añadiendo  continuamente  de  este  su  espíritu  y 
salud  y  dulce  ley  en  el  alma  de  los  suyos,  que  procu- 
ran siempre  ayuntarse  con  él,  crece  en  la  voluntad  ma- 
yor amor  para  el  bien,  y  desminúyese  de  cada  día  mas 
la  contradicion  que  el  sentido  le  hace,  y  de  lo  uno  y  de 
lo  otro  se  esfuerza  de  continuo  mas  aquesta  santa  y  sin- 
gular ley  que  decimos,  y  echa  sus  raíces  en  el  alma  mas 
hondas,  y  apodérase  della  hasta  hacer  que  le  sea  cuasi 
natural  lo  justo  y  el  bien.  Y  así,  trae  para  sí  Cristo  y 
gobierna  á  los  suyos,  como  decía  un  profeta  (o),  con 
cuerdas  de  amor,  y  no  con  temblores  de  espanto  ni  con 
ruido  temeroso,  como  la  ley  de  Moisen.  Por  lo  cual  di- 
jo breve  y  significantemente  san  Juan  (6):— La  ley  fué 
dada  por  Moisen,  mas  la  gracia  por  Jesucristo. — Moi- 
sen dio  solamente  ley  de  preceptos ,  que  no  podía  dar 
justicia;  porque  hablaban  con  el  entendimiento,  pero  no 
sanaban  el  alma,  de  que  es  como  imagen  la  zarza  del 
Éxodo  (c),  queardia  y  no  quemaba ;  porque  era  cualidad 
de  la  ley  vieja,  que  alumbraba  el  entendimiento,  mas  no 
ponía  calor  á  la  voluntad.  Mas  Cristo  dio  ley  de  gracia, 
que  lanzada  en  la  voluntad,  cura  su  dañado  gusto  y  la 
sana,  y  la  aficiona  á  lo  bueno,  como  Jeremías  lo  pro- 
fetizó divinamen'e,  diciendo  {fl) : — Días  vendrán,  dice 
eLSeñor,  y  traeré  á  perfección  sobre  la  casa  de  Israel  y 
sobre  la  casa  de  Judá  un  nuevo  testamento,  no  en  la 
manera  del  que  hice  con  sus  padres  en  el  día  que  los 
así  de  la  mano  para  sacarlos  de  la  tierra  de  Eí.'ipIo,  por- 
que ellos  nopcr=evcron  en  él,  y  yo  los  desprecié  á  olios, 
dice  el  Señor.  Este  pues  es  el  testamento  que  yo  asen- 
taré con  la  casa  de  Israel  después  de  aquellos  días,  di- 
ce d  Señor;  asentaré  mis  leyes  en  su  alma  dellos  y  es- 
cribirélas  en  sus  corazones.  Y  yo  les  seré  Dios,  y  ellos 
me  serán  pueblo  sujeto ;  y  no  enseñará  alguno  de  allí 
adelante  á  su  prójimo  ni  á  su  hermano,  diciéndole  :  Co- 
noce al  Señor;  porque  todos  tendrán  conocimiento  de 
mí,  desde  el  menor  hasta  el  mayor  dellos,  porque  ten- 
dré piedad  de  sus  pecados,  y  do  sus  maldades  no  Icn- 
dr.';  mas  memoria  de  allí  en  adelante.  — 

)' Pues  estas  son  las  nuevas  leyes  de  Cristo,  y  s\i  mane- 
ra i:e  gobernación  particular  y  nueva.  Y  no  será  menes- 
ter que  loe  agora  yo  lo  que  ello  se  loa  ,  ni  me  será  ne- 


(ol  Jcrora.,  r.l,  V.  7,\. 
(d)  Jcrcm.,31,  u  v.  31. 


(i/ Joan.,  1,  T.  17.      (c  Exo(l.,3. 


LUIS  DE  LEÓN. 

cesarlo  que  refiera  los  bienes  y  las  ventajas  grandes  de 
aquesta  gobernación,  adonde  guia  el  amor  y  no  fuerza 
el  temor ;  adonde  lo  que  se  manda  se  ama ,  y  lo  que  se 
hace  se  desea  hacer;  adonde  no  se  obra  sino  lo  que  da 
gusto,  ni  se  gusta  sino  de  lo  que  es  bueno ;  adonde  el 
querer  el  bien  y  el  entender  son  conformes;  adonde 
para  que  la  voluntad  ame  lo  justo  en  cierta  manera,  no 
tiene  necesidad  que  el  entendimiento  se  lo  diga  y  de- 
clare. Y  así  desto  como  de  todo  lo  demás  que  se  ha 
dicho  hasta  aquí  se  concluye  que  este  Reyes  sempiter- 
no, y  que  la  razón  por  qué  Dios  le  llama  propiamente 
rey  suyo,  es  porque  los  otros  reyes  y  reinos,  como  lle- 
nos de  faltas,  al  fin  han  de  perecer,  y  de  hecho  perecen; 
mas  este,  como  reino  que  es  libre  de  todo  aquello  que 
trae  á  perdición  á  los  reinos,  es  eterno  y  perpetuo.  Por- 
que los  reinos  se  acaban  ó  por  tiranía  de  los  reyes,  por- 
que ninguna  cosa  violenta  es  perpetua ,  ó  por  la  mala 
cualidad  de  los  subditos,  que  no  les  consiente  que  entre 
sí  so  concierten,  ó  por  la  dureza  de  las  leyes  y  mane- 
ra áspera  de  la  gobernación;  de  todo  lo  cual,  como  por 
lo  dicho  se  ve,  este  rey  y  este  reino  carecen, 

))Que  ¿cómo  será  tirano  el  que  para  ser  compasivo 
de  los  trabajos  y  males  qiie  pueden  sucederá  los  suyos, 
hizo  primero  experiencia  en  sí  de  todo  lo  que  es  dolor 
y  trabajo?  O  ¿cómo  aspirará  á  la  tiranía  quien  tiene 
en  sí  todo  el  bien  que  puede  caber  en  sus  subditos ,  y 
que  así  no  es  rey  para  ser  rico  por  ellos,  sino  todos  son 
ricos  y  bienaventurados  por  él?  Pues  ¿los  subditos  en- 
tre sí  no  estarán  por  aventura  añudados  con  ñudo  per- 
petuo de  paz,  siendo  todos  nobles  y  nacidos  de  un  pa- 
dre y  dotados  de  un  mismo  espíritu  de  paz  y  nobleza? 

Y  la  gobernación  y  las  leyes  ¿quién  las  desechará  como 
duras,  siendo  leyes  de  amor?  Quiero  decir  tan  blandas 
leyes,  que  el  mandar  no  es  otra  cosa  sino  hacer  amar 
lo  que  se  manda.  Con  razón  pues  dijo  el  ángel  de  aques- 
te Rey  á  la  Virgen  (c): — Y  reinará  en  la  casa  de  Jacob, 
y  su  reino  no  tendrá  fin.  — Y  David  tanto  antes  desle 
su  glorioso  descendiente  cantó  en  el  salmo  72  (/")  lo 
que  Sabino,  pues  ha  tomado  este  oficio,  querrá  decir 
en  el  verso  en  que  lo  puso  su  amigo.»  Y"  Sabino  dijo  lue- 
go: «Debe  ser  la  parte,  según  sospecho,  adonde  dice 
de  aquesta  manera  : 

Serás  tpmido  lú  mientras  luciere 

E\  sol  y  luna,  y  cuanto 
La  rueda  de  los  siglos  se  volviere. 

Y  de  lo  que  toca  á  la  blandura  de  su  gobierno  y  á  la 
felicidad  de  los  suyos  dice  : 

Influirá  amoroso 
Cual  la  mcnuila  lluvia  y  cual  roclo 

l-"n  prado  dclciloso. 
Florerrrá  en  su  lionipo  el  poderlo 

Del  bien ,  y  una  pujanza 
De  paz  que  durará  no  un  siglo  solo.» 

Y  prosiguiendo  luego  Marcelo,  añadió  :  «Pues  ohra 
que  dura  siempre,  y  que  ni  el  tiempo  la  gasta  ni  la 
edad  la  envejece,  cosa  clara  es  que  es  obra  propia  y 
digna  de  Dios;  el  cual,  como  es  sempiterno,  así  se  pre- 
cia de  aquellas  cosas  que  hace  que  son  de  mayor  du- 
ración. Y  pues  los  demás  reyes  y  reinos  son,  por  sus 
defectos,  sujetos  á  fenecer,  y  á  la  fin  miserablemente 
(e)  Lucac,  1,  v.  32.    {/)  Píalm.  72, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIHRO  SEGUNDO. 


i33 


fenecen,  y  aqueste  Rey  nuestro  florece  y  se  aviva  mas 
con  la  edad,  sean  todos  los  reyes  de  Dios,  pero  este  so- 
lo sea  propiamente  su  Rey,  que  reina  sobre  todos  los 
demás,  y  que  pasados  todos  ellos  y  consumidos ,  tiene 
de  permanecer  para  siempre.»  Aquí  Juliano,  parecién- 
dole  que  Marcelo  concluía  ya  su  razón,  dijo  :  (lY  aun 
podéis,  Marcelo,  ayudar  esa  verdad  que  decis,  confir- 
mándola con  la  diferencia  que  la  Sagrada  Escritura  po- 
ne cuando  significa  los  reinos  de  la  tierra  ó  cuando 
habla  de  aqueste  reino  de  Cristo,  porque  dice*con  ella 
muy  bien.»  «Eso  mismo  queria  añadir,  dijo  entonces 
Marcelo ,  para  con  ello  no  decir  mas  deste  nombre.  Y 
así,  decis  muy  bien,  Juliano,  que  la  manera  diferente 
cómo  la  Escritura  nombra  estos  reinos,  ella  misma  nos 
dice  la  condición  y  perpetuidad  del  uno,  y  la  mudan- 
za y  fin  de  los  otros.  Porque  estos  reinos  que  se  le- 
vantan en  la  tierra,  y  se  e.xtienden  por  ella  y  la  ense- 
ñorean y  mandan,  los  profetas,  cuando  quieren  hablar 
dellos,  significanlos  por  nombres  de  vientos  ó  de  bes- 
tias brutas  y  fieras ;  mas  á  Cristo  y  á  su  reino  Uáman- 
le  monte. 

«Daniel,  hablando  de  las  cuatro  monarquías  que  ha 
nabido  en  el  mundo,  los  caldeos,  los  persas,  los  roma- 
nos, los  griegos,  dice  (a)  que  vio  los  cuatro  vientos,  que 
peleaban  entre  sí ;  y  luego  pone  por  su  orden  cuatro 
bestias,  unas  de  otras  diferentes  cada  una  en  su  signi- 
ficación. Y  Zacarías,  ni  mas  ni  menos  en  el  capítulo  6, 
después  de  haber  profetizado  é  introducido  para  el  mis- 
mo fin  de  significación  cuatro  cuadrigas  de  caballos 
diferentes  en  colores  y  pelo,  dice  (6) : — Aquestos  son 
los  cuatros  vientos.  —  Con  lo  demás  que  después  de 
aquesto  se  sigue.  Porque  á  la  verdad,  todo  este  poder 
temporal  y  terreno  que  manda  en  el  mundo,  tiene  mas 
de  estruendo  que  de  sustancia ;  y  pásase  como  en  el 
aire  volando,  y  nace  de  pequeños  y  ocultos  principios. 
Y  como  las  bestias  carecen  de  razón  y  se  gobiernan 
por  fiereza  y  por  crueldad,  así  lo  que  ha  levantado  y 
levanta  estos  imperios  de  tierra  es  lo  bestial  que  hay 
en  los  hombres :  la  ambición  fiera  y  la  codicia  desor- 
denada del  mundo,  y  la  venganza  sangrienta  y  el  co- 
raje, la  braveza  y  la  cólera  y  lo  demás  que  como  esto  es 
fiero  y  bruto  en  nosotros ;  y  así  finalmente  perecen.  Mas 
á  Cristo  y  á  su  reino,  el  mismo  Daniel  una  vez  le  sig- 
nifica por  nombre  de  monte ,  como  en  el  capítulo  2  (c), 
y  otras  le  llama  hombre ,  como  en  el  capítulo  7 ,  de 
que  agora  decíamos.  Donde  se  escribe  {d)  que  vino 
uno  como  hijo  de  hombre,  y  se  presentó  delante  del 
anciano  de  días,  al  cual  el  anciano  dio  pleno  y  sempi- 
terno poder  sobre  las  gentes  todas.  Para  lo  primero, 
del  monte  ,  mostrar  la  firmeza  y  no  mudable  duración 
deste  reino;  y  en  lo  segundo,  del  hombre ,  declarar  que 
e,sta  santa  monarquía  no  nace  ni  se  gobierna ,  ni  por 
afectos  bestiales  ni  por  inclinaciones  del  sentido  des- 
ordenadas ,  sino  que  todo  ello  es  obra  de  juicio  y  de 
razón  ;  y  para  mostrar  que  es  monarquía  adonde  reina, 
no  la  crueldad  fiera,  sino  la  clemencia  humana  en  to- 
das las  maneras  que  he  dicho,  n 

Y  habiendo  dicho  esto  Marcelo,  calló ,  como  dispo- 
niéndose para  comenzar  otra  plática ;  mas  Sabino  an- 

(a)  Daniel,  7,  v.  2.    (ij  Zatliar.,  6,  v.  5.      {c)  Daniel,  2,  v.  5b. 
{d)  Ibidem,  7,  v.  13. 


tes  que  comenzase  le  dijo  :  «Si  me  dais  licencia,  Mar- 
celo, y  no  tenéis  mas  que  decir  acere  i  deste  nombro, 
os  preguntaré  dos  cosas  que  se  me  ofrecen,  y  de  la 
una  há  gran  rato  que  dudo,  y  de  la  otra  me  puso  ago- 
ra duda  aquesto  que  acabáis  de  decir.»  «Yueslra  es  la 
licencia,  respondió  entonces  Marcelo,  y  gustaré  mucho 
de  saber  qué  dudáis.»  «Comenzaré  por  lo  postrero,  res- 
pondió Sabino,  y  la  duda  que  se  rae  ofrece  es,  que  Da- 
niel y  Zacarías,  en  los  lugares  que  habéis  alegado,  po- 
nen solamente  cuatro  imperios  ó  monarquías  terrenas, 
y  en  el  hecho  de  la  verdad  parece  que  hay  cinco,  por- 
que el  imperio  de  los  turcos  y  de  los  moros,  que  agora 
florece,  es  diferente  de  los  cuatro  pasados,  y  no  me- 
nos poderoso  que  muchos  dellos ;  y  si  Cristo  con  su 
venida  y  levantando  su  reino  había  de  quitar  de  la 
tierra  cualquier  otra  monarquía,  como  parece  haberlo 
profetizado  Daniel  en  la  piedra  que  hirió  en  los  pies 
de  la  estatua,  ¿cómo  se  compadece  que  después  de  ve- 
nido Cristo,  y  después  de  haberse  derramado  su  doc- 
trina y  su  nombre  por  la  mayor  parte  del  mundo,  se 
levante  un  imperio  ajeno  de  Cristo  en  él,  y  tan  gran- 
de como  es  aqueste  que  digo?  Y  la  segunda  duda  es 
acerca  de  la  manera  blanda  y  amorosa  con  que  habéis 
dicho  que  gobierna  su  reino  Cristo.  Porque  en  el  sal- 
mo 2  y  en  oirás  partes  se  dice  del  (e)  que  regirá  coa 
vara  de  hierro,  y  que  desmenuzará  á  sijs  subditos  co- 
mo si  fuesen  vasos  de  tierra.  » 

«No  son  pequeñas  dificultades,  Sabino ,  las  que  ha- 
béis movido,  dijo  Marcelo  entonces ,  y  señaladamsnle 
la  primera  es  cosa  revuelta  y  de  duda,  y  adonde  qui- 
siera yo  mas  oír  el  parecer  ajeno  que  no  dar  el  mió. 
Y  aun  es  cosa  que  para  haberse  de  tratar  de  raíz  pi- 
de mayor  espacio  del  que  al  presente  tenemos.  Pero 
por  satisfacer  á  vuestra  voluntad,  diré  con  brevedad 
lo  que  al  presente  se  ofrece ,  y  lo  que  podrá  bastar  pa- 
ra el  negocio  presente. »  Y  luego  volviéndose  á  Sabino 
y  mirándole,  dijo:  «Algunos,  Sabino,  que  vos  bien  co- 
nocéis, y  á  quien  todos  amamos  y  preciamos  mucho 
por  la  e.vcelencia  de  sus  virtudes  y  letras,  han  queri- 
do decir  que  este  imperio  de  los  moros  y  de  los  tur- 
cos, que  agora  se  esfuerza  tanto  en  el  mundo,  no  es 
imperio  diferente  del  roinano,  sino  parte  que  procede 
del  y  le  constituye  y  compone.  \\o  que  dice  Zaca- 
rías de  la  cuadriga  cuarta,  cuyos  caballos  dice  que 
eran  manchados  y  fuertes ,  lo  declaran  así ,  que  sea 
aquesta  cuadriga  este  postrero  imperio  de  los  roma- 
nos ,  e!  cual  por  la  parte  del  que  son  los  moros  y  tur- 
cos se  llama  fuerte,  y  por  la  parte  del  occidental ,  que 
está  en  Alemania,  adonde  los  emperadores  no  succeden, 
sino  se  eligen  de  diferentes  familias ,  se  nombra  vano 
ó  manchado. 

»Y  á  lo  que  yo  puedo  juzgar,  Daniel  en  dos  lugares 
parece  que  favorece  algo  á  aquesta  sentencia.  Porque 
en  el  capítulo  2 ,  hablando  de  la  estatua  en  que  se  sig- 
nificó el  proceso  y  cualidades  de  todos  los  imperios 
terrenos ,  dice  {f)  que  las  canillas  della  eran  de  hierro, 
y  los  pies  de  hierro  y  de  barro  mezclados,  y  líis  cani- 
llas y  los  pies  ,  como  todos  confiesan ,  no  son  imagen 
de  dos  diferentes  imperios ,  sino  del  imperio  romano 
solo,  el  cual  en  sus  primeroí;  tiempos  fué  lodo  de  hler- 
(e)  Psalm,  2,  v.  9,     {fj  Dauiel,  2,  v.53, 


134  ODUAS  DE  FUAY 

ro,  por  rnzon  de  la  grandeza  y  fortaleza  suya;  que  pu-  I 
so  á  toda  la  redondez  debajo  de  sí;  mas  agora  en  lo  | 
último  lo  occidental  del  es  flaco  y  como  de  barro,  y  lo 
oriental,  que  tiene  en  Constantinopla  su  silla,  es  muy 
fuerte  y  muy  duro.  Y  que  este  hierro  duro  de  los  pies, 
que  según  aqueste  parecer  representa  á  los  turcos, 
nazca  y  proceda  del  hierro  de  las  canillas,  que  son  los 
antiguos  romanos ,  y  que  así  estos  como  aquellos  per- 
tenezcan á  un  mismo  reino,  parece  que  lo  testificó  Da- 
niel en  el  mismo  lugar,  cuando,  según  el  texto  latino, 
dice  (a)  que  del  tronco,  ó  como  si  dijésemos  déla  raiz 
del  hierro  de  las  canillas ,  nacia  el  hierro  que  se  mez- 
claba con  el  barro  en  los  pies.  Y  ni  mas  ni  menos  el 
mismo  profeta  en  el  capítulo  7,  en  la  cuarta  bestia 
terrible ,  que  sin  duda  son  los  romanos ,  parece  que 
afirma  lo  mismo;  porque  dice  {1)  que  tenia  diez  cuer- 
nos ,  y  que  después  le  nació  un  otro  cuerno  pequeño, 
que  creció  mucho  y  quebrantó  tres  de  los  otros.  El  cual 
cuerpo  parece  que  es  el  reino  del  turco,  que  comenzó 
de  pe  lueños  y  bajos  principios ,  y  con  su  gran  creci- 
miento tiene  ya  quebrantadas  y  sujetadas  á  sí  dos  si- 
llas poderosas  del  imperio  romano,  la  de  Constantino- 
pía  y  la  de  los  soldanes  de  Egipto ,  y  anda  cerca  de 
hacer  lo  mismo  en  alguna  de  las  otras  que  quedan.  Y 
si  este  cuerno  es  el  reino  del  turco,  cierto  es  que  este 
reino  es  parte  del  reino  de  los  romanos ,  y  parte  que 
se  encierra  en  él;  puosos  cuerno,  como  dice  Daniel, 
que  nace  en  la  cuarta  bestia ,  en  la  cual  se  representa 
el  imperio  romano,  como  dicho  es.  Así  que,  algunos  hay 
á  quienes  esto  parece,  según  los  cuales  se  respondo 
fácilmente,  Sabino,  á  vuestra  cuestión. 

»Pero  si  tengo  de  decir  lo  que  siento,  yo  hallé  siem- 
pre ea  ello  grandísima  dificultad.  Porque,  ¿qué  hay  en 
los  turcos  por  donde  se  puedan  llamar  romanos,  ó  su 
imperio  pueda  ser  habido  por  parte  del  imperio  romano? 
¿Linaje?  Por  la  historia  sahornos  que  no  lo  hay.  ¿Le- 
yes? Son  muy  diferentes.  ¿Forma  de  gobierno  y  de  re- 
pública? No  hay  cosa  en  que  menos  convengan.  ¿Len- 
gua, hábito,  estilo  de  vivir  ó  de  religión?  No  se  po- 
drán hallar  dos  naciones  que  mas  se  diferencien  en 
esto.  Porque  decir  que  pertenece  al  imperio  romano 
su  imperio  porque  vencieron  á  los  emperadores  roma- 
nos, que  tenían  en_ Constantinopla  su  silla,  y  derrocán- 
dolos della,  les  succedieron;  si  juzgamos  bien,  es  decir 
que  todos  los  cuatro  imperios  no  son  cuatro  diferentes 
imperios,  sino  solo  un  imperio  ¡porque  á  los  caldeos  ven- 
cieron los  persas,  y  les  succedieron  en  Uabilonia ,  fiue  era 
su  silla;  en  la  cual  los  persas  estuvieron  asentados  por 
muchos  años  hasta  que  succediendo  los  griegos,  y  sien- 
do su  capitán  Alejanilro,  se  la  dojaron  á  su  pesar;  y  á 
los  griegos  después  los  romanos  los  depusieron.  Y  así, 
si  el  succcder  en  el  imperio  y  asiento  mismo  hace  que 
sea  uno  mismo  el  imperio  de  los  que  succeden  y  de 
aquellos  á  quien  se  succe  le  ,  no  ha  habido  mas  de  un 
imperio  jamás.  Lo  cual,  í'abino,  como  vos  veis,  ni  se 
puede  cn'onder  bien  ni  decir.  Por  dunihí  al^-unas  ve- 
ces me  inclino  á  pensar  que  los  profetas  del  Viejo  Tes- 
timenlo  hicieron  mención  de  cuatro  reinos  solos,  co- 
mo, Sa'iino,  decis,  y  que  no  encerraron  en  ellos  el  man- 
do y  po  ler  de  los  turcos ,  ni  por  caso  tuvieron  luz  del. 
ifl)  Daniel,  2,  v.  33.     {b,  Ibidem,  7,  v.  O, 


LUIS  DE  LEÓN. 

Porque  su  fin  acerca  deste  arlículo  era  profetizar  el 
orden  y  succesion  de  los  reinos  que  había  de  haber  en 
la  tierra,  hasta  que  comenzase  en  ella  á  descubrirse 
el  reino  de  Cristo,  que  era  el  blanco  de  su  profecía ,  y 
aquello  de  cuyo  feliz  principio  y  suceso  querían  dar 
noticia  á  las  gentes.  Mas  si  después  del  nacimiento  de 
Cristo  y  de  su  venida ,  y  del  comienzo  de  su  reinar, 
y  en  el  mismo  tiempo  en  que  va  agora  reinando  con 
la  espada  en  la  mano ,  y  venciendo  á  sus  enemigos,  y 
escogiendo  de  entre  ellos  á  su  Iglesia  querida  para 
reinar  él  solo  en  ella  gloriosa  y  descubiertamente  por 
tiempo  perpetuo;  así  que,  si  en  este  tiempo  que  digo, 
desde  que  Cristo  nació  hasta  que  se  cierren  los  siglos, 
se  había  de  levantar  en  el  mundo  algún  otro  imperio 
terreno  fuerte  y  poderoso,  y  no  menor  que  los  cua- 
tro pasados;  de  eso,  como  de  cosa  que  no  pertenecía 
á  su  intento,  no  dijeron  nada  los  que  profetizaron  an- 
tes de  Cristo,  sino  dejólo  eso  la  providencia  de  Dios 
para  descubrirlo  á  los  profetas  del  Testamento  Nuevo, 
y  para  que  ellos  lo  dejasen  escrito  en  las  escrituras 
que  del  los  la  Iglesia  tiene. 

))Y  así,  san  Juan  en  el  Apocalipsi,  si  yo  nome  engaño 
mucho,  hace  clara  mención,  clara  digo  cuanto  le  es 
dado  al  profeta,  desle  imperio  del  turco,  y  no  como  de 
imperio  que  pertenece  á  ninguno  de  los  cuatro  de  quien 
en  el  Testamento  Viejo  se  dice,  sino  como  de  imperio 
diferente  dellos,  y  quinto  imperio.  Porque  dice  en  el 
capítulo  13  (c)  que  vio  una  bestia  que  subía  de  la 
mar,  con  siete  cabezas  y  diez  cuernos  y  otras  tantas 
coronas,  y  que  ella  era  semejante  á  un  pardo  en  el 
cuerpo,  y  que  los  pies  eran  como  de  oso,  y  la  boca  se- 
mejante á  la  del  león ,  y  no  podemos  negar  sino  que 
esta  bestia  es  imagen  de  algún  grande  reino  é  imperio, 
así  por  el  nombre  de  bestia  como  por  las  coronas  y 
cabezas  y  cuernos  que  tiene,  y  señaladamente  por- 
que, declarándose  el  mismo  san  Juan,  dice  poco  des- 
pués que  le  fué  concedido  á  esta  bestia  que  moviese 
guerra  á  los  santos  y  que  los  venciese,  y  que  le  fué 
dado  poderío  sobre  todos  los  tribus  y  pueblos  y  len- 
guas y  gentes.  Y  así  como  es  averiguado  esto,  así  tam- 
l)ien  es  cosa  evidente  y  notoria  que  esta  bestia  no  es 
alguna  de  las  cuatro  que  vio  Daniel ,  sino  muy  diferen- 
te de  todas  ellas ,  así  como  la  pintura  que  della  hace 
san  Juan  es  muy  diferente.  Luego  si  esta  bestia  es 
imagen  de  reino,  y  es  bestia  desemejante  de  las  cuatro 
pasadas,  bien  se  concluye  que  había  de  haber  en  la 
tierra  un  imperio  quinto  después  del  nacinn'ento  de 
Cristo,  demás  de  los  cuatro  que  vieron  Zacarías  y  Da- 
niel ,  que  es  este  que  vemos. 

))Y  á  lo  que,  Sabino,  decís,  que  si  Cristo  naciendo  y 
comenzando  á  reinar  por  la  predicación  de  su  dichoso 
Evangelio,  había  de  reducir  á  polvo  y  á  nada  los  rei- 
nos y  principados  del  suelo,  como  lo  figuró  Daniel  en 
la  piedra  que  hirió  y  deshizo  la  estatua,  ¿cómo  se  com- 
padecía que  después  de  nacido  él ,  no  solo  durase  ci 
imperio  romano,  sino  naciese  y  se  levantase  otro  tan 
poderoso  y  tan  grande?  A  esto  se  ha  de  decir,  y  es  co- 
sa muy  d'gna  de  que  se  advierta  y  entienda,  que  este 
golpe  que  dio  en  la  estatua  la  piedra,  y  este  herir  Cris- 
to y  desmenuzar  los  reinos  del  numdo,  no  es  golpe 
(r)  Aiiocalip.,  13.,  v.l. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.  — LIBRO  SEGUNDO. 


13a 


que  se  dio  en  un  breve  tiempo  y  se  pasó  luego,  ó  gol- 
pe que  hizo  todo  su  efecto  junto  en  un  mismo  instante, 
sino  golpe  que  se  comenzó  á  dar  cuando  se  comenzó  á 
predicar  el  Evangelio  de  Cristo,  y  se  dio  después  en  el 
discurso  de  su  predicación  ,  y  se  va  dando  agora ,  y  que 
durará  golpeando  siempre,  y  venciendo  hasta  que  todo 
lo  que  le  ha  sido  adverso,  y  en  lo  venidero  le  fuere, 
quede  deshecho  y  vencido.  De  manera  que  el  reino  del 
cielo,  comenzando  y  saliendo  á  luz,  poco  á  poco  va  hi- 
riendo la  estatua ,  y  persevera  hiriéndola  por  todo  el 
tiempo  que  tardare  él  de  llegar  á  su  perfecto  creci- 
miento y  de  salir  á  su  luz  gloriosa  y  perfecta.  Y  lodo 
aquesto  es  un  golpe  con  el  cual  ha  ido  deshaciendo 
y  continuamente  deshace  el  poder  que  Satanás  tenia 
usurpado  en  el  mundo,  derrocando  agora  en  una  gen- 
te, agora  en  otra,  sus  ídolos,  y  deshaciendo  su  adora- 
ción ;  y  como  va  venciendo  aquesta  dañada  cabeza,  va 
también  juntamente  venciendo  sus  miembros;  y  no 
tanto  deshaciendo  el  reino  terreno,  que  es  necesario 
en  el  mundo,  cuanto  derrocando  todas  las  condiciones 
de  reinos  y  de  gentes  que  le  son  rebeldes,  destruyen- 
do á  los  contumaces ,  y  ganando  para  sí  y  para  me- 
jor y  mas  bienaventurada  manera  de  reino  á  los  que 
se  le  sujetan  y  rinden.  Y  de  aquesta  manera,  y  de  las 
caídas  y  ruinas  del  mundo  saca  él  y  allega  su  Iglesia, 
para  en  teniéndola  entera ,  como  decíamos ,  todo  lo  de- 
más, como  á  paja  inútil ,  enviado  al  eterno  fuego,  y  él 
solo  con  ella  sola  abierta  y  descubiertamente  reinar 
glorioso  y  sin  fin.  Y  con  aquesto  mismo,  Sabino,  se 
responde  á  lo  que  últimamente  preguntastes. 

«Porque  habéis  de  entender  que  este  reino  de  Cris- 
to tiene  dos  estados,  así  respeto  de  cada  un  particular 
en  quien  reina  secretamente,  como  respeto  de  todos 
en  común ,  y  de  lo  manifiesto  del  y  de  lo  público.  El 
un  estado  es  de  contradicion  y  de  guerra ;  el  otro  será 
de  triunfo  y  de  paz.  En  el  uno  liene  Cristo  vasallos  obe- 
dientes, y  tiene  también  rebeldes;  en  el  otro  todo  le  obe- 
decerá y  servirá  con  amor.  En  este  quebranta  con  vara 
de  hierro  á  lo  rebelde,  y  gobierna  con  amor  á  lo  sub- 
dito; en  aquel  todo  le  será  subdito  de  volunlad.  Y  para 
declarar  esto  mai ,  y  tratando  del  reino  que  tiene  Cris- 
to en  cada  un  ánima  justa,  decimos  que  de  una  manera 
reina  Cristo  en  cada  uno  de  los  justos  aquí,  y  de  otra 
manera  reinará  en  el  mismo  después;  no  de  manera 
que  sean  dos  reinos,  sino  un  reino,  que  comenzando 
aquí,  dura  siempre ,  y  que  tiene  según  la  diferencia 
del  tiempo  diversos  estados.  Porque  aquí  lo  superior 
del  alma  está  sujeto  de  voluntad  á  la  gracia,  que  es 
como  una  imagen  de  Cristo  y  lugarteniente  suyo  he- 
cho por  él,  y  puesto  en  ella  por  él ,  para  que  le  presi- 
da y  le  dé  vida  ,  y  la  rija  y  gobierne.  Mas  rebelase 
contra  ella,  y  pretende  hacerle  contradicion  siguien- 
do la  vereda  de  su  apetito  la  carne  y  sus  malos  de- 
seos y  afectos.  Mas  pelea  la  gracia ,  ó  por  mejor  decir, 
Cristo  en  la  gracia  ,  contra  estos  rebeldes;  y  como  el 
hombre  consienta  ser  ayudado  della,  y  no  resista  á  su 
movimiento,  poco  á  poco  los  doma  y  los  sujeta,  y  va 
extendiendo  el  vigor  de  su  fuerza  insensiblemente  por 
todas  las  partes  y  virtudes  del  alma;  y  ganando  sus 
fuerzas,  derrueca  sus  malos  apetitos  della,  y  á  sus  de- 
seos, que  eran  como  sus  ídolos,  se  los  quita  y  desha- 


ce; y  finalmente,  conquista  poco  á  poco  todo  aqueste 
reino  nuestro  interior,  y  reduce  á  su  sola  obediencia 
todas  las  partes  del ;  y  queda  ella  hecha  señora  única, 
y  reina  resplandeciendo  en  el  trono  del  alma ,  y  no 
solo  liene  debajo  de  sus  pies  á  los  que  le  eran  rebel- 
des, mas  desterrándolos  del  alma  y  desarraigándolos 
della ,  hace  que  no  sean ,  dándoles  perfecta  muerte,  lo 
cual  se  pondrá  por  obra  enteramente  en  la  resurrec- 
ción postrera ,  adonde  también  se  acabará  el  primer 
estado  de  aqueste  reino ,  que  habernos  llamado  estado 
de-  guerra  y  de  pelea ,  y  comenzará  el  segundo  estado 
de  triunfo  y  de  paz. 

((Del  cual  tiempo  dice  bien  san  Macario  {a):  — Porque  • 
entonces,  dice,  se  descubrirá  por  defuera  en  el  cuerpo 
lo  que  agora  liene  atesorado  el  alma  dentro  de  sí ;  ansí 
como  los  árboles ,  en  pasando  el  invierno ,  y  habiendo 
tomado  calor  la  fuerza  que  en  ellos  se  encierra,  con  el 
sol  y  con  la  blandura  del  aire  arrojan  afuera  hojas  y 
flores  y  frutos.  Y  ni  mas  ni  menos  como  las  yerbas 
en  la  misma  sazón  sacan  afuera  sus  flores,  que  te- 
nían encerradas  en  el  seno  del  suelo,  con  que  la  tier- 
ra y  las  yerbas  mismas  se  adornan.  Que  todas  estas  co- 
sas son  imágenes  de  lo  que  será  en  aquel  dia  en  los 
buenos  cristianos.  Porque  todas  las  almas  amigas  de 
Dios,  esto  es,  todos  los  cristianos  de  veras  tienen  su 
mes  de  abril,  que  es  el  dia  cuando  resucitaren  ávida; 
adonde  con  la  fuerza  del  Sol  de  justicia  saldrá  afuera 
la  gloria  del  Espíritu  Santo^  que  cobijará  á  los  justos 
sus  cuerpos ,  la  cual  gloria  tienen  agora  encubierta  en 
el  alma;  que  lo  que  agora  tienen,  eso  sacarán  enton- 
ces á  la  clara  en  el  cuerpo.  Pues  digo  que  este  es  eP 
mes  primero  del  año ,  este  el  mes  con  que  todo  se  ale- 
gra ,  este  viste  los  desnudos  árboles  desatando  la  tier- 
ra, este  en  todos  los  animales  produce  deleite,  y  este 
es  el  que  regocija  todas  las  cosas ;  pues  este  por  la  mis- 
ma manera  es  en  la  resurrección  su  verdadero  abril  á 
los  buenos,  que  les  vestirá  de  gloria  los  cuerpos,  de 
la  luz  que  agora  contienen  en  sí  mismas  sus  almas; 
esto  es,  de  la  fuerza  y  poder  del  espíritu,  el  cual  en- 
tonces se  les  será  vestidura  rica ,  y  mantenimiento,  y 
bebida ,  y  regocijo,  y  alegría ,  y  paz,  y  vida  eterna.  — 
))Esto  dice  Macario.  Porque  de  allí  en  adelante  toda 
el  alma  y  lodo  el  cuerpo  quedarán  sujetos  perdurable- 
mente á  la  gracia,  la  cual,  así  como  será  señora  ente- 
ra del  alma ,  asimismo  liará  que  el  alma  se  enseño- 
ree del  todo  del  cuerpo.  Y  como  ella,  infundida  hasta 
lo  mas  íntimo  de  la  voluntad  y  razón ,  y  embebida  por 
todo  su  ser  y  virtud,  le  dará  ser  de  Dios  y  la  trans- 
formará cuasi  en  Dios ;  así  también  hará  que ,  lanzán- 
dose el  alma  por  todo  el  cuerpo,  y  actuándole  perfec- 
lísimamente ,  le  dé  condiciones  de  espíritu  y  cuasi  le 
transforme  en  espíritu.  Y  así,  el  alma  vestida  de  Dios 
verá  á  Dios,  y  tratará  con  él  conforme  al  estilo  del  cie- 
lo; y  el  cuerpo,  cuasi  hecho  otra  alma,  quedará  dota- 
do de  sus  cualidades  della;  esto  es,  de  inmortalidad, 
y  de  luz ,  y  de  ligereza,  y  de  un  ser  impasible;  y  am- 
bos juntos,  el  cuerpo  y.el  alma,  no  tendían  ni  otro  ser 
ni  otro  querer,  ni  otro  movimiento  alguno  mas  de  lo 
que  la  gracia  de  Cristo  pusiere  en  ellos,  que  ya  reina- 
rá en  ellos  para  siempre  gloriosa  y  pacífica.  Pues  lo 
(a)  HoDiil.  t5, 


Í3Q  OBRAS  DE  FRAY 

que  [oca  á  lo  público  y  universal  de  este  reino  va  tam-   I 
bien  por  la  misma  manera.  Porque  agora,  y  cuanto  clu-   i 
rare  la  succesion  de  estos  siglos,  reina  en  el  mundo  Cris- 
to con  contradicion ,  porque  unos  le  obedecen  y  otros   j 
se  le  rebelan ,  y  con  los  sujetos  es  dulce ,  y  con  los   \ 
rebeldes  y  contradicientes  tiene  gueira  perpetua.  Por 
medio  déla  cual ,  y  según  las  secretas  y  no  compre- 
hensibles  formas  de  su  infinita  providencia  y  poder, 
los  ha  ido  y  va  desbaciendo, 

«Primero,  como  decia,  derrocando  las  cabezas,  que 
son  los  demonios ,  que  en  contradicion  de  Dios  y  j.le 
Cristo,  ?e  habían  levantado  con  el  señorío  de  todos  los 
.hombres,  sujetándolos  á  sus  vicios  é  ídolos.  Así  que, 
primero  derrueca  á  estos,  que  son  como  los  caudillos  de 
to  la  la  infidelidad  y  maldad  ,  como  lo  vimos  en  los  si- 
glos pasados,  y  agora  en  el  nuevo  mundo  lo  vemos. 
Porque  sola  la  predicación  del  Evangelio,  que  es  de- 
cir la  virtud  y  la  palabra  de  solo  Cristo ,  es  lo  que 
siempre  ha  deshecho  la  adoración  de  los  ídolos.  Pues 
derrocados  estos ,  lo  segundo  á  los  hombres ,  que  son 
sus  miembros  dellos,  digo,  á  los  hombres  que  siguen 
su  voz  y  opinión ,  y  que  son  en  las  costumbres  y  con- 
diciones como  otros  demonios ,  los  vence  también ,  ó 
re;luciéndolo5  á  la  verdad,  ó  si  perseveran  en  la  men- 
tira duros ,  quebrándolos  y  quitándolos  del  mundo  y 
de  la  memoria.  Así  ha  ido  siempre  desde  su  principio 
el  Evangelio,  y  como  el  sol,  que  moviéndose  siempre 
y  enviando  siempre  su  luz,  cuando  amanece  á  los  unos, 
á  los  otros  se  pone;  así  el  lEvangelio  y  la  predicación 
de  la  doctrina  de  Cristo,  andando  siempre  y  corriendo 
de  unas  gentes  á  otras,  y  pasando  por  todas,  y  amane- 
ciendo á  las  unas,  y  dejando  las  que  alumbraba  antes 
en  oscuridad,  va  levantando  fieles  y  derrocando  im- 
perios ,  ganando  escogidos  y  asolando  los  que  no  son 
ya  de  provecho  ni  fruto. 

))Y  si  permite  que  algunos  reinos  infieles  crezcan  en 
señorío  y  poder,  hácelo  para  por  su  medio  dellos  traer 
á  perfección  las  piedras  que  edifican  su  Iglesia;  y  así, 
aun  cuando  estos  vencen,  él  vence  y  vencerá  siempre, 
é  irá  por  esta  manera  de  continuo  añadiendo  nuevas 
■victorias,  hasta  que  cumpliéndose  el  número  determi- 
nado de  los  que  tiene  señalados  para  su  reino,  lodo  lo 
demás,  como  á  desaprovechado  é  inútil ,  vencido  ya  y 
convencido  por  sí,  lo  encadene  en  el  abismo,  donde  no 
parezca  sin  fin ;  que  será  cuando  tuviere  fin  este  siglo,  y 
entonces  tendrá  principio  el  segundo  estado  deste  gran 
reino,  en  el  cual  desechadas  y  olvidadas  las  armas, 
solo  se  tratará  de  descanso  y  de  triunfo,  y  los  buenos 
serán  puestos  en  la  posesión  de  la  tierra  y  del  cielo,  y 
!  reinará  Dios  en  ellos  solo  y  sin  término,  que  será  estado 
mucho  mas  feliz  y  glorioso  de  lo  que  ni  hablar  ni  pen- 
sar se  puede,  y  del  uno  y  del  otro  estado  escribió  san 
Pablo  maravillosamente,  aunque  con  breves  palabras. 
Dice  á  los  de  Corinlo  (a)  :  —  Conviene  que  reine  él 
hasta  que  ponga  á  lodos  sus  enemigos  debajo  de  sus 
pies,  y  á  la  postre  de  lodos  será  destruida  la  muerte  ene- 
miga. Porque  todo  lo  sujetó  á  sus  pies ,  mas  cuando 
flice  que  todo  le  está  sujeto,  sin  duda  se  entiende  todo, 
exce[ito  aquel  que  lo  sujetó.  Pues  ruíindo  l/ido  le  estu- 
viere sujeto,  entonces  el  mismo  hijo  estará  sujeto  á 

(o)  I,  Corint.,  1j,  v.2j. 


LUIS  DE  LEÓN. 

aquel  que  le  sujetó  á  él  todas  las  cosas,  para  que  Dios 

sea  en  todos  todas  las  cosas. — 

wDice  que  conviene  que  reine  Cristo  hasta  que  pon- 
ga debajo  de  sus  pies  á  sus  enemigos  y  hasta  que  deje 
en  vacío  á  todos  los  demás  señoríos ;  y  quiere  decir 
que  conviene  que  el  reino  de  Cristo  en  el  estado  que 
dec¡mo.>  de  guerra  y  de  contradicion  dure  lias'a  que, 
habiéndolo  sujetado  todo,  alcance  entera  victoria  de 
todo,  y  dice  que  cuando  hubiere  vencido  á  lo  demás, 
lo  postrero  de  todo  vencerá  á  la  muerte,  último  ene- 
migo; porque,  cerrados  los  siglos  y  deshechos  todos  los 
rebeldes,  dará  fin  á  la  corrupción  y  á  la  mudanza,  y  rc- 
sucilará  los  suyos  gloriosos  para  mas  no  morir,  y  con 
esto  se  acabará  el  primer  estado  de  su  reino  de  guerra, 
y  nacerá  la  vida  y  la  gloria  ,  y  lleno  de  despojos  y  de 
vencimientos,  presentará  su  Iglesia  á  su  Padre,  que  rei- 
nará en  ella  juntamente  con  su  Hijo  en  felicidad  sem- 
piterna. Y  dice  que  entonces,  esto  es,  en  aquel  estado 
segundo,  será  Dios  en  lodos  todas  las  cosas,  por  dos  ra- 
zones. Una  porque  todos  los  hombres  y  todas  las  parles 
y  sentidos  é  inclinaciones  que  en  cada  uno  dellos  hay, 
le  estarán  obedientes  y  sujetos,  y  reinará  en  ellos  la 
ley  de  Dios  sin  contienda,  que,  como  vemos  en  la  ora- 
ción que  el  Señor  nos  enseña,  estas  dos  cosas  andan 
juntas  ó  casi  son  una  misma,  el  reinar  Dios  y  el  cum- 
plir nosotros  su  voluntad  y  su  ley  enteramente,  así  co- 
mo se  cumple  en  el  ciclo.  Y  la  otra  razón  es  porque 
será  Dios  entonces  él  solo  y  por  sí  para  su  reino,  todo 
aquello  que  á  su  reino  fuere  neeesario  y  provechoso. 
Porque  él  les  será  el  príncipe  y  el  corregidor,  y  el  se- 
cretario y  el  consejero,  y  todo  lo  que  agora  se  gobierna 
por  diferentes  ministros,  él  por  sí  solo  lo  administrará 
con  los  suyos,  y  él  mismo  les  será  la  riqueza  y  el  dador 
dclia,  el  descanso,  el  deleüe,  la  vida. 

» Y  como  Platón  dice  del  oficio  del  rey,  que  ha  de 
ser  de  pastor,  así  como  llama  Homero  á  los  reyes,  por- 
que ha  de  ser  para  sus  subditos  lodo,  como  el  pastor 
para  sus  ovejas  lo  es ;  porque  él  las  apacienta  y  las  gu'a 
y  las  cura  y  las  lava  y  las  tresquila  y  las  recrea.  Asi 
Dios  será  entonces  con  su  dichoso  ganado  muy  mas 
perfecto  pas!or,  o  será  alma  en  el  cuerpo  de  su  Iglesia 
querida,  porque  junto  entonces  y  enlazado  con  ella,  y 
metido  por  toda  ella  por  manera  maravillosa  hasta  lo 
intimo,  así  como  agora  por  nuestra  alma  sentimos,  así 
en  cierta  manera  entonces  veremos  y  sentiremos  y  en- 
tenderemos, y  nos  moveremos  por  Dios,  y  Dios  echará 
rayos  de  sí  por  lodos  nuestros  sentidos,  y  nos  resplan- 
decerá por  los  rostros.  Y  como  en  el  hierro  encendido 
no  3C  ve  sino  fuego,  así  lo  que  es  hombre  casi  no  será 
sino  Dios,  que  con  su  Cristo  reinará  enseñoreado  per- 
feí'taniente  de  todos.  De  cuyo  reino  ó  de  la  felicidad 
de.-te  su  estado  postrero  ¿(|ué  podemos  mejor  decir 
(lue  lo  que  dice  el  Profeta  (6)?  — Di  alabanzas,  hijaile 
Sion;  gózate  con  júbilo,  Israel;  alégrate  y  regocíjate  de 
lodo  tu  corazón,  hija  de  Jerusalen ;  que  el  Señor  dio 
fin  á  lu  castigo,  apartó  de  tí  su  azote,  retiró  tus  ene- 
migos el  Rey  de  Israel.  El  Señor  en  medio  de  ti,  no  te- 
merás mal  de  aquí  adelante. —  O  como  otro  profeta  le 
dijo  (c)  :  — No  sonará  ya  de  allí  adela. ite  en  tu  tierra 
maldad  ni  injusticia,  ni  asolamiento  ni  dcstruiciou  ei\ 

i^b)  t;o¡.liün.,  3,  V.  14.      {c¡  Ebui.,  GO,  v.  18. 


DE  LOS  NOMBUES  DE  CRISTO.  — LIBRO  SEGUNDO. 


IT, 


tus  términos;  la  salud  se  enseñoreará  por  tus  muros,  y  ¡ 
en  las  puertas  tuyas  sonaní  voz  de  luor.  No  te  servirás 
de  allí  adelante  del  sol  para  que  te  alumbre  en  el  dia, 
ni  el  resplandor  de  la  luna  será  tu  lumbrera;  mas  el  Se- 
ñor mismo  te  valdrá  por  sol  sempiterno  y  será  lu  gloria 
y  tu  hermosura  tu  Dios.  No  se  pondrá  tu  sol  jamás  ni 
tu  luna  se  amenguará,  porque  el  Señor  será  tu  luz  per- 
petua, que  ya  se  fenecieron  de  tu  lloro  los  dias.  Tu 
pueblo  todo  serán  justos  todos,  heredarán  la  tierra  sin 
fin,  que  son  fruto  de  mis  posturas,  obra  de  mis  manos 
para  honra  gloriosa.  El  menor  valdrá  por  mil,  y  el  pe- 
queñito  mas  que  una  gente  fortisima ,  que  yo  soy  el 
Señor,  y  en  su  tiempo  yo  lo  haré  en  un  momento. —  Y 
en  otro  lugar  (a):  — Serán  alli  en  olvido  puestas  las 
congojas  primeras,  y  ellas  se  les  esconderán  de  los  ojos. 
Porque  yo  criaré  nuevos  cielos  y  nueva  tierra,  y  los  pa- 
sados no  serán  remembrados  ni  subirán  á  las  mentes. 
Porque  yo  criaré  á  Jerusalen  regocijo,  y  alegría  á  su 
pueblo,  y  me  regocijará  yo  en  Jerusalen,  y  en  mi  pue- 
blo me  gozaré.  Voz  de  lloro  ni  voz  lamentable  de  llanto 
no  será  ya  allí  mas  oída,  ni  habrá  mas  en  ella  niño  en 
dias  ni  anciano  que  no  cumpla  sus  años ,  porque  el  de 
cien  años,  mozo  perecerá,  y  el  que  de  cien  años  peca- 
dor fuere  será  maldito.  Edilicarán  y  morarán,  plantarán 
viñas  y  comerán  de  sus  frutos.  No  edificarán  y  mora- 
rán otros,  no  plantarán  y  será  de  otro  comido.  Porque 
conforme  á  los  dias  del  árbol  de-  vida,  será  el  tiempo 
del  vivir  de  mi  pueblo.  Las  obras  de  sus  manos  se  en- 
vejecerán por  mil  siglos.  Mis  escogidos  no  trabajarán 
en  vano  ni  engendrarán  para  turbación  y  trist(!za.  Por- 
que ellos  son  generaciones  de  los  benditos  de  Dios,  y 
es  lo  que  dallos  nace,  cual  ellos.  Y  será  que  antes  que 
levanten  la  voz,  admitiré  su  pedido,  y  en  el  menear  do 
la  lengua  yo  los  oiré.  El  lobo  y  el  cordero  serán  apa- 
centados como  uno,  el  león  comerá  heno  así  como  el 
buey,  y  polvo  será  su  pan  de  la  sierpe.  No  maleficiarán, 
no  contaminarán,  dice  el  Señor,  en  toda  la  santidad  do 
mi  monte. — »  Calló  Marcelo  un  poco  luego  que  dijo  es- 
to, y  luego  tornó  á  decir  :  a  Bastará,  si  os  parece,  para 
lo  que  toca  al  nombre  de  Rey  lo  que  habernos  agora 
dicho,  dado  que  miu^lio  mas  se  pudiera  decir;  mas  es 
bien  que  repartamos  el  tiempo  con  lo  que  resta.»  Y 
tornó  á  callar.  Y  descansando,  y  como  recogiéndose 
todo' en  sí  mismo  por  un  espacio  pequeño,  alzó  después 
los  ojos  al  cielo,  que  ya  estaba  sembrado  de  estrellas, 
y  teniéndolos  en  ellas  como  enclavados,  comenzó  á  de- 
cir así. 

§.  m. 

Explicase  qué  cosa  es  paz,  cómo  Cristo  es  su  autor,  y  por  tanto 
llamado  Principe  de  paz. 

«Cuando  la  razón  no  lo  demonstrara,  ni  por  otro  ca- 
mino se  pudiera  entender  cuan  amable  cosa  sea  la  paz, 
esta  vista  hermosa  del  cielo  que  se  nos  descubre  agora, 
y  el  concierto  que  tienen  entre  sí  aquestos  resplando- 
res que  lucen  en  él ,  nos  dan  dello  suficiente  testimo- 
nio. Porque  ¿qué  otra  cosa  es,  sino  paz,  ó  ciertamente 
una  imagen  perfecta  de  paz,  esto  que  agora  vemos  en 
el  cielo  y  que  con  tanto  deleite  se  nos  viene  á  los  ojus? 
Que  si  la  paz  es,  como  san  Agustín  breve  y  verdade- 

(a)  Esai. ,  65,  y.  íQ, 


ramenle  concluye,  una  orden  sosegada  ó  un  tener  so- 
siego y  firmeza  en  lo  que  pide  el  buen  orden,  eso  mis- 
mo es  lo  que  nos  descubre  agora  esta  imagen.  Adonde 
el  ejército  de  las  estrellas,  puesto  como  en  ordenanza 
y  como  concertado  por  sus  hileras,  luce  hermosísimo, 
y  adonde  cada  una  dellas  inviolablemente  guarda  su 
puesto,  adonde  no  usurpa  ninguna  el  lugar  de  su  ve- 
cina ni  la  turba  en  su  oficio,  ni  menos,  olvidada  del 
suyo,  rompe  jamás  la  ley  eterna  y  santa  que  le  puso  la 
Providencia,  antes  como  hermanadas  todas  y  como  mi- 
rándose entre  sí,  y  comunicando  sus  luces  las  mayores 
con  las  menores,  se  hacen  muestra  de  amor,  y  como 
en  cierta  manera  se  reverencian  unas  á  otras ,  y  to  las 
juntas  templan  á  veces  sus  rayos  y  sus  virtudes,  redu- 
ciéndolas á  una  pacífica  unidad  de  virtud,  de  parles  y 
aspectos  diferentes  compuesta,  universal  y  poderosa  so- 
bre toda  manera. 

»Y  si  así  se  puedo  decir,  no  solo  son  un  dechado  de 
paz  clarísimo  y  bello,  sino  un  pregón  y  un  loor  que  con 
voces  manifiestas  y  encarecidas  nos  notifica  cuan  ex- 
celentes bienes  son  los  que  la  paz  en  sí  contiene  y  los 
que  hace  en  todas  las  cosas.  La  cual  voz  y  pregón  sin 
ruido  se  lanza  en  nuestras  almas,  y  de  lo  que  en  ellas 
lanzada  hace,  se  ve  y  entiende  bien  la  eficacia  suya  y 
lo  mucho  que  las  persuade.  Porque  luego,  como  con- 
vencidas de  cuanto  les  es  útil  y  hermosa  la  paz,  se  co- 
mienzan ellas  á  pacificar  en  sí  mismas  y  á  poner  á  cada 
una  de  sus  partes  en  orden.  Porque  si  estamos  atentos 
á  lo  secreto  que  en  nosotros  pasa,  veremos  que  este  con- 
cierto y  orden  de  las  estrellas,  mirándolo,  pone  en 
nuestras  almas  sosiego,  y  veremos  que  con  solo  tener 
los  ojos  enclava.los  en  él  con  atención ,  sin  sentir  en 
qué  manera,  los  deseos  nuestros  y  las  afecciones  tur- 
badas que  confusamente  movían  ruido  en  nuestros  pe- 
chos do  dia,  se  van  quietando  poco  á  poco,  y  como 
adormeciéndose,  se  reposan,  tomando  cada  unasu  asien- 
to, y  reduciéndose  á  su  lugar  propio,  se  ponen  sin  sen- 
tir en  sujeción  y  concierto.  Y  veremos  que,  asi  como 
ellas  se  humillan  y  callan,  así  lo  principal  y  lo  que  es 
señorea  el  alma,  que  es  la  razón,  se  levanta  y  recobra 
su  derecho  y  su  fuerza,  y  como  alentada  con  esta  vista 
celestial  y  hermosa,  concibe  pensamientos  altos  y  dig- 
nos de  sí,  y  como  en  una  cierta  manera  se  recuerda  do 
su  primer  origen,  y  al  fin  pone  todo  lo  que  es  vil  y 
bajo  en  su  parte,  y  huella  sobre  ello.  Y  así,  puesta  ella 
en  sil  trono  como  emperatriz,  y  reducidas  á  sus  luga- 
res todas  las  demás  partes  del  alma,  queda  todo  el  hom- 
bre ordenado  y  pacifico. 

»Mas  ¿qué  digo  de  nosotros  que  tenemos  razón? 
Esto  insensible  y  aquesto  rudo  del  mundo,  los  elemen- 
tos y  la  tierra  y  el  aire  y  los  brutos  se  ponen  todos  en 
orden  y  se  quietan  luego  que  poniéndose  el  sol,  se  les 
representa  aqueste  ejército  resplandeciente.  ¿No  veis 
el  silencio  que  tienen  agora  todas  las  cosas,  y  cómo  pa- 
rece que  mirándose  en  este  espejo  bellísimo,  se  com- 
ponen todas  ellas  y  hacen  paz  entre  sí,  vueltas  á  sus 
lugares  y  oficios,  y  contentas  con  ellos?  Es  sin  duda  el 
bien  de  todas  las  cosas  universalmeale  la  paz;  y  así, 
donde  quiera  que  la  ven  la  aman.  Y  no  solo  ella,  mas 
la  vista  de  su  imagen  de  ella  las  enamora  y  las  enciende 
en  codicia  de  asemejársele,  porque  todo  se  inclina  la- 


138  OBRAS  DE  FRAY 

cil  y  cliilcemente  á  su  bien.  Y  aun  si  confesamos,  co- 
mo es  juslo  confesar,  l.i  verJail,  no  solamente  la  paz  es 
amada  generalmente  de  todos ,  mas  sola  ella  es  amada 
y  seguida  y  procurada  por  todos.  Porque  cuanto  se 
obra  en  esta  vida  por  los  que  vivimos  en  ella,  y  cuanto 
se  desea  y  afana ,  es  por  conseguir  este  bien  de  la  paz, 
y  este  es  el  blanco  adonde  enderezan  su  intento  y  el 
bien  á  que  aspiran  todas  las  cosas.  Porque  si  navega  el 
mercader  y  si  corre  las  mares ,  es  por  tenor  paz  con  su 
codicia ,  que  lo  solicita  y  guerrea.  Y  el  labrador  en  el 
sudor  de  su  cara  y  rompiendo  la  tierra  busca  paz,  ale- 
jando de  sí  cuanto  puede  al  enemigo  duro  de  la  pobre- 
za. Y  por  la  misma  manera,  el  que  sigue  el  deleite  y  el 
que  anbela  la  lionra  y  el  que  brama  por  la  venganza,  y 
finalmente,  todos  y  todas  las  cosas  buscan  la  paz  en  cada 
una  de  sus  pretensiones.  Porque ,  ó  siguen  algún  bien 
que  les  fídta,  ó  buyen  algún  mal  que  los  enoja. 

))Y  porque  a-i  el  bien  que  se  busca  como  el  mal  que 
se  padece  ó  se  teme,  el  uno  con  su  deseo  y  el  otro  con 
su  miedo  y  dolor,  turban  el  sosiego  del  alma  y  son 
como  enemigos  suyos,  que  le  bacen  guerra,  coligóse 
manifiestamente  que  es  liuir  la  guerra  y  buscar  la  paz 
todo  cuanto  se  bace.  Y  si  la  paz  es  tan  grande  y  tan 
único  bien ,  ¿quién  podrá  ser  príncipe  della,  esto  es, 
causador  della  y  principal  fuente  suya,  sino  eíe  mis- 
mo que  nos  es  el  principio  y  el  autor  de  todos  los  bie- 
nes, JesuciisLo,  Señor  y  Dios  nuesiro?  Porque  si  la  paz 
es  carecer  de  m;d  que  allige  y  de  deseo  que  atormenta, 
y  gozar  de  reposado  sosiego,  solo  él  bace  exentas  las 
almas  del  temer,  y  las  enriquece  por  tal  manera ,  que 
no  les  queda  cosa  que  poder  desear.  Mas  para  que  esto 
se  entienda ,  será  bien  que  digamos  por  su  orden  qué 
cosa  es  paz  y  las  diferentes  maneras  que  della  bay,  y  si 
Cristo  es  principe  y  autor  della  en  nosotros,  según  to- 
das sus  partos  y  maneras,  y  de  la  furnia  en  que,  cómo 
es  su  autor  y  su  principe.  » 

«Lo  primero  dosio  que  proponéis,  dijo  entonces  Sa- 
bino, paréccino,  Marcelo,  que  está  ya  ileclarado  por  vos 
en  lo  que  liabeis  diclio  basta  agora,  adonde  lo  probastes 
con  la  autoridad  y  testimonio  de  san  Agustín.»  «Es  ver- 
dad que  dije,  respondió  luego  Marcelo ,  que  la  paz ,  se- 
gún dice  san  Agustín ,  es  no  otra  cosa  sino  una  orden 
sosegada  ó  un  sosiego  ordenado.  Y  aunque  no  pienso 
agora  determinarla  por  oira  manera ,  porque  esta  de  san 
Agustín  me  contenía,  todavía  quiero  insistir  algo  acerca 
de  eslo  mi-nio  que  san  Agustín  dice ,  para  dejarlo  mas 
entcramen'e  entendido.  Porque,  como  veis,  Sabino,  se- 
gún esta  sentencia,  dos  cosas  diferentes  son  las  de  que 
se  hace  la  paz ,  conviene  á  saber,  sosiego  y  orden.  Y 
liácese  dclla  asi,  que  no  será  paz  sí  alguna  dellas,  cual- 
quiera que  sea,  le  faltare.  Porque  lo  primero,  la  paz 
pide  orden,  ó  [lOr  mejor  decir,  no  es  ella  oIra  cosa  sino 
que  cada  una  cosa  guarde  y  conserve  su  orden.  Que  lo 
alto  esté  en  su  lugar,  y  lo  bajo,  por  la  misma  manera, 
que  obedezca  lo  que  lia  de  servir,  y  lo  que  es  de  suyo 
señor  que  sea  servido  y  obedecido;  que  baga  cada  uno 
BU  oficio,  y  que  responda  á  los  otros  con  el  respeto  que 
li  cada  uno  se  debe.  Pide  lo  sogundo ,  sosiego  la  paz. 
Porque,  aunque  muclias  personas  en  la  república,  ó  nm- 
cbas  [.artes  en  el  alma  y  en  el  cuerpo  del  bombre  con- 
serven entre  sí  su  debido  orden,  y  se  nianlengau  cada 


LUIS  DE  LEÓN. 

una  en  su  puesto ,  pero  sí  las  mismas  están  como  bu- 
Uiendo  para  desconcertarse,  y  como  forcejeando  entre 
sí  para  salir  de  su  orden ,  aun  antes  que  consigan  su 
intento  y  se  desordenen,  aquel  mismo  bullicio  suyo  y 
aquel  movimiento  destierra  la  paz  dellas,  y  el  moverse 
ó  el  caminar  á  la  desorden  ,  ó  siquiera  el  no  tener  en 
la  orden  estable  firmeza,  es  sin  duda  una  especie  de 
guerra. 

«Por  manera  que  la  orden  sola  sin  el  reposo  no  bace 
paz,  ni  al  revés,  el  reposo  y  sosiego,  si  le  falta  la  orden. 
Porque  una  desorden  sosegada ,  si  puede  babor  sosie- 
go en  la  desorden ,  pero  sí  le  bay ,  como  de  becbo  le 
parece  baber  en  aquellos  en  quien  la  grandeza  de  la 
maldad,  confirmada  con  la  larga  costumbre ,  amorti- 
guando el  sentido  del  bien ,  bace  asiento.  Asi  que ,  el 
reposo  en  la  desorden  y  mal  no  es  sosiego  de  paz  ,  si- 
no confirmación  de  guerra,  y  es,  como  en  las  enferme- 
dades confirmadas  del  cuerpo,  pelea  y  contienda  y  ago- 
nía incurable.  Es  pues  la  paz  sosiego  y  concierto.  Y 
porque  aSí  el  sosiego  como  el  concierto  dicen  respeto 
á  otro  tercero,  por  eso  propiamente  la  paz  tiene  por 
sugeto  á  la  muchedumbre  porque  en  lo  que  es  uno,  y 
del  todo  sencillo,  sino  es  refiriéndolo  á  otro,  y  porros- 
peto  de  aquello  á  quien  se  refiere,  no  se  asienta  pro- 
piamente la  paz.  Pues  cuanto  á  este  propósito  perte- 
nece ,  podemos  comparar  el  bombre ,  y  referirlo  á  tres 
cosas  :  lo  ¡irimcro  á  Dios ,  lo  segundo  á  este  mismo 
hombre ,  considerando  las  partes  diferentes  que  tiene, 
y  comparándolas  entre  si,  y  lo  tercero  á  los  demás 
hombres  y  gentes  con  quien  vive  y  conversa.  Y  según 
estas  tres  comparaciones ,  entendemos  luego  que  pue- 
de baber  paz  en  él  por  tres  diferentes  maneras.  Una 
si  estuviere  bien  concertado  con  Dios,  otra  sí  él  den- 
tro de  sí  mismo  viviere  en  concierto,  y  la  tercera  si  no 
se  atravesare  ni  encontrare  con  otros. 

))La  primera  consiste  en  que  el  alma  esté  sujeta  á 
Dios  y  reiulida  á  su  voluntad ,  obedeciendo  entera- 
mente sus  leyes,  y  en  que  Dios,  como  en  sugeto  dis- 
puesto, mirándola  amorosa  y  dulcemente,  influya  el  fa- 
vor de  sus  bienes  y  dones.  La  segunda  está  en  que  la 
razón  mande,  y  el  sentido  y  los  movimientos  del  obe- 
dezcan á  sus  mandamientos,  y  no  solo  en  que  obedez- 
can, sino  en  que  obedezcan  con  presteza  y  con  gusto,  de 
manera  que  no  baya  alboroto  entre  ellos  ninguno  ni 
rebeldía,  ni  [trocure  ningiuio  ponpie  la  baya;  sino  que 
gusten  asi  todos  deleslar  auna,  y  les  sea  así  agradable 
la  conformidad,  que  ni  traten  de  salir  della,  ni  por  ello 
forcejoii.  La  tercera  es  dar  suderecbo  á  lodos  cada  uno, 
y  recibir  cada  uno  de  lodos  aquello  que  se  le  debe  sin 
pleito  ni  contienda.  Ca  la  una  deslas  jiaces  es  para  el 
liombre  de  grandísima  utilidad  y  provecho,  y  de  todas 
junlas  se  compone  y  fabrica  toda  su  felicidad  y  bicn- 
and;mza.  La  nulidad  do  la  pos! nn-a  manera  de  paz,  que 
nos  njimta  estrechamente,  y  nos  tiene  en  sosiego  á  los 
bomlircs  unos  con  otros,  cada  dia  hacemos  esiierien- 
cia  dolía ,  y  los  llorosos  males  que  nacen  do  las  con- 
tiendas y  de  las  diferencias  y  de  las  guerras  nos  la  ha- 
cen mas  conocer  y  símtir. 

);EI  b'on  de  la  segunda,  que  es  vivir  concertada  y 
pacíficamenlc  consigo  mismo,  sin  que  el  miedo  nos  es- 
tremezca ni  la  afición  nos  hiüamc,  ni  nos  saque  de 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


139 


nues!ros  quicios  la  alegría  vana  ni  la  Irisleza,  ni  me- 
nos el  dolor  nos  envilezca  y  encoja,  no  es  bien  tan  co- 
nocido por  la  experiencia,  porque,  por  nuestra  miseria 
grande,  son  muy  raros  los  que  hacen  experiencia  del; 
mas  convéncese  por  razón  y  por  autoridad  claramente. 
Porque  ¿qué  vida  puede  ser  la  de  aquel  en  quien  sus 
apelilos  y  pasiones,  no  guardando  ley  ni  buena  orden 
alguna,  se  mueven  conforme  á  su  antojo?  ¿La  de  aquel 
que  por  momentos  se  muda  con  aficiones  contrarias, 
y  no  solo  se  muda,  sino  muchas  veces  apetece  y  desea 
junlameule  lo  que  en  ninguna  manera  se  compadece 
esuir  junio?  ¿ya  alegre,  ya  triste,  ya  confiado,  ya  te- 
meroso, ya  vil,  ya  soberbio?  O  ¿qué  vida  será  la  de 
aquel  en  cuyo  ánimo  hace  presa  todo  aquello  que  se  le 
pone  delante?  ¿del  que  todo  lo  que  se  le  ofrece  al  sen- 
tido desea  ?  del  que  se  trabaja  por  alcanzarlo  todo,  y  del 
que  revienta  con  rabia  y  coraje  porque  no  to  alcanza? 
del  que  lo  alcanza  hoy,  lo  aborrece  mañana ,  sm  tener 
perseverancia  en  ninguna  cosa  mas  de  ser  inconstan- 
te? ¿Qué  bien  puede  ser  bien  entre  tanta  desigualdad? 
O  ¿cómo  será  posible  que  un  gusto  tan  turbado  halle 
sabor  en  ninguna  prosperidad  ni  deleite?  O  por  mejor 
decir,  ¿cómo  no  turbará  y  volverá  de  su  cualidad  ma- 
lo y  desabrido  á  lodo  aquello  que  en  él  se  infundiere? 
No  dice  esto  mal,  Sabino,  vuestro  poeta  (a) : 

A  quien  teme  ó  desea  sin  mesura, 
Su  casa  y  su  riqueza  ansí  le  agrada 
Como  á  la  visla  enferma  la  pintura, 

Como  á  la  gola  el  ser  muy  fomentada, 
O  como  la  vihuela  en  el  oido 
Que  la  podre  atormenta  amontonada. 

Sí  el  vaso  no  está  limpio,  corrompido, 
.\ceda  todo  aquello  que  infiindiercs. 

«Y  mejor  mucho  y  mas  brevemente  el  Profeta,  di- 
ciendo (6) :  —  El  malo  como  mar  que  hierve,  que  no 
tiene  sosiego.  —  Porque  no  hay  mar  brava  en  quien  lo- 
vientos  mas  furiosamente  ejecuten  su  ira,  que  iguale  á 
la  tempestad  y  á  la  tormenta ,  que  yendo  unas  olas  y 
viniendo  otras,  mueven  en  el  corazón  desordenado  del 
hombre  sus  apetitos  y  sus  pasiones.  Las  cuales  á  las 
veces  le  escurecen  el  dia,  y  le  hacen  temerosa  la  no- 
che, y  le  roban  el  sueño,  y  la  cama  se  la  vuelven  dura, 
y  la  mesa  se  la  hacen  trabajosa  y  amarga,  y  (inalincn- 
te,  no  le  dejan  una  Iiora  de  vida  dulce  y  apacible  de  ve- 
ras. Y  así,  concluye  diciendo  :  — Dice  el  Señor:  No  cabe 
en  los  malos  paz.  —  Y  si  es  tan  dañosa  aquesta  desor- 
den, el  carecer  della,  y  la  paz  que  la  contradice  y  que 
pone  orden  en  todo  el  hombre,  sin  duda  es  gran  bien. 
Y  por  semejante  manera  se  conoce  cuan  dulce  cosa  es 
y  cuan  importante  |s  el  andar  á  buenas  con  Dios  y  el 
conservar  su  amistad,  que  es  la  tercera  manera  de  paz 
que  decíamos,  y  la  primera  de  todas  tres.  Porque  de 
los  efectos  que  hace  su  ira  en  aquellos  contra  quien 
mueve  guerra,  vemos  por  vista  de  ojos  cuan  provecho- 
sa é  importante  es  su  paz. 

Jeremías,  en  nombre  de  Jerusalen,  encarece  con  lloro 
el  estrago  que  hizo  en  ella  el  enojo  de  Dios ,  y  las  mi- 
serias á  que  vino  por  haber  trabado  guerra  con  él  (c) : 
— Quebrantó,  dice,  con  ira  y  braveza  toda  la  fortaleza 


(01  Horat.Jib.l,  cpist.  2. 
(c)  Tren.,  2,  v.  3. 


(*)  Esai.,  57,  y.  20, 


de  Israel,  hizo  volver  atrás  su  nr.no  derecha  delante  del 
enemigo,  y  encendió  en  Jacob  como  una  llama  de  fue- 
go abrasante  en  derredor.  Flechó  su  arco  como  con- 
trario, refirmó  su  derecha  como  enemigo,  y  puso  á  cu- 
chillo todo  lo  hermoso  y  todo  lo  que  era  de  ver  en  la 
morada  de  la  hija  de  Sion;  derramó  como  fuego  su  gran 
coraje.  Volvióse  Dios  eaomigo,  despeñó  á  Israel ,  asoló 
sus  muros,  deshizo  sus  reparos,  colmó  á  la  hija  de  Judá 
de  bajeza  y  miseria.  — Y  va  por  aquesta  manera  prosi- 
guiendo muy  largamente.  Mas  en  el  libro  de  Job  se  vo 
como  dibujado  el  miserable  mal  que  pone  Dios  en  el 
corazón  de  aquellos  contra  quien  se  muestra  enojado(r/): 
—  Sonido,  dice,  de  espanto  siempre  en_  sus  orejas, 
y  cuando  tiene  paz,  se  rocela  de  alguna  celada ;  no  cree 
■poder  salir  de  tinieblas,  y  mira  en  derredor,  recatándose 
por  todas  partes  de  la  espada,  atemorízale  la  tribula- 
ción y  cércale  á  la  redonda  la  angustia. — Y  sobre  to- 
dos refiriendo  Job  sus  dolores,  pinta  singularmente  en 
sí  mismo  el  estrago  que  hace  Dios  en  los  que  se  enoja. 
Y  decirlo  he  en  la  manera  que  nuestro  común  amigo 
cu  verso  castellano  lo  dijo.  Dice  pues: 

Veo  que  Dios  los  pasos  me  iia  tomado, 
Corlándome  la  senda,  y  con  escura 
Tiniebla  mis  caminos  ha  cerrado. 

Quitó  de  mi  cabeza  la  hermosura 
Del  rico  resplandor  con  que  iba  al  cielo; 
Desnudo  me  dejó  con  mano  dura. 

Cortóme  en  derredor,  y  vine  al  suelo 
Cual  árbol  dcrrocailo,  mi  esperanza 
El  viento  la  llevó  con  presto  vuelo. 

Mostró  de  su  furor  la  gran  pujanza, 
Airado,  y  triste  yo,  como  sí  fuera 
Contrario,  asi  de  sí  me  aparta  y  lanza. 

Corrió  como  en  tropel  su  escuadra  llera, 

Y  vino  y  i)nso  cerco  á  mi  morada , 

Y  abrió  por  medio  della  yran  carrera 

))Y  si  del  tener  por  contrario  á  Dios,  y  del  andar  en 
bandos  con  él  nacen  estos  daños,  bien  se  entiende  que 
carccr-rá  dellos  el  que  se  conservare  en  su  paz  y  amis- 
tad; y  no  solo  carecerá  destos  daños,  mas  gozará  de 
señalados  provechos.  Porque  como  Dios  enojado  y  ene- 
migo es  terrible,  así  amigo  y  pacífico  es  liberal  y  dul- 
císimo. Como  se  ve  en  lo  que  Isaía-  en  su  persona  del 
dice  que  hará  con  la  congregación  santa  de  sus  ami- 
gos y  justos  {e)  :  — Alegraos  con  Jerusulen,  dice,  y  re- 
gocijaos con  ella  todos  los  que  la  queréis  bien  ;  gózaos, 
gózaos  mucho  con  ella  todos  los  que  la  llorábadcs,  para 
que  á  los  pechos  de  su  contento  puestos,  los  gustéis  y 
os  harjeis,  para  que  los  exprimáis,  y  tengáis  sobra  de 
los  deleites  de  su  perfecta  gloria.  Porque  el  Señor  dice 
así :  Yo  derribaré  sobre  ella  como  un  rio  de  paz,  y  co- 
mo una  avenida  creciente  la  gloria  de  las  gentes,  de 
que  gozaréis;  traeros  han  á  los  pechos,  y  sobre  las  ro- 
dillas puestos,  os  harán  regalos;  como  si  una  madre  aca- 
riciase á  su  hijo,  así  yo  os  consolaré  á  vosotros;  con 
Jerusalen  seréis  consolados. — Así  que,  cada  una  destas 
tres  pnces  es  de  mucha  importancia.  Lns  cuales,  aun- 
que parecen  diferentes,  tienen  entre  sí  cierta  confor- 
midad y  orden ,  y  nacen  de  la  una  deltas  las  otras  por 
aques-a  manera.  Porque  del  estar  uno  concertado  y 
bien  compuesto  dentro  de  sí,  y  del  tener  paz  consigo 
mismo,  no  habiendo  en  él  cosa  rebelde  que  á  la  razón 

{d¡  Job.,  13,  V.  21.      (c)  Esai.,  últ.,  v.  10. 


140  OBRAS  DE  FRAY 

conlradiga,  nace  como  de  fuente;  lo  primero  el  estar 
en  concordia  con  Dios ,  y  lo  segundo  el  conservarse  en 
amistad  con  los  hombres. 

wY  digamos  de  cada  una  cosa  por  sí.  Porque,  cuanto 
á  lo  primero,  cosa  maniíiesta  es  que  Dios,  cuando  se 
nos  pacifica  y  de  enemigo  se  amista ,  y  se  desenoja  y 
ablanda,  no  se  muda  él,  ni  tiene  otro  parecer  ó  querer 
de  aquel  que  tuvo  dende  toda  la  eternidad  sin  princi- 
pio, por  el  cual  perpetuamente  aborrece  lo  malo  y  ama 
lo  bueno  y  se  agrada  dello;  sino  el  mudarnos  nosotros, 
usando  bien  de  sus  gracias  y  dones,  y  el  poner  en  or- 
den á  nuestras  almas,  quitando  lo  torcido  dellas  y  lo 
contumaz  y  rebelde,  y  pacificando  su  reino  y  ajustán- 
dolas  con  la' ley  de  Dios ;  y  por  este  camino,  el  quitar- 
nos del  cuento  y  de  la  lista  de  los  perdidos  y  torcidos- 
que  Dios  aborrece,  y  traspasarnos  al  bando  de  los  bue- 
nos que  Dios  ama,  y  ser  del  número  dellos,  eso  quita 
á  Dios  de  enojo  y  nos  torna  en  su  buena  gracia.  No 
porque  se  mude  ni  altere  él,  ni  porque  comience  a  amar 
agora  olra  cosa  diferente  de  lo  que  amó  siempre ;  sino 
l-orque,  mudándonos  nosolros,  venirnos  á  figurarnos  en 
aquella  manera  y  forma  que  á  Dios  siempre  fué  agra- 
dable y  amable.  Y  así  él,  cuando  nos  convida  á  su  amis- 
tad por  el  Profeta,  no  nos  dice  que  se  mudará  él,  sino 
pídenos  que  nos  convirtamos  á  él  nosotros ,  mudando 
nuestras  costumbres. — Convertios  á  mí,  dice  {a),  y  yo 
me  convertiré  á  vosotros.  —  Como  diciendo:  Volveos 
vosotros  á  mi ;  que  haciendo  vosotros  esto,  por  el  mis- 
mo caso  yo  estoy  vuelto  á  vosotros,  y  os  miro  con  los 
ojos  y  con  las  entrañas  de  amor  con  que  siempre  estoy 
mirando  á  los  que  debidamente  me  miran.  Que,  como 
dice  David  en  el  salmo  (6) :  — Los  ojos  del  Señor  sobre 
los  justos,  y  sus  oidos  en  sus  ruegos  dellos. — 

))Así  que,  él  mira  siempre  á  lo  bueno  con  vista  de 
aprobación  y  de  amor.  Porque,  como  sabéis.  Dios  y  lo 
que  es  amado  de  Dios  siempre  se  eslán  mirando  entre 
sí,  y  como  si  dijésemos:  Dios  en  e!  que  ama,  y  el  que 
ama  á  Dios,  en  ese  rncsmo  Dius  tiene  siempre  enclava- 
dos los  ojos.  Dios  mira  por  él  con  particular  providen- 
cia, y  él  mira  á  Dios  para  agradarle  con  solicitud  y  cui- 
dado. De  lo  primero  dice  David  en  el  salmo  (c) :  — Los 
ojos  del  Señor  sobre  los  justos ,  y  sus  oidos  á  sus  rue- 
gos dellos. —  De  lo  segundo  dicen  ellos  también  {d): — 
Como  los  ojos  de  los  siervos  miran  con  alencion  á  las 
manos  y  á  los  semblantes  de  sus  señores,  así  nuestros 
ojos  los  teneinos  (¡jados  en  Dios.  —  Y  en  los  Cantares 
pide  el  Esposo  al  ánima  jiisla  (r)  que  le  muestre  la  ca- 
ra, porque  ese  es  oficio  del  justo.  Y  á  muchos  justos, 
en  las  sagradas  letras  en  particular,  i)ara  decirles  Dios 
que  sean  justos  y  que  perseveren  y  se  adelanten  en  la 
virtud,  les  dice  así  y  les  ¡tidc  que  no  se  escondan  del, 
sino  que  anden  en  su  presencia  y  que  le  traigan  siem- 
pre delante.  Pues  cuando  dos  cosas  en  esta  manera  jun- 
tamente se  miran,  si  es  así  que  la  una  dellas  es  inmu- 
dable, y  si  con  eslo  acontece  (|ue  se  dejen  de  mirar  al- 
gún tiempo,  eso  de  necesidad  avendrá  ,  ponpic  la  otra 
que  se  jiodia  torcer,  usainlo  de  su  f)Oíler,  volvió  á  otra 
¡•arle  la  cara,  y  si  tornaren  á  mirarse  después,  será  la 
causa  itorque  aquella  misma  que  se  torció  y  escondió, 


(fl)  F.zocl).,  so,  V.  9.     {b)  Psrilm.  ó.",  v.  IC. 
(d)  ViAm.  Vil,  V.  2.    (c;  CíinUc.,2,  v.  14. 


(c)  Ibidem. 


LUIS  DE  LEÓN. 

volvió  otra  vez  su  rostro  hacia  la  primera,  mudándose. 

Y  de  aquesta  misma  manera,  estándose  Dios  firme  é  in- 
mudable en  sí  mismo,  y  no  habiendo  mas  alteración  en 
su  querer  y  entender  que  la  hay  en  su  vida  y  en  su  ser, 
porque  en  él  todo  es  una  misma  cosa ,  el  ser  y  el  que- 
rer; nuestra  mudanza  miserable  y  las  veces  de  nues- 
tro albedrio,  tp.ie  como  vientos  diversos  juegan  con  nos- 
otros, y  nos  vuelven  al  mal  por  momentos,  nos  llevan 
á  la  gracia  de  Dios  ayudados  della ,  y  nos  sacan  della 
con  su  propia  fuerza  mil  veces.  Y  mudándome  yo,  hago 
que  parezca  Dios  mudarse  conmigo,  no  mudándose  él 
nunca.  .\si  que,  por  el  mismo  caso  que  lo  torcido  de  mi 
alma  se  destuerce,  y  lo  alborotado  della  se  pone  en  paz 
y  se  vuelve,  vencidas  las  nieblas  y  la  tempestad  del  pe- 
cado á  la  pureza  y  á  lo  sereno  de  la  luz  verdadera,  Dios 
luego  se  desenoja  con  ella.  Y  de  la  paz  della  consigo 
misma  criada  en  ella  por  Dios,  nace  la  paz  segunda, 
que,  como  dijimos,  consiste  en  que  Dios  y  ella,  puestos 
aparte  los  enojos,  se  amen  y  quieran  bien.  Y  de  la  mis- 
ma manera,  el  tener  uno  paz  consigo  es  principio  cer- 
tísimo para  tenerla  con  todos  los  otros. 

Porque  sabida  cosa  es  que  lo  que  nos  diferencia  y 
lo  que  nos  pone  en  contienda  y  en  guerra  á  unos  con 
otros  son  nuestros  deseos  desordenados ,  y  que  la  fuen- 
te de  la  discordia  y  rencilla  siempre  es  y  fué  la  mala 
codicia  de  nuestro  vicioso  apetito.  Porque  todas  las  di- 
ferencias y  enojos  que  los  hombres  entre  sí  tienen  siem- 
pre se  fundan  sobre  la  pretensión  de  alguno  destos 
bienes  que  llaman  bienes  los  hombres,  como  son,  ó  el 
interés  ó  la  honra  ó  el  pasatiempo  y  deleite ,  que ,  co- 
mo son  bienes  limitados  y  que  tienen  su  cierta  tasa, 
habiendo  muchos  que  los  pretendan  sin  orden,  no  bas- 
tan á  todos,  ó  vienen  á  ser  para  cada  uno  menores;  y 
así,  embarazan  y  se  estorban  los  unos  á  los  otros  aque- 
llos que  sin  rienda  los  aman.  Y  del  estorbo  nace  el  dis- 
gusto y  el  enojo,  y  al  enojo  se  le  siguen  los  pleitos  y 
las  diferencias,  y  linalmente  las  enemistades  capitales 
y  las  guerras.  Como  lo  dice  Santiago,  casi  por  estas 
mismas  palabras  (/") :  — ¿De  dónde  hay  en  vosotros  plei- 
tos y  guerras ,  sino  por  causa  de  vuestros  deseos  ma- 
los?—  Y  al  revés,  el  hombre  de  ánimo  bien  compuesto 
y  que  conserva  paz  y  buena  orden  consigo,  tiene  ata- 
jadas y  como  cortadas  casi  todas  las  ocasiones,  y  cuan- 
to es  de  su  parle,  sin  duda  todas  las  que  le  pueden  en- 
contrar con  los  hombres.  Que  si  los  otros  se  desentra- 
ñan por  estos  bienes ,  y  si  á  rienda  suelta  y  como  des- 
alenlados  siguen  en  pos  del  deleite,  y  se  desvelan  por  las 
riquezas  y  se  trabajan  y  fatigan  por  subir  á  mayor  gra- 
do y  á  mayor  digniílad,  adelantándose  á  todos  este  que 
digo,  no  se  les  i)üne  delante  para  hacerles  dificultad  ó 
para  cerrarles  cli>aso,  antes  haciénflose  á  su  parle,  y  ri- 
co y  contento  con  los  bienes  que  posee  en  su  ánima,  les 
deja  á  los  demás  cami)0  ancho,  y  cuanto  es  de  su  parle 
bien  desembarazado,  adonde  á  su  contenió  se  espacien. 

Y  nadie  aborrece  al  (pie  en  ninguna  cosa  le  daña.  Y  el 
que  no  ama  lo  que  los  otros  aman,  y  ni  quiere  ni  pre- 
tende quitar  de  las  manos  y  de  las  uñas  á  ninguno  su 
bien,  no  (laña  á  ninguno. 

Asi  (jue,  como  la  piedra  que  en  el  edificio  está  asen- 
tada en  su  debido  lugar,  ó  por  decir  cosa  mas  propia, 
(/■}  Jacobi,  4,  V.  1, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO.   ' 


Ul 


como  la  cuerda  en  la  músico,  dobidomentc  templada  en 
sí  misma,  hace  música  dulce  con  todas  las  demás  cuer- 
das, sin  disonar  con  ninguna;  así  el  ánimo  bien  concer- 
tado dentro  de  sí,  y  que  vive  sin  alboroto,  y  tiene  siem- 
pre en  la  mano  la  rienda  de  sus  pasiones  y  de  todo  lo 
que  en  él  puede  mover  inquietud  y  bullicio,  consuena 
con  Dios  y  dice  bien  con  los  hombres,  y  teniendo  paz 
consigo  mismo ,  la  tiene  con  los  demás ;  y  como  diji- 
mos, aquestas  tres  paces  andan  eslabonadas  entre  sí  mis- 
mas, y  de  la  una  dellas  nacen,  como  de  fuente,  las  otras, 
y  esta  de  (juien  nacen  las  demás  es  aquella  que  tiene 
su  asiento  en  nosotros.  De  la  cual  san  Agustín  dice  bien- 
en  esta  manera  (a) : — Vienen  á  ser  pacíficos  en  sí  mis 
mos  los  que ,  poniendo  primero  en  concierto  todos  los 
movimientos  de  su  ánima,  y  sujetándolos  á  la  razón,  es- 
to es,  á  lo  principal  del  alma  y  espíritu,  y  teniendo  bien 
domados  los  deseos  carnales,  son  hechos  reino  de  Dios, 
en  el  cual  todo  está  ordenado;  así  que,  mande  en  el  hom- 
bre lo  que  en  él  es  mas  excelente  ,  y  lo  demás  en  que 
convenimos  con  los  animales  brutos  no  le  contradiga; 
y  eso  mismo  excelente,  que  es  la  razón,  esté  sujeta  á  lo 
que  es  mayor  que  ella,  esto  es,  á  la  verdad  misma,  y  al 
Hijo  unigénito  de  Dios,  que  es  la  misma  verdad.  Por- 
que no  le  será  posible  á  la  razón  tener  sujeto  lo  que  es 
inferior,  si  ella  á  lo  que  superior  le  es  no  sujetare  á  sí 
misma.  —  Y  esta  es  la  paz  que  se  concede  en  el  suelo 
á  los  hombres  de  buena  voluntad ,  y  la  en  que  consiste 
la  vida  del  sabio  perfecto. 

))Mas  dejando  esto  aquí,  averigüemos  afora  y  veamos, 
que  ya  el  tiempo  lo  pide,  qué  hizo  Cristo  para  poner  el 
reino  de  nuestras  almas  en  paz,  y  por  dónde  es  llama- 
do príncipe  della.  Que  decir  que  es  príncipe  de  aqlies- 
taobra,  es  decir,  no  solo  que  él  la  hace,  mas  que  es 
solo  él  el  que  la  puede  hacer,  y  que  es  el  que  se 
aventaja  entre  todos  aquellos  que  han  pretendido  el  ha- 
cer este  bien;  lo  cual  ciertamente  han  pretendido  mu- 
chos, pero  no  les  ha  sucedido  á  ninguno.  Y  así,  hal)e- 
raos  de  asentar  por  muy  ciertas  dos  cosas ,  una  que  la 
religión,  ó  la  policía,  ó  la  doctrina,  ó  maestría  que  no 
engendra  en  nuestras  ánimas  paz  y  composición  de 
afectos  y  de  costumbres,  no  es  Cristo  ni  religión  suya 
por  ninguna  manera;  porque,  como  sigue  la  luz  al  sol, 
así  este  beneficio  acompaña  á  Cristo  siempre,  y  es  in- 
falible señal  de  su  virtud  y  eficacia.  La  otra  cosa  es,  que 
ninguno  jamás,  aunque  lo  pretendieron  muchos,  pudo 
dar  aqueste  bien  á  los  hombres  sino  Cristo  y  su  ley. 
Por  manera  que  no  solamente  es  obra  suya  esta  paz, 
mas  obra  que  él  solo  la  supo  hacer,  que  es  la  causa  por 
donde  es  llamado  su  príncipe.  Porque  unos  atendiendo 
á  nuestro  poco  saber,  é  imaginando  que  el  desorden 
de  nuestra  vida  nacía  solamente  de  la  ignorancia,  pa- 
recióles que  el  remedio  era  desterrar  de  nuestro  enten- 
dimiento las  tinieblas  del  error,  y  así  pusieron  su  cui- 
dado y  diligencia  en  solamente  dar  luz  al  hombre  con 
leyes ,  y  en  ponerle  penas  que  le  indujesen  con  su  te- 
mor á  aquello  que  le  mandaban  las  leyes.  Desto,  como 
agora  decíamos ,  trató  la  ley  vieja,  y  muchos  otros  hom- 
bres que  ordenaron  leyes  atendieron  á  esto ,  y  mucha 
parte  de  los  antiguos  filósofos  escribieron  grandes  li- 
bros acerca  deste  propósito. 

(a)  Oe  serm.  Domiui  in  monte. 


«Otros,  considerando  la  fuerza  que  en  nosotros  tiene 
la  carne  y  la  sangre,  y  la  violencia  grande  de  sus  mo- 
vimientos, persuadiéronse  que  de  la  compostura  y 
complexión  del  cuerpo  manaban  como  de  fuente  la 
destemplanza  y  turbaciones  del  ánima ,  y  que  se  podría 
atajar  este  mal  con  solo  cortar  esta  fuente.  Y  por- 
que el  cuerpo  se  ceba  y  se  sustenta  con  lo  que  se 
come,  tuvieron  por  cierto  que  con  poner  en  ello  or- 
den y  tasa  se  reduciría  á  buena  orden  el  alma,  y  se 
conservaria  siempre  en  paz  y  salud.  Y  así,  vedaron  unos 
manjares,  los  que  les  pareció  que  comidos  con  su  vi- 
cioso jugo  acrecentarían  las  fuerzas  desordenadas  y 
los  malos  movimientos  del  cuerpo,  y  de  otros  señala- 
ron cuándo  y  cuánto  dellos  se  podía  comer,  y  ordena- 
ron ciertos  ayunos  y  ciertos  lavatorios,  con  otros  se- 
mejantes ejercicios,  enderezados  todos  á  adelgazar  el 
cuerpo,  criando  en  él  una  santa  y  limpia  templanza. 
Tales  fueron  los  filósofos  indios ,  y  muchos  sabios  de  los 
bárbaros  siguieron  por  este  camino ,  y  en  las  leyes  de 
Moisen  algunas  dellas  se  ordenaron  para  esto  tam- 
bién; mas  ni  los  unos  ni  los  otros  salieron  con  su  pre- 
tcnsión; porque,  puesto  caso  que  estas  cosas  sobredi- 
chas todas  ellas  son  útiles  para  conseguir  este  fin  de 
paz  que  decimos,  y  algunas  dellas  muy  necesarias, 
mas  ninguna  dellas,  ni  juntas  todas,  no  son  bastan- 
tes ni  poderosas  para  criar  en  el  alma  esta  paz  entera- 
mente, ni  para  desterrar  della,  ó  á  lo  menos  para  po- 
ner en  concierto  en  ella ,  aquestas  olas  de  pasiones  y 
movimientos  furiosos  que  la  alteran  y  turban.  Por- 
que habéis  de  entender  que  en  el  hombre,  en  quien 
hay  alma  y  hay  cuerpo,  y  en  cuya  alma  hay  voluntad 
y  razón ,  por  el  grande  estrago  que  hizo  en  él  el  peca- 
do primero,  todas  estas  tres  cosas  quedaron  misera- 
blemente dañadas.  La  razón  con  ignorancias,  el  cuer- 
po y  la  carne  con  sus  malos  siniestros,  dejados  sin  rien- 
da,  y  la  voluntad  ,  que  es  la  que  mueve  en  el  reino  del 
hombre ,  sin  gusto  para  el  bien  y  golosa  para  el  mal', 
y  perdidamente  inclinada,  y  como  despojada  del  alien- 
to del  cielo,  y  como  revestida  de  aquel  malo  y  ponzo- 
ñoso espíritu  de  la  serpiente ,  de  quien  esta  mañana 
tantas  veces  y  tan  largamente  decíamos. 

))Y  con  esto,  que  es  cierto,  habéis  también  de  enten- 
der que  destos  tres  males  y  daños,  el  de  la  voluntad  es 
como  la  raíz  y  el  principio  de  todos.  Porque,  como  en 
el  primer  hombre  se  ve  que  fué  el  autor  destos  males, 
y  el  primero  en  quien  ellos  hicieron  prueba  y  expe- 
riencia de  sí  mismos ,  el  daño  de  la  voluntad  fué  el 
primero,  y  de  allí  se  extendió,  cundiendo  la  pestilencia 
á  el  entendimiento  y  al  cuerpo.  Porque  Adán  no  pecó 
porque  primero  se  desordenase  el  sentido  en  él  ni  por- 
que la  carne  con  su  ardor  violento  llevase  en  pos  de  sí 
la  razón ,  ni  pecó  por  haberse  cegado  primero  su  en- 
tendimiento con  algún  grave  error;  que,  como  dice  san 
Pablo  (6),  en  aquel  artículo  no  fué  engañado  el  varón; 
sino  pecó  porque  quiso  lisamente  pecar;  esto  es,  por- 
que abriendo  de  buena  gana  las  puertas  de  su  volun- 
tad ,  recibió  en  ella  al  espíritu  del  demonio,  y  dándolo 
á  él  asiento,  la  sacó  á  ella  de  la  obediencia  de  Dios  y 
de  su  santa  orden  y  de  la  luz  y  favor  de  su  gracia.  Y 
hecho  una  por  una  este  daño,  luego  del  le  nació  en  el 
(í)_i,  Timot.,  2,  V.14. 


i 42  OBRAS  DE  FRAY 

cuerpo  desorden  y  en  la  razón  ceguedad.  Así  que  la 
fuente  de.  la  desventura  y  guerra  común  es  la  vo- 
luntad dañada  y  cómo  emponzoñada  con  esta  maldad 
primera. 

» Y  porque  los  que  pusieron  leyes  para  alumbrar  nues- 
tro error  mejoraban  la  razón  solamente ,  y  los  que  or- 
denaron la  dieta  corporal,  vedando  y  concediendo  manr 
jares,  templaban  solamente  lo  dañado  del  cuerpo;  y  la 
fuente  del  desconcierto  del  hombre  y  de  aquestas  des- 
órdenes todas  no  tenia  asiento  ni  en  la  razón  ni  en  el 
cuerpo,  sino,  como  babemos  dicho,  en  la  voluntad  mal 
tratada;  como  no  atajaban  la  fuente  ni  atinaban  ni 
podían  atinar  á  poner  medicina  en  aquesta  podrida 
raíz ,  por  eso  careció  su  trabajo  del  fruto  que  preten- 
dían. Solo  aquello  consiguió,  que  supo  conocer  esta 
origen ,  y  conocida,  tuvo  saber  y  virtud  para  poner  en 
ella  su  medicina  propia,  que  fué  Jesucristo,  nuestra 
verdadera  salud.  Porque  lo  que  remedia  este  mal  espí- 
ritu y  aqueste  perverso  brío,  con  que  se  corrompió  en 
su  primero  principio  la  voluntad,  es  un  otro  Espíritu 
Santo  y  del  cielo ,  y  lo  que  sana  esta  enfermedad  y  mal 
liácía  della ,  es  el  don  de  la  gracia ,  que  es  salud  y 
verdad.  Y  esta  gracia  y  aíjueste  espíritu  solo  Cristo 
pudo  merecerlo  y  solo  Cristo  lo  da;  porque,  como  de- 
ciamos  acerca  del  nombre  pasado ,  y  es  l)¡en  que  se 
torne  á  decir  para  que  se  entienda  mejor,  ponjue  es 
punto  de  grande  importancia,  no  se  puede  fahear  ni 
contrastar  lo  que  dice  san  Juan  (a):  —  Moisen  hizo  la 
ley,  mas  la  gracia  es  obra  de  Cristo. — 

wComo  si  en  mas  palabras  dijera  :  Esto,  que  es  hacer 
leyes  y  dar  luz  con  mandamientos  al  entendimiento  del 
hombre,  Moisen  lo  hizo  ,  y  muchos  otros  legisladores 
y  sabios  lo  intentaron  á  hacer,  y  en  parle  lo  hicieron; 
y  aunque  Cristo  también  en  esta  parte  sobró  á  todos 
ellos  con  mas  ciertas  y  mas  puras  leyes  que  hizo,  pe- 
ro lo  que  puede  enteramente  sanar  al  hombre,  y  lo  que 
es  sola  y  propia  obra  de  Cristo,  no  es  eso;  que  muy  bien 
se  compadecen  entendimiento  claro  y  voluntad  perver- 
sa, razón  desengañada  y  mal  inclinada  voluntad,  mas 
es  .sola  la  gracia  y  el  esiiírilu  bueno,  en  el  cual  ni  Moi- 
sen ni  ningún  otro  sabio  ni  criatura  del  mundo  tuvo 
poder  para  darlo,  sino  es  solo  Cristo  Jesús.  Lo  cual  es 
en  tanta  manera  verdad,  no  solo  que  Cristo  es  el  que 
nos  da  esta  medicina  eficaz  de  la  gracia ,  sino  que  so- 
la ella  es  la  que  nos  puede  sanar  enteramente,  y  que 
los  demás  medios  de  luz  y  ejercicios  de  vida  jamás  nos 
sanaron  ,  que  muchas  veces  aconteció  que  la  luz  que 
íilumhraba  el  entendimiento ,  y  las  leyes  que  le  eran 
como  aniorcha  jiara  descubrirle  el  camino  justo,  no 
solo  no  reme.liaron  el  mal  de  los  hombres,  mas  antes 
por  la  disposición  dellos  mala  les  acarrearon  daño  y 
enfermedad  notablemente  mayor.  Y  lo  que  era  bueno 
en  sí,  por  la  cualíílad  del  sugcto  enfermo  y  mal  sano, 
se  les  convertía  en  ponzoña  que  los  dañaba  mas,  como 
lo  escribe  expresamente  san  l'aiilo  (//jen  una  parte,  di- 
ciendo que  la  ley  le  quilo  la  vida  del  toilo;  y  en  otra, 
que  por  ocasión  de  la  ley  se  acn'fouló  y  salió  el  pe- 
cado como  de  madre;  y  en  otra,  dando  la  razón  deslo 
mismo,  porque  dice: — El  pecado  que  secom(;le  habien- 
do ley  es  pecado  en  manera  superlativa;— estoes,  ¡)or- 
(a)  Joan.,  1,  v.  'ól.     (b¡  Rom.,  '■>,  v.  20. 


LUIS  DE  LEÓN. 

que  se  peca  cuando  así  se  peca  mas  gravemente,  y  vie- 
ne asi  á  llegar  á  sus  mayores  quilates  la  malicia  de!  mal. 

))Púrque  á  la  verdad,  como  muestra  bien  Platón  en 
el  segundo  Alcibiades ,  á  los  que  tienen  dañada  la  vo- 
luntad, ó  no  bien  aficionada  acerca  del  liu  último  y 
acerca  de  aquello  que  es  lo  mejor ,  la  ignorancia  les  ci 
útil  las  mas  de  las  veces ,  y  el  saber  peligroso  y  dañoso, 
porque  no  les  sirve  de  freno  para  que  no  se  arrojen  al 
mal,  porque  sobrepuja  sobre  todo  el  desenfrenamiento, 
y  como  si  dijésemos  el  desbocamiento  de  su  voluntad 
estragada ;  sino  antes  les  es  ocasión ,  unas  veces  para 
que  pequen  mas  sin  disculpa,  y  otras  para  que  de  he- 
cho pequen  los  que  .«in  aquella  luz  no  pecaran.  Porque, 
por  su  grande  maldad  ,  que  la  tienen  ya  como  embe- 
bida en  las  venas ,  usan  de  la  luz ,  no  para  encaminar 
á  sus  pasos  bien,  sino  para  hallar  medios  é  ingenios 
para  atraer  á  ejecución  sus  perversos  deseos  mas  ftlcil- 
mente;  y  aprovéchanse  de  la  luz  y  del  ingenio ,  no  pa- 
ra lo  que  ello  es,  para  guia  del  bien,  sino  para  adalid 
ó  para  ingeniero  del  mal ;  y  por  ser  mas  agudos  y  mas 
sabios,  vienen  á  corromperse  mas  y  á  hacerse  peores. 
De  lo  cual  todo  resulta  que  sin  la  gracia  no  hay  paz 
ni  sakul,  y  que  la  gracia  es  obra  nacida  del  mereci- 
miento de  Cristo. 

»Mas  porque  esto  es  clai'o  y  certísimo,  veamos  agora 
qué  cosa  es  gracia  ó  qué  fuerza  es  la  suya ,  y  en  qué 
manera,  sanando  la  voluntad,  cria  paz  en  todo  el  hom- 
bre interior  y  exterior.»  Y  diciendo  esto  Marcelo,  puso 
los  ojos  en  el*gua,  que  iba  sosegada  y  pura,  y  relu- 
cían en  ella  como  en  espejo  todas  las  estrellas  y  her- 
mosura del  cielo ,  y  parecía  como  otro  cielo  sendjrado 
de  hermosos  luceros;  y  alargando  la  mano  hacia  ella, 
y  como  mostrándola ,  dijo  luego  a^í :  «Aquesto  mismo 
que  agora  aquí  vemos  en  esta  agua ,  que  parece  como 
un  otro  cielo  estrellado ,  en  parte  nos  sirve  de  ejemplo 
para  conocer  la  condición  de  la  gracia.  Porque,  así  co- 
mo la  imagen  del  cielo  recibida  en  el  agua,  que  es 
cuerpo  dis[)uesto  para  ser  como  es|)ejo,  al  parecer  de 
nuestra  vista  la  hace  semejante  á  sí  mismo;  así ,  como 
sabéis,  la  gracia  venida  al  alma  y  asentada  en  ella,  no 
al  j)arecer  de  los  ojos,  sino  en  el  hecho  de  la  verdad, 
la  asemeja  á  Dios  y  le  da  sus  condiciones  del,  y  la 
transforma  en  el  cielo  cuanto  le  es  posible  á  una  cria- 
tura que  no  pierde  su  propia  sustancia  ser  transfor- 
mada. Porijue  es  una  cualidad  ,  auntiue  criada,  no  do 
la  cualidad  ni  del  metal  de  ninguna  de  las  criaturas 
que  vemos  ,  ni  tal  cuales  son  todas  las  que  la  fuerza 
de  la  naturaleza  produce ,  que  ni  es  aire  ni  fuego  ni 
nacida  de  ningún  elemento,  y  la  materia  del  cielo  y 
los  cielos  mismos  le  reconocen  veril  aja  en  orden  de 
nacimiento  y  en  grado  mas  subido  de  origen.  I*orque 
lodo  aquello  es  natural  y  nacido  i>or  ley  natural ;  mas 
esta  es  sobre  todo  lo  que  la  naturaleza  puede  y  produ- 
ce. En  aquella  manera  nacen  las  cosas  con  lo  que  les 
es  natural  y  propio  y  como  debido  á  su  estado  y  á  su 
conilieion  ;  mas  lo  que  la  fíracia  da  ,  por  ninguna  ma- 
nera pude  ser  natural  á  ninguna  sustancia  criada, 
porque,  roino  dlf^o,  traspasa  sobre  todas  ellas,  y  es  co- 
mo im  retrato  de  lo  mas  [iropio  de  Dios ,  y  cosa  que  lo 
retrae  y  remedía  mucho,  lo  cual  no  puede  ser  natural 
sino  á  Dios. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SECUNDO. 


U3 


vDi  arte  que  la  gracia  es  una  como  deidad, y  una 
como  figura  viva  del  mismo  Cristo ,  que  puesta  en  el 
alma,  se  lanza  en  ella  y  la  deifica,  y  si  va  á  decir  ver- 
dad, es  el  alma  del  alma.  Porque,  así  como  mi  alma, 
abrazada  á  mi  cuerpo  y  extendiéndose  por  todo  é!, 
siendo  caedizo  y  de  tierra ,  y  de  suyo  cosa  pesadísima 
y  torpe,  le  levanta  en  pié  y  le  menea,  y  le  da  aliento  y 
espíritu ,  y  ansí  le  enciende  en  calor,  que  le  hace  co- 
mo una  llama  de  fuego  y  le  da  las  condiciones  del  fue- 
go, de  manera  que  la  tierra  anda,  y  lo  pesado  discur- 
re ligero,  y  lo  torpísimo  y  muerto  vive  y  siente  y  co- 
noce ;  así  en  el  alma ,  que  por  ser  criatura  tiene  con- 
diciones viles  y  bajas ,  y  que  por  ser  el  cuerpo  adonde 
vive  de  linaje  dañado,  está  ella  aun  mas  dañada  y  per- 
dida, entrando  la  gracia  en  ella  y  ganándola  llave  della, 
que  es  la  voluntad,  y  lanzándosele  en  su  seno  secreto, 
y  como  si  dijésemos  penetrándola  toda,  y  de  allí  exten- 
diendo su  vigor  y  virtud  por  todas  las  demás  fuerzas 
del  ánimo,  la  levanta  de  la  afición  de  la  tierra,  y  con- 
virtiéndola al  cielo  y  á  los  espíritus  que  se  gozan  en 
él,  le  da  su  estilo  y  su  vivienda,  y  aquel  sentimiento 
y  valor  y  alteza  generosa  de  lo  celestial  y  divino;  y  en 
una  palabra,  la  asemeja  mucho  á  Dios  en  aquellas  co- 
sas que  le  son  ú  él  mas  propias  y  mas  suyas ,  y  de  cria- 
tura que  es  suya  ,  la  hace  hija  suya  muy  semejante;  y 
finalmente,  la  hace  un  otro  Dios,  así  adoptado  por  Dios, 
que  parece  nacido  y  engendrado  de  Dios. 

))Y  porque ,  como  dijimos ,  entrando  la  gracia  en  el 
alma  y  asentándose  en  ella,  adonde  primero  prende  es 
la  voluntad  ,  y  porque  en  Dios  la  voluntad  es  la  misma 
ley  de  lodo  lo  justo,  y  esto  es  bien  lo  que  Dios  quiere, 
y  solamente  quiere  aquello  que  es  bueno ;  por  eso,  lo 
primero  que  en  la  voluntad  la  gracia  hace ,  es  hacer 
della  una  ley  eficaz  para  el  bien  ,  no  diciéndole  lo  que 
(S  bueno,  sino  inclinándola  y  como  enamorándola 
dello.  Porque ,  como  ya  habernos  dicho  ,  se  debe  en- 
tender que  esto  que  llamamos  ó  ley  ó  dar  ley  puede 
acontecer  en  dos  diferentes  maneras.  Una  es  la  ordi- 
naria y  usada ,  que  vemos  que  consiste  en  decir  y  se- 
ñalar á  los  hombres  lo  que  les  conviene  hacer  ó  no  ha- 
cer, escribiendo  con  pública  au!orid;ul  mandamientos 
y  ordenaciones  dello,  y  pregonándolas  públicamente. 
Otra  es  que  consiste,  no  tanto  en  aviso  como  en  incli- 
nación ,  que  se  hace  no  diciendo  ni  mandando  lo  bue- 
no ,  sino  imprimiendo  deseo  y  gusto  dello.  Porque  el 
tener  uno  inclinación  y  prontitud  para  alguna  otra 
cosa  que  le  conviene,  es  ley  suya  de  aquel  que  está  en 
aquella  manera  inclinado,  y  así  la  llama  la  filosofía; 
porque  es  lo  que  le  gobierna  la  vida,  y  lo  que  induce 
A  lo  que  le  es  conveniente ,  y  lo  que  le  endereza  por  el 
camino  de  su  provecho,  que  todas  son  obras  propias 
de  ley.  Así  es  ley  de  la  tierra  la  inclinación  que  tiene 
á  hacer  asiento  en  el  centro ,  y  del  fuego  el  apetecer 
lo  subido  y  lo  alto,  y  de  todas  las  criaturas  sus  leyes 
2on  aquello  mismo  á  que  las  lleva  su  naturaleza  propia. 
))La  primera  ley,  aunque  es  buena,  pero,  como  arriba 
está  dicho,  es  poco  eficaz  cuando  lo  que  se  avisa  es 
ajeno  de  lo  que  apetece  el  que  recibe  el  aviso,  como  lo 
es  en  nosotros  por  razón  de  nuestra  maldad.  Mas  la  se- 
gunda ley  es  en  grande  manera  eficaz,  y  esta  pone  Cristo 
con  la  gracia  en  nuestra  alma.  Porque  por  medio  della 


escribe  en  la  voluntad  de  cada  uno  con  amor  y  afición 
aquello  mismo  que  las  leyes  primeras  escriben  en  los 
papeles  con  tinta;  y  de  los  libros  de  pergamino  y  de  las 
tablas  de  piedra  ó  de  bronce,  las  leyes  que  estaban  es- 
culpidas en  ellas  con  pincel  ó  buril  las  tra'^pasa  la  gra- 
cia y  las  esculpe  en  la  voluntad.  Y  la  ley  que  por  de- 
fuera sonaba  en  los  oídos  del  hombre  y  le  aHigia  el  alma 
con  miedo,  la  gracia  se  la  encierra  dentro  del  seno,  y  se 
la  derrama  como  si  dijésemos  tan  dulcemente  por  las 
fuerzas  y  apetitos  del  alma,  que  se  la  convierte  en  su 
único  deleite  y  deseo;  y  finalmente,  hace  que  la  volun- 
tad del  hombre,  torcida  y  enemiga  de  ley,  ella  misma 
quede  hecha  una  justísima  ley,  y  como  en  Dios,  así  en 
ella  su  querer  sea  lo  justo,  y  lo  justo  sea  todo  su  deseo 
y  querer,  cada  uno  según  su  manera,  como  maravillo- 
samente lo  profetizó  Jeremías  en  el  lugar  que  está  di- 
cho. Queda  pues  concluido  que  la  gracia,  como  es  se- 
mejanza de  Dios,  entrando  en  nuestra  alma  y  pren- 
diendo luego  su  fuerza  en  la  voluntad  della,  la  hace  por 
participación,  como  de  suyo  es  la  de  Dios,  ley  é  incli- 
nación y  deseo  de  todo  aquello  que  es  justo  y  que  es 
bueno.  Pues  hecho  esto,  luego  por  orden  secreta  y  ma- 
ravillosa se  comienza  á  pacificar  el  reino  del  alma  y  á 
concertar  lo  que  en  ella  estalla  encontrado,  y  á  ser  des- 
terrado de  allí  todo  lo  bullicioso  y  desasosegado  que  la 
turbaba,  y  descúbrese  entonces  la  paz  y  muestra  la  luz 
de  su  rostro,  y  sube  y  crece,  y  finalmente  queda  reina 
y  señora. 

))Porque,  lo  primero,  en  estando  aficionada  por  vir- 
tud de  la  gracia,  en  la  manera  que  habernos  dicho,  la 
voluntad  luego  calla,  y  desaparece  el  temor  horrible  de 
la  ira  de  Dios,  que  le  movía  cruda  guerra  ,  y  que  po- 
niéndosele á  cada  momento  delante ,  la  traía  sobresal- 
tada y  atónita.  Así  lo  dice  san  Pablo  {a) :  — Justificados 
con  la  gracia,  luego  tenemos  paz  con  Dios. — Porque  no 
le  miramos  ya  como  á  juez  airado,  sino  como  á  padre 
amoroso,  ni  le  concebimos  ya  como  á  enemigo  nuestro 
poderoso  y  sangriento,  sino  como  á  amigo  dulce  y  blan- 
do. Y  como  por  medio  de  la  gracia  nuestra  voluntad 
se  conforma  y  se  asemeja  con  él,  amamos  á  lo  que  se 
nos  parece,  y  confiamos  por  el  mismo  caso  que  nos 
ama  él  como  á  sus  semejantes.  Lo  segundo,  la  voluntad 
y  la  razón,  que  estaban  hasta  aquel  punto  perdidamen'e 
discordes,  hacen  luego  paz  entre  sí;  porque  de  allí  ade- 
lante lo  que  juzga  la  una  parte,  eso  mismo  desea  la 
otra,  y  lo  que  la  voluntad  ama,  eso  mismo  es  lo  que 
aprueba  el  enlendimienfo.  Y  así  cesa  aquella  amarga  y 
continua  lucha,  y  aquel  alboroto  fiero,  y  aquel  con- 
tinuo reñir  con  que  se  despedazan  las  entrañas  del 
hombre,  que  tan  vivamente  san  Pablo  con  sus  divinas 
palabras  pintó  cuando  dice  (6)  : — No  hago  el  bien 
que  juzgo,  sino  el  mal  que  aborrezco  y  condeno.  Juzgo 
bien  de  la  ley  de  Dios,  según  el  hombre  interior,  pevo 
veo  otra  ley  en  mi  mismo  apetito,  que  contradice  á  la 
ley  de  mi  espíritu  y  me  lleva  cautivo  en  seguimiento 
de  la  ley  de  pecado,  que  en  mis  inclinaciones  tiene 
asiento.  Desventurado  yo,  y  ¿quién  me  podrá  librar  de 
la  maldad  mortal  deste  cuerpo?  — 

))Y  no  solamente  convienen  en  uno  de  allí  adelante 
la  razón  y  la  voluntad  ,  mas  con  su  bien  guiado  deseo 
(a)  Rom.,  3,  V.  24.      {b¡  Ibidem,  7,  t.  13. 


145  OBRAS  DE  FRAY 

deüa  y  con  el  fuego  ardiente  de  amor  con  que  apetece 
lo  bueno,  enciende  en  cierta  manera  luz,  con  que  la 
razón  viene  mas  enleramenle  en  el  conocimiento  del 
bien,  y  de  muy  conformes  y  de  muy  amistados  los  dos, 
vienen  á  ser  entre  sí  semejantes  y  casi  á  trocar  entre 
sí  sus  condiciones  y  oficios,  y  el  entendimiento  levanta 
luz  que  aficione,  y  la  voluntad  enciende  amor  que 
guie  y  alumbre,  y  casi  enseña  la  voluntad,  y  el  enten- 
dimiento apetece. 

))Lo  tercero,  el  sentido  y  las  fuerzas  del  alma  mas  vi- 
les, que  nos  mueven  con  ira  y  deseos  ,  con  los  demás 
apetitos  y  virtudes  del  cuerpo,  reconocen  luego  el  nuevo 
huésped  que  ha  venido  á  su  casa,  y  la  salud,  nuevo  va- 
lor que  para  contra  ellos  le  lia  venido  á  la  voluntad;  y 
reconociendo  que  bay  justicia  en  su  reino  y  quien  le- 
vante vara  en  él  poderosa  para  escarmentar  con  castigo 
á  lo  revoltoso  y  rebelde,  recógense  poco  á  poco,  y  como 
atemorizados  se  retiran,  y  no  se  atreven  ya  á  poner  unas 
veces  fuego  y  otras  veces  biclo,  y  continuamente  albo- 
roto y  desorden,  bulliciosos  y  desasosegados  como  an- 
tes solian;  y  si  se  ¡Ureven,  con  una  sofrenada  la  volun- 
tad sania  los  pacifica  y  sosiega,  y  crece  ella  cada  dia 
masen  vigor,  y  creciendo  siempre  y  entrañándose  de 
continuo  en  ella  mas  los  buenos  y  justos  deseos,  y  ha- 
ciéndolos como  naturales  á  sí,  pega  su  afición  y  talante 
á  las  otras  fuerzas  menores,  y  apartándolas  insensible- 
mente de  sus  malos  siniestros  y  como  desnudándolas 
dellos,  las  hace  á  su  condición  é  inclinación  della  mis- 
ma, y  de  la  ley  santa  de  amor  en  que  está  transformada 
por  gracia,  deriva  también  y  comunica  á  los  sentidos  su 
parle ;  y  como  la  gracia,  apoderándose  del  alma,  hace 
como  un  otro  Dios  á  la  voluntad,  asi  ella,  deificada  y  be- 
cha  del  sentido  como  reina  y  señora,  cuasi  le  convierte 
de  sentido  en  razón.  Y  como  acontece  en  la  naturale- 
za y  en  las  mudanzas  de  la  noche  y  del  dia,  que,  co- 
mo dice  David  en  el  salmo  (a) :  — En  viniendo  la  no- 
che salen  de  sus  moradas  las  fieras,  y  esforzadas  y  guia- 
das por  las  tinieblas,  discurren  por  los  campos  y  dan 
estrago  á  su  voluntad  en  ellos,  mas  luego  que  amanece 
el  dia  y  que  apunta  la  luz,  esas  mismas. se  recogen  y 
encuevan;  —  así  el  desenfrenamiento  fiero  del  cuerpo 
y  la  rebeldía  alborotadora  de  sus  movimiento;;,  que 
cuando  est;dja  en  la  noche  de  su  miseria  la  voluntad 
nuestra  caída,  discurrían  con  libertad  y  lo  metían  todo 
á  sangre  y  á  fuogo,  en  comenzando  á  lucir  el  rayo  del 
buen  amor  y  en  mostrándose  el  dia  del  bien ,  vuelve 
luego  el  pié  atrás  y  se  esconde  en  su  cueva,  y  deja  que 
lo  que  es  hombre  en  nosotros  salga  á  luz  y  haga  su 
oficio  sosegiida  y  pacíficamente  y  de  sol  á  sol. 

«Porque,  á  la  verdad,  ;.qué  es  lo  que  bay  en  el  cuerpo 
que  sea  poderoso  para  desasosegar  á  quien  es  regido 
por  una  voluntad  y  razón  semejante?  ;,Por  ventura  el 
deseo  de  los  bif  nos  desla  vida  le  solicitará ,  ó  el  temor 
de  los  males  della  le  romperá  su  reposo?  ¿Alterarse  ha 
con  amljícion  de  lionras  ó  con  amor  de  riquezas,  ó 
con  la  afición  de  los  fionzoñosos  deleites  dosalentado, 
saldrá  de  sí  mismo?  ¿Cómo  le  turbará  la  pobreza  al  que 
desla  vida  no  quiere  mas  de  una  estrecha  pasada?  Có- 
mo le  inquiclará  con  su  hambre  el  grado  rdlo  de  dig- 
nidades y  honras  al  que  huella  sobre  lodo  lo  que  se 

(a;  I'salm.  103,  v.  20. 


LUIS  DE  LEÓN. 

desprecia  en  el  suelo  ?  Cómo  la  adversidad ,  la  contra- 
dicion,  las  mudanzas  diferentes  y  los  golpes  de  la  for- 
tuna le  podrán  hacer  mella  al  que  á  todos  sus  bienes 
los  liene  seguros  y  en  sí?  Ni  el  bien  le  azozobra  ni  el 
mal  le  amedrenta,  ni  el  alegría  lo  engríe ,  ni  el  temor 
le  encoge,  ni  las  promesas  lo  llevan,  ni  las  amenazas 
le  desquician,  ni  es  tal  que  lo  próspero  ó  lo  adverso  le 
mude.  Si  se  pierde  la  hacienda,  alégrase,  como  libre  de 
una  carga  pesada.  Si  le  faltan  los  amigos,  tiene  á  Dio3 
en  su  alma,  con  quien  de  continuo  se  abraza.  Si  el  odio 
ó  si  la  envidia  arma  los  corazones  ajenos  contra  él,  co- 
mo sabe  que  r.o  le  pueden  quitar  su  bien,  no  los  teme; 
en  las  mudanzas  está  quedo,  y  entre  los  espantos  se- 
guro, y  cuando  todo  á  la  redonda  del  se  arruine ,  él 
permanece  mas  firme,  y  como  dijo  aquel  grande  elo- 
cuente :  — Luce  en  las  tinieblas,  y  empellido  de  su  lu- 
gar, no  se  mueve. ~Y  lo  postrero  con  que  aqueste  bien 
se  perficiona  últimamente ,  es  otro  bien  que  nace  de 
aquesta  paz  interior,  y  naciendo  della,  acrecienta  á  esa 
misma  paz  de  donde  nace  y  procede.  Y  este  bien  es  el 
favor  de  Dios  que  la  voluntad  así  concertada  tiene,  y 
la  confianza  que  se  le  despierta  en  el  alma  con  aques- 
te favor.  Porque  ¿  quién  pondrá  alboroto  ó  espanto  en  la 
conciencia  que  tiene  á  Dios  de  su  parte?  O  ¿cómo  no 
tendrá  á  Dios  de  su  parte  el  que  es  una- voluntad  con 
él  y  un  mismo  querer?  Bien  dijo  Sófocles  :  —  Sí  Dios 
manda  en  mí,  no  estoy  sujeto  á  cosa  mortal.  Y  cierto 
es  que  no  me  puede  dañar  aquello  á  quien  no  estoy 
sujeto. — 

»Así  que,  de  la  paz  del  alma  justa  nace  la  seguridad 
de!  amparo  de  Dios,  y  desta  seguridad  se  confirma  mas 
y  se  fortifica  la  paz.  Y  así,  David  juntó,  á  lo  que  pare- 
ce, aquestas  dos  cosas,  paz  y  confianza,  cuando  dijo  en 
el  salmo  (6) :  —  En  paz  y  en  uno  dormiré  y  reposaré.  — 
Adonde,  como  veis,  con  la  paz  puso  el  sueño,  que  es 
obra,  no  de  ánimo  solícito,  sino  de  pecho  seguro  y  con- 
fiado. Sobre  las  cuales  palabras ,  si  bien  me  acuerdo, 
dice  así  san  Crisóstomo  (c)  :  — Esta  es  otra  especie 
de  merced  que  hace  Dios  á  los  suyos ,  que  les  da  paz. 
De  paz,  dice,  gozan  los  que  aman  tu  ley,  y  ninguna 
cosa  les  es  estropiezo ;  porque  ninguna  cosa  hace  asi 
paz,  como  es  el  conocimiento  de  Dios  y  el  poseer  la 
virtud ,  lo  cual  dcslierra  del  ánimo  sus  perturbacio- 
nes, que  son  su  guerra  secreta ,  y  no  permite  que  el 
hombre  traiga  bandos  consigo.  Que  á  la  verdad,  el 
que  desta  paz  no  gozare,  dado  que  en  las  cosas  de  fuera 
tenga  gran  paz  y  no  sea  acomciido  de  ningún  enemi- 
go, será  sin  duda  miserable  y  desventurado  sobre  lodos 
los  hombres.  Porque  ni  los  sc-ilas  bárbaros  ni  los  de 
Tracia  ni  los  sarmatas,  ó  los  indios  ó  moros ,  ni  otra 
gente  ó  nación  alguna,  [lor  mas  fiera  que  sea,  pueden 
hacer  guerra  tan  cruda  como  es  la  que  hace  un  mal- 
vado pensamiento  cuando  se  lanza  en  lo  secre'o  del 
ánimo,  ó  una  desordenada  codicia ,  el  amor  del  dinero 
sediento  ó  el  deseo  entrañable  de  mayor  dignidad,  ó 
otra  afición  cualijuiera  acerca  de  arpiellas-cosas  que  to- 
can á  esta  vida  presento.  Y  la  razón  pide  que  sea  así, 
porque  nquella  guerra  es  guerra  de  fuera,  mas  aquesta 
es  guerra  d('  dentro  de  casa.  Y  vemos  en  todas  las  co- 
sas (jue  el  mal  que  nace  de  dentro  es  mucho  mas  grave 

(i)  Psalm.  4,  V.  9.    (r)  Chris.,  sup.  dicta  verba. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


que  no  aquello  que  acomete  de  fuera.  Porque  al  ma- 
dero la  carcoma  que  nace  dentro  del  le  consume  mas. 
y  á  la  salud  y  fuerzas  del  cuerpo  las  enfermedades  que 
proceden  de  lo  secreto  del  le  son  mas  dañosas  que  no 
los  males  que  le  advienen  de  fuera.  Y  á  las  ciudades  y 
repúblicas  no  las  destruyen  tanto  los  enemigos  de  fue- 
ra cuanto  las  asuelan  los  domésticos  y  los  que  son  de 
una  misma  comunidad  y  linaje.  Y  por  la  misma  ma- 
nera, á  nuestra  alma  lo  que  la  comUice  á  la  muerte  no 
son  tanto  los  artificios  é  ingenios  con  que  es  acometida 
de  fuera,  cuanto  las  pasiones  y  enfermedades  suyas  y 
que  nacen  en  ella.  Por  donde  si  algún  temeroso  de  Dios 
compusiere  los  movimientos  turbados  del  ánimo,  y  si 
les  quitare  á  los  malvados  deseos,  que  son  como  fiera;;, 
que  no  vivan  y  alienten,  y  si,  no  les  permitiendo  que 
hagan  cueva  en  su  alma,  apaciguare  bien  esta  guerra, 
ese  tal  gozará  de  paz  pura  y  sosegada.  Esta  paz  nos  dio 
Cristo  viniendo  al  mundo.  Esta  misma  desea  san  Pablo 
cuando  dice  en  todas  sus  cartas  :  —  Gracia  en  vosotros 
y  paz  de  Dios,  padre  nuestro. — El  que  es  señor  desta 
paz ,  no  solo  no  teme  al  enemigo  bárbaro,  mas  ni  al 
mismo  demonio,  antes  hace  burla  del  y  de  todo  su  ejér- 
cito ;  vive  sosegado  y  seguro,  y  alentado  mas  que  otro 
hombre  ninguno,  como  aquel  á  quien  ni  la  pobreza  le 
aprieta  ni  la  enfermedad  le  es  grave,  ni  le  turba  caso 
ninguno  adverso  de  los  que  sin  pensar  acontecen ;  por- 
que su  alma,  como  sana  y  valiente,  se  vadea  fácil  y  ge- 
nerosamente por  todo.  Y  para  que  veáis  á  los  ojos  que 
es  aquesto  verdad,  pongamos  que  es  uno  envidioso  y 
que  en  lo  demás  no  tiene  enemigo  ninguno;  ¿qué  le 
aprovechará  no  tenerle?  El  mismo  se  hace  guerra  á 
sí  mismo,  él  mismo  afila  contra  sí  sus  pensamientos, 
mas  penetrables  que  espada.  Oféndese  de  cuanto  bien 
ve,  y  llágase  así  con  cuantas  buenas  dichas  suceden  á 
otros;  á  todos  los  mira  como  á  enemigos,  y  para  con 
ninguno  tiene  su  ánimo  desenconado  y  amable.  ¿  Qué 
provecho  pues  le  trae  al  que  es  como  este ,  el  tener 
paz  por  defuera ,  pues  la  guerra  grande  que  trae  den- 
tro de  sí  le  hace  andar  discurriendo  furioso  y  lleno 
de  rabia ,  y  tan  acosado  della,  que  apetece  ser  antes 
traspasado  con  mil  saetas  ó  padecer  antes  mil  muer- 
tes que  ver  á  alguno  de  sus  iguales  ó  bien  reputado  ó 
en  otra  alguna  manera  próspero?  Demos  otro  que  ame 
el  dinero  :  cierto  es  que  levantará  en  su  corazón  por 
momentos  discordias  innumerables,  y  que  acosado  de 
su  turbada  afición,  ni  aun  respirar  no  podrá.  No  es  así, 
no,  el  que  eslá  libre  de  semejantes  pasiones;  antes, 
como  quien  está  en  puerto  seguro,  de  espacio  y  con 
reposo  hinche  su  pecho  de  deleites  sabios ,  ajeno  de 
todas  las  m.olestias  sobredichas. — 

))Esto  dice  pues  san  Crisóstomo.  Y  en  lo  postrero  qué 
dice  descubre  otro  bien  y  otro  fruto  que  de  la  paz  se 
recoge,  y  que  en  este  nuestro  discurso  será  lo  postrero, 
que  es  el  gozo  santo  que  halla  en  todo  el  que  está  pa- 
cífico en  si;  porque  el  que  tiene  consigo  guerra,  no  es 
posible  que  en  ninguna  cosa  halle  contento  puro  y  sen- 
cillo. Porque,  así  como  el  gusto  mal  dispuesto  por  la 
demasía  de  algún  humor  malo  que  le  desordena ,  en 
ninguna  cosa  halla  el  sabor  que  ella  tiene,  así  al  que 
trae  guerra  entre  sí  no  le  es  posible  gozar  de  lo  puro  y 
de  la  verdad  del  buen  gusto.  En  el  ánimo  cou  paz  so- 
E.xvi-u. 


segado,  como  en  agua  reposada  y  pura,  cada  cosa  sin 
engaño  ni  confusión  se  muestra  cuál  es,  y  así  de  cada 
una  coge  el  gozo  verdadero  que  tiene,  y  goza  de  sí  mis- 
mo, que  es  lo  mejor.  Porque,  así  como  de  la  salud  y 
buena  afición  de  la  voluntad  que  Cristo  por  medio  de 
su  gracia  pone  en  el  hombre,  como  decíamos,  se  ijaci- 
íica  luego  el  alma  con  Dios  y  cesa  la  rencilla  que  antes 
desto  había  entre  el  entender  y  el  querer,  y  también  el 
sentido  se  rinde,  y  lo  bullicioso  del  ó  se  acaba  ó  se  es- 
conde, y  de  toda  esta  paz  nace  el  andar  el  hombre  libre 
y  bien  animado  y  seguro ;  así  de  todo  aqueste  amontona- 
miento de  bien  nace  a((ueste  gran  bien,  que  es  gozar 
el  hombre  de  sí  y  poder  vivir  consigo  mismo  y  no  te- 
ner miedo  de  entrar  en  su  casa,  como  debajo  de  her- 
mosas figuras,  conforme  á  su  costumbre,  lo  profetiza 
Miqueas,  diciendo  lo  que  en  la  venida  de  Cristo  al  mun- 
do y  en  la  venida  del  mismo  en  el  alma  de  cada  uno 
había  de  acontecer  á  los  suyos  {a)  :  —  No  levantará, 
dice,  espada  una  nación  contra  otra,  y  olvidarán  de  allí 
adelante  las  artes  de  guerra;  y  cada  uno,  asentado  de- 
bajo de  su  vid  y  debajo  de  su  higuera ,  gozará  della ,  y 
no  habrá  quien  de  allí  con  espanto  le  aparte. — Adonde 
juntamente  con  la  paz  hecha  por  Cristo  pone  el  des- 
canso seguro  con  que  gozará  de  sí  y  de  sus  bienes  el 
que  en  esta  manera  tuviere  paz. 

«Mas  David  en  el  salmo,  vuelto  á  la  Iglesia  y  á  caaa 
uno  de  los  justos  que  son  parte  della,  con  palabras  bre- 
ves, pero  llenas  de  significación  y  de  gozo,  com preben- 
de todo  cuanto  habemos  dicho  muy  bien.  Dice  {b)  : 
—  Alaba,  Jerusalen,  al  Señor. —  Esto  es^  todos  los  que 
sois  Jerusalen,  poseedores  de  paz,  alabad  al  Señor.  Y 
aunque  les  dice  que  alaben,  y  aunque  parece  que  así  se 
lo  manda,  este  mandar  propiamente  es  profetizar  lo  que 
desta  paz  acontece  y  nace ,  porque,  como  dijimos ,  al 
punto  que  toma  posesión  de  la  voluntad,  luego  el  alma 
hace  paces  con  Dios,  de  donde  se  sigue  luego  el  amor 
y  el  loor.  Mas  añade  David  :  —  Porque  fortaleció  las 
cerraduras  de  tus  puertas  y  bendijo  á  tus  hijos  en  tí. — 
Dice  la  otra  paz  que  se  sigue  á  la  primera  paz  de  la  vo- 
luntad, que  es  la  conformidad  y  el  estar  á  una  entre  sí 
todas  las  fuerzas  y  potencias  del  alma,  que  son  como  hi- 
jos della  y  como  las  puertas  por  donde  le  viene  ó  el  mal 
ó  el  bien.  Y  dice  maravillosamente  que  está  fortalecido 
y  cerrado  dentro  de  sus  puertas  el  que  tiene  esta  paz. 
Porque,  como  tiene  rendido  el  deseo  á  la  razón,  y  por  el 
mismo  caso,  como  no  apetece  desenfrenadamente  nin- 
guno de  los  bienes  de  fuera,  no  puede  venirle  de  fuera 
ni  entrarle  en  su  casa,  sin  su  voluntad,  cosa  ninguna 
que  le  dañe  ó  enoje  ,  sino  cerrado  dentro  de  sí,  y  bas- 
tecido y  contento  con  el  bien  de  Dios  que  tiene  en  sí 
mismo,  y  como  dice  el  poeta  del  sabio,  liso  y  redondo, 
no  halla  en  él  asidero  ninguno  la  fuerza  enemiga. 

«Porque  ¿cómo  dañará  el  mundo  al  que  no  tiene 
ningunas  prendas  en  él?  Y  en  lo  que  luego  David  añade 
se  ve  mas  claramente  esto  mismo;  porque  dice  así:— Y 
puso  paz  en  tus  términos. — Porque  de  tener  en  paz  el 
alma  á  todo  aquello  que  vive  dentro  de  sus  murallas  y 
de  su  casa ,  de  necesidad  se  sigue  que  tendrá  también 
pacifica  su  comarca ;  que  es  decir  que  no  tiene  cosa  en 
que  los  que  andan  fuera  della  y  al  derredor  della  dañarla 

(a)  Mich.,  i,  V.  3.    (¿]  Psalm  147,  v.  l. 

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i  40  OBRAS  DE  FRAY 

puedan.  Tiene  paz  en  su  comarca  porque  en  ninguna 
cosa  tiene  competencia  con  su  vecino  ni  se  pone  á  la 
parte  en  las  cosas  que  precia  el  mundo  y  deseí,  y  así 
nadie  le  mueve  guerra ,  ni  en  caso  que  se  la  quisiesen 
mover,  tienen  en  qué  hacerla,  porque  su  comarca  aun 
por  esta  razón  es  pacífica ,  porque  es  campiña  rasa  y 
estéril,  que  no  hay  viñedos  en  ella,  ni  sembrados  fér- 
tiles, ni  minas  ricas,  ni  arboledas,  ni  jardines,  ni  ca- 
serías deleitosas  é  ilustres ;  ni  tiene  el  alma  justa  cosa 
que  precie  que  no  la  tenga  encerrada  dentro  de  sí;  por 
eso  goza  seguramente  de  sí,  que  es  el  fruto  último,  co- 
mo decíamos,  y  el  que  significa  luego  este  salmo  en  las 
palabras  que  añade  :  —  Y  te  mantiene  con  hartura  con 
lo  apurado  del  trigo.— Porque,  á  la  verdad,  los  que  sin 
esta  paz  viven ,  por  mas  bien  afortunados  que  vivan, 
no  comen  lo  apurado  del  pan.  Salvados  son  sus  man- 
jares, el  desecho  del  bien  es  aquello  por  quien  andan 
golosos,  su  gusto  y  su  mantenimiento  es  lo  grosero  y 
lo  moreno  y  lo  feo ,  y  sin  duda  las  escorias  de  lo  que 
es  sustancia  y  verdad;  y  aun  eso  mismo,  tal  cual  es  y 
en  la  manera  que  es ,  no  se  les  da  con  hartura.  El  pa- 
cífico solo  es  el  que  come  con  abundancia  y  el  que  co- 
me lo  apurado  del  bien;  para  él  nace  el  día  bueno,  y  el 
sol  claro  él  es  el  que  solamente  le  ve :  en  la  vida ,  en  la 
muerte,  en  lo  adverso,  en  lo  próspero,  en  todo  halla 
su  gusto,  y  el  manjar  de  los  ángeles  es  su  perpetuo 
manjar,  y  goza  del  alegre  y  sin  miedo  que  nadie  le  ro- 
be ,  y  sin  enemigo  que  le  pueda  ser  enemigo  vive  en 
dulcísima  y  abundocísima  paz,  divino  bien  y  excelente 
merced  hecha  á  los  hombres  solamente  por  Cristo.  Por 
lo  cual ,  tornando  á  lo  primero  del  salmo ,  le  debemos 
celebrar  con  continuos  y  soberanos  loores ,  porque  él 
salió  á  nuestra  causa  perdida  y  tomó  sobre  sí  nuestra 
guerra,  y  puso  nuestro  desconcierto  en  su  orden,  y  nos 
amistó  con  el  cielo ,  y  encarceló  á  nuestro  enemigo  el 
demonio,  y  nos  libertó  de  la  codicia  y  del  miedo,  y  nos 
aquietó  y  pacificó  cuanto  hay  de  enemigo  y  de  adverso 
en  la  tierra,  y  el  gozo  y  el  reposo  y  el  deleite  de  su  di- 
vina y  riquísima  paz  él  nos  le  dio,  el  cual  es  la  fuente 
y  el  manantial  de  donde  nace ,  y  su  autor  único ,  por 
donde  con  justísima  razón  es  llamado  su  príncipe.  »  Y 
habiendo  dicho  aquesto  Marcelo,  calló.  Y  Juliano  in- 
continente, viéndole  callar,  dijo  : 

((Es  sin  duda,  Marcelo,  príncipe  de  paz  Jesucristo 
por  la  razón  que  decís;  mas,  no  mudando  eso,  que  es 
firme,  sino  añadiendo  sobre  ello,  paréceme  á  mí  que  le 
podemos  también  llamar  así  porque  con  solo  él  se  pue- 
de tener  aquesto  que  es  paz.  »  Aquí  Sabino,  vuelto  á 
Juliano,  y  como  maravillado  de  lo  que  decía ,  «No  en- 
tiendo bien,  dice,  Juliano,  loque  decís,  y  traslúceseme 
que  decis  gran  verdad ;  y  así ,  si  no  recibís  pesadum- 
bre, me  holgaría  que  os  dcclarásedesmas.»  «Ninguna, 
respondió  Juliano;  mas  dcfidme,  pues  así  os  place, 
Sabino,  ¿entendéis  que  todos  los  que  nacen  y  viven 
en  esta  vida  son  dichosos  en  ella  y  de  buena  suerte,  ó 
que  unos  lo  son  y  otros  no?»  «Cierto  es,  dijo  Sabino, 
que  no  lo  son  todos.»  «Y  ¿sonlo  algunos?»  añadió  Ju- 
liano. Respondió  Sabino  :  «Sí  son.»  Y  luego  Juliano 
dijo  :  «Decidme  pues,  ¿el  serlo  así  es  co.sa  con  que  se 
nace  ó  caso  de  suerte  ,  ó  viénelcs  por  su  obra  é  indus- 
lria?v  «iNo  es  nacimiento  ni  suerte,  dijo  Sabino,  sino 


LUIS  DE  LEÓN. 

cosa  que  tiene  principio  en  la  voluntad  de  cada  uno  y 
en  su  buena  elección.»  «Yerdad  es,  dijo  Juliano;  y 
habéis  dicho  también  que  hay  algunos  que  no  vienen 
á  ser  dichosos  ni  de  buena  suerte.»  «Si  be  dicho,»  res- 
pondió. «Pues  decidme,  dijo  Juliano,  esos  que  no  lo 
son  ¿no  lo  quieren  ser  ó  no  lo  procuran  ser?»  Dijo 
Sabino  :  «Lo  procuran  y  apetecen  con  ardor  grandísi- 
mo. »  «Pues,  replicó  Juliano,  ¿escóndeseles  por  ven- 
tura la  buena  dicha,  ó  no  es  una  misma?»  «Una  mis- 
ma es,  dijo  Sabino,  y  á  nadie  se  esconde,  antes,  cuanto 
es  de  su  parte ,  ella  se  les  ofrece  á  todos  y  se  les  entra 
en  su  casa ;  mas  no  la  conocen  todos ,  y  así ,  algunos 
no  la  reciben. »  «Por  manera  que  decis,  Sabino^  dijo 
Juliano ,  que  los  que  no  vienen  á  ser  dichosos  no  co- 
nocen la  buena  dicha ,  y  por  esta  causa  la  desechan  de 
sí.»  «Ansí  es,»  respondió  Sabino. 

«Pues  decidme,  dijo  Juliano,  ¿puede  ser  apetecido 
aquello  de  quien  el  que  lo  ha  de  amar  no  tiene  noti- 
cia?» «Cierto  es,  dijo  Sabino,  que  no  puede.»  «Y  ¿de- 
cis que  los  que  no  alcanzan  la  J¡uena  dicha  no  la  co- 
nocen?» dijo  Juliano.  Respondió  Sabino  que  era  así. 
«Y  también  habéis  dicho,  añadió  Juliano,  que  esos 
mismos  que  no  lo  son  apetecen  y  aman  el  ser  bienaven- 
turados.» Concedió  Sabino  que  lo  había  dicho.  «Luego, 
dijo  Juliano ,  apetecen  lo  que  no  saben  ni  conocen ;  y 
así,  se  concluye  una  de  dos  cosas,  ó  que  lo  no  cono- 
cido puede  ser  amado,  ó  que  los  de  mala  suerte  no 
aman  la  buena  suerte ;  que  cada  una  dellas  contradice 
á  lo  que ,  Sabino ,  habéis  dicho.  Ved  ahora  si  queréis 
mudar  alguna  dellas.  »  Reparó  entonces  Sabino  un  po- 
co, y  dijo  luego  :  «Parece  que  de  fuerza  se  habrá  de 
mudar.»  Mas  Juliano ,  tornando  á  lomar  la  mano,  dijo 
así :  «Id  conmigo,  Sabino;  (¡ue  podría  ser  que  por  esta 
manera  llegásemos  á  tocar  la  verdad.  Decidme  :  la 
buena  dicha  ¿es  ella  alguna  cosa  que  vive  ó  que  tiene 
ser  en  sí  misma,  ó  qué  manera  de  cosa  es?»  «No  en- 
tiendo bien,  Juliano,  respondió  Sabino,  lo  que  me 
preguntáis.»  «Ahora,  dijo  Juliano,  lo  entenderéis:  el 
avariento,  decidme ,  ¿ama  algo?»  «Sí  ama,  dijo  Sabi- 
no.»  «¿Qué?»  dijo  Juliano.  «El  oro  sin  duda,  dijo 
Sabino,  y  las  riquezas.»  «Y  el  que  las  gasta,  añadió 
Juliano,  en  tiestas  y  banquetes,  ¿en  aquello  que  hace 
busca  y  apetece  algún  bien?»  «No  hay  dudadoso,»  dijo 
Sabino.  «Y  ¿qué  bien  apetece?»  preguntó  Juliano. 
«Apetece,  respondió  Sabino,  á  mi  parecer,  su  gusto 
propio  y  su  contento. »  «Bien  decis,  Sabino ,  dijo  Ju- 
liano luego. 

»Mas,  decidme  ,  el  contento  que  nace  del  gastar  las 
riquezas  y  esas,  mismas  riquezas,  ¿tienen  una  misma 
manera  de  ser?  ¿No  os  parece  que  el  oro  y  plata  es 
una  cosa  que  tiene  substancia,  y  como  que  la  veis  con 
los  ojos  y  la  locáis  con  las  manos?  Mas  el  contento  no 
es  así,  sino  como  un  accidente  que  sentís  en  vos  mis- 
mo ó  que  os  imagináis  que  sentís;  y  no  es  cosa  que  ó  la 
sacáis  de  las  minas ,  ó  que  el  campo  ó  de  suyo  ó  con 
vuestra  labor  lo  produce ,  y  producida ,  la  cogéis  del  y 
la  encerráis  en  el  arca;  sino  cosa  que  resulta  en  vos  de 
la  posesión  de  alguna  de  las  cosas  que  son  de  tomo, 
que  ó  poseéis  ó  os  imagináis  poseer.»  «Verdad  es,  dijo 
Sabino,  lo  (|ue  deeis.»  «Pues  ahora,  d'jo  Juliano  ,  en- 
li'iidoréis  uii  pregunta,  que  es,  si  la  bii^ua  dicha  tit.-ne 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


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ser  como  las  riffiíezas  y  el  oro ,  ó  como  las  cosas  que 
llamamos  gusto  y  contento.»  oComo  el  gusto  y  el  con- 
tento ,  dijo  Sabino  luego;  y  aun  me  parece  á  mí  que  la 
buena  dicba  no  es  otra  cosa  sino  un  perfecto  y  entero 
contento,  seguro  de  lo  que  se  teme  y  rico  de  lo  que  se 
ama  y  apetece.»  ((Bien  habéis  dicho,  dijo  Juliano;  mas 
si  es  como  el  contento  ó  es  el  contento  mismo ,  y  ha- 
bemos  dicho  que  el  contento  es  una  cosa  que  resulta 
en  nosotros  de  algún  bien  de  substancia  que  ó  tenemos 
ó  nos  imaginamos  tener ,  necesaria  cosa  será  que  de  la 
buena  dicha  haya  alguna  cosa  de  tomo ,  que  sea  como 
su  fuente  y  raíz ,  de  manera  que  le  dé  ser  dichoso  al 
que  la  poseyere,  cualquiera  que  él  sea.»  ((Eso,  dijo  Sa- 
bñio,  no  se  puede  negar.  »  «Pues  decidme,  ¿hay  una 
fuente  sola  ó  hay  muchas  fuentes?»  ((Parece,  dijo  Sa- 
bino ,  que  hay  una  sola. »  ((Con  razón  os  parece  así ,  dijo 
Juliano  entonces ,  porque  el  entero  contento  del  hom- 
bre en  una  sola  manera  puede  ser,  y  por  la  misma  ra- 
zón no  tiene  sino  una  sola  causa. 

»Mas  esta  causa,  que  llamamos  fuente,  y  que,  como 
decis,  es  una,  ¿ámanla  y  búscanla  todos?»  «No  la 
aman,»  dijo  Sabino.  «¿Por  qué?»  respondió  Juliano.  Y 
Sabino  dijo: «Porque  no  la  conocen.» «Y  ¿ninguno, dijo 
Juliano,  deja  de  amar,  como  antes  decíamos,  lo  que  es 
buena  dicha?»  «Así  es,»  respondió.  «Y  no  se  ama,  re- 
plicó, lo  que  no  se  conoce;  luego  habéis  de  decir,  Sa- 
bino ,  que  los  que  aman  el  ser  dichosos  y  no  lo  alcan- 
zan ,  conocen  lo  general  del  descanso  y  del  contento, 
mas  no  conocen  la  particular  y  verdadera  fuente  de 
donde  nace ,  ni  aquello  uno  en  que  consiste  y  que  lo 
produce;  y  habéis  de  decir  que,  llevados  por  una  parle 
del  deseo ,  y  por  otra  parte  no  sabiendo  el  camino ,  ni 
pueden  parar  ni  les  es  posible  atinar ,  al  revés  de  los 
que  hallan  la  buena  suerte.  Mas  decidme,  Sabino:  los 
que  buscan  ser  dichosos  y  nunca  vienen  á  serlo,  ¿no 
aman  ellos  algo  también  y  lo  procuran  haber  como  á 
fuente  de  su  buena  dicha,  la  que  ellos  pretenden?» 
«Aman ,  dijo  Sabino ,  sin  duda. »  «Y  ese  su  amor,  dijo 
Juliano,,  ¿hácelos  dichosos?»  «Ya  está  dicho  que  no  los 
hace,  respondió  Sabino,  porque  la  cosa  á  quien  se  alle- 
gan y  á  quien  le  piden  su  contento  y  su  bien  no  es  la 
fuente  del  ni  aquello  de  donde  nace.»  «Pues  si  ese  amor 
no  les  da  buena  dicha,  dijo  Juliano,  ¿hace  en  ellos  otra 
cosa  alguna,  ó  no  hace  nada?»  «¿No  bastará,  dijo  Sa- 
bino, que  no  les  dé  buena  dicha?»  «Por  mí,  dijo  Julia- 
no, baste  en  buen  hora,  que  no  deseo  su  daño;  mas  no 
os  pido  aquello  con  que  yo  por  ventura  quedaría  con- 
tento si  fuese  el  repartidor ,  sino  lo  que  la  razón  dice, 
que  es  juez  que  no  se  dobla.»  «Paréceme,  dijo  Sabino, 
que  como  el  hijo  de  Priamo,  que  puso  su  amor  en  Ele- 
na y  la  robó  á  su  marido ,  persuadiéndose  que  llevaba 
con  ella  todo  su  descanso  y  su  bien  ,  no  solo  no  halló 
allí  el  descanso  que  se  prometía,  mas  sacó  della  la  rui- 
na de  su  patria  y  la  muerte  suya ,  con  todo  lo  demás 
que  Homero  canta,  de  calamidad  y  miseria;  así,  por  la 
misma  manera  los  no  dichosos  por  fuerza  vienen  á  ser 
desdichados  y  miserables ,  porque  aman  como  á  fuente 
de  su  descanso  lo  que  no  lo  es,  y  amándolo  así,  píden- 
selo  y  búscanlo  en  ello  y  trabájanse  miserablemente 
por  hallarlo,  y  al  fin  no  lo  hallan ;  y  así ,  los  atormenta 
junlarneiite  y  como  en  un  tiempo  el  deseo  de  haberlo  y 


el  trabajo  de  buscarlo  y  la  congoja  de  no  poderlo  ha- 
llar; de  donde  resulta  que,  no  solo  no  consiguen  la 
buena  dicha  que  buscan,  mas,  en  vez  della ,  caen  en 
infelicidad  y  miseria.» 

«Recojamos,  dijo  Juliano  entonces,  todo  lo  que  ha- 
bemos  dicho  hasla  ahora,  y  así  podremos  después  me- 
jor ir  en  seguimiento  de  la  A-erdad,  pues  tenemos  de 
todo  lo  sobredicho  :  lo  uno,  que  todos  aman  y  preten- 
den ser  dichosos;  lo  otro  ,  que  no  lo  son  todos;  lo  ter- 
cero ,  que  la  causa  desta  diferencia  está  en  el  amor  de 
aquellas  cosas  que  llamamos  fuentes  ó  causas ,  entre 
las  cuales  la  verdadera  es  sola  una,  y  las  demás  son 
falsas  y  engañosas;  y  lo  último,  tenemos  que,  como  el 
amor  de  la  verdadera  hace  buena  suerte ,  así  hace ,  no 
solo  falta  della,  sino  miseria  extremada,  el  amor  de  las 
falsas.»  «Todo  eso  está  dicho,  mas  de  todo  eso,  dijo 
Sabino,  ¿qué  queréis,  Juliano,  inferir?»  «Dos  cosas 
infiero ,  dijo  Juliano  luego  :  la  una ,  que  todos  aman, 
los  buenos  y  los  malos,  los  felices  y  los  infelices,  y  que 
no  se  puede  vivir  sin  amar ;  la  otra ,  que  como  el  amor 
en  los  unos  es  causa  de  su  buena  andanza,  así  en  los 
otros  es  la  fuente  de  su  miseria,  y  siendo  en  todos 
amor ,  liaCe  en  los  unos  y  en  los  otros  efectos  muy  di- 
ferentes, ó  por  decir  verdad,  claramente  contrarios.» 
«Así  se  infiere,»  dijo  Sabino.  «Mas  decidme,  añadió 
Juliano;  ¿atreveros  heis,  Sabino,  á  buscar  conmigo  la 
causa  de  aquesta  desigualdad  y  contrariedad  que  en  sí 
encierra  el  amor?»  «¿Qué  causa  decis,  Juliano?  «res- 
pondió Sabino.  «  El  por  qué ,  dijo  Juliano ,  el  amor, 
que  nos  es  tan  necesario  y  tan  natural  á  todos ,  es  en 
unos  causa  de  misería,  y  en  otros  de  felicidad  y  buena 
suerte. »  « Claro  está  eso ,  dijo  Sabino  luego ;  porque, 
aunque  en  todos  se  llama  amor,  no  es  en  todos  uno 
mismo ;  mas  en  unos  es  amor  de  lo  bueno ,  y  así  les 
viene  el  bien  del,  y  en  otros  de  lo  malo,  y  así  les  fruc- 
tifica miseria.» 

«¿Puede,  replicó  Juliano,  amar  nadie  lo  malo?» «No 
puede,  dijo  Sabino,  como  no  puede  desamar  á  sí  mis- 
mo. Mas  clamor  malo  que  digo,  llamóle  así,  no  porque 
lo  que  ama  es  en  sí  malo ,  sino  porque  no  es  aquel  bien 
que  es  la  fuente  y  el  minero  del  sumo  bien.»  «Eso 
mismo,  dijo  Juliano,  es  lo  que  hace  mi  duda  y  mi  pre- 
gunta mas  fuerte.»  «¿Mas  fuerte?  respondió  Sabino;  y 
¿en  qué  manera?»  «Desla  manera,  dijo  Juliano;  por- 
que, si  los  hombres  pudieran  amar  la  miseria,  claro  y 
descubierto  estaba  el  por  qué  el  amor  hacia  miserables 
á  los  que  la  amaban ;  mas  amando  todos  siempre  algún 
bien,  aunque  no  sea  aquel  bien  de  donde  nace  el  sumo 
bien ,  ya  que  este  su  amor  no  los  hace  enteramente  di- 
chosos', á  lo  menos,  pues  es  bien  lo  que  aman,  justo  y 
razonable  seria  que  el  amor  del  les  hiciese  algún  bien; 
y  así ,  no  parece  verdad  lo  que  poco  antes  asentamos 
por  muy  cierto ,  que  el  amor  hace  también  á  las  veces 
miseria  en  los  hombres. »  «Así  parece,»  respondió  Sa- 
bino. «No  03  ríndais ,  dijo  Juliano,  tan  presto,  sino  id 
conmigo  inquiriendo  el  ingenio  y  la  condición  del  amor, 
que,  si  la  hallamos,  ella  nos  podrá  descubrir  la  luz  que 
buscamos.  »  «  ¿Qué  ingenio  es  ese?  respondió  Sabino, 
ó  ¿cómo  se  ha  de  inquirir?»  «Muchas  veces  habréis 
oído  decir,  Sabino,  respondió  Juliano,  que  el  amor 
consiste  en  una  cierta  unidad.  »  «  Sí  lie ,  dijo  Sabino, 


{  48  OBRAS  DE  FRAY 

oiMo  y  leido  que  es  unión  el  amor  y  que  es  unidad ,  y 
que  es  como  un  lazo  e>íreclio  entre  los  que  junta- 
mente se  aman,  y  que  por  sor  asi,  se  transforma  el  que 
ama  en  lo  que  ama  por  tal  manera ,  que  se  hace  con  él  ' 
una  misma  cosa.»  i 

((Y  ¿pareceos,  dijo  Juliano,  que  todo  el  amor  es  así?» 
«  Sí  parece ,»  respondió  Sabino.  «Apo'.o,  dijo  Juliano,  j 
á  vuestro  parecer,  ¿amaba  cuando  en  la  fábula,  como 
canta  el  poeta,  sigue  á  Dafne,  que  le  huye?  O  el  otro 
de  la  comedia  cuando  pregunta  dónde  buscará,  dónde 
descubrirá ,  á  quién  preguntará ,  cuál  camino  seguirá 
para  hallar  á  quien  había  perdido  de  vista,  pregunto, 
¿amaba  también?»  «Así,  dijo,  parece.»  «Y  ambos,  re- 
plicó Juliano,  estaban  tan  lejos  de  ser  unos  con  lo  que 
amaban,  que  el  uno  era  aborrecido  dello,  y  el  otro  no 
hallaba  manera  para  alcanzarlo.  »  a  Verdad  es,  dijo  Sa- 
bino, cuanto  al  hecho,  mas  cuanto  al  deseo  ya  lo  eran; 
porque  esa  unidad  era  lo  que  apetecían,  si  amaban.» 
((Luego,  dijo  Juliano,  ¿ya  el  amor  no  será  él  la  unidad, 
sino  un  apetito  y  deseo  della?»  «Así,  dijo,  parece.  » 
«Pues  decidme,  añadió  Juliano;  aquestos  mismos,  si 
consiguieran  su  intento,  ó  otros  cualesquiera  que  aman, 
y  que  lo  que  aman  lo  consiguen  y  alcanzan-y  vienen  á 
ser  uno  mismo  con  ello,  ¿dejan  de  amarlo  luego,  ó  áman- 
la  todavía  también  ?  »  «  Como  puede  uno  no  amar  á  si 
mismo ,  así  podrán ,  dijo  Sabino,  dejar  de  amar  al  que 
ya  es  una  misma  cosa  con  ellos.»  «Bien  decís,  dijo  Ju- 
liano ;  mas  decidme ,  Sabino ,  ¿  será  posible  que  desee 
alguno  aquello  mismo  que  tiene?»  «No  es  posible,» 
dijo  Sabino.  «Y  habéis  dicho,  añadió  Juliano,  que  ya 
aquestos  tales  han  venido  á  tener  unidad.»  «Sí  han  ve- 
nido ,  »  dijo.  «  Luego  habéis  de  decir ,  replicó  Juliano 
que  ya  no  la  desean  ni  apetecen.»  «Ansí  es,  dijo,  ver- 
dad.» «Y  es  verdad  que  se  aman,  añadió  Juliano;  luego 
no  lo  es  decir  que  el  amar  es  desear  la  unidad.»  Estu- 
vo entonces  sobre  si  Sabino  un  poco ,  y  dijo  luego  : 

«No  sé,  Juliano,  qué  íin  han  de  tener  hoy  estas  redes 
vuestras,  ni  qué  es  lo  que  con  ellas  deseáis  prender. 
Mas  pues  así  me  estrecháis,  dígoos  que  hay  dos  amores 
ó  dos  maneras  de  amar,  una  de  deseo  y  otra  de  gozo. 
Y  dígoos  que  en  el  uno  y  en  el  otro  amor  hay  su  cier- 
ta unidad ,  el. uno  la  desea,  y  cuanto  es  de  su  parte  la 
hace,  y  el  otro  la  posee  y  la  abraza,  y  se  deleita  y  avi- 
va con  ella  misma ;  el  uno  camina  á  este  bien,  y  el  otro 
descansa  y  se  goza  en  él ;  el  uno  es  como  el  principio, 
y  el  otro  es  como  lo  sumo  y  lo  perfecto,  y  así  el  uno 
como  el  otro  se  rodea,  como  sobre  quicio,  sobre  la  uni- 
dad sola,  el  uno  haciéndola  y  el  otro  como  gozando  de- 
Ha.»  «No  lian  hoclio  mala  presa  estas  que  llamáis  mis 
redes,  Sabino,  dijo  Juliano  entonces,  pues  han  cogido 
de  vos  esto  que  decís  ahora,  que  está  muy  bien  dicho;  y 
con  ello  estoy  yo  mas  cerca  del  fin  que  pretendo  de  lo 
que  vos,  Sabino,  pensáis.  Porque,  pues  es  así  que  lodo 
amor,  cada  uno  en  su  manera,  ó  es  unidad,  ó  camina  á 
ella  y  la  pretende ;  y  pues  es  así  que  es  como  el  blan- 
co y  el  fin  del  bien  querer  el  ser  unos  los  que  se  quie- 
ren, cosa  cierta  será  que  lodo  aquello  que  fuere  con- 
trario ó  en  alguna  forma  dañoso  áaquosUi  unidad,  será 
desabrido  enemigo  j»ara  el  amor;  y  que  el  que  amare, 
por  ol  mismo  caso  r|ue  ama ,  padecerá  tormento  graví- 
simo todas  las  veces  que ,  ó  le  aconteciere  algo  de  lo 


LLIS  DE  LEÓN. 

que  divide  el  amor,  ó  temiere  que  le  puede  acontecer. 
Porque,  como  en  el  cuerpo  siempre  que  se  corta  ó  que 
se  divide  lo  uno  del  y  lo  que  eslá  ayuntado  y  continuo, 
se  descubre  luego  un  dolor  agudo,  así  lodo  lo  que  en  el 
amor,  que  es  unidad,  se  esfuerza  á  poner  división,  po- 
ne por  el  mismo  caso  en  el  alma  que  ama  una  miseria 
y  una  congoja  viva,  mayor  de  lo  que  declarar  se  pue- 
de.» «Esa  es  verdad  en  que  no  hay  duda,  dijo  enton- 
ces Sabino.» 

«Pues  si  en  esto  no  hay  duda,  añadió  Juliano,  ¿po- 
dréisme  decir,  Sabino,  cuántas  y  cuáles  sean  las  cosas 
que  tienen  esta  fuerza ,  ó  que  la  pretenden  tener,  de 
corlar  y  dividir  aquello  con  que  el  amor  se  añmla  y  se 
hace  uno?»  «Tiene,  dijo  Sabino,  esa  fuerza  todo  aque- 
llo que  á  cualquiera  de  los  que  aman ,  ó  le  deshace  en 
el  ser,  ó  le  muda  y  le  trueca  en  la  voluntad ,  ó  total- 
mente ó  en  parle,  como  son ,  lo  primero,  la  enfermedad 
y  la  vejez  y  la  pobreza  y  los  desastres,  y  finalmente  la 
muerte;  y  en  lo  segundo,  la  ausencia,  el  enojo,  la  di- 
ferencia de  pareceres,  la  competencia  en  unas  mismas 
cosas,  el  nuevo  querer  y  la  liviandad  nuestra  natural. 
Porque  en  lo  primero  la  muerte  deshace  el  ser,  y  así 
aparta  aquello  que  deshace  de  aquello  que  queda  con 
vida ;  y  la  enfermedad  y  vejez  y  pobreza  y  desastres, 
así  como  disponen  para  la  muerte,  así  también  son  mi- 
nistros y  como  instrumentos  con  que  este  apartamien- 
to se  obra.  Y  en  lo  segundo,  cierto  es  que  la  ausencia 
hace  olvido,  y  que  el  enojo  divide ,  y  que  la  diferencia 
de  pareceres  pone  estorbo  en  la  conversación;  y  así, 
apartando  el  trato,  enajena  poco  á  poco  las  voluntades 
y  las  desata  para  que  cada  una  se  vaya  por  sí ;  pues  con 
el  nuevo  amor,  claro  es  que  se  corta  el  primero,  y  ma- 
nifiesto es  que  nuestro  natural  muilable  es  como  una 
lima  secreta,  que  de  continuo,  con  deseo  de  hacer  no- 
vedad, va  dividiendo  lo  que  está  bien  ajuntado.  n 

«  No  se  dará  bien ,  conforme  á  eso,  Sal)ino,  dijo  Julia- 
no entonces,  el  amor  en  cualquier  suelo. »  Respondió 
Sabino.  «¿Cómo  no  se  dará?»  Y  Juliano  dijo :  «Como 
dicen  de  algunos  frutales,  que  plantados  en  Persía,  su 
fruta  es  ponzoña ,  y  nacidos  en  estas  provincias  nues- 
tras, son  de  manjar  sabroso  y  saludable ;  así  digo  que  so 
concluye  de  lo  que  hasta  ahora  está  dicho,  que  el  amor 
y  la  amistad,  todas  las  veces  que  se  plantare  en  lo  que 
estuviere  sujeto  á  todos  ó  algunos  desos  accidentes 
que  habéis  contado,  Sabíuo,como  planta  puesta  en  lu- 
gar, no  solo  ajeno  de  su  condición,  mas  contrario  y 
enemigo  de  la  cualidadde  su  ingenio,  producirá,  no  fru- 
to que  recree,  sino  tósigo  que  mate.  Y  si,  como  poco 
antes  decíamos,  para  venir  á  ser  dichosos  y  de  buena 
suerte  nos  conviene  que  amemos  algo  que  nos  sea  co- 
mo fuente  de  aquesta  buena  ventura  ,  y  sí  la  naturaleza 
ordenii  que  fuese  el  medio  y  el  tercero  de  toda  la  bue- 
na dicha  el  amor,  bien  se  conoce  ya  lo  que  arriba  du- 
dábamos, que  el  amor  que  se  empleare  en  ai|uello  que 
está  sujeto  á  las  mudanzas  y  daños  que  dicbo  habéis, 
rto  solo  no  dará  á  su  dueño  ni  el  sumo  bien  ni  aquella 
parle  de  bien,  cualquiera  que  ella  se  sea,  que  posee  en 
sí  afjuello  á  quien  se  endereza,  mas  le  hará  triste  y  mi- 
serable del  lodo.  Porque  el  dolor  que  le  traspasará  las 
entrañas  cuando  alguno  de  los  casos  y  de  los  acciden- 
tes que  dijistes,  Sabino,  pues  no  se  excusan,  le  acón- 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


149 


teciere,  y  el  temor  perpetuo  de  que  cada  liora  le  pueden 
acontecer,  le  convertirán  el  bien  en  continua  miseria. 
Y  no  le  valdrá  tanto  lo  bueno  que  tiene  aquello  que 
ama  para  acarrearle  algún  gusto,  cuanto  será  poderoso 
lo  quebradizo  y  lo  vil  y  lo  mudable  dé  su  condición 
para  le  afligir  con  perpetuo  é  infinito  tormento. 

))Mas  si  es  tan  perjudicial  el  amor  cuando  se  emplea 
mal ,  y  si  se  emplea  mal  en  todo  lo  que  está  sujeto  á 
mudanza,  y  si  todo  lo  semejante  le  es  suelo  enemigo, 
adonde  si  prende,  produce  frutos  de  ponzoña  y  miseria, 
ya  veis,  Sabino,  la  razón  por  qué  dije  al  principio  que 
solo  Cristo  es  aquel  con  quien  se  puede  tener  paz  y 
amistad ;  porque  él  solo  es  el  no  mudable  y  el  bueno,  y 
aquel  que  cuanto  de  su  parte  es ,  jamás  divide  la  uni- 
dad del  amor  que  con  él  se  pone ;  y  así.  él  es  solo  el  su- 
geto  propio  y  la  tierra  natural  y  feliz  adonde  florece 
bienaventuradamente  y  adonde  liace  buen  fruto  esta 
planta ;  porque  ni  en  su  condición  hay  cosa  que  lo  di- 
vida, ni  se  aparta  del  por  las  mudanzas  y  desastres  á 
que  está  sujeta  la  nuestra ,  como  nosotros  libremente 
no  lo  apartemos  dejándole.  Que  ni  llega  á  él  la  vejez, 
ni  la  enfermedad  le  enflaquece,  ni  la  muerte  le  acaba, 
ni  puede  la  fortuna,  con  sus  desvarios,  poner  cualidad 
en  él  que  la  haga  menos  amable.  Que,  como  dice  el  sal- 
mista (a) : — Aunque  tú,  Señor,  mismo  desde  el  principio 
cimentaste  la  tierra,  y  aunque  son  obra  de  tus  manos 
los  cielos,  ellos  perecerán  y  tú  permanecerás;  ellos  se 
enveje'íerán,  como  se  envejécela  ropa,  y  como  se  plie- 
ga la  capa  los  plegarás  y  serán  plegados ;  mas  tú  eres 
siempre  uno  mismo,  y  tus  años  nunca  desmenguan.  Y 
tu  trono,  Señor,  por  siglos  y  siglos,  vara  de  derechezas 
la  vara  de  tu  gobierno.  —  Esto  es  en  el  ser ;  que  en  su 
voluntad  para  con  nosotros ,  si  nosotros  no  le  huimos 
primero,  no  puede  caber  desamor. 

«Porque  si  viniéremos  á  pobreza  y  á  menos  estado, 
nos  amará ,  y  si  el  mundo  nos  aborreciere ,  él  conser- 
vará su  amor  con  nosotros ;  en  las  calamidades,  en  los 
trabajos  y  en  las  afrentas ,  en  los  tiempos  temerosos  y 
tristes,  cuando  todos  nos  huyan ,  él  con  mayores  rega- 
jos nos  recogerá  á  sí.  No  temeremos  que  podrá  venir  á 
menos  su  amor  por  ausencia,  pues  está  siempre  lan- 
zado en  nuestra  alma  y  presente.  Ni  cuando ,  Sabino, 
se  marchitare  en  vos  esa  flor  de  la  edad ,  ni  cuando 
corriendo  los  años  y  haciendo  su  obra,  os  desfiguraren 
Ja  belleza  del  rostro,  ni  en  las  canas,  ni  en  la  flaqueza, 
ni  en  el  temblor  de  los  miembros ,  ni  en  el  frió  de  la 
vejez  se  resfriará  su  amor  en  ninguna  cosa  para  con 
vos.  Antes  rico  para  hacer  siempre  bien,  y  de  rique- 
zas que  no  se  agotan  haciéndole,  y  deseosísimo  conti- 
nuamente de  hacerlo,  cuando  se  os  acabare  todo,  se  os 
dará  todo  él,  y  renovará  vuestra  edad  como  el  águila,  y 
vistiéndoos  de  inmortalidad  y  de  bienes  eternos,  como 
esposo  verdadero  vuestro ,  os  ayuntará  del  todo  con- 
sigo con  lazo  que  jamás  faltará,  estrecho  y  dulcísimo. 

»Mas  esto  ya  toca  á  vos,  Marcelo  (dijo  Juliano  pro- 
siguiendo y  volviendo  á  él),  porque  es  del  nombre  de 
Esposo  de  que  últimamente  habéis  de  decir,  y  de  que 
yo  de  propósito  os  he  detenido  que  no  dijésedes  con 
aquesto  que  he  dicho ,  no  tanto  por  añadir  cosa  que 
importase  á  vuestras  razones,  cuanto  para  que  repo- 

(a)  Pía'ra.  101,  v.  26. 


sásedes  entre  tanto  vos,  y  así  entrásedes  con  nuevo 
alíenlo  en  aquesto  que  os  resta,  »  «Vos,  Juliano,  dijo 
Marcelo  entonces,  siempre  que  habláredes,  será  con 
propósito  y  provecho  mucho,  y  lo  que  habéis  hablado 
ahora  ha  sido  tal ,  que  hacéis  mal  en  no  llevarlo  ade- 
lante. Y  pues  ello  mismo  os  había  metido  en  el  nom- 
bre de  Esposo ,  fuera  justo  que  lo  prosiguiérades  vos, 
á  lo  menos  siquiera  porque  entre  tanto  malo  como  he 
dicho  yo,  tuviera  tan  buen  remate  esta  plática;  que 
yo  os  confieso  que  en  este  nom.bre  no  puede  decir  lo 
que  hay  en  él  quien  no  lo  ha  sabido  sentir,  y  de  mí  ya 
conocéis  cuan  de  lejos  estoy  de  todo  buen  sentimien- 
to.» «Ya  conocemos,  dijeron  juntos  Juliano  y  Sabino, 
cuan  ninl  sentís  de  estas  cosas,  y  por  esta  causa  os  que- 
remos oír  en  ellas ;  demás  de  que  es  justo  que  sea  de  un 
paño  todo.»  «Justo  es,  dijo  Marcelo,  que  sea  todo  de 
sayal,  y  que  á  cosa  tan  grosera  no  se  añada  pieza  mas 
fina.  Mas,  pues  es  forzoso,  será  necesario  que,  como 
suelen  hacer  los  poetas  en  algunas  partes  de  sus  poe- 
sías, adonde  se  les  ofrece  algún  sugeto  nuevo  ó  mas  di- 
ficultoso que  lo  pasado,  ó  de  mayor  cualidad,  que  tor- 
nan á  invocar  el  favor  de  sus  musas ;  asi  yo  ahora  tor- 
ne á  pedir  á  Cristo  su  favor  y  su  gracia  para  poder  de- 
cir algo  de  lo  que  en  un  misterio  como  aqueste  se  en- 
cierra, porque  sin  él  no  se  puede  entender  ni  decir.» 
Y  con  esto  humilló  Marcelo  templadamente  la  cabeza 
hacia  el  suelo,  y  como  encogiendo  los  hombros,  calló  por 
un  espacio  pequeño,  y  luego  tornándola  á  alzar  y  ten- 
diendo el  brazo  derecho,  y  en  la  mano  del,  que  tenia 
cerrada,  abriendo  ciertos  dedos  della  y  extendiéndolos, 
dijo : 

§.  IV. 

Llámase  Cristo  Esposo,  y  explicase  cómo  lo  es  de  la  Iglesia, 
y  las  circunstancias  de  este  desposoiio. 

(( Tres  cosas  son,  Juliano  y  Sabino,  las  que  este  nom- 
bre de  Esposo  nos  da  á  entender,  y  las  de  que  nos  obli- 
ga á  tratar  :  el  ayuntamiento  y  la  unidad  estrecha  que 
hay  entre  Cristo  y  la  Iglesia ;  la  dulzura  y  deleite  que 
en  ella  nace  de  aquesta  unidad;  los  accidentes,  y  como 
si  dijésemos,  los  aparatos  y  circunstancias  del  desposo- 
rio. Porque  si  Cristo  es  esposo  de  toda  la  Iglesia  y  de  ca- 
da una  de  las  ánimas  justas,  como  de  hecho  lo  es,  ma- 
nifiesto es  que  han  de  concurrir  en  ello  aquestas  tres 
cosas.  Porque  el  desposorio,  ó  es  un  estrecho  ñudo  en 
que  dos  diferentes  se  reducen  en  uno,  ó  no  se  entien- 
de sin  él,  y  es  ñudo  por  muchas  maneras  dulce,  y  ñudo 
que  quiere  su  cierto  aparato,  y  á  quien  le  anteceden 
siempre  y  le  siguen  algunas  cosas  dignas  de  conside- 
ración. Y  aunque  entre  los  hombres  hay  otros  títulos  y 
otros  conciertos,  ó  ordenados  por  su  voluntad  dellos 
mismos  ó  con  que  naturalmente  nacen  así ,  con  que  se 
ayuntan  en  unas  veces  mas  y  otras  menos.  Porque  el 
título  de  deudo  ó  de  padre  es  unidad  que  hace  la  na- 
turaleza con  el  parentesco ,  y  los  títulos  de  rey  y  de 
ciudadano  y  de  amigo  son  respetos  de  estrechezas  con 
que  por  su  voluntad  los  hombres  se  adunan ;  mas  aun- 
que esto  es  así,  el  nombre  de  Esposo  y  la  verdad  de  es- 
te nombre  hace  ventaja  á  los  demás  en  dos  cosas :  la 
primera,  en  que  es  mas  estrecho  y  de  mas  unidad  que 


íbO  OBRAS  DE  FRAY 

ninguno ;  la  segunda,  en  que  es  lazo  mas  dulce  y  cau- 
sador de  mayor  deleite  que  todos  los  otros. 

))Y  en  aqueste  arüculo  e?  muy  digna  de  considerar 
la  maravillosa  blandura  con  que  ha  tratado  Cristo  á  los  ! 
hombres;  que ,  con  ser  nuestro  padre,  y  con  hacerse  nues- 
tra cabeza,  y  con  regirnos  como  pastor,  y  curar  nues- 
tra salud  como  médico,  y  allegarse  á  nosotros,  y  ayun- 
tarnos á  sí  con  otros  mil  títulos  de  estrecha  amistad,  no 
contento  con  todos,  añadió  á  todos  ellos  aqueste  ñudo 
y  aqueste  lazo  también,  y  quiso  decirse  y  ser  nuestro 
esposo.  Que  para  bzo  es  el  mas  apretado  lazo;  y  para 
deleite,  el  mas  apacible  y  mas  dulce  ;  y  para  unidad  de 
vida,  el  de  mayor  familiaridad;  y  para  conformidad  de 
Toluuiades,  el  mas  uno;  y  para  amor,  el  mas  ardiente 
y  el  mas  encendido  de  todos.  Y  no  solo  en  las  palabras, 
mas  en  el  hecho  es  así  nuestro  esposo,  que  toda  la  es- 
trecheza  de  amor  y  de  conversación  y  de  unidad  de 
cuerpos  que  en  el  suelo  hay  entre  dos,  marido  y  mujer, 
comparada  con  aquella  con  que  se  enlaza  con  nuestra  al- 
ma este  esposo,  es  frialdad  y  tibieza  pura.  Porque  en  el 
otro  ayun*itmiento  no  se  comunica  el  espíritu,  mas  en 
este  su  mismo  espíritu  de  Cristo  se  da  y  se  traspas'a  á  los 
justos.  Como  dice  san  Pablo  (a):  —El  que  se  ayunta  á 
DiOr,  hácese  un  mismo  espíritu  ton  Dios.  —  En  el  otro 
así  dos  cuerpos  se  hr.cen  uno,  que  se  quedan  diferentes 
en  ledas  sus  cualidades;  mas  aquí  así  se  ayuntó  la  per- 
sona del  Verbo  á  nuestra  carne,  que  osa  decir  san  Juan 
(6)  que  se  hizo  carne.  Allí  no  recibe  vida  el  un  cuerpo 
del  otro,  aquí  vive  y  vivirá  nuestra  carne  por  medio  del 
ayuntamiento  de  la  carne  de  Cristo.  Allí  al  íin  son  dos 
cuerpos  en  humores  é  inclinaciones  diversos,  aquí  ayun- 
tando Cristo  ^u  cuerpo  á  los  nuestros,  los  hace  de  las 
condiciones  del  suyo,  hasta  venir  á  sor  con  él  cuasi  un 
cuerpo  mismo,  poruña  tan  estrecha  y  secreta  manera, 
que  apenas  e.xplicarse  puede.  Y  así  lo  afirma  y  encare- 
ce san  Pablo  (c) : — Ninguno,  dice,  aborreció  jamás  á 
su  carne,  antes  la  alimenta  y  la  abriga  como  Cristo  á  la 
Iglesia,  porque  somos  miembro3.de  su  cuerpo,  de  su 
carne  del  y  de  sus  huesos  del.  Por  esto  dejará  el  hom- 
bre á  su  padre  y  á  su  madre,  y  se  ayuntará  á  su  mujer, 
y  serán  dos  en  una  carne;  este  es  un  secreto  y  un  sa- 
cramento grandísimo,  mas  enliéndolo  yo  en  la  Iglesia 
con  Cristo. — 

»Pero  vamos  declarando  poco  á  poco,  cuanto  nos  fue- 
re posible ,  cada  una  de  las  partes  de  aquesta  unidad 
maravillosa,  por  la  cual  todo  el  hombre  se  enlaza  es- 
trechamente con  Cristo,  y  todo  Cristo  con  él.  Porque 
primeramente,  el  ánima  del  hombre  justo  se  ayunta  y 
se  hace  una  con  la  divinidad  y  con  el  alma  de  Cristo, 
no  solamente  porque  las  anuda  el  amor,  esto  es,  por- 
que el  justo  ama  á  Cristo  entrañablemente,  y  es  amado 
de  Cristo  por  no  menos  cordial  y  entrañable  manera ; 
sino  también  por  otras  muchas  razones.  Lo  uno,  porque 
imprime  Cristo  en  su  alma  dé!,  y  le  dibuja  una  seme- 
janza de  sí  mismo  viva,  y  un  retrato  eficaz  de  aquel 
grande  bien  que  en  sí  mismas  contienen  sus  dos  na- 
turalezas, humana  y  divina.  Con  la  cual  semejanza  fi- 
gurando nuestro  ánimo,  y  como  vestido  de  Cristo,  pa- 
rece otro  él,  como  poco  há  que  decíamos,  hablando  de 
la  virtud  de  la  gracia.  Lo  otro,  porque  demás  desta  imá- 

(0)  I,  Coriui.,  O,  V.  17.   (&;  Joan.,  ijV.  14.   (p)  Epücs.,  íJ,  v.  29. 


LUIS  DE  LEÓN. 

gen  de  gracia  que  pone  Cristo  como  de  asiento  en 
nuestra  alma,  le  aplica  también  su  fuerza  y  su  vigor 
vivo,  y  que  obra  y  lánzalo  por  ella  toda ;  y  apoderado 
así  della,  dale  movimiento  y  dispiérlala  y  háceleque  no 
repose,  sino  que,  conforme  á  la  santa  imagen  suya,  que 
impresa  en  sí  tiene,  así  obre  y  se  menee  y  bulla  siem- 
pre, y  como  fuego  arda  y  levante  llama,  y  suba  hasta  el 
cielo,  ensalzándose.  Y  como  el  artífice,  que,  como  algu- 
na vez  acontece,  primero  hace  de  la  materia  que  le  con- 
viene lo  que  le  ha  de  ser  instrumento  en  su  arte ,  fi- 
gurándolo en  la  manera  que  debe  para  el  fin  que  pre- 
tende ;  y  después  cuando  lo  toma  en  la  mano,  querien- 
do usar  del,  le  aplica  su  fuerza  y  le  menea,  y  le  hace 
que  obre  conforme  á  la  forma  de  instrumento  que  tie- 
ne ,  y  conforme  á  su  cualidad  y  manera ;  y  en  cuanto 
está  así  el  instrumento,  es  como  un  otro  artífice  vivo, 
porque  el  artífice  vive  en  él  y  le  comunica  cuanto  es 
posible  la  virtud  de  su  arte  ;  así  Cristo ,  después  que 
con  la  gracia,  semejanza  suya,  nos  figura  y  concierta, 
en  la  manera  que  cumple,  aplica  su  mano  á  nosotros, 
y  lanza  en  nosotros  su  virtud  obradora ,  y  dejándonos 
llevar  della  nosotros  sin  le  hacer  resistencia,  obra  él,  y 
obramos  con  él  y  por  él  lo  que  es  debido  al  ser  suyo, 
que  en  nuestra  alma  está  puesto,  y  á  las  condiciones  hi- 
dalgas y  al  nacimiento  noble  que  nos  ha  dado;  y  hechos 
así  otro  él ,  ó  por  mejor  decir,  envestidos  en  él ,  nace 
del  y  de  nosotros  una  obra  misma,  y  esa  cual  conviene 
que  sea  la  que  es  obra  de  Cristo. 

))Mas  ¿por  ventura  parará  aquí  el  lazo  con  que  se  añu- 
da Cristo  á  nuestra  alma?  Antes  pasa  adelante;  porque 
(y  sea  esto  lo  tercero,  y  lo  que  ha  de  ser  forzosamente 
lo  último),  porque  no  solamente  nos  comunica  su  fuerza 
y  el  movimiento  de  su  virtud  en  la  forma  que  he  dicho, 
mas  también  por  una  manera  que  a  penas  se  puedo  decir, 
pone  presente  su  mismo  Espíritu  Santo  en  cada  uno  de 
los  ánimos  justos.  Y  no  solamente  se  juntan  con  elloj 
por  los  buenos  efectos  de  gracia  y  de  virtud  y  de  bien 
obrar  que  allí  hace,  sino  porque  el  mismo  espíritu  di- 
vino suyo  está  dentro  dellos  presente,  abrazado  y  ayun- 
tado con  ellos  por  dulce  y  bienaventurada  manera.  Que 
así  como  en  la  divinidad  el  Espíritu  Santo,  inspirada 
juntamente  de  las  personas  del  Padre  y  del  Hijo,  es 
el  amor,  y  como  si  dijésemos ,  el  ñudo  dulce  y  estre- 
cho de  ambas;  así  él  mismo  ,  inspirado  á  la  Iglesia  ,  y 
con  todas  las  partes  justas  della  enlazado,  y  en  ellas 
morando ,  las  vivifica  y  las  enciende,  y  las  enamora  y 
las  deleita,  y  las  hace  entre  sí  y  con  él  una  cosa  mis- 
ma.— Quien  me  amare,  dice  Cristo  (d),  será  amado  d(3 
mi  Padre,  y  vendremos  á  él  y  haremos  moradaenél. — 
Y  san  Pablo  (c): — La  caridad  de  Dios  nos  es  infundida 
en  nuestros  corazones  por  el  Espíritu  Sanio,  que  nos 
es  dado.  —Y  en  otra  parte  dice  (/')  que  nuestros  cuer- 
pos son  templo  suyo ,  y  que  vive  en  ellos  y  en  nuestros 
espíritus.  Y  en  otra  {g) ,  que  nos  dio  el  espíritu  de  su 
Hijo,  que  en  nuestras  almas  y  corazones  á  boca  lle- 
na le  llama  Padre  y  mas  Padre.  Y  como  aconteció  á 
Elíseo  con  el  hijo  de  la  liuéspeda  muerto  {h),  que  lo 
aplicó  primero  su  báculo,  y  se  ajustó  con  él  después,  y 
lo  último  de  todo  le  comunicó  su  aliento  y  espíritu; 


{d]  Joan.,  U,  v.  23.     (c)  Rom,,  fi,  v.  5. 
(íf)  Uom.,8,V.lü.     (A)  IV,  lUiJ., -i. 


if)  f,  Coíiül.,  üu 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO 

así  en  su  manera  es  lo  que  pasa  en  este  ayuntamiento 
y  en  este  abrazo  de  Dios;  que  primero  pone  Dios  en  el 
alma  sus  dones ,  y  después  aplica  á  ella  sus  manos  y 
rostro ,  y  últimamente  le  infunde  su  aliento  y  espíritu, 
con  el  cual  la  vuelve  á  la  vida  del  todo ,  y  viviendo  á 
la  manera  que  Dios  vive  en  el  cielo ,  y  viviendo  por  él, 
dice  con  san  Pablo  (a) : — Vivo  yo,  mas  no  yo,  sino  vi- 
ve en  mí  Jesucristo.  — 

))Esto  pues  es  lo  que  hace  en  el  alma,  y  no  es  menos 
maravilloso  que  esto  lo  que  hace  con  el  cuerpo,  con  el 
cual  ayunta  el  suyo  estrechísimamente.  Porque,  demás 
de  que  tomó  nuestra  carne  en  la  naturaleza  de  su  hu- 
manidad ,  y  la  ayuntó  con  su  persona  divina  con  ayun- 
tamiento tíin  firme,  que  no  será  suelto  jamás,  el  cual 
ayuntamiento  es  un  verdadero  desposorio,  ó  por  me- 
jor decir,  un  matrimonio  indisoluble  celebrado  entre 
nuestra  carne  y  el  Verbo ,  y  el  tálamo  donde  se  cele- 
bró fué ,  como  dice  san  Agustín ,  el  vientre  purísimo. 
Así  que,  dejando  esta  unión  aparte  que  hizo  con  nues- 
tra carne,  haciendo  la  carne  suya,  y  vistiéndose  della, 
y  saliendo  en  pública  plaza  ,  en  los  ojos  de  todos  los 
hombres,  abrazado  con  ella  ,  también  esta  misma  car- 
ne y  cuerpo  suyo ,  que  tomó  de  nosotros ,  lo  ayunta 
con  el  cuerpo  de  su  Iglesia  y  con  todos  los  miembros 
della ,  que  debidamente  le  reciben  en  el  Sacramento 
del  altar,  allegando  su  carne  á  la  carne  dellos ,  y  ha- 
ciéndola cuanto  es  posible  con  la  suya  misma. —  Y  se- 
rán, dice  (¿») ,  dos  en  una  carne.  Gran  sacramento  es 
este ,  pero  entiéndolo  yo  de  Cristo  y  de  la  Iglesia. — No 
niega  san  Pablo  decirse  con  verdad  de  Eva  y  de  Adán 
aquello : — Y  serán  una  carne  los  dos; — de  los  cuales  al 
principio  se  dijo;  pero  dice  que  aquella  verdad  fué  se- 
mejanza de  aqueste  otro  hecho  secreto ,  y  dice  que  en 
aquello  la  razón  dello  era  manifiesta  y  descubierta  ra- 
zón ;  mas  aquí  dice  que  es  oculto  misterio, 

»Y  á  este  ayuntamiento  real  y  verdadero  de  su  cuer" 
po  y  el  nuestro  miran  también  claramente  aquellas 
palabras  de  Cristo  (c) :  —  Si  no  comiéredes  mi  carne  y 
bebiéredesmi  sangre,  no  tendréis  vida  en  vosotros. — Y 
luego  ,  ó  en  el  mismo  lugar:  —  El  que  come  mí  carne 
y  bebe  mi  sangre,  queda  en  mí,  y  yo  en  él.  —  Y  ni 
mas  ni  menos  lo  que  dice  san  Pablo  (d) :  —  Todos 
somos  un  cuerpo  los  que  participamos  de  un  mismo 
mandamiento. — De  lo  cual  se  concluye  c{ue,  así  como 
por  razón  de  aquel  tocamiento  son  dichos  ser  una  car- 
ne Eva  y  Adán  ;  así,  y  con  mayor  razón  de  verdad, 
Cristo  esposo  fiel  de  su  Iglesia,  y  ella  esposa  querida 
y  amada  suya  por  razón  deste  ayuntamiento  que  en- 
tre ellos  se  celebra ,  cuando  reciben  los  fieles  digna- 
mente en  la  hostia  su  carne ,  son  una  carne  y  un  cuer- 
po entre  sí.  Bien  y  brevemente  Teodoreto  sobre  el 
principio  de  los  Cantares  y  sobre  aquellas  palabras 
dellos: — Béseme  de  besos  de  su  boca; — en  este  propó- 
sito dice  desta  manera: — r*^jjes  razón  que  ninguno  se 
ofenda  de  aquesta  palabra  dc  beso;  pues  es  verdad  que 
al  tiempo  que  se  dice  la  misa ,  y  al  tiempo  que  se  co- 
mulga en  ella,  tocamos  al  cuerpo  de  nuestro  Esposo,  y 
le  besamos  y  le  abrazamos ,  y  como  con  esposo,  así  nos 
ayuntamos  con  él.  —Y  san  Crisóstomo  dice  mas  larga 


(a)  Galat.,  2,  v.  20.    '/')  Ephes.,  5,  v.  51. 
[d)  i,  Corint.,  lü,  V.17. 


(c)  Joan.,  6,v.  í4. 


■LIBRO  SEGUNDO.  ISi 

y  mas  claramente  lo  mismo: — Somos,  dice,  un  cuer- 
po, y  somos  miembros  suyos  hechos  de  su  carne  y  he- 
chos de  sus  huesos.  Y  no  solo  por  medio  del  amor  so- 
mos uno  con  él,  mas  realmente  nos  ayunta  y  como 
convierte  en  su  carne  por  medio  del  manjar  de  que 
nos  ha  hecho  merced.  Porque,  como  quisiese  declarar- 
nos su  amor ,  enlazó  y  como  mezcló  con  su  cuerpo  el 
nuestro ,  y  hizo  que  todo  fuese  uno,  para  que  así  que- 
dase el  cuerpo  unido  con  su  cabeza ,  lo  cual  es  muy 
propio  de  los  que  mucho  se  aman.  Y  así ,  Cristo,  para 
obligarnos  con  mayor  amor  y  para  mostrar  mas  para 
con  nosotros  su  buen  deseo ,  no  solamente  se  deja  ver 
de  los  que  le  aman ,  sino  quiere  ser  también  tocado 
dellos  y  ser  comido ,  y  que  con  su  carne  se  engiera  la 
dellos,  como  diciéndoles: — Yo  deseé  y  procuré  ser  vues- 
tro hermano,  y  así  por  este  fin  me  vestí,  como  vosotros, 
de  carne  y  de  sangre ,  y  eso  mismo  con  que  me  hice 
vuestro  deudo  y  pariente ,  eso  mismo  yo  ahora  os  lo 
doy  y  comunico.  — » 

Aquí  Juliano,  asiendo  de  la  mano  de  Marcelo,  le 
dijo  :  «No  os  canséis  en  eso,  Marcelo ;  que  lo  mismo  que 
dicen  Teodoreto  y  Crisóstomo ,  cuyas  palabras  nos 
habéis  referido,  lo  dicen  por  la  misma  manera  cuasi 
toda  la  antigüedad  de  los  santos ,  san  Irineo ,  san  Hila- 
rio, san  Cipriano,  san  Agustín,  Tertuliano,  Ignacio, 
Gregorio  Niseno,  Cirilo,  León,  FocioyTeofilato.  Por- 
que ,  así  como  es  cosa  notoria  á  los  fieles  que  la  carne 
de  Cristo  debajo  de  los  accidentes  de  la  hostia  recibida 
por  los  cristianos ,  y  pasada  al  estómago  por  medio 
de  aquellas  especies,  toca  á  nuestra  carne,  y  es  nues- 
tra carne  tocada  della ;  así  también  es  cosa  en  que  nin- 
guno que  lo  hubiere  leído  puede  dudar,  que  así  las 
sagradas  letras  como  los  santos  doctores  usan  por  esta 
causa  de  aquesta  forma  de  hablar ,  que  es  decir  que 
somos  un  cuerpo  con  Cristo ,  y  que  nuestra  carne  es 
de  su  carne,  y  de  sus  huesos  los  nuestros;  y  que  no  so- 
lamente en  los  espíritus ,  mas  también  en  los  cuerpos 
estamos  todos  ayuntados  y  unidos.  Asi  que  estas  dos 
cosas  ciertas  son  y  fuera  de  toda  duda  están  puestas. 
Lo  que  ahora,  Marcelo,  os  conviene  decir,  si  nos  que- 
réis satisfacer,  ó  por  mejor  decir,  si  deseáis  satisfacer 
al  sugeto  que  habéis  tomado  y  á  la  verdad  de  las  co- 
sas ,  es  declarar  cómo  por  solo  que  se  toque  una  carne 
con  otra,  y  solo  porque  el  un  cuerpo  con  el  otro  cuer- 
po se  toquen ,  se  puede  decir  con  verdad  que  son  am- 
bos cuerpos  un  cuerpo  y  ambas  carnes  una  misma  car- 
ne, como  las  sagradas  letras  y  los  santos  dotores,  que 
asi  las  entienden,  lo  dicen.  ¿Por  ventura  no  toco  yo 
ahora  con  mi  mano  á  la  vuestra ,  mas  no  por  eso  son 
luego  un  mismo  cuerpo  y  una  misma  carne  vuestra 
mano  y  mi  mano?» 

«No  lo  son  sin  duda,  dijo  Marcelo  entonces,  ni  me- 
nos es  un  cuerpo  y  una  carne  la  de  Cristo  y  la  nuestra 
solamente  porque  se  tocan  cuando  recibimos  su  cuer- 
po ,  ni  los  santos  por  solo  este  tocamiento  ponen  esta 
unidad  de  cuerpos  entre  él  y  nosotros ,  que  los  peca- 
dores que  indignamente  le  reciben  también  se  tocan 
con  él;  sino  porque  tocándose  ambos  por  razón  de  ha- 
ber recibido  dignamente  la  carne  de  Cristo,  y  por  me- 
dio de  la  gracia  que  se  da  por  ella  viene  nuestra  car- 
ne ú  remedar  en  algo  ú  lu  dc  GrislOj  haciéndosele  se- 


m  OBRAS  DE  FRAY 

mejante.»  ((Eso,  dijo  Juliano  entonces,  dejando  á  Mar- 
celo, nos  dad  mas  á  entender.»  Y  Marcelo,  callando  un 
poco ,  respondió  luego  desta  manera: »  Quedara  muy 
entendido  si  yo ,  Juliano  ,  hiciere  ahora  clara  la  ver- 
dad de  dos  cosas  :  la  primera ,  que  para  que  se  diga 
con  verdad  que  dos  cosas  son  una  misma  basta  que 
sean  muy  semejantes  entre  sí;  la  segunda,  que  la  car- 
ne de  Cristo,  tocando  á  la  carne  del  que  le  recibe  dig- 
namente en  el  Sacramento ,  por  medio  do  la  gracia 
que  produce  en  el  alma  hace  en  cierta  manera  seme- 
jante nuestra  carne  á  la  suya.  Si  vos  probáis  eso,  Mar- 
celo ,  respondió  Juliano ,  no  quedará  lugar  de  dudar; 
porque,  si  una  grande  semejanza  es  bastante  para  que 
se  digan  ser  unos  los  que  son  dos,  y  si  la  carne  de  Cris- 
to, tocando  á  la  nuestra,  la  asemeja  mucho  á  sí  misma, 
clara  cosa  es  que  se  puede  decir  con  verdad  que  por 
medio  deste  tocamiento  venimos  á  ser  con  él  un  cuer- 
po y  una  carne.  Y  á  lo  que  á  mí  me  parece,  Marcelo, 
en  la  primera  desas  dos  cosas  propuestas  no  tenéis 
mucho  que  trabajar  ni  probar;  porque  cosa  razonable 
y  conveniente  parece  que  lo  muy  semejante  se  llame 
uno  mismo,  y  así  lo  solemos  decir.» 

<(Es  conveniente ,  respondió  Marcelo ,  y  conforme  á 
razón ,  y  recibido  en  el  uso  común  de  los  que  bien 
sienten  y  hablan.  Dedos,  cuando  mucho  se  aman, ¿por 
ventura  no  decimos  que  son  uno  mismo ,  y  no  por  mas 
de  porc[ue  se  conforman  en  la  voluntad  y  querer?  Lue- 
go si  nuestra  carne  se  despojare  de  sus  cualidades,  y 
se  vistiere  de  las  condiciones  de  la  carne  de  Cristo, 
serán  como  una  ella  y  la  carne  de  Cristo ,  y  demás  de 
muchas  otras  razones ,  será  también  por  esta  razón  car- 
ne de  Cristo  la  nuestra ,  y  como  parte  de  su  cuerpo  y 
parte  muy  ayuntada  con  él.  De  un  hierro  muy  encen- 
dido decimos  que  es  luego,  no  porque  en  substancia  lo 
sea  ,  sino  porque  en  las  cualidades,  en  el  ardor,  en  el 
encendimiento,  en  la  calor  y  en  los  efectos  lo  es;  pues 
así  para  que  rmestro  cuerpo  se  diga  cuerpo  de  Cristo, 
aunque  no  sea  una  substancia  misma  con  él ,  l)ien  le 
debe  bastar  el  estar  acondicionado  como  él.  Y  para 
traer  á  comparación  lo  que  mas  vecino  es  y  mas  seme- 
jante, ¿no  dice  á  boca  llena  san  Pablo  (a)  que  el  que 
se  ayunta  con  Dios  se  hace  un  espíritu  con  él?  Y  ¿no 
es  cosa  cierta  que  el  ayuntarse  con  Dios  el  hombre  no 
es  otra  cosa  sino  recibir  en  su  alma  la  virtud  de  la  gra- 
cia, que,  como  ya  tenemos  dicho  otras  veces,  es  una 
cualidad  colostial,  que,  puesta  en  el  alma,ponecn  ella 
mucho  de  Iris  condiciones  de  Dios  y  la  figura  muy  á 
su  semejanza?  Pues  si  al  espíritu  de  Dios  y  al  nuestro 
espíritu  los  dice  ser  uno  el  predicador  de  las  gentes 
por  la  semejanza  suya  que  hace  en  el  nuestro  el  de 
Dios,  bien  bastará  para  que  se  digan  nuestra  carne  y 
la  carne  de  Cristo  ser  una  carne ,  el  tener  la  nuestra 
(si  lo  tuviere)  algo  de  lo  que  es  propio  y  natural  á  la 
carne  de  Cristo. 

))Son  im  cuerpo  de  repúltlif-a  y  de  pueblo  mil  hombres 
en  linaje  extraños,  en  condiciones  diversos,  en  oficios 
diferentes,  y  en  voluntades  é  intentos  contrarios  entre 
sí  mismos,  porque  los  ciñe  un  muro  y  porque  los  go- 
bierna una  ley ;  y  dos  carnes  tan  juntas,  que  traspasa 
por  medio  de  la  gracia  mucho  de  su  virtud  y  de  su 

(<i)  1,  Corint.,G,T.17^ 


LUIS  DE  LEÓN. 

propiedad  la  una  en  la  otra .  y  cuasi  la  embebe  en  sí 
misma ,  ¿  no  serán  dichas  ser  una  ?  Y  si  en  esto  no  hay 
que  probar,  por  ser  manifiesto,  como,  Juliano,  decis,  ¿có- 
mo puede  ser  obscuro  ó  dudoso  lo  segundo  que  propu- 
se, y  que  después  de  aquesto  se  sigue?  Un  guante  olo- 
roso traído  por  un  breve  tiempo  en  la  mano  ,  pone  su 
buen  olor  en  ella,  y  apartado  della,  lo  deja  allí  pues- 
to; y  la  carne  de  Cristo  virtuosísima  y  eíicacísima,  es- 
tando ayuntada  con  nuestro  cuerpo  y  hinchando  de 
gracia  nuestra  alma,  ¿no  comunicará  su  virtud  á  nues- 
tra carne?  ¿Qué  cuerpo  estando  junto  á  otro  cuerpo  no 
le  comunica  sus  coadiciones?  Este  aire  fresco  que  aho- 
ra nos  toca  nos  refresca,  y  poco  antes  de  ahora,  cuando 
estaba  encendido,  nos  comunicaba  su  calor  y  encendía. 
Y  no  quiero  decir  que  esta  es  obra  de  naturaleza ,  ni 
digo  que  es  virtud  que  naturalmente  obra  la  que  acon- 
diciona nuestro  cuerpo  y  le  asemeja  al  cuerpo  de  Cris- 
to, por({ue  sí  fuese  así,  siempre  y  con  todos  aquellos  á 
quien  tocase  sucedería  lo  mismo;  mas  no  es  con  todos 
así ,  como  parece  en  aquellos  que  le  reciben  indignos. 
En  los  cuales  el  pasar  atrevidamente  á  sus  pechos  su- 
cios el  cuerpo  santísimo  de  Jesucristo,  demás  de  los  da- 
ños del  alma ,  les  es  causa  en  el  cuerpo  de  malos  acci- 
dentes y  de  enfermedades,  y  á  las  veces  de  muerte, 
como  claramente  nos  lo  enseña  san  Pablo. 

))Así  que,  no  es  obra  de  naturaleza  aquesta,  mases 
muy  conforme  á  ella  y  á  lo  que  naturalmente  aconte- 
ce á  los  cuerpos  cuando  entre  sí  mismos  se  ayuntan.  Y 
si  por  entrar  la  carne  de  Cristo  en  el  pecho  no  limpio 
ni  convenientemente  dispuesto,  como  ahora  decía,  jus- 
tamente se  le  destempla  la  salud  corporal  á  quien  as¡ 
le  recibe,  cuando  por  el  contrario  estuviere  bien  dis- 
[tuestoelque  le  recibiere,  ¿cómo  no  será  justo  que  con 
manivillosa  virtud  no  solo  le  santifique  el  alma,  mas 
tatnbicn  con  la  abundancia  de  la  gracia  que  en  ella 
pone  le  apure  el  cuerpo  y  le  avecine  á  sí  mismo  todo 
cuanto  pudiere?  Que  no  es  mas  inclinado  al  daño  ([ue 
al  bien  el  que  es  la  misma  l)ondad,  ni  el  bien  hacer  lo 
es  dificultoso  al  que  con  el  querer  solo  lo  hace.  Y  no 
solamente  es  conforme  á  lo  que  la  naturaleza  acostum- 
bra ,  mas  es  muy  conveniente  y  muy  debido  á  lo  que 
piden  nuestras  necesidades.  ¿No  decíamos  esta  mañana 
que  el  soplo  de  la  serpiente  y  aquel  manjar  vedado  y 
cóndilo  nos  desconcertó  el  alma  y  nos  cinponzoñ(')  el 
cuerpo?  Luego  convino  que  este  manjar,  que  se  ordenó 
contra  aquel,  pusiese  no  solamente  justicia  en  el  alma, 
sino  tamliien  por  medio  della  santidad  y  pureza  celes- 
tial en  la  carne;  pureza  digo,  que  resistiese  á  la  pon- 
zoña primera ,  y  la  desarraigase  poco  á  poco  del  cuer- 
po. ¿Cómo dice  san  Pablo? — Así  como  en  Adán  murie- 
ron foilos,  así  cobraron  vida  en  Jesucristo.  —  En  Adán 
hubo  daño  de  carne  y  de  espíritu,  y  hulio  inspiración 
del  demonio  espiritual  para  el  alma  y  manjar  corpo- 
ral para  el  cuerpo.  Pue^  la  vida  se  contrapone  á  la 
muerte,  y  el  remedio  ha  de  ir  por  las  pisadas  del  daño, 
necesario  es  que  Cristo  en  ambas  á  dos  cosas  produzga 
salud  y  vida,  en  el  alma  con  su  espíritu ,  y  en  la  car- 
ne ayuntando  á  ella  su  cuerpo.  Aquella  manzana,  pa- 
sada al  estómago ,  así  destempló  el  cuerpo,  que  luego 
se  descubrieron  en  él  mil  nialn?  cualidades  mas  ardícn- 

tos  que  el  íue^'o ;  esta  carne  sanU;  allegada  debidamente 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


á  la  nuestra  por  virtud  de  su  gracia  produzga  en  ella 
frescor  y  templanza.  Aquel  fruto  atosigó  nuestro  cuer- 
po, con  que  viene  á  la  muerte;  esta  carne  comida  en- 
riquézcanos así  con  su  gracia ,  que  aun  descienda  su 
tesoro  á  la  carne ,  que  la  apure  y  le  dé  vida  y  la  re- 
sucite, 

»Bien  dice  acerca  desto  san  Gregorio  Niseno:  — Así 
como  en  aquellos  que  han  bebido  ponzoña ,  y  que  ama- 
tan su  fuerza  mortífera  con  algún  remedio  contrario, 
conviene  que.  conforme  á  como  hizo  el  veneno,  asimis- 
mo la  medicina  penetre  por  las  entrañas ,  para  que  se 
derrame  por  todo  el  cuerpo  el  remedio;  así  nos  con- 
viene hacer  á  nosotros ,  que  pues  comimos  la  ponzoña 
que  nos  desata ,  recibamos  la  medicina  que  nos  repa- 
ra ,  para  que  con  la  virtud  desta  desechemos  el  vene- 
no de  aquella.  Mas  esta  medicina  ¿cuál  es?  Ninguna 
otra  sino  aquel  santo  cuerpo  que  sobrepujó  á  la  muer- 
te y  nos  fué  causa  de  vida.  Porque,  así  como  un  poco 
de  levadura,  como  dice  el  Apóstol ,  asemeja á  sí  á  toda 
la  masa ,  así  aquel  cuerpo  á  quien  Dios  dotó  de  inmor- 
talidad, entrando  en  el  nuestro,  le  traspasa  en  sí  todo 
y  lomuda.  Y  así  como  el  ponzoñoso,  con  lo  saludable 
mraclado,  hace  á  lo  saludable  dañoso,  así  al  contrario, 
este  cuerpo  inmortal  á  aquel  de  quien  es  recibido  le 
vuelve  semejantemente  inmortal. — Esto  dice  Niseno. 
Mas  entre  todos  san  Cirilo  lo  dice  muy  bien :  —  No 
podía ,  dice ,  este  cuerpo  corruptible  traspasarse  por 
otra  manera  á  la  inmortalidad  y  á  la  vida ,  sino  siendo 
ayuntado  á  aquel  cuerpo  á  quien  es  como  suyo  el  vi- 
vir. Ysi  á  mí  no  me  crees,  da  fe  á  Cristo,  que  dice:  Sin 
duda  os  digo  que  sí  no  comiéredes  la  carne  del  Hijo  del 
hombre ,  y  si  no  bebiéredes  su  sangre,  no  tendréis  vida 
en  vosotros.  Que  el  que  come  mí  carne  y  bebe  mi  san- 
gre ;  tiene  vida  eterna,  y  yo  le  resucitaré  en  el  postre- 
ro día.  Bien  oís  cuan  abiertamente  te  dice  que  no 
tendrás  vida  si  no  comes  su  carne  y  si  no  bebes  su  san- 
gre. No  la  tendréis,  dice,  en  vosotros;  esto  es,  dentro 
de  vuestro  cuerpo  no  la  tendréis.  Mas  ¿á  quién  no  ten- 
dréis? á  la  vida.  Vida  llama  convenientemente  á  su  car- 
ne de  vida,  porque  ella  es  la  que  en  el  día  último  nos 
ha  de  resucitar.  Y  deciros  he  cómo.  Esta  carne  viva, 
por  ser  carne  del  Verbo  unigénito,  posee  la  vida,  y  así 
no  la  puede  vencer  el  morir;  por  donde,  sí  se  junta  á 
la  nuestra,  alanza  de  nosotros  la  muerte;  porque  nun- 
ca se  aparta  de  su  carne  el  Hijo  de  Dios.  Y  porque  está 
junto  y  es  como  uno  con  ella,  por  eso  dice :  Y  yo  le  re- 
sucitaré en  el  día  postrero. — Y  en  otro  lugar  el  mismo 
dobtor  dice  así : — Es  de  advertir  que  el  agua,  aunque  es 
de  su  naturaleza  muy  fría,  sobreviniéndole  el  fuego, 
olvidada  de  su  frialdad  natural ,  no  cabe  en  sí  de  calor. 
Pues  nosotros,  por  la  misma  manera,  dado  que  por  la 
naturaleza  de  nuestra  carne  somos  mortales ,  parti- 
cipando de  aquella  vida  que  nos  retira  de  nuestra  na- 
tural flaqueza ,  tornamos  á  vivir  por  su  virtud  propia 
deíla ;  porque  convino  que  no  solamente  el  alma  alcan- 
zase la  vida  por  comunicársele  el  Espíritu  Santo,  mas 
que  también  este  cuerpo  tosco  y  terreno  fuese  hecho 
inmortal  con  el  gusto  de  su  metal ,  y  con  el  tacto  dello 
y  con  el  mantenimiento.  Pues  como  la  carne  del  Sal- 
vador es  carne  vivifica ,  por  razón  de  estar  ayuntada  al 
Yerbo,  que  es  vida  por  naturaleza ,  por  eso  cuando  la 


'  Vó3 

comemos  tenemos  vida  en  nosotros ,  porque  estamos 
unidos  con  aquello  que  está  hecho  vida.  Y  por  esta 
causa  Cristo,  cuando  resucitaba  á  los  muertos,  no  sola- 
mente usaba  de  palabra  y  de  mando  como  Dios ,  mas 
algunas  veces  les  aplicaba  á  su  carne,  como  juntamen- 
te obradora ,  para  mostrar  con  el  hecho  que  también  su 
carne,  por  ser  suya  y  por  estar  ayuntada  con  él,  tenia 
virtud  de  dar  vida.  —  Esto  es  de  Cirilo. 

))Así  que ,  la  mala  disposición  que  puso  en  nosotros 
el  primero  manjar  nos  obliga  á  decir  que  el  cuerpo  de 
Cristo,  que  es  su  contrario,  es  causa  que  haya  en  el 
nuestro,  por  secreta  y  maravillosa  virtud,  nueva  pu- 
reza y  nueva  vida ;  y  lo  mismo  podemos  ver  si  pone- 
mos los  ojos  en  lo  que  se  puso  por  blanco  Cristo  en 
cuanto  hizo  ,  que.es  declararnos  su  amor  por  todas  las 
maneras  posibles.  Porque  el  amor ,  como  plalicábades 
ahora,  Juliano  y  Sabino,  es  unidad,  ó  todo  su  oficio  es 
hacer  unidad,  y  cuanto  es  mayor  y  mejor  la  unidad, 
tanto  es  mayor  y  mas  excelente  el  amor;  por  donde, 
cuanto  por  mas  particulares  maneras  fueron  en  uno 
mismo  dos  entre  sí,  tanto  sin  duda  ninguna  se  tendrán 
mas  amor.  Pues  si  en  nosotros  hay  carne  y  espíritu,  y 
si  con  el  espíritu  ayunta  el  suyo  Cristo  por  tantas  ma- 
neras ,  poniendo  en  él  su  semejanza  y  comunicándole 
su  vigor  y  derramando  por  él  su  espíritu  mismo ,  ¿no 
os  parecerá ,  Juliano  ,  forzoso  el  decir,  ó  que  hay  falta 
ea  su  amor  para  con  nosotros ,  ó  que  ayunta  tan  bien 
su  cuerpo  con  el  nuestro  cuanto  es  posible  ayuntarse 
dos  cuerpos?  Mas  ¿quién  se  atreverá  á  poner  mengua 
en  su  amor  en  esta  parte,  el  cual  por  todas  las  demás 
partes  es  sobre  todo  encarecimiento  extremado?  Por- 
que pregunto ,  ¿ó  no  le  es  posible  á  Dios  hacer  esta 
unión,  ó  hecha,  no  declara  ni  engrandece  su  amor,  ó 
no  se  precia  Dios  de  engrandecerle?  Claro  es  que  es 
posible ,  y  manifiesto  que  añade  quilates ,  y  notorio  y 
sin  duda  que  se  precia  Dios  de  ser  en  todo  lo  que  hace 
perfecto.  Pues  si  esto  es  cierto ,  ¿cómo  puede  ser  du- 
doso, si  hace  Dios  lo  que  puede  ser  hecho  y  lo  que  im- 
porta que  se  haga.para  el  fin  que  pretende  ?  El  mismo 
Cristo  dice,  rogando  á  su  Padre  (a)  :  —Señor,  quiero 
que  yo  y  los  míos  seamos  una  misma  cosa,  así  como  yo 
soy  una  misma  cosa  contigo. — No  son  una  misma  cosa 
el  Padre  y  el  Hijo  solamente  porque  se  quieren  bien 
entre  sí ,  ni  solo  porque  son  ,  así  en  voluntades  como 
en  juicios  conformes ,  sino  también  porque  son  una 
misma  substancia,  de  manera  que  el  Padre  vive  en  el 
Hijo,  y  el  Hijo  vive  por  el  Padre,  y  es  un  mismo  ser  y 
vivir  el  de  entrambos. 

»Pues  así,  para  que  la  semejanza  sea  perfecta  cuanto 
ser  puede,  conviene  sin  duda  que  á  noso.tros  los  fieles 
entre  nosotros,  y  á  cada  uno  de  nosotros  con  Cristo,  no 
solamente  nos  añude  y  haga  uno  la  caridad  que  el  es- 
píritu en  nuestros  corazones  derrama  ,  sino  que  tam- 
bién en  la  manera  del  ser ,  asi  en  la  del  cuerpo  como 
en  la  manera  del  alma ,  seamos  todos  uno ,  cuanto  es 
hacedero  y  posible;  y  conviene  que,  siendo  muchos  en 
personas ,  cotno  de  hecho  lo  somos ,  empero  por  razón 
de  que  mora  en  nuestras  almas  un  espíritu  mismo  y 
por  razón  que  nos  mantiene  un  individuo  y  solo  man- 
jar, seamos  todos  uno  en  un  espíritu  y  en  un  cuerpo 

(a)  Joan.,  17,  V.  22. 


1S4  OBRAS  DE  FRAY 

divino ;  los  cuales  espíritu  y  cuerpo  divino ,  ayuntán- 
dose estrechamente  con  nuestros  propios  cuerpos  y  es- 
píritus ,  los  cualifiqueií  y  los  acondicionen  á  todos  de 
una  misma  manera ,  y  á  todos  de  aquella  condición  y 
manera  que  le  es  propia  á  aquel  divino  cuerpo  y  espí- 
ritu, que  es  la  mayor  unidad  que  se  puede  hacer  ó 
pensar  en  cosas  tan  apartadas  de  suyo.  De  manera  que, 
como  una  nube  en  quien  ha  lanzado  la  fuerza  de  su 
claridad  y  de  sus  rayos  el  sol,  llena  de  luz  y,  si  aques- 
ta palabra  aquí  se  permite,  en  luz  empapada,  por  don- 
de quiera  que  se  mire  es  un  sol;  así,  ayuntando  Cris- 
to, no  solamente  su  virtud  y  su  luz,  sino  su  mismo  es- 
píritu y  su  mismo  cuerpo  con  los  fieles  y  justos,  y  co- 
mo mezclando  en  cierta  manera  su  alma  con  la  suya 
dellos,  y  con  el  cuerpo  dellos  su  cuerpo,  en  la  forma 
que  he  dicho,  les  brota  Cristo  y  les  sale  afuera  por  ios 
ojos  y  por  la  boca  y  por  los  sentidos ,  y  sus  figuras  to- 
das y  sus  semblantes  y  sus  movimientos  son  Cristo, 
que  los  ocupa  asi  á  todos,  y  se  enseñorea  dellos  tan  ín- 
timamente, que,  sin  destruirles  ó  corromperles  su  ser, 
no  se  verá  en  ellos  en  el  último  día  ni  se  descubrirá 
otro  ser  mas  del  suyo ,  y  un  mismo  ser  en  todos ;  por 
lo  cual ,  así  él  como  ellos ,  sin  dejar  de  ser  él  y  ellos , 
serán  un  él  y  uno  mismo. 

);Grande  ñudo  es  aqueste ,  Sabino ,  y  lazo  de  unidad 
tan  estrecho,  que  en  ninguna  cosa  de  las  que,  ó  la  na- 
turaleza ha  compuesto  ó  el  arte  invenlaílo  las  parles 
diversas  que  tiene ,  se  juntaron  jamás  con  juntura  tan 
delicada  ó  que  así  huyese  la  vista ,  como  es  esta  jun- 
tura; y  cierto,  es  ayuntamiento  de  matrimonio  tanto 
mayor  y  mejor,  cuanto  se  celebra  por  modo  mas  uno  y 
mas  limpio,  y  la  ventaja  que  hace  al  matrimonio  ó  despo- 
sorio de  la  carne  en  limpieza,  esa  ó  nuiclio  mayor  ven- 
taja le  hace  en  unidad  y  estrecheza;  que  allí  se  infi- 
cionan los  cuerpos,  y  aquí  se  deifica  el  alma  y  la  car- 
ne; alli  se  aficionan  las  voluntades,  aquí  lodo  es  una 
voluntad  y  un  querer ;  allí  adquieren  derecho  el  uno 
sobre  el  cuerpo  del  otro,  aquí,  sin  destruir  su  subs- 
tancia, convierte  en  su  cuerpo,  en  la  manera  que  he 
dicho,  el  esposo  Cristo  á  su  esposa;  allí  se  yerra  de 
ordinario,  aquí  se  acierta  siempre;  allí  de  continuo  hay 
solicitud  y  cuidado,  enemigo  de  la  conformidad  y  uni- 
dad ,  aquí  seguridad  y  reposo  ayutlador  y  favorecedor 
de  aquello  que  es  uno;  allí  se  ayuntan  para  sacará  luz 
á  otro  tercero,  aíjuí  por  un  ayunlamienlo  se  camina  á 
otro ,  y  el  fruto  de  aquesta  unidad  es  afinarse  en  ser 
uno,  y  el  abrazarse  es  para  mas  abrazarse;  allí  el  con- 
tento es  aguado  y  el  deleite  breve  y  de  bajo  mcíal,  aquí 
lo  uno  y  lo  olro  tan  grande,  que  baña  el  cuerpo  y  el  al- 
ma; tan  nobk,  que  es  gloria;  tan  puro,  que  ni  antes 
le  precede  ni  después  se  le  sigue ,  ni  con  él  jamás  .se 
mezcla  ose  avunta  el  dolor.  Del  cual  deleite,  pues  ha- 
bemos  dicho  ya  del  ayuntamienio,  que  es  lo  (|ue  pro- 
pusimos primero,  lo  que  el  Seiior  nos  ha  comunicado, 
será  bien  que  digamos  ahora  lo  que  se  pudiere  decir, 
aunque  no  sé  sí  es  de  las  cosas  que  no  se  han  de  decir; 
á  lo  menos  cierto  es  que ,  cómo  ello  es  y  cómo  pasa, 
ninguno  jamás  lo  supo  ni  pudo  decir. 

wYasí,  sea  e.>ta  la  primera  prueba  y  el  argumento 
primero  de  su  no  medida  í.'randeza,que  nunca  cupo  en 
lengua  humana,  y  que  el  que  lo  iaucba  lo  calla  mas, 


LUIS  DE  LEÓN. 

y  que  su  experiencia  enmudece  la  habla ,  y  que  tiene 
tanto  de  bien  que  sentir ,  que  ocupa  el  alma  toda  su 
fuerza  en  sentirlo ,  sin  dejar  ninguna  parte  della  libre 
para  hacer  otra  cosa ;  de  donde  la  Sagrada  Escritura, 
en  una  parte  adonde  trata  de  aqueste  gozo  y  deleite, 
le  llama  maná  escondido,  y  en  otra,  nombre  nuevo 
que  no  lo  sabe  leer  sino  aquel  solo  que  lo  recibe,  y  en 
otra  ,  introduciendo  como  en  imagen  una  figura  de 
aquestos  abrazos,  venido  á  este  punto  de  declarar  sus 
deleites  dellos,  hace  que  se  desmaye  y  que  quede  mu- 
da y  sin  sentido  la  esposa  que  lo  representa;  porque, 
así  como  en  el  desmayo  se  recoge  el  vigor  del  alma  á 
lo  secreto  del  cuerpo ,  y  ni  la  lengua  ni  los  ojos  ni  los 
pies  ni  las  manos  hacen  su  oficio,  así  este  gozo,  al 
punto  que  se  derrama  en  el  alma,  con  su  grandeza  in- 
creíble la  lleva  toda  á  sí ,  por  manera  que  no  le  deja 
comunicar  lo  que  siente  á  la  lengua. 

))Mas  ¿qué  necesidad  hay  de  retraer  por  indicios  lo 
que  abierlamente  testifican  las  sagradas  letras  y  lo  que 
por  clara  y  llana  razón  se  convence?  David  dice  en  su 
divina  escritura  (a) :  —  ¡  Cuan  grande  es ,  Señor ,  la 
muchedumbre  de  tu  dulzura,  la  que  escondiste  ^'a 
los  que  te  temen! — Y  en  otra  parte  :  — Serán,  SeMr, 
vuestros  siervos  embriagados  con  el  abundancia  de  los 
bienes  de  vuestra  casa  ,  y  daréisles  á  beber  del  arroyo 
impetuoso  de  vuestros  deleites.  —  Y  en  otra  parle  :  — 
Gustad  y  ved  cuan  dulce  es  el  Señor.  —  Y  en  otra  :  — 
Un  rio  de  avenida  baña  con  deleite  la  ciudad  de  Dios, 
y  voz  de  salud  y  alegría  suena  en  las  moradas  de  los 
justos,  y  bienaventurado  es  el  pueblo  que  sabe  qué  es 
jubilación. — Y  finalmente,  Isaías  (6)  :  — Ni  los  ojos  lo 
vieron,  ni  lo  oyeron  los  oidos,  ni  pudo  caber  en  humano 
corazón  lo  que  Dios  tiene  aparejado  para  los  que  es- 
peran en  él.  —  Y  conviene  que,  como  aquí  se  dice  así, 
sea  por  necesaria  razón  y  tan  clara,  que  se  tocara  coa 
ílas  manos  si  primero  "entendiéremos  qué  es  y  cómo  se 
hace  aquesto  que  llamamos  deleite;  porque  deleite  es 
un  sentimiento  y  movimiento  dulce,  que  acompaña  y 
como  remata  todas  aquellas  obras  en  que  nuestras  po- 
tencias y  fuerzas,  conforme  ásus  naturalezas  ó  á  sus 
deseos ,  sin  impedimento  ni  estorbo  se  emplean ;  por- 
que todas  las  veces  que  obramos  así ,  por  el  medio  de 
aquestas  obras  alcanzamos  alguna  cosa,  que,  ó  por  na- 
turaleza ó  por  disposición  y  costumbre,  ó  por  elección 
y  juicio  nuestro,  nos  es  conveniente  y  amable.  Y  como 
cuando  no  se  posee  y  se  conoce  algún  bien ,  la  ausen- 
cia del  causa  en  el  corazón  una  agonía  y  deseo,  así  es 
necesario  decir  que,  por  el  contrario,  cuando  se  posee 
y  se  tiene,  la  presencia  del  en  nosotros  y  el  oslar  ayun- 
tado y  como  abrazado  con  nuestro  apetito  y  s(!ntidos, 
conociéndolo  nosotros  ansí,  los  halaga  y  regala;  por 
manera  que  el  deleite  es  un  movimiento  dulce  del 
apetito. 

»Y  la  causa  del  deleite  son,  lo  primero,  la  presencia, 
y  como  si  dijésemos  el  abrazo  del  bien  deseado,  al  cual 
abrazo  se  viene  por  medio  de  alguna  obra  conveniente 
que  hacemos,  y  es  como  si  dijésemos  el  tercero  desta 
concordia,  ó  por  mejor  decir,  el  que  la  saborea  y  sa- 
zona el  conocimiento  y  el  sentido  dclla;  porque  á  quien 
no  siente  ni  conoce  el  bien  que  posee,  ni  si  lo  posee, 

(a)  rsalm.  50,  5j,  io,  tUO,í*>.     {l>)  Esiü.,  <;1,  lí.,  v.  4, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO. —LIBRO  SEGUNDO. 


no  le  puede  ser  el  bien  ni  deleitoso  ni  apacible.  Pues 
eslo  presupuesto  de  aquesta  manera,  vamos  agora  mi- 
rando estas  fuentes  de  donde  mana  el  deleite,  y  exami- 
nando á  cada  una  dellas  por  sí,  que,  adonde  quiera  que 
las  descubriéremos  mas,  y  en  todas  aquellas  cosas 
adonde  halláremos  mayores  y  mas  abundantes  mineros 
del,  en  aquellas  cosas  sin  duda  el  deleite  dellas  será 
de  mayores  quilates.  Es  pues  necesario  para  el  deleite, 
y  como  fuente  suya,  de  donde  nace,  lo  primero,  el  co- 
nocimiento y  sentido;  lo  segundo,  la  obra,  por  medio 
de  la  cual  se  alcanza  el  bien  deseado;  lo  tercero,  ese 
mismo  bien ;  lo  cuarto  y  lo  último,  su  presencia  y  ayun- 
tamiento del  con  el  alma.  Y  digamos  del  conocimiento 
primero,  y  después  diremos  de  lo  demás  por  su  orden. 
))E1  conocimiento,  cuanto  fuere  mas  vivo,  tanto  cuanto 
63  de  su  parte  será  causa  de  mas  vivo  y  mas  acendra- 
do deleite;  porque ,  por  la  razón  que  no  pueden  gozar 
del  todas  aquellas  cosas  que  no  tienen  sentido,  por  esa 
misma  se  convence  que  las  que  le  tienen ,  cuanto  mas 
del  tuvieren,  tanto  sentirán  la  dulzura  mas,  conforme 
á  como  la  experiencia  lo  demuestra  en  los  animales , 
que  en  la  manera  que  á  cada  uno  dellos ,  conforme  á 
su  naturaleza  y  especie ,  ó  mas  ó  menos  se  les  comu- 
nica el  sentido ,  así  ó  mas  ó  menos  les  es  deleitable  y 
gastoso  el  bien  que  poseen ;  y  cuanto  en  cada  una  or- 
den dellos  está  la  fuerza  del  sentido  mas  bota,  tanto 
cuanto  se  deleitan  es  menor  su  deleite;  y  no  solamente 
se  ve  esto  entre  las  cosas  que  son  diferentes,  compa- 
rándolas entre  si  mismas ,  mas  en  un  linaje  mismo  de 
cosas  y  en  los  particulares  que  en  sí  contiene  se  ve; 
porque  los  hombres,  los  que  son  de  mas  buen  sentido, 
gustan  mas  del  deleite,  y  en  un  hombre  solo,  si  ó  por 
acaso  ó  por  enfermedad  tiene  amortecido  el  sentido  del 
tacto  en  la  mano,  aunque  la  tenga  fria  y  la  allegue  á 
la  lumbre ,  no  le  hará  gusto  el  calor ;  y  como  se  fuere 
en  ella  por  medio  de  la  medicina  ó  por  otra  alguna 
manera  despertando  el  sentir,  ansí  por  los  mismos  pa- 
sos y  por  la  medida  misma  crecerá  en  ella  el  poder 
gozar  del  deleite.  Por  donde,  si  esto  es  así ,  ¿quién  no 
sabe  ya  cuan  mas  subido  y  agudo  sentido  es  aquel  con 
que  se  comprehenden  y  sienten  los  gozos  de  la  virtud 
que  no  aquel  de  quien  nacen  los  deleites  del  cuerpo? 
Porque  el  uno  es  conocimiento  de  razón,  y  el  otro  es 
sentido  de  carne;  el  uno  penetra  hasta  lo  úlíimo  de  las 
cosas  que  conoce,  el  otro  para  en  la  sobreliaz  de  lo  que 
siente;  el  uno  es  sentir  bruto  y  de  aldea,  el  otro  es 
entender  espiritual  y  de  alma;  y  conforme  á  esta  dife- 
rencia y  ventaja ,  asi  son  diferentes  y  se  aventajan  en- 
tre sí  los  deleites  que  hacen. 

«Porque  el  deleite  que  nace  del  conocer  del  senti- 
do es  deleite  ligero  ó  como  sombra  de  deleite ,  y  que 
tiene  del  como  una  vislumbre  ó  sobrehaz  solamente,  y 
es  tosco  y  aldeano  deleite;  mas  el  que  nos  viene  del 
entendimiento  y  razón  es  vivo  gozo  y  macizo  gozo ,  y 
gozo  de  substancia  y  verdad ;  y  así  como  se  prueba  la 
grande  substancia  de  aquestos  deleites  del  alma  por  la 
viveza  del  entendimiento  que  los  siente  y  conoce ,  así 
también  se  ve  su  nobleza  por  el  metal  de  la  obra  que 
nos  ayunta  al  bien  de  do  nacen  ;  porque  las  obras  por 
cuya  mano  metemos  á  Dios  en  nuestra  casa,  que,  pues- 
to en  ella,  k  tiiiiche  de  gozo,  son  el  contemplarle  y  el 


455 

amarle  y  el  ocupar  en  él  nuestro  pensamiento  y  deseo, 
con  todo  lo  demás  que  es  santidad  y  virtud;  las  cuales 
obras  ellas  en  si  mismas  son  por  una  parte  tan  pro- 
pias de  aíjuello  que  en  nosotros  verdaderamente  es  ser 
hombre,  y  por  otra  tan  nobles  en  si,  que  ellas  mismas 
por  sí,  dejado  aparte  el  bien  que  nos  traen,  que  es 
Dios,  deleitan  al  alma,  que  con  sola  su  posesión  dellas 
se  perficiona  y  se  goza;  como,  al  revés,  todas  las  obras 
que  el  cuerpo  hace,  por  donde  consigue  aquello  con  que 
se  deleita  el  sentido,  sean  obras  ó  no  propias  del  hom- 
bre, ó  así  toscas  y  viles ,  que  nadie  las  estimarla  ni  se 
alegraría  con  ellas  por  si  solas,  si  ó  la  necesidad  pura 
ó  la  costumbre  dañada  no  le  forzase.  Asi  que,  en  lo 
bueno,  antes  que  ello  deleite  hay  deleite,  y  eso  mismo 
que  va  en  busca  del  bien  y  que  lo  halla  y  le  echa  las 
manos,  es  ello  en  si  bien  que  deleita,  y  por  un  gozóse 
camina  á  otro  gozo ;  por  el  contrario  de  lo  que  acon- 
tece en  el  deleite  del  cuerpo ,  donde  ios  principios  son 
intolerable  trabajo,  los  fines,  enfado  y  hastio,  los  fru- 
tos ,  dolor  y  arrepentimiento. 

))Mas  cuando  acerca  desto  faltase  todo  lo  que  hasta 
agora  se  ha  dicho,  para  conocer  que  es  verdad  basta  la 
ventaja  sola  que  hace  el  bien  de  donde  nacen  estos  es- 
pirituales deleites,  á  los  demás  bienes  que  son  cebo  de 
los  sentidos.  Porque  si  la  pintura  hermosa  presente  á 
la  vista  deleita  los  ojos,  y  si  los  oidos  se  alegran  con  la 
suave  armonía,  y  si  el  bien  que  hay  en  lo  dulce  ó  en 
lo  sabroso  ó  en  lo  blando  causa  contentamiento  en  el 
tacto,  y  si  otras  cosas  menores  y  menos  dignas  de  ser 
nombradas  pueden  dar  gusto  al  sentido,  injuria  será" 
que  se  hace  á  Dios  poner  en  cuestión  si  deleita  ó  qué 
tanto  deleita  al  alma  que  se  abraza  con  él.  Bien  lo  sen- 
tía esto  aquel  que  decía  (a)  :  — ¿Qué  hay  para  mi  en 
el  cielo?  y  fuera  de  vos,  Señor,  ¿qué  puedo  desear  en  la 
tierra? —  Porque  si  miramos  lo  que,  Señor,  sois  en 
vos,  sois  un  occéano  íníinito  de  bien,  y  el  mayor  de  los 
que  por  acá  se  conocen  y  entienden  es  una  pequeña 
gota  comparado  con  vos,  y  es  como  una  sombra  vues- 
tra obscura  y  ligera.  Y  sí  miramos  lo  que  para  nosotros 
sois  y  en  nuestro  respeto,  sois  el  deseo  del  alma,  el  úni- 
co paradero  de  nuestra  vida,  el  propio  y  solo  bien  nues- 
tro, para  cuya  posesión  somos  criados  y  en  quien  solo 
hallamos  descanso,  y  á  quien,  aun  sin  conoceros,  bus- 
camos en  todo  cuanto  hacemos.  Que  á  los  bienes  del 
cuerpo,  y  cuasi  á  todos  los  demás  bienes  que  el  hombre 
apetece,  apetécelos  como  á  medios  para  conseguir  al- 
gún fin,  y  como  á  remedios  y  medicinas  de  alguna  falta 
ó  enfermedad  que  padece ;  busca  el  manjar  porque  le 
atormenta  la  hambre  ,  allega  riquezas  por  salir  de  po- 
breza; sigue  el  son  dulce,  y  vase  en  pos  de  lo  propor- 
cionado y  hermoso,  porque  sin  esto  padecen  mengua 
el  oído  y  la  vista, 

))Y  por  esta  razón  los  deleites  que  nos  dan  estos  bie- 
nes son  deleites  menguados  y  no  puros,  lo  uno  porque 
se  fundan  en  mengua  y  en  necesidad  y  tristeza ,  y  lo 
otro  porque  no  duran  mas  de  lo  que  ella  dura,  por  don- 
de siempre  la  traen  junto  á  sí  y  como  mezclada  consi- 
go. Porque  si  no  hubiese  hambre  no  seria  deleite  el 
comer,  y  en  faltando  ella  falta  él  juntamente.  Y  así,  no 
tienen  mas  bien  de  cuanto  dura  el  mal  para  cuyo  re- 
ía) Psalm.  72,  V.  25. 


ia6  OMAS  DE  FRAY 

medio  se  ordenan.  Y  por  la  misma  razón  no  puede  en-  ' 
tregarse  ninguno  é  ellos  sin  rienda,  antes  es  necesario  j 
que  los  use  el  que  dellos  usar  quisiere,  con  tasa,  si  le 
han  de  ser,  conforme  á  como  se  nombran,  deleites ;  por- 
que lo  son  hasta  llegar  á  un  punto  cierto,  y  en  pasando 
del  no  lo  son.  Mas  vos,  Señor,  sois  todo  el  bien  nues- 
tro y  nuestro  soberano  fin  verdadero;  y  aunque  sois  el 
remedio  de  nuestras  necesidades,  y  aunque  hacéis  lle- 
nos todos  nuestros  vacíos,  para  que  os  ame  el  alma  mu- 
cho mas  que  á  sí  misma  no  le  es  necesario  que  padezca 
mengua,  que  vos,  por  vos,  merecéis  todo  lo  que  es  el 
querer  y  el  amor.  Y  cuanto  el  que  os  amare.  Señor,  es- 
tuviere mas  rico  y  mas  abastado  de  vos,  tanto  os  amará 
con  mas  veras.  Y  así  como  vos  en  vos  no  tenéis  fin  ni 
medida,  así  el  deleite  que  nace  de  vos  en  el  alma  que 
consigo  os  abraza  dichosa,  es  deleite  que  no  tiene  fin, 
y  que  cuanto  mas  crece  es  mas  dulce,  y  deleite  en  quien 
el  deseo,  sin  recelo  de  caer  en  hartura,  puede  alargar 
la  rienda  cuanto  quisiere  ;  porque,  como  testificáis  de 
TOS  mismo  {a)  :  — Quien  bebiere  de  vuestra  dulzura, 
cuanto  mas  bebiere,  tendrá  della  mas  sed. — 

))Y  por  esta  misma  razón,  si,  Juliano,  no  os  desagra- 
da, y  según  que  agora  á  la  imaginación  se  me  ofrece,  ! 
en  la  Sagrada  Escritura  aqueste  deleite  que  Dios  en  los 
suyos  produce  es  llamado  con  nombre  de  avenida  y  de 
rio,  como  cuando  el  salmista  decía  que  da  de  beber 
Dios  á  los  suyos  un  rio  de  deleite  grandísimo.  Por- 
que en  decirlo  así,  no  solamente  quiere  decir  que  les 
dará  Dios  á  los  suyos  grande  abundancia  de  gozo,  sino 
•también  nos  dice  y  declara  que  ni  tiene  límite  aqueste 
gozo,  ni  menos  es  gozo  que  hasta  un  cierto  punto  es 
sabroso,  y  pasado  del  no  lo  es,  ni  es,  como  la  son  los 
deleites  que  vemos,  agua  encerrada  en  un  vaso,  que 
tiene  su  hondo,  y  que  fuera  de  aquellos  términos  con 
que  cerca,  no  hay  agua,  y  que  se  agota  y  se  acaba  be- 
biéndola ;  sino  que  es  agua  en  rio,  que  corre  siempre  y 
que  no  se  agota  bebida,  y  que  por  mas  que  se  beba, 
siempre  viene  fresca  á  la  boca,  sin  poder  jamás  llegar 
á  algún  paso  adonde  no  haya  agua;  esto  es,  adonde 
aquel  dulzor  no  lo  sea.  De  manera  que ,  por  razón  de 
ser  Dios  infinito  y  bien  que  sobrepuja  sin  ninguna  com- 
paración á  todos  los  bienes,  se  entiende  que  en  el  alma 
que  le  posee,  el  deleite  que  hace  es  entre  todos  los 
deleites  el  mayor  deleite ,  y  por  razón  de  ser  nuestro 
último  fin,  se  convence  que  jamás  aqueste  deleite  da 
en  cara.  Y  si  esto  es  por  ser  Dios  quien  es,  ¿qué  será 
por  razón  del  querer  que  nos  tiene ,  y  por  el  estrecho 
ñudo  de  amor  con  que  con  los  suyos  se  enlaza?  Que  si 
el  bien  presente  y  poseído  deleita,  cuanto  mas  presente 
y%)as  ayuntado  estuviere,  sin  ninguna  duda  deleitará 
mas. 

nF'ues  ¿quién  podrá  decirla  e=;!reclieza  no  compa- 
rable de  aqueste  ayuntamiento  de  Dios?  No  quiero  de- 
cir lo  que  agora  he  ya  dicho,  repitiendo  las  muchas  y 
diversas  maneras  como  se  ayunta  Dios  con  nuestros 
cuerpos  y  almas;  mas  digo  que  cuando  estamos  mas 
metidos  en  la  posesión  de  los  bienes  del  cuer[(0  v  so- 
mos hechos  mas  dellos  señores,  (oda  aquella  unión  y 
estrechez  es  una  cosa  finja  V  como  de-;atada  en  compa- 
ración desle  lazo.  Porque  el  sentido  y  lo  que  se  junta 

(a)  Ecclei.,  24,  V.  29. 


LUIS  DE  LEÓN. 

con  el  sentido  solamente  se  tocan  en  los  accidentes  de 
fuera,  que  ni  veo  sino  colorado,  ni  oigo  sino  el  retin- 
tín del  sonido,  ni  gusto  sino  lo  dulce  ó  amargo,  ni  per- 
cibo tocando  sino  es  la  aspereza  ó  blandura;  mas  Dios 
abrazado  con  nuestra  alma  penetra  por  ella  toda  y  se 
lanza  á  sí  mismo  por  todos  sus  apartados  secretos,  has- 
ta ayuntarse  con  su  mas  íntimo  ser,  adonde  hecho  co- 
mo alma  della  y  enlazado  con  ella,  la  abraza  estrechí- 
simamente.  Por  cuya  causa  en  muchos  lugares  la  Es- 
critura dice  que  mora  Dios  en  el  medio  del  corazón.  Y 
David  en  el  salmo  (6)  le  compara  al  aceite,  que  puesto 
en  la  cabeza  del  sacerdote,  viene  al  cuello  y  se  extiende 
á  la  barba,  y  desciende  corriendo  por  las  vestiduras 
todas  hasta  los  pies.  Y  en  el  libro  de  la  Sabiduría  (c) 
por  aquesta  misma  razón  es  comparado  Dios  á  la  nie- 
bla, que  por  todo  penetra.  Y  no  solamente  se  ayunta 
mucho  Dios  con  el  alma,  sino  ayúntase  todo,  y  no  todo 
succediéndose  unas  partes  á  otras,  sino  todo  junto  y 
como  de  un  golpe,  y  sin  esperarse  lo  uno  á  lo  otro ;  lo 
que  es  al  revés  en  el  cuerpo,  á  quien  sus  bienes,  los  que 
él  llama  bienes,  se  le  allegan  de  espacio  y  reparlida- 
mente,  y  succediéndose  unas  partes  á  otras,  agora  una, 
y  después  desta  otra,  y  cuando  goza  de  la  segunda,  ha 
perdido  ya  la  primera.  Y  como  se  reparten  y  se  dividen 
aquellos,  ni  mas  ni  menos  se  corrompen  y  acaban,  y 
cuides  ellos  son,  tal  es  el  deleite  que  hacen;  deleite 
como  exprimido  por  fuerza  y  como  regateado  y  como 
dado  blanca  á  blanca  con  escasez,  y  deleite  al  fin  que 
vuela  lígcrísimo  y  que  desvanece  como  humo  y  se  aca- 
ba; mas  el  deleite  que  hace  Dios  viene  junto  y  perse- 
vera junto  y  estable,  y  es  como  un  todo  no  divisible, 
presente  siempre  todo  á  sí  mismo;  y  por  eso  dice  la 
Escritura  en  el  salmo,  que  deleita  Dios  con  rio  y  con 
ímpetu  á  los  vecinos  de  su  ciudad;  no  gota  á  gota,  si- 
no con  todo  el  ímpetu  del  rio  así  junto. 

))De  todo  lo  cual  se  concluye,  no  solamente  que  hay 
deleite  en  este  desposorio  y  ayuntamiento  del  alma  y 
de  Dios,  sino  que  es  un  deleite  que  por  donde  quiera 
que  se  mire,  vence  á  cualquier  otro  deleite.  Porque,  ni 
se  mezcla  con  necesidad,  ni  se  agua  con  tristeza,  ni  se 
da  por  parles,  ni  se  corrompe  en  un  punto,  ni  nace  de 
bienes  pequeños  ni  de  abrazos  tibios  ó  flojos,  ni  es  de- 
leite tosco  ó  que  se  siente  á  la  ligera,  como  es  tosco  y 
superficial  el  sentido,  sino  divino  bien  y  gozo  íntimo, 
y  deleite  abundante  y  alegría  no  contaminada,  que 
baña  el  alma  toda,  y  la  embriaga  y  anega  por  tal  mane- 
ra, que  como  ello  es  no  se  puede  declarar  por  ninguna. 
Y  así ,  la  Escritura  divina  cuando  nos  quiere  ofrecer  al- 
guna como  imá-'cn  de  aqueste  deleite,  poríjue  no  hay 
una  que  se  le  asemeje  del  lodo,  usa  de  muchas  seme- 
janzas é  imágenes.  Que  unas  veces,  como  antes  de 
agora  decíamos,  le  llama  maná  escondido.  Maná ,  por- 
que es  deleite  dulcísimo,  y  dulcísimo  no  de  una  sola 
manera  ni  sabroso  con  un  solo  sabor,  sino  como  del 
maná  se  escribe  en  la  Sabíduria  {d),  — hecho  al  gusto 
del  deseo  y  lleno  de  ínuinerables  sabores. —  Maná  es- 
condido, jiorqne  está  se  Tclo  en  el  alma  y  ponjue,  sino 
es  quien  lo  gusta  ,  ning\mo  otro  entio-ide  bien  lo  (jue 
es.  Otras  veces  le  llama  apusmlo  de  rino,  como  en  el 
libro  de  los  Cantares,  y  otras  el  vino  mismo,  y  otras  li- 

{b'i  Psalm.  132,  V.  2,    (c}  Eccle8.,24,  v.  6.    {d¡  Sapient.,  16,  y.  20. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


157 


cuor  mejor  mucho  que  el  vino.  Aposento  de  vino,  como 
quien  dice  amontonamiento  y  tesoro  de  todo  lo  que  es 
alegría.  Mas  que  el  vino;  porque  ningima  alegría  ni  to- 
das juntas  se  igualan  con  esta. 

«Otras  veces  nos  le  figura,  como  en  el  mismo  libro, 
por  nombre  de  pechos ;  porque  no  son  los  pechos  lan 
dulces  ni  tan  sabrosos  al  niño,  como  los  deleites  de 
Dios  son  deleitables  á  aquel  que  los  gusta.  Y  porque 
no  son  deleites  que  dañan  la  vida  ó  que  debilitan  las 
fuerzas  del  cuerpo,  sino  deleites  que  alimentan  el  es- 
píritu y  le  hacen  que  crezca,  y  deleites  por  cuyo  medio 
comunica  Dios  al  alma  la  virtud  de  su  sangre  hecha  le- 
che, esto  es,  por  manera  sabrosa  y  dulce.  Otras  veces 
son  dichos  mesa  y  banquete,  como  por  Salomón  y  Da- 
vid ,  para  significar  su  abastanza  y  la  grandeza  y  varie- 
dad de  sus  gustos,  y  la  confianza  y  el  descanso,  y  el 
regocijo  y  la  seguridad  y  esperanzas  ricas  que  ponen 
en  el  alma  del  hombre.  Otras  los  nombra  sueño,  por- 
que se  repara  en  ellos  el  espíritu  de  cuanto  padece,  y 
lacera  en  la  continua  contradicion  que  la  carne  y  el  de- 
monio le  hace.  Otras  los  compara  á  guija  ó  á  pedreci- 
.  Ha  pequeña  y  blanca,  y  escrita  de  un  nombre  que  solo 
el  que  le  tiene  le  lee;  porque,  así  como,  según  la  cos- 
tumbre antigua,  en  las  causas  criminales,  cuando  echa- 
ba el  juez  una  piedra  blanca  en  el  cántaro  era  dar  vida, 
y  como  los  días  buenos  y  de  sucesos  alegres  los  anti- 
guos los  contaban  con  pedrezuelas  de  aquesta  manera, 
asimismo  el  deleite  que  da  Dios  á  los  suyos  es  como 
una  prenda  sensible  de  su  amistad  y  como  una  senten- 
cia que  nos  absuelve  de  su  ira,  que  por  nuestra  culpa 
nos  condenaba  al  dolor  y  á  la  muerte,  y  es  voz  de  vida 
en  nuestra  alma,  y  día  de  regocijo  para  nuestro  espí- 
ritu, y  de  suceso  bienaventurado  y  feliz. 

))Y  finalmente,  otras  veces  significa  aquestos  deleites 
con  nombre  de  embriaguez  y  desmayo  y  de  enajena- 
miento de  sí ,  porque  ocupan  toda  el  alma,  que  con  el 
gusto  dellos  se  meterán  adelante  en  los  abrazos  y  sen- 
timientos de  Dios,  que  desfallece  al  cuerpo  y  cuasi  no 
comunica  con  él  su  sentido ,  y  dice  y  hace  cosas  el 
hombre  que  parecen  fuera  de  toda  naturaleza  y  razón. 
Y  á  la  verdad,  Juliano,  de  las  señales  que  podemos  te- 
ner de  la  grandeza  destos  deleites  los  que  deseamos 
conocerlos  y  no  merecemos  tener  su  experiencia ,  una 
de  las  mas  señaladas  y  ciertas  es  el  ver  los  efectos  y  las 
obras  maravillosas  y  fuera  de  toda  orden  común  que 
hacen  en  aquellos  que  exprimen  tan  su  gusto.  Porque, 
si  no  fuera  dulcísimo  incomparablemente  el  deleite 
que  halla  el  bueno  con  Dios,  ¿cómo  hubiera  sido  po- 
sible ó  á  los  mártires  padecer  los  tormentos  que  pade- 
cieron, ó  á  los  ermitaños  durar  en  los  yermos  por  tan 
luengos  años  en  la  vida  que  todos  sabemos?  Por  ma- 
nera que  la  grandeza  no  medida  deste  dulzor,  y  la  vio- 
lencia dulce  con  que  enajena  y  roba  para  sí  toda  el  al- 
ma, fué  quien  sacó  á  la  soledad  á  los  hombres  y  los 
apartó  de  cuasi  todo  aquello  que  es  necesario  al  vivir, 
y  fué  quien  los  mantuvo  con  yerbas  y  sin  comer  mu- 
chos días ,  desnudos  al  frió  y  descubiertos  al  calor,  y 
sujetos  á  todas  las  injurias  del  cielo.  Y  fué  quien  hizo 
fácil  y  hacedero  y  usado  lo  que  parecía  en  ninguna 
manera  posible.  Y  no  pudo  tanto  ni  la  naturaleza  con 
sus  necesidades  ni  la  tiranía  y  crueldad  con  sus  no  oidas 


cruezas,  para  retraerlos  del  bien,  que  no  pudiere  mu- 
clio  mas  para  detenerlos  en  él  aqueste  deleite  y  todo 
aquel  dolor  que  pudo  hacer  el  artificio  y  el  cielo ;  la 
naturaleza  y  el  arte,  el  ánimo  encrudelecido  y  la  ley 
natural  poderosa  fué  mucho  menor  que  este  gozo.  Con 
el  cual  esforzada  el  alma,  y  cebada  y  levantada  sobre  sí 
misma,  y  hecha  superior  sobre  todas  las  cosas,  llevando 
su  cuerpo  tras  sí,  le  dio  que  no  pareciese  ser  cuerpo. 

»Y  si  quisiésemos  agora  contar  por  menudo  los  ejem- 
plos particulares  y  extraños  que  desto  tenemos  ,  pri- 
mero que  la  historia  se  atiabaría  la  vida;  y  así,  basle  por 
todos  uno,  y  este  sea  el  que  es  la  imagen  común  de  to- 
dos, que  el  Espíritu  Santo  nos  dibujó  en  el  libro  de  los 
Cantares,  para  que  por  las  palabras  y  acontecimientos 
que  conocemos,  veamos  como  en  idea  todo  lo  que  hace 
Dios  con  sus  escogidos.  Porque  ¿qué  es  lo  que  no  hace 
la  esposa  allí  para  encarecer  aqueste  su  deleite,  que 
siente,  ó  lo  r[ue  el  esposo  no  dice  para  este  mismo  pro- 
pósito? No  hay  palabra  blanda,  ni  dulzura  regalada,  ni 
requiebro  amoroso,  ni  encarecimiento  dulce  de  cuan- 
tos en  el  amor  jamás  se  dijeron  ó  se  pueden  decir,  que, 
ó  no  lo  diga  allí  ó  no  lo  oiga  la  esposa,  y  si  por  palabras 
ó  por  demonstraciones  exteriores  se  puede  declarar  el 
deleite  del  alma,  todas  las  que  significan  un  deleite 
grandísimo,  todas  ellas  se  dicen  y  hacen  allí;  y  comen- 
zando de  menores  principios,  van  siempre  subiendo  y 
esforzándose  siempre  mas  el  soplo  de  gozo ;  al  fin,  las 
velas  llenas,  navega  el  alma  justa  por  un  mar  de  dulzor 
y  viene  á  la  fin  á  abrasarse  en  llamas  de  dulcísimo  fue- 
go por  parte  de  las  secretas  centellas  que  recibió  al 
principio  en  sí  misma.  Y  acoatécele  cuanto  á  este  pro- 
pósito al  alma  con  Dios,  como  al  madero  no  bien  seco 
cuando  se  le  avecina  el  fuego  le  aviene.  El  cual ,  así 
como  se  va  calentando  del  fuego  y  recibiendo  en  sí  su 
calor,  así  se  va  haciendo  sugeto  apto  y  dispuesto  para 
recibir  mas  calor,  y  lo  recibe  de  hecho.  Con  el  cual  ca- 
lentado, comienza  primero  á  despedir  humo  de  sí  y  á 
dar  de  cuando  en  cuando  algún  estallido,  y  corren  al- 
gunas veces  gotas  de  agua  por  él ,  y  procediendo  en 
esta  contienda  y  tomando  por  momentos  el  fuego  en  él 
mayor  fuerza,  el  humo  que  salía  se  enciende  de  impro- 
viso en  llama,  que  luego  se  acaba,  y  dende  á  poco  se 
torna  á  encender  otra  vez  y  á  apagarse  también;  y  así 
hace  la  tercera  y  la  cuarta,  hasta  que  al  fin  el  fuego,  ya 
lanzado  en  lo  íntimo  del  madero  y  hecho  señor  de  todo 
él,  sale  todo  junto  y  por  todas  partes  afuera,  levantando 
sus  llamas,  las  cuales  prestas  y  poderosas  y  á  la  re- 
donda bulliendo,  hacen  parecer  un  fuego  el  madero. 

»Y  por  la  misma  manera,  cuando  Dios  se  avecina  al 
alma  y  se  junta  con  ella  y  le  comienza  á  comunicar  su 
dulzura,  ella,  así  como  la  va  gustando,  así  la  va  desean- 
do mas,  y  con  el  deseo  se  hace  á  sí  misma  mas  há- 
bil para  gustarla,  y  luego  la  gusta  mas;  y  así,  cre- 
ciendo en  ella  aqueste  deleite  por  puntos,  al  principio 
la  estremece  toda,  y  luego  la  comienza  á  ablandar;  y 
suenan  de  rato  en  rato  unos  tiernos  suspiros,  y  correa 
por  las  mejillas  á  veces  y  sin  sentir  algunas  dulcísi- 
mas lágrimas,  y  procediendo  adelante,  enciéndese  de 
improviso  como  una  llama  compuesta  de  luz  y  de  amor, 
y  luego  desaparecí  volando,  y  torna  á  repetirse  el  sus- 
piro, y  torna  á  lucir  y  á  cesar  otro  no  sé  qué  resplan- 


13S  OBRAS  DE  FRAY 

dor ;  y  acreciéntase  el  lloro  dulce,  y  ancla  así  por  un 
espacio  haciendo  mudiinzas  el  alma,  traspasándose  unas 
veces,  y  otras  veces  tornándose  á  si,  hasta  que,  sujeta 
ya  del  todo  al  dulzor,  se  traspasa  del  todo,  y  levantada 
enteramente  sobre  sí  misma,  y  no  cabiendo  en  sí  mis- 
ma, espira  amor  y  terneza  y  derretimiento  por  todas 
sus  partes,  y  no  entiende  ni  dice  otra  cosa  sino  es  :  — 
Luz,  amor,  vida,  descanso  sumo,  belleza  infinita,  bien 
inmenso  y  dulcísimo,  dame  que  me  deshaga  yo  y  que 
me  convierta  en  tí  toda.  Señor. — 

))Mas  callemos,  Juliiuio,  lo  que  por  mucho  que  ha- 
blemos no  se  puede  hablar.»  Y  calló,  diciendo  esto  Max- 
celo,  un  poco,  y  tornó  luego  á  decir:  «Dicho  he  del 
ñudo  y  del  deleite  desle  desposorio  lo  que  he  podido; 
quédame  por  decir  lo  que  supiere  de  las  demás  circuns- 
tancias y  requisitos  suyos.  Y  no  quiero  referir  yo  agora 
las  causas  que  movieron  á  Cristo,  ni  los  accidentes  de 
donde  tomó  ocasión  para  ser  nuestro  esposo,  porque 
ya  en  otros  lugares  habernos  dicho  hoy  acerca  desto  lo 
que  conviene;  ni  diré  de  los  terceros  que  intervinieron 
en  estos  conciertos ,  porque  el  mayor  y  el  que  á  lodos 
nos  es  manifiesto  fué  la  grandeza  de  su  piedad  y  bon- 
dad ;  mas  diré  de  la  manera  como  se  ha  habido  con  es- 
ta su  esposa  por  todo  el  espacio  que  desde  que  se  pro- 
metieron corre,  hasta  el  dia  del  matrimonio  legítimo;  y 
diré  de  los  regalos  y  dulces  tratamientos  que  por  este 
tiempo  le  hace,  y  de  las  prendas  y  joyas  ricas,  y  por 
ventura  de  las  leyes  de  amor  y  del  tálamo,  y  de  las  fies- 
tas y  cantares  ordenados  para  aquel  dia.  Porque,  así  co- 
mo acontece  á  algunos  hombres  que  se  desposan  con 
mujeres  muy  niñas,  y  que  para  casarse  con  ellas  aguar- 
dan á  que  lleguen  á  legítima  edad,  así  nos  conviene  en- 
tender que  Cristo  se  desposó  con  la  Iglesia  luego  en 
naciendo  ella,  ó  por  mejor  decir,  que  la  crió  y  hizo  na- 
cer para  esposa  suya,  y  que  se  ha  de  casar  con  ella  á 
su  tiempo. 

))Y  habemos  de  entendor  que,  como  aquellos  cuyas 
esposas  son  niñas  las  regalan  y  las  hacen  caricias  pri- 
mero, como  á  niñas,  y  así  por  consiguiente,  como  va 
creciendo  la  edad,  van  ellos  también  creciendo  en  la 
manera  de  amor  que  les  tienen  y  en  las  demostracio- 
nes del  que  les  hacen ,  así  Cristo  á  su  esposa  la  Iglesia 
la  ha  ¡do  criando  y  cariciando  conforme  á  sus  edades 
della,  y  diferentemente  según  sus  diferencias  de  tiem- 
pos ,  primoro  como  á  niña  y  dc'spues  como  á  algo  ma- 
yor, y  agora  la  trata  como  á  doncelleja  ya  bien  enten- 
dida y  crecida  y  cuasi  ya  casadera.  Porque  toda  la  edad 
de  la  Iglesia  desde  su  primer  nacimiento  hasta  el  dia 
de  la  celebridad  do  sus  bodas,  que  es  todo  el  tiempo 
que  hay  desde  el  principio  del  mundo  hasta  su  fin ,  se 
divide  en  tres  estados  de  la  Iglesia  y  tres  tiempos.  El 
primero  que  llamamos  de  naluraleza ,  y  el  segundo  de 
ley,  y  el  tercero  y  postrero  de  gracia.  El  primero  fué 
como  la  niñez  de  esta  esposa.  En  el  segundo  vino  á  al- 
gún mayor  ser.  En  esle  tercero  que  agora  corre  se  va 
acercando  mucho  á  la  edad  de  casar.  Pues  como  ha  ido 
creciendo  la  edad  y  el  saber,  asi  se  ha  habido  con  ella 
diferentemente  su  esposo,  midiendo  con  la  edad  los  fa- 
vores y  ajustándolos  siempre  con  ella  por  maravillosa 
manera,  aunque  siempre  por  manertí  llena  de  amor  y 
de  regalo,  como  se  ve  clarumenle  en  el  libro,  de  quien 


LUIS  DE  LEÓN. 

poco  antes  decia,  de  los  Cantares,  el  cual  no  es  sino  un 
dibujo  vivo  de  todo  aqueste  trato  amoroso  y  dulce  que 
ha  habido  hasta  agora,  y  de  aquí  adelante  ha  de  haber, 
entre  estos  dos,  esposo  y  esposa,  hasta  que  llegue  el  di- 
choso dia  del  matrimonio,  que  será  el  dia  cuando  se  cer- 
raren los  siglos. 

))Digo  que  es  una  imagen  compuesta  por  la  mano  de 
Dios,  en  que  se  nos  muestran  por  señales  y  semejanzas 
visibles  y  muy  familiares  al  hombre,  las  dulzuras  que 
entre  estos  dos  esposos  pasan ,  y  las  diferencias  dellas 
confürmo  álos  tres  estados  y  edades  diferentes  que  he  di- 
cho. Porque  en  la  primera  parte  del  libro,  que  es  hasta 
cuasi  la  metad  del  segundo  capítulo,  dice  Dios  lo  ¡ue 
hace  significación  de  las  condiciones  desta  su  espos;;  en 
aquel  su  estado  primero  de  naturaleza,  y  la  manera  de 
los  amores  que  le  hizo  entonces  su  esposo.  Y  desde 
aquel  lugar,  que  es  donde  se  dice  en  el  segundo  capí- 
tulo : — Veis,  mi  amado  me  habla  y  dice:  Levántale  y 
apresúrale  y  vén;— hasta  el  capítulos,  adonde  torna á 
decir : — Yo  duermo  y  mi  corazón  vela; — se  pone  lo  que 
pertenece  á  la  edad  de  la  ley.  Mas  desde  allí  hasta  el  fin , 
lodo  cuanto  entre  aquestos  dos  se  platica  es  imagen 
de  las  dulzuras  de  amor  que  hace  Cristo  á  su  esposa 
en  aqueste  postrero  estado  de  gracia. 

«Porque,  comenzando  por  lo  primero,  y  tocando  tan 
solamente  las  cosas,  y  como  señalándolas  desde  lejos, 
porque  decirlas  enteramente  seria  negocio  muy  largo, 
y  no  de  aqueste  breve  tiempo  que  resta.  Así  que,  di- 
ciendo de  lo  que  pertenece  á  aquel  estado  primero,  co- 
mo era  entonces  niña  la  esposa ,  y  le  era  nueva  y  re- 
ciente la  promesa  de  Dios  de  hacerse  carne  como  ella 
y  de  casarse  con  ella ,  como  tierna  y  como  deseosa  de 
un  bien  tan  nunca  esperado,  del  cual  entonces  comen- 
zaba á  gustar,  entra,  con  la  licencia  que  le  da  su  niñez 
y  con  la  impaciencia  que  en  aquella  edad  suele  causar 
el  deseo,  pidiendo  apresuradamente  sus  besos. — Bése- 
me, dice,  de  besos  de  su  boca;  que  mejores  son  los  tus 
pechos  que  el  vino. —  En  que  debajo  deste  nombre  de 
besos  le  pide  ya  su  palabra  y  el  aceleramiento  de  la 
promesa  de  desposarla  en  su  carne,  que  apenas  le  acaba 
de  hacer.  Porque  desde  el  tiempo  que  puso  Dios  con  el 
hombre  de  vestirse  de  su  carne  del,  y  de  así  vestido  ser 
nuestro  esposo,  desde  ese  punto  el  corazón  del  hombre 
comenzó  á  haberse  regalado  y  familiarmente  con  Dios, 
y  comenzaron  desde  entonces  á  bullir  en  él  unos  sen- 
limicnlos  de  Dios  nuevos  y  blandos  y  por  manera  nun- 
ca antes  vista  dulcísimos.  Y  hace  siguilicacion  de  aques- 
ta misma  niñez  lo  que  luego  dice  y  prosigue :— Las  ni- 
ñas doncellitas  te  aman.  —  Porque  las  doncellilas  y 
la  esposa  son  una  misma.  Y  el  aficionarse  al  olor,  y  el 
comparar  y  amar  al  Esposo  como  un  ramillete  llorido, 
y  el  no  poderse  aun  tener  bien  en  los  pies,  y  el  pedir 
alEsiiosoque  le  dé  la  mano,  diciendo: — Llévame  en  pos 
de  tí,  correremos; — y  el  prometerle  el  Esposo  lortolillas 
y  sarlalejos,  todo  ello  demuestra  lo  niño  y  lo  imper- 
fecto de  aipiel  amor  y  conocimiento  primero. 

))Y  porque  tenía  entonces  la  Iglesia  presentes  y  co- 
mo delante  de  los  ojos  dos  cosas,  la  una  su  culpa  y  pér- 
dida, y  la  otra  la  promesa  dichosa  de  su  remedio,  co- 
mo mirándose  á  sí,  por  eso  dice  allí  así :  —  Negra  soy, 
raas  hermosa,  hijas  de  Jerusalcn,  como  los  luberuácu- 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  SEGUNDO. 


159 


los  de  Cedar  y  como  las  tiendas  de  Salomón.  —  Ne- 
gra por  el  desastre  de  mi  culpa  primera,  por  quien 
¡le  quedado  sujeta  á  las  injurias  de  mis  penalidades; 
mas  hermosa  por  la  grandeza  de  dignidad  y  de  rica 
esperanza,  á  que  por  ocasión  deste  mal  he  subido.  Y 
si  el  aire  y  el  agua  me  maltratan  de  fuera^  la  palabra 
que  me  es  dada  y  la  prenda  que  della  en  el  alma  tengo, 
me  enriquece  y  alegra.  Y  si  los  hijos  de  mi  madre  se 
encendieron  contra  mí,  porque  viniendo  de  un  mismo 
padre  el  ángel  y  yo,  el  ángel  malo,  encendido  de  envi- 
dia, convirtió  su  ingenio  en  mi  daño,  y  si  me  pusieron 
por  guarda  de  viñas ,  sacándome  de  mi  infelicidad ,  al 
polvo  y  al  sudor  y  al  desastre  continuo  desta  larga  mi- 
seria;,y  si  la  mi  viña,  esto  es,  la  mi  buena  dicha  pri- 
mera, no  la  supe  guardar,  como  sepa  yo  agora  adonde,  . 
oh  Esposo,  sesteas,  y  como  tenga  noticia  y  favor  para  ir 
á  los  lugares  bienaventurados  adonde  está  de  tu  reba- 
ño su  pasto,  yo  quedaré  mejorada.  Y  así,  por  esta  causa 
misma  el  Esposo  entonces  no  se  le  descubre  del  todo, 
ni  le  ofrece  luego  su  presencia  y  su  guia ,  sino  dícele 
que  si  le  ama  como  dice,  y  si  le  quiere  hallar,  que  siga 
la  huella  de  sus  cabritos.  Porque  la  luz  y  el  conoci- 
miento que  en  aquella  edad  dio  guia  á  la  Iglesia ,  fué 
muy  pequeño  y  muy  flaco  conocim.iento  en  compara- 
ción del  de  agora.  Y  porque  ella  era  pequeña  entonces, 
esto  es,  de  pocas  personas  en  número,  y  esas  esparci- 
das por  muchos  lugares  y  rodeadas  por  todas  partes  de 
infidelidad  ,  por  eso  la  llama  allí,  y  por  regalo  la  com- 
para á  la  rosa,  que  las  espinas  la  cercan.  Y  también  es 
rosa  entre  espinas ,  porque  cuasi  ya  al  fin  de  aquesta 
niñez  suya,  y  cuando  comenzaba  á  florecer  y  brotaba 
ya  afuera  su  hermosa  figura,  haciendo  ya  cuerpo  de  re- 
pública y  de  pueblo  fiel  con  muchedumbre  grandísima, 
que  fué  estando  en  Egipto,  y  poco  antes  que  saliese  de 
allí,  fué  verdaderamente  rosa  entre  espinas,  así  por  ra- 
zón de  los  egipcios  infieles  que  la  cercaban,  como  por 
causa  de  los  errores  y  daños  que  se  le  pegaban  de  su 
trato  y  conversación,  como  también  por  respeto  de  la 
servidumbre  con  que  la  oprimían. 

))Y  no  es  lejos  de  aquesto,  que  en  sola  aquella  parte 
del  libro  la  compara  el  Esposo  á  cosas  de  las  que  en 
Egipto  nacian ,  como  cuando  le  dice  : — A  la  mi  yegua 
en  los  carros  de  Faraón  te  asemejé,  amiga  mía. — Por- 
que estaba  sujeta  ella  á  Faraón  entonces,  y  como  jun- 
cida  al  carro  trabajoso  de  su  servidumbre.  Mas  llegando 
á  este  punto,  que  es  el  fin  de  su  edad  la  primera,  y  el 
prino#pio  de  la  segunda  la  manera  como  Dios  la  trató, 
es  lo  que  luego  y  en  el  principio  de  la  segunda  parte 
del  libro  se  dice  :  —  Levántate  y  apresúrate ,  amiga 
mía,  y  vén,  que  ya  se  pasó  el  invierno  y  la  lluvia  ya  se 
filé;— con  lo  que  después  desto  se  sigue.  Lo  cual  todo 
por  hermosas  figuras  declara  la  salida  desta  santa  es- 
posa de  Egipto.  Porque  llamándola  el  Esposo  á  que  sal- 
ga, significa  el  Espíritu  Santo,  no  solo  que  el  Esposo  la 
saca  de  allí,  mas  también  la  manera  como  la  hace  sa- 
lir. Levántate ,  dice ,  porque  con  la  carga  del  duro  tra- 
tamiento estaba  abatida  y  caída.  Y  apresúrate,  porque 
salió  con  grandísima  priesa  de  Egipto,  como  se  cuenta 
en  el  Éxodo.  Y  vén,  porque  salió  siguiendo  á  su  Espo- 
so. Y  dice  luego  todo  aquello  que  la  convida  á  sab'r. 
Porque  ya,  dice,  el  invierno  y  los  tiempos  ásperos  de  tu 


servidumbre  lian  pasado ,  y  ya  comienza  á  aparecer  la 
primavera  de  tu  mejor  suerte.  Y  ya,  dice,  no  quiero  que 
le  me  demuestres  como  rosa  entre  espinas,  sino  como 
paloma  en  los  agujeros  de  la  barranca,  para  significar 
el  lugar  desierto  y  lil)re  de  compañías  malas  adó  la 
sacó. 

»Y  así  ella ,  como  ya  mas  crecida  y  osada ,  responde 
alegremente  á  este  llamamiento  divino,  y  deja  su  casa 
y  sale  en  busca  de  aquel  á  quien  ama.  Y  para  decla- 
rárnoslo, dice  :  —  En  mi  lecho  y  en  la  noche  de  mi  ser- 
vidumbre y  trabajo  busqué  y  levanté  el  corazón  á  mi 
esposo;  busquéle,  mas  no  le  hallé.  Levánteme  y  rodeé 
la  ciudad  y  pregunté  á  las  guardas  della  por  él. — Y  di- 
ce esto  así,  para  declarar  todas  las  dificultades  y  traba- 
jos nuevos  que  se  le  recrecieron  con  los  de  Egipto  y  con 
sus  principes  dellos,  desde  que  comenzó  á  tratar  de  salir 
de  su  tierra  hasta  que  de  hecho  salió.  Mas  luego  en  sa- 
liendo halló  como  presente  en  figura  de  nube  y  en  figura 
de  fuego  á  su  Esposo,  y  así  añade  y  le  dice : — En  pasan- 
do las  guardas  hallé  al  que  ama  mi  alma,  asile,  y  no  le  de- 
jaré hasta  que  le  encierre  en  la  casa  de  mi  madre  y  en  la 
recámara  de  la  que  me  engendró.  — Porque  hasta  que 
entró  con  él  en  la  tierra  prometida,  adonde  caminaba 
por  el  desierto,  siempre  le  llevó  como  delante  de  sí.  Y 
porque  se  entienda  que  se  habla  aquí  de  aquel  tiempo 
y  camino,  poco  mas  abajo  le  dicen : — ¿Quién  es  esta  que 
sube  por  el  desierto,  como  varilla  de  humo  de  mirra  y 
de  incienso  y  de  todos  los  buenos  olores? — Y  lo  que  des- 
pués se  dice  del  lecho  de  Salomón  y  de  las  guardas  del, 
con  quien  es  comparada  la  esposa,  es  la  guarda  grande 
y  las  velas  que  puso  el  Esposo  para  la  salud  y  defensa 
suya  por  todo  aquel  camino  y  desierto.  Y  lo  de  la  li- 
tera que  Salomón  hizo,  y  la  pintura  de  sus  riquezas  y 
obra,  es  imagen  de  la  obra  del  arca  y  del  santuario,  que 
en  aquel  mismo  lugar  y  camino  ordenó  para  regalo  de 
aquesta  su  esposa. 

))Y  cuando  luego  por  todo  el  capítulo  4  dice  della  su 
Esposo  encarecidos  loores,  cantando  una  por  una  todas 
sus  figuras  y  partes,  en  la  manera  del  loor  y  en  la  cua- 
lidad de  las  comparaciones  que  usa ,  bien  se  deja  en- 
tender que  el  que  allí  habla,  aquello,  de  que  habla  lo 
concebía  como  una  grande  muchedumbre  de  ejército 
asentado  en  su  real,  y  levantadas  sus  tiendas  y  dividi- 
das en  sus  estancias  por  orden,  en  la  manera  como  se- 
guía su  viaje  entonces  el  pueblo  desposado  con  Dios. 
Porque,  como  en  el  libro  de  los  lY^ímeros  vemos,  el  asien- 
to del  real  de  aquel  pueblo,  cuando  peregrinó  en  el  de- 
sierto, estaba  repartido  en  cuatro  cuarteles,  de  aquesta 
manera.  En  la  delantera  tenian  sus  tiendas  y  asientos 
los  del  tribu  de  Judá,  con  los  de  Isaar  y  Zabulón  á  sus 
lados.  A  la  mano  derecha  tenian  su  cuartel  los  de  Rubén 
con  los  de  Simeón  y  de  Gad  juntamente.  A  la  izquierda 
moraban  con  los  de  Dan  los  de  Aser  y  Xeftalim.  Lo 
postrero  ocupaban  Efraira  con  los  tribus  de  Benjamín 
y  de  Manases.  Y  en  medio  deste  cuadrado  estaba  fijado 
el  tabernáculo  del  testimonio,  y  al  derredor  del  por  to- 
das partes  tenian  sus  tiendas  los  levitas  y  sacerdotes. 
Y  conforme  á  esta  orden  de  asiento  seguían  su  camino 
cuando  levantaban  real.  Porque  lo  primero  de  todo  iba 
la  coluna  de  nube,  que  les  era  su  guía.  En  pos  della  se- 
guían sus  banderas  tendidas ,  Judá  con  sus  compañe- 


160  OBRAS  DE  FRAY 

ros.  A  estos  sucedian  luego  los  que  perlenecian  al  cuar- 
tel (le  Rubén.  Luego  iban  el  Tabernáculo  con  todas  sus 
partes,  las  cuales  llevaban  repartidas  entre  sí  los  levi- 
tas. Efraim  y  los  suyos  iban  después.  Y  los  de  Dan  iban 
en  la  retaguarda  de  todos. 

«Pues  teniendo  como  delante  los  ojos  el  Esposo  esta 
orden,  y  como  deleitándose  en  contemplar  esta  imagen, 
en  el  lugar  que  digo  la  va  loando,  como  si  loara  en  una 
persona  sola  y  hermosa  sus  miembros.  Porque  dice 
que  sus  ojos ,  que  eran  la  nube  y  el  fuego  que  les  ser- 
vían de  guia,  eran  como  de  paloma.  Y  sus  cabellos,  que 
es  lo  que  se  descubre  primero ,  y  el  cuartel  de  los  que 
iban  delante,  como  hatos  de  cabras.  Y  sus  dientes,  que 
son  Gad  y  Rubén,  como  manadas  de  ovejas.  Y  sus  la- 
bios y  habla,  que  eran  los  levitas  y  sacerdotes,  por  quien 
Dios  les  hablaba,  como  hilo  de  carmesí.  Y  por  la  mis- 
ma manera  llama  mejillas  á  los  de  Efraim ,  y  á  los  d;' 
Dan  cuello.  Y  á  los  unos  y  á  los  otros  los  alaba  con  her- 
mosos apodos.  Y  á  la  postre  dice  maravillas  de  sus  dos 
pechos,  esto  es  de  Moisen  y  Aaron ,  que  eran  como  el 
sustento  dellos  y  como  los  caminos  por  donde  venia 
aquel  pueblo,  lo  que  los  mantenía  en  vida  y  en  bien. 

Y  porque  el  paradero  deste  viaje  era  el  llegar  á  la  tier- 
ra que  les  estaba  guardada ,  y  el  alcanzar  la  posesión 
pacífica  della,  por  eso,  en  habiendo  alabado  la  orden 
hermosa  que  guardaban  en  su  real  y  camino,  llégalos 
á  la  ün  del  camino,  y  mételos  como  de  la  mano  en  sus 
casas  y  tierras.  Y  por  esto  le  dice :  — Vén  del  Líbano, 
amiga  mia,  esposa  mía;  vén  del  Líbano,  vén,  y  serás  co- 
ronada de  la  cumbre  de  Amana  y  de  la  altura  de  Sanir 
y  de  Hermon,  de  las  cuevas  de  los  leones,  de  los  mon- 
tes de  las  onzas ;  —  que  es  como  una  descripción  de  la 
región  de  Judea.  En  la  cual  región ,  después  que  della 
se  apoderó  Dios  y  su  pueblo,  creció  y  fructificó  por  mu- 
chos siglos  con  grandes  acrecentamientos  de  santidad 
y  virtudes  la  Iglesia.  Por  donde  el  Esposo,  luego  que 
puso  á  la  esposa  en  la  posesión  desta  tierra ,  contem- 
plando los  muchos  frutos  de  religión  que  en  ella  pro- 
dujo, para  darlo  á  entender  le  dice  que  es  huerto  y  le 
dice  que  es  fuente,  y  de  lo  uno  y  de  lo  otro  dice  en  es- 
ta manera  : — Huerto  cercado,  hermana  mia,  esposa, 
huerto  cercado,  fuente  sellada.  Tus  plantas  vergeles  son 
de  granados  y  de  lindos  frutales,  el  cipro  y  el  nardo, 
y  la  canela  y  el  cinamomo ,  con  todos  los  árboles  del 
Líbano,  la  mirra  y  el  sándalo,  con  los  demás  árboles  del 
incienso. — 

))Y  finalmente ,  diciendo  y  respondiéndose  á  veces , 
concluyen  todo  lo  que  á  la  segunda  edad  pertenece.  Y 
concluido,  luego  se  comienza  el  cuento  de  lo  que  en 
esta  tercera  de  gracia  pasa  entre  Cristo  y  su  esposa. 

Y  comienza  diciendo  :  — Voz  de  mi  amado  que  llama. 
Ábreme,  hermana  mia,  amiga  mia,  paloma  mia;  que  mí 
cabeza  llena  está  de  rocío,  y  las  mis  guedejas  con  las 
gotas  de  la  noche.— Que  por  cuanto  Cristo  en  el  prin- 
cipio desta  edad  que  decimos,  nació  cubierto  de  nuestra 
carne,  y  vino  así  á  descubrirse  visiblemente  á  su  espo- 
sa, vestido  de  su  librea  della,  y  sujeto  como  ella  lo  es, 
álos  trabajos  y  á  las  malas  noches  que  on  la  obscuridad 
dcsla  vida  se  pasan,  por  eso  dice  que  viene  maltratado 
de  la  noche  y  calado  del  agua  y  del  rocío.  Lo  cual  has- 
ta aquel  punto  nunca  de  sí  dijo  el  Esposo,  ni  menos 


LUIS  DE  LEÓN. 

dijo  otra  cosa  que  se  pareciese  á  ello  ó  que  tuviese  sig- 
nificación de  lo  mismo.  Pues  ruégale  que  le  abra  la 
puerta,  porque  sabia  la  dificultad  con  que  aquel  pue- 
blo donde  nació,  y  donde  en  aquel  tiempo  se  sustenta- 
ba aqueste  nombre  de  esposa,  le  había  de  recibir  en  su 
casa.  Y  esta  dificultad  y  mal  acogimiento  es  lo  que 
luego  encontinenle  se  sigue  :  — Desnúdeme  la  mi  ca- 
misa, ¿cómo  tornaré  á  vestírmela?  Lavé  los  mis  pies, 
¿cómo  los  ensuciaré? — Y  así,  mal  recibido,  se  pasa  ade- 
lante á  buscar  otra  gente. 

»Y  porque  algunos  de  los  de  aquel  pueblo,  aunque 
los  menos  dellos,  le  recibieron,  por  eso  dice  que  al  fin 
salió  la  esposa  en  su  busca.  Y  porque  los  que  le  reci- 
bieron padecieron  por  la  confesión  y  predicación  de  su 
fe  muchos  y  muy  luengos  trabajos,  por  eso  dice  que  lo 
rodeó  todo  buscándole,  y  que  no  le  halló,  y  que  la  ha- 
liaron  á  ella  las  guardas  que  hacían  la  ronda ,  y  que  la 
despojaron  y  que  la  hirieron  con  golpes.  Y  las  voces 
que  da  llamando  á  su  Esposo  escondido,  y  las  gentes 
que  movidas  de  sus  voces  acuden  á  ella,  y  le  pregun- 
tan qué  busca  y  por  quién  vocea  con  ansia  tan  gran- 
■  de ,  no  es  otra  cosa  sino  la  predicación  de  Cristo ,  que 
ardiendo  en  su  amor ,  hicieron  por  toda  la  gentilidad 
los  apóstoles;  y  los  que  se  allegan  á  la  esposa  y  los 
que  le  ofrecen  su  ayuda  y  compañía  para  buscar  al  que 
ama,  son  los  mismos  gentiles,  todos  aquellos  que 
abriendo  los  oídos  del  alma  á  la  voz  del  santo  Evange- 
lio, y  dando  asiento  á  las  palabras  de  salud  en  su  co- 
razón ,  se  juntaron  con  fe  viva  á  la  esposa,  y  se  en- 
cendieron con  ella  en  un  mismo  amor  y  deseo  de  ir 
en  seguimiento  de  Cristo.  Y  como  llegaba  ya  la  Iglesia 
á  su  debido  vigor,  y  estaba  como  si  dijésemos  en  la  flor 
de  su  edad ,  y  había  conforme  á  la  edad  crecido  en  co- 
nocímieiilo,  y  el  Esposo  mismo  se  le  había  manifesta- 
do hecho  hombre ,  da  señas  del  allí  la  esposa,  y  hace 
pintura  de  sus  facciones  todas,  lo  que  nunca  antes  hizo 
en  ninguna  parte  del  libro;  porque  el  conocimiento 
pasado,  en  comparación  de  la  luz  presente,  y  lo  que 
supo  de  su  Esposo  la  Iglesia  en  la  naturaleza  y  la  ley, 
puesto  con  lo  que  agora  sabe  y  conoce ,  fué  como  una 
niebla  cerrada  y  como  una  sombra  escurísíma. 

))Pucs  como  es  agora  su  amor  de  la  esposa  y  su  co- 
nocimiento mayor  que  antes,  así  ella  en  esta  tercera 
parte  está  mas  aventajada  que  nunca  en  lodo  género 
de  espiritual  hermosura,  y  no  está,  como  estaba  antes, 
encogida  en  un  pueblo  solo,  sino  extendida  por  todas 
las  naciones  del  mundo.  En  significación  de  lo  cual,  el 
Esposo  en  esta  parte,  lo  que  no  había  hecho  en  las  par- 
tes primeras,  la  compara  á  ciudades,  y  dice  que  es 
semejante  á  un  grande  y  bien  ordenado  escuadrón ,  y 
repite  todo  lo  que  Iiabia  dicho  antes  loándola,  y  añade 
soI)re  lo  dicho  otros  nuevos  y  mas  soberanos  loores;  y 
no  solamente  él  la  alaba,  sino  también,  como  á  cosa 
ya  hecha  pública  por  todas  las  gentes  y  puesta  en  los 
ojos  de  todas  ellas,  alábanla  con  el  Esposo  otros  mu- 
chos. Y  la  que  antes  de  agora  no  era  alabada  sino  des- 
de la  cabeza  hasta  el  cuello ,  es  loada  agora  de  la  cabe- 
za á  los  |)¡és,  y  aun  de  los  pies  es  loada  primero,  por- 
que lo  humilde  es  lo  mas  alto  en  la  Iglesia.  Y  la  que 
antes  de  agora  no  tenía  herm.uia ,  porque  estaba,  co- 
mo he  dicho,  sola  cu  un  pueblo,  agora  ya  tiene  lier- 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO, 
mana  y  casa,  y  solicitud  y  cuidado  della,  extendiéndo- 
se por  innumerables  naciones.  Y  ama  ya  su  bien  y  es 
amada  del  por  'diferente  y  mas  subida  manera ;  que  no 
se  contenta  con  verle  y  abrazarle  á  sus  solas,  como  an- 
tes hacia,  sino  en  público  y  en  los  ojos  de  todos,  sin 
mirar  en  respetos  y  en  puntos ,  como  trae  una  mozue- 
la  á  su  niño  y  hermano  en  los  brazos ,  y  como  se  aba- 
lanza á  él,  ado  quier  que  le  ve  desea  traerle  ella  á  sí 
siempre  y  públicamente  añudado  con  su  corazón,  co- 
mo de  hecho  le  trae  en  la  Iglesia  todo  lo  que  merece 
perfectamente  aqueste  nombre  de  esposa.  Que  es  lo 
que  da  á  entender  cuando  dice  :  —  Quien  te  me  diese 
como  hermano  mamante  pechos  de  mi  madre.  Halla- 
ríate  fuera  y  besaríate,  y  cierto  no  me  despreciarian 
á  mí;  asiré  de  tí  y  te  llevaré  á  casa  de  la  mi  madre,  y 
tú  me  besarás  y  yo  te  regalaré.  — 

»Y  porque  llegando  aquí  ha  venido  á  todo  lo  que  en 
razón  de  esposa  puede  llegar,  no  le  queda  sino  que  de- 
see y  que  pida  la  venida  de  su  Esposo  á  las  bodas ,  y 
el  dia  feliz  en  que  se  celebrará  aqueste  matrimonio  di- 
choso. Y  así  lo  pide  finalmente,  diciendo: — Huye,  ama- 
do mio,'y  aseméjate  á  la  cabra  y  al  cervatico  sobre  los 
montes.  —  Porque  el  huir  es  venir  apriesa  y  volando, 
y  el  venir  sobre  los  montes  es  hacer  que  el  sol,  que 
sobre  ellos  amanece ,  nos  descubra  aquel  dia.  Del  cual 
dia  y  de  su  luz,  á  quien  nunca  succede  noche,  y  de  sus 
fiestas,  que  no  tendrán  fin,  y  del  aparato  soberano  del 
tálamo,  y  de  los  ricos  arreos  con  que  saldrán  en  públi- 
co el  novio  y  la  novia,  dice  San  Juan  en  el  Ajwcalipsi 
cosas  maravillosas,  que  no  quiero  yo  agora  decir,  ni, 
si  va  á  decir  verdad,  puedo  decirlas,  porque  las  fuerzas 
me  faltan.  Y  valga  por  todo  lo  que  David  acerca  deslo 
dice  en  el  salmo  44,  que  es  propio  y  verdadero  can- 
tar destas  bodas ,  y  cantar  adonde  el  Espíritu  Santo 
habla  con  los  dos  novios  por  divina  y  elegante  manera. 
Y  dígalo  Sabino  por  mí,  pues  yo  no  puedo  ya,  y  el  de- 
cirlo le  toca  á  él.»  Y  con  esto  Marcelo  acabó,  y  Sabino 
dijo  luego  (a) : 

Un  rico  y  soberano  pensamiento 

Me  bulle  dentro  el  pecho; 
A  li,  divino  Rey,  mi  entendimiento 

Dedico,  y  cuanto  be  heclio 
A  tí  yo  lo  enderezo,  y  celebrando 

Mi  lengua  tu  grandeza, 
Irá,  como  escribano,  volteando 

La  pluma  con  presteza. 
Traspasas  en  beldad  á  los  nacidos, 

En  gracia  estás  bañado; 
Que  Dios  en  ti  á  sus  bienes  escogidos 

Eterno  asiento  ha  dado. 
Sus,  ciñe  ya  lu  espada  poderoso. 


m 


(a)  Psalm.  U. 


Y 

á  su 


LIBRO  SEGUNDO. 

Tu  prez  y  hermosura; 
Tu  prez,  y  sobre  carro  glorioso 

Con  próspera  ventura. 
Ceñido  de  verdad  y  de  clemencia 

Y  de  bien  soberano , 

Con  hechos  hazañosos  su  potencia 

Dirá  lu  diestra  mano. 
Los  pechos  enemigos  tus  saetas 

Traspasen  herboladas, 

Y  besen  tus  pisadas  las  sujetas 

Naciones  derrocadas; 
Y' durará,  Señor,  tu  trono  erguido 
Por  mas  de  mil  edades, 

Y  de  tu  reino  el  cetro  esclarecido, 

Cercado  de  igualdades. 
Prosigues  con  amor  lo  justo  y  bueno, 
Lo  malo  es  tu  enemigo  ; 

Y  así  te  colmó,  oh  Dios,  tu  Dios  el  seno 

Mas  que  á  ningún  tu  amigo. 
Las  ropas  de  tu  tiesta ,  producidas 

De  los  ricos  marfiles. 
Despiden,  en  ti  puestas,  descogidas 

Olores  rail  gentiles. 
Son  ámbar  y  son  mirra  y  son  preciosa 

.\lgalia  sus  olores; 
Rodéate  de  infantas  copia  hermosa, 

Ardiendo  en  tus  amores, 
Y'  la  querida  Reina  está  á  tu  lado. 

Vestida  de  oro  lino. 
Pues,  oh  tú,  ilustre  hija,  pon  cuidado, 

Atiende  de  continuo ; 
Atiende,  y  mira,  y  oye  lo  que  digo, 

Si  amas  tu  grandeza. 
Olvidarás  de  hoy  mas  tu  pueblo  amigo 

Y  tu  naturaleza  ; 

Que  el  Rey  por  tí  se  abrasa,  y  tú  le  adora, 
Que  él  solo  es  señor  tuyo, 

Y  tú  también  por  él  serás  señora 

De  todo  el  gran  bien  suyo. 
El  tiro  y  los  mas  ricos  mercaderes. 

Delante  lí  humillados, 
Te  ofrecen,  desplegando  sus  haberes. 

Los  dones  mas  preciados, 
Y'  anidará  en  ti  toda  la  hermosura, 

Y'  vestirás  tesoro, 
Y'  al  Rey  serás  llevada  en  vestidura 

Y'  en  recamados  de  oro, 

Y  juntamente  al  Rey  serán  llevadas 

Contigo  otras  doncellas. 
Irán  siguiendo  todas  tus  pisadas, 

Y'  lú  delante  deltas; 
Y'  con  divina  tiesta  y  regocijos 

Te  llevarán  al  lecho. 
Do,  en  vez  de  tus  abuelos,  tendrás  hijos 

De  claro  y  alto  hecho, 
A  quien  del  mundo  todo  repartido 

Darás  el  retro  y  mando. 
MI  canto  por  los  siglos  extendido 

Tu  nombre  irá  ensalzando  , 
Celebrarán  tu  gloria  eternamente 

Toda  nación  y  gente. 


dicho  esto,  y  ya  muy  noche,  los  tres  se  volvieron 
lugar. 


E,xvi-M, 


ii 


162 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


LIBRO  TERCERO. 


LNTRODUCCION. 

Se  da  solución  á  algunos  reparos  que  se  hicieron  sobre  epfa  ujra, 
y  vuelve  á  introducir  el  diálogo  para  proseguirla. 

De  los  dos  libros  pasados,  que  publiqué  para  ¡irobar 
en  ellos  lo  que  juzgaba  de  aqueste  escribir,  he  eulen- 
dido,  ilustrísirao  Señor,  que  algunos  han  hablado  mu- 
cho y  por  diferente  manera;  porque  unos  se  maravi- 
llan que  un  teólogo ,  de  quien ,  como  ellos  dicen ,  es- 
peraban algunos  grandes  tratados  llenos  de  profundas 
cuestiones,  haya  salido  a  la  íiu  con  un  libro  en  roman- 
ce; otros  dicen  que  no  eran  para  romance  las  cosas 
que  se  tratan  en  estos  libros ,  porque  no  son  capaces 
dellas  todos  los  que  entienden  romance;  y  otros  iiay 
que  no  los  han  querido  leer  porque  están  en  su  lengua, 
y  dicen  que  si  estuvieran  en  latin  los  leyeran ;  y  de 
aquellos  que  los  leen,  hay  algunos  que  hallan  novedad 
en  mi  estilo,  y  otros  que  no  quisieran  diálogos,  y  otros 
que  quisieran  capítulos,  y  que,  finalmente,  se  llegaran 
mas  á  la  manera  de  hablar  vulgar  y  ordinaria  de  todos, 
porque  fueran  para  todos  mas  Iralabies  y  mas  comu- 
nes. Y  porque  juntamente  con  estos  libros  publiqué 
una  declaración  del  capítulo  último  de  los  Pruierbíos, 
que  intitulé  La  perfecta  Casada,  no  lia  fídtado  quien 
diga  que  no  era  de  mi  persona  ni  de  mi  profesión  de- 
cirles á  las  mujeres  casadas  lo  que  deben  hacer ;  á  los 
cuales  todos  responderé,  si  son  amigos,  para  que  se 
desengañen ,  y  si  no  lo  son,  para  que  no  se  contenten; 
á  los  unos,  porque  es  justo  satisfacerlos,  y  á  los  otros, 
porque  gusten  menos  de  no  estar  satisfechos ;  á  aque- 
llos ,  para  que  sepan  lo  que  lian  de  decir,  á  estos,  para 
que  conozcan  lo  poco  que  nos  dañan  sus  dichos.  Por- 
que los  que  esperaban  mayores  cosas  de  mí ,  si  las  es- 
peraban porque  me  esliman  en  algo,  yo  les  soy  muy 
deudor;  mas,  si  porque  tienen  en  poco  aquestas  qr.e  he 
escrito,  no  crean  ni  piensen  que  en  la  teología,  que  lla- 
man, se  tratan  ningunas  ni  mayores  que  las  que  trata- 
mos aijuí,  ni  mas  dificultosas  ni  menos  sabidas,  ni  mas 
dignas  de  serlo ;  y  es  engaño  común  tener  por  fácil  y 
de  poca  estima  todo  lo  que  se  escribe  en  romance,  que 
ha  nacido  de  lo  mal  que  usamos  de  nuestra  lengua,  no 
la  empleando  sino  en  cosas  sin  ser,  ó  de  lo  poco  que 
entendemos  della,  creyendo  que  no  es  capaz  de  lo  que 
es  de  importancia;  que  lo  uno  es  vicio  y  lo  otro  enga- 
ño, y  lodo  ello  falla  nuestra,  y  no  de  la  lengua  ni  de 
los  que  se  esfuerzan  á  poner  en  ella  todo  lo  grave  y 
precioso  que  en  alguna  de  las  otras  se  halla. 

Así  que,  no  piensen,  porque  ven  romance,  que  es  de 
poca  estima  lo  que  se  dice;  mas,  al  revés,  viendo  lo 
que  se  dice ,  juzguen  que  puede  ser  de  mucha  estima 
lo  que  se  escribe  en  romance ,  y  no  desprecien  por  la 
lengua  las  cosas,  sino  por  ellas  estimen  la  lengua,  si 
acaso  las  vieron ;  porque  es  muy  de  creer  que  los  que 
esto  dicefi  ñolas  han  vi.^io  ni  leido.  .Mas noticia  tienen 


dellas,  y  mejor  juicio  hacen  los  segundos,  que  las  qui- 
í-ieran  ver  en  latin,  aunque  no  tienen  mas  razón  que  los 
primeros  en  lo  que  piden  y  quieren.  Porque  pregunto: 
¿por  qué  las  quieren  mas  en  latin?  No  dirán  que  por 
entenderlas  mejor,  ni  hará  tan  del  latino  ninguno,  que 
profese  entenderlo  mas  que  á  su  lengua,  ni  es  justo 
decir  que,  porque  fueran  entendidas  de  menos,  por  eso 
no  las  quisieran  ver  en  romance;  porque  es  envidia  no 
querer  que  el  bien  sea  común  á  todos,  y  tanto  mas  fea 
cuanto  el  bien  es  mejor. 

Mas  dirán  que  no  lo  dicen  sino  por  las  cosas  mismas, 
que,  siendo  tan  graves,  piden  lengua  que  no  sea  vul- 
gar, para  que  la  gravedad  del  decir  se  conforme  con  la 
gravedad  de  las  cosas.  A  lo  cual  se  responde  que  una 
cosa  es  la  forma  del  decir ,  y  otra  la  lengua  en  que  lo 
que  se  escribe  se  dice.  En  la  forma  del  deciV  la  razón 
pide  que  las  palabras  y  las  cosas  que  se  dicen  por  ellas 
sean  conformes,  y  que  lo  humilde  se  diga  con  llaneza, 
y  lo  grande  con  estilo  mas  levantado,  y  lo  grave  con 
palabras  y  con  figuras  cuales  convienen;  mas,  en  lo 
que  toca  á  la  lengua,  no  hay  diferencia,  ni  son  unas 
lenguas  para  decir  unas  cosas,  sino  en  todas  hay  lugar 
para  todas;  y  esto  mismo  de  que  tratamos  no  se  escri- 
biera como  debía  por  solo  escribirse  en  latín,  si  se  es- 
cribiera vilmente ;  que  las  palabras  no  son  graves  por 
ser  latinas,  sino  por  ser  dichas  como  á  la  gravedad  le 
conviene ,  ó  sean  españolas  ó  sean  francesas ;  que  si, 
porque  á  nuestra  lengua  )a  llamamos  vulgar,  se  ima- 
ginan que  no  podemos  escribir  en  ella  sino  vulgar  y 
bajamente,  es  grandísimo  error;  que  Platón  escribió 
no  vulgarmente  ni  cosas  vulgares  en  su  lengua  vulgar, 
y  no  menores  ni  menos  levantadamente  las  escribió 
Cicerón  en  la  lengua  que  era  vulgar  en  su  tiemi)o;  y 
por  decir  lo  que  es  mas  vecino  á  mí  hecho,  los  santos 
Basilio  y  Crisóslomo  y  Gregorio  Nacianceno  y  Cirilo, 
con  toda  la  antigüedad  de  los  griegos ,  en  su  lengua 
materna  griega,  que,  cuando  ellos  vivían,  la  mamaban 
con  la  leche  los  niños  y  la  hablaban  en  la  plaza  las  ven- 
dederas, escribieron  los  misterios  mas  divinos  de  nues- 
tra fe,  y  no  dudaron  de  poner  en  su  lengua  lo  que  sa- 
bían que  no  había  de  ser  entendido  por  muchos  de  los 
que  entendían  la  lengua;  que  otra  razón  en  que  estri- 
ban los  que  nos  contradicen,  diciendo  que  no  son  [tara 
todos  los  que  saben  roinance  estas  cosas  que  yo  escribo 
en  romance,  como  si  todos  los  que  saben  latin,  cuando 
yo  las  escribiera  en  lalin  ,  se  pudieran  hacer  capaces 
dellas,  ó  como  si  todo  lo  que  se  escribe  en  castellano 
fuese  entendido  de  todos  los  que  saben  castellano  y  lo 
leen.  Porque  cierto  es  que  nuestra  lengua,  aunque 
poco  cullivada  por  nuestra  culpa,  Iiay  todavía  cosas, 
bien  ó  mal  escritas,  que  pertenecen  al  conocimiento  do 
diversas  artes,  que  los  que  no  tienen  noticia  dellas, 
aunque  las  lean  en  romance,  no  las  eniiendcn. 
Mas  á  los  que  dicen  que  no  Icen  aque¿los  mis  libros 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.  — LIBRO  TERCERO.' 


IP3 


por  eslaren  romance,  y  que  en  lalin  los  leyeran,  se  les 
responde  que  les  debe  poco  su  lengua ,  pues  por  ella 
aborrecen  loque,  si  estuviera, en  otra,  tuvieran  por 
bueno.  Y  no  sé  yo  de  dónde  les  nace  el  estar  con  ella 
tan  mal;  que  ni  ella  lo  merece  ni  ellos  saben  tanto  de 
la  latina,  que  no  sepan  mas  de  la  suya ,  por  poco  que 
della  sepan,  como  de  hecho  saben  della  poquísimo  nm- 
clios.  Y  destos  son  los  que  dicen  que  no  hablo  en  ro- 
mance, porque  no  hablo  desatadamente  y  sin  orden ,  y 
porque  pongo  en  las  palabras  concierto,  y  las  escojo  y 
les  doy  su  lugar ;  porque  piensan  que  hablar  romance 
es  hablar  como  se  habla  en  el  vulgo,  y  no  conocen  que 
el  bien  hablar  no  es  común ,  sino  negocio  de  particu- 
lar juicio,  ansí  en  lo  que  se  dice  como  en  la  manera 
como  se  dice;  y  negocio  que  de  las  palabras  que  todos 
hablan  elige  las  que  convienen  y  mira  el  sonido  dellas, 
y  aun  cuenta  á  veces  las  letras,  y  las  pesa  y  las  mide 
Y  las  compone,  para  que,  no  solamente  digan  con  cla- 
ridad lo  que  se  pretende  decir ,  sino  también  con  ar- 
monía y  dulzura.  \^  si  dicen  que  no  es  estilo  para  los 
humildes  y  simples,  entiendan  que,  así  como  los  sim- 
ples tienen  su  gasto  ,  así  los  sabios  y  los  graves  y  los 
naturalmente  compuestos  no  se  aplican  bien  á  lo  que 
se  escribe  mal  y  sin  orden;  y  confiesen  que  debemos 
tener  cuenta  con  ellos ,  y  señaladamente  en  las  escri- 
turas que  son  para  ellos  solos ,  como  aquesta  lo  es. 

Y  si  acaso  dijeren  que  es  novedad,  yo  confieso  que 
es  nuevo  y  camino  no  usado  por  los  que  escriben  en 
esta  lengua  poner  en  ella  número ,  levantándola  del 
descaimiento  ordinario.  El  cual  camino  quise  yo  abrir, 
no  por  la  presunción  que  tengo  de  mí ,  que  sé  bien  la 
pequenez  de  mis  fuerzas,  sino  para  que  los  que  las  tie- 
nen se  animen  á  tratar  de  aquí  adelante  su  lengua  co- 
mo los  sabios  y  elocuentes  pasados,  cuyas  obras  por 
tantos  siglos  viven ,  trataron  las  suyas ,  y  para  que  la 
igualen  en  esta  parte  que  le  falta  con  las  lenguas  me- 
jores, á  las  cuales,  según  mi  juicio,  vence  ella  en  otras 
muchas  virtudes ;  y  por  el  mismo  fin  quise  escribir  en 
diálogo ,  siguiendo  en  ello  el  ejemplo  de  los  escritores 
antiguos,  así  sagrados  como  profanos,  que  mas  grave  y 
mas  elocuentemente  escribieron.  Resta  decir  algo  á  los 
que  dicen  que  no  fué  de  mi  cualidad  ni  de  mi  hábito 
el  escribir  del  oficio  de  la  casada ,  que  no  lo  dijeran  si 
consideraran  primero  que  es  oficio  del  sabio,  antes  que 
hable ,  mirar  bien  lo  que  dice ;  porque  pudieran  fácil- 
mente advertir  que  el  Espíritu  Santo  no  tiene  por  aje- 
no de  su  autoridad  escribirles  á  los  casados  su  oficio, 
y  que  yo  en  aquel  libro  lo  que  hago  solamente  es  poner 
las  mismas  palabras  que  Dios  escribe  y  declarar  lo  que 
por  ellas  les  dice,  que  es  propio  oficio  mío,  á  quien  por 
título  particular  incumbe  el  declarar  la  Escritura;  de- 
más de  que ,  del  teólogo  y  del  filósofo  es  decir  á  cada 
estado  de  personas  las  obligaciones  que  tienen;  y  sino 
es  del  fraile  encargarse  del  gobierno  de  las  casas  aje- 
nas ,  poniendo  en  ello  sus  manos ,  como  no  lo  es  sin 
duda  ninguna ,  es  propio  del  fraile  sabio  y  del  que  en- 
seña las  leyes  de  Dios  ,  con  la  especulación  traer  á  luz 
lo  que  debe  cada  uno  hacer,  y  decírselo;  que  es  lo  que 
yo  allí  hago,  y  lo  que  hicieron  muchos  sabios  y  santos, 
cuyo  ejemplo,  que  he  tenido  por  blanco  ,  ansí  en  esto 
como  en  lo  demás  que  me  oponen,  puede  conmigo  mas 


para  seguir  lo  comenzado  que  para  retraerme  ileiío, 
aquestas  Imaginaciones  y  dichos ,  que ,  demás  de  ser 
vanos,  son  de  pocos,  y  cuando  fueran  de  muchos,  el 
juicio  solo  de  vuestra  señoría  y  su  aprobación  es  de  muy 
mayor  peso  que  todos;  con  el  cual  alentado ,  coa  buen 
ánimo  proseguiré  lo  que  resta,  que  es  lo  que  los  de  Mar- 
celo hicieron  y  platicaron  después,  que  fué  lo  que  agora 
se  sigue. 

El  día  que  sucedió,  en  que  la  Iglesia  hace  fiesta  par- 
ticular al  apóstol  san  Pablo ,  levantándose  Sabino  mas 
temprano  de  lo  acostumbrado ,  al  romper  del  alba  salió 
á  la  huerta,  y  de  allí  al  campo  que  está  á  mano  drecha 
della,  hacia  el  camino  que  va á  la  ciudad;  por  donde^ 
habiendo  andado  un  poco  rezando ,  vio  á  Juliano,  que 
descendía  para  él  de  la  cumbre  de  la  cuesta,  que,  co- 
mo dicho  he,  sube  junto  á  la  casa;  y  maravillándose 
dello,  y  saliéndole  al  cncueniro,  le  dijo  :  «No  he  sido 
yo  el  que  hoy  ha  madrugado,  que,  según  me  parece, 
vos,  Juliano,  os  habéis  adelantado  mucho  mas,  y  no  sé 
por  qué  causa.  »  «  Como  el  exceso  en  las  cenas  suele 
quitar  el  sueño,  respondió  Juliano ,  asi ,  Sabino,  no  he 
podido  reposar  esla  noche,  lleno  de  las  cosas  que  oí- 
mos ayer  á  Marcelo,  que,  demás  de  haber  sido  muchas, 
fueron  tan  altas,  que  mí  entendimienlo  por  apoderarse 
dellas  apenas  ha  cerrado  los  ojos.  Así  que,  verdad  es 
que  os  he  ganado  por  la  mano  hoy,  ponjue  mucho  an- 
tes que  amaneciese  ando  por  estas  cuestas. »  «Pues  ¿por 
qué  por  las  cuestas?  replicó  Sabino.  ¿No  fuera  mejor 
por  la  ribera  del  rio  en  tan  calorosa  noche?»  «Parece, 
respondió  Juliano ,  que  nuestro  cuerpo  naturalmente 
sigue  el  movimiento  del  sol,  que  á  esta  hora  se  en- 
cumbra, y  á  la  tarde  se  derrueca  en  la  mar;  y  así,  es 
mas  natural  el  subir  á  los  altos  por  las  mañanas  que 
el  descender  á  los  ríos,  á  que  la  tarde  es  mejor.» 

«Según  eso,  respondió  Sabino ,  yo  no  tengo  que  ver 
con  el  sol ,  que  drecho  me  iba  al  rio  sí  no  os  viera.» 
«Debéis,  dijo  Juliano,  de  tener  que  ver  con  los  peces.» 
«Ayer,  dijo  Sabino,  decia  yo  que  era  pájaro^»  «Los 
pájaros  y  los  peces,  respondió  Juliano,  son  de  un  mis- 
mo linaje,  y  así  viene  bien'.»  «¿Cómo  de  un  linaje 
mismo?  »  dijo  Sabino.  «Porque  Moisen  dice  (a),  res- 
pondió Juliano,  que  crió  Dios  en  el  quinto  día  del  agua 
las  aves  y  los  peces.»  «Verdad  es  que  lo  dice,  dijo  Sa- 
bino; mas  bien  disimulan  el  parentesco,  según  se  pa- 
recen poco.»  «Antes  se  parecen  mucho,  respondió  Ju- 
liano entonces;  porque  el  nadar  es  como  el  volar,  y 
como  el  vuelo  corta  el  aire,  así  el  que  nada  hiende  por 
el  agua ,  y  las  aves  y  los  peces  por  la  mayor  parle  na- 
cen de  huevos;  y  si  miráis  bien  las  escamas  en  los  pe- 
ces, son  como  las  plumas  en  las  aves,  y  los  peces  tienen 
también  sus  alas ,  y  con  ellas  y  con  la  cola  se  gobier- 
nan cuando  nadan,  como  lasaves  cuando  vuelan  lo  ha- 
cen.» «Mas  las  aves,  dijo  riendo  Sabino,  son  por  la  ma- 
yor parte  cantoras  y  parleras,  y  los  peces  todos  son 
mudos.»  «Ordenó  Dios  esa  diferencia,  respondió  Julia- 
no, en  cosas  de  un  mismo  linaje  para  que  entendamos 
los  hombres  que,  si  podemos  hablar,  debemos  también 
poder  y  saber  callar ,  y  que  conviene  que  unos  mismos 
seamos  aves  y  peces  mudos  y  elocuentes ,  conforme  á 
lo  que  el  tiempo  pidiere.»  «El  de  ayer  á  lo  menos,  dijo 
(a)  Genes.,  1. 


164  OBRAS  DE  FRAY 

Sabino,  no  sé  si  podía,  siendo  tan  caloroso,  que  s^  b:i- 
blase  tanto;  mas' yo,  que  lo  pedi ,  sé  que  deseo  algo 
mas. ))  «¿Mas?  dice;  y  ¿qué  liubo  en  aquel  argumenlo 
que  Marcelo  no  le  dijese?»  ((En  lo  que  se  propuso,  dijo 
Sabino,  á  mi  parecer,  liabló  Marcelo  como  ninguno  do 
los  que  yo  lie  visto  bablar,  y  aunque  le  conozco,  como 
sabéis ,  y  sé  cuánto  se  adelanta  en  ingenio ,  cuando  le 
pedi  que  hablase ,  nunca  esperé  que  hablara  en  la  for- 
ma y  con  la  grandeza  que  habló ;  mas  lo  mas  que  digo 
es ,  no  en  los  nombres  de  que  trató ,  sino  en  uno  que 
dejó  de  tratar;  porque,  hablando  de  los  nombres  de 
Cristo,  no  sé  cómo  no  apuntó  en  su  papel  el  nombre 
propio  de  Cristo,  que  es  Jesús,  que  de  razón  habia  de 
ser  ó  el  principal  ó  el  primero.  »  «Razón  tenéis,  res- 
pondió Juliano ,  y  será  juslo  que  se  cumpla  esa  talla, 
que  de  tal  nombre  aun  el  sonido  solo  deleita ,  y  no  es 
posible  sino  que  Marcelo,  que  en  los  demás  anduvo  tan 
grande,  tiene  acerca  deste  nombre  recogidas  y  adver- 
tidas muchas  grandezas. 

«Mas  ¿qué  medio  tendremos,  que  parece  no  buen 
comedimiento  pedírselo,  que  estará  muy  cansado,  y 
con  razón?))  «El  medio  está  en  vuestra  mano,  Julia- 
no», dijo  Sabino  luego.  «¿Cómo  en  mi  mano?»  respon- 
dió. «Con  hacer  vos,  dice  Sabino,  lo  que  no  os  parece 
justo  que  se  pida  á  Marcelo,  que  estas  cuestas  y  esta 
vuestra  madrugada  tan  grande  no  son  en  balde  sin  du- 
da.» «La  causa  fué,  respondió  Juliano,  la  que  dije,yel 
fruto  el  asentar  en  el  entendimiento  y  en  la  memoria 
loque  oí  con  vos  juntamente;  y  si  fuera  dello  he  pen- 
sado en  otra  cosa ,  no  loca  á  esc  nombre ,  que  nunca 
advertí  hasta  agora  en  el  olvido  que  del  se  tuvo  ayer; 
mas  alrevámonos,  Sabino,  á  Marcelo,  que,  como  dicen, 
á  los  osados  la  fortuna.»  «En  buen  hora»,  dijo  Sabino. 
Y  con  esta  determinación  ambos  se  volvieron  á  la  huer- 
ta, y  en  la  casa  supieron  que  no  se  habia  levantado 
Marcelo;  y  entendiendo  que  reposaba,  y  no  le  querien- 
do desasosegar,  se  tornaron  á  la  huerta,  paseándose 
por  ell^  por  un  buen  espacio  de  tiempo,  hasta  ([ue 
viendo  que  Marcelo  no  salia,  y  que  el  sol  iba  bien  alto, 
Sabino,  con  algún  recelo  de  la  salud  de  Marcelo,  fué 
á  su  aposento,  y  Juliano  con  él.  Adonde  entrados,  le 
hallaron  que  estaba  en  la  cama,  y  preguntándole  si  se 
detenia  en  ella  por  alguna  mala  disposición  que  sin- 
tiese, y  respondiéndoles  él  que  solamente  se  sentia  un 
poco  cansado  y  que  en  lo  demás  estaba  bueno,  Sabino 
añadió  :  «Mucho  me  pesara,  Marcelo,  que  no  fuera  así, 
por  tres  cosas  :  por  vos  principalnifinle,  y  después  por 
nií,queos}iabia  dado  ocasión,  y  lo  poslreroporque  se  nos 
desbarataba  un  concierto.»  Aquí  Marcelo,  sonriénddsc 
un  poco,  dijo  :  «¿Qué  concierto,  Sabino?  ¿Habéis  por 
raso  hallado  hoy  otro  papel?»  «No  otro,  dijo  Sabino; 
mas  en  el  de  ayer  he  hallado  que  culparle  que  entre  los 
nombres  que  puso  olvidó  el  de  Jesús,  que  es  el  pro[iio 
(le  Cristo,  y  así  es  vuestro  el  suplir  por  él;  y  habernos 
concertado  Juliano  y  yo  que  sea  hoy ,  por  hacer  con 
ello,  en  este  día  suyo,  fiesta  á  san  Pablo,  que.  sabéis 
cuan  devoto  fué  deste  nombre  y  las  veces  qu(!  en  sus 
escritos  le  puso ,  hermoseándolos  con  él  como  se  her- 
mosea el  oro  con  los  esmaltes  y  con  las  perlas.»  «Bue- 
no es,  resfiondió  Marcelo,  hacer  concierto  sin  la  parte; 
ese  santo  nombre  dejóle  el  papel ,  no  por  olvido ,  sino 


LUIS  DE  LEÓN. 

por  lo  mucho  que  han  escrito  del  algunas  personas ; 
mas  si  os  agrada  que  se  diga,  á  mí  no  me  desagradará 
oír  lo  que  Juliano  acerca  del  nos  dijere ,  ni  me  parece 
mal  el  respeio  de  san  Pablo  y  de  su  dia,  que,  S;ibino, 
decís.»  «Ya  eso  está  andado,  respondió  al  punto  Sabi- 
no, y  Juliano  se  excusa.»  «Bien  es  que  se  excuse  hoy, 
dijo  Marcelo,  quien  puso  ayer  su  palabra  y  no  la  cum- 
plió. » 

Aquí,  como  Juliano  dijese  que  no  In  habia  cumplido 
por  no  hacer  agravio  á  las  cosas ,  y  como  pasasen  acer- 
ca dcito  algunas  demandas  y  respuestas  entre  los  dos, 
excusándose  cada  uno  lo  mas  que  podía  ,  dijo  Sabino  : 
«Yo  quiero  ser  juez  en  este  pleito,  si  me  lo  consentís, 
y  si  osolVeceis  á  pasar  por  lo  que  juzgare. »  «  Yoconsien- 
to»,  dijo  Juliano,  y  Marcelo  dijo  que  también  consen- 
tía ,  aunque  le  tenia  por  algo  sospechoso  juez;  y  Sabi- 
no respondió  luego:  «Pues  porque  veáis,  Marcelo,  cuan 
igual  soy,  yo  os  condeno  á  los  dos :  á  vos  que  digáis 
del  nombre  de  Jesús  y  á  Juliano  que  diga  de  otro  ó  de 
oíros  nombres  de  Cristo,  que  yo  le  señalaré  ó  que  él  se 
escogiere.»  Riéronse  mucho  desto  Juliano  y  Marcelo,  y 
diciendo  que  era  fuerza  obedecer  al  juez,  asentaron 
que,  caída  la  siesta,  en  el  soto,  como  el  día  pasado,  pri- 
mero Juliano  y  después  Marcelo  dijesen.  V  en  lo  que 
tocaba  á  Juliano,  que  dijese  del  nombre  que  le  agrada- 
se mas.  Y  con  esto,  se  salieron  fuera  del  aposento  Ju- 
liano y  Sabino,  y  Marcelo  se  levantó.  Y  después  de  ha- 
ber dado  á  Dios  lo  que  el  dia  pedia  ,  pasaron  hasta  que 
fué  hora  de  comer  en  diversas  razones ,  las  mas  de  las 
cuales  fueron  sobre  lo  que  habia  juzgado  Sabino,  de  que 
se  reía  Marcelo  mucho.  Y  así,  llegada  la  hora,  y  habien- 
do dado  su  refección  al  cuerpo  con  templanza,  y  al  áni- 
mo con  alegría  moderada ,  poco  después  Marcelo  se  re- 
cogió á  su  aposento  á  pasar  la  siesta ,  y  Juliano  se  fué 
á  tenerla  entre  los  álamos  que  en  la  Iiuerta  habia,  es- 
tanza  fresca  y  apacible  ;  y  Sabino,  que  no  quiso  esco- 
ger ni  lugar  ni  reposo,  como  mas  mozo,  decía  que  ad- 
virtió de  Juliano  que  lodo  el  tiempo  que  estuvo  en  la 
alameda ,  que  fué  mas  de  dos  horas ,  lo  pasó  sin  dor- 
mir, uijas  veces  arrimado  y  otras  paseándose,  y  siem- 
pre níctidos  los  ojos  en  el  suelo  y  pensando  profundisi- 
mamente.  Hasta  que  él ,  pareciémlole  hora,  despertó 
al  uno  de  su  pensamiento  y  al  otro  de  su  reposo,  y  di- 
ciéndoles  que  su  oficio  era  no  solo  repartirles  la  obra, 
sino  también  apresurarlos  á  ella  y  avisarlos  del  tiempo, 
ellos  con  él  y  en  el  barco  se  pasaron  al  soto  y  al  mis- 
rao  lugar  del  dia  de  antes.  Adonde  asentados,  Juliano 
comenzi'i  así. 

§.  I. 

Cuan  piopiameiite  se  llama  Ciisio  ¡lijodi'  Dio.t,  por  liallarsccnfl 
lodus  las  condiciones  que  se  requieren  para  serlo. 

«Pues  me  toca  el  hablar  primero,  yestá  en  mi  elección 
lo  de  que  tengo  de  hablar,  paréceuie  tratar  de  un  nom- 
bre (pie  Cristo  tiene  ,  demás  d(í  los  que  ayer  se  dijeron 
del ,  y  de  oíros  muchos  ipie  no  se  bao  dicho,  y  este  es 
nombre  de  I  fijo  ,  que  así  se  IJama  Cristo  por  |>artieulnr 
]iropiedad.  Y  si  hablara  de  mi  voluntad  ó  no  hablara 
delante  de  (pu'en  tan  bien  me  conoce,  buscara  alguna 
manera  con  que,  deshaciendo  mi  ingenio  y  excusando 
mis  fallas  y  haciéndome  opinión  de  modestia,  ganara 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


165 


vuestro  favor.  Mas,  pues  eslo  no  sirve,  y  vuestra  aten- 
ción es  cual  las  cosas  lo  pillen ,  digamos  en  buen  pun- 
to, y  con  el  favor  que  el  St'ñor  nos  diere ,  eso  mismo 
que  él  nos  lia  dado  á  entender.  Pues  digo  que  este 
nombre  de  Hijo  se  le  dan  á  Cristo  las  divinas  letras  en 
muchos  lugares.  Y  es  tan  común  nombre  suyo  en 
ellas,  que  por  esta  causa  cuasi  nu  lo  echamos  de  ver 
cuando  las  leemos,  con  ser  cosa  de  misterio  y  digna 
de  ser  adverÜLfa. 

«Mas  entre  otros,  en  el  salmo  71 ,  adonde  debajo  de 
nombre  de  Salomón  refiere  David  y  celebra  muchas  do 
las  condiciones  y  accidentes  de  Cristo ,  le  es  dado  este 
nombre  por  manera  encubierta  y  elegante.  Porque  don- 
de leemos  (a): — Y  su  nombre  será  eternamente  bendi- 
to, y  delante  del  sol  durará  siempre  su  nombre; — por 
lo  que  decimos  durar  ó  perseverar,  la  palabra  original, 
á  quien  estas  responden ,  dice  propiamente  lo  que  en 
castellano  no  se  dice  con  una  voz  ;  porque  significa  el 
adquirir  uno  naciendo  el  ser  y  el  nombre  de  hijo,  ó  el 
ser  hecho  y  producido ,  y  no  en  otra  manera  que  hijo, 
por  manera  que  dirá  asi :  — Y  antes  que  el  sol  le  ven- 
drá por  nacimiento  el  tener  nombre  de  Hijo. — En  que 
David  no  solamente  declara  que  es  Ivijo  Cristo,  sino 
dice  que  su  nombre  es  ser  hijo.  Y  no  solamente  dice 
que  se  llama  así  por  haberle  sido  puesto  este  nombrf, 
sino  que  es  nombre  que  le  viene  de  nacimiento  y  de 
linaje  y  de  origen,  ó,  por  mejor  decir,  que  nace  en  »'d 
y  con  él  este  nombre ;  y  no  solo  que  nace  en  él  agora, 
ó  que  nació  con  él  al  tiempo  que  nació  de  la  Virgen, 
sino  que  nació  con  él  aun  cuando  no  nacia  el  sol ,  que 
es  decir,  antes  que  fuese  el  sol  ó  que  fuesen  los  siglos. 
Y  ciertamente  san  Pablo  en  la  epístola  que  escribe  á  los 
hebreos ,  comparando  á  Cristo  con  los  ángeles  y  con 
las  demás  criaturas,  diferenciándole  deüas  y  aventa- 
jándole á  todas ,  usa  deste  nombre  de  Hijo  y  toma  ar- 
gumento del  para  mostrar,  no  solamente  que  Cristo  es 
Hijo  de  Dios,  sino  que  entre  todos  le  es  propio  á  él  este 
nombre.  Porque  dice  desta  manera  (6) :  — Y  hízole  Dios 
tanto  mayor  que  los  ángeles,  cuanto  por  herencia  alcan- 
zó sobre  ellos  nombre  diferente.  Porque,  ¿á  cual  de  los 
ángeles  dijo:  Tú  eres  mi  hijo,  yo  te  engendré  hoy? — En 
que  se  debe  advertir  que,  según  lo  que  san  Pablo  dice, 
Cristo  no  solamente  se  llama  Hijo,  sino,  como  decía- 
mos ,  se  llama  así  por  herencia,  y  que  es  heredad  suya 
y  como  su  legítima  el  ser  llamado  Hijo  entre  todos.  Y 
que  con  ser  asi  que  en  la  divina  Escritura  llama  Dios 
á  algunos  hombres  sus  hijos,  como  á  losjudíos  en  Isaías, 
cuando  les  dice  (c): — Engendré  hijos,  y  ensalcé  los  que 
me  despreciaron  después.  — Y  en  el  otro  profeta,  que 
dice(rf): — Llamé  á  mi  Hijo  de  Egipto. — Ycon  ser  tam- 
bién los  ángeles  nombrados  hijos ,  como  en  el  libro  de 
Job  (e)  y  en  el  libro  de  la  Creación  (f)  y  en  otros  mu- 
chos lugares  dice  osadamente  y  á  boca  llena  san  Pa- 
blo ,  y  como  cosa  averiguada  y  en  que  no  puede  haber 
duda,  que  Dios  á  ninguno,  sino  á  solo  Cristo,  lo  llamó 
hijo  suyo. 

»Mas  veamos  este  secreto,  y  procuremos ,  si  posible 
fuere,  entender  por  qué  razón  ó  razones,  entre  tantas 
cosas  á  quien  les  conviene  este  nombre ,  le  es  propio  á 

(o)  Psalm.  71,  v.  17.      {b)  llebr.,  1,  v.  4.     (c)  Esai.,  1,  \.  2, 
{4)  Osee,  11.  V.  1.     \ei  Job,  i.     (f)  Genes.,  4, 


Cristo  el  ser  y  llamarse  Hijo;  y  veamos  también  qué 
será  aquello  que  dándole  á  Cristo  este  nombre  nos  en- 
seña Dios  á  nosotros.»  Aquí  Sabino,  «Cuanto  á  la  natu- 
raleza divina  de  Cristo,  dice,  no  parece,  Juliano,  gran 
secreto  el  por  qué  Cristo  y  solo  Cristo  se  llama  Hijo; 
porque  en  la  divinidad  no  hay  mas  de  uno  á  quien  le 
pueda  convenir  este  nombre.»  «Antes,  respondió  Julia- 
no, lo  oscuro  y  lo  hoatlo,  y  lo  que  no  se  puede  alcan- 
zar de  aqueste  secreto,  es  eso  mismo  que,  Sabino,  de- 
cís; conviene  á  saber  :  ¿Cómo  ó  por  qué  manera  y  ra- 
zón la  persona  divina  de  Cristo  solo  ella  en  la  divini- 
dad es  Hijo  y  se  llama  así ,  habiendo  en  la  divinidad 
la  persona  del  Espíritu  Santo,  que  procede  del  Padre 
también,  y  le  es  semejante  no  menos  que  el  Hijo  lo  es? 
V  aunque  muchos ,  como  sabéis ,  se  trabajan  por  dar 
desto  razón  ,  no  sé  yo  agora  si  es  razón  de  las  que  los 
hombres  no  pueden  alcanzar,  porque  á  la  verdad  es  de 
las  cosas  que  la  fe  reserva  para  si  sola.  Mas  no  turbe- 
mos la  orden ,  sino  veamos  primero  qué  es  ser  hijo,  y 
sus  condiciones  cuáles  son ,  y  qué  cosas  se  le  consi- 
guen como  anejas  y  propias;  y  veremos  luego  cómo 
se  halla  esto  en  Cristo,  y  las  razones  que  hay  en  él  para 
que  sea  llamado  Hijo  á  boca  llena  entre  todos. 

»Y  cuanto  á  lo  primero,  hijo,  como  sabéis,  llamamos, 
no  lo  que  es  hecho  de  otro  como  quiera,  sino  lo  que 
nace  de  la  substancia  de  otro,  semejante  en  la  natu- 
raleza al  mismo  de  quien  nace;  y  semejante  así,  que  el 
mismo  nacer  le  hace  semejante  y  le  pinta,  como  si  di- 
jésemos, de  las  colores  y  íiguras  del  padre,  y  pasa  en 
él  sus  condiciones  naturales.  Por  manera  que  el  mis- 
rao  ser  engendrado  sea  recibir  un  ser,  no  como  quiera, 
sino  un  ser  retratado  y  hecho  á  la  imagen  de  otro.  Y 
como  en  el  arte  el  pintor  que  retrata,  en  el  hacer  del 
retrato  mira  al  original ,  y  por  la  obra  del  arte  pasa  sus 
figuras  en  la  imagen  que  hace ,  y  no  es  otra  cosa  el  ha- 
cer la  imagen  sino  el  pasar  en  ella  las  figuras  origina- 
les, que  se  pasan  á  ella  por  esa  misma  obra  con  que  se 
forma  y  se  pinta ;  asi  en  lo  natural  el  engendrar  de  los 
hijos  es  hacer  unos  retratos  vivos ,  que  en  la  substan- 
cia de  quien  los  engendra,  su  virtud  secreta,  como  en 
materia  ó  como  en  tabla  dispuesta,  los  va  figurando 
semejantes  á  su  principio.  Y  esto  es  el  hacerlos ,  el  fi- 
gurarlos y  el  asemejarlos  á  sí.  Mas,  como  entre  las  co- 
sas que  son  haya  unas  de  vida  limitada  y  otras  que 
permanecen  sin  fin ,  las  primeras  ordenó  la  naturaleza 
que  engendrasen  y  tuviesen  hijos  para  que  en  ellos, 
como  en  retratos  suyos  y  del  todo  semejantes  á  ellos, 
lo  corto  de  su  vida  se  extendiese  y  lo  limitado  pasase 
adelante,  y  se  perpetuasen  en  ellos  los  que  son  perece- 
deros en  sí;  mas  en  las  segundas,  cuando  los  tienen, ó 
las  que  dolías  los  tienen,  el  tenerlos  y  el  engendrarlos 
no  se  encamina  á  que  viva  el  que  es  padre  en  el  hijo, 
sino  á  que  se  demuestre  en  él ,  y  parezca  y  salga  á  luz 
y  se  vea.  Como  en  el  sol  lo  podemos  ver,  cuyo  fruto,  ó 
si  lo  habernos  de  decir  así ,  cuyo  hijo  es  el  rayo  que  del 
sale,  que  es  su  misma  cualidad  y  substancia,  y  tan  lu- 
cido y  tan  eficaz  como  él.  En  el  cual  rayo  no  vive  el 
sol  después  de  haber  muerto,  ni  se  le  dio  ni  le  produ- 
ce él  para  fin  de  que  quedase  otro  sol  en  él  cuando 
el  sol  pereciese,  porque  el  sol  no  perece;  mas  si  no  se 
perpetúa  en  él,  luce  en  él  y  resplandece  y  ¿c  noá  viü- 


165  OBRAS  DE  FRAY 

ne  á  lo-  ojo?;  y  así,  le  produce,  no  para  vivir  en  él, 
sino  para  mostrarse  en  él,  y  para  que,  comunicándole 
toda  su  luz,  veamos  en  el  rayo  quién  es  el  sol.  Y  no  so- 
lamente le  veamos  en  el  rayo ,  mas  también  le  goce- 
mos y  seamos  particioneros  de  todas  sus  virtudes  y 
bienes.  Por  manera  que  el  hijo  es  como  un  retrato  vivo 
del  padre ,  retratado  por  él  en  su  misma  substancia, 
hecho  en  las  cosas  que  son  eternas  y  perpetuas  para 
fin  de  que  el  padre  salga  afuera  en  el  Jiijo,  y  aparez- 
ca y  se  comunique. 

»Y  así,  para  que  uno  se  diga  y  sea  hijo  de  otro  con- 
viene, lo  primero,  que  sea  de  su  misma  substancia;  lo 
segundo,  que  le  sea  en  ella  igual  y  semejante  del  todo; 
lo  tercero,  que  el  mismo  nacer  le  haya  hecho  á  sí  seme- 
jante ;  lo  cuarto,  que,  ó  substituya  por  su  padre  cuan- 
do faltare  él ,  ó  si  durare  siempre ,  le  represente  siem- 
pre en  sí ,  y  le  haga  manifiesto  y  le  comunique  con  to- 
dos. A  lo  cual  se  coiisigue  que  ha  de  ser  una  voluntad 
y  un  mismo  querer  él  del  padre  y  del  hijo;  que  su  es- 
tudio del  y  todo  su  oficio  ha  de  ser  emplearse  en  lo 
que  es  agradable  á  su  padre;  que  no  ha  de  hacer  sino 
lo  que  sij  padre  hace,  porque  si  es  diferente,  ya  no  lo 
es  semejante,  y  por  el  mi^^mo  caso  en  aquello  no  es  hi- 
jo;'que  siempre  mire  á  él  como  á  su  dechado,  no  solo 
para  figurarse  del ,  sino  para  volverle  con  amor  lo  que 
recibió  con  deleite ,  y  para  enlazarse  en  un  querer  pu- 
ro y  ardiente  y  recíproco  el  hijo  y  el  padre.  Pues  sien- 
do esto  así  y  en  la  forma  que  dicho  habemos ,  como  de 
hecho  lo  es,  claramente  se  ve  la  razón  por  qué  Cristo 
entre  todas  las  cosas  es  llamado  Hijo  de  Dios  á  boca 
llena.  Pues  es  manifiesto  que  concurren  eu  solo  él  to- 
das las  propiedades  de  hijo  que  he  dicho ,  y  que  en 
ninguno  otro  concurren.  Porque  lo  primero,  él  solo, se- 
gún la  parle  divina  que  ea  sí  contiene  ,  nace  de  la  subs- 
tancia de  Dios,  semejante  por  igualdad  á  aquel  de  quien 
naco,  y  semejante  porque  el  mismo  nacer  y  la  misma 
forma  y  manera  como  nace  de  Dios ,  le  asemeja  á  Dios 
y  le  figura  como  él  tan  perfecta  y  acabadamente,  que 
le  hace  una  misma  cosa  con  él.  Como  él  mismo  lo  di- 
ce (a):  —  Vo  y  el  Padre  somos  una  cosa;  —  de  que  di- 
remos después  mas  copiosamente. 

»Pues,  según  la  otra  parle  nuestra  que  en  sí  tiene, 
ya  que  no  es  de  la  substancia  de  Dios,  mas,  como  Mar- 
celo ayer  dccia,  parécese  mucho  á  Dios,  y  es  cuasi 
otro  él  por  razón  de  los  infinitos  tesoros  de  celestiales 
y  divinísimos  bienes  que  Dios  en  ella  puso;  por  donde 
él  mismo  de-ía  (6): —  Felipe,  quien  á  mí  me  ve,  á  mi 
Padre  ve.— Demás  di;sto,  el  fin  para  que  las  cosas  eter- 
nas, si  tienen  hijo,  le  tienen,  que  es  para  hacerse  ma- 
nifiestas en  él,  y  romo  si  dijésemos,  para  resplandecer 
por  é!  en  la  vista  de  lodos ,  Cristo  solo  es  el  que  lo  pue- 
do poner  por  obra,  y  el  que  de  hecho  lo  pone.  Porque 
61  solo  nos  ha  dado  á  conocer  á  su  Padre,  no  solamen- 
te poniendo  su  noticia  verdadera  en  nuestros  entendi- 
mientos, sino  también  metiendo  y  asentando  en  nues- 
tras almas  con  suma  eficacia  sus  condiciones  de  Dios, 
y  sus  mañas  y  su  estilo  y  virtuiles.  Según  la  naturale- 
za divina  hace  este  oficio,  y  según  que  es  hfjmhre  sir- 
vió y  sirve  en  este  ministerio á  su  l'adre;  que  en  am- 
bas na'uralezas  es  voz  que  |n  mniiifiesta,  y  rayo  de  luz 
^      {0}  Joan.,  10,  V.  30.    {J>¡  Ibidem,  1 »,  v.  y. 


LUIS  DE  LEÓN. 

que  le  descubre ,  y  testimonio  que  le  saca  á  luz,  y  ima- 
gen y  retrato  que  nos  le  pone  en  los  ojos. 

»En  cuanto  Dios ,  escribe  san  Pablo  del  (c) ,  que  es 
resplandor  de  gloria,  y  figura  de  su  Padre  y  de  su  subs- 
tancia. En  cuanto  hombre  dice  él  mismo  de  sí  (r/) : 
—Yo  para  esto  vine  al  mundo,  para  dar  testimonio  de 
la  verdad.— Y  en  olra  parte  también  (e):— Padre,  ma- 
nifesté á  los  hombres  tu  nombre.— Y  conforme  á  esto 
es  lo  que  san  Juan  escribe  del  (/■):— Al  Padre  nadie  le 
vio  jamás;  el  Unigénito,  que  está  en  su  seno,  ese  es  el 
que  nos  dio  nuevas  del. — Y  como  Cristo  es  Hijo  de 
Dios  solo  y  singular  en  lo  que  habemos  dicho  hasta 
agora,  asmismo  lo  es  en  lo  que  resta  y  se  sigue.  Por- 
que él  solo,  según  ambas  naturalezas,  es  de  una  volun- 
tad y  querer  con  él  mismo.  ¿No  dice  él  de  sí  {g):  — Mi 
mantenimiento  es  el  hacer  la  voluntad  de  mi  Padre; — 
y  David  del  en  el  salmo  (/i):  —  En  la  cabeza  del  libro 
está  escrito  de  mí  que  hago  tu  voluntad,  y  que  tu  ley 
reside  en  medio  de  mis  entrañas — ?Y  en  el  huerto,  com- 
batido de  todas  parles,  ¿qué  dice  (í)? — No  lo  que  me  pi- 
de el  deseo ,  sino  lo  que  tú  quieres,  eso.  Señor,  se  ha- 
ga.— Y  por  la  misma  manera  siempre  hace  y  siempre 
hizo  solamente  aquello  que  vio  hacer  á  su  Padre.— No 
puede  el  hijo,  dice  (/),  hacer  de  sí  mismo  ninguna  cosa 
mas  de  lo  (jue  ve  que  su  padre  hace. — Y  eu  otra  par- 
te (m): — Mi  doctrina  no  es  mi  doctrina,  sino  de  aquel 
que  me  envia. — Su  Padre  reposa  en  él  con  un  agrada- 
ble descanso  ,  y  él  se  retorna  todo  á  su  Padre  con  una 
increíble  dulzura,  y  van  y  vienen  del  uno  al  otro  lla- 
mas de  amor  ardientes  y  deleitosas.  Dice  el  Padre  {n) : 
—Este  es  mi  querido  Hijo,  en  quien  me  satisfago  y  des- 
canso.— Dice  el  Hijo  (o):  — Padre,  yo  le  he  manifeslado 
sobre  la  tierra,  ca  períicionado  he  la  obra  que  me  en- 
comendaste que  hiciese. — 

»Y  si  el  amor  es  obrar,  y  si  en  la  obediencia  del  que 
ama  á  quien  ama  se  hace  cierta  prueba  de  la  venlad 
del  amor,  ¿cuánto  amó  á  su  padre  quien  así  le  obede- 
ció como  Cristo?— Obedecióle,  dice  (p),  hasta  la  muer- 
te, y  hasta  la  muerte  de  cruz ; — que  es  decir,  no  sola- 
mente que  murió  por  obedecer ,  sino  que  por  servir  á 
la  obediencia  ,  el  que  es  fuente  de  vida  dio  en  sí  en- 
trada á  la  muerte ,  y  halló  manera  para  morir  el  que 
morir  no  podía,  y  que  se  hizo  hombre  mortal  siendo 
Dios,  y  que  siendo  hombre  libre  de  toda  culpa,  y  por 
la  misma  razón  ajeno  de  la  pena  de  la  muerta,  se  vis- 
lió  de  todos  nuestros  pecados  para  padecer  muerte  por 
ellos;  que  puso  en  cárcel  su  valor  y  poder  para  que  le 
pudiesen  prender  sus  contrarios ;  que  se  desampan') ,  si 
se  puede  decir,  á  sí  mismo  para  que  la  muerte  cortase 
el  lazo  que  añudaba  su  vida.  Y  porque  ni  podía  morir 
Dios,  ni  al  hombre  se  le  debia  muerte,  sino  en  pena 
de  culpa,  ni  el  alma ,  que  vivía  de  la  vista  de  Dios,  se- 
gún consecuencia  natural  poilía  dar  vida  á  su  cuerpo, 
se  hizo  hombre,  se  cargó  de  las  culpas  del  hombre, 
puso  (istanco  á  su  gloria  para  que  no  pasase  los  límites 
(le  su  alma  ni  se  dcrrama-S'.  á  su  cuerpo,  exentándole 
de  la  muerte;  hizo  maravillosos  ingenios  solo  para su- 

(r)  llchr.,  1,  V.  3.     (rf)  Joan.,  8,v.  18.     (e)  Ihidptn,  17,v.  6. 
(/■)  Ibidcín,  1,  V.  18.    {g)  Ihiilcm,  4,  v.  ."i.    (Ai  Psalm.  39,  v.  8. 
(ii  Mülih.,  2r.,  V.  5'J.    (/)  Joan.,. "i,  v.  19.     (mi  Ibidem,  7,  v.  16. 
I»)  MaUli.,  3,  V.  17.    (o;  Joan.,  17,  V,  6.    (pj  Filip.,  2,  v.  8. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


407 


jetarisc  al  morir ,  y  todo  por  obedecer  ;i  su  Padre ,  del 
cual  él  solo  con  justísima  razón  os  llamado  Hijo  entre 
todas  las  cosas ,  porque  él  solo  le  iguala  y  le  demues- 
tra y  le  hace^conocido  é  ilustre ,  y  le  ama  y  le  remedía, 
y  le  sigue  y  le  respeta,  y  le  complace  y  obedece  tan 
enteramente  cuanto  es  justo  que  el  padre  sea  obedeci- 
do y  amado.  Aquesto  quede  dicho  en  común ;  mas  de- 
cendamos  agora  á  otras  mas  particulares  razones. 

wTiene  nombre  de  hijo  Cristo,  porque  el  hijo  nace  y 
porque  le  es  á  Cristo  tan  propio,  y  como  si  dijésemos, 
tan  de  su  gusto  el  nacer,  que  solo  él  nace  por  cinco  di- 
ferentes maneras,  todas  maravillosas  y  singulares.  Na- 
ce según  la  divinidad  eternamente  del  Padre.  Nació  de 
la  madre  virgen ,  según  la  naturaleza  humana  tempo- 
ralmente. El  resucitar  después  de  muerto  á  nueva  y 
gloriosa  vida  para  mas  no  morir,  fué  otro  nacer.  Nace 
en  cierta  manera  en  la  Hostia  cuantas  veces  en  el  al- 
tar los  sacerdotes  consagran  aquel  pan  en  su  cuerpo. 
Y  últimamente,  nace  y  crece  en  nosotros  mismos  siem- 
pre que  nos  santifica  y  renueva.  Y  digamos  por  su  or- 
den de  cada  uno  destos  nacimientos  por  sí. «  «Grande 
tela,  dijo  al  punto  Sabino,  me  parece,  Juliano,  que  ur- 
dís, y  SI  no  me  engaño,  maravillosas  cosas  se  nos  apa- 
rejan.» «Maravillosas  son  sin  duda  las  que  se  encier- 
ran en  lo  que  agora  propuse,  respondió  Juliano,  mas 
¿quién  las  podrá  sacar  todas  á  luz?  Y  en  caso  que  al- 
guno pueda,  conocido  tenéis,  Sabino,  que  yo  no  seré. 
De  la  grandeza  de  Marcelo,  si  vos  fuérades  buen  juez, 
era  propiamente  aqueste  argumento.»  «Dejad,  dijo  Sa- 
bino, á  Marcelo  agora,  que  ayer  le  cansamos  y  hoy  se 
cansará.  Y  vos  no  sois  tan  pobre  de  lo  fpie  Marcelo  con 
tanta  ventaja  tiene,  que  os  sea  necesaria  su  ayuda.» 
Marcelo  entonces  dijo  sonriéndose  :  «Hoy  el  mandar  es 
de  Sabino,  y  nuestro  el  obedecer;  seguid,  Juliano,  su 
voluntad;  que  el  descanso  que  me  ordena  á  mí  le  reci- 
bo, no  tanto  en  callar  yo  como  en  oiros  á  vos. »  «Yo  la 
seguiré»,  dijo,  y  tornó  luego  á  callar,  y  deteniéndose 
un  poco,  comenzó  á  decir  así  : 

(( Cristo  Dios  nace  de  Dios,  y  es  verdadera  y  propia- 
mente hijo  suyo.  Y  ansí  en  la  manera  del  nacer,  como 
en  lo  que  recibe  naciendo,  como  en  todas  las  circuns- 
tancias del  nacimiento,  hay  infinitas  cosas  de  conside- 
ración admirable.  Porque  aunque  parecerá  á  alguno, 
como  á  los  infieles  parece,  que  á  Dios,  siendo,  como  es, 
en  el  vivir  eterno  y  en  la  perfección  infinito  y  cabal  en 
sí  mismo,  ni  le  era  necesario  el  tener  hijo,  ni  menos  le 
convenia  engendrarlo ;  pero  considerando  por  otra  par- 
te, como  es  la  verdad,  que  la  esterilidad  es  un  género 
de  flaqueza  y  pobreza,  y  que  por  la  misma  causa,  lo  ri- 
co y  lo  perfecto,  y  lo  abundante  y  lo  poderoso,  y  lo  bue- 
no conforme  á  derecha  razón  anda  siempre  junto  con 
lo  fecundo,  se  ve  luego  que  Dios  es  fecundísimo ,  pues 
es  no  solamente  rico  y  poderoso,  sino  tesoro  infinito  de 
toda  la  riqueza  y  poder,  ó  por  mejor  decir,  la  misma 
bondad  y  poderío  y  riqueza  infinita.  De  manera  que  por 
ser  Dios  tan  cabal  y  tan  grande ,  es  necesario  que  sea 
fecundo  y  que  engendre ,  porque  la  soledad  era  cosa 
tristísima.  Y  porque  Dios  es  sumamente  perfecto  en  to- 
do cuanto  es,  fué  menester  que  la  manera  como  engen- 
dra y  pone  en  ejecución  la  infinita  fecundidad  que  en  sí 
tiene  fuese  sumamente  perfecta,  de  arte  que  no  solo 


careciese  de  faltas,  sino  también  se  aventajase  á  todas 
las  otras  cosas  que  engendran,  con  ventajas  que  no  se 
pudiesen  tasar. 

"Porque  lo  primero  es  así,  que  Dios  para  engendrar 
á  su  Hijo  no  usa  de  tercero  de  quien  lo  engendre  con 
su  virtud,  como  acontece  en  los  hombres;  mas  engén- 
dralo de  sí  mismo  y  prodúcelo  de  su  misma  substancia, 
con  la  fuerza  de  su  fecundidad  eficaz.  Y  porque  es  infi- 
nitamente fecundo  él  mismo,  como  si  dijésemos,  se  es 
el  padre  y  la  madre.  Y  así,  para  que  lo  entendiésemos 
en  la  manera  que  los  hombres  podemos ,  que  entende- 
mos solamente  lo  que  el  cuerpo  nos  pinta ,  la  Sagrada 
Escritura  le  atribuye  vientre  á  Dios,  y  dice  en  ella  él  á 
su  Hijo  en  el  salmo,  según  la  letra  latina  (o)  :  —  Del 
vientre,  antes  que  naciese  el  lucero,  yo  te  engendré.— 
Para  que  así  como  en  llamarle  Padre  la  divina  Escri- 
tura nos  dice  que  es  su  virtud  la  que  engendra ;  así, 
ni  mas  ni  menos,  en  decir  que  le  engendra  en  su  vien- 
tre, nos  enseña  que  lo  engendra  de  su  substancia  mis- 
ma, y  que  él  basta  solo  para  producir  este  bien.  Lo  otro, 
no  aparta  Dios  de  sí  lo  que  engendra ,  que  eso  es  im- 
perfección de  los  que  engendran  así,  porque  no  pueden 
poner  toda  su  semejanza  en  lo  que  de  sí  producen ,  y 
así  es  otro  lo  que  engendran;  y  el  hombre,  aunque  en- 
gendra hombre,  engendra  otro  hombre  apartado  de  sí ; 
que,  dado  que  se  le  parece  y  allega  en  algunas  cosas, 
en  otras  se  le  diferencia  y  desvia ,  y  al  fin  se  aparta  y 
divide  y  desemeja,  porque  la  división  es  ramo  de  de- 
semejanza y  principio  de  disensión  y  desconformidad. 
Por  donde,  así  como  fué  necesario  que  Dios  tuviese  hi- 
jo ,  porque  la  soledad  no  es  buena,  así  convmo  también 
que  el  Hijo  no  estuviese  fuera  del  Padre,  porque  la  di- 
visión y  apartamiento  es  negocio  peligroso  y  ocasio- 
nado. Y  porque  en  la  verdad  el  Hijo  que  es  Dios  no  po- 
día quedar  sino  en  el  seno,  y  como  si  dijésemos,  en  las 
entrañas  de  Dios,  porque  la  divinidad  forzosamente  es 
una,  y  no  se  aparta  ni  divide.  Y  así  dice  Cristo  de  sí  (6), 
que  él  está  en  su  Padre ,  y  su  Padre  en  él ;  y  san 
Juan  dice  del  mismo  (c) ,  que  está  siempre  en  el  seno 
de  su  Padre.  Por  manera  que  es  hijo  engendrado,  y 
está  en  el  seno  del  que  lo  engendra.  En  que  por  ser  hi- 
jo engendrado,  se  concluye  que  no  es  la  misma  perso- 
na del  Padre  que  le  engendró,  sino  otra  y  distinta  per- 
sona ,  y  por  estar  en  el  seno  del ,  se  convence  que  no 
tiene  diferente  naturaleza  del  ni  distinta.  Y  así,  el  Pa- 
dre y  el  Hijo  son  distintos  en  personas  para  compañía, 
y  uno  en  esencia  de  divinidad  para  descanso  y  con- 
cordia. 

»Lo  tercero,  aquesta  generación  y  nacimiento  no  se 
hace  partidamente  ni  poco  á  poco,  ni  es  cosa  que  se  hi- 
zo una  vez,  y  quedó  hecha  y  no  se  hace  después,  sino 
por  cuanto  es  en  sí  limitado  todo  lo  que  se  comienza  y 
acaba,  y  lo  que  es  Dios  no  tiene  límite ;  desde  toda  la 
eternidad  el  Hijo  ha  nacido  del  Padre ,  y  eternamente 
está  naciendo ,  y  siempre  nace  todo  y  perfecto ,  y  tan 
grande  como  es  grande  su  Padre ;  por  donde  á  este  na- 
cimiento, que  es  uno,  la  Sagrada  Escritura  le  da  nom- 
bre de  muchos.  Como  es  lo  que  escribe  Miqueas,  y  di- 
ce {d) :— De  tí,  Belén,  me  saldrá  capitán  para  ser  rey  en 

(a)  Psalm.  109,  v.  3.    {!>)  Joan.,  10,  v.  38.     v^)  Ibid. ,  1 ,  v.  18. 
(d)  Micb.,  5,  V.  2, 


16S  OBRAS  DE  FRAY 

Israel,  y  sus  manantiales  desde  ya  antes,  desde  los  dias 
de  la  eternidad.  —  Sus  manantiales  dice,  porque  manó 
y  mana  y  manará,  ó  por  mejor  decir,  porque  es  un  ma- 
nantial que  siempre  manó  y  que  mana  siempre.  Y  así 
parecen  muchos,  siendo  uno  y  sencillo,  que  siempre  es 
lodo,  y  que  nunca  se  comienza  ni  nunca  se  acaba.  Lo 
olro,  en  esta  generación  no  se  mezcla  pasión  alguna,  ni 
cosa  que  perturbe  la  serenidad  del  juicio ;  antes  se  ce- 
lebra toda  con  pureza  y  luz  y  sencillez,  y  es  como  un 
manar  de  una  fuente,  y  como  una  luz  que  sale  con  sua- 
vidad del  cuerpo  que  luce,  y  como  un  olor  que  sin  al- 
terarse espiran  de  sí  las  rosas.  Por  lo  cual  la  Escritura 
dice  desfe  divino  Hijo,  en  una  parte  (a) :  —  Es  un  vapor 
de  !a  virtud  de  Dios  y  una  emanación  de  la  claridad 
del  Todopoderoso,  limpia  y  sincera. — Y'  en  otra  (6): — 
Y'o  soy  cumo  canal  de  agua  perpetua ,  como  regadera 
que  salió  del  rio,  como  arroyo  que  sale  del  paraíso.  — 
De  arle  que  aquí  no  se  turba  el  ánimo,  ni  el  entendi- 
miento se  añubla. 

» Antes  (y  sea  lo  quinto)  el  entendimiento  de  Dios 
espejado  y  clarísimo  es  el  que  la  celebra,  cómelos  san- 
tos antiguos  lo  dicen  expresamonlc,  y  como  las  sagra- 
das letras  lo  dan  bien  á  entender.  Porque  Dios  entien- 
de, por  cuanlo  todo  él  es  mente  y  entendimiento,  y  se 
entiende  á  sí  mismo  ,  porque  en  él  solo  se  emplea  su 
entendimiento  como  debe.  V  entendiéndose  á  sí,  y  sién- 
dole natural ,  por  ser  suma  bondad ,  el  apetecer  la  co- 
municación de  sus  bienes,  ve  todos  sus  bienes,  que  son 
inOnitos,  y  ve  y  comprehende  según  qué  formas  los 
puede  comunicar,  que  son  también  infinitas,  y  de  sí  y 
de  todo  esto  que  ve  en  sí  dice  una  palabra  que  lo  de- 
ciara,  esto  es,  forma  y  dibuja  en  sí  mismo  una  imagen 
viva,  en  la  cual  pone  á  sí  y  a  todo  lo  que  ve  en  sí,  así 
como  lo  ve  menuda  y  distintamente  ;  y  pasa  en  ella  su 
misma  naturaleza  entendida  y  cotejada  entre  sí  misma 
y  considerada  en  todas  aquellas  maneras  que  comu- 
nicarse puede,  y  como  si  dijésemos,  conferida  y  com- 
parada con  todo  lo  que  della  puede  salir.  Y  esla  ima- 
gen producida  en  esla  forma  es  su  Hijo.  Porque,  como 
un  grande  pintor,  si  quisiese  hacer  una  imagen  suya 
que  lo  retratase,  volvería  los  ojos  á  sí  mismo  primero, 
y  pondría  en  su  entendimiento  á  sí  mismo ,  y  enten- 
diéndose menudamente,  se  dibujaria  allí  primero  que 
en  la  tabla  y  mas  vivamente  que  en  ella,  y  este  dibujo 
suyo,  hecho,  como  decimos,  en  el  entendimiento  y  por 
él,  seria  como  un  otro  pintor,  y  si  le  pudiese  dar  vida 
seria  un  otro  pintor  de  hecho,  proilucido  del  primero, 
que  tendría  en  sí  lodo  lo  que  el  primero  tiene  y  lo  mis- 
mo que  el  primero  tiene,  [lero  allegado  y  hecho  veci- 
no al  arte  y  á  la  imagen  de  fuera  ;  así  Dios,  que  nece- 
sariamente se  entiende  y  que  apetece  el  pintarse,  des- 
de que  se  entiende,  que  es  desde  toda  su  eternidad,  se 
pinta  y  se  dibuja  en  sí  mismo ;  y  después  cuando  le 
place  se  retrata  defuera.  Aquella  imagen  es  el  Hijo ; 
el  retrato  que  después  hace  fuera  de  sí  son  las  criatu- 
ras, así  cada  una  dellas  como  todas  allegadas  y  juntas. 
Las  cuales  comparadas  con  la  figura  quf;  [irodujo  Dios 
en  sí  y  con  la  imagen  del  arte,  son  como  sombras  os- 
curas y  como  parles  por  extremo  pequeFiiis,  y  como 
cosas  muertas  en  comparación  do  la  vida. 

(a)  Sap  ,  7,  V.  23,      (i)  ficcl.,  Í4,  v.  41, 


LUIS  DE  LEÓN. 

))Y  como  (insistiendo  todavía  en  el  ejemplo  que  he 
dicho)  si  comparamos  el  retrato  que  de  sí  pinta  en  la 
tabla  el  pintor  con  el  que  dibujó  primero  en  sí  mismo, 
aquel  es  una  tabla  tosca  y  unas  colores  de  tierra  y 
unas  rayas  y  apariencias  vanas,  que  carecen  de  ser  en 
lo  secreto,  y  este,  si  es  vivo  como  dijimos ,  es  un  otro 
pintor;  así  toda  esta  criatura  es  una  ligera  vislumbre 
y  una  cosa  vana  y  mas  de  apariencia  que  de  substancia, 
en  comparación  de  aquella  viva  y  expresa  y  perfecta 
imagen  de  Dios,  y  por  esta  razón ,  todo  lo  que  en  este 
mundo  inferior  nace  y  se  muere ,  y  lodo  lo  que  en  el 
cielo  se  muda ,  y  corriendo  siempre  en  torno ,  nunca 
permanece  en  un  ser,  en  esta  imagen  de  Dios  tiene  su 
ser  sin  mudanza  y  su  vida  sin  muerte,  y  es  en  ella  de 
veras  lo  que  en  sí  mismo  es  cuasi  de  burlas.  Porque 
el  ser  que  allí  las  cosas  tienen,  es  verdadero  y  macizo, 
porque  es  el  mismo  de  Dios  ;  mas  el  que  tienen  en  sí 
es  trefe  y  baladí,  y  como  decimos,  en  comparación  de 
aquel  es  sombra  de  ser.  Por  donde  ella  misma  dice  de 
sí  (c) :  — En  mí  está  la  manida  de  la  vida  y  de  la  ver- 
dad ,  en  mí  toda  la  esperanza  de  la  vida  y  de  la  vir- 
tud.—  En  diciendo  que  está  toda  la  vida  en  ella,  ma- 
nifiesta que  tiene  ella  en  sí  el  ser  de  las  cosas ,  y  di- 
ciendo que  está  la  verdad,  dice  la  ventaja  que  el  ser 
de  las  cosas  que  tiene  hace  al  que  ellas  mismas  tie- 
nen en  si  mismas ,  que  aquel  es  verdad ,  y  este  en  su 
comparación  es  engaño.  Y  para  la  misma  ventaja  dice 
también  ((/) :  —  Yo  moro  en  las  alturas  y  me  asiento 
sobre  la  coluna  de  nube,  como  cedro  del  Líbano  me  em- 
piné y  comeen  el  monte  Sion  el  ciprés;  ensálceme  co- 
mo la  palma  de  Cades  y  como  los  rosales  de  Jericó, 
como  la  oliva  vistosa  en  los  campos  y  como  el  plátano 
á  las  corrientes  del  agua.  Y  san  Juan  dice  della  en  el 
capítulo  primero  de  su  Evangelio  (c),  que  todo  lo  he- 
cho era  vida  en  el  Verbo,  en  que  dice  dos  cosas,  que 
estaba  en  esta  imagen  lo  criado  todo ,  y  que  como  en 
ella  estaba,  no  solamente  vivía  como  en  sí  vive,  sino  que 
era  la  vida  misma. 

»Y  por  la  misma  razón,  aquesta  viva  imagen  es  sa- 
biduría puramente ,  porque  es  lodo  lo  que  sabe  de  sí 
Dios,  que  es  el  perfecto  saber,  y  porque  es  el  dechado, 
y  como  si  dijésemos,  el  modelo  de  cuanto  Dios  hacer 
sabe,  y  porque  es  la  orden  y  la  proporción,  y  la  medi- 
da y  la  decencia,  y  la  compostura  y  la  armonía  y  lí- 
mite, y  el  propio  ser  y  razón  de  todo  lo  que  Dios  hace 
y  puede  ;  por  lo  cual  san  Juan,  en  el  principio  de  su 
Evangelio,  le  llama  X&yo?  por  nombre,  que,  como  sabéis, 
es  palabra  griega  que  significa  todo  aquesto  que  he  di- 
cho. Y  por  consiguiente,  aquesta  imagen  puso  las  ma- 
nos en  todo  cuando  Dios  lo  crió,  no  solamente  porque 
era  ella  el  dechado  á  quien  miraba  el  Padre  cuando  hi- 
zo á  las  criaturas,  sino  f)orque  era  dechado  vivo  y  obra- 
dor, y  que  ponía  en  ejecución  el  oficio  mismo  que  tie- 
ne. Que,  aunque  tornemos  al  ejemi)Io  que  he  puesto 
otra  y  tercera  vez,  si  la  imagen  que  el  pintor  dibujó  en 
si  de  sí  mismo  tuviese  ser  que  viviese,  y  si  fuese  subs- 
tancia capaz  de  razón,  cuando  el  pintor  se  quisiese  re- 
tratar en  la  tabla,  claro  es  que  no  solamente  menearía 
el  pintor  la  mano  mirando  á  su  imagen,  mas  ella  mis- 
ma por  sí  misma  le  regiría  el  pincel,  y  se  pasaría  ella 

(c)  Eccl.,  2» ,  V.  25.    (rf)  Ibid.,  ii,  V.  7  el  17.    (í)  Jgaji.,  i,  v,  4, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIDRO  TERCERO. 


16!) 


á  sí  misma  m  la  tabla.  Pues  así  san  Pablo  dice  (a)  de 
aquesta  imagen  divina,  que  liizo  el  Padre  por  ella  los 
siglos.  Y  ella  ¿qué  dice  (6)?  —  Yo  salí  de  la  boca  del 
Alto,  engendrada  primero  que  criatura  ninguna;  yo  hi- 
ce que  naciese  en  el  cielo  la  luz  que  nunca  se  apaga, 
y  como  niebla  me  extendí  por  toda  la  tierra. — 

))Y  ni  mas  ni  menos  de  aquesto  se  ve  con  cuánta  ra- 
zón esta  imagen  es  llamada  Hijo,  y  Hijo  por  excelencia, 
y  solo  Hijo  entre  todas  las  cosas.  Hijo  porque  procede, 
como  diclio  es,  del  entendimiento  del  Padre,  y  es  la 
misma  naturaleza  y  substancia  del  Padre,  expresada  y 
viva  con  la  misma  vida  de  Dios.  Hijo  por  excelencia, 
no  solamente  porque  es  el  primero  y  el  mejor  de  los 
hijos  de  Dios,  sino  porque  es  el  que  mas  ¡guala  á  su 
Padre  entre  todos.  Hijo  solo,  porque  él  solo  representa 
enteramente  á  su  Padre ,  y  porque  todas  las  criaturas 
que  hace  Dios,  cada  una  por  sí  en  este  Hijo  las  parió, 
como  si  digamos,  primero  todas  mejoradas  y  juntas;  y 
así,  él  solo  es  el  parto  de  Dios  cabal  y  perfecto ,  y  todo 
lo  demás  que  Dios  hace  nació  primero  en  este  su  Hi- 
jo. Y  de  la  manera  que  lo  que  en  las  criaturas  tiene 
nombre  de  padre  y  de  primera  origen  y  de  primero 
principio,  lo  tiene  según  que  el  Padre  del  cielo  se  co- 
munica con  él,  y  la  paternidad  criada  es  una  comuni- 
cación de  la  paternidad  eternal,  como  el  Apóstol  lo  sig- 
nifica do  dice  (c) :  —  De  quien  se  deriba  toda  la  pater- 
nidad de  la  tierra  y  del  cielo ; — por  la  misma  manera, 
cuanto  en  lo  criado  es  y  se  llama  hijo  de  Dios,  de  aques- 
te Hijo  le  viene  que  lo  sea,  porque  en  él  nació  todo  pri- 
mero, y  por  eso  nace  en  sí  mismo  después,  porque  na- 
ció eternamente  primero  en  él. 

))Que  dice  acerca  desto  san  Pablo  {d)  : — Es  imagen 
de  Dios  invisible,  primogénito  de  todas  las  criaturas, 
porque  todas  se  produjeron  por  él ,  así  las  de  los  cie- 
los como  las  de  la  tierra ,  las  visibles  y  las  invisibles. 
^Dice  que  es  imagen  de  Dios,  para  que  se  entien- 
da que  es  igual  á  él  y  Dios  como  él.  Y  porque  con- 
sideréis el  ingenio  del  apóstol  san  Pablo,  y  el  acuerdo 
con  que  pone  las  palabras  que  pone ,  y  cómo  las  or- 
dena y  las  traba  entre  sí,  dice  que  esta  imagen  es  ima- 
gen de  Dios  invisible,  para  dar  á  entender  que  Dios, 
que  no  se  ve,  por  esta  imagen  se  muestra,  y  que  su  ofi- 
cio della  es,  según  que  decíamos,  sacar  á  luz  y  poner 
en  los  ojos  públicos  lo  que  se  encubre  sin  ella.  Y  por- 
que dice  que  era  imagen ,  añade  que  es  engendrado, 
porque,  como  está  dicho,  siempre  lo  engendrado  es  muy 
semejante.  Y  dice  que  es  engendrado  primero,  que  es 
primogénito,  no  solo  para  decir  que  antecede  en  tiem- 
po el  que  es  eterno  en  nacer,  sino  para  decir  que  es  el 
original  universal  engendrado,  y  como  la  idea  eterna- 
mente nacida  de  todo  lo  que  puede  por  el  discurso  de 
los  tiempos  nacer,  y  el  padrón  vivo  de  todo,  y  el  que  tie- 
ne en  sí  y  el  que  deriva  de  sí  á  todas  las  cosas  su  na- 
cimiento y  origen.  Y  así,  porque  dice  esto,  añade  lue- 
go á  propósito  dello  y  para  declararlo  mejor :  — Porque  en 
él  se  produjeron  todas  las  cosas ,  así  las  de  los  cielos, 
como  las  de  la  tierra,  las  visibles  y  las  invisibles. — En 
él,  dice,  que  quiere  decir  en  él  y  por  él,  en  él  primero  y 
originalmente,  y  por  él  después  como  por  maestro  y  ar- 
io) Hebr.,  1,  v.  1.  (é)  Eccl.,  24,  v.  S.  (q  Epücs.,  Z,  v.  13. 
W)  Colos.,1,  V.  15. 


tífice.  Así  que,  comparándolo  con  fodaí^  las  criaturas,  él 
solo  sobre  todas  es  hijo ;  y  comparándolo  con  la  terce- 
ra persona  de  la  Trinidad,  el  Espíritu  Santo.  Sola  esta 
imagen  es  la  que  se  llama  Hijo  con  propiedad  y  ver- 
dad. Porque  aunque  el  Espíritu  Santo  sea  Dios  como 
el  Padre,  y  tenga  en  sí  la  misma  divinitlad  y  esencia 
que  él  tiene ,  sin  que  en  ninguna  cosa  della  se  dife- 
rencie ni  desemeje  del ,  pero  no  la  tiene  como  imagen 
y  retrato  del  Padre,  sino  como  inclinación  á  él  y  como 
abrazo  suyo ;  y  asi,  aunque  sea  semejante,  no  es  seme- 
janza según  su  relación  particular  y  propia ;  ni  su  ma- 
nera de  proceder  tiene  por  blanco  el  hacer  semejanie,  y 
por  la  misma  razón  no  es  engendrado  ni  es  hijo.  Quie- 
ro decir  que,  como  yo  me  puedo  entender  á  mí  mismo, 
y  me  puedo  amar  después  de  entendido,  y  como  del 
entenderme  á  mí  nace  en  mí  una  imagen  de  mí,  y  del 
amarme  se  hace  también  en  mí  un  peso  que  me  lleva  á 
mi  mismo  y  una  inclinación  á  mí  que  se  abraza  con- 
migo ;  así  Dios  desde  su  eternidad  se  entiende  y  se  ama, 
y  entendiéndose  como  dijimos,  y  comprehendiendo  todo 
lo  que  su  infinita  fecundidad  comprehende ,  engendra 
en  sí  una  imagen  viva  de  lodo  aquello  que  entiende,  y 
de  la  misma  manera,  amándose  á  sí  mismo,  y  abrazan- 
do en  sí  á  todo  cuanto  en  sí  entiende,  produce  en  sí  una 
inclinación  á  todo  lo  que  ama  así,  y  produce,  como  di- 
cho hablamos,  un  abrazo  de  todo  ello. 

))Mas  diferimos  en  esto,  que  en  mí  esta  imagen  y  C3fa 
inclinación  son  unos  accidentes  sin  vida  y  sin  substan- 
cia; mas  en  Dios,  á  quien  no  puede  advenir  por  acciden- 
te ninguna  cosa,  y  en  quien  todo  lo  que  es,  es  divini- 
dad y  substancia,  esta  imagen  es  viva  y  es  Dios,  y  esta 
inclinación  ó  abrazo  que  decimos,  es  abrazo  vivo  y  que 
está  sobre  sí.  Aquella  imagen  es  hijo,  porque  es  ima- 
gen, y  esta  inclinación  no  es  hijo,  porque  no  es  imagen, 
sino  espíritu,  porque  es  inclinación  puramente;  y  estas 
tres  personas.  Padre  é  Hijo  y  Espíritu  Santo ,  son  Dios 
y  un  mismo  Dios ;  porque  hay  en  todos  tres  una  natu- 
raleza divina  sola,  en  el  Padre  de  suyo,  en  el  Hijo  re- 
cibida del  Padre,  en  el  Espíritu  recibida  de!  Paire  y  del 
Hijo.  Por  manera  que  esta  única  naturaleza  divina  en 
el  Padre  está  como  fuente  y  original,  y  en  el  Hijo  como 
en  retrato  de  sí  misma,  y  en  el  Espíritu  como  en  incli- 
nación hacia  sí.  Y  en  un  cuerpo,  como  si  dijésemos,  y 
en  un  bulto  de  luz,  reverberando  ella  en  si  misma,  por 
inefable  y  diferente  manera  resplandecen  tres  cercos. 
¡Oh  sol  inmenso  y  clarísimo!  Y  porque  dije,  Sabino, 
sol,  ninguna  de  las  co?as  visibles  nos  representa  mas 
claramente  que  el  sol  las  condiciones  de  la  naturaleza 
de  Dios  y  de  esta  su  generación  que  decimos.  Porque, 
así  como  el  sol  es  un  cuerpo  de  luz  que  se  derrama  por 
todo ,  así  la  naturaleza  de  Dios  inmensa  se  extiendo 
por  todas  las  cosas.  Y  así  como  el  sol  alumbrando  ha- 
ce que  se  vean  las  cosas  que  las  tinieblas  encubren  y 
que  puestas  en  oscuridad  parece  no  ser ,  así  la  virtud 
de  Dios  apocándose,  trae  del  no  ser  á  la  luz  del  ser  á 
las  cosas.  Y  así  como  el  sol  de  suyo  se  nos  viene  á  los 
ojos,  y  cuando  de  su  parte  es,  nunca  se  asconde,  por- 
que es  él  la  luz  y  la  manifestación  de  todo  lo  que  se 
manifiesta  y  se  ve ;  así  Dios  siempre  se  nos  pone  de- 
lante ,  y  se  nos  entra  por  nuestras  puertas  si  nosotros 
no  le  cerramos  la  puerta,  y  lanza  rayos  de  claridad  por 


170  OBRAS  DE  FRAY 

cualquiera  resquicio  que  halle.  Y  como  al  sol  junta- 
mente le  vemos  y  no  le  podemos  mirar;  veníosle,  por- 
que en  todas  las  cosas  que  vemos,  miramos  su  luz;  no 
le  podemos  mirar,  porque  si  ponemos  en  él  los  ojos  los 
encandila ;  asi  de  Dios  podemos  decir  que  es  claro  y  os- 
curo, oculto  y  manifiesto.  Porque  á  él  en  sí  no  le  ve- 
mos, y  si  alzamos  el  entendimiento  á  mirarle  nos  cie- 
ga, y  vémosle  en  todas  las  cosas  que  hace,  porque  en 
todas  ellas  resplandece  su  luz. 

»Y  porque  quiero  llegar  esta  comparación  á  su  fin : 
asi  como  el  sol  parece  una  fuente  que  mana  y  que  lan- 
za claridad  de  continuo,  con  tanta  priesa  y  agonia,  que 
parece  que  no  se  da  á  manos ;  así  Dios,  infinita  bondad, 
está  siempre  como  bullendo  por  hacernos  bien  y  en- 
viando Cuino  á  borbollones  bienes  de  si,  sin  parar  ni  ce- 
sar. Y  para  venir  á  lo  que  es  propio  de  agora  :  así  co- 
mo el  sol  engendra  su  rayo  (que  todo  este  bulto  de  res- 
plandor y  de  luz  que  baña  el  cielo  y  la  tierra  un  rayo 
solo  es,  que  enviado  si  todo  el  sol),  así  Dios  engendra 
un  solo  Hijo  de  sí,  que  reina  y  se  extiende  por  todo.  Y 
como  este  rayo  del  sol,  que  digo,  tiene  en  si  toda  la  luz 
que  el  sol  tiene  y  esa  misma  luz  que  tiene  el  sol,  y  asi 
su  imagen  del  sol  es  su  rayo ;  así  el  Hijo  (¡ue  nace  de 
Dios  tiene  toila  la  substancia  de  Dios  y  esa  misma  subs- 
tancia que  él  tiene  y  es,  como  deciamos,  la  sola  y  per- 
fecta imagen  del  Padre.  Y'  así  como  en  el  sol ,  que  es 
puramente  luz,  el  producir  de  su  rayo  es  un  enviar  luz 
de  sí,  de  manera  que  la  luz  dando  luz  le  produce ;  esto 
es,  que  le  produce  la  luz  figurándose  y  pintándose  y 
retratándose;  asi  ol  Padre  Elerno,  figurando  su  ser  en 
sí  mismo,  engendra  á  su  Hijo.  Y  como  el  sol  produce 
siempre  su  rayo;  que  no  lo  produjo  ayer,  y  cesó  hoy  de 
producirlo,  sino  siempre  le  produce,  y  con  producirle 
siempre,  no  le  produce  por  partes,  sino  siempre  y  con- 
tinuamente sale  del  entero  y  perfecto;  asi  Dios  siem- 
pre desde  toda  su  eternidad  engendró  y  engendra  y 
engendrará  á  su  Hijo,  y  siempre  enteramente.  Y  como 
estándose  en  su  lugar,  su  rayo  nos  le  hace  presente, 
y  en  él  y  por  él  se  extiende  [lor  todas  las  cosas  el  sol, 
y  es  visto  y  conocido  por  él ;  así  Dios,  de  quien  san  Juan 
dice  (a)  que  no  es  visto  de  nadie ,  en  el  Hijo  suyo  que 
engendra  nos  resplandece  y  nos  luce,  y  como  él  lo 
dice  de  sí ,  él  es  el  que  nos  manifiesta  á  su  Padre.  Y 
linalmenle,  así  como  el  sol  por  la  virtud  de  su  rayo  obra 
adonde  quiera  que  obra  ;  así  Dios  lo  crió  todo  y  lo  go- 
bierna lodo  en  su  Hijo,  en  qui<Mi,  si  lo  i>odemos  decir, 
están  como  las  simientes  de  toilas  las  cosas. 

»Mas  oigamos  en  qué  manera  en  el  libro  de  los  Pro- 
verbios él  mismo  dice  aípicslo  mismo  de  sí  (6): — El 
Señor  me  adquirió  en  principio  de  sus  caminos.  Ante 
de  sus  obras  desde  eiilonccs.  Desde  siempre  fui  orde- 
nada, desílc  el  comienzo,  de  enantes  de  los  comienzos 
de  la  tierra.  Cuando  no  abismos,  concebida  yo ;  cuando 
no  fuentes,  golpes  grandes  de  aguas.  Enantes  que  se 
aplomasen  los  montes,  primero  yo  que  los  collailos  for- 
nida. Aun  no  liabia  hecho  la  tierra,  los  temiidos,  las 
cabezas  de  los  polos  del  nunido;  cuainlo  aparejaba  los 
cielos,  alh'  eslaba  yo,  cuando  señalaba  círrii|(»  on  redon- 
do sobre  la  haz  del  abismo,  cuando  forüficaba  el  cielo 
estrellado  en  lo  alio  y  poiiia  en  pfso  las  fuentes  del 

(o)  Joan.,  1,  V.  la.      [b,  I'rov.,  8,  v.  22. 


LUIS  DE  LEÓN: 

agua ,  cuando  él  ponía  su  ley  á  las  mares  y  á  las  aguas 
que  no  traspasasen  su  orilla,  cuando  establecía  el  ci- 
miento á  la  tierra,  y  junto  con  él  eslaba  yo  componién- 
dolo, y  un  dia  y  cada  día  era  dulces  regalos ,  jugando 
delante  del  de  conlino,  jugando  en  la  redondez  de  su 
tierra,  y  deleites  mios  con  hijos  de  hombres.  —  En  las 
cuales  palabras,  en  lo  primero  que  dice,  que  la  adqui- 
rió Dios  en  la  cabeza  de  sus  caminos,  lo  uno  entiende 
que  no  caminara  Dios  fuera  de  sí,  quiero  decir,  que  no 
hiciera  fuera  de  sí  las  criaturas  que  hizo,  á  quien  co- 
municó su  bondad,  si  antes  y  desde  toda  la  eternidad 
no  engendrara  á  su  Hijo,  que,  como  dicho  tenemos,  es 
la  razón  y  la  traza ,  y  el  artificio  y  el  artífice  de  todo 
cuanto  se  hace.  Y  lo  otro,  decir  que  la  adquirió,  es  de- 
cir que  usó  dolía  Dios  cuando  produjo  las  cosas,  y  que 
no  las  produjo  acaso  ó  sin  mirar  lo  que  hacia ,  sino 
con  saber  y  con  arte.  Y  lo  tercero,  pues  dice  que  Dios 
la  adquirió,  da  bien  á  entender  que  ni  la  engendró  apar- 
tada de  sí ,  ni  engendrándola  en  sí,  le  dio  casa  aparte 
después,  sino  que  la  adquirió,  esto  es,  que  nacida  del, 
queda  dentro  del  mismo. 

))Y  dice  con  propiedad  adquirir,  que  es  allegar  y 
ayuntar  por  menudo.  Porque,  como  dijimos,  no  engen- 
dra á  su  Hijo  el  Padre  entendiendo  á  bullo  y  confusa- 
mente su  esencia,  sino  entendiéndola  apuradamente  y 
con  cabal  distinción  y  con  particularidad  de  todo  aque- 
llo á  que  se  extiende  su  fuerza.  Y  porque  lo  que  digo 
adquirir  en  el  original  es  una  palabra  que  hace  signi- 
ficación de  riquezas  y  de  tesoro  que  se  posee,  po- 
dríamos decir  desla  forma  que  Dios  en  el  principio  la 
atesoró,  jiara  que  se  entendiese  que  hizo  tesoro  de  sí 
el  Padre  engendrando  su  Hijo.  De  si  digo,  y  de  todo  lo 
que  del  puede  salir,  por  cualquiera  manera  que  sea,  que 
es  el  sumo  tesoro.  Y  como  decimos  que  Dios  la  ad- 
quirió en  el  principio  de  su  camino,  el  original  da 
licencia  que  digamos  también,  como  dijeron  los  que  lo 
trasladaron  en  griego,  que  Dios  la  formó  principio  y 
cabeza  de  su  camino,  que  es  decir  que  el  Hijo  divino 
es  el  príncipe  de  todo  lo  (pie  Dios  cria  después,  porque 
están  en  él  las  razones  dello  y  su  vida.  Y  ni  mas  ni  me- 
nos en  lo  que  se  sigue.  Antes  de  sus  obras,  desde  en- 
tonces se  puede  decir  también  :  —  Soy  la  antigüedad 
de  sus  obras ;  —  porque  en  lo  que  de  Dios  procede,  lo 
que  va  con  el  tiempo  es  moderno,  la  antigüedad  es  lo 
que  elernamcntc  procede  del ;  y  porque  estas  mismas 
obras  presentes  y  que  saca  á  luz  á  sus  tiempos,  que  en 
si  son  modernas,  son  en  el  Hijo  muy  ancianas  y  an- 
tiguas. Pues  en  lo  que  añade:  —  Desde  siempre  fui 
ordenada;  —  loque  dice  nuestro  texto  on/í'/K/t/a,  se 
debe  entender  que  es  palabra  de  guerra,  conforme  á  lo 
que  se  hace  en  ella  cuando  se  ponen  los  escuadrones  en 
orden,  en  que  tiene  sobre  todos  su  lugar  el  capitán.  Y 
así,  ordenada  es  aquí  lo  mismo  que  puesta  en  el  grado 
mas  alto  y  como  en  el  tribunal  y  en  el  principado  de 
todo;  porque  la  palabra  original  quicredocir  hacer  prin- 
cipe. Y  por(juo  significa  lamiiien  lo  qur  los  plateros  lla- 
man vaciar,  que  es  infundir  en  el  molde  el  oro  ó  la  pla- 
ta derretida  para  hacer  la  pieza  principal  que  preíen- 
den,  entrando  el  melal  en  el  molde  y  ajuslándo;e  á  él, 
podremos  decir  aquí  que  la  Sabiduría  divina  dice  de  sí 
que  fué  vaciada  por  el  i'adrc  desde  la  elernidad,  por- 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


ni 


que  es  imagen  suya,  que  la  pintó,  no  apartándola  de  sí, 
sino  amoldándola  en  sí  y  ajustándose  del  todo  con  ella. 
»Y  en  lo  que  dice  después  acrecienta  lo  general  que 
habia  dicho,  especificándolo  por  sus  partes  en  parti- 
cular y  diciendo  que  la  engendró  cuando  no  habia 
comienzos  de  tierra,  ni  abismos  ni  fuentes;  antes  que 
los  montes  se  afirmasen  con  su  peso  natural ,  y  que  los 
collados  subiesen,  y  que  se  extendiesen  los  campos,  y 
que  los  quicios  del  mimdo  tuviesen  ser.  Y  dice  no  so- 
lamente que  habia  nacido  de  Dios  antes  que  Dios  hi- 
ciese estas  cosas,  sino  que  cuando  las  hizo,  cuando  obró 
los  cielos  y  fijó  las  estrellas  y  dio  su  lugar  á  las  nubes, 
y  enfrenó  el  mar  y  fundó  la  tierra,  estaba  en  el  seno  del 
Padre  y  junto  con  él  componiéndolas.  Y  como  decimos 
componiéndolas ,  da  licencia  el  original  que  digamos, 
alentándolas  y  abrigándolas ,  y  regalándolas  y  tra- 
yéndolas  en  los  brazos ,  como  el  que  llamamos  ayo  ó 
ama  que  cría  suele  traer  á  su  niño.  Que,  como  nacían 
en  su  principio  tiernas  y  como  niñas  las  criaturas, 
entonces,  respondiendo  á  esta  semejanza,  dice  la  divi- 
na Sabiduría  de  sí,  que  no  solo  las  crió  con  el  Padre, 
sino  que  se  apropió  á  sí  el  oficio  de  ser  como  su  aya 
deltas  ó  como  su  ama.  Y  llevando  la  semejanza  ade- 
lante, dice  que  era  ella  dulzuras  y  regocijos  todos  los 
días ;  esto  es ,  que  como  las  amas  dicen  á  sus  niños 
dulzuras,  y  se  estudian  y  esmeran  en  hacerles  regalos, 
y  los  muestran,  y  á  los  que  los  muestran  les  dicen  que 
miren  cuan  lindos;  así  se  esmeraba  olla,  al  criar  de  las 
cosas,  en  regalar  las  criadas  y  en  hacer  como  regoci- 
jos con  ellas,  y  en  decir,  como  quien  las  toma  en  la  ma- 
no y  las  muestra  y  enseña,  que  eran  buenas,  muy  bue- 
nas.—  Y  vio,  dice  (a),  Dios  todo  lo  que  hecho  habia,  y 
era  muy  bueno.  —  Que  á  este  regalo  que  al  mundo  re- 
ciente se  debía  miró,  Sabino,  también  vuestro  poeta  do 
dice  (6) : 

Verano  era  aquel,  verano  hacia 
El  mundo  en  general,  porque  lemplaron 
Los  vientos  su  rigor  y  fuerza  fria; 

Cuando  primero  de  la  luz  gozaron 
Las  Qeras  y  los  hombres,  gentoidura. 
Del  duro  suelo  el  cuello  levantaron; 

Y  cuando  de  las  selvas  la  espesura, 
Poblada  de  alimañas,  cuando  el  cielo 
De  estrellas  fué  sembrado  y  hermosura; 

Que  no  pudiera  el  flaco  y  tierno  suelo 
Ni  las  cosas  recientes  producidas 
Durar  á  tanto  ardor,  á  tanto  hielo. 

Si  no  fueran  las  tierras  y  las  vidas, 
Templando  entre  lo  frió  y  caluroso, 
Con  re§alo  tan  blando  recibidas. 

))Y  dice,  según  la  misma  forma  é  imagen,  que  hacia 
juegos  de  continuo  delante  del  Padre,  como  delante  de 
los  padres  hacen  las  amas  que  crian,  y  concluye  con  ¡ 
esta  razón;  porque  dice  :— Y  mis  deleites  hijos  de  hom-  | 
bres;— como  diciendo  que  entendía  en  su  regalo  por-  j 
que  se  deleitaba  de  su  trato,  y  deleitábase  de  tratarlos 
porque  tenia  determinado  consigo  de,  venido  su  tiempo,   ; 
nacer  uno  dellos.  Del  cual  nacimiento  segundo  que  na-  ; 
ció  este  divino  Hijo  en  la  carne ,  es  bien  que  ya  diga- 
mos, pues  habemos  dicho  del  primero ,  que  aunque  es 
también  segundo  en  quilates,  no  por  eso  no  es  extraño 
y  maravilloso  por  donde  quiera  que  le  miremos ,  ó  mi- 

(0)  Genes.,  1,  Y.  5i.   [b'i  Gtíor.,  2.  , 


remos  el  qué  ó  el  cómo  ó  el  por  ([ué.  Y  diciendo  de  lo 
primero ,  el  qué  deste  nacimiento,  ó  lo  que  en  este  na- 
ciiTiiento  se  hizo,  todo  ello  es  nuevo,  no  visto  antes  ni 
imaginado  que  podia  ser  visto ;  porque  en  él  nace  Dios 
hecho  hombre.  Y  con  tener  las  personas  divinas  una 
sola  divinidad,  y  con  ser  tan  uno  todas  tres,  no  nacie- 
ron hechas  hombre  todas  tres,  sino  la  persona  del  Hijo 
solamente.  La  cual  así  se  hizo  hombre,  que  no  dejó  de 
ser  Dios,  ni  mezcló  con  la  naturaleza  del  hombre  la  na- 
Im-aleza  divina  suya,  sino  quedó  una  persona  sola  en 
dos  distintas  naturalezas,  una  que  tenia  de  Dios,  y  otra 
que  recibió  de  los  hombres  de  nuevo ;  la  cual  no  la  crió 
de  nuevo,  ni  la  hizo  de  barro,  como  formó  la  primera, 
sino  bízola  de  la  sangre  virgen  de  una  Virgen  purí- 
sima, en  su  vientre  della  misma,  sin  amancillar  su  pu- 
reza; é  hizo  que  fuese  naturaleza  del  linaje  de  Adán  y 
sin  la  culpa  de  Adán ;  y  formó  de  la  sangre  que  digo 
carne,  y  de  la  carne  hizo  cuerpo  humano  con  todos  sus 
miembros  y  órganos,  y  en  el  cuerpo  puso  alma  de  hom- 
bre dotada  de  entendimiento  y  razón ,  y  con  el  enten- 
dimiento y  con  el  alma  y  con  el  cuerpo  ayuntó  su  per- 
sona, y  derramó  sobre  el  alma  mil  tesoros  de  gracia,  y 
diüle  juicio  y  discurso  libre,  y  hízola  que  viese  y  que 
gozase  de  Dios,  y  ordenó  que  la  misma  que  gozaba  de 
Dios  con  el  entendimiento  sintiese  disgusto  en  los  sen- 
tidos, y  que  fuese  juntamente  bienaventurada  y  pa- 
sible. 

»Y  toda  esta  compostura  de  cuerpo  y  infusión  de  al- 
ma y  ayuntamiento  de  su  persona  divina ,  y  la  santi- 
ficación y  el  uso  de  la  razón,  y  la  vista  de  Dios  y  la  ha- 
bilidad para  sentir  dolor  y  pesares,  que  dio  á  lo  que  á 
su  persona  ayuntaija,  lo  hizo  todo  en  un  momento,  y 
en  el  primero  en  que  se  concibió  aquella  carne ;  y  de 
un  golpe  y  en  un  instante  solo  salió  en  el  tálamo  de 
la  Virgen  á  la  luz  desta  vida  un  hombre  Dios ,  un  ni- 
ño ancianísimo,  una  suma  santidad  en  miembros  tier- 
nos de  infante,  un  saber  perfecto  en  un  cuerpo  que 
aim  hablar  no  sabia;  y  resultó  en  un  punto,  con  mila- 
gro nunca  visto,  un  niño  y  gigante ,  un  flaco  muy 
fuerte,  un  saber,  un  poder,  un  valor  no  vencible, 
cercado  de  desnudez  y  de  lágrimas.  Y  lo  que  en  el  vien- 
tre santo  se  concibió,  corriendo  los  meses  salió  del, 
sin  poner  dolor  en  él  y  dejándole  santo  y  entero.  Y 
como  el  que  nacía  era  según  su  divinidad  rayo ,  como 
agora  decíamos ,  y  era  resplandor  que  manaba  con  pu- 
reza y  sencillez  de  la  luz  de  su  Padre,  dio  también  á  su 
humanidad  condiciones  de  luz,  y  salió  de  la  madre  como 
el  rayo  del  sol  pasa  por  la  vidriera  sin  daño,  y  vimos  una 
mezcla  admirable,  carne  con  condiciones  de  Dios,  y  Dios 
concondiciones  de  carne,  y  divinidady  humanidad  junta, 
hombre  y  Dios  nacido  de  padre  y  de  madre,  y  sin  padre  y 
sin  madre ,  sin  madre  en  el  cíelo  y  sin  padre  en  la  tier- 
ra; y  finalmente  vimos  junta  en  uno  la  universalidad 
de  lo  no  criado  y  criado.  ¿Qué  dice  san  Juan  (c)?  —  El 
Verbo  se  hizo  carne,  y  mora  en  nosotros  lleno  de  gracia 
y  de  verdad,  y  vimos  su  gloría,  gloria  cual  convenia á 
quien  es  unigénito  del  Padre  eterno. — Y  Isaías  ¿qué 
dice  (f/)? — El  nacido  nos  ha  nacido  á  nosolros ,  el  Hijo 
á  nosotros  es  dado ,  y  sobre  su  hombro,  su  mando  y  su 
nombre  será  llamado  admirable,  consejero  ,  Dios,  va- 
{c)  Joan.,1.     (d)  Isai.,9,  v.  6. 


172  OBRAS  DE  FRAY 

lienie,  padre  ríe  la  eterniJad,  principe  de  paz.— El  na-  ; 
cido,  dice ,  no  es  nacido;  esto  es,  el  engendrado  eler- 
nalnienle  de  Dios  ha  nacido  por  otra  manera  diferente  ^ 
para  nosotros,  y  el  que  es  Hijo,  en  quien  nació  todo  el 
ediíicio  del  mundo,  se  nos  da  nacido  entre  los  del  mun- 
do como  hijo.  Y  aunque  niño,  es  rey,  y  aunque  es  re- 
cien nacido,  tiene  hombros  para  el  gobierno,  que  se 
llama  admirable  por  nombre,  porque  es  una  maravilla 
lodo  él ,  compuesto  de  maravillas  grandísimas.  Y  llá- 
mase también  consejero  porque  es  el  ministro  y  la  eje- 
cución del  consejo  divino ,  ordenado  para  la  salud  de 
los  hombres.  Y  es  Dios  y  es  valiente  y  padre  del  nuevo 
siglo,  y  único  autor  de  reposo  y  de  paz. 

»Y  loque  dijimos,  que  no  tuvo  padre  iiumanoen  este 
segundo  nacer,  ayer  lo  probó  bastantemente  Marcelo, 
y  que  naciendo  no  puso  daño  en  su  madre.  ¿Por  ven- 
tura no  lo  vio  Salomón  cuando  dijo  (a) :  —  Tres  cosas 
se  me  asconden,  y  cuatro  de  que  nada  no  sé :  el  cami- 
no del  águila  por  el  aire ,  el  camino  de  la  culebra  en 
la  peña ,  el  camino  de  la  nave  en  la  mar  ,  y  el  camino 
del  varón  en  la  Virgen— ?  En  que,  por  comparación  de 
tres  cosas ,  que  en  pasando  nadie  puede  saber  por  dón- 
de pasaron,  porque  no  dejan  rastro  de  sí,  significa  que 
cuando  salió  este  niño  varón,  que  decimos,  del  sagra- 
rio virginal  de  su  Madre,  salió  sin  quebrar  el  sagrario 
y  sin  hacer  daño  en  él  ni  dejar  de  su  salida  señal ,  co- 
mo ni  la  deja  de  su  vuelo  el  ave  en  el  aire,  ni  la  ser- 
piente de  su  camino  en  la  peña,  ni  en  las  mares  la  na- 
ve. Esto  pues  es  el  qué  deste  nacimiento  santísimo. 

))E1  cómo  se  In'zo  esto  es  de  las  cosas  que  no  se  pue- 
den decir.  Porque  las  maneras  ocultas  por  donde  sa- 
be Dios  aplicar  su  virtud  para  los  efectos  que  quiere, 
¿quién  las  sabe  entender?  Bien  dice  san  Agustín  que 
en  estas  cosas ,  y  en  las  que  son  como  estas ,  la  mane- 
ra y  la  razón  del  hecho  es  el  infinito  poder  del  que'  lo 
hace.  ¿En  qué  manera  se  hizo  Dios  hombre?  Porque 
es  poder  infinito.  ¿Cómo  una  misma  persona  tiene  na- 
turaleza de  hombre  y  naturaleza  de  Dios?  Porque  es 
poder  infinito.  ¿Cómo  crece  en  el  cuerpo  y  es  perfec- 
to varón  en  el  alma;  tiene  los  sentidos  de  niño,  y  ve 
íí  Dios  con  el  enlendimifínio;  se  concibe  en  mujer  y 
sin  hombre ,  sale  naciendo  della  y  la  deja  virgen?  Por- 
que es  de  poder  infinito.  N'o  hiciera  Dios  por  nosotros 
mucho  si  no  hiciera  mas  de  lo  que  nuestro  sentido  tra- 
za y  alcanza.  ¿Qué  cosa  es  hacer  mercedes  á  gentes  de 
poco  saber  y  de  pecho  angosto ,  que  porque  e.vcedcn  á 
lo  que  ellos  hicieran  ,  ponen  en  duda  si  se  las  hacen? 
¿Cómo  se  hizo  Dios  hombre?  Digo  que  amando  al  hom- 
bre. ¿Por  ventura  es  cosa  nueva  que  el  amor  visla  del 
amado  al  que  ama  ,  que  le  ayunte  con  él ,  que  le  trans- 
fünne?  Quien  se  inclina  mucho  á  una  cosa,  quien  pien- 
sa en  ella  de  continuo,  quien  conversa  siempre  con  ella, 
quien  la  remeda,  fácilmente  queda  hecho  ella  misma. 
¿Qué  decía  poco  Jiá  el  Verbo  de  sí?  ¿No  decía  que  era 
MI  deleite  el  tratar  con  los  liomhres?  No  solamente 
Iralxir  con  ellos,  mas  vestirse  de  su  figura  aun  antes 
que  tomase  su  carne.  Que  ron  Adau  habló  vn  c\  pa- 
raíso en  figura  de  hombre,  corno  san  I.con  pa|)a  y  otros 
muchos  doctores  sanios  lo  dicen.  Y  con  Abrahan  cuan- 
do descendió  A  destruir  á  Sodoma,  y  con  Jacob  en  la 

(o)  ProT.,  30,  V.  10, 


LUIS  DE  LEOX. 

lucha ,  y  con  Moisen  en  la  zarza,  y  con  Josué,  el  capi- 
tán de  Israel.  Pues  salióle  el  trato  á  la  cara;  y  hacien- 
do del  hombre,  salió  hecho  hombre;  y  gustando  de  dis- 
frazarse con  nuestra  máscara,  quedó  con  la  figura  ver- 
dadera á  la  lin  ,  y  pararon  los  ensayos  en  hechos. 

»¿Cómo  está  la  deidad  en  la  carne?  Responde  el  di- 
vino Basilio :  — Como  el  fuego  en  el  liiorro,  no  mudando 
lugares,  sino  derramando  sus  bienes;  que  el  fuego  no 
camina  hacia  el  hierro,  sino  estando  en  él,  pone  en  él 
su  cualidad,  y  sin  disminuirse  en  sí,  le  liinche  todo  de 
sí  y  le  hace  partícipe.  Y  el  Verbo  de  Dios  de  la  misma 
manera  hizo  morada  en  nosotros,  sin  mudar  la  suya,  y 
sin  apartarse  de  sí.  No  te  imagines  algún  descendi- 
miento de  Dios,  que  no  se  pasa  de  un  lugar  á  otro  lu- 
gar como  se  pasan  los  cuerpos,  ni  pienses  que  la  dei- 
dad, admitiendo  en  sí  alguna  mutlanza,  se  convirtió 
encarne;  que  la  inmortal  no  es  mudable.  Pues  ¿cómo 
nuestra  carne  no  le  pegó  su  infección?  Como  ni  el  fuego 
recibe  las  propiedades  del  hierro.  El  hierro  es  frío  y  es 
negro;  mas  después  de  encendido,  se  viste  de  la  figura 
del  fuego,  y  toma  luz  del  y  no  le  ennegrece,  y  arde  con 
su  calor  y  no  le  comunica  su  frialdad.  Y  ni  mas  ni  me- 
nos la  carne  del  hombre,  ella  recibió  cualidades  divi- 
nas, mas  no  apegó  á  la  divinidad  sus  flaquezas.  ¿Qué 
no  concederemos  á  Dios  que  obre  lo  que  obra  este  fue- 
go que  muere? — Esto  dice  Basilio.  Y  porque  los  ejem- 
plos dan  luz  ;  como  el  arca  del  Testamento  era  de  ma- 
dera y  de  oro,  de  madera  que  no  se  corrompía  y  de  oro 
finísimo;  ella  hecha  de  madera  y  vestida  de  oro  por 
todas  partes,  de  arte  que  era  arca  de  madera  y  arca  de 
oro,  y  era  una  arca  sola,  y  no  dos;  así  en  este  nacimien- 
to segundo  el  arca  de  la  humanidad  inocente  salió 
ayuntada  á  la  riqueza  de  Dios.  La  riíjueza  la  cubría 
toda  ,  mas  no  le  quitaba  el  ser  ni  ella  lo  perdía,  y  sien- 
do dos  naturalezas ,  no  eran  dos  personas ,  sino  una 
persona. 

))Y  como  en  el  monte  de  Sina ,  cuando  daba  Dios  la 
•  ley  á  Moisen  en  lo  alto  estaba  rodeado  de  llamas  del 
cielo  y  se  vestía  de  la  gloría  de  Dios ,  y  que  allí  repo- 
saba y  hablaba,  \  en  las  raíces  padecía  temblores  y 
iiumo;  así  Cristo  naciendo  hombre,  que  es  monte,  en  lo 
alto  de  su  alma  ardía  todo  en  llamas  de  amor  y  gozaba 
de  la  gloría  de  Dios  alegre  y  descansadamente;  masen 
la  parte  suya  mas  baja  temblaba  y  humeaba,  dando  lu- 
gar en  sí  á  las  penalidades  del  hombre.  Y  como  el  pa- 
triarca Jacob  [b)  cuando  en  el  camino  de  Mesopotamia, 
ocupado  de  la  noche,  se  puso  á  dormir  en  el  campo,  en 
el  parecer  de  fuera  era  un  mozo  pobre,  que  tendido  en 
la  tierra  dura  y  lomando  reposo  parecía  estar  sin  sen- 
tido, masen  lo  secreto  del  alma  contom[ilaI)a  en  aque- 
lla misma  sazón  el  camino  abierto  desde  la  tierra  has- 
ta el  cíelo,  y  á  Dios  en  él  y  á  los  ángeles  que  andaban 
por  él ;  asi  en  aqueste  nacimiento  apareció  por  defue- 
ra un  niño  flaco,  puesteen  un  pesebre,  que  no  liabla- 
ha,  y  lloraba,  y  en  lo  secrelo  vivía  en  él  la  contempla- 
ción de  todas  las  grandezas  de  Dios.  Y  como  en  el  rio 
Jordán  (r),  cuando  se  puso  en  medio  del  el  arca  de  la 
ley  vieja,  |iara  hacer  paso  al  pueblo,  que  caminaba  al 
descanso,  en  la  parte  de  arriba  del  las  aguas  que  ve- 
nían se  amoninuaron  creciendo,  y  en  la  parlo  de  abajo 

\,b)  ticucs.,  -S.    (<•)  Josué,  5. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


173 


siguieron  Pii  curso  natural  y  corrieron;  así,  naciendo 
en  la  naturaleza  humana  de  Cristo  Dios,  y  entrándose 
en  ella,  lo  alto  della  siempre  miró  para  el  cielo,  mas  en 
lo  inferior  corrió,  como  corremos  todos,  cuanto  á  lo  que 
es  padecer  dolores  y  males. 

wPor  donde  debidamente  en  el  Apocalipsi  san  Juan  (a), 
al  Verbo  nacido  hombre  le  ve  como  cordero  y  como 
degollado  cordero,  que  es  lo  sencillo  y  lo  simple  y  lo 
manso  del ,  y  lo  muy  sufrido  que  en  él  se  descubría  á 
la  vista ,  y  juntamente  le  vio  que  tenia  siete  ojos  y  siele 
cuernos ,  y  que  él  solo  llegaba  á  Dios  y  tomaba  de  sus 
manos  el  libro  sellado  y  le  abría ,  que  es  lo  grande, 
lo  fuerte ,  lo  sabio ,  lo  poderoso  que  encubría  en  sí  mis- 
mo, y  que  se  ordenaba  para  abrir  los  siete  sellos  del  li- 
bro ,  que  es  el  por  qué  se  hizo  este  nacimiento  ,  y  la 
tercera  y  última  maravilla  suya;  porque  fué  para  po- 
ner en  ejecución ,  y  para  hacer  con  la  eficacia  de  su 
virtud  claro  y  visible  el  consejo  de  Dios,  oculto  antes  y 
escondido,  y  como  sellado  con  siete  sellos.  En  el  cual, 
siendo  abierto,  lo  primero  que  se  descubre  es  un  ca- 
ballo y  caballero  blancos  con  letra  de  victoria;  y  luego 
otro  bermejo,  que  deshacía  la  paz  del  suelo  y  lo  pOnia 
en  discordia,  y  otro  en  pos  deste  negro,  que  pone  peso 
y  tasa  en  lo  que  fructifica  la  tierra ,  y  después  otro  des- 
colorido y  ceniciento,  á  quien  acompañaban  el  infierno 
y  la  muerte ,  y  en  el  quinto  lugar  se  descubrieron  los 
afligidos  por  Dios ,  que  le  piden  venganza,  y  se  les  daba 
un  entretenimiento  y  consuelo,  y  en  el  sexto  se  estre- 
mece todo  y  se  hunde  la  tierra,  y  en  el  séptimo  queda 
sereno  el  cielo  y  se  hace  silencio.  Porque  el  secreto  se- 
llado de  Dios  es  el  artificio  que  ordenó  para  nuestra 
.santificación  y  salud.  En  la  cual  lo  primero  sale  y  vie- 
ne á  nuestra  alma  la  pureza  blanca  de  la  gracia  del  cíe- 
lo con  fuerza  para  vencer  siempre;  succédele  lo  segun- 
do el  celo  de  fuego  que  rompe  la  mala  paz  del  sentido 
y  mete  guerra  entre  la  razón  y  la  carne,  á  quien  ya  no 
obedece  la  razor» ,  antes  le  va  á  la  mano  y  se  opone  á 
sus  desordenados  deseos.  A  este  celo  se  sigue  el  estu- 
dio de  la  mortificación  triste  y  denegrido ,  y  que  pone 
en  todo  estrecha  lasa  y  medida.  Levántase  aquí  luego 
el  infierno  y  hace  alarde  de  sus  valedores ,  que  arma- 
dos de  sus  ingenios  y  fuerzas  ,  acometen  á  la  virtud  y 
la  maltratan  y  turban,  afligiendo  muchas  veces  y  der- 
rocando por  el  suelo  á  los  que  la  poseen ,  y  haciendo  de 
su  sangre  dellos  y  de  su  vida  su  cebo. 

«Mas  esconde  Dios  después  desto  debajo  de  su  altar 
á  los  suyos ,  y  defendiéndoles  el  alma  debajo  de  la  pa- 
ciencia de  su  virtud,  adonde  le  sacrifican  la  vida,  con- 
suélalos y  entreliénelos,  y  con  particulares  gozos  los 
rodea  y  los  viste  en  cuanto  se  llega  el  tiempo  de  su 
buena  y  perfecta  ventura.  Y  probados  y  aprobados  así, 
alarga  á  su  misericordia  la  rienda,  y  estremece  todo  lo 
que  contra  ellos  se  empinaba  en  el  suelo,  y  va  al  hon- 
do la  tierra  maldita  condenada  á  dar  fruto  de  espinas. 
Después  de  lo  cual  para  todo  en  sosiego  y  en  un  silen- 
cio del  cielo.  Mas  porque  ninguna  criatura ,  como  san 
Juan  dice ,  no  podría  abrir  estos  sellos  ni  poner  en 
luz  y  en  efecto  esta  obra,  convino  que  el  que  los  hubie- 
se de  abrir  y  de  poner  en  ejecución,  su  virtud  fuese  cor- 
dero, que  es  flaco  y  sencillo  por  una  parte,  y  por  otra 

(a)  Apoc,  ü. 


tuviese  siete  ojos  y  siete  cuernos,  que  son  todo  el  sa- 
ber y  poder;  y  que  se  juntasen  en  uno  la  fortaleza  de 
Dios  con  la  flaqueza  del  hombre,  para  que  por  ser  hom- 
bre llaco  pudiese  morir,  y  por  ser  masa  santa  fuese  su 
morir  acceplable,  y  por  ser  Dios  fuese  [lara  nosotros 
su  muerte  vida  y  rescate.  —  De  manera  que  nació  Dios 
hecho  carne,  como  Basilio  dice  (6),  para  que  diese 
muerte  á  la  muerte,  que  en  ella  se  escondía;  que  como 
las  medicinas  que  son  contra  el  veneno,  ayuntadas  al 
cuerpo  vencen  lo  venenoso  y  mortal ,  y  como  las  tinie- 
blas que  ocupan  la  casa,  metiendo  en  ella  la  luz  des- 
parecen ;  así  la  muerte  que  se  apoderaba  del  hombre, 
juntándose  Dios  con  él  se  deshizo.  Y  como  el  hielo  se 
enseñorea  en  el  agua  en  cuanto  dura  la  oscuridad  de 
la  noche,  mas  luego  que  el  sol  sale  y  calienta  le  des- 
hace su  rayo;  así  la  muerte  reinó  hasta  que  Cristo  vino, 
mas  después  que  apareció  la  gloria  saludable  de  Dios, 
y  después  que  amaneció  el  Sol  de  justicia ,  quedó  su- 
mida en  su  victoria  la  muerte ,  porque  no  pudo  hacer 
presa  en  la  vida.  ¡Oh  grandeza  de  la  bondad  y  del  amor 
de  Dios  con  los  hombres !  Somos  libertados,  y  pregun- 
tamos cómo  y  para  qué,  debiendo  gracias  por  beneficio 
tan  grande.  ¿Qué  te  habernos,  hombre,  de  hacer?  No 
buscabas  á  Dios  cuando  se  ascondia  en  el  cíelo ,  no  le 
recibes  cuando  desciende  y  te  conversa  en  la  tierra, 
sino  preguntas  en  qué  manera  ó  para  qué  fin  se  quiso 
hacer  como  tú.  Conoce  y  aprende,  por  eso  es  Dios  car- 
ne, porque  era  necesario  que  esta  carne  tuya,  que  era 
maldita  carne ,  se  santificase ;  esta  flaca  se  hiciese  va- 
liente, esta  enajenada  de  Dios  se  hiciese  semejante  con 
él ,  esta  á  ffuien  echaron  del  paraíso  fuese  puesta  en  el 
cielo. — Hasta  aquí  ha  dicho  Basilio. 

»Y  á  la  verdad  es  así,  que  porque  Dios  quería  hacer 
un  reparo  general  de  !o  que  estaba  perdido,  se  metió 
él  en  el  reparo  para  que  tuviese  virtud.  Y  porque  el 
Verbo  era  el  artífice  por  quien  el  Padre  crió  todas  las 
cosas ,  fué  el  Verbo  el  que  se  ayuntó  con  lo  que  se  ha- 
cia para  el  reparo  deltas.  Y  porque  de  lo  que  era  capaz 
de  remedio  el  mas  dañado  era  el  hombre ,  por  esto  lo 
que  se  ordenó  para  medicina  de  lo  perdido  fué  una  na- 
turaleza de  hombre.  Y  porque  lo  que  se  hacia  para  dar 
á  lo  enfermo  salud  había  de  ser  en  sí  sano,  la  natura- 
leza que  se  escogió  fué  inocente  y  pura  de  toda  culpa. 
Y  porque  el  que  era  una  persona  con  Dios  con  venia 
que  gozase  de  Dios,  por  eso  desde  que  comenzó  á  te- 
ner ser  aquella  dichosa  ánima,  comenzó  también  á  ver 
la  divinidad  que  tenia.  Y  porque  para  remediar  nues- 
tros males  le  convenía  que  los  sintiese ,  así  gozaba  de 
Dios  en  lo  secreto  de  su  seno,  que  no  cerraba  por  eso 
la  puerta  á  los  sentimientos  amargos  y  tristes.  Y  por- 
que venia  á  reparar  lo  quebrado ,  no  quiso  hacer  nin- 
guna quiebra  en  su  Madre;  y  porque  venia  á  ser  lim- 
pieza general,  no  fué  justo  que  amancillase  su  tálamo 
en  alguna  manera.  Y  porque  era  Verbo  que  nació  con 
'  sencillez  de  su  Padre,  y  sin  poner  en  él  ninguna  pa- 
'  sion,  nació  también  de  su  Madre,  hecho  carne  con  pu- 
reza y  sin  dolor  della.  Y  finalmente  ,  porque  en  la  di- 
vinidad es  uno  en  naturaleza  con  el  Padre  y  con  el  Es- 
píritu Santo ,  y  diferente  en  persona  cuando  nació  he- 
cho hombre  en  una  persona ,  juntó  á  la  naturaleza  áa 
(i)  Eu  el  scriUün  úd  Nacjuieuto. 


i-a  OBRAS  DE  FRAY 

su  divinidad  la  naturaleza  diferente  de  su  alma  y  su 
cuerpo.  Al  cual  cuerpo  y  á  la  cual  alma  cuando  la  i 
muerte  las  apartó,  -consintiéndolo  él ,  él  mismo  las  tor- 
nó á  juntar  con  nuevo  milagro  después  de  tres  dias,  y 
liizo  que  naciese  á  luz  otra  vez  lo  que  ya  habia  desata- 
do la  muerte, 

).Del  cual  nacimiento  suyo ,  que  es  el  tercero  de  los 
cinco  que  puse  al  principio,  lo  primero  que  agora  de- 
cir debemos  es,  que  fué  nacimiento  de  veras,  quiero  de- 
cir, nacimiento  que  se  llama  así  en  la  Sagrada  Escritu- 
ra; porque,  como  ayer  se  decia,  el  Padre,  en  el  sal- 
mo 2  (a),  bablando  desta  resurrección  de  su  Hijo,  co- 
mo san  Pablo  lo  declara  (6),  le  dice:— Tú  eres  mi  Hijo, 
que  en  este  dia  te  engendré. — Porque,  así  como  formó 
la  virtud  de  Dios  en  el  vientre  de  la  Virgen,  y  de  su  san- 
gre sin  mancilla  el  cuerpo  de  Jesucristo  con  disposi- 
ción conveniente  para  que  fuese  aposento  del  alma;  ni 
mas  ni  menos  en  el  sepulcro ,  cuando  se  llegó  la  sazón 
al  cuerpo,  á  quien  las  causas  de  la  muerte  iiabian  agu- 
jerado y  herido  y  quitado  la  sangre,  sin  la  cual  no  se 
vive,  y  la  muerte  misma  lo  habia  enfriado  y  hecho  mo- 
rada inútil  del  alma,  el  mismo  poder  de  Dios,  abrazán- 
dolo y  fomentándolo  en  sí,  lo  tornó  á  calentar,  y  le  regó 
con  sangre  las  venas,  y  le  encendió  la  fornaza  del  co- 
razón nuevamente ,  en  que  se  tornaron  luego  á  forjar 
espíritus  que  se  derramaron  por  las  arterias  palpitando 
y  bulliendo,  y  luego  el  calor  de  la  fragua  alzó  las  cos- 
tillas del  pecho,  que  dieron  lugar  al  pulmón,  y  el  alma 
se  lanzó  luego  en  él,  como  en  conveniente  morada,  mas 
poderosa  y  mas  eficaz  que  primero,  porque  dio  licencia 
á  su  gloria  que  descendiese  por  toda  ella ,  y  que  se  co- 
munícase á  su  cuerpo  y  que  le  bañase  del  todo ;  con 
que  se  apoderó  de  la  carne  perfectamente  y  redujo  á  su 
voluntad  todas  sus  obras,  y  le  dio  condiciones  y  cuali- 
dades de  espíritu ;  y  dejándole  perfecto  el  sentir,  la  li- 
bró del  mal  padecer;  y  á  cada  una  de  las  partes  del 
cuerpo  les  conservó  ella  por  sí ,  con  perpetuidad  no 
mudable,  el  ser  en  que  las  halló,  que  es  el  proprio  de 
cada  una. 

))De  manera  que  sin  mantenimiento  da  substancia  á 
la  carne ,  y  tiene  vivo  el  calor  del  corazón  sin  ceballo, 
y  sustenta  los  espíritus  sin  que  se  evaporen  ó  se  consu- 
man del  uso.  Y  así  desarraigó  de  allí  todas  las  raíces 
de  muerte ,  y  desterróla  del  todo  y  destruyóla  en  su 
reino,  y  cuando  se  tenia  por  fuerte ;  y  traspasó  gloria 
por  la  carne,  que,  como  dicho  he,  la  tenia  apurada  y 
sujeta  á  su  fuerza;  y  resplandecióle  el  rostro  y  el  cuer- 
po, y  descargóla  de  su  peso  natural,  y  dióle  alas  y  vue- 
lo, y  renació  el  muerto  mas  vivo  que  nunca,  hecho  vi- 
da, hecho  luz ,  hecho  gloria,  y  salió  del  sepulcro  co- 
mo quien  sale  del  vientre  vivo ,  y  para  vivir  para  siem- 
pre, poniendo  espanto  á  la  naturaleza  con  ejemplo  no 
visto.  Porque  en  el  nacimiento  segundo  que  hizo  en  la 
carne,  cuando  nació  de  la  Virgen,  aunque  muchas  co- 
sas del  fueron  oxlraordínarias  y  nuevas,  en  otras  se 
guardó  en  él  la  orden  común ;  que  la  materia  de  que  se 
formó  el  cuerpo  de  Cristo  fué  sangre  ,  que  es  la  natu- 
ral fie  que  se  forman  los  otros  ;  y  después  de  formado, 
la  Virgen  con  la  sangre  suya  y  con  sus  espíritus  hin- 
chó de  sangre  las  venas  del  cuerpo  del  Hijo,  y  las  ar- 
ia) Psalm.  2,  V.  7.       (b)  Acl.,  13,  v.  33. 


LUIS  DE  LEÓN. 

terias  de  espíritu,  como  hacen  las  otras  madres,  y  gu 
calor  de  ella,  conforme  á  lo  natural,  abrigó  á  aquel  cuer- 
po ternísimo,  y  se  lanzó  todo  por  él,  y  le  encendió  fue- 
go de  vida  en  el  corazón,  con  que  comenzó  á  arder  en 
su  obra,  como  hace  siempre  la  madre.  Ella  de  su  subs- 
tancia le  alimentó,  según  lo  que  se  usa,  en  cuanto  le 
tuvo  en  su  vientre ,  y  él  creció  en  el  cuerpo  por  todo 
aquel  tiempo  por  la  misma  forma  que  crecen  los  niños; 
y  así  como  hubo  en  esta  generación  mucho  de  lo  natu- 
ral y  de  lo  que  se  suele  hacer  ,  ansí  lo  que  fué  en- 
gendrado por  ella  salió  con  muchas  condiciones  de  las 
que  tienen  los  que  por  vía  orcUnaria  se  engendran ,  que 
tuvo  necesidad  de  comer  para  reparo  de  lo  que  en  él 
gastaba  el  calor,  y  obraba  en  el  mantenimiento  su  cuer- 
po, y  le  cocia,  y  le  coloraba,  y  le  apuraba  hasta  mu- 
darle en  sí  mismo,  y  sentia  el  trabajo,  y  conocía  la  ham- 
bre ,  y  le  cansaba  el  movimiento  excesivo ,  y  podía  ser 
herido  y  iasümado  y  llagado;  y  como  los  ñudos  con  que 
se  ataba  aquel  cuerpo  los  habia  añudado  la  fuerza  na- 
tural de  su  madre ,  podían  ser  desatados  con  la  muer- 
te, como  de  hecho  lo  fueron. 

«"Mas  en  este  nacimiento  tercero  todo  fué  extraordi- 
nario y  divino;  que  ninguna  fuerza  natural  pudo  dar 
calor  al  cuerpo  helado  en  la  huesa ,  ni  fué  natural  el 
tornar  á  él  la  sangre  vertida,  ni  los  espíritus  que  dis- 
curren por  el  cuerpo  y  le  avivan  se  los  pudo  prestar  nin- 
gún otro  tercero;  el  poder  solo  de  Dios  y  la  fuerza  efi- 
caz de  aquella  dichosa  alma,  dotada  de  gloriosísima  vi- 
da ,  encendió  maravillosamente  lo  frió ,  y  hinchó  lo 
vacío,  y  compuso  lo  maltratado ,  y  levantó  lo  caído,  y 
ató  lo  desatado  con  ñudo  inmortal ,  y  díó  abastanza  en 
un  ser  á  lo  mendigo  y  mudable.  Y  como  ella  estaba 
llena  de  la  vida  de  Dios  ,  y  sujeta  á  él  y  vestida  del  y 
arraigada  en  él  con  firmeza,  que  mudar  no  se  puede, 
así  hizo  lleno  de  vida  á  su  cuerpo,  le  bañó  lodo  de  al- 
ma, y  le  penetró  enteramente  y  le  puso  debajo  de  su 
mano ,  de  tal  manera,  que  nadie  se  le  puede  sacar;  y  le 
vistió  íinalmente  de  sí,  de  su  gloria,  de  su  resplandor, 
desde  la  cabeza  á  los  pies,  lo  secreto  y  lo  público,  el 
pecho  y  la  cara,  que  de  sí  lanzaba  mas  claros  resplan- 
dores que  el  sol.  Por  donde  mucho  antes  David,  hablan- 
do de  aqueste  hecho,  decia  (c):  — En  resplandores  de 
santidad,  del  vientre  y  del  aurora,  el  rocío  de  tu  naci- 
miento contigo. — Que  aunque  ayer  \)0v  la  mañana  lo 
deciarastes ,  Marcelo ,  y  con  muclia  verdad  ,  del  naci- 
miento de  Cristo  en  la  carne ,  bien  entendéis  que  con 
la  misma  verdad  se  puede  entender  de  aqueste  naci- 
miento también.  Porque  el  Espíritu  Santo,  que  lo  ve 
lodo  junto,  junta  nuiclias  veces  en  unas  palabras  mu- 
chas y  diferentes  verdades.  Pues  dice  (¡ue  nació  Cristo 
cuainlo  resucitó  del  vienlre  de  la  tierra  en  el  amane- 
cer del  aurora  por  su  propria  virtud,  }iorque  tenia  con- 
sigo el  roció  de  su  nacimiento,  con  <jue  reverdecieron 
y  llorecieron  sus  huesos.  Y  esto  en  resi)landorcs  de  san- 
tidad, ó,  como  podemos  tand)ien  decir,  en  hermosuras 
santísimas;  porque  se  juntaron  en  él  entonces  y  en- 
viaron sus  rayos  y  hicieron  públicas  sus  hermosuras 
Ires  resi)landores  bellísimos:  la  divinidad ,  que  es  la 
lumbre,  el  ánima  de  Cristo  santo  y  rodeada  de  luz,  el 
cuerpo  lambifui  h'^rmoso  y  como  hecho  de  nuevo,  que 
(c)  Psalm.  lO'J,  V.  3, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.-- LIBRO  TERCERO. 


17S 


echaba  rayos  de  sí ;  porque  el  resplandor  infinito  de  Dios 
reverberaba  su  hermosura  en  el  alma,  y  el  alma,  con 
este  resplandor  hecha  una  luz,  resplandecía  en  el  cuer- 
po, que,  vestido  de  lumbre,  era  como  una  imagen  res- 
plandeciente de  los  resplandores  divinos. 

»Y  aun  dice  que  entonces  nació  Cristo  con  resplan- 
dores de  santidad  ó  con  bellezas  santas,  porque  cuan- 
do así  nació  del  sepulcro  no  nació  solo  él ,  como  cuan- 
do nació  de  la  Virgen  en  carne  ,  sino  nacieron  jun- 
tamente con  él  y  en  él  las  vidas  y  las  santidades  y  las 
glorias  resplandecientes  de  muchos,  lo  uno  porque 
trujo  consigo  á  vida  de  luz  y  á  libertad  de  alegría  las 
almas  santas,  que  sacó  de  las  cárceles;  lo  otro  y  mas 
principal,  porque,  como  ayer  de  vos,  Marcelo, aprendí, 
en  el  misterio  de  la  última  cena ,  y  cuando  caminaba  á 
la  cruz ,  ayuntó  consigo  por  espiritual  y  estrecha  ma- 
nera á  todos  los  suyos,  y  como  si  dijésemos,  fecundó- 
se de  todos  y  cerrólos  á  todos  en  sí  para  que  en  la  muer- 
te que  padecía  en  su  carne  pasüile ,  muriese  la  car- 
ne dellos  mala  y  pecadora^  y  por  eso  condonada  á  la 
muerte;  y  para  que  renaciendo  él  glorioso  después, 
renaciesen  también  ellos  en  él  á  vida  de  justicia  y 
de  gloria.  Por  donde  por  hermosa  semejanza,  á  pro- 
pósito deste  nacimiento,  dice  él  de  sí  mismo  (a):  — 
Sí  el  grano  de  trigo  puesto  en  la  tierra  no  muere, 
quédase  él ,  mas  sí  muere,  produce  gran  frulo;  —  por- 
que ,  así  com.o  el  grano  sembrado ,  sí  atrae  para  sí  el 
humor  de  la  tierra,  y  se  empreña  de  su  jugo  y  se  pu- 
dre, saca  en  sí  á  luz  cuando  nace  mil  granos,  y  sale 
ya  no  un  grano  solo,  sino  una  espiga  de  granos;  así  y 
por  la  misma  manera  Cristo,  metido  muerto  en  la  tier- 
ra, por  virtud  de  la  muerte  allegó  la  tierra  de  los 
hombres;  así  apurándola  en  sí  y  vistiéndola  de  sus  cua- 
lidades, salió  resucitando  á  la  luz,  hecho  espiga,  y  no 
grano. 

))Así  que,  no  nació  an  rayo  solo  la  mañana  que  ama- 
neció del  sepulcro  este  sol ,  mas  nacieron  en  él  una  mu- 
chedumbre de  rayos  y  un  amontonamiento  de  resplan- 
dores santísimos,  y  la  vida  y  la  luz  y  la  reparación  de 
todas  las  cosas ,  á  las  cuales  todas  abrazó  consigo  mu- 
riendo para  sacarlas,  resucitando  todas  vivas  en  sí.  Por 
donde  aquel  día  fué  de  común  alegría ,  porque  fué  dia 
de  nacimiento  común.  El  cual  nacimiento  hace  venta- 
ja al  primero  que  Cristo  hizo  en  la  carne ,  no  solamen- 
te en  que,  como  decimos,  en  aquel  nació  pasible  y  en 
este  para  mas  no  morir,  y  no  solamente  en  que  lo  que 
se  hizo  en  este  fué  todo  extraordinario  y  maravilloso  y 
!)echo  por  solas  las  manos  de  Dios ,  y  en  aquel  tuvo  la 
naturaleza  su  parte ;  y  no  solamente  en  que  fué  naci- 
miento, no  de  uno  solo,  como  el  primero,  sino  de  mu- 
chos en  uno;  mas  también  le  hace  ventaja  en  que  fué 
nacimiento  después  de  muerte,  y  gloria  después  de 
trabajos ,  y  bonanza  después  de  tormenta  gravísima; 
que  á  todas  las  cosas  la  vecindad  y  el  cortejo  de  su  con- 
trario las  descubre  mas  y  las  hace  salir.  Y  la  buena 
suerte  es  mayor  cuando  viene  después  de  alguna  des- 
ventura muy  grande.  Y  no  solamente  es  mas  agradable 
este  nacimiento  porque  sucede  á  la  muerte,  sino  en 
realidad  de  verdad  la  muerte  que  le  precede  le  hace 
subir  en  quilates ;  porque  en  ella  se  plantaron  las  raí- 
la)  Joaa.,  12,  V.  24. 


C8s  desta  dichosa  gloria ,  que  fueron  el  padecer  y  el 
morir  (que  porque  cayó,  se  levantó ,  y  porque  descen- 
dió torna  á  subir  en  alto,  y  porque  bebió  del  arroyo 
alzó  la  cabeza,  y  porque  obedeció  has!a  la  muerte  vi- 
vió para  enseñorearse  del  cielo);  y  así,  cuanto  fueron 
mayores  ¡os  fundamentos  y  mas  firmes  las  raíces,  tan- 
to habernos  de  entender  que  es  mayor  lo  que  destas 
raíces  nace  ;  y  á  la  medida  de  aquellos  tantos  dolores, 
de  aquel  desprecio  no  visto,  de  aquellas  invenciones  de 
penas,  de  aquel  desamparo,  de  aquel  escarnio,  de 
aquella  fiera  agonía,  entendamos  que  la  vida  á  que 
Cristo  nació  por  ello,  es  por  todo  e.\trerao  altísima  y 
felicísima  vida. 

))Mas  ¡cuan  no  comprensibles  son  las  maravillas  de 
Dios!  El  que  nació  resucitando  tan  claro,  tan  glorio- 
so, tan  grande,  y  el  que  vive  para  siempre  dichoso  en 
resplandores  y  en  luz,  halló  manera  para  tornar  á  na- 
cer cada  dia  encubierto  y  disimulado  en  las  manos  del 
sacerdote  en  la  Hostia ,  como  saboreándose  en  nacer 
este  solo  Hijo,  este  propriamente  Hijo,  este  Hijo  que 
tantas  veces  y  por  tantas  maneras  es  Hijo.  Porque  el 
estar  Cristo  en  su  Sacramento,  y  el  comenzar  á  ser 
cuerpo  suyo  lo  que  antes  era  pan ,  y  sin  dejar  el  cielo 
y  sin  mudar  su  lugar,  comenzar  de  nuevo  á  ser  allí 
adonde  antes  no  era,  convirtiendo  toda  la  substancia 
del  pan  en  su  santísima  carne ,  mostrándose  la  carne 
como  si  fuese  pan,  vestida  de  sus  accidentes,  es  come 
un  nacer  allí  en  cierta  manera.  Así  que,  parece  que 
Cristo  nace  allí  porque  comienza  á  ser  de  nuevo  allí 
cuando  el  sacerdote  consagra.  Y  parece  que  la  Hostia 
es  como  el  vientre  adonde  celebra  aqueste  nacimiento, 
y  que  las  palabras  son  como  la  virtud  que  allí  le  pone, 
y  que  es  como  la  substancia,  toda  la  materia  y  toda  la 
forma  del  pan  que  en  él  se  convierte ,  y  es  señal  y  prue- 
ba de  aqueste  nacimiento;  lo  es  en  la  forma  que  digo, 
el  llamar  á  Cristo  Hijo  la  Sagrada  Escritura  en  este 
mismo  caso  y  articulo;  porque  bien  sabéis  que  en  el 
salmo  72  leemos  así  [b):  —  Y  habrá  firmeza  en  la  tier- 
ra, en  las  cumbres  de  los  collados. — Adonde  la  palabra 
firmeza,  según  la  verdad,  significa  el  trigo,  que  la 
Escritura  lo  suele  llamar  firmeza ,  porque  da  firmeza 
al  corazón,  como  David  en  otro  salmo  lo  dice  (c);  y 
bien  sabéis  que  muchos  de  los  nuestros ,  y  aun  algu- 
nos de  los  que  nacieron  antes  que  viniese  Crislo,  en- 
tienden este  paso  deste  sagrado  pan  del  altar.  Y  bien 
sabéis  que  las  palabras  originales  por  quien  nosotros 
leemos  firmeza  son  eslas :  pisath,  bar,  que  quieren 
puntualmente  decir  partecilla  ó  puñado  de  trigo  es- 
cogido, y  que  BAR,  como  significa  trigo  escogido,  mon- 
dado, también  significa  hijo.  Y  así,  dice  el  Profeta  que 
en  el  reino  del  Mesías ,  y  cuando  floreciere  su  ley,  en- 
tre muchas  cosas  singulares  y  excelentes,  habrá  también 
un  puñado  ó  una  partecilla  de  trigo  y  de  hijo;  esto  es, 
que  será  el  hijo  lo  que  parecerá  un  limpio  y  pequeño 
trigo,  porque  saldrá  á  luz  en  figura  del,  y  veremos  así 
hecho  y  amoldado  como  si  fuese  un  panecito  pequeño. 

))Y  no  solamente  aqueste  consagrarse  Cristo  en  el  pan 
es  un  cierto  nacer,  mas  es  como  una  suma  de  sus  na- 
cimientos los  otros  en  que  hace  retrato  dellos,  y  los  di- 
buja y  los  pinta.  Porque,  así  como  en  la  divinidad  nace 

{l>\  Psalm.  72,  v.  10.    [c¡  Psalra.  1Ü2. 


i 76  OBRAS  DE  FRAY 

como  palabra ,  que  la  dice  el  entendimiento  divino,  así 
aquí  se  consagra  y  comienza  á  ser  de  nuevo  en  la  Hos- 
tia por  virtud  de  la  palabra  que  el  sacerdote  pronun- 
cia. Y  como  en  la  resurrección  nació  del  sepulcro  con 
su  carne  verdadera  ,  pero  heclia  á  las  condiciones  del 
alma  y  vestida  de  sus  maneras  y  glorias ,  así  consagra- 
do en  la  Hostia,  está  la  verdad  de  su  cuerpo  en  realidad 
de  verdad ,  mas  está  como  si  fuera  espíritu ,  todo  en  la 
Hostia  toda,  y  en  cada  parte  della  todo  también.  Y  co- 
mo cuando  nació  de  la  Yírgen  salió  bienaventurado 
en  la  mas  alta  parte  do!  alma,  y  pasible  con  el  cuerpo, 
y  sujeto  á  dolores  y  muoríe ;  y  en  lo  secreto  era  la  ver- 
dadera riqueza ,  y  en  la  apariencia  y  en  lo  que  defuera 
se  veía  era  un  pobre  y  humilde;  asi  aquí  por  defuera 
parece  un  pequeño  pan  despreciado,  y  en  lo  escondido 
es  todos  los  tesoros  del  cielo ;  según  lo  que  parece  pue- 
de ser  partido  y  quebrado  y  comido,  mas  según  lo  que 
encubre  no  puede  ni  el  mal  ni  el  dolor  llegar  á  él.  Y 
como  cuando  nació  de  Dios  se  forjaron  en  él ,  como  en 
sus  ideas,  las  criaturas  en  la  manera  que  lie  dicho ,  y 
cuando  nació  en  la  carne  la  recibió  para  limpiar  y  li- 
])rar  la  del  hombre,  y  cuando  nació  del  sepulcro  nos 
sacó  á  la  vida  á  todos  juntamente  consigo ,  y  en  todos 
sus  nacimientos  siempre  hubo  algún  respeto  á  nues- 
tro bien  y  provecho;  así  en  esto  de  la  consagración 
de  su  cuerpo  tuvo  respeto  al  mismo  bien;  porque 
puso  en  él ,  no  solamente  su  cuerpo  verdadero  sino 
también  el  místico  de  sus  miembros ,  y  como  en  lo? 
demás  nacimientos  suyos  nos  ayuntó  siempre  á  sí 
mismo ,  también  en  este  quiso  contenernos  en  sí ;  y 
quiso  que  encerrados  en  él,  y  pasando  á  nuestras  en- 
trañas su  carne,  nos  comunicásemos  unos  con  otros 
para  que  por  él  viniésemos  todos  á  ser  jior  unión  de 
espíritu  un  cuerpo  y  un  alma. 

))Porlo  cual  el  pan  caliente,  que  estaba  de  continuo 
en  el  templo  y  delante  del  arca  de  Dios ,  que  tuvo  fi- 
gura de  aqueste  pan  divinísimo  ,  le  llama  fian  de  faces 
la  Sagrada  Escritura,  para  enseñar  que  este  pan  ver- 
dadero, á  quien  aquella  imagen  miraba,  tiene  faces 
inumerables,  quiero  decir,  que  contiene  en  sí  á  sus 
miembros,  y  que,  como  en  la  divinidad  abraza  en  sí  por 
eminente  manera  todas  las  criaturas ,  así  en  la  huma- 
nidad y  en  este  Sacramento  santísimo,  donde  se  en- 
cierra, encierra  consigo  á  los  suyos.  Y  así,  hizo  en-este 
lo  que  en  los  demás  nacimientos  hizo,  que  fué  nuestro 
bien,  que  consiste  en  andar  siempre  juntos  con  él,  ó 
por  decir  lo  que  parece  mas  proprio,  trujo  á  efecto  y 
puso  como  en  ejecución  lo  que  se  pretendía  en  los  otros. 
Porque  aqni  hecbo  mantenimiento  nuestro,  yp;i>ándose 
enrealiilail  de  verdad  dcnlrode  nuestras  enlrañasyjun- 
landocon  nuestra  carne  la  suya, si  la  halla  dispuesta  man- 
tieneal  alma  y  purifica  lacarnc,yapaga  el  fuego  vicioso, 
y  poneá  cuchillo  nuestra  vejez,  y  arranca  de  raíces  el 
mal,  y  nos  comunica  su  ser  y  su  vida,  y  comiéndole  nos- 
otros, nos  come  él  á  nosotros  y  nos  viste  de  sus  cualida- 
des; y  finalmente  cuasi  nos  coiiviertecnsímismo.  Yirae 
aquí  á  frutoyá  espiga  lo  que  sendiró  en  los  demás  uaeí- 
mientos  primeros.  Y  como  dice  en  el  salmo  David  (a): 
— Hizo  memorial  de  sus  luiiravillas  el  Señor  misericor- 
dioso y  piadoso ,  dio  á  los  (jue  le  tciueii  nianj.ir.  —  Por- 

{a)  Psalm.  110,  V.  4. 


LUIS  DE  LEÓN. 

que  en  este  manjar,  que  lo  es  propríaiYiente  para  ios 
que  le  temen,  recapituló  todas  sus  grandezas  pasadas, 
que  en  él  hizo  ejemplo  clarísimo  de  su  saber  infinito 
y  de  su  misericordia  y  de  su  amor  con  los  hombres; 
ejemplo  jamás  oído  ni  visto,  que  no  contento  ni  de 
haber  nacido  hombre  por  ellos ,  ni  de  haber  muerto 
por  ponerlos  en  vida  ,  ni  de  haber  renacido  para  su- 
birlos á  gloria ,  ni  de  estar  junto  siempre  y  á  la  dies- 
tra del  Padre  para  su  defensa  y  amparo ,  para  su  re- 
galo y  consuelo  ,  y  para  que  le  tengan  siempre  no 
solamente  presente,  sino  le  puedan  abrazar  consigo 
mismos  ,  y  ponerlo  en  su  pecho  y  encerrarlo  dentro  de 
su  corazón ,  y  como  chuparle  sus  bienes  y  traerlos  á  sí, 
se  les  presenta  en  manjar  y ,  como  si  dijésemos ,  les 
nace  en  figura  de  trigo  para  que  así  le  coman  y  traguen 
y  traspasen  á  sus  entrañas ,  adonde  encerrado  y  ceñido 
con  el  calor  del  espíritu ,  fructifique  y  nazcn  en  ellos 
en  otra  manera ,  que  será  ya  la  quinta  y  la  última  de 
las  que  prometimos  decir,  y  de  que  será  justo  que  ya 
digamos  si,  Sabino,  os  parece.»  Y  calló. 

Y  Sabino  dijo  sonriéndose:  «Huelgo,  Juliano,  que 
conozcáis  por  mayor,  y  bien  decía  yo  que  urdíades  gran- 
de tela,  porque  sin  duda  habéis  dicho  grandes  cosas 
hasta  agora,  sin  lo  que  os  resta,  qiw  no  debe  ser  me- 
nos, aunque  en  ello  tengo  una  duda  aun  antes  que  lo 
digáis. »  ((¿Qnél  respondió  Jidiano;  ¿no  entendéis  que 
nace  en  nosotros  Cristo  cuando  Dios  santifica  nuestra 
alma?»  ((Bien  entiendo,  dijo  Sabino,  que  san  Pablo  dice 
á  los  gálatas  (b) :  — Hijuelos  míos,  que  os  torno  á  parir 
hasta  que  se  forme  Cristo  en  vosotros;  —  que  es  decir 
que,  así  como  el  ánima,  que  era  antes  pecadora,  se  con- 
vierte al  bien  y  se  va  desnudando  de  su  malicia,  así 
Cristo  se  va  formando  en  ella  y  naciendo;  y  de  los  que 
le  aman  y  cumplen  su  voluntad ,  dice  Cristo  que  son 
su  Padre  y  su  Madre.  Pero,  como  cuando  el  ánima  que 
era  mala  se  santifica  se  dice  que  nace  en  ella  Jesu- 
cristo, así  también  se  dice  que  ella  nace  en  él;  por 
manera  que  es  lo  mismo,  á  lo  que  parece,  nacer  nos- 
otros en  Cristo  y  nacer  Cristo  en  nosotros ,  pues  la  ra- 
zón por  qué  se  dice  es  la  misma;  y  de  nuestro  nacimien- 
to en  Jesucristo  ayer  dijo  Marcelo  lo  que  se  puede  de- 
cir. Y  así  no  parece,  Juliano,  que  tenéis  mas  que  de- 
cir en  ello.  Y  esta  es  mi  duda.»  Juliano  entonces  dijo: 
«En  eso  que  dudáis,  Sabino,  habéis  dado  principió  á  mi 
razón;  porque  es  verdad  que  estos  nacimientos  andan 
juntos,  y  que  siempre  que  nacemos  nosotros  en  Dios, 
nace  Cristo  en  nosotros,  y  que  la  santidad  y  la  justicia, 
la  renovación  de  nuestra  alma  es  el  medio  de  ambos 
nacimientos.  Mas  aunque  por  andar  juntos  jtarecen  uno, 
todavía  el  entendimiento  atento  y  agudo  los  divide,  y 
conoce  que  tienen  diferentes  razones.  Porque  el  nacer 
nosotros  en  Cristo  es  propriamenle,  quitada  la  mancha 
de  culpa  con  que  nuestra  alma  se  figuraba  como  demo- 
nio, recibir  la  gracia  y  la  justicia  que  cria  Dios  en  nos- 
otros, que  es  como  una  imagen  de  Cristo,  y  con  que 
nos  figuramos  de  su  manera.  Mas  nacer  Cristo  en  nos- 
o!ros  es  no  solatnente  venir  él  donde  la  gracia  á  nues- 
tra alma,  sino  el  mismo  espíritu  de  Cristo  venir  á  eiin 
y  juntarse  con  ella,  y,  como  si  fuese  alma  del  alma,  der- 
nimarse  por  ella,  y  derramado  y  como  embebido  en  ella, 

(b,  Galat.,  4,  v.  id. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


177 


Apoderarse  de  sus  potencias  y  fuerzas ,  no  de  paso  ni 
de  corrida,  ni  por  un  tiempo  breve,  como  acontece  en 
los  resplandores  de  la  contemplación  y  en  los  arroba- 
mientos del  espíritu,  sino  de  asiento  y  con  sosiego  es- 
table y  como  se  reposa  el  alma  en  el  cucrpa,  que  él 
mismo  lo  dice  así  {a):  —  El  que  me  amare  será  amado 
de  mi  Padre ,  y  vendremos  á  él  y  haremos  asiento  en 
él.  — 

«Así  que,  nacer  nosotros  en  Cristo  es  recibir  su  gra- 
cia y  figurarnos  della;  mas  nacer  en  nosotros  él,  es  ve- 
nir él  por  su  espíritu  á  vivir  en  nuestras  almas  y  cuer- 
pos. Venir,  digo,  á  vivir,  y  no  solo  á  hacer  deleite  y  re- 
galo. Por  lo  cual ,  aunque  ayer  Marcelo  dijo  de  cómo 
nacemos  nosotros  en  Dios,  queda  lugar  para  decir  hoy 
del  nacimiento  de  Cristo  en  nosotros.  Del  cual ,  pues 
habemos  ya  dicho  que  se  diferencia  y  cómo  se  diferencia 
del  nuestro,  y  que  propriamente  consiste  en  que  comience 
á  vivir  el  espíritu  de  Cristo  en  el  alma,  para  que  se  entien- 
da esto  mismo  mejor,  digamos  lo  primero  cuan  diferen- 
temente vive  en  ella  cuando  se  le  muestra  en  la  oración, 
y  después  diremos  cuándo  y  cómo  comienza  Cristo  á  na- 
cer en  nosotros ,  y  la  fuerza  deste  su  nacer  y  vivir  en 
nosotros,  y  los  grados  y  crecimiento  que  tiene;  porque 
cuanto  á  lo  primero,  entre  esta  venida  y  ayuntamiento 
del  espíritu  de  Cristo  á  nosotros ,  que  llamamos  naci- 
miento suyo,  y  entre  las  venidas  que  hace  al  alma  del 
justo,  las  demostraciones  que  en  el  negocio  de  la  ora- 
ción le  hace  de  sí,  de  las  diferencias  que  hay,  la  prin- 
cipal es,  que  en  esto  que  llamamos  nacer,  el  espíritu  de 
Cristo  se  ayunta  con  la  esencia  del  alma ,  y  comienza  á 
ejecutar  su  virtud  en  ella,  abrazándo^je  con  ella  sin  que 
ella  lo  sienta  ni  entienda.  Y  reposa  allí  como  metido  en 
el  centro  della,  como  dice  Isaías  (6):  —  Regocíjate  y 
alaba,  hija  de  Sion ,  porque  el  Señor  de  Israel  está  en 
medio  de  tí.  —  Y  reposando  allí,  como  desde  el  medio 
derrama  los  rayos  de  su  virtud  por  toda  ella,  y  la  mueve 
secretamente ,  y  con  su  movimiento  del  y  con  la  obe- 
diencia del  alma ,  á  lo  que  es  del  movida ,  se  hace  por 
momentos  mayor  lugar  en  ella,  y  mas  ancho  y  mas 
dispuesto  aposento. 

«Mas  en  las  luces  de  la  oración  y  en  sus  gustos  todo 
su  trato  de  Cristo  es  con  las  potencias  del  alma ,  con  el 
entendimiento,  con  la  voluntad  y  memorias,  de  las 
cuales  á  las  veces  pasa  á  los  sentidos  del  cuerpo  y  se 
les  comunica  por  diversas  y  admirables  maneras,  en  la 
forma  que  les  son  posibles  aquestos  sentimientos  á  un 
cuerpo.  Y  de  la  copia  de  dulzores  que  el  alma  siente 
y  de  que  está  colmada,  pasan  al  compañero  las  sobras. 
Por  donde  esas  luces  ó  gustos,  ó  este  ayuntamiento 
gustoso  del  alma  con  Cristo  en  la  oración  tiene  condición 
de  relámpago;  digo  que  luce  y  se  pasa  en  breve.  Porque 
nuestras  potencias  y  sentidos  en  cuanto  esta  vida  mor- 
tal dura  tienen  precisa  necesidad  de  divertirse  á  otras 
contemplaciones  y  cuidados ,  sin  los  cuales  ni  se  vive 
ni  se  puede  ni  debe  vivir.  Y  júntase  también  con  esta 
diferencia  otra  diferencia ,  que  en  el  ayuntamiento  del 
espíritu  de  Cristo  con  el  nuestro,  que  llamamos  naci- 
miento de  Cristo ,  el  espíritu  de  Cristo  tiene  vez  de  al- 
ma respeto  de  la  nuestra ,  y  hace  en  ella  obra  de  alma, 
moviéndola  á  obrar  como  debe  en  todo  lo  que  se  ofre- 
(a)  Joan,  14,  v.  22.  (í;  hai.,  12,  v.  6. 
L.xvi-n. 


ce,  y  pone  en  ella  ímpetu  para  que  se  menee ;  y  así  obra 
él  en  ella  y  la  mueve,  que  ella  ayudada  del  obra  con 
él  juntamente;  mas  en  la  presencia  (|ue  de  sí  hace  en 
la  oración  á  los  buenos  por  medio  de  deleite  y  de  luz, 
por  la  mayor  parte  el  alma  y  sus  potencias  reposan ,  y 
él  solo  obra  en  ellas  por  secreta  manera  un  reposo  y 
un  bien  que  decir  no  se  puede.  \  así,  aquel  primer 
ayuutamienío  es  de  vida,  mas  este  segundo  es  de  de- 
leite y  regalo;  aquel  es  el  ser  y  el  vivir,  aqueste  es  lo 
que  hace  dulce  el  vivir;  allí  recibe  vivienda  y  estilo  de 
Dios  el  alma,  aquí  gusta  algo  de  su  bienandanza;  y 
así ,  aquello  se  da  con  asiento  y  para  (jue  dure,  porque 
si  falta  no  se  vive;  mas  esto  se  da  de  paso  y  á  la  lige- 
ra ,  porque  es  mas  gustoso  que  necesario,  y  porque  en 
esta  vida,  que  se  nos  da  para  obrar  este  deleite,  en  cuan- 
to dura,  quita  el  obrar  y  le  muda  en  gozar.  Y  sea  esto 
lo  uno,  y  cuanto  á  lo  segundo  que  decía,  digo  desta 
manera  : 

«Cristo  nace  en  nosotros  cuando  quiera  que  nuestra 
alma,  volviendo  los  ojos  á  la  consideración  de  su  vida, 
y  viendo  las  fealdades  de  sus  desconciertos,  y  aborre- 
ciéndolos, y  considerando  el  enojo  merecido  de  Dios,  y 
doliéndose  del ,  ansiosa  por  aplacarle,  se  convierte  con 
fe,  con  amor,  con  dolor  á  la  misericordia  de  Dios  y  al 
rescate  de  Cristo.  .\sí  que,  Cristo  nace  en  nosotros  en- 
tonces. Y  dícese  que  nace  en  nosotros  porque  entonces 
entra  en  nuestra  alma  su  mismo  espíritu,  que  enlazando 
se  entraña  en  ella,  y  produce  luego  en  ella  su  gracia,  quo 
es  como  un  resplandorycomo  un  rayo  que  resulta  de  su 
presencia,  y  que  se  asienta  en  el  alma  y  la  hace  hermosa. 
Yasí  comienza  á  tener  vida  allí  Cristo;  esto  es,  comienza 
á  obrar  en  el  alma  y  por  el  alma  lo  que  es  justo  que  obro 
Cristo;  porque  lo  mas  cierto  y  lo  mas  proprio  de  la  vida 
es  la  obra.  Y  desta  manera  el  que  es  en  sí  siempre ,  y 
el  que  vive  en  el  seno  del  Padre  antes  de  todos  los  si- 
glos ,  comienza  como  digo  y  cuando  digo  á  vivir  en 
nosotros ;  y  el  que  nació  de  Dios  perfecto  y  cabal,  co- 
mienza á  ser  en  nosotros  como  niño.  No  porque  en  sí 
lo  sea,  ó  porque  en  su  espíritu,  que  está  hecho  alma 
de!  nuestro,  haya  en  realidad  de  verdad  alguna-dimi- 
nucion  ó  menoscabo,  porque  el  mismo  que  es  en  sí, 
ese  mismo  es  el  que  en  nosotros  nace  tal  y  tan  grande; 
sino  porque  en  lo  que  hace  en  nosotros  se  mide  con 
nuestro  sugeto,  y  aunque  está  en  el  alma  todo  él ,  no 
obra  en  ella  luego  que  entra  en  ella  todo  lo  que  vale 
y  puede,  sino  obra  conforme  á  cómo  se  le  rinde  y  se 
desnuda  de  su  propriedad,  i)ara  el  cual  rendimiento  y 
desnudez  él  mismo  la  ayula ;  y  así,  decimos  que  nace 
entonces  como  niño.  Mas  cuanto  el  alma,  movida  y  guia- 
da del,  se  le  rinde  mas  y  se  desnuda  mas  de  Ío  que 
tiene  por  suyo,  tanto  crece  en  ella  mas  cada  día;  esto 
es ,  tanto  va  ejecutando  mas  en  ella  su  eficacia  y  des- 
cubriéndose mas  y  haciéndose  mas  robusto,  hasta  que 
llega  en  nosotros,  como  dice  san  Pablo  (c) ,  á  edad  de 
perfecto  varón.  A  la  medida  de  la  grandeza  de  Cristo; 
esto  es,  hasta  que  llega  Cristo  á  ser  en  lo  que  es,  y 
hace  en  nosotros  y  con  nosotros,  perfecto,  cual  lo  es  en 
sí  mismo. 

«Perfecto,  digo,  cual  es  en  sí, no  en  igualdad  preci- 
sa, sino  en  manera  semejante.  Quiero  decir  que  el  vi- 

{f>  Eplies.,  4. 

Í2 


178 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


vir  y  el  obrar  que  tiene  en  nuestra  alma  Cristo  cuan- 
do liega  á  ser  en  ella  varen  perfecto,  no  es  igual  en 
grandeza  al  vivir  y  al  obrar  que  tiene  en  sí ,  pero  es 
del  mismo  metal  y  linaje.  Y  así,  aunque  reposa  en  nues- 
tra alma  todo  el  espíritu  de  Cristo  desde  el  primer  pun- 
to que  nace  en  ella ,  no  por  eso  obra  luego  en  ella  todo 
lo  que  es  y  lo  que  puede ,  sino  primero  como  niño,  y 
luego  como  mas  crecido,  y  después  como  valiente  y 
perfecto.  Y  de  la  manera  que  nuestra  alma  en  el  cuer- 
po desde  luego  que  nace  en  él  nace  toda ,  mas  no  hace 
luego  que  en  él  nace  prueba  de  sí  totalmente,  ni  ejer- 
cita luego  toda  su  eficacia  y  su  vida ,  sino  después  y 
succesivamente,  así  como  se  van  enjugando  con  el  ca- 
lor los  órganos  con  que  obra,  y  tomando  firmeza  hábil 
para  servir  al  obrar;  así  es  lo  que  decimos  de  Cristo, 
que  aunque  pone  en  nosotros  lodo  su  espíritu  cuando 
nace,  no  ejercita  luego  en  nosotros  toda  su  vida,  sino 
conforme  á  como,  movidos  del,  le  seguimos  y  nos  apu- 
ramos de  nosotros  mismos,  así  él  va  en  su  vivir  conti- 
nuamente subiendo.  Y  como  cuando  comienza  á  vivir 
en  nuestra  alma  se  dice  que  nace  en  ella,  así  se  dice  que 
crece  cuando  vive  mas,  y  cuando  ll^ga  á  vivir  allí  al 
estilo  que  vive  en  sí ,  entonces  es  lo  perfecto.  De  arte 
que,  según  aquesto,  tiene  tres  grados  este  nacimiento  y 
crecimiento  de  Cristo  en  nosotros.  El  primero  de  niño, 
en  que  comprehendemos  la  niñez  y  la  mocedad,  lo  prin- 
cipiante y  lo  aprovechante  que  decir  solemos ;  el  segun- 
do de  mas  perfecto;  el  idtimo  de  perfecto  del  todo.  En 
el  primero  nace  y  vive  en  la  mas  alta  parte  del  alma; 
en  el  segundo  en  aquella  y  en  la  que  llamamos  parle 
inferior ;  en  el  tercero  en  esto  y  en  todo  el  cuerpo  del 
todo.  Al  primero  podemos  llamar  estado  de  ley  perlas 
razones  que  diremos  luego;  el  segundees  estado  de 
gracia;  y  el  tercero  y  último,  estado  de  gloria. 

))Y  digamos  de  cada  uno  por  sí,  presuponiendo  prime- 
ro que  en  nuestra  alma ,  como  sabéis ,  hay  dos  partes : 
una  divina ,  que  de  su  hechura  y  metal  mira  al  cielo  y 
apetece  cuanto  de  suyo  es,  si  no  la  estorban  ó  oscure- 
cen ó  llevan  lo  que  es  razón  y  justicia  inmortal  de  su 
naturaleza ,  y  muy  hábil  para  estar  sin  mudarse  en  la 
contemplación  y  en  el  amor  de  las  co.sas  eternas;  otra 
de  menos  quilates,  que  mira  á  la  tierra  y  que  se  co- 
munica con  el  cuerpo,  con  quien  tiene  deudo  y  amis- 
tad, sujeta  á  las  pasiones  y  mudanzas  del,  que  la  tur- 
ban y  alteran  con  diversas  olas  de  afectos;  que  teme, 
que  se  congoja,  que  codicia,  que  llora,  que  se  engríe  y 
ufana,  y  que,  finalmente,  por  el  parentesco  que  con  la 
carne  tiene,  no  puede  hacer  sin  su  compañía  estas 
obras.  Estas  dos  parles  son  como  hermanas  nacidas  de 
un  vientre,  en  una  naturaleza  misma,  y  son  de  ordina- 
rio entre  sí  contrarias ,  y  riñon  y  so  hacen  guerra.  Y 
siendo  la  ley  que  esta  segunda  se  gobierne  siempre  por 
la  primera,  á  las  veces,  como  rebelde  y  furio.sa,  loma 
las  riendas  ella  del  gobiorno  y  hace  fuerza  á  la  mejor, 
lo  cual  es  vicioso,  así  como  le  es  natural  el  deleite  y  c! 
alegrarse,  y  el  sentir  en  sí  los  demás  afectos  que  la 
parte  mayor  le  ordenare,  y  son  propriamenle  la  una 
como  el  cielo  y  la  otra  como  la  tierra,  y  como  un  Jacob 
y  un  Esaú  concebidos  juntos  en  un  vientre,  que  entre 
sí  pelean,  como  diremos  mas  largamente  después. 
»Esto  así  dicho ,  decimos  agora  que  cuando  el  al- 


ma aborrece  su  maldad  y  Cristo  comienza  á  nacer  en 
ella,  pone  su  espíritu,  como  decíamos,  en  el  medio  y 
en  el  centro,  que  es  en  la  substancia  del  alma,  y  pren- 
de luego  su  virtud  en  la  primera  parte  dolía ,  la  parle 
que  dcstas  dos  que  decíamos  es  la  mas  alta  y  la  mejor. 

Y  vive  Cristo  allí  en  el  primer  estado  deste  nacimien- 
to, ejercitando  en  aquella  parte  su  vida,  esto  os,  alum- 
brándola, y  enderezándola,  y  renovándola,  y  compo- 
niéndola ,  y  dándole  salud  y  fuerzas  para  que  con  va- 
lor ejercite  su  oficio.  Mas  á  la  otra  parte  menor  en  este 
primer  estado,  el  espíritu  de  Cristo,  que  en  lo  alio  del 
alma  vive ,  no  le  desarraiga  sus  bríos ,  porque  aun  no 
vive  en  aquesta  parte  baja;  mas  aunque  no  viva  en 
ella  como  señor  pacífico ,  dale  ayo  y  maestro  que  go- 
bierna aquella  niñez,  y  el  ayo  es  la  parte  mayor  en  que 
él  ya  vive,  ó  él  mismo,  según  que  vive  en  ella ,  os  el 
ayo  desta  parte  menor,  que  desde  su  lugar  alto  lo  da 
leyes  por  donde  viva,  y  lo  hace  que  se  conozca,  y  le  va 
á  la  mano,  sí  se  mueve  contra  lo  que  se  le  manda,  y  la 
riñe,  y  la  aflige  con  amenazas  y  miedos;  de  donde  re- 
sulta contradicción  y  agonía,  y  servidumbre  y  trabajo. 

Y  Cristo,  que  vive  en  nosotros,  y  desde  el  lugar  donde 
vive,  en  este  artículo  sea  con  esta  menor  parte  como 
Moisen,  que  le  da  ley,  y  la  amonesta  y  la  riñe,  y  la  ame- 
naza y  la  enfrena ,  mas  aun  no  la  libra  de  su  fiaqueza 
ni  la  sana  de  sus  malos  movimientos,  por  donde  á  este 
grado  ó  estado  le  llamamos  de  ley.  En  que,  como  Moi- 
sen en  el  tiempo  pasado  gozaba  de  la  habla  de  Dios,  y 
en  la  cumbre  del  monte  conversaba  con  él  y  recibía  su 
gracia  y  era  alumbrado  de  su  lumbre,  y  descendía 
después  al  pueblo  carnal  é  inquieto  y  sujeto  á  diferen- 
tes deseos,  y  que  estaba  á  la  falda  de  la  sierra,  adonde 
no  veía  sino  el  temblor  y  las  nubes ,  y  descendiendo  á 
él,  le  ponía  leyes  de  parte  de  Dios ,  y  le  avisaba  que  se 
pusiese  á  sus  deseos  freno,  y  él  se  los  enfrenaba  cuanto 
pedia  con  temores  y  penas;  así  la  parle  mas  alta  nues- 
tra ,  luego  al  principio  que  Cristo  en  ella  nace ,  santi- 
ficada por  él  y  viviendo  por  su  espíritu ,  como  su  vida 
en  el  monte  con  Dios ,  al  pueblo  que  está  en  la  falda, 
esto  es,  á  la  parte  inferior,  que  por  los  muchos  movi- 
mientos de  apetitos  y  pasiones  diferentes  que  bullen 
en  ella  es  una  muchedumbre  de  pueblo  bullicioso  y 
carnal  é  inclinado  á  hacer  lo  peor,  le  escribo  leyes  y  le 
enseña  lo  que  le  conviene  hacer  ó  huir,  y  le  gobierna 
las  riendas ,  á  veces  alargándolas  y  á  veces  recogién- 
dolas hacia  sí ,  y  finalmente  la  hinche  del  temor  y  de 
amenazas. 

»Y  como  conira  Moisen  se  rebeló  por  diferentes  veces 
el  pueblo,  y  ccmo  siempre  con  dilioultad  puso  al  yugo 
su  mal  domada  cerviz,  de  donde  nacieron  con  tradi- 
ciones en  ellos  y  alborotos  y  ejemplos  de  señalados  cas- 
tigos; así  esta  parte  baja,  en  el  estado  que  digo,  oye 
mal  muchas  veces  las  amonestaciones  de  su  hermana 
mayor,  en  que  ya  Cristo  vive,  y  luchan  las  dos  á  veces 
y  disjiiortan  entre  sí  crueles  peleas.  Mas  ccmo  Moisen 
para  llevar  aquella  gente  al  asiento  de  su  descanso  les 
persuadió  primero  que  saliesen  de  Egipto,  y  los  metió 
en  la  soledad  del  desierto,  y  los  guió  haciendo  vueltas 
por  él  por  largo  espacio  de  tiempo,  y  con  quitarles  el 
regalo  y  el  amparo  de  los  hombres,  y  darles  el  amparo 
de  Dios,  en  la  nube,  en  la  coluna  de  fuego,  en  el  maná 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


que  les  llovían  los  ciclos  y  en  el  agua  que  les  manaba 
la  piedra,  los  iba  levantando  hacia  Dios,  hasla  que  al 
lia  pasaron  con  Josué,  su  capitán,  el  Jordán  y  limpia- 
ron de  enemigos  la  tierra ,  y  reposaron  en  ella  liasta 
(jüc  vino  últimamente  Cristo  á  nacer  en  su  carne  ;*  asi 
su  espíritu,  que  ha  nacido  ya  en  lo  que  es  principal  en 
o!  alma ,  para  reducir  á  su  obediencia  la  parte  que  res- 
la,  que  tiene  las  condiciones  y  flaquezas  y  carnalidades 
que  he  dicho ,  desde  la  razón  donde  vive ,  como  otro 
Moisen  induciéndola  á  que  se  despida  de  los  regalos  de 
Egipto,  y  lavándola  con  las  tribulaciones,  y  destelán- 
dola poco  á  poco  de  sus  toscos  consuelos,  y  quitándole 
de  los  ojos  cada  dia  mas  las  cosas  que  ama,  y  hacién- 
dola á  que  ame  la  pobreza  y  la  desnudez  del  desierto, 
y  dándole  allí  su  maná,  y  pasando  á  cuchillo  á  muchas 
de  sus  enemigas  pasiones,  y  acostumbrándola  al  des- 
canso y  reposo  santo ,  va  creciendo  en  ella  y  ^prove- 
chando  y  mitigando  sus  bríos,  y  haciéndola  cada  dia 
mas  hábil  para  poner  su  vida  en  su  carne ,  y  al  fin  la 
pone,  y  como  si  dijésemos,  se  encarna  en  ella  y  la  hin- 
che de  sí,  como  hizo  á  la  mayor  y  primera,  y  no  le 
quita  lo  que  le  es  natural ,  como  son  los  sentimientos 
medidos  y  el  poder  padecer  y  morir,  sino  desarraígale 
lo  vicioso,  si  no  del  todo,  á  lo  menos  cuasi  del  todo. 
))Y  este  es  el  grado  segundo  que  dijimos,  en  el  cual 
el  espíritu  de  Cristo  vive  en  las  dos  parles  del  alma:  en 
la  primera,  que  es  la  celestial,  santificándola,  ó  si  lo 
habernos  de  decir  así,  haciéndola  como  Dios;  y  en  la 
segunda,  que  mira  á  la  carne,  apurándola  y  mortificán- 
dola de  lo  carnal  y  vicioso ;  y  en  vez  de  la  muerte  que 
ella  solía  dar  con  su  vicio  al  espíritu.  Cristo  agora  pone 
en  ella  á  cuchillo  cuasi  todo  lo  que  es  contumaz  y  re- 
belde. Y  como  se  hubo  con  sus  discípulos  cuando  an- 
duvo con  ellos,  que  los  conversó  primero ,  y  dado  que 
los  conversaba ,  duraban  en  ellos  los  afectos  de  car- 
ne, de  que  los  corregía  poco  á  poco  por  diferentes  ma- 
neras ,  con  palabras  ,  con  ejemplos ,  con  dolores  y  pe- 
nas, y  finalmente,  después  de  su  resurrección,  tenién- 
dolos ya  conformes  y  humildes  y  juntos  en  Jerusalcn, 
envió  sobre  ellos  en  abundancia  su  espíritu ,  con  que 
los  hizo  perfectos  y  santos.  Así ,  cuando  en  nosotros 
nace,  trata  primero  con  la  razón  y  fortifícala  para  que 
no  le  venza  el  sentido,  y  procediendo  después  por  sus 
pasos  contados,  derrama  su  espíritu,  como  dice  Joel  (a): 
—Sobre  toda  la  carne,  con  que  se  rinde  y  se  sujela  al 
espíritu. — Y  cúmplese  entonces  lo  que  en  la  oración  le 
pedimos,— que  se  haga  su  voluntad,  así  como  en  el  cie- 
lo, en  la  tierra ; — porque  manda  entonces  Dios  en  el  cielo 
del  alma ,  y  en  lo  terreno  della  es  obedecido  cuasi  ni 
mas  ni  menos ,  y  baña  el  corazón  de  sí  mismo ,  y  hace 
ya  Cristo  en  toda  el  alma  oficio  enteramente  de  Cristo, 
que  es  oficio  de  ungir ;  porque  la  unge  desde  la  cabeza 
á  los  pies,  y  la  beatifica  en  cierta  manera ;  porque  aun- 
que no  le  comunica  su  vista,  comunícale  mucho  de  la 
vida,  que  le  ha  de  durar  para  siempre,  y  sostiénela 
ya  con  el  vivir  de  su  espíritu ,  con  que  ha  de  ser  des- 
pués sostenida  sin  fin ;  y  este  es  el  mantenimiento  y  el 
pan  que  por  consejo  suyo  pedimos  á  Dios  cada  dia  cuan- 
do decimos (6) :  «  Y  nuestro  pan, »  como  si  dijésemos 
«el  de  después»,  que  eso  quiere  decir  la  palabra  del 
(a)  Jocl,  1.     (ij  Lucae,  11,  v.  3. 


Í19 


original  griego e»/oc/on,  «dánosle  hoy;n  ostoes,  aquel 
pan  nuestro ;  nuestro,  porque  nos  le  prometes;  nuestro, 
porque  sin  él  no  se  vive;  nuestro,  porque  solo  él  liíncho 
nuestro  deseo.  Así  que ,  este  pan  y  esta  vida  que  pro- 
metida nos  tienes ,  acorta  los  plazos ,  Señor,  y  dánosla 
ya ,  y  viva  ya  tu  Hijo  en  nosotros  del  todo ,  dándonos 
entera  vida,  porque  él  es  el  pan  de  la  vida. 

))De  manera  que  cuando  viene  á  este  estado  el  naci- 
miento de  Cristo  en  nosotros,  y  cuando  su  vida  en  mí 
ha  subido  á  este  punto,  entonces  Cristo  es  lisamente 
en  nosotros  el  Mesías  prometido  de  Dios ,  por  la  razón 
sobredicha ;  y  el  estado  es  de  gracia ,  porque  la  gra- 
cia baña  á  casi  toda  el  alma ,  y  no  es  estado  de  ley  ni 
de  servidumbre  ni  de  temor,  porque  todo  lo  que  se 
manda  se  hace  con  gusto,  porque  en  la  parte  que  solía 
ser  rebelde  y  que  tenia  necesidad  de  miedo  y  de  freno, 
vive  ya  Cristo,  que  la  tiene  cuasi  pura  de  su  rebeldía. 
Y  es  estado  de  evangelio,  porque  el  nacer  y  vivir  Cristo 
en  ambas  las  partes  del  alma,  y  la  santificación  de  toda 
ella  con  muerte  de  lo  que  era  en  ella  vejez,  es  el  efecto 
de  la  buena  nueva  del  Evangelio,  y  el  reino  de  los  cie- 
los que  en  él  se  predica ,  y  la  obra  propria  y  señalada, 
y  que  reservó  para  sí  solo  el  Hijo  de  Dios  y  el  Mesías 
que  la  ley  prometía.  Como  Zacarías  en  su  cántico  di- 
ce (c):  — Juramento  que  juró  á  Abrahan,  nuestro  padre, 
de  darse  á  nosotros ,  para  que  librándonos  de  nuestros 
enemigos,  le  sirvamos  sin  miedo,  le  sirvamos  en  san- 
tidad y  justicia,  y  en  su  presencia  la  vida  toda. — Y  es 
estado  de  gozo,  por  cuanto  reina  en  toda  el  alma  el  es- 
píritu, y  así  hace  en  ella  sin  impedimento  sus  fru- 
tos ,  que  son ,  como  san  Pablo  dice  (rf) :  —  Caridad  y 
gozo,  y  paz  y  paciencia  y  larga  esperanza  en  los  ma- 
les. —  Por  donde ,  en  persona  de  los  deste  grado ,  dice 
el  profeta  Isaías  (e) :  —Gozándome  gozaré  en  el  Señor, 
y  regocijaráse  mi  alma  en  el  Dios  mío,  porque  me  vis- 
tió vestiduras  de  salud  y  me  cercó  con  vestidura  de 
justicia.  Como  á  esposo  me  hermoseó  con  corona,  y 
como  á  esposa,  adornada  con  sus  joyeles. — 

))Y  también  en  ciarla  manera  es  estado  de  libertad  y 
de  reino,  porque  es  el  que  deseaba  san  Pablo  á  los  co- 
losenses  en  el  lugar  donde  escribe (/■) :— Y  la  paz  de 
Dios  alce  bandera  y  lleve  la  corona  en  vuestros  cora- 
zones.—  Porque  en  el  primer  grado  estaba  la  gracia  y 
paz  de  Dios,  como  quien  residía  en  frontera  y  vecina 
á  los  enemigos,  encerrada  y  recatada  y  solícita;  mas 
agora  ya  se  espacia  y  se  alegra,  y  se  extiende  como  se- 
ñora ya  del  campo.  Y  ni  mas  ni  menos  es  estado  de 
muerte  y  de  vida ;  porque  la  vida  que  Cristo  vive  en  los 
que  llegan  aquí,  da  vida  á  lo  alto  del  alma,  y  da  muer- 
te y  degüella  á  casi  todos  los  afectos  y  pasiones  malas 
del  cuerpo ;  de  que  dice  el  Apóstol  (g) :— Si  Cristo  está 
en  vosotros,  vuestro  cuerpo  sin  duda  ha  muerto  cuanto 
al  pecado ,  mas  el  espíritu  vive  por  virlud  de  la  justi- 
cia. —Y  finalmente,  es  estado  de  amor  y  de  paz,  porque 
se  hermanan  en  él  las  dos  partes  del  alma  que  decimos, 
y  el  sentido  ama  servir  á  la  razón,  y  Jacob  y  Esaú  se  ha- 
cen amigos,  que  fueron  imagen  desto,  como  antes  de- 
cía. Porque,  Sabino,  como  sabéis (/i),  Rebeca,  mujer  da 
Isaac,  concibió  de  un  vientre  aquestos  dos  liijos,  que 

(c)  Lucae,  1,  v.  73.     id)  GaIat.,S,  v.  22.    {e)  Isai.,61,v.lO. 
(/)  Coloss.,3,  V.15.    Lg¡  llora.,  8,  v.  10.    (Aj  Genes.,  2i5,  v,  21. 


jeo  OBRAS  DE  FRAY 

antes  que  naciesen  peleaban  entre  sí  mismo;;  por 
donde  ella,  afligida,  consultó  el  caso  con  Dios,  que  le 
respondió  que  tenia  en  su  vientre  dos  linajes  de  gentes 
contrarias,  que  pelearían  siempre  entre  sí,  y  que  el  me- 
nor en  salir  á  luz,  vencerla  al  que  primero  naciese.  Lle- 
gado el  tiempo ,  nació  primero  un  niño  bermejo  y  be- 
lioso,  y  después  del,  y  asido  de  su  pié  del,  nació  luego 
otro  de  diferente  cualidad  del  primero.  Este  postrero  fué 
llamado  Jacob  y  el  primero  Esaú.  Su  inclinación  fué  di- 
ferente, así  como  su  figura  lo  era.  Esaú  aficionado  á  la 
caza  y  a!  campo,  Jacob  á  vivir  en  su  casa.  En  ella  com- 
pró un  dia  por  cierto  caso  á  su  hermano  el  derecho  del 
mayorazgo,  que  se  le  vendió  por  comer.  Poco  después 
con  artificio  le  ganó  la  bendición  de  su  padre,  que  creyó 
que  bendecía  al  mayor.  Quedaron  por  esta  causa  ene- 
migos ;  aborrecía  de  muerte  Esaú  á  Jacob ,  amenazábale 
siempre.  El  mozo  santo,  aconsejado  de  la  madre,  huyó 
la  ocasión  ,  desamparó  la  casa  de!  padre ;  caminó  para 
oriente ,  vio  en  el  camino  el  cíelo  sobre  si  abierto,  sir- 
vió en  casa  do  su  suegro  por  Lia  y  por  Raquel ,  y  ca- 
sado, tuvo  abundancia  de  hijos  y  de  hacienda;  y  vol- 
viendo con  ella  á  su  tierra,  luchó  con  el  ángel,  fué  ben- 
decido del;  y  ennaquecido  en  el  muslo,  mudó  el  andar 
con  el  nombre,  y  luego  le  vino  al  encuentro  Esaú,  su 
hermano,  ya  amigo  y  pacífico. 

«Pues  conforme  á  esta  imagen ,  son  de  un  parlo  las 
dos  parles  del  alma  y  riñen  en  el  vientre ,  porque  de 
su  naturaleza  tienen  apetitos  contrarios,  y  poripiesin 
(luda  después  nacen  dellas  dos  linajes  de  gentes  enemi- 
gos enlre  sí,  las  que  siguen  en  el  vivir  el  querer  del  sen- 
tido, y  las  que  miden  lo  que  hacen  por  razón  y  justicia. 
Nace  el  sentido  primero ,  poríjue  se  ve  su  obra  prime- 
ro; tras  él  viene  luego  el  uso  de  la  razón.  El  sentido  es 
teñido  de  sangre  y  vestido  de  los  frutos  de  ella ,  y  ama 
el  robo,  y  sigue  siempre  sus  pasiones  fieras  por  alcan- 
zarlas; mas  la  razón  es  amiga  de  su  morada  ,  adonde 
reposa,  contemplando  la  verdad  con  descanso.  Aquí  le 
vienen  á  las  manos  la  bendición  y  el  mayorazgo.  Mas 
enójanse  los  sentidos,  y  descubren  sus  deseos  san- 
grientos contra  el  hermano ,  que  guiado  de  la  sabidu- 
ría para  vencerlos,  los  huye,  y  corta  las  ocasiones  del 
mal ;  y  enajénase  el  hombre  de  los  padres  y  de  la  casa, 
y  puestos  los  ojos  en  el  oriente,  camina  á  él  la  razón, 
á  la  cual  en  este  camino  se  le  aparece  Dios  y  le  ase- 
gura su  amparo ,  y  con  esto  le  mueve  y  guia  á  servir 
muchos  años  y  con  mucho  frulo  por  Raquel  y  por  Lia; 
hasta  que,  finalmente ,  acercándose  ya  á  su  verdadera 
tierra,  viene  á  abrazarse  con  Dios  y  como  á  luchar  con 
el  ángel,  pidiéndole  que  le  santifique  y  bendiga  y  [  na- 
ga en  paz  sus  sentidos ,  y  sale  con  su  porfía  á  la  lin,  y 
con  la  bendición  muere  el  muslo,  porque  en  el  morir 
del  sentido  vicioso  consiste  el  quedar  enteramente  ben- 
dito; y  cojea  luego  el  hombre,  y  es  Israel.  Israel  por- 
que se  ve  en  él  y  se  descubre  la  eficacia  de  la  vida  di- 
vina, que  ya  posee;  cojo  ¡lorque  anda  en  las  cosas  del 
mundo  con  solo  el  pié  de  la  noccsidiid,  sin  que  le  lle- 
ve el  deleite,  Y  así,  en  llegando  a  este  punto  el  sonlido 
sirve  á  la  razón  y  se  pacífica  con  ella  y  la  ama,  y  gozan 
ambas,  cada  una  según  su  manera,  do  riquezas  y  bie- 
nes, y  son  buenos  hermanos  Esaú  y  Jacob,  y  vive,  co- 
mo en  hermanos,  conforme  el  espíritu  de  Cristo,  que  ?e 


LUIS  DE  LEÓN. 

derrama  por  ellos ,  que  es  lo  que  se  dice  en  el  sal- 
mo (o) :  — Cuan  bueno  es ,  y  cuan  lleno  de  alegría,  el 
morar  en  uno  los  hermanos,  coma  el  ungüento  bueno 
sobre  la  cabeza,  que  desciende  á  la  barba,  á  la  barba 
del  sacerdote,  y  desciende  al  gorjal  de  su  investidura. 
Como  roció  en  Hermon,  que  desciende  sobre  los  moa- 
tes  de  Sion. — Porque  allí  instituyó  el  Señor  la  bendi- 
ción ,  las  vidas  por  los  siglos.  Porque  todo  el  descanso 
y  toda  la  dulzura  y  toda  la  utilidad  desta  vida  entonces 
es,  cuando  aquestas  dos  partes  nuestras ,  que  decimos 
hermanas ,  viven  también  como  hermanas  en  paz  y  con- 
cordia. 

»Y  dice  que  es  suave  y  provechosa  esta  paz  como  lo 
es  el  ungüento  oloroso  derramado ,  y  el  rocío  que  des- 
ciende sobre  los  montes  de  Hermon  y  de  Sion ;  porque 
en  el  hecho  de  la  verdad,  el  Hijo  de  Dios,  que  nace  y 
que  vive  en  estas  dos  partes,  y  que  es  unción  y  rocío, 
como  ya  muchas  veces  dijimos,  derramándose  en  la 
primera  dellas ,  y  de  allí  descendiendo  á  la  otra  y  ba- 
ñándola, hace  en  ellas  esta  paz  provechosa  y  gustosa; 
de  las  cuales  parles  la  una  es  bien  como  la  cabeza,  y  la 
otra  como  la  barba  á'-pera ,  y  como  la  boca  ó  la  margen 
de  la  vestidura ;  y  la  una  es  verdaderamente  Sion, 
adonde  Dios  se  contempla,  y  la  otra  Hermon,  que  es 
asolamiento,  porque  consiste  su  salud  en  que  se  asue- 
le en  ella  cuanto  levantad  demasiado  y  vicioso  deseo. 

Y  cierto,  cuando  Cristo  llega  á  nacer  y  vivir  en  alguno 
desta  manera,  aquel  en  quien  así  vive,  dice  bien  coa 
San  Pablo  (6) :  — Vivo  yo,  ya  no  yo ,  pero  vive  en  mí 
Jesucristo; — porque  vive  y  no  vive;  no  vive  por  sí,  pero 
vive,  porque  en  él  vive  Cristo ;  esto  es,  porque  Cristo, 
abrazado  con  él  y  como  infundido  por  él,  le  alíenla  y 
le  mueve  y  le  deleita  y  le  halaga,  y  le  gobierna  las 
obras  y  es  la  vida  de  su  feliz  vida.  Y  de  los  que  arjuí  lle- 
garon dice  propiamente  Isaías  (c): — Alegráronse  con 
tu  presencia,  como  la  alegría  en  la  siega,  como  se  re- 
gocijaron al  dividir  del  despojo. — De  la  siega  dice  que 
es  señalaila  alegría,  porque  se  coge  en  ella  el  fruto  de 
lo  trabajado ,  y  se  conoce  que  la  confianza  que  se  hizo 
del  suelo  no  salió  vacia,  y  se  halla  como  por  la  largueza 
de  Dios  mejorado  y  acrecentado  loque  parcela  perdido. 

Y  así  es  alegría  grandísima  la  de  los  que  llegan  aquí; 
porque  comienzan  á  coger  el  fruto  de  su  fe  y  peniten- 
cia, y  ven  que  no  les  burló  su  esperanza,  y  sienten 
la  largueza  de  Dios  en  sí  mismos  y  un  amontonamiento 
de  no  pensados  bienes. 

))Y  dice  deldividir  los  despojos,  porque  entonces  ale- 
gran á  los  vencedores  tres  cosas:  el  salir  del  peligro, 
el  quodar  con  honra ,  el  verse  con  lauta  riqueza.  Y  las 
mismas  alegran  á  los  (jue  agora  decimos.  Ponpie  ven- 
cido y  casi  muerto  del  todo  lo  que  en  el  sentido  hace 
guerra ,  y  esto  porque  el  espíritu  de  Cristo  nace  y  so 
derrama  por  él ,  no  solamente  salen  de  peligro  ,  sino  so 
hallan  de  improvisamente  dicho.sos  y  ricos.  Y  por  eso 
dice  que  se  alegran  en  su  presencia,  porque  la  presen- 
cia suya  en  ellos,  que  es  el  nacer  y  vivir  de  Cristo  en 
lodi  su  alma  ,  les  acarrea  este  bien,  que  es  el  que  aña- 
de luego  diciendo:  —  Porque  el  yugo  de  pesadumbre  y 
la  vara  de  su  hombro  y  el  cetro  del  (ejecutor  en  él ,  lo 
quebrantaste  como  en  el  dia  de  Madian.— Que  á  la  ley 

(n)  rsalra.  i32,  v.  2.     (¿;  Galat,,  2,  v.  20.     (c)  Isai.,  9,  v.  3. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.-LIP.RO  TERCERO. 


m 


dura  que  pu^o  el  pecado  en  nuestra  carne  y  á  lo  que 
Jieredamos  del  primer  lioinbre ,  que  es  hombre  viejo  en 
nosotros ,  lo  llama  bien  yugo  de  pesadumbre ,  porque 
es  carga  muy  enlazada  á  nosottos  y  que  mucho  nos  en- 
Iiza,  y  varado  su  hombro,  porque  con  ella,  como  con 
vara  de  castigo ,  nos  azota  el  demonio.  Y  dice  de  su 
hombro,  por  semejanza  de  los  verdugos  y  ministros  an- 
tiguos de  justicia ,  que  traían  al  hombro  el  manojo  de 
varas  con  que  herían  á  los  condenados.  Y  es  cetro  de 
cjecuior,  y  en  nosotros,  porque  por  medio  de  la  mala 
inclinación  del  viejo  hombre,  que  reside  en  nuestra 
carne,  ejecuta  el  enemigo  su  voluntad  en  nosotros.  Lo 
cual  todo  quebranta  Cristo  cuando  de  lo  alto  del  alma 
extiende  su  vida  á  la  parte  baja  della,  y  viene  como  á 
nacer  en  la  carne. 

))Y  quebrántalo  como  en  eldíadeMadían.  Que  ya  sa- 
béis en  qué  forma  alcanzó  victoria  Gedeon  de  los  ma- 
dianitas ,  sin  sus  armas,  y  con  solo  qviebrar  los  cánta- 
ros y  resplandecer  la  luz  que  encerraban  y  con  tocar 
las  trompetas  (o).  Porque  comenzar  Cristo  á  nacer  en 
nosotros,  no  es  cosa  de  nuestro  mérito,  sino  obra  de 
su  mucha  virtud ,  que  primero  como  luz  metida  en  el 
medio  del  alma  se  encierra  allí,  y  después  se  descubre 
y  resplandece,  quebrantado  lo  terreno  y  carnal  del  sen- 
tido. A  cuyo  resplandor,  y  al  sonido  que  hace  la  voz  de 
Cristo  en  el  alma,  huyen  los  enemigos  y  mueren.  Y  co- 
mo en  el  sueño  que  entonces  vio  uno  de  los  del  pue- 
blo contrario ,  un  pan  de  cebada  y  cocido  entre  la  ce- 
niza ,  que  se  revolvía  por  el  real  de  los  enemigos,  lo- 
cando las  tiendas  las  derrocaba ,  así  aquí  Cristo ,  que 
os  pan  despreciado  al  parecer  y  cocido  en  trabajos,  re- 
volviéndose por  los  sentidos  del  alma,  pone  por  el  sue- 
lo los  asientos  de  la  maldad ,  que  nos  hacen  guerra ,  y 
finalmente,  los  abrasa  y  consume,  como  dice  luego  el 
Profeta: — Que  toda  Ja  presa  ó  pelea  peleada  con  albo- 
roto, y  la  vestidura  revuelta  en  las  sangres,  será  para 
ser  quemada,  será  mantenimiento  de  fuego. — Y  dice 
bien  (da  pelea  peleada  con  alboroto'),  cuales  son  las 
conlradíciones  que  los  deseos  malos,  cuando  se  encien- 
den, hacen  á  la  razón,  y  las  polvaredas  que  levantan,  y 
su  alboroto  y  su  ruido.  Y  dice  bien  «el  vestido  revuel- 
to en  la  sangro) ,  que  es  el  cuerpo  y  la  carne  que  nos 
vestimos ,  manchada  con  la  sangre  de  sus  viciosas  pa- 
siones ;  porque  todo  ello  en  este  caso  lo  apura  el  santo 
fuego  que  Cristo  en  el  Evangelio  dice  que  vino  á  poner 
en  la  tierra  (6).  Y  lo  que  el  mismo  profeta  en  otro  ca- 
pítulo escribe,  también  pertenece  á  este  negocio,  por- 
que dice  desta  manera  (c) : — Porque  el  pueblo  en  Sion 
habitará  en  Jerusalen.  No  llorará,  llorando  ;  apiadan- 
do, se  apiadará  de  tí.  A  la  voz  de  tu  grito,  en  oyéndo- 
la, te  responderá.  Y  daros  ha  el  Señor  pan  estrecho  y 
agua  apretada ,  y  no  volará  mas  tu  maestro ,  y  á  tu 
maestro  tus  ojos  le  contemplarán,  y  tus  orejas  oirán  á 
las  espaldas  tuyas  palabra  que  te  dirá :  Este  es  el  cami- 
no, andad  en  él,  no  inclinéis  á  la  derecha  ó  á  la  iz- 
quierda.—Que  es  imagen  destomismo  que  digo,  adon- 
de el  pueblo  que  estaba  en  Sion   hace  ya  morada  en 
Jerusalen. 

))Y  la  vida  de  Cristo,  que  vivía  en  el  alcázar  del  alma, 
se  extiende  por  toda  la  cerca  della  y  la  pacifica,  y  el 

(«)  Judie,  7.     {b}  I.ucae,  12.     (c)  Isai. ,  30,  v.  19, 


que  residía  en  Sion  hace  ya  su  morada  en  la  paz,  y  ce- 
sa el  lloro  que  es  lloro,  porque  se  usa  ya  con  ellos  de 
la  piedad ,  que  es  perfecta,  y  como  vive  ya  Cristo  en 
ellos,  óyelos  en  llamando,  ó  por  mejor  decir,  lo  que  él 
pide  en  ellos,  eso  es  lo  que  pide,  porque  está  en  ellos 
su  maestro  metido ,  que  no  se  les  aparta  ni  ausenta ,  y 
que  en  hablando  ellos,  los  oye,  y  dales  entonces  Dios 
pan  estrecho  y  agua  apretada ,  porque  verdaderamente 
les  da  el  pan  y  el  agua  que  dan  vida  verdadera :  su 
cuerpo  y  su  espíritu,  que  se  derrama  por  ellos  y  los  sus- 
tenta; mas  dáselo  con  brevedad  y  estrechez,  lo  uno 
porque  de  ordinario  mezcla  Dios  con  este  pan  que  les 
da,  adversidad  y  trabajos;  lo  otro,  porque  es  panqué 
susten'a  en  me  lío  de  los  trabajos  y  de  las  apreturas  el 
alma.  Y  por  último,  porque  en  esta  vida  este  pan  vive 
como  escondido  y  como  encogido  en  los  justos,  que, 
como  dicedellos  San  Pablo  ((/):— Nuestra  vida  está  es- 
condida con  Cristo  en  Dios ,  mas  cuando  él  apareciere 
que  es  vuestra  vida,  entonces  le  pareceréis  á  él  en  la 
gloria. — Porque  entonces  acabará  de  crecer  en  los  su- 
yos Cristo  perfectamente  y  del  todo  cuando  los  resu- 
citare del  polvo  inmortales  y  gloriosos,  que  será  el  gra- 
do tercero  y  el  último  de  los  que  arriba  dijimos.  Adon- 
de su  espíritu  y  vida  del  se  comunicará  de  lo  alto  del 
alma  á  la  parte  mas  baja  della,  y  della  se  extenderá  por 
el  cuerpo ,  no  solamente  quitando  del  lo  vicioso ,  sino 
también  desterrando  del  lo  quebradizo  y  lo  flaco,  y  vis- 
tiéndolo enteramente  de  sí. 

De  manera  que  todo  su  vivir,  su  querer,  su  enten- 
der, su  parecer  y  resplandecer  será  Cristo,  que  será 
entonces  varón  perfecto  enteramente  en  todos  los  su- 
yos, y  será  uno  en  todos,  y  todos  serán  hijos  cabales  de 
Dios,  por  tener  en  sí  el  ser  y  el  vivir  deste  Hijo,  que 
es  único  y  solo  Hijo  de  Dios,  y  lo  que  es  Hijo  de  Dios, 
en  todos  los  que  se  llaman  sus  hijos.  Y  así  como  Cris- 
to nace  en  todas  estas  maneras,  así  también  en  las  es- 
crituras sagradas  hebreas  es  llamado  Hijo  con  cinco 
nombres  diversos.  Porque  ,  como  sabéis ,  Isaías  le  lla- 
ma Ided ;  y  David  en  el  salmo  2  le  llama  Bar ,  y  en 
el  salmo  71  le  llama  Nin,  y  de  David  y  de  Isaías  es 
llamado  Ben,  y  llámale  Sil  Jacob  en  la  bendición  de 
su  hijo  Judas,  en  el  libro  de  la  Creación  de  las  cosas.  De 
manera  que ,  como  Cristo  nace  cinco  veces ,  así  tam- 
bién tiene  cinco  nombres  de  Hijo,  que  todos  significan 
lo  mismo  que  Hijo,  aunque  con  sonidos  diferentes  y 
con  origen  diversa.  Porque  Med  es  como  si  dijése- 
mos el  engendrado,  Bar  el  criado  apurado,  escogido; 
Nin,  el  que  se  va  levantando  ;  Ben,  el  edificio,  y  Sil, 
el  pacífico  ó  el  enviado;  que  todas  son  cualidades  que 
generalmente  se  dicen  bien  de  los  hijos,  por  donde  los 
hebreos  tomaron  nombres  dellas  para  significar  lo  que 
es  hijo;  porque  el  hijo  es  engendrado  y  criado  y  saca- 
do á  luz ,  y  es  como  lo  apurado  y  lo  ahechado  que  sale 
del  mezclarse  los  padres ,  y  el  que  se  levanta  en  su  lu- 
gar cuando  ellos  fallecen,  sustentando  su  nombre,  y  es 
como  un  edificio ,  por  donde  aun  en  español  á  los  hijos 
y  descendientes  les  damos  nombre  de  casa,  y  es  la  paz 
el  hijo  ,  y  como  el  ñudo  de  concordia  entre  el  padre  y 
la  madre. 
))Mas  dejando  lo  general,  con  señalada  propiedad  son 

{d¡  Cotos.,  3,  V.  3. 


182  OBRAS  DE  FRAY 

estos  nombres  de  solo  aqueste  Hijo  qae  digo;  porque 
él  es  el  engendrado  según  el  nacim'ento  eterno,  y  el 
sacado  á  luz  según  el  nacimiento  de  la  carne,  y  lo  apu- 
rado y  ahechado  de  toda  culpa  según  ella  misma ,  y  el 
que  se  levantó  délos  muertos,  y  el  edificio  que  encier- 
ra en  la  hostia  donde  se  pone  á  todos  sus  miembros,  y 
el  que  nace  en  el  centro  de  sus  almas,  de  donde  envia 
poco  á  poco  por  todas  sus  partes  dellas  la  virtud  de  su 
espíritu,  que  las  apura  yaviva  y  pacifica,  y  bastece  de 
todos  sus  bienes.  Y  finalmente,  él  es  el  Hijo  de  Dios, 
que  solo  es  Hijo  de  Dios  en  sí  y  en  todos  los  demás  que 
lo  son.  Porque  en  él  se  criaron  y  por  él  reformaron ,  y 
por  razón  de  lo  que  del  contienen  en  sí  son  dichos  sus 
hijos.  Y  eso  es  ser  nosotros  hijos  de  Dios ,  tener  á  este 
su  divino  Hijo  en  nosotros.  Porque  el  Padre  no  tiene  sino 
áél  solo  por  Hijo,  ni  ama  como  á  liijos  sino  á  los  que 
en  sí  le  contienen  y  son  una  misma  cosa  con  él,  un  cuer- 
po, un  alma,  un  espíritu.  Y  así,  siempre  ama  á  solo  él 
en  todas  las  cosas  que  ama.»  Y  acabó  Juliano  aquí,  y 
dijo  luego:  cHecho  he,  Sabino,  lo  que  me  pcdisles,  y 
dicho  lo  que  he  sabido  decir ;  mas  si  os  tengo  cansado, 
por  eso  proveistes  bien  que  Marcelo  succediese  luego; 
que  con  lo  que  dijere  nos  descansan!  á  todos.»  \X  Sa- 
bino dijo  entonces  Marcelo :  «Yo  fio  que  no  le  habéis 
cansado ,  mas  habeisme  puesto  en  trabajo  á  mí ,  que 
después  de  vos ,  no  sé  qué  podré  decir  que  contente. 
Solo  hay  este  bien  ,  que  me  vengaré  agora,  Sabino,  de 
vos  en  quitaros  el  buen  gusto  que  os  queda.»  Dijo 
Marcelo  esto,  y  quería  Sabino  responderle,  mas  estor- 
bóselo  un  caso  que  sucedió,  como  agora  diré. 

En  la  orilla  contraria  de  donde  Marcelo  y  sus  com- 
pañeros estaban,  en  un  árbol  que  en  ella  había,  estuvo 
asentada  una  avecilla  de  jilumas  y  de  figura  particular, 
cuasi  todo  el  tiempo  que  Juliano  decía  ,  como  oyéndo- 
le, y  á  veces  como  respondiéndole  con  su  canto,  y  esto 
con  tanta  suavidad  y  armonía ,  que  Marcelo  y  los  de- 
más habían  puesto  en  ella  los  ojos  y  los  oidos.  Pues  al 
punto  que  Juliano  acabó  y  Marcelo  respondió  lo  que 
he  referido,  y  Sabino  le  quería  replicar,  sintieron  rui- 
do hacia  aquella  parle,  y  volviéntlose,  vieron  que  lo  ha- 
cían dos  grandes  cuervos ,  que  revolando  sobre  el  ave 
que  he  dicho  y  cercándola  al  derredor ,  procuraban  ha- 
cerle daño  con  las  uñas  y  con  los  picos.  Ella  al  princi- 
pio se  defendía  con  las  ramas  del  árbol,  encubriéndose 
entre  las  mas  espesas.  Mas  creciendo  la  porfía,  y  apre- 
tándola siempre  mas  adó  quiera  que  iba,  forzada  se 
dejó  caer  en  el  agua,  gritando  y  como  pidiendo  favor. 
Los  cuervos  acudieron  también  al  agua,  y  volando  so- 
bre la  haz  del  rio,  la  perseguían  malamente,  iiasta  que 
á  la  fin  el  ave  se  sumió  toda  en  el  agua,  sin  dejar  ras- 
tro de  sí.  Aquí  Sabino  alzó  la  voz,  y  con  un  grito  dijo: 
«¡Oh,  la  pobre,  y  cómo  se  nos  ahogó !»  Y  así  lo  cre- 
yeron sus  compañeros ,  de  que  mucho  se  lastimaron. 
Los  enemigos,  como  victoriosos,  se  fueron  alegres  lue- 
go. Mas  como  hubiese  pasado  un  espacio  de  tiempo,  y 
Juliano  con  alguna  risa  consolase  á  Sabino,  que  mal- 
decía los  cuervos,  y  no  podía  pcnli-r  la  lástima  de  su 
pijara,  que  así  la  llamaba ,  de  improviso  á  la  parleadon- 
de  Marcelo  estaba,  y  cuasi  junto  ásus  pies,  la  vieron  sa- 
car del  agua  la  cabeza,  y  luego  salir  del  arroyo  á  la 
orilla,  toda  fatigada  y  mojada.  Como  salió,  se  ^hiío  sobro 


LUIS  DE  LEÓN. 

una  rama  baja  que  estaba  allí  junto,  adonde  extendió  sus 
alas  y  las  sacudió  del  agua,  y  después  batiéndolas  con 
presteza,  comenzó  álevantarse  por  el  aire,  cantandocon 
una  dulzura  nueva.  Al  canto,  como  llamadas  otras  mu- 
chas aves  de  su  linaje,  acudieron  á  ella  de  diferentes 
partes  del  soto.  Cercábanla ,  y  como  dándole  el  para- 
bien,  le  volaban  al  derredor.  Y  luego  juntas  todas,  y 
como  en  señal  de  triunfo,  rodearon  tres  ó  cuatro  veces 
el  aire  con  vueltas  alegres,  y  después  se  levantaron  en 
alto  poco  á  poco  hasta  que  se  perdieron  de  vista. 

Fué  grandísimo  el  regocijo  y  alegría  que  deste  su- 
ceso recibió  Sabino.  Mas  decíame  que  mu-ando  en  es- 
te punto  á  Marcelo  ,  se  vio  demudado  en  el  rostro  y 
turbado  algo  y  metido  en  gran  pensamiento,  de  que 
mucho  se  maravilló,  y  queriéndole  preguntar  qué  sen- 
tía, viole  que  levantando  al  cielo  los  ojos,  como  enire 
los  dientes  y  con  un  suspiro  disimulado  dijo  :  «  Al  fin 
Jesús  es  Jesús.»  Y  que  luego,  sin  dar  lugar  á  que  nin- 
guno le  preguntase  mas,  se  volvió  áél,  y  él  dijo:  «Aten- 
ded pues,  Sabino,  á  lo  que  pedistes. 

§.  n. 

De  fómo  Cristo  es  llamado  Cordero,  y  porqué  le  conviene 
este  nombre. 

»E1  nombre  de  Cordero ,  de  que  tengo  de  decir ,  es 
nombre  tan  notorio  de  Cristo ,  que  es  excusado  pro- 
barlo ;  que  ¿quién  no  oye  cada  día  en  la  misa  lo  que  re- 
fiere el  Evangelio  haberle  dicho  el  Bautista:— Este  es 
el  Cordero  de  Dios,  que  lleva  sobre  sí  los  pecados  del 
mundo—?  Mas  si  esto  es  fácil  y  claro,  no  lo  es  lo  que 
encierra  en  sí  toda  la  razón  deste  nombre ,  sino  ascon- 
dido  y  misterioso,  mas  muy  digno  de  luz.  Porque  Cor- 
dero ,  pasándolo  á  Cristo ,  dice  tres  cosas :  mansedum- 
bre de  condición,  y  pureza  y  inocencia  de  vida,  y  sa- 
tisfacción de  sacrificio  y  ofrenda,  como  San  Pedro  jun- 
tó casi  en  este  propósito  hablando  de  Crisio  {a):  —  El 
que,  dice,  no  hizo  pecado  ni  se  halló  engaño  en  su  bo- 
ca, que  siendo  maklecido  no  maldecía,  y  padeciendo 
no  amenazaba,  antes  se  enlrej-aba  al  (jue  le  juzgaba 
injuslainenle;  el  que  llevó  á  la  cruz  sobre  sí  nuestros 
pecados. — Cosas  que  encierran  otras  muchas  en  sí,  y 
en  que  Cristo  se  señaló  y  aventajó  por  maravillosa  ma- 
nera, y  digamos  por  sí  de  todas  tres.  Pues  cuanto  á  lo 
primero.  Cordero  dice  mansedumbre,  y  esto  se  nos 
viene  á  los  ojos  luego  que  oímos  Cordero,  y  con  ello 
la  mucha  razón  con  que  de  Cristo  se  dice  por  el  ex- 
tremo de  mansedumbre  que  tiene ,  ansí  en  el  Iralo  ce- 
rno en  el  sufrimiento,  ansí  ei»  lo  que  por  nosotros  su- 
frió como  en  lo  que  cada  día  nos  sufre. 

»Del  trato,  Isaías  decía  (6) :  —  No  será  bullicioso  ni 
inquieto  ni  causador  de  alboroto.  —  Y  él  de  sí  mis- 
mo (c) : — Aprended  de  mí,  que  soy  manso  y  de  corazón 
hiunildc. — Y  respondió  bien  con  las  palabras  la  blan- 
dura de  su  acogimienlo  con  todos  los  que  se  llegaron 
á  él  [lor  gozarle  cuando  vivió  nucsira  vida:  con  los 
humildes,  humilde;  con  los  mas  despreciados  y  mas 
bajos,  mas  amoroso,  y  con  los  pecadores  que  se  cono- 
cían, dulcísitno.  La  mansedinnljre  deste  Cordero  salvó 
á  la  mujpr  adúltera,  que  la  ley  condenaba,  y  cuando  so 
(flj  .,  l'vU-.,  2,  V.  12.    [bi  Isal.,  i%  V.  4.    {c¡  Miilll).,  1 J,  V.  2i>. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


183 


la  puso  en  su  presencia  la  malicia  de  los  fariseos  y  le 
consultó  de  la  pena ,  no  parece  que  le  cupo  en  la  boca 
palabra  de  muerte,  y  tomó  ocasión  para  absolverla  el 
faltarle  acusador,  pudiendo  solo  él  ser  acusador  y  juez 
y  testigo.  La  misma  mansedumbre  admitió  á  la  mujer 
pecadora,  y  hizo  que  se  dejase  tocar  de  un  infame,  y 
consintió  que  le  lavasen  sus  lágrimas ,  y  dio  limpieza  á 
los  cabellos  que  le  limpiaban  sus  pies.  Esa  misma  pu- 
so en  su  presencia  los  niños  que  sus  discípulos  aparta- 
ban della ,  y  siendo  quien  era ,  dio  oidos  á  las  largas  ra- 
zones de  la  Samaritana ,  y  fué  causa  que  no  desechase 
de  si  á  ninguno,  ni  se  cansase  de  tratar  con  los  hom- 
bres siendo  él  quien  era  ,  y  siendo  su  trato  dellos  tan 
pesado  y  tan  impertinente  como  sabemos. 

))Mas  ¿qué  maravilla  que  no  se  enfadase  entonces 
cuando  vivia  en  el  suelo ,  el  que  agora  en  el  cielo,  don- 
de vive  tan  exento  de  nuestras  miserias,  y  declarado 
por  Rey  universal  de  todas  las  cosas ,  tiene  por  bueno 
de  venirse  en  el  Sacramento  á  vivir  con  nosotros ,  y 
lleva  con  mansedumbre  verse  rodeado  de  mil  imperti- 
nencias y  vilezas  de  hombres,  y  no  hay  aldea  de  tan  po- 
cos vecinos ,  adonde  no  sea  casi  como  uno  de  sus  ve- 
cinos en  su  iglesia  nuestro  Cordero,  adonde  no  ten- 
gamos casi  como  uno  de  ellos  en  su  iglesia  á  nuestro 
Cordero ,  blando,  manso,  sufrido  á  todos  los  estados? 
Y  aunque  leemos  en  el  Evangelio  que  castigó  Cristo  á 
algunas  personas  con  palabras ,  como  á  San  Pedro  una 
vez,  y  muchas  á  los  fariseos, y  con  las  manos  también, 
como  cuando  hirió  con  el  azote  á  los  que  hacian  mer- 
cado en  su  templo ;  mas  en  ninguna  encendió  su  corazón 
en  fiereza  ni  mostró  semblante  bravo,  sino  en  todas 
con  serenidad  de  rostro  conservó  el  sosiego  de  manse- 
dumbre ,  desechando  la  culpa  y  no  desdiciendo  de  su 
gravedad  afable  y  dulce.  Que  como  en  la  divinidad  sin 
movérsele  mueve  todo ,  y  sin  recibir  alteración  riñe  y 
corrige ,  y  durando  en  quietud  y  sosiego,  lo  riñe  y  alte- 
ra; ansí  en  la  humanidad,  que  como  mas  se  le  allega, 
ansí  es  la  criatura  que  mas  se  le  parece ;  nunca  turbó 
la  dulzura  de  su  ánimo  manso,  el  hacer  en  los  otros  lo 
que  el  desconcierto  de  sus  razones  ó  de  sus  obras  pedia, 
y  reprehendió  sin  pasión  y  castigó  sin  enojo,  y  fué  aun 
en  el  reñir  un  ejemplo  de  amor.  ¿  Qué  dice  la  Espo- 
sa (o)?— Su  garganta  suavísima,  y  amable  todo  él,  y 
él  todas  sus  cosas.» 

«Y  aquella  voz,  dijo  Sabino  aquí,  ¿pareceos,  Marce- 
lo ,  que  será  muy  amable  (6) :— Id  malditos  de  mi  Pa- 
dre al  fuego  eterno  aparejado  para  el  demonio;— ó  se- 
rá voz  que  se  podrá  decir  sin  braveza,  ó  oír  sin  espíin- 
to?  Y  si  tan  manso  es  el  trato  todo  de  Cristo,  ¿qué  le 
queda  para  ser  león,  como  en  la  Escritura  se  dice?»  aBien 
decís ,  respondió  Marcelo.  Mas  en  lo  primero  creo  yo 
muy  bien  que  les  será  muy  espantable  á  los  malos 
aquella  tan  horrible  sentencia ,  y  que  al  parecer  ante  el 
juez ,  y  el  rostro  y  el  mirar  del  juez  les  será  de  increí- 
ble tormento.  Mas  también  habéis  de  entender  que  se- 
rá sin  alteración  del  alma  de  Cristo,  sino  que  manso  en 
sí,  bramará  en  los  oidos  de  aquellos,  y  dulce  en  sí  mis- 
mo y  en  su  rosiro,  les  encandilará  con  terriblez  y  fie- 
reza los  ojos.  Y  á  la  verdad ,  lo  que  mas  me  declara  el 
infinito  mal  de  la  obstinación  del  pecado,  es  ver  que 

(a)  Cant.,  H,  V.  IG.      [b)  Mallb-,  25,  v,  Al. 


trae  á  la  mansedumbre  y  al  amor  y  ala  dulzura  de  Cris- 
to, á  términos  de  decir  tal  sentencia,  y  que  pone  en 
aquella  boca  palabras  de  tanto  amargor,  y  que  quien  se 
hizo  hombre  por  los  hombres  y  padeció  lo  que  padeció 
por  salvarlos ,  y  e)  que  dice  que  su  deleite  es  su  trato, 
y  el  que  vivo  y  muerto ,  mortal  y  glorioso,  ni  piensa  ni 
trata  sino  de  su  reposo  y  salud,  y  el  que  todo  cuanto 
es  ordena  á  su  bien ,  los  pueda  apartar  de  sí  con  voz 
tan  horrible ,  y  que  la  pura  fuerza  de  aquella  no  cura- 
ble maldad  mudará  la  voz  al  Cordero.  Y  siendo  lo  or- 
dinario de  Dios  con  los  malos  ascenderles  su  cara,  que 
es  alzar  la  vista  de  su  favor  y  dejarlos  para  que  sus  de- 
signios con  sus  manos  los  labren ,  conforme  á  lo  que 
decía  el  Profeta  (c): — Ascendiste  de  nosotros  tu  cara, 
y  con  la  mano  de  nuestra  maldad  nos  quebrantaste ; — 
aquí  el  celo  del  castigo  merecido  le  hace  que  la  descu- 
bra, y  que  tome  la  espada  en  la  mano,  y  en  la  boca  tan 
amarga  y  espantable  sentencia. 

))Y  alo  segundo  del  león, que,  Sabino,  dijistes,  hal)eis 
de  entender  que,  como  Cristo  lo  es,  no  contradice, an- 
tes se  compadece  bien  con  el  ser  para  con  nosotros 
Cordero.  Porque  llámase  Cristo,  y  es  león  por  lo  que 
á  nuestro  bien  y  defensa  toca  ,  por  lo  que  hace  con  los 
demonios  enemigos  nuestros,  y  por  la  manera  como 
defiende  á  los  suyos.  Que  en  lo  primero,  para  librarnos 
de  sus  manos,  les  quitó  el  mando  y  derrocóles  de  su 
tiranía  usurpada,  y  asolóles  los  templos,  y  hizo  que  los 
blasfemasen  los  que  poco  antes  los  adoraban  y  servían, 
y  abajó  á  sus  reinos  obscuros,  y  quebrantóles  las  cár- 
celes y  sacóles  mil  prisioneros ;  y  entonces  y  agora  y 
siempre  se  les  muestra  fiero  y  los  vence,  y  les  quita  de 
las  uñas  la  presa.  A  que  mira  San  Juan  para  llamarle 
león ,  cuando  dice  (d) :— Venció  el  león  de  Judá. — Y  en 
lo  segundo ,  ansí  como  nadie  se  atreve  á  sacar  de  las 
uñas  del  león  lo  que  prende ,  ansí  no  es  poderoso  nin- 
guno á  quitarle  á  Cristo  de  su  mano  los  suyos ;  tanta 
es  la  fuerza  de  su  firme  querer. — Mis  ovejas,  dice  él, 
ninguno  me  las  sacará  de  las  manos. — Y  Isaías  en  el 
mismo  propósito. — Porque,  dice  (e),  el  Señor,  ansí  co- 
mo cuando  brama  el  león,  y  el  cachorro  del  león  brama 
sobre  su  presa,  no  teme  para  dejarla;  si  le  sobreviene 
multitud  de  pastores,  á  sus  voces  no  teme  ni  á  su  mu- 
chedumbre se  espanta;  ansí  el  Señor  descenderá  y  pe- 
leará sobre  el  monte  de  Sion ,  sobre  el  collado  suyo. — 
Ansí  que  ser  Cristo  león  le  viene  de  ser  para  nosotros 
amoroso  y  manso  Cordero ,  y  porque  nos  ama  y  nos  su- 
fre con  amor  y  mansedumbre  infinita ,  por  eso  se  mues^ 
tra  fiero  con  los  que  le  dañan  y  los  desama  y  maltrata. 
Y  ansí,  cuando  á  aquellos  no  sufre,  nos  sufre,  y  cuando 
es  con  ellos  fiero,  con  nosotros  es  manso.  Y  hay  algu- 
nos que  son  mansos  para  llevar  las  importunidades  aje- 
nas, pero  no  para  sufrir  sus  descomedimientos,  y  otros 
que  si  sufren  malas  palabras,  no  sufren  que  les  pongan 
las  manos ;  mas  Cristo,  como  en  todo ,  ansí  en  esto  per- 
fecto Corr/ero ,  no  solamente  llevó  con  mansedumbre 
nuestro  trato  importuno ,  mas  también  sufrió  con  igual- 
dad nuestro  atrevimiento  injurioso;— como  Cordero, 
dice  Isaías,  delante  del  que  le  trasquila. — 

"¿Qué  no  sufrió  de  los  hombres  por  amor  de  los  hom- 
bres? ¿Üe  qué  injuria  no  hicieron  experiencia  en  él  los 

(c)  Isai.,  64,  V.  7,     {(i)  Apoc,  o,  v.  5,     (e)  Isai,,  51 ,  v.  4, 


184  OBRAS  DE  FRAY 

que  vivian  por  él?  Con  palabras  le  trataron  descome- 
didas ,  con  testimonios  falsísimos  pusieron  sus  manos 
sacrilegas  en  su  divina  persona ;  aiiadieron  á  las  bofe- 
tadas azotes,  y  á  los  azotes  espinas,  y  á  las  espinas 
clavo?  y  cruz  dolorosa ,  y  como  á  porfía  probaron  en 
hacerle  mal  sus  descomulgados  ingenios  y  fuerzas;  mas 
ni  la  injuria  mudó  la  voluntad,  ni  la  paciencia  y  man- 
sedumbre bizo  mella  en  el  dolor.  Y  si ,  como  dice  san 
Agustín,  mi  padre  {a),  es  manso  el  qne  da  vado  á  los 
hecbos  malvados  y  que  no  resiste  al  mal  que  le  bacen, 
antes  le  vence  con  el  bien.  Cristo  sin  duda  es  el  extre- 
mo de  mansedumbre;  porque  ¿contra  quién  se  hicie- 
ron tantos  hecbos  malvados,  ó  en  cuyo  daño  se  esforzó 
mas  la  maldad ,  ó  quién  le  hizo  menos  resistencia  que 
Cristo ,  ó  la  venció  con  retorno  de  beneficios  mayores? 
Pues  á  los  que  le  huyen  busca,  y  á  los  que  le  aborrecen 
abraza,  y  á  los  que  le  afrentan  y  dan  dolorosa  muerte, 
con  esa  misma  muerte  los  santifica,  y  los  lava  con  esa 
misma  sangre  que  enemigamente  le  sacan.  Y  es  pun- 
tualmente en  este  nuestro  Cordero  lo  que  en  el  cordero 
antiguo ,  que  del  tuvo  figura ,  que  todos  le  comían  y 
despedazaban ,  y  con  todo  él  se  mantenía ,  la  carne  y 
las  entrañas  y  la  cabeza  y  los  pies;  porque  no  hubo 
cosa  en  nuestro  bien  adonde  no  llegase  el  cuchillo  y  el 
diente  :  al  costado,  á  los  pies,  á  las  manos,  á  la  sagrada 
cabeza ,  á  los  oidos  y  á  los  ojos  y  á  la  boca  con  gusto 
amarguísimo;  y  pasó  á  las  entrañas  el  mal,  y  afligió 
por  mil  maneras  su  ánima  santa,  y  le  tragó  con  la  honra 
la  vida. 

«Mas  con  cuanto  hizo  nunca  pudo  hacer  que  no  fuese 
Cordero,  y  no  cordero  solamente,  sino  provechoso  cor- 
dero ,  no  solamente  sufrido  y  manso ,  sino  en  eso  mis- 
mo que  tan  mansa  y  igualmente  sufría ,  bienhechor 
útilísimo.  Siempre  le  espinamos  nosotros,  y  siempre  él 
trabaja  por  traernos  á  fruto.  Y  como  Dios,  en  el  Profe- 
ta, de  sí  mismo  dice  (6) :  —Adán  es  mi  ejemplo  desde 
mi  mocedad.— Porque  como  en  la  manera  que  fué  por 
Dios  sentenciado  y  mandado  que  Adán  trabajase  y  la- 
brase la  tierra,  y  la  tierra  labrada  y  trabajada  le  fruc- 
tificase abrojos  y  espinas;  ansí  con  su  mansedumbre 
nos  sufre  y  nos  torna  á  labrar,  aunque  le  fructifique- 
mos ingratitud.  Y  no  solo  en  cuanto  anduvo  en  el  sue- 
lo, mas  agora  en  el  cielo  glorioso,  y  Emperador  sobre 
todo  y  Señor  universal  declarado,  nos  ve  que  desprecia- 
mos su  sangre,  y  que  cuanto  es  por  nosotros  hacemos 
sus  trabajos  inútiles,  y  pisamos,  como  el  Apóstol  dice, 
su  riquísima  satísfacion  y  pasión;  y  nos  sufre  con  pacien- 
cia y  nos  aguarda  con  sufrimiento,  y  nos  llama  y  dis- 
pierta  y  solicita  con  mansedumbre  y  amor  entrañable. 

))Y  á  la  verdad,  porque  es  tan  amoroso,  por  eso  es 
tan  manso,  y  porque  es  excesivo  el  amor,  por  eso  es  la 
mansedumbre  en  exceso;  porque  la  caridad,  como  el  I 
Apóstol  dice,  de  su  natural  es  sufrida;  y  ansí,  conser- 
van una  regla  y  guardan  una  modiíla  misma  el  querer 
y  el  sufrir.  De  manera  que,  cuamlo  no  hubiera  otro  ca- 
mino, por  este  solo  del  amor  entendiéramos  la  grandeza 
de  la  mansedumbre  de  Cristo,  porque  cunnlo  nos  quiere 
bien ,  tanto  se  ha  con  nosotros  man^':a  y  sufridamente, 
y  quiérenos  cuanto  ve  que  su  Padre  nos  quiere,  el  cual 
nos  ama  por  tan  rara  y  maravillosa  manera,  que  dio  por 
(oj  De  serm.  Dotaini  ¡u  monte,  llb,  i.    (i)  Zachar.,  13,  v.  li. 


LUIS  DE  LEÓN. 

nuestra  salud  la  vida  de  su  unigénito  Hijo;  que,  como 
el  Apóslol  dice  (c): — Ansí  amó  al  mundo  Dios,  que  dio 
su  Hijo  unigénito  para  que  no  perezca  quien  creyere 
en  él.— Por.que  dar  aquí  es  entregar  á  la  muerte.  Y  en 
otro  lugar  (d)  :  — Quien  no  perdonó  á  su  Hijo  propio, 
antes  le  entregó  por  nosotros,  ¿qué  cosa,  de  cuantas 
hay,  dejó  de  darnos  con  él?— Ansí  que,  es  sin  medida 
el  anioi-  que  Cristo  nos  tiene ,  y  por  el  mismo  caso  la 
man-^edumbre  es  sin  medida,  porque  corren  &  las  pare- 
jas lo  amoroso  y  lo  manso;  aunque,  si  no  lo  fuera  an- 
sí, ¿cómo  pudiera  ser  tan  universal  Señor  y  lan  gran- 
de? Porque  un  señorío  y  una  alteza  de  gobierno  seme- 
jante á  la  suya ,  si  cayera  ó  en  un  ánimo  bravo  ó  mal 
sufrido  y  colérico,  intolerable  fuera,  porque  todo  lo 
asolara  en  un  punto;  é  ansí,  la  misma  naturaleza  de  las 
cosas  pide,  y  la  razón  del  gobierno  y  mando,  que  cuanto 
uno  es  mayor  señor  y  gobierna  á  mas  gentes  y  se  en  - 
carga  de  mas  negocios  y  oficios,  tanto  sea  mas  sufriilo 
y  mas  manso;  por  donde  la  Divinidad,  universal  empe- 
ratriz de  las  cosas,  sufre  yespera,  y  es  mansaloque  no  se 
puede  encarecer  con  palabras.  Y  ansí,  ella  usó  de  mu- 
chas cuando  quiso  declarar  esta  su  condición  á  Moi^^en, 
que  le  dijo  (e):— Soy  piadoso,  misericordioso,  sufrido, 
de  larguísima  espera,  muy  ancho  de  narices  y  que  ex- 
tiendo por  mil  generaciones  mi  bien. —  Y  del  mismo 
Moiscn ,  que  fué  su  lugariiniente  y  cabeza  puesta  por 
él  sobre  todo  su  pueblo,  se  escribe  que  fué  mansísimo 
sobre  todos  los  de  su  tiempo.  Por  manera  que  la  razón 
convence  que  Cristo  tiene  mansedumbre  de  cordero 
infinita  :  lo  uno,  porque  es  su  poderío  infinito,  y  lo 
otro,  porque  se  parece  á  Dios  mas  que  otra  criatura 
ninguna;  y  ansí,  le  imita  y  retrata  en  esta  virtud,  como 
en  las  demás ,  sobre  todos. 

))Y  si  es  Cordero ^ov  la  mansedumbre,  ¿cuan  justa- 
mente lo  será  por  la  inocencia  y  pureza,  que  es  lo  se- 
gundo de  tres  cosas  que  decir  propuse?  Que  dice  san 
Pedro  (/■):  — Redimidos,  no  con  oro  y  plata,  que  se  cor- 
rompe, sino  con  la  sangre  sin  mancilla  del  Cordero 
inocente.— Que  en  el  fin  por  que  lo  dice  declara  y  en- 
grandece la  suma  inocencia  de  aqueste  Cordero  nues- 
tro; porque  lo  que  pretende  es  persuadirnos  que  esti- 
memos nuestra  redención ,  y  que  cuando  ninguna  otra 
cosa  nos  mueva,  á  lo  menos  por  haber  sido  comprados 
con  una  vida  tan  justa  y  lavados  del  pecado  con  una 
sangre  tan  pura,  porque  tal  vida  no  baya  padecido  sin 
fruto  y  tal  sangre  no  se  derrame  de  balde,  y  tal  inocen- 
cia y  pureza,  ofrecida  por  nosotros  á  Dios,  no  carezca 
de  efecto,  nos  aprovechemos  del  y  nos  conservemos  en 
él,  y  después  de  redimidos,  no  queramos  ser  siervos. 
Dice  Santiago  {g)  que  es  perfecto  el  que  no  estro- 
pieza  en  las  palabras  y  lengua.  Pues  de  nuestro  Cor- 
dero  dirá  que  ni  hizo  pecado  ni  en  su  boca  fué  hallado 
engaño,  como  dice  san  Pedro.  Cierta  cosa  es  que  lo  quo 
Dios  en  sus  criaturas  ama  y  precia  mas  es  santidad  y 
pureza;  porque  el  ser  puro  uno  es  andar  ajustado  con 
la  ley  que  le  pone  Dios  y  con  aquello  que  su  naturaleza 
le  pide ,  y  eso  mismo  es  la  verdad  de  las  cosas,  decir 
cada  uno  con  lo  que  es,  y  responder  el  ser  con  las  obras; 
y  lo  que  Dios  manda  eso  ama ,  y  porque  dello  so  con- 

(c)  Joan.,  3,  v.  i6.     (rfl  Rom.,  8,  v.  32.     (e)  ExoJ.,  3J,  v.  6. 
(/■)  I,  Pclr.,  i,  V.  18.     (;J  Jacob.,  3,  v.  2. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO. -LIBRO  TERCERO. 


18o 


tenia  lo  manda,  y  al  que  es  el  ser  mismo  ninguna  cosa 
le  es  mas  agradable  (ó  conforme  á  lo  que  con  su  ser 
responde)  que  es  lo  verdadero  y  lo  cierto,  porque  lo- 
lal^o  y  engañoso  no  es;  por  manera  que  la  pureza  es 
verdad  de  ser  y  de  ley,  y  la  verdad  es  lo  que  mas  agra- 
da a!  que  es  puro  ser. 

wPues  si  Dios  se  agrada  mas  de  la  humanidad  sania 
de  Cristo,  concluido  queda  que  es  mas  santa  y  pura  que 
todas  las  criaturas,  y  que  se  aventaja  en  esto  a  todas 
(anío,  cuantas  son  y  cuan  grandes  son  las  ventajas  con 
que  de  Dios  es  amada.  ¿Qué?  ¿No  es  ella  Hijo  de  su 
amor,  que  Dios  llama,  y  en  el  de  quien  únicamente  se 
complace,  como  ceríiíicó  á  los  discípulos  en  el  mon- 
te, y  el  Amado  por  cuyo  amor  y  para  cuyo  servicio  hizo 
lo  visible  y  lo  invisible  que  crió  ?  Luego  si  va  fuera  de 
toda  comparación  el  amor,  no  le  puode  haber  en  la  san- 
tidad y  pureza,  ni  hay  lengua  que  la  declare  ni  enten- 
dimiento que  comprenda  lo  que  es.  Bien  se  ve  que  no 
tiene  su  grandeza  medida  en  la  vecindad  que  con  Dios 
tiene,  ó  por  decir  verdad ,  en  la  unidad  ó  en  el  lazo  es- 
trecho de  unión  con  que  Dios  consigo  mismo  le  enlaza. 
Que  si  es  mas  claro  lo  que  al  sol  se  avecina  mas ,  ¿qué 
resplandores  no  tendrá  de  santidad  y  virtud  el  que  está 
y  estuvo  desde  su  principio  y  estará  para  siempre  lan- 
zado y  como  sumido  en  el  abismo  de  esa  misma  luz  y 
pureza?  En  las  otras  cosas  resplandece  Dios,  mas  con 
la  humanidad  que  decimos,  está  unido  personalmente; 
las  otras  llcganse  á  él,  mas  esta  llénela  lanzada  en  el 
seno;  en  las  otras  reverbera  este  Sol,  mas  en  esta  hace 
un  sol  de  su  luz. — En  el  Sol ,  dice  («),  puso  su  mora- 
da;—porque  la  luz  de  Dios  puso  en  la  humanidad  de 
Cristo  su  asiento,  con  que  quedó  en  puro  sol  transfor- 
mada. Las  otras  centellean  hermosas ,  esta  es  de  res- 
plandor un  tesoro;  á  las  otras  les  adviene  la  pureza  y 
la  inocencia  de  fuera ,  esta  tiene  la  fuente  y  el  abismo 
de  ella  en  sí  misma ;  finalmente ,  las  otras  reciben  y 
mendigan  vu-tud,  esta,  riquísima  de  santidad  en  sí, 
derrama  en  las  otras.  Y  pues  todo  lo  santo  y  lo  inocente 
y  lo  puro  nace  de  la  santidad  y  pureza  de  Cristo,  y 
cuanto  deslc  bien  las  criaturas  poseen  es  pariecilla 
que  Cristo  les  comunica ,  claro  es,  no  solamente  ser 
mas  santo,  mas  inocente,  mas  puro  que  todas  juntas, 
sino  también  ser  la  santidad  y  la  pureza  y  la  inocen- 
cia de  todas,  y  por  la  misma  razón,  la  fuente  y  el  abis- 
mo de  toda  la  piu^eza  y  inocencia. 

»Pero  apuremos  mas  aquesta  razón  para  mayor  clari- 
dad y  evidencia.  Cristo  es  universal  principio  de  san- 
tidad y  virtud ,  de  donde  nace  toda  la  que  hay  en  las 
criaturas  santas ,  y  bastante  para  santificar  todas  las 
criaturas,  y  otras  infinitas  que  fuese  Dios  continua- 
mente criando;  y  ni  mas  ni  menos  es  la  víctima  y  sa- 
crificio aceptable  y  suficiente  á  satisfacer  por  todos  los 
pecados  del  mundo  y  de  otros  mundos  sin  número. 
Luego  fuerza  es  decir  que  ni  hay  grado  de  santidad  ni 
manera  della,  y  que  no  le  haya  en  el  alma  de  Cristo,  ni 
menos  pecado  ni  forma  ni  rastro  de  que  del  todo  Cristo 
no  carezca;  y  fuerza  es  también  decir  que  todas  las 
bondades,  todas  las  perfecciones,  todas  las  buenas  ma- 
neras y  gracias  que  se  esparcen  y  podrían  esparcir  en 
infinitas  criaturas  que  hubiesen,  están  ayuntadas  y 
[O)  Psaim.  18,  V.  o, 


amontonadas  y  unidas  sin  medida  ni  cuenta  en  el  ma- 
nantial dellas,  que  es  Cristo;  y  que  no  se  aparta  tanto 
el  ser  del  no  ser,  ni  se  aleja  tanto  de  las  tinieblas  la 
luz,  cuanto  del  mismo  toda  especie,  todo  género,  todo 
principio,  toda  imaginación  de  pecado,  hecho  ó  por 
hacer,  ó  en  alguna  manera  posible,  está  apartado  y  le- 
jisimo;  porque  necesario  es,  y  la  ley  no  mudable  de  la 
naturaleza  lo  pide,  que  quien  cria  santidades  las  ten- 
ga, y  quien  quita  los  pecados,  ni  los  tenga  ni  pueda  te- 
nerlos; que  como  la  naturaleza  á  los  ojos,  para  que 
pudiesen  recibirlos  colores,  cria  limpios  de  todos  ellos, 
y  el  gusto ,  si  de  suyo  tuviese  algún  sabor  infundido, 
no  percibiría  todas  las  diferencias  del  gusto;  ansí  no 
pudiera  ser  Cristo  universal  principio  de  limpieza  y 
justicia  si  no  se  alejara  tlél  todo  asomo  de  culpa ,  y  si 
no  atesorara  en  sí  toda  la  razón  de  justicia  y  limpieza. 

))Que  porque  había  de  quitar  en  nosotros  los  hechos 
malos  que  obscurecen  el  alma,  no  pudo  haber  en  él 
ningún  hecho  desconcertado  y  obscuro;  y  porque  ha- 
bía de  borrar  en  nuestras  almas  los  malos  deseos,  no 
pudo  haber  en  la  suya  deseo  que  no  fuese  del  cielo;  y 
porque  reducía  á  orden  y  á  buen  concierto  nuestra 
imaginación  varia  y  nuestro  entendimiento  turbado,  el 
suyo  fué  un  cielo  sereno ,  lleno  de  concierto  y  de  luz; 
y  porque  había  de  corregir  nuestra  voluntad  mal  sana 
y  enferma,  era  necesario  que  la  suya  fuese  una  ley  do 
justicia  y  salud ;  y  porque  reducía  á  templanza  nues.^' 
tros  encendidos  y  furiosos  sentidos ,  fueron  necesaria- 
mente los  suyos  la  misma  moderación  y  templanza;  y 
porque  había  de  poner  freno  y  desarraigar  finalmente 
del  todo  nuestras  malas  inclinaciones ,  no  pudo  haber 
en  él  ni  movimiento  ni  inclinación  que  no  fuese  justi- 
cia; y  porque  era  limpieza  y  perdón  general  del  peca- 
do primero,  no  hubo  ni  pudo  haber,  ni  en  su  principio 
ni  en  su  nacimiento,  ni  en  el  discurso  de  sus  obras  y 
vida,  ni  en  su  alma  ni  en  sus  sentidos  y  cuerpo,  alguna 
culpa,  ni  su  culpa  del  ni  sus  reliquias  y  rastros;  y  por- 
que á  la  postre  y  en  la  nueva  resurrección  de  la  carno 
la  virtud  eficaz  de  su  gracia  había  de  hacer  no  pecable.^ 
los  hombres,  forzoso  fué  que  Cristo ,  no  solo  careciese 
de  toda  culpa,  masque  fuese  desde  su  principio  impe- 
ca!)le ;  y  porque  tenía  en  si  bien  y  remedio  para  todos 
los  pecados  y  para  en  todos  los  tiempos  y  para  en  lo- 
dos los  hombres,  no  solo  en  todos  los  que  son  justos, 
mas  en  lodos  los  demás  que  no  lo  son  y  lo  podriaii  sor 
si  quisiesen;  nc  solo  en  los  que  nacerán  en  el  mundo, 
mas  en  todos  los  que  podrían  nacer  en  otros  mundos 
sin  cuento;  convino  y  fué  menester  que  todos  los  gé- 
neros y  especies  del  mal  actual,  lo  de  original,  lo  de 
imaginación  ,  lo  del  hecho ,  lo  que  es  y  lo  que  camina 
á  que  sea,  lo  que  será  y  lo  que  pudiera  ser  por  el  tíejn- 
po ,  lo  que  pecan  los  que  son  y  lo  que  los  pasados  pe- 
caron ,  los  pecados  venideros  y  los  que ,  si  infinitos 
hombres  nacieran ,  pudieran  suceder  y  venir ;  final- 
mente, todo  ser,  todo  asomo,  toda  sombra  de  maldad  ó 
malicia  estuviese  tan  lejos  del ,  cuanto  las  tinieblas  de 
la  luz,  la  verdad  de  la  mentira,  de  la  enfermedad  la 
medicina  están  lejos. 

»Y  convino  que  fuese  un  tesoro  de  inocencia  y  lim- 
pieza, porque  era  y  había  de  ser  el  único  ma!!antial  di 
ella  riquísimo.  Y  como  en  el  sol,  por  mas  que  penolreiá 


186  OBRAS  DE  FRAY 

por  su  cuerpo ,  no  veréis  sino  una  apurada  pureza  de 
resplandor  y  de  lumbre,  porque  es  de  las  luces  y  res- 
plandores la  fuente;  ansí  en  este  Sol  de  justicia,  de 
donde  manó  todo  lo  que  es  rectitud  y  verdad ,  no  ha- 
llaréis, por  mas  que  lo  divida  y  penetre  el  ingenio,  por 
mas  que  desmenuce  sus  partes ,  por  mas  agudamente 
que  las  examine  y  las  mire,  sino  una  sencillez  pura  y 
una  rectitud  sencilla,  una  pureza  limpia,  que  siempre 
está  bullendo  en  pureza,  una  bondad  perfecta ,  entra- 
ñada en  cuerpo  y  en  alma  y  en  todas  las  potencias  de 
ambos,  en  los  tuétanos  dellos,  que  por  todos  ellos  lanza 
rayos  de  sí.  Porque  veamos  cada  parte  de  Cristo,  y  ve- 
remos cómo  cada  una  dellas,  no  solo  está  bañada  en  la 
linifiieza  que  dii'o,  mas  sirve  paradla  y  la  ayuda. 

))En  Cristo  consideramos  cuerpo  y  consideramos  alma, 
y  en  su  alma  podemos  considerar  lo  que  es  en  sí  para  el 
cuerpo  y  los  dones  que  tiene  en  sí  por  gracia  de  Dios,  y 
el  estar  unida  con  la  propia  persona  del  Verbo.  Y  cuan- 
to á  lo  primero  del  cuerpo,  como  unos  cuerpos  sean  de 
su  mismo  natural  mas  bien  inclinados  que  otros,  según 
sus  composturas  y  formas  diferentes,  y  según  la  tem- 
planza diferente  de  sus  humores,  que  unos  son  de  su- 
yo coléricos,  oíros  mansos ,  otros  alegres  y  oíros  tris- 
tes, unos  honestos  y  vergonzosos,  oíros  poco  honestos 
y  mal  inclinados,  modestos  unos  y  humildes,  otros  so- 
berbios y  altivos,  cosa  fuera  de  toda  duda  es,  que  el 
cuerpo  de  Cristo  de  su  misma  cosecha  era  de  inclina- 
ciones excelentes,  y  en  todas  ellas  fué  loable,  honesto, 
hermoso  y  excelente.  Que  se  convence  ansí  de  la  ma- 
teria de  que  se  compuso  como  del  arliíice  que  le  fa- 
bricó; porque  la  materia  fué  la  misni;i  pureza  de  la  san- 
gre sanlísima  de  la  Virgen,  criada  y  encerrada  en  sus 
limpias  en'.rañas.  De  la  cual  habemos  de  entender  que 
aun  en  ley  de  sangre  fué  la  mas  apurada  y  la  mas 
delgada  y  mas  limpia,  y  mas  apta  para  crialla,  y  mas 
ajena  de  todo  afecto  bruto,  y  de  mas  buenas  calidades 
de  todas;  porque  allende  de  lo  que  la  alma  puede  obrar 
y  obra  en  los  humores  del  cuerpo,  que  sin  duda  los  al- 
tera y  califica  según  sus  afectos ,  y  que  por  esta  parte 
el  alma  santísima  de  la  Virgen  hacia  santidad  en  su 
sangre  y  sus  inclinaciones  celestiales  della,  y  los  bie- 
nes del  cielo  sin  cuento  que  en  sí  tenia,  la  espirituali- 
zaban y  santificaban  en  una  cierta  manera.  Ansí  que, 
allende  deslo,  de  suyo  era  la  flor  de  la  sangre,  quiero 
decir,  la  sangre  mas  ajena  de  las  condiciones  gro.seras 
del  cuerpo,  y  mas  adelgazada  en  pureza  que  en  géuc- 
ro  de  sangre,  después  de  la  de  su  Hijo,  jamás  hubo  en 
la  tierra.  Porque  se  ha  de  entender  que  lodas  las  san- 
liíicacionfs  y  purificaciones  y  limpiezas  de  la  ley  de 
Moisen,  el  comer  estos  manjares,  y  no  aquellos,  los  la- 
vatorios ,  los  ayunos,  el  tener  cuenta  en  los  días ,  todo 
se  orden ')  para  que  adelgazando  y  desnudando  de  afec- 
tos brutos  la  sangre  y  los  cuerpos,  y  de  unos  en  otros 
apurándose  siempre  mas,  como  en  el  arle  del  destilar 
acontece,  viniese  úllimamenle  una  donf ella  á  hacer  una 
sangre  virginal  por  todo  extremo  limpísima,  que  fuese 
materia  del  cuerpo  purísimo  sobre  lodo  extremo  de 
Cristo.  Y  todo  aquel  artificio  viejo  y  anliguo  fué  co- 
mo un  destilatorio,  que  de  un  licor  puro  sacando  otro 
mas  puro  por  medio  de  fuego  y  vasos  difercnle..,  lle- 
gue á  la  suUlcía  y  puicía  pgsU'cra. 


LUIS  DE  LEÓN. 

))Ansí  que,  la  sangre  de  la  Virgen  fué  la  flor  de  la  san- 
gre, de  que  se  compuso  lodo  el  cuerpo  de  Cristo.  Por 
donde  aun  en  ley  de  cuerpo ,  y  por  parte  de  su  misma 
materia,  fué  inclinado  al  bien  perfectamente  y  del  todo. 

Y  no  solo  aquesta  sangre  virginal  le  compuso  mientras 
estuvo  en  el  vientre  sagrado ,  mas  después  que  salió 
del  le  mantuvo,  vuelta  en  leche,  en  los  pechos  santísi- 
mos. De  donde  la  divina  Virgen,  aplicando  á  ellos  á  su 
Hijo  de  nuevo,  y  enclavando  en  él  los  ojos,  y  mirándo- 
le y  siendo  mirada  del,  dulcemente  encendida  ó  á  la 
verdad  abrasada  en  nuevo  y  castísimo  amor,  se  la  da- 
ba, si  decir  se  puede,  mas  sania  y  mas  pura.  Y  como 
se  encontraban  por  los  ojos  las  dos  almas  bellísimas,  y 
se  trocaban  los  espíritus  que  hacen  paso  por  ellos  con 
los  del  Hijo ,  deificada  la  Madre  mas ,  daba  al  Hijo  mas 
deificada  su  leche.  Y  como  en  la  divinidad  nace  luz  del 
Padre,  que  es  luz,  ansí  también  cuanto  á  lo  que  locaá 
su  cuerpo,  nace  de  pureza,  pureza. 

))Y  si  cslo  es  cuanto  á  la  materia  de  que  se  compone, 
¿qué  podremos  decir  por  parte  del  Arliíice  que  le  com- 
puso? Porque,  como  los  otros  cuerpos  humanos  los  com- 
ponga la  virtud  del  varón ,  que  la  madre  con  su  calor 
conliene  en  su  vientre,  en  este  edificio  del  sanüiimo 
cuerpo  de  Cristo  el  Espíritu  Santo  hizo  las  veces  de 
aquesta  virtud ,  y  formó  por  su  mano  él ,  y  sin  que  in- 
terviniese otro  ninguno,  este  cuerpo.  Y  si  son  perfectas 
todas  las  obras  que  Dios  hace  por  sí,  esta,  que  hizo  pa- 
ra sí,  ¿qué  será?  Y  si  el  vino  que  hizo  en  las  bodas  fué 
vino  bonísimo,  porque  sin  medio  de  otra  causa  le  hizo 
de  la  agua  Dios  por  su  poder ,  á  quien  toda  la  materia, 
¡lor  indispuesta  que  sea,  obedece  enteramente  sin  re- 
sistencia, ¿qué  pureza,  qué  limpieza,  qué  sanüdad 
tendrá  el  cuerpo  que  fabricó  el  infinitamente  Sanio  de 
materia  tan  sania?  Cierloesque  le  amasóconlodoel  ex- 
tremo de  limpieza  posible,  quiero  decir,  que  le  com- 
puso por  Uiia  parle  tanajenodeloda  inclinación  ó  prin- 
cipio ó  ajeno  de  vicio,  cuanto  es  ajena  de  las  tinieblas 
la  luz;  y  por  olratan  hábil,  tan  dispuesto,  tan  hecho, 
lan  de  sí  inclinado  á  lodo  lo  bueno,  lo  honesto,  lo  de- 
cenio, lo  virtuoso,  lo  heroico  y  divino,  cuantosin  dejar 
dí^  ser  cuerpo  en  todo  género  de  pasibilidad  se  sufría. 

Y  de  esto  mismo  se  ve  cuánto  era  de  su  cosecha  pura 
su  alma,  y  de  su  natural  inclinada  á  toda  excelencia  de 
bien  ,  que  es  la  otra  fuente  desta  inocencia  y  limpieza 
(le  que  platicamos  agora.  Porque,  como  sabéis,  Julia- 
no, en  la  filosofía  cierla,  las  almas  de  los  hombres, 
aunipie  sean  de  una  especie  todas,  pero  son  mas  per- 
fectas en  sí  y  en  su  subslancia  unas  que  otras,  por  ser 
de  su  natural  hechas  para  ser  fitrmas  de  cuerpos,  y  pa- 
ra vivir  en  ellos  y  o!)rar  por  ellos,  y  darles  á  ellos  el 
oljrar  y  el  vivir.  Une  como  no  son  lodos  los  cuerpos  há- 
biles en  una  misma  manera  para  recibir  este  inllujo  y 
acto  de  la  alma,  ansí  las  almas  no  son  lodas  de  igual 
virtud  y  fuerza  para  ejecutar  esta  obra,  sino  medida 
cada  inia  para  el  cuer[)()  que  la  naturaleza  le  da. 

))De  manera  que  cual  es  la  hechura  y  compostura  y 
lialtilidad  de  los  cuerpos,  tal  es  la  fuerza  y  [loderío  na- 
tural para  ellos  de  la  alma;  y  según  lo  que  en  cada 
cuerpo  y  por  el  cuerpo  puede  ser  hecho,  ansí  cria  Dios 
lieclia  y  Ira/.ada  y  ajustada  cada  alma,  que  estaría  co- 
mo violcnludubi  fuese  al  revés;  y  si  tuviese  mas  vir- 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO. -LIBRO  TERCERO. 


187 


tud  de  informar  y  dar  ser  de  lo  que  el  cuerpo,  segiin  su 
disposición,  sufre  ser  informado,  no  seria  ñudo  natural 
y  suave  el  de  la  alma  y  del  cuerpo ,  ni  seria  su  casa  de 
la  alma  la  carne  fabricada  por  Dios  para  su  perfección 
y  descanso,  sino  cárcel  para  tormento  y  mazmorra.  Y 
como  el  artífice  que  encierra  en  oro  alguna  piedra 
preciosa  la  conforma  su  engaste ,  ansi  Dios  labra  las 
ánimas  y  los  cuerpos  de  manera  que  sean  conformes, 
y  no  encierra  ni  engasta  ni  enlaza  en  un  cuerpo  duro 
y  que  no  puede  ser  reducido  á  alguna  obra  una  áni- 
ma muy  virtuosa  y  muy  eficaz  para  ella  ;  sino ,  pues 
los  casa ,  aparéalos ,  y  pues  quiere  que  vivan  juntos, 
ordena  cómo  vivan  en  paz.  Y  como  vemos  en  la  lis- 
ta de  todo  lo  que  tiene  sentido  y  en  todos  sus  grados, 
que  según  la  dureza  mayor  ó  menor  de  la  materia  que 
los  compone,  y  según  está  organizada  y  como  ama- 
sada mejor,  ansí  tienen  unos  animales  naturalmente 
ánima  de  mas  alto  y  perfecto  sentido ;  que  de  suyo  y 
en  sí  misma  la  ánima  de  la  concha  es  mas  torpe  que  el 
pez ,  y  el  ánima  de  las  aves  es  de  mas  sentido  que  las 
de  los  que  viven  en  el  agua ,  y  en  la  tierra  la  de  las  cu- 
lebras es  superior  al  gusano  ;  y  la  del  perro  á  los  to- 
pos, y  la  de  los  caballos  al  buey ,  y  la  de  los  jimios  á 
lodos.  Y  pues  vemos  en  una  especie  de  cuerpos  huma- 
nos tantas  y  tan  notables  diferencias  de  humores ,  de 
complexiones ,  de  hechuras ,  que  con  ser  de  una  espe- 
cie todos ,  no  parecen  ser  de  una  masa,  justamente  di- 
remos, y  será  muy  conforme  á  razón,  que  sus  almas, 
por  aquella  parte  que  mira  á  los  cuerpos,  están  hechas 
en  diferencias  diversas,  y  que  son  de  un  grado  en  espí- 
ritu ,  y  mas  y  menos  perfectas  en  razón  de  ser  formas. 
«Pues  si  hay  este  respeto  y  condición  en  las  almas, 
la  de  Cristo ,  fabricada  de  Dios  para  ser  la  del  mas  per- 
fecto cuerpo ,  y  mas  dispuesto  y  mas  hábil  para  toda 
manera  de  bien ,  que  jamás  se  compuso,  forzosamente 
diremos  que  de  suyo  y  de  su  naturaleza  misma  está 
dotada  solDre  todas  las  otras  de  maravillosa  virtud  y 
fuerza  para  toda  santidad  y  grandeza,  yquenohubo  gé- 
nero ni  especie  de  obras ,  ó  morales  ó  naturales,  per- 
fectas y  hermosas,  á  que,  ansí  como  su  cuerpo  de  Cris- 
to era  hábil ,  ansí  no  fuese  de  suyo  valerosa  su  alma. 
Y  como  su  cuerpo  estaba  dispuesto  y  fué  sugeto  natu- 
ralmente apto  para  todo  valor,  ansí  su  alma  por  la  na- 
tural perfección  y  rigor  que  tenia,  aspiró  siempre  á  to- 
do lo  excelente  y  perfecto.  Y  como  aquel  cuerpo  era  de 
suyo  honestísimo  y  templado  de  pureza  y  simpleza,  an- 
si el  alma  que  se  crió  para  él  era  de  su  cosecha  esfor- 
zada á  lo  honesto.  Y  como  la  compostura  del  cuerpo  era 
para  mansedumbre  dispuesta ,  ansí  la  alma  de  su  mis- 
ma hechura  era  mansa  y  humilde.  Y  como  el  cuerpo 
por  el  concierto  de  sus  humores  era  hecho  para  grave- 
dad y  mesura,  ansí  la  alma  de  suyo  era  alta  y  gravísi- 
ma. Y  como  de  sus  calidades  era  hábil  el  cuerpo  para 
lo  fuerte  constante,  ansí  el  alma  de  su  rigor  natural  era 
hábil  para  lo  generoso  y  valiente.  Y  finalmente,  como 
el  cuerpo  era  hecho  para  instrumento  de  todo  bien,  an- 
sí la  alma  tuvo  natural  habilidad  para  ser  ejecutora  de 
toda  grandeza;  esto  estuvo  lo  sumo  en  la  perfección  de 
toda  la  latitud  de  su  especie. 

»Y  si  por  su  natural  hechura  era  aquesta  sacratísima 
alma  tan  alta  y  lan  hermosa,  tan  vigorosa  y  tan  buena, 


¿qué  podremos  decir  della  con  lo  que  en  ella  la  gra- 
cia sobrepone  y  añade?  Que  si  es  condición  de  los  bie- 
nes del  cielo ,  cualesquiera  que  ellos  sean ,  mejorar  aun 
en  lo  natural  su  sugeto,  y  la  semilla  de  la  gracia,  en  la 
buena  tierra  puesta,  da  ciento  por  uno;  en  naturales  no 
solo  tan  corregidos ,  sino  tan  perfectos  de  suyo  y  lan 
santos ,  ¿que  hará  tanla  gracia?  Porque  ni  hay  virtud 
heroica ,  ni  excelencia  divina ,  ni  belleza  del  cielo  ,  ni 
dones  y  grandezas  de  espíritu ,  ni  ornamento  admira- 
ble y  nunca  visto,  que  no  resida  en  su  alma  y  no  viva 
en  ella  sin  medida  ni  tasa.  Que ,  como  san  Juan  dice : 
— No  le  dio  Dios  con  mano  limitada  su  espíritu. — Y 
como  el  Apóstol  dice :— Mora  en  él  la  plenitud  de  la  di- 
vinidad tola.— Y  Isaías  («):— Y  reposará  sobre  él  el 
espíritu  del  Señor. — Y  en  el  psalmo:— Tu  Oíoste  un- 
gió, oh  Dios,  con  unción  de  alegría  sobre  todos  tus  par- 
ticioneros.—Y  con  grande  razón  puso  mas  en  él  que 
•juntos  en  todos ,  pues  eran  particioneros  suyos ;  esto 
es,  pues  había  de  venir  por  él  á  ellos,  y  habían  de  ser 
ricos  de  sus  migajas  y  sobras.  Porque  la  gracia  y  Ui 
virtud  divina  que  la  alma  de  Cristo  atesora,  no  solo  era 
mayor  en  grandeza  que  las  virtudes  y  gracias  finitas, 
y  hechas  una  de  todos  los  que  han  sido  justos ,  y  son 
agora  y  serán  adelante ;  mas  es  fuente  de  donde  mana- 
ron ellas ,  que  no  se  disminuye  enviándolas ,  y  que  tie- 
ne manantiales  tan  no  agotables  y  ricos ,  que  en  infi- 
nitos hombres  mas ,  y  en  infinitos  mundos  que  hubie- 
se ,  podria  derramar  en  todos  y  sobre  todos  excelencia 
de  virtud  y  justicia  como  un  abismo  verdadero  de  bien. 
))Y  como  aqueste  mundo  criado ,  ansí  en  lo  que  se 
nos  viene  á  los  ojos  como  en  lo  que  nos  encubre  su 
vista ,  está  variado  y  lleno  de  todo  género  y  de  toda 
especie  y  diferencias  de  bienes ;  ansi  aquesta  divina 
alma,  para  quien  y  para  cuyo  servicio  esta  má juina 
universal  fué  criada ,  y  que  es  sin  ninguna  duda  me- 
jor que  ella  y  mas  perfecta,  en  sí  abraza  y  contiene  lo 
bueno,  todo  lo  perfecto,  lo  hermoso,   lo  excelente  y 
lo  heroico,  lo  admirable  y  divino.   Y  como  el  divi- 
no Verbo  es  una  imagen  del  Padre  viva  y  expresa ,  que 
contiene  en  sí  cuantas  perfecciones  Dios  tiene;  an-á 
esta  alma  soberana,  que  como  á  él  mas  cercana,  y 
enlazada  con  él ,  y  que  no  solo  de  continuo ,  mas  tan 
de  cerca  le  mira  y  se  remira  en  él  y  se  espeja ,  y  re- 
cibiendo en  sí  sus  resplandores  divinos,  se  fecunda  y 
figura  y  viste ,  y  engrandece  y  embellece  con  ellos, 
y  traspasa  á  sí  sus  rayos  cuanto  es  á  la  criatura  posi- 
ble ,  y  le  remeda  y  se  asemeja ,  le  retrata  tan  al  vi- 
vo ,  que  después  del ,  que  es  la  imagen  cabal ,  no  hay 
imagen  de  Dios  como  la  alma  de  Cristo;  y  los  queru- 
bines mas  altos,  y  todos  juntos  y  hechos  uno  los  ánge- 
les, son  rascuños  imperfectos  y  som])ras  obscurísimas 
y  verdaderamente  tinieblas  en  su  comparación. 

))¿Qué  diré  pues  de  lo  que  se  añade  y  sigue  á  esto,  que 
es  el  lazo  que  con  el  Verbo  divino  tiene,  y  la  personal 
unión ,  que  ella  sola ,  cuando  todo  lo  demás  faltara ,  es 
justicia  y  riqueza  inmensa  ?  Porque  ayuntándose  el 
Verbo  con  aquella  dichosa  ánima,  y  por  ella  también 
con  el  cuerpo,  ansi  la  penetra  toda  y  embebe  en  sí  mis- 
mo, que  con  suma  verdad  no  solo  mora  Dios  en  él,  mas 
es  Dios  aquel  hombre ,  y  tiene  aquella  alma  en  sí  todo 
(o)  isai.,  11,  V.  2. 


188  OBRAS  DE  FRAY 

cuanto  Dios  es,  su  ser,  su  saber,  su  bondad,  su  po- 
der, y  no  solamente  en  sí  lo  tiene,  mas  tan  enlazadoy 
tan  estrechamente  unido  consigo  misma,  que  ni  puede 
desprenderse  del  ó  desenlazarse  ,  ni  es  posible  que 
mientras  del  presa  estuviere,  ó  con  él  unida  en  la  ma- 
nera que  digo,  no  viva  y  se  conserve  en  suma  perfec- 
ción de  justicia.  Que  como  el  hierro  que  la  fragua  en- 
ciende, penetrado  y  poseído  del  fuego,  y  que  parece 
otro  fuego ,  siempre  que  está  en  la  hornaza  es  y  pare- 
ce ansí ,  y  si  della  no  pudiese  salir  no  tendría ,  ni  tener 
podría ,  ni  otro  parecer  ni  otro  ser ;  ansí  lanzada  toda 
aquella  feliz  humanidad  y  sumida  en  el  abismo  de  Dios, 
y  poseída  enteramente  y  penetra  la  por  todos  sus  po- 
ros de  aquel  fuego  divino,  y  firmado  coa  no  madaWo 
ley  que  ha  de  ser  ansí  siempre ,  es  un  hombre  rpic  es 
Dios,  y  un  hombre  que  sení  Dios  cuanto  Dios  fuere,  y 
cuanto  está  lójos  de  no  lo  ser,  tanto  está  apartada  de  no 
tener  en  su  alma  toda  inocencia  y  rectitud  y  justicia. 

«Que  como  ella  es  medianera  entre  Dios  y  su  cuerpo, 
porque  coa  él  se  ayunta  Dios  por  medio  del  alma ,  y 
como  los  medios  comunican  siempre  con  los  extremos 
y  tienen  algo  de  la  naturaleza  de  ambos,  por  eso  la  al- 
ma de  Cristo ,  que  como  forma  de  la  carne  dice  con 
ella  y  se  le  avecina  y  allega ,  como  mente  cjiada  para 
unirse  y  enlazarse  con  Dios ,  y  para  recibir  en  sí  y  de- 
rivar de  sí  en  su  cuerpo,  an>í  natural. como  místico ,  y 
los  influjos  de  la  divinidad,  fué  necesario  que  se  ase- 
mejase á  Dios  y  se  levantase  en  bondad  y  justicia  mas 
ella  sola  que  juntas  las  criaturas ,  y  convino  que  fue- 
se un  espejo  de  bien  y  un  dechado  de  aquella  suma 
bondad ,  y  un  sol  encendido  y  lleno  de  aquel  Sol  de  jus- 
ticia, y  una  luz  de  luz  y  un  resplandor  de  resplandor, 
y  un  piélago  de  bellezas  cebado  de  un  abismo  bellisi- 
mo.  Y  rodeado  y  enriquecido  con  toda  aquesta  hermo- 
sura y  justicia  y  inocencia  y  mansedumbre  nuestro 
santo  Cordero f  como  tal,  y  para  serlo  cabalmente  y 
del  todo,  se  hizo  nuestro  único  y  perfecto  sacrifici), 
aceptando  y  padeciendo,  por  darnos  justicia  y  vida, 
muerte  afrentosa  en  la  cruz.  En  que  se  ofrece  á  la  len- 
gua infinito;  mas  digamos  solo  el  cómo  fué  sacrificio, 
y  la  forma  de  aquesta  e.\piacion.  Que  cuando  san  Juan 
deste  Cordero  dice  («)  que  quita  los  pecados  del  mun- 
do, no  solamentedice  que  los  quita,  sino  que,  sogun  la 
fuerza  de  la  propia  palabra ,  ansí  los  quita  de  nosotros, 
que  los  carga  solare  si  mismo  y  los  hace  como  su  vos  pa- 
ra ser  él  castigado  por  ellos,  y  que  quedásemos  libres. 
De  manera  que  cuanto  al  cómo  fué  sacrificio,  decimos 
que  lo  fué  no  solamente  padeciendo  por  nuestros  peca- 
dos, sino  tomando  primero  á  nosotros  y  á  nuestros  pe- 
cados en  sí,  y  juntándolos  consigo  y  cargándose  de 
ellos ,  para  que  padeciendo  él ,  padeciesen  los  que  con 
él  estaban  juntos,  y  fuesen  allí  castigados.  En  que  es 
gran  maravilla  que  sí  padeciéramos  en  nosotros  mis- 
mos doliéranos  mucho  y  valiéramos  poco.  Y  mas,  co- 
mo acaece  á  los  árboles  que  son  sin  fruto  en  el  suelo 
do  nacen,  y  trasplantados  del  fructifican;  ansínosolros 
traspasados  en  Cristo  morímos  sin  pena,  y  fuénos fruc- 
tuosa la  muerte;  que  la  maldad  de  nuestra  culpa  había 
pasado  tan  adelante  en  nosotros,  y  cxtendidose  y  cun- 
dido tanto  en  el  alma,  que  lo  tenía  estéril  todo  y  inútil, 

(O;  JOJD,  1,  y.  >e, 


LUIS  DE  LEÓN. 

y  no  se  quitaba  la  culpa  sino  pagando  la  pena,  y  la  pe- 
na era  muerte. 

»De  manera  que  por  una  parte  nos  convenia  morir, 
y  por  otra,  siendo  nuestra,  era  inútil  la  muerte.  Y  an- 
sí, fué  necesario ,  no  solo  que  otro  muriese ,  sino  tam- 
bién que  muriésemos  nosotros  en  otro  que  fuese  tal  y 
tan  justo,  que  por  ser  en  él  tuviese  tanto  valor  nues- 
tra muerte,  que  nos  acarrease  la  vida.  Y  como  esto  era 
necesario ,  ansí  fué  lo  primero  que  hizo  el  Cordero  en 
sí,  para  ser  propiamente  nuestro  sacrificio.  Que  como 
en  la  ley  vieja  (6),  sobre  la  cabeza  de  aquel  animal  con 
que  limpiaba  sus  pecados  el  pueblo ,  en  nombre  del  po- 
nía las  manos  el  sacerdote  ,  y  decía  que  cargaba  en  ella 
lodo  lo  que  su  gente  pecaba ;  ansí  él ,  porque  era  tam- 
bién sacerdote ,  puso  sobre  sí  mismo  las  culpas  y  las 
personas  culpadas ,  y  las  ayuntó  con  su  alma,  como  en 
lo  pasado  se  dijo,  por  una  manera  de  unión  espiritual 
y  inefable ,  con  que  suele  Dios  juntar  muchos  en  uno; 
deque  los  hombres  espirituales  tienen  mucha  noticia. 
Con  la  cual  unión  encerró  Dios  en  la  humanidad  de  su 
Hijo  á  los  que  según  su  ser  natural  estaban  della  muy 
fuera,  y  los  hizo  tan  unos  con  él ,  que  se  comunica- 
ron entre  sí  y  á  veces  sus  males  y  sus  bienes  y  sus 
condiciones ,  y  muriendo  él ,  morímos  de  fuerza  nos- 
otros, y  padeciendo  el  Cordero,  padecimos  en  él  y 
pagamos  la  pena  que  debíamos  por  nuestros  peca- 
dos, los  cuiles  pecados,  juntándonos  Cristo  consi- 
go, por  la  manera  que  he  dicho,  los  hizo  como  su- 
yos propios,  según  que  en  el  psalmo  dice(c): — Cuan 
lejos  de  mi  salud  las  voces  de  mis  delitos; — que  llama 
delitos  suyos  los  nuestros ,  porque  se  echó  ansí  á  ellos, 
como  á  los  autores  dellos  leiiia  sobre  los  hombros  pues- 
tos, y  tan  allegados  á  sí  mismo  y  tan  juntos ,  que  se  le 
pegaron  las  culpas  dellos,  y  le  sujetaron  al  azote  y  al 
castigo  y  á  la  sentencia  contra  ellos  dada  por  la  Justicia 
divina.  Y  pudo  tener  en  él  asiento  lo  que  no  podía  ser 
heclio  ni  obrado  por  él.  En  que  se  consideran  con  nue- 
va maravilla  dos  cosas:  la  fuerza  del  amor,  y  la  gran- 
deza de  la  pena  y  dolor.  El  amor,  que  pudo  en  un  suge- 
lo  juntar  los  extremos  de  justicia  y  de  culpa;  la  pena 
que  nacería  eji  un  alma  tan  limpia  cuando  se  vio  no 
solamente  vecina,  sino  tan  por  suya  tanta  culpa  y  tor- 
peza. Que  sin  duda,  si  bien  se  considera,  veremos  ser 
esta  una  de  las  mayores  penis  de  Cristo;  y  si  no  me 
engaño ,  de  dos  causas  que  le  pusieron  en  agonía  y  en 
sudor  de  sangre  en  el  liuerlo,  fué  esta  la  una,  i 

);Porquo,  dejando  aitarto  el  ejército  de  dolores  que  se 
le  puso  delante  ,  y  de  la  íúorid  que  en  vencerlos  puso, 
de  quedijimos  arriba,  ¿qué  sentimiento  seria  (¿qué  di- 
go sentimiento?),  qué  congoja,  qué  ansia,  qué  basca 
cuando  el  que  es  cu  sí  la  misma  santidad  y  limpieza,  y 
el  que  conoce  la  fealdad  del  pecado  cuanto  conocida 
scriuicde,  y  el  que  la  aborrece  y  desama  cuanto  ama 
su  justicia,  y  cuanto  á  Dios  mismo ,  á  quien  ama  con 
amor  iuíinilo,  vio  que  tanta  muchedumbre  de  culpas, 
cuantas  son  todas  las  que  desde  el  principio  hasta  la  fin 
cometen  los  hombres,  tan  graves,  tan  enormes,  tan 
feas ,  y  c(m  laníos  modos  y  figuras  torpes  y  liorril)les,  se 
le  entraban  por  su  casa  y  se  le  avecinaban  al  alma,  y 
la  cercaban  y  rodeaban  y  cargaban  sobre  ella,  y  ver- 
(*)  Lcvit.,  16,  V.  21.    (c)  Pial».  21,  v.  1, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBIDO  TERCERO. 


189 


(laderamente  se  le  apegaban ,  y  liaoian  como  suyas 
sin  serlo  ni  haberlo  podido  ser?  ¿Qué  agonía  y  qué 
tormento  tan  grande  quien  aborreció  tanto  este  mal ,  y 
quien  via  á  los  ojos  cuánto  de  Dios  aborrecido  era  y 
huido ,  verse  del  tan  cargado ,  y  verse  leproso  el  que 
en  ese  mismo  tiempo  era  la  salud  de  la  lepra ,  y  como 
vestido  de  injusticia  y  maldad  el  que  en  ese  mismo  tiem- 
po es  justicia,  y  herido  y  azotado  y  como  dcsec'iado 
(le  Dios  el  que  en  esa  misma  hora  sanaba  las  heridas 
nuestras  y  era  el  descanso  del  Padre?  Ansí  que,  fué  ca- 
so de  terrible  congoja  el  unir  consigo  Cristo  purísimo, 
inocentísimo  y  justísimo,  tantos  pecadores  y  culpas,  y 
el  vestirse  tal  rey  de  tanta  dignidad  de  nuestra  vejez  y 
vileza. 

»Y  eso  mismo,  que  fué  hacerse  Cordero  de  sacrificio, 
y  poner  en  sí  las  condiciones  y  cualidades  debidas  al 
Cordero ,  que  sacrificado  limpiaba ,  fué  en  cierta  ma- 
nera un  gran  sacrificio ;  y  disponiéndose  para  ser  sa- 
crificado, se  sacrificaba  de  hecho  con  el  fuego  de  la  con- 
goja que  de  tan  contrarios  extremos  en  su  alma  nacia, 
y  antes  de  subir  á  la  cruz  le  era  cruz  esa  misma  carga 
que  para  subir  á  ella  sobre  sus  hombros  ponia.  Y  su- 
bido y  enclavado  en  ella,  no  le  rasgaban  tanto  ni  las- 
timaban sus  tiernas  carnes  los  clavos,  cuanto  le  tras- 
pasaban con  pena  el  corazón  la  muchedumbre  de  mal- 
vados y  de  maldades,  que  ayuntados  consigo  y  sobre 
sus  hombros  tenia;  y  le  era  menos  tormento  el  des- 
atarse su  cuerpo,  que  el  ayuntarse  enel  mismo  templo 
de  la  santidad  tanta  y  tan  grande  torpeza.  A  la  cual, 
por  mía  parte,  su  santa  ánima  la  abrazaba  y  recogía  en 
sí  para  deshacerla  por  el  infinito  amor  que  nos  tiene,  y 
por  otra  esquivaba  y  rehuía  su  vecindad  y  su  vista,  mo- 
vido de  su  infinita  limpieza ,  y  ansí  peleaba  y  agoniza- 
ba y  ardía  como  sacrificio  aceptísimo ;  y  en  el  fuego  de 
su  pena  consumía  eso  mismo  que  con  su  vecindad  le 
penaba,  ansí  como  lavaba  con  la  sangre  que  por  tan- 
tos vertía  esas  mismas  mancillas  que  la  vertían,  á  que, 
como  si  fueran  propias ,  dio  entrada  y  asiento  en  su  ca- 
sa. De  suerte  que  ardiendo  él ,  ardieron  en  él  nuestras 
culpas,  y  bañando  el  cuerpo  desangre,  se  bañaron  en 
sangre  los  pecadores,  y  muriendo  el  Cordero,  todos  los 
que  estaban  en  él  por  la  misma  razón  pagaron  lo  que 
e!  rigor  de  la  ley  requería.  Que  como  fué  justo  que  la 
comida  de  Adán ,  porque  en  si  nos  tenia ,  fuese  comida 
nuestra ,  y  que  su  pecado  fuese  nuestro  pecado ,  y  que 
emponzoñándose  él,  nos  emponzoñásemos  todos;  ansí 
fué  justísimo  que  ardiendo  en  el  ara  de  la  cruz,  y  sa- 
crificándose este  dulce  Cordero,  en  quien  estaban  en- 
cerrados y  como  hechos  uno  tO(^s  los  suyos,  cuanto  es 
de  su  parle  quedasen  abrasados  todos  y  limpios.  De  lo 
cual ,  Juliano ,  veréis  con  cuánta  razón  se  llama  Cristo 
Cordero ,  que  fué  lo  que  al  principio  declarar  propu- 
se, y  según  lo  mucho  que  hay  que  decir,  lie  declarado 
algún  tanto.  Pasemos,  si  os  parece,  alnombrede  Jma- 
do,  que  pues  tan  agradable  le  fué  á  Dios  el  sacrificio 
de  nuestro  santo  Cordero,  sin  duda  fué  amado  y  lo  es 
por  extraordinaria  manera.  «Viendo  Marcelo  que  daban 
muestras  los  dos  de  gustar  que  pasase  adelante  ,  co- 
brando un  poco  de  aliento ,  prosiguió  diciendo:  «Digo 
pues  que  es  llamado  Cristo  el  Amado,  etc. 


III. 


Trátase  del  nombre  el  Amado,  que  se  le  da  á  Cristo  en  la  Sagrada 
Escritura ,  y  explicanse  las  Unezas  de  amor  con  que  los  suyos 
le  aman. 

»Y  porque,  Sabino,  veáis  que'  no  me  pesa  de  ol)ede- 
ceros,  y  porque  no  digáis,  como  soléis,  que  siempre  os 
cuesta  lo  que  me  oís  muchos  ruegos,  primero  que  diga 
del  nombre  que  señalasles ,  quiero  decir  de  un  otro 
nombre  de  Cristo,  que  las  últimas  palabras  de  Juliano, 
en  que  dijo  ser  él  lo  que  Dios  en  todas  las  cosas  ama, 
me  le  trujeron  á  la  memoria,  y  es  el  Amado,  que  así  le 
llámala  Sagrada  Escritura  en  diferentes  lugares.»  «Ma- 
ravilla es  veros  tan  liberal ,  Marcelo ,  dijo  Sabino  en- 
tonces ;  mas  proseguid  en  todo  caso ,  que  no  es  de  per- 
der una  añadidura  tan  buena.»  ((Digo  pues,  prosiguió 
luego  Marcelo ,  que  es  llamado  Cristo  el  Amado  en 
la  Santa  Escritura  ,  como  parece  por  lo  que  diré.  En 
el  libro  de  los  Cantares  la  aficionada  Esposa  le  llama 
con  este  nombre  casi  todas  las  veces;  Isaías,  en  el  ca- 
pítulo v ,  hablando  del  mismo  y  con  él  mismo,  le  di- 
ce (a) :— Cantaré  al  Amado  el  cantar  de  mi  tío  á  su  vi- 
ña. —  Y'  acerca  del  mismo  profeta  en  el  capítulo  xxvi, 
adonde  leemos  (6):— Como  la  que  escribió  el  tiempo 
del  parto  vocea  herida  de  sus  dolores ,  ansí  nos  acaece 
delante  tu  cara;  — la  antigua  traslación  de  los  griegos 
lee  desla  manera:  —  Ansí  nos  aconteció  con  el  Ama~ 
do.  —  Que,  como  Orígenes  declara,  es  decir  que  el 
'Amado,  que  es  Cristo  concebido  en  el  alma,  la  hace 
sacar  á  luz  y  parir,  lo  que  causa  grave  dolor  en  la  car- 
ne, y  lo  que  cuesta  cuando  se  pone  por  obra,  agoníay 
gemidos ,  como  es  la  negación  de  sí  mismo.  Y  David, 
al  salmo  44,  en  que  celebra  los  loores  y  los  desposorios 
de  Cristo,  le  intitula  cantar  del  Amado.  Y  san  Pablóle 
llama  el  hijo  del  amor,  por  aquesta  misma  razón.  Y 
el  mismo  Padre  celestial,  acerca  de  san  Mateo,  le  nom- 
bra su  Amado  y  su  Hijo.  De  manera  que  es  nombre  de 
Cristo  este ,  y  nombre  muy  digno  del ,  y  que  descubre 
una  su  propiedad  muy  rara  y  muy  poco  advertida. 

«Porque  no  queremos  decir  agora  que  Cristo  es  ama- 
ble ó  que  es  merecedor  del  amor,  ni  queremos  en- 
grandecer su  muchedumln'e  de  bienes,  con  que  puede 
aficionar  á  las  almas,  que  eso  es  un  abismo  sin  suelo, 
y  no  es  lo  propio  que  en  este  nombre  se  dice.  Así  que, 
no  queremos  decir  que  se  !e  debe  á  Cristo  amor  infi- 
nito, sino  decir  que  es  Cristo  el  Amado;  esto  es,  el 
que  antes  ha  sido  y  agora  es  y  será  para  siempre  la 
cosa  mas  amada  de  todas.  Y  dejando  aparte  el  dere- 
cho ,  queremos  decir  del  hecho  y  de  lo  que  pasa  eñ " 
realidad  de  verdad,  que  es  lo  que  propiamente  im- 
porta este  nombre ,  no  menos  digno  de  considera- 
ción que  los  demás  nombres  de  Cristo.  Porque,  así  co- 
mo es  sobre  todo  lo  que  empren  le  el  juicio  la  gran- 
deza de  razones  por  líis  cuales  Cristo  es  amable ,  así 
es  cosa  que  admira  la  muchedumbre  de  los  que  siem- 
pre le  amaron  ,  y  las  veras  y  las  finezas  nunca  oídas  de 
amor  con  que  los  suyos  le  aman.  Muciios  merecen  ser 
amados  y  no  lo  son ,  ó  k)  son  mucho  menos  de  lo  que 
merecen;  mas  á  Cristo,  aunque  no  se  le  puede  dar  el 
amor  que  se  debe ,  diósele  siempre  el  que  es  posible  á 

(a)  Isai.,  'o,  V.  1.     ;>)  Ibidem,  26,  v.  17. 


iOa  ODRAS  DE  FRAY 

los  liombres.  Y  si  dellos  levantamos  los  ojos,  y  pone- 
mos en  el  cielo  la  vista ,  es  amado  de  Dios  todo  cuanto 
merece;  y  así  es  llamado  debidamente  el  Amado ,  por- 
que ni  una  criatura  sola,  ni  todas  juntas  las  criaturas 
son  de  Dios  tan  amadas ,  y  porque  él  solo  es  el  que 
tiene  verdaderos  amadores  de  sí.  Y  aunque  la  prueba 
deste  negocio  es  el  hecho ,  digamos  primero  del  dicho, 
y  antes  que  vengamos  á  los  ejemplos ,  descubramos  las 
palabras  que  nos  hacen  ciertos  desta  verdad,  y  las 
profecías  que  della  hay  en  los  libros  divinos. 

«Porque  lo  primero,  David  en  el  salmo  en  que  trata 
del  reino  de  aqueste  su  Hijo  y  Señor  profetiza  como  en 
tres  partes  esta  singularidad  de  afición  con  que  Cristo 
había  de  ser  de  los  suyos  querido.  Que  primero  dice  {a): 
— Adorarle  han  los  reyes  todos,  todas  las  gentes  le  ser- 
virán.— Y  después  ánade: — Y  vivirá,  y daránle  deloro 
de  Sabá ,  y  rogarán  siempre  por  él ;  bendecirle  han  to- 
das las  gentes. — Y  á  la  postre  concluye : — Y  será  su 
nombre  eterno,  perseverará  allende  del  sol  su  nombre; 
bendecirse  hantodos  en  él,  y  daránle  bienandanzas. — 
Que  como  aquesta  afición  que  tienen  á  Cristo  los  suyos 
es  rarísima  por  extremo,  y  David  la  contemplaba  alum- 
brado con  la  luz  de  profeta ,  admirándose  de  su  gran- 
deza, y  queriendo  decirla,  usó  de  muchas  palabras,  por- 
que no  se  decía  con  una.  Que  dice  que  la  fuerza  del 
amor  para  con  Cristo,  que  reinaría  en  los  ánimos  fieles, 
les  derrocaría  por  el  suelo  el  corazón  adorándole,  ylos 
encendería  con  cuidado  vivo  para  servirle,  y  les  haría 
que  le  diesen  todo  su  corazón  hecho  oro ,  que  es  decir, 
hecho  amor,  y  que  fuese  su  deseo  continuo  rogar  que 
FU  reino  creciese  y  que  se  extendiese  mas  y  allende  su 
gloria,  y  que  les  daría  un  corazón  tan  ayuntado  y  tan 
hecho  uno  con  él ,  que  no  rogarían  al  Padre  ninguna 
cosa  que  no  fuese  por  medio  del ;  y  que  del  hervor  del 
ánimo  les  saldría  el  ardor  á  la  boca,  que  les  bulliría 
siempre  en  loores,  á  quien  ni  el  tiempo  pondría  silen- 
cio, ni  fin  el  acabárselos  siglos,  ni  pausa  el  sol  cuan- 
do él  se  parare ,  sino  que  durarían  cuanto  el  amor  que 
los  hace,  que  seria  perpetuamente  y  sin  fin.  El  cual 
mí-mo  amor  les  sería  causa  á  los  mismos  para  que  ni 
tuviesen  por  bendito  lo  que  Cristo  no  fuese ,  ni  desea- 
sen bien ,  ni  á  oíros  ni  á  sí,  que  no  naciese  de  Cristo, 
ni  pensasen  haber  alguno  que  no  estuviese  en  él ,  y  así 
juzgasen  y  confesasen  ser  suyas  todas  las  buenas  suer- 
tes y  las  felices  venturas. 

«También  víó  aqyestos extremos  de  amor  con  que  ama- 
rían áCristo  los  suyos  el  patriarca  Jacob,  estando  veci- 
no á  la  muerte,  cuando  profetizando  á  .losef,  su  hijo, 
sus  buenos  sucesos,  entre  otras  cosas,  le  dice  (6) :— Has- 
ta el  deseo  de  los  collados  eternos. — Que  por  cuanto  le 
había  bendecido,  y  juntamente  profetizado  que  en  él 
y  en  su  descendencia  florecerían  sus  bendiciones  con 
grandísimo  efecto,  y  por  cunuto  conocía  que  al  fin  ba- 
hía de  perecer  toda  aquella  felicidad  en  sus  iiíjos,  por 
la  infidelidad  dellos ,  al  tiempo  que  naciese  Cristo  en 
el  rnundo,  añadió,  y  no  sin  lástima,  y  dijo  : — Hasta  el 
deseo  de  los  eternos  collados. — Como  diciendo  que  su 
bendición  en  ello-,  lemlría  suceso  ba'^la  que  Cristo  na- 
ciese. Que  así  como  cuando  bendijo  á  su  hijo  Judas  lo 
dijo  que  mandaría  entre  su  gente  y  tendría  el  cetro 

(a)  Psalm.  71.     {b)  Geoes.,  49,  v.20. 


LUIS  DE  LEÓN. 

del  reino  hasta  que  viniese  el  Silo,  así  agora  pone  lí- 
mite y  término  á  la  prosperidad  de  Josef  en  la  veni- 
da del  que  llama  deseo.  Y  como  allí  llama  á  Cristo  Si- 
lo por  encubieria  y  rodeo,  que  es  decir  el  enviado  6 
el  hijo  della ,  ó  el  dador  de  la  abundancia  y  de  la  paz, 
que  todas  son  propiedades  de  Cristo ,  así  aquí  le  nom- 
bra el  deseo  de  los  collados  eternos ;  porque  los  co- 
llados eternos  aquí  son  todos  aquellos  á  quien  la  virtud 
ensalzó,  cuyo  único  deseo  fué  Cristo.  Y  es  lástima, co- 
mo decía,  que  hirió  en  estepuntoel  corazón  de  Jacob, 
con  sentimiento  grandísimo  que  viniese  á  tener  fin  la 
prosperidad  de  sus  hijos  cuando  salía  á  luz  la  felici- 
dad deseada  y  amada  de  todos,  y  que  aborreciesen  ellos 
para  su  daño  lo  que  fué  el  suspiro  y  el  deseo  de  sus 
mayores  y  padres,  y  que  se  forjasen  ellos  por  sus  ma- 
nos su  mal  en  el  bien  que  robaba  para  sí  todos  los  co- 
razones y  amores. 

»Y  lo  que  decimos  deseo  aquí,  en  el  original  es  una 
palabra  que  dice  una  afición  que  no  reposa  y  que  abre  de 
coiiiinuo  el  pecho  con  ardor  y  deseo.  Por  manera  que 
es  cosa  propia  de  Cristo,  y  ordenada  para  solo  él ,  y 
profetizada  del  antes  que  naciese  en  la  carne,  el  ser 
querido  y  amado  y  deseado  con  excelencia,  como  nin- 
guno jamás  ha  sido  ni  querido  ni  deseado  ni  ama- 
do. Conforme  á  lo  cual  fué  también  lo  de  Ageo,  que 
hablando  de  aqueste  general  objeto  de  amor  y  deste 
señaladamente  querido,  y  diciendo  de  las  ventajas  que 
había  de  hacer  el  templo  segundo,  quese  edificabacuan- 
do  él  escribía,  al  primero  templo,  que  edificó  Salomón 
y  fué  quemado  por  los  caldeos,  dice  por  la  mas  señala- 
da de  todas  (c) :  —  Que  vendría  á  él  el  deseado  de  to- 
das las  gentes,  y  que  le  hínchíria  de  gloria. — Porque, 
así  como  el  bien  de  todos  colgalia  de  su  venida,  así  le 
dio  por  suerte  Dios  que  los  deseos  é  inclinaciones  y 
aficiones  de  todos  se  inclinasen  á  él.  Y  esta  suerte  y 
condición  suya,  que  el  Profeta  miraba  ,  la  declaró  lla- 
mándole el  deseado  de  todos.  Mas  ¿por  aventura  no  lle- 
gó el  hecho  á  lo  que  la  profecía  decía,  y  el  de  quien 
se  dice  que  seria  el  deseado  y  amado,  cuando  salió  á 
luz  no  lo  fué?  Es  cosa  que  admira  lo  que  acerca  desto 
acontece  ,  sí  se  considera  en  la  manera  que  es.  Porque 
lo  primero  puédese  considerar  la  grandeza  de  una  afi- 
ción en  el  espacio  que  dura ,  que  esa  es  mayor  la  que 
comienza  primero ,  y  siempre  persevera  continua ,  y  se 
acaba  ó  nunca  ó  muy  tarde.  Pues  si  queremos  confe- 
sar l;i  verdad,  primero  que  naciese  en  la  carne  Cristo, 
y  luego  que  los  hombres  ó  luego  que  los  ángeles  co- 
menzaron á  ser,  comenzó  á  prender  en  sus  corazones 
dellos  su  deseo  y  su  amor.  Ponpie ,  como  allísímanien- 
te  escribe  san  Pablo,  cuando  Dios  primeramente  intro- 
dujo á  su  Hijo  en  el  mundo,  se  dijo  {d):  — Y  adórenlo 
lodos  sus  ángeles.  —  En  que  quiere  significar  y  decir 
que  luego  y  en  el  principio  que  el  Padre  sacó  las  co- 
sas á  luz  y  dio  ser  y  vida  á  los  ángeles,  metió  en  la  po- 
sesión dellos  á  Cristo,  su  hijo,  como  á  heredero  suyo 
y  para  quien  se  crió,  uotificáiidoles  algo  de  lo  que  te- 
nia en  su  ánimo  acerca  de  lahumanídail  de  Jesús;  se- 
ñora que  habia  de  ser  de  todo  y  reparadora  de  todo,  á 
la  cual  se  la  propuso  como  delante  los  ojos,  para  que 
fuese  su  esperanza  y  su  deseo  y  su  amor. 

(c)  Agco,  2,  V.  8.     (rfj  llcbr.,  i,  V.  e. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO. -LIBRO  TERCERO. 


101 


»Asíque,  cuanto  son  antiguas  las  cosas,  tan  antiguo 
es  ser  Jesucristo  amado  deüas ,  y  como  si  dijésemos ,  en 
sus  amores  del  se  comenzaron  los  amores  primeros ,  y 
en  la  afición  de  su  vista  se  dio  principio  al  deseo,  y  su 
caridad  se  entró  en  los  pedios  angélicos,  abriendo  la 
puerta  ella  antes  que  ninguno  otro  que  de  fuera  vinie- 
se. Y  en  la  manera  que  san  Juan  le  nombra  Cordero  sa- 
crificado desde  la  origen  del  mundo  (a),  así  también  le 
debemos  llamar  bien  amado  y  deseado  desde  luego  que 
nacieron  las  cosas ;  porque  ansí  como  fué  desde  el  prin- 
cipio del  mundo  sacrificado  en  todos  los  sacrificios  que 
los  hombres  á  Dios  ofrecieron  desde  que  comenzaron  á 
ser,  porque  todos  ellos  eran  imagen  del  único  y  gran- 
de sacrificio  deste  nuestro  Cordero ,  ansí  en  todos  ellos 
fué  aqueste  mismo  Señor  deseado  y  amado.  Porque  to- 
das aquellas  imágenes ,  y  no  solamente  aquellas  de  los 
sacrificios ,  sino  otras  inumerables  que  se  compusieron 
de  las  obras  y  de  los  sucesos  y  de  las  personas  de  los 
padres  pasados,  voces  eran  que  testificaban  este  nues- 
tro general  deseo  de  Cristo ,  y  eran  como  un  pedírse- 
le á  Dios,  poniéndole  devota  y  aficionadamente  tan- 
tas veces  su  imagen  delante.  Y  como  los  que  aman  una 
cosa  mucho ,  en  testimonio  de  cuanto  la  aman ,  gustan 
de  hacer  su  retrato  y  de  traerlo  siempre  en  las  manos, 
así  el  hacer  los  hombres  tantas  veces  y  tan  desde  el 
principio  imágenes  y  retratos  de  Cristo ,  ciertas  seña- 
les eran  del  amor  y  deseo  del  que  les  ardía  en  el  pecho. 
Y  así  las  presentaban  á  Dios  para  aplacarle  con  ellas, 
que  las  hacían  también  para  manifestar  en  ellas  su  fe 
para  con  Cristo  y  su  deseo  secreto. 

))Y  este  deseo  y  amor  de  Cristo,  que  digo  que  comen- 
zó tan  temprano  en  hombres  y  en  ángeles ,  no  feneció 
brevemente,  antes  se  continuó  con  el  tiempo  y  perse- 
vera hasta  agora,  y  llegará  hasta  el  fin  y  durará  cuan- 
do la  edad  se  acabare ,  y  florecerá  fenecidos  los  siglos, 
tan  grande  y  tan  extendido  cuanto  la  eternidad  es 
grande  y  se  extiende ;  porque  siempre  hubo  y  siempre 
hay  y  siempre  ha  de  haber  almas  enamoradas  de  Cris- 
to. Jamás  faltarán  vivas  demonstraciones  deste  biena- 
venturado deseo;  siempre  sed  del,  siempre  vivo  el  ape- 
tito de  verle,  siempre  suspiros  dulces,  testigos  fieles 
del  abrasamiento  del  alma.  Y  como  las  demás  cosas  para 
ser  amadas  quieran  primero  ser  vistas  y  conocidas ,  á 
Cristo  le  comenzaron  á  amar  los  ángeles  y  los  hombres 
sin  verle  y  con  solas  sus  nuevas.  Las  imágenes  y  las 
figuras  suyas ,  ó  diremos  mejor  aun  ,  las  sombras  obs- 
curas que  Dios  les  puso  delante ,  y  el  rumor  solo  suyo 
y  su  fama ,  les  encendió  los  espíritus  con  increíbles  ar- 
dores. Y  por  eso  dice  divinamdlh.e  la  Esposa  (6)  :  — 
En  el  olor  de  tus  olores  corremos ,  las  doncellitas  te 
aman. — Porque  solo  el  olor  de  aqueste  gran  bien,  que 
tocó  en  los  sentidos  reciennacidos,  y  como  donceles 
del  mundo,  les  robó  por  tal  manera  las  almas ,  que  las 
llevó  en  su  seguimiento  encendidas.  Y  conforme  á  esto 
es  también  lo  que  dice  el  Profeta  (c) : — Esperamos  en 
tí ,  tu  nombre  y  tu  recuerdo ,  deseo  del  alma ,  mi  alma 
te  deseó  en  la  noche.  —  Porque  en  la  noche ,  que  es, 
según  Teodoreto  declara ,  todo  el  tiempo  desde  el  prin- 
cipio del  mundo  hasta  que  amaneció  Cristo  en  él  como 
luz ,  cuando  á  malas  penas  se  devisaba ,  llevaba  á  sí  los 

(a)  Apoc,  13,  V.  8.    (í)  Cant.,  1,  v.  2.    (c)  Uai.,  26,  v.  9, 


deseos ;  y  su  nombre  apenas  oído ,  y  unos  como  rastros 
suyos  impresos  en  la  memoria ,  encendían  las  almas. 

vMas,  ¿cuántas  almas?  pregunto.  ¿Una  ó  dos,  ó  á  lo 
menos  no  muchas?  Admirable  cosa  es  los  ejércitos  sin 
número  de  los  verdaderos  amadores  que  Cristo  tiene  y 
tendrá  para  siempre.  Un  amigo  fiel  es  negocio  raro  y 
muy  díücultoso  de  hailar.  Que,  como  el  Sabio  dice  {d) : 
— El  amigo  fiel  es  fuerte  defensa  ;  el  que  le  hallare,  ha- 
brá hallado  un  tesoro. — Mas  Cristo  halló  y  halla  infini- 
tos amigos,  que  le  aman  con  tanta  fe ,  que  son  llamados 
los  fieles  entre  todas  las  gentes ,  como  con  nombre  pro- 
pio y  que  á  ellos  solos  conviene.  Porque  en  todas  las  eda- 
des del  siglo  y  en  todos  los  años  del ,  y  podemos  decir 
que  en  todas  sus  horas,  han  nacido  y  vivido  almas  que 
entrañablemente  le  amen.  Y  es  mas  hacedero  y  posible 
que  le  falte  la  luz  al  sol ,  que  fallar  en  el  mundo  hom- 
bres que  le  amen  y  adoren.  Porque  este  amor  es  el  sus- 
tento del  mundo,  y  el  que  le  tiene  como  de  la  mano 
para  que  no  desfallezca.  Porque  no  es  el  mundo  mas 
de  cuanto  se  hallare  en  él  quien  por  Cristo  se  abra- 
se. Que  en  la  manera  como  todo  lo  que  vemos  se  hizo 
para  fin  y  servicio  y  gloria  de  Cristo ,  según  que  diji- 
mos ayer ;  así  en  el  punto  que  faltase  en  el  suelo  quien 
le  reconociese  y  amase  y  sirviese ,  se  acabarían  los  si- 
glos, como  ya  inútiles  para  aquello  á  que  son.  Pues  si 
el  sol ,  después  que  comenzó  su  carrera ,  en  cada  una 
vuelta  suya  produce  en  la  tierra  amadores  de  Cristo, 
¿quién  podrá  contar  la  muchedumbre  de  los  que  ama- 
ron y  aman  á  Cristo?  Y  aunque  Aristóteles  pregunta 
si  conviene  tener  uno  muchos  amigos,  y  concluye  que 
no  conviene ;  pero  sus  razones  tienen  fuerza  en  la  amis- 
tad de  la  tierra ,  adonde ,  como  en  sugcto  no  propio, 
prende  siempre  y  fructifica  con  imperfección  el  amor. 
Mas  esa  es  la  excelencia  de  Cristo,  y  una  de  las  razo- 
nes por  donde  le  conviene  ser  el  amado  con  propiedad, 
que  da  lugar  á  que  le  amen  muchos  como  si  le  amara 
uno  solo,  sin  que  los  muchos  estorben,  y  sin  que  él 
se  embarace  en  responderse  con  tantos.  Porque  si  los 
amigos ,  como  dice  Aristóteles ,  no  han  de  ser  muchos, 
porque  para  el  deleite  bastan  pocos ;  porque  el  deleite 
no  es  el  mantenimiento  de  la  vida,  sino  como  la  salsa 
della,  que  tiene  su  límite  ;  en  Cristo  aquesta  razón  no 
vale,  porque  sus  deleites,  por  grandes  que  sean,  no  se 
pueden  condenar  por  exceso. 

))Y  si  teniendo  respeto  al  interés,  que  es  otra  razón, 
no  nos  convienen  porque  habemos  de  acudir  á  sus  ne- 
cesidades, á  que  no  puede  bastar  la  vida  ni  la  hacienda 
de  uno  si  los  amigos  son  muchos ,  tampoco  tiene  aques- 
to lugar,  porque  su  poder  de  Cristo  haciendo  bien  no  se 
cansa ,  ni  su  riqueza  repartida  se  disminuye,  ni  su  alma 
se  ocupa  aunque  acuda  á  todos  y  á  todas  sus  cosas.  Ni 
menos  impide  aquí  lo  que  entre  los  hombres  estorba, 
que  (y  es  la  tercera  razón)  no  se  puede  tener  amistad 
con  muchos  si  ellos  también  entre  sí  no  son  amigos. 
Y  es  dificultoso  negocio  que  muchos  entre  sí  mismos 
y  con  un  otro  tercero  guarden  verdadera  amistad.  Por- 
que Cristo  en  los  que  le  aman  él  mismo  hace  el  amor 
y  se  pasa  á  sus  pechos  dellos  y  vive  en  sus  almas ,  y 
por  la  misma  razón  hace  que  tengan  todos  una  misma 
alma  y  espíritu.  Y  es  fácil  y  natural  que  los  semejantes 

{d)  Eccles,,  6,  V.  14. 


in  OBRAS  DE  FRAY 

y  los  unos  se  amsii.  Y  si  noso'ros  no  poclpinos  cumplir  : 
con  muclios  amigos,  porque  aconleceria  en  un  m¡>mo 
tiempo,  como  el  mi?mo  filósofo  dice,  ser  necesario  sen- 
tir dolor  con  !o^  unos  y  placer  con  los  otros ;  Cristo, 
que  tiene  en  su  man.o  nupstro  dolor  y  placer,  y  que  nos 
1.1  repar'.e  cuando  y  como  conviene,  cumple  á  un  mis- 
mo tiempo  dulcisimameu'e  con  todos.  Y  puede  él,  por- 
que nació  para  ser  por  excelencia  el  Amado,  lo  que  no 
podemos  los  hombres ,  que  es  amar  á  muchos  con  es- 
trecheza  y  ex'remo  ;  que  el  amor  no  lo  es  si  es  tibio  ó 
mediano ;  porque  la  amistad  verdadera  es  muy  estre- 
clia,  y  así  nosotros  no  valemos  sino  para  con  pocos. 
Mas  él  puede  con  muchos,  porque  tiene  fuerza  para 
lanzarse  en  el  alma  do  cada  uno  de  los  que  le  aman,  y 
para  vivir  en  ella  y  abrazarse  con  ella  cuan  estrecha- 
mente quisiere. 

)iDe  todo  lo  cual  se  concluye  que  Cristo,  como  á 
quien  conviene  el  ser  amado  entre  todos ,  y  como  aquel 
que  es  c!  sugdo  propio  del  amor  verdadero,  no  sola- 
mente puede  tener  muchos  que  le  amen  con  estrecha 
amistad,  mas  debe  tenerlos,  asi  de  hecho  los  tiene, 
porque  son  sus  amadores  sin  cuento.  ¿No  dice  en  los 
Cantares  la  Esposa  (a)  :  —  Setenta  son  sus  reinas  y 
ochenta  sus  aficionadas,  y  de  las  doncelliias  que  le 
aman  no  hay  cuento — ?  Pues  la  Iglesia  ¿qué  le  dice 
cuando  le  canta  que  se  recrea  entre  las  azucenas,  ro- 
deado de  dan/.as  y  de  coros  de  vírgenes?  Mas  san  Juan, 
en  su  revelación ,  como  testigo  de  vista,  lo  pone  fuera 
de  toda  duda,  diciendo  (6)  que  vio  una  muchedum- 
bre de  genle  que  no  podia  ser  contada,  que  delante 
del  trono  de  Dios  asistían  ante  la  faz  del  Cordero  ves- 
tidos de  vestiduras  blancas  y  con  ramos  de  palma  en 
las  manos.  V  si  los  aficionados  que  tiene  entre  los 
hombres  son  laníos,  ¿qué  será  si  ayuntamos  con  ellos 
á  todos  los  santos  ángeles ,  que  son  también  suyos  en 
amor  y  en  fidelidad  y  en  servicio?  Los  cuales  sin  nin- 
guna comparación  exceden  en  muchedumbre  á  las  co- 
sas visibles,  conforme  á  lo  que  Daniel  escribia  (c)  :  — 
Que  asisten  ú  Dios  y  le  sirven  millares  de  mulares,  y  de 
cuen'os  y  de  miliares. — Cosa  sin  duda,  no  solamente 
rara  y  no  visla,  sino  impensada  ni  imaginada  jamás,  que 
sea  uno  amado  de  tanlos,  y  que  una  naturaleza  huma- 
na de  Cristo  abra^^e  en  amor  á  lodos  los  ángeles,  y  que 
se  extienda  tanto  la  virlud  destc  bien,  que  encienda 
afición  de  sí  cuasi  en  todas  las  cosas. 

»V  porque  dije  cuasi  en  todas,  po lomos,  Juliano, 
decir  que  las  rpie  ni  juzgan  ni  sienten ,  las  que  carecen 
de  razón  y  las  que  no  tienen  ni  razón  ni  sentido,  apete- 
cen también  á  Cristo  y  se  le  inclinan  amorosamente,  to- 
cadas deste  su  fuego  en  la  manera  f|ue  sn  natural  lo  con- 
siente, l'or.jne  lo  ipio  la  natnraleza  hace,  que  inclina 
á  cada  cosa  al  amor  de  su  propio  provecho  sin  que  ella 
misma  lo  sienta,  e.so  obró  Dios,  que  es  por  quien  la 
naluralezase  guia,  inclinando  al  deseo  de  Cristo  aun 
á  lo  que  no  siente  ni  entiende.  Porque  todas  las  cosas 
puiailas  de  un  movimiento  secreto,  amando  su  mismo 
Lien  ,  le  aman  también  á  61  y  suspiran  con  su  deseo  y 
gimen  por  su  venida,  en  la  manera  que  el  Apóstol  es- 
cribe {d) : — La  esperanza  de  toda  la  criatura  se  ende- 

{a)  Cant.,  G,  v.  7.     {b]  Apoc,  7,  v.  9.    (c;  D.in.,  7,  v.  10. 
(d;  RoiD.,8,Uv.  10. 


LUIS  DE  LEÓN. 

reza  á  cuándo  se  descubrirán  los  hijos  de  Dios ,  que 
agora  es!á  sujeta  á  corrupción  fuera  de  lo  que  apetece, 
por  quien  á  olio  le  obliga  y  la  mantiene  con  esta  espe-^ 
ranza.  Porque  cuando  los  hijos  de  Dios  vinieren  á  la 
libertad  de  su  gloria,  también  esta  criatura  será  liber- 
tada de  su  servidumbre  y  corrupción.  One  cosa  sabida 
es  que  todas  las  criaturas  gimen  y  están  como  de  parto 
hasta  aquel  día. — Lo  cual  no  es  otra  cosa  sino  un  ape- 
tito y  un  deseo  de  Jesucristo,  que  es  el  autor  desta  li- 
bertad que  san  Pablo  dice  y  por  quien  todo  vocea.  Por 
minera  que  se  inclinan  á  él  los  deseos  generales  de 
todo,  y  el  mundo  con  todas  sus  parles  le  mira  y  abraza. 
"Conforme  á  lo  cual,  y  para  significación  dello,  decía 
en  los  Cantares  la  Esposa  (c)  q.ie  Salomón  hizo  para 
si  una  litera  de  cedro,  cuyas  colunas  eran  de  piala ,  y 
los  lados  de  la  silla  de  oro,  y  el  asiento  de  púrpura ,  y 
en  medio  el  amor  do  las  hijas  de  Jerusalen  ;  porque 
esta  litera,  en  cuyo  medio  Cristo  reside  y  se  asienta, 
es  lo  mismo  que  este  templo  del  universo,  que ,  como 
digo,  él  mismo  hizo  para  sí  en  la  manera  como  para 
tal  Rey  convenia,  rico  y  hermoso,  y  lleno  de  variedad 
admirable  y  compuesto,  y  como  sí  dijésemos  artizado 
con  artificio  grandísimo  ;  en  el  cual  se  dice  que  anda 
él  como  en  Hiera,  porque  todo  lo  que  hay  en  él  le  trae 
consigo,  y  le  demuestra  y  le  sirve  de  asiento.  En  todo 
está ,  en  todo  vive ,  en  todo  gobierna,  en  todo  resplan- 
dece y  reluce.  Y  dice  que  está  en  medio,  y  llámale  por 
nombre  el  amor  encendido  de  las  hijas  de  Jerusalen 
para  decir  que  es  el  amor  de  todas  las  cosas ,  así  la 
que  usan  de  entendimiento  y  razón ,  como  las  que  ca- 
recen deüa  y  las  que  no  tienen  sentido.  Que  á  las  pri- 
meras llama  hijas  de  Jerusalen,  y  en  orden  dellas  le 
nombra  amor  encendido,  para  decir  que  se  abrasan 
amándole  todos  los  hijos  de  paz ,  ó  sean  hombres  ó  án- 
geles. Y  las  segundas  demuestra  por  la  litera  y  por  las 
partes  ricas,  que  la  componen  la  caja,  las  colunas,  el 
recodadero  y  el  respaldar,  y  la  peaña  y  asiento;  res- 
pecto de  todo  lo  cual ,  dice  que  este  amor  está  en  me- 
dio, para  mostrar  que  todo  ello  le  mira,  y  que  como  al 
centro  de  todo,  su  peso  de  cada  uno  le  lleva  á  él  Ioí 
deseos  de  todas  las  partes  derecha  y  fielmente ,  como 
van  al  punto  las  rayas  desde  la  vuelta  del  círculo. 

))Y  no  se  contentó  con  decir  que  Cristo  tiene  el  medio 
y  el  corazón  desta  universidad  de  las  cosas  para  decir 
que  le  encierran  todas  en  sí ,  ni  se  contenió  con  llamar- 
le amor  dolías  para  demostrar  que  todas  le  aman ,  sino 
anadió  mas,  y  llamóle  amor  encendido  con  una  pala- 
bra de  tanta  significación  como  es  la  original  que  allí 
pone,  que  significa,  no  encendimiento  comoquiera, 
sino  encendimienlo  grande  ó  intenso  y  como  lanzado 
en  los  huesos  ,  y  encendimiento  cual  es  el  d(í  la  brasa, 
en  que  no  se  ve  sino  fuego.  Y  así  diremos  bien  aquí : 
el  amor  abrasado  ó  el  amor  que  convierte  en  brasa  los 
corazones  de  sus  amigos,  para  encarecer  así  mejor  la 
fineza  de  los  que  le  aman.  Porque  no  es  tan  grande  el 
número  de  los  amadores  que  tiene  este  Amado,  con  ser 
tan  fuera  de  lodo  número  como  dicho  tenemos,  cuan'.o 
es  ardiente  y  firme  y  vivo  y  por  maravilloso  modo  en- 
trañable e!  amor  rpie  le  licnen.  Porque,  á  la  verdad,  lo 
que  mas  aquí  admira  es  la  viveza  y  firmona,  y  blaadu- 
(e)  Cant,,.\v.  í). 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


193 


ra  y  fortaleza ,  y  grandeza  de  amor  con  que  es  amado 
Crisio  de  sus  amigos.  Que  personas  haliabido,  unas 
deüas  naturalmente  bienquistas,  otras  que,  ó  por  su 
industria  ó  por  sus  méritos,  han  allegado  á  sí  las  afi- 
ciui;es  de  muchos ,  otras  que  enseñando  sedas  y  alcan- 
zando grandes  imperios  han  ganado  acerca  de  las  na- 
ciones y  pueblos  reputación  y  adoración  y  servicio. 

«Mas  no  digo  uno  de  muchos,  pero  ni  uno  de  otro  par- 
ticular intimo  amigo  suyo ,  fué  jamás  amado  con  tanto 
encendimiento  y  firmeza  y  verdad  como  Cristo  lo  es  de 
todos  sus  verdaderos  amigos,  que  sbn,  como  dicho  ha- 
bemos,  sin  número.  Que  si ,  como  escribe  el  Sabio  (a): 
— El  amigo  leal  es  medicina  de  vida ,  y  hállanle  los  que 
temen  á  Dios ; — que  el  que  teme  á  Dios  hallará  amistad 
verdadera,  porque  su  amigo  será  otro  como  él ;  ¿qué  po- 
dremos decir  de  la  leal  y  verdadera  amistad  de  los  ami- 
gos que  Cristo  tiene  y  de  quien  es  amado ,  si  han  de 
responder  á  lo  que  él  ama  á  Dios ,  y  si  le  han  de  ser 
semejantes  y  otros  tales  como  él  ?  Ciaro  es  que ,  con- 
forme á  esta  regla  del  Sabio  ,  quien  es  tan  verdadero  y 
tan  bueno  ha  de  tener  muy  buenos  y  muy  verdaderos 
amigos,  y  quien  ama  á  Dios  y  lo  sirve,  según  que  es 
hombre,  con  mayor  intención  y  fineza  que  todas  las 
criaturas  juntas,  es  amado  de  sus  amigos  mas  firme  y 
verdaderamente  que  lo  fué  jamás  criatura  ninguna-.  Y 
claro  es  que  el  que  nos  ama  yiiosrequesla,  y  nos  so- 
licita y  nos  busca ,  y  nos  bencíicia  y  nos  allega  á  sí ,  y 
nos  abraza  con  tan-increible  y  no  oida  aíicion,  al  íin 
no  ,se  engaña  en  lo  que  liaee,  ni  es  respondido  de  sus 
amigos  con  amor  ordinario.  Y  conócese  aquesto  aun 
por  otra  razón  ;  porque  él  misino  se  forja  los  amigos  y 
les  pone  en  el  corazón  el  amor  en  la  manera  que  él 
quiere.  Y  cuanto  de  hecho  qniere  ser  amado  de  los  su- 
yos ,  tanto  los  suyos  le  aman  ;  pues  cierto  es  que  quien 
ama  tanto  como  Cristo  nos  ama,  quiere  y  apetece  ser 
amado  de  nosotros  por  extremada  manera.  Porque  el 
amor  solamente  busca  y  solamente  desea  al  amor.  Y 
cierto  es  que ,  pues  nos  hace  que  le  seamos  amigos, 
nos  hace  tales  amigos  cuales  nos  quiere  y  desea;  y  que 
pues  enciende  este  fuego ,  le  enciende  conforme  á  su 
voluntad,  vivo  y  grandísimo. 

«Que  si  los  hombres  y  los  ángeles  amaran  á  Cristo  de 
su  cosecha,  y  á  la  manera  de  su  poder  natural  y  según 
su  sola  condición  y  sus  fuerzas ,  que  es  decir  al  estilo 
tosco  suyo  y  conforme  á  su  aldea;  bien  se  pudiera  te- 
ner su  amor  para  con  él  por  tibio  y  por  flaco.  Mas  si 
miramos  quién  los  atiza  de  dentro,  y  quién  los  despier- 
ta y  favorece  para  que  le  puedan  amar,  y  quien  prin- 
cipalmente cria  el  amor  en  sus  Wmas,  luego  vemos  no 
solamente  que  es  amor'de  extraordinario  metal,  sino 
también  que  es  incomparablemente  ardentísimo ;  por- 
que el  Espíritu  Santo  mismo,  gue  es  de  su  propiedad 
tíl  amor,  nos  enciende  de  sí  para  con  Crisio,  lanzán- 
dose por  nuestras  entrañas ,  según  lo  que  dice  san  Pa- 
blo (6): — La  caridad  de  Dios  nos  ha  sido  derramada  por 
los  corazones  por  el  Espíritu  Santo,  que  nos  han  dado. 
— Pues  ¿qué  no  será,  ó  cuáles  quilates  le  fallarán,  ó  á 
qué  fineza  no  allegará  el -amor  que  Dios  en  el  hombre 
hace  y  que  enciende  con  el  soplo  de  su  espíritu  propio? 
¿Podrá  ser  menos  que  amor  nacido  de  Dios,  y  por  la 

^0)  Eccles.,  6,  V.  16.     (*}  Rom.,  o,  v.  o. 


misma  razón  digno  del ,  y  hecho  á  la  manera  del  cielo, 
adonde  los  serafines  se  abrasan?  O  ¿será  posible  que  la 
idea,  como  si  dijésemos,  del  amor,  y  el  amor  con  que 
Dios  mismo  se  ama,  crie  amor  en  mi  que  no  sea  en  fir- 
meza fortísimo,  y  en  blandura  dulcísimo,  y  en  propó- 
sito determinado  para  todo  y  osado ,  y  en  ardor  fuego, 
y  en  perseverancia  perpetuo  ,  y  en  unidad  estrechisi- 
mo?  Sombra  son  sin  duda,  Sabino,  y  ensayos  muy  im- 
perfectos de  amor,  los  amores  lodos  con  que  los  hom- 
bres se  aman,  comparados  con  el  fuego  que  arde  en  los 
amadores  de  Cristo,  que  por  eso  se  llama  por  excelen- 
cia el  Amado,  porque  hace  Dios  en  nosotros,  para  que 
le  amemos,  un  amor  diferenciado  de  los  otros  amores, 
y  muy  aventajado  entre  todos. 

))Mas  ¿qué  no  hará  por  afinar  el  amor  de  Cristo  en 
nosotros  quien  es  padre  de  Cristo ,  quien  le  ama  co- 
mo á  único  hijo ,  quien  tiene  puesta  en  solo  él  toda 
su  satisfacción  y  su  amor?  Que  asi  dice  san  Pablo  de 
Dios ,  que  Jesucristo  es  su  hijo  de  amor,  que  es  decir, 
según  la  propiedad  de  su  lengua,  que  es  el  hijo  á  quieri 
ama  Dios  con  extremo.  Pues  si  nace  deste  divino  Padre 
que  amemos  nosotros  á  Cristo,  su  hijo,  cierto  es  que  nos 
encenderá  á  que  le  amemos,  si  no  en  el  grado  que  él  le 
ama,  á  lo  menos,  en  la  manera  que  le  "ama  él.  Y  cierto 
es  que  hará  que  el  amor  de  los  amadores  de  Cristo 
sea  como  el  suyo,  y  de  aquel  linaje  y  metal  único  ver- 
dadero, dulce  cual  nunca  en  la  tierra  se  conoce  ni  ve; 
porque  siempre  mide  Dios  los  medios  con  el  fin  que  pre- 
tende. Y  en  que  los  hombres  amen  á  Cristo,  su  hijo,  quo 
les  hizo  hombre,  no  solo  para  que  les  fuese  Señor,  sino 
para  que  tuviesen  en  él  la  fuente  de  todo  su  bien  y  te- 
soro; así  que,  en  que  los  hombres  le  amen  no  solamen- 
te pretende  que  se  le  dé  su  debido,  sino  pretende  tam- 
bién que  por  medio  del  amor  se  hagan  Unos  con  él  y 
participen  sus  naturalezas  humana  y  divina,  para  que 
desta  manera  se  les  comuniquen  sus  bienes.  Como.Orí- 
genes  dice  (c)  : — Derrámase  la  abundancia  de  la  cari- 
dad en  los  corazones  de  los  santos,  para  que  por  ella 
participen  de  la  naturaleza  de  Dios,  y  para  que  por  me- 
dio deste  don  del  Espíritu  Santo  se  cumpla  en  ellos 
aquella  palabra  del  Señor  (c/) :  Como  tú ,  Padre ,  estás 
en  mí  y  yo  en  tí,  sean  estos  así  unos  en  nosotros ;  con- 
viene á  saber,  comunicándoseles  nuestra  naturaleza 
por  medio  del  amor  abundantísimo  que  les  comunica 
el  espíritu. — 

«Pregunto  pues,  ¿qué  amor  convendrá  que  sea  el  que 
hace  una  olira  tan  grande?  Qué  amistad  la  que  llega  ú 
tanta  unidad?  Qué  fuego  el  que  nos  apura  de  nuestra 
tanta  vileza,  y  nos  acendra  y  nos  sube  de  quilates  has- 
ta allegarnos  á  Dios?  Es  sin  duda  finísimo,  y  como 
Orígenes  dice,  abundantísimo  el  amor  que  en  los  pe- 
chos enamorados  de  Cristo  cria  el  Espíritu  Santo.  Por- 
que lo  cria  para  hacer  en  ellos  la  mayor  y  mas  mila- 
grosa obra  de  todas,  que  es  hacer  dioses  á  los  hombres, 
y  trasformar  en  oro  fino  nuestro  lodo  vil  y  bajísimo.  Y 
como  si  en  el  arte  de  alquimia ,  por  solo  el  medio  del 
fuego  convirliese  uno  en  oro  verdadero  un  pedazo  ile 
tierra,  diriamos  ser  aquel  fuego  extremadamente  vivo 
y  penetrable  y  eficaz  y  de  incomparable  virtud  ;  así  el 
amor  con  que  de  los  pechos  santos  es  amado  este  Ama' 

ic)  Oriscnos,  suií.  cpisl.  art  rom.  5.     (d)  Joan.,  17,  v.  21. 

13 


iU  OBRAS  DE  FRAY 

do,  y  que  en  ellos  trasforma,  es  sobre  lodo  amor  entra- 
ñable y  vivísimo ;  y  es,  no  ya  amor,  sino  como  una  sed 
y  una  hambre  insaciable  con  que  el  corazón  que  á  Cris- 
to ama  se  abraza  con  él  y  se  cnlraña,  y  como  él  mis- 
mo lo  dice  {a),  le  come  y  le  traspasa  á  las  venas.  Que 
para  declarar  la  grandeza  del  y  su  ardor,  el  amar  los 
santos  á  Cristo  llama  la  Escritura  comer  á  Cristo. — Los 
que  me  comieren,  dice  (6),  aun  tendrán  hambre  de  raí. 
Y  si  no  comiéredes  mi  carne  y  bebiéredes  mi  sangre, 
no  tendréis  vida  en  vosotros  (c). — Que  es  también  una 
de  las  causas  porqué  dejo  en  el  sacramento  de  la  hostia 
su  cuerpo,  para  que  en  la  manera  que  con  la  boca  y  con 
los  dientes,  en  aquellas  especies  y  figuras  de  pan,  co- 
men los  fieles  su  carne  y  la  pasan  al  estómago,  y  se 
mudan  en  ella  ellos,  como  ayer  se  decía;  ansí  en  la  mis- 
ma manera  en  sus  corazones  con,  el  fuego  del  amor  le 
coman  y  le  penetren  en  sí,  como  de  hecho  lo  hacen  los 
que  son  sus  verdaderos  amigos,  los  cuales,  como  decía- 
mos, abrasándose  en  él,  andan,  si  lo  debemos  decir  así, 
desalentados  y  hambrientos  por  él.  Porque,  como  dice 
el  Macario  (d) : — Si  el  amor  que  nace  de  la  comunica- 
ción de  la  carne  divide  del  padre  y  de  la  macü'e  y  de 
los  hermanos,  y  toda  su  afición  pone  en  el  coitóorte,  co- 
mo es  escrito  (e);  por  tanto  dejará  el  hombre  al  padre 
y  á  la  madre ,  y  se  juntará  con  su  mujer  y  serán  un 
cuerpo  los  dos.— Pues  si  el  amor  de  la  carne  así  desata 
al  hombre  de  todos  los  otros  amores,  ¿cuánto  mas  to- 
dos los  que  fueren  dignos  de  participar  con  verdad  aquel 
don  amable  y  celestial  del  espíritu  quedarán  libres  y 
desatados  de  todo  el  amor  de  la  tierra ;  y  les  parecerán 
todas  las  cosas  della  supéríluas  é  inútiles ,  por  causa  de 
vencer  en  ellos  y  ser  rey  en  sus  almas  el  deseo  del 
cielo?  Aquello  apetecen  ,  en  aquello  piensan  de  conti- 
nuo ,  allí  viven,  allí  andan  con  sus  discursos ,  allí  su 
alma  tiene  todo  su  trato,  venciéndolo  todo,  y  levantan- 
do bandera  en  ellos  el  amor  celestial  y  divino,  y  la  afi- 
ción del  espíritu. 

«Mas  veremos  evidentemente  la  grandeza  no  medida 
deste  amor  que  decimos;  si  miraremos  la  muchedum- 
bre y  la  dificultad  de  las  cosas  que  son  necesarias  pa- 
ra conservarle  y  tenerlo ;  porque  no  es  mucho  amar  á 
uno  sí  para  alcanzar  y  conservar  su  amistad  es  poco  lo 
que  basta.  Aquel  amor  es  verdaderamente  grande  y  de 
subidos  quilates,  que  vence  grandes  dificultades.  Aquel 
ama  de  veras  que  rompe  por  todo,  que  ningún  estorbo 
le  puede  hacer  que  no  ame ;  que  no  tione  otro  bien  sino 
al  que  ama ;  que  con  tenerle  á  él,  perder  todo  lo  demás 
no  lo  estima  ;  que  niega  todos  sus  propios  gustos,  por 
gustar  del  amor  solamente;  que  se  desnuda  lodo  de  sí, 
para  no  ser  mas  de  amor.  Cuales  son  los  verdaderos 
amadoras  de  Cristo. 

«Porque  para  mantener  su  amistad  es  necesario,  lo 
primero,quesecumplansus  mandamientos.— Quien  me 
ama  á mí,  dice  {f),  guardará  lo  que  yo  le  mando;— que 
es  no  una  cosa  sola,  ó  pocas  cosas  en  número  ó  fáciles 
para  ser  hechas,  sino  una  muchedumFjre  de  diliciilta- 
fles  sin  cuento.  Porque  es  hacer  lo  que  la  razón  dice  y 
lo  que  la  justicia  manda  y  la  fortaleza  pide,  y  la  tem- 
planza y  la  prudencia  y  todas  las  demás  virtudes  esla- 

(a)  Joan.,  6,  v.  57.     {b]  Eccles^  24,  v.  W.     (c)  Joan.,  6,  v.  U. 
{d)  Hom.  4.     (e)  Cenes.,  í,  y.  2í.    <f!  Joan  ,  1 1,  v.  21. 


LUIS  DE  LEÓN. 

tuyen  y  ordenan.  Y  es  seguir  en  todas  las  cosas  el  ca- 
mino fiel  y  derecho,  sin  torcerse  por  el  interés,  ni  con- 
descender por  el  miedo,  ni  vencerse  por  el  deleite,  ni 
dejarse  llevar  de  la  honra ;  y  es  ir  siempre  contra  nues- 
tro mismo  gusto,  haciendo  guerra  al  sentido.  Y  es  cum- 
plir su  ley  en  todas  las  ocasiones ,  aunque  sea  pospo- 
niendo la  vida.  Y  es  negarse  á  sí  mismo,  y  tomar  sobre 
sus  hombros  su  cruz  y  seguir  á  Cristo,  esto  es,  cami- 
nar por  donde  él  caminó  y  poner  en  sus  pisadas  las 
nuestras.  Y  finalmente,  es  despreciar  lo  que  se  ve  y 
desechar  los  bienes* que  con  el  sentido  se  tocan,  y  abor- 
recer lo  que  la  experiencia  demuestra  ser  apacible  y 
ser  dulce,  y  aspirar  á  solo,  lo  que  no  se  ve  ni  se  siente, 
y  desear  solo  aquello  que  se  promete  y  se  cree,  fiáii- 
dolo  todo  de  su  sola  palabra.  Pues  el  amor  que  con  tan- 
to puede ,  sin  duda  tiene  gran  fuerza.  Y  sin  duda  es 
grandísimo  el  fuego  á  quien  no  amata  tanta  muche- 
dumbre de  agua.  Y  sin  duda  lo  puede  todo,  y  fale  va- 
lerosamente con  ello,  este  amor  que  tienen  con  Jesu- 
cristo los  suyos.  Que  dice  el  Esposo  á  su  Esposa  {g) : 
—La  muchedumbre  del  agua  no  puede  apagar  la  cari- 
dad, ni  anegarla  los  ríos. — Y  san  Pablo,  que  dice  (/j): 
— La  caridad  es  sufrida,  bienhechora;  la  caridad  care- 
ce de  envidia ,  no  lisonjea  ni  tacañea ,  no  se  envanece 
ni  hace  de  ninguna  cosa  caso  de  afrenta ,  no  busca  su 
interés,  no  se  encoleriza  ;  no  imagina  hacer  mal  ni  se 
alegra  del  agravio,  antes  se  alegra  con  la  verdad;  todo 
lo  lleva,  todo  lo  cree,  todo  lo  sufre.  —  Que  es  decir  que 
el  amor  que  tienen  sus  amadores  con  Cristo  no  es  un 
simple  querer  ni  una  sola  y  ordinaria  afición,  sino  un 
querer  que  abraza  en  sí  todo  lo  que  es  bien  querer,  y 
una  virtud  que  atesora  en  sí  juntas  las  riquezas  de  las 
virtudes,  y  un  encendimiento  que  se  extiende  por  todo 
el  hombre,  y  le  enciende  en  sus  llamas. 

«Porque  decir  que  es  sufrida ,  es  decir  que  hace  un 
ánimo  ancho  en  el  hombre,  con  que  lleva  con  igualdad 
todo  lo  áspero  que  sucede  en  la  vida,  y  con  que  vive 
entre  los  trabajos  con  descanso,  y  en  las  turbaciones 
quieto,  y  en  los  casos  trisles  alegre,  y  en  las  contra- 
diciones en  paz,  y  en  medio  de  los  temores  sin  miedo. 
Y  que  como  una  centella,  sí  cayese  en  la  mar,  ella  lue- 
go se  apagaría  y  no  baria  daño  en  el  agua ;  así  cual- 
quier acontecimiento  duro  en  el  alma  á  quien  ensan- 
cha este  amor,  se  deshace  y  no  empece.  Que  el  daño, 
si  viniere,  no  conuie've  esta  roca;  y  la  afrenta,  si  suce- 
diere, no  desquicia  esta  torre;  y  las  heridas,  sí  golpea- 
ren, no  doblan  a(|ueste  diamante.  Y  añadir  que  «es  li- 
beral y  Iiienhechora»,  es  afirmar  que  no  es  sufrida  pa- 
ra ser  vengativa,  ni  calla  para  guardarse  á  su  tiempo, 
ni  ensancha  el  corazón  con  rfcseo  de  mejor  sazón  de 
venganza,  sino  que  por  imitar  á  quien  ama  se  engo- 
losina en  el  hacer  bien  á  los  otros.  Y  que  vuelve  bue- 
nas obras  á  aquellos  de  quien  las  recibe  muy  malas.  Y 
porque  este  su  bien  hacer  es  virtud,  y  no  miedo,  por 
eso  dice  luego  el  Apóstol  «que  no  lisonjea  ni  es  taca- 
ña »;  esto  es,  que  sírve'á  la  necesidad  del  prójimo,  por 
mas  enemigo  que  le  sea,  pero  que  no  consiente  en  su 
vicio  ni  le  halaga  por  defuera  ,  y  le  aborrece  en  el  al- 
ma, ni  le  es  tacaña  é  infiel.  Y  dice  «que  no  se  envane- 
ce», que  es  decir  que  no  hace  estima  de  sí  ni  se  hin- 
(?)  Cant.,  8,  V.  7.     (/í)  I,  Coiint.,  l .l,  v.  i . 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


ÍOS 


cha  vanameule  para  descubrir  en  ella  la  raíz  del  su- 
frimiento y  del  ánimo  largo  que  tiene  este  amor.  Que 
los  soberbios  y  pundonorosos  son  siempre  mal  sufri- 
dos, porque  tqdo  les  hiere.  Mas  es  propiedad  de  todo  lo 
que  es  de  veras  amor,  ser  humildísimo  con  aquello  á 
quien  ama ;  y  porque  la  caridad  que  se  tiene  con  Cris- 
to por  razón  de  su  incomparable  grandeza,  ama  por  él 
á  todos  los  hombres,  por  el  mismo  caso  desnuda  de  to- 
da altivez  al  corazón  que  posee,  y  le  hace  humilde  con 
todos.  Y  con  esto'dice  lo  que  luego  se  sigue ,  «  que  no 
hace  de  ninguna  cosa  caso  de  afrenta. »  En  que  no  so- 
lamente se  dice  que  el  amor  de  Jesucristo  en  el  alma, 
las  afrentas  y  las  injurias  que  otros  nos  hacen ,  por  la 
humildad  que  nos  cria  y  por  la  poca  estima  nuestra 
que" nos  enseña,  no  las  tiene  por  tales,  sino  dice  tam- 
bién que  no  se  desdeña,  ni  tiene  por  afrentoso  ó  indig- 
no de  sí  ningún  ministerio,  por  vil  y  bajo  que  sea ,  co- 
mo sirva  en  él  á  su  amado  en  sus  miembros. 

»Y  la  razón  de  todo  es ,  que  añade  tras  esto  que  «  no 
busca  su  interés ,  ni  se  enoja  de  nada»;  toda  su  incli- 
nación es  al  bien,  y  por  eso  el  dañar  á  los  otros  aun  no 
lo  imagina,  los  agravios  ajenos  y  que  otros  padecen 
son  los  que  solamente  le  duelen,  y  la  alegría  y  felici- 
dad ajena  es  la  suya.  Todo  lo  que  su  querido  Señor  le 
manda  hace,  todo  lo  que  le  dice  lo  cree,  todo  lo  que  se 
detuviere  le  espera ,  todo  lo  que  le  envia  lo  lleva  con 
regocijo,  y  no  halla  en  ninguno ,  sino  es  en  solo  él ,  á 
quien  ama.  Que  como  un  grande  enamorado  bien  di- 
ce (a) : — Así  como  en  las  fiebres  el  que  está  inflamado 
con  calentura  aborrece  y  abomina  cualquier' manteni- 
miento que  le  ofrecen,  por  mas  gustoso  que  sea ,  por 
razón  del  fuego  del  mal  que  le  abrasa  y  se  apodera  del 
■y  le  mueve ;  por  la  misma  manera  aquellos  á  quien  en- 
ciende el  deseo  sagrado  del  Espíritu  celestial,  y  á  quien 
llaga  en  el  alma  el  amor  de  la  caridad  de  Dios ,  y  en 
quien  él  se  enviste,  y  de  quien  se  apodera  el  fuego  di- 
vino que  Cristo  vino  á  poner  en  la  tierra  y  quiso  que 
con  presteza  prendiese,  y  lo  que  se  abrasa,  como  dicho 
es,  en  deseos  de.  Jesucristo ;  todo  lo  que  se  precia  en 
este  siglo,  él  lo  tiene  por  desechado  y  aborrecible ,  por 
razón  del  fuego  de  .amor  que  le  ocupa  y  enciende.  Del 
cual  amor  no  los  puede  desquiciar  ninguna  cosa,  ni  del 
suelo  ni  del  cielo  ni  del  infierno. — Como  dice  el  Após- 
tol:— ¿Quién  será  poderoso  para  apartarnos  del  amor  de 
Jesucristo? — con  lo  que  se  sigue;  pero  no  se  permite 
que  ninguno  halle  el  amor  celestial  del  espíritu  si  no  se 
enajena  de  todo  lo  que  este  siglo  contiene ,  y  se  da  á 
sí  mismo  á  sola  la  inquisición  d^amor  de  Jesús,  liber- 
tando su  alma  de  toda  solicitud  terrenal,  para  que  pue- 
da ocuparse  solamente  en  un  fin  por  medio  del  cum- 
plimiento de  lodo  cuanto  Dios  manda. 

))Por  manera  que  es  tan  grande  este  amor,  que  des- 
arraiga á,e  nosotros  cualquiera  otra  afición,  y  queda  él 
señor  universal  de  nuestra  alma ;  y  como  es  fuego  ar- 
dentísimo ,  consume  todo  lo  que  se  opone ,  y  así  des- 
tierra del  corazón  los  otros  amores  de  las  criaturas,  y 
Iiace  él  su  oficio  por  ellos,  y  las  ama  á  todas  mucho  mas 
y  mejor  que  las  amaban  sus  propios  amores.  Que  es  otra 
particularidad  y  grandeza  deste  amor  con  que  es  amado 
Jesús,  que  no  se  encierra  en  sQlo  él;  siap  en  él  y  por  él 
{¡t)  Macario,  \tova,  6, 


abraza  á  todos  los  hombres,  y  los  mete  dentro  de  sus 
entrañas  con  una  afición  tan  pura,  que  en  ninguna  co- 
sa mira  á  sí  mismo ;  tan  tierna,  que  siente  sus  males 
mas  que  los  propios ;  tan  solícita,  que  se  desvela  en  su 
bien ;  tan  firme,  que  no  se  mudará  dellos  si  no  se  muda 
de  Cristo.  Y  como  sea  cosa  rarísima  que  un  amigo  se- 
gún ia  amistad  de  la  tierra  quiera  por  su  amigo  padecer 
muerte,  es  tan  grande  el  amor  de  los  buenos  con  Cris- 
to, que  porque  así  le  placea  él,  padecerán  ellos  dañosy 
muerte,  no  solo  por  los  que  conocen,  sino  por  los  que 
nunca  \^ieron ,  y  no  solo  por  los  que  los  aman,  sino  tam- 
bién por  quien  los  ajjorrece  y  persigue.  Y  llega  este 
Amado  á  ser  tan  amado ,  que  por  él  lo  son  todos.  Y  en 
la  manera  como  en  las  demás  gracias  y  bienes  es  él  la 
fuente  del  bien  que  se  derrama  en  nosotros,  así  en  es- 
to lo  es;  porque  su  amor,  digo  el  que  los  suyos  le  tie- 
nen, nos  provee  á  todos  y  nos  rodea  de  amigos,  que  ol- 
vidados por  nosotros,  nos  buscan,  y  no  conocidos,  nos 
conocen,  y  ofendidos,  nosdeseany  nos  procuran  el  bien, 
porque  su  deseo  es  satisfacer  en  todo  á  su  amado ,  que 
es  el  Padre  de  todos.  Al  cual  aman  con  tan  subido  que- 
rer, cual  es  justo  que  lo  sea  el  que  hace  Dios  con  sus 
manos,  y  poi*  cuyo  medio  nos  pretende  hacer  dioses, 
y  en  quien  consiste  el  cumplimiento  de  todas  sus  le- 
yes, y  la  victoria  de  todas  las  dificultades,  y  la  fuerza 
contra  todo  lo  adverso,  y  ladulziya  en  lo  amargo,  y  la 
paz  y  la  concordia,  y  el  ayuntamiento  y  abrazo  gene- 
ral y  verdadero  con  que  el  mundo  se  enlaza. 

))Mas  ¿para  qué  son  razones  en  lo  que  se  ve  por  ejem- 
plos? Oigamos  lo  que  algunos  destos  enamorados  de 
Cristo  dicen,  que  en  sus  palabras  veremos  su  amor, y 
por  las  llamas  que  despideii  sus  lenguas  conoceremos 
el  infinito  fuego  que  les  ardia  en  los  pechos.  San  Pa- 
blo ,  que  dice  (6) :  —  ¿  Quién  nos  apartará  del  amor  de 
Cristo?  ¿La  tribulación  por  venlura,ü  la  angustia, ola 
iiambre,  ó  la  desnudez,  ó  el  peligro,  ó  la  pcíísecu- 
cion,  ó  la  espada?— Y  luego:— Cierto  soy  que,  ni  la 
muerte  ni  la  vida ,  ni  los  ángeles  ni  los  principados 
ni  los  poderíos ,  ni  lo  presente  ni  lo  por  venir,  ni  lo  al- 
to ni  lo  profundo ,  ni  finalmente ,  criatura  ninguna, 
nos  podrá  apartar  del  amor  de  Dios  en  nuestro  Señor 
Jesucristo.— ¿Qué  ardor? Qué  llama? Qué  fuego?  Pues 
el  del  glorioso  Ignacio  ¿cuál  era? — Yo  escribo,  di-- 
ce  (c) ,  á  todos  los  fieles,  y  les  certifico  que  mueropor 
Dios  con  voluntad  y  alegría.  Por  lo  cual  os  ruego  que 
"no  me  seáis  estorbo  vosotros.  Ruégeos  mucho  que  no 
me  seáis  malos  amigos.  Dejadme  que  sea  manjar  de  las 
fieras,  por  cuyo  medio  conseguiré  á  Jesucristo.  Trigo 
suyo  soy ,  y  tengo  de  ser  molido  con  los  dientes  de  los 
leones  para  quedar  hecho  pan  limpio  de  Dios.  No  pon- 
gáis estorbo  á  las  fieras ,  antes  las  convidad  con  rega- 
lo ,  para  que  sean  mi  sepultura  y  no  dejen  fuera  de  sí 
parte  de  mi  cuerpo  ninguna.  Entonces  seré  discípulo 
verdadero  de  Cfisto ,  cuando  ni  mi  cuerpo  fuere  visto 
en  el  mundo.  Rogad  por  mí  al  Señor  que  por  medio 
destos  instrumentos.me  haga  su  sacrificio.  No  os  pon- 
go yo  leyes  como  san  Pedro  ó  san  Pablo ,  que  aquellos 
eran  apóstoles  de  Cristo  ,  y  yo  soy  una  cosa  pequeña; 
aquellos  eran  libres  como  siervos  de  Cristo,  yo  hasta 
agora  solamente  soy  siervo.  Mas  si  como  deseo,  padez- 
{b)  Rora^,  8,  Y.  35.    (c)  En  la  ei)istola  sd  ropanos. 


196 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


co,  seré  siervo  libertado  de  Jesucristo,  y  resucitaré  en 
él  del  todo  Iil)re.  Agora  aprisionado  por  él,  aprendo  a  no 
desear  cosa  alguna  vana  y  mundana.  Desde  Siria  lias- 
ta  Roma  voy  echado  á  las  bestias.  Por  mar  y  por  tier- 
ra, de  noclie  y  de  dia  voy  atado  á  diez  leopardos,  que 
bien  tratados  se  hacen  peores.  Mas  sus  excesos  *son  mi 
doctrina,  y  no  por  eso  soy  justo.  Deseo  las  fieras  que 
ine  están  aguardando,  y  ruego  verme.presto  con  ellas; 
á  las  cuales  regalaré  y  convidaré  que  me  traguen  de 
presto,  y  que  no  bagan  conmigo  lo  que  con  oíros,  que 
no  osaron  tocarlos.  Y  si  eüasno  quisieren  de  sfl  volun- 
tad ,  yo  las  forzaré  que  me  coman.  Perdonadme,  lii- 
jos,  que  yo  sé  bien  lo  que  conviene.  Agora  comienzo  á 
aprender  á  no  apetecer  nada  de  lo  que  se  ve  ó  no  se 
ve,  á  fin  de  alcanzar  al  Señor.  Fuego  y  cruz  y  bes- 
tias (¡eras,  heridas,  divisiones,  quebrantamientos  de 
liuesos,  cortamientos  de  miembros,  desatamiento  de 
todo  el  cuerpo ,  y  cuan'o  puede  herir  el  demonio,  ven- 
ga sobre  mí,  como  solamente  gane  yo  á  Cristo.  Nada 
me  servirá  toda  la  tierra ,  nada  los  reinos  desle  siglo. 
Muy  m^jor  me  es  á  mí  morir  por  Cristo  que  ser  rey  de 
todo  el  mundo.  Al  Señor  deseo,  al  Hijo  verdadero  de 
Dios ,  á  Cristo  Jesús ,  al  que  murió  y  resiíciló  por  nos- 
oLros.  Perdonadme,  hermanos  mios,  no  me' impidáis  el 
caminar  á  la  vida;  que  Jesús  es  la  vida  de  los  fieles. 
No  queráis  que  muera  yo ;  que  muerte  es  la  vida  sin 
Cris  o. — 

■»M'as  veamos  agora  cómo  arde  san  Gregorio  el  teó- 
logo.—¡Oh  luz  del  Paire!  dice  (a),  ¡oh  palabra  de 
aquel  entendimiento  grandísimo,  aventaja  lo  sobre  to- 
da palabra!  Oh  luz  inlinita  de  luz  inliniUi !  ünigéni:o, 
figura  del  Padre,  sello  del  que  no  tiene  principio,  res- 
plandor que  jumamente  resplandeces  con  él ,  fin  de  los 
siglos,  clarisimo,  resplaudecien te,  dador  de  riquezas 
inmensas,  asentado  en  trono  alto,  celestial,  poderoso 
de  inlifii  o  valor,  gobernador  del  mundo,  y  que  das  á 
to  las  las  cosas  fuerza  que  vivan.  Todo  lo  que  es  y  lo 
quesera,  tú  lo  haces.  Sumoartífice,  á  cuyo  cargo  está 
tolo,  porjue  á  tí^  oh  Cristo,  se  debe  que  el  sol  en  el 
cielo  con  sus  resplandores  quite  á  las  esirellas  su  luz, 
asi  como  en  com[)araclon  de  tu  luz  son  tinieblas  los 
mas  claros  e-^piriais.  Obra  tuya  es  que  la  luna,  luz  de 
la  noche,  vive  á  veces  y  muere,  y  torna  llena  después, 
y  concluye  su  vnolta.  Por  tí  el  circulo  que  llamamos 
zodiaco,  y  ajuella  danza ,  com)si  dijésemos  lan  orvlc- 
na  la  de!  cielo ,  pone-sa/on  y  debidas  leyes  al  año,  mez- 
clando sus  parres  entre  sí,  y  iemp'ándo'as  como  sin 
sen  ir,  en  dul/.ura.  Las  es'reüas,  asílasfijas  como  las 
que  andan  y  tornan,  son  pregoneros  de  tu  saber  admi- 
rab'e.  Luz  luya  son  lo  los  aquellos  entendimientos  del 
cielo,  que  celebran  la  Trini  lad  con  sus  canio>.  Tam- 
bién el  hombre  es  iu  gloria,  que  colocasleen  la  tirrra 
como  ángol  iu;.o  pregonero  y  cantor.  ¡Oh  lumbre  cla- 
rí.^ima,  qne  por  mí  disimulas  tu  gran  resplandor!  Oh 
inmortal,  y  mortal  j)or  mi  cau-a'  Lngcndrado  dos  veces, 
alto/a  libre  de  carne,  y  á  la  postre4)ara  mi  remedio,  de 
carne  veslida.  A  tí  vivo,  á  ti  liali'o,  soy  víciima  luya; 
por  M  la  lengua  encadeno,  y  agora  por  tí  la  de  n'o(  y 
pido  e,  Señor, que  me  des  callar  s  liab'ur  (  onio  deb).— 
MMa-,  o, gamos  algo  de  los  regalos  de  nuc^Uü  cna- 
(0;  En  UQ  bimao  de  Cristo. 


morado  Agustino.— ¿Quién  me  dar<i,  dice  (b) ,  Señor, 
qne  reposo  yo  en  tí?  Quién  me  dará  que  ven.-as  i  ó. 
Señor,  á  mi  pecho  y  que  le  embriagues,  ó  que  olvide 
mis  males  y  que  abrace á  tí  solo,  mi  bien?  Quién  eres, 
Señor,  para  mí  (dame  licencia  que  bable),  ó  quién 
soy  yo  para  tí?  ¿Qué  mandas  qne  te  ame,  y  si  no  lo  ba- 
go te  enojas  conmigo  y  me  amenazas  con  grandes  mi- 
serias, como  si  fuese  pequeña  el  mismo  no  amarle? 
¡Ay  triste  de  mí!  Dime  por  tus  piedades,  Señor  y  Dios 
mío,  quién  eres  para  mí.  Di  á  mi  alma  :  Yo  soy  tu  sa- 
lud. Dilo  como  lo  oía;  ves  delante  de  tí  mis  oídos  del 
alma;  tú  les  abre.  Señor,  y  dile  á  mi  espíritu  :  Yo  soy 
tu  salud.  Correré  en  pos  dcsta  voz  yasiréte.  No  quie- 
ras, Señor,  esconderme  tu  cara.  Moriré  para  no  morir  si 
la  viere.  Estrecha  casa  es  mi  alma  pai'a  que  á  ella  ven- 
gas, mas  en^sáncbala  tú.  Caediza  es,  mas  tú  la  repara. 
Cosas  tiene  que  ofenderán  á  tus  ojos;  séloyconfiéso'o. 
Mas  ¿quién  la  hará  limpia,  ó  á  quién  vocearé  sino  á 
tí?  Limpíame,  Señor  ,  de  mis  encubiertas  y  perdona  á 
tu  siervo  sus  demasías. — 

))No  tiene  este  cuento  fin ,  porque  se  acabará  prime- 
ro la  vida  qne  el  referir  todo  lo  que  los  amadores  de 
Cristo  le  dicen  para  demostración  de  lo  que  le  aman  y 
quieren.  Baste  por  todos  lo  que  la  Esposa  dice ,  qne  sus- 
tenta la  persona  de  todos.  Porque  si  el  amor  se  mani- 
fiesta con  palabras,  ó  las  suyas  lo  manifiestan  ,  ó  no  lo 
manifiestan  ningunas.  Comienza  desta  manera  (r): — 
Béfeme  de  besos  de  su  boca;  que  mejores  son  tus  amo- 
res que  el  vino.— Y  prosigue  diciendo: — Llévame  en 
pos  de  tí;  y  correremos. — Y  añade: — Dime,  oh  amado 
del  alma ,  adonde  sesteas  y  adónile  apacientas  al  meilio- 
día. — Y  repite  después: — Ramillete  de  flores  de  mirra 
el  mi  amado  para  mí,  pomlréle  en're  mis  pechos. — Y 
después,  siendo  alabada  del,  le  responde  (d):— Oh,  có- 
mo eres  hermoso ,  amado  mío ,  y  geni  il ,  y  florida  nues- 
tra cama,  y  de  cedros  los  lechos  ríe  nuestro^  retre'es. 
— Y  com¡iáralo  al  manzano,  y  dice  cuánto  deseó  e^tar 
asentada  á  su  sombra  y  comer  de  su  fruta.  Y  desmáya- 
se luego  de  amor;  y  desmayándose  dice  que  la  socor- 
ran con  flores,  porque  desfallece,  y  pide  que  el  amado  la 
abrace,  y  dice  en  la  manera  cómo  quiere  ser  abrazada. 
Dice  que  le  buscó  en  su  lecho  de  noche,  y  qne  no  le 
hallando  levantada,  salió  de  su  casa  en  su  busca,  y  que 
rodeó  la  ciudad  acuitada  y  ansiosa,  y  que  le  halló,  yqne 
no  le  dejó  hasta  lornar'ié  á  su  casa.  Dice  (|ue  en  otra 
noche  salió  también  á  buscarle,  que  le  llanv)  por  las 
calles  á  voces,  que  no  oyó  su  respuesía,  que  la  mal- 
trataron, las  rondas,  qne  les  dijo  á  todos  los  que  oye- 
ron sus  voces  (c):— Conjúroo^;,  ¡oh  hijas  de  Jerusalcn! 
si  sabréis  de  mi  amado,  qne  le  digáis  que  desfallezco 
de  amor. — Y  después  de  olras  muchas  cosas,  le  dice: — 
Vén  ,  amado  mió,  y  salgamos  al  campo,  bagamos  vida 
en  la  aldoa,  madrugarcMUos  [lor  la  mañana  alas  viñas; 
.veremos  si  da  fruto  la  viña,  si  está  en  cierne  la  uva, 
si  florecen  los  granados,  si  las  mandragoras  esparcen 
o!or.  Allí  te  daré  mis  amores;  qne  to  los  los  frutos,  así 
los  de  guarda  como  los  de  noguardti ,  los  guardo  yo  pa- 
ra tí. — Y  finalmenic,  abrasándose  en  vivo  amor  loda, 
concluye  y  le  dice  (/) : — ¿Quién  te  me  dará  á  tí  como 

(*)  En  las  Confesiones,  lib.  i,  cap.  H,     (c)  Cant.,  1,  v.  i. 
(d)  Caul.,  V.  17.       (c)  ibid(.ni,  2,  v,  7.      {/)  Ibidem,  8,  v.  1, 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIRRO  TERCERO. 


hermano  mió  mamante  los  pedios  de  mi  madre?  Halla- 
r.'aíe  fuera,  besaríafe.  y  no  me  despreciaría  ninguno, no 
liarla  befa  de  mí;  asirla  de  tí ,  meteríate  en  casa  de  mi 
madre,  avezaríasme,  y  daríate  yo  del  adobado  vino  y 
del  arrope  de  las  granadas,  lu  izquierda  debajo  de  mi 
cabeza  y  tu  dereciía  me  ceñirla  en  derredor. — 

))Pero  excusadas  son  las  palabras  adonde  vocean  las 
obras ,  que  siempre  fueron  los  testigos  del  amor  verda- 
deros. Porque  ¿qué  hombre  jamás,  no  digo  muchos 
hombres,  sino  un  hombre  solo,  por  mas  amigo  suyo  que 
fuese ,  hizo  las  pruebas  de  amor  que  hacen  y  harán 
inumerahles  gentes  por  Cristo  en  cuanto  los  siglos  du- 
raren? Por  amor  deste  amado,  y  por  agradarle,  ¿qué 
prueba  no  Inn  hecho  de  si  infinitas  personas?  Han  de- 
jado sus  naturales ,  hanse  despojado  de  sus  hacien- 
das, hanse  desterrado  de  lodos  los  Jiombres ,  hanse  des- 
e'ncarnado  de  todo  lo  que  se  parece  y  ve ,  de  si  mis- 
mos ,  de  todo  su  querer  y  entender  hacen  cada  día 
renunciación  perfectísima.  Y  si  es  posible  enajenar- 
se un  hombre  de  sí,  y  dividirse  de  sí  misma  nuestra 
alma ,  y  en  la  manera  que  el  espíritu  de  Dios  lo  pue- 
de hacer,  y  nuestro  saber  no  lo  entiende,  se  enaje- 
nan y  se  dividen  amándole.  Por  él  les  ha  sido  la  po- 
breza riqueza ,  y  paraíso  el  desierto,  los  tormentos  de- 
leite y  las  persecuciones  descanso;  y  para  que  viva  en 
ellos  su  amor,  escogen  el  morir  ellos  á  todas  las  cosas, 
y  llegan  á  desfigurarse  do  sí ,  hechos  como  un  sugeto 
puro  sin  figura  ni  forma,  para  que  el  amor  de  Cristo  sea 
en  ellos  la  forma,  la  vida,  el  ser,  el  parecer,  el  obrar; 
y  finalmente ,  para  que  no  se  aparezC(i  en  ellos  mas  de 
su  amado.  Que  e>  sin  duda"  el  que  solo  es  amado  por 
excelencia  etilre  foJo. 

))¡0h  grandeza  de  amor!  Oh  el  deseo  único  detodoslos 
buenos!  Oh  fuego  dulce  por  quien  se  abrasan  las  almas! 
Por  tí.  Señor,  las  tiernas  niñas  abrazáronla  muerte,  por 
tí  la  flaqueza  femenil  holló  sobre  el  fuego ,  tus  dulcísimos 
amores  fueron  los  que  poblaron  los  yermos.  Amándole  á 
tí,  oh  dulcísimo  bien,  se  enciende,  se  apura*,  se  esclare- 
ce, se  levanta ,  se  arroba ,  se  anega  el  alma ,  el  sentido, 
la  carne.»  Y  paró  Marcelo  aquí,  quedando  como  suspenj 
so,  y  poco  después,  abajando  la  vista  al  suelo  y  encogién- 
dose todo,  «Gran  osadía ,  dice,  mia  es  querer  alcanzar 
con  palabras  [o  que  Dios  hace  en  el  ánima  que  ama  á  su 
Hijo,  y  la  manera  como  es  amado  y  cuánto  es  amado. 
Basta  para  que  se  entienda  este  amor,  saber  que  es  don 
suyo  el  amarle ,  y  basta  conocer  que  en  el  amarlo  con- 
siste nuestro  bien  todo ,  para  conocer  que  el  amor  su- 
yo, que  vive  en  nosotros ,  no  es  una  grandeza  sola,  si- 
no .un  amontonamiento  de  bienes  y  de  dulzuras  y  de 
grandezas  ¡numerables,  y  que  es  un  sol  vestido  de  res- 
plandores, que  por  mil  maneras  hermo-^ean  el  alma.  Y 
jara  ver  que  se  nombra  debidamente  Cristo  el  Amaclo 
basta  saber  que  le  ama  D^os  únicamente.  Quiero  decir 
que  no  solamenle  le  ama  mucho  mas  que  á  olra  cosa 
ninguna  ,  sino  que  á  ninguna  ama  sino  por  su  respe- 
to, ó  para  decirlo  como  es,  porque  no  ama  sino  á  Cris- 
to en  la^co:a5  que  ama.  Porque  su  semejanza  de 
Cristo,  en  la  cual  por  medio  de  la  gracia,  que  es  ima- 
gen de  Cristo ,  se  trasforma  nuestra  alma ,  y  el  mismo 
espíritu  de  Cristo ,  que  en  ella  vive ,  y  así  la  hace  una 
CQsa  con  Cristo,  es  lo  que  salisface  á  Dios  en  nosolrüs. 


1^1 

Por  donde  solo  Cristo  es  el  AmaJo,  por  cuanto  todos 
los  amados  de  Dios  son  Jesucristo ,  por  la  imagen  suya 
que  tienen  impresa  en  el  alma,  y  porque  Jesucristo  es 
la  hermosura  con  que  D'.Oi  henno-ea,  confurme  á  su 
gusto ,  á  todas  las  cosas,  y  la  salud  con  que  les  da  vi- 
da, y  por  eso  se  llama  Je=;us,  que  es  el  nombre  de^que 
diremos  agora.»  Y  caüó  Marcelo,  y  habiendo  tomado 
algún  reposo,  tornó  á hablar  desla  manera,  puestos  en 
Sabino  los  ojos. 

§.  IV. 

Qué  signifií-a,  y  cámo  1«  conviene  solo  i  Cristo  ¿1  nombre  de 
Jesús,  y  de  cómo  es  su  nombre  propio  en  cuanto  hombre. 

((El  nombre  de  Jesiis,  Sabino,  es  el  propio  nombre 
de  Cristo ,  porque  los  demás  que  se  han  dicho  has*a 
agora,  y  otros  muchos  que  se  pueden  decir,  son  nom- 
bres comunes  suyos,  que  se  dicen  del  por  alguna  se- 
mejanza que  tiene  con  oirás  co>as,  de  las  cuales  tam- 
bién se  dicen  los  mismos  nombres.  Los  cuales  y  I03 
propios  difieren ,  lo  uno ,  en  que  los  propios ,  como  la 
palabra  lo  dice,  son  particulares  de  uno ,  y  los  comu- 
nes competen á  muchos;  y  lo  otro,  que  los  propios,  si 
están  puestos  con  arte  y  con  saber ,  hacen  significa- 
ción de  lodo  lo  que  hay  en  su  dueño,  y  son  como  ima- 
gen suya,  como  al  principio  dijimos;  mas  los  comunes 
dicen  algo  de  loque  hay,  pero  no  todo.  Así  que,  pues 
Jesús  es  nombre  propio  de  Cristo,  y  nombre  que  se  le 
puso  Dios  por  la  boca  del  ángel,  por  la  misma  razón 
no  escomo  los  demás  nombres,  que  le  significan  por 
partes,  sino  como  ninguno  de  los  demás ,  que  dice  to- 
do lo  del ,  y  que  es  como  una  figura  suja ,  que  nos  po- 
ne en  los  ojos  su  naturaleza  y  sus  obras;  que  estojólo 
que  hay  y  se  puede  considerar  en  las  co<as.  Mas  con- 
viene advertir  que  Cristo ,  así  como  tiene  dos  natu- 
ralezas, así  también  tiene  dos  nombres  propios :  uno 
según  la  naturaleza  divina  en  que  nace  del  Padre  eter- 
namente, que  solemos  en  nuestra  lengua  llamar  Verbo 
ó  palabra;  olro  según  la  humana  naturaleza,  es  el  que 
pronunciamos  Jesús.  Los  cuales,  ambos  son,  cada  uno 
conforme  á  su  cualidad,  retratos  de  Cristo  perfectos  y 
enteros.  Ilelrafos,  digo ,  enteros,  que  cada  uno  en  su 
parle  dice  todo  lo  que  hay  en  ella  cuanto  á  un  nombra 
es  posible.  Y  digarfios  de  ambos  y  de  cada  uno  por  sí. 

))Y  presupongamos  primero  que  en  estos  dos  nom- 
bres unos  son  los  originales  y  oíros  son  los  traslatos. 
Los  originales  son  aquellos  mismos  que  reveló  Dios  á 
los  profetas,  que  los  escribieron  en  la  lengua  que  ellos 
sabían ,  que  era  sira  ó  hebrea.  Y  asi  en  el  primer  num- 
hre  que  decimos  palabra,  el  original  es  Habar ,  y  en 
el  segundo  nombre  Jesús,  el  original  es  Jehosuah ;  pe- 
ro los  traslados  son  estos  mismos  nombres  en  la  manera 
como  en  otras  lenguas  se  pronuncian  y  escriben.  Y  por- 
;  que  sea  mas  cierta  la  doctrina ,  diremos  de  los  ori¿¡na- 
''  les  nombres.  De  los  cuales,  en  el  primero,  Dabar,  di- 
;  go  que  es  propio  nombre  de  Cristo  según  la  naturale- 
!  za  divina ,  no  solam.ente  porque  es  así  de  Cristo,  que 
:  no  conviene  ni  al  Padre  ni  al  Espíritu  Santo,  sino 
también  porque  todo  lo  que  por 'otros  nombres  se  dice 
del ,  lo  significa  solo  este.  Porque  Dabar  no  dice  una 
cosa  sola,  sino  una  mucliedumbre  de  cosas;  y  dícelas 
i  como  quiera  y  f  or  do  quiera  que  le  iüir<íuiO;í ,  ó- junto  á 


198  OBRAS  DE  FRAY 

todo  él ,  ó  á  sus  partes  cada  una  por  sí,  á  sus  sílabas  y 
á  sus  lelras.  Que  lo  primero,  la  primera  letra,  que  es  D, 
tiene  fuerza  de  artículo ,  como  ct  en  uueslro  español ;  y 
el  oficio  del  artículo  es  reducir  á  ser  lo  común  y  como 
demostrar  y  señalar  lo  ooufu>o,  y  ser  guia  del  nom- 
bre, y  darle  su  cualidad  y  su  linaje,  y  levantarle  de  qui- 
lates y  añadirle  excelencia ;  que  todas  ellas  son  obras 
de  Cristo,  s^gun  que  es  la  palabra  de  Dios;  porque  él 
puso  ser  á  las  cosas  todas ,  y  nos  las  sacó  á  luz  y  á  los 
ojos,  y  les  dio  su  razón  y  su  linaje;  porque  él  en  sí  es 
la  razón  y  la  proporción  ,y  la  compostura  y  la  conso- 
nancia de  tOiLlas,  y  las  guia  él  mismo,  y  las  repara  si  se 
empeoran,  y  las  levanta  y  las  sube  siempre  y  por  sus 
pasos  á  grandísimos  bienes.     , 

»Y  la  segunda  letra,  que  es  B ,  como  san  Jerónimo 
enseña ,  tiene  signilicacion  de  edificio ,  que  es  también 
propiedad  de  Cristo ,  así  por  ser  el  edificio  original  y 
como  la^raza  de  todas  las  cosas,  las  que  Dio^  tiene  edi- 
ficadas y  las  que  puede  edificar,  que  son  infinitas,  co- 
mo porque  fué  el  obrero  deltas.  Por  donde  también  es 
llamado  tabernáculo  en  la  Sagrada  Escritura  ,  como 
Gregorio  .\i-eno  dice  : — Tabernáculo  es  el  Hijo  de  Dios 
unigénito,  porque  contiene  en  sí  todas  las  cosas;  el 
cual  también  fabricó  tabernáculo  de  nosotros. — Por- 
que ,  como  decíamos ,  todas  las  cosas  moraron  en  él 
eternamente  antes  que  fuesen ,  y  cuando  fueron  ellas 
sacó  á  luz  y  las  compuso  para  morar  él  en  ellas.  Por 
manera  que ,  así  como  él  es  casa,  así  ordenó  que  tam- 
bién fuese  casa  lo  que  nacía  del ,  y  que  de  un  taberná- 
culo napiese  otro  tabernáculo,  y  de  un  edificio  otro,  y 
que  lo  fuese  uno  para  el  otro  y  á  vece?.  El  es  taberná- 
culo porque  nosotros  vivimos  en  él,  nosotros  lo  so- 
mos porque  él  mora  en  nosotros.  Y  la  rueda  está  en 
medio  la  rueda ,  y  los  aniñóles  en  las  ruedas,  y  las  rue- 
das en  los  animales,  como  Ecequicl  escribía  (a);  y  es- 
tán en  Cristo  ambas  las  ruedas,  porque  en  él  está  la  di- 
vinidad del  Verbo  y  la  humanidad 'de  su  carne,  que 
contiene  ensila  universidad  de  todas  las  criaturas  ayun- 
tadas y  hedías  una,  en  la  forma  que  otras  veces  lie 
dicho, 

))La  tercera  lelríide  Dabar  es  la  fí,  que,  conforme  al 
mismo  doctor  san  Jerónimo,  tiene  significación  de  ca- 
l)eza  ó  principio,  y  Cristo  es  principio  por  propiedad. 
Y  él  mismo  se  llama  principio  en  el  Evangelio,  porque 
en  él  se  dio  principio  á  todas  las  .cosas,  porque,  como 
muchas  veces  decimos,  es  el  original  dolías,  que  no  so- 
lamente demuestra  su  razón  y  figura  su  ser,  sino  que 
les  da  el  ser  y  la  substancia  haciéndolas.  Y  es  princi- 
pio también,  porque  en  todos  los  linajes  de  preeminen- 
cias y  de  bienes  tiene  él  la  preeminencia  y  el  lugar 
mas  aventaja^ro,  ó  por  decir  la  verdad,  en  lodos  los  bie- 
nes es  la  cabeza  de  aquel-bicn,  y  como  la  fuente  de  don- 
de mana  y  se  deriva  y  se  commnca  á  los  demás  que 
lo  tienen.  Cotilo  e.scrihc  san  Pablo  (6),  que  es  el  prin- 
cipio y  que  en  todo  tiene  las  primerias.  Porque  -en  la 
orden  del  ser,  él  es  el  principio  de  quien  les  viene  el 
ser  á  los  otros;  y  en  la  orden  del  buen  ser,  él  nu>moeá 
la  cabeza  que  todo  lo  gobierna  y  reforma.  I'ues  «n  el 
vivir  es  el  manantial  de  la  vida ;  en  el  re:,ucilar,  el  pri- 
mero que  resucita  su  carne ,  y  el  que  es  virtud  para 

(«}  Emb.,  1,  V.  16.    (*,  Cylos.,  i,  V.  15.  . 


LUIS  DE  LEÓN. 

que  las  demás  resuciten ;  en  la  gloria ,  el  padre  y  el 
Océano  della;  en  los  reyes,  el  Rey  de  lodos,  y  en  los  sa- 
cerdotes ,  el  sacerdote  sumo  que  jamás  desfallece ;  entre 
los  fieles,  su  pastor;  en  los  ángeles,  su  príncipe;  en  los 
rebeldes  ó  ángeles  ó  hombres,  su  señor  poderoso ;  y  fi- 
nalmente, él  es  el  principio  por  donde  quiera  que  le  mi- 
remos. Y  aun  también  la  R  significa ,  según  el  mismo 
doctor,  el  espíritu,  que  aunque  es  nombre  que  convie- 
ne á  todas  las  tres  personas  ,  y  que  se  apropia  al  Espí- 
ritu Santo,  por  señalar  la  manera  como  se  espira  y  pro- 
cede ;  pero  dícese  Cristo  espíritu,  demás  de  lo  común, 
por  cierta  particularidad  y  razón ;  lo  uno ,  porque  el 
ser  esposo  del  alma  es  cosa  que  se  atribuye  al  Verbo,  y 
el  alma  es  espíritu,  y  así  conviene  que  él  lo  sea  y  se  lo 
Llame,  para  que  sea  alma  del  alma  y  espíritu  del  espíritu; 
lo  otro,  porque  en  el  ayuntamiento  que  con  ella  tiene 
guurda  bien  las  leyes  y  la  condición  del  espíritu,  qu^ 
se  va  y  se  viene ,  y  se  entra  y  se  sale ,  sin  que  sepáis 
cómo  ni  por  dónde;  como  san  Bernardo,  hablando  do 
sí  mismo,  lo  dice  con  maravilloso  regalo.  Y  quiero  re- 
ferir sus  pataleas,  para  que  gustéis  su  dulzura. 

» — Confieso,  dice  (c),  que  el  Verbo  ha  venido  á  mí 
muchas  veces ,  aunque  no  es  cordura  el  decirlo.  Mas 
con  haber  entrado  veces  en  mí,  nunca  sentí  cuando  en- 
traba. Sentíle  estar  en  mi  alma,  acuerdóme  que  le  tu- 
ve conmigo,  y  alguna  vez  pude  sospechar  que  entraría, 
mas  nunca  le  sentí  ni  entrar  ni  salir.  Porque ,  ni  aun 
agora  puedo  alcanzar  de  dónde  vino  cuando  me  vino, 
ni  adonde  se  fué  cuando  me  dejó,  ni  por  dónde  entró  ó 
salió  de  mi  alma,  t^onforme  á  aquello  que  dice  (rf) : — No' 
sabréis  de  dónde  viene  ni  atlónde  se  va. — Y  no  es  co- 
sa nueva,  poiYjue  él  es  á  quien  dicen  (e) : — Y  h  huella 
de  tus  pisadas  no  será  conocida. — Verdaderamente  él 
no  enlró  por  los  ojos,  porque  no  es  sujeto  á  color;  ni 
tampoco  por  los  oídos,  porque  no  hizo  sonido  ;'ni  me- 
nos por  las  narices,  porque  no  se  mezcló  con  el  aire;  ni 
por  la  boca,  porque  ni  se  bebe  ni  se  come;  ni  con  el 
tacto  "le  sentí,  porque  no  es  tal  que  se  toca.  ¿Por  dón- 
de pues  entró?  O  por  ventura  no  entró,  porque  no  vi- 
no de  fuera,  que  no  es  cosa  alguna  de  las  que  están  por 
defuera.  Mas  ni  tamt'oco  vino  de  dentro  de  mí,  por- 
que es  bueno,  y  yo  sé  que  en  mi  no  hay  cosa  que  bue- 
na sea.  Subí  pues  sobre  mí,  y  hallé  que  este  Verbo  aun 
estaba  mas  alto.  Descendí  debajo  de  mí,  inquisidor  cu- 
rioso, y  también  hallé  que  aun  estaba  mas  bajo.  Si  mi- 
ré á  lo  tle  fuera  ,  vile  aun  mas  fuera  (jue  toilo  ello.  Si 
me  volví  para  dentro',  hallóle  dentro  también.  Y  cono- 
cí ser  verdad  lo  que  liabia  leído  (/") : — Que  vivimos  en 
él  y  nos  movemos  en  él  y  somos  en  él.  Y  dichoso 
aquel  que  á  él  vive  y  se  mueve.— Mas  preguntará  al- 
guno: Si  es  tan  imposible  alcanzarle  y  entenderle  sus 
pasos,  ¿de  dónde  sé  yo  que  estuvo  presente  en  mí  al- 
ma? Porque  es  eficaz  y  vivo  este  Verbo,  y  así  luego  i}ue 
entró,  despertó  mi  alma,  que  se  dormía.  Movió  y  ablan- 
dó y  llagt)  mi  corazón ,  que  estaba  duro  y  de  piedra  y 
mal  sano.  Comenzó  luego  á  arrancar  y  á  deshacer,  y  A 
edificar  y  á  plantar ,  á  regar  lo  seco  y  á  resplandecer 
en  lo  ol)-,curo,  á  traer  lo  torcido  á  derecliez  y  á  con- 
vertir las  asperezas  en  caminos  muyllanos,  deartoque 

ic)  Homil.  74  in  Tanlica.       (rfi  Joan,  3,  v.  8. 
(e)  Psaliu.  76,  v.  20.     (f)  Ador.,  17,  v.  20. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


199 


bendicen  al  Señor  mi  alma ,  y  todas  mis  entrañas  á  su 
santísimo  nombre.  Así  que,  entrando  el  Verbo  esposo 
algunas  veces  á  mí ,  nunca  me  dio  á  conocer  que  en- 
traba con  ningunas  señas ,  no  con  voz ,  no  con  figura, 
no  con  sus  pasos.  Finalmente  no  rae  fué  notorio  por 
ningunos  movimientos  suyos  ni  por  ningunos  senti- 
dos mios  el  habérseme  lanzado  en  lo  secreto  del  pe- 
cho. Solamente,  como  he  dicho,  de  lo  que  el  corazón  me 
bullía  entendí  su'presencia.  De  que  huian  los  vicios,  y 
los  afectos  carnales  se  detenían,  conocí  la  fuerza  de  su 
poder.  De  que  traía  á  luz  mis  secretos,  y  los  discutía  y 
redargüía,  me  admiré  de  la  alteza  de  su  sabiduría.  De 
la  enmienda  de  mis  costumbres,  cualquiera  que  ella  se 
sea,  experimenté  la  bondad  de  su  mansedumbre.  De  la 
renovación  y  reformación  del  espíritu  de  mí  alma,  esto 
es,  del  hombre  interior,  percibí  como  pude  la  hermo- 
sura de  su  belleza.  Y  de  la  vista  de  todo  esto  juntamen- 
te, quedé  asombrado  de  la  muchedumbre  de  sus  gran- 
dezas sin  cuento.  Mas  porque  todas  estas  cosas,  luego 
que  el  Yerbo  se  aparta,  como  cuando  quitan  el  fuego  á 
la  olla  que  hierve,  comienzan  con  una  cierta  flaqueza 
á  caerse  torpes  y  frías,  y  por  aquí,  como  por  señal,  co- 
nocía yo  su  partida,  fuerza  es  que  mi  alma  quede  tris- 
te,  y  lo  esté  hasta  que  otra  vez  vuelva  y  torne ,  como 
solía,  á  calentarse  mieorazon  en  mí  mismo,  y  conozca 
yo  así  su  tornada. —  Esto  es  de  Bernardo. 

«Por  manera  que  el  nombre  Dabar  en  cada  mía  de 
sus  letras  significa' alguna  propiedad  de  la^  que  Cristo 
tiene,  y  si  juntamos  las  letras  en  sílabas,  lo  significa 
mejor,  porque  las  que  tiene  son  dos  da  y  bar,  que  jun- 
tamente quieren  decir  el  hijo,  ó  este  es  el  hijo,  que,  co- 
mo Juliano  agora  decia,  es  lo  propio  de  Cristo ;  y  á  lo 
que  el  Padre  aludió  cuando  desde  la  nube  y  en  el  mon- 
te de  la  gloría  de  Cristo  dijo  á  los  tres  escogidos  dis- 
cípulos:— Este  es  mi  hijo;— que  fué  como  decir:  Es  Da- 
bar,  es  el  que  nació  eterna  é  invisiblemente  de  mí,  na- 
cido agora  rodeado  de  carne  y  visible.  Y  como  haya  mu- 
chos nombres  que  significan  el  hijo  en  la  lengua  desta 
palabra,  á  ellacon  misterio  le  cupo  este  solo,  que  es  bar, 
que  tiene  origen  de  otra  palabra  que  significa  el  sacar  á 
luz  y  el  criar,  porque  se.enlienda  que  el  hijo  que  dice  y 
que  significa  este  nombre,  es  hijo  que  saca  á  luz  y  que 
cría,  ó  sí  lo  podemos  decir  así,  es  hijo  que  ahija  á  los 
hijos,  y  que  tiene  la  filiación  en  si  de  todos.  Y  aun  si 
leemos  al  revés  este  nombre ,  nos  dirá  también  alguna 
maravilla  de  Cristo.  Porque  bar,  vuelto  y  leído  al  con-* 
trario  es  rab,  y  rab  es  muchedumbre  y  ayuntamiento 
6  amontonamiento  de  muchas  cosas  excelentes  en  una, 
que  es  puntualmente  lo  que  vemos  en  Cristo,  según  que 
es  Dios  y  según  que  es  hombre.  Porque  en  su  divini- 
dad están  las  ideas  y  las  razones  de  todo,  y  en  su  liu- 
manida'd  las  de  todos  los  hombres ,  como  ayer  en  sus 
lugares  se  dijo. 

);Mas  vengamos  á  lodo  el  nombre  junto  por  sí,  y  vea- 
mos lo  que  significa,  ya  que  habernos  dicho  lo  que  nos 
dicen  sus  partes ;  que  no  son  menos  maravillosas  las 
signíficacbnes  de  todo  él  que  las  de  sus  letras  y  síla- 
bas; porque  Dabar  en  la  Sagrada  Escritura  dice  mu- 
chas y  diferentes  grandezas.  Que  lo  primero,  Dabar  sig- 
nifica el  verbo  que  concibe  el  entendimiento  en  sí  mis- 
mo, que  es  una  como  imagen  entera  é  igual  de  la  cosa 


que  entiende.  Y  Cristo  en  esta  manera  es  Dabar,  por- 
que es  la  imagen  que  de  si  concibe  y  produce  cuando 
se  entiende  su  Padre.  Y  Dabar  significa  taml)ien  la  pa- 
labra que  se  forma  en  la  boca,  que  es  imagen  de  lo  que 
el  ánimo  esconde.  Y  Cristo  también  es  Dabar,  así  por- 
que no  solamente  es  imagen  del  Padre  escondida  en  el 
Padre,  y  para  solos  sus  ojos,  sino  es  imagen  suya  para 
todos,  é  imagen  que  nos  le  representa  á  nosotros,  é 
imagen  que  le  saca  á  luz  y  que  le  imprime  en  todas 
cosas  que  cria.  Por  donde  san  Pablo  (a)  conveniente- 
mante  le  llama  a  sello  del  Padre»;  así  porque  el  Padre 
se  sella  en  él  y  se  dibuja  del  todo  ,  como  porque  impri- 
me él  como  sello  en  todo  lo  que  cria,  y  repara  la  ima- 
gen del  que  en  sí  tiene.  Y  Dabar  también  significa  la 
ley  y  la  razón ,  y  lo  que  pide  la  costumbre  y  estilo ,  y 
finalmente  el  deber  en  lo  que  se  hace ,  que  son  todas 
cualidades  de  Cristo,  que  es  según  la  divinidad  la  ra- 
zón de  las  criaturas,  y  la  orden  de  su  compostura  y  su 
fábrica ,  y  la  ley  por  quien  deben  ser  medidas ,  así  en 
las  cosas  naturales  cono  en  las  que  exceden  lo  natu- 
ral, y  es  el  estilo  de  la  vida  y  de  las  obras  de  Dios,  y  el 
deber  á  que  tienen  de  mirar  todas  las  cosas  que  no 
quieren  perderse ;  porque  lo  que  todas  hacer  deben  es, 
el  allegarse  á  Cristo  y  el  figurarse  del  y  el  ajustarse 
siempre  con  él.  Y  Dabar  también  significa  el  hecho  se- 
ñalado que  de  otro  procede,  y  Cristo  es  la  mas  alta  co- 
sa que  procede  de  Dios ,  y  en  lo  que  el  Padre  entera- 
mente puso  sus  fuerzas ,  y  en  quien  se  traspasó  y.  co- 
municó cabalmente.  Y  si  lo  debemos  decir  así,  es  la 
grandísima  hazaña  y  la  única  hazaña  del  Padre ,  pre- 
ñada de  todas  las  demás  grandezas  que  el  Padre  hace, 
porque  todas  las  hace  por  él.  Y  así  es  luz  nacida  de  luz, 
y  fuente  de  todas  las  luces,  y  sabiduría  de  sabiduría  naci- 
da, y  manantial  de  todo  el  saber  y  poderío,  y  grandeza 
y  excelencia,  y  vida  é  inmortalidad,  y  bienes  sin  medida 
ni  cuenta,  y  abismo  de  noblezas  inmensas,  nacidas  de 
iguales  noblezas,  y  engendradoras  de  todo  lo  poderoso 
y  grande  y  noble  que  hay.  Y  Dabar  dice  todo  aquesto 
que  he  dicho,  porque  significa  todo  lo  grande  y  exce- 
lente y  digno  de  maravilla  que  de  otro  procede. 

))Y  significa  también,  y  con  esto  concluyo,  cualquie- 
ra cosa  de  ser,  y  por  la  misma  razón  el  ser  mismo  y  la 
realidad  de  las  cosas,  y  asi  Cristo  debidamente  es  lla- 
mado por  nombre  propio  Dabar,  porque  es  la  cosa  que 
mas  es  de  todas  las  cosas ,  y  el  ser  primero  y  original 
de  donde  les  mana  á  las  criaturas  su  ser,  su  substan- 
cia, su  vida,  su  obra.  Y  esto  cnanto  á  Dabar;  que  jus- 
to es  que  digamos  ya  de  Jesús,  que,  como  decimos,  tara- 
bien  es  nombre  de  Cristo  propio,  y  que  le  conviene  se- 
gún la  parte  que  es  hombre;  porque,  así  como  Dabar 
es  nombre  propio  suyo  según  que  nace  de  Dios,  por  ra- 
zón de  que  este  nombre  solo  con  sus  muchas  significa- 
ciones dice  de  Cristo  lo  que  otros  muchos  nombres 
juntos  no  dicen ;  así  Jesús  es  su  propio  nombre  según 
la  naturaleza  humana  que  tiene ,  porque  con  una  sig- 
nificación y  figura  que  tiene  sola  dice  la  manera  del 
ser  de  Cristo  hombre ,  y  toda  su  obra  y  oficio ,  y  le  re- 
presenta y  significa  mas  que  otro  ninguno.  A  lo  cual 
mirará  todo  lo  que  desde  agora  dijere.  Y  no  diré  del  nú- 
mero de  las  letras  que  tiene  este  nombre,  ni  de  la  pro- 
(0)  Hebr.,  1 ,  v.  3. 


200  OBRAS  DE  FRAY 

piedad  de  cada  una  dellas  por  sí,  ni  de  la  significación  ^ 
singular  de  cada  una ,  ni  de  lo  que  vale  en  razón  de  j 
aritmética,  ni  del  número  que  resulta  de  todas,  ni  del 
poder  ni  de  la  fuerza  que  tiene  este  número,  que  son 
cosas  que  las  consideran  algunos  y  sacan  misterios  de- 
llas, que  yo  no  condeno;  mas  drjolas  porque  muchos 
las  dicen,  y  porque  son  cosas  menudas  y  que  se  pintan 
mejor  que  se  dicen.  Sola  una  cosa  des'as  diré,  y  e>,  que 
el  original  deste  nombre  Jesús,  que  es  Jchosuah,  como 
arriba  dijimos,  tiene  todas  las  letras  de  que  se  compo- 
ne el  nombre  de  Dios,  que  llaman  de  cuatro  letras,  y 
demás  dellas,  tiene  otras  dos.  Pues  como  sabéis,  el  nom- 
bre de  Dios,  de  cuatro  letras ,  que  se  encierra  en  este 
nombre,  es  nombre  que  no  se  pronuncia,  ó  porque  son 
vocales  todas,  ó  porque  no  se  sabe  la  manera  de  su  so- 
nido, ó  por  la  religión  y  respeto  que  debemos  á  Dios, 
6  porque,  como  yq  algunas  veces  sospecho,  aquel  nom- 
bre y  aquellas  letras  hacen  la  señal  con  que  el  mun- 
do, que  liablar  no  puede ,  ó  cualquiera  que  no  osa  ha- 
blar significa  su  afecto  y  mudez  con  un  sonido  rudo  y 
desatado  y  que  no  liacc  figura,  que  llamamos  interjec- 
ción en  latin ,  que  es  una  voz  tosca ,  y  como  si  dijése- 
mos, sin  rostro  y  sin  facciones  ni  miembros.  Que  qui- 
so Dios  dar  por  su  nombre  á  los  hombres  la  señal  y  el 
sonido  de  nuestra  mudez,  para  que  enlendiéóemos  que 
no  cabe  Dios  ni  en  el  entendimiento  ni  en  la  lengua,  y 
que  el  verdadero  nombrarle  es  confesarse  la  criatura 
por  muda  todas  las  veces  que  le  quisiere  nombrar ,  y 
que  el  embarazo  de  nuestra  lengua:  y  el  silencio  nues- 
tro cuando  nos  levantamos  á  él  es  su  nombre  y  loor, 
como  David  lo  decía  (a).  Así  que  es  nombre  inefable  y 
que  no  se  pronuncia  este  nombre. 

«Mas,  aunque  no  se  pronuncia  en  sí,  ya  veis  que  en  el 
nombre  de  Jesús,  por  razón  de  dos  letras  que  se  le  aña- 
den, tiene  pronunciación  clara  y  sonido  formado  y  sig- 
nificación entendida,  para  que  acontezca  en  el  nombre 
'  lo  mismo  que  pasó  en  Cristo,  y  para  (|ue  sea,  como  di- 
cho tengo,  retrato  §\  nombre  del  ser.  Porque  por  la  mis- 
ma manera  en  la  persona  de  Cristo  se  junta  la  divini- 
dad con  el  alma  y  con  la  carne  del  hombre ,  y  la  pala- 
bra divina,  que  no  se  leía,  junta  con  estas  dos  letras  se 
lee,  y  sale  á  luz  lo  escondido,  hecho  conversable  y  vi- 
sible, y  es  Cris'o  un  Jesús,  esto  es,  un  ayuntamiento 
de  lo  divino  y  humano,  de  lo  que  no  se  pronuncia  y 
de  lo  que  pronunciarle  puede,  y  es  causa  que  se  pro- 
nuncie lo  que  se  jun'.acoii  ello.  Mas  en  esto  no  pasemos 
de  aqui,  sino  digamos  ya  de  la  sígniíicacíon  del  nom- 
bre de  Jesús,  c<)mo  él  conviene  á  Cristo,  y  cómo  es  so- 
lo de  Cristo,  y  cómo  aliraza  todo  lo  que  del  se  dice,  y 
las  muchas  maneras  como  aquesta  significación  le  con- 
viene. Jesús  pues  significa  salvación  ó  salud,  que  el 
ángel  así  lo  dijo  (6).  Pues  si  se  llama  salud  Cristo,  cier- 
to será  que  lo  es,  y  si  lo  es,  que  lo  es  para  nosotros ; 
porque  para  si  no  lieiic  necesidad  de  salud  el  que  en 
sí  no  padece  falla  ni  tiene  miedo  de  padeccrhi.  Y  si  pa- 
ra nosotros  Cristo  es  Jesús  y  salud,  bien  se  entiende  que 
tenemos  cnfermcilad  no-oIros  para  cuyo  remedio  se 
ordena  la  salud  de  Je.sns.  Veamos  pues  la  cualidad  de 
nuestro  estado  miserable,  y  el  número  de  nuestras  fla- 
quezas, y  los  daños  y  males  nuestros;  que  dcllo':  coiio- 
(flj  l'ialm.  138,  V.  4.      (bj  Luc,  i,  \.Zl. 


LUIS  DE  LEÓN. 

cerémos  la  grandeza  desla  salud  y  su  condición ,  y  la 
razón  que  tiene  Cristo  para  que  el  nombre  Jesús ,  en- 
tre tantos  nombres  suyos,  sea  su  propio  nombre. 

»E1  hombre  de  su  natural  es  movedizo  y  liviano  y  sin 
constancia  en  un  ser,  y  por  lo  que  heredó  de  sus  pa- 
dres, es  enfermo  en  todas  las  partes  de  que  se  compone 
su  alma  y  su  cuerpo;  porque  en  el  entendimiento  tie- 
ne obscuridad,  y  en  la  voluntad  flaijueza,  y  en  el  apctüo 
perversa  inclinación ,  y  en  la  memoria  olvido ,  y  en  los 
sentidos,  en  unos  engaño  y  en  otros  fuego,  y  en  el  cuer- 
po muerte ,  y  desorden  entre  todas  estas  cosas  que  lio 
dicho,  y  disensiones  y  guerra,  que  le  hacen  ocasiciiado 
á  cualquiera  género  de  enfermedad  y  de  mal.  Y  lo  que 
peor  es,  heredó  la  culpa  de  sus  padres,  que  es  enfer- 
medad en  muchas  maneras,  por  la  fealdad  suya  que  po- 
ne, y  por  la  luz  y  la  fuerza  de  la  gracia  que  quita,  y 
porque  nos  enemista  con  Dios,  que  es  fiero  eneinigo,  y 
porque  nos  sujeta  al  demonio  y  nos  obliga  á  penas  sin 
lin.  A  esta  culpa  común  añade  cada  uno  las  suyas,  y 
para  ser  del  todo  miserables,  como  malos  enfermos,  ayu- 
damos el  mal,  y  nos  llamamos  la  muerte  con  los  exce- 
sos que  hacemos.  Por  manera  que  nuestro  estado,  de 
nuesiro  nacimiento,  y  por  la  mala  elección  de  nucsiro 
aibedrío,  y  por  las  leyes  que  Dios  contra  el  pecado  pu- 
so, y  por  las  muchas  cosas  que  nos  convidan  siempre  á 
pecar,  y  por  la  tiranía  cruel  y  el  celro  durísimo  que  el 
demonio  sobre  los  pecadores  tiene,  es  infelicísimo  y  mi- 
serable estado  sobre  toda  manera,  por  donde  quiera  que 
le  miremos.  Y  nuestra  enfermedad  no  és  una  enferme- 
dad, sino  una  suma  sin  número  de  todo  lo  que  es  dolo- 
roso y  enfermo. 

))El  remedio  de  lodos  estos  males  es  Cristo,  que  nos 
libra  dellos  en  la?  formas  que  ayer  y  hoy  se  ha  dicho 
en  diferenles  lugai'es;  y  porque  es  e!  rewsedio  de  todo 
ello,  [!or  eso  es  y  se 'llama  Jesús,  esto  es,  salvación  y 
salud.  Y  es  grandísima  salud,  porque  la  enll'rmedad  es 
grandísima,  y  nómbrase  propiamenfe  de  ella,  ponpie 
como  la  enfermedad  es  de  tantos  senos  y  enramada 
con  laníos  ramos,  todos  los  demás  oficios  de  Cris'o  y 
los  nombres  que  por  ellos  tiene  son  como  partes  que 
se  ordenan  á  esta  salud,  y  el  uoinbre  de  Jesús  es  el  to- 
do, según  que  todo  loque  signilican  los  oíros  nombres, 
ó  es  parle  desla  salud  que  es  Cristo  y  que  Crisio  hace 
en  nosotros,  ó  se  ordena  á  ella  ó  se  sigue  della  por  ra- 
zón necesaria.  Que  si  es  llamado  pimpollo  Cristo,  y  si  es, 
Qomo  decíamos,  el  parto  común  de  las  cosas ,  ellas  sin 
duda  le  [tarieron  para  que  fuese  su  Jesús  y  salud.  Y  así 
Isaías,  cuando  les  pide  (pie  lo  paran  y  que  lo  saquen  á 
luz,  y  les  dice  (c) : — Rociad,  cielos,  dende  lo  alio,  y  vos, 
nubes,  lloved  al  Justo;  —  luego  dice  el  lin  para  ipie  le 
han  de  |);irir;  porque  añade  : — V  tú,  tierra,  fruclilica- 
rás  la  salud.  — Y  sí  es  «faces  de  Dios»),  eslo  porque  es 
nueslra  salud,  la  cual  consiste  en  que  nos  asemejemos 
á  Dios  y  le  veamos,  como  Cristo  lo  dice  {d) : — Esta  es 
la  villa  eterna,  conocerte  á  lí  y  á  lu  Hijo. —  Y  lambiiMi 
si  le  llumainos  Camino  y  si  le  nombramos  Monte,  es 
camino  [lorque  es  guía,  y  es  monte  porque  es  defensa; 
y  ciorto  es  que  no  nos  fuera  Jesús  si  no  nos  fuera  guia 
y  do|V'ti>;a;  porque  la  salud,  ni  se  viene  á  ella  sin  guia, 
ni  se  conserva  sin  defensa. 

(ci  I.Mi.,  \">,  V,  8.      ((/;  ¡i,»».,  17,  V.  \ 


DE  LOS  NOilBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


201 


»Y  de  la  misma  manera  es  llamailo  Padre  del  siglo 
futuro,  porque  la  salud  que  el  hombre  pretende  no  se 
puede  alcanzar  si  no  es  engendrado  otra  vez.  Y  así,  Cris- 
to no  fuera  nuestro  Jesús  si  primero  no  fuera  nuestro 
engendrador  y  nuestro  padre.  También  es  brazo  y  rey 
de  Dios  y  príncipe  de  paz,  brazo  para  nuestra  libertad, 
rey  y  príncipe  para  nuestro  gobierno,  y  lo  uno  y  lo  otro, 
como  se  ve,  tiene  orden  á  la  salud.;  lo  uno  que- se  le 
presupone,  y  lo  otro  que  la  sustenta.  Y  así,  porque  Cris- 
to os  Jesús,  por  el  mismo  caso  es  Brazo  y  es  rey.  Y  lo 
mismo  podemos  decir  del  nombre  de  Esposo;  porque 
no  es  perfecta  la  salud  sola  y  desnuda  si  no  la  acompa- 
ña el  gusto  y  deleite.  Y  esia  es  la  causa  porqué.Crislo, 
que  es  perfecto  Jesús  nuestro ,  er-,  también  nueslro  es- 
poso, conviene  á  saber,  es  el  deleito  del  alma  y  su  com- 
pañía dulce,  y  será  tamitien  su  marido,  que  engendra- 
rá della  y  en  ella  generación  casta  y  noble  y  et-crna; 
que  es  cosa  que  nace  de  la  salud  entera  y  que  de  ella 
se  sigue.  De  arte  que  dicien<lo  (¡uc  se  llama  Cristo  Je- 
sús, decimos  que 'es  esposo  y  rey,  y  príncipe  de  paz  y 
brazo,  y  monté  y  padre,  y  camino  y  piínpollo ;  y  es  lla- 
marle, como  también  la  Escritura  le  llama,  pasior  y  ove- 
ja, hostia  y  sacerdote ,  leou  y  cordero ;  vid,  puerta,  mé- 
dico, luz,  verdad  y  sol  de  justicia,  y  otros  nombres  así. 

«Porque  si  es  verdaderamente  Jesús  nuestro,  como  lo 
es,  tiene  todos  estos  oficios  y  tíiuios,  y  si  le  faltaran  no 
fuera  Jesús  entero  ni  salud  cabal,  así  como  nos  es  ne- 
cesaria. Porque  nuestra  salud,  presupuesta  la  condición 
de  nuestro  ingenio,  y  la  cualidad  y  muchedumbre  de 
nuestras  enfermedades  y  daños,  y  la  corrupi-ion  qüa 
había  en  nuestro  cuerpo,  y  el  poiler  que  por  ella  tenia 
en  nuestra  alma  el  demonio,  y  las  penas  á  que  la. con- 
denaban sus  culpas,  y  el  enojo  y  la  enemistad  contra 
nosotros  de  Dios,  no  podía  hacerse  ni  venir  á  colmo  si 
Cristo  no  fuera  pastor  que  nos  apacentara  y  guiara,  y 
oveja  que  nos  alimentara  y  vistiera ,  y  hostia  que  se 
ofreciera  por  nuestras  culpas,  y  sacerdote  que  intervi- 
niera por  nosotros  y  nos  desenojara  á  su  Padre;  y  león 
que  despedazara  al  loon  enemigo,  y  cordero  que  lle- 
vara sobr»;  sí  los  pecados  del  mundo,  y  vid  que  nos  co- 
municara su  jugo,  y  puerta  que  nos  meiiera  en  el  cielo, 
y  médico  que  curara  mil  llagas  ,  y  verdad  que  nos  sa- 
cara de  error,  y  luz  que  nos  alumbrara  los  pies  en  la 
noche  desta  vida  oscurísima,  y  íinalmente  sol  de  justi- 
cia ,  que  en  nuestras  almas,  ya  libres  por  él ,  naciendo 
en  el  centro  deltas,  derramara  por  todas  las  partes  de- 
ltas sus  lucidos  rayos  para  hacerlas  claras  y  hermosas. 
Y  así,  el  nombre  de  Jesits  está  en  todo  •  los  nombres  que 
Cristo  tiene,  porque  todo  lo  que  en  ellos  hay  se  ende- 
reza y  encamina  á  que  Crislo  sea  perfeetameate  Jesús. 
Como  escribe  bien  sau  Bernardo,  diciendo  : 

» — Dice  Isaías:  Será  llamado  admirable,  consejero, 
lioí ,  fuerte ,  padre  del  siglo  futuro  ,  príncipe  de  paz. 
Ciertamente  grandes  nombres  son  estos,  mas  ¿qué  se 
ha  hecho  del  nombre  que  es  sobre  todo  nombre,  el  noin- 
bre  úe  Jesús,  á  quien  se  doblan  todas  las  rodillas?  Sin 
duda  hallarás  este  nombre  en  todos  estos  nombres  que 
he  dicho,  pero  derramado  por  cierta  manera,  porque 
del  es  lo  que  la  Esposa  ainorosa  dice  :  «Ungüento  der- 
ramatlo  tu  nombre. »  Porque  de  todos  aquestos  nombres 
resulta  un  nombre,  Jesús,  de  manera  que  no  lo  fuera 


ni  se  lo  llamara  si  alguno  deUos  le  faltara  por  caso- 
¿Por  ventura  cada  uno  de  nosotros  no  ve  en  sí  y  en  la 
mudanza  de  sus  voluntades  que  se  llama  Cristo  admi- 
rable? Pues  eso  es  ser  Jesús.  Porque  el  principio  de 
nuestra  salud  es,  cuando  comenzamos  á  aborrecerlo 
que  antes  amábamos,  dolemos  de  lo  que  nos  daba  ale- 
gría, abrazarnos  con  lo  que  nos  ponía  temor ,  seguir  lo 
que  Iniiamos,  y  desear  con  ansia  lo  que  ¿e'^ecbábambs 
con  enfado.  Sin  duda  admirable  es  quien  liace  tan  gran- 
des maravillas.  Mas  conviene  que  se  muestre  también 
consejero  en  el  escoger  de  la  penitencia  y  en  el  orde- 
nar de  la  vida ,  porque  acaso  no  nos  lleve  el  celo  de- 
masiado, ni  le  falte  prudencia  al  buen  deseo.  Pues  tam- 
bién es  menester  que  experimentemos  que  es  Dios,  con- 
viene á  saber,  en  el  perdonarlo  pasado,  porque  no  hay 
sin  esle  perdón  salud,  ni  puede  nadie  perdonar  peca- 
dos sino  es  solo  Dios.  Mas  ni  aun  esto  basta  para  sal- 
varnos, si  no  se  nos  mostrare  ser  fuerte,  defendiéndonos 
de  quien  nos  guerrea,  para  que  no  venzan  los  antiguos 
deseos,  y  sea  peor  que  lo  primero  lo  postrero.  ¿Pareceos 
que  falta  algo  para  quien  es  por  nombre  y  por  oficio  Je- 
sús? Sin  duda  faltara  una  cosa  muy  grande  si  no  se  lla- 
mara y  si  no  fuera  padre  del  siglo  futuro,  para  que  en- 
gendre y  resucite  á  la  vida  sin  l]n  á  los  que  somos  en- 
gL'ndrados  para  la  muerte  por  los  padres  deste  presen- 
te siglo.  Ni  aun  esto  bastara  si,  como  prírfcipe  de -paz, 
no  nos  pacificara  á  su  Padre,  á  quien  hará  entrega  del 
reino.  — 

))De  lo  cual  todo  san  Bernardd  concluye  que  los  nom- 
bres que  Cristo  tiene  son  todos  necesarios  para  que  se 
llame  enteramente  Jesús;  porque  para  ser  lo  que  este 
nombre  dice,  es  menester  que  tenga  Cristo  y  que  haga 
lo  que  significan  todos  los  otros  nombres.  Y  así,  el  nom- 
bre de  Jesús  es  propio  nombre  suyo  entre  todos.  Y  es 
suyo  propio  también  porque,  como  el  miímo  Bernardo 
dice,  no  le  es  nombre  postizo,  sino  nacido  nombre,  y 
nombre  que  le  trae  embebido  en  el  ser,  porque,  como 
diremos  en  su  lugar,  su  ser  de  Cristo  es  Jesús,  porque 
lodo  cuanto  en  Cristo  hay  es  salvación  y  salud.  La  cual, 
demás  de  lo  dicho ,  quiso  Cristo  que  fuese  su  nombre 
propio ,  para  declararnos  su  amor.  Porque  no  escogió 
para  nombrarse  ningún  otro  título  suyo  de  los  que  no 
miran  ánoíotros,  teniendo  tantas  grandezas  en  si,  cuan- 
to es  justo  que  tenga  en  quien  ,  como  san  Pablo  dice, 
reside  de  asiento  y  como  cor;iorali!ien'e  toda  la  riqueza 
divina  ;  sino  escogió  para  su  nombre  propio  io  que  di- 
ce los  bienes  que  en  nosotros  hace  y  la  salud  que  nos 
da,  mostrando  clarisimamenle  lo  mucho  que  nos  ama  y 
estima,  pues  de  ninguna  de  sus  grandezas  se  precia  ni 
hace  nombre  sino  de  nuestra  salud.  Que  es  lo  mismo 
que  á  Moi?en  dijo  en  el  Éxodo,  cuando  le  preguntaba 
i  su  nombre  ,  para  poder  decir  á  los  hijos  de  -ísrael  que 
!  Dios  le  enviaba,  porque  dice  allí  así  {a) : — Desta  niane- 
!  ra  dirás  á  los  hijos  de  Israel :  El  señor  Dios  de  vuestro 
!  padre.  Dios  de  Abrahan  y  Dios  de  Isaac  y  Dios  de  Jacob, 
'  me  envía  á  vosotros ;  que  este  es  ¡ni  nombre  para  siern- 
'  pre,  y  mi  apellido  en  la  generación  de  las  generacio- 
iie?.—  DÍ--8  que  es  su  nombre  Dios  de  Abrahan,  por  ra- 
:  zon  do  lo  que  hasta  agora  ha  hecho  y  hará  siempre  por 
sus  hijos  de  Abrahan ,  que  ;:on  todos  los  que  tienen  su 
I      (o;  Exod.,  3,  v.  15. 


202 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


fe.  Dios  que  nace  de  Abralian,  que  gobierna  á  Abrahan, 
que  lo  defiende ,  que  lo  multiplica ,  que  lo  repara  y  re- 
dime y  bendice,  esto  es,  Dios  que  es  Jesús  de  Abrahan. 
))Y  dice  que  este  nombre  es  el  nombre  propio  suyo, 
y  el  apellido  que  él  mas  ama ,  y  el  título  por  donde  quie- 
re ser  conocido  y  de  que  usa  y  usará  siempre ,  y  seña:- 
ladamente  en  la  generación  de  las  generaciones,  esto  es, 
en  el  renacer  de  los  hombres  nacidos  y  en  el  salir  á  la 
luz  de  la  justicia,  los  que  hablan  ya  salido  á  esta  visi- 
ble luz  llenos  de  miseria  y  de  culpa ,  porque  en  ellos 
propiamente,  y  en  aquel  nacimiento,  y  en  lo  que  le  per- 
tenece y  se  le  sigue,  se  muestra  Cristo  á  la  clara  Jesiis. 
Y  como  en  el  monte,  cuando  Moisen  subió  á  ver  la  glo- 
ria de  Dios,  porque  Dios  le  habia  prometido  mostrársela, 
cuando  le  puso  en  el  hueco  de  la  peña ,  y  le  cubrió  con 
la  mano  y  le  pasó  por  delante ,  cuanto  mostró  á  Moi- 
sen de  sí  lo  encerró  en  estas  palabras  que  te  dijo  (a) : 
— Yo  soy  amoroso  entrañablemente,  compasivo,  an- 
cho de  narices ,  sufrido  y  de  mucha  espera ,  grande  en 
perdón,  fiel  y  leal  en  la  palabra,  y  que  extiendo  mis  bie- 
nes por  mil  generaciones  de  hombres; — como  dicien- 
do que  su  ser  es  misericordia,  y  de  lo  que  se  precia  es 
piedad,  y  que  sus  grandezas  y  perfecciones  se  resumen 
en  hacer  bien ,  y  que  todo  cuanto  es  y  cuanto  quiere 
sor  es  blandura  y  amor ;  así  cuando  se  nos  mostró  vi- 
sible á  los  ojos ,  no  subiendo  nosotros  al  monte ,  sino 
descendiendo  él  á  nuestra  bajeza  todo  lo  que  de  sí  nos 
descubre  es  Jesús.  Jesús  es  su  ser,  Jesús  son  sus  obras, 
Jesús  es  su  nombre,  eslo  es,  piedad  y  salud. 

wJIas  quiso  Cristo  tomar  por  nombre  propio  á  la  sa- 
lud, que  es  Jesús;  porque  salud  no  es  un  solo  bien,  si- 
no una  universalidad  de  bienes  inumerables.  Porque 
en  la  salud  están  las  fuerzas,  y  la  ligereza  del  movi- 
miento, y  el  buen  parecer,  y  la  habla  agradable ,  y  el 
discurso  entero  de  la  razón,  y  el  buen  ejercicio  de  todas 
las  parles  y  de  todas  las  obras  del  hombre.  El  bien  oir, 
el  buen  ver  y  la  buena  dicha  y  la  industria,  la  salud  la 
contiene  en  sí  misma.  Por  manera  que  salud  es  una 
preñez  de  todos  los  bienes.  Y  así,  porque  Cristo  es  esta 
preñez  verdaderamente,  por  eso  este  nombre  es  el  que 
mas  le  conviene;  porque  Cristo,  así  como  en  la  divini- 
dad es  la  idea  y  el  tesoro  y  la  fuente  de  todos  los  bie- 
nes ,  conforme  á  lo  que  poco  há  se  decía ,  asi  según  la 
humanidad  tiene  tolos  los  reparos  y  todas  las  medici- 
nas y  todas  las  saludes  que  son  menester  para  toilos.  Y 
así,  es  bien  y  salud  universal,  no  solo  porque  á  todos 
Jiacc  bien,  ni  solamente  porque  tiene  en  sí  l;i  salud  que 
es  menester  para  torios  los  males,  sino  también  porque 
en  cada  uno  de  los  suyos  hace  todas  las  saludes  y  bie- 
nes, y  para  cada  uno  le  es  Jesús  de  ¡numerables  ma- 
neras. Porqu",  aun  pie  cnire  los  justos  hay  grados, 
así  en  la  'gracia  que  Dios  les  da  como  en  el  premio 
que  les  dará  de  la  gloria,  pero  ninguno  dellos  hay  que 
no  tenga  por  Cristo,  no  solo  lodos  los  reparos  que  í^on 
necesarios  para  librarse  del  mal,  sino  también  todos  los 
bienes  que  son  menester  para  ser  ricos  perfeclamente. 
Eslo  es,  que  no  hay  dcllos  ninguno  á  quien  á  la  íin  Je- 
sús no  les  dé  salud  perfecta  en  todas  sus  potencias  y 
partes,  así  en  el  alma  y  sus  fuerzas,  como  en  el  cuer- 
po y  sus  sentidos, 
(o;  Eíod.,  G4,  v.  C. 


))Por  manera  que  en  cada  uno  hace  todas  las  salu- 
des que  en  todos ,  limpiando  la  culpa ,  dando  libertad 
del  tirano,  rescatando  del  infierno,  vistiendo  con  la  gra- 
cia, comunicando  su  mismo  espíritu,  enviando  sobre 
ellas  su  amparo,  y  últimamente  resucilando  y  glorifi- 
cando los  sentidos  y  el  cuerpo.  Y  lo  uno  y  lo  otro,  las 
muchas  saludes  que  Cristo  hace  en  cada  uno  de  los  su- 
yos y  la  copia  universal  que  en  sí  tiene  de  salud  y  de 
Jesús,  dice  David  maravillosamente  en  el  verso  cuarto 
del-salmo  109,  que  yo  declaré  ayer  por  una  manera, 
y  vos,  Julianp,  poco  bá  lo  dcclarastes  en  otra,  y  consin- 
tiéndolas la  letra  todas,  admite  también  la  tercera;  por- 
que le.podemos  muy  bien  leer  asi  (6) : — Tu  pueblo  no- 
blezas.en  aquel  día;  lu  ejército  (noblezas)  en  los  res- 
plandores Sctntos,  que  mas  que  el  vientre  y  mas  que  la 
mañana  hay  en  tí  rocío  de  lu  nacimiento.  —  Porque  di- 
ce que  eñ  el  día  que  amanecerá ,  cuando  se  acabare  la 
noche  deste  siglo  obscurísimo,  que  es  verdaderamente; 
dia  porque  no  camina  á  la  noclie ,  y  dia  porque  res- 
plandecerá en  él  la  verdad ;  y  así,  será  dia  de  resplan- 
dores santísimos,  porque  el  resplandor  de  los  justos,  que 
agora  se  esconde  en  su  pecho  dellos,  saldrá  á  luz  en- 
tonces y  se  descubrirá  en  público,  y  les  resplandecerá 
por  los  ojos  y  por  la  cara  y  f5or  lodos  los  sentidos  del 
cuerpo;  pues  en  aquel  dia,  que  es  día,  lodo  el  pueblo  de 
Cristo  será  noblezas.  Que  llama  pueblo  de  Cristo  á  los 
justos  solos,  porque  en  la  Escritura  ellos  son  los  que  se 
llaman  pueblo  de  Dios,  dado  que  Cristo  es  universal  Se- 
ñor de  todas  las  cosas.  Y  á  los  mismos  que  llama  pueblo^ 
llama  después  ejército  ó  escuadrón ,  ó  puntualmente,  co- 
mo suena  la  letra  original,  pod.erio  de  Cristo,  según  que 
en  el  español  antiguo  llamaban  poderes  al  ayuntamiento 
de  gentes  de  guerra.  Y  llama  ajos  justos  así,  no  porque 
ellos  hacen  á  Cristo  poderoso,  como  en  la  tierra  los  mu- 
chos soldados  hacen  poderosos  los  reyes,  sino  porque 
son  prueba  del  grandísimo  poder  de  Cristo  lodos  juntos 
y  cada  uno  por  sí.  Del  poder,  digo  de  su  virtud ,  y  de 
la  eficacia  de  su  espíritu ,  y  de  la  fuerza  de  sus  manos 
no  vencidas ,  con  que  los  sacó  de  la  postrera  miseria  á 
la  felicidad  de  la  vida. 

«Pues  este  pueblo  y  escuadrón  de  Cristo  lucido,  di- 
ce que  todo  es  noblezas;  porque  cada  uno  dellos  es,  no 
una  nobleza,  sino  muchas  noblezas;  no  una  salud,  sino 
muchas  saludes,  por  razón  de  las  no  numerables  salu- 
des que  Cristo  en  ellos  pone  por  su  nobleza  infiniía, 
cercándolos  de  salud  y  levantando  por  todas  sus  ahne- 
nas  dellos  señal  de  victoria ;  lo  cual  puede  bien  hacer 
Jesucristo  por  lo  que  se  sigue,  y  es,  que  tiene  en  sí  ro- 
cío de  su  nacimiento,  mas  que  vientre  y  mas  que  auro- 
ra; porque  rocío  llama  la  eficacia  de  Cristo  y  la  fuerza 
del  espíritu  que  da ;  en  las  divinas  letras  suele  tener  nom- 
bre de  agua,  y  llámale  rocío  de  nacimiento,  porque  ha- 
ce con  él  que  nazcan  los  suyos  á  la  buena  vida  y  á  la 
dichosa  vida,  y  nómbrale  su  nacimiento,  porque  lo  ha- 
ce él  y  porque  naciendo  ellos  en  él,  él  también  nace  en 
ellos.  Y  dice  .-—Masque  vientre  y  mas  (pie  aurora, — pa- 
ra significar  la  eficacia  y  la  copia  de  aqueste  rocío.  La 
eíiciicia,  como  diciendo  que  con  el  rocío  de  Jesús,  que 
en  sí  tiene,  saca-Ios  suyos  á  luz  de  vida  bienaventura- 
da muy  mas  presto  y  muy  mas  cierto  que  sale  el  sol 
(bi  Pí-ilm.  m,  V.  3. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO. —LIBRO  TERCERO. 


203 


al  aurora  oque  nace  el  parto  maduro  del  vientre  lleno. 
Y  la  copia  desta  manera :  Que  tiene  Cristo  en  sí  mas  j 
rocío  de  /esus  para  serlo,  que  cuanto  llueve  por  las  ma- 
ñanas el  cielo,  y  cuanto  envían  las  fuentes  y  sus  ma- 
nantiales, que  son  como  el  vientre  donde  se  conciben 
y  de  donde  salen  las  aguas ;  y  así,  son  como  suena  la  pa- 
labra original,  13  madre  dellas,  y  en  castellano  la  canal 
por  donde  el  rio  corre  decimos  que  es  la  madre  del. río. 

«Pero  vamos  mas  adelante.  La  salud  es  un  bies  que 
consiste  en  proporción  y  en  armonía  de  cosas  diferen- 
tes ,  y  es  una  como  música  concertada  que  hacen  en- 
tre sí  los  humores  del  cuerpo ;  y  lo  mismo  es  el  olicio 
que  Cristo  hace ,  que  es  otra  causa  por  qué  se  llama  Je- 
sús. Porque  ño  solamente  según  la  divinidad  es  la  ar- 
monía y  la  proporción  de  todas  las  cosas ,  mas  también 
según  la  humanidad  es  la  música  y  la  buena  corres- 
pondencia de  todas  las  partes  del  mundo.  Que  asi  dice 
el  Apóstol  (rt)  que  pacífica  con  su  sangre ,  así  lo  que 
está  en  el  cíelo  como  lo  que  reside  en  la  tierra.  Y  en 
otra  parte  dice  también  (6)  que  quitó  de  por  medio 
la  división  que  había  entre  los  hombres  y  Dios ,  y  en 
los  hombres  entre  sí  mismos,  unos  con  otros,  los  gen- 
tiles con  los  judíos,  y  que  hizo  de  ambos  uno;  y" por 
lo  mismo  es  llamado  «  piedra ,  en  el  salmo  (c) ,  puesta 
en  la  cabeza  del  ángulo».  Porque  es  la  paz  de  todo 
lo  diferente ,  y  el  ñudo  que  ata  en  sí  lo  visible  con  lo 
que  no  se  ve ,  y  lo  que  concierta  en  nosotros  la  razón  y 
el  sentido;  y. es  la  melodía  acordada,  y  dulce  sobre 
toda  manera ,  á  cuyo  santo  sonido  lodo  lo  turbado  se 
aquieta  y  compone.  Y  así  es  Jesús  con  verdad. 

»Demíís  desto,  llámase  Cristo  /e«<sy  salud,  para  que 
por  este  su  nombre  entendamos  cuál  es  su  obra  propia 
y  lo  que  hace  señaladamente  en  nosolros;  esto  es,  para 
que  entendamos  en  qué  consiste  nuestro  bien  y  nues- 
tra santidad  y  justicia ,  y  lo  que  habernos  de  pedirle 
que  nos  dé,  y  esperar  del  que  nos  lo  dará.  Porque,  a^í 
como  la  salud  en  el  enfermo  no  está  en  los  refrigeran- 
tes que  le  aplican  por  defuera ,  ni  en  las  epítimas  que 
en  el  corazón  le  ponen ,  ni  en  los  regalos  que  para  su 
salud  ordenan  los  que  le  aman  y  curan ,  sino  consiste 
en  que  dentro  del  sus  cualidades  y  humores,  que  ex- 
cedían el  orden,  se  compongan  y  se  reduzgan  á  tem- 
planza debida;  y  hecho  esto  en  lo  secreto  del  cuerpo, 
luego  lo  que  parece  defuera  ,  sin  que  se  le  aplique  co- 
sa alguna  se  templa ,  y  cobra  su  buen  parecer  y  su  co- 
lor conveniente;  así  es  salud  Cristo,  porque  el  bien 
que  en  nosotros  hace  es  como  aquesta  salud ;  bien 
propiamente,  no  de  sola  apariencia  ni  que  toca  sol^ 
mente  en  la  sobrehaz  y  en  el  cuero,  sino  bien  secreto 
y  lanzado  en  las  venas,  y  metido  y  embebido  en  el  al- 
ma, y  bien,  noque  solamente  pinta  las  hojas,  sino  que 
propia  y  principalmente  mundifica  la  raíz  y  la  fortifi- 
ca. Por  donde  decía  bien  el  Profeta  (d)  :— Regocíjate, 
hija  de  Sion ,  y  derrama  loores ,  porque  el  Santo  de 
Israel  está  en  medio  de  tí.— Esto  es,  no  al  derredor  de 
tí,  sino  dentro  de  tus  entrañas,  en  tus  tuétanos  mis- 
mos, en  d  meollo  de  tu  corazón,  y  verdaderamente 
de  tu  alma  en  el  centro.  Porque  su  obra  propia  de 
Cristo  es  ser  salud  y  Jesús,  conviene  á  saber,  compo- 

(«)  Co!os.,1,v.20.    (í)  Ephes.,  2,v.  14.     (c)  Psalm.  117,  v.22. 
{d)  Istii.,  12,  V.  6. 


ner  entre  sí  y  con  Dios  las  partes  secretas  del  aíma, 
concertar  sus  humores  é  inclinaciones ,  apagar  en  ella 
el  secretoy  arraigado  fuego  de  sus  pasiones  y  malos 
deseos ;  que  el  componer  por  defuera  el  cuerpo  y  la 
cara  y  el  ejercicio  exterior  de  las  ceremonias ,  el  ayu- 
nar, el  díscípHnar,  el  velar,  con  todo  lo  demás  que  á 
esto  pertenece,  aunque  son  cosas  santas  sí  se  ordenan 
á  Dios,  así  por  el  buen  ejemplo  que  reciben  dellas  los 
que  las  miran ,  como  porque  disponen  y  encaminan  el 
alma  para  que  Cristo  ponga  mejor  en  ella  aquesta  se- 
creta salud  y -justicia  que  digo;  mas  la  santidad  for- 
mal y  pura,  y  la  que  propiamente  Cristo  hace  en  nos- 
■  otros ,  no  consiste  en  aquella.  Porque  su  obra  es  salud 
que  consiste  en  el  concierto  do  los  humores  de  dentro, 
y  esas  cosas  son  posturas  y  refrigerantes  ó  fomenta- 
ciones de  fuera ,  que  tienen  apariencia  de  aquella  sa- 
lud y  se  enderezan  á  ella ,  mas  no  son  ellas  mismas 
como  parece;  y,  como  ayer  largamente  decíamos ,  to- 
das esas  son  cosas  que  otros  muchos  antes  de  Cristo,  y 
sin  él ,  las  supieron  enseñar  á  los  hombres  y  los  índu- 
cieron  á  ellas ,  y  les  lasaron  lo  que  habían  de  comer, 
y  les  ordenaron  la  dieta ,  y  les  mandaron  que  se  lava- 
sen y  ungiesen,  y  les  compusieron  los  ojos,  los  sem- 
blantes, los  pasos,  los  movimientos;  mas  ninguno  de- 
llos  puso  en  nosotros  salud  pura  y  verdadera ,  que  sa- 
nase lo  secreto  del  hombre  y  lo  compusiese  y  tem- 
plase, sino  solo  Cristo,  que  por  esta  causa  es  Jesús. 

»iQué  bien  dice  acerca  desto  el  glorioso  Macario ! 
—  Lo  propio ,  dice ,  de  los  cristianos  no  consiste  en  la 
apariencia  y  en  el  traje  y  en  las  figuras  de  fuera ,  así 
como  piensan  muchos,  imaginándose  que  para  dife- 
renciarse de  los  demás  les  bastan  estas  demonstracio- 
nes  y  señales  que  digo,  y  cuanto  alo  secreto  del  al- 
ma y  á  sus  juicios,  pasa  en  ellos  lo  que  en  los  del  mun- 
do acontece,  que  padecen  todo  lo  que  los  demás  hom- 
bres padecen :  las  mismas  turbaciones  de  pensamien- 
tos ,  la  misma  inconstancia ,  las  desconfianzas,  las  an- 
gustias, los  alborotos;  y  diferéncianse  del  mundo  en 
el  parecer  y  en  la  figura  del  hábito  y  en  unas  obras 
exteriores  bien  hechas ;  mas  en  el  corazón  y  en  el  al- 
ma están  presos  con  las  cadenas  del  suelo ,  y  no  gozan 
en  lo  secreto,  ni  de  la  quietud  que  da  Dios  ni  de  la  paz 
celestial  del  espíritu;  porque  ni  ponen  cuidado  en  pe- 
dírsela, ni  confian  que  le  aplacerá  dársela.  Y  cierta- 
mente la  nueva  criatura ,  que  es  el  cristiano  perfecto  y 
verdadero ,  en  lo  que  se  diferencia  de  los  hombres  del 
siglo  es  en  la  renovación  del  espíritu  y  en  la  paz  de 
los  pensamientos  y  afectos  en  el  amar  á  Dios,  y  en 
el  deseo  encciidi.lo  de  los  bienes  del  cielo ;  que  esto 
fué  lo  que  Cristo  pidió  páralos  que  en  él  creyesen, 
que  recibiesen  estos  bienes  espirituales.  Porque  la 
gloría  del  cristiano  y  su  hermosura  y  su  riqueza  la 
del  cielo  es,  que  vence  lo  que  se  puede  decir,  y  que 
no  se  alcanza  sino  con  trabajo  y  con  sudor  y  con  mu- 
chos trances  y  pruebas,  y  principalmente  con  la  .gra- 
cia divina.  ~ 

))Esto  es  de  san  Macario.  Que  es  también  aviso  nues- 
tro ,  que  por  una  parte  nos  enseña  á  conocer  en  las 
doctrinas  y  caminos  de  vivir  que  se  ofrecen ,  sí  son  ca- 
minos y  enseñanzas  de  Cristo;  y  por  otra  nos  dice  y 
como  pone  delante  de  los  ojos  el  blanco  del  ejercicio 


204  OBRAS  DE  FRAY 

sanio,  y  aquello  á  que  liabemos  de  aspirar  en  él ,  sin 
reposar  hasla  que  lo  con"-i^amos.  Que  cuanto  á  lo  pri- 
mero, de  las  enseñanzas  y  camino^  de  vida,  hahemos 
de  tener  por  cosa  certísima  que  la  que  no  mirare  á 
este  fin  de  salud,  la  que  no  tratare  de  desarraigar  del 
alma  las  pasiones  malas  que  tiene ,  la  que  no  procura-  I 
re  criar  en  el  secreto  della  orden ,  templanza ,  justicia,  i 
por  mas  que  de  fuera  parezca  sania,  no  es  santa,  y  por  ' 
mas  que  se  pregone  de  Cristo ,  no  es  de  Cristo ;  porque  j 
el  nombre  de  Cristo  es,Á-sus  y  salud,  ye!  oficio  desta  ' 
es  sobresanar  por  defuera.  La  obra  de-  Cris!  o  propia 
es  renovación  del  alma  y  justicia  secreta  ;  la  dosta  son   ] 
ñparicncias  de  salud  y  justicia.  La  difinicion  de  Cristo'  I 
es  ungir,  quierq  decir,  que  Cristo  es  lo  mismo  que  i 
unción ,  y  de  la  unción  es  ungir ,  y  la  unción  y  el  un-  ¡ 
gir  es  cosa  que  penetra  a  los  huesos;  y  este  otro  ne- 
gocio que  digo  es  embarnizar,  y  no  ungir.  De  solo  Cris-  | 
to  es  el  deshacer  las  pasiones;  e.-*to  no  las  deshace,  an-  | 
tes  las  sobredora  con  coloros  y  demonstraciones  d^  bien.   ' 
¿Qué  digo  no  deshace?  Antes  vela  con  atención  sobre 
ellas ,  para  en  conociendo  adó  tiran ,  seguirlas  y  cebar-  ' 
las,  y  encaminarlas  á  su  ¡trovecho.  Así  que,  la  doctrina  ! 
6  enseñamiento  que  no  hiciere  cuanto  en  sí  es  esta  j 
s?dud  en  los  hombres,  si  es  cierto  que  Cristo  sé  llama  | 
Jesús,  porque  la  hace  siempre,  cierto  será  que  no  es  ! 
enseñamiento  de  Cristo.»  •  | 

Dijo  Sabino  aquí :  (i También  será  cierto,  Marcelo,  que  ' 
no  hay  en  esta  edad  en  la  Iglesia  enseñamientos  de  la  ' 
cualidad  quedecis.»  «iPor  cierto  lo  tengo,  Sabino,  res-  | 
pendió  Marcelo;  mas  halos  habido  y  puédelos  haber  j 
cada  dia,  y  por  esta  cau-a  es  e!  aviso  conveniente.»  «Sin  ¡ 
duda  conveniente,  dijo  Juliano,  y  necesario;  porque  si 
no  lo  fuera,  no  nos  apercibiera  Cristo  en  el  Evangelio,   ¡ 
como  nos  apercibe ,  acerca  de  los  falsos  profetas  (a) ;  ! 
porque  falsos  profetas  son  los  maestros  destos  caminos,   I 
6  por  decir  lo  que  es,  esos  mismos  enscñamienios  va- 
cíos de  verdad  son  los  profetas  falsos ,  por  defuera  como 
ovejas  en  las  apariencias  buenas  que  tienen  ,  y  dentro  ' 
robadores  lobos  por  las  pasiones  fieras  que  dejan  en  el  I 
ídma  como  en  su  cueva.»  «Y  yaque  no  haya  agora,  lor-  ¡ 
nó  Marcelo  á  decir,  mal  tan  desvergonzado  como  esc,   ' 
pero  sin  duda  hay  algunas  cosas  que  tiran  ü  él  y  le  ¡ 
l>arecen.  Porque,  dendme,  Sabino,  /.no  liabréis  visto  ! 
alguna  vez,  ó  oido  decir,  que  para  inducir  al  pueblo  á  I 
limosna,  algunos  les  han  ordenado  que  haga  alarde  y  | 
se  vistan  de  fiesla,  y  con  pífano  y  alamlior,  y  disparan-  I 
do  los  arcabuces  en  comiielencia  los  unos  de  los  oíros,   < 
vayan  á  hacerla?  Pues  esto  ¿qué  es  sino  seguir  el  hu-  i 
mor  vicioso  del  hombre,  y  no  desarraigarle  la  mala  I 
pasión  de  vanidad,  sino  aprovecharse  dolía  y  dejarse-  j 
la  mas  a-cnlada ,  dorándomela  con  el  bien  de  la  limosna 
de  fuera?  Qué  es  sino  atender  agudamente  á  que  los 
liombres  son  vanos  y  amigos  de  presunción,  é  inclina- 
dos á  ser  loados  y  aparecer  mas  que  los  otros,  y  por- 
que son  íisí,  no  irles  á  la  mauo  en  esios  sus  malos  si- 
nieslros,  ni  jirocurar  li!ierla;los  deHos,  ni  apurarles 
las  almas,  reduciéndolas  á  la  salud  de  Jesús,  sino  sa- 
car proveclio  deüos  para  interés  nucsiro  ú  ajeno  v  de- 
jarse los  ma<  fijos  y  firmes?  Que  no  po;"que  mira  á  la 
limosna,  que  es  buena,  es  justo  y  bueno  pojier  cu  obra 
(o)  Matih.,  7,  T.  1j, 


LUIS  DE  LEÓN. 

y  traer  á  ejecución  y  arraigar  ma=;  con  e1  hecho  la  pa- 
sión y  vanidad  de  la  estima  misma  que  vivía  en  el  hom- 
bre; ni  es  tanto  el  bien  de  la  limosna  que  se  hace,  co- 
mo es  el  daño  que  se  recibe  en  la  vanidal  de  nuestro 
pecho,  y  en  el  fruto  que  se  pierde,  y  en  la  pasión  que 
se  pone  por  obra;  y  por  el  mismo  caso  se  aíirní  mas, 
y  queda,  no  solamente  mas  arraiga  la |  sino,  lo  que  es 
mucho  peor,  aprobada  y  como  santificada  con  el  nom- 
bre de  piedad ,  y  con  la  autoridad  de  los  que  inducen 
á  ello,  que  á  trueco  de  hacer  por  defuera  limosneros 
los  hombres,  los  hacen  mas  enfermos  en  el  alma  de 
dentro  y  mas  ajenos  de  la  verdadera  salud  de  Cris'o, 
que  es  contrario  derecliauíente  de  lo  que  prelenJe  Je- 
sús, que  es  srlud. 

»Y  aunque  pudiéramos  señalar  otros  ejemplos,  bás- 
tenos-por  todos  los  semejantes  el  dicho ,  y  vengamos  á 
lo  segundo  que  dije,  que  Cristo,  llamándose  Jesús  y  sa- 
lud, nos  demuestra  á  nosotros  el  único  y  verdadero 
blanco  de  nuestra  vida  y. deseo,  que  es  mas  claramente 
decir  que  ,  pues  el  fin  del  cristiano  es  hacerse  uno  con 
Cristo ,  esto  es,  tener  á  Cristo  en  sí ,  transformándose 
en  él ;  y  pues  Cristo  es  Jesús,  que  es  salud ,  y  pues  la 
salud  no  es  el  estar  vendado  ó  fomentado  ó  refrescado 
por  defuera  el  enfermo,  sino  el  estar  reducidos  á  tem- 
plada armonía  los  humores  secretos,  entienda  el  que 
camina  á  su  bien  que  no  ha  de  parar  antes  que  al- 
cance aquesla  santa  concordia  del  alma,  porque  hasta 
tenerla  no  conviene  que  él  se  tenga  por  sano,  esto 
es ,  por  Jesús;  que  no  ha  de  parar  aunque  haya  apro- 
vechado en  el  ayuno;  sepa  bien  guardar  el  silencio,  y 
nunca  falte  á  los  cantos  del  coro ;  y  aunque  ciña  el  ci- 
licio, y  pise  sobre  el  hielo  desnudos  los  pies,  y  mendi- 
gue lo  que  come  y  lo  que  viste  paupérrimo ;  si  entro 
esto  bullen  las  pasiones  en  él,  si  vive  el  viejo  hombre 
y  enciende  sus  fuegos,  si  se  atufa  en  el  alma  la  ira, 
si  se  hincha  la  vanagloria,  si  se  ufana  el  propio  con- 
tenió de  sí,  si  arde  la  mala  codicia;  finalmente,  si  hay 
respeios  de  odios,  de  envidias,  de  pundonores,  do 
emulación  y  ambición.  Que  si  esto  hay  en  él ,  por  mu- 
cho que  le  parezca  que  ha  hecho  y  que  ha  aprovecha- 
do en  los  ejercicios  que  referí ,  téngase  por  dicho  quo 
aun  no  ha  llegado  á  la  salud ,  que  es  Jesús.  Y  sepa  y 
entienda  que  ninguno  mientras  que  no  sanó  desta  sa- 
lud cnira  en  el  cielo  n¡  ve  la  clara  visla  de  Dios.  Co- 
mo dice  san  Pablo  (h) :— Amad  la  paz  y  la  santidad,  sin 
la  cual  no  puede  ninguno  ver  á  Dios.— Por  tanto,  des- 
pierte el  que  así  es,  y  conciba  ánimo  fiierle,  y  puos- 
l(»s  los  ojos  en  es!e  blanco  que  digo,  y  esperando  en 
Jesús,  alargue  el  paso  á  Jesús.  Y  pídale  á  la  salud  que 
le  sea  salud*  y  en  cuanlo  no  lo  alcanzare ,  no  cese  ni 
pare,  sino,  como  dice  de  sí  san  Pablo  (c) : — Olvidando 
lo  pasado  y  extendiendo  con  el  deseo  las  manos  á  lo 
porvenir,  corra  y  vuele  á  la  corona  que  le  eslá  puesta 
delante.  — 

»Pues  (¡ué,  ¿es  malo  el  ayuno,  el  cilicio,  la  mor! ifi- 
cacion  cxlei'ior?  IN'o  es  sino  bueno;  mas  es  bueno  co- 
mo medicinas  que  ayudan ,  pero  no  co/no  la  misma 
falud  ;  bueno  como  em|i!aslros,  pero  como  emplastros 
que  ellos  mismos  son  testigos  que  estamos  enfermos; 
bueno  como  medio  y  camino  para  alcanzar  la  justicia, 
(b)  Ilcbr.  ,2.    (r)  fliilii..,  Z,  v.  i;. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.—LIBRO  TERCERO. 


203 


pero  no  como  la  misma  juslicia;  bueno  unas  veces 
como  causas,  y  otras  como  señales  de  ánimo  concerta- 
do ó  que  ama  el  concierto,  pero  no  como  la  misma 
santidad  y  concierto  del  ánimo.  Y  como  no  es  ella 
misma,  acontece  algunas  veces  que  se  halla  sin  ella, 
y  es  entonces  hipocresía  y  embusle,  á  lo  menos  es 
inútil  y  sin  fruto  sin  ella.  Y  como  debemos  condenar  á 
los  herejes  que  condenan  contra  toda  razan  aquesta 
muestra  de  santidad  exterior,  la  cual  ella  en  sí  es  hermo- 
sa y  dispone  el  alma  para  su  verdadera  iiermosura,  y  es 
agradable  á  Dios  y  merecedora  del  cielo  cuando  nace  de 
la  hermosura  de  dentro.;  así  ni  mas  ni  menos  debemos 
avisar  á  los  heles  que  no  está  en  ella  el  paradero  de 
su  camino ,  ni  menos,  es  su  verdadero  caudal  ni  su 
jusíicia  ni  su  salud  la  que  de  veras  sana  y  ajusta  su 
alma,  y  la  que  es  nece.sarla  para  la  vida  que  siem- 
pre dura,  y  la  que  finalmente  es  propia  obra  de  Cristo 
Jeáus.  Que  seria  negocio  de  láslima  que  caminando  á 
D'os,  por  haber  paralo  antes  de  tiempo  ó  por  haber 
hecho  hincapié  en  lo  que  solo  era  paso,  se  hallasen  sin 
Dios  á  la  postre  ;  y  proponiéndose  llegar  á  Jesús ,  por 
no  entender  que  es  Jesús,  se  hallasen  miserablemente 
abrazados  coa  Solón  ó  con  Pilágoras ,  ó  cuando  mas, 
con  Moison;  porque  Jesús  es  salud,  y  la  salud  es  la 
justicia  secreta  y  la  comnoslura  del  alma,  que  luego 
■que  reina  en  ella,  echa  de  sí  rayos  que  resplandecen 
de  fuera,  y  serenan  y  componen  y  liermosean  todos 
los  movimientos  y  ejercicios  del  cuerno. 

))Y  como  es  mentira  y  error  tener  por  malas  ó  por  no 
dignas  de  premio  aquestas  observancias  de  fuera  ,  así 
taraiiien  es  perjuicio  y  engaño  pensar  que  son  ellas 
mismas  la  pura  salud  de  nuestra  alma,  y  la  justicia  que 
formalmente  nos  hace  amables  en  los  ojos  de  Dios-,  que 
esa  propiamente  es  Jesús;  esto  es ,  la  salud í|ue  dere- 
chamente hace  dentro  de  noso'ros ,  y  no  sin  nosotros, 
Jesús.  Que  es  lo  que  habernos  diclio,  y  por  quien  san 
Pablo,  hablando  de  Cristo,  dice  (a)  que  fué  deter- 
minado ser  hijo  de  Dios  en  fortaleza ,  según  el  espíritu 
de  hi  santificación  en  la  resurrección  de  los  muertos 
de  Jesucristo.  Que  es  como  si  mas  e.\tendidameníe  di- 
jera que  el  argumento  cierto  y  la  razón  y  señal  pro- 
pía  por  donde  se  conoce  que  Jesús  es  el  verdadero  Me- 
sías, Hijo  de  Dios  prometido  en  la  ley  ,  como  se  cono- 
ce-por  su  propia  definición  una  cosa ,  es  porque  es 
Jesús;  esto  es,  por  la  obra  de  Jesús  que  hizo,  que  era 
obra  reservada  por  Dios-  y  por  su  ley  y  profetas  para 
solo  el  Mesías.  Y  esta  ¿qué  fué?  Su  poderío  ,  dice,  y 
fortaleza  grande.  Mas  ¿en  qué  la  ejercitó  y  declaró?  En 
el  espíritu ,  dice ,  de  la  santificación  ;  conviene  á  saber, 
en  que  santifica  á  los  suyos ,  no  en  la  sobrehaz  y  corte- 
za de  fuera,  sino  con  vida  y  espíritu ;  lo  cual  se  celebra 
en  la  resurreccitm  de  los  muertos  de  Jesucristo,  esto 
es,  se  celebra  resucitando  Cristo  sus  muertos;  que  es 
decir,  los  que  murieron  en  él  cuando  él  murió  en  la 
cruz ,  á  los  cuales  él,  después  resucilado,  comunica  su 
vida.  Que  como  la  muerte  que  en  él  padecimos  es  cau- 
sa que  niñera  nuestra  culpa  cuando  segan  Dios  na- 
cemos, asr su  resurrección,  que  también  fué  nuestra, 
es  causa  que  cuando  muere  en  nosotros  ¡a  culpa,  naz- 
ca la  vida  de  la  juslicia,  como  ayer  mañana  dijimos, 
(o)  Rom.,i,v.4. 


»Así  que,  según  que  decía,  el  condenar  la  ceremonia  es 
error,  y  el  poner  en  ella  la  proa  y  la  popa  de  la  justicia 
es  engaño;  el  medio  destos  extremos  es  lo  dereciio,  que 
la  ceremonia  es  buena  cuando  sirve  y  ayuda  la  verda- 
dera santificación  del  alma,  porque  es  provechosa,  y 
cuando  nace  dolía  es  mejor,  porque  es  merecedora  del 
cielo;  mas  que  no  es  la  pura  y  la  viva  salud  que  Cristo 
en  nosotros  hace,  y  porque  se  llama  Jesús.  Digo  mas. 
No  se  llama  Jesús  asi  porque  solamente  hace  la  salud 
que  decimos,  sino  porque  es  él  mismo  esa  salud ;  por- 
que, aunque  sea  verdad,  como  de  hecho  lo  es,  que  Cris- 
to en  los  que  santifica  hace  salud  y  justicia  por  medio 
de  la  gracia  que  en  ellos  pone  asentada  y  como  ape- 
ga la  en  su  alma,  mas  sin  eso,  como  decíamos  ayer,  él 
mismo  por  medio  de  su  espíritu  se  junta  con  ella,  y  jun- 
tándose, la  sana  y  agracia;  y  esa  misma  gracia  que  di- 
go que  iiace  en  el  alma,  no  es  otra  cosa  sino  como  un 
resplandor  que  resulta  en  ella  de  su  amable  presencia. 
Así  que  él  mismo  por  sí,  y  no  solamente  por  su  obra  y 
efecto,  es  la  salud.  Dice  bien  san  Macario.  Y  dice  desta 
manera  :— Como  Cristo  ve  que  tú  le  buscas,  y  que  tie- 
nes en  él  toda  tu  esperanza  siempre  puesta,  acude  lue- 
go él  y  te  da  caridad  verdadera,  esto  es,  dásete  á  sí ; 
que  puesto  en  tí  se  te  hace  todas  las  cosas  paraíso,  ár- 
bol de  vida,  preciosa  perla,  corona,  edificador,  agricul- 
tor, compasivo,  libre  de  toda  pasión,  hombre,  D.os;  vi- 
no, agua  vital,  oveja,  esposo,  guerrero  y  armas  de  guer- 
ra, y  finalmente  Cristo,  que  es  todas  las  cosas  en  to- 
dos.— Así  que,  el  mismo  Cristo  abraza  con  nuestro  es- 
píritu el  su\o,  y  abrazándose,  le  viste  de  sí,  según  san 
Pablo  dice  (b) : — Vestios  de  nuestro  Señor  Jesucristo. — 
Y  vistiéndole,  le  reduce  y  sujeta  á  sí  mismo,  y  se  cala 
por  él  totalmente.  Porque  se  debe  advertir  que,  así  co- 
mo toda  la  masa  es  der^alada  y  desazonada  de  suyo,  por 
donde  se  ordenó  la  levadura  que  le  diese  sabor,  á  la 
cual  con  verdad  podremos  llamar,  no  solo  la  sazonado- 
ra,  sino  la  misma  sazón  de  la  masa ,  por  razón  de  que 
la  sazona  no  apartada  della,  sino  junta  con  ella,  adon- 
de ella  por  sí  cunde  por  la  masa  y  la  transforma  y  sa- 
zona ;  así,  porque  la  masa  de  los  hombres  estaba  toda 
dañada  y  enferma,  hizo  Dios  un  Jesús,  digo  una  huma- 
na salud,  que  no  solamente  estando  apartada,  sino  jun- 
tándose, fuese  salud  de  todo  aquello  con  quien  se  junta- 
se y  mezclase,  y  así  él  se  compara  á  levadura  á  sí  mis- 
mo (c).  De  arte  que,  como  el  hierro  que  se  enciende  del 
fuego,  aunque  en  el  series  hierro  y  no  es  fuego,  en  el 
parecer  es  fuego  y  no  hierro ;  así  Cristo,  ayuntado  con- 
migo y  hecho  totalmente  señor  de  mí,  me  apura  de  tal 
manera  de  mis  daños  y  males ,  y  me  incor[iora  de  tal 
manera  en  sus  saludes  y  bienes,  que  yo  ya, no  parezco 
yo  el  enfermo  que  era,  ni  de  hecho  soy  ya  el  enfermo, 
sino  tan  sano,  que  parezco  la  misma  salud,  que  es  Jesús, 
»¡0h  bienaventurada  salud!  Oh  Jesús  dulce,  dignísimo 
de  todo  deseo,  si  ya  me  viese  yo.  Señor,  vencido  ente- 
ramente de  tí!  ¡Si  ya  cundieses,  oh  salud,  por  mi  al- 
ma y  mi  cuerpo !  Si  me  apurases  ya  de  mi  escoria ,  de 
toda  aquesta  vejez !  Si  no  viviese  ni  pareciese  ni  lu- 
ciese en  mí  sino  tú ,  ó  si  ya  no  fuese  quien  soy !  Que^ 
Señor,  no  veo  cosa  en  mí  que  no  ;  ea  digna  de  aborre- 
cimiento y  desprecio.  Casi  todo  cuanto  nace  de  mí  son 
(¿)  riom.,  13,  V.  14.    (c)  Mattli,,  1",  v.  Ó3, 


206  OBRAS  DE  FRAY 

increíbles  miserias,  cuasi  todo  es  dolor,  imperfección, 
malicia  y  poca  salud.  Y  como  en  el  libro  de  Job  se  es- 
cribe (a): — Cada  dia  siento  en  mí  nuevas  lástimas,  y  es- 
perando ver  el  fin  dellas,  he  contado  muchos  meses  va- 
cio?, y  muchas  noches  dolorosas  han  pasado  por  mí. 
Cuando  viene  el  sueño  me  diuo :  ;  Si  amanecerá  mi  ma- 
ñaña?  Y  cuando  me  levanto,  y  veo  que  no  me  amane- 
ce, alargo  á  la  tarde  el  deseo."  Y  vienen  las  tinieblas,  y  i 
Tienen  también  mis  aves  y  mis  flaquezas ,  y  mis  dolo-  ' 
res  mas  acrecentados  con  ellas.  Vestida  está  y  cubierta 
rai  carne  de  mi  corrupción  miserable  ,  y  de  las  torpe- 
zas del  polvo  que  me  compone,  están  ya  secos  y  arru- 
gados mis  cueros.  Veo,  Señor,  que  se  pasan  mis  dias, 
y  que  me  han  volado  muy  mas  que  vuela  la  lanzadera 
en  la  lela ;  acabados  cuasi  los  veo,  y  aun  no  veo,  Señor, 
mi  salud.  Y  si  se  acaban ,  acáljase  mi  esperanza  con 
ellos.  Miémbrate,  Seiior,  que  es  ligero  viento  mi  vida, 
y  que  si  paso  sin  alcanzar  este  bien,  no  volverán  ja-  ! 
más  mis  ojos  á  verle.  Si  muero  sin  tí,  no  me  verán  para 
siempre  en  descanso  los  buenos.  Y  tus  mismos  ojos,  si 
los  enderezares  á  mí ,  no  verán  cosa  que  merezca  ser 
vista.  Yo,  Señor,  me  desecho,  me  despojo  de  mí,  me 
huyo  y  desamo,  para  que  no  habiendo  en  mí  cosa  mía, 
seas  tú  solo  en  mí  todas  las  cosas.  Mi  s'-r,  mi  vivir,  mi 
salud,  mi  Jesús.»  Y  dicho  esto,  call(t  Marcelo,  todo  en- 
cendido en  el  rostro,  y  suspirando  muy  sentidamente, 
tornó  luego  á  decir :  i 

«No  es  posible  que  hable  el  enfermo  de  la  salud,  y 
que  no  haga  significación  de  lo  mucho  que  le  duele  el 
verse  sin  ella.  Así  que,  me  perdonaréis,  Juliano  y  Sabi- 
no, si  el  dolor,  que  vive  de  continuo  en  mí,  de  conocer 
mi  miseria,  nao  sali(3  á  la  boca  agora  y  se  derramó  por 
la  lengua.»  Y  tornó  á  callar,  y  dijo  luego :  «  Cristo  pues 
se  llama  Jesús  porque  él  mismo  es  salud  ;  y  no  por  esto 
solamente,  sino  también  porque  toda  la  salud  es  solo  él. 
Porque  siempre  que  el  nombre  que  parece  *comun  se 
da  á  uno  por  su  nombre  propio  y  natural,  se  ha  de  en- 
tender que  aquel  á  quien  se  da.ticne  en  sí  toda  la  fuer- 
za del  nombre,  como  si  llamásemos  á  uno  por  su  nom- 
bre virlud,  no  queremos  decir  que  tiene  virlud  como  ; 
quiera,  sino  que  se  resume  en  él  la  virtud.  Y  por  la  mis- 
ma manera  ser  salud  el  propio  nombre  de  Cristo,  es  de- 
cir que  es  por  excelencia  saluch,  ó  que  todo  lo  que  es 
salu(U  vale  para  .salud  esíá  en  él.  Y  como  haya  en  la 
salud,  según  los  sugelos,  diferentes  saludes,  que  una  es 
la  salud  del  ánima  y  otra  es  la  ^el  cuerpo,  y  en  el  cuer- 
po tiene  por  sí  salud  la  cabeza  y  el  estómago  y  el  co- 
razón y  las  demás  partes  del  hombre ;  ser  Cristo  por  ex- 
celencia salud  ynuostra  salud,  es  decir  que  es  toda  la 
salud  ,  y  qiy;  él  todo  es  salud  ,  y  salud  jiara  toilas  en- 
fermedades-y  tiempos.  Es  toda  la  .salud,  porque  como  la 
razón  de  la  salud,  según  dicen  los  médicos,  tiene  dos 
parles;  una  que  la  conserva  y  otra  que  la  reslíLuye; 
una  que  provee  lo  que  la  puede  tener  en  pié ,  otra  que 
recepta  lo  que  la  levanta  si  cae;  y  como  así  la  una  co- 
mo la  otra  tienen  dos  intenciones  solas,  á  qne  endere- 
zan como  á  blanco  sus  leyes ,  aidicar  lo  bueno  y  apar- 
tar lo  dañoso,  y  como  en  las  cosas  que  se  comen  |T«ra 
salud,  unas  son  para  que  crien  subslanVja  ou  el  cuer- 
po, y  otras  para  que  le  purguen  de  sus  malos  humores; 

(fl)  iob,  7,  V.  Z. 


LUIS  DE  LEÓN. 

unas  que  son  mantenimiento,  otras  que  son  medicina; 
asi  esta  salud  que  llamamos  Jesús,  porque  es  cabal  y 
perfecta  salud,  puso  en  sí  aquestas  dos  parles  juntas: 
lo  que  conserva  la  salud,  y  lo  que  la  restituye  cuando 
se  pierde;  lo  que  la  tiene  en  pié,  y  lo  que  la  levanta 
caida;  lo  qu£  cria  buena  substancia,  y  lo  que  purga 
nuestra  ponzoña. 

))Y  come  es  pan  de  vida,  como  él  mismo  se  llama,  so 
quisó  amasar  con  todo  lo  que  conviene  para  estos  dos 
fines:  con  lo  santo,  que  hace  vida,  y  con  lo  trabajoso  y 
amargo,  que  purga  lo  vicioso.  Y  templóse  y  mezclóse, 
.  como  si  dijésemos ,  por  una  parle  de  la  pobreza,  de  la 
luinr'!'!:Kl,  del  trabajarse,  del  ser  trabajado,  de  las  afren- 
tas, de  los  azotes,  de  las  espinas,  de  la  cruz,  de  la  muer- 
te; que  cada  cosa  para  el  suyo,  y  todas  son  tó.\ico  para 
todos  los  vicios;  y  por  otra  parte  de  la  gracia  de  Dios, 
y  de  la  sabiduría  del  cielo,  y  de  la  justicia  santa,  y  de  la 
rectitud,  y  de  todos  los  demás  dones  del  Espíritu  Santo, 
y  de  su  unción  abundante  sobre  toda  manera,  para  que 
amasado  y  mezclado  así,  y  compuesto  de  todos  aques- 
tos simples,  resultase  de  lodos  un  Jesús  de  veras,  y  una 
salud  perfectisíma  que  allegase  lo  bueno  y  apartase 
lo  malo,  que  alimentase  y  purgase.  Un  pan  verdadera- 
mente de  vida,  que  comido  por  ngsolros  con  obediencia 
y  con  viva  fe,  y  pasado  á  las  venas,  con  lo^ amargo  des- 
arrc^igase  los  vicios  y  con  lo  santo  arraigase  la  vida. 
De  arte  que  comidas  en  él  sus  espinas,  purgasen  nues- 
tra altivez;  y  sus  azotes,  tragados  en  él  por  nosotros, 
nos  limpiasen  de  lo  que  es  muelle  y  regalo;  y  su  cruz, 
en  él  comida  de  mí ,  me  apurase  del  amor  de  mi  mis- 
mo; y  su  muerte  por  la  misma  manera  diese  fin  á  mis 
vicios.  Y  al  revés,  comiendo  en  él  su  justicia,  se  criase 
justicia  en  mi  alma,  y  Iraspasandó  á  mi  estómago  su 
santidad  f  gracia,  se  hiciese  en  mí  gracia  y  santidad 
verdadera,  y  naciese  en  mí  substancia  del  cielo,  que 
me  hiciese  hijo  de  Dios;  comiendo  en  él  á  Dios  hecho 
hombre,  que  estando  en  nosolros,  nos  hiciese  á  la  ma- 
nera que  es  él,  muorlos  al  pecado  y  vivos  á  la  justicia, 
y  nos  fuese  verdadero  Jesús. 

))Así  que,  es  Jesús  porque  es  toda  la  salud,  es  tam- 
bién Jesus  porque  es  salud  todo  él.  Son  salud  sus  pa- 
labras; digo,  son  Jesus  sus  palabras,  son  Jesus  sus  obras, 
su  vida  es  Jesus  y  su  muerte  es  Jesus.  Lo  que  hizo,  lo 
que  pensó,  loque  padeció,  loque  anduvo,  vivo,  muer- 
to, resucitado,  subido  y  asentado  en  el  cielo,  siempre 
y  en  lodo  es  Jesús.  Que  con  la  vida  nos  sana  y  con  la 
muerte  nos  da  salud  ,  con  sus  dolores  quita  los  nues- 
tros, y  como  Isaías  dice  (b) : — Somos  hechos  sanos  con 
sus  cardenales. — Sus  llagas  son  medicina  del  alma,  con 
su  sangre  vertida  se  repara  la  flaqueza  de  nuestra  vir- 
tud. Y  no  solo  es  Jesús  y  salud  con  su  doctrina ,  ense- 
ñándonos el  camino  sano  y  'declarándbnos  el  malo  y 
peligroso,  sino  tambienxoii  el  ejemplo  de  su  vida  y  do 
sus  obras  hace  lo  mismo,  y  no  solo  con  el  ejemplo  dellas 
nos  mueve  al  bien  y  nos  incita  y  nos  guia,  sino  con  la 
virtud  saludable  que  sale  dellas,  que  la  comunica  á  nos- 
otros, nos  aViva  y  nos  despioria,  y  nos  purga  y  nos  sa- 
na. Llámese  pues  con  justicia  Jesus  quien  todo  él,  por 
donde  quiera  que  se  mire,  es  Jesus.  Que  como  del  árbol 
de  quien  san  Juan  en  el  Apocalipsi  escribo  (c),  se  dice 
(i)  Itai.,  b7>,  V.  Jj.       (c)  Apoc.  líltim.,  v.  2. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.—LIBRO  TERCERO. 


S07 


que  estaba  plantado  por  ambas  partes  de  la  ribera  del 
rio  de  agua  viva,  que  salia  de  la  silla  de  Dios  y  de  su 
cordero,  y  que  sus  hojas  eran  para  salud  de  las  gentes; 
así  esta  santa  humanidad,  arraigada  á  la  corriente  del 
rio  de  las  aguas  vivas,  que  son  toda  la  gracia  del  Espí- 
ritu Santo,  y  regada  y  cultivada  con  ellas,  y  que  rodea 
sus  riberas  por  ambas  partes,  porque  las  abraza  y  con- 
tiene en  sí  todas ,  no  tiene  hoja  que  no  sea  Jesús ,  que 
no  sea  vida,  que  no  sea  remedio  de  males ,  que  no  sea 
medicina  y  salud. 

»Y  llevaba  también  este  árbol ,  como  san  Juan  allí 
dice,  doce  frutas,  en  cada  mes  del  año  la  suya,  porque, 
como  decíamos ,  es  Jesús  y  salud ,  no  para  una  enfer- 
medad sola ,  ó  para  una  parte  de  nosotros  enferma ,  ó 
para  una  sazón  ó  tiempo  tan  solamente;  sino  para  to- 
do accidente  malo ,  para  toda  llaga  mortal ,  para  toda 
apostema  doloroía ,  para  todo  vicio,  para  todo  sugeto 
vicioso,  agora  y  en  lodo  tiempo  es  Jesús.  Que  no  sola- 
mente nos  sana  el  alma  perdida-,  mas  también  da  salud 
al  cuerpo  enfermo  y  dañado.  Y  no  los  sana  solamente 
de  un  vicio,  sino  de  cualquiera  vicio  que  baya  iiabido 
en  ellos,  ó  que  .haya,  los  sana.  Que  á  nuestra  soberbia 
es  Jesús,  con  su  caña  por  cetro  y  con  su  púrpura  por 
escarnio,  vestida  para  nuestra  ambición,  esjesus.  Suca- 
beza  coronada  con  fiera  y  desapiadada  corona  es  Jesús, 
en  nuestra  mala  inclinación  al  deleite;  y  sus  azotes  y 
todo  su  cuerpo  dolorido,  en  lo  que  en  nosotros  es  car- 
nal y  torpe,  es  Jesús.  Eslo  para  nuestra  codicia,  su  des- 
nudez; para  nuestro  coraje,  su  sufrimiento  admirable; 
para  nuestro  amor  propio,  el  desprecio  que  siempre 
hizo  de  sí.  Y  así  la  Iglesia,  enseñada  del  Espíritu  Santo 
y  movida  por  él,  en  el  día  en  que  cada  año  representa 
la  hora  cuando  aquesta  salud  se  sazonó  para  nosotros 
en  el  lugar  de  la  cruz,  como  presentándola  delante  de 
Dios,  y  mostrándosela  enclavada  en  el  leño,  y  conocien- 
do lo  mucho  que  esta  ofrenda  vale  y  lo  mucho  que  pue- 
de delante  del,  ¿qué  bien  ó  qué  merced  no  le  pide?  Pí- 
dele, como  por  derecho,  salud  para  el  cuerpo.  Pídele  los 
bienes  temporales  y  los  bienes  eternos.  Pídele  para  los 
papas,  los  obispos,  los  sacerdotes,  los  clérigos,  para  los 
reyes  y  príncipes,  para  cada  uno  de  los  fieles  según  sus 
estados.  Para  los  pecadores  penitencia,  para  los  justos 
perseverancia,  para  los  pobres  amparo,  para  los  presos 
libertad,  para  los  enfermos  salud,  para  los  peregrinos 
viaje  feliz  y  vuelta  con  prosperidad  á  sus  casas. 

))Y  porque  todo  es  menos  de  lo  que  puede  y  merece 
aquesta  salud,  aun  para  los  herejes,  aun  para  los  pa- 
ganos, aun  para  los  judíos  ciegos  que  la  desecharon, 
ppne  la  Iglesia  delante  de  los  ojos  de  Dios  á  Jesús  muer- 
to, y  hecho  vida  en  la  cruz  para  que  les  sea  Jesús:  Por 
lo  cual  la  Esposa  en  los  Cantares  le  llama  racimo  de 
cofer,  diciendo  desta  manera  (a):  —  Racimo  de  cofer, 
mi  amado,  á  mí  en  las  viñas  de  Engadí. — Y  ordenó  á  lo 
que  sospecho ,  la  providencia  de  Dios  que  no  supiése- 
mos de  cofer  qué  árbol  era  ó  que  planta,  para  que  de- 
jándonos de  la  cosa,  acudiésemos  al  origen  de  la  pala- 
bra; y  así  conociésemos  que  cofer,  según  aquello  de 
donde  nacl^,  significa  aplacamiento  y  perdón  y  satis- 
facción de  pecados.  Y  por  consiguiente,  entendiésemos 
con  cuánta  razón  le  llama  racimo  de  cofer  á  Cristo  la 

(a)  CanC,  1,  v.  14. 


Esposa ;  diciéndono's  en  ello  por  encubierta  manera  que 
no  es  una  salud  Cristo  sola,  ni  un  remedio  de  males 
particular,  ni  una  limpieza  ó  un  perdón  de  pecados  de 
un  solo  linaje,  sino  que  es  un  racimo  que  se  compone, 
como  de  granos,  de  inumerables  perdones,  de  inume- 
rables  remedios  de  males ,  saludes  sin  número  ,  y  que 
es  un  Jesús  en  quien  cada  una  cosa  de  las  que  tiene  es 
Jesús.  ¡Oh  salud,  oh  Jesús,  oh  medicina  infinita!  Pues 
es  Jesús  el  nombre  propio  de  Cristo  porque  sana  Cris- 
to y  porque  sana  consigo  mismo,  y  porque  es  toda  la 
salud  y  porque  sana  todas  las  enfermedades  del  hom- 
bre, y  en  todos  los  tiempos  y  con  todo  lo  que  en  sí  tie- 
ne, porque  todo  es  medicinal  y  saludable,  y  porque  to- 
do cuanto  hace  es  salud. 

,  »Y  por  llegar  á  su  punto  toda  aquesta  razón,  decid- 
me, Sabino,  ¿vos  no  entendéis  que  todas  las  criaturas 
tienen  su  principio  de  la  nada?»  «Entiendo  *  dijo  Sa- 
bino, que  las  crió  Dios  con  la  fuerza  de  su  infinito  po- 
der, sin  tener  sugeto  ni  materia  de  que  hacerlas. »  «¿Lue- 
go, dice  Marcelo,  ninguna  dellas  tiene  de  su  cosecha  y 
en  sí  alguna  cosa  que  sea  firme  y  maciza,  quiero  decir, 
que  tenga  de  sí,  y  no  recibido  de  otro,  el  ser  que  tiene?» 
((Ninguna,  respondió  Sabino,  sin  duda.  »«Pues  decid- 
me, replicó  luego  Marcelo ,  ¿  puede  durar  en  un  ser  el 
edificio  que  ó  no  tiene  cimientos  ó  tiene  flacos  cimien- 
tos?» ((No  es  posible,  dijo  Sabino,  que  dure.  »  ((Y  no 
tiene  cimiento  de  ser  macizo -y  suyo  ninguna  de  las  co- 
sas criadas,  añadió  luego  Marcelo;  luego  todas  ellas, 
cuanto  de  sí  es,  amenazan  caida,  y  jxir  decir  lo  que  es, 
caminan  cuanto  es  de  suyo  al  menoscabo  y  al  empeo- 
ramiento; y  como  tuvieron  principio  de  nada,  vuélven- 
se  cuanto  es  de  su  parte  á  su  principio,  y  descubren  la 
mala  lista  de  su  linaje,  unas  (lesbaciéndose  del  todo,  y 
otras  empeorándose  siempre.  ¿Qué  se  dice  en  el  libro 
de  Job  ?  De  los  ángeles  dice  (6) : —  Los  que  le  sirven 
no  tuvieron  firmeza,  y  en  sus  ángeles  halló  torcimien- 
to.—  De  los  hombres  añade  : — Los  que  n^oran  en  casas 
de  lodo,  y  cuyo  apoyo  es  de  tierra,  se  consumirán  de  po- 
lilla.—  Pues  de  los  elementos  y  cielos,  David  (c) : — Tú,. 
Señor,  en  el  principio  fundaste  la  tierra ,  y  son  obras 
de  tus  manos  los  cielos ;  ellos  perecerán  y  tú  permane- 
cerás, y  se  envejecerán  todos,  como  se  envejece  una 
capa. —  En  que,  como  vemos,  el  Espíritu  Santo  conde- 
na á  caida  y  á  menoscabo  de  su  ser  á  todas  las  criaturas. 
Y  no  solamente  da  la  sentencia,  sino  también  demues- 
tra que  la  causa  dello  es,  coriio  decimos,  el  mal  cimien- 
to que  todas  tienen.  Porque  si  dice  de  los  ángeles  que 
se  torcieron  y  que  caminaron  al  mal,  también  dice  que 
les  vino  de  qi.e  su  ser  no  era  del  todo  firme.  Y  si  dice 
délos  hombres  que  se  consumen,  primero  dijo  que  eran 
sus  cimientos  de  tierra.  Y  los  cielos  y  tierra,  si  dice  que 
se  envejecen,  dice  también  cómo  se  envejecen,  que  es 
como  el  paño,  de  la  polilla  que  en  ellos  vive,  eslo  es, 
de  la  flaqueza  de  su  nacimiento  y  de  la  mala  raza  que 
tienen.» 

((Todo  es  como  decis ,  Marcelo ,  dijo  Sabino;  mas  de- 
cidnos lo  que  queréis  decir  por  todo  ello.»  ((Dirélo,  res- 
pondió, si  primero  os  preguntare.  ¿No  asentamos  ayer 
que  Dios  crió  todas  las  criaturas  á  fin  de  que  viviese 
en  ellas  y  de  que  luciese  algo  de  su  bondad?»  ((Así  se 
{b)  Job.,  4,  V.  18.      (c)  Psalra.  101,  v.  20. 


sos  OBRAS  DE  FRAY 

asentó,  dijo  Sabino.»  a  Pues,  añadió  Marcelo,  si  las  | 
criaturas,  por  la  enfermedad  de  su  origen,  forcejean  j 
siempre  por  volverse  á  su  nada,  y  cuanto  es  de  suyo  se  i 
van  empeorando  y  cayendo  para  que  dure  en  ellas  la  | 
bondad  de  Dios,  para  cuya  demonstracion  las  crió,ne-  j 
cesarlo  fué  que  ordena-^e  Dios  alguna  cosa  que  fuese  1 
como  el  reparo  de  todas  y  su  salud  general,  en  cuya  ! 
virtud  durase  lodo  en  el  bien ,  y  lo  que  enfermase  sa- 
nase. Y  asi  lo  ordenó ,  que  como  engendró  desde  la  eier-  : 
nidad  al  Yerbo,  su  hijo,  que,  como  agora  se  decia,  es  : 
la  traza  viva  y  la  razón  y  el  artificio  de  todas  las  cria- 
turas, asi  de  cada  una  por  sí-  como  de  todas  juntas,  y  ' 
como  por  él  las  trujo  á  luz  y  las  hizo  así  cuando  le  pa-  I 
recio ,  y  en  el  tiempo  que  él  consigo  ordenado  tenia,  le  ' 
engendró  otra  vez  hecho  hombre  Jesús,  ó  l)izohora!n;e  i 
Jesús  en  el  tiempo  aquel  á  quien  por  toda  la  elerni-  j 
dad  comunica  el  ser  Dios,  para  que  él  mismo,  que  era  i 
la  traza  y  el  artífice  de  todo ,  según  que  es  Verbo  de  | 
Dios,  fuese,  según  que  es  hombre,  hecho  una  persona  ¡ 
con  Dios ,  el  reparo ,  y  la  medicina ,  y  la  restitución ,  y  I 
la  salud  de  todas  las  co¿as;  y  para  que  él  mismo,  que  [ 
por  ser,  según  su  naturaleza  divina,  el  ar i ificio general   \ 
de  las  crialUFas,  se  llama ,  seuun  aquella  parte,  en  he-  I 
breo  Dabar,  y  en  griego  AOFOS,  y  en  castellano  Yer- 
bo y  palabra ;  ese  mismo,  por  ser,  según  la  naturaleza 
humana  que  tiene  la  medicina  y  el  restaurativo  univer- 
salmente  de  iodo,  sea  llamado  Jesu^  en  hebreo,  y  en 
romance  salud. 

))De  manera  qwe  en  Jesucrisío ,  como  en  fuente  ó 
como  en  Occéano  inmenso,  está  a! esorado  todo  el  ser  y 
todo  el  buen  ser,  lóete  la  substancia  del  mundo,  y  por- 
que se  daña  de  suyo ,  y  para  cuando  se  daña ,  todo  el 
remedio  y  lodo  el  Jesús  do  esa  misma  substancia.  To- 
da la  vida  y  todo  lo  que  puede  conservar  elernameiite 
la  vida  sana  y  en  pié.  Para  que,  como  decia  san  Pablo, 
en  todo  tenga  las  primerias  y  sea  él  el  alfa  y  el  homega, 
el  principio  y  el  lin ;  el  que  las  hizo  primero,  y  el  que, 
deshaciéndose  ellas  y  corriendo  á  la  muerte,  las  sana  y 
repara;  y  finalmente,  está  encerrado  en  él  el  Verbo  y 
Jems;  esto  es ,  la  vida  general  de  todos  y  la  salud  de  la 
vida.  Porque  de  hecho  es  asi ,  que  no  solamente  los 
hombres,  mas  también  los  ángeles  que  en  el  ciclo  mo- 
ran, reconocen  que  su  salud  es  Jesús ;  á  los  unos  sanó, 
que  eran  muirlos,  y  á  los  otros  dio  vigor  para  que  no 
muriesen.  Eslo  hace  con  las  criaturas  que  tienen  ra- 
zón, y  á  los  demás  que  no  la  tienen  les  da  los  bienes 
que  pueden  tener,  porque  su  cruz  lo  abraza  lodo,  y  su 
sangre  limpia  lo  clarifica ,  y  su  humanidad  santa  lo 
apura,  y  por  él  tendrán  nuevo  estado  y  nuevas  cuali- 
dades, mejores  que  las  que  agora  tienen,  los  elementos 
y  cielos,  y  es  en  toilos  y  para  todos /csüí.  Vde  la  ma- 
nera que  ayer  al  [.rincipio  dcstas  razones  dijimos,  que 
(odas  las  cosas,  las  sensibles  y  las  que  no  tienen  senti- 
do, se  criaron  para  sacar  á  luz  este  parto,  que  dijimos 
sor  parto  de  toilo  el  mundo  común ,  y  que  se  nombra 
por  esta  causa  fruto  ó  pimpollo;  así  decimos  agora  que 
él  mismo,  para  cuyo  parto  se  hicieron  todas,  fué  liccho 
como  en  retorno  para  reparo  y  remedio  de  todas  ellas, 
y  que  por  esto  le  llamamos  la  salud  y  el  Jesús. 

»Y  puraque,  Sabino,  admiréis  la  sabiduría  de  Dios, 
para  hucer  Dioá  ú  lus  ciialuras  no  lúiQ  hoiubiQ  á  6U 


LUIS  DE  LEÓN. 

Hijo,  mas  bízole  hombre  para  sanarlas  y  rehacerlas. 
Para  que  el  Yerbo  fuese  el  arlifice  bastó  solo  ser  Dio ; ; 
mas  para  que  fuese  el  Jesús  y  la  salud  convino  que 
también  f'ue¿e  hombre.  Porque  para  hacerlas,  como  no 
las  hacia  de  alguna  malcría  ó  de  algún  siigeio  que  se 
ledie^e,  como  el  escultor  hace  la  eslalua  del  mármol 
que  le  dan,  y  que  él  no  lo  hace ;  sino  que,  como  decía- 
des,  la  fuerza  sola  de  su  no  medido  poder  las  sacabato- 
das  al  ser ,  no  se  requería  'que  el  artífice  se  midiese  y 
se  proporcionase  al  sugelo,  pues  uo  le  habia;  y  como 
toda  la  obra  salía  solamente  de  Dios ,  no  hubo  para  qué 
el  Yerbo  fuese  mas  que  solo  Dios  para  hacerla;  mas  pa- 
ra reparar  lo  ya  criado  y  que  se  desataba  de  suyo,  por- 
que el  reparo  y  la  medicina  se  hacia  en  sugeto  que  era, 
fué  muy  conveniente,  y  conforme  á  la  suave  orden  de 
Dios  necesario ,  que  el  reparador  se  avecinase  á  ¡o  que 
reparaba  y  que  se  proi»orcionase  con  ello,  y  que  la 
medicina  que  se  ordenaba  fuese  tal,  que  la  pudiese  ac- 
tuar el  enfermo,  y  queia  salud  y  el  Jesús,  para  que  lo 
fuese  á  las  cosas  criadas ,  se  pusiese  en  una  naturaleza 
criada ,  que  con  la  persona  del  Yerbo  junta  hiciese  un 
Jesús.  De  arte  que  una  misma  persona  en  dos  natura- 
lezas distintas,  humana  y  divinn ,  fuese  criador  en  la 
una ,  y  médico  y  redentor  y-salud  en  la  oira;  y  el  mun- 
do todo,  como  tiene  un  Hacedor  general,  tuviese  tam- 
bién una  salud  general  de  sus  daños ,  y  concurriesen 
en  una  misma  persona  esle  formador  y  reforaiador,  es- 
ta vida  y  esta  salud  de  vida,  Jesús. 

))Y  como  en  el  estado  del  paraíso  (o) ,  en  que  puso. 
Dios  á  ruieslros  primeros  padres,  tuvo  señalados  dos 
árboles,  uno  que  llamó  del  .saber  y  otro  que  servia  al 
vivir,  de  los  cuales  en  el  primero  había  virtud  de  cono- 
cimienlo  y  de  ciencia ,  y  en  el  segundo  fruta  que  co- 
mida reparaba  todo  lo  (¡uc  el  calor  natural  gasia  con- 
tinuamente la  vida;  y  como  quiso  que  comiesen  los 
hombros  desle,  y  del  otro  del  saber  no  con)iesen ;  así  en 
esle  segundo  estado ,  en  un  supuesto  mismo,  tiene  pues- 
tas Dios  aquestas  dos  maravillosísimas  plantas,  una  del 
saber,  que  es  el  Yerbo,  cuyas  profundidades  nos  es  ve- 
dado entenderlas,  según  que  se  escribe  (6):  —  Al  que 
escudriñare  la  majestad,  hundirálo  la  gloria. — Y  otra 
del  reparar  y  del  sanar ,  que  es  Jesús ,  de  la  cual  co- 
meremos, porque  la  comida  de  su  fruía,  y  el  incorpo- 
rar en  nosotros  su  sanlísíma  carne  se  nos  manda  ,  no 
solo  no  se  nos  veda ;  (pie  él  mismo  lo  dice  (c) : — Si  no 
comiéredes  la  carne  del  Hijo  del  hond)re  y  no  bcbié- 
redes  su  sangre,  no  tendréis  vida.— Que  como  sin  la 
luz  del  sol  no  se  ve ,  porque  es  fuente  general  de  la  luz; 
así  sin  la  comunicación  deste  grande  Jesús,  deste  que 
es  salud  general,  ninguno  tiene  salud.  El  es  Jesús  nues- 
tro en  el  alma,  él  lo  es  en  el  cuerpo,  en  los  ojos,  en 
las  palabras,  en  los  sentidos  lodos,  y  sin  esle  Jesús  no 
puede  haber  en  m'nguna  cosa  nuestra  Jesús;  digo,  no 
puede  haber  siilud  quesea  verdadera  salud  en  no.'^otros. 
En  los  ca.'^os  prósperos  tenemos  Jesús  en  Jesús;  en  lo 
miserable  y  adverso  tenemos  Jesús  en  Jesús;  en  el  vi- 
vir, en  el  morir  tenemos /csus en  Jesús,  que,  como  di- 
versas veces  se  ha  dicho ,  cuando  nacemos  en  Dios  por 
/í'íuí,  nacemos  sanos  de  culpas;  cuando  después  de  na- 
cidos andamos  y  vivimos  en  él,  él  mismo  nos  es  Jesús 
(o)  CvH«í  , '.',  V.  9.    (*)  Prov.,2«,  V.  27.    (c)  Joiiu.,  o,  V.  ül. 


DE  LOS  NOMBRES  DE  CRISTO.— LIBRO  TERCERO. 


209 


para  los  rastros  que  el  pecado  deja  en  el  alma;cuaudo 
perseveramos  viviendo  ,  él  también  extiende  su  mano 
saludable  y  la  pone  en  nuestro  cuerpo  mal  sano,  y  tem- 
pla sus  infernales  ardores  y  lo  mitiga  y  desencarna  de 
sí,  y  casi  le  trasforma  en  espíritu.  Y  finalmente,  cuan- 
do nos  deshace  la  muerte ,  él  no  desampara  nuestras 
cenizas,  sino  junto  y  apegado  con  ellas,  al  fin  les  es  tan 
Jesús,  que  las  levanta  y  resucita  y  las  viste  de  vida, 
que  ya  no  muere,  y  de  gloria,  que  no  fallece  jamás. 

»Y  tengo  por  cierto  que  el  profeta  David  cuando 
compuso  el  salmo  102  tenia  presente  á  esta  salud  uni- 
versal en  su  alma ;  porque  lleno  de  la  grandeza  desta 
imagen  de  bien ,  y  no  le  cabiendo  en  el  pecho  el  gozo  " 
que  de  contemplarla  sentía ,  y  considerando  las  inume- 
rables  saludes  que  esta  salud  encerraba,  y  mirando  en 
una  tan  sobrada  y  no  merecida  merced  la  piedad  in- 
finita de  Dios  con  nosotros ,  reventándole  el  alma  en 
loores ,  habla  con  ella  misma  y  convídala  á  lo  que  es 
su  deseo,  á  que  alabe  al  Señor  y  le  engrandezca ,  y  le 
dice  (a):— Bendice,  oh  alma  mía,  al  Señor.  Di  bienes 
del ,  pues  él  es  tan  bueno.  Dale  palabras  buenas  siquie- 
ra en  retorno  de  tantas  obras  suyas  tan  buenas.  Y  no 
te  contentes  con  mover  en  mi  boca  la  lengua ,  y  con 
enviarle  palabras  que  diga ,  sino  tórnate  en  lenguas  tú, 
y  haz  que  tus  entrañas  sean  lenguas ,  y  no  quede  en  tí 
parte  que  no  derrame  loor.  Lo  público,  lo  secreto,  lo 
que  se  descubre  y  lo  íntimo ,  que  por  muchos  que  ha- 
blen, hablarán  mucho  menos  de  lo  que  se  debe  hablar. 
Salga  de  lo  hondo  de  tus  entrañas  la  voz ,  para  queque- 
de  asentada  allí  y  como  esculpida  perpetuamente  su 
causa;  hablen  los  secretos  de  tu  corazón  loores  de  Dios 
para  que  quede  en  él  la  memoria  de  las  mercedes  que 
debe  á  Dios,  á  quien  loa ,  para  que  jamás  se  olvide  de 
los  retornos  de  Dios ,  de  las  formas  diferentes  con  que 
responde  á  tus  hechos.  Tú  te  converlias  en  nada ,  y 
él  hizo  nueva  orden  para  darle  su  ser.  Tú  eras  pes- 
tilencia do  tí  y  ponzoña  para  tu  misma  salud,  y  él  or- 
denó una  salud,  un  Jesús  general,  contra  toda  tu  pesti- 
lencia y  ponzoña;  Jesús,  que  dio  á  todos  tus  pecados 
perdón ;  Jesús,  que  medicinó  todos  los  ayes  y  dolencias 
que  en  tí  dellos  quedaron ;  Jesús ,  que  hecho  deudo  tu- 
yo, por  el  tanto  de  su  vida  sacó  la  tuya  de  la  sepultu- 
ra ;  Jesús,  que  tomando  en  sí  carne  de  tu  linaje,  en  ella 
libra  á  la  tuya  de  lo  que  corrompe  la  vida  ;  Jesús ,  que 
te  rodea  toda,  apiadándose  de  tí  toda;  Jesús,  que  en  ca- 
da parte  tuya  halla  mucho  que  sanar,  y  que  todo  lo  sa- 
na Jesús;  y  salud,  que  no  solamente  da  la  salud,  sino 
salud  blanda ,  salud  que  de  tu  mal  se  enternece ,  salud 
compasiva,  salud  que  te  colma  de  bien  tus  deseos,  sa- 
lud que  te  saca  de  la  corrupción  de  la  huesa,  salud  que 
de  lo  que  es  su  grande  piedad  y  misericordia  le  com- 
pone premio  y  corona.  Salud ,  finalmente ,  que  hinche 
de  sus  bienes  tu  arreo,  que  enjoya- con  ricos  dones  de 
gloria  tu  vestidura,  que  glorifica,  vuelto  á  vida,  tu  cuer- 
po ;  que  le  remoza  y  le  renueva  y  le  resplandece ,  y 
le  despoja  de  toda  su  flaqueza  y  miseria  vieja ,  como  el 
águila  se  despoja  y  remoza. 

wPorqudtoce :  Dios  á  la  fin  es  deshacedor  de  agra- 
vios y  gran  hacedor  de  justicias.  Siempre  se  compade- 
ce de  los  que  son  saqyeadQS ,  y  les  da  su  derecho;  que 

(a)  Pgalra.  102,  v.  1. 
E.xvi-ii. 


si  tú  no  merecías  merced,  el  engaño  con  que  tu  pon- 
zoñoso enemigo  te  robó  tus  riquezas  voceaba  delante 
del  por  remedio.  Desde  que  lo  vio  se  determinó  reme- 
diarlo, y  les  manifestó  á  Moisen  y  á  los  hijos  de  su 
amado  Israel  su  consejo,  el  ingenio  de  su  condición, 
su  voluntad  y  su  pecho,  y  les  dijo:— Soy  compasivo  y 
clemente,  de  entrañas  amorosas  y  pías,  largo  en  sufrir, 
copioso  en  perdonar ,  no  me  acelera  el  enojo ,  antes  el 
hacer  bienes  y  misericordias  me  acucia;  paso  con  an- 
cho corazón  mis  ofensas ,  no  me  doy  á  manos  en  el  der- 
ramar mis  perdones;  que  no  es  de  mí  el  enojarme  con- 
tinuo, ni  el  barajar  siempre  con  vosotros  no  me  puede 
aplacer.— Así  lo  dijiste.  Señor,  y  así  se  ve  por  el  hecho 
que  no  has  usado  con  nosolros  Gonforme  á  nuestros  pe- 
cados ni  nos  pagas  conforme  á  nuestras  maldades.  Cuan 
lejos  de  la  tierra  está  el  cielo,  tan  alto  se  encumbra  la 
piedad  de  que  usas  con  los  que  por  suyo  te  tienen.  Ellos 
son  tierra  baja ,  mas  tu  misericordia  es  el  cielo.  Ellos 
esperan  como  tierra  seca  su  bien,  y  ella  llueve  sobre  ellos 
sus  bienes.  Ellos,  como  tierra,  son  viles;  ella,  como  cosa 
del  cielo,  es  divina.  Ellos  perecen  como  hechos  de  polvo, 
ella  como  el  cielo  es  eterna.  A  ellos,  que  están  en  la 
tierra,  los  cubren  y  los  obscurecen  las  nieblas;  ella,  quo 
es  rayo  celestial,  luce  y  resplandece  por  todo.  En  nos- 
otros' se  inclina  lo  pesado  como  en  el  centro ,  mas  su 
virtud  celestial  nos  libra  de  mil  pesadumbres.  Cunnto 
se  extiende  la  tierra  y  se  aparta  el  nacimiento  del  sol 
de  su  poniente,  tanto  alejaste  de  los  hombres  sus  cul- 
pas. Habíamos  nacido  en  el  poniente  de  Adán;  tras- 
pusístenos,  Señor,  en  tu  oriente,  Sol  de  justicia.  Como 
padre  que  ha  piedad  de  sus  hijos,  así  tú,  deseoso  de 
darnos  largo  perdón ,  en  tu  Hijo  te  vestiste  para  con 
nosotros  de  entrañas  de  padre.  Porque,  Señor,  como 
quien  nos  forjaste,  sabes  muy  bien  nuestra  hechura 
cuál  sea.  Sabes ,  y  no  lo  puedes  olvidar ;  muy  acorda- 
do estás  que  soy  polvo.  Como  yerba  de  heno  son  los  días 
del  hombre;  nace  y  sube  y  florece  y  se  marchita  cor- 
riendo. Como  las  flores  ligeras ,  parece  algo  y  es  nada; 
promete  de  sí  mucho,  y  para  en  un  flueco  que  vuela; 
tócale  á  malas  penas  el  aire,  y  perece  sin  dejar  rastro 
de  sí. 

)>Mas  cuanto  son  mas  deleznables  los  hombres ,  tan- 
to tu  misericordia.  Señor,  persevera  mas  firme.  Ellos 
se  pasan ,  mas  tu  misericordia  sobre  ellos  dura  desde 
un  siglo  hasta  otro  siglo  y  por  siempre.  De  los  padres 
pasa  á  los  hijos ,  y  de  los  hijos  á  los  hijos  dellos,  y  dellos 
por  continua  succesion  en  sus  descendientes;  los  que  te 
temen,  los  que  guardan  el  concierto  que  hiciste,  ios 
que  tienen  en  sus  mentes  tus  fueros ,  porque  tienes  ta 
silla  en  el  cielo,  de  donde  lo  miras;  porque  la  tienes 
afirmada  en  él ,  para  que  nunca  te  mudes ;  porque  tu 
reino  gobierna  todos  los  reinos ,  para  que  todo  lo  pue- 
das. Bendíganle  pues  ,  Señor,  todas  las  criaturas,  pues 
eres  de  todas  ellas  Jesús.  Tus  ángeles  le  bendigan,  tus 
valerosos ,  tus  valientes  ejecutores  de  lus  mandamien- 
tos, tus  alertos  á  oir  loque  mandas,  tus  ejércitos  te 
bendigan,  lus  ministros,  que  están  prestos  y  apresta- 
dos para  tu  gusto.  Todas  las  obras  tuyas  te  alaben,  to- 
das cuantas  hay  por  cuanto  se  extiende  tu  imperio,  y 
cómodas  ellas,  Señor,  alábete  mi  alma  también.  Y 
como  dice  en  otro  lugar  ¡—Busqué  para  alabarte  nuevas 

li 


210  OBRAS  DE  FRAY 

maneras  de  cantos ;  no  es  co?a  usada  ni  siquiera  he- 
cha otra  vez  la  grandeza  tuya  que  canta;  no  la  canté 
por  la  forma  que  suele. — Hiciste  salud  de  tu  brazo,  hi- 
ciste de  tu  Verbo  Jesiis;  lo  que  es  tu  poder,  lo  que  es 
tu  mano  derecha  y  tu  fortaleza,  hiciste  que  nos  fuese  me- 
dicina blanda  y  suave.  Sacaste  hecho  Jesús  á  tu  Hijo  en 
los  ojos  de  todos,  pusístelo  en  lo  público,  jusliñcaste 
para  con  todo  el  mundo  tu  causa.  Nadie  te  argüirá  de 
que  nos  permitiste  caer,  pues  nos  reparaste  tan  bien. 
Nadie  se  te  querellará  de  la  culpa  para  quien  supiste 
ordenar  tan  gran  medicina.  Dichoso ,  si  se  puede  de- 
cir, el  pecar,  que  nos  mereció  tal  Jesús.  Y  esto  llegue 
hasta  aquí.  Vos,  Sabino,  justo  es  que  rematéis  esta  plá- 
tica, como  soléis.»  Y  calló;  y  Sabino  dijo:  ((El  remate 
que  conviene,  vos  le  habéis  puesto  ,  Marcelo,  con  el 
salmo  que  habéis  referido;  loque  suelo  haré  yo,  que  es 
deciros  los  versos.»  Y  luego  dijo  {a): 

Alaba,  oli  alma,  á  Dios,  y  todo  cuanto 

Eucueva  en  si  tu  seno 
Celebre  con  loor  su  nombre  santo, 

De  mil  grandezas  lleno. 
Alaba,  oh  alma,  ú  Dios,  y  nunca  olvide 

Ni  borre  tu  memoria 
Sus  dones  en  retorno  á  lo  que  pide 

Tu  torpe  y  fea  historia. 
Que  él  solo  por  si  solo  fe  perdona 

Tus  culpas  y  maldades, 

Y  cura  lo  herido,  y  desencona 

De  tus  enfermedades. 
Él  mismo  de  la  huesa  á  la  luz  bella 

Restituyó  lu  vida; 
Cercóla  con  su  amor,  y  puso  en  ella 

Riqueza  no  creida , 

Y  en  eso  que  te  viste  y  te  rodea 

También  pone  riqueza; 
Ansí  renovarás  lo  qne  te  afea, 

Cual  águila  en  belleza. 
Que  al  íin  hizo  justicia  y  dio  derecho 

Al  pobre  saqueado; 
Tal  es  su  condición,  su  estilo  y  hecho. 

Según  lo  ha  revelado. 
Manifestó  á  Moisen  sus  condiciones, 

En  el  monte  subido; 
Lo  blando  de  su  amor  y  sus  perdones 

A  su  pueblo  escogido, 

Y  dijo:  «Soy  amigo  y  amoroso 

Soportador  de  males. 
Muy  ancho  de  narices,  muy  piadoso 
Con  todos  los  mortales.» 

-(a)  PsalD).  102. 


LUIS  DE  LEÓN. 

No  riñe  y  no  se  amansa ;  no  se  aira, 

Y  dura  siempre  airado; 

No  hace  con  nosotros  ni  nos  mira 

Conforme  á  lo  pecado; 
Mas  cuanto  al  suelo  vence,  y  cuanto  excede 

El  cielo  reluciente, 
Su  amor  tanto  se  encumbra  y  tanto  puede 

Sobre  la  humilde  genle. 
Cuan  lejos  de  do  nace  el  sol  fenece 

El  soberano  vuelo, 
Tan  lejos  de  nosotros  desparece 

Por  su  perdón  el  duelo. 

Y  con  aquel  amor  que  el  padre  cura 

Sus  hijos  regalados. 
La  vida  tu  piedad  ,  y  el  ser  procura 

De  tus  amedrentados. 
Conoces  á  la  lin  que  es  polvo  y  tierra 

El  hombre,  y  torpe  lodo; 
Contemplas  la  miseria  que  en  sí  encierra, 

Y  le  compone  todo. 

Es  heno  su  vivir,  es  llor  temprana 

Que  sale  y  se  marchita; 
L'n  llaco  soplo,  una  ocasión  liviana, 

La  vida  y  ser  le  quita. 
La  gracia  del  Señor  es  la  que  dura, 

Y  Drme  persevera, 

Y  va  de  siglo  en  siglo  su  blandura 

En  quien  en  él  espera. 
En  los  que  su  ley  guardan  y  sus  fueros 

Con  viva  diligencia. 
En  ellos,  en  los  nietos  y  herederos 

Por  larga  descendencia ; 
Que  ansí  do  se  rodea  el  sol  lucido 

Estableció  su  asiento , 
Que  ni  lo  que  será  ni  lo  que  ha  sido 

Es  de  su  imperio  exento. 
Pues  lóente  ,  Señor,  los  moradores 

De  lu  rica  morada , 
Que  emplean  valerosos  sus  ardores 

En  lo  que  mas  te  agrada , 

Y  alábete  el  ejército  de  estrellas 

Que  en  alto  resplandecen. 
Que  siempre  en  sus  caminos  claras,  bellas, 

Tus  leyes  obedecen. 
Alábente  tus  obras  todas  cuantas 

La  redondez  contiene, 
Los  hombres  y  los  brutos  y  las  plantas, 

Y  lo  que  las  sostiene; 

Y  alábete  con  ellos  noche  y  dia 

También  el  alma  mia. 

Y  calló.  Y  con  este  fin  le  tuvieron  las  pláticas  de  los 
nombres  de  Cristo,  cuya  es  toda  la  gloria  por  los  siglos 
de  los  siglos.  Amen. 


FIN  DE  LOS  NOMOneS  DR  (.ItlSTO. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


A  DOÑA  MARÍA  VÁRELA  OSORÍO. 


LNTRODüCCION. 

Ed  que  se  habla  de  las  leyes  y  condiciones  del  estado  del  matri- 
monio, y  de  la  estrecha  obligación  que  corre  á  la  casada  de 
emplearse  en  el  cumplimiento  dellas. 

Este  nuevo  estado  en  que  Dios  lia  puesto  á  vuestra 
merced ,  sujetándola  á  las  leyes  del  santo  matrimonio, 
aunque  es  como  camino  real ,  mas  abierto  y  menos  tra- 
bajoso que  otros ,  pero  no  carece  de  sus  dificultades  y 
malos  pasos ,  y  es  camino  adonde  se  eslropieza  tam- 
bién y  se  peligra  y  yerra,  y  que  tiene  necesidad  de 
guia  como  ios  demás  ;  porque  el  servir  al  marido  y  el 
gobernar  la  familia  y  la  crianza  de  los  liijos,  y  la  cuen- 
ta que  juntamente  con  esto  se  debe  al  temor  de  Dios, 
y  la  guarda  y  limpieza  de  la  conciencia  ( todo  lo  cual 
pertenece  al  estado  y  oficio  de  la  mujer  que  se  casa), 
obras  son  que  cada  una  de  por  si  pide  muclio  cuidado, 
y  que  todas  juntas ,  sin  particular  favor  del  cielo,  no  se 
pueden  cumplir.  En  lo  cual  se  engañan  mucbas  muje- 
res, que  piensan  que  el  casarse  no  es  mas  que  dejar  la 
casa  del  padre  y  pasarse  á  la  del  marido,  y  salir  de  ser- 
vidumbre y  venir  á  libertad  y  regalo ;  y  piensan  que 
con  parir  un  bijo  de  cuando  en  cu.indo,  y  con  arrojar- 
le luego  de  sí  en  los  brazos  de  una  ama,  son  cabales  y 
perfectas  mujeres.  Y  dado  que  el  buen  juicio  de  vues- 
tra merced  y  la  inclinación  á  toda  virtud ,  de  que  Dios 
la  dotó ,  me  aseguran  ,  para  no  temer,  que  será  como 
alguna  deslas  que  digo,  todavía  el  entrañable  amor 
que  la  tengo  y  el  deseo  de  su  bien  que  arde  en  mí,  me 
despiertan  para  que  la  provea  de  algún  aviso ,  y  para 
que  la  busque  y  encienda  alguna  luz  que  sin  engaño 
ni  error  alumbre  y  enderece  sus  pasos  por  todos  los 
malos  pasos  de  este  camino,  y  por  todas  las  vueltas  y 
rodeos  del.  Y  como  suelen  los  que  ban  heclio  una  lar- 
ga navegación  ó  los  que  han  peregrinado  por  lugares 
extraños,  que  á  sus  amigos ,  los  que  quieren  empren- 
der la  misma  navegación  y  camino,  antes  que  lo  co- 
miencen y  antes  que  parlan  de  sus  casas ,  con  diligen- 
cia y  cuidado  les  dicen  menudamente  los  lugares  por 
donde  ban  de  pasar  y  las  cosas  de  que  se  ban  de  guar- 
dar, y  los%)erciben  de  todo  aquello  que  entienden  les 
será  necesario ,  así  yo  en  esta  jornada  que  tiene  vues- 
tra merced  comenzada,  la  enseñaré,  no  lo  que  me  en- 
señó á  mí  la  experiencia  pasada,  porque  es  ajeno  de 


mi  profesión ,  sino  lo  que  lie  aprendido  en  las  sagra- 
das letras ,  que  es  enseñanza  del  Espíritu  Santo.  En 
las  cuales,  como  en  una  tienda  común  y  como  en  un 
mercado  público  y  general  para  el  uso  y  provecho  ge- 
neral de  todos  los  hombres,  pone  la  piedad  y  sabiduría 
divina  copiosamente  todo  aquello  que  es  necesario  y 
conviene  á  cada  un  estado ,  y  señaladamente  en  este  de 
las  casadas  se  revé  y  desciende  tanto  á  lo  particular 
del ,  que  llega  hasta,  entrándose  por  sus  casas,  poner- 
les la  aguja  en  la  mano ,  y  ceñirles  la  rueca  y  menear- 
les el  buso  entre  los  dedos.  Porque,  á  la  verdad,  aun- 
que el  estado  del  matrimonio  en  grado  y  perfección  es 
menor  que  el  de  los  continentes  ó  virgines;  pero,  por  la 
necesidad  que  hay  del  en  el  mundo  para  que  se  conser- 
ven los  hombres,  y  para  que  salgan  dellos  los  que  nas- 
cen  para  ser  hijos  de  Dios ,  y  para  honrar  la  tierra  y 
alegrar  el  cielo  con  gloria ,  fué  siempre  muy  honrado  y 
privilegiado  por  el  Espíritu  Santo  en  las  letras  sagra- 
das ;  porque  della;  sabemos  que  este  estado  es  el  pri- 
mero y  mas  antiguo  de  todos  los  estados,  y  sabemos  que 
es  vivienda,  no  inventada  después  que  nuestra  natu- 
raleza se  corrompió  por  el  pecado  y  fué  condenada  á 
la  muerte ,  sino  ordenada  luego  en  el  principio ,  cuan- 
do estaban  los  hombres  enteros  y  bienaventuradamen- 
te perfectos  en  el  paraíso.  Ellas  mismas  nos  enseñan 
que  Dios  por  su  persona  concertó  el  primer  casamien- 
to que  hubo,  y  que  les  juntó  las  manos  á  los  dos  pri- 
meros casados  y  los  bendijo ,  y  fué  juntamente  como  si 
dijésemos  el  casamentero  y  el  sacerdote.  Allí  vemos  que 
la  primera  verdad  que  en  ellas  se  escribe  haber  dicho 
Dios  para  nuestro  enseñamiento ,  y  la  doctrina  prime- 
ra que  salió  de  su  boca  fué  la  aprobación  do  este  ayun- 
tamiento, diciendo  :  üNo  es  bueno  que  el  hombre  esté 
solo  («).»)  Y  no  solo  en  los  libros  del  Viejo  Tc^lamen- 
to ,  adonde  el  ser  estéril  era  maldición ,  sino  también 
en  los  del  Nuevo,  en  los  cuales  se  aconseja  y  como 
apregona  generalmente ,  y  como  á  son  de  trompeta  la 
continencia  y  virginidad ,  al  matrimonio  le  son  hechos 
nuevos  favores.  Cristo,  nuestro  bien,  con  ser  la  flor  de 
la  virginidad  y  sumo  amador  de  la  virginidad  y  limpie- 
za ,  es  convidado  á  unas  bodas ,  y  se  halla  presente  á 
ellas  y  come  en  ellas,  y  las  santifica,  no  solamente  con 
(a)  Genes,,  cap.  2,  v.  18, 


212  OBRAS  DE  FRAY 

la  majestad  de  su  presencia ,  sino  con  uno  de  sus  pri- 
meros y  señalados  milagros  («).  El  mismo,  habiéndose 
enflaquecido  la  ley  conjugal ,  y  como  aílojádose  en  cier- 
ta manera  el  estrecho  ñudo  del  matrimonio,  y  habien- 
do dado  entrada  los  hombres  á  muchas  cosas  ajenas  de 
la  limpieza  y  firmeza  y  unidad  que  se  le  debe;  así  que, 
habiéndose  hecho  el  tomar  un  hombre  mujer  poco 
mas  que  recibir  una  moza  de  servicio  á  soldada  por  el 
tiempo  que  bien  le  estuviese ;  el  mismo  Cristo ,  entre 
las  principales  partes  de  su  doctrina ,  y  entre  las  cosas 
para  cuyo  remedio  habia  sido  enviado  de  su  Padre,  pu- 
so también  el  reparo  deste  vínculo  santo,  y  así  le  res- 
tituyó en  el  antiguo  y  primero  grado  (6).  Y,  lo  que  so- 
bre todo  es,  hizo  del  casamiento,  que  tratan  los  hom- 
bres entre  sí ,  significación  y  sacramento  santísimo  del 
lazo  de  amor  con  que  él  se  ayunta  a  las  almas,  y  qui- 
so que  la  ley  matrimonial  del  hombre  con  la  mujer  fue- 
se como  retrato  é  imagen  viva  de  la  unidad  dulcísima  y 
estrechísima  que  hay  entre  él  y  su  Iglesia  (c) ;  y  así, 
ennoblesció  el  matrimonio  con  riquísimos  dones  de  su 
gracia  y  de  otros  bienes  del  cielo.  De  arte  (d)  que  el 
estado  de  los  casados  es  estado  noble  y  sanio  y  muy 
preciado  de  Dios ,  y  ellos  son  avisados  muy  en  particu- 
lar y  muy  por  menudo  de  lo  que  les  conviene  en  las 
sagradas  letras  por  el  Espíritu  Santo ,  el  cual ,  por  su 
infinita  bondad,  no  se  desdeña  de  poner  los  ojos  en  nues- 
tras bajezas ,  ni  tiene  por  vil  ó  menuda  ninguna  cosa 
de  las  que  á  nuestro  provecho  hacen.  Pues,  entre  otros 
muchos  lugares  de  los  divinos  libros  que  tratan  de  es- 
ta razón ,  el  lugar  mas  propio  y  adonde  está  como  re- 
capitulado ,  ó  todo  ó  lo  mas  que  á  este  negocio  en  par- 
ticular pertenesce,  es  el  último  capítulo  délos  Provef- 
bios,  adonde  Dios,  por  boca  de  Salomón,  rey  y  profe- 
ta suyo ,  y  como  debajo  de  la  persona  de  una  mujer, 
madre  del  mísrno  Salomón,  cuyas  palabras  él  pone  y 
refiere,  con  hermosas  razones  pinta  acabadamente  una 
virtuosa  casada  con  todos  sus  colores  y  parles;  para  que 
las  que  lo  pretenden  ser  (y  débenlo  pretender  todas  las 
que  se  casan)  se  miren  en  ella  como  en  un  espejo  cla- 
rísimo, y  se  avisen,  mirándose  allí,  de  aquello  que  les 
conviene  para  hacer  lo  que  deben.  Y  así ,  conforme  á 
lo  que  suelen  hacer  los  que  saben  de  pintura  y  mues- 
tran algunas  imágenes  de  excelente  labor  á  los  que  no 
entienden  tanto  del  arte,  que  les  señalan  los  lejos  y  lo 
que  está  pintado  como  cercano,  y  les  declaran  las  luces 
y  las  sombras  y  la  fuerza  del  escorzado ,  y  con  la  des- 
treza de  las  palabras  liacen  que  lo  que  en  la  tabla  pa- 
recía estar  muerto,  viva  ya  y  casi  bulla  y  se  menee  en 
los  ojos  de  los  que  lo  miran ,  ni  mas  ni  menos ,  mi  ofi- 
cio en  esfo  que  escribo  será  presentar  á  vuestra  mer- 
ced esta  imagen  que  he  dicho  lal)rada  por  Dios,  y  po- 
nérsela delante  la  vista  y  señalarle  con  las  palabras,  co- 
mo con  el  dedo,  cuanto  en  mí  fuere,  sus  hermosas  figu- 
ras con  todas  sus  perfecciones ,  y  hacerle  que  vea  claro 
loque  con  grandísimo  artificio  el  saber  y  mano  de  Dios 
puso  en  ella  encubierto.  Pero  antes  que  venga  á  esto, 
que  es  declarar  las  leyes  y  condiciones  que  tiene  sobre 
Bíla  casada,  será  bien  que  entienda  vuestra  merced  la 
estrecha  obligación  que  tiene  á  emplearse  en  el  cumpli- 

(flí  Job,  cap.  2.     (bí  MalUi.,  cap.  19.    (c)  Ad  oplics.,  cap.  5. 
(.d)  Vale  lo  mismo  que,  de  mudn,  c  que,  de  sucilc. 


LUIS  DE  LEÓN. 

miento  dellas,  aplicándose  toda  aellas  con  ardiente  de- 
seo. Porque,  como  en  cualquier  otro  negocio  y  oficio  que 
s&  pretende ,  para  salir  bien  con  él  son  necesarias  dos 
cosas:  la  una,  el  saber  lo  que  es,  y  las  condiciones  que 
tiene,  y  aquello  en  que  principalmente  consiste;  y  la 
otra,  el  tenerle  verdadera  afición;  así  en  esto  que  va- 
mos tratando,  primero  que  hablemos  con  el  entendi- 
miento y  le  descubramos  lo  que  este  oficio  es ,  con  to- 
das sus  cualidades  y  partes ,  convendrá  que  inclinemos 
la  voluntad  á  que  ame  el  saberlas  y  á  que  sabidas ,  se 
quiera  aplicar  á  ellas.  En  lo  cual  no  pienso  gastar  mu- 
chas palabras ,  ni  para  con  vuestra  merced ,  que  es  de 
su  natural  inclinada  á  bueno,  será  menester,  porque  al 
que  teme  á  Dios,  para  que  desee  y  procure  satisfacer  á 
su  estado  bástale  saber  que  Dios  se  lo  manda ,  y  que 
lo  propio  y  particular  que  pide  á  cada  uno  es ,  que  res- 
ponda á  las  obügacioues  de  su  oficio,  cumpliendo  con 
la  suerte  que  le  ha  cabido,  y  que  si  en  esto  falta,  aun- 
que en  otras  cosas  se  adelante  y  señale,  le  ofende.  Por- 
que, como  en  la  guerra  el  soldado  que  desampara  su 
puesto  no  cumple  con  su  capitán,  aunque  en  otras  co- 
sas le  sirva ,  y  como  en  la  comedia  silban  los  mirado- 
res al  que  es  malo  en  la  persona  que  representa,  aun- 
que en  la  suya  sea  muy  bueno ;  así  los  hombres  que 
se  descuidan  de  sus  oficios ,  aunque  en  otras  virtutles 
sean  cuidadosos,  no  contentan  á  Dios.  ¿Tendría  vues- 
tra merced  por  su  cocinero  y  daríale  su  salario  al  que 
no  supiese  salar  una  olla  y  tocase  bien  un  discante  {eyí 
Pues  así  no  quiere  Dios  en  su  casa  al  que  no  hace  el  ofi- 
cio en  que  le  pone.  Dice  Cristo  en  el  Evangelio  que 
«cada  uno  tomo  su  cruz»  (/");  no  dice  que  tome  la  aje- 
na, sino  manda  (juecada  uno  se  cargue  de  la  suya  pro- 
pia. No  quiero  que  la  religiosa  se  olvide  de  lo  que  debe 
al  ser  religiosa  y  se  cargue  de  los  cuidados  de  la  casa- 
da, ni  le  place  que  la  casada  se  olvide  del  oficio  de  su 
cosa  y  se  torne  monja.  El  casado  agrada  á  Dios  en  ser 
buen  casado,  y  en  ser  buen  religioso  el  fraile,  y  el  mer- 
cader en  hacer  debidamente  su  oficio,  y  aun  el  solda- 
do sirve  á  Dios  en  mostrar  en  los  tiempos  debidos  su 
esfuerzo,  y  en  contentarse  con  su  sueldo,  como  lo  dice 
san  Juan  (g).  Y  la  cruz  que  cada  uno  ha  de  llevar  y  por 
donde  ha  de  llegar  á  juntarse  con  Cristo ,  propiamente 
es  la  obligación  y  la  carga  que  cada  uno  tiene  por  ra- 
zón del  estado  en  que  vive ;  y  quien  cum[)le  con  ella, 
cumple  con  Dios  y  sale  con  su  intento,  y  queda  honra- 
do é  ilustre,  y  como  por  el  trabajo  de  la  cruz  alcanza 
el  descanso  que  merece.  Mas  al  revés ,  quien  no  cum- 
ple con  esto,  aunque  trabaje  mucho  en  cumplir  con  los 
oficios  que  él  se  toma  por  su  voluntad,  pierde  el  Ira- 
bajo  y  las  gracias.  Mas  es  la  ceguedad  de  los  hombres 
tan  miserable  y  tan  grande ,  que  con  no  haber  duda  en 
esta  verdad ,  como  si  fuera  al  revés  y  como  si  nos  fue- 
ra vedado  el  satisfacer  á  nuestros  oficios  y  el  ser  aque- 
llos mismos  que  profesamos  ser;  así  tenemos  enemis- 
tad con  ellos  y  huimos  dcllos,  y  metemos  todaslas  ve- 
las de  nuestra  industria  y  cuidado  en  hacer  los  ajenos. 
Porque  verá  vuestra  merced  algunas  personas  de  pro- 
fesión religiosas ,  que,  como  si  fuesen  casadas,  lodo  su 
cuidado  es  gobernar  las  casas  de  sus  deudos  ó  de  otras 

(í)  Especie  rio  Kiiilaira  pcquena,  quecomunraenlc  se  lt<*iaa  tiple. 
{/)  Luc.,  cap.  14,  V.  "il.    lii)  Ibiíl.,  cap.  3,  v,  11. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


213 


personas,  que  ellas  por  su  volunlad  han  tomado  á  su 
cargo,  y  que  si  se  recibe  ó  se  despide  el  criado,  ha  de 
ser  por  su  mano  deltas,  y  si  se  cuelga  la  casa  en  invier- 
no ,  lo  mandan  ellas  primero ;  y  por  el  contrario,  en  las 
casadas  hay  otras  que,  como  si  sus  casas  fuesen  de  sus 
vecinas ,  así  se  descuidan  dellas,  y  toda  su  vida  es  el 
oratorio  y  el  devocionario,  y  el  calentar  el  suelo  de  la 
iglesia  tarde  y  mañana,  y  piérdese  entre  tanto  la  moza, 
y  cobra  malos  siniestros  la  hija,  y  la  hacienda  se  hun- 
de, y  vuélvese  demonio  el  marido.  Y  si  el  seguir  loque 
no  son  les  costase  menos  trabajo  que  el  cumplir  con 
aquello  que  deben  ser ,  tendrian  estas  algún  color  de 
disculpa,  ó  si  habiéndose  desvelado  mucho  en  aques- 
to que  escogen  por  su  querer ,  saliesen  perfectamente 
con  ello,  era  consuelo  en  alguna  manera;  pero  es  al  re- 
vés ,  que  ni  el  religioso ,  aunque  mas  trabaje ,  gober- ' 
nará  como  se  debe  la  vida  del  hombre  casado ,  ni  ja- 
más el  casado  llegará  á  aquello  que  es  ser  religioso; 
porque,  así  como  la  vida  del  monasterio  y  las  leyes  y 
observancias  y  todo  el  trato  y  asiento  de  la  vida  monás- 
tica favorece  y  ayuda  al  vivir  religioso,  para  cuyo  fin 
todo  ello  se  ordena,  así  al  que,  siendo  fraile,  se  olvida 
del  fraile  y  se  ocupa  en  lo  que  es  el  casado ,  todo  ello  le 
es  estorbo  y  embarazo  muy  grave.  Y  como  sus  inten- 
tos y  pensamientos  y  el  blanco  adonde  se  enderezan 
no  es  monasterio;  así  estropieza  y  ofende  en  todo  lo 
que  es  monasterio,  en  la  portería  ,  en  el  claustro,  en 
el  coro  y  silencio,  en  la  aspereza  y  humildad  de  la  vida; 
por  lo  cual  le  conviene,  ó  desistir  de  su  porfía  loca,  ó 
romper  por  medio  de  un  escuadrón  de  duras  dificulta- 
des, y  subir,  como  dicen ,  el  agua  por  una  torre.  Por 
la  misma  manera ,  el  estilo  de  vivir  de  la  mujer  casa- 
da, como  la  convida  y  alienta  á  que  se  ocupe  en  su  ca- 
sa ,  así  por  mil  partes  la  retrae  de  lo  que  es  ser  monja 
6  religiosa ;  y  así  los  unos  y  los  otros ,  por  no  querer 
hacer-lo  que  propiamente  les  toca ,  y  por  quererse  se- 
ñalar en  lo  que  no  les  atañe,  faltan  á  lo  que  deben  y  no 
alcanzan  lo  que  pretenden ,  y  trabajan  incomparable- 
mente mas  de  lo  que  fuera  si  trabajaran  en  hacerse 
perfectos  cada  uno  en  su  oficio,  y  queda  su  trabajo  sin 
fruto  y  sin  luz.  Y  como  en  la  naturaleza  los  monstruos 
que  nacen  con  parles  y  miembros  de  animales  diferen- 
tes no  se  conservan  ni  viven ,  así  esta  monstruosidad 
de  diferentes  estados  en  un  compuesto,  el  uno  en  la 
profesión  y  el  otro  en  las  obras ,  los  que  la  siguen  no 
se  logran  en  sus  intentos ;  y  como  la  naturaleza  abor- 
rece los  monstruos ,  así  Dios  huye  destos  y  los  abomi- 
na. Y  por  esto  decía  en  la  ley  vieja  que  ni  en  el  cam- 
po se  pusiesen  semillas  diferentes,  ni  en  la  tela  fuese 
la  trama  de  uno  y  estambre  de  otro  (a) ,  ni  menos  se 
le  ofreciese  en  sacrificio  el  animal  que  hiciese  vivien- 
da en  agua  y  en  tierra  (6).  Pues  asiente  vuestra  mer- 
ced en  su  corazón  con  entera  firmeza  que  el  ser  ami- 
ga de  Dios  es  ser  buena  casada ,  y  que  el  bien  de  su  al- 
ma está  en  ser  perfecta  en  su  estado,  y  que  el  trabajar 
en  ello  y  el  desvelarse  es  ofrecer  á  Dios  un  sacrificio 
aceptísimo  de  sí  misma.  Y  no  digo  yo ,  ni  me  pasa  por 
pensamieim),  que  el  casado  ó  alguno  han  de  carecer  de 
oración ,  sino  digo  la  diferencia  que  ha  de  haber  entre 
las  buenas  religiosa  y  casada;  porque  en  aquella  el 
(fl)  Lev.,  cap.  15,  V.  9.     (*j  De«tetvü.,  C3p.  14. 


orar  es  todo  su  oficio ,  en  es(a  ha  de  ser  medio  el  orar 
para  que  mejor  cumpla  su  oficio.  Aquella  no  quiso  el 
marido  y  negó  el  mundo  y  despidi(5se  de  todos ,  para 
conversar  siempre  y  desembarazadamente  con  Cristo; 
esta  ha  de  tratar  con  Cristo  para  alcanzar  del  gracia  y 
favor  con  que  acierte  á  criar  el  hijo  y  á  gobernar  bien 
la  casa  y  á  servir  como  es  razón  al  marido.  Aquella 
ha  de  vivir  para  orar  continuamente,  esta  ha  de  orar 
para  vivir  como  de!)e.  Aquella  aplace  á  Dios  regalán- 
dose con  él ,  esta  le  ha  de  servir  trabajando  en  el  go- 
bierno de  su  casa  por  él.  Mas  considere  vuestra  merced 
cómo  reluce  aquí  la  grandeza  de  la  divina  bondad,  que 
se  tiene  por  servido  de  nosotros  con  aquello  mismo  que 
es  provecho  nuestro.  Porque  á  la  verdad,  cuando  no 
hubiera  otra  cosa  que  inclinara  la  casada  á  hacer  el 
deber ,  sino  es  la  paz  y  sosiego  y  gran  bien  que  en  es- 
ta vida  sacan  é  interesan  las  buenas  de  serlo,  esto  solo 
bastaba;  porque  sabida  cosa  es,  que  cuando  la  mujer 
asiste  á  su  oficio ,  el  n)arido  la  ama ,  y  la  familia  anda 
en  coacierto,  y  aprenden  virtud  los  hijos,  y  la  paz  reina, 
y  la  hacienda  cresce.  Y  como  la  luna  llena  en  las  no- 
ches serenas  se  goza  rodeada  y  como  acompañada  de 
clarísimas  lumbres,  las  cuales  todas  parece  que  avi- 
van sus  luces  en  ella ,  y  que  la  remiran  y  reverencian; 
así  la  buena  en  su  casa  reina  y  resplandece,  y  con- 
vierte á  sí  juntamente  los  ojos  y  los  corazones  de  to- 
dos. El  descanso  y  la  seguridad  la  acompaña  adonde 
quiera  que  endereza  sus  pasos ,  y  á  cualquiera  parle 
que  mira  encuentra  con  el  alegría  y  con  el  gozo  ;  por- 
que si  pone  en  el  marido  losojos,  descansa  en  su  amor; 
si  los  vuelve  á  sus  hijos,  alégrase  con  su  virtud,  halla 
en  los  criados  bueno  y  fiel  servicio,  y  en  la  hacienda 
provecho  y  acrecentamiento ,  y  todo  le  es  gustoso  y  ale- 
gre, como  al  contrario,  á  la  que  es  mala  casera  todo  se 
le  convierte  en  amarguras,  como  se  puede  ver  por  infi- 
nitos ejemplos.  Pero  no  quiero  detenerme  en  cosa  por 
nuestros  pecados  tan  clara,  ni  quiero  sacar  á  vuestra 
merced  de  su  mismo  lugar.  Vuelva  los  ojos  por  sus  ve- 
cinos y  naturales,  y  revuelva  en  su  memoria  lo  que  de 
otras  casas  ha  oído.  ¿De  cuántas  mujeres  sabe  que  por 
no  tener  cuenta  con  su  estado  y  tenerla  con  sus  anto- 
jos, están  con  sus  maridos  en  perpetua  lid  y  desgracia? 
¿Cuántas  ha  visto  lastimadas  y  afeadas  con  los  descon- 
ciertos de  sus  hijos  y  hijas,  con  quien  no  quisieron  te- 
ner cuenta?  Cuántas  laceran  en  extrema  pobreza  por- 
que no  atendieron  á  la  guarda  de  sus  haciendas,  ó  por 
mejor  decir,  porque  fueron  la  perdición  y  la  polilla  de 
ellas?  Ello  es  así  que  no  hay  cosa  mas  rica  ni  mas  fe- 
liz que  la  buena  mnjer,  ni  peor  ni  mas. desastrada  que 
la  casada  que  no  lo  es ;  y  lo  uno  y  lo  otro  nos  enseña 
la  Sagrada  Escritura.  De  la  buena  dice  así :  «El  marido 
de  la  mujer  buena  es  dichoso  y  vivirá  doblados  días, 
y  la  mujer  de  valor  pone  en  su  marido  descanso,  y 
cerrará  los  años  de  su  vida  con  paz.  La  mujer  buena 
es  suerte  buena ,  y  como  premio  de  los  que  temen  á 
Dios ,  la  dará  Dios  al  hombre  por  sus  buenas  obras  (c). 
El  bien  de  la  mujer  diligente  deleitará  á  su  marido  y 
hinchará  de  grosura  sus  huesos,  Don  grande  de  Dios 
es  el  trato  bueno  suyo  (d) ;  bien  sobre  bien  y  hermo- 
sura sobre  hermosura  es  una  mujer  que  es  santa  y  ho- 
(e¡  Ecclcsiast,,  cap.  26,  v.  i,  2, 3.     (dj  Ibid.,  v.  16, 17. 


214  ORRAS  DE  FRAY 

nesla.  Como  el  sol  qiie  nace,  parece  en  las  alluras  del 
cielo;  así  el  rostro  de  la  buena  adorna  y  hermosea  su 
casa  [a).n  Y  de  la  mala  dice  por  contraria  manera  : 
«La  celosa  es  dolor  de  corazón  y  llanto  continuo  [b), 
y  el  tratar  con  la  mala  es  tratar  con  los  escorpiones  (c). 
Casa  que  se  Hueve  es  la  mujer  rencillosa  (d),  y  lo  que 
turba  la  vida  es  casarse  con  una  aborrecible  (e).  La 
tristeza  del  corazón  es  la  mayor  herida,  y  la  maldad  de 
la  mujer  es  todas  las  maldades.  Toda  llaga,  y  no  de  co- 
razón; todo  mal,  y  no  mal  de  mujer  {f).  No  hay  cabeza 
peor  que  la  cabeza  de  la  culebra,  ni  ira  que  ¡guale  á  la 
de  la  mujer  enojada.  Vivir  con  leones  y  con  dragones 
mas  es  pasadero  que  hacer  vida  con  la  mujer  que  es 
malvada  (í;).  Todo  mal  es  peiueño  en  comparación  de 
la  mala;  á  los  pecadores  les  caiga  tal  suerte.  Cuil  es  la 
subida  arenosa  para  los  pies  ancianos ,  tal  es  para  el 
modesto  la  mujer  deslenguada  (h).  Quebranto  de  cora- 
zón y  llaga  mortal  es  la  mala  mujer.  Cortamiento  de 
piernas  y  descaimiento  de  manos  es  la  mujer  que  no 
da  placer  á  su  marido.  La  mujer  di*')  principio  al  peca- 
do, y  por  su  causa  morimos  todos  (/),  y  por  esta  for- 
ma otras  muchas  razones.»  Y  acontece  en  esto  una 
cosa  maravillosa,  que  siendo  las  mujeres  de  su  cosecha 
gente  de  gran  pundonor,  apetitosas  de  ser  preciadas  y 
honradas,  como  son  todos  los  de  ánimo  flaco,  y  gus- 
tando de  vencerse  entre  sí  unas  á  otras  aun  en  cosas 
menudas  y  de  niñería,  no  se  precian ,  antes  se  descui- 
dan y  olvidan,  de  lo  que  es  su  propia  virtud  y  loa.  Gusta 
una  mujer  de  parecer  mas  hermosa  que  otra,  y  aun  si 
su  vecina  tiene  mejor  basquina,  ó  si  por  ventura  saca 
mejor  invención  de  locado,  no  lo  pone  á  paciencia;  y 
sien  el  ser  mujer  de  su  casa  le  hace  ventaja,  no  se 
acuita  ni  se  duele,  antes  hace  caso  de  honra  sobre 
cualquier  menudencia,  y  solo  aquesto  no  eslima.  Como 
sea  así  que  el  ser  vencida  en  aquello  no  le  daña ,  y  el 
no  vencer  en  esto  la  destruye,  con  ser  así  que  aquello 
no  es  su  culpa  y  aquesto  destruye  todo  el  bien  suyo  y  de 
su  casa;  y  con  ser  así  que  el  loor  que  por  aquello  se  al- 
canza, es  ligero  y  vano  loor,  y  loor  que  antes  (jue  nazca 
perece,  y  tal,  que  si  hablamos  con  verdad,  no  merece  ser 
llamado  loor,  y  por  el  contrario,  la  alabanza  maciza  y 
que  tiene  verdaderas  raíces,  y  que  florece  por  las  bocas 
de  los  buenos  juicios,  y  que  no  se  acaba  con  la  edad  ni 
con  el  tiempo  se  gasta,  antes  con  los  años  crece,  y  la 
vejez  la  renueva,  y  el  tiempo  la  esfuerza,  y  la  eternidad 
se  espeja  en  ella,  y  la  envía  mas  *íva  siempre  y  mas 
fresca  por  mil  vueltas  de  siglos.  Porque  á  la  buena  mu- 
jer su  familia  la  reverencia,  y  sus  hijos  la  aman,  y  su 
marido  la  adora_^  y  los  vecinos  la  bendicen,  y  los  pre- 
sentes y  los  vcíiideros  la  alaban  y  ensalzan.  Y  á  la  ver- 
dad ,  si  hay  debajo  de  la  luna  cosa  que  merezca  ser 
estimada  y  preciada,  es  la  mujer  buena;  y  en  compa- 
ración della  el  sol  mismo  no  luce,  y  son  escuras  las 
estrellas,  y  no  sé  yo  joya  de  valor  ni  de  loor  que  ansí  le- 
vante y  hermosee  con  claridad  y  resplandor  á  los  hom- 
bres, como  es  aquel  tesoro  de  inmortales  bienes  de  ho- 
nestidad, de  dulzura ,  de  le,  de  verdad  ,  de  amor,  do 

i 
(a)  Ecclesiast.,  V.19,  21.    (í-)  Ibid.,  c.2G,  v.8.    (c)  Ibid.,  v.lO. 
[d,  I'ro\(.rb  ,  cap.  19,  v.  13.       (c)  Ibid.,  cap.  .10,  v.  '¿3. 
(/■)  F-cciciijsl.,  cap.  2a,  v.  17,  18, 19.        (^i  Ibid.,  v.  ■>■> ,  T. 
\h)  Ibid.,  V.  26,  27.    (i)  Ibid.,  V.  31,  32,  33. 


LUIS  DE  LEÓN. 

piedad  y  regalo ,  de  gozo  y  de  paz ,  que  encierra  y 
contiene  en  sí  una  buena  mujer  cuando  se  la  da  por 
compañera  su  buena  dicha.  Que  si  Euripides  {1),  es- 
critor sabio,  parece  que  á  bullo  dice  de  todas  mal,  y 
dice  que  si  alguno  de  los  pasados  dijo  mal  deltas,  y  de 
los  presentes  lo  dice ,  ó  si  lo  dijeren  los  que  vinieren 
después,  todo  lo  que  dijeron  y  dicen  y  dirán,  él  solo 
quiere  decir  y  dice.  Así  que,  si  esto  dice,  no  lo  dice  en 
su  persona,  y  la  que  ¡o  dice  tiene  justa  disculpa  en  ha- 
ber sido  Medea  la  ocasión  de  que  lo  dijese.  Mas,  yaque 
liabemos  llegado  aquí,  razón  es  que  callen  mis  pala- 
bras, y  que  comiencen  á  sonar  las  del  Espíritu-Santo, 
el  cual  en  la  doctrina  de  las  buenas  mujeres,  que  pone 
en  los  Proverbios  (m),  y  yo  ofrezco  ahora  aquí  á  vuestra 
merced,  comienza  destos  mismos  loores  en  que  yo  aho- 
ra acabo,  y  dice  en  pocas  razones  lo  que  ninguna  len- 
gua pudiera  decir  en  muchas;  y  dice  desta  manera  : 


L 


Algunas  advertencias  del  autor  para  entrar  á  li';i(<ir 
de  la  matciia, 

¿Quién  hallará  mujer  de  valor?  Raro  y  extremado 
es  su  precio  (n). 

Pero  antes  que  comencemos,  nos  conviene  presu- 
poner que  en  este  capítulo  el  Espíritu  Santo  así  es 
verdad  que  pinta  una  buena  casada,  declarando  las 
obligaciones  que  tiene,  que  también  dice  y  significa,  y 
como  encubre  debajo  desta  pintura ,  cosas  mayores  y 
de  mas  alto  sentido,  que  perlenescen  á  toda  la  iglesia. 
Porque  se  ha  de  entender  que  la  Sagrada  Escritura, 
que  es  l!a!)la  de  Dios,  es  como  una  imagen  de  la  con- 
dición y  naturaleza  de  Dios.  Y  así  como  la  divinidad  es 
junlamenle  una  perfección  sola  y  muchas  perfecciones 
diversas;  una  en  sencillez,  y  muchas  en  valor  y  emi- 
nencia; así  la  Santa  Escritura  por  unas  mismas,  pala- 
bras dice  muchas  y  diferentes  razones,  y  como  lo  en- 
señan los  santos,  en  la  sencillez  de  una  misma  sen- 
tencia encierra  gran  preñez  de  sentidos.  Y  como  en 
Dios  todo  lo  que  Imy  es  bueno ,  así  en  su  Escritura  lo- 
dos los  sentidos  que  puso  en  ella  el  Espíritu  Santo  son 
verdaderos.  Por  manera  que  el  seguir  él  un  sentido 
no  es  desechar  el  otro,  ni  menos  el  que  en  eslas  sa- 
gradas letras,  enire  muchos  y  verdaderosentendimien- 
tos  que  tienen,  descubre  uno  dellos  y  le  declara,  no 
por  eso  ha  de  ser  leniílo  por  hombre  que  desecha  los 
otros  entendimientos.  Pues  digo  que  en  este  capítulo, 
Dios ,  por  la  boca  de  Salomón,  por  unas  mismaspalabras 
hace  dos  cosas.  Lo  uno  instruye  y  ordena  las  costumbres, 
lo  otro  profetiza  misterios  secretos.  Las  costumbres 
que  ordenasen  de  la  casada;  los  misterios  que  profeti- 
za son  ingenio,  y  las  condiciones  (jue  habia  de  poner 
en  su  Iglesia ,  de  quien  habla  como  en  figura  de  una 
mujec  de  su  casa.  En  eslo  postrero  da  luz  á  lo  que  se 
lia  de  creer,  en  lo  primero  enseña  lo  que  se  ha  de  obrar. 
Y  porque  aquesto  solo  es  lo  que  hace  ahora  á  nuestro 
propósito,  por  eso  hablaremos  dello  aquí  solamente,  y 
procurarémo-j  cuanto  nos  fuere  posible  sacar  á  luz  y 
poner  como  delante  de  los  ojos  loilo  lo  que  hay  en  es- 
la  imagen  de  virtud  que  Dios  aquí  ]iinla.  Dice  [)ucs: 
(/)  In  IlcLuba.    (w)  Pioverb.,  cap.  31.    {n¡  Ibid-,  cap.  31,  v.  10. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


215 


II. 


Caánto  es  menesfer  para  que  una  mujer  sea  perfecta,  y  lo  que 
debe  procurarlo  ser  la  que  es  casada. 

Mujer  de  valor  ¿quién  la  hallará?  Raro  y  extre- 
mado es  su  precio  [a). 

Propone  luego  al  principio  arjiíello  de  que  ha  de 
decir,  que  es  la  doctrina  de  una  mujer  de  valor,  esto 
es,  de  una  perfecta  casada,  y  loa  lo  que  propone,  ó ,  por 
mejor  decir,  propone  loándolo,  para  despertar  desde 
luego  y  encender  en  ellas  aqueste  deseo  honesto  y  vir- 
tuoso. Y  porque  tuviese  mayor  fuerza  el  encarescimien- 
to,  pónelo  por  via  de  pregunta,  diciendo  :  «Mujer  de 
valor  ¿quién  la  hallará?»  Y  en  preguntarlo  y  decirlo 
así,  dice  que  es  dificultoso  el  hallarla,  y  que  son  po- 
•cas  las  tales.  Y  así,  la  primera  loa  que  da  á  la  buena 
mujer ,  es  decir  della  que  es  cosa  rara ,  que  es  lo  mis- 
mo que  llamarla  preciosa  y  excelente  cosa,  y  digna  de 
ser  muy  estimada ,  porque  todo  lo  raro  es  precioso.  Y 
que  sea  aqueste  su  intento,  por  lo  que  luego  añade  se 
ve:  «Alejado  y  extremado,  dice,  es  su  precio.»  O  co- 
mo dice  el  original  en  el  mismo  sentido:  «Mas  y  allen- 
de ,  y  muy  alejado  sobre  las  piedras  preciosas  el  pre- 
cio suyo. ))  De  manera  que  el  hombre  que  acertare  con 
una  mujer  de  valor  se  puede  desde  luego  tener  por 
rico  y  dichoso,  entendiendo  que  ha  liallado  una  piedra 
oriental,  ó  un  diamante  finísimo,  ó  una  esmeralda,  ú 
otra  alguna  piedra  preciosa  de  inestimable  valor.  Así 
que,  esta  es  la  primera  alabanza  de  la  buena  mujer,  de- 
cir que  es  dificultosa  de  hallar.  Lo  cual,  así  es  alaban- 
za de  las  buenas ,  que  es  aviso  para  conoscer  general- 
mente la  flaqueza  de  todas.  Porque  no  seria  mucho  ser 
una  buena  si  hubiese  muchas  buenas,  ó  si  en  general 
no  fuesen  muchos  sus  siniestros  malos.  Los  cuales  son 
tantos,  á  la  verdad,  y  tan  extraordinarios  y  diferentes 
entre  sí,  que  con  ser  un  linaje  y  especie,  parecen  de 
diversas  especies.  Que  como,  burlando  en  esta  materia, 
ó  Focílides  ó  Simónides  solia  decir  (6),  en  ellas  solas 
se  ven  el  ingenio  y  las  mañas  de  todas  las  suertes  de 
cosas,  como  si  fueran  de  su  linaje;  que  unas  hay  cerri- 
les y  libres  como  caballos,  y  otras  resabidas  como  ra- 
posas ,  otras  labradoras ,  otras  mudables  á  todos  colo- 
res, otras  pesadas ,  como  hechas  de  tierra,  y  por  estola 
que  entre  tantas  diferencias  de  mal  acierta  á  ser  bue- 
na ,  merece  ser  alabada  mucho.  Mas  veamos  por  qué 
causa  el  Espíritu  Santo  á  la  buena  mujer  la  llama  mu- 
jer de  valor,  y  después  veremos  con  cuánta  propiedad 
la  compara  y  antepone  á  las  piedras  preciosas.  Lo  que 
aquí  decimos  mujer  de  valor,  y  pudiéramos  decir  mu- 
jer varonil,  como  Sócrates,  acerca  de  Jenofon  (c),  lla- 
ma á  las  casadas  perfectas;  asi  que  esto  decimos  varo- 
nil ó  valor ,  en  el  original  es  una  palabra  de  grande  sig- 
nificación y  fuerza ,  y  tal  ,  que  apenas  con  muchas 
muestras  se  alcanza  todo  lo  que  significa.  Quiere  decir 
virtud  de  ánimo  y  fortaleza  de  corazón ,  industria  y  ri- 
quezas y  poder  .y  aventajamiento;  y  finalmente,  un  ser 
perfecto  y  cabal  en  aquellas  cosas  á  quien  esta  pala- 
bra se  aplica;  y  todo  í^sto  atesora  en  sí  la  que  es  buena 

(a)  Proverb.,  cap.  31,  v.  10.    (b)  Apud  Stobaeum ,  serm.  73. 
if)  Memorabil,  sivc  De  administraiioue  domestica,  lib.  v, 


mujer,  y  no  lo  es  si  no  lo  atesora.  Y  para  que  enten- 
damos que  es  esto  verdad,  la  nombra  el  Espíritu  Santo 
con  este  nombre,  que  encierra  en  si  tanta  variedaJ  de 
tesoro.  Porque ,  como  la  mujer  sea  de  su  natural  flaca 
y  deleznable  mas  que  ningún  otro  animal ,  y  de  su 
costumbre  é  ingenio  una  cosa  quebradiza  y  melindro- 
sa ;  y  como  la  vida  casada  sea  vida  sujeta  á  muchos 
peligros,  y  donde  se  ofrecen  cada  día  trabajos  y  difi- 
cultades muy  grandes,  y  vida  ocasionada  á  continuos 
desabrimientos  y  enojos,  y  como  dice  san  Pablo  (d), 
vida  adonde  anda  el  ánimo  y  el  corazón  dividido  y 
como  enajenado  de  sí,  acudiendo  á  los  hijos,  ahora 
á  los  hijos,  ahora  á  la  familia  y  hacienda;  para  que 
tanta  flaqueza  salga  con  vicíoria  de  contienda  tan  di- 
ficultosa y  tan  larga,  menester  es  que  la  que  ha  de 
ser  buena  casada  esté  cercada  de  un  tan  noble  escua- 
drón de  virtudes,  como  son  las  virtudes  que  habe- 
mos  dicho  y  las  que  en  sí  abraza  la  propiedad  de  aquel 
nombre.  Porque  lo  que  es  harto  para  que  un  hombre 
salga  bien  con  el  negocio  que  emprende,  no  es  bas- 
tante para  que  una  mujer  responda  como  debe  á  su  ofi- 
cio; y  cuanto  el  sugeto  es  mas  flaco,  tanto  para  arribar 
con  una  carga  pesada  tiene  necesidad  de  mayor  ayu- 
da y  favor.  Y  como  cuando  en  una  materia  dura  y  que 
no  se  rinde  al  hierro  ni  al  arte  vemos  una  figura 
perfectamente  esculpida,  decimos  y  conocemos  que 
era  perfecto  y  extremado  en  su  oficio  el  artífice  que  la 
hizo,  y  que  con  la  ventaja  de  su  artificio  venció  la  du- 
reza no  domable  del  sugeto  duro;  así,  y  por  la  mis- 
ma manera,  el  mostrarse  una  mujer  la  que  debe  entre 
tantas  ocasiones  y  dificultades  de  vida ,  siendo  de  suyo 
tan  flaca ,  es  clara  señal  de  un  caudal  de  rarísima  y  ca- 
si heroica  virtud.  Y  es  argumento  evidente  que  cuan- 
to en  la  naturaleza  es  mas  flaca ,  tanto  en  valor  del  áni- 
mo y  en  su  virtud  es  mayor  y  mas  aventajada.  Y  esta 
misma  es  la  causa  también  por  donde,  como  lo  vemos 
por  la  experiencia,  y  como  la  historia  nos  lo  enseña  en 
no  pocos  ejemplos,  cuando  alguna  mujer  acierta  á  seña- 
larse en  algo  de  lo  que  es  de  loor,  vence  en  ello  á  mu- 
chos hombres  de  los  que  se  dan  á  lo  mismo.  Porque 
cosa  de  tan  poco  ser  como  es  esto  que  llamamos  mu- 
jer, nunca  ni  emprende  ni  alcanza  cosa  de  valor  ni 
de  ser,  sino  es  porque  la  inclina  á  ello  y  la  despierta 
y  alienta  alguna  fuerza  de  increíble  virtud  que  ó  el 
cielo  ha  puesto  en  su  alma  ó  algún  don  de  Dios  sin- 
gular. Que  pues  vence  su  natural,  y  sale,  como  rio,  de 
madre ,  debemos  necesariamente  entender  que  tiene 
en  sí  grandes  acogidas  de  bien.  Por  manera  que  con 
grandísima  verdad  y  significación  de  loor  el  Espíritu 
Santo ,  á  la  mujer  buena  no  la  llamó  como  quiera 
buena,  ni  dijo  ó  preguntó :  ¿Quién  hallará  una  buena 
mujer?  sino  llamóla  mujer  de  valor,  yuso  en  ello  de  una 
palabra  tan  rica  y  tan  significante  como  es  la  original 
que  dijimos,  para  decirnos  que  la  mujer  buena  es  mas 
que  buena,  y  que  esto  que  nombramos  bueno,  es  una 
medianía  de  habíar  que  no  allega  á  aquello  excelente 
que  ha  de  tener  y  tiene  en  sí  la  buena  mujer ;  y  que 
para  que  un  hombre  sea  bueno  le  basta  un  bien  me- 
diano, mas  en  la  mujer  ha  de  ser  negocio  de  muchos  y 
muy  subidos  quilates,  porque  no  es  obra  de  cualquier 
(d)  I,  Ad  corintli.,  cap.  7,  v.  54, 


2(6  OBRAS  DE  FRAY 

oficial,  ni  lañoe  orillnario,  ni  bien  que  se  halla  adó  . 
quiera ,  sino  artificio  primo  {a)  y  bien  incomparable,  ! 
ó  por  mejor  decir,  un  amontonamiento  de  riquísimos  '. 
bienes.  Y  este  es  el  primer  loor  que  le  da  e!  Espíritu  ; 
Santo ,  y  con  este  viene  como  nascido  el  segando ,  que  I 
es  compararla  á  las  piedras  preciosas.  En  lo  cual,  co- 
mo en  una  palabra,  acaba  de  decir  cabalmente  todo  lo 
que  en  esto  de  que  vamos  hablando  se  encierra.  Por- 
que, así  como  el  valor  de  la  piedra  preciosa  es  de  subi- 
do y  extraordinario  valor,  así  elbien  de  una  mujer  buena 
tiene  subidos  quilates  de  virtud;  y  como  la  piedra  pre- 
ciosa en  sí  es  poca  cosa ,  y  por  la  grandeza  de  la  virtud 
secreta  cobra  gran  precio,  asi  lo  que  en  el  sugeto flaco 
de  la  mujer  pone  estima  de  bien ,  es  grande  y  raro  bien; 
y  como  en  las  piedras  preciosas  la  que  no  es  muy  fina 
no  es  buena,  así  en  las  mujeres  no  hay  medianía,  ni 
es  buena  la  que  no  es  mas  que  buena ;  y  de  la  miíma 
manera  que  es  rico  un  hombre  que  tiene  una  preciosa 
esmeralda  ó  un  rico  diamante,  aunque  no  tenga  otra 
cosa,  y  el  poseer  estas  piedras  no  es  poseer  una  piedra, 
sino  poseer  en  ella  un  tesoro  abreviado;  así  una  buena 
mujer  no  es  una  mujer ,  sino  un  montón  de  riquezas, 
y  quien  la  poscees  rico  con  ella  sola,  y  sola  ellale pue- 
de hacer  bienaventurado  y  dichoso ;  y  del  moilo  que  la 
piedra  preciosa  se  trae  en  los  dedos  y  se  pone  delante 
los  ojos ,  y  se  asienta  sobre  la  cabeza  para  hermosura 
yhonradella,  y  el  dueño  tiene  allí  juntamente  arreo 
en  la  alegría  y  socorro  en  la  necesidad;  ni  mas  ni  me- 
nos á  la  buena  mujer  el  marido  la  ha  de  querer  mas 
que  á  sus  ojos  y  la  ha  de  traer  sobre  su  cabeza ,  y  el 
mejor  lugar  del  corazón  del  ha  de  ser  suyo,  ó  por  me- 
jor decir,  todo  su  corazón  y  su  alma,  y  ha  de  entender 
que  en  tenerla  tiene  un  tesoro  general  para  todas  las 
diferencias  de  tiempos ,  y  que  es  varilla  de  virtud,  co- 
mo dicen ,  que  en  toda  sazón  y  coyuntura  responderá 
con  su  gusto  y  le  hinchirá  su  deseo ,  y  que  en  la  ale- 
gría tiene  en  ella  compañía  dulce  con  quien  acrescen- 
tará  sii  gozo ,  comunicándolo ,  y  en  la  tristeza  amoroso 
consuelo,  y  en  las  dudas  consejo  fiel ,  y  en  los  trabajos 
regalo,  y  en  las  fallas  socorro,  y  medicina  en  las  enfer- 
medades, acrescentamíento  para  su  hacienda,  guarda 
de  su  casa,  maestra  de  sus  hijos ,  previsora  de  sus  ex- 
cesos; y  finalmente,  en  las  veras  y  burlas,  en  lo  prós- 
pero y  adverso,  en  la  edail  florida  y  en  la  vejez  cansa- 
da, y  por  el  proceso  de  toda  la  vida ,  dulce  amor  y  paz 
y  descanso.  Hasta  aquí  llegan  las  alabanzas  que  da  Dios 
á  aquesta  mujer;  veamos  ahora  lo  que  después  deslose 
sigue. 

§•  ni. 

Qué  confianza  ha  de  entrcnrlrar  la  buena  m\úo.t  en  el  pecho  del 
marido,  y  de  c6mo'  pertenece  al  olicio  de  Iü  casada  la  guarda 
de  la  hacienda ,  que  consiste  en  que  no  sea  gastadora. 

Confia  en  ella  el  corazón  de  su  marido ,  no  le  harán 
mengua  los  despojos  (6). 

Después  que  ha  propuc=;to  el  sugcto  de  su  razón ,  y 
nos  ha  aficionado  á  él ,  alabándolo ,  comienza  á  especi- 
ficar las  buenas  partes  dé!,  y  aquello  de  que  se  com- 
pone y  perficiona,  para  que  asentando  los  pi6s  las  mu- 
jeres en  aquestas  pisadas  y  siguiendo  estos  pasos,  lle- 

(fl)  Es  lo  mismo  que  excelente  o  primoroso.     (l>)  Vcrs,  11. 


LUIS  DE  LEÓN. 

guen  á  lo  que  es  una  perfecta  ca-ada.  Y  porque  la  per- 
fección del  hombre,  en  cualquier  estalo  suyo,  consiste 
principalmente  en  el  bien  obrar,  por  eso  el  ííspíritu 
Sanio  no  pone  aquí  por  partes  de  esta  perfección  de  que 
habla  sino  solamente  las  obras  loables  á  que  es:á  obli- 
gada la  casada  que  pretende  ser  buena;  y  la  primera 
es,  que  ha  de  engendrar  en  el  corazón  de  su  marido  una 
gran  confianza;  poro  es  de  ver  cuál  sea  y  de  qué  esta 
confianza  que  dice ;  porque  pensarán  algunos  que  es 
la  confianza  que  ha  de  tener  el  marido  de  su  mujer,  que 
es  honesta ;  y  aunque  es  verdad  que  con  su  bondad  la 
mujer  ha  de  alcanzar  de  su  marido  esta  buena  opinión, 
pero  á  mi  parecer,  el  Espíritu  Santo  no  trata  aquí  de 
ello,  y  la  razón  por  qué  no  lo  trata  es  justísima;  lo  pri- 
mero, porque  su  intento  es  componernos  aquí  una  ca- 
sada perfecta,  y  el  ser  honesta  una  mujer  no  se  cuen- 
ta ni  debe  contar  entre  las  partes  de  que  esta  perfec- 
ción se  compone ,  sino  antes  es  como  el  sugelo  sobre 
el  cual  todo  este  edificio  se  funda,  y  para  decirlo  en 
una  palabra ,  es  como  el  ser  y  la  sustancia  de  la  casa- 
da; porque  si  no  tiene  esto,  no  es  ya  mujer,  sino  ale- 
vosa ramera -yvilísimo  cieno  y  basura  la  mas  hedionda 
de  todas  y  la  mas  despreciada.  Y  como  en  el  hombre, 
ser  dolado  de  entendimiento  y  razón  no  pone  en  él  loa, 
porque  tenerlo  es  su  propia  naturaleza,  mas  si  le  falla- 
se por  caso,  el  faltarle  pondría  en  él  mengua  grandísi- 
ma; asi  la  mujer  no  es  tan  loable  por  ser  honesta,  cuan- 
to es  torpe  y  abominable  si  no  lo  es.  De  manera  que 
el  Espíritu  Santo  en  este  lugar  no  dice  á  la  mujer  que 
sea  honesta ,  sino  presupone  que  ya  lo  es ,  y  á  la  que  así 
es,  en  señal  de  lo  que  le  falta  y  lo  que  hade  añadir  para 
ser  acabada  y  perfecta.  Porque,  como  arriba  dijimos, 
esto  todo  que  aquí  se  refiere  es  como  hacer  un  retra- 
to ó  pintura,  adonde  el  pintor  no  hace  la  tabla,  sino 
en  la  tabla  que  le  ofrceen  y  dan  pone  él  los  perfiles  é 
induce  después  los  colores,  y  levantando  en  sus  luga- 
res las  luces  y  bajando  las  sombras  adonde  conviene, 
trae  á  debida  perfección  su  figura.  Y  por  la  misma  ma- 
nera Dios,  en  la  honestidad  de  la  mujer,  que  es  como 
la  labia,  la  cual  presupone  por  hecha  y  derecha,  aña- 
de ricas  colores  de  virtud,  todas  aquellas  que  son  ne- 
cesarias para  acabar  una  tan  hermosa  pintura.  Y  sea 
esto  lo  primero.  Lo  segundo,  porque  no  habla  aquí  Dios 
de  lo  que  loca  á  esta  fe,  es  porque  quiere  que  este  ne- 
gocio de  honestidad  y  limpieza  lo  tengan  las  mujeres 
tan  asentado  en  su  pecho,  que  ni  aun  piensen  que  pue- 
de ser  lo  contrario.  Y  como  dicen  de  Solón,  el  que  dio 
leyes  á  los  atenienses,  que  señalando  para  cada  male- 
ficio sus  penas,  no  puso  castigo  para  el  que  diese  muer- 
te á  su  padre,  ni  hizo  memoria  (leste  delito,  porquedi- 
jo  que  no  convenia  que  tuviesen  por  posible  los  hom- 
bres, ni  por  acontecedero,  un  mal  semejante;  así  por  la 
misma  razón  no  trata  aquí  Dios  con  la  casada  que  sea 
honesta  y  fiel,  porque  no  quiere  que  le  pase  aun  por  la 
itnaginacion  que  es  posible  ser  mala.  Porque,  si  va  á 
decir  la  verdad,  ramo  de  deshonestidad  es  en  la  mujer 
casta  el  pensar  que  puede  no  serlo,  ó  que  en  serlo 
hace  algo  que  le  deba  ser  agradescido.  Que  como  á  las 
aves  les  es  naturaleza  el  volar,  así  las  casadas  han  de 
tener  por  dote  natural ,  en  que  no  puede  haber  quiebra, 
el  ser  buenas  y  honestas ,  y  han  de  eálar  persuadidas, 


LA  PERFECTA  CASADA. 


217 


qiie  lo  contrario  es  suceso  aborrcscible  y  de  desventura 
y  hecho  monstruoso,  ó  por  mejor  decir,  nohan  de  ima- 
ginar que  puede  suceder  lo  contrario  mas  que  ser  el 
fuego  frió  ó  la  nieve  caliente.  Entendiendo  que  el  que- 
brar la  mujer  á  su  marido  la  fe  es  perder  las  estrellas 
su  luz,  y  caerse  los  cielos,  y  quebrantar  sus  leyes  la  na- 
turaleza, y  volverse  todo  en  aquella  confusión  antigua 
y  primera.  Ni  tampoco  ha  de  ser  esto,  como  algunas  lo 
piensan ,  que  con  guardar  el  cuerpo  entero  al  marido, 
en  lo  que  toca  á  las  pláticas  y  á  otros  ademanes  y  obre- 
cillas  menuda^  se  tienen  por  libres;  porque  no  es  ho- 
nesta la  que  no  lo  es  y  parece.  Y  cuanto  está  lejos  del 
mal,  tanto  de  la  imagen  ó  semeja  del  ha  de  estar  apar- 
tada. Porque ,  como  dijo  bien  un  poeta  latino ,  aquella 
sola  es  casta  en  quien  ni  la  fama  mintiendo  osa  poner 
mala  nota.  Y  cierto,  como  al  que  se  pone  en  el  camino 
de  Santiago,  aunque  á  Santiago  no  llegue,  ya  le  llama- 
mos romero ;  así  sin  duda  es  principiada  ramera  la  que 
se  toma  licencia  para  tratar  destas  cosas ,  que  son  el  ca- 
mino. Pero  si  no  es  esto,  ¿qué  confianza  es  la  de  que 
Dios  habla  en  este  lugar?  En  lo  que  luego  dice  se  en- 
tiende ,  porque  añade :  «  No  le  harán  mengua  los  des- 
pojos.» Llama  despojos  lo  que  en  español  llamamos  al- 
hajas y  aderezo  de  casa ,  como  algunos  entienden ,  ó 
como  tengo  por  mas  cierto ,  llama  despojos  las  ganan- 
cias que  se  adquieren  por  via  de  mercancías.  Porque  se 
ha  de  entender  que  los  hombres  hacen  renta  y  se  sus- 
tentan y  viven  ó  de  la  labranza  del  campo  ó  del  trato 
ó  contratación  con  otros  homl^res.  La  primera  manera 
de  renta  es  ganancia  inocente  y  santa  ganancia ,  por- 
que es  puramente  natural ,  así  porque  en  ella  el  hom- 
bre come  de  su  trabajo ,  sin  que  dañe  ni  injurie ,  ni 
traiga  á  cosía  ó  menoscabo  á  ninguno,  como  también 
porque  en  la  manera  como  á  las  madres  es  natural 
mantener  con  ieche  á  los  niños  que  engendran ,  y  aun 
á  ellos  mismos,  guiados  por  su  inclinación,  les  es  tam- 
bién natural  el  acudir  luego  á  los  pechos ;  así  nuestra 
naturaleza  nos  lleva  é  inclina  á  sacar  de  la  tierra,  que 
es  madre  y  engendradora  nuestra  común ,  lo  que  con- 
viene para  nuestro  sustento.  La  otra  ganancia  y  mane- 
ra de  adquirir ,  que  saca  fruto  y  se  enriquesce  de  las 
haciendas  ajenas ,  ó  con  voluntad  de  sus  dueños ,  como 
hacen  los  mercaderes  y  los  maestros  y  artífices  de  otros 
oficios ,  que  venden  sus  obras ,  ó  por  fuerza  y  sin  vo- 
luntad, como  acontesce  en  la  guerra,  es  ganancia  po- 
co natural  y  adonde  las  mas  veces  interviene  alguna 
parte  de  injusticia  y  de  fuerza ,  y  ordinariamente  dan 
con  disgusto  y  desabrimiento  aquello  que  dan  las  per- 
sonas con  quien  se  granjea.  Por  lo  cual ,  todo  lo  que 
en  esta  manera  se  gana  es  en  este  lugar  llamado  des- 
pojos por  conveniente  razón.  Porque  de  lo  que  el  mer- 
cader hinche  su  casa,  el  otro  que  contrata  con  él  que- 
da vacio  y  despojado ,  y  aunque  no  por  via  de  guerra, 
pero  como  en  guerra ,  y  no  siempre  muy  justa.  Pues 
dice  ahora  el  Espíritu  Santo  que  la  primera  parte  y  la 
primera  obra  con  que  la  mujer  casada  se  perficiona,  es 
con  hacer  á  su  marido  confiado  y  seguro  que  teniéndo- 
la á  ella ,  para  tener  su  casa  abastada  y  rica  no  tie- 
ne necesidad  de  correr  la  mar,  ni  de  ir  á  la  guerra,  ni 
de  dar  sus  dinerosa  logro,  ni  de  enredarse  en  tratos  vi- 
les é  injustos ,  sino  que  con  labrar  él  sus  heredades, 


cogiendo  su  fruto,  y  con  tenerla  á  ella  por  guarda  y 
por  beneficiadora  de  lo  cogido ,  tiene  riqueza  bastante. 
Y  que  pertenezca  al  oficio  de  la  casada  ,  y  que  sea  par- 
te de  su  perfección  aquesta  guarda  é  industria  ,  demás 
de  que  el  Espíritu  Santo  lo  enseña ,  también  lo  demues- 
tra la  razón.  Porque  cierto  es  que  la  naturaleza  orde- 
nó que  so  casasen  los  hombres,  no  solo  para  fin  quo 
se  perpetuasen  en  los  hijos  el  linaje  y  nombre  dellos, 
sino  tanü)ien  á  propósito  de  que  ellos  mismos  en  sí  y 
en  sus  personas  se  conservasen ;  lo  cual  no  les  era  po- 
sible, ni  al  homlire  solo  por  sí ,  ni  á  la  mujer  sin  el  hom- 
bre; porque  para  vivir  no  basta  ganar  hacienda,  si  lo 
que  se  gana  no  se  guarda ;  que  si  lo  que  se  adquiere 
se  pierde ,  es  como  si  no  se  adquiriese.  Y  el  hombre  quo 
tiene  fuerzas  para  desvolver  la  tierra  y  para  romper  el 
campo,  y  para  discurrir  por  el  mundo  y  contratar  con  los 
hombres,  negociando  su  hacienda,  no  puede  asistir  á 
su  casa,  á  la  guarda  della,  ni  lo  lleva  su  condición;  y 
al  revés  la  mujer,  que  por  ser  de  natural  flaco  y  frió, 
es  inclinada  al  sosiego  y  á  la  escasez ,  y  es  buena  para 
guardar,  por  la  misma  causa  no  es  buena  para  el  su¡lor 
y  trabajo  del  adquirir.  Y  así,  la  naturaleza,  en  lodo  pro- 
veída, los  ayuntó,  para  que,  prestando  cada  uno  dellos 
al  otro  su  condición ,  se  conservasen  juntos  los  que  no 
se  pudieran  conservar  apartados.  Y  de  inclinaciones 
tan  diferentes,  con  arte  maravillosa,  y  como  se  hace  en 
la  música,  con  diversas  cuerdas  hizo  una  provechosa 
y  dulce  armonía,  para  que  cuando  el  marido  estuvie- 
re en  el  campo  la  mujer  asista  á  la  casa,  y  conserve  y 
endure  el  uno  lo  que  el  otro  cogiere.  Por  donde  dice 
bien  un  poeta  que  los  fundamentos  de  la  casa  son  la 
mujer  y  el  buey :  el  buey  para  que  are ,  y  la  mujer  pa- 
ra que  guarde.  Por  manera  que  su  misma  naturaleza 
hace  que  sea  de  la  mujer  este  oficio ,  y  la  obliga  á  es- 
ta virtud  y  parle  de  su  perfección ,  como  á  parte  prin- 
cipal y  de  importancia.  Lo  cual  se  conosce  por  los  bue- 
nos y  muchos  efectos  que  hace;  de  los  cuales  es  uno 
el  que  pone  aquí  Salomón  cuando  dice  que  confia  en 
ella  el  corazón  de  su  marido ,  y  que  no  le  harán  men- 
gua los  despojos.  Que  es  decir  que  con  ella  se  con- 
tenta con  la  hacienda  que  heredó  de  sus  padres,  y  con 
la  labranza  y  frutos  della,  y  que  ni  se  adeuda,  ni  me- 
nos se  enlaza  con  el  peh'gro  y  desasosiego  de  otras  gran- 
jerias y  tratos',  que  por  do  quiera  que  se  mire,  es  gran- 
dísimo bien.  Porque,  si  vamos  áconsciencia,  vivir  uno 
de  su  patrimonio  es  vida  inocente  y  sin  pecado ,  y  los 
demás  tratos  por  maravilla  carecen  del.  Si  al  sosiego, 
el  uno  descansa  en  su  casa,  el  otro  lo  mas  de  la  vida  en 
los  mesones  y  en  los  canñnos.  La  riqueza  del  uno  no 
ofende  á  nadie ,  la  del  otro  es  murmurada  y  aborreci- 
da de  todos.  El  uno  come  de  la  tierra ,  que  jamás  se 
cansa  ni  enoja  de  comunicarnos  sus  bienes;  al  otro  des- 
ámanle  esos  mismos  que  le  enriquescen.  Pues  si  mi- 
ramos la  honra ,  cierto  es  que  no  hay  cosa  ni  mas  vil 
ni  mas  indigna  del  hombre  que  el  engañar  y  el  men- 
tir, y  cierto  es  que  por  maravilla  hay  trato  destos  que 
carezca  de  engaño.  ¿Qué  diré  de  la  institución  de  los 
hijos,  y  de  la  orden  de  la  familia,  y  de  la  buena  disposi- 
ción del  cuerpo  y  del  ánimo ,  sino  que  toda  va  por  la 
misma  manera?  Porque  necesaria  cosa  es  que  quien 
anda  ausente  de  su  casa,  halle  en  ella  muchos  descon- 


218  OBRAS  DE  FRAY 

cierlos,  que  nascen  y  crescen  y  toman  fuerzas  con  la  ^ 
ausencia  del  dueño;  y  forzoso  es,  á  quien  trata  de  en-  ,' 
ganar,  que  le  engañen ,  y  que  á  quien  contratay  seco-  j 
raunica  con  gentes  de  ingenio  y  de  costumbres  diver-  i 
sas,  se  le  apeguen  muchas  malas  costumbres.  Mas  al 
revés ,  la  vida  del  campo  y  el  labrar  uno  sus  hereda- 
des es  una  como  escuela  de  inocencia  y  verdad;  por- 
que cada  uno  aprende  de  aquellos  con  quien  negocia  y 
conversa.  Y  como  la  tierra  en  lo  que  se  le  encomienda 
es  fiel,  y  en  el  no  mudarse  es  estable  velara,  y  abierta 
en  brotar  afuera  y  sacar  á  luz  sus  riquezas ,  y  para 
bien  hacer  liberal  y  abastecida;  asi  parece  que  engen- 
dra é  imprime  en  los  pechos  de  los  que  la  labran  una 
bondad  particular  y  una  manera  de  condición  sencilla, 
y  un  trato  verdadero  y  fiel  y  lleno  de  entereza  y  de  bue- 
nas y  antiguas  costumbres,  cual  se  halla  con  dificultad 
en  las  demás  suertes  de  hombres.  Allende  de  que  los  cria 
sanos  y  valientes  y  alegres  y  dispuestos  para  cualquier 
linaje  de  bien.  Y  de  todos  estos  provechos,  la  raíz  de 
donde  nascen  y  en  que  se  sustentan  es  la  buena  guar- 
da é  industria  de  la  mujer  que  decimos.  Mas  es  de  ver 
en  qué  consiste  esta  guarda.  Consiste  en  dos  cosas:  en 
que  no  sea  costosa,  y  en  que  sea  hacendosa.  Y  diga- 
mos de  cada  una  por  sí.  Ño  ha  de  ser  costosa  ni  gas- 
tadora la  perfecla  casada,  porque  no  tiene  para  qué  lo 
sea;  porque  todos  los  gastos  que  hacemos  son  para 
proveer  ó  á  la  necesidad  ó  al  deleite ;  para  remediar 
las  faltas  naturales  con  que  nascenios,  de  hambre  ó 
desnudez,  ó  para  basíecer  á  los  particulares  antojáis  y 
sabores  que  nosotros  nos  hacemos  por  nuestro  vicio. 
Pues  á  las  mujeres  en  lo  uno  la  naturaleza  les  puso 
muy  grande  tasa,  y  en  lo  otro  las  obligó  á  que  ellas 
mismas  se  la  pusiesen.  Que,  si  decimos  verdad  y  mi- 
ramos lo  natural,  las  fullas  y  necesidades  de  las  muje- 
res son  mucho  menores  que  las  de  los  hombres;  por:»> 
que,  lo  que  toca  al  comer,  es  poco  lo  que  les  basta,  por 
razón  de  tener  menos  calor  natural.  Y  así  es  en  ellas 
muy  feo  ser  golosas  ó  comedoras.  Y  ni  mas  ni  monos 
cuanto  toca  al  vertir,  lanaluralezalas  hizo  por  unapar- 
te  ociosas,  para  que  rompiesen  poco,  y  por  otra  asea- 
das, para  que  lo  poco  les  luciese  mucho.  Y  las  que  pien- 
san que  á  fuerza  de  posturas  y  vestidos  lian  de  hacerle 
Jiermosas  viven  muy  cngañailas,  porque  la  que  lo  es, 
revucüa  lo  es,  y  la  que  no,  de  ninguna  manera  lo  es 
ni  lo  parece,  y  cuando  mas  se  atavia  es  mas  fea.  Ma- 
yormente que  la  buena  casada,  de  quien  vamos  Ira- 
lando,  cualquiera  que  ella  sea,  fea  ó  hermosa,  no  lia 
de  querer  parecer  otra  de  lo  que  es,  como  se  dirá  en  su 
lugar.  Así  que,  cuanto  á  lo  necesario,  la  naturaleza  li- 
bró de  mucha  costa  á  las  mujeres,  y  cuanto  al  deleite 
y  antojo,  las  aló  con  muy  estrechas  obligaciones  para 
que  no  fuesen  costo  as.  Y  una  dolías  es  el  encogimien- 
1o  y  modestia  y  templanza  que  deben  á  su  natural; 
que  aunque  el  desorden  y  domasía ,  y  el  dar  larga  rien- 
da al  vano  y  no  necesario  deseo,  es  viíuporablo  en  to- 
do linaje  de  gentes,  en  el  df  las  mujoros,  que  nascie- 
ron  para  sujeción  y  humildad,  es  nniclio  mas  vicioso 
y  vituperable.  Y  con  ser  esto  así ,  no  sé  en  qué  mane- 
ra acontece  que  cuanto  son  mas  obligadas  á  tener  este 
freno,  tanto,  cuando  le  rompen,  se  desenfrenan  mas 
que  los  hombres  y  ¡lasan  la  raya  muciio  mas,  y  no  líe- 


LUIS  DE  LEÓN. 

ne  tasa  ni  fin  su  apetito.  Y  así,  sea  esta  la  segunda  cau- 
sa que  la?  obliga  á  ser  muy  templadas  en  los  gastos  de 
sus  antojos,  porque  si  comienzan  á  destemplarse,  se 
destemplan  sin  término,  y  son  como  un  pozo  sin  sue- 
lo, que  nada  les  basta,  y  como  una  carcoma,  que  de 
continuo  roe,  y  como  una  llama  encubierla,  que  se  en- 
ciende sin  sentir  por  la  casa  y  por  la  hacienda,  hasta 
que  la  consume.  Porque  no  es  gasto  de  un  dia  el  suyo, 
sino  de  cada  dia ;  ni  costa  que  se  liace  una  vez  en  la  vi- 
da, sino  que  dura  por  toda  ella;  ni  son,  como  suelen 
decir,  muchos  pocos,  sino  muchos  y  muchos.  Porque, 
si  dan  e}i  golosear,  toda  la  vida  es  el  almuerzo  y  la  me- 
rienda y  la  huerta  y  la  comadre  y  el  dia  bueno;  y  si  dan 
en  galas ,  pasa  el  negocio  de  pasión ,  y  llega  á  increíble 
desatino  y  locura;  porque  hoy  un  vestido  y  mañana 
otro,  y  cada  fiesta  con  el  suyo;  y  lo  que  hoy  hacen, 
mañana  lo  deshacen ,  y  cuanto  ven ,  tanto  se  les  anto- 
ja. Y  aun  pasa  mas  adelante  el  furor,  porque  se  hacen 
maestras  é  inventoras  de  nuevas  invenciones  y  trajes, 
y  hacen  Iionra  de  sacar  á  luz  lo  que  nunca  fué  visto.  Y 
como  todos  los  maestros  gusten  de  tener  discípulos  que 
los  imiten,  ellas  son  tan  perdidas,  que  en  viendo  en 
otras  sus  invenciones ,  las  aborrescen ,  y  estudian  y  so 
desvelan  por  hacer  otras.  Y  cresce  la  frenesía  mas,  y 
ya  no  les  place  lanío  lo  galano  y  hermoso  como  lo  cos- 
toso y  preciado,  y  ha  de  venir  la  tela  de  no  sé  dónde, 
y  el  brocado  de  7nas  altos  {a)  ,  y  el  ámbar,  que  bañe  el 
guante  y  la  cuera  (6) ,  y  aun  hasta  el  zapato,  el  cual 
ha  de  relucir  en  oro  también,  como  el  tocado,  y  el 
manteo  ha  de  ser  mas  bordado  que  la  basquina;  y  lodo 
nuevo  y  todo  reciente  y  lodo  hecho  de  ayer,  para  ves- 
tirlo hoy  y  arrojarlo  mañana.  Y  comolos  caballos  desbo- 
cados, cuando  toman  el  freno,  cuanto  mas  corren,  tan- 
to van  mas  desapotlerados,  y  como  la  [licdra  que  cae  de 
lo  alto,  cuanto  mas  desciende,  lauto  mas  se  apresura; 
así  la  sed  dcstas  cresce  en  ellas  con  el  beber,  y  un 
gran  desatino  y  exceso  que  hacen  les  es  principio  de 
otro  mayor,  y  cuanto  mas  gastan ,  tanto  les  aplace  mas 
el  gastar.  Y  aun  hay  en  ello  otro  daño  muy  grande,  que 
los  hombres,  sí  les  acontece  ser  gastadores,  las  mas 
veces  lo  son  en  cosas,  aunque  no  necesarias,  pero  du- 
raderas ó  honrosas ,  ó  que  tienen  alguna  parte  de  uti- 
lidad y  provecho ,  como  los  que  edifican  suntuosa- 
mente y  los  que  manlienen  grande  familia,  ó  como  los 
que  gustan  delener  muchos  caballos;  mas  el  gasto  de 
las  mujeres  es  lodo  en  el  aire;  el  gasto  muy  grande,  y 
aquello  en  que  se  gasta,  ni  vale  ni  luce.  En  volantes 
y  en  guantes,  y  en  pebetes  (c)  y  cazoletas  {d),  y  aza- 
baches y  vidrios  y  muMirañas,  y  en  otras  cosillas  de  la 
tienda,  que  ni  se  pueden  ver  sin  asco  ni  menear  sin 
hedor.  Y  muchas  veces  no  gas! a  tanto  un  letrado  en 
sus  libros  como  alguna  dama  en  enrubiarlos  cabellos. 
Dios  nos  libre  de  tan  gramle  perdición;  y  noquiero  po- 
nerlo todo  á  su  culjia,  que  no  soy  tan  injusto;  que  gran- 
de parle  de  aquesto  nasce  de  la  mala  paciencia  de  sus 
mandos.  Y  pasara  yo  agora  la  pluma  á  decir  algo  dellos, 

(a)  Coma  si  dijrra,  de  mas  ónicncs,  que  por  lo  rogular  en  ios 
broradns  rt  trias  labiinadas  de  seda  son  Ires,  es  á  saber :  el  fon- 
do, la  labor,  y  sobre  esta  el  escari  bado. 

(A)  líspecie  de  vestidura  que  se  usaba  antiguamente  eiuinia  de' 
jubón. 

(c;  Composiciones  aroraálicas.     (rfj  Cierta  especie  de  perfumo. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


219 


si  no  me  detuviera  la  compasión  que  les  he;  porque  si 
tienen  culpa,  pagan  la  pena  della  con  las  setenas.  Pues 
no  sea  la  perfecta  casada  costosa,  ni  ponga  la  hon- 
ra en  gastar  mas  que  su  vecina ,  sino  tenga  su  casa 
mas  bien  abastada  que  ella  y  mas  reparada ,  y  haga  con 
su  aliño  y  aseo  que  el  vestido  antiguo  le  esté  como 
nuevo,  y  que  con  la  limpieza,  cualquiera  cosa  que  se 
pusiere  le  parezca  muy  l}ien ,  y  el  traje  usado  y  común 
cobre  de  su  aseo  della  no  usado  ni  común  parecer. 
Porque  el  gastar  en  la  mujer  es  contrario  de  su  oficio, 
y  demasiado  para  su  necesidad,  y  para  los  antojos  vicio- 
so y  muy  torpe,  y  negocio  infinito  que  asuela  las  casas 
y  empobrece  á  los  moradoreSj'y  los  enlaza  en  mil  tram- 
pas, y  los  abale  y  envilece  por  diferentes  maneras ;  y  á 
este  mismo  propósito  es  y  pertenece  lo  que  se  sigue. 

§.  IV. 

Déla  obligación  qn6  tienen  los  casados  de  amarse  y  descansarse 
en  los  trabajos  mutuamente. 

Pagóle  con  bien,  y  no  con  mal,  todos  los  dias  de  su 
vida  {a). 

Que  es  decir  que  ha  de  estudiar  la  mujer,  no  en  em- 
peñar á  su  marido  y  meterle  en  enojos  y  cuidados,  sino 
en  librarle  dellos  y  en  serle  perpetua  causa  de  alegría 
y  descanso.  Porque,  ¿qué  vida  es  la  de  aquel  que  ve 
consumir  su  patrimonio  en  los  antojos  de  su  mujer,  y 
que  sus  trabajos  todos  se  los  lleva  el  rio,  ó  por  me- 
jor decir,  el  albañar,  y  que  tomando  cada  dia  nuevos 
censos,  y  cresciendo  de  continuo  sus  deudas,  vive  vil 
esclavo  aherrojado  del  joyero  y  dei  mercader?  Dios, 
cuando  quiso  casar  al  homore ,  dándole  miijei ,  dijo : 
«Hagámosle  un  ayudador  su  semejante  {b) ;  »  de  donde 
se  entiende  que  el  oficio  natural  de  la  mujer  y  el  fin 
para  que  Dios  la  crió,  es  para  que  sea  ayudadora  del  ma- 
rido, y  no  su  calamidad  y  desventura;  ayunadora,  y  no 
des'ruidora.  Para  que  le  alivie  de  los  trabajos  que  trae 
consigo  la  vida  casada ,  y  no  para  que  le  añada  nuevas 
cargas.  Para  repartir  entre  si  ios  cuidados,  y  tomar  ella 
su  parte,  y  no  para  dejarlos  todos  al  miserable,  mayo- 
res y  mas  acrecentados.  Y  finalmente,  no  las  crió  Dios 
para  que  sean  rocas  donde  quiebren  los  maridos  y  ha- 
gan naufragio  las  haciendas  y  vidas,  sino  para  puertos 
deseados  y  seguros  en  que,  viniendo  á  sus  casas,  repo- 
sen y  se  rehagan  de  las  tormentas  de  negocios  pesadí- 
simos que  corren  fuera  deilas.  Y  así  como  seria  cosa 
lastimera  si  aconteciese  á  un  mercader  que,  después  de 
haber  padescido  navegando  grandes  fortunas,  y  después 
de  haber  doblado  muchas  puntas .  y  vencido  muchas 
corrientes,  y  navegado  por  muchos  lugares  no  navega- 
dos y  peligrosos ,  habiéndole  Dios  librado  de  lodos ,  y 
viniendo  ya  con  su  nave  entera  y  rica ,  y  él  gozoso  y 
alegre  para  descansar  en  el  puerto,  quebrase  en  él  y  se 
anegase,  así  es  lamentable  miseria  la  de  los  hombres, 
que  Dracean  y  forcejan  todos  los  dias  contra  las  corrien- 
tes de  los  trabajos  y  fortunas  desta  vida,  y  se  vadean  en 
ellas,  y  en  el  puerto  de  sus  casas  perecen ;  y  les  es  la 
guarda  deslruicion,  y  el  alivio  mayor  cuidado,  y  el  so- 
siego olas  de  tempestad,  y  el  seguro  y  el  abrigo,  Scila 
y  Caríbdis,  y  peñasco  áspero  y  duro.  Por  donde  lo  jus- 

(0)  Vers.  12.    {b¡  Genes.,  cap.  2,  v.  is. 


to  y  lo  natural  es,  que  cada  uno  soa  aquello  mí?mo  [la- 
ra  que  es ;  y  que  la  guarda  sea  guarda,  y  el  descanso  paz, 
y  el  puerto  seguridad ,  y  la  mujer  dulce  y  perpetuo  re- 
frigerio y  alegría  de  corazón ,  y  como  un  halago  blando  que 
continuamente  esté  trayendo  la  mano,  y  enmolleciendo 
el  pecho  de  su  marido,  y  borrando  los  cuidados  del ;  y 
como  dice  Salomón  :  (¡Hale  de  pagar  bien,  y  no  mal,  to- 
dos los  tlias  de  su  vida. »  Y  dice,  no  sin  misterio,  que  le 
ha  de  pagar  bien,  para  que  se  entienda  que  no  es  gra- 
cia y  liberalidad  este  negocio,  sino  justicia  y  deuda  que 
la  mujer  al  marido  debe,  y  que  su  naturaleza  cargó  so- 
bre ella  criándola  para  este  oficio,  que  es  agradar  y  ser- 
vir, y  alegrar  y  ayudar  en  los  trabajos  de  la  vida  y  en 
la  conservación  de  la  hacienda  tá  aquel  con  quien  se  des- 
PQsa;  y  que,  como  el  hombre  está  obligado  al  trabajo 
del  adquirir,  así  la  mujer  tiene  obligación  al  conservar 
y  guardar ;  y  que  aquesta  guarda  es  como  paga  y  sala- 
rio que  de  derecho  se  debe  á  aquel  servicio  y  sudor;  y 
que ,  como  él  está  obligado  á  llevar  las  pesadumbres  de 
fuera ,  así  ella  le  debe  sufrir  y  solazar  cuando  viene  á 
su  casa,  sin  que  ninguna  excusa  la  desobligue.  Bien  á 
propósito  desio  es  el  ejemplo  que  san  Basilio  trae,  y  lo 
que  acerca  del  dice  (c).  «La  víbora,  dice,  animal  fero- 
císimo entre  las  sierpes ,  va  diligente  á  casarse  con  la 
lamprea  marina;  llegada,  silba,  como  dando  señas  deque 
está  allí,  para  desta  manera  atraerla  de  la  mar  áquc 
se  abrace  maridablemente  con  ella.  Obedece  la  lam- 
prea, y  júntase  con  la  ponzoñosa  fiera  sin  miedo.  ¿Quó 
digo  en.  esto?  ¿Qué?  Que  por  mas  áspero  y  de  mas  fie- 
ras condiciones  que  el  marido  sea,  es  necesario  que  la 
mujer  le  soporte,  y  que  no  consienta  por  ninguna  oca- 
sión que  se  divida  la  paz.  ¡Oh  que  es  un  verdugo!  Pero 
es  lu  marido.  ¡  Es  un  beodo !  (cí)  Pero  el  ñudo  matri- 
monial le  hizo  contigo  uno.  ¡Un  áspero,  un  desapaci- 
ble !  Pero  miembro  tuyo  ya,  y  miembro  el  mas  princi- 
pal. Y  porque  el  marido  oiga  lo  que  le  conviene  tam- 
bién. La  víbora  entonces,  teniendo  respeto  al  ayunta- 
miento que  hace,  aparta  de  sí  su  ponzoña,  ¿y  tú  no  de- 
jarás la  crudeza  inhumana  de  tu  natural  por  honra  del 
matrimonio?»  Estoes  de  Basilio.  Y  demás  deslo,  decir 
Salomón  que  la  buena  casada  paga  bien,  y  no  mal,  á  su 
marido,  es  avisarle  á  él  que,  pues  ha  de  ser  paga,  lo  me- 
rezca él  primero,  tralánlola  honrada  y  amorosamente; 
porque,  aunque  es  verdad  que  la  natuiabza  y  estado 
pone  obligación  en  la  casada,  como  decimos,  de  mirar 
por  su  casa  y  de  alegrar  y  descuidar  continuamente  á 
su  marido ,  de  la  cual  ninguna  mala  condición  del  la 
desobliga;  pero  no  por  eso  han  de  pensar  ellos  que  tie- 
nen licencia  para  serles  leones  y  para  hacerlas  esclavas; 
antes,  como  en  todo  lo  demás  es  la  cabeza  el  hombre, 
así  todo  este  trato  amoroso  y  honroso  ha  de  tener  prin- 
cipio del  marido;  porque  ha  de  entender  que  es  com- 
pañera suya ,  ó  por  mejor  decir,  parte  dé  su  cuerpo,  y 
parte  flaca  y  tierna,  y  á  quien  por  el  mismo  caso  se  de- 
be particular  cuidado  y  regalo.  Y  esto  san  Pablo,  ó  en 
san  Pablo  Jesucristo,  lo  manda  así,  y  usa  mandándolo 
de  aquesta  misma  razón,  diciendo  :  «Vosotros  los  ma- 
ridos amad  á  vuestras  mujeres  (e),  y  como  á  vaso  mas 
flaco,  poned  mas  parte  de  vuestro  cuidado  en  honrarlas 

(c)  In  Hexaem. ,  homil.  vii;  De  reptilibus. 

(d)  Tomado  del  vino,    {dj  Ad  eplies.,  cap.  5,  v,  2o, 


220  OBRAS  DE  FRAY 

y  tratarlas  bien.  »  Porque,  así  como  á  un  vaso  rico  y 
bien  labrado,  si  es  de  vidrio,  le  rodeamos  de  vasera  (o), 
y  como  en  el  cuerpo  vemos  que  á  los  miembros  mas  : 
tiernos  y  mas  ocasionados  para  recibir  daño  la  n9tu''a- 
leza  los  dotó  de  mayores  defensas ,  así  en  la  casa  á  la 
mujer,  como  á  parte  mas  flaca,  se  le  debe  mejor  trata- 
miento. Demás  de  que  el  liombre,  que  es  la  cordura  y 
el  valor,  y  el  seso  y  el  maestro,  y  todo  el  buen  ejemplo 
de  su  casa  y  familia,  ha  de  haberse  con  su  mujer  co- 
mo quiere  que  ella  se  haya  con  él,  y  enseñarla  con  su 
ejemplo  lo  que  quiere  que  ella  haga  con  él  mismo,  ha- 
ciendo que  de  su  buena  manera  del  y  de  su  amor  apren-  j 
da  ella  á  desvelarse  en  agradarle.  Que  si  el  que  tiene  ¡ 
mas  seso  y  corazón  mas  esforzado ,  y  sabe  condescen-  ! 
der  en  unas  cosas  y  llevar  con  paciencia  algunas  otras, 
en  todo,  con  razón  y  sin  ella,  quiere  ser  impaciente  y  fu- 
rioso, ¿qué  maravilla  es  que  la  flaqueza  y  el  poco  sa-  ; 
ber  y  el  menudo  ánimo  de  la  mujer  dé  en  ser  desgra-  I 
ciado  y  penoso?  Y  aun  en  esto  hay  otro  mayor  incon- 
veniente, que  como  son  pusilánimes  las  mujeres  de  su 
cosecha ,  y  poco  inclinadas  á  las  cosas  que  son  de  va- 
lor, si  no  las  alientan  á  ellas  cuando  son  maltratadas  y 
tenidas  en  poco  de  sus  maridos,  pierden  el  ánimo  mas 
y  descáenseles  las  alas  del  corazón,  y  no  pueden  poner 
ni  las  manos  ni  el  pensamiento  en  cosa  que  buena  sea; 
de  donde  vienen  á  cobrar  siniestros  vilisimos.  Y  de  la 
manera  que  el  agricultor  sabio  á  las  plantas  que  miran 
y  se  inclinan  al  suelo,  y  que  si  las  dejasen  se  tenderían, 
rastrando  por  él,  no  las  deja  caer,  sino  con  horquillas 
y  estacas  [b)  que  les  arrima  las  endereza  y  levanta, 
para  que  crezcan  al  cielo ,  ni  mas  ni  menos  el  marido 
cuerdo  no  ha  de  oprimir  ni  envilecer  con  malas  obras 
y  palabras  el  corazón  de  la  mujer,  que  es  caedizo  y 
apocado  de  suyo,  sino  al  revés ,  con  amor  y  con  honra 
la  ha  de  levantar  y  animar,  para  que  siempre  conciba 
pensamientos  honrosos.  Y  pues  la  mujer,  como  arriba 
dijimos,  se  dio  al  hombre,  para  alivio  de  sus  trabajos 
y  para  reposo  y  dulzura  y  regalo,  la  misma  razón  y  na- 
turaleza pide  que  sea  tratada  del  dulce  y  regaladamen- 
te; porque  ¿adó  se  consiente  que  desprecie  ninguno  á 
su  alivio,  ni  que  enoje  á  su  descanso,  ni  que  traiga  guer- 
ra perpetua  y  sangrienta  con  lo  que  tiene  nombre  y  ofi- 
cio de  paz?  O  ¿en  qué  razón  se  permite  que  esté  ella 
obligada  á  pagarle  servicio  y  contento,  y  que  él  se  des. 
obligue  de  merecérselo?  Pues  adeúdelo  él  y  pagúelo 
ella  porque  se  lo  debe,  y  aunque  no  lo  deba  lo  pai;uc  j 
porque  cuando  él  no  lo  supiere  adeudar,  lo  que  debe  á 
Dios  y  á  su  oficio,  pone  sobre  ella  esta  deuda  de  agra- 
dar siempre  á  su  marido ,  guardando  su  persona  y  su 
casa,  y  no  siéndole,  como  arriba  está  dicho,  costosa  y 
gastadora,  que  es  la  primera  de  las  dos  cosas  en  que, 
como  dijimos,  consiste  esta  guarda.  Y  contentándonos 
con  lo  que  della  habcmos  escrito,  vengamos  ahora  á  la 
segunda,  que  es  el  ser  hacendosa,  á  lo  cual  perlencsce 
lo  que  Salomón  añade,  diciendo : 

(a)  Funda  con  que  se  dcflcndc  el  vaso. 
ih)  Horra  pcqueúa  que  sinc  para  all.inzar  ó  asegurar  alguna 
cosa  en  cl  ku;lu. 


LUIS  DE  LEÓN. 


V. 


Po'  que  se  vale  el  Espíritu  Santo  de  la  mu.ier  de  un  labrador  pa- 
ra derliado  de  las  perfectas  casadas;  y  cómo  todas  ellas,  por 
mas  ricas  y  nobles  que  sean,  deben  trabajar  y  ser  liacendosas. 

Buscó  lana  y  lino,  y  obró  con  el  saber  de  sus  ma- 
nos (c). 

No  dice  que  él  marido  le  compró  lino  para  que  ella 
labrase ,  sino  que  ella  lo  busco.  Para  mostrar  que  la 
primera  parte  de  ser  hacendosa  es  que  sea  aprovecha- 
da, y  que  de  los  salvados  de  su  casa  y  de  las  co«as  que 
sobran  y  que  parecen  perdidas,  y  de  aquello  de  que  no 
hace  cuenta  el  marido,  haga  precio  ella,  para  proveer- 
se de  lino  y  de  lana,  y  de  las  demás  cosas  que  son  co- 
mo estas ,  las  cuales  son  como  las  armas  y  el  campo 
adonde  descubre  su  virtud  la  buena  mujer.  Porque 
ajuntando  su  artificio  ella,  y  ayudándolo  con  la  vela  é 
industria  suya  y  de  sus  criadas,  sin  hacer  nueva  costa 
y  como  sin  sentir,  cuando  menos  pensai-e ,  hallará  su 
casa  abastada  y  llena  de  riquezas.  Pero  dirán  por  ven- 
tura las  señoras  delicadas  de  ahora  que  esta  pintura  es 
grosera,  y  que  aquesta  casada  es  mujer  de  algún  labra- 
dor que  hila  y  teje,  y  mujer  de  estado  diferente  del  su- 
yo, y  que  así  no  habla  con  ellas.  A  lo  cual  respondemos 
que  esta  casada  es  el  perfecto  dechado  de  todas  las  ca- 
sadas, y  la  medida  con  quien  así  las  de  mayores  como 
las  de  menores  estados  se  han  de  ajuslar,  cuanto  á  ca- 
da una  le  fuere  posible:  y  es  como  el  padrón  desía  vir- 
tud, al  cual  la  que  mas  se  avecina  es  mas  perfecta.  Y 
bastante  prueba  delloes,  que  el  Espíritu  Santo,  que  nos 
hizo  y  nos  conosce,  queriendo  enseñar  á  la  casada  su 
estado,  la  pinta  desta  manera.  Mas  porque  quede  mas 
entendido,  tomemos  el  agua  de  su  principio  y  digamos 
así.  Tres  maneras  de  vidas  son  en  las  que  se  reparten 
y  á  las  que  se  reducen  todas  las  maneras  de  viviendas 
que  hay  cutre  los  que  viven  casados;  porque,  ó  labran 
la  tierra,  ó  se  mantienen  de  algún  trato  y  oficio,  ó  ar- 
riendan sus  haciendas  á  otros,  y  viven  ociosos  del  fru- 
to deUas.  Y  así,  una  manera  de  vida  es  la  de  los  que  la- 
bran, y  llamémosla  vida  de  labranza;  y  otra  la  de  los 
que  tratan,  y  llamémosla  vida  de  contratación;  y  la  ter- 
cera de  los  que  comen  de  sus  tierras,  pero  labradas  con 
el  sudor  de  los  otros,  y  tenga  por  nombre  vida  descan- 
sada. A  la  vida  de  labranza  perlencsce,  no  solo  el  labra- 
dor que  con  un  par  de  bueyes  labra  su  pegujar  (</),  si- 
no taMd)ien  los  que  con  muchas  juntas  y  cou  copiosa  y 
gruesa  familia  rompen  los  cam|ios  y  apacientan  gran- 
des ganados.  La  otra  vida,  que  dijimos  de  contratación, 
abraza  al  tratante  pobre  y  al  ofioial  mecánico,  y  al  ar- 
tífice y  al  soldado,  y  finalmente  á  cualquiera  que  vende 
ó  su  trabajo  ó  su  arte  ó  su  ingenio.  La  tercera  vida,  ocio- 
sa ,  cl  uso  la  ha  iiecho  propia  ahora  de  los  que  se  lla- 
man nobles  y  caballeros  y  señores,  los  que  tienen  ó 
renteros  ó  vasallos  de  donde  sacan  sus  rentas.  Y  si  al- 
guno nos  preguntare  cuál  dcstas  tres  vidas  sea  la  mas 
perfecta  y  mejor  vida ,  decimos  que  la  de  la  labranza 
es  la  |)rimera  y  la  verdadera;  y  que  las  demás  dos,  por 
la  parle  que  .se  avecinan  con  ella  y  en  cuanto  le  pare- 
cen SOL  bucnac,  y  según  que  della  se  desvian  son  pe- 
le) Ven.  13.     (d)  Coila  porción  de  siembra. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


221 


ligrosas.  Porque  se  ha  de  entender  que  en  esta  vida 
primera,  que  decimos  de  labranza,  hay  dos  cosas,  ga- 
nancia y  ocupación ;  la  ganancia  es  inocente  y  natural,  ! 
como  arriba  dijimos,  y  sin  agravio  ó  desgusto  ajeno;  la  , 
ocupación  es  loable ,  necesaria  y  maestra  de  toda  vir-  ^ 
tud.  La  segunda  vida,  de  contratación,  se  comunica  con  i 
esta  en  lo  segundo,  porque  es  también  vida  ocupada 
como  ella,  y  esto  es  lo  bueno  que  tiene ;  pero  diferen- 
ciase en  lo  primero,  que  es  la  ganancia,  porque  la  reco- 
ge de  las  haciendas  ajenas ,  y  las  mas  veces  con  des- 
gusto de  los  dueños  dellas ,  y  pocas,  veces  sin  alguna 
mezcla  de  engaño.  Y  así,  cuanto  á  esto,  tiene  algo  de 
peligro  y  es  menos  bien  reputada.  En  la  tercera  y  íd- 
tima  vida,  si  miramos  á  la  ganancia,  cuasi  es  lo  mismo 
que  la  primera,  á  lo  menos  nascen  ambas  á  dos  de  una 
misma  fuente ,  que  es  la  labor  de  la  tierra ,  dado  que 
cuando  llega  á  los  de  la  vida  que  llamamos  ocioín.  por 
parte  de  los  mineros  por  donde  pasa,  cobra  algunas  ve- 
ces algan  mal  color  del  arrendamiento  y  del  rentero,  y 
de  la  desigualdad  que  en  esto  suele  haber,  pero  al  íin, 
por  la  mayor  parte  y  cuasi  siempre  es  ganancia  y  renta 
segura  y  honrada,  y  por  esta  parte  aquesta  tercera  vida 
os  buena  vida;  pero  si  atendemos  á  la  ocupación,  es  del 
todo  diferente  de  la  primera,  porque  ciquella  es  muy  ocu- 
pada,yesta  es  muy  ociosa, y  porlamismacausamuy  oca- 
sionada á  daños  y  males  gravísimos,  de  manera  que  lo 
perfecto  y  lo  natural  en  esto  de  que  vamos  hablando  es  el 
trato  de  la  labranza.  Y  pudiera  yo  aquí  ahora  extender  la 
,  pluma  alabándola,  mas  dejarélo  por  no  olvidar  mi  pro- 
pósito, y  porque  es  negocio  sentenciado  ya  por  los  sabios 
antiguos,  y  que  ha  pasado  en  cosa  juzgada  su  sentencia, 
y  también  porque  á  los  que  sabemos  que  Dios  puso  al 
liombre  en  esta  vida,  y  no  en  otra,  cuando  le  -crió,  y  an- 
tes que  hubiese  pecado,  y  cuando  mas  le  regalaba  y  que- 
ría, bástanos  esto  para  saber  que  de  todas  las  maneras 
de  vivir  sobredichas,  es  aquesta  la  mas  natural  y  la  me- 
jor. Pues  dejado  aquesto  por  cosa  asentada ,  añadimos 
prosiguiendo  adelante,  que  en  todas  las  cosas  que  son 
de  un  mismo  linaje  y  que  comunican  en  una  misma 
razón,  si  acontece  que  entre  ellas  haya  grados  de  per- 
fección diferentes,  y  que  aquello  mismo  que  todas  tie- 
nen, esté  en  unas  mas  entero  y  en  otras  menos,  la  ra- 
zón pide  que  la  mas  aventajada  y  perfecla  sea  como 
regla  y  dechado  de  las  demás ,  que  es  decir  que  todas 
han  Gu  mirar  á  la  mas  aventajada ,  y  avecinarse  mas  á 
ella  cuanto  les  fuere  posible,  y  que  la  que  mas  se  le  alle- 
gare será  de  mejor  suerte.  Claro  ejemplo  tenemos  des-, 
to  en  las  estrellas  y  en  el  sol,  los  cuales  todos  son  cuer- 
pos llenos  de  luz,  y  el  sol  tiene  mas  que  ninguno  de- 
Uos  y  es  el  mas  lucido  y  resplandescíente,  y  asi  es  el 
que  tiene  la  presidencia  en  la  luz,  y  á  quien  todas  las 
cosas  lucidas  miran  y  siguen,  y  de  quien  cogen  sus  lu- 
ces tanto  mas  cada  una  cuanto  se  le  acerca  mas.  Pues 
digo  ahora  que,  como  entre  todas  las  suertes  de  vivir 
de  los  hombres  casados  tenga  el  mas  alto  y  perfecto 
grado  de  seguridad  y  bien  la  labranza,  y  sea  ella,  como 
está  concluido,  la  medida  y  la  regla  que  han  de  seguir, 
y  el  dechado  que  han  de  imitar,  y  el  blanco  adonde  han 
de  mirar,  y  á  quien  se  han  de  hacer  vecinas  las  demás 
suertes  cuanto  pudieren,  no  convenía  en  ninguna  ma- 
nera que  el  Espíritu  Santo,  que  pretende  pouer  aquí 


una  que  sea  como  dechado  de  las  casadas,  pudiese  ó  una 
mercadera,  mujer  de. los  que  viven  de  contratación,  ó 
una  señora  regalada  y  casada  con  un  ocioso  caballero. 
Porque  la  una  y  la  otra  suerte  son  suertes  imperfec- 
tas y  menos  buenas,  y  por  la  misma  causa  inúlües,  pa- 
ra ser  puestas  por  ejemplo  general  y  por  decha  lo.  Si 
no  escogió  la  mejor  suerte,  y  hizo  una  pintura  de  per- 
fecta mujer  en  ella,  y  púsola  como  delante  de  los  ojosa 
todas  las  mujeres,  así  á  las  que  tienen  aquella  condición 
de  vida  como  á  las  de  diferentes  estados,  para  que  fue- 
se común  á  todas,  á  las  del  mismo  estado,  para  que  se 
ajustasen  del  todo  con  ellas,  y  á  las  de  otra  manera, 
para  que  se  le  acercasen  y  hiciesen  semejantes  cuan- 
to les  fuese  posible.  Porque,  aunque  no  sea  de  todas  el 
lino  y  la  lana,  y  el  huso  y  la  tela,  y  el  velar  sobre  sus 
criadas ,  y  el  repartirles  las  tareas  y  las  raciones ;  pero 
en  todas  hay  otras  cosas  que  se  parecen  á  estas  y  que 
tienen  parentesco  con  ellas,  y  en  que  han  de  velar  y  se 
han  de  remirar  las  buenas  casadas  con  el  mismo  cui- 
dado que  aquí  se  dice.  Y  á  todas,  sin  que  haya  en  ello 
excepción,  les  está  bien  y  les  perlenesce,  á  cada  una  en 
su  manera,  el  no  ser  perdidas  y  gastadoras,  y  el  ser  ha- 
cendosas y  acrescentadoras  de  sus  haciendas.  Y  si  el 
regalo  y  mal  uso  de  ahora  ha  persuadido  que  el  des- 
cuido y  el  ocio  es  parle  de  nobleza  y  de  grandeza,  y  si 
las  que  se  llaman  señoras  hacen  estado  de  no  hacer  na- 
da y  de  descuidarse  de  todo,  y  si  creen  que  la  granje- 
ria y  labranza  es  negocio  vil  y  contrario  de  lo  que  es 
señorío,  es  bien  que  se  desengañen  con  la  verdad.  Por- 
que, si  volvemos  atrás  los  ojos ,  y  si  tendemos  la  vista 
por  los  tiempos  pasados,  hallaremos  que  siempre  que 
reinó  la  virtud,  la  labranza  y  el  reino  anduvieron  her- 
manados y  juntos;  y  hallaremos  que  el  vivir  de  la  grao, 
jería  de  su  hacienda  era  vida  usada,  y  que  les  acarrea- 
ba reputación  á  los  príncipes  y  grandes  señores.  Abra- 
liam ,  hombre  riquísiino  y  padre  de  toda  la  verdadera 
nobleza ,  rompió  los  campos  (a) ,  y  David ,  rey  inven- 
cible y  glorioso,  no  solo  antes  del  reino  apascentó  las 
ovejas  (b),  pero  después  de  rey,  los  pechos  de  que  se 
rnaalenia  eran  sus  labranzas  y  sus  ganados.  Y  de  los 
romanos,  señores  tlel  mundo,  sabemos  que  del  arado  iban 
al  consulado,  que  es  decir  al  mando  y  gobierno  de  tOila 
la  tierra,  y  volvian  del  consulado  al  arado  (c).  Y  si  no 
fuera  esta  vida  de  nobles,  y  no  solo  usada  y  tratada  por 
ellos,  sino  también  debida  y  conveniente  á  los  mismos, 
nunca  el  poeta  Homero  en  su  poesía,  que  fué  imagen 
viva  de  lo  que  á  cada  una  persona  y  estado  convino,  in- 
trodujera á  Elena,  reina  noble,  que  cuando  salió  á  ver 
á  Teiémaco  asentada  en  su  cadira  (d),  una  doncella 
suya  le  pone  al  lado  en  un  rico  canastillo  copos  de  la- 
na ya  puestos  á  punto  para  bilxir,  y  husadas  ya  hiladas, 
y  la  meca  para  que  hdase  (e).  Ni  en  el  palacio  de  Al- 
cinoo,  príncipe  de  su  pueblo  riquísimo,  de  cien  damas 
que  tenia  en  su  servicio,  hiciera,  como  hace,. hilande- 
ras á  las  cincuenta.  (/)  Y  la  telado  Penélope,  princesa 
de  Itaca,  y  su  tejer  y  destejer  (g),  no  la  fingiera  el  jul- 
']  cío  de  un  tan  grande  poeta ,  si  la  tela  y  el  urdir  fuera 

I  (fl)  ficnes.,  cap.  21.    (¿)  Lib.  i,  R.'.?  ,  cap.  Í7. 

I  {C}  Cic.  pío  Rose.  Ameiin.  l'lin.,  lifi.  xviii,  Hist.  Nat.,  cap.  3. 

I  (di  Voz  antigua  y  de  poco  uso  en  la  lengua  castellana;  signilica 

I  silla,     (ej  Odys.,  íiü.  IV.    (/;  Ibid.,  lib.  vii.    (j)  Ibid.,  lib.  u. 


! 


222  OBRAS  DE  FRAY 

ajeno  de  las  mujeres  principales.  Y  Plularco  escribe 
(a)  que  en  Roma  á  todas  la^  mujeres,  por  mayores  que 
fuesen ,  cuando  se  casaban  y  cuando  la  llevaba  el  ma-  j 
rido  á  su  casa,  á  la  primera  entrada  della  y  como  en  ¡ 
el  umbral,  les  tenia,  como  por  ceremonia  necesaria, 
puesta,  una  rueca  para  que  lo  que  primero  viesen  al  en- 
trar de  su  casa  les  fuese  aviso  de  aquello  en  que  se  ba- 
bian  de  emplear  en  ella  siempre.  Pero  ¿qué  es  menes- 
ter traer  ejemplos  tan  pasados  y  antiguos,  y  poner  de- 
lante los  ojos  lo  que,  de  muy  apartado,  cuasi  se  pierde 
de  vista?  Sin  salir  de  nuestras  casas,  dentro  de  Espa- 
ña, y  casi  en  la  edad  de  nuestros  abuelos,  bailamos  cla- 
ros ejemplos  desla  virtud,  como  de  la  reina  católica 
doña  Isabel,  princesa  bienaventurada,  se  lee.  Y  si  las 
que  se  tienen  abora  por  tales ,  y  se  llaman  duquesas  y 
reinas ,  no  se  persuaden  bien  por  razón ,  bagan  expe- 
riencia dello  por  algún  breve  tiempo,  y  tomen  la  rueca 
y  armen  los  dedos  con  la  aguja  y  dedal,  cercadas  de  sus 
damas,  y  en  medio  dellas  hagan  labores  ricas  con  ellas, 
y  engañen  algo  de  la  noche  con  este  ejercicio,  y  húr- 
tense al  vicioso  sueño  ,  para  entender  en  él,  y  ocupen 
los  pensamientos  mozos  de  sus  doncellas  en  estas  ha- 
ciendas, y  hagan  que,  animadas  con  el  ejemplo  de  la 
señora,  contiendan  todas  entre  sí,  procurando  de  aven- 
tajarse en  el  ser  hacendosas ;  y  cuando  por  el  aderezo 
ó  provisión  de  sus  personas  y  casas  no  les  fuere  nece- 
saria aquesta  labor  (aunque  ninguna  casa  hay  tan  gran- 
de ni  tan  real ,  adonde  semejantes  obras  no  traigan 
honra  y  proveclio),  pero  cuando  no  para  sí,  háganlo  pa- 
ra remedio  y  abrigo  de  cien  pobrezas  y  de  mil  necesi- 
dades ajenas.  Así  que,  traten  las  duquesas  y  las  reinas 
el  lino  y  labren  la  seda,  y  den  tarca  á  sus  damas,  y 
pruébense  con  ellas  en  estos  oficios,  y  pongan  en  esta- 
do y  honra  aquesta  virtud ;  que  yo  me  hago  valiente  de 
alcanzar  del  mundo  que  las  loo,  y  de  sus  maridos,  los 
duques  y  reyes,  que  las  precien  por  ello  y  que  las  es- 
timen ;  y  aun  acabaré  con  ellos  que  en  pago  deste  cui- 
dado las  absuelvan  de  otros  mil  importunos  y  memora, 
bles  trabajos  con  que  atormentan  sus  cuerpos  y  ros- 
tros, y  que  las  e.vcuscn  y  libren  del  leer  en  los  libros  de 
caballerias,  y  del  traer  el  soneto  y  la  canción  en  el  se- 
ijo,  y  del  billete  y  del.  donaire  de  los  recaudos,  y  del 
terrero  (0)  y  del  sarao,  y  de  otras  cien  cosas  deste  jaez 
aunque  nunca  las  hagan.  Por  manera  que  la  buena  ca- 
sada en  este  artículo  de  que  vamos  hablando,  de  ser 
hacendo.M  y  casera,  ha  de  ser  ó  labradora  en  la  forma 
que  dicho  es,  ó  semejante  á  labradora  todo  cuanto  pu- 
diere. Y  porque  del  ser  hacendosa  decíamos  que  era  la 
primera  parle  ser  aprovechada ,  y  que  por  esta  causa 
Salomón  no  dijo  que  el  marido  le  compraba  lino  á  esta 
mujer,  sino  que  ella  lo  buscaba  y  compraba,  es  de  ad- 
vertir lo  que  en  esto  acontece,  que  algunas,  ya  que  se 
disponen  á  ser  hacendosas,  por  fallarles  esta  parte  de 
aprovechadas ,  son  mas  caras  y  mas  costosas  labrantío 
que  antes  eran  desaprovechadas  holgando;  porque  cuan- 
to hacen  y  labran  lia  de  venir  todo  de  casa  del  joyero 
y  del  mercader,  ó  fiado ,  comprado  á  mayores  precios, 
y  quiere  la  ventura  después  que,  habiendo  venido  mu- 
cho del  oro  y  mucha  de  la  seda  y  aljófar,  para  lodo  el 

(a)  In  í]ii3csl.  romanis. 

{J>l  Luyur  ó  sillo  (ictdc  donde  corlejaD  en  palacio  i  las  damas. 


LUIS  DE  LEÓN. 

artificio  y  trabajo  en  un  arañuelo  (c)  de  pájaros  ó  en 
otra  cosa  semejante  de  aire.  Pues  á  estas  tales  mánden- 
les sus  maridos  que  descansen  y  huelgen ,  ó  ellas  lo 
harán  sin  que  se  lo  manden,  porque  muy  menos  malas 
son  para  el  sueño  que  para  el  trabajo  y  la  vela;  que  lo 
casero  y  lo  hacendoso  de  una  l)uena  mujer,  gran  parte 
dello  consiste  en  que  ninguna  cosa  de  su  casa  quede 
desaprovechada,  sino  que  todo  cobre  valor,  y  carezca  en 
sus  manos,  y  que,  como  sin  saber  de  qué,  se  haga  rica 
y  saque  tesoro,  á  manera  de  decir,  de  entre  las  barre- 
duras de  su  portal.  Y  si  el  descender  á  cosas  menudas 
no  fuera  hacer  particular  esta  doctrina,  que  el  Espirita 
Santo  quiso  que  fuese  general  y  común,  yo  Irujera  aho- 
ra á  vuestra  merced  por  toda  su  casa,  y  en  cada  uno  de 
los  rincones  della  le  dijera  lo  que  hay  de  provecho  ;  mas 
vuestra  merced  lo  sabe  bien  y  lo  hace  mejor,  y  las  que 
se  aplican  á  esta  virtud,  de  sí  mismas  lo  entiendenj 
como  al  revés,  las  que  son  perdidas  y  desaprovechadas, 
por  mas  que  se  les  diga,  nunca  lo  aprenden.  Pero  vea- 
mos lo  que  después  de  aquesto  se  sigue. 

§•  VI. 

Declárase  qué  es  ser  mujer  caser-i ,  y  del  modo  que  debe 
acrescenlar  la  hacienda. 

Fué  como  navio  de  mercader ,  que  de  lueñe  (d)  trae 
su  pan  (e). 

Pan  llama  la  Sagrada  Escritura  á  todo  aquello  que 
pertenece  y  ayuda  á  la  provisión  de  nuestra  vida.  Pues..- 
compara  á  esta  su  casada,  Salomón,  á  un  navio  de 
mercader  bastecido  y  rico.  En  lo  cual  hermosa  y  efi- 
cazmente da  á  entenderla  obra  y  el  provecho  dcsto  que 
tratamos  y  llamamos  casero  y  hacendoso  en  la  mujer. 
La  nao ,  lo  uno  corre  la  mar  por  diversas  partes ,  pasa 
muchos  senos,  loca  en  diferentes  tierras  y  provincia?, 
y  en  cada  una  dolías  coge  lo  que  en  ellas  hay  bueno  y 
•barato,  y  con  solo  tomarlo  en  sí  y  pasarlo  á  su  tierra, 
le  da  mayor  precio  y  dobla  y  tresdóblala  ganancia.  De- 
más deslo ,  la  riqueza  que  cabe  en  una  nao  y  la  mer- 
cadería que  abarca ,  no  es  riqueza  la  que  basta  á  un 
hombre  solo  ó  á  un  género  de  gente  particular,  sino  es 
provisión  entera  para  una  ciudad,  y  para  todas  las  di.fc- 
rencias  de  gentes  que  hay  en  ella  trae  lienzos  y  sedas 
y  brocados ,  y  piedras  ricas ,  y  obras  de  oficiales  her- 
mosas ,  y  de  todo  género  de  bastimento ,  y  de  todo  gran 
copia.  Pues  esto  mismo  acontece  á  la  mujer  casera,  que 
como  la  nave  corre  por  diversas  tierras  buscando  ga- 
nancia, así  ella  ha  de  rodear  de  su  casa  todos  los  rin- 
cones, y  recoger  lodo  loque  pareciere  estar  perdido  en 
ellos,  y  convertirlo  en  utilidad  y  provecho,  y  tentarla 
diligencia  de  su  indusiria,  y  como  hacer  prueba  della, 
así  en  lo  menudo  como  en  lo  granado.  Y  como  el  que 
navega  á  las  Indias ,  de  las  agujas  que  lleva  y  de  los  al- 
fileres y  de  otras  cosas  de  aqueste  jaez,  que  acá  valen 
poco  y  los  indios  las  estiman  en  mucho,  trae  rico  oro 
y  piedras  preciosas;  así  esta  nave  que  vamos  pintan- 
do, ha  de  convertir  en  riqueza  lo  que  pareciere  maí 
desechado ,  y  convertirlo  sin  parecer  que  hace  algo  en 
ello,  sino  con  lomarlo  en  la  mano  y  tocarlo,  como  hace 

(c)  Red  muy  delgada  con  que  se  cazan  avecillas. 

(d)  Voz  anticuada  :  signlliea  lejos  ó  distante.    («;  Vcrs,  U. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


253 


la  nave,  que  sin  parecer  que  se  menea,  nunca  descan- 
sa ,  y  cuando  los  otros  duermen ,  navega  ella ,  y  acres- 
cíenta  con  solo  mudar  el  aire  el  valor  de  lo  que  recibe; 
y  así  la  hacendosa  mujer,  estando  asentada  no  para, 
durmiendo  vela,  y  ociosa  trabaja,  y  cuasi  sin  sentir 
cómo  ó  de  qué  manera,  se  hace  rica.  Visto  habrá  vues- 
tra merced  alguna  mujer  como  esta ,  y  dentro  de  su  ca- 
sa debe  haber  no  pequeño  ejemplo  de  aquesta  virtud. 
Pero  si  no  quiere  acordarse  de  sí ,  y  quiere  ver  con 
cuánta  propiedad  y  verdad  es  nao  la  casera,  ponga  de- 
lante los  ojos  una  mujer  que  rodea  su  casa,  y  que  de  lo 
que  en  ella  parece  perdido  hace  dinero,  y  compra  lana 
y  lino,  y  junta  con  sus  criadas  lo  adereza  y  lo  labra,  y 
verá  que,  estándose  sentada  con  sus  mujeres,  voltean- 
do e!  huso  en  la  mano,  y  contando  consejas  (como  la 
nave ,  que  sin  parecer  que  se  rauda ,  va  navegando,  y 
pasando  un  dia  y  sucediendo  otro,  y  viniendo  las  noches 
y  amanesciendo  las  mañanas,  y  corriendo,  como  sin  me- 
nearse, la  obra),  se  teje  la  tela  y  se  labra  el  paño,  y  se 
acaban  las  ricas  labores,  y  cuando  menos  pensamos, 
llenas  las  velas  de  prosperidad,  entra  esta  nuestra  nave 
en  el  puerto  y  comienza  á  desplegar  sus  riquezas,  y 
sale  de  allí  el  abri¿,o  para  los  criados,  y  el  vestido  para 
los  hijos ,  y  las  galas  suyas,  y  los  arreos  para  su  mari- 
do ,  y  las  camas  ricamente  labradas ,  y  los  atavíos  para 
las  paredes  y  salas ,  y  los  labrados  hermosos ,  y  el  abas- 
tecimiento de  todas  las  alhajas  de  casa,  que  es  un  teso- 
ro sin  suelo.  Y  dice  Salomón  que  trae  esta  nave  de 
lueñe  (a)  pan ,  porque  si  vuestra  merced  coteja  el  prin- 
cipio desta  obra  con  el  fin  della ,  y  mide  bien  los  ca- 
minos por  donde  se  viene  á  este  puerto,  apenas  alcan- 
zará cómo  se  pudo  llegar  á  él ,  ni  cómo  fué  posible  de 
tan  delgados  y  apartados  principios  venirse  á  hacer  des- 
pués un  caudaloso  rio.  Mas  pasemos  á  lo  que  después 
desto  se  sigue* 

§.  vir. 

Pondérase  la  obligación  de  madrugar  en  las  casadas,  y  se  persua- 
de á  ello  con  una  hermosa  desciipcion  de  las  delicias  que 
suele  traer  consigo  la  mañana.  Avisase  también  que  el  levan- 
tarse temprano  de  la  cama  ha  de  ser  para  arreglará  los  criados 
y  proveer  ala  familia. 

Madrugó  y  repartió  á  sus  gañanes  (6)  las  raciones, 
la  tarea  á  sus  mozas  (c). 

Es,  como  habernos  dicho,  esta  casada  que  pinta  aquí 
y  pone  por  ejemplo  de  las  buenas  casadas  el  Espíritu 
Santo,  mujer  de  un  hombre  de  los  que  viven  de  labran- 
za. Y  la  razón  por  qué  pone  por  dechado  á  una  mujer 
desta  suerte ,  y  no  de  las  otras  maneras ,  también  es'á 
dicha.  Pues  como  en  las  casas  semejantes  la  familia 
que  ha  de  ir  á  las  cosas  del  campo  es  menester  que 
madrugue  muy  de  mañana,  y  porque  no  vuelve  á  casa 
hasta  la  noche  ,  es  menester  también  que  lleve  consigo 
la  provisión  de  comida  y  almuerzo,  y  que  se  les  repar- 
ta á  cada  uno,  así  la  ración  de  su  mantenimiento,  como 
las  obras  y  haciendas  en  que  han  de  emplear,  su  tra- 
bajo aquel  dia;  pues  como  esto  sea  así,  dice  Salomón 

fai  De  lejos. 

(*.  Cañan  es  el  pastor  que  siive  en  los  ministerios  mas  ínfimos 
&  los  mayorales  y  rat adanes,  el  cual  se  llama  también  zagal  y 
hatero.    \e)  Vers.  líi. 


que  su  buena  casada  no  encomendó  este  cuidado  á  al- 
guna de  sus  sirvientas ,  y  se  quedó  ella  regalando  con 
el  sueño  de  la  mañana  descuidadamente  en  su  cama; 
sino  que  se  levantóla  primera ,  y  que  ganó  por  la  mano 
al  lucero,  y  amáneselo  ella  antes  que  el  sol,  y  por  sí 
misma,  y  no  por  mano  ajena,  proveyó  á  su  geale  y  fa- 
milia, así  en  lo  que  hablan  de  hacer  como  en  lo  que 
habían  de  comer.  En  lo  cual  enseña  y  manda  á  las  que 
son  desta  suerte ,  que  lo  hagan  así ,  y  á  las  que  son  de 
suertes  diferentes,  que  usen  de  la  misma  vela  y  diligen- 
cia. Porque ,  aunque  no  tengan  gañanes  ni  obreros 
que  enviar  al  campo,  tienen  cada  una  en  su  suerte  y 
estado  otras  cosas  que  son  como  estas,  y  que  tocan  al 
buen  gobierno  y  provisión  de  su  casa ,  ordinario  y  de 
cada  dia,  que  las  obligan  á  que  despierten  y  se  levan- 
ten y  pongan  en  ello  su  cuidado  y  sus  manos.  Y  así,  con 
eslas  palabras  dichas  y  entendidasgeneralmenle,  avisa 
de  dos  cosas  el  Espíritu  Santo,  y  añade  como  dos  nue- 
vos colores  de  perfección  y  virtud  á  esta  mujer  casada 
que  va  dibujando.  La  una  es  ,  que  sea  madrugadora;  y 
la  otra,  que  madrugando,  provea  ella  luego  y  por  sí 
misma  lo  que  la  óiden  de  su  casa  pide ;  que  ainhas  á 
dos  son  importantísimas  cosas.  Y  digamos  de  lo  prime- 
ro. Mucho  se  engañan  los  que  piensan  que  mien'ras 
ellas,  cuya  es  la  casa,  y  á  quien  propiatnente  toca  el 
bien  y  el  mal  della,  duermen  y  se  descuidan,  cuidará 
y  velará  la  criada ,  que  no  le  toca  y  que  al  fin  lo  mira  todo 
como  ajeno.  Porque  si  el  amo  duerme,  ¿por  qué  des- 
pertará el  criado?  Y  si  la  señora ,  que  es  y  ha  de  ser  el 
ejemplo  y  la  maestra  de  su  familia,  y  de  quien  ha  de 
aprender  cada  una  de  sus  criadas  lo  que  conviene  á  su 
oficio,  se  olvida  de  todo;  por  la  misma  razón,  y  con 
mayor  razón ,  los  demás  serán  olvidadizos  y  dados  al 
sueño.  Bien  dijo  Aristóteles  en  este  mismo  propósi- 
to (c/)  que  el  que  no  tiene  buen  dechado  no  puede 
ser  buen  remedador.  No  podrá  el  siervo  mirar  por  la 
casa  si  ve  que  el  dueño  se  descuida  della.  De  manera 
que  ha  de  madrugaría  casada  para  que  madrugue  su 
familia.  Porque  ha  de  entender  que  su  casa  es  un  cuer- 
po, y  que  ella  es  el  alma  del ,  y  que  como  los  miembros 
no  se  mueven  si  no  son  movidos  del  alma,  así  sus  cria- 
das ,  si  no  las  menea  ella  y  las  levanta,  y  mueve  á  sus 
obras,  no  se  sabrán  menear.  Y  cuando  las  criadas  ma- 
drugasen por  sí,  durmiendo  su  ama  y  no  la  teniendo 
por  testigo  y  por  guarda  suya,  es  peor  que  madruguen, 
porque  entonces  la  casa  por  aijuel  espacio  de  tiempo 
es  como  pueblo  sin  rey  y  sin  ley ,  y  como  co¡nunidad 
sin  cabeza ;  y  no  se  levantan  á  servir ,  sino  á  robar  y 
destruir,  y  es  el  propio  tiempo  para  cuando  ellas  guar- 
dan sus  hechos.  Por  donde ,  como  en  el  castillo  que 
está  en  frontera  ó  en  el  lugar  que  se  teme  de  los  ene- 
migos nunca  falta  la  vela,  así  en  la  casa  bien  gober- 
nada ,  en  tanto  que  están  despiertos  los  enemigos,  que 
son  los  criados ,  siempre  ha  de  velar  el  señor.  Es  c!  que 
ha  de  ir  al  lecho  el  postrero,  y  el  primero  que  hade  le- 
vantarse del  lecho.  Y  la  señora  y  la  casada  que  esto  no 
hiciere,  haga  el  ánimo  ancho  á  su  gran  desventura,  per- 
suadida y  cierta  que  le  han  de  entrar  los  enemigos  el 
fuerte ,  y  que  un  dia  sentirá  el  daño  y  otro  verá  el  ro- 
bo, y  de  continuo  el  enojo  y  el  mal  recaudo  y  servi- 
(áj  De  cura  rei  familiaiis,  lib.  i,  cap.  6. 


224  OBRAS  DE  FRAY 

cío  ,  y  que  al  mal  de  la  hacienda  acompañará  lambien  j 
el  mal  de  la  honra.  Y  como  dice  Cristo  en  el  Evange-  ; 
lio  {a) ,  que  mientras  el  padre  de  la  familia  duerme,  ! 
siembra  el  enemigo  la  zizaua ;  así  ella  con  su  descui-  \ 
do  y  sueño  meterá  la  libertad  y  la  deshonestidad  por  su 
casa,  que  abrirá  las  puertas  y  falseará  las  llaves  y  que- 
Dranlará  los  candados,  y  penetrará  hasta  los  postreros 
secretos,  corrompiendo  alas  criadas,  y  no  parando  has- 
ta poner  su  inficion  en  las  hijas;  conque  la  señora  que 
no  supo  entonces  ni  quiso  por  la  mañana  despedir  de 
los  ojos  el  sueño  ni  dejar  de  dormir  un  poco,  lastima- 
da y  herida  en  el  corazón,  pasará  en  amargos  suspiros 
muchas  noches  velando.  Mas  es  trabajoso  el  madrugar 
y  dañoso  para  la  salud.  Cuando  fuera  así,  siendo  por 
otra  parle  tan  provechoso  y  necesario  para  el  buen  go- 
bierno de  la  casa,  y  tan  debido  al  oficio  de  la  que  se 
llama  señora  della,  se  habia  de  posponer  aquel  daño, 
porque  mas  debe  el  hombre  á  su  oficio  que  á  su  cuer- 
po, y  mayor  dolor  y  enfermedad  es  traer  de  continuo 
su  ftimilia  desordenada  y  perdida,  que  padcscer  un  po- 
co, ó  en  el  estómago  de  flaqueza,  ó  en  la  cabeza  depe- 
sadumbre; pero  al  revés,  el  madrugar  es  tan  saluda- 
ble, que  la  razón  sola  de  la  salud,  aunque  no  desper- 
tara el  cuidado  y  obligación  de  la  casa,  habia  de  levan- 
tar de  la  cama  en  amanesciendo  á  las  casadas.  Y  guarda 
en  esto  Dios ,  como  en  lodo  lo  demás ,  la  dulzura  y  sua- 
vidad de  su  sabio  gobierno,  en  que  aquello  á  que  nos 
obliga  es  lo  mismo  que  mas  conviene  á  nuestra  natu- 
raleza y  en  que  recibe  por  su  servicio  lo  que  es  nues- 
tro provecho.  Así  que,  i\q  solo  la  casa,  sino  también  la 
salud,  pide  á  la  buena  mujer  que  madrugue.  Porque 
cierto  es  que  es  nuestro  cuerpo  del  metal  de  los  otros 
cuerpos ,  y  que  la  orden  que  guarda  la  naturaleza  para 
el  bien  y  conservación  de  los  demás ,  esa  misma  es  la 
que  conserva  y  da  salud  á  los  hombres.  Pues  ¿quién  no 
ve  que  aquella  hora  despierta  el  mundo  todo  junto,  y 
que  la  luz  nueva  saliendo,  abre  los  ojos  de  los  anima- 
les todos,  y  que  si  fuese  entonces  dañoso  dejar  el  sue- 
ño, la  naturaleza  (que  en  todas  las  cosas  generalmen- 
te, y  en  cada  una  por  si,  esquiva  y  huye  el  daño,  y  si- 
gue y  apetece  el  provecho,  ó  que ,  para  decir  la  verdad, 
es  ella  eso  mismo  que  á  cada  una  de  las  cosas  conviene 
y  es  provechoso)  no  rompiera  tan  presto  el  velo  de  las 
tinieblas  que  nos  adormecen,  ni  sacara  por  el  oriente 
los  claros  rayos  del  sol,  ¿si  los  sacara,  no  les  diera 
tantas  fuerzas  para  nos  despertar.  Porque  si  nos  des- 
pertase naturalmente  la  luz,  no  le  cerrarían  las  venta- 
nas tan  diligentemente  los  que  abrazan  ci  sueño.  Por 
manera  que  la  naturaleza ,  pues  nos  envía  la  luz, 
quiere  sin  duda  que  nos  despiarle.  Y  pues  ella  nosdes- 
pierta,  á  nuestra  salud  conviene  que  despertemos.  Y 
no  contradice  á  esto  el  uso  de  las  personas  que  aliora 
el  mundo  llama  señores,  cuyo  principal  cuidado  es  vi- 
vir para  el  descanso  y  regalo  del  cuerpo,  las  cuales 
guardan  la  cama  bástalas  doce  deldia.  Antes  osla  ver- 
dad, que  se  toca  con  las  manos,  condena  aquel  vicio, 
del  cual ,  ya  por  nuestros  pecados  ó  por  sus  pecados  de 
ellos  mismos ,  hacen  honra  y  estado,  y  ponen  parte  de 
su  grandeza  en  no  guardar  ni  aun  en  esto  el  con- 
cierto que  Dios  les  pone.  Castigaba  bici  una  persona, 
(a)  Mauh.,  cap.  13,  t.  2S, 


LUIS  DE  LEÓN. 

que  yo  conoscí,  esta  torpeza,  y  nombrábala  con  su  me- 
rescido  vocablo.  Y  aunque  es  tan  vil  como  lo  es  el  he- 
cho ,  daráme  vuestra  merced  licencia  para  que  lo  pon- 
ga aquí,  porque  es  palabra  que  cuadra.  Asi  que,  cuan- 
do le  decia  alguno  que  era  estado  en  los  señores  este 
dormir,  solía  él  responder  que  se  erraba  la  letra,  y  que 
por  decir  establo  decían  estado.  Y  ello  á  la  verdad  es 
así,  que  aquel  desconcierto  de  vida  tiene  principio  y 
nasce  de  otro  mayor  desconcierto ,  que  está  en  el  alma 
y  es  causa  él  también  y  principio  do  muchos  otros  des- 
conciertos torpes  y  feos.  Porque  la  sangre  y  los  demás 
humores  del  cuerpo,  con  el  calor  del  día  y  del  sueño 
encendidos  demasiadamente  y  dañados,  no  solamente 
corrompen  la  salud,  mas  lambien  aficionan  é  inficionan 
el  corazón  feamente.  Yes  cosa  digna  de  admiración  que, 
siendo  estos  señores  en  todo  lo  demás  grandes  seguido- 
res, ó  por  mejor  decir,  grandes  esclavos  de  sudeleile,en 
eslosolo  se  olvidan  del,  y  pierden  por  un  vicioso  dormir 
lo  mas  deleitoso  de  la  vida,  que  es  la  mañana.  Porque 
entonces  la  luz,  como  viene  después  de  las  tinieblas? 
y  se  halla  como  después  de  haber  sido  perdida,  parece 
ser  otra  y  hiere  el  corazón  del  hombre  con  una  nueva 
alegría,  y  la  vista  del  cielo  entonces,  y  el  colorear  de  las 
nubes  y  el  descubrirse  el  aurora  (que  no  sin  causa  los 
poetas  [b)  la  coronan  de  rosas),  y  el  aparecer  la  her- 
mosura del  sol ,  es  una  cosa  bellísima.  Pues  el  cantar 
de  las  aves ,  ¿qué  duda  hay  sino  que  suena  entonces 
mas  dulcemente,  y  las  flores  y  las  yerbas  y  el  campo, 
todo  despide  de  sí  un  tesoro  de  olor?  Y  como  cuando 
entra  el  Rey  de  nuevo  en  algima  ciudad  se  adereza  y 
hermosea  toda  ella ,  y  los  ciudadanos  hacen  entonces 
plaza  y  como  alarde  de  sus  mejores  riquezas ;  así  los 
animales  y  la  tierra  y  el  aire,  y  todos  los  elementos ,  á 
la  venida  del  sol  se  alegran,  y  como  para  recibirle,  so 
hermosean  y  mejoran  y  ponen  en  público  cada  uno  sus 
bienes.  Y  como  los  curiosos  suelen  poner  cuidado  y  tra- 
bajo por  ver  semejantes  recibimientos,  asi  los  hombres 
concertados  y  cuerdos,  aun  por  solo  el  gusto,  no  haa 
de  perder  esta  fiesta  que  hace  toda  la  naturaleza  al  sol 
por  las  mañanas;  porque  no  es  gusto  de  un  solo  senti- 
do, sino  general  contentamiento  de  todos,  porque  la 
vista  se  deleita  con  el  nascer  de  la  luz  y  con  la  figura 
del  aire  y  con  el  variar  de  las  nubes ;  á  los  oídos  las 
aves  hacen  agradable  armonía;  para  el  oler,  elolorquo 
en  aquella  sazón  el  campo  y  las  yerbas  desi)iden  de  sí 
es  olor  suavísimo;  pues  el  fresco  del  aire  de  entonces 
templa  con  grande  deleite  el  humor  calentado  con  el 
sueño,  y  cria  salud  y  lava  las  tristezas  del  corazón,  y 
no  sé  en  qué  manera  le  despierta  á  pensatnicntos  divi- 
nos antes  que  se  ahogue  en  los  negocios  del  día.  Pe- 
ro, si  puede  tanto  con  estos  hijos  de  tinieblas  el  amor 
dellas,  que  aun  del  día  hacen  noche,  y  pierden  el  fruto 
de  la  luz  con  el  sueño,  y  ni  el  deleite,  ni  la  salud,  ni 
la  necesidad  y  provecho  que  dicho  habemos ,  son  po- 
derosos {>ara  los  hacer  levantar,  vuestra  merced,  que 
es  hija  de  luz,  levántese  con  ella,  y  abra  la  claridad  do 
sus  ojos  cuando  descubriere  sus  rayos  el  sol ,  y  con  pe- 
cho puro  levante  sus  manos  limpias  al  Dador  de  la  luz, 
ofresciéndole  con  santas  y  agradescidas  palabras  su  co- 
(ij  Virgil.,  lib.  VI,  if:ne¡d.,  v.  ür.ri,  y  Gaicilaso  do  la  Vega, 


LA  PERFECTA  CASADA. 


razón ,  y  después  de  hecho  esto ,  y  de  haber  gozado  del 
í^usto  del  nuevo  dia ,  vuelta  á  las  cosas  de  su  casa,  en- 
tienda en  su  oficio,  que  es  lo  otro  que  pide  en  esta  le- 
tra el  Espíritu  Santo  á  la  buena  casada,  como  fin  á 
(juíen  se  ordenó  lo  primero  que  babemos  dicho  del  ma- 
drugar. Porque  no  se  entiende  que  si  madruga  la  ca- 
sada ,  ha  de  ser  para  que ,  rodeada  de  botecillos  y  ar- 
quillas, como  hacen  algunas,  se  esté  sentada  tres  ho- 
ras afilando  la  ceja  y  pintando  la  cara,  y  negociando  con 
su  espejo  que  mienta  y  la  llame  hermosa.  Que,  demás 
del  grave  mal  que  hay  en  aqueste  artificio  postizo,  del 
cual  se  dirá  en  su  lugar,  es  no  conseguir  el  fin  de  su 
diligencia,  y  es  faltar  á  su  casa  por  ocuparse  en  cosas 
tan  excusadas,  que  fuera  menos  mal  el  dormir.  Leván- 
tese pues ,  y  levantada,  gobierne  su  gente  y  mire  lo  que 
se  ha  de  proveer  y  hacer  aquel  dia,  y  á  cada  uno  de  sus 
criados  reparta  su  oficio;  y  como  en  la  guerra  el  capi- 
tán, cuando  ordena  por  hileras  su  escuadra,  pone  á  ca- 
da un  soldado  en  su  propio  lugar  y  le  avisa  á  cada  uno 
que  guarde  su  puesto ;  así  ella  ha  de  repartir  á  sus  cria- 
dos sus  obras  y  poner  orden  en  todos ,  en  lo  cual  se 
encierran  grandes  provechos ,  porque  lo  uno ,  hácese 
lo  que  conviene  con  tiempo  y  con  gusto;  lo  otro,  para 
cuando  alguna  vez  acontece  que ,  ó  la  e¡ifermedad  ó  la 
ocupación  tiene  ausente  á  la  señora,  están  ya  los  cria- 
dos, poreluso,  como  maestros  en  todo  aquelloque  deben 
hacer ,  y  la  voz  y  la  orden  de  su  ama ,  á  la  cual  tienen 
hechos  ya  los  oidos ,  aunque  no  la  oigan  entonces ,  les 
suena  en  ellos  todavía,  y  la  tienen  como  presente  sin 
vella.  Y  demás  desto,  del  cuidado  del  ama  aprenden 
las  criadas  á  ser  cuidadosas ,  y  no  osan  tener  en  poco 
aquello  en  que  ven  que  se  emplea  la  diligencia  y  el  man- 
damiento de  su  señora ;  y  como  conocen  que  su  vista 
y  provisión  della  se  extiende  por  todo,  parécelcs,  y  con 
razón,  que  en  todo  cuanto  liacen  la  tienen  como  por 
testigo  y  presente,  y  así  se  animan,  no  solo  á  tratar 
con  fidelidad  sus  obras  y  oficios,  sino  también  aventa- 
jarse señaladamente  en  ellos.  Y  así  cresce  el  bien  como 
espuma,  y  se  mejora  la  hacienda,  y  reina  el  concierto,  y 
va  desterrado  el  enojo.  Y  finalmente ,  la  vista  y  la  pre- 
sencia y  la  voz  y  el  mando  del  ama  hace  á  sus  mozas, 
no  solo  que  le  sean  provechosas ,  sino  que  ellas  en  sí 
no  se  hagan  viciosas,  lo  cual  también  pertenesce  á  su 
oficio..  Sigúese: 

§.  VIH. 

La  perfecta  casada  no  soto  ha  de  cuidar  de  abastecer  su  casa  y 
conservar  lo  que  el  marido  adquiere,  sino  que  ha  de  adelantar 
también  la  hacienda. 

Vínole  al  gusto  una  heredad,  y  compróla ,  y  del  fruto 
de  sus  palmas  plantó  viña  (a). 

Esto  no  es  algún  nuevo  precepto  diferente  de  los  pa- 
sados, ni  otra  virtud  mas  particular  que  las  dichas;  si- 
no antes  es  como  una  cosa  que  se  consigue  y  nasce  do- 
lías. Porque  cierto  es  que  la  casada  que  fuere  tan  ta- 
sada en  sus  gastos  y  tan  no  curiosa  por  una  parte,  y 
por  otra  tan  casera  y  veladora  y  aprovechada,  no  solo 
conservará  lo  que  su  marido  adquiere,  sino  también 
ella  lo  acrescenlará  por  su  parte,  que  es  lo  que  aquí 

{a)  Vers.  16. 
E.  xvi-ii. 


m 


ahora  se  dice.  Porque  de  tan  grande  industria  y  vela, 
el  fruto  no  puede  ser  sino  grande.  Por  manera  que  á 
los  demás  títulos  que,  siguiendo  esta  doctrina  de  Dios, 
habernos  dado  á  la  buena  mujer,  añadimos  aliora  este, 
que  sea  adeianiadora  de  su  hacienda,  no  como  título  di- 
ferente de  los  piimeros,  sino  como  cosa  que  se  sigue 
dellos,  y  que  declara  la  fuerza  de  los  pasados  y  lo  que 
pueden,  y  el  basta  dónde  han  dellegar.  Y  así ,  decir  que 
compró  heredamiento  y  que  plantó  viña  del  sudor  de 
su  mano,  es  avisarle  que  del  ser  casera ,  que  se  le  pi- 
de, su  propio  punto  es  no  parar  hasta  esto,  que  es,  no 
solo  bastecer  á  su  casa,  sino  también  adelantar  su  ha- 
cienda; no  solo  hacer  que  loque  está  dentro  de  sus 
puertas  esté  bien  proveído,  sino  hacer  también  que  se 
acrescienten  en  número  los  bienes  y  posesiones  defue- 
ra. Y  es  decille  que  pretenda  y  se  precie  ella  también 
de,  señalando  como  con  el  dedo  alguna  parte  de  sus  po- 
sesiones, poder  decir  claramente:  «Este  es  fruto  de  mis 
trabajos;  mi  industria  añadió  esto  á  mi  casa;  de  mis 
suilores  fructificó  esta  hacienda; »  como  lo  han  hecho  en 
nuestros  tiempos  algunas.  Pero  dirán  que  es  esto  pe- 
dir mucbo.  Mas  pregunto  yo  á  las  que  lo  dicen,  ¿qué  os 
en  esto  lo  que  tienen  por  mucho?  ¿Tienen  por  mucho 
que  déla  diligencia  y  aprovechamiento  y  labor  de  una 
mujer,  acompañada  de  sus  mujeres,  salga  cosa  de  tanto 
valor  como  es  esto?  ¿O  tienen  por  mucbo  que  quiera 
ella  gastar  lo  que  adquiere  en  estos  aprovechamientos 
y  haciendas,  y  no  en  sus  contentos  y  galas?  Si  aquesto 
postrero  es  loque  les  parece  mucho,  en  aquesta  doctri- 
na no  tienen  razón,  ni  en  tener  otro  gasto,  por  mas  su- 
yo ni  por  mas  apacible  y  gustoso,  ni  en  pensar  que  se 
vende  en  la  tienda  cosa  que  comprada  las  hermosee 
mas  que  estas  compras.  Porque  aquello  pasa  en  el  aire, 
y  el  bien  y  honra  y  contento,  juntamente  con  el  buen 
nombre,  que  por  esta  otra  vía  se  adquiere,  como  tiene 
raíces  en  la  virtud,  es  duradero  y  perpetuo.  Mas  si  lo 
primero  las  espanta  porque  no  creen  tanto  bien  de  sus 
manos,  lo  uno  hácense  injuria  á  sí  mismas  y  limitan  su 
poder  apocadamente,  y  lo  otro  ellas  saben  que  no  es 
así,  y  que  pueden,  si  quieren  apiJcarsc,  pasar  de  esta 
raya,  porque  ¿ailónde  no  llegará  laque  puede  hacer  y 
la  que  hiciere  lo  que  se  sigue? 

§.  IX. 

Cuánto  debe  evitar  la  mujer  buena  el  ocio,  y  de  los  vicios  y  malas 
resultas  que  de  él  nacen. 

Ciñóse  defortalczay  fortificó  su  brazo.  Tomó  gusto  en 
el  granjear;  su  candela  no  se  apagó  de  noche.  Puso 
sus  manos  en  la  tortera  (6),  y  sus  dedos  tomaron  el 
huso  (c). 

Tenga  valoría  mujer,  y  plantará  viña;  ame  el  traba- 
jo, y  acrescenlará  su  casa ;  ponga  las  manos  en  lo  que 
es  propio  de  su  oficio,  y  no  se  desprecie  del,  y  crecerán 
sus  riquezas;  no  se  desciña,  esto  es ,  no  se  enmollezca 
ni  haga  de  la  delicada ,  ni  tenga  por  honra  el  ocio,  ni 

(b)  Significa  la  rodaja  que  suele  ponerse  á  la  punta  del  huso 
para  torcer  mejor  la  hebra  ;  y  asi,  la  versión  caldáica  por  el  nom- 
bre hebreo  kiscor,  que  la  Vuigala  interpreta  foríia,  entiende  y  po- 
ne vertibulum ;  lo  cual  parece  haber  gustado  mas  á  jíuestfo  autor^ 
por  ser  tan  docto  en  la  lengua  hebrea. 

(c)  Vers.  17,  IS,  19. 

1» 


226  OBRAS  DE  FRAY 

por  estaJo  el  descuido  y  el  sueño,  sino  ponga  fuerza  en 
sus  brazos  v  acostumbre  á  la  vola  sus  ojos,  v  saboréese  i 
en  el  trabajar,  y  no  se  desdeñe  de  poner  las  manos  en  | 
lo  que  toca  al  oficio  de  las  mujeres,  por  bajo  y  por  me- 
nudo que  sea ;  y  entonces  verá  cuánto  valen  y  adonde  1 
llegan  sus  obras.  Tres  cosas  le  pide  aquí  Salomón,  y  ca-  j 
da  una  en  su  verso :  que  sea  trabajadora  lo  primero,  y 
lo  segundo,  que  vele,  y  lo  tercero,  que  hile.  No  quiere 
que  se  regale,  sino  que  trabaje.  Muchas  cosas  están  es- 
critas por  muchos  en  loor  del  trabajo ,  y  todo  es  poco 
para  el  bien  que  hay  en  él ;  porque  es  la  sal  que  preser- 
va de  corrupción  á  nuestra  vida  y  á  nuestra  alma,  mas 
yo  no  quiero  decir  aquí  nada  de  lo  general.  Loque  pro- 
piamente toca  á  la  mujer  casada,  eso  diré  solamente; 
porque  cuanto  de  suyo  es  la  mujer  mas  inclinada  al  re- 
galo y  mas  fácil  á  enmohecerse  y  desatarse  con  el  ocio, 
tanto  el  trabajo  le  conviene  mas.  Porque  si  los  hom- 
bres, que  son  varones,  con  el  regalo  conciben  ánimo  y 
condición  de  mujeres  y  se  afeminan,  las  mujeres  ¿qué 
serán,  sino  lo  que  hoy  dia  son  muchas  dellas?  Que  la 
seda  les  es  áspera  y  la  rosa  dura,  y  les  quebranta  el  te- 
nerse en  los  pies,  y  del  aire  que  suena  se  desmayan, 
y  el  decir  la  palabra  entera  las  cansa,  y  aun  hasta  lo 
que  dicen  lo  abortan,  y  no  las  ha  de  mirar  el  sol,  y  to- 
das ellas  son  un  melindre  y  un  lixo  (a),  y  un  asco;  y 
perdónenme  porque  les  pongo  este  nombre,  que  es  el 
que  ellas  mas  huyen,  (3  por  mejor  decir,  agradézcanme 
que  tan  blandamente  las  nombro.  Porque  quien  consi- 
dera lo  que  deben  ser  lo  que  ellas  mismas  se  hacen ,  y 
quien  mira  la  alteza  de  su  naturaleza  y  la  bajeza  en 
que  ellas  se  ponen  por  su  mala  costumbre,  y  coteja  con 
lo  uno  lo  otro,  poco  dice  en  llamarlas  así;  y  si  las  lla- 
mase cieno,  que  corrompe  el  aire  y  le  inficiona,  y  abo- 
minación aborrescible,  aun  se  podía  tener  por  muy  cor- 
to. Porque  teniendo  uso  de  razón  y  siendo  capaces  de 
cosas  de  virtud  y  loor,  y  teniendo  ser  que  puede  hollar 
sobre  el  ciclo  y  que  está  llamado  al  gozo  de  los  bienes 
de  Dios,  le  deshacen  tanlo  ellas  mismas  y  se  aniñan  así 
con  delicadez,  y  se  envilecen  en  tanto  grado,  que  una 
lagartija  y  una  mariposiila  que  vuela,  tiene  mas  tomo 
que  ellas,  y  la  pluma  que  va  por  el  aire,  y  el  aire  mismo, 
es  de  mas  cuerpo  y  sustancia.  Así  que,  debe  mirar  mu- 
cho en  esto  la  buena  mujer,  estando  cierta  que  en 
descuidándose  en  ello  se  volverá  en  nada.  Y  como  los 
que  están  de  su  naturaleza  ocasionados  á  algunas  en- 
fermedades y  males  se  guardan  con  recato  de  lo  que 
en  aquellos  males  les  daña ,  así  ellas  entiendan  que  vi- 
ven dispuestas  para  esta  dolencia  de  nadería  y  melin- 
drería, ó  no  sé  cómo  la  nombre,  y  que  en  ella  el  regalo 
es  rejargar  (6),  y  guárdense  del  como  huyen  la  muer- 
te, y  conténtense  con  su  natural  poíjucdadjy  no  le  aña- 
dan bajnza  ni  la  hagan  mas  apocada;  y  adviertan  y 
entiendan  que  su  natural  es  femenil,  y  que  el  ocio  por 
síafemína,  y  no  junten  á  lo  uno  lo  otro,  ni  quieran 
ser  dos  veces  mujeres.  He  dicho  el  extremo  de  nada  á 
que  vienen  las  muelles  y  regaladas  mujeres,  y  no  digo 
la  muchedumbre  de  vicios  que  desto  mismo  en  ellas 
nasccn,  ni  oso  meter  la  mano  en  este  cieno.  Porque  no 
hay  agua  encharcada  y  corrompida  que  crie  tantas  y 

(o)  Lo  mismo  que  cieno.  Va  no  se  usa. 

(í)  Especie  de  vcncpo,  que  tambicu  llaman  arsOnlcQ, 


LUIS  DE  LEÓN; 

tan  milas  sabandijas,  que  nascen  vicios  asquerosos  y 
feos  en  los  pechos  dojias  damas  delicadas,  de  que  va- 
mos hablando.  Y  en  una  dellas,  que  pinta  en  los  Pro- 
verbios (c)  el  Espíritu  Santo,  se  ve  algo  desto ;  de  la 
cual  dice  así:  «Parlera  y  vagabunda,  y  que  no  sufre 
estar  quieta  ni  sabe  tener  los  pies  en  su  casa ,  ya  en  la 
puerta,  ya  en  la  ventana,  ya  en  la  plaza,  ya  en  los  can- 
tones de  la  encrucijada,  y  tiende  por  donde  quiera  sus 
lazos.  Vio  un  mancebo,  y  llegóse  á  él  y  prendióle,  y  dí- 
jole  con  cara  relamida  blanduras :  Hoy  hago  fiesta  y  he 
salido  en  tu  busca,  porque  no  puedo  vivir  sin  tu  vista, 
y  al  fin  he  hecho  en  tí  presa.  Mi  cámara  he  colgado 
con  hermosas  redes,  y  mi  cuadra  con  tapices  de  Egip- 
to ;  de  rosas  y  de  flores ,  de  mirra  y  lináloe  {d)  está 
cubierto  el  suelo  todo  y  la  cama.  Vén  y  bebamos  la  em- 
briaguez del  amor,  y  gocémonos  en  dulces  abrazos  has- 
ta que  apunte  la  aurora.»  Y  si  todas  las  ociosas  no  sa- 
len á  lo  público  de  las  calles,  como  cs'a  salía,  sus  abs- 
condidos  rincones  son  secretos  testigos  de  sus  proezas, 
y  no  tan  secretos,  que  no  se  dejen  ver  y  entender.  Y 
la  razón  y  la  naturaleza  de  las  cosas  lo  pide.  Que  cier- 
to es  que  produce  malezas  el  campo  que  no  se  rompe 
y  cultiva,  y  que  con  el  desuso  de  hierro  se  toma  de 
orín  y  se  consume,  y  que  el  caballo  holgado  se  manca.  Y 
demás  desto,  si  la  casada  no  trabaja  ni  se  ocupa  en  lo 
que  pertenece  á  su  casa,  ¿qué  otros  estudios  ó  negocios 
tiene  en  que  se  ocupar?  Forzado  es  que,  si  no  trata  de 
sus  oficios,  emplee  su  vida  en  los  oficios  ajenos,  y  que 
dé  en  ser  ventanera,  visitadora,  callejera,  amiga  de 
fiestas,  enemiga  de  su  rincón,  de  su  casa  olvidada  y  de 
las  casas  ajenas  curiosa,  pesquisidora  de  cuanto  pasa, 
y  aun  de  lo  que  no  pasa  inventora,  parlera  y  chismosa, 
de  pleitos  revolvedora,  jugadora  también  y  dada  del  to- 
do á  la  conversación  y  al  palacio ,  con  lo  demás  que 
por  ordinaria  consecuencia  se  sigue,  y  se  calla  aquí  aho- 
ra, por  ser  cosa  manifiesta  y  notoria.  Por  manera  que, 
en  suma  y  como  en  una  palabra,  el  trabajo  da  á  la  mu- 
jer, ó  el  ser  ó  el  ser  buena;  porque  sin  él,  ó  no  es  mu- 
jer, sino  asco,  ó  es  tal  mujer,  que  seria  menos  mal  que 
no  fuese.  Y  si  con  estoque  he  dicho  sepersuadcná  tra- 
bajar, no  será  menester  que  les  diga  y  enseñe  cómo  han 
de  tomar  el  huso  y  la  rueca,  ni  me  será  necesario  ro- 
garles que  velen,  que  son  las  otras  dos  cosas  que  les  pide 
el  Espíritu  Sanio,  porque  su  misma  afición  buena  se  las 
enseñará;  y  así,  dejando  esto  aquí,  pasaremos  á  lo  que 
se  sigue. 

Ha  de  ser  la  pciTccía  cnsada  piadosa  con  los  pobres  y  necesitados; 
pero  debe  ir  con  cuidado  en  ver  á  quién  admite  en  casa  y  favo- 
rece. 

Sus  palmas  abrió  para  el  afligido,  y  sus  manos  ecc- 
tendiópara  el  menesteroso  (e). 

A  muy  buen  tiempo  puso  esto  aquí  Salomón,  porque 
repitiendo  tanto  lo  que  toca  á  la  granjeria  y  aprove- 
chamiento, y  aconsejando  á  la  mujer  tantas  veces  y 

fe)  Provcrb.,  cap.  7,  'a  ÍO  ad  18. 

(di  l.n  mismo  que  áloe,  ñrhol  de  las  Indias  orientales,  cuya  ma- 
dera quemada  causa  un  olor  deliciosísimo, 
(c)  Vcrs.  iO. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


227 


con  tan  encarecidas  palabras  que  sea  hacendosa  y  ca- 
sera, dejábala,  al  parecer,  muy  vecina  al  avaricia  y  es- 
casez, que  son  males  que  tienen  parentesco  con  la  gran- 
jeria, y  que  se  le  allegan  no  pocas  veces.  Porque,  así  co- 
mo hay  algunos  vicios  que  tienen  apariencia  y  semejanza 
de  algunas  virtudes,  así  hay  virtudes  también  que  eslán 
como  ocasionadas  á  vicios;  porque,  aunque  es  verdad 
que  la  virtud  consiste  en  el  medio,  mas  como  este  me- 
dio no  se  mide  á  palmos,  sino  es  medio  que  se  ha  de 
medir  con  la  razón,  muchas  veces  se  aleja  mas  del  un 
extremo  que  del  otro,  como  parece  en  la  liberalidad, 
que  es  virtud  medida  por  la  razón  entre  los  ex  Iremos 
(iel  avaro  y  del  pródigo,  y  se  aparta  mucho  menos  del 
pródigo  que  del  avaro.  Y  aun  también  acontece  que 
de  la  virtud  y  del  vicio,  que  en  la  verdad  son  principios 
muy  diferentes  en  la  vista  pública,  y  en  lo  que  de  fue- 
ra parece,  nazcan  frutos  muy  semejantes.  Tanto  es  di- 
simulado el  mal,  ó  tanto  procura  disimularse  para  nues- 
tro daño,  ó  por  mejor  decir,  tanta  es  la  fuerza  y  exce- 
lencia del  bien,  y  tan  general  su  provecho,  que  aun  el 
mal,  para  poder  vivir  y  valer,  se  le  allega  y  se  viste  dél^ 
y  desea  tomar  su  color.  Asi  vemos  que  el  prudente  y 
recatado  huye  de  algunos  peligros,  y  que  el  temeroso 
y  cobarde  huye  también.  Adonde ,  aunque  las  causas 
sean  diversas,  es  uno  y  semejante  el  liuir.  Y  vemos  por 
la  misma  manera  que  el  hombre  concertado  granjea  y 
beneficia  su  hacienda  ,  y  el  avariento  también  es  gran- 
jero, y  que  son  unos  en  el  granjear,  aunque  en  los  mo- 
tivos del  granjear  son  diferentes.  Y  puede  tanto  este 
parentesco  y  disimulación,  que  no  solamente  los  que 
miran  de  lejos  y  ven  solo  lo  que  se  parece  ,  engañán- 
dose, nombran  por  virtud  lo  que  es  vicio,  mas  también 
esos  mesmos,  que  ponen  las  manos  en  ello  y  lo  obran, 
muchas  veces  no  se  entienden  á  sí,  y  se  persuaden  que 
los  nace  de  raíz  de  virtud  lo  que  les  viene  de  inclina- 
ción dañada  y  viciosa.  Por  donde  todo  lo  semejante  pi- 
de grande  adveriencia,  para  que  el  mal  disimulado  con 
el  bien  no  pueda  engañarnos.  Y  así ,  porque  á  Dios  no 
aplace  sino  la  virtud,  y  porque  serla  mujer  muy  gran- 
jera le  puede  nacer  de  avaricia  y  de  vicio,  para  que  no 
se  canse  sin  fruto  y  para  que  no  ofenda  á  Dios  en  lo 
que  piensa  agradarle ,  avísale  aquí  que  sea  limosnera 
(jue  es  decirle  que,  dado  que  le  tiene  mandado  que  sea 
liacendosa  y  aprovechada  y  veladora  y  allegadora ,  pero 
que  no  quiere  que  sea  lacerada  ni  escasa,  ni  quiere  que 
todo  el  velar  y  adquirir  sea  para  el  arca  y  para  la  poli- 
lla, sino  para  la  provisión  y  abrigo,  no  solo  de  los  su- 
yos, sino  también  de  los  necesitados  y  pobres,  porque 
en  ninguna  manera  quiereque  sea  avarienta.  Y  por  eso 
dice  elegantemente  que  abra  la  palma,  que  la  avaricia 
cierra,  y  que  alargue  y  tienda  la  mano,  que  suele  en- 
coger la  escasez.  Y  dado  que  el  ser  piadoso  y  limosne- 
ro es  virtud  que  conviene  á  todos  los  que  se  tienen  por 
hombres,  pero  con  particular  razón  las  mujeres  deben 
esta  piedad  á  la  blandura  de  su  natural ,  entendiendo 
que  ser  una  mujer  de  entrañas  duras  ó  secas  con  los 
necesitados,  es  en  ella  vituperable  mas  que  en  hombre 
ninguno.  Y  no  es  buena  excusa  decir  que  les  va  á  la 
mano  el  marido ;  porque,  aunque  es  verdad  que  perte- 
nece á  él  el  dispensar  la  hacienda,  pero  no  se  entiende 
que  si  veda  á  la  mujer  y  le  pone  ley  para  que  no  haga 


otros  gastos  perdidos,  le  quiero  también  cerrar  la  puer- 
ta á  lo  que  es  piedad  y  limosna,  á  quien  Dios  con  tan 
expreso  mandamiento  y  con  tan  grande  encarecimiento 
la  abre.  Y  cuando  quisieseser  aun  en  cstoescasoel  ma- 
rido, la  mujer,  síes  en  lo  demás  cual  aquí  pintamos,  no 
debe  por  eso  cerrar  las  entrañas  á  la  limosna,  que  es 
debida  á  su  estado,  ni  menos  el  confesor  se  lo  vede. 
Porque  si  el  marido  no  quiere,  eslá  obligado  á  querer; 
y  su  mujer,  si  no  le  obedece  en  su  mal  antojo,  confór- 
mase con  la  voluntad,  que  él  debe  tener  de  razón;  y 
en  hacer  esto  trata  con  utilidad  y  provecho  su  alma 
del  y  su  hacienda;  porque  lo  uno,  cumple  con  la  obli- 
gación que  ambos  tienen  de  socorrer  á  los  pobres;  y 
lo  otro,  asegura  y  acrescienta  sus  bienes  con  la  bendi- 
ción que  Dios ,  cuya  palabra  no  puede  faltar,  tiene  á  la 
piedad  prometida.  Y  porque  muchos  nunca  se  fian  bien 
de  esta  palabra,  por  eso  muchos  hombres  son  crudos  y 
lacerados.  Que  si  se  pusiesen  á  considerar  que  reciben 
de  Dios  lo  que  tienen ,  no  temerían  de  le  tornar  parte 
dello,  ni  dudarían  de  que  quien  es  liberal  no  puede  ja- 
más ser  desagradescido;  y  quiero  decir  en  esto  que  Dios, 
el  cual,  sin  haber  recibido  nada  dellos,  liberalmente  los 
hizo  ricos,  si  repartieren  después  con  él  sus  riquezas, 
se  las  volverá  con  gran  logro.  Eslo  que  he  dicho ,  en- 
tiendo de  las  limosnas  mas  ordinarias  y  comunes  que 
se  ofrescen  cada  día  á  los  ojos;  que  en  lo  que  fuere  mas 
grueso  y  mas  particular,  la  mujer  no  ha  de  traspasar 
la  ley  del  marido,  y  en  todo  le  luí  de  obedescer  y  servir. 
Y  yo  íio  que  ninguno  habrá  tan  miserable  ni  malo,  que 
si  ella  es  de  las  que  yo  digo,  tan  casera,  tan  hacendosa, 
tan  veladora  y  tan  concertada  en  todo  y  aprovechada, 
le  vede  que  haga  bien  á  los  pobres.  Ni  será  ninguno 
tan  ciego ,  que  tema  pobreza  de  la  limosna  que  hace  á 
quien  le  enriquece  la  casa.  Así  que,  abra  sus  entraña? 
y  sus  brazos  y  manos  á  la  piedad  la  buena  mujer,  y 
muestre  que  su  granjeria  nasce  de  virtud,  en  no  ser 
escasa  en  lo  que  según  razón  es  debido.  Y  como  el 
que  labra  el  campo ,  de  lo  que  coge  en  él  da  sus  primi- 
cias y  diezmos  á  Dios;  así  ella  de  las  labores  suyas  y  de 
sus  criadas  aplique  su  parte  para  vestir  á  Dios  en  los 
desnudos  y  hartarle  en  los  hambrientos,  y  llámele  co- 
mo á  taparte  de  sus  ganancias,  y  abra,  como  aquí  dice, 
sus  manos  ai  afligido,  y  al  menesteroso  sus  palmas.  Mas 
si  dice  que  abra  sus  manos  y  su  casa  á  los  pobres,  es 
mucho  de  advertir  que  no  le  dice  que  las  abra  general- 
mente á  todos  los  que  se  profesan  ser  pobres.  Porque  á 
la  verdad  una  de  las  virtudes  de  la  buena  casada  y  mu- 
jer es  el  tener  grande  recato  acerca  délas  personas  qua 
admite  á  su  conversación  y  á  quien  da  entrada  en  su 
casa;  porque,  debajo  de  nombre  de  pobreza,  y  cubrién- 
dose con  piedad,  á  las  veces  entran  en  las  casas  algu- 
nas personas  arrugadas  y  canas ,  que  roban  la  vida  y 
entiznan  la  honra  y  dañan  el  alma  de  los  que  viven  en 
ellas,  y  los  corrompen  sin  sentir ,  y  los  emponzoñan 
paresGÍendo  que  los  lamen  y  halagan.  San  Pablo  (a)  ca- 
si señaló  con  el  dedo  á  este  linaje  de  gentes,  ó  á  algu- 
nas gentes  deste  linaje,  diciendo:  «Tienen  por  oficio 
andar  de  casa  en  casa  ociosas,  y  no  solamente  ociosas, 
mas  también  parleras  y  curiosas,  y  habladoras  de  lo  que 
no  conviene.»  Y  es  ello  así,  que  las  tales  de  ordinario 
(a)  1,  Ad  ÜDiolli.,  cap.  5,  V.  13. 


SaS  OBRAS  DE  FRAY 

no  entran  sino  á  aojar  todo  lo  bueno  que  vieren ,  y 
cuando  menos  mal  hacen,  hacen  siempre  este  daño, 
que  es  traer  novelas  y  chismerías  de  fuera ,  y  llevarlas 
á  fuera  de  lo  que  ven  ó  les  parece  que  ven  en  la  casa 
donde  entran,  con  que  inquietan  á  quien  las  oye  y  les 
turban  los  corazones;  de  donde  muchas  veces  nascen 
desabrimientos  entre  los  vecinos  y  amigos,  y  materias 
de  enojos  y  diferencias,  y  á  veces  hay  discordias  mor- 
tales. En  las  repúblicas  bien  ordenadas,  los  que  anti- 
guamente las  ordenaron  con  leyes,  ninguna  cosa  ve- 
daron mas  que  la  comunicación  con  los  extraños  y  de 
diferentes  costumbres.  Así  Moisen,  ó  por  mejor  decir, 
Dios  por  Moisen,  á  su  pueblo  escogido  le  avisa  desto  en 
mil  lugares  (a)  con  encarecimiento  grandísimo.  Por- 
que lo  que  no  se  ve  no  se  desea;  que,  como  dice  el  ver- 
sillo  griego:  «Del  mirarnace  el  amar  (6).»  Y  por  e' 
contrario,  lo  que  se  ve  y  se  trata,  cuanto  peor  es,  tan- 
to mas  ligeramente,  por  nuestra  miseria,  se  nos  apega, 
Y  lo  que  es  en  toda  una  república,  eso  también  en  una 
sola  casa  por  la  misma  razón  acontece.  Que  si  los  que 
enlran  en  ella  son  de  costumbres  diferentes  de  las  que 
en  ellas  se  usan,  unos  con  el  ejemplo  y  otros  con  lapa- 
labra  alteran  los  ánimos  bien  ordenados,  y  poco  á  poco 
los  desquician  del  bien.  Y  llega  la  vejezuela  al  oido,  y 
dice  á  la  hija  y  á  la  doncella  que  por  qué  huyen  la  ven- 
tana ó  por  qué  aman  la  almohadilla  tanto;  que  la  otra 
Fulana  y  Fulana  no  lo  hacen  así.  Y  enséñales  el  mal 
aderezo,  y  cuéntales  la.desenvoltura  del  otro,  y  las  ma- 
rañas que  ó  vio  ó  inventó  púneselas  delante,  y  vuélve- 
les el  juicio,  y  comienza  á  teñir  con  esto  el  pecho  sen- 
cillo y  simple,  y  hace  que  figuren  en  el  pensamiento 
lo  que  con  solo  ser  pensado  corrompe;  y  dañado  el  pen- 
samiento, luego  se  tienta  el  deseo,  el  cual  en  encendién- 
dose al  mal,  luego  se  resfria  en  el  bien,  y  así  luego  se 
comienzan  á  desagradar  de  lo  bueno  y  de  lo  concerta- 
do, y  por  sus  pasos  contados  vienen  á  dejarlo  del  todo 
á  la  postre.  Por  donde,  acerca  de  Eurípides  (c),  dice 
bien  el  que  dice:  (¡Nunca,  nunca  jamás,  que  no  me 
contento  con  decirlo  una  sola  vez,  el  cuerdo  casado 
consentirá  que  eneren  cualesquier  mujeres  á  conversar 
con  la  suya,  porque  siempre  hacen  mil  daños.  Unas  por 
su  interés  tratan  de  corromper  en  ella  la  fe  del  matri- 
monio; otras,  porque  han  fallado  ellas,  gustan  de  te- 
ner compañeros  de  sus  faltas;  otras  porque  saben  poco 
y  do  puro  necias.  Pues  contra  estas  mujeres  y  las  seme- 
jantes á  estas  conviénelc  al  marido  guarnecer  muy 
bien  con  aldabas  y  con  cerrojos  las  puertas  de  su  casa; 
qucjamás  estas  entradas  peregrinas  ponen  en  ella  algu- 
na cosa  sana,  sino  siempre  liacen  diversos  daños.»  Pero 
veamos  ya  loque  después  de  aquesto  se  sigue. 

§.  XI. 

Del  buen  trato  y  apacililc  condición  con  que  se  deben  portar 
las  scúoras  con  sus  sirvientas  y  criadas.- 

No  temerá  de  la  nieve  su  familia,  porque  toda  su  [¡en- 
te Cilú  vestida  con  vestiduras  dobladas  {d). 

Ko  es  aquesta  la  menor  parle  ilo  la  virtud  de  aques- 

{a)  Levit.,  cap.  22,  v.  2j.  Numero;.,  cap.  18,  v.  i.  t,  lisd., 
eap.  10,  V.  11. 
{bi  Uiogoriian.  apud  Erasmum  cliil.l.  Adag. ,  cent.  2,  núm.  79. 
(c)  Eurip.  ia  Andromachc.     [d)  Vcrs.  22. 


LUIS  DE  LEÓN. 

ta  perfecta  casada  que  pintamos,  ni  la  que  da  menos 
loor  á  la  que  es  señora  de  su  casa,  el  buen  tratamiento 
de  su  familia  y  criados ;  antes  es  como  una  muestra  don- 
de claramente  se  conoce  la  buena  orden  con  que  se 
gobierna  todo  lo  demás.  Y  pues  le  habia  mostrado  Sa- 
lomón, en  lo  que  es  antes  de  esto,  á  ser  limosnera  con 
los  extraños,  convino  que  le  avisase  ahora,  y  le  diese  á 
entender  que  aqueste  cuidado  y  piedad  ha  de  comenzar 
de  los  suyos;  porque,  como  dice  san  Pablo  (e),  «el  que 
se  descuida  de  la  provisión  de  los  que  tiene  en  su  ca- 
sa, infiel  es  y  peor  que  infiel.  »  Y  aunque  habla  aquí  Sa- 
lomón del  vestir,  no  habla  solamente  del,  sino  por  lo  que 
dice  en  este  particular  enseña  lo  que  ha  de  ser  en  lodo  lo 
demás  que  pertenece  al  buen  estado  de  la  familia.  Por- 
que, así  como  se  sirve  de  su  trabajo  della  el  señor,  así  ha 
de  proveer  con  cuidado  á  su  necesidad ,  y  ha  de  compa- 
sar con  lo  uno  lo  otro,  y  tener  gran  medida  en  ambas  co- 
sas, para  que  ni  les  falle  en  lo  que  lian  menester,  ni  en 
lo  que  ellos  han  de  hacer  los  cargue  demasiadamente,  co- 
mo lo  avisa  y  declara  el  Sabio  en  el  capítulo  33  del  Ecle- 
siástico. Porque  lo  uno  es  injusticia,  y  lo  otro  escasez, 
y  todo  crueldad  y  maldad.  El  pecar  los  señores  en  esto 
con  sus  criados,  ordinariamente  nace  de  soberbia  y  de 
desconocerse  á  sí  mismos  los  amos.  Porque ,  si  consi- 
derasen que  así  ellos  como  sus  criados  son  de  un  mis- 
mo metal,  y  que  la  fortuna,  que  es  ciega,  y  no  la  natu- 
raleza proveída,  es  quien  los  diferencia ,  y  que  nascie- 
ron  de  unos  mismos  principios,  y  que  han  de  tener  un 
mismo  fin ,  y  que  caminan  llamados  para  unos  mismos 
bienes ;  y  sí  considerasen  que  se  puede  volver  el  aire 
mañana,  y  á  los  que  sirven  ahora  servirlos  ellos  después, 
y  si  no  ellos,  sus  In'jos  ó  sus  nietos,  como  cada  dia  acon- 
tece, y  que  al  fin  todos,  así  los  amos  como  los  criados, 
servimos  á  un  mismo  Señor,  que  nos  medirá  como  nos- 
otros midiéremos;  así  que,  si  considerasen  esto,  pon- 
drían el  brío  aparte,  y  usarían  de  mansedumbre,  y  tra- 
tarían á  los  criados  como  deudos,  y  mandarlos  hian  co- 
mo quien  siempre  no  ha  de  mandar.  Y  aquí  conviene 
que  las  mujeres  hinquen  los  ojos  mas,  porque  se  des- 
vanesccn  mas  fácilmente,  y  hay  tan  vanas  algunas,  que 
casi  desconocen  su  carne,  y  piensan  que  la  suya  es  car- 
ne de  ángeles,_y  las  de  sus  sirvientas  de  perros,  y  quie- 
ren ser  ailoradas  dellas,  y  no  acordarse  dellas  si  son  nas- 
cidas ;  y  si  se  quebrantan  en  su  servicio,  y  si  pasan  sin 
sueño  las  noches  y  si  están  ante  ellas  de  rodillas  los  dias, 
lodo  les  parece  que  es  poco  y  nada  para  lo  que  se  les 
debo,  o  ellas  presumen  que  se  les  ha  de  deber.  En  lo 
cual,  demás  de  lo  mucho  que  ofenden  á  Dios,  hacen  su 
vida  mas  miserable  de  lo  que  ella  se  es,  ponjue  se  ha- 
cen aborrescibles  á  los  suyos,  que  es  una  cncarescida 
miseria;  ponjue  ninguna  enemistad  es  buena,  y  la  do 
los  criados,  que  viven  dentro  del  seno  de  los  amos  y 
saben  los  secretos  de  casa  y  son  sus  ojos ,  y  aunque  les 
pese,  de  su  vida  testigos,  es  peligrosa  y  pestilencia!.  Y 
de  aquí  ordinariamente  salen  las  chismerías  y  los  testi- 
monios falsos,  y  las  mas  veces  los  verdaderos.  Y  esta  es 
la  causa  por  donde  muchos  hallan,  cuando  no  piensan, 
las  plazas  IIímkis  do  sus  secretos.  Y  como  es  peligrosa 
desventura  hacer  de  los  criados  fieles,  crueles  enemi- 
gos con  no  debiiloá  tratamientos;  así  el  Irulurlos  biea 
(e)  I,  Ad  liniülti.,  cap.  ii,  v.  8. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


229 


es,  no  solo  seguriiinrl,  sino  honra  y  buen  nombre.  Por- 
que lian  de  entender  los  señores  que  son  como  parte 
de  su  cuerpo  sus  gentes,  y  que  es  como  un  compuesto 
su  casa,  adonde  ellos  son  la  cabeza,  y  la  familia  los  miem- 
bro?, y  que  por  el  mismo  caso  que  los  tratan  bien,  tra 
tan  bien  y  honradamente  á  su  misma  persona.  Y  com.! 
se  honran  de  que  en  sus  facciones  y  disposición  no  ha- 
ya ni  miembro  torcido  ni  figura  que  desagrade,  y  co- 
mo les  añaden  á  todos  sus  miembros  cuanto  es  en  sí 
hermosura  y  los  procuran  vestir  con  debido  color ;  así 
se  han  de  preciar  de  que  en  toda  su  gente  relumbre, 
su  mucha  liberalidad  y  bondad.  Por  manera  que  los  de 
su  casa,  ni  estén  en  ella  faltos,  ni  salgan  della  quejo- 
sos. Conoscí  yo  en  aqueste  reino  una  señora,  que  es 
muerta,  ó  por  mejor  decir,  que  vive  en  el  cielo,  que  del 
caballo  troyano  que  dicen ,  no  salieron  tantos  hombres 
valerosos ,  como  de  su  casa  sirvientas  suyas  doncellas 
y  otras  mujeres  remediadas  y  honradas.  A  la  cual,  como 
le  acontesclese  echar  de  su  casa,  por  razón  de  un  des- 
concierto, á  una  criada  suya  no  tan  bien  remediada  co- 
mo las  demás,  la  oí  decir  muchas  veces  que  no  se  po- 
día consolar  cuando  pensaba  que  de  las  personas  que 
Dios  le  había  dado,  que  así  lo  decía,  había  salido  una  de 
su  casa  con  desgracia  y  poco  remedio.  Y  yo  sé  que  en 
esta  bondad  gastaba  muy  grandes  snmas,  y  que  hacien- 
do estos  gastos  y  otros  de  semejantes  virtudes ,  no  solo 
conservó  y  sustentó  los  mayorazgos  de  sus  hijos,  que 
estaban  en  su  tutoría,  y  les  venían  de  muchos  abuelos 
de  antigua  nobleza,  sino  que  también  los  acresoenló  é 
ilustró  con  nuevos  y  ricos  vínculos;  y  así  era  bendita 
de  todos.  Deben  pues  amar  esta  bendición  las  mujeres 
de  honra ,  y  si  quieren  ellas  ser  estimadas  y  amadas, 
aqueste  es  camino  muy  cierto.  Y  no  quiero  decir  que 
todo  ha  de  ser  blandura  y  regalo;  que  bien  vemos  que 
la  buena  orden  pide  algunas  veces  severidad;  mas,  por- 
que lo  ordinario  es  pecar  los  amos  en  esto ,  que  es  ser 
descuidados  en  lo  que  toca  al  buen  tratamiento  de  los 
que  los  sirven,  por  eso  hablamos  dello,  y  no  hablamos  de 
cómo  los  han  de  ocup^,  de  que  ellos  se  tienen  cuida- 
do. Sigúese  ; 

§.  KII. 

De  cómo  el  traje  y  manera  de  vestir  de  la  perfecta  casada  ha  de 
ser  conforme  á  lo  que  pide  la  honestidad  y  la  razón.  Aféase  el 
uso  de  los  afeites,  y  condénanse  las  galas  y  atavíos,  no  solo  con 
razones  turnadas  de  la  misma  naturaleza  de  las  cosas,  sino  tam- 
bién con  dichos  y  sentencias  de  los  padres  de  la  Iglesia  y  au- 
toridades de  la  Sagrada  Escritura. 

Hizo  para  si  adererezos  de  cama,  holandc^  y  púrpura 
es  su  vestido  (a). 

Porque  había  hablado  de  la  piedad  que  deben  las  bue- 
nas casadas  al  pobre,  y  del  cuidado  que  deben  á  la  bue- 
na provisión  de  su  gente,  trata  ahora  del  tratamiento 
y  buen  aderezo  de  sus  mismas  personas.  Y  llega  hasta 
aquí  la  clemencia  de  Dios  y  la  dulce  manera  de  su  pro- 
videncia y  gobierno,  que  desciende  á  tratar  de  su  ves- 
tido de  la  casada,  y  cómo  ha  de  aderezar  y  asear  su  per- 
sona, y  condescendiendo  en  algo  con  su  natural,  aun- 
que no  le  place  el  exceso,  tampoco  se  agrada  del  des- 
aliño y  mal  aseo,  y  así  dice :  «Púrpura  y  holanda  es  su 

{a)  Ycrs.  22, 


vestido. »  Que  es  decir  que  desta  casada  perfecta  es 
parte  también  no  ser  en  el  tratamiento  de  su  persona 
alguna  desaliñada  y  remendada ,  sino  que,  como  ha  de 
ser  en  la  administración  de  la  hacienda  granjera,  y  con 
los  pobres  piadosa,  y  con  su  gente  no  escasa;  asi  por  la 
misma  forma  á  su  persona  la  ha  de  traer  limpia  y  bien 
tracada ,  aderezándola  honestamente  en  la  manera  que 
<u  estado  lo  pide,  y  trayéndose  conforme  á  su  cualidad, 
así  en  lo  ordinario  como  en  lo  extraordinario  taml/ien. 
Porque  la  que  con  su  buen  concierto  y  gobierno  da  luz 
y  resplandor  á  los  demás  de  su  casa,  que  ella  ande  des- 
lucida en  sí,  ninguna  razón  lo  permite.  Pero  es  de  sa- 
ber por  qué  causa  la  vistió  Salomón  de  holanda  y  de 
ptirpura,  que  son  las  cosas  de  que  en  la  ley  vieja  se  ha- 
cía la  vestidura  del  gran  Sacerdote  (6);  porque  sin  duda 
tiene  en  sí  algún  grande  misterio.  Pues  digo  que  quie- 
re Dios  declarar  en  esto  á  las  buenas  mujeres  que  no 
pongan  en  su  persona  sino  lo  que  se  puede  poner  ea 
el  altar,  esto  es,  que  todo  su  vestido  y  aderezo  sea  san- 
to, así  en  la  intención  con  que  se  pone  como  en  la  tem- 
planza con  que  se  hace.  Y  ¿íceles  que  quien  les  ha  de 
vestir  el  cuerpo  no  ha  de  ser  el  pensamiento  liviano, 
sino  el  buen  concierto  de  la  razón ;  y  de  la  compostura 
secreta  del  ániíuo  ha  de  nascer  el  buen  traje  exterior, 
y  que  este  traje  no  se  ha  de  cortar  á  la  medida  del  an- 
tojo ó  del  uso  vituperable  y  mundano,  sino  conforme  á 
lo  que  pide  la  honestidad  y  la  vergüenza.  Así  que,  se- 
ñala aquí  Dios  vestido  santo ,  para  condenar  lo  profano. 
Dice  ptirpura  y  holanda,  mas  no  dice  los  bordados  que 
se  usan  ahora,  ni  los  recamados  ni  el  oro  tirado  en  hilos 
delgado.  Dice  vestidos,  mas  no  dice  diamantes  nirubíes. 
Pone  lo  que  se  puede  tejer  y  labrar  en  casa,  pero  no  las 
perlas  que  se  asconden  en  el  abismo  del  mar.  Concede 
ropas,  pero  no  permite  rizos  ni  encrespes  ni  afeites.  El 
cuerpo  se  vista,  pero  la  cabeza  no  se  desgreñe  ni  se  en- 
crespe en  pronóstico  de  su  grande  miseria.  Y  porque 
en  esto,  y  señaladamente  en  los  afeites  del  rostro,  hay 
grande  exceso  aun  en  las  mujeres,  que  en  lo  demás  son 
honestas;  y  porque  es  aqueste  su  propio  lugar,  bien  se- 
rá que  digamos  algo  dellos  aquí.  Aunque ,  sí  va  á  decir 
la  verdad,  yo  confieso  á  vuestra  merced  que  lo  que  me 
convida  á  tratar  desto,  que  es  el  exceso,  eso  mismo  me 
pone  miedo.  Porque,  ¿quién  no  temerá  de  oponerse 
contra  una  cosa  tan  recibida?  O  ¿quién  tendrá  ánimo 
para  osar  persuadirles]á  las  mujeres  á  que  quieran  pa- 
recer lo  que  son?  O  ¿qué  razón  sanará  la  ponzoña  del 
solítuan?  Y  no  solo  es  díticultoso  este  tratado,  pero  es 
peligroso  también ;  porque  luego  aborrescen  á  quien  es- 
to les  quita.  Y  así  querer  ahora  quitárselo  yo,  será  des- 
pertar contra  mí  un  escuadrón  de  enemigos.  Mas  ¿qué 
les  va  en  que  yo  las  condene,  pues  tienen  tantos  otros 
que  las  absuelven?  Y  si  aiuan  aquellos  que,  condescen- 
diendo con  su  gusto  dellas,  las  dejan  asquerosas  y  feas, 
muy  mas  justo  es  que  siquiera  no  me  aborrezcan  á  mí, 
sino  que  me  oigan  con  igualdad  y  atención;  que  cuanto 
ahora  en  estoles  quiero  decir,  será  solamente  enseñarles 
quesean  hermosas,  que  es  lo  que  principalmente  desean. 
Porque  yo  no  les  quiero  tratar  del  pecado  que  algunos 
hallan  y  ponen  en  el  afeite,  sino  solamente  quiero  dár- 
selo á  conocer,  demonstrándoles  que  es  un  fullero  en- 

{b)  ExQd,,  cap.  28,  v..C,7.. 


230  OBRAS  DE  FRAY 

gaHoso,  qiiG  les  da  al  revés  de  aquello  que  les  promete,  • 
y  que  coino  en  un  juego  que  hacen  !o3  niños,  así  él,  di-  i 
ciendo  que  las  pinta,  las  burla  y  entizna ,  para  que,  i 
conocido  por  tal ,  hagan  justicia  del  y  le  saquen  á  la  ■ 
vergüenza  con  todas  sus  redoiniilas  al  cuello.  Pues  yo  I 
no  puedo  pensar  que  ninguna  viva  en  este  caso  tan  •. 
engañada,  que  ya  que  tenga  por  hermoso  el  afeilc,á  lo  j 
menos  no  conozca  que  es  sucio,  y  que  no  se  lave  las  ma-  j 
nos  con  que  lo  ha  tratado  antes  que  coma.  Porque  los 
material ?^  del,  los  mas  son  asquerosos;  y  la  mezcla  de 
cosas  tan  diferentes  como  son  las  que  casan  para  este 
adulterio,  es  madre  de  muy  mal  olor,  lo  cual  saben  bien 
las  arquillas  que  guardan  este  tesoro  y  las  redomas  y 
las  demás  alhajas  del.  Y  si  no  es  suciedad,  ¿por  qué,  ve- 
nida la  noche,  se  le  quitan  y  se  lavan  la  cara  con  dili- 
gencia, y  ya  que  han  servido  al  engaño  del  dia,  quieren 
pasar  siquiera  la  noche  limpias?  Mas  ¿para  qué  son  ra- 
zones? Pues  cuando  nos  lo  negasen,  á  las  que  nos  lo  ne- 
gasen les  podríamos  mostrar  á  los  ojos  sus  dientes  mis- 
mos y  sus  encías  negras  y  mas  sucias  que  un  muladar, 
con  las  reliquias  que  en  ellas  ha  dejado  el  afeite.  Y  si 
las  pone  sucias,  como  de  hecho  las  pone,  ¿cómo  se  pue- 
den persuadir  que  las  hace  hermosas?  ¿No  es  la  lim- 
pieza el  fundamento  de  la  hermosura,  y  la  primera  y 
mayor  parle  dolía?  La  hermosura  allega  y  convida  á  sí, 
y  la  suciedad  aparta  y  ahuyenta.  Luego  ¿como  podrán 
caber  en  uno  lo  hermoso  y  lo  sucio?  ¿Por  ventura  no 
es  obra  propia  de  la  belleza,  parecer  bien  y  hacer  de- 
leite en  los  ojos?  Pues  ¿qué  ojos  hay  tan  ciegos  ó  tan 
botos  de  vista,  que  no  pasen  con  ella  la  tela  del  sobre- 
puesto ,  y  que  no  cotejen  con  lo  encubierto  lo  que  se 
descubre,  y  que  viendo  lo  mal  que  dicen  entre  sí  mis- 
mos, no  se  ofendan  con  la  desproporción?  Y  no  es  me- 
nester que  los  ojos  traspasen  este  velo,  porque  él  de  sí 
mismo,  en  cobrando  un  poco  de  calor  el  cuerpo,  se  tras- 
luce; y  descúbrese  por  entre  lo  blanco  un  escuro  y  ver- 
dinegro, y  un  entre  azul  y  morado ;  y  matízase  el  rostro 
todo,  y  señaladamente  las  cuencas  de  los  bellísimos  ojos, 
con  una  variedad  de  colores  feísimos ;  y  aun  corren  á 
las  veces  derretidas  las  gotas,  y  aran  con  sus  arroyos 
la  cara.  Mas  si  dicen  que  acontece  esto  á  las  que  no  son 
buenas  maestras ,  yo  digo  que  ninguna  lo  es  tan  bue- 
na, que  si  ya  engañare  los  ojos,  pueda  engañar  las  na- 
rices. Porque  el  olor  de  los  adobtos  (a),  por  mas  que  se 
perfinnen,  va  delante  dellas,  pregonando  y  diciendo  que 
no  es  oro  lo  que  reluce,  y  que  todo  es  asco  y  engaño,  y 
va  como  con  la  mano  desviando  la  gente  en  cuanto 
pasa  la  que  yo  no  quiero  nombrar.  Tomen  mi  consejo 
las  que  son  perdidas  por  esto,  y  hagan  máscaras  do  bue- 
nas figuras  y  pónganselas;  y  el  barniz  pinte  el  lienzo,  y 
no  el  cuerpo,  y  sacarán  mil  provechos.  Lo  uim,  que  ya 
((ue  les  agrada  ser  falsas  hermosas,  quedarán  á  lo  me- 
nos limpias.  Lo  otro,  que  no  lemoriiii  que  las  desafei- 
te ni  el  sol  ni  el  polvo  ni  el  aire.  Y  lo  último,  con  este 
aríificio  podrán  encubrir,  no  solo  el  color  escuro,  sino 
también  las  facciones  malas.  Porque  cierta  cosa  es  que 
la  hermosura  no  consiste  tanto  en  el  escogido  color, 
cuanto  en  que  las  facciones  sean  bien  figuradas  cada 
una  por  sí,  y  todas  entre  sí  mismas  proporcionadas.  Y 
claro  es  que  el  afeite,  ya  que  haga  engaño  en  la  color, 
(o)  Vuz  aulicuada  ;  ahora  adobos. 


LUIS  DE  LEÓN. 

pero  no  puede  en  las  figuran  poner  enmienda,  que  ni 
ensancha  la  frente  angosta,  ni  los  ojos  pequeños  los  en- 
grandece, ni  corrige  la  boca  desbaratada.  Pero  dicen 
que  vale  mucho  el  buen  color.  Yo  pregunto,  ¿á  quién 
vale?  Porque  las  de  buenas  figuras,  aunque  sean  more- 
nas, son  hermosas,  y  no  sé  si  mas  hermosas  que  siendo 
blancas;  las  de  malas,  aunque  se  transformen  en  nieve, 
al  lin  quedan  feas,  mas  dirán  que  menos  feas,  yo  digo 
que  mas;  porque  antes  del  barniz, si  eran  feas  estaban 
limpias,  mas  después  del  quedan  feas  y  sucias,  que  es 
la  mas  aborrecible  fealdad  de  todas.  Pero  valga  mucho 
el  buen  color,  si  de  veras  es  buen  color ;  mas  este  ni  es 
buen  color  ni  casi  lo  es,  sino  un  engaño  de  color  (jue 
todos  lo  conocen ,  y  una  postura  que  por  momentos  se 
cae,  y  un  asco  que  á  todos  ofende,  y  una  burla  que  pro- 
mete uno  y  da  otro,  y  que  afea  y  ensucia.  ¿Qué  locura 
es  poner  nombre  de  bien  á  lo  que  es  mal ,  y  trabajarse 
en  su  daño  y  buscar  con  su  tormento  ser  aborrecidas, 
que  es  lo  que  mas  aborrecen  ?  Que  es  el  fin  del  adere- 
zo y  de  la  cura  del  rostro,  sino  el  parecer  bien  y  agra- 
dar á  los  miradores?  Pues  ¿quién  es  tan  falto,  que  des- 
los  adobíos  se  agrade?  O  ¿quién  hay  que  no  los  con- 
dene? Quién  es  tan  necio  (lue  quiera  ser  engañado,  ó 
tan  boto  que  ya  no  conozca  este  engaño?  O  ¿(}uién  es 
tan  ajeno  de  razón,  que  juzgue  por  hermosura  del  ros- 
tro lo  que  claramente  ve  que  no  es  del  rostro,  lo  que  ve 
que  es  sobrepuesto,  añadido  y  ajeno?  Querría  yo  saber 
(lestas  mendiganlas  hermosas,  si  tendrían  por  liermo>a 
'a  mano  que  tuviese  seis  dedos.  ¿Por  ventura  no  la 
hurtarían  á  los  ojos?  No  harían  alguna  invención  de 
guante  para  encubrir  aquel  dedo  añadido?  Pues  ¿tie- 
nen por  feo  en  la  mano  un  dedo  mas,  y  pueden  creer 
que  tres  dedos  de  enjundia  sobre  el  rostro  les  es  her- 
moso? Todas  las  cosas  tienen  una  natural  tasa  y  medi- 
da, y  la  buena  disposición  y  parecer  dellas  consisle  en 
estar  justas  en  esto ;  y  si  dello  les  falla  ó  sobra  algo,  eso 
es  fealdad  y  torpeza;  de  donde  se  concluye  que  estas 
de  quien  bablíuiios,  añadiendo  posturas  y  excediendo  lo 
natural,  en  caso  que  fuesen  hermosas,  se  tornan  feas  con 
sus  mismas  manos.  Bien  y  prudentemente  aconseja, 
acerca  de  un  poela antiguo  (6),  un  padre  á  su  hija  y  le 
dice:  «No  tengas,  hija,  afición  con  los  oros,  ni  rodees 
tu  cuello  con  perlas  ó  con  jacintos,  con  que  las  de  po- 
co saber  se  desvanecen ;  ninguna  necesidad  tienes  des- 
te  vano  ornamento;  ni  tampoco  te  mires  al  espejo  parí 
componerte  la  cara,  ni  con  diversas  maneras  de  lazos 
enlaces  tus  cabellos,  ni  te  alcoholes  con  negro  los  ojos, 
ni  te  colores  las  mejillas ,  que  la  naturaleza  no  fué  es- 
casa con  las  mujeres,  ni  les  dio  cuer|io  menos  hermoso 
de  lo  que  se  les  debe  ó  conviene. »  Pues  ¿qué  diremos 
del  mal  del  engañar  y  fingir,  á  que  se  hacen,  y  como  en 
cierta  manera  se  ensayan  y  acostumbran  en  esto?  Aun- 
que esta  razón  no  es  tanto  para  que  las  mujeres  se  per- 
suadan que  es  malo  afeitarse,  cuanto  para  que  los  ma- 
ridos conozcan  cuan  obligados  están  á  no  consentir  que 
se  afeiten.  Porque  han  de  entender  que  allí  comienzan 
á  mosirárseles  otras  de  lo  que  son  ,  y  á  encubrirles  la 
verdad,  y  allí  comienzan  á  tentarles  la  condición  y  ha- 
cerlos al  engaño,  y  como  los  hallaren  pacientes  en  esto, 
así  subirán  á  engaños  mayores.  Bien  dice  ArislóLeles 
(A)  Nauíiiacli.  aiiuJ  SlubaiHim  ,  sorni.  Lxxiv. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


231 


on  este  mismo  propósito  (a),  qne  «como  en  la  vida  y 
coslumbres  la  mujer  con  el  marido  ha  de  andar  senci- 
lla y  sin  engaño,  así  en  el  rostro  y  en  los  aderezos  del 
lia  de  ser  pura  y  sin  afeite  ».  Porque  la  buena  en  nin- 
guna cosa  lia  de  engañar  á  aquel  con  quien  vive,  si  quie- 
re conservar  el  amor,  cuyo  fundamento  es  la  caridad  y 
la  verdad,  y  el  no  encubrirse  los  que  se  aman  en  nada. 
Que,  así  como  no  es  posible  mezclarse  dos  aguas  oloro- 
sas mientras  están  en  sus  redomas  cada  una;  así  en 
tanto  que  la  mujer  cierra  el  ánimo  con  la  encubierta 
del  fingimiento,  y  con  la  postura  y  afeites  asconde  el 
rostro,  entre  su  marido  y  ella  no  se  puede  mezclar 
amor  verdadero.  Porque  si  damos  caso  que  el  marido 
la  ama  así,  claro  es  que  no  ama  á  ella  en  este  caso,  sino 
á  la  máscara  pintada  que  se  parece,  y  es  como  si  amase 
en  la  farsa  al  que  representa  una  doncella  hermosa.  Y 
por  otra  parte,  ella,  viéndose  amada  desta  manera,  por 
el  mismo  caso  no  le  ama  á  él ,  antes  comienza  á  tener 
en  poco,  y  en  el  corazón  se  rie  del  y  le  desprecia,  y  co- 
noce cuan  fácil  es  engañarle,  y  al  fin  le  engaña  y  le  car- 
ga. Y  esto  es  muy  digno  de  considerar,  y  mas  lo  que  se 
sigue  tras  esto ,  que  es  el  daño  de  la  conciencia  y  la 
ofensa  de  Dios.  Que  aunque  prometí  no  tratarlo,  pero 
al  fin  la  conciencia  me  obliga  á  quebrantar  lo  que  pu- 
se. Y  no  les  diga  nadie,  ni  ellas  se  lo  persuadan  á  sí, 
que  ó  no  es  pecado  ó  es  muy  ligero  pecado ,  porque  es 
muy  al  revés ;  ca  (6)  él  es  pecado  grave  en  sí,  y  que  de- 
más desto  anda  acompañado  de  otros  muchos  pecados, 
unos  que  nacen  del,  y  otros  de  donde  él  nace.  Porque 
dejando  aparte  el  agravio  que  hacen  á  su  mismo  cuerpo, 
que  no  es  suyo,  sino  del  Espíritu  Santo,  que  le  consa- 
gró para  sí  en  el  bautismo,  y  que  por  la  misma  causa 
ha  de  ser  tratado  como  templo  santo  con  lionra  y  respe- 
to; así  que,  aunque  pasemos  callando  por  este  agravio 
que  hacen  á  sus  miembros,  atormentándolos  y  ensu- 
ciándolos en  diferentes  maneras ,  y  aunque  no  diga- 
mos la  injuria  que  hacen  á  quien  las  crió,  haciendo 
enmienda  en  su  obra  y  como  reprehendiendo,  ó  á  lo  me- 
nos no  admitiendo  su  acuerdo  y  consejo  (porque  sabida 
cosa  es  que  lo  que  hace  Dios,  ó  feo  ó  hermoso,  es  á  fin 
de  nuestro  bien  y  salud) ;  así  que,  aunque  callemos  esto 
que  las  condena,  el  fin  que  ellas  tienen  y  lo  que  las 
mueve  é  incita  á  este  oficio,  por  mas  que  ellas  lo  doren 
y  apuren,  ni  se  pueda  apurar  ni  callar.  Porque,  pregun- 
to, ¿porqué  la  casada  quiere  ser  mas  hermosa  délo  que 
su  marido  quiere  que  sea?  Qué  pretende  afeitándose 
á  su  pesar?  Qué  ardor  es  aquel  que  le  menea  las  ma- 
nos para  acicalar  (c)  el  cuerpo  como  arnés,  y  poner  en 
srco  las  cejas?  ¿Adonde  amenaza  aquel  arco?  y  aquel 
resplandor  ¿á  quién  ciega?  El  colorado  y  el  blanco,  y  el 
rubio  y  dorado,  aquella  artillería  toda  ¿qué pide?  qué 
desea?  qué  bocea?  No  pregunta  sin  causa  el  cantarcillo 
común  ni  es  mas  castellano  que  verdadero :  «¿Para  qué 
se  afeita  la  mujer  casada?»  Y  torna  á  la  pregunta  y  re- 
pite la  tercera  vez  preguntando:  «¿Para  qué  se  afeita? 
Porque,  si  va  á  decir  la  verdad,  la  respuesta  de  aquel 
para  qué,  es  amor  propio  desordenadísimo ;  apetito  in- 

(fl)  Lib.  1  De  cura  rei  familiaris ,  cap.  i. 
{b]  Lo  mismo  que  porque.  Es  voz  del  uso  antiguo. 
(C)  Acicalar  vale  tanto,  por  metáfora,  como  afeitar,  6  bjcer 
tersa  y  reluc^nto  alguna  cosa. 


saciable  de  vana  excelencia,  codicia  fea,  deshone  Uidad 
arraigada  en  el  corazón,  adulterio,  ramería,  delito  que 
jamás  cesa.  ¿Qué  pensáis  las  mujeres  que  es  afeitaros? 
Traer  pintado  en  el  rostro  vuestro  deseo  feo.  Mas  no 
todas  las  que  os  afeitáis  deseáis  mal.  Cortesía  es  creerlo. 
Pero  si  con  la  tez  del  afeite  no  descubrís  vuestro  mal 
deseo,  á  lo  menos  despertáis  el  ajeno.  De  manera  que 
con  esas  posturas  sucias,  ó  publicáis  vuestra  sucia  áni- 
ma, ó  ensuciáis  las  de  aquellos  que  os  miran.  Y  todo 
es  ofensa  de  Dios.  Aunque  no  sé  yo  qué  ojos  miran,  quo 
si  bien  os  miran ,  no  os  aborrezcan ,  ó  asco  ó  hedor  ó 
torpeza.  Mas  ¡  qué  bravo !  diréis  algunas.  No  estoy  bra- 
vo, sino  verdadero.  Y  si  tales  son  los  padres  de  quien 
aqueste  desatino  nace,  ¿cuáles  serán  los  frutos  que  del 
proceden,  sino  enojos  y  guerra  continua,  y  sospechas 
mortales  y  lazos  de  perdidos,  y  peligros  y  caídas,  y  es- 
cándalos y  muerte  y  asolamiento  miserable?  Y  si  to- 
davía os  parezco  muy  bravo,  oid  ya,  no  á  mí,  sino  á  saa 
Cipriano,  las  que  lo  decís,  el  cual  dice  desta  manera  {d): 
«En  este  lugar  el  temor  que  debo  á  Dios,  y  el  amor 
de  la  caridad,  que  me  junta  con  todos,  me  obliga  á  que 
avise  no  solo  á  las  vírgenes  y  á  las  viudas,  sino  á  las  ca- 
sadas también,  y  universalmenle  á  todas  las  mujeres, 
que  en  ninguna  manera  conviene  ni  es  lícito  adulte- 
rar la  obra  de  Dios  y  su  hechura ,  añadiéndole  ó  color 
rojo  ó  alcohol  negro  ó  arrebol  colorado,  ó  cualquiera 
otra  compostura  que  mude  ó  corrompa  las  figuras  na- 
turales. Dice  Dios  (c)_:  Hagamos  al  hombre  á  la  imagen 
y  semejanza  nuestra,  ¿y  osa  alguna  mudar  en  otra  fi- 
gura lo  que  Dios  hizo?  Las  manos  ponen  en  el  mismo 
Dios  cuando  lo  que  él  formó  lo  procuran  ellas  refor- 
mar y  desfigurar.  Como  si  no  supiesen  que  es  obra  de 
Dios  todo  lo  que  nace,  y  del  demonio  todo  lo  que  se  mu- 
da de  su  natural.  Si  algún  grande  pintor  retratase  con 
colores  que  llegasen  á  lo  verdadero  las  facciones  y  ros- 
tro dealguno,  con  toda  la  demás  disposición  de  su  cuer- 
po, y  acabado  ya  y  perficionado  el  relralo,  otro  quisiese 
poner  las  manos  en  él ,  presumiendo  de  mas  maestro, 
para  reformar  lo  que  ya  estaba  formado  y  pintado,  ¿pa- 
receos que  tendría  el  primero  justa  y  grave  causa  para 
indignarse?  Pues  ¿piensas  tú  no  ser  castigada  por  una 
osadía  de  tan  malvada  locura,  por  la  ofensa  que  Iiaces 
al  divino  Artífice?  Porque,  dado  caso  que  por  la  alcahue- 
tería de  los  afeites  no  vengas  á  ser  con  los  hombres 
deshonesta  y  adúltera,  habiendo  corrompido  y  violado 
lo  que  hizo  en  tí  Dios,  convencida  quedas  de  peor  adul- 
terio. Eso  que  pretendes  hermosearte,  eso  que  procu- 
ras adornarte,  conlradicion  es  que  haces  contra  la  obra 
de  Dios,  y  traición  contra  la  verdad.  Dice  el  Apóstol  (/"), 
amonestándonos  ¡-^Desechad  la  levadura  vieja,  para 
que  seáis  nueva  masa,  así  como  sois  sin  levadura,  por- 
que nuestra  pascua  es  Cristo  sacrificado.  Asi  que,  cele- 
bremos la  fiesta,  no  con  la  levadura  vieja  ni  con  la  le- 
vadura de  la  malicia  y  de  tacañería,  sino  con  la  pureza 
de  sencillez  y  verdad.— ¿Por  ventura  guardas  esta  sen- 
cillez y  verdad  cuando  ensucias  lo  sencillo  con  adul- 
terinos colores,  y  mudas  en  mentira  lo  verdadero  con 
posturas  de  afeites?  Tu  Sefior  dice  {g)  que— no  llenes 

{(l)  Lib.  De  disciplina  et  hahilum  Virginum. 

(e)  Genes.,  cap.  A,  v.  26.    if)  i,M  corialh.,  cap,  b,  v.  7,  8. 

(g)  Umh;  cap,  5,  V.  36. 


232  OBRAS  DE  FRAY 

poder  para  tornar  blanco  ó  negro  uno  de  liis  cabellos; 
y  tú  pretendes  ser  mas  poderosa,  por  sobrepujar  lo 
que  tu  Señor  tiene  diclio ,  con  pretensión  osada  y  con 
sacrilego  menosprecio.  Enrojas  tus  cabellos ,  y  en  mal 
agüero  de  lo  que  te  está  por  venir  les  comienzas  á  dar 
color  semejante  al  del  fuego,  y  pecas  con  grave  maldad 
en  tu  cabeza ,  esto  es ,  en  la  parte  mas  principal  de  tu 
cuerpo,  y  como  del  Señor  esté  escrito  (a)  que  —  su  ca- 
beza y  sus  cabellos  eran  blancos  como  la  nieve,— tú 
maldices  lo  cano  y  abominas  lo  blanco ,  que  es  seme- 
jante á  la  cabeza  de  Dios.  Ruégote,  la  que  esto  liaces, 
¿no  temes  en  el  dia  de  la  resurrección,  cuando  venga, 
que  el  Artífice  que  te  crió  no  te  reconozca ;  que  cuando 
llegues  á  pedirle  sus  promesas  y  premios,  te  descebe, 
aparte  y  excluya;  que  te  diga  con  fuerza  y  severidad  de 
juez  :  Esta  obra  no  es  mia,  ni  es  la  nuestra  esta  imagen; 
ensuciaste  la  tez  con  falsa  postura ,  demudaste  el  cabe- 
llo con  deslionesto  color,  luciste  guerra  y  venciste  á  tu 
cara,  con  la  mentira  corrompiste  tu  rostro,  tu  figura  no 
es  esa?  No  podrás  ver  á  Dios,  pues  no  traes  los  ojos  que 
Dios  hizo  en  tí,  sino  los  que  le  inficionó  el  demonio;  tú 
le  has  seguido,  los  ojos  pintados  y  relumbrantes  de  la 
ser  i  lente  has  en  tí  remedado;  figuraste  del  y  arderás 
juntamente  con  él. «  Hasta  aquí  son  palabras  de  san  Ci- 
priano. Y  san  Ambrosio  (6)  habla  no  menos  agrámente 
que  él,  y  dice  así :  «De  aquí  nace  aquello  que  es  via  é 
incentivo  de  vicios,  que  las  mujeres,  temiendo  desagra- 
dar á  los  hombres,  se  pintan  las  caras  con  colores  aje- 
nos, y  en  el  adulterio  que  hacen  de  su  cara,  se  ensa- 
yan para  el  adulterio  que  desean  hacer  de  su  persona. 
Mas  ¿qué  locura  aquesta  tan  grande,  desechar  el  rostro 
natural  y  buscar  el  pintado?  Y  mientras  temen  de  ser 
condenadas  de  sus  maridos  por  feas,  condenarse  por  ta- 
les ellas  á  sí  mismas ;  porque  la  que  procura  mudar  el 
rostro  con  que  nació,  por  el  mismo  caso  da  sentencia 
ella  contra  sí  y  lo  condena  por  feo;  y  mientras  procura 
agradar  á  los  otros,  ella  misma  á  sí  se  desagrada  pri- 
mero. Di,  mujer,  ¿qué  mejor  juez  de  tu  fealdad  podemos 
hallar  que  á  tí  misma,  pues  temes  ser  vista  cual  eres? 
Si  eres  hermosa,  ¿por  qué  con  el  afeite  te  encubres? 
Si  fea  y  disforme,  ¿por  qué  te  nos  mientes  hermosa, 
pues  ni  le  engañas  á  ti,  ni  del  engaño  ajeno  sacas  fru- 
to? Porque  el  otro  en  tí  afeitada ,  no  ama  á  tí,  sino  á 
otra,  y  tú  no  quieres  como  otra  ser  amada.  Enseñaste 
en  tí  á  ser  adúltero,  y  sí  pone  en  otra  su  amor,  recibes 
pena  y  enojo.  Mala  maestra  eres  contra  tí  misma.  Mas 
tolerable  en  parte  es  ser  adúltera  que  andar  afeitada ; 
porque  allí  se  corrompe  la  castidad  y  aquí  la  misma  na- 
turaleza. »  Estas  son  palabras  de  san  Ambrosio.  Pero 
entre  todos,  san  Clomeute  Alejandrino  es  el  que  escribe 
mas  extendídamcntc ,  diciendo  (c) :  «Las  que  hermo- 
sean lo  que  se  descubre,  y  lo  que  está  secreto  lo  afean, 
no  miran  que  son  como  las  composturas  de  los  egipcios, 
los  cuales  adornan  las  entradas  de  sus  templos  con  ar- 
boledas, y  ciñen  sus  portales  con  muchas  columnas  ;  y 
edifican  los  muros  dellos  con  piedras  peregrinas,  y  los 
pintan  con  escogidas  pinturas ,  y  los  mismos  templos 
los  hermosean  con  plata  y  con  mármoles  Iraidos  desde 

(o)  Apocalyp.,  cap.  1,  v.  14. 

{b,  Lib.  1  De  tir¡jinibus,  ad  Marccllinsiü  syrürcu). 

(C)  Ub,  III.  rcJvjf.,  cap.  2, 


LUIS  DE  LEÓN. 

Etiopia.  Y  los  sagrarios  de  los  templos  los  cubren  con 
planchas  de  oro;  mas  en  lo  secreto  dellos,  si  alguno  pe- 
netrare allá,  y  si  con  priesa  de  ver  lo  escondido,  busca- 
re la  imagen  del  Dios  que  en  ellos  mora,  y  si  la  guarda 
dellos  ó  alguno  otro  sacerdote  con  vista  grave,  y  can- 
tando primero  algún  himno  en  su  lengua,  y  descubrien- 
do un  [lOCO  del  velo,  le  mostraré  la  imagen,  es  cosa  de 
grandísima  risa  ver  lo  que  adoran;  porque  no  hallaréis 
en  ellos  algún  Dios  como  esperábades ,  sino  un  gato  ó 
un  crocodilo,  ó  alguna  sierpe  de  las  de  la  tierra,  ó  otro 
animal  semejante,  no  digno  de  templo,  sino  dignísimo 
de  cueva  ó  de  escondrijo  ó  de  cieno,  que  como  un  poe- 
ta antiguo  les  dijo  {d) : 

Son  fieras  sobre  púrpura  asentadas 
Los  dioses  á  quien  sirven  los  gitanos. 

»Talss  pues  me  parecen  á  mí  las  mujeres  que  se  vis- 
ten de  oro  y  se  componen  los  rizos ,  y  se  untan  laí 
mejillas  y  se  pintan  los  ojos  y  se  tiñen  los  cabellos,  y 
que  ponen  toda  su  mala  arte  en  este  aderezo  muelle  y 
demasiado,  y  que  adornan  este  muro  de  carne,  y  ha- 
cen verdaderamente  como  en  Egipto,  para  atraer  á  sí 
á  los  desventurados  amantes.  Porque  si  alguno  levan- 
tase el  velo  del  templo ,  digo ,  si  apartase  las  tocas ,  la 
tintura,  el  bordado,  el  oro,  el  afeite,  esto  es,  el  velo 
y  la  cobertura  compuesta  de  todas  aquestas  cosas ,  por 
ver  si  hallaría  dentro  lo  que  de  veras  es  hermoso,  abo- 
minaríalas ,  á  lo  que  yo  entiendo,  sin  duda.  Porque  no 
hallara  en  su  secreto  deltas  por  moradora ,  según  que 
era  justo ,  á  la  imagen  de  Dios ,  que  es  lo  digno  de  pre- 
cio, mas  hallara  que  en  su  lugar  ocupa  una  fornicaria 
y  una  adúltera  lo  secreto  del  alma,  y  averiguara  que  es 
verdadera  fiera ,  mona  con  albayalde  afeitada  ó  sierpe 
engañosa,  que,  tragando  lo  que  es  de  razón  en  el  hom- 
bre por  medio  del  deseo  del  vano  aplacer  ,  tienen  el  al- 
ma por  cueva ;  adonde  mezclando  toda  su  ponzoña 
mortal ,  y  rebosando  el  tóxico  de  su  engaño  y  error, 
trueca  á  la  mujer  en  ramera  aqueste  dragón  alcahuete; 
porque  el  darse  al  afeite ,  de  ramera  es ,  y  no  de  buena 
mujer,  como  claramente  se  ve;  porque  las  que  con  es- 
to tienen  cuenta,  no  la  tienen  jamás  con  sus  casas.  Su 
cuenta  es  desenlazar  las  bolsas  de  sus  maridos ,  y  el 
consumirles  las  haciendas  en  sus  vanos  antojos ,  y 
para  que  testifiquen  muchos  que  parecen  hermosas  ,  el 
ocuparse  asentadas  todos  los  días  al  arte  del  afeitaróe 
con  personas  alquiladas  á  ello.  Así  que,  procuran  de 
guisar  bien  su  carne ,  como  cosa  desabrida  y  de  mala 
vista;  y  entre  dia  por  el  afeite  se  están  deshaciendo  en 
su  casa,  con  temor  que  no  se  les  eche  ver  que  es  pos- 
tiza la  llor;  mas  venida  la  tarde,  como  de  cueva,  luego 
se  hace  afuera, aquesta  adulterada  hermosura,  á  quien 
ayuda  entonces,  para  ser  tenida  en  algo,  la  embriaguez 
y  la  falta  de  luz.  Menandro  el  jioeta  lanza  de  .'ju  casa  á 
la  mujer  que  se  enrubia ,  y  dice  : 

Vé  fuera  desta  casa  ;  que  la  buena 
Do  trata  de  liacer  rubios  los  cabellos. 

lá)  San  Clemente  Alejandrino  no  pone  esta  sentencia  como  do 
poeta  ;  y  así,  paiece  que,  por  haberla  leído  en  alguno  nuestro  au- 
tor, la  alegó  como  de  tal.  Pero  ya  que  ailadió  de  suyo  esto,  dobla 
haberle  oienclonado  para  darnos  mas  uoticia  do  una  curiosidad 
uliscivada  do  tan  pocjs  ó  ninguno. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


233 


»Y  no  dice  que  se  barnizaba  la  cara,  ni  menos  que 
se  pintaba  los  ojos.  Mas  las  miserables  no  ven  que  con 
añadir  lo  postizo  destruyen  lo  hermoso,  natural  y  pro- 
pio, y  no  ven  que  matizándose  cada  dia  ,  y  estirán- 
dose el  cuero  y  emplastándose  con  mezclas  diversas  se- 
can el  cuerpo  y  consumen  la  carne ,  y  con  el  exceso 
de  los  corrosivos  marchitan  la  flor  propia,  y  así  vie- 
nen á  tornarse  amarillas  y  á  hacerse  dispuestas  y  fá- 
ciles á  que  la  enfermedad  se  las  lleve ,  por  tener  con 
los  afeites  la  carne  que  sobrepintan  gastada ,  y  vienen 
á  deshonrar  al  Fabricador  de  los  hombres,  como  á  quien 
no  repartió  la  hermosura  como  debia ;  y  son  con  razón 
inútiles  para  cuidar  por  su  casa,  porque  son  como  co- 
sas pintadas,  asentadas  para  no  mas  de  ser  vistas,  y 
no  hechas  para  ser  caseras  cuidadosas.  Por  lo  cual, 
aquella  bien  considerada  mujer,  acerca  del  poeta  có- 
mico, dice  :— ¿Qué  hecho  podremos  hacer  las  mujeres 
que  de  precio  sea  ó  de  valor,  pues  repintándonos  y  en- 
floreciéndonos cada  dia,  borramos  de  nosotras  mismas 
la  imagen  de  las  mujeres  valerosas,  y  no  servimos  si- 
no de  trastos  de  casa  y  de  estropiezos  para  los  mari- 
dos y  de  afrenta  de  nuestros  hijos? — Y  asimismo  Antí- 
fanes,  escritor  también  de  comedias  («) ,  mofa  de  aques- 
ta perdición  de  mujeres,  poniendo  las  palabras  que 
convienen  á  lo  que  comunmente  todas  hacen,  y  dice: 
— Llega ,  pasa,  torna ,  no  se  pasa ,  viene ,  para,  lim- 
piase, revuelve,  relimpiase,  peinase,  sacúdese,  frié- 
gase, lávase ,  e.spójase ,  vístese,  almízclase,  aderézase, 
rocíase  con  colores ,  y  al  fin  si  hay  algo  que  no ,  ahó- 
gase Y  mátase.— Merecedoras,  no  de  una,  sino  de  dos- 
cientas mil  muertes,  que  se  coloran  con  las  freces  (6) 
del  crocodilo,  y  se  untan  con  la  espuma  de  la  hedion- 
dez, y  que  para  las  avenólas  (c)  hacen  hollín  y  alba- 
yalde  para  embarnizar  las  mejillas.  Pues  las  que  así 
enfadan  á  los  poetas  gentiles,  la  verdad  ¿cómo  no  las 
desechará  y  condenará?  Pues  Alexi ,  otro  cómico ,  ¿qué 
dice  deltas,  reprendiéndolas?  Que  pondré  loque  dijo, 
procurando  avergonzar  con  la  curiosidad  de  sus  razo- 
nes su  desvergüenza  perpetua,  sino  que  no  pudo  lle- 
gar á  tanto  su  buen  decir,  y  verdaderamente  que  yo 
me  avergonzaría,  si  pudiese  defenderlas  con  alguna 
buena  razón ,  de  que  las  tratase  así  la  comedia.  Pues 
dice  : — Demás  desto,  acaban  á  sus  maridos,  porque  su 
primero  y  principal  cuidado  es  el  sacarles  algo,  y  el 
pelar  á  los  tristes  mezquinos;  esta  es  su  obra,  y  todas 
las  demás  en  su  comparación  les  son  acesorias.  ¿Es 
por  ventura  alguna  deltas  pequeña?  embute  los  chapi- 
nes de  corcho;  ¿es  otra  muy  luenga?  trae  una  suela 
sencilla,  y  anda  la  cabeza  metida  en  los  hombros,  y 


(a)  In  Malíhaca,  según  el  testimonio  del  mismo  san  Clemente 
Alejandrino  ;  porque  tengo  entendido  que  ya  no  está  dicha  obra. 

iOi  Freza,  entre  otras  cosas,  significa  el  extremo  de  los  anima- 
les ;  y  asi,  parece  que  habia  de  decir  frezas,  y  no  freces.  Pero,  por 
cuanto  en  todas  las  ediciones  que  he  visto  se  halla  freces,  uo  me 
he  atre\ido  á  corregirlo. 

(c)  Aunque  no  he  hallado  este  vocablo  en  ninguno  de  los  mu- 
chos diccionarios  de  la  lengua  castellana  que  he  visto  á  este  tin, 
no  pongo  duda  alguna  en  que  su  significado  son  las  cejas,  pues 
además  de  persuadirlo  así  el  contexto,  se  infiere  claramente  por 
el  original  en  griego  de  san  Clemente  Alejandrino,  que  dice  des- 
ta  suerte  :  xai  xou.i;  oOpjJt  ir¡y &<7prjXr¡'t  áva  [ji.aTToiJ.evxt ' 
lo  cual  vienen  lot  inlérpretes :  E(  supercilis  fidiging  ilUnm, 


hurta  esto  al  altor  ((/) ;  ¿es  falta  de  carnes?  afórrase  de 
manera  que  todos  dicen  que  no  hay  mas  que  peilir ; 
¿crece  en  barriga?  estréchase  con  fajas,  como  si  tran- 
zase (e)  el  cabello,  con  que  va  dereclia  y  cenceña  {f), 
sumida  de  vientre ;  como  con  puntales  hace  la  ropa 
adelante;  ¿es  bermeja  de  cejas?  encúbrelas  con  hollín; 
¿es  acaso  morena?  anda  luego  el  albayalde  por  alto; 
¿es  demasiadamente  muy  blanca?  friégase  con  la  tez 
del  húmero;  ¿tiene  algo  que  sea  hermoso?  siempre  lo 
trae  descubierto;  pues  que  si  los  dientes  son  buenos, 
forzoso  es  que  se  ande  riendo.  Y  para  que  vean  todos 
que  tiene  gentil  boca,  aunque  no  esté  alegre,  todo  el 
santo  dia  se  ríe,  y  trae  entre  los  dientes  siempre  al- 
gún palillo  de  murta  delgado,  para  que,  quiera  que  no, 
en  todos  tiempos  esté  abierta  la  boca.— Esto  he  alegado 
de  las  letras  profanas ,  como  para  remedio  contra  este 
mal  artificio  y  deseo  excesivo  del  afeite ,  porque  Dios 
procura  nuestra  salud  por  todas  las  vías  posibles ;  mas 
luego  apretaré  con  las  letras  sagradas,  que  al  malo 
público  natural  es  apartarse  de  aquello  en  que  peca, 
siendo  reprehendido  por  la  vergüenza  que  padece. 
Pues  así  como  los  ojos  vendados  ó  la  mano  envuelta 
en  emplastos,  á  quien  lo  ve  hace  indicio  de  enferme- 
dad ,  asi  el  color  postizo  y  los  afeites  de  fuera  dan  á  en- 
tender que  el  alma  en  lo  de  dentro  está  enferma.  Amo- 
nesta nuestro  divino  Ayo  y  Maestro  que  no  lleguemos 
al  rio  ajeno,  figurando  por  el  rio  ajeno  la  mujer  des- 
templada y  deshonesta ,  que  corre  para  todos ,  y  que 
para  el  deleite  de  todos  se  derrama  con  posturas  las- 
civas. —Contiénete,  dice  {g) ,  del  agua  ajena,  y  déla 
fuente  ajena  no  bebas ;— amonestándonos  que  huyamos 
la  corriente  de  semejante  deleite,  si  queremos  vivir 
luengamente,  porque  el  hacerlo  así  añade  años  de  vi- 
da. Grandes  vicios  son  los  del  comer  y  beber ,  pero  no 
taii  grandes,  con  mucha  parte,  como  la  afición  excesi- 
va del  aderezo  y  afeite;  para  satisfacer  el  gusto  la  mesa 
llena  basta,  y  la  taza  abundante,  mas  á  las  aficionadas 
á  los  oros,  á  los  carmesíes. y  á  las  piedras  preciosas  no 
les  es  suficiente  ni  el  oro  que  hay  sobre  la  tierra  ó  en 
sus  entrañas  della ,  ni  la  mar  de  Tiro ,  ni  lo  que  viene 
de  Etiopía,  ni  el  rio  Pactólo,  que  corre  oro,  ni  aunque 
se  transformen  en  Midas ,  quedarán  satisfechas  algu- 
nas deltas  ,  sino  pobres  siempre  y  deseando  mas  siem- 
pre, aparejadas  á  morir  con  el  haber.  Y  si  es  la  rique- 
za ciega  ,  como  de  veras  lo  es  las  que  tienen  puesta 
en  ella  toda.su  afición  y  sus  ojos,  ¿cómo  no  serán  cie- 
gas? Y  es  que,  como  no  ponen  término  á  su  mala  co- 
dicia ,  vienen  á  dar  en  licencia  desvergonzada,  porque 
les  es  necesario  el  teatro  y  la  procesión  y  la  much(^ 
dumbre  de  los  miradores ,  y  el  vaguear  por  las  iglesili 
y  el  detenerse  en  las  calles  para  ser  contempladas  de 
todo?,  porque  cierto  es  que  se  aderezan  para  conten- 
tar á  los  otros.  Dice  Dios  por  Hieremías  (h) : — Aunque 
te  rodees  de  púrpura  y  te  enjoyes  con  oro  y  te  pintes 
los  ojos  con  alcohol ,  vana  es  tu  hermosura.— Mas  ¿qué 
desconcierto  tan  grande  que  el  caballo  y  el  pájaro  y 
todos  los  demás  animales  de  la  yerba  y  del  prado  sal- 

(rf)  Es  voz  que  no  se  usa  ya.  Dícese  ahora  altura. 

(e)  Tranzar  es  lo  mismo  que  trenzar. 

(/■)  Vale  tanto  como  delgada.       (f)  Ecclesiast.,  cap.  23,  v.  j). 

\hl  lüei'iíiU.,  tii[).  i,  V,  5Q, 


234  OBRAS  DE  FRAY 

gan  aliiulaclo?  cada  lino  con  su  propio  aderezo ,  el  ca- 
ballo con  crines,  el  pájaro  con  pinturas  diversas,  y  to- 
dos con  su  color  natural ,  y  que  la  mujer,  como  de  peor 
condición  que  las  bestias,  se  tenga  así  misma  en  tan- 
to grado  por  fea ,  que  haya  menester  hermosura  pos- 
tiza, comprada  y  sobropuesta?  Preciadoras  de  lo  her- 
moso de!  roítro,  y  no  cuidadosas  de  lo  feo  del  corazón; 
porque  sin  duda,  como  el  liierro  en  la  cara  del  escla- 
vo muestra  que  es  fugitivo,  así  las  floridas  pinturas 
del  rostro  son  señal  y  pregón  de  ramera.  Porque  los 
volantes  y  las  diferencias  de  los  tocados,  y  las  inven- 
ciones del  coger  los  cabellos,  y  los  visajes  que  hacen 
dellos ,  que  no  tienen  número,  y  los  espejos  costosos, 
á  quien  se  aderezan ,  para  cazar  á  los  que,  a  manera  de 
niños  ignorantes,  hincan  los  ojos  en  las  buenas  figu- 
ras, cosas  son  de  mujeres  raídas  (a),  y  tales,  que  no 
se  engañará  quien  peor  las  nombrare,  transforma- 
doras de  sus  caras  en  máscaras.  Dios  nos  avisa  que  no 
atendamos  á  lo  que  parece ,  sino  á  lo  que  se  encu- 
bre (6) ;  porque  es  lo  que  se  ve  temporal ,  y  lo  que  no, 
sempiterno;  y  ellas  locamente  inventan  espejos,  adon- 
de ,  como  si  fuera  alguna  cosa  loable ,  se  vea  artificio- 
sa figura ,  á  cuyo  engaño  le  venia  mejor  la  cubierta  y 
el  velo.  Que ,  como  cuenta  la  fábula ,  á  Narciso  no  le 
fué  útil  el  haber  contemplado  sn  rostro,  Y  si  veda 
Moisen  (c)  á  los  hombres  que  no  hagan  alguna  ima- 
gen, compitiendo  en  el  arte  con  Dios,  ¿cómo  les  se- 
rá á  las  mujeres  lícito  en  sus  mismas  caras  formar 
nuevos  gestos  en  revocación  de  lo  hecho?  Al  profeta 
Samuel  cuando  Dios  le  envió  á  ungir  en  rey  á  uno  de 
los  hijos  de  José,  parcsciénlole  que  el  mas  anciano 
dellos  era  hermoso  y  dispuesto,  y  queriéndole  ungir, 
díjole  Dios :  — No  mires  á  su  rostro  ni  atiendas  á  su 
buena  disposición  de  ese  hombre  que  le  tongo  desecha- 
do; que  el  hombre  mira  á  los  ojos  y  Dios  tiene  cuenta 
con  el  corazón  (rf). — Y  así,  el  Profeta  no  ungió  al  her- 
moso de  cuerpo ,  sino  consagró  -al  hermoso  de  animo. 
Pues  si  la  belleza  de  cuerpa,  aun  aquella  que  es  natu- 
ral,  tiene  Dios  en  tanto  menos  que  la  belleza  del  alma, 
¿qué  juzgará  de  la  postiza  y  fingida  el  que  todo  lo  fal- 
so desecha  y  aborrece?— En  fe  caminamos,  y  no  en  lo 
que  es  evidente  á  la  vista  (e). — Maniíieslamentcnos  en- 
soñó en  Abrabam  el  Señor  que  ha  de  menospreciar 
quien  le  siguiere  la  parentela ,  la  tierra ,  la  hacienda  y 
riquezas  y  bienes  visibles  (f).  Hízole  peregrino,  y  lue- 
go que  despreció  su  natural  y  el  bien  que  se  veía, 
le  llamó  amigo  suyo ;  y  era  Abrabam  noble  en  tierra  y 
muy  a!)und;inte  en  riqueza,  que,  como  se  lee  {g) ,  cuan- 
<k  venció  á  los  reyes  que  prendieron  á  Lol ,  armó  de 
sola  su  casa  trescientas  y  diez  y  ocho  personas.  Sola  es 
Ester  la  que- hallamos  {h)  haberse  aderezado  sin  cul- 
pa, porque  se  hermoseó  con  misterio  y  para  el  Rey,  su 
marido;  demás  de  que  aquella  su  hermosura  fué  res- 
cale  de  toda  una  gente  condenada  á  la  muerte  ;  y  así, 
lo  que  se  concluye  de  todo  lo  dicho  es,  que  el  afeitarse 
y  el  hermosearse,  á  las  mnjeres  hace  rameras  y  á  ios 

(a)  Libres  y  dcsvcrgniizadas. 

{b,  II,  A(l  corinth.,  cap.  i,  v.  2. 

(Ci  Exoil.,  cap.  20,  v.  i.  Deulcron.,  rap.  'i,  v.  8. 

{di  Lib.  I  Kcgum,  cap.  16,  v.  7. 

(í)  II,  Ail  corinth.,  cap.  3,  v.  7.    'f,  Guiies.,  ijp.  i2,  v.  1. 

ig)  Gcacs.,  cap.  U,  v.  14.    (A)  Esllier.,  cap.  5,  v.  t. 


LUIS  DE  LEÓN. 

hombres  hace  afeminado!;  y  adúlteros,  como  el  poela 

trágico  lo  dio  bien  á  entender  cuando  dijo  : 

De  Frigia  vino  á  Esparta  el  que  juzgara, 
Según  lo  dice  el  cuento  de  los  griegos, 
Las  diosas;  hermosísimo  en  vestido, 
En  oro  reluciente,  y  rodeado 
De  traje  barbaresco  y  peregrino. 
Amo,  y  partióse  asi,  llevando  hurtada 
A  quien  también  le  amaba  ,  al  monte  de  Ida , 
Estando  Menelao  de  casa  ausente. 

»¡0h  belleza  adúltera!  El  aderezo  bárbaro  trastornó 
á  toda  Grecia.  A  la  honestidad  de  Lacedentionia  cor- 
rompió la  veslidura,  la  policía  y  el  rostro.  El  orna- 
mento excesivo  y  peregrino  hizo  ramera  á  la  hija  de 
Júpiter.  Mas  en  aquellos  no  fué  gran  maravilla ,  que 
no  tuvieron  maestro  que  les  cercenase  los  deseos  vi- 
ciosos, ni  menos  quien  les  dijese  : — No  fornicarás  ni 
desearás  fornicar;  —que  es  decir :  No  caminarás  al  for- 
nicio (i)  con  el  deseo ,  ni  encenderás  sil  apetito  con 
el  afeite  ni  con  el  exceso  del  aderezo  demasiado.')  Has- 
ta aquí  son  palabras  de  san  Clemente.  Y  Tertuliano, 
varón  doctísimo  y  vecino  á  los  apóstoles,  dice  (/)  : 
«Vosotras  tenéis  obligación  de  agradará  solos  vues- 
tros maridos.  Tanto  mas  los  agradaréis  á  ellos,  cuanto 
menos  procuráredes  parecer  bien  á  los  otros.  Estad  se- 
guras. Ninguna  á  su  marido  le  es  fea ;  cuando  la  esco- 
gió se  agradó  porque  ó  sus  costumbres  ó  su  figura  se 
la  hicieron  amable.  No  piense  ninguna  que  si  se  com- 
pone templadamente  la  aborrecerá  ó  desechará  su  ma- 
rido, que  todos  los  maridos  apetecen  lo  casto.  El  ma- 
rido cristiano  no  hace  caso  de  la  buena  figura ,  por- 
que no  se  ceba  de  lo  que  los  gentiles  se  ceban;  el  gen- 
til en  ser  cosa  nuestra  la  tiene  por  sospechosa,  por  el 
mal  que  de  nosotros  juzga.  Pues  dime,  tu  belleza  ¿para 
quién  la  aderezas,  si  ni  el  gentil  la  cree  ni  el  cristiano 
la  pide?  Para  qué  te  desentrañas  por  agradar  al  re- 
celoso ó  al  no  deseoso?  Y  no  digo  esto  por  induciros  á 
que  seáis  algunas  dcr-aliñadas  y  fieras,  ni  os  persuado 
el  desaseo,  sino  digoos  lo  que  pide  la  honestidad,  el 
modo,  el  punto,  la  templanza  con  que  aderezareis 
vuestro  cuerpo.  No  habéis  de  exceder  de  lo  que  al  ade- 
rezo simple  y  limpio  se  debe,  de  lo  que  agrada  al  Se- 
ñor ;  porque  sin  duda  lo  ofenden  las  que  se  untan 
con  unciones  de  afeites  el  rostro,  las  que  manchan  con 
arrebol  las  mejillas,  las  que  con  hollin  alcoholan  los 
ojos ;  porque  sin  duda  les  desagrada  lo  que  Dios  hace, 
y  arguyen  en  sí  mismas  de  falla  á  la  obra  divina ,  re- 
prehenden al  Arlíllce  que  á  lodos  nos  hizo.  Reitrehén- 
dcnle ,  pues  le  enmiendan,  pues  le  añaden.  Que  estas 
añadiduras  témanlas  del  conlrarlo  de  Dios ,  esto  es,  del 
demonio,  ponpie,  ¿quién  otro  será  maestio  de  mudar 
la  figura  del  cucri)0,  sino  el  que  transformó  en  malicia 
la  imagen  del  alma?  Él  sin  duda  es  el  que  compuso 
este  artificio,  para  en  nosolros  poner  en  Dios  las  ma- 
nos en  cierta  manera.  Lo  con  que  se  nace ,  obra  de 
Dios  es;  lo  que  se  finge  y  artiza  (;u),  obra  será  del  de- 
monio. Pues  ¿qué  maldad,  á  la  obra  de  Dios  sobre[)0- 
ner  lo  que  ingenia  el  demonio?  Nuestros  criados  no  to- 
man ni  prestado  de  los  que  nos  son  enemigos ;  el  buen 

(i)  Vale  lo  mismo  que  fornicacio.i.  Es  voz  que  ya  no  se  usa. 
(/)  Lib.  fíe  cultu  fuemiiiuhm. 

\m)  Ailuar  C5  lo  mismo  que  hacer  por  aitc.  Ko  eslá  cu  oso. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


233 


soldado  no  desea  metCédes  del  que  á  su  capitán  es  con- 
trario ,  que  es  aleve  encargarse  del  enemigo  de  aquel 
á  quien  sirve ,  y  recebir  ayuda  y  favor  de  aquel  malo 
el  cristiano ,  si  ya  le  llamo  bien  con  tal  nombre ,  si  es 
ya  Cristo.  Porque  mas  es  de  aquel  cuyas  enseñanzas 
aprende.  Mi;s,  ¡cuan  ajena  cosa  es  de  la  enseñanza  cris- 
tiana de  lo  que  profesáis  en  la  fe !  Cuan  indigno  del 
nombre  de  Cristo  traer  cara  postiza,  las  que  se  os 
mandó  que  en  todo  guardéis  sencillez ;  mentir  con  el 
rostro,  las  que  se  os  veda  mentir  con  la  lengua  ;  ape- 
tecer lo  que  no  se  os  da ,  las  que  os  debéis  abstener  de 
lo  ajeno ;  buscar  el  parecer  bien,  las  que  tenéis  la  ho- 
nestidad por  oíicio!  Croedme,  benditas;  mal  guarda- 
réis lo  que  Dios  os  manda,  pues  no  conserváis  las  fi- 
guras que  os  pone.  Y  aun  bay  quien  con  azafrán  muda 
de  su  color  los  cabellos.  Afrénlanse  de  su  nación;  dué- 
lense por  no  haber  nacido  alemanas  ó  inglesas,  y  así 
procuran  desnaturalizarse  en  el  cabello  siquiera.  Mal 
agüero  se  hacen  colorando  su  cabeza  de  fuego.  Persuá- 
dense  que  les  está  bien  lo  que  ensucian.  O  cierto,  las 
cabezas  mismas  padecen  daño  con  la  fuerza  de  las  le- 
jías. Y  cualquier  agua,  aunque  sea  pura ,  acostumbrada 
en  la  cabeza,  destruye  el  cerebro,  y  mas  el  ardor  del 
sol  con  que  secan  el  cabello  y  le  avivan.  ¿Qué  hermo- 
sura puede  haber  en  daño  semejante,  ó  qué  belleza 
en  una  suciedad  tan  enorme  ?  Poner  la  cristiana  en  su 
cabeza  azafrán,  es  como  ponerlo  al  ídolo  en  el  altar; 
porque  en  todo  lo  que  se  ofrece  á  los  espíritus  malos, 
sacados  los  usos  necesarios  y  saludables  a  que  Dios  lo 
ordenó,  el  usar  dello  puede  ser  habido  por  cullura  de 
ídolos.  Mas  dice  el  Señor  (a)  :  «¿Quién  de  vosotras 
puede  mudar  su  cabello  ó  de  negro  en  blanco  ó  de 
blanco  en  negro?»  ¿Quién?  Estas  que  desmienten  á 
Dios.  Veis,  dicen,  en  lugar  de  hacerle  de  negro  blan- 
co, le  hacemos  rubio,  que  es  mudanza  mas  fácil.  Demás 
de  que,  también  procuran  de  mudarle  de  blanco  en  ne- 
gro las  que  les  pesa  de  haber  llegado  á  ser  viejas.  Oh 
desatino,  oh  locura,  que  se  tiene  por  vergonzosa  la 
edad  deseada ,  que  no  se  asconde  el  deseo  de  hurlar  de 
I0.4  años,  que  se  desea  la  edad  pecadora,  que  se  repara 
y  se  remedia  la  ocasión  del  mal  hacer.  Dios  os  libre  á 
las  que  sois  hijas  de  la  sabiduría ,  de  tan  grande  nece- 
dad. La  vejez  se  descubre  mas  cuando  mas  se  procura 
encubrir.  ¿Esa  debe  de  ser  sin  duda  la  eternidad  que 
se  nos  promete ,  traer  moza  la  cabeza  ?  Esa  la  incorrup- 
tibilidad  de  que  nos  vestiremos  en  la  casa  de  Dios ,  la 
ípie  da  la  inocencia  ?  Bien  os  dais  priesa  al  Señor,  bien 
os  apresuráis  por  salir  deste  malvado  siglo  las  que  te- 
neis  por  feo  el  estar  vecinas  á  la  salida.  A  lo  menos  de- 
cidme, ¿de  qué  os  sirve  esta  pesadumbre  de  aderezar 
la  cabeza?  ¿Por  qué  no  se  les  permite  que  reposen  á 
vuestros  cabellos ,  ya  trenzados ,  ya  sueltos ,  ya  derra- 
mados, ya  levantados  en  alto?  Unas  gustan  de  reco- 
gerlos en  trenzas ,  otras  los  dejan  andar  sin  orden  y 
que  vuelen  ligeros  con  sencillez  nada  buena ;  otras, 
demás  desto,  les  añadis  y  apegáis  no  sé  qué  monstruo- 
sas demasías  de  cabellos  postizos,  formados  á  veces 
como  chapeo  (6),  ó  como  vaina  de  la  cabeza,  ó  como 
cobertera  de  vuestra  mollera,  á  veces  echados  á  las  es- 

(o)  Matth.,  cap.  5,  v.  36. 

(b]  Lo  tuismo  quu  sorabici'o.  Es  voz  anticuada, 


paldas,  ó  sobre  ia  cerviz  empinados.  ¡Maravilla  es 
cuanto  procuráis  estrellaros  con  Dios,  contradecir  sus 
sentencias!  Sentenciado  está  (c)  que  «ninguno  pueda 
acrecentar  su  estatura».  Vosotras,  si  no  á  la  estatura,  á 
lo  menos  añadís  al  peso,  poniendo  también  sobre  vues- 
tras caras  y  cuellos  no  sé  qué  costras  de  saliva  y  de 
masa.  Si  no  os  avergonzáis  ele  una  cosa  tan  desmedi- 
da, avergonzaos  siquiera  de  una  cosa  tan  sucia.  No 
pongáis,  como  iguales,  sobre  vuestra  cabeza  santa  y 
cristiana  los  despojos  de  otra  cabeza  por  ventura  su- 
cia, por  ventura  criminosa  y  ordenada  al  infierno.  Antes 
alanzad  de  vuestra  cabeza  libre  esa  como  postura  ser- 
vil. En  balde  os  trabajáis  por  parecer  bien  tocadas ,  en 
balde  os  servís  en  el  cabello  de  los  maestros  que  mejor 
lo  aderezan,  que  el  Señor  manda  que  lo  cubráis  ((/).  Y 
creo  que  lo  mandó  porque  algunas  de  vuestras  cabezas 
jamás  fuesen  vistas.  Plega  á  él  que  yo,  el  mas  misera- 
ble de  todos,  en  aquel  público  y  alegre  día  del  regocijo 
cristiano  alce  la  cabeza,  siquiera  puesto  á  vuestros  pies, 
que  entonces  veré  si  resucitáis  con  albayalde,  con  co- 
lorado ,  con  azafrán ,  con  esos  rodetes  de  la  cabeza  ,  y 
veré  si  á  la  que  saliere  así  pintada  la  subirán  los  ánge- 
les en  las  nubes  al  recibimiento  de  Cristo.  Si  son  estas 
cosas  buenas,  si  son  de  Dios,  también  entonces  se  ven- 
drán á  los  cuerpos  y  resucitarán ,  y  cada  una  conocerá 
su  lugar.  Pero  no  resucitarán  mas  de  la  carne  y  el  es- 
píritu puros.  Luego  las  cosas  que  ni  resucitarán  con  el 
espíritu  ni  con  la  carne,  porque  no  son  de  Dios,  conde- 
nadas cosas  son.  Absteneos  pues  de  lo  que  es  condena- 
do. Tales  os  vea  Dios  ahora ,  cuales  os  ha  de  ver  enton- 
ces. Mas  diréis  que  yo,  como  varón  y  como  de  linaje  con- 
trario, vedo  lo  lícito  á  las  mujeres,  como  si  permitiese 
yo  algo  desto  á  los  hombres.  ¿Por  ventura  el  temor  de 
Dios  y  el  respeto  de  la  gravedad  que  se  debe ,  no  quita 
muchas  cosas  á  los  varones  también?  Porque  sin  nin- 
guna duda ,  así  á  los  varones  por  causa  de  las  mujeres, 
como  á  las  mujeres  por  contemplación  de  los  hombres, 
les  nace  de  su  naturaleza  viciosa  el  deseo  de  bien  pa- 
recer. Que  también  nuestro  linaje  sabe  hacer  sus  em- 
bustes :  sabe  atusarse  (e)  la  barba,  entresacarla,  or- 
denar el  cabello,  componerle,  dar  color  á  las  canas,  y 
quitar,  luego  que  comienza  á  nacer,  el  vello  del  cuerpo, 
pintarle  en  partes  con  afeites  afeminados ,  y  en  partes 
alisarse  con  polvos  de  cierta  manera ;  sabe  consultar 
el  espejo  en  cualquiera  ocasión ,  ó  mirarse  en  él  con 
cuidado.  Mas  la  verdad  es,  que  el  conocimiento  que  ya 
profesamos  de  Dios ,  y  el  despojo  del  desear  aplacer,  y 
la  pausa  que  prometemos  de  los  excesos  viciosos,  huye 
destas  cosas  todas ,  que  en  sí  no  son  de  fruto,  y  á  la  ho- 
nestidad hacen  notable  daño.  Porque  adonde  Dios  está, 
allí  está  la  limpieza ,  y  con  ella  la  gravedad,  ayudadora 
y  compañera  suya.  Pues  ¿cómo  seremos  honestos  si 
no  curamos  de  lo  que  sirve  á  la  honestidad  como  pro- 
pio instrumento,  que  es  el  ser  graves?  O  ¿cómo  con- 
servaremos la  gravedad,  maestra  de  lo  honesto  y  de 
lo  casto ,  si  no  guardamos  lo  severo  ansí  en  la  cara  co- 
mo en  el  aderezo,  como  en  todo  lo  que  en  nuestro 
cuerpo  se  ve?  Por  lo  cual  también  en  los  vestidos  po- 

{c]  Ma;th.,  cap.  6,  V.  27. 

(rfi  I,  Ad  conntl).,  cap.  H. 

<£)  Atusar  siguiDca  propiaíuente  cortar  fil  pelo  co»  tijera. 


236  OBRAS  DE  FRAY 

ned  lasa  con  diligencia,  y  desechad  de  voso' ras  y  de- 
Uos  las  galas  demasiadas;  porque ,  ¿qué  sirve  traer  el  ' 
rostro  honesto  y  aderezado  coa  la  sencillez  que  pide 
nuestra  profesión  y  doctrina ,  y  lo  demás  del  cuerpo 
rodeado  de  esas  burlerías  de  ropas  ajironadas  y  pom- 
posas y  regaladas?  Qué  fácil  es  de  ver  cuan  junta  anda 
esa  pompa  con  la  lascivia,  y  cuan  apartada  de  las  re- 
glas honestas,  pues  ofrece  al  apetito  de  todos  á  la  gra- 
cia  del  rostro,  ayudada  con  el  buen  atavío ;  tanto,  que 
si  esto  falta,  no  agrada  aquello ,  y  queda  como  descom- 
puesto y  perdido.  Y  al  revés ,  cuando  la  belleza  del 
rostro  falta ,  el  lucido  traje  cuasi  suple  por  ella.  Aun  á 
las  edades  quietas  ya  y  meüdas  en  el  puerto  de  la  tem- 
planza, las  galas  de  los  vestidos  lucidos  y  ricos  las  sa- 
can de  sus  casillas,  é  inquietan  con  ruines  deseos  su 
madurez  grave  y  severa ,  pensando  mas  el  saínete  del 
traje  que  la  frialdad  de  los  años.  Por  tanto,  benditas, 
lo  primero,  no  deisenlrada  en  vosotras  á  las  galas  y 
riquezas  de  los  vestidos,  como  á  rufianes  que  sin  duda 
son  y  alcahuetes;  lo  otro,  cuando  alguna  usare  de 
semejantes  arreos,  forzándola  á  ello  ó  su  linaje  ó  sus 
riquezas  ó  la  dignidad  de  su  estado,  use  dellos  con 
moderación  cuanto  le  fuere  posible,  como  quien  pro- 
fesa castidad  y  virtud,  y  no  dé  riendas  á  la  licencia 
con  co'or  que  le  es  fuerza  ;  porque,  ¿cómo  podremos 
cumplir  con  la  humildad  que  profesamos  los  que  somos 
cristianos,  si  no  cubijáis  como  con  tierra  el  uso  de  vues- 
tras riquezas  y  galas  que  sirve  á  la  vanigloria?  Por- 
gue la  vanagloria  anda  con  la  hacienda.  Mas  diréis  : 
¿\o  tengo  de  usar  de  mis  cosas?  ¿Quién  os  lo  veda 
cfue  uíeis?  Pero  usad  conforme  al  Apóstol,  que  nos  en- 
seña (a)  que  usemos  deste  mundo  como  si  no  usásemos 
del.  Porque,  como  dice,  «todo  lo  que  en  él  se  parece 
vuela.  Los  que  compraren ,  dice ,  compren  como  si  no 
poseyesen  (6).»  Y  esto  ¿por  qué?  Porque  había  dicho 
primero  (c),  «el  tiempo  se  acaba.»  Y  si  el  Apóstol 
muestra  que  aun  las  mujeres  han  de  ser  tenidas  como 
si  no  tuviesen ,  por  razón  de  la  brevedad  de  la  vida, 
¿qué  será  destas  sus  vanas  alhajas?  ¿Por  ventura  mu- 
chos no  lo  hacen  así,  que  se  ponen  en  vida  casta  por 
el  reino  del  ciclo,  privándose  de  su  voluntatl  del  de- 
leite permitido  y  tan  poderoso?  ¿No  se  ponen  entredi- 
cho algunos  de  las  cosas  que  Dios  cria,  y  se  contienen 
del  vino  y  se  destierran  del  comer  carne,  aunque  pu- 
dieran gozar  d<!llo  sin  peligro  ni  solicitud,  pero  ha- 
cen sacrificio  á  Dios  de  la  afición  de  sí  mismos  en  la 
abelinencía  de  los  manjares?  Harto  habéis  gctzado  ya 
de  vuestras  riquezas  y  regalos ,  harto  del  fruto  de  vues- 
tras dotes.  ¿Habéis  por  caso  olvidado  lo  que  os  enseña 
Ja  voz  de  salud?  Nosotros  somos  aquellos  en  quien  vie- 
nen á  concluirse  los  siglos  (d) ;  nosotros  á  los  que, 
siendo  ordenados  de  Dios  antes  del  mundo  para  sacar 
provecho  y  para  dar  valor  á  los  tiemí)os  (e) ,  nos  ense- 
ña él  mismo  {[)  que  castiguemos,  ó  como  si  dijése- 
mos, que  castremos  el  siglo;  nosotros  somos  la  cir- 
cuncisión general  de  la  carne  y  del  espíriiu  (<;),  por- 

{a)  I,  Ad  corintli.,  cap.  7,  v.  l.'í. 

(*^  Ibirt.,  V.  30.    (c)  lljid.,  V.  29, 

(d)  I,  Ad  cürinih.,C3p.  10,  v.  IJ.    (e)  Ad  cpliCJ.,  Cíp.  1 ,  y.  4. 

(/)  II,  Ad  corinlli.,  cap.  6,  v.  'J. 

ií)  Ad  philippcaí,,  cap.  3,  Y.  3. 


LUIS  DE  LEÓN. 

que  cercenamos  todo  lo  seglar  del  alrna  y  del  cuerpo, 
¿Dios  sin  duda  nos  debió  de  enseñar  cómo  se  cocerían 
las  lanas,  ó  en  el  zumo  de  las  yerbas  ó  en  la  sangre 
de  las  ostras?  ¿Olvidósele,  cuando  lo  crió  todo,  man- 
dar que  naciesen  ovejas  de  color  de  grana  ó  moradas? 
¿Dios  debió  de  inventar  los  telares  do  se  tejen  y  la- 
bran las  telas,  para  que  labrasen  y  tejiesen  las  telas 
delicadas  y  ligeras,  y  pesadas  en  solo  el  precio?  Dios 
debió  de  sacar  á  luz  tantas  formas  de  oro  para  luz  y 
ornamento  de  las  piedras  preciosas?  Dios  enseñaría 
horadar  las  orejas  con  malas  heridas,  sin  tener  respeto 
al  tormento  de  su  criatura  ni  al  dolor  de  la  niñez,  que 
entonces  se  comienza  á  doler,  para  que  de  aquellos 
agujeros  del  cuerpo, soldadas  ya  las  heridas,  cuelguen 
no  sé  qué  malos  granos?  Los  cuales  los  partos  se  en- 
gieren por  todo  eJ  cuerpo  en  lugar  de  hermosura ;  y 
aun  hay  gentes  que  al  mismo  oro,  de  que  hacéis  honra 
y  gala  vosotras,  le  hacen  servir  de  prisiones,  como  en 
los  libros  de  los  gentiles  se  escribe.  De  manera  que  es- 
tas cosas,  por  ser  raras,  son  buenas,  y  no  por  sí.  La  ver- 
dad es,  que  los  ángeles  malos  fueron  los  que  las  ense- 
ñaron, ellos  descubrieron  la  materia,  y  los  mismos  de- 
mostraron el  arte.  Juntóse  con  el  ser  raro  la  delicadez 
del  artificio,  y  de  allí  nació  el  precio,  y  del  precio  la 
mala  codicia  que  dello  las  mujeres  tienen,  las  cuales 
se  pierden  por  lo  precioso  y  costoso.  Y  porque  estos  mis- 
mos ángeles  que  descubrieron  los  metales  ricos,  digo 
la  plata  y  el  oro,  y  que  enseñaron  cómo  se  debían  la- 
brar, fueron  también  maestros  de  las  tinturas  con  que 
los  rostros  se  embellecen  y  se  coloran  las  lanas ,  por 
eso  fueron  condenados  de  Dios,  como  en  Enoch  se  re- 
fiere. Pues  ¿en  qué  manera  agradaremos  á  Dios,  si  nos 
preciamos  de  las  cosas  de  aquellos  que  despertaron 
contra  sí  la  ira  y  el  castigo  de  Dios?  Mas  háyalo  Dios 
enseñado,  háyalo  permitido,  nunca  Esaías  {h)  haya 
dicho  mal  de  las  púrpuras,  de  los  joyeles ;  nunca  haya 
embotado  las  ricas  puntas  de  oro;  pero  no  por  eso, 
haciendo  lisonja  á  nuestro  gusto,  como  los  gentiles  lo 
hacen,  debemos  tener  á  Dios  por  maestro  y  por  inven- 
tor destas  cosas,  y  no  por  juez  y  pesquisidor  del  uso 
dellas.  ¡  Cuánto  mejor  y  con  mas  aviso  andaremos  si 
presumiéremos  que  Dio.s  lo  proveyó  todo  y  lo  puso  en 
la  vida  para  que  hubiese  en  ella  alguna  prueba  de  la 
templanza  de  los  que  le  siguen!  De  manera  que,  en 
meilio  de  la  licencia  del  uso,  se  viese  por  experiencia 
él  templado.  ¿Por  ventura  los  señores  que  bien  gobier- 
nan sus  casas  no  dejan  de  industria  algunas  cosas  á 
sus  criados,  y  se  las  permiten,  para  experimentar  en 
qué  manera  usan  dellas,  si  moderadauíente,  si  bien, 
pues  que  loado  es  allí  el  que  se  abstiene  de  todo,  el 
que  se  recela  de  la  condescendencia  del  amo?  Así 
pues,  como  dice  el  Apóstol  {i),  «todo  es  lícito,  pero 
no  edifica  lodo.»  El  que  se  recelare  en  lo  lícíLo,  ¡cuánto 
mejor  temerá  lo  vedado!  Decidme  qué  cauía  tenéis 
para  mostraros  tan  enjaezadas ,  pues  estáis  apartadas 
de  lo  que  á  las  otras  las  necesita ;  ponjue  ni  vais  á  los 
templos  de  los  ídolos,  ni  salís  á  los  juegos  públicos,  ni 
tenéis  que  ver  con  los  días  de  fiesta  gentiles;  que 
siempre  por  causa  destos  ayuntamientos,  y  por  ra¿on 
de  ver  y  de  ser  vistas  se  sacan  á  plaza  las  galas ,  ó 

(A)  Ad  philippcus.,  cti¡).  3.    (i)  I,  Ad  conalli-,  cap,  10,  v.  23. 


LA  PERFECT 

para  que  negocie  lo  deshonesto ,  ó  gara  que  se  engría 
lo  altivo,  ó  para  liacer  el  negocio  de  la  deshonestidad, 
ó  para  fomentar  la  soberbia.  Ninguna  causa  tenéis  para 
salir  de  casa,  que  no  sea  grave  y  severa,  que  no  pida 
3strecliez  y  encogimiento  ;  porque ,  ó  es  visita  de  al- 
gún infiel  enfermo,  ó  es  ver  la  misa  ó  el  oir  la  palabra 
de  Dios.  Cada  cosa  destas  es  negocio  santo  y  grave,  y 
negocio  para  que  no  es  menester  vestido  y  aderezo,  ni 
extraordinario  ni  polido  ni  disoluto.  Y  si  la  necesidad 
de  la  amistad  ó  de  las  buenas  obras  os  llama  á  que 
veáis  los  infieles,  pregunto,  ¿por  qué  no  iréis  adere- 
zadas de  lo  que  son  vuestras  armas ,  por  eso  mismo, 
porque  vais  á  las  que  son  ajenas  de  vuestra  fe,  para 
que  iiaya  diferencia  entre  las  siervas  del  demonio  y  de 
Dios?  ¿Para  que  les  sea  como  ejemplo  y  se  edifiquen 
de  veros?  Para  que,  como  dice  el  Apóstol,  sea  Dios 
ensalzado  en  vuestro  cuerpo?  Y  es  ensalzado  con  la 
honestidad  y  con  el  bábito  que  á  la  honestidad  le  con- 
viene. Pero  dicen  algunas  :  Antes  porque  no  blasfemen 
de  su  nombre  en  nosotras,  si  ven  que  quitamos  algo 
de  lo  antiguo  que  usábamos ;  luego  ni  quitemos  de 
nosotros  los  vicios  pasados.  Seamos  de  unas  mismas 
costumbres ,  pues  queremos  ser  de  uu  mismo  traje ,  y 
entonces  con  verdad  ¿no  blasfemarán  de  Dios  los  gen- 
tiles? ¡Gran  blasfemia  es,  por  cierto,  que  se  diga  de 
alguna  que  anda  pobre  después  que  es  cristiana!  ¿Te- 
merá nadie  de  parecer  poljre  después  que  es  mas  ri- 
ca, ó  de  parecer  sin  aseo  después  que  es  limpia?  Pre- 
gunto á  los  cristianos,  ¿cómo  les  conviene  que  an- 
den, conforme  al  gusto  de  los  gentiles  ó  conforme  al 
de  Dios?  Lo  que  habemos  de  procurar  es,  no  dar  causa 
á  que  con  razón  nos  blasfemen.  ¡Cuánto  será  mas  dig- 
no de  blasfemia  si  las  que  sois  llamadas  sacerdotes  de 
honestidad  salis  vestidas  y  piuladas  como  las  desho- 
nestas se  visten  y  afeitan ,  ó  que  mas  hacen  aquellas 
miserables  que  se  sacrifican  al  público  deleite  y  al 
vicio,  á  las  cuales,  si  antiguamente  las  leyes  las  apar- 
taron de  las  matronas  y  de  los  trajes  que  las  matronas 
usaban ,  ya  la  maldad  deste  siglo ,  que  siempre  crece, 
las  ha  igualado  en  esto  con  las  honestas  mujeres ,  de 
manera  que  no  se  pueden  reconocer  sin  error!  Verdad 
es  que  las  que  se  afeitan  como  ellas  poco  se  diferen- 
cian dellas ;  verdad  es  que  los  afeites  de  la  cara,  las  es- 
crituras nos  dicen  que  andan  siempre  con  el  cuerpo 
burdel  (a) ,  como  debidos  á  él  y  como  sus  allegados. 
Que  aquella  poderosa  ciudad,  de  quien  se  dice  (6)  que 
preside  sobre  siete  montes ,  y  quien  mereció  que  la  lla- 
mase ramera  Dios,  ¿con  qué  traje,  veamos,  correspon- 
de á  su  nombre?  En  carmesí  se  asienta  sin  duda,  y  en 
púrpura  y  en  oro  y  en  piedras  preciosas,  que  son  co- 
sas malditas,  y  sin  que  pintada  ser  no  pudo  la  que  es 
ramera  maldita.  La  Tliamar,  porque  se  engalanó  y  se 
pintó,  por  eso  á  la  sospecha  de  Judas  fué  tenida  por 
mujer  que  vendia  su  cuerpo  (c) ;  y  como  la  encubría 
el  rebozo,  y  como  el  aderezo  daba  á  entender  ser  rame- 
ra, hizo  que  la  tuviese  por  tal ;  quísola  y  recuestóla, 
y  puso  su  concierto  con  ella.  De  adonde  aprendemos 
que  conviene  en  todas  maneras  cortar  el  camino  aun 

(a)  Se  toma  como  adjetivo,  y  es  lo  mismo  que  torpe  ó  luju- 
rioso,    {bj  Apocalyp.,  cap.  17. 
(c)  Geues.,  caj).  38,  v.  14,  liJ,  16, 17, 18. 


A  CASADA.  237 

á  lo  que  hace  mala  sospecha  de  no'olros.  Que  ¿por 
qué  la  entereza  del  ánima  casta  ha  de  querer  ser  man- 
chada con  la  sospecha  ajena?  Por  qué  se  esperará  de 
vos  lo  que  huís  como  la  muerte?  Por  qué  mi  traje  no 
publicará  mis  costumbres,  para  que,  por  lo  que  el  tra- 
je dice,  no  ponga  llaga  la  torpeza  en  el  alma,  y  para 
que  pueda  ser  tenida  por  honesta  la  que  desama  el  ser 
deshonesta?  Mas  dirá  por  caso  alguna  :  No  tengo  ne- 
cesidad de  satisfacer  á  los  hombres,  ni  busco  el  ser 
aprobada  dellos ;  «Dios  es  el  que  ve  el  corazón  {d).n 
Todos  sabemos  eso ,  mas  también  nos  acordamos  de  lo 
que  el  mismo  por  su  Apóstol  escribe  :  «  Vean  los  hom- 
bres que  vives  bien  (e).  n  Y  ¿para  qué,  sino  para  que 
la  mala  sospecha  no  os  loque ,  y  para  que  seáis  buen 
ejemplo  á  los  malos,  y  ellos  os  den  testimonio?  O  ¿qué 
es,  si  esto  no  es?  Resplandezcan  vuestras  buenas 
obras;  ó  ¿para  qué  nos  llama  el  Señor  luz  de  la  tier- 
ra (/■)?  Para  qué  nos  compara  á  ciudad  puesta  en  el 
monte,  si  nos  sumimos  y  lucir  no  queremos  en  las  ti- 
nieblas? Si  ascondiéredes  debajo  del  celemín  la  cande- 
la de  vuestra  virtud ,  forzoso  será  quedaros  á  escuras, 
y  de  fuerza  estropezarán  en  vosotras  diversas  gentes. 
La^  obras  de  buen  ejemplo  ,  estas  son  las  que  nos  ha- 
cen lumbreras  del  mundo;  que  el  bien  entero  y  cabal 
no  apetece  lo  escuro ,  antes  se  goza  en  ser  visto,  y  en 
ser  demostrado  se  alegra.  A  la  castidad  cristiana  no  le 
basta  ser  casta,  sino  parecer  también  que  lo  es;  por- 
que ha  de  ser  tan  cumplida ,  que  del  ánima  mane  al 
vestido,  y  del  secreto  de  la  conciencia  salga  á  la  so- 
brehaz para  que  se  vean  sus  alhajas  de  fuera ,  y  sean 
cual  convienen  ser  para  conservar  perpetuamente  la  fe. 
Porque  conviene  mucho  que  desechemos  los  regalos 
muelles,  porque  su  blandura  y  demasía  excesiva  afe- 
minan la  fortaleza  de  la  fe  y  la  enflaquecen.  Que  cier- 
to no  sé  yo  si  la  mano  acostumbrada  á  vestirse  del 
guante  sufrirá  pasmarse  con  la  dureza  de  la  cadena, 
ni  sé  si  la  pierna  hecha  al  calzado  bordado  consentirá 
que  el  cepo  la  estreche.  Temo  mucho  que  el  cuello 
embarazado  con  los  lazos  de  las  esmeraldas  y  perlas  no 
dé  lugar  á  la  espada.  Por  lo  cual ,  benditas ,  ensayé- 
monos en  lo  mas  áspero ,  y  no  sentiremos.  Dejemos  lo 
apacible  y  alegre,  y  luego  nos  dejará  su  deseo.  Estemos 
aprestadas  para  cualquier  suceso  duro,  sin  tener  cosa 
que  temamos  perder;  que  estas  cosas  ligaduras  son  que 
detienen  nuestra  esperan/a.  Desechemos  las  galas  del 
suelo  si  deseamos  las  celestiales.  No  améis  el  oro,  que 
fué  materia  del  primer  pecado  del  pueblo  de  Dios  {g). 
Obligadas  estáis  á  aborrecer  lo  que  fué  perdición  de 
aquella  gente ;  lo  que  apartándose  de  Dios,  adoró ;  y  aun 
ya  desde  entonces  el  oro  es  yesca  del  fuego.  Las  sie- 
nes y  frentes  de  los  cristianos  en  todo  tiempo,  y  en  este 
principalmente,  no  el  oro,  sino  el  hierro  ,  las  traspasa 
y  enclava.  Las  estolas  del  martirio  nos  están  prestas  y 
á  punto.  Los  ángeles  las  tienen  en  las  manos  para  ves- 
tírnoslas. Salid,  salid  aderezadas  con  los  afeites  y  con 
los  trajes  vistosos  de  los  apóstoles.  Poneos  el  blanco  de 
la  sencillez,  el  colorado  de  la  honestidad;  alcoholad 
con  la  vergüenza  los  ojos ,  y  con  el  espíritu  modesto  y 

{(i)  I,  Rcg.,  cap.  16.  V.  7.  Ps.  vit,  v.  10. 

{e)  Ad  pliiiippens.,  cap.  4,  v.  3.      (/")  Matlh.,  cap.  5,  v.  14. 

(^j  Ex.od.,  cap.  32. 


238  OCRAS  DE  FRAY 

callado.  En  las  on'^ja<;  poned  como  arracadas  las  pala-  . 
bras  de  Dios.  Añudad  á  vuestros  cuellos  el  yugo  de  i 
Cristo.  Subjetad  á  vuestros  maridos  vueslras  cabezas,  y  i 
quedaréis  así  bien  liormosas.  Ocupad  vuestras  manos  | 
con  la  lana,  enclavad  en  vuestra  casa  los  pies,  y  agrá-  | 
darán  mas  así  que  si  los  cercásedes  de  oro.  Vestid  seda  j 
de  bonilad,  iioianda  de  santidad,  púrpura  de  castidad  \ 
y  pureza,  que  afeitadas  desía  manera,  será  vuestro  ena-  i 
morado  el  Señor.»  Esto  es  el  Tertuliano.  Mas  no  son  i 
necesarios  los  arroyos,  pues  tenemos  la  voz  del  Espí-  | 
rilu  Santo  ,  que  por  la  boca  de  sus  apóstoles ,  san  Pe- 
dro y  san  Pablo,  condena  este  mal  clara  y  abiertamen- 
te. Dice  san  Pedro  {a)  :  «Las  mujeres  estén  sujetas  á 
sus  maridos ,  las  cuales  ni  traigan  por  defuera  descu- 
biertos los  cabellos ,  ni  se  cerquen  de  oro,  ni  so  ador- 
nen con  aderezo  de  vestiduras  preciosas ,  sino  su  ade- 
rezo sea  en  el  bombre  interior,  que  está  en  el  corazón 
ascondido.  La  entereza  y  el  espíritu  quieto  y  modes- 
to, el  cu.al  es  de  precio  en  los  ojos  de  Dios;  que  desta 
manera  en  olro  tiempo  se  aderezaban  aquellas  santas 
mujeres.  Y  san  Pablo  escribe  semejantemente  (6)  : 
Las  mujeres  se  vistan  decentemente,  y  su  aderezo  sea 
modesto  y  templado,  sin  cabellos  encrespados  y  sin 
oro  y  perlas,  y  sin  vestiduras  preciosas,  sino  cual  con- 
viene á  las  mujeres  que  han  profesado  virtud  y  bue- 
nas obras. »  Este  pues  sea  su  verdadero  aderezo,  y  para 
lo  que  toca  á  la  cara ,  hagan  como  hacia  alguna  señora 
deste  reino.  Tiendan  las  manos  y  reciban  en  ellas  el 
agua  sacada  de  la  tinaja ,  que  con  el  aguamanil  su  sir- 
vienta les  echare,  y  llévenla  al  rostro,  y  tomen  parte 
della  en  la  boca  y  laven  las  encías ,  y  tornen  los  dedos 
por  los  ojos  y  llévenlos  por  los  oídos ,  y  detrás  de  los 
oídos  también,  y  hasta  que  lodo  el  rostro  quede  limpio 
no  cesen  ;  y  después,  dejando  e!  agua,  limpíense  con 
un  paño  áspero ,  y  queden  así  mas  hermosas  que  el  sol. 
Añade: 

§.  XIIL 

Lo  buciiD  mujer  lia  de  ser  dicha,  gloria,  feliz  suerte  y  bendición 
de  su  marido. 

Señalado  en  las  puertas  su  marido  cuanilo  se  asen- 
tare con  los  gobernadores  del  pueblo  (c). 

En  las  puertas  de  la  ciudad  eran  antiguamente  las 
plazas,  y  en  las  plazas  estaban  los  tribunales  y  asien- 
tos de  los  jueces  y  de  los  que  se  juntaban  para  consul- 
tar sobre  el  buen  gobierno  y  regimicnio  del  pueblo. 
Pues  dice  que  en  las  plazas  y  lugares  públicos,  y  adon- 
de quiera  que  se  hiciere  junta  de  hombres  principa- 
les, el  hombre  cuya  mujer  fuere  cual  es  la  que  aquí 
so  dice,  será  por  ella  conocido  y  señalado  y  preciado 
en: re  todos.  V  dice  eslo  Salomón ,  ó  en  Salomón  el  Es- 
píritu Santo,  no  solo  para  mostrar  cuánto  vale  la  vir- 
tud de  la  buena,  pues  da  honra  á  sí  y  ennoblece  á  su 
marido,  sínoparaenseñarleen  csla  virtud  de  la  perfec- 
ta casada,  de  que  vamos  hablando,  que  es  lo  sumo  de- 
lla, y  la  raya  hasta  donde  ha  de  llegar ,  que  es  el  ser 
corona  y  luz  y  bendición  y  alteza  do  su  marido;  piics 
es  así  que  lodos  conocen  y  cantan  y  reverencian,  y  tie- 

(fl)  1,  Pct.,  cap.  3,  V.  1,3,4,5. 

IftJ  I,  Ad  tiraolfi.,  cap.  2,  v.  0.     (c)  Vers.  23. 


LUIS  DE  LEÓN. 

nen  por  dichoso  y  l^ienavonturado  al  que  le  ha  cabido 
csla  buena  suerte;  lo  mo  [)or  haberle  cabido,  porque 
no  hay  joya  ni  posesión  tan  preciada  ni  envidíala  co- 
mo la  buena  mujer;  y  lo  olro,  por  haber  merecido  que 
le  cupiese;  porque,  asi  como  este  bien  es  precioso  y  ra- 
ro, y  don  propiamente  dudo  de  Dios;  así  no  le  alcanzan 
de  Dios  sino  los  que,  temiéndole  y  sirviéndole,  se  lo 
merecen  con  señalada  virtud.  Así  lo  leslifica  e!  mismo 
Dios  en  el  Eclesiástico  [d) :  aSuerte  buena  es  la  mujer 
buena,  y  os  parle  de  buen  premio  de  los  que  sirs'en  á 
Dios,  y  será  dada  al  hombre  por  sus  buenas  oltras.» 
De  arle  que  el  que  tiene  buena  mujer  es  estiuíado  por 
dichoso  en  tenerla ,  y  por  virtuoso  en  haberla  merecido 
tener.  De  donde  se  entiende  que  el  carecer  deste  bien, 
en  muchos  espor  suculpa  dollos.  Porque  á  la  verdad,  el 
hombre  vicioso  y  distraído  y  de  aviesa  (e)  y  revesada 
condición,  que  juega  su  hacienda ,  y  es  un  león  en  su 
casa,  y  sigue  á  rienda  suelta  la  deslionestidad,  no  es- 
pere ni  quiera  tener  buena  mujer;  porque  ni  la  merece, 
ni  Dios  la  quiere  á  ella  tan  mal,  que  la  quiera  juntar  á 
compañía  tan  mala,  y  porque  él  mismo  con  su  mal 
ejem[>lo  y  vida  desvariada  la  estraga  y  corrompe.  Pero 
torna  Salomón  á  lo  casero  de  la  mujer,  y  dice. 

§.  XIV. 

La  ¡luiuslria  y  cuidado  de  la  buena  casada  lian  de  llcRar,  no  solo 
á  lo  que  basta  en  su  casa,  sino  aun  á  lo  que  sobra. 

Lienzo  tejió  y  vendiólo;  franjas  dio  al  cananeo(f). 

Cananeo  llama  al  mercader  y  al  que  decimos  cajero, 
porque  los  de  aquella  nación  ordinariamente  trataban 
deslo,  como  sí  dijésemos  ahora  al  portugués.  Y  va 
siempre  añadiendo  una  virtud  á  olravirtud,  y  lleva  po- 
co á  poco  á  su  mayor  perfección  esta  pintura  que  hace, 
y  quiere  que  la  industria  y  cuidado  de  la  buena  casada 
llegue,  no  solo  á  lo  que  basta  en  su  casa,  sino  aun  á  lo 
que  sobra,  y  que  las  sobras  las  venda,  y  las  convierta 
en  riqueza  suya  y  en  arreo  y  provisión  ajena.  Y  baste 
lo  que  ya  acerca  deslo  arriba  leneinos  dicho. 

§.XV. 

De  la  templanza  y  medio  que  ha  de  observar  la  perfecta 
mujer  en  su  condición  y  trato. 

Fortaleza  y  buena  gracia  su  veslido,  reirá  hasta  d 
dia  postrero  (//), 

Aunque  es'a  buena  casada  ha  de  ser  para  mucho,  que 
es  lo  que  aípií  Salomón  llama  fortaleza,  no  por  eso  tie- 
ne licencia  para  ser  de.-a])r¡da  en  la  condición,  y  en  su 
manera  y  trato  desgraciada;  sino,  como  el  vestido  ciñe 
y  rodea  todo  el  cuerpo,  así  ella  toila  y  por  todas  partes 
iia  de  andar  cercada  y  como  vestida  de  un  valor  agra- 
ciado y  do  una  gracia  valerosa.  Quiero  decir,  que  ni  la 
diligencia  ni  la  vela  ni  la  asistencia  á  las  cosas  de  su 
ca^a  la  ha  de  hacer  áspera  y  terrible,  ni  menos  la  bue- 
na gracia  y  la  ;qiaciblc  habla,  semblante  ha  de  ser  mue- 
lle ni  de-alado.  Sino  que  templando  con  lo  uno  !o  otro, 
conserve  el  medio  en  ambas  á  dos  cosas,  y  haga  de  en- 
trambas una  agradable  y  excelente  mezcla.  Y  no  h:.i  do 


{(l)  Ectlesi:isl.,  cap.  2C,  v.  3. 
(/■)  Vers.  24.     {g)  Vcrs.  23. 


(c)  Mal  inclinada. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


239 


conservar  por  un  dia  ó  por  un  breve  espacio  aqueste 
tenor,  sino  por  toda  la  vida,  liasla  el  dia  postrero  delia. 
Lo  cuales  propio  de  todas  las  cosas  cjue,  ó  son  virtud  ó 
tienen  raíz  en  la  virtud,  ser  perseverantes  y  casi  per- 
petuas, y  en  esto  se  diferencian  de  las  no  tales ;  que  es- 
tas, como  nacen  de  antojo,  duran  por  antojo;  pero  aque- 
llas, como  se  funilan  en  firme  razón ,  permanecen  por 
luenj-'os  tiempos.  Y  los  que  han  visto  alguna  mujer  de 
las  que  se  allegan  á  esta  que  aquí  se  dice,  podrán  ha- 
ber experimentado  ¡o  uno  y  lo  otro.  Lo  uno,  que  á  todo 
tiempo  y  á  toda  sazón  se  halla  en  ella  dulce  y  agrada- 
ble acogida;  lo  otro,  que  esta  gracia  y  dulzura  suya  no 
es  gracia  que  desata  el  corazón  del  que  la  ve  ni  le  en- 
mollece, antes  le  pone  concierto  y  le  escomo  una  ley 
de  virtud,  y  así  le  deleita  y  aficiona,  que  juntamente  le 
limpia  y  purifica;  y  borrando  del  las  tristezas,  lava  las 
torpezas  también ;  y  es  gracia  que  aun  la  engendra  en 
los  miradores.  Y  la  fuerza  della,  y  aquello  en  que  pro- 
piamente consiste,  lo  declara  mas  enteramente  lo  que 
se  sigue. 

§.  XVL 

Cuánto  imporla  que  las  mujeres  no  hablen  mucho  y  que 
seau  apacibles  y  de  condición  suave. 

Su  boca  ahrió  en  sabiduría,  y  ley  de  piedad  en  su 
lengua  {a). 

Dos  cosas  hacen  y  componen  este  bien  de  que  va- 
mos hablando,  razón  discreta  y  habla  dulce.  Lo  prime- 
ro llama  sabiduría ,  y  piedad  lo  segundo ,  ó  por  mejor 
decir,  blandura.  Pues  entre  todas  las  virtudes  sobredi- 
chas, ó  para  decir  verdad,  sobre  todas  elias,  la  buena 
mujer  se  ha  de  esmerar  en  esta,  que  es  ser  sabía  en  su 
razón  y  apacible  y  dulce  en  su  hablar.  Ypodemos  decir 
que  con  esto  lucirá  y  tendrá  como  vida  todo  lo  demás 
de  virtud  que  se  pone  en  esta  mujer,  y  que  sin  ello  que- 
dará todo  lo  otro  como  muerto  y  perdido.  Porque  una 
mujer  necia  y  parlera,  como  lo  son  de  continuo  las  ne- 
cias, por  mas  bienes  oíros  que  tenga,  es  intolerable  ne- 
gocio. Y  ni  mas  ni  menos  la  que  es  brava  y  dé  diu^a  y 
áspera  conversación,  ni  se  puede  ver  ni  sufrir.  Y  así, 
podemos  decir  que  todo  lo  so'jredicho  hace  como  el 
cuerpo  desta  virtud  de  la  casada  que  dibujamos;  mas 
esto  de  ahora  es  como  el  alma  y  es  la  perfección  y  el 
remate  y  la  flor  de  todo  este  bien.  Y  cuanto  toca  á  lo 
primero,  que  es  cordura  y  discreción  ó  sabiduría,  como 
aquí  se  dice,  la  que  de  suyo  ñola  tuviere  ó  no  se  la  hu- 
biere dado  el  don  de  Dios,  con  dificultad  la  persuadire- 
mos á  que  le  falta  y  á  que  la  busque.  Porque  lo  mas 
propio  de  la  necedad  es  no  conocerse  y  tenerse  por 
sabia.  Y  ya  que  la  persuadamos,  será  mayor  dificultad 
ponerla  en  el  buen  saber,  porque  es  cosa  que  se  apren- 
de mal  cuando  no  se  aprende  en  la  leche.  Y  el  mejor 
consejo  que  les  podemos  dar  á  los  tales,  esrogarles  que 
callen  y  que  ya  que  son  poco  sabias,  se  esfuercen  á  ser 
mucho  calladas.  Que  como  dice  el  Sabio  (6) :  uSi  calla 
el  necio,  á  las  veces  será  tenido  por  sabio  y  cuerdo.» 
Y  podráser  así,  que  callando  y  oyendo,  y  pensando  pri- 
mero consigo  lo  que  hubieren  de  hablar,  acierten  á  ha- 

(a)  Vers.  26. 

(b)  Provcrb.,  cap.  17,  v.  23, 


blar  lo  que  merezca  ser  oido.  Así  que,  deste  mal  esta  es 
la  medicina  mas  cierta,  aunque  ni  es  bastante  medici- 
na ni  fácil.  Mas,  como  quiera  que  sea,  es  justo  que  se 
precien  de  callar  todas,  así  aquellas  á  quien  lesconvie- 
ne  enculirir  su  poco  saber,  como  aquellas  que  pueden 
sin  vergüenza  descubrir  lo  que  saben;  porque  en  todas 
es,  no  solo  condición  agradable,  sino  virtud  debida,  el 
silencio  y  el  hablar  poco.  Y  el  abrir  su  boca  en  sabi- 
duría, que  el  Sabio  aquí  dice,  es  no  la  abrir  sino  cuan- 
do la  necesidad  lo  pide,  que  es  lo  mismo  que  abrirla 
templadamente  y  pocas  veces,  por.pie  son  pocas  las 
que  lo  pide  la  necesidad.  Porque ,  así  como  la  natura- 
leza, como  dijimos  y  diremos,  hizo  á  las  mujeres  para 
que  encerradas  guardasen  la  casa,  asilas  obliga  á  que 
cerrasen  la  boca;  y  como  las  deíobügá  de  los  negocios 
y  contrataciones  de  fuera,  así  las  libertó  de  lo  que  se 
consigue  á  la  contratación,  que  son  las  muchas  pláti- 
cas y  palabras.  Porque  el  hablar  nace  del  entender,  y 
las  palabras  no  son  sino  como  imágenes  ó  señales  de  lo 
que  el  ánimo  concibe  en  sí  mismo;  por  donde,  así  como 
á  la  mujer  buena  y  honesta  la  naturaleza  no  la  Iiizo 
para  el  estudio  de  las  ciencias  ni  para  los  negocios  de 
dificullados,  sino  para  un  solo  oficio  simple  y  domésti- 
co; asiles  limitó  el  entender,  y  por  consiguiente  les  ta- 
só las  palabras  y  las  razones;  y  así  como  es  esto  lo  que 
su  natural  déla  mujer  y  su  oficio  le  pide ,  así  por  la  mis- 
ma causa  es  una  de  las  cosas  que  mas  bien  le  está  y  que 
mejor  le  parece.  Y  así  solía  decir  Demócrito  (c)  que 
el  aderezo  de  la  mujer  y  su  hermosura  era  el  hablar 
escaso  y  limitado.  Porque,  como  en  el  rostro  la  hermo- 
sura del  consiste  en  que  se  respondan  entre  sí  las  fac- 
ciones ,  así  la  hermosura  de  la  vida  no  es  otra  co:;a  sí- 
no  el  obrar  cada  uno  conforme  á  lo  que  su  naturaleza  y 
oficio  le  pide.  El  estado  de  la  mujer  ,  en  comparación 
del  marido,  es  estado  humilde,  y  es  como  dote  natural 
de  las  mujeres  la  mesura  y  vergüenza,  y  ninguna  cosa 
hay  que  se  compadezca  menos,  ó  que  desdiga  mas,  de 
lo  humilde  y  vergonzoso,  que  lo  hablador  y  lo  parlero. 
Cuenta  Plutarco  {d)  queFidias,  escultor  noble,  Iiizoá 
los  elicnses  una  imagen  de  Venus  que  afirmaba  los 
pies  sobre  una  tortuga ,  que  es  animal  mudo  y  que 
nunca  desampara  su  concha;  dando  á  entender  que  las 
mujeres  por  la  misma  manera  han  de  guardar  siempre 
la  casa  y  el  silencio.  Porque  verdaderamente  el  saber 
callar  es  su  sabiduría  propia  y  aquella  de  quien  ha- 
bla aquí  Salomón  ,  aunque  para  aprendida  es  muy  di- 
ficultosa á  aquellas  que  de  su  cosecha  no  la  tienen,  co- 
mo decíamos.  Y'  esto  cuanto  á  lo  primero.  Mas  lo  se- 
gundo, que  toca  á  la  aspereza  y  desgracia  de  la  condición, 
que  por  la  mayor  parte  nace  mas  de  la  voluntad  vicio- 
sa que  de  naturaleza  errada,  es  enfermedad  mas  cu- 
rable. \'  deben  advertir  mucho  en  ello  las  buenas  mu- 
jeres; porque,  si  bien  se  mira,  no  sé  yo  si  hay  cosa  mas 
mosiruosa  y  que  mas  disuene  de  lo  que  es,  que  ser 
una  mujer  áspera  y  brava.  La  aspereza  hízose  para  el 
liniíje  da  los  leones  ó  de  los  tigres ,  y  aun  los  varones, 
por  su  compostura  natural  y  por  el  peso  de  los  nego- 
cios en  que  de  ordinario  se  ocupan,  tienen  licencia  pa- 
ra ser  algo  ásperos.  Y  el  sobrecejo  y  el  ceño  y  la  es- 

(c)  Apud  Slobaeum,  scrm.  lxix. 
{(i)  Lib.  De  ¡¡raeccpíis  coiiJujalHus. 


240  0BBA5  DE  FRAY 

quivez  en  ellos  está  bien  á  las  vecer,  mas  la  mujer,  si  es 
leona,  ¿qué  le  queda  de  mujer?  Mire  su  hechura  toda,  ; 
y  verá  que  nació  para  piedad.  Y  como  á  las  onzas  las  , 
uñas  agudas  y  los  dientes  largos  y  la  boca  fiera  y  los  I 
ojos  sangrientos  las  convidan  á  crueza,  asiá  ella  la  fi-  | 
gura  apacible  de  toda  su  disposición  la  obliga  á  que  no  I 
sea  el  ánimo  menos  mesurado  que  el  cuerpo  parece 
blando.  Y  no  piensen  que  las  crió  Dios ,  y  las  dio  al  ¡ 
hombre  solo  para  que  le  guarden  la  casa ,  sino  también 
para  que  le  consuelen  y  alegren.  Para  que  en  ella  el 
marido  cansado  y  enojado  halle  descanso  ,  y  los  hijos 
amor ,  y  la  famiüa  piedad ,  y  todos  generalmente  aco- 
gimiento agradable.  Bien  las  llama  el  hebreo  á  las  mu- 
jeres (da  gracia  de  casa».  Y  llámalas  así,  en  su  lengua 
con  una  palabra,  que  en  castellano,  ni  con  decir  gracia 
ni  con  otras  muchas  palabras  de  buena  significación, 
apenas  comprehendemos  todo  lo  que  en  aquella  se  di- 
ce; porque  dice  aseo,  y  dice  hermosura,  y  dice  donai- 
re ,  y  dice  luz  y  deleite  y  concierto  y  contento ,  el  vo- 
cablo con  que  el  hebreo  las  llama.  Por  donde  entende- 
mos que  de  la  buena  es  tener  estas  cualidades  todas  ,  y 
entendemos  también  que  la  que  va  por  aqui ,  no  debe 
ser  llamada,  ni  la  gracia  ni  la  luz  ni  el  placer  de  su 
casa,  sino  el  trastodella  y  el  estropiezo,  ó  por  darles  su 
nombre  verdadero,  el  trasgo  (a)  y  la  estantigua  (6)  que 
á  todos  los  turba  y  asombra.  Y  sucede  así ,  que  como 
las  casas  que  son  por  esta  causa  asombradas,  después 
deliaberlas  conjurado,  al  fin  los  que  las  viven  las  de- 
jan; así  la  habitación  donde  reinan  en  figura  de  mujer 
estas  fieras,  el  marido  teme  entrar  en  ella,  y  la  familia 
desea  salir  della,  y  lodos  la  aborrecen,  y  lo  mas  presto 
que  pueden  la  santiguan  y  huyen.  ¿Qué  dice  el  Sa- 
bio? (c)  (lEl  azote  de  la  lengua  de  la  mujer  brava  por 
todos  se  extiende,  enojo  fiero  la  mujer  airada  y  borra- 
cha, es  su  afrenta  perpetua  {d).»  Conocí  yo  una  mujer 
que  cuando  comia  reñia,  y  cuando  venia  la  noche  re- 
ñía también,  y  el  sol  cuando  nacía  la  hallaba  riñendo, 
y  esto  bacía  el  disanto  (e)  y  el  día  no  santo,  y  la  semana 
y  el  mes ,  y  todo  el  ai"io  no  era  otro  su  oficio  sino  reñir ; 
siempre  se  oía  el  grito  y  la  voz  ásjtera,  y  la  palabra 
afrentosa  y  el  deshonrar  sin  freno,  y  ya  sonaba  el  azote 
y  ya  volaba  el  chapín,  y  lumca  la  oí  que  no  me  acor- 
dase de  aquello  que  dice  el  poeta  {f) : 

Tesifnne,  ceñida  rtc  crueza 
La  entrada,  sin  clonnir  de  noclie  y  dia, 
Ocupa ,  suena  el  grito,  la  braveza, 
El  lloro,  el  crudo  azule,  la  porria. 

Y  así,  era  su  casa  una  imagen  del  infierno  en  esto, 
con  ser  en  lo  demás  un  paraíso,  porque  las  personas 
dellaseran,  no  ji.ira  mover  á  braveza,  sino  para  dar  con- 
tento y  descanso  á  quien  lo  mirara  bien.  Por  donde, 
cargando  yo  el  juicio  algunas  veces  en  ello  ,  me  resol- 
ví en  que  de  todo  aquel  vocear  y  reñir  no  se  podía  dar  cau- 
sa alguna  que  colorada  fuese,  sino  era  querer  digerir 
con  aquel  ejercicio  las  cenas,  en  las  cuales  de  ordinario 

(a)  Duende. 

(*)  Vision  ó  fantasma,  que  ofreciéndose  i  los  ojos,  causa  es- 
panto. 
{c,  Ecclcsiast.,  cap.  26,  v.  9. 
(d)  Ihiil.,  V.  1-2. 

{e,  Domingo  ó  dia  de  fiesta.  No  es  VOZ  poHtlca, 
ií)  Ovid.,  lü>  IV,  Mctaiuori^l). 


LUIS  DE  LEÓN. 

esta  señora  excedía.  Y  es  así  que  en  estas  brava.?,  si  se 
apuran  bien  todas  las  causas  desta  su  desenfrenada  y 
continua  cólera,  todas  ellas  son  razones  de  disparate; 
la  una,  porque  le  parece  que  cuando  riñe  es  seilora; 
la  otra,  porque  la  desgració  el  marido  ,  y  líalo  de  pa- 
gar la  hija  ó  la  esclava;  la  olra,  porque  su  espejo  no  le 
mintió  ni  la  mostró  hoy  tan  linda  como  ayer,  de  cuanto 
ve  levanta  alboroto.  A  la  una  embravece  el  vino,  á  la 
otra  su  no  cumplido  deseo,  y  á  la  otra  su  mala  veiilura. 
Pero  pasemos  mas  adelante.  Dice  ; 

§.  XYIL 

No  han  de  seflas  buenas  mujeres  calU-jeras,  visitadoras  y  vaga- 
bundas, sino  que  han  de  amar  mucho  el  retiro  y  se  han  de  acos- 
tumbrar á  estarse  en  casa. 

Rodeó  todos  los  rincones  de  su  casa,  y  no  comió  el 
pan  de  balde  {g). 

Quiere  decir  que  en  levantándose  la  mujer,  ha  de  pro- 
veer todas  las  cosas  de  su  casa  y  poner  en  ellas  orden,  y 
que  no  ha  de  hacer  loque  muchas  de  las  de  ahora  hacen, 
que  unas  en  poniendo  los  pies  en  el  suelo ,  ó  antes  que 
los  pongan,  estando  en  la  cama,  negocian  luego  con  el 
almuerzo,  como  si  hubiesen  pasado  cavando  la  noche- 
Otras  se  sientan  con  su  espejo  á  la  obra  de  su  pintura, 
y  se  están  en  ella  enclavadas  tres  ó  cuatro  horas ,  y  es 
pasado  el  mediodía,  y  viene  á  comer  el  marido  y  no  hay 
cosa  puesta  en  concierto.  Y  habla  Salomón  desta  dili- 
gencia aquí,  no  porque  antes  de  ahora  no  hubiese  ha- 
blado della,  sino  por  dejarla,  con  el  repetir,  mas  firme 
en  la  memoria,  como  cosa  importante,  y  como  quien 
conocía  de  las  mujeres  cuan  mal  se  hacen  al  cuidado 
y  cuan  inclinadas  son  al  regalo.  Y  dícelo  también  por? 
que,  diciéndole  á  la  mujer  que  rodee  su  casa,  le  quiere 
enseñar  el  espacio  por  donde  ha  de  menear  los  pies  la 
mujer,  y  los  lugares  por  donde  ha  de  andar,  y  como  si 
dijésemos,  el  campo  de  su  carrera,  que  es  su  casa  pro- 
pia, y  no  las  calles  ni  las  plazas ,  ni  las  huertas  ni  las 
casas  ajenas.  «Rodeó,  dice,  los  rincones  de  su  casa;» 
para  que  se  entienda  que  su  andar  lia  de  ser  en  su  ca- 
sa, y  que  ha  de  estar  presente  siempre  en  todos  los  rin- 
cones della,  y  que  porque  ha  de  estar  siempre  allí  pre- 
sente, por  eso  no  ha  de  andar  fuera  nunca,  y  que,  por- 
que sus  pies  son  para  rodear  sus  rincones,  entienda  que 
no  los  tiene  para  rodear  los  campos  y  las  calles.  ¿No  di- 
jimos arriba  que  el  fin  para  que  ordenó  Dios  la  mujer, 
y  se  la  dio  por  compañía  al  marido,  fué  para  que  le 
guardase  la  casa ,  y  para  que  lo  que  él  ganase  en  los 
oficios  y  contrataciones  de  fuera,  traído  á  casa,  lo  tu- 
viese en  guarda  la  mujer,  y  fuese  como  su  llave?  Pues 
si  es  por  natural  oficio  guarda  de  casa,  ¿cómo  se  permite 
que  sea  callejera  y  visitadora  y  vagabunda?  ¿Qué  dice 
san  Pablo  á  su  discípulo  Tilo  que  enseñe  á  las  mujeres 
casadas?  «Que  sean  prudentes,  dice,  y  que  sean  hones- 
tas y  que  amen  á  sus  maridos,  y  que  tengan  cuidado 
de  sus  casas  {h).n  Adonde,  lo  que  decimos,  «que  ten- 
gan cuidado  de  sus  casas,»  el  original  dice  así :  «Y  que 
sean  guardas  de  su  casa.»  ¿Por  qué  les  dio  á  las  muje- 
res Dios  las  fuerzas  flacas  y  los  miembros  muelles,  si- 

(g)  Vers.  27. 

(h)  Ad  til.,  caii.2,v.  1,5. 


LA  PERFECTA  CASADA. 


241 


no  porque  las  cri(5,  no  para  ser  postas,  sino  para  estar 
en  su  rincón  asentadas?  Su  natural  propio  pervierte  la 
mujer  callejera.  Y  como  los  peces,  en  cuanto  están 
dentro  del  agua,  discurren  por  ella  y  andan  y  vuelan 
íigeros,  mas  si  acaso  los  ;;acan  de  allí,  quedan  sin  se 
poder  menear;  así  la  buena  mujer,  cuanto  para  de  sus 
puertas  adentro  ha  de  ser  presta  y  ligera,  tanto  para 
fuera  del  las  se  ha  de  tener  por  coja  y  torpe.  Y  pues  no 
las  dotó  Dios  ni  del  in,i^enio  que  piden  los  negocios  ma- 
yores, ni  de  fuerzas  las  que  son  menester  para  la  guer- 
ra y  el  campo,  mídanse  con  lo  que  son  y  conténtense 
con  lo  que  es  de  su  suerte,  y  entiendan  en  su  casa  y 
anden  en  ella,  pues  las  hizo  Dios  para  ella  sola.  Los 
chinos,  en  naciendo ,  les  tuercen  á  las  niñas  los  pies, 
porque  cuando  sean  mujeres  no  los  tengan  para  salir 
fuera ,  y  porque  para  andar  en  su  casa  aquellos  torci- 
dos les  bastan.  Como  son  los  hombres  para  lo  público, 
así  las  mujeres  para  el  encerramiento,  y  como  es  de  los 
hombres  el  hablar  y  el  salir  á  luz,  asi  dellas  el  encer- 
rarse y  encubrirse.  Aun  en  la  iglesia,  adonde  la  nece- 
sidad de  la  religión  las  lleva  y  el  servicio  de  Dios,  quie- 
re san  Pablo  (a)  queestén  asi  cubiertas,  que  apenas  los 
hombres  las  vean,  ¿y  consentirá  que  por  su  anlojo 
vuelen  por  las  plazas  y  calles,  haciendo  alarde  de  si? 
¿Qué  ha  de  hacer  fuera  de  su  casa  la  que  no  tiene  par- 
tes ningunas  de  las  que  piden  las  cosas  que  fuera  della 
se  traían?  Forzoso  es  que,  como  la  experiencia  lo  ense- 
ña, pues  no  tienen  saber  para  los  negocios  de  sustancia, 
traten,  saliendo,  de  poquedades  y  menú  lencias,  y  forzo- 
so es  que ,  pues  no  es  de  su  oficio  ni  natural  hacer  lo 
que  pide  valor ,  hagan  el  oficio  contrario.  Y  así  es  que 
las  que  en  sus  casas  cerradas  y  ocupadas  las  mejoran, 
andando  fuera  dellas  las  destruyen.  Y  las  que  con  an- 
siar por  sus  rincones  ganarán  las  voluntades  y  edifica- 
rán las  conciencias  de  sus  maridos,  visitando  las  calles 
corrompen  los  corazones  ajenos  y  enmollecen  las  al- 
mas de  los  que  las  ven,  las  que,  por  serellas  muelles,  se 
hicieron  para  la  sombra  y  para  el  secreto  de  sus  pare- 
des. Y  si  es  dolo  propio  de  la  mujer  e!  vaguear  por  las  ca- 
lles, como  Salomón  en  los  Proverbios  lo  dice  (6),  bien 
se  sigue  que  ha  de  ser  propiedad  de  la  buena  el  salir 
pocas  veces  en  público.  Dice  bien  uno  acerca  del  poeta 
Menandro  (c): 

A  la  buena  mujer  le  es  propio  y  bueno 
El  (le  continuo  estar  en  su  morada, 
Que  el  vaguear  defuera  es  de  las  viles. 

Y  no  por  esto  piensen  que  no  serán  conocidas  ó  esti- 
madas si  guardan  su  casa,  porque  al  revés,  ninguna  co- 
sa hay  que  así  las  haga  preciar  como  el  asistir  en  ella 
á  su  olicio ,  como  de  Teano  la  pitagórica,  que  siendo 
preguntada  por  otra  cómo  vendría  á  ser  señalada  y 
nombrada,  escriben  que  dijo  ((/)  que  hilando  y  te- 
jiendo y  teniendo  cuenta  con  su  rincón.  Porque  siem- 
pre á  las  que  asi  lo  hacen  les  sucede  lo  que  luego  se 
sigue.  Esloes: 

(a)  I,  Ad  corinth.,  cap.  11. 
(*  Cap.  7,  V.  II). 
(c   Apud  Stobaeum  ,  scrm.  tXXIV. 
\,d)  Sophocles  in  Püriio. 


E.  XM-IU 


§.XYIII. 


De  cómo  pertenece  al  oficio  de  la  perfecta  casada  hacer  bueno  al 
mai-iiio,  y  de  la  obligación  que  tiene  la  que  es  madre  de  criar 
por  sí  á  los  hijos. 

Levantáronse  SUS  hijos  y  loáronla, y alabólatamhien 
su  marido  [p). 

Parecerá  á  algunos  que  tener  una  mujer  hijos  y  ma- 
rido tales  que  la  alaben,  mas  es  buena  dicha  della  que 
parle  de  su  virtud.  Y  dirán  que  no  es  esta  alguna  da 
las  cosas  que  ella  ha  de  hacer  para  ser  la  que  debe,  si- 
no de  las  que  si  lo  fuere,  le  sucederán.  Mas  aunque  es 
verdad  que  á  las  tales  les  sucede  esto;  pero  no  se  ha  de 
entender  que  es  suceso  que  les  adviene  por  caso,  sino 
bien  que  les  viene  porque  ellas  lo  hacen  y  lo  obran. 
Porque  al  oHcio  de  la  buena  mujer  pertenece,  y  esLo 
nos  enseña  Salomón  aquí,  hacer  buen  marido  y  cr  ar 
buenos  hijos,  y  tales,  que  no  solo  con  debidas  y  agra- 
decidas palabras  le  den  loor,  pero  mucho  mas  con  bue- 
nos hechos  y  obras.  Que  es  pedirle  lauta  bondad  y  vir- 
tud cuanta  es  menester,  no  so'a  para  sí,  sino  también 
para  sus  hijos  y  su  marido.  Por  manera  que  sus  bue- 
nas obras  dellos  sean  propios  y  verdaderos  loores  de- 
lla ,  y  sean  como  voces  vivas  que  en  los  oí  los  de  todos 
canten  su  loor.  Y  cuanlo  á  lo  del  marido,  C!'?r;o  es  lo 
primero  que  el  Apóstol  dice,  que  muchas  veces  la  mu- 
jer cristiana  y  fiel ,  al  marido  que  es  infiel  le  gana  y 
hace  su  semejante  {f).  Y  así,  no  han  de  pensarque  pe- 
dirles esta  virtud  es  pedirles  lo  que  no  pueden  hacer, 
porque  si  alguno  puede  con  el  marido  es  la  mujer  so- 
la. Y  si  la  caridad  cristiana  obliga  al  bien  del  extraño, 
¿cómo  puede  pensar  la  mujer  ijue  no  esa  oblígala  á 
ganar  y  á  mejorar  su  marido?  Cierto  es  que  son  dos  co- 
sas las  que  entre  todas  tienen  para  persuadir  eficacia: 
el  amistad  y  la  razón.  Pues  veamos  cuál  deltas  dos 
cosas  falta  en  la  mujer  que  es  tal  cual  decimos  aquí, 
ó  veamos  si  hay  algún  otro  que  ni  con  muchas  par  es 
se  iguale  con  ella  en  esto.  El  amor  que  hay  entre  dos, 
mujer  y  marido,  es  el  mas  estrecho,  como  es  notorio, 
porque  le  principia  la  naUíraleza,  y  le  acrecienta  lagra- 
cia,  y  le  enciende  la  costumbre,  y  le  enlazan  eslrticlií- 
simamente  otras  mucbas  obligaciones.  Pues  la  razón  y 
la  palabra  de  la  mujer  discreta  es  mas  eficaz  que  o'ra 
ninguna  en  los  oidos  del  hombre ,  porque  su  aviso  es 
aviso  dulce.  Y  como  las  medicinas  cordiales,  así  su  voz 
se  lanza  luego  y  se  apega  mas  con  el  corazoi.  Muc'ios 
hombres  habría  en  Israel  tan  pruden'es  y  de  tan  dis- 
creta y  mas  discreta  razón  que  la  mujer  de  Tecca;  y 
para  persuadir  á  David  y  para  inducirle  á  que  'ornas-i  á  sa 
hijo  Absalon  á  su  gracia,  Jí.ab,  su  capitán  general,  avi- 
sadamente se  aprovechó  del  aviso  de  sola  esta  muj  t, 
y  sola  esta  quiso  que  con  su  buena  razón  y  dulce  p:i'a- 
bra  ablandase  y  torciese  á  piedad  el  corazón  del  Rey, 
justamente  in.lignado  {g),  y  sucedióle  su  intento;  por- 
que, como  digo,  mejv'irase  y  esfuérzase  muclio  cual- 
quiera buena  razón  en  la  boca  dulce  de  la  sabia  y  bue- 
na mujer.  Qué  ¿quién  no  gusta  de  agradar  á  quien 
ama?  ü  ¿quién  no  se  fia  de  quien  es  amado?  O  ¿quiéo 

(e)  Vers.  28.    (/■)  Ad  t  coiialli  ,  cap.  7,  v.  U. 
(ffi  ii,lte8,  cap.  14. 


242 

no  da  crédito  al  amor  y  á  la  razón  cuando  se  juntan? 
La  razón  no  se  engaña  y  el  amor  no  quiere  engañar;  y 
así,  conforme  á  esto,  tiene  la  buena  mujer  tomados  al 
marido  todos  los  puertos,  porque  ni  pensará  que  se  en- 
gaña la  que  tan  discreta  es,  ni  sospechará  que  le  quie- 
re engañar  la  que  como  su  mujer  le  ama.  Y  si  los  beneG- 
cios  en  la  voluntad  de  quien  los  recibe  crian  deseo  de 
agradecimiento  y  la  aseguran,  para  que  sin  recelo  se 
lie  de  aquel  de  quien  los  ha  recibido ,  y  ambas  á  dos 
cosas  hacen  poderosísimo  el  consejo  que  da  el  benefi- 
ciador al  beneficiado ,  ¿qué  beneficio  hay  que  iguale  al 
que  recibe  el  marido  de  la  mujer  que  vive  como  aqui 
se  dice?  De  un  hombre  extraño,  si  oimos  que  es  vir- 
tuoso y  sabio,  nos  fiamos  de  su  parecer,  ¿y  dudará  el 
marido  de  obedecer  á  la  virtud  y  discreción  que  cada 
dia  ve  y  experimenta?  Y  porque  decimos  cada  dia,  tie- 
nen aun  mas  las  mujeres  para  alcanzar  de  sus  maridos 
lo  que  quisieren  esta  oportunidad  y  aparejo,  que  pue- 
den tratar  cpn  ellos  cada  dia  y  cada  hora,  y  á  las  horas 
de  mejor  coyuntura  y  sazón.  Y  muchas  veces  lo  que  la 
razón  no  puede,  la  importunidad  lo  vence,  y  señalada- 
mente la  de  la  mujer,  que,  como  dicen  los  experimenta- 
dos, es  sobre  todas.  Y  verdaderamente  es  caso,  no  sé 
si  diga  vergonzoso  ó  donoso,  decir  que  las  buenas  uo 
son  poderosas  para  concertar  sus  maridos ,  siendo  las 
malas  valientes  para  inducirlos  á  cosas  desatinadas  que 
los  destruyen.  La  mujer  por  sí  puede  mucho,  y  la  vir- 
tud y  razón  también  á  sus  solas  es  muy  valiente,  y  jun- 
tas entrambas  cosas,  se  ayudan  entre  sí  y  se  fortifican 
de  tal  manera,  que  lo  ponen  todo  debajo  de  ios  pies.  Y 
ellas  saben  que  digo  verdad,  y  que  es  verdad  que  se 
puede  probar  con  ejemplo  de  muchas  que  con  su  buen 
aviso  y  discreción  han  enmendado  mil  malos  siniestros 
en  sus  maridos,  y  ganádoles  el  alma  y  emendádoles  la 
condición  ,  en  unos  brava,  en  otros  distraída,  en  otros 
por  diferentes  maneras  viciosa.  De  arte  que  las  que  se 
quejan  ahora  dellos  y  de  su  desurden ,  quéjense  de  sí 
primero  y  de  su  negligencia,  por  la  cual  no  los  tienen 
cual  deben.  Mas  si  con  el  marido  no  ¡)uedcn ,  con  los 
¡lijos,  que  son  parte  suya  y  los  traen  en  las  manos  des- 
de su  nacimiento  y  les  son  en  la  niñez  como  cera,  ¿qué 
pueden  decir,  sino  confesar  que  los  vicios  dellos  y  los 
desastres  en  que  caen  por  sus  vicios,  por  la  mayor  par- 
te son  culpas  de  sus  padres?  Y  porque  ahora  hablamos 
de  las  madres,  entiendan  las  mujeres  que,  si  no  tienen 
buenos  hijos,  gran  parte  dcllo  es  porque  no  les  son 
ellas  enteramente  sus  madres.  Porque  no  ha  de  pensar 
la  casada  que  el  ser  madre  es  engendrar  y  parir  un 
hijo;  que  en  lo  primero  siguió  su  deleite,  y  á  lo  segun- 
do le  forzó  la  necesidad  natural.  Y  si  no  hiciesen  por 
«líos  mas,  no  sé  en  cuánta  obligación  los  pondrán.  Lo 
que  se  sigue  desi)ucs  del  parto  es  el  puro  oficio  de  la 
madre,  y  lo  que  puede  hacer  bueno  al  hijo  y  lo  que  de 
veras  le  obliga.  Por  lo  cual,  téngase  por  dicho  esta 
perfecta  casada  que  no  lo  será  si  no  cria  á  sus  hijos,  y 
que  la  obligación  que  tiene  por  su  oficio  á  hacerlos  bue- 
nos, esa  misma  le  pone  necesidad  á  que  los  críe  á  sus 
pechos;  porque  con  la  leche,  no  digo  que  se  aprende, 
que  eso  fuera  mejor,  porque  contra  lo  mal  aprendido 
es  remedio  el  olvido;  sino  digo  que  se  bebe  y  convierte 
en  sustancia  y  como  en  n4<  maleza  lodo  lo  bueno  y  lo 


OBR.VS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 

malo  que  hay  en  aquella  de  quien  se  recibe ;  porque  el 
cuerpo  ternecico  de  un  niño,  y  que  salió  como  comen- 
zado del  vientre,  la  teta  le  acaba  de  hacer  y  formar.  Y 
según  quedare  bien  formado  el  cuerpo,  así  le  avendrá 
al  alma  después,  cuyas  costumbres  ordinariamente  na- 
cen de  sus  inclinaciones  del ;  y  si  los  hijos  salen  á  los 
padres  de  quien  nacen,  ¿cómo  no  saldrán  á  las  amns 
con  quien  pacen,  si  es  verdadero  el  refrán  español? 
¿Por  ventura  no  vemos  que  cuando  el  niño  está  enfer- 
mo purgamos  al  ama  que  le  cria ,  y  que  con  purificar 
i  y  sanar  el  mal  humor  della  le  damos  la  salud  á  él? 
I  Pues  entendamos  que,  como  es  únala  salud,  asi  es  uno 
i  el  cuerpo,  y  si  los  humores  son  unos ,  ¿cómo  no  lo  se- 
!  rán  las  inclinaciones,  las  cuales,  por  andar  siempre  her- 
manadas con  ellos,  en  castellano  con  razón  las  llama- 
I  mos  humores?  De  arte  que  si  el  alma  es  borracha ,  ha- 
bernos de  entender  que  el  desdichadito  beberá  con  la 
leche  el  amor  del  vino;  si  colérica,  si  tonta,  sí  desho- 
nesta, sí  de  viles  pensamientos  y  ánimo,  como  de  or- 
dinario lo  son,  será  el  niño  lo  mismo.  Pues  sí  el  no  criar 
los  hijos  es  ponerlos  á  tan  claro  y  manifiesto  peligro, 
¿cómo  es  posible  que  cumpla  con  lo  que  debe  la  casada 
que  no  los  cria?  Esto  es  decir  la  que  en  la  mejor  par- 
te de  su  casa,  y  para  cuyo  fin  se  casó  principalmente, 
pone  tan  mal  recaudo.  ¿Qué  lévale  ser  en  todo  lo  demás 
diligente,  si  en  lo  que  es  mas  es  así  descuidada?  Sí  el 
hijo  sale  perdido,  ¿qué le  vale  la  hacienda  ganada?  O 
¿qué  bien  puede  haber  en  la  casa  donde  los  hijos  para 
quien  es  no  son  buenos?  Y  sí  es  parte  desta  virtud  con- 
jugal, como  habernos  ya  visto,  la  piedad  generalmente 
con  todos ,  las  que  son  tan  sin  piedad,  que  entregan  á 
un  extraño  el  fruto  de  sus  entrañas,  y  la  imagen  de  vir- 
tud y  de  bien  que  en  él  habia  comenzado  la  naturale- 
za á  obrar,  consienten  que  otro  la  borre,  y  permilen 
que  imprima  vicios  en  lo  que  del  vientre  salía  con  prin- 
cipio de  buenas  inclinaciones ,  cierto  es  que  no  son 
buenas  casadas,  ni  aun  casadas,  sí  habemos  de  hablar 
con  verdad;  porque  de  la  casada  es  engendrar  hijos,  y 
hacer  esto  es  perderlos;  y  de  la  casada  es  engendrar 
hijos  legítimos,  y  los  que  se  crian  así,  mirándolo  bien, 
son  llanamente  bastardos.  Y  porque  vuestra  merced  voa 
que  hablo  con  verdad,  y  no  con  encarecimiento,  ha  de 
entender  que  la  madre  en  el  hijo  que  engendra  no  po- 
ne sino  una  parte  de  su  sangre,  de  la  cual  la  virtud 
del  varón,  figurándola,  hace  carne  y  huesos.  Pues  el  ama 
que  cria  pone  lo  mismo,  porque  la  leche  es  sangre,  y 
en  aquella  sangre  la  misma  virtud  del  padre  que  vive 
en  el  hijo  hace  la  misma  obra;  sino  que  la  diferencia 
es  esta,  que  la  madre  puso  este  su  caudal  por  nueve 
meses,  y  la  ama  por  veinte  y  cuatro;  y  la  madre  cuan- 
do el  parto  era  un  tronco  sin  sentido  ninguno,  y  el  ama 
cuando  comienza  ya  á  sentir  y  reconocer  el  bien  que 
recibe;  la  madre  influye  en  el  cuerpo,  el  ama  en  el 
cuerpo  y  en  el  alma.  Por  manera  que  echándola  cuan- 
ta bien,  el  ama  es  la  madre,  y  la  que  parió  es  peor  que 
madrastra,  pues  enajena  de  sí  á  su  hijo,  y  hace  borde- 
lo  que  habia  nacido  legítimo ,  y  es  causa  que  sea 
mal  nacido  el  que  pudiera  ser  noble,  y  comete  en  cier- 
ta manera  un  género  de  adulterio  poco  menos  feo  y 
no  menos  dañoso  que  el  ordinario,  porque  en  aquel 
vende  al  marido  por  hijo  el  qqe  no  QS  del,  y  aquí  el  que 


LA  PERFECTA  CASADA. 


243 


no  lo  es  della ,  y  hace  sucesor  de  su  casa  al  hijo  del 
ama  y  de  la  moza,  que  las  mas  veces  es  una  ó  villana  ó 
esclava.  Bien  conforma  con  esto  lo  que  se  cuenta  ha- 
ber dicho  un  cierto  mozo  romano,  de  la  familia  de  los 
Gracos,  que  volviendo  de  la  guerra  vencedor  y  rico  de 
muchos  despojos,  y  viniéndole  al  encuentro  para  reci- 
birle alegres  y  regocijadas  su  madre  y  su  ama  junta- 
mente, él,  vuelto  á  ellas  y  repartiendo  con  ellas  d«  lo 
que  traía,  como  á  la  madre  le  diese  un  anillo  de  plata 
y  al  ama  un  collar  de  oro,  y  como  la  madre,  indignada 
desto,  se  doliese  del,  le  respondió  que  no  tenia  razón; 
«porque,,  dijo,  vos  no  me  tuvisteis  en  el  vientre  mas  de 
por  espacio  de  nueve  meses,  y  esta  me  ha  sustentado 
á  sus  pechos  por  dos  años  enteros.  Lo  que  yo  tengo  de 
vos  es  solo  el  cuerpo,  y  aun  ese  me  diste  por  manera 
no  muy  honesta,  mas  la  dádiva  que  desta  tengo,  dió- 
mela  ella  con  pura  sencilla  voluntad.  Vos,  en  naciendo 
yo,  me  apartaste  de  vos  y  me  alejastes  de  vuestros  ojos, 
mas  esta  ofreciéndose ,  me  recibió,  desechado,  en  sus 
brazos  amorosamente,  y  me  trató  así,  que  por  ella  he 
llegado  y  venido  al  punto  y  estado  en  que  ahora  estoy.» 
Manda  san  Pablo,  en  la  doctrina  que  daá  las  casadas  (o), 
«que  amen  á  sus  hijos.»  Natural  es  á  las  madres  amar- 
los, y  no  había  para  qué  san  Pablo  encargase  con  par- 
ticular precepto  una  cosa  tan  natural;  de  donde  se  en- 
tiende que  el  decir  «que  los  amen»,  es  decir  que  los 
crien,  y  que  el  dar  leche  la  madre  á  sus  hijos,  á  eso  san 
Paolo  llama  amarlos,  y  con  gran  propiedad;  porque  el 
no  criarlos  es  venderlos  y  hacerlos  no  hijos  suyos,  y  como 
desheredarlos  de  su  natural ,  que  todas  ellas  son  obras 
de  aborrecimiento,  y  tan  fiero,  que  vencen  en  ello  aun 
á  las  fieras,  porque,  ¿qué  animal  tan  crudo  hay,  que 
no  crie  lo  que  produce ,  que  fie  de  otro  la  crianza  de  lo 
que  pare  ?  La  braveza  del  león  sufre  con  mansedumbre 
á  sus  cachorrillos  que  importunamente  le  desjuguen 
las  tetas.  Y  el  tigre,  sediento  de  sangre,  da  alegre- 
mente la  suya  á  los  suyos,  Y  si  miramos  á  lo  delicado, 
el  flaco  pajarillo,  por  no  dejar  sus  huevos,  olvida  el  co- 
mer y  se  enflaquece,  y  cuando  los  ha  sacado,  rodea  to- 
do el  aire  volando,  y  trae  alegre  en  el  pico  lo  que  él  de" 
sea  comer,  y  no  lo  come  porque  ellos  lo  coman.  Mas 
¿qué  es  menester  salimos  de  casa?  La  naturaleza  dentro 
della  misma  declara  casi  á  voces  su  voluntad,  envian- 
do, luego  después  del  parto,  leche  á  los  pechos,  ¿Qué 
mas  clara  señal  esperamos  de  lo  que  Dios  quiere,  que 
ver  lo  que  hace?  Cuando  les  levanta  á  las  mujeres  los 
pechos,  les  manda  que  crien ;  engrosándoles  los  pezo- 
nes, les  avisa  que  han  de  ser  madres;  los  rayos  de  la  le- 
che que  viene  son  como  aguijones  con  que  las  dis- 
pierta  á  que  alleguen  á  sí  lo  que  parieron.  Pero  á  todo 
esto  se  hacen  sordas  algunas,  y  excúsansc  con  decir 
que  es  trabajo  y  que  es  hacerse  temprano  viejas ,  pa- 
rir y  criar.  Es  trabajo,  yo  lo  confieso;  mas  si  esto  va- 
le ,  ¿quién  hará  su  oficio?  No  esgrima  la  espada  el  sol- 
dado, ni  se  ponga  al  enemigo,  porque  es  caso  de  peligro 
y  sudor;  y  porque  se  lacera  mucho  en  el  campo,  desam- 
pare el  pastor  sus  ovejas.  Es  trabajo  el  parir  y  criar, 
pero  entiendan  que  es  un  trabajo  hermanado,  y  que  no 
tienen  licencia  para  dividirlo.  Si  les  duele  el  criar,  no 
paran,  y  si  les  agrada  el  parir,  crien  también.  Si  en 

la)  Ad  Ut.jcap.íi.v.  4. 


esto  hay  trabajo ,  el  del  parlo  es  sin  comparación  el 
mayor.  Pues  ¿por  qué  las  que  son  tan  valienlcs  en  lo 
que  es  mas,  se  acobardan  en  aquello  que  es  miónos? 
Bien  se  dejan  entender  las  que  lo  hacen  así ,  y  cuando 
no  por  sus  hijos,  por  lo  que  deben  á  su  ver^iücnza,  ha- 
bían de  traer  mas  cubiertas  y  disimuladas  sus  inclina- 
ciones. El  parir,  aunque  duele  agrámente,  al  fin  se  lo 
pasan.  Al  criar  no  arrostran,  porque  no  hay  deleite  que 
lo  alcahuete.  Aunque  si  se  mira  bien,  ni  aun  esto  les 
falta  á  las  madres  qiuá  crían  ¡antes  en  este  trabajo  la  na- 
turaleza, sabia  )  prudente,  repartió  gran  parte  degus- 
to y  de  contento.  El  cual,  aunque  no  le  sentimos  los 
hombres,  pero  la  razón  nos  dice  que  le  hay  ,  y  en  los 
extremos  que  Iiacen  las  madres  con  sus  niños  lo  ve- 
mos. Porque,  ¿  qué  trabajo  no  paga  el  niño  á  la  madre 
cuando  ella  le  tiene  en  el  regazo  desnudo,  cuando  él 
juega  con  la  teta,  cuando  la  hiere  con  la  manecilla, 
cuando  la  mira  con  risa?  Pues  cuando  se  le  añuda  al 
cuello  y  la  besa,  parécemeque  aun  la  dejaobligada.  Crie 
pues  la  casada  perfecta  á  su  hijo,  y  acabe  en  él  el  bien 
que  formó,  y  no  dé  la  obra  de  sus  entrañas  á  quien  se 
la  dañe ,  y  no  quiera  que  torne  á  nacer  mal  lo  que  ha- 
bía nacido  bien ,  ni  que  sea  maestra  de  vicios  la  leche, 
ni  haga  bastardo  á  su  sucesor,  ni  consienta  que  conoz- 
ca á  otra  antes  que  áella  por  madre,  ni  quiera  que  en 
comenzando  á  vivir  se  comience  á  engañar.  Lo  prime- 
ro en  que  abra  los  ojos  su  niño  sea  en  ella,  y  de  su  ros- 
tro della  se  figure  el  rostro  del.  La  piedad,  la  dulzura, 
el  aviso,  la  modestia,  el  buen  saber,  con  todos  los  de- 
más bienes  que  le  habernos  dado,  no  solo  los  traspase 
con  la  leche  en  el  cuerpo  del  niño,  sino  también  los 
comience  á  imprimir  en  el  alma  tierna  del  con  los 
ojos  y  con  los  semblantes ;  y  ame  y  desee  que  sus  bijos 
le  sean  suyos  del  todo,  y  no  ponga  su  heclio  en  parir 
muchos  hijos,  sino  en  criar  pocos  buenos ;  porque  los 
tales  con  las  obras  la  ensalzarán  siempre,  y  muchas  ve- 
ces con  las  palabras,  diciendo  lo  que  se  sigue. 

§.  XIX. 

Qué  alabanzas  mereee  la  perfecta  casada ,  y  cómo  para  serlo, 
es  menester  que  esté  adornada  de  muchas  perfecciones. 

Muchas  hijas  allegaron  riquezas,  mas  iú  subiste 
sobre  todas  (6). 

Hijas  llama  el  hebreo  á  cualesquier  mujeres.  Por  ri- 
quezas habemos  de  entender  no  solo  los  bienes  de  la 
hacienda,  sino  también  los  del  alma,  como  son  el  valor, 
la  fortaleza ,  la  industria ,  el  cumplir  con  su  oficio,  con 
todo  lo  demás  que  pertenece  á  lo  perfecto  desta  virtud, 
ó  por  decirlo  mas  brevemente,  riquezas  aquí  se  toman 
por  esta  virtud  conjugal  puesta  en  su  punto.  Y  dice  Sa- 
lomón que  los  hijos  de  la  perfecta  casada ,  loándola ,  la 
encumbran  sobre  todas,  y  dicen  que  de  las  buenas  ella  es 
la  mas  buena,  lo  cual  dice  ó  escribe  Salomón  que  lo  di- 
rán conforme  á  la  costumbre  de  los  que  loan,  en  la  cual 
es  ordinario  lo  que  es  loado  ponerlo  fuera  de  toda  com- 
paración ,  y  mas  cuando  en  los  que  alaban  se  ayunta á 
la  razón  la  afición.  Y  á  la  verdad  todo  lo  que  es  per- 
fecto en  su  género  tiene  aquesto,  que  si  lo  miramos 
con  atención ,  hincho  así  la  vista  del  que  lo  aura,  que 
(b)  Vera.  2». 


244  OBRAS  DE  FRAY 

no  le  deja  pensar  que  hay  igual.  O  digamos  de  otra 
manera,  y  es  que  no  se  hace  la  comparación  con  otras 
casadas  que  fueron  perfectas ,  sino  con  otras,  que  pare- 
cieron quererlo  ser.  Y  esto  cuadra  bien ,  porque  esta 
mujer  que  aquí  se  loa ,  no  es  alguna  particular  que 
fué  tal  como  aquí  se  dice,  sino  el  dechado  y  como  la 
idea  común  que  comprchende  todo  este  bien ;  y  no  es 
una  perfecta,  sino  todas  las  perfectas,  ó  por  mejor  de- 
cir, es  la  misma  perfección;  y  así ,  no  se  compara  con 
otra  perfección  de  su  género ,  porque  no  hay  otra  y  en 
ella  está  toda ,  sino  compárase  con  otras  cualidades  que 
caminan  á  ella  y  no  le  llegan ,  y  que  en  la  apariencia 
son  este  bien,  mas  no  en  los  quilates.  Porque  á  cada 
virtud  la  sigue  é  ¡mita  otra  que  no  es  ella  ni  es  vir- 
tud ;  como  la  osadía  parece  fortaleza,  y  no  lo  es ,  y  el 
desperdiciado  no  es  liberal,  aunque  lo  parece.  Y  por  la 
misma  manera  hay  casadas  que  se  quieren  mostrar  ca- 
bales y  perfectas  en  su  oficio ,  y  quien  no  atendiere 
bien,  creerá  que  lo  son,  y  á  la  verdad  no  atiuan  con 
él ;  y  esto  por  diferentes  maneras;  porque  unas,  si  son 
caseras,  son  avarientas;  otras,  que  velan  en  la  guarda 
de  la  hacienda,  en  lo  demás  se  descuidan;  unas  crian 
los  hijos  y  no  curan  de  los  criados ;  otras  son  grandes 
curadoras  y  acariciadoras  de  la  familia,  y  con  ella  ha- 
cen bando  contra  el  marido.  Y  porque  todas  ellas  tie- 
nen algo  de  su  perfección,  que  traíamos,  parece  que  la 
tienen  toda,  y  de  hecho  carecen  dclla,  porque  no  es 
cosa  que  se  vende  por  partes.  Y  aun  hay  algunas  que 
se  esfuerzan  á  lodo ,  pero  no  se  esfuerzan  á  ello  por  ra- 
zón, sino  por  inclinación  ó  por  antojo;  y  así,  son  mo- 
vedizas, y  no  conservan  siempre  un  tenor  ni  tienen 
verdadera  virtud ,  aunque  se  asemejan  mucho  á  lo  bue- 
no. Porque  esta  virtud,  como  las  demás,  no  es  planta 
que  se  da  en  cualquier  tierra,  ni  es  fruta  de  lodo  ár- 
bol ,  sino  quiere  su  propio  tronco  y  raiz,  y  no  nace  ni 
mana  sino  es  de  una  fuente,  que  es  la  que  se  declara 
en  lo  que  íq  sigue. 

§.  XX. 

De  cómo  la  mujer  que  es  buena  ha  de  cuidar  de  ir  limpia  y  asea- 
da para  mostrar  asi  su  áuiíao  comiiuesti)  y  concerladü  ,  que  ha 
de  procurar  adornar  principalmente  con  el  temor  santo  de 
Dios. 

Engaño  es  el  buen  donaire,  y  lurkria  la  hermosura ;  la 
mujer  que  teme  á  Dios,  esa  es  digna  de  loor  (a). 

Pone  la  hermosura  de  la  buena  mujer,  no  en  las  fi- 
guras del  rostro,  sino  en  las  virtudes  secretas  del  alma, 
las  cuales  todas  se  comprehenden  en  la  Escritura  debajo 
desloque  llamamos  temerá  Dios.  Mas  aunque  este  temor 
de  Dios,  que  hermosea  el  alma  de  la  mujer  como  prin- 
cipal hermosura,  se  ha  de  buscar  y  eslimar  en  ella,  no 
carece  de  cuestión  lo  que  de  la  belleza  corporal  dice 
aquí  el  Sabio ,  cuando  dice  que  es  vana  y  que  es  bur- 
lería ;  porque  se  suele  dudar  si  es  conveniente  á  la 
buena  casada  ser  bella  y  hermosa.  Bien  es  verdad  que 
esta  duda  no  loca  tan  derechamente  en  aquello  á  que 
las  perfectas  casadas  son  obligadas,  como  en  aquello 
que  deben  buscar  y  ccogcr  los  maridos  que  desean  ser 
bien  cacados.  Purquc  el  ser  hermosa  ó  tea  una  mujer, 

(O)  Vcfi.  30. 


LUIS  DE  LEÓN. 

es  cualidad  con  que  se  nace,  y  no  co"a  que  se  adquie- 
re por  voluntad  ni  de  que  se  puede  poner  ley  ni  man- 
damiento á  las  buenas  mujeres.  Mas  como  la  hermo- 
sura consista  en  dos  cosas ,  la  una  que  llamamos  bue- 
na proporción  de  figuras,  y  la  olra  que  es  limpieza  y 
aseo ,  porque  sin  lo  limpio  no  hay  nada  hermoso:  aun- 
que es  verdad  que  ninguna,  si  no  lo  es,  se  puedti  figu- 
rar como  hermosa,  dado  que  lo  procure,  como  se  ve 
en  que  muchas  lo  procuran  y  en  que  ninguna  dellas 
sale  con  ello ;  pero  lo  que  toca  al  aseo  y  limpieza,  ne- 
gocio es  que  la  mayor  parle  del  está  puesta  en  su  cui- 
dado y  voluntad;  y  iiegocio  de  cualidad,  que  aunque 
no  es  de  las  virtudes  que  ornan  el  ánimo,  es  fruto  de- 
lla ,  é  indicio  grande  de  la  limpieza  y  buen  concierto 
que  hay  en  el  alma,  el  cuerpo  limpio  y  bien  aseado; 
porque,  así  como  la  luz  encerrada  en  la  linterna  la  es- 
clarece y  traspasa,  y  se  descubre  por  ella ,  así  e!  alma 
clara  y  con  virtud  resplandeciente,  por  razón  de  la 
mucha  hermandad  que  tiene  con  su  cuerpo,  y  por  es- 
tar íntimamente  unida  con  él ,  le  esclarece  á  él ,  y  le 
ligara  y  compone  cuanto  es  posible  de  su  misma  com- 
posición y  figura;  así  que,  si  no  es  virtud  del  ánimo  la 
limpieza  y  aseo  del  cuerpo,  es  señal  de  ánimo  concer- 
tado y  limpio  y  aseado ,  á  lo  menos  es  cuidado  necesa- 
rio en  la  mujer  para  que  se  conserve  y  se  acreciente 
el  amor  de  su  m;ir¡do  con  ella ,  si  ya  no  es  él  por  ven- 
tura tal  que  se  deleite  y  envicie  en  el  cieno.  Porque 
¿cuál  vida  será  la  del  que  ha  de  traer  á  su  lado  siem- 
pre en  la  mesa,  donde  se  asienta  para  tomar  gusto,  y 
en  la  cama,  que  se  ordena  para  descanso  y  reposo,  uu 
desaliño  y  un  asco  que  ni  se  puede  mirar  sin  torcer 
los  ojos,  ni  tocar  sin  atapar  las  narices?  O  ¿cómo  será 
posibie  que  se  allegue  el  corazón  á  lo  que  naturaltnen- 
te  aborrece  y  de  que  rehuye  el  sentido?  Serále  sin  du- 
da un  perpetuo  y  duro  freno  al  marido  el  deseo  de  su 
mujer,  que  todas  las  veces  que  inclinare  ó  quisiere  in- 
clinar á  ella  su  ánimo,  le  irá  deteniendo  y  le  apartará 
y  como  torcerá  á  otra  parte.  Y  no  será  esto  solamente 
cuando  la  viere,  sino  todas  las  veces  que  entrare  en 
su  casa,  aunque  no  la  vea.  Porque  la  casa  forzosamente 
y  la  limpieza  della  olerá  á  la  mujer  ,  á  cuyo  cargo  está 
su  aliño  y  limpieza,  y  cuanlo  ella  fuere  aseada  ó  des- 
aseada, tanto  así  la  casa  como  la  mesa  y  el  lecho  ten- 
drá de  sucio  ó  de  limpio.  Así  que,  deslo  que  llama- 
mos belleza,  la  primera  parle,  que  consiste  en  el  ser 
una  mujer  aseada  y  limpia,  cosa  es  que  el  serlo  está 
en  la  voluntad  de  la  mujer  que  lo  quiere  ser ,  y  cosa 
que  le  conviene  á  cada  una  quererla ,  y  que  pertenece 
á  esto  perfecto  que  hablamos ,  y  lo  compone  y  hermo- 
sea como  las  demás  parles  dello.  Poro  la  olra  parte, 
que  consiste  en  el  escogido  color  y  figuras,  ni  cslá  en 
la  mano  de  la  mujer  Icncrla ,  y  asi  no  i)crlenece  á  aques- 
ta virtud,  ni  por  ventura  conviene  al  que  se  casa  bus- 
car mujer  tpie  sea  muy  aventajada  en  belleza  ;  porque, 
aunque  lo  hermoso  es  bueno ,  pero  están  ocasionadas 
á  no  ser  buenas  las  que  son  hermosas.  Cien  dijo  acerca 
dcblo  el  poeta  Simónides  (6) : 

Es  hclla  cosa  jl  ver  la  hembra  iiorraoSí , 
Della  para  Ins  otrus;  que  al  marido 
Costoso  dafio  es  y  dcsvculura. 

(*)  Apud  Slobaeum,  serm.  lxxu'. 


LA  PKRFECTA  CASADA. 


245 


Porque  lo  que  mucbos  desean  liase  de  guardar  de 
muchos,  y  así  corre  mayor  peligro,  y  lodos  se  aficio- 
nan al  buen  parecer.  Y  es  inconveniente  gravísimo  que 
en  la  vida  de  los  casados,  que  se  ortlenó  para  que  am- 
bas las  partes  descansase  cada  una  dellas,  y  se  descui- 
dase en  parte  con  la  compañía  de  su  vecina ,  se  escoja 
íal  compañía  ,  que  de  necesidad  obligue  á  vivir  con 
recelo  y  cuidado,  y  que  buscando  el  hombre  mujer 
para  descuidar  de  su  casa,  la  tome  tal ,  que  le  atormen- 
te con  recelo  todas  las  horas  que  no  estuviere  en  ella. 
Y  no  solo  esta  belleza  es  peligrosa  porque  atrae  á  sí 
y  enciende  en  su  codicia  los  corazones  de  los  que  la 
miran,  sino  también  porque  despierta  á  las  que  la  tie- 
nen á  que  gusten  de  ser  codiciadas ;  porque ,  si  todas 
generalmente  gustan  de  parecer  bien  y  de  ser  vistas, 
cierto  es  que  las  que  lo  parecen  no  querrán  vivir  as- 
cendidas ;  demás  de  que  á  todos  nos  es  natural  el  amar 
nuestras  cosas,  y  por  la  misma  razón  el  desear  que 
nos  sean  preciadas  y  estimadas,  y  es  señal  que  es  una 
preciada  cuando  muchos  la  desean  y  aman ;  y  así,  las 
que  se  tienen  por  bellas,  para  creer  que  lo  son ,  quie- 
ren que  se  lo  testifiquen  las  aficiones  de  muchos.  Y 
si  va  á  decir  verdad ,  no  son  ya  honestas  las  que  toman 
sabor  en  ser  miradas  y  recuestadas  deshonestamente. 
Así  que,  quien  busca  mujer  hermosa  camina  con  oro 
por  tierra  de  salteadores ,  y  con  oro  que  no  se  con- 
siente encubrir  en  la  bolsa ,  sino  que  se  hace  él  mis- 
mo afuera  y  se  les  pone  á  los  ladrones  delante  los 
ojos,  y  que  cuando  no  causase  otro  mayor  daño  y  cui- 
dado, en  esto  solo  hace  que  el  marido  se  tenga  por  muy 
afrentado,  si  tiene  juicio  y  valor;  porque  en  la  mujer 
semejante  la  ocasión  que  hay  para  no  ser  buena,  por 
ser  codiciada  de  muchos,  esa  mesma  hace  en  muchos 
grande  sospecha  de  que  no  lo  es,  y  aquesta  sospecha 
basta  para  que  ande  en  lenguas  menoscabada  y  perdi- 
da su  honra.  Y  si  este  bien  de  beldad  tuviera  algún 
tomo ,  pudieran  por  él  ponerse  á  este  riesgo  los  hom- 
bres; mas  ¿quién  no  sabe  lo  que  vale  y  lo  que  du- 
ra esta  flor,  cuan  presto  se  acaba,  con  cuan  ligeras 
ocasiones  se  marchita ,  á  qué  peligros  está  sujeta ,  y 
los  censos  que  paga?  «Toda  la  carne  es  heno ,  dice  el 
Profeta  (o),  y  toda  la  gloria  della,  que  es  su  hermosu- 
ra toda,  y  su  resplandor  como  flor  de  heno.»  Pues  bue- 
no es  que  por  el  gusto  de  los  ojos  ligero  y  de  una  ho- 
ra quiera  un  hombre  cuerdo  hacer  amargo  el  estado 
en  que  ha  de  perseverar  cuanto  le  perseverare  la  vida,  y 
que  para  que  su  vecino  mire  con  contento  á  su  mujer, 
muera  él  herido  de  mortal  descontento ,  y  que  negocie 
con  sus  pesares  propios  los  placeres  ajenos.  Y  si 
aquesto  no  basta,  sea  su  pena  su  culpa,  que  ella  mis- 
ma le  labrará;  de  manera  que ,  aunque  le  pese  algún 
día,  y  muchos  días  conozca  sin  provecho  y  condene 
su  error,  y  diga,  aunque  tarde,  loque  aquí  dice  deste 
su  perfecto  dechado  de  mujeres  el  Espíritu  Sanio: 
«Engaño  es  el  buen  donaire ,  y  burlería  la  hermosura; 
la  mujer  que  teme  á  Dios,  esa  es  digna  de  ser  loada.» 
Porque  se  ha  de  entender  que  esta  es  la  fuente  de  todo 
lo  que  es  verdadera  virtud ,  y  la  raíz  de  donde  nace  todo 
lo  que  es  bueno ,  y  lo  que  solo  puede  hacer  y  hace  que 
cada  uno  cumpla  entera  y  perfeclamenle  con  lo  que 
(o)  Isaiac,  cap,  11,  V.  6. 


debe ,  el  temor  y  respeto  de  Dios ,  y  el  tener  cuenta 
con  su  ley;  y  lo  que  en  esto  no  se  funda,  nunca  llega 
al  colmo,  y  por  bueno  que  parece,  se  hiela  en  flor.  Y 
entendemos  por  temor  de  Dios ,  según  el  estilo  de  la 
Escritura  Sagrada,  no  solo  el  afecto  del  tener,  sino  el 
emplearse  uno  con  voluntad  y  con  obras  en  el  cum- 
plimiento de  sus  mandamientos,  y  lo  que,  en  una  pala- 
bra ,  llamamos  servicio  de  Dios.  Y  descubre  esta  raíz 
Salomón  á  la  postre,  no  porque  su  cuidado  ha  de  ser 
el  postrero;  que  antes ,  como  decimos ,  el  principio  de 
todo  este  bien  es  ella;' sino  lo  uno,  porque.temeráDios 
y  guardar  con  cuidado  su  ley ,  no  es  mas  propio  de  la 
casada  que  de  lodos  los  hombres.  A  todos  nos  convie- 
ne m.eter  en  este  negocio  todas  las  velas  de  nuestra 
voluntad  y  afición,  porque  sin  él  ninguno  puede  cum- 
plir ni  con  las  obligaciones  generales  de  cristiano  ni 
con  las  particulares  de  su  oficio.  Y  lo  otro,  dícelo  al 
fin  por  dejarlo  mas  firme  en  la  memoria,  y  para  dar 
á  entender  que  este  cuidado  de  Dios  no  solamente  lo 
ha  de  tener  por  primero,  sino  también  por  postrero; 
quiero  decir ,  que  comience  y  demedie  y  acabe  todas 
sus  obras,  y  todo  aquello  á  que  le  obliga  su  estado,  de 
Dios  y  en  Dios  y  por  Dios ;  y  que  haga  lo  que  convie- 
ne, no  solo  con  las  fuerzas  que  Dios  le  da  para  ello, 
sino  última  y  principalmente  por  agradar  á  Dios,  que 
se  las  da.  Por  manera  que  el  blanco  adonde  ha  de 
mirar  en  cuanto  hace,  ha  de  ser  Dios,  así  para  pe- 
dirle ííivor  y  ayuda  en  lo  que  hiciere,  como  para  ha- 
cer lo  que  debe  puramcnle  por  él ;  porque  lo  que  se 
hace ,  y  no  por  él ,  no  es  enteramente  bueno ,  y  lo  que 
se  hace  sin  él,  como  cosa  de  nuestra  cosecha,  es  de 
muy  bajos  quilates.  Y  esto  es  cierto,  que  una  empresa 
tan  grande  y  adonde  se  ayuntan  tan  diversas  y  tan  di- 
íicullosas  obligaciones  como  es  satisfacer  una  casada 
á  su  estado,  nunca  se  hizo  ni  aun  medianamente  siii 
que  Dios  proveyese  de  abundante  favor.  Y  así,  el  temor 
y  servicio  de  Dios  ha  de  ser  en  ella  lo  principal  y  lo 
primero,  no  solamente  porque  le  es  mandado,  sino 
también  porque  le  es  necesario;  porque  las  que  por 
aquí  no  van  siempre,  se  pierden ,  y  demás  de  ser  mal 
cristianas ,  en  ley  de  casadas  nunca  son  buenas ,  como 
se  ve  cada  día.  Unas  se  esfuerzan  por  temor  del  mari- 
do, y  así,  no  hacen  bien  mas  de  lo  que  ha  de  ver  y 
entender.  Otras ,  que  trabajan  porque  le  aman  y  quie- 
ren agradar,  en  entibiándose  el  amor,  desamparan  el 
trabajo.  A  las  que  mueve  la  codicia  no  son  caseras, 
sino  escasas ,  y  demás  de  escasas,  faltas  por  el  mismo 
caso  en  otras  virtudes  de  las  que  pertenecen  á  su  ofi- 
cio, y  así ,  por  una  muestra  de  bien  no  tienen  ninguno. 
Otras  que  se  inclinan  por  honra  y  que  aman  el  pare- 
cer buenas ,  por  ser  honradas  cumplen  con  lo  que  pa- 
rece ,  y  no  con  lo  que  es,  y  ninguna  dellas  consiguen 
lo  que  pretenden  ni  tienen  un  ser  en  lo  que  hacen, 
sino  con  los  días  mudan  los  intentos  y  pareceres^  por- 
que caminan  ó  sin  guia  ó  con  mala  guia,  y  así,  aun- 
que trabajan ,  su  trabajo  es  vano  y  sin  fruto.  Mas  al 
revés ,  las  que  se  ayudan  de  Dios  y  enderezan  sus  obras 
y  trabajos  á  Dios  cumplen  con  todo  su  oficio  entera- 
mente, porque  Dios  quiere  que  le  cumplan  todo,  y 
cúmplenlo,  no  en  apariencia ,  sino  en  verdad ,  porque 
Dios  no  se  engaña;  y  andan  en  su  trabajo  coü  su  gus- 


246  OBRAS  DE  FRAY 

to  y  deleite,  porque  Dios  persevera ;  y  son  siempre  unas,  i 
porque  el  que  las  alienta  es  él  mismo;  y  caminan  sin 
error,  prrque  no  le  hay  en  su  guia;  y  crecen  en  el  ca- 
mino y  van  pasando  adelante,  y  en  breve  espacio  tras-  I 
pasan  largos  espacios ,  porque  su  hecho  tiene  todas   i 
las  buenas  cualidades  y  condiciones  de  la  virtud ;  y 
finalmente ,  ellas  son  las  que  consiguen  el  precio  y  el 
premio;  porque  quien  le  da  es  Dios,  á  quien  ellas  en   ! 
su  oficio  miran  y  sirven  ;  y  el  premio  es  el  que  Salo-  I 
mon  ,  concluyendo  toda  aquesta  doctrina,  pone  en  lo 
que  se  sigue.  j 

§.  m  I 

Del  premio  y  gabrdon  que  tiene  Dios  aparejado  para  la  perfcct»    j 
casadü,  no  solu  en  la  otra  ^ida,  sino  aun  en  este  mundo. 

Dadle  del  fruto  de  sus  manos,  y  lóenla  en  las  plazas 
sus  obras  {a). 

Los  frutos  de  la  virtud,  quiénes  y  cuáles  sean,  san 
Pablo  los  pone  en  la  epístola  que  escribió  á  los  gálatas, 
diciendo  (6)  :  «  Los  frutos  del  Espíritu  Santo  son  amor 
y  gozo,  y  paz  y  sufrimiento,  y  largueza  y  bondad,  y 
larga  espera  y  mansedumbre,  yfe  y  modestia, y  templan- 
za y  limpieza.  »  Y  á  esta  rica  compañía  de  bienes ,  que 
ella  por  sí  sola  parecía  bastante ,  se  añade  ó  sigue  otro 
fruto  mejor,  que  es  gozar  en  vida  eterna  de  Dios.  Pues 
estos  frutos  son  los  que  aquí  el  Espíritu  Santo  quiere  y 
manda  que  se  den  á  la  buena  mujer,  y  los  que  llama 
fruto  de  sus  manos,  esto  es,  de  sus  obras  della.  Porque 
aunque  todo  es  don  suyo,  y  el  bien  obrar  y  el  galardón 
de  la  buena  obra;  pero,  por  su  infinita  bondad,  quiere 
que  porque  le  obedecimos  y  nos  rendimos  á  su  movi- 
miento, se  llame  y  sea  fruto  de  nuestras  manos  é  indus- 
tria lo  que  principalmente  es  don  de  su  liberalidad  y 
largueza.  Vean  pues  ahora  las  mujeres  cuan  buenas 
manos  tienen  las  buenas,  cuan  ricas  son  las  labores 
que  hacen  y  de  cuan  grande  provecho.  Y  no  solo  sacan 
provecho  dellos,  sino  honra  también,  aunque  suelen 
decir  que  no  caben  en  uno.  El  provecho  son  bienes  y  ri- 
quezas del  cielo,  la  honraos  una  singular  alabanza  en  la 
tierra.  Y  así  añade  :  «  Y  lóenla  en  las  plazas  sus  obras.» 
Porque  mandar  Dios  que  la  loen,  es  hacer  cierto  que  la 

(a)  Vers,  51.     (¿)  Cap.  5,  v.  22,  t3. 


LLIS  DE  LEÓN. 

alabarán;  porque  lo  que  él  dice  se  hace,  y  porque  la 
alabanza  sigue  coino  sombra  á  la  virtud,  y  se  debe  á  so- 
la ella.  Y  dice  :  «  En  las  plazas ;»  porque  no  solo  en  se- 
creto y  en  particular,  sino  también  en  público  y  en  ge- 
neral sonarán  sus  loores,  como  á  la  letra  acontece.  Por- 
que, aunque  todo  aquello  en  que  resplandece  algún  bien 
es  mirado  y  preciado,  pero  ningún  bien  se  viene  tanto 
á  los  ojos  humanos,  ni  causa  en  los  pechos  de  los  hom- 
bres tan  grande  satisfacción,  como  una  mujer  perfecta, 
ni  hay  otra  cosa  en  que  ni  con  tanta  alegría  ni  con  tan 
encarecidas  palabras  abran  los  hombres  las  bocas,  ó 
cuando  tratan  consigo  á  solas ,  ó  cuando  conversan  con 
otros,  ó  dentro  de  sus  casas,  ó  en  las  plazas  en  público. 
Porque  unos  loan  lo  casero,  otros  encarecen  la  discre- 
ción, otros  suben  al  cielo  la  modestia,  la  pureza,  la 
piedad,  la  suavidad  dulce  y  honesta.  Dicen  del  rostro 
limpio,  del  vestido  aseado,  de  las  labores  y  de  las  velas. 
Cuentan  las  criadas  remediadas,  el  mejoro  de  la  hacien- 
da ,  el  trato  con  las  vecinas  amigable  y  pacífico;  no  ol- 
vidan sus  limosnas ,  repiten  cómo  amó  y  ganó  á  su  ma- 
rido; encarecen  la  crianza  de  los  hijos,  el  buen  trata- 
miento de  sus  criados;  sus  hechos,  sus  dichos,  sus 
semblantes  alaban.  Dicen  que  fué  santa  para  con  Dios  y 
bienaventurada  para  con  su  marido,  bendicen  por  el'a  a 
su  casa  y  ensalzan  á  su  parentela ,  y  aun  á  los  que  la 
merecieron  ver  y  hablar  llaman  dichosos ;  y  como  á  la 
santa  Judit  (c),  la  nombran  gloria  de  su  linaje  y  coro- 
na de  todo  su  pueblo ;  y  por  mucho  que  digan,  hallan 
siempre  mas  que  decir.  Los  vecinos  dicen  esto  á  los  aje- 
nos, y  los  padres  dan  con  ella  doctrina  á  sus  hijos,  y 
de  los  hijos  pasa  á  los  nietos,  y  extiéndese  la  faina  por 
todas  partes  creciendo ,  y  pasa  con  clara  y  eterna  voz 
su  memoria  de  unas  generaciones  en  otras,  y  no  le  ha- 
cen injuria  los  años  ni  con  el  tiempo  envejece,  antes 
con  los  días  florece  mas ,  porque  tiene  su  raíz  junto  á 
las  aguas,  y  asi  no  es  posible  que  descaezca,  ni  menos 
puede  ser  que  con  la  edad  caiga  el  edificio  que  está  fun- 
dado en  el  cielo ,  ni  en  manera  alguna  es  posible  que 
muera  el  loor  de  la  que  lodo  cuanto  vivió  no  fué  sino 
una  perpetua  alabanza  de  la  bondad  y  grandeza  de  Dios, 
á  quien  solo  se  debe  eternamente  el  eusalzamienlo  y  la 
gloria.  Amen. 

(c)  Juditli,  cap.  Ib,  V.  10, 


FIN   DE   I.A    PERFtCTA   CASADA. 


TRADUCCIÓN  LITERAL 


Y  DECLARACIÓN 


DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES 

DE  SALOMÓN. 


PROLOGO. 

Ninguna  cosa  es  mas  propia  á  Dios  que  el  amor,  ni  al  amor  hay  cosa  mas  natural  que  volver  al 
que  ama  en  las  mismas  condiciones  y  genio  del  que  es  amado  ;  de  lo  uno  y  de  lo  otro  tenemos 
claras  experiencias.  Cierto  es  que  Dios  nos  ama,  y  todo  el  que  no  esté  muy  ciego  lo  puede  cono- 
cer en  sí  por  los  señalados  beneficios  que  de  su  mano  continuamente  recibe  :  el  ser,  la  vida,  el 
gobierno  de  ella,  y  el  amparo  de  su  favor,  que  en  ningún  tiempo  ni  lugar  nos  desampara.  Que 
Dios  se  precie  mas  de  esto  que  de  otra  cosa ,  y  que  le  sea  propio  el  amor  entre  todas  sus  virtudes, 
vese  en  sus  obras,  que  todas  se  ordenan  á  este  fin ,  que  es  hacer  repartimiento  y  poner  en  pose- 
sión de  sus  grandes  bienes  á  las  criaturas ,  haciendo  que  su  misma  semejanza  resplandezca  en  to- 
das, y  midiéndose  asi  á  la  medida  de  cada  una  de  ellas  para  ser  gozado  de  todos,  que,  como  diji- 
mos, es  obra  propia  del  amor.  Señaladamente  se  descubre  este  beneficio  y  amor  de  Diosen  el 
hombre,  al  cual  crió  al  principio  á  su  imagen  y  semejanza,  como  otro  Dios,  y  á  la  postre  se  hizo 
Dios  á  la  figura  y  semejanza  suya ,  volviéndose  hombre  últimamente  por  naturaleza ,  y  mucho  antes 
por  trato  y  conversación,  como  se  ve  claramente  en  todo  el  discurso  de  las  sagradas  letras,  en 
las  cuales  por  esta  causa  es  cosa  maravillosa  el  cuidado  que  pone  el  Espíritu  Santo  en  conformar- 
se con  nuestro  estilo  (á  fin  de  que  no  nos  extrañemos  del  que  nos  ama  infinitamente ) ,  remedando 
nuestro  lenguaje,  é  imitando  en  sí  proporcionadamente  toda  la  variedad  de  nuestro  ingenio  y  con- 
diciones ,  como  es  el  hacerse  del  alegre  y  del  triste ,  mostrarse  airado  y  arrepentido,  y  amena- 
zando á  veces ,  y  á  veces  venciéndose  con  mil  blanduras ,  y  no  hay  afición  ni  cualidad  tan  propia 
á  nosotros  y  tan  extraña  á  él,  en  que  no  se  transforme.  Testigo  de  esto  son  los  salmos  de  David ,  y 
mucho  mas  los  escritos  de  los  santos  profetas ;  pero  ninguno  tanto  como  este  libro  de  los  Cantares, 
que  tenemos  entre  las  manos,  donde  Dios  se  muestra  herido ,  y  todo  á  fin  de  que  no  huyamos  de 
él  ni  nos  extrañemos  de  su  gracia  ;  y  que  vencidos,  ó  que  por  afición  ó  que  por  vergüenza  haga- 
mos lo  que  nos  manda ,  que  es  aquello  en  que  consiste  nuestra  mayor  fehcidad.  Testigo  de  esto 
son  los  versos  y  canciones  de  David ,  las  pláticas  y  sermones  de  los  santos  y  profetas ,  los  consejos  de 
la  sabiduría,  y  finalmente,  toda  la  vida  y  doctrina  de  Jesucristo ,  luz  y  verdad ,  y  todo  el  bien  y  es- 
peranza nuestra.  Pues  entre  las  demás  escrituras  divinas ,  una  es  la  canción  suavísima  que  Salomón, 
rey  y  profeta,  compuso ,  en  la  cual,  debajo  un  enamorado  razonamiento,  y  entre  dos,  pastor  y  pas- 
tora, mas  que  en  nmguna  otra  escritura,  se  muestra  Dios  herido  de  nuestros  amores,  con  todas 
aquellas  pasiones  y  sentimientos  que  este  afecto  suele  y  puede  hacer  en  los  corazones  humanos 
mas  blaados  y  mas  tiemos.  Huega ,  Hora  y  pide  celos ,  vase  como  desesperado,  y  vuelve  luego ;  y 


248  OBRAS  DE  FRAY  LUTS  DE  LEÓN. 

variando  enfre  esperanza,  temor,  alepría  y  tristeza,  ya  canta  de  contento  y  ya  publica  sus  que- 
jas ,  haciendo  testigos  á  los  montes  y  á  lo  írboles  de  ellos,  á  los  animales  y  á  las  fuentes,  de  la  pena 
grande  que  padece.  Aquí  se  ven  pintad  .-s  al  vivo  los  amorosos  fuegos  de  los  verdaderos  amantes, 
los  encendidos  deseos,  los  perpetuos  cuidados,  las  recias  congojas  que  la  ausencia  y  el  temor  en 
ellos  causan,  juntamente  con  los  celos  y  sospechas  que  entre  ellos  se  mueven  ;  aquí  se  oye  el  so- 
nido de  los  ardientes  suspiros,  mensajeros  del  corazón,  y  de  las  amorosas  quejas  y  dulces  razona- 
mientos (jue  unas  veces  se  ven  venidos  de  esperanza,  y  otras  de  temor;  y  en  breve  todos  aque- 
llos sentimientos  que  los  apasionados  amantes  suelen  probar,  se  ven  aquí  tanto  mas  agudos  y  de- 
licados, cuanto  mas  vivo  y  acendrado  es  clamor  divino  que  el  mundano.  Dicelbs  con  el  mayor 
primor  de  palabras,  blandura  de  requiebros ,  extrañeza  de  bellísimas  comparaciones,  que  jamás  se 
escribió  y  oyó ;  á  cuya  causa  la  lección  de  este  libro  es  dificultosa  á  todos,  y  peligi'osa  á  los  mance- 
bos y  á  los  que  no  esíán  muy  adelantados  y  íirmes  en  la  virtud ;  porque  en  ninguna  escritura  se 
explica  la  pasión  del  amor  con  mas  fuerza  y  sentido  que  en  esta  ;  y  así ,  acerca  de  los  hebreos  no 
tenían  licencia  para  lejr  este  libro  y  otros  algunos  de  la  ley  los  que  fuesen  menores  de  cuarenta 
años.  Del  peligro  no  hay  que  tratar  ;  la  virtud  y  valor  de  vuestra  merced  nos  hace  segiu'os  ;  la  di- 
ficultad,-que  es  mucha,  trabajaré  yo  cuanto  alcanzaren  mis  fuerzas,  que  son  bien  pequeñas. 

Cosa  cierta  es  y  sabida  que  en  estos  Canlai¿s ,  como  en  persona  del  rey  Salomón  y  su  esposa,  la 
hija  del  rey  de  Egipto,  debajo  de  amorosos  requiebros  explica  el  Señoría  encarnación  de  Cristo  y 
el  entrañable  amor  que  siempre  tuvo  á  su  Iglesia,  con  otros  secretos  de  gran  misterio  y  de  gran 
peso.  En  este  sentido,  que  es  espiritual ,  no  tengo  qué  tocar ;  porque  de  él  hay  escritos  grandes  li- 
bros por  personas  sanlisimasy  muy  doctas,  que  ricos  del  mismo  espíritu  que  habló  en  este  libro, 
entendieron  gran  parte  de  su  secreto,  y  como  lo  entendieron  lo  pusieron  en  sus  escrituras,  que 
estaban  llenas  de  espíritu  y  regalo.  Así  que,  en  esta  parte  no  hay  qué  decir,  ó  porque  ya  está  dicho, 
ó  porque  es  negocio  prolijo  y  de  grande  espacio  ;  solamente  trabajaré  en  declarar  la  corteza  de  la 
letra  asi  llanamente,  como  si  en  este  libro  no  hubiera  otro  mayor  secreto  del  que  muestran  aque- 
llas palabras  desnudas ,  y  al  parecer  dichas  y  respondidas  entre  Salomón  y  su  esposa,  que  será  so- 
lamente declarar  el  sonido  de  ellas  y  aquello  en  que  está  la  fuerza  de  la  comparación  y  del  requie- 
bro ;  que  aunque  es  trabajo  de  menos  quilates  que  el  primero,  no  por  eso  carece  de  grandes 
dificultades,  como  luego  veremos.  Porque  se  ha  de  entender  que  este  libro  en  su  primer  origen  se 
escribió  en  metro,  y  es  todo  él  una  égloga  pastoril,  adonde  con  palabras  y  lenguaje  de  pastores 
hablan  Salomón  y  su  esposa,  y  algunas  veces  sus  compañeros,  como  si  luesen  gentes  de  aldea.  Hace 
dificultoso  su  entendimiento  primeramente  lo  que  suele  poner  dificultad  en  todas  las  escrituras  adon- 
de se  explican  algunas  gi'andes  pasiones  ó  afectos,  mayormente  de  amor,  que  al  parecer  van  las  ra- 
zones corladas  y  desconcertadas  ;  aunque  á  la  verdad,  entendido  una  vez  el  hilo  de  la  pasión  que 
mueve ,  responden  maravillosamente  á  los  afectos  que  explican ,  los  cuales  nacen  unos  de  otros 
por  natural  concierto  ;  y  la  causa  de  parecer  ansí  corladas  es,  que  en  el  ánimo  enseñoreado  de 
alguna  pasión  vehemente  no  alcanza  la  lengua  al  corazón ,  ni  se  puede  decir  tanto  como  se  siente, 
y  aun  eso  que  se  puede ,  no  se  dice  todo ,  sino  á  parles  y  cortadamente ,  una  vez  el  principio  de  la 
razón ,  y  otra  vez  el  fin  sin  el  principio  ;  que  así  como  el  que  ama  siente  mucho  lo  que  dice,  así  le 
parece  que  en  apuntándolo  él ,  está  por  los  demás  entendido  ;  y  la  pasión  con  su  fuerza  y  con  in- 
creible  presteza  le  arrebata  la  lengua  y  corazón  de  un  afecto  en  otro,  y  de  aquí  son  sus  razones 
cortadas  cutre  sí,  porque  responde  el  movimiento  que  hace  la  pasión  en  el  ánimo  del  que  las  dice; 
la  cual  quien  no  la  siente  ó  ve ,  juzga  mal  de  ellas,  como  juzgaría  por  modo  de  desvarío  y  de  mal 
seso  los  meneos  de  los  que  bailan  el  que ,  viéndolos  de  lejos,  no  percibiese  el  son  á  quien  siguen  ;  lo 
cual  C3  mucho  de  advertir  en  este  libro  y  en  todos  los  semejantes.  Lo  segundo  que  pone  oscuri- 
dad es  ser  la  lengua  hebrea,  en  que  se  escribió,  de  su  propiedad  y  condición  lengua  de  pocas 
palabras  y  de  corladas  razones,  y  esas  llenas  de  diversidad  de  sentidos,  y  juntamente  con  esto, 
por  ser  el  estilo  y  juicio  de  las  cosas  en  aquel  tiempo  y  en  aquella  gente  tan  diferente  de  lo  que  se 
platica  ahora ;  de  donde  nace  i>arecernos  nuevas  y  extrañas  y  fuera  de  todo  buen  primor  las  com- 
paraciones de  que  usa  este  li!)ro,  cuando  el  esposo  ó  la  esposa  quieren  mas  loar  la  belleza  del  otro; 
como  cuando  compara  el  cuello  á  una  torre,  y  los  dientes  á  un  rebaño  de  ovejas,  y  así  otras  seme- 
jantes. Como  á  la  verdad ,  cada  lengua  y  cada  gente  tonga  sus  propiedades  do  hablar  adonde  la 
costumbre  usada  y  recibida  hace  que  sea  primor  y  gentileza  lo  que  en  otra  lengua  y  en  otras  gen- 
tes parecería  muy  tosco;  así  es  de  creer  que  todo  esto,  que  ahora  por  su  novedad  v  por  ser  ajeno 
de  uucáifo  UoO  uo¿  debasrada,  era  el  todo  bien  habW  y  toda  la  corlesia  de  aquclliempo  cuUeaqutí- 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES,  249 

lia  gente.  Porque  claro  es  que  Salomón  era ,  no  solamente  muy  sabio,  sino  rey  é  hijo  de  rey  ;  y  quo 
cuando  no  lo  alcanzara  por  letras  y  por  doctrina ,  por  la  crianza  sola  y  por  el  trato  solo  de  su  coi-te  y 
casa  supiera  hablar  su  lengua  mejor  y  mas  cortésmente  que  otro  ninguno.  Lo  que  yo  hago  en  esto 
son  dos  cosas  :  la  una  es  volver  en  nuestra  lengua,  palabra  por  palabra,  el  texto  de  este  libro ;  en  la 
segunda  declaro  con  brevedad  ,  no  cada  palabra  por  sí ,  sino  los  pasos  donde  se  ofrece  alguna  obs- 
curidad en  la  letra ,  á  fin  que  quede  claro  su  sentido  entero ,  y  después  de  él  su  declaración.  Acer- 
ca de  lo  primero  procuré  conformarme  cuanto  pude  con  el  original  hebreo,  cotejando  juntamente 
todas  las  traducciones  giñegas  y  latinas  que  de  él  hay,  que  son  muchas  ;  y  pretendi  que  respon- 
diese esta  interpretación  con  el  original,  no  solo  en  las  sentencias  y  palabras,  sino  aun  en  el  cor- 
riente y  en  el  aire  de  ellas,  imitando  sus  figuras  y  sus  modos  de  hablar  y  maneras  cuanto  es  posi- 
ble á  nuestra  lengua ,  que  á  la  verdad  responde  á  la  hebrea  en  muchas  cosas ,  donde  podrá  ser  que 
algunos  no  se  contenten  tanto,  y  les  parezca  en  algunas  partes  que  la  razón  queda  corta  y  dicha 
muy  á  la  vizcaína  y  muy  á  lo  viejo ,  y  que  no  hace  corra  el  hilo  del  decir,  pudiéndola  hacer  fácil- 
mente con  mudar  algunas  palabras  y  añadir  algunas  otras  ;  lo  cual  yo  no  hice  por  lo  que  he  dicho 
y  sé ,  y  porque  entiendo  sea  diferente  el  oficio  del  que  traslada ,  mayormente  escrituras  de  tanto 
peso,  del  que  las  explica  y  declara.  El  que  traslada  ha  de  ser  fiel  y  cabal ,  y  si  fuere  posible ,  con- 
tar las  palabras ,  para  dar  otras  tantas,  y  no  mas,  de  la  misma  manera ,  cualidad,  y  condición  y  va- 
riedad de  significaciones  que  las  originales  tienen,  sin  limitallas  á  su  propio  sonido  y  parecer, 
para  que  los  que  leyeren  la  traducción  puedan  entender  la  variedad  toda  de  sentidos  á  que  da 
ocasión  el  original  si  se  leyese ,  y  queden  libres  para  escoger  de  ellos  el  que  mejor  les  pareciere. 
El  extenderse  diciendo,  y  el  declarar  copiosamente  la  razón  que  se  entienda,  y  con  guardar  la 
sentencia  que  mas  agrada,  jugar  con  las  palabras,  añadiendo  y  quitando  á  nuestra  voluntad,  eso 
quédese  para  el  que  declara ,  cuyo  oficio  es ;  y  nosotros  usamos  de  él ,  después  de  puesto  cada  un 
capítulo ,  en  la  declaración  que  se  sigue.  Bien  es  verdad  que ,  trasladando  el  texto ,  no  pudimos  tan 
puntualmente  ir  con  el  original ,  y  la  cualidad  de  la  sentencia  y  propiedad  de  nuestra  lengua  nos 
forzó  á  que  añadiésemos  alguna palabrilla,  que  sin  ella  quedaría  oscurísimo  el  sentido;  pero  estas 
son  pocas ,  y  las  que  son ,  van  encerradas  entre  dos  rayas  de  esta  manera  (  ).  Vuestra  merced  re- 
ciba en  todo  esto  mi  voluntad ;  que  lo  demás  á  mí  no  me  satisface  mucho ,  ni  curo  que  satisfaga 
á  otros;  bástame  haber  cumplido  con  lo  que  se  me  mandó,  que  es  loque  en  todas  las  cosas  mas 
pretendo  y  deseo. 


TRÁDUCCÍON  LITERAL 


Y  DECLARACIÓN 


DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


Propiedad  es  de  una  lengua  hebrea  doblar  así  una 
palabra  cuando  quiere  encarecer  alguna  cosa  ó  en  bien 
ó  en  mal ;  así  que ,  decir  Cantar  de  cantares  es  lo 
mismo  que  solemos  decir  en  caslcllano  cantar  entre 
cantares ;  es  hombre  entre  hombres ;  esto  es,  señalado 
y  eminente  entre  todos,  y  mas  excelente  que  otros  mu- 
chos. Entendemos  de  esto  que  mostró  la  riqueza  y  re- 
galos de  su  amor  el  Señor  mas  en  este  cantar  que  en 
otro  alguno,  pues  dice  así  : 

CAPÍTULO  PUIMERO. 


i  Béseme  de  besos  de  su  boca ;  porque  buenos  (son) 
tus  amores  mas  que  el  vino. 

2  Al  olor  de  lus  ungüentos  buenos.  (Es)  ungüento  der- 
ramando lu  nombre;  por  eso  las  doncellas  te  amaron. 

o  Llévame  en  pos  de  ti ,  correremos  al  olor  de  lus  un- 
güentos. Metióme  el  Ucyen  sus  retretes,  regocijarnos 
liemos  y  alegrarnos  hemos  en  li,  mcmbrársenos  han  lus 
amores  mas  que  el  vino;  las  dulzuras  le  aman. 

4  Morena  yo,  pero  amable,  liijas  de  Jerusalen,  como 
las  tiendas  de  Cedar,  como  las  cortinas  de  Salomón. 

5  No  me  miréis,  que  soy  algo  morena,  que  miróme  el 
sol;  los  hijos  de  mi  madre  poiiiaron  conlra  mi.  pusiéron- 
me (por)  guarda  de  viñas  ;  la  mi  viña  no  guardé. 

6  Enséñame,  amado  do  mi  alma,  dónde  apacientas, 
dónde  sesteas  al  mediodía  ;  {)orque  seré  jo  descarriada 
entre  los  ganados  de  lus  compañeros. 

ESPOSO. 

7  Si  no  te  lo  sabes,  oh  hermosa  cnlre  las  mujeres;  sai 
(sigue)  por  las  |)isadas  del  ganado,  y  apacentarás  lus  ca- 
britos junio  á  las  cabanas  de  los  pastores. 

8  A  la  yegua  uiia  en  el  carro  de  Taraon  le  comparé, 
amiga  mía. 

9  Lindas  (están)  tus  mejillas  en  las  perlas,  tu  cuello  en 
los  rollares. 

10  Tortolitas  de  oro  te  haremos,  esmaltadas  de  plata. 

ESPOSA. 

H  Cuando  estaba  el  Rey  en  su  reposo  mi  nardo  dio  su 
olor. 

12  Manojitode  mirra  mi  amado  á  mi,  morará  cnlre  mis 
pedios. 

lo  Racimo  de  cofcr  mi  amado  á  mi,  de  las  viñas  de 
Engaddi. 

ESPOSO. 

14  ¡Ay,  cuAn  hermosa,  amiga  mia  (eres  lú) ,  cuan  her- 
niosa, lus  ojos  de  paloma! 


ESPOSA. 

15  ¡Ay,  cuan  hermoso,  amado  mió  (eres  tú),  y  cuan  gra- 
cioso! Nuestro  lecho  (eslá)  llorido. 

16  Las  vigas  de  nuestra  casa  son  de  cedro;  el  techo, 
de  ciprés. 

COMENTO. 

«Béseme  de  besos  de  su  boca.»  Ya  dije  que  lodo 
este  libro  es  una  égloga  pastoril,  en  que  dos  enamora- 
dos, esposo  y  esposa,  á  manera  de  pastores  se  hablan 
y  responden  á  veces.  Pues  entenderemos  que  en  este 
primer  capítulo  comienza  á  hablar  la  esposa ,  que  ha- 
bemos  de  fingir  que  tenia  á  su  amado  ausente ,  y  es- 
taba de  ello  tan  penada ,  que  la  congoja  y  deseo  la  traía 
muchas  veces  á  desfallecer  y  desmayar,  como  parece 
claro  por  aquello  que  después  en  el  razonamienlo  de  su 
proceso  hace,  cuando  ruega  á  sus  compañeros  que  avi- 
sen al  esposo  de  la  enfermedad  y  desmayo  en  que  está 
por  sus  amores  y  por  el  ardiente  deseo  que  tiene  de 
vclle  ;  que  es  aféelo  naturalísimo  del  amor,  y  nace  de 
lo  que  comunmente  se  suele  decir,  que  el  ánima  del 
amante  vive  mas  en  a({uel  á  quien  ama  que  en  sí  mis- 
mo ;  por  douile  ,  cuanto  el  amado  mas  se  aparta  y  au- 
senta, ella,  que  vive  en  él  por  continuo  pensamiento  y 
afición,  le  va  siguiendo;  tanto,  que  no  comunica  con 
su  cuerpo  cuanto  quiere  ó  cuanto  puede  ;  desataríase 
de  él  totalmente  si  fuese  posible,  y  no  puede  tampoco, 
que  ya  que  no  rompa  las  ataduras  que  la  tienen  en  su 
cuerpo  presa,  no  las  enflaquezca  sensiblemente  ;  délo 
cual  da  muestra  la  amarillez  del  rostro,  la  fiaijueza  del 
cuerpo  y  desmayo  del  corazón ,  que  [iroceden  de  este 
enajenamiento  del  alma,  que  es  lambien  todo  el  fun- 
damento de  aquellas  quejas  de  que  siempre  usan  las 
casadas  y  enamoradas,  y  los  aficionados  y  poelas  las 
encarecen  y  suben  hasta  el  cielo,  cuando  llaman  alo 
que  aman  alma  mia ,  y  publican  haberles  sido  robado  el 
corazón,  tiranizada  su  libertad,  puestas  á  sacomanos 
sus  entrañas  ;  que  no  es  encarecimiento  ni  manera  de 
buen  decir,  sino  verdad  que  pasa  ansí  por  la  manera 
que  tengo  dicba ;  y  asi ,  la  propia  medicina  de  esta 
aflicción,  y  lo  que  mas  en  ella  se  prelemle  y  desea,  es 
cobrar  cada  una  que  ama  su  alma,  que  sienle  serle  ro- 
bada; la  cual,  porque  parece  lener  su  asiento  en  el 
aliento  que  se  coge  por  la  boca,  do  aquí  es  el  desear 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


281 


tanto,  y  deleitarse  los  que  se  aman  en  juntar  las  bocas  ; 
y  mezclar  los  alientos,  como  guiados  por  esta  imagi- 
nación y  deseo  de  reslituirse  en  lo  que  les  falta  de  su 
corazón,  ó  acabar  de  entregarlo  todo  (a). 

Queda  entendido  con  esto  con  cuánta  razón  la  es- 
posa, para  reparo  de  su  alma  y  corazón  (que  la  faltaba 
por  la  ausencia  de  su  esposo ) ,  pide  por  remedio  sus 
besos,  diciendo :  «Béseme  de  sus  besos;»  que  es  decir: 
■Vivido  he  y  sustentado  me  he  con  vanas  esperanzas  ; 
visto  he  muchas  promesas  de  su  venida ,  muchos  men- 
sajes he  recibido ;  mas  ya  el  ánimo  desfallece  y  el  de- 
seo vence ;  solo  su  presencia  y  el  regalo  de  sus  dulces 
besos  es  lo  que  me  puede  guarecer  ;  mi  alma  está  con 
él ,  é  yo  estoy  sin  ella  hasta  que  la  cobre  de  su  gracio- 
sa boca,  donde  está  recogida.  Y  no  hay  que  pedille 
vergüenza  á  la  esposa  de  este  caso,  que  el  mirar  esos 
achaques  es  flaqueza  de  afición  ;  que  el  amor  grande  y 
verdadero  rompe  con  todo,  y  muéstrase  tan  razonable 
y  conforme  al  entendimiento  del  que  ama,  que  no  le 
da  lugar  para  imaginar  que  á  nadie  le  parezca  otra  co- 
sa. Dice  pues :  (í  Béseme  de  besos  de  su  boca ; »  que  aten- 
la  la  propiedad  de  su  original  y  palabra  á  quien  res- 
ponde, que  es  minesicoth,  se  dirá  bien  en  castellano, 
héseme  con  cuales  ó  qualque  besos  ;  en  que  da  á  enten- 
der lo  mucho  que  desea  la  presencia  de  su  esposo  y  lo 
mucho  en  que  le  aprecia ,  pues  la  salud  de  su  desma- 
yo, que  es  tan  grande,  no  pide  besos  sin  cuenta,  sino 
cuales  y  qualque  besos. 

«Porque  buenos  son  tus  amores  mas  que  el  vino.» 
Viene  esto  bien  á  propósito  del  desmayo,  cuyo  remedio 
suele  ser  el  vino,  como  que  imaginásemos  que  sus  com- 
pañeras se  lo  ofrecían  y  ella  lo  desechaba ,  y  responde: 
El  verdadero  y  mejor  vino  para  mi  remedio  seria  ver  á 
mi  esposo ;  aunque,  conforme  á  lo  que  se  trata,  la  com- 
paración del  vino  hecha  al  amor  es  buena ,  demás  que 
en  otro  cualquier  caso  es  gentil  y  propia  comparación, 
por  los  muchos  efectos  en  que  el  vino  y  el  amor  se  con- 
forman. Natural  es  al  vino,  como  se  dice  en  los  prover- 
bios y  en  los  salmos,  el  alegrar  el  corazón,  el  desterrar 
de  él  todo  cuidado  penoso,  é  hinchirle  de  ricas  y  gran- 
des esperanzas;  hace  osados,  seguros,  lozanos,  descui- 
dados de  mirar  en  muchos  puntos  y  respetos  á  aquellos 
á  quien  manda ,  que  todas  ellas  son  también  propieda- 
des del  amor,  como  se  ve  por  la  experiencia  de  cada  dia, 
y  se  podria  probar  con  muchos  ejemplos  y  dichos  de 
hombres  sabios ,  si  para  ello  nos  diera  lugar  la  breve- 
dad que  tenemos  prometida.  Dice  mas  adelante : 

«Al  olor  de  tus  ungüentos  buenos.»  Hase  de  enten- 
der y  añadir:  Volveré  en  mí  y  sanaré  de  este  mi  desma- 
yo; porque  está  falta  y  cortada  esta  sentencia,  como  di- 
cha de  persona  apasionada  y  enferma,  que  le  falta  el 
aliento ,  y  como  acontece  las  mas  veces  en  todo  lo  que 
se  dice  en  alguna  vehemente  pasión ,  que  el  ardor  de- 
masiado del  ánimo  traba  la  lengua  y  demedia  las  pa- 
labras y  razones.  «Ungüentos  buenos»  llama  á  lo  que 
en  nuestra  lengua  decimos  aguas  de  olor  ó  confeccio- 
nes olorosas,  que  todo  viene  bien  en  el  de'smayo  que  te- 
ta) Léase  con  detención  esta  cláusula ,  y  se  hallará  la  mayor 
parte  de  los  defectos  que  hemos  señalado  en  el  estilo  de  este  au- 
tor. ¡Qué  falta  de  unidad!  Qué  encabalgamiento  de  ideas!  Qué  es- 
cascí  de  soltura  y  de  energía !  (I^ola  del  Culfílor.) 


nemos  dicho,  para  cuyo  remedio  se  suele  usar  de  cosas 
semejanles.  Así  que,  to^do  es  demostración  y  encareci- 
miento de  lo  mucho  que  ama  á  su  esposo  y  de  lo  mu- 
cho que  puede  con  ella  su  vista  y  presencia;  porque  es 
como  si  dijese :  Si  yo  viese  á  quien  amo,  con  la  fragan- 
cia sola  de  sus  olores  tornarla  en  mí ;  declara  cuan  gran- 
de sea  esta ,  y  por  eso  dice  y  añade :  «Ungüento  derra- 
mado es  tu  nombre.  »  Derramado ,  según  la  propiedad 
de  la  lengua  hebrea,  y  palabra  á  quien  responde,  quie- 
re decir  repartido  en  vasos ,  ó  mudado  de  unas  vasijas 
en  otras,  porque  entonces  se  esparce  mas  su  buen  olor. 
«Tu  nombre»  no  quiere  decir  tu  fama,  como  algunos 
entienden,  y  como  se  suele  entender  en  oíros  lugares; 
porque  eso  viene  fuera  de  lo  que  se  trata ;  quiere  pues 
decir  el  nombre  en  que  es  llamado  cada  uno;  así  que, 
dice,  llámasete  olor  esparcido,  que  es  decir,  es  tal  y 
trasciende  tanto  tu  buen  olor,  que  podemos  justamente 
llamarte,  no  oloroso,  sino  el  mismo  olor  esparcido ;  que 
es  manera  usada  en  la  Sagrada  Escritura  y  en  otras  len- 
guas, en  la  cosa  que  uno  es  loado  ó  vituperado  ponelle 
el  nombre  de  ella,  para  mostrar  que  la  posee  en  sumo 
grado  y  no  así  como  quiera ;  como  parece  claro  acerca 
de  san  Mateo  adonde  Cristo  á  Simón  el  principal,  para 
demostración  de  su  firmeza  y  constancia,  le  puso  poj 
nombre  Cephas  ,  que  quiere  decir  piedra.  Mas  porque 
no  parezca  que  la  afición  engaña  á  la  esposa,  y  que  no 
es  ella  sola  á  quien  parece  esto,  añade  luego :  «  Por  tan- 
to, las  doncellas  te  amaron, »  las  cuales  propiamente  se 
pierden  por  todo  lo  que  es  oloroso,  hermoso  y  gentil. 
«  Llévame  en  pos  de  tí,  correremos. »  Puede  entenderse 
esto  como  cosa  que  está  junta  con  la  razón  ya  dicha, 
de  arte  que  de  todo  ello  resulte  esta  sentencia  de  la  es- 
posa al  esposo :  Vén  y  llévame  en  pos  de  tí  con  el  olor 
de  tus  olores ,  que  es  tan  grande ,  que  aficiona  á  todos, 
que  seguirte  he  corriendo ;  ó  decir  que  es  razón  por  sí 
distinta  de  todo  lo  arriba  dicho ;  la  cual  explicación  con 
nuevo  encarecimiento  declara  el  deseo  que  tiene  de  ver- 
se con  su  esposo,  que  estando  enferma  y  sin  fuerzas, 
dice  que  le  seguirá  corriendo  si  la  quiere  llevar  con- 
sigo. 

«Metióme  el  Rey  en  sus  retretes. »  Cuan  natural  es 
esto  al  amor,  imaginar  que  pasó  ya  lo  que  desea,  y  tra- 
tar como  de  cosa  hecha  de  lo  que  pide  la  afición ,  bien 
se  deja  conocer;  porque  dijo  que  el  esposo  la  llevase  y 
metiese  en  su  casa,  donde  le  hace  graneles  regalos,  y  asi 
dice :  Metióme,  que  según  el  uso  de  la  lengua,  aunque 
muestra  tiempo  pasado,  es  cosa  que  está  por  venir,  para 
mostrar  la  certidumbre  y  esperanza  de  que  será.  Así  que, 
en  decir  «Meterme  ha  el  Rey»,  olvidóse  de  la  persona  de 
pastora  en  que  hablaba ;  y  así,  llámale  por  su  nombre, 
que  siempre  el  amor  trae  consigo  estos  descuidos;  ó 
por  ventura  es  propiedad  de  aquella  lengua,  como  lo  es 
de  la  nuestra,  todo  lo  que  se  llama  en  extremado  amor 
llamarse  así  mi  rey  y  semejantemente.  «En  sus  retre- 
tes,» esto  es,  en  todos  sus  retretes,  dándome  parte  de 
todas  sus  cosas ,  que  es  prenda  certísima  de  su  amor. 
Declárase  esto  en  lo  que  se  sigue :  «Regocijarnos  he- 
mos, alegrarnos  hemos  en  tí,»  esto  es,  juntamente  con- 
tigo. «Membrársenos  han  tus  amores  mas  que  el  vino; 
las  dulzuras  te  aman;»  y  muestra  por  el  defecto  el  ex- 
ceso de  los  regalos  y  placeres  que  ha  de  recibir  en  el 


232 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


retrete  de  su  esposo,  porque  dice  le  quedarán  impre- 
sos en  la  memoria  mas  que  ningún  otro  placer  ni  con- 
tento. 

En  este  lugar  hay  diferencia  entre  los  que  escriben 
la  traslación  de  él,  y  nace  tolo  el  peligro  de  la  palabra 
hebrea  nazchira ,  que  yo  traslado  dulzuras,  la  cual  pro- 
piamente suena  derechezas,  y  aunque  suena  así,  dicen 
algunos  hebreos  doctos  en  aquella  lengua  que  cuando 

está  junta  con  esta  palabra (a),  que  signiüca  el 

vino,  le  dan  título  de  bueno  y  preciado ,  como  si  dijé- 
semos que  justamente  y  con  derecho  se  bebe;  y  tiene 
algunos  lugares  de  la  Escritura  que  ayudan  á  este,  y  de 
aquí  son  diferentes  los  pareceres.  San  Jerónimo  sigue 
el  sonido  de  la  voz,  y  así  traslada  las  derechuras  ó  de- 
rechos, estoes,  los  justos  y  buenos  te  aman.  Siguiendo 
esta  letra,  quiere  decir,  acordarme  he  de  tus  amores, 
esto  es,  de  los  que  me  tienes  y  yo  te  tengo,  de  tu  tra- 
to y  conversación  blanda,  regalada  y  amorosa,  mas  que 
de  ningún  otro  placer  ó  alegría,  que  todas  ellas  se  en- 
tienden por  el  vino,  por  el  alegría  y  placer  grande  que 
da  y  pone  á  los  corazones  de  los  que  de  él  usan;  y  da 
luego  la  razón  que  tiene  de  preciar  tanto  los  amores  del 
esposo  y  de  acordarse  de  ellos,  diciendo:  Lasdulzuras  ó 
derechuras  te  aman ;  que  es  decir :  Todo  lo  que  es  bue- 
no, dulce  y  apacible  le  cerca  y  abraza ;  estás  cercado  de 
dulzuras,  eres  acabado  y  perfecto  en  todas  las  cosas.  La 
traslación  de  otros  dice  así :  Membrársenoi  han  tus  amo- 
res mas  que  el  vino  preciado,  te  aman  (las  doncellas); 
de  arle  que,  según  esto ,  en  decir  membrársenos  han 
tus  amores ,  se  hace  punto ,  y  en  lo  que  sigue  todo  es 
mostrar  la  esposa  que  no  es  ella  sola  la  de  este  parecer 
en  querer  y  preciar  tanto  á  su  esposo ,  pues  es  amado 
de  todas  las  doncellas  generalmente. 

Puédese,  á  mi  juicio,  aun  leer  de  otra  manera,  y  no 
menos  que  esta  :  mcmbrarémonos,  poner  luego  punto, 
como  se  ve  en  su  original,  y  seguir  luego:  tus  amores 
mejor  que  el  vhio  dulce  ó  preciado  te  aman ,  esto  es, 
te  hacen  amable ;  y  la  causa  es,  porque  son  mas  dulces 
y  deleitosos  que  la  misma  dulzura  y  deleites,  que,  como 
he  dicho,  se  declara  en  el  vino;  y  según  esta  manera,  en 
la  primera  palabra  mondjrarémonos ,  acordarémonos, 
que  al  parecer  queda  así  desacompañada,  se  encierra  un 
accidente  muy  dulce  y  muy  natural  en  los  que  bien  se 
quieren,  cuando  acontece  verse  después  de  algún  año 
y  larga  ausencia,  que  se  cuenta  el  uno  al  otro  con  todo 
el  mayor  encarecimiento  que  saben,  la  pena  y  dolor  en 
que  por  esta  ausencia  ha  vivido.  Así  que,  la  esposa,  co- 
mo había  dicho  que  se  vería  en  el  secreto  de  su  espo- 
so, se  alegraría  y  regocijaría  jimtamcnte  con  él,  añade 
convenientemente  lo  que  por  orden  de  afición  se  sigue 
después  del  regocijo  de  la  primera  vista;  acordarnos 
hemos,  esto  es,  conlarrinos,  tú  á  mí  y  yo  á  tí,  lo  mucho 
que  en  esta  ausencia  hemos  pasado  y  padecido ;  traere- 
mos á  la  memoria  nuestras  ansias,  nuestros  deseos  y 
temores.  Pues  quede  aquí  que  esla  razón ,  por  cualquie- 
ra manera  que  se  entienda,  va  llena  de  ingenio  y  de 
gentileza  y  de  una  afición  blandísima. 

«Morena  yo,  pero  amable,  hijas  de  Jerusalen ,  como  las 
tiendas  de  Cedar,  como  las  cortinas  do  Salomón.  »  Bien 
se  entiende  del  salmo  íi,  adonde  á  la  IcUa  se  celebran 
(aj  No  «e  tiiiila  cu  lus  manu^ciitos* 


las  bodas  de  Salomón  con  la  hija  del  rey  Faraón,  que  es, 
como  he  dicho,  la  que  habla  aquí  en  persona  de  pasto- 
ra y  en  figura  de  la  Iglesia,  que  era  no  tan  hermosa  al 
parecer  de  fuera,  cuanto  en  lo  que  encubría  de  dentro; 
porque  allí  se  dice  :  «La  hermosura  de  la  hija  del  Rey 
está  en  los  escondidos; »  pues  responde  ahora  la  esposa 
á  lo  que  la  pudieran  oponer  los  que  la  veían  tan  con- 
fiada del  amor  que  le  tenia  su  esposo,  siendo  al  parecer 
morena  y  no  tan  hermosa ,  que  siempre  en  esto  tiene 
gran  recato  el  amor.  Dice  pues :  Yo  confieso  que  soy  mo- 
rena, pero  en  todo  el  resto  soy  hermosa  y  bella,  y  dig- 
na de  ser  amada ;  porque  debajo  de  este  mi  color  mo- 
reno está  gran  belleza  escondida,  lo  Cual  cómo  sea 
declara  luego  por  dos  comparaciones;  soy,  dice,  como 
las  tiendas  de  Cedar  y  como  los  tenderones  de  Salomón. 
Cedar  llama  á  los  alárabes,  porque  son  descendientes 
de  Adar,  el  hijo  segundo  de  Ismael,  que  es  gente  move- 
diza, que  no  vive  en  lugares,  sino  en  campo,  mudándose 
cada  un  año  donde  mejor  le  parece,  y  poroso  viven  siem- 
pre en  tiendas  hechas  de  cuero  ó  de  lienzo,  que  se  pue- 
den mudar  ligeramente.  Así  que ,  es  la  esposa  en  her- 
mosura muy  otra  de  lo  que  parece,  como  las  tiendas  de 
los  alárabes,  que  por  defuera  las  tienen  negras  del  aire 
y  sol  á  que  están  puestas ,  mas  de  dentro  en  sí  encier- 
ran las  alhajas  y  joyas  de  sus  dueños,  que  son  muchas 
y  ricas ;  y  como  los  tenderones  que  suele  usar  en  !a  guer- 
ra Salomón ,  que  lo  de  fuera  es  de  cuero  para  defensa 
de  las  aguas,  mas  lo  de  dentro  es  de  oro  y  seda  y  her- 
mosas bordaduras ,  como  suelen  ser  los  de  otros  reyes. 
Esto  es  en  cuanto  á  la  letra ;  que  según  el  sentido  que 
pretende  el  Señor,  clara  está  la  razón  por  qué  la  Igle- 
sia, esto  es,  la  compañía  de  los  justos,  y  cualquiera  de 
ellos  tiene  el  parecer  de  fuera  moreno  y  feo,  por  el  po- 
co caso  y  poca  cuenta,  ó  por  mejor  decir,  por  el  gran- 
de mal  tratamiento  que  el  mundo  les  hace ,  que  al  pa- 
recer no  liay  otra  cosa  mas  desamparada  ni  mas  pobre 
y  abatida  que  son  los  que  tratan  de  bondad  y  de  vir- 
tud ,  como  á  la  verdad  estén  queridos  y  favorecidos  de 
Dios,  y  llenos  en  el  ánima  de  incompandjie  belleza. 

«No  me  miréis,  que  soy  morena;  que  miróme  el  sol.» 
Responile  eslo  bien  á  lo  natural  de  las  mujeres,  que  no 
saben  poner  á  paciencia  lodo  lo  que  les  toca  en  esto  de 
la  hermosura,  que,  según  parece,  bien  pagada  quedaba 
esta  pequeña  falta  de  color  con  las  demás  gracias  que 
de  sí  dice  la  esposa,  aunque  en  ello  no  hablara  mas;  pe- 
ro, como  le  oscurece,  añade  diciendo,  y  muestra  que  es- 
ta falta  no  es  natural  de  tal  manera  que  no  tenga  re- 
medio, sino  venida  acaso  por  haber  andado  al  sol,  y  aun 
eso  no  por  culpa  suya,  sino  forzada  contra  voluntad  por 
la  porfía  de  sus  liernianos;  y  ansí  dice :  «Los  hijos  da 
mi  madre  porfiaron  (encendidos)  contra  mí;  pusiéron- 
me por  guarda  de  viñas,  mi  viña  no  guardé.»  Donde 
dice  mi  viña,  en  el  hebreo  tiene  doblada  fuerza,  que  di- 
ce (mía  remia);  dando  á  entender  cuan  propia  suya  es 
y  cuánto  cuidado  debe  tener  de  ella,  como  si  dijera,  la 
mi  querida  viña  de  mi  alma;  que  tal  es  en  la  estima  de 
las  mujeres  lodo  lo  que  loca  á  su  buen  parecer  y  gen- 
tileza. Dice  pues  que  no  guardó  su  viña,  porque  se  ol- 
vidó de  sí  y  de  lo  que  locaba  [Á  su  roslro  por  atender 
en  guardar  las  viñas  ajenas,  en  que  los  hermanos  la  ha- 
bían ocupado  por  fucr/a;  y  no  se  ha  de  entender  quo 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


253 


esto  pas(5  ansí  por  la  hija  de  Faraón ,  que  habla  aquí,   i 
que  siendo  hija  de  rey,  no  es  cosa  verosímil  y  de  creer,   | 
sino  presupuesta  la  persona  que  representa  y  á  quien  I 
imita  hablando,  que  es  de  pastora ,  es  la  mas  propia  y 
gentil  disculpa  y  color  que  podría  dar  á  su  mal  color, 
decir  que  ha  andado  en  el  canipo  al  sol,  forzada  de  sus 
hermanos,  y  que,  como  pastores,  era  gente  tosca  y 
de  mal  aviso.  En  el  sentido  del  espíritu  es  grande  ver- 
dad decir  que  sus  hermanos  la  hicieron  esta  fuerza, 
porque  ningún  género  de  gente  es  mas  contrario  y  per- 
seguido de  la  verdadera  virtud  que  los  que  la  profesan 
en  solos  los  títulos  y  apariencias  de  fuera,  y  los  que  nos 
son  en  mayor  deuda  y  obligación  ,  esos  las  mas  veces 
experimenlamos  por  mayores  capitales  enemigos. 

((Enséñame,  amado  de  mi  alma,  dónde  apacientas, 
dónde  sesteas  al  mediodía. »  Disculpada  de  su  color, 
torna  á  hablar  con  su  esposo,  y  no  pudiendo  sufrir  mas 
la  dilación,  desea  saber  dónde  está  con  su  ganado ,  que 
se  determina  á  buscalle,  que  el  verdadero  amor  no  mi- 
ra en  puntillos  de  crianza  ni  en  punto  de  honores,  ni 
espera  ser  convidado  primero ,  antes  él  se  convida  y  se 
ofrece,  y  aunque  había  llamado  la  esposa  á  su  esposo 
para  su  remedio,  y  no  le  responde,  no  por  eso  se  enti- 
via  ó  desdeña  ó  hace  caso  de  honra ,  antes  c.^ece  de 
nuevo  mas,  y  pues  él  no  viene,  ella  delermiüa  de  ir  en 
su  busca.  Y  puédese  entender  esto  en  dos  maneras :  ó 
que  sea  un  mostrar  al  esposo  lo  mucho  que  desea  saber 
de  él  para  seguirle ,  ó  excusarse  que  si  no  lo  iiace  es 
por  no  andar  vagueando,  perdida  y  de  monte  en  mon- 
te; como  si  dijese :  Ojalá  yo  supiera,  amor  mío,  ó  tú  me 
lo  hubieras  dicho,  dónde  estás  con  tu  ganado,  que  fue- 
ra luego  allá;  mas  si  no  lo  hago,  es  por  no  andar  de  ca- 
bana en  cabana  preguntando  á  los  pastores;  ó  enten- 
damos (y  esto  es  lo  mas  cierto  y  natural )  que  pide  al 
esposo  dónde  ha  de  sestear  al  mediodía,  que  luego  se 
irá  allá.  Y  no  estorba  esto,  que  estando  el  esposo,  como 
presuponemos  que  está,  ausente,  ni  podrá  oir  los  rue- 
gos de  la  esposa  ni  satisfacer  á  su  voluntad ;  porque  en 
el  verdadero  y  vivo  amor  pasan  siempre  mil  imposibi- 
lidades semejantes;  que  con  la  ardiente  afición  se  ocu- 
pan así  y  se  ciegan  los  sentidos,  que  engañándose,  juz- 
gan como  posible  y  hacedero  todo  lo  que  piensan;  y  ansí, 
por  una  parte  habla  la  esposa  al  esposo  como  si  lo  tu- 
viera presente  y  lo  viese  y  oyese ,  y  por  otra  no  sabe 
dónde  está,  y  ruega  que  se  lo  diga,  porque  si  no,  ella  es- 
tá determinada ,  como  quiera  que  sea ,  de  buscalle ,  en 
lo  cual  podría  haber  inconveniente  de  perderse;  y  por 
esto  añade :  «  Porque  andaré  yo  descarriada  ó  eseami- 
nada  entre  los  ganados  de  tus  compañeros. »  Donde  de- 
cimos descarriada  ó  escaminada ,  otros  trasladan  arre- 
bozada, porque  la  palabra  hebrea  á  quien  responde,  su- 
fre lo  uno  y  lo  otro;  y  decir  arrebozada  es  decir  mujer 
ramera  y  deshonesta  y  perdida,  porque  este  era  el  tra- 
je de  las  tales  entre  aquella  gente,  como  se  entiende  en 
el  capítulo  38  del  Génesis ,  cuando  Tamar,  puesta  en 
semejante  hábito,  hizo  creer  á  Judas,  su  suegro,  que  era 
ramera.  De  la  una  manera  y  la  otra  hace  huen  sentido, 
porque  dice :  Yo  me  determino  de  buscarte ;  pero  no  es 
justo  que  ande  descaminada  como  si  fuera  una  desver- 
gonzada y  deshonesta ,  y  por  taalo  conviene  que  sepa 
yo  dónde  tu  estás. 


Hasta  aquí  ha  dicho  la  esposa ;  agora  habla  el  esposo 
y  responde  á  eslo  postrero,  diciendo  :  «Si  no  te  lo  sa- 
bes, hermosa  entre  las  mujeres,  salte  y  sigue  las  pisa- 
das del  ganado,  y  apacentarás  tus  cabritos  junto  á  las 
cabanas  de  los  pastores. »  No  puede  sufrir  un  corazón 
generoso  que  quien  le  ama  pene  mucho  tiempo  por  él, 
y  por  eso  le  dice  (entendiendo  que  su  esposa  lo  desea) 
que  siga  la  huella  del  ganado,  que  por  ella  le  hallará. 
«Si  no  te  lo  sabes,»  él  (te)  abunda  y  está  de  sobra. 
Propiedad  es  de  la  lengua  hebrea ,  como  en  la  nuestra 
decimos,  no  sabes  lo  que  te  dices,  y  otras  tales.  «Her- 
mosa entre  las  mujeres,»  es  decir,  mas  hermosa  que 
todas ;  «apacienta  tus  cabritos;»  general  decoro  es  de- 
cir cabritos,  porque  ordinariamente  las  mujeres,  por 
ser  mas  delicadas  ,  no  las  ponen  en  recios  trabajos.  Si 
el  marido  cava,  ella  quita  las  piedras;  si  poda,  ella  sar- 
mienta; si  siega,  ella  hacina;  y  así,  si  el  marido  trae  el 
ganado  mayor,  ella  suele  traer  el  menudo.  El  hebreo  di- 
ce hacuab,  que  es  la  postrera  parte  del  pié,  que  en  es- 
pañol llamamos  carcañal,  y  poniendo  el  nombre  de  la 
causa  á  su  efecto  en  este  lugar,  valdría  tanto  como  de- 
cir, la  huella,  la  cual  puede  tener  dos  entendimientos: 
que  diga  el  esposo  á  su  esposa,  ó  que  siga  la  huella  que 
hallará  del  ganado  que  pasó  ya,  ó  que  vaya  en  pos  de 
sus  cabritos  de  ella,  los  cuales,  por  la  costumbre  de  otras 
veces,  ó  por  el  amor  ó  instinto  natural  que  los  guia  á 
sus  madres  (habomos  de  entender  que,  como  se  suele 
liac?r,  habían  quedado  cerrados  en  casa,  y  el  esposo 
traía  las  madres  paciendo  por  el  campo),  la  pondrían 
do  su  esposo ;  y  así  añade  :  « Y  apacentarás  tus  ca- 
britos junto  á  las  cabanas  de  los  pastores,»  que  es  de- 
cir ellos  te  llevarán  adonde  los  lleva  á  ellos  su  amor 
y  adonde  tienen  su  pasto ,  que  es  lugar  adonde  yo  es- 
toy con  los  demás  pastores.  El  sentido  espiritual  es 
decir  el  esposo  que  siga  para  hallarle  la  huella  del  ga- 
nado, para  avisar  á  las  almas  de  los  justos  que  le  de- 
sean ,  de  dos  cosas  muy  importantes.  La  una,  que  para 
hallar  á  Dios,  aun  en  las  cosas  brutas  y  sin  razón  te- 
nemos bastante  guia;  que,  como  lo  dice  el  salmo  18,  la 
grandeza  ó  lindeza  del  cielo,  las  estrellas  con  sus  mo- 
vimientos en  tal  diversidad  tan  concertadas,  y  con  tan- 
ta orden  los  días  y  las  noches,  con  las  mudanzas  y  sa- 
zones de  los  tiempos,  que  siempre  vienen  tan  á  tiempo, 
nos  dicen  á  voces  quién  sea  Dios,  para  que  no  quede 
disculpa  alguna  á  nuestro  descuido.  La  otra,  que  el  ca- 
mino para  hallar  á  Dios  y  la  virtud  no  es  el  que  cada 
uno  por  los  rincones  quisiere  imaginar  y  trazar  para  sí, 
sino  el  trillado  ya  y  usado  por  bienaventurado  ejemplo 
de  infinitas  personas  santísimas  y  doctísimas  que  nos 
han  precedido. 

«  A  la  yegua  mia  en  carro  de  Faraón  te  comparo  yo, 
amiga  mia. »  Con  la  gentil  presencia  de  su  esposa  con- 
cibe el  esposo  nuevas  llenas  de  amor,  que  le  hacen  dar 
muestra  por  galanas  comparaciones  de  lo  bien  que  le 
parece.  Hermosa  cosa  es  y  llena  de  gentil  brío  una  ye- 
gua blanca  y  bien  enjaezada,  cuales  son  las  que  hoy  día 
usan  los  señores  en  los  coches.  Pues  muestra  el  esposo 
en  esto  la  lozanía  y  gallardía  de  ver  su  esposa,  y  dice, 
en  carro  de  Faraón,  significando  por  él  al  rey,  la  tierra 
y  reino  de  Egipto,  cuyos  reyes  se  llaman  así;  que  quie- 
re decir  lanío  como  vengadores  y  restauradores ,  que 


234  OBRAS  DE  FRAY 

los  antiguos  ponian  noml)re  á  lo^,  maoMros  de  la  repú- 
blica, á  cada  uno  conlbrme  a  la  obra  de  su  olicio.  Pues 
hase  de  entender  que  en  aquel  tiempo  eran  muy  pre- 
ciados los  carros  que  se  hacían  en  Egipto,  y  las  yeguas 
traidas  para  ellos  de  allá ,  como  parece  del  tercero  libro 
de  los  Reyes,  y  Salomón,  que  es  el  que  habla  aquí,  como 
rey  riquísimo,  tenia  en  grande  abundancia  las  mejores 
de  estas  cosas,  porque  él  enviaba  por  ellas,  y  el  rey  de 
Egipto  se  las  enviaba  y  presentaba.  Ya  oira  vez  he  co- 
menzado á  decir,  y  quedará  de  aquí  dicho  para  otros 
muchos  lugares  donde  es  menester  adelante,  que  aun- 
que toda  esta  plática  que  pasaba  entre  Salomón  y  su 
esposa  es  como  si  pasase  entre  pastor  y  pastora,  pero 
algunas  veces  se  olvidan  de  lo  que  representan  y  hablan 
como  quien  son,  como  en  este  lugar,  do  dice  ser  suya 
la  yegua,  muestra  tener  coches  traídos  de  Egipto,  con 
gentiles  yeguas  que  lo  guien ,  lo  cual  no  cabe  en  per- 
sona de  pastor;  como  al  revés,  otras  veces  digan  cosas 
por  el  cabo  ajenas  de  sus  personas ,  y  muy  conformes 
con  la  afición  y  pasión  que  explican  y  estilo  pastoril 
que  siguen. 

«Lindas  (están)  tus  mejillas  en  las  perlas,  tu  cuello 
en  los  collares.»  «En  las  perlas ,»  la  palabra  hebrea,  que 
es  thor,  es  de  varia  y  dudosa  significación.  Unos  dicen 
que  significa  perlas  ó  aljófar  enhilado,  otros  cadenas  de 
oro  delgado,  oíros  tortolicas  hechas  de  bulto,  y  otros 
dicen  que  son  hilos  ó  torzalejos  que  cuelgan.  Paréceme" 
que  he  visto  en  pinturas  y  figuras  antiguas,  en  el  toca- 
do de  las  mujeres,  en  el  remate  de  la  toca ,  si  no  es  lo 
que  cae  sobre  la  orilla,  desde  el  principio  de  las  sienes 
para  airas  cuelgan  como  unos  rapacejos  largos  hasta 
la  mitad  algo  mas  del  carrillo,  y  según  esto,  podemos 
concertar  toda  esta  diferencia ,  diciendo  que  estas  las 
personas  ricas  y  principales  las  usaban  de  aljófar  ó  per- 
las menudas  puestas  en  hilos  ó  cadenillas  delgadas  de 
oro,  que  los  cabos,  así  de  los  unos  como  de  los  otros,  se 
remataban  en  algunos  brinquiños  ó  pinas  de  oro  peque- 
ñas, liechas  en  forma  de  torlolillas  ó  de  otras  cosillas  se- 
mejantes, de  arle  que  thor  sea  principalmente  rapa- 
cejo.  Pues,  como  si  imaginásemos  que  la  esposa  estaba 
tocada  así,  dice  el  esposo  :  ¡Cuan  lindas  se  descubren 
tus  mejillas  entre  las  perlas,  y  tu  cuello  entre  los  co- 
llares !  Esto  estele  bien,  y  hermoséate  maravillosamen- 
te este  traje,  que,  como  dijo  uno  en  una  poesía,  (¡un  be- 
llo una  beldad  allome,))  y  esto  es  propio  de  Las  que  son 
hermosas,  que  todo  cuanto  se  ponen  les  está  bien,  les 
dice  como  co-a  nacida  y  iiecha  para  su  ornamcnlo  y  ser- 
vicio, como  al  revés  las  feas,  mientras  mas  se  aderezan 
y  atavian  ,  parecen  peor.  Aunque  es  verdad  que  el  de- 
cir (das  perlas  ó  entre  las  perlas')  da  ocasión  á  otro  senti- 
do, que  á  mi  juicio  viene  bien  á  propósito,  diciendo,  no 
que  la  esposa  tenia  algunos  de  estos  arreos  que  añadie- 
sen á  su  hermosura,  sino  que  al  revés,  estaba  desnuda  de 
ellos,  y  con  todo  esto,  al  parecer  y  dicho  del  esposo,  sin 
comparación  estaba  muy  mas  hormona  que  otra  que  los 
tuviese  ;  porque, así  como  ya  (l¡jimo>,  en  la  projiicdad  de 
la  lengua  original ,  hermosa  entre  las  mujeres  es  tanto 
como  decir  mas  hermosa  que  tod.is  las  mujeres;  así  de- 
cir lindíis  tus  mejillas  entre  las  perlas,  sea  como  si  di- 
jese mas  lindas  que  todas  las  perlas  y  aljiífarcs  que  ^ 
otras  hermosean,  y  tu  cuello  sin  jojales  es  mas  bello 


LUIS  DE  LEÓN. 

que  todas  las  joyas  que  suelen  hermosear  y  arlornar  los 
de  las  demás  mujeres;  esto  es,  tu  belleza  vence  á  otra 
cualquiera  belleza,  ó  sea  natural  ó  ayudada  con  arti- 
ficio. 

«  Zarcillos  de  oro  te  haremos,  con  remates  de  piala.') 
A  lo  que  decimos  responde  la  palabra  ya  dicha;  y  así, 
otros  trasladan  tortolica,  otros  cadenillas ;  es  lo  que  he- 
mos dicho,  y  promete  el  esposo  de  mandar  hacer  las 
dichas  tórtolas,  ó  dárselas  á  la  esposa ,  ó  porque  le  es- 
taban bien ,  si  decimos  que  usaba  de  ellas ,  ó  si  no  las 
usaba  ni  tenia,  porque  las  usase  y  con  ellas  pareciesci 
mejor;  y  viene  bien  en  este  lugar  significar  tórtolas  es- 
ta palabra ,  porque  es  muy  usada  entre  enamorado^;,  en 
los  servicios  que  hacen  á  sus  amadas,  darles  algunos 
cosas  que  tengan  sombra  y  significación  de  sus  afectos, 
unos  de  amor  y  otros  de  desamor  y  desesperación ,  otros 
de  desvíos,  y  algunos  otros  de  celos.  Esto  hácenlo  es- 
cribiendo en  los  tales  algunos  motetes  ó  letras  que  ten- 
gan el  nombre  de  los  que  ellos  quieren  dar  á  entender, 
ó  poniendo  figura  ó  color  alguno,  que  da  á  conocer  lo 
que  ellos  sienten.  Pues  así  promete  el  esposo  de  dar  á_ 
la  esposa  de  aquellos  torzalejos  de  oro  en  figura  de  tór- 
tolas, y  que  tengan  los  remates,  que  son  el  pico  y  uñas, 
de  plata;  porque,  demás  de  ser  el  presente  hermoso,  con 
esta  hechura  da  á  entender  el  afecto  del  esposo  que  es 
un  amor  perfecto  para  siempre  en  una  persona,  como 
el  que  dos  tórtolas,  macho  y  hembra,  se  tienen  entre  sí, 
que,  como  se  escribe,  es  tan  fiel,  que  muerlo  el  uno,  el 
otro  se  condena  á  perpetua  viudez. 

«Cuando  estaba  el  Rey  en  su  reposo  mi  nardo  dio 
su  olor.»  Responde  la  esposa,  y  en  caso  de  querer  bien 
á  su  esposo  y  demostralle  la  afición  de  su  corazón  con 
todas  las  buenas  palabras  que  el  amor  puede  y  sabe,  no 
le  quiere  dar  la  ventaja;  y  así,  al  principio  del  amor 
tierno  cuenta  un  gran  regalo  que  hizo  á  su  esposo. 
«Cuando  estaba  el  Rey,  dice,  en  su  reposo.»  La  pala- 
bra hebrea,  que  es  mesah,  quiere  decir  recostamiento 
ó  en  derredor,  que  según  los  doctores  hebreos,  en  este 
lugar  es  lo  mismo  que  convite;  porque,  conforme  al 
uso  antiguo,  comían  recostados  y  puestos  á  la  redon- 
da, porque  era  así  la  fonna  de  las  mesas.  Nardo  es  una 
raíz  muy  olorosa  que  ahora  se  trae  de  la  India  de  Por- 
tugal ,  de  la  cual  escribe  Plinio  y  Díoscórides  que  es 
conocida  y  usada  en  las  boticas;  y  de  esta  principal- 
mente, y  de  otras  cosas  aromáticas,  se  solía  hacer  una 
suave  y  gentil  confección  de  suave  olor,  conque  se  ro- 
ciaban la  cabeza  y  manos  los  antiguos;  que  los  griegos 
llaman  nardina ,  y  los  hebreos ,  por  el  mismo  nombre 
de  la  raíz,  le  dicen  nered.  Galeno  hace  mención  de  ella, 
y  en  el  evangelio  de  san  Juan  se  dice  que  la  Magda- 
lena derramó  un  bote  de  nardo  preciosísimo  sobre  la 
¡  cabeza  y  cara  de  Jesucristo.  Juiílameiile  con  esto  se  ha 
i  de  advertir  que  entre  la  gente  hebrea  se  usaba  rociar 
I  con  este  licor  á  los  convidados  cuando  eran  personas 
ricas  y  principales ,  ó  á  quien  se  deseaba  y  debia  hacer 
todo  regalo  y  servicio,  por  ser  cosa  de  gran  precio  yes- 
tima,  demás  de  ser  muy  suave  y  apacible;  como  pa- 
rece claramente  en  el  capítulo  7  de  san  Lúeas,  donde  de- 
fendiendo Cristo  á  la  mujer  pecadora,  que  puesta á  sus 
píes,  los  lavó  con  lágrimas  y  los  roció  con  este  ungüen- 
to, dice  al  fari^:co  que  le  liublacouvidadoil comer:  Es- 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


2i)í 


la  ha  hecho  lo  que  tú  debías  hacer  en  ley  de  buena  ra- 
zón y  costumbre,  y  no  lo  hiciste;  convidásteme ,  dice, 
y  no  rociaste  mi  cabeza  con  ungüento  oloroso,  y  esta  ro- 
ció mis  pies.  Con  esto  quedan  claras  las  palabras  de  la 
esposa ,  que  hacen  significación  del  gran  gozo  y  con- 
tento que  tiene  en  sí  por  el  servicio  que  a  su  esposo 
hizo.  Cuando  estaba ,  dice ,  el  mi  Rey  en  su  banquete, 
yo  le  rocié  todo  con  mis  olores ;  y  por  eso  dice  que  el 
nardo  dio  su  olor,  el  cual  entonces  se  siente  mas  cuan- 
do el  licor  se  esparce. 

«Manojuelo  de  mirra,  el  mí  amado  á  mí,  morará  en- 
tre mis  pechos. »  Como  es  cosa  hermosa  y  amada  de 
las  doncellas  un  ramillete  de  llores  ó  de  otras  cosas 
semejantes  olorosas ,  que  lo  traen  siempre  en  las  ma- 
nos y  lo  llegan  á  las  narices ,  y  por  la  mayor  parte  le 
absconden  entre  sus  pechos,  lugar  querido  y  hermoso; 
tal  dice  que  es  para  ella  su  esposo ,  que  por  el  grande 
amor  que  le  tiene,  le  trae  siempre  delante  de  sus  ojos, 
puesto  en  sus  pechos  y  sentado  en  su  corazón.  Mirra 
es  un  árbol  pequeño  que  nace  en  Arabia ,  en  Egipto  y 
Judea ,  del  cual,  hiriendo  su  corteza  á  ciertos  tiempos, 
destila  lo  que  llamamos  mirra ;  las  hojas  y  flor  de  este 
árbol  huelen  muy  bien ,  y  de  esta  habla  la  esposa. 

«  Racimo  de  cofer  mí  amado  á  mí. »  Gran  diferen- 
cia liay  en  averiguar  el  árbol  que  sea  este  que  aquí  se 
llama  cofer ,  el  cual  unos  trasladan  cipro ,  como  es 
san  Jerónimo,  y  entiende  un  árbol  llamado  así,  y  no 
de  la  isla  de  Chipre,  como  algunos  incongruamente  de- 
claran; otros  trasladan  alcanfor  ó  alheña;  otros  dicen 
que  es  un  cierto  linaje  de  palma;  cierto  es  ser  especie 
aromática  y  muy  preciosa,  y  entre  tanta  diversidad,  lo 
mas  probable  es ,  ser  hoy  el  cipro  árbol  de  olorosísimo 
olor,  de  quien  hacen  mención  Piinío  y  Dioscórides ,  el 
cual  crece  en  Palestina,  en  Engaddi,  que  es  lugar  jun- 
to al  mar  Muerto,  como  se  lee  en  Josefo ,  donde  hay  las 
vides  que  llaman  el  bálsamo,  y  por  eso  añade  «en  las 
viñas  de  Engaddi». 

Responde  el  esposoy  dice:  «¡Ay,  cuánhermosa,  ami- 
ga mía!  tus  ojos  de  paloma.»  Todo  esto  es  como  una 
amorosa  contienda,  en  la  cual  cada  uno  procura  aven- 
tajarse al  otro  en  decirle  amores  y  requiebros.  Loa  pues 
la  hermosura  de  la  esposa,  que  á  su  parecer  es  suma- 
mente bella,  y  declara  ser  grande  su  belleza,  usando  de 
esta  repetición  de  palabras ,  que  es  común  en  la  Es- 
critura, diciendo:  Hermosa  eres,  amiga  mia,  hermosa 
eres ;  como  si  dijera  ,  hermosa ,  liermosísima  eres ;  y 
porque  gran  parte  de  la  hermosura  está  en  los  ojos,  que 
son  espejo  del  alma ,  y  el  mas  noble  de  sus  sentidos,  y 
que  ellos  solos ,  si  son  feos ,  bastan  para  afear  el  rostro 
de  una  persona,  por  mas  gentiles  facciones  que  tenga; 
por  eso  mas  particularmente ,  después  de  haber  loado 
la  belleza  de  su  esposa  en  general,  dice  de  sus  ojos  que 
son  como  de  paloma.  Las  que  vemos  por  acá  no  los 
tienen  muy  hermosos;  pero  sonlo  de  hermosísimos  las 
de  la  tierra  de  Palestina;  que,  como  se  sabe  por  rela- 
ciones de  mercaderes ,  y  por  unas  que  traen  de  levan- 
te, que  llaman  tripolinas,  son  muy  diferentes  de  las 
nuestras ,  señaladamente  en  los  ojos ,  porque  los  tie- 
nen grandes  y  llenos  de  resplandor  y  de  un  movimien- 
to bellísimo ,  y  de  un  color  extraño  que  parece  fuego 
vivo. 


«¡Ay  qué  iiermoso,  amado  mío!»  responde  la  esposa, 
y  págale  en  la  misma  moneda  á  su  esposo ,  conocien- 
do y  publicando  la  hermosura  que  hay  en  él ;  y  por- 
que la  belleza  está,  no  solamente  asentada  en  la  exte- 
rior muestra  de  la  proporción  de  los  miembros  y  es- 
cogida pintura  de  naturales  colores,  mas  tambicn  y 
principalmente  tiene  su  silla  en  el  alma;  y  porque  es- 
taparte de  hermosura  del  alma  se  llama  gracia  y  se 
muestra  defuera,  y  da  á  entender  en  los  mismos  mo- 
vimientos de  la  misma  ánima ,  como  son  andar,  mirar, 
hablar,  reir,  cantar  y  los  demás,  los  cuales  todos  en  la 
lengua  toscana  se  llaman  belleza,  de  tal  manera,  que  sin 
esta ,  la  otra  del  cuerpo  es  una  fealdad  sin  sal  ni  gra- 
cia, y  menos  digna  de  ser  amada  que  una  imagen,  como 
se  ve  cada  dia;  así  que,  por  esta  causa  la  esposa,  para 
loar  perfectamente  á  su  esposo,  le  dice:  «Y  tú  hermo- 
so.» En  el  hebreo  está  una  palabra  en  estos  dos  luga- 
res del  esposo  y  esposa ,  que  en  latín  se  interpreta  ecce, 
y  es  voz  que  en  esta  parte  da  muestra  de  grande  afec- 
to y  regocijo  del  que  habla;  como  uno  queestando  con- 
templando la  beldad  de  su  amada ,  no  cabe  en  sí  ni 
puede  detener  al  ímpetu  de  la  alegría  que  le  bulle  den- 
tro, y  dice:  «¡Ay  como  eres  hermosa!»  ú  otratalrazon 
del  impetuoso  afecto,  la  que  no  se  puede  pintar  al  vi- 
vo en  la  escritura ,  porque  el  dibujo  de  la  pluma  solo 
llega  á  lo  que  puede  trazar  la  lengua,  la  cual  es  casi 
muda  cuando  se  pone  á  declarar  alguna  pasión ,  y  es 
como  si  dijera:  Amado  mío,  no  eres  hermoso  solamen- 
te, sino  también  dulce ,  y  no  tú  solo,  sino  todas  tus  co- 
sas ,  la  casa  rica  y  hermosamente  edificada ,  la  cama 
florida;  al  fin  todo  esto  es  lindo,  y  tú  mas  que  ello;  y 
en  decir,  «también  nuestro  lecho  florido,»  como  en- 
cubiertamente, le  convida  que  se  venga  á  estar  con  ella, 
que  es  deseo  que  se  sigue  ordenadamente  después  del 
bien  que  concibió  de  su  esposo.  En  decir  aquellas  pa- 
labras, ¡ay,  qué  hermoso  amado  mío!  el  techo  de  ci- 
prés ,  las  tablas  ó  artesones  que  cargan  sobre  las  vigas, 
que  eran ,  según  dice ,  de  cedro ,  en  el  espíritu  de  la 
letra  se  declara  el  deseo  de  las  ánimas  que  amana  Dios, 
pero  son  imperfeclas  en  la  virtud ,  que  quieren  traerle 
y  gozarle  en  su  casa  y  en  su  lecho,  esto  es ,  donde  tie- 
nen su  descanso  y  sus  riquezas  y  su  contento  ;  mas 
llámalas  Dios,  y  procura  de  sacallas  de  este  regalo,  co- 
mo adelante  veremos. 

CAPÍTULO  II. 

ESPOSA. 

i  Yo  rosa  del  campo  y  azucena  de  los  valles. 

ESPOSO. 

2  Como  azucena  entre  espinas,  así  mi  amiga  éntrelas 
bijas. 

ESPOSA. 

3  Cual  el  marmano  entre  los  árboles  silvestres,  asi  nrii 
amado  entre  los  hijos.  A  la  sombra  del  que  deseé,  senlé- 
me,  y  su  fruta  dulce  á  mi  garganta. 

4  Metióme  en  la  cámara  del  vino,  la  bandera  suya  en 
mi  amor. 

5  Esforzadme  ,  rodeadme  de  vasos  de  vino,  cercadme 
de  manzanas;  que  enferma  estoy  de  amor. 

6  La  izquierda  suya  debajo  de  mi  cabeza,  y  suderecba 
rae  abracará . 


236 


OBRAS  DE  FRAY 


ESPOSO. 

7  Conjuróos,  hijas  de  Jenisnlen,  por  las  cabras  y  por  los 
ciervos  monteses  del  cam|io ,  si  desperláreiies  ó  velar 
hiciéredes  á  la  amada  hasta  que  quiera. 

ESPOSA. 

8  Voz  de  mi  amado  (se  oye);  véislo,  viene  atravesando 
por  los  montes  y  saltando  por  los  collados. 

9  Semejante  es  mi  amado  á  la  cabra  montes  ó  cierve- 
cito  ;  helo  (ya  está)  tras  nuestra  pared  acechando  por  las 
ventanas,  mirando  por  los  resquicios. 

10  H;ib!ado  ha  mi  amado  y  dijoaie:  Levántate,  aimiga 
tiia.  galana  niia,  y  vente. 

11  Ya  ves  pasó  la  lluvia,  y  el  invierno  fuese. 

12  Los  ca[)ullosde  las  flores  se  demuestran  en  nues- 
tra tierra,  el  tiempo  de  la  poda  es  venido,  oida  es  la  voz 
de  la  tórtola  en  nuestro  campo. 

io  La  higuera  brola  sus  higos  y  las  pequeñas  uvas  dan 
o'or;  por  ende,  levántate,  amiga  mia  ,  hermosa  niia,  y 
vén. 

H  Paloma  mia,  puesta  en  las  quiebras  do  la  piedra, 
en  las  vueltas  del  caracol ,  descubre  tu  vista,  hazme  oir 
la  tu  voz;  que  la  tu  voz  dulce  y  la  tu  bella  vista  ama- 
ble. 

ESPOSO. 

4S  Prendedme  las  raposas,  pequeñas  destruidoras  de 
viñas;  que  la  nuestra  viña  está  en  cierne. 

ESPOSA. 

16  El  amado  mió  para  mi,  y  yo  para  él,  que  se  apacienta 
entre  las  azucenas. 

i7  Hasta  que  sople  el  dia  y  las  sombras  huyan.  Tórna- 
te ,  semejante  ,  amado  mió,  á  la  cabra  ó  al  corzo  sobre 
los  montes  de  Beter. 

COMENTO, 

Prosiguen  en  el  principio  de  este  capítulo  el  esposo 
y  la  esposa  en  su  amorosa  porfía  de  loarse  el  uno  alolro 
cuanto  mas  pueden,  y  después  en  el  proceso  reíiere al- 
gunas cosas  la  esposa ,  que  ya  en  los  pasados  dias  le 
liabian  acontecido  con  su  esposo. 

«Yo  rosa  del  campo.»  Estas  palabras  esUín  así,  que 
.se  pueden  entender  indiferentemente  del  uno  de  los  dos; 
pero  mas  á  propósito  es  que  las  diga  la  esposa,  que  por 
ser  mujer,  tiene  mas  licencia  para  loarse,  y  que  ven- 
gan dependientes  y  liagan  una  sentencia  con  lo  que 
acaba  de  decir  en  el  fin  del  primer  capítulo :  «Nuestro 
lecho  florido  y  nuestra  casi  de  ciprés ,  añade ,  yo  rosa 
del  campo;»  porque  por  todo  ello  convide  y  persuada 
mas  á  que  el  esposo  la  amo  mas  y  acompañe,  y  en  nin- 
gún tiempo  la  deje. 

«Yo  rosa  del  campo.»  La  palabra  hebrea  es  habacc- 
hth,  que  según  los  mas  doctos  en  aquella  lengua ,  no 
es  cualquiera  rosa,  sino  una  especie  de  ellas,  en  la  co- 
lor negra,  pero  muy  hermosa  y  de  gentil  olor;  y  viene 
bien  que  se  compare  á  esta,  porque,  como  parece  en  lo 
que  habernos  dicho,  la  esposa  confiesa  de  sí  que  aun- 
que es  hermosa,  es  morena. 

«Azucena  de  los  valles.»  Esto  dice  la  esposa  del  es- 
poso, como  si  mas  claro  dijese:  Yo  soy  rosa  del  cam- 
po, y  tú  lilio  del  valle,  en  lo  cual  muestra  cuín  bien 
diga  la  hermosura  del  uno  con  la  belleza  del  otro;  y 
que,  como  se  dice  de  los  desposados  .son  para  en  uno, 
como  la  rosa  y  el  lilio,  que  junios  crece  la  gentileza 
de  entrambos  y  agradan  á  la  vista  y  dan  olor  mas  que 


LUIS  DE  LEÓN. 

cada  uno  por  sí;  demás  que,  siendo  entrambas  ríístlcas 
flores,  cuadra  bien  la  una  con  la  otra,  que  la  una  es  ro- 
sa del  campo  y  la  o!ra  lilio  de  los  valles,  donde  la  na- 
turaleza sola  es  hortelana,  que  por  estar  el  lugar  mas 
húmedo,  está  mas  fresco  y  de  mejor  parecer. 

Lo  que  traducimos  azucena  ó  lilio ,  en  el  hebreo  está 
susanot,  que  quiere  decir  flor  de  seis  hojas;  cuál  sea 
ó  cómo  se  llame  acá  no  está  bien  averiguado,  ni  va 
mucho  en  ello;  y  de  aquí  es  que  á  las  veces  llamamos 
azucena,  á  las  veces  alhelí  ó  violeta. 

«Como  azucena  entre  espinas.»  Muchas  veces  se  ve 
que  una  yerba  buena  crece  mas  cercada  de  espinas  ú 
otras  yerbas  que  si  estuviese  sola ,  y  esto  es  lo  que  se 
halla  por  experiencia.  Y  la  razón  de  estoes  por  natural 
apetito  que  las  plantas  tienen  de  gozar  del  sol ;  y  lo  otro, 
que  las  yerbas  circunstantes  la  liacen  sombra  al  pié  y 
la  conservan  en  frescura  y  humedad ,  y  de  aquí  viene 
á  ser  tnayor  su  crecimiento.  Demás  de  esto,  la  flor  que 
nace  entre  las  espinas  es  tanto  mas  amada  y  preciada, 
cuanto  son  mas  aborrecibles  las  espinas  entre  que  na- 
ce ,  y  de  la  fealdad  de  las  unas  viene  á  descubrirse  mas 
la  hermosura  de  la  otra. 

Presupuesto  esto ,  consiente  el  esposo  en  lo  que  la 
esposa  dice  de  sí  misma,  y  añade  tanto  mas,  cuan- 
to se  hecha  mas  de  ver  y  descubre  la  rosa  en  I  re  las 
espinas  que  entre  otras  cosas ;  así  que ,  en  decir  es- 
to ,  no  solo  dice  ser  hermosa  como  rosa  entre  otras, 
sino  así  hermosa,  que  solo  ella  es  hermosa  y  solo  ella 
es  rosa ,  porque  las  demás  á  su  comparación  parecen  es- 
pinas. 

Lo  que  dice  «entre  las  hijas»,  es  decir  entre  todas 
las  doncellas,  por  propriedad  de  aquella  lengua,  que 
cuando  pone  esta  palabra  ansí  á  solas ,  habla  de  solas 
las  doncellas;  y  cuando  le  añade  otra  cosa,  como  di- 
ciendo hijas  de  Jerusalen  ó  hijas  de  Tiro,  significa  to- 
das las  mujeres  de  aquella  tierra,  ora  sean  casadas, ora 
sean  viudas  ó  doncellas ;  pues  es  doncella  la  esposa,  y 
de  las  mujeres,  las  doncellas  tienen  la  hermosura  mas 
entera  y  mas  hermosa,  y  entre  todas  ellas  la  esposa  es 
la  que  vence. 

En  el  espíritu  de  la  letra  es  digno  de  considerarse 
que  la  Iglesia  es  rosa  entre  espinas,  y  no  rosa  cultivada 
y  labrada ;  porque  no  es  obra  de  los  hortelanos  del  mun- 
do, sino  flor  que  crece  y  se  sustenta  por  sola  la  in- 
fluencia del  cielo  y  su  clemencia ,  como  dice  san  Pa- 
blo: «Yo  planté,  Apolo  fué  el  que  regó;  pero  solo  Dios 
fué  el  que  os  sacóá  luz  y  á  crecimiento.»  Y  está  cerca- 
da de  espinas  por  la  muchedumbre  de  las  diversas  sec- 
tas de  infidelidad  y  herejías  y  supersticiosas  creen- 
cias que  en  derredor  de  ella  están  ,  las  cuales  procuran 
ahogarla ;  pero  firme  y  segura  es  la  promesa  del  Señor, 
y  entre  esos  golpes,  mientras  mayores  fueren,  tanto 
mas  centelleará  la  luz  de  la  verdad. 

Págale  por  la  misma  medida  la  esposa,  y  asi  le  res- 
ponde: «Como  el  manzano  entre  los  árboles  silvestres 
y  campesinos,  tan  grande  ventaja  haces  tú  á  los  demás 
hombres.»  Hermoso  árbol  es  un  manzano  lleno  de  hoja 
y  cargado  de  fruta ,  y  en  esto  la  esposa  da  mayor  loor 
al  esposo  del  que  ella  había  recibido;  que  él  la  com- 
paró á  la  azucena ,  que  es  cosa  hermosa  ,  pero  de  nin- 
gún l'rulo;  y  el  manzano  á  que  ella  1«  comparó  tiene  lo 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


257 


uno  y  lo  otro.  Lleva  adelante  esta  su  comparación ,  y 
como  suele  un  árbol  grande  y  verde  con  la  liermosura 
de  su  fruta  y  frescura  de  sus  hojas  convidar  á  los  que 
lo  ven  á  reposar  debajo  de  su  sombra  y  á  coger  de  su 
fruta,  ansí  dice  que  la  vista  de  su  esposo  la  puso  en 
semejante  deseo ,  y  como  lo  deseó,  ansí  lo  puso  por 
obra.  «En  su  sombra  que  deseé,»  conviene  á  saber,  re- 
posar, sentóme;  esto  es,  conseguí  el  fin  de  mi  deseo, 
«y  su  fruta  dulce  á  mi  garganta;»  en  que  se  declara 
una  posesión  entera  y  perfecta.  Y  como  en  decir  esto 
tórnase  á  la  memoria  el  tiempo  pasado  de  aquellos  sus 
primeros  y  mas  dulces  amores ,  sigue  el  hilo  del  pen- 
samiento, y  cuenta  con  grandes  gracias  y  blanduras  de 
afectos  mucha  parte  de  sus  accidentes :  la  posesión  de 
sí  que  le  dio  el  esposo ,  cómo  ella  se  le  desmayó  en- 
tre los  brazos,  y  los  regalos  que  recibió  de  él  estando 
ansí  desmayada ,  con  otras  cosas  de  grande  afición,  ter- 
neza y  blandura;  y  ansí  dice: 

«Metióme  en  la  cámara  del  vino.»  Ya  dijimos  que  en 
el  vino  se  declara  en  la  Escritura  todo  lo  que  es  delei- 
te y  alegría;  así  que,  entrar  en  la  cámara  del  vino  es 
aposentarse  y  gozar,  no  por  partes,  sino  enteramente, 
de  toda  la  alegría  mayor,  que  cuanto  á  lo  que  toca  á  la 
esposa ,  consentía  en  los  mayores  regalos  y  muestras 
del  entrañable  amor  que  recibía  de  su  esposO ;  y  por 
tanto  añade: 

«  La  bandera  suya  en  mi  (amor) ; »  que  se  puede  en- 
tender en  dos  sentidos.  Traer  bandera,  en  la  propie- 
dad hebrea,  como  después  veremos,  es  señalarse  algu- 
no y  aventajarse  en  aquello  de  que  se  trata ,  como  es 
señalado  el  alférez  que  la  lleva  entre  todos  los  de  aquel 
escuadrón;  y  según  esto,  quiere  decir, enriqueció  el 
esposo  mi  alma  de  alegría,  hízola  señora  de  un  increí- 
ble contento ,  y  esto  porque  en  ninguna  cosa  quiso 
aventajarse  tanto  como  en  amarle;  ó  digamos  ,  y  es  lo 
mejor,  que  la  esposa  diga  ó  dice :  Metióme  en  la  bode- 
ga del  vino ,  y  yo  le  seguí ;  que  como  los  soldados  si- 
guen su  bandera,  así  la  bandera  que  á  mí  me  lleva 
Iras  sí,  y  á  quien  yo  sigo,  es  el  su  amor.  De  donde  se 
sigue  que  cualquiera  que  no  esté  fuera  de  seso  de  hom- 
bre, ame  á  quien  sabe  que  le  ama ;  y  amándole ,  que  se 
fie  de  él ;  y  fiándose,  que  se  deje  llevar  sin  sospecha  y 
sin  recelo  por  donde  el  otro  quisiere ;  porque  el  amor 
siempre  es  puerto  de  la  confianza ,  y  el  que  es  amado 
entiende  bien  que  el  que  le  ama  no  le  lleva  sino  don- 
de le  cumple  para  su  provecho;  y  eso  es  lo  que  dice  la 
esposa,  que  sabiendo  ella  cómo  su  esposo  la  amaba,  se 
dejó  llevar  y  guiar  de  este  amor  secura;  y  su  rey  yes- 
poso,  que  la  llevaba,  la  metió  en  la  bodega,  donde  la 
hizo  particulares  mercedes  y  beneficios,  que  fueron  una 
nueva  yesca  para  acrecental  le  el  amor;  que  cierto  es 
que  los  dones  y  beneficios,  aunque  no  son  causa  del  na- 
cimiento del  verdadero  amor  todas  veces ,  á  lo  menos 
son  parte  de  acrecentamiento,  y  son  como  el  manteni- 
miento con  que  se  sustenta  y  conserva. 

((Rodeadme  de  vasos  de  vino.»  La  flaqueza  del  cora- 
zón humano  no  tiene  fuerzas  para  sufrir  ningún  extre- 
mo le  alegría  ó  dolor,  ninguna  extremada  afición,  ora 
sei  de  tristeza,  ora  de  dolor  ó  alegría.  Pues  así  con  el 
sobrado  gozo  que  recibió  con  los  favores  de  su  esposo 
se  desfalleció  Iaespo¿a,  y  por  estas  palabras  pidió  el 
E.xvi-ii. 


remedio  á  su  desfallecimiento,  en  que  declaró  su  mal 
con  mayor  gracia  que  si  por  palabras  claras  explicara 
el  gozo  de  esta  manera.  Vencido  de  gozo  el  corazón  y 
el  deseo,  hallóme  desmayada;  esforzadme  con  buenos 
vinos  y  cosas  olorosas  para  que  revoque  el  corazón  ea 
su  fuerza  y  torne  en  sí  el  enfermo  con  tales  socorros. 
Y  así  en  decir  esfurzadme  se  da  á  entender  el  desfa- 
llecimiento de  su  fuerza ,  que  se  iba  á  caer.  Y  lo  que 
dice  que  está  enferma,  no  es  la  enfermedad  propia  del 
cuerpo,  sino  una  grave  aflicción  del  alma,  que  la  aflige 
de  alguna  cosa ,  de  que  se  sigue  el  desfallecer  el  cuer- 
po. Así  declaran  la  palabra  hebrea  asioth  los  mas  doc- 
tos de  aquella  lengua ;  aunque  el  texto  vulgar  traslada 
flores.  Lo  uno  y  lo  otro  es  cosa  de  recreación  para  el  que 
está  enfermo;  aunque  los  vasos  de  vidrio  hanse  de  en- 
tender aquí  llenos  de  vino,  como  lo  advierten  los  expo- 
sitores ,  para  que  con  su  olor  y  sabor  tornase  en  sí  el 
corazón  desmayado. 

«La  su  izquierda;»  pro'sigue  la  esposa  demandando 
socorro  para  su  desmayo.  El  natural  remedio  á  los  que 
desmayan  de  amores  es  verse  juntos  y  asidos  á  los  que 
aman,  y  que  les  muestren  favor  y  señal  de  amor;  por- 
que de  allí  les  viene  su  trabajo,  y  de  lo  mismo  les  ha  de 
venir  su  remedio  y  descanso.  Y  así  la  esposa,  estando 
ya  caída  en  el  desmayo,  pideá  su  esposo  que  se  llegue 
á  ella ,  la  sustente  y  ciña  con  sus  brazos;  y  no  fué  en 
esto  negligente  el  esposo,  pues  visto  su  desmayo,  acu- 
dió luego  y  la  tomó  en  sus  brazos,  que  se  hace  como  ella 
pide,  poniendo  el  brazo  izquierdo  debajo  de  su  cabeza 
y  abrazando  con  el  brazo  derecho ,  porque  es  natural 
después  del  desmayo  seguir  el  sueño,  que  torna  en  sí,  y 
se  repara  la  virtud,  cansada  con  la  pasada  lucha. 

«Conjuróos.»  Habemos  de  entender  que  se  le  adur- 
mió en  los  brazos  la  esposa ,  y  que  él ,  poniéndola  en  el 
lecho  mansamente  y  guardándola  el  sueño,  como  es 
propio  del  amor,  se  volvió  á  los  circunstantes  y  los  con- 
juró por  lo  que  mas  quieren ,  que  la  guarden  el  sueño 
y  la  dejen  reposar.  Estas  personas  á  quien  conjura,  eran 
las  compañeras  que  se  finge  aquí  traía  consigo  la  espo- 
sa, y  estas  eran  cazadoras,  según  parece  en  la  conjura- 
ción que  el  esposo  les  hace;  y  es  muy  conforme  á  la 
imaginación  que  se  prosigue  en  este  libro;  porque  si  la 
esposa  es  pastorcíca ,  las  compañeras  han  de  ser  rústi- 
cas y  que  tengan  ejercicio  en  el  campo,  como  es  ser 
pastoras  y  cazar,  y  este  era  uso  de  tierra  de  Asia,  prin- 
cipalmente hacía  Tiro  y  en  aquellas  comarcas  de  Ju- 
dea,  que  las  vírgines  se  ejercitasen  en  la  caza;  y  así 
las  requiere  y  juramenta  el  esposo,  diciendo:  «Ruégoos 
y  conjuróos,  hijas  de  Jerusalen;»  ansí  os  vaya  bien  en 
la  caza,  ansí  gocéis  de  las  ciervas  y  hermosas  cabras 
monteses ,  que  no  despertéis  á  mi  amada  hasta  que  elía 
de  suyo  se  despierte.  Esta  es  comunísima  costumbre  da 
los  autores,  y  aun  de  todas  las  gentes,  orar  la  felicidad  6 
desgracia  del  estudio  ó  ejercicio  del  otro  cuando  le  quie- 
ren rogar  algo  ó  le  desean  mal ,  que  á  uno  que  estudia 
decimos:  Ansí  os  haga  Dios  un  gran  letrado;  y  á  uno 
que  pretende  dignidades:  Ansí  os  veáis  un  gran  señor; 
ó  al  marinero:  Ansí  os  dé  Dios  buenos  viajes;  y  en  esta 
manera  en  todas  las  demás. 

Esto  pasó  así ,  y  la  esposa  lo  relata  agora,  que  el  es- 
poso, con  el  cuidado  de  su  enfermedad,  volvió  luego  á 

i"' 


2S8 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


ver  sí  reposaba  y  hacerle  compañía,  y  si  quisiese  esfor- 
zarse, convidaila  se  saliese  al  campo,  que  por  ser  en 
el  principio  de  la  primavera  ya  eslá  l're-co  y  muy  flo- 
rido, y  le  será  gran  remedio  para  su  tristeza  y  enfer- 
medad, ó  digamos  que  fué  como  sueño  ó  imaginación 
que  á  causa  de  grande  amor  la  esposa  se  fingió  así  mis- 
ma, pareciéndole  que  veía  á  su  esposo  y  le  hablaba; 
como  es  natural  á  los  que  aman  ó  tratan  de  algún  ne- 
gocio, avisadamente  traerles  los  sueños  imaginaciones 
semejantes;  pues  agora,  como  be  diclio,  va  refiriendo 
lo  que  entonces  vio  y  babló  en; re  sueños  por  las  pala- 
bras que  be  dicho,  pues  dice: 

(("Voz  de  mi  amado  se  oye.»  Es  el  cuidado  del  amor 
tan  grande,  y  está  tan  en  vela  en  lo  que  desea,  que  de 
mil  pasos  lo  siente, entre  sueños  lo  oye,  y  tras  los  mu- 
ros lo  ve;  finalmente,  es  de  tal  naturaleza  el  amor,  que 
hace  en  quien  reina  obras  mucho  diversas  de  la  común 
experiencia  de  los  hombros,  y  por  esto  los  que  no  sien. 
ten  tal  afecto  en  sí  no  creen  ó  les  parecen  milagros,  5 
por  mejor  decir,  locura,  ver  y  oir  las  tales  cosas  en  los 
enamorados;  y  de  aquí  resulta  que  los  autores  que  tra- 
tan de  amor  son  mal  entendidos  y  juzgados  por  algu- 
nos autores  de  devaneos  y  disparates.  Por  lo  cual  un 
antiguo  poeta  de  nuestra  nación,  muy  enamorado  y 
muy  honesto,  hizo  el  principio  de  sus  canciones  dicien- 
do en  su  lengua  misma  ^esla  sentencia :  «No  vea  mis  es- 
critos quien  no  es  triste,  ó  quien  no  ha  estado  triste  en 
tiempo  alguno.»  Así  que,  las  extrañas  cosas  que  dicen, 
sienten  y  hacen  los  que  aman,  no  se  pueden  entender 
de  los  libres  de  amor,  donde  será  forzoso  que  muchas 
cosas  de  este  libro  sean  escuras,  ansí  al  expositor  de 
él,  como  álos  demás  que  en  el  divino  amor  estén  tan 
fríos  y  tibios;  y  por  el  contrarío,  será  muy  claro  todo 
al  que  tuviere  una  sola  sentencia  de  esta  obra ,  y  nin- 
guna cosa  le  parezca  imposible  ni  disparada.  Vemos 
aquí  que  la  esposa,  cansada  del  trabajo  pasado,  estádur- 
miendo,  y  con  todo  eso,  en  el  punto  que  su  esposo  ha- 
bla, siente  su  voz  y  la  conoce  sin  errarla,  y  le  avisa  de 
su  venida,  diciendo:  «Voz  de  mi  amado  se  oye.»  Esto 
bien  muestra  en  la  manera  de  las  palabras  ansí  corta- 
das el  alboroto  de  su  corazón. 

«Véisle,  viene  atravesando  por  los  montes  y  saltan- 
do por  los  collados;  semejante  es  mi  esposo  á  la  cabra 
montes  ó  cícrvecito;  helo,  ya  eslá  tras  nuestra  pared 
acechando  por  las  ventanas,  mirando  por  los  resqui- 
cios.» Propio  es  de  los  que  sueñan  ó  imaginan  con  des- 
aliño alguna  cosa,  antojárseles  que  ven  ansí  lo  ausente 
y  que  está  lejos,  como  lo  cercano  y  presente,  juntando 
cosas  diferentes  y  de  diversos  tiempos,  como  si  todo 
fuese  un  mismo  negocio.  Eslá  en  su  lecho  desmayada  la 
esposa,  y  parécela  que  ve  venir  á  su  esposo  volando 
por  los  montes  y  por  los  collados,  como  si  fuese  una 
cabra  ó  un  corzo,  animales  ligerísimos.  Es  prestísimo 
Dios  en  dar  favores  á  los  suyos.  Véisle ,  está  ya  tras 
nuestra  pared  acechando  por  las  ventanas,  descubrién- 
dose por  las  celosías.  Todo  este  mostrarse,  absconderse, 
no  entrar  de  rondón,  sino  andar  acechando,  ora  por 
una  liarte,  ora  por  otra,  es  natural  de  los  muy  reque- 
brados ,  y  son  unos  regalos  y  juegos  graciosísimos  del 
amor;  lo  cual  se  pone  a'juí  con  gran  propiedad  y  her- 
njosura  depcdabras.  Ansí  que,  cuando  ella  lo  ve  por  en- 


tre las  puertas ,  él  de  presto  se  quita  de  allí ,  y  corre  á 
mostrarse  por  las  saeteras  de  la  casa,  y  de  allí,  siendo 
visto,  se  muda  á  las  rejas  y  se  asoma  un  poco  ,  y  ansí 
de  un  lugar  á  olro ,  y  en  todos  ella  le  sigue  y  alcanza 
con  la  vista;  y  esto  es  muy  común  acá,  cuando  uno  se 
absconde  burlando,  decirle  el  otro  burlando:  ¡Ah!  bien 
te  veo  la  cabeza,  veo  agora  los  ojos  por  entre  las  puer- 
tas; que  ya  seliaquitado;  helo,  helo  allí,  por  la  ventana 
asoma.  Y  como  hemos  dicho,  estas  cosas,  aunque  parecen 
inciertas,  no  lo  son  en  los  amantes;  porijue  ellos  esli- 
man unas  cosas  de  las  que  otros  hacen  poco  caso,  y  las 
cosas  en  que  olro  se  recrea  ó  precia,  á  ellos  dan  fasti- 
dio. «Mostrándose  por  las  ventanas  ; »  en  la  propiedad 
de  su  lengua  se  toca  en  estas  palabras  una  gentil  com- 
paración que  en  nuestra  lengua  no  se  siente.  Donde  de- 
cimos mostrándose ,  la  palabra  hebrea  es  ziz,  que  es 
propiamente  mostrarse  la  flor  cuando  brota  ó  de  otra 
manera  se  descubre;  pues  como  suelen  los  claveles 
asomar  por  los  agujeros  pequeños  de  los  encañados  que 
los  cercan ,  ansí  imagina  y  dice  que  el  esposo,  mas  que 
el  clavel  y  la  rosa  bello,  se  descubre,  ya  por  una  parte, 
ya  por  la  otra. 

«Hablado  ha  mí  amado  y  díjome. »  Cuenta  lo  que  le 
dijo,  ó  por  mejor  decir ,  soñó  que  le  decía  su  esposo: 
«Levántate,  amiga  mía,  galana  mía,  y  vente;  ya  ves 
pasó  el  invierno ,  cesó  la  lluvia,  fuese;  descubre  flores 
la  tierra,  los  capullos  de  lasfloresse  muestran,  el  tiem- 
po de  podar  es  venido ,  oída  es  voz  de  tórtola  en  nues- 
tro campo,  la  higuera  brota  sus  higos,  y  las  pequeñas 
uvas  dan  olor;  por  ende  levántale,  amiga  mía,  hermosa 
mía,  y  vente.»  Y  haciendo  de  lodo  una  sentencia  segui- 
da ,  convida  en  este  lugar  á  la  esposa  al  gozo  de  sus 
amores ;  y  porque  él  anda  en  el  campo,  que  es  lugar 
para  el  amor  mejor  que  otro,  pídele  que  se  salga  á  él, 
poniéndole  paramovella  el  amor  que  la  tiene  en  rega- 
ladas palabras  de  amiga  y  de  galana,  y  la  sazón  del  ve- 
rano, que  es  tiempo  fresco  y  apacible  y  muy  aparejado 
para  tratar  amores ;  y  ansí  dice :  Levántate ,  amiga  mía, 
galana  mía,  y  vente.  En  decir  levántate ,  se  entiende 
estaba  acostada  é  indispuesta;  y  ansí,  la  dice  que  se  es- 
fuerce y  salga  con  él  para  su  salud  á  gozar  de  la  her- 
mosura y  frescor  del  campo,  á  quien  tienen  natural  afi- 
ción los  corazones  enamorados,  y  que  con  la  nueva  ve- 
nida del   verano  estaba  deleitosísimo;  lo  cual  pinta 
políticamente  por  apacibles  rodeos  y  deseos;  y  así  dii-e: 
«Ya  ves  pasó  el  invierno,  pasó  la  lluvia,  fuese;»  todas 
son  condiciones  de  la  primavera:  el  tiempo  de  podar, 
(que  es  el  mes  de  marzo  ó  abril)  es  venido ;  la  voz  de 
la  tortolilla  (que  es  ave  que  suele  venir  con  el  verano, 
como  las  golondrinas)  es  oida  en  nuestro  campo  ;  las 
viñas  pequeñas  ó  uvas  dan  olor;  esto  es ,  están,  como 
decimos  en  español,  en  cierne;  y  haciendo  de  todo  una 
sentencia  seguida,  será  como  si  dijese :  Levántate,  amor 
mió ,  de  ahí  donde  estás  en  tu  casa  acostada,  y  vente;  no 
tengas  temor  á  la  salida,  porque  el  tiempo  está  muy 
gracioso ;  el  invierno  con  sus  vientos  y  sus  frios,  que  te 
puiliera  fatig;ir ,  ya  se  fué  ;  el  verano  (como  se  ve  por 
todas  sus  señales)  es  ya  venido;  los  árboles  se  visten 
de  flores,  las  aves  entonan  sus  músicas  con  nueva  y 
mas  suave  melodía,  y  la  lorlolíca,  ave  peregrina,  que 
no  invierna  en  nuestra  tierra,  es  venida  á  ella,  y  la  he- 


TRAnurr.iAN  del  libro  de  los  cantares. 


259 


mos  oído  panfar;  la  liípiípn  brota  ya  sus  higos ,  las  vi- 
des ti'^non  pámpanos  y  liuplen  ásu  flor;  de  manera  aue 
por  todas  se  descubre  ya  el  verano;  la  sazón  es  fresca 
y  el  rampo  está  hermoso ;  todas  las  cosas  favorecen  á  tu 
venida  y  ayudan  á  nuestro  amor,  y  parece  que  la  na- 
lur^ieza  nos  adereza  y  adorna  el  aposento;  por  eso  le- 
vántn'e,  árnica  mía,  hermosa  mia,  y  vente. 

«Paloma  mia  puesta  en  las  quiebras  de  la  piedra,  en 
las  vueltas  del  caracol,  etc.»  Todas  son  palabras  de 
amor  y  de  requiebro,  que  continuando  el  cuento,  dice 
la  esposa  haber  dicho  el  esposo.  Declara  pues  en  esto 
el  esposo  á  la  esposa  la  condición  de  su  amor,  y  cómo  se 
ha  de  haber  con  él  en  este  oficio  de  amarlo,  y  trae 
para  ella  una  gentil  semejanza  de  las  palomas,  cuya 
propiedad  sabida,  queda  claro  este  lugar.  Hanse  de  tal 
manera  las  palomas  en  su  compañia,  que  desde  queuna 
vez  se  hermanan  macho  y  hembra  para  vivir  juntas,  ja- 
másdeshacen  la  compañía  hasta  que  el  unodeellos  fal- 
ta, y  tal,  que  no  le  basta  el  amor  y  lealtad  que  de  natu- 
raleza le  tiene,  sino  que  también  sufre  muchas  riñas é 
imporlunos  celos  del  marido;  porque  esta  ave  es  la  que 
mayores  muestras  de  celos  da;  y  ansí,  en  viniendo  de 
afuera,  luego  hiere  con  el  pico  á  su  compañera,  luego 
le  riñe,  y  con  la  voz  áspera  da  grandes  indicios  de  su 
sospecha,  cercándola  muy  azorado  y  arrastrando  la  cola 
por  el  suelo;  y  á  todo  esto  está  ella  muy  paciente,  sin  se 
mostrar  áspera;  y  estas  aves  (entre  todos  los  demás 
animales  brutos)  muestran  mas  claro  el  amor  que  se 
tienen  ser  de  grande  fuerza,  ansí  por  el  andar  siempre 
juntos  y  guardarse  la  lealtad  el  uno  al  otro  y  con  gran 
simplicidad ,  como  por  los  besos  que  se  dan  y  rega'os 
que  se  hacen  después  de  pasadas  aquellas  iras.  Pues  de 
esta  manera  misma  notifica  el  esposo  á  la  esposa  que 
se  han  de  haber  entrambos  en  el  amor;  y  ansí  le  dice: 
Vén  acá,  compañera  mia;  que  ya  es  tiempo  que  juntemos 
este  dulce  desposorio;  sabed  que  yo  soy  palomo  y  vos 
habéis  de  ser  paloma ,  y  paloma  no  de  otro  palomo,  sino 
paloma  mia  y  amada  mia ,  y  yo  amado  y  compañero 
vuestro;  este  amor  lia  de  ser  firme  para  siempre,  sin  que 
cosa  alguna  jamás  lo  desminuya,  y  con  todo  eso ,  yo  os 
tengo  de  pedir  celos,  y  porque  aun  que  haiga  muchas 
palomas  en  un  lugar,  cada  cual  vive  por  sí,  ni  ella  sabe 
el  nido  ajeno,  ni  el  palomo  extraño  le  quita  el  suyo,  es 
razón  que  nosotros  nos  apartemos  á  nuestra  posadilla 
aparte;  por  eso  venios  al  campo,  paloma  mia;  aquí  en 
esta  peña  hay  unos  agujeros  muy  aparejados  para  nues- 
tra habitación,  aquí  hay  unascuevíis  enestapiedraalta, 
aquí  me  mostraron  los  palominos  vuestra  vista,  aquí  os 
oiga  yo  cantar,  que  aquí  me  agradáis,  y  en  esta  so- 
ledad vuesira  visla  mees  muy  bella  y  vues  ra  voz  sua- 
vísima. Dice:  «Paloma  puesta  en  las  quiebras  de  la  pie- 
dra,» porque  en  semejantes  lugares  las  palomas  bra- 
vas suelen  hacer  su  asiento;  aunque  en  lo  que  dice: 
«En  los  escondrijos  del  paredón,»  hay  diferencia,  que 
algunos  trasladan  en  las  vueltas  del  caracol.  Por  lo  uno 
y  lo  otro  se  entiende  un  edificio  antiguo  y  caído,  como 
suele  haber  por  los  campos ,  donde  las  palomas  y  otras 
aves  acostumbran  hacer  nido. 

«  Prendedme  las  raposas  pequeñas,  destruidoras  de 
las  viñas ,  que  nuestra  viña  está  en  flor  y  con  pequeñas 
uvas,  u  Estas  palabras  se  pueden  entender ,  ó  que  las 


diga  el  esposo ,  ó  que  las  dicja  !a  e^po;;»,  y  de-pue^  se- 
guiremos el  otro  sentido.  Ufana  pues  la  esposa  y  muy 
regalada  con  los  favores  y  dulces  palabras  que  le  acaba 
de  decir  su  querido ,  viene  en  este  lugar  á  ser  movida 
de  un  afecto  que  es  muy  común  á  los  regala  los  en  te- 
niendo delante  de  sí  á  quien  les  ama  y  regala.  Decla- 
rarlo hemos  con  este  ejemplo:  cuando  una  madre,  es- 
tando ausente  de  su  niño,  y  en  viniendo,  luego  pide  por 
él  y  lo  llama  y  abraza,  y  mostrándole  aquella  terneza 
de  regalo  que  le  tiene,  lo  primero  que  él  hace  es  que- 
jarse de  quien  le  ofendió  en  su  ausencia ,  y  con  unos 
graciosos  pucbericos  relata  como  puede  su  injuria,  y 
pide  á  la  madre  que  le  vengue;  lo  mismo  hace  una  es- 
posa ó  mujer  casada  que  ama  mucho  á  su  marido  y 
le  ha  tenido  ausenie ,  que  luego  se  regala ,  quejándose 
de  las  desgracias  que  en  su  ausencia  le  han  sucedido. 
Este  afecto  muestra  aquí  la  esposa  luego  que  se  ve  aca- 
riciada y  regalada  con  el  llamar  de  su  e-;[ioso ;  y  en  lo 
demás  que  le  dijo,  quéjase  de  la  cosa  que  mas  le  ofende, 
y  es  que,  como  ella  tenia  una  viña ,  que  arriba  hemos 
visto,  la  cual  apreciaba  mucho,  y  veia  que  las  uvas  es- 
taban en  cierne  y  comenzaba  á  quedar  limpio  el  agraz, 
tiene  gran  temor  que  las  raposas  se  la  echen  á  perder; 
y  quejándose  de  la  mala  casta  dañadora,  demanda  so- 
corro al  esposo  y  á  los  pastores  sus  compañeros,  dicien- 
do :  «Cazadme  las  raposas  pequeñas ; »  y  en  decir  pe- 
queñas guarda  bien  la  propiedad  de  lanaiuraleza;  por- 
que cuando  las  viñas  están  en  agraz,  y  antes  que  co- 
miencen á madurar,  entonces  las  raposillas  de  las  ca- 
rnadas se  crian,  y  estas  hacen  después  muchos  daños  á 
las  viñas,  porque  son  muchas  y  van  juntas;  y  como  por 
su  poca  fuerza  no  se  atreven  á  hacer  mal  y  sallo  en 
los  ganados  pequeños  ni  en  las  gallinas,  ni  en  las  otras 
cosas  que  los  raposos  viejos  cazan  y  destruyen ,  vanse 
á  las  viñas,  donde  hay  menos  concurso  de  hombres  y 
de  perros,  y  ellas  son  menos  vistas  por  la  espesura  de 
las  hojas  y  pámpanos,  y  hacen  mucho  daño;  y  por  eso 
pide  la  esposa  que  las  prendan  y  maten  ahora  que  aun 
son  pequeñas,  quesera  más  fácil  que  después;  y  ansí,  dice 
«las  raposas»,  y  declarándose  más,  añade  «las  raposas 
pequeñas»;  porque  dijo  que  su  viña  estaba  en  cierne, 
y  con  esto  se  acordó  del  daño  y  mal  que  estando  en 
tal  sazón  podrían  hacer  en  ella  las  raposas.  Porque, 
como  se  imagina,  en  este  intermedio  alguna  cornendo 
le  pasó  por  delante,  parécete  á  la  esposa  que  deja  el 
esposo  su  plática  y  da  tras  la  raposa ,  diciendo  á  vo'^es 
á  sus  compañeros:  A  la  raposa  ,  á  la  raposa  ,  que  son 
destrucción  de  las  viñas,  y  la  nuestra  está  en  flor;  y 
como  le  ve  ¡r,  ruégale  que  se  vuelva  luego,  diciendo: 
«  El  amado  mió  es  mío ,  y  yo  soy  suya,  queapacien- 
ta  entre  las  azucenas.»  El  amado  mió,  y  yo  áél,es  ma- 
nera de  llamar,  como  si  dijese:  Amador  y  amado  mió, 
tú,  que  apacienlas  entre  las  azucenas  tu  ganado  hasta 
la  tarde,  vuélvete  luego  volando  como  un  corzo  (a!..^u- 
nas  palabras  destas  no  carecen  de  obscuridail)  hasta 
que  sople  el  día  y  las  sombras  huyan.  Algunos  entien- 
den por  esto  el  tiempo  de  la  mañana,  otros  el  medio- 
día; y  los  unos  y  los  otros  se  engañan ,  porque,  ansí  la 
verdad  de  las  palabras  como  el  pro;^ósi!o  á  que  se  di- 
cen ,  declaran  el  tiempo  de  la  tarde,  t  orque  siempre  al 
caer  del  sol  se  levanta  un  aire  blando,  y  las  sombras, 


260  OBRAS  DE  FRAY 

que  al  mediodía  estaban  como  quedas,  al  declinar  del 
sol  crecen  con  tan  sensible  movimiento,  que  parece  que  , 
Imyen;  por  donde  los  setenta  intérpretes  dijeron  bien  : 
en  este  lugar  :  «Hasta  que  se  muevan  las  sombras;»  ¡ 
como  también  dijo  el  poeta,  significando  la  misma  sazón  ! 
de  tiempo  :  Altaeque  cadunt  de  montibus umbrae.  | 

((Sobre  los  montes  de  Beter.  n  Beter  es  nombre  pro-  : 
pió  de  monte  así  llamado,  ó  es  el  epitecto  general  de  i 
lodos  los  montes ;  porque  beter  quiere  decir  división,  ! 
y  por  la  mayor  parte  los  montes  dividen  entre  unas  y  ; 
otras  tierras;  ansí  que,  decir  « montes  de  Beter»  es  j 
decir  montes  divididores;  y  con  estas  palabras  tornó  | 
en  sí,  y  viéndose  sola,  y  conociendo  su  engaño,  hace  j 
lo  que  en  el  capítulo  siguiente  prosigue,  diciendo ;        ( 

CAPÍTULO  III. 

ESPOSA. 

i  En  el  mi  lecho  por  las  noches  busqué  al  que  ama  mi 
alma;  busquéley  no  le  hallé. 

2  Levantarme  he  agora,  y  cercaré  por  la  ciudad ,  por 
las  plazas  y  lugares  anchos  buscaré  al  que  ama  mi  alma, 
busquéle  y  no  le  hallé. 

3  Encontráronme  las  rondas  que  guardan  la  ciudad; 
pregúnteles:  ¿Visteis  por  ventura  al  que  ama  mi  alma? 

4  A  poco  que  me  aparté  de  ellos  (anduve)  hasta  hallar 
al  que  ama  mi  alma;  asile,  y  no  le  dejaré  hasta  que  le 
nieta  en  casa  de  mi  madre  y  en  la  cámara  del  que  me 
engendró. 

5  Ruégoos,  hijas  de  Jerusalen,  por  las  cabras  ó  por  los 
ciervos  del  campo,  no  despertéis  ni  hagáis  velar  el  amor 
hasta  que  quiera. 

CORO  DE  PASTORES. 

6  ¿Quién  es  esta  que  sube  del  desierto  como  columna 
de  humo  de  oloroso  perfume  de  mirra  é  incienso  y  todos 
los  polvos  olorosos  del  maestro  de  olores? 

7  Veis  el  lecho  de  Salomón,  sesenta  de  los  mas  valien- 
tes de  Israel  están  en  su  cerco. 

8  Todos  ellos  tienen  espadas  y  son  guerreadores  sabios; 
la  espada  de  cada  uuo  sobre  su  muslo  por  el  temor  de  las 
noches. 

9  Litera  hizo  para  si  Salomón  de  los  árboles  del  Lí- 
bano. 

iO  Las  columnas  hizo  de  plata ,  su  recodadero  de  oro, 
la  silla  de  púrpura,  y  por  el  entremedio  amor  por  las  hijas 
de  Jeiusaicn. 

11  Salid  y  ved,  hijas  de  Sion,  al  rey  Salomón  con  coro- 
na con  que  le  coronó  su  madre  en  el  diadel  desposorio  y 
en  eldia  de  la  alegría  de  su  corazón. 

COMENTO. 

Natural  conocida  cosa  es  á  las  mujeres  desposadas  que 
bien  amana  sus  esposos,  en  faltándoles  de  noche  de  su 
casa,  les  viene  mala  sospecha,  ó  que  no  las  aman  ó  que 
aman  á  otras;  y  algunas  hay  que  les  da  tanto  atrevi- 
miento esta  pasión ,  que  les  hace  creer  tener  en  todo 
tiempo  présenle  al  que  aman ,  y  en  las  noches  mucho 
mas;  parte,  porque  con  el  sosiego  y  silencio  de  la  no- 
che ,  de  su  natural,  desembaraza  los  sentidos  de  otras 
cosas  que  lo  distraen,  ocúpase  el  ánima  toda  en  el  pen- 
samiento del  que  ama  ,  y  enciéndese  mas  el  amor;  y 
parte,  porque  crecen  los  celos,  pensando  que  se  ayuda 
de  la  noche  para  alguna  travesura,  y  los  recelos,  de  te- 
mor no  le  acontezca  algún  peligro  de  los  muchos  que 
suelen  acaecer  y  acarrean  las  tinieblas.  Esta  pena,  que 
es  raczcladi  de  amor  y  celos ,  escarva  el  corazón  y  lo 


LUIS  DE  LEÓN. 

abrasa  tanto ,  que  llega  algunas  veces  á  sacar  una  po- 
bre, flaca  y  temerosa  mujer  de  su  casa,  que  olviilindo 
su  temor  y  condición ,  de  noche  y  á  solas  ronda  las 
calles  y  plazas,  y  no  se  satisface  con  menor  diligencia; 
la  cual  pasión  vehemente  se  declara  enesla  lelra,  ade- 
más de  los  ejemplos  que  cada  día  se  ven  de  esto;  y  por- 
que, como  hemos  dicho,  el  amor  bueno  ni  teme  peligro 
ni  para  en  ningún  inconveniente ,  dice  : 

«Levantarme  he  ahora,  y  cercaré  por  la  ciudad  y 
plazas  y  por  los  lugares  anclios,  y  buscaré  al  que  ama 
mi  alma;  busquéle  y  no  le  hallé.»  Lugares  anchos  lla- 
ma á  los  públicos,  que  por  el  mayor  concurso  de  gente 
se  edifican  siempre  mas  anchos  y  espaciosos  que  los 
otros.  Cuenta  en  esto  Salomón,  no  loque  en  hecho  pa- 
só por  su  esposa,  que  no  es  cosa  que  pudo  pasar;  sino 
lo  que  podía  acontecer,  y  está  bien  que  acontezca  á  una 
persona  tan  común  como  una  pastora  perdida  de  amo- 
res por  su  pastor,  cuyas  palabras  imita;  que  es  una  fic- 
ción muy  usada  entre  los  poetas,  decir,  como  he  dicho, 
no  lo  que  se  hace ,  sino  lo  que  el  afecto  de  que  hablan 
pide  que  se  haga,  fingiendo  para  ello  personas  que  con 
mas  encarecimiento  y  mas  al  natural  lo  podían  hacer 
y  así  lo  hace  aquí  Salomón. 

((Levantarme  he.»  Gran  fuerza  de  amores  esta,  que 
n¡  la  noche  ni  la  soledad,  ni  los  atrevimientos  de  hom- 
bres perdidos,  que  en  tales  tiempos  y  lugares  suelen 
tomar  licencia,  pudo  estorbar  á  la  esposa  que  no  bus- 
case á  su  deseo.  Según  el  espíritu,  se  entiende  de  aquí 
el  engaño  de  los  que  piensan  hallar  á  Dios  descansando, 
y  lo  mucho  que  se  ha  de  arriesgar  el  que  de  veras  le 
busca. 

Dice:  ((Encontráronme  los  guardas  que  rondan  la 
ciudad.»  No  se  espanta  ni  enflaquece  el  amor  por  nin- 
gún poder  humano,  y  el  que  es  verdadero  no  trata  de 
encubrirse  de  nadie,  ni  de  buscar  colores  para  que  los 
otros  no  le  entiendan;  y  así,  la  esposa  en  viendo  á  las 
rondas  les  pregunta ;  ((¿Visteis  por  ventura  al  que  ama 
mi  alma?»  Vense  aquí  dos  muy  grandes  afectos  del 
amor :  el  uno,  que  ya  queda  dicho,  que  no  se  recata  de 
nadie  ni  se  avergüenza  de  mostrar  su  pasión  ;  el  otro 
es  una  graciosa  ceguedad  que  trae  consigo,  y  es  gene- 
ral en  todo  grande  afecto,  el  pensar  que  con  decir  ((vis- 
teis á  quien  amo»,  estaba  ya  entendido  por  todos  como 
por  ella  quién  era  aquel  [lor  (¡uien  preguntaba.  No  di- 
ce lo  que  la  respondieron;  do  donde  se  entiende  no  ha- 
berle dado  buen  recautlo  ú  su  pregunta;  porque  las 
gentes  divertidas  en  varios  y  diversos  pensamientos, 
como  son  los  públicos,  saben  poco  de  esto  que  es  amor 
con  verdad,  y  ponjue,  snguu  la  verdad  del  espíritu  que 
aquí  se  [irctendc,  toda  la  alteza  del  saber  y  [unidíMicia 
humana,  en  cuya  guarila  y  conservación  viven  los  lioui- 
bres,  jamás  alcanzaron  á  dar  cierlas  muestras  de  Jesu- 
crislo. 

((A  poco  que  me  aparté  de  ellas  anduve  hasta  que  ha- 
llé al  amado  de  mi  alma.»  No  pierde  la  esperanza  el 
amor,  aunque  no  halle  nuevas  de  lo  que  busca  y  deseaj 
entonces  se  enciende  mas;  y  así,  la  esposa  anduvo,  y 
halló  j)or  sí  lo  que  no  supieron  mostralle  las  otras  gen- 
tes, y  dice  que  lo  halló  á  poco  que  se  apartó  de  las  ron- 
das de  la  ciudad  ;  que,  según  el  espiritual  sentido,  es 
cosa  de  ¿grande  admiración  y  de  con&iderar,  que  antes 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


261 


le  había  buscado  mucho  y  no  le  halló,  y  en  apartándo- 
se de  las  guardas  y  de  la  ciudad,  luego  le  halló;  en  que 
se  entiende  que  en  las  cosasmas  desesperadas, y  cuan-:- 
do  todo  el  saber  y  industria  humana  se  confiesa  por 
mas  rendida,  está  Dios  mas  presto  aparejado  para  nues- 
tro favor;  y  juntamente  con  esto,  se  ve  la  razón  porque 
muchos  que  buscan  á  Cristo  longamente  por  muchos 
dias  y  con  grandes  trabajos,  no  le  hallan,  hallándole 
otros  con  mas  brevedad,  que  es  porque  le  buscan  don- 
de él  está;  y  no  le  hallan  los  otros,  ni  quiere,  porque  le 
buscan,  no  donde  él  está',  sino  donde  ellos  gustan  de 
hallarle,  sirviéndole  en  aquellas  cosas  deque  ellos  mas 
gustan,  y  les  coge  mas  en  gracia  por  ser  conformes  á 
sus  inclinaciones  y  particulares  juicios. 

((Asile,  y  no  le  dejaré  hasta  que  le  meta  en  la  casa 
de  mi  madre  y  en  la  cámara  de!  que  me  engendró.»  ^'o 
es  amor  el  que,  viendo  al  íin  de  su  deseo,  en  alcanzando 
la  voluntad  del  que  ama  se  entibia  y  desfallece;  que  el 
bueno  y  verdadero  de  alli  crece  hasta  venir  al  mas  al- 
to y  perfecto  grado ;  lo  que  se  declara  en  la  casa  de  la 
esposa  y  en  la  cámara  de  su  nacimiento,  esto  es ,  re- 
poso y  perfecta  posesión  que  trae  consigo  el  acabado  y 
perfecto  y  encendido  amor.  Llama  á  su  casa ,  no  suya, 
sino  de  su  madre,  y  cámara  de  quien  la  engendró,  imi- 
tando en  esto  la  común  manera  de  hablar  de  las  donce- 
llas, que  se  usa  también  en  nuestra  lengua  castellana, 
como  se  ve  en  diversos  cantares. 

«Conjuróos,  hijas  de  Jerusalen.»  Esto  dice  aquí  la 
esposa,  que  son  palabras  semejantes  á  las  que  el  es- 
poso antes  habia  dicho.  Hablando  de  ellas,  entendemos 
que  era  de  noche,  y  le  traia  después  de  muy  buscado 
para  que  reposase  en  su  casa;  y  así,  ruega  á  la  gente  de 
ella  que  no  le  quiebren  el  sueño. 

«¿Quién  es  esta  que  sube?»  Desde  aquí  hasta  el  fin 
del  capítulo  hablan  los  compañeros  del  esposo,  feste- 
jando con  voz  de  admiración  y  de  loor  á  los  nuevos 
casados;  que  es  declarar  el  alegría  de  los  cindadanos  de 
Jerusalen,  y  las  palabras  que  conforme  á  ello  se  pudie- 
ron decir  cuando  la  hija  de  Faraón  entró  la  primera 
vez  en  la  ciudad  y  se  casó  con  Salomón.  Asi  que,  esto 
no  trae  mucha  dependencia  con  lo  de  arriba,  antes  pa- 
rece que  Salomón  aquí  respondió  al  cuento  que  llevaba 
enhilado.  Se  pone  á  relatar  cosas  diferentes  de  aque- 
llas, ó  ya  muy  pasadas,  que  suelen  dar  mucha  gracia 
á  las  escrituras  semejantes  desla;  si  no  queremos  decir 
que  todo  lo  que  se  ha  dicho  hasta  aquí  responde  al 
tiempo  que  medió  entre  los  conciertos  hasta  que  se 
celebraron  las  bodas  de  los  reyes;  en  lo  cual,  como 
suele  acontecer,  es  de  creer  que  hubo  muchas  deman- 
das y  respuestas  de  la  una  parte  á  la  otra,  muchos  de- 
seos, muchos  afectos  y  nuevos  sentimientos,  los  cuales 
se  han  declarado  hasta  aquí  por  la  figura  y  rodeos  que 
habernos  dicho  y  visto.  Pues  dice :  «¿Quién  es  esta  que 
sube  del  desierto  ?»  Porque  los  habia  muy  grandes  en- 
tre Egipto  (de  donde  venia  la  esposa)  y  la  tierra  de  Ju- 
dea;  porque  se  finge,  como  dicho  es,  que  ella  vido  ásu 
esposo  en  el  campo,  y  de  alli  vienen  juntos. 

«Como  columna  de  humo.»  Cosa  sabida  es,  así  en  la 
Escritura  Sagrada  como  en  las  profanas,  que  la  gente 
de  Palestina  y  desús  provincias  comarcanas,  por  la  cali- 
dad de  la  tierra ,  usaban  de  muclios  y  preciosos  olores; 


pues  compara  á  la  esposa  á  la  columna  de  humo;  que 
llama  al  humo  así  por  la  semejanza  que  tiene  con  ellas 
cuando  de  algún  perfume  ó  de  otra  cosa  que  se  quemó 
sube  en  alto  seguido  y  derecho;  con  la  cual  compara- 
ción la  loa  tanto  de  bien  dispuesta  y  gentil  de  cuerpo 
(que  esto  mas  adelante  se  hace  copiosamente)  cuanto 
de  la  fragancia  grande  y  excelencia  de  olor  que  trae 
consigo  y  que  iguala  al  mas  precioso  y  mejor  perfume; 
y  ansí  dice :  Como  columnas  de  humo  oloroso,  y  oloro- 
so perfume  de  mirra. 

«Veis  el  lecho  mío,  que  es  de  Salomón.»  Deja  de  decir 
de  la  esposa,  y  vuelve  á  loar  el  palacio  y  atavíos  de  camas 
y  doseles  de  Salomón,  que  es  desconcierto  que  da  mu- 
cha gracia  en  semejantes  poesías;  porque  responde  á 
la  verdad  de  lo  que  acontece  á  los  mirados  de  semejan- 
tes fiestas,  que  pasan  la  vista  de  unas  en  otras  cosas 
muy  diversas,  sin  guardar  en  esta  ningún  orden  ni 
concierto;  y  como  el  gusto  y  sabor  de  mirarlo  les  des- 
concierta los  ojos,  así  el  alboroto  del  corazón  alegre, 
cuando  declara  por  palabra  su  regocijo  y  trae  sin  orden 
ninguna  á  la  boca  mil  diferencias  de  cosas.  Por  eso  di- 
ce: «Veis  el  lecho  de  Salomón;»  que  es  decir,  riquísi- 
mo y  hermosísimo,  y  que  para  muestra  de  grandeza  y 
mayor  seguridad  de  los  que  en  él  descansan,  velan 
junto  á  él  nuestra  gente  de  armas,  como  es  costumbre 
de  los  reyes;  y  así  dice: 

«Sesenta  poderosos  de  su  cerco,  de  los  mas  poderosos 
de  Israel ;  todos  ellos  tienen  espadas  y  son  guerreado- 
res sabios;»  esto  es,  saben  de  guerra,  que  es  decir  que 
son  escogidos  en  fuerza  y  saben  de  armas,  y  son  bien 
proveídos  de  ellas,  y  diestros  en  ellas  para  defenderse. 

«La  espada  de  cada  uno  sobre  su  muslo,»  que  es  el 
asiento  de  la  espada,  «por  el  temor  de  las  noches;»  es- 
to es,  por  los  peligros  que  entonces  suelen  acontecer  y 
se  temen,  para  que  entiendan  la  misma  guardia  que  pone 
Dios  en  que  nadie  rompa  el  reposo  de  los  que  en  él 
descansan. 

«Litera  hizo  para  sí  Salomón  de  madera  de  Líbano.» 
Pensaba  decir  el  trono  real  con  palabras  de  regocijo  y 
admiración,  como  diciendo:  «Pues ¿qué  me  diréis  del 
trono  que  ha  edificado  para  sí,  en  quien  la  hermosura 
compite  con  la  riqueza,  que  todo  él  es  hecho  de  plata  y 
oro  y  de  púrpura  por  extraña  labor  y  manera?  Lo  que 
dice:  «Y  en  medio  cubierto  con  amor,»  la  palabra  he- 
brea razuph  quiere  también  decir  encendido ,  que  es 
decir,  todo  él  con  su  hermosura  y  riqueza  encendía 
en  amor,  y  codiciaba  afición  á  las  hijas  de  Jerusalen; 
esto  es,  á  todos  los  ciudadanos  de  aquel  lugar,  que  mi- 
rando tan  rica  y  excelente  obra  ,  la  codiciaban ;  pero 
toda  esta  belleza  era  menos  á  la  que  mostraba  el  Señor 
de  todas  estas  obras  en  sus  vestidos  y  disposición;  y  así 
dice : 

«Salid  y  ved,  hijas  de  Sion,  al  rey  Salomón  con  la  co- 
rona que  le  coronó,  etc.»  Corona  significa  gracia  en  la 
Escritura  Sagrada,  reino  y  mando,  por  serial  la  insig- 
nia de  los  reyes.  Dice  que  se  la  dio  su  madre ,  porque 
Bersabé,  madre  de  Salomón,  como  parece  en  el  libro 
segundo  de  los  Reyes,  por  su  discreción  y  buena  in- 
dustria alcanzó  de  David  que,  entre  otros  muchos  hijos 
que  tuvo ,  señalase  por  sucesor  á  Salomón  en  lodos  sus 
reinos  y  señoríos;  ó  corona  es,  y  eslo  no  me  parece 


262  OBRAS  DE  FRAY 

menos  bií^n ,  todo  gí^nero  de  atavío  y  traje  fíalano  y  de 
buen  parecer,  y  que  agrada  al  que  lo  Irae,  como  la 
guirnalda,  que  liace  al  que  la  trae  en  la  cabeza  agracia- 
do; como  el  mismo  Salomón,  en  el  capíuilo  iirimero  de 
los  Proverbios,  amoneslando  al  mozo  bozal  á  que  diese 
atención  y  creyese  á  sus  palabras,  le  dice  que  el  ba- 
cello  así  le  será  corona  de  gracias;  conviene  á  saber, 
agraciada  y  bermosa  para  su  cabeza;  esto  es,  lo  estará 
también  al  alma  cuanto  cualqu  era  olro  traje  berinoso 
al  cuerpo,  por  guian  y  gentil  que  fuese;  pues  cosa  sabi- 
da es  que  el  dia  de  las  bodas  es  el  día  dtí  las  yalas. 

CAPÍTULO  IV. 

ESPOSO. 

i  ¡Av  qué  hermosa  eres,  amiga  mía,  at  cunn  hermosa! 
Tus  ojos  de  paloma  entre  lus  guedejas,  tu  cabello  como 
un  rei)año  de  cabras  que  suben  al  moiile  de  Galaad. 

2  Tus  dientes  como  un  rebaño  de  ovejas  trasquiladas 
que  salen  de  bañarse,  todas  ellas  con  sus  crias;  uo  hay 
niacliona  en  ellas. 

5  Como  hilo  de  carmesí  tus  labios  y  el  tu  hablar  puli- 
do. Como  cacho  de  granada  lus  sienes  eulre  lus  gue- 
dejas. 

4  Como  torre  de  David  tu  cuello,  fundada  en  los  cola- 
dos; mil  escudos  cuelgan  de  ella,  todos  escudos  de  po- 
derosos. 

5  Tus  dos  telas  como  dos  cabritos  mellizos  que  están 
paciendo  entre  azncenas. 

6  Hasta  que  sople  el  dia  y  huvan  las  sombras  voyme  al 
monte  de  la  n)irra  y  al  collado  del  incienso. 

7  Toda  eres,  ami^a  mia,  bermosa ;  falta  no  hay  en  ti. 

8  Conmigo  del  Líbano,  esposa,  conmigo  del  Líbano  te 
vendr:is,  y  seras  coronada  de  la  cumbre  de  Amana,  de  la 
cumbre  de  Sanír  y  Hermon,  de  las  cuevas  de  los  leones  y 
de  los  montes  de  las  onzas. 

9.  Robaste  mí  corazón,  hermana  mia,  esposa ;  robaste 
mi  cora/on  con  uno  de  los  lus  ojos  en  un  sartal  de  tu 
cuello. 

10  Cnán  lindos  son  tus  amores,  mas  que  el  vino,  el 
olor  de  lus  anmres  sobre  lodus  las  cosas  aromáticas. 

11  l'anal  que  dcslih)  tus  labios,  esposa,  miel  y  leche 
está  en  tu  leii^jua,  y  el  olor  de  lus  vestidos  como  el  olor 
del  inciiiiso. 

1¿  lliieito  cerrado,  hermana  mia,  esposa;  huerto  cer- 
rado, fuente  sellada. 

13  Las  tus  plantas  (son)  como  jardín  de  granadas,  Con 
frutado  dulzuras;  juncia  de  olor  y  nardo. 

1i  Nardo  y  azafrán,  canela.  C(m  los  demás  árboles  del 
Líbano  ;  mina  y  sándalo,  con  lus  demás  pieciados  olo- 
res. 

15  Fuente  de  huertos,  pozo  de  aguas  vivas  que  corren 
del  monte  Líbano. 

16  Sus,  vuela,  cierzo,  y  vén  lú,  ábrego,  y  orea  el  mi 
huerto  y  espárzanse  sus  olores. 

COMENTO. 

«¡Ay  qué  hermosa  ere%  amiga  mia,  ayqu Hermosa!» 
Eslecapiíulo  no  trae  dependonciaa'guna  con  lo  qucar- 
riba  se  ba  dicho,  porque  lodo  es  tni  loor  lleno  de  re- 
quiebro y  gracia  que  da  el  esporo  ;i  su  esposa,  particu- 
larizando todas  sus  facciones,  encareciendo  la  hermo- 
sura dellasporcom|)aracionesdiver.sas,  en  que  iiay  gran- 
de dilicullad,  no  tanto  por  ser  la  mayor  parle  ajenas  y 
extrañas  de  nuestro  común  uso  y  estilo,  y  algunas  de 
ellas  contrarias  al  parecer  de  lodo  lo  que  quieren  decla- 
rar; sino  es,  como  ya  dije,  que  en  aquel  tiempo  y  en 
aquella  ieuoua  toduá  e&Us  qosíí  iQükü  grau  primor, 


LUIS  DE  LRON. 

como  en  cada  tiempo  y  en  cada  lengua  vemos  mil  cosas 
recibidas  y  usadas  por  buenas,  que  en  otra  len^'ua  ó  en 
otro  tiempo  no  las  tuvieran  por  buenas,  ó  decir,  loque 
tengo  por  mascierto.qnecomotodoestecanto  sea  espiri- 
tual, y  los  miembros  de  la  esposa  que  en  él  se  loan  sean 
varias  y  diferentes  virtudes  que  hay  en  los hombresjustos, 
explicadas  por  miembros  y  partes  corporales;  la  com- 
paración, aunque  desdiga  de  aquello  de  que  se  hace  al 
parecer,  dice  muy  bien  y  cuadra  mucho  con  la  hermo- 
sura de!  ánimo,  que  debajo  de  aquellas  palabras  se  sig- 
nifica. 

Pues  comienza  el  esposo  como  maravillándose  de  la 
excesiva  hermosura  de  la  esposa,  y  diciendo  una  vez  y 
repitiendo  otra,  pormayor  confirmación  y  demostración 
de  lo  que  siente:  «¡Ay  qué  hermosa  te  eres,  amiga 
mia,  ay  qué  hermosa!»  Y  porque  no  se  pueda  sospe- 
char que  la  afición  lo  ciega,  ni  se  satisface  con  decillo 
asi  á  bulto,  desciende  en  particular  porcada  cosa,  y  co- 
mienza por  los  ojos,  que  son,  como  dicen  los  sabios, 
donde  mas  se  descubre  la  belleza  ó  torpeza  del  ánima 
interior,  y  por  donde  entre  las  personas  mas  se  comu- 
nica y  enciende  la  afición. 

((Son,  dice,  como  de  paloma  tus  ojos.»  Ya  dijimos  la 
venlaja  grande  que  hacen  las  palomas  de  aquella  tierra 
á  las  de  esta,  señaladamente  en  es  o  de  los  ojos;  y  como 
se  ve  en  las  que  llamamos  tripolinas,  parece  que  les 
centellean  como  un  vivo  fuego,  y  echan  de  sí  sensible" 
menle  unos  rayos  de  resplandor;  y  ser  así  los  ojos  de 
la  esposa,  es  decille  lo  que  los  enamorados  á  las  que 
aman  dicen  comunmente  :  que  tienen  llamas  en  los 
ojos,  y  que  su  vista  les  abrasa  el  corazón. 

«Entre  lus  guedejas.»  En  la  traslación  y  exposición 
de  esto  hay  alguna  diferencia  enire  los  intérpretes.  La 
voz  hebrea  zímía ,  que  quiere  decir  cabellos  ó  cabe- 
llera, es  propiamente  la  parie  de  los  cabellos  que  cae 
sobre  la  frente  y  ojos,  que  algunos  los  suelen  traer  pos« 
tizos,  y  en  caslellano  se  llaman  lazos.  San  Jerónimo, 
no  sé  porqué  fin,  entendió  por  esta  voz  la  hermosura 
encubierta;  y  ansí  traduce:  Tus  ojos  de  paloma,  de- 
más de  lo  que  está  encubierto;  en  lo  que  no  solamente 
va  diferente  del  común  sentido  de  los  mas  doctos  de 
esta  lengua,  pero  también  en  alguna  manera  contradi- 
ce á  sí  mismo,  que  en  el  capítulo  3  de  Isaías,  donde  está 
la  misma  palabra,  entiende  por  ella  torpeza  y  fealdad, 
y  así  la  traduce.  Como  quiera  que  sea,  lo  que  he  dicho 
es  lo  mas  cierto,  y  ayuda  á  declarar  con  mejor  gracia 
el  bien  parecer  de  los  ojos  de  la  esposa ,  mostrándose 
entre  los  cabellos ;  algunos  de  los  cuales,  desmandados 
de  su  orden,  los  cubrían  á  veces,  y  con  su  temblor  los 
hacían  pirecer  que  echaban  centellas  de  sí  como  dos 
estrellas;  y  siendo,  como  se  dice  ser,  los  hermosos  ojos 
matadores  y  alevo  os,  d.ce  graciosamente  el  esposo 
que  enlre  los  cabellos,  como  si  estuvieran  puestos  en 
celada,  le  herían  con  inajor  fuerza,  y  muy  ásu  salvo 
liaciati  muy  ciertos  sus  golpes. 

Üice  mas:  «Tus  cabe!. os  como  un  rebaño  de  cabras.» 
San  Pablo  conlie-a  que  el  cabello  en  una  mujer  es  una 
cosa  muy  decente  y  hermosa;  cierto  es  una  gran  par.e 
de  lo  que  el  mundo  llama  benno-ura;  y  poresto  el  espo- 
so, después  de  los  ojos,  níngutia  cosa  ira  a  primero  que 
del  cabello,  que  cuando  es  iaryo,  cápeao  y  bien  rubio. 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


263 


es  lazo  y  grande  red  para  los  que  se  ceban  de  semejan- 
tes cosas.  Lo  que  es  de  maravillar  aquí  es  la  compara- 
ción ,  que  al  parecer  es  grosera  y  muy  apartada  de 
aquello  que  se  habla  ;  fuera  acertada  si  dijera  ser  como 
una  madeja  de  oro,  oque  competían  con  los  rayos  del  sol 
en  muchedumbre  y  color,  como  suelen  hacer  nuestros 
poetas.  En  esto  ya  he  dicho  lo  que  siento;  particular- 
mente aquí  digo  que  si  se  considera  como  es  razón,  no 
carece  esta  comparación  de  gracia  y  propiedad,  habido 
respeto  á  la  persona  que  habla  y  á  lo  que  especialmen- 
te quiere  loaren  los  cabellos  de  esta  esposa.  El  que  ha- 
bla es  pastor,  y  para  haber  de  hablar  como  tal,  no  pue- 
de ser  cosa  mas  á  propósito  que  decir  délos  cabellos  de 
su  amada  que  eran  como  un  gran  hato  de  cabras  pues- 
tas en  la  cumbre  de  un  monte  alto,  mostrando  en  esto 
la  muchedumbre  y  color  de  ellos  que  eran  negros  y  re- 
lucientes como  lo  son  las  cabras  que  pacen  en  aquel 
monte.  Señaladamente  digo  negros,  porque  de  aquesta 
color  eran  muy  preciados  entre  las  gentes  de  aquella 
tierra  y  provincia,  como  lo  son  ahora  en  muchas  partes, 
según  que  diremos de^pue?.  Pues  dice:  Ansí  como  las 
cabras  esparcidas  por  la  cumbre  del  monte  Galaad  le 
adornan  y  hacen  que  parezca  bien,  e!  cual  sin  ellas  pa- 
rece un  peñasco  seco  y  pelado;  así  los  cabellos  compo- 
nen y  hermosean  lu  cabeza  con  gentil  color  y  muche- 
dumbre. Semejante  á  esta  es  la  comparación  que  se 
sigue. 

«Tus  dientes  'como  un  hato  de  ovejas  trasquiladas, 
que  salen  de  bañarse;»  que,  además  de  ser  pastoril,  y 
por  la  misma  causa  muy  conveniente  á  la  persona  que 
la  dice,  es  galana  y  digna  de  gran  significación  y  pro- 
piedad para  el  propósito  á  que  se  dice.  La  bondad  y 
gentileza  de  los  dientes  está  en  que  sean  debidamente 
menudos,  blancos,  iguales  y  bien  juntos ,  lo  cual  todo 
se  pone  en  esta  comparación  como  delante  de  los  ojos; 
el  estar  juntos  y  ser  menudos  es  decir  que  son  como 
un  hato  de  ovejas,  que  van  siempre  así  apiñadas ;  la 
blancura,  porque  salen  de  bañarse ,  y  la  igualdad',  es 
decir  que  no  hay  enferma  ni  estéril  en  ellas.  Basta  la 
fealdad  sola  de  la  boca  para  hacer  fea  á  una  mujer,  aun- 
que todo  el  rostro  sea  hermoso ;  y  la  boca  fea  ninguna 
cosa  le  afea  mas  que  los  malos  dientes.  Así  que,  en  esta 
parte  la  esposa  queda  bien  loada. 

Donde  decimos  trasquiladas,  en  el  hebreo  es  cortar 
por  regla  y  á  la  iguala;  y  asi,  quiere  decir  trasquiladas 
á  una  misma  medida  y  regla  y  del  todo  iguales,  que  de- 
clara la  igualdad  de  los  dientes  que  he  dicho,  á  que  se 
compara.  De  los  dientes  sale  á  los  labios,  que  para  ser 
hermosos  han  de  ser  delgados  y  que  viertan  sangre ; 
lo  cual,  así  lo  uno  como  lo  otro,  declaró  maravillosa- 
mente ,  diciendo : 

«Como  hilo  de  carmesí  tus  labios;»  añade  luego:  «Y 
el  tu  hablar  polido ; »  lo  cual  viene  muy  natural  con 
los  labios  delgados  ,  como  cosa  que  se  sigue  una  de 
otra;  porque,  según  dice  Aristóteles,  en  las  reglas  de  co- 
nocer calidades  de  un  hombre  por  sus  facciones,  los 
labios  delgados  son  señal  del  hombre  discreto  y  bien 
hablado  y  de  dulce  y  graciosa  conversación. 

«Como  cachos  de  granada  tus  sienes  entre  tus  gue- 
dejas.» Compara  las  sienes,  que  en  una  mujer  hermosa 
lo  suelen  ser  mucho ,  á  caclio  de  granada ,  ú  por 


mejor  decir,  á  granada  partida,  por  l.i  color  de  sus  gra- 
nos, que  es  mezcla  de  un  blanco  y  colorado,  ó  encarna- 
do muy  sutil ,  cual  es  la  color  que  se  ve  en  las  sienes 
delicadas  y  hermosas,  que  por  la  sutileza  de  la  carne  y 
cuero  que  hay  en  aquella  parte,  y  por  las  venas  que  á 
esta  causa  se  juntan,  se  descubre  mas  allí  que  en  otra 
parte  si  tiene  lo  blanco,  y  da  gran  contentamiento  álos 
que  la  miran. 

Las  sienes  en  hebreo  se  llaman  raqua ,  que  es  como 
decir  flacas  y  delgadas,  porque  son  mas  que  ninguna 
otra  parte  del  cuerpo.  «Entre  tus  guedejas,»  esto  es, 
que  se  te  descubren  y  echan  de  ver  entre  los  cabellos. 

«Como  torre  de  David.»  Compara  el  cuello  de  la 
esposa  á  una  torre,  mostrando  en  esto  que  es  largo  y 
derecho  y  de  buen  aire,  que  es  en  lo  que  consiste  ser 
hermoso.  Pero  hay  gran  diferencia  en  lo  que  se  le  aña- 
de, «puesta  en  el  cerco  ó  collado,»  que  en  la  palabra 
hebrea  se  declara  diversamente  por  diversos  autores. 
Unos  dicen^'que  es  collado  ó  lugar  alto;  otros,  cosa  que 
enseña  el  camino  á  los  que  pasan ,  y  otros  dicen  ser  lo 
mismo  que  cerca  ó  barbacana ,  y  todo  aquello  con  que 
se  fortalece  una  cosa;  y  cierto  es  que  se  halla  en  esta 
significación  en  el  libro  de  Josué,  en  el  capitulo  11, 
adonde  se  dice  que  Josué ,  no  solo  dejó  en  pié  las  ciu- 
dades que  había  conquistado  por  fuerza  de  armas,  por 
aquellas  que  estaban  bien  cercadas  y  fortalecidas ,  las 
cuales  se  dicen  por  la  palabra  hebrea  ya  dicha.  Lo  que 
á  mi  me  parece  mas  acertado  en  este  lugar  para  abra- 
zar todas  estas  diferencias  ya  dichas,  es  trasladar  asi: 
«Tu  cuello  como  torre  de  David  puesta  en  atalaya;» 
que  es  decir ,  en  lugar  alto  y  fuerte  y  que  sirve  para 
descubrir  á  los  enemigos  si  vienen  y  mostrar  el  cami- 
no á  los  quejpasan ,  y  por  el  oficio  de  que  sirve  y  el  si- 
tio que  tiene ,  de  necesidad  ha  de  ser  cosa  fuerte. 

Dice  de  David  que  es  decir ,  de  las  que  edificó  Da- 
vid ,  y  no  hace  comparación  con  torre  edificada  en  lla- 
no, sino  en  la  cuesta,  puesta  en  atalaya  y  lugar  alto, 
porque  lo  está  asi  el  cuello,  puesto  sobre  los  hombros. 
«Mil  escudos  cuelgan  de  ella,  esto  es,  de  la  torre,  to- 
dos escudos  de  valientes,»  que  es  de  gentes  de  armas 
que  están  allí  de  guarnición.  En  esto  de  los  escudos  no 
es  menester  decir  que  se  hace  comparación  al  cuello  ó 
alguna  parte  de  él ,  sino  como  mención  de  la  torre. 
Es  un  divertirse ,  ó  contar  algunas  condiciones  de  ella, 
aunque  no  venga  mucho  en  el  propósito  que  espiri- 
tualmente  se  trata ,  lo  que  es  una  cosa  muy  usada  y 
graciosa  en  los  poetas ,  sino  queremos  decir  que  los  es- 
cudos colgados  de  la  torre  responden  á  las  cadenas  y 
collares  que  hermoseaban  el  cuello  de  la  esposa,  así 
como  á  la  torre  los  escudos. 

«Tus  dos  tetas  como  dos  cabritos  mellizos  (que  es- 
tán) paciendo  entre  las  azucenas. »  No  se  puede  decir 
cosa  mas  bella  ni  mas  al  propósito  que  comparar  las 
tetas  de  la  esposa  á  dos  cabritos  mellizos ,  los  cuales, 
demás  de  la  ternura  que  tienen  por  ser  cabritos,  y  de 
la  igualdad  por  ser  mellizos ,  y  demás  de  ser  cosa  tan 
linda  y  apacible ,  llena  de  regocijo  y  alegría ,  tienen 
consigo  un  no  sé  qué  de  travesura  y  buen  donaire  con 
que  llevan  tras  si  y  roban  los  ojos  de  los  que  los  mi- 
ran, poniéndoles  afición  de  llegarse  á  ellos  y  de  tra- 
tarlos entre  las  manos ,  que  todas  son  cosas  muy  con- 


264  OBRAS  DE  FRAY 

venientes ,  y  que  se  hallan  así  en  los  pechos  hermo- 
sos á  quien  se  comparan.  Dice  que  «pacen  entre  las 
azucenas  n,  porque,  con  ser  ellos  de  sí  lindos,  así  lo  pa-  ; 
racen  mas,  y  queda  así  mas  encarecida  y  mas  loada  la  ¡ 
belleza  de  la  esposa  en  esta  parte.  | 

«Hasta  que  sople  el  dia  y  huyan  las  sombras  voy-  ¡ 
me,  etc. »  Soplar  el  dia  y  huir  las  sombras,  ya  he  di- 
cho ser  rodeo  con  que  se  declara  la  tarde ,  pues  dice  | 
ahora  el  esposo  que  se  va  á  tener  la  siesta  y  á  pasar  el  j 
dia  hasta  la  tarde  entre  los  árboles  de  la  mirra  y  del 
incienso,  que  es  algún  collado  donde  se  crian  seme- 
jantes plantas,  que  las  hay  muchas  en  aquella  tierra; 
y  decirle  esto  ahora  después  de  tantos  y  tan  soberanos 
loores  con  que  la  ha  loado,  es  convidalla  abiertamente 
á  que  se  vaya ;  mas  vuelve  luego  la  afición ,  y  torna  á 
loar  las  perfecciones  de  su  esposa ,  que  son  mudanzas 
muy  propias  de  amor,  y  dice  como  en  una  palabra 
todo  lo  que  antes  habia  dicho  por  tantas,  y  por  en  par- 
ticular de  toda  su  hermosura. 

((Falta  no  hay  en  tí ; »  que  aunque  no  lo  dice  por  pa- 
labras ,  porque  la  de  los  muy  aficionados  siempre  son 
cortas ,  dícelo  con  el  afecto ,  y  es  como  si  dijese  :  Mas 
¿me  apartaré  de  tí,  amiga  mia?  O  ¿cómo  podré  estar 
un  punto  sin  tu  presencia ,  que  eres  la  misma  belleza, 
y  toda  tú  convidas  y  fuerzas  á  los  que  te  ven  se  pier- 
dan por  tí?  Por  tanto  dice:  «Vamos  juntos;»  y  si  es 
grande  atrevimiento  y  pido  mucho  en  pedirte  esto,  tu 
extremada  y  jamás  vista  belleza ,  que  basta  á  sacar  de 
su  seso  á  los  hombres ,  me  disculpa.  Demás  de  esto, 
dice  que  nos  volveremos  juntos  por  tal  y  tal  monte, 
donde  verás  cosas  de  gran  contento  y  recreación  para 
tí;  que  es  aficionarla  mas  á  lo  que  pide  con  las  buenas 
calidades  del  lugar ,  diciendo : 

«Conmigo  del  Líbano,  esposa,  te  vendrás.  »  Líbano 
aquí  no  es  el  monte  así  llamado,  de  donde  se  trajo  la 
madera  para  el  templo  y  casa  de  Salomón ,  de  que  se 
liace  mención  en  el  libro  de  los  Reyes,  que  este  no 
estaba  en  Judca,  sino  es  lo  que  en  los  mismos  libros 
se  llama  Saltus  Libani,  el  bosque  del  Líbano,  llama- 
do así  por  los  reyes  de  Jerusalen ,  por  alguna  seme- 
janza que  tenia  con  los  árboles  ó  con  alguna  otra  cosa 
de  aquel  monte. 

«  Robaste  mí  corazón ,  hermana  mia. »  También  esto 
es  á  propósito  de  persuadiile  lo  mismo,  que  se  vaya 
con  él  por  el  amor  que  le  tiene,  y  porque  le  es  á  él 
imposible  hacer  otra  cosa ,  como  aquel  que  está  preso 
y  encadenado  de  sus  amores;  que  es  como  si  dije- 
se. Pues  yo  soy  luyo  mas  que  mío,  no  es  justo  que 
te  desdeñes  de  mi  compañía;  y  si  el  campo  y  recrea- 
ción con  que  te  he  convidado  no  basta  para  que  te 
quieras  venir  tras  mí,  sabe  que  yo  no  me  puedo  apar- 
tar de  ti  ni  un  solo  punto,  no  mas  que  de  mi  misma 
alma,  la  cual  tienes  en  tu  poler;  porque  con  los  ojos 
me  robaste  el  corazón,  y  con  la  menor  cadena  de  las  que 
te  adornan  tu  cuello  me  tienes  preso.  Y  de  aquí  torna 
á  relatar,  loando  y  usando  de  comparaciones  nuevas 
las  gracias  y  la  hermosura  de  la  esposa  por  el  fin  ya 
dicho,  que  es  demostrar  que  no  puede  ir  sin  ella  ,  y 
obligalla  así  que  le  siga ,  si  no  queremos  imaginar  y 
decir  que  salió  ya  y  se  fué  con  él,  y  así,  juntos  y  á 
«Olas,  y  cogiendo  el  fruto  de  sus  amores;  encendido  el 


LUIS  DE  LEÓN. 

esposo,  como  es  natural ,  con  un  nuevo  y  encendido  y 
mas  vivo  amor,  y  lleno  de  un  terrible  gozo,  habla  con 
mayor  y  mas  particular  dulzura  y  regalo;  que  esto 
experimentan  cada  dia  las  almas  aficionadas  á  Dios, 
que  cuando  por  secreto  é  invisible  amor  les  comunica 
su  gracia ,  derretidas  sus  almas  de  amor,  se  requiebran 
con  él  y  se  desentrañan,  diciéndole  mil  regalos  y  dul- 
zuras de  palabras;  y  esto  viene  muy  bien  con  lo  que 
F»  sigue : 

«Cuan  lindos  son  tus  amores;»  que  es  cornos!  jun- 
tos con  ellos  y  enterneciéndose  en  su  amor,  le  dijese: 
Hermana  mia ,  querida  y  dulcísima  esposa ,  mas  ale- 
gría me  pone  amarte  que  la  que  me  pone  el  vino,  ó 
á  los  que  con  mas  gusto  le  beben ;  tus  ungüentos  y 
aceites,  que  son  algalias,  y  los  demás  olores  que  traes 
contigo,  vencen  á  todo  el  mundo;  en  tí,  y  por  ser  tu- 
yos, tienen  un  particular  y  aventajado  olor;  tus  pala- 
bras son  todas  miel ,  y  tu  lengua  parece  anda  toda  ba- 
ñada en  leche  y  miel ,  y  no  es  sino  dulzura ,  gracia  y 
suavidad  todo  lo  que  sale  de  tus  labios;  hasta  tus  ves- 
tidos ,  además  de  que  te  están  bien  y  adornan  mara- 
villosamente tu  gentil  persona,  huelen  tan  bien  y  tanto, 
que  pareces  con  ellos  al  bello  monte  del  Líbano,  donde 
tanta  frescura  hay ,  así  en  la  vista  de  las  verdes  y  flo- 
ridas plantas  como  en  los  suaves  olores  que  el  aire 
mezcla ;  porque  en  aquel  bosque ,  como  hemos  dicho, 
habia  plantas  de  grande  y  excelente  olor ;  que  todo 
lo  demás  está  declarado  por  lo  que  se  ha  dicho  en  otros 
lugares  antes  de  este, 

«  Huerto  cerrado. »  Prosigue  en  su  requiebro  el  rús- 
tico y  gracioso  esposo,  y  aunque  pastor,  muestra  bien 
la  elocuencia  que  aprendió  en  las  escuelas  de  amor. 
Así,  con  una  semejanza  y  otra  alaba  la  belleza  extrema- 
da de  su  esposa ,  y  declara  agora  así  enteramente  y  á 
bulto  toda  la  gracia  y  frescura  y  perfección,  lo  cual 
habia  hecho  antes  de  agora  parliculari-íando  cada  co- 
sa de  por  sí.  Pues  dice  que  toda  ella  es  como  un  jar- 
din  cerrado  y  guardado.  Heno  de  mil  variedades  de 
frescas  y  preciosas  plantas  y  yerbas,  parle  olorosas, 
parte  sabrosas  á  la  vista  y  á  los  demás  sentidos ;  que 
es  la  cosa  mas  cabal  y  mas  significante  que  le  pudo 
decir  en  este  caso  para  declarar  del  todo  el  extremo 
de  una  hermosura  llena  de  frescor  y  gentileza;  y  aña- 
de luego  otra  semejanza,  diciendo  que  es  ansí  agrada- 
ble y  linda,  como  lo  parece  y  lo  es  una  fuente  de  agua 
pura  y  serena  rodeada  de  hermosas  yerbas  y  guarda- 
da con  todo  cuidado,  porque  ni  los  animales  ni  otra 
ninguna  cosa  la  enturbie.  Las  cuales  dos  comparacio- 
nes propónelas  desde  el  principio  como  en  suma,  y 
luego  prosigue  cada  una  de  ellas  por  sí  mas  extendi- 
damentc,  diciendo  «huerto  cerrado»,  estoes,  guarda- 
do de  los  animales  que  no  le  dañen ,  y  tratado  con  cu- 
rioso cuidado ;  que  donde  no  hay  cerca  no  se  puede 
guardar  jardín ,  ni  menos  al  amoroso  que  vive  sin 
aviso  y  sin  recato  no  hay  que  pedille  planta  alguna 
ni  raíz  de  virtud. 

«Hermana  mia,  esposa,  eres  tú  huerto  cerrado;» 
repítelo  segunda  vez  para  encarecer  mas  la  significa- 
ción de  lo  que  dice;  «y  fuente  sellada,»  que  es  cer- 
cada con  diligencia  para  que  nadie  enturbie  su  clari- 
dad. i'Tus  plantas,»  esto  es,  las  lindezas  y  grandezas 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


205 


inumerables  que  hay,  amiga  mía,  en  este  tu  huerto, 
que  eres  tú ,  son  como  jardín  de  granadas  con  fruto 
de  dulzuras ,  que  es  decir,  dulces  y  sabrosas  cuales  son 
las  granadas,  adonde  también  hay  cipro  y  nardo,  con 
los  demás  árboles  olorosos;  y  pone  un  gran  número 
de  ellos,  de  arte  que  viene  á  ser  un  deleitoso  jardin, 
el  cual  pinta;  y  tal  dice  que  es  su  esposa,  tal  su  be- 
lleza y  gracia;  toda  ella  y  por  todas  parles  y  en  todas 
sus  cosas  graciosa  y  amable  y  alindada ,  como  es  el 
jardin  á  que  la  compara ;  que  ni  hay  en  él  parte  des- 
aprovechada ni  por  cultivar  que  no  lleve  algún  árbol 
ó  yerba  que  la  hermosee,  'ni  de  los  árboles  y  yerbas 
que  tiene  hay  alguna  que  no  sea  de  grande  deleite  y 
provecho ,  como  diremos  de  cada  uno ;  que  según  la 
verdad  del  espíritu ,  es  mucho  de  advertir  que  en  el 
justo  y  en  la  virtud  están  juntos  provecho,  deleite  y 
alegría  con  todos  los  demás  bienes ,  sin  haber  cosa  que 
no  sea  de  utilidad  y  de  valor,  y  que  no  solo  tiene  y 
produce  fruto  que  deleite  el  gusto  y  con  que  deleite  su 
vista,  sino  también  verdor  de  hojas ,  olor  de  buena  fa- 
ma con  que  recree  y  sirva  al  bien  de  su  prójimo ,  como 
lo  declara  maravillosamente  el  real  profeta  David  en 
el  salmo  primero,  adonde  dice  del  justo  que  es  como  un 
árbol  plantado  en  las  corrientes  de  las  aguas,  que  da 
fruto  á  su  tiempo  y  está  siempre  verde  y  fresco ,  sin 
secarse  jamás  la  hoja;  y  señaladamente  es  de  advertir 
que  todos  estos  árboles  de  que  hace  mención  son  de 
hermosa  vista  y  excelente  olor ;  por  lo  cual  queda  con- 
fundido el  desatino  de  los  que  dicen  que  las  ceremonias 
y  obras  exteriores  no  son  necesarias  con  la  fe ;  porque 
lo  son  mucho  para  la  salud  del  alma  del  justo,  con  la 
fe  que  está  escondida  en  ella,  y  es  gran  disparate  no 
hacer  mucho  caso  de  las  buenas  y  loables  obras  y 
muestras  de  fuera,  que  son  las  hojas  y  el  olor  que  edi- 
fica á  los  circunstantes. 

«Cipro. »  Dioscórides  en  el  capítulo  41  del  libro  i  pone 
dos  maneras  de  él :  uno  que  se  trae  de  la  India  orien- 
tal en  una  raíz  y  semejanza  al  gengibre ,  y  de  este  no 
se  habla  aquí;  el  otro,  de  quien  aquí  se  hace  come- 
moracion,  es  un  género  de  junco,  alio  dos  codos,  cua- 
drado ó  triangulado ,  que  á  la  raíz  tiene  unas  hojas  lar- 
gas y  delgadas,  y  en  lo  alto  hace  una  mazorca  llena  de 
menuda  flor,  y  es  aromático  y  de  grandes  provechos; 
críase  junto  á  las  lagunas  ó  lugares  húmedos,  y  seña- 
ladamente se  crian  en  Siria  y  en  Cilicía ,  y  en  español 
llaman  juncia  de  olor  ó  avellanada,  y  en  latín  juncus 
odoratus. 

«Nardo.»  Yerba  es  por  el  semejante  olorosa  y  pro- 
vechosa; de  ella  hay  algunas  diferencias,  y  una  de 
ellas  se  da  muy  bien  en  Siria  y  Palestina,  según  dice 
Dioscórides.  En  España,  en  algunas  partes  la  llaman 
azumbar. 

«  Canela  y  cinamomo. »  Canela  es  lo  que  los  griegos 
llaman  caria.  Galeno  dice  que  el  cinamomo  tiene  una 
suavidad  de  olor  que  no  se  puede  explicar ;  y  es  cosa 
cierta  que  el  cinamomo  es  cosa  muy  delicada  en  sabor 
y  olor ,  y  de  mas  precio  que  la  caria ,  aunque  se  pare- 
cen en  muchas  cosas ,  y  lo  uno  y  lo  otro  se  trae  hoy 
de  la  India  de  Portugal,  y  según  parece,  son  diferen- 
cias de  canela  mejor  y  mas  buena.  En  el  original  he- 
breo, donde  yo  volví  canela ,  algunos  trasladan  calamus 


aromaticus,  que  es  otra  yerba  diferente  de  la  caria  ó 
cinamomo,  como  parece  por  Dioscórides  y  por  Plinio, 
que  se  da  en  Siria ,  semejante  algo  á  la  juncia  de  olor, 
que  es  mas  olorosa  que  ella,  y  quebrada  no  se  tronza, 
sino  levanta  astillas.  El  cinamomo  que  puse  está  en 
hebreo,  Quinamon  quane,  que  los  doctores  de  la  len- 
gua dicen  que  es  cinamomo.  Mirra  tómase  acjuí  por 
el  árbol  de  donde  se  saca  ,  del  cual  dice  Plinio  es  alio 
cinco  codos  y  algo  pinoso ,  y  herida  su  corteza ,  deslila 
de  él  una  gola,  á  quien  se  da  el  nombre  del  mismo 
árbol. 

Sándalo  está  en  hebreo  haloth,  por  donde  algunos 
traducen  áloe  ó  acíbar,  llevados  del  sonido  de  la  voz; 
en  lo  cual  se  engañan  grandemente ,  porque  el  acíbar 
no  se  cuenta  entre  los  árboles,  sino  entre  las  plantas, 
y  es  una  planta  pequeña,  de  un  tronco  y  una  raíz  y  de 
hojas  gruesas;  por  lo  cual  otros  traducen  sándalo,  que 
es  un  árbolbennoso  y  de  buen  olor,  y  viene  mejor  con 
el  intento  de  la  esposa,  que  hace  mención  de  todas  las 
plantas  olorosas  y  preciadas  que  suelen  hermosear  mas 
un  jardin  muy  gentil,  y  así  dice:  «Con  todos  los  demás 
preciados  olores.» 

«Fuente  de  huertos.»  Había  comparado  el  esposo  á 
su  querida  esposa,  no  solo  á  un  lindo  huerlo,  sino  auna 
pura  y  guardada  fuente ;  declara  agora  mas  esto  segun- 
do, especificando  mas  las  calidades  de  aquella  fuente, 
y  dice:  fuente  de  huertos,  esto  es,  tan  abundante  y 
copiosa,  que  de  ella  se  saca  por  acequia  agua  para  re- 
gar los  liuertos.  «Pozo  de  aguas  vivas ;»  esto  es ,  no  en- 
carchado,sino  que  perpetuamente  manan,  sin  faltar  ja- 
mas. «Que  corren  del  monte  Líbano,»  que,  como  he- 
mos dicho ,  es  monte  de  grandes  y  lindas  arboledas  y 
frescas ,  y  muy  nombrado  en  la  Escritura ;  para  que  de 
esto  se  entienda  que  es  muy  dulce  y  muy  delgada  el 
agua  de  esta  fuente  de  que  habla ,  pues  nace  y  corre  por 
tales  mineros,  con  lo  cual  queda  pintada  una  fuente 
con  todas  sus  buenas  calidades,  de  mucha  agua,  muy 
pura,  muy  sosegada,  muy  fresca  y  muy  sobrada,  que 
jamás  desfallece;  para  que  de  la  lindeza  de  la  fuente  del 
jardin  entendamos  la  extremada  gentileza  de  la  espo- 
sa ,  que  es  como  un  jardin  y  una  fuente. 

Sus,  «vuela,  cierzo,  y  vén  tú,  ábrego.»  Esto  es  un 
apostrofe  y  vuelta  poética  muy  graciosa,  en  la  cual  el 
esposo ,  habiendo  hecho  mención  y  pintura  de  un  tan 
hermoso  jardin ,  como  habemos  visto ,  prosiguiendo  en 
el  mismo  calor  de  decir ,  vuelve  su  plática  á  los  vientos 
c'erzo  y  ábrego ,  pidiéndoles ,  al  uno  que  se  vaya  y  no 
dañe  en  su  lindo  huerto ,  y  al  otro  que  venga  y  que  con 
su  soplo  tan  templado  y  apacible  le  recree  y  le  mejo- 
re, y  ayude  á  que  broten  las  plantas  que  hay  en  él,  que 
es  bendecir  á  su  esposa  y  desear  su  felicidad  y  pros- 
peridad ,  lo  cual  es  muy  natural  cuando  se  ve  ó  se  pin- 
ta con  afición  y  palabras  una  cosa.  Según  el  espíritu, 
significa  hacer  Dios  que  cesen  los  tiempos  ásperos  y  de 
tribulación ,  que  encogen  y  como  que  marchitan  la  vir- 
tud; y  enviar  el  temporal  templado  y  blando  de  su  gra- 
cia, en  que  las  virtudes ,  que  tienen  raíces  en  el  alma, 
suelen  brotar  en  público,  para  olor  y  buen  ejemplo  y 
provecho  de  sus  prójimos;  y  ansí,  el  esposo,  diciendo 
I  que  su  esposa  es  un  jardin,  añade  y  dice  luego:  ¡Ay! 
I  Dios  me  guarde  mi  jardin  de  malos  vientos ,  y  el  ampa- 


266  OBRAS  DE  FRAY 

ro  del  cielo  me  lo  favorezca ;  no  vea  yo  el  rigor  y^  el 
aspereza  del  cierzo,  que,  como  se  ve,  es  un  viento  daño- 
sísimo y  por  íu  demasiado  rigor  abrasa  y  quema  los  jar- 
diñes  y  huertos;  avenga  el  ábrego,»  y  sopleen  este  huer- 
to mió  con  airecito  templado  y  suave,  para  que  con  el 
calor  despierte  el  olor,  con  el  movimiento  se  lleve  y  der- 
rame por  mil  partes;  por  manera  que  todos  gocen  de 
suavidad  y  deleite.  Y  esta  bendiciones  dichaansí  y  muy 
graciosamente ,  por  irse  conforme  á  la  naturaleza  del 
huerto  de  que  habla ;  porque  es  regla  que  cuando  ben- 
decimos ó  maldecimos  ó  aborrecemos  alguna  persona  ó 
cosa  tal ,  la  maldición  ó  bendición  ha  de  ser  conforme 
á  su  oficio  ó  naturaleza,  conforme  lo  hizo  David  en 
aquella  lamentación  sobre  la  muerte  de  Saúl,  diciendo: 
¡Oh  montes  de  Gelboé,  estériles  seáis,  sin  ningún  fru- 
to ni  planta,  privados  del  beneficio  del  cielo,  y  rocío 
ni  agua  descienda  sobre  vosotros ! 

CAPÍTULO  V. 

ESPOSA. 

i  Venga  el  mi  amado  á  su  huerto  y  coma  las  frutas  de 
sus  manzanas  delicadas. 

ESPOSO. 

Vén  á  mi  huerto,  hermana  mía,  esposa;  cogí  mi  mirra 
y  mis  olores,  comí  mi  panal  con  la  miel  mia,  bebí  el  vi- 
no y  la  mi  leche,  comed,  compañeros,  y  bebed  y  embria- 
gaos. 

ESPOSA. 

2  Yo  duermo  y  el  mi  corazón  vela ;  la  voz  de  mi  queri- 
do llama.  Abre,  hermana  mia  ,  compañera  mia,  paloma 
mia ,  perfecta  mia  ,  poique  mi  cabeza  está  llena  de  roció 
y  mis  cabellos  de  gotas  de  la  noche. 

3  Desnudóme  mi  vestidura,  ¿cómo  me  la  vestiré?  Lavó 
mis  p'és,  ¿cómo  me  los  ensuciaré? 

4  Mi  amado  metió  la  mano  por  el  resquicio  de  las  puer- 
tas, y  mis  entrañas  se  me  estremecieron  en  mi. 

5  Levánteme  para  abrir  á  mi  amado,  y  mis  manos  go- 
leando mirra,  ymisdedosmirra,quecorre  sóbrelos  goz- 
nes de  la  aldaba. 

G  Yo  abrí  á  mi  amado,  y  mi  amado  se  habia  ido  y  se 
habia  pasado.  Mi  anima  se  me  salió  en  el  hablar  de  él : 
busquéle  y  no  le  hallé,  llámele  y  no  respondió. 

7  Halláronme  los  guardas  que  rondan  la  ciudad ;  hi- 
riéronme, lomáronme  el  mi  manto  que  sobre  mi  tenia  las 
guardas  de  los  muros. 

8  Yo  os  conjuro,  hijas  de  Jerusalcn,  que  si  halláredes 
á  mi  querido,  me  le  hagáis  saber  que  soy  enferma  de 
amores. 

COMPAÑERAS  DE  LA  ESPOSA. 

9  ¿Qué  tiene  tu  amado  mas  que  otro  amado,  porque  asi 
nos  conjurasie? 

iO  El  mi  amado  blanco  y  colorado  (trae  bandera)  entre 
los  millares. 

11  Su  cabeza  oro  de  Tibar,  sus  cabellos  crespos,  ne- 
gros como  cuervo. 

12  Sus  ojos  como  los  de  paloma  junto  á  los  arroyos  de 
las  aguas  bañadas  con  leche,  junio  á  la  llanura. 

13  >us  mejillas  como  eras  de  plañías  olorosas  de  los 
olores  de  confecciou,  sus  labios,  viólelas  que  destilan 
mirra  que  corre. 

14  Sus  manos,  rollos  de  oro  que  viene  de  Társis.  Su 
vientre  blanco,  de  ehur  cercado  de  zafiros. 

15  Sus  piernas,  columnas  de  mármol  fundadas  sobre 
las  basas  de  oro  hno.  El  su  semblante  como  el  del  Lí- 
bano, erguido  como  los  cedros. 

16  Su  paladar  dulzura,  y  lodo  él  deseo:  tales  mi  ama- 
do y  tales  mi  querido,  hijas  de  Jerusalcn. 


LUIS  DE  LEÓN. 

GUARDAS. 

17  ¿Adonde  se  fué  el  tu  amado,  hermosa  entre  las 
mujeres?  Dóude  se  volvió  el  tu  querido,  y  buscarle  hemos 
conligo? 

COMENTO. 

«Venga  mi  amado  á  su  huerto.»  Como  acíibó  de  ha- 
blar en  huertas  el  esposo,  la  esposa,  avisada  de  ello, 
acuérdase  de  uno  que  tenia  su  amado ,  que  por  ventu- 
ra es  el  mismo  de  que  hizo  la  comparación  arriba  di- 
cha ,  y  ruégale  que  se  deje  ir  donde  van  y  que  se  va- 
yan allá  junios  á  comer  de  las  manzanas;  ó  por  mejor 
decir,  porque  le  habia  hecho  semejante  á  un  hermoso 
huerto  y  deleitoso,  y  ella  agora  por  estas  palabras  en- 
cubiertas y  honestamente  se  le  ofrece  así ,  y  le  con- 
vida á  que  goce  de  sus  amores ,  como  si  mas  claro  dije- 
ra :  Pues  vos  me  hicisteis  semejante  á  un  jardín  bello, 
¡oh  amado  esposo!  y  dijisteis  yo  era  vuestro  huerto,  vos 
venid,  esposo  mió,  coged  y  comeréis  de  los  buenos 
frutos  que  en  este  vuestro  huerto  tanto  os  han  costado; 
á  lo  que  responde  el  esposo,  diciendo:  «Vendré  á  mi 
huerto,  esposa  mia,  hermana  mía;»  en  lo  cual  dice 
que,  pues  ella  le  convida  con  la  posesión  y  con  la  fru- 
ta de  su  huerto ,  á  él  le  place  el  venir  á  61  y  hace- 
Ile  suyo,  que  por  tal  le  tiene,  siendo  él  y  su  esposa 
una  misma  cosa;  y  porque  la  nombra  debajo  de  figu- 
rado huerto,  y  dice  que  vendrá  á  solazarse  con  ella, 
prosiguiendo  por  las  mismas  figuras,  dice,  no  por  las 
mismas  palabras  sencillas ,  sino  como  por  rodeos  y 
señas,  explicando  con  gentiles  palabras  todo  lo  que 
suele  hacerse  en  cualquier  deleitoso  huerto  cuando 
algunas  gentes  se  juntan  en  él  para  vacarse  y  tomar 
solaz  ,  que  no  solamente  cogen  olorosas  flores  ó  yer- 
bas, pero  también  suelen  comer  ó  merendar  en  él, 
ó  llevar  viandas  y  vino,  y  allá  cogen  de  las  frutas  que 
hay.  Por  eso  dice  el  esposo:  «Comí  mi  panal  con  mi 
miel;»  como  si  dijera:  Yo  vendré  prestísimo  á  este  mi 
huerto,  y  cogeré  la  mirra  mia,  con  las  demás  llores  que 
en  él  se  crian;  comeremos  en  él  frutas  dulcísimas  ,  á 
las  cuales  mi  esposa  me  ha  convidado ,  y  panales  de 
miel  que  allá  en  el  huerto  hay  ,  y  mucha  leche  y  mu- 
cho vino ,  de  manera  que  nos  regocijemos  mucho ;  y 
como  si  estuviera  ya  en  él ,  convida  á  sus  compañe- 
ros los  pastores  que  beban  y  se  regocijen ,  como  sue- 
len decir  los  amigos  que  conciertan  de  ir  á  algún  jar- 
din:  Iremos  allá,  comeremos  y  regocijarnos  hemoshas- 
ta  embeodarnos ;  no  porque  ha  de  ser  así ,  sino  por  un 
encarecimiento  de  lo  mucho  que  desean  solazar;  y  así 
dice:  Comed,  compañeros,  y  bebed  hasta  que  os  embeo- 
déis; como  se  suele  decir  en  los  convites  alegres,  cuan- 
do con  regocijo  se  convidan  unos  á  otros;  y  esto  para 
declarar  el  esposo  la  determinación  y  deseo  que  tenia 
de  regocijarse  y  deleitarse  con  su  esposa,  que  es  aquí 
la  que  es  señalada  por  huerto,  de  quien  se  habla. 

La  palabra  vine,  que  es  del  tiempo  pasado,  declara- 
mos del  tiempo  venidero,  diciendo:  Yo  vendré;  asimis- 
mo las  otras,  comr,  cogi,  hdd,  cogeré,  beberé;  por- 
que es  cosa  muy  usada  y  recibida  en  la  Sagrada  Escri- 
tura poner  pasado  por  futuro,  y  futuro  por  pasado;  y 
esto  se  ve  en  todas  las  demás  promesas  que  la  divina 
Palabra  hace  por  sus  profetas,  para  mostrar  que  son 
tan  ciertas  como  si  fuesen  ya  pasadas  y  cumplidas;  y 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


267 


así,  en  los  salmos,  las  cosas  que  se  esperan,  muchas  ve- 
ces se  dicen  por  tiempo  pasado ,  como  es  aquello :  «Y 
mi  hijo  despertó  á  los  enemigos ,»  que  los  despertará; 
y  diciendo  «leche  y  vino  y  panales  de  miel» ,  á  la  letra 
se  guarda  el  decoro  y  conveniencia  de  la  persona  que 
habla;  porque  una  pastora  semejantes  comidas  usa,  con 
el  abundancia  de  ellas  se  deleita  mucho,  como  los  de- 
licados con  las  soberbias  comidas. 

Hase  de  entender  aquí  que,  dicho  esto ,  se  fué  el  es- 
poso, y  vino  la  tarde,  y  pasó  aquel  dia  y  amaneció  otro; 
y  la  esposa  cuenta  lo  que  en  aquella  noche  le  habia 
acontecido  con  su  esposo,  que  la  vino  á  ver  y  llamó  á 
su  puerta,  y  por  poco  que  se  detuvo  en  abrirle  se  tor- 
nó á  ir,  que  fué  causa  que  ella  saliese  de  su  casa  per- 
dida de  noche  y  se  fuese  á  buscalle ;  lo  que  todo  cuen- 
te ,  y  cada  cosa  en  particular,  con  extraña  gracia  y  sen- 
timiento. 

«Yo  duermo  y  mí  corazón  vela.»  Dícese  del  que  ama 
que  no  vive  consigo  sino  la  mitad,  y  la  otra  mitad, 
que  es  la  mejor  parte  de  él ,  vive  y  está  con  la  cosa  ama- 
da. Porque,  como  nuestra  alma  tenga  dos  oficios,  uno 
de  criar  y  conservar  el  cuerpo,  y  el  otro,  que  es  el  pen- 
sar é  imaginar,  ejercitándose  en  el  conocimiento  y  con- 
templación de  las  cosas,  que  es  el  mayor  y  mas  princi- 
pal ;  cuando  uno  ama,  este  oficio,  que  es  de  pensar  é 
imaginar,  nunca  lo  emplea  en  sí,  sino  en  aquella  cosa 
á  quien  ama,  contemplando  en  ella  y  tratando  siempre 
de  ella;  solamente  obra  consigo  las  obras  de  su  cuerpo, 
aquello  primero  que  es  un  poco  de  su  presencia  y  cui- 
dado ,  cuanto  es  menester  para  tenerle  en  vida  y  sus- 
tentarle ,  y  aun  esto  no  todas  veces  muy  enteramente. 
Esto  así  parece;  y  supuesto  simplemente,  sin  mas  filo- 
sofar en  ello ,  nos  declara  la  grandeza  del  amor  que  en 
este  lugar  muestra  la  esposa,  diciendo:  «  Yo  duermo  y 
mi  corazón  vela;»  porque  dice  que,  aunque  duerme, 
no  duerme  del  todo,  ni  toda  ella  reposa,  porque  su 
corazón  no  está  en  ella ,  sino  en  su  amado  está  siempre; 
que,  como  se  ha  entregado  al  amor  y  servicio  de  su  es- 
poso, no  tiene  que  ver  con  ella  en  su  provecho;  que  el 
uno  quería  huir  los  trabajos  del  amor ,  mas  el  corazón 
dice :  Yo  los  quiero  sufrir.  Dice  el  que  ama :  Grave  car- 
ga es  esta;  responde  el  corazón:  Llevarla  tenemos.  Qué- 
jase el  amante  que  pierde  el  tiempo ,  la  vida  y  la  es- 
peranza; halo  el  corazón  por  bien  empleado  todo;  y  así, 
cuando  el  cuerpo  duerme  y  reposa,  entonces  está  el 
corazón  velando  y  negociando  con  las  fantasmas  del 
amor,  y  recibiendo  y  enviando  mensajes ;  y  por  esto 
dice :  «  Yo  duermo  y  mi  corazón  vela ; »  que  es  decir : 
Aunque  yo  duerma ,  el  amor  de  mi  esposo  y  el  cuidado 
de  su  ausencia  me  tiene  sobresaltada  y  media  despierta, 
y  así  oí  fácilmente  su  voz.  O  podemos  decir  que  llama 
al  esposo  ásu  corazón  por  requiebro,  conforme  á  como 
se  suele  decir  comunmente ;  y  según  esto ,  dice  que 
cuando  ella  reposaba ,  su  corazón  ,  esto  es ,  su  esposo, 
estaba  velando ;  que  es  un  lastimarse  de  su  trabajo  en 
mostrar  lo  mucho  que  de  él  es  querida.  Lo  cual  es  muy 
propio  á  Dios,  cuyo  amor  sumo  y  ardientísimo  con  los 
hombres  se  va  declarando  debajo  de  estas  figuras ,  que 
muchas  veces,  cuando  los  suyos  están  mas  olvidados 
de  él,  entonces  por  su  grande  amor  los  vela  y  los  rodea 
con  mayor  cuidado. 


«Voz  de  mi  esposo.»  Dice  que  al  punto  que  ella  des- 
pide el  sueño  (el  cual,  por  causa  de  traer  alborotado  y 
desasosegado  el  corazón,  tenia  ligero)  llega  el  esposo  y 
llama  á  la  puerta,  cuya  voz  ella  bien  conoce;  el  cual  le 
dice  así:  «Ábreme,  hermana  mia;  »  que  todas  son  pa- 
labras llenas  de  regalo  y  que  muestran  bien  el  amor 
que  le  traia  vencido;  y  en  este  repetir  cada  palabra  tan- 
tas veces  muestra  bien  el  afecto  con  que  le  llama,  para 
moverla  á  abrir  á  aquel  de  quien  tanto  es  amada.  «Aca- 
bada mia,»  el  amor  no  halla  falta  en  lo  que  ama.  Así 
lo  dice  Salomón  :  «El  amor  y  caridad  encubre  mucho 
la  muchedumbre  de  los  pecados ; »  esto  es,  hacen  que 
no  se  echen  de  ver  los  defectos  del  que  es  amado ,  por 
muchos  que  sean.  Y  á  la  verdad  la  esposa,  de  quien  se 
habla  aquí,  que  es  la  Iglesia  de  los  justos,  es  en  todas 
sus  cosas  acabada  y  perfecta  por  el  beneficio  y  gracia 
de  la  sangre  de  Cristo,  como  dice  el  Apóstol;  y  por  eso 
dice  «acabada  mia»,  como  si  dijera:  Por  mis  manos  y 
trabajos  hermoseada  y  perfeccionada,  y  vuelta  así  linda 
y  hermosa  comopaloma.  Y  porque  no  puede  sufrir  quien 
ama  de  ver  padecer  á  su  amado,  dice :  «Que  mi  cabeza 
llena  es  de  rocío;»  que  es  decir :  Cata  que  no  puedo  estar 
fuera,  que  hace  gran  sereno  y  cae  grave  rocío,  del  cual 
traigo  llena  mi  cabeza  y  cabellos ;  en  que  muestra  la 
grande  necesidad  que  traia  de  tomar  reposo  y  obligará 
que  abra  con  mayor  brevedad  y  voluntad. 

Esto  decía  el  esposo;  mas  ella,  así  que  le  oyó,  comen- 
zó á  decir  entre  sí  con  una  tierna  y  regalada  pereza: 
«Desnúdeme  mis  vestiduras ;»  que  es  decir:  ¡  Ay  cui- 
tada! yo  estaba  desnuda,  ¿y  tengo  de  tornarme  á  ves- 
tir ?  y  los  mis  pies,  que  ahora  me  los  acabo  de  lavar, 
¿téngolos  de  ensuciar  luego?  En  lo  que  se  pinta  un 
melindre  muy  al  vivo ,  que  es  muy  común  á  las  muje- 
res, haciéndose  esquivas  donde  no  es  menester;  y  aun 
muchas,  deseando  mucho  una  cosa,  cuando  la  tienen  á 
la  mano  fingen  enfadarse  della  y  que  no  la  quieren. 
Habia  la  esposa  deseado  que  viniese  ,  y  dicho  que  no 
podia  vivir  sin  él  ni  una  sola  hora,  y  rogándole  que 
venga,  y  despertando  con  alegría  á  la  primera  voz  del 
esposo  y  al  primer  golpe  que  dio  á  la  puerta,  y  agora, 
que  le  ve  venido,  ensoberbécese  y  empereza  en  abrirle, 
y  hace  de  la  delicada  por  hacerle  penar  y  ganar  aque- 
lla victoria  mas  de  él.  Y  dice,  poniendo  otras  excusas: 
Desnúdeme  en  mi  cama  de  mi  vestidura,  ¿cómo  me  la 
tornaré  á  vestir,  que  estará  fría?  Láveme  mispiéspoco 
há  para  acostarme,  ¿téngolos  ahora  de  ensuciarponién- 
dolos  en  el  suelo?  Es  gealil  trueco  este,  que  viene  el 
esposo  cansado  y  mojado,  habiendo  pasado  por  el  sere- 
no y  mal  rato  de  la  noche,  y  ella  rehusa  de  sufrir  por  él 
la  camisa  fría;  en  que,  como  digo ,  muestra  bien  la  con- 
dición y  natural  genio  de  su  linaje,  que  lo  que  mas 
aman  y  desean,  cuando  lo  ven  presente,  cualquiera  co- 
silla  que  tienen  hace  que  lo  estorbe,  y  hacen  mil  me- 
lindres y  niñerías.  Aunque  decir  esto  la  esposa  no  se 
entiende  que  no  quiera  abrir  á  su  esposo  ,  que  esto  no 
se  sufría  en  un  amor  tan  verdadero  y  encendido ;  sino 
que,  presupuesto  que  lo  quiere  y  ha  de  hacer,  muestra 
pesarle  que  no  hubiese  venido  un  poco  antes ,  que  ella 
estaba  vestida  y  por  lavar,  para  no  tener  agora  que  ves- 
tirse y  desnudarse  tantas  veces. 

(lEl  mi  amado  metió  la  mano  por  entre  el  resquicio 


268  OBRAS  DE  FRAY 

de  la  puerta,  y  mis  entrañas  se  estremecieron  en  mí.» 
Dice  agora  que,  como  se  detuviese  un  poco,  alo  que  se 
entiende,  en  tomar  sus  vestidos,  no  sufriendo  dilación 
su  esposo,  tanteó  de  abrir  la  puerta,  metió  la  mano  por 
entre  los  resquicios  de  ella ,  procurando  de  alcanzar  el 
aldaba,  y  que  ella,  sintiéndola,  toda  muy  turbada  en  ver 
su  prisa ,  y  como  causándole  dolor  en  las  entrañas  de 
la  pereza  que  habia  mostrado  y  de  su  tardanza  ,  así 
como  estaba,  medio  vestida  y  revuelta,  acudió  á  abrir; 
y  asi  dice  : 

«Levantóme  á  abrir  á  mi  amado;  las  mis  manos  des- 
tilaron mirra,  que  cae  sobre  los  goznes  del  aldaba.» 
Presupónese  que  levantándose,  tomó  cualquier  botoci- 
11o  de  mirra  ,  esto  es  ,  de  algún  precioso  licor  confec- 
cionado con  ella,  para  en  entrando  recibir  y  recrear 
con  ella  al  esposo,  que  venia  cansado  y  fatigado,  como 
se  suele  hacer  entre  los  enamorados;  que  en  todo,  aun 
hasta  esto,  guarda  Salomón  con  maravilloso  aviso  é  in- 
genio todas  las  propiedades  que  hay ,  así  en  pala- 
bras como  en  hechos,  entre  dos  personas  que  se  quie- 
ren bien,  cuales  son  las  que  en  este  su  cantar  introdu- 
ce. Dice  pues  que,  con  la  prisa  que  llevaba  de  abrir  á 
su  esposo,  estuvo  á  punto  de  caérsele  el  botecillo;  pero 
al  fin  se  le  volvió  y  derramó  entre  las  manos  y  sobre 
los  goznes  del  aldaba  que  estaba  abriendo.  «  Mirra  que 
corre ,"  no  quiere  decir  que  corrió  y  se  derramó  sobre 
la  aldaba,  aunque  fuese  así  como  he  dicho;  sino  es  de- 
cir mirra  liquida,  á  diferencia  de  la  que  ya  está  cua- 
jada en  granos,  como  es  la  que  comunmente  vemos  ;  ó 
lo  que  tengo  por  mas  cierto  y  mas  conforme  al  parecer 
de  san  Jerónimo  y  los  hebreos,  es  dicha  mirra  excelen- 
tísima y  líquida,  porque  la  palabra  hebrea  hober  quie- 
re decir  corriente ,  que  pasa  por  buena  por  todas  par- 
tes; lo  cual,  según  la  propiedad  de  aquella  lengua  ,  es 
decir  que  es  muy  buena  y  perfecta,  y  aprobada  de  to- 
dos los  que  la  ven  ,  Conforme  á  lo  que  en  nuestra  len- 
gua solemos  decir  de  la  moneda  de  ley,  que  es  moneda 
que  corre. 

«Yo  abrí  al  mi  amado,  y  el  mi  amado,  etc.  »  Y  dice 
que,  por  presto  que  abrió ,  ya  el  esposo,  enojado  de  la 
tardanza,  se  habiapasado  de  largo.  A  muy  buen  tiempo 
usa  desposo  del  tanto  por  tanto  con  su  esposa, porque 
viendo  que  ella  al  principio  no  le  quiso  abrir,  dándole 
así  á  entender  que  no  le  habia  menester,  él  ¡irueba  abrir 
ja  puerta ,  mas  cuando  sintió  que  se  levantaba  á  abrir 
la  puerta  y  que  venia,  quísole  pagar  la  burla ,  como  si 
dijese  :  Vos  queréis  darme  á  entender  que  podéis  estar 
sin  mí;  pues  yo  os  daré  á  entender  cómo  yo  puedo  su- 
frir mas  sin  vos  que  vos  sin  mí;  y  así  se  ausenta  ,  no 
aborreciéndola,  sino  castigándola  y  haciéndola  penar 
un  rato  entre  esiieranzas  y  lomores,  para  que  esté  mas 
pronta  después,  y  juntamente  escarmiente. 

Dice  pues :  «Yo  abrí  á  mi  amado,  »  y  no  le  hallé  á  la 
puerta  como  pensaba,  porque  se  era  ya  ido  y  pasado 
de  iargo.  Bien  se  entiende  la  tristeza  de  la  esposa  en 
decir  estas  palabras ,  como  aquella  que  juntamente  se 
halla  corrida  y  triste  de  su  descuido;  y  así,  fiarecenlas 
palabras  como  de  asombrada  y  medio  fuera  de  sí;  que 
la  repetición  de  su  decir  que  se  era  ido  y  que  se  había 
pasado  denota  esto.  <iMi  alma  se  salió  en  el  su  hablar;» 
esto  es,  derritióse  el  alma  en  bu  amor  y  pena  en  verle 


LUIS  DE  LEÓN. 

ido;  mas  yo  iré  y  le  buscaré  y  le  daré  voces,  henchiré 
el  aire  del  sonido  de  su  nombre,  porque  me  responda 
y  venga  á  mí.  Mas  ¡ay  de  mí!  que  procurándolo,  no  le 
hallo,  y  llamándole,  no  me  responde;  y  así  dice:  «Bus- 
quéle  y  no  le  hallé;  llamóle  y  no  me  respondió;»  de  don- 
de se  entiende  la  ansia  con  que  quedaba,  y  cuenta  jun- 
tamente las  desgracias  que  tras  ello  le  acontecieron 
buscando  á  su  esposo,  «que  se  encontraron  con  ella  las 
guardas  que  de  noche  guardan  y  rondan  la  ciudad;»  y 
como  éntrelos  tales  siempre  hay  capeadores  y  ladrones, 
gente  traviesa  y  desconocida,  dice  que  la  hirieron,  dán- 
dole algunos  golpes,  como  á  mujer  sola,  y  que  la  quita- 
ron el  manto  ó  mantilla  con  que  se  cubría ,  y  socorrie- 
ron á  su  pasión  con  esta  buena  obra  ;  y  asi  dice  :  ((To- 
páronme las  rondas  que  rondan  la  ciudad,  y  quitáron- 
me el  manto  de  sobre  mí , »  esto  es,  con  que  me  cubría, 
«las  guardas  de  los  muros. »  Esto  ya  va  dicho  ansí,  no 
porque  aconteciese  á  la  hija  de  Faraón  por  esta  mane- 
ra que  aquí  iiabla ,  sino  porque  á  persona  de  enamora- 
da, que  aquí  representa  ,  es  natural  buscar  con  tanta 
ansia  en  todos  y  semejanles  tiempos  á  sus  amores,  y 
con  el  andar  de  noche  siempre  andan  junios  tales  acon- 
tecimientos. Según  el  Espíritu,  es  gran  verdad  que  lo- 
dos los  que  con  ansia  bu?can  á  Cristo  y  á  la  virtud, 
estos  tropiezan  siempre  en  grandes  estorbos  y  contra- 
diciones ;  y  es  cosa  de  grande  admiración  que  los  que 
tienen  de  oficio  la  guarda  y  vela  y  celo  del  bien  públi- 
co ,  y  en  quien  de  razón  habia  de  tener  todo  su  ampa- 
ro la  virtud,  estos  por  la  mayor  parte  la  persiguen  y 
maltraían. 

«Conjuróos,  hijas  de  Jerusalen.»  Con  la  mayor  pena 
que  sentía  de  no  hallar  á  su  esposo,  que  duele  mas  que 
todo  el  resto,  no  echó  mucho  de  ver  ni  se  agravia  del 
mal  tratamiento  que  de  las  guardas  recibía;  y  asi,  en 
lugar  de  quejar.se  de  su  mal  comedimicnlo,  ó  de  reco- 
gerse á  su  casa  y  huir  de  sus  manos,  ruega  á  las  veci- 
nas de  Jerusalen  que  le  den  nuevas  de  su  amor,  si  le 
han  visto,  y  sino,  que  le  ayuden  á  buscarle;  que  es  pro- 
pio del  verdadero  amor  crecer  mas  y  encenderse  cu  in- 
do mas  diíicullades  se  le  ofrecen  y  peligros  se  le  pro- 
ponen dclanle.  Dice  mas :  «  Y  le  contaréis  que  estoy 
enferma  de  amor;»  conforme  á  loque  suele  decirse  co- 
munmente en  nuestra  lengua:  que  parece  que  me  fino 
de  amor;  y  es  de  considerar  que,  aunque  eslaba  fati- 
gada de  buscarle,  y  maltratada  y  despojada  por  o!  come- 
dimiento de  los  que  la  toparon,  no  les  manda  decir  su 
congoja  ni  su  cansancio ,  ni  el  trabajo  que  ha  puesto 
en  su  busca,  ni  los  desastres  sucedidos;  sino  lo  quepade- 
ceporsuamor,pordoscausas:launa,porquccslapas¡on, 
como  la  mayor  de  todas,  vencía  el  seniimienlo  de  las 
d'ímás  y  las  borraba  d:;  la  memoria ;  la  olra,  porque  nin- 
guna cosa  podia  ni  era  justo  que  pudiese  con  el  cspoío 
para  inducillc  á  que  volviese,  tanlo  como  el  saber  el  ar- 
diente y  vívoamur  de  su  esposa,  como  reprcscntalle  lo 
que  le  amaba  y  su  eiifcnnedad;  porque  no  hay  cocamas 
cíicaz  ni  que  pueda  tanto  con  quien  ama,  como  saber 
que  es  amado;  que  siempre  fué  el  vcrdailero  cobo  y  pie- 
dra imán  del  amor.  Este  mismo  amor  induce  ¿  que  al- 
gunas mujeres  de  Jerusalen  que  la  oyeron,  parle  mara- 
villadas que  una  doncella  tan  bella  á  tal  hora  anduvie- 
se cou  lauta  ansia  buscaado  á  su  aniadO;  parle  movidas 


THADUCCION  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


á  lástima  y  compasión  de  su  ardiente  deseo,  le  pregun- 
tan cuál  sea  este  su  amado  ,  por  quien  tanto  se  quoja, 
y  en  qué  se  aventajaba  á  los  demás,  que  merezca  el  ex- 
tremo que  hace  buscándole  á  tal  hora ;  lo  cual  otra  no 
Jiaria  ,  creyendo  que  esto  nacia  de  grandeza  de  amor  ó 
de  alguna  locura  y  desatino,  ó  por  ventura  por  ser  el 
amado  merecedor  de  todo  esto;  y  ansí  dicen : 
•  "¿Qué  tiene  tu  amado  mas  que  otro  amado,  oh  her- 
mosa entre  las  mujeres?  Qué  tiene  tu  amailo  sobreotro 
amado,  pues  que  así  nos  preguntas?  Que  es  decir:  ¿En 
qué  se  aventaja  este  que  tú  amas  entre  los  demás  man- 
cebos y  personas  que  quieren  ser  queridas?  Y  esto  pre- 
gón tanlo  por  dos  causas:  la  una,  como  pidiendo  razón 
del  grande  y  excesivo  amor  que  se  le  mostraba ,  que 
era  justo  fuese  así  por  alguna  señal  de  ventaja  que  hu- 
biese su  esposo  entre  todos  los  demás  hombres;  la  otra, 
para  por  las  señales  que  diese  poderlo  conocer  cuando 
lo  viesen.  A  lo  cual  responde :  aMi  amado,  blanco  y  co- 
lorado, trae  la  bandera  sobre  los  millares.»  Da  al  prin- 
cipio la  esposa  las  señas  de  su  esposo  generalmente,  di- 
ciendo que  es  blanco  y  colorado;  después  va  señalan- 
do las  partes  de  su  belleza,  cada  una  en  su  lugar.  Dice 
pues :  Sabed,  hermanas  mías,  que  el  mi  amado  es  blan- 
co y  rojo,  porque  de  lejos  le  conozcáis  con  la  luz  de 
estos  colores,  que  son  tan  perfectos,  que  entre  millares 
se  diferencia  y  hace  raya  y  lleva  la  bandera ;  y  por  ser 
primero  de  todos  ellos  la  lleva.  La  palabra  hebrea  da- 
gul  signiíica  al  que  lleva  la  bandera,  y  ansí,  aqui  quie- 
re decir  el  alférez;  y  con  ella,  por  semejanza,  se  puede 
significar  todo  lo  que  se  señala  en  cualquiera  cosa,  co- 
mo es  señalado  el  alférez  entre  los  de  su  escuadrón,  lo 
cual  por  la  misma  forma  se  dice  en  nuestra  lengua.  Y 
así,  san  Jerónimo,  atendiendo  mas  al  sentido  que  á  la 
palabra,  tradujo:  «Escogido  entre  mil;')  en  las  cuales 
palabras  se  entiende  como  encubierta  una  reprehen- 
sión á  las  que  piden  señas  de  su  esposo,  como  si  dije- 
se: No  hay  para  qué  os  diga  quién  ni  cuál  es  mi  es- 
poso, que  entre  mil  que  esté  se  echa  de  ver  y  descu- 
bre. Pero  prosigue  relatando  sus  propiedades,  porque 
es  natural  del  amor  deleitarse  y  como  saborearse  de 
traer  siempre  á  la  memoria  y  en  la  boca  al  que  ama,  por 
cualquiera  ocasión  que  sea. 

Pues  dice:  «Su  cabeza  como  oro  de  Tíbar;))  esto  es, 
su  cabeza  es  muy  gentil ,  redonda  y  bien  proporciona- 
da ,  como  hecha  de  oro  acendrado  sin  ninguna  falta  ni 
tacha.  Porque  ^:osa  es  usada  entre  todas  las  lenguas, 
para  decir  que  cualquiera  cosa  es  perfecta  y  agraciada, 
decir  que  es  hecha  de  oro;  y  por  esto  lo  dice  la  espo- 
sa aquí ,  y  no  por  ser  rubios  los  cabellos ,  como  luego 
veremos  ser  negros;  porque  en  las  tierras  orientales  y 
en  todas  las  tierras  calientes  tienen  por  galano  el  ca- 
bello negro,  como  aun  hasta  hoy  se  precian  los  moros; 
y  así  añade :  «Sus  cabellos  crespos,  negros  como  cuer- 
vo.» Y  cierto,  al  rostro  de  un  hombre  muy  blanco  me- 
jor le  están  los  cabellos  negros  y  barba  que  .los  rubios, 
por  ser  colores  contrarios,  que  el  uno  da  luz  al  otro. 

Dice  mas:  «Sus  ojos  como  de  paloma  en  los  arroyos 
de  las  aguas,  bañadas  en  leche.»  Ya  he  dicho  que  las 
palomas  de  aquella  tierra,  que  agora  llaman  tripoUnas, 
son  de  bellísimos  ojos,  y  parécenlo  mucho  mas  con 
las  calidades  que  ánade  luego,  diciendo;  «En  los  arro- 


269 


yos;»  porque  señaladamente  cuando  salen  de  bañarse 
les  relucen  y  centellean  en  gran  manera ,  y  los  que  las 
compran  ,  suelen  con  la  mano  mojada  mojalle  los  ojos, 
y  en  aquel  relucir  y  relampaguear  de  ellos  conocen  su 
fineza ;  y  así,  dice  la  esposa  que  los  ojos  de  su  esposo 
son  tan  hermosos  como  los  ojos  de  las  tales  palomas 
cuando  mas  hermosos  se  les  ponen ,  que  es  cuando  se 
lavan  junto  á  las  corrientes  de  las  aguas ,  donde  se  ba- 
ñan y  refrescan  y  cobran  una  particular  gracia. 

«Bañadas  en  leche;»  estoes,  blancas  como  la  leche, 
que  es  la  color  que  mas  agrada  en  la  paloma.  «Repo- 
san sobre  la  lli3nura;»  quise  traducir  así  para  dar  lugar 
á  todas  las  diferencias  de  sentidos  que  los  exposilores 
é  intérpretes  imaginan  aquí,  dándonos  esta  libertad  el 
original ,  donde  puntualmente  se  dice  por  las  mismas 
palabras.  Algunos  entienden  aquí  que  la  llenura  debe 
ser  agua,  cuales  son  rios  grandes  y  estanques ,  y  de  es- 
te parecer  es  san  Jerónimo,  y  traslada  que  reposan 
junto  á  los  rios  grandes  y  muy  llenos ,  que  es  reuetir 
sin  necesidad  lo  mismo  que  acaba  de  decir :  Junto  á  las 
corrientes  de  las  aguas.  A  otros  les  parece  entender 
que  este  lleno  que  se  dice  aquí  son  vasos  grandes  lle- 
nos de  leche;  pero  es  cosa  ajena  y  muy  torcida.  Po- 
dríase decir  que  por  aquella  palabra  mdeolh,  que  en 
lo  que  suena  significa  llenura  ó  enchimiento,  en  algu- 
nos lugares  de  la  Escritura  por  ella  se  explica  lo  que 
es  acabado  y  perfecto;  porque  todo  lo  tal  es  lleno  en  su 
género.  Así  que,  se  podría  decir  que  estar  en  la  llenu- 
ra las  palomas  bañadas  en  leche,  es  decir  que  están 
del  todo  y  perfectamente  bañadas;  esto  es,  que  son 
perfectamente  blancas,  sin  tener  mancilla  de  otro  color; 
conforme  á  esto,  dirá  la  letra:  «Tus  ojos  como  paloma 
junio  á  las  corrientes  de  las  aguas,  que  se  bañan  en 
leche  y  quedan  enteramente  bañadas.  El  sentido  cier- 
to es ,  que  la  palabra  hebrea  que  hemos  dicho,  signifi- 
ca todo  aquello  que  teniendo  aigun  asiento  ó  lugar  va- 
cío ó  señalado  para  su  asiento,  iiinclie  bien  tai  lugar, 
que  viene  medido  con  él ,  como  un  diamauíe  que  igua- 
la bien  en  su  engaste,  ó  una  paloma  que  hinche  bien 
el  agujero  de  la  piedra  donde  hace  su  nido,  porque  las 
palomas  parecen  bien  en  uno  ó  en  dos  lugares,  ó  jun- 
to á  los  arroyos  donde  se  bañan,  ó  puestas  en  el  nido, 
como  se  vio  arriba,  donde,  por  mayor  encarecimiento  ó 
requiebro,  el  esposo  llama  á  la  esposa  «paloma  puesta 
en  el  agujero  del  paredón»,  esto  es,  en  su  nido;  por 
esta  causa  aquí  la  esposa,  para  encarecer  los  herniosos 
ojos  del  esposo,  compáralos  á  los  de  la  paloma  en  aque- 
llos lugares  en  que  están  mas  hermosos  y  parecen  me- 
jor. Así  dice:  Son  como  de  palomas  junto  alas  corrien- 
tes de  las  aguas ;  como  palomas  blanquísimas,  que  con 
su  gentil  grandeza  hinchen  bien  y  ocupan  y  hacen  lle- 
nos sus  nidos  donde  repodan. 

«Las  sus  mejillas  como  hileras  de  yerbas  aromáticas 
de  plantas  olorosas.»  Por  las  mejillas  se  entiende  todo 
el  rostro  y  todo  lo  que  en  español  llamamos  faces ;  el 
cual  dice  que  es  tan  hermoso  y  tan  bien  asentado  de 
gentil  parecer  y  gracia,  cuanto  lo  son  y  parecen  unas 
eras  de  yerbas  y  plantas  aromáticas  puestas  por  gentil 
orden  y  criadas  con  cuidado  y  regalo,  como  se  crian 
y  ponen  en  Palestina  y  Oriente,  donde  la  esposa  habla 
y  donde  se  da  esta  yerba  mas  que  en  otra  parle.  Pues 


2*(>  OBRAS  DE  FRAY 

como  son  liermo?as  estas  yerbas  en  igualdad  y  parecer,  , 
así  lo  es,  y  no  menos  agraciado,  el  rostro  del  esposo; 
y  así  añade  :  «De  plantas  olorosas.» 

Dice  mas:  ((Los  labios  como  azucenas.»  Dioscórides, 
en  el  capitulo  que  trata  de  ellas,  confiesa  que  hay  un 
género  ¿e  ellas  coloradas  como  un  carmín ,  á  las  cua- 
les se  entiende  en  este  lugar  ser  semejantes  los  labios 
del  esposo ,  que  no  solo  eran  colorados ,  sino  olorosos 
también ;  y  por  eso  añade :  «De  los  cuales  se  destila  mir- 
ra que  corre]»  esto  es,  fina  y  preciada,  como  habernos 
dicho. 

Es  muy  digno  de  considerar  aquí  el  grande  artificio 
con  que  la  rústica  esposa  loa  á  su  esposo ;  porque  los 
que  mucho  quieren  encarecer  una  cosa ,  alabando  y  de- 
clarando sus  propiedades ,  dejan  de  decir  los  vocablos 
llenos  y  propios ,  y  dicen  los  nombres  de  las  cosas  en  | 
que  mas  perfectamente  se  halla  aquella  propiedad  y  ca-  ! 
lídad  de  lo  que  loan,  lo  cual  da  mayor  encarecimiento  j 
y  mayor  gracia  á  lo  que  se  dice ;  como  lo  hace  aquel 
gran  poeta  toscano ,  que  habiendo  de  loar  los  cabellos, 
los  llama  oro ;  á  los  labios ,  rosas  ó.  grana ;  á  los  dien- 
tes, perlas;  á  los  ojos ,  luces,  lumbres  ó  estrellas;  el 
cual  artificio  se  guarda  en  la  Escritura  Sagrada  mas 
que  en  otradel  mundo;  y  así,  vemos  que  aquí  la  esposa 
procede  de  esta  manera.  Porque,  diciendo  de  los  ojos 
que  son  de  paloma ,  dice  mas  que  si  dijera  que  eran 
hermosos;  y  las  mejillas  como  las  hileras  de  las  plan- 
tas, las  loa  mas  que  si  dijera  parejas  iguales  y  gracio- 
sas; y  por  el  mismo  tenor  alaba  las  manos ,  diciendo : 

«Las  sus  manos  como  rollos  de  oro  que  viene  de 
Társis.»  En  lo  cual  alaba  la  gracia  y  composición  de 
ellas ,  por  ser  largas  y  los  dedos  rollizos ,  tan  lindos  co- 
mo si  fuesen  torneados  de  oro,  y  la  piedra  társis,  que 
se  llama  así  de  la  provincia  donde  se  halla,  es  un  poco 
entre  roja  y  blanca,  según  la  pinta  un  hebreo  antiguo 
llamado  Alvenecio ;  y  según  esto,  da  á  entender  la  es- 
posa las  uñas  en  que  se  rematan  losdedos  de  las  manos, 
que  son  un  poco  rojas  y  relucientes,  como  lo  son  las 
piedras  preciosas  de  Társis.  Y  por  tanto,  las  manos  en 
su  hecliura  y  con  sus  uñas  son  como  rollos  de  oro  re- 
matados en  társis ,  que  diciendo  aqui  de  las  manos  que 
son  como  rollos  de  oro,  solamente  habla  de  la  hecliu- 
ra y  gracia  de  ellas ;  que  del  color  ya  ha  dicho  que  son 
blancas  y  coloradas  cuando  arriba  dijo:  «Mí  esposo  blan- 
co y  colorado.»  Luego  dice  por  el  mismo  estilo  y  sc- 
rrí;janza  de  hablar: 

«El  su  vientre  blanco  diente,  adornado  de  zafiros.» 
Su  vientre,  esto  es,  su  pecho  y  sus  carnes,  blanco  dien- 
te; esto  es,  marfil  que  se  hace  de  los  dientes  de  losele- 
fanles,  que  son  blanquísimos,  «Adornados  de  zafiros,» 
que  son  piedras  de  gran  valor,  bermejas  algo  al  pare- 
cer, que  es  decir :  Todo  él  es  pulido,  y  así  lucido  y  res- 
plandeciente como  una  piedra  de  ujarfil  blanquísima 
cercada  de  piedras  preciosas. 

«Las  sus  piernas,  columnas  de  mármol  fundadas  so- 
bre basas  de  oro  fino;»  en  que  se  muestra  la  firmeza  y 
gentil  postura  y  proporción  de  ellas;  y  habiendo  loado 
á  su  esposo  tan  en  particular  como  habernos  dicho  y 
visto,  señalando  su  belleza  por  sus  partes  desde  la  ca- 
beza hasta  los  pies,  torna,  como  no  bien  satisfecha  de 
lo  dicho  ni  de  las  señas  dadas,  á  comprchender  en 


LUIS  DE  LEÓN. 

breves  palabras  lo  que  ha  publicado;  y  ahora  mucho 

mas,  diciendo: 

«El  su  semblante  como  el  del  Líbano;»  en  que  mues- 
tra con  harta  significación  la  majestad ,  hermosura  y 
gentil  postura  del  esposo,  como  lo  es  cosa  bellísima  y 
de  gran  demostración  de  majestad  un  grande  monte  al- 
to, cual  es  el  Líbano,  de  espesos  y  deleitosos  árboles, 
al  parecer  de  los  que  le  miran  de  lejos.  Dice  mas  : 

«Erguido  como  cedro.»  En  nuestro  castellano,  loando 
á  uno  de  bien  dispuesto,  suelen  decir:  Dispuesto  como 
un  pino;  que  así  el  pino  como  el  cedro  son  árboles  al- 
tos y  bien  salidos.  Donde  decimos  erguido ,  la  palabra 
hebrea  tob  quiere  decir  escogido ,  y  es  propiedad  de 
aquella  lengua  llamar  así  á  los  hombres  altos  y  de  buen 
cuerpo,  porque  á  la  verdad,  la  disposición  los  diferen- 
cia y  hace  como  escogidos  entre  los  demás.  Así  dice  en 
el  primero  de  los  Reyes  el  capítulo  9 ,  del  padre  de  Saúl, 
que  tenia  un  hijo  llamado  Saúl ,  que  era  escogido  y  bue- 
no, esto  es ,  hermoso  y  bien  dispuesto,  como  de  hecho 
lo  era  Saúl.  Asimismo  en  el  capítulo  1 1  del  Ecdesiastes, 
donde  dice  la  letra  vulgar  :  «Huélgate,  dale  al  placer, 
ándate  á  la  flor  del  berro,  mancebo,  en  la  juventud; 
que  presto  te  se  pedirá  cuenta  estrecha;»  está  la  mis- 
ma palabra,  que  es  decir:  «Huélgate,  erguidíllo;»  en  lo 
cual,  como  se  ve  claro,  el  Espíritu  Santo  usa  de  un  do- 
naire por  el  cabo  bellísimo,  que  siendo  su  intento  en 
aquellas  palabras,  usando  de  una  artificiosa  y  fingida 
simulación,  y  como  pervirtiéndolas, debajo  de  alargar- 
les la  vanidad  á  los  mancebos ,  escarnece  de  su  livian- 
dad, que  se  andan  siempre  al  buen  tiempo,  y  cogiendo, 
como  dicen ,  la  flor  del  berro,  desacordándose  de  lo  que 
está  por  venir  y  les  puede  suceder;  así  que,  siendo  el 
intento  del  Señor  reprender  mofando  el  desacuerdo  de 
los  mancebos  y  amenazallos  con  pena,  no  les  llama  con 
el  nombre  propio  de  su  edad,  sino  llámalos  erguidos, 
usando  del  nombre  que  declarase  al  natural  el  brío,  al- 
tivez y  lozanía,  que  es  la  fuente  de  donde  nace  no  mi- 
rar ni  curar  lo  que  es!á  por  venir,  y  aquel  coger  sin 
rienda  y  sin  medida  el  fruto  del  deleite  y  el  pasatiempo 
presente,  que  tanto  reprehende. 

Pues  tornando  á  nuestro  propósito,  concluye  la  es- 
posa finalmente,  diciendo:  «El  su  paladar;» esto  es,  su 
habla  dulzuras;  esto  es,  dulcísima  y  suavísima;  «y  to- 
do él  deseo;»  estoes,  amable,  y  tal,  que  con  vida  por 
todas  partes  á  que  le  deseen  y  se  pierdan  por  él  los  que 
le  ven.  «Tal  es  mi  amado  y  tal  es  mi  querido,  hijas  de 
Jerusalen ;»  como  si  añadiendo  dijese:  Porque  veáis  si 
tengo  razón  de  buscalle  y  de  estar  íuisiosa  en  no  ha- 
Ualle. 

Sabidas  las  facciones  y  señas  por  aquellas  dueñas  de 
la  esposa,  y  conociendo  con  cuan  jusia  ra/.on  la  tenia 
el  esposo  enamorada,  y  se  atormentaba  y  acuitaba  por 
su  ausencia,  y  moviéndolas  agora  á  compasión  su  tor- 
mento, con  el  deseo  de  rcmedialle,  piden  de  nuevo  á  la 
esposa  que,  si  sabe,  les  diga  hacia  dónde  cree  ó  imagi- 
na haberse  doídiuado  su  amado  ,  porque  se  lo  ayudarán 
á  buscar;  y  ansí  dicen  :  «¿AdiMulo  fué  tu  amado,  bellí- 
sima entre  las  mujeres?  ¿Hacia  dónde  se  volvió  tu  ama- 
do, y  buscarle  hemos  contigo?»  A  lo  cual  parece  que 
responde  en  lo  primero  del  capítulo  que  se  sigue,  di- 
ciendo : 


CAPITULO  VI. 

ESPOSA. 

1  El  mi  amado  descendió  á  los  huertos  míos,  á  la  tier- 
ra de  los  aromas ,  á  apacentar  entre  los  huertos  y  coger 
lüs  flores. 

2  Yo  al  mi  amado ,  y  el  mi  amado  á  mí ,  que  apacienta 
,  entre  las  flores. 

ESPOSO. 

3  Hermosa  eres,  amiga  mía,  como  Tirsa  ,  bella  como 
Jerusalen,  terrible  como  los  escuadrones  con  banderas 
tendidas. 

4  Vuélvete  los  ojos  tuyos  que  me  hacen  fuerza.  El  tu 
cabello  como  las  manadas  de  cabras  que  se  parecen  en 
Galaad. 

5  Tus  dientes  como  atajo  de  ovejas  que  suben  del  la- 
vadero, las  cuales  paren  de  dos  en  dos ,  y  no  hay  estéril 
en  ellas. 

6  Tus  sienes  son  como  un  casco  de  granada  entre  tu 
cabello. 

7  Sesenta  son  las  reinas,  ochenta  las  concubinas,  y  las 
doncellas  sin  cuento. 

8  Una  es  la  mi  paloma  ,  la  mi  perfecta,  única  es  á  su 
madre,  es  la  escogida  á  la  que  le  parió.  Viéronla  las  hi- 
jas, y  llamáronla  bienaventurada  ,  y  las  reinas  y  las  con- 
cubinas la  loaron. 

9  ¿Quién  es  esta  que  se  descubre  como  el  alba,  her- 
mosa como  la  luna ,  escogida  como  el  sol ,  terrible  como 
los  escuadrones? 

40  Al  huerto  del  nogal  descendí  por  ver  los  frutos  de 
los  valles,  y  ver  si  está  en  cierne  la  vid  y  si  florecen  los 
granados. 

ESPOSA. 

\\  No  sé;  mi  anímame  puso  como  los  carros  de  Ami- 
nadab. 

12  Torna,  torna,  Sunnamita;  torna,  torna,  y  verte  he- 
mos. 

COMENTO. 

«El  mi  amado  descendió  al  su  huerto.»  Si  de  cierto 
sabia  que  estaba  en  el  huerto  su  esposo,  por  demás  era 
el  andar  á  buscarlo  por  la  ciudad  y  en  otras  partes.  Por 
lo  cual  estas  palabras,  que  en  el  sentido  parecen  ciertas, 
se  han  de  entender  con  alguna  duda  haber  sido  dichas, 
como  si  la  esposa,  respondiendo  á  las  dueñas  de  Jerusa- 
len, dijese :  Buscádole  he  por  mil  partes,  y  pues  no  le 
hallo,  sin  falta  debió  de  ir  á  ver  su  huerto,  adonde  sue- 
le ir  á  apacentar;  ó  digamos  que  esta  no  es  respuesta 
de  la  esposa  á  la  pregunta  que  hicieron  aquellas  due- 
ñas ,  sino  que  luego  que  acabó  de  hablallas  se  dio  á 
buscar  á  su  esposo ,  y  saliendo  de  la  ciudad  á  busca- 
lie  al  campo  hacia  el  huerto  suyo,  que  estaba  en  lo  ba- 
jo, sintió  la  voz  ú  otras  señales  manifiestas  de  su  espo- 
so, y  arrebatada  de  alegría,  de  improviso  comenzó  á  de- 
cir :  i  Ay !  Véisle  aquí  al  mi  amado  y  al  que  me  trae 
perdida  buscándole,  que  al  su  huerto  descendió.  Por- 
que ella  le  buscaba  en  Jerusalen,  que  era  ciudad  puesta 
en  lo  alto  de  un  monte ,  y  en  los  arrabales  ó  aldeas  que 
están  al  pié  se  finge  estar  el  huerto  de  esta  rústica  es- 
posa y  otros  de  sus  vecinos,  como  es  uso;  y  dice 
que  anda  entre  las  eras  de  las  plantas  olorosas ,  y  que 
es  venido  á  holgarse  y  recrearse  entre  los  lirios  y  vio- 
letas. Dice  mas :  «Yo  al  mi  amado,  y  el  mi  amadoá  mi.» 
Lo  cual,  como  ya  he  dicho ,  es  forma  de  llamar  á  voces, 
comosi  dijese :  Hola,  amado  irúo,  ¿ojsrae,  entendeisme? 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES.  271 

De  donde  se  entiende  que  sall.5  á  búscallo  al  campo  ha- 
cia el  lugar  adó  está  el  huerto,  y  sintiendo  estar  en  él, 
llámale,  como  he  dicho,  para  que  le  responda.  Ala  cual 
voz  sale  el  esposo  ,  y  viendo  á  su  amada,  y  la  afición 
grande  con  que  le  busca,  enciéndese  en  un  nuevo  y  vi- 
vo amor,  y  recíbele  con  mayores  y  mas  encendidos  rega- 
los que  antes,  y  mas  encarecidos  requiebros,  diciendo: 

«Hermosa,  hermosa  eres  así  como  Tirsa.»  Encarece 
grandemente  los  loores  de  su  esposa ,  porque  en  los 
capítulos  de  arriba,  para  loar  la  variedad  de  su  gentileza 
y  hermosura,  la  apoda  á  un  huerto,  y  agora  le  hace  se- 
mejante á  dos  ciudades  las  mas  hermosas  que  había  en 
aquella  tierra,  Tirsa  y  Jerusalen.  Tirsa  es  numbrada 
una  ciudad  de  Israel ,  noble  y  populosa,  donde  los  re- 
yes tenían  su  asiento  antes  que  se  edificase  Samaría.  San 
Jerónimo,  donde  dice  Tirsa,  traslada  cosa  suave;  y  los 
setenta  intérpretes  ponen  conlento ,  sosiego ,  dicieudo: 
«Hermosa  eres  como  el  contento  y  deleite;»  y  es  por- 
que miraron  la  derivación  y  etimología  del  vocablo,  y 
no  lo  que  de  hecho  significa,  que  es  aquella  ciudad,  así 
dicha  por  el  contento  y  descanso  que  daba  al  que  la 
moraba,  por  su  asiento  y  habitación  de  ella  descansa- 
do y  apacible.  Jerusalen  era  la  mas  principal  ciudad  y 
la  mas  hermosa  que  había  en  toda  la  Palestina,  y  aun 
en  todo  Oriente,  según  sabemos  por  las  escrituras  he- 
breas y  gentiles ;  tanto,  que  David  hizo  un  salmo  loan- 
do á  la  letra  la  grandeza,  beldad  y  fortaleza  de  Jeru- 
salen. 

Pues  á  estas  dos  ciudades  dice  el  esposo  que  es  seme- 
jante el  parecer  bello  y  hermoso,  lleno  de  majestad  y 
grandeza  de  la  esposa ,  diciendo  :  Tan  grande  maravilla 
he  visto,  tan  hermosa  eres  en  todo  y  por  todo,  cuanto  lo  es 
ver  estas  dos  ciudades,  en  las  cuales  la  fortaleza  de  sus  si- 
tios, la  magnificencia  de  sus  edificios ,  la  grandeza  y 
hermosura  de  sus  riquezas ,  la  variedad  de  sus  artes  y 
oficios  pone  grande  admiración.  A  la  verdad,  es  muy 
al  propósito  para  declarar  el  mucho  espanto  que  poneal 
amor  del  esposo  la  vista  de  su  esposa,  y  cuan  grande  y 
cuan  incomparable  y  fuera  de  toda  medida  le  parece  su 
hermosura;  pues  para  explicar  lo  que  sentía  no  le  ve- 
nían á  la  boca  menores  cosas  que  ciudades,  y  ciudades 
tan  populosas;  esto  es,  cosas  cuya  hermosura  consiste 
en  mucha  variedad  y  grandeza.  Dice  mas: 

«Terrible  como  ejército  con  banderas  tendidas.» No 
espanta  menos  un  extremo  de  bien  que  lo  que  hace  ex- 
tremado mal ;  y  así,  para  mayor  encarecimiento  dice  á 
la  esposa  que  le  pone  espanto,  y  que  así  le  saca  de  sí  el 
excesivo  extremo  de  su  belleza,  que  está  ya  á  punió  de 
romper;  que  también  es  decir  que ,  de  la  misma  manera 
que  un  ejército  así  bien  ordenado  lo  vence  todo  y  lo 
allana,  sin  ponérsele  cosa  delante  que  no  la  rinda  y  suje- 
te; así,  ni  mas  ni  menos,  no  había  poder  ni  resistencia 
alguna  contra  la  fuerza  y  hermosura  extremada  de  la 
esposa ;  y  por  esta  causa  añade  luego : 

«Vuelve  los  ojos  tuyos,  que  me  hacen  fuerza.»  Como 
si  levantando  la  mano  en  alto  y  poniéndola  delante  del 
rostro,  y  torciendo  los  ojos  á  otra  parte ,  dijese :  Esposa 
mía,  no  me  mires,  que  me  robas  con  tus  ojos  y  me  tras- 
pasas el  corazón.  En  lo  cual  habiendo  el  esposo  loado  en 
suma  la  belleza  de  la  esposa,  y  queriendo  toalla  otra  vez 
por  sus  partes,  comienza  lo  primero  por  los  ojos,  y  para 


272  ORRAS  DE  FRAY 

loallos  u<?a  de  ünaroanfira  elegantísima,  r/iie  no  dice  la 
hermosura  de  ellos,  sino  ruega  que  los  aparíe  y  vuelva 
á  ol.'a  parte  mirando,  porque  le  hacen  fuerza.  En  lo  cual 
loa  mas  encarecidamenle  que  si  los  antepusiese  á  las 
dos  mas  claras  y  relucientes  estrellas  del  cielo.  Donde 
dice:  «Que  me  hacen  fuerza,  y  me  vencieron,»  hay  di- 
ferencia entre  los  intérpretes;  porque  los  setenta,  y  san 
Jerónimo  con  ellos,  traducen:  «Aparta  tus  ojos,  que  me 
hicieron  volar;»  otros  ponen:  «Aparta  tus  ojos,  que  me 
ensoberbecieron ;»  y  los  unos  y  los  otros  traducen,  no  lo 
que  hallaron  en  la  lengua  hebrea,  sino  lo  que  le  pare- 
ció á  cada  uno  que  queria  decir,  porque  daba  ocasión  al 
uno  y  o;ro  sentido  el  sonido  y  propia  significación  de 
ella,  que  es  este  al  pié  de  la  letra:  «Aparta  tus  ojos,  que 
Hicieron  sobrepujarme;»  porque  la  palabra  harhibeni 
de  que  usa  aqui  el  original ,  propiamente  quiere  decir 
sobrepujar.  Estoá  san  Jerónimo  le  parece  que  seria  vo- 
lar, porque  los  que  vuelan  se  levantan  así  en  alto,  y  co- 
mo que  se  sobrepujan  en  cierta  manera;  conforme  á  lo 
cual  quiere  decir  el  esposo  que  aparte  la  esposa  sus  ojos 
y  no  le  mire,  porque  viéndolos,  no  está  en  su  mano  no 
irse  á  ella,  que  arrebata  y  lleva  tras  sí  el  corazón  como 
volando,  sin  poder  hacer  otra  cosa,  que  es  requiebro 
usado.  Los  que  traducen  :  «Que  me  hicieron  ensober- 
becer,» tuvieron  el  mismo  modo  de  parecerles  que  el 
ser  soberbio  es  un  sobrepujarse  en  alto,  que  confor- 
me á  esto  pedia  el  esposo  á  su  esposa  que  no  le  hiciese 
aquel  favor  de  mirarle,  por  no  desvanecerse  con  él.  Lo 
uno  y  lo  otro  fuera  bien  excusado,  pues  está  claro  que 
decir:  «Hicieron  sobrepujarme,»  es  rodeo  de  hablar 
poético  ,  que  vale  lo  mismo  que  si  dijera :  Sobrepujá- 
ronme ó  venciéronme;  y  el  propósito  y  hilo  de  lo  que  le 
va  diciendo  pedia  que  se  dijese  esto.  Porque  en  efec- 
to dice:  Deseo  contar  otra  vez  de  tus  ojos;  mas  ellos 
son  tan  bellos  y  resplandecientes,  y  tienes  en  ellos  tan- 
ta fuerza ,  que  al  tiempo  que  los  miro  para  alaballos, 
contemplándolos,  y  queriendo  recoger  una  á  una  sus 
propiedades  y  sus  gracias,  ellos  me  arrebatan  el  senti- 
do, y  con  su  luz  ellos  me  encandilan  de  tal  manera,  que 
por  la  fuerza  que  el  amor  me  hace ,  en  esto  estoy  como 
excusado;  por  tanto,  esposa  dulcísima,  vuélvelos,  no 
me  miréis,  que  no  puedo  resistirles.  Y  demandando 
esto  el  esposo,  demanda  lo  qué  no  quiere,  que  es  que 
su  esposa  no  le  mire  ,  porque  es  gran  placer  el  que 
siente  en  su  vista;  mas  con  tal  demanda  dice  mas  en 
su  loor  que  si  dijera  muy  mas  por  extenso  todas  las 
parles  de  bellezaque  en  ellos  se  encierran  ;  y  estas  son 
cosas  que  mejor  se  entienden  que  se  pueden  declarar. 

Habiendo  loado  los  ojos  el  esposo  tan  altamente  por 
este  delicado  artificio,  enhila  Iras  esto  las  otras  partes 
del  rostro,  dientes,  labios  y  mejillas,  diciendo  las  mis- 
mas palabras  que  arriba  dijo;  porque  aquellas  semejan- 
zas son  tan  e.xculentes,  que  no  se  pueden  aventajar. 
Dice:  «Tus  dientes  como  atajos  de  ovejas.»  Esto  dice 
por  la  blancura,  por  la  igualdad  de  los  dientes,  y  por 
el  color  y  gracia  y  buen  asiento  de  las  mejillas,  como 
•vimos  en  el  capítulo  cuarto,  donde  se  declara  esto  muy 
á  la  larga :  «Sesenta  son  las  reinas,  ochenta  las  concubi- 
nas, é  inumerables  las  doncellas ;  mas  única  es  la  pa- 
loma mía,  la  alindada  mia,  única  es  á  su  madre,  ella 
escogida  es  á  la  que  la  parió.»  Mueslra  el  esposo  cuan 


LUIS  DE  LEÓN. 

excesivamente  y  con  cuínta  razón  a»nc  á  su  esnosa,  di- 
ciendo en  persona  suya, como  si  declarase  que  es  Salo- 
món rey  este  pastor  que  aquí  se  representa  :  «Sesenta 
son  las  reinas.»  No  está  la  prueba  ni  la  fuerza  del  amor 
en  amar  á  una  persona  á  solas  sin  compañía  de  otras; 
antes  el  verdadero  amor  y  mayor  punto  de  él  es,  cuan- 
do, extendiéndose  y  abrazándose  con  muchos,  entre  to- 
dos se  señala  y  se  diferencia  y  aventaja  claramente  con 
uno.  Lo  cual  declara  bien  el  esposo  en  estas  palabras, 
en  las  cuales,  queriendo  bien  y  teniendo  afición  á  otras 
mujeres,  confiesa  amar  á  su  esposa  mas  que  á  todascon 
un  amor  asi  particular  y  diferente  de  todas  las  demás, 
que  las  demás  en  su  comparación  no  merecen  el  nom- 
bre do  amor;  y  aunque  quiere  á  muchas,  empero  la  su 
esposa  es  de  él  querida  por  una  y  singular  manera. 

Sábese  del  libro  de  los  fíei/esque  Salomón  usó  de  mu- 
chas mujeres,  que,  según  la  diferencia  del  estado  y  tra- 
tamiento que  tuvieron  en  la  ca^a  de  Salomón ,  la  Es- 
critura les  pone  diferentes  nombres :  las  unas  nom- 
braban reinas,  porque  su  servicio  y  casa  era  como  de 
tales;  estas  eran  sesenta;  otras  dellas,  que  no  eran  tra- 
tadas con  tanta  ceremonia,  se  llamaban  concubinas;  y 
no  se  ha  de  entender  que  eran  mancebas ,  como  algu- 
nos, engañándose,  creen  y  piensan;  antes  acerca  de  los 
hebreos  eran  también  mujeres  legitimas,  pero  mujeres 
de  esta  manera,  que  habían  sido  antes  y  primero  escla- 
vas ó  criadas, y  su  amo  las  tomó  por  mujeres;  mas  no 
se  celebraban  en  el  casamiento  las  bodas  por  escrito 
ni  con  las  ceremonias  legítimas  que  se  usaban  en  el  ca- 
samiento de  las  otras  que  eran  libres ;  y  estas  se  ana- 
dian á  las  mujeres  principales,  y  los  hijos  que  de  estas 
concubinas  nacían  no  sucedían  en  los  mayorazgos  ni  he- 
rencias capitales;  pero  podía  bien  el  padre  hacelles  al- 
gunas mandas  y  donaciones  para  su  sustentamiento, 
como  aparece  claramente  en  el  Génesis,  25  y  35,  de  Ce- 
tura  yAgar,  mujeres  de  Abrahan,que  la  Escritura  lla- 
ma allí  concubinas.  Pues  de  estas  tenia  ochenta  Salo- 
món, entendiendo  por  este  número  muchas  y  muchas 
mas ,  según  el  uso  hebreo.  Las  demás ,  y  bien  queridas 
de  Salomón,  hacían  el  tercero  orden,  y  destas  no  había 
número.  Pues  dice  agora  que  entre  tanto  número  de 
mujeres,  la  que  en  amor  y  servicio  y  preeminencia  se 
aventajaba  á  todas  es  launa,  que  es  la  hija  de  Faraón,  de 
quien  se  habla  en  este  cantaren  persona  de  pastora. 

«Una,  dice,  es  mi  paloma.»  Y  es  así,  que  el  amor, 
comees  unidad,  no  apetece  otra  cosa  sino  unidad;  y  así, 
no  es  firme  ni  verdadero  cuando  se  pone  en  igual  gra- 
do por  muchas  y  diferentes  cosas.  El  que  bien  ama ,  á 
sola  una  cosa  tiene  particular  amor,  y  el  que  quiere  jun- 
tamente amar  de  veras  y  no  limitar  su  amor  á  una  so- 
la cosa,  debe  emplear  en  Dios  su  voluntad,  que  es  bien 
general  que  lo  abraza  y  comprehende  todo,  como,  por  el 
contrario,  todas  las  criaturas  son  limitadas  y  diferentes 
entre  sí,  y  á  las  veces  unas  contrarias  á  las  otras,  de 
arte  que  el  querer  bien  á  una  es  querer  mal  y  aborre- 
cer á  otras.  Dice  :  «Mi  paloma  y  mi  alindada,»  y  no  mi 
esposa,  para  hacer  mostrar  en  la  manera  de  nombrarla 
la  razón  que  tenía  de  amarla  con  tan  particular  amor 
y  de  hacelle  tan  grandes  ventajas. 

«Única  es  a  su  madre,  escogida  &  la  que  la  engen- 
dró. »  Remeda  en  esto  la  común  y  vulgar  manera  de  Jia- 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


blar,  que  es  decir:  Como  la  hija  amada  es  todo  el  regalo 
y  amor  de  su  madre ,  así  es  probada  y  querida  mi  es- 
posa con  la  misma  singularidad  y  diferencia  de  amor. 
«  Viéronla  las  reinas. »  Grande  y  nueva  cosa  es  cono- 
cer y  no  envidiar  tanto  bien  las  demás  mujeres  de  Sa- 
lomón á  la  esposa,  porque  lo  son  de  su  natural  envidio- 
sas todas  las  mujeres  entre  sí  extremadamente;  mas  en 
las  cosas  muy  aventajadas  desfallece  la  envidia.  Y  mues- 
tra en  eslo  el  esposo  que  no  es  afición  ciega  la  que  le 
mueve  á  querella,  sino  razón  tan  clara  y  de  tanta  fuer- 
za, que  las  otras  mujeres,  que  de  su  natural  la  hablan 
detener  envidia,  confiesan  llanamente  que  reconocién- 
dola por  tal,  la  loan  á  boca  llena;  y  así,  refiriendo  las 
palabras  de  otras  mujeres,  dice  : 

«¿Quién  es  esta  que  arriba  mira,  como  el  alba,  her- 
mosa como  la  luna,  escogida  como  el  sol?»  Que  aun- 
que son  breves,  son  de  grande  loor,  porque  juntan  tres 
cosas,  la  mañana,  luna  y  el  sol,  que  son  toda  la  alegría 
y  la  belleza  del  mundo.  Pues  es  como  si  dijese  así : 
¿Quién  es  esta  que  viene  por  allí  mirando  hacia  nos- 
otros, que  no  parece  sino  el  alba  cuando  asoma  rosada 
y  hermosa?  Y  es  tan  hermosa  entre  las  mujeres  como 
la  luna  entre  las  menores  estrellas ;  antes,  por  mejor  de- 
cir, es  resplandeciente  y  escogida  entre  todas  las  luces 
como  el  sol  entre  las  lumbres  del  cielo;  que,  así  como 
el  sol  es  príncipe  entre  todas  las  luces  soberanas,  y  es- 
cogido de  tal  manera  que  todos  se  aprovechan  y  parti- 
cipan de  su  lumbre ,  así  esta  es  todo  dechado  de  toda 
beldad,  y  la  que  á  ella  pareciere,  mas  bella  será,  y  jun- 
tamente con  su  hermosura,  tiene  una  majestad  y  gra- 
vedad, que  no  parece  sino  un  escuadrón,  que  á  todos 
pone  reverencia  y  temor.  Y  en  decir  descogida  como 
el  sol»,  alude  á  la  gran  belleza  de  ella,  y  á  la  grande 
estimación  en  que  su  esposo  la  tiene  mas  que  á  las  otras, 
y  es  muy  gentil  manera  de  loar  esta,  diciendo  primero 
alba,  que  es  hermosa  y  resplandeciente,  y  luego  luna, 
que  es  mas,  y  luego  sol,  que  es  lo  sumo  en  este  género, 
y  los  artífices  de  bien  hablar  loan  mucho  este  modo  de 
decir,  y  lo  llaman  encarecimiento  acrecentado. 

«Al  huerto  de  los  nogales  descendí,  á  ver  los  frutos 
de  los  valles,  y  si  ilorecia  la  vid  y  si  florecían  los  gra- 
nados. No  sé ;  la  mi  alma  me  puso  como  los  carros  de 
los  principes  de  mi  pueblo.»  Estas  palabras,  los  mas 
atribuyen  á  la  esposa,  en  que  respondiendo  al  esposo, 
le  da  cuenta  de  cómo  vino  á  aquel  huerto  donde  él  es- 
taba, que  llama  del  nogal,  por  alguno  que  en  él  había, 
á  ver  los  frutales  si  brotaban ;  y  que  eslo  lo  dice  por  uno 
de  dos  fines  :  el  uno,  que  sea  como  una  excusa  y  un  co- 
lor de  ser  venida  por  aquella  parle,  que  aunque  en  rea- 
lidad de  verdad  la  traía  el  amor  y  deseo  que  tenía  de 
verse  con  su  esposo ,  pero  es  muy  propio  al  natural  y 
genio  de  las  mujeres  dar  muestras  diferentes  de  sus 
deseos,  y  fingirse  como  olvidadas  de  lo  que  mas  buscan; 
y  así  como  respondió  á  lo  que  el  esposo  le  pudiera  pre- 
guntar de  su  venida ,  dice :  Vine  á  ver  esle  mi  huerto, 
y  á  ver  si  los  árboles  echan  ya  flor;  pero  un  amor  tan 
descubierto  como  (según  loque  hemos  visto)  era  este, 
no  da  lugar  á  semejante  disimulación;  y  así,  es  mejor 
entender  que  estas  palabras  se  dicen  por  otro  fin ,  que 
es  que  sepa  el  esposo  la  causa  de  su  cansancio  de  la  es- 
posa, como  se  verá  en  las  palabras  que  dice  :  «No  sé; 
E.xvi-u. 


273 

mi  alma,  etc.  »  Había  venido  corriendo,  y  estaba  de  la 
prisa  sin  fuerza  y  sin  aliento,  de  lo  cual  juntamente  da 
cuenta  y  se  queja  á  su  esposo ;  que  las  personas  que  bien 
se  quieren,  y  mayormente  las  mujeres,  con  lástima  re- 
galada cuentan  luego  sus  cuitas,  y  es  como  si  dijese  : 
¡Ay  esposo  mió,  tan  deseado  y  tan  bien  buscado  de 
mí,  y  qué  cansada  estoy  y  qué  muerta  de  la  priesa  que 
he  traído !  Que  luego  como  sentí  que  andábales  en  el 
huerto,  en  el  cual  hay  grandes  nogales  y  parras  y  otros 
frutales,  luego  en  esle  punto  descendí  aguijando,  y  he 
venido  tan  presto,  que  yo  no  sé  cómo  vine  ni  cómo  no, 
mas  de  que  mi  amor  me  aguijó  tanto,  y  me  puso  en  el 
amor  tanta  fuerza  y  ligereza ,  que  no  me  parece  sino 
que  he  venido  como  en  un  ligerísimo  carro  de  los  que 
usan  los  príncipes  y  poderosos  de  mi  tierra  ó  pueblo. 

Parece  mejor  que  estas  palabras,  «descendí  al  huer- 
to, »  las  diga  el  esposo,  y  que  en  ellas  responde  á  la  se- 
creta queja  que  verisímilmente  se  presupone  lener  su 
esposa  de  él,  por  haber  llegado  á  su  puerta  y  Uamádo- 
la,  y  después  pasádose  de  largo,  de  donde  nació  an  lar 
ella  perdida  buscándolo;  á  lo  cual,  ganándole  por  la  ma- 
no, responde  que,  como  se  tardó  en  abrirle ,  quiso  ver 
el  estado  de  su  huerto  entre  tanlo,  y  proveer  á  lo  que 
fuere  necesario,  y  con  esta  disculpa  del  esposo  vienen 
muy  á  pelo  las  palabras  que  siguen ,  á  que  le  responde 
la  espo.-a : 

«No  sé ;  la  mi  alma,  etc. »  Mi  alma,jnuchas  veces  es 
lo  mismo  que  mi  afición  y  mi  deseo.  «Los  carros  de 
Aminadab, »  entiéndese  cosa  ligera  y  que  vuela  corrien- 
do, que  Aminadab  no  es  nombre  propio  de  alguna  per- 
sona o  lugar,  como  algunos  piensan;  que  quiere  decir, 
de  mi  pueblo  príncipe,  y  eslo  dice,  porque  en  tierra  de 
Judea  había  pocos  caballos,  toda  la  demás  gente  usaba 
ir  cabalgando  en  asno,  sino  era  los  principales  y  pode- 
rosos de  ella,  que  hacían  traer  de  Egipto  caballos  muy 
buenos  y  muy  ligeros,  y  andaban  en  carros  de  cuatro 
ruedas,  que  traían  aquellos  caballos.  Pues  dice :  No  sé  lo 
que  ha  sido,  ni  lo  que  te  has  hecho  en  dejarme  así,  ni 
la  causa  que  te  movió  á  ello,  sí  no  fué  querer  ver  tu  huer- 
to ó  alguna  otra  cosa;  en  fin,  no  sé  nada;  esto  sé,  que 
el  deseo  mío  y  el  amor  entrañable  que  te  tengo,  que 
posee  mi  alma  y  la  rige  á  su  voluntad,  me  ha  traído  en 
tu  busca  luego  que  te  sentí,  volando  como  en  posta. 
Y  contando  eslo,  dícele  lo  que  pasó  con  las  mujeres  que 
la  acompañaban,  viéndola  ir  con  tanta  presteza,  que  la 
decían  : 

«Torna,  torna,  solimitana.  n  Y  no  se  ha  de  entender, 
como  avisan  los  que  tienen  mejor  entendimiento  en  es- 
tas cosas,  que  son  las  dueñas  las  que  dicen  agora  es- 
las  palabras ,  sino  base  de  entender  que  las  dijeron 
antes,  esto  es,  cuando  vieron  que  se  les  partía  taníipre- 
suradamente;  y  que  la  esposa  las  refiere  agora  al  espo- 
so, contándole  esto  y  todo  lo  demás  que  con  ellas  pasó, 
pues  acaba  de  decir  que  vino  volando  en  busca  de  su 
esposo.  Dice  que  las  compañeras,  viendo  que  se  apar- 
taba de  ellas ,  con  apresuramiento  la  comienzan  á  lla- 
mar, y  pedida  que  volviese  y  no  se  diese  tanta  priesa, 
como  que  no  la  habían  visto  del  todo  ni  gomado  ente- 
ramente, ni  considerado  bien  su  beldad;  y  a^  la  dicen : 
«Tórnate,  tórnate.  »  El  redoblar  unas  mismas  palabras 
es  propio  de  todo  lo  que  se  dice  y  pide  con  aíioíon.  So- 

i8 


274  OBRAS  DE  FRAY 

limitana  es  como  decirle  jeroíolimitana  ó  mujer  de 
Jerusalen,  como  llamamos  romana  á  la  mujer  de  Roma,  '■ 
y  esto  porque  Jerusalen  antiguamente  se  llamó  Salen, 
como  la  Escritura  la  llama  donde  dice :  Melchisedech  rex 
Salem;  y  David  la  llama  también  ansi  en  el  salmo  76. 
Puesá  este  ruego  de  las  demás  responde  la  esposa,  y 
dice : 

«¿Qué  miráis  en  la  solimitana  en  coros  de  escuadro- 
nes?» Lo  cual  se  declara  diferentemente.  Algunos  ponen 
demanda  y  respuesta,  de  manera  que  volviéndose  ha- 
cia las  dueñas  que  llaman  con  tanta  instancia  les  diga : 
¿Qué  es  lo  que  queréis  en  mí?  Responden  ellas:  Mira- 
mos en  tí  un  coro  de  escuadrones,  esto  es,  una  cosa  de 
tan  buen  parecer  y  tan  poderosa  para  vencer  á  los  que 
te  miran  y  sujetarlos  á  tu  mandado,  como  lo  es  un  es- 
cuadrón puesto  en  concierto  y  ordenanza.  Lo  que  tengo 
por  mas  acertado,  es  hacer  todo  una  cláusula  y  una  sen- 
tencia ,  en  que  diga  á  la  esposa  de  esta  manera :  Como 
me  llamaron,  volvíme  hacia  ellas,  las  cuales,  por  mirar- 
me mejor,  divididas  de  la  una  parte  y  la  otra,  se  pusie- 
ron en  dos  hileras  como  en  coros ;  yo  entonces  díjeles : 
¿  A  qué  me  miráis  así,  puestas  unas  de  una  banda  y  otras 
de  otra,  como  escuadrón  que  está  puesto  por  sus  hile- 
ras? De  arte  que  se  presupone  que  se  volvió  á  ellas,  y 
que  se  dividieron  en  dos  partes  para  vella  mejor.  Y  llá- 
malas escuadrón  porque  eran  muchas ,  y  coro  por  es- 
tar así  dividida^.  Lo  que  cuenta  habelles  respondido, 
se  cuenta  en  el  capítulo  que  se  sigue,  que  es  la  mayor 
parte  de  él. 

CAPÍTULO  VIL 


i  ¿Qué  miráis  en  la  Soliniiíana ,  sino  coros  de  escua- 
drones? ¡Cuiíii  lindos  son  tus  pasos  con  el  cal/ado,  lu- 
ja del  Principe!  los  cercos  de  tus  muslos  como  ujorcas  la- 
bradas de  mano  de  maestro. 

2  Tu  ombligo  como  taza  de  luna  que  está  vacía.  Tu 
vientre  como  montón  de  trigo  cercado  de  violetas. 

3  Los  dos  pechos  tuvos  como  dos  cabritos  mellizos  de 
una  cabra. 

4  El  tu  cuello  como  torre  de  marfiL  Tus  ojos  como  es- 
tanques de  Esebon,  junto  á  la  puerta  de  Barrabiii.  Tu 
nariz  como  la  torre  del  Líbano,  que  mira  frontera  de  Da- 
masco. 

5  La  cabeza  tuya  sobre  tí  como  el  Carmelo;  la  madeja 
de  tu  cabesa  como  la  púrpura,  el  rey  alado  en  las  ca- 
nales. 

6  ¡Cuánto  te  alindaste!  cuánto  te  enmelaste,  amada, 
en  los  deleites! 

7  Esta  tu  disposición  semejante  es  á  la  palma,  y  tus 
pechos  á  ios  racimos. 

8  bijc  :  Yo  subiré  á  la  palma  y  asiré  sus  racimos,  y 
serán  tus  pechos  como  los  racimos  de  la  vid,  y  el  aliento 
de  tii  boca  como  el  olor  de  los  manzanos. 

9  El  lu  paladar,  como  vino  i)Ucno  que  va  á  mi  amado  ú 
las  derechas,  hace  ha!)lar  con  labios  de  dormieutes. 

tO  Yo  soy  de  mi  amarlo,  y  su  deseo  á  mi, 
il  Vén,  amado  mió,  salgamos  al  campo,  moremos  en 
Ijs  granjas. 

i2  Levantémonos  de  mañana  6  las  viñas,  veamos  si  flo- 
rece la  vid,  si  se  desfMibre  la  menuda  uva,  si  brotan  los 
granados;  allí  le  daré  mis  amores. 

10  Las  mandragoras  si  dan  olor;  que  todos  los  dulces 
frutos,  asi  los  nuevos  como  los  viejos,  amado  mió,  los   ¡ 
guarde  para  tí. 


LUIS  DE  LEÓN, 


COMENTO. 


«¿Oué  miráis  en  la  solimitana,  etc.?»  Véase  su  ex- 
plicación á  fines  del  capítulo  antecedente, 

«Cuan  lindos  son  tus  pasos.»  Prosigue  en  su  cuen- 
to la  esposa,  y  dice  á  su  esposo  que  ,  como  las  dueñas 
se  llegaron  á  que  se  detuviese  un  poco ,  que  volvió  á 
ellas ;  y  ella  por  su  ruego  les  volvió  la  cara,  preguntán- 
doles qué  era  lo  que  de  ella  querían ,  y  la  causa  por 
qué  la  miraban  asi.  Ellas,  como  dando  razón  de  la 
justa  demanda  y  de  su  ardiente  deseo,  que  respondien- 
do, comenzaron  á  loar  con  gran  particularidad  y  enca- 
recimiento su  gracia  y  gentileza,  refiriendo  todas  sus 
perfecciones  por  menudo,  desde  la  mayor  hasta  la 
menor.  Lo  cual  debe  responder  á  la  admiración  de  la 
hermosura  que  pusieron,  y  los  loores  que  la  gente  del 
pueblo  le  dio  cuando,  viniendo  de  Egipto,  entró  en  Je- 
rusalen la  primera  vez.  Pues  comienza  de  los  pies, 
cuya  ligereza  y  presteza  acaba  de  ver  entonces,  y  va 
hasta  la  cabeza,  por  ir  á  lo  mayor  de  lo  menor,  que  es 
galana  manera  de  loar ;  y  asi  dice  : 

«¡Cuan  lindos  son  tus  pies  en  tu  calzado,  hija  de 
príncipe ! »  Loan  el  buen  aire  y  movimiento  del  pié  bien 
hecho  y  calzado  justo,  y  que  venia  como  nacido  á  la 
esposa.  Y  dicho  en  forma  de  admiración ,  quiere  decir 
que  eran  extremadamente  bellos,  y  no  así  como  quie- 
ra, «hija  del  Príncipe,»  es  decir,  princesa;  que,  demás 
de  convenirle  por  su  linaje  y  estado,  es  nombre  que  en 
común  uso  se  da  á  todos  los  que  loamos  de  alguna  ex- 
celencia. Demás  de  esto,  se  ha  de  advertir  que  en  este 
lugar  la  palabra  hebrea  no  es  lUelech  ,  con  la  cual  so 
suelen  nombrar  los  reyes  comunmente,  sino  es  Nadib; 
lo  cual  los  setenta  intérpretes,  no  sin  misterio,  en  su 
traducion  la  dejaron  así  sin  trasladalla.  Nadib  pro- 
piamente quiere  decir  generoso  de  corazón  y  liberal; 
y  como  nosotros  en  la  lengua  española  al  principe  llama- 
mos príncipe,  porque  de  hecho  es  principal  entre  los 
demás,  como  lo  suena  la  voz ;  entre  los  hebreos  se  llama 
Nadib,  que  es  decir,  el  noble,  el  liberal ,  el  de  cora- 
zón generoso,  porque  estas  son  propias  virtudes  del 
príncipe,  en  que  se  ha  de  señalar  entre  todos;  pues 
según  el  origen  de  la  palabra  hebrea  y  según  su  so- 
nido, es  aquí  la  esposa  hija  del  noble,  del  generoso. 
Y  juntando  á  estoser  uso  muy  recibido  en  aquella  len- 
gua que  cuando  quiere  dar  alguna  virlud  ó  vicio  ,  lo 
llama  hijo  de  ella ,  como  es  por  pacifico  hijo  de  paz,  é 
hijo  de  guerra  por  16  belicoso;  asi,  según  esto,  ser  la 
esposa  hija  de  franco  y  generoso,  es  decir  que  lo  es 
ella;  y  llámanla  noble  y  gallarda  de  corazón ,  y  así,  di- 
rá la  letra  :  «  ¡Cuan  lindos  son  tus  pasos!  Cuan  gen- 
tiles tus  pies!»  ¡Con  qué  gracia  los  meneas,  la  del  co- 
razón gallardo  y  generoso!  Como  si  dijese  que  en  el 
gentil  meneo  de  su  cuerpo  mostraba  bien  la  genero- 
sidad y  gallardía  de  su  corazón,  porque  esta  virtud 
mas  que  ninguna  otra  se  descubre  en  el  movimiento 
y  aire  do  todo  el  cuerpo.  En  la  verdad  del  espírilu 
tiene  gran  misterio  y  gran  verdad  en  llamar  á  todos 
los  justos  y  á  la  Iglesia  hija  del  noble  y  del  franco, 
porque  son  hijos  de  Dios,  no  por  haber  nacido  así  ni' 
por  merecello  por  sus  obras,  sino  por  sola  la  fran- 
queza y  liberalidad  de  Dio¿;  que  puerto  caso  que  el 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


tl^ 


juslo  que  es  ya  justo  y  liijo  merece  mucho  mas  con 
Dios,  mas  eslo,  que  es  ser  hijo,  ninguno  lo  mereció  por 
sí ,  y  Cristo ,  derramando  su  sangre  liberalmenle  por 
nosotros  y  haciéndonos  gracia  de  ella,  lo  alcanzó  pa- 
ra todos. 

«  Sigúese :  El  cerco  de  tus  muslos  como  ajorcas  muy 
bien  labradas  de  mano  de  maestro.»  Y  esto  dice  por 
la  espesura  y  macicez  de  las  piernas ,  que  no  son  Ho- 
jas, sino  rollizas  y  bien  hechas  y  redondas  ,  en  tal  ma- 
nera ,  que  si  hiciese  un  arlifice  una  ajorca  ó  collar  de 
muy  perfecta  redondez  y  se  lo  ciñese  á  las  piernas, 
vendría  muy  justo  y  se  hincharla  toda  la  carne  de 
ellas.  Donde  decimos  cerco  ó  redondez  algunos  entien- 
den conjunturas  y  artejos  ó  goznes  de  las  rodillas  donde 
juega  el  muslo;  y  así,  trasladan  :  «El  juego  de  tu  mus- 
lo, etc. »  No  quiere  decir  mas  que  lo  que  suena,  que 
es  la  redondez  de  los  muslos  y  el  cuerpo  de  ellos,  que 
es  una  maciza  y  rolliza  hermosura  y  de  muy  gentil 
proporción  ;  lo  cual  pusieron  los  setenta  intérpretes 
con  mucha  propiedad  y  significación  ,  diciendo  en 
griego  :  fíytmoi  ton  morion;  porque  ry tinos  es  toda 
buena  proporción  y  compostura  de  partes  entre  sí. 
Bien  se  descubre  sobre  los  vestidos  el  grueso  y  buen 
talle  de  los  muslos,  mayormente  cuando  se  va  de  pri- 
sa y  contra  el  aire.  Mas  lo  que  se  sigue ,  no  sé  cómo  las 
compañeras  de  la  esposa  ni  de  dónde  lo  pudieron  adi- 
vinar. Dicen  : 

(( El  tu  ombligo  como  taza  de  luna  que  no  está  va- 
cia. »  Vaso  de  luna  ,  es  decir,  hechura  de  luna ,  esto 
63,  perfectamente  redondo.  Mixtura  entiéndese  de 
vino  mezclado  con  agua  y  templado ;  quiere  decir  :  So- 
bre estas  dos  hermosas  columnas  de  tus  piernas  se 
asienta  el  edificio  de  tu  persona.  La  primera  parte  de 
él  es  el  ombligo  y  vienire  tuyo ,  el  cual  está  muy  her- 
mosamente proporcionado,  porque  no  parece  sino  una 
taza  tan  redonda  como  la  luna ,  y  que  esta  taza  está 
siempre  llena  de  mixtura,  que  es  vino  aguado  para 
beber;  así,  ni  mas  ni  menos,  es  el  tu  vientre  redondo 
y  bien  hecho,  ni  flojo  ni  flaco,  sino  lleno  de  virtud ,  que 
nunca  le  falta,  y  para  mas  declarar  esta  loa  del  vien- 
tre torna  á  decir : 

«  Tu  vienire  como  montón  de  trigo  rodeado  de  vio- 
letas;» y  es  muy  gentil  apodo  este,  porque  el  montón 
de  trigo  está  por  todas  partes  redondo  y  igual  en  re- 
dondez ,  que  en  ninguna  parte  de  él  hay  hoyo  ni  seno 
alguno,  porque  luego  los  granos  lo  hinchen;  y  así, 
dice  ser  de  todas  partes  lleno  y  levantado  el  vientre 
de  la  esposa.  Por  el  ombligo,  como  por  parte,  entien- 
do el  vientre  que  Aristóteles  y  Galeno  llaman  inferior, 
que  es  así  redondo;  la  pane  mas  alta,  que  toca  en  el 
estómago  y  se  avecina  del  pecho,  es  de  quien  dice: 
Tu  vienire  como  montón  de  trigo  cercado  de  violetas; 
que  es  añadir  hermosura  á  hermosura.  Suben  del  vien- 
tre á  los  pechos ,  viniendo  por  su  orden  en  la  fábrica 
del  cuerpo,  y  dicen  : 

<(  Tus  dos  tetas  como  dos  cabritos  mellizos  de  una 
cabra.))  Ya  dijimos  arriba  sobre  esta  comparación. 
Sobre  los  pechos  se  levanta  el  cuello ;  y  así  añaden : 

«El  tu  cuello  como  torre  de  raarfd ,»  que  es  llamarle 
alto,  blanco,  liso  y  bien  sacado,  que  es  todo  lo  bueno 
que  ha  de  tener  el  cuello  para  ser  hermoso.  La  Igle- 


sia, como  lo  enseña  el  Apóstol,  es  como  un  cuerpo, 
cuya  cabeza  es  Cristo,  en  la  cual  la  diferencia  de  los 
estados  y  vidas  hacen  lo  mismo  que  los  diferentes  miem- 
bros en  el  verdadero  cuerpo.  El  cuello  por  donde  se 
recibe  el  aliento  y  se  despide  la  palabra,  son  en  la 
Iglesia  los  predicadores ,  que  reciben  el  aliento  del  Es- 
píritu Santo ,  y  lo  comunican  por  palabras  á  los  de- 
más; pues  los  tales  han  de  ser  como  torre  de  marfil, 
estoes,  firmes,  blancos  y  sin  mancha  ni  engaño  en 
su  doctrina ;  que  ni  dejen  por  temor  decir  rasamente 
lo  que  deben,  ni  escurezcan  con  afectados  colores,  con 
palabras  enderezadas  á  solo  el  gusto  de  los  oyentes  la 
sencillez  y  pureza  de  la  santa  doctrina  y  verdad  no  ar- 
tificiosa del  Evangelio.  Dicen  mas  : 

«  Los  tus  ojos  estanques  de  Esebon  junto  á  la  puer- 
ta de  Barrabin. »  Vese  en  esto  que  los  ojos  de  la  espo- 
sa eran  grandes,  redondos  y  bien  rasgados,  llenos  de 
sosiego  y  resplandor;  que  todas  estas  propiedades  se 
muestran  en  un  estanque  lleno  de  agua  clara  y  sose- 
gada. Esebon  es  una  ciudad  fresca  de  Israel,  la  cual 
ganaron  los  hebreos  á  Seon ,  rey  de  los  amorreos  (nú- 
meros 21);  y  estos  estanques  que  aquí  dice  la  letra 
están  junto  á  una  puerta  de  la  dicha  ciudad  que  se 
llama  Barrabin ,  que  quiere  decir  hija  de  muchedum- 
bre ;  y  llamábase  así  porque  en  entrando  por  ella  es- 
taba luogo  una  plaza  grande  y  capaz  de  mucha  gente, 
que,  según  parece  de  muchos  lugares  de  la  Escritura, 
antiguamente  las  plazas  y  las  casas  de  consistorio,  ago- 
ra están  en  medio  de  la  ciudad,  y  entonces  junto  á  las 
puertas  de  ella;  y  como  era  grande  y  capaz ,  su  nom- 
bre de  la  plaza  era  Barrabin ,  que  es  hija  de  muche- 
dumbre ,  porque  los  hebreos  en  su  uso  y  manera  de 
hablar  se  sirven  del  nombre  de  hijo  para  diversas  co- 
sas, como  para  decir  muy  sabio,  dicen  hijo  de  sabidu- 
ría, y  por  muy  malo,  hijo  de  maldad.  Dicen  luego,  loan- 
do lo  demás  : 

«El  bulto  de  la  nariz  como  la  torre  del  Líbano.»  San 
Jerónimo  y  todos  los  demás  declaran  ó  trasladan  aquí 
tu  nariz,  y  la  palabra  hebrea,  que  es  aph,  recibe  el  uno 
y  el  otro  sentido,  y  quiere  decir  nariz ,  y  también  to- 
da la  cara  y  vulto,  y  lo  que  en  español  llamamos  fa- 
ces ;  y  de  estas  dos  cosas  parece  mejor  entendamos  en 
este  lugar  la  postrera  de  ellas;  porque  comparar  la  na- 
riz á  la  torre,  no  sé  si  es  cosa  muy  conveniente;  y 
es  lo  mucho  si  la  comparación  se  hace  al  semblante 
de  la  esposa,  levantado  y  hermoso  y  lleno  de  majestad 
y  gallardía.  Si  entendemos  la  nariz ,  diremos  así  :  La 
tu  nariz  es  semejante  á  la  torre  de  Líbano,  que  mira 
hacia  Damasco,  la  cual  torre  estaba  puesta  en  aquel 
monte  tan  nombrado  y  celebrado  {Isaías,  cap.  7)  por 
sus  frescuras ,  y  era  muy  fuerte ,  porque  servia  de  ata- 
laya en  las  fronteras  de  Damasco,  que  era  cabeza  de 
Siria.  Así  dice  :  Está  tu  nariz  hermosa  y  bien  hecha, 
que  se  levanta  fuera  del  graciosísimo  rostro  como  aque- 
lla hermosa  y  fuerte  torre  que  está  asentada  sobre  el 
fresco  monte  del  Líbano  y  se  levanta  sobre  él. 

«Tu  cabeza  sobre  tí  como  el  Carmelo.»  La  última 
parte  de  la  persona  es  la  cabeza,  considerando  desde  lo3 
pies ;  y  llamamos  en  este  lugar  cabeza  al  casco  de  ella, 
donde  nacen  los  cabellos ,  y  por  esto  la  letra  dice :  La 
lu  cabeza,  que  está  sobre  tí;  que  es  decir :  Lo  úlliíao  de 


276  OBRAS  DE  FRAY 

tu  cabeza  es  tan  hermoso  y  tan  gentil  como  el  monte 
Carmelo ,  que  es  un  monte  muy  alto  en  la  tierra  de 
Israel ,  bien  celebrado  en  la  Escritura  por  haber  esta- 
da en  él  muchas  veces  Elias  y  Elíseo,  profetas.  Y  para 
denotar  cuan  gentil  y  cuan  dispuesta  es  esta  esposa, 
le  dice  que  su  cabeza  sobrepuja  á  las  otras ,  como  la 
cumbre  del  monte  Carmelo  á  los  otros  montes.  La  pa- 
labra hebrea,  según  aparece  en  su  original ,  significa 
tres  cosas  diferentes :  espiga  llena ,  grano ,  y  el  monte 
sobredicho;  y  así,  los  doctores  trasladan  diferente- 
mente este  lugar.  Y  aunque  en  cualquiera  sentido  tiene 
propiedad  la  comparación ,  pero  el  que  habemos  dicho 
es  el  mejor  y  el  mas  recibido.  Añade  luego  : 

«  La  madeja  de  tu  cabeza  como  púrpura ,  el  rey 
atado  en  las  regueras.»  Este  es  lugar  obscuro  y  dificul- 
toso en  sí ,  y  por  la  variedad  de  los  que  lo  trasladan  y 
declaran.  En  el  hebreo  quiere  decir  maderas  ó  tablas 
delgadas  y  pequeñas ;  y  de  aquí  significa  la  techumbre 
de  algún  edificio  hecho  de  artesones,  obra  morisca, 
compuesta  de  muchas  piezas  pequeñas.  También  quiere 
decir  canales  de  madera  largas  y  estrechas  por  donde 
suelen  guiar  el  agua,  y  según  esta  diferencia,  trasladan 
los  unos  y  los  otros  muy  diferentemente ;  los  primeros 
leen  de  esta  manera  :  Tus  cabellos  como  la  púrpura  ó 
carmesí  del  Rey,  asida  de  los  maderos  ó  artesones ;  que 
es  decir  que  sus  cabellos  de  la  esposa  en  su  lindeza  y 
hermosura  son  semejantes  á  las  flocaduras  de  seda  y 
de  carmesí  de  los  doseles  y  de  la  tapicería  real ,  que  es- 
tá colgada  del  techo  y  artesones  de  la  casa ;  otros  leen 
de  esta  manera :  Son  como  la  púrpura  real  puesta  en 
los  canales;  y  entienden  por  esto  los  vasos  donde  me- 
ten los  tintoreros  la  seda  ó  grana  cuando  la  tiñen ;  y  por- 
que entonces ,  como  mas  nueva ,  así  estará  mas  lucida 
y  de  mejor  lustre. 

Si  se  mira  y  guarda  la  propiedad  de  la  letra  hebrea, 
ni  los  unos  ni  los  otros  dicen  bien ;  porque  se  ha  de  leer 
así :  «Los  cabellos  de  sobre  tu  cabeza  como  púrpura;» 
y  aquí  se  ha  de  hacer  punto.  Y  añade  luego:  «El  Rey 
asido  y  preso  á  las  canales ;  n  que  es  decir,  colgado  de 
los  mismos  cabellos  por  amor  y  afición;  los  cuales  se  sig- 
nifican aquí  debajo  de  este  nombre  de  canales,  porque 
en  ellas  el  agua  cuando  corre  se  va  encrespando  y  ha- 
ciendo unos  altos  y  bajos  muy  semejantes  á  los  largos 
y  hermoíos  cabellos,  que  sueltos  sobre  los  ojos,  con  el 
movimiento  de  la  persona  se  hondean  y  toman  nuevos 
y  diferentes  lustres,  y  hacen  unas  como  aguas  muy  gra- 
ciosas. Y  esta  letra,  á  mas  de  ser  la  mas  propia, encare- 
ce mejor  que  otraningunala  Iiermosura  de  los  cabellos, 
que  aquisepretendeloar;  porque,  demás  de  dccirqueson 
lindos  y  vistososcomo  púrpura,  quecsdccir  mucho,  como 
luego  declararemos,  dice  que  son  un  Jazo  y  como  una 
cadena  en  que  por  su  incstimahlc  belleza  está  preso  el 
Rey,  esto  es,  Salomón,  su  esposo.  Pues  siguiendo  esta 
letra,  para  mejor  entendimiento  de  la  comparación ,  es 
de  advertir  que  la  púrpura  antigua,  de  la  cual  agora 
no  tenemos  uso,  tenia  dos  cosas:  que  era  finamente 
bermeja,  y  relucía  desde  lejos  como  el  carmesí  que  los 
plateros  dan  sobre  oro  y  plata.  Conforme  á  esto,  aseme- 
jan aquellas  dueñas  el  cabello  de  la  esposa  á  la  púrpu- 
ra, porque  debían  ser  castaños ;  que  aunf|ue  no  sea 
perfecto  rojo,  tira  mas  úello  que  ú  otro  color;  y  porque 


LUIS  DE  LEÓN. 

en  las  tierras  calientes,  como  son  las  de  Asia,  no  se  esli- 
ma el  cabello  rubio,  antes  á  los  hombres  está  muy  bien 
el  negro,  y  á  las  mujeres  negro  ó  alheñado,  como  ellas 
lo  suelen  criar,  y  hoy  en  día  lo  usan  las  moriscas.  Por 
eso  las  alaba  aquí  de  aquel  color,  y  mas  por  el  resplan- 
dor que  daban  de  sí,  y  en  esto  eran  muy  semejantes  á 
la  púrpura;  porque  vemos  en  el  color  castaño  y  otros 
que  se  le  parecen,  cuando  relucen  son  sus  luces  rojas; 
así  como  las  luces  del  amarillo  tiran  á  blanco  y  las  del 
verde  á  negro.  Pues  dícenle  aquí  á  la  esposa  que  sus  ca- 
bellos son  rojos  un  poco  y  relucientes  como  la  púrpura, 
y  que  son  crespos  y  hondeados  como  canales  ó  regueras 
adonde  el  agua  va  dando  vueltas.  Y  usan  luego  de  un 
parlar  común  á  los  enamorados  diciéndole :  «Y  en  estas 
vueltas  de  tus  cabellos  tienes  tú  atado  y  preso  al  Rey 
esposo  y  enamorado  tuyo.  Délos  cabellos  hace  amor  la 
cuerda  con  que  los  liga,  que  es  una  muy  regalada  y  muy 
graciosa  y  amorosa  loa;  y  concluye  diciendo  : 

«¡Cuánto  te  alindaste,  cuánto  te  enmelaste,  amada, 
en  los  deleites!»  Esta  es  una  cláusula  sentenciosa,  que 
remata  todo  lo  sobredicho,  que  los  retóricos  llaman 
epifonema,  y  va  mezclada  con  una  grande  admiración, 
como  es  natural,  después  de  haber  visto  y  desmenuzado 
por  palabras  alguna  muy  buena  cosa,  ronqier  el  ánimo 
del  que  lo  ve  y  trata  en  otro  tanto  espanto  y  admira- 
ción; pues  dicen  aquellas  dueñas:  «¿Para  qué  es  ir 
particularizando  tus  gracias,  pues  es  cosa  que  saca  de 
juicio  ver  cuánto  seas  graciosa  en  indas  tus  cosas,  tus 
dichos,  tus  obras,  dulce,  alindada  y  deleitosa,  pues 
eres  el  extremo  de  la  dulzura  y  lindeza?  Y  así  fué  re- 
mate de  lo  pasado  el  decir  esto,  que  dio  nuevo  principio 
alo  poco  que  ya  restaba  de  decir;  y  así  añaden:  «Es  tu 
disposición,»  esto  es,  tu  gallardía  y  bien  sacada  esta- 
tura, «semejante  á  la  palma ;»  que  es  árbol  alto,  dere- 
cho y  hermoso:  «Y  tus  pechos  á  los  racimos.»  liase  de 
entender  de  alguna  vid  ó  parra  cercada  á  la  palma  y 
abrazada  con  ella,  ó  que  trepa  por  el  tronco  arriba, 
dando  vueltas  y  encaramándose  con  sus  sarmientos; 
que  así  como  los  tales  racimos  cuelgan  y  están  asidos 
á  la  palma,  así  los  dos  pechos  tuyos  se  hacen  afuera, 
y  muestran  estar  colgados  de  tu  gentil  estatura.  Porque 
es  natural  de  la  belleza  acodiciar  así  cualquiera  que  la 
conoce;  y  porque  es  común  uso  de  las  mujeres,  cuan- 
do cuentan  de  alguna  otra  hermosa  ó  graciosa  que  les 
agrada  mucho,  decir  :  Ya  tal  y  tan  linda,  que  quisiera 
llegarme  áella  y  dalla  mil  abrazos  y  mil  besos.  Siguien- 
ilo  y  imitando  Salomón  á  este  alecto,  añade  con  singu- 
lar gracia  y  propiedad  las  palabras  que  se  siguen : 

«Dije  :  Yo  subiré  á  la  palma  y  asiré  sus  racimos,  y 
serán  tus  pechos  como  los  racimos  de  la  vid ,  el  aliento 
de  tu  boca  como  el  olor  de  las  manzanas ,  y  el  tu  pa- 
ladar como  el  vino  bueno,  que  va  á  mi  amor  á  las  de- 
rechas, que  hace  hablar  los  labios  de  dormientes.»  Son 
palabras  que  cada  una  de  las  dueñas  dice  por  sí,  en  que 
muestran  por  galana  manera  la  coihcia  y  afición  da  go- 
zaba que  ponia  la  esposa  con  su  hermosura  en  ellas, 
y  en  todas  las  que  la  veían ;  que  es  decir :  «Tan  dis- 
puesta y  linda  eres  como  una  palma;  ¡ay  quién  subie- 
se á  ella  hasta  asirse  de  los  sus  racimos  altos!»  Dije; 
esloes,  á  mí  y  á  cuantos  te  ven  encendidos  en  tu  be- 
lleza UO»  dice  el  deseo  y  el  corazón:  «¡Quién  te  alean- 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


277 


zase  y  gozase  así,  que  pueda  llegarse  á  tí ,  y  recreándo- 
se en  tus  brazos  y  dándote  mil  besos ,  coger  el  fruto 
de  tu  boca  y  pechos!»  Y  así  dice:  «Y  serian;»  esto  es, 
y  son;  pone  el  tiempo  pasado  por  el  presente;  pues  «y 
son  tus  pechos  como  racimos  de  vid»,  que  es  fresco, 
oloroso  y  apiñado,  de  gracioso  y  mediano  bulto;  a  y  el 
olor  de  tu  boca  como  olor  de  manzanas  ,»  que  es  olor 
por  extremo  suave  y  apacible.  O  hagamos  de  todo  esto 
una  razojí  trabada  y  continuada  que  diga  de  esta  manera: 
«Linda  eres  como  una  palma,  ¡ay!  quiero  llegarme  á 
ella,  asiréme  de  los  sus  ramos  altos,  ysubiréme  bástala 
cumbre,  y  seránme  los  tus  pechos  como  racimos  de  vid ; 
alegrarme  he  y  deleitarme  be  con  ellos,  tratándolos  co- 
mo unos  frescos  y  apiñados  racimos  de  uvas ;  cogeré 
el  aliento  de  tu  boca,  mas  olorosa  que  manzanas;  gusta- 
ré del  gusto  de  tu  lengua  y  paladar,  que  en  el  deleitar, 
alegrar,  embriagar  con  dulzura  y  afición,  vence  al  que 
el  vino  mejor  y  mas  gustoso  da  á  tu  amado  cuando 
mas  sabor  halla  en  él  y  mas  dulce  lo  siento;  que  bebe 
tanto  del ,  que  después  parla  temblando  los  labios  y 
desconcertadamente,  como  si  estuviese  durmiendo;;) 
que  decir  eslo  así  es  llegar  hasta  el  cabo  de  todo  lo 
que  puede  y  suele  decir  un  deseo  semejante;  y  esta  es 
la  sentencia.  En  las  palabras  donde  se  compara  el  pala- 
dar al  vino  hay  alguna  escuridad,  porque  dice  así: 

«El  tu  paladar,  como  vino  bueno  que  va  á  mi  amigo 
á  las  derechas,  hace  hablar  con  labios  de  dormientes.» 
((Que  va ;»  es  decir,  cual  es  el  que  escoge  ó  bebe  el  mi 
amigo ;  que  es  como  decir  en  español  mi  vecino  ó  Hu- 
laño  (a),  palabra  que  no  determina  alguna  cosa  ó  per- 
sona cierta,  y  confusamen'e  las  siqnifica  todas.  Dice: 
«Que  va  alas  derechas,»  y  la  palabra  hebrea ,  que  es  le- 
mesarim,  que  quiere  decir  derechas,  se  puede  enten- 
der de  dos  maneras :  la  una  es  decir  que  se  bobe  á  las 
derechas  ó  derechamente;  esto  es,  que  contenta  y  da 
gusto,  y  debidamente  y  con  razón,  por  su  bondad  y  ex- 
celencia; la  otra  es,  que  ir  el  vino  á  las  derechas  sea 
irse  y  entrarse,  como  decimos,  de  rondón,  dulce  y  sua- 
vemente por  la  garganta,  y  de  allí  al  cuerpo.  Esla  es 
forma  de  hablar  usada  en  aquella  tierra,  que  responde 
y  significa  lo  que  podemos  y  solemos  entender  en  la 
nuestra  cuando,  hablando  del  vino,  que  es  bueno  en  el 
gusto,  y  hace  después  de  bebido  sus  obras,  decimos  que 
se  cuela  sin  sentir.  De  esta  manera  de  decir  en  el  mis- 
mo propósito  usa  Salomón  en  el  capítulo  23  de  los  Prover- 
bios, diciendo  :  «No  miréis  el  vino  cuando  se  torna  ro- 
jo y  toma  su  color  y  va  á  las  derechas;»  como  si  dije- 
se :  Y  se  cuela  sin  sentir  dulcemente;  y  con  esto  con- 
cierta bien  lo  que  se  sigue:  «Y  hace  hablar  los  labios 
de  los  dormientes;»  esto  es  como  si  dijese  que,  como 
se  óuela  dulcemente  y  hace  hablar  después  desconcer- 
tadamente, como  suelen  hablar  los  que  están  vencidos 
del  sueño ,  que  es  propiedad  del  bueno  y  suave,  que  se 
bebe  como  si  fuese  agua,  y  puesto  después  en  la  cabe- 
za y  hecho  señor  de  ella  y  del  corazón ,  traba  la  lengua 
y  media  las  palabras  y  muda  las  letras,  y  muda  todo  el 
orden  de  buena  pronunciación. 

«Yo  soya  mi  amado,  y  su  deseo  á  mí.»  Estas  palabras 
dice  de  sí  la  esposa  propiamente;  de  arte  que  habiendo 
relatado  al  esposo  las  cosas  que  en  su  loor  las  compa- 
(a)  Fulano. 


ñeras  le  dijeron,  vuélvese  á  él  agora  y  dícele  lo  que  en- 
tonces le  respondió,  lo  que  agora  está  bien  decirle; 
que  es  como  si  dijera :  Sea  hermosa  ó  linda  cual  os  pa- 
rezco, no  me  entrometo  en  eso ;  esto  sé :  que  tal  cual  soy, 
soy  toda  de  mi  amado,  y  él  no  desea  ni  ama  otra  cosa 
mas  que  á  mí ;  que  son  palabras  que  por  la  coyuntura 
en  que  so  dicen,  esto  es,  cuando  parece  que  por  ser  tan 
soberanamente  loada  se  pudiera  desvanecer  algún  tan- 
to, y  volviendo  sobre  sí,  amarse  demasiadamente,  y  juz- 
gar que  si  su  esposo  le  amaba,  era  cosa  que  se  le  debía; 
así  que,  por  decirse  en  esta  coyuntura,  muestran  y  en- 
carecen el  excesivo  «mor  que  tenia  á  su  esposo,  por  el 
cual  siendo  asi  loada ,  de  ninguna  cosa  se  acordó  pri- 
mero que  de  su  esposo ;  como  diciendo :  Eso,  y  mas  bien 
que  hubiera  en  mí,todoesdemiamado,  todo  se  ledebe, 
y  todo  lo  quiero  yo  para  él  y  lo  tengo  de  él ,  y  no  hay 
que  tratar  de  que  yo  quiera  á  otro,  ni  qae  piense  nadie 
de  gozar  de  mí ,  ni  lo  diga ;  que  yo  toda  soy  y  seré  de  mi 
amado,  y  él  es  mío,  y  el  que  bien  me  quisiere,  quiere  á 
él  bien,  que  yo  no  soy  mas  de  lo  que  él  quiere  que  sea. 
Esto  es  según  la  letra;  que  según  el  entendimiento  cu- 
biertodel  espíritu,  es  el  humilde  reconocimiento  que  el 
alma  santa  tiene  de  que  cuanto  liien  y  cuanta  riqueza 
posee  es  por  Dios  y  para  Dios ;  y  así  dice  :  Yo,  si  soy 
algo,  por  beneficio  de  mi  amado  lo  soy,  y  el  su  deseo  y 
amor  que  me  tiene  es- lo  que  me  hermosea  y  enriquece. 

«Yo  soy  á  mi  amado,  y  su  deseo  á  mi. »  Tres  condi- 
ciones y  diferencias  entendemos  en  el  amor  de  dos  per- 
sonas: una,  cuando  fingen  quererse  bien,  y  no  se  quie- 
ren, y  viven  engañándose  el  uno  al  otro  con  palabras  y 
demostraciones  amorosas;  otra,  cuando  una  délas  par- 
tes ama  con  verdad,  y  la  parte  amada  muestra  querer- 
le responder ,  mas  de  hecho  no  le  responde ;  la  otra, 
cuando  quieren  y  son  queridos  por  igual  grado  y  medi- 
da. De  los  primeros  no  hay  que  tratar,  porque  no 
es  amor  el  suyo,  sino  fingimiento  y  embuste,  y  cual 
hacen,  así  lo  pagan;  y  aunque  entrambos  hagan  mal  y 
profanen  la  virtud,  verdad  y  santidad  del  amor,  cuyo 
nombre  usurpan  y  cuyas  propiedades  remedan  estan- 
do tan  lejos  de  sus  obras,  pero  ninguno  agravia  al  otro, 
ni  tiene  de  qué  quejarse  de  su  compañero,  porque  en 
fingir  entre  sí  y  mentirse,  ambos  corren  parejas. 

El  segundo  estado,  donde  el  que  ama  no  es  amado, 
es  estado  de  amor;  pero  es  estado  infeliz  y  trabajoso 
mas  que  ningún  otro  de  cuantos  hay  bajo  del  cielo , 
porque  se  juntan  en  él  culpa  y  pena,  y  son  todos  sus 
males  en  su  mas  subido  grado;  la  pena  padece  el  que 
ama ,  y  la  culpa  se  comete  de  parte  del  que  no  respon- 
de á  su  amado.  Y  entenderse  ha  cuan  grave  sea  cada 
uno  de  estos  males  en  su  razón ,  si  se  advierte,  primero, 
que  el  amar  una  persona  á  otra  no  es  otra  cosa  sino 
hacer  el  que  ama  un  entregamiento  y  una  cesión  de  sí 
y  de  todos  sus  bienes  en  el  que  es  amado,  desposeyén- 
dose de  sí  mismo,  y  poniendo  en  la  posesión  de  esto  y 
de  toda  su  alma  á  la  otra  parte.  Y  que  esto  sea  así  es- 
tá claro ;  porque  el  amor  es  un  aplicarse  y  entregarse 
la  voluntad  á  lo  que  ama;  y  la  voluntad  es  la  señora 
que  manda  y  rige,  y  sola  ella  mueve  y  menea  todo  lo 
que  hay  en  la  casa  del  hombre.  De  do  se  sigue  que 
amar  es  darse  todo,  porque  es  dar  la  voluntad,  que  es 
señora  de  lodo.  Tócase  csla  verdad  con  las  manos 


278  OBRAS  DE  FRAY 

y  con  la  experiencia,  porque  vemos  que  el  que  ama  de  ¡ 
veras  no  vive  en  sí,  sino  en  lo  que  ama;  siempre  pien- 
sa en  ello  y  habla  de  ello,  su  voluntad  es  la  de  su  ama- 
do, sin  saber  querer  olra  cosa  ni  poder  querella;  que  es 
evidente  señal  que  no  es  suyo,  sino  ajeno,  entregado 
ya  al  poder  y  albedrio  de  otro,  que  es  la  regla  y  el  se- 
ñor de  su  querer  y  entender.  Esto  presupuesto,  entién- 
dese, lo  primero,  el  incomparable  mal  y  daño  que  la  par- 
te desamada  padece  de  la  parte  de  su  amado,  porque  se 
ve  desposeída  de  sí  y  entregada  sin  remedio  al  poder 
ajeno,  y  que  el  señor  se  levanta  con  la  entrega  villana- 
mente, sin  hacelie  correspondencia  ó  restitución  algu- 
na. Si  es  pena  á  un  rico  verse  despojado  de  su  honra  ó 
hacienda,  ya  veis  cuál  y  cuánto  mayor  será  la  del  po- 
bre que  se  ve  desposeído  de  lo  uno  y  de  lo  otro,  y  de  sí 
mismo,  que  ve  á  sí  mismo  y  á  todos  sus  bienes  en  el 
poder  ajeno ;  y  si  pena  mas  y  es  causa  de  mayor  sen- 
timiento la  pena  que  viene  sin  culpa,  ¿qué  dolor  senti- 
rá el  que  de  buen  servicio  saca  mal  galardón,  y  el  que 
sembrando  amor,  coge  frutos  de  desden  y  de  aborreci- 
miento? Por  el  contrario,  por  los  mismos  pasos  se  en- 
tiende lo  segundo,  lo  mucho  que  peca,  y  la  gran  feal- 
dad y  vileza  que  cómele  el  que,  siendo  amado,  no  ama, 
ó  no  desengaña  abiertamente  al  triste  amante;  porque 
si  es  culpa  hurtar  la  capa  y  es  pecado  tiznar  la  fama 
ajena ,  ¿qué  será  levantarse  alevosamente  con  la  pose- 
sión de  todo ,  juntamente  de  la  fama ,  de  la  hacienda, 
de  la  vida,  del  alma,  y  finalmente,  de  toda  una  perso- 
na que  nació  libre  y  se  vendió  á  él ,  para  comprar  con 
este  precio  parte  de  su  voluntad?  Este  se  recoge  el  pre- 
cio-y  se  abraza  con  él  y  con  la  mercaduría.  Y  si  la  ver- 
dadera caridad  es  noble  aun  con  los  que  no  conoce,  y 
se  extiende  su  virtud  y  beneficios  aun  hasta  los  mal- 
querientes y  enemigos,  ¿qué  palabras  encarecerán  la 
bajeza  del  que  paga  el  amor  con  desamor,  y  roba  la  li- 
bertad del  que  le  sirve,  y  se  va  riendo  con  ella,  y  triun- 
fa de  su  mayor  amigo,  y  da  en  trueco  y  cambio  de  fir- 
meza y  sencillez  y  claridad  de  buen  amor  un  cuento  ó 
millón  de  engaños  y  de  embustes,  un  favor  Ungido  y  re- 
catado, un  cariciarmuy  disimulado,  un  mofar  y  un  reir 
muy  verdadero  en  volviendo  las  espaldas,  una  muestra 
de  favor  muy  recatado,  un  enfadarse  luego  de  lo  he- 
cho ,  un  agraviarse  de  nonada ,  levantar  en  el  aire  sin 
fundamento  mil  vanidades  de  quejas,  con  otros  melin- 
dres y  niñerías  que  se  callan? 

Así  que,  quien  esto  hace,  por  mas  principal  persona 
y  por  mas  generosa  que  sea  ,  aunque  nadie  se  lo  diga, 
dígaselo  ella  á  sí,  y  condénese  con  testimonio  de  su  con- 
ciencia, (lor  muy  baja  y  soez  y  de  muy  viles  y  torpes 
mañas.  Porque  se  ha  de  entender  que  entre  dos  perso- 
nas (aunque  las  demás  calidades,  ó  que  se  adquieren 
por  ejercicio,  ó  que  vienen  por  caso  de  fortuna ,  ó  que 
se  nace  con  ellas)  puede  haber  y  hay  grandes  y  nota- 
bles diferencias,  pero  unidas  en  caso  de  amor  y  volun- 
tad, porque  esta  es  señora  y  libre;  así  como  en  todo  es 
libre  y  señora,  así  todos  en  ella  son  iguales,  sin  conocer 
ventaja  del  uno  al  otro ,  por  diferentes  estados  y  con- 
diciones que  sean.  Así  que,  mi  voluntad  es  de  tanto  va- 
lor como  la  de  mi  vecino,  cualquiera  que  sea,  y  no  se 
puede  pagar  la  deuda  de  mi  amor  sino  con  oiro  amor 
tan  bueno  y  tan  grande.  Lo  cual  es  tanta  vefílad,  que 


LUIS  DE  LEÓN. 

aun  una  sola  cosa  que  hay,  que  por  el  Incomparable  ex- 
ceso que  nos  hace,  podía  salir  muy  bien  de  esta  cuenta, 
que  es  Dios,  principio  de  todo  bien  y  bien  sin  colmo;  ese 
iguala  con  nosotros  en  este  artículo,  y  da  por  bien  ven- 
cido el  cuanto  de  su  voluntad  por  el  tanto  de  la  nues- 
tra; y  asi  dice  :  «  Yo  amo  á  los  que  me  aman;»  y  en  olra 
parte  :  «El  que  me  ama  á  mí  será  amado  de  mi  Padre.» 
Y  queda  dicho  lo  mucho  que  ofende  el  que  no  le  ama, 
y  el  miserable  mal  que  padece  el  que  no  es  amado,  y  la 
infidelidad  y  gran  copia  de  males  que  se  encierran  en 
este  estado,  que  dijimos  ser  segundo. 

Resta  que  digamos  del  tercero ,  donde  se  entiende 
todo  esto,  porque  ciertamente  es  la  mas  alegre  y  dicho- 
sa vida  que  en  esta  vida  se  vive ,  y  es  muy  semejante 
y  muy  cercano  retrato  del  cielo,  donde  viven  las  llamas 
del  divino  amor,  en  que  amando  y  siendo  amados  los 
bienaventurados,  se  abrasan,  y  es  una  melodía  suaví- 
sima, que  vence  toda  música  artificiosa,  la  consonancia 
de  dos  voluntades  que  amorosamente  se  responden,  por- 
que los  que  aman  como  los  primeros  que  dijimos ,  no 
son  hombres;  y  los  que  aman  como  los  segundos,  son 
ó  desdichados  ó  malos  hombres;  solo  para  estos  terce- 
ros queda  la  buena  dicha  y  la  buena  andanza,  que,  co- 
mo dicen  los  sabios,  consiste  en  tener  el  hombre  todo 
el  bien  que  quiere. 

El  que  ama  y  es  amado,  ni  desea  mas  de  lo  que  ama 
ni  le  falta  nada  de  lo  que  desea.  De  este  bienaventura- 
do amor  gozaba  la  esposa ,  y  por  esto  dijo :  «  Yo  soy  á 
mi  amado ,  y  el  su  deseo  á  mí. »  Y  dicho  esto,  conví- 
dale á  que  se  salga  con  ella  á  vivir  al  campo,  huyendo 
del  estorbo  é  inquietudes  de  las  ciudades,  y  porque  sin 
embarazo  de  nadie  se  gocen  ambos,  y  gocen  de  los  bie- 
nes y  deleites  de  la  vida  del  campo,  que  son  varios  y 
muchos,  y  ella  refiere  algunos ;  y  así  dice  : 

«  Vén ,  amado  mío,  vamonos  al  campo ;  pasemos  las 
noches  en  las  granjas ,  levantémonos  de  mañana  á  ver 
si  florece  la  vid;»  que  todas  son  cosas  de  grande  gusto 
y  recreación.  Pero  lo  que  ella  mas  pretende,  es  poder- 
se gozar  á  solas  y  sin  estorbos  de  gentes,  que  para  los 
que  se  aman  de  veras  es  tormento  á  par  de  muerte;  y 
por  eso  dice  :  «Allí  te  daré  mis  amores,  las  mandra- 
goras si  dan  olor,  que  todos  los  frutos,  así  viejos  como 
nuevos,  guardé  en  mis  puertas  para  tí ;»  como  si  dije- 
se :  Demás  de  estos  gustos  y  pasatiempos  que  tendremos 
en  gozar  del  campo  y  andar  viendo  cómo  florecen  los 
árboles,  nonos  faltarán  buenos  mantenimientos  y  dul- 
ces y  sabrosas  frutas,  asi  de  las  frescas  y  recien  cogidas, 
como  de  las  de  guarda,  que  son  riquezas  de  que  suele 
abundar  la  vida  rústica;  lo  cual  todo  dice,  «yo  te  lo 
guardé  y  aderecé- » 

CAPÍTULO  vm. 

ESl'üSA. 

^  ¿Quién  te  me  dar.í  como  hermano  que  mamases 
los  pechos  (le  mi  madre?  Iluliarle  yo  afuera,  bcsariatc ,  y 
ya  iiíidie  me  despreciarla. 

2  Cogerte  yo  en  la  casa  de  mi  madre  y  en  la  cSmara  de 
la  que  me  parió  ,  y  enseñariasme;  dariate  á  beber  vino 
adobado  y  del  mosto  de  las  granadas  mias. 

3  Su  izquierda  debajo  de  mi  cabeza,  y  su  dereoha  me 
abrazará. 

FSPOSO. 

4  Yo  05  conjuro,  Lijas  de  Jer usalco ,  ¿por  qué  desper- 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


279 


taréis,  por  qué  desasosegaréis  la  amada  hasta   que 
quiera? 

CORO  DE  PASTORES. 

5  ¿Quién  es  esta  que  sube  del  desierto,  llena  de  delei- 
tes, recostada  sobre  su  amado?  Debnjo  del  man/ano  te 
desperté,  allí  te  parió  tu  madre,  alli  estuvo  de  parto  la 
que  te  parió. 

ESPOSO. 

6  Ponme  como  sello  sobre  tu  corazón,  como  sello  sO' 
bre  tu  brazo;  porque  el  amor  es  fuerle  como  la  muerte, 
duros  como  el  inlierno  los  celos,  las  sus  brasas  (sou)  bra- 
sas de  fuego  encendido  vehementísimas. 

7  Muchas  aguas  no  pueden  apagar  el  amor,  ni  los  ríos 
lo  pueden  anegar.  Si  diere  el  hombre  todos  los  haberes 
de  su  casa  por  el  amor,  como  si  no  los  preciase. 

ESPOSA. 

8  Nuestra  hermana  pequeña,  y  no  tiene  tetas;  ¿qué 
haremos  de  nuestra  hermana  cuando  se  hablare  de  ella? 

9  Si  hay  pared ,  edifiquemos  sobre  ella  un  palacio  de 
plata  ;  si  hay  puerta,  fortalecerémosla  con  tablas  de  ce- 
dro. 

10  Yo  soy  muro ,  y  mis  pechos  como  torres;  entonces 
fui  en  sus  ojos  como  aquella  que  halla  paz. 

H  Tuvo  una  viña  Salomón  en  Bahaimon;  entregó  la 
Tina  á  los  guardas,  y  que  cada  uno  traiga  por  el  fruto  de 
ella  mil  monedas  de  plata. 

12  La  viña  mia  que  (e.s)  mia  delante  de  mi,  mil  pnra  ti, 
Salomón,  y  ducientaspara  los  queguardan  su  fruto. 

ESPOSO. 

13  Oh  tú  que  estás  en  el  huerto,  los  compañeros  es- 
cuchan; haz  que  yo  oiga  tu  voz. 

ESPOSA. 

14  Huye,  amado  mío,  y  aseméjate  á  la  cabra  montes  y 
á  ios  ciervecitos  sobre  los  montes  de  los  olores. 

COMENTO. 

«¿Quién  te  me  dará  como  hermano?»  Una  de  las  co- 
sas que  hay  en  el  verdadero  amor  es  el  crecimiento 
suyo,  que  mienlras  mas  de  él  se  goza ,  mas  se  precia  y 
mas  se  desea.  Al  contrario  es  el  amor  falso  y  vil,  que  es 
fastidioso  Y  pone  una  aborrecible  hartura.  Hemos  visto 
bien  los  procesos  de  este  gentil  amor  que  aquí  se  trata; 
como  al  principio  la  esposa ,  careciendo  de  su  esposo, 
deseaba  siquiera  algunos  besos  de  su  boca ,  después  de 
haber  alcanzado  la  presencia  y  regalos  suyos,  deseó  te- 
nerle en  el  campo  consigo ;  y  ya  que  le  tiene  en  el  cam- 
po, gozando  de  él  á  sus  solas,  sin  que  nadie  le  estorba- 
se, desea  agora  tener  mas  licencia  de  nunca  se  apartar 
de  él,  sino  en  el  campo  y  en  el  pueblo  andar  siempre  á 
su  lado,  y  gozar  de  sus  besos  en  todo  lugar  y  tiempo; 
y  para  mostrar  este  deseo  la  esposa,  y  la  manera  con  que 
queria  cumplillo,  comienza  como  en  forma  de  pregun- 
ta, diciendo : 

«  ¿Quién  me  dará?»  La  cual  en  lengua  hebrea  es  ora- 
ción que  decimos  deseo;  y  vale  tanto  como  ojalá,  plu- 
guiese á  Dios,  y  así  es  aquella  que  dice  Jeremías,  capí- 
tulo 7 :  «  ¿Quién  dará  agua  á  mi  cabeza?»  David  dice  : 
«¿Quién  me  dará  alas  como  paloma  y  volaré?»  Pues  la 
esposa  estando  á  sus  solas  y  sin  conversación  de  gen- 
tes, ella  goza  de  los  besos  de  su  esposo,  y  se  alegra  y  se 
huelga  mucho  con  él ;  mas  cuando  está  delante  de  gen- 
tes tiene  vergüenza,  como  la  suelen  tener  las  mujeres, 
y  dice  que  es  gran  pérdida  aquella,  porque  siempre 


querría  estar  colgada  de  sus  hombros  del  esposo,  co- 
giendo sus  dulces  besos  sin  descansar  un  punto,  y  plu- 
guiese á  Dios  ella  pudiese  tenello,  y  tratar  con  él  como 
con  un  niño  pequeño  hermano  suyo,  hijo  de  su  madre, 
que  aun  mamase;  que,  como  ella  lo  hallase  en  la  calle, 
arremeleria  á  él  y  le  daría  mil  besos  delante  de  todos  los 
que  allí  estuviesen ,  porque  esto  es  muy  usado  de  las 
mujeres  con  los  niños,  y  no  son  notadas  por  esto,  ni  tie- 
nen empacho  de  hacer  estos  regalos  y  mostrarles  este 
amor  públicamente.  Esta  felicidad  deica  la  esposa  te- 
ner en  los  besos  de  su  esposo,  y  gozar  de  él,  y  dudan- 
do aun  de  la  semejanza  que  ha  puesto  del  niño,  prosi- 
gue en  su  deseo,  diciendo  : 

(( En  teniéndole  yo  en  mi  casa, »  con  mil  besos  y  abra- 
zos te  daría  á  beber  vino  dulce ,  vino  adobado  con  mil 
espíritus  y  otras  aguas,  que  los  antiguos  usaban,  porque 
fuese  mas  suave  y  menos  dañoso,  y  esto  era  mas  género 
de  regalo  que  ordinaria  bebida. 

«Y  daría  le  también  arrope  de  granadas,»  porque  en 
tocias  estas  cosas  dulces  se  huelgan  los  niños,  y  sus  ma- 
dres y  hermanas  tienen  gran  cuidado  de  les  regalar  así. 
Y  lo  que  dice ,  enseñariasme ,  es  como  si  dijese  :  Es- 
tando todavía  en  figura  de  niño  y  comenzando  á  hablar, 
diríasme  mil  cosas  de  las  que  hubieses  oído  y  visto  por 
la  calle,  y  mil  cantarcítos,  porque  los  niños  todo  cuanto 
ven  y  oyen  lo  parlan ,  bien  ó  mal,  como  aciertan,  y  de 
esto  reciben  gran  regocijo  los  que  los  crian  y  aman. 

Conforme  al  Espíritu,  se  pone  aquí  el  grado  mas  al- 
to y  de  mas  subido  amor  que  hay  entre  Dios  y  enlre  los 
justos,  que  es  llegar  á  amallo  y  querelle  bien.  Así  que, 
no  se  recelan  ya  ni  se  recatan  de  ninguna  cosa  de  las 
del  mundo,  llenos  de  una  santa  libertad,  que  no  se  su- 
jeta á  las  leyes  de  los  juicios  y  devaneos  mundanos, 
antes  rompe  con  lodos ,  y  hace  ley  sobre  todos  por  sí, 
y  sale  con  eslo,  porque  al  fin  la  verdad  y  la  razón  es  la 
que  vence.  Pues  los  que  llegan  á  este  punto  y  á  esta 
perfección  de  gracia  (que  son  pocos  y  raros),  que  an- 
dan ya  con  espíriiu  de  verdad  y  santidad,  y  que  viven 
vida  espirilual  y  fiel ,  como  viven  los  justos,  no  tienen 
respeto  á  cosa  alguna,  sino  en  público  y  en  secreto  go- 
zan de  la  suavidad  de  sus  amores.  Los  tales  entonces 
son  hermanos  de  Crislo  y  hijos  perfectos  de  Dios,  co- 
mo lo  manifiesta  el  Apóstol  (á  los  romanos,  capítulo  8): 
« Los  que  son  gobernados  por  espíritu  de  Dios ,  estos 
son  hijos  de  Dios;»  y  el  mismo  dice  «que  Crislo  tiene 
muchos  hermanos,  y  él  es  el  primogénito  entre  ellos»; 
pero  es  de  advertir  que  aunque  los  so])redichos,  por  el 
gran  extremo  de  su  amor  y  gracia ,  tienen  ya  cobrada 
licencia  para  amar  y  servir  á  Dios  á  ojos  vistos  del  mun- 
do, sin  temor  de  sus  juicios,  estos  mismos  sienten  un 
particular  gusto  y  una  libertad  desembarazada  cuando 
se  ven  á  solas  con  Dios  sin  compañeros  ni  testigos;  por 
eso  dice  :  «Que  te  halle  fuera ;» lo  cual  en  todo  amor  es 
natural.  Los  que  bien  se  aman,  aman  la  soledad  y  abor- 
recen cualquiera  estorbo  de  la  compañía  y  conversación, 
porque  el  que  ama  y  tiene  presente  lo  que  ama ,  tiene 
llena  su  voluntad  con  la  posesión  de  todo  lo  que  desea; 
y  así,  no  le  queda  voluntad  ni  deseo  ni  lugar  para  que- 
rer ni  pensar  otra  cosa ;  y  de  ahí  nace  que  todo  lo  que 
le  divierte  algo  de  aquel  su  amor  y  gozo,  poifiéndose 
delante,  le  es  enojo  y  aborrecible  como  la  muerte.  Así 


280  OBRAS  DE  FRAY 

que,  en  toda  la  amistad  pasa  esto  ansí,  pero  señaJada- 
mciile,  mas  que  en  otra  ninguna,  so  ve  en  la  que  se  en- 
ciende entre  Dios  y  el  ánima  del  justo,  porque,  asi  co- 
mo excede  sin  ninguna  comparación  el  bien  que  hay 
en  Dios  al  que  se  puede  íiallar  y  desear  en  las  criatu- 
ras, por  su  acabada  perfección  y  beldad  infinita,  así  los 
que  por  gran  don  suyo,  enamorados  de  este  bien ,  co- 
mienzan á  tener  gusto  de  él  incomparablemente  mas 
que  de  otro,  cuando  le  tienen  ausente,  él  solo  es  su  de- 
seo; cuando  por  secretos  favores  se  les  da  presente,  ar- 
den en  vivos  fuegos;  y  ricos  en  la  posesión  de  un  bien 
tamaño,  juzgan  por  desventura  y  mala  suerte  todo  lo 
que  fuera  de  él  se  les  ofrece;  y  en  tanto  grado  aman  á 
la  soledad  y  se  molestan  de  todo  lo  que  les  ocupa  cual- 
quiera parle  de  su  voluntad,  por  pequeña  que  sea,  que 
si  en  estado  tan  bienaventurado  como  es  el  suyo  se 
compadece  haber  pena  ó  falla,  no  sienten  otra  cosa  si- 
no es  la  de  su  entendimiento  y  voluntad ,  que  por  su 
natural  flaqueza  y  limitación  quedan  atrás  del  amor 
que  á  tan  excelente  bien  se  debe.  De  aquí  es  que  los 
tales  por  la  mayor  parte  se  apartan  de  los  negocios  y 
trabajoi  de  esla  vida ,  huyen  el  trato  y  conversación  de 
los  hombres,  desterrándose  de  las  ciudades,  y  aman  los 
desiertos  y  los  montes,  y  viven  entre  los  árboles  á  so- 
las, y  solos  al  parecer,  y  olvidados  y  pobres;  pero  á  la 
verdad  contentos  y  alegres,  y  tanto  mas,  cuanto  en  vi- 
vir así  están  mas  seguros  de  que  cosa  alguna  les  pueda 
cortar  el  hilo  de  su  bienaventurado  pensamiento  y  de- 
seo, que  continuo  en  el  corazón  les  avisa;  y  dicen  con 
la  esposa : 

«¿Quién  te  dará,  hermano  mío,  criado  á  los  pechos  de 
mi  madre,  que  te  halle  fuera?  »  En  toda  parte  está  Dios, 
y  en  todo  lo  bueno  y  hermoso  que  se  nos  ofrece  á  los 
ojos,  en  el  cielo  y  en  la  tierra  y  en  todas  las  demás 
criaturas  hay  un  resplandor  de  su  divinidad ,  que  por 
oculto  y  secreto  poder  está  presente  en  todas  y  se  co- 
munica con  todas.  Mas  estar  Dios  así  es  estar  encerra- 
do, y  lo  que  se  ve  de  él ,  aunque  por  ser  de  él  es  bien 
perfecto,  por  parte  de  los  medios,  que  son  bienes  limi- 
tados y  angostos,  vese  mas  imperfectamente  y  ámase 
mas  peligrosamente;  y  por  eso  quiere  la  esposa  tcnelle 
fuera,  que  es  gozalle  así  por  sí,  sin  medio  ni  tercería  de 
nadie,  ni  sin  ir  mendigando  ni  como  barruntando  su 
belleza  por  las  criaturas,  y  visto  así  cual  es,  y  cuan 
grande  y  perfecto  es,  llégale  á  sí  y  alirázalle  con  un 
nuevo  y  entrañable  amor;  mclello  en  su  casa  y  en  lo 
mas  secreto  de  su  alma,  hasta  transformarse  toda  en  él 
y  hacerse  una  misma  cosa  con  él,  como  dice  el  Apóstol : 
,  (lEl  que  se  ajunla  á  Dios,  hácese  un  mismo  espíritu 
í  con  él ;»  y  entonces  se  verá  la  verdad  de  lo  que  añade  : 
{(Y  nadie  me  despreciará;»  que,  como  dice  san  Pedro  : 
«Todo  lo  que  acá  se  vive  os  sujeto  á  vanidad  y  escar- 
miento, pero  aquel  dia  será  que  volverá  por  la  honra  de 
la  virtud  y  descubrirá  la  glori;i  de  los  hijos  de  Dios.» 
Mas,  tiempo  es  que  volvamos  al  hilo  de  nuestro  propó- 
sito. Dice  la  esposa  : 

«Su  izquierda  debajo  de  mi  cabeza,  y  su  diestra  me 
abrazará. »  Es  propio  del  corazón  enternecido  en  la  pa- 
sión del  amor,  desear  mucho ;  y  viendo  la  imposibilidad 
6  diíicuHud  de  su  deseo,  desfallece  con  las  fuerzas  y 
desmáyase  luego.  Estaba,  como  parece,  la  esposa  en  el 


LUIS  DE  LEÓN. 

campo  con  su  esposo,  y  aunque  gozaba  de  él,  deseaba 
gozalle  con  mas  libertad  y  sin  estar  obligada  á  reca- 
tarse de  nadie,  como  declaró  en  las  palabras  ya  dichas. 
Mas  viendo  que  le  faltaba  aquella  facilidad  para  gozar 
tolalmente  de  su  amado,  desmáyase  con  una  amorosa 
congoja,  como  en  semejantes  afectos  otras  veces  lo  ha 
hecho;  y  porque  para  todas  sus  pasiones  tiene  por  úni- 
co remedio  á  su  esposo,  á  tiempo  de  su  desfallecimien- 
to demanda  el  regalado  socorro  del  abrazo  suyo,  con- 
forme á  la  demanda  de  otro  desmayo  que  ^'a  dijimos, 
donde  declaramos  esta  letra  y  parle  de  la  que  se  sigue; 
solo  es  de  advertir  un  punto  en  lo  quq  dice  : 

«Conjuróos,  hijas  de  Jerusalen,¿y  porqué  desperta- 
réis y  alboroiaréis  á  la  amada  hasta  que  quiera?»  La 
pregunta  por  qué  vale  tanto  como  rogar  vedando,  lo 
mismo  quiere  decir  por  qué  despertaréis  que  no  desper- 
téis, y  tal  como  esto  es  lo  del  salmo :  «¿Por  qué  te  apar- 
tastes,  Señor,  lan  lejos?  Por  qué  abscondes  tus  faces?» 
Que  es  decir:  Señor,  no  te  alejes,  no  te  ausentes;  salvo 
que  diciéndolo  por  pregunta,  pone  mas  comparación; 
como  si  dijera  :  ¿No  babois  lástima  de  despertarla?  De- 
jadla dormir  y  pasar  su  desmayo  hasta  que  torne  de  su- 
yo á  volver  en  sí. 

« ¿Quién  es  esta  que  sube  del  desierto,  sustentada  en 
su  amado?  Debajo  del  manzano  te  desperté,  allí  te 
parió  tu  madre,  allí  estuvo  de  parto  la  que  te  parió.» 
El  primer  verso  es  paréntesis,  ó  sentencia  en!re!ejida 
entre  las  hablas  de  los  dos,  esposo  y  esposa ,  y  son  pa- 
labras de  las  personas  que  van,  como  los  dos  amantes 
se  iban,  desde  el  campo  á  la  ciudad,  y  la  esposa  venia 
muy  pegada  y  abrazada  de  su  esposo ,  porque  después 
que  ella  tornó  en  sí  del  desmayo  sobredicho,  se  linge 
subir  á  la  ciudad,  y  ella  con  mas  atrevimiento  que  an- 
tes se  iba  muy  junta  y  abrazada  á  su  esposo  ,  sin  tener 
el  respeto  del  temor  que  primero  tenia,  y  como  señora 
ya  que  era  de  aquella  liberíad  que  poco  antes  deseaba 
y  pedia,  como  habernos  dicho,  i)orque  el  amor  suyo  ha- 
bía ya  llegado  á  lo  sumo,  y  le  daba  aliento  para  vencer 
todo  esto,  y  parte  fué  aquel  desmayo  que  tuvo,  y  es!a 
es  cosa  muy  aguda.  En  este  caso  de  amor  y  punto  es 
de  notar  mucho  que  cada  vez  que  sobre  algún  negocio 
que  le  da  pasión  de  escándalo,  ó  de  olra  manera,  se  des- 
maya uno  y  pierde  el  juicio,  cuamlo  torna  en  sí  tiene 
nuevo  ánimo  y  nuevo  atrevimienlo  en  a((uel  negocio, 
y  esto  es  muy  probado  en  los  que  han  estado  sin  seso, 
que  después  tornan  oíros  hombres  diferentes  de  lo  de 
antes.  Y  vemos  que  al  que  enloqueció  por  algún  caso 
de  honra,  después  que  torna  en  su  libre  poder  no  es- 
tima aquello;  y  de  esto  hay  cada  dia  muchas  experien- 
cias, y  la  causa  de  ello  es  lo  que  acaece  por  ley  de  na- 
turaleza en  lodos  los  demás  sentiilos,  pues  eso  mismo 
que  sienten  y  que  apetecen  naturalmente,  cuando  vie- 
ne á  ser  excesivo  los  corromiie  y  destruye,  como  vemos 
que  una  claridad  muy  clara  ciega  á  las  veces,  y  un  sonido 
desmedido  ensordece,  el  sentido  de  tocar  se  torna  in- 
sensible con  el  frió  ó  calor  que  es  extremado,  y  por  la 
misma  razón  un  afecto  de  pena  ó  pasión  que  jlegó  á 
este  extremo  de  torcer  el  juicio  ó  desmayar  el  corazón, 
deja  como  amortiguados  los  sentidos  para  sentir  jamás 
CO.sa  semejan  te. 

Así  la  esposa ;  que  poco  antes  se  acongojaba  por  no 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES, 


281 


osar  públicamente  gozar  de  sus  amores  con  su  esposo, 
de  sentir  mucho  esta  vergüenza,  viene  agora  á  no  sen- 
tilla,  y  viene  delante  de  todos  tan  asida  y  tan  afirma- 
da en  él,  que  todas  las  otras  con  admiración  preguntan: 
¿Quién  es  esta  que  sube  del  desierto  tan  asida  y  junto 
á  su  esposo,  que  viene  como  sustentada  toda  sobre  él? 
Desierto  en  este  lugar,  á  la  letra  significa  tanto  como 
campo,  porque  así  se  ve  que  ellos  no  tornan  del  desier- 
to á  la  ciudad,  sino  del  campo,  donde  habia  huerto,  vi- 
Tias  y  árboles  y  granjas,  y  también  porque  este  vocablo 
desierto  no  siempre  significa  entre  los  hebreos  luga- 
res yermos  y  que  carecen  de  habitación  y  de  pastos  y 
de  verduras,  antes  muchas  veces  significa  lugares  an- 
chos y  líanos  en  el  campo,  adonde,  aunque  no  hay  tan 
espesas  moradas  de  gentes,  no  faltan  á  lo  menos  algu- 
nas, y  juntamente  hay  pastos  y  bebederos.  Porque  en  la 
Escritura  muchos  pueblos  y  ciudades  se  cuentan  estar 
asentadas  en  el  desierto,  que  quiere  decir  en  el  campo 
llano;  y  asi,  leemos  en  Josué  que  á  los  del  tribu  de  Ju- 
dá  les  cupieron  seis  ciudades  del  desierto ;  y  de  Moisen 
se  dice  en  el  Éxodo  que  llevó  el  ganado  de  su  suegro, 
que  apacentaba ,  al  desierto  mas  adentro  de  lo  que  an- 
tes estaba. 

«Debajo  del  manzano  te  desperté,  allí  te  parió ,  etc.» 
Esto  es  trasladado  á  la  letra  del  original  hebreo ;  que  el 
trasunto  latino  dice  de  otra  manera;  así :  «Allí  fué  cor- 
rompida tu  madre,  allí  fué  violada  la  que  te  parió.»  El 
sentido  á  la  letra  de  estas  palabras  parece  ser  que  la 
esposa,  viéndose  tornada  en  sí  del  desmayo  pasado,  y 
con  mayor  atrevimiento  comenzando  á  gozar  de  su  es- 
poso, al  cual  en  la  mayor  parte  de  esta  canción  se  pin- 
ta rústico  pastor,  conforme  á  la  imaginación  que  el  au- 
tor de  ella  tomó,  viniendo  agora  con  él  muy  junta  y 
abrazada,  acuérdase  del  principio  de  sus  amores,  de  los 
cuales  ella  agora  tan  dulcemente  goza;  y  acordándose^ 
cuéntalo  con  grande  alegría;  porque  una  de  las  condi- 
ciones del  amor  es  que  á  los  enamorados  hace  de  gran 
memoria,  que  sin  olvidarse  jamás  de  cosa,  por  pequeña 
y  liviana  que  sea ,  siempre  les  parece  tener  delante  un 
retablo  de  toda  la  historia  de  sus  amores,  acordándose 
del  tiempo,  del  lugar  y  del  punto  de  cada  cosa ;  y  así ,  en 
sus  dichos  y  secretos  usan  muchas  veces  de  las  cosas 
pasadas  para  su  propósito ;  unas  veces  cantándolas  sin 
parecer  que  hay  para  qué ,  y  otras  que  se  ve  claro  el  fin 
de  su  invención ;  y  como  la  retórica  de  los  enamorados 
consiste  mas  en  lo  que  hablan  dentro  de  sí  que  en  lo 
que  por  la  lengua  publican,  muchas  veces  traen  lo  pri- 
mero á  la  postre  y  lo  último  al  principio,  como  vemos 
en  este  lugar,  que  la  esposa  dice  el  principio  de  sus 
amores  tan  al  fin  de  su  canción,  que  parece  que  lo  de- 
bía de  haber  contado  antes,  si  de  ello  quería  hacer  men- 
ción ;  mas,  como  habernos  dicho,  en  ellos  no  hay  antes 
ni  después  en  estas  cosas ,  que  todo  lo  tienen  presente 
en  su  fantasía,  y  agora  embebecida  en  el  amor  que  de- 
lante tenia,  pensando  unas  cosas  y  callando  otras,  lo 
que  dice  es  esto  :  Esposo  mío,  que  me  parece  que  agora 
te  desposaron  conmigo,  y  esto  era  estando  yo  y  tú  de- 
bajo de  un  árbol  en  las  huertas ,  debajo  de  aquel  árbol 
que  te  parió  tu  madre.  «  Y  allí  estuvo  de  parto  la  que 
te  parió.»  Repite  la  sentencia  como  suele;  quiere  de- 
cir :  No  eres  extranjero,  porque  de  allí  eres  natural  y 


allí  te  parió  la  tu  madre,  y  allí  te  desperté  y  encendí 
en  mis  amores ;  y  porque  este  amor  me  ha  hecho  tan 
dichosa  gozando  del  bien,  por  el  gozo  bendigo  aquel  día 
y  aquella  hora  y  el  lugar  donde  tú  me  amaste ;  lo  cual 
es  dicho  como  otras  cosas  que  arriba  hemos  dicho,  con- 
forme á  lo  que  mejor  dice  y  asienta  y  suele  acontecer 
mas  comunmente  á  los  pastores  y  labradores  que  viven 
en  el  campo,  cuyas  personas  y  propiedades  imita  Salo- 
món en  este  canto,  á  los  cuales,  así  como  andan  lo  mas 
tiempo  en  el  campo,  así  les  es  muy  natural  en  el  cam- 
po el  concertar  sus  amores  los  zagales  con  las  zagalas 
por  las  florestas  y  arboledas  donde  se  topan.  Esta  es  la 
sentencia  de  esta  letra  en  cuanto  podemos  alcanzar, 
y  vamos  conforme  á  las  otras  razones  que  en  este  caso 
suelen  decir  los  enamorados. 

«Ponme  como  s'>llo  en  tu  corazón  y  como  sollo  en 
tu  brazo,  porque  el  amor  es  fuerte  como  la  muerte,  du- 
ra como  el  infierno  la  emulación ;  los  sus  carbones  (son) 
como  carbones  de  llamas  de  Dios,  las  muchas  aguas  no 
pueden  apagar  el  amor ,  y  los  ríos  no  lo  pueden  anegar, 
y  si  diere  el  hombre  todos  los  haberes  de  su  casa  por 
el  amor,  los  despreciaría.»  El  gran  misterio  de  este  lu- 
gar es  muy  digno  de  consideración ;  hasta  aquí  mos- 
trado ha  el  esposo  á  la  esposa  el  amor  que  le  tiene,  mas 
no  del  todo  abiertamente ;  que  unas  veces  la  regalaba 
antes  de  agora,  y  otras  la  loaba,  y  algunas  se  mostraba 
esquivo  y  airado ,  porque  ella  fuese  conociendo  poco  á 
poco  la  falta  que  sin  él  tenia.  Agora  después  que  ella 
ha  venido  á  amalle  perfectamente  del  todo,  y  que  él 
siente  ser  así,  muéstrale  y  dale  á  entender  por  claras 
palabras,  sin  fingimientos  ni  rodeos,  lo  mucho  que  le 
ama.  como  si  dijera :  Agora  es  tiempo  de  avisar  á  esta  mi 
esposa  de  mi  amor,  para  que  no  pierda  ni  desminuyael 
amor  que  me  tiene;  y  dícele  estas  palabras,  las  cuales 
pronuncia  con  grande  y  vehemente  afecto  en  esta  sen- 
tencia :  Ten  cuenta,  esposa  carísima,  cuánto  te  amo  y 
cuánto  he  penado  por  tus  amores,  te  encargo  que  nun- 
ca me  dejes  de  tu  corazón  ni  de  amarme;  de  manera 
que  tu  corazón  tenga  esculpida  en  sí  mi  imagen,  y  no 
la  de  otro  ninguno;  haz  que  yo  esté  en  él  tan  firme 
como  está  la  figura  en  el  sello,  que  está  siempre  en  él, 
sin  mudarse,  y  todo  cuanto  se  imprime  en  él  sale  de 
una  misma  imagen ;  así  quiero  yo  que  en  tu  corazón  no 
haya  otra  imagen  mas  de  la  mía,  ni  que  tus  pensamien- 
tos impriman  en  él  mas  que  á  mí,  y  primero  le  hagan 
pedazos  que  le  puedan  hacer  mudar  el  retrato  que  en 
sí  tiene  mío.  Y  no  solo  deseo  que  me  traigas  en  tu  co- 
razón y  pensamiento,  mas  también  de  fuera  quiero  que 
no  mires  otra  cosa  ni  oigas  otra  cosa  sino  á  tu  esposo,  y 
que  todo  te  parezca  que  soy  yo,  y  que  allí  estoy  yo ;  y  es- 
to hacerlo  has  trayéndome  siempre  delante  de  tus  ojos, 
como  los  que  usan  sellar  sus  secretos  y  sus  escrituras, 
que  porque  nadie  les  hurte  y  falsee  el  sello  lo  traen  siem- 
pre consigo  en  alguna  sortija  en  la  mano ;  de  manera 
que  siempre  ven  su  sello,  porque  la  parte  que  mas  pres- 
to se  muestra  y  mas  á  menudo  vemos  son  las  manos.  Y 
sabe,  esposa,  tengo  razón  de  pedirte  esto  por  lo  que  he 
hecho  por  tí ,  por  causa  del  amor  tuyo  que  está  en  mi 
pecho,  el  cual  es  tan  fuerte  y  me  ha  forzado  tanto,  sin 
podello  resistir,  que  la  muerte,  contra  quien  no  se  ve 
defensa  humana,  no  es  mas  fuerte  que  el  amor  que  yo 


2S2  ODRAS  DE  FRAY 

te  tengo,  y  ha  hecho  esto  mi?mo  de  mí  y  lo  que  ha 
querido  esle  mi  amor,  como  la  muerte  hace  su  volun- 
tad con  los  hombres,  sin  ser  ellos  parte  para  defen- 
derse de  ella.  Deseo  también,  esposa,  que  me  ames 
solo,  sin  amar  á  otro,  así  porque  mi  amor  lo  merece, 
como  por  el  tormealo  que  reciben  con  los  celos  los  que 
aman  como  yo,  que  te  certifico  que  no  les  es  menos  du- 
ra y  grave  la  imaginación  celosa  que  la  vista  de  la  se- 
pultura, y  mas  fácilmente  sufren  que  les  digan  :  En 
este  sepulcro  que  está  abierto  te  han  de  echar  agora,  que 
si  les  dijesen :  La  que  tú  amas  tiene  otro  amado;  por  eso 
ten  cuenta  de  amarme  solo ,  así  como  solo  lo  merezco 
por  el  encendido  amor  que  le  tengo.  Y  tornando  el  es- 
poso á  hablar  y  recordar  su  amor  debajo  de  esta  figura 
de  fuego  amoroso  que  arde  en  el  corazón,  dice  que  son 
brasas  de  llamas  de  Dio? ;  quiere  decir  :  Son  brasas  vi- 
vas y  de  fuerte  llama.  Mayor  y  mas  ardiente  fuego  es 
este  que  el  que  acá  se  usa ,  porque  el  fuego  de  acá  con 
echarle  un  poco  de  agua  se  apaga,  mas  el  fuego  del  amor 
vence  á  todas  aguas;  echándole  agua,  arde  mas  y  se 
embravece  mas,  aunque  se  derramasen  sobre  él  los  rios 
eateros;  así  que,  tan  fuerte  es  el  amor,  que  no  basta  to- 
do el  poder  de  la  tierra  para  lo  vencer,  ni  tampoco  se 
quiere  dejar  vencer  por  dádivas  ni  sobornos,  porque  no 
Be  abate  á  nada  de  esto  el  amor,  por  su  gran  majestad. 

Así  dice:  Afirmo  que  si  el  hombre  quiere  rescatar  del 
amor,  cuando  él  cautiva  á  alguno,  y  le  diese  cuantas 
riquezas  y  haberes  que  en  su  casa  tiene ,  aunque  fuese 
el  mas  rico,  no  curaría  el  amor  de  ellas,  y  despreciada 
al  que  se  las  ofreciese  con  gran  desprecio,  y  le  haría 
servir  por  fuerza ;  de  manera  que  el  amor  es  señor  muy 
fuerte  é  inexpugnable  cuando  ha  tomado  posesión  en 
el  corazón  de  alguno.  Pues  siendo  lal  mi  amor  contigo, 
justo  es  que  tú  me  respondas,  amándome  en  igual  fufir- 
za  y  grado.  Este  es  el  sentido;  declaremos  agora  algu- 
nas particularidades  de  la  letra. 

«Como  sello  en  tu  brazo;»  quiere  decir,  en  tu  mano 
y  dedo,  donde  está  el  anillo,  y  significa  por  el  todo  la 
parte.  Por  el  vocablo  infierno  entendemos  sepulcro, 
porque  así  lo  significa  aquí  y  en  oíros  lugares  de  la  Es- 
critura, como  en  aquello  de  Jacob,  Génesis,  37,  que  di- 
ce: «Descenderé  al  infierno;»  que  quiere  decir:  Esta 
desgracia  de  mi  hijo  Josef  me  ha  de  acabar  y  llevará  la 
sepultura.  Donde  dice  «llamas  de  Dios»,  quiere  decir 
vchemenlisimas.  «Como  montes  de  Dios»  quiere  decir 
altísimos,  cedros  de  Dios  crecidísimos;  como  aquello 
de  David ,  salmo  35:  «Es,  Señor,  tu  justicia  como  mon- 
tes de  Dios.»  Y  de  semejante  manera  de  decir  usamos 
los  españoles  y  otras  naciones  para  sublimar  y  engran- 
decer una  cosa,  que  usamos  de  osle  nombre  divino, 
diciendo:  Es  un  hombre  divi:io;  tiene  una  divina  elo- 
cuencia. 

«-Hermana  enanos  pequeña,  y  telas  no  tiene,  ¿qué 
la  haremos  á  nuestra  hermana  el  día  que  de  ella  se  ha- 
blare?» Después  q;ic  las  mujeres  están  casadas,  y  por 
su  parle  contentas  con  su  nuevo  esposo,  suelen  acudir 
nuevos  cuidados  de  remediar  y  poner  en  cobro  las  her- 
manas menores  que  en  casa  de  sus  padres  quedan,  y 
comienzan  desde  entonces  á  mirar  por  ollas  y  i)or  su 
honra,  y  sus  esposos  las  ayudan  tomando  por  suyo  el 
negocio  de  las  amadas  cuñadas.  Esle  mismo  cuidado 


LUIS  DE  LEÓN. 

le  mueve  agora  á  esta  contenlísima  o.~posa,  y  cuenta  á 
su  esposo  cómo  ellos  tienen  una  hermana  tan  peque- 
ña, que  aun  no  le  han  nacido  los  pechos,  y  que  es  her- 
mosa, y  que  por  ser  así  no  le  faltarán  nuevos  enamo- 
rados; y  siendo,  como  es,  niña  y  simple  y  sencilla,  no 
tendrá  valor  para  recatarse  y  mirar  por  sí;  por  tanto, 
que  es  menester  mirar  cómo  la  guardarán  y  qué  harán 
de  ella  hasta  que  venga  el  tiempo  de  casalla  ;  que  eslo 
quiere  decir  «el  dia  que  se  hablará  de  ella».  A  esto 
responden  ellos  mismos  que  será  bien  tenella  en-'-cr- 
rada  en  un  lugar  que  esté  muy  fuerte,  y  que  así,  se  ha 
de  hacer  algún  edificio  de  paredes  para  ello ,  que  sea 
tan  fuerte ,  tan  macizo ,  tan  liso  por  defuera ,  como  si 
fuera  de  plata,  que  ni  lo  puedan  quebrantar  minándo- 
le ni  por  él  trepando ,  y  después  las  puertas  del  tal  edi- 
ficio guarnezcámoslas  de  muy  fuer  les  y  durables  tablas 
de  cedro,  para  que  de  esta  suerte  esté  bien  guardada 
nuestra  hermana. 

Estas  palabras  parecen  ser  dichas  burlando,  como  si 
dijesen :  Si  por  via  de  guarda  lo  habemos  de  hacer ,  ha- 
gámosle un  palacio  fortísimo,  que  no  baste  nadie  á  en- 
trar donde  ella  está;  mas  en  fin  dice  :  Todo  esto  no  es 
menester;  y  la  causa  es  por  lo  que  añade :  «Yo  soy  mu- 
ro,» que  es  decir:  Si  yo  no  estuviera  casada  con  tales- 
poso  como  el  que  tengo,  tendríamos  necesidad  de  tra- 
tar de  sus  negocios  para  la  guarda  de  mi  hermana;  mas 
agora,  estando  yo  tan  amparada  con  la  sombra  de  mi 
esposo ,  tan  honrada  con  su  nobleza  y  tan  acatada  por 
su  causa,  yo  sola  basto  para  hacer  segura  á  mi  herma- 
na, no  hay  para  qué  tenella  encerrada  de  esa  manera, 
sino  traella  conmigo,  junto  á  mí  y  abrazada  á  mis  pe- 
chos, que  no  hay  quien  la  ose  ofender,  porque  no  hay 
muro  tan  fuerte  como  yo ,  ni  hay  torres  tan  fuertes  co- 
mo mis  pechos  y  la  sombra  de  mi  seno;  y  esta  fortale- 
za tengo  yo  desde  el  tiempo  que  comencé  á  agradar  á 
mi  esposo  y  le  parecí  bien  á  sus  ojos,  y  él  comenzó  á 
comunicarme  su  amistad.  Esto  es  dicho  siguiendo  el 
parecer  de  algunos ;  mas  á  mi  juicio,  todo  este  lugar  se 
puede  entender  de  otra  manera  mas  llana  y  mejor,  di- 
ciendo que  la  esposa ,  movida  del  natural  cuidado  del 
hiende  su  hermana ,  conforme  á  lo  que  dijimos  acon- 
tece comunmente  á  una  doncella  cuando  se  ve  casada 
y  remediada ,  de.ea  luego  el  remedio  de  sus  herman-as 
las  demás.  Así  que,  movida  de  esto,  pregunta  á  sues- 
Doso  la  manera  que  tendrán,  no  en  guardar  ni  encer- 
rar á  la  pepieña  hermana,  sino  en  aderezalla  y  ata- 
viaba bien  el  dia  de  las  bodas  y  al  tiempo  de  casalla,  de 
manera  que  parezca  bien;  porque,  como  dicen,  la  po- 
brecilla  ,  por  la  edad  y  por  su  propia  cotnposicion,  no 
tenia  pechos  y  era  menudilla  y  de  no  muy  buena  dis- 
posición. A  esto  respondo  que  el  remedio  será  vencer 
la  naturaleza  con  arte  ,  y  cubrir  el  defecto  natural  con 
la  gentileza  y  precio  de  los  vestidos  y  arreos;  como 
quien  hermosea  á  un  muro  píniándole  las  almenas  de 
piala,  y  albrramlo  una  puerta  con  tablones  y  entabla- 
duras de  cedro  [lor  el  mismo  fin.  Y  diciendo  y  oyendo 
esto  la  esposa,  viéncscle  ala  memoria  acordarse  de  sí 
y  de  su  gi'iilileza,  y  de  la  poca  necesidad  que  tiene  de 
semejantes  artificios  para  agradar  á  su  esposo;  y  agra- 
dándose consigo  misma  y  sal)oreándose  consigo  mis- 
ma de  ello,  dice  :  «Yo  soy  muro,»  como  si  dijera  :  Dios 


I 


TRADUCCIÓN  DEL  LIBRO  DE  LOS  CANTARES. 


283 


loado,  que  yo  no  me  vi  en  esa  necesidad  de  buscar  ar- 
tificios y  afeites  posüzos  para  agradar  al  mi  amado;  que 
yo  sin  ayuda  de  hermosura  ajena  rae  soy  el  muro  y  las 
almenas  y  las  torres  de  plata ,  y  todo  lo  demás  que  di- 
ces. Por  lo  cual ,  como  he  dicho ,  se  significa  toda  la 
hermosura  advenediza  y  toda  la  gentileza  añadida  por 
arte.  Prosigue : 

«Una  viña  fué  á  Salomón  en  Bahalmon ,  entregó  la 
viña  á  los  guardas ;  cada  uno  trae  por  el  fruto  de  ella 
mil  monedas  de  plata ;  la  viña  mia  que  es  mia  delante 
de  mí,  mil  para  tí,  Salomón ,  y  doscientas  para  los  que 
guardan  sus  frutos.»  Después  que  las  mujeres  se  hallan 
con  buenos  y  honrados  maridos,  para  la  sustentación 
de  su  familia  es  necesario  que  entiendan  en  allegar  y 
guardar  la  hacienda,  y  cuanto  mas  honrada  es  y  mas 
ama  á  su  marido,  mas  cuenta  tiene  en  esto,  como  pa- 
rece claro  en  las  parábolas  ó  los  proverbios  de  Salomón. 
Y  así,  luego  que  esta  esposa  se  casa  tan  á  su  conten- 
to, comienza  á  tomar  cuidado  de  la  hacienda,  y  espera 
de  haber  gran  provecho ,  porque  ella  tiene  una  muy 
buena  viña ,  como  arriba  la  oimos  decir ;  y  como  agora 
está  favorecida  con  su  esposo,  ella  tendrá  gran  cuida» 
do  de  la  guardar  hasta  que  se  coja  el  fruto  ,  y  no  habrá 
quien  ose  apartarla  de  guardar  su  viña,  como  de  antes 
hacían  sus  hermanos ;  y  así,  guardándola  ella,  como  per- 
sona á  quien  le  duele ,  estará  mas  entero  el  fruto  de  la 
viña  y  rentará  mas.  Y  para  decir  esto ,  usa  de  un  ar- 
gumento entre  sí  de  esta  manera:  Salomón,  el  rey  de 
Jerusalen,  tiene  una  viña  en  aquel  lugar  que  se  llama 
Bahalmon ,  que  quiere  decir  señorío  de  muchos,  como 
si  dijésemos  en  el  pago  de  muchas  viñas ;  y  esta  viña 
arriéndala  Salomón  á  unos  hombres  para  que  la  labren 
y  guarden  y  le  traigan  mil  monedas  de  plata  del  valor 
cierto  de  aquel  tiempo  por  el  fruto  de  ella ,  y  que  ellos 
se  ganen  lo  demás ;  y  de  aquí  concluye  la  esposa  que 
por  fuerza  la  su  viña  habrá  de  rentar  mas  que  la  de  Sa- 
lomón, porque  la  guarda  ella,  que  es  propia  señora ,  y 
por  la  misma  causa  estaba  mejor  labrada  que  no  la  otra; 
y  dice :  Pues  si  la  tuya,  Salomón ,  le  renta  mil  á  tí ,  y 
los  que  la  arriendan  y  guardan  por  lo  menos  la  quinta 
parte,  que  son  doscientos,  ¿qué  me  rentará  á  mí  la  mia, 
de  quien  yo  tendré  tanto  cuidado?  Dicho  esto,  habla  el 
esposo  y  dice : 

«¡Oh  tú,  que  estás  en  los  huertos ,  los  compañeros  te 
escuchan;  haz  que  yo  oiga  tu  voz!»  La  viña  de  la  es- 
posa no  estaba  muy  lejos  de  los  huertos ,  como  pode- 
mos colegir  de  lo  que  ella  en  el  capítulo  antecedente 
decia,  convidando  á  su  amado  al  campo:  «Levantaré- 
monos  de  mañana ,  veremos  las  viñas  y  los  huertos;» 
de  manera  que  estando  en  los  huertos ,  podría  ver  y 
guardar  su  viña ;  y  como  el  esposo  es  pastor ,  convié- 
nele  andar  entre  día  con  su  ganado ;  y  así ,  se  ocupaba  el 
uno  con  el  pasto ,  y  el  otro  con  la  guarda  de  las  viñas 
y  en  aderezar  también  alguna  cosa  del  huerto ,  y  que 
esto  competía  á  la  esposa;  mas  como  se  amaban  tanto, 
no  quisieran  estar  apartados  uno  de  otro.  Demás  de  es- 
to, suele  acaecer  que  cuando  dos  están  en  gran  con- 
formidad de  estrecho  amor,  nunca  faltan  envidiosos  que 
les  pese  de  ello ,  porque  ellos  no  tienen  semejantes  amo- 
res, ó  porque  naturalmente  son  envidiosos  del  bien  aje- 
no, y  cualesquiera  señas  ó  cosas  que  ven  pasar  entre 


los  buenos  amantes  les  es  enojoso  y  grave;  y  de  esto, 
reciben  gran  gusto  los  que  mucho  se  aman ,  porque  no 
solamente  con  estas  muestras  hacen  pesar  á  los  ému- 
los, mas  acreciéntase  también  su  amor,  que  parece  que 
el  atizar  del  contrario  les  enciende  mas  el  amoroso 
fuego  de  sus  corazones. 

Esto  es  lo  que  pasa  en  la  letra  presente ,  que  el  es- 
poso dice  á  su  amada :  Cuando  tú  estuvieres  en  los 
huertos  guardando  las  viñas,  é  yo  anduviere  en  el  cam- 
po apacentando  el  ganado,  canta  alguna  canción  que 
pertenezca  á  nuestro  amor ,  de  manera  que  yo  la  oiga 
y  me  goce  mucho ,  por  ser  tu  voz  que  yo  tanto  amo,  y 
los  pastores  que  estuviesen  escuchando  revienten  de 
envidia.  La  canción  que  la  esposa  dice  para  estos  pro- 
pósitos de  mostrar  el  amor  suyo  y  de  su  esposo,  y  de 
hacer  rabiar  a  los  émulos ,  es  la  que  está  luego  á  la  le- 
tra ,  que  dice : 

«Corre ,  amado  mío ,  que  parezcas  á  la  cabra  mon- 
tes y  al  ciervecito  sobre  los  montes  de  los  olores.» 
Como  si  dijese:  Esposo  mió,  amado  mío,  gran  deseo 
tengo  de  verte ;  no  estés  sin  venir  á  visitar  á  tu  esposa, 
acude  de  cuando  en  cuando  á  verla,  y  cuando  vinie- 
res no  estés  en  el  camino,  sino  muestra  el  amor  que 
me  tienes ,  no  solo  en  visitarme  á  menudO;  sino  en  ve- 
nir mas  ligero  que  la  cabra  montes  y  mas  que  el  cier- 
vecito que  anda  en  los  montes  espesos,  donde  hay  ce- 
dros, terebintos  y  otras  plantas  olorosas;  porque  bien 
sabes  tú  que  corren  con  gran  ligereza;  no  tardes,  cor- 
re, amor  mío  verdadero,  pues  no  puedo  hallarme  sin 
tí ;  con  grande  presteza  acude  á  verme.  Y  podíase  tro- 
bar  esta  canción  en  pocos  versos,  que  dijese  de  esta 
manera: 

Amado,  pasarás  los  altos  montes 

Mas  presto  que  el  cabrito 

De  la  cabra  montes,  y  que  el  gamito. 

Son  tres  pies  de  la  canción  de  la  esposa,  con  los  que 
concluye  Arias  Montano  la  paráfrasis  que  hizo  de  los 
Cantares. 

La  virtud  siempre  fué  y  es  envidiada  de  muchos ,  y 
para  muchas  gentes  no  hay  dolor  que  mas  les  llegue  al 
alma  que  ver  á  otros  que  tratan  de  amar  y  ser  ama- 
dos de  Dios;  y  si  pudieran  muy  á  costa  suya  el  desha- 
cer esta  santa  liga,  y  desterrar  la  piedad  del  mundo,  y 
poner  perpetuos  bandos  y  disensión  entre  el  divino  Es- 
poso y  los  hombres ,  y  sacalle  de  entre  los  brazos ,  lo 
harían ,  y  ansí  lo  intentan  y  procuran  cuanto  en  sí  es. 
Para  contra  estos  le  pide  Dios  la  voz  de  su  cantar  y 
confesión ,  en  que  publique  lo  mucho  que  la  quiere, 
que  es  un  amargo  y  mortal  tósigo  para  el  gusto  de  sus 
envidiosos  contrarios,  los  cuales  son  falsos  y  sembrado- 
res de  la  zizaña  del  demonio  y  sus  bandoleros.  A  esto 
obedécela  esposa,  y  el  cantar  de  que  usa  para  el  gozo 
del  esposo  y  rabia  de  sus  enemigos,  es  pedille  que  se 
apresure  y  que  venga,  que  es  una  voz  secreta  que,  agu- 
zada por  el  entendimiento  del  Espíritu  Santo, suena  de 
continuo  en  los  pechos  y  corazones  de  los  ánimos  jus- 
tos y  amadores  de  Cristo ,  como  lo  testificó  san  Juan  en 
el  Apocalipsi,  capitulo  último,  diciendo:  «El  esposo  y 
la  esposa  dicen:  Vén,  Señor.»  Y  poco  después  dice  el 
mismo  en  persona  suya,  como  uno  de  los  mas  justos : 
cVén  preslo,  Señor,  Jesús  j»  la  cual  voz  y  petición  es 


28i  OBRAS  DE  FRAY 

una  muestra  de  amor  muy  agradable  y  muy  preciada 
de  Dios;  porque  pedille  que  se  apresure  y  venga ,  es 
pedille  lo  que  se  demanda  en  la  oración  que  él  nos  en- 
señó :  que  santifique  su  nombre,  que  lo  ponga  todo  de- 
bajo de  su  poder  y  sus  leyes,  que  reine  enteramente  y 
perfectamente  en  nosotros ,  y  que  vuelva  por  sí  y  por 
su  honra,  y  ponsa  fin  á  los  desacatos  de  los  rebeldes 
contra  la  majestad  de  su  nombre;  que  dé  su  asiento  á 
la  virtud,  y  usando  de  riguroso  castigo,  ponga  en  la  ma- 
la reputación  que  merecen  á  los  vicios  y  á  los  viciosos; 
que  todas  ellas  son  cosas  que,  como  dicen,  le  tañen  y 
pertenecen,  y  tiene  á  su  cargo  de  hacellas  al  tiempo  que 
él  sabe  y  tiene  señalado,  que  es  el  del  juicio  universal, 
que  con  particular  razón  suele  en  la  Escritura  Sagrada 
Uamalle  dia  suyo,  porque  es  propio  dia  de  su  honra  y 
gloria.  Por  donde  el  pedille  que  se  acelere  presto  y  que 
venga,  á  él  le  es  por  extremo  agradable ;  y  por  el  con- 
trario, Itís  es  triste  y  aborrecible  á  sus  enemigos;  por- 


LUIS  DE  LEÓN. 

que  en  descubrir  ya  Cristo  su  luz  y  resplandor  entera- 
mente por  el  juicio  en  el  mundo ,  e^tá  e!  remate  de  to- 
do su  mando  usurpado  y  tiranizado,  y  el  principio  de 
su  abatimiento  y  mal  perpetuo. 

Pues  este  aceleramiento  de  la  honra  de  Dios  es  el  que 
pide  en  esta  letra  la  esposa,  como  perfecta  ya  en  clamor 
suyo,  y  el  que  cada  cual  de  nosotros,  si  somos  miem- 
bros de  Cristo  y  si  nos  cabe  parte  de  su  divino  espí- 
ritu ,  debemos  continuamente  pedille  que  le  plegué, 
aunque  sea  á  costa  de  asolar  las  provincias  y  trocar  los 
reinos,  y  poner  á  fuego  y  á  sangre  todo  lo  poblado,  y  de 
trastornar  el  mundo;  poniendo  sus  mas  antiguas  y  fir- 
mes leyes,  y  allanando  por  el  suelo  los  cerros  y  los 
montes,  venir  volando  á  deshacer  las  afrentas  y  baldo- 
nes que  cada  dia  recibe  su  honra ,  y  volver  por  su  ho- 
nor, á  quien  sola  y  propiamente  se  debe  toda  gloria  por 
los  siglos  de  los  siglos.  Amen. 


RESPUESTA 

QUE  DESDE   SU  PRISIÓN  DA  A  SUS  ÉMULOS 

EL  MAESTRO  FRAY  LUIS  DE  LEÓN, 

AÑO  DE   1573. 


Donde  haya  alguna  mayor  dificultad,  yo  quisiera  pa- 
sar en  silencio  por  ella,  porque  no  sé  si  hallaré  pala- 
bras suficientes  para  declarar  lo  que  siento  ;  mas ,  pues  i 
la  fuerza  é  injuria  de  mis  enemigos  me  compele  á  ello, 
perdonarme  han  las  orejas  honestas  y  religiosas  si  para 
mi  debida  y  necesaria  defensa  se  levantare  el  velo  con  i 
que  san  Jerónimo  quiso  encubrir  la  vergüenza  que  á 
su  parecer  halló  en  este  lugar ;  y  así ,  hablaré  de  las 
cosas  que  la  naturaleza  hizo  para  fin  honesto,  con  pa- 
labras usadas,  las  cuales  si  el  uso  vicioso  las  entorpe-  i 
ce,  el  juicio  limpio  y  que  trata  solamente  del  conoci- 
miento de  la  verdad,  las  limpia;  porque  á  los  limpios 
y  buenos  que  no  pervirtieron  en  nada  el  uso  natural, 
t.odo  lo  natural  les  es  limpio,  y  solo  el  vicio,  que  es  des- 
orden de  la  naturaleza ,  les  ofende.  Pues  digo  que  san 
Jerónimo  puso  este  rodeo  de  palabras :  Praeter  id  quod 
intrinsecus  latet,  en  lugar  de  lo  que  en  hebreo  se  dice 
con  una  sola,  la  cual  es  samo,  quiere  decir,  hermosura 
encubierta,  habiendo  él  mismo  en  Isaías,  al  capítulo  47, 
donde  está  la  misma  palabra,  trasladado  por  ella  torpe- 
za y  fealdad ;  y  ansí,   sin  declararme  mas ,  añado  que 
aquella  palabra  quiere  también  decir  cabellos ,  á  lo  que 
propiamente  llamamos  en  castellano ,  en  las  mujeres, 
copetes  ó  aladares;  y  yo,  viendo  esta  significación,  que 
viene  bien  para  el  loor  que  allí  el  esposo  pretende  dará 
los  ojos  de  la  esposa,  decir  que  son  hermosos  entre  sus 
cabellos ,  porque  de  ordinario  algunos  de  ellos  que  se 
desordenan  del  orden  y  asiento  que  el  artificio  del  to- 
cado y  trenzado  pone  en  los  otros,  caen  sobre  la  frente, 
y  meneados  del  aire  y  del  movimiento,  andan  como  ju- 
gando sobre  los  ojos ;  y  ansí ,  cubriendo  á  veces  y  descu- 
briendo sus  luces,  les  son  causa  que  parezcan  mejor.  Esto 
dije  allí,  y  no  quise  descubrir  mas  la  llaga,  porque  no 
era  para  aquel  lugar  ni  parala  persona  á  quien  se  escri- 
bió aquel  libro;  y  lo  que  callé  allí  diré  aquí,  donde  ha- 
blo con  solos  los  hombres  buenos  y  doctos. 

Y  lo  primero  de  todo,  digo  que  de  cualquier  manera 
de  las  sobredichas  que  traslademos  aquel  lugar ,  ora 
digamos:  ((Hermosos  son  tus  ojos,  demás  y  allende  de 
lo  escoadido,»  en  substancia  es  la  misma  sentencia ,  y 


por  todas  parece  se  consigue  lomismo  que  allí  el  Espí- 
ritu Santo  pretende,  que  es  loar  la  hermosura  de  los 
ojos  de  la  esposa;  y  si  estas  razones  en  algo  se  diferen- 
cian ,  toda  la  diferencia  de  ellas  no  importa  un  cabello; 
y  siendo  esto  así ,  decir  que  por  ello  me  aparto  de  la 
Vulgata  es  por  acaso  calumnia ,  pues  no  me  aparto  en 
cosa  que  importe ,  ni  lo  que  allí  digo  yo  es  propiamen- 
te desechar  el  te.xlo  latino,  sino  declaralle  y  reducille 
á  su  significación  con  una  palabra ,  y  como  con  mudar 
una  sola  letra. 

Lo  segundo,  digo  (y  perdóneme  el  que  lo  leyere, 
que  ni  lo  sé  decir  ni  se  puede  decir  de  otra  manera), 
pues  digo  que  san  Jerónimo  entendió  que  la  palabra 
zama.  que  habernos  dicho,  era  el  nombre  propio  con 
que  en  arpiella  lengua  se  nombran  las  vergüenzas  déla 
mujer,  como  en  castellano  tiene  su  nombre,  y  en  latín 
el  suyo ;  y  porque  no  se  atrevió  á  trasladallo  en  latín  por 
su  vocablo,  por  no  ofender  los  oídos,  usó  de  rodeo  y 
dijo  como  vemos:  «Demás  de  lo  que  está  allá  escondi- 
do;» y  siguió  en  ello  á  Simaco,  que  entendió  lo  mismo, 
y  se  aprovechó  también  para  trasladallo  del  mismo  ar- 
tificio de  significar  por  muchas  palabras  encubiertas 
honestamente  lo  que  he  dicho;  pero  la  suya  propia  era 
deshoneslo;  y  asi,  trasladó:  «Hermosos  son  tus  ojos,  de- 
más de  lo  que  se  calla. »  Este  parecer  de  san  Jerónimo 
acerca  de  este  lugar  y  palabra,  yo  confieso  que  ni  me 
cuadró  cuando  escribía  aquel  libro,  ni  me  satisface  ago- 
ra; y  lo  primero,  mostraré  que  san  Jerúnimodice  esto, 
y  que  yo  no  se  lo  levanto;  y  lo  segundo,  diré  las  cau- 
sas que  tengo  para  estar  poco  contento  de  ello.  Y  cuan- 
to á  lo  primero ,  séase  él  testigo  de  sí  mismo ,  que  en 
los  Comentarios  sobre  Isaías,  en  el  capítulo  47  alegado, 
en  el  libro  xni  dice  así :  In  eo  ubi  nos  interpretan  su- 
mus  ;  denuda  turpitudinem  tuam  ,  pro  quo  70  trans- 
tulerunt. . .  Revela  oper  i  inentum. . .  A  quila  ipsum  verbum 
haebraicum  posuit...  Zamathec.  Simachus...  Tacitur- 
nitatem  tuam,  quod  taceri  debeat  prae verecundia. 
Quod  quidem  incantico  canticorum  legimus ;  ubi  spon- 
saepulchr  iludo  describitur;  ad  extremum  inferí  absque 
'  taciturnitate  tua,  nolenlibus,  qui  interpretan  sunt 


286 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


trans ferré  nomen ,  quod  in  Sacra  Scriptnra  sojiaret 
turpitudinem.  Y  un  poco  mas  abajo:  Disputant  stoici 
multare  turpia prava  homiinim  consuetitdine,  verbis 
honesta  esse,  iit parriciJiuin,  aduUerium,  homicidium, 
incesliim  et  fus  similia.  Rursus  quae  re  honesta,  no- 
minibus  videri  turpia,  ut  liberas  procreare,  vexicam 
urinae  e fusione  laxare.  Denique  non  posse  nos  ut  dici- 
musáruta  rutila)n,  sic  mentulam...  á...  menta  face- 
re;  ergo  Zamathec  quod  Aijuila  posuit  ,ut  diximus, 
verecunda  mulieris apellanlur.  Cujus  elimologia  apud 
eos  sonat :  Sitiens  iuus,  ut  incxpletam  Babilonis  in> 
dicd  voluptatem.  De  las  cuales  palabras  se  colige  claro 
de  san  Jerónimo,  lo  uno,  que  entiende  que  esta  palabra 
hebrea  es  el  nombre  propio  en  que  en  aquella  lengua 
se  llaman  las  partes  deshonestas  de  la  mujer ;  lo  otro, 
que  confiesa  que  en  los  Cantares  esta  palabra  la  puso 
el  Espíritu  Santo  en  la  misma  significación;  lo  tercero, 
que  él  y  Simaco,  por  servir  al  respeto  que  se  debe  á  la 
Sagrada  Escritura ,  no  trasladaron  con  otra  tal  palabra 
latina  ó  griega,  sino  que  uno  dijo  por  rodeo:  «Demás 
de  lo  que  se  calla,  ó  demás  dol  silencio;»  y  el  otro : 
«  Demás  de  lo  que  está  escondido. » 

Resta  ahora  decir  el  por  qué  siempre  me  desagradó 
este  parecer,  el  cual  creo  yo  que  agradará  á  pocos  bue- 
nos juicios;  porque  siendo,  como  es,  este  cantar  espiri- 
tual y  dictado  por  Dios  para  la  salud  y  aprovechamien- 
to de  las  almas,  ¿cómo  se  sufre  que  en  él  se  nombren 
partes  tan  vergonzosas,  y  con  nombres  tan  descubier- 
tos, ó  por  mejor  decir,  tan  deshonestos?  Y  si  á  san  Je- 
rónimo y  á  Simaco  les  parecía  cosa  indecente,  y  que  no 
se  pudiera  sufrir  ponello  por  su  nombre  en  latín,  ¿cómo 
pudieron  creer  y  persuadirse  que  en  el  hebreo  le  había 
puesto  por  su  nombre  el  Espíritu  Santo?  ¿Era  menos 
deshonesto  ó  menos  peligroso  ó  menos  indecente  de- 
cirse en  hebreo  á  los  hebreos,  que  en  latín  á  los  latí- 
nos,  ó  en  griego  á  los  griegos?  O  ¿quiso  el  Espíritu 
Santo  que  tuviese  san  Jerónimo  mas  respeto  á  las  ore- 
jas de  Roma,  que  tuvo  él  á  los  oídos  de  la  gente  hebrea, 
donde  lo  leían  todos  los  santos  siervos  de  Dios  hebreos? 
Demás  de  esto,  si  esta  mujer  de  quien  se  habla  en  este 
cantar  es  la  Iglesia,  como  lo  es  en  la  verdad,  ¿cuál 
será  en  la  Iglesia  el  zama?  Si  son  los  oídos  por  los  cua- 
les -e  concibe  en  las  almas  (ieles  la  palabra  de  Dios, no 
era  menester  nombrallos  por  metáforas  y  rodeos  tan 
asquerosos,   pues  tenían  su  nombre  limpio  y  gentil. 
Mas  dirán  por  dicha  que  el  hilo  del  decir  y  el  orden  de 
lo  que  se  iba  platicándole  forzó  á  Salomón  á  hacer  me- 
moria de  aquella  parle  encubierta.  Ninguna  cosa  va 
mas  fuera  de  camino.  Trataba  Salomón  de  loar  la  her- 
mosura de  la  esposa  y  su  gentileza,  particularizando 
sus  facciones  todas;  y  habiendo  comenzado  por  la  ca- 
beza, y  llegando  á  los  ojos,  sin  poderse  mas  sufrir, 
dejando  tantas  en  medio  que  pueden  ser  sugeto  de  ex- 
tremada belleza,  como  son  fronte,  ojos,  boca,  nariz,  la- 
bios, cuello,  pechos  y  manos,  hizo  salto  tan  pííligroso, 
y  así  tornándolo  á  repetir  tres  veces,  como  lo  repite  en 
los  ojos,  sienes  y  mejillas,  que  son  lo  que  cubren  los 
cabellos.  ¡Cosa  es  aquella  para  repetirse  como  interca- 
lar limpieza !  Si  en  algún  tiempo  la  consecuencia  de  la 
razón  obligaba  á  la  memoria  de  este  nombre,  era  cuan- 
do en  el  capitulo  7,  tornando  á  loar  ú  la  esposa  de  bella, 


comienza  Salomón  desle  los  plés y  sube  á  las  piernas, 
y  de  allí  á  los  muslos ,  y  llega  al  vientre  y  hasta  lo  mas 
alto  de  la  cabeza;  y  allí,  como  se  ve,  no  la  nombra. 
Pues  si  diciendo  de  los  muslos,  trata  luego  Salomón  del 
vientre  y  ombligo,  y  pasa  callando  por  lo  que  la  natu- 
;  raleza  tiene  cubierto,  ¿cómo  es  verosímil  que  lo  nom- 
:  bra  y  predica  cuando  anda  ocupado  en  pintar  la  cara 
:  hermosa  y  no  pasa  aun  de  los  ojos?  ¿Qué  tienen  que  ver 
los  ojos  que  resplandecen  en  la  cara  con  la  torpeza  de 
las  piornas?  O  ¿qué  consonancia  ó  consecuencia  puede 
haber  entre  cosas  tan  apartadas  y  diferentes    para  que 
la  mención  hecha  de  lo  uno  lleve  á  lo  otro  la  lengua  y 
la  memoria?  Mayormente  que  ¿quién  jamás  vio  que  en 
cuentos  de  hermosura  se  hiciese  cuenta  de  cosa  seme- 
jante? O  ¿cómo  es  posible  que  tenga  parle  de  hermo- 
sura lo  que  la  naturaleza,  por  feo^  encubre  en  el  mas 
secreto  rincón  de  !a  casa?  O  ¿cómo  se  puede  creer  que 
el  Espíritu  Santo  quiso  hacer  público  y  patente  en  su 
libro  lo  que  con  tanta  diligencia   escondió  y  no  quiso 
que  se  pareciese  en  el  cuerpo?  Mas  ¿para  qué  digo  del 
Espíritu  Sanio?  No  quiero  que  este  libro  sean  palabras 
de  Dios,  ni  digo  que  se  tratan  en  él  cosas  del  cielo,  ni 
menos  el  que  le  escribió  Salomón,  rey  sabio  y  profeta; 
sino  sea  una  canción  solamente  enamorada,  compuesta 
por  un  hombre  cortesano.  Pregunto  :  ¿en  qué  ley  de 
mediano  aviso  se  sufre  que  un  galán  diga  cantando  se- 
mejante requiebro  á  una  dama?  O  ¿qué  poeta  jamás,  ni 
griego  ni  latino,  en  argumento  de  esta  cualidad  usa  de 
vocablos  tan  descubiertos?  Ovidio ,  á  quien  los  buenos 
juicios  condenan  por  lascivo  demasiadamente,  cuando 
trata  del  otro  que  comedía  consigo  las  hermosas  figuras 
de  la  otra  que  iba  huyendo,  se  alargó  á  decir:  Et  si 
quae  latent  mdiora  putat.  V  esto,  sin  que  yo  lo  dispute, 
la  misma  razón  nos  dice  que  lo  que  aun  en  el  secreto 
de  la  cama  se  dice  mal ,  nadie  lo  puede  decir  en  públi- 
co ni  por  escrito  sin  gran  torpeza  y  desorden.  Pero 
dirán  :  Si  la  palabra  hebrea  lo  signiíica,  ¿qué  pudo  hacer 
san  Jerónimo,  sino  decir  lo  que  era,  y  vestíllo  de  pala- 
bras honestas,  como  lo  hizo?  A  esto  digo  que  no  sé  si 
la  palabra  tiene  tal  significación :  mas  cuando  la  tu- 
viese, tiene  también  otra  muy  dilerente;  porque  sig- 
nifica los  cabellos  y  aladares,  como  habemos  dicho 
y  como  enseñan  los  doctos  en  aquella  lengua.  Y  así, 
teniendo  esta  palabra  dos  significaciones,  y  viniendo 
la  una  con  el  propósito  que  allí  se  Iraia  tan  á  pelo,  y 
la  otra  tan  á  pospelo  ,  no  creo  yo  que  habrá  ningún 
censor,  por  injusto  que  sea,  que  condene  mi  parecer, 
ó  no  confiese  que  en  cosas  de  tan  poca  importancia 
como  esla,  algunas  palabrillas  que  san  Jerónimo  en  sa 
translación  puso  admiten  mejoría ;  y  esto  cuanto  á  este 
lugar. 

En  el  capítulo?,  en  aquellas  palabras:  Comaecapilis 
tui  sicut  purpura  regis  vincki  canulibus  ,  los  selenla 
¡ntér|»retes  trasladan,  según  eslá  ai)untadoen  el  hebreo: 
Sicut  purpura  rex  lignlus  in  canalibus;  y  la  letra 
hebrea  recibe  la  una  y  la  otra  manera  de  trasladar ;  y 
ansí,  yo  declaro  la  una  y  la  oira  lelra,  aunque  á  la  pos- 
tre me  allego  mas  á  la  de  los  setenta ,  la  cual  siguió  y 
declaró  toda  la  Iglesia  antigua,  porijue  al  propósito  que 
allí  se  trata  conviene  mej(u-;  pero  de  cuabjuiera  manera 
que  sea,  bien  ven  los  hombres  doclos  quo  todo  va  a  uii 


RESPUESTA  QUE 

mismo  propósito ,  y  que  en  substancia  liace  una  misma 
sentencia,  que  es  tratar  encarecidamente  los  iiermosos 
cabellos  de  la  esposa;  porque  decirnos:  Sicut  purpura 
regís  viñeta  canalibus,  es  decir  que  son  de  la  color  de 
]a  púrpura  cuando  está  en  los  vasos  donde  se  tiñó  ó 
tiñe,  que  es  cuando  está  mas  fina  y  mas  nueva,  y  los 
cabellos  de  este  color  son  hermosísimos  al  juicio  de  las 
gentes  de  aquella  tierra.  Y  si  leemos :  Sicut  purpura 
rex  ligatus  in  canalibus,  es  decir  que  tienen  el  color 
sobredicho ,  y  que  con  su  hermoso  color  tienen  como 
preso  al  esposo,  en  la  forma  que  yo  declaro  en  aquella 
obrecilla  mia;  y  así,  por  ambos  caminos  venimos  sola- 
mente á  decir  que  los  cabellos  de  la  esposa  son  her- 
mosísimos. 

Lo  último  que  me  achacan  está  en  el  capítulo  6,  en 
aquellas  palabras  :  Averie  oculos  tuos  á  me,  quia  ipsi 
me  avolare  fecerunt ;  donde  dicen  que  digo  que  san 
Jerónimo  trasladó  lo  que  á  él  le  pareció,  y  no  lo  que  ha- 
lló en  el  hebreo ;  en  lo  que,  los  que  lo  dicen  muestran 
que  aun  no  entienden  romance ;  porque  las  palabras 
formales  que  digo  son  estas :  «  San  Jerónimo  y  los  se- 
tenta intérpretes  trasladan:  Que  me  hicieron  volar;»  y 
otros:  «Que  me  ensoberbecieron;  y  los  unos  y  los 
otros  trasladan,  no  lo  que  hallan  en  la  palabra  hebrea, 
sino  lo  que  parece  á  cada  uno  que  quiere  decir.  »  En 
lo  que  no  digo  que  traducieron  mal ,  sino  que  tra- 
ducieron  la  palabra  hebrea  así  como  suena  en  su  len- 
gua, y  no  conforme  al  propósito  á  que  se  aplicaba,  lo 
que  cada  uno  entendió;  porque  el  sonido  de  la  palabra 
es  este:  «Hiciéronme  sobrepujar.»  Así  á  unos  pareció, 
como  allí  digo,  queel  sobrepujar  era.  volar;  a  otros 
que  era  ensoberbecerse ;  y  á  uno  y  otro  da  ocasión  la 
palabra  original;  y  yo  lo  declaro  todo,  y  muestro  que 
aun  así,  en  el  sonido  que  suena,  sin  discurrir  ni  filoso- 


DA  A  SUS  ÉMULOS.  287 

I  far  mas,  hace  sentido  conveniente  si  destrocamos  las 
palabras,  y  entendemos  que  es  decir  :  Sobrepujárori- 
me.  Y  pues  es  claro  y  cierto  que  si  dice  el  esposo  que  la 
esposa  con  su  vista  le  ensoberbece,  estoes,  le  desvanece 
y  saca  de  quicios,  ó  le  sobrepuja  y  hace  fuerza,  en  todo 
ello  y  por  cualquiera  manera  de  ello  dice  y  declara  lo 
mismo,  que  es  el  poder  que  tenían  los  ojos  de  la  espo- 
sa para,  mirándole,  hacerse  señora  de  su  corazón.  No 
pueden  decir  que  desecho  la  Vulgata,  como  dicen;  sino 
que  declaro  con  lo  que  está  sencillo  en  el  original  la 
metáfora  y  figura  de  que  usa  la  Vulgata ;  ni  menos  tie- 
nen justicia  en  llamarme  en  esto  atrevido ,  siendo  lo 
que  hago  obra  de  hombre  estudioso  y  diligente;  pero  es 
imposible  que  nadie  contente  á  todos,  harto  es  conten- 
tará la  mayor  parte.  Y  asi,  concluyendo  esta  razón,  á 
vuestras  señorías  suplico  consideren,  de  tanto  número 
de  hombres  doctos  y  religiosos  que  por  espacio  de  diez 
años  que  anduvo  en  público  este  mi  libro  le  han  visto 
y  leído ,  cuantos  mas  son  los  que  le  aprueban;  pues  los 
que  le  condenan  son  dos  ó  tres  solos,  y  valga  y  pueda 
másenoste  juicio  el  sentido  de  tantos  apasionados  que 
no  el  antojo  de  estos,  que,  demás  de  ser  pocos,  son ,  co- 
mo vuestras  señorías  saben,  enemigos  míos;  los  cuales 
si  hasta  aquí  engañosamente  en  el  ministerio  de  tribu- 
nal tan  santo  han  vengado  en  mí  sus  pasiones,  y  cuan- 
to toca  á  lo  particular  de  mi  persona  me  han  destruido, 
de  aquí  adelante  es  tiempo  que  hable  la  verdad  y  sea 
oída  de  vuestras  señorías ;  y  ya  que  no  puedo  ser  re- 
parado, que  á  lo  menos  ella  lo  sea,  porque  su  daño  es 
mal  común,  y  su  reparo  es  honrar  á  Dios,  que  es  padre 
de  la  verdad  y  merecedor  único  de  todo  lo  que  de  veras 
es  honra  y  gloria. 

FíuY  Luis  DE  León. 


EXPOSICIÓN 


DEL  LIBRO 


OBRA  POSTUMA. 


Á  ü  m  RELIGIOSA  MADRE  ANA  DE  JESÚS,  CARMELITA  DESCALZA. 

Todos  padecen  trabajos,  porque  el  padecer  es  debido  á  la  culpa,  y  todos  nacen  en  ella ;  pero 
lio  los  padecen  todos  de  una  misma  manera,  porque  los  malos  á  su  pesar  y  sin  fruto,  los  buenos 
con  uiiiidad  y  provecho.  Y  de  los  buenos,  unos  con  paciencia  y  otros  con  gozo  y  alegría,  que  es 
propio  efecto  de  la  gracia  del  Evangelio,  de  que  san  Pablo  dice  (a)  en  su  persona  :  « Ya  nos  goza- 
mos en  las  tribulaciones.»  De  estos  es  vuestra  reverencia  y  las  demás  de  su  orden,  que  descansan 
cuando  padecen ,  por  mostrar  lo  que  aman.  Que  el  amor  de  Cristo  que  arde  en  sus  almas,  mostrán- 
dose descansa  y  padeciendo  se  muestra.  Y  ansí,  padecen  con  gozo,  y  si  no  padecen,  tienen  ham- 
bre de  padecer ,  y  la  descubren  siempre  que  pueden  y  en  todo  lo  que  pueden.  Y  de  ella  nace 
agora  mandarme,  vuestra  reverencia  le  declare  el  libro  de  los  sucesos  y  razonamientos  de  Job ;  que 
como  los  valientes  soldados  gustan  de  conocerlos  hechos  hazañosos  de  los  que  lo  fueron,  ansí  vues- 
tra reverencia,  en  esta  mihcia  de  paciencia  que  profesa ,  desea  reconocer  este  ejemplo  excelente, 
que  tal  es  el  de  Job,  como  por  su  escritura  parece.  La  cual  escritura  es  útil  de  muchas  maneras;  por- 
que ,  no  es  solo  historia ,  sino  doctrina  y  profecía ;  porque ,  demás  de  que  nos  cuéntalos  azotes  de  Job 
y  su  paciencia,  también  nos  compone  las  costumbres  y  nos  profetiza  algunos  misterios  venideros, 
y  esto  en  verso  y  en  forma  de  diálogo ,  porque  mas  se  guste  y  mejor  se  imprima.  Verdad  es  que 
el  estilo  poético  y  la  mucha  antigüedad  de  la  lengua  y  del  libro  le  hacen  muy  escuro  en  no  pocos 
lugares ;  mas  esta  escuridad  vencerá  con  sus  oraciones  vuestra  reverencia ,  que  obhgada  es  á  favo- 
recerme con  ellas,  pues  pone  este  peso  en  mis  hombros.  En  ({ue  hago  tres  cosas  :  una ,  traslado  el 
texto  del  libro  por  sus  palabras ,  conservando  cuanto  es  posible  en  ellas  el  sentido  latino  y  el  aire 
hebreo,  que  tiene  su  cierta  majestad;  otra,  declaro  en  cada  capítulo  mas  extendidamente  lo  que 
se  dice ;  la  tercera,  póngole  en  verso,  imitando  muchos  santos  y  antiguos  que  en  otros  libros  sa- 
grados lo  hicieron ,  y  pretendiendo  por  esta  manera  aficionar  algunos  al  conocimiento  de  la  Sa- 
grada Escritura,  en  que  mucha  parte  de  nuestro  bien  consiste ,  á  lo  que  yo  juzgo.  Pues  ansí  como 
no  sabemos  con  certidumbre  el  autor  de  este  libro,  que  unos  dicen  que  Moisen ,  y  oíros  que  antes 
de  Moisen;  ansí  vuestra  reverencia  ha  de  tener  por  sin  duda  que  es  libro  sagrado  y  canónico.  En 
el  cual  el  Espíritu  Santo  nos  cuenta ,  lo  primero ,  la  virtud  y  prosperidad  de  Job  ;  lo  segundo ,  su 
azote,  y  lo  tercero,  las  razones  que  pasó  con  unos  compañeros  suyos,  que  viniendo  á  consolarle, 
se  pusieron  á  reprehenderle,  que  es  la  mayor  dificultad  que  en  él  hay ;  porque  muchas  veces  pa- 
rece que  Job  y  sus  compañeros  dicen  lo  mismo,  siendo  los  intentos  contrarios. 
,  Para  cuyo  entendimiento  advertimos  que  Job,  querellándose,  dio  á  entender  que  padecía  sin 
culpa  ;  de  que  ofendidos  sus  compañeros ,  porfían  que  se  engaña  y  que  es  pecador.  Y  pruébanlo 
ansí :  «  Dios  es  justo  ;  luego  castiga  á  solos  los  pecadores.  Tú  eres  castigado  de  Dios ;  luego  eres 
pecador. »  Y  sobre  este  argumento ,  como  sobre  quicio ,  se  rodea  todo  lo  que  dicen  los  primeros 

[a)  Rom.,  5,  Z. 

E.XVl-U,  Í3 


290  OBRAS  DE  FRAY  LUíS  DE  LEÓN. 

tres  compañeros.  Y  en  lo  que  mas  se  detienen ,  es  en  probar,  lo  primero,  qué  es  la  justicia  de  Dios, 
que  á  la  verdad  es  lo  mas  cierto  y  lo  menos  necesitado  de  prueba ;  mas  insisten  en  ello,  porque,  á  su 
parecer,  lo  demás  nace  de  allí  por  fuerza  de  consecuencia.  Y  pruébanlo  con  hacer  claro  por  di- 
versas maneras  que  Dios  es  bueno  y  saino  y  poderoso,  diciendo  grandezas  de  la  bondad  de  Dios, 
y  de  su  saber  y  poder ;  porque  el  ser  injusto  uno  siempre  le  viene ,  ó  de  saber  poco ,  ó  de  poder  me- 
nos, ó  de  ser  mal  inclinado  ;  que ,  como  se  sabe ,  las  fuentes  de  todo  lo  malo  son ,  ó  flaqueza,  ó  ig- 
norancia, ó  malicia.  A  esto  responde  Job,  y  en  lo  que  responde  confiésales  esta  primera  parte, 
que  toca  á  la  justicia  de  Dios  ;  y  no  solo  la  confiesa,  mas  él  también  la  prueba,  y  se  extiende  en 
decir  maravillas  de  estos  divinos  atributos.  Pero  niégales  lo  que  de  ellos  coligen ,  y  persevera  en  de- 
fender su  inocencia ,  y  les  prueba  que  no  son  pecadores  todos  los  (jue  Dios  en  esta  vida  castiga. 
En  que ,  en  suma ,  afirma  dos  cosas :  una ,  <i  No  siempre  castiga  Dios  en  esta  vida  álos  pecadores ,  ni 
son  pecadores  todos  los  que  Dios  en  ella  aflige  ; »  otra,  «  Yo  no  he  pecado  de  manera  que  merezca 
el  mal  que  padezco. »  Y  cuando  afirma  esto  último,  agoviado  del  dolor  y  de  la  porfía  de  los  que  sin 
razón  le  condenan ,  parece  alguna  vez  que  excede  en  palabras ,  volviéndose  á  Dios ,  y  pidiéndo- 
le que  se  ponga  con  él  ajuicio,  y  averigüe  aqueste  azote  con  él.  Por  lo  cual,  á  lo  último  sale  Eliu, 
el  cuarto  de  los  amigos,  y  no  aprobando  las  razones  de  los  primeros,  condena  á  Job  por  otra  razón 
nueva,  diciendo  que  á  lo  menos  peca  en  ponerse  con  Dios  á  juicio.  Y  ansí,  lo  que  pretende,  es 
probar,  no  que  fué  pecador,  sino  que  se  debe  Job  sujetar  á  Dios  y  callar,  y  tener  por  bueno  lo 
que  hace.  Y  pruébalo  de  aquesta  manera  :  « Las  obras  de  Dios ,  y  lo  que  pretende  en  lo  que  hace, 
no  lo  puede  saber  el  hombre  ;  luego  debe  con  paciencia  juzgar  bien  de  lo  que  Dios  hace ,  y  no  pe- 
dirle razón  de  ello. »  La  primera  de  estas  dos  cosas,  de  que  la  segunda  necesariamente  se  sigue, 
pudo  Eliu  probarla  con  ejemplos  palpables  de  las  cosas  que  Dios  hace ,  y  no  las  entendemos  los  hom- 
bres ;  mas  no  la  prueba  por  estavia,  antes  multiplicando  razones  impertinentes,  la  escurece  y 
confunde.  Y  ansí ,  Eliu  no  erró  en  lo  principal  de  su  intento  y  en  lo  que  probar  pretendía,  sino  en 
no  acertar  á  probarlo.  Por  donde  Dios  á  la  fin  se  descubre,  y  lo  primero,  reprehende  á  Eliu  de  que 
una  cosa  tan  clara,  como  es  no  penetrar  el  hombre  las  obras  y  los  juicios  de  Dios,  no  supo  probar- 
la ;  y  lo  segundo ,  vuelto  á  Job,  le  prueba  con  razones  claras  lo  que  confundía  Eliu  con  palabras 
escuras.  Y  ansí ,  el  intento  de  Dios  es  el  mismo  de  Eliu,  persuadir  á  Job  que  tenga  por  bueno  lo  que 
hace  con  él,  y  no  quiera  saber  por  qué  causa  lo  hace ,  ni  pedirle  cuenta  ó  razón.  Y  arguye  como 
Eliu  argüía  :  «El  hombre  no  puede  alcanzarlas  obras  de  Dios  ni  sus  fines  ;  luego  debe  con  pacien- 
cia juzgar  bien  de  lo  que  Dios  hace ,  y  no  pedirle  cuenta. »  Y  lo  primero  desto  prueba  Dios  en  su 
discurso  por  manifiesta  manera,  haciendo  alarde  de  muchas  cosas  que  traemos  entre  las  manos,  que 
las  hace  él ,  y  el  liombre,  aunque  las  ve ,  no  las  entiende ,  como  son  las  obras  naturales  y  ordinarias. 
De  donde  necesariamente  concluye  que,  si  no  conocemos  lo  ordinario  que  él  hace,  mucho  monos 
podremos  alcanzar  lo  extraordinario  y  los  fines  secretos  que  en  ello  sigue.  Job  reconoce  su  exceso 
luego,  y  humíllase.  Y  Dios,  que  sabia  su  sencillez  y  bondad,  y  que  había  defendido  con  verdad  su 
inocencia,  no  se  enoja  con  él,  y  enójase  con  sus  tres  amigos  porque  hablaron  mal  en  tres  cosas: 
una,  que  impusieron  á  Job  que  era  malo  ;  otra,  que  afirmaron  que  Dios  no  acosa  aquí  sino  á  so- 
los los  malos  ;  la  tercera,  que  destas  dos  mentiras  quisieron  sacar  defensa  de  la  justicia  divina.  Co- 
mo si  Dios  no  pudiera  quedar  por  justo  sí  quedaba  Job  por  bueno ,  ó  si  no  se  valiera  de  apoyos  tan 
flacos  y  tan  falsos.  Esto  pues  bien  entendido ,  en  las  escuridades  de  este  Ubro  dará  mucha  luz.  El 
cual  Ubro  comienza  ansí. 


ARGUMENTO  según  se  halla  en  un  códice  en  que  están  recogidos  los  capítulos 

DE  JüU,  en  tercetos,  DE  LETRA  DEL  AUTOR. 

Job,  natural  ríe  Hus,  provincia  vecina  á  Idumca  y  Arabia,  entre  gente  ajena  de  Dios,  gran  siervo  suyo,  y  de  los  bie- 
nes do  la  vida  aitaslado,  cercado  do  liijos  y  rico  de  ganados  y  de  familia ,  y  por  estas  causas  cu  su  ¡tui-hio  y  en  los 
comarcanos  señaiaflo  y  temido  ,  para  mayor  bien  suyo  y  para  ejemplo  de  virtud  á  los  venideros,  es  entregado  de 
Dios  al  demonio  á  petición  suya,  no  para  que  le  mate,  sino  para  que  lo  tiente  y  azote.  Quítale  la  hacienda,  mátale  los 
bijos  ,  llágale  fea  y  cruelmente  en  el  cuerpo,  y  Irái'ie  á  tanto  desprecio,  que  su  misma  mujer  le  baldona  y  le  per- 
suade á  que  se  mate  á  si  mismo.  Pues  estando  asi  lleno  de  miseria  ,  y  arinatlo  de  paciencia,  y  sentado  en  un  mula- 
dar, visitante  cuatro  hombres  principales  y  sabios  de  aquella  tierra,  ygrandes  sus  amigos.  Con  los  cuales,  después  de 
un  largo  silencio  que  causó  en  él  el  dolor,  con  la  vista  de  los  amigos  renovado,  y  en  ellos  el  espanto  de  una  mudanza 
de  fortuna  tin  grande;  al  tin  comenzando  él  y  respondiendo  ellos,  trábase  entre  lodos  un  largoy  reñido  razonamiento. 
Que  en  substancia ,  de  parte  de  los  amigos  es  decir  tjue  Dios,  como  justo  que  es,  siempre  á  los  malos  y  pecadores  en 


EXPOSICIÓN  DEL  LIBRO  DE  JOB.  291 

esla  vida  los  castiga  con  miserables  sucesos,  y  que  ansí  le  castigaba  á  él  como  á  gran  pecador  ;  y  de  parte  de  Job 
es  defender  que  Dios ,  ni  castiga  siempre  ni  á  solos  los  malos  en  esta  vida ,  ni  él  lo  era  enlonces  por  ser  pecador  y 
malo.  Sobre  lo  cual,  ansí  por  la  una  como  por  la  otra  parte,  se  dicen  razones  altísimas,  llenas  de  artificio  y  de  dulzu- 
ra en  las  palabras  y  en  las  sentencias,  preñadas  de  grandes  misterios.  Píntanse  las  condiciones  de  los  hombres 
malvados,  el  ingenio  de  los  buenos  y  justos;  engrandécese  por  extrañas  maneras  la  grandeza  del  poder  de  Dios  y  de 
su  saber,  dicese  de  su  grande  bondad  y  juslicia,  profetízase  su  venida  al  mundo,  la  resurrección  de  la  carne,  el  juicio 
último,  con  otras  cosas  de  grande  cualidad  y  provecho.  Y  al  fin  de  todo  sobreviene  Dios,  y  habla  con  Job  con  forma 
sensible,  y  enséñale  que,  pues  es  hombre,  no  se  ponga  con  Diosen  cuentas  ni  quiera  apear  sus  juicios.  Y  después  vuelto 
á  los  amigos  del,  diceles  que  no  han  acertado  en  sus  razones  y  que  han  afligido  sin  causa  á  su  amigo,  y  mándales 
que  se  le  humillen  y  le  pidan  que  le  ruegue  por  ellos,  y  que  rogándoselo  .iob,  los  perdonará.  Hácese  ansí,  y  Dios 
sana  á  Job,  y  restituyele  á  su  estado  primero  con  mayor  prosperidad  que  al  principio. 


EXPOSICIÓN  DEL  LIBRO  DE  JOB. 


CAPITULO  PRIMERO. 

ARGIMKNTO. 

Refiérese  la  calidad  de  Job,  sus  posesiones  y  familia  ;  alaba  Dios 
su  sliniilicidad  y  vii'lud,  la  cual,  como  Satanás  no  la  quisiese 
creer  verdadera,  sino  interesal  y  mercenaria,  cómele  Dios  el 
examen  de  esta  causa  al  mismo  calumniador,  dándole  licencia 
para  que  persiga  á  Job  en  los  bienes  de  fortuna ;  aUiíje  Satanás 
á  Job  con  mano  pesada,  matándole  los  ganados  y  los  hijos ;  mas 
él,  al  oir  los  nuncios  de  tan  lastimeras  noticias,  asi  alaba  y  ben- 
dice á  Dios  como  en  el  tiempo  de  la  prosperidad. 

i  Un  varón  fué  en  la  tierra  de  Hus,  su  nombre  Job,  y 
fué  este  varón  sencillo  y  derecho,  y  temeroso  de  Dios,  y 
esquivador  de  lo  malo. 

2  Y  naciéronle  siete  liijos  y  tres  bijas. 

3  V  fué  su  posesión  siete  mil  ovejas ,  y  tres  mil  came- 
llos, y  quinientos  pares  de  bueyes,  y  quinientas  asnas, 
y  familia  muclia  mucho;  y  fué  este  varón  grande  sobre 
todos  los  hijos  de  Oriente. 

4  Y  iban  sus  hijos  y  hacian  banquete  en  casa  de  cada 
uno  su  dia ,  y  enviaban  y  llamaban  las  tres  hermanas  su- 
yas á  comer  y  á  ijeber  con  ellos. 

5  Y  era  ansí,  que  cuando  daban  su  vuelta  los  dias  del 
banquete,  enviaba  Job  y  santificábalos  ,y  madrugaba  de 
mañana,  y  alzaba  ofrendas  al  número  de  todos.  Porque 
decía  Job  :  Si  por  caso  pecaron  mis  hijos  y  bendijeron 
á  Dios  en  su  corazón.  Ansí  hacia  Job  continuamente. 

6  Y  fué  un  dia  y  vinieron  los  hijos  de  Dios,  y  vino  tam- 
bién Satanás  entre  ellos. 

7  Y  dijo  Dios  a  Satanás:  ¿De  dónde  vendrás?  Y  res- 
pondió Satanás  á  Dios  y  dijole  :  De  cercar  por  la  tierra  y 
de  pasearme  en  ella. 

8  Y  (lijo  Diosa  Satanás:  ¿Por  ventura  pusiste  tu  corazón 
sobre  mi  siervo  Job,  que  no  como  él  en  la  tierra  ,  varón 
sencillo  y  recto,  y  temeroso  de  Dios,  y  esquivador  úe  lo 
malo? 

9  Y  respondió  Satanás  á  Dios  y  dijo  :  ¿  Por  ventura  de 
balde  teme  Job  á  Dios? 

-10  ¿Por  ventura  tú  no  pusiste  sobre  él,  sobre  su  casa 
y  sobre  todo  lo  que  le  pertenece  á  la  redonda,  iicciuiras 
de  sus  manos  bendejiste,  y  su  posesión  creció  en  la 
tierra? 

H  Mas  empero  pleguete  enviar  tu  mano  y  loca  en  lodo 
oque  le  |)ertenece,  si  no  en  la  cara  te  bendijere. 

i'2  Y  dijo  Dios  á  Satanás:  Ves  todo  lo  que  le  pertenece 
en  tu  mano  ;  solamente  no  pongas  lu  mano  en  él.  Y  sa- 
lió Süíanás  de  delante  de  Dios. 

15  Y  fué  un  dia,  y  sus  hijos  y  sus  hijas  comían  y  bebían 
ca  uno  eu  casa  de  su  Lcrmauo  el  mayor. 


M  Y  un  mensajero  vino  á  Job  y  dijo  :  Las  vacas  aiabaii 
y  las  asnas  pacian  junto  á  ellas. 

-15  Y  sobrevino  e!  sabeo  y  tomólos ,  y  á  los  mozos  pa- 
saron á  cuchillo,  y  escapé  tan  solamente  yo  solo  para  que 
os  lo  notificase. 

16  Aun  este  hablaba,  y  viene  otro  y  dice :  Fuego  de  üios 
cayó  del  cielo,  y  quemó  las  ovejas  y  los  mozos,  y  consu- 
miólos, y  escapé  tan  solamente  yo  solo  para  darle  noticia 
dello. 

-17  Aun  este  hablaba,  y  vino  otro  y  dijo  :  Los  caldeos, 
hechos  tres  partes,  acometieron  á  los  camellos  y  Ileváron- 
selos,  y  á  los  mozos  pasaron  á  cuchillo,  y  escapé  tan  so- 
lamente yo  solo  para  darte  noticia  dello. 

18  Aun  este  hablaba  y  vino  otro  y  dijo:  Tus  hijos  y  tus 
hijas  comían  y  bebían  en  casa  de  su  hermano  el  mayor. 

19  Y  veis  un  viento  grande  vino  de  la  otra  parte  del 
desierto  y  hirió  en  los  cuatro  cantones  de  la  casa,  y  cayó 
sobre  los  mancebos  y  murieron ,  y  escapé  tan  solamente 
yo  solo  para  darte  noticia  dello. 

20  Y  levantóse  Job  y  rompió  su  ropa,  y  tresquiló  su 
cabeza,  y  derrocóse  en  tierra  y  adoró. 

21  Y  dijo  :  Desiuido  salí  del  vientre  de  mi  madre  y  des- 
nudo volveré  allí.  Dios  lo  dio  y  Dios  lo  tomó;  sea  el  nom- 
bre del  Señor  bendito. 

22  En  lodo  eslo  no  pecó  Job  ni  se  enloqueció  contra 
Dios. 

EXPLICACIÓN. 

i  ((Un  varón  fué  on  la  tierra  de  ITiis,  su  nomlire 
Job.»  Alí,ainos  dijeron  que  ni  luibo  Jol),  ni  pasó  en  he- 
cho de  verdad  esta  liisloria;  sino  que  es  parábola  orde- 
nada por  Dios  y  cscrila  por  sus  profetas  para  decliado 
de  paciencia  perfccla.  Mas  cslo  es  falso  y  condenado, 
y  en  cierta  manera  injurioso  á  la  verdad  de  la  Divina 
Escritura;  demás  de  que,  oíros  lugares  y  libros  de  ella 
liacen  mención  do  la  persona  de  Job ,  como  el  libro  de 
Tobías  (rt),  y  Ecequiel  (b),  y  Saniíago  (c)  en  su  epísto- 
la. Ansí  (jue,  imbo  un  liombro  sanio  y  grande  amigo  de 
Dios,  llainailo  Job,  y  oslo  es  cosa  sin  duda.  Mas,  como 
esto  es  cierto,  ansí  es  dudoso  quién  fué  y  de  qué  gen- 
te ó  linaje.  Lomas  recibido  es  (|uc  fué  gentil  y  dcsceu- 
dienle  de  Ksaú  y  nielo  de  Abrabam,  hombre  principal 
y  como  cabeza  y  príncipe  de  su  pueblo.  Y  e.s  argumen- 
to de  ello  ser,  como  aquí  se  dice  ,  de  Uus,  que  es  par- 

(fl)  Tob.,  cap.  2,  V.  12  y  lli.    (b)  Ezccb.,  cap.  U,  v.  U  y  20. 
(c)  Jacob.,  ü,  11. 


EXPOSICIÓN  DEL 
te  de  Idumea,  tierra  liabilada  y  gobernada  por  Esaú.  ¡ 
Pues  salió  Job,  entre  los  que  adoraban  ídolos,  adora- 
dor de  Dios  verdadero,  y  virtuoso  entre  los  viciosos ,  y 
como  rosa  entre  espinas ,  gran  siervo  de  Dios  entre  los 
enemigos  de  Dios.  Porque  Dios  para  el  negocio  de  la 
virtud  no  excepta  personas,  ni  tiempo, ni  lugar,  ni  li- 
naje. Y  al  fin  Job,  aunque  nacido  en  tierra  de  Hus,  si 
era  descendiente  de  Abraliam,  como  deciam.os,  respon- 
dió á  su  cepa,  y  la  fe  del  quinto  ó  sexto  agüelo  tornó  á 
dar  su  fruto  en  el  nielo,  y  por  eso  dice:  «Y  fué  esle 
varón  sencillo  y  derecho,  y  temeroso  de  Dios,  y  esqiii- 
vador  de  lo  malo.»  Lo  primero  le  llama  varón,  porque 
como  el  hombre  en  la  lengua  original  de  este  libro  ten- 
ga tres  diversos  nombres,  el  de  esle  lugar,  que  nosotros 
trasladamos  varón,  es  nombre  que  importa  valor,  y 
que  no  se  da  á  cualesquier  hombres ,  sino  á  los  que  lo 
son  de  veras,  digo  á  aquellos  en  quien  la  razón  man- 
da y  el  sentido  obedece,  que  es  propriamcnle  ser  hom- 
bres. Y  allende  de  esto,  luego  en  el  principio  le  nombra 
varón ,  y  le  añade  las  demás  virludes  y  fuerzas  de  ánimo 
que  tenia;  porque,  como  dice  bien  san  Gregorio  (a), 
habia  de  contar  su  lucha  luego;  y  porque  dice  los  he- 
chos de  un  gran  luchador,  declara  el  vigor  que  para  lu- 
char tiene;  que  consiste,  lo  primero,  en  que  es  varón, 
esto  es,  no  muelle  ni  afeminado  para  la  virtud,  ni  que 
se  vence  fácilmente.  Lo  segundo,  en  que  es  simple,  y 
no  quiere  decir  en  el  saber ,  que  eso  no  merece  loor, 
sino  en  la  sencillez  de  sus  costumbres  y  en  el  pecho  no 
doblado  ni  falso.  Lo  cual  aun  se  entiende  mas  de  la  pa- 
labra primera,  porque  tham  imporia,  no  simple  como 
quiera,  sino  simple  y  perfecto;  y  no  es  perfecto  el  igno- 
rante y  que  no  sabe,  ni  menos  lo  puede  ser  el  que  te- 
niendo dos  caras ,  está  dañado  en  el  ánimo  y  sano  en  lo 
que  muestra  de  fuera,  y  como  se  dice  en  el  salmo  (6):  «El 
que  habla  paz  con  su  prójimo,  y  en  el  corazón  guarda 
mal  (c),  el  que  ablanda  sus  palabras  y  las  emmoUece 
mas  que  aceite, y  es  una  saeta  enherbolada.»  Porque  si 
tiene  el  alma  dañada,  y  sana  la  apariencia,  ni  en  todo 
es  malo  ni  en  todo  es  bueno;  y  ansí,  el  ser  doblado  y 
el  ser  imperfecto  siempre  andan  junios;  y  al  revés,  lo 
sencillo  y  lo  perfecto  son  uno.  Ansí  que,  Job  era  senci- 
llo, que  es  decir,  dentro  y  fuera  uno  mismo,  y  cual  en 
el  ánimo  tal  en  el  roslro;  y  por  consiguiente,  era  aca- 
bado y  perfecto,  porque  era  bueno  por  todas  partes  y 
en  todo.  Y  á  esto  se  sigue  bien  lo  tercero  que  añade, 
que  era  recto ,  que  es  decir,  de  ánimo  y  de  costumbres 
no  torcidas;  porque  no  hay  cosa  mas  natural  á  la  sen- 
cillez que  el  no  torcerse ;  que  el  torcer ,  como  se  ve ,  es 
ima  cierta  manera  de  doblar  y  es  enderezará  una  par- 
te y  volverse  después  á  otra.  Y  como  la  sencillez  dice 
unidad,  ansí, ni  mas  ni  menos,  la  rectitud,  porque  ser 
recto  es  seguir  siempre  una  regla  y  camino;  y  por  el 
contrario,  ansí  lo  doblado  como  lo  torcido  dicen  varie- 
dad y  muchedumbre ,  porque  el  torcerse  es  caminar  á 
cosas  diversas  y  no  guardar  siempre  un  mismo  tenor. 
Mas  dice:  «Y  temeroso  de  Dios.»  Lo  que  ha  dicho  de 
entereza,  sencillez  y  rectitud,  pertenece  á  los  buenos 
naturales  de  Job,  y  á  la  loable  compostura  suya  con  que 
nació,  y  á  sus  inclinaciones  templadas ;  mas  esto  per- 
tenece ya  á  lo  añadido  y  sobrepuesto  por  la  virtud  de 
(«J  L.  1,  Moral.,  cap.  3,    (I/)  Ps,  27, 5.    (c¡  Ps.  54, 22. 


LIBRO  DE  JOB.  293 

la  gracia;  la  cual,  sin  duda,  aunque  es  poderosa  por 
sí  y  aunque  tiene  fuerza  para  reducir  á  cualquier  su- 
geto,  por  desbaratado  que  sea,  mas  cuando  acontece 
caer  en  lo  bien  inclinado  y  á  la  razón  rendido  de  su- 
yo, como  semilla  en  campo  grueso  y  dispuesto,  hace 
maravillosos  efectos.  Y  ciertamente  en  todo  lo  muy  se- 
ñalado en  santidad  y  virtud  casi  de  ordinario  se  juntó 
con  lo  gracioso  lo  natural ,  la  buena  disposición  con 
que  se  hace  y  la  abundancia  de  la  gracia  del  cielo,  las 
inclinaciones  virtuosas  nuestras  y  los  dones  abundan- 
tes que  Dios  nos  influye.  Por  donde  en  el  libro  de  los 
Cantares  {d)  dice  Dios  con  gran  razón  del  alma  escogi- 
da, que  «si  es  muro,  sobreedificará  almenas  ó  saete- 
ras de  plata»;  como  diciendo  que  sobre  los  naturales 
buenos  y  fuertes  de  suyo,  lo  que  el  Espíritu  Santo  aña- 
de hace  obra  riquísima.  Y  ansí,  de  la  misma  alma,  y 
en  el  mismo  libro  (e),  se  dice  que  es  luna  y  que  es  soL 
Y  hase  de  entender  que  es  sol  porque  es  luna;  esto 
es,  porque  si  tiene  naturales  bien  dispuestos  y  como 
hechos  para  recibir  la  claridad  de  la  luz ,  como  la  reci- 
be la  luna ,  se  logrará  mejor  el  bien  que  Dios  por  su  li- 
beralidad en  ella  pusiere.  Que  la  gracia  en  el  sugeto 
dispuesto  se  acendra  y  «da  fruto  de  ciento»,  como 
Cristo  nos  dice  [f).  Pues  ansí  Job,  que  era  de  su  natu- 
ral recto  y  sencillo,  es  agora,  por  don  de  la  gracia,  ote- 
meroso  de  Dios;»  que  es  decir,  muy  santo  y  muy  ade- 
lantado en  toda  virtud.  Porque  «temer  á  Dios»,  en  esta 
escritura  no  es  una  virtud  sola,  ó  como  la  palabra  suena, 
solo  el  don  del  temor,  sino  es  un  cumplimiento  perfec- 
to de  todo  lo  que  Dios  manda,  nacido  de  ánimo  que  le 
desea  servir,  y  de  hecho  le  sirve  con  recato  solícito  y 
con  diligente  cuidado.  Como  en  el  salmo  (g)  que  dice: 
«Bienaventurado  el  varón  que  teme  al  Señor,  que  en 
sus  mandamientos  pone  mucha  afición;»  porque  esto 
segundo  es  como  declaración  de  lo  primero.  Como  en 
esta  manera  :  «Bienaventurado  el  que  teme  á  Dios,» 
quiere  decir,  el  que  obra  con  afición  lo  que  manda,  que 
es  lo  que  llamó  temor.  Y  aun  en  esle  lugar  lo  que  lue- 
go se  sigue,  que  es:  «Y  e-quivador  de  lo  malo,»  con- 
viene que  ansí  se  entienda,  y  que  sea  declaración  esto 
de  lo  que  antes  se  dijo.  Porque  decir  que  Job  era  «es- 
quivador  de  lo  malo» ,  es  declarar  lo  que  habia  dicho, 
de  que  era  «temeroso  de  Dios»,  esto  es ,  adornado  de 
toda  religión  y  virtud.  Que  «esquivar  el  mal»  no  es  una 
sola  parle  de  la  justicia,  sino  toda  la  justicia  entera; 
que  si  se  dice  de  la  justicia  (/t)  que  consiste  en  dos  co- 
sas ,  apartarse  de  lo  malo  y  poner  en  obra  lo  bueno, 
este  ser  «esquivador  de  lo  malo»  lo  abraza  toJo  y  lo 
comprehende.  Porque,  ansí  como  es  malo  hacer  lo  que 
se  veda,  ansí  también  lo  es  no  hacer  lo  que  se  manda. 
Por  donde  el  que  todo  lo  malo  esquiva,  ni  hace  lo  que 
la  ley  prohibe  ni  deja  de  hacer  lo  que  ordena;  y  ansí, 
esquivar  la  maldad,  y  temer  á  Dios,  y  cumplir  entera- 
mente su  ley,  significan  lo  mismo.  Mas  prosigue,  y 
dice: 

2  «Y  naciéronle  siete  hijos  y  tres  hijas.»  El  tener 
hijos  los  hombres  que  les  sucedan,  aunque  no  es  de  las 
cosas  que  da  Dios  á  los  buenos  solos ,  ú  de  las  que  les 
da  siempre,  sino  de  las  que  por  orden  secreto  de  su 

(d)  Cant.,  8,  9.    'í>  Cant.,  6,  9.     (/■>  MatÜi.,  xiii.,  v.  8. 
(g)  Pi.lil,  1.    (Aj  l's.  55,  lo. 


294  OBRAS  DE  FRAY 

providencia  da  á  buenos  y  malos,  á  veces  para  su  bue- 
na diclia,  y  á  veces  para  su  desventura;  mas  ello  en 
8Í  es  cosa  buena,  como  fin  á  que  ¿e  ordena  el  matrimo- 
nio; y  es  consuelo  de  la  vida ,  y  socorro  en  la  nece-  i 
sidad,  y  amparo  de  la  vejez,  y  camino  para  la  perpe-  . 
tuidad ,  y  bendición  y  largueza  de  FJios.  Y  al  bueno  á  ! 
quien  los  da ,  siempre  so  los  da  para  buena  dicha  suya  : 
y  para  testimonio  de  su  bondad,  que  vive  y  resplan-  ; 
doce  y  se  adelanta  después  de  la  muerte  en  los  bijos.   i 
Y  ansí ,  dice  la  Escritura  en  una  parte  (a)  «  que  eljiom-  j 
bre  en  los  bijos  que  deja  después  de  sí  se  conoce».  Y  en 
otra  {(j) :  «Bienaventurado  el  varón  que  teme  al  Señor,   ; 
el  que  empica  su  aticion  en  sus  mandamientos.  Su  cas-  j 
td  será  poderosa  en  la  tierra ,  la  sucesión  de  los  buenos  j 
será  bendita.»  Pero  al  revés,  los  de  los  malos  son  de  or- 
dinario cuales  sus  padres  delios,  y  no  tales  que  mejo- 
ren su  memoria,  sino  tales  que  con  los  sucesos  de  sus 
desbaratadas  costumbres  y  desventurados  fines  la  em- 
peoren y  entiznen,  y  finalmente,  acaben  y  sepulten  con 
perpetua  ignominia.  Y  si  da  Dios  bijos  y  sucesión  á  los 
pecadorts,  muchas  veces  es,  no  solo  para  atormentar- 
los en  la  vida  con  sus  reveses  de  ellos,  sino  tam'iien 
para  castigarlos  en  ellos  después  de  la  muerle;  y  para 
que,  ansí  como  los  padres  extendieron  su  maldad  cuan- 
to su  vida,  ansí  la  pena  de  ella  se  e.xlienda  también 
cuanto  durare  su  memoria  en  sus  bijos.  Ansí  que,  aun- 
que no  siempre  la  sucesión  es  premio  de  la  virtud,  pe- 
ro siempre  ó  casi  siempre  que  Dios  la  da  á  los  que  son 
virtuost's,  es  para  su  honra  y  contento  y  regalo,  y  de 
esta  manera  es  la  de  Job;  que  porque  babia  dicho  de 
su  bondad,  y  de  cuan  acabado  era  en  toda  virtud,  dice 
luego  de  lo  que  es,  no  premio  della ,  sino  como  añadi- 
dura de  premio.  Y  dice  que  tuvo  siete  hijos  y  tres  bijas; 
que  para  bijos  no  son  pocos  siete,  y  para  bijas  son  harías 
tres,  y  todos  diez  hacen  número  perfecto;  como  dando 
áentender  que  su  buena  dicha  de  Job  en  los  bijos  no 
era  tanto  en  tener  muchos ,  como  en  ser  ellos  perfec- 
tos y  buenos.  Y  desciende  luego  á  contar  sus  riquezas, 
y  dice: 

3  «Y  fué  su  posesión  siete  mil  ovejas,  y  tres  mil  ca- 
mellos, y  quinientos  pares  de  bueyes,  y  quinientas  as- 
nas, y  familia  mucha  mucho;  y  fué  este  varón  grande 
sobre  todos  los  de  Oriente.»  En  que  se  dicen  dos  cosas, 
una  de  riqueza  y  otra  de  buena  y  grande  reputación 
con  los  hombres.  De  manera  que  era  Job  de  hijos  abas- 
tado, y  en  la  hacienda  rico  ,  y  en  opinión  muy  estima- 
do. Y  con  ser  ansí,  era,  como  se  dijo,  «sencillo  y  de- 
recho, y  temeroso  de  Dios,  y  esquivador  de  lo  malo;» 
que  en  tanta  felicidad  temporal  casi  nunca  aconlece.  Y 
ansí,  luego  que  dijo  desu  virtud  el  Espírilu  SüuIo, aña- 
dió esto  á  ella  para  mayor  alabanza  suya  y  para  mayor 
demostración  de  su  punto  subido  y  perfecto;  pues  que 
niel  amor  de  los  hijos,  que  suelen  tener  por  velo  los 
hombres  para  encubrir  ó  para  hermosear  su  miseria,  le 
hizo  seguir  la  avaricia,  ni  el  cuidado  de  la  granjeria  le 
sumió  el  corazón  en  la  tierra ,  ni  su  grande  cstin¡a  y 
reputación  le  desvaneció  ó  sacó  de  sus  quicios.  De  ma- 
nera que,  no  solamente  fué  siervo  de  Dios  cnlrc  los 
que  adoraban  los  ídolos ,  mas  guardó  su  ley  pura  y  sen- 
cillamente entre  todo  lo  que  suele  apartar  dclla  á  los 
{»)  EccU.,  11,50.   (hj  i>s.  111,1. 


LUIS  DE  LEÓN. 

hombres.  Y  demás  desto,  cuenta  agora  sus  riquezas, 
porque  ha  de  contar  sus  calamidades  después,  para  que 
deloprimerose  entienda  lagraveza  delosegimdo,  y  para 
que  se  entienda  cuan  bueno  era,  puessiendo  tan  rico,  lle- 
vó con  ánimo  tan  igual  el  venir  á  ser  pobre,  y  no  áser 
pobre  solamente,  sino  aserio  por  extremo,  y  á  venir  á 
ello  no  estando  apercibido,  ni  iiabiéndose  hecho  poco 
á  poco  á  ser  pobre  ,  sino  en  un  momento  y  sin  pensar, 
y  hallándose  en  un  instante  desnudo  de  todo.  «Siete 
mil  ovejas»  dice  que  tenia,  con  lo  demás  que  está  di- 
cho; que,  como  él  era  puro  y  inocente,  ansí  su  riqueza 
era  también  natural  y  sin  pecado  ,  toda  ella  del  campo 
y  de  la  cultura  del  y  no  de  tratos  logreros,  ni  do  mer- 
cancías revueltas,  ni  de  pechos,  ni  de  imposiciones. 
Dice: 

4  «Y  iban  sus  hijos,  y  hacían  banquete  en  casa  de 
cada  uno  su  día ,  y  enviaban  y  llamaban  las  tres  herma- 
nas suyas  á  comer  y  beber  con  ellos.»  No  es  repre- 
hendido el  convite  moderado  ni  el  festejarse  entre  sí 
los  amigos  templadamente,  ni  menos  por  lo  que  desto 
dice  la  Escritura  aquí  es  alabado  de  Dios  como  si  fue- 
se alguna  señalada  virtud,  sino  cuéntase,  si  no  por 
ello,  por  loque  dello  se  entiende;  que  es  decir  que  si 
Dios  había  dado  hijos  á  Job,  le  había  dado,  como  diji- 
mos, hijos  que  merecían  ser  suyos;  quiero  derir  ,  hi- 
jos que  eran  hermanos  entre  sí  y  que  vivían  sin  com- 
petencia, en  concordia.  Que,  como  en  él  los  hijos  eran 
merced  de  Dios,  ansí  se  los  había  dado  Dios  tales  que 
le  fuesen  bien  y  merced.  Porque  los  bijos  mal  herma- 
nados, tormento  son  de  sus  padres ;  y  como  la  unidad 
de  corazón  en  los  hermanos  deleita  á  quien  los  engen- 
dra, como  el  salmo  (c)  lo  dice,  ansí  sus  diferencias  y 
disensiones  los  turban  y  amargan.  En  lo  cual  es  cosa 
que  espanta  que,  con  parecer  natural  los  que  nacen  de 
un  tronco  ser  también  de  un  querer ,  no  sé  por  qué 
manera  casi  siempre  acontece  que  ningunos  se  con- 
ciertan menos  que  ellos,  y  señaladamente  acontece  en 
los  que  tienen  padres  nobles  y  ricos.  Esto  es  sin  duda, 
que  no  es  enemistad ,  sino  rabia  la  que  se  enciende  en- 
tre los  hermanos,  cuantas  veces  se  enciende.  Por  don- 
de, para  decir  Dios  la  buena  suerte  de  Job,  no  solo  dice 
que  tenia  copia  de  hijos,  sino  de  hijos  conformes,  y 
que  ansí  se  amaban,  que,  con  ser  muchos,  eran  en  la 
voluntad  como  uno.  Y  no  solamente  lo  dice  para  decla- 
rarnos su  dicha,  sino  también  para  darnos á conocer  !a 
buena  manera  como  los  había  criado  y  enseñado  Job 
desde  niños.  Que  á  la  verdad  los  males  de  los  hijos  las 
mas  veces  nacen  como  de  raíz  de  sus  padres ,  y  el  des- 
cuido delios,  y  muchas  veces  su  mal  ejemplo,  es  el  (pío 
mas  los  daña  y  corrompe;  ponpie  esejeniido  doméstico 
y  que  le  tienen  delante  siempre ,  y  ejemplo  de  autori- 
dad, y  que  atrae  á  sí,  no  solamente  por  lo  pegajoso  y 
atractivo  que  todo  lo  malo  tiene,  sino  también  por  la 
particular  fuerza  que  cobra  de  serles  tan  cercano  y  ve- 
cino, y  no  solo  porque  es  dulce  el  vicio,  sino  también 
porque  le  es  natural  al  hijo  seguir  á  su  padre,  y  por- 
que es  vicio  de  herencia.  Ansí  que,  tienen  malos  bijos 
los  que  son  malos  padres,  y  Job  los  tenia  buenos  por- 
que era  buen  padre;  y  sabérnoslo,  porque  eran  confor- 
mes, que  era  como  obra  nacida  de  las  mauo$  y  cuida. 
(c)  Ps.  152, 1,  2. 


EXPOSICIÓN  DEL 
do  de  Job,  y  fambion  por  lo  qiio  luego  se  dice, .que es: 
5  «Y  era  ansí ,  que  cuando  daban  su  vuelta  los  días 
del  banquete,  enviaba  Job  y  santificábalos,  y  madruga-  j 
ba  de  macana,  y  alzabaofrcndas  según  el  número  de  lo-  i 
dos.  Porqiie  decia  Job:  Si  por  caso  pecaron  mis  liijos,  ¡ 
y  bendijeron  á  Dios  eu  su  corazón.  Ansí  hacia  Job  coa-  ' 
tinuamenle.»  Que  bien  se  conoce  quién  tenia  este  cui- 
dado de  poner  luego  medicina  á  sus  fallas  y  desenojar- 
les á  Dios ,  que  no  se  habia  descuidíulo  en  enseñarles 
con  avisos  y  ejemplos  que  viviesen  sin  culpa.  Dice 
pues  que  madrugaba,  para  decir  la  diligencia  con  que 
acudía  á  Dios  por  sus  liijos,  y  que  «ofrecia  por  cada 
uno  su  sacrificio»,  para  decir  que  era  igual  con  todos; 
y  dice  que  hacia  eslo  principalmeule  «cuando  prece- 
día banquete»,  porque  le  es  vecino  al  convite  el  peca- 
do; que,  como  se  peco  la  primera  vez  por  comer,  ansí 
casi  siempre  en  el  comery  en  el  beber  de  los  banquetes 
se  peca.  Y  el  corazón  humano,  por  una  parte  engolosi- 
nado con  el  sabor  del  manjar,  y  por  otra  parte  distraí- 
do de  sí  y  como  sacado  afuera  con  la  abundancia  y  la 
sobra ,  y  encendido  con  el  vino  y  metido  en  placer ,  y 
con  esto  y  con  la  risa  y  conversación  lanzado  en  el 
gusto  de  estos  bienes  sensibles,  dentro  de  sí  se  abraza 
y  se  casa  ó  amanceba  con  ellos ;  y  viene  ( veces  hay )  á 
decir  en  sí  mismo  :  «Esto  bueno  es,  apacible,  suave; 
déjenoslo  Dios,  y  él  estése  en  el  cielo.»  Y  en  esta  ma- 
nera, como  preciando  á  Dios ,  le  desprecia,  y  como  co- 
nociéndole, le  desconoce,  y  con  dejarle  su  bienaventu- 
ranza y  grandeza,  calladamente  se  rie  delia  y  le  ante- 
pone la  suya.  Y  por  esto  dice:  «Si  pecaron  mis  hijos  y 
bendijeron  á  Dios  en  su  corazón ;»  esto  es ,  si  por  caso 
alegres  y  contentos  dijeron:  «Téngase  Dios  su  gloria; 
que  á  nosotros  esto  nos  basta.»  Si  no  queremos  decir  lo 
que  de  ordinario  se  dice,  que  bendecir  aquí  es  malde- 
cir, y  que  se  dice  al  revés  porque  el  vocablo  de  mal- 
decir á  Dios  ofende  mucho  al  oído.  Mas  á  la  verdad,  el 
alegría  y  placer  del  banquete  no  induce  á  maldecir  á 
Dios,  sinoá  olvidarse  de  los  bienes  de  Dios,  y  alabán- 
dole, darle  de  mano  en  la  manera  que  dicho  tengo;  que 
para  el  maldecirle,  lo  que  suele  ser  ocasión  la  tris- 
teza es  y  la  congoja  que  de  los  desastres  sucede.  Hasta 
aquí  son  las  cualidades  de  Job,  ansí  en  la  virtud  de  su 
persona  como  en  su  reputación  y  hijos  y  hacienda;  lo 
que  se  sigue  perteneced  su  calamidad  é  infortunio,  y 
dice  ansí : 

6  «Y  fué  un  día,  y  vinieron  los  hijos  de  Dios  á  asis- 
tir á  Dios,  y  vino  también  Satanás  entre  ellos.  » 

7  «Y  dijo  Dios  á  Satanás:  ¿De  dónde  vendrás?  Y 
respondió  Satanás  á  Dios  y  díjole  :  De  cercar  por  la 
tierra  y  de  pasearme  en  ella.»  No  asisten  un  día,  y 
otro  no,  delante  de  Dios  los  ángeles ,  ni  tienen  sus 
dias  señalados  ni  sus  tiempos  de  corles ,  porque  to- 
dos los  dias  y  lodos  los  tiempos  ie  están  presentes 
y  sirviendo;  ni  menos  Satanás,  después  de  echado  del 
cielo,  torna  á  tiempos  á  él  ni  ve  la  cara  de  Dios ,  que 
á  todos  los  que  la  ven  los  hace  bieneventurados  en 
viéndola;  mas  dícese  esto  ansí  por  una  de  dos  razo- 
nes :  ó  porque  se  suele  hacer  ansí  en  las  corles  de  los 
reyes  cuando  de  algo  se  consulta,  y  Dios,  para  que 
le  entendamos  los  hombres ,  nos  habla  en  su  Santa  Es- 
critura conforme  ú  lo  que  usamos  y  mas  enlendeinos 


LIBRO  DE  JOB.  293 

los  hombres ;  ú  de  01  ra  manera  píntase  ansí,  porque  !o  vio 
ansí  el  profeta  que  este  libro  escribió,  en  la  visión  que 
del  tuvo  por  imagines  y  figuras  que  se  le  pusieron  eu 
la  imaginación  ó  en  lo>  o^os,  como  Daniel  (a)  y  saii 
Juan  (6)  vieron  las  imagines  de  lo  que  dejaron  escri- 
to, y  como  Esaías  (c)  dice  haber  visto  á  Dios  sentado 
en  un  trono,  y  junto  á  él  cuatro  animales  y  ruedas, 
y  como  del  profeta  Miqueas  se  escribe  en  los  Reyes  (d), 
que  se  le  representó  Dios  cercado  de  sus  espíritus  ,  y 
consultando  con  ellos  quién  tomaría  á  su  cargo  el  en- 
gaño de  Acab.  Las  cuales  figuras  en  realidad  de  ver- 
dad, ó  con  la  fantasía  ó  con  los  ojos  las  ven  los  profe- 
tas, y  son  ellas  imagines  que  tienen  su  ser,  pero  no 
el  mismo  que  representan  ,  ni  son  ello  mismo,  sino  fi- 
guras suyas  hechas  por  Dios,  y  que  en  lo  que  si;^nifi- 
can  son  conformes  al  hecho  de  la  verdad,  y  en  la  ma- 
nera como  lo  significan  se  ajuslan  y  proporcionan  con 
nuestro  entender.  Porque  no  hay  duda  sino  que  en 
este  hecho  y  acontecimiento  de  Job,  según  la  verdad, 
Dios  fué  quien  ordenó  que  se  hiciese ,  porque  en  nin- 
guna manera  se  hiciera  sin  su  querer  y  licencia,  y  el 
demonio  fué  el  ejecutor  por  orden  de  Dios.  Y  es  de 
creer  que  el  demonio,  según  su  juicio,  estimaba  en  po- 
co la  virtud  de  este  hombre,  pareciéndole  que  por  el 
bien  que  Dios  le  hacia  le  amaba  y  servia ;  y  es  verisí- 
mil que  por  ocasión  de  este  falso  pensamiento  y  jui- 
cio se  movió  Dios  á  entregar  los  bienes  de  Job  á  ese 
mismo  que  por  causa  dellos  juzgaba  mal  del,  y  ansí 
hacer  prueba  clara  de  su  virtud,  no  para  sí,  á  quien 
todo  le  es  claro,  sino  para  ejemplo  nuestro  y  para  glo- 
ria suya  y  para  desengaño  y  confusión  del  demonio. 
Pues  todo  esto,  que  es  el  engaño  del  demonio  y  de  mu- 
chos otros  que  por  caso  pensarían  lo  mismo  con  me- 
noscabo de  la  honra  de  Dios;  ansí  que,  el  engaño  del 
demonio,  el  querer  Dios  sacar  de  duda  la  virtud  de 
su  siervo ,  el  dar  al  mal  juzgador  que  fuese  el  exami- 
nador de  su  engañado  juicio ,  el  aceptar  este  oficio  él, 
y  el  ponerlo  por  obra  ,  todo  esto  que  pasó  en  la  ver- 
dad, por  darlo  á  conocer  Dios  al  Profeta,  figúraselo  en  la 
forma  que  aconteciera  si  se  tratara  de  unos  hombres  á 
otros ;  y  figúraselo  ansí ,  y  por  tan  artificiosa  y  apacible 
manera,  que  ni  encubre  la  verdad,  ni  traspasa  sus  térmi- 
nos, ni  saca  nuestro  entender  de  su  costumbre  y  estilo, 
antes  le  deleita  y  aficiona,  porque  le  hace  ver  en  las  fi- 
guras y  formas  que  él  usa  lo  que  es  sobre  todo  cuanto 
se  usa.  Que  el  representar  á  Dios  como  asentado  en  un 
trono,  y  los  ángeles,  ansí  los  buenos  como  los  malos,  de- 
lante del ,  responde  con  la  verdad  del  estar  presentes  to- 
das las  cosas  á  Dios ,  que  es  emperador  sobre  todo.  Y  el 
figurar  que  pregunta  Dios  al  demonio ,  y  que  le  vuel- 
ve respuesta,  dice  con  la  verdad  de  lo  que  él  se  ima- 
ginaba y  pensaba,  y  con  la  voluntad  que  tuvo  Dios 
de  sacar  á  luz  este  engaño.  Y  ansimismo  el  parecer 
que  entrega  Dios  á  Satanás  la  salud  y  los  bienes  de 
Job,  consuena  con  la  licencia  que  por  orden  de  su 
providencia  le  dio  para  herirle  y  tentarle.  Y  todo 
aquesto  que  nunca  pasó  en  el  hecho  como  aquí  se  fi- 
guró en  la  imaginación  del  profela,  pasó  en  el  heciio 
conforme  á  lo  que  significa  esta  imagen.  Pues  dice 

(rti  Daniel ,  7,  ele.    (b)  Aiiocalii).,  cap.  1.    (cj  Isai.,  C. 
(cíj  m.Ikg.,  ÜijY.lO. 


296  OBRAS  DE  FRAY 

ansí :  <(  Y  fué  un  día;»)  porque ,  aunque  Dios  desde  su 
eternidad  delermina  las  cosas ,  da  á  cada  una  de  ellas  | 
su  día.  ((Y  vinieron  los  hijos  de  Dios ;»  ansí  llama  aquí 
la  Escritura  los  ángeles.  «  Y  vino  también  Satanás  en- 
tre ellos.»  Satanás  es  el  demonio,  porque  tiene  oficio  de 
acusador  y  calumniador,  y  Satanás  quiere  decir  el  que 
acusa  ó  calumnia.  Y  porque  en  el  caso  de  este  libro  j 
usó  de  este  oficio  el  demonio,  por  eso  le  dan  aquí  es-  I 
le  nombre.  Y  es  mucho  de  considerar  que,  aunque 
pudiera  Dios  hacer  prueba  de  Job  sin  tomar  ocasión 
de  otra  cosa  y  sin  usar  de  color  ni  rodeo ,  mas  por- 
que es  proprio  de  su  poder  y  saber  gobernar  con  dul-  I 
zura  (a) ,  que  es  ir  al  fin  que  se  pretende  por  los  me- 
dios que  él  pide,  por  eso  dispuso  que  la  sospecha  mala 
del  demonio,  como  pareciendo  delante  del,  fuese  á 
manera  de  acusador  para  Job,  y  le  solicitase  á  la  prue- 
ba ,  y  que  hubiese  esta  causa  tan  colorada  y  tan  jus- 
ta para  lo  que  él  pudiera  aun  sin  ella  hacer  justa- 
mente; y  quiso  que  el  mal  juicio  y  deseo  de  Satanás 
contra  Job  sacase  su  virtud  de  cuestión  y  juicio,  y 
que  la  esclareciese.  Y  ansí  dice  :  a  Y  dijo  Dios  á  Sata- 
nás :  ¿De  dónde  vendrás?»  Ansí  dice  el  original,  y 
tiene  en  aquella  lengua,  como  en  la  nuestra,  esta  ma- 
nera de  hablar  una  significación  de  desprecio  y  de  no 
buena  sospecha  que  se  tiene  de  aquel  á  quien  se 
pregunta.  Solemos  decir  á  los  que  tenemos  por  tra- 
viesos ó  por  de  mal  ánimo,  ó  que  andan  en  no  buenos 
pasos,  cuando  se  nos  ponen  delante  :  «Pues  él  ¿de 
dó  vendrá  agora?»  como  diciéndole  :  ¿Hay  algo  aquí 
que  enredar  ó  viene  de  hacer  de  los  suyas?  Pues  ansí 
dice  y  pregunta  á  Satanás  Dios:  «¿De  dónde  ven- 
drás?» Que  fué  decirle  :  Vendrás  tú  agora  de  hacer 
lo  que  sueles.  ¿  Que  malicia  tuya  ó  qué  pensamiento 
dañado  te  trae?  A  lo  cual  Satanás  dice :  «  De  cercar  por 
la  tierra  y  de  pasearme  por  ella.  »  Tenia  el  demonio 
entonces  particular  mando  en  la  tierra ,  y  ansí  habla 
della  como  de  su  posesión ,  en  que  se  espacia  y  pasea 
como  señor  y  dueño ;  y  á  la  verdad  ol  lugar  de  su  ocu- 
pación y  ejercicio  fué  siempre  la  tierra ,  según  la  mal- 
dición antigua  que  le  condenó  á  comer  tierra  (6),  y 
en  la  tierra  mesma  se  ve  que  la  rodea  y  la  cerca  el  de- 
monio, porque  adonde  quiera  que  volvemos  los  ojos 
hallamos  su  huella,  en  unas  partos  de  guerras,  y  en 
otras  de  muertes,  y  en  otras  de  enojos,  y  en  otras  de 
vicios  torpísimos ;  ansí  que,  todo  lo  cerca,  porque  siem- 
bra su  ponzoña  por  todo.  Y  aun  lo  que  decimos  cercar, 
en  su  palabra  original  quiere  también  decir  «inquirir  y 
visitar,  ó  cercir  inquiriendo»,  como  lo  hace  el  que 
con  mando  y  jurisdicción  inquiere  y  pesquisa;  que  si 

^    el  demonio  es  acusador  y  calumniador,  como  de  hecho 
lo  es  y  se  nombra ,  conviene  que  también  sea  inquírí- 

:    dor  y  como  juez  de  pesquisa.  Mas  veamos  lo  que  se 
bjgu.;. 

«  (( Y  dijo  Dios  á  Satanás  :  ¿  Por  ventura  pusiste  tu 
corazón  sobre  mi  siervo  Job,  que  no  como  él  en  la 
tierra,  varón  sencillo  y  recto  ,  y  temeroso  de  Dios ,  y 
esquí vador  de  lo  malo?»  Lo  que  el  latino  dice  consi- 
derasti,  es  en  el  original  «poner  el  corazón»;  y  poner 
el  corazón  sobre  una  cosa,  es  mirar  en  ella  con  aten- 
ción ,  en  la  lengua  en  que  se  compuso  este  libro.  Pacs 
(a)  Sap.,  8,1.    i,b,    Cco.,  3,  14. 


LUIS  DE  LEÓN, 

pregúntale  Dios  si  lo  hn.  pajeado  todo  ,  como  dice ;  sí 
echó  de  ver  las  virtudes  de  Job,  y  las  ventajas  cono- 
cidas que  á  todos  en  ellas  hace.  «¿Has  visto,  dice,  á 
mi  siervo  Job,  que  no  hay  quien  le  iguale  on  la  tier- 
ra?» Maravilla  grande  es  que  Dios  haga  tanto  caso  de 
un  siervo  que  tiene,  hablando  con  el  demonio,  que  te- 
nía entonces  á  todo  el  mundo  y  á  casi  todos  los  hom- 
bres por  suyos,  y  que,  según  parece,  oponga  este  uno 
á  todos  los  que  al  demonio  servían ,  y  se  precie  y  hon- 
re Dios  del  mas  que  de  toda  su  gente  el  demonio. 
«¿Pusiste,  dice,  tu  corazón  en  mi  siervo  Job?»  Como 
sí  con  mas  palabras  dijera  :  ¿Valen  tanto  cuantos  te 
sirven  como  este  uno  que  es  mió?  ¿Has  echado  de 
ver  cuánto  mejor  soy  servido  de  este ,  que  tú  lo  eres 
de  cuantos  engañas?  ¿No  miras  que ,  por  mas  que 
cerques  la  tierra,  y  por  mas  que  della  te  apoderes,  al 
fin  hay  en  ella  una  semejante  virtud?  Y  verdadera- 
mente es  ansí,  que  no  se  deleita  tanto  el  demonio  con 
la  perdición  de  muchos,  que  le  sirven  pecando,  cuan- 
to se  lastima  con  la  virtud  excelente  de  un  bueno;  y 
por  el  contrarío,  es  á  Dios  tan  agradable  y  de  tan  a 
estima  en  sus  ojos  una  extraordinaria  virtud ,  que  se 
tiene  por  mas  servido  con  ella  sola  en  un  justo ,  que 
deservido  con  la  maldad  y  vicios  de  muchos  injustos. 
Y  ansí,  sufre  pecadores  ínumerablos  por  sacar  á  luz 
uno  que  no  lo  sea;  y  por  los  justos  y  escogidos,  que 
son  pocos ,  comparados  á  los  que  se  pierden ,  cria  sa- 
bia y  debidamente  Dios  ¡numerable  nuichedninbrc  de 
los  que  se  han  de  perder.  «¿Viste,  dice,  á  mi  siervo 
Job?»  Y  con  razón  hace  Dios  como  maravilla  de  un 
bueno,  porque  el  ser  bueno  el  hombre  es  caminar  á  lo 
alto  y  vivir  como  se  vive  en  el  cielo;  y  un  hombre, 
que  es  tierra  y  de  suyo  inclinado  á  la  tierra,  ser  bue- 
no, es  ir  al  revés  de  lo  que  es,  y  venciendo  su  natural, 
volar  lo  pesado  á  lo  alto.  Y  como  no  seria  maravilla  nin- 
guna si  de  la  cumbre  de  un  monte  viniesen  hasta  la 
falda  del  muchas  piedras  cayendo,  mas  sí  una  sola 
desde  la  raíz  subiese  á  la  cumbre  seria  con  razón  ma- 
ravilla; ansi,  que  pequen  muchos  y  que  sirvan  al  de- 
monio muchos  no  es  cosa  de  espanto,  porque  es  ha- 
cer lo  que  son  y  seguir  la  dañada  inclinación  de  su 
origen ;  mas  q\ie  haya  uno  ó  algunos  que  braceen  con- 
tra la  corriente  del  agua,  y  que  siendo  tierra  caminen 
al  cielo,  es  digno  de  admiración  ,  uno  solo  que  sea.  Y 
ansí,  el  demonio  norcs¡iondió  á  Dios  consolándose  con 
los  otros  muchos  que  de  su  [tarto  tenia,  ni  le  dijo  que 
si  Job  era  bueno,  era  uno  solo,  sino,  como  quien  co- 
nocía bien  lo  mucho  que  lo  bueno  vale,  aunque  en  solo 
uno  se  halle ,  quiso  mostrar  que  no  lo  era  Job  como  á 
Dios  parecía;  y  ansí,  escriben  que  dijo  : 

9  «  Y  respondió  Satanás  á  Dios,  y  dijo  :  ¿Por  ven- 
tura de  balde  teme  Job  á  Dios?»  Que  es  como  sí  mas 
claro  dijera  :  Señor,  si  es  bueno,  no  lo  es  de  suyo,  sino 
por  el  interés  que  dello  saca;  sí  es  bueno,  bien  se  lo 
pagáis  porque  lo  sea.  Traeisle  sobre  las  palmas,  hacéis 
que  todo  le  suceda  á  su  gusto;  ¿qué  mucho  que  os  sir- 
va, pues  vos  de  continuo  le  servís  á  él?  Y  ansí,  en  ser- 
viros á  vos  so  sirve  á  sí ,  y  hace  su  hecho.  Y  esto  es  lo 
que  añade  : 

10  «¿Por  ventura  tú  no  pusiste  sobre  él  y  sobre 
BU  casa  y  sobre  lodo  lo  que  le  perlcacce  ala  redonda?» 


EXPOSICIÓN  DEL 
Lo  que  dijo  el  latino  vállasU ,  en  el  original  se  dice 
posuisti.  Pusiste,  dice,  sobre  él,  conviene  á  saber,  lu  : 
guarda  y  amparo,  y  como  en  atalaya,  ansí  estás  siem-  ■ 
pre  velando  por  él.  Y  declárase  luego  mas,  y  pro-  i 
sigue:  «Hechuras  de  sus  manos  bendejiste,  y  su  po-  ■ 
sesión  creció  en  la  tierra.  »  Y  añade  :  j 

^l  «Mas ,  empero,  plégate  enviar  tu  mano,  y  toca  i 
en  todo  lo  que  le  pertenece,  si  no  en  la  cara  te  bendi- 
jere.» Dice  :  Mas  pruébale  enviando  sobre  él  tu  azote, 
y  si  entonces  abiertamente  no  se  volviere  contra  tí, 
di  entonces  que  es  bueno.  Mas  ¿  cómo  no  acusará  de- 
lante de  Dios  el  demonio  la  culpa,  pues  aun  calumnia 
la  virtud?  Duro  acusador  es  sin  duda  ninguna;  mas 
cuanto  él  es  mas  agudo  y  solícito  y  mal  intencionado, 
tanto  nos  obliga  mas  á  velar,  como  dice  san  Pedro  {a) : 
«Hermanos,  estad  en  vos  y  velad,  porque  vuestro  ad- 
versario, el  demonio,  como  león  bramador ,  cerca  bus- 
cando á  quién  trague.»  «Plégate,  dice,  enviar  tu  ma- 
no sobre  él.»  Consuela,  como  de  aquí  se  entiende,  lo 
poco  que  el  demonio  puede  sin  licencia  de  Dios.  Tu 
mano,  dice;  veces  hay  cuando  «enviar  su  mano  Dios» 
hace  significación  de  favor,  como  en  el  salmo  (b)  : 
«Envió  su  mano  y  libróme,  y  sacóme  afuera  de  un 
piélago;»  mas  aquí  dice  azote  y  castigo,  y  la  palabra 
que  se  sigue  lo  declara  mejor;  porque  lo  que  decimos, 
«tócale  en  todo  lo  que  le  pertenece , »  según  la  pala- 
bra original ,  es  un  tocar  con  aspereza  y  como  un  to- 
car azotando  y  hiriendo.  Sigúese : 

12  «Y  dijo  Dios  á  Satanás  :  Ves  todo  lo  que  le 
pertenece  en  lu  mano ;  solamente  no  pongas  tu  mano 
en  él.  Y  salió  Satanás  de  delante  de  Dios.»  No  queda- 
ra bien  confuso  ni  bien  castigado  el  demonio  si  no  se 
le  cometiera  á  él  la  ejecución  de  lo  que  sospechaba  y 
quería,  Y  ansí,  aunque  pidió  á  Dios  que  le  tocase 
él  con  su  mano ,  Dios  le  comete  que  le  toque  él  con 
la  suya  ,  para  que  ansí  quede  satisfecho  que  Dios,  co- 
mo amigo  de  Job,  no  usó  de  blandura,  y  para  que,  ha- 
ciendo él  cuanto  pudiese ,  si  quedase  después  vencido, 
como  de  hecho  quedó ,  quedase  desesperado  y  rabiase 
de  su  flaqueza  y  de  la  fortaleza  de  Job ,  y  de  ver  que 
le  había  honrado  con  su  malicia,  pretendiendo  da- 
ñarle. «Ves,  dice ,  todo  lo  que  le  pertenece  en  tu  ma- 
no.» Como  diciendo  :  Pues  ansí  lo  piensas  y  dices,  y 
el  ser  Job  tan  siervo  mío  lo  atribuyes  á  mi  favor  y  á 
los  muchos  bienes  que  tiene,  yo  te  pongo  toda  su  ha- 
cienda en  tu  mano ,  no  toques  á  su  persona ,  del  resto 
haz  á  tu  gusto.  Y  es  de  considerar  que  no  le  dice  Dios 
que  le  quite  ó  que  le  desminuya  ó  que  le  asuele  la  ha- 
cienda, sino  dice  que  la  pone  en  su  mano,  como  cier- 
to que,  según  su  ingenio  dañado  y  perversa  voluntad, 
ponerlo  en  su  mano  y  asolarlo  es  lo  mismo;  que  nun- 
ca tales  manos  dieron  buen  cobro  de  lo  que  en  ellas 
se  puso;  y  víóse  su  sed  de  hacer  mal  en  su  diligencia, 
pues  dice  :  «Y  salió  Satanás  de  delante  de  Dios;»  que 
es  decir:  Y  luego  al  mismo  punto ,  sin  decir  ni  repli- 
car mas,  salió  á  su  comisión  deseoso.  Y  dice  que  «sa- 
lió de  delante  de  Dios»,  á  quien  todas  las  cosas  le  son 
siempre  presentes,  porque  iba  á  hacer  mal;  el  cual, 
cuando  es  de  pena,  es  ajeno  de  lo  que  Dios  primera  y 
derechamente  apetece ,  y  cuando  es  de  culpa,  es  aje- 
(a)  Ep,  I,  cap.  3,  V.  8.    (b)  Pá.  U"»,  v.  7. 


LIBRO  DE  JOB.  297 

no  del  totalmente ,  y  si  se  hace  en  su  vista,  porque 
lo  ve  para  darle  castigo,  no  se  hace  en  su  vista,  porque 
no  lo  conoce  por  suyo  ni  lo  favorece  ni  aprueba.  Sata- 
nás so  aleja  de  Dios  para  azotar  á  Job,  que  no  era  hecho 
malo,  según  que  Dios  lo  ordenaba;  y  algunos  se  me- 
ten á  Dios  y  se  visten  de  su  religión  para  ser  su  es- 
trago della  y  su  azote.  Pero  mejor  será  seguir  nuestro 
intento.  Dice : 

13  «  Y  fué  un  día ,  y  sus  hijos  y  sus  hijas  comían  y 
bebían  en  uno  en  casa  de  su  hermano  el  mayor. » 

14  «Y  un  mensajero  vino  á  Job  y  dijole  :  Las  va- 
cas araban  ,  y  las  asnas  pacían  junto  á  ellas.  » 

15  «Y  cayó  el  sabeo  y  tomólas,  y  á  los  mozos  pasa- 
ron á  cucíiíllo.  Y  escapé  tan  solamente  yo  solo  para 
que  os  diese  noticia  dello.  » 

16  «Aun  este  hablaba,  y  viene  otro  y  dice  :  Fue- 
go de  Dios  cayó  del  cielo ,  y  quemó  las  ovejas  y  los 
mozos,  y  consumiólos,  y  escapé  tan  solamente  yo  solo 
para  dar  noticia  dello.  » 

17  «Aun  este  hablaba,  y  vino  otro  y  dijo  :  Los  cal- 
deos, hechos  tres  partes,  acometieron  á  los  camellos 
y  lleváronlos,  y  los  mozos  pasaron  á  cuchillo,  y  esca- 
pé tan  solamente  yo  solo  para  darle  noticia  dello.» 

18  «  Aun  este  hablaba ,  y  vino  o'ro  y  dijo  :  Tus  hi- 
jos y  tus  hijas  comían  y  bebían  vino  en  casa  de  su 
hermano  el  mayor. » 

19  «Y  veis  un  viento  grande  vino  de  hacia  el  de- 
sierto, y  hirió  en  los  cuatro  cantones  de  la  casa,  y 
cayó  sobre  los  mancebos  y  murieron ,  y  escapé  yo  solo 
para  darte  noticia  dello.»  Este  es  el  primer  azote  que  re- 
cibió Job  por  voluntad  de  Dios  y  por  mano  del  demonio, 
que  no  solo  le  quitó  cuanto  pudo,  sino  quitóselo  todo  jun- 
to en  un  día  ,  y  por  la  mas  cruel  manera  asolándolo; 
de  arte  que  por  donde  quiera  que  este  azote  se  mire, 
es  muy  grande.  Grande,  porque  llevó  todos  los  hijos 
y  hacienda;  grande ,  porque  lo  llevó  todo  junto  y  como 
en  un  punto;  grande,  porque  ni  llevó  á  los  hijos  cap- 
tivos ni  á  la  hacienda  en  manera  que  se  esperase  co- 
brarla, sino  dando  muerte  á  los  unos  y  abrasando  á 
los  otros ,  y  consumiendo  y  asolándolo  lodo.  Y  lo  que 
fué  muy  de  sentir,  que  aunque  vino  en  un  día,  pu- 
diera venir  en  muchos  á  la  noticia  de  Job,  y  pudieran 
esperar  que  una  llaga  se  curase  antes  que  la  otra  vi- 
niese ,  y  que  con  un  suceso  adverso  hiciese  poco  á  poco 
el  ánimo  á  sentir  menos  los  otros.  Mas  la  rabia  ene- 
miga y  la  crueldad  del  demonio  todo  lo  hizo  junio,  y 
todo  se  lo  puso  junto  delante  y  como  de  un  tropel,  y 
sin  dejarle  respirar,  para  mas  ahogarle.  El  uno  dice  los 
bueyes,  el  otro  luego  las  ovejas  quemadas ,  el  otro  los 
camellos  robados,  el  otro  los  hijos  muertos,  y  todos  la 
familia  pasada  á  cuchillo  ,  para  que  viéndose  caer,  y 
no  por  escalones,  sino  de  golpe,  la  gravezade  él  le  des- 
pedazase el  juicio  y*  el  ánimo  ,  y  rendido  á  la  desven- 
tura y  vencido  de  ella,  blasfemase  de  Dios.  Y  aun  para 
su  mayor  aflicción  ordenó  con  aviso  particular  el  de- 
monio que  parte  de  su  hacienda  la  acabase  el  cuchi- 
llo ,  y  parle  el  fuego  del  cielo,  y  parte  el  robo,  y  parte 
la  violencia  del  viento;  y  hizo  que  en  el  campo  pere- 
ciese lo  uno,  y  en  la  ciudad  y  en  su  propria  casa,  y  en 
el  tiempo  de  la  seguridad  y  regocijo  y  banquete  se  ar- 
ruinase lo  Otro,  para  que  representándomele  todo  con- 


298  OBRAS  DE  FRAY 

trarío,  el  campo  y  el  poblado ,  lo  «olo  y  la  muchedum- 
bre, los  vecinos  y  los  mas  alejados ,  la  tierra  y  el  hier- 
ro y  el  cielo ,  considerando  que  adonde  quiera  y  por 
dondequiera  la  calamidad  le  hallaba,  se  tuviese  por 
aborrecido  y  desierío  de  toda  buena  esperanza ,  se  en- 
tregase al  despecho.  Mas  ¿qué  no  puede  sufrir  o  que  no 
puede  vencer  la  virtud  verdadera?  Dice  : 

20  «Y  levantóse  Job  y  rompió  su  ropa,  y  trasquiló 
su  cabeza ,  y  derrocóse  en  tierra  y  adoró,  n 

21  o  Y'  dijo  :  Desnudo  salí  del  vientre  de  mi  madre, 
y  desnudo  volveré  allí.  Dios  lo  dio  y  Dios  lo  lomó ; 
sea  el  nombre  del  Señor  bendito.» 

22  «En  todo  esto  no  pecó  Job  ni  se  enloqueció  con- 
tra Dios. »  Si  Job  no  hiciera  significación  de  dolor  en 
desastres  tan  grandes,  su  paciencia  no  lo  pareciera  ; 
porque  pudieran  decir  que  de  enajenado  no  senli;i, 
y  no  que  de  esforzado  sufría.  Lo  fino  de  su  valor  es- 
tuvo en  que  sintiese,  y  que  sintiendo  no  se  dejase  ven- 
cer, sobrepujado  del  justo  y  amargo  sentido.  Y  por 
eso  dice  que  rompió  su  monjil  (a)  y  tresquiló  su  ca- 
beza, que  eran  en  aquel  tiempo  demostraciones  de 
duelo,  que  es  decir  que  conoció  bien  la  adversidad 
de  su  fortuna  y  la  grandeza  del  mal  que  le  sobrevino, 
y  que  ansí  lo  sintió  y  demostró  por  las  señales  de  fue- 
ra. Mas  que  si  le  traspasó  el  alma  el  dolor,  pudo  mas 
el  valor  de  su  ánimo,  y  que  derrocado  de  su  prospe- 
ridad y  herido,  el  dolor  no  le  levantó  contra  Dios;  antes 
la  virtud  derrocó  al  sentimiento  por  tierra,  y  domó  el 
coraje  que  la  desventura  enciende  en  el  alma ,  y  á  ella  y 
al  cuerpo  los  postró  y  humilló.  Pues  postrado  y  adoran- 
do á  Dios,  dijo  :  a  Desnudo  nací  del  vientre  de  mí  ma- 
dre, y  desnudo  tornaré  allí;  Dios  lo  dio  y  Dios  lo  to- 
mó; sea  su  nombre  bendito.»  En  las  razones  con  que 
se  conhorta  y  consuela,  muestra  bien  su  igualdad. 
«Desnudo,  dice,  salí  del  vientre  de  mi  madre.»  Poco 
apegado  tenia  el  corazón  á  los  bienes  el  que  se  desnu- 
dó de  ellos  tan  presto.  Bien  se  conoce  que  era  Job  de 
aquellos  pocos  que  desea  el  Sabio,  y  de  quien  dice  (6): 
«Bienaventurado  el  varón  que  no  se  fué  en  pos  del  oro 
ni  íió  en  el  tesoro.  ¿Quién  tal?  Y  diremos  que  obró 
maravillas.  Desnudo  nací.»  Encierra  en  sí  aquesta  ra- 
zón mil  razones  eficaces  y  ciertas;  lo  uno,  porque  quien 
nació  desnudo,  hecho  ha  de  tener  el  ánimo  para  hallarse 
desnudo;  que  ninguna  cosa  nos  es  mas  nalural  que  lo 
con  que  nacemos ;  ansí  que ,  es  propria  del  hombre  la 
desnudez  y  de  su  nacimiento  le  viene.  Lo  otro  ,  por- 
que si  al  nacer  de  esta  vida,  tan  necesitada  de  abrigo, 
venimos  desnudos,  no  es  mucho  que  al  salir  de  ella, 
<j  cuando  nos  acercamos  al  fin,  ansí  del  vivir  como  de 
la  necesidad  de  los  bienes  con  que  se  vive,  nos  halle- 
mos desnudos.  «Desnudo,  dice ,  nací  del  vientre  de  mi 
madre»  que  me  engendró ,  y  desnudo  volveré  al  vien- 
tre de  la  tierra,  que  es  también  nuestra  madre;  y  pues 
nací  desnudo ,  no  me  extraño  de  verme  desnudo ;  "y  pues 
á  la  vida  desabrigada  vine  sin  ropa,  sin  ella  potlré  pa- 
sar en  su  fin  y  remate.  Mas  fácil  es  morir  pobre  que 
vivir  pobre.  Demás  de  que  (¡Dios,  dice,  lo  dio  y  Dios 
lo  tomó»,  que  es  otra  y  .segunda  razón  llena  de  íilo.so- 
fía  del  cielo.  Porque,  según  la  verdad,  estos  bienes  de 
fuera ,  y  lodos  los  que  no  están  en  la  mano  del  hom- 

( a)  Monjil  es  ud  gíncru  de  vcsUdo.    {l>)  Eccli.,  3J,  v.  8  y  9. 


LUIS  DE  LEÓN. 

bre,  no  son  bienes  propríos  del  hombre;  cosas  son  ad- 
venedizas y  que  tienen  otro  señor,  que  las  da  ó  las 
quita ;  y  ni  el  tenerlas  nos  hace  ricos ,  porque  no  son 
nuestros  bienes ,  ni  el  carecer  de  ellas  pobres,  por  la 
misma  razón  ;  y  ansí ,  es  contra  ella  que  se  duela  na- 
die si  carece ,  ó  porque  carece  de  lo  que  no  se  le  debe 
ni  es  suyo.  Dios  los  reparte  y  da  por  el  tiempo  que 
quiere ,  y  ansí ,  el  prestarlos  es  gracia ,  y  si  los  torna 
á  pedir  es  derecho ;  y  como  le  debemos  gracias  por  lo 
primero,  ansí  dolemos  de  lo  segundo  no  es  justo.  «El 
lo  dio  y  él  lo  tomó,  »  y  en  lo  uno  usó  de  misericordia  y 
en  lo  otro  de  su  señorío,  y  en  todo  hace  siempre  lo  que 
conviene ,  y  ansí ,  sea  siempre  y  por  todo  bendito.  Esto 
dijo  Job ,  y  por  ello  dice  del  la  Escritura  que  no  pecó, 
aunque  mas  lastimado,  ni  se  enloqueció  contra  Dios. 

Y  dice  bien  enloquecer ,  porque  la  rabia  con  que  el  pe- 
cador castigado  por  Dios  se  vuelve  contra  Dios,  ha- 
biéndose de  volver  contra  sí,  desatino  es  y  manifiesta 
locura.  Bien  se  maravilla  de  esto  el  falso  Júpiter  acer- 
ca del  poeta  griego,  do  dice  (c)  : 

Maravilla  es  de  ver  cómo  la  gente 
Mortal  á  Dios  acusa,  y  de  sus  daños 
Por  causa  pone  al  cielo  solamente. 

Ellos  se  son  su  lazo  y  sus  engaños, 
Y  el  no  seguir  la  ley  que  les  es  dada , 
Su  vida  contamina  y  dulces  años. 

Y  mejor  nuestro  Sabio  {d) :  «  Atraviésale  el  pié  al  hom- 
bre, y  derruecale  su  maldad,  y  él  brama  contra  Dios 
en  su  ánimo. 

CAPITULO  IL 

ARGUKIRNTO. 

Despojado  Job  de  todos  sus  bienes ,  y  nn  por  eso  vencido ,  torna 
el  demonio  á  pedir  licencia  á  Dios  para  alligirle  mas.  Dásela,  y 
liicrele  el  cuerpo  con  enfermedad  y  llagas  feas.  Por  donde  su 
mujer,  aborreciéndole,  le  convida  á  que  desespere  ;  A  la  cual 
él  con  ánimo  paciente  y  varonil  la  reprehende,  y  se  asienta 
en  el  [lolvo,  adonde  cuatro  amigos  suyos  que  le  vienen  á  ver, 
y  se  admiran  de  velle,  asentados  y  callando  y  mirándose  entre 
sí,  pasan  siete  dias. 

i  Y  fué  un  tila  y  viniéronlos  hijos  de  Dios  á  asistir  de- 
lante do  Dios,  y  vino  también  Satanás  entre  ellos  á  asis- 
tir (leíanle  do  Dios. 

2  V  (lijo  Dios  á  Satanás  :  Pues  ¿de  dónde  vendrás?  Y 
respondió  Satanás  á  Dios :  De  cercar  en  la  tierra  y  de  iia- 
searnic  por  ella. 

3  Y  dijo  Dios  á  Satanás  :  ¿Por  dicha  pusiste  lu  corazón 
sobre  mi  siervo  Jo!)  ,  que  no  como  él  en  la  tierra,  varón 
simple  y  der(^clio,  y  lomeroso  (le  Dios,  y  csquivador  de 
maldad,  y  aun  agora  asido  á  su  bondad?  Incitásleíac  con- 
tra él  para  alligirle  de  balde. 

4  Y  rcsi)ondió  Salan;is  á  Dios  y  dijo  :  Pellejo  por  pe- 
llejo, y  lodo  lo  (|ue  es  al  hombre  dará  por  su  alma. 

5  riégale  enviar  lu  mano  ,  y  lócale  en  el  hueso  y  en 
la  carne,  si  no  en  la  cara  le  bendijere. 

6  Y  dijo  Dios  á  Satanás:  Vesle  en  tus  manos, solamen- 
te guarda  su  alma. 

7  Y  salió  Satanás  de  delante  de  Dios,  y  plagó  á  Job  con 
postemas  malignas  desde  la  planta  de  sus  pies  hasta  su 
colodrillo. 

8  Y  lomo  una  costra  de  tierra  para  raerse  con  ella ,  y  él 
sentado  en  medio  del  ()()lvo. 

9  Y  dijole  su  mujer:  ;,llasla  cuándo  líi  asido  de  lu  bon- 
dad? ¿Ifcndücir  á  Dios  y  morir? 

(cj  Odys.,  lib.  I,  vers.  32,  33,  54.    {(I)  huv.,  19,  v.  3. 


EXPOSICIÓN  DEL 

iO  Y  díjole  á  ella  :  Como  una  de  las  tontas  parlnsie. 
También  el  bien  recibimos  de  Dios,  ¿y  el  mal  no  le  reci- 
biremos? En  lodo  esto  no  pecó  Job  en  sus  labias. 

il  Y  oyeron  tres  amigos  de  Job  toda  esta  calamidad 
que  vino  sobre  él,  y  vinieron  cada  uno  de  su  lugar.  Elifaz 
el  lemanes,  y  Bildad  el  de  Suhi,  y  Ofar  el  Nagmates.  Y 
jumáronse. juntos  para  venir  á  visitarle  y  á  consolarle. 

i2  Y  alzaron  los  ojos  de  lueñe  ,  y  no  le  conocieron ,  y 
levanlaron  su  grito  y  lloraron,  y  rasgaron  cada  uno  su 
vestidura,  y  esparcieron  polvo  sobre  sus  cabezas  hacia  el 
cielo. 

15  Y  sentáronse  con  él  en  el  sue'o  por  siete  dias  y  sie- 
te noches,  y  no  hubo  quien  le  hablase  palabra  ;  que  vie- 
lon  que  grande  mucho  su  dolor. 

EXPLICACIÓN. 

4  «Y  fué  un  día,  y  vinieron  los  liijos  de  Dios  á  asiá- 
lir  delante  de  él ,  y  vino  también  Satanás  entre  ellos  á 
asistir  delante  de  Dios.  » 

2  c(  Y  dijo  Dios  á  Satanás :  Pues  ¿de  dónde  vendrás? 
Yrespondi(3  Salaiiás  á  Dios :  De  cercar  en  la  tierra  y  de 
pasearme  por  ella. »  Hácese  otra  y  segunda  consulla,  ó 
aparécele  al  Profeta  que  se  hace,  anú  para  luz  suya,  co- 
mo para  mayor  entendinn'ento  y  gusto  nuestro.  Pues 
tornan  en  ella  á  parecer  los  ángeles  ante  Dios ,  y  con 
ellos  también  Satanás,  á  quien  Dios  pregunta  otra  vez, 
y  él  le  torna  á  responder  casi  en  la  misma  forma  de  ar- 
riba. Lo  que  de  nuevo  hubo  es  lo  que  agora  se  sigue  : 

3  «  Y  dijo  Dios  á  Satanás  :  ¿Por  dicha  pusiste  tu  co- 
razón sobre  mi  siervo  Job,  que  no  como  él  en  la  tierra, 
varón  simple  y  derecho,  y  temeroso  de  Dios,  y  esquiva- 
dor  de  maldad,  y  aun  agora  asido  de  su  bondad?  Y  in- 
citásteme  tú  contra  él  para  afligirle  de  balde.  »  Que  fué 
decir  Dios  al  demonio  :  Hízose  la  prueba  que  pediste, 
y  el  suceso  ha  mostrado  qus  tu  imaginación  era  falsa. 
Desnudástele  de  todo,  y  cuanto  tú  le  quitaste  mas,  tan- 
to él  está  mas  «asido  á  su  bondad».  Bien  se  ve  que  no 
íolgaba  de  la  riqueza,  pues  ida  la  riqueza,  la  abraza,  y 
pobre,  es  rico  con  ella.  Entrañada  estaba  en  él  y  embe- 
bida en  las  venas ;  y  aunque  le  has ,  dice ,  desasido  de 
lo  demás,  no  has  podido  desasirle  de  su  bondad.  Lo  que 
decimos  asido,  en  la  palabra  original  es  asir  y  u  apre- 
hender esforzadamente»;  y  dice,  no  solo  allegamiento  á 
aquello  que  se  ase,  sino  fortaleza  y  firmeza  en  ello.  Por 
manera  que  Job  no  estaba  asido  á  su  virtud  con  duda  y 
flaqueza,  sino  con  pecho  valiente  y  con  propósito  es- 
forzado y  cierto,  para  no  apartarse  de  ella  por  ningún 
suceso  próspero  ni  por  ningún  adverso  caso  que  le 
avenga  y  suceda.  «Mas  tú,  dice,  me  incitaste  contra  él 
de  balde.»  «De  balde,»  dice,  respecto  del  fin  que  el  de- 
monio pretendía,  y  de  su  imaginación  y  esperanza,  que 
salió  en  vacío  y  burlada ;  que  en  orden  de  lo  qus  Dios 
pretendió  en  este  azote  y  licencia ,  que  fué  esclarecer 
la  virtud  de  su  siervo  y  hacer  prueba  de  su  bondad, 
y  mostrar  que  no  le  servia  por  interés,  y  que  era  mayor 
que  toda  la  desventura  y  desastres,  no  fué  de  balde  es- 
te hecho ,  ni  sucedió  al  revés  ni  en  otra  manera  dife-  | 
rente  de  lo  que  Dios  pretendía.  Mas  dice  : 

4  «Y  respondió  Satanás  á  Dios  y  dijo:  Pellejo  por  j 
pellejo ,  y  todo  lo  que  el  hombre  tiene  dará  por  su  al- 
ma.» No  se  vence  la  malicia  de  una  vez,  á  lo  menos  no 
quiere  mostrarse  vencida ,  para  quedar  después  mas  j 
confusa  i  y  ansí,  hulió  todavía  que  raaligiar  y  que  argir  ' 


LIBRO  DE  JOB.  299 

mentar  el  demonio,  pues  dice  en  sentencia  que  no  es 
maravilla  que  persevere  Job  en  ser  bueno,  aunque  se 
vea  caído  y  puesto  en  pobreza  y  miseria ,  porque  hom- 
bres hay  que,  como  tengan  salud  y  fuerza?,  llevan  bien 
cualquier  suceso  duro  y  adverso.  Ansí  que,  la  igualdad 
con  que  pasa  Job  por  sus  pérdidas  puede  nacer  en  él» 
no  tanto  de  la  virtud  que  Dios  dice,  cuanto  de  un  na- 
tural suyo  apocado,  y  que  con  vivir  sano  pasa  bien  co- 
mo quiera.  «Pellejo,  dice,  por  pellejo.  »  Manera  de  ha- 
blar es  de  la  lengua  en  que  se  escribió  este  libro  al  prin- 
cipio, y  es  manera  no  muy  conocida,  y  ansí  no  declara- 
da de  un  arle.  «  Pellejo  por  pellejo  dará ,»  esto  es,  según 
dicen  algunos,  un  pellejo  y  otro  pellejo,  esto  es,  todos 
sus  pellejos;  que  es  decir  :  Cuanto  tiene  y  posee  dará 
por  bien  perdido ,  por  quedar  con  la  vida.  Oíros  dicen 
ansí :  «Un  pellejo  dará  por  otro  pellejo,  esto  es,  con  la 
hacienda  comprará  la  vida  y  se  tendrá  por  contento ; 
y  luego  lo  declara  diciendo  :  «  Y  todo  lo  que  tiene  el 
hombre  dará  por  el  alma,  »  que  aquí  sigiiilica  la  vida. 
Mas  esto  no  sé  si  dice  con  lo  que  aquí  quiere  el  demo- 
nio. Por  donde  podríamos  traducirlo  de  aquesta  mane- 
ra :  «Pellejo  en  cuanto  pellejo,  y  todo  lo  que  el  liombre 
tiene  en  cuanto  la  vida. »  Como  diciendo :  Llevará  el  hom- 
bre con  buen  ánimo  el  perder  el  pellejo,  esto  es,  su  ri- 
queza y  hacienda,  que  con  razón  es  pellejo,  pues  le  ro- 
dea y  abriga,  «  en  cuanto  el  pellejo,»  esto  es,  en  cuanto 
le  durare  el  pellejo,  quiero  decir,  como  el  otro  pellejo, 
que  es  la  salud  y  la  vida,  le  quede  entero  y  sano.  Y  lo 
que  dijo  por  figura  y  rodeo  en  esta  primera  parte ,  de- 
cláralo luego  en  la  segunda  sin  él  y  con  palabras  sen- 
cillas, y  dice  :  «Y  todo  lo  que  el  hombre  tiene  dará  en 
cuanto  su  vida.  »  Como  si  mas  claro  dijera :  En  lo  que 
digo  de  «  pellejo  en  cuanto  pellejo»,  quiero  decir  que  el 
hombre,  aunque  pierda  lo  que  tiene ,  lo  pasa  mientras 
queda  con  salud  y  le  duran  las  fuerzas.  Y  con  esto  vie- 
ne bien  lo  que  añade,  que  es  : 

o  «Envía  tu  mano  y  tócale  en  la  carne  y  en  los 
huesos,  y  si  no  blasfemare  de  tí,  entonces  podrás  de- 
cir que  me  engaño.»  Tócale,  esto  es,  tocando  hiére- 
le «en  la  carne  y  en  los  huesos»,  esto  es,  en  la  salud 
quitándosela,  y  no  como  quiera ,  sino  de  manera  que  la 
carne  lo  lacere  y  los  huesos  lo  sientan;  quiero  decir, 
de  arte  que  el  daño  y  el  dolor  le  penetre  á  los  huesos. 
Dice  : 

6  «Y  dijo  Dios  á  Satanás:  Vesle  en  tus  manos;  so- 
lamente guarda  su  alma.»  Esto  es,  yo  te  doy  licencia 
que  le  maltrates  á  tu  voluntad  ,  y  que  le  llagues  y  en- 
fermes, pero  de  manera  que  no  le  mates.  «  Su  alma , » 
esto  es,  su  vida,  te  reservo,  en  que  no  consiento  que  lo- 
ques ;  la  salud  te  entrego  para  que  hagas  prueba  de  tus 
fuerzas  en  ella. 

7  «Y  salió  Satanás  de  con  Dios,  y  plagó  á  Job  con 
postemas  malignas  desde  la  planta  de  sus  pies  hasta  su 
colodrillo.»  Nunca  pone  en  olvido  el  hacer  mal  el  de- 
monio; luego  que  se  ve  con  poder,  lo  pone  en  obra.  De 
creer  es  que  esta  plagado  .Job  fué  gravísima  plaga,  an- 
sí por  ser  autor  de  ella  el  demonio,  que  es  amigo  de  ha- 
cer lo  peor,  como  por  el  enojo  y  envidia  que  le  desper- 
taba á  llagarle,  como  también  por  el  fin  que  pretendía 
en  ello,  que  era  atraerle  á  impaciencia,  y  mostrar  con 
ella  que  era  apariencia  de  virtud,  como  él  decía ,  y  no 


300  OBP.Afí  DE  FRAY 

viriud  verdadera,  comn  Dio'5  aOrmaba.  Ansí  que,  sin 
duia  fué  graví-imo  mal  el  de  Job.  Y  aunque  algunos 
han  querido  señalar  qué  seria ,  no  parece  que  se  pue-  i 
de  saber,  y  si  algún  camino  hay  para  ello ,  es  la  pa-  : 
labra  original,  en  lugar  de  lo  que  dijimos  postemas,  ' 
que  es  sechin,  porque  á  la  verdad  sechin  son  secas,  co-  [ 
moel  castellano  las  llama,  que  es  palabra  que  decien-  ; 
de  de  aquella,  y  como  se  conoce  de  lo  que  en  Esaías  (a)  ; 
y  en  e!  cuarto  libro  de  los  fíei'es  se  dice  de  la  enferme-  , 
dad  de  Ecequías,  adonde  eí'.a  escrita  esta  mesma,  que 
por  lo  que  allí  se  dice,  y  por  la  medicina  con  que  el  rey 
se  curó,  y  por  las  ocasiones  y  las  circunsíancias  del 
tiempo,  parece  claro  sechin  ser  secas  ó  landres.  Poique 
Ecequías  enferrnó  poco  después  de  la  mortandad  que 
sobre  los  asirios  vino  una  noche ;  y  como  Josefo  dice  (6), 
aquella  mortandad  fueron  landres,  con  que  en  una  no- 
che murieron  mas  de  cien  mil  per>onas.  Y  ansí,  es  ve- 
rosímil (]ue  del  aire  corrompido  Ecequías  se  inficionó 
de  la  me.^ma  manera ,  y  por  esto  fué  mortal  su  enfer- 
medad y  desesperada ,  como  escribe  Esaías  (c) ;  y  la 
medicina  con  que  él  le  sanó,  que  fué  masa  de  higos,  es 
medicina  que  se  aplica  á  las  postemas  y  secas,  como  lo 
enseñan  los  médicos.  Ansí  que,  no  se  debe  dudar  sino 
que  sechin  es  enfermedad  de  landres  y  secas,  y  que 
como  son  en  diferentes  maneras ,  estas  de  Job  fueron 
dolorosísimas  y  pestilencialísimas  secas,  y  por  eso  dice 
el  texto  que  «le  hirió  con  secas  ó  postemas  malignas». 
Y  como  quien  sabia  la  fuerza  mala  de  las  enfermeda- 
des y  males,  escogió  el  demonio  para  atormentar  mas 
luengamente  á  Job  y  para  traerle  á  impaciencia,  entre 
lodos  aqueste  mal,  como  de  mayor  eficacia;  porque,  si 
bien  se  mira,  encierra  en  sí  todo  lo  que  en  las  enferme- 
dades suele  ser  de  dolor  y  trabajo ;  porque  muchas  se- 
cas malignas  y  muy  enconadas  son  clavos  agudos  de 
dolor  increíble,  que  por  sí  y  por  la  mala  cualidad  del 
humor  enciende  liebres  ardientes,  y  cuando  después 
se  abren  y  rompen  las  llagas,  Iiacen  asco,  y  la  materia 
suciedad  y  hedor;  y  si  cuando  unas  maduran,  otras  co- 
mienzan á  reverdecer,  como  á  Job  sucedía,  júntanseen 
uno  asco,  suciedad,  hedor  y  dolor  y  fiebre  continua. 
A  los  cuales  males,  como  accidentes  proprios,  se  les  si- 
guen oíros  cien  males,  de  vigilia;  y  ansí,  dice  .lob  (d) 
que  se  le  pasaban  las  noches  sin  sueño  y  de  hastío;  y 
ansí,  dice  {e)  que  aborrecía  el  comer,  y  do'falia  do  alien- 
to y  eslrecheza  en  el  respirar  y  aprclamionlo  de  la  gar- 
ganta; y  ansí,  pide  (/")  tam!)ien  á  Dios  que  le  deje  tra- 
gar su  saliva;  y  lo  lo  esto  iba  templado  por  una  mane- 
ra que  le  atormentaba  y  no  le  acababa,  que  fuera  mas 
ligero  tormento,  de  lo  cual  él  después  se  queja  {g)  agrá- 
menle. Y  todo  este  mal  tan  doloroso  y  tan  íiero,  que  pa- 
rece que  no  puede  crecer,  crece  incomparablemonle 
con  la  pobreza  extrema  que  se  junta  con  é!.  Porque  ni 
tuvo  el  remedio  de  la  medicina,  ni  el  alivio  del  regalo, 
ni  el  consuelo  del  servicio,  ni  el  descanso  de  la  cama, 
ni  el  abrigo  del  lecho,  que  los  enfermos  tener  suelen; 
sino  la  cama  fué  el  polvo,  y  la  medicina  una  leja,  y  el 
servicio  los  baldones  de  su  mujer.  Y  ansí  dice ; 

(a)  Isai.,  "8,  21.  iv,  Rcg.,  20,  7. 

(*)  Jos.,  lib.  X.  Antiq. ,  cap.  2.    (ci  Issi.,  38,  i. 

(d)  Ciip.  7,  Z.    («)  Cap.  6,  7.    {f)  Cap.  7, 10, 

{g)  Cap.  6,  9. 


LUIS  DE  LEÓN. 

8  uY  tomóse  una  teja  para  raerí5e  con  ella,  y  él  sen- 
tado en  medio  del  polvo.» 

9  «Y  díjole  su  mujer:  ¿Hasta  cuándo  lú  agarrado 
de  tu  bondad?  Bendecir  á  Dios  y  morir. »  Esto  es,  da  de 
mano  á  Dios,  y  acaba  y  ahógate.  Que  como  era  culpa 
en  la  mujer  hablar  ansí  con  su  marido  alligido,  y  como 
era  inhumanidad  tanto  mas  fea,  cuanto  estaba  obligada 
á  ser  mas  piadosa,  ansí  se  debe  creer  que  le  a.fligió  mas 
cslo  á  Job  que  cuan  lo  mal  padecía;'  y  que  de  las  sae- 
tas que  le  enviaba  el  demonio,  fué  esta  una  de  las  mas 
penetrantes,  y  el  toque  mayor  de  la  virtud  de  este  san- 
to. Y  ansí,  fortalecido  con  ella  y  mas  firme  que  roca,  con 
respuesta  grave  y  verdadera  la  reprehende,  diciendo  : 

i  O  ((Y  dijo  á  ella:  Como  hablan  las  tontas  has  lu- 
blado;  también  el  bien  recibimos  de  Dios,  ¿y  el  mal  no 
le  recibiremos?  En  lodo  eslo  no  pecó  Job  en  sus  la- 
bios. ))  PveprehéiKle'.a  y  dale  doctrina.  Y  la  reprehensión 
es  :  «Como  hablan  las  tontas  has  hablado,»  ó  al  pié  de 
la  letra  :  «Parlar  de  tontas  parlaste.  »  Y  digo  parlar, 
porque  la  palabra  original,  según  la  fuerza  de  su  orden 
y  puntos,  es  hablar,  no  como  quiera,  sino  hablar  mucho, 
ó  como  si  dijésemos  rehablar,  que  viene  muy  bien  pa- 
ra lo  que  se  habla  sin  atención  y  sin  tiento,  y  para  lo 
que  ni  la  razón  lo  mide  ni  la  consideración  lo  modera. 
Porque  todo  loque  ansí  se  habla,  aunque  parezca  poco 
y  aunque  en  palabras  lo  sea,  es  demasiado  y  muy  lar- 
go; y  el  hablar  sin  considerar,  siempre  es  muclio  ha- 
blar. Ansí  que,  la  reprehensión  es  esta,  y  la  razón  de 
ella  y  la  doctrina  que  dije  es  lo  que  luego  se  sigue: 
«  También  el  bien  recibimos  de  Dios,  ¿y  el  mai  no  reci- 
biremos?» Que  es  como  decir:  Si  Dios  agora  nos  azota, 
también  nos  favoreció  en  otro  tiempo,  y  si  recibimos 
aquello,  ¿porqué  no  pasaremos  por  esío?  U  de  oira  ma- 
nera: Ansí  que,  recibiremos  el  bien  de  la  mano  de  Dios, 
y  para  eso  exlenderémos  los  brazos  y  el  deseo,  «¿y  el 
mal  no  le  recibiremos?»  No  es  eso,  dice,  razón  dejus- 
licia;  porque  el  bien  no  se  nos  debe,  y  el  mal  nos  con- 
viene para  castigo  ó  remedio.  Luego  si  estamos  alegres 
cuando  nos  reparte  Dios  lo  de  que  somos  indignos ,  sin 
razón  es  mostrarnos  enojados  y  tristes  si  nos  quita  lo 
que  no  se  nos  debe,  y  nos  da  lo  que  nos  viene  do  suelo. 
Que  al  hombre,  como  después  se  dice  (/i),  el  trabajóle 
es  projirio,  como  al  ave  el  vuelo  ó  como  las  centellas  al 
fuego.  Y  no  eslá  la  buena  dicha  del  hombre  en  ser  {irós- 
pero;  la  adversidad  es  la  que  de  ordinario  le  hace  fe- 
liz. Y  á  la  verdad,  saliendo  de  esta  persona  particular 
á  lo  que  es  general  y  á  lo  que  á  lodos  nos  loca,  ni  con- 
viene que  nos  alegremos  con  los  buenos  sucesos  ni  que 
nos  angustiemos  con  los  malos,  .\ntes  al  revés,  el  buen 
suceso  y  la  buena  dicha,  y  el  responder  y  obedecerá 
nuestro  gusto  las  cosas  había  de  criar  recelo  en  nos- 
otros ;  ponpie,  demás  de  que  el  buen  dia  siempre  hace  la 
cama  al  malo  y  es  su  vigilia,  eso  nn"smo  que  llamamos 
feliz  es  peligroso  mucho  y  ocasionado  á  mil  males;  que 
la  felicidad  naturalmente  derrama  el  corazón  con  ale- 
gría, y  cria  en  él  confianza ,  y  de  la  alegría  y  de  la  con- 
fianza, por  orden  natural,  nace  el  descuido,  y  al  des- 
cuido se  le  siguen  la  soberbia  y  el  des|irecio  de  otros, 
y  los  errores  y  fallas.  Y  quien  posee  nuiclios  bienes,  con 
el  gu'íto  de  ellos  se  Ic  sujeta;  y  ansí,  conjien::a  á  ser- 

(/(;  Jül).,  CLip.  li,  V.  7. 


EXPOSICIÓN  DEL 

vir  á  lo  que  habia  de  mandar  y  regir,  y  de  ser  rico  y  ' 
dichoso  viene  á  ser  esclavo  y  á  ser  miserable.  Mas  la 
adversidad  y  el  trabajo,  allende  del  premio  que  merece  I 
ello  por  sí,  si  bien  se  mira,  es  apelccib'e  y  es  didcc. 
Porque  ¿quién  no  gusta  de  caminar  para  el  bien,  y  de  ¡ 
negociar  su  salud,  y  de  salir  de  deuda,  y  de  atajar  que 
no  se  encanceren  y  hagan  incurables  sus  llagas ,  que  son 
todos  efectos  buenos  de  lo  que  se  nombra  trabajoso  y  ¡ 
adverso?  Lo  cual  sin  duda  preserva  nuestra  vida  de  cor-  i 
rupcion,  y  es  propriamenle  su  sal,  y  desarraiga  el  alma  i 
del  amor  de  la  tierra,  que  nos  envilece,  y  la  desapega  ' 
y  como  desteta  de  su  pegajosa  bajeza,  y  nos  allana  y  fa- 
cilita el  salir  de  esta  vida,  y  cria  en  el  ánimo,  no  sola-  | 
mente  desamor  de  ella,  sino  también  un  desprecio  jun-  I 
to  con  una  alteza  y  gravedad  celestial.  Porque  el  ser 
combatido  cada  dia  de  malos,  y  el  hacerles  cada  dia  ca-  I 
ra  y  vencerlos,  le  acostumbra  á  ser  vencedor;  y  por  el  | 
mismo  caso  le  hace  grande  y  señor,  y  valeroso  y  altísi-  ¡ 
mo  hasta  tocar  las  estrellas.  Y  si  los  que  esquivan  la  ¡ 
adversidad  entendiesen  el  bien  que  en  ella  se  encierra 
(como  algunos  que  han  hecho  de  ello  experiencia  lo  en- 
tienden), no  solo  no  la  huirían,  mas  por  aventura  ha- 
rían plegarias  y  promesas  á  Dios  porque  se  la  enviase 
á  sus  casas.  Que  en  el  descanso  del  paraíso  perdió  á 
Dios  el  primer  hombre  (a),  y  en  el  trabajo  y  en  el  lloro 
oyó  después  (6)  la  bendita  promesa  de  su  remedio.  Y 
en  lo  ancho  del  mundo  se  anegaron  los  hombres  (c),  y 
en  lo  estrecho  del  arca  Koé  se  salvó.  Y  donde  reinan  los 
egipcios  (d)  y  Faraón,  reinan  también  las  tinieblas;  y 
en  el  rincón  de  Gesen,  donde  sirven  y  laceran  los  de 
Israel,  resplandecía  la  luz.  Y  la  prosperidad  á  Salomón 
le  arruinó  (e),  y  á  Elias  el  ayuno  (/")  y  la  desnudez  y  la 
persecución  continua  le  subió  en  carro  de  fuego.  ¿Qué 
diré  de  inüniíos  otros  que  resplandecieron  por  este  ca- 
mino ?  Que  á  la  verdad  es  seguido  y  trillado  camino  por 
todos  los  amigos  de  Dios,  y  no  hay  prado  florido  ni 
vergel  cultivado  con  diligencia  adó  se  vean  tantas  di- 
ferencias de  flores  cuantos  géneros  de  personas  flore- 
cen hermoseados  de  virtudes  en  esta  aspereza  de  la  ad- 
versidad y  trabajos.  Que  el  placer  de  los  flacos  es,  y  la 
abundancia  de  bienes  de  los  que  son  para  poco,  y  el 
gusto  y  el  suceso  bueno  á  los  que  no  nacieron  para  vir- 
tudes heroicas  les  vienen.  Lo  alto,  lo  ilustre,  lo  rico, 
lo  glorioso,  lo  admirable  y  divino  siempre  se  forjó  en 
esta  fragua.  Y  ansí,  dice  bien  aquí  Job  que  no  reciba- 
mos con  triste  cara  el  trabajo;  que  tanto  nos  vale,  pues 
recibimos  alegres  la  prosperidad ,  que  las  menos  veces 
nos  mejora,  y  las  mas  nos  daña  y  desvanece.  Y  confor- 
me á  eslo,  justamente  se  sigue  :  «  En  todo  aquesto  no 
pecó  Job  en  sus  labios;»  quiere  decir,  ni  aun  en  sus 
labios  y  palabras,  adonde  se  suele  pecar  fácilmente.  Y 
luego  dice  lo  que  sucedió  con  la  fama  de  este  caso,  que 
se  derramó  por  toda  aquella  comarca. 

11  «Y  oyeron  tres  amigos  de  Job  toda  la  calamidad 
que  vino  soljre  él,  y  vinieron  cada  uno  de  su  lugar,  Eli- 
faz  de  Teman,  y  Bildad  de  Subí  y  Ofar  deNagaman.  Y 
juntáronse  juntos  para  venir  á  consolarle. » 

12  «Y  alzaron  sus  ojos  de  lueñe,  y  no  le  conocie- 
ron, y  levantaron  su  grito,  y  lloraron,  y  rasgaron  cada 


(a)  Gen.,  5. 
(c)  III,  lies 


(¿-1  Ibid.     (c)  Gen.,  7.    (íA  Exod.,  10,  22y  23. 
11.    (f)  IV,  Ue?.,  2, 11,  y  Eccü.,  48, 13. 


LIBRO  DE  JOB.  301 

uno  su  vestidura,  y  esparcieron  polvo  sobre  sus  cabe- 
zas hacia  e!  cielo. » 

13  «Y  sentáronse  en  el  suelo  por  siete  días  y  siete 
noches,  y  no  hablaron  á  él  palabra  ;  que  vieron  que  su 
dolor  era  muy  grande. »  Entiéndese  que  estos  tres  ami- 
gos de  Job  eran  ricos  y  principales  hombres,  porque  la 
Escritura  en  otra  parte  (cj)  los  llama  reyes.  Y  hicieron 
oficio  de  amigos  en  acudir  al  trabajo,  aunque  e!  demo- 
nio, como  enem.igo,  le  convirtió  á  Job  la  visita  de  estos 
en  nuevo  tormento.  Dannos  á  lo  menos  bien  á  enten- 
der con  suespanlo  y  con  las  demostraciones  que  hi- 
cieron de  dolor  y  silencio,  la  graveza  de  los  males  de 
Job,  que  casi  los  sacaba  de  si;  considerando  con  una 
mudanza  tan  no  esperada  y  tan  súbita  llagado  en  el  pol- 
vo al  que  pocos  días  antes  resplandecía  como  un  sol  en 
el  cielo,  y  herido  y  abatido  y  desamparado  como  malo 
y  facineroso  al  que  siempre  tuvieron  ellos  y  lodos  por 
ejemplo  de  virtud  perfecto  y  rarísimo.  Donde  dice  «á 
visitarle»,  el  original  dice  «á  mover  la  cabeza»,  que  es 
el  meneo  y  visaje  que  hacían  antiguamente  los  que  se 
condolían  con  otros.  Y  lo  que  dice  «no  le  conocieron» 
al  proprio  quiere  decir  cmo  le  devisaron  ó  asemeja- 
ron »;  que  es  decir  que  aunque  le  conocieron ,  le  des- 
conocieron ,  sc^uu  del  mal  estaba  desfigurado  y  des- 
hecho. 

CAPITULO  IIL 

ARGL.Mfí.MO. 

Job  á  la  fin  rompe  el  silencio,  y  maldi.^e  el  dia  en  que  nació  y  su 
suei'te  dura,  no  por  desesperación  ni  por  impaciencia,  sino  por 
aborrecimiento  de  los  trabajos  de  la  vida  y  do  su  condición  mi- 
serable, sujeta  por  el  pecado  primero  á  tan  desastrados  reve- 
ses. Y  ansí,  dice  que  es  mejor  morir  que  el  vivir,  y  la  suerte 
de  los  muertos  mas  descansada  muciio  que  la  de  los  vivos;  y 
refiere  cuan  sin  pensar,  y  á  su  parecer  sin  mciccello,  vino  sobre 
él  este  mal. 

i  Y  después  abrió  ansí  Job  su  ])oca,  y  maldijo  á  su  dia. 

2  Yclanió  Job  y  dijo  :  Perezca  el  dia  en  que  jo  naciera, 
y  la  nociie  que  dijo:  CoiiceI)ido  varón. 

3  Aquel  dia  sea  oljcuridud,  no  le  busque  Dios  de  arri- 
ba, y  no  resplandezca  sol)i'e  él  c!arid;id. 

4  Enturbíete  ol)scuridad  y  liniebia,  more  sobre  él 
muerte,  asómíirele  amargura, 

5  A  aquella  noclie  tómela  tiniobla,  no  se  ayunte  con 
dias  de  año,  y  en  cuenta  de  meses  no  venga. 

6  Aquella  noche  sea  solilaria,  no  venga  canto  en  ella. 

7  Maldíganla  los  que  maldicen  el  dia,  dispuestos  á  des- 
pertar á  Levialan. 

8  Entenebrézcanse  las  estrellas  de  su  noclie,  espere 
luz  y  no  vea  alboradas  de  mañana. 

9  ¿Por  qué  no  cerró  puertas  de  mi  vientre  y  encubrió 
laceria  de  mis  ojos? 

10  ¿Por  qué  del  vientre  no  muriera  y  del  vientre  saliera 
y  espirara  luego? 

11  ¿Para  qué  me  anticiparon  las  rodillas,  y  para  qué  te- 
tas que  mamé? 

12  Porque  agora  yo  naciera  y  sosegara,  doroiiera en- 
tonces reposo  á  mi. 

15  Con  reyes  y  consejeros  de  la  tierra  los  que  ediQ- 
can  des¡iob!ados  para  si. 

14  O  con  príncipes  señores  de  oro  los  que  Linchen  las 
casas  de  plata. 

la  O  como  abortado  escondido  no  fuera,  como  chi- 
quitos que  no  vieron  luz. 

(¡/)  Tub.,  2, 15, 


302  OBRAS  DE  FRAY 

•16  Allí  malos  cesaron  de  liacer  alboroto ,  y  allí  reposa- 
ron alcanzados  de  fuerza.  i 

17  Juntamente  los  encarcelados  sosegaron,  no  oyeron 
voz  de  acreedor. 

48  Pequeño  y  grande  allí  ellos,  y  esclavo  liorro  de  su 
señor. 

19  ¿Para  qué  se  dará  al  desastrado  luz,  y  vida  á  amar- 
gos de  corazón?  ¡ 
"  20  A  los  que  esperan  la  muerte,  y  no  ella,  ¿buscaron-  i 
lamas  que  tesoro? 

21  ¿A  los  que  se  alegran  con  regocijo  y  se  gozancuan-  i 
do  huilan  sepultura?  ¡ 

22  ¿  A  varón  á  quien  su  camino  le  fué  encubierto,  y  le  I 
cubijó  Dios  con  tiniohla?  | 

23  Porque  antes  de  mi  pan  mi  sospiro  viene,  y  corren  j 
como  asua  mis  gemidos.  I 

2t  Que  temor  temí  y  vínome,  y  lo  que  temí  vino  á  mí.   '■ 

20  ¿No  me  apacigüé  y  no  me  sosegué  y  no  reposé?  V  | 
vino  temblor. 

EXPLICACIÓN.  I 

1  í(Y  dcínues  abrió  Job  así  su  boca  y  maldijo  su 
dia.i)  Finalmente  rompió  Job  su  largo  silencio,  y  soltó 
la  rienda  al  dolor  que  le  guerreaba  en  el  peclio;  ó  por 
mejor  decir,  abrió  la  boca  y  dio  salida  á  la  llama  que  i 
Je  consumía  el  alma  encerrada,  y  para  desahogarla,  ((di-  ¡ 
jo  mal  de  su  dia,»  esto  es,  «maldijo  el  dia»  en  que  na- 
ció. Muchos  se  trabajan  aquí  en  dorar  estas  maldiciones 
de  Job  y  en  excusarlas  de  culpa.  Y  porque  les  parece 
que  maldecir  uno  su  nacimiento  en  la  manera  que  aquí 
Job  le  maldice,  es  señal  de  ánimo  impaciento  y  deses- 
perado, hacen  fuerza  á  lo  que  dice,  y  lo  tuercen  por  di- 
ferentes maneras,  y  á  mi  parecer  sin  razón.  Pcrsuádo- 
me  yo  que  los  que  de  estas  palabras  se  asombran  y  les 
buscan  salida,  nunca  hicieron  experiencia  de  lo  que  la 
adversidad  se  siente,  ni  de  lo  que  duele  el  trabajo ;  que 
si  la  hubieran  heclio,  ella  misma  les  enseñara  que  no 
se  encuentra  con  la  paciencia  que  él,  puesto  en  desven- 
tura y  herido,  sienla  lo  que  le  duele  y  publique  lo  que 
siente  con  palabras  y  señas ;  ni  menos  es  ajeno  del  buen 
sufrimiento  que  desee  el  que  padece,  ó  no  haber  ve- 
nido al  mal  que  tiene,  ó  salir  del  presto  y  en  breve;  que 
es  todo  lo  que  Job  hace  y  dice  en  este  lugar.  Porque  si 
se  duele ,  tiene  razón  de  dolerle,  y  si  no  le  doliera,  no 
tuviera  sentido ;  y  si  se  queja  duélele,  y  la  queja  es  na- 
tural al  dolor.  Y  si  desea  no  haber  nacido  para  mal  se- 
mejante, pregunto,  ¿qué  razón  nos  obliga  á  elegir  vi- 
da, si  ha  de  ser  para  pasarla  en  miseria?  ¿Quién  en 
trabajo  de?eó  haber  á  él  venido?  O  ¿qué  atormeniado 
amó  el  vivir  en  tormento?  O  ¿quién  es  el  que  elige  vi- 
vir para  vivir  muriendo  siempre?  O  por  el  contrario, 
¿qué  cosa  hay  tan  insensible,  que  no  desee  el  no  vivir, 
si  con  él  ha  de  llegar  á  vivir  miserable?  Y  si  el  que  pa- 
dece algún  mal  grave  puede  sin  exceder  la  paciencia 
pedir  á  Dios,  si  es  servido,  que  le  acabe  el  dolor  con  la 
vida,  también  podrá  desear  sin  traspasar  la  razón  que, 
si  fuera  posible,  se  la  corlaran  de  antemano.  Cristo, 
ejem[ilo  de  perfecta  paciencia,  aunque  en  los  males  que 
padeció  calló  siempre,  en  lo  úllirno  de  ellos  al  fin  se  que- 
ja, y  con  voz  dolorosa  y  grande ,  vuelto  á  su  Padre,  le 
dice  (a) :  ((Dios  mió.  Dios  mió,  ¿por  qué  me  desampa- 
raste?» En  que  mostró  que  no  era  impaciencia  el  que- 
jarse, y  que  era  de  hombres,  como  él  verdaderamente 

(a)  Matth.,27,  4G. 


LUIS  DE  LEÓN. 

lo  era,  el  sentir  el  dolor  y  e1  querellarse  cada  uno  délo 
que  le  duele.  Porque  el  sufrimiento  no  está  en  no  sen- 
tir, que  eso  es  de  los  que  no  tienen  sentido,  ni  en  no 
mostrar  lo  que  duele  y  se  siente;  sino,  aunque  duela  y 
por  mas  que  duela,  en  no  salir  de  la  ley  y  de  la  obe- 
diencia de  Dios.  Que  el  sentir  natural  es  á  la  carne, 
que  no  es  de  bronco,  y  ansi,  no  se  lo  quita  la  razón,  la 
cual  da  á  cada  cosa  lo  que  demanda  la  naturaleza ;  y  la 
parte  sensible  nuestra,  que  de  suyo  es  tierna  y  blandí- 
sima, siendo  herida,  necesario  es  que  sienta,  y  al  sen- 
tir se  sigue  el  ay  y  la  queja.  Y  la  razón  que  le  preside 
no  se  lo  veda,  que  fuera  violencia  y  rigor,  sino  llénele 
con  tiento  la  rienda,  para  que  ni  el  agudo  sentir  le  ha- 
ga buscar  medios  no  lícitos  para  no  sentir,  ni  el  que- 
jarse de  lo  que  siente  llegue  á  decir  mal  de  quien  se  lo 
envía.  Quiero  decir  que  la  impaciencia  en  los  males  es 
cuando  ó  desesperan  por  librarse  de  ellos,  ó  se  enojan 
de  Dios,  que  los  causa,  ó  conciben  odio  contra  los  hom- 
bres con  quien  los  castiga,  ó  maltratan  á  los  demás  con 
palabras  ú  obras ,  rabiosos  y  furiosos ,  y  desabridos  y 
desgusíados  de  sí;  de  que  en  Job  no  hay  señal.  Sola- 
mon'.e  maldice  al  dia  que  le  sacó  vivo  á  la  luz;  esto  es, 
dice  que  fué  para  él  malo  aquel  dia,  y  que  le  abrió  la 
puerta  á  mucha  desventura  y  desasiré.  Y  dice  que  de- 
sea, si  pudiera  ya  ser,  por  no  se  ver  cual  se  ve,  haber 
muerto  en  naciendo,  y  haberse  librado  con  la  brevedad 
de  la  vida  de  una  miseria  tan  luenga.  Y  Jeremías  di- 
ce (6)  y  desea  lo  mismo  con  menores  causas ,  aunque 
graves  y  justas,  sin  olvidar  la  paciencia.  Porque  se  ha 
de  entender  que,  no  solamente  afligían  á  Job  la  pérdi- 
da de  los  bienes  de  fuera,  y  las  llagas  y  dolores  agudos 
y  miserables  del  cuerpo,  y  la  desnudez  y  desamparo, 
y  falta  de  toda  medicina  y  abrigo  ,  sino  mucho  mas  el 
no  sentir  dentro  de  sí  y  en  su  ánimo  las  consolaciones 
de  Dios,  y  los  favores  con  que  suele  él  en  medio  de  los 
males  aliviar  y  alentar  á  los  suyos,  y  con  que  á  las  ve- 
ces embola  ansí  los  lilos  del  mal ,  que  por  medio  del 
dulzor  que  les  derrama  en  el  alma,  casi  no  sienten  lo 
mucho  que  padece  la  carne.  Poniuc,  como  en  este  capí- 
tulo y  en  otros  de  este  libro  se  ve,  Job  sentía  en  sí 
aqueste  desamparo  inlerior,  y  Dios  se  le  representaba 
y  á  la  imaginación  le  venia,  no  como  padre  amoroso, 
sino  como  señor  enojado  y  fiero,  y  tal,  que  parecía  sa- 
borearse en  su  mal.  Y  fué  ansí ,  que  quiso  Dios  retirar 
á  si  su  consuelo,  para  que  siendo  el  dolor  puro,  y  no 
aguado  con  algún  alivio  y  consuelo,  venciéndolo  Job, 
como  lo  venció,  se  manifeslaso  mas  su  virtud,  y  fuese 
figura  de  Cristo  en  eslo;  á  cuya  humanidad  el  Padre, 
al  tiempo  de  la  pelea,  le  quitó  el  consuelo  del  cielo,  pa- 
ra mas  esclarecer  su  victoria.  Pues  esta  falla  le  afli^'ia 
mucho,  y  afligíale  en  dos  diferentes  maneras.  Una  por- 
que, no  teniendo  ningún  consuelo  que  disminuyese  ó 
templase  el  dolor,  era  forzoso  que  ejecutase  en  él  su 
fuerza  toda,  y  se  hiciese  sentir  como  era.  Otra,  porque 
el  no  sentir  en  su  alma  el  halago  de  Dios,  estando  der- 
rocado en  tan  gran  desventura,  criaba  sospeclia  en  él 
y  justo  temor  de  si  Dios  le  tenia  ya  desecliado.  El  cual 
temor  le  asombraba  ansí,  que  en  caso  que  ansí  fuera, 
tuviera  Job  por  mejor  cuahpiier  suerte ,  ó  el  morir  en 
naciendo,  ó  el  nunca  nacer  ni  venir  á  la  vida ;  porque 
{b)  Jercm.,  20,  v.  U. 


EXPOSICIÓN  DEL 

ser  tlQsee!)acl()  y  aborrecido  de  Dios ,  muy  peor  es  que  j 
nunca  haber  sido,  y  sin  duda  es  triste  y  obscuro  y  la- 
mentable y  desventurado  dia  el  en  que  nacen  los  que 
UO  son  para  el  cielo.  Pues  ansí  como  el  estar  uno  cier- 
to y  fuera  de  toda  duda  ( si  hubiese  alguno  que  lo  es- 
tuviese) de  que  Dios  le  tenia  para  siempre  olvidado, 
engendrarla  cierta  desesperación  en  su  ánimo,  ansí  el 
estar  Job  con  probable  sospecha  de  que  Dios  le  olvida- 
ba, pudo  con  razón  criar  en  su  alma  el  deseo  que  de- 
clara con  estas  voces : 

.  2  «Y  clamó  Job  y  dijo  :  Perezca  el  dia  en  que  yo 
naciera,  y  la  noche  que  dijo:  Concebido  varón;»  que 
aunque  son  las  primeras  palabras  que  suenan  de  fuera, 
son  palabras  que  nacen  de  otras  muchas  que  habian 
pasado  allá  dentro  en  esta  manera  :  Todo  parece  que  se 
conjuró  contra  mí,  el  cielo  y  los  hombres  y  Dios;  el  uno 
me  abrasó  la  hacienda,  los  otros  me  robaron  lo  que 
quedaba,  el  demonio  me  llagó  todo  el  cuerpo,  todos  me 
desamparan;  y  entre  tantas  miserias,  lo  que  solamente 
me  pudiera  aliviar,  que  es  Dios ,  me  deja  solo  y  amar- 
go; y  no  solamente  me  deja,  mas  en  cierta  manera  se 
me  muestra  fiero  y  persigue,  y  como  si  fuera  enemigo 
suyo,  ansí  parece  que  me  aborrece.  Y  si  fuera  esto  por 
un  pequeño  tiempo,  ó  si  fuera  en  solo  un  género  de 
mal,  aun  pudiera  esperar;  mas  ¿cuánto  liá  que  dura 
esle  azote?  ¡Ay*demí!  ¡y  si  me  tiene  olvidado  ó  si  le 
place  apartarme  de  sí  para  siempre!  Muriera  yo,  si  es 
ansí,  cuando  vine  áesta  luz,  ó  no  viniera  jamás  ni  na- 
ciera nunca,  ni  el  dia  miserable  en  que  nací  amane- 
ciera. «Perezca  el  dia  en  que  yo  naciera.  »  Por  lo  que 
decimos  aqiú  perezca ,  y  en  los  versos  que  se  siguen, 
«sea,  busque,  resplandezca,  enturbie,  more  y  asombre,» 
que  son  palabras  de  tiempo  presente  ,  y  en  el  original 
son  de  futuro,  habernos  de  entender  que  habla  de  cosa 
pasada,  como  si  dijera  ((pereciera,  fuera,  buscara,  res- 
plandeciera, enturbiara,  morara,  asombrara»,  porque 
el  hilo  de  lo  que  dice  lo  pide.  Y  es  proprio  de  la  lengua 
original  de  este  libro,  con  las  palabras  de  por  venir  sig- 
nificar ó  lo  presente  ó  lo  pasado,  lo  que  es  mas  confor- 
me al  propósito ;  pues  para  el  dia  que  ya  pasó  y  no  ha 
de  ser  mas,  y  para  el  que  no  quisiera  haber  venido  á  la 
vida,  mas  á  pelo  es  desear  que  pereciera,  esto  es,  que 
no  viniera  este  dia  antes  que  fuese,  que  desear  que  pe- 
rezca lo  que  ya  tuvo  fin ,  y  no  tornara  á  ser  otra  vez. 
«Pereciera  pues,  dice,  el  dia  en  que  yo  naciera,  y  la 
noche  que  dijo  :  Concebido  varón. »  Lo  mas  ordinario 
es  nacer  de  dia  y  ser  concebidos  de  noche ,  y  ansí  con- 
venientemente da  al  dia  el  nacimiento,  y  la  concepción 
á  la  noche ,  y  desea  que  lo  uno  y  lo  otro  no  hubiera  sí- 
do  jamás.  O  digamos  ansí,  que  la  palabra  original,  que 
es  aquí  concebir,  quiere  también  decir  ó  parir  ó  nacer; 
y  ansí  como  quien  no  sabia  cierto  si  nació  ú  de  noche 
ú  de  dia,  para  no  errar,  dice  mal  del  dia  y  dice  mal  de 
la  noche,  diciendo  :  «Nunca  fuera  el  dia  en  que  yo  na- 
cí,» si  dia  fué  cuando  nací,  ó  si  fué  noche,  « la  noche  en 
que  fué  á  mi  madre  dicho  que  paria  un  hijo,  nunca 
fuera  jamás.»  «La  noche  que  dijo,  al  pié  de  la  letra,  «  y 
la  noche  dijo :  Concebido  varón. »  Por  manera  que  se 
puede  entender  la  noche,  ó  cuando  fué  dicho,  ó  que  ella 
dijo  :  «Concebido  varón;»  que  es  decir  :  La  noche  que 
coa  su  sazón  y  sueüo  obró  después  del  ayunlaiuienlo 


LIBRO  DE  JOB.  303 

el  concepto;  porque  decir  es  obrar  en  esta  escritura. 
Sígnese  : 

3  «Aquel  dia  sea  oscuridad,  no  lo  busque  Dios  de 
arriba,  y  no  resplandezca  sobre  él  claridad.»  Que  es 
decir,  como  dije:  «Fuera  escuro  aquel  dia,  no  le  bus- 
cara Dios  de  arriba,  ni  resplandeciera  sobre  él  claridad;)) 
en  que  dice  lo  mismo  que  dijo  en  el  primero  verso,  pe- 
ro mas  declarado  y  encarecido  con  hermosas  palabras. 
Porque  no  haber  sido  aquel  dia,  es  lo  mismo  que  no 
haber  nacido  aquella  luz  ni  haberse  vuelto  el  cielo  pa- 
ra dar  esa  vuelta.  «Fuera  escuridad,»  esto  es,  no  fue- 
ra; porque  la  escuridad  es  lo  contrarío  del  dia,  y  en 
comparación  del  ser  es  como  el  no  ser.  «No  le  buscara 
Dios  de  arriba,»  esto  es,  no  volviera  Diesel  primorcie- 
lo  para  hacer  esta  vuelta;  porque  el  dia  una  vuelta  es 
que  da  el  cielo  á  la  redonda.  Y  dice  con  prnpriedad  y 
elegancia:  «No  le  buscara;»  porque  Dios,  revolviendo 
los  cielos,  según  la  priesa  grande  con  que  los  vuelve, 
parece  que  va  buscando  los  días  con  diligencia  y  deseo. 
Y  ansí,  este  buscar  en  su  original  no  es  buscar  como 
quiera,  sino  buscar  con  ahinco  y  cuidado,  como  quien 
pesquisa  y  persigue. 

4  «Enturbíele  escuridad  y  tiniebla,  more  sobre  él 
nube,  asómbrenle  amarguras  de  dia.  Enturbíele,  esto 
os,  «enturbiárale  y  morara  sobreélyasombrárale,»  co- 
mo arriba  está  dicho.  Y  es  esto  también  un  encareci- 
miento de  lo  mismo  ,  tercera  vez  repetido,  en  que  de- 
sea que  hubieran  concurrido  juntas  en  aquel  dia  todas 
las  cosas  que  suelen  hacer  ásperos  y  desabridos  los  días. 
Porque  á  unos  días  los  hace  tristes  el  ser  nublados ,  á 
otros  ser  tempestuosos  con  torbellinos,  en  otros  suce- 
den tempestades  negras  como  la  noche ,  y  cerradas ,  y 
que  son  como  una  sombra  de  muerte;  y  los  buchornos 
y  las  calinas  otras  veces,  no  solo  turban  el  cielo,  mas 
hacen  amarga  y  incomportable  la  vida.  Pues  lo  que 
cada  uno  por  sí  hace  el  dia  malo,  eso  todo  junto  qui- 
siera Job  que  le  viniera  á  su  dia ;  que  los  turbiones  le 
cerraran,  y  las  tinieblas  le  hicieran  triste,  y  las  nubes 
espesas  le  robaran  la  luz  ,  y  el  buchorno  le  hiciera  in- 
sufrible. Porque  lo  que  decimos  «amarguras  de  día», 
en  su  original  es  lo  que  en  español  llamamos  calinas^ 
cuando  en  el  verano  ó  estío  se  espesa  y  escureceel  aire 
con  vapores  gruesos ,  que  con  el  calor  encendidos,  se 
convierten  en  horno,  de  manera  que  respiran  los  hom- 
bres fuego  y  padecen  increíble  tormento.  Y  conforme 
á  esto  usó  bien  de  la  palabraasom^rar,  que  dice  espanto 
y  pavor,  porque  cuando  acontece,  se  pone  temeroso 
todo;  y  no  solo  el  semblante  del  cielo  tiene  un  escuro 
triste,  mas  también  las  nubes  que  le  enraman  están 
como  teñidas  de  herrumbre,  y  el  aire  se  colora  de  en- 
tre pardo  y  amarillo,  y  todo  lo  que  por  su  medióse  mi- 
ra parece  también  amarillo;  y  ansí,  hace  horror  en  una 
cierta  manera.  Dice: 

5  «A  aquella  noche  tómela  tiniebla ,  no  se  ayunte 
con  días  de  año,  y  en  cuenta  de  meses  no  venga.»  Ha 
dicho  del  dia  de  su  nacimiento  ,  agora  dice  de  la  noche 
de  su  concepción.  «Tómela,  dice,  tiniebla;»  estoes, 
«¡ojalá  las  tinieblas  la  tomaran  y  nunca  se  ayuntara  con 
días  de  año  ni  viniera  en  cuenta  con  meses!»  Y  desear 
que  la  tomara  tiniebla ,  es  desear  que  fuera  mas  escura 
de  lo  que  de  suyo  fué,  ó  es  desear  que  no  fuera;  que 


304  OBRAS  DE  FRAY 

la  tiniebla  y  escuridad  significa  el  no  ser  algunas  ve-  j 
ees,  porque  ninguna  cosa  luce  menos  que  lo  que  no  es.   j 

Y  parece  ser  ansí  por  lo  que  se  sigue;  esto  es:  «No  se  ! 
ayuntara  con  días  de  año  ni  viniera  en  cuenta  con  me-  I 
ses,»  que  acontece  solamente  no  siendo.  I 

6  «Veis,  aquella  noche  sea  solitaria,  no  venga  canto  ; 
en  ella  ó  se  entienda.»  «Sea  solitaria,»  esto  es,  «¡ojalá  : 
fuera  solitaria  y  no  sonara  en  ella  canto!  en  la  misma  ! 
manera  de  lo  que  arriba  está  dicho.»  O  lo  que  mas  me  ; 
parece  es,  que  habla  en  este  verso,  no  deseando,  sino  \ 
afirmando  de  cosa  ya  pasada,  y  pronunciando  lo  que  en-  I 
lonces  pasó  en  aquesta  manera:  Fué  solitaria  aquella  ¡ 
noche ,  y  no  sonó  canto  en  ella.  Pues  dice  ansí:  Veis,  ; 
que  es  palabra  que  afirma  algunas  veces,  y  no  solamen-  ! 
le  demuestra,  como  hace  en  este  lugar;  porque  dice  ; 
ciertamente  y  sin  ninguna  duda:  Aquella  noche  que  dio  i 
principio  á  mi  vida  fué  solitaria  y  triste  noclie.  O,  y 
veis,  dice,  como  fué  ello  ansí,  que  la  noche  de  mi  ! 
principio  fué  pronóstico  de  mi  desdicha;  y  como  era  ' 
madre  de  un  miserable  ,  fué  ella  solitaria  y  triste ,  de-  j 
mostrando  que  habia  respondido  bien  el  suceso  al  agüe-  j 
ro.  Y  llama  solitaria  á  la  noche,  cuando  guarda  cada  j 
uno  su  casa  y  no  sale  á  rondar;  y  ansí,  todo  está  yer-  I 
mo ,  como  aconiece  en  las  noches  frias  y  tempestuosas.   ; 

Y  dice  que  no  hubo  «canto  en  ella»  en  el  mismo  sen-  i 
tido,  porque  no  hubo  por  las  calles  quien  cantase  ni  i 
quien  anduviese  dando  música,  que  hace  las  noches  ! 
alegres ,  y  se  suele  hacer  en  las  noches  serenas  y  apa-  | 
cibles.  Prosigue.  i 

7  «Maldíganla  los  que  maldicen  su  día,  dispuestos  á  j 
despertar  duelo.»  Lo  que  decimos  duelo,  en  su  original  I 
dice  leviathan ,  que  es  palabra  de  diversos  sentidos;  y 
ansí,  san  Jerónimo  puso  en  lo  que  trasladó  la  misma  \ 
palabra  original,  sin  mas  declararse;  porque  levia-  ¡ 
than,  según  una  significación,  es  ó  ballena  ó  cual- 
quier otro  pez  de  enorme  grandeza,  que  por  figura  en 
la  Sagrada  Escritura  á  veces  significa  el  demonio. 
También  leviathan  por  otra  manera  es  palabra  com-  I 
puesta  de  dos  parles,  que  ambas  dicen  «el  lloro  ó  el 
duelo  de  ellos».  Y  aun,  según  otra  consideración,  decir 
leviathan  es  decir  «ayuntamiento  suyo».  Y  aunque 
se  puede  entender  esta  palabra  aquí  de  todas  maneras, 
la  segunda  es  mas  sencilla  y  natural ,  á  lo  que  á  mí  me 
parece;  bien  que  todas  ellas  se  enderezan  á  un  fin,  por- 
que por  todas  pretende  Job  mostrar  con  encarecimien- 
to cuánto  aborrece  y  quiere  mal  aquella  su  noche; 
porque  desea  que  digan  mal  de  ella  y  la  blasfemen  los 
que  ó  por  oficio  ó  por  ocasión  suelen  Sfiñ  darse  mas 
en  lamentarse  y  en  decir  mal  de  lo  que  les  viene  á  dis- 
gusto. Y  ansí,  según  la  primera  manera ,  dice  que  mal- 
digan á  esta  su  noche  los  que,  dispuestos  para  la  pesca 
údc  las  ballenas  ú  de  otros  pescados,  maldicen  el  día. 
Porque  suelen  decir  que  los  pescadores  cuando  han 
trabajado  mucho  la  norhe,  que  es  á  propósito  para  pes- 
car en  la  mar,  y  se  hallan  vacíos  al  ai)uiilar  de  la  luz, 
reniegan  desesperadamente  del  día  y  de  sí,  y  maldi- 
cen su  temprana  venida.  Y  dice  «levantar  á  leviathan» 
con  gran  jiropriedad;  porque  en  la  pesca  de  las  balle- 
nas, según  Ojtpiano  (a)  dice,  lo  principal  de  los  que 
Jas  pescan  es  levantarlas  de  lo  hondo  de  la  mar  (udon- 

(fl)  Oppiano,  lib.  v. 


LUIS  DE  LEÓN; 

de  heridas  se  dejan  caer)  á  lo  alto  de  ella ,  y  el  sacar- 
las á  tierra.  Y  aun  si  leviathan  es  el  demonio  aquí  por 
figura ,  aun  encarece  mas  Job  lo  que  quiere ;  porque 
«los  dispuestos  á  levantar  el  demonio»  son  aquí  los  he- 
chiceros y  los  que  entran  en  cerco  para  traerle  á  su 
presencia;  los  cuales,  no  solo  aborrecen  la  luz  y  la  mal- 
dicen si  viene  ó  cuando  viene  á  estorbarles  su  oficio, 
que  es  oficio  que  ama  la  noche ,  mas  en  esa  mesma  obra 
de  su  cerco  y  conjuros  usan  de  maldiciones  espanto- 
sas y  de  palabras  horribles.  Mas,  si  leviathanes,  como 
decíamos  en  la  tercera  manera ,  lo  mismo  que  ayunta- 
miento y  amistad,  significa  Job  por  él  aquí  que  todos 
los  conciertos  á  cuyos  deleites  favorecen  las  noches, 
la  luz,  cuando  viene,  los  aparta  y  divide  con  desabri- 
miento de  los  que  ansí  se  conciertan,  que  enojados  de 
ello ,  maldicen  la  luz  que  amanece.  Pero  lo  mas  sen- 
cillo es  lo  segundo,  deque  agora  diremos  en  postrero 
lugar,  que  es  la  significación  que  el  Caldeo  sigue  aquí, 
juntamente  con  otros  hombres  doctos  y  antiguos,  que 
leviathan  sea  duelo  y  lamento.  Conforme  á  lo  cual, 
Job  llama  «dispuestas  para  levantar  duelo»  las  que  el 
español  antiguo  llamaba  endecheras,  que  se  alquila- 
ban para  llorar  á  los  que  morían,  y  los  lloraban,  como 
gentes  para  esto  enseñadas ,  con  gritos  lastimeros  y 
con  voces  dolorosas  y  con  todas  las  significaciones  que 
demuestran  dolor.  Pues  las  que  tienCn  por  oficio  el 
plañir,  y  las  que  ponen  su  cuidado  y  ingenio  en  saber 
lamentar,  esas  quiere  Job  y  desea  que  se  acuiten  de 
su  día  y  que  le  abominen  y  lloren.  Bien  es  verdad  que 
el  caldeo  autor  que  dijimos ,  alza  un  poco  mas  los 
ojos,  y  alargando  la  vista,  por  estos  «que  hacen  duelo» 
no  entiende,  ni  cualquier  manera  de  duelo  ,  ni  cuales- 
quier  personas  que  ú  de  verdad  ó  por  arte  se  duelen; 
sino  entiende  y  señala  aquel  duelo  miserable  y  postrero 
que  harán  en  la  resurrección  los  condenados  cuando  se 
vieren  llevar  al  infierno,  porque  dice  ansí :  Maldígan- 
le los  que  maldicen  el  dia  de  la  venganza,  los  que  están 
ordenados  para  cuando  resucitaren  levantar  lamentable 
alarido;  en  que  señala  á  los  del  innerno,  que  maldicen 
hoy  dia,  y  maldijeron  antes  de  agora,  y  durarán  maldi- 
ciendo aquel  dia  en  que  se  hizo  de  sus  pecados  venganza; 
al  cual  ansí  agora  le  maldicen ,  que  están  dispuestos  y 
comeen  víspera  para  maldecirle  mas  amargamente  des- 
pués, cuando  en  la  común  resurrección,  para  su  mayor 
tormento,  cobraren  sus  cuerpos.  Pues  estos  quiere  Job 
que  le  maldigan  su  dia,  ó  por  mejor  decir,  desea  tener 
él  palabras  tan  agras ,  tan  encarecidas  y  de  tanta  signi- 
ficación y  dolor  como  tienen  aquellos.  Porque,  aunque 
su  nacer  no  fué  ser  condenado  ,  pero  según  lo  (|ue  de 
presente  padece,  y  según  lo  que  se  enajena  Dios  de  él, 
á  veces  se  le  figura  que  nació  para  ser  infeliz.  Dice  mas 
adelante: 

8  «Entenebrézcanse  las  estrellas  de  su  noche;  es- 
pere luz,  y  no,  y  no  vea  alboradas  de  la  mañana.»  Di- 
ce: Fuera  tan  noche  aquella  noche,  y  tan  tenebrosa  y 
obscura,  que  perdieran  su  luz  las  estrellas ,  las  cuales, 
no  solamente  luctín  con  la  noche,  mas  cuando  la  noche 
es  muy  escura  suelen  ellas  mas  lueir.  Y  ansí,  declárala 
fuerza  de  su  afecto  y  do  su  dolor  justo  con  el  encare- 
cido e.\ceso  de  lo  que  i)itle;  porque  quiere  que  la  escu- 
ridad con  que  descubren  mus  su  luz  las  estrellas,  aque- 


EXPOSICIÓN  DEL 
l!a  se  la  quite  y  las  escurezca ,  y  desea  que  sea  noche 
para  ellas  también;  y  que,  como  en  algunas  noches  con 
la  sombra  de  la  tierra,  que  llega  al  primer  cielo  enviada 
del  sol,  se  eclipsa  la  luna ,  ansí  en  aquella  noche  lle- 
gara al  cielo  estrellado,  y  le  cubijara  con  escuro  velo 
del  lodo.  ((Esperara  luz,  y  no,')  es  razón  corlada,  y 
hase  de  añadir,  (¡y  no  vea  la  luz.»  Que  es  decir  y  de- 
sear quejara  sepultada  aquella  noche  en  tinieblas  eter- 
nas, esto  es ,  que  nunca  tuera.  Y  lo  mismo  es  por  otra 
manera:  <(Y  no  vea  alboradas  de  mañana.»  cíYnovea,»  ; 
esto  es,  y  nunca  viera.  Lo  que  dice  alboradas,  en  el  j 
original  ó  es  pestañas,  ó  aquel  movimiento  que  hacen  ¡ 
las  pestañas  y  los  ojos  cuando  se  mueven  aprisa ,  que  i 
63  semejante  á  lo  que  hace  el  cuerpo  del  sol,  ó  los  res-  ! 
plandores  de  luz  que  parece  bullen  en  él,  si  alguno 
ha  mirado  en  ello,  cuando  por  el  oriente  amanece,  que 
es  como  abrir  las  pestañas  la  mañana.  Y  ansí,  podemos 
decir:  «Y  no  vea  el  pestañear  de  la  mañana.»  Dice: 

9  «¿Por  qué  no  cerró  puertas  de  mi  vientre  y  en-  ! 
cubrió  laceria  de  mis  ojos?»  El  jxjr  qué  no  da  causa,  ; 
antes  pregunta  ;  y  prosiguiendo  Job  en  su  deseo,  de-  I 
clárale  mas ,  y  dice :  «¿Por  qué ,  esto  es ,  para  qué  no  i 
cerró?»  Que  es  decir:  ¡Ojalá  cerrara  las  puertas  de  mi  ■ 
vientre !  Esto  es  ,  del  vienire  de  su  madre ,  que  le  lia-  ! 
ma  suyo  porque  le  tenia  por  casa  y  morada.  <(Y  encu-  ¡ 
brió  laceria  de  mis  ojos?»  ICsto  es,  y  teniéndome  encer-  i 
rado  en  sí,  ¡  me  quitara  ver  agora  el  mal  que  padezco!  .! 
Y  ya  que  abrió ,  para  que  naciese,  la  puerta,  á  lo  me-  ; 
nos ,  dice :  i 

i  O  «¿Por  qué  de  la  bulba  no  morí,  y  del  vienire  sa-  , 
liera  y  espirara  luego?»  Esto  es,  ¿por  qué  no  morí  en  i 
naciendo,  y  el  salir  del  vientre,  ya  que  de  él  salí ,  fue-  | 
rapara  luego  espirar?  Y  encarece  y  extiende  aquesto  \ 
mismo  con  lo  que  anda  junto  con  el  parto  y  con  la 
crianza  de  lo  que  se  pare ,  y  dice :  i 

H  «¿Por  qué  me  anticiparon  rodillas,  y  para  qué  ( 
telas  que  mamé?»  Reciben  las  mujeres  en  su  regazo  á  i 
los  niños  que  nacen  y  luego  que  nacen ,  y  es  aquella  I 
la  primera  posada  ó  el  primer  lecho  que  en  esta  vida  j 
hallan  luego  que  á  ella  salen  del  vientre.  Allí  se  libran  j 
del  herirse  cayendo ,  y  vienen  como  de  un  regazo  á  un  j 
otro  regazo  menos  abrigado  que  el  primero ,  pero  pia- 
doso y  de  buena  y  saludable  acogida.  Y  ansí  Job,  como 
quisiera  nacer  y  morir  luego,  dice  que  no  quisiera  ha- 
llar rodillas  que  le  recibieran  ni  pechos  que  le  dieran 
leche,  que  son  las  cosas  que  conservan  á  los  que  nacen, 
la  vida;  porque  en  las  rodillas  los  envuelven  y  abrigan 
y  en  los  pechos  los  sustentan,  y  lo  uno  es  como  la  pri- 
mera cama,  y  lo  otro  como  la  mesa  del  niño.   Y  viene 
bien  aquí  el  anticipar ,  como  dice ;  porque  al  niño,  que 
cuando  va  naciendo  viene  cayendo  y  como  despeñándo- 
se ,  ganante  por  la  mano  las  rodillas  de  la  comadre ,  y 
pónensele  delante  para  recibirle ,  porque  no  se  lisie. 

12  «Porque  agora  yaciera  y  sosegara ,  durmiera  en- 
tonces y  reposara.»  Porque,  dice,  si  ansí  fuera,  que 
en  viniendo  á  la  vida  me  pasara  á  la  muerte ,  gozara 
agora  de  reposo  y  de  descanso  ,  ansí  porque  es  estado 
sin  pena  el  de  los  que  pasan  niños  de  esta  vida,  como 
también  porque  me  excusara  de  este  mal  que  padezco. 
Ansí  que  ,  dice  Job  que  descansara  muerto,  ó  porque 
habla  en  el  sentido  que  he  dicho,  ó  porque  habla  del 
E.xvi-ii. 


LIBRO  DE  JOñ.  305 

cuerpo  solainente ,  en  que  padece  tormento  gravísimo, 
y  en  todos  los  muertos  sin  diferencia  descansad  cuer- 
po y  carece  de  dolor  en  el  polvo;  y  con  esto  viene  muy 
á  pelo  lo  que  en  los  versos  después  de  este  se  sigue. 

13  «Con  reyes  y  consejeros  de  la  tierra  los  que  edi- 
ficaron despoblados  para  sí. »  Porque  dice  que  si  fue- 
ra ya  muerto  su  cuerpo,  que  agora  padece,  do:  vansara 
hecho  polvo  con  oíros  muchos  cuerpos  de  reyes  y  prin- 
cipes y  ricos  hombres ;  porque,  cuanto  á  la  razón  de  los 
cuerpos ,  ansí  en  el  quedar  sin  sentido  como  en  el  des- 
atarse y  volverse  en  ceniza,  todos  los  que  mueren  son 
iguales ,  ansí  los  pequeños  como  los  grandes.  Y  res- 
ponde con  esto  á  lo  que  se  le  pudiera  oponer,  que  se 
hacia  agravio  á  sí  mismo  en  anteponer  á  la  vida  !a  se- 
pultura; porque  dice  que  otros  mayores  y  mejores  que 
él  yacen  en  ella,  y  porque  es  generalmente  el  reposo 
común ,  adonde  duermen  los  cuerpos  de  todos.  «Con 
reyes  y  consejeros  de  la  tiorra,»  entiéndese  durmiera, 
repitiéndola  palabra  de  arriba.  No,  dice,  estuviera  so- 
lo ni  mal  librado;  que  allí  me  hicieran  compañía  mu- 
chos grandes  señores ,  porque  á  la  fin  lodos  duermen 
allí.  «Con  reyes  y  consejeros.»  Consejeros  Wama.  los  que 
presiden  al  gobierno  y  por  cuyo  consejo  las  ciudades  se 
rigen.  «Los  que  edifican  despoblados  para  sí,»  cnlien- 
de  los  mismos  hombres  que  ha  dicho,  los  principes  y 
los  reyes ,  los  cuales  de  ordinario  hacen  para  su  delei- 
te casas  de  placer  y  de  suntuoso  edificio  en  los  campos. 
Si  no  queremos  entender  por  estos  edificios  los  monu- 
mentos que  para  sus  entierros  (según la  costumbre  anti- 
gua de  Asiay  de  Egipto)  hacían  los  reyes  y  los  prínci- 
pes fuera  de  las  ciudades  y  en  los  campos  y  en  lugares 
apartados,  con  edificios  de  muchacosla  y  grandeza;  co- 
mo leemos  de  los  pirámides  de  los  B'araones  y  de!  mau- 
seolo del  rey  de  Caria  y  del  enterramiento  de  Ciro,  que 
en  la  vida  de  Alejandre  pone  Arriano.  Y' si  es  esto,  di- 
ce Job,  durmiera  mi  cuerpo  agora,  y  descansara  des- 
hecho ,  como  los  de  los  reyes  en  sus  ricos  entierros  des- 
causau ,  que  no  porque  en  los  edificios  hacen  ventaja  á 
las  sepulturas  del  vulgo,  por  eso  la  hacen  en  el  reposo 
de  que  en  eüas  gozan  todos.  Y  lo  mismo  es  lo  que 
añade : 

14  «O  con  príncipes  señores  de  oro  los  que  enlle- 
nan  sus  casas  de  plaía.»  Eíto  es,  durmiera  también 
descansando  mi  cuerpo  coa  los  cuerpos  de  muclíos  hom- 
bres ricos  de  oro  y  de  plata,  que  duermen  el  mismo 
sueño.  Mas  dice: 

15  «O  como  abortado  escondido  no  fuera,  como 
chiquitos  que  no  vieron  luz.»  Este  verso  responde  al 
duodécimo  de  arriba  y  viene  tras  él ,  porque  los  ver- 
sos 13,  14  y  lo  están  entremetidos  coí;io  paréntesis. 
Y  ansí,  porque  dijo  en  el  verso  (11  y)  12  que  qui- 
siera luego  que  nació  haber  muerto,  y  que  ni  le  re- 
cibiera la  comadre  ni  le  diera  la  ama  los  pechos,  di- 
ce aquí,  acrecentando  mas  esto  mismo:  ¡O  siquiera 
nunca  saliera  vivo!  Fuera  como  los  abortados  escon- 
didos, que  salen  ,  no  solo  muertos,  sino  imperfectos, 
ó  ausí  revuellos  entre  sus  telas  ó  tan  mal  formados, 
que  no  se  dejan  bien  conocer.  «Como  chiquitos  que  uo 
vieron  luz,»  porque  espiran  antes  que  á  ella  salgan.  Y 
si  alguno  dudare  cómo  Job,  hombre  sanio  y  alabado 
de  Dios,  dice  que  escogiera  por  bueno  el  morir  antes 

20 


306  OBP.AS  DE  FRAY 

de  nacer,  sabiendo  que  si  no  nasciera  no  se  pudiera 
limpiar  del  pecado,  á  eslo  decimos,  lo  uno,  que  esla 
manera  de  hablar  de  Job  es  una  significación  de  lo  ' 
mucho  que  duelen  los  trabajos  puros ,  y  la  ansia  que  i 
crian  en  quien  los  padece ;  en  lo  cual ,  según  el  común  i 
hablar  de  los  hombres ,  se  dicen  muchas  palabras  por  j 
exceso  y  hipérbole,  mas  para  encarecer  loque  se  sien- 
te, y  para  representarlo  con  viveza  en  los  ojos  de  los 
que  lo  leen ,  que  para  que  se  apuren  según  lo  pun- 
tual y  riguroso  de  ellas.  Y  en  un  hombre  tan  sentido 
y  tan  justamente  sentido,  tan  acosado  por  todas  par- 
tes y  tan  no  favorecido  por  alguna ,  como  Job  es  aquí, 
prueba  cierta  es  de  su  gran  virtud  que  no  desespe- 
re. Y  que  desee  no  haber  venido  á  tal  punto,  mu- 
riendo antes,  ó  por  manera  de  exceso,  nunca  habien- 
do nascido,  no  es  maravilla  ninguna,  antes  es  lo  que 
dicta  á  cada  uno  su  natural  sentimiento,  el  cual  no 
es  vicioso  mientras  no  nos  lleva  (como  arriba  diji- 
mos) ó  al  aborrecimiento  de  Dios,  ó  á  la  rabia  de  la 
venganza,  ó  á  la  muerte  violenta,  ó  á  otros  medios  no 
lícitos.  Lo  otro,  como  ya  dije,  puédese  entender  todo 
aquesto  debajo  de  la  condición  que  de  su  imaginación 
le  nascia.  La  cual  imaginación  era,  si  acaso  Dios,  pues 
le  desamparaba  tanto,  le  tenia  ordenado  al  infierno; 
porcfue  en  tal  caso  era  mas  de  elegir  el  limbo,  adonde 
fuera  si  muriera  en  el  vientre,  que  e!  infierno,  adonde 
le  parecía  llevar  su  sospecha.  Lo  tercero,  en  todo  lo 
que  se  dice  con  algún  afecto  grande,  nunca  se  dice  to- 
do cuanto  se  siente,  sino  cuanto  son  los  sentimien- 
tos mayores ,  tanto  las  palabras  son  mas  breves  y  me- 
nos. Y  ansí,  se  debe  entender  que  si  Job  dice  deseaba 
haberse  muerto  en  el  vientre,  cuando  lo  dice,  con  un 
encogimiento  secreto  y  como  volviéndose  á  Dios,  le 
dice  y  añade,  mus  con  el  sentido  que  con  la  voz,  una 
condición  como  esta,  es  á  saber:  Con  tal ,  Señor,  que 
vuestra  Majeslríi  me  limpiara.  Y  lo  último  es,  que  de 
la  manera  que  agora  decia,  aquí  no  trata  Job  de  todo 
sí,  sino  de  su  cuerpo  solo ,  en  el  cual  compara  lo  que 
padece  agora  con  lo  que  padeciera  si  muriera  c.i  el 
vientre.  Y  como  allí  no  sintiera  dolor,  y  aquí  los  sien- 
te gravísimos ,  en  respecto  de  solo  esto  tiene  por  me- 
jor aquello,  y  ansí  lo  desea.  Prosigue: 

16  «Allí  los  malos  cesaron  de  su  alboroto,  y  allí  repo- 
saron los  alcanzados  de  fuerzas.»  Esto  torna  á  responder 
ala  sentencia  de  los  versos  que  se  entremetieron  arriba, 
donde  decía  que  sí  se  viera  muerto,  descansara  su  cuer- 
po con  otros  muchos  cuerpos  de  reyes  que  en  las  se- 
pulturas yacen.  Porque  oi/i,  dice,  esloes,  en  la  sepul- 
tura, todos  son  iguales,  no  solamente  en  lo  que  es  ir 
allí ,  sino  también  on  lo  que  pasan  allí.  Que  allí ,  u¡  los 
malos  se  muestran  fieros ,  como  solían ,  poniéndolo  lo- 
do en  ruido ,  ni  los  flacos  y  de  poco  poder  sienten  fal- 
ta de  fuerzas;  sino  estos  reposan  y  los  otros  pausan,  y 
todos  están  por  igual.  Y  aun  podemos  decir  que  en 
este  verso  no  trata  de  dos  suertes  de  hombres,  unos 
fieros  y  alborotadores,  y  otros  dcbililados  y  pobres  y  su- 
jetos á  padecer;  sino  que  entiondc  de  unos  mismos  en 
ambas  partes,  diciendo:  Los  malos  allí  en  las  sepulturas 
harán  pausa  de  su  continuo  bullicio,  y  la  causa  será, 
porque  reposarán  allí  alcanzados  de  fuerza,  eslo  es, 
porque  ya  allí  vendrá  su  fuerza  á  menos. 


LUIS  DE  LEÓN. 

il  ((Juntamente  los  encarcelados  sosegarán ,  no  oi- 
rán voz  de  ejecutor.»  Como  los  malos  y  los  que  traba- 
jan á  otros,  puestos  en  la  sepultura  no  melen  el  mun- 
do en  ruido;  ansí ,  dice,  también  lo? que  vivieron  afii- 
gidos  y  encarcelados,  llegados  allí,  llegarán  al  fin  desu 
trabajo.  Ansí  que,  la  sepultura  remata  los  trabajos  y  po- 
ne fin  á  los  contentos,  acaba  el  obrar  mal  de  los  malos 
y  fenece  el  padecer  de  los  trabajos,  yes  como  un  fin  y 
una  pausa  universal  de  todos  y  de  todas  sus  obras.  Lo 
que  decimos  ((ejecutor  ó  acreedor»  quiere  también  de- 
cir atormentador.  Y  lo  uno  y  lo  otro  dice  bien  con  los 
encarcelados  que  ha  dicho;  porque  unos  están  por  deu- 
das y  otros  por  delitos,  y  á  los  unos  es  amarga  cosa  el 
acreedor  que  les  pide,  y  á  los  otros  el  verdugo  que  los 
pone  á  tormento.  Y  finalmente ,  comprehéndelos  á  to- 
dos ,  y  dice : 

18  ((Pequeño  y  grande  allí  ellos,  esclavo  horro  de 
su  señor.»  Allí,  esto  es,  en  la  sepultura,  que  á  todos 
los  iguala,  se  juntan  grandes  y  pequeños.  Y  porque  ha 
encarecido  lo  mucho  que  deseara  ser  muerto,  dice  ago* 
rael  por  qué  lo  desea. 

19  ((¿Por  qué  se  dará  al  desastrado  luz,  y  vidas  á  amar- 
gos de  corazón?»  Porque,  dice,  no  hay  dos  cosas  que 
menos  amistad  se  hagan  ni  que  menos  para  en  uno  sean 
que  vida  y  trabajos;  que  vivir  para  padecer,  la  misma 
razón  lo  aborrece.  Porque  el  vivir  ordénase  á  bien  del 
que  vive ,  y  el  padecer  es  tormento  y  mal  de  quien  le 
padece.  Y  el  dolor  sin  la  vida  no  lo  seria,  y  la  vida  con 
el  dolores  solo  para  que  el  dolor  viva.  Pues  ¿para  qué, 
dice,  vive  en  esta  luz  el  que  es  desastrado,  pues  nosa- 
ca  del  vivir  sino  sentir  el  desastre?  Y  vidas,  dice  (an- 
sí llama  el  vivir  con  número  de  muchedumbre  la  pro- 
priedadde  la  lengua  hebrea),  ó  porque  es  la  vida  nues- 
tra una  cosa  remendada  y  como  hecha  de  diferentes 
pedazos,  que  hoy  se  vive  de  una  manera  y  mañana  de 
otra,  y  cada  día  de  la  suya,  agora  alegre  y  luego  triste  y 
después  enfermo,  y  ya  mozo,  yahonVure,  ya  cano,  ya 
viejo,  y  ninguno  hay  tan  constante  en  su  ser,  que  do 
una  hora  á  otra  se  parezca  á  sí  mismo;  ó  porque  el 
hombre  no  vive  una  vida  sola  ó  con  una  manera  de 
vida,  sino  juntamente  con  tres,  como  planta  y  como 
animal  y  como  quien  tiene  discurso  y  razón.  Pro- 
sigue : 

20  ((A  los  que  buscan  la  muerte,  y  no  ella ,  y  la  I)us- 
carán  masque  tesoro.»  Elncarecc  mas  lo  mismo  que  lia 
dicho,  y  lo  confirma  con  nuevos  y  mas  claros  términos. 
¿Para qué,  dijo,  es  la  vida  páralos  desastrados?  Y  para 
que  mejor  se  entienda  lo  mal  que  conciertan  desastre 
y  vida,  dice:  ¿Para qué  es  la  vida  á  los  que  desean  la 
muerte?  ¿Qué  cosa,  dice,  mas  á  pospelo  que  vida  á 
quien  la  aborrece?  Y  al)Orrécenla  los  desastrados.  Es- 
peran ((muerte,  y  no  ella»,  esto  es, y  no  les  viene  ella, 
antes  les  huye;  y  buscaránla,  esto  es,  y  buscarían- 
la  si  concedido  les  fuese.  Y  encarécelo  mas,  y  dice: 

21  ((A  los  que  se  alegran  con  regocijo  y  se  gozan 
cuando  hallan  sepultura.»  Y  de  lo  general  viniendo  á 
lo  parlirular  (|uc  le  loca,  y  á  su  misma  persona,  añade: 

22  ((A  varón  á  quien  su  camino  le  fué  encubierto  y 
le  cercó  Dios  con  tinieblas.»  Como  diciendo:  Y  ¡)ara 
decirlo  en  una  palabra,  ¿para  qué  seda  vida  al  hom- 
bre que  es  como  yo  lan  desastrado  y  miserable?  Y  de- 


EXPOSICIÓN  DEL 

clara  la  grav<^:^a  de  su  calamirlad  y  miseria  por  estero-  ; 
deo  de  decir  que  le  tienen  encubierto  su  camino;  en  ¡ 
que  encarece  su  mal  lodo  cuanto  es  posible.  Porque  ca-  ¡ 
mino  en. la  Sagrada  EbCritura  es  lo  que  uno  bace  y  lo  | 
que  dice  y  lo  que  pretende ,  y  el  blanco  adonde  tira, 
y  el  estilo  de  vivir,  y  la  inclinación  suya,  y  el  gusto 
proprio;  y  ansí,  diciendo  Job  que  le  ban  encubierto  el 
camino ,  dice  que  no  le  lian  dejado  cosa  que  buena  le 
sea,  que  lo  que  bace  no  le  sucede,  lo  que  dice  no  le 
aprovecba,  sus  pensamientos  le  atormenlan,  sus  in- 
tentos le  buyen,  sus  designios  se  le  desbacen,  en  nada 
llalla  su  gusto,  adonde  quiera  que  vuelve,  y  en  todas 
las  cosas  que  ó  piensa  ó  dice  ó  bace,  no  baila  por 
dónde  camine.  Y  como  el  que  camina  con  prisa,  si  lle- 
gando á  la  cabeza  de  mucbos  caminos  no  sabe  el  ca- 
mino, padece  agonía  suspenso,  que  ni  puede  ir  ade- 
lante, ni  su  prisa  le  consiente  estar  quedo,  y  cuanto 
mas  se  revuelve  tanto  menos  resuelve;  ansí,  dice  Job, 
he  venido  á  punto  que  no  sé  qué  me  bacer,  que  ni 
puedo  sostener  esta  vida,  ni  se  me  permite  tomar  con 
mis  manos  la  muerte.  Por  ninguna  parte  á  que  vuelvo 
los  ojos  me  consienten  dar  paso.  Dios  me  espanta  si 
le  miro,  mis  criados  me  desconocen  si  los  llamo,  mis 
bijos  llevólos  la  muerte ,  mi  mujer  misma  es  mi  ene- 
miga, mi  cuerpo  es  mi  tormento.  Y  si  quiero  entrar 
dentro  en  mí,  mi  mas  crudo  verdugo  son  las  imagina- 
ciones de  que  está  llena  mi  alma.  Por  ninguna  parle 
descubro  ni  un  pequeño  resquicio  de  esperanza  y  de 
luz.  Y  por  eso  dice:  «Y  cercóme  Dios  con  tinieblas;» 
aunque  el  original  dice  puntualmente  desta  manera: 
<(Y  cubijó  ó  atajó  Dios  por  él.»  Que  puede  significar, 
«cubijó  Dios  por  él,»  esto  es,  púsose  Dios  como  cubi- 
ja ó  como  mampara  delante  de  mi  camino  para  que  no 
le  viese ;  de  manera  que  aquella  palabra  por  él  se  re- 
fiere al  camino  que  dijo,  ó  puede  decir  que  puso  Dios 
división  de  sombra  y  estorbo  entre  sí  y  entre  Job,  pa- 
ra que  ni  el  cor,:uelo  de  Dios  viniese  á  su  alma,  ni  los 
dolores  y  voces  del  traspasasen  al  cielo ;  y  de  ambas 
maneras  dice  que  «está  envuelto  en  tinieblas»,  como 
trasladó  san  Jerónimo.  De  lo  cual  todo,  en  efecto  quie- 
re Job  concluir  que,  siendo  él  quien  lia  dicbo,  desas- 
trado, amargo  de  corazón,  deseoso  de  muerle,  y  que 
si  le  fuese  lícito,  la  buscaría  como  tesoro,  y  que  si  ba- 
ilase la  sepultura  seria  su  mayor  regocijo,  y  que  le  tie- 
nen cubierlo  el  camino  por  todas  partes;  ansí  que,  sien- 
do este  él ,  lo  que  mejor  le  estuviera ,  fuera  el  no  haber 
nacido  ó  el  habérsele  acortado  la  vida;  en  lo  cual  ansí 
declara  su  sentimiento  este  santo,  y  lo  que  la  carne 
apetece  en  los  muy  afligidos,  que  también,  como  en  es- 
{icjo,  nos  muestra  lo  poco  que  vale  lo  que  en  la  vida 
liay ,  y  con  ello  la  vida  misma.  En  la  cual  el  bien  siem- 
pre es  escaso  y  los  males  muy  largos  ,  lo  gustoso  tiene 
ó  deseo,  y  lo  amargo  casi  en  toda  ocasión ;  donde,  sino 
es  el  padecer ,  todo  es  breve  ;  donde  cuantas  horas  vi- 
ve, tantas  corre  riesgo  el  hombre  de  perecer  para  siem- 
pre, y  donde  á  la  fin  se  nace  para  morir.  Porque,  ansí 
como  quien  camina  ó  por  breñas  y  riscos  con  peligro 
de  despeñarse,  ó  por  lugares  de  salteadores  temiendo  á 
su  vida ,  aborrece  el  camino  y  desea  verle  acabado ,  y 
si  en  su  mano  fuera,  jamás  por  él  caminara;  ansí  aques- 
ta vida,  en  que  se  camina  siempre  coa  tanto  peligro, 


LIBRO  DE  JOB.  307 

debe  ser  despreciada ;  y  pues  nacemos  para  morir ,  y  el 
paradero  de  la  vida  es  la  muerte,  acortar  de  trabajos 
es  llegarallí  mas  temprano.  Yde  la  consideración  aten- 
ta de  esta  verdad  clara  nació  lo  que  se  celebra  de  Si- 
leno,  que  dijo:  La  mejor  suerte  es  no  nacer,  y  la  se- 
gunda tras  ella  el  morirse  en  naciendo.  Mas  prosigue 
Job ,  y  dice : 

23  (iPorque  antes  de  mi  pan,  mi  sospiro  viene,  y 
corren  como  agua  mis  gemidos.»  Porque ,  dice ,  siem- 
pre el  mal  gana  por  la  mano,  y  mi  sospiro  viene  antes 
que  mi  descanso ,  y  de  un  pequeño  y  breve  coatento 
pago  el  escote  agora  con  increíbles  tormentos ;  los  cua- 
les, cuando  intento  mitigarlos  ó  con  la  medicina  ó  con 
la  comida,  se  me  vuelven  mayores;  y  el  ir  al  remedio 
endurece  el  dolor ,  y  si  como,  crece  mi  sospiro,  y  si 
duermo,  mi  espanto;  ó  por  decir  mas  verdad ,  el  pan 
que  me  sustenta  essospiros,  y  el  agua  que  bebo  gemi- 
dos, y  miseria  y  amargor  es  mi  mesa.  «Porque  antes 
de  mi  pan,  mi  sospiro  viene.»  No  faltan  algunos,  y  en- 
tre ellos  es  san  Jerónimo  (ó  quien  escribió  la  decla- 
ración de  este  libro  que  anda  en  su  nombre),  á  quien 
parece  que  una  de  las  enfermedades  de  Job  fué  ham- 
bre insaciable  por  una  parle ,  y  por  otra  no  poder  su- 
frir la  comida.  Que  es  enfermedad  á  quien  Galeno,  Ira- 
niano y  Paulo  Egínela  llaman  que  nace  de  calor  des- 
templado del  estómago  y  de  fiaqueza  del  mismo.  Y  an- 
sí, el  calor  despierta  conliua  hambre,  y  la  flaqueza 
cria  congoja  en  comiendo.  De  manera  que  dice  Job 
que  antes  de  la  comida  sospiraba  por  ella ,  y  luego  que 
liabia  comido  bramaba  con  dolor  del  manjar.  Por  don- 
de á  todas  horas  sospiraba  deseando  comer ,  y  gemía 
dolorosamente  por  lo  que  había  comido.  Y  dice  quesus 
gemidos  eran  como  agua,  ó  por  la  muchedumbre  ,  ó  á 
la  verdad  por  la  manera  del  ruido  sordo  y  contíno,  cual 
es  el  de  las  muchas  aguas  que  corren.  Que  llevándolo 
á  nuestras  costumbres,  es  el  ingenio  proprio  de  los  que 
sirven  á sus  deseos,  los  cuales  siempre  están  con  bam- 
brede  los  bienes  que  comidos  los  atormentan ;  y  sos- 
piran  antes  de  la  riqueza  por  alcanzarla,  y  alcanzada, 
gimen  y  laceran  con  ella ;  y  anhelan  por  venir  á  la  bon- 
ra,  y  puestos  en  ella  y  con  sus  obligaciones,  no  pue- 
den vivir;  y  siguen  sin  rienda  el  deleite,  y  no  llegan  á 
él  tan  presto  cuan  presto  les  llega  con  él  la  venganza, 
y  no  fué  tanto  el  deseo  primero ,  cuanta  es  después  la 
congoja  y  enfado.  Y  ansí,  Job  aquí,  cuaiido  habla  del 
deseo,  dice  sospiro,  y  cuando  del  dolor  que  se  sigue, 
dice  gemidos;  y  aquello  dícelo  sencillamente,  mas  esto 
con  encarecimiento  de  comparación;  porque  dice  que 
son  como  avenida  de  rio ,  que  no  se  esperan  á  los  unos 
los  otros,  ni  se  aguardan,  antes  vienen  juntos  y  en  tro- 
pel, y  como  agua  de  avenida  le  anegan.  Y  si  en  el  Apo- 
calipsi  (a)  manda  Dios  á  los  atormentadores  que  don 
á  Babilonia  tanto  tormento  cuanto  fué  el  deleite  y  el 
gozo,  entiéndese  que  mide  la  pena,  no  con  el  deleite 
que  recibió  en  realidad  de  verdad,  sino  con  el  deseoen- 
cendido  que  de  deleitarse  tuvo.  Porque  el  deleite  de  lo 
que  aquí  se  goza  ¿qué  es?  Mucho  menos  dulce  sin  com- 
paración ,  que  amarga  y  dolorosa  la  pona  que  del  se 
granjea,  y  no  llega  con  gran  parle  á  lo  que  después 
atormenta.  Ni  se  dirá  bien  por  él  lo  que  dice  el  vulgo: 

(o)  Apoc,  18,  7. 


308  OBRAS  DE  FRAY 

«A  buen  bocado huenífrilo;»  sino:  A  bocado  mengua- 
do grito  amárco  y  perpetuo.  Prosigue: 

24  «Que  temor  temí ,  y  vínome,  y  lo  que  temí  vino  : 
á  mí.»  Naíural  e>  á  lo?  que  les  sucede  algún  desastre,  ; 
decir  que  «su  alma  «e  lo  decia,  y  que  no  les  engañó  el  ^ 
corazón».  Y  ansí ,  agora  á  Job  su  pena  le  trae  á  la  bo-  | 
ca  lo  mismo ,  y  dice  que  siempre  auiluvo  con  recelo ,  y  \ 
siempre  como  sobresaltado  y  temiendo  alguna  gran  des-  | 
ventura,  y  que  su  alma  le  fué  siempre  como  adevina.  ! 
En  que  da  claramente  á  eniender  que  todo  el  discur-  ! 
so  de  su  vida ,  aunque  la  primera  parte  della  pudo  ! 
parecer  descansada,  en  el  liecbo  de  la  verdad  fué  mi-  j 
serable  ,  al  principio  con  el  recelo  del  mal  que  te- 
mía, y  después  con  la  experiencia  d.'-l  cuando  vino.  Y 
á  la  verdad,  este  miedo  que  afligía  á  Job  desde  que  tu- 
vo sentido ,  Dios  le  despertaba  en  él  por  su  providen- 
cia ,  con  la  cual  dispone  y  va  como  apercibiendo  á  los 
suyos  para  aquello  que  tiene  ordenado  les  venga.  Y  á  los 
que  tiene  para  trabajos,  y  para  trabajos  á  quíeii  lian  de 
■vencer,  como  en  cierta  manera  los  hace  á  las  armas 
poco  á  poco ,  y  si  es  lícüo'dccirlo  ansí ,  los  curto  para 
su  sufrimiento,  y  les  endurece  ó  embota  el  sentido, 
unas  veces  criando  en  su  ánimo  muy  de  antes  una  des- 
afición y  poco  gusto  de  todas  las  cosas  visibles ,  con 
qiie  cuando  las  pierden  llevan  igualmente  el  perderlas; 
otras  ejercitándolos  con  perpetuo  temor  de  lo  mismo 
que  les  tiene  ordenado,  con  que  en  parte  lo  tragan. 
Porque  acoslumbrados  al  temor  de  la  pérdida,  sienten 
menos  el  padecerla  después,  por  cuanto  la  costumbre 
es  muy  poderosa  en  todas  las  cesas.  Y  entendemos  que 
usa  Dios  con  los  suyos  de  esta  prevención  y  artificio, 
porque  con  los  que  por  sus  pecados  desama,  no  usa  del 
muclias  veces,  antes  de  ordinario  cae  sobre  ellos  de 
golpe  cuando  están  mas  seguros ,  y  gusta  en  una  cier- 
ta manera  de  tomarlos  desapercebidos ,  como  hablando 
en  la  SahiduriaDio^  con  los  malos  les  dice  (a) :  «Des- 
preciasteis todos  mis  consejos ,  y  de  mis  reprehensio- 
nes no  hicisteis  caso.  Pues  yo  también  me  reiré  cuan- 
do pereciéredes ,  y  haré  escarnio  de  vosotros  cuando 
03  sobreviniere  lo  que  teméis.  Cuando  la  calamidad  de 
repente  viniere  sobre  vuestras  cabezas,  y  cuando  la 
desventura  á  deshora  como  tempestad  os  cargare,  cuan- 
do 03  viniere  la  tribulación  y  la  angustia. »  Y  en  el 
evangelio  de  san  Lúeas,  á  aquel  rico  y  contento  con 
sus  trojes  llenas  de  trigo,  cuando  se  tuvo  por  mas  se- 
guro y  cuando  dijo  á  su  alma  que  descansase  y  comie- 
se, que  tenia  por  largos  años  segura  la  vida,  le  dijeron 
ansí  {b) :  «xNecio,  pues  esta  noche  te  llamarán  á  la 
cuenta.»  Mas  á  Job,  como á siervo  suyo,  avisábale  Dios, 
con  los  miedos  que  le  enviaba,  de  lo  que  Iiabia  después 
de  pasar.  Y  estos  miedos  que  vienen  antes,  no  sola- 
mente hacen  callos  en  el  alma  para  que  sienta  menos 
lo  que  le  sucede  después ,  mas  también  crian  cuidado 
en  ella  para  vivir  de  manera  que  lo  que  sucediere ,  si 
sucediere,  no  sea  por  culpa  suya.  Y  ansí,  Job  añade: 

2a  «¿No  me  apacigüé  y  no  me  sosegué  y  no  me  re- 
posé? Y  vino  temblor.  «Porque  estas  palabras  se  pueden 
entender  dichas  por  manera  de  pregunta,  ansí  como  las 
entendi(3y  traslado  san  Jerónimo;  y  según  esta  mane- 
ra, quiere  decir  que  con  temer  de  conlíno  algún  gran- 
(a;  Provcrb.,  1,  vcrs.  2:;,  '2C,  2/.    (A)  Lucac,  12,  20. 


LUIS  DE  LEÓN. 

de  trabajo,  y  con  no  :',aber  porqué  lado  le  vendría,  siem- 
pre procuró  de  tomar  los  caminos  todos  por  donde  sue- 
len venir,  para  que  nunca  viniese.  Y  que  ansí  procuró 
siempre  de  vivir  pacíficam;mte  con  los  hombres  y  jus- 
tificadamente conD;os;  pero  que  á  la  fin  lesalióen  va- 
cío toda  su  diligencia.  Y  dícclo  pregunlando  para  ma- 
yor significación  de  dolor,  como  diciendo:  «¿Por  ven- 
tura dejé  de  hacer  cosa  de  cuantas  debía ,  para  no  ve- 
nir al  estado  en  que  estoy?  Sin  duda  no  la  dejé,  y  no 
obstante  eso,  «vino  temblor»  sobre  mí.  Y  llama  tem~ 
hlor  á  todo  lo  que  es  malo  y  doloroso ,  porque  eso  solo 
es  lo  que  hace  temblar.  O  puédese  entender  sin  pre- 
gunta y  deesía  manera:  «No  me  apacigüé,  no  me  so- 
segué;» que  es  afirmar  que  nunca  hizo  asiento  en  las 
cosas  de  esta  vida,  ni  puso  su  amor  en  ellas  de  mane- 
ra que  hiciese  allí  su  reposo ,  ni  jamás  las  tuvo  por  fin, 
ni  se  persuadió  que  en  tenerlas  se  podía  tener  por  se- 
guro. Porque  si  se  fiara  así,  fuera  su  merecido  perder- 
las ,  y  era  justo  que  se  le  quitase  lo  que  amaba  tan  mal, 
y  que  conociese  por  el  hecho  lo  poco  que  se  puede  llar 
de  estos  bienes.  Mas  habiéndolos  siempre  conocido,  no 
dio  causa;  y  andando  tan  desapegado  en  el  ánimo,  no 
parece  se  le  debia  la  calamidad  que  padece.  Y  con  esto 
da  fin. 

CAPITULO  IV. 

AnGU.VENTO. 

Ofendiéronse  los  amigos  de  Job  destas  postreras  palabras,  en  que 
parece  jusiillcarse;  y  Eilfaz,  tomando  la  mano  por  todos,  pídele 
primero  licencia  para  hablar,  y  después  reprehéndele,  lo  uno 
de  que  se  queje  tan  agriamente,  y  lo  otro  de  que  ponga  en  duda 
la  causa  por  qué  es  asi  castigado;  como  sea  notorio,  según  él 
dice,  venir  siempre  los  mulos  sucesos  á  los  hombres  por  sus 
pecados.  Y  linalmcnle,  le  amonesta  á  que  no  se  justifique  de- 
lante de  Dios,  y  cuéntale  lo  que  en  visión  acerca  de  esto  le  fué 
dicho. 

■1  Y  respondió  Eüfaz  el  Témanos,  y  dijo  : 
2  Por  vciiliira  si  teiit.'irfnios  :i  liablarie,  enojarte  has, 
y  detener  palabras  ¿quién  podrá? 
o  ¿Veis'  Avisabas  ú  muchos,  y  manos  flojas  esforzabas. 

4  Caido,  levantaron  tus  palabras,  y  rodillas  encorvadas 
esforzabas. 

5  ¿Por  qué  agora  vino  á  ti,  y  cansaste;  locó  fasta  lí,  y 
fuiste  turbado? 

6  De  cierto  tu  temor,  tu  fortaleza,  tu  esperanza,  y  per- 
fección delus  carreras. 

7  Mienil)ra,  rnégole,  quien  limpio,  y  se  perdió,  y 
cuando  deroclieros  l'uevon  corlados. 

8  (^oino  vi  á  los  que  aran  maldad  y  siembran  desven- 
tura, sellarlo. 

9  A  resuello  de  Dios  perecen,  á  cspiíitu  de  sunarizse 
consumen. 

iO  Bramido  de  león  y  voz  do  leona,  y  dientes  do  Icon- 
cillos  son  arrancados. 

-11  Tigre  i)creco  sin  presa,  y  Lijos  de  leou  se  espar- 
cen. 

12  Y  á  mi  palabra  como  á  hurtadillas,  y  lomó  mi  oreja 
parlccilln  dolía. 

13  V.n  cspoluzos  de  visiones  de  noche,  en  caer  ador- 
meciniicnto  sobro  varones. 

14  Pavor  me  aconteció  y  teml)lor,  y  hizo  cspavorecer 
mucho  mis  huesos. 

15  Y  sopló  sobre  mis  faces,  pasó  y  fizo  erizar  [¡elos  da 
mi  carne. 

1G  üsliivo,  y  no  conocí  su  vista;  semejanza  ante  mis 
ojos,  callada  voz  oí. 


EXPOSICIÓN  DEL  LIDRO  DE  JOB, 


309 


47  ¿Por  ventura  varón  mas  que  Dios  se  justi(¡cará?¿Si 
mas  qiie  su  Hacedor  se  alimpinrá  ó  varón? 

18  Ves,  en  sus  sirvientes  no  se  alirnia,  y  en  sus  ánge- 
les lialló  torcimiento. 

■  49  ¿Cuanto  mas  moradores  de  casas  de  lodo,  su  ci- 
miento de  los  cuales  en  polvo,  son  desmenuzados  como 
polilla? 

20  De  mañana  á  tarde  son  deshechos;  por  no  haber 
quien  ponga  mientes,  para  siempre  perecerán. 

21  Lo  que  resta,  quitárseles  ha  ;  morirán,  y  no  en  sa- 
biduría. 

EXPLICACIÓN. 

i  «Y  respondió  Elifaz  el  lemanes,  y  dijo. »  Como  rom- 
pió el  silencio  Job  y  habió,  de  allí  sus  amigos  tomaron 
también  licencia  para  hablar ;  porque  hasta  entonces  su 
silencio  del  los  tenia  mudos  á  ellos,  y  viendo  que  ca- 
llaba y  que  padecía,  entendían  que  hablarle  era  .acre- 
centarle tormento;  mas  agora  hablando  Job,  abrióles  la 
boca  para  que  ellos  hablasen.  Y  aunque  al  nombre  de 
amigos  y  al  oficio  de  consoladores,  ya  que  hablaban, 
coavenía  hablar  consoleándole,  hiciáronlo  todo  al  revés, 
ó  por  su  ceguedad  ó  por  orden  de  Dios ,  para  que  fuese 
esta  la  última  prueba  de  quién  era  Job;  pues  no  lecon- 
solaron,  antes  le  lastimaron  mas  con  sus  pláticas,  per- 
suadiéndole que  sus  muchos  pecados  le  tenían  ansí. 
Porque  les  pareció  que  para  hacerle  paciente  era  buen 
medio  que  se  tuviese  por  gran  pecador;  que  en  un  áni- 
mo bueno,  y  por  otra  parte  muy  afligido,  es  negocio  in- 
sufrible. Y  engañáronse  en  esto ,  ó  como  hombres  do 
no  buen  juicio  y  de  menos  experiencia  de  los  trabajos, 
creyendo  que  para  inducirle  á  paciencia  era  aqueste  el 
camino,  como  agora  decía;  ó  tomando  ocasión  de  lo 
que  Job  razonó,  ú  de  todo  ú  de  parte  dello,  ó  ciertamen- 
te de  lo  que  ellos  destas  quejas  para  si  presumían.  Por- 
que lo  uno,  el  quejarse  tan  agrámente,  com.o  no  les  do- 
lia  á  ellos  lo  que  á  Job  le  dolía,  parecíales  ramo  de  po- 
ca paciencia;  y  lo  otro,  decir  él  en  lo  último  que  vivió 
sobresaltado  siempre,  y  por  la  misma  razón  que  tuvo 
en  su  vida  y  obras  grande  recato,  y  que  se  hubo  pací- 
ficamente con  todos,  no  dando  ni  á  Dios  causa  de  eno- 
jo para  que  le  castigase,  ni  á  los  hombres  de  enemistad 
para  que  le  persiguiesen ,  entendieron  que  era  poner 
nota  de  injusto  en  Dios,  y  argüyeron  que  Job,  afirmán- 
dose por  inocente  á  sí,  condenaba  á  Dios  por  culpado, 
y  tuviéronlo  por  negocio  blasfemo ;  y  ansí,  con  celo  de 
la  honra  de  Dios,  mas  bueno  que  discreto,  movidos,  sa- 
lieron á  la  causa  por  él.  Y  porque  si  hablaran  juntos  no 
se  entendieran,  tomó  Elifaz,  el  uno  dellos,  la  mano,  y 
escuchándole  los  otros,  habló  en  nombre  de  todos  ansí: 
2  cíPor  ventura  sí  tentáremos  hablarte,  cansarás,  y 
detenerpalabras¿quién  podrá?»  Dice  el  origina!  álaletra: 
«Si  acaso  tiento  palabra  á  tí,  ¿  cansarás?  Qv.e  es  decir 
que  está  en  duda,  y  que  teme  que  cualquier  palabra 
que  le  loque  al  oído,  y  cualquier  cosa  que  se  le  diga,  le 
ha  de  dar  enojo;  masque  no  le  es  posible  callar.  Que  es 
una  manera  de  entrada,  para  decir  lo  que  quiere,  llena 
de  disimulación  y  arte;  que  por  una  parte  muestra  do- 
lerse de  su  trabajo ,  y  desear  no  acrescentársele  mas, 
y  por  otra  desculpa  la  necesidad  que  le  fuerza;  y  con 
lo  uno  y  lo  otro  procura  calladamente  atraer  á  sí  la  vo- 
luntad de  .!oh  y  ganárselay  haofrqüe  !o  oiga-^on  'í'ual- 
dad  y  atención.  Porque  dice:  Las  cosasque  so  me  ofre- 


cen decirle ,  y  las  que  lus  trabajos  y  tus  razones  nos 
I  piden  que  te  digamos,  son  de  importancia  grandísima 
I  y  no  se  pueden  callar;  mas  póncme  encogimiento  para 
I  hablar  ese  mesmo  trabajo  tuyo,  que  no  consentirá  que 
!  te  hablen.  O  por  decir  verdad,  no  trata  aquí  Elifaz  del 
I  hablar  sencillamente,  ni  duda  si  recibirá  enojo  Job  de 
que  ellos  le  liablen ,  qite  antes  en  los  males  el  corazón 
se  desahoga  hablando;  sino  trata  del  disputar  y  alter- 
car, y  del  meter  á  Job  en  contradicción  y  cuestión,  es- 
tando rodeado  de  dolores ,  con  quien  tenia  cuestión  y 
lucha  contina.  Y  que  esto  sea  ansí,  parece,  lo  primero, 
del  hecho  mismo,  porque  todo  cuanto  dijeron  estos  no 
fué  plática  de  consuelo,  sino  disputa  de  contradicción 
y  amargura;  y  lo  otro,  de  la  fuerza  de  la  palabra  origi- 
nal, que  lo  que  decimos  «tentar  palabras»,  es  nísa 6, 
que  es  propriamente  hacer  prueba  délas  razones  que  se 
dicen,  y  examinarlas  altercando  y  arguyendo  sobre 
ellas.  Y  ansí  dice :  Temo  que  el  meterle  en  disputa  ago- 
ra, y  el  examinar  lo  que  has  dicho  te  ha  de  ser  enfado- 
so; pero  ¿quién  puede  disimular  !o  que  siente?  O  ¿quién 
podrá  no  sacar  á  luz  la  verdad,  ni  consentir  que  con 
tus  palabras  la  cubras  y  cierres?  Porque  lo  que  traduci- 
mos: (íY  detener  palabras  ¿quién  podrá?»  El  original 
nos  da  licencia  á  decir:  «Y  cerrar  con  palabras  ¿quién 
podrá?»  Esto  es,  ¿quién  consentirá  ó  podrá  consentir 
que  con  palabras  la  verdad  se  oscurezca  y  encierre?  An- 
sí que  dice:  Si  el  disputar  te  fuere  enojoso,  el  averi- 
guarla verdad,  y  el  no  consentir  que  nadie  la  encarce- 
le y  aprisione,  es  santo  y  honesto,  y  por  la  misma  cau- 
sa debido  y  necesario.  Y  con  esto  comienza  y  dice: 

3  «¿Yeis?  Avisabas  á  muchos,  y  manos  flojas  afir- 
mabas.» 

4  «Al  caidü  levantaron  tus  palabras ,  y  rodillas  en- 
corvadas esforzabas. » 

5  «¿Porqué  agora  vino  á  tí,  y  cansaste;  tocó  fasta  tí,  y 
fuiste  turbado?»  Lóale  sus  buenos  consejos,  y  dice 
cuan  eficaces  siempre  fueron ,  ansí  para  poner  ói-den 
en  quien  no  la  tenia,  como  para  esforzar  y  animar  al 
que  padecía  miseria.  Y  lóale  ansí  para  dos  fines:  uno, 
para  halagarle  agora,  porque  le  tiene  después  de  herir; 
otro,  para  dar  á  su  razón  mayor  fuerza.  Porque  presu- 
pone que  Job  sufre  impacienlemente  el  mal  que  padece 
y  que  habla  lo  que  no  es  razón ,  y  quiérele  con  sus  razones 
volver  al  camino;  y  siempre  es  la  mas  eficaz  la  que  S3 
toma  de  lo  que  el  otro  confiesa.  Tú,  dice,  persuadías  á 
paciencia  á  los  oíros;  justo  fuera  pues  que  la  tuvieras 
tú  agora,  y  que  hablaras  contigo  mismo  como  con  los 
otros  hablaste,  y  que  te  esforzaras  á  tí,  pues  ponias  es- 
fuerzo. ¿Keís?  dice.  Esta  palabra  üe/5  en  la  Sagrada 
Escritura  unas  veces  hace  significación  de  algo  admi- 
rable y  es  señal  de  novedad  y  de  espanto,  y  otras  de  des- 
precio y  de  mofa,  como  en  este  lugar;  porque  ofendido 
Elifaz  de  las  palabras  de  Job,  en  cierta  manera  !e  des- 
precia, y  con  una  risilla  falsa ,  y  como  torciendo  lo3 
ojos  á  sus  amigos,  y  meneando  hacia  Job  la  cabeza :  ¿  Veis, 
dice,  en  lo  que  ha  parado  la  santidad  deste  hombre? 
¡Cuan  diferente  es  el  hacer  del  decir!  ¡Qué  gran  acon- 
sejador y  qué  ruin  sufridor!  Qué  gran  médico  para 
oíros  tú,  y  cuan  poco  sabio  para  tí  mismo!  Fea  cosa  es 
ser  los  hombres  necios  para  sí  solos.  Que  á  la  verdad, 
aunque  es  ordinario  los  hombres  urdeimr  mejor  Iuü  co- 


310  OBRAS  DE  FRAY 

sas  ajenas  que  las  suyas  propias ,  y  teüer  mejor  seso 
para  otros  que  para  sí  mismos;  pero  no  obstante,  eso  es 
cosa  muy  fea,  y  que  arguye  mucho  nuestra  gran  po- 
quedad y  el  exceso  de  nuestro  amor,  que  nos  ciega  pa- 
ra no  ver  en  nuestra  casa  lo  que  en  las  ajenas  conoce- 
mos y  vemos.  «A  muchos,  dice,  avisabas;»  que  es  de- 
cir que  tenia  consejos  Job  para  otros.  «Y  manos  flojas 
esforzabas.»  A  los  tristes  y  afligidos  se  les  caen  con  el 
ánimo  las  manos  también;  que  la  naturaleza  por  acudir 
al  corazón,  que  la  congoja  y  oprime,  desampara  lo  de 
fuera,  y  ansí  se  cae  como  si  estuviese  sin  alma.  Y  por- 
que la  tristeza  obra  esto  en  las  manos,  por  eso  las  «ma- 
nos flojas»  significan  la  tristeza  y  el  descaimiento  del 
ánimo.  Y  lo  mismo  es  lo  que  añade:  «Y  caido  levanta- 
ron tus  palabras,  y  rodillas  encorvadas  esforzabas ;»  que 
es  por  lo  que  hace  la  pena  del  corazón  en  el  cuerpo 
declarar  sea  misma  pena,  pues  dice:  Habiendo  sido  tú 
hasta  agora  esfuerzo  y  consejo  para  otros,  «¿por  qué 
agora  vino  á  tí,  y  cansaste;  tocó  fasta  tí,  y  fuiste  turba- 
do?» Cansaste;  caíste  con  la  carga  afligido.  «Fuiste  tur- 
bado;» saliste  de  lo  que  pide  la  razón  y  buena  orden. 
Añade: 

6  «De  cierto  tu  temor,  tu  fortaleza,  tu  paciencia  y 
perfección  de  tus  carreras.»  Está  faltaaquesta  razón,  y 
pide  algo  que  se  le  añada,  y  conforme  á  ello  será  su 
sentencia.  Y  lo  primero,  conviene  advertir  que  donde 
decimos  fortaleza,  la  palabra  original  cisdab  quie- 
re decir  «confianza  demasiada»  y  también  necedad; 
porque  de  ordinario  son  demasiadamente  confiados  los 
necios,  y  la  necedad  no  es  otra  cosa  sino  una  gran  con- 
fianza de  sí ,  nacida  de  no  conocerse  á  sí.  Y  ni  mas  ni 
menos  lo  que  decimos  paciencia,  en  el  original  quiere 
también  decir  esperanza,  de  quien  nace  la  paciencia, 
que  no  es  otra  cosa  sino  una  larga  esperanza.  Estopre- 
supuesto,  si  decimos:  «Tu  temor,  tu  fortaleza,  tu  pa- 
ciencia y  perfección  de  tus  carreras ,»  habernos  de  aña- 
dir :  «Era  burlería  sin  duda,»  como  por  el  hecho  se  ha 
visto.  Parecías  bueno,  mas  no  lo  eras.  La  experiencia 
ha  mostrado  que  ni  temías  á  Dios  de  verdad,  ni  eras 
fuerte  ni  sufrido,  como  lo  demostrabas;  y  que  eran,  no 
santidades, sino  santerías,  las  tuyas;  que  si  hubieras  si- 
.do  bueno,  fueras  paciente  agora.  O  por  otra  razón , 
que  pues  Dios  te  trata  asi  y  te  castiga,  argumento  cier- 
to es  que  no  le  servias.  Y  conforme  á  esto  segundo,  las 
pala'.jras  de  este  verso  se  cumplirán  bien  en  esta  mane- 
ra. Había  dicho  Eiifaz:  Tú,  que  aconsejabas  á  otros  y 
íes  ponías  esfuerzo,  no  lo  has  tenido  cuando  le  fué  me- 
nester; dice  agora:  El  caso  es,  que  si  va  á decir  la  ver- 
dad, nunca  hubo  en  tí  cosa  que  buena  fuese ,  como  se 
ve  itor  lo  ([ue  Dios  te  castiga.  Y  á  esto  se  >;iguc  bien 
lo  que  en  el  versoque  viene  se  dice:  «Miembra,  ruégo- 
te,  ¿qué  limpio  se  perdifS?»  Que  es  la  razón  por  do  se 
persuade  que  Job  no  fué  bueno,  porque  le  ve  perdido  y 
caido.  Pero  si  leemos  en  la  otra  manera :  «Tu  temor  tu 
confianza,  tu  esperanza  la  perfección  de  tus  carreras,» 
según  algunos,  añadiremos  ansí:  «Tu  temor  era  por  tu 
confianza,  y  por  tu  esperanza  tu  perfección  de  carre- 
ras. »  Que  es  decir  que  halla  por  su  cuenta  Eiifaz  que 
si  Job  había  sido  bueno,  lo  había  sido  por  interés  y 
por  el  bien  tpie  recibía  y  esperaba  do  Dios;  que  como 
le  falló,  le  dc^^cviiució  lue^jo  y  se  voiviO  coulra  01 ,  uio¿- 


LUIS  DE  LEÓN. 

trando  á  la  clara  que  su  virtud  pasada  no  fué  virtud , 
sino  interés  y  codicia.  O  en  otra  manera:  «Tu  temor 
era  tu  necedad,  tu  esperanza  la  perfección  de  tus  car- 
reras.» Diciendo:  Verdaderamente  «tu  temor»,  el  qi.c 
dices,  dígole  yo  necedad  y  confianza  vanísima;  ni  tu- 
viste temor  de  Dios  ni  recato  en  tus  obras ,  ni  adverti- 
miento de  lo  que  podía  venir,  como  dices;  sino  tuvislc 
siempre  una  tonta  segundad  nacida  de  corazón  vano  y 
de  si  contento,  y  muy  lleno  de  sus  esperanzas.  «Tu  te- 
mor, tu  vana  confianza  ;»  esto  es,  tú  dices  que  anda- 
bas temeroso;  yo  digo  que  anduviste  siempre  muy 
oonfiado  y  muy  vanó,  creyendo  mas  bien  de  tí  que  de- 
bías. Y  es  conforme  á  esto  lo  que  los  griegos  traducen, 
porque  dicen  ansí:  «¿Por  ventura  tu  temor  no  fué  poco 
saber,  y  tu  esperanza  maldad  de  tu  camino?» 

O  podemos  seguir  esta  forma,  que  diga  Eiifaz  á 
Job  que  con  razón  andaba  temeroso,  como  dice,  sien- 
do pecador.  Como  díciéndule:  Verdiideramente  «tu  te- 
mor», el  que  dices,  con  razón  le  tenias;  y  no  te  venia 
de  ser  religioso,  sino  de  mal  testimonio  de  tu  pecho.  Y 
«tu  esperanza»,  esto  es,  el  estar,  como  dices,  aguar- 
dando siempre  algún  azote,  nacía  de  que  sabias  bien 
la  perfección  de  tu  vida;  que  llama  «perfección  de  vida 
ú  de  carreras»,  por  disimulación  y  ironía,  al  vivir  en 
pecado.  Y  en  confirmación  desto,  conviene  á  saber, 
que  era  Job  pecador,  añade  lo  que  luego  se  sigue,  y 
dice: 

7  «Miembra  agora,  ¿quién  limpio,  y  se  perdió?  y 
¿cuándo  derecheros  fueron  cortados?»  Porque,  dice,  no 
puedes  ya  negar  que  eres  malo,  porque  si  no  lo  fueras, 
no  te  azotara  Dios  como  te  azota;  porque  dime  algu- 
no que,  siendo  justo,  haya  sido  tratado  como  tú  lo  eres 
ó  cortado  y  destruido  como  tú.  Añade: 

8  «  Como  sicinpre  vi  á  los  que  aran  terceduras  y 
siembran  desventura,  segarlo.»  Esto  es,  como  al  revés 
yo  veo,  y  tú  ves  y  todos  vemos,  que  el  malo  para  siem- 
pre en  mal ,  y  que  cual  siembra  tal  í:iega,  y  que  como 
son  las  obras  de  cada  uno,  son  los  frutos  que  coge.  Que 
es  el  principal  asunto  deslos  amigos  de  Job  insistir  en 
que  siempre  son  en  esta  vida  los  malos  tratados  mal,  y 
ios  buenos  bien ;  pretendiendo  por  ello  que  Job  es  ma- 
lo, pues  es  así  tratado,  y  que  Dios  es  jus'o,  pues  da  á 
cada  uno  lo  que  merecen  sus  obras;  j)areciéndoles  que 
si  en  Job  no  ponen  culpa,  en  Dios  no  hay  justicia.  Y 
ansí,  Eiifaz  estriba  en  esto,  que  ai  malo  le  sucede  mal, 
y  al  bueno  bien ;  y  diciéndolo,  y  en  la  forma  como  lo 
dice,  lo  prueba  con  una  semejanza  secreta,  como  di- 
ciendo así :  Lo  que  es  en  la  cultura  del  campo,  eso  mis- 
mo es  lo  que  pasa  en  la  vida;  lo  que  el  labrador  siem- 
bra, eso  mismo  siega  y  coge  después ;  y  ni  el  que  sem- 
bró cebada  coge  trigo,  ni  al  revés,  coge  cebada  si  fué 
trigo  la  sementera,  porque  todo  acude  á  su  natural.  Y 
ansi,  los  que  sieml)ran  maldad,  necesario  es  que  sieguen 
desventura  y  sucesos  malos;  y  esto,  dice,  les  aveiulrá 
por  mas  poderosos  que  sean.  Porque,  como  añade: 

9  «A  resuello  de  Dios  perecen,  á  espírítu/lc  su  nariz 
se  consumen.»  Que  es  responder  á  lo  que  le  pudieran 
decir,  que  algunos,  aimquo  son  muy  malos,  son  por 
otra  parle  tan  poderosos  y  tienen  raíces  tan  firmes  y  su 
tiranía  tan  fundada,  que  no  parece  les  puede  llegar  el 
dcaaslre.  Puc¿  dice  que  es  sin  excepción  esta  reyla, 


EXPOSICIÓN  DEL 
porque  para  contra  el  mas  poderoso  basta  im  soplo  de  ¡ 
Dios ;  y  ansí,  en  soplando  él,  perecen ,  y  con  un  bufido  j 
suyo  «se  consumen»;  que  «espíritu  de  su  nariz»  llama 
lo  que  llaman  bufar  en  castellano,  que  se  hace  en  el 
enojo,  cuando  enviamos  con  fuerza  el  aire  por  las  na- 
rices. Y  razona  de  esta  manera:  Todo  lo  alto  y  todo  lo 
poderoso,  y  todo  lo  que  parece  arraigado  y  fundado  en 
los  malos,  no  es  arraigado  ni  fundado,  sino  flaco  y  mo- 
vedizo; y  ansí  como  á  las  cosas  secas  y  sin  peso  el  vien- 
to las  levanta  y  esparce ,  ansí  estos  son  volados  luego 
en  volviéndoseles  el  aire  de  la  fortuna,  y  al  primer  ven- 
tecíUo  contrario  que  Dios  les  envía.  Que  sus  raíces, 
aunque  lo  parecen  ser,  no  son  hondas;  ni  su  poder,  sien- 
do injusto,  no  es  fuerte,  sino  débil  y  enfermo;  y  cuan- 
do fuera  forlísimo,  para  contra  Dios  ninguno  lo  es,  por 
bravo  que  sea.  Y  ansí  dice  luego: 

40  «Bramido  de  león  y  voz  de  leona,  y  dientes  de 
leoncíllos  son  arrancados.»  Que  es  decir  que  Dios  á  los 
malos  y  tiranos ,  aunque  sean  fieros  mas  que  leones, 
cuando  quiere  les  quita  el  bramido  y  los  dientes,  esto 
es,  el  hacer  y  el  decir,  las  palabras  y  las  obras ;  en  las 
cuales  dos  cosas  todo  el  poder  consiste.  Y  llama  con 
grande  significación  bramido  á  las  palabras  de  los  ti- 
ranos ,  porque  cuanto  dicen  y  mandan  es  altivez  y  so- 
berbia, y  espanto  y  asombramiento  de  los  menores.  Y  á 
sus  obras  llámalas  dientes,  porque  todas  ellas  se  resu- 
men en  morder  á  los  que  poco  pueden  y  en  hacerlos 
pedazos,  y  porque  de  todo  hacen  presa.  Y  es  también  de 
advertir  que,  con  haber  muchas  diferencias  de  mal  y 
de  malos,  Elifaz,  para  decir  que  los  destruye  Dios,  pu- 
so ejemplo  solamente  en  los  malos,  que  son  leones,  esto 
es,  en  los  que  pecan  con  violencia  y  tiranía,  que  son 
males  derechamente  contra  el  bien  común  délos  hom- 
bres. Porque  á  la  verdad,  si  para  hacer  cierta  su  re- 
gla fuera  bastante  un  ejemplo ,  no  podía  traer  ejemplo 
della  mas  cierto,  según  lo  que  en  estegénero  continua- 
mente se  ve.  Que  si  con  los  demás  disimula  Dios  aquí 
muchas  veces;  pero  con  los  opresores  de  oíros  y  con 
los  violentos  que  usurpan  el  derecho,  y  con  los  que  se 
apoderan  de  las  comunidades,  nunca  ó  casi  nunca  aquí 
disimula,  anles  hace  ejemplares  castigos.  Lo  uno,  por- 
que este  pecado  no  es  uno,  sino  muchos  pecados;  que  lo 
primero  es  soberbia  desenfrenada  y  apetito  de  excelen- 
cia excesiva,  que  lleva  á  querer  estar  sobre  todo.  Lo 
otro  es  un  género  de  competencia  con  Dios,  que  quiere, 
sin  ser  llamado  por  él,  hacerse  señor  de  los  otros,  ha- 
biendo reservado  el  hacer  reyes  Dios  para  sí.  Lo  terce- 
ro es  avaricia ,  que  desenfrenada  usurpa  las  libertades 
y  derechos  ajenos.  Lo  cuarto  es  codicia  de  demasia- 
dos y  vituperables  deleites,  que  se  procura  hacer  seño- 
ra de  las  leyes,  para  que  ninguna  le  ponga  freno.  Lo 
quinto  es  defensa  y  honra  de  muclios  pecadores  y  ma- 
los, de  quien  de  fuerza  se  ha  de  valer  el  tirano.  Lo  sex- 
to y  gravísimo  es  persecución  de  la  virtud  y  de  todo 
el  buen  valor  y  grandeza,  y  estropiezo  para  los  flacos 
que  desean  ser  buenos ,  que  al  fin  se  sujetan  á  la  lison- 
ja y  al  vicio,  y  se  hacen  á  lo  que  les  parece  que  vale. 
Por  donde  en  el  psalmo  (a)  David  decía:  «No  dejará 
Dios  la  vara  de  los  pecadores  sobre  la  suerte  de  los  que 
son  justos,  porque  no  exlienc'aná  la  maldad  los  buenos 
(8)  Ps.  íU,  3. 


LIBRO  DE  JOB.  2i\ 

sus  manos.  Ansí  que,  no  dilata  Dios  el  castigo  de  aques- 
te mal,  porque  no  es  un  mal  solo,  sino  un  amontona- 
miento de  casi  todos  los  males.  Y  aun  también  acele- 
ra el  castigo  en  esta  maldad,  porque  le  dan  priesa  los 
gemidos,  que  continuamente  suben  á  sus  orejas,  de 
muchos  á  quien  estos  oprimen,  los  cuales  hacen  fuerza 
en  las  entrañas  piadosas  de  Dios.  Que  si  la  piedad  in- 
finita de  su  condición  da  espera  á  los  malos,  y  en  una 
cierta  manera  le  detiene  y  le  ata  las  manos,  esa  mis- 
ma en  este  caso  que  digo,  le  despierta  y  da  priesa  para 
que  les  envíe  su  azote.  Porque  ¿cómo  se  compadece 
que  quien  tiene  piedad  de  los  malos  se  olvide  de  los 
buenos  cuando  están  oprimidos?  O  ¿cómo  puede  ser 
que  quien  se  lastima  de  enviar  dolores  sobre  los  enemi- 
gos de  la  virtud,  sufra  con  paciencia  que  sus  amigos 
y  siervos  sean  azotados  y  afligidos  por  ellos?  Y  ansí  es 
que  de  ordinario  no  dilata  el  castigo  de  los  semejantes, 
ni  consiente  que  su  tiranía  no  lo  pague  á  la  fin;  antes 
comunmente  sus  remates  son  desastrados.  Y  no  sola- 
mente allá  donde  todo  se  juzga  ansí  comodebe,mas  ea 
esta  vida  también,  y  en  los  ojos  de  todos  hace  Diosjus- 
ticias  ejemplares  desta  maldad,  y  vuelve  públicamente 
por  el  bien  público,  á  quien  estos  persiguen.  Y  este  es 
el  quitar  la  voz  al  león  y  el  desdentar  los  leones  que 
Elifaz  aquí  dice;  yes  verdad  que,  aunque  en  el  parecer 
habla  en  general  (porque,  como  habernos  dicho,  aconte- 
ce esto  generalmente) ,  mas  en  su  intento  secreto  todo 
lo  endereza  á  solo  Job,  á  quien  por  figura  llama  león,  y 
leona  á  su  mujer,  y  á  sus  hijos,  sobre  quien  la  casa 
se  hundió,  leoncillos.  Dando  con  disimulación  á  enten- 
der que  era  tirano  Job ,  y  que  se  mantenía  de  sudores 
ajenos,  y  que  sus  muchas  riquezas  (las  que  hasta  allí 
poseía)  no  habían  sido  bendiciones  de  Dios,  como  pen- 
saban, sino  despojos  de  muchos  pobres,  como  Dios  lo 
mostraba  azotándole.  Y  en  el  mismo  propósito  añade: 
H  «Tigre  perece  sin  presa,  y  hijos  de  tigre  se  es- 
parcen. »  Lo  que  decimos  tigre ,  podemos  decir  león 
también,  porque  la  palabra  es  una  misma  con  la  de  ar- 
riba. Y  aunque  dice  «tigre  perece  sin  presa»,  y  no  mas, 
hase  de  entender  según  lo  que  ha  diclio,  esto  es,  que 
Dios  quita  al  tigre  la  presa,  y  hace  que  los  hijos  del  ti- 
gre se  esparzan ,  que  se  sigue  de  lo  primero ;  porque 
no  teniendo  presa  los  padres,  los  hijos  dellos,  á  quien 
los  padres  con  sus  presas  mantienen,  acosados  de  la 
necesidad,  salen  ellos  á  buscar  su  comida,  yansí  se  es- 
parcen y  pierden.  Y  lo  que  decimos  presa ,  propria- 
menLe,  según  el  original,  es  lo  que  en  castellano  lla- 
mamos «gobierno  y  sustento».  Y  ansí,  se  entiende  de 
aquí  que  Dios  quita  á  los  violemos,  no  solamente  lo 
injusto  que  prenden,  sino  también  lo  necesario  de  que 
se  mantienen  y  sustentan ;  y  que  en  pago  de  que  con 
maneras  injustas  y  haciendo  pobres  á  muchos  quisie- 
ron vivir  en  abundancia  superfina,  los  trae  Dios  á  ne- 
cesidad extrema,  que  comienza  en  ellos  y  se  extiende 
por  sus  hijos  y  nietos,  para  que,  durando  mas,  sea  mas 
advertido  el  castigo,  y  para  que  cuando  la  pena  se  cono- 
ciere mas  por  los  hombres,  tanto  la  justicia  de  Dios  que- 
de mas  abonada  y  mas  libre.  De  manera  que  Elifaz  por 
todo  lo  dicho  concluye  que  Job,  aunque  antes  de  agora 
fué  tenido  por  justo,  en  el  hecho  de  la  verdad  era  gran- 
de pecador,  y  que  su  he:ho  fué  tiranía  disimulada  con 


312  OBRAS  DE  FRAY 

apariencias  Iionesta?;,  y  que  la  pniPba  dello  era  su  mis- 
mo suceso,  porque,  como  dijo,  tal  coge  cada  uno  cual 
siembra,  y  pues  él  cogía  castigo,  argumeulo  era  que 
había  sembrado  maldad.  Y  con  esto  procede  áotro  mie- 
TO  argumento,  y  prueba  lo  mismo  por  diferente  razón, 
que  funda  en  una  revelación  que  refiere,  de  donde  ar- 
guye que  es  malo  Job  ;  porque  le  revelaron  que  Dios  es 
tan  justo,  que  ninguna  culpa  de  ninguna  criatura,  por 
mas  alta  que  sea,  ni  deja  de  conocerla  ni  pasa  sin  cas- 
tigarla. De  donde  colige  que  aunque  Job  no  se  conoz-  i 
ca  por  malo .  está  obligado  á  tenerse  por  tal  en  lo?  ojos 
de  Dios,  que  en  las  criaturas  espirituales,  de  cuya  na-  i 
turaleza  es  mas  apartado  el  pecar,  bailan  fallas;  cuanto  , 
mas  en  los  hombres,  á  quien,  por  ser  de  lodo,  es  pro-  ¡ 
pió  el  ser  deleznables.  Y  dice  de  esta  manera  : 

12  «Y  á  mí  palabra  como  á  luirtadillas,  y  tomó  mi  ! 
oreja  poquito  della ; »  Dice :  Y  aun  á  mi  mismo  fué  reve- 
lada una  cosa  que  ella  sola  convence  bien  mi  propósito, 
y  que  es  Dios  justo,  y  tú  pecador.  Y  pone  luego  la  ma- 
nera como  le  fue  revelada,  contando  sus  circunstancias. 
Porque,  como  dice,  fué  de  noche  y  entre  dormir  y  ve- 
lar, que  acontece  á  algunos  profetas.  Y  dice  ansí:  «Y 
á  mí  palabra,»  conviene  á  saber,  me  fué  dicha  a  como 
á  hurlo )).  Porque  las  cosas  grandes  y  que  exceden  lo 
natural  de  los  hombres,  cuando  Dios  se  las  dice,  óyen- 
Ids  conforme  á  su  pequeña  disposición;  y  ansí,  les  pa- 
rece que  á  malas  penas  las  oyen,  tanto  ansí  por  la  mu- 
cha brevedad  con  que  se  les  dice  (que  sin  tiempo,  y  en 
un  abrir  de  ojo,  y  con  un  rayo  de  luz  súbita  comprehen- 
de  largas  razones  Dios  muchas  voces),  cuanto  porque  se 
las  dice  en  lo  muy  hondo  y  secreto  del  alma,  alejadísi- 
mo de  iodo  lo  que  e?  potencia  y  sentido.  Y  esto  llama 
á  hurto  Elifaz  aquí,  por  su  brevedad  y  secreto,  y  por- 
que lo  que  ansí  se  oye,  como  no  cae  en  el  sentido,  vie- 
ne con  dificultad  á  la  lengua  y  se  puede  mal  declarar. 
Por  esto  dice :  «Y  lomó  mi  oreja  poquito  dolía.»  Mi  ore- 
ja.» e^lo  es,  mi  sentido,  porque  lo  oyó  á  hurto  ^  de 
paso.  Dice: 

i3  «En  pensamientos  de  visiones  de  noclie,  en  caer 
adormecimiento  sobro  varones.»  Lo  que  decimos  pe«- 
aamienlox,  según  la  palabra  original,  no  diremos  mal 
eo  castellano  espeluzamimtos ;  y  lo  que  decimos  ador- 
mecimiento es,  no  cualquier  sueño,  sino  profundo  y  pe- 
sado, cual  es  la  pesadilla  que  así  se  nombra.  De  arte 
que  el  tiempo  cuando  le  fué  revelado,  fué  de  noche  y 
en  lo  mas  hondo  y  escuro  della,  cuando  las  tinieblas 
espesas  y  la  soledad  que  nace  del  silencio  de  lodo  cau- 
san horror  en  el  ánimo,  y  cuando  todo  lo  (pie  se  ve  ó 
BC  imagina  ver,  como  no  se  divisa,  haceasomhramiento 
que  espeluza  el  cabello;  y  cuando  el  humor  melancóli- 
co, que  es  calentado  con  el  sueño  y  acrecentado  con  ci 
alejamiento  del  sol ,  se  mueve  en  el  cuerpo,  y  con  ios 
humos  que  envía  apretando  el  corazón  y  enegreciendo 
la  imaginación  y  sentido,  cria  sueños  pesados  y  horri- 
bles; que  es  decir,  á  media  noche  ó  poco  después  della 
y  en  lo  mas  hondo  thWa  ;  que  es  el  tiempo  cuando,  se- 
gún la  opinión  del  vulgo,  andan  las  sombras  y  estanti- 
guas que  espantan;  y  por  eso  dice  «en  pensamientos 
ó  en  espeluzos  de  visiones  de  noche  ».  De  manera  que 
esta  revelación  de  Elifaz  fué  de  noche  muy  noche.  Y  á 
la  verdad  aquel  Ut-uii  o  e¿  muy  aparejado  tiempo  para 


LUIS  DE  LEÓN. 

tratar  con  el  cielo,  porque  súeló  y  sus  Cuidados  Impi- 
den menos  entonces.  Que  como  las  tinieblas  le  encu- 
bren á  los  ojos,  ansí  las  cosas  del  embarazan  menos  el 
corazón,  y  el  silencio  de  todo  pone  sosiego  y  paz  en  el 
pensamiento.  Y  como  no  hay  quien  llame  á  la  puerta 
de  los  sentidos,  sosiegan ;  y  el  alma  retirada  en  sí  mis- 
ma y  desembarazada  de  las  cosas  de  fuera,  éntrase  den- 
tro de  sí,  y  puesta  allí  conversa  solamente  consigo  y 
reconócese.  Y  como  es  su  origen  el  cielo,  avecínase  á 
las  cosas  del,  y  júntase  con  los  que  en  él  moran;  los 
cuales  influyen  luego  en  ella  sus  bienes,  como  en  su- 
geto  dispuesto,  por  cuyo  medio  se  adelanta  y  mejora;  y 
subiendo  sobre  si  misn)a ,  desprecia  lo  que  estimaba  de 
día,  y  huella  sobre  lo  que  se  precia  en  el  suelo,  al  cual 
con  ello  lodo  ve  sepultado  en  tinieblas;  y  súbese  al  cie- 
lo, que  entonces  por  una  cierta  manera  se  le  abre  res- 
plandeciente y  clarísimo,  y  mete  todos  sus  pensamien- 
tos en  Dios,  y  en  medio  de  la  escuridad  de  la  noche  le 
amanece  la  luz.  Y  con  ser  ansí  que  la  noche  es  reparo 
de  los  miembros  cansados,  y  que  con  el  sueño  della  la- 
va el  corazón  sus  tristezas;  y  con  ser  ansí  que  templa 
el  aire  encendido,  y  que  con  su  templada  y  saludable 
humedad  los  árboles  y  las  plantas  se  rehacen  del  dia, 
y  que  su  rocío  baña  y  fertiliza  las  yerbas;  ni  las  plan- 
tas ni  los  árboles,  ni  los  animales  y  cuerpos  se  reparan 
ansí  con  la  noche  ,  cuanto  las  tinieblas  della  acarrean 
mejoramiento  y  salud  al  alma  que  en  ellas  vela.  Por- 
que la  templan  los  afectos  que  la  encendían  en  fuego,  y 
la  olvidan  de  lo  que  entre  dia  hace  afán  y  tral)ajo,  y 
la  renuevan  y  la  fortalecen  y  la  bañan  con  el  rocío  del 
bien ,  que  mezclado  con  gozos  dulcísimos,  sobre  ella 
desciende;  con  que,  no  solamente  se  alienta  y  esfuerza, 
mas  también  se  empreña  y  hace  fértil  para  mil  partos 
bienaventurados,  que  saca  áluz  ásu  tiempo.  Ansí  que, 
Elifaz  en  su  revelación  guarda  lo  que  la  razón  y  na- 
turaleza de  las  cosas  demanda.  Y  dice  que  le  fué  hecha 
ya  muy  de  noche,  porque  tiene  particular  fuerza  la 
noche,  como  para  adormecer  los  cuerpos,  ansí  también 
para  despertarlas  almas  y  llevarlas  á  que  conversen  con 
Dios.  Pues  entonces  dice: 

14  «Pavor  me  sobrevino  y  temblor,  y  hizo  cspavo- 
recer  mucho  mis  huesos.»  El  trato  con  los  espíritus 
celestiales ,  por  razón  de  las  ventajas  que  nos  hacen 
y  por  su  mucha  desígualdatl,  naturalmente  os  teme- 
roso á  los  hombres.  Porque,  ansí  como  lo  igual  y  se- 
mejante convida  á  amistad ,  ansí  lo  desigual  y  muy 
aventajado,  cuando  se  ve,  hace  reverencia  y  espan- 
to; porque  todas  las  cohIS  por  natural  movimiento 
se  allegan  á  sí  y  á  lo  que  es  como  ellas,  y  se  apartan  y 
se  esquivan  de  quien  se  les  diferencia  por  su  mucha 
excelencia.  Y  ansí,  cuando  algún  espíritu  se  acerca  al 
hombre  para  hablarle,  aun  antes  que  se  demuestre,  na- 
turalmente le  espanta;  ysu  vecindad  ilél,  cuando  la  or- 
dena para  mostrársele,  le  mueve  y  le  turba  la  sangre  y 
los  espíritus,  que  sienten  la  nueva  fuerza  que  en  ellos 
se  enviste.  Porque  se  ha  de  entender  que  e4  espíritu 
que  se  aparece  para  dcs|uu1ar  y  disponer  al  hombre 
para  su  trato,  que  es  trato  tan  ajeno  del  nueslro,  lo  pri- 
mero aplica  su  virtud  á  nuestros  sentidos  y  espíritus, 
ordenándolos  como  es  menester  para  ser  de  nosotros  ó 
visto  y  oido)  el  cual  locumiculo,  como  es  peregrino, 


EXPOSICIÓN  DEL 
lurba  la  sangre  en  el  hombre  y  hace  temor  naturalmen-  ¡ 
te,  que  es  lo  que  dice  Elifaz ,  y  lo  que  luego  declara 
mas.  Porque  añade : 

■15  «Sopló  sobre  mis  faces,  pasó  y  hizo  erizar  pelos 
de  mi  carne.»  Y  luego  : 

16  «Estuvo,  y  no  conocí  su  vista,  semejanza  ante 
mis  ojos  ,  callada  voz  oí.»  En  que  dice  que  al  fin  des- 
tos  espantos  se  le  puso  delante  un  bulto  que  no  le  devi- 
só bien  cómo  era,  que  con  voz  callada,  esto  es,  con 
voz  baja  y  delgada  le  dijo  lo  que  luego  dirá.  Y  es  de  ad- 
vertir que  en  su  revelación  Elifaz  pone  circunstancias 
y  tiempo  por  dos  justas  razones:  una,  porque  las  cir- 
cunstancias de  los  negocios  contadas  hacen  mas  cree- 
dero loque  se  cuenta;  otra,  porque  estas  particularida- 
des, por  la  cualidad  que  tienen,  no  solo  hacen  verisímil 
loque  se  dice,  mas  también  le  añaden  autoridad  y  gran 
majestad.  Porque  quien  oye  el  horror  de  la  noche  y  el 
espeluzamiento  del  cuerpo  y  el  temblor  del  corazón,  y  el 
soplo  sobre  la  cara  y  la  figura  delante  los  ojos  larga  y 
escura,  y  el  sonido  de  la  voz  delgado  y  agudo,  él  mismo 
se  estremece  y  se  apercibe  para  lo  que  se  le  dice  co- 
mo para  cosa  divina.  Mas  veamos  ya  lo  que  dijo  á  Eli- 
faz esta  voz : 

i7  "  ¿Por  ventura  varón  mas  que  Dios  se  justifica- 
rá? ¿Si  masque  su  Hacedor  se  limpiará  varón?»  Díce- 
le  no  ser  posible  que  el  hombre  sea  mas  justo  que 
Dios ,  lo  cual  por  donde  quiera  que  se  mire  es  verdad ; 
porque  se  puede  entender  de  dos  maneras :  ó  compa- 
rando al  hombre  con  Dios,  ó  siendo  de  Dios  juzgado  el 
hombre.  En  la  comparación  es  el  hombre  como  nada,  y 
en  el  juicio  de  luz  tan  pura  cualquier  falta  suya  forza- 
damente se  ve.  Y  de  esto,  que  es  verdad,  colige  Elifaz 
loque  no  es,  y  condena  de  culpa  á  Job,  sin  tenerla. 
Porque,  como  quiera  que  en  comparación  de  Dios  ansí 
él  como  todos  sean  menos  justos,  no  por  eso  se  sigue 
qut  son  pecadores  y  malos.  Ni  menos  si  midiendo  Dios 
al  hombre  con  la  regla  de  su  afinada  bondad ,  le  halla 
que  no  dice  con  ella  del  todo,  le  juzga  luego  por  torci- 
do. Porque  una  manera  de  juzgar  es,  midiendo  Dios  á 
los  hombres  consigo,  y  según  esto,  ninguno  ajusta  con 
él;  y  otra  es,  midiéndolos  con  lo  que  su  calidad  dellos 
demanda;  y  conforme  á  esto  y  con  el  favor  de  la  gra- 
cia muchos  son  justos.  Por  manera  que  concedemos  á 
Elifaz  todo  lo  que  le  fué  revelado;  mas  decirnos  que 
ninguna  cosa  dello  es  perjuicio  de  Job,  sino  que  él  se 
engañó,  aplicando  mal  á  lo  particular  deste  caso  lo 
que  en  general  es  verdad;  y  la  doctrina  que  le  fué  de- 
mostrada para  derrocar  en  él  algún  altivez  y  soberbia, 
aplícala  á  él  sin  razón  para  condenar  la  inocencia,  á 
quien  Dios  afligía  por  diferentes  respetos.  Pero  pasa 
adelante  la  voz  y  dice: 

18  «Ves ,  en  sus  sirvientes  no  afirma ,  y  en  sus  án- 
geles halló  torcimiento.» 

19  «¿Cuánto  mas  moradores  en  casa  de  lodo,  su  ci- 
miento de  los  cuales  en  polvo,  son  desmenuzados  antes 
de  polilla?»  Loque  decimos:  «Y  en  sus  ángeles  halló,» 
el  original  á  la  letra  dice:  «Y  en  sus  ángeles  puso.» 
Por  lo  que  decimos  torcimiento ,  la  palabra  original 
significa  ó  locura  ó  alabanza.  San  Jerónimo  siguió 
lo  primero,  y  según  ello,  dice  á  la  letra:  «Y  en  sus 
ángeles  puso  locura.»  Y  porque  el  iiacer  ó  poner  Dios 


LIBRO  DE  JOB.  313 

lo  que  suena  pecado ,  en  el  lenguaje  de  la  Sagrada 
Escritura  es,  no  hacer,  sino  permitir  que  acontezca; 
guardando  el  mismo  sentido  y  excusando  el  estro- 
piezo de  los  que  no  entienden  esta  forma  de  estilo, 
dijo  bien  san  Jerónimo :  «Y  en  sus  ángeles  halló  torci- 
m'.enlo.»  Mas  quedando  esto  ansí ,  la  segunda  signifi- 
cación hace  también  buen  sentido,  porque  suena  á  la 
letra:  «Y  en  sus  ángeles  no  puso  alabanza.»  Y  digo 
«no  puso»  porque  la  negación,  que  está  en  la  primera 
parte  del  verso,  extiende  su  fuerza  á  la  segunda ,  y  se 
tiene  por  repelida  en  ella,  según  la  propriedad  desta 
lengua.  Pues  decir  que  «  no  puso  su  alabanza  ó  su  luz 
en  ellos»,  es  decir  que  no  crió  tales  sus  ángeles,  que  no 
pudiesen  ser  vituperables  y  obscuros;  porque  la  palabra 
poner  aquí  es  palabra  que  significa  asentar  con  firme- 
za, y  Dios  á  los  ángeles  ni  los  crió  de  su  naturaleza 
impecables,  ni  menos  luego  que  los  crió  los  confirmó 
en  su  gracia  y  justicia.  Esto  ansí  presupuesto,  prueba 
Elilaz  lo  que  de  suyo  está  claro  por  razón  evidente,  y 
arguye  de  lo  que  es  mas  á  lo  que  es  menos ,  ú  de  lo 
que  había  de  acontecer  menos,  y  con  todo  eso  aconte- 
ce, á  loque  es  natural  que  acontezca;  porque  dice:  Si 
los  espíritus  que  crió  Dios  para  siervos  suyos  sin  em- 
barazos de  carne  se  torcieron  del  bien  y  perdieron  el 
seso,  ¿qué  serán  los  que  viven  en  cuerpos  de  lodo  y  son 
hechos  de  polvo?  «En  sus  sirvientes,  dice,  no  afirma.» 
Sirvientes  \\m~\a.  suyos  alas  subslancias  espirituales, 
porque  las  crió  Dios  para  por  su  servicio  gobernar  las 
demás  criaturas;  y  ansí,  las  doló  del  conocimiento  de- 
llas  perfecto,  y  de  fuerzas  bastantes  para  poderlas  mo- 
ver. Y  ansí,  como  mayores  y  como  mas  allegados  á 
Dios,  y  como  ministros  de  su  orden  y  ley,  están  menos 
ocasionados  á  salir  della  que  otros.  Pues  en  estos,  dice, 
de  cuya  firmeza  en  la  virtud  cualquiera  se  confiara, 
Dios,  que  los  conoce  mejor,  «no  se  afirma.»  Que  es  de- 
cir que  no  hace  en  ellos  pié,  ni  se  fió  de  su  virtud 
dellos,  porque  conocía  su  natural,  que  se  podía  torcer, 
por  mas  perfecto  que  fuese,  y  que  en  muchos  dellos  al 
fin  se  torció.  Y  ansí  dice  :  «Y  en  sus  ángeles  halló  tor- 
cimiento;» y  si  en  ellos  le  halló,  ¿cuánto  será  mas  fá- 
cil «en  los  que  moran  en  lodo»?  Y  llama  ansí  á  los 
hombres,  porque  sus  cuerpos,  donde  moran  sus  almas, 
se  compusieron  de  tierra.  Y  porque  no  pareciese  flaca 
razón  que  por  ser  la  casa  de  tierra  había  de  ser  flaco 
el  morador,  añadió  luego  para  mas  fuerza :  «Y  su  ci- 
miento de  los  cuales  es  polvo;»  en  que  demuestra  ser 
mas  que  casa  lo  que  llamó  casa.  Quiere  decir  que  no 
es  tan  despegada  del  hombre  como  la  casa  lo  es,  sino 
como  cosa  que  le  pertenece  y  se  le  allega  mucho,  co- 
mo parte  suya  que  le  compone,  y  le  da  sus  condicio- 
nes y  calidades  de  flaqueza,  de  mudanza,  de  variedad, 
en  la  manera  como  la  tierra  y  el  polvo  las  tiene.  Y  an- 
sí, dice  que  «su  cimiento  es  en  el  polvo»,  porque  el 
cuerpo  del  hombre,  que  es  de  polvo,  es  el  cimiento 
donde  el  ánima  estriba.  Porque,  aunque  ella  es  la  que 
mueve  y  gobierna  y  da  vida ,  él  es  por  cuyo  medio  re- 
cibe ella  las  imagines  de  todo  lo  que  conoce;  de  mane- 
ra que  sin  ellas  no  conociera  cosa  ninguna,  y  no  cono- 
ciendo, no  podría  querer;  y  ansí,  quedaría  como  un  tron- 
co muerto,  sin  apetito  ni  conocimiento,  nuestra  alma, 
si  üo  estribase  en  el  cuerpo.  De  arte  que  estriba  en  él, 


314  OBRAS  DE  FRAY 

y  estriba  para  poder  obrar  lo  que  es  propriainente  obra 
suya;  y  como  el  estribo  es  flaco  y  sujeto  á  mudanzas, 
ansí  lo  que  por  medio  del  pasa  á  registrarse  en  el  al- 
ma, y  su  mismo  entender  y  querer  (que  se  funda  en 
eso  que  á  ella  pasa  del  cuerpo)  es  variable  y  muda- 
ble y  maravillosamente  inconstante.  Y  donde  hay  in- 
constancia y  variedad  es  ordinario  el  engaño  y  error, 
á  lo  cual  acompaña  siempre  el  desconcierto  y  pecado. 

Y  ansi,  de  ser  nuestro  cuerpo  de  tierra,  por  sus  pasos 
contados  derechamente  venimos  á  sn  de  nuestro  na- 
tural sujetos  al  error  en  los  pensamientos  y  obras.  Y 
como  nnesiro  cuerpo,  por  ser  de  lodo,  es  corruptible  en 
su  ser,  ansimismo  nuestra  alma,  que  está  casada  con 
él,  es  deleznable  en  su  querer  y  entender;  porque  siem- 
pre tuvieron  y  siempre  tienen  gran  parentesco  entre  sí 
la  corrupción  y  el  pecado,  conforme  á  lo  que  escribe 
san  Pablo  (a) :  «Por  un  hombre  entró  el  pecado  en  el 
mundo,  y  por  el  pecado  la  nuierte.»  Y  Santiago  en  la 
misma  manera  (6):  «El  pecado  cuando  llega  á  colmo 
engendra  muerte.))  Y  ansi  como  el  pecares  camino  de- 
recho y  cierto  al  morir,  ansi  también  el  ser  una  cria- 
tura corruptible  y  mudable  es  disposición  grande  para 
ser  pecadora ,  y  mas  pecadora ,  cuanto  la  muerte  tuvie- 
re mas  libre  entrada  en  ella,  esto  es,  cuanto  fuere  mas 
dispuesta  y  mas  fácil  para  ser  alterada  y  corrompida.  Y 
por  esta  causa,  y  para  mayor  prueba  de  cuan  delezna- 
bles y  cuan  fáciles  para  pecar  los  hombres  somos,  la 
voz  que  con  Elifaz  habla,  encarece  cuan  á  nuestra  puer- 
ta nos  está  siempre  la  muerte,  y  la  facilidad  con  que 
perdemos  la  vida,  y  la  brevedad  della,  y  su  no  compa- 
rable flaqueza.  Y  dice  :  «Son  desmenuzados  ante  poli- 
lla.» Lo  que  decimos  ante,  podémoslo  entender,  ó  en  su 
presencia  della  ó  antes  que  ella  venga;  y  ambas  á  dos 
cosas  encarecen  la  miseria  de  nuestra  flaqueza  ó  la  fla- 
queza de  nuestra  vida.  Y  lo  segundo  mas ;  porque  dice 
que,  no  solamente  la  polilla,  esto  es,  los  gusanos  (que 
como  la  polilla  nace  de  la  vestidura,  yconsume  la  ves- 
tidura de  donde  nace,  ansí  ellos  consumen  nuestro 
cuerpo  muerto,  de  donde  se  crian) ;  ansí  que,  no  sola- 
mente nos  deshacen  los  gusanos,  estoes,  la  muerte,  que 
es  madre  dellos,  mas  antes  y  primero  que  venga  la 
muerte  morimos.  Y  primero  que  los  gusanos  nos  co- 
man, los  cuidados  y  dolores  de  la  vida  amargos  nos 
consumen  y  gaslan;  y  el  vivir  nuestro  triste  y  mise- 
rable para  deshacernos  gana  por  la  mano  á  la  muerte. 

Y  á  la  verdad  todo  el  vivir  nuestro  no  es  sino  un  conti- 
nuo perder  el  ser  y  el  vivir  que  se  tiene;  y  ansi,  nues- 
tra vida,  no  solamente  es  un  camino  apresurado  á  la 
muerte,  mas  también  una  pérdida  contina  de  vida,  y 
es  muerte  que  cada  momento  hace  vigilia  á  la  nmeríc. 

Y  ansí  añade : 

20  «De  mañanad  tarde  son  de<lie'-hos;  por  no  ha- 
ber quien  ponga,  para  siompre  perecerán.»  Esto  es, 
mañana  y  larde  y  de  coulinuD  se  deshacen,  iiorque  el 
morir  va  en  posta,  y  [lonpie  para  quitarles  la  vida  no 
es  menester,  ni  gramle  apáralo  de  gente  ni  mucho  es- 
pacio de  tiempo;  con  la  vuelta  de  una  breve  hora  so 
Ins  va  de  éntrelas  manos.  Mas  loque  dice:  «Por  no  ha- 
ber quien  ponga,  está  corlado  y  defectuoso,  y  es  ne- 
cesario añadirle ,  ú  de  esta  manera:  «Por  no  haber 
(0)  Ad  ruüi.,  o.  12,    (l>,  Jacob.,  cap.  1,  lü. 


LUIS  DE  LEÓN. 

quien  pon;:a))  estorbo,  «para  siempre  perecerán;» que 
es  decir  que  siempre  y  continiramente  y  por  momen- 
tos mueren,  por  no  haber  quien  ponga  estorbo  al  mo- 
rir, esto  es,  quien  repare  continamente  lo  que  e!  calor 
conlinameníe  consume ,  que  es  la  fuente  de  nuestra 
muerte,  por  no  haber  quien  restañe  la  sangre  abierta 
y  que  se  derrama  de  contino;  ó  de  otra  manera ,  que  es 
la  mas  cierta  y  la  que  siguió  san  Jerónimo:  uPor  no 
haber  quien  ponga»)  las  mientes,  apara  siempre  pere- 
cen.» Como  si  en  mas  palabras  dijora:  Y  de  la  mañana 
á  la  tarde  dejan  de  ser;  no  hay  hora  ni  momento  en 
que  ó  no  mueran  ó  no  es!.éu  sujetos  á  peligros  de 
muerte;  y  con  ser  ansi,  son  por  oLra  parte  tan  inconsi- 
derados los  hombres,  que  eso  mismo  que  experimen- 
tan no  sienten,  ni  lo  que  tienen  delante  ven,  la  bre- 
vedad de  la  vida  y  su  incertidumbre.  Y  ni  los  casos 
ajenos,  ni  los  desastres  de  sus  vecinos,  ni  sus  reveses 
y  trabajos  propios,  ni  el  ver  que  todo  vuela  y  se  muda, 
les  abre  los  ojos  para  que  reconozcan  su  ser,  y  para  que 
vivan  como  quien  no  ha  de  vivir  algún  dia,  y  para  que 
enderecen  su  camino  y  le  ajusten  al  fin  adonde  vana 
parar ;  sino ,  como  enajenados  de  sí ,  viven  como  si  no 
fuesen  mortales,  y  como  si  tuviesen  en  su  mano  y  de- 
bajo de  los  pies  de  la  fortuna  y  los  golpes  della  y  sus 
desvarios;  ó  como  si  no  cayese  mudanza  en  su  ser,  y 
no  tuviesen  sobre  si  juez,  ansí  sin  rienda  siguen  tras 
sus  antojos  contentos.  De  que  les  aviene  que,  como  no 
se  consideran  mortales,  vienen  á  morir  con  doblada 
muerte;  y  porque  no  vivieron  como  convenia  á  los  que 
han  de  morir,  mueren  para  no  vivir  para  siempre  con- 
denados por  sus  delitos  á  tormento  perpetuo.  Y  confor- 
ma con  esto  bien  lo  que  últimamente  se  sigue,  que  es: 
21  «Y  loque  resta  partióse  dellos;  morirán,  y  no 
en  sabiduría.  »  Porque  «lo  que  resta»,  que  es  en  su 
original  ielhpr,  signiíica  « lo  que  sobra  y  la  dema- 
sía y  la  ventaja»,  y  por  la  misma  razón  lodo  lo  ([ue 
excede  a  lo  necesario,  ansien  honra  como  en  dignidad 
y  riqueza.  Y  también  dicen  algunos  que  por  esto  aque 
sobra  ó  que  hace  ventaja »  es  significada  el  alma 
aquí,  como  por  rodeo,  por  su  natural  excelencia.  Y 
como  quiera  que  merezca  este  nombre  el  alma  en  to- 
dos, por  ser  la  princij>al  parle  del  hombre,  viene  bien 
que  se  llame  ansi  en  los  de  que  agora  se  habla ,  que  pa- 
san su  vida  tonta  y  (lesaconladamonie;  y  no  ponjue  su 
alma  es  lo  que  en  ellos  se  aventaja,  sino  porque  pro- 
priainente les  es  como  cosa  de  sobra  y  como  una  de- 
masía sin  fruto,  que  no  les  sirve  para  el  fin  que  se  hi- 
zo, que  es  conocer  la  razón,  pues  viven  sin  ella,  y  son 
de  los  que  la  Escritura  dice  (c)  que  la  recibieron  en 
vano.  Por  donde  es  justo  que  aun  antes  de  tiempo  les 
sea  quitada,  pues  no  les  es  de  provecho,  y  que  se  les 
acelere  la  muerte  y  que  mueran,  como  aquí  dice,  «y 
no  en  sabiduria,  »  pues  teniendo  alma  capaz  de  razón, 
nunca  usaron  de  razón  en  la  vida.  Mas  si  ielher  no  es 
aquí  el  alma  de  cada  uno,  sino  aquello  en  que  á  los 
otros  sobra,  y  se  aventaja  ó  en  virtud  ó  en  dignidad 
ó  en  riqueza,  dice  Elifaz  loque  de  contino  aconte- 
ce, que  los  que  viven,  y  no  conforme  á  razón,  sin 
advertimiento  ni  se.^o,  cuando  mueren  se  aliarla  de 
ellos,  ó  por  hablar  con  mas  piü¡)riedad,  huyo  decUoá 

(C;   VS.  '23  ,  Y.  4. 


EXPOSICIÓN  DEL 

toda  su  excelencia  y  ventaja :  al  revés  de  lo  que  á 
los  buenos  y  considerados  aviene ,  que  lo  que  es  de 
precio  en  ellos,  cuando  mueren  se  va  con  ellos,  y 
muertos  los  sigue.  Porque  es  de  advertir  que  lodos  los 
hombres  tienen  por  principal  alguna  cosa  que  se  ponen 
por  blanco;  los  buenos  la  virtud  y  bienes  del  cielo,  los 
viciosos  y  necios  esta  burlería  vana  que  resplandece 
en  la  tierra.  Por  donde  en  la  muerte,  cuando  les  viene, 
son  diferentes ;  que  los  buenos  llevan  lo  que  preciaron 
consigo,  pero  los  malos  dejan  acá  lo  que  amaron,  y  pa- 
san á  la  otra  vida  desnudos  de  sus  ventajas.  Y  ansí,  di- 
vinamente concluye  y  dice  que  los  tales  «mueren,  y 
no  en  sabiduría  »;  esto  es,  dice  que  mueren  muy  necios. 
Porque  es  sin  duda  lo  sumo  de  la  necedad  quien  vive, 
no  para  vivir  aquí  siempre ,  sino  para  pasar  á  otra 
vida,  poner  su  tesoro  lodo  y  sus  ventajas  y  bien  en 
lo  que  se  queda  en  esta  cuando  parte  de  ella,  pudién- 
dose aventajar  y  hacer  rico  en  lo  que  siempre  le  acom- 
pañará, porque  le  da  paso  la  muerte.  Por  donde  Cristo, 
sabiduría  verdadera,  nos  dice  (a) :  aNo  queráis  atesorar 
tesoros  en  la  tierra,  adonde  hay  polilla  que  los  gaste  y 
ladrones  que  los  hurten.  Atesorad  tesoros  en  el  cielo, 
adonde  ni  hay  ladrón  ni  polilla. »  Y  aun  podemos  de- 
clarar por  mas  sencilla  manera  esto  mismo. Dice:  «Par- 
tiráse  de  ellos  su  excelencia;  morirán,  y  no  en  sabidu- 
ría;)) porque  es  este  el  ordinario  fin  de  los  malos,  cuan- 
do están  en  la  cumbre ,  caer  de  su  prosperidad ,  y  sin 
saber  cómo,  partirse  dellos  la  riqueza  y  la  vida.  Y  por 
eso  dice:  «Y  no  en  sabiduría;  «porque  según  sus  apoyos 
y  apercibimientos,  no  alcanzan  por  dónde  les  vino  el 
daño;  y  según  estaban  torreados,  no  hallan  por  dónde 
les  entró  la  desdicha  en  el  fuerte.  O  si  abren  con  el 
azote  los  ojos,  conócense  por  tan  necios,  que  eso  mis- 
rao  los  derrueca,  que  tuvieron  por  su  firmeza  y  amparo; 
y  ven  que  los  medios  por  do  pensaron  crecer  y  perma- 
necer en  alteza,  esos  agora  los  arruinan  y  hunden. 

CAPITULO  V. 

ARGUMENTO. 

Prosigue  Elifaz  en  su  razón ,  y  pide  á  Job  que  le  muestre  qué 
honiLre  santo  haya  sido  maltratado  de  Dios,  como  le  mostrará 
él  habello  sido  siempre  ios  que  son  malos ;  que  cual  es  cada 
uno,  ansi  le  acontece.  Y  amonéstale  después  desto  que,  vuelto 
á  Dios ,  baga  penitencia ;  y  le  asegura  de  su  favor  si  así  lo  hi- 
ciere. 

1  Llama  pues,  si  hay  quien  te  responda,  y  ¿á  quién  de 
los  santos  te  volverás? 

2  Porque  al  loco  degüella  saña,  y  al  tonto  mata  en- 
vidia. 

3  Yo  vide  loco  arraigado,  y  maldije  súbito  su  belleza. 

4  Alejaráiise  sus  hijos  de  la  salud,  y  serán  quebran- 
tados en  la  puerta ,  y  no  tendrán  defensor. 

o  Cuya  segada  el  hambriento  comerá,  y  el  armado  lo 
tomará,  y  sedientos  beberán  su  haber. 

6  Porque  no  saldrá  del  polvo  vanidad ,  y  de  tierra  no 
fruclilicará  quebranto. 

7  Que  el  hombre  nacido  para  laceria,  y  los  hijos  del  ave 
para  ensalzarse  volando. 

8  Por  donde  yo  buscada  á  Dios,  y  con  Dios  pondría  mi 
habla. 

9  Hacedor  de  grandezas  sin  pesquisa,  do  maravillas 
hasta  no  cuenta. 

[a,  Matth.,  6,  v.  19,  20. 


LIBRO  DE  JOB.  315 

do  Dador  de  lluvia  sobre  faces  de  tierra  ,  enviador  de 
agua  sobre  faces  de  plazas. 

11  Para  poner  bajos  en  altura,  y  enlutados  ensalzaron 
salud. 

12  Desbaratador  de  pensamientos  de  resabidos ,  no 
harán  sus  manos  solileza. 

15  Prendedor  de  sabios  en  su  mismo  aviso,  y  consejo 
de  perversos  es  desliecho. 

14  De  dia  encontrarán  tinieblas,  y  como  nociie  palpa- 
rán en  la  siesta. 

lo  Y  salvó  de  cuchillo  de  su  boca  dellos  y  de  mano  de 
fuerte  al  pobre, 

16  Y  fué  al  mendigo  esperanza,  y  el  torcimiento  cerró 
su  boca. 

17  Ea,  bienaventurado  varón,  que  lo  reprehendió  Dios, 
y  castiguerio  del  Abastado  no  aborrezcas. 

18  Porque  él  harádoler  y  suelda;  llagará,  y  sus  manos 
melecinarán. 

19  En  seis  angustias  te  escapará,  y  en  siete  no  tocará 
mal  en  tí. 

20  En  hambre  te  redimió  de  muerte,  y  en  pelea  de  ma- 
no de  espada. 

21  De  azote  de  lengua  serás  escondido,  y  no  temerás 
correría  cuando  viniere. 

22  Del  asolamiento  y  de  la  fambre  te  reirás  y  de  alima- 
ña de  tierra  no  temerás. 

23  Porque  con  piedras  del  campo  tu  liga,  y  alimañas 
del  campo  se  a[)aciguarán  á  ti. 

24  Y  sabrás  que  paz  tu  tienda,  y  visitarás  tu  morada,  y 
no  pecarás. 

2o  \'  sabrás  que  mucha  tu  simiente  y  tus  pimpollos 
como  yerba  de  la  tierra. 

20  Vendrás  con  sazón  á  la  huesa,  y  como  montón  de 
mieses  es  alzado  á  su  tiempo. 

27  Ves,  eslo  pesquisárnoslo,  ansi  ello;  óyelo,  y  tú  apre- 
hende para  ti. 

EXPLICACIÓN. 

Insiste  todavía  en  su  intento  Elifaz,  y  comienza  otra 
razón  para  convencer  á  Job  de  pecado.  Y  porque  arriba 
lo  quiso  probar,  lo  uno  por  el  mal  fruto  que  Job  cogia 
de  su  vida  pasada,  de  donde  argüía  ser  mala;  y  lo  olro 
porque  en  los  ojos  de  Dios  y  en  su  apurado  juicio,  aun 
en  los  ángeles  se  descubren  faltas,  cuanto  mas  en  los 
hombres;  procura  agora  lo  mismo  por  decir  que  todos 
dicen  lo  que  él  dice,  y  son  de  su  parecer,  sin  que  na- 
die le  contradiga;  de  queconcluye  ser  verdadero  loque 
todos  dicen ,  por  no  ser  posible  que  todos  se  engíiñen. 
Y  razona  por  esta  manera  : 

1  «Llama,  dice,  si  hay  quien  te  responda,  y  ¿á 
quién  de  los  santos  te  volverás?»  Comoquien  dice:  Y  sí 
no  basta  lo  díclio ,  vuelve  los  ojos  en  derredor ,  ó  si 
quieres,  alza  la  voz  y  llama,  si  por  caso  hallares  algu- 
no que  te  responda,  esto  es,  que  consienta  contigo,  ó 
que  en  algo  te  favorezca ,  ó  siquiera  te  disculpe  con  al- 
guna color.  Que  es  decir:  Si  nadie  te  defiende,  todos 
te  culpan ;  y  sí  todos  te  culpan ,  tú  sin  duda  eres  cul- 
pable, porque  no  puede  ser  que  todos  yerren.  Ansí  que, 
busca,  y  no  busca  solamenle,  sino  llaiua  á  voces,  que 
es  mejor  para  hallar  lo  buscado,  si  hay  alguno  que  to- 
me razón  por  tí.  Y  si  dices  que  no  has  pecado,  y  que 
aunque  te  azote  Dios,  como  vemos,  has  vivido  inocen- 
te ,  muéstranos  por  algún  ejemplo  ser  verdad  lo  que 
dices;  y  síes  posible  que  los  buenos  padezcan  lual,  se- 
ñala algún  bueno  que  siéndolo  haya  mal  padecido. 
Dame  algún  santo  azolado  en  lu  manera  que  tú  agora 


316  OBRAS  DE  FRAY 

lo  eres,  alguna  vida  empleada  en  virtud  y  rematada  en 
dolor  y  miseria.  «Y  ¿á  quién  de  los  santos  te  volve- 
rás?» esto  es ,  ¿qué  hombre  santo  señalarás,  ó  que  le 
haya  sucedido  lo  que  á  tí ,  ó  en  caso  que  le  sucediese, 
se  "haya  justificado  como  tú  te  justificas,  ó  dado  tanta  li- 
bertad á  su  lengua?  ^      | 

2  ((Porque,  á  la  verdad,  dice,  al  loco  degüella  saña,  | 
y  al  tonto  mata  envidia.»  Esto  es,  porque,  ala  verdad,  | 
cada  uno  acaba  en  la  manera  que  vive;  y  cuales  son  los  j 
ejercicios  de  cada  uno  ,  tales  son  sus  sucesos,  y  tales  [ 
los  paraderos  cuales  son  los  caminos.  Que  al  loco  y  al 
revoltoso  y  al  despertador  dependencias,  esas  mis- 
mas le  acarrean  la  muerte ,  y  «  el  que  mata  á  espada, 

á  espada  mucre  (a)»;  y  el  antojadizo,  digo,  á  quien 
cuanto  ve  se  le  an'.oja,  al  fin  fenece  de  antojo.  Porque 
en  lo  que  decimos  tonto,  la  palabra  original,  que  es 
evil,  significa  un  género  de  liviandad  que  nace  ordi- 
nariamente de  poco  saber,  que  desea  todo  lo  que  ve,  y 
no  tiene  firmeza  en  ninguna  cosa  de  lo  que  desea ;  á  la 
cual  es  natural  y  muy  allegada  la  envidia  y  el  pesarle 
de  todo  lo  bueno  que  se  parece  en  ios  otros,  porque  lo 
apetece  para  sí  ardiente  y  inconstantemente,  y  no  con 
mas  ardor  que  inconstancia;  que  ansí  como  se  pagan 
presto  de  lo  que  ven  ,  ansí  se  enfadan  dello  con  facili- 
dad; y  á  un  antojo  destierra  otro  antojo,  y  á  este  le 
hace  luego  guerra  otro  mas  nuevo  que  viene,  por  do 
de  ordinario  perecen  á  manos  dellos.  Porque  por  una 
parte  los  consume  la  sed  que  tienen  de  todo  lo  que  no 
tienen ,  y  por  la  otra  les  acaba  la  vida  no  serles  posible 
tener  todo  cuanto  desean,  porque  no  hay  cosa  que  no 
deseen.  Y  veces  hay  que  en  eso  mismo  que  aman,  cuan- 
do lo  alcanzan  les  viene  envuelta  líi  muerte;  porque, 
como  aman  por  antojo,  y  no  con  juicio,  aman  antes 
que  conozcan  bien  lo  que  aman;  y  ansí,  escogen  muchas 
veces  por  bueno  lo  que  es  venenoso ,  y  meten  en  su 
casa  por  sus  manos  á  sus  enemigos.  Mas  dice : 

3  «Yo  vide  loco  arraigado,  y  maldije  súbito  su  belle- 
za.» Extiende  y  especifica  eso  mismo  que  ha  dicho  por  las 
cosas  que  se  le  juntan  y  siguen,  y  ansí  lo  hace  mas  cierto. 
Como  diciendo:  Y  porque  es  verdad  sin  excepción  que 
lo.3  malos  siempre  acaban  mal,  y  que  los  que  siguen  sus 
antojos  vienen  á  morir  á  sus  manos,  por  eso  todas  las 
veces  que  veo  algún  malo  muy  próspero ,  luego  le  ten- 
go por  muy  perdido ;  y  aunque  con  los  ojos  no  vea  en 
él  sino  prosperidad,  con  la  vista  del  entendimiento,  mas 
cierta,  comprehendo  su  infelicidad  y  desastre;  y  por 
mas  hondas  raíces  que  tenga ,  luego  le  juzgo  por  seco. 
«Yo  vide  loco  arraigado,»  esto  es,  cada  y  cuando  que  veo 
algún  malo  muy  feliz,  «maldigo  á  su  belleza  súbito,» 
esto  es,  conozco  y  tengo  en  poco  su  felicidad,  porque 
veo  lo  breve  y  lo  falso  dclla.  Que  en  decir  maldujo,  no 
quiere  decir  que  les  desea  mal  cuando  los  ve,  sino  que 
ve  luego  el  mal  que  encierra  en  sí  aquella  falsa  aparien- 
cia de  bien,  ó  el  que  les  acarrea  aquella  falsa  prosperidad 
y  belleza;  y  que  ansí  lo  adivina  luego  y  lo  anuncia.  O 
si  de':inios  que  maUlecir  aquí  es  pro¡triame!iie  malde- 
cir, diremos  que  maldice  á  la  belleza,  nnú  como  escri- 
be, y  no  á  las  personas,  que  csconfünne  á  razón;  por- 
que toda  la  feliridad  injusta,  ó  que  se  funda  en  injus- 
ticia, es  aborrecible  y  nuddita,  ansí  por  las  dañadas 

{a)MaUh.,2C,  52. 


LUIS  DE  LEÓN. 

raíces  de  donde  nace  como  por  lo  engañoso  y  quebra- 
dizo que  ella  en  sí  tiene.  Que  nunca  es  durable  lo  que 
es  violento,  y  es  violento  lodo  lo  que  es  malo  y  injus- 
to. Y  ansí,  la  felicidad  injusta  es  rosa  breve  y  flor  que 
á  vuelta  de  ojo  se  marchita,  y  bien  en  apariencia,  y 
en  sustancia  y  verdad ,  desventura  y  miseria ;  y  por  la 
misma  razón  es  engaño  y  embuste  que  embelesa  los 
ojos.  Y  cosa  cierta  es  que  todos  naturalmente  aborrece- 
mos y  maldecimos  á  la  falsedad  y  al  engaño.  Añade : 

4  «Alejaránse  sus  liijos  de  la  salud,  y  serán  que- 
brantados en  la  puerta,  y  no  defensor.»  Luego  que  veo, 
dice,  algún  malo  feliz  y  rico,  le  anuncio  su  desastrado 
fin,  y  digo:  «Alejaránse  sus  hijos  de  la  salud;»  que  es 
decir :  Este  que  al  parecer  toca  con  la  cabeza  al  cielo, 
y  tiene  las  raíces  tan  hondas,  que  no  hay  quien  le  ar- 
ranque, vendrá  á  menos  tan  presto,  que  fenecerá  su 
casa  en  sus  hijos.  «Alejaránse  sus  hijos  de  la  salud.» 
IVo  solamente  no  serán  prósperos,  pero  dice  que  ven- 
drán á  ser  desastrados  y  infelices ;  porque  salud  mas 
quiere  decir  libramiento  de  mal  que  demasía  de  bien, 
y  el  salvar  es  librar  de  peligro;  y  ansí,  el  nunca  alcan- 
zar la  salud  es  andar  siempre  en  enfermedad  y  miseria. 
Y  no  dice  que  sus  hijos  no  alcanzarán  la  salud,  sino 
que  «se  alejarán»  della ;  ni  dice  que  ella  les  huirá,  sino 
que  la  huirán  ellos  mismos;  que  es  lo  último  del  de- 
sastre ,  cuando  uno  parece  que  él  mismo  se  aparta  del 
bien,  y  pareciendo  que  le  sigue,  se  aleja,  y  los  medios 
que  usa  para  allegársele,  son  caminos  ciertos  para  mas 
se  apartar.  «Y  seriín,  dice,  quebrantados  en  la  puerta.» 
Puerta  llama  el  juicio  y  los  tribunales,  porque  antigua- 
mente estaban  á  las  puertas  de  los  lugares  las  plazas,  y 
en  las  plazas  los  juzgados.  «\,  dice,  no  defensor;» 
esto  es,  y  cuando  fueren  llamados  á  juicioy  metidos  en 
pleito,  cuando  les  pusiere  demanda  alguno  sobre  la 
hacienda,  ó  criminalmente  los  acusare  por  quitarles  la 
vida,  no  tendrán  quien  defienda  su  parte,  y  serán  tan 
miserables,  que  no  solo  los  condenará  el  juez,  masan- 
tes del,  como  á  condenados  en  el  juicio  de  lodos,  nin- 
guno los  querrá  defender.  Que  es  cosa  justísima  que 
quien  forzó  la  justicia,  y  no  quiso  estar  sujeto  á  la  ley, 
y  quitó  su  derecho  á  los  que  poco  podían,  no  la  hallo 
ni  él  ni  sus  hijos,  sino  que  les  falle  ansí  el  amparo  pú- 
blico de  la  justicia  como  el  socorro  particular  de  la 
piedad  y  misericordia.  Y  dice  : 

5  «Cuya  segada  el  hambriento  la  comerá,  y  el  ar- 
mado la  tomará,  y  sedientos  beberán  su  haber;»  en  que 
engrandece  mas  la  caída  de  los  poderosos  injustos. 
Porque  no  solamente  vendrá  tiempo  cuando  en  lajus- 
ticia,  f|uc  se  hizo  para  favor  general  de  todos,  no  ha- 
llarán favor  ellos;  mas  cuando  también  la  tierra  misma 
y  los  animales  della,  como  conjniados,  le  soráii  ene- 
migos. «Cuya  segada,  »  esto  es ,  sus  panes  y  labranzas, 
«el  hand)riento  la  comerá.»  Hambriento  llama  ala  lan- 
gosta y  á  lo  que  es  así  como  ella,  que  destruye  y  átala 
las  mieses.  «Y  el  armado  lo  tomará. »ylrmoc/o llama,  por 
la  misma  figura  y  rodeo,  al  mismo  pulgón  y  langosta; 
porque,  como  los  soldados  armados  en  la  guerra,  ansí 
ellas  con  las  armas  que  la  naluraleza  les  da  consu- 
men manto  les  viene  delanle.  Mas  es  de  advertir  que 
la  fialabra  original,  que  es  tsinim,  unas  veces  signifi- 
ca los  escudos,  que  son  armas,  y  esto  'Jguió  san  jcró- 


EXPOSICIÓN  DKL 
nimo;  y  ansí,  Irasladóen  este  lugar  armados;  oirás  sig- 
nifica las  e^prnas  olas  punías  agudas,  cualesquiera 
que  sean;  conforme  á  lo  cual  en  esle  lugar  puede  ser  i 
el  seto  ó  valladar  que  cerca  los  sembrados  ó  viñas ,  y  ¡ 
es  como  su  defensa  y  escudo,  que  en  muchas  partes  es  i 
de  zarzas  ó  espinos.  Y  ansí,  dirá  que  las  langostas  liam-  | 
brientas  les  comerán  las  micses  á  estos  ricos  y  peca-  I 
dores  que  dice,  y  que  de  las  es¡)inas  las  tomarán;  esto  ¡ 
es,  que  ni  las  espinas  defenderán  de  las  langostas  á  sus 
mieses ,  ni  los  valladares  ni  otro  reparo  ni  cerca.  «Y 
sedientos  beberán  su  haber.  Sedientos  llama,  o  vellosos 
(que  lo  uno  y  lo  otro  significa  la  palabra  primera) ,  á 
los  salteadores,  que  hacen  vida  en  los  desiertos  y  cam- 
pos, que  en  Iduniea  y  Arabia,  de  quien  se  escribe  este 
libro,  son  faltos  de  agua.  Y  ansí,  á  los  que  enellos  va- 
gueaban para  hacer  mal,  justamente  Elifaz  llama,  ó 
sedientos,  porque  les  menguaba  el  beber,  ó  vellosos, 
porque  andaban  como  salvajes  ansí  en  la  vida  como  en 
la  disposición  del  cabello.  O  sedientos  llama  por  figura 
á  los  años  secos  y  estériles,  ó  verdaderamente  á  los 
Tientos  cierzos  que  dejugan  la  tierra,  y  lo  que  produ- 
ce abrasan  y  secan.  A  que  dos  cosas  favorecen:  una, 
que  Elifaz  en  este  verso  propriamenfe  trata  del  daño 
que  los  temporales  hacen  en  las  haciendas  de  los  peca- 
dores, y  á  los  temporales  malos  pertenecen  ,  como  las 
langostas,  ansí  también  los  cierzos  y  la  falta  de  lluvias. 
Otra,  porque  la  palabra  original  saaph  que  traslada- 
mos beber,  propriamente  quiere  decir  «atraerá  sí, 
como  cuando  el  que  respira  recoge  al  pecho  el  alien- 
to, que  es  como  imagen  de  lo  que  el  sol  sin  nubes,  y  el 
cierzo  cuando  corre  en  la  tierra  hace,  que  le  sorben  el 
aliento.  Pues  dice  que  el  cielo  no  enviará  lluvias,  y 
enviará  cierzos  y  hielos,  y  la  tierra  producirá  langos- 
tas y  espinas ,  que  consumen  las  haciendas  y  posesiones 
de  aquestos  que  dice.  Y  reparte  con  proprledad  las  pa- 
labras, que  á  las  langostas  da  el  comer,  y  á  los  cierzos 
y  calmas  el  beber,  y  de  las  mieses  dice  que  serán  co- 
midas, y  de  la  demás  labranza,  que  es  la  que  pertene- 
ce á  las  viñas,  que  será  bebida.  Como  diciendo  que  la 
langosta  les  comerá  los  panes,  y  el  cierzo  les  beberá 
y  dejugará  las  viñas.  Y  con  esto  viene  bien  lo  que 
añade : 

6  ((Porque  no  saldrá  del  polvo  vanidad,  ni  de  tierra 
fructificará  quebranto. »  Vanidad  llama  todo  lo  que  es 
culpa,  y  quebranto  todo  lo  que  es  pena  y  castigo.  Y 
responde  en  esto  Elifaz  á  lo  que  alguno  por  caso  dijera, 
que  si  hay  años  estériles,  y  si  vienen  langostas ,  y  si  la 
agua,  ó  faltando  ó  sobrando,  ó  anega  ó  no  cria  las  mie- 
ses ,  que  esa  es ,  ó  calidad  del  suelo  ó  disposición  de 
los  tiempos,  y  no  culpas  de  los  hombres  ni  castigo  de 
culpas.  Ansí  que,  responde  y  dice  que  ni  la  tierra  pro- 
duce vanidad  ni  fructifica  quebranto,  que  es  decir  que 
ni  cria  culpa  ni  padece  pena.  Porque  si  la  tierra  pudiera 
pecar,  pudiéramos  también  creer  que  eran  pena  de  su 
culpa  los  años  estériles;  mas  como  en  ella  no  hay 
pecado,  ansí  este  desconcierto  de  tiempos  no  es  casti- 
go suyo,  y  si  no  es  castigo  de  la  tierra,  concluye  que 
lo  es  de  los  pecadores  que  viven  en  ella,  cuyas  hacien- 
das con  semejantes  daños  se  pierden;  y  si  es  castigo 
delios,  convencido  queda  que  el  cielo  y  la  tierra  son 
frucluosOá  de  sujo,  y  estériles  por  nueslrüs  pecados, 


LIBRO  DE  JOB.  317 

y  que  usa  Dios  delios  como  de  verdugos  para  nuestro 
castigo.  Y  conforme  á  e^io  prosiiue  y  dice: 

7  (lEl  hombre  nacido  para  laceria,  y  las  bijas  del  ave 
para  ensalzarse  volando.  »  Que  es  proseguir  su  razón 
y  decir  :  El  hombre  es  sngeto  capaz  de  pena,  ansí  co- 
mo lo  es  de  culpa ;  y  como  al  ave  le  es  proprio  el  vo- 
lar, ansí  el  hombre  nace  para  padecer,  porque  nace 
enemigo  y  culpado.  Por  domle  los  temporales  malos 
no  son  pena  de  la  tierra  ,  que  no  es  capaz  de! la ,  sino 
castigo  del  hombre,  que  nace  digno  de  ser  castigado. 
Por  manera  que ,  reduciendo  á  términos  lógicos  el  ar- 
gumento que  Elifaz  en  estos  dos  versos  encierra,  dirá 
bien  ansí  :  Los  males  no  son  males  sino  á  quien  los 
sienle  y  merece ;  la  tierra  no  es  sugelo  de  culpa  ni 
siente  pena,  y  el  hombre  sí,  porque  como  de  naci- 
miento le  convienen  ;  luego  las  esterilidades  del  suelo 
y  las  malas  disposiciones  del  aire,  con  los  demás  da- 
ños que  en  la  tierra  se  ven ,  no  son  penas  de  la  tierra, 
que  ni  las  sienle  ni  las  merece,  sino  de  los  malos  hom- 
bres que  en  ella  viven.  Dice  : 

8  aPor  donde  yo  buscaría  á  Dios,  y  con  Dios  pondría 
mi  fabla.»  Concluye  pues,  y  concluye  bien,  según  lo 
que  arriba  está  dicho.  Porque  si  á  los  ricos  y  podero- 
sos ,  si  son  injustos  y  malos ,  les  vale  tan  poco  su  po- 
der y  riqueza ,  que  en  creciendo  caen  ,  y  cuando  están 
mas  floridos,  ó  lo  parece,  se  secan,  y  no  son  tan  prós- 
peros en  el  subir  cuanto  son  en  el  caer  infelices ,  y  si 
todo  les  es  enemigo,  y  como  conjurado  en  su  daño  les 
hace  guerra  todo,  los  hombres,  los  animales,  la  tier- 
ra ,  bien  dice  Elifaz  que  el  remedio  es  buscar  los  hom- 
bres á  Dios ,  que  es  seguir  la  jusí  icia  y  poner  los  pa- 
sos en  la  virtud,  que  es  el  camino  por  donde  se  halla. 
\  si  les  aconteciere  que ,  ó  vencidos  de  la  flaqueza,  ó 
engañados  por  su  poco  saber,  erraren  este  camino  y 
salieren  alguna  vez  del ,  y  ofendieren  á  Dios ,  que  les 
pese  de  la  ofensa  y  que  pidan  perdón  al  ofendido ;  y 
esto  llama  «  poner  con  Dios  su  habla»,  suplicarle  con 
humildad  que  los  perdone;  esto  es,  no  hablar  contra 
él  indignados  porque  los  castiga,  sino,  sujetándose  á  la 
pena  con  verdadero  conocimiento  de  sí,  hablar  con  él, 
suplicándole  que  levante  la  mano  de  su  justicia.  Y  no 
dice  Elifaz  :  Esto  se  ha  de  hacer;  sino  :  «Yo  esto  baria,» 
para  dar  ansí  mas  fuerza  á  su  dicho  y  para  persuadirlo 
mejor,  porque  nadie  escoge  para  sí  sino  lo  que  tiene 
por  bueno.  Y  porque  habla  con  Job,  á  quien  ve  azotado 
y  tiene  por  pecador  y  culpado,  es  como  si  le  dijera :  El 
malo,  como  te  digo,  por  mucho  que  á  los  pirincipios 
en  riquezas  suba ,  viene  á  miseria  después ,  como  á  tí 
agora  te  aviene,  que  estabas  prosperado  y  eras  malo,  y 
ya  estás  caído  y  perdido.  Y  conforme  á  esto,  el  remedio 
no  es  dolerte  ó  querellarte  de  Dios ,  como  agora  tú  te 
querellas  y  dueles ,  que  pues  por  ofender  á  Dios  venís- 
te  á  caer,  por  aplacarle  y  suplicarle,  y  no  por  enojar- 
le, has  de  volver  á  subir.  Yo  á  lo  menos  ansí  lo  juzgo, 
y  lo  hiciera  ansí  si  en  tu  estado  me  viera,  y  pusiera 
con  Dios  mi  habla,  y  confesándome  por  hechura  suya 
y  por  digno  de  mayor  pena,  supücárale  que  pusiera 
fin  á  su  justa  ira.  Y  porque  el  estado  de  Job  era  muy 
miserable,  y  tal  que  parecía  carecer  de  remedio,  ó  á 
lo  menos  tenerle  muy  dificulloso,  porque  la  dificultad 
no  impidiese  la  esperanza  á  que  le  llamaba  EUiaz ,  ui 


318  OBRAS  DE  FRAY 

dudase  Job  que  volviéndose  él  á  Dios,  Dios  le  tornarla 
á  su  estado,  dice  luego  del  poder  que  Dios  tiene,  y  d¡- 
viérlese  á  tratar  del  por  solo  esle  fin  ,  y  cuéntalo  y  en- 
caréce'o  por  hermosas  maneras.  Y  dice  : 

9  (iHaceclor  de  grandezas  sin  pesquisa,  de  maravillas 
liasia  no  cuenta.»  Como  diciendo  :  Y  no  dudes  de  que 
si  te  vuelves  á  Dios,  te  remediará  Dios ;  que  para  lo  que 
puede  él  eso  es  muy  fácil ,  porque  son  sus  grandezas 
sin  cuenta.  Y  refiere,  para  mayor  evidencia,  algunas 
dellas,  Y  aquellas  señaladamente  que  se  allegan  mas  á 
esto  que  él  propriamenle  pretende,  que  es  liacer  á  Job 
seguro  que  Dios  puede  y  suele  levantar  á  los  caldos,  y 
reparar  á  los  deshechos  que  se  vuelven  á  él.  Y  ansí, 
dice  desta  manera  : 

10  «Dador  de  lluvia  sobre  faces  de  tierra,  enviador  de 
aguas  sobre  faces  de  plazas.»  Esto  pertenece  á  las  obras 
de  naturaleza  que  Dios  hace  y  á  las  maravillas  que  en 
ella  obra ,  y  lo  que  dice  después  loca  á  la  gobernación 
de  las  cosas  libres.  Y  escogió  Elifaz,  entre  todas  las 
obras  maravillosas  que  en  la  naturaleza  hace  Dios,  esta 
del  llover,  para  decirla  por  tres  razones :  una,  porque 
es  muy  conocida  y  como  puesla  en  los  ojos,  y  lo  que 
se  trae  para  prueba  de  lo  que  se  duda  y  platica ,  con- 
viene que  sea  manifiesto  y  notorio;  otra,  porque  aun- 
que la  costumbre  quita  la  maravilla,  pero  es  sin  duda 
maravillosísima  obra  la  del  llover,  si  se  considera  co- 
mo conviene ;  porque,  como  el  agua  sea  mas  pesada  que 
el  aire,  grande  muestra  es  del  poder  de  Dios  y  de  su 
grande  saber  adelgazarla  tanto,  que  pueda  subir  en  alto 
y  extenderse  por  cima  del  aire,  y  extendida  en  él,  tor- 
nar á  cobrar  peso  para  volver  á  caer,  y  que  ni  en  lo 
uno  ni  en  lo  otro  baya  violencia  ni  fuerza ;  porque  na- 
tural es  al  vapor  húmido  subir  en  alio  y  empinarse  en 
el  aire;  y  natural  le  es  al  mismo  tornarse  al  suelo  y 
caer  en  él  hecho  gotas  menudas ;  y  si  cayera  de  un 
golpe  todo ,  y  como  hecho  un  arroyo ,  fuera  menos  es- 
panto ;  mas  que  estando  junto  y  apiñado  y  inclinado 
lodo  á  caer,  y  con  el  peso  que  le  es  para  caer  necesa- 
rio, y  en  lugar  que  por  ser  raro  y  sin  resistencia  no  le 
puede  impelir  la  caída,  no  venga  al  suelo  junto,  sino 
que  se  reparta  ello  por  no  sé  qué  secreta  manera,  y 
venga  ansí  esparcido  y  partido  en  menudísimas  parles, 
como  si  alguno  desde  lo  alto  arüficiosamente  lo  rociara 
y  tendiera,  es  verdaderamente  maravilloso  negocio.  Y 
sobre  lo ^lo  lo  es,  ver  que  haya  Dios  hallado  artificio 
para  á  un  tiempo  mismo  y  á  un  punto  regar  tantos  y 
tan  largos  espacios  de  tierras,  y  tan  por  un  igual  á  to- 
das, como  en  las  lluvias  del  invierno  lo  vemo? ;  ansí 
qup,  esta  os  la  segunda  cansa ;  y  la  tercera  y  última  es, 
porque  es  obra  muy  vecina  y  muy  allegada  á  lo  que 
pretende ,  y  por  decir  verdad ,  porque  es  como  imagen 
de  aquello  mismo  que  persuade  y  que  prueba  ;  porque 
el  enviar  Dios  lluvias  sobre  la  tierra  seca,  y  fecundar 
con  ellas  y  vestir  de  ln-rmo-ura  y  de  frutos  al  suelo 
yermo  y  estéril ,  es  como  levantar  con  su  favor  lo  caí- 
do y  lo  pobre  á  estado  pr'ispero  y  rico,  y  como  dar  vi- 
da y  verdíif  á  lo  (|uc  ya  tenían  agostado  y  seco  los  su- 
cesos adversos.  Y  como  puede  Dios  hacer  esto  en  la 
lierra,  [luedc  lo  mismo  en  la  gente ;  y  ansí  añade  muy 
bien  : 

i  I  (d'ura  ¡loner  bajos  en  altura,  y  enlutados  eusalza- 


LUIS  DE  I.EON. 

ron  salud. »  Como  si  con  mas  palabras  dijera  :  Envía 
Dios  sus  lluvias  al  suelo  desnudo  y  pobre,  y  con  ellas  le 
adorna  y  enriquece,  para  que  por  ello  se  entienda  cuan 
fácil  le  es  á  él  suliit  los  «  bajos  á  alteza  »,  y  los  enhila- 
dos y  denegridos  á  vida  y  sahul;  que,  como  con  la  lluvia 
puede  enriquecer  lo  pobre,  ansí  con  el  rocío  de  su  fa- 
vor pone  en  pié  lo  caido.  Y  llama  enlutados  á  los  de- 
sastrados y  tristes ,  porque  la  tristeza  les  enegrece  el 
ánimo,  y  la  mala  fortuna  derrueca  á  lugar  escuro  su 
estado  ;  y  dice  salud,  según  la  propriedad  de  su  len- 
gua, no  lo  que  es  carecer  de  enfermedad  en  el  cuerpo, 
sino  lo  que  es  perfecto  y  cabal ,  bien  ansí  en  la  vida 
como  en  la  fortuna ,  como  en  la  estimación  y  en  la 
honra  ;  y  es  salud  io  mismo  que  felicidad  y  buena  an- 
danza. Dice  : 

42  «Desbaratador  de  pensamientos  de  resabidos  no 
harán  sus  manos  sotileza.»  Dos  cosas  pueden  poner  es- 
torbo al  remedio  del  que  padece  :  ó  la  naturaleza  de  las 
cosas  mismas,  como  en  la  enfermedad  la  cualidad  de 
los  humores,  ú  de  los  miembros  dañados  hacen  que  el 
enfermo  no  sane;  ó  la  contradicción  y  mal  áinmo  de 
los  hombres,  que  á  veces  abierta  y  á  veces  encubierta- 
mente procuran  que  el  caido  no  repare,  porque  gustan 
de  tener  un  competidor  menos.  Mostró  que  no  estorba 
á  Dios  lo  primero ,  porque  es  Señor  de  la  naturaleza  y 
levanta  el  agua  al  cielo ,  y  la  despeña  cuando  quiere 
del  cielo  á  la  tierra ,  y  embriaga  lo  seco  y  seca  lo  hú- 
mido, y  despoja  lo  florido  y  viste  de  flor  lo  desnudo, 
muestra  agora  lo  poco  que  también  puede  lo  segundo, 
que  es  el  contradecir  de  los  hombres.  Y  ansí  dice  :  Si 
te  vuelves  á  Dios,  no  temas  que  dejará  de  repararte,  ni 
por  mala  disposición  á  que  ha  venido  tu  carne  seca  y 
podrida,  porque  él  sabe  enviar  su  agua  so!)rc  la  tierra 
seca,  ni  por  las  mañas  artificiosas  de  los  hombres,  á 
quien  tu  calanndad  da  contento,  porque  él  es  «desba- 
ratador  de  pensamientos  de  resabidos».  Y  en  decir  des- 
baratador, no  solamente  dice  que  los  desbarata,  sino 
que  es  como  proprio  oficio  suyo  el  desbaratarlos.  Por- 
que á  la  verdad  es  asi ,  que  como  desde  el  principio  la 
codicia  de  saber  excesiva  y  el  querer  ser  resabidos  los 
hombres  lomó  competencia  con  Dios,  así  Dios  se  [(re- 
cia parlicularmcnle  de  hacer  guerra  á  este  vicio,  y 
de  volver  en  necedad  lodo  el  aviso  que  de  sí  presume, 
y  de  entontecer,  como  san  Pablo  dice  («),  á  toda  la  sa- 
biduría y  sotileza  del  mundo.  Y  aun  podemos  decir  ^ue 
en  esle  verso  Elifaz,  y  en  los  cuatro  que  se  siguen, 
profetiza,  porque  no  se  puede  dudar  de  que  en  mu- 
chas parles  este  libro  es  profético;  ansí  que,  profetiza 
la  victoria  que  Dios  por  Cristo  habia  de  alcanzar  del 
deiTKinio,  y  la  manera  como  le  hahia  de  vencer  con  sus 
mismos  avisos,  y  venciéndole,  despojarle  de  los  que  te- 
nia engañados  y  presos.  Y  profetízalo  aquí  muy  á  pro- 
pósito, como  arguyendo  de  lo  mas  á  lo  menos,  y  como 
diciendo  que  (pnen  puede  deshacer  la  cabeza  del  mal, 
mejor  podrá  reparar  los  males  particulares ;  y  (pie 
quien  ha  de  librará  todos  los  hombres  de  la  serv¡du!i>- 
bre  miserable  (MI  que  los  tiene  el  demonio,  bien  podrá 
sanar  á  Job  de  las  llagas  q\ie  el  azote  del  demonio  le 
hace.  Y  porque  de  todo  este  mal  que  padece  Job,  el  de- 
monio es  el  inducidor  y  el  verdugo,  para  [¡ersuadirle 

(a)  i,.\Jcor.,l,  V.  20. 


EXPOSICIÓN  DEL 
á  que  espere  su  remedio  de  Dios ,  y  para  criar  en  él 
Elifaz  la  esperanza  que  quiere,  viene  muy  ijien  el 
decirle  lo  mucho  que  Dios  puede  contra  el  demonio,  y 
lo  que  en  lo  venidero  ha  de  hacer  contra  él.  Y  como 
en  los  sagrados  libros,  los  profetas  que  los  escribieron,  ¡ 
cuando  piden  alguna  merced  á  Dios,  ó  en  su  persona 
ó  en  la  ajena,  acostumbran  á  contar  las  grandezas  que 
bizo  Dios  cuando  sacó  á  los  judios  de  Egipto,  para  con 
aquel  cuento  como  despertar  á  Dios  la  memoria  del 
amor  que  á  los  suyos  tiene,  y  lo  mucho  que  por  ellos 
sabe  hacer  cuando  quiere,  y  para  inducirle  á  que  haga 
lo  particular  que  le  piden,  que  es  mucho  mas  fácil, 
pues  hizo  aquello  general  y  tan  grande;  ansí  y  por  la 
misma  manera  los  mismos  hacen  encubiertamente  me- 
moria de  la  caida  del  mal  y  de  la  redención  de  los  hom- 
bres todas  las  veces  que  en  sí  ó  en  otros  pretenden 
alentar  la  esperanza  ;  porque  á  la  verdad,  ni  hay  cosa 
que  ansí  en  los  trabajos  nos  anime  como  considerar 
que  tenemos  ya  por  Cristo  vencido  al  que  nos  los  pro- 
cura y  atiza,  ni  poseemos  prenda  que  ansí  nos  asegure 
del  favor  que  en  Dios  tenemos,  como  lo  que  por  Cristo 
bizo  para  sacarnos  de  nuestras  mayores  necesidades. 
Pues  dice  bien  Elifaz  que  Dios  es  «desbaratador  de 
pensamientos  de  resabidos»,  y  que  «no  harán  sotileza 
sus  manos».  Porque  en  lo  que  contra  los  hombres  hizo 
el  demonio,  aunque  procedió  en  ello  primero  como 
soberbio  y  después  como  envidioso,  y  finalmente  como 
enemigo  nuestro,  y  de  nuestra  sangre  sediento  ;  pero 
no  procedió  ciegamente,  antes  se  hubo  como  mañoso 
y  astuto ,  y  ató  en  ello  tan  bien  su  dedo  y  con  soti- 
leza tan  grande,  que  el  saber  de  Dios  solamente,  co- 
mo en  otra  parte  dijimos  (o),  pudo  contraminarle  su 
aviso,  y  desbaratarle,  como  Elifaz  aquí  dice ,  su  pen- 
samiento á  este  resabido  y  sotil.  Mas  ¿cómo  le  desbara- 
tó? Eso  es  lo  que  añade  : 

13  «Prendedor  de  sabios  en  su  mismo  aviso,  y  con- 
sejo de  perversos  es  deshecho.»  Porque  las  armas  con 
que  Dios  le  deshizo  fueron  esas  mismas  que  se  forjó 
él  para  deshacer  el  bien  y  la  preeminencia  del  hombre; 
que  engañando  á  Adán ,  pensó  apartar  a  Dios  del  hom- 
bre, y  por  allí  vino  á  juntarse  el  hombre  en  una  mis- 
ma persona  con  Dios ;  y  trayendo  á  Cristo  á  la  muerte, 
pretendió  fenecer  la  vida  de  Cristo,  y  la  muerte  de 
Cristo  dio  vida  al  hombre  y  asoló  el  poder  del  demo- 
nio. Y  en  lo  que  dice,  que  «deshace  Dios  el  consejo 
perverso»,  es  de  advertir  que  la  palabra  primera  ma- 
har  tiene  significación  de  acceleramiento ,  y  lo  accele- 
rado  es  vecino  al  error ;  que  lo  loco  y  sin  tino  deci- 
mos que  se  accelera,  y  llamamos  súbitos  á  los  que  no- 
tamos de  locos  ó  necios.  Y  ansi ,  decir  aquí  que  «  des- 
truye Dios  el  consejo  perverso»,  y  decirlo  con  la  pala- 
bra que  digo ,  es- decir  que  le  deshace  accelerando  en 
la  resolución  del  á  sus  autores ,  y  haciendo  que  cuan- 
do pretenden  dañar  se  arroguen  inadvertidamente  en 
su  daño  ;  como  en  Lucifer  pareció ,  que  apenas  hubo 
conocido  el  bien  que  ordenaba  Dios  para  el  hombre, 
cuando  se  resolvió  en  destruirle ;  y  ansí  erró  el  golpe, 
y  quedó  miserablemente  preso  adonde  pencaba  pren- 
der. Mas  dice : 

(a)  Lib.  I  de  Ins  Nombres  de  Crislo ,  en  el  de  Padre,  p.  127,  y 
líb.  II,  en  el  de  Brazo,  p.  201. 


LIBRO  DE  JOB.  319 

14  «De  día  encontrarán  tiiiicbla",,  y  romo  norlp  |  a'- 
parán  en  la  siesta;»  que  es  cosa  que  de  lo  que  ha  di- 
cho se  sigue.  Porque  el  arrebatado  y  acceletado  en  sus 
pareceres  muchas  veces  no  ve  lo  que  tiene  presente  y 
tropieza  en  lo  claro,  y  en  medio  de  la  luz,  como  si 
fuese  noche,  anda  á  tiento.  Y  dice  en  siesta  por  mayor 
encarecimienlo,  porque  es  mayor  la  luz  entonces,  con 
el  sol  en  medio  del  cielo.  Añade  : 
•  -13  «  Y  salvó  de  cuchillo  de  su  boca  dellos  y  de 
mano  de  fuerte  al  pobre.»  Que  como  quiera  que  lo  (en- 
tendamos, ó  según  lo  genera!,  ó  conforme  al  c.iso  ¡>;ir- 
ticular  del  demonio,  este  es  el  fin  para  que  Dios  des- 
barata su  consejo,  esto  es,  para  quitarles  la  presa  de 
la  boca  y  sacarles  de  entre  las  uñas  al  pobre.  Que  es 
también  lo  de  que  Elifaz  quiere  asegurar  á  Job  para 
que  se  anime  y  esfuerce  en  Dios,  aunque  se  vea,  á  ío 
que  parece,  perdido.  Dice  pues  que  «salvó  de  cuchillo 
de  su  boca  dellos»,  esto  es,  de  su  boca,  que  es  como 
cuchillo,  «y  de  mano  de  fuerte  al  pobre ,»  esto  es,  de 
entre  sus  manos  y  uñas  fuertes.  Porque  habla  del  malo 
como  de  una  bestia  fiera,  cuyas  uñas  son  fuer! es  y  cu- 
yos dientes  son  como  cuchillo,  ó  porque,  á  la  verdad, 
el  daño  que  nos  hizo  en  nuesiro  primer  padre  el  de- 
monio comenzó  de  la  boca.  Quiero  decir  que  se  trató 
primero  en  el  entendimiento,  persuadiéndole  con  en- 
gañosas razones,  y  se  pcrficionó  con  las  manos ;  por- 
que á  los  que  engañó  con  palabras  puso  luego  debajo 
de  su  mano  tirana  y  los  sujetó  á  su  servicio.  Y  lo  que 
allí  pasó  acontece  cada  día  después  en  los  que  engaña 
el  pecado,  que  venimos  á  él,  no  traídos  con  fuerza,  sino 
inclinados  con  inspiración  engañosa;  y  presos  una  vez, 
la  costumbre  mala  se  apodera  en  breve,  y  hace  en  nos- 
otros presa  y  nos  echa  sus  uñas  fortísimas.  Ansi  que, 
primero  nos  prende  la  boca ,  y  después  nos  tiene  en 
las  uñas  aferrados  y  asidos.  Y  es  muy  de  advertir  lo 
proprio  de  las  palabras  que  Elifaz  da  á  cada  cosa,  ansí 
á  la  boca  como  á  las  uñas,  conforme  á  lo  que  aquí  sig- 
nifican. Que  á  la  boca  atribuye  cuchillo,  y  á  las  enanos 
llama  fuertes;  porque  la  persuasión  y  la  sugestión,  que 
es  el  atizador  primero  del  mal ,  es  sutil  y  agudo,  y  cor- 
ta y  penetra  por  el  alma  como  espada  afilada ;  y  la  cos- 
tumbre adonde  se  perfecciona  y  remata  lo  malo,  es  co- 
mo manos  que  prenden ,  y  como  brazos  que  cercan  ,  y 
como  uñas  que  afierran ,  y  como  manos  y  brazos  y  uñas 
fuertes  de  que  apenas  librarse  puede  el  que  es  preso 
una  vez.  Mas  prosigue  y  concluye  : 

16  «Y  fué  al  mendigo  esperanza,  y  el  torcimiento 
cerró  su  boca.»  Pobre  llama  y  mendigo  á  todo  el  linaje 
humano,  á  quien  Cristo  libertó  del  demonio ,  ansí  por 
ser  de  su  naturaleza  fiaco,  como  por  la  desnudez  v  es- 
tado vil  en  que  le  puso  su  culpa.  Y  pobres  son ,  en  res- 
pecto de  los  hijos  dcste  siglo,  que  se  apoderan  del 
mundo,  todos  aquellos  que  siguen  la  senciliez  y  viMa 
pura,  porque  son  los  mas  dispuestos  para  ser  maltra- 
tados y  para  vengarse  de  quien  los  maltrata,  los  mas 
faltos  de  poder  y  de  armas.  Mas  al  fin  vuelve  por  ellos 
Dios,  cuyo  oficio  proprio  es,  como  significa  Elifaz, 
volver  por  los  tales,  y  la  boca  que  se  abrió  contra  ellos, 
ó  por  mejor  decir,  la  boca  que  los  tuvo  ya  en  sí,  déja- 
la Dios  vacia  y  mordiendo  en  el  aire,  y  al  fin  la  cier- 
ra; porque  al  fin  el  lorciniicnlo,  esto  es,  el  autor  de 


320  OBRAS  DE  FRAY 

todo  lo  que  es  malo  y  torcido ,  y  todo  lo  torcido  y  malo 
con  él,  lo  sepultará  Dios  en  cerrada  y  escura  cárcel 
para  que  ya  mas  no  parezca.  Mas  sigue  :  i 

17  «Ves,  bienavenlurado  varón,  que  lo  reprendió  j 
Dios,  y  castigo  del  Abastado  no  aborrezcas.  »  En  que, 
insistiendo  Elifaz  en  su  intento,  quila  todo  lo  que  po- 
día ser  estorbo  á  Job  para  esjierar  en  Dios  y  volverse 

á  él  en  la  manera  que  le  persuade  que  vuelva  y  que 
espere;  porque  le  pudiera  decir  que  si  ya  Dios  es  po- 
deroso, y  si  tiene  por  oficio  desagraviar  á  los  pobres, 
y  si  sacó  al  hombre  del  poder  del  demonio ,  pero  que 
á  él  no  le  sacará  ni  le  tornará  á  su  primer  estado,  por- 
que le  tiene  aborrecido,  como  por  las  obras  lo  mues- 
tra. A  que  responde  aquí  y  dice  :  No  desespere  de  ser 
bien  recibido  de  Dios  si  se  vol viere  á  él ,  ni  se  persua- 
da que  le  aborrece  porque  le  castiga,  antes  lo  tenga 
por  prenda  de  amor,  y  piense  que  es  regalo  el  azote, 
y  que  el  azoíado  es  diolio.so.  Y  ansí ,  le  dice  que  «  el 
castigo  del  Abastado  no  le  aborrezca»;  esto  es,  que  no 
aborrezca  á  sí  mismo  ni  pierda  el  esfuerzo  porque  Dios 
le  castiga,  porque  es  felicidad  tal  castigo.  Y  llama 
abastado  á  Dios  porque  tiene  en  sí  todo  el  baslecimien- 
to  de!  bien  ,  y  llámale  con  razón  ansí  en  la  coyuntura 
de  agora,  cuando  alirma  que  es  buena  diclia  ser  azo- 
tado del ,  y  cuando  persuade  á  Job  que  no  desespere 
de  volver  á  su  fortuna  primera,  para  que  le  ensene  el 
mismo  nombre  que  Dios  lo  puede  todo,  y  que,  como  es 
abastado  y  poderoso  para  derrocar  lo  ensalzado,  lo  es 
también  para  ensalzar  lo  caido  ;  y  que,  como  jíuede  lla- 
gar, i)ue;le  también  sanar  al  que  llaga.  Y  esto  es  lo 
que  luego  dice  : 

18  «Porque  él  liará  doler  y  suelda,  llagará,  y  sus 
manos  melecinarán.  n  Porque  igualmente  y  por  una 
medida  mi -ma  tiene  en  sus  manos  la  salud  y  la  en- 
fermedad ,  la  muerte  y  la  vida. 

i9  («En  seis  angustias  te  escapará,  y  en  siete  no 
tocará  mal  en  lí , »  dice.  Y  aunque  por  un  igual  lo  pue- 
de lodo  Dios,  pero  al  Iiacer  bien  es  muy  mas  inclina- 
do, ama  el  librar  de  mal  y  de  pena  á  los  suyos.  Ansí 
que,  convierte  lu  deseo  á  él,  seguro  que  te  librará  del 
mal  que  padeces.  «  De  seis  angustias ,  dice ,  te  escapa- 
rá, y  en  las  siete  no  tocará  mal  en  ti ;»  esto  es,  librar- 
te lia  de  todo  mal  y  angustia.  Porque  con  esta  forma 
de  decir  de  seis  y  siete,  en  la  lengua  original  deste  li- 
bro se  suele  significar,  ó  todo  aquello  de  que  se  habla, 
6  mucho  dello;  y  para  que  la  demostración  y  encarc- 
cimienio  mayor  sea,  específica  en  particular  algunos 
desios  males,  y  dice  : 

20  ((En  hambre  te  redimirá  de  muerte,  y  en  pelea 
de  mano  de  espada.»  En  la  hambre  le  redimirá  prove- 
yéndole de  mantenimiento  ,  y  en  la  guerra  será  lu  es- 
cudo para  que  no  seas  herido.  Y  añade  : 

21  (iDe  azote  de  lengua  serás  escondido,  y  no  teme- 
rás corrí^ría  cuando  viniere.»  Rien  di(3  el  e^crmilrr  al 
azo!e  de  la  lengua,  porpie  el  vi'rdadero  remedio  con- 
tra la  mala  lengua  es,  que  el  maldiciento  no  os  vea  ni 
os  conozca ,  ponjiie  nadie  que  conoce  perdona  ;  y  lo 
que  una  vez  la  lengua  mala  llaga  y  entizna,  con  (lifi- 
cullad  se  sana  ó  se  lim[>ia  después.  Y  lo  que  dice  cor- 
rería es  nombre  de  guerra,  cuan  lo  los  que  e>láu  en 
frontera  salen  con  Diano  armada  á  correr  h  tierra  do 


LUIS  DE  LEÓN. 

los  enemigos  y  á  talarles  los  campo-;,  y  á  prender  las 

personas  y  los  ganados.  Mas  torna  y  repite  : 

22  ((De  correría  y  de  fambre  te  reirás,  y  de  alima- 
ña de  tierra  no  temerás. »  Porque  Dios  dice  que  será 
lu  amparo  si  á  él  te  volvieres,  te  librará  del  latroci- 
nio de  los  liom!)rc3,  y  de  la  hambre  que  nace  de  ios 
temporales,  y  de  la  violencia  de  las  bestias  fieras;  por- 
que, á  la  verdad,  á  estos  tres  principios  se  suele  y  pue- 
de reducir  todo  el  mal  que  padecen  los  hombres:  ó  á  la 
destemplanza  del  aire,  óá  la  injusticia  humana,  ó  ala 
fiereza  de  las  bestias. 

23  ((Porque  con  piedras  del  campo  tu  liga,  y  ali- 
mañas del  campo  se  apaciguarán  á  ti. »  Con  lo  cual  aña- 
de sobre  lo  que  ha  dicho  basta  aquí,  y  encarece  mas 
su  propósito,  como  diciendo:  Y  no  solamente  no  te 
dañará  el  mal ,  mas  lo  que  suele  para  otros  ser  malo, 
será  para  tí  bueno,  y  olvidará  contigo  su  natural  con- 
dición. Porque  no  hay  cosa  mas  seca  que  la  piedra,  ni 
mas  desapegada,  ni  mas  ajena  de  lo  que  es  sentido  de 
paz;  pues  aun  esas,  dice,  se  mostrarán  de  lu  banilo; 
y  (das  alimañas  fieras»,  que  son  las  moradas  proprias 
de  la  braveza,  te  serán,  no  solo  mansas,  sino  también 
favorecedoras  y  amigas.  Y  si  te  amara  lo  sin  sentido  y 
lo  bruto  ,  ¿qué  será  lo  do.nésiico  y  lo  que  mora  en  tu 
casa?  Por  lo  cual  dice: 

24  ((Y  sabrás  que  paz  tu  tienda,  y  visitarás  tu  mo- 
rada, y  no  pecarás.»  Y  sabrás,  estoes,  y  conocerás  por 
la  misma  experiencia  que  tu  tienda,  esto  es,  que  iu 
casa  toda  (que  la  llama  así  por  los  que  en  aquella  tierra 
traían  vida  movediza  y  vivían  en  tiendas  de  campo, 
que  eran  muchos ,  cuales  eran  los  ce  larenos);  así  que, 
verás,  dice,  que  lu  casa  y  tu  tienda  es paz;ef,ioes,  que 
todo  lo  que  hay  en  ella  es  descanso  y  contento,  y  (¡ue 
la  mujer  te  amará  y  los  hijos  le  agradarán,  y  le  servirá 
la  familia  y  será  toda  lu  suerte  medida  al  deseo.  Y  an- 
sí, ((Visitarás  tu  morada,  y  no  pecarás;»  esto  es,  aun- 
que de  industria  y  con  diligencia  la  mires,  y  aun([uela 
trastornes,  y  aun:|ue  pesquises  con  cuidado  todo  lo  par- 
ticular que  allí  pasa,  no  hallarás  esüopiezo  ni  cosa  que 
te  ofenda  ó  enoje,  antes  lodo  será  riqueza  y  bendición, 
como  añade: 

25  ((Y  sabrás  que  mucha  lu  simiente,  y  tus  pimpo- 
llos como  yerba  de  la  tierra.»  ((Simiente  y  pimpollos») 
llama ,  ansí  á  los  hijos  proprios  como  á  los  demás  fru- 
tos de  hacienda  y  ganados;  que  lodo,  dice ,  se  lo  n)ul- 
tiplicará  Dios  á  Job  si  se  torna  á  él ,  como  se  multi- 
plica la  yerba.  Y  aunque  es  verdad  que  Elifaz  habla 
agora  aquí  propriaaif^nle  con  Job,  también  es  cierto 
que  pretende  en  Job  enseñarnos  á  lovlos ,  y  (pie  de  oca- 
sión particular,  esta  su  do(dr¡na  es  general  y  común. 
En  que  nos  dice  y  enseña  que  Dios  nunca  cierra  la 
[luerta  para  recibirnos  si  nos  volvemos  á  él,  ni  se  can- 
sa de  perdonarnos,  como  queramos  ser  perdonados; ni 
{lor  habernos  hecho  mucho  bien,  y  por  haberlo  perdido 
nosotros,  queda  él,  ó  menos  rico  ó  menos  poderoso, 
ó  con  menos  voluntad  de  reducirnos  á  mayor  y  m(\jor 
eslado.  Y  no  solamente  dice  esto  cuanto  loca  á  la  fe- 
licidad temporal  y  que  se  descubre  de  fuera,  sino  mu- 
cho mas  cuanto  á  la  secreta  prosperidail  del  ánimo,  que 
consiste  en  la  limpieza  del  y  en  su  salud  y  híírmosu- 
ra  y  celcslialcs  riquezas.  Y  ansí,  las  mus  de  sus  pala- 


EXPOSICIÓN  DEL 

bras  tienen  mas  alta  significación  de  lo  que  suenan,  y  se 
pasan  á  otras  cosas  m'^jores.  Porque  sin  duda  al  que 
se  vuelve  con  verdad  á  Dios  le  promete  Elifaz ,  no  so- 
lo el  amparo  de  Dios  en  los  males  del  cuerpo,  y  no  so- 
lo la  franqueza  suya  para  los  bienes  de  la  tierra ,  sino 
mucho  mas  en  los  bienes  del  alma,  que  son  los  verda- 
deros y  proprios.  Y  promete  al  que  se  reconcilia  con 
Dios  paz  con  las  piedras,  y  que  hallará  jugo  en  ellas, 
y  que  las  alimañas  del  campo  ,  en  lugar  de  hacerle  pe- 
dazos ,  le  harán  amistad.  Porque  en  estando  bien  el  al- 
ma con  Dios,  la  tierra  dura  y  lo  empedernido  de  nues- 
tro cuerpo  para  los  sentimientos  del  cielo  se  ablanda 
y  se  enmollece  y  recibe  el  rocío  del  cielo,  y  da  fruto 
de  piedad  y  justicia;  y  hácese  fecundólo  estéril  y  fruc- 
tifica para  el  cielo  la  tierra,  y  las  alimañas  fieras  de 
nuestros  sentidos  y  sus  inclinaciones  y  aficiones  bes- 
tiales, que  salteaban  antes  á  todas  horas  y  que  despe- 
dazaban el  alma,  hacen  paz  con  ella  y  se  le  sujetan  y 
la  reconocen.  Y  puede  entonces  el  hombre  entrar  sin 
miedo  en  su  casa  y  vivir  con  sosiego  consigo;  y  ni  en  su 
cuerpo  (que  es  como  tienda  en  que  el  alma  desterrada 
aquí  vive)  ni  en  las  partes  menos  perfectas  del  alma,  ni 
en  esa  alma  misma,  que  es  la  propria  morada  de  la  ra- 
zón ,  halla  en  qué  peque,  en  qué  estropiece,  en  qué  se 
desguste  y  enoje;  antes  lo  halla  todo  mejorado,  y  tana 
una  heclio  para  hacer  bien,  que  no  solamente  es  bue- 
no lo  que  fructifica  ,  sino  también  es  mucho  el  fruto  y 
muy  copioso,  y  ansí  por  todas  partes  rico;  y  añadién- 
dosele cada  dia  nuevos  frutos  de  mérito,  fenecido  el 
navegar  de  la  vida,  entra  en  el  puerto  abastado  de  bie- 
nes. Por  lo  cual  concluyendo  ,  al  fin  dice: 

20  «Vendrás  con  sazón  á  la  huesa,  como  amonto- 
namiento de  mieses  es  alzado  á  su  tiempo.»  «Con  sa- 
zón,» dice,  morirá  si  sirve  á  Dios ;  esto  es,  morirá  de 
su  muerte  y  sin  violencia,  y  después  que  la  vida  lle- 
gue á  su  madurez,  bario  de  días  y  cuando  ya  la  edad 
y  los  años  lo  pidan.  Que  como  cuando  la  fruta  en  el 
árbol  llega  á  tener  su  sazón ,  se  suele  ella  caer  de  su- 
yo sin  que  los  otros  la  corten;  así  tiene  su  cierta  sazón 
el  vivir,  adonde  la  vida  misma,  cuando  llega,  llama  á  la 
muerte.  Y  á  la  verdad ,  el  bueno  siempre  muere  bien, 
y  el  que  muere  bien  siempre  muere  en  sazón.  Como  al 
contrario,  á  los  malos,  por  mucho  que  vivan ,  les  viene 
siempre  sin  tiempo  la  muerte,  porque  mueren  antes 
que  les  convenga  morir;  y  son  cortados  siempre  en 
agraz ,  porque  están  verdes  siempre ,  por  razón  de  su 
mucha  liviandad  y  mal  seso.  Mas  muere,  como  dice 
Elifaz ,  en  su  sazón  el  bueno.  Y  para  declararlo  mas, 
compáralo  y  dice:  uComo  amontonamiento  de  mieses 
es  alzado  á  su  tiempo. »  Como,  dice ,  se  cortan  las  mie- 
ses y  se  alzan  en  las  paneras,  no  cuando  están  verdes, 
sino  cuando  están  bien  espigadas  y  secas,  ansí  al  ami- 
go de  Dios  le  llama  Dios  y  le  alza  ásus  bienes,  cuando 
ya  le  tiene  bien  granado  y  maduro.  Y  no  dice  como 
mieses,  sino  «como  amontonamiento  de  mieses»,  esto 
es,  como  muchas  mieses  y  muy  abundantes ;  porque  hay 
espigas  y  mieses  secas  y  estériles,  y  que  se  cogen  tam- 
bién ó  para  el  fuego  o  para  otros  servicios,  y  el  justo 
no  es  así,  sino  como  espiga  de  buen  año  y  riquísima, 
que  lacerta  para  el  cielo  Dios  en  teniendo  sazón.  Y  con 
esto  da  fin  Elifaz  á  su  plática,  y  rematándola,  dice  : 
E.  XVI- II, 


LIBRO  DE  JOB.  321 

27  «Ves ,  esto  pesquisamos ,  ansí  ello ;  óyelo  y  apren- 
de para  tí.»  Esto  es.  Ves,  cuauto  te  he  dicho  no  e3 
sueño  ni  fantasía  mia,  sino  cosa  muy  pesquisada,  es- 
to es,  considerada  con  atención  profunda,  y  ello  es  la 
misma  verdad.  Por  tanto  óyelo,  esto  es,  dale  entero 
crédito  «  y  apréndelo  para  tí » ,  esto  es ,  y  aprovéchate 
de  ello.  Ansí  que,  dícele  que  esta  su  doctrina  es  ver- 
dad apurada,  y  ruégale  que  se  persuada  della,  no  solo 
para  conocer  que  es  asi ,  sino  para  vivir  así  como  por 
ella  se  dice,  que  es  el  lin  del  saber. 

CAPITULO  VL 

ARGUMICMO. 

Job,  de  nuevo  lastimado  con  la  pl;'itica  de  Elifaz,  que  oia  sus 
qiiojus  y  no  s^ntia  sus  dolores,  desea  que  lo  uno  y  lo  otro  se 
pudiera  poner  cada  uno  en  su  bilanza,  para  que  asi  se  viera 
cuánto  es  mas  lo  que  le  duele  que  lo  que  se  queja.  Desea  aca- 
bar ya  con  la  vida;  laméntase  del  poco  consuelo  que  halla  en 
sus  amigos,  y  dice  : 

i  Yreípoiidió  Job  y  dijo  : 

2  Ojalá  [lesando  fuese  pesiula  mi  sana  y  mi  quebranto, 
y  en  balanzas  se  le  levatilaseii  á  una. 

5  Porque  entonces  mas  que  arena  de  mares  pesarla, 
por  doiide  mis  pal;il)i'ns  son  asoilo/.íidas. 

i  Porque  saetas  del  poJeroso  comigo,  cuya  ponzoña 
bebe  mi  espirilu,  tuibaciones  de  Dios  se  ['asieron  en  or- 
den contra  iiii. 

o  ;,Pür  veniura  gime  celro  sobre  heno  ?  ó  ¿si  brama 
buey  sobre  su  pesebre? 

6  ¿Si  será  cuniido  lo  desabrido  sin  sal?  ó  ¿si  hay  gusto 
en  lo  que  es  morir  puro? 

7  Lo  que  rehusó  de  locar  mi  alma,  eso  como,  los  dolo- 
res pan  mió. 

8  ¿Quién  diese  que  viniese  mi  demanda,  y  lo  que  es- 
pero me  lo  diese  Dios? 

9  Comenzó  iJios,  quebránteme  ,  suelte  la  mano  y  des- 
pedáceme. 

10  Y  seria  mas  mi  conhorte  que  asándome  con  dolonio 
apiade,  que  r.o  contradiré  palabras  de  sanio. 

11  ¿Cuál  fuerza  mia,  ó  cual  mi  íin?  ¿Cuándo  ensan- 
charé mi  alma? 

•12  ¿Por  dicha  fuera  de  piedras  mi  fuerza?  Por  dicha  mi 
carne  de  bronce? 

13  No  mi  ayuda  en  mí,  y  mi  necesario  es  alanzado  de 
mi. 

1-i  Quien  se  desata  de  su  compañero,  el  temor  de  Dios 
deja. 

13  Mis  hermanos  se  pasaron  como  arroyo,  como  ave- 
nida de  arroyo  se  pasaron. 

16  Que  temen  la  helada,  y  en  ellos  cae  y  se  asconde  la 
nieve. 

17  En  la  hora  que  se  pasan  son  acabados ;  en  escalen- 
tando fueron  deshechos  de  su  lugar. 

18  Torceránse  caminos  de  su  carrera,  caminarán  á 
nada  y  perecerán. 

19  Consideraron  sendas  de  Teman, caminos  deSabbá, 
esperad  en  ellos. 

20  Avergonzáronse  porque  se  confiaron,  vinieron 
hasta  aqui,  y  quedaron  corridos. 

21  Que  agora  sois  venidos,  vedes  quebranto  y  temé- 
I    des. 

22  ¿Si  dije :  Traed  á  mí ,  y  de  vuestra  hacienda  pechad 
por  mí? 

1  25  ¿O  escapadme  de  mano  de  angustiador,  y  de  mano 

!  de  fuerte  me  redimid.' 

I  24  Avezadme,  y  yo  callaré,  y  lo  que  erré  hacello  en- 

I  tenderá  mi. 

i  2o  ¿Porqué  son  violentadas  palabras  dedereche:.?¿Quc 

I  reprehenderá  repreheusür  de  vosotros? 

21 


322  OBRAS  DE  FRAY 

26  ¿Por  diclia  no  es  así,  que  para  reprehender  palabras  i 
pensadas,  y  para  el  viento  palabras  perdidas? 

27  También  sobre  huérfano  alanzáis,  y  se  la  armáis  á   j 
vuestro  compañero. 

28  Y  agora  quered,  comenzad;  atendadme ,  ved  si 
miento  en  vuestra  cara.  i 

29  Tornada  responder  os  ruego,  y  no  baya  porfía;  tor- 
nad, mas  guárdeseme  justicia  en  ella. 

30  Xo  habrá  en  mi  lengua  torcimieuto,  ni  en  mi  paladar 
sonará  necedad. 

EXPLICACIÓN. 

i  c(Y  respondió  Jbb  y  dijo.»  Siendo  oída  y  bien  en- 
tendida por  Job  la  razón  de  Elifaz ,  luego  que  le  vio 
callar  le  respondió  de  esta  manera: 

2  «Ojalá  pesando  fuese  pesada  mi  saña,  y  mi  que- 
branloen  balanzas!»  Ofendióse  Elifaz  de  Job  y  liízole 
cargo  de  dos  cosas.  Una,  del  mucho  sentimiento  que 
hacia  quejándose  agrámente  y  doliéndose ,  á  su  pare- 
cer, mucho  mas  de  lo  que  la  fortaleza  y  paciencia  per- 
mite. Olra,  que  se  vendía  por  justo  y  daba  á  entender 
que  padecía  sin  culpa.  De  lo  primero  dijo:  «Tú  esfor- 
zabas las  manos  dejadas,  y  vino  agora  la  tribulación 
sobre  tí  y  caíste,  tocóte  y  fuiste  turbado.»  Por  causa 
de  lo  segundo  decía  :  «Dime  qué  limpio  se  haya  per- 
dido ó  qué  hombre  recto  ha  sido  corlado.»  Pues  á 
estas  dos  cosas  responde  en  esle  capítulo  Job  y  en  el 
que  se  sigue,  y  dice  ansí:  «Ojalá  pesando  fuese  pesa- 
da mi  saña  y  mi  quebranto.»  Mi  saña,  entendió  san  Je- 
rónimo la  que  Dios  tiene  comigo  por  mis  pecados,  y 
trasladó  bien:  «Ojalá  fuesen  pesados  mis  pecados,» 
conviene  á  saber,  aquellos  con  que  merecí  esta  ¡ra  de 
Dios.  Y  según  esto ,  responde  Job  primero  al  cargo  se- 
gundo, de  que  se  vendía  por  justo  y  por  castigado  sin 
culpa,  y  dice  con  palabras  que  hacen  signííicacion  de 
un  deseo  grandísimo,  que  pues  no  cíeen  que  padece  sin 
culpa,  ni  él  lo  puede  probar  por  razón,  desea  ¡níini- 
lamente,  si  posible  fuese,  hacerles  evidencia  dello,  po- 
niendo en  una  balanza  su  culpa  toda ,  y  en  otra  su  ca- 
lamidad y  casligo,  y  puestos,  que  alzara  alguno  el  peso, 
porque  así  se  viera  luego  cu¡il  balanza  pesaba  mas,  cuál 
(juedaba  agravada  en  el  suelo  y  cuál  se  levantaba  en 
alto  ligera.  Mas  podemos  también  entender  que  su  sa- 
rta,, la  que  dice,  es  fa  que  él  mostraba  lamentándose 
de  su  desventura  y  quejándose  y  mostrándose  airado. 
Conforme  á  lo  cual ,  responde  Job  primero  á  lo  prime- 
ro deque  Elifaz  le  acusaba,  y  afirma  que  su  senii- 
micnlo,  y  las  demostraciones  que  del  hace  quejándose, 
y  cuanto  contra  su  nacimiento  y  su  ventura  triste  ha 
mal  dicho,  si  se  coleja  y  si  .se  pesa  fielmente  con  el  mal 
que  padece  y  con  la  calamidad  que  leallige  y  le  mue- 
ve á  decirlo ,  es  mucho  menos  lo  que  dice  de  lo  que 
su  trabajo  merece  que  diga ,  y  sn  querella  es  muy  me- 
nor que  el  mal  de  que  ansí  se  querella ,  y  que  en  este 
caso  suyo  lo  que  habla  no  iguala  á  lo  que  síenle,  ni  lo 
que  siente  al  grandísimo  mal  que  padece.  Y  conformeá 
csio,  prosigue  refiriendo  y  encareciendo  por  elegante 
manera  la  graveza  de  su  mal,  y  sus  muflios  qnilales. 
Pues  dice:  Ojalá,  que  es  palabra  que  sii/uiíica  deseo, 
y  €s  muy  proprio  el  deseo  al  que  se  ve  sin  razón  afligi- 
do. Porque  el  saber  su  razón ,  y  el  ver  que  no  se  la 
creen  ni  le  vale,  cria  en  él  agonía,  de  la  cual  naccde- 


LUIS  DE  LEÓN. 

seo  vivo  y  de  fuego  de  hallar  medio.s  eficaces  para  ser 
creído  y  valido;  y  desea  que  lo  imposible,  si  es  útil  pa- 
ra sacar  á  luz  su  remedio  y  verdad ,  se  hiciese  posible. 
«Ojalá,  dice,  pesando  fuese  pesada,»  esto  es,  fuese 
con  efecto  bien  y  fielmente  pesada.  Porque  en  la  len- 
gua original  deste  libro  se  suele  decir  así  todo  lo  que 
se  hace  enteramente  y  de  veras ;  como  castigando,  cas- 
tigaré ;  amando ,  amaré ;  diciendo ,  diré ;  esto  es ,  cas- 
tigaré, amaré,  y  diré  muy  de  hecho.  «Mi  saña  y  mi 
quebranío.»  Quebranto  llama  su  calamidad  y  trabajo, 
que  le  había  deshecho  la  hacienda,  y  quebrado  la  salud, 
y  rompido  el  cuerpo,  y  desmenuzado  el  corazón.  «En  ba- 
lanzas levantasen  á  una;»  eslo  es:  Ojalá  mí  saña  y  mi 
quebranto  las  pusiesen  en  dos  balanzas,  en  cada  una  la 
suya,  y  puestas,  levantase  alguno  el  peso  para  ver  cuál 
pesaba  mas  de  las  dos.  Y  dice  «en  balanzas »,  porque 
el  peso  del  las  es  proprio  para  entre  dos  cosas  cuando  se 
contrapesan ,  y  diciendo :  «  En  balanzas  levantasen  á 
una,»  dice  la  manera  fiel  de  pesar,  que  es  levantará 
una  el  peso,  esto  es,  derecha  y  fielmente,  sin  engaño 
ni  artificio.  En  lo  cual  da  bien  á  entender  cuan  cier- 
to está  de  su  verdad,  pues  lo  pone  en  juicio  de  peso, 
que  es  juicio  afinado  y  puntual ,  y  de  peso  adonde  en  la 
forma  del  pesar  no  haya  engaño.  Y  así  dice: 

3  «Porque  entonces  mas  que  arena  de  mares  pesa- 
ría, por  donde  mis  palabras  son  asollozadas.»  Esto  es, 
porque  si  se  pesasen,  como  digo,  en  peso  justo  y  por 
justa  manera  mi  saña  y  mi  quebranto  juntamente,  á  los 
ojos  se  vería  luego  que  pesaba  este  en  comparación  de 
a<juellamas  que  toda  la  arena  del  mar.  En  que  quiere 
decir,  no  solamenleque  es  mas  grave  su  calamidad  que 
su  queja,  sino  también  que  es  tan  grande  el  exceso, 
que  aquello  en  que  la  calamidad  á  la  queja  excede,  si 
se  contrapesase  con  toda  la  arena  del  mar,  pesada  mas 
que  la  arena;  que  es  decir  que  excede  su  castigo  á  su 
querella  sin  proporción  ni  medida  alguna.  «Mas  que 
arena  de  mares.»  Dicho  así  arenacn  número  singular, 
hace  significación  de  toda  la  arena,  según  la  proprie- 
dad  de  la  lengua ,  y  iiace  comparación  con  la  arena,  no 
solo  porque  es  pesada,  sino  también  porque  es  mucha; 
digo  no  solamente  por  lo  mucho  que  pesa,  sino  por  el 
número  infinito  de  las  arenas  que  tiene;  y  así,  lo  que 
dice  es,  no  solamente  que  el  exceso  que  su  calamidad á 
sus  querellas  hace  pesa  mas  quclaarena,  sino  que  si  se 
contasen  ó  contar  pudiesen  las  onzas  ó  las  libras  que 
tiene  mas  el  mal  que  padece  que  el  sentimiento  que 
hace,  seria  en  mayor  número  que  son  las  arenas,  lo 
cual  se'díce  por  figura  y  exceso.  Demás  de  que,  viene 
bien  comparar  la  calamidad  grave  con  la  arena  pesada, 
que  para  ninguna  cosa  parece  buena,  sino  es  para  dar 
molestia  y  trabajo;  que  ni  se  siembra  bien  en  ella,  ni 
se  edifica  cosa  firme  sobre  ella,  ni  se  puede  andar  por 
ella  sin  pesadumbre;  y  como  es  menuda  y  sin  núme- 
ro, así  en  las  calamidades,  muchas  veces  de  cosas  me- 
nudisimas  se  hace  un  cuerpo  de  mal  insurrible.  Y 
porque  sus  trabajos  de  Job  son,  comoarena,  muy  pesa- 
dos y  muchos,  por  eso  dice  luego:  «Por  donde  mis  pa- 
labras son  asollozadas;»  como  sí  dijese  mas  claro:  Y 
así,  según  que  mí  mal  es  grave,  mis  palabras  son  dolo- 
ridas, porque  hablo  como  padezco,  y  confórmase  en 
nú  con  el  sentir  el  dccii".  «Son,  dice,  asollozadas.»  La 


EXPOSICIÓN  DEL 
palabra  original,  que  es  Uiah,  quiere  decir  sorber  ó  tra- 
gar; y  así,  dice  Job  que  sus  palabras  cuando  las  dice 
las  sorbe,  que  es  decirlas  con  dolor  y  sollozo;  porque 
el  sollozo,  cuando  se  habla  sollozando,  menoscaba  lo 
que  se  habla,  y  como  lo  sorbe  y  demedia.  Dice  mas. 

4  (iPorque  saetas  del  Abastado  comigo,  cuya  ponzo- 
ña bebe  mi  espíritu;  turbaciones  de  Dios  se  pusieron 
en  orden  contra  mí.»  Comienza  á  declarar  la  gravedad 
de  sus  males ,  especificando  las  cualidades  de  ellos,  pa- 
ra que  así  se  vea  ser  verdad  lo  que  dice  de  su  peso  y 
exceso.  Y  lo  primero,  engrandécelos  por  la  cualidad  y 
poder  de  quien  en  él  los  causa ,  que  es  Dios.  Porque  las 
obras  siempre  responden  al  que  las  hace,  y  el  golpe  sue- 
le ser  siempre  cual  es  la  fuerza  y  el  brazo  que  le  da;  y 
Dios,  como  es  de  infinito  poder,  hiere,  cuando  hiere,  con 
golpes  durísimos.  Por  donde  la  Escritura  dice  (a):  «Hor- 
rible cosa  es  caer  en  las  manos  de  Dios;»  y  los  ejem- 
plos de  los  castigos  graves  que  ha  hecho,  en  el  primer 
pecado,  en  el  diluvio  del  mundo,  en  los  de  Sodoma, 
en  su  pueblo  el  que  amaba,  lo  dan  á  entender  clara- 
mente. Y  así  dice  :  «Porque  saetas  del  Abastado  co- 
migo.» Como  diciendo:  si  queréis  conocer  cómo  mi  ca- 
lamidad es  excesiva,  mirad  el  autor  della  quién  es;  que 
yo  no  vine  á  esta  desventura  por  caso ,  ni  es  mal  que 
mi  suerte  niele  acarrea,  ni  son  cosas  forjadas  por  el  jui- 
cio ni  por  la  enemistad  de  los  hombres ;  todo  ello  es 
rayo  venido  del  cielo,  y  cosa  propria  de  su  mano  y  alja- 
ba. «Saetas,  dice,  del  Abastado  comigo.»  Y  tiene  su 
encarecimiento  cada  una  palabra.  Saetas  dice,  no  gol- 
pes como  quier,  ni  males  que  hieren  en  el  sobrehaz  ó 
que  magullan  solamente  la  carne;  sino  saetas  agudas, 
que  rompen  la  carne  y  pasan  el  corazón  y  le  traspasan, 
penetrando  hasta  lomas  sensible  y  mas  vivo.  Saetasson 
enviadas  por  el  «.Abastado  y  Poderoso»,  que  en  su  ori- 
ginal dice  Sadai,  y  es  uno  de  los  diez  nombres  de  Dios ; 
y  decir  que  son  «del  Abastado  sus  saetas»,  es  decir  que 
ni  son  pocas  en  número  ni  enviadas  con  brazo  débil.  Y 
dice :  «Comigo  ó  juntamente  comigo ,»  comoel  original 
lo  denmestra;  en  que  hace  significación  de  apegamien- 
to y  de  asiento  y  de  hábito.  Como  significando  por  esto 
Job  que  no  son  tiros  ni  saetas  estas  que  dice  que  le 
traspasaron  y  se  pasaron ,  sino  saetas  que  le  hirieron  y 
hieren ,  estando  siempre  y  de  contino  en  sus  entrañas 
hincadas  de  manera,  que  ni  la  cirujía  las  saca,  ni  la  me- 
dicínalas mitiga,  ni  las  remedia  el  ingenio  ó  el  arte;  an- 
tes las  encrudece  el  remedio,  porque  su  mal  es  mal  ha- 
bitual y  arraigado  y  que  ha  tomado  en  él  posesión.  De 
suerte  que  este  mal  de  Job  es  mal  terrible ,  lo  uno  por 
ser  Dios  el  autor,  lo  otro  por  penetrar  á  lo  vivo,  lo  ter- 
cero porestar  perseverante  y  de  asiento.  Yasi  dice:  «Cu- 
ya ponzoña  bebe  mi  espíritu.»  Que  por  haber  llamado 
sae:asá  sus  dolores,  siguiendo  la  figura  misma,  dice 
agora  que  su  ponzoña  le  acaba,  porque  es  ordinario  to- 
car con  yerba  las  saetas  que  dañan ;  y  dice  bien  y  pro- 
priamenle  que  «le  bebe  la  ponzoña  el  espíritu»,  por- 
que con  los  espíritus  que  llaman  en  el  cuerpo  los  mé- 
dicos, que  son  el  instrumento  principal  de  la  vida,  tie- 
ne derechamente  enemistad  la  ponzoña,  que  luego  que 
en  el  cuerpo  se  recibe  prende  en  ellos,  y  los  turba  y 
marchita  y  deshace  y  acaba.  Mas  dice;  üTurbaciones 

(a)  Ad  hebiácos,  cap,  10,  v.  31, 


LIBRO  DE  JOB.  32.3 

de  Dios  se  pusieron  en  orden  contra  mí.»  Por  las  sae- 
tas que  ha  dicho,  podemos  bien  entender  los  dolores 
agudos  que  por  causa  de  su  enfermedad  pailecia,  por- 
que cada  una  llaga  suya  y  cada  apostema  era  como  ui 
pasador  que  le  tenia  enclavado  ;  y  por  las  turlaf^iones 
y  espantos  que  añade  agora,  significa  las  me'anC'lías 
que  le  turbaban  y  asombraban  el  corazón;  por]ue  su  en- 
fermedad, por  ser  de  aposiemas  y  llagas,  era,  á  loque 
se  entiende,  de  humor  melancólico.  Y  así,  por  una  par- 
te las  apostemas  doliendo,  y  por  otra  la  melancolía 
negra  y  corrompida  asiendo  del  corazón  y  espantándo- 
le, hacían  guerra  al  varón  santo.  Porque  á  la  verdad, 
en  las  enfermedades  que  son  deste  humor  son  increí- 
bles las  tristezas  y  los  recelos  y  las  imagines  de  temor 
que  se  ofrecen  á  los  ojos  del  que  padece.  Que  sabido 
es  lo  que  el  padre  de  los  médicos  dice  (6) ,  que  la  me- 
lancolía á  los  que  fatiga  los  hace  tristes  y  muy  teme- 
rosos y  de  ánimo  vil.  Y  otro  médico  muy  señalado : 
Unos ,  dice  (c) ,  temen  á  sus  mas  amigos ,  otros  se  es- 
pantan de  cualquier  hombre  que  sea;  este  no  osa  salir 
á  la  luz ,  aquel  busca  lo  escuro  y  lóbrego,  otro  lo  teme 
y  lo  huye;  algunos  se  espantan  del  vino  y  del  agua  y 
de  todo  aquello  que  es  líquido;  y  como  la  melanco- 
lía sea  de  muclias  diferencias ,  pero  en  todas  es  común 
y  general  el  hacer  tristeza  y  temor;  que  todos  los  me- 
lancólicos se  demuestran  ceñudos  y  tristes,  y  no  pue- 
den muchas  veces  dar  de  su  tristeza  razón,  y  casi  lo- 
dos los  mismos  temen  y  se  recelan  de  lo  que  no  mere- 
ce ser  recelado.  O  digamos  de  otra  manera,  que  llama 
Job  «turbaciones  de  Dios»  á  aquellos  malos  espíritus  á 
quien  dio  licencia  Dios  que  le  turbasen ,  y  á  quien  hi- 
zo ministros  y  verdugos  suyos  para  afligirle  y  azotarle. 
Y  llámalos  con  razón  «turbaciones  y  espantos  de  Dios», 
porque  es  proprio  oficio  de  ellos  hacer  espanto  y  tur- 
bación de  los  hombres.  Y  porque  llamó  saetas  á  sus  do- 
lores, que  le  traspasan  por  mil  partes  el  cuerpo ,  hace 
memoria  luego  de  los  ballesteros  que  se  las  tiran ,  y 
pónelos,  como  en  escuadrón,  bien  ordenados  y  ala  re- 
donda de  sí,  para  engrandecer  con  mayor  viveza  su 
mal ;  porque  dice  :  Herido  estoy  de  mil  saetas  enher- 
boladas, y  los  que  me  las  envían  y  hieren  con  ellas  á 
la  redonda  me  cercan ;  y  como  los  arcabuceros  en  la 
guerra,  puestos  por  sus  hileras,  dan  ordenadamente  sus 
ruciadas ,  de  manera  que  ni  se  pierde  bala  ni  se  pasa 
tiempo  sin  tirar  y  herir,  ansí  es  lo  que  se  hace  comi- 
go. Y  ayuda  á  esta  sentencia  la  palabra  original  de  lo 
que  dijimos,  «se  pusieron  en  orden,»  porque  es  pro- 
pria de  guerra  y  del  concierto  con  que  en  ella  se  ponen 
en  escuadrón  los  soldados.  Prosigue: 

5  «  ¿  Por  ventura  gime  cebro  sobre  yerba?  ó  ¿si  bra- 
mó buey  sobre  su  pesebre?»  Es  otra  razón  para  el  in- 
tento mismo  de  probar  que  su  mal  es  gravísimo;  y  como 
la  primera  se  tomó  de  la  causa  que  procedía,  ansí  esta 
segunda  nace  de- los  efectos  que  del  proceden.  Porque 
en  efecto  arguye  desta  manera  :  Nadie  á  quien  le  va 
bien,  ó  cuando  bien  le  va,  se  querella.  Y  pruébalo  con 
ejemplo  palpable,  porque  dice:  Ni  el  cebro  cuando  tie- 
ne abundancia  de  heno  gime,  ni  el  buey  brama  con 
hambre  cuando  se  ve  en  su  pesebre  abastado;  luego, 
pues  yo  lloro  y  me  quejo,  entender  debéis  que  no  lo  ha- 

(b)  Galea.,  Iib.  De  ani.  mor.,  cap.  3.     (c)  ^tio,  Ub.  vi,  cap.  9. 


324  OBRAS  DE  FRAY 

go  de  vicio,  sino  que  padezco  lo  que  me  hace  quejar,  y 
que  á  lo  menos,  si  no  excede,  no  es  menor  el  mal  que  la 
queja,  porque  el  efecío  siempre  responde  á  su  causa,  y 
no  obra  ninguna  mas  qv.e  puede.  Y  con  esto  Job  así 
prueba  su  intento,  que  juntamente  reprehende  por  se- 
creta manera  de  mal  advertido  á  Elifaz ,  como  si  le 
dijese  :  Acusas  mi  sentimiento  y  repreliendés  lo  mu- 
cho que  me  querello,  y  si  fueras  mas  avisado,  ese  mis- 
mo sentimiento  que  hago  te  declarara  la  grave  causa 
que  para  quejarme  teuyo;  porque  ¿quién  es  el  que  de 
balde  se  queja?  Los  brutos  no  braman  sin  causa,  y  yo, 
sinome  sobrara,  ¿hiciera  el  sentimiento  que  hago?Cier- 
ta  y  evidente  señal  es  del  gravísimo  mal  que  padezco, 
el  amargo  lloro  mió.  Que  como  el  bien  no  causa  bra- 
mido ni  lloro,  ansí  el  mal  y  trabajo  que  está  en  el  alma 
sale  siempre  á  la  boca,  y  el  parto  del  dolor  es  gemido. 
Y  esto  es  lo  que  añade  luego  : 

6  ((¿  Si  será  comido  lo  desabrido  sin  sal ,  ó  si  hay 
gusto  en  lo  que  es  morir  puro?»  o  como  otra  letra  di- 
ce, «en  saliva  de  muerte?»  Como  diciendo  que  no  pue- 
de ser  comido  lo  desabrido,  y  que  cualquiera  que  gusta 
lo  desalado,  lo  desecha,  y  á  lo  malo  lo  aparta  de  sí. 
Que  es  decir  que  todos  los  que  gustan  lo  malo  dan  lue- 
go muestras  de  su  desgusto ,  y  al  revés ,  de  lo  bueno 
no  se  queja  ninguno ;  y  que  ansí  él  de  fuerza  en  un  tra- 
go tan  amargo  da  demostraciones  de  lo  mal  que  le  sa- 
be. Y  arguye  á  lo  mas  do  lo  menos,  como  en  esta  ma- 
nera: Una  cosa  desabrida  y  sin  sal,  el  que  en  la  boca  la 
pone,  la  desecha  y  la  aparta  de  sí,  y  con  palabras  y  vi- 
sajes muestra  su  desabrimiento  y  desgusto;  y  ¿maravi- 
llaste agora  tú  que ,  despojado  yo  y  desamparado  yo  y 
miserable  yo,  y  llagado  el  cuerpo,  y  despedazado  el  áni- 
mo con  un  mortalísimo  mal,  diga  que  el  dolor  me  due- 
le y  que  la  desventura  me  aflige  ?  Y  conforme  á  esto,  de 
la  primera  parte  del  verso  se  arguye  la  segunda,  en  es- 
ta forma  :  Si  no  puede  ser  comido  lo  desabrido  sin  sal , 
menos  será  posible  llevar  con  gusto  lo  que  es  puro  mo- 
rir. Aunque  lo  que  decimos  «puro  morir»,  en  su  ori- 
ginal á  la  letra  puede  decir  (á  lo  que  parece)  dos  co- 
sas, una,  «¿ó  si  hay  gusto  en  lo  que  es  saliva  de  muer- 
te?» que  es  lo  que  siguió  san  Jerónimo,  y  loque  hasta 
agora  habemos  dicho.  Porque  « .saliva  de  muerte  »  lla- 
ma lo  que  tiene  sabor  de  muerte ,  ó  lo  que  tocado  á  la 
saliva  y  llegado  á  la  boca,  derrama  luego  por  allí  su 
ponzoña.  Otra,  «¿ó  si  hay  gusto  en  saliva  de  huevo?» 
y  «saliva  de  huevo»  es  su  clara  ,  que  el  hebreo  ansí  la 
llama.  Conforme  á  lo  cual,  en  esta  segunda  parte  del 
verso  pone  Job  un  particular  de  lo  que  en  general  dice 
la  parte  primera ;  que  allí  preguntaba  si  seria  comido 
lo  desabrido,  y  aquí  pone  ejemplo  en  una  cosa  desabri- 
da, y  repregunta  si  hay  gusto  en  saliva  de  huevo.  Que 
es  de  lo  que,  si  no  es  con  sal,  no  se  puede  comer.  Pues 
dice :  Sí  en  lo  desabrido,  quien  lo  gusta  y  cuando  lo  gus- 
ta muestra  desplacer  y  desgusto,  ¿qué  es  lo  que  dello 
se  sigue?  ¿Qué?  Que  no  hago  yo  cosa  nueva  ni  de  razón 
ajena  si  me'desgusto  y  me  ijuejo.  ¿Por  qué?  Porque, 
dice,  lo  que  es  amargor  y  lo  que  es  el  mismo  dcsabri- 
mielfo,  eso  es  lo  que  me  dan  á  comer  agora  y  con  lo 
que  Dios  me  mantiene.  Por  lo  cual  añade  diciendo  : 

7  «  Lo  que  rehusó  de  tocar  mi  alma,  eso  como,  los  do- 
lores pan  mío.»  «Lo  que  rehusó  de  locar  mi  alma,»  cs- 


LUIS  DE  LEÓN. 

to  es,  lo  que  mas  el  alma  huye  y  aborrece,  y  lo  que  ten- 
go por  mas  amargo  y  desabrido ,  eso  es  lo  que  como  y 
con  lo  que  Dios  agora  me  mantiene,  y  que  quiera  ó  no, 
me  abre  la  boca  á  ello,  y  lo  pasa  al  estómago,  y  lo  asien- 
ta y  apega  al  corazón,  y  (( mi  pan  »,  el  que  me  dan  á  co- 
mer, es  el  amargor  y  dolor  mió.  Y  pues  así  es,  ¿qué 
maravilla  es  que  tuerza  yo  el  rostro  agora,  y  que  con 
palabras  y  meneos  muestre  el  sinsabor  que  padezco, 
pues  una  clara  de  huevo  ó  un  huevo  ó  otra  cosa  sosa 
y  sin  sal,  aquellos  á  quien  se  da  lo  arrojan  de  sí ,  y  se 
desgustan  della,  y  se  enojan  con  quien  se  la  ofrece?  Y 
esta  misma  sentencia  dicen  las  palaljras  originales,  aun- 
que mas  corlada  y  mas  breve ;  porque  dicen  desla  ma- 
nera :  «  Rehusó  tocar  mi  alma  esos  dolores,  pan  mío; » 
esto  es,  rehusó  mi  alma  la  aflicción  y  dolor,  y  eio  mis- 
mo es  agora  mi  pan.  Y  llámalo  su  pan,  no  porque  gus- 
te del  ni  le  apetezca,  sino  porque,  como  decimos,  le  ha- 
cen que  lo  coma  en  gran  copia  y  lo  encorporan  en  él. 
Que  lo  que  en  abundancia  se  da,  y  lo  que  se  ajunia  y 
apega  mucho,  parece  que  se  come  y  se  bebe.  Y  la  Es- 
critura Santa  habla  asi  por  estos  nombres  de  comer  y 
beber  en  las  desventuras  y  calamidades,  cuando  quiere 
demostrar  la  grandeza  dellas,  y  que  no  son  calamida- 
des que  tocan  en  la  sobrehaz,  sino  calamidadesque  pe- 
netran á  lo  secreto  del  alma  y  se  afierran  y  asen  della. 
Así  dice  Esaias  (a)  á  los  pecadores  de  su  pueblo  :  ((Co- 
merán el  fruto  de  sus  invenciones,  »  para  decirles  que 
padecerán  miserias  grandísimas.  Y  en  el  mismo  propó- 
sito Oseas  (6) :  «Arastes  maldad  y  segas'.es  mala  ven- 
tura, y  comistes  de  la  mentira  los  frutos.»  Y  del  beber 
en  la  misma  significación  en  el  salmo  (c):  «El  Señor 
tiene  en  su  mano  un  vaso  lleno  de  vino  mezclado ;  be- 
berán del  todos  los  pecadores.  »  Y  en  este  libro  {d) 
(mas  abajo)  se  dice  del  malo  «que  beberá  del  furor 
del  poderoso».  Así  que,  diciendo  agora  Job  que  su  pan 
y  su  comida  es  sola  su  desventura,  dice  á  sus  com|)a- 
ñcros  dos  cosas  :  una,  que  siendo  tal  su  comida,  no  so 
maravillen  si  hace  ascos  della;  otra,  que  es  grandísi- 
ma aquesta  desventura  suya ,  y  tan  arraigada  en  él, 
que  como  manjar  se  le  extiende  por  las  venas  y  se  le 
convierte  en  substancia.  Y  dejando  con  esto  como  bien 
probado  lo  que  propuso,  de  que  su  desventura  era  ma- 
yor que  su  queja,  y  que  así  no  excedia  en  quejarse,  an- 
tes era  mucho  menos  lo  que  decía  de  lo  que  podía  con 
justicia  decir  quejándose;  así  que,  dicho  esto,  la  con- 
sideración de  su  miseria,  que  con  esta  razón  se  avivó, 
le  movió  otra  vez  la  lengua  de  nuevo  para  liaccr  nueva 
queja,  que  dice  así : 

8  «¿Quién  diese  que  viniese  mi  demanda,  y  lo  que 
espero  rae  lo  diese  Dios?» 

9  «Y  comenzó  Dios,  y  quebrántaseme,  y  soltase  su 
mano  y  me  despedazase.  »  En  que  dice  recibiría  la  muer- 
te de  buena  gana,  por  salir  de  semejante  miseria,  y  co- 
mo quien  no  espera  ya  mejorarse,  brama  por  fenecer 
con  el  mal  que  i)a(lece;  y  dice  que,  pues  Dios  ha  co- 
menzado á  herirle,  le  traspase  y  acabe  del  todo.  Y  di- 
ce :  «¿Quién  me  diese?»  que  son  palabras  que  signiíi- 
can  deseo,  y  no  solo  deseo,  sino  juicio  de  que  lo  que  so 
pide ,  acerca  del  que  lo  pide  es  de  grandísima  eslima. 


(a)  Esai.,  c.  ' 

(Cj  Pa.  74,  <J. 


,  10.    {l>)  Ose.,  c.  10, 13. 
(rf)  Cap.  21,  V.  20. 


I 


EXPOSICIÓN  DEL  LIDRO  DE  JOB, 


323 


Porque  decir  quien  me  filete,  es  decir  quien  me  lu- 
ciese tan  feliz  y  diclio-o,  y  es  el  extremo  de  infelici- 
dad llegará  tener  por  buena  suerte  lo  que  en  sí  es  des- 
ventura y  miseria.  Y  ansí,  Job  aun  en  esta  querella  nue- 
va prueba  por  diferente  manera  su  miseria  grandísima; 
pues  en  comparación  della,  el  ser  despedazado  de  Dios 
lo  tiene  por  buena  dicha,  y  por  descanso  el  morir. 
«¿Quién  diese,  dice,  que  viniese  mi  demanda;»  esto 
es,  lo  que  agora  pedir  quiero;  «y  lo  que  espero  me  lo 
diere  Dios?»  «Lo  que  espero,»  esto  es,  lo  que  apetez- 
co y  amo.  «Y  comenzó  Dios  y  quebrántaseme,»  esto 
es,  pues  lo  comenzó,  que  lo  acabe,  y  pues  me  ha  lla- 
gado de  muerte ,  que  acabe  de  dármela,  y  que  no  me 
hiera  con  tenedor,  sino  que  suelte  á  su  mano  la  rienda, 
para  que  deshaga  enteramente  á  este  que  tiene  ya  tan 
desliedlo.  Y  da  la  razón  deste  su  deseo,  diciendo : 

10  «Y  seria  mas  mi  conhorte,  que  asándome  en  do- 
lor no  se  apiade;  que  no  contradiré  palabras  de  santo.» 
Esto  se  puede  apuntar  de  dos  maneras,  aunque  cuanto 
al  sentido  viene  á  lo  mismo.  Una  es ,  que  diga  Job  que 
le  seria  descanso,  cuando  se  asa  y  abrasa  en  enferme- 
dad y  dolor,  que  no  se  detuviese  Dios  y  le  remitiese  el 
ardor,  sino  que  insistiese  y  perseverase  sin  lástima  has- 
ta consumirle  todo ;  porque  aquella  piedad  le  es  á  él 
crueldad,  y  aquella  mitigación  y  pausa  le  es  continua- 
ción de  su  trabajo  y  miseria.  Y  dice  que  si  por  caso  en 
medio  del  golpe  detiene  Dios  el  azote  por  no  acabar  su 
paciencia,  esté  seguro  que  lo  sufrirá,  como  él  se  deter- 
mine de  acabarle  azotándole.  U  de  otra  manera,  que 
será  su  contento  que  el  dolor  le  abrase,  esto  es,  que  el 
dolor  le  consuma  como  el  fuego  consume.  Porque,  con 
ver  que  muere,  no  sentirá  si  le  duele,  y  porque  no  le 
será  dolor  en  llegando  á  ser  mortal  su  dolor.  Y  dice  en 
la  misma  razón  :  «No  apiade;  que  no  contradiré  pala- 
bras de  santo. »  Que  es  decir,  no  se  apiade  Dios  cuando 
me  hiere,  ni  suspenda  cuando  me  azota  la  mano,  sino 
azóteme  hasta  acabarme ;  que  si  él  esto  hace,  yo  no  me 
querellaré  jamás  del.  Como  diciendo  que  si  se  quere- 
lla agora  tan  agrámente,  no  es  porque  le  hiere,  sino  por- 
que no  le  mala;  no  porque  le  traspasa,  sino  porque  no 
le  acaba  ;  porque  el  apiadarse  es  alargar  su  miseria,  y 
este  pequeño  alivio  hace  que  su  padecer  sea  mas  luen- 
go ;  y  si  le  rehace  Dios  con  aflojar  los  cordeles  á  tiem- 
pos, no  le  rehace  para  que  descanse,  sino  para  que  pa- 
dezca mas  tiempo ,  y  el  dejar  de  padecer  es  para  mas 
padecer,  y  el  no  doler  á  ralos,  para  que  se  perpetúe  mas 
el  dolor,  que  es  el  mas  grave  dolor  y  el  mas  insufrible 
de  todos,  que  es  el  intento  de  Job,  para  mostrar  que  se 
queja  con  causa.  Y  conforme  á  esto  se  sigue  : 

i  i  «¿Cuál  fuerza  mía  para  que  espere,  y  cuál  mi 
fin  para  que  ensanche  mi  alma?»  Lo  que  decimos  «pa- 
ra que  espere,  para  que  ensanche»,  el  original  da  li- 
cencia para  traducirlo  también  ansí :  «¿Qué  fuerza  mía 
cuando  esperare?  ¿Cuál  mi  fia  cuando  ensanchare  mi 
alma?»  Pues  según  la  primera  letra  da  la  razón  por  qué 
ha  dicho  que  no  se  quejara  si  Dios  le  hiriera  de  muer- 
te, y  que  si  se  queja  es  porque  le  hiere,  no  para  aca- 
barle, sino  para  prolongarle  en  dolor  la  vida.  Pues  dice 
que  esto  le  es  intolerable,  porque  ni  su  fuerza  ni  la  de 
¡iinguno  basta  á  esperar,  esto  es,  á  sufrir  mal  tan  luen- 
go y  contino.  Que  si  se  acabara,  dice,  o  me  acabara  en 


un  día,  pasara  callando ,  mas  para  callar  en  tan  larga 
miseria  no  hay  fuerza  bastante.  Y  así  añade:  «¿Cuál 
mi  fin  para  que  ensanche  mi  alma?»  Como  diciendo: 
Mas,  ya  que  no  fué  breve  mi  mal ,  pudiérame  á  lo  me- 
nos consolar  si  tuviera  algún  término  firme  ;  que  el  fin 
situado  ensanchara  el  apretamiento  del  alma.  Mas  no 
tengo  un  cierto  término  ni  un  fin  señalado,  de  diez  ú 
de  veinte  ó  de  muchos  mas  años;  de  donde  sucede 
que  la  graveza  de  los  males  presentes  y  la  incertidum- 
bre  de  lo  que  han  de  durar  aprietan  el  corazón  por  to- 
das partes ,  sin  darle  lugar  que  respire.  De  aquí  pues 
nacen  mis  sospiros  y  quejas,  que  el  ánima,  sin  medida 
apretada,  forzosamente  se  querella  y  lamenta.  Mas  se- 
gún la  letra  segunda  dice  desta  manera :  Otra  razón,  de- 
más de  las  que  dicho  tengo,  libra  de  culpa  mi  queja. 
Suélese  llevar  bien  el  mal  cuando  se  espera  con  certi- 
dumbre el  remedio,  y  el  trabajo  que  va  á  parar  en  bien 
apenas  se  siente ;  mas  yo  miserable  por  tanto  mal  ¿á 
qué  bien  camino?  ¿Cuál  es  el  fruto  que  deste  trabajo 
espero?  ¿Cómo  ó  con  qué  me  consolaré?  «¿Qué  fuerza 
mia  cuando  esperare?»  Cuando  pongamos  por  caso,  dice, 
que  yo  sufra  y  espere,  «¿cuál  es  mi  fuerza?»  Esto  es, 
el  estado  de  mis  cosas  ¿cuál  es?  Cuál  la  salud  de  mi 
cuerpo?  Cuál  el  negocio  de  mi  hacienda,  de  misucce- 
sion,  de  mi  mujer,  de  mis  familiares  y  amigos,  para 
que  en  lo  porvenir  me  pueda  prometer  algún  bien?  La 
hacienda  asolada ,  los  hijos  muertos,  los  amigos  troca- 
dos con  la  fortuna,  la  mujer  hecha  enemiga,  mi  fami- 
lia deshecha,  la  salud  sin  remedio  perdida,  decentado  el 
cuerpo  con  llagas,  y  mas  destrozado  con  dolores  el  áni- 
mo, y  puesto  todo  yo  en  el  extremo  de  la  miseria  y  po- 
breza. Cuando  quiera  callar  y  sufrir,  no  tengo  ya  bien 
que  esperar.  ¿Qué  granjearé  de  haber  demasiadamente 
sufrido?  «Qué  fin  mió,  cuando  ensanchare  mi  alma?» 
Si  diere,  dice,  vado  á  las  cosas,  y  cerrare  á  mis  mise- 
rias los  ojos,  y  quisiere  asi  ensanchar  el  corazón,  ¿con 
qué  fin  ó  con  esperanza  de  qué  bien  le  ensancharé? 
Mas  lo  que  se  sigue  viene  mejor  con  la  primera  letra, 
porque  dice  : 

12  «¿Por  dicha  es  de  piedra  mi  fuerza?  Por  dicha 
es  mi  carne  de  bronce?»  Que  habiendo  dicho  que  no 
tenia  fuerza  para  sufrir  un  mal  sin  fin  y  término  cierto 
añade  bien,  en  prueba  dello,  el  demostrar  la  pequenez  de 
sus  fuerzas.  Como  diciendo  :  Si  fuera  bronce  ó  piedra 
dura  mi  carne,  dm-ara  aunque  el  golpe  fuera  largo,  mas 
la  carne  es  carne  y  la  sangre  no  es  piedra,  y  aun  agora, 
dice,  soy  mucho  menos  de  lo  que  ser  solía;  que  eso  de 
vigor  que  habia  en  mí,  gastado  con  el  mal  contino,  me 
falta. 

13  «Que,  dice ,  sé  que  no  hay  favor  en  mí ,  y  mis 
valedores  alanzados  de  mí. »  Lapalabra  original  hezralh, 
que  decimos  favor,  es  fortaleza,  amparo,  virtud ,  ayu- 
da. Pues  dice,  para  mayor  encarecimiento  de  su  fiaque- 
za,  que  su  favor  y  su  amparo,  esto  es,  lo  que  en  él  ha- 
bia antes ,  que  le  podía  servir  de  consuelo,  ya  no  estaba 
en  é!.  Porque  cuando  á  uno  se  le  mueren  los  hijos,  con- 
suélase y  favorécese  con  la  hacienda  que  tiene,  y  si  otro 
tiene  falta  de  liacienda,  halla  en  sus  amigos  amparo,  y 
cuando  ni  lo  uno  ni  lo  otro  posee,  halla  en  sí  fuerza  y 
sr.lud  con  que  se  pueda  vadear  en  la  vida ;  mas  la  des- 
ventura de  Job  era  universal  desventura,  y  era  calami- 


326  OBRAS  DE  FRAY 

dad  giie  le  arrancó  de  cuajo,  como  dicen  del  árbol.  Y 
así,  dice  bien  que  no  halla  en  sí  su  favor;  esto  es,  que 
no  llalla  en  sí  cosa  buena  ó  sana  que  le  favore/.ca,  ea- 
tre  tantas  malas  que  le  cercan  y  aprietan.  Y  dice :  «Y 
mis  valedores  alanzados  de  mí. »  Lo  que  decimos  vale- 
dores, en  el  original  es  palabra  de  grande  signilicacion. 
Thusiah  dice  sabiduría,  substancia,  valor,  esencia,  y 
propriaraenie  es  lo  que  el  español  llama  ser  cuando  di- 
ce que  es  de  mucho  ser  algún  hombre;  y  de  allí  á  los 
amigos  y  valedores,  que  son  como  la  substancia  y  apo- 
yo, los  compreliende  también  este  nombre,  según  san 
Jerónimo.  Pues  de  lodo  esto  se  siente  despojado  Job,  y 
sin  esperanza  al  parecer  de  volver  á  ello  mas.  Y  por  eso 
dice  alanzados,  ó  como  dice  el  original,  en  su  fuerza, 
empellidos;  que  es  decir,  apartados  muy  lejos  de  mí, 
como  se  aparta  mucho  de  uno  aquello  que  se  arroja  con 
fuerza.  O  dice  alanzados  para  dcmoslrar  la  presteza  y 
violencia  con  que  le  fué  quitado  toilo;  que  ni  le  despo- 
jaron poco  á  poco,  ni  con  suavidad  ó  blandura.  O  á  la 
verdad,  llámalos  alanzados  de  si,  dando  á  entender  que 
sus  valedores,  no  solamente  le  desamparaban,  mas  que 
se  le  oponían  en  todo  como  enemigos;  porque  no  se 
desliedla  ni  alanza  propriamenle  sino  es  lo  disconve- 
niente y  contrario.  Y  porque  dijo  de  sus  amigos  que  le 
desamparaban  y  le  contradecían,  hace  sentencia  gene- 
ral de  la  maldad  que  es  de:.amparar  á  su  amigo,  y  dice  : 

14  ((El  que  quite  misericordia  de  su  amigo  y  el  te- 
mor del  Abastado,  menospreciará.  Que  es  decir  que 
no  hay  maldad  alguua  que  no  haga  quien  no  se  com- 
padece ó  quien  desampara  á  su  amigo ;  entiende.de  su 
amigo  afligido  y  necesitado  y  caído ,  ponjue  los  caídos 
son  á  quien  la  compasión  se  les  debe.  Y  es  así  que  se 
atreverá  á  Dios  quien  desampara  á  su  amigo  caído. 
Porque,  como  san  Juan  dice  en  su  epíslola  (a)  :  ((Va- 
nidad es  decir  que  tiene  con  Dios  amor  y  ley  el  que 
con  su  prcJjimo  no  la  tiene;  que  quien  no  acude  al  que 
conoce  y  trata  y  conversa,  ¿cómo  acudirá  al  que  ni  ve 
n¡  conoce?  ((  E!  que  quila,  dice  ,  misericordia  á  su  ami- 
go;» lo  que  decimos  qiíita,  en  su  propiedad  es  desata; 
porque  la  amistad  es  como  ñudo  que  obliga,  y  quien 
falta  á  la  amistad  en  la  necesidad  desata  el  ñudo ,  esto 
es,  deshace  una  cosa  muy  hecha,  y  aparta  lo  muy  uní- 
do  y  lo  que  en  ninguna  manera  se  podía  apartar.  Y 
aun  da  lugar  el  original  para  que  lo  digamos  ansí : 
«Al  desatado  y  deshecho  misericordia  de  su  compañe- 
ro,» convioneá  saber,  se  le  debe;  y  ((  el  temor  del  Se- 
ñor menospreciará»,  conviene  á  saber,  el  amigo  que 
en  semejante  ocasión  no  lo  es.  Que  á  la  verdad  si  la 
aflicción  y  desastre  en  cualquiera  persona  que  sea  ha- 
ce lástima  y  mueve  á  desear  el  remedio,  el  trabajo 
del  amigo  poderosísinio  ha  de  ser  para  engendrar  en 
el  amigo,  que  se  dice  ser  compasión.  Por  donde  el  que 
líene  ánirno  para  cerrarlo  á  t;inia  deuda,  y  el  que  rom- 
pe ron  tan  debidas  y  estrechas  y  poilorosas  leyes,  áni- 
mo tiene  sin  duda  de  acero,  y  ánimo  hecho  para  su 
8o!o  interés,  y  ánírn)  de'.ermifiado  á  romper  desver- 
gonzadamente con  todo.  Ma.s  torna  Job  al  propíisíto,  y 
refiere  la  poca  piedad  de  sus  amigos  con  él ,  y  habla 
particularmente  de  los  que  presentes  hmía;  que  no 
solo  no  le  consuelan,  mas  habiendo  hecho  gran  demoi- 

(«)  Joan.,  cp.  I,  cap.  4,  ».  21. 


LUIS  DE  LEÓN. 

tracion  de  querer  consolarle ,  saliendo  de  sus  casas ,  y 
viniendo  de  tierras  apartadas  y  por  largos  caminos, 
publicando  este  fin,  llegados  al  hecho,  tratan  de  las- 
timarle mas  y  de  acrecentar  su  miseria.  Y  decláralo 
Job  viva  y  hermosamente  por  comparación  de  una  ave- 
nida de  agua,  que  luego  que  viene  parece  gran  cosa  y 
que  promete  de  sí  mucho,  pero  pásase  en  breve  y  no 
deja  rastro,  y  deja  burlado  y  frío  al  que  pensó  servirse 
della  en  algo.  La  cual  comparación  prosigue  exteiidi- 
damenle  por  muchos  versos  y  con  singular  artificio, 
que  dice  : 

15  ((  Mis  hermanos  me  pasaron  como  arroyo ,  como 
avenida  de  arroyo  se  pasaron.»  Mis  hermanos  llama 
aquellos  amigos  suyos  que  tenia  presentes,  los  cua- 
les,  dice,  vinieron  con  estruendo  haciendo  junta  de 
sí ,  y  profesando  socorro  y  consuelo  y  amor,  como  vie- 
ne, cuando  llueve  con  ímpetu  y  estruendo,  un  arroyo. 
Mas  dice  que  se  pasaron  semejantemente,  así  como  el 
arroyo  se  pasa.  Y  lo  que  decimos  (dne  pasaron  »,  pode- 
mos también  ,  según  su  propriedad,  decir  me  faltaron 
y  mintieron;  esto  es,  mintieron  mis  esperanzas  y  fal- 
searon su  fe  como  arroyos,  que,  como  agora  decíamos, 
prometen  á  la  primera  venida  mucho,  y  se  pasan  y 
acaban  luego.  Mas  el  mismo  Job  lo  particulariza  muy 
bien. 

16  «Que  temen  la  helada  ,  y  en  ellos  cae  y  se  as- 
conde  la  nieve.»  A  los  cuales  arroyos,  dice,  el  hielo 
y  el  granizo  y  la  nieve  que  cae  del  cielo  ó  de  las  mon- 
tañas se  deshace,  y  en  edos  se  asconde  ,  los  engendra 
y  engrandece.  Porque ,  como  vemos ,  las  avenidas  siem- 
pre son  ó  de  muGha  nieve  que  en  las  sierras  se  des- 
hace, ó  de  la  mucha  agua  y  piedra  que  cae.  Mas  ¿por 
qué,  dice,  temen  la  helada?  Para  decir  que  la  piedra  y 
granizo  que  viene  deshecho  y  envuelto  en  ellos  los 
enturbia  y  ennegrece,  que  siempre  en  las  crecientes 
el  agua  se  enturbia.  Y  dice  temer  por  ennegrecer  y 
enturbiarse,  según  la  proiiriedad  de  su  lengua,  en  la 
cual  se  ponen  muchas  veces  unas  palabras  en  la  signi- 
ficación de  otras  que  les  son  vecinas ,  como  huir  por 
apresurarse,  porque  el  que  huye  se  apresura,  y  con- 
solar por  lastimar,  porque  al  lastimado  se  le  debe  pro- 
priamenle consuelo;  y  así ,  temer  por  ennegrecer,  por- 
que el  temor  es  en  cierta  manera  negro  y  que  escure- 
ce  la  luz  y  el  alegría  del  ánimo;  demás  de  que,  la  pa- 
labra original  codrriin  propriamenle  es  ennegrecidos 
y  turbios.  Prosigue  : 

17  «En  la  hora  que  se  pasaren  serán  acabados,  en 
escalentando  fueron  quitados  de  su  lugar.»  Mas  estos 
arroyos,  dice,  lan  crecidos,  que  la  lluvia  y  el  granizo  y 
la  nieve  que  dentro  de  sí  deshecha  llevan  los  hincha 
y  enturbia,  y  que,  según  vienen  ,  parece  que  no  se  han 
de  acabar,  en  la  hora  (pie  se  pasan  serán  acabados;  es- 
to es,  en  pasando  aqutdln  primera  furia  y  avenida  se 
agotan  luego.  O  como  dice  otra  letra  (porque  el  ori- 
ginal tüuibien  lo  sufre),  ((á  la  hora  que  tomaren  calor 
se  acabarán,»  esto  es,  en  calentando  el  tiempo  mas  y 
en  viniendo  el  eslío;  y  es  lo  mismo  que  añade  :  ((En 
escalentando  fueron  deshechos  de  su  lugar.»  Dice  mas: 

18  ((Torceránse  caminos  (b  su  carrera  ,  caminarán  á 
nada  y  perecerán.»  Insiste  todavía  en  lo  mismo,  y  de- 
cláralo mas ;  y  dice  lo  que  Cá  iwlural  al  arr oj  o  (jue  es 


EXPOSICIÓN  DEL 
de  avenida ,  cuando  va  descreciendo ,  que  primero  se  j 
disminuye,  y  después  viene  á  quedar  en  una  vena  del-  j 
gada,  que  por  la  madre  del,  que  solia  ir  muy  llena,  i 
va  ella  sola  después  dando  vueltas,  y,  como  en  lugar  : 
bien  espacioso,  torciendo  libremente  sus  pasos,  va  adel-  | 
gazánrlose  siempre  mas,  y  últimamente  viene  á  parar  ' 
en  nada  y  queda  seca  del  todo.  Añade  :  j 

19  «Considerad,  sendas  áe  Teman,  y  caminos  de 
Sabbá,  esperad  en  ellos.» 

20  «Avergonzáronse  porque  se  confiaron,  vinieron 
hasta  aquí  y  quedaron  corridos.»  Quiere  decir  :  Y  acon- 
tece muclias  veces  que  los  caminantes  que  alguna  vez 
vieron  de  lejos  los  arroyos  que  digo  que  corrían  con  rui- 
do muy  llenos ,  ofreciéndoseles  necesidad  de  beber,  y 
creyendo  que  llevan  agua ,  salen  de  su  camino  y  vienen 
á  ellos,  y  se  hallan  burlados,  porque  cuando  llegan  los 
hallan  sin  agua.  «  Considerad ,  dice ,  sendas  de  Teman 
y  caminos  de  Sabbá.»  Es  figura  de  hablar  decir  cammos 
para  significar  á  los  que  andan  en  ellos,  pues  dice  :  Los 
que  andáis  los  caminos  de  Teman  y  de  Sabbá ,  que  son 
caminos  secos  y  faltos  de  agua,  mirad  bien  estos  arro- 
yos, y  confiad  en  ellos  para  el  tiempo  de  vueslra  sed  ; 
que  ellos  os  faltarán  cuando  los  buscáredes ,  y  cuando 
viniéredes  á  ellos  no  hallaréis  su  agua,  sino  vuestro 
corrimiento  y  vergüenza.  Y  como  decimos  considerad  y 
confiad  en  manera  de  mando ,  podemos  trasladar  tam- 
bién consideraron  y  confiaron,  como  afirmando  lo  que 
de  hecho  pasa  ;  que  los  caminantes  que  vieron  algún 
arroyo  destos  que  corria  lleno  y  poderoso,  á  la  vuelta, 
queriendo  proveerse  del,  le  hallaron  seco  y  vacío.  Dice 
mas : 

2i  «Que  agora  sois  venidos,  vedes  quebranto  y  le- 
médes.»  Aplica  agora  á  su  propósito  la  comparación 
sobredicha,  porque  dice  :  Eslo  mismo  es  lo  que  con 
vosotros  me  aviene,  «que  agora  sois  venidos ;»  quiere 
decir  que,  como  aquellus  arroyos  llenos  de  agua  vienen 
con  ruido  y  de  súbito,  asi  vosotros  juntos  y  como  á 
una  habéis  venido  haciendo  grande  demostración  de 
amistad  y  de  esperanza  de  bien,  coma  la  hace  en  el 
caminante  sediento  ver  el  arroyo  que  he  dicho.  «Mas, 
dice  ,  vedes  quebranto  y  temédes ;  »  esto  es ,  venistes 
haciendo  muestras  de  amigos  y  llegados ;  luego  que 
vistes  la  grandeza  de  mi  calamidad  y  quebranto,  os  re- 
tirastes  temiendo.  No  dice  que  se  volvieron  contra  él, 
y  que  habiéndole  de  consolar,  le  acusaron ,  como  lo 
pudiera  decir  con  verdad  ,  ¿iiio  dice  que  se  temieron  ; 
en  que  dice  una  cosa  agudísima,  y  descubre  la  verda- 
dera raíz  de  su  intento  dellos,  y  lo  que  verdaderamen- 
te á  tratarle  tan  mal  los  movia  ;  porque  los  que  se  dan 
por  amigos,  y  son  en  sí  ruines  y  ceviies  hombres,  siem- 
jire  que  se  ven  obligados  á  acudir  al  amigo  en  algún 
caso  de  necesidad ,  buscan  ocasiones  de  enojo  con  él 
para  mostrarse  desobligados  y  no  acudir  como  deben. 
Pues  ansí  aquestos  amigos  de  Job ,  según  aqiu  parece, 
aunque  vinieron  como  amigos ,  luego  que  vieron  el  ex- 
tremo de  su  pobreza  y  miseria,  y  se  conocieron  estar 
o!¡lígados  á  su  remedio,  temiendo  apocadamente  la 
obligación  desta  carga,  para  echarla  de  sí  tuvieron  por 
bueno  enojarse  con  él,  tomando  color  de  sus  palabras ; 
y  por  salirse  de  ser  amigos  se  mostraron  celosos ,  sin 
propósito  de  la  honra  de  Dios ,  y  para  de¿ob¡i:.arse  con 


LIBRO  DE  JOB.  327 

apariencia ,  insistieron  en  hacerle  pecador  y  malvado ; 
y  todo  se  resumía  en  su  avaricia  dellos  y  en  su  áni- 
mo estrecho.  Y  asi,  Job  acUde  á  la  raíz  y  les  descu- 
bre la  llaga  de  su  apocado  temor,  y  les  quita  el  falso 
velo  coa  que  pretendían  cubrirla.  Y  conforma  con  esto 
mucho  lo  que  luego  se  sigue,  que  es : 

22  «¿Por  ventura  dije  :  Traed  á  mi,  y  de  vuestra 
hacienda  pechad  por  mí?»  ¿Por  qué,  dice,  huis  de 
mi?  Porque  amáis  vueslra  hacienda,  y  para  encubrir 
vuestro  vicio  formáis  pleito  de  lo  que  digo.  Y  no  tenéis 
razón  de  temer,  porque  yo,  aunque  me  falta  todo,  no 
os  he  pedido  ni  pido  cosa  ninguna ;  que  ni  os  ruego 
presente  ni  os  pido  pecho ,  ni  quiero  vuestra  limosna, 
ni  menos  que  me  saquéis  de  deuda.  Vosotros  mismos 
sois  grandes  testigos ,  y  el  mayor  testigo  es  la  graveza 
de  mi  gran  desventura  ;  porque  no  lo  fuera  si  pudiera 
tener  por  vuestras  manos  remedio.  Así  que ,  ni  quiero 
vuestra. hacienda,  ni  es  hacienda  lo  que  me  ha  de  va- 
ler. Y  como  no  os  pido  dineros ,  tampoco  os  demando 
favor  ;  que  nunca  os  he  dicho  : 

23  «O  escapadme  de  mano  de  angustiador,  y  de 
mano  de  fuertes  me  redemid. »  Como  diciendo  :  Ni  me- 
nos os  he  pedido  que  me  libréis  de  algún  enemigo,  ó 
que  arrisquéis  vuestra  honra  ó  vuestra  vida  por  mí ; 
que  es  decir  que  su  trabajo  era  suyo  del  lodo ,  y  que 
ni  les  pedia  ayuda,  ni  ellos  para  dársela  eran  parte,  y 
que  así,  temieron  sin  causa  y  se  quisieron  desobligar 
del  sin  por  qué ,  escogiendo  para  ello  el  reprehender 
su  paciencia  y  el  acusar  sin  razón  y  sin  culpa  su  vida. 
Y  dice :  Si  os  parece  que  no  es  verdad  lo  que  digo ,  y 
que  el  acusarme  vosotros  agora  no  es  color  buscada 
para  desobligaros  de  mí,  mostrad  que  me  engaño  en 
manera  que  yo  pueda  entenderlo;  y  esto  es  lo  que  di- 
ce y  se  sigue  : 

24  «Avezadme,  y  yo  callaré,  y  lo  que  erré  hacedlo 
entender  á  mí.»  Y  añade  luego  en  la  misma  razón  : 

2d  «¿Porqué  son  violentadas  palabras  de  derechez? 
¿Qué  reprehenderá  reprehendedor  de  vosotros?»  Mas 
¿para  qué  es,  dice,  pediros  que  convenzáis  mi  culpa? 
Mejor  seria  mucho  que  reconociéscdes  vuestra  calum- 
nia con  que  torcéis  mis  palabras  y  hacéis  á  la  verdad 
violencia;  porque  conforme  á  ella,  ¿qué  me  podéis  re- 
prehender? O  dice,  según  otra  letra  :  «  ¡  Cuan  forliü- 
cadas  son  palabras  de  derechez!  ¿Qué  reprehenderá 
reprehendedor  de  vosotros?»  Que,  como  dijera  que  le 
avezasen  y  le  diesen  á  entender  su  engaño  si  se  atre- 
vían ,  como  quien  estaba  saneado  de  si ,  dice  agora' : 
Mas  la  verdad  ¡cuan  fuerte  es  y  cuan  no  vencible!  Tra- 
bajaréis en  balde  si  le  pensáis  hacer  mella  ;  ¿quién  la 
podrá  reprehender  de  vosotros?  Y  añade  : 

26  «¿Por  dicha  no  es  así,  que  para  reprehender 
palabras  pensádes,  y  para  el  viento  razones  perdidas?» 
Como  diciendo  :  Pues  qué,  ¿no  es  verdad  que  me  ca- 
lumniáis como  digo,  y  que  ponéis  vuestro  estudio  en 
torcer  mis  palabras  por  desobligaros  de  mí  ?  Cierto  es 
verdad;  vuestro  intento  es  buscar  en  mis  dichos  oca- 
sión de  reprehenderme ;  fingís  en  mí  culpa  por  salir 
vosotros  de  deuda.  Vuestras  reprehensiones  no  se  fun- 
dan en  falta  mía  verdadera,  sino  en  el  viento  de  vues- 
lra imaginación  y  defeo  vano  ;  y  asi,  son  palabras  per- 
didas las  vuestras  y  que  azotan  el  aire.  O  podemos  tra" 


32^  OBRAS  DE  FRAY 

ducir  eslo  postrero  desta  manern  :  «Y  al  viento  pala- 
bras (le  desesperación.  »  En  que  les  dice  que  con  oca- 
siones de  viento,  y  no  con  verdad  de  lo  que  sienten  en 
él,  le  dicen  palabras  de  desesperación  ;  esto  es,  pala- 
bras, no  de  consuelo,  sino  de  desesperación  para  un 
afligido.  Lo  cual  dice  así,  porque  fatigar  y  reprehen- 
der á  un  hombre  puesto  en  semejante  miseria ,  de  sí 
era  motivo  grande  para  desesperarle,  y  por  la  misma 
causa  grande  argumento  de  que  lo  pretendían  los  que 
así  le  trataban.  Y  conforme  á  esto  prosigue : 

27  «También  sobre  huérfano  lanzáis,  y  armáis  con- 
tra vuestro  compañero. »  Porque ,  dice ,  acosáis  á  un 
hombre  huérfano ,  esto  es ,  á  un  desamparado  del  to- 
do ;  y  no  solo  no  hacéis  con  él  lo  que  la  común  huma- 
nidad para  con  los  afligidos  obliga,  que  es  compadece 
ros  siquiera,  sino  ponéis  estudio  en  serle  nuevo  estro- 
piezo.  Esto  ¿qué  es,  sino,  cuanto  es  en  vosotros,  traer- 
le á  que  desespere?  Y  tienen  particular  significación 
cada  ima  destas  palabras  ;  porque  lo  que  pusimos  lan- 
záis, en  su  original  es  naphal,  que  es  como  caer  de 
golpe  y  con  ímpetu,  que  demucsíra  con  qué  deseo  y 
ardor  se  arrojaban  contra  él  por  daTiarle  ;  ó  es,  según 
dicen  algunos,  echarle  lazos  delante'  donde  se  prenda 
y  enrede,  que  acude  bien  al  iniento  que  decimos  des- 
los  amigos ,  que  era,  acosando  á  Job,  traerle  á  deses- 
peración ó  blasfemia  para  desobligarse  del  como  de 
cosa  perdida.  Y  ansimismo,  lo  que  dijimos  armáis,  que 
es  en  su  principio  thiqueru,  y  signitica  cavar,  aquí  es 
cavar  hoyo  y  ordenar  trampa  y  armadijo  donde  caiga 
y  se  suma.  Y  dijo  primero  huérfano  y  después  compa- 
ñero para  acrecentamiento  mayor,  porque  es  impiedad 
no  favorecer  al  desamparado,  cualquier  que  él  sea,  y 
mayor  perset'uirle,  y  muy  mayor  armarle  lazos  y  po- 
nerle eslropiezos  ;  y  si  es  amigo  vuestro  también  ,  ha- 
beros así  con  él  es  lo  sumo  de  la  crueldad  y  maldad. 
Mas  dice : 

28  «Y  agora  acabad  lo  que  cnmenzasles,  atended- 
nie ,  ved  si  miento  en  vuestra  cara.»  Esto  es :  Y  si  no 
confesáis  lo  que  digo,  y  si  vuestra  pretensión  nace  de 
celo  santo,  llevad  vuestro  intento  adelante,  ó  comen- 
zad de  nuevo  si  os  place,  ó  plegaos  de  minmne  con 
mejores  ojos  y  con  mayor  atención  ;  mirad  bien  si,  ó 
hablo  lo  que  no  debo,  ó  me  engaño  en  lo  que  de  vos- 
otros juzgo.  Y  así  dice  : 

29  «Tornad  á  responder,  yo  os  ruego  no  haya  por- 
fía ;  tornad  mas  justicia  inia  en  ella.')  Como  diciendo  : 
Tornad  á  la  disputa ,  respondedrne  á  lo  que  dijere  ;  y 
si  queréis  ójusiiíicar  vuestra  razón  ó  conocer  la  que 
Iiay  en  la  mia,  no  tenga  parte  la  pasión  en  nuesira  dis- 
pula, búsquese  la  verdad  solamente,  no  me  lor/.ais  las 
palabras,  no  os  ceguei^' á  mis  voces  obsiinadameiite, 
sifio  guardadme  justicia.  «.No  haya  porfía.»  La  palabra 
original  |)ropriatnenle  es  torcimienlo,  y  es  aquí  el  sa- 
car de  sus  quicios  lo  que  se  dice  y  el  torcerlo  á  lo  peor, 
que  es  proprio  de  lo  que  llamamos  calumnia ,  y  son 
obras  que  la  porfía  en  la  disputa  suele  hacer  de  conti- 
no ;  porque  ciega  con  su  calor  la  razón ,  y  hace  que,  ó 
no  entienda,  ó  entienda  dií'erentemfnlo  lo  que  el  con- 
trario nos  dice.  «Tornad  mas  justicia  mia  en  ella;» 
quiere  decir,  ó  como  habernos  dicho  y  como  san  Jeró- 
nimo dice  :  Mas  guardadme  justicia;  ó  (ornad,  que  si 


LriS  DE  LEÓN, 

tornáis  mi  jusücia ,  parecerá  en  la  disputa  ;  por  mas 
que  os  agucéis,  quedará  mi  justicia  en  pié.  Y  la  razón 
desto  es  lo  que  luego  dice  y  se  sigue : 

30  «No  habrá  en  mi  lengua  torcimiento ,  ni  mi  pa- 
ladar sentirá  necedad, »  Porque,  dice,  yo  estoy  cierto 
de  mí  que  ni  he  dicho  cosa  que  no  deba,  ni  la  diré 
si  no  se  me  tuerce  el  juicio.  «Mi  lengua,  dice,  y  mis 
paladares ;»  como  dicicn'do :  Ni  excederé  en  el  juicio  de 
las  cosas  ni  en  las  palabras  y  quejas  ;  mi  lengua  pu- 
blica lo  que  siento,  y  mi  gusto  siente  lo  que  es  razón. 
Mas  este  verso,  que  es  el  postrero  en  el  original,  dice 
asi :  «¿Sí  acaso  hay  en  mi  lengua  torcimiento?  Sí  mi 
paladar  no  entendiera  quebranto?»  Que,  ó  dice  lo  que 
nuestro  intérprete  puso,  que  es  lo  que  dijimos  agora 
(porque  aquella  manera  de  pregunta,  «si  acaso,  si 
por  ventura,  »  suele  inferir  negación ;  quiero  decir  que 
demuestra  haberse  de  negar  lo  que  así  se  pregunta,  y 
ser  claro  y  cierto  que  se  ha  de  negar ;  de  manera  que 
decir  «si  acaso  hay  en  mi  lengua  torcimiento»,  es  decir, 
claro  es  y  cierto  que  no  lo  hay) ;  ansí  que,  ó  es  esto 
que  he  dicho ,  ó  sigue  y  continúa  lo  que  puso  en  el 
verso  de  arriba,  que  era  :  «  Atendedme,  ved  si  mien- 
to en  vuesira  cara.»  Y  añade  agora  :  «Ved  si  acaso 
hay  en  mi  lengua  torcimiento;»  esto  es,  si  digo  lo  que 
no  debo,  «si  mí  paladar,»  esto  es ,  mi  juicio,  «no  en- 
tiende quebranto,»  esto  es,  no  entiende  lo  malo  y  lo 
bueno,  lo  que  se  debe  desechar  y  huir.  O  «no  entiende 
quebranto»,  esto  es,  no  entiende  lo  que  la  calamidad  y 
trabajo  es  ,  hasta  donde  se  debe  sentir  cuánto  se  puede 
soltar  en  él  la  rienda  al  sentimiento.  Y  porque  ha  dicho 
que  le  respondan  y  tornen  á  la  disputa  si  quieren,  tor- 
na él  á  decir  lo  que  siente  y  á  encarecer  agrámente sr.s 
males,  que  es  lo  que  en  el  cíipilulo  siguiente  se  dice. 

CAPITULO  YIL 

AnCUMKNTO. 

Prosigue  Job  en  su  querella  y  relata  muy  por  menudo  sus  m.Mes 
todos,  y  vuelio  ¿  Dios,  suplícale  que  les  ponga  lin,  u  acabándo- 
los o  acabándole. 

1  ¿Por  ventura  no  es  guerra  la  del  ln)ml)ro  sóbrela 
tierr;i,  y  como  días  de  mercfíiario  días  suyos? 

2  Como  siervo  desea  Süloinl)ra,  y  como  alquiladizo 
espera  su  obra. 

5  Asi  me  heredé  meses  de  vanidad,  y  noches  de  lace- 
ria se  me  aparejaron  á  mí. 

4  Si  yazgo,  digo  :  ¿Cuándo  me  levantaré?  Y  espero  la 
tarde,  y  liarlome  de  dolores  iiasta  la  uoclíe. 

5  Vestida  es  mi  carne  de  gusanos,  y  con  terrones  de 
polvo  mi  cuero  se  secó,  y  hizo  aborrecible. 

6  Misdias  me  volaron  mas  que  de  tejedor  (es  cortada 
la  tela),  y  consumiéronse  sin  esperanza. 

7  Miémbrale  (jue  os  viento  mi  vida  ,  no  tornarán  mis 
ojos  á  ver  cosa  l)uena. 

8  No  me  calara  ojo  de  veedor ;  tus  ojos  en  mí,  y  no  yo. 
í)  Acabóse  la  nube  y  i)asóse;asi,  quien  desciende  al 

inliiTiio  no  sul)¡ra. 

10  No  tornará  mas  á  su  casa,  y  no  le  conocerá  mas  su 
luííur. 

i  1  Por  tanto,  yo  no  vedaré  mi  boca,  fablaré  con  angus- 
tia de  mi  espíritu,  querellarme  he  con  amargura  de  mi 
alma. 

12  Si  mar  yo,  si  culebro,  ¿qué  pones  carcelería  sobre 
mí? 

13  Si  digo:  Conhortarme  hamilcclio, aliviaráine  en  mi 
querella  ui  cama. 


EXPOSICIÓN  DEL 

H  Y  con  sueños  me  quebrantaste,  y  ccn  visiones  me  j 

pusiste  en  espanto.  ; 

io  V  escogió  ahoganiienlo  mi  alma,  y  muerte  mis  hue-  j 

sos.  j 

i6  Despécheme,  no  mas  viviré;  contiénete  de  mi,  que  i 

son  nada  mis  dias.  1 

il  ¿Qué  es  el  hombre  para  que  le  engrandezcas,  y  j 

para  que  pongas  en  é!  tu  corazón?  j 

i8  Y  visitaste  á  lasal])oradas,  y  por  momentos  le  prue-  i 

bas.  I 

19  ¿  Hasta  cuándo  no  aflojarás  de  mi?  ¿Xo  me  aflojarás  ¡ 
hasta  tragar  mi  saliva?  i 

20  Pequé;  ¿qué  faré  á  tí,  Guardador  délos  hombres?  j 
¿Por  qué  me  pusiste  por  encuentro  á  ti,  y  luí  sobre  mi  por  ! 
carga? 

21  ¿Por  qué  no  alzas  mi  rebeldía  y  faces  pqsar  mi  deli- 
to? Porque  agora  yaceré  eu  polvo,  amenazaraie  has,  y 
no  yo. 

EXPLICACIÓN. 

i  «¿Por  ventura  no  es  guerra  la  del  liomhre  so- 
bre la  tierra,  y  como  dias  de  alquiladizo  dias  suyos?» 
Prosigue  Job  en  su  razonamiento ,  y  porque  en  el  fin 
del  capítulo  pasado  convidó  á  sus  amigos  á  razonar  de 
nuevo  sobre  si  excedía  quejándose  ó  profesando  in- 
nocencia ,  torna  agora  como  de  nuevo  á  referir  algo  de 
lo  que  padece  y  de  lo  que  siente  de  sí  y  de  sus  culpas; 
y  dice  de  lo  primero  desta  manera  :  «¿Por  ventura  no 
es  guerra  la  del  liombre  sobre  la  tierra ,  y  como  dias 
de  alquiladizo  sus  dias?»  Esta  pregunta  infiere  afirma- 
ción y  certidumbre;  y  así,  decir  ¿por  ventura  no  es? 
vale ,  cierto  y  sin  duda  es  guerra  la  vida.  Es  verdad 
que,  como  decimos  «por  ventura  no  es»  en  manera  de 
pregunta,  podemos  también  decir,  en  manera  de  deseo, 
«¿por  ventura  no  seria  la  vida  del  hombre  sobre  la 
tierra  milicia?»  Estoes,  ¿no  seria  un  tiempo  determi- 
nado y  cierto  y  que  se  supiese  su  fin?  Porque  la  pala- 
bra original,  que  bace  significación  de  pregunta,  suele 
ser  también  señal  de  deseo,  y  lo  que  en  el  original  sig- 
nifica guerra ,  se  pone  también  algunas  veces  por  es- 
pacio de  tiempo  cierto  y  limitado;  porque  antigua- 
mente, según  las  leyes  de  algunas  comunidades,  no 
tenían  obligación  de  servir  á  su  república  en  la  guerra 
los  hombres  sino  por  un  cierto  tiempo.  Y  hacen  estas 
palabras,  según  ambas  maneras,  significación  conve- 
niente. Mas  digamos  de  lo  primero.  «¿Por  ventura,  di- 
ce, no  es  guerra  la  vida  del  hombre  sobre  la  tierra, 
y  como  dias  de  alquiladizo  sus  dias?  »  Hace  regla  ge- 
neral de  lo  que  es  la  vida  de  todos,  movido  de  lo  que 
le  acontece  á  él  y  de  lo  que  siente  y  padece ;  y  la  ex- 
periencia de  sus  miserias  le  abre  los  ojos  para  conocer 
que  el  mas  dichoso  vive  en  trabajo,  y  que  todo  el  vi- 
vir es  un  conlino  padecer,  y  no  solo  padecer,  sino  es- 
tar en  peligro  y  en  ocasión  de  perderse ;  porque,  como 
al  jornalero  su  oficio  es  trabajo,  porque  se  alquila  para 
trabajar,  y  asi  en  cuanto  su  tiempo  dura  le  conviene 
que  trabaje  y  que  sude  ;  y  como  al  soldado  le  viene  de 
oficio  lo  mismo,  y  no  solo  le  es  proprio  el  trabajo,  sino 
también  traer  la  vida  al  tablero ,  el  estar  alerto  al  ar- 
ma y  dispuesto  para  venir  á  las  manos;  así  ha  de  en- 
tender el  que  nace  que  nace  alquilado  para  trabajo  y 
peligro ,  y  que  por  el  uso  y  por  el  jornal  desta  luz  se 
le  manda  que  afane  en  este  valle  miserable ,  y  que  el 
eslar  en  él  no  es  estar  en  descanso,  y  que  no  viene  á 


LIBRO  DE  JOB.  329 

tierra  de  paz  y  de  amigos ,  sino  á  lucha  y  á  enemigos 
continos ;  y  ello  á  la  verdad  es  así  por  do  quiera  y 
cuando  quiera  y  en  cualquiera  que  se  considere  la 
vida  ,  porque  en  todas  las  lioras  della  hay  su  trabajo  : 
en  la  niñez ,  de  ignorancia  y  flaqueza ;  en  la  mocedad, 
de  sus  pasiones  y  ardores ;  en  la  edad  de  varón ,  de  las 
pretensiones  y  competencias,  y  en  la  vejez,  della  mis- 
ma ;  y  en  todas  acomete  la  enfermedad  y  reina  la  muer- 
te y  es  poderoso  el  desastre.  Y  lo  que  en  las  edades 
acontece,  en  los  estados  también,  que  todos  laceran,  y 
muchas  veces  mas  los  que  parecen  mas  descansados ; 
que  sí  hablamos  del  descanso  del  siglo,  los  que  se  di- 
cen señores  del,  ó  los  que  al  parecer  ordenan  cuanto 
hacen  para  vivir  con  descanso ,  como  son  los  ricos,  los 
regalados,  los  suntuosos,  los  grandes,  ellos  mismos, 
como  á  fuerza  del  tormento  que  les  dan  sus  cuidados, 
confiesan  que  padecen  miseria ;  y  si  volvemos  los  ojos 
á  los  que  en  los  bienes  del  cielo  buscan  la  paz  del  es- 
píritu, ¿quién  podrá  referir  los  peligros  de  este  cami- 
no ,  los  eslropiezos  que  en  él  les  pone  el  demonio ,  sus 
ardides,  sus  sutilezas,  los  lazos  llenos  de  engaño  en- 
cubierto? No  hay  cosa  en  esta  vida  tan  llana,  que  no 
tenga  sus  malos  pasos ,  y  este  mar  del  vivir  cuando 
está  mas  sosegado  ha  de  ser  mas  temido ;  que  en  su 
calma  hay  tempestad ,  y  su  quietud  y  sosiego  encu- 
bre en  sí  furiosas  olas  mas  empinadas  que  montes.  Del 
peligro  que  en  la  vida  espiritual  hay  solía  decir  san 
Jerónimo  (a) :  «No  cosa,  ni  mas  feliz  que  el  cristiano 
á  quien  se  le  promete  el  reino  de  los  cielos,  ni  mas 
llena  de  trabajos  por  los  cuotidianos  peligros  de  la  vi- 
da ;  nada  mas  fuerte  que  el  cristiano ,  porque  vence  al 
diablo,  y  nada  mas  débil ,  porque  es  vencido  de  la  car- 
ne. »  Del  estado  seglar  alto  y  real  decía  un  antiguo 
poeta  (6) : 

En  la  prosperidad  reposa  el  miedo, 
El  peligro  en  lo  claro  y  señalado, 
Todo  lo  alto  en  hombres  no  es  seguro; 
Que  con  la  envidia  ó  tiempo  viene  al  suelo, 
A  la  cumbre  del  bien  el  que  ha  subido. 

Así  que,  es  nuestra  vida  guerra,  porque  es  trabajosa  y 
sujeta  de  contino  al  peligro,  y  porque  son  nuestros 
enemigos  casi  todos  aquellos  con  quien  en  ella  vivi- 
mos ;  que  nuestro  calor  mismo ,  que  nos  la  da ,  nos  la 
gasta ,  y  nuestros  deseos  nos  meten  en  diversos  peli- 
gros ,  y  los  sentidos  nuestros  que  tienen  la  puerta  la 
abren  á  lo  que,  lanzado  en  el  alma,  la  daña,  y  los  hom- 
bres nos  engañan,  y  la  fortuna  nos  burla,  y  los  aníma- 
les nos  acometen,  y  los  elementos  nos  acarrean  las 
mas  veces  la  muerte.  Pues  de  lo  invisible  que  nos  hace 
guerra  en  lo  secreto,  ¿quién  dirá  su  muchedumbre, 
su  industria,  su  maña,  su  fuerza?  Y  si  esto,  dice  Job, 
es  en  todos  ansí ,  ¿qué  será  en  mi,  á  quien  falta  cuanto 
es  de  consuelo  y  sobra  cuanto  acarrea  tormento?  Por 
manera  que  de  lo  general  desciende  á  lo  pariicular  de 
su  suerte,  y  prueba  y  engrandece  su  miseria  propria 
con  la  miseria  que  anda  siempre  junta  con  la  vida  co- 
mún ,  y  arguye  de  lo  mas  descansado  á  lo  que  es  me- 
nos. Así,  si  la  vida  en  todos,  aun  en  los  prósperos  y 

(a)  San  Jerónimo,  en  la  epist.  á  Rustico. 
(¿)  Apolodoro.  Véase  entre  los  poetas  grie.  menores,  pág.  431, 
edic.  de  Cantabria;.,  1677-8. 


330  OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 

felices,  es  guern,  ¿qué  vida  será  la  mia,  conira  quien  ' 
pelean  junios  el  cielo  y  la  lierra?  Y  porijue  es  tal ,  de- 
sea, como  luego  clice,  dejarla,  mas  que  desea  el  escla- 
vo trabajado  la  noche,  y  mas  que  el  jornalero  la  fin 
del  dia ;  y  esto  es  cuanto  á  la  primera  manera.  Cuanto 
á  la  segunda ,  para  el  mismo  propósito  de  encarecer 
su  miseria ,  dice  el  deseo  grande  que  tiene  de  salir  de 
la  vida  ,  ó  siquiera  de  tener  un  uia  cicrlo  para  salir  ; 
porque,  aunque  la  vida  nuoslra  tiene  término,  pero  no 
tiene  un  término  cierto,  y  aunque  sabemos  que  se 
acaba,  no  sabemos  cuándo  se  lia  de  acabar.  Por  lo 
cual  dice  Job  :  «¿Por  ventura  no  tendría  un  cierto 
término  la  vida  del  hombre  sobre  la  tierra,  y  como  dia 
de  alquiladizo  sus  días?»  Que  es  decir  :  ¡Ojalá,  como 
es  cierta  la  muerte,  estuviera  también  cierto  y  asentado 
su  dia  ;  y  como  el  jornalero  sabe  la  hora  última  de  su 
trabajo,  ansí  supiera  yo  la  que  ha  de  ser  de  mi  vida  el 
remate !  que  aliviárase  mi  miseria  si  supiera  de  mi  fin 
el  dia ,  y  con  saber  lo  que  duraran  mis  trabajos  susten- 
taría el  ánimo  en  ellos ,  contando  cada  dia  lo  que  me 
resta.  Mas,  dice,  con  la  confusión  que  en  esto  hay,  y 
con  el  no  poderme  certificar  si  es  largo  ó  corlo  esto 
mi  plazo,  ahogase  el  alma ,  que  se  abrasa  en  deseo  per 
salir  deste  cuerpo  mortal.  Porque  añade  : 

2  ((Como  siervo  desea  solombra,  y  como  alquila- 
dizo espera  su  obra;» 

3  ((Ansí  yo  heredé  meses  de  vanidad,  y  noches  de 
laceria  se  me  aparejaron  á  mí.  n  Esto  es,  así  me  acon- 
tece en  los  meses  de  dolor  que  me  ha  dado  y  en  que 
me  ha  heredado  mi  suerte,  que  espero  desalentado  el 
fin  del'os,  y  nunca  viene  ni  llega.  Por  manera  que  es 
semejante  Job  al  jornalero  en  desear  con  ansia  el  re- 
mate de  su  trabajo,  y  diferente  en  que  el  jornalero 
consigue  lo  que  desea,  y  llega  la  hora  señalada  y  sabe 
qué  hora  es  y  cuándo  lia  de  llegar ;  mas  á  Job  ni  le 
es  cierto  el  dia  que  dará  fin  á  su  mal,  ni  en  tantos  días 
como  ha  pasado  esperándole,  jamás  ha  llegado.  O  di- 
gamos, como  algunos  dicen,  de  otra  manera,  que  Job 
no  compara  aquí  el  deseo  que  el  jornalero  tiene  de  dar 
fin  á  su  obra  con  el  que  tiene  él  de  llegar  al  fin  de  su 
vida,  sino  compara  el  afán  que  el  trabajado  jornalero 
pasa  con  la  desventura  que  él  al  presente  padece.  Co- 
mo diciendo  :  ((Bien  como  el  esclavo  que  desea  som- 
bra, esto  es,  como  el  esclavo  muy  trabajado;»  qic 
es  estilo  de  la  Sagrada  Escritura  dar  á  entender  lo  que 
antecede  por  lo  que  se  sigue  dello,  y  sigúese  al  sudor 
y  al  trabajo  el  deseo  de  venir  á  la  sombra.  Ansí  que, 
dice  que  como  el  esclavo  muy  trabajado  vive,  y  como 
el  jornalero  cuando  anhela  el  fin  de  su  obra,  ansí  vive 
y  ha  vivido  él  muchos  años  y  meses.  Que  es  decir  que 
no  hay  esclavo  trabajado  tan  trabajado  como  él ,  ni 
jornalero  tan  fatigado  que  haya  [)adefido  lo  que  él  de 
conlino  padece.  Pfjr  manera  que  no  solamente  compa- 
ra con  los  trabajos  dellos  los  suyos ,  sino  muestra  tam- 
bién que  los  suyos  les  hacen  ventaja.  Porque  el  escla- 
vo que  cava  al  sol  y  desea  fatigado  la  sombra ,  al  fin 
la  alcanza,  y  acábase  el  dia  y  viene  la  noche,  común 
reposo  de  los  fatigados ;  mas  Job,  si  decimos  que  tra- 
baja, nunca  descansa;  y  sí  el  jornalero  padece  fa- 
tiga, es  su  fatiga  de  un  dia,  mas  él  la  pasa  muchos 
días  Y  mcics.  Dice  pues :  «Como  siervo  deseará  som- 


bra. »  Deseará,  esto  es,  que  desea  (que  en  la  lengua 
original  las  palabras  del  tiempo  futuro  valen  algunas 
veces  lo  que  los  participios  presentes) ;  y  ansí,  dire- 
mos :  Como  siervo  deseante  solombra ,  y  como  jorna- 
lero esperante  el  fin  de  su  obrar;  esto  es,  como  son 
trabajados  los  esclavos  y  los  jornaleros  cuando  mas  lo 
son  ,  cuando  llega  á  lo  sumo  el  trabajo  ;  ansí  yo  ((he- 
redé lunas  de  vanidad,  y" noches  de  laceria  se  me  apa- 
rejaron á  mí»;  esto  es,  tales  son  y  mas  trabajosos  los 
meses  vanos  que  me  cupieron  por  suerte  y  las  noches 
de  miseria  que  me  aparejó  la  ventura.  O  como  otros 
declaran  :  ((Los  meses  vanos  que  me  heredaron;»  esto 
es,  los  meses  á  quien  entregado  estoy  y  sujeto  del  to- 
do ,  y  que  se  enseñorean  de  mí  como  de  cosa  que  por 
herencia  les  viene ;  para  mostrar  en  esto  la  firmeza  de 
su  miseria ,  y  lo  que  los  malos  meses  y  los  trabajosos 
sucesos  se  apoderaban  en  él.  Y  llámalos  «meses  va- 
nos», que  es  decir  vacíos  de  todo  gusto  y  alivio.  Y  dice 
«noches  de  laceria»,  y  no  mienta  los  días,  para  dar  á 
entender  que  la  grandeza  del  mal  le  tornaba  la  luz  en 
noche ,  y  que  para  él  nunca  hay  dia.  Añade : 

4  «Si  yazgo,  digo  cuando  me  levantaré,  y  espero 
la  tarde,  y  hartóme  de  dolores  hasta  la  noche,  n  Como 
decía  cuánto  le  atormentaba  el  no  tener  un  término 
cierto,  y  encarecia  así  sus  trabajos  como  diferentes  de 
los  demás  que  padecen ,  porque  el  esclavo  sabe  que  su 
servicio  descansa  en  la  noche,  y  el  jornalero  tiene  para 
trabajar  tasadas  ciertas  horas  del  dia  ;  mas  él  en  mu- 
chos meses  que  laceraba  nunca  llegaba  á  su  fin  ;  ansí 
que,  como  decía  esto  en  común,  especifícalo  mas  en 
particular  ahora,  para  encarecerlo  así  mas.  Porque  di- 
ce que  todas  las  noches  cuando  se  recogía  á  dormir 
se  decía  á  sí  mismo  que  al  levantar  ó  antes  que  se 
levantase  fenecerian  ó  su  mal  ó  su  vida ,  y  que  venida 
la  mañana,  y  no  viendo  lo  que  le  prometió  la  esperan- 
za ,  alargaba  para  la  tarde  el  deseo  su  plazo,  diciéndo- 
se que  al  caer  del  sol  él  también  caería.  Mas  poníase 
el  sol,  y  las  tinieblas  venían  y  no  fenecían,  antes  cre- 
cían sus  dolores  con  ellas ;  y  que  ansí ,  alargando  de 
un  dia  para  otro  dia  el  deseo,  promeliéndose  cada  hora 
la  muerte  y  hallándose  cada  hora  burlado ,  esperando 
siempre  acabar,  y  comenzando  á  padecer  siempre  como 
de  nuevo,  h;dda  pasado  muchos  meses  y  años  en  (juo 
por  horas  se  le  renovaban  las  llagas,  hallando  en  to- 
das ellas  sus  esperanzas  burladas.  Dice  :  «Si  yazgo,» 
esto  es ,  si  me  voy  ó  cuando  me  voy  á  dormir.  Y  está 
cortada  la  sentencia ,  como  acontece  en  lo  que  se  dice 
con  pena,  porque  se  ha  de  añadir  :  Entonces  trato  co- 
migo  del  fin  de  mi  vida  y  trabajos,  y  preguntóme  á  mí 
mismo  su  fin,  y  digo  :  «¿Cuándo  me  levantaré?»  Esto 
es,  dígome  que  al  amanecer  amanecerá  mi  descanso, 
porfjue  me  parece  que  ya  quiero  espirar.  «  Y  espero  la 
tarde;»  mas,  dice,  viene  el  alba,  y  ni  la  vida  falta  ni 
el  tormentóse  afloja,  y  así  alargo  mi  esperanza  á  la 
tarde  ;  y  dígome  que  si  con  la  venida  del  sol  se  es- 
forzó mi  vida  para  no  rendirse  á  la  muerte ,  cuando  se 
pusiere ,  que  es  cuando  lodo  naturalmente  enflaquece, 
se  dará  por  vencida ;  de  que  crece  deseo  en  mi  de  la 
larde  ,  y  no  pienso  que  ha  de  llegar,  y  cuento  las  ho- 
ras. Por  donde  el  original  dice  ansí  :  «  Y  mide  mi  co- 
razón la  tarde;»  esto  es,  cuenta  [ot  momenlos  su  eá- 


EXPOSiaON  DEL 
pació ,  y  á  veces  le  parece  que  el  tiempo  duerme  ol-  | 
vidado  de  su  carrera  continua ,  como  siempre  parece  i 
á  los  que  aguardan  algún  término  que  mucho  desean.   • 
Mas  venida  la  tarde ,  ¿qué?  ¿Qué?  a  Hartóme  de  dolores  | 
hasta  tinieblas.»  «Hasta  tinieblas»  quiere  decir  mien-  | 
tras  duran  las  tinieblas  ó  hasta  que  las  tinieblas  se  van  | 
llegando  á  su  fin ;  porque  la  palabra  original  neseph 
es  aquella  sazón  de  entre  noche  y  dia ,  cuando  aun  no 
bien  esclarece.  Pues  dice  :  Venida  la  tarde ,  el  dolor 
crece  y  no  se  acaba  la  vida ,  y  lo  que  puse  por  término 
de  mis  trabajos  es  principio  de  trabajos  mayores ;  y 
viene  la  noche,  y  acrecienta  las  causas  del  morir,  y  no 
acarrea  la  muerte  ;  y  ansi  paso  hasta  que  el  alba  viene 
en  gemidos  y  en  llanto.  Y  da  luego  la  causa  de  su  do- 
lor, porque  dice : 

5  «  Vistió  mi  carne  gusano ,  y  terrón  de  polvo  mi 
cuero  seco  y  encogido.»  Por  manera  que  la  enferme- 
dad que  padece  es  la  causa  por  qué  desea  la  muerte  y 
por  qué  muere  viviendo,  y  dice  la  calidad  de  su  enfer- 
medad para  justificar  su  razón.  Porque  dice  :  «Vistió 
mi  carne  gusano  ; »  que  es  decir  :  Hierve  mi  carne  en 
gusanos  que  me  cercan  á  la  redonda ,  como  suele  cer- 
car el  vestido ;  y  encubre,  diciéndolo  así ,  una  secreta 
contraposición ,  con  que  engrandece  su  mal  con  una 
lástima  diversa ;  porque  decir  «  visto  gusanos »  es  decir 
estoy  desnudo  y  vestido  ;  desnudo  como  pobre  y  vesti- 
do como  miserable ;  de  cuanto  bien  poseia  no  me  deja 
para  abrigo  la  calamidad  aun  el  cuero,  y  dame  por 
vestidura  gusanos.  Y  dice  :  « Terrón  de  polvo  ; »  que 
llama  así  á  las  postillas  y  á  las  costras  que  la  materia 
seca  hacia  en  sus  llagas.  Y  añade  :  «  Mi  cuero  se  secó 
y  encogió,»  ó  como  el  original  dice ,  «rasgado  y  abor- 
recible ; »  porque  era  humor  fiero  y  melancólico  el  hu- 
mor desla  dolencia  de  Job.  Era  por  una  parte  agudo, 
que  le  apostemaba  y  llagaba ,  y  por  otra  ardiente ,  que 
le  secaba  y  consumía,  y  por  otra  muy  melancólico,  que 
era  causa  de  hediondez  y  gusanos ;  y  así,  tenia  Job  jun- 
tamente seco  y  llagado  el  cuerpo,  consumido  y  abier- 
to ,  gusaniento  y  aborrecible.  Mas  dice  : 

6  «Mis  días  me  volaron  mas  presto  que  del  tejedor 
es  cortada  la  tela,  y  consumiéronse  sin  esperanza.» En 
el  original  á  la  letra  :  «Mis  días  se  alivianaron  mas  que 
de  tejedor,  y  acabáronse  sin  esperanza ; »  que  alivia- 
narse es  hacerse  ligeros ,  esto  es ,  pasar,  no  despacio  y 
pesadamente,  sino  de  prisa  y  volando,  como  lo  enten- 
dió san  Jerónimo.  Y  lo  que  dice  de  tejedor  es  razón  no 
acabada ,  y  para  acabarla  añade  cada  uno  lo  que  mejor 
le  parece.  Nuestro  intérprete,  el  cortar  y  la  tela,  y  di- 
jo :  Y  volaron  mas  presto  que  del  tejedor  es  cortada  la 
lela.  Otros  la  lanzadera,  y  dicen  :  Aliviáronse  mis 
dias ;  esto  es ,  pasaron  ligeros  mas  que  la  lanzadera  del 
tejedor,  que  á  la  verdad  discurre  prestísima ;  pues  dice 
que  sus  dias  se  le  han  pasado  volando,  y  llama  sus 
días,  no  todos  los  de  su  vida,  que  eso  no  lo  pusiera  por 
queja  (que,  como  visto  habernos,  deseaba  el  fin  della 
y  anhelaba  la  muerte),  sino  llama  sus  dias  los  dias  de 
6U  vida  buenos  y  alegres,  los  dias  en  que  vivió  dicho- 
so y  feliz ,  que  estos  á  su  parecer  pasaron  con  presteza 
increíble.  Y  á  la  verdad ,  el  remate  que  tuvieron  mi- 
serable los  hacia  parecer  mas  ligeros  y  breves ;  que 
aunque  todo  lo  que  fenece,  cuando  fenece,  parece  ha- 


LIBRO  DE  JOB.  331 

ber  durado  poco  y  pasádose  con  brevedad ;  pero  des- 
cúbrese mas  esto  mismo  cuando  fué  lo  que  pasó  gus- 
toso, y  lo  que  sucedió  doloroso  y  triste,  porque  enton- 
ces el  desabrimiento  presente  y  la  calamidad  que  se 
gusta  desminuye  el  bien  que  pasó ,  y  muéstralo  como 
cosa  de  un  punto.  Y  así ,  Job  en  estas  palabras  añado 
nueva  querella  á  sus  lástimas,  porque  dice  :  Este  mal 
que  padezco  ni  tiene  fin  ni  me  acaba  ;  y  esperando  yo 
cada  dia  la  muerte,  y  prometiéndomela  el  grave  mal  que 
padezco  cada  noche  y  cada  mañana  y  cada  hora ,  me 
hallo  burlado.  Así  que,  el  mal  no  se  muda  en  mí  ni  se 
pasa ,  sino  como  firme  y  enclavado  reposa;  mas  el  bien 
acabóse  en  llegando,  pasó  en  posta  y  voló  mas  que  ave 
ligero.  Y  acabóse,  dice,  «sin  esperanza,»  porque  su  en- 
fermedad era  incurable  y  su  pobreza  tan  extrema,  y  su 
desamparo  tan  universal ,  que  no  quedaba  á  la  espe- 
ranza para  entrar  en  el  alma  de  Job  puerta  ni  resqui- 
cio ninguno.  Y  así  dice  «sin  esperanza»,  porque  en  los 
ojos  de  todos  era  negocio  desesperado  el  tornar  á  su 
estado  primero  Job ,  ó  siquiera  el  mejorarse  algo  en  el 
que  de  presente  tenia.  Añade : 

7  «Miémbrale  que  es  viento  mi  vida,  no  tornarán 
mis  ojos  á  ver  cosa  buena. »  Como  dijo  que  su  mal  no 
prometía  mejoría  ni  daba  lugar  á  ninguna  esperanza 
buena ,  hirióle  la  religión  que  moraba  en  su  ánimo  y 
el  conocimiento  que  está  firme  en  él  de  que  á  Dios  le 
es  todo  posible ;  y  así ,  reportándose ,  para  mostrar  que 
en  la  esperanza  que  negaba  no  negaba  el  poder  de  Dios, 
sino  decía  la  naturaleza  de  su  grave  miseria,  vuélvese 
á  Dios  humildemente ,  y  rogándole  que  le  sane  y  re- 
medie ,  muestra  que  reconoce  su  poder  y  que  confia  de 
su  infinita  bondad.  Y  ansí  dice  :  «Miémbrate  que  es 
viento  mi  vida;»  como  si  mas  claramente  dijera  :  Cuan- 
do digo.  Señor,  que  mi  felicidad  pasó  muy  ligera,  y 
que  mi  infelicidad  grave  corta  las  esperanzas  del  bien, 
quiero  decir  lo  que  ello  en  sí  es  y  lo  que  su  naturaleza 
promete ,  mas  no  niego  lo  que  tú  puedes  ;  sé  que  para 
tí  no  hay  cosa  imposible,  puédesme  hallar  si  estuviere 
perdido,  enriquecerme  si  pobre,  sanarme  si  enfermo; 
quieras  tú  solamente,  que  al  punto  seré  remediado.  Y 
para  que  quiera ,  pídele  se  acuerde  que  es  viento  su 
vida ;  en  que  no  quiere  decir  que  se  pasa  presto ,  aun- 
que es  verdad  se  pasa  presLísimo,  sino  quiere  decir  y 
dice  que  pasada  una  vez ,  no  torna,  como  nunca  vuelve 
á  soplar  el  viento  que  ya  sopló  y  se  pasó.  Porque  dice: 
Puédesme  remediar,  y  suplicóte  me  remedies ;  mas 
conviene  me  remedies  de  presto,  porque ,  como  sabes, 
Señor,  conforme  á  tus  leyes,  esta  vida  sensible  que  aho- 
ra se  vive  es  una  sola ,  y  pasada  no  torna,  y  acabada  no 
renace  otra  vez ,  que  es  como  el  soplo ,  que  pasado  no 
vuelve ,  sino  camira  siempre  adelante.  Por  donde,  si 
agora  mientras  vivo  te  detienes,  no  viviré  otra  vida 
como  esta  en  que  me  remedies.  Y  en  pedir  Job  á  Dios 
que  se  apresure,  sigue  el  común  sentido  de  los  que  es- 
tán en  dolor  y  desean  el  remedio ,  que  todo  se  les  hace 
tardío ;  y  en  desear,  primero  que  muera,  tornar  á  me- 
jor estado,  desea,  no  tanto  vivir,  cuanto  que  no  le  to- 
me la  muerte  estando  actualmente  en  calamidad  y  mi- 
seria ;  que  aunque  los  trabajos  presentes  desprenden 
i  con  facilidad  el  alma  de  la  afición  de  la  vida ,  y  le  alla- 
'  nan  ea  cierta  manera  el  morir;  mas  por  otra  parte 


332 


OBRAS  DE  FRAY 


aliogan  el  aliento  y  oprimen  la  esperanza,  y  lurjjan  la 
claridad  del  juicio  y  inquietan  el  ánimo ;  que  son  difi- 
cultosas disposiciones  para  la  muerte  si  la  abundancia 
de  la  gracia  y  de  la  virtud  no  las  vence.  Y  demás  des- 
ío,  paréceles  á  los  que  lo  miran  de  fuera  que  quien 
muere  estando  en  calamidad  y  miseria,  muere  ven- 
cido del  la  y  antes  de  su  sazón  y  su  tiempo ;  y  por  la 
misma  razón  juzgan  que  mueren  de  flacos ,  y  por  fal- 
tarles para  el  trabajo  hombros  y  virtud.  Por  manera 
que  Job  desea  ser  remediado  presto,  porque  lo  que  pa- 
dece le  duele ,  y  desea  acabar  en  estado  alegre  por  no 
parecer  muere  vencido  de  la  tristeza  y  como  desespe- 
rado del  bien ,  y  pide  sea  en  esta  su  vida ,  porque  si 
pasa  no  tornará  á  vivir  otra  como  esta ,  porque  es  co- 
mo aire  que  va  y  no  torna.  Y  dice  ansi :  o  No  tornarán 
mis  ojos  á  ver  cosa  buena;»  esto  es,  no  tornaré  jamás, 
si  una  vez  muero,  á  vivir  en  estado  bueno  y  feliz  cor- 
poral y  sensiblemente ,  y  á  la  manera  de  agora.  Y  en- 
carece mas  y  extiende  mas  esto  mismo,  diciéndolo  y 
repitiéndolo  por  diferentes  maneras ,  que  dice  : 

8  «  No  rae  catarán  mas  ojos  de  mirador,  tus  ojos  en 
mí ,  y  no  yo;»  ni  yo  tornaré,  dice,  á  ver  esta  vida,  ni 
jiadie,  por  mas  aguda  vista  que  tenga,  me  verá  en  ella 
después  de  muerto  ;  tú  mismo.  Señor,  que  todo  lo  pe- 
netras y  ves ,  no  me  verás  vivir  otra  vez  aqueste  linaje 
de  vida,  porque  así  lo  ordenaste.  Que 

9  ((Acabóse  la  nube  y  pas(3se,  ansí  el  que  decien- 
de  al  inlierno  no  subirá. »  Porque,  dice,  ansí  como  la 
nube,  convirtiéndose  en  lluvia,  pasa  y  se  deshace  de 
manera  que  no  vuelve  jamás,  ansí  es,  dice,  el  que  mue- 
re y  desciende  debajo  de  la  tierra,  que  no  tornará  ja- 
más á  subir  á  ella;  entiéndese,  á  vivir  en  ella  como  ago- 
ra se  vive,  vida  corruptible  y  sujeta  á  mudanzas,  y  ne- 
cesitada de  comida  y  vestido  y  posesiones  y  casas,  y 
los  demás  bienes  que  llamamos  riquezas ,  como  en  io 
que  añade  demuestra.  Que  dice  : 

iO  ((No  tornará  á  su  casa,  y  no  le  conocerá  mas  su 
lugar.»  Que  no  dice  rasamente  que  no  tornará,  porque 
cierio  es  que  ha  de  volver  el  hombre  á  vivir  en  el  cuer- 
po en  el  dia  que  Dios  volvicre  á  vida  á  todos  los  hom- 
bres, mas  dice  limitadamente  que  no  volverá  á  su  casa 
ni  á  ver  su  lugar,  esto  es,  sus  posesiones  y  asienlo. 
Porque  1,1  vida  de  la  resurrección,  aunque  será  en  cuer- 
po, no  será  con  las  necesidades  del  cuerpo,  ni  vida  que 
se  vivirá  en  la  forma  y  estilo  de  agora,  buscando  cosas 
para  sustentar  los  sentidos,  que  desfallecen  sin  ellas. 
Alas  dice  : 

il  ((Portante  yo  no  vedaré  mi  boca,  fablaré  con 
angustia  de  mi  espíritu,  querellaréme  con  amargura  de 
mi  alma;»  en  que  torna  el  dolor  á  encrudecerse  de  nue- 
vo y  á  revivir  con  fuerzas  dobladas,  que  son  mudanzas 
de  áinmos  alligidos  y  tristes.  Pues  rompe  la  razón  co- 
menzada ,  y  torna  á  dolerse  y  á  lamenlarse,  diciendo: 
«  Por  tanto,  yo  no  veilaré  mi  lengua. »  iMas,  dice,  pues  el 
Señor  se  detiene  por  los  fines  que  él  sabe,  y  quiere  que 
cuanto  de  vida  me  resta  sea  miseria  y  dolor ,  ya  que 
tengo  de  morir  miserable,  y  no  puedo  tornar  á  vivir  en 
riqueza  y  salud  y  contento,  á  lo  menos  no  perderé  es- 
te alivio  amargo  que  solo  me  rcsla,  que  es  alivio  de  los 
muy  miserables,  que  es  dar  licencia  á  la  len^rna  que 
(liga  las  ausias  del  corazón,  pcnniUr  ú  \a  boca  (luc  pu- 


LUIS  DE  LEÓN. 

blique  sus  quejas,  acompañar  los  dolores  con  gritos.  Y 
ansí  dice  :  ((No  vedaré  mi  boca,»  esto  es,  no  le  pondré 
freno  para  que  no  vocee.  (( Fablaré  con  angustia  de  mi 
espíritu,»  esto  es,  diré  lo  que  meditare  el  ánimo  afligi- 
do. (( Querellaréme  con  amargura  de  mi  alma ; »  que  es 
decir  que  serán  sus  quejas  amargas,  ansi  como  su  al- 
ma está  amarga.  Y  diciendo  esto  Job,  responde  calla- 
damente y  por  nueva  manera  á  lo  de  que  era  acusado 
de  sus  amigos,  que  excedía  en  quejarse.  Porque  les  di- 
ce :  Pues  no  tengo  de  tornar  á  vivir,  ni  espero  en  lo  que 
me  resta  salir  de  miseria,  si  estoy  condenado  sin  espe- 
ranza á  la  enfermedad,  á  los  gusanos,  al  desamparo,  al 
dolor,  ¿porqué  siquiera  no  me  será  libre  el  gemido?  Por 
qué,  lleno  de  dolores,  no  podré  decir  que  me  duele?  Por 
qué,  hecho  asiento  de  males,  no  tendré  licencia  para  la- 
mentar mí  desdicha?  El  dolor  saca  el  grito  naturalmen- 
to,  y  el  azote  el  gemido,  y  el  desastre  la  voz  desabrida 
y  el  lloro ;  ¿en  qué  ley  pues  se  sufre  que  sea  vicioso  en 
mí  lo  que  es  natural  en  lodos,  y  que  quien  no  espera  otro 
alivio,  siquiera  no  se  desahogue  gritando?  Y  dicho  es- 
to, suelta  la  lengua  á  la  queja,  y  dice,  volviéndose  á 
Dios : 

12  ((Si  mar  yo,  sí  culebro,  ¿qué  pones  sobre  mi  car- 
celería?» En  lo  cual  se  queja  de  que  ,  siendo  flaco,  le 
hiere  como  si  fuese  fuerte  y  valiente;  y  quéjase  compa- 
rándose con  la  mar  y  con  la  ballena ,  diciendo  que  le 
trata  Dios  como  á  ellos,  ó  en  el  mismo  género  de  traba- 
miento, ó  en  tratamientos  de  diverso  género,  pero  tales, 
que  tienen  comparación  entre  sí.  Que  es  decir  que  le 
encarcela  á  él  como  tiene  encarcelada  la  mar ,  ó  que 
ansí  como  está  sujeta  la  mar  á  tormentas,  y  es  como  el 
proprio  lugar  de  las  tempestades,  y  donde  las  olas  com- 
baten y  los  vientos  ejecutan  su  violencia  y  rigor,  ansí 
le  hace  á  él  como  sugeto  proprio  de  dolores  y  de  mise- 
rias. Y  encarece  su  mal  con  la  desigualdad  que  con  él 
tiene  lo  que  compara.  Porque  si  mueven  guerra  los  vien- 
tos al  mar,  es  al  lin  poderoso  el  mar  para  avenirse  con 
ellos,  y  si  se  levantan  tempestades  en  él,  es  tan  grande, 
que  las  lleva  y  las  sufre,  y  si  le  encierra  Dios  y  pone  lí- 
mite y  le  quebranta  en  la  arena,  quédale  suficiente  lu- 
gar adonde  descanse  y  repose ;  mas  Job  es  flaco  y  es!á 
llagado  y  podrido,  y  asentado  en  el  polvo,  carece  de  to- 
do alivio.  De  manera  que  por  una  parte  no  hay  mar  tur- 
bada tan  combatida  de  vientos  cuanto  lo  es  de  dolores 
su  alma ,  y  por  otra  no  hay  cosa  mas  flaca  ni  de  menos 
fuerza  que  él ,  para  resistir  al  dolor.  No  hay  en  él  su- 
geto ya  para  recibir  nuevo  azoto,  y  hiérele  Dios  siem- 
pre con  azotes  de  nuevo.  Y  así  dice  :  (( Si  mar  yo,  si  cu- 
lebro, ¿qué  pones  carcelería  sobre  mí?»  Esto  es,  ¿(pié 
me  cercas  y  tienes  ansí  preso  y  rodeado  de  males,  para 
que  ni  menearme  ni  valerme  no  pueda,  como  si  corrie- 
se peligro  el  mundo  en  mi  li!)erlad?  Que  á  la  mar  tie- 
nda encarcelada  Dios  con  firmeza,  por(]ue  si  fuese  libre 
anegarla  la  tierra,  y  ni  mas  ni  menos  la  ballena  y  las 
serpientes  del  mar  asolarían  el  mundo  si  pudiesen  sa- 
lir de  su  cárcel.  Así  que,  en  estos  la  guarda  estrecha  es 
necesaria.  Mas  de  mí,  dice,  ¿qué  temes.  Señor?  ¿Soy  mar 
que  sorbe  la  tierra  si  me  das  libertad ,  ó  culebro  para 
asolarla?  Que  es  también  alegar  secretamente  su  ino- 
cencia y  llaneza,  y  la  mansedumbre  de  su  vida  [tasada; 
Y  como  diciéndolo  á  Dios,  roproicntar  á  ¿us  amigos,  quo 


EXPOSICIÓN  DEL 
le  estaban  oyendo,  que  nunca  so  apacentó  de  la  sangre 
inocente  como  dragón  fiero,  ni  fué  tempestad  donde  se 
anegasen  los  otros,  por  donde  fuese  necesario  enfrenar- 
le y  apretarle,  como  apretado  está,  que  no  halla  en  co- 
sa reposo.  Y  ansí  añade  : 

13  oSi  digo  conhortarme  ha  mi  leclio,  aliviaréme  en 
mi  querella  en  mi  cama ; »  como  dando  á  entender 
que  en  la  cama,  que  es  lugar  de  descanso,  halla  traba- 
jo. Pues  si  en  la  cama  le  halla,  dicho  queda  lo  que  fue- 
ra della  padece.  Y  aun  encubre  el  original  aquí  un  cier- 
to encarecimiento ,  porque  dice  á  la  letra  :  « Cuando 
digo  conlioriarme  ha  mi  lecho,  alzará  llama  en  mi  que- 
rella mi  cama ; »  que  es  claramente  decir  cuanto  se  le 
aleja  el  alivio,  pues  el  reposo,  no  solamente  no  lo  es  pa- 
ra él,  mas  antes  le  acarrea  tormento;  porqiie  en  la  ca- 
ma, adonde  se  recoge  con  esperanza  de  descansar,  se 
enciende  de  manera  su  mal,  que  se  vuelve  en  horno  la 
cama.  Y  era  necesario  por  dos  razones  que  así  le  avi- 
niese :  lo  uno,  porque  en  la  noche,  en  que  se  divierte  el 
sentido  menos,  crecen  mas  los  cuidados  que  abrasan  el 
corazón,  el  cual  pega  su  ardor  al  lecho  y  al  cuerpo ;  lo 
otro,  porque  las  enfermedades  de  humor  melancólico, 
cual  este  era ,  toman  fuerza  con  las  tinieblas,  que  son 
la  hora  propria  cuando  la  melancolía  hierve  y  humea  ; 
de  manera  que  si  se  vela,  arde  en  negras  llamas  el  le- 
cho, y  si  se  duerme,  acontece  lo  que  luego  añade,  di- 
ciendo : 

14  «Y  con  sueños  me  quebrantaste  y  con  visiones 
me  pusiste  en  espanto. »  Porque  el  humor  negro,  movi- 
do con  el  sueño,  turba  en  la  imaginación  las  especies,  y 
tíñelas  de  su  mala  color;  de  que  resultan  espantables 
figuras,  que  atemorizan  y  espantan  el  ánimo  del  que 
duerme.  Al  cual  espanto  y  horror  se  sigue  por  orden 
natural  lo  que  dice : 

15  «Y escogió ahogamiento  mi  alma,  muerte  masque 
en  mis  huesos. »  Porque  la  calidad  del  humor  por  una 
parte  ennegrece  la  luz,  y  así  borra  todo  lo  que  es  ale- 
gría, y  por  la  misma  razón  representa  la  vida  como  co- 
sa obscura  y  tristísima;  y  por  otra  parte,  los  temores  de 
las  visiones  que  el  mismo  humor  acarrea  hácenla  odio- 
sa y  aborrecible.  Y  ansí,  por  natural  consecuencia  los 
tocados  de  esta  calamidad  apetecen  el  salir  de  la  vida 
luego  y  por  cualquiera  manera  que  sea ;  y  es  señal  del 
deseo  lo  que  acontece  en  el  hecho  en  muchos  destos  que 
lo  ponen  por  obra,  y  se  despeñan  ó  ahogan.  Y  este  ape- 
tito vicioso  y  fiero  que  el  humor  corrompido  en  el  áni- 
mo de  Job  criaba  y  movía,  pone  aquí  ahora,  no  dicien- 
do lo  que  la  voluntad  medida  por  la  razón  le  pedia,  sino 
aquello  á  que  le  inclinaba  la  fuerza  de  su  dolencia ;  y  dí- 
celo  para  encarecer  mas  sus  trabajos  y  males.  Porque 
sin  duda  era  miseria  particular  y  causa  de  grandísima 
pena,  un  hombre  como  Job,  temeroso  de  Dios  y  tan  su- 
jeto á  la  ley  de  razón  en  todas  las  cosas,  y  tan  aficiona- 
do á  lo  justo,  sentir  en  sí  un  tan  desordenado  movi- 
miento y  tan  fiero;  y  así,  con  esto  demuestra  mas  su 
trabajo.  En  el  cual  la  substancia  era  terrible,  y  los  ac- 
cidentes peores;  la  substancia  era  un  universal  despo- 
jo de  la  hacienda,  de  hijos,  de  salud  y  alegría;  los  ac- 
cidentes, movimientos  que  le  ponían  en  peligro  ¡os  bie- 
nes del  alma.  Pues  dice  :  «  Escogió  ahogamiento  mi  al- 
ma ;  n  como  si  dijese  :  Y  de  la  enfenuedud  que  padezco 


LIBRO  DE  JOB.  333 

nace  en  mí  otra  desventura  peor  que  ella  misma ,  que 
me  siento  llevará  poner  yo  mis  manos  en  mí,  y  darlin 
á  una  vida  tan  aborrecible  y  tan  triste  ;  y  véome  ten- 
tado de  ofenderle  y  perderte,  que  es  lo  que  mas  me  due- 
le y  ofende.  Y  aunque  dice  que  su  alma  quiso  ahogar- 
se, no  entiende  por  su  alma  el  juicio  de  su  razón,  sino 
una  parte  della  mas  baja,  que  mueve  el  sentido,  á  que 
llama  muchas  veces  alma  la  Sagrada  Escritura.  Y  lo 
mismo  dice  en  lo  que  añade  :  «Y  muerte  en  mis  hue- 
sos.» Que  es  decir  que  el  sen  I  ido  le  movía  á  desear 
que  penetrase  hasta  dentro  de  sus  hue-;o3  la  muerte,  es- 
to es,  que  la  muerte  le  deshiciese  del  todo,  y  que  no 
dejase  del ,  como  decir  solemos ,  ni  pelo  ni  hueso.  O 
quiere  decir  sin  duda  que  le  hacia  mas  ainal)le  la  muer- 
te, que  suele  ser  á  otros  la  alegre  vida.  Porque  el  ori- 
ginal dice  ansí :  «  Muerte  mas  que  mis  huesos. »  Que 
por  nombre  de  huesos  se  suele  en  esta  escritura  enten- 
der la  vida  á  quien  ellos  sustentan ,  y  no  solo  la  vida, 
sino  la  fortaleza  de  ella  y  su  próspero  estado.  Y  así,  di- 
ce que  nunca  le  agradó  tanto  lo  próspero  cuanto  le 
aflige  ahora  lo  adverso,  ni  quiso  á  su  vida  tanto  cuando 
estaba  en  su  fuerza,  como  ahora  su  sentido  ama  y  ape- 
tece la  muerte.  Añade : 

16  (( Perdí  la  esperanza,  no  viviré  mas ;  contiénete  de 
mí,  que  son  nada  mis  días. »  O  según  otra  letra :  «Abor- 
recí, no  para  siempre  viviré;  contiénete  de  mí,  porque 
nada  mis  días.  »  En  que  en  lo  primero  la  palabra  pro- 
pria/naasí/í*  quiere  decir  «desprecié  con  enfado,  y  tu- 
ve en  poco  y  aborrecí»,  conviene  á  saber,  la  vida,  y  no 
la  mía  solamente,  sino  generalmente  á  todo  el  vivir  de 
los  hombres ;  que  conoció  la  vanidad  general  movido 
y  como  avisado  de  su  propria  miseria.  Porque  es  ordi- 
nario caer  en  esta  cuenta  las  gentes  cuando  se  ven  caí- 
das en  algunos  trabajos;  que  el  suceso  áspero  proprio 
abre  los  ojos  para  conocer  el  riesgo  que  todos  corren  de 
que  nadie  es  exento ,  y  conócese  aquí  que  todo  es  vano 
y  muy  digno  de  ser  despreciado.  Mas  en  lo  segundo  que 
añade  :  «No  viviré  mas,  ó  no  viviré  para  siempre,  con- 
tiénete de  mí;»  dejando  el  cuento  de  sus  miserias  (por- 
que es  proprio  de  la  pasión  hacer  estos  movimientos 
diversos,  unas  veces  derramando  querellas,  otras  bus- 
cando favor);  ansí  que,  dejando  las  quejas,  vuélvese  aquí 
Job  á  las  oraciones,  y  pide  á  Dios  que  alce  el  azote  y  no 
tome  tan  á  pechos  el  perseguirle,  y  como  secretamente 
diciéndole  que  es  hacer  caso  de  una  cosa  que  es  nada  el 
demostrar  tanto  enojo.  Y  nace  bien  esto  segundo  de  lo 
que  dijo  primero.  Porque,  como  decia  que  él  mismo, 
alumbrado  de  su  misma  experiencia,  conocía  la  vanidad 
general  de  la  vida ,  y  la  despreciaba  como  cosa  vilísi- 
ma, dice  bien  y  consiguientemente  que  le  parece  no 
digno  de  Dios  oponerse  tan  de  veras  contra  tanta  baje- 
za°  y  hacer  prueba  de  su  brazo  poderoso  en  deshacer 
loque  es  nada.  Y  así,  le  dice  á  Dios  que  se  contenga  de 
mas  herirle,  si  no  por  lástima,  á  lo  menos  por  lo  que  to- 
ca á  su  honra;  que  no  es  de  majestad  semejante  mos- 
trarse corajoso  contra  cosa  tan  baja.  Que  si  el  hombre 
fuera  eterno,  y  su  vida  tan  firme,  que  jamás  feneciera  ni 
recibiera  mella  ninguna ;  si  fuera  tal  que  nunca  pade- 
ciera menoscabo  tíu  vida,  fuera  entonces  para  mostrar 
Dios  su  brazo  en  él  conveniente  sugeto;  mas  quien  se 
acaba  mañana,  y  eso  que  vive  es  miseria,  y  quien  es 


334  OBRAS  DE  FRAY 

pura  nada,  ¿qué  es  para  qne  Dios  liaga  caso  del  ni  en   | 
gracia  ni  en  ira?  Porque,  como  dice  y  añade  :  ¡ 

17  «¿Qué  es  el  hombre  para  que  le  engrandezcas,    ' 
y  para  que  pongas  en  él  lu  corazón?»  «Para  que  le  en- 
grandezcas,» entiéndese  en  tener  con  él  tan  estrecha 
cuenta,  castigándole  siempre ;  porque  hacer  caso  dé!  aun 
en  esto,  es  honrarle  Dios  mucho.  Y  que  sea  el  sentiio 
este,  lo  que  se  sigue  lo  dice:  «Y  para  que  apliques  á  él  ¡ 
tu  corazón. »  Porque  a  poner  el  corazón  »,  en  esta  escri-  I 
tura  es  advertir  con  atención  en  lo  que  se  pone ,  y  le-  j 
ner  cuenta  con  ello,  examinándolo  y  no  disimulando  con 
ello.  Y  mas  claramente  se  ve  por  el  verso  siguiente, 
que  es : 

18  «Y  visilástele  á  las  alhoradas,  y  por  momentos  le 
apruebas.  »  Porque  el  visitar  aquí  y  el  probar  signifi- 
can lo  mismo ,  y  el  probar  es  tentar  y  examinar  con 
castigos.  Por  manera  que  Job,  considerando  por  una 
parle  la  flaqueza  y  bajeza  del  hombre,  y  por  otra  el  te- 
son  con  que  Dios  le  castiga',  dice  lo  que  en  este  caso  se 
viene  luego  á  los  ojos,  que  es  un  espanto  y  una  gran 
maravilla  de  que  Dios,  siendo  quien  es,  tome  tan  á  pe- 
chos el  menudear  con  los  hombres  madrugando ,  esto 
es,  velando,  conviene  á  saber,  mirando  sobre  ellos  siem- 
pre y  á  todas  horas  con  ojos  despiertos  y  sin  perder 
ningún  punto.  Que  por  otra  parte,  bien  mirado  y  como 
lo  juzga  la  razón  verdadera,  es  piedad  de  Dios  y  mise- 
ricordia grandísima  no  desdeñarse  de  andar  tan  á  las 
justas  conmigo,  y  traerme  siempre  sobre  ojo  examinán- 
dome y  dándome  sofrenadas  conlinas ,  y  amargándome 
cuanto  suele  ser  dulce  en  la  vida,  para  que  engolosina- 
do deilo,  no  me  vaya  en  pos  dello,  llevado  de  mis  malos 
siniestros.  Mas  dice  en  esto  Job  lo  que  le  decia  su  car- 
ne afligida;  y  dícelo  porque  en  decir  los  sentimientos 
de  la  humana  flaqueza  y  los  acuitamientos  que  padecía, 
encarece  mas  sus  trabajos,  que  es  aquello  en  que  ago- 
ra se  alivia.  Porque,  como  dicho  he,  no  era  el  menor 
dellos  sentir  en  sí  aquellos  sentimientos  flaquísimos;  y 
la  enfermedad,  aunque  grave ,  y  el  desamparo  que  pa- 
decía, no  le  afligía  tanto,  cuanto  le  atormentaban  estos 
movimientos  miserables  que  le  bullían  en  la  parle  in- 
ferior de  su  alma.  Mas  añade,  dicienda  : 

19  «¿Hasta  cuándo  no  aflojarás  do  mí,  ni  me  aflo- 
jarás hasta  tragar  mi  saliva?  Esto  de  «tragar  saliva» 
parece  forma  de  iiablar  vulgar  y  usada  en  aquella  len- 
gua, para  significar  un  alivio  pequeño,  como  lo  es  en 
la  nuestra,  para  la  misma  significación  ,  decir  «respi- 
rar ó  lomar  aliento».  Pues  pregunta  Job  á  Dios  (y  es 
una  pregunta  envuelta  en  una  sentidísima  queja)  que 
hasta  cuándo  le  ha  de  apretar  los  cordeles;  ¿qué  fin 
ha  de  tener  este  azote  contino  sin  dejarle  respirar  un 
momenlo,  ni  sin  darle  siquiera  espacio  libre  para  tra- 
gar la  saliva?  En  que  engrandece  con  encarecimiento 
nuevo  sus  males.  Porque  preguntando  cuándo  ha  de 
aflojarle,  para  que  á  lo  menos  respire ,  se  queja  de  que 
su  dolor  no  se  remite  ni  hace  jamás  pausa;  y  ansí,  de- 
muestra que  su  mal  no  tiene  di;is  de  huelga,  sino  dice 
que  es  un  abrasamiento  perpetuo  y  que  cslá  en  crecí- 
niienlo  siempre,  ó  á  lo  menos  conserva  siempre  un  te- 
nor, tie  manera  que  no  se  rompe  con  ninguna  formado 
alivio.  Mas  dice : 

20  «Pequé;  ¿qué  faré  álí,  Guardador  de  loi  hom- 


I 
I 
LUIS  DE  LEÓN. 

bres?  ¿Por  qué  me  pusiste  por  encuentro  á  ti,  y  fui 
sobre  mí  por  carga?  Lo  que  dice  pequé ,  es  como  si  di- 
jese «  mas  si  pequé  »;  porque  no  confiesa  que  pades-    ,, 
ce  por  sus  pecados,  antes,  asegurado  de  su  conciencia, 
porfía  que  su  castigo  no  es  pena  de  culpa.   Mas  como- 
en  las  disputas  se  hace,  que  para  mayor  prueba  de  !o 
que  pretendemos  probar,  concedamos  al  adversario 
algo  de  lo  que  él  nos  opone,  y  le  mostramos  que  no 
concluye  aunque  seleconceda;  ansí  Job,  en  mayor  con- 
firmación de  su  intento ,  concede  que  fuese  ansí  como 
sus  amigos  le  dicen,  y  que  le  castiga  Dios  por  sus  cul- 
pas, y  muestra  que.  sin  embargo  de  todo  eso  es  extra- 
ordinario el  castigo.  En  que  con  unas  palabras  mismas 
acude  á  todo  aquello  que  contra  sus  amigos  defiende; 
que  es ,  lo  uno  librar  de  exceso  y  demasía  su  queja ,  lo 
otro  mostrar  que  padece  sin  culpa.  Porque  diciendo 
que  es  muy  grave  su  azole,  aun  cuando  fuese  ansí  que 
pecado  hubiese ,  prueba  que  se  queja  con  causa ,  pues 
es  tan  desmedida  la  pena;  y  ni  mas  ni  menos  en  decir 
que  sus  culpas  ,  en  caso  que  las  tuviera,  no  las  cas- 
ligaba  ahora  Dios  conforme  á  su  ley,  demuestra  que 
su  mal  no  es  castigo  de  culpas ,  porque  Dios  nunca 
traspasa  sus  leyes.  Y  por  consiguiente,  manifiesla  que 
padece  sin  culpa;  porque  sí  la  tuviera,  midiera  Diosla 
pena  con  ella,  y  caminara  su  casi  igo  por  el  camino  que 
siempre,  y  guardara  sus  condiciones  y  sus  leyes  usa- 
das ;  lo  que  aquí  no  acontece.  Porque  dice  :  Sea  ansí 
que  pequé  (vos.  Señor,  sabéis  lo  contrario);  mas  presu- 
pongamos que  sea  como  aquestos  me  dicen,  pregunto: 
¿Qné  pecado  es  el  mió,  para  que,  lo  que  no  hicisteis  con 
pecador,  me  cerréis,  á  lo  que  parece,  la  puerta  del  ali- 
vio y  remedio?  Qué  hice  yo,  pecando,  masque  los  otros 
que  pecan,  que  mereciese  un  desamparo  tamaño?  O  ya 
que  pequé ,  ¿  qué  haré  j)ara  amansar  vuestra  ira  mas 
de  lo  que  hago  y  he  hecho?  Abrasástesme  la  hacienda, 
hendíjeos;  de  un  golpe  me  Uevastes  los  hijos,  que  eran 
la  luz  de  mi  vida,  alabé  tu  bondad;  herísteme  de  pies 
á  cabeza  con  llagas  de  enferine.iad  nunca  oida,  recibílo 
y  sufrílo;  lodos,  mujer,  criados,  amigos,  abominaron 
de  mi,  humilde  me  abracé  con  el  suelo.  Si  el  dolor 
mueve  á  lástima,  por  eso.  Señor,  me  querello;  si  el  su- 
frimiento merece  perdón,  como  una  yunque  he  sufri- 
do; si  la  humildad  vale  algo,  bien  conoces  la  mía;  sue- 
les perdonar  al  quebrantado,  al  afligido,  al  azotado,  al 
sufrido,  al  abatido,  al  perseguido,  al  rendido  anie  tí  y 
al  humilde,  ¿qué  es  de  todo  esto  loque  no  hallas  en 
mí?  Pues  ¿qué  mas  haré?  «¡oh  Guardador  de  los  hom- 
bros !  »  Si  me  castigaras  por  culpa ,  ya  estuvieras  satis- 
I  fecho  con  la  paciencia  y  la  pena.  Hicn  se  deja  entender 
I  qvie  no  desenvainó  lu  espada  mi  pecado  ,  pues  mi  hn- 
¡  mildad  no  la  torna  á  la  vaina.  Otro  es  sin  duda,  Señor, 
vuestro  intento;  no  lo  alcanzo  yo,  y  así  no  atino  á  va- 
lerme;  enséñame  tú,  «  ¡oh  Guardador  de  los  hombres!» 
Y  en  decir  «  Guardador  de  los  hombres  »  hay  un  mis- 
terio secreto  ,  con  que  esta  razón  se  esfuerza  mucho 
mas;  ponjue  lo  que  decimos  Guardador,  en  el  original 
es  iXolscr ,  que  es  el  proprio  sobrenombre  de  Cristo, 
que  solemos  llamar  Nazareno;  como  se  ve  en  el  título 
original  de  la  cruz,  adonde  el  Nazareno  se  escribecon 
estas  letras  mismas,  como  ala  verdad  escribirse  debe, 
aunque  algunos  con  ignorancia  y  porfía  lo  niegan.  Pues 


EXPOSICIÓN  DEL 
da  Job  á  Dios  con  gran  conveniencia  en  esta  coyuntu-  ; 
ra  de  perdón  aqueste  apellido,  como  quien  via  con  la 
luz  de  profeta  á  Dios  ya  humanado  y  Nazareno  hecho, 
que  quiere  decir  Guardador,  para  fin  de  guardar  al 
hombre  en  sí,  tomando  sobre  sí  sus  pecados.  Según  lo  , 
cual,  acordando  con  este  nombre  á  Dios  su  determina- 
ción, fortifica  Job  su  dicho  mas,  y  le  dice:  ¿Qué  he 
hecho  contra  tí ,  ó  qué  debo  hacer  para  tí  mas  que  los  : 
otros  hombres,  «oh  Nazareno  del  hombre?»  Que  es  de-  ; 
cirle:  Pues  hade  ser  Nazareno,  estoes,  pues  hade  ser 
hombre  para  tomar  en  si  los  pecados  de  todos,  para  pa- 
gándolos él,  libertarlos  á  ellos;  pues  lia  de  ser  su  oficio 
proprio  pagar  á  su  costa  lo  ajeno ,  pues  por  el  mismo 
caso  se  pregona  por  tan  piadoso  y  tan  blando ,  que  el 
exceso  de  la  culpa  encendía  las  entrañas  de  su  miseri- 
cordia hasta  hacerse  hombre  entre  los  culpados  para 
satisfacer  á  su  Padre  por  ellos;  pues  el  pecar  no  le  es- 
panta, ni  el  remediar  el  pecado  le  es  nuevo,  ni  los  pe- 
cadores son  los  que  menos  acrecientan  y  esclarecen  su 
gloria  (en  caso  que  él  pecado  hubiera,  y  fuera  castiga- 
do por  culpas);  que  ¿por  qué  le  castiga  tan  severamen- 
te, que  cierra  ( á  lo  que  parece)  la  entrada  al  perdón? 
Que  si  por  dicha  es  él  hombre  de  diferente  linaje,  ó  ha 
hecho  contra  Dios  lo  que  hizo  ninguno,  ó  cuándo  se 
determinó  de  ser  hombre  por  todos,  exceptó  á  solo  él, 
para  hacerle  blanco  de  su  ira  y  enojo?  Y  así  dice  : 
«¿Por  qué  me  pusiste  por  encuentro  á  tí?»  Como  di- 
ciendo :  Tienes  ordenado  de  ser  de  nuestra  parte  y  de 
ponerte  por  escudo  nuestro,  ¿y  haces  ahora  bando  con- 
tra mí  solo?  y  el  que  has  de  ser  nuestra  adarga,  ¿tor- 
naste contra  mí  fiera  lanza?  Y  dice :  «Fui  sobre  mí  por 
carga.»  Porque  el  oficio  de  «  Jesu  Nazareno  »  es  tomar 
sobre  sí  las  cargas  de  todos,  para  con  su  trabajo  darles 
descanso ,  y  con  sus  cardenales  salud ;  y  á  Job ,  según 
era  grave  y  perseverante  su  azote ,  parecíale  en  cierta 
manera  que,  si  era  por  culpa  suya,  no  la  pasaba  Cristo 
á  sus  hombros,  sino  la  dejaba  en  los  suyos,  y  dejándo- 
la sobre  él ,  le  oprimía.  O  pídele  sin  duda  que  la  pase 
á  sí,  y  se  cargue della;  y  pues  pone  á  su  cargo  el  pe- 
cado ,  pusiese  este  suyo,  si  hay  suyo  alguno,  con  los 
demás.  Y  por  eso  le  dice  : 

21  «¿Por  qué  no  alzas  mi  rebeldía,  y  faces  pasar 
mi  delito?  Porque  ahora  yazgo  en  el  polvo,  amanecer- 
me has,  y  no  yo. »  Que  alzar  aquí  no  solo  es  quitar 
Cristo  el  pecado  de  sobre  Job ,  sino  llevarle  él  puesto 
y  levantado  en  sus  hombros ;  porque  el  original  es 
Nasa,  que  es  « levantar  sobre  sí»  ,  y  es  lo  mismo  que 
dijo  á  Cristo  el  Baptista  cuando  le  dijo  (a)  :  «Este  es  el 
cordero  de  Dios,  el  que  levanta  y  lleva  sobre  sí  los  pe- 
cados del  mundo.»  Y  ansí,  le  dice  Job  á  su  Nazareno, 
pues  lleva  sobre  sí  las  rebeldías  de  todos,  ¿por  qué  le 
deja  en  sus  hombros  la  suya?  Por  qué  no  hace  pasar  su 
delito,  conviene  á  saber  ,  de  sí  á  él,  de  su  cuenta  á  su 
cargo  ?  Porque ,  dice ,  si  pequé ,  y  tu  satisfacción  (que 
aun  ahora  tiene  virtud)  no  me  vale,  y  me  muero  así  y 
me  conviertoen  ceniza,  cuando  amanecieres  naciendo, 
ya  no  seré  capaz  de  tu  bien.  Porque  cuanto  á  la  gra- 
cia ,  tal  permanece  cada  uno  cuai  muere.  Y  Job,  ha- 
biendo dicho  esto,  calló,  y  respóndele  Bildad  en  el  que 
luego  se  sigue, 

[a)  Joan.,  l,v.39. 


LIBRO  DE  JOB. 


135 


C.\PITÜL0  ^TO, 

AKGL'MENTO. 

Toma  la  mano  otro  de  los  amigos  de  Job ,  llamado  Bildad ;  y  co- 
mo si  Job  hubiera  acusado  de  injusto  á  Dios,  ansí  vuelve  por 
su  igualdad  y  deliende  sus  partes,  afirmando  tiue  ni  la  maldad, 
por  mas  que  se  disimule  con  apariencia  de  bien,  florece,  ni  la 
virtud  perece  aunque  mas  la  persigan,  porque  Uios  justo  da 
siempre  favor  al  que  lo  merece.  Dice  : 

1  Y  respondió  Bildad  el  Sohi ,  y  dijo : 

2  ¿Hasta  cuándo  hablarás  esto,  y  espíritu  grande  pa- 
labras de  tu  boca? 

5  ¿Por  ventura  Dios  tuerce  el  juicio?  y  ¿si  el  .\bastado 
tuerce  justicia? 

i  Si  tus  hijos  pecaron  á  él ,  y  enviólos  á  la  mano  de  su 
pecado. 

5  Si  tú  madrugares  á  Dios,  y  suplicares  al  Abastado. 

6  Si  limpio  y  derecho  tú,  cierto  luego  despertara  so- 
bre ti,  y  apaciguara  la  morada  de  tu  justicia. 

7  Y  será  tu  principio  poco,  y  tu  postrimería  crecerá 
mucho. 

8  Que  pregunta  ahora  la  generación  primera,  y  disponte 
á  pesquisar  de  tus  padres. 

9  (Porque  de  ayer  nosotros,  y  no  sabernos,  porque 
sombra  nuestros  días  sobre  la  tierra.) 

10  De  cierto  ellos  te  avezarán,  hablarán  á  tí,  y  de  su 
corazón  sacarán  palabras. 

Al  ¿Si  crecerá  junco  en  no  cieno,  crecerá  junquera  sin 
aguas? 

12  Aun  él  en  su  árbol  y  no  corlado,  y  antes  de  toda 
yerba  se  seca. 

13  Ansí  caminos  de  todos  los  que  olvidan  á  Dios  y  es- 
peranza de  falsario  perecerá. 

14  Que  despreciará  su  desatino ,  y  casa  de  araña  su 
fiucia. 

lo  Estribará  sobre  .su  casa,  y  no  estará;  trabará  en  ella, 
y  no  se  levantará. 

16  Verde  y  jugoso  él  delante  del  sol  y  sobre  su  huerto 
su  pimpollo  saldrá. 

17  Sobre  montón  sus  raices  serán  enredadas,  casa  de 
piedras  morará. 

18  Si  lo  tragaren  de  su  lugar ,  y  diga  en  él :  No  te 
vide. 

19  ¿Ves?  Ese  el  gozo  de  su  carrera,  y  de  polvo  otro 
pimpollecerá. 

20  ¿Ves?  Dios  no  aborrece  perfecto  ni  esforzará  mano 
de  malos. 

21  Hasta  que  se  bincha  de  risa  tu  boca,  y  tus  labios  de 
jubilación. 

22  Quien  te  aborreciere  vestirá  desprecio,  y  tienda  de 
malos  no  ella. 

EXPLICACIÓN. 

1  «Y  respondió  Bildad  el  Sohl,  y  dijo.»  Este  es  el 
segundo  de  los  amigos  que  vinieron  á  Job;  el  cual  toma 
la  mano  ahora,  y  vista  la  respuesta  pasada  ,  y  menos 
contento  de  ella  que  de  lo  que  oyera  primero,  sale  él 
también  á  decir  su  razón,  que  es  la  misma  que  Elifaz 
tiene  dicha.  Y  ansí,  le  dice  que  no  se  justifique,  parque 
justificándose  á  sí  condena  á  Dios ,  dando  á  entender 
que  le  castiga  sin  culpa;  y  Dios  no  es  injusto,  y  ansí 
es  necesario  que  él  se  conozca  por  culpado,  pues  es  no- 
torio que  Dios  le  aflige  y  azota.  Y  para  probar  que  Dios 
es  justo  y  igual ,  afirma  que  el  malo  se  seca  y  el  bueno 
florece  siempre  ;  y  muestra  ambas  cosas  por  dos  com- 
paraciones que  trae ,  una  del  junco  sin  agua,  y  otra 
del  árbol  verde  y  bien  gobernado.  Y  comienza  desta 
manera : 


336  ORRAS  DE  FRAY 

2  «  ¿Hasta  cuáiiflo  Im'olarás  eslo  ,  y  espíritu  grande 
palabras  de  lu  ¡joca?  En  qua  le  dice  ser  falso  y  sober- 
bio lodo  cuanto  razona;  y  que  no  le  dicta  la  razón  de- 
recha las  palabras  que  dice ,  sino  la  poca  luimildad  de 
su  espíritu  y  su  corazón  enconado  contra  Dios  y  hin- 
chado. Porque  dice  : 

3  «¿Por  aveatura  Dios  tuerce  el  juicio?  O  ¿si  el  Abas- 
lado  tuerce  justicia?  «En  que  pregunta  aquello  de  que 
no  duda,  antes  con  la  pre¿;unta  lo  aíirma  ;  porque  en 
todas  las  lenguas  liay  una  manera  de  preguntar  que 
liacc  afirmación  y  ceríeza.  Pues  dice  ser  negocio  ave- 
riguado que  Dios  no  es  injusto,  yuodice  mas,  sino  deja 
por  manitiesto  lo  que  desto  se  sigue.  Porque  si  Dios  no 
es  injusto  y  castiga  á  Job,  como  por  la  obra  se  ve,  Job 
es  culpado;  y  ansí,  de  esta  verdad  maniliesta  que  Dios 
guarda  justicia,  y  de  lo  que  Job  padecía,  concluye  Bil- 
dad  su  argumento.  El  cual  argumento  consiste  en  dos 
cosas :  en  una  verdad  que  no  se  niega,  esto  es,  ser  justo 
Dios,  y  en  un  hecho  que  por  los  ojos  se  vía,  que  era  la 
miseria  de  Job;  de  las  cuales  dos  cosas  propone  sola  la 
primera,  porque  la  segunda  ella  misma  se  venia  al  sen- 
tido. Mas  aunque  se  venia,  estaba  en  ella  de  este  argu- 
mento el  engaño,  porque  el  azote  manifiesto  no  era  cas- 
tigo de  culpa.  Dice  pues  :  «¿Por  ventura  Dios  tuerce 
juicio,  ó  el  Abastado  tuerce  justicia?  »  Por  una  de  dos 
cosas  tuercen  de  lo  justo  los  hombres  :  amor  ó  temor; 
el  temor  es  flaqueza,  y  el  amor  dice  falla.  Porque  amar 
es  desear  lo  que  no  se  posee,  y  temer  rehuir  d'3  lo  que 
padecer  se  puede.  Según  lo  cual ,  Bildad  prueba  esta 
sentencia  con  las  mismas  palabras  de  ella  ,  y  esto  en 
dos  diferentes  maneras :  una  por  formarla  en  pregun- 
ta ,  que ,  como  dijimos ,  el  preguntar  si  es  ansí  es  certi- 
ficar que  es  así;  otra  por  decir  Dios  y  Abastado ,  que 
en  su  original  es  tanto  como  el  fuerte  y  el  que  es  la 
abundancia;  con  lo  cual  no  se  compadece,  ni  temor  que 
le  fuerce  á  injusto,  ni  apetito  de  cesa  quede  ello  jamás 
le  desquicie.  Añade  : 

4  «Sí  tus  liijos  pecaron  á  él,  y  enviólos  á  la  mano 
de  su  pecado;»  y  es  otra  razón  con  que  justifica  Bildad 
lo  que  Dios  hace  con  Job.  Porque  dice  :  Cuando  fuera 
así  que  tú  por  tu  persona  pecado  no  hubieras ,  no  rae 
negarás  que  pecaron  tus  hijos,  á  quien  Dios  acabó  con 
muerte  tan  desastrada.  Pues  como  Dios  suele  castigar 
al  padre  en  los  hijos,  ansí  también  castiga  muchas  ve- 
res por  los  hijos  al  padre;  porque  de  los  padres  vienen 
(le  ordinario  á  los  hijos  los  vicios.  Dice  pues:  «Sí  pe- 
caron tus  bijos  á  él.»  Este  si  no  es  condición  de  duda, 
sino  afirmación  de  cosa  cierta ;  como  si  mas  claro  dije- 
se :  «Pues  es  cierto  que  pecaron  tus  hijos.»  Y  lo  que 
añade:  «Y  enviólos  á  la  mano  de  su  pecado,»  puédese 
referir  á  Job,  mudando  la  persona  de  segunda  en  ter- 
cera, como  muchas  veces  se  hace  en  la  Sagrada  Escri- 
tura; y  ansí  dirá:  Pues  pecaron  tus  hijos,  enviándolos 
tú  á  la  mano  de  su  pecado,  esto  es,  imitándote  á  tí,  ó 
riortamenle  disimulándolo  tú.  O  sin  duda  diciendo:  Si 
tus  Iiijos  pecaron,  como  por  su  desastrado  íin  se  ve  que 
pecaron,  tu  mal  ejemplo,  lu  mala  institución  y  descui- 
do los  envió  á  la  mano  de  su  pecado,  esto  es,  los  en- 
tregó á  los  pecados  y  vicios.  O  de  otra  manera  puéde- 
se referir  á  Dios,  y  será  aqueste  el  sentido  :  «Pues  pc- 
carou  tus  hijos,  y  enviólos  Dios,  oslo  es,  ¿qué  mará- 


LUIS  DE  LEÓN. 

villa  es  que  los  enviase  Dios  á  la  mano  de  su  pecado, 
entregándolos  al  castigo  que  merecían  sus  culpas,  ó 
dejándolos  andar  por  el  camino  del  mal  y  llegar  al  pa- 
radero adonde  él  los  guiaba?  Porque  el  paradero  del 
pecado,  si  se  prosigue,  es  la  muerte,  según  lo  que  dice 
Santiago  {a) :  El  pecado  cuando  llega  á  colmo  engen- 
dra muerte.  »  Mas  dice : 

5  «  Si  tú  madrugares  á  Dios  y  suplicares  al  Abas- 
tado. » 

6  «Si  limpio  y  derecho  tú,  cierto  ahora  despertará 
sobre  tí  y  apaciguará  la  morada  de  lu  justicia.»  Que  se 
puede  entender  de  una  de  dos  maneras,  ó  juntamente 
de  andias :  ó  que  sea  aviso  de  lo  que  debe  liacer  agora 
para  que  Dios  se  le  ablande,  ó  que  sea  demostración  de 
lo  que  no  hiciera  Job  y  debiera  hacer,  para  no  venir  al 
estado  y  miseria  presente;  ó  que,  pues  las  palabras  lo 
sufren,  diga  lo  uno  y  lo  otro,  lo  que  si  hiciera,  no  bu- 
biera  caido,  y  lo  que  si  hace,  se  podrá  levantar.  «  Si  tú 
madrugares,»  ó  «si  tú  madrugaras  áDios»,  si  hubie- 
ras andado  en  su  servicio  con  vigilancia;  que  el  madru- 
gar en  esta  escritura  es  diligencia,  porque  el  diligente 
madruga.  «Y  suplicares»  ó  «suplicaras  al  Abastado»; 
el  original  dice  :  «  Y  le  apiadares  al  Abastado;»  y 
llama  apiadar  el  pedir  piedad,  refiriendo  uno  sus  dolo- 
res y  cuitas.  «Si  limpio  y  derecho  tú,»  ó  fueres  de  aquí 
adelante,  ó  hubieras  sido  hasta  agora;  «despertara  so- 
bre tí,»  esto  es,  velara  para  lu  salud,  ó  sin  duda  hubie- 
ra estado  á  tu  defensa  despierto  y  alerto.  Y  responde 
este  despertar  al  madrugar  que  dijera,  como  diciendo: 
Si  lú  hubieras  madrugado  en  su  servicio ,  él  hubiera 
andado  despierto  y  velara  en  tu  ayuda.  «Y'  apaciguara  la 
morada  de  tu  justicia,»  ó  do  aquí  adelante,  silo  enten- 
demos de  lo  venidero ;  ó  hubiérala  apaciguado  antes  do 
ahora,  esto  es,  hubiera  conservado  en  paz  lu  morada  y 
conservado  tu  casa  sin  revés  ni  desastre ,  como  casa 
adonde  la  justicia  vivía.  Porque  el  fruto  de  la  justicia 
es  la  paz,  y  es  compañero  que  jamás  se  divide  de  ella, 
como  escribe  un  profeta  {b).  Y  conforma  con  esto  lo 
que  luego  añade  diciendo  : 

7  «Y  será  tu  principio  poco,  y  tu  postrimería  cre- 
cerá mucho.  »  Que  dirá  (según  el  primero  sentido)  que 
la  felicidad  suya  pasada  será  como  cifra  en  comparación 
de  lo  que  Dios  le  dará  si  á  él  se  convierte  ;  ó  conforme 
al  segundo ,  dice  que  el  principio  feliz  de  su  vitla  ,  si 
hubiera  perseverado  en  ser  bueno,  llegara  á  un  colmo 
de  felicidad  nunca  oída.  Poripie  siemiire  favorece  Dios 
á  los  buenos,  y  como  crecen  ellos  en  la  virtud,  él  cre- 
ce en  mercedes;  mas  si  descrecen,  si  vuelven  airas,  si 
truecan  ó  desamparan  el  verdadero  camino,  contiene  él 
su  favor,  y  apodérase  de  ellos  el  mal  y  el  desastre,  y 
ansí  caen  y  perecen.  Y  pruébalo  con  la  autoridad  y  tes- 
timonio de  sus  antepasados ,  y  dice  : 

8  «  Pregunta  agora  á  la  generación  primera  ,  y  dis- 
ponte á  pesquisar  de  tus  fiadres.»  Ucmitele  á  lo  que  los 
antepasados  lian  dejado  dicho  y  escrito,  y  encarece  su 
autoridad,  mostrando  el  crédito  que  se  debe  á  sus  di- 
chos, 

9  «  Porque ,  dice  ,  de  ayer  nosotros ,  y  no  sabemos 
por  qué  sombra  nuestros  días  sobre  la  tierra. »  Que  es 
decir  que,  si  no  quiere  persuadirse  de  lo  que  ellos  lo 

(a)  Jacob.,  1,  V.  5.    (l>)  laai.,  32,  v.  17. 


EXPOSICIÓN  DEL 
dicen,  se  persuada  á  lo  mpnns  por  lo  que  los  pasados 
dijeron;  que  es  venkd  que  ellos  no  saben  tanto,  ansí 
por  haber  nacido  ayer,  eslo  es,  por  ser  modernos  y 
mozos,  como  también  porque,  cuando  fueran  viejos ,  es 
corta  su  vida  y  breve  á  manera  de  sombra;  y  en  vida 
corta  no  se  puede  adquirir  mucha  ciencia,  lo  que  en 
los  pasados  no  es,  cuya  vida  fué  larga.  Y  por  tanto : 

10  «De  cierto  ellos  le  avezarán  y  hablarán  á  tí,  y  de 
su  corazón  sacarán  palabras  ; »  entiéndese  en  las  obras 
que  dejaron  escritas.  Y  dice  bien  que  sacarán,  no  de  la 
boca,  sino  del  corazón,  las  palabras;  porque  las  escritu- 
ras, que  por  los  siglos  duran,  nunca  las  dicta  la  boca  ; 
del  alma  salen ,  adon  ,e  por  muchos  años  las  compone  y 
examina  la  verdad  y  el  cuidado.  Y  debia  seralguna  es- 
critura de  este  metal  antigua  y  conocida  aquesto  que 
añade ,  que  es : 

H  «¿Si  crecerá  junco  en  no  cieno,  si  crecerá  jun- 
quera sin  aguas?»  con  lo  demás  que  se  sigue.  En  que 
el  malo  es  comparado  al  junco,  que  en  medio  de  su 
verdor  sin  ser  tocado  se  seca;  y  el  justo  al  árbol  bien 
plantado  y  de  raíces  firmes,  que  aun  corlado  y  arran- 
cado se  renueva  y  reuíice.  Que  á  su  parecer  es  lo  que 
ahora  pretende,  que  los  desastres  y  sucesos  malos  nun- 
ca vienen  al  bueno.  Pues  dice  :  «¿Si  c  ei'erá  el  junco 
sin  cieno  ó  la  junquera  sin  aguas?»  «¿Si  crecerá?»  esto 
es,  cierio  es  que  no  crecerá ;  porque  es  pregunta  que 
afirma.  Y  quiere  decir  que  aunque  el  junco  y  las  jun- 
queras no  nacen  ni  se  crian  sino  en  lagunas  húmedas 
y  cenagosas,  por  lo  cual  parece  habían  de  durar  siem- 
pre en  verdor  y  frescura;  mas,  con  todo  eso,  les  acon- 
tece lo  que  luego  añade  y  se  sigue  : 

12  «Aun  él  en  su  árbol  j  no  corlado,  y  antes  de 
toda  jerba  se  seca;  »  esto  es,  que  estando  verde  y  en 
su  vigor,  y  puesto  en  el  pantano,  do  se  maníiene  sin 
que  la  mano  ni  el  hierro  lleguen  á  él,  se  seca  de  suyo 
y  viene  á  menos,  aun  cuando  florecen  las  oirás  yerbas 
mas  flacas.  Y  dice  árbol  al  junco,  porque  la  lengua  ori- 
ginal llama  ansí  á  toilo  lo  que  se  levanta  en  alto  y  en 
su  tronco  derecho.  Pues  dice : 

13  «  Ansí  caminos  de  todos  los  que  se  olvidan  de 
Dios ,  y  esperanza  de  falsario  perecerá.  »  Que  es  decir 
que  la  condición  y  suceso  de  los  que  se  gobiernan  sin 
Dios  es  de  la  misma  manera;  que  aunque  tengan  en 
abundancia  su  cebo,  y  aunque  el  favor  los  rodee,  y  los 
defiendan  las  riquezas,  y  sea  suyo  al  parecer  el  mundo 
todo ;  cuando  reinan ,  cuando  triunfan  ,  cuando  están 
mas  en  suflor,  desfallecen  y  se  secan,  y  vienen  al  suelo 
con  ocasiones  tan  ligeras  y  no  pensadas,  que  parece  se 
cayeron  de  suyo.  Y  viene  bien  que  desampare,  sin  sa- 
ber cómo,  su  fuerza  á  los  que,  sabiendo  quién  Dios  es, 
le  desamparan  y  olvidan ,  y  es  justo  y  es  necesario  que 
caigan  los  que  no  le  tienen  por  fundamento  y  apoyo, 
y  que  perezca  en  su  verdor  la  esperanza  de  que  vive 
el  falsario.  Y  llama  falsario  al  que  encubre  su  mal 
con  apariencias  de  bien ,  porque  falsea  el  oro  del  bien 
que  muestra  con  el  cobre  que  encubre,  y  dora  con  san- 
tidad y  con  color  de  virtud  la  flor  mas  apurada  del  vi- 
cio, y  hace  á  la  religión  y  al  respeto  de  Dios  tercero  y 
encubridor  de  sus  ponzoñosas  pasiones,  vicio  de  gran- 
dísima ofensa;  y  ansí,  no  permite  Dios  que  se  prospe- 
re; porque,  como  dice; 

C.xvi-iu 


LIBRO  DE  JOB.  337 

14  «Despreciará  su  desaliño,  y  casa  de  araña  su 
fiucia.»  Despreciará,  esto  es,  mirará  Dios  con  despre- 
cio y  abominación  un  desatino  semejante.  Y  decir  que. 
Dios  lo  mirará  con  desprecio,  es  decir  un  desastre 
muy  grande,  porque  ninguna  cosa  tiene  mas  ser  de 
cuanto  Dios  la  acepta  y  mira  con  buenos  ojos.  Y  llama 
bien  necedad  y  desatino  á  la  maldad  del  falsario  é  hi- 
pócrita, porque  el  que  con  apariencias  de  bien  colora 
su  interés  y  su  vicio,  él  mismo  con  su  heclio  se  conde- 
na á  sí  mismo,  sentenciando  ser  malo  lo  que  pre!en  le 
(pues  no  lo  muestra  de  su  color  ni  como  ello  es,  sino 
disfrazado  de  diferente  manera),  y  ser  excelente  la  vir- 
tud que  desecha,  pues  se  vale  de  su  apariencia  de  ella 
para  venderse  por  bueno.  Y  dice  que  «su  fuerza»  de 
este  tal  es  «casa  de  araña»  ;  y  quiere  decir  que  ea  lo 
que  estriba  (que  llama  fiucia  por  manera  de  hablar  co- 
nocida al  fundamento  de  lo  que  se  espera)  es  flaco  y 
quebradizo  y  engañoso  y  que  no  recibe  reparo,  como 
es  la  casa  de  la  araña,  que  ni  la  que  la  teje  puede  con 
todo  su  artificio  hacer  que  dure,  ni  los  oíros  para  cuya 
presa  se  hace  hallan  allí  cosa  que  los  sustente,  sino 
que  los  enlace  y  enrede.  Y  ansí  dice: 

lo  «Estribará  sobre  su  casa,  y  no  estará;  trabará 
en  ella,  y  no  levantará;»  que  se  puede  entender,  ó  de 
lo  que  acontece  á  la  araña  en  el  edificio  de  su  tela,  ó  de 
lo  que  les  aviene  á  los  que  en  ella  son  presos.  De  estos 
dice  que  en  metiendo  en  ella  el  pié,  caen  luego,  y  en 
estribando  para  tenerse,  les  falla  el  suelo  engañoso,  y 
si  asen  de  ella  para  levantarse,  quedan  atados  y  sin  re- 
medio caídos.  Y  de  la  araña  dice  que  se  desentrañará 
para  añadirle  fortaleza,  y  que  para  ponerle  estribos  hi- 
lará sus  entrañas;  y  heciio  esto,  «no  estará,»  esto  es, 
la  tela  no  tendrá  firmeza  que  dure;  y  ni  mas  ni  menos 
que  «trabará  en  ella»,  esto  es,  que  la  fortificará  multi- 
plicando los  hilos  de  su  tejido,  y  trabándolos  y  enre- 
dándolos mas ;  «pero  no  levantará,»  esto  es,  no  se  ha- 
rá firme  con  eso  ni  permanecerá  duradera.  Y  por  el 
mismo  modo,  lo  que  edifica  para  su  defensa  ó  para  su 
descanso  la  vanidad  y  maldad,  por  mas  que  lo  repare  y 
fortifique  con  consejo  y  con  hecho,  es  ello  eficaz  para 
enredar  y  tener  miserablemente  presos  los  ánimos;  mas 
para  darles  morada  de  reposo  y  asiento  de  descanso  es 
caedizo  y  flaquísimo.  Añade  : 

16  «Verde  y  jugoso  él  delante  del  sol,  y  sobre  su 
huerto  su  pimpollo  saldrá.»  En  que  pasa  Bildad  á  ¡ase- 
gunda parte,  donde,  como  dije ,  para  testimonio  de  que 
Dios  es  igual,  afirma  que  el  bueno  es  siempre  próspero,  y 
lo  prueba  por  semejanza  del  árbol  verde  y  bien  gober- 
nado, ansí  como  la  infelicidad  del  hipócrita  la  probó 
por  semejanza  del  junco.  Pues  dice:  «Verde  y  jugoso 
él  delante  del  sol.»  Es  ordinario  en  las  lenguas  (como 
esta  es)  cortas  y  breves,  callar  mucho  de  lo  que  con- 
viene que  se  diga,  y  por  lo  poco  que  se  dice,  como  por 
señas,  dar  á  entenderlo  que  se  calla,  librando  la  senten- 
cia entera  en  el  entendimiento  de  los  que  oyen,  y  co- 
mo remitiéndose  á  ellos.  Ansí  callan  los  verbos  muchas 
veces ,  ansí  se  refieren  sin  haber  dicho  á  lo  que  se  re- 
fieren, ansí  ponen  palabras  que  significan  la  cualidad 
de  una  cosa  antes  da  nombrar  lo  que  califican,  y  quie- 
ren que  por  la  calidad  expresada  entendamos  el  sugeto 
á  quien  la  calidad  le  conviene,  como  en  este  lugarago- 


338  OBRAS  DE  FRAY 

ra.  Porque  diciendo  «verde  y  jugoso»,  quiere  que 
vengamos  en  conocimiento  de  aquello  á  quien  cuadran 
estas  dos  condiciones,  que  es  sin  duda  algún  árbol,  á 
quien  el  verdor  conviene  y  el  jugo.  Y  ansí,  es  como  si 
entera  y  llanamente  dijera:  Mas  el  árbol  verde  y  que 
tiene  jugo  y  que  le  ve  el  sol  ,  esto  es,  y  que  no  está 
puesto  á  la  sombra,  de  este  tal  «sobre  su  buerto  su 
pimpollo  saldrán,  conviene  á  saber,  sus  ramas  de  este 
se  levantarán  aftas  y  largas,  y  como  dicen  los  agricul- 
tores, este  arrojará  sus  renuevos  con  fuerza.  Y  ni  mas 
ni  menos  : 

17  «Sobre  montón  sus  raíces  serán  enredadas,  casa 
de  piedras  morará;»  esto  es,  lanzará  las  raíces  tan  hon- 
das cuanto  levantare  en  alto  las  ramas,  y  con  el  vigor 
que  tiene  traspasará  las  piedras  con  ellas,  y  las  enre- 
dará por  las  peñas  y  penetrará  hasta  el  centro ,  y  por 
el  mismo  caso  (irme  y  bien  arraigado,  ni  le  fallará  ju- 
go ni  le  arrancarán  las  tempestades  y  vientos.  Y' porque 
lo  que  no  hace  la  naturaleza,  hace  algunas  veces  la  vo- 
luntad libre  del  hombre,  y  corta  la  mano  con  hierro  ó 
arranca  con  aríilicio  lo  que  de  suyo  estaba  bien  firme, 
pone  también  este  caso,  y  dice  ansí : 

•18  «Si  lo  tragaren  de  su  lugar,  y  dijeren:  En  él  no 
te  vide.»  Si  lo  arrancaren,  dice,  por  fuerza  ó  lo  corta- 
ren con  hierro,  y  hicieren  que  no  parezca  ni  quede  ras- 
tro del  allí  donde  estaba  primero,  ansí  como  se  despa- 
rece lo  que  es  tragado  o  sorbido,  de  arle  que  digan  en 
él  «no  te  vide»,  esto  es,  de  arte  que  su  lugar  mismo 
quede  tan  sin  rastro  del,  que  si  hablase,  diria  nunca  le 
haber  visto  en  sí  mismo,  diría  estas  palabras  negando: 
«Yo  tal  árbol  no  vi»  (porque  es  costumbre  en  la  Sagra- 
da Escritura,  para  mayor  encarecimiento,  hablar  por 
exceso,  y  dar  á  lo  que  no  tiene  sentido  lengua  y  pala- 
bras); pues  dice:  Si  este  caso  aviniere,  ¿qué  será, 
qué? 

iO  «¿Ves?  Ese  es  el  gozo  de  su  carrera,  y  de  polvo 
otro  pimpollecerá.))  Entonces,  dice,  serásu  gozo  mayor, 
porque  entonces  mostrará  mas  su  fuerza  y  lo  hondo  y 
firme  de  sus  raíces;  que  del  junco  cortado  ó  de  algún 
pequeño  rastro  de  raíces  dejadas,  y  que  quedan  siem- 
pre en  lo  hondo,  tornará  á  renacer  mas  hermoso  y  mag 
fresco,  de  manera  que  no  le  podrán  deshacer  ni  la  in- 
juria del  tiempo  ni  la  violencia  del  hombre.  Y  habiendo 
dicho  csío  Bildad,  pasóse  á  otra  cosa,  sin  aplicarla  com- 
paración y  dejando  la  sentencia  suspensa,  ó  porque  la 
aplicación  estaba  clara,  ó  como  dije,  porque  todo  esto 
del  junco  y  del  árbol  es  parte  de  alguna  canción  anti- 
gua y  conocida,  con  cuyo  testimonio  Bildad  quiso  con- 
firmar su  propúsiio;  y  es  costundjre  lo  que  se  cita  ó  re- 
fiere, solamente  apuntarlo.  De  arle  que,  habiendo  dicho 
el  ingenio  y  condiciones  del  árbol  (irme,  da  por  dicho 
ser  lo  mismo  en  el  ju-;to,  (pie  corlado  crece,  y  arran- 
cado se  renueva  y  mejora.  Y  dejándolo  ansí,  pásase  á  la 
conclusión  de  su  iiiiento,  diciendo: 

20  «¿Ves?  Dios  no  desecha  perfecto,  ni  trabará  ma- 
no de  malos.»  Que  es  el  fin  de  lo  que  decir  pretende, 
es  A  saber,  que  D.'os  en  esla  vida  siempre  prospera  á  los 
buenos,  y  á  los  malos  los  alligc  y  desecha.  Mas  prime- 
ro que  digamos  desio,  hagamos  nosotros  lo  que  Bildad 
no  hizo,  y  apliquemos  la  comparación  del  árbol  al  jus- 
to. \  antes  que  la  apliquemos,  digamos  que  es  conipa- 


LUIS  DE  LEÓN. 

ración  recibida  y  usada  en  la  Sagrada  Escritura,  decir 
que  el  justo  es  bien  plantado  árbol,  como  se  ve  en  oí 
salmo  primero  (a);  y  enEsaías,  en  diversos  capítulos  los 
justos  de  que  florece  la  Iglesia  son  significados  con 
nombres  de  árboles  de  géneros  diferentes.  Porque  á  la  ' 
verdad,  el  nacer  los  árboles  y  el  crecer  y  dar  fruto  pa- 
rece negocio  que  viene  todo  del  cielo,  y  cosa  no  hecha 
por  los  árboles,  sino  que  la  hacen  en  ellos  con  pequeña 
ayuda  del  los  y  por  orden  y  eficacia  de  otros;  que  es  ' 
muy  conforme  y  semejante  á  lo  que  en  el  negocio  de  la 
virtud  acontece.  Y  ni  solo  en  el  nacer  y  florecer  y  dar 
fruto  tienen  semejanza  con  los  justos  los  árboles ,  mas  ' 
tambiefi  en  el  resistir  á  lo  adverso  y  en  el  mejorarse 
con  la  dureza  del  hierro,  y  con  él  siendo  heridos  y  cor- 
tados, tornar  á  renacer  de  nuevo  mejores,  como  dice 
Bildad  aquí,  de  quien  parece  haber  hurtado  Hora- 
cio (6)  aquesta  comparación  en  el  mismo  propósito  (e), 
porque  compara  lo  generoso  de  la  virtud,  que  enfla- 
quecida de  cien  maneras,  nunca  se  rinde,  á  una  car- 
rasca dura  entre  peñas  nacida,  que  cuanto  mas  la  des- 
mochan y  cortan,  tanto  con  mas  fuerza  se  repara  y  re- 
nueva; y  dice  de  esta  manera: 

Bien  como  la  ñudosa 
Carrasca  en  alto  monte  desmochada 
Coa  liaclia  poderosa , 
Que  de  ese  mismo  hierro  que  es  cortada. 
Cobra  vigor  y  fuerzas,  renovada. 

Porque  es  ansí  que,  como  el  hierro  limpia  al  árbol  de 
las  ramas  viejas  é  inútiles  que  le  gastaban  el  jugo  sin 
fruto,  y  deja  libre  la  raíz  para  que  le  emplee  en  otros  ra- 
mos nuevos  demás  hermosura  y  provecho;  ansí  la  fir- 
meza de  la  virtud  no  se  ofende  de  que  la  dureza  de  la 
adversidad  le  cercene  lo  que  está  fuera  della,  y  no  le 
sirve  sino  de  distraerla  y  de  ponerla  en  peligro  ,  antes 
se  alegra  con  este  daño  y  se  esfuerza  mas  y  descubre 
sus  bienes.  Porque  lo  bien  plantado  no  teme  estos  ca- 
sos. Y  los  escogidos,  los  cuales  son  de  este  linaje  de 
plantas,  como  san  Pablo  escribe  (J),  en  todos  son  prós- 
peros, y  caídos  crecen,  y  abatidos  se  empinan,  y  dester- 
rados son  sei'íores,y  captivos  son  libres;  y  ninguna  cosa 
les  es  mas  natural  que  cojeando  en  estas  cosas  visibles, 
estoes,  hallándose  faltos  y  menesterosos dellas  y  afligi- 
dos del  mundo,  luchar  á  brazo  partido  con  Dios,  como 
de  Jacob  se  lee  (e)  con  el  ángel,  estoes,  abrazar  áDios 
en  sí,  y  hollando  el  suelo  traspasar  hasta  el  cielo,  y  seño- 
rearse del  con  los  deseos  del  ánimo.  Pues  de  esla  ver- 
dad, que  ni  el  justo  es  vencido  ni  el  malo  prevalece,  como 
ni  el  junco  permanece  ni  el  árbol  bien  gobernado  se  se- 
ca, Bildad,  por  no  considerar  en  qué  tiempo  ó  de  qué 
bienes  se  entiende,  colige  falsa  conclusión  ,  afirmando 
que  los  buenos  siempre  florecen  en  esta  vida,  y  los  ma- 
los, al  contrario,  descrecen  siempre;  no  siendo  ansí; 
porque  la  felicidad  de  los  buenos  es  verdadera,  y  aques- 
tos bienes  de  la  tierra  son  falsos,  y  por  la  misma  razón 
mas  convenientes  para  que  sean  posesión  de  los  malos 

(a)  Ps.  1,  3.    (í)  Ilorac,  lib.  iv ;  Car.,  od.  iv. 

(c)  E\  mismo  pensamiento  exiircsó  el  maestro  fray  Luis  de 
León  en  la  empresa  que  colocó  á  la  fronte  de  sus  libros  con  este 
lema  :  Ab  ijiso  ferro.  Véase  fray  Basilio  Püucc,  Cü  el  lomo  I  de 
los  sermones  de  Cuaresma,  pág.  Si. 

[d)  II,  Cor.,  4.    (£)  Gen.,  32. 


EXPOSICIÓN  DEL 

é  hipócritas,  cuyo  bien  es  fingido;  por  lo  cual  es  justo,  ' 
si  han  de  ser  dichosos ,  lo  sean ,  no  en  '^la  substancia  y 
verdad,  sino  en  la  sobrehaz  y  apariencia.  Y  ni  mas  ni 
menos  debemos  entender  lo  que  añade: 

20  «  Ves,  Dios  no  desecha  perfecto  ni  trabará  ma- 
no de  malos. »  Que  es  verdad,  cuanto  á  los  bienes  ver- 
daderos del  alma  ,  que  Dios  ni  privará  dellos  al  bueno 
ni  los  entregará  al  malo  jamás;  pero  cuanto  á  los  del 
cuerpo  y  de  la  fortuna,  que  son  bienes  falseados  y  que 
tienen  sola  la  vislumbre  y  la  apariencia  de  bienes,  no 
lo  es  en  ninguna  manera;  antes  por  la  mayor  parte  es 
corto  en  ellos  y  como  escatimado  con  los  suyos  Dios, 
y  largo  y  liberal  con  los  malos.  Mas  dicho  ansi  sin  mas 
detención,  y  refiriéndolo  al  tiempo  postrero,  es  verda- 
dera sentencia  que  Dios  ni  desprecia  al  perfecto,  ó  co- 
mo podemos  también  decir ,  no  aborrece  al  perfecto , 
porque  es  imposible  que  desdiga  la  regla  de  lo  que  es- 
tá bien  reglado :  «Ni  trabará  mano  de  malos,»  ni  para 
hacer  amistad  con  ellos,  ni  para  dar  firmeza  ni  buenos 
sucesos  á  sus  intentos  perdidos.  Y  ansí  como  decimos 
trabará,  podemos  decir  desforzará  ó  fortificará».  Por- 
que Dios,  aunque  permite  que  el  malo  fiorezca  en  esta 
vida  y  se  prospere ,  pero  sus  intentos  malos  y  los  de- 
signios de  su  vanidad,  y  los  consejos  y  los  medios  por 
donde  camina  á  su  bien,  no  los  alienta  ni  esfuerza  ni 
aspira  á  ellos  con  su  favor  particular  y  secreto,  ni  me- 
nos los  defiende  por  defuera  ni  los  justifica;  y  por  esta 
causa  siempre  á  la  fin  desfallecen,  y  como  edificio  mal 
fundado,  vienen  con  ruido  á  la  tierra.  Que,  como  por  el 
Sabio  es  escrito  (a):  «La  esperanza  del  pecador  como 
flueco  de  cardo,  que  e!  viento  le  lleva,  y  como  espuma 
flaca,  que  la  esparce  la  tempestad,  y  como  humo,  que  se 
desvanece  y  esparce  en  el  aire,  y  como  la  memoria  del 
huésped  de  un  dia,  que  pasa.»  Porque,  dejados  de  Dios, 
á  quien  desobedecen  y  ofenden,  apoyan  sus  intentos  en 
sí,  que  es  apoyo  de  carne,  y  por  la  misma  causa  corrup- 
tible y  flaquísimo;  y  ansí,  queda  confuso  y  es  en  la  Es- 
critura maldito  el  que  en  él  se  confia.  Maldito,  dice  (6) , 
que  pone  su  brazo  y  su  fuerza  en  la  carne. »  Mas 
dice: 

21  «Hasta  que  se  hincha  de  risa  tu  boca,  y  tus  labios 
de  jubilación.»  Falta  algo ,  que  se  ha  de  añadir  en  esta 
manera :  Y  porque  Dios  no  desprecia  al  perfecto ,  y 
porque  él,  aunque  le  cerquen  los  trabajos  y  le  cercenen, 
reverdece  como  bien  plantado  árbol  y  se  renueva  y  me- 
jora; por  eso  concluyo  que  si  tú  fueras  dellos,  no  te 
dejara  Dios  como  te  deja,  antes  perseverara  contigo 
hasta  darte  perfecto  gozo.  Y  dicelo  por  figura  de  risa  y 
de  boca;  porque  cuando  del  pecho  sale  la  alegría  á  la 
cara,  y  se  hinche  de  risa  la  boca  ,  y  en  la  lengua  no 
suenan  sino  voces  de  gozo,  entonces  el  contentamien- 
to es  entero  y  colmado.  Y  con  este  rodeo  dice  que  si 
Job  hubiera  perseverado  en  ser  bueno ,  Dios  no  sola- 
.  mente  le  conservara  en  la  felicidad  que  tenia,  mas  le 
confirmara  también  en  el  buen  estado  della  misma ; 
esto  es,  no  solóle  mantuviera  en  el  ser  dichoso  y  feliz, 
mas  le  libertara  del  temor  de  ser  desdichado.  Porque  el 
feliz  receloso  es  feliz  miserable,  y  es  muy  aguado  su 
gozo,  y  la  risa  no  le  hinche  la  boca;  y  porque  los  ene- 
migos son  los  que  de  ordinario  derruecan  los  hombres, 
(o)  Sap.,  5, 1»    (b)  Jerem.,  17,  v.  5. 


LIBRO  DE  JOB.  339 

y  Bildad  decía  á  Job  que  si  bueno  fuera,  ni  caido  hu- 
biera ni  tuviera  temor  de  caer ,  dice  bien  lo  que  añade : 
22  «Quien  te  aborreciere,  vestirá  desprecio,  y  tien- 
da de  malos  no  ella.»  Como  diciendo  :  Tan  seguro  vi- 
vieras, tan  firme  en  tu  estado,  que  no  te  derrocara  del 
ninguna  violencia  enemiga.  Bien  pudieran,  dice,  tus  ad- 
versarios descubrir  sus  dañados  ánimos  para  contigo, 
bien  pudieran  hacer  prueba  contra  ti  de  todas  sus  fuer- 
zas; mas  tú  quedaras  no  dañado  y  alegre,  y  ellos  «vis- 
tieran desprecio»,  esto  es,  quedaran  rodeados  de  con- 
fusión y  de  afrenta,  que  siempre  viene  cuando  uno  no 
sale  con  loque  mucho  pretende.  Y  lo  que  dice,  «y 
tienda  de  malos  no  ella,»  es  el  remate  de  todo  aques- 
te discurso,  y  es  aquello  en  que  finalmente  Bildad  se 
resume.  Como  si  mas  claro  dijera:  Pero  es  por  demás, 
y  cuanto  hablo  es  hablar  en  el  aire ;  el  caso  es  que  tú 
eras  malo,  y  ansí  era  forzoso  que  feneciese  tu  casa,  y 
que  tu  felicidad  pereciese.  Tienda  llama  la  casa,  por- 
que los  de  aquella  tierra  vivían  movedizos  y  en  tiendas; 
y  por  la  casa  entienda  el  estado  y  las  riquezas  y  la  fa- 
milia y  la  prosperidad  do  la  vida,  que, como  Bildad  di- 
ce, en  los  malos  viene  «á  no  ella»,  esto  es,  viene  á  no 
ser  del  todo.  Porque  Dios  los  destruye  tan  de  raíz ,  que 
no  solo  perecen  ellos  en  sí,  mas  también  en  sus  co^as 
todas  perecen;  y  la  pestilencia  de  sus  costumbres,  que 
los  trujo  á  la  muerte,  queda  como  pegada  en  to  lo  cuan- 
to fué  dellos:  en  los  bienes  que  poseyeron,  en  los  hijos 
que  engendraron,  y  aun  en  las  paredes  adonde  hicieron 
morada ;  y  ansí ,  poco  á  poco  lo  corrompe  todo  y  des- 
truye, y  derruecales  Dios  la  casa  y  siémbrasela  de  sal, 
porque  le  fueron  traidores.  O  por  decir  verdad ,  no 
quiere  dejarles  ni  aun  esa  memoria;  y  ansí,  dice  Bildai 
«  no  ella»,  y  no  dice,  y  no  á  ellos,  porque  pudiera  de- 
jarla, y  no  á ellos, esto  es,  no  para  su  provecho  ni  hon- 
ra, sino  para  su  afrenta  é  infamia.  Pero  á  la  fin  ni  aun 
ese  les  deja,  asolándolo  todo  y  borrándolos  de  nuestras 
memorias;  porquees  justísimo  que  sepulte  sempiter- 
namente el  olvido  á  los  que,  presumiendo  en  sí  mismos, 
no  tuvieron  de  Dios  acuerdo;  á  quien  miran,  á  quien 
buscan  y  de  quien  viven  todas  las  cosas. 

CAPITULO  IX. 

AnCL'MKNTO. 

Responde  Job  á  Bildad.  Conücsa  que  es  Dios  jitsfo,  y  dice  gran- 
des cosas  de  su  saber  y  poder ;  mas ,  con  ser  nios  justo ,  está 
firme  en  decir  que  él  no  ha  pecado  conforme  á  lo  que  padece, 
y  encarece  lo  que  padece  por  nueva  manera. 

i  Y  respondió  Jol)  y  dijo  : 

2  De  cierlo  conozco  que  es  ansí;  ¿y  cómo  se  justlQ- 
cará  varón  con  üios? 

o  Si  le  pl;>ciera  entrar  en  baraja  con  él,  no  le  respon- 
der.í  (Je  mi!  uno. 

4  Sabio  de  corazón  y  fuerte  de  fuerza,  ¿quién  se  en- 
dureció contra  él  y  quedó  en  paz? 

5  Arranca  montes,  y  no  supieron  que  los  trastornó  con 
furor. 

6  Estremece  tierra  de  lugar  suyo,  y  sus  colunas  se  es- 
pantarán. 

7  Dice  al  sol ,  y  no  nacerá ,  sobre  estrellas  pondrá 
sello. 

8  Extiende  cielos  él  solo ,  y  huella  sobre  las  alturas  del 
mar. 

9  Hace  siete  estrellas,  Orion  y  Cabrillas ,  y  retraimien- 
tos del  ábrego. 


340 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


10  ll.icc  gniulezas  basta  que  no  pesquisa,)  maravillas 
liasl;i  ijue  no  oiioiito. 

11  Vois,  vendrá  sobre  mi  y  no  veré,  pasará  y  no  lo 
cnloiKÍeré 

i-2  Pregnnlará,¿y  quién  se  la  volverá?  ó  ¿quién  le  dirá: 
Qué  es  lo  que  liaccs? 

iZ  Dios,  á  cuvo  furor  resiste  nadie,  debajo  del  opre- 
sos  los  ajioyos  del  mundo. 

14  ;.(".uanio  mas  responderle  yo,  y  razonar  de  pensado 
con  él  ? 

•lo  Que  si  justo  fuere,  responderé;  rogaré  al  que  me 
juzga. 

ÍG  Si  llamare  y  me  respondiere, no  creeré  que  escu- 
cha mi  voz. 

17  Que  con  tempestad  me  quebrantará,  y  amontonará 
mis  heridas  sin  causa. 

18  No  me  deja  tomar  aliento,  mas  hartóme  de  amar- 
guras. 

19  Si  para  fuerte,  fuerte  él;  si  para  juicio,  ¿quién  ates- 
tiguará por  mí? 

20  Si  me  justificare,  mi  boca  me  condenará;  entero  yo, 
y  torcorénie. 

21  Sencillo  yo,  y  no  lo  conoce  mi  alma,  aborreceré  mi 
vida. 

22  Uno  es  ello,  y  por  tanto  digo,  perfecto  y  malo  ellos 
consume. 

23  Si  azota,  mate  súbito,  de  prueba  do  buenos  no  es- 
carnezca. 

24  Tierra  es  dada  en  mano  de  impío,  faces  de  sus  jue- 
ces cubre;  si  no  adó  él,  ¿quién  él? 

2a  Mis  días  se  aligeraron  mas  que  correo;  huyeron,  no 
vieron  bien. 

26  Pasaron  como  naves  de  fruta,  como  águila  que  vue- 
la á  comida. 

27  Si  me  digo,  olvidaréme  de  mi  querella,  mudo  mi 
rostro,  y  el  dolor  se  me  esfuerza. 

25  Temo  todas  mis  obras,  sé  que  no  me  perdonarás. 
29  Pues  si  ansí  soy  malo,  ¿para  qué  me  trabajaré  en 

vano? 

50  Aunque  me  lave  con  aguas  de  nieve,  y  alimpie  con 
limpieza  mis  palmas, 

51  entonces  en  el  lodazar  me  ensuciarás,  y  aborre- 
cerme han  mis  paños. 

52  Porque  no  es  varón  como  yo,  que  le  responda  y  que 
vengamos  á  una  ajuicio. 

33  iNo  hay  entre  nos  razonador  que  ponga  su  mano 
entre  ambos  nos. 
.14  .\p;irlc  de  mi  su  vara,  y  su  miedo  no  me  turbe. 
3j  Hablaré  sin  temor,  que  yo  ansí  no  coniigo. 

E.XPLICACION. 

i  ((Y  re^pondiíj  Job  y  dijo. »  Respondo  aquí  Job  á 
Burlad,  que  en  su  razonamieiiio  Iialiiii  dicho  dos  cosas: 
una,  que  D.'os  es  justo,  y  ansí  no  quita  su  justicia  á 
nin;.'uno  ni  ie  hace  agravios;  olra,  que  si  él  lo  iiuhicra 
sido,  nutica  viniera  á  ni¡^;cria.  Y  probólo  con  las  seme- 
janzas del  junco,  que  de  suyo  se  seca,  y  del  árbol  bien 
plantado,  que  maltratado  crece,  y  arrancado  se  renue- 
va; y  como  dicho  habernos,  deducía  de  la  primera  aques- 
ta segunda,  en  lo  cual  so  engañaíja;  porque  se  com- 
padecía bien  con  ser  Dios  juslo,  Job  no  iiaI)or  pecado  y 
esiar  puesto  en  trabajos.  Pues  responde  á  lo  [irinicro 
Job  agora,  y  confiesa  que  es  juslo  Dios,  y  tan  justo,  que 
comparado  con  él,  lo  es  ninguno,  no  solo  porque  es 
menor  que  él  sin  ninguna  comparación,  sino  también 
porque  examinándolos  él,  hallará  imperfecciones  en  to- 
dos ;  y  como  en  la  luz  del  ^o\  las  pequeñas  molas  se  pa- 
recen, f¡ue  fuera  del  no  se  vian,  ausi  en  los  ojos  y  pre- 


sencia de  aquella  luz  infinita  se  descubren  todas  nues- 
tras fallas,  por"pec]üerias  que  sean.  Y  por  eso  dice  desta 
manera: 

2  <iDe  cierto  conozco  que  es  así ,  ¿y  cómo  se  justifica- 
rá varen  con  Dios?»)  Que  es  como  hacer  se  suele  dispu- 
tando en  la  escuela  ,  conceder  el  que  responde  loque 
propuso  el  que  argüía  para  inferir  lo  que  quiere,  y  ha- 
biéndolo concedido,  negar  lo  que  dello  colige.  Pues  di- 
ce que  confiesa  ser  justo  Dios  y  no  torcer  el  juicio  (que 
es  lo  que  Bildad  presupuso) ,  y  dice  que  todos  los  que 
Dios  juzgare  y  condenare  por  malos,  convencerá  que  lo 
son,  sin  que  pueda  nadie  mostrar  ni  defender  lo  con- 
trario. Que  esto  llama  aquí  justificarse,  conviene  á  sa- 
ber, mostrarse  justo  y  libre  de  culpa  en  lo  que  Dios  le 
acusa  y  se  la  pone.  Ansí  que,  Job  lo  concede,  mas  de 
concederle  no  se  sigue,  como  habemos  dicho  y  habre- 
mos forzosamente  de  decir  muchas  veces,  ser  Job  ma- 
lo; ni  para  sustentar  esta,  verdad  de  la  justicia  divina 
es  necesario  poner  en  Job  milicia  y  pecado  con  ñilse- 
dad  y  mentira.  Ansí  que,  concéilele  á  Bildad  Job  el  pre- 
supuesto primero,  y  niégale  calladamente  lo  que  dello 
pretende ;  y  no  solo  le  concede  la  primera  proposición, 
sino  confírmala  él  y  engrandécela  con  razones  nuevas. 

Y  dice: 

3  ((Si  le  placiere  barajar  con  él,  no  le  responfíerá  de 
mil  uno:»  esto  es,  si  alguno  se  atreviere  á  trabar  plei- 
to con  Dios  y  á  defenderse  de  los  cargos  que  le  pusiere, 
á  mil  no  responderá  uno.  En  que  quiere  decir,  no  que 
so  defenderá  de  alguno,  y  de  muchos  no  se  defenderá  ; 
sino  que  á  ningano,  por  mucliosquesean,  sabrá  respon- 
der, porque  serán  verdaderos  todos  y  justificados.  Y 
añade : 

4  «Sabio  de  corazón  y  fuerte  de  fuerza,  ¿quién  se  lo 
opuso  y  quedó  en  paz?»  Como  diciendo  que  hay  dos 
caminos  por  donde  los  acusados  se  libran  :  ó  con  vio- 
lencia, que'jrantando  la  cárcel  y  leyes,  ó  por  juicio,  mos- 
trando con  razón  su  inocencia;  y  que  ambos  se  los  toma 
Dios,  á  quién  él  hace  cargo  y  acusa.  Porque  contra  Dios 
no  hay  violencia  que  valga,  porque  es  fuerte ,  ni  aviso 
ó  saber  que  disculpe,  porque  es  sabio  mas  que  ninguno. 

Y  ansí  dice:  El  atrevido  que  se  le  opusiere,  6  según  otra 
letra,  que  se  le  endureciere,  esto  es,  que  acusándole 
Dios,  no  se  conociere  luego  y  se  le  rindiere,  sino  presu- 
miere  de  hacerle  cara  y  de  cutir  con  él,  defendiéndose, 
no  tendrá  paz,  esto  es,  no  conseguirá  su  deseo;  y  de- 
más desto,  perderá  la  vana  opinión  que  de  sí  y  de  su 
inocencia  tenia,  y  su  misma  conciencia  se  levantará 
contra  él  y  le  hará  contina  guerra,  sin  dejarle  parte 
de  bien  ni  de  reposo.  Y  en  confirmación  desle  poder 
grande  de  Dios,  refiere  por  hermosa  manera  algunas  de 
las  cosas  que  puede,  y  dice : 

5  «Trasmuda  montes,  y  no  supieron  que  los  (rastor- 
nó  con  su  furor.»  Lo  que  decimos  trasmuda,  en  el  ori- 
ginal es  arranca;  y  ansi,  dice  que  á  los  montes  (que  son 
las  parles  mas  firmes  y  menos  mudables  de  la  tierra) 
los  arranca  cuando  le  place,  y  los  pasa  de  un  lugar  á 
olro.  «Y  no  supieron ,  dice,  que  los  trastornó  con  su 
furor;»  que  lo  entendemos  en  dos  diferentes  maneras. 
«No  supieron,»  esto  es,  los  que  vieron  el  movimiento  y 
caidadelos  montes  no  supieron  la  causa  della,  que  es 
declarar  mas  lo  que  Dios  puede;  como  diciendo  que 


EXPOSICIÓN  DEL 
los  mueve  y  trastorna  si  le  place,  sin  ayudarse  para  elle  ' 
del  concurso  de  la  naturaleza;  y  ansí,  no  hallan  causa  I 
de  ello  los  que  lo  miran,  ni  saben  cómo  ni  de  qué  mane-  i 
rase  hizo.  O  de  otra  manera,  (¡no  supieron,')  esto  es, 
los  mismos  montes  no  lo  entendieron ;  que  es  forma 
de  decir  bien  usada  para  declararla  presteza  con  que 
alguna  cosa  se  hace ;  como  en  nuestra  lengua  decimos, 
en  un  cerrar  y  abrir  de  ojos,  sin  ser  oido  ni  visto,  sin  ver 
de  dónde  ni  cómo.  Pues  dice,  para  mayor  demostración 
de  lo  que  Dios  puede,  que  trastorna  los  montes,  y  que 
no  gasta  tiempo  en  trastornarlos,  ni  usa  de  algún  arti- 
ficio de  máquinas,  sino  con  suma  facilidad,  en  un  abrir 
de  ojo ,  sin  que  sepáis  cómo  ni  de  qué  manera,  en  un 
punto.  Y  esto  es  entendiendo  aquí  los  montes  con  pro- 
piedad. Que  si  queremos  decir  metáfora,  en  que  los  mon- 
tes, según  el  uso  de  la  Escritura,  son  los  grandes  y  ios 
ricos  hombres  del  mundo ,  dice  maravillosamente  bien 
que  los  arranca  Dios  y  los  trastorna ,  y  ellos  no  saben 
que  les  viene  de  Dios  aquel  azote,  parte  por  la  ignoran- 
cia y  desacuerdo  grande  que  de  Dios  tienen  los  tales 
(que ,  como  en  la  prosperidad  no  le  respetan,  ansí  tam- 
bién, por  justo  juicio  suyo,  en  la  adversidad  y  caída  no 
le  reconocen),  y  parte  porque  ordinariamente  derrueca 
Dios  aquestas  cabezas,  sin  parecer  que  pone  él  en  ellas 
su  mano  ,  y  ciertamente  sin  hacer  prueba  de  su  ex- 
traordinario poder,  sino  con  eso  mismo  que  en  el  co- 
mún curso  de  las  cosas  sucede,  y  sin  sacarlas  de  madre; 
y  las  mas  veces  lo  hace  con  sus  mismos  consejos  y  he- 
chos dellos,  y  con  lo  que  se  pertrechan  y  piensan  valer, 
haciendo  Dios  azote  delio  que  los  atormente  y  máquina 
que  los  derrueque  por  tierra.  El  uno  viene  á  caer  por 
el  amigo  que  favoreció  sin  justicia;  el  otro  sus  mismas 
riquezas  que  allegó  codicioso  para  su  defensa  le  entre- 
gan al  poder  de  la  envidia;  el  otro,  que  llegaba  sin  opo- 
sición á  la  cumbre,  halló  en  el  alto  grado  donde  subía, 
quien  le  enviase  deshecho  al  suelo.  Porque  no  es  honra 
de  Dios  luchar  á  brazo  partido  con  sus  enemigos  ni 
salir  a!  campo  con  ellos,  ni  seria  gran  valentía  vencer- 
los por  sí  solo  quien  les  hace  tantas  ventajas ;  dalos  á 
sus  esclavos,  á  ellos  mismos  y  á  sus  pasiones ;  con  sus 
obras  dellos  los  deshace,  y  con  sus  apoyos  los  derriba,  y 
con  sus  armas  mismas  los  vence ;  y  ansí ,  vense  heri- 
dos, y  no  saben  de  dónde  les  vino  el  golpe ,  y  derrue- 
calos Dios,  y  no  ven  contra  si  otras  manos  enemigas  si- 
no las  suyas.  Mas  dice : 

6  «Estremece  tierra  de  lugar  suyo,  y  sus  colunas  se 
espantarán.»  Va  acrecentando  lo  dicho.  No  solo,  dice, 
trastorna  los  montes,  sino  estremece  á  la  tierra  toda, 
«y  pone  espanto  á  sus  colunas, »  que  es  decir,  á  sus  fun- 
damentos, para  significar  que  los  hace  temblar;  por- 
que quien  se  espanta  tiembla.  ¥  aun  es  mas  lo  que 
añade : 

7  «Dice  al  sol,  y  no  nacerá,  y  sobre  estrellas  pondrá 
sello;»  como  diciendo:  No  solo  trastorna  la  tierra,  sino 
también  pone  ley  al  cielo.  «Dice  al  sol,»  estoes,  man- 
da al  sol  que  no  amanezca,  y  no  sale;  y  si  quiere,  qui- 
ta á  las  estrellas  su  luz, 

8  «Y  extiende  cielos  el  solo,  y  huella  sóbrelas  altu- 
ras del  mar;»  que  es  decir  que  lo  puede  todo,  y  lo  hin- 
che y  también  lo  cria  y  sustenta  todo.  Y  ansí  dice : 

9  «Hizo  Arcturo  y  Orion  y  Cabrillas  y  re'.raimientos 


LIBRO  DE  JOB.  341 

del  ábrego;»  que  cierto  es,  si  cría  el  cíelo,  cría  tam- 
bién la  tierra ,  que  es  menos  que  el  cielo ,  y  nace  y  se 
gobierna  del  en  cierta  manera,  y  por  eso  se  contentó 
con  decir  lo  primero.  Y  no  carece  de  consideración  á  la 
región  ''-;  donde  espira  el  mediodía  llamarla  «retrai- 
mientos del  ábrego»,  esto  es,  llamarla  retraimiento  y 
cámara  secreta,  que  ansí  lo  significa  la  palabra  en  su 
origen.  Porque  á  la  verdad,  en  la  figura  de  esfera  que 
tenemos  los  que  en  esta  parte  del  mundo  vivimos,  siem- 
pre se  nos  descubre  el  oriente  y  septentrión  y  ponien- 
te, la  parte  austral  y  de  mediodía  se  encubre.  Demás 
de  que  aquellas  tierras  australes  que  están  debajo  y  de 
la  otra  parte  de  la  equinocial,  han  sido  tierras  encubier- 
tas y  no  sabidas,  y  tenidas  por  inacesibles  hasta  la  edad 
de  nuestros  agüelos,  en  que  las  naves  de  España  las  des- 
cubrieron. Y  ansí,  llama  bien  retrete  y  apartamiento  á 
la  casa  del  ábrego  y  á  las  estrellas  australes  del  otro 
polo,  de  quien  por  la  misma  razón  dice  también  el 
poeta  {a) : 

Que  cnanto  se  levanta  el  cielo  alzado 
Encima  los  alcázares  rífeos , 
Tanto  se  va  su  mundo  recostado 
Hacia  el  ábrego  y  Libra  y  los  guineos. 
Aqueste  quicio  vemos  ensalzado, 
Debajo  de  los  pies  aquel ,  los  feos 
Y  hondos  infernales,  el  cerbero 
Leve,  y  del  negro  lago  el  mal  barquero- 
Aquí  va  dando  vueltas  la  serpiente 
Grandísima,  á  manera  de  un  gran  rio. 
Por  entre  las  dos  Osas  reluciente. 
Las  Osas,  que  en  la  mar  nunca  el  pié  frió 
Lanzaron  ;  mas  allí  continamente 
Qu'es  calma ,  dicen  ,  todo  y  estantío  1 
En  noche  profundisima  espesando 
Lo  escuro  las  tinieblas  y  engrosando. 

Y  finalmente  concluye: 

10  «Hace  grandezas  hasta  que  no  pesquisa,  y  mara- 
villas hasta  que  no  cuento;»  esío  es,  mas  y  mayores  de 
lo  que  pensar  ó  contar  se  puede.  Y  pruébalo  encontl- 
nente,  diciendo : 

il  «Veis,  pasará  delante  de  mí,  ynoveré,  pasará,  y 
no  le  entenderé.  »  Como  si  dijese:  Tan  cierio  es  que 
e.xceden  á  toda  cuenta  las  maravillas  que  Dios  hace, 
que  eso  mismo  que  hace  delante  de  nuestros  ojos,  las 
obras  suyas  que  traemos  entre  las  manos  no  las  enten- 
demos ni  podemos  saber.  Pasará ,  dice  ,  delante  de 
mí,»  esto  es,  lo  que  pasa  y  anda  delante  de  mí,  las  co- 
sas que  hace  en  mi  presencia,  con  verlas ,  no  las  veo, 
porque  no  las  alcanzo  ni  entiendo.  Y  ansí 

12  «Preguntará,  y  ¿quién  le  responderá?  ó  ¿quién 
le  dirá:  Qué  es  lo  que  haces?  Preguntará,  dice  ,  esto 
es,  y  si  él  ó  otro  por  él  nos  pregunta  qué  es  ó  por  qué 
es  eso  mismo  que  vemos,  no  habrá  quien  le  pueda  dar 
razón ,  ni  quien  le  diga  qué  es  lo  que  hace  ó  por  qué 
fin  y  causa  lo  hace.  Mas  el  original  aquí  dice  desfa  ma- 
nera: «Arrebatará,  ¿quién  le  hace  tornar?  ó  ¿quién  le 
dirá:  Qué  es  lo  que  haces?»  Que  es  otro  argumento  con 
que  prueba  el  mucho  poder  que  Dios  tiene ,  diciendo 
que  lo  que  prende  una  vez  no  lo  suel  la,  ni  hayquienpue- 
da  hacer  que  lo  suelte,  ni  con  fuerza  ni  con  razones. 
Arrebatará,  dice,  esto  es,  si  arrebatare  alguna  cosa  y 
la  tomare  en  las  manos ,  ó  sea  por  hacerla  bien  ó  para 
(a)  Georgic,  l,  v.  240. 


342 


OBRAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEÓN. 


ejecutar  su  castigo ,  ¿  quién  hará  que  torne  á  soltarla?  | 
Quién  puede  sacársela  de  las  manos  por  fuerza  ó  decir- 
le: uQué  es  lo  que  haces,»  y  pedirle  esta  cuenta?  De 
lo  que  loma  y  allega  á  sí  para  bien ,  dice  Cristo  en  el   : 
Evangelio  (a):  «Nadie  los  sacará  de  mis  manos;»  délo  ; 
que  prendo  para  castigo,  es  lo  de  (Oseas)  profeta,  que  ; 
dice  (6)  (hablando  de  los  de  su  pueblo  bajo  de  la  seme-  | 
janza  de  una  mujer  adúltera:  «Y  varón  no  la  sacará  de 
mi  mano»).  Y  da  luego  la  causa:  ¡ 

13  (iDios,  á  cuyo  furor  ninguno  resiste,  opresos  Je-  ¡ 
bajo  del  los  que  apoyan  el  mundo;»  ó  como  dice  el  i 
hebreo :  «No  reporta  furor  suyo.»  Que  es  decir:  Nadie   ¡ 
es  parle  con  Dios  para  que  deje  lo  que  una  vez  prende,   j 
porque  no  teme  á  nadie  de  manera  que  le  reporte,  que  | 
debajo  de  sus  pies  tiene  hollados  y  vencidos  á  los  que  I 
mas  pueden;  que  llama  «apoyos  del  mundo»  á  los  que 
le  gobiernan  y  rigen,  y  á  los  poderosos  en  él,  que  al  pié 
de  la  letra  en  el  original  son  llamados  «ayudadores  ó 
fortalecedores  de  soberbia»;  porque  la  soberbia  y  el 
apetito  de  la  excelencia  e.\cesivo  es  propio  vícíq  de  los 
grandes  del  mundo.  Porque  no  solo  son  soberbios  ellos 
en  sí,  mas  también  ponen  en  estima  y  en  admiración 
con  su  manera  de  vivir  esta  secta  de  vida,  y  hacen  que 
sea  amada  con  ardor  y  seguida  y  buscada  aun  por  ca- 
minos vedados  la  grandeza  y  pujanza.  Dice : 

14  «¿Cuánto  mas  responderle  yo,  y  razonar  de  pen- 
sado con  él?»  A  esta  conclusión  ordenó  todo  lo  que  ha 
dicho  hasta  agora  ;  porque  dice  desta  manera:  Pues  si 
Dios  es  tan  sabio  y  poderoso  come  decia ,  si  arranca 
los  montes  y  estremece  la  tierra,  y  pone  velo  á  las  es- 
trellas y  al  sol;  si  lo  crió  todo  y  lo  gobierna  y  visita, 
si  presente  se  encubre  y  claro  se  escurece,  si  no  suelta 
lo  que  afierra,  y  sino  enfrenasu  ira  por  miedo,  ni  esti- 
ma á  los  que  en  el  mundo  son  de  temer,  antes  los  opri- 
me y  los  pisa,  ¿quién  soy  yo  para  ponerme  con  él  á 
razones,  ni  para  hacerle  rostro  y  querer,  en  contra- 
dicion  suya,  salir  con  la  m¡a? 

15  «Que  (como  dice  luego)  si  justo  fuere,  no  res- 
ponderé, rogaré  al  queme  juzga;»  esto  es,  por  mas  jus- 
to que  sea,  enmudeceré  puesto  delante,  y  no  tendré  ni 
ánimoni  saber  paramasde,  tendidoá  sus  pies,  apiadar- 
me con  él,  como  el  original  dice ,  que  es  procurar  mo- 
verle á  piedad  con  lastimeras  significaciones  y  voces. 
Por  manera  qvie  Job,  en  lo  que  hasta  aquí  dice,  desen- 
gaña á  sus  amigos  de  dos  cosas  que  entendían  del  fal- 
samente, por  no  h;il)or  advertido  bien  á  sus  dichos. 
Que  á  la  veriladdcoirleaíirmar  quenoerapena  deculpa 
su  azote,  coligieron  ellos  con  engaño  dos  cosas  :  una, 
que  tenia  á  Dios  por  injusto  ,  pues  se  dei'endia  por  no 
culpado  á  sí  mismo;  olra,  que  presumía  de  tomarse  con 
él  á  manos  y  ponerle  pleito  sobre  su  causa ;  y  Job  ni 
lo  uno  ni  lo  otro  decia,  ni  de  lo  que  dicho  había  se  po- 
día bien  inferir.  Porque  sin  ser  Diosinjus'.o,  podía  él  ser 
inocente  y  afligido ;  y  el  tenerse  por  tal  no  era  igua- 
larse con  Dios  ni  presumir  en  tola  de  juicio  vencerle. 
Y  ansí  Job,  visln  lo  mal  que  sus  amigos  entendían  sus 
dichos  y  el  error  en  que  oslaban,  los  saca  del  aquí  con 
palabras  clarísimas.  Que,  como  visto  habemos ,  en  el 
principio  dijo:  «De  cierto  conozco  qnc  es  así,  y  que  no 
se  justificará  varón  con  Dios;  »  en  que  le  confiesa  ser 

(9)  Joan.,  IG,  T.  22.    {b¡  Ose.,  2,  T.  10. 


justo,  y  cuanto  á  esto  loí  saca  de  engaño;  y  después  aña- 
dió que  no  quería  ponerse  en  disputa  con  él  ni  com- 
petir en  razones,  y  declara  la  causa,  diciendo  lo  que  del 
poiler  y  saber  de  Dios  sentía  para  persuadirles  mas  su 
sentido.  Y  ansí,  repitió  y  extendió  muciio  esta  parle, 
en  la  cual  todavía  insiste,  y  añade: 

16  «Si  llamare  y  me  respondiere,  no  creeré  que  es- 
cucha mi  voz.»  Que  es  decir  cuan  entendido  tiene  que 
ninguno  puede  barajar  con  Dios,  como  él  dice;  que  por 
ser  la  diferencia  y  el  exceso  tan  grande,  si  le  llama  á 
pleito,  ó  no  le  responderá  si  quisiere,  ole  responderá  de 
manera  que  le  turbe  yatruene.  Y  dice:  Cuando  porotra 
via  no,  á  lo  menos  por  lo  que  padezco  lo  sé;  ó  dice  : 
Porque  me  tiene  de  manera  agora,  que  apenas  á  mí 
mismo  me  entiendo.  Porque 

17  «  Con  tempestad  me  quebrantó ,  y  amontonó  mis 
heridas  sin  causa.» 

18  «No  me  deja  tomar  aliento,  mas  hártame  de 
amarguras.»  Las  cuales  palabras  aunque  en  el  original 
suenan  lo  por  venir,  mas  tienen  fuerza  y  significación 
de  lo  presente  acerca  de  los  que  lo  entienden.  Pues 
dice  que  «con  tempestad  !e  quebrantó  ó  maceó»,  que 
es  mas  conforme  á  su  origen;  para  declarar,  no  solo  la 
grandeza  del  mal,  sino  también  la  presteza  y  furia 
grande  conque  vino  sobre  él.  Que  como  en  la  tempes- 
tad de  verano,  cuando  el  aírese  turba,  el  cielo  se  escu- 
rece de  súbito,  y  juntamente  el  viento  brama  y  el  fue- 
go reluce  y  el  trueno  se  oye,  y  el  rayo  y  la  agua  y  el 
granizo,  amontonados  cayendo,  redoblan  con  increible 
priesa  sus  golpes ;  ansí  á  Job  sin  pensar  le  cogió  el  remo- 
lino de  la  fortuna,  y  le  alzó  y  abatió  con  fiereza  y  prie-a, 
de  manera  que  se  alcanzaban  unas  á  otras  las  malas 
nuevas.  Y  esto  mismo  declara,  diciendo  que  «amonlonó 
sus  heridas»;  en  que,  no  soiamente  dice  haber  sido  mu- 
chas, sino  haber  caído  con  apresuramiento  unas  sobre 
otras.  Y  por  la  misma  causa  añade  que  no  le  «deja  to- 
mar aliento  ni  respirar»;  no  le  deja,  porque  el  mal  no 
da  vado.  Y  dice  que  le  «hartó  de  amarguras»;  es  decir, 
se  las  da  en  abundancia,  y  le  embute  el  pecho  deltas,  y 
si  se  puede  decir,  le  rellena.  O  si  queremos  guardar  el 
sonido  de  las  palabras ,  diremos  de  esta  manera  :  que 
aunque  Dios  salga  á  la  causa,  cuando  el  hombre  de- 
lante del  quisiere  volver  por  sí  mismo,  no  por  eso,  se- 
gún dice  Job,  se  asegure  ni  fie,  ni  píense  que  por(jue 
comenzó  á  oír,  le  oirá  siempre,  conservándose  en  la  hu- 
manidad y  llaneza  primera,  porque  volverá  la  hoja  en 
un  momento,  y  como  torbellino  le  turbará  y  lloverá 
miserias  sobre  él.  Y  ansí  concluye,  y  prosigue  : 

19  «Si  para  fuerza,  fuerte  él,  y  si  para  juicio ,  ¿quién 
me  atestiguará?»  Como  diciendo:  De  manera  que  si 
quiero  tomarme  á  fuerzas  con  él ,  ya  veis  como  es  fuer- 
te, y  si  quiero  entrar  en  juicio,  ¿quién  osará  ser  mi 
abogado  ó  testigo?  Y  dice  «fuerte  él»,  y  no  dice  mas 
fuerte  ni  muy  fuerte,  por(]ue  fuera  decir  mucho  me- 
nos; porque  fuerte,  ansí  dicho,  es  tanto  como  el  que 
solo  es  fuerte ,  ó  la  fortaleza  en  sí  misma.  Mas  porque 
dijo  ¿quién  será  mi  abogado?  decláralo  y  acreciénla- 
lo  luego,  diciendo: 

20  «Sí  me  justificare,  mi  boca  me  condenará,  ente- 
ro yo,  y  torccráme.»  Que  es  decir  que  su  boca  mis- 
ma en  osle  juicio  no  saldrá  á  ííu  defensa,  cuanto  me- 


EXPOSICIÓN  DEL 

nos  otro  ninguno;  porque  enmudecerá,  si  Dios  quiere, 
y  aun  hará  que  hable  contra  sí  mismo;  y  por  mas  dere- 
cho que  sea ,  se  tendrá  por  torcido ,  como  Dios  quiera 
representarle  apuradamente,  que  es  ser  criatura.  Y  di- 
ce al  mismo  propósito: 

21  «Sencillo  yo,  y  no  lo  conoce  mí  alma,»  esto  es,  y 
hará  que  no  lo  conozca  mí  alma;  «aborreceré  ó  repro- 
baré mí  vida,))  porque  me  la  pondrá  aborrescible  en 
mis  ojos,  Y  añade : 

22  «Uno  ello,  y  por  tanto  digo,  perfecto  y  malo  él 
los  consume.»  En  que,  habiendo  sacado  á  sus  amigos 
de  error,  y  mostrádoles  que  no  dice  él  lo  que  presumen 
ellos  que  dice,  les  manifiesta  agora  lo  que  él  ha  dicho  y 
querido  siempre  decir,  y  es,  que  por  afligir  Dios  á  uno 
y  deshacerlo ,  no  se  ha  de  argüir  con  certeza  que  es  pe- 
cador y  malo  el  afligido.  Porque  Dios  en  esta  vida,  se- 
gún las  secretas  firmas  de  su  providencia,  envía  cala- 
midades á  veces  sobre  los  buenos  y  á  veces  sobre  los 
malos ;  y  ansí ,  lo  que  en  la  vida  sucede  al  hombre  de 
miseria  ó  felicidad  no  hace  argumento  contra  la  virtud, 
ni  por  ella ,  como  Salomón  dice  (a) ,  «  no  sabe  el  hom- 
bre si  merece  ser  amado  ó  aborrecido ,  antes  todo  se 
reserva  para  lo  porvenir;  y  la  causa  es,  porque  les  su- 
cede aquí  de  una  misma  manera  al  justo  y  al  malo ,  al 
limpio  y  al  torpe ,  al  religioso  que  ofrece  sacrificios  y  al 
que  los  menosprecia;  como  al  justo  así  al  pecador,  co- 
mo el  que  perjura ,  ansí  el  que  dice  verdad. »  Pues  di- 
ce: «Uno  ello,»  estoes,  todo  va  por  un  igual.  O  es  me- 
jor, «uno  ello,»  esto  es,  una  cosa  es  la  que  yo  digo,  ó 
yo  no  digo  lo  que  vosotros  pensáis ;  solamente  digo  y 
afirmo  «que  Dios  á  buenos  y  á  malos  aflige» ;  de  don- 
de, aunque  no  lo  especifica ,  se  infiere  que  no  por  ser 
afligido  ha  de  ser  tenido  por  malo,  Y  porque  hizo 
mención  de  su  azote,  y  ve  la  ocasión  que  del  sus  ami- 
gos toman  para  escarnecerle  y  juzgar  mal  de  su  vida, 
diviértese  á  decir  algo  desto,  y  añade: 

23  «Si  azota,  mate  súbito;  de  paciencia  de  buenos 
no  escarnezca. »  Digo ,  dice ,  que  azota  Dios  á  malos 
y  á  buenos ,  y  pluguiera  á  él  que  mi  azote  fuera  súbita 
muerte  y  que  me  acabara  de  un  golpe ;  porque  conser- 
vándome herido  y  miserable  en  la  vida,  se  da  ocasión  á 
que  estos  escarnezcan  de  mi  inocencia,  y  á  que  ten- 
gan por  pena  de  culpa  lo  que  es  prueba  de  virtud  y 
paciencia.  «No  escarnezca ,  dice  ,  de  paciencia  de  bue- 
nos,» esto  es,  no  haga  escarnecer  dando  ocasión  para 
ello.  El  original  á  la  letra:  «A  prueba  de  buenos  es- 
carnece;» que  leyéndose  como  pregunta,  sale  á  un  mis- 
mo sentido.  Y  aun  en  lo  primero  se  diferencia  tam- 
bién, porque  dice:  «Si  azote  matara  súbito;»  que  al- 
gunos lo  declaran  así:  Sí  la  pena  que  Dios  envía  es 
azote  de  malos,  es  azote  que  mata,  porque  dicen  que  á 
los  malos  cuando  Dios  aquí  los  azota,  no  es  con  azo- 
te largo ,  sino  corto  y  que  quita  luego  la  vida ;  mas 
en  las  aflicciones  queenvia  á  los  buenos  escarnece,  que 
es  decir  alárgalas ,  y  aunque  le  ruegan  que  las  aligere 
ó  las  quite ,  no  los  oye ,  y  en  cierta  manera  se  ríe  y  se 
burla,  como  quien  sabe  el  bien  que  con  ellas  les  hace. 
De  arte  que  Job,  porque  dijo  que  Dios  aflige  al  bueno  y 
al  malo,  diga  ahora  que  los  aflige  por  diferente  mane- 
ra, al  uno  acabándole,  y  al  otro  deteniéndole  en  los 

(o)  Eccles.,  9,  Y.  1  y  2. 


LIBRO  DE  JOB.  343 

trabajos,  para  con  esto  ensoñar  á  sus  amigos  que  no 
juzguen  á  bulto,  sino  que  diierencien  las  maneras  de 
azotes  y  penas.  Mas  esto  que  el  original  suena  á  la  le- 
tra se  reduce  bien  á  lo  que  entendió  nuestro  intér- 
prete; porque  lo  que  dice  matará  con  voz  de  futuro, 
tiene  muchas  veces  en  aquella  lengua  fuerza  y  signi- 
ficación de  deseo ;  y  ansí ,  vale  lo  mismo  que  mate  ó 
pluguiésele  á  él  que  matase.  Prosigue: 

24  «Tierra  es  dada  en  mano  de  impío,  faces  de  sus 
jueces  cubre,  si  no  adó  él,  ¿quién  él?»  Que  se  puede  en- 
tender en  diferentes  maneras.  Y  la  primera  es:  Ha  dicho 
que  aflige  Dios  á  malos  y  buenos,  y  que  así,  de  ser  afli- 
gido no  se  sigue  ser  malo ;  añade  ahora  á  esto  y  dice  que 
va  tan  lejos  de  verdad  argüir  los  pecados  del  hombre  de 
la  adversidad  que  padece ,  que  acontece  muchas  veces 
los  peores  ser  los  mas  prósperos,  porque  dice:  ¿Nunca 
habréis  visto  que  algún  malo  y  perdido  se  enseñorea  de 
todo,  de  manera  que  parece  que  Dios  se  la  da,  y  los  hom- 
bres no  se  lo  estorban ,  como  se  vio  en  Ciro,  en  Nabuco- 
donosor,  en  Antíoco  y  en  otros  muchos  ejemplos?  «La 
tierra  es  dada,  dice,  en  mano  del  impío;»  esto  es,  Dios 
muchas  veces  consiente  que  sean  felices  los  malos  y 
que  se  enseñoreen  de  los  otros.  «Y  cubre  faces  de  jue- 
ces ;»  porque  parece  que  los  jueces ,  cuyo  oficio  es  des- 
hacer los  agravios  y  oponerse  á  los  malos ,  para  con 
estos  están  ciegos,  que  ó  no  advierten  á  lo  mal  que  ha- 
cen ,  ó  no  quieren  tenerles  la  rienda ;  y  dice  mas:  Si  al- 
guno lo  niega,  pregunto,  si  Dios  no  es ,  ¿quién  es  el 
que  se  lo  concede  y  permite?  O  digamos  de  otra  y  se- 
gunda manera.  Había  dicho  que  tuviera  por  bueno  que 
su  azote  fuera  morir  súbito,  porque  el  durar  en  tanta 
miseria  no  les  fuera  causa  de  mal  juicio  y  de  mofa  á  estos 
amigos;  porque  dice:  La  malignidad  reina,  y  tolo  es 
juzgar  lo  peor;  y  los  que  por  el  mayor  saber  que  tienen 
habían  de  ser  verdaderos  jueces,  estos  están  ciegos  tam- 
bién ,  y  sobre  todos  reina  y  á  todos  ciega  el  engaño ,  ó 
mostradme  á  quién  no.  «La  tierra  es  dada  en  mano  del 
impío.»  Pone  al  vicioso  por  el  vicio  mismo,  que  es  de- 
cir que  la  impiedad  y  malignidad  se  enseñorea ,  con- 
forme á  lo  que  dice  san  Juan  (6):  «Todo  el  mundo  es- 
tá puesto  en  maldad,  y  las  faces  de  sus  jueces  cubre;» 
como  diciendo  que  se  extiende  esta  malicia  aun  híista 
los  sabios,  que  de  razón  han  de  ser  los  justos  esümado- 
resde  las  cosas.  «Y  sí  no  adó  él,  ¿quién  él?»  Ydíce  :  Si 
no  es  así  lo  que  digo,  dadme  siquiera  uno  que  juzgue 
con  verdad;  ¿quién  es  ó  adonde  se  hallará?  Dando  en 
esto  á  entender  que,  pues  los  presentes,  con  ser  amigos 
y  sabios,  se  engañan  y  le  interpretan  tan  mal  y  le  con- 
denan por  malo,  délo  que,  si  juzgaran  bien,  pudieran 
tenerle  por  bueno,  no  se  puede  ya  esperar  de  ningu- 
no; que  todo  es  malicia  cuanto  en  el  mundo  reina,  y 
juzgar  lo  peor.  Y  ansí,  como  cansado  desús  engañosos 
juicios,  y  casi  desesperando  la  enmienda,  déjalos  á  ellos 
y  vuélvese  á  sí  y  á  su  miseria ,  y  laméntase  della,  di- 
ciendo : 

25  «Mis  días  se  aligeraron,  mas  que  correo  huyeron, 
no  vieron  bien.»  En  que  lo  primero  dice  la  priesa  con 
que  su  vida  vuela ;  y  no  su  vida ,  que  pues  deseaba  la 
muerte,  no  contara  esto  por  malo,  sino  lo  feliz  y  apa- 
cible della.  «Mis  días,»  dice,  esto  es,  mis  buenos  dias 

[a]  I ,  Joan.,  o,  v.  10. 


314  OBRAS  DE  FRAY 

«se  aligeraron,»  tomaron  alas  y  volaron  ((mas  que  cor-  i 
reo»,  no  iiubo  en  ellos  cosa  eslable  ni  de  peso  ni  que  fir-  ' 
me  permaneciese.  Que  á  la  verdad,  en  llegando  el  tiempo  I 
del  trabajo,  toda  la  felicidad  pasada,  aunque  larga,  pa-  i 
rece  haber  pasado  en  un  soplo,  y  la  experiencia  del  do^or  i 
presente  borra  de  la  memoria  y  hace  que  no  parezca  lo  ; 
que  ya  se  gozó.  Dos  cosas  dice  que  pasaron  en  posta  i 
y  que  huyeron  :  y  en  lo  primero,  el  breve  tiempo,  y  en  : 
io  segundo,  en  ese  tiempo  lo  poco  que  se  goza  este  bien,  ¡ 
Porque  no  solamente  es  breve  su  posesión  ,  mas  es  ¡ 
aguado  su  gozo,  ó  apenas  es  gozo,  porque  en  el  mis-  I 
mo  tiempo  que  se  posee,  se  mezcla  el  temor  de  perder-  ! 
lo,  que  quita  el  gozo,  y  ansi  de  veras  no  se  posee ;  y  por  ! 
eso  dice  que  huye ,  porque  al  echarle  la  mano  se  va  por  ¡ 
entre  los  dedos.  Y  encarece  esto  mismo  por  compara-  | 
cion  de  dos  cosa^,  y  dice :  '  ¡ 

26  (1  Pasaron  como  navios  de  fruta,  como  dgnila  que  | 
vuela  á  comida.»  Lo  que  decimos  ((navios  de  fruta», 

otros  trasladan  ((de  deseo»,  otros  ((de  cosarios»,  que 
el  original  hace  lugar  para  todo;  y  aun  oíros  lo  dejan 
en  su  mismo  soni.lo,  y  dicen  ((navios  de  Ebeb»,  afir- 
mando que  es  nombre  de  una  cierta  provincia,  cuyos 
navios  son  mas  veleros  que  otros.  Y  á  la  verdad,  todos  ! 
los  sentidos  pretenden  lo  mismo.  Porque  decir  (¡navios 
de  desíío»  es  significarlos  con  deseo  del  puerto  adó  ca- 
minan á  remo  y  vela,  y  los  de  cosarios  son  muy  vele- 
ros también  para  alcanzar  y  huir,  y  menos  se  sufre  ser 
tardos  los  que  caríran  de  fruta ,  y  la  misma  ligereza  se 
denota  en  el  águila  que  vuela  á  la  presa ,  y  no  sola- 
mente ligereza  en  el  paso,  sino  afición  grande  de  lle- 
gar al  paradero.  Porijue  los  bienes  de  esta  vida,  no  solo 
es'.án  poco  con  nosotros,  sino  parece  que  gustan  de  de- 
jarnos y  que  apetecen  el  mudar  dueños,  y  aborrecen  el 
asiento;  que  por  esa  causa  los  llaman  de  íbrtuna,  y  á  la 
f(jrtuna  la  [)onen  en  rueda,  de  cuya  propia  inclinación 
es  nunca  estar  queda ;  que  como  á  la  figura  cuadrada  le 
es  natural  el  asiento,  ansí  á  la  circular  el  movimiento 
le  es  propio.  Mas  dice  : 

27  ((Si  me  digo ,  olvidaréme  de  mi  querella ,  mudo 
mi  rostro,  y  el  dolor  se  esfuerza.»  Falta  algo  que  se 
debe  entender  para  juntar  con  lo  dicho  lo  que  ahora  di- 
ce. Decia  que  se  le  pasaron  como  en  un  soplo  los  dias 
buenos ;  eso ,  dice  agora ,  no  podré  decir  de  los  mise- 
rables y  malos,  que  duran  y  cada  dia  mas  se  esfuerzan, 
y  si  quiero  valerme  contra  ellos  con  animarme  y  con- 
solarme, se  r.^doblan.  I'orquesi  digo:  Olvidartíme  de  mis 
quei ellas;  esto  es,  si  digo:  Quierocallar  ahora  un  poco, 
y  no  quejarme,  y  divirlitjudome  á  otra  cosa,  no  pensar 
tanto  en  mis  males;  y  dsi  mudo  mi  rostro»,  esto  es,  y 
si  me  compongo  esforzáuilome  y  sereno  el  semblante,  el 
dolor  de'.enido  cobra  mas  fuerza  y  se  encrudece  mas;  y 
ansí,  con  el  remedio  no  se  disminuye,  sino  antes  crece 
el  lormenio.  Mas  el  ori^^ínal  dice  ansí :  ((Si  me  digo, 
olvidaré  mi  querella,  dejaré  mis  iras,  esforzaréme;»  si 
esto  hago,  ¿qué  es  lo  que  entonces  sucede?  ¿Qué?  lo 
que  luego  se  sigue  : 

28  ((Temo  todas  mis  obras,  6  todas  mis  miserias,  como 
otros  trasladan;  sé  que  no  me  perdonarás.»  Esto  es,  si 
me  quiero  esforzar  y  disimular  mi  miseria,  el  temor  me 
derriba  luego,  y  con  la  larga  experiencia  que  de  mis 
males  tengo,  me  ¡;ersuado  que  cuanto  hiciere  me  será 


LUIS  DE  LEÓN. 

mas  tormento ,  y  que  los  medios  de  alivio  se  me  conver- 
tirán en  dolor  y  pena;  y  así,  no  espero  mejoría.  Que  eso 
llama  Job  perdón ,  alzar  Dios  su  azote  del  y  restituirle 
á  su  estado.  Y  por  eso  añade  y  prosigue  : 

29  {(Pues  si  ansí  soy  malo,  ¿para  queme  trabajo  en 
vano?  ((ó  como  dice  á  la  letra :  oSi  yo  me  condeno,  ¿pa- 
ra qué  me  trabajaré  en  vano?  Que  es  como  quien  dice : 

Y  pues  yo  no  espero  bonanza  ni  venir  á  mejor  estado, 
y  mi  experiencia  me  condena  á  conlina  miseria,  ¿para 
qué  pondré  trabajo  en  consolarme,  pues  no  es  posible 
valerme?  Para  qué  haré  del  esforzado,  si  el  esfuerzo  no 
mitiga  el  azote?  Que  donde  no  hay  remedio,  el  poner 
medios  es  negocio  perdido.  Que  son  razo.ies  proprias 
estas  todas  de  ánimos  opresos  con  diferentes  y  conlinas 
miserias ,  porque  con  el  con  tino  padecer  hace  coaio  há- 
bito el  mal  en  alma,  que  asentándose  en  ella,  desiierra 
della  todas  las  esperanzas  alegres.  Y  dice  mas: 

30  ((.\unque  me  lave  con  aguas  de  nieve  y  alimpie 
con  limpieza  mis  palmas.» 

31  ((Entonces  en  el  lodazar  me  enlodarás,  y  aborre- 
cerme han  mis  vestidos;»  que  es  confirmación  de  la 
firmeza  de  su  miseria,  y  razón  de  la  desconfianza  que 
tiene.  Porque  dice:  Está  el  mal  tan  de  reposo  en  mí, 
y  ha  Dios  lOmado  mi  castigo  y  mis  azotes  lan  de  propó- 
sito, que  aunque  me  apure  como  la  nieve,  y  la  limpie- 
za misma  me  alimpie,  seré  para  cuanto  á  esto  como  si 
fuera  muy  sucio.  Y  estriba  aquí  en  lo  que  siempre  di- 
ce de  su  inocencia;  porque  es  como  si  secretamente  ar- 
guyese: Si  este  azote  mió  fuera  por  culpa,  acabárase 
con  reducirme  á  justicia ;  mas,  como  Diosaqui  no  mira 
á  pecado  mió  ninguno, ansí,  aunque  me  apure  y  justi- 
fique mas,  no  por  eso  alzará  la  mano.  Imperlincnle  es 
para  lo  que  Dios  aquí  pretende,  que  yo  me  abone  y 
santifique.  El  lia  puesto  sobre  mí  su  mano,  y  no  por  mi 
culpa ,  sino  por  los  fines  que  él  se  sabe ;  como  Señor 
que  lo  puede  ,  insiste  en  herirme ,  no  lo  alzará.  Aun- 
que me  torne  nieve  y  limpieza,  me  azota  y  azotará  co- 
mo si  fuese  lodo  y  abominación.  Y  responde  con  esto 
bien  al  consejo  que  le  dan  sus  amigos ,  de  reconocer  su 
pecado  y  pedir  perdón  á  Dios  del ;  y  estriba  también  en 
que ,  como  decia  arriba ,  nadie  se  puede  poner  con  Dios 
en  razones.  Y  ansí  dice:  Mi  mal  es  firme,  y  yo  no  espero 
remedio;  porque  si  me  confieso  por  culpailo,  yo  me  con- 
deno, y  si  me  condeno,  trabajo  en  vano,  ponjue  habré 
de  ser  castigado.  Si  me  defiendo  y  sí  vuelvo  por  mí  y 
me  pongo  á  razones  con  él,  si  tomare  la  nieve  para  la- 
varme y  alegare  por  mi  causa  á  la  misma  inocencia ,  él 
me  mostrará,  si  quiere,  mas  sucio  que  el  cieno,  y  me 
pondrá  tal ,  que  mis  vestiduras  y  yo  mismo  huya  de 
mí.  Y  da  la  razón: 

32  ((Porque  no  es  varón  como  yo,  que  le  responda  y 
que  vengamos  á  una  á  juicio.»  Porque,  dice,  no  es  mi 
igual  para  volvérsela  como  me  la  dijere, ni  para  hacer 
que  esté  á  derecho  comígo ,  ni  hay  quien  con  autori- 
dad sobre  ambos  asista  y  que  con  igualdad  nos  presida. 

Y  por  eso  dice: 

33  ((No  hay  entre  nos  razonador  que  ponga  su  mano 
entre  ambos.»  Y  añade: 

34  ((Aparte  de  mí  su  vara,  y  su  miedo  no  me  turbe. 
3o  ((Hablaré  y  no  temblaré,  que  yo  ansí  no  comi- 

go.»  Con  que  declara  su  sentido  Job  de  lo  que  decia  al 


EXPOSICIÓN  DEL 

principio ,  que  ninguno  podía  trabar  pleito  con  Dios  ni  j 
entrar  en  juicio.  Porque,  como  ahora  se  ve,  no  quiso  de-  j 
cir  en  ello  que  estaba  la  imposibilidad  en  su  culpa,  que 
no  la  confiesa  ni  se  tiene  por  merecedor  de  lo  que  pa- 
dece, sino  en  lo  mucho  que  Dios  sabe  y  puede,  con  que 
larazon  humanase  turba,  y  queda  como  sin  juicio  quien 
con  él  en  semejantes  cuentas  se  pone.  Y  ansí,  diceago- 
ra  que ,  estando  él  turbado  y  herido  tan  gravemente 
por  Dios,  y  viéndole  sobre  si  de  contino  espantable  y 
riguroso,  pierde  las  mientes  y  enmudece,  y  si  va  á  ha- 
blar, dice  uno  por  otro.  «Aparte,  dice,  de  mí  su  vara,» 
esto  es,  el  azote,  y  déjeme  tornar  sobre  mí;  «su  mie- 
do no  me  turbe,»  esto  es ,  y  no  se  me  ponga  siempre  de- 
lante terrible  (que  por  una  parte  el  dolor  .de  las  llagas 
lleva  á  sí  el  sentido  que  se  babia  de  ocupar  en  meditar 
la  defensa,  y  por  otra  el  temor  y  temblor  enajenad  jui- 
cio); que  si  esto  hace,  «hablaré  y  no  temeré;»  tendré, 
dice,  ánimo  para  hablar,  y  no  será  todo  temblar.  «Que 
yo  ansí  no  comigo,  esto  es,  no  estoy  en  mi  estando  de 
esta  manera.  «Mas  tras  esto  crece  el  dolor  en  Job,  y  se 
encrudece  de  arte,  que  con  su  grandeza  vence  al  temor 
que  al  azote  tenia;  y  sin  respecto  á  que  se  podrá  agra- 
var, despliega  la  lengua,  y  dice  á  Dios  lo  que  en  el  ca- 
pítulo siguiente  se  escribe. 

CAPITULO  X. 

ARGU.MENT0. 

Prosigue  Job  quejándose,  y  vupUo  á  Dios,  querellase  con  él,  y 
pídele  que  mitigue  su  ira  y  le  deje  respirar  siquiera  un  poco,  y 
dice : 

1  Enfadada  mi  alma  de  mi  vida,  dejaré  sobre  mi  mi 
querella,  hablaré  en  amargura  de  mi  alma. 

2  Diré  al  Señor:  No  me  condenes,  fazme  saber  por  qué 
barajas  com  igo. 

5  ¿Si  bueno  áli  que  me  oprimas  y  repruebes  Irahajode 
tus  palmas,  y  sobre  consejo  de  malos  resplandezcas? 

i  ¿Si  ojos  de  carne  a  ti,  y  si  ves  como  es  el  ver  de  los 
Lombres? 

5  ¿Si  como  dias  de  hombre  tus  dias,  si  tus  años  como 
años  de  varón, 

6  Que  pesquises  mi  maldad  é  inquieras  mi  pecado? 

7  Con  saber  tú  que  no  he  hecho  maldad  y  no  hay  quien 
de  mano  tuya  me  desafierre. 

8  Tus  manos  me  Gguraron  y  me  ficieron  á  la  redonda, 
¿y  desfacerme  has? 

9  Miémbrate  ahora  que  como  lodo  me  feciste,  y  que 
al  polvo  me  farás  tornar. 

10  ¿Por  ventura  no  me  vaciaste  como  leche  y  me  cua- 
jaste como  queso? 

11  De  cuero  y  carne  me  vestiste  y  con  huesos  y  nervios 
me  compusiste. 

12  Vidas  y  merced  hiciste  comigo,  y  tu  providencia 
guardó  mi  espíritu. 

Í5  Esto  guardaste  en  tu  corazón ,  supe  que  esto  con- 
tigo. 

li  Si  pequé,  guardármelo  has,  y  de  mi  delito  no  me 
limpias. 

15  Si  malvado  fui,  guay  de  mí,  y  si  justo  fui,  no  levan- 
taré cabeza,  harto  de  afrenta ;  mira  mi  aflicción. 

16  Por  la  soberbia  como  león  vinieses  á  mí,  y  revol- 
vieses, y  maravilloso  fueses  en  mi. 

17  Renovases  tus  testigos  contra  mi ,  y  se  acrecentase 
tu  saña  comigo. 

18  Y  ¿por  qué  me  sacaste  del  vientre?  Espirara,  y  ojo 
no  me  viera. 


LIBRO  DE  JOB.  3Í5 

19  Como  si  nunca  fuera,  hubiera  sido  del  vientre  lle- 
vado á  la  sepultura. 

20  ¿Por  ventura  no  son  poco  mis  dias?  Afloja  de  mi,  y 
plañiré  un  poco. 

21  Antes  que  vaya,  y  no  vuelva  á  tierra  de  tiniebla  y 
de  sombra  de  muerte, 

22  Tierra  de  miseria  y  tinieblas  sombra  de  muerte;  no 
orden,  sino  horror  sempiterno. 

EXPLICACIÓN. 

Decía  Job  en  el  fin  del  pasado  que  alzase  su  mano 
Dios  y  que  hablaría,  porque  no  alzándola  él ,  por  una 
parte  el  dolor  presente ,  y  por  otra  el  miedo  del  que  le 
venia,  le  turban  el  juicio  y  la  lengua;  mas,  como  decía- 
mos, creció  el  dolor  tanto  en  este  punto,  y  el  despecho 
con  él,  que  soltando  la  lengua,  comenzó  á  hablar  sin 
respeto  de  lo  que  antes  temía.  Y  ansí  dijo  : 

1  «Enfadada  mi  alma  de  mi  vida,  dejaré  sobre  mí  mí 
querella,  hablaré  en  amargura  de  mí  alma. »  Que  es  co- 
mo sí  dijera :  Mas  yo  ¿qué  temo?  Aborrecida  la  vida 
tengo,  hablaré,  y  venga  el  mal  que  viniere.  «Enfadada 
mi  alma  de  mi  vida,»  esto  es,  enojada,  ó  como  es  la  fuer- 
za de  la  palabra  original,  melida  en  pleito  y  en  contien- 
da con  eüa.  Porque  su  alma,  esto  es,  su  razón  y  deseo, 
juzga  y  apetece  que  se  acabe  la  vida,  y  la  vida  no  quie- 
re acabarse,  el  apetito  tiene  por  bueno  el  morir,  y  la  vi- 
da rehuye  la  muerte,  desea  en  parte  el  crecimiento  del 
mal,  porque  fenezca  mas  presto,  y  la  vida  teme  el  nuevo 
dolor,  y  con  miedo  del,  quiere  poner  freno  á  la  lengua; 
mas  en  esta  contienda  vence  el  enojo  al  miedo  y  el  en- 
fado al  temor,  y  determínase  de  hablar  sin  respetos.  Y 
dice  :  «Dejaré  sobre  mí  mi  querella,  hablaré  en  amar- 
gura de  mí ;»  esto  es,  querellarme  quiero  con  libertad, 
venga  sobre  mí  lo  que  viniere;  hablaré  de  mí  aunque 
me  amargue.  Y  pénelo  en  obra  luego,  y  añade  : 

2  «Y  diré  al  Soi'ior  :  No  me  condenes,  fazme  saber 
porqué  barajas  comigo. »  Diré,  dice,  y  dicelo,  y  lo  que 
dice  á  Dios  es  que  no  le  condene,  entiende  sin  hacerle 
primero  cargo  y  sin  oírle.  Y  poroso  añade :  «Fazme  sa- 
ber por  qué  barajas  comigo.  »  Barajar  es  contender  con 
enojo,  y  mostrábase  enojado  Dios  contra  Job  en  los  azo- 
tes que  sobre  él  descargaba ;  y  aunque  no  le  hablaba, 
con  las  obras  al  parecer  le  reñía,  y  en  cierta  manera 
parecía  condenarle  y  no  oirle.  Y  ansí,  en  pedirle  que  no 
le  condene,  le  dice  que  no  haga  con  él  lo  que  hace,  y 
que  sí  le  castiga  como  á  malo,  le  muestre  primero  su 
mal  y  le  convenza ;  porque  lo  demás  tiene  apariencia 
de  violencia,  cosa  ajena  de  Dios.  Por  do  dice  : 

3  « ¿Si  bueno  á  tí  que  me  oprimas,  que  repruebes  tra  - 
bajo  de  tus  palmas,  y  sobre  consejo  de  malos  resplan- 
dezcas?» «Si  bueno  á  tí,»  estoes,  ¿por  ventura  es  co- 
sa que  os  eslá  bien  ó  que  dice  bien  con  la  verdad  que 
de  vuestra  justicia  y  bondad  se  pregona,  «que  me  opri- 
mas »?  No  dice  que  me  castigues,  que  el  castigo  de  los 
malos  muy  bien  dice  con  Dios  y  con  su  justicia;  mas 
dice  «que  me  oprimas»,  porque  el  oprimir,  y  la  pala- 
bra original  á  quien  responde,  dice  una  violencia  pode- 
rosa y  sin  ley,  que  no  admite  razón  ni  derecho,  y  que 
lo  huella  todo  y  queda  sobre  ello  como  señora  absoluta. 
Pues  esto  dice  ser  de  Dios  ajeno,  ansí  ello  como  lo  que 
dello  se  sigue,  y  él  luego  declara  que  son  estas  dos  co- 
sas :  una,  que  deshace  sin  causa  su  obra  y  lo  mismo  que 


346  OBRAS  DE  FRAY 

él  hizo;  ofra,  que  favorece  en  ello  la  opinión  de  los  ma-  : 
los.  Y  veamos  la  liierza  de  ambas ,  cómo  nacen  de  la  ; 
primera  y  cómo  son  ajenas  de  Dios.  Y  cuanto  á  lo  pri-  ; 
mero,  Dios  no  oprime  á  nadie  en  esta  manera,  ni  se  ! 
guia  en  cosa  ninguna  por  antojo ,  porque  su  voluntad  ! 
es  la  rectitud  misma.  Mas  si  fuese  ansi,  que  oprimiese  i 
á  alguno  por  antojo  y  sin  propósito ,  seria  deshacerle  , 
sin  causa,  y  por  la  misma  razón  seria  destruir  lo  que 
hizo  sin  tener  por  qué ,  y  seria  dar  mala  cuenta  de  su 
obra,  y  haria  una  cosa  muy  vana;  en  lo  cual  se  encon- 
traría, por  una  parte  con  su  providencia,  que  endereza 
á  buen  lin  todas  las  cosas,  y  por  otra  con  su  bondad  in- 
finita ,  que  de  conlino  está  dando  de  sí  ser  y  vida  á  las 
mismas.  Porque  ¿quién ,  que  muy  desbaratado  no  sea, 
hace  y  deshace  sin  orden?  Y  en  lo  segundo  que  dice, 
del  favor  que  toman  de  su  azote  los  malos ,  no  siendo 
manifiesta  su  culpa,  está  claro  que  cuando  el  tenido  por 
bueno  es  tratado  con  aspereza,  los  malos  juzgan  mal  de 
la  virtud  y  se  afirman  en  lo  que  siempre  tienen  asen- 
lado  en  su  pecho,  que  el  ser  bueno  es  negocio  de  bur- 
la ;  y  no  creen  que  paga  su  culpa,  sino  que  por  ser  ton- 
to en  ser  virtuoso  padece,  y  ellos  mismos  le  abonan  y  se 
hacen  de  su  inocencia  testigos,  porque  cuanto  mas  bue- 
no pareciere,  tanto  mas  se  averigüe  que  el  serlo  es  inú- 
til ,  que  es  su  parecer  y  juicio.  Y  por  esto  pide  Job  á 
Dios  que,  pues  le  castiga,  haga  maniíiesla  la  causa  que 
él  no  sabe  y  á  Dios  no  puede  escondérsele,  y  que  saque 
á  luz  sus  pecados,  ansí  como  sus  azotes  son  públicos, 
para  que  á  lo  menos  los  malos  conozcan,  si  es  castiga- 
do, que  es  malo,  y  que  el  vicio  es  padre  de  los  desastres 
y  la  miéma  calamidad  y  miseria,  y  por  el  mismo  caso 
no  se  conlcnlen  de  sí  mismos ,  ni  tengan  por  acertada 
su  elección  y  consejo ,  que  es  condenar  el  de  Dios  con 
gran  menoscabo  de  la  honra  que  se  Te  debe.  El  cual 
menoscabo  sentía  Job  mas  que  su  azote  proprio,  porque 
traía  á  Dios  en  su  alma.  Porque  es  como  natural  á  los 
justos  en  las  cosas  que  les  suceden ,  si  a!guna  de  ellas 
redunda  ó  puede  redundar  en  injuria  de  Dios  ó  en  que 
sientan  dól  no  como  deben  los  hombres  sentirlo  mas  que 
su  trabajo  mismo,  por  intolerable  que  sea.  Vese  esto 
cuando  en  el  monte,  airado  Dios  por  la  idolatría  del  pue- 
blo, decia  á  Moisen  que  le  destruiría  si  le  dejase,  y  Moi- 
sen  le  suplicó  no  lo  hiciese,  por  lo  que  tocaba  á  su  hon- 
ra ;  en  q\ie  se  conoce  que  no  miró  tanto  al  daño  del 
pueblo,  ni  á  la  muerte  de  sus  deudos  y  amigos,  ni  á  la 
calamidad  de  lauta  gente  miserable  coiíio  en  él  conocía, 
cuanto  á  lo  que  podrían  pensar  de  Dios  los  enemigos 
suyos  y  los  que  de  lejos  lo  mirasen,  diciendo  que  fué 
poderoso  Dios  para  sacarlos  de  Egipto,  y  no  lo  fué  para 
ponerlos  en  la  posesión  de  su  tierra,  y  quo  por  encubrir 
su  flaqueza ,  para  quitarles  la  vida  buscó  achaques  de 
enojo,  y  esto  solo  se  le  puso  á  aquel  santo  dolante.  Pues 
ansí  Job  aquí  siente  mucho  que  se  favorezcan  los  malos 
de  su  azote  para  desestimar  la  virtud  y  sentir  de  Dios 
menos  bien;  y  desea  y  pide  por  lo  qucla  honra  divina 
padece,  que  ó  alce  el  azote,  ó  le  publiiiue  á  él  por  cul- 
pado, sí  lo  es  y  lo  ignora.  Y  dice  que  «  resplandece  so- 
bre él  consejo  de  malos »,  para  decir  que  le  favorece  y 
saca  de  toda  deuda ,  según  la  propríedad  do  esta  len- 
gua, en  la  cual  el  favor  de  Dios  se  tiombra  con  palabras 
de  luz,  y  su  disfavor  con  escuridad  y  liuieblas,  lomán- 


LUIS  DE  LEÓN. 

dolo  de  lo  que  acontece  en  los  liombres,  en  quien  el  que 
favorece  á  otro  se  le  descubre  y  demuestra  y  se  pone 
á  su  lado,  y  el  que  su  favor  niega  se  encubre  y  ascon- 
de.  Dice  David  en  el  salmo  6G  :  «  Haz  resplandecer  su 
rostro  sobre  nosotros,»  pidiendo  á  Dios  su  favor;  y  en 
otra  parte  (salmo  43) :  «El  resplandor  de  su  rostro  los 
salvó.  »  Mas  vamos  á  lo  que  después  de  esto  se  sigue. 
Dice: 

4  (( ¿Si  ojos  de  carne  á  tí,  y  si  ves  como  es  el  ver  de 
los  hombres?»  Como  pedia  á  Dios  que  le  hiciese  cargo 
de  sus  maldades  por  los  respectos  que  he  dicho,  dicele 
agora  que  luego  y  sin  mas  dilación  puede  hacerlo,  pues 
lodo  le  es  manifiesto.  Que  en  los  hombres  al  cargo  an- 
tecede la  pesquisa  y  la  información  ó  visita  que  se  ha- 
ce primero,  porque  sin  ella  los  jueces  no  tienen  nolicia, 
y  ansí  han  menester  tiempo  los  hombres ;  mas  en  Dios 
no  es  así,  porque  ni  es  como  ellos,  ni  conoce  como  ellos 
conocen.  Y  del  conocimiento  dice  :  «Si  ojos  de  carne  á 
tí;»  y  declárase  con  lo  que  añade,  «¿y  si  ves  cómo  es 
el  ver  de  los  hombres?  En  que  preguntando  niega,  y  co- 
mo dudando,  afirma  que  ni  ve  ni  conoce  como  los  hom- 
bres conocen.  Y  cuanto  al  ser  por  la  misma  manera: 

5  « Si  como  días  de  hombres  tus  dias ,  si  tus  anos 
como  años  de  varón ;»  y  pone  luego  por  qué  lo  dice,  aña- 
diendo : 

6  "¿Que  pesquises  mi  maldad  é  inquieras  mi  peca- 
do?» Como  si  dijese  :  ¿Eres  por  ventura  hombre,  ó  co- 
noces como  los  hombres  conocen ,  que  te  sean  necesa- 
rios para  venir  en  noticia  de  mis  culpas  los  dichos  y 
deposiciones  ajenas,  haciendo  inquisición  y  pesquisa? 
Mas,  pues  por  tí  lo  sabes  todo,  dime,  Señor,  ¿por  qué  te 
detienes?  Manifiéstame  que  soy  pecador  si  lo  soy.  Pero 
dice  : 

7  «Con  saber  tú  que  no  he  Iieclio  maldad,  y  no  hay 
quien  de  lu  mano  me  desafierre.»  Que  es  decir:  Mas 
por  demás  es  pedir  que  me  acuses,  que  me  hagas  car- 
go ,  que  publiques  mis  males ,  que  por  tí,  sin  que  los 
pesquises,  los  conoces;  porque  bien  sabes  que  no  los  hay, 
y  ansí,  excusada  cosa  es  pedir  que  me  culpes.  Inocen- 
te soy ;  mas  si  lu  voluntad  no  lo  acaba  contigo,  nin- 
guno será  poderoso  para  que  alces  de  mí  tu  mano  ni 
para  que  mitigues  lu  azote.  Prosigue  : 

8  «Tus  manos  me  figuraron  y  me  ficieron  del  lodo 
y  á  la  redonda,  ¿y  dcsíacerme  has?»  Porque  nombró  la 
mono  airada  de  Dios,  y  dijo  que  no  era  para  desafer- 
rarle dolía  poderoso  ninguno,  acuérdase  que  esa  misma 
mano  le  hizo,  y  acuérdase  que  le  fué  piadosa  la  que  se 
le  muestra  cruel  agora,  y  dadora  de  vida  y  de  bienes  la 
que  pone  agora  en  él  dolores  y  males  ;  y  ansí,  saca  dc- 
11o  razón  nueva  con  que  persuade  á  Dios  que  del  se 
apiade.  Porque  dice :  Pues  esa  misma  mano.  Señor,  que 
tan  aferrado  me  tiene  agora  para  herirme,  fué  la  que 
me  figuró  y  formó  con  artificio  y  cuidado  sumo.  Y  dice 
figuró  con  significación  de  particular  atención  y  diligen- 
cia, cual  es  la  que  pone  el  que  pinta,  no  en  lo  (¡ue  ras- 
guña, sino  en  lo  que  figura,  que  aun  se  declara  mas  en 
lo  que  añade  :  «Y  me  ficieron  á  la  redonda,»  ó  como  el 
Original  dice,  «del  todo;»  que  es  decir:  Pues  me  hicis- 
te con  tanto  cuidado,  ¿cómo  agora  me  deshaces  de  bal- 
de? Y  aun  dice  :  ¿Y  desfacennc  has?  como  os|iantáii- 
düsc  de  cosas  que  tan  mal  se  responden,  como  son,  ha- 


EXPOSICIÓN  DEL 
cer  con  diligencia  y  deshacer  eso  mismo  sin  causa, 
amar  y  desamar  en  un  punto ;  con  que,  como  dije,  per- 
suade á  Dios  de  nuevo  que  se  ablande  y  mitigue,  por- 
que no  es  bien  que  haga  él  lo  que  entre  sí  se  compadece 
tan  mal.  Y  porque  esta  razón  es  de  mucha  fuerza,  por- 
que estriba  en  el  querer  de  Dios  no  mudable ,  y  en  la 
condición  del  verdadero  amor,  que  es  constante,  insiste 
mas  en  ella  Job,  y  particulariza  el  amor  que  le  mostró 
y  los  bienes  que  en  él  puso  eriándole,  y  dice  : 

9  «  Miérabrate  agora  que  como  lodo  me  feciste ,  y  al 
polvo  me  harás  tornar. »  En  que  no  dice  tanto  que  le 
hizo  de  barro  cuanto  que  le  hizo  como  barro,  esto  es, 
como  se  obra  y  labra  el  barro,  que  es  materia  blanda  y 
que  hacerse  no  resiste,  y  que  la  forma  el  artífice  como 
quiere ;  que  todo  demuestra  ser  obra  de  Dios  el  hom- 
bre, hecho  no  como  las  demás ,  sino  como  á  otra  nin- 
guna, con  atención  y  diligencia  grandísima;  obra  en  que 
puso  sus  manos  y  la  formó  con  sus  dedos  y  figuró  parte 
por  parte ,  como  el  que  labra  en  barro  y  forma  y  perfi- 
ciona  con  estudio  y  curiosidad  los  vasos  que  hace.  Y 
ansí,  en  el  libro  de  la  creación  Moisen  mostró  bien  esta 
diferencia  ;  porque  en  la  obra  de  las  demás  criaturas, 
como  allí  dice  (a),  no  puso  Dios  mas  de  su  voz  y  man- 
dado, diciendo:  «Hágase  la  luz,» y  luego  fué  hecha;  mas 
en  la  compostura  del  hombre  puso  él  mismo  las  manos; 
porque  escribe  del  así  (6) :  «Y  fabricó  Dios  al  hombre 
del  lodo  de  la  tierra,  é  hispiró  en  él  espíritu  de  vida.» 
Adonde  lo  que  digo  fabricó,  en  el  original  es  la  palabra 
propia  de  la  obra  del  que  labra  en  el  barro,  i)ara  que 
por  ella  entendiésemos  el  cuidado  y  la  diligencia  cu- 
riosa con  que  hizo  esta  obra.  Y  porque  dijo  barro, 
acuérdase  que  ha  de  tornar  á  la  tierra ,  y  diviértese  á 
ello;  y  torna  luego  y  añade  : 

10  «  ¿Por  ventura  no  me  vaciaste  como  leche  y  me 
cuajaste  como  queso?»  que  pertenece  á  la  manera  co- 
mo el  cuerpo  se  engendra.  Y  dícelo  para  mostrar  la 
particular  providencia  de  que  Dios  usa,  ansien  la  cua- 
lidad de  la  materia  como  en  la  manera  como  se  figura 
en  el  vientre.  Y  prosigue  : 

i\  (íDe  cuero  y  carne  me  veslisle,  y  con  huesos  y 
nervios  me  compusiste.»  El  original  dice :  «Y  con  hue- 
sos y  nervios  me  cubijaste.»  Porque  el  cuerpo,  á  quien 
los  huesos  y  nervios  componen ,  cubre  al  alma  de  quien 
habla,  y  de  quien  luego  dice  : 

12  (iVida  y  merced  hiciste  comigo,  y  tu  providencia 
guardó  mi  espíritu. »  Vida  es  el  alma,  que  es  fuente  de 
vida,  y  merced  llama  á  los  dones  que  pone  Dios  en  ella 
y  el  bien  que  le  inspira;  y  lo  que  dice,  (( y  tu  providen- 
cia guardó  mi  espíritu,»  se  entiende  de  ambas  mane- 
ras, ó  guardando  el  alma  para  que  no  peque,  ó  conser- 
vando la  vida  y  aliento  del  cuerpo  para  que  no  muera; 
que  es  sin  duda  argumento  de  providencia  grandísima, 
una  vida  tan  flaca  como  la  humana  es,  en  cuerpo  que- 
bradizo y  tan  débil ,  entre  tantas  ocasiones  para  que- 
brarse como  se  ofrecen  todos  los  dias  y  horas ,  perse- 
verar por  tantos  años  entera.  Mas  dice  :  , 

13  «  Esto  guardas  en  tu  corazón,  supe  que  esto  con- 
tigo. »  Que  porque  le  dijo  que  se  acordase  de  cómo  le 
crió  y  de  las  mercedes  que  le  hizo  eriándole,  dícele 
ahora  que  se  acuerda  de  todo  esto,  y  que  él  sabe  que 

(oj  Gen.,  1.    {tj  Ibid.,  2. 


LIBRO  DE  JOB.  347 

se  acuerda  muy  bien  ;  y  que  sí  al  parecer  le  trata  co- 
mo á  cosa  aborecida  y  no  suya,  en  la  verdad  de  su  me- 
moria está  escrito  que  es  suyo.  Pero,  con  todo  esto,  dice 
que  no  pierde  el  enojo  que  en  él  tiene,  y  que,  aunque 
sabe  y  ve  que  es  hechura  suya ,  se  ha  con  él  como  si 
fuera  obra  de  algún  enemigo;  y  dice  que ,  cuaudo  pe- 
cado hubiera,  se  debiera  ya  desenojar,  según  es  mucho 
lo  que  ha  padecido  y  padece.  Y  por  eso  dice  : 

1  i  «Si  pequé,  guárdasmelo,  y  de  mi  delito  no  me 
limpias,  n  «Si  pequé,»  dice,  esto  es,  en  caso  que  hu- 
biera pecado ,  con  lo  que  paso  pudieras  estar  ya  satis- 
fecho, mas  guárdasmelo  ,  esto  es,  ninguna  pena  mia 
hace  mella  en  tu  enojo,  ni  cuanto  mal  padezco  me  lim- 
pia en  tus  ojos  de  culpa,  que  tienes  guardada  y  entera 
an?í  en  la  memoria  como  en  la  severidad  y  continua- 
ción del  castigo  sin  pausa.  Y  ansí,  como  quiera  que  me 
pregone  no  hallo  remedio;  que  ni  la  inocencia  me  li- 
bra de  padecer  esta  pena ,  ni  la  que  padezco,  por  mas 
que  es,  me  limpia  de  culpa.  Y  como  luego  se  sigue  : 

15  «Si  malvado  fui ,  guay  de  mí,  y  si  me  justifiqué, 
no  levantaré  cabeza,  harto  de  afrenta;  mira  mi  aflic- 
ción.» Que  es  decir,  si  he  sido  malo,  no  te  satisfaces 
con  cuanto  mal  sufro,  y  si  justo  soy  é  inocente,  no  me 
vale  para  no  ser  azotado;  opreso  estoy,  ni  la  pena  me 
purga,  ni  la  inocencia  alza  en  mí  la  cabeza.  «Harto,  di> 
ce,  estoy  de  afrenta;»  que  ansí  llama  la  miseria  en  que 
estaba  por  el  desprecio  en  que  le  tenia  puesto,  y  por  la 
sospecha  que  en  él  ponía  de  culpa.  «  Mira  mi  aflicción,» 
ó  como  otra  letra  dice  :  «Y  de  ver  mi  aflicción. »  Mas 
creciendo  en  Job  con  esta  consideración  el  dolor,  ima- 

!  ginando  (como  todos  los  caminos  del  remedio  le  esta- 

i  han  tomados)  que  no,  si  es  mnlo,  le  limpiará  el  castigo, 

j  ni  si  era  bueno,  le  valia  para  no  ser  azotado,  con  ansia 

de  que  crezca  su  pena  y  sus  dolores  se  multipliquen, 

porque  creciendo  le  acaben,  y  acabándole,  ellos  tambiea 

se  fenezcan,  dice  de  esta  manera : 

16  «Y  multipliqúense,  como  león  vinieses  á  mí,  y 
revolvieses  y  maravilloso  fueses  en  raí.  »  Que  es  decir : 
Y  ojalá  se  multiplicase  y  creciese  mas  este  mal  que  pa- 
dezco, y  ojalá  tu,  Señor,  vinieses  á  mí  como  león  ham- 
briento para  acabarme ,  de  manera  que  hicieses  mara- 
villa y  espanto.  Dice :  «Como  león  vinieses  á  mí  y  re- 
volvieses;» que  se  entiende  de  dos  maneras  :  ó  que  vi- 
niese sobre  él  una  y  muchas  veces  hasta  acabarle,  ó 
imitando  la  imagen  del  león  cuando  prende ,  que  tiene 
la  presa  en  las  uñas  y  vuelve  el  rostro  y  los  ojos  fieros, 
así  hay  quien  la  quiere,  esa  misma  braveza  desea.  Y  á 
esto  responde  lo  que  luego  añade  :  «Y  fueses  maravi- 
lloso en  mí ,»  que  quiere  decir,  espantoso  como  el  león 
lo  es  cuando  despedaza  la  presa.  Y  prosigue  en  el  mis- 
mo propósito : 

17  «Renovases  tus  testigos  contra  mí,  y  se  acrecen- 
tase tu.saña  comigo;»  ó  como  otra  letra  dice,  «  mudan- 
zas y  ejército  comigo.»  «Testigos  de  Dios»  llama  las 
llagas  que  tenia  y  los  dolores  que  padecía,  que  lo  eran 
de  la  saña  de  Dios  para  con  él ;  y  también  los  llama 
ansí  para  declarar  su  grandeza ,  que  con  ella  testifica- 
ban ser  Dios  el  autor  de  un  tan  fiero  azote.  Y  dice : 
«Mudanzas  y  ejército  comigo,»  y  tómalo  de  lo  que  en 
los  asaltos  de  los  lu^^ares  en  la  guerra  se  usa.  Adonde 
para  esforzar  el  combale,  los  sanos  suceden  á  los  iieri- 


348  OBRAS  DE  FRAY 

do?,  y  á  los  cansados  los  que  no  han  peleado,  mudán- 
dole; y  deica  por  la  misma  forma  que  sus  males  sin 
cesar  le  combalan,  y  que  sucedan,  como  en  el  ejército, 
unos  á  otros,  y  á  los  cansados  oíros  de  refresco  y  ma- 
yores, para  que  entren  el  fuerte  mas  presto,  esto  es, 
para  que  mas  presto  le  deshagan  y  acaben.  Y  como  di- 
ciendo eslo  crecía  en  desear  la  muerte  y  en  tener  en 
odio  la  vida,  vase  por  el  hilo  de  los  afectos,  y  en  signi- 
ficación de  este  odio  dice  lo  que  se  sigue  : 

18  «¿Y  por  qué  me  sacaste  del  vientre?  Espirara  y 
ojo  no  me  viera.  »  Y  en  la  misma  razón  : 

19  «('om.o  si  nunca  fuera,  hubiera  sido  del  vientre 
llevado  á  la  sepultura. »  Que  la  graveza  de  los  trabajos 
presentes  criaba  aborrecimiento  de  todo  lo  que  era  vi- 
vir en  el  pecho  santo  de  Job  ;  que  como  la  vida  era  el 
sngeto  de  los  dolores,  no  tenia  por  bueno  ni  aun  su  pri- 
mero principio,  á  lo  menos  deseaba  que  se  acabara  en  lle- 
gando, y  que  se  encontraran  el  salir  á  la  luz  y  el  entrar 
luego  en  la  huesa.  Y  dicho  esto,  muda  el  afecto  y  calla 
el  do'or,  y  habla  el  amor  de  si  mismo,  diciendo  : 

20  «¿  Por  vontura  no  son  pocos  mis  dias?  Cesa  y  aflo- 
ja de  mí,  y  plañiré  un  poco.  «  En  que  ruega  á  Dios  se 
a¡'!aque  ya  y  alce  su  azote,  y  le  alega  para  inducirle  á 
ello  una  nueva  razón.  Porque  dice  :  «¿Por  ventura  no 
son  pocos  mis  días?»  Que  es  decir:  Pues  mi  vida  es 
breve,  y  lo  que  de  ella  falla  es  muy  poco,  pues.  Señor, 
hazme  gracia  de  esto  poco  que  queda,  y  déjame  siquie- 
ra en  este  fin  respirar,  para  morir  con  juicio  libre,  do- 
liéndoaie  de  mí  y  conociéndole  á  tí.  Porque  los  dolores 
intensos  llevan  á  si  los  sentidos,  sin  dejarlos  libres  pa- 
ra tratar  de  otras  cosas.  Y  esloes  el  «plañir  un  poco», 
que  la  letra  latina  dice,  porque  la  original,  en  lugar  de 
plañir,  tiene  «confortar  y  esforzar»;  en  que  pide  aquel 
poco  de  espacio  para  tomar  fuerza  y  volver  sobre  si 
antes  que  fenezca  la  vida,  según  lo  que  añale  : 

21  «Antes  que  ande  y  no  vuelva,  á  tierra  de  tinie- 
bla  y  sombra  de  muerte.  »  Que  es,  antes  que  camine  á 
la  muerte  camino  sin  vuelta;  porque  á  esta  manera  de 
vida  nunca  vuelve  el  que  muere  ,  y  á  otra  ninguna  no 
puede  volver  por  sus  fuerzas.  «Y  antes,  dice,  que  vaya 
á  jjcrra  de  tinieblas  y  sombra  de  muerte;  »  que  ansí 
nombra  la  región  do  sus  muertos,  conviene  á  saber,  la 
sepultura  y  el  limbo.  Y  repilc  lo  mismo  casi  para  mo- 
ver mas  el  afecto  y  dice  : 

22  «Tierra  de  miseria  y  tinieblas,  sombra  do  muer- 
te, y  no  orden,  sino  horror  sempilerno  ;»  que  todas  son 
cualidades  de  la  sepultura  y  de  los  lugares  tristes  que 
lie  dicho.  Aunque  otra  letra  dice  de  esta  manera :  «Tier- 
ra de  oscuridad  como  tinichla,  iiniebla,  y  no  órdenes, 
esclarece  comoliniebla;»que  es  decir :  Tierra  donde  du- 
ra la  noche  siempre  y  adonde  á  una  tinichla  se  suce- 
de otra  Iiniebla  luego,  que  eso  es  «tinichla,  tinichla»; 
y  no  como  en  esta  región,  adonde  hay  órdenes,  «sto  es, 
veces  de  escuridad  y  de  luz,  y  adonrlo  la  noche  camina 
para  la  mañana,  y  se  esclarece  lo  escuro,  y  lo  tenebroso 
&e  aclara. 


LUIS  DE  LEÓN. 

CAPITULO  XL 

AP.GIMKNTO. 

Sofar,  el  fercpro  de  los  amigos  de  Job,  toma  la  mano  y  reprelión- 
dele,  como  los  demás,  con  uspenis  palabras;  llámale  arrogante, 
pideá  Dios  que/le  coiifuiula,  dice  mucho  del  poderlo  de  Dios, 
y  á  la  fin  amonéstale  á  que  haga  penitencia,  y  prométele  buena 
dicha  si  la  hace. 

1  Y  respondió  Sofar  el  Naamates,  y  dijo  : 

2  ¿Por  dicha  nniclieduinhre  de  palabras  no  oirá,  y  si 
varón  de  labios  se  jusliOcará? 

o  A  lí  solo  mortales  enmudecerán,  y  mofarás,  ¿y  no 
escarnecedor? 

4  Y  dijiste  :  Luciente  habla  mia,  y  puro  fui  en  ojos 
suyos. 

5  Y  cierto  ¿quién  diese  hablarDios  y  abrir  sus  labios 
contigo? 

G  ¿Y  hiciese  saber  á  tí  secreto  de  su  sabiduría,  y  que 
doblado  según  ley,  y  entender  que  eres  castigado  mu- 
cIjo  menos  que  tu  maldad? 

7  ¿Quizá  escondrijo  de  Dios  hallarás,  si  hasta  fin  de 
Omnipotente  alcanzarás? 

8  Mas  alto  que  el  cielo,  ¿qué  farás?  Mas  profundo  que 
el  infierno,  iCómo  le  conocerás? 

9  Loiigura  mas  que  tierra  medida  suya,  y  anchura 
allende  mar. 

10  Si  atalarey  encerrare  ,  y  apiñar  hiciere,  ¿quién  le 
retraerá? 

11  Q lie  él  conoce  mortales  de  vanidad  y  ve  maldad,  ¿  y 
no  atenderá? 

12  Que  hombre  vano  se  desvanece,  y  como  pollino 
salvaje  hombre  nacido. 

15  Si  tú  establecieres  corazón  tuyo,  y  desplegares  áél 
palmas  luyas. 

14  Sí  maldad  de  tus  manos  la  alongares,  y  no  repo- 
sare en  tu  morada  iiu'quidad, 

13  Entonces  alzarás  tus  faces  sin  mancilla,  serás  firme 
y  no  temerás. 

16  Y  trabajo  tuyo  olvidarás,  como  aguas  que  pasaron 
te  memhrarás. 

17  Y  luz  de  mediodía  te  lucirá  á  la  tarde,  y  cuando  le 
tuvieres  por  acahado,  nacerás  como  lucero. 

18  Confiarás  porque  hay  esperanza,  y  cavado,  dormi- 
rás confiado. 

19  Y  reposarás  y  no  asombrante ,  y  pregonarán  tus  fa- 
ces muchos. 

20  Y  ojos  de  malvados  consumirán,  y  guarida  perecerá 
de  ellos,  y  esperanza  suya  cuita  de  alma. 

EXPLICACIÓN. 

i  «Y  respondió  Sofar  el  Naamaic^,  y  dijo.  »  Toma 
la  mano  Sofar,  o!ro  de  los  amigos,  y  dice  lo  que  los 
demás,  fundándose  en  los  mismos  errores.  Dice  : 

2  «¿Por  dicha  muchedumbre  de  palabras  no  será 
reprocliada?  Y  si  varón  de  labios,  ¿se  justificará?»)  Pa- 
récele  que  Job  á  fuerza  de  palabras  quiere  vencer  el 
pleito  y  cscurecer  la  verdad,  y  por  eso  dice  esto  :  No 
pienses  que  amontonando  palabras  nos  quilarás  la  vis- 
ta de  lo  malo  que  cu  ellas  encierras,  ni  imagines  qiie 
por  hablar  le  has  de  abonar.  «Yaron  de  labios»  quiere 
decir  parlero  y  hablador,  ó  puédese  enlcndcr  en  o'ra 
nianera,  que  diga,  lo  que  es  verdad,  que  quien  inuclio 
habla  siempre  yerra,  y  que  ansí  Job,  hablando  mucho, 
habia  errado  también  mucho ,  conviene  á  saber,  en  lo 
que  después  en  el  verso  cuarto  refiere ;  pero  lo  prime- 
ro me  parcro  mejor. 

3  «A  ti  bolo  mortales  enmuilcccrán ,  mofarás,  ¿y 


EXPOSICIÓN  DEL 
no  escarnecedor?»  Nótale  de  arrogante,  y  dícele  :    | 
Débete  parecer  que  hablando  li'i  no  ha  de  haber  quien    i 
hable  y  te  responda,  y  que  puedes  mofar  de  todos  sin 
que  nadie  mofe  de  tí.  Mofar  aquí  es  reprender  algo  de 
lo  que  se  dice,  y  con  meneos  de  rostro  y  ojos  y  con  so- 
nido de  voz  despreciarlo ,  que  esto  quiere  decir  la  pa- 
labra original  lahag.  Prosigue : 

4  «Y  dijiste  :  Luciente  habla  mia,  y  puro  fui  en 
ojos  suyos.»  Esto  es  lo  que  á  Sofar  descontentó,  y  pro- 
pónelo  para  razonar  sobre  ello.  uPuro  fui  en  tus  ojos,» 
entiende  de  Dios,  porque  son  las  palabras  que  dijo  Job 
hablando  con  Dios,  y  propónelas  Sofar  ansí  como  el  las 
dijo.  Dice  : 

5  «  Y  cierto,  ¿quién  me  diese  hablar  Dios,  y  abrir 
sus  labios  contigo?»  Dice  esto  ansí  por  parecerle  que 
quien  dice  lo  que  ha  propuesto,  ó  está  muy  obstinado 
ó  muy  ciego;  y  que  ansí,  sus  razones  serán  flacas  para 
reducirle,  y  eficaces  solas  las  de  Dios;  y  por  eso  desea 
que  hable  él  y  le  diga  lo  que  se  sigue. 

6  «¿Y  que  hiciese  saber  á  tí  los  secretos  de  sabidu- 
ría y  que  su  ley  es  de  muchas  maneras,  y  entendieses 
ser  castigado  mucho  menos  que  es  tu  maldad?»  O  como 
el  original  á  la  letra  :  «  ¿  Y  hiciese  saber  á  tí  secretos  de 
sabiduría,  y  que  doblado  según  ley  y  entender,  que  es 
á  tí  Dios  allende  culpa  tuya?»  «Secreto  de  sabiduría,» 
esto  es ,  lo  secreto  de  tí ,  que  él  entiende  y  tú  mismo  no 
lo  alcanzas ;  que  quiere  decir,  tus  culpas  ocultas  ,  que 
huyen  de  tu  vista  y  están  como  secretas  para  tu  co- 
nocimiento, y  descubiertas  y  claras  á  los  ojos  de  Dios. 
Y  de  esto  nacerá  conocer  lo  que  se  sigue,  esto  es, 
«que  doblado  según  ley;»  como  diciendo  que,  confor- 
me á  su  ley  y  justicia ,  y  á  los  secretos  y  diferentes 
respectos  della,  el  mal  que  padeces  es  sencillo,  ola 
mitad  menor  de  lo  que  ser  debía ;  que  es  lo  que  prin- 
cipalmente Sofar  probar  pretende ,  conviene  á  saber, 
que  Job  padece  por  ser  gran  pecador,  y  que  sus  peca- 
dos aun  son  mayores  que  el  castigo  que  sufre.  Y  de- 
clárase mas  añadiendo  :  o  Y  entender  que  es  á  tí  Dios 
allende  culpa  tuya.»  Hase  de  repetir  de  arriba  la  pala-  ¡ 
bra  hiciese,  de  esta  manera  :  Y  te  hiciese  entender  ! 
que  es  á  tí  Dios  allende  culpa  tuya  ;  esto  es,  como  de-  \ 
claró  nuestro  intérprete,  que  Dios  es  piadoso  y  mise- 
ricordioso para  tí  diferentemente  de  lo  que  tú  mereces,  i 
y  te  castiga  mucho  menos  de  lo  que  tus  culpas  deman- 
dan. Añade :  1 

7  «¿Quizá  escondrijo  de  Dios  hallarás,  si  hasta  fin  i 
de  Omnipotente  alcanzarás?»  Que  todo  es  al  mismo 
propósito  de  mostrar  que  Dios  sabe  y  alcanza  lo  que  : 
Job  no  alcanza  ;  y  que  ansí  como  él  no  sabe  lo  secreto  ¡ 
que  hay  en  Dios,  ansí,  por  el  contrario,  Dios  ve  lo  se-  j 
crelo  que  hay  en  él  y  lo  que  él  mismo  no  sabe ,  y  todo 
á  fin  de  persuadille  que  tiene  culpas ,  aunque  á  él  le 
parezca  que  no  las  tiene.  Pero  aunque  es  verdad  que 
el  hombre  no  se  entiende  á  sí  mismo,  y  que  pensará  á 
las  veces  ser  justo  y  estará  reo  y  culpado ,  todavía  se 
engañan  mucho  estos  amigos  de  Job  ,  y  Job  tiene  me- 
jor fundamento  para  afirmarse  inocente  que  ellos  para 
porfiar  á  culparle ;  porque  él  tenia  el  testimonio  de  su 
conciencia ,  que  aunque  algunas  veces  falta ,  y  aunque 
no  nos  hace  ciertos  del  todo,  pero  al  fin  es  grande  y 
valiente  argumento ;  mas  ellos  no  tenían  otra  mayor 


LIBRO  DE  JOB.  3i9 

razón  que  los  trabajos  que  padecían,  la  cual  era  íl;ica  y 
engañosa  razón ,  porque  de  ordinario  los  justos  é  ino- 
centes y  amigos  Je  Dios  son  en  esla  vida  los  mas  tra- 
bajados ,  como  dice  san  Pablo  (i ,  Cor.,  lo,  19) ,  «  que 
si  á  esla  vida  miramos ,  somos  los  mas  miserables  de 
todos.»  Y  ansí,  aunque  todo  lo  que  alega  aquí  So- 
far, ansí  de  la  excelencia  de  Dios  como  de  la  miseria 
del  hombre,  sea  manifiesta  verdad,  pero  todo  ello  va 
fuera  de  lo  que  se  trata,  y  no  prueba  su  intento,  antes 
en  parte  hace  argumento  de  lo  contrario ;  porque  de 
ser  Dios  hondo  ea  el  saber  infinilamenle  mas  de  lo  que 
los  hombres  alcanzan,  se  entiende  que  si  da  trabajos 
no  es  siempre  porque  los  merecen  los  trabajados ,  sino 
muchas  veces  por  otros  fines  justísimos  que  él  se  sabe 
y  nosotros  no  podemos  saber.  «¿Hasta  fin  de  Omnipo- 
tente alcanzarás?»  Fin  llama  lo  último  de  la  perfec- 
ción y  saber  de  Dios  ;  y  ansí  dice  :  ¿  Podrás  por  ven- 
tura entender  á  Dios  del  lodo  perfecta  y  acabadamen- 
te? Dice  : 

8  «Mas  alio  que  el  cielo,  ¿qué  farás?  Mas  profun- 
do que  el  iníierao,  ¿cómo  le  conocerás?»  O  como  el 
orig  nal  á  la  letra  ;  «Alturas  de  cielo,  ¿qué  farás? 
Hondura  mas  que  infierno,  ¿qué  entenderás?»  Que 
todo  viene  á  un  mismo  sentido.  Porque  cuando  dice 
alturas,  hase  de  añadir  ó  entender  que  se  añade  esta 
palabra  «vence  Dios».  Y  así  dice  :  Es  Dios  mas  alto  que 
lo  mas  alto  del  cielo;  «¿qué  farás?»  Entiéndese,  para 
alcanzarle  ó  llegar  á  él,  morando  tú  en  la  tierra  y  él 
sobrepujando  los  cielos.  Añade  : 

9  «Longura  mas  que  tierra  medida  suya,  y  anchu- 
ra allende  mar.  »  Todo  es  lo  mismo,  dicho  por  diferen- 
tes maneras,  y  es  conforme  á  lo  que  David  dice  en  el 
salmo  cxxxvMi.  Pero  dice  : 

10  «Si  atalare  y  encerrare ,  y  apiñar  hiciere ,  ¿quién 
le  retraerá?»  Átala  Dios  cuando  trae  á  muerte  á  sus 
criaturas  ,  y  puédese  entender  como  dicho  de  lo  que  en 
las  obras  naturales  hace ,  que  en  el  estío  átala ,  y  en  el 
otoño  recoge,  y  en  el  invierno  hace  como  juntar  la 
fuerza  y  virtud  encubierta  para  que  se  descubra  y  brote 
en  el  verano,  las  cuales  obras  nadie  puede  impedirlas. 
Pero  mejor  viene  con  el  juicio  universal  de  los  hom- 
bres, >  á  él  miró  el  que  habla  aquí;  porque  allí  atalará 
Dios  abrasando  el  mundo ,  y  encerrará  los  malos  con- 
denados, y  pondrá  juntos  los  buenos  escogidos.  Y  dice 
encerrar  en  los  malos  porque  estarán  presos,  y  no 
dice  encerrar  en  los  justos ,  porque  aunque  están  jun- 
tos y  en  uno ,  vivirán  libres. 

i  1  «¿Que  él  conoce  mortales  de  vanidad  y  ve  mal- 
dad, y  no  atenderá?»  Agora  se  allega  mas  á  su  propó- 
sito, que  es  decirle  á  Job  que  Dios  le  conoce  y  él  no  se 
conoce,  y  ansí,  se  engaña  mucho  en  justificarse.  «Mor- 
tales de  vanidad. »  Bien  dice  de  vanidad ,  como  posee- 
dores de  ella,  que  es  decir  que  viven  con  ella  y  la  tie- 
nen de  su  cosecha ,  y  es  su  principal  alhaja,  ó  por  me- 
jor decir,  la  señora  de  la  casa  toda  y  la  que  sola  man- 
da, y  juntó  mortales  y  vanidad,  que  fué  abatir  nues- 
tra bajeza  todo  lo  posible.  La  palabra  vanidad  en  el 
original  es  save,  que  á  veces  quiere  decir  vanidad  y 
á  veces  falsía  y  á  veces  maldad ,  y  todo  ello  viene  bien 
aquí ,  porque  todo  ello  son  propias  señas  del  hombre 
y  cosas  que  entre  sí  andan  muy  hermanadas.  « Y  ve 


350  OBUAS  DE  FRAY 

maldad,')  conviene á  saber  del  liombre,  «¿y  no  atende-  1 
rá?))  Como  si  dijese  :  Y  viendo  y  conociendo  esto,  ¿se- 
ria por  ventura  justo  que  no  atendiese  á  ello ,  y  que  lo 
disimulase  y  no  trújese  á  juicio?  Inferiendo  que  no  se- 
ria justo  ni  á  Dios  posible  ,  siendo  quien  es,  dejar  pa-  j 
sar  por  alio  las  culpas  ;  que  es  argumento  para  cole- 
gir que  nace  de  esta  justicia  y  adverlencia  de  Dios  su  | 
miseria  y  azote ,  y  que  al  fin  como  justo ,  conociendo-  ' 
le  pecador,  no  quiso  que  aca.base  feliz  y  próspero  co-  '. 
mo  al  principio  vivia.  Mas  otra  letra  dice  de  esta  ma-  \ 
ñera  :  «  Y  no  se  entendiente,  y  ve  al  que  á  sí  mismo  ■ 
no  se  ve,  y  conoce  fil  que  á  sí  no  se  conoce.  »  Que  es  j 
decírselo  á  Job,  como  arriba  dijimos.  El  original  á  la  | 
leíra  dice  :  «Y  no  se  enlendiere  ;»  pero  base  de  su-  ¡ 
plir  lo  que  se  calla  por  propriedad  de  aquella  lengua,  i 
y  decir  «y  al  que  no  se  entendiere»,  que  es  lo  que  ar-  ' 
riba  dijo,  «y  no  se  entendiente;»  porque  muclias  ve-  I 
ees  la  voz  del  tiempo  futuro  tiene  fuerza  de  presente,  I 
y  de  lo  que  el  arle  de  la  lengua  suele  llamar  participio. 
12  «Que  bombrc  vano  se  desvanece ,  y  como  polli- 
no salvaje  bombre  nacido. »  O  como  otra  letra  dice  : 
(( Que  bombre  vano  descorazonado  es.  »  Adonde ,  por- 
que dijo  conocer  Dios  la  vanidad  de  los  bombres ,  se 
torna  á  afirmar  en  ello,  diciendo  :  «Que  bombre  vano;» 
que  vale  como  decir  :  Porque  todo  bombre  es  vano  y 
pecador  ;  que  es  también  á  propósito  de  bacer  pecador 
á  Job,  pues  lo  son  todos.  Mas  en  la  palabra  descorazo- 
nado, que  puse,  bay  diferencia;  porque  la  del  original, 
que  es  iilabeb,  que  está  en  forma  de  verbo  y  en  figura  de 
voz  pasiva,  por  haber  también  Icbab,  nombre  que  signi- 
fica el  corazón ,  suena  ser  privado  del  corazón  ,  ó  serle 
quitado  ó  ser  descorazonado ,  como  arriba  yo  puse.  Y 
conforme  á  esta  scnlencia  puso  bien  san  Jerónimo,  que 
«se  desvanece»;  porque  el  desvanecerse  ó  el  ensober- 
becerse los  hombres  es  una  falta  de  corazón  ;  esto  es, 
de  seso  y  de  peso.  Mas  otros  dicen,  por  el  contrario,  que 
iilabeb  no  sea  quitar,  sino  poner  corazón  y  sabor,  y 
ansí  trasladan  :  «  El  hombre  es  ó  nace  vano ,  mas  será 
Iiecbo  sáliio.»  Mas  csla  sentencia  no  viene  tan  A  pelo 
en  lo  que  basta  aquí  se  decia  y  pretendia ,  que  era 
monstrar  el  [toco  ser  y  saber  del  bombre,  y  la  fulla  que 
liene  en  el  conocimiento  de  sí  mismo,  y  ansí,  viene 
mejor  lo  primero ;  porque  decille  descorazonado  es  lla- 
marle no  advertido,  liviano,  inconsiderado,  que  nunca 
entra  en  sí  para  mirarse,  y  que  siempre  anda  fuera  ó 
sobre  sí  para,  desconociéndose,  desvanecerse.  Y  por  la 
misma  razón  añade  :  «Pollino  salvaje  liombrc  nacido;» 
esto  es,  que  el  hombre  nace  y  es  como  un  pollino  sal- 
vaje, que  es  animal  brulalísimo,  y  cuando  pollino  mas 
bruto.  Bien  es  verdad  que ,  si  queremos  seguir  la  olra 
letra  y  sentencia,  po  lemos  decir  que  este  verso  no  se 
ase  con  lo  de  arriba,  sino  viene  con  lo  que  después  del 
se  sigue,  y  que  es  como  una  sentencia  universal  de  un 
parlicular  que  luego  le  sucede.  Porque  en  el  verso  que 
viene  después  de  este,  amonesta  Sofar  á  Job  que  se 
vuelva  á  Dios  y  ordene  su  corazón  con  él ;  y  antes  que 
se  lo  d  ga  dispone  agora  para  decírselo,  y  liáccie  la  ca- 
ma, como  suelen  decir,  mostrándole  que  si  el  hombre, 
como  ha  dicho,  nace  enfermo  do  vanidad  y  pecado, 
pero  es  enfermedad  que  recibe  cura  ,  y  la  recibirá  en 
él  si  quisiere.  Porque  dice  ansí :  «  El  homlre  vano,  y 


LUIS  DE  LEÓN. 

será  enseñado ; »  como  si  dijese  :  Aunque  el  hombre 
es  vano'y  nace  vano,  como  he  dicho,  todavía  puede 
ser  enseñado  y  mejorado  por  Dios,  si  quiere,  aplicándo- 
se á  él ,  dejarse  guiar  del ,  porque  es  animal  libre  y  ca- 
paz de  doclrina.  Y  prueba  ser  así ,  como  arguyendo  de 
lo  mas  á  lo  menos,  y  de  lo  mas  dificultoso  á  lo  mas  fá- 
cil, diciendo  :  «Pollino  salvaje  hombre  será  nacido;» 
que  es  decir  :  El  pollino  salvaje  nacerá  bombre  ,  esto 
es ,  se  lomará  como  si  naciese  hombre  con  la  doclrina 
é  instrucción.  Como  si  mas  claro  dijese  :  Los  animales 
fierísimos  y  brutísimos,  domados  y  amaestrados,  olvi- 
dan su  fiereza  y  toman  sentido  de  bombres  en  muchas 
cosas  ;  cnanto  mas  el  hombre,  que  es  libre  y  de  cera, 
aunque  nace  vano,  sí  quiere  seguir  la  enseñanza  de 
Dios,  poilrá  arribar  á  ser  bueno  y  bienaventurado.  Y 
pues  esto  es  así ,  añade  luego  : 

13  «Si  tú  ordenares  corazón  tuyo ,  y  desplegares  á 
él  tus  palmas,»  podrás,  dice,  y  tú  también,  por  per- 
dido que  estés ,  volver  á  lo  bueno  ;  y  si  lo  haces,  tus 
culpas  y  las  penas  que  padeces  por  ellas  tienen  reme- 
dio cierto  y  verdadero.  Donde  decimos  ordenares,  la 
palabra  original  significa  ordenar  y  establecer,  ende- 
rezar y  disponer  ;  y  todo  ello  viene  bien  aquí ,  porque 
la  peniloncia  de  que  se  habla  endereza  el  ánimo  antes 
torcido  y  le  ordena,  porque  le  sujeta  á  Dios  y  le  dis- 
pone á  los  dones  del  cielo ,  y  le  hace  estable  y  firme 
con  el  propósito  de  no  pecar  mas.  «Y  desplegares  á  él 
tus  palmas. »  Esto  va  dicho  conforme  á  la  figura  con 
que  los  antiguos  oraban ,  que  era  abiertos  los  brazos  y 
volviendo  al  cielo  las  palmas  descogidas.  Mases  de  ver 
la  buena  orden  que  Solar  guarda  ,  que  primero  ordena 
el  corazón,  que  es  la  fuente  del  bien  y  del  mal ,  y  de 
allí  sale  á  las  muestras  de  fuera ,  como  lo  hace  el  do- 
lor verdadero,  que  primero  se  enciende  en  el  corazón, 
y  del  brota  á  la  cara  y  sale  por  los  ojos ,  y  últimamente 
procede  á  la  emienda  de  la  vida.  Y  por  eso  se  sigue  : 

14  «Si  maldad  de  tus  manos  la  alongares,  y  no  re- 
posare en  tu  morada  iniquidad.»  Bien  dice  « la  alonga- 
res »,  porque  la  verdadera  emienda  toma  muy  de  atrás 
corrida,  y  corla  muy  de  raíz  todas  las  ocasiones  del 
mal. 

15  «Entonces  alzarás  tus  faces  sin  mancilla,  serás 
firme  y  no  temerás.»  Pones  los  bienes  de  la  emienda  y 
de  la  buena  vida,  y  el  primero  es  la  confianza  que  de  ella 
nace  para  alcanzar  de  Dios  lo  que  se  le  pide.  Que  «  al- 
zar las  faces»,  aquí  lo  mismo  es  que  hablar  confiada- 
mente y,  como  decimos,  sin  vergüenza  y  empacho, 
porque  con  este  semblante  y  rostro  hablan  los  confia- 
dos. Y  es  cosa  ordinaria  en  la  lengua  en  que  original- 
mente esto  se  escribe,  decir  algún  semblante  del  ros- 
tro, para  decir  y  dar  á  entender  lo  que  se  suele  hacer 
ó  decir  con  aquel  semblante.  «Sin  mancilla.»  Y  por 
eso  alzará  el  rostro  confiadamente,  porque  no  tendrá 
mancilla  en  el  alma  que  le  obligue  á  esconderle.  Mas 
dice  :  «  Serás  afijado  y  no  temerás ;  »  que  es  otro  bien 
del  bueno,  no  ser  movido  con  temor  de  los  males  de 
esta  vida,  y  vivir  seguro  entre  los  peligros  dclla,  ansí 
por  parte  del  amparo  que  de  Dios  tiene  y  dentro  de  sí 
mismo  siente ,  como  por  andar  como  superior  sobre 
todo  lo  que  aquí  se  desea ,  y  cuanto  ú  sí  loca,  leaerlo 
por  vano  é  imiifercnle. 


EXPOSICIÓN  DEL  LIBRO  DE  JOB. 


151 


16  «Y  entonces  trabajo  tuyo  olvidarás,  como  aguas 
que  pasaron  te  niembrarás.i)  Trabajo  es  el  que  de  pre- 
sente padecía ;  y  viene  esto  segundo  de  lo  otro  prime- 
ro, porque  es  natural  el  buen  suceso  presente  borrar 
de  la  memoria  el  mal  pasado.  Y  ansí ,  le  dice  que  con- 
virtiéndose á  Dios  le  sucederá  todo  tan  prósperamente, 
que  la  prosperidad  de  entonces  le  pondrá  olvido  del 
mal  que  pasa  agora ;  y  como  el  agua  ó  el  rio  que  corre 
en  pasando  no  deja  de  sí  memoria,  ansí  no  dejará  en 
él  ni  aun  acuerdo  de  sí  el  mal  que  agora  le  anega.  Y 
vino  á  pelo,  hablando  de  trabajos,  tomar  la  compara- 
ción del  agua ;  porque  de  ordinario  en  la  Escritura  con 
el  nombre  del  agua  se  significa  el  trabajo  y  calamidad, 
conforme  á  aquello  del  salmo  (o)  :  «Sálvame,  Señor; 
que  me  penetran  las  aguas  hasta  lo  interior  de  mi 
alma. » 

17  «Y  luz  de  mediodía  te  lucirá  á  la  tarde,  y  cuan- 
do te  tuvieres  por  acabado  nacerás  como  lucero.»  O 
como  dice  otra  letra  :  «  Sobre  luz  de  mediodía  surgirá 
tiempo ,  desfallecerás,  como  alba  serás. »  Tiempo,  en- 
tiéndese tuyo,  esto  es,  el  resto  de  tu  vida  (y  como 
tradujo  muy  bien  san  Jerónimo,  la  tarde  della,  cuando 
parece  disminuirse  la  luz)  será  claro,  que  quiere  decir 
feliz  y  próspero  ;  que  por  la  luz  se  significa  la  prospe- 
ridad, como  la  adversidad  por  las  tinieblas.  Por  ma- 
nera que  declara  Sofar  agora  lo  que  habia  dicho  algo 
escuramente  en  el  verso  pasado ;  porque  dice  que  á  la 
Mielta  de  la  vida,  y  como  á  la  tarde  della,  cuando  sue- 
le trocarse  la  buena  dicha  en  los  hombres,  y  como  es- 
curecérseles  la  luz  de  la  salud,  alegría  y  buenos  suce- 
sos (y  en  muchos  hombres  que  han  vivido  lo  primero 
de  su  edad  descansada  y  prósperamente ,  de  ordinario 
esto  postrero,  como  entremés  y  fin  de  tragedia,  suele 
ser  amargo  y  trabajoso),  pues  dice  que  cuando  á  los 
otros  suele  el  sol  de  la  fortuna  ponérseles ,  resplande- 
cerá en  él  como  cuando  está  en  medio  del  cielo  y  del 
dia.  Y  añade  luego  en  la  misma  sentencia  :  «Desfalle- 
cerás, como  alba  serás  ; »  que  es,  prosiguiendo  en  la 
misma  figura  de  luz  y  de  dia ,  decir  :  A  la  tarde  lucirás 
como  mediodía ,  y  después  de  anochecido  tornarás  á  j 
amanecer.  En  que  significa  una  continuación  de  pros- 
peridad, que  en  un  mismo  tenor  nunca  viene  á  menos 
ni  tiene  fin ,  sucediéndose  siempre  un  bien  á  otro  bien, 
como  el  mediodía  á  la  mañana  ,•  y  luego  otra  mañana  al 
mediodía.  Conforme  á  lo  cual,  dice  Sofar  que  el  bueno 
y  temeroso  de  Dios  es  siempre  próspero  y  va  siempre 
de  bien  en  mejor,  y  que  su  tarde  es  para  mas  relu- 
cir, y  su  noche  para  amanecer  de  nuevo  ;  que  es  ver- 
dad ansí  en  el  vigor  de  la  edad ,  porque  al  bueno,  aun- 
que le  falte  haciéndose  viejo,  no  le  falta  su  buena  di- 
cha como  en  los  tropiezos  de  la  fortuna,  porque  se  le- 
vanta dellos  mas  prosperado,  como  también  en  el  fin  de 
todo,  que  es  la  muerte ;  porque,  si  se  le  pone  allí  la 
vida,  es  para  amanecer  otra  vez  mejor  y  mas  resplan- 
deciente. Mas  no  es  de  pasar  la  diferencia  de  significa- 
ciones que  el  original  aquí  tiene  ;  porque  lo  que  aquí 
decimos  desfallecerás ,  en  el  original  es  thahupha,  que 
de  su  primera  significación  quiere  decir  volar,  y  des- 
pués relumbrar  y  escurecer  y  desfallecer.  Lo  cual,  aun- 
que diferente  en  el  parecer,  tiene  lodo  un  cierto  pa- 
(a)  Ps.  68. 


rentesco  enlre  sí  y  nace  como  de  una  raíz ,  que  es  aque- 
llo de  que  tiene  su  origen.  Porque  huph,  nombre  de 
donde  al  parecer  se  deriva ,  quiere  decir  ala ;  y  de  allí 
la  palabra  que  digo  significa,  lo  primero,  alear  ó  volar, 
obra  propia  del  ala ;  y  porque  el  movimiento  que  la  luz 
hace  en  lo  que  relumbra  con  lustres  presurosos  es  se- 
mejante al  batir  de  las  alas  del  ave  que  vuela  ,  por  eso 
significa  también  relumbrar  y  desfallecer  ,  porque  el 
ave  cuando  desfallece  ó  se  cansa,  en  ninguna  cosa  lo 
muestra  mas  que  en  el  ala ,  que  caida  de  su  natural  al 
suelo,  se  le  viene  á  los  pies.  Y  ansí,  en  nuestra  lengua 
á  los  menguados  y  desfallecidos  solemos  llamar  des- 
alados ó  de  ala  caida.  Mas  porque  las  aves  de  ordinario 
al  caer  del  dia,  mas  que  en  otro  tiempo,  salen  de  sus 
nidos  á  volar  por  el  aire,  ó  porque  con  las  alas  cogidas 
y  puestas  cubren  y  como  escurecen  su  cuerpo ,  por  eso 
también  significa  escurecer  ó  ennegrecer,  como  arriba 
decíamos.  Pues  destas  cuatro  significaciones,  las  tres, 
volar,  escurecer  y  desfallecer,  para  lo  que  á  este  lugar 
toca ,  hacen  un  mismo  sentido ,  que  es  el  que  siguió 
san  Jerónimo  y  yo  he  declarado  hasta  agora ;  que  es 
decir  Sofar  á  Job  que  cuando  volare  entiéndase  la 
edad,  pasando  de  esta  vida  á  la  otra,  ó  cuando  les  des- 
falleciere la  fuerza  en  la  vejez ,  ó  se  le  escureciere  y 
ennegreciere  el  dia  de  la  vida  en  la  muerte  (que  por 
esta  causa  la  nombramos  obscura);  esto  es,  cuando 
Jos  otros  se  pierden,  él  se  ganará,  y  cuando  los  oíros 
dan  al  través,  él  entrará  alegre  en  el  puerto ,  y  final- 
mente amanecerá  puro  y  luciente  cuando  los  otros  fe- 
necen y  se  apagan  para  nunca  mas  relucir.  Mas  si  se- 
guimos lo  otro,  será  otro  el  sentido,  y  al  propósito  bien 
conforme.  Porque  dirá  :  «Relumbrarás,  como  alba  se- 
rás.» Que  es  añadir  á  lo  primero,  en  que  le  habia  dicho 
que  seria  su  prosperidad  como  luz  de  mediodía,  dicien- 
do :  Y  no  pienses  por  el  mediodía  que  digo,  quiero  de- 
cir que  después  se  inclinará  hacia  la  tarde  tu  buena 
fortuna,  recibiendo  mengua  alguna  ó  disminuyéndose; 
porque  ansí  digo  que  « lucirás ,  como  el  mediodía  re- 
lumbrarás», que  le  aseguro  serás  como  la  mañana  tam- 
bién ;  esto  es ,  que  tendrá  la  condición  de  la  mañana 
tu  buena  suerte,  y  que  lucirás  como  ella  luce,  subiendo 
siempre  á  mas  luz.  Por  manera  que  el  comparar  la 
mañana  con  la  felicidad  no  es  en  el  cuanto  de  la  luz, 
sino  en  el  modo  de  lucir  y  en  el  contino  crecimiento 
della ;  porque  la  luz  de  la  mañana  siempre  crece ,  di- 
ferente de  la  tarde ,  que  mengua. 

18  «Confiarás,  porque  hay  esperanza,  y  enterrado, 
dormirás  confiado;  »  ó  como  dice  otra  letra :  «Cavaste, 
confiado  dormirás. »  Por  esta  manera  de  hablar  signi- 
fica Sofar  lo  que  iiay  y  se  espera  después  de  la  muerte, 
ansí  cuanto  al  ser  como  cuanto  á  la  memoria;  y  al  jus- 
to se  dice  que  hay  esperanza,  y  del  malo  se  niega,  co- 
mo en  los  Proverbios  se  ve  ( 14 ,  32 ,  etc. ) ;  porque  el 
justo  muere  para  descansar,  y  para  resucitar  después  á 
mejor  vida ,  mas  el  malo  tornará  á  vivir  para  morir  la 
segunda  muerte,  que  es  la  verdadera  muerte ;  el  uno 
muere  para  vivir,  y  el  otro  muere  para  mas  morir.  Pues 
después  que  Sofar  dijo  lo  feliz  de  la  vida  del  justo, dice 
según  orden  el  bien  de  la  muerte.  Confiarás,  entende- 
mos cuando  murieres,  «porque  hay  esperanza,»  por- 
que morirás  para  vivir  muerto  y  para  tornar  á  vivir  en 


3o2  OBRAS  DE  FRAY 

es'ado  bienaventurado.  Y  lo  que  se  sigue  es  lo  mismo, 
dicho  por  diferente  manera.  Dice  :  «Cavaste,  dormirás 
confiado. ))  El  cavaste  podemos  tomarlo  por  afuiste  ca- 
vado^) ,  esto  es, .enterrado ,  como  lo  tomó  san  Jerónimo; 
y  auií ,  dice  que  después  de  haberle  enterrado  dormi-  \ 
rá,  porque  gozará  de  reposo;  y  dormirá  confiado,  por- 
que eslará  cierto  de  rcsuciiar  para  vivir  mejor  vida.  O   • 
en  otra  manera,  que  en  el  cavaste  se  encierre  unacier-  ' 
ta  comparación  ,  y  que  diga  cavaste,  esto  es,  y  como  i 
si  Imbie.íes  cavado,  ó  como  el  que  cava  y  cansado  de  I 
cavar  se  entrega  al  sueno ,  ansí  dormirás  honda  y  repo- 
sadamente; que  es  decir  que  la  muerte  le  será  comienzo 
do  descanso,  y  no,  como  á  los  malos,  principio  de  tor- 
mento y  miseria.  O  si  queremos  decir  que  cavaste  es 
como  quien  dice  trabajaste,  también  vendrá  apelo;   ; 
porque  dirá :  Y  porque  trabajaste  obrando  bien  mientras  ' 
vivias,  cuando  vinieres  á  dormir  en  la  muerte  será  con   i 
gran  confianza  de  reposo.  Porque  de!  bien  vivir  nace  el  ' 
alegre  y  seguro  morir,  y  las  obras  de  la  vida  esfuerzan  ' 
al  hombre  en  la  muerte,  y  se  van  con  él  como  acom-  ; 
paaándole,  como  dice  san  Juan  {Apoc,  14,  13) :  «Sus 
obras  los  siguen.  »  Dice  mas: 

19  «Y  reposarás,  y  no  asombrante,  y  pregarán  tus 
faces  muchos.')  Lo  pasado  pertenecía  derechamente  á  '. 
la  confianza  de  la  resurrección,  esío  de  agora  es  pro- 
prio  del  reposo  con  que  descansaban  entonces  en  el 
limbo.  Y  ansí  dice  :  «Y  no  asombrante,»  esto  es,  y  no 
Jiabrá  ni  figuras  fieras  ni  voces  temerosas   ni  golpes  ' 
doloridos  que  te  quiten  tu  reposo  ó  le  rompan  en  ma-  ; 
ñera  alguna.  «Y  pregarán  muchos  tus  faces ;  »  dícelo  I 
por  la  honra  y  el  servicio  debido  que  dan  los  vivos  á  ; 
los  santos  después  de  muertos.  Y  con  esto,  pasa  á  decir  : 
de  los  malos,  y  con  ello  concluye,  y  dice  así :  I 

20  «Y  ojos  de  malvados  consumirán,  y  guarida  pe-  ' 
recerá  dellos,  y  esperanza  suya  cuita  de  alma.»   ¿os 
ojos  en  muchos  lugares  de  la  Escritura  quieren  decir 
los  deseos  ;  y  lo  que  dice  consumirán,  en  la  palabra 
original  puédese  tomar  en  significación  ó  activa  ó  pa- 
siva, de  manera  que  diga  «serán  consutnidos»;  y  lo 
uno  y  lo  otro  es  verdad,  porque  los  deseos  de  los  malos 
son  consumidos ,  porque  perecen  con  la  vida,  y  como 
las  cosas  de  que  son,  ansí  ellos  también  son  vanos  y  ca- 
ducos; y  también  ellos  consumen,  porque  de  ordinario 
los  malos  mueren  á  mano  de  sus  deseos ,  y  el  azote  de 
los  que  mal  aman ,  las  mas  veces  es  eso  mismo  mal  ama- 
do, conforme  aquello  de  los  Proverbios  (o):  «Al  impío 
sus  mismas  maldades  le  aprisionan,  y  es  conslreñido  i 
con  los  cordeles  de  sus  pecados.  Y  guarida  perecerá  j 
dellos. »  Los  malos  en  esta  vida  muchas  veces  tienen  | 
manida,  poro  nunca  guarida;  tienen  manida  ,  porque  ¡ 
algunos  dellos  viven  con  prosperidad  ,  pero  no  tienen  | 
guarida,  porque  s¡em[ire  que  los  acomete  el  trabajo  y  j 
la  adversidad,  los  alcanza  ,  quiero  decir,  los  derrueca  ! 
y  vence,  y  ni  saben  ni  fiueden  guarecerse.  Y  en  esto,   ' 
como  en  lo  demás,  se  diferencian  notablemente  del  bue-  i 
no;  porque  este,  si  cae  en  trabajos,  es  para  levantarse 
dellos;  mas  aquellos  caen  para  caer,  esto  es,  para  que- 
darse caidos,  como  dice  Salomón  (Ij) :  «Siete  veces  cae 
el  juslo  y  se  levanta,  mas  los  impíos  caen  de  hecho.» 
Mas  loque  se  sigue  es  mucho  peor:  «Y  la  esperanzado 

(a)  Prov.,  b,  V.  22.    (i)  Prov.,  U,  10. 


LUIS  DE  LEÓN. 

ellos  ansia  del  alma;  n  porque  esto  loca  á  la  muerte  y 
lo  que  después  della  les  suceile  (que  los  dos  males  so- 
bredichos eran  males  de  vida ).  Pues  dice  « su  esperan- 
zan, que  es  loque  esperan,  ó  el  mismo  esperar;  lo  que 
esperan  muertos  es  eterno  ma! ,  el  esperar  que  tienen 
mienlras  viven,  es  temer,  temblar,  entristecerse  y  an- 
gustiarse. Porque  aunque  en  gozar  lo  presente  los  ma- 
los se  aventajen ,  pero  en  echando  adelante  los  ojos,  su 
esperanza  es  horror  y  ansia  del  alma;  y  ansí,  no  espe- 
ran ,  sino  temen ,  y  por  eso  dice  que  su  esperanza  es 
agonía  ó  ansia  de  corazón.  Lo  cual  se  dice  bien ,  ó  lo 
entendamos  de  lo  que  se  espera,  ó  del  esperar  mismo; 
porque  si  decimos  de!  esperar,  sin  duda  es  ansia  fiera, 
porque  es,  como  dicho  habernos,  no  esperanza,  sino 
tem!)lor.  Y  si  hablamos  de  lo  esperarlo ,  con  ninguna 
palabra  se  declara  mas  que  llamándolo  ansia  ó  cuita 
del  corazón  ;  porque  de  los  dolores  que  se  padecen  en 
el  infierno,  el  fierísimo  es  verse  los  condenados  vivos  y 
muertos,  y  como  si  dijésemos,  entregados  á  una  muer- 
te viva.  Esto  es  decir  que  con  verse  ,  cuanto  es  de  su 
parle,  há'dlcs  para  emplear  sus  sentidos  y  faculiades 
en  aquello  que  es  de  su  gusto,  ven  que  Dios  les  impi- 
de y  quita  lotaimeníe  el  emplearse  en  ello  ;  y  no  solo 
esto,  sino  que  están  forzados  á  emplearlos  en  to  lo  lo 
que  es  su  desgusto;  y  ansí,  el  ser  no  les  sirve  sino 
para  padecer,  y  el  sentir  para  sentirse  muertos  á  todas 
las  obras  de  vida  gustosa.  Y  este  sentir,  si  le  queremos 
dar  su  propio  nombre,  no  es  otra  cosa  sino  cuita  y  ago- 
nía y  rabia,  y  como  aquí  se  dice,  ansia  del  alma.  Y  coa 
esto  concluye  Solar  su  razonamiento,  en  que  debemos 
advertir  y  enlender  que  en  lo  que  de  los  buenos  y  ma- 
los dice,  su  intento  es  afirmar  que  á  los  buenos  les  suce- 
de en  esta  vida  asi  siempre,  y  á  los  malos  siempre  por 
el  contrario;  de  que  secretamente  concluye  que  Job  es 
malo,  pues  es  ansí  castigado. 

CAPITULO  XIL 

AHCLMENT0. 

Respondo  Job  á  Sofar,  y  con  algún  mas  dcsprci^io  que  í  los  ile- 
raás  amigos,  porque  se  mostró  mas  arrogante  que  ellos.  Mues- 
tra que  él  no  desconoce  el  poder  y  saber  de  Dios  grandísimo, 
y  asi,  dice  ilél  muchas  grandezas  por  hermosa  manera ;  mas  in- 
siste siempre  en  decir  que  no  siempre  es  pecador  el  que  es 
afligido  y  malhalado. 

i  Y  respondió  Job  y  dijo : 

2  Veríhulcraüionte  que  vosotros  pueblo,  y  con  vos- 
otros morirá  sal)iduria. 

o  Tainl)ifin  á  mi  corazón  como  á  vosotros,  no  mengua- 
do yo  do  vos,  y  ;,á  quién  no  como  esas? 

<i  Quien  es  reido  do  su  aniiij;o  coino  vo,  liani.Tra  á  Dios 
y  oírle  lia,  porque  la  sencillez  del  juslo  es  puesta  en 
risa. 

5  Hacho  despreciado  para  respectos  de  reyes,  ordenado 
para  su  tiempo. 

G  Abundarán  moradas  de  rof)adores,  y  confiadamente 
enojan  á  Dios,  que  les  pnso  todas  las  cosas  en  las  manos. 

7  Mas  pre},'nnla,  yo  le  ruc^o,  á  liestias,  y  te  enseñarán, 
y  á  ave  dé  ciclo,  y  te  lo  declarará. 

8  O  razona  con  la  tierra,  y  le  enseñará,  y  contarán  á  tí 
peces  d(;l  mar. 

9  ¿Quién  no  entendió  en  todos  estos  que  mano  de 
Dios  hi/.o  esta? 

iO  Kn  cuya  mano  alma  de  todo  viviente  y  espíritu  de 
toda  carne  de  hombre. 


•       EXPOSICIÓN  DEf 

H  6Por  dicha  oreja  no  probará  palabras,  y  paladar 
manjar  gustará? 

12  En  anciano  sabitUiría,  y  loiigura  de  días  enlendi- 
miento. 

13  Con  él  saber  y  valentía,  con  él  consejo  y  entendi- 
miento. 

14  Ves,  derrocará  y  no  será  ediQcado,  cerrará  sobre 
Lombre  y  no  será  abierto. 

13  Ves,  detendrá  las  aguas  y  secaránse ,  euviarálas 
y  trastornarán  tierra. 

16  Con  él  fortaleza  y  ley,  á  él  engañado  y  engañante. 

17  Hace  ir  consejeros  despojados ,  y  jueces  enton- 
tece. 

18  Ceñidero  de  reyes  desató,  y  ató  cincho  en  sus  lomos- 

19  Hace  ir  á  sacerdotes  descompuestos,  y  á  poderosos 
destruye. 

20  Quita  fabla  á  elocuentes  y  toma  seso  á  los  viejos. 

21  Derrama  desprecio  sobre  generosos  y  levanta  á  los 
oprimidos. 

22  Descubre  fonduras  de  escuridad  y  produjo  á  luz 
sombra  de  muerte. 

2o  Multiplica  á  las  gentes  y  destruyelas,  y  las  destruidas 
restituye. 

24  Quita  corazón  de  cabezas  de  pueblo  de  la  tierra,  y 
descaminólos  en  yermo  sin  camino. 

25  Palparán  tinieblas,  y  no  luz,  y  fizólos  errar  como 
borracho. 

EXPLICACIÓN. 

1  «Y  respondió  Job  y  dijo. »  Responde  Job  á  Sofar 
ahora ,  y  respóndele  como  merecía  su  demostración  ar- 
rogante, y  dícele  así: 

2  ((Verdaderamente  que  vosotros  pueblo ,  y  con  vos- 
otros morirá  sabiduría.  Parece  manera  de  refrán ,  como 
si  dijese  :  En  vosotros  está  el  mundo  abreviado ,  vos- 
otros sois  los  hombres  y  los  sabios,  y  muertos  vosotros, 
no  habrá  mas  saber.  Y  dícelo  para  que  se  entienda  al 
revés,  y  burla  disimuladamente  de  Sofar,  que  comen- 
zando muy  hinchado,  y  prometiendo  de  sí  mucho,  en 
cuanto  habló  nunca  supo  hablar  á  propósito.  Dice : 

3  «También  á  mi  corazón  como  á  vosotros ,  no  men- 
guado yo  de  vos,  y  ¿á  quién  no  como  esas?  Aunque  os 
lo  queráis  saber  todo,  (iice,  no  soy  ignorante  yo  ni  de 
menos  saber  que  vosotros;  y  no  me  alargo,  dice,  mu- 
cho, porque  eso  que  habéis  dicho  ¿quién  no  lo  sa'  e? 
Corazón  lómase  por  el  saber  en  la  Sagrada  Escritura. 
«No  menguado  yo  de  vos;»)  conviene  ásaber :  En  ol  en- 
tendimiento de  la  sciencia  y  doctrina  no,  dice,  soy  me- 
nor que  vosotros.  ((Y  ¿á  quién  no  como  esas?»  habemos 
de  añadir,  cosas  ó  palabras,  esto  es,  decir:  ¿Quién 
lan  ignorante,  que  no  alcance  eso  que  dicho  habéis?  Lo 
cual  dice,  ansí  porque  era  claro,  como  por  ser  fuera  de 
propósi'.o. 

4  ((Quien  es  mofado  de  su  amigo,  como  yo,  llaiiiará 
á  Dios,  y  oírle  ha,  porque  la  sencillez  del  justo  es  pues- 
ta en  risa.»  O  traduciendo  al  pié  de  la  letra  :  ¡(Reír  de 
amigo  suyo  seré  yo,  llamará  á  Dios  y  respondióle,  reír 
justo  sencillo.»  En  dos  cosas  pecó  Sofar  en  su  razona- 
miento: una,  que  prometió  mucho  y  no  habló  jamás  á 
propósito,  y  á  esto  pertenece  lo  que  Job  ha  dicho  hasta 
agora;  otra,  que  habló  con  desden  y  como  haciendo  es- 
carnio, y  de  esto  le  reprehende  en  este  verso,  diciendo: 
«Reír  de  amigo  seré  yo.  »  Baste,  dice,  que  yo  soy  reír, 
esto  es,  aquel  de  quien  mis  amigos  se  ríen,  y  he  veni- 

E.xvi-ii. 


LIBRO  DE  JOB.  3o 3 

do  á  estado  que  se  burlen  de  mí  los  que  se  habían  dj 
compadecer  de  mí.  Y  lo  que  añade  :  ((Llamará  á  Dios 
y  oírle  ha , »  si  se  refiere  á  la  persona  de  Job  míjfada  y 
burlada  de  sus  amigos,  como  mi  intérprete  quiere,  en- 
tendello  h(»mos  en  esta  sentencia,  que  en  pago  del  agra- 
vio que  sufre,  y  como  en  cambio  de  que  sus  amigos  le 
mofen,  Dios  abrirá  para  él  sus  oidos  piadosos  y  entra- 
ñas, y  que  su  injusticia  de  ellos  le  ganará  entrada  y 
buena  gracia  acerca  de  la  misericordia  de  Dios;  porqu'i 
siempre  es  así,  que  se  compadece  Dios  de  los  injusta- 
mente afligidos,  y  sus  voces  oye  y  ásus  querellas  pro- 
vee. Mas  si  pertenece  esto  á  ese  mismo  que  mofa,  como, 
según  el  rigor  de  la  letra,  puede  pertenecer,  es  como  si 
mas  claramente  dijese  :  ¿  Y  tendrá  cara  el  que  así  me 
trata ,  para  llamar  á  Dios  en  sus  necesidades,  y  podrá 
esperar  de  ser  remediado  y  oído?  Que  es  decir:  No  le  res- 
ponderá Dios,  ni  sé  yo  con  qué  cara  le  podrá  pedir  pie- 
dad para  sí  el  que  para  mí ,  caído  y  amigo ,  é  inocente 
y  sencillo,  tiene  tan  poca,  que  me  escarnece.  De  manera 
que  por  tres  títulos  fué  vituperable  Sofar:  porque  burló 
de  un  afligido,  que  fué  de  corazón  inhumano;  porgue 
burló  de  su  amigo,  que  fué  de  hombre  infiel  y  desleal; 
porque  burló  de  un  bueno  y  sencillo,  que  arguye  false- 
dad y  doblez. 

o  ((Hacho  despreciado  para  respectos  de  reyes,  orde- 
nado para  su  tiempo;»  ó  como  dice  otra  letra:  («Or^le- 
nado  para  deslizaduras  de  pié.  ((En  tra  agora  en  lo  proprio 
de  su  causa,  y  con  una  semejanza  maniOesta  defiende 
su  inocencia ,  y  corta  todos  los  nervios  al  argumento 
que  contra  él  sus  amigos  hacían ,  y  muestra  que  es  fla- 
co y  falso  su  fundamento,  porque  argumentaban  a?í: 
A  lo 5  buenos  les  va  bien  en  esta  vida  ,  y  á  los  muios 
mal ;  á  tí  te  va  mal ,  luego  eres  malo.  Pues  muestra  ser 
fabo  aquello  primero,  así  en  lo  que  á  los  buenos  toca, 
como  en  lo  que  toca  á  los  malos.  De  los  malos  en  el 
verso  que  se  sigue ,  y  de  los  buenos  en  este.  Y  dice  de 
esta  manera:  que  ansí  como  un  hacho  de  atocha  ó  una 
lea  encendida  es  cosa  que  los  ricos  la  desprecian  ,  esto 
es,  que  no  se  precian  de  alumbrarse  con  ella  (porque 
es  lumbre  de  labradores  ygente  pobre);  pues  ansí  como 
un  hacho  es  despreciado  y  desechado  de  los  ricos ,  y 
es  bueno  para  guiar  los  pies  de  noche  y  en  los  desliza- 
deros y  malos  pasos;  ansí  mucbas  veces  el  que  es  bue- 
no y  útil  vive  despreciado  y  abatido.  Y  usó  bien  en  este 
propósito  de  cosa  que  fuese  luz ;  porque  á  la  verdad  el 
bueno  afligido  es  gran  luz  de  aviso  á  los  malos  para 
qi.e  se  porten  y  emienden.  Porque  si  el  bueno  pasa 
mal,  del  malo  ¿(jué  será?  Y  esto  es  cuanto  álos  buenos. 
Y  de  la  postrera  parte,  que  toca  á  los  malos,  añade  y 
dice: 

6  ((Abundarán  moradas  de  robadores,  confiadamente 
enojan  á  Dios,  que  les  puso  todas  las  cosas  en  las  ma- 
nos.» Que  es  con  el  ejemplo  y  como  con  el  dedo  mos- 
trar ser  falso  decir  que  á  los  malos  les  va  mal  en  esta 
vida.  Porque  dice :  Extiende  los  ojos ,  y  verás  muchos 
robadores  y  logreros  ricos,  muchos  que  enojan  á  Dios 
muy  confiados,  y  (lo  que  era  entonces  notorio  y  evi- 
dente) muchos  idólatras  prósperos  y  felices.  Lo  cual 
íe  entiende  con  mas  claridad  sí  traducimos  este  paso 
ansí  como  suena  !a  letra,  que  es  :  ((  Confianzas  á  eno- 
jadores  de  Dios,  al  que  trae  Dios  á  su  mano. »  Porque 

23 


334  '  OBRAS  DE  FRAY 

los  Mólatras  son  si?nificaf!o?;  por  fii7uestc  rodeo  de  de- 
cir :  «E!  gue  Irae  ó  el  que  hace  venir  á  Dios  á  su  ma- 
no;» porque  adoraban  lo  que  podian  traer  en  las  ma- 
nos, ó  porque  hacían  que  viniese  Dios  en  el  leño  que 
coa  las  manos  formaban,  esto  es,  hacían  que  el  Icno 
recibiese  semblante  y  nombre  de  Dios,  figurándole.  Pro- 
sÍ!-'ue : 

7  (.^ías  pregunta,  yo  te  ruceo,  á  bestias,  y  te  en- 
sebarán, y  ave  de  cielo,  y  te  lo  declarará.)) 
"    8  (.0 razona  con  la  tierra,  y  te  enseñará,  y  conta- 
Tán  á  tí  peces  de  mar.» 

9  «¿0"'én  no  entendió  en  todos  estos  que  manos  de 
Dios  hicieron  estas?» 

10  üEn  cuya  mano  alma  de  todo  viviente  y  espíritu 
de  ;oda  carne  de  hombre.»  Ya  que  mostró  ser  falso  el 
"funiiímento  de  sus  amigos,  y  quitó  de  su  inocencia  la 
sospechaquesobreeliaponia  la  calamidad  en  que  estaba, 
re?!)onde  á  lo  demás  que  Sofar  argüía  de  lo  mucho  que 
sabia  Dios  y  podía;  y  es  como  si  de  esta  manera  dijera : 
Yloquedecis,  loando  áDios,  demás  de  ser  imnerlincnte 
al  propósito,  es  tan  claro,  que  lo  saben  los  brutos,  por- 
que las  bestias  del  campo  y  las  aves  del  cíelo,  si  las  pre- 
guntaren, y  la  misma  tierra  y  la  mar  y  los  peces  del 
os  dirán  que  todo  es  hechura  suya ,  esto  es ,  de  las  ma- 
nos divinas;  y  que  como  Dios  lo  hizo,  ansí  lo  puede 
deshacer  cuando  y  como  quisiere ,  porque  en  su  mano 
está  la  vida  y  aliento  de  los  animales  y  de  los  hombres. 
Y  porque  Sofar  conociese  que  sabia  Job  no  menos  que 
él  de  Dios  y  desús  grandezas  y  hechos,  diviértese  á 
contar  alguna  parte  dellos,  y  dice  : 

i  i  «¿  Por  dicha  oreja  no  probará  palabras ,  y  pala- 
dar manjar  gustará?» 

12  «En  ancianos  sabiduría,  y  longura  de  días  enten- 
dimiento.» 

d3  «Con  él  saber  y  valentía ,  con  él  consejo  y  enten- 
dimiento.» Que  es,  para  venir  después  á  decir  que  Dios 
es  sabio  sobre  todo,  un  ir  subiendo  poco  á  poco  de  lo 
menos  á  lo  mas,  y  refiriendo  y  como  amontonando  di- 
ferentes co.sas,  que  cada  una  en  su  género  es  sabia  y 
avisada,  hacer  dellas  comparación  áDios  con  acrecen- 
tamiento y  ventaja.  Como  en  esta  manera  :  La  oreja  sa- 
be conocerla  palabra,  y  el  paladar  es  sabio  en  conocer 
el  manjar,  y  los  ancianos  son  muy  avisados,  y  los  de 
larga  edad  muy  entendidos;  mas  Dios  sobre  todos  es  sa- 
bio y  lleno  de  entendimiento  y  consejo.  Y  es  una  ma- 
nera de  encarecer  usada  de  los  poetas,  y  mas  de  los  que 
son  mas  antiguos,  como  en  Pindaro  es  claro;  que  en 
la  primera  canción  suya,  para  engrandecer  loando  las 
Cestas  que  en  su  tiempo  en  Olimpo  so  hacían,  comien- 
za subiendo  en  esta  misma  manera.  Buena,  dice,  es  el 
agua  en  los  elementos,  y  el  oro  en  las  riquezas  lleva 
gra'iílo  ventaja,  y  entre  las  luces  del  cielo  el  sol  es  el  que 
preside;  mas  entre  las  fiestas,  la  de  Olimpo  es  sobre 
todas,  como  el  sol  entre  las  eílrellaá,  (O  como  tradujo 
uno  (a)  : 

El  agua  es  liicn  precioso, 

Y  entre  el  rico  tesoro , 

Como  el  ardiente  fuego  en  noche  escura; 

Ansí  relumbra  el  oro  ; 

(o)  El  mismo  maestro  fray  Luis  de  León,  libro  u  ilc  las  Poc- 
Eías,  oda  ii. 


LUIS  DE  LEÓN. 

Mas,  alma  ,  si  pí  sabroso 

Cantar  de  las  rnntienilas  la  ventura, 

Ansi  como  en  la  altura 

No  hay  rayo  mas  luciente 

Que  el  sol,  que  rey  del  dia 

Por  todo  el  yermo  cielo  se  demuestra, 

Ansí  es  mas  excelente 

La  olímpica  porfía 

De  tollas  las  que  canta  la  voz  nuestra; 

Donde  todoelegante 

Ingenio  alza  la  voz,  ora  cantando 

De  Il>a  y  de  Saturno  el  engendrado, 

Y  juntamente  entrando 

Al  techo  de  Hicron,  alto,  preciado.) 

Pues  por  este  mismo  camino  y  forma  de  decir  es  esto 
de  agora.  Mas  es  de  advertir  que  de  los  ancianos  dice: 
«En  los  ancianos  sabiduría,»  y  no  dice  mas;  poro  de 
Dios:  «Con  Dios  sabiduría,  y  también  fortaleza.»  Por- 
que lo  que  hay  en  los  hombres  es  parle  y  venido  de 
otra  parle ;  mas  en  Dios  es  el  todo,  y  no  recibido  de  otro, 
sino  suyo  y  proprio,  y  es  cosa  no  apegada  en  él ,  sino 
que  está  con  él ,  porque  es  él  mismo  y  su  misma  subs- 
tancia. Y  porque  bahía  dado  sabiduría  á  los  viejos  y 
gastados  ya  con  los  días,  y  daba  á  Dios  sabiduría  tam- 
bién, añadió,  no  sin  causa,  «también  forlalczii,»  como 
diciendo  :  Los  hombres  eso  que  saben  no  lo  alcanzan 
sino  á  la  vejez  cuando  desfallecen  las  fuerzas ,  y  no 
vienen  á  ser  sabios  hasta  que  vienen  á  ser  enfermos  y 
flacos;  mas  Dios  es  sabio  y  fuerte  juntamente. 

i 4  «Yes,  derrocará  y  no  será  ediíicado,  cerrará  so- 
bre hombre  y  no  será  abierto. » 

15  «Yes,  detendrá  las  aguas  y  secarán^e,  y  envia- 
rálas  y  trastornarán  tierra.»  Argumento  es  de  sutno  po- 
der, no  poder  nadie  ni  rehacer  lo  que  él  deshace  ni 
deshacer  lo  que  hace.  Todo  lo  que  desde  aquí  hasta  el 
fin  del  capítulo  dice  Job  son  cosas  que  se  ven  por  vis- 
ta de  ojos  en  muchos  casos  que  cada  dia  acontecen;  y 
ansí,  pasaremos  por  ello,  sin  detenernos  sino  en  los  lu- 
gares adonde  hubiere  dificultad. 

16  «Con  él  fortaleza  y  ley,  á  él  en  crañado  y  engaña- 
dor.» Dice  que  ansi  es  fuerte,  que  no  hace  violencia  ni 
desigualdad;  que  es  vicio  familiar  á  los  poderosos  y 
fuertes  tener  por  ley  sus  antojos.  Mas  Dios  lo  que  quie- 
re puede,  y  es  justo  tololoquequiere.  «A  él  engañado  y 
engañador;»  conviene  á  saber,  están  sujetos  á  él  el  que 
engaña  y  es  engañado,  para  dar  á  entender  que  nin- 
guno hace  ni  padece  mal,  que  no  sea  pormiliéndolo 
Dios  por  los  fines  justos  que  él  sabe. 

17  «lince  ir  consejeros  despojados ,  y  jueces  enton- 
tece.» Despójenlos ,  entiéndese  de  -saber  y  de  consejo; 
en  la  cual,  nosolo  se  muestra  Dios  poderoso,  sino  tam- 
bién muy  sabio;  pues  en  caso  de  saber,  no  solamente 
vence  á  los  dueños  de  la  sabiduría,  mas  si  quiere  se  la 
quita  y  los  deja  s'n  ella. 

18  «Coñidero  de  reyes  desaló,  y  aló  cincho  en  sus 
lomos.  »  La  palabra  original,  que  es  nvisnr,  en  el  so- 
nido es  ceñidero  ó  ligadura ,  mas  en  la  significación  unas 
veces  se  [lone  por  el  castigo  y  por  las  leyes  y  ordenan- 
zas severas  que  estrechan  la  vida,  y  otras  por  esc  mis- 
mo que  suena;  y  púnese  aquí  de  ambas  maneras.  Por- 
que, dice  que  Dios  rompe  los  establecimientos  y  leyes  ri- 
gurosas de  los  tiranos,  ó  que  les  quita  el  ceñidero  (que 
es,  lomando  la  parle  por  el  todo,  el  vestido  y  orna- 


EXPOSICIÓN  DEI 
menlo  real),  para  decir  que  cuando  quiere,  abaja  á  los 
inas  altos  de  su  trono,  y  de  la  silla  real  los  abate  á  la 
cárcel  y  á  la  miseria  postrera. 

19  «Hace  ir  á  sacerdotes  descompuesto»,  y  á  pode- 
rosos destruye.» 

20  ((Quila  fobla  á  elocuentes  y  toma  seso  á  los  vie- 
jos.» El  original  dice:  «Aparta  labios  á  elocuentes ,»  ó 
porque  los  enmudece  ó  porque  delante  del  es  mudo. to- 
do el  saber  y  bien  decir  humano. 

2i  «Derrama  desprecio  sobre  generosos,  y  levanta 
los  oprimidos ,»  ó  seííun  otra  letra ,  «y  corazón  de  fuer- 
tes enflaquecerá.»  «Derrama,  dice,  desprecio,»  que  es 
aquello  que  parecía  apartarse  dellos  mas;  y  ansí  se  ve 
mas  el  poder  de  Dios,  pues  poneen  la  alteza  bajeza,  y 
afrenta  en  la  honra,  y  desprecio  en  lo  generoso  y  mas 
estimado. 

22  «Descubre  fonduras  de  escuridad  y  produjo  á  luz 
sombra  de  muerte.»  «Fonduras  de  escuridad,»  es  de- 
cir, lo  mas  bajo  y  escuro;  lo  cual  hace  Dios  cuando 
saca  á  luz  lo  olvidado  y  pone  en  lugar  alto  á  los  que 
el  mundo  imagina  perdidos.  «Sombra  de  muerte»  lla- 
ma lo  que  es  encarecidamente  muy  escuro  y  olvidado, 
las  muy  cerradas  tinieblas,  que  son  como  un  retrato 
muy  vecino  y  muy  semejante  á  la  muerte. 

23  «Multiplica  á  las  gentes  y  destruyelas,  y  las  des- 
truidas restituirá;»  ó  de  otra  manera:  «Ensanchó  gen- 
tes y  reduciólas.»  De  donde  se  entiende  que  ni  el  fa- 
vor pasado  asegura,  ni  el  azote  quita  la  confianza;  quie- 
ro decir ,  que  ni  el  favorecido  de  Dios  á  los  principios 
se  descuide,  asegurándose  paralodeade'ante,ni  el  afli- 
gido y  azotado  desmaye,  pensando  que  siempre  ha  de 
ser  azotado. 

24  «Quita  corazón  de  cabezas  de  pueblo  de  la  tier- 
ra, y  descaminólos  en  yermo  sin  camino.  »  Corazun  es 
saber  y  entendimiento.  Descaminólos ,  entiéndese  en 
la  manera  que  Dios  suele  hacer  ó  permitir  estas  cosas, 
que  puestas  en  nosotros  tienen  figura  de  culpa  ó  de 
error,  que  es,  no  induciéndonos  á  ellas,  sino  negándo- 
nos por  nuestros  .deméritos  la  gracia  que  para  ellas  es 
necesaria,  lo  cual  propriamente  se  llama  permitir.  «Yer- 
mo, y  no  camino,»  es  comparación  disimulada  y  secre- 
ta, cosa  muy  usada  en  la  Sagrada  Escritura.  Pues  di- 
ce que,  por  permisión  de  Dios ,  los  que  rigen  los  pue- 
blos, por  los  pecados  dellos  y  de  sus  súlditos,  andan 
tan  descaminados  en  su  gobierno  como  el  que  camina 
por  tierras  despobladas  ó  yermas,  adonde  ni  hay  cami- 
no trillado,  ni  parece  viviente  que  dé  nuevas  del  ó  que 
guie;  que  es  un  encarecimiento  de  malo  y  perdido  go- 
bierno ,  el  mayor  que  puede  decir ;  fuera  de  lo  que  se 
sigue ,  adonde  aun  se  encarece  mas. 

2o  «Palparán  tinieblas,  y  no  luz,  y  fizólos  errar  como 
borracho ;»  que  son  otras  dos  comparaciones  eficacísi- 
mas, dichas  brevísímamente  para  declaración  de  lo 
mismo.  Porque  ¿quién  mas  de=at¡narlo  que  e!  que  an- 
da de  noche  sin  luz  y  sin  noticia  del  lugar  adó  anda, 
que  ya  tiende  á  una  parte  la  mano,  yaá  otra,  y  pensan- 
do asir  lo  que  busca,  abraza  el  aire,  y  creyendo  que  va 
derecho,  va  al  revés,  y  vuelve  atrás  cuando  piensa  que 
va  adelante?  Pues  un  hombre  vencido  del  vino,  que  no 
ha  caído  y  quiere  caer ,  y  presume  de  sostenerse  y  an- 
dar, es  retrato  vivo  del  desatino,  del  error  v  del  descon- 


LIHRO  DE  JOB.  353 

cierto.  Esio  va  dicho  así  conforme  al  sentido  público  de 
aquesta  escritura;  porque  en  la  sentencia  secreta,  á  lo 
que  yo  puedo  juzgar ,  debajo  destos  acontecimientos, 
que  suelen  ser  generales  y  comunes,  profetiza  Job  lo 
particular  qu«  aconteció  al  pueblo  judaico  y  gentil, 
apun  I  ándelo  con  pocas  palabras.  Porque  lo  que  dice  el 
verso  14  :  «  Ves ,  derrocará  y  no  será  edificado ,  cerra- 
rá sobre  hombre  y  no  será  abierto,»  pro;  iamente  per- 
tenece al  mando  usurpado  que  el  demonio  en  el  mun- 
do tenia ,  que  fué  por  Cristo  derrocado  para  iiu-'ca 
mas  levanlarre,  y  fué  cerrado  en  la  cárcel  de!  infier- 
no para  jamás  salir  della.  Y  lo  del  i3:  «Ves,  detendrá 
las  aguas  y  seoaránse ,  enviarálas  y  trastornarán  tier- 
ra,» son  los  dones  y  gracia  de  Dios,  que  en  la  Escri- 
tura se  llaman  agua ,  la  cual  detuvo  muchos  siglos  que 
no  cayese  sobre  los  pueblos  gentiles,  y  después  la  en- 
vió con  tanta  abundancia,  que  trastornó  toda  la  bajeza 
de  aquella  tierra,  convertiéndola  en  cielo.  Y  en  el  16: 
«Con  él  fortaleza  y  ley,  á  él  engañado  y  engañador.» 
La  fortaleza  que  dice  ,  fué  contra  el  demonio  ven- 
ciéndole ,  y  la  ley  fué  la  justicia  é  igualdad  con  que 
templó  su  po  lor  para  vencerle;  de  la  cual  victoria  re- 
sultó que,  ansí  el  engañador  demonio  como  el  linaje 
humano  engaña  lo  quedaron  sujeios  á  él ,  esto  es,  á  Dios 
Hombre,  el  uno  para  ser  castigado  como  mal  esclavo, 
y  el  otro  para  ser  libertado  y  puesto  en  lugar  de  Hijo. 
Mas  los  consejeros  y  jueces  de  que  dice  luego  en  el  ver- 
so 47:  «Hace  ir  consejeros  despojados,  y  jueces  enton- 
tece,» son  los  sabios  del  pueblo  judaico,  á  los  cuales, 
por  el  desconocimiento  (ie  Cristo,  en  que  cayeron  por 
sus  antiguos  pecados,  d''spojó  Dios  del  saber  que  an- 
tes les  infundía ,  y  los  dejó,  como  vemos  agora,  ató- 
nitos y  como  pasmados.  Y  con  los  mismos ,  y  con  sus 
sacerdotes  y  príncipes,  hablan  los  versos  18  y  19,  y  di- 
cen: «Ceñidero  de  reyes  desató,  y  ató  cincho  en  sus  lo- 
mos ;  hace  ir  á  sacerdotes  descompuestos  y  á  podero- 
sos destruye.»  Pero  el  vfirso  20:  «Quila  fabla  y  elo- 
cuentes, y  toma  seso  á  los  viejos,»  parece  que  se  ende- 
reza propriamenlo  contra  los  sabios  y  poderosos  gen- 
tiles, que  resistían  ó  quisieron  resistir  al  Evangelio  al 
principio;  de  los  cuales  dice  casi  lo  mismo  san  Pablo 
do  escribe  (a):  «Enionteció  Dios  la  sabiduría  del  mun- 
do.» Y  á  los  mismos  reyes  y  emperadores  gentiles  to- 
ca el  21,  que  luego  se  signe:  «Derrama  desprecio  sobre 
generosos ,  y  corazón  de  fuertes  enílaquece. »  Y  á  la 
primera  Iglesia  perseguida  y  abatida  y  como  sumida  en 
la  muerte,  y  después  sacada  á  luz  por  Dios,  y  á  honra 
y  á  gloria,  toca  el  verso  22,  que  se  sigue:  ((Descubre 
fonduras  de  escuridad  y  produjo  á  luz  sombra  de  muer- 
te. »  Mas  lo  que  después  desto  dice  en  los  versos  23, 
24  y  25  :  «Multiplica  á  las  gentes  y  destrújelas,  en- 
sancha genles  y  redúcelas ;  quita  corazón  de  cabezas 
de  pueblo  de  la  tierra,  y  descaminólos  en  yermo  sin  ca- 
mino; palparán  tinieblas,  y  no  luz,  y  fizólos  errar  co- 
mo borracho,»  se  endereza  á  lo  postrero  del  siglo  yque 
aun  no  está  cumplido ,  ni  por  la  misma  causa  enten- 
dido, y  no  hay  duda  sino  que  encierraen  sí  algún  gran 
hecho  secreto.  Y  en  el  salmo  106  y  en  los  postreros 
versos  del  salmo,  adonde,  como  san  Agustín  confie- 
sa (6),  trata  David  de  esta  misma  reprobación  y  llama- 
[a]  I ,  Cor.,  1,  20.    (*}  San  .^¡¿ust.,  sobre  el  ps.  106,  u.  14. 


336  OBRAS  DE  TRAY  LUIS  DE  LEOxX 

mienío,  y  deste  discurso  y  proceso  de  la  Iglesia  liasfa 
el  ñn  de  ios  siglos  se  procoiie  por  la  misma  manera  y 
se  dicen  en  la  sentencia  cosas  muy  semejantes. 


CAPITULO  XIIÍ. 

AnCUMKMO. 

Conclayendo  Job  en  el  principio  dcsle  capilulo  lo  que  platicaba 
en  el  pas:uli),  diic  que  por  lo  dicho  conocerán  su  saber.  Y  vol- 
viéndose i  lodos  tres,  los  reprehende  como  á  hombres  que  li- 
sonjeaban á  Dios,  procurando  defender  su  justicia  con  poner 
culia  en  él  sin  tenerla  ;  siendo  asi  que  Dios  no  se  agrada  de  la 
mentira ,  ni  tiene  necesidad  de  ella  pava  defender  lo  que  hace. 
Y  asi,  los  dfja  como  á  hombres  ni  bien  intencionados  ui  sabios, 
T  \uello  á  Dios,  se  le  queja  de  que  sin  oírle  le  castiga ,  y  le  su- 
jeta á  la  pena  sin  preceder  cargo  de  culpa. 

i  Veis ,  totlo  esto  vio  mi  ojo ,  oyó  ni¡  oveja  y  lo  enten- 
dió. 

2  Cual  saber  vuestro  só  yo  tanil)icn,  no  menor  yo  que 
vosotros. 

o  Mas  yo  cierto  al  Omnipotente  hablaría,  y  gustaría  de 
ar?;Qircoii  el  Alto. 

4  Que  cierto  vosotros  componedores  de  mentira,  maes- 
tros cíe  vaiii(l;id  vosotros  todos. 

o  ¿Quién  liiciera  que  callando  caüárades,  y  fuera  para 
vosotros  sübiiUiria? 

6  Kscncbédes  pues  el  mi  argumento  y  á  barajiis  de  mis 
labios  dad  atención. 

7  ¿Por  ventura  en  favor  do  Dios  ra?.onavéís  mentira,  y 
por  él  ra/onaréis  engaño? 

8  ¿Si  faces  del  levantaréis,  y  en  favor  del  haréis  juicio? 

9  ¿O  ap'aceráie  al  que  nada  se  le  esconde, ó  será  en- 
gañado como  hombre  con  vuestras  astucias  .' 

10  Arguyendo  argüirá  á  vosotros,  porque  en  ascendi- 
do sus  faces  levantáis. 

i\  ¿Por  ventura  en  conmoviéndose  no  os  asombrará,  y 
espanto  suyo  no  caerá  en  sorno? 

i'2  .Memorias  vuestras  palabras  de  polvo,  alturas  de  Iodo 
vuestras  cervices. 

i".  Poneos  silencio,  y  hablaré  yo  todo  lo  que  me  vinie- 
re á  las  mientes. 

1i  Que¿|iara  qué  levantaré oavnemia con  dientesmios, 
y  pongo  mi  alma  en  mis  |)alnias'? 

15  Veis,  maiarnie  ha,  en  él  esperaré;  pero  argüiré  mis 
caminos  «leíante  del. 

10  Y  él  á  mi  taudjíeu  será  salvación;  que  no  delante 
del  malvado. 

17  Oíd  oidura  de  mi  palabra  y  mí  razón  en  vuestras 
Orejas. 

18  Si  me  pns'cre  en  juicio  sé  que  yo  saldré  justo. 

19  Mas  ¿quií-n  barajará  comigo?  Venga  ;  que  ¿por  qué 
callaré  y  moriré? 

20  Pero  (los  cosas  no  hagas  comígo,  entonces  de  tu 
prescmia  no  me  asconderé. 

21  Tu  palma  alueña  de  mí ,  y  fortaleza  tu)a  no  me 
a.^ombrc. 

22  llabic.yyo  responderé ;  ó  hablaré,  y  vuélveme  res- 
puesta. 

S-j  Cuantas  maldades  y  pecados  á  mi,  rebeldías  mías  y 
delitos  míos  házmelos  saber. 

2i  ¿Por  qué  faces  luyas  encubres,  y  me  cuentas  como 
cnemi(5o  á  lí? 

2;í  La  hoja  arrojada  quebrantarás,  la  asidla  seca  per- 
sr^niras. 

2(i  Que  escribes  amarguras  contra  mi,  y  me  harás po- 
íeedorde  vaniílades  de  niñez. 

27  V  j.ondras  cejro  a  pies  mios  y  Ruarda  á  mis  sendas 
todas,  y  sobre  raices  de  mis  piéss<'r.t  estatuido. 

2H  M.is  c.  mo  podredumbre  seré  coiibunudo,  como 
manto  comido  de  polilla. 


EXPLÍCAClOxN. 

1  «Veis,  todo  eslo  vio  mi  ojo?  oyó  mi  oreja  y  lo  en- 
tendió.» 

2  «Cual  saber  vuestro  sé  yo  lambicn ,  no  menos  yo 
que  vosotros.»  Veis,  dice,  que  no  soy  iguoraiite  ni 
conozco  de  Dios  inenos  que  vosolros,  pues  alcanzo  lo 
que  he  referido,  que  es  la  conclusión  que  [¡retendió 
sacar  á  luz  de  su  pláiica,  y  para  cuyo  (in  se  pasó  á  de- 
cir las  grandezas  de  Dios  que  él  sabia.  Y  dice -que  por 
sus  ojos  vio  lo  que  lia  diclio ,  por  causa  del  Iicclio  pú- 
blico y  ordinario  que  suele  ser  cual  él  cuenta  ;  y  dice 
que  lo  oyó  por  razón  do  lo  secreLo  (¡ue  debajo  de  aque- 
llo público  profeüza. 

3  «Mas  yo  cicrio  al  Omnipotente  Iia'ilaria,  y  gusta- 
ría de  argüir  con  el  Alto.»  Como  si  dijese  :  Con  vos- 
otros es  perdido  el  hablar,  ponpie  andáis  muy  lejos  de  ' 
la  verdad  ;  con  Dios  hablaría  de  buena  gana,  que  sabe 
mi  inocencia.  Ansí  que,  en  decir  de-ea  hablar  con  Dios, 
dice  que  no  gusta  de  hablar  con  ellos,  y  la  razón  es  lo 
que  añade  : 

4  «Que  cierto  vo'^otros  comnonelores  de  inonlira, 
maestros  de  vanidad  vosolros  lodos.»  La  palabra  origi- 
nal quiere  decir  apegar  y  junlar  unas  piezas  con  oira-^^ 
como  hacen  los  ensauíbladiu'cs  ó  los  que  labran  tara- 
cea. Y  así,  dice  gr.nciosa  y  verdadcranieiile  á  suscom- 
patleros  que  son  oficíales  y  inacslros  de  componer  men- 
tiras y  engaños  con  destreza  y  ariílicio;  y  dicelo  por- 
que juntan  lo  verdadero  con  lo  falso,  y  de  todo  hacen 
una  razón  vistosa  y  aparente.  Decían  de  Dios  que  era 
sabio  y  que  se  gobernaba  con  justicia,  y  que  aborrece 
los  malos  y  es  amigo  de  los  buenos ,  y  que  n!  en  la 
maldad  podía  haber  bien,  ni  mal  en  la  bondad;  y  deba- 
jo destas  cosas  de  verdadera  y  hermosa  visia,  ó  junio 
con  ellas,  ajuulaban  un  grande  engaño,  eslo  es,  la 
condenación  de  un  hombre  inórenle.  iNhis  lo  que  añade 
« maestros  de  vanidad»,  puédese  trasladar  también 
«médicos  inútiles»;  conforme  á  lo  cual  los  condena, 
no  solo  de  falsos  razonadores,  sino  también  de  conso- 
ladores necios,  que  viniendo  á  consolarle ,  en  lugar  de 
esforzarle  el  corazón  con  razones  blandas  y  piadosas, 
le  afligían  mas  con  dichos  falsos  y  pesados.  Y  por  eso 
desea  lo  que  se  sigue  : 

5  «¿Quién  hiciera  que  callando  callávadcs,  y  fuera 
para  vosotros  sabiduría?»  Como  diciendo  :  Porque  si 
Imbiérades  tenido  silencio,  á  todos  nos  fuera  ganancia, 
porque  yo  no  padeciera  y  vosotros  ganárades  reputa- 
ción. Y  porque  no  parezca  que  los  nota  de  poco  sabios 
y  de  no  bien  intoiicionados  injustamente,  pruébalo  lue- 
go ,  y  antes  que  lo  pruebe  Íes-pide  atención  y  dice  : 

6  «Esrucháiles  pues  el  mi  argumcnlo ,  y  á  barajas 
de  mis  labios  dad  atención.»  Mi  argumento  es  la  razón 
que  tengo  [lara  decir  de  vosotros  lo  que  digo.  Y  lo  mis- 
mo llama  barajas  de  sus  labios ;  que  ansí  se  nombran, 
cuando  contienden  dos  entre  sí  acusándose  y  dcfeadiéii- 
dosc,  las  razones  que  ambos  se  dicen. 

7  «¿Por  ventura  en  favor  de  Dios  razonaréis  menti- 
ra, y  por  él  razonaréis  engaño?»  Via  por  una  parle  .lo!) 
que  estos,  por  defender  á  Dios,  le  condenaban  á  él  sin 
culpa,  y  poroira  entendi;!  que,  aunque  le  llatnaliau  pe- 
cador y  culpado,  sabiun  para  sí  lo  contrario  ¡tor  la  no- 


EXPOSICIÓN  DEL 
ticía  particular  que  del  tcnian ,  sino  que  por  mosirarse 
celosos  de  Dios  se  esforzaban  á  liablar  contra  su  mis-  [ 
ma  conciencia.  En  lo  cual  iiabia  todos  estos  errores  y 
males  :  lo  uno ,  que  en  lo  público  le  condenaban  por  ; 
malo,  sabiendo  en  lo  secreto  ser  bueno  ;  lo  otro,  que  I 
aunque  hablaban  otra  cosa,  en  su  corazón  tenían  á  Dios 
por  injusto ,  pues  les  parecía  que  su  justicia  no  se  de- 
fendía sino  condenando  al  que  carecía  de  culpa ;  lo 
tercero  y  último,  que  pensaban  agradar  á  Dios  en  esto 
y  como  lisonjearle,  como  si  él  oyera  solo  lo  que  publi- 
caba la  boca  y  no  viera  lo  que  el  pecho  encubría  ,  lo 
cual  era  tenerle,  demás  de  por  injusto,  por  ignoran- 
te ;  pues  toda  esla  revuelia  de  errores  disimulados  con 
demostraciones  diferentes  de  la  verdad,  como  la  enten- 
dió Job,  la  descubrió,  y  echa  en  plaza. ó  se  la  pone  á 
ellos  ante  sus  ojos  sin  rodeo  ni  velo ,  para  que  con  la 
vista  de  su  maldad  se  confundan.  Y  ansí  comienza  : 
«Por  ventura  en  favor  de  Dios ;»  y  en  decir  «  por  ven- 
tura», no  se  duda  de  lo  que  se  dice,  antes,  según  la  pro- 
priedad  de  la  lengua,  se  afirma,  pues  dice  que  son  tan 
fallos  de  juicio  y  de  seso,  que  para  abonar  á  Dios  mien- 
ten ,  ni  siendo  menester  que  Job  fuese  malo  para  que 
Dios  fuese  bueno,  ni  conociendo  que  por  el  mismo  caso 
que  presumían  defender  á  Dios  con  mentira,  quedaban 
convencidos  en  sí  mismos  tener  á  Dios  por  injusto.  Y 
lo  mismo  por  diferentes  palabras  dice  en  lo  que  se 
sigue, 

8  «¿Si  faces  del  levantaréis,  y  en  favor  del  liaréis 
juicio?»  «Levantar  faces»  en  la  propriedad  del  origi- 
nal es,  en  el  juicio  tener  mas  respeto  á  la  persona  que 
á  la  razón  de  la  causa.  Y  ansí ,  les  dice  que  hacen  como 
los  malos  jueces,  que  por  respectos  de  favor,  y  no  por 
los  méritos  del  proceso,  juzgan  y  sentencian  los  plei- 
tos. Y  lo  que  dice  en  la  primera  parte  del  verso  repite 
por  palabras  mas  claras  en  la  segunda.  O  digamos  de 
otra  manera,  que  ya  en  este  verso  les  descubre  la  in- 
tención con  que  se  mueven  á  mentir  en  favor,  á  su  pa- 
recer, de  la  causa  de  Dios,  que  es  pensar  le  agradan  en 
ello,  y  imaginar  se  contenta  de  semejante  defensa,  y 
querer  ganar  favor  con  él  por  este  camino ;  porque  le- 
vantar faces,  no  solamente  se  dice  en  lo  que  toca  al  jui- 
cio, mas  también  algunas  veces  es,  haciendo  honra  á 
alguno,  darle  placer  y  contento.  Y  conforme  á  esto,  les 
dice  :  Estáis  tan  ciegos,  que  creéis  agradar  á  Dios  y 
ganar  tierra  con  él,  pleiteando  por  él  y  defendiendo  su 
causa  en  la  manera  que  he  dicho,  esto  es,  hablando  lo 
que  no  sentís,  y  no  veis  que  en  eso  mismo  le  ofendéis 
mucho  mas,  pues  en  vuestra  alma  le  condenáis  por  in- 
justo ;  porque  lo  defendido  con  falsedad ,  ese  que  lo 
defiende  dentro  de  sí  lo  condena.  Y  si  presumís  agra- 
darle, también  le  hacéis  grande  ofensa,  porque  le  juz- 
gáis por  tan  ignorante,  que  oye  vuestras  palabras  y  no 
os  penetra  los  corazones ,  ó  se  contenta  de  la  vista  ex- 
terior, sin  curar  de  la  verdad  de  las  cosas.  Y  de  cual- 
quiera manera  viene  bien  á  pelo  lo  que  luego  se  sigue : 

9  «¿O  aplacerále  al  que  nada  se  le  asconde  ,  ó  será 
engañado  como  hombre  con  vuestras  astucias?»  O  co- 
mo otra  letra  ílice  :  «¿Si  por  ventura  bueno  cuando 
escudriñare  á  vosotros ,  si  como  mentir  por  hombre 
mintiéredes  agora  por  él?»  Porque,  ó  dirá  :  Cuando 
Dios  os  tomare  cuenta,  ¿pensáis  que  os  será  bueno,  ó 


LIBRO  DE  JOB,  337 

que  os  ha  de  valer  e^to  que  hacéis  agora?  ¿Imagináis  os 
ha  de  recibir  en  servicio,  que  le  defendéis  á  tuerto  ó 
á  dereclio,  y  que  menlis  por  él  como  se  miente  acá  por 
un  amigo  para  salvarle?  O  siguiendo  el  hilo  del  segun- 
do sentido,  podrá  decir  :  Y  ¿pensáis  que  cuando  Dios 
escudriñare  lo  secreto  del  pecho,  no  echará  de  ver 
vuestro  engaño?  Y  ¿creéis  que  el  celo  y  servicio  apa- 
rente le  empañará  la  vista,  para  no  ver  que  no  decís 
tanto  bien  del  en  lo  público  cuanto  juzgáis  mal  del 
mismo  en  lo  retirado  y  secreto?  O  ¿imagináis  que  co- 
mo un  amigo,  cuando  en  su  defensa  mentís,  precia  el 
testimonio  público  y  no  mira  ni  cura  de  lo  que  os  que- 
da en  el  pecho,  ansí  Dios  también  se  contenta  de  vues- 
tra defensa  aparente?  Y  conforme  á  esto  se  sigue  : 

10  «Arguyendo,  argüirá  á  vosotros,  porque  en  as- 
cendido sus  faces  levantáis.»  No,  dice,  será  ansí  como 
lo  fantaseáis  en  vosotros ,  por  mas  que  le  lisonjeéis  y 
que  levantéis  sus  faces ;  esto  es,  por  mas  que  le  res- 
petéis por  defuera ,  y  por  mas  que  encubráis  vuestra 
intención  en  lo  hondo  del  alma,  «arguyendo  la  argüi- 
rá,» esto  es ,  la  verá  y  sacará  en  público,  y  convencerá 
y  condenará  por  malvada.  Mas  si  os  reprehendiere  de- 
11a  por  ser  mala,  pero  por  la  lisonja  que  le  hacéis  os 
librará  de  la  pena.  Antes  dice  : 

1 1  «¿Por  ventura  en  conmoviéndose  no  os  asombra- 
rá ,  y  espanto  suyo  no  os  caerá  en  somo?»  Como  si  di- 
jese :  Mal  engañados  estáis ,  seréis  gravemente  puni- 
dos, y  caerá  sobre  vosotros  su  espanto  ;  porque  pre- 
guntando dice,  y  pareciendo  que  duda  dello,  lo  afirma, 
y  les  hace  cierto  el  castigo.  Y  ansí  añade,  abiertamente 
afirmando : 

12  «Memorias  vuestra?;  palabras  de  polvo,  altura;? 
de  lodo  vuestras  cervices.»  Memorias  llama  todas  es- 
tas razones  dellos,  con  que  á  su  parecer  habían  adelan- 
tado mucho  su  partido  con  Dios,  pregonándose  cela- 
dores de  su  defensa  y  su  honra.  Y  lo  mismo  llama  alte- 
zas, porque  con  aquella  demonstracion  de  celo  apa- 
rente se  entonaban  y  hinchaban.  Y  dice  que  son  pol- 
vo que  lo  lleva  el  aire,  y  lodo  que  lo  huella  el  pié  ;  que 
es  decirles  que,  ansí  como  la  verdad  de  aquellas  razo- 
nes era  muy  diferente  de  la  muestra  dellas ,  ansí  el  su- 
ceso seria  muy  otro  de  su  pensamiento ;  y  que  de  don- 
de esperaban  gracia  con  Dios  sacarían  indignación  y 
desgracia ,  y  abatimiento  y  desprecio  de  donde  se  pro- 
metían honra  y  favor.  Mas  porque  le  pudieran  decir  que 
si  le  retraían  de  sus  razones  era  de  piedad ,  y  por  ex- 
cusar que  Dios,  ofendido  dellas,  no  le  hiriese  con  nue- 
vo y  mayor  azote ,  les  dice  : 

13  «Poneos  silencio,  y  hablaré  yo  todo  lo  que  ine 
viniere  á  las  mientes;»  ó  como  dice  á  la  letra:  «Y  ven- 
ga sobre  mí  cualquier  cosa.  »  Esto  es  :  No  cuidéis  de 
mí,  ni  por  excusar  mi  daño  me  queráis  persuadir  que 
soy  malo,  y  que  debo  confesarlo  y  callarme  ;  «habiaré 
yo,»  esto  es ,  yo  quiero  hablar  á  mi  riesgo  todo  lo  que 
me  diere  la  voluntad ,  y  venga  lo  que  viniere.  Y  da  la 
razón  por  qué  quiere  ansi  hablar. 

14  «¿Para  qué  levantaré  carne  mía  con  dientes 
mios,  y  pondré  mi  alma  en  mis  palmas?»  Como  di- 
ciendo :  En  hablar  desahogo  el  corazón ,  que  callando 
se  abrasa  en  dolor  y  se  consume ;  pues  ¿á  qué  fin  tengo 
de  acrecentar  mi  miseria  callando,  y  estar  como  des- 


338  OBRAS  DE  FRAY 

pe  lazan  lome  á  mí  mismo  y  comiérulome  vivo?  O  di- 
gamos ansí,  dice  :  Quiero  liajjlar  porque  no  puedo  ca- 
llar, que  estoy  ansí  rabiando  de  dolor,  que  me  querría 
despedazar  con  los  dientes,  y  traigo  el  alma  en  las  ma-  , 
nos  ;  que  es  como  decir  solemos,  traigo  el  alma  en  la 
boca  ó  estoy  boqueando,  para  signiücar  el  último  mal  ; 
y  trabajo.  i 

lo  «Ves,  malaráme;  en  él  esperaré,  pero  argüiré  i 
mis  caminos  delante  dól.  ¡ 

16  «Y  él  á  mi  taml)icn  será  salvación;  que  no  de-  ! 
lanie  del  málvalo.»  Diréis,  dice,  malanne  ha  ;  mate  i 
en  buena  liora,  en  él  esperaré  ;  que  es  decir  :  Seguro  i 
estoy  no  me  quitará  la  vida  para  condenarme,  sino  | 
para  descansarme  y  tornarme  á  mejor  vida  á  su  tiem-  | 
po ,  y  ansí  la  muerte  será  mi  descanso.  Mas  lo  que  se  ' 
sigue:  «Pero  argüiré  mis  caminos  delante  del,»  sí  en-  i 
tendemos  el  argüir  por  reprehender,  como  se  entiende 
en  muchos  lugares,  y  emendemos  que  dice  Job  lo  que 
él  siente,  tiene  mucha  dificultad  decir  que  reprehen- 
derá sus  caminos  quien  ha  dicho  hasta  agora  que  ca- 
rece de  culpa,  y  que  no  le  repreliendió  su  conciencia 
jamás.  Por  donde ,  ó  diremos  que  argüir  aquí  es  poner 
en  juicio  y  en  cuestión  el  e.\ámen  de  sus  obras  y  vida, 
cosa  que  desea  hacer  Job  delante  de  Dios ,  y  la  pide  y 
suplica,  ó  podemos  decir  que  refiere  en  ello  lo  que  sus 
amigos  le  dicen  ó  podían  decirle ,  ansí  como  hizo  en 
las  palabras  de  arriba.  Por  manera  que  diga  :  Veis, 
esto  es,  mas  como  vosotros  decís,  matarme  ha  Dios ; 
respondo  que  eso  es  lo  que  espero  y  deseo.  Mas  me- 
jor será ,  como  también  decís ,  que  arguya  mis  cami- 
nos, que  confieso  mis  pecados  á  Dios,  que  le  pida  per- 
don  ,  que  me  convierta  á  él ,  y  que  ansí  fenecerá  mí 
trahijo;  pues  á  eso,  dice,  también  respondo  que  i 

17  «!J¡d  sonido  de  mi  palabra,  y  mi  razón  en  vues-  ' 
tras  orejas;»  esto  es,  respondo,  lo  primero,  que  me  es- 
téis muy  atentos  á  lo  que  decir  os  quiero ;  y  lo  segun- 
do, que 

18  «Si  me  pusiere  en  juicio,  sé  que  yo  saldré  por 
justo;»  e^lo  es,  que  no  tengo  caminos  para  argüir  ni 
ohras  malas  de  que,  como  decís ,  acusarme  ;  antes  es- 
toy dello  tan  lejos,  que  aquí  ahora  delante  de  vosotros 
me  pondré,  si  necesario  fuere,  en  juicio;  ó  como  el 
orisinal  dice,  ordenaré  juicio  aquí  luego,  pareceré  ante 
el  tribunal  soberano ,  propondré  mi  negocio ,  pediré 
que  me  sea  hecho  cargo,  y  profesaré  que  estoy  presto 
á  pa*ar  por  lo  juzgado,  y  saldré  libre,  como  veréis, 
como  Dios  (juiera  responderme  y  oírme.  Y  por  eso 
añade  : 

19  «  Mas  ¿quién  bnrajnrá  comigo?  Venga,  que  ¿por 
qué  rallaré  y  moriré?»  O  como  otra  lelra  dice  :  «Que 
ahora  callaré  y  moriré.»  Mas  no  quiere,  dice,  parecer 
en  juicio  ni  viene  á  /•! ,  ni  veo  quien  me  oiga  ni  hable; 
y  ansí,  habré  de  callar  y  morir.  O  digamos  que  aquí| 
volviendo  Job  sobre  sí  y  nnríi.-ii'.ndose  de  lo  que  había 
pedido,  diga  :  Mas  ¿con  quim  tengo  de  trabar  pleito? 
¿Con  Dios  y  ron  su  grandeza?  Mas  vale  callar  y  morir, 
6  hará  que  calle  y  que  muera;  esto  es,  sola  la  vista  dé 
su  majestad  será  bastante  para,  asombrándome,  qui- 
tarme la  lengua  y  la  vida.  V  ansí  añade  bien  : 

20  (.Pero  dos  cosas  no  hagas  Comigo,  entonces  de 
tu  presencia  no  me  ascondcrc.» 


LUIS  DE  LEÓN. 

21  «Tu  palma  alueña  de  mí ,  y  fortaleza  tuya  no  me 
asombre.»  No  me  toques ,  dice,  ni  me  espantes ;  y  co- 
mo en  otra  parte  dice  :  Ponga  aparte  el  poder,  y  no 
mela  consigo  mas  de  la  jusiícia ;  y  así ,  escoja  la  parte 
que  quisiere ,  ó  de  preguntarme  ó  de  responderme.  Y 
esto  es  lo  que  dice  : 

22  ((Hable ,  y  yo  responderé  ó  hablaré  ,  y  vuélveme 
respuesta.  »  Y  dicho  esto,  y  como  ya  concertado  con 
Dios, 'comienza  su  pleito.  Cuyo  principio  es,  pedir  á 
Dios  que  le  haga  cargo  de  sus  pecados,  si  algunos  tie- 
ne. Y  no  se  ha  de  entender  que  es  soberliia  esta  de 
Job  ni  impaciencia ,  sino  seguridad  y  confianza  que  le 
nacía  del  testimonio  de  su  buena  conciencia ,  y  de  lo 
que  de  sí  y  de  Dios  conocía  por  particular  gracia  y  don 
suyo.  Y  aunque  se  conocía  sin  pecado  y  se  via  afligí- 
do,  no  tenia  á  Dios  por  injusto ,  porque  sabia  que  era 
Señor  por  una  parte  y  sapientísimo  gobernador  por 
otra,  y  que  se  poJia  mover  Dios  á  dar  lra])ajos  á  los 
hombres ,  sin  que  hubiese  culpa  en  ellos ,  por  otras  cau- 
sas muy  justas.  Pues  como  dice  : 

23  «Cuantas  maldades  y  pecados  á  mí,  re^icldías 
mias  y  delitos  míos,  házmelos  saber.»  Y  repite  pecados 
y  maldades  por  tres  ó  cuatro  palabras ,  dando  á  enten- 
der y  diciendo  que  de  los  pecados  grandes  y  de  los 
pequeños,  de  lo  granado  y  de  lo  menudo,  ansí  de  lo 
que  sé  peca  por  flaqueza  ó  poco  saber,  como  de  lo  que 
se  ofende  por  malicia  y  de  indusiria,  quería  que  le  hi- 
ciese cargo  Dios.  Mas  como  no  le  responden,  añade : 

24  «¿Por  qué  faces  tuyas  encubres,  y  me  cuentas 
como  enemigo  á  ti?»  Esto  es  :  ¿Por  qué  no  me  res- 
pondes, y  te  encubres  de  mí,  como  hace  un  hombre  de 
otro  á  quien  aborrece  y  tiene  por  enemigo? 

25  «¿Hoja  arrojada  quebrantarás,  astilla  seca  per- 
seguirás? »  No  es,  dice,  tu  honra  turnar  compc;e¡icia 
con  cosa  tan  vil ;  y  ya  que  no  te  inclines  por  mi,  por  lo 
que  debes  á  ti  y  á  tu  mismo  respeto,  no  debes  tomar 
tan  á  pechos  el  hacer  mal  á  una  cosa  deshecha,  ni  mos- 
trar el  tesón  de  tu  ira  y  furor  sobro  una  hoja  caída  y 
seca. 

26  «Que  escribes  amarguras  contra  mí,  y  me  haces 
poseedor  de  vanidades  de  mí  niñez.»  Esto,  con  lo  de- 
más que  se  sigue,  se  puede  entender  en  dos  maneras: 
ó  que  sea  como  forma  de  demanrla  (')  petición ,  según 
que  en  la  Sagrada  Escritura  las  palabras  del  tiempo  fu- 
turo tienen  fuerza  de  mando,  y  que  diga  ansí  :  No 
hagas  eso.  Señor  (que  es  lo  que  he  dicho,  herir  y  as- 
conderse,  castigar  y  no  dar  razón  del  castigo,  niiwlrar 
braveza  contra  una  cosa  sin  resistencia  y  rendida); 
sino  antes,  Señor,  escribe,  esto  es,  pon  por  escrito 
amarguras  contra  mí  (que  llama  bien  así  los  pecados  y 
las  acusaciones  de  los  pecados)  «y  háccmc  poseedor 
de  las  fallas  de  mi  niñez».  Yo,  dice,  no  conozco  pe- 
cado alguno  ni  le  quiero  admitir  en  mi  casa;  si  le  ten- 
go, cuabpiiera  que  sea,  aunque  sea  una  mocedad  niia, 
méteme  en  su  posesión  ;  esto  es,  haz,  Señor,  que  yo 
le  conozca,  y  castigame  luego. 

27  «Ponrne  los  pies  en  un  cepo  y  ciérrame  todos 
los  pa<os,  y  húndeme,  sí  te  place,  en  la  tierra.»  Que  es 
decir  :  Eticarcélame  en  honda  mazmorra  y  azótame  á 
tu  voluntad.  O  de  otra  manera,  y  es  :  Porque  decia 
Dios,  siendo  él  una  hoja  caída  y  una  astilla  seca,  lo 


EXPOSICIÓN  DEL 
quebrantaba  y  seguía,  ahora  parficularizamlo  esto  mis- 
mo y  las  condiciones  (leste  quebranta  nienlo ,  diga  y 
escriba,  lo  uno,  que  escribe  contra  él  amarguras,  que 
son  los  azotes  y  miserias  que  pasa  y  que  le  imprime 
Dios  en  el  cuerpo  y  en  el  alma  ;  lo  otro,  que  le  mete 
en  posesión  de  los  pecados  de  su  niñez  (porque  en- 
tiende el  pecado  original  común  y  primero,  que  como 
si  fuese  suyo  y  propio  y  por  su  industria  adquirido, 
ansí  lo  pone  Dios  á  su  cargo),  y  me  maltratas,  dice,  y 
afliges  por  él ,  como  si  hecho  por  mis  manos  fuese  ;  lo 
otro,  pónesme  los  pies  en  el  cepo,  que  era  la  enferme- 
dad grave  que  padecía  y  que  le  tenia  tollido ;  ó  por 
mejor  decir,  el  cepo  es  una  pena  miserable  que  del 
pecado  primero  nace,  que  es  una  extraña  inhabilidad 
que  en  el  hombre  queda  para  no  poder  dar  paso  en 
cosa  digna  de  cielo  y  de  mérito.  Y  lo  mismo  es  el  to- 
mar las  sendas  ó  caminos  que  añade.  Y  lo  que  dice 
en  el  verso  último : 

28  «Mas  como  podredumbre  seré  consumido,  como 
manto  comido  de  polilla,»  es  la  otra  grave  pena  del  mis- 
mo pecado,  que  es  la  obligación  ala  muerte.  Y  ansí,  si- 
guiendo este  hilo  ,  parecerá  bien  decir  que  en  el.  ver- 
so 24,  cuando  dice  que  «  quebranta  Dios  una  hoja  caí- 
da», no  se  queja  por  sí  solo,  sino  generalmente  por  to- 
dos, á  quien  Dios  por  los  pecados  primeros  hizo  sujetos 
á  trabajo  y  miseria.  Por  manera  que  la  memoria  que 
hacia  de  su  trabajo  particular  le  llevó  la  lengua  á  la- 
mentar el  conum ,  y  la  vista  de  su  mal  proprio  desper- 
tó en  él  la  memoria  de  la  calamidad  general ;  y  como 
quien  vía  que  de  aquella  fuente  nacía  este  arroyo,  y 
que  la  condición  miserable  de  todos  le  hacia  á  él  tam- 
bién miserable,  tratando  de  sí,  trata  de  ella  juntamen- 
te. Y  es  como  si  desta  manera  dijese  :  Mas  ¿por  qué 
me  querello  solo  de  mí ,  y  digo  que  como  á  enemigo  me 
tratas?  Ni  digo  mas  de  mí,  que  de  todo  esto  que 'es 
hombre,  que  con  ser  nada  y  vileza,  y  menos  que  una 
hojarasca  flaquísima ,  llueves  sobre  él  amarguras.  Son- 
le  propríos  y  suyos  los  pecados  cometidos  por  otros ; 
primero  es  amancillado  que  nazca  ;  aun  no  tiene  uso 
de  razón  y  ya  es  señor  y  poseedor  de  pecado  y  de  culpa, 
ni  puede  por  sí  dar  paso  en  el  bien ,  ni  aun  el  camino 
ó  la  senda  que  guia  á  él  no  la  sabe ;  como  tollido  y 
preso  y  cargado  de  cepos  y  hierro,  ansí  vive,  y  al  fin 
se  convierte  en  podre  y  se  consume,  y  como  vestidura 
se  apelilla  y  viene  á  menos,  hasta  que  últimamente 
muere  y  fenece. 

CAPITULO  XIV. 

ARGUMENTO. 

Por  ocasidn  de  lo  último  que  dijo  en  el  capítulo  pasado  de  la  mi- 
seria del  hombre,  dice  Job  en  este  mas  largamente  ilella;  y 
luego,  vuelto  á  Dios  con  una  querellosa  lástima  ,  le  pide  que, 
pues  hizo  mortal  la  vida  y  de  plazo  tan  corto,  esto  poco  que 
dura  aqui  se  la  dé  con  descanso,  y  le  deje  vivir  en  paz  este  tér- 
mino breve,  y  dice  y  encarece  esto  mismo  por  muchas  y  dife- 
rentes maneras. 

1  Hombre  muy  nacido  de  hembra ,  abreviado  en  días, 
harto  de  postema. 

2  Como  flor  salió  y  corláronle,  huyó  como  sombra,  y 
no  paró. 

3  Y  ron  lodo  esio,  ¿sobre  este  abres  tus  ojos  y  faces 
venir  ¿juicio  contigo? 


LIBRO  DE  JOB.  859 

4  ¿Quién  dará  limpio  de  conlnminado?  Cierto  tú  solo. 

5  Breves  sus  dias,  uúniero  de  meses  suvos  acerca  de 
tí,  estatuto  le  iieciste,  y  no  pasará. 

6  Ap;irtatc  de  sobre  él  para  que  repose,  hasta  que  su 
deseo  tenga  como  jornalero  sus  dias. 

7  Que  es  al  árlml  esperanza,  si  fuere  cortado,  que  aun 
reverdecerá,  y  su  talio  no  fallará". 

8  Si  envejeciere  en  tierra  raíz  suya,  y  en  el  polvo  mu- 
riere su  tronco  ; 

9  Al  olor  del  agua  tallecerá,  y  Inrá  mies  como  planta, 
iO  Y  varón  morirá  y  fallecerá,  espirará,  y  ¿qué  es 

del? 

i\  Partiéronse  aguas  de  mar,  y  rio  agolóse  y  secóse. 

i'2  Y  hombre  durmió  y  no  levantará,  hasta  que  no  cie- 
los no  despertarán  y  no  velarán  tie  su  sueño. 

15  ¿Quién  me  dará  que  en  inüerno  me  agazapes,  me 
ascondas  hasta  retirar  tu  ira,  pusiérasme  término  y  acor- 
dáraste  de  mi? 

li  Si  muriere  el  varón ,  ¿si  revivirá?  Todos  los  dias  de 
mi  plazo  esperaría  hasta  venir  mi  mudan/a. 

10  Llamarás,  y  yo  responderé  á  ti;  a  obra  de  tus  manos 
amas. 

16  Que  agora  pisadas  mias  contarás ;  no  hagas  cuenta 
de  pecados  mios. 

17  Resellada  y  puesta  en  bolsa  mi  makbd,  pero  curas- 
te mi  injusticia. 

18  Y  cierto  monte  cayendo  descaecerá,  y  piedra  se  coa- 
sumió sacada  de  su  lugar. 

19  Y  piedras  serán  cavadas  de  las  aguas,  y  anegará 
plantas  suyas  polvo  de  tierra,  y  esperanza  deliombrc  hi- 
ciste perecer  por  el  semejante. 

20  Esforzásteie  un  poco  y  hicístele  ir,  disfrazaste  fa- 
ces del,  y  enviáslele. 

21  Engrandecerse  han  sus  hijos,  y  no  sabrá;  mengua- 
rán ,  y  no  entenderá  él. 

22  Y  con  lodo  esio,  en  cuanto  vive  carne  suya  en  é 
padecerá  dolor  y  alma  suya  eu  él  llorará. 

EXPLICACIÓN. 

i  ((Hombre  muy  engendrado  de  hembra ,  alir-n-iado 
en  dias,  harto  de  postema.»  a  Muy  engendrado  ó  muy 
hijo,))  porque  la  palabra  original  en  este  lugar  signifi- 
ca con  vehemencia.  Y  comienza  bien  Job  el  cuento  de 
las  miserias  del  hombre  de  donde,  según  orden  de  buen 
hablar,  se  suelen  comenzar  los  loores,  que  es  del  origen 
del  y  de  sus  padres;  y  ansí,  dice  que  es  hijo  de  hembra 
y  muyhijo  della,  lo  cual  ello  por  sí  es  miseria,  y  prin- 
cipio y  como  fundamento  de  mnclias  miserias.  Porque 
si  la  mujer  de  su  cosecha  dice  flaqueza  y  mudanza ,  y 
liviandad  y  vileza  y  poco  ser,  el  ser  hijo  y  muy  hijo 
della  es  ser  la  nata,  y  como  la  flor.de  lo  flaco  y  de  lo 
vil,  y  de  lo  mudable  y  liviano;  y  quien  esto  es,  en 
serlo  es  miserable ,  y  en  los  frutos  que  dello  coge  muy 
mas  miserable.  Porque  de  tales  raíces  no  pueden  nacer 
sino  culpas,  y  de  las  culpas  las  penas  deltas,  en  las 
cuales  dos  cosas  consiste  la  suma  miseria.  «Abreviado 
en  dias,»  el  nacimiento  vil  y  la  vida  corta.  Y  dice  el 
original  «abreviado  de  dias» ;  lo  uno,  porque  se  entien- 
da que  al  principio  se  le  habían  dado  muy  largos  y  no 
perecederos,  y  que  por  su  culpa  se  los  abreviaron  des- 
pués; y  lo  otro,  para  mostrar  que  ,  no  solo  es  poco  lo 
que  se  vive,  sino  que  aun  eso  que  se  vive  no  se  vive 
todo ,  ó  por  mejor  decir,  no  es  todo  vividero,  sino  que 
se  puede  mondar  como  dañada  manzana,  y  echar  a  mal 
lo  mas  de  ella.  «Harto  de  postema  ; »  la  palabra  origi- 
nal, que  es  rogues ,  tiene  en  su  si^aiücacion  una  fuer- 


360  OBRAS  DE  FRAY 

za  que,  declarada,  da  muclia  luz  en  este  pmpósiío  á  que  > 
agora  se  aplica;  porque  rogiiez  proprianiente  es  aquel 
desguslo  y  coraje  que  causan  eii  el  corazón  de  uno  los 
sucesos  desv-arlados  y  aviesos  en  negocios  muv  traba- 
jado?; como  lo  que  siente  quien  en  una  pretensión  muy 
merecida  y  muy  bien  guiada,  sin  saber  cómo,  ve  salir 
un  dislate,  y  como  lo  que  padece  un  maestro  ingenio- 
so con  un  discípulo  rudo,  que  se  atormenta  ensenán- 
dole, y  hace  con  él  lo  que  diera  ingenio  á  una  piedra, 
y  al  fia  sale  sin  fruto;  lo  cual  en  romance  se  llama  bien 
postemas;  despecho,  y  en  lalin  propriamente  miseria, 
como  san  Jerónimo  puso.  Pues  si  bien  lo  miramos, 
toda  la  vida  de  los  bonibres  es  esto ,  afanes  perdidos  y 
dislates  no  pensados,  y  á  buenos  consejos  malos  fines 
y  reveses  de  fortuna  locos  y  tristes;  y  ansí,  toda  ella  es 
un  contino  despeclio  y  postema  y  miseria. 

2  «Como  flor  salió  y  cortóse,  buyo  como  sombra  y 
no  paro.'»  Ordinario  es  en  la  Santa  Escritura  comparar 
kflor  al  liombre ,  como  en  los  salmos  (a)  y  en  Isaías  (6) 
se  ve.  Y  á  la  verdad  cuadra  bien  la  comparación ,  por- 
que la  flor  tiene  muciio  de  parecer  y  muy  poco  de  ser, 
y  el  liombre  ansimismo,  que  si  le  miráis  por  lo  natural 
que  tiene ,  ansí  en  fuerza  de  entendimiento  como  en 
agudeza  de  sentidos  y  en  capacidad  de  memoria,  y  en 
liaidliilad  para  bacerseá  loque  quisiere,  llena  de  indus- 
tria y  de  mana,  os  parecerá  un  Dios  inníortat,  y  en  el 
hecbo  de  la  verdad  una  araña  y  un  soplo  de  un  aire  le 
acaba.  Y  si  le  miramos  por  lo  que  él  se  quiere  ser  por 
costumbre,  las  aparencias  son  excelentes,  liermosas 
palabras,  largos  prometimientos,  demostraciones  de 
celo ,  de  gravedad,  de  justicia,  y  finalmente  de  todo  lo 
honesto  y  lo  bueno;  mas  venidos  al  beclio,  es  flor  cor- 
tada y  marcliita,  ni  fruto  ni  esperanza  de  fruto,  (dluyó 
como  sombra  y  no  paró. »  Bien  dice  huyó,  y  no  huye, 
porque  es  tan  veloz  el  vuelo  del  liombre  en  esta  carre- 
ra de  vida,  que  casi  la  ba  pasado  primero  que  se  eche 
de  ver  que  la  pasa;  y  «no  paró'),  como  la  sombra  tam- 
poco nunca  para. 

3  «Y  con  lodo  esto,  ¿sobre  este  abres  tus  ojos  y  faces 
venir  ajuicio  contigo?»  Estoes  lo  mismo  que  propuso 
arriba,  cuando  decía  «á  una  boja  caida»;  que  es  ma- 
ravillarse que  tome  Dios  al  liombre  cuenta  tan  eslre- 
clia  y  le  atormente  tan  de  propósito,  siendo  tan  alto 
él  y  tan  miserables  los  liombres,  cuya  vileza  ba  conta- 
do tan  encarecidamente  para  solo  este  fin.  Y  ansí, con- 
cluye diciendo  :  «Y  con  todo  esto,  ¿sobre  este  abres  lus 
ojos  y  faces  venir  ajuicio  contigo?  Y  aunque  la  conclu- 
sión dercclia  era  decir  luego  :  Señor ,  no  está  bien  á  tu 
grandeza  que  le  mires,  esto  es,  que  tengas  tan  menu- 
da y  particular  cuenta  con  lo  que  hace,  y  que  le  lleves 
por  el  rigor  de  la  suma  justicia;  pero  no  lo  dice  ansí, 
sino  por  via  de  queja  y  de  [ire;-'unta  y  de  admiración 
mezclada,  para  que  tuviese  la  razón  mas  senlimicnto 
y  mas  fuerza.  La  cual  ra/on  acrccionla  y  fortalece  lue- 
go mas  con  nueva  forma  de  palabras,  rlicíendo  : 

4  «iQu'ii-u  d.irá  limpio  ib'  contaminado?  Cierto  tú 
solo. »  El  original  dice  «  no  uno » ;  que  si  afirma  ,  res- 
pondo negando,  si  pregunta,  declara  que  es  solo  Dios, 
como  declaró  san  Jerónimo.  Pues  dice  :  «¿  Quién  dará 
limpio  de  contaminado?»  esto  es  ,  ¿cómo  jiodrú  liacer 

(a)  r».  lOi ,  V.  i;;.     (^  Esal.,  '28,  4  y  4o,  G. 


LUIS  DE  LEÓN. 

co=;a  entcramenle  limpia  quien  de  su  nacimiento  sale 
afeado  y  sucio?  Y  de  raíz  podrida  ¿cómo  nacerán  fru- 
tos sanos?  Y  es  como  si  dijese  :  No  solamente  lu  gran- 
deza y  nuestra  bajeza  y  vileza  pide,  SeFior,  que  no  to^ 
mes  tan  por  el  cabo  nuestras  cosas,  sino  también  la 
condición  de  nuestra  compostura  y  nacimiento  sucio  é 
inlicioiíado  teobüga  á  que  no  apures  tanto  nuestra  mi- 
seria, que  de  su  cosecba  es  tan  impura,  ni  midas  por 
tu  regla  rectísima  lo  que  de  suyo  tan  torcido  nace.  Mas 
aunque  ansí  esto  se  diga  ,  no  por  eso  entendemos  que 
Dios  lleva  tan  porrigsr  el  lieclio  del  liombre,  que  no 
atienda  y  considere  su  flaqueza  y  la  masa  vil  de  que 
está  compuesto,  como  el  mismo  Espíritu  Santo  lo  tes- 
tifica en  el  salmo  102,  y  menos  Job  lo  niega  aquí;  sino 
en  bacer  estas  preguntas  sentidas  declara  el  dolor  y 
el  sentido  de  la  carne  azotada  y  lierida,  la  cual,  aun- 
que el  liombre  mas  sanio  sea,  no  pierde  su  natural 
sentimiento.  Y  ansí ,  á  Job ,  aunque  tenia  sujeta  á 
Dios  la  razón,  y  juzgaba  bien  de  toda  su  providencia 
y  justicia,  dolíale  el  dolor  y  dábale  pénala  agudeza  de 
su  tormento,  que  de!  pecbo  le  salía  á  la  boca,  y  le  me- 
neaba consiguientemente  la  lengua,  y  le  bacía  salir  en 
estas  preguntas:  ¿A  una  boja  flaca  persigues?  ¿En  una 
cosa  tan  débil  cargas  tus  golpes?  ¿Ante  el  rigor  de  tu 
juicio  llamas  á  una  flaca  miseria?  En  que  no  juzga  que 
D;os  liace  lo  que  no  debe,  sino  dice  lo  que  su  sentido 
afligido  y  lastimado  siente,  y  lo  que  la  carne  berida,si 
fuera  su  elección  ,  escogiera.  Y  quiere  Dios  y  ordena 
que  estos  naturales  sentimientos  que  por  casos  diver- 
sos en  los  liombres  nacen,  los  profetas  y  amigos  suyos 
los  pongan  y  escriban  en  sus  leí  ras  divinas ,  unas  veces 
en  forma  de  pregunta,  y  otras  por  via  de  queja,  y  quie- 
re parecer  preguntado  y  argüido,  y  él  mismo  los  nuie- 
ve  á  que  lo  escriban  ansí,  como  se  ve  en  el  profeta  Aba- 
cliuc  (c)  y  en  mucbos  psalmos  (rf)  y  eiio'.ras  partes  de 
la  Santa  Escritura.  Y  le  son  agradabli^s  oslas  preguntas 
y  quejas  nuestras,  no  porque  quiere  poner  dmla  ó  es- 
curidad  alguna  en  la  verdad  y  suavida'Ule  su  iiroviden- 
cia,  sino,  lo  uno,  por  mostrar  su  bondad  y  llaneza,  que 
no  se  desdeña  de  ponerse  en  razón  con  los  suyos  y  ser 
preguntado  de  ellos  y  darles  cuenta  de  sí;  y  lo  otro, 
porque  cuando  estas  querellas  nacen  de  amor  bumilde, 
como  nacen  siempre  en  los  siervos  de  Dios,  despierlan 
en  las  entrañas  divinas  mas  piedad  para  con  ellos,  por- 
que son  como  los  pucberilos  que  llaman,  y  como  los 
grilillos  délos  liijos  regulados  para  con  sus  padres;  y 
demás  dcslo,  porque  no  es  Dios  como  Ioslioiiibrcs,quc 
quieren  berir  y  que  no  se  queje  el  lierido,  dar  dolor  y 
quitar  el  gemido  del ,  y  que  al  agraviado  aun  la  voz  y 
las  lágrimas  no  le  queden  libres.  Dios  nunca  agravia, 
pero  en  los  azotes  que  da,  ó  por  nuestras  culpas  ó  por 
nuestra  mayor  perfección,  no  le  pesa  que  los  sintamos 
y  (jue  nos  escueza  el  dolor;  y  como  la  alma  y  la  razón 
esté  rendidaá  su  ley,  no  nos  veda  el  lloro  y  las  lágrimas 
y  la  voz  querellosa  para  desiibogamiento  del  corazón. 
Porque  no  está  el  buen  sufrir  en  no  sentir,  antes  lo  fir- 
me y  lo  fino  (lela  paciencia  es,  cuando  el  dolor  abrasa, 
ycuando  el  agravio  y  desafuero  se  ponen  ante  los  ojos 
del  que  padece,  y  cuando  la  carne  verdaderamente  afli- 
gida, desatándole  el  dolor  la  lengua,  se  queja,  estar  la 
{c)  Uabac,  1,  2.     (rfj  I's.  9,  22,  I'i,  1,  ele. 


EXPOSICIÓN  t)EL 
razón  con  Dios  firme  y  con-^lante.  Ma?  tornando  al  pro- 
pósito, lo  que  el  original  dice  «  no  uno  » ,  puédese  en- 
tender ansí  como  suena,  de  arle  que  sea  respuesta  de 
su  misma  pregunta,  y  que,  como  decia  «¿quién  dará 
limpio  de  sucio?»  se  responda  á  sí  mismo  y  diga  uno 
uno»  ,  esto  es  ninguno;  y  ansí  lo  entendieron  y  tras- 
ladaron los  interpretes  griegos.  O  puédese  tomar  como 
otra  pregunta,  y  que  valga  como  si  desta  manera  dije- 
se :  «¿Por  ventura  no  uno?»  que  tiene  fuerza  de  afir- 
mación ,  y  es  como  decir,  cierto  solo  uno,  como  lo  en- 
tendió y  declaró  san  Jerónimo.  Pues  lo  que  se  sigue 
camina  al  mismo  propósito,  aunque  por  otro  camino; 
que  dice : 

5  «Breves  sus  días,  número  de  meses  suyos  acerca 
de  tí;  estatuto  le  heciste,  y  no  pasará.  » 

6  «  Apártate  del  para  que  repose ,  hasta  que  su  de- 
seo venga  como  jornalero  sus  dias.»  Antes  persuadía  á 
Dios  que  no  azotase  con  tanto  rigor  al  hombre,  porque 
era  flaco  y  miserable;  agora,  para  persuadirle  lo  mis- 
mo, toma  por  medio  la  brevedad  de  su  vida,  y  dice  que 

"  es  limitado  su  término  y  que  tiene  plazo  cierto,  y  que 
en  llegando,  fenece  para  no  lomará  vivir  mas  en  seme- 
jante manera.  Y  ansí  dice :  Si  la  vida  fuera ,  olí  Señor, 
inmortal  ó  muy  larga,  ó  si  estuviera  en  nuestro  poder, 
llegado  el  término,  alargarlo  y  alcanzar  otro  término, 
ó  siquiera  si  después  de  una  vez  muertos  y  deshechos, 
rodeando  el  cielo  mil  siglos,  volviéramos  á  este  vivir; 
si  esto  fuera  ansí,  no  fuera  mucho  rigor,  cuando  á  tu 
saber  pareciera,  enviando  trabajos  y  azotes,  hacernos 
amarga  la  vida ,  porque  llegado  y  acabado  el  un  plazo, 
quedara  otro  mayor  para  vivir  con  descanso ;  mas  pues 
es  por  una  parte  breve  y  tan  fijo  el  término  que  le  tie- 
nes puesto,  que  nadie  puede  traspasarle,  y  por  otra, 
acabado  una  vez  el  uso  y  gozo  desta  vida  sensible, 
en  la  forma  que  ahora  se  vive,  perpetuamente  no  se 
torna  á  cobrar,  apártate.  Señor,  de  herirnos,  y  con- 
téntate con  el  trabajo  que  tiene  consigo  mismo  este  li- 
naje de  vida,  que  sin  que  tú  aflijas  al  hombre,  él  de 
suyo  tiene  harta  laceria,  y  sin  que  tú  le  amargues 
mas,  él  amargamente  se  va  deshaciendo  y  llegando  ala 
vejez  triste ,  adonde  llegado,  sus  males  mismos  hacen 
que  tenga  por  puerto  la  muerte,  y  que  la  ame  y  desee 
para  gozar  de  reposo,  como  desea  el  jornalero  la  pues- 
ta del  sol  y  el  fenecimiento  del  día.  Y  luego  por  vía 
de  comparación  cotejada  al  revés,  especifica  mas  y  en- 
carece esto  que  ha  dicho  de  nuestra  vida,  que  es  breve 
y  no  se  repara,  y  dice  ansí : 

7  «Que  es  al  árbol  esperanza ,  si  fuere  cortado ,  que 
aun  reverdecerá,  y  su  tallo  no  faltará.» 

8  «Si  envejeciere  en  tierra  raíz  suya,  y  en  el  polvo 
muriere  su  tronco ;» 

9  «Al  olor  del  agua  tallecerá  y  hará  mies  como  plan- 
ta. »  Esperanza,  como  dijimos ,  en  el  uso  de  aques- 
ta escritura  es  no  acabarse  uno  del  todo ,  cuando  se 
acaba,  sino  dejar  raíces  de  sí ,  ó  en  sus  sucesores ,  ó  en 
sus  memorias  y  hechos,  ó  en  su  mismo  ser,  para  después 
florecer.  «Su  tallo  no  faltará,»  esto  es,  después  de  cor- 
tado echa  de  nuevo.  «Si  envejeciere  en  tierra  raíz  su- 
ya.» Unos  árboles  cortados  se  renuevan,  y  otros  que 
parecen  estar  secos  y  muertos  por  falta  de  agua,  en  tor- 
nando á  ser  regados,  tornan  y  reverdecen,  y  destos  dice 


LIBRO  DE  JOB.  33 1 

agora.  Y  por  eso  dijo  :  «Si  muriere  en  el  polvo  su  tron- 
co,» esto  es,  si  por  estar  hecha  polvo  la  tierra  con  se- 
quedad, pareciere  estar  seco,  «á olor  del  agua  talle- 
cerá;» como  si  dijera:  En  tocándole  el  agua  reflorece- 
rá ,  «y  hará  mies,»  esto  es,  brolará  por  mil  partes  y  se 
rodeará  de  ramos  y  hojas.  Y  ansí  dice :  A  un  árbol  y  á 
una  planta  vil  le  diste  que  cortada  y  seca  se  renueve 
y  reviva;  mas,  como  añade  : 

10  «El  varón  morirá  y  fallecerá,  espirará,  y¿qué  e? 
del?»  Quiere  decir,  morirá  y  quedará  muerto  de  hecho 
para  no  vivir  mas; entiéndese  en  la  forma  que  agora  se 
vive ,  ó  á  lo  menos  por  fuerza  y  virtud  natural ,  como 
hace  el  árbol  cortado  y  la  planta,  á  quien  la  misma  natu- 
raleza la  renueva.  Y  tornarlo  á  decir  por  otras  palabras: 
«Espirará,  y  ¿qué es  del?»  Esto  es,  como  en  castellano 
y  en  la  habUi  del  vulgo  se  dice,  «en  espirando,  vos  si 
le  vistes.»  Y  dice  twon,  ó  según  la  fuerza  del  original, 
varón  valiente  y  poderoso,  para  contraponerle  al  árbol 
flaco  y  dar  mayor  encarecimiento  á  su  dicho;  como  di- 
ciendo, el  árbol  flaco  muerto  vive,  y  el  varoa  valiente 
en  finando  perece.  Y  ansí  añade  : 

11  «Partiéronse  aguas  de  mar,  y  rio  agotóse  y  se- 
cóse. » 

12  «Y  hombre  durmió  y  no  levantará  hasta  que  no 
cielos  no  despertarán  y  no  velarán  de  su  sueño.  »  Lo 
cual  algunos  quieren  que  se  diga  por  vía  de  compara- 
ción de  cosas  semejantes  en  esta  manera:  que  ansí  co- 
mo el  agua  que  viene  de  la  mar  por  los  secretos  senos 
y  mineros  de  la  tierra,  y  se  descubre  en  el  nacimiento 
de  los  ríos  y  fuentes,  los  cuales  corren  y  pasan,  ó  la 
que  echa  vapor  se  cuaja  en  nubes,  y  vuelta  en  lluvia 
torna  á  caer,  y  hace  avenidas  y  arroyos  que  corren  con 
ímpetu  y  se  pasan  en  poco  es¡)ac¡o,  y  el  suelo  por  don- 
de pasaron  queda  seco  después,  y  no  vuelven  mas  á 
pasar  ni  dejan  de  sí  mas  memoria;  ansí  el  hombre 
después  de  muerto  no  vuelve,  ni  se  levanta  deste  duro 
sueño  después  que  le  comienza  á  dormir.  Y  es  seme- 
janza usada  en  las  divinas  letras  y  en  otras,  comparar 
la  vida  del  hombre  al  rio,  y  el  discurso  de  aqueste  nues- 
tro vivir  á  las  aguas.  Ansí,  dijo  la  mujfr  sabia,  de  que 
el  libro  de  los  Bajes  escribe  (a) :  «Todos  perecemos  y 
corremos  sobre  la  tierra  ,  como  aguas  que  no  tornan 
jamás  á  volver. »  Y  el  Ecclesiastes  (6)  al  mismo  propó- 
sito: «Todos  los  rios  entran  en  lámar,  y  el  mar  no  re- 
bosa, al  lugar  de  do  nacen  vuelven  para  tornar  á  cor- 
rer. »  Y  un  nuestro  poeta  (c) : 

Nucslras  vidas  son  los  rios, 
Que  van  á  dar  en  la  mar. 
Que  es  el  morir. 

Pero  mejor  me  parece  que  esto  no  se  diga  por  via  de 
semnjanza,  sino  que  sea  un  rodeo  de  hablar,  para  de- 
cir que  dormirá  siempre.  Como  diciendo:  Mientras  las 
nubes  sacaren  agua  del  mar  y  la  llovieren,  y  hicieren 
arroyos,  y  se  vol vieren  á  su  nacimiento;  esto  es,  en 
cuanto  hubiere  mar  y  nubes  y  lluvias  y  rios ,  dor- 
mirá el  que  una  vez  muriere.  Y  con  esto  viene  hien  lo 
que  añade:  «Hasta  que  no  cielos  no  despertará;»  que 

(a)  II,  Y\cg.,  14,  14.    (¿)  Eccle.,  1,  7. 
(c)  Jorge  .Maiiiiiiiie,  en  su  poesía  que  comienza  :  Recuerde  el 
alma  dormida;  cotila  3. 


362  OBRAS  DE  FRAY 

es  decir,  mientras  el  cielo  durare,  durará  su  sueño.  Y  > 
entendido  asi,  dice  una  cosa  muy  verdadera  en  cual- 
quiera manera  que  hablemos  de  la  resurrección  de  los 
muertos;  porque  si  hablamos  delia  por  virtud  natural, 
cierta  cosa  es  que  nunca  será,  y  si  por  virtud  sobrena- 
tural y  divina,  ha  de  ser,  pero  no  mientras  se  levanla- 
ren  vapores  del  mar  y  llovieren  las  nubes  y  corrieren 
los  rios,  esto  es,  mientras  durare  esta  mudanza  natu- 
ral de  las  cosas  que  se  suceden  ,  corromiiiéndose  unas 
y  engendrándose  otras,  y  mientras  los  ciclos  la  forma 
y  movimiento  que  ahora  ticuen  tuvieren.  Porijue  cosa 
cierta  es  en  la  Divina  escritura  que  cesará  todo,  y  que 
tomará  el  mundo  otra  figura  y  estado  mejor  al  tiempo 
que  los  niuerlos  tornaren  á  vivir  en  sus  cuerpos. 

13  «¿Quién  me  dará  que  en  inlicrno  me  agazapes, 
me  a^coudas  hasta  retirar  tu  ira,  pusiérasme  lérmiiio  y 
acordáraslc  de  mi?»  Insiste  siempre  en  la  misma  ra- 
zón, y  va  acrecentándola  y  hermoseándola  por  mane- 
ras diversas.  Y  agora  en  substancia  dice  ansí :  Si  tú, 
Señor,  me  conceilieras  después  de  una  vez  muerto  vol- 
ver otra  veza  esta  manera  de  vida,  y  me  señalaras  para 
la  vuelta  un  cierto  plazo,  aunque  fuera  muy  largo,  y 
aunque  entre  tanto  escondiera  al  cuerpo  la  sepuüura 
y  al  ánima  el  limbo;  con  la  esperanza  de  tornar  esle 
vivir,  pas:ira  aqueste  trabajo.  Esta  es  la  sentencia  (y  no 
mira  en  ella  á  la  resurrección  general,  de  que  aunque 
tenia  fe,  pero  sabia,  lo  uno,  que  no  será  hasta  la  fin  de 
los  siglos,  y  lo  oLro,  que  no  se  vivirá  en  ella  aqucsie 
modo  de  vida;  yausí,  dice  que  para  llevar  bien  que 
esto  que  agora  vive  se  lo  lleve  y  destruya  el  trabajo, 
fuera  gran  negocio  saber  que  le  quedaba  gitra  vida  como 
esta,  para  gozarla  ea  alegría  y  descanso);  ansí  que,  la 
sentencia  es  esta,  y  las  palabras,  que  están  un  poco  re- 
vueltas, se  ordenarán  desta  forma:  ¿Quién  me  dará 
que  me  pusieras  término, conviene  á  saber,  para  tor- 
nar á  lavida,  y  le  acordaras  de  mí,  eslo-es,  y  me  guar- 
daras lo  jiueslo,  y  siquiera  me  agaza[iaras  y  nre  es- 
condieras en  el  iníierno,  esto  os,  el  limbo  y  la  sepultu- 
ra, hasta  que  se  retirara  tu  ira,  esto  es,  en  cuanto  dura- 
ra aquel  término;  porque  llama  ira  de  Dios  al  morir  el 
liombre  y  deshacerse  y  abajar  al  ¡níiorno ,  porque  es 
mal  que  vímo  por  ira  de  Dios,  merecida  por  nuestra 
culpa;  y  an.M,  el  lomar  á  la  vida  el  muerto  es  retirarse 
Dios  de  su  ira.  Pues  dice  : 

U  «Si  muriere  el  varón,  ¿si  revivirá?  To.los  los  días 
de  mi  [dazo  esperaría  hasta  venir  mi  mudanza. »  O 
como  san  Jerónimo  dijo:  «¿Piensas  que  el  homiue 
mucrlo  lorjiará  á  vivir?»  Estoes,  porque  si  pensase  yo 
y  estuviese  iicrsuadído  que,  fenecida  esta  manera  do 
vida,  había  de  tornar  otra  vez  á  ella,  toilos  los  días  de 
mí  milicia  ó  de  mí  ()!azo  (que  lo  uno  y  lo  otro  dice  la  pa- 
la'ira  primara,  y  ambas  fosas  a'pií  signifieanlo  mí^mo); 
ansí  que,  todos  los  (has  del  plazo  y  poloa  desta  mi  vida 
í-n  que  pol.-o  y  palczro,  o^pcraria,  fímvioiic  á  saber, 
pa-nria  alngremcnte,  aguardando  hasia  que  viniese  el 
liem|io  de  mi  segunda  nmdanza.  O  lomando  á  comen- 
zar el  verso  (le  arriba  de  otra  manera.  Ha  dicho  que 
lo  duro  de  su  desventura  es  que  lo  que  vive  y  lo  que  le 
resta  de  vivir  lo  pasa  dolorosa  y  míserablernr>"nte,  lleno 
de  llagas  y  faliodc  remedios,  desamparado  y  neresila- 
do  de  amparo,  y  que  el  dia  que  se  cerrare  ía  vida  cae 


LUIS  DE  LEÓN. 

en  la  muerte  ,  sin  esperanza  do  poder  jamás  tornar  á 
esta  vida ;  ansí  decía  que ,  como  no  tiene  mas  de  una 
vida ,  porque  esta  manera  de  vivir  á  nadie  se  da  mas 
de  una  vez  sola;  ansí  que,  no  teniendo  mas  de  una  vida, 
pasarla  en  dolor ,  esto  es ,  no  gozarla  y  perderla  era 
dolorosísima  pérdida;  y  que  por  esta  causa  pasaría  lo 
que  le  quedaba,  pordoloriilo  que  fuese,  con  alciíre  pa- 
ciencia, y  que  no  solo  la  pasaría  con  estos  dolore^>, 
mas  sepultado  en  la  huesa  y  encarcelado  en  el  abismo 
cuan  miserablemente  ser  pudiese,  la  pasaría  con  todo 
el  demás  tiempo  que  ordenase  Dios  hasta  satisfacer  á  su 
saña,  como  se  le  diese  esperanza  de  tornar  otra  vez  á 
vivir,  y  como  le  señalase  Dios  un  cierto  plazo  para  res- 
tituirle á  la  vida.  Ansí  que,  habiendo  dicho  esto  para 
mayor  aíirm:;cion  y  acrecentamiento  dolió  mismo,  aña- 
de ahora  y  dice  que,  por  largo  que  fuese  el  plazo,  lo  to- 
maría y  pasaría  su  mal  alegremente  con  esta  esperan- 
za. Ydíce'o  ansí  :  Si  muriere  el  hombre,  ó  si  muriere, 
esto  es,  por  mas  hombres  que  nazcan  y  mueran ,  y  se 
suce.Ian  unos  á  otros ,  por  mas  edades  que  pasen  y  por 
mas  siglos  que  corran ,  y  [lor  mas  que  dure  esle  mi 
trabajo  y  se  aumento,  sí  después  del,  y  después  de  ha- 
ber en  él  muerto,  me  asegtu-as  que  he  de  tornar  á  vi- 
vir, no  lo  tendré  por  do!or  ni  trabajo.  Y  á  la  verdad 
Job  pedía  y  deseaba,,  no  tan:o  la  seguridad  del  tornar  á 
la  vida,  que  cierto  estaba  do'lo  por  la  fe  de  la  resur- 
rección que  tenía,  cuanto  el  estar  seguro  de  resusci- 
tar  á  descanso,  por  mas  larde  que  fuese  y  por  muchas 
que  fuesen  las  penas  que  antes  de  venir  á  ello  pasase; 
porque  las  aliviaba  y  casi  deshacía  todas  la  esperanza 
de  un  tan  glorioso  remate.  V  añade: 

io  «Llamarás,  y  yo  responderé  á  tí,  á  obras  de  tus 
manos  amas;»  que  os  decir:  Y  entonces,  si  pasase  ansí 
como  digo,  si  me  preguntases  lo  que  sentía,  yo  te  res- 
pondin'ia  que  nos  ama!)as  y  que  no  olvidabas  tus  obras, 
y  que  si  las  casLigaba>  las  tornabas  á  regalar,  y  de-pues 
de  caídas,  les  dabas  la  mano  para  que  se  levantasen. 
Y  dice  : 

10  «Que  agora  pisadas  mías  contarás;  pero  ¿noliarás 
cuenta  de  pecados  míos?»  Esto  es,  mas  según  lo  (jue 
agora  pasa  y  lo  que  haces,  lu  hecho  es  contar  menudí- 
símanienlc  lo.las  nuestras  pisadas,  cuanto  decimos  y 
iiacemos;  y  si  las  cuentas,  ¿por  ventura  las  dlsinuilas? 
¿no  harás  [ior  dicha  cuenta,  si  los  hallas,  de  mis  pe- 
cailo.V?  Dice: 

17  «Resellada  y  puesta  en  bolsa  mímaldail,  pero 
curaste  mi  injusticia.»  Antes,  dice,  loscogesylos  guar- 
das, como  sellados  y  como  metidos  en  bolsa,  que  es  de- 
cir, guárdaslos  muclio.  Y  decir  guardar,  es  decir  cas- 
ligar  hasta  lo  último;  y  ansí,  decimos  en  castellano  del 
qu(!en  viendo  su  tiempo,  se  satisface  do  (|uien  le  tiene 
enojado,  (|ue  «se  la  guard*')».  Ansí  (pie,  dice:  Antes  lo 
rííguardas,  y  estás  lan  hijos  de  dejar  algo  sin  castigo, 
ó  de  que  se  le  pase  por  alto  a'go  sin  que  lo  mires,  (¡ue, 
sí  se  puede  diícir  ansí ,  aim  ves  algo  mas  de  lo  que  es 
menester.  Y  por  eso  dice  otra  letra:  «  Y  aun  aña  liste 
sobre  mí  iniquidad;»  que  es  decir:  Y  aun  me  alliges  y 
azotas  sin  tener  culpa.  Porque  Dios,  no  solamente  cas- 
tiga tolo  lo  malo,  mas  aflige  y  da  penas  á  los  buenos 
también  para  hacerlos  mejores;  y  iiay  [)enas de  castigo 
y  penas  de  ínejoramiejilo,  y  Di  's las  renarle  todas  con- 


EXPOSICIÓN  DEL 
forme  á su  providencia,  liaciendo  justicia  en  lo  uno,  y  | 
en  lo  otro  manifestando  su  amor.  Pues  dice:  Lo  que  | 
agora  pasa  es,  que  por  una  parte  no  dejas  falla  nuestra 
que  no  la  notes  y  castigues ,  y  aun  sin  que  la  haya,  nos 
haces,  site  place,  amarga  la  vida;  y  por  otra  no  quie- 
res que  tengamos  mas  de  una  vida,  y  esa  brevísima,  en 
que  estás  tan  íirme  y  resuelto,  que  no  admites  mudan- 
za, todo  se  mudará  primero.  Y  ansí  añade : 

18  «Y  cierto  monte  cayendo  descaecerá,  y  piedra  se 
consumió  sacada  de  su  lugar.» 

19  (íY  piedras  serán  cavadas  de  las  aguas,  y  anegará 
plantas  suyas  polvo  de  tierra.»  Como  qui(?n  dice  :  Los 
montes  se  podrán  deshacer  y  caer,  y  podrán  volverse 
en  polvo  en  sus  mismos  lugares  las  piedras,  y  cavará 
el  agua  y  gastará  al  pedernal,  y  la  tierra  creciendo  de- 
jará cubiertas  y  ahogadas  sus  plantas,  y  el  hombre  no 
podrá  tornar  á  vivir;  porque  le  condenaste  á  que  mu- 
riese de  hecho ,  y  no  quisiste  le  quedase  raíz  de  espe- 
ranza para  tornar  á  este  estilo  de  vivienda  o!ra  vez.  Es 
verdad  que  algunos,  esto  del  monte  y  de  las  piedras  di- 
cen que  son  semejanzas  de  cosas  que  se  gastan  y  aca- 
ban ,  como  el  hombre  también  se  araba ,  y  que  á  este 
fin  las  alega;  pero  mas  conforme  es  al  hilo  de  lo  que  se 
viene  diciendo,  decir  que  no  es  sino  encarecer  la  im- 
pasibilidad que  hay  en  que  el  hombre  por  fuerza  natu- 
ral resucite,  por  comparación  de  cosas  imposibles  ó  di- 
ficultosas comparadas  por  el  contrario ,  como  diciendo: 
Los  montes  se  caerán  y  el  hombre  no  resucitará;  quees 
forma  de  hablar  galana  y  propria  de  los  poetas.  Pero 
declararemos  algunas  palabras.  «Cayendo  descaecerá,» 
esto  es,  cayendo  se  desmenuzará,  como  hace  lo  que  se 
arroja  y  cae  de  alto.  «Piedra  se  consumirá  de  su  lu- 
gar;» puédese  entender,  ó  que  su  mismo  lugar  la  con- 
sumirá, al  revés  de  lo  que  la  naturaleza  de  las  cosas 
demanda,  ó  que  de  su  lugar  se  consumirá,  esto  es,  que 
mudará  su  lugar  el  risco  y  la  peña,  y  será  consumida.  Y 
conforme  á  esto,  la  imposibilidad  no  está  en  que  saca- 
das de  sus  lugares  se  consuman  las  peñas,  sino  en  que 
muden  lugares  los  peñascos  y  riscos,  que  son  las  par- 
tes de  la  tierra  mas  íirmes  y  menos  movibles.  «Y  pie- 
dras serán  comidas  de  las  aguas;»  como  si  dijese :  Las 
aguas  se  tornarán  duras ,  y  blandas  las  piedras.  «Y  ane- 
gará plantas  suyas  polvo  de  tierra. »  Algunos  añaden 
aquí  una  palabra  para  henchir  la  sentencia,  que  entien- 
den y  leen  :  «Y  la  avenida  anegará  las  plantas  y  el  pol- 
vo de  la  tierra,»  esto  es,  arrancará  las  plantas  y  arram- 
blará la  tierra,  como  suelen  decir.  Pero  esto  no  es  gran- 
de novedad,  sino  cosa  ordinariay  usada; y  ansí,  no  con- 
suena  con  lo  pasado ,  lo  cual  todo  es  imposible  ó  de 
acontecimiento  dificultoso  y  raro.  Por  donde  lo  mejor 
es  dejarlo  como  ello  se  suena,  porque  ansí  dice  lo  que 
hace  al  propósito.  «Y  esperanza  de  hombre  heciste  pe- 
recer por  el  semejante. »  No  dice  destruíste  la  vida, 
sino,  lo  que  es  mas,  la  esperanza,  que  son  las  raíces 
que  pudieran  quedar  cortada  la  vida,  para  tornar  á  ella 
después.  Y  ansí  dice :  Todo  lo  dificultoso  podrá  hacer  la 
naturaleza,  mas  no  podrá  tornar  ávida  al  hombre  muer- 
to ,  porque  le  destruyes  la  esperanza,  esto  es,  porque 
cuando  le  matas  le  arrancas  las  raíces,  y  como  dicen, 
le  arrancas  de  cuajo,  y  tan  del  todo,  que  no  dejas  en  el 
seno  de  la  naluraleüa  ni  brizna  ni  virtud  de  principio 


LIBRO  DE  JOB.  363 

que  á  su  ser  después  le  torne.  Y  para  decirlo  del  todo, 
añade  luego  con  grandísima  significación  : 

20  «Esforzástele  un  poco  y  hecistele  ir,  disfrazaste 
faces  del  y  enviaste.  »  O  como  dice  otra  letra  :  aPreva- 
Iccístele  acabadamente,»  esto  es,  del  todole  arrancasite, 
hecho  poderoso  sobre  él,  «é  hicístele  ir  disfrazando  sus 
faces,»  conviene  á  saber,  enviástele  muy  otro  y  muy 
diferente  de  lo  que  parece;  porque  parece  poderoso,  y 
es  flaco;  sabio,  y  es  ignorante;  que  lo  puorle  lodo,  y  no 
se  puede  valer  en  nada;  que  no  tiene  que  ver  con  la 
muerte,  y  ella  con  ninguno  es  mas  poderosa.  Ansí  que, 
en  aquel  punto  le  quilas  la  máscara ,  ó  por  decir  verdad, 
le  pones  la  figura  verdadera  que  tiene;  y  aquella  liora 
le  convence  de  miserable  y  de  flaco,  bien  al  revés  délo 
que  parece  quería  y  de  lo  que  blasonaba  de  sí.  Porque, 
á  la  verdad,  no  hay  cosa  tan  diferente  de  lo  que  el  hom- 
bre quiere  parecer  mientras  vive,  que  la  figura  y  el  ser 
con  que  le  deja  la  muerte.  Vivo  es  brioso,  soberbio, 
arrogante,  enemigo  de  rienda  y  de  ley;  muerto  es  cor- 
rupción y  vileza  sujeta  al  desprecio  de  todos.  Dice: 

21  «Engrandecerse  han  sus  hijos,  y  no  sabrá;  men- 
guarán, y  no  entenderá  él.»  En  que  cuenta  lo  que  pasa 
después  de  la  muerte  del  hombre,  para  confirmar  lo 
muy  muerlo  que  queda.  Y  casi  dice  ansí :  Tan  lejos  está 
de  volver  á  la  vida ,  que  aun  no  sabe  lo  que  pasa  en 
ella,  no  solo  acerca  de  las  cosas  ajenas,  pero  ni  aun  de 
las  suyas  proprias  y  que  le  tocan,  como  son  hijos  y  su- 
cesores. Y  concluye  diciendo : 

22  «Y  con  todo  esto,  ea  cuanto  vive,  carne  suya  en 
él  padecerá  dolor,  y  alma  suya  en  él  llorará.»  Que  es 
la  conclusión  de  todo  aqueste  discurso,  y  lo  que  propu- 
so arriba  querellándose  á  Dios ;  que  habiendo  el  hombre 
de  morir  sin  quedarle  poder  para  tornará  vivir,  en  este 
pequeño  plazo  de  vida  no  deja  que  viva,  atormentándo- 
le el  cuerpo  con  males  y. el  alma  con  angustias  y  penas. 
Y  ansí  dice:  «Carne  suya  en  él  y  alma  suya  en  él,»  esto 
es,  mientras  vive  y  están  juntos  el  cuerpo  y  el  alma,  el 
uno  se  duele  y  la  otra  llora;  ni  al  cuerpo  dolores,  ni  al 
alma  le  faltan  congojas  y  ansia. 

CAPITULO  XV. 

ARGUMENTO. 

Torna  á  tomar  la  mano  y  la  voz  del  pleito  Elifaz  el  de  Teman ;  y 
reprelienflicndo  primero  á  Job  de  arroi'ante  para  con  ellos  y 
de  osado  y  desacatado  para  con  Dios,  y  notándole  de  impío 
acerca  de  su  providencia,  después,  á  fin  de  reducirle  á  mejor 
parecer  y  de  probar  la  sentencia  suya  y  de  .sus  compañeros, 
que  á  los  malos  en  esta  vida  les  sucede  siempre  mal,  pinta  coa 

.  palabras  elegante  y  copiosamente  un  tirano  en  el  parecer  prós- 
pero y  en  lo  secreto  de  la  verdad  atormentado  de  muchas  ma^ 
ñeras. 

1  Y  respondió  Elifaz  el  Temanes  y  diio  : 

2  ¿Por  ventura  el  s.ibio  hablará  saberes  de  aire  y  fea- 
chirá  su  vientre  de  solano? 

c  Arguyes  con  palabras  al  no  tu  igual ,  hablas  lo  que 
no  te  aprovecha. 

4  Cierto  tú  destruirás  el  temor  y  menoscabarás  ora- 
ción delante  de  Dios. 

5  Porque  enseñó  maldad  luya  á  boca  tuya,  y  escogiste 
lengua  de  mal  sabidos. 

6  Condenarte  ha  por  malo  boca  tuya,  y  no  yo ,  labios 
tuyos  hablarán  contra  ti. 

7  ¿Por  ventura  primero  que  Adán  faiste  engendrado  y 
en  aate  de  collados  fuiste  hecho? 


364  OBRAS  DE  FRAY 

8  ¿Por  venliira  en  consejo  deDiosraeliste  oido,  y  sa- 
Liiliiria  menos  que  tú? 

9  ;,Oué  n|ire!ier.diste  que  no  aprel¡endimos?  Qué  en- 
tendcr;!?:,  y  no  con  nosotros  eso  mismo?  I 

10  También  viejo,  también  anciano  entre  nos,  grande   j 
i-ias  (¡ue  padre  tuyo  de  días.  | 

M  ¿Por  dicha  es  gran  cosa  que  Dios  te  consuele?  Mas 
tus  palabras  malas  lo  vedan. 

12  ¿Adonde  se  solleva  corazón  tuyo,  que  pestañean  tus 
ojos? 

•15  ¿Qué  se  liinclia  contra  Dios  brio  tuyo ,  y  qué  pala- 
bras liirislc  salir  de  tu  i)Oca? 

H  ¿  Quién  hombro  para  que  limpio  sea,  y  quién  nacido 
de  hembra  para  que  justo  sea? 

ib  Ves,  en  sus  santos  no  puso  firmeza,  y  cielos  no 
limpios  son  en  sus  ojos. 

■16  ¿Cuánto  mas  aborrecible  y  podrido  hombre  ,  be- 
bióme como  aguas  maldad? 

17  Anunciaré  á  ti ,  oje  á  mi ,  y  esto  que  vide  y  conta- 
rélo. 

18  Lo  cual  sabios  lo  manifestaron,  y  no  escondieron 
saberlo  de  sus  antepasados. 

19  í'e  los  cuales  solos  era  la  tierra,  y  no  pasó  forastero 
entre  ellos. 

20  Todos  los  dias  del  malvado  se  ensoberbece,  y  nú- 
mero de  años  escondido  al  tirano. 

21  Voz  de  espantos  en  sus  orejas,  en  la  paz  el  destrui- 
dor entrará  á  ó!. 

22  No  creerá  tornorde  escuridad,y  mira  al  derredor  si 
Lay  rncliilio. 

23  Si  va  donde  está  el  pan,  sabe  que  asentado  en  su 
mano  el  dia  escuro. 

24  Turbarlo  han  angustia  y  aprieto,  rodearlo  bao  co- 
mo á  rey  aparejado  al  torneo. 

2ü  Que  tendió  sus  manos  contra  Dios,  y  contra  Omni- 
potente se  fortaleció. 

26  Corrió  contra  él  con  cuello  erguido,  armado  con 
gruesa  cerviz. 

27  Que  cubrió  faces  suyas  con  grosura  suya  y  fizo  ro- 
llos de  carne  sobre  las  hijadas. 

28  Y  moró  en  villas  destruidas,  casas  que  no  morEron 
en  ellas,  aparejadas  á  montones  de  piedras. 

29  No  os  enriquecerá  y  no  se  afirmará  su  haber,  y  no 
lanzará  por  la  tierra  su  raíz. 

50  No  se  apartará  de  tinieblas  pimpollo  suyo,  secarálo 
la  Ñama  y  será  movido  con  residió  de  su  boca.' 

31  No  creerá,  engañado,  que  cou  precio  i)odráser  re- 
uemido. 

52  Eli  dia  no  suyo  será  acabado,  y  su  ramo  no  echará 
flor. 

53  Será  destruido  como  viña  de  sus  tallos  tiernos  y 
bara  caer  como  a  oliva  su  flor.  ' 

3t  I'orípie  coiigrei:acion  de  hipócrita  desierta,  y  fuc^o 
comerá  moradas  de  don.  ° 

3.-Í  Coiu-ebir  trabajo  y  parir  vanidad  ,  y  vientre  dellos 
oidenará  engaños. 

EXPLICACIÓN, 

i  "Y  respondió  Elifaz  el  Témanos  y  dijo.»  Comien- 
za Eiifaz  sil  razón  do  lo  mismo  que  .Job  en  el  capítu- 
lo xni  habla  dado  principio  ú  la  suya;  y  porque  allí  dijo 
de  sí  que  era  sabio  y  no  menos  que  sus  compañeros, 
lo  [.rimero  que  le  dice  ahora  Eiifaz  es,  que  no  es  sá- 
I)¡o,  sino  prcHmtuoso  i^'iioraule.  V  es  este  el  argumento 
qu."  hace  :  No  dices  sabidurjí,  luego  no  eres  sabio.  Y 
ansí,  dice  preguntando,  y  no  preguntando,  sino  negan- 
do socolor  do  pregunla : 

'■i.  <i¿l'or  ventura  el  sabio  hablará  saberes  de  aire  y 
lieuchirá  el  vientre  de  solaiio?>;  ^uc  es  decir:  El  sabio 


LUÍS  DE  LEÓN. 

no  dico  cosas  de  aire,  esfo  es,  víifi!i<;  y  falsas;  tú  las  di- 
ces, luego  no  oros  sabio.  Y  repite  por  oirás  palabras  lo 
mismo,  diciendo:  «¿Y  hetichiráel  vientre  de  solano?» 
Solano  es  el  aire  que  se  llama  así ,  y  vientre,  por  figu- 
ra, es  el  entendimiento  en  aquesta  escritura;  y  ansí  le 
dice :  Y  mucho  menos  el  que  es  sabio  tendrá  llena  de 
aire  la  cabeza,  como  tú  la  tienes ,  según  lo  que  tus  ra- 
zones demuestran.  Y  dice  mas  solano  que  otro,  por- 
que es  aire  dañoso,  coniü  demostrando  que  los  pensa- 
mientos y  razones  de  Job  no  solo  eran  vanos,  sino 
también  dañosos  y  pest-ilenciiiles.  Y  ansí  añade  : 

3  «Arguyes  con  palabras  al  no  tu  igual,  hablas  lo 
que  no  te  aprovecha. »  Hase  de  traer  ó  tomar  de  lo  de 
arriba  la  corriente,  diciendo:  ¿Y  por  ventura  el  que  sa- 
bio es  argüirá,  esto  es,  dirá  razones,  no  solo  fuera  de 
propósito,  sino  llenas  de  error  y  de  doctrina  mala?  Y 
declara  luego  por  qué  lo  dice: 

4  «Cierto  tú  destruirás  el  temor  y  menoscabarás  ora- 
ción delante  de  Dios.  »  Porque,  dice,  con  tus  razones, 
abandonándole  á  ti,  deshaces  ó  la  justicia  ó  la  provi- 
dencia de  Dios ,  y  das  ocasión  á  que  los  hombres,  cuan- 
to es  de  tu  parte ,  no  le  teman  ni  le  rueguen  y  acaten. 
Y  esto  dice  porque  en  decir  Job  que  Dios  á  veces  da 
males  á  los  buenos  y  bienes  á  los  malos ,  entendía  Eii- 
faz, cegándose,  que  Job  negaba  la  providencia  ,  y  ni 
mas  ni  menos  que  negaba  la  inmortalidad  del  alma  ó 
la  vida  advenidera;  porque  decía  el  morir  para  siempre 
que  cuanto  es  de  su  parte  el  pecado  había  traído  á  los 
hombres ,  y  no  descubría  á  la  clara  el  misterio  de  la 
resurrección  de  los  muertos,  á  su  parecer  de  Eiifaz. 
Digo  á  su  parecer,  porque,  á  la  verdad,  pareciendo  que 
no  lo  dice,  lo  dice,  como  arriba  apuntamos ,  y  en  los 
capítulos  que  se  siguen  lo  confiesa  con  manifiestas  pa- 
labras. 

5  «  Porque  enseño  maldad  tuya  á  boca  tuya ,  y  esco- 
giste lengua  de  mal  sabidos. ')  Aquí  declara  mas  lo  mismo 
que  ha  dicho,  ó  lo  dice  por  vía  de  pregunta  reprehen- 
diéndole, y  como  diciéndole  que  por  qué  desventura 
se  ha  querido  cegar,  á  que  habiendo  antes  de  agora 
hablado  siempre  como  sabio  y  temeroso  de  Dios,  y  de- 
biendo serlo  mas  agora  que  nunca,  por  razón  de  la  ca- 
lamidad en  que  estaba ,  escoja  por  mejor  sentir  de  Dios 
coino  necio  y  hablar  como  impío  y  malvado.  Y  lla- 
ma «lengua  ó  labios  de  inal  sahiilos»  al  estilo  y  len- 
guaje de  los  que  lo  son,  y  entiende  por  «mal  sabidos» 
unos  presumidos  que  confian  en  su  juicio  y  en  lo  que 
llamamos  prudencia  humana,  que  mide  las  cosas  todas 
por  su  razón,  y  en  todo  quiere  saber  un  punto  mas  y 
iiacer  senlenciay  juicio;  á  los  cuales  lo  que  la  religión 
enseña,  y  toda  la  doctrina  de  la  otra  vida,  les  parece  co- 
sa de  burlería  y  de  risa. 

6  «Condenarte  ha  por  malo  boca  tuya,  y  no  yo;  la- 
bios tuyos  ha!)larán  conira  ti.»  Y  esto  que  digo  no  lo  le- 
vanto yo ;  tu  lengua  misma,  dice,  y  tus  razones  sou  tes- 
tigos conira  tí  y  le  condenan;  y  alude  en  esto  á  su  te- 
ma antiguo,  y  casi  le  dice  :  Agraviaste  denosolros,  que 
te  ponemos  culpa  ,  y  ilices  que  le  hacemos  injuria  en 
tenerte  [lor  pecador,  pues  Dios  ansí  te  castiga;  ya  no 
lo  digo  yo,  sino  tú  mismo  lo  dices  ,  y  las  razones  ma- 
las y  blasfemas  de  tu  boca  salidas  lo  pregonan,  y  te 
condenan  á  tí  por  malo,  y  me  absuelven  á  mí  de  calu¡n- 


EXPOSICIÓN  DEL 
nioso ;  porque  nunca  nace  tanta  blasfemia  sino  de  gran- 
des acogidas  de  mala  y  viciosa  vida.  Y  añade  : 

7  «¿Por  ventura  primero  que  Adán  fuiste  engen- 
drado,  y  en  ante  de  collados  fuiste  hecho?»  A  los  an- 
cianos y  á  las  canas  suele  dar  la  Escritura  nombre  de 
sabiduría,  porque,  como  dijo  un  sabio,  el  tiempo  es 
padre  de  la  verdad,  porque  con  su  luengo  discurso  la 
saca  á  luz  y  descubre ;  y  ansí  por  esto  como  porque  con 
la  vejez  se  enfria  la  sangre  y  se  marchitan  las  pasio- 
nes, que  anublan  el  juicio  de  la  razón  ,  y  queda  puro  el 
entendimiento,  la  vejez  se  llama  sabia.  Pues  como  Job 
los  había  notado  de  poco  sabios,  y  á.su  parecer  dellos, 
arrogádose  á  sí  el  entender  y  saber,  pregúntanle  ago- 
ra debajo  de  una  mofa  disimulada  y  como  burlando 
del,  sí  nació  él  antes  que  el  mundo  ó  si  es  mas  an- 
ciano que  todos ,  y  por  eso  presuma  saber  mas  que  nin- 
guno, y  desprecie  á  los  demás  como  á  discípulos  mo- 
zos. «  Primero  que  Adán. »  Puédese  tomar  Adán ,  ó  por 
el  nombre  proprio  del  primer  hombre ,  ó  por  nombre 
general  con  que  se  significan  los  hombres;  y  de  la  una 
manera  pregunta  Elifuz  á  Job  si  fué  criado  primero  que 
el  primer  hombre,  y  de  la  oLra,  si  fué  él  el  hombre 
primero. 

8  «¿Por  ventura  en  consejo  de  Dios  metiste  oído  y 
sabiduría  menos  que  tú?»  La  sciencia,  sí  se  adquiere  por 
industria ,  es  mayor  de  razón ,  cuanto  es  mas  el  tiem- 
po y  estudio;  y  ansí ,  los  mas  ancianos  son  mas  sabios, 
como  dicho  tenemos.  Mas  puédese  conseguir  el  saber 
por  otra  manera  en  tiempo  breve  y  en  edad  moza, 
cuando  acontece  que  Dios  le  inspira  é  infunde,  coaio 
aconteció  á  Salomón.  Y  ansí ,  lo  que  agora  dice  es  : 
Mas  si  dices  que  sin  ser  anciano  eres  sabio ,  serlo  has 
por  ventura  porque  has  tenido  á  Dios  por  maesiro ;  diine 
pues,  ¿entraste  por  caso  en  el  consejo  de  Dios?  ¿Viste 
sus  secretas  sabidurías?  Y  dice  : 

9  "¿Qué  aprendiste  ,  que  no  aprendimos?  Qué  en- 
tenderás, y  no  con  nosotros  eso  mismo?»  Descubre 
agora  la  cara  á  la  burla  disimulada  ,  y  como  mirándole 
con  desprecio,  le  dice  :  ¿Xo  conocemos  aquí  (juién 
eres?  Y  el  (Uscurso  de  tu  vida  desde  la  cuna  hasta  este 
punto  ¿no  lo  sabemos?  ¿Qué  aprendíslü?  ¿De  quién 
aprendiste?  lo  que  aprovechaste  en  la  escuela  del  sa- 
ber nos  es  manifiesto  y  notorio,  tus  conipauo ros  fui- 
mos, y  tuvimos  los  mismos  maestros,  y  nunca  apro- 
vechaste con  ellos  tanto,  que  nos  pesase  .t  nosotros  de 
nuestro  aprovechamiento. 

10  «También  viejo,  también  anciano  entre  nos,  gran- 
de mas  que  padre  tuyo  de  dias.»  Ilosponde  á  lo  que 
Job  pudiera  decirle ,  que  si  era  verdad  (jue  mozos  ha- 
bían tratado  de  los  mismos  estudios ,  pero  hombres  y 
apartados  ya  unos  de  otros,  había  ya  él  aprovecha- 
do mas,  porque  tenia  en  su  pueblo  y  en  su  compañía 
hombres  muy  ancianos  y  sabios.  Y  ansí  le  dice  :  Ni 
en  eso  nos  l'as  hecho  ventaja ,  porque  también  nos- 
otros en  nuestra  gente  estamos  cercados  de  canas,  que 
vencen  á  tus  padres  en  dias.  Hasta  aquí  ha  respondiilo 
Elifaz  por  su  honra  y  curado  la  llaga  que  le  escocia, 
porque  ninguna  cosa  siente  mas  el  presuntuoso  que 
ser  notado  de  poco  avisado ;  y  ansí ,  como  le  dolía  mas 
aqueste  venino  ,  echó  fuera  su  ponzoña  primero ;  y 
dasenconado  ya  con  haber  ultrajado  ú  su  voluntad  al 


Lir.RO  DE  JOB.  365 

afligido  inocente,  entra  agora  á  tratar  lacau=:a  de  Dios, 
á  quien  Job,  según  su  falso  parecer,  injuriaba;  y  to- 
mando ocasión  de  la  postura  y  del  rostro  de  Job  ( que 
entonces  por  caso,  los  ojos  en  el  cielo  enclavados  y  fijos 
y  sin  pestañear  y  muy  encendidos,  parecía  reventar  coa 
dolor) ;  ansí  que ,  tomando  ocasión  desto ,  y  lo  que  na- 
cía de  justa  congoja  dándolo  falsamente  á  coraje  con- 
tra Dios  y  á  desesperación  y  soberbia  ,  diceleansí: 

i  1  «¿Por  dicha  es  gran  cosa  que  Dios  te  consuele? 
Mas  tus  palabras  malas  !o  vedan.»  O  como  dice  el  origi- 
nal á  la  Letra  :  «  ¿  Por  ventura  poco  en  comparación  de  tí 
consolaciones  de  Dios?  Y  palabra  secreta  contigo.»  Que 
es  como  decirle  :  ¿Parécete  que  Dios  no  puede  reparar 
tus  daños  ni  vencer  tu  miseria,  y  que  todo  lo  dulce 
suyo  es  meaja  en  comparación  de  tu  grande  amar- 
gura? Mira  bien  lo  que  piensas,  atiende  bien  á  lo  que 
encubre  tu  pecho;  que  tu  cara  nos  lo  descubre,  y  ca- 
llando la  boca ,  tus  ojos  y  el  ardor  de  tu  rostro  dan  vo- 
ces y  nos  dicen  su  desesperada  razón.  Dices  que  tu 
hecho  es  perdido ,  que  el  Omnipotente  no  lo  es  para 
remedio  ;  que  pudo  deshacerte,  y  rehacerte  no  pue.le, 
ó  que  ni  hizo  lo  uno  ni  cura  lo  otro,  sino  todo  es  acae- 
cimiento y  fortuna.  Y  esto  es  lo  que  añade,  «y  palabra 
secreta  contigo, »  esto  es ,  aunque  entre  tí  lo  comides  y 
sientes,  pero  por  las  muestras  de  fuera  lo'  descubres;  y 
aunque  lo  encubres,  lo  vemos,  porque  reluce  en  tu  ca- 
ra ,  y  no  mereces  ser  consolado  de  Dios ,  porque  en  lo 
secreto  juzgas  mal  del ,  y  no  en  lo  secreto  solamente, 
sino  también  en  lo  público ,  porque  lo  que  el  corazón 
sienle  y  la  lengua  lo  calla,  el  rosiro  lo  vocea  y  prego- 
na. Conforme  á  lo  cual  dice  luego  : 

12  «¿Adonde  te  soüeva  corazón  tuyo,  que  pesta- 
ñean tus  ojos?  »  Y  luego,  reprehendido  ya  el  semblante 
corajoso  y  de  soberbia  lleno ,  á  lo  que  á  Elifaz  parecía, 
pasa  á  disputar,  ó  por  mejor  decir,  á  argüir,  ne  las  se- 
mejas malas ,  sino  las  palabras  blasfemas  que  Job  á  su 
parecer  había  dicho.  Y  dice  : 

13  «¿Qué  se  hincha  contra  Dios  brío  tuyo,  y  qué 
palabras  heciste  salir  de  tu  boca?»  Esto  dice  por  lo 
que  dijo  arriba  Job  acerca  de  su  bondad  é  inocencia, 
cuando  se  prefería  de  dar  cuenta  de  sí  á  Dios  ,  como 
Dios  quisiese  de  bueno  á  bueno,  y  puesta  aparte  su  ma- 
jestad y  grandeza ,  hablarle  é  oírle.  Y  que  hable  desto 
Elifaz  vese  de  lo  que  se  sigue,  que  es  : 

14  «¿Quién  hombre  para  que  limpio  sea,  y  quién 
nacido  de  liembra  para  que  justo  sea?»  Lo  que  aquí 
decimos  hombre,  en  su  original  es  enos ,  palabra  que 
significa  el  hombre,  pero  que  trae  la  origen  de  su  sig- 
nificación de  lo  que  es  olvido  y  bajeza  y  torpeza;  y 
ansí,  en  las  mismas  palabras  iiay  una  como  contrapo- 
sición elegante;  como  si  dijera  desla  manera  :  ¿Quién 
es  la  torpeza  para  que  sea  limpia  ,  ó  el  olvido  para  que 
nunca  se  descuide  ó  ensucie ,  ó  la  bajeza  para  que, 
siendo  vecina  de!  suelo ,  excuse  las  condiciones  del  y 
vilezas?  Y  usa  desta  misma  figura  David  en  un  sal- 
mo (8,  fj) ,  diciendo  :  «¿Quiénes  el  hombre,  que  del 
te  acuerdes?»  Adonde  el  hombre  es  enos  como  aquí, 
y  ansí,  vale  como  si  dijese  :  ¿Quién  es  el  olvido  para 
que  tengas  tú  del  lauta  y  tan  contína  memoria?  Y  lo 
que  añade,  «  y  nacido  de  hembra  para  que  justo  sea,» 
es  como  si  dijera  á  la  clara ,  nucido  de  miseria  y  de 


366  OBRAS  DE  FRAY 

pecado  y  de  desorden  codicio!:a  y  ardiente,  y  en  nin- 
guna manera  sujeta  al  freno,  sino  desenfrenada  y  des- 
bocada del  lodo.  Que  to.los  estos  males ,  como  quien 
fué  origen  y  fuente  dellos  por  su  primera  inconstancia 
y  codicia,  signiHca  en  la  Sagrada  Escritura  la  mujer  y 
su  nombre;  y  ansí,  en  la  cabeza  de  las  miserias  núes-  ^ 
tras  pone  Dios  siempre  por  principal  el  nacer  de  tal 
madre,  y  hace  argumenio  de  lo  poco  que  se  nos  puede 
fiar  en  razón  de  virtud,  del  salir  de  tal  vicnlre,  porque 
siempre  responden  á  sus  principios  las  cosas.  Dice  : 

15  «Ves ,  en  sus  santos  no  puso  firmeza,  cielos  no 
limpios  son  en  sus  ojos. »  No  se  contenta  con  probar 
que  es  pecador  el  hombre  porque  es  hombro,  esto  es, 
de  mala  raza  y  de  substancia  baja  y  vil ,  sino  también 
porque  en  el  acatamiento  de  Dios  las  criaturas  que  pa- 
recen mas  libres  de  culpas  no  son  puras  y  limpias. 
<(Sus  san'ios')  llama  á  los  ángeles,  en  quien  dice  que  no 
puso  firmeza  Dios,  porque  de  su  na'uraleza  pudieron 
pecar ,  y  ansí,  muchos  dellos  pecaron.  Y  ios  cielos  que 
dice,  ó  son  los  mismo^j  ángeles,  significados  por  otro 
nombre,  (3  es  manera  de  lml)!ar  por  exceso. 

16  «¿Cuánlo  mas  aborrecible  y  podriilo  hombre 
bebiente  como  aguas  maldad??)  Concluye  la  razón,  y 
dice  maravillosamente  bien  ,  para  mostrar  la  facilidad 
y  gus'o  con  que  los  hombres  pecan ,  que  beben  la  mal- 
dad como  agua;  porque  ninguna  cosa  ni  se  hace  con 
menos  trabajo  que  el  beber,  ni  mas  gustosamenic  ni 
mas  á  todo  tiempo.  Y  porque  Job  había  dicho  también 
que  los  malos  á  las  veces  y  los  enemigos  de  Dios  vi- 
Ten  dichosos  y  prósperos,  dícele  agora  Eliiaz  que  se 
engaña,  y  púnele  delante  los  ojos  un  hombre  tirano,  y 
descubre  los  dolores  y  males  secretos  que  con  él  viven, 
para  que  se  entienda  que  lo  que  parece  próspero  en  el 
malo  no  es  próspero;  y  antes  que  lo  diga ,  dispone  los 
oídos  de  Job  para  que  lo  oigan  y  atiendan ,  autorizan- 
do y  encareciendo  lo  que  decir  quiere,  y  diciendo  que 
no  es  consideración  .suya,  sino  cosa  ya  vis'a  y  no'ada 
en  escrito  por  los  pásalos  y  antiguos,  y  dejada  á  los 
venideros  para  perpélua  memoria.  Y  ansí  dice  : 

17  «Anunciaré  á  tí,  oye  á  mí,  y  esto  que  viJe  y 
contarélo ; » 

18  "Lo  cual  sabios  lo  manifestaron,  y  no  escondie- 
ron saberlo  de  sus  antepasados.»  Dice  esto,  porque  la 
antigüedad  da  peso  á  la  doctrina;  que  la  verdad,  como 
no  se  muda,  siempre  es  una  y  siempre  hubo  quien 
la  supiese  ;  pero  las  opiniones  de  error  con  los  años  se 
caen ,  y  el  tiempo  las  desliace  y  las  horra ,  y  ansí  tie- 
nen siempre  modernos  principios.  Por  manera  que  la 
doctrina  verdadera  es  duradera  y  antigua. 

19  ((  De  los  cuales  solos  era  la  tierra,  y  no  pasó  fo- 
ra  tero  entre  ellos.»  Esto  dice,  porque  no  se  sospeche 
que  fueron  tiranizados  de  alguno,  y  que  en  odio  del  ti- 
rano escribieron  lo  que  les  dictaba  su  pasión. 

20  «Todos  los  días  del  malvado  se  ensoberbece,  y 
número  de  años  ascoiidido  al  tirano.  »  Dice  otra  letra  : 
«Todos  los  días  del  malvado  se  estremece.»  Y  viene 
bien  á  propósito,  porque  el  temor  es  conqiañero  de  la 
maldaij  y  que  nunca  della  se  aparta;  y  cuanflo  el  pe- 
cador y  fl  malo  fuese  feliz  en  todo  lo  que  se  desea  en 
la  vida.  p~le  temor  y  recelo  de  la  consríencia  sccre'o 
liunca  de  bi  lo  aparta ;  porque  el  alma  á  quien  el  vicio 


LUIS  DE  LEÓN. 

corrompe  y  saca  de  sus  naturales  quicios,  sin  saber 
de  qué  y  sin  considerado,  está  consigo  misma  inquieta 
y  descontenta,  y  se  carcome  entre  sí;  y  por  la  parte 
que  de  divina  tiene,  adevina  á  sí  misma  siempre  la 
desventura  que  la  aguarda  y  espera;  y  en  particular 
en  el  tirano  que  por  violencia  se"  hace  señor  de  los 
otros  se  verifica  esto  mas;  porque,  alten  le  del  desgus- 
to secreto  que  del  pecador  le  nace  en  el  alma,  el  sa- 
ber que  es  señor  de  forzados  y  de  los  que  desean  ser 
libres ,  hace  que  los  tema  á  todos  y  á  todas  horas.  Y 
ansí,  en  esto  fjue  dice  Elifaz  agora ,  casi  dice  desta  ma- 
nera :  Dices,  Job,  que  los  injustos  y  los  que  adoran  los 
ídolos  viven  prosiicados  y  ricos;  no  sé  cuántos  y  cuá- 
les son  los  que  viven  an>í:  mas,  yaque  te  concedamos 
que  los  malos  tienen  salud  y  riquezas  ,  nunca  te  con- 
cederemos que  gozan  de  ningún  bien  puranienle,  por- 
que viven  en  desasosiego  y  temor,  llenos  de  sobresal- 
tos y  de  esperanzas  malísimas,  que  son  poderosas,  no 
solo  para  aguarles  su  felicidad  temporal ,  mas  para  mu- 
dársela en  dolor  y  tormenlo.  «  Y  número  de  años  as- 
conil'do  al  tirano.»  Puédese  enicndor  de  una  manera, 
repitiendo  la  palabra  de  arriba ,  « tiembla  ó  se  estreme- 
ce,» y  diciendo  ansí:  «El  tirano  li'ombla  número  de 
años  ascondido,»  esto  es,  toda  la  vida  que  le  resta, 
que  se  llama  edad  ascendida  ó  años  escondidos ,  por- 
que eslá  por  venir,  y  lo  por  venir  está  como  ascendi- 
do en  el  seno  del  tiempo.  O  entendámoslo  do  otra  ma- 
nera, con  añadir  una  palabra  y  decir:  «Al  tirano  son 
escondidos  sus  años  y  el  número  de  ellos;  »  que  es  de- 
cir, que  por  el  temor  y  peligro  continuo  y  cierlo  en  que 
le  tiene  puesto  su  tiranía,  y  por  el  abonecimiento  que 
con  él  tienen  sus  subditos,  no  tiene,  como  decir  sole- 
mos, un  dia cierto  ni  una  hora  segura;  y  que  le  es  ansí 
incierto  y  ascondido  el  fin  de  su  vida,  que  ni  durmien- 
do ni  velando,  ni  asentado  á  su  mesa  ni  cerrado  en  su 
recámara,  se  puede  prome:er  un  punto  de  paz.  Y  con 
esto  concierta  bien  lo  que  se  sigue: 

21  «Voz  de  e-^pantos  en  sus  orejas  en  la  paz,  el  des- 
truidor entrará  á  él.»  Que  en  la  guerra  y  en  los  al- 
borotos de  pu'dj'.o  se  roiien  y  despojen  unos  á  otros, 
la  cosa  misma  lo  pide  ;  mas  ser  robado  y  destruido  en 
la  paz  es  estar  sujeto  con  sujeción  extrema  á  lodo  lo 
que  es  calamidad  y  peligro.  Y  no  solo  quiere  decir  que 
los  malos  y  tiranos  cuando  vienen  á  estar  mas  prós- 
peros, entonces  suelen  caer  por  el  suelo,  y  que  su  pros- 
peridad se  les  acaba  cuando  parecía  estar  mas  en  su 
punto,  sino  dice  también  que  durando  en  ser  prós- 
peros, y  eslaudo  al  parecer  de  todos  sus  cosas  en  paz, 
el  temor  que  les  nace  de  su  mala  conciencia,  y  el  ver- 
dugo secielo  de  la  justicia  de  Dios  se  les  entra  en  el 
alma,  sin  que  se  lo  estorben  ni  las  riquezas  dellos ,  ni 
sus  deleites  ni  su  gente  de  guarda ;  y  dentro  los  asom- 
bra y  entontece,  y  verdaderamente  les  roba  y  des- 
truye todo  el  bien  de  su  gusto.  Dice  mas: 

22  « i\o  creei'á  tornar  de  cscuridail ,  y  mira  al  der- 
redor sí  hay  cuchillo.»  Encarece  por  diversas  maneras 
la  misma  sentencia,  y  engrandece  mas  este  peligro  y 
temor  de  que  habla;  y  ansí,  dice  que  no  creerá,  ó  no 
tendrá  por  cierto,  como  dice  otra  letra,  que  ha  de  tor- 
nar de  oscuridad,  esto  es,  que  cuando  se  acostare  de 
noche  no  estará  seguro  ni  cierlo  que  llegará  á  la  ina- 


IíXP0!^ir,10N  DEI 
nana,  y  qiie  mirara  y  contemplará  el  cucliillo ,  esto 
es ,  que  cuando  amaneciere  y  abriere  los  ojos  con  la  luz 
deseada,  loprin)ero  que  verá,  ó  lo  primero  que  el  jus- 
to temor  que  tiene  le  representará  para  que  lo  vea  y 
como  si  lo  viese ,  será  el  cuchillo  y  el  puñal  libre  y  ven- 
gador y  la  merecida  muerte. 

23  "Si  va  adonde  está  el  pan,  sabe  que  asentado  en 
su  mano  el  dia  escuro.»  Aquí  parece  puso  en  su  pun- 
to y  subió  cuanto  subir  se  podia  la  grandeza  desle 
miedo  y  peligro,  pues  en  la  mesa  misma  y  en  el  pan 
con  que  se  sustenta  la  vida,  aili  temian  los  tiranos, 
mas  que  en  otra  cosa,  la  mueríe.  Dia  escuro  ó  de  ti- 
nieblas llama  á  la  muerte,  como  el  poeta  (a)  la  llamó 
noche  eterna  cuando  dijo  : 

Y  los  ojos  la  noche  eterna  cierra. 

24  «Turbarlo  han  angustia  y  aprieto,  rodearlo  lian 
como  á  rey  aparejado  al  torneo.»  Concluye  como  amon- 
tonando las  fuerzas  desle  temor,  y  comparándole  á 
rey  puesto  á  punto  de  guerra,  rodeado  de  soldados  y  de 
gente  de  armas,  que  de  lo  que  vemos,  es  el  poder  ma- 
yor y  que  menos  puede  ser  resistido. 

2o  "Que  tendió  sus  majios  conira  Dios,  y  contra 
Omnipotente  se  fortaleció.»  «Tender  las  manos  »  unas 
veces  es  señal  de  humildad ,  como  las  tienden  los  que 
suplican  y  adoran ,  y  oirás  de  presunción  y  soberbia, 
como  las  tienden  los  que  en  alguno  las  ponen  para  da- 
ñarle, y  ansí  se  entiende  aquí.  Y  ya  que  ha  dicho  del 
temor  y  miseria  secreta  que  enturbia  y  hace  agria  la 
felicidad  de  los  malos,  descubre  la  fuente  de  donde  les 
mana .  para  que  entendido  cuan  poderoso  es  el  Autor, 
y  la  justa  razón  que  le  mueve,  quede  entendido  y  con- 
cluso cuan  perpetuo  es  y  cuan  cierto  y  cuan  no  evi- 
table el  miedo  y  temblor  que  padecen ;  y  ansí ,  dice  que 
porque  se  mostró  soberbio  á  Dios  el  malo,  y  quiso  casi 
poner  las  manos  en  -él ,  y  presumió  poder  resistirle, 
por  eso 

26  (( Corrió  contra  él  con  cuello  erguido,  armado  con 
gruesa  cerviz, »  ó  como  dice  al  pié  de  la  letra  :  «  Cor- 
rerá contra  él  en  cerviz,  en  lo  grueso  de  cuerpos  de 
escudos  del.»  Que  es,  hablando  en  figura  de  un  hom- 
bre armado  que  pelea  con  otro  armado  también ,  de- 
cir que,  sin  que  le  valga  ni  armadura  ni  fuerza ,  le  he- 
rirá Dios  en  lo  mas  peligroso  y  en  lo  mas  defendido, 
en  el  cuello  donde  se  degiiella  con  un  golpe  la  vida ,  y 
en  el  pecho  que  el  arnés  fuerte  y  acerado  cerca.  Y  di- 
cho este  pecado  y  la  pena  del ,  dice  luego  otro  : 

27  «Que -cubrió  faces  suyas  con  grosura  suya,  y 
hizo  rollos  de  carne  sobre  las  ijadas.» 

28  «Y  moró  en  villas  desiruidas ,  casas  que  no  mora- 
ron en  ellas,  aparejadas  á  montones  de  piedras.»  Lo  pri- 
mero del  mal  es  el  perder  el  temor  á  Dios ,  y  el  presumir 
soberbiamente  de  poder  valerse  sin  él ,  que  es  una  da- 
ñada rebeldía.  A  esto  se  sigue  luego  soltar  la  rienda  á 
los  deseos,  y  coger  el  fruto  de  esta  vida  sin  orden ,  y 
vivir  en  ella  como  si  no  hubiese  después  della  otra.  Y 
los  que  tropiezan  en  lo  primero,  luego  caen  y  se  ex- 
tienden en  esto  segundo,  lo  cual  todo  encierra  Elifaz 
debajo  del  nombre  de  dos  cosas ,  que  son  comidas  y 

(a;  Virg.,  JEa.,  lib.  x,  v.  740. 


Ur.RO  DE  JOn.  367 

edificios;  y  en  la";  C3?iiidis  se  comnrehenden  todos  los 
deleites  del  guslo  y  del  sentido  del  tacio,  y. en  los  edi- 
ficios lodo  el  aparato  de  la  delicadeza  y  soberbia.  Di- 
ce cubrió,  esto  es,  apacentóse  bien;  y  declara  por  el 
efecto  la  causa,  que  es  el  ocio  y  regalo  y  los  deleites, 
y  las  preciosas  y  abundantes  comidas.  «Moró  villas 
destruidas ; »  dícelo  ansí ,  porque  los  edificios  necesa- 
rios para  nuestra  vivienda  no  se  defienden  ni  repre- 
henden. Pero  los  derramados  enesle  vicio  y  en  los  que 
se  encierran  &n  él ,  no  se  contenían  con  lo  necesario, 
sino  en  los  desiertos,  que  son  los  campos ,  que  ansí  ios 
llama  la  Sagrada  Escril  ura ,  en  los  bosques ,  en  los  mon- 
tes ,  en  los  lugares  perdidos  y  que  no  pueden  servir 
mas  de  para  su  antojo,  levantan  soberbios  edificios.  Y 
dice  destruidas,  porque  en  aquellos  lugares,  como 
inútiles,  no  edifica  nadie,  ó  si  edifica,  lo  deja  perder 
lufgo;  porque  el  antojo  desordenado  gusla  siempre  de 
andar  al  revés  de  los  otros.  O  dice  destruidas,  porr 
que  tomando  un  tiempo  por  otro,  preslo  se  destruirán, 
esto  es,  porque  en  muriendo  sus  dueños,  morarán  allí 
las  aves  y  los  venados,  y  se  envejecerán  y  caerán  so- 
bre sus  moradores,  desamparadas  de  los  ho;nl>res,  que 
ni  quieren  ni  pueden  vivir  en  ellas.  Y  conforme  á  eslo 
es  lo  que  añade,  y  dice  :  «Aparejadas  á  montones  de 
piedras,»  porque  de  los  edificios  arruinados  lo  que 
queda  son  montones  de  piedras  mal  puestas. 

29  "No  se  enriquecerá,  ni  se  afirmará  su  haber,  ni 
lanzará  por  la  tierra  su  raíz. »  Del  pecado  y  vicio  que 
ha  dicho,  esto  que  dice  agora  es  la  pena  natural  y  que 
casi  siempre  se  ve,  poijreza  y  asolamiento  de  la  ha- 
cienda. Porque  en  un  pecho  que  no  pone  límite  en  suí3 
deseos  y  antojos,  un  Perú  ó  un  océano  de  oro  que  en- 
tre, se  desagua  luego  y  se  consume  y  desaparece.  Y. 
debajo  de  esta  pena  pública  se  entiende  otra  secreta,  y 
también  de  pobreza  de  alma  y  de  razón ;  porque,  como 
crece  el  vigor  del  apetito  desordeñado ,  y  según  que 
se  va  haciendo  señor  del  hombre ,  ansí  descrece  y  se 
amengua  el  uso  de  la  razón  y  su  clara  y  limpia  luz. 
Esto  pues  toca  á  la  pena  del  malo  en  su  persona,  pero 
no  se  acaba  con  él  el  castigo,  sino  pasa  á  sus  hijos, 
porque  sea  escarmiento,  no  solo  á  los  que  vivieron  con 
él,  sino  también  á  ios  que  después  le  suceden.  Y  delios 
dice : 

30  "No  se  apartará  de  Unieblas,  pimpollo  suyo  seca- 
rálo  la  llama,  y  será  movido  con  resolio  de  su  boca;» 
quiere  decir,  ó  no  se  logran,  como  decimos,  ó  nunca 
vienen  á  prosperidad,  viviendo  siempre  en  trabajo  y  mi-* 
seria.  Y  porque  los  llamó  pimpollo,  como  se  llama  pro- 
priamenle  el  ramo  nuevo  nacido  de  árbol  viejo,  perse- 
verando en  la  misma  manera  de  hablar  de  árbol  y  cosas 
de  campo,  dice  que  la  llama  le  secará,  y  le  moverá  el 
soplo ,  porque  las  plantas  nuevas  se  pierden ,  ó  quema- 
das de  algún  aire  frió  y  agudo,  ó  abochornadas  del  tiem- 
po encendido,  que  las  seca  y  marchita.  Y  dice  «resollo 
de  su  boca»,  y  puédese  entender  de  su  boca  de  Dios,  y 
ansí  está  claro,  ú  de  su  boca  misma  del  pimpollo  y  del 
liijo,  y  ansí  djrá  claramente  la  mucha  facilidad  con  que 
ha  de'ser  destruido,  y  cuan  dispuesto  y  aparejado  eslá 
el  hijo  del  malo  á  la  injuria  y  á  ios  golpes  de  la  fortu- 
na, pues  su  soplo,  eslo  es,  él  mismo  á  si  mismo  se  pono 
fuego  y  se  seca.  Mas  si  alguno  dijere:  Si  tan  grave  mal 


3C8  OBRAS  DE  FRAY 

padece  el  tirano ,  ¿cómo  os  posible  que  dure  en  su  ti- 
ranía? A  esto  responde  y  dice : 

31  «No  creerá  engañailo,  que  con  precio  podrá  ser 
redimido,')  ó  como  dice  á  la  letra :  «  No  creerá  vanamen- 
te engañado,  que  vanidad  será  su  trueque.»  Como  si 
dijese  :  No  se  entienden  á  sí  mismos,  y  el  mal  que  pa- 
decen no  piensan  que  nace  de  su  malvado  vivir,  antes 
se  imaginan  que  viviendo  peor,  y  añadiendo  á  deleites 
deieiles,  aplacarán  ó  amoriíguarán,  ó  si  quieren,  bo- 
tarán aquel  sentido  interior ;  y  van  creciendo  en  ser 
peores  cuanto  mayores  dolores  y  desasosiegos  sienten, 
y  proméíense  grandes  cosas,  y  como  no  creen  otra  vida, 
tienen  por  cierto  que  csíc  deleite  y  mando  y  riqueza  de 
que  gozan  agora  no  se  les  trocará  después  en  miseria. 
Mas  presto  ven  la  falsedad  de  su  pensamiento  ;  porque, 
como  añaile : 

32  « En  dia  no  suyo  será  íicabado ,  y  su  ramo  no 
echará  flor.»)  (iDía  no  suyo  »  llama  cuando,  estando  mas 
para  vivir,  y  conliando  mas  en  su  fuerza  y  poder,  re- 
volviendo I);os  en  un  momento  los  tiempos,  por  un  de- 
sastre no  pensado  perecen.  Porque  aquel  dia  no  era  su- 
yo, esto  es,  no  era  de  la  muerto  al  parecer,  ni  dia  que 
prometía  calamidad  ó  desastre ,  sino  muy  al  revés.  Y 
dice  que  en  aquel  dia  será  acabado ;  porque  se  acaba 
del  todo  su  ramo,  que  es  su  sucesión  y  esperanza,  sin 
llegar  á  flor.  Y  declara  lo  mismo,  conviene  á  saber,  el 
ímpetu  del  desastre  no  pensado  que  arruina  los  malos, 
por  dos  comparaciones  tomadas  del  campo,  una  de  la 
viña  que  comienza  á  florecer,  y  otra  de  la  oliva  que  es- 
tá en  ilor.  A  quien  suele  acontecer  muclias  veces  que, 
comenzando  el  dia  sereno,  y  estando  ellas  como  alegres, 
desplegando  al  sol  puro  sus  hojas  y  flores ,  de  impro- 
viso se  levanta  un  violento  aire,  y  turba  el  cielo  y  en- 
vía una  muchedumbre  de  piedra  y  granizo,  que  les  der- 
rueca al  suelo  toda  aquella  hermosura,  quedando  en  un 
punto  perdidas  y  pobres  las  que  un  poco  antes  estaban 
frescas  y  hermosas.  Y  ansí  acontece  á  los  malos;  por- 
que dice : 

53  «Será  destruido  como  viña  de  sus  tallos  tiernos, 
y  liará  caer  como  á  oliva  su  flor.  »  Y  añade  : 

3 i  «í^onjue  congregación  de  hipócrita  desierta,  y 
fuegocomorá  moradas  de  don  ;»  en  que  concluye  lo  par- 
ticular, haciemlo  sentencia  gi'neral  y  diciendo  :  Forzo- 
so es  que  acontezca  al  tirano  dcsta  manera ,  porque  la 
ley  de  Idlos  los  hipócritas  y  como  su  hado  siempre  fué 
semejante.  Y  entiende  por  hipócritas,  según  el  uso  do 
"la  Santa  Escritura,  á  toda  la  universidad  de  los  malos; 
ponpic  no  hay  pecado  domle  no  haya  alguna  disiinula- 
cion  falsa,  y  algún  color  do  bien  que  encubra  el  mal  y 
el  engaño.  Ansí  que,  el  hado  do  ellos  es  llama  y  fue- 
go, y  úllicno  asolainíenlo  y  destrucción.  Dice  «casa  de 
d  un,  oslo  es,  donde  se  compra  la  justicia  con  dádivas. 
Y  íiunquc  toca  esto  propriamcnlc  á  los  jueces  que  se 
cohechan,  pero  también  se  extiende  á  todos  los  que  pe- 
can en  cualquiera  manera  ;  porque  á  todos  los  atrae  al-  ' 
gun  interese  ó  deleite  presente,  y  lodos,  sobornados  del 
como  con  una  dádiva  rica,  tuercen  la  ley  de  la  razón, 
apartándose  dclla. 

33  «Concebir  trabajo  y  parir  vanidad,  y  vientre  de- 
llos  ordenará  engaños,»  es  conclusión  y  como  un  epi- 
lobio breve ,  que  en  una  palabra  comprehcnde  to  lo  lo 


LUIS  DE  LEÓN. 

dicho  cuanto  al  pecado  y  pena  deste  su  tirano  Eli  faz- 
Y  dice  ansí :  Al  fin,  por  decirlo  mas  brevemente,  todo 
el  hecho  y  negocio  destos  es,  «líoncebir  trabajo  y  parir 
vanidad.»  «Conciben  trabnjo»  ansí  por  el  temor  que 
interiormente  padecen,  como  por  sus  voluntades  y  de- 
terminaciones perversas.  «Paren  vanidad,»  ponjue  el 
efecto  de  sus  propósitos  y  hecho  es  siempre  vanísimo, 
ó  porque  huyendo  del  trabajo  que  les  causa  el  desaso- 
siego concebido  en  el  ánimo,  se  derraman  fuera  de  sí, 
buscando  vanos  alivios,  esto  es,  pariendo  vanidad  y  mas 
vanidad  (que  ansí  se  llaman  bien  las  obras  que  estos 
hacen  para  buscar  su  contento),  porque  ni  dan  el  con- 
tento que  en  ellas  se  busca ,  ni  siquiera  otro  menor,  ni 
son  inútiles  solamente,  sino,  como  se  descubre  en  la 
muerte,  dañosas  y  pestíferas.  Y  ansí  por  esto  «su  vien- 
tre dellos»,  esto  es,  su  pensamiento  y  consejo  y  todo 
su  aviso  siempre  ordena  engaños  y  lazos,  y  no  lazos  en 
que  los  otros  caigan,  sino  lazos  que  sean  redes  y  duras 
prisiones  para  sus  mismos  pies. 

CAPITULO  XYI. 

ARGUMENTO. 

Oiilo  cl  razonamiento  de  Elifuz,  responde  Job  que  es  fácil  á  los 
que  no  padecen  trabajos  el  consolar  á  los  que  los  padecen  ;  lla- 
ma consoladores  molestos  y  locuaces  á  Elil'az  y  sus  compañe- 
ros ;  dice  que  él  está  inocente  aunque  padece  tantos  males,  y 
en  comprobación  de  su  inocencia  ,  implora  el  juicio  de  Dios, 
quien  solo  escudriña  los  corazones  de  los  liombres. 

í  Y  respondió  Job  y  dijo : 

2  Oído  lie  como  esas  muchas,  consoladores  de  tormen- 
tos lodos  vosotros. 

3  /.Hahr.in  fin  palabras  de  vientos?  O  ¿con  qué  confirma- 
réis cuanto  habláis? 

i  También  \  o  oonio  vos  hablaré,  y  ojalá  estuviese  vues- 
tra ánima  en  lu¿;ar  de  la  nila. 

5  Aplicara  soI)re  vosotros  mis  palabras  y  moviera  so- 
bre vosotros  cabc/a  mia. 

6  Forlateciéraos  con  mi  boca,  y  movimientos  do  mis 
l;d)ios  detuvieran  vuestro  dolor. 

7  Si  hablare  no  se  estorbará  mi  dolor;  si  cesare,  no  se 
partirá  de  mi. 

8  Cierlo  agora  aíligióme,  asolaste  toda  mi  congrega- 
ción. 

9  Heciste  rngas  en  mi,  icsligo  es  y  contra  mi  solevan- 
ta; magrez  mia  on  mi  cara  rospondorá. 

to  ira  suya  recogió  y  contrailijome,  escupió,  regañó 
contra  mi  con  sus  dicnlcs,  mi  enemigo  aguzó  sus  ojos 
en  mi. 

ti  ExkMidió  sobro  mi  sus  bocas  con  afrenta,  hirieron 
en  mejilla  mia,  y  juntamente  contra  mi  se  amontonaron. 

12  Encerrado  me  entregó  Dios  al  falso,  y  en  las  manos 
de  los  malvados  me  entregó. 

13  Kn  paz  estaba  y  desmenuzóme,  asióme  por  la  cer- 
viz, esparcióme  desmenuzado  y  púsome  asi  como  blanco. 

l-t  Cercáronme  sus  saetas,  traspasóme  los  lomos,  y 
no  perdonó,  derramó  por  ta  tierra  liiel  mia. 

V6  Qucl)rantóme  con  quel)ranlo  sobre  quebranlo,  cor- 
rió contra  mi  comovalienle  barragan. 

i6  Cilicio  cosí  sobre  mi  cuero,  y  cargué  de  polvo  mi 
cabeza. 

17  Mis  faces  se  enlodaron  con  cl  lloro ,  y  sobre  mis 
pestañas  sombra  de  muerle. 

18  Por  no  violencia  de  mis  manos,  j  oración  mia 
limpia. 

1!)  Tierra,  no  cubras  mi  sangre ,  ni  haya  lugar  á  mi 
clamor. 


EXPOSICIÓN  DEL 

20  Aun  agora  en  los  cielos  testigo  mió,  y  raí  satidor 
en  las  alturas. 

21  Palabreros  amigos  mios,  á  Dios  llora  el  mi  ojo. 

22  Y  argüirá  varón  con  Dios,  y  como  hijo  de  hombre 
con  su  compañero. 

23  Que  años  de  cuenta  vendrán,  y  senda  no  tornaré 
que  audaré. 

EXPLICACIÓN. 

1  «Y  respondió  Job  y  dijo.  »  Cansado  de  oir  tantas 
veces  unas  mismas  razones,  díceles  agora  Job  que  se 
holgara  estuvieran  ellos  en  su  lugar  para  consolarlos  él, 
y  mostrarles  la  manera  como  se  consuelan  los  afligidos. 
Y  de  allí,  volviendo  sobre  su  desventura,  cuenta  con 
encarecidas  palabras  lo  mucho  que  padece  y  cuan  sin 
culpa  lo  padece.  Y  dice  : 

2  ((Oido  he  como  esas  muchas ,  consoladores  de  tor- 
mento todos  vosotros.»  Quien  dice  «esas  ó  ese»,  y  no 
■nombra  con  su  nombre  lo  que  demuestra,  como  en  nues- 
tro castellano,  ansí  también  en  la  lengua  original  deste 
libro  hace  significación  algunas  veces  de  enfado  y  des- 
precio. Y  por  no  dar  á  la  cosa  de  que  se  liabla  el  mal 
nombre  que  ó  ella  merece  ó  á  nosotros  nos  parece  de- 
bérsele, señalamos  ansí  y  nos  quedamos  como  en  el  ca- 
mino, yendo  á  nombrarla,  detenidos  de  alguna  razón  de 
respeto;  y  lo  que  no  decimos  con  la  palabra,  demos- 
tramos con  el  meneo  y  desgaire  del  rostro ,  y  la  boca 
dice  esas  y  calla,  y  el  desgaire  habla  por  ella,  y  los  que 
lo  ven  entienden  que  dice  esas,  como  si  dijésemos,  ó 
impertinencias  ó  necedades ,  y  ansí  se  usa  en  este  lu- 
gar. Porque  es  muy  justa  la  razón  que  tiene  Job  para 
mostrarse  enfadado ;  que,  demás  de  ser  desapiadada  ma- 
nera, á  un  afligido,  en  lugar  de  condolerse  con  él,  de- 
nostarle, aun  en  razón  de  disputa  era  disparate  lo  que 
decían  y  tornaban  á  decir  tantas  veces  sin  jamás  lle- 
gar al  propósito.  Porque,  aunque  era  verdad  decir  que 
Dios  en  esta  vida  azota  severamente  á  los  malos ,  pero 
no  estaba  allí  el  punto  de  la  dispula,  sino  en  probar  que 
siempre  les  acontecía  á  los  malos  ansí,  y  por  el  contra- 
rio, los  buenos  vivían  siempre  en  vida  abundante  y  sin 
ningún  revés  de  fortuna ;  que  era  lo  que  Job  para  su 
defensa  negaba,  y  lo  que  no  sabían  ni  podían  probar  sus 
amigos.  Antes,  como  acontece  á  aquellos  que  esgrimen, 
si  acaso  en  ellos  crece  el  enojo  y  les  desfallece  el  brazo 
y  el  arte,  que  sin  guardar  tiempo  ni  orden,  tiran  y  re- 
doblan golpes  á  ciegas,  ansí  hacen  estos,  que  encendi- 
dos con  la  disputa,  y  cegándose  con  la  tema  y  enojo,  ni 
vian  lo  proprio  de  su  propósito,  por  estar  ciegos,  ni  po- 
dían contenerse  de  hablar  sin  propósito,  por  estar  eno- 
jados y  corajosos.  Y  desto  nació  en  ellos  tanto  hablar 
y  tan  poco  acertar,  y  el  pecar  en  lo  mismo  siempre ,  y 
volver  siempre  á  lo  mismo.  Y  de  aquí  nacieron  estas 
que  Job  llama  esas,  y  quiere  decir,  impertinencias  va- 
nas muchas  y  muy  repetidas,  y  dellas  el  enfado  de  Job 
con  sus  amigos ;  porque  les  dice :  « Consoladores  de 
tormento  todos  vosotros.»  Y  luego  : 

3  «¿Tendrán  fin  palabras  de  viento?  O  ¿con  qué  con- 
firmaréis cuanto  habláis  ?  Llama  «  palabras  de  viento  » 
lo  que  decían  y  repetían  aquestos,  y  llámalas  ansí  con 
grande  razón ,  porque  iban  todas  fuera  del  intento  pro- 
puesto, y  se  divertían  á  cosas  que  concedidas,  no  con- 
cluian  en  manera  alguna  lo  que  se  pretendía.  Y  esto 

E.  &V1-U. 


LIBRO  DE  JOB.  369 

llamamos  bien  hablar  en  el  airo,  cuando  ni  tiene  fun- 
damento ni  es  á  propósito  todo  cuanto  se  habla.  Tales 
pues  eran  estos  por  dos  razones :  una ,  porque  sien- 
do su  oficio  consolar  á  Job  afligido,  se  ponían  á  fati- 
garle y  afligirle  de  nuevo,  acusándole  y  poniéndole  cul- 
pas; otra,  porque  cuando  fuera  tiempo  de  tratar  con 
él  dellas,  era  impertinencia  cuanto  decían.  Y  según 
esto,  añade  :  «¿Con  qué  confirmaréis  cuanto  habláis?» 
Que  es  decirles  mas  claro  que  no  estribaba  su  razón 
en  cosa  que  verdadera  fuese ,  ó  sin  duda  ninguna  era 
decirles  que  con  cuanto  decian  no  podían  probar  ser 
verdadero  lo  que  probar  deseaban  acerca  de  su  culpa  y 
pecado;  questo  llama  «  cuanto  habláis»,  porque  toda  su 
habla  la  enderezaban  á  aqueste  fin  y  probanza.  Y  dice: 

4  «También  yo  como  vosotros  hablaré,  y  ojalá  estu- 
viese vuestra  alma  en  lugar  de  la  mia.» 

5  «Aplicara  sobre  vosotros  mis  palabras  y  moviera 
sobre  vosotros  mi  cabeza. »  Como  diciéndoles  que  lo 
que  ellos  hablaban,  esto  es,  lo  que  alegaban  y  en  lo  que 
se  extendian  para  convencerle  de  culpa,  también  lo 
platicaría  él  si  quisiese.  Porque,  como  al  principio  diji- 
mos, con  solo  decir  que  era  justo  Dios ,  y  con  solo  ex- 
tenderse en  alabar  su  sabiduría  y  grandeza,  les  parecía 
que  Job,  pues  estaba  azotado,  quedaba  convencido  de 
malo.  Y  lo  primero  era  verdad ,  y  lo  segundo  no  lo  era 
ni  se  seguía  de  lo  primero.  Y  ansí,  dice  bien  que  habla- 
ra como  ellos,  esto  es,  que  supiera  decir  de  la  justicia 
y  saber  de  Dios  lo  que  ellos  han  dicho.  Y  aun  dice  que 
usara  mejor  que  ellos  de  aqueste  ?aber,  porque  no  con- 
cluyera tan  mal,  ni  de  ser  justo  Dios  hiciera  argumen- 
to para  condenar  á  ninguno;  y  á  ellos  mismos,  si  estu- 
vieran en  su  lu?ar  y  padecieran  lo  que  padece,  no  los 
acusara  de  pecado,  aunque  sabe  y  conoce  tan  bien  co- 
mo ellos  que  es  justo  Dios  por  manera  infinita.  Antes, 
dice ,  yo  os  mostrara  por  la  obra  entonces  como  debe 
ser  tratado  quien  es  afligido  y  padece  ;  que  no  me  pu- 
siera á  disputar  si  pecábades ,  sino  á  condolerme  de  lo 
que  padecíades,  y  del  dolor  ajeno  hiciera  proprio,  y 
sintiera  loque  sentíades,  y  ajustárame  con  vuestra  for- 
tuna. Y  eso  es  lo  que  dice  :  «Aplicara  sobre  vosotros 
mis  palabras ,»  esto  es,  hablara  conforme  á  lo  que  pe- 
dia vuestra  miseria,  y  midiera  mis  palabras  con  ella,  y 
cuanto  dijera  fuera  á  propósito  de  aliviaros  la  pena. 
«Y  moviera  sobre  vosotros  cabeza  mia»  (que  es  el  ges- 
to de  los  que  se  conduelen  y  de  los  que  lloran  con  otros, 
menear  la  cabeza  encogiéndose);  y  ansí,  dice  que  con 
razones  y  con  meneos  los  consolara,  esto  es,  por  todos 
los  caminos  posibles.  Porque  dos  son  los  principales 
para  mitigar  el  dolor :  ó  la  razón,  que  les  disminuye  á 
los  afligidos  la  causa ,  ó  el  sentir  que  tienen  quien  se 
conduela;  que  lo  primero  disminuye  la  pena,  en  cuan- 
to deshace  la  causa  della ,  y  lo  segundo  repártela  con 
otros,  y  ansí  queda  menos.  Prosigue : 

6  (cFortaleciéraoscon  mi  boca,  y  movimiento  de  mis 
labios  atajara  vuestro  dolor.  »  Fortaleciéraos ,  dice,  y 
no  os  reprehendiera,  os  animara  y  no  os  acusara;  bus- 
cara razones  que  disminuyeran  vuestro  sentü",  y  no 
argumentos  que  sacaran  á  luz  vuestra  culpa.  Porque 
á  la  verdad,  cuando  uno  está  afligido  y  azotado,  no 
es  tiempo  de  avisarle,  sino  de  consolarle,  y  el  repre- 
hendelle  entonces  es  castigarle  mas,  y  el  convencerlo 

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370  OBRAS  DE  FRAY 

de  culpa  (sin  ella)  es  traerle  á  desesperación;  y  en  ca-   ; 
so  que  la  tuviese,  pues  la  paga,  no  cabe  en  razón  el   i 
darle  en  cara  con  ella,  ni  el  tratar  della  en  manera  nin-  j 
puna.  Demás  de  que,  el  dolor  agudo  y  presente  no  deja  ; 
el  juicio  libre  para  atender  á  otra  cosa;  y  ansí,  en  pre-   ; 
sencia  suya  no  bay  lugar  de  disputa,  cuya  conclusión   i 
para  el  que  padece  es  amarga  y  desabrida.  Que,  como  al 
cuerpo  enfermo  aplicarle  nuevas  causas  de  mal  seria   | 
crueldad  señalada ,  ansí  al  ánimo  dolido  en  ese  mismo   \ 
tiempo,  cuando  se  congoja  y  se  duele,  y  cuando  la  pena  | 
le  esíá  presente,  hacerle  presente  la  culpa  es  añadirle   ¡ 
congoja  nueva;  que  en  quien  lo  hace  arguye  ó  falta  de   [ 
saber  ó  de  amor  verdadero.  «Todas  las  cosas  tienen  su   i 
tiempo,»  como  dice  el  Sabio  (a),  y  el  del  padecer  pide  • 
el  consuelo.  Y  porque  esto  se  hace  en  dos  maneras ,  ó 
'fortificando  el  ánimo  paciente,  ó  eso  mismo  que  se  pa-   ¡ 
dece  disminuyéndolo,  Job  dice  que  si  le  tocara  á  él  el 
consolar,  y  á  sus  amigos  el  padecer,  no  solo  no  hiciera 
lo  que  hacen  con  él,  ni  solo  no  los  reprehendiera ,  mas 
hiciera  lo  que  ellos  hacer  debían,  y  los  consolara  por  la 
mejor  via  que  le  fueía  posible ;  ponjue  se  ingeniara  á 
añadirles  fortaleza  en  el  ánimo  y  á  cortar  los  nervios  y 
deshacer  las  fuerzas  de  lo  que  les  causaba  dolor,  y  á  ala- 
jarie  ios  mineros  del  todo.  Y  añade : 

7  (iSi  hablare,  no  se  ataja  mi  dolor;  si  cesare,  no  se 
partirá  de  mí.))  Yo,  dice,  me  hubiera  con  vosotros  en 
la  forma  que  digo;  mas  agora  á  mí,  y  en  la  manera  que 
comigo  os  habéis,  ni  el  iiabiar  me  vale  ni  el  oíros  me 
remedia;  porque  el  hablar  es  responder  á  vuestras  im- 
pertinentes calumnias,  que  no  ataja,  sino  acrecienta,  el 
enojo;  y  el  callar  es  oíros,  que  es  otro  mayor  enojo. 
De  arte  que,  según  buena  cuenta,  estos  amigos  de  Job, 
en  lugar  de  consolarle,  no  solamente  le  causaban  tor- 
mento, mas  le  privaban  de  la  ocasión  de  consuelo;  por. 
que  si  callaran  y  le  dejaran  solo,  él  se  conhortara  en 
alguna  manera  consigo,  ó  callando  ó  hablando  buscara 
razones  que  le  fortificaran,  y  ocupárase  en  ellas,  habla- 
ra lo  que  su  dolor  le  pedia  y  desahogara  el  dolor.  Mas 
agora  al  revés,  con  su  importuna  disputa  no  le  dejan  ni 
pensar  ni  hablar  lo  que  le  fuera  de  alivio;  cuando  ca- 
lla los  ha  de  oír,  y  cuando  habla,  habla  para  su  res- 
puesta; y  ansí,  ni  calla  ni  habla  para  su  descanso,  co- 
mo pudiera,  sino  para  indignación  y  nuevo  enojo,  Y 
ansí  añade  bien : 

8  «Y  cierto  agora  afligióme,  y  asolaste  toda  mi  con- 
gTe:.'acion. »  San  Jerónimo  entiende  que  habla  aquí 
Job  con  el  dolor  de  quíiiu  dice  que  le  allii-'C  \)0V  todas 
parles.  Mas  también  lo  podemos  enderezar  á  Dios,á 
quien  dice  que  en  esto  mismo  que  a^'ora  dice  y  con 
sus  amibos  padnce,  ve  claramente  cómo  le  aflige  del 
todo ;  pues  este  pequeño  resquicio  que  para  su  con- 
í5uelo  tener  podía  ,  la  niodilacion  de  lo  que  le  podía  es- 
forzar se  le  cierra  y  quita,  obligándole  á  rcspueslas 
y  demandas  tan  molesta"?.  Y  lo  que  es  mas  dolor,  le 
quita  este  bien  por  m^dio  do  ovos  miamos  que  vom'an  á 
riársolo,  converliéíidole  en  [tona  lo  que  vino  á  traerle 
consuelo,  y  sacando  de  sus  amigos  su  daño.  Y  jior  eso 
dico  qiif!  «lo  ha  asolado  ^m  rongregncion  »  ;  porijue  ha 
hecho  qiio  la  mujer  y  la  fanillia  y  los  amigos  no  solo  le 

(a)  Ecdcs-,  Z,  1. 


LUIS  DE  LEÓN. 

falten,  que  fuera  mal  pasadero,  sino  que  le  atormen- 
ten por  todas  maneras,  siéndole  estorbo  para  su  alivio 
y  añadiéndole  tormento  de  nuevo,  cortando  las  causas 
de  consuelo  y  acrecentando  las  de  dolor  y  pena ;  que 
es  sin  duda  asolamiento  perfecto,  adonde  no  solo  no 
queda  rastro  de  lo  pasado,  mas  se  pone  todo  de  figura 
contraría  y  diferente.  Añade : 

9  «Heciste  rugas  en  mí,  testigo  es,  y  contra  mí  se 
levanta  falsario,  en  mí  cara  responderá.»  Lo  que  deci- 
mos falsario,  en  el  original  significa  lo  que  desdice  de 
lo  que  es;  y  ansí,  unas  veces  quiere  decir  mentira  ó 
mentiroso,  y  otras  flaco  y  magro,  porque  lo  tal  no  res- 
ponde á  lo  que  ha  de  ser,  y  es  menos  de  lo  que  ser  de- 
be. Por  donde  otros  traducen  este  verso  desta manera: 
«Magrez  mía  en  mí  cara  responderá.»  Pues  porque  ha- 
bía dicho  arriba  que  Dios  le  asoló  toda  su  congregación, 
en  que  entendió,  no  solamente  á  toda  su  familia  y  ami- 
gos, los  cuales  todos  ó  le  faltaban  ó  se  le  volvían  con- 
trarios, sino  también  su  cuerpo  y  sus  miembros,  .como 
san  Jerónimo  entiende,  que  traslada  y  dice':  «Y  aso- 
laste todos  mis  artejos»  (porque  á  la  verdad  lo  de  que 
el  hombre  consiste  es  una  congregación  y  ayuntamien- 
to de  muchas  cosas  y  muy  diferentes  que  se  allegan  en 
una);  pues  porque  había  dicho  no  tener  cosa  sana  en 
su  cuerpo,  que  no  solo  estaba  herido  en  .los  bienes  de 
fortuna,  sino  también  en  los  de  naturaleza,  no  solo  en 
los  de  fuera ,  sino  en  los  interiores  y  suyos ,  no  so- 
lo en  la  mujer,  en  los  hijos,  en  la  familia  y  amigos,  sino 
en  el  alma  y  en  el  cuerpo  y  en  cada  una  de  sus  partes 
y  miembros,  y  finalmente  en  toda  su  congregación, 
esto  es,  en  toda  la  muchedumbre  de  cosas  que  por  algún 
título  le  pertenecen  y  tocan;  ansí  que,  porque  decía  esto 
arriba,  es  conforme  áello  lo  que  agora  añade,  pon[ue  ef 
prueba  de  ello  mismo.  Y  es  como  si  mas  claro  dijese : 
No  tengo  parte  ni  miembro  sano,  y  las  arrugas  de  mi 
cara  son  fieles  testigos  de  lo  que  padece  mi  cuerpo,  y 
el  que  no  lo  creyere ,  míreme,  que  mi  magrez  le  haré 
que  me  crea.  Y  prosigue : 

dO  (lira  suya  recogió  con  amenazas,  escupió,  regañí 
contra  mí  con  sus  dientes,  mí  enemigo  aguzó  susojo^ 
en  mí.»  En  que,  para  mayor  encarecimiento  de  lo  qut 
padece ,  representa  por  hermosa  manera  el  enojo  qut 
con  él  Dios  tiene,  y  juntamente  confirma  mas  lo  qu( 
antes  decía;  porque  Dios  es  quien  le  azota;  y  ansí,  cuan- 
to mostrare  á  Dios  mas  enojado,  tanto  manifiesta  mas 
la  gravedad  de  su  azote.  Que  la  grandeza  del  efecto  poi 
la  grandeza  de  la  causa  se  muestra.  Pues  dice  (]ue ,  s; 
no  tiene  cosa  sana,  si  está  asolado  del  todo,  si  los  sm 
yos  y  los  ajenos  le  faltan,  si  la  carne  está  consumida  j 
el  cuero  seco,  y  los  huesos  podridos  y  las  entrañas  las- 
timadas, y  los  sentidos  turbados  y  el  alma  atormeiitadí 
y  confusa  ,  verán  que  es  así,  y  que  es  menos  lo  que  pa- 
sa de  lo  que  dice,  sí  miran  á  quien  lo  hace  y  la  dispo- 
sición de  su  ánimo,  porque  Dios,  autor  de  aqueste  cas- 
tigo ,  arde  en  enojo  contra  él ;  y  figura  un  enojado 
y  pínialc  con  maravillosa  viveza;  porque  quien  inuclu 
se  enoja,  lo  primero  recoge  la  ira  en  sí ,  y  advirtien- 
do y  allo^íando  las  causas  de  enojo,  pono  leña  á  la  cóle- 
ra, que  bien  encendida,  bulle  luego  con  amenazas  y  re- 
gaña los  dientes  y  aguza  los  ojos ,  y  los  enclava  en  e 
que  padece,  y  casi  le  traspasa  con  ellos  y  le  turba  y  U 


EXPOSICIÓN  DEL 
espanta.  Y  eso  mismo  dicede  Dios  agora;  porque  dice: 
«Ira  suya  recogió,»  esto  es,  Dios  allegó  y  ayuntó  en  su 
pecho  su  ira  toda,  ó  como  otros  entienden ,  la  ira  de  . 
Dios  me  recogió  á  mí,  esto  es,  me  asió  y  trabó  con  sus  I 
uñas.  ((Con  amenazas,»  dice ,  esto  es,  asióme  amena-  ¡ 
zándome;  que  es  muy  natural  á  los  muy  airados  iiacer 
y  decir  juntamente,  herir  y  amenazar  en  ún  mismo 
tiempo.  Añade:  «Y  escupió,  regañó  contra  mí  con  sus 
dientes.»  Porquelaira,  como  les  embravece  el  corazón, 
ansí  también  les  pone  fiera  la  cara  y  les  hace  crujir  los 
dientes ;  y  la  misma  obra  del  herir  ejecutada  con.  ira, 
les  saca  el  enojo  afuera  por  los  ojos  y  por  la- boca  y  por 
toda  la  figura  del  rostro  con  semblantes  y  meneos  terri- 
bles. Y  no  paró,  dice,  en  solas  demostraciones  fieras  es- 
ta su* furia;  sino,  como  añade: 

H  (i  Extendió  sobre  mí  sus  bocas  con  afrenta,  hi- 
1  ¡cron  en  mejilla  mía,  y  juntamente  contra  mí  se  har- 
taron.» Bien  dice  «extender,  y  sus  bocas»,  para  mos- 
trar que  su  mal  no  es  un  bocado  solo  ni  un  bocado  pe- 
queño, antes  toma  grandes  bocados,  y  tantos,  que  pa- 
recen haber  sido  necesarias  muchas  bocas  y  muy  abier- 
tas. Porque  un  bocado,  y  grandísimo,  fué  en  la  reputa- 
ción y  en  la  honra,  que  se  la  tragó  y  quitócasidcl  todo,  de- 
jándole en  opinión  de  grandísimo  hipócrita,  y  por  eso 
dice  que  con  afrenta  le  hirió  en  la  mejilla;  y  otro  bocado 
fué  en  la  hacienda ,  tan  grande,  que  no  le  quedó  cosa 
ninguna,  y  otro  en  la  salud  por  la  misma  manera,  y 
otro  en  la  familia  y  amigos,  que  los  llevó  todos;  y  por 
causa  de  aquestos  bocados  dice  que  juntamente  contra 
él  «se  hartaron»,  estoes,  que  mordieron  en  todo  loque 
tenia  aquellas  bocas  abiertas,  y  que  no  mordieron  lle- 
vando parte  y  dejando  parte,  sino  llevándolo  y  comién- 
dolo todo.  Y  eso  significa  en  decir  que  «se  hartaron», 
porque  comieron  hasta  hartarse,  sin  dejar  cosa  ninguna. 
Y  también  en  llamar  bocas  á  la  boca,  y  á  la  boca  abier- 
ta en  llamarla  extendida,  sigue  Job  el  afecto  común  de 
los  que  caen  en  las  manos  de  algún  enemigo  bravo  que 
los  hiere  y  maltrata  ;  que  el  pavor  y  asombramiento  les 
acrecienta  en  la  vista  aquello  mismo  que  los  espanta, 
y  todo  se  les  demuestra  mayor.  Prosigue: 

12  «Encerrado  me  entregó  Dios  al  falso,  y  en  las 
manos  de  los  malvados  me  entregó.  Falso  y  m.alvado 
llama  al  demonio ,  y  á  sus  ministros  los  sábeos  y  los 
caldeos ,  ejecutores  deste  mal  que  padece.  Y  dice  que 
los  encerró  Dios  ó  que  le  dio  encerrado  y  aprisionado 
á  los  malos ,  para  mostrar  que  ni  le  dejó  lugar  de  defen- 
sa ni  camino  de  huida.  Y  llama  al  demonio  con  razón 
falso  y  malvado,  porque,  al'endc  de  lo  general,  en  este 
su  caso  fué  malvado  y  muy  falso;  falso,  porque  pensó  y 
habló  diferente  de  la  verdad  que  pasaba,  afirmando  que 
la  virtud  de  Job  era  virtud  mercenaria;  malvado,  por- 
que sus  malas  entrañas  y  el  odio  mortal  con  los  hom- 
bres le  pusieron  en  que  hablase  y  pensase  desla  mane- 
ra. Añade : 

13  «En  paz  estaba  y  desmenuzóme,  asióme  por  la 
cerviz  y  arrojóme  quebrantado,  púsome  á  sí  como  blan- 
co.» Es  mayor  el  mal  no  pensado ,  y  la  calamidad  junta 
á  la  felicidad  aflige  mas  el  sentido;  y  á  Job  le  sucede  así, 
y  él  lo  dice  aquí  para  demostrar  mas  su  miseria.  «En 
paz,»  dice,  estaba,  y  desmenuzóme;»  que  en  decir 
faz,  dice,  no  solamente  descuido  del  mal  que  le  venia 


LIBRO  DE  JOB.  574 

cercano,  sino  descanso  y  riqueza  y  bienandanza  de  es- 
tado. Porque  jmz,  en  la  propriedad  desla  lengua  dice 
todos  los  bienes;  porque  á  la  verdad,  todo  loque  es 
bien  hace  paz,  y  el  bien  que  falta  hace  guerra,'  porque 
inquieta  con  su  deseo.  Añade :  «Asióme  por  la  cerviz, 
y  arrojóme  quebrantado,  y  púsome  á  sí  como  blanco;»  en 
que  declara  su  trabajo,  mas  por  dos  comparaciones  secre- 
tas. La  presa  de  la  cerviz  es  lamayor  presa,  porque  el  que 
prende  coge  allí  todos  los  nervios,  que  son  los  medios  por 
donde  el  cuerpo  se  mueve,  los  cuales  nacen  del  celebro  y 
juntan  en  la  cerviz,  y  por  ella  descienden  y  se  reparten  al 
cuerpo;  y  ansí,  cuando  de  allí  le  prenden,  apenas  puede 
moverse  el  animal  preso,  y  pierde  el  sentido  y-la  fuerza. 
Pues  dice:  Como  un  sabueso  cuando  asédela  cerviz  algún 
gozque,  y  dándole  dos  vueltas,  con  furia  le  arroja  en  al- 
to y  quebranta,  y  como  quien  ata  uno  al  palo  y  le  pone 
á  sus  saetas  por  blanco ,  ansí  Dios  me  prendió  de  la 
cerviz  y  me  arrojó,  y  ansí  me  tiene  por  terrero  en  que 
descarga  sus  golpes.  Y  dice  que  ansí  fe  prendió  por  la 
cerviz,  para  mostrar  que  no  en  veces  ni  poco  á  poco, 
sino  como  de  una  vez  y  de  un  golpe  y  juntamente  le 
privó  de  sus  bienes  y  fuerzas;  y  para  mostrar  que  an- 
tes que  se  advirtiese  se  vio  preso,,  y  antes  que  pudiese 
menear  en  su  defensa  la  mano  se  vio  arrojado  y  deslie- 
dlo. Ansí  que,  la  semejanza  de  la  cerviz  es  para  de- 
clarar la  presteza  del  mal  que  le  vino  y  lo  súbiío  del, 
que  no  pudo  ni  apercebirse  ni  defenderse ;  y  el  estar 
como  blanco  es  para  demostrar  la  muchedumbre  de 
sus  males,  que  el  blanco  no  se  pone  para  un  tiro  solo, 
sino  para  muclios  tiros.  Y  aun  dice  en  ello  otra  cosa, 
que  como  el  blanco  no  es  para  mas  de  ser  herido,  y  es- 
to solo  es  su  oficio ,  ansí  le  parece  á  Job  que  no  sir- 
ve ya  sino  de  sugcto  de  males  y  de  materia  en  que  las 
miserias  todas  prueben  sus  fuerzas,  y  de  terrero  puesto 
á  la'crueldad  de  mil  tiros.  Y  ansí  prosigue  esta  seme- 
janza, y  añade : 

14  «Cercáronme  sus  saetas,  traspasóme  los  lomos  y 
no  perdonó,  derramó  por  la  tierra  hiél  mia.»  Y  no  fui 
blanco,  dice,  para  una  saeta,  sino  para  muchas  saetas, 
que  «me  cercaron»  y  se  hincaron  por  todas  parles  en 
mí,  que  estoy  como  erizo.  Y  llama  saetas  á  sus  dolores 
agudos,  ansí  los  del  cuerpo  como  los  del  pensamiento, 
que  le  enclavaban  el  alma.  Y  dice  que  le  «traspasó  los 
lomos,  y  no  perdonó»,  y  que  le  «derramó  la  hiél  por 
el  suelo»;  ó  porque  «los  lomos»  por  figura  significan 
en  estas  letras  toda  la  forialeza  del  hombre,  ansí  la  in- 
terior como  la  que  se  descubre  de  fuera,  el  pensamien- 
to, el  discurso  del  ingenio,  la  fortaleza  de  la  voluntad, 
el  vigor  de  la  carne  y  del  cuerpo,  y  en  todo  puso  sae- 
tas Dios  y  lastimosas  heridas ;  ó  porque  entre  otros  fué 
proprio  accidente  de  la  enfermedad  corporal  que  tenia 
el  dolor  agudo  de  los  lomos  y  el  continuo  flujo  del  vien- 
tre en  humor  corrosivo  y  colérico.  Prosigue: 

lo  «Quebrantóme  con  quebranto  sobre  quebranto, 
corrió  contra  mí  como  valiente  barragan.»  Hay  que- 
brantar una  cosa  y  hay  molerla ;  el  quebrantar  sé  ha- 
ce con  un  golpe,  y  el  moler  añadiendo  golpes  á  golpes. 
Pues  usa  desta  semejanza  también  para  nuevo  encare- 
cimiento de  su  fuerte  ventura;  y  dice  que  no  es  que- 
brado solamente,  sino  molido  y  deshecho,  no  es  herido 
con  un  golpe  solo,  sino  desmenuzado  con  muchos  gol- 


372  OBRAS  DE  FRAY 

pes  que  vinieron  sobre  él  casi  súbito  y  como  juntos,  y  1 
luego  unos  en  pos  de  otros,  como  en  el  capítulo  prime-  j 
ro  se  dijo.  Y  !o  que  añade,  que  «corrió  Dios  contra  él 
como  valiente  barragan»,  hace  significación  délo  mis- 
mo, de  su  poca  defensa  y  de  la  mucha  pujanza  de  su 
contrario,  y  de  lo  que  á  esto  se  sigue,  que  es  el  destrozo 
grandisimo  que  en  él  hizo;  y  dícelo  por  semejanza  de 
los  que  en  la  guerra  pelean  y  se  encuentran  con  los 
muy  aventajados  en  fuerzas.  Dice  mas: 

16  «Cilicio  cosí  sobre  mi  cuero,  y  cargué  de  polvo 
mi  cabeza.»  Ha  dicho  el  mal  que  Dios  puso  en  él ;  dice 
agora  las  demostraciones  dello  que  él  ha  puesto  en  sí 
mismo,  que  todo  ello  encarece  mas  su  desgracia ,  por- 
que todo  es  parte  della,  el  ser  miserable  uno  y  el  pare- 
cerlo,  el  traer  el  alma  atligida  y  el  andar  con  el  cuerpo 
enlutado. Pues  dice  que  se  vistió  de  cilicio,  y  que  cu- 
brió con  polvo  su  cabeza,  que  era  el  hábito  de  los  afli- 
gidos y  miserables.  Y  dice  mas : 

17  «Alis  faces  se  enlodaron  con  el  lloro,  y  sobre  mis 
pestañas  sombra  de  muerte;»  que  esotra  demostración 
de  la  pena  que  su  alma  sentía,  y  mas  cierta  que  la  pa- 
sada. Porque  el  lloro  mana  del  corazón,  que  se  derrite 
en  lágrimas  cuando  está  triste.  Y  vese  que  la  aíliccion 
era  mucha,  pues  era  el  llanto  lan  grande,  que  le  ensu- 
ciaba la  cara  y  le  cegaba  los  ojos;  que  eso  es  cuando 
dice  «mis  faces  se  enlodaron  con  lloro»;  porque  el 
agua  de  las  lágrimas  que  le  bañaba  el  rostro  y  el  polvo 
que  sobre  ella  caía ,  se  convertía  en  lodo  en  las  meji- 
llas. Y  ni  mas  ni  menos  lo  que  añade,  que  asobre  sus 
pestañas  sombra  de  muerte»,  es  decir,  que  del  llorar  le 
nacían  tinieblas  en  los  ojos,  que  suelen  cegar  con  el 
lloro ;  porque  lo  negro  y  lo  tenebroso,  y  lo  que  es  no- 
che y  obscuro  es  muy  vecino  á  la  muerte  ,  en  que  se 
escurece  y  envuelve  en  tinieblas  la  vida.  Dice: 

18  «Por  no  violencia  de  mis  manos  y  oración  mia 
limpia.»  Esto  es  lo  postrero  del  encarecimiento.  Por- 
que aunque  consuela  el  leslimonío  de  la  conciencia, 
por  otra  parte,  ver  uno  que  le  condenan  y  le  castigan 
sin  rulí)a,  es  grande  ocasión  de  enojo  y  de  despecho; 
que  al  íin  la  culpa  llama  ala  pena,  y  convida  á  sufrir  el 
mal  que  viene  el  conocer  ser  justo  que  venga.  Y  ansí, 
dice  Job  dcsta  manera  :  Todo  lo  que  he  referido  pa- 
dezco, y  si  Iiubitira  pecado  ó  si  mereciera  un  castigo 
semejante,  funra  necesaria  medicina  y  pasara;  mas  no 
me  acusa  la  conciencia  ni  de  hecho  ni  de  pecho  que 
aquesto  merezca ,  sino  es  que  por  ser  bueno  merezco 
ser  castigado.  «Por  no  violencia  de  mis  manos,»  dice, 
como  diciendo  :  Y  si  los  que  ois  el  proceso  de  mis  pe- 
nas deseáis  saber  las  ocasiones  y  las  causas  dellas ,  no 
sequé  deciros,  sino  que  he  vivido  inocente;  que  nun- 
ca puse  las  manos  ron  violencia  ni  en  la  persona  ni  en 
la  honra  ni  en  la  harinnda  ajena;  á  ninguno  agravié 
ni  InVc  injusiicia.  Y  dice:  «Y  mi  oración  limpia,»  para 
responder  calladamente  á  los  pensamientos  de  sus  ami- 
gos, que  le  notan  de  hipócrita  y  de  que,  siendo  malo, 
hacia  significaciones  de  bueno  con  apariencias  de  re- 
ligión y  oración  ;  que  si  lo  fuera,  fuera  pecado  gravísi- 
mo, y  que  Dios  aborrece  mucho  presonlarso  a  Dios 
religioso  y  tener  el  ánimo  muy  alojado  de  Dios,  mos- 
trarse por  defuera  siervo  suyo  y  aborrecerlo  en  el  pe- 
cho, golear  las  manos  sangre  ¡nocente  y  alzarlas  á  él 


LUIS  DE  LEÓN. 

como  limpias;  que  es  lo  que  dice  Esaías  (a) :  Cuando 
lendiéredcs  á  mí  vuestras  manos,  volveré  á  oira  parte 
mis  ojos,  y  por  mas  que  multipliquéis  oraciones,  no  os 
tengo  de  oír  ,  porque  vuestras  manos  están  llenas  de 
sangre.»  Prosigue: 

19  (i Tierra,  no  cubras  mi  sangre  ni  haya  lugar  á 
mi  clamor.  No  se  contenta  coa  afirmarse  inocente,  si- 
no confírmalo  y  prueba  ser  así  por  una  de  dos  maneras: 
ó  maldiciéndose  si  no  es  ansí  como  dice,  ó  alegando  tes- 
tigos de  que  es  verdad  lo  que  dice.  Porque  este  verso 
se  puede  llevar  á  ambos  sentidos;  ó  que  diga:  Si  no  es 
ansí,  muera  yo  y  la  tierra  no  cubra  mi  cuerpo,  y  sea 
manjar  de  las  fieras ,  y  cuando  me  viere  oprimido  y 
llamare,  nadie  me  oiga  ;  ó  de  otra  manera  (y  es  á  mi 
juicio  mejor) :  Bien  sabe  la  tierra  que  es  verdad  lo  que 
digo ;  á  ella  le  pido,  si  no  es  ansí,  que  bable  y  que  des- 
cubra mis  malos  hechos.  Y  tiene  su  fuerza  esta  razón, 
en  que  todo  lo  bueno  y  lo  malo,  por  secreto  que  sea, 
tiene  por  testigo  á  la  tierra  donde  se  hace;  de  donde 
nace  lo  que  se  dice  en  manera  de  antiguo  proverbio, 
del  concierto  que  con  el  cielo  tiene  hecho  la  tierra  de  no 
encubrirle  ninguna  cosa.  Pues  dice  ansí  Job:  Cumpla 
su  palabra  la  tierra,  y  si  he  hecho  lo  que  no  debo,  di- 
galo á  voces  al  cielo ,  y  no  haya  lugar  en  ella  adonde 
mi  maldad  pueda  ser  ascendida.  Tierra,  dice,  «no  cu- 
bras mi  sangre,»  esto  es,  la  sangre  ajena  que  he  verti- 
do yo,  si  vertido  la  he,  ó  los  males  y  violencias  que  he 
hecho.  Porque  sangre,  en  estas  letras  significa  todo 
aquello  en  que  se  mezcla  violencia  y  injuria,  como  se 
ve  en  David  (6),  en  Esaías  (c) ,  en  Oseas  ((/)  y  en  otros 
lugares.  Y  dice:  «No  haya  lugar  á  mi  clamor,»  esto  es, 
no  des  lugar  en  tí  ni  baya  desierto  tan  apartado  ni 
cueva  lan  secreta  ni  abismo  tan  hondo  adonde  mi  cla- 
mor se  encubra.  Y  llama  clamor  suyo,  no  lo  que  él 
vocea,  sino  lo  que  alguno ,  si  ha  sido  agraviado  del,  se 
querella  y  se  queja.  Y  verdaderamente  llama  clamor, 
según  el  estilo  desta  escritura ,  á  todo  pecado  grande  y 
injurioso  y  violento ,  y  que  él  mismo  por  razón  de  su 
enorme  gravedad  ó  fealdad  está  pidiendo  venganza.  Y 
dice  mas : 

20  «Aun  agora  en  los  cielos  testigo  mió,  y  mi  sabi- 
dor  en  las  alturas.»  No  solo  la  tierra,  dice,  puede  ser 
buen  testigo,  mas  es  lo  cierto  y  mas  abonado  testigo 
el  que  en  el  cielo  vive;  él  es  el  gran  sabidorde  mi  pure- 
za y  inocencia.  «Aun  agora  en  el  cielo  testigo  mío.» 
Como  si  dijese  :  Y  agora,  entre  todo  el  mal  que  padez- 
co, cuando  parece  que  me  aborrece  y  me  condena  to- 
do, cuando  á  vuestro  juicio  Dios  con  su  castigo  me  de- 
clara por  malo  y  culpado,  pues  agora  ahí  donde  está 
sabe  bien  la  verdad;  y  si  hablase,  sé  yo  bien  queha- 
blaria  por  mí.  «Mi  testigo,  dice,  en  el  cielo;  »  que  es 
prueba  de  ser  verdadero  el  testimonio ,  porque  en  el 
cielo  mora  la  verdad,  ansí  como  en  la  tierra  el  engaño; 
donde  el  cielo  se  atalaya  todo  y  se  ve,  en  el  suelo  se 
desparece  y  encubre;  es  el  cielo  asiento  de  luz,  y  la 
tierra  de  noche  y  tinieblas;  y  ansí ,  en  el  cielo  está  el 
Autor  y  el  saber,  y  en  la  tierra  el  sospechar  y  el  errar.  Y 
conforme  á  esto  añade: 

21  «Palabreros  amigos  míos,  áDios  llora  el  mi  ojo.» 

(a)  Isai.,  1,  lü.    (í)  Ps.  CO.    (c)  Isa¡.,l.    {d¡  Oseac.,2. 


EXPOSICIÓN  DEL 
Como  si  mas  claro  dijera :  Hablaréis  como  os  pluguie-  | 
re  vosotros,  y  juzgaréis  como  se  os  antojare  de  mi;  po-  j 
co  curo  ni  hago  caso  de  vuestros  juicios  y  diclios,  á  j 
Dios  me  vuelvo  y  á  él  miro,  que  es  mi  sabidor  y  tesli-  ] 
go.  «A  Dios,  dice,  llora  mi  ojo,»  esto  es,  mi  cuenta  j 
toda  es  con  Dios ,  á  él  presento  mi  alma ,  al  mismo  lia-  j 
mo  por  testigo  de  mi  inocencia,  á  él  suspiro  y  lloro,  pi- 
diéndole ayuda.  Mas  dice: 

22  «Y  argüirá  varón  con  Dios,  como  hijo  de  hom- 
bre con  su  compañero.»  Como  diciendo:  Y  pensaréis 
vosotros  de  haberos  con  Dios  en  la  manera  que  comigo 
os  habéis ,  y  como  os  parece  que  me  concluís  con  vues- 
tras razones  sofisticas ,  ansí  persuadiréis  á  Dios  con  las 
mismas ,  y  como  me  argüis  de  culpado,  ansi  delante  de 
Dios  probaréis  que  lo  soy;  mas  estáis  muy  engañados; 
porque,  como  dice: 

23  «Que  años  de  cuenta  vendrán,  y  senda  no  torna- 
ré que  andaré ;»  esto  es,  porque  sin  defenderme,  ven- 
drá dia  en  que  Dios  me  defienda.  Porque  yo  me  aca- 
baré y  «no  tornaré» ,  esto  es,  faltaré  á  mi  defensamu- 
riendo,  y  no  hablaré  sobre  ella  jamás;  pero  «vendrán 
años  de  cuenta»,  esto  es,  aunque  yo  no  hable ,  hablará 
mi  inocencia,  porque  aunque  calle,  puesto  en  silencio 
y  en  muerte,  la  inocencia  tiene  su  lengua  y  su  vida. 
Los  años  mismos  hablan  y  el  tiempo  con  sus  vueltas  al 
fin  trae  á  luz  la  verdad.  Yo  no  volveré;  mas  «años  de 
cuenta  vendrán»,  adonde  el  Juez,  que  engañar  no  se 
puede,  estrechará  vuestra  cuenta  y  testificará  mi  ino- 
cencia. O  pueden  declararse  de  otra  manera  aquestos 
dos  versos  postreros,  diciendo:  «Y  argüirá  varón  con 
Dios,  y  como  hijo  de  hombre  con  su  compañero;»  esto 
es  :  Y  ojalá  pudiese  yo  hablar  con  Dios  agora  como 
puedo  razonar  con  vosotros.  Que  porque  dijo  que  á 
Dios  lloraban  sus  ojos ,  que  fué  decir  que  suspiraba  á 
él  y  lloraba  por  ayuda  y  socorro,  y  porque  diciendo  es- 
to, se  le  ofreció  que  aunque  le  miraba  no  le  via,  y 
aunque  razonaba  con  él  no  le  respondía  palabra ,  con- 
siguientemente desea  poder  hablar  con  él  en  la  mane- 
ra que  con  sus  compañeros  hablaba.  Mas  viendo  que 
esto  era  excusado ,  ofreciósele  que  sus  días  se  acababan 
presto ,  y  él  moriría  con  este  deseo.  Y  ansí  dijo :  «Mas 
años  de  cuenta  vendrán,  y  yo  senda  no  tornaré  que  an- 
daré ; »  esto  es ,  mas  mis  dias  breves  se  acabarán ,  y  yo 
iré  para  no  volver  mi  camino.  Que  «años  de  cuenta» 
llama  años  contados  y  breves,  y  que  tienen  su  cierto 
término  y  que  se  acaban  en  breve. 

CAPITULO  xvn. 

ARGUMENTO. 

Prosigue  Job  razonando  en  favor  de  su  inocencia ;  desea  con  ma- 
yor ansia  que  sea  Dios  el  juez  de  su  causa,  y  no  ios  Iiombres, 
que  juzgando  las  cosas  por  el  exterior,  se  engañan;  encarece 
sus  trabajos,  y  desea  verse  libre  de  ellos  por  medio  de  la 
muerte. 

1  Mi  espíritu  se  acaba ,  mis  dias  se  acortan ,  sepulturas 
me  restan. 

2  Burlerías  no  comigo ,  y  mora  en  amarguras  mi  ojo. 

3  Líbrame  yponme  contigo,  y  pelee  coiilra  mi  quien 
quisiere. 

i  Porque  ascondiste  su  corazón  del  saber,  y  por  tanto 
no  serán  ensalzados. 

5  Promete  presa  á  su  amigo ,  y  los  ojos  de  sus  hijos 
desfallecuu. 


LIBRO  DE  JOB.  373 

6  Y  póueme  por  ejemplo  de  pueblo,  y  soy  ejemplo  de- 
lante deilos. 

7  Escurecióse  de  saña  mi  ojo  ,  y  mis  cosas  como  som- 
bra todas  ellas. 

8  Maravillarse  han  derechos  sobre  esto,  y  inocente  so- 
bre falsador  se  despertará. 

9  Y  trabará  justo  su  carrera ,  y  limpio  de  manos  aña- 
dirá fortaleza. 

10  Y  verdaderamente  tornad  ahora  todos  vosotrosy  ve- 
nid, y  no  hallaré  en  vos  sabio. 

11  Mis  dias  se  pasaron,  mis  pensamientos  fueron  ar- 
rancados, gastadores  de  mi  corazón. 

12  Noche  por  día  pusieron,  y  luz  cercana  ante  faz  de 
tinieblas. 

13  Si  sostuviere,  fuesa  mi  casa,  en  escuridad  extendí 
mis  lechos. 

II  A  la  corrupción  llamé,  mi  padre  tú  ,  mi  madre  y  mi 
hermano  al  gusano. 

13  Y  ¿adonde  agora  mi  esperanza?  Y  á  mi  esperanza 
¿quién  la  catará? 

16  A  rincones  de  fuesa  descenderá,  ¿si  habrá  sobre  pol- 
vo folgauza? 

EXPLICACIÓN. 

Porque  dijo  Job  en  el  fin  del  pasado  que  él  se  iba 
para  no  volver ,  y  que  caminaba  en  posta  á  la  muerte, 
declara  agora  esto  mismo  mas  y  razónalo,  y  dice : 

1  «Mi  espíritu  se  acaba ,  mis  dias  se  acortan,  sepul- 
turas á  fin.»  Como  diciendo:  Mi  fin  digo  que  está  cer- 
ca, porque,  á  lo  que  siento,  el  espíritu  me  desfallece  ya, 
y  la  grandeza  de  mis  dolores  amenguan  mis  dias,  por- 
que la  enfermedad  acorta  siempre  lo  que  la  salud  alar- 
ga en  la  vida ;  y  ansí,  no  me  resta  ya  sino  la  sepultura 
sola.  Y  dice  sepulturas  en  muchedumbre,  para  signi- 
car  (según  la  propriedad  de  su  lengua)  grandeza  y  so- 
ledad en  aquello  que  trata,  esto  es ,  que  ya  todo  su  ne- 
gocio es  sepultura  y  muerte.  Prosigue : 

2  «Burlerías  no  comigo,  mora  en  amargura  mi  ojo.» 
El  original  á  la  letra  :  «  Si  burlerías  no  comigo,  morara 
en  amarguras  ó  en  contradicciones  mí  ojo;»  que  se  pue- 
de entender  en  dos  maneras:  una,  como  primero  dije  y 
como  lo  entendió  san  Jerónimo,  «burlerías  no  comigo,» 
esto  es,  en  mí  no  hay  pecado;  que  le  llama  con  razón 
burlería,  porque  promete  uno  y  da  otro,  dejando  burlado 
al  hombre  con  la  mas  pesada  burla  de  todas.  Pues  en  mí, 
dice,  no  hay  pecado;  mas  con  todo  eso,  mis  ojos  tienen 
por  casa  el  amargor,  esto  es,  viven  en  amargura  con- 
tinua, porque  no  ven  ni  sieníen  sino  aflicción  y  tor- 
mento. Otra  manera  es,  que  desee  Job  en  estas  pala- 
bras verse  libre  de  las  vanas  razones  de  sus  amigos  y 
de  sus  contradicciones  pasadas ,  y  de  poner  su  vista  y 
su  atención  en  lo  que  dicen  y  en  lo  que  responder  se 
les  debe ,  que  le  es  amarga  molestia.  Y  porque  dijo 
que  está  vecino  á  la  muerte,  diga  ansí  ahora:  «Si  no 
burlerías  comigo,  morara;»  esto  es,  y  si  me  dejaran  es- 
tos palabreros,  que  consusburlerías  me  cansan;  y  sí  no 
«morara  en  amarguras  mi  ojo»,  esto  es,  y  si  no  me  obli- 
garan con  ellas  á  mirar  con  mas  atención  mis  trabajos; 
y  deja  ansí  la  razón,  que  la  corla  la  pena.  Y  quiere  aña- 
dir y  decir :  Y  si  estos  no  me  atormentaran  ahora,  pa- 
sara'menos  mal  aquesto  poco  que  me  queda  de  vida,  á 
lo  menos  no  fuera  todo  tormento  sobre  tormento ,  y  á 
una  pena  otra  nueva  y  mayor  pena.  Porque ,  como  de- 
clamos ,  pudiera  divertir  Job  el  pensamiento  á  cosas  que 


¿74  OBRAS  DE  FRAY 

le  dieran  consuelo,  ó  pudiera  siquiera  negociar  con  el  | 
sueño,  aliviador  de  pesare»,  que  por  algún  breve  espa-  j 
cío  le  cerrara  los  ojos,  si  sus  amigos  no. se  los  abrieran  j 
con  su  importunidad  de  razones.  Que  sin  duda  ningu-  i 
na  el  obligarle  á  que  respondiese  por  sí  le  ponía  mas  ¡ 
en  los  ojos  la  miseria  en  que  estaba,  y  el  tratar  della  ! 
misma  le  acrecentaba  el  sentido  della,  y  renovábanse-  | 
le  con  la  consideración  mas  las  llagas,  y  señaladamen-  | 
te  decirle  que  le  venia  por  culpa ,  y  no  ser  ansí ,  liacia  | 
que  le  diese  mas  pena.  Demás  de  que  ese  mismo  dicho  ¡ 
y  testimonio  falso  era  nueva  y  dolorosísima  llaga ,  y  \ 
cuanto  menos  merecida,  y  cuanto  mas  amiga  la  mano 
que  la  hacia,  tanto  mas  dolorosa  y  mayor.  Pues  dice  en 
una  palabra:  >'í  una  hora  que  me  queda  queréis  que 
viva  sin  nueva  miseria.  Y  porque  es  muy  natural  quien 
se  ve  muy  apretado  desear  y  pedir  luego  el  remedio, 
por  eso  añade  luego :  • 

3  ((Líbrame,  Señor,  y  ponme  contigo  y  pelee  contra 
mí  quien  quisiere. »  Mas ,  dice ,  si  estuvieses  tú  de  mi 
jiarte ,  poco  caso  haría  de  la  contradicción  de  ninguno. 
Pero  es  de  advertir  que  la  palabra  original  propria- 
raente  quiere  decir  afianzar,  que  es  lo  que  en  los  con- 
tratos ó  apuestas  se  hace  cuando  las  partes  se  asegu- 
ran entre  sí  de  lo  que  ponen ,  ó  dando  fianzas  ó  po- 
niendo prendas ,  ó  con  otros  resguardos.  Y  conforme  á 
esto  este  verso  hace  mas  de  un  sentido.  Porque  ó  dice: 
Ponme  á  tu  lado  y  afiánzame,  esto  es,  sed  mi  fiador  y 
seguro,  y  ¿quién  osará  tocarme  en  la  mano?  esto  es, 
¿quién  prometerá  de  entrar  comigo  en  disputa?  (que  lo 
dice  ansí  porque  se  suelen  tocar  en  la  promesa  las  ma- 
nos, que  es  lo  que  ahora  decíamos  y  lo  que  san  Jeróni- 
mo dijo);  ó  al  revés,  pide  á  Dios  que  se  ponga  en  razo- 
nes con  él ,  y  que  le  dé  fiador  de  estar  con  llaneza  á 
juicio;  pero  dice  que  no  halirá  quien  le  fie ,  y  dícelo 
desta  manera:  ((Pon  ahora,  afiánzame  contigo,  ¿quién 
será  el  que  toque  mi  mano? Que  como  dijo  el  mal  ofi- 
cio que  sus  amigos  le  hacían ,  acrecentándole  sus  mi- 
serias con  obligarle  á  la  consideración  y  á  la  plática  de 
ellas ,  dice  ahora,  ya  que  lo  compelen  á  esto,  que  el  de- 
fender contra  su  mal  su  inocencia  y  probar  que  á  su 
castigo  no  corresponde  en  él  culpa,  quisiera  ¡¡alarlo, 
no  con  ellos ,  sino  con  Dios,  que  saiio  lo  cierto,  como 
pusiera  aparte  su  grandeza  Dios  y  se  quisiera  allanar 
con  él  en  razón.  Porque,  como  su  saber  y  rectitud  de 
Dios  le  convida  á  averiguar  su  causa  con  él,  ansí  su 
grandeza  y  po.ler  Ic  atemoriza  y  espanta ,  como  arriba 
en  otra  parle  decía.  Y  ansí,  dice  ahora,  ya  que  habla, 
que  liahlara  de  mejor  gana  con  Dios,  como  se  pusiese 
con  él  á  razones  y  le  diese  fiador  de  estar  con  él  á  jui- 
cio, aunque  no  halla  quien  ó  pueda  ñ  le  ose  fiar.  (iPon 
a?;ora,))  dice,  conviene  á  sabor,  tu  habla  y  tu  dispula 
comi.ú'o,  ó  pon  apnrlc  tu  mnjesiad  y  grandeza,  ((y  afián- 
zame,)) esto  os,  dame  fiaflor  snguro  de  que  estarás  á 
juicio;  y  calla  lo  que  iba  á  decir,  porque  las  razones  de 
los  angustiados  son  siempre  corladas.  Ansí  que,  calla  lo 
que  decir  quiere,  que  entrará  alegremente  en  disinila 
con  él  si  le  asegura  de  su  poder  ab^^ohiio.  Mas  dice  : 
« ¿Quién  es  el  que  se  tocará  con  mi  mano?»  esto  es, 
¿finién  saldrá  á  la  fianza?  Quién  me  dará  por  Dios  la 
mano  que  se  allanará  como  digo?  O  podemos  decir,  no 
que  pide  á  Dios  que  ie  dé  fiador,  sino  que  le  promete 


LUÍS  DE  LEÓN. 

él  dárselo  de  que  saldrá  con  la  suya,  y  que  se  emien- 
da luego  y  retira  de  la  promesa,  conociendo  que  no  ha- 
brá quien  le  fie  en  esta  manera.  «Pon,  dice,  agora,» 
esto  es,  ponte  en  disputa  comigo,  y  como  si  dijésemos, 
entra  en  apuesta;  ((y  afianzóme  contigo,»  esto  es,  y 
yo  por  mi  parte  te  daré  quien  me  fie.  Mas  dice:  ((¿Quién 
será  el  que  á  mi  mano  prometa?»  esto  es,  quien  toque 
por  mi  la  mano  y  se  obligue  á  fiarme.  Y  viene  con  esto 
bien  lo  que  luego  prosigue,  que  es: 

4  «Apartaste  su  corazón  del  saber,  y  por  tanto  no  los 
ensalzarás;»  porque  es  la  razón  por  qué  duda  de  si  ha- 
brá quien  le  fie.  Porque,  dice,  son  ignorantes ,  y  como 
me  ven  azotado ,  no  se  persuadirán  que  soy  inocente; 
porque  por  lo  de  fuera  juzgan  de  la  virtud  de  los  hom- 
bres ,  y  miden  por  la  fortuna  la  vida,  y  como  se  les  en- 
cubre el  saber,  no  alzan  el  entendimiento  del  suelo 
sobre  lo  que  se  descubre  ni  un  dedo ;  y  por  la  misma  ra- 
zón juzgan  mal  y  precian  poco  al  caido,  y  huyen  dél  y 
le  dejan.  Que,  como  dice  luego: 

5  ((Promete  presa  á  su  amigo,  y  los  ojos  de  sus  hi- 
jos desfallecen.»  Promete,  esto  es,  prometen,  conviene 
á  saber,  al  amigo  presente  y  valido,  presa,  estoes,  ser- 
vicio y  socorro  y  parte  de  sus  bienes  y  hacienda;»  y  los 
ojos  de  sus  hijos  desfallecen,»  estoes,  y  en  cayeuíio  el 
amigo  ó  muriendo,  aunque  perezcan  de  hambre  los  hi- 
jos, no  los  ven  ni  socorren.  Que  desfallecer  los  ojos, 
en  estas  letras  tiene  significación  de  desmayo  y  des- 
amparo y  pobreza.  Y  es  como  si  mas  claro  dijera :  Co- 
mo no  ahondan  en  las  cosas  ni  pasa  de  la  sobrehaz  sit 
saber,  no  estiman  sino  lo  que  ven  á  los  ojos  y  juzgan 
por  la  apariencia  las  cosas;  y  ansí,  á  los  que  valen  pre- 
cian y  aman ,  y  á  los  caídos  desprecian ;  en  el  tiempo 
feliz  prometen  largo ,  mas  si  la  fortuna  se  vuelve,  no 
hay  quien  conozca.  Por  donde  en  la  fuerza  de  su  origi- 
nal este  verso  algunos  le  traducen  ansí:  ((Demostrará, 
ó  demoslrarán  blandura  ó  lisonja  al  amigo,  y  á  sus  hi- 
jos desfalleceránse  los  ojos;»  que  es,  como  decíamos, 
de  los  que  andan  á  ((viva  quien  vence»,  y  tienen  cuen- 
ta solamente  con  esto  presente ,  halagar  y  prometer  en 
presencia,  y  á  vueUa  de  ojos  olvidarse.  Y  aun  podemos 
traducir  ansí  en  el  mismo  proposito:  aEl  dividir  mos- 
trará amigos,»  estoes,  cuando  hay  repartir,  que  es 
cuando  pueden  y  valen  los  liombres ,  hay  muchos 
amigos;  «mas  ojos,  dijo,  suyos  los  consumen;»  es- 
to es ,  mas  la  pobreza  y  la  ausencia  los  asconde.  Y 
llama  á  la  pobreza  «ojos  de  sus  hijos»,  que  es  como 
decir  sus  hijos  pobres,  porque  es  del  afligido  mirar 
con  mucho  ahinco  al  que  pide  ,  conforme  á  lo  que 
se  dice  en  el  salmo  (a):  «A  ti  alcé  mis  ojos,  morador 
de  los  cielos.  Como  los  ojos  do  la  sirvienta  en  las  ma- 
nos de  su  señora,  ansí  nuestros  ojos  á  nuestro  Dios 
hasta  que  seaá  merced  de  nos.»  Ansí  que,  desconfiado 
Job  de  quien  vuelva  por  él ,  va  pintando  en  estos  sus 
amigos  la  ordinaria  condición  de  los  hombres  que  po- 
nen el  saber  en  los  ojos ,  y  no  en  el  corazón ,  y  juzgan 
por  la  apariencia,  y  tienen  por  bueno  lo  que  ven  pros- 
¡)erado,  y  favonícen  á  lo  valido,  y  desprecian  y  condenan 
á  loaflií-'idü  y  lo  pobre,  comoá  él  le  acontece  ahora.  Y 
ansí  dice: 

6  «  Y  p(jnemc  por  ejemplo  de  pueblo ,  y  soy  ejem- 

(fl)  Ps.  12-2,  V.  1,3. 


EXPOSICIÓN.  DET. 
pío  delante  dellos.»  Al  pr'(>;noro  ,  dice  ,  lisonjean ,  y  al 
que  vale  prometen  parte  ;  mas  á  mí  no  solo  me  niegan  ' 
la  piedad  que  á  la  miseria  se  debe ,  mas  añaden  sobre  ! 
la  que  padezco  ,  y  condenan  mi  vida,  y  dicen  que  la 
felicidad  hipócrita  cae,  y  pónenme  por  ejemplo,  y  soi-  | 
les  como  cosa  de  escarnio.  Que  lo  que  añade,  «y  soy  j 
ejemplo  delante  dellos,»  en  el  original  se  sufre  decir,  ¡ 
soy  su.  risa  y  regocijo ,  ó  soy  la  misma  vileza  en  sus  ! 
ojos  y  como  un  muladar  hediondísimo.  Porque  tofeth  es  ¡ 
Hombre  de  un  lugar  cercano  de  Jorusalen,  en  el  valle  de  j 
ílinnon,  muy  hediondo  y  muy  sucio.  Añade:  i 

.  7  «Y  escureciúse  con  la  saña  mi  ojo,  y  mis  cosas  co-  j 
mo  sombra  todas;»  en  que  todavía  reíiere  lo  que  sus 
amigos  dicen  y  juzgan  del.  Como  diciendo:  Y  dicen 
también  que  mi  ira,  estoes,  mi  impaciencia  y  despe- 
ciio,  ha  escurecido  mi  ojo,  esto  es ,  me  ha  quitado  el 
juicio;  porque  dicen  que  blasfemo  y  soy  loco,  y  que  to- 
das mis  cosas,  mis  pensamientos,  mis  imaginaciones, 
mis  obras  son  sombra,  estoes,  vanas  y  breves,  vacías 
de  verdades  y  cosas  de  sola  apariencia ,  que  mi  felici- 
dad ,  porque  era  vana  y  mal  fundada,  se  paso  como  som- 
bra, y  pasada,  se  quitó  la  máscara  y  se  descubrió  mi  lla- 
gida  inocencia.  Y  consiguienlemenle  dicen  también: 

8  «Maravillarse  han  justos  sobre  esto,  y  inocente  so- 
bre falseador  se  despertará;»  esto  es,  que  este  mi  caso 
henchirá  de  maravilla' el  corazón  de  los  justos,  porque 
echarán  de  ver  en  él  la  gran  justicia  de  Dios ,  que  no 
permite  que  prevalezca  lo  falso,  y  quila  el  antifaz  á  lo 
ungido,  y  descubre  y  castiga  al  hipócriia;  y  porque  de 
la  maravilla  nace  el  loor,  viendo  esto  los  buenos,  des- 
perlaránse  á  loarle,  desatando  en  sus  alabanzas  sus  len- 
guas. Y  ni  mas  ni  menos,  como  en  persona  de  los  mis- 
mos, añade: 

9  ((Trabará  justo  su  carrera,  y  limpio  de  manos  aña- 
dirá fortaleza;»  esto  es,  y  dicen  también  que,  escar- 
mentados y  avisados  de  mi  ejemplo  los  buenos,  «traba- 
rán de  su  carrera,»  esto  es ,  insistirán  con  mas  estu- 
dio en  su  buen  camino,  viendo  el  mal  fruto  que  da  lo 
contrario;  «y  limpio  de  manos,»  esto  es,  quien  no  hace 
injuria  «añadirá  fortaleza»,  estoes,  esforzarse  ha  mas 
en  su  propósito  por  la  experiencia  de  lo  que  en  mí  ha- 
ce ei  pecado.  Que  el  castigo  del  malo  es  aliento  y  es- 
fuerzo del  bueno,  según  lo  que  en  el  salmo  (a)  se  escri- 
be: «Alegrarse  ha  el  justo  cuando  la  venganza,  sus 
•manos  lavará  en  la  sangre  del  malo,  y  dirá :  Al  fin  bue- 
no es  ser  justo,  al  fin  hay  Dios  que  juzga  en  la  tierra.» 
Mas  habiendo  referido  Job  lo  que  del  sus  amigos  juzgan 
y  dicen,  diceles  él  lo  que  se  sigue: 

10  «Y  verdaderamente  tornad  agora  todos  vosotros, 
y  venid  y  no  hallaré  en  vos  sáLio.»  Esto  decis,  pero 
verdaderamente  andáis  muy  errados;  si  no,  volved  de 
nuevo,  venid  comigo  á  las  manos,  y  buscad  otras  razo- 
nes si  las  tenéis  conlra  mí ;  que  yo  me  prefiero,  no  solo 
para  defender  mi  inocencia,  sino  para  sacar  á  luz  vues- 
tra ruda  ignorancia  preliérome  á  mostrar  que  sois  ne- 
cios. Mas  diciendo  esto,  encrudécese  el  dolor  en  él,  y 
ve  ó  imagina  que  no  le  queda  ya  vida  para  alargar  mas 
disputas.  Y  djce : 

H  «Mis  dias  .se  pasaron ,  mis  pensamientos  fueron 
arrancados,  gastadores  de  mi  corazón.»  Corrige  lo  di- 
(c;  Vs.'ol,\.il,  12. 


LIBRO  DE  JOB.  375 

cho ,  y  es  como  si  ansí  dijese  :  Mas  ¿qué  digo  yo ,  ó  en 
qué  desafíos  nuevos  me  meto?  Y  no  tengo  ya  ni  vida  ni 
salud,  que  ni  aun  pensar  puedo,  gastado  del  mal  que 
padezco ,  y  el  entendimiento  y  el  cuerpo  me  desfallecen. 
Y'  lo  que  decimos  gastadores ,  en  el  original  son  po- 
sesiones, y  en  llamar  al  pensamiento  posesión  del  al- 
ma, y  en  decir  que  es  arrancado  della,  muestra  cuan 
natural  le  es  al  alma  el  pensar;  con  que  agravia  mas 
su  flaqueza ,  que  le  priva  de  lo  que  le  es  tan  natural  y 
tan  proprio.  Dice  mas: 

Í2  «Noche  por  dia  pusieron,  y  luz  cercana  ante  faz 
de  tinieblas;»  que  es  decir  que,  de  puro  desvanecido  y 
flaco,  ha  perdido  de  todo  el  sueño.  Que  como  dijo  que 
la*vida  y  el  pensar  le  faltaban ,  esto  es,  que  ni  tenia  ya 
espacio  para  disputar  ni  cabeza  para  atender  á  dispu- 
ta, dice  la  causa  dello,  que  es  el  extremo  del  desvane- 
cimiento que  tiene,  diciendo  que  la  noche  le  es  dia, 
porque  veía  en  ella  como  si  áif  fuese ,  y  que  las  faces 
de  tinieblas ,  esto  es ,  lo  hondo  de  la  noche  y  lo  mal  al- 
to della,  cuando  todo  duerme  y  sosiega,  le  es  á  él  co- 
mo cuando  alborea ,  que  es  cOmo  cuando  todo  vela  y 
despierta;  y  que  ansí,  en  el  dia,  con  la  esperanzado  re- 
posar ,  desea  la  noche ,  y  que  venida ,  como  no  reposa, 
torna  á  desear  que  amanezca.  Y  dice  mas : 

13  « Si  sostuviere  fuesa  mi  casa,  en  oscuridad  ex- 
tendí mis  estrados.»  Extendí,  esto  es,  extenderé,  por- 
que dice  :  A  este  extremo  he  venido,  y  no  hay  decir 
que  me  esfuerce^  que  por  mas  que  me  esfuerce,  la  hue- 
sa es  mi  casa  y  las  tinieblas  de  la  sepultura  mi  lecho  ; 
esto  es,  tengo  la  muerte  cierta  y  muy  cercana.  Y  de- 
clárase lo  mismo  y  encarécelo  por  otra  manera ,  di- 
ciendo : 

14  «A  la  corrupción  llamé,  mi  padre  tú,  mimadre 
y  mi  hermano  al  gusano.»  Que  es  como  si  mas  claro 
.dijese  :  Todos  mis  bienes  y  parentela  y  mi  hecho  to- 
do es  ya  la  huesa  y  la  muerte,  lo  demás  voló ;  aquesto 
queda,  y  ello  es  mi  padre  y  mi  madre,  esto  es,  toda 
mi  substancia  y  mi  ser.  Y  si  es  ansí,  como  es,  ¿quién 
me  persuadirá  que  me  esfuerce  y  que  espere?  Y  por 
eso  dice  : 

15  «Y  ¿adonde  ahora  mi  esperanza?  Y  mi  esperan- 
za ¿quién  la  verá?»  Como  diciendo  :  Pues  ya  ¿qué  es- 
peranza me  queda  ó  adonde  pondré  mi  esperanza?  Si 
no  es  en  lo  que  luego  se  añade : 

16  «A  rincones  de  huesa,  si  habrá  sobre  polvo  fol- 
ganza.»  En  que  dice  que  la  pone  en  la  huesa  y  en  los 
rincones  de  la  sepultura,  y  aun  duda  si  reposará  allí  y 
hecho  polvo. 

CAPITULO  XVIIL 

ARGUMENTO. 

Llevando  muy  á  mal  Bildad  Suites  el  que  Job  hubiese  tenido  en 
poco  el  juicio  que  él  y  sus  compañeros  formaban  acerca  de  la 
causa  de  sus  trabajos,  tomó  la  mano  en  hablar  contra  Job,  no- 
tándole de  jactancioso  y  arrogante  ;  y  para  persuadirle  que  la 
aQiccion  que  padecía  era  pena  de  alguna  gran  maldad,  encarece 
por  muy  elegante  manera  los  desastres  y  miserias  que  padecen 
los  malos  en  esta  vida. 

1  Y  respondió  Bildad  el  deSohi  y  dijo  : 

2  ¿Hasla  cu;i;ido  poriiéis  lina  palabras?  Entended,  y 
después  hablaremos. 

5  ¿Por  qué  somos  contados  por  bestias  y  envilecidos 
en  vuestros  ojos? 


37C 


OBRAS  DE  FRAY 


4  Destruyes  tu  alma  con  ira;  ¿por  caso  por  tu  respeto   I 
será  la  tierra  dejada ,  y  será  arrancada  peña  de  su  lu- 
gar? I 

o  Cierto  luz  de  malos  se  amalará,  y  no  esclarecerá  cen-   i 
tella  de  su  fuego. 

6  Luz  se  escureció  en  su  tienda,  y  su  candela  sobre  él 
se  amatará. 

7  Estrecliarse  han  pisadas  de  su  fuerza,  y  despeñarlo 
ha  su  consejo. 

8  Porque  enviada  red  á  sus  pies,  y  sobre  sus  mallas 
andará. 

9  Trabará  el  lazo  su  carcañal,  y  esforzarse  ha  sobre  él 
la  sed. 

iO  Ascendida  en  la  tierra  su  cuerda,  y  su  enlazamienlo 
sobre  sendero. 

41  tn  derredor  le  turbarán  turbaciones ,  y  le  enreda- 
rán sus  pies  mismos. 

12  Será  fambrienta  su  fortaleza  y  quebranto  aparejado 
ásu  costilla. 

13  Comerá  ramos  de  su  cuero,  comerá  sus  brazos  ma- 
yorazgo de  muerte. 

14  Será  arrancada  de  su  tienda  su  fiucia,  y  hollará  so- 
bre él  como  rey  la  matanza. 

10  Morará  en  su  tienda  del  que  no  á  él,  será  esparcido 
sobre  su  morada  azufre. 

16  üe  abajo  sus  raices  se  secarán ,  y  de  arriba  será 
co;  tado  su  ramo. 

17  Su  memoria  se  perderá  de  la  tierra,  y  no  nombre  á 
él  sobre  faces  de  plaza. 

18  Empelerlo  han  de  luz  á  escuridad  ,  y  del  mundo  le 
removerán. 

19  No  hijo  á  él,  y  no  nieto  en  su  pueblo  ni  remaniente 
en  sus  moradas. 

20  Sobre  su  dia  se  maravillaron  postreros,  y  ancianos 
tnibaron  temblor. 

21  Pues  estas  son  moradas  de  malo,  y  este  lugar  del 
que  no  supo  á  Dios. 

E.XPLICACION. 

Bildad  el  de  Sohi,  que  fué  el  segundo  que  entró  en 
esta  conlienda  con  Job,  como  del  capítulo  viii  parece, 
torna  aliora  al  palenque ,  y  lleno  de  enojo  y  tan  falto 
de  razón  como  anles,  dice  lo  que  no  hace  al  propósito, 
y  dice  ansí : 

2  «¿Hasta  cuándo  pornéis  fin  á  palabras?  Enten- 
ded, y  después  hablaréis.»  Parecíale  que  el  no  rendír- 
seles Job  nacía  de  no  haberlos  bien  entendido,  porque 
á  su  juicio  era  negocio  manifiesto  que  tanto  castigo 
no  lo  daba  Dios  sin  pecado ,  porque  no  fuera  justo  tra- 
tar ansí  al  inocente  ;  y  ansí,  le  dice  que  se  le  va  todo 
en  hablar,  y  que  como  no  atiende  á  lo  que  le  dicen,  no 
entiende ;  que  lo  entienda  primero  una  vez,  y  que  des- 
pués hable  si  tuviere  qué.  «¿Hasta  cuándo,  dice,  por- 
néis fin  á  palabras?»  Esto  es ,  « pondrás  fin ,»  que  Irue- 
\  ca  los  números.  Y  dice  palabras,  para  significar  que 
no  era  de  importancia  lo  que  decía.  «Entended,  y  des- 
pués Jiablarérnos;»  porque  los  que  díspulan  han  de 
convenir  primero  en  lo  í\w.  traían  ,  que  os  el  estado  de 
la  causa  que  llaman ,  ó  el  punto  do  (juc  principalmen- 
te se  duda.  Añade: 

3  «¿Porqué  somos  contados  por  bestias,  y  somos 
envilecidos  en  vuestros  ojos?»  No  solamente,  dice,  no 
atiendes  á  lo  que  te  decirnos  y  hablas  y  hablas ,  mas 
afréntasnos  con  tus  dichos  como  si  fuésemos  bestias. 
Y  esto  dice  por  lo  que  dijo  Job  en  el  pasado ,  que  les 
ascendió  Dios  sabiduría.  Y  prosigue  ; 


LUIS  DE  LEÓN. 

4  «¿Destruyes  tu  alma  con  ira,  si  por  tu  respeto 
será  la  tierra  dejada  ó  será  arrancada  peña  de  su  lu- 
gar?» Lo  que  dechnos  «destruyes  tu  alma  con  ira»,  el 
original  á  la  letra ,  arrebata  tu  alma  la  ira ,  que  viene 
á  ser  lo  mismo  en  sentencia,  en  que  dice  que  el  des- 
pecho que  de  sí  tiene  y  la  mucha  impaciencia  y  coraje 
le  arrebata  la  alma ;  esto  es ,  le  saca  la  razón  de  sus 
quicios  para  que  yerre  en  tres  cosas :  la  una  en  no  en- 
tenderlos ,  otra  en  decirles  afrentas ,  y  la  tercera  en  ha- 
cer á  Dios  injusto  por  hacerse  inocente.  Porque  le  pa- 
rece á  Bildad  que  lo  dice  en  decir  que  padece  sin  cul- 
pa ;  porque  si  Job  no  tiene  culpa  y  padece ,  tiene  Bil- 
dad por  concluso  que  Dios,  que  le  castiga,  no  es  justo. 
Y  ansí,  entra  en  la  disputa  y  comienza  en  esta  forma,  y 
pregunta  «si  por  su  respeto  la  tierra  ha  de  ser  dejada 
y  la  peña  arrancada  de  su  lugar».  Que  es  reducir  á 
desatino  lo  que  Job  á  su  parecer  del  pretende ,  que  es 
no  guardarse  con  él  lo  que  Bildad  imagina  cierto  y 
estable  y  que  se  guarda  con  todos ,  y  quererle  dar  á  en- 
tender que  defenderse  como  se  defiende  es  en  virtud 
decir  que  su  hecho  es  extraordinario ,  y  que  es  otro 
mundo  el  suyo  y  otras  leyes  las  que  con  él  se  platican; 
lo  cual  es  mal  juicio  y  mal  seso  ,  porque  es  decir  que 
el  azote  en  él  no  sea  lo  que  es  en  los  otros ,  y  la  pena 
que  viene  siempre  por  culpa  sea  en  él  señal  de  inocen- 
cia. Y  parécele  esto  á  Bildad,  como  digo,  porque  tiene 
por  universal  y  por  cierto  que  toda  desventura  es  pena 
de  culpa ,  y  que  todo  castigado  es  malo ,  y  que  todo 
malo  es  aquí  castigado ;  y  que  decir  Job  que  en  él  no 
es  ansí ,  es  decir  que  la  tierra  se  yerma ,  y  que  las  pe- 
ñas se  mueven  de  su  lugar,  y  se  cae  el  cielo,  y  que  mu- 
dan su  naturaleza  las  cosas.  «¿Si  por  tí,  dice,  será  la 
tierra  dejada?»  etc. ;  esto  es,  ¿si  en  tus  cosas  se  muda 
el  mundo  y  el  estilo  y  la  ley?  Que  esto  se  significa  por 
hacerse  yerma  la  tierra,  que  naturalmente  se  hizo  para 
ser  morada  y  poblada  de  los  hombres ;  y  por  moverse 
las  peñas  de  su  lugar,  que  por  naturaleza  son  para  es- 
tar firmes  y  quedas ,  y  no  para  mudar  lugares  andan- 
do. Y  pregunta  si  se  muda  el  estilo  de  las  cosas  en  él, 
no  porque  á  su  parecer  se  mude ,  sino  porque  seria  des- 
atino pensar  que  se  muda.  Y  en  ese  imposible  y  en  ese 
desaliño  da  Job  estando  castigado  y  diciendo  que  es 
inocente  ;  porque  lo  contrario,  esto  es ,  ser  culpados  y 
malos  los  que  son  azotados  y  heridos,  es  al  parecer  de 
Bildad  lo  establecido  y  lo  usado ,  y  lo  cierto  y  lo  ver- 
dadero. Y  por  eso  añade ,  diciendo  : 

5  «  Cierto  luz  de  malos  se  amatará ,  y  no  esclarecerá 
centella  de  su  fuego. »  Que  es  decir  que  no  es  de  bue- 
nos y  justos  el  apagárseles  la  luz  totalmente,  como  á 
Job  se  le  ha  muerto ,  sino  sin  duda  de  malos  y  pecado- 
res ,  y  que  esto  es  lo  usado  y  lo  cierto.  Y  ansí  dice : 
(( Cierto  luz  de  malos  se  amatará ; »  esto  es ,  de  los  ma- 
los es  y  de  los  hipócritas  que  se  los  muera  la  luz ,  con- 
viene á  saber,  como  á  ti  te  se  ha  muerto.  Y  llama  luz 
la  felicidad  y  lo  próspero  de  los  sucesos,  porque  hacen 
cjaro  al  hombre,  ansí  en  los  ojos  ajenos  que  le  recono- 
cen y  esliman ,  como  en  su  sentido  mismo ,  porque  le 
esclarecen  el  corazón  y  le  alegran.  Y  como  la  claridad 
dcspierla  los  hombres  al  hacer,  y  los  encamina  en  sus 
obras  y  los  dispone  para  ellas,  y  los  favorece  y  aviva, 
y  la  noche ,  por  el  contrario ,  los  entorpece  y  encoge; 


EXPOSICIÓN  DEL 
ansí  los  miserables  y  mal  afortunados  están  como  im- 
pedidos y  aprisionados  en  todo ,  sin  ejecutar  sus  de- 
signios ni  hallar  salida  en  ellos.  Y  como  la  noche  ata 
las  manos,  como  dicho  es,  y  deja  a!  discurso  del  pen- 
samiento mas  libre,  ansí  la  calamidad  y  miseria  aviva 
el  deseo  y  la  imaginación  de  las  cosas ,  y  pone  prisio- 
nes á  las  manos  para  no  conseguirla?.  Pues  dice  ahora 
Bildad  que  lo  cierto  y  lo  usado  y  lo  fuera  de  toda 
duda  es,  que  á  los  malos  se  les  acaba  la  felicidad  de  la 
manera  que  á  Job  se  a^abó,  y  que  ansí  Job  es  malo.  Y 
va  por  todo  este  capílulo  particularizando  el  azote  de 
los  pecadores  y  como  pintando  en  él  la  caida  de  Job,  y 
como  diciendo  en  todo  y  en  cada  una  parte  de  este 
discurso  :  Ansí  pasa  con  los  malos,  y  ansí  ha  pasado 
contigo ;  luego,  ó  tú  eres  malo,  que  es  lo  cierto,  ó  no 
entras  en  cuenta  con  los  demás ,  y  vas  por  otra  ley  y 
camino,  que  es  imposible.  Dice  pues :  aLuz  de  malos  se 
amatará ; »  esto  es,  á  los  malos  acábaseles  la  felicidad; 
quiere  decir,  no  se  les  disminuye  ó  mengua ,  que  eso 
puede  suceder  á  los  que  malos  no  son,  sino  acábaseles 
del  todo,  como  agora  pasa  por  tí.  Y  ansí  añade  :  «  Y  no 
esclarecerá  centella  de  su  fuego;»  esto  es ,  ansí  se  ama- 
ta su  luz ,  no  queda  rastro  della  ni  una  centella  sola,  ni 
en  salud  ni  en  hacienda  ni  en  hijos,  como  á  Job  le 
acontece.  Mas 

6  «Luz  se  escureció  en  su  tienda,  y  su  candela  so- 
bre él  se  amatará.»  Llama  «su  tienda»  su  casa,  por- 
que en  aquella  tierra  traían  vida  movediza  en  el  cam- 
po y  en  tiendas.  Y  podémoslo  entender  en  una  de  dos 
maneras  :  ó  sencillamente,  que  escurecérscles  la  luz 
en  su  tienda  y  su  candela  sobre  ellos  sea  decir  que  la 
luz  de  su  casa  y  la  candela  que  les  daba  lumbre  pierde 
su  luz  (que  es  repetir  lo  que  arriba  dijo  por  otra  y  di- 
ferente manera ,  que  aunque  no  añade  á  la  sentencia, 
añade  al  encarecimiento  y  exagera  algo  mas),  ó  decir 
que  es  nueva  sentencia  y  que  añade  á  lo  dicho.  Uecia 
que  á  los  malos  se  les  acaba  la  luz ;  dice  agora  que  se 
les  acaba  en  su  tienda  y  sobre  ellos  mismos.  En  lo  pri- 
mero da  á  entender  la  pérdida  de  los  bienes  de  fuera, 
y  lo  que  les  parece  á  los  otros ;  en  eslo  segundo  lo  que 
sienten  ellos  mismos  en  sí,  la  tristeza  que  les  ocupa  el 
ánimo,  la  escuridad  del  juicio,  el  error,  la  ansia,  la 
agonía,  la  desesperación  que  traen  de  faltarles  interior- 
mente la  luz,  y  de  ser  despojados  de  los  bienes  de 
fuera  y  de  dentro.  O  es  decir  que  en  su  tienda  y  so- 
bre él  se  le  apaga  la  luz  al  malo ,  {lor  decir  que  se  le 
apaga  cuando  y  donde  está  mas  segura ,  que  son  acci- 
dentes todos  que  se  hallan  en  este  caso  de  Job.  Pro- 
sigue : 

7  «Estrecharse  han  pisadas  de  su  fuerza,  y  despe- 
ñarlo ha  su  consejo.»  Al  faltar  de  la  luz  naturalmente 
se  consigue  el  acortarse  los  pasos,  porque  no  se  puede 
andar  de  noche  y  á  escuras ;  y  como  decíamos ,  la  ca- 
lamidad es  oscuridad ,  y  el  miserable  y  calamitoso  no 
puede  hacer  nada ;  ansí  como  el  que  está  en  tinieblas 
no  puede  dar  paso,  ó  si  le  da ,  tropieza  y  cae  y  se  des- 
peña. Pues  dice  que  al  malo,  muerta  la  luz  de  su  feli- 
cidad, se  le  estrechan  los  pasos  de  su  poder  ;  esto  es, 
se  le  quita  el  poder  para  obrar  lo  que  desea ,  como  al 
que  está  á  escuras  para  andar  donde  quiere ;  y  que  le 
despeña  su  consejo  j  esto  es,  que  si  se  quiere  valer  de 


LIBRO  DE  JOB.  377 

sí  y  se  esfuer.'.a  para  hacer  algo  en  su  ayuda,  cae  por 
el  mismo  caso  en  mayor  calamidad  y  miseria,  como  le 
acontece  caer  y  despeñarse  al  que  presume  caminar  sin 
lumbrera.  V  podíale  parecer  á  Bildad  que  en  Job  pasa- 
ba esto,  por  su  confesión  del  mismo,  que  arriba  dijo 
que  le  cercaba  los  pasos  Dios ,  y  porque  á  su  parecer 
blasfemaba  por  defenderse,  que  fué  despeñarse.  Dice  : 

8  «Porque  enviada  red  á  sus  pies,  y  sobre  sus  ma- 
llas andará.»  Dijo  que  se  le  estrecharían  los  pasos  al 
malo;  dice  agora  la  cau>a  por  qué  se  le  estrecharán,  y 
es,  que  «enviará  Dios»,  esto  es,  que  le  pondrá  Dios 
red  debajo  de  los  pies  para  que  en  ella  se  enrede ,  y 
enredado,  caiga  preso  y  no  ande.  O  porque  dijo  que  le 
estrecharía  Dios  los  pasos  al  malo  y  que  le  des[»eñará  su 
consejo ;  en  que  quiso  decir  que  le  pondrá  en  aprieto 
Dios  y  que  pretemlerá  salir  del ,  y  que  por  el  mismo 
camino  que  lo  pretendiere  se  lanzará  mas  en  el  traba- 
jo ;  dice  agora,  para  mayor  declaración  desto  mismo, 
que  dará  de  pies  en  la  red  queriendo  salir  della,  y  se 
enredará  mas  en  sus  mallas  cuanto  mas  quisiere  des- 
enredarse. Y  dícelo  por  s-^m  ^janza  tomada  de  las  aves 
ó  de  los  otros  animales  que  se  prenden  con  redes,  que 
sintiéndose  presos,  si  procuran  librarse  se  prenden 
mas  y  se  enredan.  Y  sin  duda  es  natural  á  los  malos, 
y  á  los  que  castiga  Dios  por  sus  no  emendados  peca- 
dos, forcejar  por  salir  del  mal  que  padecen,  y  meterse 
mas  en  él  cuanto  mas  se  defienden  ;  porque  los  medios 
de  la  salud  se  les  convierten  en  muerte,  como  se  pro- 
baria por  muchos  ejemplos.  Mas  dice  : 

9  «Trabará  el  lazo  su  carcañal ,  y  esforzarse  ha  so- 
bre él  la  sed.»  Lo  que  decimos  sed,  dice  el  original 
«el  sediento» ,  y  el  sediento  es  el  ladrón  y  el  que  roba 
y  saltea ;  que  se  llama  ansí  en  este  libro,  porque  era 
seca  y  muy  falta  de  agua  la  tierra  de  Job  ,  y  la  falta  de 
la  agua  siéntenla  mas  los  que  hacen  vida  en  el  campo, 
como  los  salteadores  y  como  los  cazadores,  que  podemos 
también  entender  aquí  por  decir  «el  sediento»,  porque 
insiste  Bildad  en  la  semejanza  propuesta.  Y  ponjue 
dijo  de  red  y  de  enlazarse  los  pies  en  ella,  y  porque 
acontece  á  los  que  ponen  redes  ó  lazos,  venida  la  sa- 
zón de  la  presa,  tirar  de  la  cuerda  con  que  la  red  cae 
ó  el  lazo  se  aprieta,  y  acudir  luego  con  alegría  y  pres- 
teza á  prender  y  á  herir  lo  caido ,  ansí  dice  que  « tra- 
bará el  lazo  el  carcañal»  de  los  malos,  y  presos,  vendrá 
el  cazador  sobre  ellos  sin  que  tengan  defensa.  Y  aun 
decláralo  mas : 

10  «Ascendida  en  la  tierra  su  cuerda,  y  su  lazo  so- 
bre sendero. »  Porque  en  la  caza  semejante  encubren 
los  que  cazan  la  cuerda  ,  porque  el  animal  no  se  espan- 
te ,  y  ponen  el  lazo  en  la  vereda  y  en  lugar  estrecho  y 
por  donde  es  el  paso ;  y  ansí,  cae  la  fiera  en  él  cuando 
va  mas  segura  y  cuando  va  por  donde  suele  ir  de  con- 
tino. Porque  sin  duda  los  malos  caen  cuando  piensan 
menos  de  la  caida,  y  cuando  siguen  su  huella  y  van 
mas  con  el  viento  en  popa  y  en  su  camino  mismo,  y 
en  eso  en  que  se  precian  de  valer  son  derribados  y  pre- 
sos. Y  como  luego  dice  : 

11  «En  derredor  le  turbarán  turbaciones ,  y  le  enre- 
darán sus  pies  mismos. »  Porque  caídos  en  el  lazo  y 
viniendo  sobre  ellos  la  red,  quedan  en  derredor  cerca- 
dos de  ella ,  y  dan  en  ella  á  cualquier  parte  que  acu- 


378  ORRAS  DE  FRAY 

dan ,  y  no  ven  sino  rcil  que  los  turbe;  que  esas  son  las  | 
turbaciones  que  dice.  Y  lo  que  dice,  que  le  «enredarán 
sus  pies  mismos»,  es  decir  que  por  desasirse  se  enla- 
zará ,  y  por  librar  de  la  red  el  pié,  le  meterá  mas  en  la 
red.  Dice  mas : 

12  «Será  lanibrienta  su  fortaleza,  y  quebranto  apa- 
rejado á  su  costilla;))  en  que,  dejando  ya  la  semejanza 
de  la  red  y  cazador,  pasa  á  o'ra  cosa.  Y  porque  lia  dicbo 
lo  mal  que  le  sucederá  al  malo  en  sí  mismo,  dice  có- 
mo pasarán  su  mujer  y  sus  liijos,  porque  la  calamidad, 
si  es  entera,  á  lodos  se  extiende.  Pues  dice  :  «Será 
fambrienta  su  forlaleza. »  Fortaleza  llama,  según  es- 
tilo de  la  Sagrada  Escritura,  á  los  liijos,  y  seualada- 
menlc  al  hijo  mayor.  Ansí  llama  Jacob  á  su  Iiijo  Rubén 
en  el  Génesi  (a) ,  do  dice  :  «Rubén ,  mi  primogénito  y 
roí  forlaleza,  principio  de  mi  valenlía  ;»  en  cuyo  ori- 
ginal está  la  mi?ma  palabra  que  aquí ,  pues  dice  que 
vendrá  su  forlaleza  á  pobreza  ;  ponjue  para  el  padre, 
que  es  el  castigado,  no  es  tan  malo  que  mueran  como 
que  laceren  y  hambreen  sus  hijos.  Y  «quebranto»,  dice, 
aparejando  á  su  costilla ; »  eslo  es ,  á  su  mujer,  que  se 
hizo  de  su  costilla  y  es  parle  y  muy  del  lado  del  hom- 
bre. Dice : 

13  «Comerá  ramos  de  su  cuero,  comerá  sus  brazos 
mayorazgo  de  muerte.»  Va  por  sus  grados  desnudando 
de  sus  bienes  al  malo.  Primero  le  quitó  la  hacienda ,  y 
con  ella  el  poner  en  ejecución  lo  que  hacer  se  desea  ; 
después  le  hiere  en  la  mujer  y  familia,  agora  toca  en 
la  persona  y  en  el  uso  de  las  fuerzas  y  miembros.  Y 
dice  que  el  «mayorazgo  de  la  muerte  »,  eslo  es,  algún 
mal  muy  grave  y  muy  vecino  á  ella,  le  gastará  los  «ra- 
mos de  su  cuero»  ;  y  declara  qué  ramos  son  estos,  y 
dice  que  los  brazos  suyos  le  comerá  el  mayorazgo  de 
muerte,  y  por  los  brazos  eulieade  lodos  los  miembros. 
Dice  mas  : 

14  «Será  arrancada  de  su  tienda  su  fiucia,  y  holla- 
rá sobre  él  como  rey  la  matanza.»  Fallo  de  toJo,  dice, 
de  hacienda,  de  familia,  de  salud  corporal,  no  le  de- 
jará Dios  ni  una  raíz  en  que  estribe.  Que  aconlece  en 
males  y  calamidades  muy  graves  quedar  á  lo  menos 
alguna  pequeña  esperanza  de  bien,  y  un  resquicio,  aun- 
que pequeño,  que  muestra  luz  de  íiucia ;  mas  cu  el  cas- 
tigo que  á  los  malos  da  Dios  ,  y  cuando  á  un  perverso 
hombre  le  quila  su  estado,  ni  una  brizna,  dice,  le  deja 
de  remedio,  ó  siquiera  de  su  esperanza,  sino  la  cala- 
midad huella  sobre  él  como  rey,  porque  se  enseñorea 
del  y  de  totlas  sus  cosas ,  teniéndole  sujeto  y  rendido. 
Mas  eslo  mismo  dice  el  original  por  olra  manera,  que 
dice  :  «Y  hará  qne  vaya  al  rey  de  los  miedos ; »  que  á 
la  falta  de  la  esperanza  siempre  sucede  el  miedo  y  te- 
mor. Y  jorque  dijo  que  lo  arrancaría  Dios  «la  íiucia» 
de  su  casa ,  eslo  es ,  que  no  le  dejaría  cosa  en  que  po- 
der esperar,  dice  consiguieiiie  (|iii;  h;  enviará  al  rey 
de  los  miedos,  esto  es,  que  le  enlregará  al  miedo  del 
lodo,  ó  á  la  desesperación,  en  que  se  ciUrega  la  alma  á 
lodo  lo  que  temer  se  puede,  ['rosigue  : 

li)  «  Morará  en  su  tienda  del,  que  no  á  él ,  será  es- 
parcido sobre  su  morada  azufre.»  Una  cosa  es  asola- 
miento, y  olra  mal  sucesor  y  heredero;  una  que  se 
destruya  lodo,  olra  que  vengad  manos  del  enemigo. 

l«)  Cene*.,  43, 3. 


LUIS  DE  LEÓN. 

Pues  ambas  cosas,  dice,  hace  Dios  con  lo5  malos ;  que 
para  lo  que  loca  á  su  provecho  dellos  esparce  azufre 
sobre  sus  personas  y  haciendas,  porque,  como  si  se  lo 
abrasase,  ansí  lodo  les  falta ;  y  para  lo  que  mira  á  en- 
grandecer su  miseria ,  deja  que  entre  en  la  posesión 
dellü  su  émulo.  Y  ansí,  dice  que  «morará  en  su  tien- 
da del,  que  no  á  él;»  esto  es,  que  morará,  no  solamente 
quien  no  tenga  que  ver  con  él  por  amistad  ó  por  san- 
gre, sino  quien  no  le  agrade  á  él  y  quien  le  duela  y 
congoje  ;  esto  es,  quien  menos  ama  y  quien  mas  abor- 
rece, y  quien  menos  quisiera  ver  feliz  ni  con  la  hacien- 
da de  otros,  y  sin  duda  ese  mismo  que  le  calumnió  y 
derrocó  y  que  fué  autor  ó  ministro  de  su  mal  y  caí- 
da. Y  p;ira  mayor  cumplimiento  dice  y  prosigue  : 

16  «De  abajo  sus  raices  se  secarán,  y  de  arriba  será 
corlado  su  ra.r.o.»  Que  es  como  en  suma  comprehen- 
der  lo  que  ha  dicho,  aunque  por  diferente  manera.  Que 
como  el  árbol  que  sin  esperanza  se  seca,  queda  seco 
en  la  raíz  y  en  los  ramos,  ansí  dice  que  hace  Dios  con 
los  malos ,  que  no  les  desmocha  las  ramas  solas ,  sino 
que  los  arranca  de  cuajo,  ó  que  los  corla  de  manera  en 
lo  alto ,  que  pierda  el  jugo  y  vida  la  raíz.  Como  seria 
agora,  para  que  pongamos  ejemplo,  si  quitase  Dios  la 
gracia  y  favor  del  rey  á  algún  ministro  malo  que  pri- 
vase mucho  con  él ,  y  él ,  como  suele  acontecer  á  las 
veces  ,  se  consumiese  y  muriese  de  pena  de  verse  caí- 
do; en  este  diremos  que,  cortado  en  la  rama  del  favor, 
se  secó  la  raíz.  O  dice,  lo  que  también  aconlece,  que 
dañándose  la  raíz  en  un  árbol,  vienen  á  secarse  las  ra- 
mas, que  secas  las  cortan  y  entregan  al  fuego.  Y  avie- 
ne á  los  malos  de  la  misma  manera,  que  por  no  tener 
jugo  en  la  substancia  y  verdad ,  al  fin  sus  obras  y  sus 
designios  y  sus  sucesos  se  secan ,  y  quedan  útiles  so- 
lamente para  arder  en  el  fuego,  donde,  vueltos  coni- 
za, no  deje  rastro  dellos  el  viento.  Que  es  lo  que  dice: 

17  «Su  memoria  se  perderá  de  la  tierra ,  y  no  nom- 
bre á  él  sobre  faces  de  plaza. »  Alude  á  la  costuíubrc 
antigua  de  algunas  gentes  de  poner  á  sus  bienhecho- 
res en  las  plazas  y  lugares  públicos  estatuas  y  títulos, 
que  sí  por  lisonja  se  hace  alguna  vez  con  los  malos,  en 
volviéndose  el  viento,  los  mismos  que  las  pusieron  las 
quitan  y  las  derruecan  y  borran.  Dice  mas : 

18  «Empolerlo  han  de  luz  á  escuridad,  y  del  mun- 
do le  removerán. »  El  olvido  son  las  tinieblas  ;  y  ansí, 
dice  que  de  la  luz,  como  empeliéndole,  le  lanzarán  en 
la  noche ,  porque  con  estudio  y  con  priesa  procurarán 
los  hombres  todos  que  no  quede  memoria  del  en  la  vi- 
da ni  rastro  de  cosa  suya ,  como  se  hizo  con  muchos 
que  tiranizaron  sus  pueblos,  de  que  está  llena  la  his- 
toria. Y  al  fin  dice  : 

19  «No  hijo  á  él,  no  nieto  en  su  pueblo,  ni  rema- 
niente en  sus  moradas  ; »  que  es  decir  un  asolamiento 
entero  y  cabal.  Por  donde  justamente  concluye  : 

20  «Sobre  su  dia  se  maravillaron  postreros,  y  an-, 
cíanos  trabaron  temblor  ;»  que  es  obra  de  una  grande' 
caída  poner  en  espanto  á  los  que  miran  en  ella.  Y  ansí, 
con  decir  esto  encarece  mas  lo  que  dicho  tiene,  y  mues- 
tra que  el  golpe  con  que  Dios  derriba  y  despeña  á  Ios- 
malos  hace  ()asmo  con  su  mucho  ruido.  «Sobre  su 
dia,  dice,  se  maravillaron  postreros.»  Dia  llama  de- 
llos la  Sagrada  Escritura  el  de  su  calamidad  y  miseria, 


EXPOSICIÓN  DEL 
como  en  los  buenos  su  día  es  cuando  se  descubriere  su 
gloria,  porque  entonces  sale  á  luz  cada  uno  y  es  sin  i 
error  conocido ;  como  al  revés,  están  en  nocbe,  el  bue-  j 
no  mientras  padece,  y  el  malo  mientras  reina  y  flore- 
ce, porque  no  se  ve  ni  puede  entonces  lo  que  es  cada 
uno.  Pues  de  su  miseria  «se  maravillarán  los  postreros'); 
esto  es,  los  mas  mozos  que  ellos  y  los  que  les  sucedie- 
ren después ;  y  los  «ancianos  también,  dice,  trabarán 
temblor»,  esto  es,  los  mas  viejos  que  ellos ,  y  los  que 
por  la  edad  y  por  la  experiencia  larga  de  las  cosas  se 
suelen  menos  maravillar,  temblarán;  esto  es,  tembla- 
rán todos,  viejos  y  mozos,  con  maravilla  y  espanto.  Y 
dice  con  propriedad  que  « trabarán  el  temblor»,  porque 
los  que  tiemblan,  en  el  movimiento  que  hacen  parece 
que  van  á  trabar,  y  de  hecho  traban  lo  que  hallan  tem- 
blando. Dice  finalmente : 

21  «Pues  estas  son  moradas  de  malo,  y  este  lugar 
del  que  no  supo  á  Dios. »  Con  que  concluye,  diciendo 
que  en  esto  para  al  íiu  la  casa  y  la  prosperidad  de  los 
malos  y  de  los  que  á  Dios  no  temen ,  y  juntamente 
queriendo  decir  que  en  eslo  ha  parado  Job  ,  y  que  su 
íin  ha  sido  este  mismo  ,  y  que  pues  parece  malo  en  el 
suceso  y  en  la  fortuna,  sin  ninguna  duda  lo  es  en  el 
hecho  y  la  culpa,  que  es  lodo  lo  que  desde  el  principio 
probar  pretende. 

CAPITULO  XIX, 

ARGLMOTO. 

Responde  Job,  csnsado  ya  de  oir  una  cosa  por  tantas  ma novas;  no 
replica  á  sus  impertinencias,  sino  liaee  de  los  nulos  que  pasa 
lasliaiosa  historia;  profetiza  la  resurrección  postrera. 

1  Y  respondió  Job  y  dijo  : 

2  ¿Hasta  cuándo  ansiades  mi  alma  y  me  moleréis  con 
palabras? 

5  Ya  diez  veces  me  desnoslais  con  afrenta  ,  y  no  os 
avergonzáis  de  oprimirme. 

4  Ciei  lo  aunque  erré,  mi  error  se  quede  comigo. 

5  Mas  vosotros  sobi-e  mi  os  engrandecéis,  y  razonáis 
Solire  mi  denuesto. 

6  Pues  sabed  ahora  que  el  señor  me  aHige,  y  no  según 
tela  de  juicio,  y  me  ciñe  al  derredor  con  azotes. 

7  Vocearé  adoliéudoine,  y  uo  soy  respondido;  e?; clama- 
ré, y  1)0  juicio. 

8  Mi  camino  vallado  y  no  pasaré,  y  sobre  mis  senderos 
oscuridad  puso. 

9  W  i  honra  de  sobre  mi  me  despojó,  y  tiró  corona  de  mi 
cabeza. 

10  Derrocóme  en  derredor  y  perecí,  y  fizo  mover  como 
árbol  mi  esperanza. 

\\  Encendió  contra  mi  su  furor,  y  contóme  á  él  como 
su  enemigo. 

12  A  una  vinieron  sus  soldados  y  hicieron  sobre  raí  su 
carrera,  y  posaron  derredor  á  mi  tienda. 

lo  Mis  hermanos  hizo  alejar  de  mi ,  y  mis  conocientes 
£c  extrañaron  de  mi. 

lí  Dejáronme  mis  cercanos,  y  mis  conocientes  se  olvi- 
daron. 

■15  Moradores  de  mi  casa  y  mis  siervas  por  extraño  me 
contaron;  extraño  fui  en  sus  ojos. 

16  A  mi  siervo  llamé,  y  uo  responde;  con  mi  boca  me 
apiadaba  á  él. 

17  Mi  aliento  extrañó  mi  mujer,  y  apiádeme  por  hijos 
(le  mi  vientre. 

18  También  perversos  me  despreciaron,  ausentábame, 
S  fablaban  contra  mí. 


LIBRO  DE  JOB.  379 

49  Aborreciéronme  todos  los  varones  de  mi  secreto, 
y  los  que  amé  fueron  vueltos  contra  mi. 

20  A  mi  cuero,  consumida  la  carne,  se  apegó  mi  hue- 
so, y  escapé  con  solo  cuero  sobre  mis  dientes. 

21  Apiadadvos,  apiodadvos  de  mi,  vos  mis  amigos; 
porque  mano  de  Dios  tocó  en  mí. 

22  ¿Porqué  me  perseguís  como  Dios,  y  de  mi  carne 
no  vos  hartádes? 

23  ¡Quién  me  diese  agora,  y  fuesen  escripias  mis  pa- 
labras! Quién  diese  en  libro,  y  fuesen  esculpidas! 

24  Con  péndola  de  tierro  y  plomo  para  siempre  en  peña 
fuesen  tajadas. 

23  Yo  conozco  que  mi  redentor  vive,  y  que  á  la  j)0Stre 
sobre  polvo  me  levantaré. 

26  Y  tornará  á  cercarme  mi  cuero,  y  en  mi  carne  veré 
á  Dios. 

27  A!  cual  yo  veré  por  mí,  y  mis  ojos  le  verán,  y  no 
extraño,  esta  esperanza  reposa  en  mi  seno. 

28  Pues  ¿por  qué  decis  :  Persigámosle,  hallemos 
contra  él  raiz  de  palabra? 

29  Temed  á  vosotros  de  la  faz  de  la  espada,  porque 
vengador  de  delitos  espada,  y  sabed  que  hay  juicio. 

EXPLICACIÓN. 

1  «Y  respondió  Job  y  dijo.»  Responde  á  Bildad  Job, 
y  muestra  primero  cuan  importuna  cosa  es  oir  una  sin- 
razón muchas  veces.  Y  ansí  le  dice  : 

2  "¿Hasta  cuándo  ansiades  mi  alma  y  me  moleréis 
con  palabras?  »  En  que  da  bien  á  entender  la  molestia 
que  sus  amigos  le  daban  ,  pues  le  criaban  ansia  en  el 
alma,  y  le  molían  y  quebrantaban  el  cuerpo.  Que  la 
congoja  del  corazón ,  que  nace  de  una  sinrazón  porfia- 
da, desbarata  todo  el  hombre.  Porque  un  necio  porfia- 
do y  que  entiende  siempre  menos  cuanto  mas  se  le 
dice,  es  fuerte  cosa,  y  mas  fuerte  mucho  si  enrlereza 
á  vneslra  injuria  lo  que  dice  y  porfia.  Dice  pues  :  «¿Has- 
ta cuándo  ansiades  mí  alma?»  Porque  en  buena  razotí 
cabia  dejar  de  hablar,  viendo  que  no  servía  su  habla 
sino  de  acrecentar  pesadumbre  y  molestia ;  mas  el  por- 
fiado metido  eo  disputa  solo  atiende  á  su  cólera.  Por  lo 
cual  dice  : 

3  «  Ya  diez  veces  me  denostáis  con  afrenta ,  y  no  os 
avergonzáis  de  oprimirme.»  «Diez  veces»  dice  por  niu- 
clias ,  y  dice  que  le  denueslan  porqite  le  itnponen  lo 
(¡ue  no  es  y  entienden  mal  sus  razones.  Y  dice  que  le 
oprimen,  y  que  no  se  avergüenzan  de  tenerle  ansí  opre- 
so,  de  que  se  maravilla  con  grande  razón  ;  porque  per- 
seguir á  un  miserable  y  dar  pena  al  que  nada  en  ella,  y 
al  caido  y  al  dolorido  acrecenlatie  mas  el  dolor,  es  caso 
vilísimo  y  de  corazones  bajos  y  villanos  y  desnudos  de 
toda  humanidad  y  virtud.  Donde  decíinos  oprimirme, 
el  original  dice  empedernecer,  que  viene  bien  con  eslo 
mismo  que  digo ;  porque  era  de  corazones  de  piedra,  en 
tanta  miseria  como  delante  tenían,  no  enternecerse 
para  no  dar  nueva  pena.  Que  cuando  Job  no  tuviera 
razón  y  traspasara  la  ley  de  la  paciencia,  de  la  huma- 
nidad era  condescender  con  él ,  visla  la  ocasión  que  te- 
nia, y  considerar  lo  que  puede  el  dolor,  y  condolién- 
dose del  y  consolándole ,  reducirle  á  templanza.  Mas 
Dios  nos  libre  de  un  necio  tocado  de  religioso  y  con 
celo  imprudente,  que  no  hay  enemigo  peor.  Dice  : 

4  «Cierto  aunque  erré,  mi  error  se  quede  comigo.» 

5  «Mas  vosotros  sobre  mí  os  engrandecéis,  y  razo- 
náis sobre  mí  denuesto.»  Y  el  original  á  la  letra  ;  «Y 


3S0  OBRAS  DE  FRAY 

sea  que  haya  errado,  comigo  mi  yerro  morará ;  ¿si  de 
•veras  os  engrandeciérades  contra  mí ,  y  me  razonárades 
afrentas?»  En  que  Job,  después  de  haberse  quejado 
con  espanto  de  la  porfía  imprudente  de  sus  compañe- 
ros, notándolos  de  inhumanos  y  duros,  comienza  en 
estos  dos  versos  á  volver  por  su  causa ,  y  dice  al  pare- 
cer de  algunos  ansí :  Decis  que  yerro  y  me  engaño;  yo 
quiero  que  sea  como  vosotros  decis ;  mas  pregunto 
si  es  justo  por  eso  que  en  el  estado  en  que  estoy  os 
engrandezcáis  contra  mí,  y  razonéis  sobre  mí  denues- 
to; esto  es,  que  levantéis  bandera  contra  un  miserable 
y  le  baldonéis  en  la  cara  y  le  deis  en  rostro  con  sus 
pecados.  Que  sea  yo  cuan  malo  quisiéredes ;  pero  no 
era  tiempo  ahora  de  lastimarme  con  ello  ni  de  hacerme 
sabidor  de  mis  culpas,  sino  de  aliviarme  mis  penas,  de 
condoleros  de  mi  trabajo ,  y  de  perdonar  algo  al  exce- 
sivo mal  que  padezco,  de  no  maravillaros  si  hablo  y  me 
duelo,  sino  antes  lo  que  callo  os  debiera  espantar.  O 
digamos  de  otra  manera  (que  es  la  que  mas  me  con- 
tenta, porque  dice  mas  con  el  enfado  justo  que  Job  te- 
nia del  mal  término  y  peor  entendimiento  de  aquestos 
amigos,  y  porque  dice  mas  con  la  letra).  Hacéis  mara- 
villa, dice,  de  que  digo  que  soy  azotado  sin  culpa,  y 
referís  y  mostráis,  para  convencerme,  la  manera  como 
deshace  Dios  á  los  malos,  y  si  en  ellos  no  me  conozco  á 
mí ,  decis  que  yerro  y  soy  ciego ;  pues  respóndoos,  di- 
ce, que  digo  lo  que  dicho  tengo,  y  que  en  el  error  que 
vosotros  llamáis  error,  en  ese  me  estoy ;  y  aunque  os 
encendáis  contra  mí  y  me  digáis,  como  hacéis,  mil 
afrentas ,  no  me  torno  atrás  de  lo  que  ya  dije ;  en  ello 
estoy,  y  si  error  es,  abrazo  ese  error.  ((Cierto,  dice, 
aunque  erré,»  esto  es,  aunque  ansí  lo  digáis  y  os  pa- 
rezca, «mi  error  se  quetle  comigo  ;  »  esto  es,  morará 
comido  mi  error,  como  o!ra  letra  decía,  que  es,  no 
mudo  lo  dicho  ni  me  arrejiionlo  dello;  del  mismo  pa- 
recer soy  y  de  nuevo  lo  afirmo,  «si  de  veras  os  en- 
grandecéis contra  mí ;»  esto  es,  ansí  lo  digo,  por  mas 
que  os  enojéis  conira  mí,  ó  aunque  sé  cierto  os  enoja- 
réis contra  mí.  Y  llama  ejiqrandecer.se  al  enojarse,  por- 
que el  enojo  levanta  el  ánimo,  y  hinche  las  narices  y 
el  ro.-tro  de  esjpírilu,  y  pone  bríos  de  mayor  y  de  supe- 
rior en  el  hombre,  que  tiene  en  menos  aquellos  con 
quien  se  enoja  y  los  hace  sujetos.  Por  donde  también 
en  el  uso  de  los  latinos  dicen  que  se  levanta  en  cólera 
por  decir  enojado ,  como  decía  el  poeta : 

Insurgil  tn  iras  (a). 

Pues  díceics  Job  qun  aunque  se  levanten,  6  aunque 
sabe  se  levanlarán  contra  él ,  estimándose  á  sí ,  y  á  él 
despreciándole,  teniéndose  por  sabios  á  ellos,  y  á  él 
por  tonto  y  por  necio,  condenando  la  vida  del,  y  apro- 
bando y  abrazando  la  suya,  dice  loilavía  lo  que  dicho 
tione,  y  se  afirma  en  lo  mismo.  Y  si  dicen  que  siempre 
Dios  deshace  la  prosperidad  de  los  malos,  y  los  despoja 
del  lodo,  y  les  seca  la  raíz  y  los  ramos,  yo,  dice,  no 
soy  malo,  y  hace  Dios  comigo  y  ha  hecho  todo  eso  que 
Bildad  dice  que  con  los  malos  liace ,  y  mas  que  no  di- 
ce. Y  ansí ,  cuenta  luego  por  orden  lo  que  padece  con 
sentimiento  grandísimo,  como  comparándose  en  cada 
verso  con  lo  que  Bildad  dijo  arriba ,  y  como  mostrando 
(«)  Virg.,  ifÜDcid.,  lib.  VII ,  V.  445,  Exarsil  in  iras. 


LUIS  DE  LEÓN. 

que  es  lo  mismo  ó  mas  crudo  lo  que  á  él  le  acontece, 
y  como  confesando  que  le  trata  Dios  á  él  como  á  Bildad 
parece  que  trata  siempre  á  los  malos,  y  que  sin  embar- 
go deso  no  es  malo.  Dice : 

6  «Pues  sabed  agora  que  el  Señor  me  aflige,  y  no 
según  tela  de  juicio,  y  me  cine  al  derredor  con  azo- 
tes.» El  original  dice  :  «Que  el  Señor  se  tuerce  comi- 
go, ó  me  hace  tuerto ; »  esto  es,  que  no  guarda  comigo 
ahora  lo  que  la  lela  del  juicio  pide,  como  entendió  san 
Jerónimo.  Esta  es  la  proposición  de  su  tema ,  que  Dios 
le  azota  gravemente,  y  que  él  no  ha  hecho  por  qué  me- 
rezca ser  azotado  ansí.  Y  dice  «sabed  agora»,  como 
diciendo,  si  no  lo  sabéis,  sabedlo,  y  si  no  me  habéis 
entendido ,  entendedme  agora  bien ,  que  digo  que  no 
he  pecado  y  padezco.  Y  en  la  manera  como  lo  dice  lo 
prueba  en  parte ,  porque  dice  :  «  Sabed  ahora  que  el 
Señor  me  aflige,  y  no  por  tela  de  juicio ; »  en  que  secre- 
tamente argumenta  :  Si  este  fuera  castigo  de  culpa, 
guardara  Dios  en  él  la  forma  que  se  debe  ajuicio,  acu- 
sara primero,  oyera',  convenciera  y  pronunciara  sen- 
tencia ;  mas ,  como  dice  luego  : 

7  «Voceo  adolíéndome,  y  no  soy  respondido ;  excla- 
mo, y  no  juicio ; »  esto  es ,  pido  justicia,  y  no  hay  quien 
me  oiga ;  demando  cargos  y  lugar  de  defensa  y  no  hay 
remedio  ninguno.  Antes,  dice  : 

8  «Mi  camino  vallado  y  no  pasaré,  y  sobre  mis  sen- 
deros escuridad  puso;»  esto  es,  me  tiene  cercados  los 
caminos  todos  y  por  todas  maneras.  No  solo,  dice,  no 
me  acusa  ni  me  oye,  mas  ni  deja  que  ninguna  otra  cosa 
me  valga  ó  defienda.  «Mi  camino  vallado,»  esto  es, 
cercó  con  valladar,  y  «no  pasaré»,  esto  es,  y  ansí  no 
puedo  dar  paso  adelante;  que  es  por  semejanza  de  los 
que  caminan ,  y  liallan  cercado  ó  cortado  el  camino.  Y 
llama  «camino  suyo»  su  consejo  y  esfuerzo  y  justicia, 
y  lodo  lo  que  le  podía  ser  de  provecho.  Y  dice  :  «Sobre 
mis  senderos  oscuridad  puso;»  porque,  ansí  como  no 
se  camina  cuando  está  cerrado  el  camino,  ansí  también 
no  se  puede  caminar  sin  la  luz ;  y  ansí,  sin  lo  uno  y  lo 
otro  está  Job  mas  á  raya ,  ó  conforme  á  lo  que  signifi- 
car quiere,  mas  sin  ayuda  y  defensa.  Añade  : 

9  «Mi  honra  de  sobre  mí  me  despojó,  y  tiró  corona 
de  mi  cabeza.»  Dicho  que  no  pasa  por  tela  de  juicio 
este  negocio  suyo,  y  que  ni  es  acusado  ni  oido,  de  don- 
de secretamenle  iníiere  que  su  azote  no  es  azote  de 
culpa ,  sino  orden  de  providencia  secreta ,  dice  agora 
la  terribilidad  deste  su  azote  y  lo  que  Dios  con  él  hace. 
Y  dice  que  luego  que  le  cerró  los  caminos  de  la  huida 
y  defensa,  como  le  tuvo  bien  preso,  «le  despojó  de  la 
honra  y  le  quitó  la  corona;»  en  que  declara  su  mal, 
como  por  semejanza  de  los  que  la  jusUcia  prende  por 
graves  delictos ,  que  primero  les  cerca  la  casa  para  (¡ue 
no  huyan,  y  después  les  arresta  la  persona  y  les  quilan 
las  armas ,  y  les  secrestan  los  bienes.  Ansí  á  él ,  dice, 
le  tomó  Dios  lodos  los  caminos  primero,  y  después  le 
echó  la  mano,  y  le  «despojó  de  la  honra  y  corona  »; 
esto  es ,  de  su  hacienda  y  familia,  por  quien  era  honra- 
do y  estimado.  Que  llama  «honra  y  corona»  por  figu- 
ra, la  prosperidad  y  buena  fortuna  suya,  como  Salo- 
món en  los  Proverbios  (6),  do  dice  :  «La  corona  de  los 
sabios  sus  riquezas. »  Y  porque  es  proprio  de  los  muy 

(b)  Prov.,  ll,2í. 


EXPOSICIÓN  DEL  LIBRO  DE  JOB. 


3^1 


lastimados  repetir  muchas  veces  lo  que  les  duele,  y  ha- 
cer memoria  dello  por  diferentes  maneras,  usa  luego 
Job  de  otra  semejanza  diversa ,  y  dice  lo  mismo.  Por- 
que dice : 

10  «Derrocóme  en  derredor  y  perecí,  y  fizo  mover 
como  árbol  mi  esperanza.»  Digo  que  es  lo  mismo  de 
arriba,  dicho  por  semejanza  de  un  poderoso  árbol,  que 
le  hieren  el  tronco  á  la  redonda  hasta  dar  con  él  en  el 
suelo ,  donde  perece.  O  si  es  cosa  diversa ,  en  lo  pa- 
sado señaló  la  pérdida  de  la  hacienda ,  y  aquí  decla- 
ra las  enfermedades  de  su  persona  y  sus  llagas.  Y  dice 
que,  como  acontece  á  un  árbol  que  el  labrador  cor- 
'  la  porque  no  le  embarace  la  tierra ,  que  le  hiere  pri- 
mero con  la  hacha  en  el  tronco ,  y  le  empele  después, 
y  viene  quebrado  al  suelo  de  su  peso  mismo ,  adonde 
caido  se  seca  y  no  torna  á  ser  mas;  ansí  á  él  le  golpea- 
ron á  una  por  todas  partes,  el  saheo  en  los  bueyes ,  el 
fuego  en  las  ovejas,  el  caldeo  en  lo  demás  de  la  hacien- 
da, la  casa  en  los  hijos,  y  el  demonio  en  su  cuerpo, 
hasta  que  golpeado  y  herido  al  derredor,  vino  como 
tronco  cortado  al  suelo ,  donde  se  secó  su  esperanza. 
Dice :  «Derrocóme  en  derredor  ;»  esto  es,  corlóme  en 
derredor  para  derrocarme,  «y  perecí ; »  el  original  dice 
«y  anduve»,  esto  es,  y  vine  al  suelo.  «Y  fizo  mover 
como  árbol  mi  esperanza. »  Hacer  mover  la  esperanza 
es  hacer  que  se  pase  su  sazón,  como  la  palabra  original 
lo  demuestra,  y  llama  pasar  de  su  sazón  la  esperanza  en 
el  árbol  venir  á  secarse.  Y  es  de  advertir  que  la  pala- 
bra «como  árbol»  de  lo  postrero  del  verso  se  ha  de 
entender  como  puesta  al  principio,  y  decir :  «Derrocó- 
me en  derredor  como  árbol,  y  anduve,  y  hizo  pasar 
mi  esperanza.»  Dice  mas : 

íl  «Encendido  contra  mí  su  furor,  y  contóme  á  él 
como  enemigo. »  Dijo  el  efecto,  y  dice  la  causa  agora 
para  que  por  ella  se  entienda  mas  su  grandeza.  El  efecto 
fué  la  calamidad  que  padece,  declarada  en  las  formas 
que  he  dicho;  la  causa  de  ello  es ,  á  lo  que  piensa,  el 
furor  de  Dios  contra  él,  que  es  la  mas  eficaz  y  ¡a  mas 
poderosa  de  todas.  Porque  ¿qué  no  podrá  Dios  todopo- 
deroso? Y  ¿qué  mal  no  hará  Dios  enojado  y  enemigo? 
«Encendió,  dice,  contra  mí  su  furor.»  Dice  el  original 
á  la  letra:  «Hizo  crecer  contra  mí  su  furor;»  ó  porque 
lo  que  se  enciende  crece,  que  el  fuego  levanta  y  dilata 
las  cosas ,  ó  para  dar  á  entender  que  no  se  enoja  Dios 
con  él  con  enojo  ordinario,  ni  usó  de  cólera  usada,  sino 
acrecentada  y  mayor  que  otras  veces.  Y  por  eso  dice 
luego  : 

12  «A  una  vinieron  contra  mí  sus  soldados ,  y  hi- 
cieron sobre  mí  carrera,  y  posaron  derredor  á  mi  tien- 
da.» Como  diciendo  que  no  envió  sobre  él  un  mal,  si- 
no todos  los  males ;  ni  por  discurso  de  tiempo,  sino  to- 
dos á  un  tiempo.  Y  usa  aquí  de  otra  semejanza  tercera, 
sacada  de  lo  que  en  la  guerra  acontece,  cuando  un  po- 
deroso ejército  viene  sobre  una  ciudad  y  la  cerca  y  la 
bate.  Ansí  dice  que  el  ejército  de  Dios,  que  son  un  es- 
cuadrón de  mil  males  enviados  por  Dios,  vinieron 
sobre  él  y  le  cercaron,  y  le  batieron  y  pusieron  por 
tierra.  «  Y  hicieron,  dice,  sobre  mi  carrera.  »  El  ori- 
ginal :  «Y  levantaron  carrera  sobre  mi. »  Quiere  decir 
que  le  aportillaron ,  y  hicieron  en  él  grande  y  abierta 
entrada  para  el  asalto.  Y  dice  «levantar  carrera», 


para  decir  que  hicieron  ancho  y  desembarazado  cami- 
no; porque  levantar  carrera  es  hacer  calzada,  camino 
muy  conocido,  la  cual  se  hace  macizando  el  suelo 
y  levantándole  sobre  lo  demás  con  argamasa  y  con 
piedras. 

13  «Mis  hermanos  hizo  alejar  de  mí,  y  mis  cono- 
cientes se  extrañaron  de  mí.» 

1 4  «Dejáronme  mis  cercanos ,  y  mis  conocientes  me 
olvidaron.» 

13  «Moradores  de  mi  casa  y  mis  siervos  por  extra- 
ño me  contaron,  extraño  fui  en  sus  ojos.»  A  la  caida 
de  un  árbol  se  sigue  que  huyan  y  se  aparten  los  que 
la  ven.  Cayó  Job,  y  derrocólo  el  Señor,  y  batióle ,  co- 
mo ha  dicho,  y  púsole  por  el  suelo;  y  ansí,  sucediólo 
que  dice,  que  le  huyeron  todos  y  le  dejaron  solo.  Que 
es  uno  de  los  accidentes  que  ,  cuando  la  fortuna  se 
vuelve  causan  mayor  sentimiento,  el  faltar  luego  los 
amigos  y  el  desconocerse  los  deudos,  y  el  ver  el  hom- 
bre por  la  misma  experiencia  lo  poco  que  puede  fiar  de 
los  hombres ,  y  el  engaño  grande  que  pasa  en  la  vida; 
que  nadie  es  querido  por  lo  que  es  en  sí ,  sino  por  lo 
que  representa  defuera,  que,  como  no  es  suyo  ni  fir- 
me ,  ansí  no  lo  son  los  amigos.  Mas  son  de  considerar 
las  palabras  que  «á  los  hermanos»,  que  el  deudo  los 
hace  cercanos,  dice  que  «los  hizo  alejar»,  y  á  los  cono- 
cientes, que  son  como  familiares,  dice  que  hizo  extran- 
jeros, y  á  los  que  antes  se  le  acercaban  los  detuvo,  po- 
niéndoles freno,  y  puso  olvido  en  los  que  tenían  del 
conocimiento  y  memoria,  y  «á  sus  criados»  hizo  que 
le  mirasen  «con  ojos  de  extraño»,  que  fué  ponerá  ca- 
da uno,  no  diferente  de  lo  que  antes  era  con  Job ,  sino 
contrario  de  lo  que  antes  era,  para  hacer  mas  dolor.  Y 
pasa  adelante  y  dice  : 

16  «A  mi  siervo  llamé,  y  no  responde;  con  mi  boca 
me  apiadaba  á  él.»  Duro  es  mirar  bs  siervos  como  ex- 
traño al  señor,  mas  durísimo  llamados,  no  responder, 
y  rogados,  volverse  de  otra  parte.  «Con  mi  boca,  dice, 
me  apiadaba  á  él ,  esto  es ,  no  por  tercero,  sino  por  mí 
mismo,  le  llamaba,  significando  mis  lástimas;  que  esto 
llama  apiadarse,  quejarse  del  mal  que  sentía  y  pedir 
que  del  se  apiadasen.  Y  dice  mas  : 

17  «Mi  aliento  extrañó  mi  mujer,  y  apiádeme  por 
hijos  de  mi  vientre ,»  en  que  dice  lo  postrero  del  en- 
carecimiento. ¿Qué  no  falta  cuando  la  mujer,  que  es 
una  misma  cosa  con  su  marido ,  le  aborrece  y  le  falta? 
«Mi  aliento»,  dice,  y  la  sucesi  n  de  mí  casa  huyó  mi 
mujer,  y  ni  rogada  quiso  admitir  mis  brazos.  Mas 

18  «También  perversos  me  despreciaron,  ausen- 
tábame, y  hablaban  contra  mí.»  Mucho  duele  en  la  ad- 
versidad faltarlos  amigos,  mas  no  duele  menos  ver 
también  lo  que  los  enemigos  se  gozan.  Y  porque  no 
faltó  á  Job  ni  este  dolor,  dice  agora  que  los  perversos, 
que  son  los  que  por  sus  pecados  estaban  mal  con  sus 
virtudes  del ,  alegres  con  su  caida ,  le  despreciaban ,  y 
en  apartándose  dellos ,  hacían  burla  y  moí"a.  Y  por 
concluir  de  una  vez,  añade  generalmente  diciendo  : 

19  «.aborrecieron  todos  los  varones  de  mi  secreto, 
y  los  que  amé  fueron  contra  mi.  n  «Varones  de  su  se- 
creto» llama  á  los  que  fiaba  su  alma  y  con  quien  nóte- 
nla cosa  partida,  esto  es,  los  mas  verdaderos  y  íntimoá 
amigos  suyos,  á  los  que  él  mas  amaba  y  do  quien  de- 


382  OBRAS  DE  FRAY 

bia  esperar  ser  amado,  en  que  de  camino  nota  á  los  que  | 
tenia  presentes.  Y  añade  : 

20  «A  mi  cuero,  consumida  la  carne,  se  apegó  mi 
hueso,  y  escapé  con  solo  cuero  sobre  mis  dientes;» 
que  la  calamidad  y  pérdida  de  los  amigos,  bienes,  sa- 
lud, y  la  congoja  que  por  esta  causa  levivia  de  conli- 
no  en  el  alma,  habian  de  gastar  forzosamente  la  carne 
y  sacar  afuera  los  buesos.  Por  donde  añade  con  razón : 

21  «Apiadadvos,  apiadadvos  vosotros  de  mi,  mis 
amigos,  porque  mano  del  Señor  tocó  sobre  mí.»  Por- 
que un  estado  tan  miserable  cual  el  que  Job  ansí  lia 
pintado,  á  los  extraños,  cuanto  mas  á  los  amigos,  mo- 
vía á  piedad,  y  no  lí  aspereza;  á  razones  de  consuelo, 
y  no  á  dispulas  pesadas;  á  palabras  blandas,  y  no  á  di- 
cbos  afrentosos.  Y  cuando  otra  cosa  no  hubiera,  la  ra- 
zón que  dice  lo  prueba ;  porque  á  quien  Dios  hiere  y 
sobre  quien  su  pesada  mano  carga,  añadirle  mas  mal 
es  perder  todo  el  sentido  de  hombre  y  bor  mas  cruel 
que  las  Ceras.  Y  ansí  dice  : 

22  «/.Por  qué  me  perseguís  como  Dios,  y  de  mi  car- 
ne no  vos  liarláiles?»  ¿Tan  blando  os  parece,  dice,  el 
que  me  azoía  y  castiga  ,  que  es  menester  añadir  vues- 
tra dureza  á  la  suya?  «¿Por  qué  me  perseguís»  como 
él  me  persigue?  Como  dando  á  entender  que  perseguir- 
le Dios  á  él  había  de  ser  causa  en  ellos  para  que  se 
condoliesen ,  y  no  para  que  le  persiguiesen  de  nuevo. 
Y  no  solo  dice  que  !e  persiguen,  sino  que  imitan  á  Dios 
en  la  manera  de  la  persecución.  Y  dícelo  porque  Dios 
le  maltrataba  siendo  siervo  suyo,  y  ellos  siendo  su 
amigo;  Dios  le  azotaba  sin  culjta,  y  ellos  sin  Jiabcrles 
hecho  ofensa;  Dios  le  cnxió  trabajos  cuando  pudiera 
esperar  galardones,  ellos  cuando  venían  á  consolarle 
se  volvieron  contra  é!  reprehendiéndole;  Dios  no  se 
satisfacía  con  herirle  de  una  manera  sola ,  y  ellos  no 
parecían  verse  hartos  de  consumirle  las  carnes ,  esto 
es,  de  afligirle  y  acabarle  la  vida.  O,  por  decir  verdad, 
con  verle  consumido  en  la  hacienda,  en  la  familia,  en 
la  salud,  en  el  cuerpo,  no  contentos  con  oslo,  le  que- 
rían destruir  el  alma  y  mancliar  su  inocencia,  y  en 
cierta  manera  fatigarle  basta  que  desespere.  Contra  lo 
cual,  ansí  como  lo  entiende,  se  apercibe  y  arma  luego 
y  como  hace  profesión  de  su  esperanza  y  su  fe,  y  desea 
dejarla  escrita  en  memoria  perpetua  para  desengaño, 
ansí  de  los  presentes  como  de  los  que  vinieren  des- 
pués. Y  por  eso  dice  : 

23  «¡Quién  me  diese  agora,  y  fuesen  escripias  mis 
palabras!  Quién  diese  libro,  y  fuesen  esculpidas!» 
«Mis  [lalabras  ,»  dice,  esto  es,  las  que  quiero  decir  y 
luego  diré.  «Escriptas,  dice,  en  libro;»  que  loque 
añade,  esculpidas,  pasa  con  lo  que  viene  adelante, 
que  es  : 

2  i  «Con  péndola  de  fierro  y  plomo  para  siempre  en  pe- 
ña fuesen  tajadas.»  Que,  como  dijo  lihro,  corrigiese  lue- 
go, viendo  que  los  libros  se  acaban  presto,  y  su  deseo  era 
eterno;  y  ansí,  no  quiere  ya  libro,  sino  ima  peña  dura 
en  que  se  esculpan.  Y  dice  «¡¡éndola  de  íierro»  y  con 
jAomo,  porque  se  abren  las  letras  con  osrüi)lo  ó  cincel 
en  la  jtíedra,  y  después  se  hínclien  de  plomo  vaciado. 
l'üCscn  este  libro  ¿qué  escribe?  El  testimonio  de  lo 
que  cree,  para  que  á  lodos  conste  de  su  verdadera  y 
lirnie  esperanza,  que  có  ; 


LUIS  DE  LEÓN; 

2o  «Yo  conozco  que  mi  Redentor  vive,  y  que  ;i  Ii 
postre  sobre  polvo  me  levantaré.  »  Aunque  dice  r.i-; 
athjo  y  me  querello,  y  parece  que  me  quejo  de  todo, 
no  entendáis  por  eso  que  no  reconozco  que  hay  Dios  y 
que  tiene  providencia  del  mundo,  y  que  miía  las  cosas 
de  los  suyos  con  cuidado  especial ;  sé  que  hay  reden- 
tor, y  redentor  mío ,  y  que  vive.  Y  no  solamente  dice 
se,  sino  «y  yo  también  sé»,  como  diciendo  que  no  ig- 
nora lo  que  ellos  saben,  ó  que  la  gravedad  de  los  males 
no  le  quita  el  conocimiento  y  memoria ;  sabe  él  tam- 
bién que  hay  redentor,  y  redentor  para  él,  y  que  aun- 
que lo  presente  le  aflige,  esta  esperanza  le  asegura  y 
consuela.  Sabe  que  !iay  redentor,  en  que  confiesa  y 
profetiza  la  venida  de  Cristo,  y  sus  dos  naturalezas, 
humana  y  divina.  Porquo  en  decir  que  vivía  entonces, 
cuando  nacido  no  había,  dice  que  es  Dios,  que  vive 
siempre,  y  en  llamarle  redentor  suyo  dice  que  ha  de 
nacer  hecho  hombre.  Porque  la  palabra  original  goel, 
que  es  aquí  í'ctíe?ifor, signiíica  propriamente  el  que  por 
vía  de  deudo  libra  á  su  deudo  ó  su  hacienda,  y  la  toma 
para  sí  por  el  tanto,  como  se  ve  en  los  libros  de  Moi- 
sen  (a)  y  de  Ruth  (6)  en  muchos  lugares.  Pues  si  el 
que  espera  Job  aquí  redimirá  á  Job  por  su  deudo,  sí- 
gnese que  será  hombre  como  él ,  como  lo  es  de  heclio. 
Y  convino  que  lo  fuese  para  redimirnos,  y  para  por  el 
tanto  de  su  preciosa  sangre  resüluirnos  á  la  libertad 
de  la  vida  y  librarnos  de  la  muerte,  á  que  nos  preten- 
día sujelar  e!  demonio.  Ansí  que,  sabe  Job  que  tiene 
redentor  Dios  y  hombre,  y  sé  consuela  en  medio  de 
sus  males  con  esto ,  porque  siempre  fué  y  siempre  es 
y  siempre  :;erá  el  único  y  total  consuelo  del  juslo  el 
Mesías,  en  quien  Dios  tiene  puesto  todo  el  bien  y  todo 
el  reparo  de  sus  criaturas.  Y  como  los  que  esperan  al- 
guna bienandanza  excesiva ,  y  della  están  ciertos ,  se 
conservan  alegres  en  los  males  con  saber  que  [ireslo 
son  reyes ,  ansí  halla  consuelo  el  bueno  poniendo  en 
Cristo  los  ojos  en  cualesquicr  trabajos  que  vengan ,  no 
solo  porque  ve  en  él  el  remedio  particidar  delios,  que 
es  sin  ninguna  duda  la  particular  medicina  de  todos, 
sino  porque  esto  solo,  que  es  consiilerar  tanto  bien  co- 
mo es  tener  tul  hermano ,  borra  cualquiera  tristeza.  Y 
luego  que  considera  la  alma  que  somos  herederos  con 
él,  y  que  habernos  de  vivir  de  su  espíritu,  como  jun- 
tos con  él  en  cuerpo,  señores  de  su  reino  sin  íin  ,  iiue- 
lla  generosamente  sobre  todo  lo  que  en  esta  vida  es 
trabajo ,  y  lo  desprecia  y  casi  no  lo  echa  de  ver.  Pues 
Job,  como  quien  bien  lo  sabia,  con  razón  se  consuela 
con  ello;  y  ansí,  los  sagrados  profclas,  en  muchos  cas- 
tigos tristes  que  anuncian,  siemi)re  y  á  la  lin  vuelven 
sus  razones  á  Cristo,  y  con  la  profei-ia  de  su  dichosa 
venida  reducen  la  tempestad  de  sus  amenazas  á  sere- 
nidad alegrísíma,  que  es  lo  mismo  que  Job  hace  agora. 
«Yo  sé,  dice,  que  mi  Redentor  vive.»  No  me  oprime, 
dice,  tanto  este  mal  que  siento,  que  no  me  levante 
mucho  mas  y  me  alíenle  esta  rica  esperanza.  Redentor 
tengo,  y  mi  deudo,  que  no  me  dejará  cautivo  ni  siervo; 
redentor  tan  poderoso,  que  antes  que  venga  vivo,  y 
tan  amoroso ,  (juc  vendrá  hombre  vestido  de  carne.  Y 
dice  :  «Y  en  lo  postrero  sobre  polvo  me  levantaré. » 

(01  NumiTür.,  cap.  ."ü,  v.  19,  Lev.,  cap.  ~o,  v.  2j. 
I*)  Kulb.,  cap.  3,  V.  U,  ele. 


EXPOSICIÓN  DEL 
Que  pone  la  po.^lrera  obra  y  el  úllirno  ef'ecloqufí  ea  , 
•nuesiro  beneficio  causa  la  venida  de  Cristo,  que  es  la 
resurrección  de  la  carne  á  gloriosa  y  inmorial  vida; 
porque  en  él  se  rematan  y  perficionan  los  demás  eíec- 
los,  y  en  una  cierta  manera  se  encierran  todos;  que  en 
elhombre  resucitado  y  glorioso  se  ve  junto  y  acabado  todo 
lo  que  en  bien  del  hombre  Cristo  hizo  con  la  eíicacia 
•infinita  de  su  virtud,  y  vese  la  criatura  nueva  perfecta. 
.Y  ansí,  Job,  por  decir  con  una  palabra  todos  los  bie- 
nes que  de  Cristo  espera ,  y  con  cuya  esperanza  respi- 
ra, hace  memoria  de  su  sola  resurrección.  Aunque  es 
verdad  que,  según  el  original,  estas  postreras  pala- 
bras, al  parecer,  hablan  con  Cristo  también  ,  porque 
dicen  :  «  Y  en  lo  postrero  sobre  el  polvo  se  levantará,» 
-para  decir  que  el  tiempo  de  su  venida  será  el  tiempo 
postrero,  como  las  sagradas  letras  en  otras  partes  lo 
-ílicen ;  porque  de  las  edades  del  mundo,  esta ,  que  co- 
menzó después  que  vino  Cristo  y  que  va  corriendo  to- 
davía, es  sin  duda  la  postrera,  porque  no  le  sucederá 
otra  cuando  feneciere,  sino  fenecerán  juntos  ella  y  el 
siglo.  Y  aun  podemos  entenderlo  también  de  su  venida 
segunda,  en  cuanto  dice  que  «del  polvo  se  levanta- 
rá»; que  es  como  decir  que  cuando  todo  cayere  se  le- 
vantará él,  y  vueltos  en  ceniza  y  polvo  todos  los  hom- 
bres, aparecerá  él  vivo  y  levantado  juez  en  alto  para 
llamarlos  á  vida.  Y  viene  con  esto  bien  lo  que  dice  : 

26  «Y  tornaré  á  cercarme  mi  cuero,  y  en  mi  carne 
veré  á  Dios ; »  porque  el  tiempo  de  resucitar  á  nueva 
vida  los  muertos  es  junto  con  el  tiempo  del  venir  al 
juicio  el  Juez ;  y  para  que  se  entienda  que  habla  aquí 
-desta  venida  y  juicio  con  propriedad,  nombra  á  Dios 
-en  este  lugar  con  el  nombre  que  significa  este  oficio, 
■porque  le  nombra  eloab,  que  significa  el  juez.  Y  dice 
xjue  le  verá  en  su  carne ,  ó  porque  le  verá ,  no  su  alma 
sola,  sino  su  carne  también  y  sus  ojos  corporales,  que 
entonces  tornarán  ala  vida;  ó  porque  el  juez  viste  carne 
y  es  liombre,  por  cuanto  la  humanidad  de  Cristo,  ó 
Cristo  en  cuanto  hombre,  ha  de  ejecutar  el  juicio.  Y 
lo  que  decimos  ((tornaré  á  cercarme  mi  cuero»,  el  ori- 
ginal á  la  letra  dice  :  (( Y  después  que  estos  horadaren 
mi  cuero,  ó  después  que  este  mi  cuero  horadado  fue- 
•re  y  deshecho ,  veré  á  Dios  en  mi  carne ; »  que  es  tor- 
vnar  resucüando  á  la  vida ,  y  ver  á  Dios  en  ella ,  que 
^viene  á  ser  la  misma  sentencia;  en  la  cual  Job,  como 

se  puede  colegir  de  lo  dicho,  profetiza  y  confiesa  la 
encarnación  de  Cristo  y  sus  dos  naturalezas,  humana 
y  divina ,  y  la  venida  segunda  al  juicio,  y  el  tiempo  de 
ella ,  y  la  cualidad  del  Juez  ,  y  la  resurrección  de  los 
muertos ,  y  la  vista  que  tendrán  los  buenos  de  Dios.  Y 
ansí  dice  : 

27  <(A1  cual  yo  veré  por  mí,  y  mis  ojos  le  verán,  y 
r.o  extraño.  Esta  esperanza  reposa  en  mi  seno. »  No  le 
verá  otro  por  mí,  sino  yo  mismo  le  veré,  porque  cada 
uno  le  verá  según  su  medida  y  según  la  capacidad  que 
hace  Dios  en  él  por  sus  méritos ,  y  no  según  los  aje- 
nos ,  como  el  Apóstol  dice  (a) ,  que  ((pagará  según  sus 
obras  á  cada  uno».  Y  ((reposa,  dice,  esta  esperanza 
en  mi  seno»,  para  decir  que  está  firme  en  él  la  espe- 
ranza de  esta  verdad ,  y  tan  metida  en  su  seno,  que 
ninguna  mano  de  mal  la  sacará  del,  y  que  con  ella  re- 
to) Romaa.,  caii.  2,  v.  6. 


LIBRO  DE  JOB.  3R3 

posa.  Aunque  el  original  usa  en  esto  de  otra  figura, 
porque  dice  :  a  Acabáronse  mis  ríñones  en  mi  seno;') 
porque  ríñones  tienen  en  la  Escritura  significación  de 
deseo.  Y  ansí ,  decir  que  sus  deseos  se  resumen  todos 
en  sn  seno,  es  decir  que  se  encierran  todos  y  se  con- 
cluyon  en  aquella  esperanza  con  que  se  reposa  y  con- 
suela. Concluye  : 

28  «  Pues  ¿  por  qué  decis  :  Persigámosle ,  hallértios 
contra  él  raíz  de  palabra?»  Y  pues,  dice,  confieso  yo 
y  conozco  esto,  pues  espero  en  Dios  y  confieso  que, 
acabada  esta,  hay  otra  vida  mejor,  que  ha  de  dar  Dios 
á  los  suyos;  pues  afirmo  que  ha  de  tener  cuenta  con 
ellos,  ¿por  qué  os  persuadís  de  mí  que  soy  impío?  y 
¿por  qué  os  conjuráis  contra  mí,  y  decis  que  será  bue- 
no acosarme  para  sacar  de  mi  alguna  palabra  que  haga 
pública  la  secreta  maldad  de  mi  pecho?  Acosémosle, 
decís ,  y  demos  en  él ;  que  ansí  sacaremos  del  raíz  de 
palabra,  esto  es ,  ansí  descubriremos  la  raíz  de  esta  su 
demasiada  impaciencia.  Y  no  solamente  sois  poco  pia- 
dosos comigo,  y  no  solo  me  añadís  mas  tormento, 
mas  también  me  maliciáis  las  palabras ,  y  juzgáis  co.i 
determinación  que  soy  impío,  y  procuráis  que' me  des- 
cubra serlo  por  las  muestras  de  fuera.  O  digamos,  por- 
que el  original  lo  concede ,  de  aquesta  manera  :  (( Por 
lo  cual  diréis  :  ¿Por  qué  le  perseguimos?  Y  raíz  de 
cosa  hallada  en  mí.»  En  que  significa  que  les  debe  ya 
pesar  á  sus  amigos ,  ó  que  es  justo  les  pese,  de  la  con- 
tradicción que  le  lian  hecho.  Dice  :  ((Por  lo  cual  di- 
réis,» esto  es,  diréis  que,  pues  yo  conozco  y  confieso 
lo  dicho,  ¿por  qué  le  perseguimos?  esto  es,  mal  ha- 
cemos en  perseguirle.  ((Y  raíz  de  cosa  hallada  en  mí,» 
esto  es  ( mudando  la  persona ) ,  pues  es  hallada  en  él 
raíz  de  palabra ;  que  quiere  decir,  pues  habla  con  fun- 
damento, y  trata  verdad  en  lo  que  dice,  y  se  afirma  en 
verdadera  esperanza;  porque,  dice,  sino  volvéis  la 
hoja ,  y  decis  y  hacéis  lo  que  os  digo, 

29  «Temed  la  faz  de  la  espada,  porque  vengador 
de  delictos  la  espada,  y  sabed  que  hay  juicio.»  Dice  : 
Porque  si  no,  podéis  temer  el  castigo;  que  eso  llama 
la  espada  y  entiende  él  de  Dios,  y  por  eso  dice  que 
((vengador  de  delictos  la  espada»,  porque  el  de  los 
hombres  muchas  veces  es  castigador  de  virtudes.  Y 
dice  bien  el  original ,  que  dice  saña  por  decir  venga- 
dor; porque  la  espada  de  Dios  es  saña  de  delito?,  por- 
que mira  á  ellos,  y  noá  los  delincuentes,  y  aborrece 
la  maldad,  pero  no  la  persona  del  malo;  al  revés  de  lo 
que  aviene  en  el  tribunal  de  los  hombres ,  adó  las  mas 
veces  el  odio  de  la  persona  desenvaina  contra  el  delito 
el  cuchílio.  Y  finalmente  díce:((Sabed  que  hay  juicio,» 
esto  es ,  juicio  por  excelencia,  que  descubrirá  vuestras 
malas  intenciones  en  público,  y  les  dará  su  pena ,  sia 
torcerse  ni  por  temor  ni  por  ruego. 

CAPITULO  XX. 

AF.GU.MEM0. 

Torna  Sofar  á  la  plática  ,  y  dice  que  no  se  tendrá  él  por  quien  es 
si  no  le  respondiese.  Dice  que  á  los  malos  les  sucede  mal,  y 
pinta  pava  esto  un  malo  levantado  y  caído,  y  encarece  su  caída 
contando  por  menudo  todos  los  males  delta. 

i  Y  respondió  Sofar  elNahamates  y  dijo: 
2  ¿Porque  pensamienlos  mies  me  revuelven,  y  por 
qué  va  y  viene  eu  mi  mi  sentido? 


384  OBRAS  DE  FRAY 

3  Doctrina  con  que  me  arguyes  oiré,  y  espírilu  enteo'  | 
dimieuto  mió  me  responderá.  | 

i  ¿Por  ventura  no  sé  yo  esto  de  siempre,  desde  que 
se  puso  hombre  sobre  la  tierra? 

o  Que  cántico  de  malos  de  cerca  y  alegría  de  hipócri- 
ta hasta  momento.  I 

6  Si  subiere  al  cielo  su  alteza ,  y  su  cabeza  tocare  las  ¡ 
nubes; 

7  Como  estiércol  para  siempre  perecerá ;  los  que  le 
vieron  dirán  :  ¿Adó  él? 

8  Como  sueño  volará  y  no  le  veráo,  será  conmovido 
como  visión  de  las  noches. 

9  Ojo  que  lo  vio  no  añadirá ,  y  no  lo  verá  mas  su 
lugar. 

10  A  su.*!  hijos  ablandará  la  pobreza,  y  sus  manos  re- 
tornarán su  dolor. 

11  Sus  iiuosos  son  llenos  de  sus  vicios,  y  con  él  ya- 
cerán sobre  el  polvo. 

d-2  Si  se  <'ndnlzarc  cu  su  boca  maldad,  cubijarla  ha  de- 
bajo su  lengua. 

15  Endurarla  ha  y  i:o  la  dejará  .  y  contenerla  ha  en  su 
gargüero. 

H  Su  pan  en  sus  entrañas  se  convirtió  en  flel  de  es- 
corpiones allá  bien  de  dentro. 

13  Haber  ira^ó  y  gumilólo,  el  Señor  lo  desterrará  de 
su  vientre. 

16  Cabeza  de  áspide  mamará,  y  matarlo  ha  lengua  de 
vibnra. 

17  No  verá  corrientes  rios  y  arroyos  de  miel  y  man- 
teca. 

18  Pagará  lo  que  hizo  y  no  será  consumido,  padecerá 
conforme  á  sus  muchos  embustes. 

19  Porque  quebrantó  y  dejó  mendigos,  casa  robó  y  no 
la  fraguará. 

20  Porque  no  supo  pacificarse  en  su  vientre,  y  en  su 
deseo  no  alcanzará  libertad. 

21  No  restó  de  su  comer,  y  por  tanto  no  permanecerá 
su  bien. 

22  Cuando  ahondo  se  rellenare,  angustia  será  á  él, 
tofla  mano  de  desventura  le  acometerá. 

23  Sea  que  se  hincha  su  vientre,  enviará  en  ella  ira 
de  su  furor  y  lloverá  su  guerra  sobre  ó!. 

24  Fuirá  de  arma  de  fierro,  pasarlo  ha  arco  acerado. 
2a  Üesenvainó  y  sacó  de  su  vaina,  y  relampagueó  en 

amargura,  andarán  sobre  él  miedos. 

26  Toda  oscuridad  escondida  para  su  ascondimiento, 
comerlo  ha  fuego  no  soplado,  será  quebrantado  remane- 
cido en  su  tieiiila. 

27  Descubrirán  cielos  su  delicio,  y  tierra  se  levantará 
contra  él. 

28  Será  descubierto  el  pimpollo  de  su  casa,  y  cortado 
en  el  dia  del  furor  del  Señor. 

29  Esta  es  la  parle  que  de  Dios  lleva  el  malo,  y  la 
heredad  que  por  su  estilo  ha  de  Dios. 

EXPLICACIÓN. 

i  f;Y  resporiflió  Sofar  el  Nahnmalcs  y  dijo  »  No  res- 
ponde á  lo  que  (lecia  Job  on  el  capítulo  anlcs  de  osle  So- 
far, sino  habla  af,'ora  sobre  lo  que  ya  pasó  en  el  capítu- 
lo XII,  donde  Job  dijo  que  pasaban  su  vida  en  paz  mu- 
chos malos ;  que  habiendo  sobre  ello  pensado,  le  pare- 
ce ser  falso  y  no  lo  calla,  porque  se  tiene  por  afrentado 
en  callar.  Y  ansí  dice  : 

2  «  ¿Por  qué  pensamientos  míos  me  revuelven,  y  por 
qué  va  y  viene  en  mí  mi  sentido?»  Que  á  mi  pareceres 
pregunta  con  que  Sofar  se  inciía  á  sí  mismo  y  se  dice: 
Pues  ¿para  qué  tengo  yo  cnleniliniiento  y  sentido,  con- 
viene á  saber,  si  en  esta  coyuntura  callo,  oyendo  ío  que 


LUIS  DE  LEÓN. 

oigo  á  mis  oídos?  «¿Tor  qué,  dice,  pensamientos  míos 
me  revuelven?»  esto  es,  ¿para  qué  tengo  ó  de  qué  me 
sirve  tener  pensamientos  sabios?  Que  tales  son  los  que 
ponen  al  hombre  freno,  y  le  vuelven  y  revuelven  como 
caballo.  Y  la  palabra  original  por  que  decimos  aquí  re- 
volver, cuando  se  dice  de  las  cosas  del  ánimo,  ordina- 
riamente significa  la  vuelta  que  hace  al  bien  cuando 
se  relira  del  mal.  Y  ansí,  aquí  «pensamientos  que  me 
revuelven»,  propriamenle  son  pensamientos  que  me  re- 
frenan y  que  me  llaman  al  bien  siempre,  enseñándo- 
me la  naturaleza  de  la  virtud  y  del  vicio,  y  lo  que  á 
Dios  se  debe,  y  lo  que  amenaza  y  promete.  Pues  estan- 
do, dice,  dolado  yo  de  saber,  y  viendo  tu  ignorancia  ó 
blasfemia,  ¿será  por  ventura  bueno  callar  y  poner  so- 
bre la  boca  el  dedo?  no  será  sino  afrenioso.  Y  ansí,  lue- 
go añade : 

3  «Doctrina  con  que  me  arguyes  oiré,  y  espíritu  en- 
tendimiento mió  me  responderá. »  Dice  el  original  á  la 
letra  :  «Doctrina  ignominia  mía  oiré.»  Como  diciendo 
que  su  doctrina  será  su  afrenta,  y  que  ansí  se  lo  dirán 
en  los  ojos;  porque,  siendo  docto,  si  en  ocasión  seme- 
jante calla,  dirán  que  es  ignorante  y  que  se  emplea  mal 
en  él  el  saber.  Y  dirán  también  lo  que  dice,  que  «sti 
entendimiento  es  espírilu»,  esto  es,  viento  y  aire  vaní- 
simo. Y  dice  que  « le  responderá  » ,  porque  le  dirá ,  ó 
podrá  decir  cualquiera  que  quisiere,  que  es  aire  su  in- 
genio, y  que  su  estudio  es  vanidad  y  sus  letras  sin  fru- 
to. O  podemos  declarar  estos  dos  versos  ansí:  «Por 
tanto  pensamientos  mios  me  revuelven,  etc.»  De  mane- 
ra que  no  pregunte  ni  se  de^'pierte  á  hablar,  sino  an- 
tes, pues  torna  á  iiablar  de  la  razón  por  que  torna,  y  di- 
ga ansí :  «Por  tanto, »  esto  es,  por  lo  que  dijiste  poco 
antes  de  agora,  cuando  afirmaste  que  pasan  próspera- 
mente los  malos,  por  eso  «mis  pensamientos  me  re- 
vuelven, ó  se  revuelven  en  mí»,  esto  es,  no  me  dejan 
sosegar,  antes  me  fuerzan  á  que  hable,  y  por  la  misma 
causa  mi  sentido  anda  en  mí ,  esto  es ,  me  despierta  á 
razonar  mi  sentido.  Y  añaile  :  «  Doctrina  con  que  me 
arguyes  oiré. »  En  que  dice:  Yo  hablaré,  porque  mi 
sentido  me  fuerza,  y  oiré  también  sí  tendrás  saber  pa- 
ra argüirme  de  falso,  y  si  lo  intentares,  «el  espíritu  de 
mi  entendimiento  te  responderá. »  Y  como  quiera  que 
aquesto  se  entienda,  habiendo  con  ello  Sofar  dado  prin- 
cipio á  su  plática,  entra  en  la  disputa  luego  y  pro- 
pone : 

4  « ¿  Por  ventura  no  conozco  yo  esto  de  siempre,  des- 
de que  puso  hombre  sobre  la  tierra?» 

5  «Que  cántico  de  malos  de  cerca,  y  alegría  de  hi- 
pócritas hasta  momento.»  Pregunta,  y  aunque  pregun- 
ta, no  duda ,  mas  antes  afirma ,  poripic  esta  manera  de 
dudar  es  afirmar  con  mas  fuerza.  Pues  afirma  ser  cosa 
manifiesta  y  sin  duda  que  siemjjre  y  desde  que  el  mun- 
do es,  á  los  malos  y  hipócritas  se  les  vuelve  en  un  abrir 
de  ojo  la  buena  suerte,  y  que  su  felicidad  en  mostran- 
do se  asconde,  al  revés  de  lo  que  Job  en  el  doceno  dijo 
á  este  mismo,  que  muchos  robadores  y  tiranos  viven  en 
abundancia ,  y  que  les  suceden  á  su  gusto  las  cosas 
mientras  les  dura  la  vida.  Por  manera  que  convienen 
entrambos  en  que  hay  malos  prósperos,  pero  difcrén- 
cianse  en  que  Job  dice  que  duran  algunos  dcllos  en  su 
prosperidad  mientras  viven,  y  Sofar  afirma  que  en  bre« 


EXPOSICIÓN  DEL 
ve  y  antes  que  mueran  vienen  todos  á  caer  en  miseria,  I 
y  por  la  misma  razón,  que  no  han  de  ser  llamados  feli-  I 
ees,  porgúela  felicidad  de  su  substancia  es  perseverante 
y  muy  íirme.  Dice  pues :  Yo  sé,  y  es  cosa  averiguada, 
que  desde  que  hay  hombres,  ael  cántico  de  los  malos,» 
esto  es,  su  alegría  y  prosperidad,  si  alginia  vez  llegan 
á  ella,  «de  cerca,»  esto  es,  está  cercana  á  su  fin  y  se 
acaba  luego;  ó  «de  cerca»  dice,  queriendo  decir  que 
es  moderna  y  nace  presto  y  crece  con  priesa,  intirien- 
do  de  ahí  que  viene  á  menos  luego  y  se  seca  con  la 
misma  presteza ,  porque  al  paso  que  las  cosas  crecen, 
al  mismo  fenecen,  según  la  ley  natural.  O  «es^á  cerca 
el  cántico  de  los  malos»,  porque  trae  su  paga  presente, 
y  los  bienes  dellos  son  de  los  que  luego  se  dan ,  ó  son 
de  los  que  tienen  el  bien  en  lo  cercano,  es!o  es,  en  la 
apariencia  y  en  las  sobrehaces  de  fuera.  Y  aun  por  la 
misma  razón  le  da  nombre  de  cántico  y  cantar  al  vivir 
ellos  en  dicha,  porque  es  cosa  de  sonido,  y  no  de  subs- 
tancia, cosa  que  deleita  a!  oido  y  se  va  con  el  aire.  Y  á 
ese  n)ismo  propósito,  «y  alegría,  dice,  de  hipócritas 
hasta  momei.  o;»  porque  muere,  á  lo  que  quiere  decir, 
en  naciendo.  Y  llama  «malos  y  hipócritas»,  no  á  todos  los 
que  ofenden  á  Dios,  sino  con  especialidad  á  dos  mane- 
ras de  hombres.  Malos  á  los  que  son  impíos,  que  es  un 
género  de  gentes  que  ni  sienten  bien  de  Dios  ni  tie- 
nen humanidad  con  el  prójimo,  que  su  Dios  son  ellos 
mismos  de  sí,  y  en  todas  las  cosas  se  buscan ;  hipócri- 
tas á  estos  mismos  puestos  en  gobierno  y  poder,  por- 
que con  título  de  justicia  ejeculan  su  violencia,  y  lla- 
mándose gobernadores,  destruyen,  y  profesándose  guar- 
das de  la  comunidad  y  su  ley,  negocian  solos  sus  inte- 
reses. Destos  pues  dice  Sofar  que  su  cániico  es  de 
breves  compases,  y  que  su  alegría  luego  que  se  desplie- 
ga se  cierra,  que  puede  ser  que  florezciin,  peio  no  que 
dure  ni  persevere  su  ílor.  Y  dice  mas  : 

6  «Si  subiere  hasta  el  cielo  su  alteza,  y  su  calieza 
tocare  las  nubes.» 

7  «  Como  estiércol  para  siempre  perecerá,  los  que  le 
vieren  dirán:  ¿Adó  él?»  No  solamente,  dice,  caen 
presto,  pero  caen  á  !a  me;iiila  que  suben,  y  cuanto  mas 
se  ensalzan,  tanto  mas  bajau  y  con  mayor  ligereza.  De 
manera  que  su  gr.iudeza,  cuanío  es  ni.iyor,  tanto  los 
dispone  á  mayor  mi  eria,  y  no  solo  no  ¡es  siislenía,  mas 
an.cs  ios  emiele  y  derrueca,  que  es  sin  duda  coía  que 
casi  siempre  acontece.  Y  conforma  á  razón,  porque  el 
edificio  mal  fundado,  cierto  es  que  cuanto  sube  mas, 
tanto  es  mayor  su  peligro,  y  que  esa  misma  alteza  su- 
ya es  la  que  le  envía  al  suelo.  Y  en  las  costumbres  tie- 
ne aquesto  mas  fuerza ;  porque  las  cosas  con  que  el  malo 
mas  se  engrandece,  que  son  las  injusiicias  y  despojos 
ajenos,  y  los  robos  y  las  ¡iranias ,  y  el  estilo  profano  y 
vicioso,  les  gasta  las  raices  en  que  se  sustentan,  y  se  las 
enflaquecen  sin  que  ellos  lo  sientan.  Porque  para  con 
Dios  los  hacen  mas  dignos  de  ser  derrocados ,  y  para 
con  los  hombres  crian  invidia  en  unos  y  enemistades 
en  otros,  con  que  se  multiplican  los  que  los  han  de  der- 
rocar. Dice  en  la  misma  sentencia  : 

8  ftComo  sueño  volará,  y  no  le  verán,  será  conmo- 
\iJo  como  visión  de  las  noches.  »  En  que  engrandece 
con  semejanzas  la  poca  substancia  de  esta  felicidad  de 
que  habla,  y  lo  presto  que  pasa.  Dice  que  es  «como  sue- 

E.xvi-ii. 


LIBRO  DE  JOB.  á^,3 

ño  y  como  visión  de  tinieblas»,  que  son  co'^as  que  p;i- 
recen  mucho  al  sentido  que  sueña,  que  se  deshacen  lue- 
go y  que  no  dejan  rastro  de  sí.  Ansí  esta  prosperidad 
violenta  parece  grande,  pero  á  los  que  la  sueñan,  quie- 
ro decir,  á  los  que  tienen  trabados  los  sentidos  con  el 
sueño  de  estas  cosas  visibles;  mas  pasa  luego,  porque 
en  despertando  se  pasa,  y  despiértase  con  un  pequeño 
ruido,  y  no  queda  rastro  della,  sino  es  en  la  memoria 
el  dolor.  Y  por  eso  dice  : 

O  «Ojo  que  lo  vio  no  añadirá,  y  no  le  verá  mas  su 
lugar.»  «No  añadirá,»  dice,  esto  es,  no  le  tornará  á 
ver,  «y  no  le  verá  mas  su  lugar,»  porque  no  dejan  en 
él  raices  que  le  renueven.  En  que  dice  por  ligura  !o  que 
declara  luego,  que  dice : 

10  «A  sus  hijos  ablandará  la  nnhre/a,  y  sus  manos 
retornarán  su  dolor.»  Que  por  eso  no  quedará  dé!  ras- 
tro, porque  sus  hijos,  en  quien  los  hombres  pueden  vi- 
vir, perecen  también,  ó  para  mayor  dolor  de  los  caldos 
padres,  quedan  hambreando  y  mendigos.  Dice  pues 
que  á  sus  hijos  «ablandará  la  pobreza  »,  porque  es  pro- 
prio  de  los  que  mendigan  pobres,  como  traen  los  áni- 
mos humillados,  ser  lastimosos  en  palabras,  digo,  pe- 
dir que  les  hayan  lástima  en  ellas,  y  decir  blanduras  á 
este  propósito,  y  halagüeñas  razones  para  despertar 
piedad  en  los  otros.  Es  verdad  que  el  original  á  la  letra 
dice  de  esia  manera  :  «Sus  hijos  aplacarán  mf^iidigos,» 
de  arte  que  ellos  hablarán  con  sumisión  y  con  blauílu- 
ra  á  los  pobres;  que  es  significación  de  una  pobreza 
e.xiremaila,  en  que  llega  uno  á  tener  necesidad  de  os 
que  la  tienen,  y  le  es  forzoso  para  a'ican/ar  su  socorro, 
el  hacerles  plegaria  y  lisonja.  Mas  r>n  ;o  que  anule  des- 
pués, «y  sus  manos  retornarán  su  (iOlor,')  dolor  llama 
el  que  el  ma'o  hizo  en  lo^  otio-.  á  quiea  agraviu  con  in- 
juna;  porque  la  palabra  del  origina!  signilicarobo  y  vio- 
lencia, y  las  causas  de  «llanque  son  valentía  e  injusli- 
cia  y  mentira,  y  los  efeclos  on  quien  padece,  esto  es, 
aflicción,  angustia  y  dolor.  Pues  d  ce,  ó  que  sus  manos 
del  padre  injusto  resiiiuirán,  palecieii  lo,  en  lo'^  iiijo^ 
pobres  el  dolor  y  aflicción  (¡ue  el  hizo  con  su  vio!e;icia 
en  los  oíros  ,  ó  que  sus  hijos  serán  ejeculado-;  por  los 
robos  que  lucieron  sus  padres,  y  sus  manos  dellos  tor- 
narán lo  que  las  de  los  padres  hurlaron,  oque  las  ma- 
nos que  sus  hijos  pobres  exienilerán  mendigando,  se 
tornarán  con  dolor  á  ellos;  con  dolor,  digo,  de!  que  fue- 
ron causa  sus  padres,  esto  es,  que  las  tornarán  vacias 
y  sin  hallar  socorro  ninguno,  en  pak'ode  los  que  ei  ^m- 
dre  hizo  pobres.  Y  como  él  sin  piedad  de-nojó  sus  ve- 
cinos, ansí  no  habrá  ni  deudo  ni  vecino  que  tenga  pie- 
dad de  sus  hijos,  y  que  pagará  como  hizo,  y  lo  que  pe- 
có con  arte  en  secre'o  pegado  á  sus  entrañas,  lo  casti- 
gará Dios  en  lo  público,  (¿ue  es  !o  que  añade  : 

H  «Sus  huesos  serán  llenos  desús  vicios  cruVos, 
y  con  él  yacerán  en  el  polvo.»  Que  sus  vicios  ocu'os 
llama  (las  maldades)  con  que  los  hombres  de  este  gé- 
nero recogen  á  sí  las  haciendas  ajenas,  que  son  muchas 
y  diferen'es  entre  sí,  y  todas  artificiosas  y  ocullas.  De 
las  cuales  dice  que  tendrán  llenos  los  huesos,  ó  porque 
les  penetra  á  los  tuétanos  aquesta  maldad,  y  andan  siem- 
pre metidos  en  ella  y  embebidos  en  sus  marañas  y  es- 
tudios; y  siendo  en  esto  agudísimos,  para  el  conoci- 
miento de  la  verdad  apenas  tienen  sentido,  ó  porque  se 

2a 


3SC  OBRAS  DE  FRAY 

les  apeca  á  sus  huesos,  esto  es ,  á  sus  entrañas  y  á  su 
mayor  fortaleza,  que  son  sus  liijos,  porque  pasa  la  pena  ; 
en  ellos,  y  duerme  con  ellos  en  el  polvo  sin  teclio,  pa-  | 
gando  en  los  ojos  del  mundo  lo  que  los  malos  padres 
con  máquinas  secretas  hicieron.  Que  es  lo  que  luego  se 
sigue : 

i 2  ((Si  se  endulzare  en  su  boca  maldad,  cobijarla  ha 
debajo  su  lengua.  » 

13  «Endurarla  ha,  y  no  la  dejará;  contenerla  ha  den- 
tro su  gargüero. »  En  que,  ó  dice  la  manera  como  se  han 
estas  sus  máquinas,  ó  con  una  risa  falsa  se  burla  de^ 
mal  fruto  que  dellas  sacan  y  de  lo  mal  que  al  fin  les  su- 
ceden. Y  digamos  de  lo  primero.  Habla  del  logrero  y 
del  violento,  y  del  que  con  artificios  exquisitos  y  injus- 
tos trae  á  su  casa  lo  ajeno,  y  se  hace  rico  á  sí  liacien- 
do  pobres  á  muchos,  y  habla  del  por  semejanza  de  lo 
que  al  goloso  ó  al  glotón  acontece.  Y  dice  que,  como 
cuando  uno  es  goloso  de  algún  manjar,  ó  halla  particu- 
lar gusto  en  algo  que  come,  se  detiene  en  ello  y  lo  en- 
dura, y  lo  encubre  á  los  otros  porque  le  quepa  mas  parte, 
y  se  saborea  en  él  trayéndolo  por  el  gusto  para  alargar 
el  sabor,  y  finalmente  lo  traga;  ansí  estos  luego  que  des- 
cubren ó  con  su  ingenio  inventan  la  presa,  luego  que 
ven  algún  secreto  interés,  lo  callan  porque  nadie  loen- 
tienda  ,  y  como  manjar  dulce  lo  dan  á  la  boca,  que  lo 
encubre  sobre  la  lengua,  y  lo  encomienda  á  los  dientes, 
y  lo  pasa  con  codicia  al  estómago.  Pues  dice:  «Si  se 
endulzare  en  su  boca  maldad,»  esto  es,  si  le  viniere  á 
las  manos  algún  trato  ó  algún  recambio,  ó  algún  des- 
pojo injusto  que  le  parezca  proveclio~o  y  gustoso,  po- 
nerlo ha  en  la  boca,  «y  cubijarlo  ha  debajo  la  lengua,» 
esto  es,  tenerlo  ha  secreto,  sin  Jarparte  á  ninguno.  «En- 
durarlo ha,»  que  es  decir,  saborearse  ha  en  ello  y  no  lo 
dejará  de  la  mano,  «y  contenerlo  ha  dentro  de  su  gar- 
güero,» esto  es,  hará  en  él  presa  y  lomará  posesión.  V 
esto  es  lo  primero.  Lo  segundo  es  una  mofa  secreta, 
insistiendo  en  la  mii^ma  semejanza,  y  diciendo :  Si  bien 
le  supo  la  tiranía  y  el  robo,  si  se  le  hizo  en  la  boca  miel 
y  la  rodeó  por  la  lengua,  si  la  comió  con  gusto,  y  para 
que  le  dura=e  mas,  poco  á  poco  y  como  manjar  sabro- 
so lo  encubrí')  y  ¡o  tragó,  buen  [irovechole  haga,  tome 
lo  que  halló  después  de  haberlo  coiuido.  Que  es  lo  que 
añade : 

i  i  «Su  pan  se  convirtió  en  hicl  de  escorpiones,  allá 
bien  de  dentro.»  «En  hiél  de  e.>cor[iiones,»  es  decir, 
en  ponzoña,  y  «allá  bien  de  dentro»,  dice,  para  enca- 
recer mas  el  daño,  que  el  veneno  cuanto  penetra  mas, 
se  remedia  peor.  Por  manera  que  si  lo  comió  con  gusto 
y  codicia,  comido  se  lo  convirtió  luego  en  ponzoña  y 
se  le  derramó  por  las  venas.  En  que  signilica  el  mal 
efecto  que  hace  lo  mal  ganado  en  la  alma  y  en  la  vida, 
que  a!  recoger  parece  dulce,  y  recogido  es  amargo;  da 
esperanzado  vida,  y  metido  en  casa  acarrea  muerte; 
tiene  apariencia  de  prosperitlad,  y  derrueca  en  calami- 
dad á  su  dueño,  y  es  como  espía  disimulado  y  como 
alquimista  engañoso,  que  metido  en  casa  y  prometiendo 
de  hacerla  rica,  la  gasta  y  empobrece  y  trae  á  la  pos- 
trera miseria.  «Su  pan»  dice;  bien  llama  pan  y  man- 
tenimiento al  logro  y  al  robo  secreto  y  á  las  redes  con 
que  los  injustos  prenden  las  haciendas  ajenas,  porque 
no  hay  rnunjar  tan  gusloso  como  á  los  malos  es  el  Ira- 


LUIS  DE  LEÓN. 

to  de  semejantes  maldades.  Y  es  digno  de  considerar 
que  estas  cosas,  cuando  las  tratan,  les  acarrean  deleite, 
y  cuando  las  poseen  y  tienen  como  en  las  entrañas  me- 
tidas, les  acarrean  bascas  moríales ;  porque  en  lo  pri- 
mero engaña  la  apariencia  de  fuera,  y  en  lo  segundo 
hace  su  obra  la  substancia  de  las  mismas  cosas,  que  es 
ponzoñosa  y  mortal.  Prosigue  : 

15  «Haber  tragó  y  gomitólo,  y  el  Señor  lo  desferra- 
rá de  su  vientre. »  Lleva  todavía  adelante  su  semejan- 
za. Tragó  dice,  para  declarar  la  codicia  y  ansia  con  que 
se  meten  estos  en  las  haciendas  ajenas ,  y  para  decir 
que  no  se  contentan  con  parte,  siao  que  todo  lo  tragan. 
Y  como  acaece  á  los  muy  comedores,  que  porque  hin- 
chen sin  medida  el  estómago,  y  porque  sin  corlarlo  con 
los  dientes  .o  tragan,  lo  tornan  luego  feamente  á  vol- 
ver, ansí  estos,  llenos  y  cargados  de  lo  mal  adquirido, 
vomítanlo,  no  porque  ellos  querrían ,  sino  porque  «el 
Señor» ,  como  dice ,  «lo  desterrará  de  su  vientre. »  No 
solo,  dice,  lo  sacará,  sino  «lo  desterrará»,  esto  es,  lo 
apartará  muy  lejos  del  y  de  manera  que  no  lo  puedan 
volver;  porque  los  tales  cuando  caen  no  se  levantan,  y 
cuando  vienen  á  pobreza  no  vuelven  á  ser  ricos,  y  la 
calamidad  cuando  les  viene,  les  viene  de  asiento,  dife- 
rentemente de  lo  que  acontece  á  los  buenos,  de  quien 
dice  el  Sabio  (a) :  «Siete  veces  en  el  día  cae  el  justo  y 
se  levanta.  »  Y  porque  á  la  caida  que  no  vuelve  á  subir 
y  á  lo  que  no  tiene  remedio  se  sigue  la  desesperación, 
por  eso  añade  también  luego  : 

16  «Cabeza  de  áspide  mamará,  y  matarlo  ha  lengua 
de  víbora. »  Mamará,  entiende,  la  áspide  á  él,  y  no  él 
á  la  áspide;  que  es  decir  que,  desesperado  de  verse  caí- 
do sin  remedio,  él  mismo  se  procurará  la  muerte.  Y  po- 
ne un  gñnero  de  muerte  voluntaria  de  los  que  mas  se 
usaban  en  tiempos  antiguos,  que  era  acabar  la  vida 
aplicando  á  sí  una  áspide,  como  de  Cleopalra  se  lee  (6), 
ó  otro  animal  ponzoñoso ,  que  mordiendo  ó  chupando 
la  sangre  derramaba  por  las  venas  con  poco  dolor  su 
ponzoña.  Que  es  caso  merecido,  los  que  despojan  de  la 
vida  á  los  otros,  y  los  que  beben  la  sangre  y  la  hacien- 
da inocente,  que  ellos  mismos  busquen  quien  les  be- 
ba y  quien  les  emponzoñe  la  suya,  y  que  negocien  con 
los  animales  fieros  que  les  maten  ,  los  que  fueron  co- 
mo basilisco  para  sus  prójimos ,  y  los  que  no  se  con- 
tentaron con  la  medianía  debida,  por  huir  de  la  vida  se 
procuren  ellos  la  muerte.  Y  ansí  dice : 

17  «No  verá  corrientes  rios  y  arroyos  de  miel  y 
manteca.»  «No  verá,»  dice,  esto  es,  no  le  plugo  ver; 
«rios  de  miel  y  manteca»  es  rodeo  que  signilica  la  vi- 
da rústica  y  la  granjeria  inocente  del  campo.  í'ues  di- 
ce que  patiecen  con  justicia  los  tales ,  pii.s  no  se  con- 
teut!;ron  con  las  herencias  de  sus  mayores ,  y  despre- 
ciaron la  abundancia  que  da  la  culiura  del  campo,  que 
es  santa  y  sin  injuria  de  alguno;  sino,  llevados  de  la 
hambre  del  excesivo  poder,  buscaron  y  amontonaron 
injustas  riquezas.  Por  donde  sucede  que,  como  dice, 

18  «Pagará  lo  que  hizo,  y  no  será  consumido;  pa- 
decerá conforme  á  sus  muchos  embustes.»  O  como  di- 
ce el  original  á  la  letra  :  «Tornará  trabajo  y  no  traga- 
rá ;  como  grande  haber  bU  contratación ,  mas  no  se  re- 
gocijará.» En  que  significa  que  tornará  á  rendir  la  presa 

(1)  Prov.,  ?,1,  IC    {bj  Suctou.  en  Augusto 


EXPOSICIÓN  DEL 
que  ya  tenia  en  la  boca,  y  no  le  quedará  en  el  estúma- 
^'0.  Y  llama  trabajo  y  aflicción  á  la  usura  y  al  robo  en 
q;¡e  hizo  presa ,  por  el  que  da  á  quien  lo  padece  y  lo 
paga;  y  ansí,  dice  que  resliluirá  lo  mal  que  ganó  con 
trabajo  y  aflicción  de  los  otros ,  y  que  por  mayores  y 
mas  ricas  que  sus  contrataciones  sean  ,  y  aunque  ten- 
ga un  grande  haber,  esto  es,  muchos  millones  de  cré- 
dito, al  fin  «no  se  regocijará»  ,  esto  es,  sacará  d.c'.los 
mal  fruto.  Y  aun  adonde  decimos  «torna  ó  restiiuye», 
podemos  decir  ansí ,  a  hace  tornar  y  pa,:,'ar  aflicción  ,  y 
no  tragará,»  en  esta  sentencia,  que,  por  cuanto  hizo  lo 
retornasen  sus  dineros  en  logro,  y  afligió  á  su  den  !or 
con  usuras,  que  por  eso  ni  gozará  dellos  ni  de  su  ¡ra- 
to, por  mayor  y  mas  grueso  que  sea.  Que  se  ve  ser  an- 
sí por  lo  que  añade  : 

19  «  Porque  quebrantó  y  dejó  mendigos ,  casa  robó, 
y  no  la  fraguará.»  Porque  este  verso  declara  el  pasado, 
y  dice  con  palabras  abiertas  lo  que  el  pasado  significó  por 
figuras.  «Porque,  dice,  quebrantó»  con  intereses  las 
haciendas  ajenas,  lia¿la  reducirá  mendiguez  á  sus  due- 
ños ,  y  porque  robó  la  casa  ajena ,  por  eso  no  fra- 
guará la  suya.  Y  usó  con  elegancia  y  con  significación 
desla  palabra  fraguar;  porque  no  fraguar  la  obra  es  no 
juntarse  bien  las  partes  de  ella  que  son  diferentes,  ni 
incorporarse  unas  con  otras ;  por  donde  fácilmente 
después  se  desalan  y  caen ,  de  manera  que  después  de 
hecha  y  trabajada,  por  no  fraguarse,  se  pier^le.  Y  es 
en  estos  de  la  misma  manera,  que  negocian  y  trabajan 
y  velan,  y  añaden  dinero  á  dinero,  y  rentas  á  rentas  y 
heredades  á  mas  heredades,  y  parece  que  suben  con 
sus  casas  y  mayorazgos  al  cíelo ;  mas  al  fin  no  fraguó 
la  obra  por  su  injusticia,  y  vienen  al  suelo.  Dice  mas: 

20  «Porque  no  supo  pacificarse  en  su  vientre  y  en 
su  deseo ,  no  alcanzará  libertad;»  en  que  toca  la  vena 
de  toda  aquesta  miseria;  que  á  la  verdad,  el  no  pacifi- 
carse el  hombre  consigo,  esto  es,  el  no  contentarse 
con  su  estado ,  ni  tener  paz  con  su  suerte  ,  ni  tirar  al 
deseo  la  rienda,  y  contentarse  con  lo  necesario  y  no 
apetecer  lo  supérfluo ,  es  lo  que  turba  y  hinche  de  tra- 
bajos y  de  sucesos  desastrados  de  la  vida;  por  donde  la 
medianía,  el  medirse  cada  uno  consigo,  es  loada  por 
todos.  Salomón  (a)  dice :  «No  me  des,  Señor,  riqueza 
ó  pobreza ;  lo  necesario  solo  para  la  vida  le  pido. »  Y 
san  Pablo  (6)  nos  amonesta  que  nos  contentemos  con 
lo  que  tuviéremos,  y  dice  con  encarecimiento  los  peli- 
gros en  que  incurren  los  que  desean  ser  ricos ;  y  los 
escritores  gentiles  ponen  en  muchos  lugares  nuichas 
cosas  bien  dichas  de  lo  que  es  medianía,  que  por  ser 
ordinarias  no  se  refieren  agora.  Prosigue  : 

21  «No  dejó  de  iw  comer,  por  lanto  no  permane- 
cerá su  bien. »  Ha  dicho  los  males  que  cometen  estos 
de  que  habla ,  y  por  cuya  causa  Dios  los  castiga ;  dice 
agora  los  bienes  que  dejan  de  hacer ,  que  también  los 
sujetan  al  castigo  de  Dios.  Ha  dicho  que  eran  logreros 
y  inventores  de  maneras  con  que  despojan  á  sus  pró- 
jimos ;  dice  que  también  son  no  piadosos ,  sino  esca- 
sos con  los  necesitados  en  el  repartir  de  sus  bienes.  Y 
¿qué  maravilla  que  quien  tiene  ánimo  para  hacer  po- 
bres, no  tenga  piedad  con  los  que  lo  son ,  y  que  quien 
roba  lo  ajeno,  sea  escaso  en  el  repartir  de  lo  suyo?  Mas 

(a)  Prov.,30,  8.    (*)  i,  Tim.,  6,  8,  9. 


LIBRO  DE  JOB.  387 

aunque  no  es  maravilla  ,  antes  cosas  que  se  siguen  la 
una  á  la  otra,  pero  agrava  mucho  aauesto  segundo. 
Porque ,  aunque  la  limosna  de  lo  rob:  does  poco  acepta, 
el  ánimo  compasivo  y  la  afición  piadosa  acerca  del  po- 
bre puede  mucho  con  Dios,  y  es  grande  disposición 
para  traer  á  mejor  disposicii)n  al  que  peca.  Y  el  hin- 
car los  ojos  en  la  necesidad  de  los  o' ros,  y  el  procurar 
rem-i. liarla,  á  las  veces  pone  freno  á  la  codicia  de  des- 
pojarlos, y  en  cierta  ma:iera  la  tiempla  y  detiene.  Y 
en  fin,  tiene  algo  de  sano  el  ánimo  pialoso,  y  la  mano 
limosnera,  aunque  sea  tam!)¡en  robadora,  no  es  loda 
mala ;  mas  el  que  hace  por  una  par  e  pobreza ,  y  por 
otra  es  desapiadado  con  ella,  ese  desahuciado  es.  Y 
del  habla  agora  Sofar,  y  dice:  «No  dejó  de  su  comer, 
y  por  tanlo,  no  permanecerá  su  bien.»  Y  habiendo  tan 
diferentes  limosnas,  hace  memoria  desta  sola,  que  es 
dar  algo  de  lo  que  come,  cuando  come,  á  los  pobres; 
porque  es  argumento  qi:e  falta  en  lo  las  quien  en  esta 
falta,  que  es  la  mas  fácil.  Porque  aun  á  los  perros  se 
dan  entonces  las  sobras,  y  el  inismo  comer  y  beiier 
alegra  el  ánimo  entonces  y  le  ensancha,  y  como  le 
convida  á  ser  liberal ,  por  donde  el  que  allí  no  lo  es, 
es  desapiadado  y  lacerado  sin  térmmo.  Yjúniase  á 
esto  que  la  limosna  que  de  lo  que  se  come  se  hace ,  es 
limosna  sin  costa ,  porque  está  hecha  ya ;  y  ansí ,  lo  que 
se  da  no  sale  de  la  bolsa,  sino  quítase  al  vientre,  di- 
go, á  la  demasía  y  á  la  glotonía.  Y  verdaderamente  en- 
tonces pide  y  demanda  para  el  pobre ,  no  solo  él ,  sino 
ese  mismo  que  come,  y  la  experiencia  que  de  si  hace, 
y  su  misma  hambre  y  necesidad  de  comer,  que  son 
como  unas  voces  secretas ;  porque  en  el  lomar  del  man- 
jar ve  la  necesidad  que  del  generalmente  se  tiene,  y 
en  el  gusto  de  la  comida  couoce  cuánto  mal  se  pade- 
ce en  la  hambre,  y  el  reparo  que  hace  en  él  lo  que  co- 
me le  va  avisando  á  la  oreja,  y  trayendo  á  la  meino- 
ria  el  desfallecimiento  en  que  viven  los  que  no  tienen 
que  comer.  Per  lo  cual,  ó  es  muy  sordo  el  ánimo  que 
no  oye  estas  voces  que  tan  de  cerca  le  hablan,  ó  muy 
duro  y  cruel  el  corazón  que  no  se  ablanda  con  ellas, 
siéndole  tan  naturales  y  proprias.  «Y  por  tanto,  como 
dice,  no  permanecerá  su  bien.»  Que  ansí  como  la  li- 
mosna hace  que  permanezcan  los  bienes ,  según  lo  del 
salmo  (c) :  «  Esparció  y  dio  á  los  pobres,  y  su  justicia 
permanecerá  por  los  siglos ;  n  ansí  la  flaqueza  della 
enllaquece  y  hace  perecederas  las  ca«as.  Y  lo  que  de- 
cimos «no  permanecerá»,  el  original  dice  «no  parirá», 
que  es  pena  bien  conforme  al  pecado ,  para  que  le  sea 
escaso  el  buen  suceso  á  quien  es  tan  escaso,  y  al  de 
ánimo  tan  estéril  le  sean  sus  bienes  estériles ,  y  no  pa- 
se á  los  sucesores  lo  de  que  no  pasó  parte  á  los  pobres 
pequeña.  Y  no  se  acaba  la  pena  aquí,  porque  añade: 

22  «Cuando  ahondo  se  rellenare,  angustia  será  a 
él,  loda  mano  de  desventura  le  acometerá.»  Porque  el 
no  repartir  de  la  comida  es  codicia ,  y  la  esca-ez  es  de- 
seo de  abundar  en  riqueza ;  por  eso  dice  consiguiente- 
mente que  cuando  estuviere  relleno  por  medios  tan 
viles  y  injustos,  entonces  le  acontecerá  lo  que  acon- 
tece á  los  que  se  hinchen  con  demasiados  y  diferentes 
manjares,  que  no  caben  en  sí ,  y  llenos  de  angustia  y 
congoja  y  dolores  diversos  que  la  pesadumbre  despier- 

(c)  Ps,  111 , 9. 


388  OBRAS  DE  FRAY 

ta,  padecen  bascas  de  muerle.  Y  ansí,  estos  cuamlomas 
llenos  y  hartos,  mete  la  mano  en  ellos  la  desventura, 
y  remuévelos,  túrbalos  y  hácelos  miserables  por  innu-  i 
merables  maneras.  Dice:  'I 

23  «Sea  que  se  hincha  su  vientre;  enviará  en  él  la  \ 
ira  de  su  furor,  y  lloverá  su  guerra  sobre  él.»  En  que 
dice  lo  mismo  con  la  misma  semejanza  y  con  otras 
palabras.  «Sea  que  se  hincha  su  vientre,»  estoes,  lue- 
go que  viniere  á  estar  lleno  (que  aguarda  Dios  que  ven- 
ga la  felicidad  deslos  á  colmo ,  para  que  cayendo  de- 
11a,  sientan  mas  la  caida);  pues  luego  que  hinchieren 
el  vientre,  ¿qué  será?  ¿Qué?  Dios,  dice,  «enviará en 
él  la  ira  de  su  furor,  y  lloverá  su  guerra  sobre  él.» 
Que  por  encarecimiento  de  cada  una  destas  palabras, 
ira,  furor,  guerra,  llover,  declara  bien  la  muchedum- 
bre, la  graveza,  el  acontecimiento  fiero  de  los  males 
que  les  sobrevienen.  Y  aun  añade,  para  que  se  en- 
tienda mejor : 

24  «Fuirá  de  arma  de  fierro,  y  pasarlo  ha  arco  ace- 
rado,» para  mostrar  que  serán  sin  remedio;  porque  el 
huir  de  unos  será  dar  en  otros ,  y  declinando  los  pe- 
queños, caerán  en  mayores.  Y  para  mas  significación  y 
demostración  de  lo  mismo,  introduce á  Dios,  que  es  el 
castigador  de  esta  gente,  con  la  espada  relumbrante 
en  la  mano,  diciendo  : 

2a  «  Desenvainó,  y  sacó  de  su  carcaj ,  y  relampagueó 
en  amargura;  andarán  sobre  él  miedos.»  Porque,  como 
cuando  uno  sobreviene  á  otro  á  quien  hace  ventaja  en 
fuerzas  con  el  cuchillo  alto  y  relumbrando  en  la  mano, 
el  acometido  huye  y  padece  mil  miedos ,  ansí  dice  que 
acomete  Dios  esta  gente,  que  acometida  y  medrosa  y 
por  ascenderse  ,  hará  lo  que  añade. 

26  «  Toda  su  escuridad  escondida  para  su  ascondi- 
miento,  comerlo  ha  fuego  no  soplado,  será  quebranta- 
do remanecido  en  su  liemla. »  Que  es  decir  que  se 
lanzarán  en  los  abismos  de  miedo ,  y  por  esconderse 
del  furor  espantable  de  Dios,  se  meterán  en  fuego  que 
nunca  se  apague ;  que  eso  quiere  decir  «  no  soplado  » , 
esto  es,  que  de  suyo  arde,  y  por  eso  nunca  fenece.  Es- 
to á  ellos;  mas  á  sus  cosas  ¿qué?  «Será,  dice,  que- 
brantado remanecido  en  su  tienda,»  esto  es,  lo  que 
remaneciere  deltas  será  desmenuzado  y  deshecho,  por- 
que cielo  y  tierra  y  hombres  y  demonios  todos  se  con- 
jurarán contra  ellos.  Y  ansi  dice  : 

27  «  Descubrirán  cielos  su  dclicfo,  y  tierra  se  Icvan- 
tnrá  con  Ira  él.»  Del  cielo  parece  que  es  encubrir  y  de 
la  tierra  no  moverse,  y  mudarán  para  el  castigo  des- 
tos  males  su  ingenio,  para  que  se  entienda  la  enemis- 
tad que  toda  la  naturaleza  tiene  contra  lo  malo.  O  los 
cielos  que  lo  ven  todo  y  lo  saben ,  sacarán  á  luz  las 
maldades  encubiertas  destos,  y  una  vez  descubiertas, 
ejecutará  el  castigo  deltas  la  tierra,  esto  es,  los  que 
viven  en  ella,  que  son  sin  duda  ejecutores  crueles,  ha- 
ciendo muchas  veces  mas  de  lo  que  les  mandan.  Y  an- 
sí, sucederá  lo  que  dice  : 

28  «Será  de- cubierto  el  pimpollo  de  su  casa  y  cor- 
tado en  el  dia  del  furor  del  Señor;»  ó  como  el  hebreo 
dice  :  «Veis,  será  cautivo  su  pimpollo,»  esto  es,  que 
serán  estos  arrancados  de  cuajo,  y  que  no  quedará  pian- 
te ni  mamante  en  su  casa,  ni  pimpollo  ni  ramos,  ho- 
jas ni  raíz.  I'orquc,  como  dicc  : 


LUIS  DE  LEÓN. 

29  «  Esta  es  la  parle  que  de  Dios  lleva  el  malo,  y  la 
heredad  que  ha  de  Dios.» 

CAPITULO  XXL 

AKGUMENTO. 

Cnnsado  Job  de  oscucliar  el  largo  razonamiento  de  Sofar  Na'ia- 
niaiites,  pide  encarccidarat'nte  atención  á  sns  amigos  para  i|ue 
oigan  su  respuesta  ;  y  por  cuanto  el  argumento  de  Sofar  estri- 
ba en  decir  que  los  malos  siempre  son  afligidos  en  esta  vida, 
muestra  él,  por  el  contrario,  que  el  camino  de  los  pecadores  es 
muchas  veces  lleno  de  prosperidades,  sin  que  por  eso  pueda 
alguno  reprehender  la  divina  Providencia,  que  asi  lo  dispone. 

i  Y  respondió  Job  y  dijo  : 

2  Oíd  con  atención  mis  palabras  ,  y  haced  peniíencia 

3  Soportadme,  y  yo  hablaré,  y  después  de  mi  hablar 
escarneced. 

i  ¿Por  ventura  yo  coiUra  hombre  me  querello,  para 
que  no  hubiera  de  entristecerme? 

5  Catad  á  mi  y  maravillaos,  y  poned  mano  sobre  boca. 

6  Que  yo,  si  me  acuerdo,  me  turbo,  y  traba  toml)lor 
de  mi  carne. 

7  Por  causa  de  que  viven  los  impíos ,  y  se  envejecen  y 
pujan  en  haber  y  riquezas. 

8  Su  simiente  permanece  delante  dellos  con  ellos,  sus 
pimpollos  delante  sus  ojos. 

9  Sus  casas  tienen  paz  con  el  miedo,  y  no  sobre  ellos 
verdugo  de  Dios. 

10  Su  buey  empreñó  y  no  desechó,  su  vaca  parló  y  no 
abortó. 

11  Envían  como  greyes  sus  hijuelos,  y  sus  nacidos  dan 
saltos. 

42  Alzaron  voz  con  adufe  y  con  arpa,  alegráronse  con 
sonido  de  órgano. 

15  Pasan  en  bien  hasta  la  vejez  con  sus  días,  y  en  sú- 
bito al  sepulcro  descienden. 

14  Y  dijeron  á  Dios  :  Apártate  de  nos,  y  sabiduría  de 
tus  carreras  no  nos  aplacen. 

15  ¿Quién  es  el  poderoso  para  que  le  sirvamos?  Y  ¿qué 
aprovechamos  si  amamos  á  él? 

lü  Veis,  mas  porque  no  en  su  mano  su  bien,  consejo 
de  malos  se  alejó  de  mi. 

17  ¿(".uáiilas  veces  candela  de  malos  se  amalará,  y  ven- 
drá sobre  ellos  su  quebranto,  repartirá  dolores  en  su 
furor? 

18  Serán  como  paja  delante  del  viento,  y  como  toma 
que  le  hurtó  loriiellino. 

lü  Dios  guardará  para  sus  hijos  su  robo,  y  pagará  á 
él  y  sabrá. 

20  Verán  sus  ojos  su  quebranto,  y  de  ponzoña  del 
Abastado  beberá. 

21  Mas  ¿(pié  se  le  da  á  él  de  su  cara  después  de  si,  y 
que  el  niinierü  de  sus  meses  se  medien? 

22  ¿Por  ventura  avezará  sabiduría  al  señor,  y  él  juzga- 
rá las  alturas? 

25  Ksie  morirá  en  la  fuerza  de  su  perfección ,  todo  él 
quieto  y  pucilico. 

21  Sus  entrañas  llenas  de  pringue  y  el  meollo  de  sus 
huesos  regado. 

25  Y  este  morirá  con  alma  amarga,  y  no  comerá  nun- 
ca en  bien. 

2(>  Y  yacerán  á  una  en  el  polvo,  y  los  cobijarán  los  gu- 
sanos 

27  Dien  conozco  vuestros  pensamientos  y  imaginacio- 
nes, (pie  contra  mi  falseáis. 

28  (,)ne  deeis  :  ¿Arló  casa  del  príncipe  y  adó  tiendas 
de  moradas  (U:  malos? 

29  i're;;iinia(l  á  cualquier  viandante,  y  entenderéis  que 
conoce  lo  nicsmo. 

50  Que  al  día  de  quebraulo  guardado  el  malo,  á  dia  de 
fuiia  llevado. 


EXPOSICIÓN  DEL 
31  ¿Quién  le  dirá  en  su  cara  su  camino?  Hizo  él,  y 

¿quien  se  lo  volverá? 

52  Y  será  llevado  al  sepulcro ,  y  sobre  montón  volará.  \ 

33  Adulzáronse  á  él  terrones  de  arroyo,  y  en  pos  de  sí  i 

traerá  á  todo  hombre,  y  delante  del  no  luibrá  cuento.  j 

3^1  Pues  ¿cómo  me  conhorládes  en  vano  y  en  vuestras  l 

respuestas  remanece  falsía?  I 

EXPLICACIÓN.  I 

1  «  Y  respondió  Job  y  dijo.  »  Toda  la  razorr  de  So-  • 
far  cu  el  capitulo  pasado  fué  insistir  en  que  los  malos,  : 
ó  padecen  siempre  en  esta  vida ,  ó  si  comienzan  en  ella  I 
á  llorecer ,  se  les  marchita  la  flor  luego,  y  antes  que 
mueran,  se  les  muere  la  buena  dicha,  y  caen  en  ca-  ; 
lamidad  y  miseria,  de  que  hizo  una  larga  pintura.  Job,  i 
al  revés,  agora  está  en  lo  que  ha  dicho,  y  afirma  de  ¡ 
nuevo  que  hay  malos  felices  aquí  mientras  viven ,  y  ¡ 
que  pasan  sin  revés  ni  desgusto  la  vida,  y  que  muer-  | 
tos  vive  su  sucesión  y  memoria  en  los  hombres.  Y 
dice  : 

2  «Oíd  con  atención  mis  palabras,  y  haced  peni- 
tencia.» La  atención  que  les  pide  es  que  pongan  cui- 
dado en  entender  lo  que  dice ,  y  que  no  piensen  que 
loa  la  vida  mala ,  ni  menos  pone  falta  en  la  justicia 
divina  por  decir  que  los  malos  en  está  vida  pasan  bien 
muchas  veces;  porque  ni  es  premio  de  la  virtud  esta 
dicha  visible,  ni  lo  contrario  del!a  castigo  del  vicio. 
Ansí  que,  pide  le  entiendan,  y  que  hagan  penitencia 
de  lo  mal  que  del  juzgan ;  ó  como  el  original  dice,  que 
sean  estos  los  conhortes  dellos,  eslo  es,  que  los  con- 
suelos que  por  su  miseria  le  deben  y  no  se  los  dan, 
se  resuman  en  esto  solo,  y  siquiera  le  consuelen  en 
esto,  que  es  entender  con  sosiego  y  sin  pasión  lo  que 
decir  quiere  en  esto  que  dice.  Y  ansí  añade  : 

3  «Soportadme ,  y  yo  hablaré ,  y  después  de  mi  ha- 
blar escarneced.»  Como  diciendo:  Y  si  hasta  aquí  no 
me  habéis  entendido ,  sufrid  un  poco  ,  que  yo  me  de- 
clararé agora,  y  si  después  os  desagradare,  burlad  de 
mis  palabras  y  de  mí ;  y  en  pedirles  que  si  les  pare- 
ciere ,  se  burlen  entonces ,  les  pide  que  no  escarnezcan 
agora ;  porque ,  ó  luego  que  feneció  Sofar ,  parecién- 
doles  que  había  convencido  su  intento ,  ó  en  viendo 
que  Job  respondía,  juzgándole  por  porfiado  y  sin  se- 
so ,  con  palabras  y  ademanes  mofaban  del  unos  con 
otros.  Pues  dice : 

4  «¿Por  ventura  yo  contra  hombre  me  querello, 
para  que  no  tuviera  razón  de  enlrislecernie?»  Prueba 
que  trata  verdad  en  lo  que  ha  dicho ,  y  saca  argumento 
para  ello  de  que  se  atreve  á  decirlo ;  que  no  es  tan 
loco,  que  se  atreviera  á  ser  falso,  sabiendo,  como  sabe, 
que  habla  con  Dios.  Esto  dice,  mas  dícelo  obscura- 
menle  así  en  la  traslación  como  en  el  original,  que 
dice  á  la  letra  :  «¿Por  ventura  yo  á  hombre  mi  pláti-  ! 
ca ,  y  si  porque  no  se  acortara  mi  espíritu  ?  »  ¿  Por  ven-  ¡ 
tura,  dice,  hablo  yo  agora  con  los  hombres?  (infi-  j 
riendo  como  manifiesto  que  no  habla  con  ellos,  sino  | 
con  Dios,  y  que  él  lo  conoce) ;  y  si  eslo  es,  y  si  es  ansí  I 
que  hablo  con  Dios,  que  no  puede  ser  engañado;  si  no  ¡ 
tuviera  razón  en  lo  que  digo,  ó  si  no  tratara  verdad, 
«¿no  me  entristeciera?»  esto  es,  ¿no  me  encogiera  y 
turbara?  ó  como  el  original  dice  ,  «¿no  se  acortara  mi 
espíritu?  esto  es,  ¿osara  bloquearlo?  ¿Tuviera  aliento 


LIBRO  DE  JOB.  389 

ni  espíritu  para  hablar  en  ello?  Nosoy,  dice,  tan  tonto 
ni  tan  perdido.  Ansí  que,  pues  lo  digo,  y  sé  que  hablo 
con  Dios ,  que  no  puede  ser  engañado ,  entended  que 
digo  verdad. 

tí  «  Y  catad  á  mí  y  maravillaos ,  y  poned  mano  so- 
bre boca.» 

6  «Que  yo,  si  me  acuerdo,  me  turbo,  y  traba  tem- 
blor de  mi  carne.»  Miradme  ,  dice ,  y  atended  á  lo  que 
hablo,  y  maravillaos,  si  quisiéredes,  dello  tanto,  que 
hablar  no  podáis ;  que  yo  mesmo ,  que  lo  digo  y  tengo 
por  verdadero,  me  turbo  y  espanto  cuando  bien  lo  pien- 
so, y  me  ase  el  temblor  por  todas  partes.  Porque ,  á  la 
verdad ,  el  decir  Job ,  como  ha  dicho  y  dirá  luego ,  y  el 
ser  ello  ansí,  que  muchos  malos  y  injustos  tienen  aquí 
sucesos  prósperos,  es  una  verdad  que  pone  á  los  buenos 
en  grande  espanto,  y  los  turba  mucho  y  admira,  por- 
que no  pueden  penetrar  á  la  causa  dello,  como  de  se- 
creto que  Dios  reserva.  De  que  David  en  un  salmo  (lxxu) 
decía  :  «Yo,  casi  declinados  mis  pies,  como  nada  fue- 
ron derramados  mis  pasos ;  porque  celé  en  locos,  paz 
de  malos  veo;  porque  no  ligaduras  á  su  muerte,  y  sana 
su  fuerza.  Con  trabajo  de  varón  no  ellos,  y  con  hom- 
bre no  son  llagados.  Por  tanto ,  los  ensarta  soberbia, 
encubre  fe,  poniendo  robo  para  sí,  etc.»  Pues,  aun- 
que quiere  tengan  su  sentencia  por  cierta,  pero  dales 
licencia  que  se  admiren  della,  porque  él  mismo  se  ad- 
mira ;  que  si  su  verdad  se  prueba  con  experiencia,  la 
causa  della  tiene  en  su  secreto  muy  ascondida  Dios ,  y 
no  la  alcanzan  los  hombres.  Y  ansí ,  conociendo  que  es 
verdad,  tiembla  Job. 

7  u  Por  causa  de  que  viven  los  impíos  y  se  enveje- 
cen ,  y  pujan  en  haber  y  riquezas;»  que  es  lo  que  So- 
far negaba,  y  Job  afirmó  antes  y  lo  confirma  agora  ,  y 
se  ratifica  en  ello  con  muchas  palabras,  refiriendo  y 
engrandeciendo  la  felicidad  de  su  estado.  Sofar  decía 
que  su  canto,  si  alguna  vez  le  tenían,  era  breve.  Job 
dice  que  viven  en  él  y  se  envejecen,  esto  es,  hasta  la 
fin  de  la  vida ,  y  pujan  siempre  cuanto  mas  van  y  cre- 
cen en  «poder  y  en  riquezas». 

8  «Y  su  simiente  permanece  delante  dellos  con  ellos, 
sus  pimpollos  delante  sus  ojos.»  Porque  Sofar  decía  que 
no  quedaba  dellos  ni  ramo  ni  raíz;  dice  él  que  al  revés 
abundan  en  hijos  y  gozan  dellos,  y  los  ve:i  con  sus 
ojos  alegres  y  ricos  y  puestos  en  estado  estimados.  Y 
ni  mas  ni  menos  : 

9  «Sus  casas  tienen  paz  con  el  miedo,  y  no  sobre 
ellos  verdugo  de  Dios.»  «  Paz  con  el  miedo,  dice ,  que 
tienen  hechas  sus  casas , »  como  diciendo  que  está  de 
concierto  el  miedo  con  ellas ,  de  nunca  traspasar  sus 
umbrales,  ni  meter  en  ellas  cosa  que,  ó  menoscabe  ó 
turbe  su  buen  contento.  Por  manera  que  viven,  no  sola- 
mente libres  del  azote  y  del  mal ,  sino  también  seguros 
de  su  recelo  y  temor.  Y  pasa  mas  adelante  y  dice  : 

10  «Su  buey  empreñó  y  no  desechó,  parió  su  vaca  y 
no  abortó.»  Que  es  decir,  la  naturaleza,  que  por  el  en- 
cuentro ó  flaqueza  de  las  causas  segundas  hace  yerros 
muchas  veces  con  otros  ,  en  sus  casas  deslos  no  yerra, 
sino  que  la  vaca  les  pare  siempre ,  y  el  ganado  se  les 
multiplica  por  extraordinaria  manera.  Y  ansí  añade  : 

11  «Envían  como  greyes  sus  hijuelos,  y  sus  nacidos 
dan  saltos ;»  porque  es  parle  de  esla  felicidad  tener 


390  OBRAS  DE  FRAY 

muclios  liijos.  Y  dice  que  son  muchos,  diciendo  que  | 
son  (icomo  grcyesn,  e.Mo  es,  que  andan  á  manadas  co-  | 
ino  ganados;  y  diciendo  que  a  sus  nacidos  dan  salios», 
sigue  la  misma  semejanza  del  ganado  en  los  corderos  y 
cabritos  pequeños,  que  retozan  sallando,  y  quiere  de- 
cir que  viven  sanos  y  alegres  y  en  conlino  placer.  Por 
lo  cual  dice  : 

12  «Alzaron  voz  con  adufe  y  con  arpa,  y  alegrá- 
ronse con  sonido  de  órgano;»  que  pasar  la  vida  en  mú- 
sica es  pasarla  en  contento,  porque  es  compañera  de  la 
alegría  la  música.  Y  finalmente 

i3  u Pasan  en  bien  hasta  la  vejez  con  sus  dias ,  y  en 
súbito  al  sepulcro  descienden.»  ((En  súbito,  esto  es,  de 
improviso,  sin  la  pesadumbre  de  los  dolores  y  enfer- 
medades largas ,  mueren  cuando  han  de  morir.  O  «de 
súbito»  dice,  para  decir,  como  se  dice  en  el  vulgo ,  de 
una  boqueada,  y  casi  sin  sentido  de  mal ,  y  ya  de  puro 
viejos,  desatándose  ella  de  sí  misma ,  de  puro  madura, 
la  vida.  Que ,  como  un  poeta  dice,  el  morir  no  es  tan 
amargo  ansí,  como  es  trabajoso  en  su  vigilia;  y  lo  que 
antecede  á  la  muerte  de  dolores  y  angustias,  y  desata- 
iniento  de  fuerzas  y  accidentes  fieros ,  que  al  corazón 
acometen ,  es  peor  que  la  muerte  misma.  Y  son ,  dice 
Job,  tan  dichosos  algunos  destos  que  viven  sin  con- 
ciencia y  sin  Dios,  que  no  solo  la  vida,  cuanto  dura, 
les  es  dulce  y  sabrosa,  mas  la  muerte  les  es  menos  pe- 
sada; y  lo  que  todos  sienten  y  temen,  pasa  por  ellos 
tan  de  priesa,  que  no  lo  sienten,  y  aun  en  aquello  que 
es  general  y  común ,  y  de  que  nadie  se  libra ,  se  hace 
nueva  ley  y  nueva  regla  mas  suave  y  mas  blanda  para 
con  ellos.  Y  porque  la  muerte  es  de  amarga  memoria, 
como  el  Sabio  (a)  dice,  para  los  que  tienen  aquí  su  de- 
leite, quítales  el  acuerdo  della  la  arpa  y  el  adufe  y  la 
conlinuada  alegría,  y  el  sentido  de  su  amargor  lo  tarde 
y  sazonada  que  viene ,  y  la  brevedad  súbita  y  casi  no 
percil>ida  con  que  se  pasa.  Y  siendo  tales  en  la  felici- 
dad de  la  vida,  ¿queréis,  dice,  saber  cuáles  son  sus 
cos'.umlTes?  ¿Cuáles? 

ii  «Y  dijeron ,  dice ,  á  Dios :  Apártate  de  nos,  y  sa- 
biduría de  tus  carreras  no  nos  aplacen.»  Que  es  dere- 
chamente lo  contrario  de  lo  que  Sofar  y  sus  compañe- 
ros decían.  Y  no  sé  si  diga,  comunmente  es  cierto  que 
se  consigue  á  tanta  felicidad  tal  blasfemia.  Porque  la 
mucha  felicidad  temporal,  no  rompida  con  desastrados 
sucesos,  cria  un  grande  amor  desla  vida ,  de  que  nace 
primero  olvido  de  la  otra,  y  después  odio  y  aborreci- 
miento grandísimo ,  que,  entrañado  una  vez  en  el  alma, 
borra  dolía  casi  sin  sentir  el  crédito  y  la  fe  de  los  bie- 
nes del  cielo.  A  que  se  sigue,  no  solo  no  querer  me- 
ter el  pié  en  el  camino  del ,  mas  desechar  también 
y  liuir  el  conocimiento  de  ese  mismo  camino,  y  decir, 
si  no  con  voces  públicas,  con  secretas  á  lo  menos,  que 
son  mas  ciertas ,  allá  dentro  en  su  pecho,  que  ó  no  hay 
mas  bien  de  lo  que  ellos  poseen  y  ven ,  ó  que  si  hay 
algo  después,  que  se  lo  goce  Dios  con  los  que  quisiere, 
que  ellos  con  lo  que  tienen  están  satisfechos.  Y  eso  es 
decir  que  dijeron  á  Dios:  «Apártate  de  nos;»  en  que 
dice  que ,  no  solo  no  le  sirven ,  mas  que  se  alejan  con 
propósito  del,  y  que  ni  quieren  sus  bienes  ni  conocer 
el  camino  por  donde  se  alcanzan.  Que  es  á  sabiendas 

(fi)  Eccii.,  41, 1. 


LUIS  DE  LEÓN. 

huir  de  la  luz,  y  pecar,  no  por  ignorancia  ó  flaqueza, 
sino  con  malicia  desvergonzada  y  de  asiento,  que  llega 
á  lo  que  dice  luego. 

lo  «¿Quién  es  el  poderoso,  para  que  le  sirvamos, 
y  qué  aprovechamos  si  amamos  á  él?»  Y  dícenlo  por- 
que la  experiencia  de  si  mismos  les  dice  que  d-isirvién- 
dole  y  desamándole  pasan  próspera  y  alegremente  la 
vida;  por  donde  se  persuaden  que  el  servirle  es  vano, 
y  que  él  en  sí ,  aunque  le  llaman  poderoso,  ó  no  lo  es, 
ó  no  cura  de  mostrarlo  á  los  hombres.  Dice  mas  : 

16  «Yeis,  mas  porque  no  en  su  mano  su  bien,  con- 
sejos de  mal  se  alejó  de  mí.»  Como  diciendo  :  Esto  pues 
pasa  ansí  como  digo;  pero  no  por  eso  apruebo  la  suerte 
de  estos,  ni  me  aplace  su  vida,  ni  quiero  que  vosotros 
entendáis  que  me  aplace ;  que ,  aunque  la  pasan  en  fe- 
licidad y  contento ,  al  fin  no  son  señores  del  contento 
que  tienen,  ó  por  mejor  decir,  le  tienen  en  cosas  de 
que  no  son  señores,  y  ansí  no  es  verdadero  contento.  Y 
dice  esto  aquí  Job  porque  se  le  ofreció  que  dirían  :  Si 
tan  bien  les  sucede  á  los  que  tan  malos  son,  ¿de  qué 
sirve  ser  buenos?  Predicas  con  eso  el  camino  del  vicio 
y  persuades  la  impiedad  álos  hombres,  y  allánasles  las 
dificultades  y  temores  que  los  apartan  de  la  injusticia; 
y  pues  tanto  alabas  su  felicidad,  sin  duda  apruebas  su 
consejo,  y  lo  que  agora  dices,  sentías  antes  de  agora,  y 
vivías  en  las  costumbres  como  esos,  esperando  la  dicha 
dellos,  que  es  confirmar  tu  maldad.  Pues  á  esto  hace 
salva,  y  se  escuda  contra  ello  diciendo  que,  no  porque 
conoce  su  dicha,  por  eso  aprueba  su  vida,  ponjue  ago- 
ra y  siempre  condenó  su  consejo.  Y  da  la  razón ,  «por- 
que, dice  ,  no  en  su  mano  su  bien.»  En  que  significa 
dos  cosas  :  una,  que  los  bienes  destos  siempre  son  mo- 
vedizos; olra,  que  nunca  son  duraderos.  Porque  como, 
según  la  división  de  Epicteto  (6),  hay  dos  maneras  de 
bienes ,  unos  que  están  en  nuestro  poder  y  de  que 
somos  enteramente  señores,  cuales  son  las  obras  de 
nuestra  alma  y  el  buen  uso  del  las;  otros  que  se  nos 
pueden  quitar  sin  que  queramos,  cuales  son  los  que  nos 
cercan  de  fuera;  manifiesto  es  que  sus  bienes  destos 
que  viven  mal  y  pasan  bien ,  que  tienen  dañada  alma  y 
descansada  vida,  son  destos  postreros.  Y  ansí,  no  son 
señores  dellos,  quiero  decir,  no  está  en  su  mano  serlo 
todo  cuanto  quisieren ,  sino  la  fortuna ,  que  los  da,  los 
quita,  si  se  le  antoja,  y  antójasele  muchas  veces,  y 
puede  anlojársele  siempre;  y  ansí,  por  esta  parte  no 
sosiegan  el  ánimo,  porque  traen  mezclado  consigo  con- 
tinamente el  recelo  que  sobresalta  el  corazón  al  tiempo 
del  mejor  gusto.  Y  por  la  misma  causa  es  gusto  muy 
aguado  el  suyo,  y  no  verdadera  felicidad,  sino  sombra; 
porque  no  es  feliz  el  que  puede  no  serlo  y  lo  teme.  Lo 
cual  todo  nace  de  ser,  como  dije,  bienes  muebles  aques- 
tos, y  también  de  no  ser  duraderos  ,  quiero  decir,  de 
ser  bienes  de  sola  esta  vida,  que  tiene  fin  y  se  acaba.  Y 
que,  cuando  avenga  que  duren  cuanto  ella  dura,  al  fin 
fenecen  con  ella ,  por  manera  que  su  poseedor  no  los 
lleva ,  ni  puede ,  á  la  otra,  que  es  eterna  miseria.  Por- 
que la  felicidad  de  una  cosa  lia  de  durar  cuanto  ella 
dura,  que,  si  fenece  antes,  es  miseria  todo  lo  que  res- 
ta después ,  y  es  una  eternidad  loque  resta,  porque  son 
inmortales  las  almas.  Dice  : 

(l>)  Epict.,  lib.  I,  c.  29,  y  en  otros  liisurQs. 


EXPOSICIÓN  DEL 

17  «¿Cuántas  Veces  candela  de  malo  se  amatará ,  y 
vendrá  sobre  ellos  quebranto,  y  repartirá  dolores  en  su 
furor? )) 

i  8  «Serán  como  paja  delante  del  viento,  y  como  ta- 
mo que  le  hurló  torbellino.» 

i 9  «Dios  guardará  para  sus  hijos  su  roLo,  y  pagará 
él  y  sabrá.»  | 

20  «Verán  sus  ojos  su  quebranto,  y  de  ponzoña  del 
Abastado  beberá.»  Que  se  puede  declarar  por  una  de 
dos  maneras  diferentes.  O  que  lo  diga  Job  en  su  per- 
sona y  continuando  lo  que  acaba  de  decir,  y  en  este 
sentido,  que  él  reprueba  el  consejo  y  determinación  de 
los  malos,  aunque  muchos  dellos  viven  felices,  porque 
al  fin  no  son  señores  de  sus  bienes  ;  y  ansí ,  sucede  mu- 
chas veces  que  los  pierden ,  y  quedan  ellos  y  sus  hijos 
perdidos.  Y  ansí  dice :  «¿Cuántas  veces  candela  de  ma- 
los se  amatará  ?  etc. ; »  como  diciendo  :  Abomino  su 
suerte  destos.  Porque,  aunque  algunos  dellos  viven  en 
felicidad  mientras  viven ,  mas  ¿  cuántas  veces  y  cuán- 
tas veces  acontece  queá  otros  se  les  apague  la  candela 
de  la  felicidad  mucho  antes  que  la  vida,  y  que  venga 
sobre  ellos,  primero  que  la  muerte,  el  quebranto  de  la 
miseria  y  el  azote  de  Dios  furioso,  y  que  el  viento  de 
la  calamidad  los  arrebate  como  tamo  ligero,  y  que  Dios 
los  castigue  en  sí  y  en  sus  hijos?  Ansí  que  ,  ó  se 
puede  declarar  de  esta  manera  ó  de  otra ,  y  es  que  lo 
diga  Job  en  persona  de  sus  amigos ,  y  como  refiriendo 
lo  que  le  responden  ó  podrían  responder  á  sus  dichos, 
diciendo  :  Cuando  fuese  Job  ansí ,  que  algunos  malos, 
como  dices ,  pasasen  en  alegría  su  vida ,  no  por  eso  no 
es  verdadero  loque  afirmamos  nosotros,  que  los  malos 
siempre  son  miserables ,  porque  siempre  los  desfruye 
Dios  en  sus  hijos;  y  si  ellos  cuando  viven  no  pagan, 
en  su  casa  y  descendencia  lo  laslan,  que  se  acaba  siem- 
pre, y  fenece  miserablemente  con  ellos.  Y  dicen  ansí : 
«¿Cuántas  veces  candela  de  malos  se  apagará,  y  vendrá 
sobre  ellos  quebranto?»  Esto  es,  ¿cuántas  veces  aviene, 
ya  que  demos  ser  posible  que  avenga?  Ansí  que,  las 
veces  que  aviniere  vivir  alegres  los  malos ,  su  candela 
á  lo  menos,  esto  es,  sus  hijos  (porque  en  ellos  luce  y 
vive  el  padre ,  y  son  llamados  en  estas  letras  por  esta 
causa  candela),  pues  «su  candela»  á  lo  menos  «se  ama- 
tará», y  el  azote,  que  se  detuvo  cuando  el  padre  vivía, 
«vendrá  sobre  él »  en  sus  hijos,  que  los  «apagará  con 
el  quebranto»  y  desventura  que  lloverá  sobre  ellos  la 
furia  del  castigo  de  Dios,  «y  serán  como  paja  delante 
del  viento,  y  como  tamo  que  el  torbellino  lo  liurta,»  que 
vuela  en  un  momento,  y  desparece  volando.  Y  ansí 
ellos,  sin  poder  resistir  á  la  corriente  del  mal  nial 
ímpetu  del  soplo  enemigo,  y  á  quien  Ciífiíerza  la  mal- 
dad de  sus  padres ,  llevados  en  alto  y  en  el  camino  des- 
hechos, desparecerán  de  los  ojos,  y  se  vengará  Dios 
del  roto  de  sus  padres  en  ellos,  y  verán  los  pobres  su 
miseria,  y  conocerán  por  dónde  les  viene.  «Y  los  abre- 
viará con  su  ponzoña  el  Abastado;»  esto  es.  Dios,  abas- 
tado en  todo,  ansí  en  el  bien  como  en  la  pena,  y  que, 
como  es  rico  en  los  bienes,  ansí  es  copioso  en  enviar 
los  azotes,  les  meterá  en  las  entrañas  su  ira,  y  les  hen- 
chirá los  tuétanos  della.  Que  llama  con  razón  ponzoña, 
porque  ase  del  corazón  luego ,  esto  es ,  de  la  raíz  de  la 
vida,  y  causa  bascas  mortales,  y  desfigura  el  ser  y  le 


LIBRO  DE  JOB.  301 

corrompe  sin  reparo  y  con  increíble  presteza.  Con  lo 
cual  viene  bien  lo  que  se  sigue,  que  es : 

21  «Mas  ¿qué  se  le  da  á  él  de  su  casa  después  de  sí,  y 
que  el  número  de  sus  meses  se  medien?»  En  que  habla 
ya  Job  en  persona  suya ,  y  responde  á  lo  que  referia, 
como  dicho  en  persona  de  sus  amigos.  Y  les  dice  que, 
cuando  sea  ansí ,  que  los  malos  laceren  en  sus  descen- 
dientes, y  paguen  después  de  muertos  en  los  hijos  lo 
que  en  la  vida  pecaron;  si  la  pasaron  felizmente,  sen- 
tirán poca  pena  dello,  ó  no  sentirán  pena.  «¿Qué  se  le 
da  á  él  de  su  casa,  dice ,  después  de  sí,  y  que  el  núme- 
ro de  sus  meses  (entiende  de  los  meses  y  duración  de 
su  casa  y  descendencia)  se  medien. »  Y  dice  luego  : 

22  «  Por  ventura  avezará  sabiduría  al  Señor,  y  el 
juzgará  á  las  alturas?»  En  que  endereza  las  palabras 
Job  á  sus  compañeros,  y  en  número  de  uno  habla  con 
todos ,  y  les  dice  que  si  por  ventura  ellos  enseñarán  á 
Dios  ó  serán  jueces  del  que  vive  en  el  cielo.  Y  es  muy 
á  propósito  de  lo  que  diciendo  va;  porque,  habiendo 
afirmado  que  muchos  malos  viven  y  mueren  prósperos, 
y  que  el  venir  sus  hijos  á  pobreza  después,  ó  no  acon- 
tece siempre ,  ó,  cuando  acontece ,  no  lo  sienten  mu- 
cho los  muertos ,  estaba  en  la  mano  de  sus  amigos, 
que  tenían  la  parte  contraria  ,  replicar  y  decir  que 
seria  injusto  Dios  si  ansí  fuese.  A  lo  cual  Job  pregun- 
ta que  si  por  ventura  ellos  saben  mas  que  Dios  ó  son 
sus  jueces.  En  que,  preguntándolo,  niega  serlo,  y  afir- 
ma como  cosa  sin  duda  que  ni  son  sus  jueces  ni  sus 
maestros,  y  que  Dios  sabe  lo  que  ellos  no  saben,  y  que 
á  quien  es  por  su  naturaleza  tan  alto  no  le  debe  po- 
ner leyes  el  que  vive  en  la  tierra  ,  y  que  Dios ,  sin  ser 
injusto ,  según  la  alteza  de  sus  secretos  juicios ,  dará 
á  uno  prosperidad  en  la  vida  hasta  ponerle  en  la  huesa, 
y  á  otro  amargos  y  desventuras  hasta  llegarle  á  lo  mis- 
mo; y  que  siendo  la  fortuna  de  la  vida  tan  diísigual, 
será  igual  en  ambos  la  muerte ,  y  que  serán  por  ven- 
tura en  las  costumbres ,  ó  ambos  ijuenos ,  ó  malos  am- 
bos. Y  esto  es  lo  que  dice  : 

23  «Este  morirá  en  la  fuerza  de  su  perfección,  to- 
do él  quieto  y  pacífico ,»  que  es  decir,  sin  revés  ni  dis- 
gusto. 

2Í  «Sus  entrañas  llenas  de  pringue,  y  su  meollo  de 
sus  huesos  regado , »  que  es  significación  de  una  vida 
toda  ella  alegre  y  contenta. 

2o  «Y  este  morirá  en  almaamarga,  y  no  comerá  nun- 
ca en  bien ; »  que  es  morir  en  dolor  y  haber  vivido 
siempre  en  trabajo. 

26  «Y  yacerán  á  una  en  el  polvo,  y  los  cubijarán  los 
gusanos;»  conviene  á  saber,  igualmente  y  por  una 
misma  manera,  habiendo  sido  en  los  sucesos  de  la  vida 
tan  diferentes.  Y  no  por  eso  es  injusto  Dios  ni  parcial 
en  el  repartir  de  la  dicha ,  que  por  los  fines  que  él  sa- 
be, y  no  puede  nuestra  bajeza  alcanzar,  á  vida  dichosa 
y  á  vida  amarga  puede  rematar  de  una  misma  manera. 
Esto  concluido,  prosigue  : 

27  «Bien  conozco  vuestros  pensamientos  y  imagi- 
naciones que  contra  mi  falseáis , »  esto  es,  y  vuestras 
imaginaciones  engañadas  y  falsas. 

28  «¿Por  qué  decís  :  Adó  casa  del  príncipe  y  adó 
tiendas  de  moradas  de  malos?»  ¿Por  qué,  dice,  ha- 
céis, cuanto  á  los  sucesos  de  esta  vida ,  diferencia  en- 


398  OBRAS  DE  FRAY 

tre  el  malo  y  el  bUéno,  diciendo  que  la  ca<;a  del  prínci-  ' 
je,e>lo  es,  e1,jus!o,  iliira.yla  tienda  del  malo  perece, 
y  do  aqiii  argüís  que  yo  soy  malo  porque  estoy  derro- 
cado cii  miseria?  O  dice  :  «¿  Por  qué  decis,  adó  casa  del 
príncipe?»  Eslíes, ¿adonde  lia  venidola  casa  de  Job,  que   ; 
era  lenido  por  príncipe?  ¿Adó?  «Adó  tiendas  de  mo- 
radas de  malos,»  esto  es,  adonde  siempre  los  malos  . 
paran ,  que  es ,  en  caer  al  abismo  después  de  haberse 
empinado,  y  en  volver  la  comida  después  de  lleno  el  i 
eslómago,  y  en  venir  de  abundancia  á  pobreza,  de  har- 
tura á  mendiguez  y  de  felicidad  á  miseria.  Mas  dice  : 

29  (1  Preguntad  á  cualquier  viandante,  y  entenderéis 
que  conoce  ¡o  mismo.»  Que  puele  hacer  dos  sentencias. 
Una,  que  menosprecie  por  e&tas  psíiabras  Job  el  pare-  ¡ 
cer  que  sus  amigos  tienen,  y  lo  que  dicen  del  caer  de  : 
los  malos,  y  diga  que  es  opinión  de  ignorantes  y  ha-  ¡ 
blilla  que  ¿e  dice  en  el  vul.30,  y  como  canlarciUo  ordi-  i 
nario.  | 

30  «Al  dia  de  quebranto  guardado  el  malo,  al  día  de  ' 
furia  llevado.»  Y  que  no  se  alzan  un  dedo  del  suelo  sus 
r.nn'gos  en  esto,  ni  dicen  sino  lo  que  cualquiera  de  los 
que  pasan  por  la  calle  (¡ijera.  O.ra  declaración  es,  que 
Job  en  e>',o  no  desprecie  la  sentencia  contraria,  sino 
coníirme  la  suya  con  el  testimonio  de  los  que ,  discur-  ¡ 
riendo  por  las  tierras,  tienen  noticia  de  varios  y  dife- 
renies  sucesos.  Y  diga  :  Bien  conozco  lo  que  decís  y  | 
ju/gais ,  que  es  lo  que  referido  tengo,  en  que  vivis  con 
engiño.  \  mas,  si  á  minóme  creéis, preguntada  los  que 
Vieron  tierras  cxirañas,  y  lo  que  yo  os  digo,  eso  mismo 
dirán  ¡¡a.  er  v;sio,  esto  es,  haber  visto,  no  solamente 
mudios  hombres,  sino  muchos  pueblos  y  muchos  rei- 
nos e:ii,eros,  llenos  de  vicios  y  ajenos  de  Dios  y  que 
adoran  los  í.iolos,  que  florecen  ajundan'es  y  próspe- 
ros. Yallégasc  el  original  á  este  sentido,  que  dice:  «¿Por 
ventura  no  preguniasles  á  los  que  pasan  carrera,  y  no 
<*onocédcs  sus  señales?»  Esto  es,  ¿lo  que  dicen  de  la 
aLundanle  viila  de  los  pueblos  idólatras,  que  son  mani- 

í  e^as  señales  y  coníirm  ciones  firmes  de  mi  senten- 
cia? V  conforme  á  esto,  lo  que  dice  luego,  que  «al  dia 
ílel  queijranto  guardado  el  malo,  al  dia  de  furor  lle- 
vado», dicelo  como  en  persona  de  aquestos  con  quien 
d..>puu'),  y  como  diciendo;  Alas,  con  ser  tan  noíoria- 
rnenle  falso  lo  que  decis,  y  con  lestiíicar  conlra  ello  la 
voz  común  de  las  gentes,  todavía  {loríiais  y  decis  «que 
al  dia  del  quebranto  guardado  el  malo,  etc.»  Mas  dice: 

31  «¿Uuién  le  dirá  en  su  cara  su  camino?  Y  iiizo  él ; 
6  ¿quién  se  lo  volverá?»  Es; o  es,  pues  llegaos  á  uno 
rieses  poderosos  y  malos,  desos  que  no  conocen  á  Dios 
y  mandan  las  gentes;  decidles  pues  que  van  errailos, 
que  han  de  caer  de  su  mal  estado,  y  que  se  les  ha  de 
trocar  el  vienio  próspero  luego.  ¿Quién,  dice,  les  osa- 
rá decir  eso?  O  ¿quién  les  ira  á  la  maiioá  lo  que  qui- 
fieren  hacer?  Que  es  decir  que  eslím  tan  lejos  de  ve- 
nir ¡i  miseria,  como  dicen  sus  compañeros,  que  no  liay 
qu.'en  se  les  oponga,  ni  por  palabra  ni  por  obra,  y  en 
Cita  prosperidad  ¡lasarán  la  vida.  Y  como  dice  lue¿o  : 

32  «Y  ¿era  él  llevado  al  scjiulcro,  y  sobre  montón 
velará.  »ff lo  es,  y  aun  después  de  muerto  no  morirá 
para  con  los  hombres  su  vida,  y  en  la  manera  que  pue- 
de ser  vivirá  su  memoría.  Que  «volar  sobre  montón», 
6  quiero  decir  perseverar  y  esl«r  como  en  atalaja  dcs- 


LUIS  DE  LEÓN. 

pues  de  la  muerte ,  que ,  como  san  Jerónimo  declaró, 
es  el  montón  de  los  muerto;,  ó  es  vivir  en  los  monu- 
mentos altos  y  en  lo>  sepulcros  suntuosos,  y  en  las 
pirámides  y  en  las  esiatuas  que  sobre  es'e  amontona- 
miento  de  piedras  lal.Tadas  ponen  los  muer  os  de  sí  mis- 
mos, en  que  se  re-presentan  vivos,  y  que  velan  y  obran, 
y  con  sus  mismas  liguras.  Y  prosigue  y  dice : 

33  «Adulzáronse  á  él  terrones  de  arroyo,  y  en  pos 
de  sí  traen  á  todo  hombre,  y  en  pos  de  sí  no  habrá 
cuento.»  Lo  que  decimos  « terrones  de  arroyo  -i,  pode- 
mos también  decir  «terrones  de  valle»,  y  es  lo  uno  y 
lo  otro  rodeo  en  que  se  significa  la  sepultura.  Y  quiere 
decir  ijue  á  estos  poderosos  que  mienia,  aini  ta  sepul- 

■lura  les  es  menos  dura,  porque  editican  bóvedas  y  apo- 
sentos para  reposar  muertos,  que  otros  vivos  escogie- 
ran para  su  vivienda  por  muy  deleitosos;  por  manera 
que,  no  solo  'a  vida  les  es  dulce  vida ,  mas  aun  la  muer- 
te les  es  en  esta  razón  menos  muerte.  Y  si  alguno  se 
opusiere ,  dicien^lo  que  al  fin  mueren  ,  y  que  es  desven- 
tura amarga  el  morir,  á  eso  ,  dice ,  respondo  (pie  no  es 
desventura  dellos  propria,  sino  general  de  todos  los 
hombres ,  cualesquiera  cpie  sean ,  y  que  es  mal  común, 
y  por  consiguiente  pena  que  no  se  pone  á  cuenta  de  su 
propría  malicia,  y  pena  que  se  consuela  con  !a  muche- 
dumbre á  quien  toca;  porque  si  ellos  mueren,  cuantos 
ante  ellos  fueron  murieron ,  y  morirán  cuantos  les  su- 
cedieren después.  De  que  concluye  tinalmenie  lo  mal 
que  le  consuelan  sus  compañeros ,  usando  para  ello  de 
razones  injuriosas  y  falsas ,  falsas  en  si  y  que  se  ende- 
rezan para  su  afrenta.  Y  ansí  dice  : 

34  «  Pues  ¿cómo  me  conhoríádes  en  vano,  ven  vues- 
tras respuestas  remanece  falsía?»  Esto  es,  pues  según 
lo  dicho,  ya  veis  claramente  que  vuestro  consuelo  es 
ninguno  y  que  vuestro  parecer  queda  por  falso;  que 
«remanecer  falsía»  en  la  respuesta,  es  quedarse  la  fal- 
sedad en  ella. 

CAPITULO  XXII. 

AKGUMIÍNTO. 

Eüfaz  Tfinanite.<!,  inflignado  de  o¡r  la  rospu"sta  de.Inb,  disputa 
en  l;niir  de  lj  Jusiicia  divina,  la  iu:il  no  li;  alligiera  lan  grave- 
mi'Mlf;  SI  él  n»  liuüiti;i  ¡w'cado  ;  y  fundado  en  este  ¡iriiuiíiio, 
atiibuyc  á  Job  \ai'ius  delilos,  los  i\ütí  rctioic  pur  menudo.  OiCñ 
también  qui!,  auiniue  los  malos  son  a  veces  pcospi  rados  y  exal- 
tados en  esle  imindo,  al  lin  vienen  á  caer  niiseiablcinenle;  y 
desj)ues  aconseja  á  Job  que  se  vuelva  á  Dios  cou  tiumildad,  y 
le  i'Crdonai'ú  y  llenará  de  bienes. 

i  Y  respondió  f;iifaz  el  Temnnes  y  dijo: 

2  ¿Por  vciuiira  el  hombre  se  comparará  con  Dios,  por 
mas  saldo  que  sea? 

5  ¿l'or  dicha  es  {^iislo  en  el  Abastado  que  te  justifiques, 
ole  es  provecho  que  perlicioiics  tus  carreras? 

4  ;  Por  caso  lennéndole  argiiirá  contigo  ó  entrará 
coiiliíío  en  juicio? 

5  Df  cicilü  lu  malicia  grnnde,  y  no  Un  á  tus  deliclos. 

6  Sacaste  prenda  á  tus  lierniaiios  sin  causa,  y  i)afios  de 
desnudos  fecisle  desinular.  * 

7  iNo  diste  ogna  al  cansado,  y  quitaste  el  panal  ham- 
briento. 

8  V  varón  de  brazo  á  él  la  tierra,  y  honrado  de  faces 
mora  en  ella. 

9  Viudas  enviaste  vacías ,  y  brazos  de  huérfanos  be- 
clsle  peda/os. 

10  l'or  lauto  lazos  cn  derredor  de  li ,  y  de  súbito  te 
conturba  el  e&panto. 


EXPOSICIÓN  DEL  LIBRO  DE  JOB. 


i  i  ¿Pensabas  no  ver  nunca  tinieblas,  y  no  ser  cubijado 
de  muchedumbre  de  aguas? 

12  ¿Por  ventura  Dios  no  en  altura  de  cielos,  y  ve  ca- 
beza de  estrellas  que  se  levantan? 

i3  Y  dijiste  :  ¿qué  sabe  Dios?  Y  ¿si  juzgará  por  entre 
espesuras? 

44  Nubes  en  encubrimiento  á  él ,  y  círculos  de  cielos 
pasea. 

iS  ¿Si  por  dicha  camino  de  mundo  seguirás,  que  pi- 
saron varones  de  tortura? 

16  Que  fueron  cortados  sin  Lora,  rio  derramado  der- 
rocó su  cimietiio. 

17  Que  decían  á  Dios :  Apártate  de  nos,  y  ¿qué  podrá 
hacer  á  elios  el  Abastado?  • 

18  V  él  habia  henchido  su  casa  de  bienes; mas  conse- 
jo de  malos  arredrado  de  mi, 

19  Verán  justos,  y  alegrarse  han,  y  inocente  escar- 
necerá dellos. 

20  ¿Por  dicha  no  fué  corlada  su  erguidez,  y  su  res- 
tante tragado  de  fuego? 

21  Conversa  agora  con  él ,  y  sé  pacifico ,  y  por  ello  te 
vendrá  mucho  bien. 

22  Toma  agora  ley  de  su  boca,  y  pon  sus  dichos  en  tu 
corazón. 

25  Si  te  volviercs  á  Dios,  serás  fraguado,  alejarás  tor- 
tura de  tus  tiendas. 

24  Y  poudrá  por  tierra  pedernal,  y  por  pedernal  arrojos 
de  oro. 

25  Y  será  él  poderoso  contra  tus  enemigos,  y  la  plata 
crecerá  en  montón  para  ti. 

26  Que  entonces  le  dilatarás ,  sobre  el  Abastado  serán 
tus  deleites,  y  alzarás  tus  f;.ces  á  Dios. 

27  ('raras  á  él ,  y  oírte  ha ,  pagarás  tus  promesas. 

28  Sentenciarás  dicho,  y  afirmarse  ha  á  tí,  j  sobre  tus 
carreras  esclarecerá  luz. 

2y  Cuando  se  humillaren  dirás  (helos  en)  alteza,  y  á 
la  caída  de  ojos  salvará. 

30  Escapará  el  inocente ,  y  será  escapado  por  limpieza 
de  tus  palmas. 

EXPLrCACION. 

{  «Y  respondió  Elifaz  el  Temaneí;  y  dijo. »  SíPinpre 
pecaron  estos  amigos  de  Job  en  entender  mal  á  Job  y 
en  colegir  de  sus  palabras  lo  que  no  se  seguía  dellas, 
ni  á  Job  le  pasaba  por  el  pensamiento  decirlo.  Y  peca- 
ban en  esto  porque  !e  miraban  con  poca  afición ,  y  de 
aquí  echaban  sus  razones  á  lo  peor,  y  lambien  porque 
probumian  parecer  celosos  de  la  iionra  de  Dios.  Y  es 
fuerte  cosa  un  necio  que  presume  de  santo,  que  todo  le 
escandaliza ,  y  en  todo  halla,  á  su  parecer,  qué  reñir. 
Pues  ansí  le  acontece  agora  ú  Elifaz ,  que  porque  Job  en 
el  capítulo  pasado  decia  que  muchos  malos  son  prós- 
peros ,  y  muchos  buenos  viven  oíligidos  y  pobres ,  y  que 
el  de  vida  descansada  y  el  de  vida  amarga  mueren  mu- 
chas veces  de  una  manera,  y  que  Dios  en  estas  cosas 
sabe  y  hace  loque  ellos  no  entienden,  parécenle  á  él, 
de  puro  agudo,  dos  cosas,  y  en  ambas  se  engaña.  Una, 
que  decir  que  hay  malos  prósperos  y  buenos  afligidos, 
es  decir  que  Dios  ni  premia  á  los  buenos  ni  castiga  á 
los  malos ,  y  que  Job  afirma  este  error.  Otra,  que  se  ha 
persuadido  él  de  una  sentencia  verdadera  por  mal  en- 
tenderla ,  y  es ,  que  ni  nuestras  virtudes  son  a  Dios  de 
provecho  ni  nuestras  maldades  le  hacen  daño.  Y  ansí, 
se  imagina  que  Job  de  aquí  colige  que  Dios  no  se  cura 
de  los  buenos,  pues  no  le  son  provechosos,  ni  á  los 
malos,  pues  no  le  dañan,  azota  y  castiga;  y  que  por 


393 


falla  de  entendimiento  .se  ciega,  para  inferir  de  una 
verdad  clara  una  blasfemia  tan  manifiesta.  Y  ansi,  co- 
mo en  cosa  manifiesta,  no  arguye  contra  ella,  sino  pro- 
póncla,  y  déjala,  y  admírase  de  la  malicia  de  Job,  y 
abiertamente  le  dice  que  fué  tirano  y  injusto;  y  amo- 
néstale á  la  fin  que  vuelva  el  ánimo  á  Dios  y  baga  pe- 
nitencia ,  que  le  será  de  gran  fruto.  Pues  dice  : 

2  «¿Por  ventura  el  hombre  será  comparado  con  Dios, 
por  mas  sabio  que  sea?»  O  como  dice  el  orif.iua!  á  la 
letra:  «¿Por  ventura  aprovechará  el  hombre  á  üics, 
porque  se  aprovechó  á  ú  enlendiendoprudenlemenle?)) 
Y  añade  luego : 

3  «¿Por  ventura  es  gusto  en  el  Abastado  que  te  jus- 
tifiques, ó  interés  qfle  perficiones  tus  carreras?» 

4  «¿Por  caso  temiéndote  argüirá  contigo  ó  entrará 
contigo  en  juicio?»  Que  es  como  si  mas  claro  dijese : 
Entendido  te  tengo,  Job,  y  muy  bien  veo  adonde  van 
y  de  dónde  nacen  estas  tus  engañadas  razones;  y  si 
porfias  que  los  malos  florecen  y  los  buenos  padecen, 
bien  penetro  el  porqué  lo  porfias,  y  el  fundamento  que 
para  ello  tienes.  Porque  me  dirás :  ¿Por  ventura  el  que 
se  aprovecha  á  sí,  viviendo  sabia  y  prudentemente, 
hace  provecho  á  Dios?  y  el  que  es  justo  ¿acarrea  algim 
interés?  Y  por  el  contrario,  ¿teme  Dios  que  el  malo  le 
dañe,  para  que  el  temor  le  obligue  á  castigarle  y  des- 
hacerle luego,  ejecutando  en  él  su  castigo?  Cierto  es 
que  ni  el  uno  le  aprovecha  ni  el  otro  le  daña,  y  por 
consiguiente,  que  no  hay  causa  para  que,  como  nosotros 
decimos,  los  buenos  sean  regalados  de  Dios  con  pros- 
peridades, y  los  malos  derrocados  y  deshechos  del  mis- 
mo. O  Job  dice : 

5  «De  cierto  tu  malicia  grande,  y  no  fin  á  tus  delíc- 
tos.')  Como  diciendo,  no  quiero  ni  debo  responder  á 
desatino  tan  maniliesío;  solo  digo  que  eres  un  hombro 
perdido,  que  en  todo  andas  ciego,  que  no  tienen  tér- 
mino ni  fin  tus  maldades,  Y  por  ocasión  desto  pone 
luego  algunas  dellas,  y  dice: 

6  «Sacaste  prenda  á  tus  iiermanos  sin  causa,  y  pa- 
ños de  desnudos  feeiste  desnudar;»  que  así  esta  como 
las  demás  que  refiere  pertenecen  á  falta  de  piedad  y 
justicia,  l'orque,  como  Dios,  movido  de  su  bondad  infi- 
nita, cria  los  hombres,  y  los  sustenta  y  gobierna  y 
ama,  y  desea  y  procura  con  afecto  infinito  su  bien, 
pídenos  con  grande  encarecimiento  todo  lo  que  á  la  con- 
servación y  acrecentamiento  de  aqueste  bien  pertene- 
ce, y  de  lo  que  le  deshace  ó  disminuye  ó  perturba  ofén- 
dese por  extraordinaria  manera,  y  turba  y  destruye 
este  bien  el  faltar  en  la  piedad  y  el  quebrantar  la  jus- 
ticia. Por  donde  ios  pecados  que  en  esto  se  hacen  son 
á  Dios  muy  aborrecidos  pecados,  y  Dios  desenvaina  de 
ordinario  contra  ellos  su  espada  en  públicos  y  riguro- 
sos castigos.  Y  siendo  tal  el  de  Job,  á  lo  que  por  defue- 
ra se  vía,  pretendiendo  Elifaz  que  le  venia  por  sus  pe- 
cados, y  queriendo  señalar  los  pecados  que  eran,  obli- 
góse á  decir,  no  los  que  en  Job  habia  ,  sino  los  que  él 
conocía  ser  dignos  de  semejantes  castigos.  «Sacaste, 
dice,  prendas  á  tus  hermanos  sin  causa.»  En  el  Exn^ 
do  {a)  mandaba  Dios  á  su  pueblo  que  si  alguno  sacase 
la  ropa  de  otro  por  prenda,  al  anochecer  la  volviese, 
porque  el  pobre  deudor  no  durmiese  sin  cama.  Y  en 

(a)  Exod.,  22,  26,  27.  Dcut.,  U,  12,  !3. 


3P4  OBRAS  DE  FRAY 

Esaías  (38)  encarece  cuánto  le  desplace  este  sacar  | 
prendas  á  los  pobres  por  deudas ,  que  á  la  verdad  es  i 
iüliiimaiiithd  señalada,  porque  es  añadirá  la  congoja 
de  la  deuda  el  mal  del  despojo.  Que  cierto  es  que  al 
pobre  que  le  falta  con  qué  pagar  no  le  sobran  las  alha- 
jas de  casa ,  y  que  sacárselas  por  prenda  es  quitarle  su 
abrigo  necesario.  Y  no  va  tanteen  que  el  acreedor  ase- 
gure su  deuda ,  cuanto  en  que  el  deudor  no  quede  des- 
pojado y  desnudo  ;  porque  aquello  en  el  acreedor  es 
sobra,  y  en  el  deudor  falta  y  mengua  de  lo  que  necesa- 
riamente pide  la  vida.  Y  bien  se  ve  cuan  lejos  está  de 
apiadarse  de  las  necesidades  ajenas  el  que  las  hace  y  las 
agrava  por  poner  en  seguro  sus  deudas.  Pues  cargó 
Elifaz  á  Job  este  pecado  de  inhumanidad,  y  ansí,  dice 
para  mayor  claridad:  a  Y  paños  de  desnudos  feciste 
desnudar;»  esto  es,  añadiste  á  la  desnudez  desnudez, 
y  pusiste  en  tu  arca  lo  que  á  tí  no  era  necesario  y  de- 
jaba desnudo  á  tu  prójimo.  Y  añade  : 

7  «No  diste  agua  al  cansado  y  quitaste  pan  al  ham- 
l-riento.»  Lo  primero  es  falta  de  piedad,  y  lo  segundo 
injusticia,  y  ambas  á  dos  cosas  dañosas  á  la  conserva- 
ción de  los  hombres.  Y  aunque  es  de  menos  mal  la  pri- 
mera, porque  menos  es  no  ser  piadoso  que  injusto,  y 
peor  es  quitar  el  pan  á  cuyo  es  que  negar  el  agua  al 
que  tiene  sed  y  padece,  pero  es  disposición  para  la  se- 
gunda y  su  fuente  ordinaria;  que  el  avariento  siempre 
es  injusto,  y  quien  no  tiene  ánimo  para  dar  un  jarro 
de  agua  al  que  ha  sed,  no  tendrá  lástima  de  quitar  el 
pan  al  hambriento.  O  podemos  decir  que  ansí  lo  pri- 
mero como  lo  segundo  es,  no  injusticia,  sino  falta  de 
misericordia  y  piedad;  que  aunque  dice  que  «quitó  el 
pan  al  hambriento»,  dícelo,  no  porque  quitó  al  ham- 
briento el  pan  que  tenia,  sino  porque  no  le  dio  el  que 
pedia  su  hambre.  Que  la  necesidad  hace  en  cierta  ma- 
nera del  pobre  lo  que  le  falta,  y  el  no  dárselo  quien  lo 
tiene,  esquitar  al  pobre  loquease  le  debe.  Y  dice: 

8  «Y  varón  de  brazo  á  él  la  tierra,  y  honrado  de  fa- 
ces mora  en  ella. »  «Varón  de  brazo»  llama  el  hebreo 
al  poderoso  ansí  en  fuerzas  como  en  mando  y  señorío; 
«honrado  de  faces,»  á  quien  respetan  los  otros  por  su 
grandeza  ó  autoridad.  Pues  como  dijo  Elifaz  que  mal- 
trataba Job  á  los  pobres,  ansí  también  dice  que  respe- 
taba y  beneficiaba  á  los  ricos  y  poderosos ,  y  que  no 
valia  con  él  la  necesidad  y  razón,  sino  la  persona  y  in- 
terés; que  era  nueva  maldad  negar  a  los  necesitados 
su  deuda,  y  acudir  á  los  que  tenían  sobra  de  todo.  Y 
an-í  dice :  «Y  varón  de  brazo  á  él  la  tierra,  y  honrado 
de  faces  mora  en  ella.»  Como  si  mas  claro  dijera  :  Fal- 
lábate para  dar  limosna  á  los  pobres  y  sobraba  todo 
para  gastar  con  los  poderosos  y  ricos;  para  ellos  era  tu 
hacienda  y  tu  tierra,  ó  para  ellos,  dice ,  es  la  tierra  ge- 
neralmente. Dice  «la  tierra»,  sin  limitación,  porque 
tollos  generalmente  sirven  á  los  que  mas  tienen,  y  por 
mostrar  que  Job  no  snguia  el  camino  justo,  como  pro- 
fesaba, que  es  camino  de  pocos,  sino  que  ora  vulgar  co- 
mo los  demás,  y  injusto,  y  aceptador  de  personas,  y 
hombre  de  sus  intereses  y  respectos,  y  ordinario  á'la 
manej-a  de  muchos.  Mas 

9  '<  Viudas  enviaste  vacías,  y  brazos  de  huérfanos 
heriste  Hazos.»  Es  particular  el  cui.lado  que  do  las 
Viudas  y  huérfanos  Dios  tiene,  como  en  las  sagradas 


LUIS  DE  LEÓN. 

letras  se  ve ;  porque  él  es  el  amparo  universal  de  las 
cosas ,  y  ansí  á  las  mas  desamparadas  siempre  acude 
mas ,  y  quiere  que  acudamos  nosotros ,  y  se  ofende 
mucho  de  los  hombres  que  no  le  imitan  en  esto ,  por- 
que todo  aborrece  á  su  desemejante  y  contrario.  Por 
donde ,  cuanto  á  Dios  le  es  grato  que  favorezcamos  á 
lo  que  favorece  él ,  y  que  cuidemos  de  lo  que  él  cui- 
da ,  tanto  le  es  enemigo  aborrecible  que  desamemos 
lo  que  ama,  ó  que  nos  descuidemos  de  lo  que  él  tiene 
á  su  cuenta.  Y  si  el  descuido  le  ofende,  la  crueldad 
¿qué  hará?  Y  si  el  no  favorecer  á  los  huérfanos  le  des- 
agrada ¿qué  será  el  quebrantarles  los  brazos?  «Viudas, 
dice,  enviaste  vacias.» Tiene  al  hombre  la  mujer  natu- 
ral inclinación  y  respecto,  como  á  su  proprio  abrigo  y 
amparo,  sin  el  cual  vivir  no  puede;  que  ansí  Dios  en  el 
Génesis  (a)  se  lo  dice:  «Estarás  sujeta  al  varón,  y  tu 
afición  y  dependencia  mirará  á  él  de  contino.»  Y  ansí, 
la  viuda  es  como  un  miembro  cortado  de  su  cuerpo,  ó 
como  un  cuerpo  que  le  falta  su  alma,  y  como  una  cosa 
imperfecta  y  necesitada  y  despojada  de  lo  que  suplía  su 
necesidad,  y  como  echada  en  la  calle.  Y  no  son  tanto 
miserables  por  la  necesidad  exterior,  cuanto  por  la  aflic- 
ción y  mengua  que  sienten  ellas  mismas  dentro  de  su 
alma ,  y  por  la  congoja  que  en  su  corazón  padecen  en 
faltarles  su  arrimo;  que  como  la  inclinación  á  él  es  en 
ellas  natural  y  muy  intensa,  ansí  el  sentimiento  de  su 
falta  es  agudo  y  entrañable,  porque  se  imaginan  faltar- 
les todo  en  faltarles  el  marido.  Pues  si  es  delito  no  so- 
correr al  necesitado,  cualquiera  que  sea,  no  socorrerá 
uno  tan  afligido,  esto  es,  á  uno  tan  falto  en  la  verdad  y 
tan  menguado  en  su  imaginación ,  tan  desnudo  por  de- 
fuera y  tan  cuitado  y  ansioso  de  dentro,  sin  duda  es 
pecado  gravísimo.  Y  eso  es  «enviar  las  viudas  vacias», 
enviarlas  cual  se  vienen  y  cual  ellas  se  imaginan;  y  son 
vacias  de  todas  partes,  sin  favor  en  la  hacienda,  y  sin 
aliento  de  consuelo  en  el  alma.  Y  ansí,  añade  justa- 
mente : 

10  «Por  tanto  lazos  en  derredor  de  tí,  y  de  súbito  te 
conturba  el  espanto. »  Que  justo  es  que  quien  tal  hizo 
que  tal  pague,  y  que  á  la  culpa  de  una  inhumanidad 
tan  de  brutos  responda  pena  tan  espantosa  y  cruel 
como  es,  «lazos  en  derredor  de  tí,»  y  que  «de  súbito  te 
conturbe  el  espanto».  Porque  es  terrrible  caso  estar 
cercado  de  lazos  uno  y  como  sitiado  de  males,  de  ma- 
nera que  ni  queda  resquicio  para  huir,  ni  esperanza  de 
libertad,  ni  camino  de  alivio.  Poriue  el  «estar  cercado» 
es,  no  solo  hallarlos  adó  quiera  que  vuelve,  sino  caer 
de  uno  en  otro,  y  por  salir  de  uno  dar  en  otro  mayor, 
y  enredarse  y  enlazarse  de  contino  mas  cuanto  mas  pro- 
cura librarse.  Y  no  es  menos  mal  el  que  dice,  en  decir 
que  «de  súbito  le  conturba  el  espanto»,  porque  en  cada 
palabra  encarece  que  el  súbito  (juila  el  bien  de  la  pre- 
vención, y  el  conturbar  saca  de  su  lugar  la  razón,  que 
es  luiestra  defensa,  y  «el  espanto»  es  pena  que,  no  solo 
duele,  sino  que  traga  y  que  sorbe  el  ser  lodo.  Mas 
dice: 

1 1  «¿Pensabas  no  ver  nunca  tinieblas  y  no  ser  cu- 
bijado de  murhcdumbre  de  aguas?»  Tinieblas  llama  la 
Escritura  á  los  trabajos  y  calamidades,  porque  con  la 
tristeza  oscurecen  el  ánimo,  y  con  el  estorbo  cortan 

(a)  Gen.,  3,  lü. 


EXPOSICIÓN  DEL 
los  pasos  y  impiden  el  expediente  de  los  negocios,  y  j 
ciegan  el  camino  de  ellos,  como  acontece  en  la  noche. 
Y  llámalos  también  «  muchedumbre  de  aguas»,  por- 
que ahogan  y  sumen,  y  cuando  vienen  no  son  simples, 
sino  de  muchas  olas,  que  unas  vienen  en  pos  de  otras, 
coméenla  tempestad  de  la  mar.  Pues  dice  Elifaz: 
¿Pensabas,  Job,  que  siendo  quien  eras,  esto  es,  el  que 
yo  digo  y  figuro,  hablas  de  tener  desemejante  ven- 
tura? Lo  que  padeces  nos  dice  quién  fuiste,  y  la  im- 
piedad de  tu  vida  hacia  certidumbre  desla  tu  des- 
ventura presente.  O  dice  de  otra  manera,  conforme  al 
hebreo :  «Tinieblas  no  verás,  y  sobras  de  aguíi  le  cubi- 
jarán;» en  que  todavía  declara  y  engrandece  la  pena 
que  merece  Job  por  su  culpa.  Que,  como  dijo  «por 
tanto»,  esto  es,  por  estas  tus  culpas  y  por  estas  tus 
crueldades  con  las  viudas  y  pobres,  «lazos  en  derredor 
de  tí,  y  de  súbito  te  conturba  el  espanto;»  añade  tam- 
bién «y  tinieblas»,  conviene  á  saber,  te  rodean,  y  «no 
verás»,  esto  es,  y  le  quitan  la  vista,  y  «sobras  de 
aguas»,  esto  es,  de  miserias  y  calamidades,  «te  cubi- 
jarán ,»  esto  es,  te  sumen  y  anegan.  Por  manera  que  al 
mal  que  Job  padece  llama  lazos  puestos  á  la  redonda, 
y  espanto  que  aviene  de  súbito,  y  tinieblas  que  ciegan, 
y  olas  que  anegan  (porque  le  enredaba  y  le  tenia  ató- 
nito, y  le  cegaba  el  juicio  y  le  tenia  como  abogado  y 
sumido),  para  con  estos  nombres  declarar  mas  la  pena, 
y  por  la  pena  hacer  mas  cierta  la  culpa.  Porque  son 
penas  estas  que  se  deben  á  los  que  ansí  se  alejan  y  des- 
nudan de  la  piedad,  que  agravan  á  los  necesitados  en 
lugar  de  serles  humanos  y  piadosos.  Mas  con  !o  prime- 
ro viene  mejor  lo  que  dice : 

12  «¿Por  ventura  Dios  no  en  allura  de  clelo',  y  ve 
cabeza  de  estrellas  que  se  levantan?»  Que  como  le  pre- 
guntó con  disimulado  escarnio  si  pensaba  que  no  liabia 
de  venii  á  tinieblas,  y  que  su  felicidad  carecia  de  no- 
che ,  siendo  tan  injusta  su  vida ,  añade  bien  en  la  mis- 
ma figura,  y  pregúntale  si  por  ventura  imaginaba 
también  que  no  habia  Dios  ni  juez  en  el  mundo.  Por- 
que pensar  quien  vive  mal  que  pasará  sin  castigo,  nace 
ordinariamente  de  creer  que  no  hay  quien  le  juzgue. 
Y  ansí  como  pregunta  lo  primero  con  escarnio,  y  con 
la  pregunta  lo  afirma,  porque  decir  «pensabas  no  ver 
tinieblas»,  es  como  decir,  cierto  es  que  las  habías  de 
ver;  ansí,  para  certificar  lo  segundo  usa  también  de 
pregunta.  «¿Por  ventura ,  dice.  Dios  no  en  altura  de 
cielos?»  Que  es  decir,  cierta  cosa  es  que  hay  Dios  en 
el  cielo  y  que  «ve  las  cabezas  de  las  estrellas  que  se 
levantan».  Como  diciendo:  Al  fin  hay  Diosy  tiene  pro- 
videncia de  nuestras  cosas.  Y  afirma  que  hay  Dios,  po- 
niéndole en  las  alturas  del  cielo,  porque  es  aquel  su 
lugar  proprio;  y  como  quien  no  le  pusiese  en  el  cielo 
le  negaba  del  todo,  ansí  el  que  le  confiesa  le  asienta 
luego  en  su  lugar  proprio.  Y  ni  mas  ni  menos  confiesa 
su  providencia ,  confesando  «  ve  cabezas  de  estrellas 
que  se  levantan» ,  que  es  argüir  de  lo  mayor  á  lo  que 
es  menor,  porque  menos  es  conocer  imestras  cosas  ba- 
jas que  aquellas  tan  dificultosas  y  altas.  Y  ansí ,  «ca- 
bezas de  estrellas  que  se  levantan,»  es  como  decir,  las 
estrellas  mas  levantadas  y  las  cumbres  de  los  cielos 
que  mas  se  empinan.  O  llama  estrellas  por  figura  á  los 
que  resplandecen  en  esta  vida  ricos  y  prósperos,  sion- 


LIBRO  DE  JOB.  395 

do  injustos  y  malos,  que  parece  no  mira  Dios  en  ellos 
ni  los  ve;  ellos  á  lo  menos  ansí  lo  piensan.  Y  por  eso 
añade  luego  : 

i 3  «Y  dijiste  :  ¿Qué  sabe  Dios,  y  si  juzgará  por  en- 
tre espesuras?»  Ansí  convenia  que  lo  dijera  Job  ,  á  ser 
cual  Elifaz  le  pintaba;  que  una  vida  muy  rota  con  el 
hecho  dice  esto  siempre ,  y  juzgar  ansí  y  vivir  ansí  an- 
dan casi  siempre  hermanados.  Por  donde  Elifaz  habla 
bien  yconsiguienlemenle,  presupuesto  su  engaño.  Y 
ansí  dice  dijiste,  que  es  como  decir  :  Y  no  es  posible 
sino  que  decías  en  tu  corazón  y  te  persuadías  que  no 
conoce  Dios  lo  que  aquí  pasa.  Y  dice  «por  espesuras», 
porque  es  la  color  de  este  error;  que  nadie  se  persuade 
alo  falso  sin  alguna  apariencia.  Porque, como  lo  malo 
no  puede  ser  amado  por  sí,  ansí  ni  creído  lo  falso,  si 
trae  el  rostro  descubierto;  por  donde  á  ambos  les  es 
necesario  el  cubrirlo,  á  lo  malo  con  colores  de  bien ,  y 
á  lo  falso  con  aparencias  de  verdad,  porque  lo  bueno  y 
lo  verdadero  es  lo  que  solamente  puede  ser  amado  y 
creído.  Pues  dice  «por  espesuras»,  porque  las  espesu- 
ras y  la  mucha  distancia  hacen  estorbo  á  la  vista  hu- 
mana; y  ansí,  al  que  juzga  de  Dios  como  de  sí,  iiácesele 
verisímil  que  no  le  ve,  estando  tan  lejos  y  con  tantas 
nubes  en  medio.  Y  ansí  añade  en  la  misma  razón : 

H  «Nubes  en  encubrimiento  á  él ,  y  no  ve,  y  círculo 
de  cielos  pasea. »  Hase  de  repetir  la  palabra  de  arriba, 
dijiste.  «Y  dijiste,  dice,  nubes  en  encubrimiento  á  él ;» 
esto  es ,  y  lo  que  te  persuadió  á  pensar  que  Dios  no  vía 
tus  hechos ,  fué  parecerte  que  se  los  encubrían  las  nu- 
bes, y  que  se  paseaba  y  vivía  en  el  cielo,  lugar  que  de 
la  tierra  tanto  dista.  Que  son  las  razones  vanas  y  sofís- 
ticas con  que  se  ciegan  los  que  tienen  por  Dios  y  por 
ley  á  su  gusto.  Y  ansí  dice  : 

15  «Si  por  dicha  camino  de  mundo  seguirás,  ¿qué 
pisaron  varones  de  tortura?»  Eu  que  en  forma  de  pre- 
gunta afirma  que  seguía  del  todo  Job  el  camino  trillado 
de  los  malos ,  y  que  juzgaba  de  Dios  como  ellos  juzgan. 
Y  llama  «camino  de  mundo  ó  de  siglos»  la  vida  de  los 
que  fueron  antes  del  diluvio ,  que  se  aventajaron  en  la 
maldad  ;  y  usa  de  su  ejemplo,  como  notorio  por  su  se- 
ñalado castigo,  y  por  el  mismo  caso,  como  mas  eficaz 
argumento  para  probar  su  propósito.  O  habla  general- 
mente de  los  malos  todos,  y  llama  «camino  de  mundo» 
el  juicio  que  los  mundanos  hacen  de  las  cosas  de  la 
otra  vida,  y  el  propósito  suyo  y  su  resolución;  y  á  ellos 
los  llama  «  varones  de  tortura  » ,  como  poderosos  para 
lodo  lo  malo  y  torcido ,  y  como  artífices  y  maestros  en 
ello,  cuales  fueron  los  gigantes  y  son  los  tiranos  y  los 
que  viven  para  solo  viviraquí,  cuya  ventura  es  siempre 
conforme  á  su  engaño.  Y  de  ambas  cosas  dice  Elifaz. 
De  la  ventura  : 

16  «Que  fueron  cortados  sin  hora,  rio  derramado 
dorrocó  su  cimiento.»  Si  de  solos  los  gigantes,  dice 
«que  fueron  cortados  sin  liora»  ,  porque  les  vino  de  im- 
proviso el  diluvio ;  si  de  todos  los  malos,  declara  lo  que 
les  sucede  por  dos  semejanzas ,  una  del  árbol  que  sin 
sazón  le  cortaron,  y  otra  de  la  casa  que  lleva  la  aveni- 
da del  rio.  Porque  dice  :  Su  maldad  pide  que  no  dure  su 
dicha ,  ni  que  sea  ordinario  y  como  á  otros  acontece 
su  fin;  no  se  caen  de  suyo,  como  árbol  que  ya  los  años 
tienen  seco,  sino  son  cortados  verdes  y  antes  de  ticm- 


395  OBRAS  DE  FRAY 

po.  Porgue  á  la  verdad,  por  tarde  que  les  venga  el  cas- 
tigo, para  lo  que  toca  á  su  sazón  dellos  siempre  viene 
temprano,  porque  nunca  llegan  á  madurez,  siempre 
están  en  la  flor  de  su  vanidad  y  en  el  verdor  de  sus  vi-  | 
cios.  Demás  de  que,  como  tienen  en  sola  esta  vida  su  I 
bien ,  aborrecen  la  muerte  y  su  memoria,  y  nunca  se 
imaginan  que  viene,  y  ansí  les  viene  siempre  no  pen- 
sada y  fuera  de  tiempo  y  de  hora;  porque  viene  á  tiem- 
po y  hora,  no  solamente  no  [icnsada,  mas  de  mala  sa- 
zón, porque  Ioí  lialla  y  lleva  sin  ella,  y  mueren  siem- 
pre cuando  les  está  muy  mal  el  morir.  Y  dice  «corta- 
dos sin  hora»,  para  demostrar  también  que  por  la  ma- 
yor parte  es  violenta  su  caida,  y  que  el  hierro  los  acaba, 
y  las  fuerzas  de  sus  enemigos  los  derruecan  al  suelo. 

Y  lo  mismo,  aunque  por  otra  forma,  es  lo  segundo  que 
dice.  Porque  «rio  derramado»  es  rio  que  sale  de  ma- 
dre, y  avenida  de  aguas  no  ordinaria,  sino  que  se  ayun- 
tan de  súbito  y  corren  por  donde  no  se  temian,  y  lle- 
van lo  que  hallan  delante,  y  derruecan  por  el  cimiento 
las  casas;  en  que  hay  desapercibimiento  y  presteza,  y 
violencia  y  caida  sin  tiempo ,  como  en  la  semejanza  pa- 
sada, y  aun  significación  de  mayor  asolamiento  que  en 
ella.  Porque  allí  el  árbol  después  de  cortado  sirve; 
aquí  queda  deshecha  y  iníitil  la  casa ,  que  la  agua  la 
deshace,  y  las  mas  veces  lleva  sus  alhajas  consigo,  y 
al  dueño  también  hundido  y  anegado.  Esla  pues  es  la 
ventura.  Su  engaño  el  que  se  sigue : 

17  «Que  decían  á  Dios:  Apártate  denos,  y  ¿qité  po- 
drá hacer  á  ellos  el  Abastado?»  En  el  cual  engaño  es- 
tán de  ordinario  todos  los  que  viven  sin  rienda,  y  si  no 
con  las  palabras,  dicen  á  lómenos  á  Dios  con  las  obras, 
que  se  aparte  dellos  y  que  en  su  cielo  se  esté,  que  ellos 
quieren  y  aman  la  tierra.  Pues  diciendo  y  obrando  esto, 
¿qué  maravilla  es  les  avenga  lo  que  ha  dicho  en  el  ver- 
so pasado?  O  ¿cómo  no  les  ha  de  avenir?  Porque  quien 
aparta  á  Dios  de  sí,  ¿qué  defensa  se  deja?  O  ¿cómo  se 
valdrá  por  sus  fuerzas  si  las  de  Dios  le  son  contrarias? 

Y  dice,  para  mayor  demostración  de  su  engaño  : 

18  «Y  él  había  henchido  su  casa  de  bíenes;'mas  con- 
sejo de  malos  arredrado  de  mí.»  Porque  en  esto  se  ve 
cuan  engañados  y  ciegos  viven  los  que,  no  solamente 
no  obedecen  á  Dios,  mas  quieren  no  estar  debajo  de  su 
providencia;  pues  no  echan  de  ver  que  tienen  de  su 
mano  y  por  su  grande  piedad  y  largueza  esos  mismos 
bienes  do  la  tierra,  conque  se  amanceban  y  abrazan. 
En  que  cometen  mil  errores.  Uno,  que  huyen  y  aborre- 
cen la  fuente  y  el  dador  de  eso  mismo  que  quieren. 
Otro,  que  no  advierten  que ,  sí  con  ser  enemigos  suyos 
los  trata  tan  liberal  y  regaladamente,  ¿qué  bienes  les 
haría  sí  le  obedecieren  y  ama'^cn?  Y  el  tercero,  que  no 
temen  retraiga  la  mano  el  que  tan  sin  merecerlo  la  ex- 
tiende á  ellos  con  tanta  largueza,  ni  conocen  cuánto 
mas  fácilmente  se  quitan  que  se  dan  estas  cosas.  Y  dice 
advertidamente  que  Dios  les  «había  henchido  su  casa 
de  bienfs»,  y  usa  con  particular  consejo  de  esla  pala- 
bra, henchir,  para  demostrar  mas  la  bondad  de  Dios  y 
la  ceguedad  de  estos  hombres.  Porque  poruña  media- 
na rií|ueza  y  felicidad  mediana  puede  mas  fácilmente 
engañarse  uno  y  atribuirla  á  su  industria;  pero  una  so- 
brada y  excesiva  y  que  crece  y  sube  como  espuma  en 
una  hora,  sucediendo  lodo  á  guslO;  sin  variQdad  ni  rc- 


LUTS  DE  LEÓN. 

vés  de  fortuna,  muy  ciego  es  quien  no  conoce  su  cau- 
sa, quien  no  ve  que  no  alcanzan  allí  las  fuerzas  del 
hombre ,  quien  no  conoce  que  es  otro  consejo  y  [loder 
mayor  el  que  le  acarrea  y  amontona  y  defiende  aquel 
bien.  Y  si  tan  ciegos  estos  son,  razón  tiene  Eiifaz  en 
lo  que  añadiendo  dice,  «mas  consejo  de  malos  arre- 
drado de  mí ; »  pues  por  donde  quiera  que  se  mire ,  es 
consejo  errado  y  perdido.  Que  sí  miramos  su  causa, 
nace  por  una  parle  de  pasión  desenfrenada,  que  no  quie- 
re reconocer  superior,  y  por  otra  de  ceguedad  tan  cie- 
ga como  es  la  que  he  dicho,  si  sus  efectos  son  dar  rien- 
da á  los  vicios,  sí  el  suceso  y  el  fin,  desastre  no  pensado 
y  calamidad  improvisa  y  despojo  de  todo  aquello  que 
se  ama  y  adora  con  ansia  y  confusión  no  creíble.  De 
que  se  sigue  lo  que  luego  prosigue  y  dice : 

19  «Verán  justos  y  alegrarse  han,  y  inocente  escar- 
necerá dellos.»  Si  vamos  con  los  del  diluvio,  el  ino- 
cente es  Noé  con  los  suyos;  y  sí  son  todos  en  general, 
es  semejante  á  loque  escribe  David  (a)  :  «Alegrarse ha 
el  justo  cuando  viere  la  venganza,  lavará  en  la  sangre 
de  los  pecadores  sus  manos.  Que  es  alegría  no  nacida 
de  crueldad  ni  de  amor  de  venganza,  de  que  carecen  los 
buenos,  sino  de  la  honra  de  Dios,  que  sale  de  sospecha 
y  se  abona  cuando  derrueca  ansí  y  castiga  un  tirano, 
y  de  su  justicia,  que  resplandece,  y  de  la  libertad  de 
muchos  inocentes  y  opresos,  y  señaladamente  del  es- 
carmiento para  otros  á  quien  dañaba  el  ejemplo.  Ansí 
que,  alégranse  los  buenos  en  estas  caídas  de  los  malos, 
y  dicen  : 

20  «¿Por  dicha  no  fué  corlada  su  erguidez,  y  su  res- 
tante tragado  de  fuego?»  O  como  el  original  á  la  letra  • 
«Sino  corlada  su  ramo,  y  resto  dellos  tragará  el  fuego.» 
Que  refiere  en  esto  Elífaz  y  imita  las  palabras  de  que 
usan  ó  es  verisímil  que  usen  en  semejantes  casos  los 
justos ,  como  en  burla  y  escarnio  diciendo :  «¿Por  dicha 
no  fué  cortada  su  erguidez?»  Esto  es:  ¿Pensaban  por 
dicha  no  caer  ni  ser  nunca  corlados?  Al  fin  cayeron  y 
les  vino  su  día,  y  resplandeció  la  justicia  de  Dios,  y  los 
asoló  totalmente.  Que  eso  significa  la  «erguidez  ó  el 
ramo  corlado,  y  el  restante  tragado  del  fuego»;  que 
es  por  semejanza  del  árbol  que  le  cortan  los  ramos  y  le 
ponen  fuego  á  la  raíz  para  no  dejar  rastro  del.  Porquo 
este  acabamiento  y  total  deslruicíon  es  propriedail  de  la 
pena  con  que  Dios  castiga  á  los  malos,  y  en  lo  (pie  se 
diferencia  del  castigo  de  los  buenos  y  justos ;  que  á  es- 
tos desmóchalos  Dios  para  que  se  renueven  y  mejoren, 
mas  á  aquellos  arráncalos  de  cuajo  para  que  del  todo  se 
sequen.  Es  verdad  que  algunos  trasladan  ansí:  «De 
cierto  no  corlada  firmeza  y  estribo  nuestro,  y  resto 
dellos  el  fuego  tragó;»  y  entiéndenlo  de  Noé  y  del  dilu- 
vio. Por  manera  que  Elífaz,  de  loque  allí  pasó, prueba 
lo  que  pretende,  que  es  ser  castigados  los  malos  y  con- 
servados los  buenos.  Porque  dice:  Entonces  sin  duda, 
pecando  lodos ,  no  pereció  nuestra  firmeza  ó  nuestro 
reparo  (que  llama  á  Noé  ansí,  porque  en  él  se  conser- 
varon los  hombres),  pero  al  resto,  esto  cs,á  ios  demás, 
tragólos  el  fuego;  que  llama  ansí  su  castigo  que  los  con- 
sumió, que  aunque  fué  de  agua,  el  fue;^o  es  nombre 
general  de  la  pena,  como  se  ve  en  Josué  (6),  adonde 
mandó  Dios  que  apedreasen  á  Achau,  diciendo  el  Icxlo 

(a)  Ps.  ÍJ7,  V.  11.   (t>)  Josué,  7, 15. 


EXPOSICIÓN  DEL 

que  le  quemasen.  Porque  quemar  es  castigar,  y  fuego 
significa  castigo.  Mas  prosigue  y  dice:  i 

21  ((Conversa  agora  con  él,  y  sé  pacífico,  y  por  ello  | 
te  vendrá  mucho  bien.»  Dichas  las  culpas  de  Job  y  los 
malos  y  desastrados  sucesos  délo?  pecadores,  pasaago- 
ra  Elifaz  á  la  tercera  parle  de  su  razonamiento,  que  es 
amoneslarle  y  persuadirle  la  emienda.  Dice  pues:  aCon- 
versa  agora  con  él ,  y  sé  pacífico. »  Como  si  mas  claro 
dijese  :  La  conclusión  sea  que,  pues  el  camino  de  los 
malos  y  su  consejo  es  cual  digo  yo,  y  tú  mismo  en  tí 
experimentas  agora,  saques  tus  pasos  del,  y  los  ende- 
reces por  senda  segura,  y  te  vuelvas  y  sujetes  á  Dios. 
«Conversa,  dice,  con  él,  y  sé  pacífico,')  esto  es,  pierde 
el  coraje  que  tienes ,  y  amansa  el  corazón ,  y  con  reco- 
nocimiento humilde  vuélvete  á  él  y  habíale,  pídele 
perdón  y  suplícale.  «Y  por  ello,  dice,  te  vendrá  mucho 
bien.»  Ño  solo  huirás  el  mal  presente,  mas  recibirás  el 
bien  que  no  esperas;  aliéntate  á  la  penitencia  con  la 
espereza  cierta  del  perdón  y  merced.  Que  Dios  no  se 
contenta  con  perdonar  la  culpa,  sino  añade  la  gracia; 
no  solo  suelta  la  deuda,  sino  enriquece  con  nuevas  dá- 
divas ;  no  solo  pierde  el  enojo,  sino  ania  y  abraza  aJ  do- 
lido. Dice  mas : 

22  «Toma  agora  ley  de  su  boca,  y  pon  sus  dichos  en 
tu  corazón. »  Dos  cosas  tiene  la  penitencia,  dolor  de  lo 
hecho  y  emienda  en  lo  por  hacer.  Lo  primero  diú  á  en- 
tender en  el  amansar  el  corazón  y  en  el  conversar  con 
Dios;  porque  el  dolor  humilla  el  corazón  y  le  deshace, 
y  le  quila  el  coraje  y  el  brío,  y  por  eso  se  llama  contri- 
ción ,  porque  le  desmenuza  en  cierta  manera.  Agora 
declara  lo  segundo  en  decir  que  tome  ley  de  su  boca 
y  ponga  en  su  corazón  sus  dicl:os,  que  es  decir,  ten- 
ga su  ley  por  regla  en  lo  que  le  res  la.  Porque^  como 
añade  : 

23  «Si  te  volvieres  á  Dios ,  serás  fraguado,  alejarás 
tortura  de  tus  tiendas.»  Esto  es,  tu  vida,  tu  salud  y  tu 
fortuna,  que  agora  está  como  desalada  y  caída,  fragua- 
rá, esto  es,  tomará  ser  y  firmeza,  como  se  dice  del  edi- 
ficio que  fragua.  Y  «alejarás  dice,  torturas  de  tus  tien- 
das.» Tortura  aquí,  ó  es  desastre  y  mal  suceso,  y  ansí 
dice  que  su  casa  y  hacienda  lirme  y  bien  fraguada  ca- 
recerá del,  ó  es  culpa  y  delito,  y  ansí  aquella  palabra, 
ay  alejarás,»  dice  causa,  y  vale  como  si  mas  claro  di- 
jera: Fraguará  tu  edificio,  porque  alejarás  y  desterra- 
rás de  tu  casa  la  culpa;  conviene  á  saber,  si  te  convir- 
tieres á  Dios  y  guardares  su  ley.  Mas  lo  primero  es 

'  mejor,  y  viene  con  ello  bien  lo  que  añade : 

24  «Y  pondrá  por  tierra  pedernal,  y  por  pedernal  ar- 
royos de  oro. »  Y  declara  mas  el  fraguar  y  la  firmeza 
que  dijo,  y  es  como  si  dijese  :  No  solamenle  si  te  con- 
tienes con  ánimo  verdadero,  dará  Dios  firmeza  á  tus 
cosas ,  y  las  exentará  de  los  golpes  y  malos  sucesos  de 
la  fortuna,  mas  usará  de  nuevas  trazas  para  acrecen- 
tarle y  hacerte  dichoso.  Y  decláralo  por  semejanzas,  di- 
ciendo que  volverá  la  tierra  pedernal ,  y  del  pedernal 
sacará  minas  de  oro;  que  es  como  decir  que  hará  fuer- 
te lo  flaco  y  lo  pobre  rico ,  y  que  sacará  bien  y  riqueza 
de  donde  se  temía  desventura  y  desastre.  Yá  lo  mismo 
viene  el  original,  que  diceá  la  letra:  «Pon  sobre  polvo 
fortaleza  y  en  piedra  arroyos  ofir.»  Y  es  decirle  que  en 
cuanto  pusiere  las  manos  le  sucederá  felizmente,  y  que 


LIBRO  DE  JOB.  307 

vencerá  su  dicha  á  su  esperanza;  que  sí  fundare  sobre 
polvo,  será  como  si  fundase  solire  peña  dura,  y  lo  flaco 
y  lo  movedizo  será,  para  su  utilidad  y  dcffínsa,  fuerte 
y  firme,  y  que  en  la  piedra,  que  es  del  todo  estéril ,  le 
remanecerán  fuentes  de  oro,  porque  sacará  riquezas  y 
provecho  de  lo  que  no  se  esperaba.  Y  añade : 

25  «Y  será  el  poderoso  contra  tus  enemigos ,  y  la 
plata  crecerá  en  montón  para  tí.»  O  como  el  original  á 
la  letra:  «Y  será  el  Abastado  tu  alcázar,  y  plata  de  for- 
talezas para  tí.»  En  que,  si  se  vuelve  á  Dios,  le  promete 
que  será  defendido  y  que  será  victorioso,  que  sus  ene- 
migos no  le  vencerán ,  y  que  él  los  sujetará  y  llevará 
sus  despojos.  No  le  vencerán,  porque  Dios  será  «su  al- 
cázar» ,  estoes,  su  seguridad  y  defensa;  vencerlos  ha, 
porque  la  plata  de  sus  fortalezas  dellos  será  suya  del, 
esto  es,  ganará  y  poseerá  sus  tesoros  guardados.  Dice 
mas  : 

26  «Que  entonces  sobre  el  Abastado  serán  tus  de- 
leites, alzarás  tus  faces  á  Dios, »  A  la  victoria  y  á  los 
buenos  sucesos  sigue  el  contentamiento  y  deleite,  y  el 
reconocer  al  autor  dellos,  y  el  alegrarse  en  él  y  ala- 
barle. Y  ansí,  dice  «que  entonces»,  esto  es,  cuando  él 
emendare  su  vida  y  Dios  tomare  á  su  cargo  la  defensa 
della,  y  la  sacare  dichosamente  de  todo,  se  deleitará  en 
Dios;  porque  la  experiencia  de  su  bondad  le  enternece- 
rá el  corazón  con  regalo  y  alzará  á  él  sus  faces,  ben- 
diciéndole  con  merecidos  loores.  Y  dice  ; 

27  «Orarás  á  él ,  y  oírle  ha ,  pagarás  tus  promesas;» 
esto  es ,  alcanzarás  del  cuanto  pidieres.  Y  declara  el 
cumplimiento  de  lo  que  se  pide  por  lo  que  sucede  al 
alcanzar  lo  pedido,  que  es  pagar  lo  prometido  y  vota- 
do si  se  cumpliese.  Y  ansí ,  «pagar  promesas,»  es  lo 
mismo  que  conseguir  aquello  por  que  se  promete ;  por- 
que la  promesa  no  se  paga  sino  cuando  se  consigue  y 
alcanza.  Dice : 

28  «Sentenciarás  dicho,  y  afirmarse  han  á  tí,  y  so- 
bre tus  carreras  esclarecerá  luz.»  Que  es,  prometerle 
que,  como  será  fuerte  contra  sus  enemigos,  porque  será 
Dios  su  defensa,  ans!  será  acatado  entre  sus  ciudada- 
nos, porque  le  cercará  Dios  con  su  luz;  esto  es,  será 
dichoso  en  la  guerra  y  señor  en  la  vida  política.  Porque 
tus  dichos,  dice,  serán  confirmados  por  todos,  y  será 
ley  tu  sentencia,  y  resplandecerá  cuanto  hicieres,  que 
es  decir  que  acertará  en  todo.  Y  la  prueba  de  esto  es, 
ser  el  eslilo  de  Dios  este,  conviene  á  saber,  ensalzar 
al  que  se  le  humilla  y  reconoce.  Y  por  eso  dice : 

29  «Cuando  se  humillaren,  dirás  (helos  en)  alteza, 
y  al  caído  de  ojos  salvará.»  En  que  desta  sentencia,  que 
es  general ,  saca  ser  verdad  lo  particular  que  le  ha  di- 
cho. Y  arguye  desta  manera  :  Dios  ensalza  á  todos  los 
que  se  le  humillan;  luego  hará  contigo,  si  te  humilla- 
res, lo  mismo.  Y  ansí  dice:  «Cuando  se  humillarpn,» 
que  escomo  si  dijese:  Porque  cuando  uno  se  humilla 
á  Dios,  «dirás  alteza,»  esto  es,  puedes  decir  luego  que 
es  alto,  y  estar  cierto  que  lo  será.  Porque  siempre  sal- 
va al  caido  de  ojos,  esto  es,  al  que  conoce  su  indigni- 
dad y  bajeza.  Que  declara  el  alecto  del  ánimo  por  el 
semblante  que  nace  del  en  el  cuerpo,  y  sabida  cosa  es 
que  el  ánimo  humilde  derrueca  al  suelo  los  ojos.  O  co- 
mo algunos  dicen  de  oLra  manera  :  «Cuando  se  humi- 
llaren dirás  alteza,»  esto  es,  cuando  los  otros  cayeren 


398  OHP.AS  DE  FRAY 

subirás  tú  ,  como  diciendo  que  le  exeiilará  Dios  de  las 
calamidades  comunes;  que  responde  á  lo  mismo  que  le 
dijo  en  el  capítulo  v:  «En  tres  tribulaciones  te  librará, 
y  en  la  sétima  no  te  locará  el  daño.»  Y  concluye  usan- 
do de  la  misma  razón  ,  y  dice  : 

30  «Escapará  el  inocente,  y  será  escapado  por  lim- 
pieza de  sus  palmas.»  Porque,  si  esto  hace  Dios  siem- 
pre con  los  inocentes  y  buenos,  si  tú  fueres  dellos,  cier- 
to, dice,  es  que  pasará  lo  mismo  por  tí.  O  según  el 
original,  de  oira  manera:  «  Librará  el  inocente,  y  será 
escapado  pueblo  por  limpieza  de  sus  palmas;»  que  en- 
grandece mas  la  bondad,  que  no  solo  liace  dichoso  al 
que  la  tiene,  mas  libra  por  él  de  mal  á  oíros  muchos; 
como  parece  en  lo  que  razonó  Abraham  (a)  con  Dios 
cuando  la  deslruicion  de  Sodoma. 

CAPITULO  X.MIL 

ARCIMEMO, 

Responde  Job  á  F.lifjz  deseando  que  su  causa  fupse  prOsciilada 
en  el  juicio  de  Dios,  en  cuyos  ojos  solo  liene  cabida  la  verdad; 
insiste  en  defender  su  inocencia ,  poniendo  á  Üios  por  testigo 
de  su  rectitud,  y  venera  las  razones  que  tenia  su  sabiduría  di- 
vina para  afligirle  tan  terriblemente. 

i  Y  respondió  Job  y  dijo  : 

2  Tambiei)  hoy  (cuando)  en  amargura  mi  habla,  mi 
mano  se  engraveció  sobre  mi  gemido. 

3  ¡Quién  me  diese  supiese  yo  y  le  hallase,  viniese 
Lasla  su  asiento! 

4  Ordenaría  ante  él  juicio,  y  mi  boca  henchiría  de  ra- 
zonamientos. 

1)  Sabría  palabras  que  me  respondiese,  y  entenderla 
lo  que  dijese  á  mí. 

O  No  con  muchedumbre  de  fuerzas  barajaría  comigo, 
no  cierto  él  pondrá  sobre  mi. 

7  Ponga  derecheza  comigo,  y  saldrá  vencedor  mí  jui- 
cio. 

8  Mas  veis,  á  oriente  iré,  y  no  él,  y  á  poniente,  y  no  le 
entenderé. 

9  Sí  á  la  izquierda ,  ¿qué  haré?  No  le  asiré ;  si  á  la  de- 
reciía  vuelvo,  no  veré  á  él. 

¡O  Mas  él  supo  mí  carrera,  examinaráme  como  oro  que 
por  fuego  pasa. 

H  En  sus  pisadas  asió  mi  pié,  su  carrera  guardé  y  no 
me  acosté. 

\-2  De  mandamiento  de  su  boca  no  me  retiré,  y  escondí 
C'i)  mi  seno  sus  palabras. 

13  Y  él  uno,  y  ¿quién  le  hará  tornar?  Su  alma  deseó  y 
ÍJzo. 

11  Y  cuando  cumpliere  su  voluntad  en  mi ,  y  lodo 
cnanto  quisiere,  aparejado  le  estoy, 

l.i  Por  lamo,  de  sus  faces  soy  conturbado,  consideraré 
y  liajiré  pavor  del. 

U>  Dios  ennaqueció  mi  corazón  y  el  Abastado  me  con- 
turbó. 

17  No  fui  corlado  por  tinieblas  que  sobrevenían,  ni 
cubrió  liniebla  mi  cara. 

E.XPLICACION. 

i  «Y respondió  Job  y  dijo.»  Responde  Job  á  Elifaz, 
repitiendo  lo  que  dicho  tiene  y  perseverando  en  ello, 
y  en  la  defensa  de  su  vida  y  limpieza.  Y  como  ve  que 
no  persuade  á  los  hombres,  vuélvese  á  Dios,  que  lo  sabe, 
no  atestiguando  con  él,  sino  descando  haberlas  con  él 
y  oirlc,  y  .ser  oido  del  en  su  causa,  que  es  conhanzade 
buena consciencia  nacida.  Pues  dice: 

2  ((Tandtien  boy  en  amargura  mi  fabla,  mi  mano  se 

(a  I  Gen,  IB,  2C,  ele. 


LUÍS  DE  LEÓN, 

engraveció  sobre  mi  gemido.»  En  que  comienza  á  res- 
ponder á  Elifaz,  y  no  tanto  á  las  palabras  que  ha  dicho, 
cuanto  á  lo  que  le  conoce  en  el  ánimo,  que  se  admiraba 
y  ofendía  de  que  Job  se  querelle  tan  agrámente.  Y  ansí, 
le  dice  que  esté  cierto  que  toda  su  querella ,  y  lo  que 
dice  agora,  cuando  mas  se  querella,  y  su  queja,  que  tan 
agrá  y  encarecida  y  excesiva  parece,  comparada  con  la 
razón  que  para  querellarse  tiene,  y  con  la  causa  que  á 
querellarse  le  mueve,  y  con  el  mal  interior  y  exterior 
que  padece,  es  como  si  no  fuese  ninguna.  Porque  dice: 
«También  hoy  en  amargura  mi  labia,  mi  mano  se  en- 
graveció sobre  mi  gemido;»  que  es  razón  falta  de  al- 
guna palabra,  cuales  suelen  ser  las  que  se  dicen  con 
alguna  vehemente  pena  ó  pasión.  Y  dirá  enteramente: 
Pareceos  que  encarezco  mi  pena  y  que  excedo  los  lí- 
mites de  la  razón  y  paciencia  quejándome,  yofendeiso.s 
de  mí  como  de  ciego  y  blasfemo.  Pues  estad  ciertos  que 
hoy,  cuando  es  mi  querella  mas  amarga  que  nunca; 
que  agora,  cuando  publico  lo  que  siento  con  mas^nti- 
mienlo,  «mi  mano,»  esto  es,  mi  plaga,  esta  mano  que 
Dios  pone  sobre  mi  castigo,  excede  sin  medida  á  lo  que 
gimo,  esto  es,  á  lo  que  publico  y  me  quejo.  Mas  como 
no  me  veis  mis  dolores ,  y  solamente  oís  mis  palabras, 
como  no  conocéis  la  verdad  de  mis  obras,  y  veis  el  ri- 
gor tle  mis  castigos  y  penas,  padecéis  engaño  en  mi 
agravio.  Y  por  eso  dice : 

3  «¿Quién  me  die^e,  supiese  yo  y  le  hallase,  viniese 
hasta  su  asiento?  Por  eso,  dice,  deseo  averiguar  mi 
causa ,  no  con  vosotros,  que  veis  solo  lo  que  parece  de 
fuera  ,  sino  con  Dios,  que  sabe  la  verdad  sin  engaño. 
«¿Quién  me  diese  supiese  yoV»  Desea  saber  dónde 
Dios  está  y  hallarle,  y  parecer  en  su  audiencia;  porque 
dice: 

4  «Ordenarla  ante  él  juicio,  y  mi  boca  henchiría  de 
razonamientos.»  Ordenar dqu'i  es  palabra  de  guerra,  y 
que  se  dice  propriamente  en  el  ejercicio  o  escuadrón, 
cuando  se  ponen  los  soldados  en  ordenanza;  y  pásalo á 
la  audiencia  de  pleitos ,  porque  es  guerra  también  lo 
que  allí  pasa,  y  no  poco  sangrienta ,  acometiéndose  y 
defendiéndose,  y  usando  de  ardides  y  de  celadas,  y  me- 
jorándose en  razón  y  lugar.  Pues  viniendo,  dice,  al 
tribunal  en  que  Dios  residía,  pondría  en  orden  mí  de- 
fensa. Como  si  dijese :  Mí  mente  haria  alarde  de  mí3 
razones  en  mí  pecho,  y  del  pecho  en  buena  orden  las 
pondría  en  la  boca  y  razonaría  mí  causa.  Y  dice  : 

5  «Sabría  palabras  que  me  respondiese  y  entendería;)) 
cslo  es,  y  habiendo  yo  hablado  por  mí ,  oiria  á  Dios  con 
paciencia,  y  entendería  lo  que  pretende  en  herirme,  y 
ó  la  culpa  mía  ó  la  razón  que  le  mueve.  Mas  porque  le 
pudiera  decir  alguno  aquí ,  ó  porque  se  le  ofreció  su 
pensaiincnlo  á  él  cuando  cslo  decía,  que  le  asombraría 
Dios  puesto  en  su  presencia ,  y  le  enmudecería  con  es- 
panto y  le  alaria  la  lengua,  asegúrase  desto,  y  dice: 

O  « No  con  muchedumbre  de  fuerzas  baraje  comi- 
go, no  cierto  ponga  él  su  brazo  sobre  mí.»  O  como  está 
en  el  original  á  la  letra  :  «¿Si  por  ventura  con  ínuclie- 
dumbre  de  fuerzas  barajará  comigo?  No  cierto  él  pon- 
drá sobre  mí.»  En  que,  ó  según  la  primera  manera,  sa- 
ca por  condición  que  no  use  Dios  de  su  poder  contra 
él;  ó  según  la  postrera,  se  asegura  y  cerlilica  de  que 
no  usará.  Gomo  diciendo ;  Y  no  tengo  por  qué  me  re- 


EXPOSICIÓN  DEI 
celar  de  su  fuerza;  que  si  cí  pndernío,  como  lo  es,  tam- 
bién es  igual  y  justísimo,  y  puesto  en  juicio  no  usará 
de  violencia.  «¿Si  por  ventura,  dice, con  mucheduní-  | 
bre  de  fuerzas  barajará  comigo  ?  »  Esto  es ,  en  ningu- 
na manera  barajará,  esto  es,  pleiteará,  porque  una  co- 
sa es  fuerza,  y  otra  estará  juicio.  Pues  si  decimos:  «No 
con  muchedumbre  de  fuerzas  baraje  comigOj»  limita  lo 
que  dicho  tiene,  y  dase  á  entender.  Y  dice :  Cuando  de- 
seo averiguar  con  Dios  mi  causa  y  delante  su  tribunal 
ser  oido,  entiéndolo  si  pone  Dios  su  fuerza  aparte,  y  si 
se  allana  á  razones  y  no  quiere  usar  de  su  poder  abso- 
luto. Y  ansí  dice : 

7  «Ponga  derecheza  de  argumentos  comigo,  y  saldrá 
vencedor  mi  juicio.»  No  use  de  fuerza,  dice,  sino  este- 
mos á  buena  y  justa  razón;  hablen  los  argumentos  y 
estén  quedas  las  manos,  y  yo,  dice,  saldré  con  mi  causa. 
Y  la  razón  es,  no  porque  le  falta  á  Dios  en  lo  que  hace, 
sino  porque  es  tan  justo  y  verdadero,  que  no  dirá  que 
lo  hace  por  culpa  mia.  Mas  el  original  dice  ansí :  «Allí 
derechero  argüiría  con  él ,  y  escaparía  del  todo  libre 
del  que  me  juzga;»  que  casi  viene  á  lo  mismo.  Porque 
dice  :  No  usará  de  fuerza  ni  me  oprimirá  sin  oirme  ni 
entenderme,  como  vosotros  hacéis  agora,  sino  allí  val- 
drá la  razón  solamente,  y  la  verdad  no  ama  pasión  que 
turbe  ni  ignorancia  que  ciegue,  sino  juicio  claro  y  des- 
apasionado y  derecho.  No  hará  Dios  honra  de  conde- 
narme, ni  pondrá  su  justicia  en  mi  culpa,  ni  juzgará  lo 
que  vosotros  juzgáis,  que  le  conviene  ser  yo  malo  pa- 
ra que  él  sea  justo;  el  quedará  por  bueno,  como  lo  es , 
y  yo  por  libre  é  inocente;  con  que  escaparé  libre  do 
quien  me  juzga,  esto  es,  de  vosotros  y  de  vuestros  jui- 
cios errados,  que  tan  sin  razón  me  condenan.  Mas  lle- 
gado aquí ,  ofrécesele  á  Job  la  imposibilidad  de  lo  que 
desea ,  y  ve  que  no  está  en  su  mano ,  ni  ver  á  Dios  ni 
hablarle,  ni  llegar  donde  está.  Y  ansí  dice : 

8  «Mas  veis,  á  oriente  iré,  y  no  él ,  y  á  poniente,  y 
no  le  entenderé. »  Mas  es  hablar,  dice,  de  balde  y  tra- 
tar de  lo  que  nunca  será;  porque  ¿adonde  iré  que  le  ha- 
lle? Que  si  adelante  voy,  como  dice  el  original  á  la  le- 
tra, no  le  veré,  y  si  vuelvo  á  las  espaldas ,  tampoco  le 
hallo,  ni  se  me  descubre  en  oriente  ni  le  hallo  en  po- 
niente. Y  por  decirlo  del  todo,  añade  que  ni  en  se- 
tentrion  ni  en  mediodía,  que  son  todas  las  partes  del 
mundo.  Y  dice : 

9  «Si  á  la  izquierda,  ¿qué  haré?  No  le  asiré ;  si  á  la 
derecha  vuelvo,  no  le  veré  á  él.»  O  como  el  original  á 
la  letra:  «Izquierda  en  obrar  suyo,  y  no  le  olearé;  en 
cubrir  derecha,  y  no  le  veré. »  Que  llama  izquierda  el 
setentrion  y  la  parte  del  norte ,  y  derecha  la  que  está 
al  mediodía,  como  los  filósofos  también  la  llaman ,  ó 
porque  el  movimiento  y  camino  del  sol  va  por  aquella 
parte  contino,  ó  porque  vuelto  uno  al  oriente  y  exten- 
diendo los  brazos,  tendería  al  mediodía  el  derecho.  Pues 
dice  que  en  la  izquierda,  esto  es,  en  la  parte  del  nor- 
te, «en  obrar  suyo,»  esto  es ,  que  es  parte  descubierta 
y  que  obra,  porque  se  levanta  sobre  nuestro  horizonte, 
y  se  rodea  sobre  él  sin  ponerse  jamás  ni  descubrirse; 
«en  cubrir  derecha,»  esto  es,  ni  en  la  derecha  que  en- 
cubre, porque  la  parte  del  mediodía  y  las  estrellas  de 
su  norte  nunca  se  levantan  sobre  nuestro  horizonte;  pues 
ni  en  el  setentrion,  dice,  le  veo,  ni  en  el  mediodía  le 


Linr.O  DE  JOB.  390 

hallo,  ni  en  el  setentrion  que  se  descubre,  ni  en  el  me- 
diodía que  se  asconde,  ni  adonde  vemosclaras  sus  obras, 
ni  adonde  no  las  tiene  ascondidas ,  ni  en  la  parte  que 
se  levanta  sobre  nuestras  cabezas,  ni  en  la  que  tene- 
mos debajo  de  los  pies.  Porque  á  la  verdad,  ansí  como 
es  fácil  al  que  camina  por  la  gracia  hallar  á  Dios  cerca 
de  sí,  porque,  como  él  dice  (a),  está  cerca  de  los  que  le 
temen,  y  sus  pláticas  son  con  los  sencillos  y  puros;  ansí 
es  diuculíoso  al  que  le  busca  por  los  medios  de  su  in- 
genio y  imluslria.  No  hay  cosa  mas  cerca  ni  mas  lejos, 
mas  encubierta  ni  mas  descubierta  que  Dios.  Demás  de 
que,  veces  hay  que  se  asconde  á  los  suyos  para  fin  de 
probarlos  y  ascóndeseles  tanto,  que  les  parece  no  tiene 
acuerdo  dellos,  ni  ellos  hallan  rastro  del,  por  mas  que 
le  buscan,  en  que  padecen  lo  que  decir  no  se  puede.  Y 
Job  lo  sentía  agora  ansí.  Pero  dice: 

10  «Mas  él  supo  mi  carrera,  examinaráme  como  oro 
que  por  fuego  pasa.»  Como  diciendo:  Mas,  ya  que  no 
puedo  verme  con  Dios  ni  averiguar  mi  causa  con  él, 
esto  sé  ciertamente,  que  él  sabe  bien  mi  inocencia,  y 
que  este  su  azote  no  es  castigo  de  culpa,  no,  sino  exa- 
men de  oro  que  se  pone  en  el  fuego,  no  por  su  escoria, 
sino  para  que  mas  resplandezca ;  no  por  limpieza,  sino 
para  mas  resplandor.  O  de  otra  manera,  porque  el  ori- 
ginal dice  ansí:  «Porque  conoció  carrera  comigo, 
exauííueme ,  como  oro  saldré. »  En  que  no  dice  lo  que  ha 
hecho  Dios  con  él,  sino  dice  la  razón  por  qué  desea  el 
e.xámen  de  Dios.  Porque,  dice,  conoce  mi  carrera  co- 
migo, estoes,  la  que  yo  anduve,  ó  también,  como  yola 
conozco,  por  eso  deseaba  venir  ásu  examen,  segura  de 
que  su  justicia  haría  en  mi  inocencia  lo  que  en  el  oro 
la  fragua.  Porque,  como  añade: 

11  «En  sus  carreras  asió  mi  pió ,  su  carrera  guar- 
dé, y  no  me  acosté.»  Que  la  buena  conciencia  es  ma- 
dre de  la  confianza,  y  entender  Job  de  sí  que  siguió 
siempre  en  sus  caminos  á  Dios,  le  da  ánimo  para  espe- 
rar salir  libre  del  juicio  de  Dios.  Porque,  aunque  en  su 
comparación  es  torpeza  toda  la  limpieza  nuestra,  mas 
no  juzga  al  hombre  Dios  midiéndole  consigo  mismo,  si- 
no con  aquello  que  le  tiene  mandado;  y  nuestra  regla  es, 
no  su  perfección  del,  á  quien  no  es  posible  que  la  cria- 
tura iguale  ó  arribe,  sino  la  ley  que  nos  tiene  puesta, 
que  es  conforme  á  nuestras  fuerzas,  á  lo  menos  á  las 
que  él  nos  da  con  su  gracia ,  si  nuestra  culpa  y  mala 
disposición  no  lo  estorba  ó  impide.  Pues  prométese 
Job  buen  suceso  en  el  juicio  de  Dios;  porque  ayudado 
del,  ha  puesto  siempre  en  sus  caminos  sus  pies.  Y  dice 
que  «asió  su  pié  en  sus  pisadas»,  esto  es,  las  de  Dios, 
que  son"  las  que  nos  manda  que  demos ;  y  llama  ansí 
sus  mandamientos  y  leyes,  en  que  dice  «asió  su  pié», 
para  dar  á  entender  que  no  entró  en  ellas,  y  las  que- 
brantó después  habiéndolas  primero  guardado,  sino 
que  asió  con  firmeza  dellas,  y  hizo  asiento  en  su  guar- 
da. En  que  responde  y  gana  por  la  mano  á  lo  que  le 
pudieran  decir,  que  si  fué  bueno  en  algún  tiempo,  fué 
malo  después,  y  se  salió  del  camino.  Y  dice  en  el  mismo 
propósito: 

i2  «De  mandamiento  de  su  boca  no  me  retiré,  y  es- 
condí en  mi  seno  sus  palabras.»  En  que  dice  por  nom- 
bres proprios  lo  que  dijera  por  figura  en  el  verso  pa- 
la) Vi.  74,  V.  y,  10;  TfOY.,  5,  >.  32. 


400  OBRAS  DE  FRAY 

sado.  que  su  carrera  son  sus  mandamientos  y  sus  pisa-  , 
das  sus  leyes.  Y  lo  que  ilice,  «escondí  en  mi  seno,»  el   ^ 
original  dice:  uMa>;quc  mi  fuero  puardé  ley  de  su  bo-  j 
ca;»  en  que  encarece  mas  el  cuUiado  y  amor  con  que 
cum¡)!iólo  que  Dios  le  mandaba.  Porque  llama  «su  fue- 
ro» sus  deseos  mismos  y  sus  inclinaciones,  y  aquello 
que  él  amaba  y  juzgaba.  Y  la  causa  es  lo  que  dice: 

13  «Y  él  uno,  y  ¿quién  le  liará  tornar?  Su  alma  de- 
seó y  fizo. »  Porque  si  lia  servido  á  Dios  y  guardado 
con  el  cuidado  y  amor  que  dice  sus  leyes,  la  causa  es, 
porque  él  es  uno,  ó  como  dice  el  original,  «es  en  uno,» 
conviene  á  saber,  está  siempre  en  un  parecer,  sin  mu- 
dar ni  voluntad  ni  juicio,  como  mudan  los  Iiombres.  Y 
no  solamente  es  sencillo  y  no  mudable,  sino,  lo  que  á 
e>  o  se  sigue,  poderoso  y  eficaz  para  todo  lo  que  deter- 
mina y  quiere,  y  ansi,  no  se  puede  esperar  que,  ó  muda- 
rá lo  que  tiene  mandado,  ó  no  ejecutará  en  quien  no  !o 
cumpliere  la  pena;  que  ni  es  flaco  ni  mudable,  y  ansí, 
el  que  e^lo  conoce  está  obligado  á  no  ofenderle  por 
ambas  maneras.  Y  añade  : 

ii  «Y  cuando  cumpliere  su  voluntad  en  mí  y  lodo 
cuanto  quisiere,  aparejado  le  estoy.»  Porque  liabia 
afirmado  su  inocencia  y  su  vida  sin  culpa,  y  porque 
coníiando  en  ella,  deseaba  averiguar  su  causa  con  Dios, 
lo  cual  en  él  nacía  de  buena  consciencia,  y  parecía  á  los 
de  fuera  nacer  de  soberbia  y  de  arrogancia;  por  eso  y 
por  alcanzar  esta  sospecba,  muestra  agora  y  confiesa 
cuan  llena  está  su  alma  de  Dios  y  cuan  sujeta  á  todo  lo 
que  él  ordenare.  Y  dice  en  esta  manera:  Aunque  mi 
consciencia  me  absuelve,  y  aunque  no  dudaría  de  ser 
absuelto  de  Dios  cada  y  cuando  que  en  su  juicio  parecie- 
se, no  por  eso  le  acuso  porque  ine  azota  ni  me  encien- 
do contra  él  en  coraje;  presto  esloy  y  aparejado  á  llevar 
con  ánimo  rendido  y  liumilde  lodo  lo  que  en  mí  su 
mano  pusiere.  Verdad  es  que  el  original ,  á  lo  que  pa- 
rece, sigue  otro  camino,  porque  dice  ansí:  «Porque 
cumplirá  mi  fuero,  y  como  estas  mucbas  con  él.»  Que 
porc|ue  dijera  lo  que  Dios  puede,  y  cuan  inmudable  es, 
y  cómo  sale  con  su  voluntad  de  conlino,  prueba  ser 
ansí  por  lo  que  en  él  lia  hccbo  y  agora  liace.  Y  dice: 
Lo  que  de  Dios  agora  digo,  que  «su  alma  deseó  y  fizo», 
esto  es,  que  liace  cuanto  quiere  y  como  lo  quiere, 
cuando  no  lo  supiera  por  otra  via,  esto  mismo  que  pa- 
sa en  mí  me  lo  enseña;  porque  él  cumple  y  ejecuta  en 
mí  eso  mismo  que  tenia  determinado  de  hacer,  sin  que 
ni  mis  fuerzas  se  lo  impidan  ni  mí  inocencia  se  lo  es- 
torbe. Que  ni  me  valió  ser  rico  ni  poderoso,  ni  bien- 
quisto con  todos,  ni  amado  de  los  míos,  ni  respetado  de 
los  ajenos,  ni  sencillo  y  puro  y  justificado  de  mis  ohras, 
para  que  no  cumpliese  en  mí  lo  que  tenia  determinado 
de  mi  por  su  voluntad  y  sci-reío  juicio.  Y  esta  deter- 
minación y  decreto  de  Dios  acerca  de  los  sucesos  de 
Job,  llama  Jol)  «fuero  suyo»  ó  eslablccimieiito  suyo, 
y  como  si  dijésemos,  su  hado,  porque  estaba  establecí- 
do  de  Dios  para  él.  Y  dice  :  «Y  como  estas  muchas  con 
él,»  para  decir  que  de  estos  hechos  como  el  suyo  y  de 
otros  semejantes,  haré  Dios  cada  día  muchos,  en  de- 
mostración de  lo  mucho  que  puede  y  sabe.  De  donde 
resulta  lo  que  luego  se  sigue,  y  es  decir: 

i'ó  «Por  lanío  de  sus  faces  soy  conturbado,  consideré 
J  Labré  pavor  de  él.»  Porque  de  la  consideración  y  ex- 


LUIS  DE  LEÓN. 

periencia  del  sumo  poder  de  Dios ,  y  de  cómo  trae  á 
efecto  continuamente  lo  que  lo  place,  sin  que  ningún 
poder  ni  saberse  lo  estorbe,  nace  naturalmente  un  res- 
peto y  temor  en  quien  lo  considera  ó  en  quien  tiene  de- 
11o  experiencia.  Y  pertenece  á  lo  mismo : 

16  ((Dios  ennaí(ueció  mi  corazón  y  el  Abantado  me 
conturbó.»  O  ansí  este  verso  como  el  pasado  llaman 
«pavor  y  turbación  y  enternecimiento»  la  calamidad 
que  Job  padece,  como  quien  nombra  por  sus  efei;t03 
la  causa;  y  son  desta  manera  como  declaraciones  en-, 
carecidas  de  lo  que  precedió  en  el  verso  de  arttes,  do 
dijo  que  Dios  había  cumplido  su  fuero  en  él,  y  ejecuta- 
do lo  que  establecido  tenia,  que  era  turbarle  y  asom- 
brarle y  enfiaquecerle  el  corazón ,  asolándole  la  ha- 
cienda, yquilándole  los  hijos,  y  destruyéndole  la  salud, 
y  cercándole  de  miserias  y  gemido.  A  cuya  con>idera- 
cion  es  natural  salir  luego  en  el  deseo  que  añade.  Por- 
que dice : 

i7  <(Xo  fui  cortado  por  tinieblas  que  sobrevenían,  ni 
cubrió  liniebla  mi  cara.»  Que  es  decir:  ¿No  fuera  yo 
coriado  de  esta  vida  y  sacado  della,  sobreviniendo  la 
muerte,  por  tinieblas  que  sobrevenían,  estoes,  para 
hurtar  el  cuerpo  á  la  calamidad  que  aparejada  me  es- 
taba? Que  llama  tinieblas  y  escuridad  á  la  desventura 
y  miseria,  porque  despoja  al  corazón  de  alegría,  y  todo 
se  le  ennegrece  al  corazón  que  está  triste.  O  ¿siquiera, 
dice,  no  fuera  yo  un  hombre  no  conocido  y  escuro,  de 
manera  que  no  supiera  nadie  mi  felicidad  ni  miseria? 
Porque  es  mayor  sin  duda,  puesta  en  los  ojos  de  muchos, 
y  la  publicidad  la  acrecienta.  Y  el  que  todos  conocen 
y  ven  puesto  en  grado  alto,  si  cae,  siente  mas  su  caída, 
porque  es  mas  la  afrenta,  y  tiene  amigos  que  se  duelan 
y  enemigos  que  se  bañen  en  gozo,  y  todo  le  acarrea 
mayor  dolor,  la  pena  de  los  uno^  y  el  placer  de  lo-:o'ros, 
Y  por  eso  añadió:  «Ni  cubrió  tiniebla  mi  cara.>;  Co.na 
diciendo:  O  á  lo  menos  ¿no  fuera  ó  yo  tan  obscuro,  qu3 
nadie  tuviera  noticia  de  mi  y  me  sepultara  en  sí  la 
noche  en  olvido,  ó  mi  desventura  tan  cerrada  y  tan 
presta,  que  me  quitara  en  un  punto  de  la  vista  y  acuer- 
do de  todo?  Sino,  dice,  obscuréceme  el  corazón  y  dé- 
jame descubierta  la  cara,  ciégame  la  alma,  no  consin- 
tiendo en  ella  luz  de  consuelo,  y  desi'úbreme  á  loi  ojos 
desta  luz  pública,  ciego  y  visto,  claro  y  obscuro,  enle- 
nebrecido  y  colocado  en  la  luz,  esto  es,  asentado  en  ti- 
nieblas claras  y  en  ob-^curidad  mauiliesia,  y  en  afrona 
y  calamíilad  que  á  nadie  se  encubre.  Y  con  esto  mismo 
viene  el  original ,  porque  dice :  «¿Por  qué  no  fui  corta- 
do delante  de  tinieblas?»  Esto  es,  mucho  antes  que  vi- 
niese esta  noche.  «Y  ¿porqué  delante  de  mis  faces  es- 
condió tinieblas?»  Que  «esconder  las  tinieblas»  es  res- 
plauílecer  con  la  luz;  y  así,  esconder  Dios  las  tinieblas 
delante  de  las  faces  de  Job,  fué  dejarle  su  cara  des- 
cubierta y  hacerle  á  él  conocido,  y  jiública  y  notoria  á 
todos  su  desventura  y  afrenta.  O  digamos  lo  que  es 
mas  conforme á  la  propriedad  de  la  letra,  que  no  pre- 
gunta Job  aquí,  ni  por  manera  de  pregunta  desea; sino 
antes  da  razón  de  lo  que  poco  antes  decía,  que  le  tie- 
ne Dios  espantado  y  turbado.  «Porque ,  diré,  no  me 
corló,»  esto  es,  no  me  quila  delante  de  las  tinieblas  y 
mal  que  padezco,  que  es  decir,  susténiame  en  esla  mi- 
seria, y  con  ser  mortal,  no  me  consume.  Y  añade:  «Y 


EXPOSICIÓN  TEL 
de  mis  faces  escondió  liniebla,»)  que  vale,  «y  no  ascon- 
diój)  (porque  se  repite  la  negación  primera);  que  es  de- 
cir que  no  ascondia  aquella  noclie  de  calamidad  á  sus 
ojos,  conviene  á  saber,  cerrándoselos  con  la  muerte  y 
acabando  ya  con  él  para  que  no  vea  tan  grande  mi- 
seria. 

CAPITULO  XXIV. 

ARGUMENTO. 

Prosigue  Jüb  ett  su  raionamicnto,  y  dice  que  Dios  suele  prospe- 
rar en  esta  vicia  á  los  hombres  mas  facinerosos  y  perversos ,  y 
darles  tiempo  para  que  se  anepienlan  do  sus  maldades,  reser- 
vando el  castigo  de  ellas  para  la  otra  vida. 

i  Del  Abastado  do  fueron  escondidos  los  tiempos,  y 
sus  conocienles  no  vieron  sus  dias. 

2  Términos  estrecharon,  ganado  robaron  y  apacen- 
taron. 

3  Asno  de  huérfanos  llevaron,  y  prendaron  buey  de 
viuda. 

4  Desbarataron  el  camino  de  los  pobres,  oprimieron 
jumamente  á  los  humildes  de  la  tierra. 

o  Otros  como  cebros  en  desierto  salieron  á  su  obra, 
madrugan  á  la  presa,  aparejan  pan  para  sus  hijos. 

6  Siegan,  y  no  su  heredad,  y  vendimian  del  que  opri- 
men la  viña. 

7  Al  desnudo  hacen  pasar  sin  vestidura,  no  cobertura 
en  el  frió. 

8  De  avenidas  de  monte  se  humedecen ,  y  sin  abrigo 
abrazan  peña. 

9  En  violencia  despojan  pupilos,  y  despojaron  los  po- 
bres, 

10  Desnudos  andan  sin  vestido ,  y  de  fambrientos  lle- 
varon gavilla. 

H  Entre  sus  montones  hicieron  siesta  los  que  pisan 
lagares  y  tienen  sed. 

i2  De  ciudad  varones  gimen,  y  alma  de  heridos  vo- 
cea, y  Dios  no  lo  pasa  sin  venganza. 

io  Y  ellos  fueron  rebeldes  á  la  luz ,  no  conocieron  sus 
carreras  y  no  estuvieron  en  sus  senderos. 

ii  A  la  luz  se  levanta  matador,  mata  pobre  y  mendigo, 
y  en  la  noche  es  como  ladrón. 

lo  Y  ojo  de  adúltero  esperó  anochecimienlo,  diciendo  : 
Ko  me  verá  ojo,  pondrá  faces  en  encubicrlo. 

16  Horadan  casas  en  las  tinieblas ;  como  de  dia  lo  de- 
terminaron consigo,  no  conocieron  la  luz. 

17  Si  les  sobreviene  la  aurora,  llénenla  por  sombra  de 
muerte,  y  ansi  andan  en  las  tinieblas  como  en  la  luz. 

18  Ligero  él  sobre  faces  de  aguas ,  será  maldecida  su 
parte  en  la  tierra,  no  andará  camino  de  viñas. 

19  De  calor  demasiado  pasa  á  aguas  de  nieve,  y  hasta 
el  infierno  su  pecado. 

20  Olvídese  del  la  piedad,  su  dulzura  gusano,  no  sea 
mentado,  sea  quebrantado  como  palo  sin  fruto. 

21  Apacentó  á  la  estéril  que  no  pare,  y  á  la  viuda  no 
hizo  bien. 

22  Derrocó  fuertes  con  su  fortaleza,  levantarse  ha  y  no 
fiará  en  la  vida. 

25  Dióle  Dios  lugar  de  dolor,  mas  él  usó  del  en  sober- 
bia, sus  ojos  en  sus  carreras. 

24  Alevantáronse  poco,  y  no  permanecieron ;  son  hu- 
millados como  todos,  son  cerrados,  y  como  cabeza  de 
espiga  serán  cortados. 

23  Y  si  no  adonde,  ¿quién  rae  desmentirá  y  pondrá  ante 
Dios  mi  palabra? 

EXPLICACIÓN. 

,    1  «Del  Abastado  no  fueron  escondidos  los  tiempos.» 
Este  nombre  de  tiempo,  en  la  Sagrada  Escritura,  rau- 
E.xvi-ii. 


LIBRO  DE  JOB.  íOl 

chas  veces  significa  el  del  juicio  universal  que  hará 
Dios  á  todos  los  hombres,  y  el  del  pariicu'ar  que  hace 
al  principio  de  la  vida  que  después  desla  sucede.  Di- 
ce (a):  «Cuando  me  viniere  el  tiempo  á  la  mano,  yo 
juzgaré  justicia.»  Y  en  el  Ecclesiastes  (6)  en  el  capítu- 
lo tercero  dice  de  esta  manera:  «Y  dije  en  mi  corazón: 
El  Señor  juzgará  al  justo  y  al  malo,  porque  tiempo  hay 
para  todo  lo  que  se  quiere  y  se  obra. »  Dice  que  «hay 
tiempo»,  porque  tiene  Dios,  fuera  desLavida,otra  vida  y 
olrD  dia  y  otro  tiempo.  Pues  decir  agora  Job  que  «los 
tiempos  no  se  asconden  á  Dios»,  es  decir  que  lo  que 
á  nosotros  se  ascondo,  que  es  el  verdadero  tiempo  y  la 
vida  que  sucede  á  esta  vida,  no  se  le  asconde  á  él,  an- 
tes la  tiene  en  los  ojos  como  vida  de  verdad  y  como 
tiempo  señalado  por  él,  para  manifestar  su  justicia.  Y 
dice  esto  aqui ,  porque  habiendo  significado  la  sinra- 
zón con  que  sus  compauei-os  le  culpan ,  y  cómo  se  en- 
gañan en  juzgar  del  como  juzgan ,  y  habiendo  deseado 
por  esta  causa  verse  anlc  Dios,  la  razón  pedia  que  mos- 
trase de  dónde  procedía  esle  error.  Y  esta  es  lo  que  di- 
ce: El  Poderoso  conoce  todos  los  tiempos,  y  los  que  le 
conocen,  esto  es,  vosotros,  que  presumís  conocerle, no 
conocéis  bien  sus  dias.  Como  diciendo  :  Y  nace  vues- 
tro engaño  porque,  teniendo  Dios  otro  tiempo  para  ce- 
lebrar su  juicio,  vosotros  no  conocéis  mas  deestetiefa- 
po  presente.  O  como  dice  el  original  á  la  letra :  «Por- 
que al  Abastado  no  se  le  asconden  los  tiempos ,  y  sus 
conocientes  ignoraron  sus  dias.»  Dice  que  á  Dios  «no 
se  le  esconden  los  tiempos» ,  que  es  decir  que  ve  lo 
porvenir,  que  está  debajo  de  su  mano  y  vista  lo  desta 
vida  y  lo  de  la  otra,  que  tiene  un  tiempo  aquí  y  otro 
después,  y  que  lo  que  aquí  disimula  castiga  allí;  y  que 
estos  que  presumen  de  conocerle,  «no  conocen  sus 
días,»  esto  es,  no  piensan  que  tiene  mas  que  el  dia  de 
esta  vida  para  ejercitar  su  justicia  y  castigar  al  que 
mal  hace.  Porque  aquí  disimula  muchas  veces  lo  que 
después  castiga  severamente,  y  tiene,  no  un  dia ,  sino 
dos,  el  de  esta  vida  y  el  de  la  que  ha  de  venir;  en  aquel 
lleva  cada  uno  lo  que  merece,  en  este  veces  hay  que 
los  buenos  padecen  mal  y  los  malos  gozan  del  bien.  Y 
pruébalo  por  lo  que  en  muchos  se  ve  y  de  ordinario 
acontece;  porque  hombres  hay  que  viven  sin  ley  y  pa- 
san la  vida  toda  sin  desastre  ni  pena.  Y  particulariza 
sus  condiciones  menudamente  con  palabras  y  Oguras 
elegantes,  y  dice: 

2  «Térniinos  estrecharon  y  ganado  robaron  y  apa- 
centaron. »  Porque  dice :  Cosa  notoria  es  que  hay  tira- 
nos que  se  enseñorean  con  injuria  de  todos  y  pasan  des- 
cansadamente su  vida,  y  sabemos,  dice,  de  algunos 
que  «estrecharon  los  términos  ajenos»,  esto  es,  que  se 
entraron  en  las  heredades  no  suyas,  y  que ,  por  exten- 
der sus  posesiones,  estrecharon  los  de  sus  vecinos  in- 
justamente. Que  es  como  natural  á  los  ricos  injustos  ir 
poco  á  poco  comiendo  las  heredades  de  los  pobres  que 
alindan  con  las  suyas,  mudándoles  los  mojones  y  tér- 
minos. Y  dice:  Sabemos  también,  ó  de  esos  mismos  ó  de 
otros,  que  «robaron  rebaño  y  apacentaron»,  esto  es, 
que  roban  las  haciendas  ajenas  y  las  apacientan  por  su- 
yas ,  y  que  del  ganado  que  sus  vecinos  criaron  hacen 
ellos  su  rebaño  y  ganado.  Y  dice  «roban  y  apacientan», 
(a)  Ps.  74,  V.  3.    (í)  Eccles.,  cap.  3,  y.  17. 

26 


402  OBRAS  DE  FRAY 

para  significación  de  mayor  y  mas  desvergonzada  in-  I 
justicia.  Porque  robar  el  ganado  ajeno,  para  en  ascon-  j 
dido  servirse  del  y  comerle,  puede  ser  necesidad  y  te- 
ner alguna  disculpa;  mas  robarle  para  apacentarle,  es- 
to es,  despojar  á  mi  vecino,  para  traer  yo  mas  copio- 
so rebano  y  hacerme  rico  en  público  con  los  despojos 
del  otro,  es  romper  con  lodos  los  respectos  de  vergüen- 
za y  de  ley.  Y  es  conforme  á  eslo  lo  que  luego  se  sigue : 

3  «Asno  de  huérfanos  llevaron  y  prendaron  buey  de 
viuda.»  Porque  es  de  ordinario  en  estos  que  crecen  y 
se  hacen  grandes  con  injuria  de  otros,  usar  de  ser  mas 
injustos  con  los  que  liai)ian  de  ser  mas  piadosos,  y  qui- 
tar su  hacienda  á  aquellos  con  quien  hablan  de  repartir 
ellos  la  suya  ,  oprimiendo  y  agravando  siempre  á  los 
que  menos  pueden,  cuales  son  las  viudas  y  huérfanos. 
Y  ansí  añade : 

4  «Desbarataron  el  camino  de  los  pobres,  oprimie- 
ron á  los  humildes  de  la  tierra,»  esto  es,  á  los  que  lia- 
bian  de  favorecer  oprimieron,  y  á  los  que  hablan  de 
proveer  despojaron.  Con  que  se  dcmueslra  mas  la  mal- 
dad de  estos  que  va  piniando  Job  y  con  que  hace  mas 
averiguado  su  intento.  Porque  si  estos  viven  con  des- 
canso y  mueren  en  paz  y  sosiego,  cuanto  constare  ha- 
ber sido  peores,  tanto  mas  probado  queda  que  Dios  en 
esfa  vida  disimula  con  los  malos  algunas  y  muchas  ve- 
ces. «Desbarataron,  dice,  el  camino  de  los  pobres.» 
Camino  en  estas  letras,  entre  otras  cosas ,  significa  el 
estilo  de  la  vida  y  manera  de  vivienda ,  y  la  pasada  que 
en  ella  uno  tiene.  Pues  dice  que  estos  injustos  desbaratan 
el  camino  de  los  pobres,  porque  oprimiéndolos  y  des- 
pojándolos de  eso  poco  que  tienen ,  les  cierran  el  ca- 
mino de  la  vida,  esto  es,  no  les  dejan  con  qué  pasar  y 
vivir.  Que  el  que  tiene,  aunque  pierda  parte  dello,  qué- 
dale con  qué  pasar  adelante ;  mas  el  pobre  despojado 
no  puede  dar  mas  paso,  como  si  le  cortasen  los  pies, 
y  queda  estrechado  de  manera  que  no  sabe  qué  hacer, 
ni  tiene  adonde  se  ir;  y  ansí,  queda  sin  orden  de  vida  y 
sin  camino.  O  de  otra  manera,  camino  es  el  intento  y 
propósito  que  uno  sigue  en  sus  obras  y  costumbres, 
como  se  ve  en  el  psahuo  primero  (o.) ,  y  «pobres  y  hu- 
mildes» de  la  tierra  se  llaman  muchas  veces  en  esta 
escritura  los  justos,  cuyo  intento  en  sus  obras  es  se- 
guir la  virtud.  Este  intento  pues  y  este  camino,  cuan- 
to es  de  su  parle,  los  malos  se  le  desbaratan ;  porque  el 
bueno,  uno  de  los  mayores  estropiczos  que  tiene  es  ver 
prosperado  al  malo,  y  verse  que  sirve  á  Dios  y  que  le 
huella  y  deshace  quien  desama  á  Dios  y  le  desirve,  co- 
mo David  (h)  lo  sentía  do  dice:  «Veis,  ellos  pecado- 
res y  abundantes  en  el  siglo  poseyeron  riquezas.  Y  di- 
je: Luego  en  v^mo  justifiqué  mis  manos  entre  los  ¡no- 
ceníes,  siendo  azotailo  loilo  el  día,  etc. m  Verdad  es 
que  la  letra  original  descubre  otro  camino,  porque  di- 
ce en  esta  manera:  «Apartaron  á  los  pobres  del  cami- 
no á  una,  los  humildes  de  la  tierra  fueron  escondidos.» 
En  que  dice  una  dedos  cosas,  ó  ambas  á  dos.  Una,  que 
no  consienten  que  parezcan  delante  de  sí  los  humildes  y 
pobres;  (\ne  es  proprio  de  los  tiranos  soberbios  no  ad- 
mitir á  su  presencia  á  los  afligidos,  y  cuando  pasan, 
que  se  aparten  y  ascondan.  Otra,  que  los  deslierran  de 
su  tierra  y  naturaleza,  que  desamparan  por  huir  de  su 

(fl)  Ps.  1,T.  1.    {b)Vi.'ii,y.n,6ic. 


LUIS  DE  LEÓN. 

tiranía;  como  es  lo  de  que  se  querella  acerca  del  poe- 
ta (c)  un  pastor  cuando  dice  : 

Todos  (le  nuestro  patrio  y  dulce  nido 
Andamos  aianzailos ;  vesme  agora 
-  Aquí  cuál  voy  enrcrmo  y  afligidi), 

Y  guio  mis  cabniias... 

Y  poco  después  (v.  6o)  : 

Iremos  tristes  tlenos  <1e  despecho. 
Unos  á  los  sedientos  africanos. 
Oíros  á  los  do  Scilia,  campo  estrecho, 

Y  otros  á  ios  montes  y  á  los  llanos 
De  Creta ,  y  del  lodo  divididos 

De  nuestra  redondez,  á  los  britanos. 

Mas  prosigue: 

5  «Oíros,  como  cobros  en  desierto  salieron  á  su  obra, 
madrugan  á  la  presa,  aparejan  pan  para  sus  iiijos.» 
O  como  dice  el  original  á  la  letra :  «Veis ,  cobros  en 
desierto  salieron  á  obra  suya,  madrugantes  al  robo,  so- 
ledad á  él,  pan  á  los  muchac'ios.»  O  pinta  Job  un  li- 
naje solo  de  hombres  tiranos  y  malos  ,  que  ocupan  lo 
ajeno  y  despojan  al  necesitado,  y  se  desvelan  en  robar 
y  dañar;  ó  dice  diferentes  condiciones  de  hombres  in- 
justos, unos  logreros,  otros  engañadores,  otros  que  sal- 
tean, otros  que  son  adiilteros,  que  todos  pasan  sin  azo- 
te sus  dias.  Y  esto  postrero  hinche  mejor  lo  que  pre- 
tende Job ,  que  es  demostrar  cómo  muchos  malos  se 
logran,  y  como  obrando  mal,  les  sucede  lo  desta  vida  á 
su  gusto.  Pues  dice  agora  veis ,  como  diciendo :  Ca- 
da día  veinos  y  casi  tocamos  con  las  manos  otros  que 
viven  del  robo  y  que  se  desvelan  en  hacerse  señores  de 
todo,  y  que  discurren  por  la  tierra  asolándola.  O  dice  : 
Estos  mismos  que  dieron  en  madrugar  para  hacer  mal 
á  oíros,  son  como  cebros  que  se  desvelan  en  buscar  su 
comida.  «Como cebros»,  dice.  Cebroesel  asno  salvaje, 
animal,  como  Plinio  dice,  feroz,  de  que  en  aquellas 
parles  hay  copia  grande.  Pero  es  de  ver  si  en  las  dos 
parles  de  este  verso,  la  primera  parte  pone  la  semejan- 
za, y  la  segunda  responde  á  ella  desta  manera:  Como 
el  cebro  sale  diligente  á  su  obra,  ansí  estos  madrugan 
á  la  presa  y  al  robo;  ó  si  ambas  partes  pertenecen  al 
cobro,  y  todo  el  verso  hace  comparación  con  los  versos 
de  arriba.  Como  diciendo:  Estos  que  digo,  que  turban 
los  mojones  y  apacientan  por  suyas  las  ajenas  ovejas, 
que  prendan  la  viuda  y  despojan  al  huérfano,  y  deslier- 
ran de  su  casa  y  patria  á  los  pobres,  son  en  ello  tan 
continuos  y  prestos  como  los  cebros,  que  se  desvelan 
en  su  obra  y  madrugan  á  la  presa  de  su  suslenlo.  Mas 
lo  (|ue  se  añade,  <(a])arejan  pan  para  sus  hijos ,»  en  el 
original  está  ansí  corlado  y  confuso,  que  abre  la  puer- 
ta á  diferentes  sentidos.  I'ünjuc  dice  ú'la  letra  :  «Veis, 
cebros  en  desierto  salieron  áobra  suya,  madrugantes 
al  robo,  soledad  á  é!,  pan  á  los  muchachos.»  Adonde  lo 
que  decimos  «soledad  á  él»,  en  el  original  es  harababf 
que  según  la  palabra  de  donde  desciende,  que  á  las  ve- 
ces signilica  concertar  y  poner  en  orden  alguna  cosa  y 
negocios,  dirá  aquí  lo  que  siguió  san  Jerónimo,  quo 
este  madrugar  al  robo  es  negociar  y  enderezar  lo  que 
á  su  suslenlo  y  de  los  suyos  loca.  Y  también  por(|ue 
harab  es  mezclarse  unos  con  otros ,  y  el  contratar  y 
bullir,  como  en  los  lugares  públicos  adunde  concurren 
á  sus  negocios  los  hombres,  ilurabab  podrá  significar 

(c)  Vire-,  cgl.  I,  V.  11. 


EXPOSICIÓN  DEl. 
esle  lugar  adonde  se  ajunlvín,  como  son  las  ferias  ó  los 
caminos  públicos.  Yansi,  dirá  que,  ó  salen  á  los  cami- 
nos públicos  á  sallear  á  los  que  por  ellos  pasan,  ó  cier-  , 
lamente  se  entrometen  en  las  plazas  y  en  las  ferias,  pa-  i 
ra  con  injustos  y  sutiles  y  encubiertos  tratos  mejorar  j 
sus  ganancias.  Y  porque  también  tiene  significación 
de  du/c(?í?«»! ¿re  aqueste  vocablo,  podemos  entender 
que  diga  aqui  Job  que  el  madrugar  el  malo  al  robo,  á 
él  lees  dulzura  y  á  sus  hijos  pan,  deleite  á  él  y  pro- 
veclio  para  los  suyos.  O  lo  que  es  mas  ordinario,  harab 
signilica  desierto  y  soledad ;  y  según  esto,  dice  aquello 
que  ó  al  cebro  ó  al  hombre  salteador  despierta  y  mueve 
á  la  presa ,  que  es  el  desierto  y  tierra  solitaria  donde 
vive,  que  por  su  calidad  es  menguada  de  lo  necesario. 
O  juntemos  esta  palabra  con  loque  le  antecede,  en  es- 
ta manera:  (iMadrugan  al  robo  en  el  desierto,»  y  poner 
aquí  punto,  y  luego  añadir:  a  A  él  pan  para  sus  hijos;» 
que  es  entrocar  el  orden  de  las  palabras  á  modo  poéti- 
co, que  deslrocándolas  vale :  uPara  pan  á  él  y  á  sus  hi- 
jos;» esto  es,  que  madrugan  al  robo  en  el  desierto  para 
pan,  esio  es,  para  buscar  el  sustento  de  sus  hijos  y  su- 
yo. Sigúese: 

G  (iSiegan,  y  no  su  licredacl,  y  vendimian  del  que 
oprimen  la  viña ;»  que  es  extender  mas  la  iiijuslicia  y 
maldad  de  esos  que  pinta,  especiücamlo  sus  diversas 
maneras.  Es  verdad  que  el. original  también  da  lugar 
áque  también  traduzgamos  ansí:  «En  el  campo  su  re- 
nuevo siegan ,  y  viña  de  malo  hacen  tardar,»  en  que 
descubre  otro  nuevo  camino.  í.'orque  se  puede  decla- 
rar en  dos  maneras.  Una,  que  signitique  otro  nuevo  gé- 
nero de  injusticia  de  que  usan  los  ricos  injustos,  sir- 
viéndose del  trabajo  de  otros,  y  no  les  pagando  el  jor- 
rial.  Porque  dice:  Siegan  sus  mieses  por  mano  de  sus 
jornaleros,  y  sus  viñas  también  las  vendimian  «y  hacen 
tardar»,  esto  es,  detienen  y  no  pagan  ó  pagan  tarde  el 
jornal  á  los  pobres  que  los  sirvieron.  Oira  es,. que 
añada  aquí  Job  lo  que  para  la  prueba  de  su  inlento  fal- 
taba. Porque  pretende  que  algunos  malos  viven  feliz- 
mente, y  hasta  ahora  solamente  ha  propuesto  unos 
hombres  malos  y  injustos,  y  demostrado  que  los  hay  en 
el  mundo ,  pero  no  que  viven  dichosos.  Eso  pues  es  lo 
qu€  agora  demuestra,  y  dice :  uEn  el  campo  su  renue- 
vo siegan,»  que  es  decir :  Y  aunque  son  tales,  ni  su 
campo  es  estéril  ni  se  les  apedrean  las  viñas,  sino  an- 
tes tierra  y  cielo  les  favorece.  «En  el  campo  su  renuevo 
siegan,»  esto  es,  siegan  sus  mieses  en  abundancia,  que 
la  tierra  les  es  liberal  y  no  escasa;  que  ni  la  niebla  las 
envanece,  ni  la  seca  las  disminuye,  ni  la  langosta  las 
corta,  ni  la  avenida  las  lleva.  «Y  viña  de  malo  hacen 
tardar.»  «Y  la  viña,»  dice,  cuyo  dueño  es  malo  y  injus- 
to, «hacen  tardar»  (pone  un  número  por  otro),  esto  es, 
hace  tardar  en  la  vendimia,  según  es  grande  y  abun- 
dante su  fruto.  Pero  torna  á  hacer  nueva  pintura  de  hom- 
bres injustos  prósperos  por  maneras  diferentes  y  ele- 
gantes, para  mayor  confirmación  de  lo  dicho.  Porque 
añade : 

7  «AI  desnudo  hacen  pasar  sin  vestidura ,  no  cober- 
tura en  el  frío.» 

8  «De  avenidas  de  montes  se  humedecen,  y  sin  abri- 
go abrazan  á  peña.»  Como  si  dijese :  Otros  hay,  ó  estos 
mismos  vemos,  que  son  tan  sin  piedad ,  que  sobrán- 


IJBRO  ÜE  JOB.  .    403 

doles  to  lo,  no  tienen  corazón  para  díf  vestido  á  ua 
desnudo,  y  llenos  de  aforros  ellos,  no  se  ap'ndan  del 
pobre  sin  vestido  en  el  rigor  del  frío,  que  tiembla; 
ellos  tienen  casas  suntuosas,  y  aposen'os  en  filas  y  es- 
tufas; y  á  estos  fállales  la- vestidura  y  el  lecho,  des- 
nudos en  el  cuerpo  y  descubiertos  á  las  injurias  del 
cielo,  la  lluvia  los  baña,  y  l.i  vuelía  de  una  peña  es  to- 
da su  casa  y  abrigo.  Y  esto  signütca,  diciendo:  «De  ave- 
nidas de  monies  se  humedecen,  y  sin  abrigo  abra- 
zan peña.»  Y  prosigue: 

9  «Con  violencia  despojan  pupilos  y  despojaron  los 
pobres.»  O  como  el  original  á  la  letra  :  «Robaron  de 
tetaá  huérfano,  y  sobre  pobre  prendaron  suerte.»  No 
solo,  dice,  son  desapiadados,  mas  robadores  crueles; 
no  solo  no  abrigan  al  desnudo,  mas  desnudan  y  despo- 
jan al  pobre;  no  solo  le  quitan  ia  hacienda,  mas  le  cau- 
tivan también  la  persona.  «Robaron  de  teta  al  huérfa- 
no.» Esto  dice  en  uno  de  dos  sentidos ,  ó  porque  roban 
los  niños  pequeños  y  desamparados,  para  hacer'os  sier- 
vos y  venderlos á  oíros,  según  loque  cada  dia  aconiece, 
ó  conforme  á  la  cos'.umbre  antigua,  en  que  los  padres 
podían  vender  á  sus  hijos  y  pagar  á  sus  acreedores  con 
ellos.  Y  ansí,  «estos  se  pagan,  dice,  de  sus  logros  in- 
justos ,  tomándoles  los  hijos  tiernos  á  los  pobres  que 
engañan.»  Y  por  eso  añade  :  «  Y  sobre  pobre  nrendaron 
suerte;»  que  es  declaración  de  lo  que  primero  había 
dicho.  Y  dice  mas  casi  en  la  misma  sentencia  : 

to  «Desnudos  andan  sin  vestido,  y  de  hambrientos 
llevaron  gavilla ,»  como  recapitulando  lo  dicho;  queá 
unos  no  les  dan  lo  que  han  menester,  y  á  otros  les  qui- 
tan eso  poco  que  tienen;  á  unos  no  hacen  limosna,  y 
á  otros  roban  la  capa;  desapiadados  con  unos  y  injus- 
tos con  oíros ,  y  crueles  con  todos.  Pero  dice  : 

i  1  «  Entre  sus  montones  hicieron  siesta  los  que  pi- 
san lagares  y  tienen  sed.  »  O  según  otra  letra  :  «Entre 
sus  muros  farán  aceite,  lagares  pisaron  y  tuvieron  sed.» 
La  palabra  original ,  que  signiíica  «la  sazón  del  medio 
dia»,  es  muy  semejante  á  otra  que  significa  «el  aceite», 
y  al  parecer  nacen  ambas  como  de  un  mismo  princi- 
pio. De  aquí  san  Jerónimo  traduce  sestean,  como  al 
mediodía  se  liace;  oí  rus,  ((exprimen  aceite;»  y  ansí  la 
una  como  ¡a  otra  letra  tienen  los  mismos  dos  sentidos 
que  arriba  en  el  verso  sexto  dijimos.  Porque  ó  dice 
que  los  jornaleros  que  sestearon  entre  los  montes  de 
estos  ricos  injustos,  esto  es,  que  les  sirvieron  en  la 
cosecha  (porque  es  muy  ordinario  en  estas  letras  con 
el  nombre  de  una  cosa  significar  otra  alguna  que  le  es 
allegada  y  vecina,  y  al  trabajar  á  jornal  es  allegado  el 
sestearlos  que  trabajan),  pues  dice  que  sus  jornaleros 
de  estos,  ansí  los  de  la  siega  como  los  de  ia  vendimia, 
«tuvieron  sed, »  para  decir  que  ni  les  pagaron  lo  justo 
ni  les  dieron  lo  necesario,  y  que  vertiéndose  en  las  pi- 
las el  vino,  no  tuvieron  qué  beber  esos  mismos  que  las 
henchían  pisando  la  uva  ;  ó,  lo  que  me  parece  mas  cier- 
to, dice,  como  arriba  decía,  que  aunque  son  injustos, 
viven  dichosos  y  ricos ,  llenos  de  aceite  y  de  vino,  sin 
que  su  cosecha  padezca  mengua ,  y  sin  que  haya  año 
malo  para  sus  heredades,  manan  en  aceite  y  en  vino. 
Y  dice  que  «pisaron  sus  lagares  y  tuvieron  sed  »,  para 
mostrar  cómo  no  se  harta  la  codicia  mala  jamás.  Y  pro- 
sigue diciendo  : 


404  OBRAS  DE  FRAY 

12  «De  ciudad  varones  gimen,  y  alma  de  heridos 
vocea,  y  Dios  no  lo  pasa  sin  venganza.»  Cuando  no  hay 
parte  que  pida,  disimula  la  justicia  ó  usa  de  clemencia 
á  las  veces.  Mas  estos,  dice  Job,  de  que  hablo,  son  in- 
justos y  son  acusados  por  tales,  hay  parle  que  vocea  y 
que  pide  venganza.  En  la  ciudad  gimen  á  Dios  los  opri- 
midos ,  y  la  sangre  de  los  heridos  de  ellos  y  muertos  dan 
voces ;  y  con  todo  eso,  «Dios  ¿no  lo  pasa  sin  venganza?» 
Hasede  leeer  en  pregunta,  y  á  que  se  responda:  Pása- 
lo sin  duda,  y  ansí,  lo  disimula  como  si  no  lo  viese  ó 
no  le  locase  el  remedio;  y  ansi,  aunque  malos  y  aun- 
que acusados  por  tales ,  ni  son  condenados  aquí  ni 
azotados  ni  heridos;  pasan  sin  desabrimiento  ó  dis- 
gusto. Por  donde  el  original  á  la  letra :  « Y  Dios  no 
pone  mengua,  »  esto  es,  falla,  desastre  ni  azote.  Por- 
que mengua  decimos  lo  que  el  lexlo  dice  thifelah,  que 
es  estorbo,  estropiezo,  disgusto  y  desastre.  Dice  : 

13  «Y  ellos  son  rebeldes  á  la  luz,  no  conocen  sus 
carreras  y  no  estuvieron  en  sus  senderos.»  Como  si 
dijese :  iN'o  los  castiga  aquí  Dios,  dado  que  ellos  son  re- 
beldes á  la  luz,  y  no  conocen  ni  curan  de  sus  carreras. 
Y  dijo  con  adverlencia  «la  luz»,  mas  que  la  virtud  ó 
la  razón  ó  lo  justo,  por  hacer  el  encarecimiento  mas 
vivo.  Porque  es  como  si  mas  claro  dijera :  Ellos  huyen 
de  la  luz  y  son  claros;  son  enemigos  de  la  claridad,  y 
viéneselesá  cásalo  que  es  ilustre  en  el  mundo;  aman 
las  tinieblas  del  error,  y  andan  ricos,  resplandecientes, 
ilustres;  caminan  á  escuras,  y  no  tropiezan  en  desas- 
tre; andan  sin  estrella  de  guia,  y  nunca  yerran  el  ca- 
mino de  la  buena  dicha ;  su  trato  es  de  la  noche ,  y 
sucédenles  las  cosas  corno  si  las  negociasen  de  día.  Y 
porque  habló  de  la  luz  de  la  razón  ,  como  jugando  del 
vocablo,  se  pasa  á  la  maniliesla  y  visible,  y  dicelo  que 
algunos  malos  con  ella  hacen;  y  como  de  otro  princi- 
pio, torna  á  poner  diferentes  maneras  de  ellos,  que  pa- 
ra serlo  se  sirven  unos  del  día  y  otros  de  la  noche ,  y 
pasan  sin  revés  toda  la  vida.  Dice  : 

14  «A  la  luz  se  levanta  maiii  ¡or,  mata  pobre  y  men- 
digo, y  en  la  noche  es  como  laüron.»  Gomo  diciendo  : 
Aunque  son  rebeldes  á  la  luz,  como  digo,  de  ellos  hay 
que  no  eslán  mal  con  la  luz  ;  la  de  la  razón  huyen;  mas 
aman  esta  visible,  y  de  ella  se  sirven  ;  que  el  salteador 
sale  con  ella  á  degollar  al  caminante  pobre  que  seguro 
camina.  Y  aun  quiere  también  decir  que  es  en  tanto 
verdad  algunos  malos  gozar  en  paz  de  esta  vida,  que 
parece  ser  suya  y  para  ellos  solos  hecha  y  ordenada, 

•  para  que  ejecuten  su  inlonlo.  Y  ansí,  les  sirve  á  unos 
con  una  cosa  y  á  otros  con  otra  para  obrar  su  maldad ; 
que  al  salteador  le  sirve  la  luz  del  dia  pura  bañar  con 
sangre  inoconlc  los  caminos,  y  al  adúlloro  la  uoclie 
para  amancillar  los  lechos  ajenos.  Y  ansí  dice  : 

15  «Ojo  de  adúllcro  esperó  anochecimicnto,  dicien- 
do: No  me  verá  ojo,  pondrá  faces  en  encubierto  »  Que 
parece  se  hizo  á  propósito  de  su  deseo  la  noche ,  que 
le  encubre  y  como  le  guia  á  su  mal  hacer.  Y  ansí, 
dice  que  pondrá  sus  faces  en  encubrimieiilo,  porque  le 
disimulará  con  el  velo  do  su  sombra  para  que  conoci- 
do no  sea.  Y  lleva  cslo  adelante  Job,  y  por  una  mane- 
ra poi'lica  diviértese  á  relatar  las  condiciones  de  estos 
que  aman  para  sus  malelicios  la  noche.  Y  dice  : 

16  «Horadan  casas  en  las  linleblas;  como  de  dia  lo 


LülS  DE  LEÓN. 

determinaron  consigo,  no  conocieron  la  luz.»  Entre 
dia,  dice,  trazan  lo  que  después  en  la  noche  ejecutan. 
Mas  lo  que  decimos  «como  de  dia  lo  determinaron  con- 
sigo», el  original  á  la  letra  dice  «  de  día  sellaron  sobre 
sí»;  que,  ó  se  puede  entender  como  san  Jerónimo  dijo, 
porque  sellar  es  determinar  firmemente;  ó  quiere  de- 
cir que  estos  malhechores  nocturnos  de  dia  eslán  cer- 
rados y  como  sellados  en  sus  moradas ,  encubiertos  de 
dia  para  de  noche  no  dejar  indicios  de  sí ,  y  durmiendo 
y  descansando  mientras  hay  sol ,  para  despertar  y  tra- 
bajar en  poniéndose.  Y  ansí ,  dice  que  «  no  conocieron 
la  luz»,  ó  como  el  original  dice,  «no entendieron  luz», 
porque,  como  aves  nocturnas,  no  la  vieron  de  sus  ojos. 
O  porque  entender  en  esta  lengua  significa  á  las  veces, 
como  en  la  nuestra,  «obiar  y  ocuparse,»  dice  que  «no 
enleadieron  luz»,  porque,  como  ha  dicho,  es  proprio  á 
los  tales  el  dormir  y  el  estar  ociosos  de  dia.  Y  ansimis- 
mo  les  es  natural  lo  que  añade  : 

17  «Si  les  sobreviniere  la  aurora,  tíénenla  por  som- 
bra de  muerte,  y  ansí  andan  en  las  tinieblas  como  en  la 
luz.»  O  lo  que  dice  el  original,  que  es  lo  mismo  :  «Que 
juntamente  mañana  á  ellos,  sombra  de  muerte,  cuando 
la  reconociere,  espanto  ó  sombra  de  muerte.»  «Que  jun- 
tamente mañana  á  ellos,»  esto  es ,  cuando  se  junta  con 
ellos  y  les  sobreviene  la  mañana,  y  cada  vez  que  apun- 
ta la  aurora  les  es  como  « sombra  de  muerte  »;  convie- 
ne á  saber,  porque  para  ellos  y  para  sus  hechos  la  no- 
che es  luz,  y  el  dia  horror  y  tinieblas ,  y  ansí  le  temen 
antes  que  nazca ,. y  en  naciendo,  como  atemorizados  y 
espantados,  le  huyen.  Y  por  eso  añade  : 

18  «Ligero  él  sob'-e  faces  de  aguas,  será  maldecida 
su  parle,  en  la  tierra  no  andará  camino  de  viñas.»  Que 
es  decir  que  huyen  del  dia  luego  que  aparece,  ligeros, 
por  no  ser  conocidos  ni  vistos.  Y  dice  los  lugares  don- 
de se  recogen,  que  son  desiertos  y  descaminados  y  co- 
mo á  las  cosías  del  mar,  porque  en  aquella  tierra  debía 
ser  lo  mas  desierto  de  ella  á  la  marina.  «  Ligero,  dice, 
sobre  faces  de  aguas,»  esto  es ,  por  no  ser  visto,  huye 
con  presteza  á  sus  escondrijos,  que  es  á  la  costa  del  mar. 
«Maldecida  su  parle  en  la  tierra,  »  esto  es,  y  se  recoge 
al  lugar  de  su  morada,  que  es  lo  peor  de  la  tierra;  con- 
viene á  saber,  lugar  maldito,  esto  es,  desierto,  infruc- 
tuoso y  estéril,  y  no  cultivado  con  sembrados  y  vmas, 
y  por  la  misma  razón  no  frecuentado  de  hombres,  por- 
que con  la  soledad  están  mas  seguros,  Y  no  es  ajeno 
de  esto  mismo  lo  que  se  sigue  : 

19  «De  calor  demasiado  pasa  á  aguas  de  nieve,  y 
hasta  el  infierno  su  pecado.»  Porque  dice  :  Y  no  duran 
en  este  mal  hacer  un  dia  solo  ó  algún  espacio  peque- 
ño, en  verano  y  en  invierno  se  emplean  en  este  crudo 
ejercicio,  en  el  eslío  caluroso  y  en  el  tiempo  frió  y 
nevado,  y  en  cuanto  la  vida  dura,  y  hasta  entrar  en  la 
huesa,  perseveran  robando.  Dando  en  esto  á  enlender 
que  !io  ;e5  rompe  el  hilo  del  malhacer  ni  los  remueve  de 
su  dañada  vida  y  costumbres  ningún  suceso  admira- 
ble ni  azote ,  sino  al  revés,  que  hacen  mal  y  les  sucede 
bien  ,  y  ansí,  llevan  siempre  y  en  todo  tiempo,  y  hasta 
el  fin  de  la  vida,  su  maldad  adelante.  Y  lo  que  el  origi- 
na! á  la  letra  dice  aquí,  significa  esto  mismo,  auuijue 
algunos,  y  no  bien,  lo  entienden  por  diferente  manera. 
Porque  dice  ;  aSecura  y  calor  roban ,  aguas  de  nieve, 


EXPOSICIÓN  DEL 

sepultura  pecan ;  »  que  es  decir  que  roban  en  el  tiem- 
po seco  y  caluroso  y  en  el  lluvioso  y  nevado,  y  que 
pecan  sin  estorbo  ni  contraste  hasta  la  sepultura.  Pero 
añade  : 

20  «Olvídese  del  la  piedad,  su  dulzura  gusano,  no 
sea  mentado,  sea  quebrantado  como  palo  sin  fruto.»  O 
como  el  original  á  la  letra  :  «  Olvidarse  ha  del  piedad, 
tomará  gusto  suyo  gusano,  mientras  no  será  mentado 
y  será  quebrantado  como  palo,  tortura ; »  que  es  difi- 
cultoso de  entender,  mirando  lo  que  Job  aquí  pretende, 
y  comparando  con  ello  las  declaraciones  de  algunos. 
Porque  se  persuaden  que  Job  por  estas  palabras  quiere 
decir  que  estos  injustos  y  tiranos  y  robadores  que  ha 
dicho,  paran  en  mal,  y  que  la  fortuna  los  derrueca,  y 
la  muerte  los  acaba  y  pone  en  olvido  perpetuo,  y  no 
miran  ni  advierten  que  decir  esto  es  afirmar  lo  contra- 
rio de  lo  que  pretende  decir,  y  que  es  hacer  la  causa 
de  sus  amigos,  y  convenir  con  ellos,  y  condenarse á  sí 
mismo.  Porque,  como  al  principio  dijimos,  y  habemos 
repelido  muchas  veces  después,  su  intento  de  ellos  es 
que  los  malos  en  esta  vida  siempre  son  castigados,  y 
que  si  florecen  un  poco,  se  marchitan  aquí  luego  y  se 
secan;  y  Job,  por  el  contrario,  porfia  que  esta  reglano 
es  cierta,  sino  que  muchas  veces  sucede  hombres  per- 
versos vivir  aquí  descansados;  y  á  este  propósito  en- 
dereza todo  aqueste  capítulo,  á  que  contradice  si  ago- 
ra dijese  que  caen  desastradamente  de  su  felicidad  es- 
tos malos.  Por  donde  es  necesario  decir,  ó  que  este 
verso  no  es  afirmación  de  lo  que  sucede,  sino  deseo  de 
que  ansí  sucediese  (que  es  natural  siempre  que  hacemos 
memoria  de  lo  bueno  desearle  felicidad ,  y  de  lo  malo  el 
contrario,  y  romper  en  alguna  palabra  ó  señal  que  dé 
muestras  de  este  deseo;  y  ansí,  Job,  que  contaba  la 
maldad  de  esta  gente ,  no  pudo  no  aborrecerla ,  y  abor- 
reciéndola ,  divertirse  á  desear  aquí  su  castigo,  no  por 
decir  que  los  castigaban  aquí,  sino  por  desear  que  los 
castigasen ) ;  así  que,  es  necesario  decir  que  es  deseo, 
ó  que  habla ,  no  de  esta  vida,  sino  de  lo  que  pasa  en 
la  otra;  que,  como  había  dicho  que  perseveraban  en  su 
maldad  hasta  la  huesa,  dice  ahora  que  en  llegando  á 
ella  se  les  trocará  la  ventura,  y  los  olvidará  la  piedad, 
y  se  tornarán  en  gusanos ,  y  perecerán  en  la  memoria 
de  todos  y  como  cosa  sin  fruto.  O,  lo  que  por  mas  cier- 
to tengo,  repite  por  otras  diferentes  y  elegantes  mane- 
ras la  misma  sentencia  de  arriba ,  diciendo  que  «se  ol- 
vidará del  la  piedad»,  estoes,  que  no  hará  morada  en 
sus  entrañas  y  pecho,  y  que  « los  gusanos  le  come- 
rán», esto  es,  que  perseverarán  sin  contraste  en  el  mal 
hasta  la  muerte ,  y  que  «mientras,  no  será  mentado,  y 
será  quebrantado  como  palo»,  esto  es,  hasta  el  fin  de  la 
vida,  adonde  fenece  el  recuerdo,  y  las  facultades  natu- 
rales se  quiebran ,  durará  su  tortura,  esto  es,  se  pros- 
perará su  injusticia.  Por  manera  que  dar  gusto  á  los 
gusanos,  no  ser  mas  mentado,  ser  quebrantado  ó  cor- 
tado como  árbol  sin  fruto,  son  el  morir,  dicho  y  varia- 
do por  tres  diferencias  sacadas  de  lo  que  sucede  en  la 
muerte;  y  el  olvidarse  es  no  conocerle,  ni  entrar  por  su 
casa  es,  digo,  siempre  ocuparse  en  maldad.  O  sin 
duda  la  piedad  que  del  se  olvida  es  Dios  piadoso,  no 
solo  cuando  beneficia ,  sino  cuando  castiga ,  porque 
con  la  pena  sana  y  abre  camino  para  derramar  su  cle- 


LIBRO  DE  JOB.  405 

mencia.  Y  ansí ,  el  olvidarse  la  piedad  de  estos  hom- 
bres ,  es  decir  que  los  deja  Dios  ir  por  sus  apetitos, 
sin  enfrenarlos  ni  siquiera  recogerles  la  rienda,  sin 
darles  sofrenada  ni  azote;  que  sise  los  diera,  fuera 
piadoso  con  ellos ,  y  en  no  hacerlo  se  les  muestra  jus- 
ticiero y  severo,  porque  es  sin  duda  grave  mal  dejar- 
nos Dios  aquí  sin  castigo.  Añade  : 

21  «Apacentó  á  la  estéril  que  no  pare,  y  á  la  viuda  no 
hizo  bien.»  Estos  mismos,  dice,  de  que  hablo,  á  las  de- 
más injusticias  suyas  ayuntan  estas  crueldades  también, 
que  hacen  mal  á  la  viuda  y  á  la  estéril.  Dijo  que  eran 
sin  piedad,  olvidados  del  todo  ellos  de  ella,  y  ella  de 
ellos;  dice  agora  en  particular  un  ejemplo,  porque  dice: 
Apacientan  la  estéril ,  y  no  hacen  bien  á  la  viuda.  Ha- 
cer mal  á  las  mujeres  en  general  es  cosa  muy  inhuma- 
na ;  que  su  flaqueza  natural ,  y  la  blandura  de  su  con- 
dición ,  y  el  servicio  que  recebimos  de  ellas  y  las  deudas 
que  les  debemos  por  ser  nuestras  madres,  nos  obligan  á 
su  servicio  y  respecto;  mas  en  particular,  tratar  mal  á  las 
necesitadas  y  desnudas  de  abrigo,  que  ni  tienen  marido 
ni  hijos ,  es  fiereza  gravísima.  «Apacentó,  dice ,  á  la  es- 
téril que  no  pare,  y  á  la  viuda  no  hizo  bien.»  Es  uso  y 
forma  dehablar,  algunapalabraquese  poneenlaprimc' 
ra  parte  de  un  verso,  sin  ponerla  en  la  segunda ,  tener- 
la por  puesta  ;  y  al  revés ,  la  que  se  pone  en  la  postrera 
traspasarla  á  la  primera.  Y  ansí,  decimos  aquí  que  aquel 
no  do  se  dice  «  y  no  hizo  bien  á  la  viuda»,  se  traspasa 
al  principio ,  diciendo  :  «  No  apacentó  á  la  estéril  que 
no  pare,  y  á  la  viuda  no  hizo  bien.»  Y  aun  decimos 
que  la  palabra  original  tiene  la  misma  fuerza  y  uso  que 
en  castellano  el  pacer,  que  unas  veces  es  del  que  apa- 
cienta el  ganado,  y  decimos  que  pace  el  pastor  sus 
ovejas,  y  otras  de  ese  mismo  ganado  que  pace  la  yer- 
ba. Y  podremos ,  según  esto,  decir  :  «Pació  la  estéril 
que  no  pare ,  y  á  la  viuda  no  hizo  bien ; »  que  es  como 
si  mas  claro  dijera  que  estos  pacen,  esto  es,  comen  y 
tragan  las  estériles ,  y  no  hacen  bien  á  las  viudas.  Erí 
que  pinta  Job  unas  malvadas  gentes,  de  quien  Cristo 
dijo  mucho  después  (Matlh.,  23,  14)  que  les  comen  á 
las  viudas  las  casas,  fingiéndose  santos;  y  no  á  las  viu- 
das solas ,  sino  á  las  doncellas  hacendadas  y  huérfanas, 
que  por  las  estériles  y  que  no  paren  se  entienden  aquí. 
Porque  á  estos  dos  géneros,  que  por  ser  mujeriles  son 
fáciles,  y  por  carecer  de  dueño  no  tienen  guarda  en  la 
puerta,  y  por  esta  falta  de  arrimo  admiten  con  alegría 
á  cualquiera  que  se  les  quiere  arrimar,  acuden  luego 
estas  aves ,  y  coloreando  con  largas  devociones  y  oracio- 
nes su  entrada,  negocian  su  interés  y  regalo,  y  llegán- 
dose á  ellas ,  allegan  sus  riquezas  á  sí,  y  pareciendo 
que  las  santiguan ,  las  chupan  dulcemente  la  sangre,  y 
como  dice  singularmente  Job,  pácenlas  y  no  les  hacen 
bien.  Porque ,  profesándose  por  bienhechores  suyos  y 
por  gobernadores  de  su  vida  y  su  alma ,  en  lugar  de 
hacerlo  así,  hinchen  su  bolsa  y  dejan  vacía  á  la  huér- 
fana y  viuda.  Y  prosigue  : 

22  «Derrocó  fuertes  con  su  fortaleza,  levantarse  ha, 
y  no  fiará  en  la  vida.»  Lo  que  decimos  derrocó,  en  el 
original  es  propriamente  extender  ó  alejar  arrojando. 
Y  ansí,  dice  agora  que  de  estos,  no  solamente  los  que 
poco  pueden  y  son  fáciles  de  engañar  son  engañados , 
mas  también  con  los  poderosos  son  violentos  y  fuertes; 


406  OBRAS  DE  FRAY 

á  todos  acometen  y  á  todos  vencen ,  á  los  flacos  chu- 
pan y  á  los  fuertes  derruecan.  Y  dice  que  los  alejan  y 
arrojan  á  semejanza  de  los  que  tiran  con  honda ,  para 
mayor  demostración  de  su  injusto  poder,  con  que  á  los 
mas  valientes  arman  en  un  punto  un  traspié,  con  que 
los  derruecan  al  suelo  y  los  alejan  de  su  descanso  muy 
lejos.  Y  lo  que  dice  «y  levantarse  ha,  y  no  liará  en  su 
Tida»,  dícelo,  no  del  que  arroja,  sino  del  arrojado  y 
caido;  y  á  mi  parecer  dícelo  perseverando  en  la  seme- 
janza misma  que  he  dicho,  del  que  es  arrojado  de  otro 
mas  poderoso  con  violencia  y  con  fuerza ,  como  el  toro 
arroja  al  que  coge  en  los  cuernos ;  que  de  la  manera 
que  el  caiao  ansí  levanta  la  cabeza  y  el  cuerpo  con  de- 
seo de  huir  y  apartarse  del  toro,  y  por  otra  parte  teme 
ser  visfo  de  él  al  alzarse,  y  siendo  acometido  otra  vez, 
tornará  venir  á  sus  manos,  y  un  mismo  deseo  de  huir 
le  mueve  y  le  detiene,  ansí  dice  Job  que  estos  ,  como 
toros  bravos  y  animales  fierísimos ,  no  solo  huellan  y 
deshacen  lo  pequeño  y  lo  flaco,  mas  á  lo  fuerte  y  pode- 
roso acometen  y  derruecan,  y  arrojan  de  sí  con  tanta 
braveza ,  que  los  arrojados ,  por  apartarse  de  otro  gol- 
pe, querrían  levantarse  ,  y  por  no  despertarlos  otra  vez 
con  su  vista,  no  osan  bullirse,  y  hacen  de  los  morte- 
cinos por  no  quedar  muertos  del  todo.  Dice  mas  : 

23  «Diüle  Dios  lugar  de  penitencia,  mas  él  usó  del 
en  soberbia,  sus  ojos  en  sus  carreras.»  El  original  á  la 
letra  :  oDarále  á  la  confianza  y  estribará,  y  ojo  suyo 
sobre  caminos  de  ellos ; »  que  por  ser  tan  cortado ,  da 
lugar  á  diferentes  sentidos.  San  Jerónimo  lo  aplica  á 
Dios,  y  entiende  y  traslada  de  esta  manera  :  Darále, 
conviene  á  saber.  Dios  á  este  injusto  y  malo  que  digo, 
«á  la  confianza,')  esto  es,  espacio  en  quo  se  convierta, 
y  no  le  corlará  la  vida  luego  ni  le  cerrará  la  entrada  al 
perdón.  Mas  «él  estribará»,  eslo  es,  afirmarse  ha  mas 
en  su  mal  hacer,  y  atribuirá  su  buen  suceso  á  sus  fuer- 
zas, y  del  disimular  Dios  con  él  y  esperarle  tomará  oca- 
sión de  soberbia.  «  Y  ojo  suyo  en  carrera  de  ellos,»  es- 
to es,  y  Dios  lo  ve  y  advierte,  y  con  todo  eso,  pasa  por 
ello  y  disimula.  Que  es  decir  Job  lo  que  hace  á  su  in- 
tento, de  que  hay  muchos  malos  á  quien  Dios  aquí  no 
castiga.  Otros  no  lo  aplican  á  Dios,  sino  al  hombre  vió- 
lenlo y  injusto,  y  dicen  así,  que  este  al  que  una  vez 
derrueca,  le  da  la  mano  algunas  veces  por  respecto  de 
algún  inicrés  que  pretende ,  pero  tráele  sobre  el  ojo, 
para  en  viendo  ocasión  tornar  á  hundirle ,  y  déjale  en- 
gordar un  poco  para  comerlo  después ,  y  juega  con  él, 
como  el  gato  con  el  ratón,  que  le  suelta  y  le  prende,  y 
al  lin  le  degfmlla.  Y  según  esta  manera,  á  lo  que  yo  en- 
tiendo, persevera  todavía  Job  en  la  semejanza  de  la  bes- 
tia fiera  y  del  toro,  quo,  como  sabemos,  cuando  prende 
á  uno,  le  arroja,  ge  para  y  le  mira,  y  llegado  á  61,  le  hue- 
le para  ahinojar  sobre  él,  si  está  vivo.  Ansí,  dice,  estos 
paran  después  que  han  derrocado,  y  dan  á  los  caídos 
con  este  e^',mcío  esperanza  de  huir,  mas  están  atentos 
y  los  ojos  abiertos ,  para  cerrar  con  ellos  luego  que  se 
levanten.  Y  con  esto  viene  á  pelo  y  como  nacido  lo  que 
luego  se  sigue.  Porque  dice  : 

24  n  Alevantáronse  un  poco,  y  no  permanecieron.  » 
O  como  el  original  dice  :  «  Y  no  él ,  y  son  humillados, 
como  loros  son  cerrados,  y  como  cabeza  de  espiga  son 
corlados.»  «Alevantáronse  un  poco,»  conviene  ú  saber, 


LUIS  DE  LEÓN. 

los  arrojados  y  caídos;  eslo  es,  alzaron  la  cabeza  por 
ver  si  se  les  apartaba  la  fiera,  mas  ella  no  se  aparta  ni 
los  aleja,  antes  entonces  los  acomete  de  nuevo,  y  los 
huella  y  acaba,  y  hace  de  ellos  lo  que  de  los  flacos  ha- 
cia, y  los  encarcela  y  corta  la  cabeza  con  la  facilidad 
que  se  corla  la  espiga.  Y  sin  duda  es  así,  que  los  que  se 
apoderan  con  violencia,  para  justificarse,  dejan  alas 
veces  respirar  un  poco  á  los  que  oprimen ,  y  están  co- 
mo en  vela ,  con  fin  de  que  respirando  hagan  algo  en 
que  al  parecer  se  desmanden,  para  por  esta  causa  des- 
truirlos del  todo,  y  velan  siempre  sobre  ellos,  y  con  la 
menor  demostración  los  destruyen.  Y  dicho  eslo,  con- 
cluye y  dice : 

2o  «Y  si  no,  agora  ¿quién  me  desmentirá  y  pondrá 
ante  Dios  mi  palabra?»  Como  diciendo  :  Esto  pasa  co- 
mo digo,  y  si  decís  que  no,  ¿quién  de  vosotros  me  pro- 
bará lo  contrario ,  ó  me  convencerá  de  falso  delante  de 
Dios?  Y  dice  «delante  de  Dios»  con  particular  adver- 
tencia, que  es  tribunal  de  verdad ;  porque  en  el  suyo  de 
estos  amigos,  y  en  el  juicio  que  hacían,  esta  su  razón 
de  Job  condenada  estaba  por  falsa,  y  él  lo  entendía.  Ver- 
dad es  que  donde  decimos  «pondrá  delante  de  Dios», 
podemos  decir  « y  pondrá  por  nada  » ,  porque  el  ori- 
ginal lo  consiente.  \  dirá  que  ¿quién,  por  mas  que  afile 
el  ingenio,  «pondrá  por  nada,»  esto  es,  deshará  lo  que 
ha  dicho,  siendo  cosa  que  se  ve  por  los  ojos  y  se  toca 
con  las  manos  en  mil  ejemplos  que  en  la  vida  se  ofre- 
cen? 

CAPITULO  XXV. 

ARGUMENTO. 

Como  Job  se  había  justificado  tanto  en  su  razonamiento,  intenta 
Bildad  Suhites  confundirle,  tomando  por  principio  para  inferir 
maldades  de  Job  lo  terrible  y  delicado  del  juicio  de  Dios ,  cu- 
yos ojos  hallan  mancha  en  las  criaturas  mas  lucidas  y  perfectas 
del  universo. 

1  Y  respondió  Bildad  el  de  Suhi  y  dijo  : 

2  Poderío  y  pavor  con  él,  hacedor  de  paz  en  sus  al- 
turas. 

3  ¿Por  ventura  tienen  cuento  sus  escuadrones  ?-Y¿  so- 
bre quién  no  levanta  su  luz? 

i  Y  ¿en  qué  manera  se  justificará  varón  con  Dios,  y 
cómo  se  alimpiará  nacido  de  mujer? 

5  El),  liasia  luna  no  esclarece,  y  estrellas  no  son  limpias 
en  sus  ojos. 

6  ¿Cuánto  mas  varón  gusano,  y  hijo  de  hombre  gu- 
sano? 

EXPLICACIÓN. 

ñ  «Y  respondió  Bildad  el  de  Suhi.»  Responde  Bil- 
dad á  Job,  y  no  responde  al  propósito ,  ni  le  redarguye 
de  falso  en  lo  que  de  hecho  dice,  sino  en  lo  que  se  ima- 
gina él  que  quiere  decir.  Job  decía  que  Dios  en  esta 
vida  muchas  veces  no  azota  á  los  malos,  y  decíalo  para 
que  de  su  azote  no  arguyesen  que  él  lo  era ,  como  en 
realidad  de  verdad  lo  argüían.  Mas  parécelc  á  Bildad 
que  decir  esto  Job  es  decir  que  Dios  es  injusto,  y  no 
sabe  concertar  enire  sí  hacer  justicia  Dios  y  sor  azo- 
tado Job  no  siendo  malo.  Y  ansí,  no  cura  de  probar  que 
castiga  aípií  Dios  á  los  malos,  sino  prueba  y  afirma  que 
Dios  es  poderoso  y  grandísimo,  y  que  es  desatino  te- 
nerse delante  del  por  justos  los  hombres.  Porque  le  pa- 
rece que,  siendo  eslo  cierlo,  no  se  compadece  con  ello 


EXPOSICIÓN  DEL 
lo  que  Job  afirma,  del  pasar  en  esta  vida  sin  castigo  los 
malos,  y  de  estar  sin  culpa  él,  estando,  como  está,  cas- 
tigado ;  y  le  parece  que  no  condenarse  por  malo  Job  es 
condenar  á  Dios  por  injusto.  Y  ansí  vuelve  por  la  jus- 
ticia de  Dios,  contra  la  cual  ni  Job  decía,  ni  se  colegía 
de  su  dicho  con  verdad  cosa  alguna.  Pues  dice : 

2  « Poderío  y  pavor  con  él ,  hacedor  de  paz  en  sus 
alturas. »  Como  diciendo :  Sí  fuese  ansí  como  dices,  no 
seria  Dios  como  es.  ¿No  sabes  que  es  poderoso  y  espan- 
table, y  hacedor  de  justicia?  «Poderío  y  pavor  con  él.» 
Quiere  decir,  no  que  tiene  poder  solamente,  sino  que 
es  la  fuente  de  la  majestad  y  poder,  y  no  solo  dice  po- 
der de  fuerza,  sino  de  gobierno  y  de  mando;  y  ansí,  que 
Dios  tiene  el  imperio  de  todo,  y  la  fuerza  para  ejecu- 
ción de  su  imperio,  y  que  lo  tiene,  no  prestado  ni  con 
miedo,  sino  proprío  y  que  está  «con  él»,  esto  es,  que 
le  viene  de  suyo.  De  lo  cual  lo  primero  le  hace  gran- 
dísimo, y  lo  segundo  espantable  y  pavoroso,  y  ambas  á 
dos  cosas  demuestran  claramente  que  es  justo.  Porque 
aunque  á  las  veces  gobierna  y  manda  la  maldad,  pero 
nunca  le  viene  de  suyo  el  mandar;  sola  la  justicia  y  la 
verdad  es  natural  para  el  mando.  Por  donde,  decir  que 
la  divinidad  es  emperadora  de  suyo,  es  decir  que  es 
justísima.  Y  conforme  áesto,  añade  y  dice  que  es  «ha- 
cedor de  paz  en  sus  alturas»,  que  es  decir  que  pone 
en  orden  y  gobierna  con  rectitud  las  criaturas  mas  al- 
tas ;  como  arguyendo  que  si  pone  en  lo  poderoso  con- 
cierto, no  dejará  desconcertado  lo  flaco,  y  si  da  ley  á 
los  ángeles,  no  consentirá  que  vivan  sin  ella  los  hom- 
bres ,  y  si  ordena  á  los  inmortales ,  no  querrá  que  los 
mortales  anden  sin  orden,  y  seria  visto  quererlo,  si  no 
hubiese  castigo  con  que  lo  que  se  desordena  se  emien- 
de.  Y  dice  en  el  mismo  propósito  : 

3  «¿Por  ventura  tienen  cuento  sus  escuadrones?  Y 
¿sobre  quién  no  se  levanta  su  luz?»  No  hay  número,  di- 
ce, de  sus  escuadrones.  Prueba  elinflnito  poder  de  Dios 
por  la  majestad  de  su  casa,  y  por  la  muchedumbre  sin 
cuento  de  sus  ministros  demuestra  su  grandeza  sin  fin. 
Y  llama  escuadrones  á  las  criaturas  de  Dios,  por  las  di- 
ferencias de  ellas ,  y  por  la  orden  que  cada  una  tiene 
en  su  género,  y  por  la  fortaleza  de  todas,  y  por  la  pres- 
teza con  que  acuden  á  los  llamamientos  y  mandamien- 
tos de  Dios.  Porque  cada  género  de  cosas  ordenado  por 
sus  subjetos  y  especies,  es  como  un  escuadrón  de  sol- 
dados concertado  por  sus  hileras.  Y  como  el  escuadrón 
á  un  tocar  de  trompeta,  y  auna  seña  que  el  capitán  ha- 
ce, acomete  ó  se  retira,  ó  se  extiende  ó  se  aprieta,  ó  se 
tuerce  por  diferentes  maneras ,  ansí  á  las  escuadras  de 
las  cosas  criadas  con  un  silvo  las  mueve  Dios  por  do 
quiere.  Por  manera  que  en  decir  escuadrones ,  signi- 
fica que  es  capitán  Dios  y  gobernador;  y  en  decir  que 
«no  tienen  cuento»,  demuestra  que  se  gobiernan  todas 
por  él,  como  lo  declara  diciendo:  «¿Y  sobre  quién  no 
se  levanta  su  luz?»  Porque  el  gobierno  es  guia,  y  la 
guia  luz,  y  ansí  queda  averiguado,  siendo  luz  de  todo, 
ser  el  gobierno  general  de  las  cosas.  Sigúese : 

4  «  Y  ¿en  qué  manera  se  justificará  varón  con  Dios, 
y  como  se  limpiará  nacido  de  mujer?»  Aplica  lo  dicho 
á  lo  que  pretende,  y  concluye  diciendo :  Pues  si  á  Dios 
le  es  natural  el  ser  señor  y  el  ser  justo,  y  es,  por  mejor 
decir,  el  señorío  y  la  justicia  misma,  «¿  cómo  se  justi- 


LIBRO  DE  JOB,  407 

ficaráel  hombre  con  Dios?»  Adonde  lo  que  dice,  «con 
Dios ,»  ó  vale  tanto  como  comparado  con  Dios  (y  en- 
tendido ansí ,  concluye  bien  y  dice  verdad ,  porque  no 
hay  comparación  con  el  que  es  de  suyo  justo,  y  el  que 
participa  y  mendiga  de  otro  su  bondad  y  justicia ;  pero 
no  habla  á  propósito,  porque  ni  se  duda  dello,  ni  se  con- 
cluye el  intento  de  que  Job  es  malo  por  ser  Dios  mas 
justo  que  él  y  mas  bueno),  ó  vale  «con  Dios»  tanto 
como  en  los  ojos  y  en  el  juicio  de  Dios,  y  esto  hacia  mas 
al  propósito ,  porque  era  decir  que  Dios  juzgaba  á  Job 
por  malo.  Mas  no  se  colige  bien  de  lo  dicho,  que  no  se 
sigue  que  Dios ,  por  ser  infinitamente  justo ,  juzga  por 
malo  á  todo  lo  que  no  es  él.  Porque  en  este  juicio  no 
pide  á  las  criaturas  que  tengan  con  él  otra  tanta  justi- 
cia, sino  aquella  sola  que  á  cada  una  es  debida  según 
su  razón,  ni  las  mide  por  lo  que  es  él  en  sí,  sino  por  lo 
que  deben  ser  ellas.  Y  como  en  lo  natural ,  en  que  son 
infinitamente  menos  perfectas  que  Dios,  si  tienen  lo  que 
á  su  medida  conviene ,  Dios  las  tiene  por  buenas  y  las 
llama  ansí,  como  se  escribe  en  el  Génesis  (a);  así  en  lo 
moral,  dado  que  no  igualan  con  infinitos  quilates  á  Dios, 
si  tienen  lo  que  suelen  y  les  demanda ,  son  tenidas  de 
Dios  por  justas.  Ansí  que,  Bildad,  de  haber  asentado  que 
Dios  es  la  justicia,  no  concluye  bien  que  en  su  juicio 
lodos  los  hombres  son  malos.  Bien  es  verdad  que  ten- 
drían trabajo  todos  si  por  todo  rigor  lo  llevasen ,  no 
porque  él  es  justo  de  suyo,  ni  porque  nos  pide  que  sea- 
mos tan  justos,  sino  porque  en  eso  mismo  que  nos  pide 
y  debemos  ser,  hacemos  mil  faltas  y  pasamos  nuestra 
ley,  y  faltamos  de  nuestra  medida  en  cuanto  en  esta 
vida  vivimos.  Que  aunque  el  justo  puede  hacer  y  hace 
algunas  obras  perfectas,  otras  también  hace  que  no 
son  ni  perfectas  ni  buenas;  porque  ninguno  se  apura 
tanto  aquí,  que  no  tenga  alguna  imperfección  ó  pecado 
ligero.  Mas  esto  no  lo  niega  Job,  ni  contradice  á  lo  que 
afirma  y  pregona  de  sí,  que  es  no  haber  pecado  de  ma- 
nera que  mereciese  tan  grave  y  riguroso  castigo.  «Y 
¿en  qué  manera  se  justificará  varón  con  Dios,  y  cómo 
se  limpiará  nacido  de  mujer?»  Lo  que  decimos' i;aro«, 
en  el  original  es  una  palabra  que  significa  el  olvido ;  y 
lo  que  decimos  «nacido  de  mujer»,  según  la  proprie- 
dad  de  su  origen,  quiere  decir  muy  nacido  de  mujer. 

Y  contrapone  bien  estas  dos  cosas  en  el  hombre  con 
las  dos  que  dio  á  Dios,  con  quien  le  compara.  En  Dios 
puso  poderío  y  luz  de  justicia,  pone  en  el  hombre  errar 
de  ceguedad  y  flaqueza;  ceguedad,  en  darle  nombre  de 
olvido  y  desacuerdo,  que  es  un  género  de  no  saber;  fla- 
queza, en  nombrarle  hijo  de  una  cosa  tan  flaca;  que  los 
hijos  á  los  padres  salen ,  y  lo  vil  no  puede  engendrar 
fortaleza.  Y  como  en  Dios  puso  el  poderío  y  la  justicia 
en  lo  sumo,  ansí  al  hombre  da  extremo  de  ceguedad  y 
flaqueza.  Que  olvido  y  desacuerdo  no  es  ignorar  como 
quiera,  sino  es  un  no  saber  en  que  no  queda  rastro  de 
sciencia;  y  nacer  muy  hijo  de  mujer  no  es  mal  ordi- 
nario, sino  mal  en  hábito  y  mal  lanzado  en  los  huesos. 

Y  si  la  mujer  en  las  letras  sagradas  es  flaqueza  y  livian- 
dad y  melindre,  el  hijo  de  esto  ha  de  ser  lo  puro  de 
ello  y  la  flor.  Y  si  son  en  ellas  mismas  llamados  hijos 
de  una  cosa  los  que  tienen  mucho  de  ella  y  los  que  la 
poseen  con  gran  eicelencia,  como  hijo  de  guerra  el  be- 

(a)  Gen.,  <,, 


408 


OBRAS  DE  FRAY 


licoso,  y  de  paz  los  que  son  muy  pacíficos ,  cierto  será 
que  llamar  al  hombre  de  mujer  hijo,  es  llamarle  extre- 
mado en  todo  lo  que  dice  mujer,  en  miseria,  en  vileza, 
en  poco  ser  y  substancia.  Y  si  liijo  es  esto,  muy  hijo  y 
por  hábito  hijo  y  en  los  tuétanos  hijo,  como  el  original 
de  este  verso  denota,  ¿qué  no  será?  Mas  prosigue: 

5  (( Eh,  hasta  la  luna  no  esclarece,  y  estrellas  no  son 
limpias  en  sus  ojos.» 

6  «  ¿  Cuánto  mas  varón  gusano,  y  hijo  de  hombre  gu- 
sano?» Es  argumento  que  llaman  de  lo  mas  á  lo  me- 
nos, por  manera  de  negación, ^y  es  buen  argumento; 
porque  lo  que  falta  á  quien  mas  le  conviene,  no  se  ha- 
llará en  quien  menos  le  compete.  La  luna  y  las  estre- 
llas, que  son  moradas  de  luz,  ante  Dios  son  escuras; 
luego  mas  lo  será  el  hombre  mortal  y  el  hijo  de  padre 
mortal.  Pues  dice  :  «  Veis,  hasta  la  luna,»  que  es  decir, 
veis,  hasta  la  luna  misma,  que  tan  pura  y  blanca  se  nos 
muestra,  «no  esclarece,»  conviene  á  saber,  «en  sus 
ojos  »  ( que  se  traspasa  del  fin  del  verso  esta  palabra  al 
principio),  y  no  es  clara  en  sus  ojos  si,  como  dijimos, 
la  compara  consigo ;  que  si  la  mide  por  lo  que  á  ella 
conviene,  tiénela  por  buena  y  por  clara.  «Y  las  estre- 
llas,» que  son  también  cuerpos  de  luz,  «no  son  limpias 
en  sus  ojos,»  esto  es ,  en  su  comparación  no  se  tienen 
por  luces.  «¿Cuánto  mas  varón  gusano?»  estoes,  cor- 
ruptible; que  significa  por  el  efecto  la  causa,  porque 
de  la  corrupción  nace  el  gusano.  «  Y  hijo  de  hombre 
gusano,»  esto  es,  corruptible  también ,  de  manera  que 
por  sí  y  de  su  linaje  es  miseria.  Pero  de  ser  corrupti- 
ble, ¿cómo  se  arguye  que  es  pecador  el  hombre?  Ar- 
guyese lo  uno,  porque  lo  corruptible  es  mudable ,  y  lo 
mudable  flaco,  y  lo  flaco  es  ocasionado  á  faltar ;  lo  otro, 
porque  la  corrupción  del  hombre  nació  del  pecado,  co- 
mo san  Pablo  (a)  dice :  « Por  un  hombre  entró  el  pe- 
cado en  el  mundo,  y  por  el  pecado  la  muerte. »  Y  ansí, 
acordarle  al  hombre  que  se  convierte  en  gusanos  y 
que  nació  de  padres  gusanos ,  es  decir  que  de  naci- 
oienlo  es  pecador  el  hombre. 

CAPITULO  XXVL 

ARGUMENTO. 

Sentido  Job  de  iiic  Rililad  liicicse  como  parte  propria  suya  la 
defensa  de  la  divinn  Justicia,  le  dice  que  Dios  no  tiene  necesi- 
dad de  que  él  le  defienda,  por  ser  todopoderoso  y  sabio;  y  con 
esta  ocasión  alaba  Job  el  divino  poder  y  le  engrandece  por  muy 
gallarda  manera. 

i  Y  respondió  Job  y  dijo : 

2  ¿A  quién  ayudaste?  ¿A  quien  no  tiene  fuerza?;  Sal- 
vaste brazo  no  fuerte? 

3  ¿A  quién  aconsejaste?  ¿A  quien  no  tiene  ciencia?  Y 
¿n)rinifeslasle  tu  mucho  saber? 

i  ;,A  quién  enseñaste  palabras?  ¿Al  que  fabricó  tu  re- 
suello? 

5  Ves,  los  gigantes  gimen  so  la  agua,  y  los  que  moran 
con  ellos. 

6  El  infierno  descubierta  su  cara,  y  no  tiene  velo  la  per- 
dición. 

7  Extiende  setenlrion  en  vacío,  y  cuelga  sobre  nada  la 
tierra. 

8  Hccoge  en  sus  Dubes  las  aguas  para  que  no  des- 
ciendan á  una. 

(a)  Ad  rom.,  cap.  5,  v.  U, 


LUIS  DE  LEÓN. 

9  Aprende  faces  de  asiento,  y  esparce  niebla  suya  so- 
bre él. 

iO  Con  término  cercó  en  derredor  la  faz  de  las  aguas 
hasta  que  la  luz  y  las  tinieblas  se  acaben. 

M  Colunas  de  cielo  tiemblan,  y  se  espavorecen  á  su 
increpación. 

i"2  En  su  fortaleza  ayunta  los  mares  y  con  su  saber  hi- 
rió al  soberbio. 

15  Su  espíritu  adornó  los  cielos,  y  negociandosu  mano 
salió  la  torcida  culebra, 

14  Ves,  estas  partes  de  sus  carreras,  y  cuan  pequeñi- 
ta  palabra  oímos  de  ello  ;  el  tronido  de  su  grandeza  ¿  có- 
mo será  percebido? 

EXPLICACIÓN. 

i  «Y  respondió  Job  y  dijo. »  Burla  Job  de  Bildad  en 
este  capítulo,  pero  no  convienen  todos  en  decir  de  qué 
burla.  Unos  dicen  que  pretendió  probar  la  providencia 
particular  que  Dios  tiene,  y  que  no  la  probó,  y  que  an- 
sí Job  le  escarnece ;  y  por  consiguiente  trasladan  los 
versos  segundo  y  tercero  y  cuarto  de  esta  manera: 
«¿Con  qué  ayudaste  lo  flaco?  ¿Cómo  salvaste  con  fla- 
queza de  brazo?  Cómo  determinaste  sin  sabiduría?  Y 
¿piensas  quemostraste  gran  saber?  ¿Cuyas  palabras  ma- 
nifestaste, y  cuyo  espíritu  salió  de  tí?»  Como  diciendo 
con  ironía,  disimulación  y  escarnio  :  ¿Quién  te  ense- 
ñó, ó  quién  fué  tu  maestro,  para  confirmar  tan  flaca- 
mente tu  sentencia  flaca,  y  para  favorecerla  con  brazo 
tan  débil?  Mas  este  parecer,  aunque  es  del  Parafraste 
caldeo ,  no  viene  con  lo  que  se  sigue  después.  Y  ansí, 
considerándolo  todo,  trasladaron  los  griegos  mejor  aquí, 
á  quien  siguiendo  san  Jerónimo,  dice  : 

2  «¿A  quién  ayudaste?  ¿Por  ventura  á  quien  no  tie- 
ne fuerza?»  Según  lo  cual  escarnece  Job  en  Bildad, no 
de  la  providencia,  que  no  probó,  que  eso  es  ajeno  de  lo 
que  agora  se  trata ,  sino  del  querer  volver  por  la  gran- 
deza de  Dios,  como  si  estuviera  en  peligro;  y  ya  que 
volvía,  lo  poco  que  della  supo  rlecír.  Porque  en  lo  pri- 
mero, lo  uno,  agravió  á  Job, dando  á  entender  que  no 
sentía  bien  de  Dios,  pues  él  en  respuesta  suya  volvía 
por  Dios ,  y  lo  otro,  hizo  una  cosa  excusada,  porque 
ninguna  cosa  es  mas  manifiesta  que  la  grandeza  divi- 
na; en  lo  segundo  anduvo  muy  pobre  en  argumento, 
que  de  suyo  es  tan  extendido  y  copioso.  Y  ansí,  Job,  bur- 
lando del,  cuanto  á  lo  primero,  dice  que  fué  el  suyo 
trabajo  excusado,  que  sin  causa  y  por  qué  vuelve  por 
Dios,  á  quien  él  alaba,  y  cuya  grandeza  y  justicia  co- 
noce y  confiesa,  y  que  él  en  si  está  tan  alabado,  tan 
poderoso  y  tan  fuerte.  Y  cuanto  á  lo  segundo,  añade, 
alabando  á  Dios ,  lo  menos  que  Bildad  había  dicho  de 
sus  loores.  Pues  dice:  «¿A  quién  ayudaste?  ¿Por  ventu- 
ra á  (piien  no  tiene  fuerza?»  Tomaste,  dice,  la  cau- 
sa de  Dios,  como  si  él  no  tuviera  saber  ó  poder  para  de- 
fenderla, y  juzgaste  por  perdido  su  negocio  si  tú  no 
salías  á  la  defensa;  engañándole  en  todo,  ansí  en  pen- 
sar que  corría  peligro  como  en  creer  que  el  socorro  es- 
taba en  tí.  ¿Tan  ílaco  te  parece  Dios,  tan  falto  de  fuer- 
za, que  tiene  necesidad  de  la  tuya?  «¿Salvaste,  dice, 
brazo  no  fuerte?»  Y  añade: 

3  «¿A  quién  aconsejaste?  ¿A  quien  no  tiene  sciencia?» 
Que  lo  dice  en  la  misma  razón  de  haberle  parecido  á 
Bildad  necesario  apoyar  el  saber,  el  poder  y  la  justicia 
de  Dios,  siendo  ansí  que  ni  Job  ni  otro  alguno  hacía 


EXPOSICIÓN  DEL 
cuestión  de  ello  ni  duda.  Mas  dice:  «Y  manifestaste  tu 
mucho  saber;»  que  es  disimulada  ironía,  diciendo:  He- 
cisle  gran  plaza  de  lo  que  sabias ,  á  fin  de  responder  por 
la  sabiduría  de  Dios.  Porque  en  realidad  de  verdad  no 
fué  casi  nada  lo  que  en  esto  bablú,  dos  palabras  solas, 
y  esas  manifiestas  y  de  poca  importancia.  Mas  aquí  el 
original  dice  ansí;  «¿Y  esencia  en  muchedumbre  he- 
ciste  saber?»  Que  es  preguntarle,  conforme á  la  figura 
que  sigue,  si  le  parece  que  con  su  razón  ha  enseñado 
al  que  es  esencia  en  muchedumbre,  esto  es ,  al  que  tie- 
ne en  sí  las  esencias  y  las  razones  de  todas  las  cosas, 
y  que  por  la  misma  razón  las  sabe  y  entiende  y  conoce; 
porque  al  ser  se  sigue  el  saber.  Y  prosigue  en  el  mis- 
mo propósito,  y  dice: 

4  «¿A  quién  enseñaste  palabras?  ¿Al  que  fabricó  tu 
resuello?»  Porque  cierto  es  que  el  autor  y  artífice  del 
aliento  y  del  espíritu  sabe  y  entiende  mas  que  quien 
recibe  el  espíritu.  Enseñas ,  dice,  á  hablar  al  que  hizo 
la  habla ,  al  que  hizo  el  aliento  con  que  se  forma  y  ar- 
lieula,  esto  es,  al  mismo  maestro.  Que  en  el  original 
es  al  pié  de  la  letra:  «¿A  quién  anunciaste  palabras,  y 
espíritu  del  salió  de  tí?»  En  que  esto  postrero  podemos 
declarar  en  una  de  dos  maneras.  Una:  «¿A quién,  dice, 
enunciaste  palabras?»  estoes,  ¿por  quién  has  tomado 
la  mano  de  hablar,  como  si  él  fuese  mudo?  ¿Por  ventu- 
ra por  Dios  ?  Pues  dime ,  ¿salió  de  tí  el  espíritu  de  Dios, 
6  el  tuyo  dél?¿Dístele  tú  vida,  ó  al  revés,  él  inspiró  en  tí 
aliento  y  palabras?  Que  alude  alo  del  Ge?jes/s  (a),  donde 
dice  que  ciformó  Dios  al  hombre  de  la  tierra,  y  le  inspiró 
resuello  de  vida».  Como  diciendo  con  mofa:  Hablas  por 
é!,  como  si  él  no  supiese ,  como  si  fuese  hechura  tuya, 
como  si  le  hubieses  inspirado  la  vida.  Otra  manera  es, 
que  en  esta  segunda  parte  se  vuelva  á  Dios  y  hable  con 
él,  como  maravillándose  del  poco  saber  de  Bildad,  y 
diciendo:  ¿Por  quién  razones  y  hablas?  Mas  ¿qué  des- 
acuerdo, Señor,  que  siendo  hechura  tuya,  y  habiendo 
recibido  de  tí  el  aliento  y  el  alma,  presuma  de  ense- 
ñarle ó  le  parezca  que  padecerá  sin  su  defensa  tu  ser? 
Y  dicho  esto  en  mofa  y  reprehensión  de  Bildad,  abre  su 
boca  toda  en  alabanzas  de  Dios,  y  por  lo  poco  que  Bil- 
dad dijo  ,  dice  él  muchas  cosas.  De  que  es  la  primera: 

5  «Ves,  los  gigantes  gimen  so  las  aguas,  y  los  que 
moran  con  ellas.»  O  como  dice  otra  letra:  «Ves,  los 
muertos  serán  formados  so  las  aguas ,  y  los  que  moran 
en  ellas;»  que  ambas  letras  engrandecen  á  Dios.  Por- 
que la  primera  hace  alusión  al  diluvio,  adonde  Dios 
mostró  su  juiticia  en  la  severidad  del  castigo,  y  su  po- 
der en  anegar  al  mundo  con  tanta  facilidad  y  presteza; 
y  la  segunda  muestra  el  poder  y  saber  de  Dios  en  la 
creación  de  las  cosas,  que  por  medio  déla  humedad  las 
produce.  Y  no  solo  en  esta  luz,  adonde  el  hombre  la- 
bra y  el  sol  resplandece ,  y  el  cielo  y  las  estrellas  in- 
fluyen mas  derechamente  y  mas  fuerte;  mas  en  los 
abismos  mas  hondos  y  debajo  de  los  mares  mas  altos 
produce  criaturas  extrañas,  y  da  vida  adonde  al  pare- 
cer no  se  puede  vivir.  Y  á  la  verdad,  aunque  todos  los 
elementos  están  llenos  deestas  obras  divinas,  en  nin- 
guno se  ven  cosas  criadas  en  mayor  copia ,  ni  en  ma- 
yor diferencia ,  ni  con  mayor  estrañeza ,  que  en  la  mar 
y  las  aguas.  De  que  David  en  el  salmo  (6),  «este  mar, 

(o)  Gen.,  cap.  2 ,  v.  7.    (*)  Ps.  103,  ?.  26,  27. 


LIBRO  DE  JOB.  Í09 

dice ,  grande  y  de  grandísimos  brazos,  en  él  reman  ani- 
males que  no  tienen  cuento,  animales  grandes  y  ani- 
males pequeños  sin  número.»  Prosigue: 

6  «El  infierno  descubierto  á  su  cara,  y  no  tiene  cu- 
bija la  perdición ,»  entiéndese,  ante  sus  ojos.  En  el  pa- 
sado dijo  del  poder ,  en  este  del  poder  y  saber.  Porque 
en  Dios,  adonde  llega  la  vista  alcanza  la  mano,  y  á  lo- 
do está  presente,  por  ser  y  por  saber  y  virtud.  «El  in- 
fierno ,  dice ,  le  está  descubierto. »  Infierno  llama  el  cen- 
tro y  lo  mas  hondo  y  escuro.  Que  es  decir:  En  lo  mas 
escuro  ve ,  y  lo  mas  secreto  y  ascondido  le  es  claro,  y 
no  hay  velo  ni  cubija  para  él  en  cosa  ninguna,  la  per- 
dición misma  conoce.  Y  llama  perdición  lo  mismo  que 
infierno ;  porque  lo  que  cae  allí  se  pierde ,  y  es  sin  uso 
y  sin  provecho  todo  lo  que  yace  escondido  en  inaccesi- 
bles y  hondos  lugares.  Dice  mas : 

7  «Extiende  setentrion  en  vacío ,  y  cuelga  sobre  nada 
la  tierríK»  Selentrion  llama  á  todo  el  cielo,  entendien- 
do por  figura  el  todo  en  la  parte.  Pues  dice ,  en  testi- 
monio de  la  fuerza  y  sabiduría  de  Dios ,  que  hizo  la  tier- 
ra y  el  cielo  ,  que  es  decir,  todas  las  cosas  que  la  Sa- 
grada Escritura  suele  comprehender  en  estos  dos  nom- 
bres ,  como  se  ve  en  el  libro  de  la  creación  (c)  al  prin- 
cipio. Y  del  cielo  dice  que  le  extiende ,  y  de  la  tierra, 
que  la  tiene  colgada,  y  á  la  tierra  colgada  en  nada,  y  al 
cielo  extendido  en  vacío;  en  que  da  á  entender  de  Dios 
ser  tan  sabio  como  es  poderoso.  Porque  el  criar  es  po- 
der, y  el  criar  en  la  forma  como  crió  es  sabiduría  gran- 
dísima; que  á  la  tierra  pesadísima  sostiene  como  col- 
gada en  el  aire, sin  apoyo  y  sin  arrimo  ninguno,  y  al 
cielo  tiene  extendido ,  no  en  otro  sugelo  alguno,  sino 
en  el  mismo  vacío.  Dice  mas: 

8  «Recoge  en  sus  nubes  las  aguas  para  que  no  des- 
ciendan á  una.»  Maravilloso  testigo  es  de  lo  que  sabe 
y  puede  Dios  el  negocio  de  las  nubes  y  lluvias;  y  así, 
Job  por  este  fin  hace  memoria  del  luego  después  de  la 
creación  de  las  cosas.  La  tierra  es  seca  de  suyo,  y  el  sol 
que  la  rodea  y  mira  siempre,  la  seca;  y  ansí,  para  el  re- 
frigerio de  los  que  en  ella  viven,  y  para  el  sustento  de 
todos,  fué  necesario  que  fuese  regada.  Para  lo  cual  or- 
denó Dios  que  la  agua  subiese  en  alto ,  y  se  espesase 
en  nubes  encima  del  aire,  y  se  derritiese  otra  vez  en 
ellas,  y  cayese  hecha  lluvia,  para  que  las  nubes  defen- 
diesen del  sol ,  y  la  lluvia  regase  y  humedeciese  la  tier- 
ra. Y  pareciendo  no  ser  posible  que  la  agua,  mas  pesa- 
da que  el  aire,  se  pusiese  sobre  él,  halló  Dios  forma 
como  adelgazarla  y  alivianarla  en  vapores;  y  á  ese  mis- 
mo sol ,  que  secaba  y  agostaba  la  tierra,  hizo  ministro 
para  sacar  de  ella  lo  que  la  defendiese  del  y  amparase; 
que  el  sol  levanta  el  agua  á  las  nubes,  y  las  nubes,  de- 
jándola caer,  mitigan  y  templan  su  ardor.  Y  porque 
adelgazada  el  agua  ansí,  pudiera  subir  tan  alto,  que  no 
fuera  después  de  provecho ,  templó  y  compuso  el  aire 
en  tal  forma,  que  llegada  á  cierta  parte  del  se  detuvie- 
se ,  y  con  el  frió  de  aquel  lugar  se  espesase  la  que  iba 
hecha  humo  con  el  calor,  y  espesándose  cobrase  cuer- 
po, y  vuelta  á  su  primera  forma  y  peso  cayese.  Y  dis- 
puso las  casas  con  tal  providencia ,  que  se  derritiese 
poco  á  poco  y  hubiese  quien  la  detuviese  y  dividiese  en 
el  aire  para  que  no  viniese  al  suelo  toda  junta  y  de  gol- 

(c)  Gen.,  1. 


4^0  OBRAS  DE  FRAY 

pe,  que  fuera  anegarlo ,  sino  en  golas  menudas.  Pues 
dice  que  recoge,  ó  según  el  original  propriamente,  que 
«ata  en  sus  nubes  las  aguas»;  porque  las  que  subian 
sueltas  y  esparcidas  y  hechas  vapores ,  volando  con  el 
arte  que  dicho  habernos,  las  recoge  y  las  aprieta  y  las 
espesa,  y  como  él  dice,  «las  ala  en  las  nubes,»  redu-  ¡ 
ciéndolas  á  su  forma  propria  y  dándolas  peso,  con  el 
cual  comienzan  á  descender ,  no  á  una  ni  de  golpe, 
sino  deshechas  en  partes  pequeñas.  O  como  olra  le- 
tra dice,  «no  es  rompida  nube  so  ellas,»  esto  es  decir 
que,  aunque  las  ayunta  y  espesa  en  las  nubes,  y  quitán- 
doles la  ligereza  primera,  las  vuelve  pesadas;  mas  há- 
celo  de  manera  que  con  todo  aquel  peso  suyo  no  rom- 
pen rasgadamente  las  nubes ,  sino  cuélanse  y  distilan 
por  ellas.  Prosigue  : 

9  «Apreliende  faces  de  asiento,  y  esparce  nicblasu- 
ya  sobre  él.»  Asiento  llama,  ó  silía,  ó  cadira  de  Dios, 
según  algunos ,  al  cielo ,  y  según  otros ,  a!  sol ,  de  quien 
David  en  el  salmo  {a)  dice  que  «puso  Dios  en  él  su 
morada  y  su  tienda».  Pues  entre  otras  obras  grandes 
de  naturaleza,  dice  que  Dios  hace  esta  también,  que 
le  aprehende,  ó  como  otros  trasladan,  «ase  y  toma,»  ó 
será  mejor  decir  ocupa ,  y  como  de  los  espejos  deci- 
mos, empaña  las  faces  claras  de  él,  ó  cuando  le  eclip- 
sa poniendo  entre  él  y  nosotros  la  oscuridad  de  la  luna, 
ü  ciertamente  cuando  levanta  y  extiende  por  todas  par- 
les la  niebla ;  que  todo  ello  es  hecho  por  maravillosas 
y  secretas  maneras.  Y  ansí,  la  Escritura  en  diversas  par- 
tes, diciendo  las  alabanzas  de  Dios,  hace  mención  dees- 
tas  obras,  como  en  el  salmo  (6)  David  dice:  «Enviasu 
cristal  como  en  pedazos,  esparce  como  ceniza  su  nie- 
bla.» Y  de  la  que  se  sigue ,  que  es: 

10  «Con  término  cercó  en  derredor  la  faz  de  las 
aguas,  hasta  que  la  luz  y  las  noches  se  acaben;»  en  que 
pone  el  freno  que  Dios  á  la  mar  puso  para  que  no  se 
extienda  y  anegue  la  tierra;  también  hace  David  me- 
moria en  el  salmo  (c).  «Linde,  dice,  que  no  traspasa- 
rán ,  pusiste  á  las  aguas ,  no  volverán  á  cubijar  la  tier- 
ra.» Y  Salomón  en  los  Proverbios  [d),  diciendo :  «Cuan- 
do ponia  su  término  al  mar,  cuando  daba  á  las  aguas 
ley  que  no  pasasen  sus  rayas.»  Y  dice  mas: 

i  1  «Colunas  de  cielo  tiemblan  y  se  espavorecen  á  su 
increpación.»  «A  la  increpación»  entiende,  esto  es,  al 
mandamiento  de  majestad  y  á  la  voz  llena  de  autoridad 
señoril  con  que  dijo  y  hizo  Dios  que  se  apartasen  las 
aguas;  á  esta  voz  de  Dios,  dice  que  temblaron  los  cie- 
los. Y  es  digno  de  considerar  que  las  mas  de  las  veces 
que  de  este  apartamiento  del  mar  y  dcscui)r¡micntodc 
la  tierra  hace  mención  la  Escritura ,  dice  haber  sido 
Lecha  mandándolo  Dios  con  increpación  y  tronido  es- 
pantoso. El  salmo  {e)  que  agora  alegamos  decia  :  «A 
tu  increpación  huyeron,  y  á  la  voz  de  tu  tronido  tem- 
blaron.» Y  es  verdad  que  cuando  la  tierra  sumida  en 
el  agua  en  el  tercero  dia  demostró  su  ligura,  mandó  y 
dijo  Dios  que  se  apartasen  las  aguas  {[).  «Ayúntense, 
dice,  las  aguasen  un  lugar,  y  parezca  la  tierra.»  Mas 
como  dijo  esto,  se  escribe  haber  dicho  otras  co.sas  {g): 
que  resplandeciese  la  luz,  que  el  firmamento  se  hicie- 
be,  que  produjese  la  tierra  plantas,  el  cielo  estrellas, 

(a,  Ps.  18 ,  V.  S.    ib)  Ps.  147 ,  v.  6,  5.    (c)  Ps.  10J ,  v.  0. 
(di  l'fOT.,  V,  V,  i'l    (d  Vi.  lU; ,  7.    {/}  Gcu.,  1,  V.    {ff)  Allí. 


LUIS  DE  LEÓN. 

el  suelo  y  agua  aves ,  animales  y  peces.  Y  siendo  ansí, 
solo  este  dicho  y  mando,  y  sola  esta  vez  que  puso  fre- 
no á  las  aguas,  es  significada  con  nombre  de  espantoso 
ruido;  ó  por  mostrar  que  esta  obra,  cuanto  es  de  su 
parte,  era  señaladamente  dificultosa,  ó  por  ventura 
porque  en  el  hecho  no  se  hizo  sin  grandísimo  ruido  y 
estruendo.  Porque,  si,  como  algunos  dicen,  se  hizo  con- 
sumiendo parle  de  ellas  el  sol ,  grande  fué  sin  duda  el 
calor  que  en  tan  breve  tiempo  hirvieron ,  y  el  hervor  y 
las  olas  de  un  elemento  tan  grande  sonó  espantosamen- 
te sin  duda.  Y  si,  como  otros  dicen,  nació  de  abajarse 
en  algunas  parles  y  recehir  las  aguas  la  tierra,  cierto 
es  que  la  tierra  con  sus  temblores  se  sume,  y  que  el 
temblar  y  el  sumirse ,  y  el  caer  en  una  parte ,  y  el  le- 
vantarse en  otra  las  montes,  no  se  hace  sin  estampido 
y  espanto.  Mas  dice  en  la  misma  razón : 

12  «En  su  fortaleza  ayunta  los  mares,  y  con  su  saber 
hirió  al  soberbio;»  y  podemos  decir  «la  soberbia»,  en- 
tiéndese de  las  aguas  y  de  los  mares,  que  cubrían  por 
todas  partes  la  tierra,  que  fué  sin  duda  obra  de  grandí- 
simo poder  y  saber.  Y  donde  decimos  ayunta ,  pode- 
mos decir  divide,  y  en  el  mismo  sentido ,  porque  eran 
antes  un  cuerpo  contino ,  que  tenia  dentro  de  sí  la  tier- 
ra sumida;  y  ansí,  el  ajuntarlasen  una  parte  para  que 
se  descubriese  el  suelo  en  olra ,  fué  dividir  la  conti- 
nuación que  tenían.  Va  mas  adelante  y  concluye: 

13  «Su  espíritu  adornó  los  cielos,  y  negociando  su 
mano,  salió  la  torcida  culebra.»  O  como  el  hebreo  di- 
ce :  «Y  formó  con  su  mano  al  culebro  que  huye.»  Lo 
cual  pertenece  á  la  obra  del  cuarto  dia ,  en  que  formó 
la  luna  y  el  sol  y  las  estrellas  del  cielo,  el  norte  y  el 
carro,  y  la  culebra  que  entre  ellos  se  tuerce  y  da  vuel- 
tas, en  la  forma  que  hace  las  veces  que  huye.  Y  dice 
que  «su  espíritu  hermoseó  ó  es  hermosura  de  los  cie- 
los», porque  aunque  todo  el  ser  y  el  ser  bueno  es  de 
Dios,  en  la  obra  del  cielo  resplandece  mas  su  saber;  y 
las  otras  obras  son  de  las  manos  de  Dios,  mas  las  de  las 
estrellas  y  sus  movimientos  son  de  su  ingenio  y  espíri- 
tu. Y  dicho  esto,  concluye  el  capítulo  y  dice: 

14  «Ves,  estas  son  partes  de  sus  carreras,  y  cuan 
pecjueñila  palabra  oímos  de  ello;  el  tronido  de  su  gran- 
deza ¿cómo  será  percebido?»Las  carreras  de  Dios  son 
sus  obras,  y  esias  que  ha  referido  son  una  parlecilla 
pequeña  de  ellas,  porque  son  las  naturales  solas,  y  no 
todas,  y  eí:as  no  especificadas,  sino  dichas  en  figura  y 
en  sombra.  Y  por  esto  dice  que  «estas  son  parles  de 
sus  carreras,»  y  porque  son  pocas,  dice  que  son  «pe- 
queñita  palabra»,  y  porque  aun  esas  no  se  declaran  ni 
entienden  bien ,  dice  que  las  oimos  apenas.  Que  sus 
obras  todas,  y  «el  tronido  de  sus  grandezas»,  ¿quién 
lo  sabe  ó  de  quién  «podrá  ser  pcrcebido»?  En  lo  que, 
á  lo  que  entiendo,  miró  no  solamente  á  las  obras  natu- 
rales que  Dios  hizo  en  lo  sccrc'.o  del  cielo,  en  la  crea- 
ción de  los  ángeles,  en  sus  jerarquías  y  órdenes,  que 
son  mayores  nnudio  que  oslas  visibles,  y  ni  las  sabe- 
mos aquí ,  ni  las  podemos  saber  Y>crfcclamente ;  sino 
miró  también,  y  con  mas  atención,  á  lo  sobrenatural  que 
había  de  hacer  Dios  por  el  hombre ,  á  su  encarnación, 
á  su  vida,  ala  forma  del  humano  rescate,  á  su  resur- 
rección ,  á  la  nueva  del  Evangelio,  á  la  conversión  de 
las  gentes,  al  bUce¿odcla  I^jlesia  y  mnute  del  uiuudo, 


EXPOSICIÓN  DET. 

y  justicia  y  gloria  de  sus  escogidos ,  que  en  compara- 
ción de  eslas,  todas  las  demás  son  menores.  Porque  an- 
tes que  fuesen,  no  cayeron  en  la  imaginación  de  cria- 
tura ninguna ,  y  después  de  hechas ,  y  cuando  fueron 
oidas,  espantaron  al  mundo.  Por  lo  cual  dice  que  del 
tronido  desús  grandezas  ¿cómo  será  percebído?»  Que 
como  el  tronido  viene  sin  pensar,  y  estremece  los  co- 
razones sonando,  y  cria  en  ellos  pavor  y  maravilla  de 
Dios;  ansí  la  voz  del  Evangelio  no  pensada,  luego  que 
sonó  se  pasmaron  las  gentes.  Y  oir  los  hombres  que 
nació  Hombre  Dios,  y  que  se  puso  en  la  cruz  por  los 
hombres,  y  que  resucitó  inmortal  de  los  muertos,  y  que 
vive  Señor  de  todo  lo  criado  en  el  cielo,  y  ver  la  osa- 
día con  que  unos  pocos  y  pobres  decian  á  voces  que 
erraba  en  sus  religiones  el  mundo ,  y  cómo  se  oponia  á 
los  sabios  y  á  los  reyes  de  él  una  humildad  tan  desnu- 
da, y  cómo  muriendo  vencia,  y  derramando  su  sangre 
hacia  gente,  y  ver  tanta  virtud  en  una  palabra  tan  sim- 
ple, que  llegada  al  oido,  penetrase  luego  á. lo  secreto  de 
la  alma,  y  entrada  en  ella,  la  desnudase  de  sí  y  de  sus 
mas  asidos  deseos,  y  la  sacase  del  ser  de  la  tierra,  y  le 
diese  espíritu,  ingenio  y  semblantes  divinos,  y  hollan- 
do sobre  cuanto  se  precia,  viviese  moradora  del  cielo, 
maravilló  extrañamente  sin  duda  á  los  que  lo  oyeron, 
puso  á  los  que  lo  vieron  en  espanto  grandísimo,  crió 
admiración  de  Dios ,  y  de  contino  la  cria  en  los  que  la 
experimentan  en  si.  Grande  es  en  todo  Dios,  pero  en 
este  hecho  es  grandísimo.  De  las  otras  obras  suyas  es 
algo ,  aunque  es  poco ,  como  dice  Job  aquí ,  lo  que  se 
entiende;  pero  en  eslas  la  menor  parte  dellas  vence  to- 
do entendimiento  y  sentido.  Y  si  en  el  criar  del  mun- 
do extendió  sobre  vacío  los  cielos ,  y  cuelga  y  sustenta 
sin  ningún  apoyo  ni  arrimo  la  tierra,  recoge  en  las  nu- 
bes las  aguas ;  si  oscurece  el  sol  á  veces,  y  esparce  por 
el  aire  la  niebla ;  si  puso  término  al  mar,  si  le  recogió 
á  lugar  cierto,  si  quebrantó  su  soberbia,  y  finalmente, 
si  hermoseó  con  sol  y  estrellas  el  cielo ;  eso  mismo  con 
mayor  maravilla  y  mas  nueva  hizo  en  esta  otra  orden 
y  linaje  de  cosas.  Adonde  sin  ninguna  duda,  en  los  su- 
getos  de  nuestros  corazones  ,  tan  viles  de  sí  y  tan  va- 
cíos de  todo  bien,  extiende  y  desplega  los  cielos,  po- 
niendo las  riquezas  y  bienes  de  ellos  en  vasos  tan  va- 
cíos de  bien,  y  como  el  Apóstol  decia  (a):  «Ün  tesoro 
inmenso  en  vasijas  de  Iodo;»  y  la  tierra  nuestra,  que 
es  cuanto  tenemos  de  ser  pesadísimo  de  suyo  y  incli- 
nado á  polvo  y  bajeza,  lo  sustenta  y  lo  trae  colgado  en 
nada ,  y  como  si  dijésemos  sin  llegar  á  la  tierra.  Porque 
hace  en  los  suyos  que  sin  apoyo  de  ningún  consuelo 
visible  y  sin  llegar  al  suelo  los  pies ,  aun  lo  que  es  tier- 
ra en  ellos  ande  levantado  en  espíritu,  y  el  cuerpo  vi- 
va como  no  cuerpo  en  mil  cosas ,  de  que  vuestra  reve- 
rencia tiene  muchos  ejemplos  domésticos.  Masestoqué- 
dese  agora  aquí,  y  sigamos  nuestro  propósito. 

(a)  II,  Ad  cor.,  V.  7. 


LIBRO  DE  JOB. 


411 


CAPITULO  XXVII. 


ARGLMENTO. 

Prosigue  Job  con  tesón  en  defender  su  inocencia  ;  dice  la  causa 
que  le  movió  para  mantenerse  en  ella,  que  fué  el  ver  que  á  los 
malos  nada  les  espera  de  bueno  en  la  otra  vida ,  y  aun  en  esta 
no  cogen  ordinariamente  otro  fruto  de  sus  esperanzas  que  la 
muerte  de  sus  hijos  desgraciada ,  la  mendicidad  de  sus  nietos  y 
la  disipación  de  sus  haciendas. 

i  Y  añadió  Job,  prosiguiendo  su  razonamiento,  y  dijo: 

2  Vive  Dios,  que  desvió  mi  juicio,  y  Abastado,  que  liin- 
clió  de  amargura  mi'alma. 

3  Que  en  todo  liemiio  resuello  en  mí,  y  espíritu  del 
Seüor  en  mis  narices. 

4  Si  hablaren  mis  labios  maldad,  y  si  gorjeare  mi  len- 
gua engaño. 

5  Lueñe  de  mí  justificar  á  vosotros ,  basta  que  fallez- 
ca no  desviaré  de  mi  inocencia. 

6  En  mi  justicia  me  atendré,  y  no  la  dejaré;  no  me 
avergüenza  mi  corazón  en  mis  dias. 

7  Será  como  malvado  mi  adversario,  y  el  que  es  con- 
tra mi  como  injusto. 

8  Que,  ¿cuál  esperanzado  bipócrila,  si  roba  avariento, 
y  no  da  libertad  Dios  á  su  alma? 

9  ¿Por  ventura  oirá  Dios  su  vocería  cuando  viniere 
sobre  él  la  apretura? 

10  ¿Si  se  deleitará  sobre  el  poderoso,  ó  si  le  invocará 
en  todo  tiempo? 

41  Enseñarvos  he  en  mano  de  Dios  ,  no  ascenderé  lo 
que  con  él  poderoso. 

12  Y  cierto  vosotros,  vosotros  todos  lo  vistes  ,  y  ¿para 
qué  habláis  vanidades? 

13  Esta  es  la  suerte  del  hombre  impio  con  Dios ,  y  la 
herencia  de  violentos  que  recibe  del  poderoso. 

ii  Si  multiplicados  fueren  sus  hijos,  para  el  mismo 
cuchillo  sus  pimpollos  no  serán  barios  de  pan. 

13  Los  que  quedaren  del  serán  sepultados  en  muerte, 
y  sus  viudas  no  plañirán. 

16  Si  amontonare  como  polvo  plata ,  y  si  como  lodo 
aparejare  vestido. 

17  Aparejará  y  justo  se  vestirá,  y  la  plata  dividirá  el  ino- 
cente. 

18  Edificó  como  polilla  su  casa ,  y  como  cabana  que  la 
guarda  hizo. 

19  Rico  dormirá,  y  no  congregará ,  abrirá  sus  ojos,  y 
noá  él. 

20  Aprehenderá  del  como  aguas  pobreza,  de  noche  le 
oprimirá  tempestad. 

21  Y  levantarále  viento  solano  y  llevarále,  y  torbelli- 
narle  ha  de  su  lugar. 

22  Arrojará  sobre  él,  y  no  perdonará ;  de  mano  suya  irá 
huyendo. 

23  Apretará  sus  manos  sobre  él,  y  viendo  su  lugar, so- 
bre él  dará  silbo. 

EXPLICACIÓN. 
1  «Y  anadió  Job,  prosiguiendo  su  razonnmienfo,  y 
dijo.»  Habiendo  burlado  Job  de  la  imperlinencia  de  Bil- 
dad ,  y  loado  á  Dios  mas  copiosamente  que  Bildad  le  loa- 
ra ,  y  con  esto  manifestado  lo  que  él  sentía  de  la  for- 
taleza de  Dios  y  de  su  sabiduría  infinita,  agora  en  este 
capítulo,  para  mayor  claridad  de  su  sentencia  y  de  la 
opinión  que  acerca  de  la  divina  justicia  tenia,  dice  y 
certifica  que  no  por  mostrársele  tan  severo  Dios  se 
tiene  á  sí  por  malo  ó  á  él  por  injusto.  No  es  él  malo 
por  ser  azotado ,  pues  que  muchos  malos  pasan  aquí 
sin  azote;  no  es  injusto  Dios,  pues  que  al  fin  al  que 
malo  es ,  en  el  remate  de  la  vida  y  en  su  sucesión  le 
castiga.  Y  por  esta  ocasión  se  extiende  á  declarar  coa 


412  OBRAS  DE  FRAY 

encarecimiento  los  últimos  desastres  del  malo,  dando  , 
á  entender,  por  el  contrario,  que  si  padecen  aqiií  algu- 
nas veces  los  justos ,  á  la  postre  tienen  ellos  y  sus  co- 
sas felices  y  prósperos  fines ,  con  que  queda  defendida  ! 
y  de  reprehensión  libre  y  exenta  la  justicia  de  Dios.   < 
Dice  pues :  | 

2  «Vive  Dios ,  que  desvió  mi  juicio,  y  Abastado ,  que 
Linchó  de  amargura  mi  alma.»  Que  podemos  entender 
de  dos  maneras :  ó  que  aunque  no  se  guarda  orden  de 
juicio  en  mi  causa ,  y  aunque  estoy  de  dolor  y  de  amar- 
gura lleno,  «Dios  vive  y  Abastado  hay;»  esto  es,  no 
por  eso  juzgo  ni  pienso  que  no  hay  Dios  ni  providen- 
cia en  el  cielo ;  ó  lo  que  dice  mas  con  la  letra,  que  sea 
como  afirmación ,  que  pasa  á  los  dos  siguientes  versos, 
que  son  : 

3  «Que  en  todo  cuanto  resuello  en  mí,  y  espíritu 
del  Señor  en  mi  nariz.» 

4  «Si  hablarán  mis  labios  maldad,  y  si  gorjeará 
mentirá  mi  lengua.»  Diciendo  que,  aunque  Dios  le 
amarga  y  aflige,  y  no  se  quiere  poner  á  juicio  con  él, 
pero  que  por  él  mismo  afirma  y  certifica  que  mien- 
tras respirare  y  viviere  será  poderoso  nadie  a  que  ha- 
ble ó  sienta ,  ni  contra  Dios  ni  contra  sí ,  cosa  falsa  ó 
indebida.  «Vive  Dios,  que  desvió  mi  juicio  ;»  esto  es, 
que  aunque  desvió  mi  juicio ,  no  guardando  con  él  la 
forma  y  estilo  de  juzgar,  haciendo  primero  cargo  y 
oyendo  después,  como  en  los  capítulos  pasados  decía. 
Mas  que,  sin  embargo  desto  y  de  que  le  tiene  lleno  de 
amargor  y  dolor,  «en  todo  cuanto  resuello  en  mí,  y  es- 
píritu del  Señor  en  mi  nariz  ;  »  esto  es,  en  cuanto  du- 
rare la  vida  y  el  aliento  ,  «sí  hablarán  mis  labios  mal- 
dad, y  si  gorjeará  mentira  mí  lengua;»  esto  es,  ni 
sentirá  mi  alma  ni  pronunciará  mi  boca  cosa  torcida 
6  falsa,  entiéndese  en  la  materia  de  que  agora  habla, 
esto  es,  acerca  de  su  inocencia  ó  de  la  rectitud  de  Dios 
y  de  su  justicia.  Y  ansí  dice  y  añade  : 

5  «Lueñe  de  justificar  á  vosotros ,  hasta  que  fallez- 
ca no  desviaré  de  mí  mí  inocencia  ;»  esto  es,  jamás 
consentiré  en  lo  que  decís,  ni  aprobaré  en  mi  conde- 
nación vuestra  sentencia,  ni  os  tendré  por  justos  y  ver- 
daderos en  esto,  ni  os  confesaré  haber  vivido  así,  que 
merezca  por  mi  culpa  esta  pena.  «No  desviaré,  dice, 
de  mí  mi  inocencia  ;»  defenderla  he,  ni  yo  la  apartaré 
ni  consentiré  que  ninguno  de  mí  la  desvie.  Y  añade  en 
confirmación  de  lo  mismo : 

6  ((En  mí  justicia  me  atendré ;  n  6  como  el  original 
dice  :  «Estaré  fijo,  no  la  desampararé,  no  me  aver- 
güenza mi  corazón  en  mis  días  ; »  esto  es,  no  me  re- 
prehende mi  corazón  ni  mi  conscícncia  me  acusa ;  y 
ansí,  no  será  ninguno  bastante,  contra  el  testimonio  do- 
lía ,  á  persuadir  que  soy  malo.  De  que  se  sigue  que 

7  «Será  como  malvado  mi  adversario,  y  el  que  es 
contra  mí  como  injusto ; »  esto  es,  el  que  me  contra- 
dijere en  esto  que  he  dicho  y  decir  quiero  ;  quien  á  la 
verdad  de  mí  y  de  Dios  que  profoso  fuere  contrarío, 
sí  no  fuere  muy  ignorante,  será  forzosamente  malvado 
y  injusto.  Y  porque  lia  dicho  de  sí,  pasa  á  declarar  de 
la  justicia  de  Dios  lo  que  siente,  y  pregúntase  primero 
para  que  sea  mas  puntual  la  respuesta.  Y  ansí  dice  : 

8  «Que  ¿cuál  esperanza  de  hipócrita,  si  roba  ava- 
riento y  no  da  libertad  Dio:  &  su  alma?  d 


LUIS  DE  LEÓN. 

9  «¿Por  ventura  escuchará  su  vocería  Dios  cuando 
viniere  sobre  él  la  apretura?» 

10  «¿Si  se  deleitará  en  el  poderoso,  <5  si  le  invocará 
en  todo  tiempo?  »  Como  diciendo :  Pues  digo  que  los  hi- 
pócritas viven  con  felicidad  á  las  veces,  yque  no  casti- 
ga en  su  vida  Dios  siempre  á  los  malos.  Diréis  por  ven- 
tura :  ¿  Cómo  es  posible  que  el  hipócrita  goce  de  bue- 
na esperanza  siendo  injusto  y  de  sus  pasiones  siervo  y 
esclavo?  Y  ¿cómo  podrá  confiar  que  le  oirá  Dios  si  le 
llamare,  ni  cómo  podrá  llamarle  ni  gustar  de  su  trato? 
Y  si  vive  privado  de  esta  esperanza  y  amparo,  ¿cómo 
será  posible  que  tenga  hora  feliz?  A  lo  cual  responde 
y  dice  : 

1 1  «  Enseñaros  he  en  manos  de  Dios ,  no  aseonderé 
lo  que  en  él  poderoso  ;»  esto  es,  diré  á  lo  que  se  pre- 
gunta lo  que  Dios  me  ha  enseñado ,  y  lo  que  él  suele 
hacer  y  hace  con  los  semejantes.  Y  añade  : 

12  «Y  cierto  vosotros,  vosotros  todos  lo  vistes,  y 
¿para  qué  habláis  vanidades?»  Como  diciendo  :  Y  ver- 
daderamente lo  que  yo  decir  puedo  acerca  de  este  pro- 
pósito no  se  asconde  á  vosotros;  visto  lo  habéis  por  el 
hecho ,  y  entendido  lo  tenéis  claramente;  sino  que  por 
contradecirme,  y  por  los  respectos  que  vosotros  sabéis, 
os  cegáis ,  y  habláis  lo  que  no  sentís  por  dañarme.  Y 
con  esto  responde  luego  á  lo  propuesto,  y  declara  abier- 
tamente lo  que  se  debe  sentir,  y  dice : 

13  «Esta  es  la  parte  del  impío  con  Dios,  y  la  he- 
rencia de  los  violentos  que  recibe  del  poderoso.»  Pro- 
pone lo  que  ha  de  decir  para  manifestar  su  propósito, 
que  es  la  manera  de  castigo  que  usa  Dios  con  los  ma- 
los, á  la  cual  llama  «parle  y  herencia  de  violentos». 
«  Parte  y  herencia , »  para  mostrar  que  no  se  les  da  de 
gracia,  sino  de  justicia  debida ,  y  que  como  la  heren- 
cia es  del  que  es  hijo,  ansí  los  malos,  por  hacerse  pri- 
mero hijos  de  la  maldad,  les  viene  por  derecho  que  he- 
reden la  pena  ;  porque ,  como  el  hijo  sucede  por  naci- 
miento, ansí  del  desconcierto  de  la  vida  y  del  torci- 
miento del  obrar  nace  la  desventura  y  el  desastre,  y  la 
calamidad  y  el  castigo  ;  que  no  hay  árbol  tan  cierto  en 
su  fruto  cuanto  es  cierto  al  pecado  producir  pena  y 
tormento.  Ansí  que,  llama  al  castigo  que  da  Dios  á  los 
malos  herencia  por  esta  causa  ;  y  llámala  «herencia  de 
violentos»,  ó  como  la  letra  original  dice,  «de  fuertes;» 
porque,  con  ser  los  malos  flacos  para  vencer  sus  pasio- 
nes, en  sus  condiciones  y  en  su  trato  para  con  los  otros 
son  fuertes,  que  ni  la  piedad  los  ablanda,  ni  el  respec- 
to de  la  razón  los  mueve,  ni  hacen  mella  en  ellos  las 
inspiraciones  de  Dios.  Y  son  fuertes  también,  porque 
son  poderosos  de  ordinario,  valientes  en  fuerzas  y  abas- 
tados de  riquezas,  rodeados  de  valedores,  y  ansímis- 
mo  llenos  de  coraje  y  soberbia ,  y  amadores  de  su  pro- 
pria  excelencia ,  que  confian  en  sus  brazos ,  y  no  reco- 
nocen juez  ni  temen  ley.  Como  en  el  libro  de  la  Sabi- 
duria  (a)  ellos  lo  confiesan ,  diciendo  :  «Oprimamos  al 
hondjre  juslo,  y  no  perdonemos  á  la  viuda  ni  al  ancia- 
no, ni  reverenciemos  las  muchas  canas.  Sea  nuestra 
fortaleza  el  desafuero;  que  lo  flaco  es  inútil.»  Mas  vea- 
mos ya  qué  herencia  es  la  de  esta  gente ,  y  qué  suer- 
te. Dice : 

14  «Si  multiplicados  fueren  sus  hijos,  para  el  mis- 
(a)  Sap.,ca¡).  2,  v.  10,  11, 


I 


EXPOSICIÓN  DEL 

mo  cuchillo,  sus  pimpollos  no  serán  hartos  de  pan.» 
Como  si  dijese  :  El  malo  podrá  á  las  veces ,  como  di- 
cho tengo,  ordenándolo  Dios  ansi  por  los  fines  que  él 
sabe,  vivir  próspero  y  sin  revés  en  cuanto  le  durare  esta 
vida ;  mas  fenecida ,  en  todo  lo  que  queda  del  reina  la 
desventura  y  cuchillo.  Esto  es  lo  que  hereda  su  alma, 
y  esta  es  la  parte  que  ganó  por  su  culpa,  y  con  que 
muestra  Dios  cuan  justo  es :  «Si  multiplicados  fueren 
sus  hijos ,  para  el  mismo  cuchillo ; »  esto  es ,  serán  para 
el  cucliillo,  morirán  á  hierro,  nacerán  muchos  para  que 
66  ejecute  mas  la  pena  del  padre  en  ellos.  Y  llama  hi- 
los con  propriedad  los  que  según  orden  natural  nacen 
del  padre ,  y  con  semejanza  y  metáfora ,  los  frutos  que 
en  el  malo  hace  la  mala  vida  después  de  acabada ,  que 
son  todos  cuchillo  ,  esto  es,  pena  y  miseria.  Pues  dice 
sus  hijos,  esto  es,  lo  que  muerto  fructificará  su  vida 
en  él  será  cuchillo  y  tormento ,  y  esto  es  siempre  in- 
falible ;  y  sus  hijos,  esto  es,  los  que  nacen  y  descien- 
den del  y  le  comunican  en  sangre ,  nacerán  para  el 
hierro ,  y  esto  es  ordinario  y  casi  siempre  perpetuo. 
Que  los  tiranos ,  y  los  que  aquí  con  injuria  de  otros 
florecen ,  ó  no  tienen  sucesión ,  ó  si  la  tienen ,  es  para 
hacer  Dios  en  ella  ejemplos  manifiestos  de  su  justicia. 
Dice  mas  en  el  mismo  propósito  : 

15  ((Los  que  quedaren  del  serán  sepultados  en  muer- 
te, y  sus  viudas  no  plañirán,  n  (¡Sepultados  en  muer- 
te» es  como  decir  la  muerte  los  tragará ;  que  hace  sig- 
nificación de  violentas  y  desastradas  muertes  por  acon- 
tecimientos no  vistos  ni  pensados ,  é  infames  y  muy 
afrentosos.  Y  ansi,  dice  que  la  muerte  será  su  sepul- 
tura, porque  se  hará  señora  dellos  enteramente  y  del 
todo,  quitándoles  la  vida  y  escureciéndoles  la  honra, 
y  sumiéndoles  en  perpetuo  olvido  la  memoria  y  el  nom- 
bre. O  serán  sepultados  en  muerte,  para  decir  que  ca- 
recerán de  tierra  que  los  cubra ,  sino  que  la  muerte 
será  su  huesa  y  sepulcro.  Y  añade  :  «  Y  sus  viudas  no 
plañirán;»  que  es  acrecentamiento  de  desventura,  cuan- 
do aun  viene  á  faltar  aquel  solo  respeto  que  aquí  queda 
á  los  muertos  de  llorarlos  y  sepultarlos.  Y  podemos  de- 
cir ((que  lo  que  quedare  (iél»,  que  aquí  dice,  y  en  su 
original  es  seridaiu,  es  el  alma  que  del  queda,  que 
se  sepulta  en  la  muerte,  porque  vive  y  yace  en  muerte 
perpetua.  Mas  dice : 

16  «Si  amontonare  como  polvo  plata,  y  como  lodo 
aparejare  vestido. »  «Como  lodo , »  dice,  para  decir  en 
abundancia  y  en  copia.  Pues  ¿qué  si  lo  amontonare? 
Dice  : 

i7  «Aparejará,  y  justo  se  vestirá,  y  la  plata  divi- 
dirá el  inocente ; »  esto  es ,  gozarán  de  sus  riquezas 
otros,  y  lo  que  robó  y  amontonó  con  violencia  volverá 
á  cabo  de  tiempo  á  quien  merezca  gozarlo,  y  de  lo  que 
él  allegó  con  pecado  vendrán  á  ser  señores  con  ino- 
cencia los  buenos.  Que  se  verifica,  no  solo  en  estos 
bienes  de  tierra  visibles ,  sino  también  en  las  riquezas 
de  la  alma  y  de  las  buenas  obras ,  que  si  algunas  tu- 
vieron estos  que  ultimadamente  se  pierden  ,  sirvieron 
mucho  mas  á  los  escogidos  que  á  ellos;  porque,  co- 
mo san  Pablo  enseña  (a),  todo  lo  que  aquí  se  hace  ó 
padece,  todo  lo  bueno  ó  malo  que  el  hombre  obra,  todo 
lo  que  Dios  ó  permite  ó  ordena,  todo  sirve  á  los  suyos 

(O)  Rom.,  cap.  8,  v.  28. 


LIBRO  DE  JOB.  413 

y  todo  lo  ordena  para  el  bien  de  los  escogidos.  Por  ma- 
nera que  al  malo  las  buenas  obras  que  hizo  no  le  sal- 
varon ,  y  esas  mismas  fueron  medios  y  como  instru- 
mentos con  que  los  escogidos  suben  á  la  gloria  ó  á  la 
mayor  gloria  del  cielo ,  y  ansí  les  fueron  mas  útiles  ;  y 
con  mucha  verdad  la  plata  que  el  malo  amontonó  re- 
partió el  inocente,  y  se  vistió  el  justo  de  las  vestiduras 
que  aparejaron  los  malos.  Dice  mas : 

18  «Edificó  como  polilla  su  casa,  y  como  cabana 
que  la  guarda  hizo  ; »  que  se  sigue  de  eso  mismo  que 
viene  diciendo.  La  casa  que  la  polilla  en  el  madero  ó 
la  vestidura  hace ,  haciéndola  la  destruye,  ó  por  mejor 
decir,  el  hacerla  es  deshacerla ,  porque  horadando  el 
madero  ó  el  paño  para  vivir  en  él,  le  deshace ;  y  ansí,  es 
casa  que  no  solamente  perece,  sino  que  perece  por  la 
obra  y  como  por  las  manos  de  su  mismo  autor.  Y  lo 
mismo ,  dice ,  acontece  á  los  malos ,  que  su  casa ,  esttj 
es,  su  memoria ,  sus  descendientes,  sus  riquezas  y  ma- 
yorazgos fundados  perecen  en  breve ;  y  no  solo  pere- 
cen, mas  ese  mismo  fundamento  suyo,  y  la  manera  y 
los  medios  por  donde  se  hicieron ,  son  su  total  perdi- 
ción ;  «y  como  cabana  que  la  guarda  hizo,»  que  pasa- 
do el  tiempo  de  la  guarda,  ó  se  cae  ó  la  deshace  ella 
misma.  Dice : 

19  «Rico  dormirá  y  no  congregará,  abrirá  sus  ojos, 
y  no  á  él.»  Morirá,  dice,  rico,  y  dejará  sus  riquezas; 
no  las  allegará  á  sí ,  y  por  consiguiente  no  las  llevará 
ni  le  harán  compañía.  En  la  vida  el  adquirirlas  les  es 
culpa ,  y  en  la  muerte  el  dejarlas  tormento  y  pena  ;  lo 
que  no  es  en  los  buenos  cuando  acaso  son  ricos.  Por- 
que aunque  los  unos  y  los  otros ,  cuando  pasan  desta 
vida,  dejan  en  ella  sus  haciendas,  mas  á  los  buenos, 
lo  uno  no  les  duele  dejarlas ,  lo  otro  tienen  ya  allá  ate- 
sorada y  traspuesta  la  mayor  parte  dellas ,  que  trans- 
formada en  verdadero  y  mejor  género  de  tesoro,  los 
enriquece  perpetuamente.  «Abrirá,  dice,  sus  ojos,  y 
no  á  él ; »  esto  es ,  y  no  verá  nada ;  que  compara  la  vida 
al  sueño ,  y  el  morir  al  despertar  del ,  y  la  posesión 
de  estos  bienes  á  lo  que  se  sueña  durmiendo ,  que  en- 
tonces parece  algo ,  y  en  volando  el  sueño  y  en  abrien- 
do los  ojos  desparece  delante  dellos,  volviéndose  en 
viento.  Que  es  lo  mismo  que  decía  David  (6)  :  «Dur- 
mieron su  sueño  los  ricos,  y  á  la  postre  no  hallaron 
nada  en  sus  manos.»  A  que  es  consiguiente  lo  que  lue- 
go añade : 

20  «  Aprehenderá  del  como  aguas  pobreza ,  de  noche 
le  oprimirá  tempestad.»  Porque  si  abriendo  los  ojos 
después  de  esta  vida  no  halla  nada  de  su  tesoro  en  su 
mano ,  consiguientemente  queda  sumido  en  pobreza, 
porque  queda  sin  ningún  bien  de  los  que  tuvo  por  bie- 
nes. Y  ansi,  dice  que  la  pobreza  le  «aprehenderá  como 
aguas»,  porque  le  cercará  de  todas  partes,  como  las 
aguas  cercan  al  que  en  ellas  se  sume,  y  porque,  como 
avenida  de  rio ,  vendrá  sobre  él  de  improviso ,  y  cuan- 
do por  mas  rico  se  tenia  y  por  mas  seguro,  entonces 
con  la  muerte  se  anegará  en  el  mal  de  miseria.  Y  aña- 
de que  «de  noche  le  oprimirá  la  tempestad».  Que  se 
puede  entender,  ó  simplemente  diciendo  que  en  la  no- 
che de  la  muerte  vendrá  sobre  él  y  como  tempestad  la 
pobreza ,  ó  que  sea  semejanza  de  la  tempestad  que  de 

(t>;  Ps.  73,  V.  C. 


Ui  OBRAS  DE  FRAY 

noche  viene  lo  que  aviene  al  pecador  cuando  muere  ; 
y  que  diga  desta  manera,  que  como  en  la  nociie  tem- 
pestuosa el  que  camina  carece  de  abrigo  y  va  cercado 
de  peligro  y  de  miedo ,  ansí  cuando  muere  el  malo  no 
ve  sobre  sí  sino  horror  y  tinieblas ,  todo  lo  que  ve  es 
espanto ,  y  lo  que  imagina  temor.  Y  dice  bien  con  esto 
el  original ,  adonde  leemos :  «  Aprehenderán  del  como 
agua  temores ,  noche  le  robó  turbión  ; »  esto  es ,  como 
al  que  en  el  campo  y  de  noche  el  turbión  le  roba ,  quie- 
re decir  le  arrebata ,  que  ni  ve  persona  que  le  ayude, 
ni  camino  que  le  guie ,  ni  árbol  do  se  asconda ,  ni  suelo 
cierto  adonde  afirme  su  paso,  y  el  trueno  le  espanta ,  y 
la  lluvia  le  traspasa ,  y  la  avenida  le  trabuca  y  anega, 
envuelto  en  horror  y  desesperación.  Dice  : 

21  «Y  levantaráse  viento  solano  y  llevarále ,  y  tor- 
bellino le  arrancará  de  su  lugar. »  Que  es  decir  que, 
como  lo  que  lleva  el  viento  desparece  de  presto ,  y  co- 
mo lo  que  el  torbellino  arranca  lo  arranca  de  cuajo, 
ansí  la  muerte,  sobreviniendo  á  estos  malos ,  los  des- 
hace, los  desparece,  los  desarraiga  en  la  vida  de  la  al- 
ma, en  la  hacienda ,  en  las  memorias ,  en  los  descen- 
dientes y  en  todo.  Y  trae  á  comparación  el  aire  solano, 
que  es  violento  y  furioso ;  y  dice  de  los  torbellinos, 
porque,  como  nacen  de  concurso  de  vientos,  suelen  te- 
ner mayor  fuerza .  Y  porque  hizo  mención  de  las  aguas 
y  de  la  tempestad  y  turbión  nocturno,  dice  bien  en 
consecuencia  de  aquello,  del  viento  y  del  torbellino, 
que  todo  suele  andar  junto.  Y  en  juntar  esto  dice  que 
la  lluvia  los  cerca,  y  la  noche  y  la  tempestad  los  es- 
panta, y  el  viento  los  arrebata,  y  el  torbellino  los  ar- 
ranca de  su  lugar ;  y  las  aguas  y  la  tempestad  y  la  no- 
che, y  el  torbellino  y  el  viento  son  la  muerte  cuando 
les  sobreviene ,  que  los  trata  en  el  alma  y  en  el  cuer- 
po, y  que  hace  estrago  en  sus  cosas  como  el  viento,  el 
torbellino ,  la  tempestad  y  la  noclie.  Y  por  concluir  en 
una  palabra  sola,  dice  : 

22  a  Arrojará  sobre  él  y  no  perdonará ,  de  mano  su- 
ya irá  huyendo  ; »  esto  es,  finalmente  arrojará  Dios  so- 
bre él  saetas ,  rayos  y  azotes ,  y  no  perdonará ,  porque 
es  sin  fin  la  pena  de  los  condenados,  a  De  mano  suya,» 
esto  es ,  de  los  golpes  que  la  divina  mano  en  él  diere, 
«irá  huyendo;»  ó  como  el  original  dice,  «huyendo 
huirá,»  porque  concebirá  miedo  espantable;  y  cuanto 
fuere  el  miedo ,  tan  grande  es  el  deseo  de  huir,  y  ansí 
trabajará  con  agonía  por  apartarse  del  golpe  ,  que  á  la 
fin  huir  no  podrá.  Y  con  eslp  se  ayunta  que 

23  «Apretará  sus  manos  sobre  él ,  y  viendo  su  lu- 
gar, sobre  él  dará  silbo  ;»  que  es  el  escarnio  y  la  mofa 
que  los  hombres  hacen  de  los  poderosos  injustos  cuan- 
do los  ven  de>Iieclios.  Pues,  como  ha  dicho  por  diversas 
maneras  el  desastrado  fin  de  los  malos,  concluye  con 
la  burla,  que  es  remate  de  los  desastres,  y  dice  que 
quien  viere  el  suceso  miserable  deslos  que  cuenta,  y  el 
íin  de  su  grandeza  y  soberbia ,  se  apretará  las  manos, 
que  es  muestra  de  encogimiento  y  espanto,  y  silbará 
como  escarneciendo  su  burlada  esperanza.  Y  lo  que 
decimos  apretará ,  puede  ser  palmeará ,  conforme  al 
original;  esto  es,  mostraráse  contento,  haciendo  son 
con  las  manos.  Que  como  el  mal  de  los  buenos  lasti- 
ma, ansí  el  castigo  de  los  malos,  cuando  les  sobrevie- 
ne, alegra  y  regocija,  porque  vuelve  entonces  Dios  por 


LUIS  DE  LEÓN. 

sí ,  y  porque  el  castigo  dellos  es  salud  para  otros ,  y  fi- 
nalmente, porque  resplandece  en  ellos  la  justicia  de 
Dios,  y  sale  de  reprehensión  y  de  duda  su  honra,  co- 
mo el  salmo  (a)  decía  :  «Alegrarse  ha  el  justo  cuando 
la  venganza  viere ,  bañarse  ha  en  la  sangre  del  malo, 
y  dirá  :  Al  fin  es  de  fruto  el  ser  justo ;  hay  Dios  que 
juzga  la  tierra.» 

CAPITULO  XXVIII.       . 

ABGIMENTO. 

Muestra  Job  que  todas  las  cosas  tienen  su  proprio  lugar,  tiempo 
y  sazón,  y  que  por  tamo  puede  el  liombie  hallar  razón  de  lodo, 
aun  de  los  países  que  divide  de  nosotros  el  Océano  ;  mas  la 
verdadera  sabiduría  no  la  hallarán  los  hombres,  por  mas  que  la 
busquen  ,  en  el  mundo,  porque  tiene  su  proprio  lugar  y  asiento 
en  solo  Dios.  En  este  capitulo  parece  profetizarse  uo  obscura- 
mente el  descubrimiento  de  ia  América  y  otras  islas  ignoradas 
de  los  antiguos. 

i  Que  tiene  la  plata  su  vena,  y  lugar  el  oro  (do)  fun- 
dirán. 

2  El  hierro  del  polvo  se  toma,  y  piedra  desatada  coa 
fuego  metal. 

5  Tiempo  puso  á  tinieblas,  y  todo  fin  él  considera» 
piedra  de  obscuridad  y  sombra  de  muerte. 

i  Divide  arroyo  de  peregrino,  los  que  olvidó  el  pié  del 
momligo,  los  descaminados. 

5  Tierra  de  do  nacia  pan,  en  lugar  del  es  deshecha  con 
fuego. 

6  Lugar  de  zafir  piedras  suyas ,  y  polvos  de  oro  á  ella. 

7  Senda  no  la  conoció  la  ave,  ni  la  vio  á  ella  ojo  de 
buitre. 

8  No  la  bollaron  hijos  de  mercader,  no  pasó  leona  por 
ella. 

9  A  pedernal  tendió  su  mano,  trastornó  montes  de 
raíz. 

iO  En  riscos  hizo  salir  ríos,  y  todo  lo  precioso  vio  el 
ojo  suyo. 

i\  Lo  profundo  de  los  rios  escudriñó,  y  lo  ascendido 
sacó  á  luz. 

12  V  sabiduría  ¿dónde  será  hallada?  Y  ¿cuál  el  lugar  de 
enlendiniieiUo  y  saber? 

15  Ignora  hombre  su  precio,  y  no  será  hallada  en  tier- 
ra de  vivos. 

14  Abismo,  dijo,  no  en  mi  ella,  y  mar,  dijo,  no  está  co- 
migo. 

15  No  se  dará  oro  de  Tibar  por  ella,  no  se  pesará  apla- 
ta su  precio. 

16  No  se  apreciará  con  colores  de  India,  con  zafir  ó 
precioso  sardonio. 

17  No  la  igualará  oro  y  cristal,  ni  trueque  suyo  vasos 
de  oro  lino. 

18  Lo  alto  y  eminente  no  será  mentado  en  su  compara- 
ción ;  liáese  de  lueñe  el  saber. 

19  No  iguala  con  ella  esmeralda  de  Etiopia,  y  tinturas 
purísimas  no  se  comparan  con  ella. 

20  Y  saiiiduria  ¿de  dónde  vendrá?  Y¿cuál  es  el  lugar  del 
enlender? 

21  Aseondiósc  ella  de  los  ojos  de  todo  viviente,  y  alas 
aves  del  cielo  está  oculta. 

22  Perdición  y  muerte  dijeron  :  En  orejas  nuestras  oí- 
mos su  fama. 

25  Dios  entiende  su  carrera,  y  él  conoce  su  lugar. 

24  Que  él  oteara  hasta  lines  de  tierra,  debajo  de  todos 
los  ciclos  verá. 

2j  Para  dar  peso  á  los  vientos,  y  pesará  con  medida  las 
aguas. 

26  Cuando  hizo  ley  á  la  lluvia  y  camino  al  relampa- 
guear lie  los  truenos. 

Ca)  Pá.  Íi7,  V.  11, 12. 


EXPOSICIÓN  DEL 

27  Entonces  la  vio  y  la  relató,  aparejóla  y  trájoía  á 
luz. 

28  Y  dijo  al  hombre  :  Ves,  temor  de  Dios,  esa  es  sabi- 
duría, y  el  esquivar  lo  malo  saber. 

EXPLICACIÓN. 

Muchas  veces  antes  de  este  capítulo  ha  dicho  Job  que 
estos  sus  amigos  no  le  entendían,  y  que  se  descariaban 
mucho  de  la  verdad.  Y  en  el  capitulo  que  luego  pasó, 
por  esta  ocasión  se  declara,  y  les  dice  lo  que  de  si  y  de 
Dios  siente,  y  del  castigo  que  en  los  malos  hace  decla- 
ra el  tiempo  y  el  modo ,  y  les  descubre  lo  que  en  esto 
entiende,  y  les  advierte  que  si  la  porfía  y  su  poco  saber 
dellos  no  les  cegara ,  lo  supieran  y  entendieran  tam- 
bién ,  y  siempre  los  nota  de  poco  advertidos  y  sabios. 
Mas  es  dificultoso  caso ,  dice  agora ,  hacer  sabio  al  que 
es  necio.  Todo,  dice,  por  raro,  por  ascondido,  por  di- 
ficultoso que  sea,  puede  ser  hallado  y  se  halla;  mas  el 
saber,  si  Dios  no  le  da ,  ni  se  halla  ni  se  compra.  V  en 
esta  sentencia  gasta  todo  aqueste  capitulo,  extendién- 
dose por  manera  elegante  y  poética  en  referir  muchas 
cosas  ocultas,  que  vienen  á  luz  finalmente,  y  que  la 
industria  humana  tarde  ó  temprano  las  halla  y  descu- 
bre, y  en  mostrar  cómo  no  es  ansí  en  lo  que  al  saber 
toca,  que  el  haberle  á  las  manos,  si  de  Dios  no  viene, 
es  negocio  dificultoso  ó  del  todo  imposible.  Y  dice 
ansí : 

i  «Tiene  la  plata  su  vena,  y  lugar  el  oro  ( do)  fun- 
dirán. »  Esto  es ,  los  metales  mas  preciosos ,  la  plata  y 
el  oro,  tienen  sus  venas  y  sus  lugares  ciertos,  donde  el 
hombre  los  halla. 

2  «Y  hierro  del  polvo  se  toma,  y  piedra  desatada 
con  calor  metal.»  Y  el  hombre,  dice,  del  polvo  saca  el 
hierro  y  saca  el  cobre,  hundiendo  y  desatando  con 
fuego  una  cierta  vena  de  piedras ;  porque  la  materia 
destos  metales  son  un  género  de  piedra  y  de  tierra.  Por 
manera  que  todos  ellos,  ansí  los  preciosos  como  los 
mas  usuales ,  los  duros  y  los  blandos ,  al  fin  se  hallcín, 
y  el  hombre  sabe  y  ha  descubierto  su  origen ,  y  no  hay 
cosa  tan  escondida ,  que  no  venga  á  luz  á  su  tiempo. 
Y  ansi  dice  : 

3  «Tiempo  puso  á  tiniebla,  y  todo  fm  considera,  pie- 
dra de  escuridad  y  sombra  de  muerte.»  Tiniebla  llama 
lo  oculto  y  muy  encubierto,  y  fin  llama  lo  muy  acaba- 
do y  perfecto,  como  en  la  letra  original  se  demuestra. 
«Piedra  de  escuridad  y  sombra  de  muerte  »  llama  á  las 
piedras  preciosas  escondidas  en  el  corazón  de  la  tierra, 
donde  la  escuridad  reina  y  la  sombra  de  muerte ,  que 
ansí  llama  la  Escritura  por  encarecimiento  las  muy  es- 
pesas y  escuras  tinieblas ,  y  esto  postrero  es  declara- 
ción de  lo  que  antecede  en  esta  manera  :  (( Todo  fin  con- 
sidera, esto  es,  piedra  de  escuridad  y  sombra  de  muer- 
te.» Por  manera  que,  según  afirma,  ni  las  cosas  muy 
ocultas  están  siempre  en  tinieblas,  sino  hasta  un  cierto 
término,  y  á  su  tiempo  todas  parecen  y  se  descubren, 
ni  menos  las  muy  acabadas  y  preciosas  dejan  de  ser 
vistas  y  halladas,  y  el  ingenio  del  hombre  y  su  trabajo 
lo  halla  é  inventa,  ó  la  naturaleza  misma,  y  la  fuerza 
y  orden  de  las  causas  lo  saca  á  luz  y  lo  descubre.  Como 
es  lo  que  añade  : 

4  a  Divide  arroyo  de  pueblo  peregrino,  á  los  que  olvi- 


LIBRO  DE  JOB.  415 

dó  el  pié  del  mendigo,  á  los  inacesibles;»  que  es  razón 
falta,  y  se  ha  de  suplir  que  también  estos  vienen  á  co- 
nocimiento y  á  luz;  esto  es,  que  los  que  olvidó  el  pié 
del  mendigo ,  conviene  á  saber ,  los  no  conocidos ,  y 
aquellos  á  quien  ningún  caminante  aportaba,  y  que  es- 
taban fuera,  y  lejos  de  todo  comercio,  ó  por  disposición 
de  la  tierra,  ó  por  algún  arroyo  que  los  dividió  de  los 
que  peregrinando  navegaron  á  partes  diversas,  no  esta- 
rán encubiertos  siempre,  y  vendrán  á  noticia  de  todos, 
y  por  suceso  de  tiempo  serán  conocidos.  Y  llama  arro- 
yo, por  diminución ,  á  la  mar  y  á  los  rios  muy  cauda- 
losos, que  suelen  dividir  y  estorbar  el  común  trato  y 
comercio.  En  que  el  original  está  perplejo  y  obscuro;  y 
ansí,  otros  traducen  :  «Sale arroyo  de  conmorador,  ol- 
vidadas del  pié,  alzadas  mas  que  hombre,  movidas  son.» 
Aunque  ambas  letras  miran  á  un  mismo  propósito,  por- 
que ambas  significan  alguna  cosa  que  primero  estuvo 
oculta  y  después  conocida  y  descubierta.  Que  esta  pos- 
trera, dice ,  que  en  los  lugares  cultivados  y  morados  y 
que  se  tenían  por  secos,  el  agua,  que  el  suelo  encu- 
bría, le  rompe,  y  sale  afuera  tan  abundante  y  tan  honda, 
que  ni  se  apea,  ni  puede  vadearse  por  su  grande  altura. 
«Sale,  dice,  arroyo  (ansí  llama  con  nombre  particular 
á  cualquier  golpe  grande  de  agua)  de  conmorador,»  esto 
es,  en  el  mismo  suelo  y  parte  adonde  la  gente  moraba, 
«olvidadas  del  pié,»  conviene  á  saber,  sus  aguas,  para 
decir  que  son  en  grande  abundancia,  y  decláralo  con 
lo  que  añade,  diciendo  «alzadas  mas  que  el  hombre». 
Mas  la  primera  letra ,  que  es  mas  verdadera  y  mas  cier- 
ta, á  lo  que  yo  juzgo,  señala  como  con  el  dedo  el  des- 
cubrimiento del  mundo  nuevo,  que  en  la  edad  de  nues- 
tros padres  se  hizo,  y  es  profecía  manifiesta  del ,  puesta 
aquí  con  grande  propósito.  Porque,  pretendiendo  Job 
mostrar  que  solo  el  saber  ni  se  compra  con  dinero  ni 
se  halla  por  artificio,  y  que  todo  lo  demás  con  el  tiempo 
lo  descubre  y  lo  halla  la  industria,  no  pudo  decir  mas 
señalada  cosa  ni  mas  eficaz ,  para  la  prueba  de  lo  que 
decía,  que  certificar  que  los  hombres  descubririan  con 
el  tiempo  un  mundo  entero,  por  tantos  mulares  de  años 
ascondido  y  encubierto.  Pues  dice  :  «  Divide  arroyo  de 
pueblo  peregrino  á  los  que  olvidó  el  pié  del  mendigo, 
á  los  descaminados.»  Es  razón  que  está  falta,  y  estará 
entera,  añadiendo  «los  cuales  serán  conocidos» ,  esto 
es,  que  los  que  olvidó  el  pié  del  mendigo,  conviene  á 
saber,  del  caminante  trabajador,  que  es  decir,  aquellos 
á  quien  nunca  aportó  nadie  ni  los  conoció  ni  los  vio. 

Y  dice  mendigo  en  uno  de  dos  sentidos:  ó  porque  los 
pobres  que  mendigan  lo  penetran  y  andan  todo,  ó  por 
figura ,  llamando  mendigos  á  los  mercaderes  codicio- 
sos, que  la  hambre  y  la  mendiguez  del  dinero  los  lleva 
por  los  mares  á  regiones  extrañas  y  apartadas  sin  dejar 
un  lugar  abscondido.  Y  como  el  versillo  del  Poeta  dice: 

Se  lanzan  por  huir  de  la  pobreza 

Por  la  mar,  por  los  riscos,  por  el  fuego. 

Y  decláralo  mas  diciendo  «á  los  descaminados»,  esto 
es ,  á  los  que  estuvieron  fuera  y  apartados  de  todo  ca- 
mino y  comercio  ,  no  conocidos  ni  vistos.  «Y  á  los  que 
divide  el  arroyo,»  esto  es,  un  mar  inmenso,  que  le  lla- 
ma ansí  por  diminución,  según  costumbre  poética,  y 
los  divide,  dice,  del  pueblo  peregrino,  esto  es,  de  los 


416  OBRAS  DE  FRAY 

españoles,  que  entre  todas  las  naciones  se  señalan  en 
peregrinar,  navegando  muy  lejos  de  sus  tierras  y  casas, 
tanto  que  con  sus  navegaciones  rodearon  el  mundo  ;  á 
estos  pues ,  dice ,  aunque  tan  apartados  y  ocultos ,  el 
tiempo  los  descubrirá,  y  el  ánimo  de  los  hombres  osado 
y  dispuesto  á  peligros.  Y  añade  : 

5  «Tierra  do  nacia  pan,  en  lugar  del  es  deshecha 
con  fuego.»  Que,  ó  se  puede  entender  en  general ,  en 
manera  que  diga  que  el  fuego  cubierto  en  las  venas  de 
azufre  que  cria  la  tierra  revienta  al  fin  afuera,  y  se 
descubre  encendido  con  el  aire,  y  rompe  el  suelo  sem- 
brado por  encima  de  mieses,  y  le  destruye;  ó  lo  enten- 
deremos en  particular  del  nuevo  mundo,  de  que  agora, 
como  dijimos,  hablaba,  y  que  sea,  ansí  esto  como  lo  que 
en  algunos  versos  se  sigue ,  una  demostración  de  sus 
cualidades  y  de  otras  cosas  secretas  que  ha  descubierto 
en  él  la  diligencia  de  los  nuestros  hombres.  Y  que,  co- 
mo dijo  que  vendrían  á  nuestra  noticia  los  que  la  mar 
apartó  de  nuestro  comercio ,  y  la  tierra  por  ninguno 
conocida  y  sabida;  diga,  como  pintándola,  que  es  tierra 
adonde  el  fuego  escondido  en  las  cavernas  della  rompe 
de  improviso  y  sin  pensar,  y  sale  afuera  en  muchos 
lugares,  por  los  muclios  volcanes  que  en  ella  hay  y  se 
descubren  de  nuevo;  ó  verdaderamente  quiera  mostrar 
la  causa  de  que  tuvo  principio  el  estar  tan  apartado  de 
nuestra  región  aquel  mundo,  que  estuvo  con  él  nues- 
tro continente,  ó  á  lo  menos,  mas  cercano á  él,  como 
de  Platón  se  colige  en  el  diálogo  intitulado  Atlante. 
Porque,  ó  lo  apartó  la  mar,  anegando  la  tierra  de  en- 
rnedio,  ó  el  fuego,  que  abrasó  la  misma  tierra,  y  la  des- 
hizo y  abajó  para  que  el  mar  la  anegase,  como  aconte- 
ció en  la  región  de  Sodoma ,  ó  ambas  cosas  juntamen- 
te. Y  diga  por  ella  también  lo  que  añade  : 

6  «Lugar  de  zafir  piedras  suyas,  y  polvos  de  oro  á 
ella.  »  Esto  es,  que  es  lugar  donde  las  piedras  son  za- 
fires y  los  polvos  oro,  para  declarar  la  abundancia  de 
piedras  preciosas  que  en  ella  hay,  y  la  copia  del  oro 
que  entre  sus  terrones  se  halla,  que  ,  como  es  notorio, 
es  grandísimo.  Y  por  la  misma  manera , 

7  «Senda  no  la  conoció  la  ave,  ni  la  vio  á  ella  ojo  de 
buitre,»  lo  dice  para  mostrar  cuan  encubierta  estaba  y 
cuan  alejada  aquella  tierra,  que  ni  las  aves,  que  pere- 
grinan y  pasan  con  facilidad  de  unas  tierras  á  otras,  ni 
entre  ellas,  los  buitres,  que  sienten  muy  de  lejos  y  vue- 
lan en  breve  tiempo  por  diversas  regiones,  volaron  ja- 
mas á  ella,  ni  la  conocieron  ni  vieron.  Y  como  dice, 

8  «No  la  hollaron  hijos  de  mercader,  no  pasó  leona 
por  ella; »  esto  es,  ni  tampoco  los  mercaderes  y  tra- 
gineros,  á  quien  nada  se  esconde,  y  que  traspasan,  lle- 
vados de  su  codicia,  los  mares,  y  que  penetran  hasta  sus 
postreros  rincones  la  tierra,  no  estamparon  su  pisada 
en  esta  ,  ni  la  leona  pasó  por  ella.  Y  porque  diee  leo- 
na en  esta  postrera  parte,  en  la  primera  dcste  verso 
otros  traducen  :  «No  la  hollaron  los  hijos  de  los  ani- 
males fieros ;  »  y  el  original  dice  « los  hijos  de  los  so- 
berbios»; y  signilica  que  jior  la  distancia  y  aparta- 
miento que  entre  nosotros  y  ella  hay,  no  la  vieron ,  ni 
las  aves  volando ,  ni  caminando  los  animales  fieros,  á 
quien  es  mas  natural  el  discurrir  y  vaguear  por  dife- 
rentes regiones.  Pues  dice  : 

9  «A  pedernal  londiú  su  mano,  trastornó  montes  de 


LUIS  DE  LEÓN. 

raíz,»  diciendo  que  esta  tierra  tan  alejada,  tan  no  sa- 
bida ,  y  por  tan  luengos  siglos  tan  encubierta ,  puede 
venir,  y  vendrá  de  hecho  á  la  noticiado  todos;  y  los  hom- 
bres, no  solamente  la  hallarán,  sino  en  ella  descubri- 
rán muchas  y  muy  preciosas  cosas,  que  en  sí  tiene  en- 
cerradas y  ocultas.  «A  pedernal  tendió  su  mano,»  esto 
es,  pues  esta  tierra  abscondida  vendrá  á  ser  hallada ,  y 
el  que  la  hallare  tenderá  en  ella  su  mano  al  pedernal. 
«Trastornará  los  montes  de  raíz,»  esto  es,  horadará 
las  peñas  y  los  montes,  y  los  trastornará  en  busca  y  en 
seguimiento  de  las  minas  y  de  las  vetas  ricas  de  los  me- 
tales, como  de  hecho  ha  pasado.  Y  dice  pedernal,  por- 
que la  veta  de  la  plata  de  ordinario  va  entre  dos  peñas, 
que  son  como  su  caja ,  de  las  cuales  la  una  suele  ser 
durísima  como  pedernal.  Y  dice  que  «trastornará  los 
montes  hasta  la  raíz»,  porque,  como  Plinio  (o)  dice, 
hacen  agujeros  los  que  siguen  las  minas,  y  callejones 
en  lo  profundo,  y  barrenan  por  grande  trecho  los  mon- 
tes, y  entran  hasta  las  entrañas  del  suelo.  Y  añade  : 

10  «En  riscos  hizo  salir  ríos,  y  todo  lo  precioso  vio  el 
ojo  suyo.»  Porque  acontece  cuando  se  ahonda  la  mina 
dar  en  agua ,  que  se  ha  de  sacar  por  artificio ,  y  hacer 
arroyos  della  para  labrar  adelante,  como  en  la  misma 
mina  que  antiguamente  hubo  en  España,  de  que  Pli- 
nio {b)  hace  mención  ,  y  en  muchas  de  las  que  ahora 
el  Nuevo  Mundo  descubre.  Y  porque  habla  destas  mi- 
nas, añade  :  «  Y  todo  lo  precioso  vio  el  ojo  suyo ;»  por- 
que es  incomparable  su  riqueza,  y  mayor  que  ninguna 
otra  pasada.  Que,  como  se  sabe  por  cuenta  cierta,  de 
las  minas  de  solo  un  cerro,  que  llaman  de  Potosí ,  en  el 
Pirú,  hasta  el  año  deSbdesde  el  de  43,  que  son  cuarenta 
años  escasos,  ha  valido  su  quinto  ciento  y  once  .millo- 
nes de  pesos ,  de  á  trece  reales  cada  uno.  Por  manera 
que  ha  dado  en  este  espacio  de  tiempo  quinientos  y 
cincuenta  y  cinco  millones,  sin  lo  que  se  hurta  al  re- 
gistro. Mas  dice : 

11  «Lo  profundo  de  los  ríos  escudriñó,  y  lo  ascou- 
dido  sacó  á  luz ; »  que  no  es  otra  cosa  que  lo  que  en 
estas  nuevas  tierras  en  la  pesca  de  las  perlas  hacen  los 
hombres,  calando  las  aguas  de  los  ríos,  y  buscando  en 
sus  secretos  las  perlas.  Y  finalmente,  dice,  «todo  lo 
ascendido  sacó  á  luz ;»  que  es  la  sentencia  general  que 
pretende  manifestar  por  todos  estos  particulares  (jue 
cuenta;  conviene  á  saber,  que  lotlo  cuanto  hay,  i)or 
escuro  y  dificultoso  que  sea,  el  hombre  lo  descubre  y 
alcanza,  si  no  os  lo  que  añade  luego,  diciendo: 

12  «Y  la  sabiduría  ¿adonde  será  hallada?  Y  ¿cuál 
es  el  lugar  del  entendimiento  y  saber?»  ¿Quién  la  ha- 
llará? Estoes,  nadie  la  hallará,  ni  hallar  puede  por 
sus  fuerzas  é  industria;  que  el  preguntar  así,  es  de- 
mostrar lo  que  ^e  ¡iregunla  ser  del  todo  imposible.  Pues 
dice:  la  jilata  se  halla  en  sus  profundísimas  venas,  y 
el  hombre  sabe  el  lugar  do  está  el  oro,  'jeac  arte  para 
hacer  del  polvo  hierro,  y  para  desatar  en  cobre  las  pie- 
dras; llega  á  los  abismos,  adonde  nunca  entra  el  dia, 
adonde  reinan  siempre  noche  y  espesas  tinieblas ,  en 

{a)  Plin.,  iib.  XXXIII,  cap.  4. 

(b)  riin.,  iib.  xxxiii ,  ryp.  fi.  Ksta  mina  paroro  ser  alRiino  do  los 
pozos  de  AniiilKil.  Del  (|iic  ll;iniaroii  bebdo,  dicp  el  I'.  Miiirl  (  lii- 
veslii;.  de  N;i\;uia,  Iib.  i,  cap.  2)  que  cii  su  lienipo  se  veían 
rastros  en  el  valle  de  Uastaii,  y  se  sacaban  cnlre  Us  arcuas  algu- 
nos pocos  graiius  üu  oro. 


EXPOSICIÓN  DEL 
segiiímíenlo  de  los  metales  precíeos.  Un  mundo  nue- 
vo, apartado  de  nuestro  comercio  por  mfedio  de  mares 
inmensos,  no  sabido  ni  aun  de  las  aves,  y  ascondido 
del  todo  á  nosotros,  hallará  la  diligencia  y  osadía  del 
hombre,  y  hallado,  trastornará  los  montes  del,  y  bar- 
renará las  peñas,  y  calará  los  ríos,  y  sacará  de  sus  en- 
trañas no  creíbles  riquezas.  Todo  pues  lo  puede  alcan- 
zar; mas  la  sabiduría  no,  si  no  le  viene  del  cíelo.  No 
hay,  dice ,  vela  que  produzga  saber,  ni  se  cria  en  mi- 
na abscondida,  ni  hay  lugar  ni  rio  hondo  que  en  sí  la 
contenga ;  porque  dice : 

43  « Ignora  hombre  su  precio,  y  no  será  hallada  en 
tierra  de  vivos;»  esto  es,  vale  mas  de  lo  que  el  hombre 
estimar  puede ;  y  ansí ,  no  se  halla  en  esta  tierra  donde 
vivimos;  como  diciendo  que  no  es  fruto  desta  tierra, 
ni  que  tiene  comparación  con  lo  que  en  ella  nace.  Y 
dice  mas  en  el  mismo  propósito : 

14  «  Abismo  dijo,  no  en  mí  ella ,  y  mar  dijo,  no  está 
comigo.»  Porque  no  se  absconde  y  encubre  ansí  como 
los  tesoros  desta  vida  escondidos ,  que  ni  la  tierra  la 
encubre  en  sus  entrañas,  ni  las  aguas  en  sus  abismos. 
Y  el  decir  «  abismo  dijo ,  no  en  mí  ella  » ,  es  figura  de 
hablar  poética,  que  da  palabras  á  lo  que  no  tiene  sen- 
tido. Prosigue  : 

i  o  «No  se  dará  oro  de  Tibar  por  ella ,  no  se  pesará 
á  plata  su  precio ; »  esto  es ,  ni  se  hallará  en  lo  escon- 
dido ni  se  podrá  comprar  por  ningún  precio ,  no  es 
cosa  que  se  compra  con  plata  ni  con  oro.  Y  es  lo  que 
añade  lo  mismo. 

i 6  «No  se  apreciará  con  colores  de  India,  con  zafir 
ó  precioso  sardonio. »  P^r  «  colores  de  India»  el  origi- 
nal dice  «con  oro  de  Ofir  »,  que  es  región  de  la  India 
oriental,  según  algunos  dicen,  cuyo  oro  es  finísimo. 
Ansí  que,  ni  se  compra  con  oro  fino  ni  con  diamante 
precioso  el  verdadero  saber.  Y  ansimismo : 

17  «No  la  igualará  oro  y  cristal,  ni  trueque  suyo 
vasos  de  oro  fino.»  Ni  menos  lo  que  luego  se  sigue  : 

18  «Lo  alto  y  lo  eminente  no  será  mentado  en  su 
comparación,  y  tráese  de  lueñe  el  saber.  »  Por  «lo  al- 
to y  eminente»  otros  trasladaron  «corales  y  perlas  no 
serán  acordadas ,  y  atraer  sabiduría  mas  que  margari- 
tas». Corales  llama  altos,  porque  se  levantan  debajo 
del  mar  en  el  suelo.  Pues  ni  ellos  ni  las  perlas  valen 
para  adquirir  el  saber.  Porque  dice  «tráese  de  lue- 
ñe», que  en  la  lengua  de  la  Escritura ,  como  en  el  ca- 
pítulo último  de  los  Proverbios  se  lee,  significa  lo  raro 
y  en  esta  tierra  casi  no  visto ;  lo  que  ciertamente  no 
procede  ni  nace  de  ella,  sino  de  causas  mayores.  Y  por 
eso  la  sabiduría,  como  dice, 

19  «No  iguala  con  ella  topacio  de  Etiopía  y  tinturas 
purísimas,»  y  según  otra  letra,  «oro  purísimo  no  se 
iguala  con  ella.»  Pues  si  ni  con  riqueza  se  compra,  ni 
en  esta  tierra  se  halla ,  ¿dónde  se  hallará  ?  Como  luego 
dice  : 

20  «Y  sabiduría  ¿de  dónde  vendrá?  Y  ¿cuál  es  el 
lugar  del  entender?»  En  que  repite  la  pregunta  que 
hizo  en  el  verso  12  de  arriba,  para  mayor  demostra- 
ción de  cuan  dificultosamente  se  halla.  Y  para  esa 
misma  demostración  sirve  lo  que  luego  añade  y  dice  : 

21  «Ascendióse  ella  de  los  ojos  de  todo  viviente,  y  á 
las  aves  del  cielo  está  oculta.») 

t.  XVi-U. 


LIBRO  DE  JOB.  417 

22  «  Perdición  y  muerte  dijeron :  En  orejas  nuestras 
oímos  su  fama. »  Adonde  lo  que  dice  de  la  perdición  y 
muerte,  entendiéndolo  sencillamente,  es  decir  que  ni 
los  muertos  conocen  la  sabiduría.  Que ,  como  hizo  men- 
ción de  los  que  vivían  ,  juntó  con  ellos  luego  los  muer- 
tos, para  negarlo  de  todos ,  y  decir  que  ni  los  unos  ni 
los  otros  tienen  della  noticia.  Porque  decir  «  en  nues- 
tros oídos  oímos  su  fama  »,  es  negar  la  vista  de  ojos,  y 
es  decir  de  los  muertos  lo  mismo  que  decia  de  los  vivos, 
esto  es ,  que  estaba  escondida  á  sus  ojos.  En  lo  cual 
comprehende  todo  lo  que  es  naturaleza  en  nosotros,  y 
todas  nuestras  fuerzas  y  ingenio,  y  afirma  que  por  sí 
mismas  nunca  pueden  conseguir  este  bien.  Y  ansí,  con- 
cluyendo añade  : 

23  «  Dios  entiende  su  carrera,  y  él  conoce  su  lugar.» 
Como  diciendo  que  Dios  solo  sabe  su  morada  y  conoce 
el  camino  que  guia  á  ella ,  que  es  decir  por  rodeo  que 
solamente  Dios  es  el  sabio,  y  la  fuente  del  saber,  y  el 
maestro  de  la  sabiduría  verdadera.  Lo  cual  prueba,  lo 
primero,  porque 

24  «El  mira  hasta  fines  de  tierra,  y  debajo  de  todos 
los  cielos  ve.»  Porque,  dice  ,  él  lo  ve  y  penetra  todo. 
Que  la  causa  del  poco  saber  nuestro  es  la  estrechura  de 
nuestro  higenio  y  la  corta  vista  que  tenemos ,  y  el  no 
poder  abrazar  juntamente  ni  comprehender  la  orden 
que  entre  sí  tienen  las  causas ,  ni  la  eficacia  suya  toda 
en  respecto  de  sus  efectos.  Mas  Dios  es  perfectamente 
sabio,  porque  juntamente  lo  alcanza  todo  y  lo  ve ,  ansí 
las  causas  como  la  orden  y  fuerza  de  ellas,  con  todas  sus 
correspondencias  y  diferencias.  Que  eso  es  ver  bástalos 
fines  de  la  tierra,  y  mirar  debajo  de  todos  los  cielos,  co- 
nocer con  noticia  clara  lo  alto  y  lo  bajo,  y  peaetrar 
universalmente  por  todo.  Y  esta  es  la  probanza  prime- 
ra. La  segunda  es  que, 

2o  «Cuando  dio  peso  á  los  vientos,  y  pesar  con  me- 
dida á  las  aguas;» 

26  «Cuando  hizo  leyá  la  lluvia,  y  camino  al  relam- 
paguear de  los  truenos ,» 

27  «  Entonces  la  vio  y  la  refirió,  aparejóla  y  trujóla  á 
luz.»  Porque  criando  las  cosas  Dios,  y  ordenándolas  en 
la  forma  que  vemos,  probó  clarísimamente  la  grandeza 
incomparable  de  su  sabiduría,  y  demostró  ser  sabio  á 
la  clara.  Entonces  la  vio  y  la  relató  y  trajo  á  luz,  por- 
que allí  la  descubrió,  y  hizo  que  en  él  la  viésemos  to- 
dos. «Cuando  dio,  dice,  peso  á  los  vientos  y  medida  á 
las  aguas;»  esto  es,  puso  en  su  lugar  cada  cosa,  y  le 
dio  su  orden  y  medida  cierta.  Y  dice  de  la  lluvia  y  del 
relámpago  y  trueno,  entendiendo  por  esta  obra  todas  las 
obras,  y  mentando  esta  solamente,  por  las  muchas  ma- 
ravillas de  naturaleza  que  encierra  en  sí  ella  sola.  Pues 
entonces  la  vio,  porque  nos  hizo  verla  en  él ,  y  la  refi- 
rió, porque  nos  dio  lición  della  á  nosotros.  Y  la  lición 
es  lo  siguiente  : 

28  «Y  dijo  al  hombre:  Ves,  temor  de  Dios,  esa  es  sa- 
biduría ,  y  el  esquivar  lo  malo  saber.»  Porque  en  el  ser 
que  dio  á  las  criaturas ,  y  en  la  manera  como  las  orde- 
nó ,  y  en  la  ley  que  les  puso ,  nos  enseñó  que  nuestro 
bien  y  saber  verdadero  consiste  en  reconocer  su  ley  y 
cumplirla.  Que  si  crió  á  todas  las  demás  cosas  con  or- 
den, y  si  las  compuso  entre  sí  con  admirable  armonía,  no 
dejó  al  hombre  sin  concierto ,  ni  quiso  que  viviese  sin 

27 


4IS  OBTÍAS  DE  FRAY 

ley  ni  que  liiciese  disonancia  en  pu  música.  Y  si  á  to- 
do para  su  bien  le  es  necesario  que  conserve  el  lugar 
en  que  le  puso  Dios,  y  guarde  su  puesto,  y  responda  I 
debidamente  á  su  oficio;  y  si  en  saliendo  de  orden  pe-  ■ 
rece ,  notificado  y  sabido  queda  que  en  la  guarda  de  las  : 
leyes  que  le  son  dadas  se  contiene  la  bienaventuran- 
za del  hombre;  y  si  en  esta  observancia  está  puesto  su  i 
bien ,  estará  forzosameute  colocado  su  verdadero  saber  ! 
en  el  conocimiento  que  trae  á  ejecución  estas  leyes.  I 
Pues  entonces,  esto  es ,  en  esa  misma  creación  y  com-  ' 
posición  de  las  cosas ,  dijo  con  las  obras  mismas  como 
con  voz  poderosa;  entonces,  cuando  dio  peso  al  aire 
y  puso  al  agua  en  medida,  y  determinó  su  razón  y  tiem- 
po á  la  lluvia  y  tronido  (que  con  particular  adverten- 
cia no  dice  cuando  crió  las  aguas  y  produjo  los  vien- 
tos y  dio  ser  á  los  truenos,  sino  dice  cuando  les  dio  pe- 
so, ley  y  medida,  para  en  esta  ley  abrir  los  ojos  al  hom- 
bre para  el  conocimiento  y  prueba  de  lo  que  luego  le 
dice),  pues  en  este  concierlo  universal ,  cuando  Dios  le 
compuso  como  en  espejo  clarísimo,  demostró  al  hom- 
bre con  el  dedo  D.'os,  y  le  dijo :  Ves:  esto  es,  aquí  pue- 
des bien  claramente  entender  que  tu  bien  es  guardar  mi 
ley,  y  tu  saber,  conocerla;  aquí  conocerás  que  tienes  ley 
cual  los  otros;  aquí  verás  que  por  medio  deila,  como  las 
den)ás  criaturas,  consuenas  con  todas  las  partes  del 
mundo;  aquí  entenderás  que,  si  la  quebrantas,  disue-, 
ñas  dellas  y  las  contradices,  y  las  conviertes  en  tus 
enemigos;  de  aquí  está  clara  la  causa  de  tu  perdición 
y  salud,  pues  es  necesario  carecer  del  favor  de  todas 
quien  con  todas  se  desordena,  y  perderla  ganancia 
quien  desata  la  compañía.  Esta  es  tu  escuela ,  aquí  está 
tu  enseñanza,  tu  saber  y  doctrina  es  hacer  y  conocer 
solo  esto.  Y  como  á  las  demás  criaturas  les  imprimí 
en  su  ser  la  ley  que  siguen  ,  ansí  te  di  sentido  á  tí  para 
que  comprehendas  mis  mandamientos;  y  como  las  de- 
más siguen  su  intento,  ansí  tu  sentido  es  para  emplear- 
lo en  mi  ley ;  y  como  en  ellas  todo  su  oficio  y  ejercicio 
es  ar|uel  seguimiento,  ansien  este  empleo  consiste  todo 
tu  saber  y  tu  vida.  Tu  sabiduría  pues  es  saber  guardar  tu 
ley,  y  tu  ley  es  que  huyas  de  lo  malo  y  me  temas,  esto 
es ,  me  sirvas  y  no  me  ofendas,  cumplas  lo  que  mando 
y  no  hagas  lo  que  vedo,  ansí  lo  conozcas  siempre  y  lo 
pongas  Olí  ejecución  de  con  tino. 

CAPITULO  XXIX. 

ARGUMENTO. 

Prosigne  Job  y  cuenta  su  felicidad  pasada ,  la  honra  que  todos  le 
liacian,  el  respclo  que  le  tenían,  y  con  la  memoria  del  bien  pa- 
sado acrecienta  y  aviva  el  sentido  de  la  miseria  presente. 

i  Añ;Klió.Iüb,  y  prosiguiendo  su  r.Tzonamicnlo,  dijo  : 

2  ¿U'Jit'ii  me  ci:ir:i  romo  meses  antiguos,  como  días  en 
qiio  Oíos  me  {íuarthiba? 

o  ¿Hitcieiido  resiilandcCer  su  luz  sobre  mi  cabeza,  an. 
dab.i  ;i  su  lumbre  en  las  tinieblas? 

i  ¿I .orno  era  en  dias  de  mi  mancebía,  cuando  Dios  es- 
taba en  el  secreto  sobre  mi  tienda? 

5  ¿Cuando  aun  estaba  el  Abastado  comigo,  y  me  cer- 
caban mis  mo/.os? 

G  ;,('.uando  l)añaba  mis  plantas  en  manteca,  y  la  piedra 
me  den  i;jniaba  arrojos  de  aceite? 

7  ¿Cuando  salia  á  la  puerta  swbie  ciudad,  y  en  la  plaza 
me  lionian  cadira? 


LUIS  DE  LEÓN. 

8  Víanme  mozos  y  abscondianse,  y  ancianos  estaban 
en  pié. 

9  Principes  detenían  sos  hablas  y  ponían  mano  en  su 
boca. 

10  Sus  voces  el  capitán  abscondia ,  y  su  lengua  á  su 
paladar  se  apegaba. 

i  I  üido  que  me  ola  me  llamaba  dichoso ,  y  ojo  que  me 
via  atestiguaba  por  mi. 

i2  Porque  libré  á  pobre  que  voceaba,  y  á  buérfano  des- 
anip-'u"ado  de  ayuda. 

ió  Bendición  de  pereciente  venía  sobre  mí,  y  hacia  que 
corazón  de  viuda  cantase. 

H  Justicia  vestía,  y  vestíame  como  capa  y  como  mitra 
el  juicio. 

lo  Ojos  fui  al  ciego,  y  pies  yo  para  el  zopo. 

i6  Padre  yo  para  pobres ,  y  baraja  que  no  entendía  es- 
tudiaba. 

1 7  Y  quebrantaba  á  malvado  las  muelas,  y  hacia  que  de 
sus  dientes  soltase  la  presa. 

18  Y  decíame  :  ün  mi  nido  espiraré,  y  multiplicaré  como 
palma  los  dias. 

19  Mi  raí/,  descubierta  á  las  aguas,  y  en  mi  mies  hará 
asiento  roció. 

20  Gloría  mía  siempre  nueva  comigo,  y  mi  arco  en  mi 
mano  sei  á  reiioviulo. 

21  üianme  y  esperaban,  y  callaban  atentos  á  mi  con- 
sejo. 

22  En  pos  mi  palabra  no  replicaban,  y  distiluba  sobre 
ellos  mi  fabla. 

23  Esperábanme  como  á  lluvia,  y  su  boca  abrían  como 
á  agua  tardía. 

24  Reíame  á  ellos,  y  no  lo  creían,  y  luz  de  mis  faces  no 
caia  en  la  tierra. 

25  Caminaba  á  ellos,  y  me  sentaba  en  cabeza,  y  senta- 
do como  rey  en  ejército,  consolaba  á  los  tristes  llorosos. 

EXPLICACIÓN. 

i  (íY  añadió  Job ,  y  comenzando  su  razón ,  dijo.»  Sa- 
tisfecho Job  de  haber  mostrado  lo  poco  que  sus  amigos 
sabían,  y  cuan  lejos,  en  lo  que  tocaba á  él,  andaban  de 
la  verdad,  en  este  capítulo  y  en  los  dos  que  se  siguen 
declara  muy  á  la  larga  su  adversidad  y  inocencia.  Su 
inocencia  en  el  postrero ,  y  su  adversidad  en  los  pri- 
meros dos,  diciendo  en  este  lo  que  fué,  y  en  el  que  se 
le  sigue  lo  (¡uc  es  al  presente.  Porque  el  haber  sido  fe- 
liz y  venir  á  ser  miserable,  hace  que  sea  y  que  se  sien- 
ta por  mayor  cualquier  desventura,  que,  como  el  poe- 
ta griego  dice : 

Al  hombre  que  dichoso  un  tiempo  ha  sido 
La  mudanza  es  dolor,  que  el  siempre  hollado 
Con  el  uso  del  mal  pierde  el  sentido. 

Pues  dice: 

2  ((¿Quién  me  dará  como  meses  antiguos,  como 
(lias  en  que  Dios  me  guardaba?»  Entra  descando  tor- 
nar á  ser  loque  fué,  para  con  este  principio  referir 
por  menudo  su  pasada  prosperidad.  Y  en  decir:  ((¿Quién 
me  dará?»  muestra,  no  solo  su  deseo,  sino  también  la 
imposibilidad ,  ó  á  lo  menos  la  dificultad,  de  lo  que  de- 
sea; porque  en  la  manera  de  hablar  dcsta  lengua,  el 
preguntar  ansí  es  hacer  dificultoso  lo  queso  pregunta. 
«Como  dias  en  que  Dios  me  guardaba.»  Ansí  se  decía 
en  el  caidtulo  primero  que  Dios  tenia  cercado  á  Job  á 
la  redonda  para  no  ser  ofendido.  Y  ansimismo  de  aquí 
se  entiende  que  el  no  incurrir  la  vida  y  suerte  del  hom- 
bre en  desastres  contínos  es  particular  guarda  y  provi- 
dencia de  Dios;  porque,  según  son  muchasy  diferentes 


EXPOSICIÓN  DEL 
y  entre  sí  contrarias  las  cosas  que  en  esta  vida  concur-  j 
ren,  maravilla  grande  es  que  no  hieran  y  lisien  al  que 
continainenle  anda  entre  ellas.  Y  como  seria  cosa  de 
providencia  particular,  el  que  anduviese  metido  entre  j 
muclios  que  peleasen  entre  si  mismos  con  obstinación 
y  coraje ,  y  entre  muchas  espadas  y  muchas  piedrasque   ; 
de  la  una  parLe  á  la  otra  volasen ,  no  salir  descalabra- 
do  de  la  reyerta;  ansí  pasar  un  hombre  entre  el  albo- 
roto y  pelea  universal  desta  vida  sin  recebir  golpes  de 
desastres  cominos,  guarda  es  de.  Dios  y  particular  vela 
suya.  Y  es  como  añade: 

3  «Cuando  hacia  resplandecer  su  luz  sobre  mi  cabe- 
za, ¿andaba  á  su  luz  en  tinieblas?»  Porque  la  luz  de 
Dios  y  su  resplandor,  en  estas  letras  no  dice  guia  so- 
lamente ,  sino  resplandor  también ,  defensa  y  ayuda  y 
sucesos  muy  prósperos,  como  en  el  salmo  ■12  y  26  y 
en  otras  partes  parece.  Con  la  cual  ayuda  el  hombre 
anda  entre  los  peligros  seguro  y  cierto ,  y  sin  miedo  en 
medio  de  la  noche  escurísima,  por  llevar  su  defensa  y 
su  guia  consigo  mismo.  Pues  desea  tornar  á  ser  cual 
era  en  los  meses  pasados,  y  á  que  Dios,  como  entonces 
hacia ,  le  defienda  y  prospere.  O  como  vuelve  á  decir, 
desea  tornar  á  ser : 

4  «Como  en  dias  de  mi  mancebía ,  cuando  Dios  es- 
taba en  el  secreto  sobre  mi  tienda ; »  esto  es ,  ser  viejo 
tan  próspero  y  tan  favorecido  de  Dios  como  cuando  fué 
mozo.  Que  qs  argumento  de  extraordinario  dolor,  en  la 
vejez,  cuando  pide  la  edad  mas  descanso,  tallar  el  que 
en  la  mocedad  se  tuvo,  y  venir  vejez  trabajosa  después 
de  mocedad  descansada.  «Como  en  dias  de  mi  moce- 
dad.» Lo  que  decimos  mocedad,  en  el  original  es  al 
pié  de  la  letra  reprehensión  ó  palabra  afrentosa ,  y 
aplícase  á  la  mancebía  y  niñez ,  porque  no  solamente 
está  sujeta  á  la  reprehensión  y  castigo,  mas  le  convie- 
ne que  la  reprehendan  y  afrenten.  Dice  mas: 

5  «¿Cuando  aun  estaba  el  Abastado  comigo ,  y  me 
cercaban  mis  sirvientes?»  Repite  en  diversas  maneras 
una  misma  sentencia,  y  á  su  prosperidad  pasada  unas 
veces  llama  guarda  de  Dios,  otras  lumbre  suya  sobre  su 
cabeza,  otras  asistencia  en  su  secreto,  otras  familiar 
compañía,  para  demostrar  que  nuestro  bien,  no  sola- 
mente nace  de  Dios,  sino  que  para  hacerle  nos  asiste 
en  diversas  maneras  :  apartándonos  de  las  ocasiones  y 
tropiezos  de  fuera,  y  en  eso  es  guarda;  alumbrando  lo 
interior  del  sentido,  en  que  es  luz  resplandeciente  so- 
bre nuestra  cabeza;  derramando  gracia  por  la  substan- 
cia del  alma,  en  que  es  morador  del  secreto  de  nuestra 
tienda ;  haciéndonos  presencia  de  si  para  remedio  desta 
soledad  y  destierro,  y  entonces  se  dirá  bien  que  «es- 
taba el  Abastado  comigo»,  como  aquí  dice.  Porque 
ciertamente  entonces  está  abastada  el  alma  y  libre  de 
loda  mengua,  entonces  es  reina,  entonces  es  esposa, 
entonces  es  amiga  dulcísima ,  y  entonces  es  señora  de 
todo  y  emperatriz  sobre  sí,  mas  alta  mucho  que  el  cie- 
lo ,  de  donde  con  desprecio  mira  el  suelo  sujeto  á  sus 
pies.  Mas  veamos  lo  de  adelante: 

6  «¿Cuando  bañaba  mis  plantas  en  manteca ,  y  la 
piedra  me  derramaba  arroyos  de  aceite?»  Dice  de  sus 
riquezas,  y  comienza  por  la  manteca  y  aceite,  y  de- 
clara por  manera  de  encarecimiento  su  copia ;  que  la 
manteca  era  como  agua ,  y  aun  las  piedras  le  daban  acei- 


LIBRO  DE  JOB.  419 

te,  y  por  la  manteca  entiende  el  ganado,  y  por  el  acet- 
te  todas  las  plantas  de  fruto.  Dice  mas: 

7  «¿Cuando  salia  á  la  puerta  sobre  ciudad ,  y  en  la 
plaza  rae  ponían  cadira?»  Dijo  de  las  riquezas,  dice 
agora  de  la  autoridad  que  tenia,  que  es  de  la  prosperi- 
dad la  mejor  parle.  Pues  demuestra  haber  sido  tan  es- 
timado, que  en  los  lugares  del  juzgado ,  cuando  iba  á 
ellos,  le  ponían  luego  silla,  ó  por  decir  mejor,  su  silla 
y  su  asiento  era  el  mas  eminente.  «Cuando  salia  á  la 
puerta  sobre  ciudad ,»  esto  es,  á  la  puerta  que  está  á 
la  entrada  y  como  al  principio  de  la  ciudad;  porque  an- 
tiguamente la  plaza  eslaba  junto  á  ella ,  y  en  la  plaza 
el  consistorio  y  lugar  de  juicio,  porque  los  de  fuera  que 
venían  á  contratar  ó  á  pedir  justicia  no  se  mezclasen 
por  lo  secreto  del  pueblo.  Y  ansí ,  en  diciendo  la  puer- 
ta ,  añade  luego  la  plaza  ,  porque  la  puerta  y  la  plaza 
estaban,  como  decimos,  juntas.  Dice: 

8  «Víanme  mozos  y  abscondíanse,  y  ancianosestaban 
en  pié.»  Engrandece  su  autoridad  por  sus  accidentes; 
que  el  asconderse  los  mozos ,  y  el  recibirle  los  ancia- 
nos en  pié ,  es  cosa  que  se  hace  por  reverencia.  Y  ni 
mas  ni  menos  lo  que  se  sigue: 

9  /( Príncipes  detenían  sus  hablas  y  ponían  mano 
sobre  sus  bocas,»  estoes,  callaban,  hablando  yo,  y  es- 
tábanme atentos.  Y  ansimismo  lo  que  dice: 

10  «Su  voz  el  capitán  abscondia,  y  su  lengua  al  pa- 
ladar se  apegaba.»  Como  si  dijese,  ni  resollar  osaban 
delante  de  mí ,  ni  los  mas  principales ;  que  eso  signifi- 
can estas  figuras  de  ascender  la  voz  y  de  apegar  á  sus 
paladares  sus  lenguas, 

i  i  «Oído  que  me  oía ,  me  llamaba  dichoso ,  y  ojo 
que  me  vía,  atestiguaba  por  mí.»  No  solo,  dice,  me 
recibían  con  reverencia,  y  no  solo  me  oían  con  gran- 
de atención;  mas  aprobaban  con  admiración  lo  que  ha- 
blaba, y  los  que  me  oían  y  vían  me  bendecían.  «Ojo, 
dice,  que  me  vía,  atestiguaba  por  mi ,»  esto  es,  con- 
firmaba con  su  meneo  y  movimiento  mi  habla;  que  en 
lo  que  nos  aplace,  en  testimonio  de  quenos  aplace, con 
los  ojos  solemos  dar  señas.  Y  añade : 

12  «Porque  libré  á  pobre  que  voceaba  y  á  huérfano 
desamparado  de  ayuda.»  Porque  ha  dicho  que  por  su 
autoridad  le  ponían  asiento  en  el  juzgado  y  le  daban  el 
juzgar  de  los  pleitos  y  le  oían  cuando  hablaba,  y  sen- 
tenciaba con  atención  y  silencio ,  y  le  bendecían  des- 
pués; dice  agora  la  razón  por  qué  después  de  haberle 
oído  le  bendecían ,  que  es  porque  libraba  con  su  sen- 
tencia «al  pobre  que  voceaba»,  esto  es,  que  el  estar 
agraviado  le  hacia  dar  voces  al  cielo,  «y  al  huérfano 
desamparado  de  ayuda,»  esto  es,  porque  enderezaba 
siempre  su  razón  al  desagravio  de  los  pobres  y  al  favor 
de  los  que  poco  podian.  En  que  demuestra  si  tenia  mu- 
cha autoridad  con  el  pueblo,  no  lo  haber  alcanzado  por 
cohecho  ni  por  ingenio  y  lisonja,  ni  con  las  demás  ar- 
tes malas  de  la  ambición ,  sino  con  rectitud  hermana- 
da con  piedad  y  clemencia.  Porque  á  la  verdad,  en  mu- 
chos caminos  por  donde  los  hombres  vienen  á  ser  pre- 
ciados y  muy  estimados  de  todos,  ninguno  es  mas  cier- 
to que  el  de  la  piadosa  justicia  ;  porque  no  hay  quien 
no  admire  y  reverencie  lo  justo,  aun  esos  mismos  que 
viven  mal  y  que  destierran  de  sí  la  rectitud  y  justicia, 
donde  quiera  que  la  vean,  la  adoran  y  estiman.  Y  ansí 


420  OBRAS  DE  FRAY 

Job  era  estimado  mucho,  no  polamente  por  ser  rico,  que 
también  dan  su  autoridad  las  riquezas,  ni  solamente 
por  ser  bien  razonado,  que  es  también  de  estimarla  elo- 
cuencia, sino  principalmente  por  ser  justo  y  ampara- 
dor de  lo  justo.  Y  lo  que  se  sigue ,  esto  es : 

i  3  ((Bendición  de  pereciente  venia  sobre  mí  y  hacia 
que  corazón  de  viuda  cantase,»  ó  pertenece  á  la  virtud 
de  la  limosna  y  largueza ,  diciendo  que  acudia  á  los 
necesitados ,  y  ansí  le  beadecian ,  y  ni  mas  ni  menos, 
sustentando  y  favoreciendo  las  viudas,  les  liinchia  de 
alegría  el  corazón,  que  salía  á  la  boca  con  demostra- 
ciones de  contento  y  de  gozo;  ó  pertenece  á  la  admi- 
nistración de  la  justicia  de  que  hablaba,  y  que,  como  di- 
jo haber  librado  al  pobre  que  voceaba ,  diga  ahora  que 
ese  mismo  pobre,  que  pereciera  si  no  le  librara  él ,  le 
bendecía.  Y  porque  dijo  que  libró  «al  huérfano  des- 
amparado de  ayuda»,  diga  agora  que  «á  la  viuda», 
que  es  una  manera  de  orfandad,  le  hincliia  de  canta- 
res la  boca  con  alegría  de  verse  por  él  socorrida.  Y  con 
ambos  sentidos  conforma  bien  lo  que  luego  se  sigue: 

ií  «Justicia  vestía,  y  vestíame  como  capa  y  como 
mitra  el  juicio.»  Ponpie  justicia,  en  la  lengua  de  la 
Sagrada  Lscritura  es  limosna  muchas  veces,  coijio  en 
san  Mateo  (a)  y  en  otros  parece.  Pues  dice  que  su 
arreo  y  su  vestido  de  fiesta  y  los  aderezos  de  su  cuerpo 
preciosos  eran ,  ó  digamos  la  limosna  ola  administra- 
ción de  la  justicia  recta,  y  el  amparar  con  lo  uno  y  lo 
olro  á  to  lo  lo  falto  de  amparo.  Y  ansí  añade: 

15  ((Ojos  fui  al  ciego,  y  pies  yo  para  el  zopo.» 

16  ((Y  padre  yo  á  pobres,  y  baraja  que  no  entendía 
estudiaba.»  En  que  declara,  no  solo  haber  favorecido á 
algún  necesitado  de  favor,  sino  haber  sido  general  am- 
paro de  lodos  los  que  tenían  necesidad  alguna,  no  solo 
haberlo  hecho  alguna  vez,  sino  ha!)erlo  tenido  de  cos- 
tumbre y  como  por  oficio  proprio  y  suyo,  como  lo  es 
del  padre  acudir  á  los  hijos,  y  de  los  ojos  y  de  los  pies 
servir  cada  uno  en  su  obra.  Y  ansí  dice  que  estudiaba, 
ó  como  el  original  dice,  investigaba  con  diligencia  las 
causas  de  los  desamparados,  para  entender  mejor  y  de- 
fender su  justicia.  Y  como  la  entendia,  la  ponía  por 
obra,  y  por  eso  dice: 

17  ((Y  quebrantaba  á  malvado  las  muelas,  y  hacia 
que  de  sus  dientes  soltase  la  presa.»  Habla  del  hombre 
como  de  un  león  ó  de  otros  anímales  carniceros  por 
sciiiojan/.a  y  metáfora.  Dice  mas: 

18  ((Y  decíame:  En  mi  nido  espiraré,  y  multiplicaré 
como  palma  los  días.» 

19  (iMi  raíz  descubierta  á  las  aguas,  en  mi  mies  ha- 
rá asiento  el  rocío.» 

20  ((Gloría  mía  siempre  nueva  comigo,y  mi  arco  en 
mi  mano  será  renovado;»  esto  es  ,  y  ser  mi  oficio  este, 
jiinlamente  con  la  disposición  de  mi  ánimo  y  con  el  tes- 
timonio de  mí  conscioncia,  criaban  en  mí  esperanza 
cicrla  de  vivir  y  morir  en  paz  y  sin  revés  de  fortuna. 
<(Y  decíame,»  esto  es,  y  prometíame  á  mí,  ((espiraré 
en  mi  nido,»  esto  es,  en  mi  casa  y  mi  descanso  llegaré 
hasta  el  día  postrero,  ((y  multiplicaré  mis  días  como 
palma  ó  como  arena,»  según  otra  letra,  esto  es,  viviré 
largos  años.F*orque  ala  piedad  y  al  bien  hacer  promete 
en  sus  letras  Dios  larga  vida.  «Mi  raíz  dcscubieiia  ú  las 

(a;  Matlh.,  cap.  C,  v.  ti,l. 


LUIS  DE  LEÓN. 

aguas, »repí!ese  la  palabra ((V decíame».  ((Mi  raíz»  estará 
siempre  bañada  en  agua,  que  es  decir,  siempre  estaré 
florido  y  verde, gozando  de  fortuna  próspera.  Quehabla 
de  sí  como  de  un  árbol  plantado  cercado  laagua.quees 
semejanza  con  que  suele  declarar  Dios  la  bienandanza  del 
justo,  como  en  el  salmo  1.°  (6),  do  dice:  ((Y  será  como 
árbol  plantado  junto  á  las  corríenies  de  las  aguas,  que 
dará  su  fruto  ásu  tiempo,  y  su  hoja  no  descaece.»  Y  lo 
mismo  es,  «en  mies  hará  asiento  el  rocío,»  que  es  de- 
cir, no  me  faltará  el  favor  y  rocío  (iel  cíelo.  (iGloriamia 
siempre  nueva  comigo,»  esto  es,  mi  prosperidad,  y  la 
estima  en  que  estoy,  y  el  descanso  mío  y  la  reputación 
acerca  de  todos,  estará  siempre  en  pié ,  como  está  lo 
nuevo  y  flamante;  que  lo  que  se  envejece  viene  á  me- 
nos y  camina  á  la  muerte.  Y  lo  mismo  dice  del  ((arco 
suyo»,  que  ((será  renovado»  en  su  mano,  y  entiende 
por  el  arco,  el  poder,  el  mando,  el  imperio.  Porque  el 
arco  era  como  insignia  de  los  que  mandaban,  y  lo  traían 
los  reyes  consigo,  como  de  la  historia  de  los  reyes  (c) 
se  entiende.  Esto  pues  se  decía  y  prometía  Job  en  su 
prosperidad,  y  refiérelo  agora  con  un  sentimienLo  de 
lástima,  y  como  infiriendo,  aunque  lo  calla,  ponjue  el 
dolor  se  lo  ahoga  en  el  pecho;  ansí  que,  inliríendo,  mas 
¡cómo  mí  esperanza  se  engañó!  ¡cuan  al  revés  délo 
que  pensé  me  sucede !  Y  decíame,  y  sin  duda  se  decía 
muy  bien,  y  ansí  le  sucedió  todo  después,  aunque  no 
se  lo  prometía  el  estado  presente.  Mas  no  es  tan  cierto 
el  salir  cada  dia  por  el  oriente  el  sol,  cuanto  es  tener 
buen  fin  y  próspera  y  larga  vida  los  que  sirven  á  la  pie- 
dad, y  son  bienhechores  los  pol)res,  y  amparadores  de  los 
que  poco  pueden,  y  justos  generalmente  con  todos;  por- 
que no  consiente  el  Señor  que  muera  afligido  quien 
fué  general  socorro  de  las  afiiccíones  ajenas,  ni  que 
oprima  el  desastre  al  que  los  desastres  ajenos  tuvo  por 
suyos,  ni  que  sea  poderosa  la  violencia  injusta  contra 
quien  se  opuso  á  ella  siempre  por  librar  á  sus  pniji- 
mos.  Que  mide  Dios  como  medimos,  y  perdona  como 
perdonamos,  y  nos  socorre  en  la  manera  y  las  entrañas 
que  nos  ve  socorrer.  ((Con  la  medida,  dice (c/),  quemi- 
díéredes,  os  tornarán  á  medir.»  Y  de  la  piedad  dice  san 
Pablo  (e)  ((que  tiene  promesa  destavida  y  de  la  otra». 
Pero  vamos  mas  adelante: 

21  ((Oíanme  y  esperaban,  y  callaban  atentos  á  mi  con- 
sejo.» Torna  á  proseguir  la  reputación  en  que  tenido 
era,  y  dice  agora  su  opinión  para  con  todos  de  sabio, 
bien  contraria  de  la  que  estos  sus  amigos  tenían  del  al 
presente,  y  por  eso  lo  dice.  Y  añade: 

22  «En  pos  mi  palabra  no  replicaban,  y  distílaba  so- 
bre ellos  mí  labia. » 

23  «Esperábanme  como  á  lluvia,  su  boca  abrían  co- 
mo á  agua  tardía;»  que  loilas  son  propriedades  de  los 
muy  repulidos  en  prudencia  y  saber.  Ansí  los  oyen,  an- 
sí reciben  lo  que  dicen ,  ó  ansí  los  oyentes  ponen  en  los 
oidos  sus  palabras.  «Distílaba,  dice,  sobre  ellos  mi  fa- 
bla.»  En  semejanza  de  cuando  llueve,  como  en  lo  (pe 
añade  luego  parece,  y  úsase  en  esta  escritura  para 
significar  lo  queso  habla  con  elocuencia  y  es  oído  con 
atención  y  deseo.  Como  Moisen  ensucántico(/'):«Con- 

(b)  l's.  1,  V.  3.    (c)  Lib.  IV,  Rec,  cap.  13,  v.  13. 

(d)  MaUli.,  cap.  7,  v.  iJ;  Mar.,  cap.  4,  v.  24;  Lucae,  cap.  C,  v.  3S, 

(ej  1,  Tiui,,  cap.  4,  v.  8.    U)  Üculcion.,  cap.  52,  V.  i. 


EXPOSICIÓN  DEL 
viértase  en  lluvia  mi  doctrina,  y  corra  como  rocío  mi 
piilabra,  como  lluvia  sobre  la  yerba.»  Que  como  en  el 
caer  de  la  lluvia  el  agua  viene  de  alto,  y  la  tierra  que  la 
recibe  está  en  lugar  inferior,  y  como  cae  menuda  ymu- 
cha,  y  por  esta  causa  cala  y  empreña  la  tierra,  y  como  el 
suelo  secóla  recibe  de  gana,  y  si  se  tarda,  enciertama- 
nera  la  pide ;  ansí  al  que  razona  concertada  y  prove- 
chosamente, los  oyentes,  como  inferiores  y  sujetos,  le 
oyen,  y  con  la  copia  de  sus  palabras  escogidas  y  bien 
puestas  cae  en  sus  oídos  dellos,  y  de  los  oidos  pasa  al 
alma  y  cría  en  ellos  juicios  y  voluntades  y  movimien- 
tos buenos  y  santos ,  y  oyen  con  sed  y  con  gusto,  y  ape- 
tecen oírle  si  calla,  y  cuando  calla  le  piden  y  deman- 
dan que  hable.  Y  esto  le  acontecía  á  Job,  como  dice;  y 
también  lo  que  añade : 

24  ((Roíame  á  ellos  y  no  lo  creían ,  y  luz  de  mis  fa- 
ces no  caia  en  la  tierra.»  Tanto  era ,  dice ,  el  respeto 
que  me  tenían,  y  el  caso  que  hacían  de  mí ,  y  lo  que 
preciaban  que  los  mirase,  que  si  lo  hacía,  apenas  lo  po- 
■diau  creer,  y  criaba  duda  en  ellos  el  contento  excesivo, 
y  nunca  por  verme  alegre  me  perdieron  el  respeto;  que 
eso  es  decir  que  «la  luz  de  sus  faces  no  caía  en  la  tier- 
ra», ó  como  dice  el  original  á  la  letra,  (da  luz  de  mis 
faces  no  desechaban.»  Añade  y  concluye: 

2o  ((Si  caminaba  á  ellos ,  me  sentaba  en  cabeza,  y 
sentado  como  rey  en  ejército,  consolaba  á  los  tristes 
llorosos.»  O  como  el  original  á  la  letra  :  (( Elegía  su  ca- 
mino dellos,  y  me  sentaba  en  cabeza,  como  rey  en  ejér- 
cito, como  quien  á  llorosos  consuela. »  En  que  dice  la 
honra  que  en  particular  le  hacían  sus  ciudadanos  cuan- 
do se  metía  en  conversación  con  ellos  ó  los  visitaba 
en  sus  casas ,  que  le  ponían  en  cabecera  y  le  rodeaban 
como  á  rey ,  y  estaban  colgados  de  su  boca ,  como  sue- 
len los  hombres  afligidos  del  que  les  está  consolando. 

CAPITULO  XXX. 

ARGU.MENTO. 

Después  de  haber  contado  Job  su  infelicidad  pasada ,  reñere  muy 
por  menudo  los  males  y  miserias  á  que  de  presente  se  hallaba 
reducido. 

i  Y  agora  ríen  sobre  mi  mis  zagueros  en  días,  cuyos 
padres  me  desdeñaba  poner  con  perros  de  mi  ganado. 

2  Y  que  la  virtud  de  sus  manos  me  servia  de  nada,  y 
eran  tenidos  por  no  dignos  de  vida. 

3  Con  pobreza  y  con  lianibre  estériles,  que  roían  en 
soledad  deslustrados  con  calamidad  y  miseria. 

4  Y  comían  yerbas  y  corteza  de  árboles,  raíces  de  ju- 
nípero pan  suyo. 

5  Que  de  valles  arrebatan  aquesto;  hallándolo,  corren 
con  voces  á  ello. 

6  En  escondrijos  de  arroyos  moraban,  en  forados  de 
tierra  y  en  peñas. 

7  Que  entre  estas  cosas  se  alegraban,  y  sus  espinas 
esiiniñban  regalo. 

8  Hijos  de  necios ,  hijos  sin  nombre,  deshechos  mas 
que  la  tierra. 

9  Y  agora  he  sido  su  cántico  y  soy  para  ellos  hablilla. 

10  Abomináronme  y  alejáronse  de  mi,  y  no  detuvieron 
su  escupir  de  mi  rostro. 

\  1  Abrió  su  carcaj ,  y  afligióme ,  puso  freno  en  mi 
boca. 

12  A  la  diestra  de  mi  calamidad  que  nació  se  levanta- 
ron luej-'o,  empelieron  mis  pies,  oprimieron  como  olas  con 
sus  carreras. 


LIBRO  DE  JOB.  421 

15  Desbarataron  mi  senda,  pusiéronse  en  celada  contra 
mí,  y  prevalecieron,  y  no  fué  (¡uien  diese  socorro. 

14  Como  por  puerta  abierta  y  muro  roto  arremetieron 
sobre  mí.  y  derrocáronse  á  mis  miserias. 

Id  Reducido  soy  á  nada,  se  llevó  como  viento  mi  de- 
seo, y  como  nube  se  pasó  mi  salud. 

16  Y  agora  en  mi  se  marchita  mi  alma,  ásenme  diasde 
angustia. 

17  De  noche  de  dolores  es  horadado  mi  hueso,  y  los 
que  me  comen  no  duermen. 

18  En  muchedumbi-e  dellos  mi  vestidura  es  consumi- 
da, ciñéronme  como  capilla  de  túnica. 

19  Compúserae  al  lo(Ío  y  asemejado  soy  á  polvo  y  ce- 
niza. 

20  Voceé  á  ti ,  y  no  me  respondiste,  estoy,  y  advertis- 
te á  mi. 

21  Trocádote  me  has  en  cruel,  en  fortaleza  de  tu  ma« 
no  me  haces  guerra. 

22  Levantásteme,  y  como  sobre  el  aire  puesto  á  caba- 
llo, derrocásleme  con  valentía. 

23  Que  conozco  que  me  entregarás  á  muerte,  adon- 
de la  casa  y  convento  de  todo  viviente. 

24  Empero  no  envias  tu  mano  para  acabamiento  dellos, 
y  si  cayeren,  tú  salvarás. 

23  Lloraba  sobre  el  afligido,  y  condolíase  mi  alma  del 
pohre. 

26  Cuando  esperaba  bien,  vino  mal,  esperaba  luz,  y 
salieron  tinieblas. 

27  Mis  entrañas  hierven  sin  descanso,  adelantáronseme 
los  dias  de  cuita. 

28  Enlutado  andaba  sin  brio ,  levánteme  entre  la  con- 
gregación, llamé. 

29  Hermano  fui  de  dragones  y  compañero  de  aves- 
truz. 

50  Mi  cuero  sobre  mi  ennegrecido,  y  mis  huesos  se- 
cados del  ardor. 

51  Convirtióse  en  lamento  mi  cítara,  y  mi  canto  en  voz 
de  llorosos. 

EXPLICACIÓN. 

1  «Y  agora  escarnecen  de  mí  mis  zaguefOs  en  edad, 
cuyos  padres  me  desdeñaba  poner  con  perros  de  mí  ga- 
nado.» Dijo  su  felicidad  pasada,  dice  agora  su  misera- 
ble estado  presente.  Y  porque  en  lo  pasado  insistió  mu- 
cho en  la  autoridad  y  reputación  que  tenia ,  comienza 
aquí  del  grande  desprecio  á  que  vino,  y  dice:  a\  ago- 
ra,» como  diciendo,  esto  fué  entonces,  dábanme  el  pri- 
mer lugar  adó  quier  que  llegaba ,  cercábanme  como  á 
rey,  estaban  de  mi  boca  colgados;  mas  agora  hacen 
mofa  de  mí  los  mozos  y  viles,  no  solo  los  ancianos  y 
graves.  Y  para  encarecer  mas  el  desprecio,  encarece 
con  particulares  señales  la  bajeza  y  vileza  de  los  que  le 
menosprecian;  y  dice  lo  primero,  (¡mis  zagueros  en 
dias,»  esto  es,  los  que  nacieron  después  de  mí,  y  me 
debían  por  la  edad  reverencia.  Y  añade,  «cuyos padres 
me  desdeñaba  poner  con  los  perros  de  mi  ganado;»  co- 
mo diciendo ,  no  solo  menores  en  edad,  pero  tan  viles 
en  condición ,  que  sus  padres  no  merecían  estar  con  mis 
perros ,  ó  cierto  no ,  no  me  sirviera  dellos  yo  ni  para 
pastores.  Y  da  la  causa  y  dice: 

2  «Que  la  virtud  de  sus  manos  no  me  servia  de  na- 
da, y  eran  tenidos  por  indignos  de  vida.»  Porqr.e,  di- 
ce, eran  inhábiles  y  inútiles  para  todo,  todo  su  poder  y 
saber  era  ninguno  y  sin  fruto ,  el  aire  que  respiraban 
no  merecían.  O  como  el  original  á  la  letra  dice,  «pere- 
ció sobre  ellos  vejez,»  estoes,  no  nació  la  vejez  para 
ellos;  en  que  ó  pone  la  parte  por  el  todo,  y  por  la  vejez, 


422  OBRAS  DE  FRAY 

que  es  una  parfe,  comprehende  toda  la  vida,  y  dice  lo 
que  nuestro  intérprete  dijo ,  que  no  son  dignos  de  vi-   j 
da ;  ó  significa  que  no  merecían  llegar  á  la  vejez ,  ó 
que  nacieron  para  nunca  descansar  como  viejos ,  sino 
lacerar  siempre  y  trabajar  como  mozos;  porque  añade: 

3  «En  pobreza  y  con  hambre  estériles ,  que  roian  en 
soledad,  deslustrados  en  calamidad  y  miseria.»  Esto  es, 
porque  por  su  vileza  y  poca  maña  é  industria  la  vida  les 
fué  estéril ,  nunca  hicieron  fruto  que  valer  les  pudiese; 
y  ansí,  vivieron  siempre  en  hambre  y  pobreza,  solos, 
desamparados ,  royendo  las  raíces  del  campo ,  y  por  la 
misma  razón,  desfigurados  con  el  uso  de  la  continua 
miseria.  O  como  otra  letra  dice  en  la  misma  senten- 
cia: «En  necesidad  y  hambre  solitarios,  huyentesá 
"severa  soledad,  asolamiento  y  destierro.»  Esto  es,  que 
no  solo  eran  pobres  y  hambrientos ,  mas  que  ni  lo  sa- 
bían ganar,  ni  hallaban  quien  se  lo  diese,  y  que  el  ex- 
tremo de  la  necesidad  los  sacaba  y  llenaba  á  los  campos 
desiertos  y  solos  y  desolados ,  á  comer  las  yerbas  dellos 
y  á  no  ser  vistos  de  gentes.  Y  ansí  dice: 

4  «Y  comían  yerbas  y  cortezas  de  árboles ,  raíz  de 
junípero  pan  suyo.»  Lo  que  decimos  yerhas ,  en  el 
original  es  malvas ,  en  que  por  figura ,  nombrando  una 
especie  de  yerbas ,  se  entienden  todas  generalmente. 

Y  lo  que  decimos  «cortezas  de  árboles»,  dice  la  pri- 
mera letra  «y  de  sobre  el  ramo»,  que  es  la  corteza  que 
le  cubre,  según  san  Jerónimo;  aunque  otros  dicen  cer- 
ca del  ramo ,  como  diciendo  que  cogían  de  entre  las 
matas  malvas  y  las  comían.  Dice  mas: 

o  «De  valles  arrebatan  aquesto,  hallándolo,  con  vo- 
ces corren  á  ello;»  que  es  mayor  encarecimiento  de 
hambre.  Porque,  dice,  no  solo  se  mantenían  con  raíces 
y  yerbas,  mas  ni  de  yerbas  tenían  copia  bastante ;  ham- 
breando andaban  por  los  valles  buscándolas,  y  si  las 
hallaban ,  acudían  corriendo  y  gritando  comoá  un  bien 
no  pensado.  O  como  dice  otra  letra:  «De  enmedio  eran 
alanzados,  voceaban  á  ellos  como  ladrón;»  que  de- 
muestra por  otro  camino  la  vileza  destos  hombres  que 
cuenta.  Que  su  traje ,  su  disposición,  su  inutilidad  de 
vivir  vagabunda,  los  hacía  sospechosos  á  la  gente;  y 
ansí,  los  que  los  vian  los  echaban  á  voces  del  pueblo, 
diciendo:  «Al  ladrón,  al  ladrón.»  Y  según  esto, mani- 
fiesta la  causa  principal  que  los  llevaba  á  los  campos. 

Y  con  ello  conforma  lo  que  luego  prosigue: 

6  «En  escondrijos  de  arroyos  moraban,  en  forados 
de  tierra  y  en  peñas. »  Porque  huyendo  la  grita,  y  el 
justo  temor  y  sospecha  que  dellos  tenían  los  hombres, 
desamparados  los  pueblos,  se  ascendían  entre  las  pe- 
ñas. Y  dice  «escondrijos de  arroyos,  y  forados  de  tier- 
ra y  en  piedras  »,  porque  en  los  arroyos  las  quiebras, 
y  en  la  tierra  las  cuevas,  y  entre  las  peñas  los  aparta- 
mientos secretos,  son  buenos  para  esconder  al  que  hu- 
ye. Dice : 

7  «Que  entre  estas  cosas  se  alegraban,  y  so  espinas 
eslimaban  regalo;»  ó  de  otra  manera  :  «Entre  mator- 
rales roznaban,  adunábanse  debajo  de  ortiga.»  Cuando 
una  cosa  llega  á  hábito  hace  contento  y  regalo,  que  es 
lo  postrero  á  que  llegar  puede;  y  ansí,  no  pudo  Job  en- 
carecer mas  la  vileza  destos  que  diciendo  que  se  de- 
leitaban y  alegraban  con  ella.  Y  dice  que  roznaban, 
porque  la  manera  de  conversar  y  de  alegrarse  entre  gen- 


LUIS  DE  LEÓN.  1 

te  tan  baja  es  de  ordinario  torpe  y  bestial.  Dice  mas : 

8  «Hijos  de  desprecio,  hijos  sin  nombre,  deshechos 
mas  que  el  polvo ;»  en  que  concluye  con  ellos  y  con  sus 
calidades.  Como  si  dijera :  Al  fin  en  una  palabra  gente 
despreciadísima  y  obscurísima,  y  vil  mucho  mas  que  la 
tierra.  Porque  en  la  lengua  original  deste  libro,  decir- 
se uno  hijo  de  alguna  obra  ó  cualidad,  significa  el  ex- 
tremo della,  como  es  manifiesto.  Pues  estos  hombres 
¿qué,  qué?  Lo  que  dice  : 

9  «  Y  agora  he  sido  su  cántico,  y  soy  para  ellos  ha- 
blilla. » 

10  «Abomináronme  y  alejáronse  de  mí,  y  no  detu- 
vieron su  escupir  de  mi  rostro.»  Esto  es,  soy  agora  el 
desprecio  y  la  risa  y  el  abatimiento  destos  que  digo, 
que  es  decir,  soy  mas  vil  que  la  vileza  y  mas  bajo  que 
el  abatimiento  mismo,  pues  la  vileza  y  el  abatimiento 
me  huellan ,  escupen  y  escarnecen.  «Abomináronme, 
dice,  y  alejáronse  de  mí,  y  no  detuvieron  su  escupir  de 
mi  rostro ; »  que  es  el  gesto  que  pone  y  lo  que  hace 
quien  encuentra  con  alguna  cosa  torpe  y  hedionda,  tor- 
cer el  rostro  y  decir  ¡  qué  pestilencia !  y  apartarse  aprie- 
sa y  escupirla.  Añade : 

H  «Abrió  su  carcaj  y  afligióme,  puso  freno  en  mi 
boca.  »  Esto  dice  de  Dios,  y  viene  bien  con  lo  dicho; 
porque  quien  llega  á  que  la  vileza  le  escupa,  no  le  que- 
da mal  que  no  padezca.  Y  ansí,  habiendo  llegado  á  este 
estado  Job,  y  dicíéndolo,  viene  natural  el  decir  que 
((abrió  su  aljaba»  Dios  para  herir,  que  es  tanto  como 
emplear  en  él  todas  sus  saetas,  y  sujetarle  á  todos  los 
males.  Porque  si  se  debe  la  compasión  al  afligido,  y  nin- 
guno es  tan  crudo  que  no  se  conduela  de  los  que  mal 
padecen,  el  miserable  de  quien  nadie  se  compadece^ 
antes  los  grandes  y  los  pequeños  le  mofan,  venido  liaá 
lo  postrero  de  la  desventura.  Y  ansí  dice :  «Y  afligióme 
y  puso  freno  en  mí  boca ; »  que  aun  es  otro  grado  de 
miseria  mayor  no  consentir  al  herido  se  queje.  Y  dí- 
celo  de  sí  Job,  parle  porque  sus  amigos  no  le  consen- 
tían quejarse,  y  parte  porque,  dado  que  se  quejase ,  no 
llegaba  ni  igualaba  con  cuanto  se  quejaba  á  su  mal.  O 
en  otra  manera,  porque  el  original  lo  consiente ,  y  es : 
«Desató  mí  cuerda  y  afligióme,  y  freno  de  mis  faces 
desecharon;»  en  que  habla  todavía  de  aquellos  viles 
que  se  burlaban  del.  Y  llama  cuerda  suya  su  autori- 
dad, que  los  ataba  antes  para  no  le  perder  el  respeto,  y 
«freno  de  sus  faces»,  la  reverencia  del,  que  los  enfre- 
naba y  detenia  para  no  perder  la  vergüenza.  Dice  mas : 

12  «A  la  diestra  de  mi  calamidad  que  nacía,  se  le- 
vantaron luego,  empelieron  mis  pies,  oprimieron  como 
olas  con  sus  carreras.»  En  lo  cual  habla,  no  solo  des- 
tos  viles  que  ha  dicho ,  sino  en  general  de  todos  sus 
males  y  de  los  que  los  causan.  De  quien  dice  que  en 
descubriéndose  su  calamidad  y  en  naciendo,  se  pusie- 
ron á  la  diestra  della,  conviene  á  saber,  para  favorecer- 
la, haciéndola  mas  grave  y  mayor,  y  luego  que  le  vie- 
ron ir  deslizando,  le  ayudaron  á  caer,  empclicndo  sus 
pies,  y  pasaron  sobre  él  caído,  y  repasaron  mil  veces  á 
fin  de  mas  quebrantarle.  Que  es  semejanza  traída,  ó  del 
trillar  de  la  era,  adonde  después  de  tendidas  las  micses 
las  quejjranían  andando  sobre  ellas,  ó  de  lo  que  en  la 
batalla  acontece,  adonde  los  caídos  mueren  las  mas  ve- 
ces quebrantados  de  los  caballos  que  les  pasan  encima. 


EXPOSICIÓN  DEL 
Y  ansí,  dice  el  original  puramente :  «Exlentlieron  sobre 
mí  caminos  de  su  quebranto , »  esto  es,  con  que  que- 
brantan y  desmenuzan  lo  que  huellan.  Y  dice  : 

•13  «Desbarataron  mi  senda,  pusiéronse  en  celada 
contra  mí,  y  prevalecieron,  y  no  fué  quien  diese  socor- 
ro ;»  en  que  persevera  en  la  semejanza  de  la  guerra  que 
dije.  Porque,  comr  en  ella  suelen  tomar  los  pasos  al  ene- 
migo, y  cortarle  el  camino,  y  sabiendo  por  dónde  pasa, 
ponerle  celadas  y  salir  y  acometer,  y  desbaratar  á  los 
que  ansí  de  improviso  acometen,  en  la  misma  manera, 
dice ,  caminando  seguro  él ,  el  tropel  de  sus  males  le 
cortaron  sus  pasos,  y  de  donde  no  pensó,  salieron  no 
■vistos,  y  le  acometieron  y  vencieron  y  desbarataron,  sin 
bailar  socorro  en  ninguno.  Y  porque  no  le  acometieron 
poco  á  poco  ni  uno  á  uno ,  sino  muchos  juntos  y  casi 
en  un  mismo  momento,  declara  este  alropellamiento  ó 
este  Ímpetu  tan  atropellado ,  insistiendo  todavía  en  la 
semejanza  de  la  guerra,  por  la  manera  que  se  entra  en 
una  ciudad  cercada  por  las  ruinas  que  la  balería  ha  he- 
-cho  en  el  muro.  Y  dice  : 

44  ((Como  por  puerta  abierta  y  muro  roto  arreme- 
tieron sobre  mí,  y  derrocáronse  á  mis  miserias;»  esto 
es ,  para  me  hacer  miserable ,  juntos  y  empelléndose 
unos  á  otros ,  y  hechos  de  tropel ,  se  derrocaron  unos 
sobre  otros ,  como  los  soldados  hacen  en  la  ciudad  que 
se  entra.  O  según  otra  letra  que  dice :  (( Como  en  rotu- 
ra ancha  vinieron  por  asolamiento,  vinieron  rodando,» 
declara  el  acometimiento  unánime  y  impetuoso  que  di- 
go, no  por  la  guerra,  sino  por  dos  diferentes  semejan- 
zas, una  de  la  agua  que  rompe  algún  muelle ,  y  otra  del 
edificio  en  cuesta,  que  si  cae,  viene  á  lo  bajo  rodíindo. 
Porque,  dice ,  vinieron  mis  enemigos  á  mí ,  (( como  en 
rotura  ancha,»  entiéndese ,  vienen  las  aguas ,  esto  es, 
con  el  ímpetu  y  muchedumbre  que  las  aguas  del  rio  sa- 
len por  la  presa  ó  por  el  muelle  opuesto  que  rompen;  y 
vinieron  como  (cuando  viene  al  suelo  un  muro  alio)  las 
piedras  del  juntas  y  unas  sobre  otras,  y  empeliéndoe 
todas,  vienen  por  la  cuesta  rodando.  De  que  lo  que  aña- 
de se  sigue,  esto  es  : 

1  o  (( Reducido  soy  á  nada ,  sollevó  como  viento  mi 
deseo,  y  como  nube  se  pasó  mi  salud.»  ((Su  deseo»  lla- 
ma su  ser  y  su  ánimo ,  y  lo  que  tiene  en  él  el  princi- 
pado, y  la  palabra  original  lo  demuestra,  que  es  como 
si  dijese  (do  en  mí  generoso»,  y  salud  nombra  su 
prosperidad  y  buen  estado.  Y  porque  dijo  que  los  ma- 
les le  convertían  en  nada,  que  fué  decir  que  no  tenia 
ni  ser  ni  valor  ni  consejo,  consumido  en  el  cuerpo  con 
dolores,  y  en  el  alma  con  aflicciones  y  angustias,  y  co- 
mo el  original  dice,  porque  los  espantos,  esto  es,  lo  es- 
pantoso todo  se  le  ponia  delante,  por  eso  dice  que  su 
ánimo  y  el  ser  de  su  juicio  y  esfuerzo  (( el  viento  le  lle- 
vó», y  su  prosperidad  ((se  pasó  como  nube»,  como  di- 
ciendo no  quedarle  ningún  rastro.  Porque  es  uso  de  la 
Sagrada  Escritura,  por  estos  nombres  de  viento  que  lle- 
va y  de  nube  que  pasa ,  significar  lo  que  se  pierde  del 
lodo ;  porque  lo  que  el  viento  lleva,  desaparece  en  un 
punto,  y  la  nube  en  pasando  se  deshace,  sin  dejar  de 
sí  ninguna  señal.  David  en  el  salmo  primero  (a) :  ((No 
ansí  el  malo,  no  ansí,  sino  tamo  que  el  viento  lleva  de 
sobre  la  tierra.  »  Y  Oseas  (b) :  «Por  tanto  serán  como 
(o)  Ps.  i,  V.  4.    (b)  Oscae,  cap.  xiii,  v.  3. 


LIBRO  DE  JOB.  *23 

nube  de  madrugada  y  como  rocío  de  la  mañana,  que  pa- 
sa.» Mas  dice  adelante: 

16  «Y  agora  en  mí  se  marchita  mi  ánima,  ásenme 
días  de  angustia. »  Dice  que  desfallece  del  lodo.  Y  aun 
el  original  lo  encarece  mas,  porque  dice  :  «Contra  mí  se 
vuelve  mi  ánima,  que  era  lo  que  ya  solamente  pudiera 
ser  de  su  parte.  Por  manera  que  él  á  sí  mismo  se  era 
contrario,  y  su  alma  enemiga  con  imaginaciones  tris- 
tes y  con  pensamientos  amargos.  Dice  mas : 

17  (i En  noche  de  dolores  es  horadado  mí  hueso,  y 
los  que  me  comen  no  duermen. »  El  pensamiento  me 
aflige  y  el  dolor,  dice ,  ni  de  noche  descansa.  Y  d!ce 
dolores,  porque  no  padecía  un  dolor  solo,  y  dice  que  le 
«horadan  los  huesos»,  para  decir  que  son  penetrativos, 
y  no  en  la  sobrehaz  de  la  carne.  «Y  los  que  me  comen 
no  duermen ; »  que  son  ó  esos  mismos  dolores  que  le 
consumen,  porque  ninguna  cosa  gasta  ni  consume  mas 
que  el  dolor,  ó  verdaderamente  son  los  gusanos  que  em- 
podrecido criaba,  los  cuales,  dice  que  sin  hacer  pausa 
le  comían  la  carne,  y  velaban  comiéndole,  cuando  lo- 
dos dormían.  Otros  dicen  aquí :  «Mis  venas,  ó  mis  pul- 
sos no  descansan ;»  con  que  significan  la  fiebre  continua 
que  con  la  noche  crecía ,  mas  « los  dolores  ó  los  gusa- 
nos» viene  mejor;  porque  añade  : 

•18  «  En  su  muchedumbre  dellosmi  vestidura  es  con- 
sumida, ciñéronme  como  gorjal  de  túnica.»  «Su  ves- 
tidura» llama  aquí  su  carne,  de  que  se  demuestra  aquí 
la  alma  vestida;  la  cual  vestidura  le  consumían  los  gu- 
sanos, por  ser  muchos  en  gran  manera ,  y  por  cercarle 
todo  y  por  todas  partes ,  de  que  se  seguía  que  del  al 
lodo  y  á  la  ceniza  no  había  diferencia  ninguna.  Y  por 
eso  dice : 

19  «Comparóme  al  lodo,  asemejado  soy  á  polvo  y 
ceniza,»  que  son  cosas  viles  y  asquerosas.  Pero  lo  que 
mas  siente  es  lo  que  añade : 

20  «Voceé,  y  no  me  ropondiste ;  estoy,  y  adverliste 
á  mí;»  entiéndese  «  y  no  advertiste  á  mí»;  porque,  se- 
gún la  costumbre  de  la  lengua  primera,  se  repite  en  el 
fin  la  negación  del  principio.  Pues  dice  :  Y  entre  tan- 
las  miserias,  la  mayor  es,  que  te  llamo  á  voces  y  no  me 
respondes,  y  me  pongo  delante  de  tí  y  me  presento  afli- 
gido, y  no  me  echas  de  ver.  Porque  á  la  verdad  una  al- 
ma santa  y  que  tiene  trato  con  Dios,  cuando  está  pues- 
ta en  trabajo ,  por  grande  que  sea ,  todo  lo  pasa  bien 
si  le  siente  acerca  de  sí ,  si  le  responde  con  su  luz 
cuando  se  le  presenta;  mas  si  se  le  encubre,  si  él  tam- 
bién se  escurece,  sí  desaparece  delante,  allí  es  el  dolor 
y  el  sentir  verdadero,  entonces  siente  de  veras  su  cala- 
midad y  trabajo,  ó  por  decir  verdad,  todo  su  trabajo  es 
menor  en  comparación  de  que  Dios  se  le  absconda. 
Porque,  demás  de  la  soledad  y  desamparo  que  siente 
grandísimo,  la  parte  del  sentido  flaca  envía  imagina- 
ciones aborrecibles  á  la  alma,  que  le  son  de  increíble 
tormento,  unas  veces  desesperando  de  Dios,  y  otras  te- 
niéndose por  olvidado  del,  y  otras  sintiendo  menos  bien 
de  su  piedad  y  clemencia,  y  como  diciendo  lo  que  lue- 
go se  sigue : 

21  «Trocado  te  me  has  en  cruel ,  en  fortaleza  de  tu 
mano  me  haces  guerra.  » 

22  «Levantásteme,  y  como  sobre  el  aire  puesto  á 
caballo,  derrocásleme  valerosamente. »  En  que  es  üer- 


424  OBRAS  DE  FRAY 

mosa  manen  de  significar  lo  qiie  es  y  vale  la  felicidad 
de  la  tierra,  pintar  un  hombre  sobre  el  aire  puesto  á  ca-  j 
bailo,  puesto,  digo,  sobre  el  aire  en  alto,  como  si  á  ca-  | 
bailo  fuese.  Porque  sin  duda  todo  aquello  en  que  se  afir-  i 
ma  y  sobre  que  se  empina  esla  felicidad  miserable,  | 
aire  es  y  ligero  viento.  Y  como  el  que  en  el  viento  su- 
biese andaría  bien  alto,  mas  á  gran  peligro  de  venir  | 
presto  al  suelo,  ansí  los  que  en  estos  bienes  de  la  tier- 
ra se  suben,  andan  encumbrados,  pero  muy  peligrosos; 
parecen  altos  mas  que  las  nubes,  masías  nubes  mismas 
no  desaparecen  mas  presto.  Pues  desta  felicidad,  en  que 
subió  Dios  a  Job,  quéjase  agora  que  el  mismo  Dios  le 
derrocó  poderosamente.  Derrocóle ,  porque  se  la  quitó 
poderosamente ,  porque  la  quitó  en  un  momento,  y  no 
le  puso  en  el  suelo  descendiéndole  por  sus  escalones, 
sino  sin  parar  en  ellos,  vino  de  un  golpe  á  la  tierra ;  y 
no  solo  le  quüó  los  bienes,  mas  la  salud,  la  paz,  el  con- 
suelo y  contento.  Y  aun  hay  en  esto  otra  solilcza  mayor, 
y  ansí  en  el  original  leemos  «deshácesme  con  sotileza»; 
que  poruña  parte  le  deshace  este  azote,  y  por  otra  par- 
te le  rehace  y  sustenta;  y  con  ser  por  extremo  durísi- 
mo, para  que  lo  sea  mas  y  no  tenga  fin ,  repara  lo  que 
consume.  Y  ansí  dice  : 

23  o  Conozco  que  me  entregarás  á  muerte ,  donde 
es  la  casa  y  convento  de  todo  viviente.» 

24  «  Empero  no  envías  tu  mano  para  acabamiento 
dellos,  y  si  cayeren,  tú  salvarás.»  Que  es  como  si  di- 
jese :  Aunque  es  cierto,  Señor,  que  tengo  de  morir, 
porque  con  esa  condición  nacemos  todos,  según  tu  an- 
tigua y  justa  sentencia,  pero  estos  males  que  envías  so- 
bre mí,  aunque  son  mortales,  no  quieres  tú,  para  acre- 
centar mi  tormento,  que  me  sean  de  muerte;  no  son 
dolores  que  acabando  el  sugeto,  dan  fin  á  sí  mismos,  si- 
no males  que  por  secreta  orden  tuya,  con  poder  desha- 
cer una  peña,  me  rehacen  á  mí.  Y  si  vencidas  de  tan 
grave  mal,  desfallecen  mis  fuerzas,  y  si  caen,  rendidas  á 
las  desventuras,  «tu  salvarás,»  esto  es,  tú  las  susten- 
tas, para  que  mi  padecer  no  fenezca ;  que  es  sentencia 
semejante  á  !a  que  en  otras  partes  ha  dicho.  O  de  otra 
manera,  dice  .Job  que  en  tanta  miseria  le  consuela  ser 
cierta  la  muerte,  que  á  la  fin  es  puerto  de  descanso  pa- 
ra los  afiigidos,  la  cual  muerte  es  inexorable,  y  que  no 
se  puede  rehusar,  aunque  en  lo  den)ás  no  haya  mal  sin 
remedio ;  y  eso  mismo  es  lo  que  á  él  le  conhorta ,  no 
sanarse  el  morir  con  medicina,  ni  ablandarse  a  ruegos, 
ni  admitir  excepción  en  su  ley,  porque  esta  certidum- 
bre, y  el  tener  su  miseria  fin,  corren  á  un  mismo  paso. 
«Pues,  dice,  conozco  que  me  entregarás  á  muerte, 
adonde  es  la  casa  y  convento  de  todo  vivíante;»  esto  es, 
al  fin  conozco  que  he  de  morir  como  lodos,  y  que  es- 
tos dolores  fenecerán  con  la  mucrie.  Y  porque  el  ser 
ansí  le  aliviaba,  muestra  con  palabras  cuan  cierto  es 
que  ha  de  ser.  Y  ansí,  añade  según  el  original  á  la  le- 
tra :  «Que  cicrlo  no  en  túmulo  enviará  mano,»  esto  es, 
ni  sacará  Dios  á  ninguno  del  montón  de  los  muertos, 
esto  es,  no  exentará  deslo,  que  es  morir,  á  ninguno.  Y 
llama  á  la  muerte  túmulo  ó  amontonamiento,  6  asola- 
miento según  otros,  porque  lo  asuela  y  porque  lo  amon- 
tona. Y  dice  mas  en  la  misma  razón ,  «sí  en  queI>ranto 
del  clamor  á  ellos.»  Si,  esto  es,  dado  que  (ícn  que- 
branto del »,  esto  es,  cuando  Dios  los  quebranta  y  ma- 


LUIS  DE  LEÓN. 

ta,  «clamor á  ellos,»  esto  es ,  lloren  y  clamen,  pidién- 
dole que  les  perpetúe  la  vida.  O  digamos  ansí,  «dado 
que  en  quebranto  del ,»  esto  es,  cuando  les  envíe  algu- 
na otra  calamidad  y  trabajo,  «clamor  á  ellos,»  esto  es, 
les  es  concedido  á  los  así  trabajados  pedir  y  hallar  re- 
medio. Como  diciendo :  Aunque  en  los  demás  males 
Dios,  cuando  los  envía,  puede  y  suele  ser  ablandado,  y 
aunque  suele  extender  su  mano  y  librarnos ,  mas  no  la 
extiende  al  matar,  ni  libra  á  ninguno  de  no  caer  en  la 
huesa,  y  hacer  mayor  aquel  número,  que  es  certificar 
su  consuelo,  haciendo  la  muerte  cierta  é  infalible.  Pro- 
sigue : 

25  «Lloraba  sobre  el  afligido,  y  condolíase  mi  alma 
del  pobre. »  Bien  sabia  Job  por  verdad  lo  que  la  misma 
verdad  dijo  después  por  su  boca  (a) :  «Bienaventura- 
dos los  misericordiosos,  porque  ellos  conseguirán  mise- 
ricordia. »  Y  la  memoria  de  las  miserias  que  ha  referi- 
do y  padece,  le  hacia  imaginar  cerrada  para  sí  la  puer- 
ta de  la  misericordia ,  y  juntamente  se  acordaba  que  él 
h  trujo  siempre  abierta  para  todos ;  de  que  nacía  en  él 
maravillarse  mucho  que  se  quebrase  en  él  una  regla 
tan  cierta,  y  que  no  hallase  piedad  un  hombre  eh  quien 
los  otros  la  hallaron.  Y  esto  es  lo  que  dice  :  «Lloraba 
sobre  el  afligido,»  ó  como  el  original  suena,  «lloré  al 
duro  dia,  y  condolíase  mi  alma  del  pobre. » 

26  «Y  cuando  esperaba  bien,  vino  mal ;  esperaba  luz 
y  salieron  tinieblas.»  Como  diciendo  :  Lo  que  sabia  de 
mí,  y  lo  que  de  la  condición  de  Dios  conocía ,  me  pro- 
metían piedad  y  buen  suceso  en  mis  cosas,  porque  los 
desastrados  y  los  afligidos  y  menesterosos  hallaron 
siempre  abrigo  y  piedad  en  mi  corazón  y  en  mí  casa; 
mas  sucedióme  al  revés,  y  por  piedad  he  hallado  crue- 
za, y  por  bien  mal  gravísimo ,  y  por  vida  descansada  y 
alegre  tinieblas  de  miseria  y  tristeza.  Y  ansí  dice: 

27  «Mis  entrañas  hierven  sin  descanso,  adclanlá- 
ronseme  los  dias  de  cuita ; »  porque  el  corazón  le  her- 
vía de  congoja,  y  el  cuerpo  con  fiebres  ardientes.  Y  dice 
bien  que  «los  dias»  de  miseria  y  «de  cuita  se  le  ade- 
lantaron »  y  le  ganaron  por  la  mano;  porque,  según  el 
común  sentido  de  los  Iicmbres ,  todo  lo  malo  é  infeliz, 
por  mas  que  se  tarde,  llega  temprano,  y  con  su  presen- 
cia, por  la  mala  cualidad  que  en  sí  tiene ,  obscurece  y 
como  deshace  en  cierta  manera  todo  el  bien  que  pasó. 
De  donde  nace  parecerles  á  los  infelices  y  tristes  que 
ha  sido  miseria  su  vida  toda,  y  que  sí  hubo  algún  bien 
en  ella,  fué  pequeño  y  momentáneo,  porque  se  les  fué 
en  un  punto  volando.  Y  aun  dice  que  «se  le  adelanta- 
ron los  dias  de  cuita»,  para  decir  que  los  adevínabasu 
corazón  antes  que  fuesen,  y  que  la  alma  le  decía  el  mal 
que  le  estaba  guardado,  y  que  su  miseria,  primero  que 
se  le  mostrase  á  los  ojos,  le  atormentó  con  temor  su  pe- 
cho, estampando  su  triste  figura  en  él.  Y  ansí  añade : 

28  «Enlutado  andaba  sin  brío,  levantóme  entre  la 
congrcí-'acion ,  llamé.»  Porque,  sin  entender  de  qué,  el 
alma  adevina  se  le  entristecía  en  sí  misma,  y  ansí  an- 
daba como  vestido  de  duelo  y  «sin  brío»,  como  dice, 
porque  la  tristeza  y  el  temor  derruecan  el  ánimo.  O  co- 
mo otra  letra  dice,  «andaba  sin  sol,»  porque  el  ánimo 
triste  huye  la  luz  y  alegría.  Y  dice  que  « se  levantaba 
en  la  congregación  y  llamaba»;  que  es  proprio  do  añi- 
la) MaUlj.,  cap.  li,  V.  7. 


EXPOSICIÓN  DEL 

mos  sobre^aUados  y  que  temen  lo  que  no  entienden,  ' 
en  medio  de  la  conversación  apartarse  y  salirse  della,  y  i 
suspirar  sin  orden  y  dar  voces  sin  ocasión  y  sin  tiera-  j 
po.  Y  dice  luego  la  manera  de  las  voces  y  de  los  ge- 
midos que  daba,  añadiendo : 

29  «Hermano  fui  de  dragones  y  compañero  de  aves- 
truz ;»  esto  es,  semejante  fui  á  ellos  en  el  bramar  y  ge- 
mir, mis  voces  y  las  suyas  se  parecian  en  lo  triste  y 
temeroso,  y  en  su  son  descompuesto.  Y  dice  mas : 

30  «  Mi  cuero  de  sobre  mi  ennegrecido,  y  mis  huesos 
secados  del  ardor.»  Que  se  ha  de  referir,  no  tan  sola- 
mente al  tiempo  presente,  sino  también  á  paríe  del  pa- 
sado, cuando  la  tristeza  de  lo  que  sin  entender  recelaba 
le  consumia  la  carne  y  le  tostaba  el  cuero.  Y  en  el  mis- 
mo tiempo  también 

31  «Se  convirtió  en  lamento  mi  cítara,  y  mí  órgano 
en  voz  de  llorosos. »  Porque  el  recelo  secreto  del  cora- 
zón y  los  sobresaltos  del  le  aguaban  el  contento,  y  se 
le  quitaba  delante  en  medio  de  la  alegría,  y  estando  en 
fiesta,  entre  el  regocijo  y  placer,  le  bañaba ,  sin  saber  de 
qué,  el  lloro  las  faces. 

CAPITULO  XXXL 

ARGUMENTO.  , 

Conclnye  Job  sn  razonamiento,  diciendo  pormny  extenso  todos 
los  ejercicios  y  obras  santas  en  que  se  liabia  empleado  desde  su 
niñez,  deseando  que  vengan  sotire  él  los  males  contrarios  si  no 
es  asi  como  lo  cuenta. 

i  Concierto  establecí  á  mis  ojos ,  para  no  pensar  de 
doncella. 

.    2  Que  ¿qué  parte  tuviera  en  mí  el  Señor  de  arriba?  Y 
¿qué  herencia  del  Abastado  desde  las  alturas? 

o  ¿Por  ventura  no  quebranto  al  malo,  y  ajenamiento  á 
obreros  de  maldad? 

4  ¿  Por  ventura  él  no  considera  mis  carreras  y  contará 
mis  |iasos  todos? 

5  Si  anduve  con  mentira  y  aguijó  á  engaño  pié  mió, 

6  Péseme  en  peso  de  justicia,  y  sabrá  Dios  mi  perfec- 
ción. 

7  Si  desvié  mi  pié  de  camino,  si  en  pos  de  mis  ojos  ca- 
minó mi  corazón,  y  si  se  apegó  torpeza  á  mis  manos, 

8  SemM'aréy  comerá  otro,  y  mis  pimpollos  serán  des- 
arr;iÍL;ados. 

9  Si  se  dejó  llevar  corazón  mió  de  mujer,  y  si  puse  ce- 
lada á  puerta  de  mi  amigo, 

10  Ramera  de  otro  sea  mi  mujer,  y  otros  en  somo  de 
ella  se  encorven. 

41  Que  esto  tacañería,  y  ello  maldad  grandísima. 

í2  Que  esto  fuego,  que  basta  consumir  traga,  y  todos 
los  frutos  desarraiga. 

io  Si  desdeñé  juicio  de  mi  sirviente  y  de  mi  sirvienta, 
cuando  ellos  pleitearon  comigo. 

ii  Y  ¿qué  hiciera  cuando  se  levantare  Diosa  juicio? 
y  cuando  visitare  ¿qué  responderé  á  él? 

45  ¿Por  ventura  no  hizo  á  mi  quien  hizo  á  él  en  el  vien- 
tre, y  en  la  madre  nos  compuso  uno  mismo? 

46  Si  negué  su  deseo  á  los  pobres ,  si  hice  esperar  á 
ojos  de  viudas, 

47  Y  si  comí  mi  bocado  á  solas ,  y  no  comió  huérfano 
dé!; 

48  (Que  de  mis  niñeces  creció  comigo  piedad  de  padre, 

y  del  vientre  de  mi  madre  salió  comigo);  j 

49  Si  vi  perecer  sin  vestido,  y  no  di  cohija  al  mendigo; 
20  Si  no  me  bendijeron  sus  costillas, si  de  la  iresqui-   ; 

ladura  de  mis  ovejas  no  cobró  calor;  i 


LIBRO  DE  JOB.  425 

21  Sí  levanté  contra  huérfano  mano  mia,  por  vermí 
superior  en  la  puerta, 

22  Mi  lado  caiga  de  su  hombro  y  mi  brazo  quebrado 
sea  por  su  canilla. 

25  Que  siempre  temí  á  Dios  como  olas  hinchadas  so- 
bre mi,  y  su  peso  soportar  no  podré. 

21  Si  puse  oro  fortaleza  mia,  y  al  oro  de  Tibar  dije  :  Mi 
fiucia ; 

2o  Si  me  regocijé  por  muchedumbre  de  mis  haberes, 
y  porque  mucho  hallaron  mis  manos; 

26  Si  miré  al  sol  cuando  resplandecía,  si  á  la  luna,  que 
caminaba  con  claridad; 

27  Y  se  alegró  en  escondido  mi  corazón ,  y  besó  á  mi 
mano  mi  boca; 

28  (Que  también  esta  maldad  grandísima,  y  negamien- 
to de  Dios  altísimo); 

29  Si  me  gocé  de  caída  de  mí  aborreciente,  y  me  re- 
gocijé de  que  el  mal  le  hallase, 

oO  M  di  mi  paladar  á  pecar,  deseando  con  maldiciones 
su  ánima, 

31  Si  no  dijeron  varones  de  mi  tabernáculo:  ¿Quién 
dará  sus  carnes  del,  para  hartarnos? 

ó2  Peregrino  no  quedó  fuera,  mí  puerta  abierta  á  vian- 
dante. 

55  Si  encubrí  como  hombre  pecados  mios,  y  ascondi 
en  mi  seno  mi  maldad; 

54  Sí  me  asombré  á  gran  muchedumbre  y  me  espan- 
tó desprecio  doméstico,  sino  antes  callé,  ni  salí  de  mi 
puerta; 

OO  ¿Quién  me  dará  oyente,  que  mi  deseo  oiga  el  pode- 
roso, y  escriba  libro  el  mismo  que  juzga? 

56  Traerlo  be  sobre  mi  hombro,  y  rodearlo  he  como 
guirnalda. 

37  Por  todos  mis  pasos  lo  pronunciaré,  y  como  á  prín- 
cipe le  ofreceré. 

58  Si  contra  mí  mi  tierra  vocea,  y  con  ella  lloran  sus 
sulcos; 

59  Si  comí  su  fruto  sin  dinero,  y  afligí  ánima  de  sus 
lal)radores; 

40  Por  trigo  me  nazcan  abrojos,  y  espinas  por  cebada. 
Acabáronse  las  palabras  de  Job. 

EXPLICACIÓN. 

Después  que  ha  dicho  Job  su  felicidad  pasada  y  su 
calamidad  prcsenie,  y  declarado  con  ambas  cosas  y 
engrandecido  su  mal ,  cuenta  agora  en  este  capítulo  su 
virtud  é  inocencia,  que  sirve  también  para  mayor  en- 
carecimiento de  lo  que  padece;  que  aunque  la  buena 
conciencia  en  las  caídas  de  esta  vida  y  en  los  trabajos 
y  penas  consuela ,  mas  también  aflige  por  olra  parte 
el  padecer  y  el  no  saber  la  causa  por  qué  se  padece ,  el 
saber  uno  de  sí  que  era  digno  de  premio  y  el  verse  co- 
mo malo  desechado  y  hollado,  el  haber  servido  á  la  vir- 
tud y  el  salir  burlada ,  á  lo  que  al  presente  parece,  su 
confianza ;  y  es  dolor  sin  duda  grandísimo  para  los 
que,  siendo 'virtuosos ,  son  maltratados ,  el  entender 
cuántos  se  apartan  del  camino  bueno  atemorizados  con 
sus  desastres ,  y  el  crédito  que  pierde  la  virtud  en  los 
ojos  y  juicios  del  mundo.  Pues  cuenta  Job  su  inocen- 
cia, y  contando  de  sí,  hace  juntamente  un  debujo  de 
los  oficios  del  justo,  y  diciendo  lo  que  hizo  él ,  enseña 
lo  que  debemos  hacer.  Y  dice  ansí : 

4  «Concierto  establecí  á  mis  ojos  para  no  pensar 
de  doncella.»  En  que  lo  primero  que  de  su  pasada  vi- 
da refiere  es  su  honestidad  y  templanza;  porque,  co- 
mo es  vicio  común  y  á  que  todos  por  naturaleza  se  in- 
clioan,  y  en  que  los  hombres  ricos  y  regalados  y  podero- 


426  OBRAS  DE  FRAY 

sos  tienen  menos  rienda  que  otros,  convínole  abonarse  ! 
en  esto  al  principio.  Y  ansí,  dice  que  en  este  caso  no  | 
solamente  fué  honesto  en  los  desaos,  sino  también  en  ¡ 
los  ojos  y  en  el  mirar  muy  compuesto.  Porque ,  á  la  j 
verdad,  el  que  mira  sin  orden  desea  muchas  veces  sin  | 
freno,  y  en  este  vicio  señaladamente  la  puerta  son  de 
ordinario  los  ojos ,  porque  la  figura  hermosa  es  lo  que 
mas  le  despierta.  Y  como  dice  el  poeta  latino : 

Ed  el  amor  los  ojos  son  la  guia. 

Ymasextendidamente  el  Sabio  en  el  Eclesiástico  (a) : 
«No  mires  la  doncella ,  porque  no  tropieces  en  su  her- 
mosura. No  revuelvas  la  vista  por  los  barrios  de  la  ciu- 
dad ,  ni  por  sus  plazas  vaguees.  Aparta  tus  ojos  de 
mujer  afeitada  y  compuesta  ,  y  no  hinques  los  ojos  en 
la  hermosura  no  tuya  ;  que  por  la  hermosura  de  la  ca- 
sada perdieron  la  vida  muchos,  y  del  buen  parecer  se 
enciende  como  fuego  el  deseo.»  Pues  asentó  con  sus 
ojos  que  cerrasen  la  entrada  á  semejantes  figuras,  pa- 
ra que  entrando,  no  le  robasen  la  casa  de  la  alma;  y 
como  no  tuvo  denlro  de  sí  quien  le  solicitase  y  hechi- 
zase el  corazón ,  no  se  movió  á  amar  y  apetecer  lo  que 
amado  es  ponzoña.  Por  manera  que,  no  solo  tuvo  con- 
certados deseos,  sino  cerrados  también  y  tomados  to- 
dos los  caminos  de  su  desconcierto.  Y  no  cerraba  co- 
mo quiéralos  ojos,  sino  tenia  asentado  y  establecido 
con  ellos  que  anduviesen  siempre ,  cuanto  á  esto,  cer- 
rados; que  es  decir  que  tenia  hecho  hábito  en  él  la 
virtud,  y  que  ya  como  de  suyo  obedecían  á  la  razón  en 
él  los  sentidos  y  poioncias  del  cuerpo.  Dice  mas  : 

2  «Que  ¿qué  parte  tuviera  en  mí  el  Señor  de  arri- 
ba? y  ¿qué  herencia  el  Abastado  desde  las  alluras?»El 
original  pone  lo  mismo  en  otro  modo,  porque  dice  : 
(( ¿Qué  parle  tuviera  del  Señor  de  arriba?  y  ¿qué  he- 
rencia del  Abastado  desde  las  alturas?»  Que  aunque  en 
lo  primero  pregunta  la  parle  que  tuviera  Dios  en  él  si 
fuera  disoluto  y  deshonesto,  y  en  lo  segundo  la  parle 
que  tuviera  él  en  Dios  siguiendo  tal  vida ;  mas  es  todo 
uno,  porque  ni  Dios  en  el  malo  tiene  la  parte  que  se  le 
debe ,  ni  él  en  Dios  la  que  le  cumple  y  conviene;  que 
ni  Dios  posee  su  corazón ,  ni  él  tiene  á  Dios  en  el  al- 
ma. Pues  dice  Job  la  causa  y  fin  por  que  era  templa- 
do ,  que  era  tener  á  Dios  respeto,  y  saber  que  le  des- 
echaba de  sí  si  admitía  amor  deslionesto  en  su  pecho ; 
con  que  demuestra  esta  honestidad  en  él  haber  sido 
virtud  verdadera ,  pues  miraba  en  ella  á  Dios,  y  no  po- 
nía en  ella  por  su  fin  principal,  como  hacen  algunos, 
su  reputación  y  honor  proprio.  Y  bien  entendió  tanto 
?ntes  lo  que  san  Pablo  (6)  escribe  muchos  años  des- 
pués, que  (dos  fornicarios  y  muelles  y  adúlteros  no 
poseerán  el  reino  de  Dios».  Y  por  eso  pregunta  que 
cuál  parle  ó  cuál  herencia  iiererbra  de  arriba,  esto  es, 
délos  bienes  y  herencias  del  cíelo,  sí  le  cupiera  parte 
sí  fuera  corrompedor  de  doncellas;  como  infiriendo 
que  no  la  tienen  en  aquella  herencia  los  tales.  Y  ansí 
añade  : 

3  «¿Por ventura  no  quebranto  á  los  malos,  y  aje- 
namiento á  obreros  de  maldad?»  Cierto  es,  dice  ,  que 
fuera  excluido  de  la  herencia  del  cíelo  si  ocupara  mi 

(a)  Ecli,  cap.  9,  vv.  5,  7, 8  y  9. 
W  1,  Ad  cor.,  cap.  6,  vv.  9, 10. 


LUIS  DE  LEÓN. 

ánimo  en  ese  vicio  ;  porque  lo  es  cierto  y  sin  ninguna 
duda  quebrantar  y  deshacer  Dios  á  los  malos,  y  ena- 
jenarlos y  desterrarlos  de  sí.  Y  sí  queréis  saber,  sir- 
viendo á  la  deshonestidad,  cuál  fuera  mí  partida ,  fue- 
ra sin  duda  quebranto,  enajenamiento  y  destierro.  Y 
porque  no  solamente  se  justifica  en  el  hecho,  sino  tam- 
bién en  el  pensamiento  y  deseo  (que  por  eso  dijo  ha- 
berse concertado  con  su  vista  para  no  pensar  de  don- 
cella, ó  como  el  original  á  la  letra,  «que  ¿para  qué 
consideraré  de  doncella?  ») ,  y  porque  el  pensamiento 
se  encubre  en  el  alma,  no  por  eso,  dice  ,  le  di  rienda 
suelta ;  que  ni  por  ser  deseo  sin  obra  le  tenia  por  líci- 
to, pues,  como  confiesa,  por  él  se  pierde  la  herencia 
del  cielo,  ni  por  ser  oculto  y  secreto,  imaginé  que  Dios 
no  lo  vía.  Y  ansí  añade  : 

4  «¿Por  ventura  él  no  considera  mis  carreras ,  y 
contará  mis  pasos  todos  ?  »  Cierto  las  considera  y  las 
ve  en  particular  y  con  distinción  cada  una.  Y  porque 
las  ve ,  conociera  con  claridad  lo  que  añade  : 

5  «Si  anduve  con  mentira,  y  aguijó  á  engaño  pié 
mío;»  esto  es ,  si  mostraba  uno  y  encubría  otro,  sí  pin- 
taba con  honestidad  el  semblante  y  bacía  en  el  alma 
burdel ,  si  ponía  cerraduras  de  gravedad  á  mis  ojos  y 
abría  larga  entrada  en  el  corazón  al  deseo,  si  en  lo  pú- 
blico me  fingía  templado  y  en  viendo  la  ocasión  secre- 
ta aceleraba  los  pies.  El  caso  es ,  dice ,  que ,  cuanto 
á  este  negocio,  no  me  falló  quilate,  pura  y  fielmente 
lo  he  guardado,  póngame  en  un  peso  fiel ,  y  verá  que 
es  verdad.  Y  ansí  añade  : 

6  «Pesóme  en  peso  de  justicia ,  y  sabrá  Dios  mi  sen- 
cillez ó  mi  perfección,»  como  dice  otra  letra.  «Peso 
de  justicia»  llama  el  justo  y  fiel,  y  pesar  en  peso  es  fi- 
gura de  hablar  que  vale  tanto  como  examinar  con  ri- 
gor. Mas  prosigue : 

7  «Si  desvié  mi  pié  de  camino,  sien  pos  de  mis  ojos 
caminó  mí  corazón ,  sí  se  apegó  torpeza  á  mis  manos.» 
Insiste  todavía  en  certificar  su  limpieza.-  Antes  la  afir- 
mó simplemente ,  agora  la  confirma  debajo  de  maldi- 
ción; primero  la  probó,  porque  conocía  cuánto  Dios  se 
ofendía  de  lo  contrario,  agora  la  persuade,  pidiendo  á 
Dios  que  le  destruya,  si  miente.  Y  dice  :«SLdesvié  mi 
pié  de  camino ,»  esto  es ,  si  me  aparté  de  lo  que  debía; 
y  declara  en  qué  caso,  diciendo  :  «  Si  en  pos  de  mis 
ojos  caminó  mí  corazón  ,»  eslo  es ,  si  apetecí  desorde- 
nadamente la  hermosura  que  vi;  y  dícelo  mas  claro 
luego  :  «  Sí  se  apegó  torpeza  á  mis  manos ,»  eslo  es,  si 
en  mis  obras  fui  deshonesto  y  torpe,  ¿qué  le  avendrá? 
¿Qué?  Lo  que  añade: 

8  «Sembraré,  y  comerá  otro,  y  mis  descendientes 
sean  desamparados;»  esto  es,  lodo  lo  en  que  pusiere 
mano  se  pierda  ,  sucédanme  al  revés  mis  designios; 
trabaje,  y  no  para  mí ;  siembre,  y  cojan  otros  mis  fru- 
tos. Lo  cual  ansí  es  maldición  (que  al  parecer  pide  que 
le  vengue  sí  fué  deshonesto) ;  que  es  también  como 
profecía  ó  verdaderamente  como  doctrina  sacada  de  la 
experiencia  de  lo  que  sucede  de  ordinario  á  los  desho- 
nestos y  mujeriegos,  que  son  desastrados  en  las  cosas 
que  emprenden.  Y  como  se  convierten  en  carne,  y  ha- 
cen el  ánimo  muelle  y  le  acostumbran  al  ocio  y  regalo, 
no  aspiran  á  cosas  grandes ,  ó  sí  aspiran  ,  son  vencidos 
en  ellas,  porque  carecen  de  los  nervios  que  son  nicues- 


EXPOSICIÓN  DEL 
ler;  que  ni  ?on  para  la  vela  ,  n¡  para  sufrir  el  trabajo, 
ni  para  irse  á  la  mano  en  cosa  de  gus!o,  ni  para  ocupar 
el  peii>araiento  en  buscar  el  consejo,  que  son  los  me- 
dios por  donde  lo  que  se  pretende  se  alcanza;  que  lo 
que  el  orador  escribió  en  un  género  de  ejercicio  y  de 
industria ,  es  verdad  en  todos  los  negocios  y  pretensio- 
nes nobles  y  honrosas.  ((Porque  no  es  posible,  dice  (a), 
en  ninguna  manera  que  el  ánimo  entregado  á  torpeza 
.y  ocupado  y  como  enredado  en  amores,  en  aficiones,  en 
deseos,  y  muchas  veces  con  sobra,  y  otras  con  falta  de 
cosas ,  pueda  responder,  no  solo  en  el  hecho,  mas  ni 
con  el  pensamiento,  á  este  oficio  que  hacemos.  Ca  con- 
viene se  dejen  los  deleites  todos ,  se  desamparen  los 
entretenimientos  de  pasatiempo,  el  juego,  las  burlas, 
el  banquete,  y  casi  las  pláticas  y  trato  doméstico  es 
necesario  se  olviden.))  Mas  veamos  lo  que  dice  adelante: 

9  «  Si  dejé  llevar  mi  corazón  de  mujer,  si  puse  ce- 
lada á  puerta  de  amigo.»  Por  mujer  entiende  la  casa- 
da; que  de  las  solteras  es  lo  de  arriba,  y  por  amigo 
entiende  á  su  marido,  cualquiera  que  él  sea ;  que  le  lla- 
ma amigo  como  quien  dice  vecino  ó  prójimo.  O  si  ha- 
bla con  propriedad,  dice  lo  que  acontece  á  las  veces, 
que  pone  mancilla  en  una  casa  el  que  tiene  entrada  en 
ella  como  deudo  ó  amigo.  Y  llama  aponer  celada»,  por- 
que si  el  marido  es  amigo,  es  hacerle  traición  caminar 
por  la  amistad  á  su  afrenta,  y  aprovecharse  del  ser 
amigo  para  serle  enemigo  de  veras;  y  si  no  es  amigo 
el  marido,  pénele  también  celada  el  adúltero,  porque 
siempre  en  semejantes  tratos  entrevienen  encubiertas 
y  engaños.  Pues  dice  que  si  solicitó  la  casada,  que 

10  «Ramera  de  otro  sea  mi  mujer,  y  otros  en  somo 
della  se  encorven.»  Que  es  decir  quien  tal  hace  tal  pa- 
gue, y  su  pena  sea  semejante  á  su  culpa,  y  lo  que  hizo, 
eso  mismo  le  avenga.  Donde  decimos  «ramera  sea  de  otro 
mi  mujer»,  el  original  dice  á  la  letra  «mírela  á  oíros  mi 
mujer»;  porque,  entre  otras  figuras  de  hablar  proprias 
á  sola  esta  lengua ,  es  una  por  el  nombre  de  moler  sig- 
nificar el  servir  á  la  torpeza  en  los  actos  carnales.  Así 
dice  Esaias  (6)  á  Babilonia,  á  quien  habla  como  si  fue- 
se doncella  :  «  Levanta  la  muela  y  muele  harina;»  y 
para  declararlo  que  entiende  añade  luego  :  «Descubre 
tu  torpeza  y  vergüenzas.»  Y  Jeremías  ,  lamentando  el 
estrago  que  hicieron  en  su  ciudad  los  caldeos,  dice  (c): 
«Tomaron  los  muchachos  para  que  les  moliesen  ,  esto 
es,  usaron  deshonestamente  dellos,»  como  san  Jeró- 
nimo escribe.  Prosigue  : 

il  «Que  esto  tacañería ,  y  ello  maldad  grandísima.» 
Porque,  dice,  conozco  y  conocí  siempre  que  la  mal- 
dad del  adúltero  es  muy  grande,  y  que  tiene  pena  gra- 
ve y  de  muerte  el  poner  en  el  lecho  ajeno  semejante 
mancilla.  Que  donde  decimos  «maldad  grandísima», 
el  original  dice  «  maldad  de  jueces  »,  esto  es,  maldad 
que  por  ley  pertenece  á  juicio,  y  de  quien  los  jueces, 
según  lo  establecido  por  derecho ,  conocen  para  con- 
denarla á  castigo.  Porque ,  aunque  todos  los  pecados 
son  malos ,  la  justicia  de  la  ciudad  no  conoce  de  todos, 
sino  de  aquellos  señaladamente  que  deshacen  su  uni- 
dad y  destruyen  la  paz  común,  cual  es  el  adulterio  y 
los  demás  que  se  hacen  con  injuria  de  otros.  Porque 

(a)  Cicerón  en  Marc.  Col. 

(b)  Isai.,  cap.  47,  t.  3.    (c)  Tren.,  cap.  3,  t.  15. 


LIBRO  DE  JOB.  427 

la  injuria  diferencia  y  desata ,  anM  como  lo  igual  con- 
cuerda y  aduna.  Dice  mas  : 

12  «Que  esto  fuego,  que  hasta  consumir  tragará,  y 
todos  los  frutos  estraga. »  Que  porque  dijo  este  delito 
ser  delito  de  jueces ,  esto  es ,  tener  pena  establecida  en 
las  leyes,  dice  agora  y  encarece  la  pena,  que  es  de 
muerte  y  de  perdimiento  de  bienes;  porque  siempre  y 
en  toda  ley  fué  castigado  el  adulterio  con  penas  graví- 
simas, Y'  no  habla  ,  á  mi  juicio,  de  la  pena  legítima 
solamente,  sino  mucho  mas  de  los  desastres  y  acon- 
tecimientos tristes  que  suceden  de  ordinario  al  adúl- 
tero, que,  ó  caen  en  manos  del  injuriado,  ó  por  huir 
del  se  despeñan ,  ó  sentidos ,  por  no  morir,  desamparan 
la  tierra  y  la  hacienda ;  unos  pierden  la  honra ,  oíros 
hacen  naufragio  de  los  dineros ,  á  otros  castiga  la  jus- 
ticia y  á  oíros  quita  en  un  punto  una  eslocada  la  vida. 
Dejo  casas  asoladas  y  reinos  trasiornados  y  hundidos 
en  venganza  deste  delito;  que  del  solo  nació  cuanto 
Homero  canta  en  su  Iliada,  porque  es  sin  duda,  como 
Job  dice,  fuego  que  abrasa  y  que  traga.  Que  es  pura 
verdad,  ansí  por  la  ira  que  concibe  Dios  contra  él,  co- 
mo por  la  rabia  y  furor  que  el  celo,  mezclado  con  ira, 
enciende  en  el  pecho  de  quien  padece  la  afrenta.  Que, 
como  en  los  Cantares  se  dice  {d) :  a  Duros  son  co- 
mo el  infierno  los  celos,  sus  llamas,  llamas  ardientes 
de  fuego,  no  se  apagan  ni  se  aplacan  con  muchedum- 
bre de  aguas.  »  Y  en  los  Prorí?r6ío& Salomón  (e)  :  «El 
adúltero,  por  falta  de  saber,  pierde  la  vida,  amontona 
para  sí  afrenta  y  deshonra,  y  su  infamia  nunca  se  bor- 
ra ;  que  el  celo  y  el  furor  del  marido  en  la  ocasión  de 
vengarse  no  perdona,  ni  se  allega  á  ruego  de  alguno, 
ni  se  aplaca ,  ni  toma  en  concierto  ningún  don  ni  te- 
soro.» Prosigue  : 

13  «Si  desdeñé  juicio  de  mi  sirviente  y  de  mi  sir- 
vienta cuando  ellos  pleitearon  comigo.»  Habiendo  di- 
cho de  la  templanza,  dice  agora  lo  que  toca  á  la  justi- 
cia. Y  para  mostrar  que  la  guardó  siempre  con  todos, 
pone  la  parte  en  que  mas  fácilmente  se  quiebra ,  que 
es  con  quien  nos  sirve  y  poco  puede ,  como  arguyendo 
á  lo  que  es  mas  cierto  y  forzoso;  porque  quien  da  su 
debido  á  los  bajos  y  flacos,  cosa  manifiesta  es  y  forzo- 
sa que  no  agraviará  á  los  altos  y  poderosos.  Pues  dice 
que  nunca  se  desdeñó  de  venir  á  juicio  con  los  suyos 
ni  de  allanarse  para  estar  á  justicia  con  ellos,  porque 
el  pundonor  es  el  que  suele  retraer  á  los  señores  de  es- 
ta llaneza  ,  que  tienen  por  mal  caso  que  haya  ley  ni  ra- 
zón entre  ellos  y  sus  criados ,  porque  el  haberla  es  un 
género  de  igualdad  penosísima  á  los  ánimos  altivos  y 
señoriles ,  cuales  son  los  que  cria  el  mundo  en  los  que 
se  llaman  señores.  Mas  Job  no  era  señor  para  tenerse 
por  mejor  que  su  siervo,  ni  porque  podía  mandar  se 
presumia  señor  absoluto,  ni  por  verse  mas  alto  dejaba 
de  reconocerse  igual  con  todos  en  lo  que  era  derecho. 
Que  es  cosa  lastimosa  lo  que  en  esto  los  que  sirven  pa- 
san con  sus  amos  á  veces;  los  cuales ,  no  contentos  de 
haber  gozado  de  su  trabajo,  ni  menos  satisfechos  de 
haberlos  tratado  con  severidad  y  escaseza ,  no  les  pa- 
gan su  salario,  y  los  atemorizan  con  amenazas  si  se  lo 
quieren  pedir.  Y  nace  de  que  no  se  conocen  y  no  con- 
sideran lo  que  consideraba  Job ,  como  dice  : 

(d)  Cant.,  cap.  8,  v.  6.    (e)  Piov.,  cap.  6,  t.  32  y  sig. 


428  OBRAS  DE  FRAY 

i  i  (í  Y  ¿qué  hiciera  cmndo  se  levan  iare  Dios  á  jui-  : 
cío?  y  cuando  visilare  ¿  rjué  responderé  á  él?»  Porque  j 
si  advirtiesen  que  tienen  también  superior  y  que  hay  amo  ¡ 
en  el  cielo,  á  quien  están  sujetos,  aunque  les  pese,  y 
que  es  amo  común  de  sus  criados  y  de  ellos,  y  que  los  j 
ha  de  juzgar  á  todos,  depondrían  sus  crestas ,  y  cono-  j 
cerian  que  si  los  alzó  la  fortuna ,  no  por  eso  los  exentó 
la  justicia.  Y  es  conforme  á  esto  lo  que  san  Pablo  es- 
cribe á  los  colosenses  (a)  :  «  Los  que  sois  señores  con- 
servad justicia  y  igualdad  con  vuestros  criados,  sabien- 
do que  también  vosotros  tenéis  amo  en  el  cielo.»  Mas  es 
de  advertir  que  donde  decimos  «cuando  se  levantare 
Dios  á  juicio»,  el  original  solamente  dice  (icuando  Dios 
se  levantare»;  y  en  decir  la  Escritura  que  se  levanta 
Dios ,  es  decir  que  viene  á  juzgar.  Porque  á  la  verdad, 
á  los  que  en  esta  vida  de  tinieblas  vivimos  parécenos 
que  duerme  Dios  y  que  está  caído  su  bando  en  cuanto 
no  ejercita  su  justicia,  porque  pasan  cosas  tan  desco- 
munales y  bárbaras  entre  no"o!ros ,  y  es  tan  írrande  la 
confu-ion  y  desorden,  que  parece  casa  sin  dueño  á  los 
que  no  alumbra  la  fe ,  ó  que  si  le  tiene ,  que  no  advier- 
te lo  que  pasa  y  que  duerme ;  que  como  nuestra  vista 
corla  y  nuestro  ánimo  angosto  no  alcanza  ni  compre- 
hende  las  muchas  cosas  á  que  Dios  tiene  atención  ,  en 
lo  que  permite  que  pase ,  ni  ve  los  fines  grandes  que  en 
lodo  mira,  ni  los  bienes  perdidos  que  saca  de  hechos 
perdidos  y  malos»  ni  los  muchos  efectos  buenos  á  que 
quiere  sirva  una  cosa  mala  que  consiente  se  haga ;  lo 
cual  lodo  aquella  soberana  Majestad  conoce  y  ordena, 
templa  y  endereza  con  admirable  consejo;  parécenos, 
porque  no  envia  luego  sobre  el  malo  sus  rayos ,  que 
tiene  descuido  ó  que  no  mira ,  presos  los  ojos  con  sue- 
ño. Pues  respecto  de  la  imaginación  de  la  carne ,  que 
imagina  á  Dios  olvidado  y  caído,  dice  la  Escritura  que 
se  levantará  Dios  cuando  ejercitare  en  el  juicio  justi- 
cia. Y  á  la  verdades  altísimo  siempre  Dios  y  parecerá 
en  los  ojos  de  todos  en  aquel  día  muy  levantado  y  muy 
alio.  Porque  sí  levantarse  es  mostrarse  y  salir  á  luz  lo 
que  estaba  escondido  ,  los  malos  ,  cuyos  ojos  y  deseos 
nunca  miraron  á  Dios  ,  le  conocerán  entonces  para  su 
miseria  descubierto  y  clarísimo.  Y  si  es  levantarse  to- 
mar brio  y  mostrar  fuerza  ,  será  no  vencible  con  la  que 
en  aquel  día  convencerá  á  los  pecadores  de  culpa  y  los 
sujelará  á  pena  perpetua.  Y  sí  levantarse  es  declararse 
por  superior  á  los  otros,  en  aquel  dia  lo  rebelde  todo, 
la  alteza  y  soberbia  del  mundo,  las  torres  do  la  vana 
excelencia,  sus  máquinas,  sus  consejos ,  sus  mañas, 
su  ser,  su  poder,  sujeto  á  sus  pies  «se  verá»,  y  que- 
dará él  solo  alio,  y  todo  lo  demás  humillado  y  rendido. 
Ansí  que,  debidamente  es  díclio  «levantarse  Dios» 
cuando  juzga.  Y  Job  dice  con  grande  razón  y  pregunta 
lo  que  responder  pudiera  en  aquel  dia  al  Juez,  si  él  no 
quisiera  agora  reconocer  para  con  sus  criados  juez  en 
la  tierra;  que  ni  le  pudiera  decir  no  hablar  con  los 
amos  las  leyes,  ni  ser  él  absoluto  señor  de  sus  siervos, 
ni  estar  compuestos  ellos  de  diferenlc  metal,  ni  serle 
de  nacimiento  sujetos  y  inferiores,  como  los  animales  y 
bestias.  Que,  como  añade  : 

15  «¿l'or  ventura  no  hizo  á  mí  quien  hizo  á  él  en  el 
vientre,  y  en  la  madre  nos  compuso  Uhomiimo?  Ilí- 

(é¡  Ej).  ad  »tl.,  cap.  i,  r.  1. 


LUIS  DE  LEÓN. 

zolos  sin  duda  y  compuso  un  arlííice  mismo,  y  en  un 
mismo  lugar,  y  de  una  misma  materia,  y  poruña  mane- 
ra misma,  y  eso  es  lo  que  dice.  Y  es  argumento  que 
con  eficacia  convence,  que  son  iguales  en  ley  el  sier- 
vo y  el  amo,  pues  lo  son  en  naturaleza;  y  que,  pues 
son  de  una  especie,  pertenecen  á  una  república,  y  por 
el  mismo  caso  los  gobierna  y  los  rige  un  derecho  y  un 
fuero.  Pero  veamos  lo  que  dice  adelante: 

16  «Si  negué  su  deseo  á  pobres,  sí  hice  esperar  ojos, 
de  viada.»  Que  ya  toca  en  otra  diferente  virtud,  que  es 
la  misericordia  y  largueza,  que  no  siempre  obliga,  aun- 
que siempre  es  muy  loable  y  necesaria  para  que  un 
hombre  sea  perfecto.  Dice  pues :  «Si  negué  su  deseo  á 
los  pobres.»  «Deseo  de  los  pobres»  llama  la  limosna  que 
piden  ;  que  la  necesidad  cou  que  la  piden  hace  que  la 
deseen,  y  la  manera  de  pedir  que  tienen  y  las  voces  que 
dan  y  las  plegarias  que  hacen  son  testigos  de  que  es 
grande  el  deseo;  y  demás  desto,  dice  con  particular  ad- 
vertencia «deseo  de  pobres»,  porque  los  deseos  do  los 
pobres  no  son  ni  nacen  de  antojos,  sino  de  causas  ne- 
cesarias y  justas.  Por  manera  que  por  dos  títulos  de- 
ben ser  oídas  y  admitidas  sus  peticiones :  porque  las  de- 
sean mucho,  y  porque  son  peticiones  de  lo  necesario. 
«No  hice,  dice,  esperar  ojos  de  viuda. »  Proprío  es  de 
una  persona  afligida  y  que  su  remedio  cuelga  de  otra, 
enclavar  los  ojos  en  ella,  como  pidiendo  con  ellos  mas 
que  con  las  voces  ayuda;  y  las  viudas  y  pobres  muchas 
veces  mirando  piden ,  adonde  el  empacho  natural  les 
quila  el  hablar.  Por  manera  que  el  mirar  es  pedir,  co- 
mo se  dice  en  el  salmo  (6) :  «  A  tí  levanté  mis  ojos,  que 
moras  en  el  ciclo;»  y  durar  mirando  es  perseverar  en 
lo  que  se  pide;  y  por  la  misma  manera  hacer  que  á  los 
ojos  que  así  miran  esperen,  es  dar  tarde  y  escasamente 
lo  que  es  pedido.  Conforme  á  lo  cual,  dice  Job  que  no 
solo  daba  lo  que  le  demandaba  la  viuda,  mas  que  se  lo 
daba  luego  y  con  mucha  presteza,  que  era  darlo,  como 
el  refrán  latino  dice,  «dos  veces;»  porque  el  detenerlo 
es  como  no  darlo,  aunque  se  dé  á  la  fin  y  á  la  postre.  Y 
ciertamente  pierde  toda  su  gracia  el  bien  (pie  asi  vie- 
ne estrujado ;  que  la  gracia  de  la  dádiva  es  la  alegría 
con  que  se  hace,  y  lo  que  se  regatea  y  escatima  no  so 
hace  con  alegría.  Y  ansí  decía  san  Pablo  (c),  que  alar- 
guemos en  la  limosna  la  mano,  «no  con  tristeza  y  co- 
mo forzados  de  la  necesidad,»  y  dilatándolo  de  uno  á 
otro  dia,  «porque  ama  Dios  al  que  en  dar  es  alegre.» 
Conforme  á  lo  que  dice  un  poeta: 

La  griiciii  que  se  tarila  es  dcsgrafiada» 
roniiift  la  que  los  p;\sns  arcelera 
Es  muy  mas  agradable  y  mas  amada. 

Y  como  sea  en  todos  verdad,  eslo  mucho  mas  en  las 
viudas,  por  parte  del  corazón  que  lieneu  afligido  y  es- 
trecho ;  por  donde  el  acudir  presto  á  su  d(!seo  les  es 
por  extremo  agradable;  y  no  es  de  ánimos  piadosos  y 
blandos,  y  cuales  deben  ser  los  amadores  de  Dios,  su- 
frir que  le  esperen  ni  atormentarlas  con  la  dilación. 
Ya  adelante: 

17  «Si  comí  mí  bocado  á  solas  y  no  comió  huérfano 
del.»  También  esto  pertenece  á  la  piedad  y  limosna, 
no  comer  sin  dar  de  comer,  y  que  la  necesidad  natural 
que  despierta  hambre  en  mí,  despierte  también  mcmo- 

(*)  Pi.  12¿.    {c)  II,  Ad  cor.,  cap.  9,  t.  7, 


EXPOSICIÓN  DEL  LIBRO  DE  JOB, 


429 


ría  de  lo  que  padecen  los  que  no  tienen,  y  que  de  la  rae- 
moria  nazca  cuidado ,  y  del  cuidado  la  ejecución  en  el 
hecho.  Y  verdaderamente  es  cosa  de  gusto  que  gusten 
otras  de  mi  manjar,  y  ningunos  gustan  mas  que  los  ne- 
cesitados y  hambrientos,  y  es  deleite  grande  este  en  los 
que  son  piadosos  de  veras ,  como  Job  lo  era ,  según 
lo  que  añade: 

18  «Que  de  mis  niñeces  creció  comigo  piedad,  y 
del  vientre  de  mi  madre  salió  comigo.»  A  lo  que  deci- 
mos piedad,  añade  el  original  «como  padre»,  para 
decir  que  no  era  como  quiera  ni  ordinaria  la  piedad  de 
que  Dios  le  dotó ,  sino  piedad  de  padre  con  hijos  y  en- 
trañas bañadas  en  misericordia.  Y  dellas  nacia  lo  de- 
más que  se  sigue,  conviene  á  saber: 

19  «Si  vi  perecer  sin  vestido  y  no  di  cobija  armen- 
dlgo;  1)  que  es  otra  obra  de  misericordia.  Porque  la  pri- 
inera  fué  «dar  de  comer  al  hambriento'),  y  esta  es  «dar 
de  vestir  al  desnudo».  «Sí  vi,»  dice,  esto  es,  si  per- 
mití que,  viéndolo  yo,  padeciese  el  pobre  frió  por  falta 
de  ropa.  Y  dice  en  el  mismo  propósito : 

20  «Si  no  me  bendijeron  sus  lados,  si  del  vellón  de 
mis  ovejas  no  cobró  calor.»  Es  como  una  pintura  de  lo 
que  acaece  á  un  desnudo  que  fallecía  de  frío ,  cuando 
le  visten ,  que  rodeándose  con  la  ropa  y  apretándose 
con  ella,  bendice  á  quien  se  la  da,  y  siente  luego  en  sí 
su  calor.  «Sus  lados,»  dice,  ó  sus  costillas,  porque  el 
pecho ,  estómago  y  costados  es  lo  que  tiene  mas  nece- 
sidad de  vestido.  Dice  mas: 

21  «Si  levanté  contra  huérfano  mano  mia',  por  ver- 
me ser  superior  en  la  puerta.»  La  seguridad  de  la  vic- 
toria suele  convidar  á  la  injuria ;  mas  ni  esto  pudo  con 
Job  para  que  agraviase  ni  pusiese  pleito  al  necesitado 
6  al  huérfano.  Y  no  se  ha  de  entender  aquí  que  no  ha- 
cia injuria  á  los  pobres,  que  arriba  lo  dijo ;  sino  pro- 
priamente  dice  que  no  les  ponia  pleito  ni  les  pedia  su 
derecho  en  justicia ,  aunque  le  sobraba  ella  y  el  favor  y 
los  medios.  Porque  el  no  ser  riguroso  ejecutor  con  el 
huérfano  es  un  género  muy  santo  de  limosna.  Porque 
aflige  mucho  al  que  poco  puede,  cuando  le  hace  pechar 
el  rico  parte  de  su  miseria  y  pobreza;  y  ansí,  mandaba 
en  la  ley  (a)  Dios  que  la  prenda  que  por  ejecución  de 
deuda  saca  alguno  á  los  pobres,  se  la  vuelva  antes  que 
venga  la  noche.  Y  si  el  rico  está  obligado  á  dar  á  los 
que  padecen,  mucho  mas  á  no  pedirles  lo  que  no  tie- 
nen, aunque  mas  se  lo  deban.  Y  ansí ,  Dios  reprehende 
lo  contrario  por  Esaías  (6),  do  dice:  En  vuestro  ayuno 
ejecutáis  vuestra  voluntad,  pedís  á  todos  vuestros  deu- 
dores, y  cobráis  dellos  y  herislos.  «Por  verme,  dice,  su- 
perior en  la  puerta,»  esto  es  ,  acerca  de  los  tribunales 
de  la  justicia;  porque  antiguamente  los  juzgados  se  ha- 
cían en  las  plazas,  y  las  plazas  estaban  juntas  á  las  puer- 
tas de  la  ciudad.  Pues  si  Job  ha  hecho  algo  desto,  ¿qué 
le  avendrá?  Qué  maldición  se  desea?  Qué? 

22  «Mi  lado,  dice,  caiga  de  su  hombro ,  y  mi  brazo 
quebrantado  sea  por  su  canilla.»  Descoyuntado,  dice, 
muera.  Mas  es  de  ver  por  qué  razón ,  si  ha  faltado  en 
esta  virtud,  se  desea  esta  pena,  esto  es,  si  ha  falta- 
do en  la  misericordia  y  limosna,  pide  se  le  quiebren  y 
descoyunten  los  brazos.  Sin  duda  porque  para  el  dar 
se  nos  dieron,  y  ansí ,  es  justo  que  los  pierda  el  que  no 

(o)  Exod.,  22,  V.  26 ;  Deut,,  cap.  23.    \b)  Isai.,  cap.  58,  v.  3. 


los  emplea  en  su  oficio,  y  que  sea  manco  el  que  no  sa- 
be alargar  al  pobre  el  brazo,  y  que  no  tenga  manos  ni 
dedos  quien  las  tiene  con  la  escasez  cerradas  siempre. 
Dice : 

23  «Que  siempre  temí  á  Dios  como  á  olas  hinchadas 
sobre  mí,  y  su  peso  soportar  no  podré.»  Como  dicien- 
do: Hice  esto,  favorecí  á  los  necesilados,  nunca  les  hi- 
ce agravio,  aunque  pude;  porque  mira  Dios  por  ellos 
con  cuidado  particular  y  hace  por  su  causa  señalados 
castigos,  los  cuales  temí  yo  siempre ,  trayéndolos  de- 
lante de  los  ojos.  Y  dice  Job  loque  á  es!o  toca  con  tan- 
ta menudencia,  por  satisfacer  á  lo  que  estos  sus  amigos 
significaron  en  lo  pasado,  que  fué  león,  y  sus  hijos  ti- 
gres, para  decir  que  despojaron  y  se  comieron  los  po- 
bres ;  lo  cual  no  fué  ansí  como  dicen,  sino  todo  al  re- 
vés, porque  él  de  su  natural  era  blando  y  piadoso;  y 
demás  desto,  temía  mucho  á  Dios ,  de  quien  sabia  ser 
perpétuameale  amparador  de  los  huérfanos.  Del  cuida- 
do de  Dios  por  los  que  poco  pueden  dice  David  (c) : 
«A  tu  cuidado  está  el  pobre ,  y  tú  eres  favorecedor  del 
huérfano.»  Y  de  los  castigos  que  hace  por  su  causa,  es- 
tá en  los  Proverbios  {d):  «No  toques  los  lindes  de  los  pe- 
queños ni  la  heredad  de  los  huérfanos,  porque  no  pe- 
rezcas; porque  es  valiente  su  deudo,  que  jugará  con- 
tra tí  su  baraja.  Que  siempre,  dice,  temí  á  Dios  como  á 
las  olas  hinchadas  sobre  mí.»  El  original  á  la  letra: 
«Que  espantó  á  mi  contrición  de  Dios.»  Llama  contri- 
ción el  quebrarse  la  ola  cuando  cae.  según  pareció  asan 
Jerónimo;  ó  generalmente  «contrición  de  Dios»  es  la 
pena  con  que  castiga  los  malos.  Que  los  buenos,  si  caen 
en  trabajos,  levántanse,  como  el  Sabio  de  ellos  dice  (e): 
«Siete  veces  cae  el  justo  y  se  levanta ;»  mas  el  malo  cae 
para  quedarse  caído,  y  por  eso  su  caída  y  pena  es  lla- 
mada quebrantamiento,  porque  quien  se  hace  pedazos 
cuando  cae,  no  torna  á  ponerse  en  sus  pies.  Pro- 
sigue: 

24  «Si  puse  oro  fortaleza  mia,  si  aloro  dije:  Mi 
fuerza.» 

2o  «Si  me  regocijé  por  muchedumbre  de  mis  habe- 
res, y  porque  mucho  hallaron  mis  manos.»  En  lo 
cual  dice,  no  que  no  era  escaso,  que  en  los  versos 
pasados  ha  mostrado  su  piedad  y  largueza;  sino  que 
no  se  contentaba  ni  preciaba  de  ser  rico  ni  se  ensober- 
becía dello,  ni  menos  reposaba  en  las  riquezas,  como 
en  su  bien,  sino  que  cumplía  lo  que  el  salmo  dice  (f): 
«Si  las  riquezas  vinieren  en  abundancia,  no  les  peguéis 
vuestra  afición;»  y  lo  que  propriamente  dice  san  Pa- 
blo (g) :  Manda  á  los  ricos  deste  siglo  que  no  piensen 
de  si  cosas  altas,  ni  confien  en  la  instabilidad  de  sus  ri- 
quezas;» que  es  vicio  que  lo  apega,  no  sé  en  qué  ma- 
nera, el  dinero.  Porque,  como  porla  corrupción  de  nues- 
tras costumbres  se  han  hecho  compraderas  todas  las 
cosas,  parécele  á  quien  tiene  oro  que  allí  lo  Uenetodo, 
y  que  es  fuerte,  sabio  y  discreto  y  bien  afortunado ,  y 
finalmente,  señor  poderoso,  cualquiera  que  es  señor 
del  dinero;  de  que  la  altivez  y  la  presunción,  y  desva- 
necimiento y  vana  confianza  y  engaño  comen  de  ordi- 
nario con  los  ricos  y  duermen.  El  cual  es  vicio  necio  y 

(O  Ps.  9,  V.  3G.    id)  Prov.,  cap.  23,  vv.  10, 11. 
(e)  Prv.  U,  V.  IG.    {fi  Ps.  61 ,  v.  11. 
[y)  1,  Ad  tim.,  cap.  6.  v.  17. 


430  ORRAS  DE  FRAY 

feo,  y  lo  principal,  muy  desagradable  en  los  ojos  de  Dios. 
Necio,  por  su  ser  instable  y  inscontante  del  oro,  por- 
que necedad  es  fundar  sobre  arena  y  hacer  cimiento  y 
confianza  del  viento.  Y  no  solo  por  ser  instable ,  sino 
por  ser  desleal  y  traidor ;  porque  sin  duda  la  posesión 
del  tesoro  no  allega  amigos,  sino  envidiosos,  y  no  nos 
liace  en  la  apariencia  tan  amados  de  algunos,  cuanto 
en  la  verdad  aborrecidos  y  malquistos  con  todos.  Pues 
ponerla  esperanza  de  mi  defensa  en  lo  que  de  secreto 
me  hace  guerra  y  llama  gente  contra  mí,  necedad  es 
muy  conocida.  Ansí  que,  es  necio  este  vicio,  y  también 
es  feo,  porque  el  hombre  que  nació  para  bienes  tanto 
mayores,  si  se  ceba  deloro  ansí  que  ponga  en  él  su  es- 
peranza, afrenta  se  hace  á  sí  y  se  envilece  y  abaja,  que 
es  negocio  vituperable  y  muy  feo.  Y  por  todas  eslas  ra- 
zones junlas  Dios  se  desagrada  mucho  del ,  y  demás 
delLis,  por  otra  que  loca  derechamente  á  su  honra. 
Porque  poner  uno  su  confianza  en  el  oro,  y  persuadirse 
que  en  él  tiene  su  bien  y  su  defensa  para  todo  lo  que 
se  le  ofrece  en  la  vida,  es  un  género  de  idolatría,  co- 
mo la  llama  san  Pablo  (a);  y  por  la  misma  razón  es 
quitar  á  Dios  lo  que  propriamente  es  suyo  y  se  le  de- 
be, que  es  esperar  del  todo  el  bien.  Porque,  ansí  como 
es  proprio  suyo  encerrar  él  solo  todos  los  bienes  en 
sí,  todos  los  favores,  todos  los  remedios,  todas  las 
excelencias  y  honras,  y  ansí  como  le  conviene  á  él  ser 
tan  dadivoso  de  suyo  cuanto  es  rico  y  abastado,  y  ser 
tan  amigo  de  hacer  bien  cuanto  es  bueno  y  perfecto, 
porque  la  bondad  naturalmente  apetece  el  comunicarse 
y  derramarse  en  los  otros ;  ansí ,  y  por  el  mismo  ca- 
so, le  debemos  por  derecho  el  mejor  y  mas  alio  grado 
de  nuestra  esperanza;  y  como  es  sumo  bien  en  sí,  así 
le  debemos  tener  por  sumo  bien  nuestro  tenerle  por 
nuestra  fortaleza  ,  por  nuestra  medicina,  por  nuestra 
única  gloria  y  riqueza.  Y  porque  se  abonó  Job  en  es- 
ta especie  de  idolatría,  consiguientemente  muestra  su 
bondad  en  lo  demás  que  toca  á  este  género.  Y  dice: 

26  «Si  miré  al  sol  cuando  resplandecía,  si  á  la  luna 
que  caminabacon  claridad.»  Porque  en  aquella  su  edad 
era  común  error  adorar  por  dioses  al  sol  y  á  la  luna, 
como  de  la  Sagrada  Escritura  se  entiende  en  diversos 
lugares.  Y  ansí,  dice  que  no  miró  al  sol,  y  enüéndese 
para  adorarle,  porque  mirar,  en  la  Escritura  es  mu- 
chas veces  lo  mismo  que  poner  los  ojos  con  afición  y 
aplicar  el  ánimo  con  reverencia ,  como  es  lo  del  sal- 
mo (6) :  «No  miró  las  vanidades  ni  las  falsas  locuras.» 
O  dícclo  ansí  por  cierta  figura ,  para  demostrar  me- 
nosprecio. Como  si  mas  claro  dijera  que  estuvo  tan  le- 
jos de  adorar  estas  luces,  que  despreciándolas,  aun  no 
alzaba  aellas  los  ojos;  que  no  querer  ni  aun  mirar  á 
uno  es  señal  de  tenerle  en  poco.  Y  dice  que  no  le  mi- 
ró «cuando  resplandecía)),  ó  como  el  original  dice,  «sol 
resplandeciente  ,  n  que  es  tanto  como  decir  el  sol  orien- 
te ó  el  sol  cuando  sale;  porque  en  esta  adoración  era 
hora  señalada  y  usada  para  saludar  el  sol  la  mañana 
y  el  apuntar  de  la  aurora,  según  aquel  antiguo  verseci- 
11o,  que  dice : 

Estjba  acaso  saladando  i  Febo, 

Al  liempo  que  apuntaba  en  el  oriente. 

Y  n¡  mas  ni  menos  saludaban  á  la  luna  en  las  noches 

(a)  Coloi.,  cap.  3,  v.  5.    (b)  Vi.  Z'J,  v.  5. 


LUIS  DE  LEÓN.  | 

llenas  y  serenas.  Y  ansí,  dice  que  ni  miró  á  la  «luna  ' 
que  caminaba  con  claridad»,  ó  como  dice  la  primera 
letra,  «que  caminabacon  honra  y  con  pompa;»  porque 
la  siguen  y  rodean  como  sus  ministros  y  criadas  infi- 
nita copia  de  estrellas.  Que  el  sol,  como  si  dijésemos 
cuando  le  vemos,  camina  solo,  porque  escurece  con  su 
luz  lo  que  le  pudiera  ser  compañía ;  mas  la  luna  va 
acompañada  de  ejércitos  de  luces  clarísimas,  y  ella  co- 
mo señora  entre  ellas ,  y  como  emperatriz  ambiciosa 
y  pomposa.  Y  añade  en  el  mismo  propósito : 

27  «Si  se  alegró  en  abscondido  mi  corazón,  y  besó 
á  mi  mano  mi  boca. »  Donde  decimos  «si  se  alegró», 
dice  otra  letra,  «si  se  engañó  en  sí  mismo  en  secreto;» 
y  decir  alegró,  es  decir,  se  contentó  y  satisfizo  de  te- 
nerla por  Dios,  y  decir  «se  engañó)),  es  decir,  se  per- 
suadió falsamente ,  y  si  no  osó  declararse,  á  lo  menos 
para  sí  tuvo  por  cierto,  mirándolos,  que  el  sol  y  la  lu- 
na eran  dioses.  Y  loque  añade,  «y  besó  á  mi  mano  mi 
boca,  »  parece  ser  manera  de  reverencia  y  demostra- 
ción del  culto  que  se  les  daba,  allegar  el  que  los  ado- 
raba su  mano  á  su  boca ;  como  el  hincar  las  rodillas  y 
el  juntar  las  manos  y  el  herir  los  pechos  son  figuras  y 
meneos  religiosos,  y  ordenados  para  demostrar  el  culto 
interior.  Dice  mas : 

28  «Que  también  esta  maldad  grandísima  y  nega- 
miento de  Dios  altísimo,»  esto  es,  del  verdadero  Dios, 
en  cuya  comparación  todos  los  demás  que  hace  dioses 
el  error  de  los  liombros  son  cosas  muy  bajas.  Y  lo  que 
decimos  grandisima,  la  primera  letra  dice  «maldad  de 
jueces»,  y  por  esa  causa  infirió  y  dijo  :  «Y  también  es- 
ta.» Como  diciendo:  Como  la  pasada  que  del  adulterio 
dije,  ansí  este  delito  es  maldad  de  jueces,  no  sol;;men- 
te  mala  en  sí,  mas  condenada  á  graves  penas  por  ley  y 
maldad,  de  que  el  fuero  exterior  conoce  della  y  la  cas- 
liga  con  penado  mucrle.  Dice  mas: 

29  «Sí  me  gocé  de  caida  de  mi  aborreciente,  y  me 
regocijé  de  que  el  mal  le  hallase.  Muchos  hombres  hay 
que  hacen  bien  y  son  ásperos  en  el  sufrimiento  del  mal, 
quiero  decir,  que  son  misericordiosos  y  dan  alegre- 
mente su  hacienda  ,  y  sirven  y  adoran  á  Dios  con  cui- 
dado; mas  no  llevan  ni  penlonan  la  injuria,  ni  acaban 
consigo  que  no  se  la  paiíue  quien  se  la  hace ;  los  cua- 
les tienen  bien  compuesta  la  parle  concupiscible,  pero 
la  irascible  descompuesta  y  desenfrenada.  Y  ansí,  de 
dos  caballos  que  guian  el  carrode  la  razón,  el  uno,  que 
va  sin  rienda,  le  desbarata  y  trastorna.  Mas  Job  en  am- 
bas á  dos  parles  tuvo  siempre  templanza:  honesto, 
piadoso,  liberal ,  religioso  cuanto  á  la  una,  y  cuanto  á 
la  otra  no  vengativo.  Y  por  eso  dice:  «Si  me  gocé  de 
caida  de  mi  aborreciente.»  Como  diciendo  que,  no  solo 
tomaba  venganza ,  mas  si  la  daba  Dios,  enviando  sobre 
sus  enemigos  trabajos,  no  tomaba  alegría  ;  pues  ni  se 
gozaba  de  la  caida  del  enemigo,  ni  se  rcgocijalja  de  que 
le  hallase  el  mal.  Y  dice  con  particular  propríelad  que 
el  mal  halla  á  los  de  quien  habla;  porque  los  que 
aborrecen  y  persiguen  á  los  que  siguen  lo  bueno,  ordi- 
nariamenle  son  gente  poderosa  m  el  mundo,  soberbia 
de  suyo  y  alliva,  y  apoyada  de  favor  y  riquezas,  y  por 
la  misma  causa  gente,  no  solo  arredrada,  mas  á  lo  que 
parece ,  abscondida  de  todo  mal  suceso  y  revés.  Por 
donde  cuando  les  viene  algún  desasiré,  es  visto  el  mal 


EXPOSICIÓN  DEL 
haber  puesto  diligencia  en  buscarles  y  hallarles  entra- 
da; que  á  los  desamparados  y  flacos  no  los  busca  el  mal, 
porque  los  tiene  á  la  mano  y  como  delante  sus  ojos, 
antes  tropiezan  en  él  ellos  mismos  y  se  le  entran  en 
casa.  Prosigue  : 

30  ((Ni  di  mi  paladar  á  pecar,  deseando  con  maldi- 
ciones su  ánima,))  ó  como  otra  letra  dice,  «para  pedir 
con  maldiciones  su  ánima.»  Y  no  solo,  dice,  no  me  ale- 
gró la  caida  del  enemigo  cuando  venia ,  mas  ni  deseé 
que  viniese,  ni  aun  con  las  palabras  que  la  ofensa  en- 
vía fácilmente  demostré  tal  deseo.  ((Dar  su  paladar  á 
pecar,»  es  hablar  mal  contra  el  enemigo,  y  lo  que  lue- 
go declara,  ((desear  con  maldiciones  su  ánima,»  esto 
es,  maldecir  su  vida  y  buen  estado.  Mas  dice: 

31  ((Si  no  dijeron  varones  de  mi  morada,  ¿quién 
dará  sus  carnes  del  para  hartarnos  ?  »  En  que  hay  difi- 
cultad por  la  nueva  forma  de  hablar,  diciendo  «  comer 
de  sus  carnes».  Porque  unos  lo  declaran  en  significación 
de  amistad,  como  que  sea  amor,  querérsele  tragar  ansí 
entero  ( que  es  dura  declaración  y  fuera  de  lo  que  agora 
se  trata),  y  otros  la  entienden  en  aborrecimiento  y 
enojo,  como  se  debe  entender.  Mas  qué  enojo  sea  este, 
y  con  quién  y  por  qué  causa,  lo  que  en  ello  algunos 
dicen  es  desatino.  El  enojo,  dicen ,  es  de  sus  siervos  de 
Job,  y  dicen  en  esto  verdad;  y  Job,  dicen,  es  con  quien 
tienen  enojo,  ó  porque  los  trabajaba  mucho  en  servir  á 
los  huéspedes,  ó  porque  les  tenia  la  rienda  y  les  casti- 
gaba sus  vicios,  y  en  esto  dicen  una  cosa  improbable. 
Lo  uno,  porque  el  gobierno  justo  y  templado,  cual  se- 
ria el  de  un  hombre  tan  bueno,  nunca  trae  los  siervos 
á  un  extremo  de  aborrecimiento  tan  grande ;  lo  otro, 
porque  cuando  fuera,  no  viene  á  cuento  decirlo,  cuando 
trataba  de  su  ánimo  piadoso  con  todos  y  de  la  afición 
que  es  verosímil  le  tendrían  todos  por  ello.  Que  ¿qué 
propósito  es,  cuando  dice  que  los  ajenos  le  amaban,  de- 
cir que  los  suyos  le  aborrecían,  y  que  era  encarecida- 
mente odioso  en  su  casa  el  que  como  á  común  bien- 
hechor deseaban  bien  las  ajenas?  O  ¿qué  loor  ponía  en 
un  hombre  tan  pió  el  gobernarse  con  su  familia  de 
suerte  que  sus  criados  tuviesen  sed  de  su  sangre?  Que, 
como  es  de  remisos  descuidarse  en  la  disciplina  do- 
méstica, ansí  es  de  imprudentes  y  poco  avisados  ha- 
berse de  modo  en  ella  que  despierte  en  los  suyos  odio, 
que  le  busque  la  muerte.  Pues  decimos  que  los  criados 
son  los  que  aquí  hablan,  pero  las  carnes  que  comer  de- 
sean no  son  las  de  Job,  sino  las  de  sus  enemigos  de  Job, 
que  viene  como  descendiendo  de  arriba.  Porque  decía 
agora  que  ni  se  vengó  de  sus  enemigos ,  ni  se  gozó  de 
sus  malos  sucesos ,  ni  se  los  deseó,  ni  les  echó  maldi- 
ciones; y  para  encarecer  y  mostrar  mas  su  bondad, 
[lasa,  y  añade  que  ni  la  ira  de  sus  criados  con  ellos,  ni 
el  parecer  de  los  de  su  casa,  que  pedían  venganza,  ni 
sus  iras,  ni  sus  consejos,  ni  sus  dichos,  ni  sus  hechos, 
lo  desquiciaron  de  su  propria  clemencia.  ((Sino  dije- 
ron, dice,  varones  de  mi  morada  :  ¿Quién  dará  sus 
carnes  del  para  hartarnos?»  Esto  es,  si  no  es  verdad 
que  aunque  los  míos  me  persuadían  á  que  le  buscase  á 
mi  enemigo  la  muerte,  y  no  lo  acabaron  comigo;  si 
ofendidos  de  su  maldad  ,  ellos  mismos  no  le  buscaban 
la  sangre  y  bramaban  por  la  venganza,  á  que  yo  esta- 
ba sordo;  si  no  les  erabravecia  la  injuria  que  en  mi  áni- 


LIBRO  DE  JOB.  431 

mo  mella  no  hacía;  sí  no  salían  de  término  con  coraje 
y  enojo  de  lo  que  me  tocaba  á  mí  y  no  me  enojaba  ó 
turbaba.  Y  dice  esto  por  dos  razones  :  la  una ,  para 
mostrar  que  sus  enemigos  eran  tales  y  tan  sangrientos, 
que  aun  sus  criados  les  bebieran  la  sangre ;  y  la  otra, 
para  significar  su  constancia ,  que  ni  las  obras  dellos 
ni  el  ánimo  y  coraje  de  los  de  su  casa  le  movían  á  ira. 
((Para  hartarnos,»  dice  (mas  la  primera  letra  tiene 
((uo  nos  hartaremos»,  que  viene  á  ser  todo  uno  mis- 
mu),  qu3  es  engrandecer  el  deseo  que  de  vengarse  te- 
nían ,  ó  diciendo  que  deseaban  hartarse  de  sus  carnes 
comiéndolas,  ó  que,  aunque  las  comiesen,  no  quedaría 
harto  su  enojo.  Dice  mas  : 

32  <(  Peregrino  no  quedó  fuera ,  mi  puerta  abierta  á 
viandante. »  La  virtud  de  la  hospitalidad  es  muy  loada 
en  la  Sagrada  Escritura ,  como  parece  del  libro  de  To- 
bías, capítulo  12,  y  con  las  demás  tenía  Job  esta  tam- 
bién, y  con  ella  la  que  se  sigue  : 

33  ((Si  encubrí  como  hombre  pecados  míos,  y  abs- 
condí  en  mi  seno  mi  maldad. »  Diferencia  hay  entre  no 
publicar  y  absconder;  no  publica  el  que  no  los  pre- 
gona ,  abscóndelos  el  que  hace  apariencias  y  demos- 
traciones contrarias ;  esto  casi  siempre  es  hipocresía  y 
engaño,  lo  otro  lícito  muchas  veces;  aquello  se  debe 
hacer  cuando  la  justicia  ó  salud  de  la  ánima  á  lo  con- 
trario no  obliga;  mas  esto  hacemos  de  ordinario  los 
hombres  porque  lo  traemos  de  herencia  y  como  apren- 
dido de  lo  que  el  primer  hombre  hizo  en  el  paraíso,  y 
porque  somos  vanos  todos  y  deseosos  de  parecer,  por  la 
afición  de  excelencia  que  tenemos  secreta.  Y  ansí,  Job 
no  dice  que  no  encubrió  sus  maldades ,  mas  que  no 
las  encubrió  como  hombre ,  eslo  es ,  culpable  y  vana- 
mente, haciendo  del  justo  y  vendiéndose  con  arrogan- 
cia por  bueno,  no  siéndolo.  Y  en  decir  que  (( no  las  en- 
cubrió como  hombre»,  no  confiesa  que  las  tuvo,  antes 
da  á  entender  que  fué  libre  dellas,  y  que  ansí  no  le  fué 
necesario  encubrirlas.  De  que  le  nació  en  el  ánimo  la 
confianza ,  que  dice  en  lo  que  luego  se  sigue,  que  es : 

34  «Si  me  asombré  á  gran  muchedumbre  y  me  es- 
pantó desprecio  doméstico,  sino  antes  callé  ni  salí  de 
mi  puerta.»  Porque  la  buena  conscíencia  es  madre  de 
la  fortaleza.  Y  ansí  Job,  como  libre  de  culpa,  con  cara 
descubierta  y  corazón  esforzado  dice  de  sí  que  ni  te- 
mía do  oponerse  á  la  muchedumbre  cuando  la  razón 
lo  pedía,  ni  se  espantaba  de  incurrir  en  el  odio  de  sus 
ciudadanos ,  sino  armado  con  la  verdad  y  hollando  so- 
bre todo,  callaba  y  pasaba ;  ó  como  otra  letra  dice,  ni 
callaba  vencido  del  miedo,  ni  se  encogía  ni  se  encer- 
raba vilmente  en  sus  puertas,  sino  hablaba  y  volvía 
con  libertad  por  la  justicia.  Bien  es  verdad  que  otros 
declaran  este  verso  por  diferentes  maneras,  que  refe- 
rir no  quiero,  contentándome  con  esta  ,  que  dice  mas 
con  lo  que  trasladó  san  Jerónimo.  Solo  diré  otro  sen- 
tido que  se  me  ofrece,  y  á  que  da  lugar  el  original  pri- 
mero, que  trasladar  podemos  ansí :  «Cuando  quebran- 
taba muchedumbre  mucha  y  desprecio  de  familiares 
me  puso  temor,  y  callé  y  no  salí  de  la  puerta.»  En  que 
la  palabra  cuando  se  ha  de  repetir  por  cada  parle  del 
verso,  como  diciendo:  Cuando  quebrantaba,  cuando 
el  desprecio  me  puso  temor,  cuando  callé  y  no  salí  de 
la  puerta.  Porque  quiere  decir  que  en  todos  estos  ca- 


432  OBRAS  DE  FRAY 

sos  y  tiempos  no  encubrió  su  culpa  como  hombre  ni 
abscondiü  su  pecado,  que  es  aquello  de  que  iba  hablan-  : 
do.  Por  manera  que ,  cnmo  dijo  que  no  encubría  sus  • 
fallas,  dice  luego,  cerliíicániiolo  mas,  que  no  las  encu-  ! 
bria  ni  en  lo>  tiempos  en  que  es  ordinario  y  como  for- 
zoso encubrirlas.  Porque  dos  tiempos  hay  en  que  los 
hombres  se  arrogan  mas  autoridad  de  la  que  merecen, 
y  procuran  parecer  mas  y  mejores  de  lo  que  son ,  do- 
rando sus  culpas.  Uno,  cuando  se  ven  muy  eslimados 
de  todos ,  que  por  no  caer  de  su  opinión ,  la  ayudan  con 
aparencias  fingidas;  olro,  cuando  los  acusan  oíros  y 
los  menosprecian,  que  por  volver  por  si  y  por  su  lion-  i 
ra,  no  solo  niegan  y  encubren  lo  mal  hecho,  mas  se 
atribuyen  lo  bueno  que  nunca  hicieron.  Del  primer  [ 
tiempo  es  lo  que  dice ,  «  cuando  quebrantaba  muche-  , 
dumbre  mucha; »  esto  es,  no  me  hacia  estimar  por  me-  ; 
jor  de  lo  que  era  cuando  me  vi  superior  á  todos,  te-  i 
niéndolos  debajo  los  pies,  ni  cuando  perseguia  y  casti- 
gaba sus  culpas.  Y  del  segundo  tiempo  lo  que  añade, 
diciendo  : «  Cuando  desprecio  de  familiares  me  puso  te- 
mor, y  cuando  callé  y  no  salí  de  mi  casa ; «  porque  ni 
menos,  dice,  cuando  hasta  mis  familiares  me  acusa- 
ban y  tenían  en  poco,  procuré  abonarme  con  ellos, 
atribuyéndome  mas  bien  y  virtud  que  tenia.  Que  sirve 
para  lo  que  de  presente  traía  con  e^tos  amigos  suyos, 
porque  no  piensen  que  si  niega  agora  lo  que  le  im-  , 
ponen,  encúbrela  verdad  del  hecho,  y  se  atribuye  el  i 
bien  que  no  ha  hecho.  O  podemos  reducir  á  uno  estos  I 
dos  tiempos.  Porque  donde  decimos  «cuando quebran- 
taba'), podemos  también  traducir  «cuando  me  espan- 
taba de  mucliedumbre  mucha  » ;  por  manera  que  diga 
que  ni  el  temor  de  los  muchos  ni  el  des¡irccio  para  con 
él  de  los  pocos,  ni  en  público  ni  en  secreto,  ni  callan- 
do ni  hablando,  ni  en  su  casa  ni  fuera  della,  pudieron 
moverle  á  ser  liipócríta  ni  á  que  colorase  su  vida  con 
falsas  aparencias  fingidas.  Pero  veamos  lo  que  dice 
adelante  : 

33  «¿Quién  me  dará  oyente,  que  mí  deseo  oiga  el  Po- 
deroso y  escriba  libro  el  mismo  que  juzga?»  Estando 
tratando  Job  de  su  inocencia ,  como  vemos  que  trata, 
eso  mismo  que  dice  le  trae  á  la  memoria  y  le  hace 
echar  de  ver  á  quien  lo  dice,  que,  como  visto  habemos, 
era  gente  que  se  persuadían  poco  de  lo  que  acerca  desto 
le  oían.  Y  ansí,  considerando  su  mal  auditorio,  y  que-  i 
riendo  fenecer  esla  relación  de  su  vida,  desea  tener 
oídos  desapasionados  que  juzguen  della ,  y  manifiesta 
este  su  deseo,  diciendo  :  «¿Quién  me  diera  oyente?» 
Como  sí  dijese  :  Mas  ¿para  qué  me  canso  con  quien  ni 
me  cree  ni  me  entiende?  ¡Ojalá  tuviera  yo  algún  juez 
igual  que  me  oyera !  y  ¡ojalá  «  mí  deseo  oiga  el  Pode- 
roso » !  Y  su  deseo  es ,  según  del  original  se  colige, 
ponerle  á  él  por  testigo;  porque  dice  desta  manera  : 
«Veis  señal  mia,  el  Poderoso  respóndame.»  Que  es  de- 
cir :  Ya  yo  he  dado  señal  de  mí,  y  hecho,  como  veis,  de 
mi  vida  pintura;  ojalá  responda  el  Ominpotente  á  cada 
uno  deslos  artículos ,  que  responderá  sin  duda  por  mí. 
De  suerte  que  desea  juez  igual ,  y  desea  que  por  el  in- 
terrogatorio que  lia  iiecho  sea  e.xatninado  de  Dios,  á 
quien  ,  confiado  de  su  verdad ,  dice  pondrá  por  testigo, 
y  desea  junlarneiite  que  lo  ponga  el  juez  lodo  por  es- 
crito y  se  haga  dello  proceso.  Y  ansí  añade,  diciendo : 


LUIS  DE  LEÓN. 

«Y  escriba  libro  el  mismo  que  juzga ; »  porque  ansí  ca- 
recerá lo  que  se  escribiere  de  falsedad  y  sospecha,  que 
son  deseos  que  en  la  ánima  justa  y  san'a  la  buena  cons- 
ciencia  cria  y  produce,  porque  la  virtud  no  teme  la 
luz,  antes  desea  siempre  venir  á  ella,  porque  es  hija 
della  y  criada  para  resplandecer  y  ser  visla.  Pues  he- 
cho este  examen  que  Job  desea  por  juez  ¡ncorrup'o,  y 
preguntado  Dios  por  las  preguntas  deste  capitulo,  y 
puestas  por  escrito  sus  res|iuostas,  y  hecho  proceso, 
¿qué,  dice,  hará  Job  de  aquesta  escritura?  Qué? 

36  «Traerlo  he  sobre  mi  hombro,  y  rodearélo  á  mi 
como  guirnalda;  »  esto  es,  traerlo  he  en  las  manos  y 
ponerlo  he  sobre  mi  cabeza :  en  las  manos ,  para  que 
todos  lo  puedan  ver ;  sobre  mí  cabeza,  porque  s;:'rá  mi 
corona  y  mi  honra  y  como  la  ejecutoria  de  mi  hidal- 
guía. Y  como  añade  : 

37  «Por  todos  mis  pasos  le  pronunciaré  y  como  á 
príncipe  le  ofreceré ; »  esto  es ,  leyérale  y  publicárale  á 
cada  paso,  no  consintiera  que  le  ignorase  ninguno,  á 
todos  hiciera  sabidores  de  lo  que  en  sí  contenia,  porque 
todo  fuera  testimonio  de  mi  inocencia  y  justicia.  «Y 
ofreciérale ,  dice  ,  como  á  príncipe.»  Esto  es ,  como  el 
afli^^ido  ó  el  necesitado  de  que  le  hagan  justicia  ofrece 
sus  memoriales  al  príiici¡)e  y  desea  y  humildemente  le 
suplica  pase  por  ellos  sus  reales  ojos ,  y  los  lea  y  en- 
tienda; ansí  yo  con  el  mismo  ruego  y  deseo  ofreciera 
este  mi  proceso  á  todos  y  á  cada  uno,  suplicándoles  en- 
carecidamente que  le  revolviesen  y  leyesen.  Tan  seguro, 
dice,  estoy  de  mí  justicia  y  de  que  lo  que  se  proce- 
sare en  esta  forma  seria  todo  en  mi  favor  y  por  mí.  Y 
porque  vio  que  le  faltaba  á  este  su  interrogatorio  una 
pregunta ,  y  dejaba  de  abonarse  en  un  oficio  debido, 
añádela  al  fin  y  concluye,  y  dice  : 

38  «  Si  contra  mí  mi  tierra  vocea,  y  con  ella  lloran 
sus  sulcos.»  Llama  tierra,  por  figura,  los  labradores 
della ,  como  declara  en  esto  que  añade  : 

39  «  Sí  comí  su  fruto  sin  dinero  y  afligí  ánima  de  su3 
labradores.  »  En  que  comprehcnde  la  igualdad  que  el 
hombre  justo  guardar  debe  en  el  arrendar  sus  hereda- 
des y  en  el  trato  y  cobranzas  de  sus  renteros,  que  no 
ha  de  ser  injusto  en  lo  uno,  subiendo  los  arrendamien- 
tos en  demasía,  ni  cruel  y  riguroso  en  lo  olro,  ejecu- 
tándolos liasta  lo  vivo.  Porque  sin  duda  es  mal  grandí- 
simo al  pobre  labrador,  que  con  el  sudor  suyo  y  de  su 
familia  ha  lacerado  todo  un  año,  volviendo  y  revol- 
viendo la  tierra,  pasando  malos  dias  y  no  descansando 
las  noches,  madrugando  y  ayunando,  al  calor  y  al  hie- 
lo, en  la  cultura  del  campo,  y  lo  que  mas  es,  confianilo 
de  las  aradas  ese  poco  trigo  en  (pie  estaba  su  sustento 
y  su  vida,  el  señor  del  suelo  donde  sembró,  ocioso  y 
descansado  y  durmiendo,  al  fin  de  su  trabajo  despo- 
jalle  de  todo  el  fruto  del,  y  comer  el  ocioso  y  vicioso 
tantos  sudores  ajenos  y  alegrarse  él  con  lo  que  el  mise- 
rable llora  y  suspira.  Y  ansí,  dice  otra  letra  :  «  Y  hice 
suspirar  ánima  de  sus  patrones,»  esto  es,  de  los  que 
benefician  y  labran  el  camjio.  No  lo  hacia  Job,  y  cer- 
tifícanos que  no  lo  hacia  porque  dice  :  Sí  jamás  esto 
hice, 

40  «  Por  trigo  me  nazcan  abrojos ,  y  por  cebada  es- 
pinas, »  ó  como  otra  letra  dice,  «  yerba  Jiedionda.»  Que 
justo  es  que  frucliíi(iuc  la  tierra  al  revés  de  lo  que  so 


EXPOSICIÓN  DEL 
le  confia,  al  que  maltrata  y  despoja  á  los  que  la  labran, 
y  que  Ijiu-le  las  esperanzas  del  dueño  que  burla  y  deja 
en  vacío  los  sudores  de  sus  labradores.  Y  como  arriba 
en  otro  artículo  dije,  esto  ansí  es  maldición,  que  es 
también  afirmación  y  como  pronóstico  de  lo  que  de 
ordinario  sucede,  que  se  le.^  hacen  estériles  las  tierras  á  ¡ 
los  que  tratan  á  quien  las  labró  con  rigor  semejante, 
ó  porque  ordena  Dios  que  la  tierra  misma  vengue  á  sus 
patrones,  como  aquí  dice,  ó  porque  las  decamparan  los 
labradores  maltratados  y  quedan  desarrendadas  y  sin 
labor,  y  ansí  crecen  en  ellas  las  espinas  y  malaá  yer- 
bas. Y  con  esto  Job  feneció  sus  razones. 

CAPITULO  xxxn. 

ARGUMENTO. 

Viendo  que  Job  permanecía  en  defender  sn  inocencia ,  callaron 
los  tres  amigos,  y  el  cuarto,  llamado  Eliú,  toma  la  mano  en 
hablar  contra  Job,  admirándose  de  que  los  otros  tres  no  hu- 
biesen podido  convencerle  de  pecador,  y  pídeles  atención  para 
que  oigan  los  sabios  discursos  en  que  va  á  prorumpir. 

i  Cesaron  estos  tres  varones  de  responder  a  Job,  por- 
que él  justo  en  ojos  suyos. 

2  Y  encendió  nariz  Eliti,  liijo  deBarcel  el  Bucites,  déla 
familia  de  Ram,  en  Job  encendió  narizsuya,pcr  jastiücar 
él  su  alma  ante  Dios. 

o  Y  en  tres  amigos  del  encendió  su  nariz ,  por  cuanto 
no  hallaron  respuesta,  y  condenaron  por  malo  á  Job. 

i  Y  Eliú  sostuvo  á  Job  enpalabras,  porque  viejos  ellos 
mas  que  él  en  dias. 

5  Y  vio  lililí  que  no  respuesta  en  boca  de  aquellos  tres 
varones  ,  y  encendió  nariz  suya. 

6  Y  respondió  Eiiii,  hijo  de  Barcel  el  Bucites,  y  dijo  : 
Zaguero  yode  dias,  y  vosotros  ancianos;  ansí  me  encogí, 
j  temí  de  sigiiilicar  saber  mió  á  vosotros. 

7  Dias  hablarán ,  y  muchedumbre  de  años  notificarán 
sabiduría. 

8  Verdaderamente  espíritu  ese  en  el  hombre,  y  alien- 
to de  Omnipotente  les  da  entendimiento. 

9  No  los  prolongados  son  hechos  sabios,  y  viejos  en- 
tenderán fuero. 

10  Por  tanto  fablaré,  oídme  á  mí,  significaré  saber^mio 
también. 

H  Veis,  sostuve  yo  palabras  vuestras,  oí  agudezas 
vuestras,  hasta  que  escudriñastes  razones. 

12  V  del  todo  atendí  por  entenderos,  y  veis  aquí,  no  á 
Job  arguyente,  no  respondiente  á  palabras  del  entre  vos- 
otros. 

13  Y  porque  no  digáis  :  Hallado  habernos  sabiduría, 
Dios  le  alcanzó,  y  no  hombre. 

14  Y  no  ordenó  contra  mi  razones,  y  en  palabras  vues- 
tras no  le  tornaré  yo. 

lo  Pasmaron,  no  respondieron,  mas  quitaron  de  sí 
respuesta. 

16  Y  esperé,  porque  no  razonaron ,  y  hechos  estatuas, 
no  respondieron  mas. 

17  Responderé  yo  también  parte  mia,  platicaré  ciencia 
n^ia  también. 

18  Lleno  estoy  de  razones,  y  espíritu  hace  ondear 
vientre  mío. 

19  Veis,  mi  vientre  como  vino  no  abierto,  como  odres 
nuevos  reventado. 

20  Hablaré  y  descanso  á  mí ,  abriré  labios  míos  y  res- 
ponderé. 

21  No  cierto  atenderé  á  faces  de  varón,  ni  Dios  á  hom- 
bre nombraré. 

22  Que  no  sé  encubrir,  que  en  breve  me  alzará  mi  Fa- 
cedor. 

.E  xvi-)i. 


LIBRO  DE  JOB. 


433 


EXPLICACIÓN. 

1  «Y  cebaron  estos  tres  varones  de  responder  á  Job, 
porque  él  justo  en  ojos  suyos.»  Responder,  como  está 
diclio,  en  la  lengua  original  en  que  este  libro  se  escri- 
bió se  toma  por  razonar  ó  hablar  con  otro ;  y  ansí,  di- 
ce que  se  cansaron  ya  estos  amigos  de  razonar  mas  con 
Job,  y  lo  dejaron.  Y  añade  la  causa  dello,  porque  dice 
«y  él  justo  en  sus  ojos » ;  esto  es ,  porque  se  tenia  por 
justo ,  ó  porque  era  justo  á  su  mismo  juicio ,  y  entién- 
dese esto  al  parecer  dellos.  Como  si  dijese :  No  quisieron 
mas  disputar  ó  razonar  sobre  el  propósito  comenzado , 
porque  les  pareció  que  Job  estaba  tan  persuadido  de  su 
inocencia ,  ó  á  su  parecer,  tan  ciego  en  el  amor  y  pre- 
sunción de  sí  mismo ,  que  no  le  queda'ja  vista  para  en- 
tender ninguna  buena  razón  que  en  contrario  se  le  hi- 
ciese, y  la  imaginación  de  su  justicia,  que  tenia  delante 
sus  ojos ,  le  hacia  que  no  los  tuviese  para  ver  su  des- 
engaño. Porque ,  como  de  lo  arriba  dicho  parece  ,  toda 
su  razón  destos  para  convencer  á  Job  de  pecado  era 
decirle  que  estaba  azotado  y  castigado  de  Dios ,  lo  cual 
era  claro ;  y  parecíales  que  no  rendirse  él  á  un  argu- 
mento tan  manifiesto  nacía  de  estar  muy  ciego ,  y  que 
la  ceguedad  era  presumir  gran  bien  de  sí  mismo,  y  que 
ansí ,  era  negocio  excusado  razonar  mas  con  él. 

2  ct  Y  encendió  su  nariz  Eliú.»  Ansí  dicen  en  aque- 
lla lengua  cuando  uno  se  enoja ,  como  en  la  nuestra  de- 
cimos «que  se  hinchan  las  narices»,  cuando  queremos 
hablar  de  la  ira ,  porque  la  ira  y  el  enojo  dilata  aque- 
llas partes  y  las  enciende ,  enviando  por  ellas  mayor 
copia  de  espíritu.  Mas  ¿  con  quién  se  enojó  y  por  qué 
se  enojó  tanto  Eliú?  Añade  y  dice :  Contra  Job  encendió 
su  nariz,  porque  justificaba  su  alma  ante  Dios.  En  el 
hebreo  dice  meelohim,  que  quiere  decir  mas  que  Dios 
ó  en  comparación  de  Dios ;  lo  cual  se  dice ,  no  porque 
Job  lo  hacia  ansí  en  el  hecho  de  la  verdad,  sino  por- 
que le  pareció  ansí  á  Eliú  que  lo  hacia.  Porque  afirmar 
Job ,  como  afirmaba ,  que  no  se  debia  á  sus  pecados  el 
azote  que  padecía,  parecíale  á  Eliú  que  era  poner  in- 
justicia en  Dios,  que  le  castigaba  y  azotaba  sin  culpa, 
y  que  era,  haciéndose  á  sí  bueno,  poner  en  Dios  nota 
de  injusto.  Por  donde,  encendido  en  celo,  conforme  á  lo 
que  le  dictaba  sn  imaginación,  enojóse  contra  Job,  por- 
que se  hacia  justo  mas  á  sí  que  á  Dios,  según  lo  que  él 
entendía. 

3  «Y  contra  los  tres  amigos. »  También  dice  que  se 
enojó  contra  los  tres  amigos  de  Job ,  pero  por  causa  di- 
ferente ;  y  la  causa  fué,  «  porque  no  hallaron  respuesta, 
y  condenaron  por  malo  á  Job. »  «  Que  no  hallaron  res- 
puesta »  dice ,  porque  no  tuvieron  réplica  á  lo  que  Job 
alegaba  por  sí ,  y  no  obstante  esto ,  le  condenaban  por 
malo  ;  que  es  como  decir  que  se  enojó  con  ellos  por- 
que no  le  supieron  convencer,  y  tuvieron  ánimo  para  le 
condenar.  Y  con  razón  se  enojó  dellos  por  esto,  porque 
es  propio  de  gente  á  quien  la  pasión  ciega  faltarles  los 
ojos  y  el  discurso  de  razón  para  ver  las  razones  que 
hay  para  condenar  lo  que  huyen ,  y  perseverar  con  todo 
eso  en  el  juicio  de  condenallo ,  sin  saber  decir  la  cau- 
sa por  qué  lo  condenan ;  como  testificando  contra  sí 
mismos  que  condenan  porque  desean  condenar,  y  no 
porque  hallan  causa  que  lo  merezca.  Y  si  no  habló  has- 

23 


434  OBRAS  DE  FRAY 

ta  esle  punto  Eliú,  e^  por  lo  que  en  el  texto  se  sigue  : 

4  «Y  Eliú  sostuvo  á  Job  en  palabras,  porque  viejos 
ellos  mas  que  é!  en  días.» 

5  « Y  vio  Eliú  que  no  respuesta  en  boca  de  aque- 
llos tres  varones ,  y  encendió  nariz  suya,  d  d  Sostuvo, 
dice,  en  palabras,»  esto  es,  aguardó  sufridamente, 
callando  á  todo  lo  que  decía  Job,  aunque  le  parecían 
no  dignas  de  ser  sufridas ;  mas  sufriólas  él ,  y  calló 
hasta  entonces,  porque  los  otros  tres  habían  tomado  la 
mano  de  respondelle ,  y  eran  mayores  en  edad  que 
Eliú ,  y  parecióle  cosa  justa  callar  él  cuando  ellos  ha- 
blaban ,  y  como  menor,  guardarles  este  respeto.  Que  es 
respeto  que  deben  á  los  ancianos  los  mozos ,  como  se 
dice  en  el  Eclesiástico  (a),  y  como  se  prueba  bien  deste 
lugar.  Mas,  como  ellos  callaron,  habló  él ,  y  lo  que  ha- 
bló es  lo  que  se  sigue : 

6  «Y  respondió, esto  es,  habló  Eliú,  hijo  de  Barcel 
Bucites ,  y  dijo  :  Zaguero  yo  de  días,  y  vosotros  ancia- 
nos, y  ansí  me  estremecí,  y  temí  de  significar  mi  saber 
á  vosotros.!)  Comienza  de  la  razón  por  qué  había  ca- 
llado hasta  allí  y  hablaba  entonces,  que  es  su  modestia 
y  el  respeto  que  había  tenido  á  los  que  eran  mayores 
que  él ;  con  lo  cual  se  hace  así  mas  digno  de  ser  oído, 
y  como  sin  sentir  se  lanza  en  los  sentidos  de  los  oyen- 
tes ,  demostrando  que  ni  había  callado  antes  por  no  sa- 
ber, ni  hablaba  agora  por  antojo,  sino  como  forzado 
por  la  misma  necesidad.  Y  lo  que  aFiade  : 

7  ((Dije  :  Días  hablarán,  y  muchedumbre  de  años  no- 
tificarán sabiduría. »  Es  confirmar  lo  que  dijo,  que  ha- 
bía callado  porque  hablaban  ellos ,  que  eran  mayores. 
Porque  dice  :  Y'o  me  persuadía  que  todo  el  buen  ha- 
blar y  el  buen  sentir  era  proprio  de  los  hombres  á  quien, 
con  los  largos  años,  la  cxiteriencía  tenía  muy  enseña- 
dos, y  que  ansí,  adonde  ellos  metían  la  mano,  los  que 
éramos  de  menos  días  podíamos  descansar.  Dije ,  esto 
es ,  porque  decía  yo  y  me  persuadía.  «Dias  hablarán.» 
La  palabra  original  en  la  forma  en  que  está ,  no  solo 
significa  hablar,  sino  hablar  con  vehemencia  y  con  es- 
tudio y  diligencia ,  esto  es,  hablar  acertada  y  discreta- 
mente. «  Y  años  enseñarán  sabiduría. »  Adonde  la  pa- 
labra años  se  puede  entender  en  dos  maneras  :  ó  senci- 
llamente y  sin  figura  ninguna  ,  y  querrá  ansí  decir  que 
los  años,  esto  es,  el  tienripo  y  la  vida  larga  con  la  ex- 
periencia de  las  cosas  que  en  su  discurso  acontecen, 
enseñan  sabiduría,  conviene  a  saber,  á  esos  mismos 
que  han  vivido  muchos  años,  que  es  decir  que  los  que 
han  vivido  muchos  años  son  sabios ;  ó  en  otra  forma, 
la  cual  me  parece  mejor,  en  la  palabra  añns  hay  figu- 
ra, y  dícíemlo  años  significa  Eliú  los  quo  tienen  mu- 
chos años,  esto  es,  ios  ancianos  y  viejos.  Y  dice  que  es- 
tos aenseñan  sabiduría»,  como  diciendo  que  el  enseñar 
la  verdad  y  el  ser  maestros  de  las  cosas  sabias  y  ocul- 
tas era,  sogun  que  á  él  le  había  parecido  ,  proprio  de 
los  hombres  ancianos,  y  que,  como  ellos  lo  eran ,  con- 
fiado él  que  respondería  el  saber  á  los  años,  había  ca- 
llado esperando  ;  mas  desengañado  con  la  experiencia 
presente ,  conoce  que  no  anda  siempre  con  la  luenga 
edad  el  saber.  Y  ansí  dice  : 

8  (( Verdadcramcnlo  es[iírílu  eso  en  el  hombre,  y 
aliento  del  Omnipotente  lea  da  enleu<üniieiilo;)i  lo  cual 

(a)  Ecli.,  cap.  32,  v.  13. 


LUIS  DE  LEÓN. 

se  declara  por  diferentes  manera?.  Unos  dicen  ansí : 
Verdaderamente  el  hombre  de  suyo  es  espíritu ,  esto 
es,  es  aire  y  viento,  y  si  es  algo,  ó  si  tiene  saber  al- 
guno, eso  le  viene  de  solo  Dios.  Por  manera  que  Eliú, 
desengañándose  de  la  opinión  buena  que  tenia  de  los 
ancianos  cuanto  toca  al  saber,  diga  agora  que  conoce 
y  entiende  que  el  ser  sabio  uno  es  gracia  de  Dioí  que 
da  él  á  quien  le  place  y  cuando  le  place ;  porque  el 
hombre  de  suyo,  ó  sea  de  poca  ó  sea  de  mucha  edad, 
no  tiene  ser  sabio ,  sino  ser  aire  y  viento.  Otros  lo  de- 
claran por  otra  manera ,  diciendo  que  porque  había  di- 
cho Eliú  que  según  su  imaginación ,  la  que  tenia  antes 
de  agora,  eran  sabios  los  viejos,  diga  agora,  desenga- 
ñado, que  el  espíritu  es  el  que  hace  al  homlu-e,  y  no  la 
grandeza  de  la  edad ,  y  que  en  el  tener  aliento  y  brío  de 
ingenio  está  el  saber,  y  no  en  el  sor  viejo  y  anciano ; 
que  es  decir  que  la  sabiduría  nace  de  la  ánima  (que 
llama  espíritu) ,  por  quien  no  pasan  los  años  ni  se  en- 
vejece, y  no  de  la  vejez  y  ancianía  del  cuerpo.  Y  porque 
habló  de  la  ánima,  para  que  entendamos  que  habla  de- 
lta cuando  dice  aaliento  ó  espíritu»,  añade  para  mayor 
claridad,  «y  aliento  de  Omnipotente  les  da  entendi- 
miento.» Como  si  dijese  :  El  espíritu,  y  no  la  edad,  es 
el  que  da  ser  al  hombre;  digo,  el  espíritu,  que  es  aliento 
del  Omnipotente  ;  conviene  á  saber,  el  ánima  que  le 
vivífica  y  informa.  La  cual  llama  alíenlo  del  Omnipo- 
tente porque  se  la  inspiró  Dios ,  como  si  dijésemos  á 
manera  de  soplo,  como  Moisen  lo  dijo  en  el  Génesis  (6): 
«Fabricó  Dios  al  hombre  del  lodo  de  la  tierra,  y  inspiró 
en  su  cara  respiración  de  vida,  y  quedó  con  ánima  de 
vida.»  Lo  que  á  mí  me  parece,  atenía  la  propriedad  de 
la  lengua  original  y  su  estilo  común  de  hablar,  es  que 
en  este  verso  hay  una  secreta  comparación ,  hecha  do 
la  primera  parle  del  á  lo  que  la  segunda  conlicne,  en 
la  cual ,  afirmando  la  certidumbre  de  una  cosa  notoria- 
mente sabida,  se  afirma  y  notifica  la  verdad  de  otra 
cosa  abscondida.  Como  diciendo,  cuan  cierto  es  esto, 
tan  cierto  es  aquello;  como  el  hombre  vive  y  es  hom- 
bre por  el  espíríln,  ansí  es  sabio,  no  por  la  edad,  sino 
por  el  soplo  y  alíenlo  divino;  y  como  en  nuestra  len- 
gua común  solemos  decir,  «esta  es  luz  y  l)¡os  es  ver- 
dad ,»  en  lo  cual  ninguna  otra  cosa  decimos,  sino  (pie 
ser  Dios  verdad  es  tan  notorio,  cuanto  es  maniüesto 
ser  luz  aquesta  que  vemos.  Y  de  la  misma  manera  Eliú 
en  esle  lugar,  afirmando  que  es  gracia  de  Dios,  y  no  fru- 
to de  los  luengos  dias,  la  sabiduría,  dice  que  verdade- 
ramente cspírííu  ese  es  hombre,  como  diciendo:  Cuan- 
to es  verdad  que  el  hombre  vive  respirando,  lanío  lo 
es  ser  sabio  porque  Dios  se  lo  da,  y  que  el  alíenlo  na- 
tural le  da  vida ,  y  el  resuello  de  Dios  y  su  secreta  ins- 
piración sabiduría.  Y  ansí ,  insistiendo  en  esto  mismo 
y  declarándose  mas,  añade  y  dice: 

9  «No  los  prolongados  son  hechos  sabios,  y  viejos 
cmenderán  fuero.  »  Hasc  de  repetir  el  no  del  principio 
en  la  segunda  parlo  del  verso,  y  decir  «ni  los  viejos 
entenderán  fuero».  Do  decimos  prolongados ,  la  pala- 
bra original,  según  su  sonido,  quiere  decir  muchos; 
y  en  aquella  lengua  los  grandes  y  los  que  profesan  el 
saber,  y  las  personas  públicas  y  principales  se  llaman 
con  aquella  palabra;  porque  eii  reprcsenlacion  cada  uno 

il/)  Gen.,  cap.  2,  v.  7. 


EXPOSICIÓN  DEL 
de  estos  es  muchos,  y  ni  mos  ni  menos  lo  lian  de  ser 
en  substancia  y  valor  si  responden  á  lo  que  represen- 
tan. Mas  porque  acontece  que  lo  que  esLos  títulos  y 
personas  encubren  es  muy  otro  y  mucho  menos  de  lo 
que  prometen,  por  eso,  repitiendo  lo  mismo  que  ha- 
bla dicho  por  diferentes  palabras,  dice  Eliú  que  no  es 
destos  la  sabiduría  ;  esto  es ,  que  no  por  ser  un  gran 
personaje  uno,  se  ha  de  entender  que  tiene,  ni  el  pecho 
mas  sabio,  ni  mas  discreta  la  lengua,  ni  que  acertará 
mas  con  la  verdad  en  lo  dudoso  cuando  altercare  con ' 
otros.  Porque  en  resolución,  el  buen  seso  y  buen  saber, 
como  no  nace  de  los  años,  ansí  tampoco  viene  de  los 
oflcios  preeminentes. 

i0  ((Por  tanto  fablaré,  oidme  á  mí,  signiñcaré  saber 
mío  también.»  Pues,  dice,  no  andan  siempre  juntos  el 
saber  y  los  años,  y  el  seso  y  los  grandes  oficios ;  yo 
agora,  aunque  en  edad  y  en  dignidad  soy  menor,  po- 
dré también  decir  mi  razón,  y  vosotros  estaréis  obliga- 
dos á  oírme  atentamente  cuanto  dijere.  Y  decir  esto  es 
descubrir  el  fin  adonde  ordenaba  todo  lo  dicho ,  que  es 
desculpar  su  atrevimiento,  y  quitar  de  sí  la  opinión  de 
arrogante  en  que  parecía  incurrir,  ansí  por  querer  ha- 
blar delante  de  hombres  tan  principales  y  ancianos, 
siendo  él  en  ambas  cosas  menor,  como  por  querer  ra- 
zonar en  aquello  mismo  de  que  los  otros  hajjian  tan 
luengamente  hablado.  Y  dice  : 

11  «Veis,  sostuve  yo  palabras  vuestras,  oí  agudezas 
vuestras  hasta  que  escudríñastes  razones.»  En  lo  cual 
dice  dos  cosas :  una,  que  le  sufran  y  oigan ,  pues  él  los 
ha  oído  y  sufrido,  que  es  hacerse  mas  atención,  obli- 
gándolos á  ella  por  ley  de  toda  cortesía  y  justicia;  otra, 
que  no  le  tengan  por  desmesurado,  como  á  hombre  que 
habla  antes  de  tiempo,  ó  como  quien  corla  la  razón  de 
los  otros  y  les  quila  de  la  boca  la  palabra.  Porque  dice 
«que  los  sostuvo»,  estoes,  que  los  ha  esperado  con  pa- 
ciencia, escucliando  hasta  que  dijeron  todo  cuanto  con 
la  agudeza  de  su  ingenio  pudieron  escudriñar.  Y  por- 
que le  pudieran  decir  todavía  que ,  pues  confesaba  de 
sus  compañeros,  que  habían  dicho  mucho  y  con  mucho 
cuidado,  no  se  excusaba  de  atrevido  en  querer  él  sobre 
lo  dicho  añadir  mas,  dice  y  añade  : 

12  «Y  del  todo  atendí  por  entenderos,  y  veis  aquí, 
no  á  Job  arguyente,  no  respondiente  á  palabras  del  en- 
tre vosotros.»  Como  si  dijese  :  Y  si  hablo  agora,  ha- 
biendo hablado  y  razonado  tanto  vosotros,  es  porque 
cuanto  habéis  dicho  no  ha  sido  á  propósito.  Y  dice  :  «Y 
del  todo  atendí  por  entenderos ;»  porque  no  pensase  al- 
guno que  por  no  haber  estado  atento  él  á  las  razones 
de  sus  compañeros  le  parecían  impertinentes.  Porque 
él ,  según  dice ,  no  solamente  los  oyó  cuanto  quisieron 
decir,  mas  mientras  decían  puso  atención  y  cuidado ,  y 
como  sí  dijésemos  ansí ,  aguzó  todo  su  entendimiento  y 
ingenio  para  penetrar  lo  que  decian  ,  y  con  touo  ello  vio 
lo  que  ha  dicho.  Por  manera  que  á  dos  cosas  que  ca- 
lladamente le  eran  opuestas,  y  que  si  no  respondiera  á 
ellas ,  ni  las  quitara  de  la  secreta  imaginación  del 
oyente,  pudieran  enajenársele,  teniéndole  en  opinión 
de  atrevido,  una,  que  osaba  hablar  delante  de  sus  ma- 
yores, otra,  que  hablaba  sobre  negocio  ya  suficiente- 
mente hablado,  á  la  primera  respondió  con  todo  lo  que 
arriba  se  dijo ,  con  que  probó  que  el  saber  no  siempre 


LIBRO  DE  JOB,  433 

responde  á  los  años,  y  á  la  postrera  responde  agora 
con  esto,  en  que  muestra  que,  dado  que  sus  compañe- 
ros hablaron  mucho,  nunca  habían  hablado  de  manera 
que  ni  él  quedase  excusado,  ni  cualquiera  otro  que 
quisiese  entrar  de  nuevo  en  razones  con  Job.  Y  lo  que 
dice  «  nO  arguyente  á  Job  »,  es  tanto  como  si  dijese,  y 
ninguno  de  vosotros  le  convenció  ni  trató  como  él  me- 
recía. Porque  la  palabra  original  ansí  suena  argüir, 
que  significa  convencer  arguyendo ;  y  no  convencer 
solamente,  sino  reprehender  convenciendo  y  castigar 
agriamente  con  las  palabras  ;  por  manera  que  significa 
altercación  de  razones,  con  quien  se  mezcla  convenci- 
miento y  castigo.  Sigúese : 

13  ((Y  porque  no  digáis  :  Hallado  habernos  sabiduría. 
Dios  le  alanzó,  y  no  hombre.»  Decía  de  sus  compañeros 
que  no  supieron  convencer  con  razones  á  Job;  dice  ago- 
ra lo  que  ellos  pudieran  á  es  lo  responder  por  sí  y  des- 
hacerlo luego.  Que  pudieran  decir :  No  nos  faltó  saber; 
y  si  no  habemos  llevado  adelante  la  disputa  con  Job,  no 
ha  sido  la  causa  faltarnos  razones,  «que  hallado  habe- 
mos sabiduría;  »  esto  es,  que  muy  bien  se  nos  alcanza 
lo  que  acerca  desle  articulo  que  tratamos  se  pudiera 
decir  ;  mas  la  causa  por  qué  le  dejamos  ansí  es ,  no 
porque  nosotros  no  tenemos  píilabras,  sino  porque  ve- 
mos claramente  que  él  no  es  capaz  deltas  como  hom- 
bre á  quien  Dios  ha  dejado ,  y  por  el  mismo  caso  está 
obstinado  y  endiu-ecido  y  del  todo  ciego  en  su  error. 
O  de  otra  manera,  decir  «hallado  habemos  sabiduría», 
es  como  si  respondiendo  á  Eliú,  que  los  reprehendía 
porque  no  disputaban  con  Job,  le  dijesen  :  Antes  eso 
mismo  que  condenas  y  dices  que  nace  en  nosotros  de 
poco  saber,  lo  tenemos  por  aviso  y  por  buen  seso  nos- 
otros; porque,  ¿de  qué  sirve  poner  nuestro  seso  con 
el  de  un  hombre  tonto  como  este  y  perdido?  Ni  ¿qué 
fruto  se  espera  de  tratar  de  razones  con  quien  la  ira  de 
Dios  tiene  como  entontecido,  sin  seso  y  sin  razón? 
Hale  desechado  Dios,  dicen,  y  alanzado  de  sí,  y  ¿no 
le  dejarán  como  cosa  perdida  los  hombres?  O  sea  lo 
tercero,  y  lo  que  á  mi  juicio  parece  mejor,  que  en  de- 
cir «hallado  habemos  sabiduría»,  defiendan  las  razo- 
nes con  que  disputaron  con  Job ,  afirmando  que  fueron 
sabias  y  eficaces,  y  no  inútiles,  como  Eliú  les  decía. 
Ansí  que,  «hallado  habemos  sabiduría»,  esto  es,  antes 
lo  que  dijimos  fué  sabio,  y  el  argumento  de  que  usa- 
mos eficaz  para  convencelle  á  Job  de  pecador  ;  porque 
«le  desechó  Dios,  y  no  hombre»,  quieren  decir,  porque 
el  argumento  que  hicimos  es  este  :  Dios  le  desechó,  cas- 
tigándole y  azotándole  como  vemos,  y  Dios,  que  no 
puede  errar  en  lo  que  hace,  como  los  hombres ;  luego  él 
merece  ser  por  sus  pecados  ansí  castigado.  Mas  deshace 
Eliú  esta  disculpa,  y  muestra  que  es  mas  disimulación 
de  su  ignorancia  que  respuesta  verdadera,  diciendo  : 

14  «Y  no  ordenó  contra  mí  razones,  y  en  palabras 
vuestras  no  le  tornaré  yo.»  Como  si  mas  claro  dijese  : 
Y  porque  no  digáis  que  sois  sabios,  y  que  no  es  mucho 
que  dejéis  de  altercar  con  quien  Dios  tiene  tan  des- 
echado ;  aunque  es  verdad  que  Job  nunca  ha  hablado 
comigo  ni  enderezado  sus  razones,  yo  disputaré  agora 
con  él ,  y  por  diferente  camino  de  lo  que  liabeis  hecho 
y  dicho  vosotros ,  convenceré  sus  razones  cou  debida 
respuesta. 


430  OBRAS  DE  FRAY 

lo  «Pasmaron,  no  respondieron  mas,  quitaron  de 
6Í  respuesta.» 

16  «Y  esperé  porque  no  razonaron ,  y  hechos  esta- 
tuas, no  respondieron  mas.» 

17  «Responderé  yo  también  parte  mía,  platicaré 
ciencia  mía  también  vo. »  Resume  repitiendo,  para 
concluir  su  razón,  lo  que  ya  antes  ha  diciio,  como  si 
dijese  en  esta  manera  :  Ansí  que,  pues  estos  mis  com- 
pañeros han  quedado  como  pasmados,  callando  y  cer- 
radas sus  bocas ,  les  han  faltado  palabras  con  que  res- 
ponder, y  pues  habiéndolos  esperado  gran  rato,  he- 
chos estatuas ,  no  liablan ,  quiero  yo ,  pues  me  dan  lu- 
gar, hablar  mi  razón  y  liacer  prueba  de  lo  que  acerca 
desto  alcanzo  y  entiendo. 

18  «Lleno  estoy  de  razones,  y  espíritu  hace  ondear 
vientre  mío.»  Es  otra  causa  por  donde  Eliú  no  puede 
callar,  porque  dice  que  las  razones  que  se  le  ofrecen 
son  tantas ,  que  le  revientan  el  pecbo.  Espíritu  llama 
el  coraje  en  que  se  había  encendido  con  la  falta  de  sus 
amigos  en  esta  disputa ;  y  llama  también  espíritu  al 
deseo  que  le  ardía  en  el  pecho  por  declarar  lo  que  en 
ella  sentía ;  y  este  dice  que  le  hacía  «ondear  el  vien- 
tre»; que  es  como  por  una  semejanza  declarar  lo  que 
hace  en  el  ánimo  la  fuerza  deste  coraje  y  deseo.  Por- 
que, ansí  como  el  aire  en  mucha  cantidad  encerrado  en 
el  vientre  le  hincha  todo  y  le  mueve ,  meneando  con 
ruido  de  una  parte  á  otra  todos  los  intestinos  que  se 
encierran  en  él,  ansí  este  deseo  mueve  el  ánimo  y  le 
desasosiega,  y  como  le  revienta  en  el  pecho.  O  diga- 
mos que  en  decir  «y  espíritu  hace  ondear  vientre  mío», 
signilica  y  demuestra  el  contino  movimiento  del  pecho, 
con  que  está  cogiendo  apriesa  y  volviendo  el  aliento, 
y  como  decimos  en  español  anhelando  el  que  tiene 
gran  deseo  de  en  akuna  apretada  ocasión  descubrir  y 
publicar  algún  gran  concepto  que  siente.  Ansí  que,  co- 
mo dijo  «lleno  estoy  de  razones»,  y  como  de  estar  lle- 
no dellas  se  seguía  haber  en  él  gran  deseo  de  publica- 
llas ,  dijo  luego  lo  que  deste  deseo  por  natural  orden 
se  sigue,  que  es  aquel  anhelar  por  decillo  ;  lo  cual 
llama  por  elegante  manera  «  ondear  el  vientre  con  el 
espíritu».  Y  para  mayor  signiíicacion  de  aquesto  mis- 
mo añade ,  diciendo : 

10  «Veis  mi  vientre  como  vino  no  abierto,  como 
odres  nuevos  reventado.»  En  que,  por  semnjanza  de  lo 
que  al  vino  nuevo  ó  al  mosto  acontece,  declara  lo  que 
él  sentía  en  sí  mismo,  diciendo :  Como  el  mosto  cuando 
cuece,  si  no  le  dan  por  donde  respire  quiebra  las  vasi- 
jas donde  se  cuece,  y  aunque  le  pongan  en  odres  nue- 
vos los  rompe  y  revienta,  ansí  le  acontecía  á  él  con 
las  razones  que  le  ardían  en  el  pecho,  que  casi  se  le 
rompían  si  no  les  daba  i)or  la  lengua  salida.  «Mi  vien- 
tre ,»  dice,  esto  es,  mi  pecho  ó  mi  alma ;  porijue  en 
la  lengua  en  que  este  libro  se  escribió  al  principio,  esta 
palabra  vientre  por  metáfora  significa  el  entendimien- 
to y  el  ánimo.  Como  en  el  salmo  (a) :  «Y  tu  ley  en  me- 
dio de  mi  vientre , »  esto  es ,  de  mi  corazón  y  entendi- 
miento, y  en  otros  mucbos  lugares.  Pues  dice  que  su 
vientre,  esto  es,  su  entcnfiimiento,  preñado  con  las  ra- 
zones que  se  le  ofrecían  para  decir,  está  como  el  «vino 
lio  abierto»;  quiere  decir,  no  como  el  vino,  sino  por  fi- 
(1)  Pg.  39,  V.  9;p3.21,  T,  30  y  43;  Pfov,,  20;  Isai.,  10. 


LUIS  DE  LEÓN. 

gura,  significando  por  lo  contenido  aquello  do  ?.e  contie- 
ne ,  como  el  vaso  que  está  lleno  de  vino  y  no  tiene  res- 
piradero ,  y  por  eso  dice  « no  abierto ,  y  como  odres 
nuevos  reventado»;  quiere  decir,  y  como  vino  que 
hierve,  que  aunque  esté  en  odres  nuevos  los  revienta. 
O  por  mejor  decir,  de  las  dos  parles  deste  verso ,  que 
cada  una  dellas  parece  estar  falla  y  diclia  á  la  vizcaí- 
na, juntándolas  y  poniendo  en  lo  que  falta  á  cada  una 
lo  que  hay  en  la  otra,  y  destrocando  las  palabras  y  dán- 
doles su  proprio  lugar,  se  hace  una  razón  entera  y  ca- 
bal. Porque  se  ha  de  advertir  que  es  gentileza  propria 
de  aquella  lengua  trocar  ansí  las  palabras,  y  suplir  de 
la  primera  parle  del  verso  lo  que  falta  á  la  segunda,  y 
de  la  segunda  lo  que  en  la  primera  faltó,  como  parece 
en  este  lugar.  Porque  cuando  dice  «como  vino  no  abier- 
to», dejó  de  nombrar  el  vaso  donde  está  el  vino  encer- 
rado ;  y  cuando  añade  «  como  odres  nuevos  reventado», 
no  dijo  el  vino  que  contienen  los  odres;  y  ansí ,  em- 
prestándose entre  sí  ambas  partes  lo  que  á  cada  una  le 
falta,  dicen  ambas  enteramente  una  sola  cosa,  y  es, 
que  su  vientre  está  como  odre  nuevo  lleno  de  mosto 
no  abierto  y  reventado  ;  esto  es,  que  revienta  por  no 
estar  abierto  ni  tener  por  do  respirar.  Y  añade  : 

20  «Hablaré  y  descanso  á  mi ,  abriré  labios  míos  y 
responderé.»  Porque  reventaba  por  hablar,  como  vaso 
de  mosto  lleno,  por  eso  dice  que  hablaba  para  descan- 
sar ;  que  es  otra  tercera  razón  por  donde  nos  persuade 
que  si  habla,  habla  porque  la  razón  y  necesidad  á  ello 
le  fuerza.  Y  en  lo  que  se  sigue  demuestra  cómo  se  ha 
de  haber  en  la  plática,  porque  dice  : 

21  «No  cierto  atenderé  á  faces  de  varón ,  ni  Dios  á 
hombre  nombraré.»  Que  es  decir  que  en  loque  dijere 
no  tendrá  respeto  á  la  persona  de  Job,  ni  por  lison- 
jealle  á  él,  ó  por  condecender  con  su  juicio,  no  disi- 
mulará lo  que  siente,  ni  por  aplacer  al  hombre  hará 
falla  á  Dios.  Esta  es  la  sentencia;  mas  en  las  palabras 
hay  alguna^escuridad.  «Atenderé  á  faces.»  La  palabra 
original ,  por  la  cual  pusimos  atenderé ,  propriamente 
suena  levantar  en  alto;  «y  levantar  faces  de  otro» 
dicen  los  hebreos  por  lo  que  nosotros  decimos  « tener 
respeto  á  la  persona»,  y  complacella  y  hablar  á  su  gus- 
to. Porque,  ansí  como  cuando  entristecemos  ó  maltra- 
tamos con  palabras  á  alguno  ,  al  entristecido  y  maltra- 
tado se  le  caen  las  faces  al  suelo,  y  en  una  cierta  ma- 
nera parece  que  le  derrocamos  el  rostro,  ansí  cuando, 
al  revés,  le  alegramos  con  lisonja  ó  con  honra,  el  ros- 
tro, con  la  copia  de  la  sangre  y  espíritus  que  con  la  ale- 
gría le  vienen  del  corazón,  se  le  endereza  y  levanta  en 
alto.  Y  ansí,  teniendo  atención  á  esta  obra  de  naturale- 
za, el  honrar  á  uno  alegránilole  y  respetándole  llama- 
ron «levantalle  las  faces  »  la  gente  que  he  dicho.  Mas 
lo  que  dice,  «ni  Dios  á hombre  nombraré,»  tiene  algu- 
na mayor  tliücullad.  Porque  lo  que  decimos  Dios,  en 
el  texto  original  está  de  manera  que  con  mudar  un 
punto  podemos  decir  Dios,  como  yo  puse  y  puso  san 
Jerónimo,  ó  si  no  le  mudamos,  habemos de  traducir 
ansí,  «ni  al  hombre  nombraré.»  Y  ni  mas  ni  menos,  lo 
que  en  el  tcxlo  original  responde  á  la  palabra  nombra- 
ré quiere  decir  encubrir  ó  nombrar  con  nombre  en- 
cubierto y  nuevo,  y  lo  que  decimos  mudar  el  nombre. 
Y  tiene  aquí  buen  sentido  en  entrambas  maneras;  por- 


EXPOSICIÓN  DEL 

que  si  decimos  nombraré  quiere  decir  que ,  por  con-  j 
descender  con  el  gusto  de  Job  y  lisonjearle,  no  le  pon- 
drá nombre  de  Dios ,  esto  es,  no  le  justificará  como  á 
Dios  ni  le  igualará  con  él,  como  guardando  el  sentido, 
trasladó  san  Jerónimo.  Y  si  decimos  encubriré,  quiere 
significar,  ó  que  no  disimulará  la  verdad  y  justicia  de 
Dios  por  respeto  del  hombre,  ó  que  no  encubrirá  las 
flaquezas  y  faltas  del  hombre,  atribuyéndole  lisonjera- 
mente las  propriedades  de  justicia  y  de  inocencia  de 
Dios.  Y  en  la  misma  forma,  si  no  leemos  esta  palabra 
Diosen  esta  sentencia,  sino  decimos  limpiamente,  co- 
mo en  el  original  agora  se  halla ,  «ni  al  hombre  nom- 
braré,» quiere  decir  que  no  le  nombrará  con  nombre 
nuevo  y  no  suyo ,  como  hacen  los  lisonjeros ;  y  todo 
viene  á  pelo  en  el  propósito  presente. 

22  ((Que  no  sé  encubrir  que  en  breve  me  alzará  mi 
Facedor. »  Encubrir  es  la  misma  palabra  que  en  el  verso 
antes  traducimos  nombrar  ,  y  puede  en  esta  significa- 
ción, en  este  lugar,  hacer  diversos  sentidos.  O  que  di- 
ga «que  no  sabe  encubrir»,  esto  es,  su  encubrir  del, 
que  es,  cuándo  se  encubrirá  él,  faltando  á  esta  luz  y 
muriendo  (y  este  sentido  siguió  san  Jerónimo ,  y  dijo 
«porque  no  sé  cuánto  permaneceré»),  y  según  él,  dice 
Eliú  que  no  encubría  con  lisonja  la  justicia  y  verdad, 
porque  no  sabe  cuánto  vivirá  y  cuándo  le  llamará  Dios 
á  juicio,  que  el  temor  deste  dia,  en  los  que  consideran 
bien,  es  gran  freno  para  todos  los  vicios;  ó  que  diga  de 
otra  manera,  «que  no  sabe  encubrir,»  queriendo  decir 
que  no  sabe  ni  tiene  condición  ni  ingenio  para  disimu- 
lar la  verdad,  ni  para  dorar  con  palabras  loque  mere- 
ce ser  afeado ,  y  que  le  viene  esto  porque  conoce  cuan 
en  breve  le  «alzará  Dios »,  esto  es ,  cuan  en  breve  le 
llevará  desla  vida,  y  le  pedirá  cuenta  della  con  riguro- 
so juicio. 

CAPITULO  XXXIII. 

ARGUMENTO. 

Pide  Eliú  atoncion  á  Job,  reprehendiéndole  úsppnracnte  de  que, 
porjustilicarse  el,  hubiese  dicho  que  Dios  le  afligía  sin  causa; 
expone  los  tres  medios  de  que  oniinariamenle  se  vale  la  Bon- 
dad divina  para  despertar  á  los  pecadores  dormidos  en  la  cul- 
pa, de  los  cuales  uno  es  llenarlos  de  dolores,  tedios  y  miserias 
para  que  abran  los  ojos  y  se  conviertan. 

1  Empero  oye ,  Job,  mis  razones ,  y  todas  mis  palabras 
pon  enlu  oido. 

2  Ves,  aquí  abrí  mi  boca,  habló  lengua  mia  en  mi 
gargüero. 

5  Dereclieza  de  mi  corazón  palabras  mias,  y  saber 
apurado  mis  labios  razonarán. 

4  Espíritu  de  Dios  me  fizo,  y  espiráculo  del  Omnipo- 
tente me  vivificó. 

5  Si  puedes  responderme,  ordena ,  afírmate  ante  mi. 

6  Vesme  aquí,  según  tu  boca,  de  Dios  y  de  lodo  corta- 
do también  yo. 

7  Ves,  asombro  mió  no  te  asombrará,  y  palmo  mío 
sobre  ti  no^erá  pesado. 

8  Dijiste  (pues  en  mis  orejas,  y  voz  de  palabras  oyera 

yo).' 

9  Puro  yo  y  síu  rebelión,  limpio  yo,  y  no  malicia  en 
mi. 

tO  Y  ves,  achaques  contra  mi  hallará,  reputaráme  por 
eneniií,'o  á  él. 

11  Pondrá  en  cepo  pies  mios ,  y  guardará  todos  mis 
seuüerus. 


LIBRO  DE  JOB,  437 

12  Ves,  esta  no  fuiste  justó ;  responderéte  yo  á  ti  que 
muy  mucho  mas  Dios  que  el  hombre. 

13  Porque  contra  él  barajaste,  que  no  todas  sus  pala- 
bras hablará. 

14  Que  en  una  hablará  Dios,  y  en  dos  no  mirará  á 
ella. 

lo  En  el  sueño  de  visión  de  noche ,  en  el  caer  pesadi- 
lla sobre  hombres,  en  los  dormires  sobre  el  lecho. 

16  Entonces  torcerá  oreja  de  hombre,  y  castiguerío 
dellos  sellará. 

17  De  hacer  apartar  al  hombre  de  su  obra,  y  cubijar 
altivez  de  varón. 

18  Estorbará  ánima  suya  de  la  fuesa,  y  vida  suya  de 
pasar  á  cuchillo. 

19  Y  reprehenderá  con  dolores  en  su  lecho,  y  baraja 
á  huesos  del  dará. 

20  V  aborrecerle  hizo  vida  suya  pan,  y  su  alma  de  man- 
jar suave. 

21  Menguaráse  carne  suya  á  visión,  saldrán  afuera  hue- 
sos suyos  no  vistos. 

22  Y  acercará  á  la  huesa  su  alma,  y  vida  suya  á  los  ma- 
tadores. 

25  Si  fuere  á  él  ángel  declarante,  uno  de  mil,  para  en- 
señar al  hombre  su  derecheza. 

21  Y  será  apiadado  él,  y  dirá  :  Líbrale  del  descenderá 
la  huesa,  que  halle  aplacamiento. 

2s  Enmolleció  carne  suya  mas  que  niñez,  tornó  á días 
de  su  juventud, 

26  Rogará  mucho  al  Señor  y  serále  amigo,  y  verá  fa- 
ces suyas  con  gozo,  y  volverá  al  hombre  justicia  suya. 

27  Contemplará  sobre  hombres,  y  dirá;  Pequé  y  dere- 
cheza pervertí ,  y  no  igualdad  á  raí. 

28  Libró  ánima  mia  de  pasar  á  la  huesa,  y  mi  vida  en 
luz  será  vista. 

29  Ves,  todo  esto  hace  Dios  veces  tres  con  varón. 
50  Para  reducir  su  alma  á  luz,  á  luz  de  vivientes. 

31  Advierte,  Job,  óyeme  á  mí;  enmudece,  y  yo  hablaré. 
52  Si  hay  razones ,  replícame;  habla,  que  me  compla- 
ce tu  justicia, 
33  Tú  oye  á  mí  y  calla ,  y  enseñaréte  sabiduría. 

EXPLICACIÓN. 

1  «Por  tanto  oye,  Job,  mis  razones, »  Pídele  que  le 
esté  ansí  atento,  que  no  le  pierda  palabra ,  encareciendo 
con  esto  lo  que  le  quiere  decir,  como  cosa  en  que  todo 
lo  que  se  dijere  es  necesario  y  importante,  y  que  si  no 
lo  oye  del,  por  ventura  no  se  lo  dirá  tan  bien  ninguno 
otro.  Y  ansí  añade  : 

2  «Ves ,  aqui  abrí  mi  boca,  habló  lengua  mia  en  mi 
gargüero.  »  Como  diciendo  que  lo  que  dice  es  suyo  y 
nacido  en  su  boca,  y  no  lomado  de  boca  ajena  ni  cual 
es  la  doctrina  que  se  puede  hallar  donde  quiera.  O  es 
un  rodeo  elegante  para  decir  que  quiere  hablar,  dicien- 
do y  como  pintando  la  figura  como  se  habla,  que  es 
abriendo  la  boca  y  meneando  la  lengua denlro  della,  y 
formando  las  palabras  con  su  movimiento  y  con  el  aire 
que  se  despide  por  la  garganta.  Ansi  que,  pues  abre  la 
boca  y  menea  la  lengua,  hablará,  y  hablará  con  su  boca 
y  en  su  lengua,  esto  es,  lo  que  él  sabe  y  conoce,  y  lo 
que  él  concibe  en  su  corazón,  como  luego  lo  dice. 

3  «Derecheza  de  mi  corazón  palabras  mias,  y  saber 
apurado  mis  labios  razonarán. »  En  lo  cual  dice  dos 
cosas:  una,  que  dirá  lo  que  siente,  y  que  concertará 
con  el  pecho  la  lengm;  otra,  que  lo  que  siente  es  lo 
justo  y  lo  bueno  y  la  misma  verdad ;  con  las  cuales  dos 
cosas  se  hace  mayor  atención  y  obliga  mas  á  que  le 
crean  y  oigan ;  porque  en  ellas  solamente  se  encierra 


438  OBRAS  DE  FRAY 

todo  lo  que  ha  de  tener  el  saluclalile  orador,  que  sienta 
bien,  y  que  declare  y  ponga  en  luz  sin  fingimiento  ó 
doblez  lo  que  siente.  Y  confirma  esto  que  ha  dicho  y   i 
prometido  de  sí  para  hacerse  creer,  dando  por  razón  lo  \ 
siguiente ; 

"  4  «Espíritu  de  Dios  me  fizo,  y  espiráculo  del  Omni- 
potente me  vivificó.»  Que  puede  hacer  dos  seni encías: 
6  que  diga  que  el  espíritu  de  Dios  le  enseñó,  y  que  ansí, 
como  discípulo  de  tal  maestro,  conocerá  la  verdad  y 
dirá  con  verdad  lo  que  conoce ,  como  arriba  decia;  ó  que 
signifique  que  es  obra  y  hechura  de  Dios,  compuesto 
por  su  mano  y  vivificado  con  su  soplo  y  espíritu,  y  que 
ansí,  como  quien  conoce  que  es  criatura  de  Dios,  y  por 
consiguiente  teme  á  su  Criador,  no  osará  ni  sentir  lo 
falso  ni  engañar  con  palabras,  hablando  diferentemen- 
te de  lo  que  siente.  O  porque  en  lo  que  arriba  decia, 
que  sentía  lo  bueno  y  diría  lo  que  sentía,  parecía  decir 
de  sí  presuntuosamente  mas  de  lo  que  su  persona  y 
edad  prometía ,  para  descargarse  desta  objeción  dice 
agora:  ((Espíritu  de  Dios  me  fizo,  y  espiráculo  del  Om- 
nipotente rae  vivificó. »  Como  diciendo  que  si  prome- 
tía sentir  y  hablar  bien ,  que  es  cosa  que  apenas  los 
muy  ejercitados  y  muy  ancianos  la  hacen,  no  les  pare- 
ciese increíble ;  porque,  aunque  mozo,  Dios  le  había  he- 
cho y  dado  su  espíritu ,  y  que ,  como  le  dio  la  vida ,  le 
podia  haber  dado  aun  en  aquella  edad  mucha  parte  de 
sabiduría.  Y  porque  confia  en  su  razón,  no  quiere  que 
se  dé  crédito  á  sola  su  autoridad,  antes,  para  mayor  de- 
mostración de  la  verdad  y  de  su  modestia,  quiere  que 
Job  le  replique  y  responda.  Y  ansí  dice: 

5  uSi  puedes  responderme,  ordena,  afírmate  á  raí.» 
Lo  que  dice  ordena ,  es  en  el  original  palabra  tomada 
de  la  guerra  y  facultad  militar,  y  se  dicede  los  escua- 
drones cuando  se  ponen  en  orden  para  acometer  ó  rom- 
per. Y  ansí,  dice  ordena,  conviene  á  saber,  tus  pala- 
bras y  tus  razones  ponías  á  punió  de  guerra,  y  haz  alar- 
de de  todo  tu  ingenio,  «y  afírmate  ante  tí,»  esto  es,  y 
hazme  rostro.  Como  si  mas  claro  dijese :  Y  aunque  pido 
que  me  oigas  y  atiendas ,  y  que  son  la  misma  verdad 
mis  razones,  no  quiero  que  porque  yo  las  digo  las  creas. 
«Si  pudieres  responderme,»  esto  es,  si  hallares  que  re- 
plicar, ó  si  te  diere  el  ánimo  que  podrás  confutar  mi 
•verdad,  agúzate  bien,  sacaá  luz  tu  saber,  y  como  quien 
hace  alarde,  ponte  con  todo  ello  á  punto  de  guerra, 
y  está  firme  delante  de  mí.  Y  para  dalle  mas  ánimo 
añade  : 

6  «Vesme  aquí,  según  tu  boca ,  por  Dios,  y  de  lodo 
cortado  también  yo.»  Loque  decimos  «por  Dios»,  pode- 
mos también  decir  «de  Dios»,  porque  el  original  recibe 
lo  uno  y  lo  otro.  Y  diciendo  «de  Dios»,  dice  lo  que 
siguió  y  trasladó  san  Jerónimo,  que  él  es  de  Dios,  esto 
es,  hecho  del,  como  también  lo  es  Job,  y  formado  del 
mismo  lodo;  concluyendo  por  cslo  que  no  tiene  por 
qué  tcmelle  ni  por  qué  rehusar  la  dispula,  á  que  le 
desafia  y  le  llama.  Mas  leyendo  «por  Dios»,  hace  otro 
y  no  menos  elegante  sentido.  Porque  se  ha  de  advertir 
que  antes  de  agora  Job  había  deseado  y  pedido  verse 
con  Dios,  y  cara  á  cara  y  boca  á  boca  ventilar  con  él 
gu  razón ,  y  oír  y  responder  en  defensa  de  su  justicia. 
Has  porque  sabia  la  majestad  y  poderío  de  Dios  cuán- 
to era ,  sacaba  por  condición  que  para  entrar  en  este 


LUIS  DE  LEÓN. 

palenque,  pusiese  Dios  aparte  su  majestad  y  pcrlftt,  y 
que  no  le  espantase  con  lo  uno ,  ni  con  lo  otro  le  deshi- 
ciese, sino  que  las  armas  de  la. una  y  de  la  otra  parte 
fuesen  solamente  buena  razón.  Pues  esto  presupuesto, 
dicele  agora  Eliú  :  «Vesme  aquí,  según  tu  boca,  por 
Dios,»  esto  es,  según  tu  boca,  que  es  lo  que  decias  y 
deseabas;  vesme  aquí  á  mí ,  que  quiero  hacer  las  partes 
de  Dios ,  y  defendiendo  su  causa,  entrar  contigo  en  esta 
disputa,  no  metiendo  en  ella  otras  armas  mas  de  loque 
es  habla  y  razón.  «Porque  soy  corlado,»  dice,  esto  es, 
formado  de  lodo,  conviene  á  saber,  hombre  fiacocomo 
tú  y  no  mas  poderoso  que  tú;  y  siendo  tal ,  no  tendrás 
que  temerte  de  lo  que  temías  en  la  persona  de  Dios,  en 
caso  que  disputases  con  él ,  que  ni  te  espantaré  con 
grandeza  ni  te  oprimiré  con  fuerza.  Y  ansí  añade : 

7  «Yes,  asombro  mío  no  te  asombrará,  y  mano  mía 
sobre  tí ,  y  no  será  pesada. »  Y  le  asegura  que  no  le 
asombrará  la  majestad  y  grandeza  maravillosa  que  en 
él  hay,  como  si  hubiese  alguna  en  él;  sino  poriue  no 
hay  en  él  ninguna,  y  ansí  lo  confiesa,  porque,  como  di- 
jo, es  criatura  y  vil  criatura;  por  eso  dice  que  su  asom- 
bro no  le  asombrará ,  esto  es ,  que ,  como  hombre  de 
lodo  como  él,  no  tiene  en  sí  cosa  alguna  que  le  pueda 
poner  asombro  ni  espanto ,  ni  le  haga  violencia  con 
fuerza  demasiada;  que  era  lo  que  Job  temía  en  esta  dis- 
puta que  acerca  de  su  inocencia  quería  trabar  con  Dios. 
Mano  dice,  y  según  la  propriedad  desla  lengua  prime- 
ra, mano  se  llama  cualquiera  fuerza  ó  poder,  ansí  de  la 
alma  como  del  cuerpo ,  ejecutado  por  obra;  y  ansí,  san 
Jerónimo  lo  lleva  á  la  fuerza  del  ingenio  que  se  expli- 
ca hablando,  y  según  este  sentido  tradujo  elocuencia. 
Pues  acabado  ya  el  proemio,  y  apercebidos  los  oyentes 
de  todo  lo  que  según  el  caso  presente  era  menester, 
entra  en  lo  propriode  su  pendencia,  y  propone  lo  pri- 
mero cierta  razón  que  dijo  Job,  de  donde  quiere  él  con- 
vencerle. Y  dice  ansí : 

8  «Y  dijiste  (pues  en  mis  orejas  voz  de  palabras 
oyera  yo).»  De  los  avisados  y  buenos  es  no  condenar 
ni  reprehender  por  oídas  á  nadie ,  ni  tratar  sino  de 
aquello  de  que  están  enterados  y  ciertos;  y  ansí,  Eliú, 
sobre  lo  que  quiere  armar  contra  Job  su  querella,  dice 
que  él  se  lo  oyó  á  él  mismo.  Y  lo  que  oyó  es : 

9  «Puro yo  y  sin  rebelión,  limpio  yo  y  no  maldad 
en  mí.»  No  dijo  Job  estas  palabras  ansí ,  mas  parécete 
á  Eliú  que  esto  en  sentencia  era  lo  que  por  menudo  y 
cxtendidamente  dijo  en  defensa  de  su  pureza  en  el  ca- 
pítulo XXXI.  Lo  que  decimos  rebelión,  en  el  original  es 
una  voz  que  significa  el  pecado,  y  no  cualquiera,  sino 
el  que  se  hace  con  una  particular  rotura  y  descnfrena- 
mienlo,  como  sí  no  reconociese  ni  ley  ni  superior  el 
que  peca.  Limpio,  en  el  original  es  nombre  que  quiere 
decir  cubierto,  y  de  allí  se  toma  por  lo  que  está  limpio 
y  reluciente ,  como  suelen  estar  las  cosas  cubiertas  y 
guardadas.  Dice  mas : 

10  «Ves,  achaques  contra  mí  halló ,  reputóme  por 
enemigo  suyo. «También  parece  que  dijo  Job  esta  sen- 
tencia en  algunos  lugares,  como  diciendo:  Aunque  no 
pequé,  Dios  se  ha  habido  conmigo,  desechándomelo 
primero,  y  después  afiigiéndome  tanásperamcnlc.como 
quien,  cansado  de  la  amistad  y  no  teniendo  razón  justa 
para  aparlurse  de  ella,  busca  colores  para  dejaba  y  que- 


EXPOSICIÓN  DEL 

bralla.  Y  ansí,  en  el  hebreo  lo  que  decimos  aquí  «oca- 
siones ó  achaques»,  quiere  decir  «quiebras  ó  quebran- 
tamientos »,  que  es  como  decir  colores  para  quebrar  y 
romper  la  amistad.  Dice : 

1 1  «Puso  en  cepo  mis  pies ,  y  puso  guardas  á  todos 
mis  senderos.»  Como  diciendo:  Quebró  lo  primero  la 
amistad  por  lo  que  le  plugo ,  y  no  contento  con  dejar 
de  ser  amigo,  volvióse  en  enemigo,  y  como  á  tal  me 
prendió ,  y  preso,  para  que  por  ninguna  parte  liuya,  me 
tiene  cercado  con  guardas.  Pues  de  aquellas  palabras 
de  Job,  las  cuales  refiere  aquí  Eliú ,  y  Job  dijo  en  sen- 
tencia, como  arriba  está  visto,  toma  su  principio  y  su 
fundí  nenio  Eliú,  para  hacer  con  eficacia  lo  que  los  tres 
pasados  no  han  hecho,  que  era  convencer  á  Job  de  pe- 
cado. Y  ansí  infiere ,  diciendo  : 

12  «Ves,  esta  no  fuiste  justo ;  responderéte  yo  á  tí 
que  muy  mucho  mas  Dios  que  el  hombre. »  Como  si 
dijese :  Cuando  en  lo  demás  de  la  vida  no  hayas  pecado 
y  seas  hombre  sin  culpa ,  á  lo  menos  pecas  ahora  en 
esta  sentencia  tuya  que  he  referido;  en  la  cual  ansí  te 
afirmas  justo  que  te  quieres  poner  en  cuentas  y  juicio 
con  Dios  como  agraviándote  de  lo  que  hace  contigo,  y 
reprehendiéndole  por  ello.  «Ves  esta,»  quiere  decir,  en 
esto  mismo  que  dices,  y  en  las  palabras  con  que  te  abo- 
nas ,  no  eres  justo ,  porque  en  ellas  en  cierta  manera 
arguyes  y  conio  desafias"  á  Dios.  Y  prueba  que  haber 
dicho  Job  esto  era  culpa  y  exceso,  diciendo :  «Respon- 
deréte yo  á  tí  que  muy  mucho  mas  Dios  que  el  hom- 
bre.» Porque,  si  Dios  fuera  otro  hombre,  dice,  como  tú 
eres,  y  igual  en  naturaleza  y  en  sabiduría  contigo,  pu- 
dieras conocer  sus  intentos,  y  llegar  al  cabo  de  todos 
sus  hechos,  y  pedille  cuenta  y  alcanzalle  en  ella  á  las 
veces ;  mas  Dios  excédete  á  tí  y  á  todos  sin  ninguna 
comparación ;  por  donde  debes  acetar  lo  que  hace,  co- 
mo quiera  que  á  tí  te  parezca  áspero  y  duro,  sin  pes- 
quisar cómo  lo  hace,  y  entendiendo  que  él  sabe  bien 
loque  obra.  Porque  género  de  presunción  es,  quien  sa- 
be tan  poco,  en  comparación  de  Dios,  como  saben  los 
hombres,  querer  medir  por  su  juicio  las  obras  de  Dios. 
Y  á  la  verdad,  en  los  trabajos,  esta  sola  razón  es  sufi- 
cienlc,  como  san  Gregorio  dice  (a),  para  que  tenga- 
mos paciencia  en  ellos  y  los  llevemos  callando ,  saber 
que  vienen  de  Dios ,  cuyo  saber  y  bondad  nos  excede 
sin  medida  ninguna.  Porque  de  lo  primero  se  colige 
que  pretende  algún  fin ,  y  de  lo  segundo  que  es  bueno 
y  justo  el  fin  que  pretende,  el  cual  aunque  nosotros  no 
le  alcancemos ,  pero  para  sufrirnos  y  callarnos  básta- 
nos esto.  Como,  usando  desta  misma  razón,  lo  hacia 
David  en  el  salmo  (6),  diciendo :  «Callé,  Señor,  porque 
tú  lo  hiciste,  n  Por  manera  que  este  argumento  que 
hace  Eliú ,  y  en  que  estriba  toda  su  razón  principal- 
mente, es  bueno  y  eficaz  argumento ;  conviene  á  saber: 
Dios  excede  sin  medida  en  todo  género  de  perfección  á 
los  hombres;  luego  en  lo  que  él  con  ellos  hiciere,  si  no 
lo  entendieren,  están  obligados  á  callar  y  á  tenerlo  por 
bueno.  Y  al  revés ,  el  hombre  que  azotado  de  Dios  se 
querella  del ,  y  quiere  entender  el  fin  por  que  lo  hace,  y 
apear  su  saber,  siendo,  como  es,  en  tanto  exceso  infini- 
to, bien  se  infiere  que  ofende  y  que  peca.  Y  conforme 
á  esto,  se  advierta  que  la  razón  de  Eliú ,  si  la  queremos 

(o)  S,  Greg.,  lib.  xxin ;  Moral.,  cap.  18.    (i)  Ps,  38,  v,  10. 


LIBRO  DE  JOB.  439 

reducir  á  sus  términos ,  procede  desta  manera :  Dios 
infinito  no  puede  ser  comprehendido  en  sus  fines  yobras 
del  hombre  finito;  luego  culpa  es  del  hombre  ponerse 
con  él  á  cuenta.  Y  va  adelante  :  Job  se  pone  con  él  á 
cuenta ,  como  vemos  en  este  azote;  luego  peca  Job,  y 
no  es  tan  justo  como  blasonó.  En  la  cual  razón  esta 
conclusión  {  ostrera,  que  peca  .íob,  nace  y  estriba  en 
dos  cosas:  la  una,  en  que  se  pone  á  cuenta  con  Dios; 
la  otra,  que  es  culpa  ponerse  con  él  en  esta  cuenta.  La 
primera  probó  Eliú  de  sus  palabras  mismas  de  Job,  y 
ansí  la  deja  por  manifiesta  y  notoria;  la  segunda  prue- 
ba porqué  el  saber  y  los  fines  que  Dios  infinito  preten- 
de, el  hombre,  que  es  finito,  no  los  puede  comprehen- 
der,que  es  de  donde  comenzó  á  decender  y  á  nacer  este 
argumento  todo.  Y  ansí,  porque  esta  proposición  y  sen- 
tencia es  la  fuente  de  toda  esta  razón ,  y  averiguada 
esta,  queda  concluido  lo  que  se  pretende  (porque  lo  de- 
más todo  que  sirve  para  la  conclusión,  como  dijimos, 
del  mismo  hecho  de  las  palabras  de  Job  se  hace  noto- 
rio); ansí  que,  porque  en  esta  proposición  y  sentencia 
está  todo,  insiste  Eliú  cuanto  le  es  posible  en  pro- 
barla y  hacerla  cierta.  Pero,  como  dijimos  al  principio 
y  diremos  después,  dejó  el  camino  llano  que  pudiera 
seguir,  y  descaminado  por  otros  y  divertido,  obscurece 
su  primer  intento  y  propósito.  Aunque  lo  que  ahora 
se  sigue  viene  nacido  y  muy  á  pelo  con  él :  porque  dice : 
13  «¿Por  qué  contra  él  barajaste?  Que  no  todas  sus 
palabras  hablará.»  Lo  cual  en  dos  maneras  se  entien- 
de :  ó  sin  interrogación  ni  pregunta,  como  lo  trasladó 
san  .Jerónimo,  como  diciendo :  El  porqué  te  has  eno- 
jado con  él ,  es  porque  no  habla  todas  sus  palabras,  esto 
es,  porque  no  responde  á  tus  dichos ,  dándote  cuenta 
desús  obras  todas.  Que  enlapropriedad  de  la  Sagrada 
Escritura  las  palabras  son  obras,  como  es  notorio  á  los 
que  tienen  della  alguna  noticia,  Y  dice  esto  con  lo  de 
arriba  desta  manera :  Dios  en  saber  y  ser  excede  tan  sin 
medida  al  hombre  ,  que  no  es  comprehendido  del ;  y  tú 
eres  tan  vano ,  que  te  enojas  con  Dios  porque  no  se 
pone  á  cuenta  contigo,  como  presumiendo  de  poderle 
entender.  O  de  otra  manera  se  puede  leer  esto  en  ma- 
nera de  pregunta,  que  se  infiera  y  derive  de  lo  que  luego 
antes  desto  se  dijo  y  afirmó,  que  Dios  sobrepujaba  in- 
finitamente á  los  hombres.  Porque  si  es  ansí ,  como  es, 
dice,  tú,  ¿á  qué  fin  ó  en  qué  esperanza  presumes  entrar 
en  baraja  y  disputa  con  Dios,  que  ni  está  obligado  por 
su  excelencia  á  dar  cuenta  de  sí  y  de  sus  hechos ,  ni  si 
la  diera,  no  la  entendieras  tú  por  tu  ruileza  las  mas  de 
las  veces?  «Que  todas  sus  palabras,  dice,  no  hablará.» 
«Sus  palabras ,»  esto  es,  sus  obras  todas,  «no  las  habla- 
rá,» dando  deltas  cuenta,  porque  no  está  á  ello  obli- 
gado. O  «sus  palabras»  todas,  esto  es,  notodo  loque 
dijere  lo  hablará,  esto  es,  lo  dirá  de  arte  que  pueda  ser 
por  tí,  si  él  no  te  alumbra,  entendido,  y  como  si  dijé- 
semos ,  muchas  veces  habla  como  si  no  hablase.  De  don- 
de se  prueba  eficazmente  quién  es  él  y  quién  somos 
nosotros,  y  cuan  loco  es  el  hombre  que  quiere  entrar 
en  disputa  con  Dios  y  ahondar  sus  juicios,  pues  sabe  y 
alcanza  tan  poco,  que  no  le  entiende  aun  cuando  le 
habla.  Y  luego,  como  verificando  esto  de  nuestro  poco 
entender ,  aun  cuando  Dios  se  nos  muestra,  y  querién- 
dolo confirmar  con  ejemplos,  dice  y  añade ; 


440  OBRAS  DE  FRAY 

14  «Que  en  una  hablará  Dios,  y  en  dos  no  morirá  | 
á  ella.»  En  una  y  en  dos,  según  lo  que  usa  esta  len- 
gua, son  tres  maneras  ó  veces.  Y  dice  ansí,  insistien- 
do en  su  comenzada  razón,  que  según  esto,  podrá  acon- 
tecer que  hable  Dios  al  hombre  sobre  algún  caso  tres 
veces  y  por  tres  diferentes  maneras,  y  con  todo  eso, 
el  hombre  «no  morirá  áella»,  estoes,  no  entenderá  ni 
la  primera  ni  la  tercera  manera.  Pero  san  Jerónimo  no 
va  por  aquí,  porque  dice :  aEn  una  hablará  Dios,»  esto 
es ,  como  él  traslada ,  «hablará  Dios  una  vez ,  y  en  dos 
no  mirará  á  ella,»  esto  es,  y  á  la  segunda  no  tornará  á 
decillo ,  conviene  á  saber ,  si  de  la  primera  no  lo  en- 
tendistes.  Lo  cual  está  muy  bien  dicho  ,  y  las  palabras 
lo  sufren  ,  y  puédese  juntar  fácilmente  con  la  senten- 
cia de  arriba.  Mas  veamos  qué  manera  de  hablas  son 
estas  de  Dios,  que  aun  repetidas  apenas  son  entendi- 
das del  hombre,  como  Eliú  dice  y  afirma.  Sigúese: 

io  «En  el  sueno  de  visión  de  noche,  en  el  caer  pe- 
sadilla sobre  hombres,  en  los  dormiros  sobre  lecho.» 
Cosa  sabida  es,  y  dello  en  las  sagradas  letras  hay  mu- 
chos ejemplos  ,  que  Dios  habla  en  el  sueño  á  los  hom- 
bres y  les  avisado  muchas  cosas  suyas  y  ajenas;  y  es 
un  género  de  profecía  la  que  por  el  sueño  se  hace ,  y  la 
mas  baja  de  todas,  como  se  puede  entender  del  librode 
los  Números  {a),  porque  es  ordinariamente  la  mas  re- 
vuelta y  obscura.  Ydesla  habla  Eliú  aquí,  no  general- 
mente de  toda  ella,  mas  de  la  que  se  endereza  para  el 
aviso  y  amonestación  del  que  lo  sueña.  En  lo  cual  tam- 
bién comprehende  todas  las  inspiraciones  y  movimien- 
tos interiores  que  para  este  mismo  fin  da  Dios  al  al- 
ma, los  cuales  por  nuestra  culpa  y  dureza  se  nos  ha- 
cen obscuros.  Pues  dice,  «en  el  sueño  de  visión  de  no- 
che ,»  que  es  decir,  en  las  visiones  que  de  noche  hay 
en  los  sueños.  «En  el  caer  pesadilla.»  La  voz  origi- 
nal significa  un  sueño  grave  y  pesado,  que  sepulta  los 
sentidos  del  todo;  porque  en  este  tiempo,  cuando  están 
atados  del  todo  los  movimientos  y  sentimientos  del 
cuerpo,  el  ánimo,  como  suelto  del, está  mas  dispuesto 
para  recibirlos  conocimientos  altos  del  cielo,  como  en 
el  Génesis  (6)  se  ve  en  Adán  y  en  Abraham  (en  los  ca- 
pítulos 12  y  13),  que  opresos  dcste  mismo  sueño  quo 
dice  este  texto ,  como  en  los  lugares  alegados  se  ve, 
fueron  capaces  de  visiones  divinas.  «En  los  dormires 
sobre  el  lecho,»  esto  es ,  cuando  el  hombre  duerme  en 
su  cama.  Pues  en  este  tiempo  y  sazón  dice: 

16  «Entonces  torcerá  oreja  de  hombres,  y  castiguerio 
dellos  sellará.»  «Torcer  oreja»  quiere  decir  hablar  al  oí- 
do; «castiguerio  dcUos»  es  la  reprehensión  do  su  ma- 
la vida,  y  el  aviso  y  amenaza  de  la  pena  que ,  si  no  se 
emiendan  ,  les  ha  de  venir;  sellará  quiere  decir,  dirá 
por  enigmas  y  por  rodeos  y  figuras  ocultas ;  porque  an- 
sí como  con  el  sello  se  cierra  la  carta  para  que  no  se  vea 
y  entienda  lo  que  dentro  contione,  ansí  cuando  la  Sa- 
grada Escritura,  de  las  profecías  de  Dios  dice  que  son 
selladas  ó  que  las  sellen,  quiere  decir  que  son  obscu- 
ras y  dificultosas,  y  que  su  entendimiento  dolías  esta- 
rá encerrado  y  escondido,  romo  parece  en  Daniel  (c). 
Ansí  que ,  el  sellar  lo  que  Dios  dice  ,  es  decir  quo  es 
obscuro,  y  el  «abrir  el  sello»  es  traerlo  á  luz  dcclaran- 

(a)  Num.,  cap.  22,  vv.  5,  8,  20. 

(*)  Gen.,  cap.  2,  v.  21 ;  cap.  ili,  v.  12.    (c)  Dan.,  12,  0. 


LUIS  DE  LEÓN. 

do.  Por  donde  de  micífro  bien  aventurado  Cordero, 
cumplidor  y  declarador  de  toda  la  profecía  pasada ,  se 
dice  en  el  Apocalipsi  {d)  que  él  solo  abrió  los  siete  se- 
llos del  libro.  Pues  dice  agora  Eliú  que  entonces,  cuan- 
do duermen  los  hombres  y  sueñan,  suele  Dios  en  visión 
tocalles  la  oreja  y  sellarles  el  castiguerio,  esto  es,  el 
aviso  y  amenaza  suya  decírsele  por  imágenes  revueltas 
y  obscuras.  Y  esto  hácelo  á  fin 

17  «De  hacer  apar  lar  al  hombre  de  su  obra,  y  cubi- 
jar altivez  de  varón.»  06ra,  entiende,  mala,  y  poroso 
la  llama  suya,  porque  en  las  buenas  la  mayor  parte  es 
de  Dios.  «Cubijar  altivez»  es  apartalie  de  pecado  y  ha- 
cer que  del  alcance  perdón.  Porque  el  perdonársele  los 
pecados  á  uno ,  la  Escritura  con  particular  propriedad 
suya  lo  suele  significar,  diciendo  que  se  le  han  cubija- 
do, como  en  el  salmo  (e):  «Bienaventurado  aquel  cu- 
yos pecados  fueron  cubiertos. »  Porque,  ansí  como  lo 
cubierto  no  se  ve ,  ansí  el  pecado  perdonado  no  ofende 
á  la  vista  de  Dios.  Y  llámase  cMÍ»¡yar  este  perdón,  y  no 
desarraigar,  no  porque  quede  después  del  ó  en  él  disi- 
mulada la  culpa ,  como  en  esta  edad  loca  y  engañosa- 
mente dijeron  algunos;  sino  porque,  aunque  en  él  la  cul- 
pa del  pecado  se  limpia  en  el  alma,  queda  todavía  en 
el  cuerpo  una  mala  raíz ,  que  es  el  fomite  ó  concupis- 
cencia, la  cual ,  aunque  en  los  justos  no  es  culpa  ó  pe- 
cado, pero  está  siempre  cuanto  es  de  su  parte,  sino  se 
le  resiste,  fructificando  pecados.  Mas  ¿por  qué  causa  se- 
ñaladamente dice  altivez ,  hablando  generalmente  del 
aviso  que  hace  Dios  al  hombre  para  apartalie  del  vicio? 
Porque  en  todo  vicio  y  culpa  hay  altivez  y  soberbia; 
que  el  desobedecer  á  Dios  y  no  sujetarse  á  sus  leyes 
es  un  cierto  engreimiento ;  y  el  amarse  á  sí  tanto ,  que 
anteponga  á  Dios  el  hombre  su  gusto  proprio ,  es  amar 
su  excelencia,  lo  cual  es  soberbia.  Y  ansí  se  halla  ella 
en  todos  los  pecados ,  y  «es  principio  de  todos  »,  como 
la  Escritura  lo  dice  (/") : 

18  «Estorbará  ánima  suya  de  huesa,  y  vida  suya  de 
pasar  á  cuchillo.»  Como  la  sombra  sigue  al  cuerpo,  an- 
sí al  pecado  sigue  la  pena,  y  al  fin  la  muerte,  que  nace 
del  como  de  fuente.  Pues  avisa,  dice  Eliú,  Dios  al  pe- 
cador en  los  sueños  para  que  se  aparte  del  pecado ,  y 
libre  del,  quede  libre  también  de  sus  frutos ,  que  son 
la  huesa  y  el  cuchillo.  Dice  «huesa  y  cuchillo»,  para 
significar  dos  géneros  en  que  se  comprehcnden  todas 
las  muertes ,  el  que  nace  de  enfermedad  y  el  que  vie- 
ne por  violencia;  porque  acontece  ansí,  que  unos  por 
destemplarse  pecando  enferman  y  mueren,  y  otros,  por 
los  daños  que  hacen  á  otros  con  sus  malos  hechos,  vie- 
nen á  ser  muertos  y  justiciados  por  ellos.  Dice  «áni- 
ma y  vida  »,  y  todo  significa  una  misma  cosa ,  porque 
en  el  lenguaje  de  la  Escritura  por  el  nombre  de  áni- 
ma se  significa  la  vida  muchas  veces.  Y  esta  es  la  pri- 
mera manera  cómo  Dios,  según  el  dicho  de  Eliú,  ha- 
bla avisando  á  los  hombres ,  y  por  su  bajeza  y  pecados 
de  ellos  muchas  veces  no  es  entendido.  Y  dicho  esto, 
pone  luego  otra  manera,  y  dice: 

19  «Y  reprehenderá  con  dolores  en  su  lecho  y  baraja 
á  huesos  del  dará.»  Habla,  dice,  con  inspiraciones  Dios 
al  hombre,  y  no  las  entiende,  y  torna  entonces  otra 

id)  Apoc,  cap. :;,  V.  8.    (e)  Ps.  31,  V.  1, 
{/)  Ecli.,  cap.  10,  V.  lí». 


EXPOSICIÓN  DEL 
vffz  Dios,  y  habíale  con  enfermedades  para  emendalle, 
en  las  cuales  algunas  veces  tampoco  el  hombre  conoce 
lo  que  Dios  por  ellas  le  dice.  Y  pinla ,  para  decir  esto, 
una  enfermedad  con  todos  sus  accidentes  elegante  y 
poéticamenle.  Dice  reprehenderá ,  esloes, suele  avisar 
y  reprehender  tami)ien  Dios  al  hombre  «con  dolores 
en  su  lecho»,  esto  es,  dánaole  enfermedades  (que  lla- 
ma bien  á  la  enfermedad  dolor  en  el  lecho,  porque 
siempre  anda  con  ella  el  lecho  y  el  dolor),  y  represén- 
lase  muy  bien  con  esto  su  mal  y  graveza,  pues  aun  en 
el  lugar  del  descanso  aflige.  Mas  torna  á  declarar  lo 
mismo  por  otra  manera,  dic.endo  :  a  Y  baraja  á  huesos 
del  dará ,»  como  si  dijese ,  y  meterá  en  pleito  y  en  rui- 
do sus  huesos,  y  hará  que  se  muevan  guerra  contra  sí 
mismos.  Porque  en  la  enfermedad  los  humores  y  todas 
las  parles  del  cuerpo ,  roto  el  concierto  y  la  armonía 
con  que  componen  su  misma  salud,  cada  uno  vapor  su 
parte, y  encuéntranse  unos  con  otros,  y  contradícense, 
y  peleando ,  destrúyense  á  costa  y  dolor  del  que  pade- 
ce. Mas  prosigue  diciendo  los  demás  accidentes: 

20  «Y  aborrecerle  hizo  vida  suya  pan,  y  su  alma  de 
manjar  suave.»  Dice  el  hastío  del  enfermo  ,  que  entre 
los  demás  es  gravísimo  mal.  ciHízole  aborrecer,  dice, 
vida  suya  pan,»  esto  es,  y  con  la  enfermedad  vendrá  á 
aborrecer  el  comer.  Pan  llama  á  todo  manjar,  y  lláma- 
lo «vida  suya»,  porque  la  vida  del  hombre  está  en  el 
mantenimiento.  Y  lo  que  añade,  «y  su  alma  de  manjar 
suave,»  está  falto,  y  base  de  añadir,  no  tiene  apetito,  ó 
otra  cosa  semejante.  Mas  sigue: 

21  «Menguaráse  carne  suya  á  visión ,  saldrán  á  fue- 
ra huesos  SUYOS  no  vistos. »  Así  era  necesario  que  no 
comiendo  se  enflaqueciese,  y  que  la  flaqueza  se  siguie- 
se al  hastío;  mas  dícelo,  como  poeta,  por  elegante  ma- 
nera. «Menguará  su  carne  á  visión,»  esto  es,  la  carne 
florida  y  que  se  venia  á  los  ojos  de  los  que  la  miraban  lle- 
na y  hermosa,  «menguará  á  visión,»  porque  adelgaza- 
da y  consumida  con  el  calor  de  la  fiebre  y  mal  del  has- 
tío ,  apenas  se  verá  carne,  sino  un  cuero  seco  mal  pe- 
gado á  los  huesos;  y  al  revés,  los  huesos,  que  estaban 
antes  vestidos  con  la  carne,  y  debajo  della  abscondidos, 
gastándose  ella,  quedan  descubiertos  y  públicos.  Y  di- 
ce mas : 

22  «Y  acercará  á  la  huesa  su  alma,  y  vida  suya  á 
losmaladores.»  Por  sus  pasos  contados  lleva  Eliú  á  la 
sepultura  este  enfermo ;  porque,  después  de  flaco  y  con- 
sumido, ¿qué  resta  ya,  sino  el  boquear  y  los  paroxis- 
mos postreros?  Y  ansí  dice:  «Y  acercará  á  la  huesa  su 
alma.»  «Su  alma,»esto  es,  suvida,  enflaquecido  ygas- 
lado,  llegará  al  punto  postrero.  «Y'  su  vida  á  los  ma- 
tadores.» il/aíadores  llama ,  á  mi  parecer,  aunqne  otros 
dicen  de  otra  manera,  á  los  accidentes  mortales  que 
suelen  preceder  á  la  muerte  y  ser  mensajeros  certísi- 
mos della,  como  los  desmayos  yel  perderla  habla,  y  el 
levantarse  el  pecho  y  parecer  quebrados  los  ojos.  Mas 
no  pasemos  ansí  tan  sencillamente  por  esto;  porque  es- 
ta obra  que  el  pecado  ó  por  el  pecado  se  hace  en  el 
cuerpo,  en  el  alma  se  hace  también  por  él  mismo ,  y 
esto  público  y  exterior  es  imagen  de  aquello.  Porque  lo 
primero  la  reprehenden  «con  dolores  en  su  lecho»,  por- 
que el  pecado  causa  en  el  alma  agudas  punzadas  de  la 
conscienciaj  «en  su  lecho,»  esto  es,  todas  las  veces 


LIBRO  DE  JOB.  4ÍI 

que  entre  dentro  de  sí  y  á  descansar  en  s!  misma;  y 

lo  que  le  suele  ser  dulce  reposo  el  hablar  consigo  y  el 
pensamiento  de  la  verdad,  y  principalmente  la  me- 
moria de  Dios  y  de  su  ley  y  bienes,  se  le  convierte  en 
crecido  tormento.  Y  ansí,  el  gran  pecador  de  ninguna 
cosa  huye  mas  que  de  sí,  porque  de  sus  puertas  aden- 
tro no  halla  sino  pleito  y  ruido.  Y  por  eso  dice  que  le 
«dará  baraja  en  sus  huesos»,  poniendo  en  contienda 
y  en  pelea  unas  con  otras  sus  potencias  y  sus  aficiones, 
como  dicen  los  sabios,  que  no  hay  cosa  mas  descaidani 
contraria  entre  sí  que  el  alma  del  malo ;  en  que,  no  so- 
lo esto,  mas  también  los  pensamientos  pelean ,  como  á 
los  romanos  dice  san  Pablo(a).  Y'porqueeste  tralarcon- 
sigo  le  da  tormento,  aborrécelo,  y  aborreciéndolo,  hu- 
ye del  «pan  de  su  vida »,  que  es  de  lo  que  le  era  salud, 
y  endurecido  en  el  mal ,  y  yendo  siempre  en  el  mal 
adelante,  y  habiéndolo  ya  convertido  como  en  gusto  su- 
yo y  naturaleza,  toda  la  buena  inspiración,  todo  el  buen 
ejemplo  y  doctrina,  todos  los  caminos  para  la  gracia  y 
el  cielo,  que  son  la  misma  dulzura,  los  hastia  y  lo-; abor- 
rece; y  ansí,  creciendo  por  lioras  el  mal,  y  naciendopor 
natural  orden  unos  de  otros ,  viene  en  todo  género  de 
bien  y  virtud  á  extraña  flaqueza.  La  carne  muelle,  que 
es  lo  blando  y  lo  tierno  del  alma,  que  la  hermoseaba  y 
vestia,  viniendo  á  mengua,  se  desparece;  y  lo  duro  de 
ella,  \os  huesos,  lo  terco,  lo  desapiadado,  lo  contumaz, 
que  cuando  vivia  en  gracia,  cubierto  con  ella  ,  no  era 
ni  parecía,  brota  entonces  por  momentos  afuera.  Y  co- 
mo el  rostro  consumido,  y  como  suelen  decir,  desoja- 
do, es  feísimo ;  ansí  descubre  el  alma  con  el  mal  del 
pecar  en  sus  üguras  y  modos  una  torpeza  fcisima ,  y 
llega  al  fin,  procediendo  así,  casi  «á  la  huesa»,  y  avecí- 
nase «á  los  matadores»,  y  comienza  á  sentir  singultos 
mortales,  y  unos  como  anuncios  tristísimos  de  su  per- 
dición, y  un  llegar  casi  á  la  postrera  desesperación  sin 
remedio.  Pues  llegado  el  miserable  hombre  á  este  pun- 
to, ¿qué?  Dice: 

23  «Si  fuere  sobre  él  ángel  declarante  uno  de  mil, 
para  enseñar  al  hombre  su  derecheza.»  Si  llegado,  di- 
ce Eliú,  el  hombre  triste  á  este  punto,  aun  no  enten- 
diere lo  que  Dios  por  esta  manera  de  tocamiento  y  de 
habla  le  dice  (como  muchas  veces  le  acontece  al  hom- 
bre no  lo  entender,  atribuyendo  sus  enfermedades  á 
solas  las  disposiciones  del  aire  ó  á  otras  causas  de  na- 
turaleza); ansí  que,noentenderálas  mas  veces  el  hom- 
bre esto  que  Dios  en  semejante  forma  le  dice ;  mas  si 
Dios  le  amare ,  haljlalle  ha  de  otra  mas  descubierta  ma- 
nera. Y  dichoso  él  si  despertare  el  corazón  de  algún 
siervo  suyo,  y  se  le  enviare  como  por  su  mensajero  á 
que  le  interprete  con  discreta  y  dulce  lengua  en  su  en- 
fermedad el  secreto  consejo  de  Dios, que  el  mismo  en- 
fermo no  entiende ;  y  ansí ,  descubriéndole  el  intento  de 
Dios  y  revolviéndole  á  que  mire  con  ojos  limpios  su  pa- 
sada vida  perdida,  le  haga  ver  la  verdad,  reduciéndo- 
le al  derecho  y  santo  camino.  «Si  fuere,  dice,  sobre  él 
ángel,»  que  es  decir,  y  si  llegado  á  este  trato,  no  se  en- 
tendiere, como  comunmente  no  se  entenderá,  podrá 
ser  que  Dios  envíe  sobre  él  un  ángel ,  esto  es ,  algún  su 
mensajero.  Podrá  ser,  digo  (porque  aquella  partícula, 
si ,  en  la  propriedad  original  y  en  el  uso  de  la  Escri- 

(0)  Ad  rom.,  cap.  2,  v.  15. 


442  OBRAS  DE  FRAY 

tura ,  muchas  veces  pone  en  duda  y  en  condición  á  lo  i 
que  se  añade,  y  niega  la  certinidad  del  hecho  ú  del  su- 
ceso); ansi  que,  podrá  ser  que  se  le  envié,  y  dichoso  si  le 
enviare  un  tal  mensajero.  «Declarante  uno  de  mil.»  La 
palabra  original  melits  quiere  decir,  entre  otras  cosas, 
intérprete  elocuente  y  un  discreto  y  dulce  hablador,  y 
que  como  halague  y  deleite  el  oido  con  la  dulzura  de 
la  palabra.  «Uno  de  mil »  es  como  decir  escogido  entre 
mil ,  estoes,  muy  escogido  y  muy  elocuente.  «Para  en- 
señar al  hombre  su  dereclieza;»  como  si  dijese  el  ca- 
mino derecho,  y  lo  que  Dios  le  habla  y  le  cumple,  en  la 
manera  que  he  dicho.  A  esta  tercera  liaMa  de  Dios,  co- 
mo es  por  medio  del  hombre,  y  es  habla  clara ,  y  para 
fin  de  manifestar  lo  escuro  que  en  las  otras  dos  pasadas 
liabia ,  si  el  corazón  del  enfermo  y  pecador,  cayendo  en 
la  cuenta,  se  rinde,  ó  por  qué  se  rinde ,  sucede  lo  que 
58  sigue: 

24  «Y  será  apiadado  él ,  y  dirá :  Líbrale  del  descender 
á  la  huesa,  que  hallé  aplacamiento.»  Estas  palabras  algu- 
nos las  dan  al  ángel  ó  mensajero  que  ha  hecho  el  oficio 
que  habernos  arriba  dicho;  el  cual ,  dice ,  viendo  que  el 
pecador  enfermo  ya  se  conoce,  y  aborrece  su  vida  pasa- 
da, «apiadarse  ha  del,  y  dirá ,»  rogando  á  Dios ,  líbrale, 
Señor,  de  la  huesa  y  la  muerte,  jiorque  ya  veo  y  hallo  en 
él  disposiciones  para  que  puedas  tornar  con  él  en  amis- 
tad, aplacándote,  como  son  el  conocimiento  de  su  error 
y  el  arrepentimiento  de  su  pecado,  por  haber  sido  en  tu 
ofensa.  Mejor  me  parece  que  las  demos  á  Dios,  y  las  re- 
partamos desta  manera  :  «Y  apiadóse  del»  Dios,  con- 
viene á  sabor,  vista  su  penitencia ,  y  apiadado,  dirá  el 
mismo  Dios  al  ministro  sobrenatural ,  por  cuya  mano 
le  enfermaba  y  heria  (que ,  como  se  sabe  de  algunos 
lugares  de  la  Escritura,  estos  castigos  temporales  que 
Dios  nos  da ,  nos  los  da  por  medio  de  algunos  espíritus 
buenos  á  las  veces,  y  á  las  veces  malos),  pues  dirá, 
mandando  al  verdugo,  á  quien  tiene  cometida  la  ejecu- 
ción dcsla  pena,  «líbrale  del  descenderá  la  huesa;» 
esto  es,  basta  ya,  no  pa-^es  adelante  hiriéndole,  no  mue- 
ra ni  llegue  á  la  sepultura  el  enfermo,  pues  ha  ya  co- 
noscido  la  causa  de  su  enfermedad.  «  Oue  hallé  aplaca- 
miento,» esto  es,  que  ya  me  he  aplacado  con  él,  y 
tengo  por  satisfecha  mi  saña.  Y  á  la  verdad,  en  vol- 
viéndose el  hombre  con  conocimiento  de  su  mal  á  Dios, 
y  con  verdadero  dolor,  aunque  estas  obras,  por  la  parte 
que  son  del  hombre,  no  sean  poderosas  para  tornalle 
con  Dios  en  gracia,  son  pero,  ayudadas  del,  disposi- 
ciones suficientes  para  que  Dios  pueda  poner  y  asentar 
en  el  homltre  ?,n  aplacamiento,  esto  es,  aquello  con  que 
él  sola  y  verdaderamente  se  aplaca,  que  son  Cristo  y 
sus  méritos.  Porque  las  culpas  de  nuestros  pecados 
siempre  las  perdona  Dios  por  él  solo,  y  las  penas  que 
después  de  perdonados  se  deben  á  ellos,  princi|)almentc 
las  remite  por  él,  porque  nace  del  el  valor  principal  de 
las  obras  que  para  satisfacción  de  nuestras  culpas  ha- 
cemos. Ansí  que,  dice  bien  que  baliij  aplacamienlo 
luego  que  viij  al  hombre  bien  aficionado  y  dispneslo; 
porque  halló  enlraila  para  [loner  en  él  lo  qne  solo  en 
sus  ojos  es  amable  y  hernioso ,  que  es  la  imagen  y  la 
sangre  de  Cristo.  Mas  dice  : 

2o  «Enmolleció  carne  suya  mas  que  niñez,  lomó  á 
dias  de  su  juventud.»  Como  ¡lUso  por  su  orden  ki  ma- 


LUIS  DE  LEÓN. 

los  efectos  que  hizo  en  el  hombre  el  pecado,  ha&tacasi 
melelle  en  la  huesa ;  ansí  agora ,  al  revés ,  refiere  orde- 
nadamente los  frutos  del  perdón  alcanzado  y  de  la  justi- 
cia. Y  lo  primero  dice  que  sanó  de  la  enfermedad  que 
tenia,  y  dícelo  ansí : «  Enmolleció  carne  suya  como  ni- 
ñez,» esto  es,  al  momento  despedidas  y  quitadas  las 
causas  del  mal ,  la  carne ,  que  estaba  ya  seca  y  tostada 
con  el  ardor  de  la  fiebre,  enmolleció,  esto  es,  rever- 
deció, como  otros  trasladan ,  y  tornóse  como  carne  de 
niño,  blanda  y  fresca  y  jugosa;  lo  cual  dice  ansí,  para 
declarar  una  perfecta  salud.  Y  declárase  mas  con  lo  que 
se  sigue,  «y  tornó  á  dias  de  juventud ,»  esto  es,  tornó 
sano  como  cuando  era  joven  y  mozo,  y  como  en  espa- 
ñol decimos,  « tornó  á  remozarse.»  Pero  esto  es  cuanto 
al  cuerpo,  que  lo  que  se  sigue  al  ánima  pertenece. 

26  «  Rogará  mucho  al  Señor,  y  serále  amigo,  y  verá 
faces  suyas  con  gozo ,  y  volverá  al  hombre  justicia  su- 
ya.» Lo  primero  que  nace  en  el  alma  del  que  es  perdo- 
nado de  la  culpa,  y  librado  ansí  milagrosamente  de  una 
semejante  pena  y  peligro,  es  humillarse  mucho  á  Dios 
con  ánimo  agradecido,  reconociendo  su  beneficio  y  ha- 
ciéndole gracias,  y  faltan  muchas  veces  al  alma  en  este 
artículo  palabras  y  significaciones  convenientes  para  de- 
claración deste  afecto.  Y  por  eso  dice  «y  rogará  mucho 
al  Señor» ,  que ,  aunque  dice  rogará ,  la  palabra  origi- 
nal comprehende  todo  género  de  oración  y  de  gracias. 
En  este  reconocimiento  y  hacimiento  de  gracias,  como 
el  alma  mira  á  Dios,  y  le  considera  tan  de  balde  piadoso 
y  beneficiador  para  con  ella,  nace  luego  en  ella,  y  actual- 
mente se  enciende  un  amor  para  con  Dios  entrañable. 
Y  por  eso  dice  «y  será  amigo  suyo»,  esto  es,  amarále 
ardentisimamente  y  como  á  amigo,  esto  es,  como  quien 
le  mira  con  amor ;  porque  se  ve  mirado  del  por  la  mis- 
ma manera,  velle  ha,  como  se  sigue ,  con  gozo,  ó  co- 
mo dice  el  original ,  «con  júbilo,»  que  es  como  un  gozo 
amontonado  qne  hierve  y  como  rebosa,  por  la  gran- 
deza de  su  deleite,  por  todas  las  virtudes  y  sentidos 
del  alma.  Ponpie  es  ansí  que,  como  los  que  se  ven 
en  el  pecado  sumidos,  ó  no  alzan  los  ojos  al  cielo,  ó  si 
los  alzan  y  se  ponen  á  considerar  algo  en  Dios,  aco- 
metidos luego  de  horror  y  temor,  con  el  mal  testimo- 
nio que  les  da  de  sí  su  propria  consciencia,  se  hinchen 
de  tristeza  y  amargor;  ansí,  al  contrario,  los  que  se  ven 
andar  de  paz  ya  con  Dios,  el  velle,  esto  es,  el  consi- 
deralle,  y  el  traellc  con  el  pensamiento  delante  los  ojos, 
les  es  dulcísimo  gozo.  Mas  dice  :  «Y  volverá  á  el  liom- 
bre  su  justicia ; »  qne,  ó  quiere  decir  que  haciendo  esto 
volverá  el  hombre  á  su  buen  estado  primero,  ó  qnn  se- 
rá pagado  ([lorque  la  palabra  volver,  que  originalmen- 
te está  aqui,  quiere  decir  ;3«í/ar  y  resiünir);  ansí  que, 
será  paga  de  Dios  lo  bueno  que,  ya  puesto  en  este  es- 
tado, hiciere ,  porque  lo  que  en  el  pecado  se  liacia  no 
tenia  valor  para  el  cielo.  O  digamos  que  quiere  decir 
que,  venido  el  hombre  á  aqueste conocimienlo, andará 
ya  como  debe,  y  liará,  y  sentirá,  y  obraiá,  y  dirá 
aquello  (jue  pide  la  condición  y  naluraleza  del  lioinbic, 
esto  es,  (pie  sentirá  vilmente  de  sí  y  altísimanienle  de 
Dios;  y  esto  lo  llama  bien  «justicia  del  hombre»,  co- 
mo si  dijese  justicia  propria  suya,  digo,  <pic  le  dice  y 
le  conviene  mas  propriamente.  Porque  al  hombre,  quo 
por  tantas  maneras  y  razones  es  miserable,  ninguna 


EXPOSICIÓN  DEL 

cosa  le  cuarlra  m^nos  qm  la  nllivez  y  soiterbia  ,  ni  le 
arma  mejor  que  la  modestia  y  que  la  liumildad.  Y  viene 
bien  con  e>lo  lo  que  se  sigue  : 

27  ((Contemplará  sobre  hombres  y  dirá  :  Pequé  y 
dereclieza  pervertí,  y  no  igualdad  á  mí.»  Que  es  de- 
cir que  con  el  conocimienlo  de  Dios  y  de  los  benefi- 
cios que  tanto,  sin  él  merecellos,  le  ha  hecho,  crecerá 
en  el  conocimiento  de  sí,  y  lleno  de  estos  conocimien- 
tos, y  no  pudieiido  calielle  en  el  pecho,  en  las  plazas  y 
en  los  corros  de  hoinbrcs,  con  cualquiera  ocasión  que 
se  ofrezca,  ó  sin  que  haya  ocasión ,  testificará  y  publi- 
cará la  mucha  indignidad  suya  y  la  grandeza  de  la  mi- 
sericordia divina,  diciendo  que  pec(j  y  que  pasó  la  ley  de 
Dios,  y  que  fué  con  piedad  mas  que  con  rigor  castigado. 
Mas  veamos  cada  palabra,  porque  hay  en  algunas  de- 
llas  obscuridad.  Y  ((contemplará  sobre  hombres»,  esto 
es,  minu'á  cuando  se  juntaren  algunos  hombres,  para 
confesalies  esta  misericordia  de  Dios.  Pero  lo  que  de- 
cimos coiileinplará ,  y  en  el  original  se  dice  por  esla 
palabra  iasar,  podemos,  porque  la  palabra  lo  admite, 
trasladar  des ta  manera,  «y  rectificará  sobre  hombres,» 
esto  es,  justificará  la  causa  de  Dios,  cuando  se  le  ofre- 
ciere hablar  con  los  hombres,  conviene  á  saber,  con  lo 
que  se  sigue  (en  que  confiesa  su  culpa  ,  y  justifica  el 
castigo  de  Dios),  (( y  derecheza  pervertí.»  Las  palabras 
del  texto  son  estas  :  Vaiasar  hahaviti,  que  harán  este 
sentido  también ,  ((y  derechamente  fué  dado  por  malo.» 
Y  lo  que  se  sigue  ,  ((y  no  igualdad  á  mí ,»  esto  es,  que 
fué  su  pena  menor  que  su  culpa,  porque  la  palabra  sava 
significa,  no  solo  igualdad,  sino  también  promesa  ó 
placer,  lómase  en  dos  otras  maneras  :  una,  ((v  no  pro- 
mesa á  mi;»  que  es  decir,  serví  á  la  maldad,  y  no  me 
pagó,  ni  respondió  el  mundo  á  mi  servicio,  conforme 
prometía  al  principio;  que  es  la  misma  verdad,  que  los 
vicios  debajo  de  grandes  promesas  dan  nialas  pagas. 
Otra,  que  viene  casi  con  esta,  o  y  no  placer  á  mí;» 
porque  ninguna  cosa  saca  menos  el  pecador  del  peca- 
do que  es  el  deleite  y  contento  que  piensa ,  y  de  cuya 
esperanza  movido,  le  sigue  ,  antes  su  verdailero  fruto 
es  disgus'o  y  tormento.  Sigúese  : 

2S  (( Libró  ánima  mia  de  pasar  á  la  hue=;a ,  y  mi  vida 
en  luz  será  vista.»  También  son  palabras  deste  enfer- 
mo restituido  á  salud,  y  se  entienden  como  arriba  está 
dicho.  Y  concluyendo  Eliú  con  ellas  aquí,  para  dar  fin 
del  todo  á  esta  parte  de  su  razón,  vuélv-ese  á  Job,  como 
recapitulando  lo  dicho,  y  dice  : 

29  {(Ves,  todo  esto  hace  Dios  veces  tres  con  varón.» 
Bien  se  enliendc  de  anuí  que  Eliú  en  lo  de  arriba  ha 
declarado  tres  maneras  del  hablar  diferentes,  de  que 
usa  Dios  con  los  liombres;  y  que  en  lo  que  dijo  arriba, 
«una  y  dos  veces,»  quiso  significar,  no  dos  veces,  co- 
mo nosotros  hablamos,  sino  tres,  añadiendo  el  un  nú- 
mero al  otro,  como  habla  el  hebreo.  Dice  : 

30  ((Para  reducir  su  alma  de  huesa  á  luz  ,  á  luz  de 
vivientes.»  Como  si  dijese  :  Para  fin  de  sanar  y  salvar 
los  hombres ;  que  es  el  fin  que  para  gloria  suya  mas 
principalmente  pretende ,  y  en  el  que  pone  y  ha  pues- 
to mas  diligencia  y  cuidado.  Pues  para  este  negocio, 
que  tanto  ama  él ,  ((  habló  tres  veces ,»  eslo  es,  conta- 
das veces  coa  el  hombre,  y  esas  obscuras,  en  la  mane- 
ra que  he  dicho.  Y  ¿piensas  tuque  en  otras  cosas  y 


LIBRO  DE  JOB.  443 

misterios  suyos  podrás  entender  las  razones  de  Dios, 
ni  presumirá  criatura  ninguna  oírle  y  respondelle  y 
ponerse  á  cuenta  con  él?  Que  es  el  propósito  y  el  in- 
tento que  Eliú  pretende  probar,  como  dijimos.  Y  como 
contento  de  sí,  y  como  de  liabelle,  á  su  parecer,  con- 
cluido, díce'ie  : 

31  «Advierte,  Job,  óyeme  á  mí;  enmudece,  y  yo 
hablaré.»  Que  es  decir,  esto  es,  esto  digno  de  ser  oido, 
«  óyeme  á  mí ,»  que  hablo  á  propúsiio,  y  no  á  estos  tus 
amigos,  que  iban  por  errado  camino;  no  tienes  á  qué  re- 
plicar, enmudece.  Mas,  porque  no  parezca  que  le  man- 
da callar  por  huir  la  disputa ,  añade  : 

32  ((Si  hay  razones,  replícame;  habla,  que  me  com- 
place tu  justicia;»  esto  es,  que  te  defiendas,  si  puedes. 
Mas ,  porque  esto  no  puede  ser,  que  tú  te  defiendas, 
dice  : 

33  ((Tú  oye  á  mí  y  calla,  y  enseñaréte  sabiduría.» 
Como  diciendo  que  aun  quiere  añadir  mayores  y  mas 
sabias  y  hondas  razones,  como  de  iiecho  lo  ^rocura  cu 
lo  que  se  sigue ,  aunque  en  decillo  ansí  no  se  excusa  de 
parecer  arrogante. 

CAPITULO  XXXIV. 

AnCU.MENTO. 

Añade  á  sus  razones  otra  Eliú,  ó  por  mejor  (Jecir,  sSIcse  Ae\  pro- 
p(Jsilo  comenzado,  (¡ue  era  persuadirá  Job  (|ue  el  liorabrc'  no 
puede  enlender  por  dó  camina  Dios  en  sus  hechos.  Y  pareciCn- 
dole  que  Job  en  su  plálica  había  notado  á  Dios  de  injusticia, 
toma  ocasión  de  aquí,  y  prueba  ([ue  Dios  es  justo ;  y  el  medio 
con  que  lo  prueba  es,  porque  lo  ve  todo  y  es  el  gobernador 
de  todo,  y  como  tal,  á  muchos  poderosos,  por  ser  malos,  los 
deshace  y  destruye.  Yá  la  lin,  parece  que,  movido  por  algún 
semblante  de  desprecio  que  viii  en  Job  contra  él ,  se  enojó  con 
él,  y  enojado,  le  desea  la  muerte,  para  que  con  eHa  se  acabe  su 
impaciencia  y  como  blasfemia,  al  parecer  suyo. 

1  Yrespomlió  Eliú  y  dijo: 

2  Oid,  sabios,  palabras  mias,  y  scientes,  dad  oMos 
á  mí. 

3  Que  oreja  palabras  probará,  y  paladar  gustará  prra 
el  comer. 

4  Juicio  eligiríamos  para  nosotros,  y  sabremos  entre 
nosotros  qué  bueno. 

o  Porque  dijo  Job  :  Justo  fui,  y  Dios  apartó  mi  juicio. 

6  ¿Sobre  mi  derecho  mentiré  jo?  Dolorosa saeta  mia 
sin  peca(.lo. 

7  ¿Qué  varón  como  Job  beberá  escarnio  como  aguas? 

8  Caminó  á  compaiTia  con  facedores  de  maldad,  y  an- 
dar con  hombres  de  impiedad. 

9  Porque  dijo  :  No  aprovechará  varón  en  correr  suyo 
con  Dios. 

10  Por  ende,  hombres  de  corazón,  oidme,  ajeno  Dios 
de  impiedad  y  el  Oainipolente  de  pecados. 

H  Que  obra  de  terreno  le  vulverá  á  él,  y  como  camino 
de  hombre  hará  hallar  á  él. 

12  Mas  verdaderamente  Dios  no  hcce  impiedad  ,  y  el 
Omnipotente  no  maleará  juicio. 

-15  ¿Quién  visitó  sobre  él  la  tierra ,  y  quién  pasó  toda 
la  redondez? 

ii  Si  sobrepusiere  á  él  su  corazón,  su  espíritu  y  su  es- 
piráculo  á  él  añadirá. 

lo  Desfallecerá  toda  carne  puramente ,  y  hombre  á  la 
tierra  tornará. 

16  Y  si  entendimiento,  oye  esta,  escucha  á  voz  de  mia 
palabras. 

17  Endemás,  ¿por  ventura  aborreciente  juicio  ven- 
dará? Y  ¿si  justo  grande  harás  malvado? 

18  ¿Por  ventura  decir  al  rey  beUahal,  impío  á  los  prin- 
cipes ? 


Uí  OBRAS  DE  FRAY 

i9  Que  no  levantó  faces  de  príncipes,  y  no  respectado 
rico  delante  de  pobre ,  porque  obra  de  manos  suyas  to-  | 
dos  ellos. 

20  De  súbito  morirán,  y  media  noche  conturbados  se- 
rán; pueblo  pasarán,  y  removerán  fuerte  sin  manos. 

21  Que  ojos  suyos  sobre  caminos  de  hombres,  y  todas 
sus  pisadas  verá. 

22  No  tinieblas  y  no  sombra  obscura ,  para  encubrir 
alli  obradores  de  maldad. 

2o  Que  no  sobre  el  hombre  pondrá  allende,  para  an- 
dar á  Dios  enjuicio. 

2  i  Desmenuzará  grandes  no  pesquisa,  establecerá  pos- 
treros después  dellos. 

2o  Por  ende  hace  conocer  servidumbres  dellos,  y  con- 
vertirá la  noche,  y  serán  quebrantados. 

26  Por  malvados  los  aporreó  en  lugar  de  mirantes. 

27  Por  cuantos  se  apartaron  de  en  pos  del,  y  todos  los 
caminos  del  no  quisieron  entender. 

28  Para  hacer  entrar  á  él  grito  de  pobre,  y  grito  de 
afligidos  oirá. 

29  Y  él  dará  reposo ,  y  ¿  quién  condenará  por  malo?  Y 
encubrirá  f;ices  ,  y  ¿quién  mirará  á  él  y  sobre  gentes  y 
sobre  hombres  juntamente? 

50  De  reinar  hombre  hipócrita,  de  estropiezos  de 

pueblo. 

51  Porque  á  Dios  decir  alcé,  no  corromperé. 

32  No  harto  miré,  tú  me  enseña;  si  maldad  obré,  no 
añadiré. 

53  ¿Por  ventura  de  tí  acabará  ella  que  abominaste? 
Que  lú  elegiste,  y  no  yo,  y  ¿qué  supiste  hablar? 

úl  Hombres  de  corazón  dirán  á  mi,  y  varón  sabio  oyen- 
te do  mi. 

5o  Job  no  en  sentencia  hablará,  y  hablas  suyas  no  en- 
tendimiento. 

56  Padre  mió,  sea  probado  Job  acabadamente,  para 
respuestas  en  hombre  de  maldad. 

57  Que  añiidirá  á  pecados  suyos  rebelión,  entre  nos- 
otros palmeará,  y  multiplicará  dichos  suyos á  Dios. 

EXPLICACIÓN. 

i  ((Y  respondió  Eliú,  y  dijo.»  Esto  es,  prosigue  Eüú 
su  razón. 

2  <(  Oid ,  sabios ,  palabras  mias ,  y  scicntcs,  dad  oí- 
dos á  mí. »  Torna  á  liar-erse  atención,  porque  piensa 
decir  co^as  aun  mas  secretas  y  hondas  que  las  prime- 
ras. Y  á  la  verdad  dice  algunas  maravillosamcnle  bue- 
nas, aunque  para  el  propósito  comenzado  y  verdadero, 
que  debía  seguir,  impertinentes  del  todo.  Ansí  que, 
porque  es  alto  lo  que  concibe,  apercibe  á  no  cnales- 
qiiier  orejas ,  sino  á  las  sabias,  que  le  den  alencion.  Y 
añide  : 

3  (iQuo  oreja  palabras  probará,  y  paladar  gustará 
para  e!  comer.»  E^  una  disimulada  comparación,  y  como 
arrilia  liabemos  dicho,  es  propria  manera  de  compa- 
raren la  lengua  original  de  esta  escritura.  Como  si,  aña- 
diendo algunas  palabras,  dijese  :  Porque,  ansí  como  el 
paladar  tiene  el  gusto  para  el  comer,  esto  es,  tiene  por 
olicio,  gustando,  escoger  ó  desechar  lo  que  se  debe  co- 
mer; ansí  el  oido  alentó  es  el  que  tiene  el  juicio  y  el 
gusto  de  las  palabras,  y  el  que  diferencia  en  ellas  lo 
eifgaiiic  y  lo  rudo.  Pues  porque  [tidió  oidos  atentos, 
conforma  lo  que  ha  jiedido,  y  da  razón  dello  por  aquesta 
coiujiaracion.  Como  diciendo  :  Si  os  pido  sabias  orejas, 
por  e~o  os  las  pido,  porque  son  el  juez  ellas  de  lo  que 
se  dice,  ansí  como  de  lo  que  se  come  lo  es  el  gusto  y  el 
paladar. 


LUIS  DE  LEÓN. 

4  «Juicio  eligiremos  para  nosotros,  y  sabremos  entre 
nosotros  qué  bueno. »  Para  hacer  buen  juicio  en  una 
plática  ó  en  una  disputa,  conviene  que  la  oreja  esté 
atenta  para  percibir  lo  que  se  dice ,  y  el  ánimo  sin  pa- 
sión para  juzgar  dello  como  se  debe.  Habia  pedido  Eliú  lo 
primero,  que  toca  ala  alencion ;  pide  agora  lo  segundo, 
que  pertenece  al  estar  sin  pasión.  Y  dice  :  «Juicio  eligi- 
remos para  nosotros ;»  esto  es,  no  solo  me  estad  atentos, 
mas  también  conviene  que  en  esto  que  platicamos  an- 
demos desapasionados.  «  Juicio  eligiremos.  »  Elijamos, 
dice,  por  juez  en  este  negocio  al  juicio,  y  no  á  la  pasión; 
tratemos  por  orden  y  por  razón  aquesta  porfía ,  y  sea  ea 
ella  sola  el  entendimiento  el  presidente ;  y  como  se  hace 
en  el  tribunal  del  juicio,  sin  tener  respeto  á  la  persona,  y 
sin  que  sea  parte  la  enemistad  ó  el  amor,  oyendo  á  ve- 
ces y  respondiendo ,  acusando  el  actor  y  dando  al  reo 
para  su  defensa  tiempo  debido,  prosigamos  en  nuestra 
disputa.  Porque  ansí  « sabremos  entre  nosotros  qué 
bueno  »,  esto  es,  alcanzaremos  y  vendremos  á  conocer, 
platicando  unos  con  otros,  lo  que  de  veras  es  acertado 
y  es  bueno.  Y  dicho  esto,  propone  aquello  contra  lo 
cual  pretende  hablar, 

5  «  Porque  dijo  Job  :  Justo  fui ,  y  Dios  apartó  mi 
juicio.»  Bien  ha  dicho  Job  algunas  palabras  como  estas 
ó  que  se  parecen  mucho  con  ellas ;  mas  nunca  las  en- 
tendieron bien  ni  como  Job  las  decía  aqueslos  amigos 
suyos.  Porque  en  decir  que  no  habia  pecado,  decía  Job 
que  no  habia  pecado  á  propósito  de  lo  que  se  trataba, 
esto  es,  pecados  que  mereciesen  tan  terrible  castigo;  y 
en  decir  que  apartó  de  él  Dios  su  juicio,  no  quería  de- 
cir que  Dios  era  injusto,  ó  que  le  había  impuesto  fal- 
samente algún  delicio,  y  le  oprimía  y  justiciaba  como 
tirano,  sino  decía  que  este  su  trabajo  no  era  pena  de 
culpa ,  ni  se  le  daba  Dios  por  ejecutar  en  él  su  debi- 
da justicia,  y  que  ansí  en  este  su  caso  no  habia  cargo 
ni  descargo,  ni  condenación ,  ni  ninguna  otra  cosa  de 
las  que  son  proprias  al  tribunal  y  al  juicio.  Lo  cual  era 
nmy  grande  verdad,  porque  este  trabajo  de  Job  no  te- 
nia en  él  razón  de  castigo,  porque  estaba  sin  culpa;  y 
como  no  se  daba  por  pena,  ansí  no  era  obra  de  la  Jus- 
ticia divina ,  ni  guardaba  Dios  en  la  ejecución  del  el 
estilo  del  tribunal  de  justicia;  era  obra  de  la  providen- 
cia de  Dios  ordenada  para  otros  íiiies,  que  no  eran  cas- 
tigo de  culpas.  Ansí  que,  esto  decía  Job,  mas  sus  ami- 
gos, los  que  le  oian,  no  penetrando  su  razón,  concebían 
que  notaba  á  Dios  de  injuslicía,  y  cansábanse  á  sí  y 
cansaban  á  Job  sin  efeclo.  Lo  cual  agora  aquí  hace 
Eliú,  y  ansí  yerra  en  dos  cosas.  La  una,  en  que  deja  el 
asunto  primero,  y  se  divierte  del  que  era  el  asunto 
mas  acertado,  ó  aquello  de  que  solamente  se  debia  y  po- 
día tratar,  que  el  hombre  no  se  ha  de  poner  á  cuentas 
con  Dios,  ni  pensar  que  podrá  penetrar  y  entender  sus 
juicios;  (jue  es  en  lo  que  á  la  verdad  Job  con  el  ago- 
nía de  la  i»orfia  había  algo  excedido.  La  otra,  en  que 
se  engaña  como  lus  demás ,  imaginando  ipie  Job  en  las 
palabras  propuestas  habia  acusado  á  Dios  de  tirano  y 
injusto;  y  ansí,  sobre  este  fuiídainenlo  falso  funda  su 
plática,  que,  aunque  es  á  maravilla  rica  en  algunos 
lugares,  pero  es,  á  la  verdad ,  mal  fundada.  Pues  sí- 
gnese : 

6  «Sobre  mi  derecho  ¿mcnlíré  yo?  Dolorosa  saeta 


EXPOSICIÓN  DEL 

mía  sin  pecado. »  También  son  estas  palabras  que  dijo 
Job,  que  Eiiú  aquí  las  refiere  para  reprehendellas,  en 
las  cuales  hay  pregunta  de  Job  á  sí  mismo,  y  luego  lo 
que  él  se  responde.  La  pregunta  es :  «  Sobre  mi  derecho 
¿mentiré  yo?»  Como  diciendo :  ¿Soy  yo  tal  y  tan  fallo, 
que,  ó  cansado  de  vuestras  importunas  porfías,  ó  de 
mis  males  cegado  ,  no  sabré  de  mí  lo  que  sé ,  y  negaré 
á  mi  inocencia  su  testimonio?  O  ¿podrá  comigo  para 
contra  mí  mas  vuestra  importunidad  que  lo  que  me  di- 
ce la  verdad,  que  yo  conozco  para  mi  defensa,  y  hu- 
yendo della ,  me  culparé  á  mí,  y  seré  mentiroso  sn  mi 
daño  ?  A  lo  cual  él  responde  en  lo  que  luego  se  sigue, 
y  se  afirma  en  su  primera  sentencia,  diciendo  :  «Dolo- 
rosa  saeta  mía  sin  pecado,  n  Que  es  como  si  mas  claro 
dijese  :  Nunca  Dios  permita,  ni  jamás  tal  acontezca, 
que  mintiendo  yo  me  condene ;  lo  que  siempre  he  afir- 
mado; eso  mismo  agora  digo  y  afirmo.  «Mi  saeta  dolo- 
rosa,»  conviene  á  saber,  esta  pena  cruel  que  padezco 
y  que  me  traspasa  las  entrañas  y  el  corazón,  nunca  pe- 
cados míos  la  merecieron,  sin  pecado  ninguno  mío 
acontece.  Lo  que  decimos  dolor  osa,  en  el  original  se 
dice  con  una  palabra,  anus,  que  quiere  decir  aflicción 
y  dolor  y  violencia ,  y  enfermedad  cruda  é  incurable, 
que  viene  bien  para  abrazar  toda  la  grandeza  de  mal 
que  se  encerraba  en  la  plaga  de  Job;  la  cual  llama  él 
saeta  suya,  por  metáfora  y  elegante  manera,  para  sig- 
nificar muchas  cosas.  Lo  uno ,  lo  improviso  que  vino 
sobre  él,  como  es  en  la  saeta  que  dispara  de  la  ballesta 
ó  del  arco.  Lo  otro ,  que  no  es  mal  que  para  en  el  cue- 
ro, sino  que ,  como  saeta ,  le  traspasa  hasta  lo  mas  se- 
creto del  alma.  Y  lo  tercero  para  significar  que  no  nace 
del  mismo  su  mal ,  ni  de  sus  culpas ,  ni  de  la  destem- 
planza de  su  vida  y  humores,  sino  que  de  otra  parte  le 
viene  como  arrojado  con  fuerza.  Esto  es  lo  que  Eliú 
propone  de  las  palabras  de  Job;  veamos  agora  lo  que 
dice  contra  ello. 

7  «¿Quévaron  como  .lob  beberá  escarnio  como  aguas?» 
Antes  que  le  convenza,  le  maltrata  de  palabra  y  le  afren- 
ta. Y  sigue  en  esto  Eliú  el  afecto  y  sentido  natural  y  co- 
mún en  las  cosas  que  se  oyen ;  y  luego  que  se  oyen ,  el 
oído  y  la  razón  las  rehuye  como  muy  malas  ( que  excla- 
ma luego  el  hombre  diciendo  :  ¡Qué  perdición!  qué  mal- 
dad! ó  lo  que  es  como  esto) ,  y  sosegándose  un  poco 
después ,  comienza  á  reprehendello  con  argumentos  y 
sin  afrentas.  Pues  ansí  Eliú  agora,  movido  á  ira  y  tur- 
bado con  el  primer  encuentro  de  las  palabras  que  ha  re- 
ferido de  Job,  exclama  contra  él  con  afrenta  y  deshonra. 
«¿Quién,  dice,  como  Job,  beberá  escarnio  como  aguas?» 
Que  es  decir  que  no  hay  nacido .  mortal  que  le  iguale 
en  ser  despreciador  de  Dios  y  blasfemo.  Porque  la  San- 
ta Escritura,  por  esta  manera  de  «beber  como  agua», 
suele  dar  á  entender  facilidad  mucha,  y  gusto  y  abun- 
dancia y  hábito  en  aquello  de  que  se  trata;  como  en 
el  cap  i 5,  v.  16,  de  los  desvergonzadamente  malos  y 
muy  perdidos  se  dice,  que  «be])an  la  maldad  como 
aguas »,  ansí  como  no  hay  cosa  que  con  mas  fticilidad  ni 
gusto  se  haga,  ni  que  en  mayor  cuantidad  se  beba  que 
la  agua.  Pues  «beber  escarnio  Job»  es  decir  que  es  dado 
mucho  al  escarnecer,  y  que  tiene  ventaja  grandísima  en 
ello,  y  que  lo  hace  sin  recelo  y  con  gusto.  Y  aun  paré- 
come  á  mí  que  por  ventura  comenzó  Eliú  de  aquesta 


LIBRO  DE  JOB.  445 

manera,  abominando  de  Job  y  diciéndole  afrentas,  por- 
que, cuando  agora  poco  há  refirió  sus  palabras  para  re- 
reprehendellas ,  advirtió  en  el  rostro  y  meneos  de  Job 
algún  semblante  de  enfado,  que  pudo  nacer  en  el  cora- 
zón de  ver  que  nunca  acababan  de  querelle  entender,  de 
que  también  oaíe  como  los  demás  erraba  acerca  de  lo 
que  él  sentía  y  decia.  Ansí  que  Eliú,  advirtiendo  esto, 
imaginando  que  era  hacer  muestra  Job  de  lo  poco  en 
que  lo  estimaba ,  movido  de  su  presunción  y  amor  de  sí 
mismo,  enciéndese  contra  él ,  y  dícele  que  es  un  mofa- 
dor, el  mayor  que  se  ha  visto.  ¿No  veis,  dice ,  con  qué 
desgaire  y  desprecio  nos  mira?  Esle  el  mofar  natural  y 
tan  dulce  como  el  beber  un  jarro  de  agua.  Dice  : 

8  «Caminó  á  compañía  con  facedores  de  mal,  y  á 
andar  con  hombres  de  impiedad.»  Agora  entra  en  su 
causa  y  dice  lo  primero,  lo  que  á  su  parecer  se  consi- 
gue de  las  palabras  que  refiere  luego  de  Job,  demás  de 
las  dichas ,  y  es  que  aprueba  por  su  sentencia  y  favo- 
rece y  da  calor  al  vivir  de  los  malos.  Ansí  que,  decir 
«caminó  á  compañías»  no  es  decir  que  Job  fué  tacaño 
ni  que  se  acompauó  de  pecadores  en  su  vida  pasada, 
sino  que  es  visto  agora  aproballos  y  pasarse  á  su  parte 
con  sus  razones.  Pero  veamos  de  dónde  aquesto  se 
sigue  : 

9  «Porque,  dijo,  no  aprovechará á  varón  en  correr 
suyo  con  Dios ; »  que  suena,  á  lo  que  parece,  no  le  apro- 
vechará al  hombre  ser  bueno.  Si  esto  lo  dijera  Job  ansí 
como  este  su  amigo  lo  propone  y  entiende,  no  había 
colegido  mal  Eliú,  porque  David,  en  el  salmo  72,  de 
otras  palabras  que  le  hablan  venido  al  pensamiento  ansí 
como  estas,  colige  contra  sí  mismo  lo  mismo,  y  dice  : 
«  Luego  sin  causa  justifiqué  mi  corazón ,  y  lavé  entre 
los  inocentes  mis  manos,  y  fui  herido  cada  día,  y  mi 
azote  muy  de  madrugada.»  Y  infiere  contra  sí  luego  : 
«Mas  si  esto  digo,  veis  condeno.  Señor,  y  repruebo  la 
nación  de  tus  hijos.»  Ansí  que,  si  estas  palabras  refe- 
ridas se  toman  en  su  universalidad  como  suenan ,  no 
infiere  mal  Eliú,  pero  el  engaño  del  y  de  los  demás 
siempre  está  en  esto,  que  lo  que  Job  dice  en  respecto 
y  á  propósito  de  su  caso  particular  y  solo  tratando  dél 
y  entendiéndolo  dél ,  ellos  lo  hacen  universal.  Porque 
decir  Job,  si  lo  dijo  (que  aunque  dice  algo  que  suena 
esto,  mas  no  lo  dice  por  aquestas  palabras) ;  ansí  que, 
decir  Job  «no  aprovechará  varón  en  correr  suyo  con 
Dios»,  base  de  entender  según  la  materia  subjeta  y  se- 
gún el  propósito  y  cuestión  de  que  se  disputaba,  que  era 
afirmar  sus  amigos  de  Job  que  los  buenos  son  pros- 
perados siempre,  y  que  siempre  los  que  aquí  son  mal- 
tratados son  pecadores.  Lo  cual,  negándolo,  como  lo 
niega,  y  con  razón,  Job,  dice  bien  y  verdad,  que  «no 
aprovechará  varón  en  correr  suyo  con  Dios»;  esto  es, 
que  aunque  sea  muy  justo  y  ponga  siempre  sus  pies 
donde  quiera  Dios  que  los  ponga,  y  siga  en  todo  su  ley, 
no  por  eso  estará  seguro  de  ser  en  esta  vida  siempre 
dichoso.  «  No  aprovechará , »  esto  es,  no  le  valdrá  para 
que  una  vez  ó  otra ,  ó  el  amigo  no  le  persiga ,  ó  la  ca- 
lumnia no  le  acometa,  ó  la  calamidad  no  le  oprima,  ó 
el  dolor,  la  pobreza,  la  enfermedad,  el  hierro  y  la  muerte 
no  vengan  sobre  él.  Que  es  lo  que  á  boca  llena  dice  san 
Pablo  (o) :  {(Cuanto  lo  que  á  este  mundo  toca,  raasmi- 

(fl)  I,  A(l  COI'.,  Vj,  V.  10. 


446  OBRAS  DE  FRAY 

serables  somos  que  lodos  los  hombres.»  Y  en  otra  par- 
te (a),  los  santos,  dice,  «experimentaron  escarnios,» 
y  lo  que  tras  desto  prosigue ,  que  es  largo.  Pues  como 
saii  Pablo  juntó  santidad  y  calamidad ,  ansí  afirmaba 
Job  en  aquestas  palabras  que  la  vida  virtuosa  y  la  vida 
próspera  no  siempre  andan  juntas.  Mas  pasemos  ade- 
lante. 

10  «Por  ende,  hombres  de  corazón,  oidme,  ajeno 
Diusde  impiedad  y  Omnipotente  de  pecado.»  ((Hombres 
de  corazón  »  llama,  por  propriedad  de  su  lengua,  á  los 
liombres  sabios  y  advertidos ,  porque  á  la  verdad ,  los 
que  no  lo  son  no  le  tienen ,  antes  como  unos  leños  sin 
vida  y  sin  fruto,  aploman,  pisan  y  cansan  la  tierra. 
Ansí  que,  corazón,  en  estas  letras,  por  figura  significa 
entendimiento  y  saber.  Pues  convida  Eliú  á  su  plática, 
y  pídeles  que  le  estén  atentos  á  su  razón,  á  los  hom- 
bres sabios,  como  disimuladamente  significando  por 
esto  que  Job  no  lo  era,  y  como  dicicmlo  :  Pues  Job 
por  su  desventura  está  en  sí  ciego  y  errado,  que  no  es 
cíipaz  de  razón  ni  de  consejo  bueno  ninguno,  vosotros, 
que  sois  sabios,  oidme  bien  lo  que  digo.  Y  lo  (¡ue  dice  es 
una  cosa  muy  mas  verdadera  que  á  propósito  dicha ;  por- 
que es  «ajeno  Dios  de  impiedad  y  Omnipotente  de  peca- 
do». Casi  las  mismas  palabras  y  voces,  ellas  de  sí,  mues- 
tran á  la  clara  cuánto  sea  verdadera  aquesta  sentencia; 
jorque  Dios,  impiedad.  Todopoderoso  y  pecado,  son 
como  cosas  contrarias,  que  no  se  compadecen  en  uno. 
Dios,  dice  una  fuente  de  verdad,  que  está  perpetuamen- 
te manando  en  sus  criaturas  lo  lo  el  ser  y  bien  que  po- 
seen ;  y  ansí,  decir  Dius  y  decir  crueldad  es  decir  luz  y 
tinieblas.  Y  por  la  misma  manera,  pecar  es  flaqueza  y 
falta  de  saber  y  de  fuerza,  y  un  no  ser  señor  entera- 
mente ni  poderoso  de  sí;  por  donde  se  ve  luego  que 
servir  al  pecado  y  ser  poderoso  del  todo,  por  ninguna 
manera  se  compadecen.  Ansí  que,  dice  clara  verdad,  y 
que  ella  misma  se  dice,  Eliú,  cuan. lo  afirma  «ajeno 
Dios  de  impiedad  y  Omnipotente  de  pecado».  Y  esta 
verdad,  aunque  no  esa  propósito  de  Job,  porque  él  no 
la  niega  ni  es  contra  ella,  entendiéndose  bien  lo  que  él 
dice ,  mas  es  muy  á  pro[utsiio  de  lo  que  Eliú  concibe  y 
entiende  de  las  palabras  de  Job.  Porque  en  haber  dicho 
Job  que  no  le  aprovechará  al  hombre  el  haber  seguido 
siempre  á  Dios,  siendo  justo,  entendió  Eliú  que  decia 
que  no  aplacia  á  Dios  la  virtud  ni  la  daba  favor,  antes 
la  afligía  y  maltrataba  como  apartándola  de  sí  y  des- 
echándola; lo  cual  ponía  en  Dios  crueldad  contra  el  bue- 
no y  afición  con  el  malo,  que  era  ser  cruel  y  pecar.  Y 
según  esto,  oponiéndose  con  ('•a  ella,  dice  muy  bien  y 
á  propósito  que  es  una  cosa  eso  cuya  imposibilidad  se 
colige  de  las  m¡>mas  palabras ;  y  como  arguye  desta 
manera  :  si  no  le  aprovecha  al  hombre  el  seguir  á  Dios 
y  ser  bueno,  como  tú  dices,  luego  Dios  desfavorece  y 
maltrata  lo  justo  y  da  favor  á  lo  malo,  y  por  consi- 
guiente es  cruel  en  lo  primero,  y  en  lo  segundo  malo  él 
mismo  y  pecador.  Mas  ni  la  fuente  del  ser,  que  es  Dios, 
pueile  no  ser  amoroso,  ni  el  que  lo  puede  todo  puede 
caer  flaco  en  pecado,  como  ello  de  sí  mismo  claramente 
y  sin  mas  rodeo  se  dice;  luego  desatinas  ,  oh  Job,  en 
tus  dichos.  Y  aun  podemos  decir  de  otra  manera  ,  que 
no  me  [larece  peor,  que  donde  pusimos  jjccado  pün¿ja- 
(nj  Ad  hebr.,  cap.  11,  v.  30. 


LUIS  DE  LEÓN. 

mos  esta  palabra  flaquera  ó  falta;  porque  la  palabra 
resalí,  que  en  el  original  responde  con  esta,  propria- 
mente  y  generalmente  significa  cualquier  defecto,  ó  sea 
de  pena  ó  de  culpa.  Pues  diciendo  ansí ,  aun  arguye 
Eliú  muy  mejor :  Dices  que  no  le  aprovecha  al  hombre 
ser  bueno ;  luego  Dios ,  ó  está  mal  con  lo  bueno,  ó  no 
tiene  fuerza  y  poder  para  hacelle  bien  y  favor.  Mas  el 
que  es  Dios, esto  es,  la  regla  de  todo,  ¿cómo  puede 
aborrecerlo  derecho?  Y  el  que  es  omnipotente,  ¿có- 
mo será  fiaco  para  favorecello?  Y  ansí,  ó  de  una  ma- 
nera ó  de  otra,  es  muy  eficaz  y  muy  cierto  este  argu- 
mento y  conclusión  de  Eliú.  Mas  va  adelante  y  pro- 
sigue : 

i  1  «  Que  obra  de  terreno  le  volverá  á  él ,  y  como  es 
el  camino  de  hombre,  le  hará  hallar  á  él.»  Lo  cual  po- 
demos declarar,  ó  diciendo  que  sea  una  como  respues- 
ta á  lo  que  tácitamente  Job  le  podía  oponer,  que,  si  era 
Dios  tan  amador  de  lo  bueno  y  tan  poderoso ,  cómo 
conseulia  que  tantos  buenos  y  siervos  suyos  lacerasen 
en  este  mundo,  y  que  le  responda  fclliú  que  eso  era 
engaño,  pensar  que  los  verdaderamente  buenos  laceran, 
porque  la  verdad  es  que,  cual  es  la  vida  de  cada  uno, 
tal  es  su  dicha  y  tortura,  y  que  el  que  padece  mal  aquí, 
cualquiera  que  él  se  parezca ,  es  porque  sus  pecados 
merecen  peor  (que  es  dar  también  Eliú  en  el  error  de 
sus  compañeros,  de  que  á  solos  los  malos  afiige  aquí 
Dios),  ó  porque  esto  no  me  parece  tan  bien,  digamos 
de  otra  manera  :  que  en  estas  palabras  Eliú  no  dice  co- 
sa nueva,  sino  confirma  ó  extiende  lo  sobrcdiclio,  de 
que  Dios  ama  lo  justo  por  la  ejecución  de  la  obra,  di- 
ciendo :  Falso  es  lo  que  dices ,  que  no  aprovecha  el  ser 
bueno;  porque  Dios  ni  es  injusto  ni  ama  lo  malo,  an- 
tes ,  como  se  ve  por  la  obra,  á  cada  uno  paga  según  lo 
que  hace,  y  por  el  camino  que  va  cada  uno,  ansí  orde- 
na que  halle  el  paradero  y  el  fin.  Mas  examinemos  to- 
davía mas  los  términos  con  que  esto  se  dice.  «Que 
obra  de  terreno  le  volverá  á  él,  y  como  es  el  camino 
del  hombre,  le  hará  hallar  á  él.»  No  dice  que  contbr- 
me  á  lo  que  el  hombre  hiciere  le  dará  Dios  su  castigo, 
ni  que  será  conforme  al  camino  la  pena ,  sino  que  la 
misma  obra  se  «la  volverá  y  le  hará  hallar»  á  su  mis- 
mo camino,  eslo  es,  que  la  misma  obra  será  su  pena, 
y  que  su  mismo  intento  y  designio  será  su  verdugo,  y 
que  con  sus  mismas  manos  será  azotado  y  herido.  Por- 
que realmente,  como  san  Agustín  lo  escribió,  libro  i, 
Conf.,  capítulo  i2,  pasa  así,  que  el  ánimo  descon- 
certado él  á  sí  mismo  se  es  azote  y  tormento;  y  nin- 
guna cosa  hay  de  las  que  el  mundo  y  sus  seguidores 
aman  y  siguen  sin  orden,  no  solo  que  se  escape  sin  pe- 
na, sino  de  quien  por  natural  consecuencia,  como  del 
árbol  nace  la  fruta,  ó  lo  que  es  mas  semejante,  como 
nace  la  carcoma  del  leño,  no  nazca  su  azote.  Del  des- 
templado deleite  procede  la  enfermedad,  su  castigo;  del 
deseo  de  honra  sin  tasa  el  servir  adulando  vilmente; 
del  amor  del  dinero,  el  trabajo  en  buscallo  y  el  per- 
petuo temor  de  perdello,  que  como  verdugo  cruel  hace 
carnicería  del  alma,  y  finalmente  y  generalmente,  del 
pecado,  como  escribe  Santiago  (6),  nace  el  terrible  mal 
de  la  muerte.  «El  pecado,  dice  ,  cuando  llega  á  su  col- 
mo, engendra  la  muerte.»  Porque  el  alma  desordenada 
(¿)  Jacob.,  cflst.  I,  cap.  1,  v.  15. 


i 


EXPOSICIÓN  DEL 

y  cancerada  del  todo,  el  infierno  es  su  huesa ,  donde 
cae  muerta  á  todos  los  bienes ,  ansí  de  los  de  la  vida 
racional  como  de  la  vida  sensible.  Y  puso  Dios  esta 
orden  entre  las  culpas  y  penas,  haciendo  que  de  las 
unas  natural  y  forzosamente  nazcan  las  otras,  con  ma- 
ravilloso saber,  por  dos  grandes  causas:  la  una,  para 
mas  justificación  suya ,  esto  es,  para  que  ningún  malo 
en  lo  trabajoso  que  le  sobreviene  se  agravie,  viendo  á 
los  ojos  que  es  fruto  de  lo  que  hace,  y  su  efecto  lo  que 
padece;  y  la  segunda,  para  declarar  mas  Dios  su  po- 
tencia. Porque  no  le  era  á  Dios  valenlia  poner  la  mano 
sobre  los  que  pasan  su  ley  y  vol vellos  en  nada;  mas  era 
y  fué  muy  conveniente  á  su  grande  poder  el  hacer  que 
el  mismo  deleite,  el  mismo  gusto,  el  mismo  amor  y 
afición  por  quien  ofenden  los  hombres  a  Dios ,  ofenda 
álos  mismos,  y  que  en  lo  que  confian  les  hurte  el  pié, 
y  sea  en  lo  que  esperan  su  engaño,  y  los  enflaquezca  lo 
que  tomaban  por  su  defensa,  y  sean  contra  ellos  sus 
armas ,  y  finalmente  mueran  á  las  manos  de  sus  mis- 
mos amores,  y  como  aquí  dice  Eliú,  su  obra  revol- 
viendo caiga  sobre  ellos,  y  su  camino  querido  y  segui- 
do los  lleve  á  despeñadero  miserable  y  morial.  Sigúese  : 

d2  Mas  verdaderamente  Dios  no  hace  mal ,  ni  el  Om- 
nipotente no  quiebra  juicio.»  Sigúese  aquesto  bien  de 
lo  dicho,  como  si  mas  claro  dijese  :  El  malo  él  se  trae 
arrastrando  la  soga,  él  por  sus  manos  obra  y  edifica  su 
pena,  su  mala  fortuna  él  se  la  causa;  que  Dios,  como 
solemos  decir,  lava  sus  manos  y  justifica  cuanto  es  po- 
sible su  causa,  porque  la  razón  pide  que  goce  y  use  del 
fruto  el  que  siembra  y  cultiva  la  planta.  Por  manera 
que  de  la  amistad  que  tienen  entre  sí  la  pena  y  la  cul- 
pa, y  de  la  vecindad  que  se  hacen,  ó  por  mejor  decir, 
de  ser  como  causa  y  efecto  lo  uno  y  lo  otro,  bien  in- 
fiere Eliú  que  Dios  con  nadie  es  injusto;  porque,  co- 
mo dijimos,  una  de  las  causas  por  la  cual  Dios  á  la 
pena  y  á  la  culpa  las  ayuntó  y  hermanó  tanto  entre  si, 
fué  por  sacar  de  toda  duda  y  cuestión  su  justicia.  Dice 
mas  : 

13  «¿Quién  visitó  sobre  él  la  tierra,  y  quién  puso 
toda  la  redondez?»  Prueba,  siguiendo  su  intento,  por 
otras  dos  razones  Eliú,  que  Dios  administra  justicia 
derechamente :  una,  que  nadie  le  visita  ni  toma  resi- 
dencia; otra,  que  él  lo  estableció  y  compuso  todo. 
Pero  dirá  alguno  que  de  ninguna  destas  cosas  se  sigue 
por  necesidad  que  Dios  nos  guarda  justicia;  antes  todo 
ello  parece  que  le  pueden  ser  ocasiones  y  como  atiza- 
dores mas  para  ser  absoluto  que  no  guardador  de 
igualdad  y  derecho.  Porque  no  tener  quien  le  pida 
cuenta,  quita  el  temor  de  la  residencia,  que  es  gran 
freno  para  no  hacer  mal ;  y  ni  mas  ni  menos,  ser  Dios 
el  que  lo  crió  lodo,  le  da  en  cierta  manera  licencia 
para  que  lo  trastorne  y  hunda  lodo  á  su  voluntad.  Pero 
no  es  así  esto,  antes  es  muy  profunda  y  muy  verda- 
dera la  eficacia  de  aquesta  razón ;  porque,  no  tener  Dios 
quien  le  visite  ni  reconocer  superior,  demás  de  que  es 
decir  que  gobierna  tan  justamente ,  que  no  le  es  nece- 
sario ser  visitado,  significa  también  que  él  de  suyo  y 
por  su  naturaleza,  y  no  por  orden  ó  elección  de  otro 
alguno,  es  rey  universal  y  juez.  Y  lo  mismo  significa 
lo  segundo,  que  dice  que  Dios  solo  es  el  que  hizo  y  sa- 
có á  luz  toda  la  redondez ;  porque  lo  formado  no  le  dio 


LIBRO  DE  JOB.  447 

á  él  el  reino  sobre  sí  mismo.  Y  decir  que  Dios  es  rey  y 
gobernador  de  todo  por  su  naturaleza,  y  no  por  volun- 
tad ajena ,  es  decir  en  virtud  que  le  es  á  Dios  ajeno  el 
no  administrar  siempre  justicia.  Porque  si  los  príncipes 
y  regidores  del  mundo  son  en  sus  oficios  muchas  ve- 
ces injustos ,  es  porque  les  es  advenedizo  y  como  ex- 
traño el  oficio ;  porque  ninguno  por  su  naturaleza  es 
rey,  y  todos  lo  son  o  por  voluntad  de  los  hombres  ó  por 
su  violencia.  Mas  si  fuese  uno  tal  que  la  naturaleza  mis- 
ma suya  le  pusiese  en  las  manos  las  riendas  y  el  go- 
bierno de  todo,  en  esa  su  gobernación  seria  su  natu- 
leza,  y  por  consiguiente  seria  la  misma  regla  y  razón 
de  justicia.  Y  Dios  de  hecho  es  ansí;  por  donde  Eliú 
arguye  bien  y  concluye  que  Dios  en  sus  hechos  es  jus- 
to, por  cuanto  es  rey  supremo  y  rey  por  su  misma  na- 
turaleza. Mas  va  adelante,  y  porque  dijo  que  Dios  lo 
compuso  y  lo  formó  todo,  y  que  es  supremo  señor,  por 
esta  ocasión  diviértese  un  poco  á  tratar  de  su  grande 
poder,  y  dice  : 

i 4  «Si  sobrepusiere  á  ella  su  corazón,  su  espíritu  y 
su  espiráculo  á  sí  añadiere.»  No  acaba  aquí  la  senten- 
cia, mas  esta  parte  se  declara  ansí :  «Si  sobrepusiere,» 
conviene  á  saber,  Dios,  «á  ella,»  esto  es,  á  la  redon- 
dez de  la  tierra  y  á  ia  universidad  de  las  cosas,  «su  co- 
razón,» esto  es,  su  voluntad.  Como  diciendo  :  Si  pu- 
siere Dios  sobre  el  mundo  sus  ojos,  y  en  voluntad  le  vi- 
niere ,  «  y  añadiere  á  sí  su  espíritu  y  su  espiráculo , » 
esto  es,  retrajere  hacia  sí  el  aliento  y  espíritu,  con  solo 
hacer  esto,  con  no  estar  de  contino  alentándole  y  disti- 
lando  de  sí  en  él,  y  influyendo  espíritu  y  ser;  con  dete- 
ner, como  solemos  decir,  el  resuello;  con  no  mas  de  es- 
to, sucederá  lo  que  tras  esto  se  sigue : 

15  «  Desfallecerá  toda  carne  juntamente ,  y  hombre  á 
la  tierra  tornará. »  Esto  todo  en  un  instante  perecerá 
y  se  tornará  polvo.  Pues  concluye  esta  razón,  volvién- 
dose á  Job ,  y  dice  : 

16  «Y  si  entendimiento,»  conviene  á  saber,  tienes 
tú,  «oye  esta  razón  que  he  dicho,  escucha  voz  de  mis 
palabras.»  Porque,  dice,  es  tan  eficaz  este  mi  argu- 
mento, que  si  tienes  seso,  él  solo  basta  para  que  reco- 
nozcas tu  error,  conociendo  ser  verdad  lo  que  digo. 
Sigue : 

M  «Endemás  ¿por  ventura  aborreciente  juicio  liga- 
rá, y  si  ajusto  grande  harás  malvado?»  Es  otra  y  nue- 
va razón  con  que  prueba  Eliú,  con  no  menos  fuerza  que 
en  la  pasada,  que  Dios  no  es  injusto  ni  cruel  con  nin- 
guno. Y  porque  es  nueva  y  diferente  razón,  por  eso  di- 
ce endemás,  que  es  como  decir,  y  allende  de  lo  que  ar- 
riba está  dicho  ;  y  pónela  por  pregunta,  para  que  vaya 
con  mas  fuerza,  como  saeta  que  de  bien  flechado  arco 
dispara.  Dice  pues  :  «¿Por  ventura  aborreciente  juicio 
ligará?»  La  palabra  ligará,  en  el  original  es  iachabós, 
y  quiere  de  su  primera  significación  decir  « ligar  ó  ven- 
dar». Y  de  aquí  unas  veces  se  toma  por  reinar  y  man- 
dar, por  cuanto  el  que  manda  y  gobierna,  ata  y  liga  en 
una  cierta  manera  con  su  ley  á  los  subditos;  y  la  ley  en 
lalin  eso  mismo  quiere  decir,  esto  es,  cosa  que  liga,  co- 
mo lo  enseñan  los  maestros  de  aquella  lengua.  Otras 
veces,  que  es  lo  ordinario  ,  significa  curar  heridas,  en 
la  manera  que  el  cirujano  las  cura,  con  ligaduras  y  ven- 
das. Algunos  siguen  en  este  lugar  la  primera  manera, 


44 S  OBRAS  DE  FRAY 

y  ansí  trasladan  :  «¿Por  ventura  el  que  aborrece  juicio 
será  rey  y  señor?»  Como  que  diga  Eliú  que,  pues  Dios, 
como  está  dicho,  es  rey  y  señor  del  mundo  legítimo,  ha 
de  ser  justo  de  fuerza,  porque  no  se  compadece  abor- 
recer la  justicia  y  ser  rey.  Y  según  estos ,  no  es  esta 
nueva  razón  ,  sino  es  la  pasada,  repetida  y  perficionada 
por  diferente  manera.  San  Jerónimo  siguió  el  segundo 
camino,  que  en  este  lugar  es  sin  duda  el  mejor,  y  ansí 
dice  :  «¿Por  ventura  el  que  aborrece  justicia  sanará?» 
ó  como  mas  comunmente  se  lee ,  y  la  palabra  del  ori- 
ginal lo  promete  también,  «¿será  sanado?»  Que  es  de- 
cir, «vendará  ó  será  vendado;»  porque  el  vendar  sig- 
niíioa  aquí  la  salud ,  dando  el  nombre  de  la  causa  á  el 
efecto.  Pues  si  leemos  en  voz  pasiva,  «será  sanado,» 
insiste  Eliú  en  probar  la  justicia  de  Dios  con  nuevo  ar- 
gumento, si  no  habló  propriamente  con  Job,  dándole  á 
entender  y  diciéndole  que  si  perseveran  sus  males,  es 
por  su  culpa ,  porque  ni  siente  bien  de  Dios  ni  habla 
bien  del.  Porque  ¿cómo,  dice,  ha  de  venir  jamás  á  sa- 
lud quien  aborrece  el  juicio,  esto  es,  la  razón  y  la  ver- 
dad, como  tú  la  aborreces ,  que  vienes  á  decir  que  aun 
es  desamada  de  Dios?  Por  lo  cual  en  substancia  le  per- 
suade, y  le  pone  espuelas  calladamente,  para  que  si  de- 
sea sanar,  mude  lámala  opinión  que  tiene  de  Dios.  Pe- 
ro si  leemos ,  como  á  mi  juicio  es  mas  cierto ,  en  sig- 
nificación activa,  "ligará  ó  sanará,»  es,  como  dije  al 
¡TÍncipio,  razón  nueva  para  el  intento  propuesto,  ^'•muy 
elegante  razón.  Porque  dice  ansí :  iMas  dejemos  aparte 
todo  lo  dicho,  dime,  Job,  ¿cómo  te  podrás  persuadir 
que  aborrece  Dios  la  equidad  y  el  no  hacer  á  nadie  jus- 
ticia, pues  vemos  el  cuidado  con  que  en  nuestras  nece- 
sidades y  males  nos  cura  y  nos  sana,  liecho  como  ciru- 
jano de  nuestra  salud?  ¿Quién  es  tan  piadoso,  que  no 
se  desdeña  de  poner  las  manos  en  nuestras  podridas 
llagas,  purificándolas  con  medicinas,  y  con  vendas  li- 
gándolas? ¿Cómo  es  posible  que  en  lo  que  toca  al  punto 
de  la  justicia  no  guarde  fuero  ni  ley?  Si  en  lo  de  gra- 
cia y  liberalidad  es  tan  amoroso ,  en  lo  que  parece  de- 
bido y  de  fuerza  ¿cómo  será  fiero  y  cruel?  Procede 
pues  ansí  este  argumento,  reduciéndolo  á  sus  proprios 
términos  :  Dios  en  nuestras  necesidades  nos  remedia 
y  en  nuestros  males  nos  cura  ;  luego  en  nuestras  cau- 
sas y  en  nuestros  pleitos  también  nos  guarda  justicia. 

Y  está  toda  su  fuerza  en  la  consecuencia  que  hay  en 
afirmar  lo  que  es  mas ,  para  concluir  de  allí  lo  que  es 
menos.  Porque  mas  es  andar  hecho  Dios  nuestro  ciru- 
jano con  amor  verdadero  de  Padre,  que  guardarnos  en 
nuestros  pleitos  derecho;  es  padre,  luego  severo  juez. 

Y  lo  ['rimero  y  lo  mas,  que  es  nuestro  hionli<'chor  y 
nie-tro  padre  y  médico  Dios,  no  lo  prueba  Eliú,  sino 
pónolo  ctimo  manifiesto  y  notorio;  porque  á  la  verdad, 
si  lo  miramos  como  es  razón,  no  hay  cosa  mas  clara. 
¿Qué  cosa  hay,  ó  nuestra  ó  aj(!na,  adó  por  momentos 
no  experimentemos  la  blandura  de  Dios,  y  para  con  nos- 
otros su  amor?  Lo  pequeño  sustenta  y  lo  grande,  de 
los  buenos  es  amigo  y  de  los  malos  es  solícito  médico, 
y  padre  dulce  generalmente  de  todos  en  tanta  manera, 
que  desde  la  primera  hasta  la  postrera  de  todas  sus 
obras  las  ordenó  todas  para  su  salud  y  mejoría  del  liom- 
lire.  Pues  de  tal  padre,  como  arguyo  bien  Eliú,  pode- 
mos estar  seguros  que  no  será  desapasionado,  antes 


LUIS  DE  LEÓN. 

aficionado  y  amigo  juez.  Y  ansí,  san  Pablo  (a),  hablando 
del  tribunal  de  Dios,  nos  anima,  para  que  no  nos  rece- 
lemos del,  con  aquesto  mismo  de  donde  Eliú  abona  la 
igualdad  y  piedad  del  juicio  divino.  Porque  dice  á  los 
hebreos  ansí :  «  Presentémonos  pues  con  fiucia  al  tro- 
no de  gracia. »  Y  dícelo,  porque  inmediatamente  antes 
desto  decía:  «No  tenemos  pontífice  que  no  sepa  com- 
padecerse de  nuestras  enfermedades,  tentado  en  todo.» 
Como  diciendo  :  Pues  nuestro  pontífice  es  tal,  que  sabe 
conocer  y  apiadarse  de  nuestras  enfermedades,  no  du- 
demos de  parecer  ante  él  en  juicio.  Que  es  lo  mismo 
que  dice  Eliú  :  ¿Cómo  nos  hará  sinjusticia  quienes 
médico  piadoso  de  nuestra  miseria?  Y  en  la  oración 
que  el  Señor  nos  mostró  (6) ,  por  este  mismo  respecto 
(porque  en  lo  postrero  della  hablamos  á  Dios  como  á 
nuestro  juez ,  y  nos  presentamos  ante  su  juicio  confe- 
sándole nuestras  deudas  y  pidiéndole  que  nos  las  per- 
done), para  quitarnos  toda  sospecha  y  recelo  de  cruel- 
dad, luego  al  principio  della  y  en  sus  primeras  palabras 
nos  enseña  que  es  padre,  y  comenzamos  diciendo:  «Pa- 
dre nuestro, »  para  que  pudiésemos  concluir  con  fiucia 
añadiendo,  «perdona  nuestros  pecados.»  Porque  ¿qué 
no  hará  por  salvarnos  en  su  juicio  el  que  por  ligar 
nuestras  llagas  nació  hecho  módico?  ¿Cómo  no  ama 
nuestra  absolución  y  defensa  quien  pone  tanto  cuidado 
en  sanar  nuestra  alma,  para  que  parezca  sin  culpa?  Muy 
perdida  verdaderamente  es.  Señor,  la  causa  que,  sien- 
do tú  el  juez,  se  perdiere;  que,  como  has  puesto  las  ma- 
nos en  nuestras  llagas,  y  sabes  lo  flaco  y  lo  encancera- 
do dellas,  fácilmente  acaba  tu  piedad  con  tu  justicia 
que  contenta  se  aplaque.  Con  un  suspiro.  Señor,  con 
volver  los  ojos  sobre  nosotros,  con  que  nos  duela  el  do- 
lor, y  sintamos  pena  de  lo  que  propriamente  nos  ator- 
menta, con  que  nos  euiristezcamos  de  lo  que  es  triste- 
za del  alma,  haberse  apartado  de  tí  y  traspasado  tu  ley; 
con  que,  puestos  ante  tu  presencia,  encogidos  nos  hu- 
millemos, y  le  diga  afligido  mí  corazón  :  Señor,  yo  pe- 
qué, y  veo  que  yo  soy  la  torpeza,  y  antes  que  me  con- 
dene tu  majestad,  me  condeno;  tu  justicia.  Señor,  co- 
nocida es  y  tan  clara  y  tan  alta ,  que  llega  y  pasa  los 
cielos;  mucha  mas  gloria  tuya  será  perdonarme;  cuan- 
to soy  yo  peor,  tanto  pertenece  mas  á  tu  honor  mi  per- 
don;  no  parezca  que  la  grandeza  de  nuestras  culpas 
venció  y  sobrepujó  á  tu  clemencia  ;  pues  con  esto  solo, 
ó  lo  semejante,  enternecida  tu  piedad,  comienza  apla- 
cándose á  amar  en  nosotros  aquesta  sombra  Haca  y 
aquesta  vislumbre  de  la  iiumildad  y  reconocimiento 
perfecto,  con  que  te  respeta  Jesucristo  hombre  y  tu 
único  hijo,  la  cual  por  su  mérito  y  por  su  don  comien- 
za ya  á  relucir  y  á  engendrarse  en  el  alma,  y  con  esto 
pequeño  y  tierno  (|ue  tenemos  del  y  con  que  nos  pare- 
cemos á  él,  nos  ani.is  en  él.  Tanto  te  agradó  siein|)re  y 
tanto  te  complació  decoulino  aquel  dechado  perlcctí- 
simo  y  único  do  toilo  bien  y  virtud.  Y  como  nos  vendas 
y  medicinas,  y  procuras  nuestra  salud,  esto  es,  que.sea- 
mos  hábiles  para  ser  de  ti  amados,  por  cualquier  en- 
trada (|ue  puedes,  pones  en  nosotros  algo  de  aquella 
semejanza  del  bien,  que  solo  merece  tu  amor.  Y  ansí 
santificados  y  amados  de  tí,  ¿qué  acusación  eiicniisa, 

(o I  r^iiisl.  ad  hcbr.,  cap.  4,  v.  IC  y  v.  IB. 
[b)  >l.(llii.,cai).C,  V.  0. 


EXPOSICIÓN  DEL 
qué  oposición  de  tieiicfos  podrá  mas  contigo  para  que  ; 
nos  condenes,  que  la  imagen  de  tu  Hijo,  merecida  por  él 
y  criada  y  lanzada  por  tí  en  nuestra  alma,  para  que  nos 
salves?  ¡Cuan  seguros  y  cuan  sin  miedo  ni  recelo  de 
ser  agraviados  nos  verá  tu  juicio!  Mas  tornemos  á  lo 
que  dice  Eliú.  «Y  ¿si  juslo  gramle  liarás  malvado?» 
Como  probó  con  la  razón  sobredicha  cuan  ajeno  es  de 
Dios  hacer  desafuero  á  nadie  ó  sinrazón  ,  y  á  su  pare- 
cer y  según  la  verdad,  sacó  de  toda  duda  que  Dios  era 
justísitno,  puesto  esto  como  cosa  llana,  reprehende  á 
Job  y  adviértele  de  su  atrevimiento,  según  lo  que  él 
sentia  ;  que  siendo  Dios  tan  justo,  y  estando  tan  mani- 
fiesto que  lo  es,  se  habia  atrevido  él  á  notalle  de  tiranía. 
Pues  dice  :  «Y  ¿si  justo  grande  harás  malvado?»  esto 
es ,  pues  siendo  esto  ansí  como  lo  es ,  ¿  parécete  que  es 
razonable  ó  que  es  justo,  á  quien  es  juslo  grande,  es- 
to es,  á  quien  es  la  suma  igualdad  y  justicia,  á  quien 
tiene  acerca  de  esto  con  tantas  pruebas  libre  de  toda 
sospecha  su  rectitud,  le  liagas  malvado  tú,  poniendo 
en  él  tu  lengua  blasfema?  O  cuando,  lo  que  no  puede 
ser,  tuvieses  para  ello  alguna  color  de  razón,  ¿tiéneslo 
por  sano  ó  seguro?  ¿No  ves  que  es  negocio  peligrosísi- 
mo? Y  por  eso  añade  diciendo  : 

18  «¿Por  ventura  decir  al  rey  bellahal ,  impío  á  los 
príncipes?»  Prueba  cuan  peligroso  es  el  hablar  mal  de 
Dios  [!or  semejanza,  y  arguyendo  de  lo  que  es  menos 
á  lo  que  es  mas.  Y  dice  :  Si  es  peligroso  decir  mal  del 
rey  y  de  los  príncipes,  mucho  mas  peligroso  será  decir 
mal  de  quien  él  declara  después.  Esta  es  toda  la  razón 
entera,  pero  Eliú  dícela  cortada  y  revuelta  en  pregun- 
ta, porque  tenga  mas  fuerza.  «  ¿  Por  ventura  decir  al  rey 
beliuhal »  (que  es  palabra  de  afrenta,  y  que  pone  mu- 
cho mal  en  aijuel  de  quien  se  dice);  ansí  que,  «decir  al 
rey  beliahal ,»  y  decir  impío,  esto  es,  impíos,  tomando 
un  número  [lor  otro,  «á  los  principes»  ( y  base  de  afia- 
dir  lo  que  él  no  añadió),  tiéneslo  por  seguro?  ¿No  ves 
cuan  ocasionado  es  á  daño  y  peligro?  Y  de  aquí  arguye 
luego  á  lo  que  es  mas  cierto,  diciendo  : 

19  ((Que  no  levanta  faces  de  príncipes,  y  no  reco- 
noce rico  delante  de  pobre,  porque  obra  de  manos  su- 
yas todos  ellos.»  Hase  de  añadir  una  palabra,  que  des- 
cubre la  consecuencia  que  hace  de  lo  uno  á  lo  otro  ,  la 
cual,  la  indignación  con  que  habla  ,  y  la  cólera  del  de- 
cir, y  la  priesa  se  la  quitó  á Eliú  de  la  boca,  para  que, 
callándola  él,  la  entendamos  nosotros  ;  que  es,  ¿cuánto 
mas  peligroso  será  el  maldecir  al  que  no  (( levanta  faces 
de  príncipes»?  Como  diciendo  :  Si  es  peligroso  hablar 
mal  de  los  reyes,  mas  lo  será  de  Dios.  Y  no  le  llama  Dios 
por  su  nombre,  mas  píntale  por  rodeo  con  algunas  de 
sus  cualidades,  y  señaladamente  con  aquellas  que  aña- 
den á  el  argumento  mas  fuerza.  (( Que  no  levanta  faces 
de  príncipes,»  es  propriedad  de  la  lengua  original,  con 
que  signilica  lo  que  decimos  en  español,  que  no  respe- 
ta á  los  príncipes.  Y  como  digo,  con  decir  esto  así  hace 
mas  fuerte  y  mas  encarecido  Eliú  su  argumento.  Por- 
que, si  es  peligroso  decir  mal  de  los  príncipes,  ¿cuánto 
será  mas  de  aquel  que  no  los  respeta  ni  los  eslima  en 
lo  que  huella,  que  es  Dios?  Y  esle  mismo  sentido  y  lin 
tiene  en  decir  lo  que  añade,  ((y  no  reconoce  rico  delan- 
te pobre,»  que  es  proprio  de  Dios,  que  no  diferencia 
las  personas ,  sino  atiende  ú  los  méritos.  Y  la  razón  es, 

E.xvi-ii. 


LIDUO  DE  JOB.  449 

porque,  como  dice,  uohn  de  manoi  suyns  todo=í  ellos,» 
esto  es,  ponpie  á  todos  los  hizo ;  y  ansí,  á  lodo-^  i  or  par- 
te del  ser  los  estima  igualmente,  diferénnialo-;  ])or  solo 
el  buen  ser,  que  cada  uno,  ayudado  de  Dios  y  de  su  di- 
ligencia, añade  sobre  el  ser  recibido.  Añade  : 

20  ((De  súbito  morirán,  y  á media  noche  conturba- 
dos serán;  pueblo  pasará  y  removerá  á  fuerle  sin  ma- 
no. »  Porque  dijo  que  no  respetaba  los  príncipes  Dios, 
para  el  fin  y  para  la  buena  conclusión  que  eslá  dicha, 
diviértese  un  poco,  y  extiéndese  en  decir  lo  [lOCo  en 
que  estimó  Dios  á  estos  príncipes.  Y  dice  :  «  De  súbito 
morirán ,»  como  diciendo  :  No  solo  no  los  respeta,  an- 
tes muchas  veces  les  quila  la  vida  en  un  improviso;  lo 
cual  todo  añaile  en  Dios  mas  grandeza,  y  por  consi- 
guiente, confirma  mas  el  intento  de  que  el  decir  mal  de 
Dios  es  muy  mas  peligroso.  «De súbito  morirán.»  Por 
muchos  ejemplos  sabemos  cuántos  grandes,  ante  quien 
temblaba  la  tierra,  han  sido  muertos  violentamente  y 
sin  pensar  por  aquellos  mismos  á  quien  tenían  sujetos; 
lo  cual,  aunque  lo  hacen  los  hombres,  como  enseña  Eliú 
aquí,  es  siempre  obra  y  órAcn  de  Dios ,  que  castiga  y 
paga  muciías  veces  de  aquella  manera  á  la  Urania  y  so- 
berbia. Pinta  pues  con  hermosas  palabras  la  forma  en 
que  aquesto  acontece.  «Súbito  morirán  ,»  conviene  á 
saber,  estos  poderosos,  que  parece  tener  en  su  mano  la 
vida  y  la  muerte.  Y  declara  luego  cómo  les  sobreviene 
aquesta  muerte  lan  súbita.  «A  media  noche,»  esto  es, 
estando  en  su  reposo  y  en  medio  de  su  seguridad  y 
descuido,  «conturbados  serán.  »  Tal  fué  lo  que  aconte- 
ció á  Baltasar,  rey  de  Babel,  de  quien  Esaías  y  Daniel  (a) 
hacen  cuento.  Mas  ¿de  dónde  les  nacerá  esta  turbación 
repentina?  Dice  :  «Pueblo  pasará,  y  removerá  á  fuerle 
sin  mano.»  Despertará  Dios,  dice,  en  el  pueblo,  esio 
es,  en  sus  vasallos  ó  en  su  misma  familia,  y  llegarán 
adonde  es  su  aposento,  y  escalándole  la  casa  y  entran- 
do en  él ,  le  degollarán  en  su  cama.  Mas  ¡  cuan  bien 
contrapuso  el  pueblo  y  el  fuerle!  que  es  como  decir  el 
flaco  y  el  poderoso,  el  vulgo  y  lo  grande  ,  para  mostrar 
que  derriba  Dios  á  los  fuerles,  no  con  oíros  fuertes  ó 
con  otros  valientes,  sino  con  lo  que  es  mas  bajo  y  mas 
flaco,  para  encarecer  por  este  medio  también  lo  mucho 
que  puede  Dios,  y  el  desaliño  que  es  traer  cnomislades 
con  él.  Y  por  el  mismo  fin  dijo  «al  fuerle  sin  mano», 
esto  es,  sin  mano  y  sin  tra!iajo  da  muerte  á  los  fuertes, 
ó  por  mejor  decir.  Dios  por  el  pueblo;  como  mil  veces 
habernos  oido  decir  que  con  una  piedra,  y  á  veces  con 
solo  el  alboroto  y  espanto,  han  sido  muertos  personajes 
muy  grandes.  Dice : 

21  «  Que  ojos  suyos  en  caminos  de  hombres,  y  todas 
sus  pisadas  verá. »  Esto  puédese  juntar  con  lo  que  pre- 
cedió agora  luego,  y  hacer  esla  sentencia:  Si  digo  que 
da  Dios  á  los  príncipes  muerte  súbita,  no  enleiidaisque 
digo  que  lo  hace  sin  causa,  porque  él  ve  sus  obras  que 
lo  merecen.  Por  manera  que  lo  que  en  este  verso  se  di- 
ce sea  dar  causa  de  lo  que  en  el  pasado  se  dijo.  O  po- 
demos decir  de  otra  manera,  que  me  parece  mejor,  y  es, 
que  se  junte  este  verso,  y  venga  dependiente  de  lo  que 
comen/.ó  mas  arriba  acerca  del  peligro  que  liabia  en 
hablar  mal  de  las  cosas  de  Dios.  Por  manera  que,  como 
argüía  entonces,  si  es  peligroso  decir  mal  del  rey,¿cuán- 

(a)  Dan.,  cap.  S,  r.  30. 


4S0  OBRAS  DE  FRAY 

to  será  decir  mal  del  que  no  respeta  á  los  reyes?  Ansí, 
continuando  la  misma  razón  y  repitiendo  aquella  pa- 
labra, «cuanto  mas.»  diga  ansí  agora  :  Si  es  malo  decir 
mal  de  los  reyes,  ¿cuánto  será  peor  del  que  no  solo  da 
muerte  á  los  reyes,  como  dicho  es,  sino  también  lo  ve 
todo  y  lo  entien'ic?  (lomo  diciendo  :  En  los  royes  es  pe- 
ligroso el  murmurar  de  ellos,  y  no  siempre  los  reyes  ni 
ven  ni  oyen  lo  (jue  dellos  se  dice ;  pues  ¿cuánto  será  mas 
del  que  con  los  ojos  de."C'ibre  y  alcanza  todas  las  co- 
sas? Y  acrecentando  y  declarando  mas  esto  mismo, 
añade  : 

22  «No  tinieblas  y  no  sombra  obscura,  para  encu- 
brir allí  obradores  de  mal.  No  solo,  dice,  tiene  ojos  para 
ver  lo'  que  pasó,  sino  ojos  que  traen  consigo  la  luz ;  de 
manera  que  en  mitad  de  las  tinieblas  hace  su  vista  cla- 
ridad, y  ansí  ve  las  obras  y  las  pisadas  de  los  hombres, 
estoes,  no  solo  sus  hechos,  pero  también  sus  intentos 
y  pretensiones,  y  aquello  adonde  van  á  parar.  Dice: 

23  «nae  no  sobre  el  hombre  ¡londrá  allende,  para 
andar  Dios  en  juicio.  »  Donde  decimos  allende,  la  pa- 
labra que  en  el  original  está,  hod,  mudados  los  puntos, 
puede  signilicar  también  testigo ,  por  pleonasmo  de  la 
voz ;  y  leyendo  así  no  hace  mal  sentido,  y  júntase  con- 
siguientemente con  ¡o  que  antecede.  Porque  dirá  ansí: 
«No  puso  sobre  el  hombre  tesligo,  para  andar  en  jui- 
cio. )>  Había  dicho  que  no  iiuy  obscuridad  que  no  sea 
clara  á  los  ojos  de  Dios,  dice  agora,  como  amplilican  lo 
y  extendiendo  mas  esto  mismo  que  ha  dicho,  que  ansí 
no  tiene  necesidad  de  poner  testigos  y  veladores  al  hom- 
bre, (jue  anden  sobre  él  y  le  acusen  ;  porque  él  lo  ve 
por  sí  mismo,  y  cuando  entrare  con  él  en  juicio,  él  mis- 
mo le  hai'á  á  él  cargo  de  manera  que  no  lo  pueda  ne- 
gar. Míis  siguiendo  la  primera  letra,  que  es  la  mejor, 
como  Eliú  liara  decir  iJios  por  rodeo,  dijo  primero  «el 
que  no  respeta  á  los  príncipes»,  y  después,  «el  que 
su-^ojos  ven  las  obras  y  las  pisadas  del  hombre;»  y  en 
cada  una  de  estas  cosas ,  como  está  declarado,  prelen- 
dió  y  quiso  decir  que,  si  es  tan  dañoso  murmurar  del, 
¿cuánto  mas  lo  seria  del  que  no  hace  caso  del  rey,  y 
cuánto 'mas  lo  seria  de!  que  lo  ve  y  oye  todo,  lo  que  no 
liíícen  los  reyes?  Ansí  agora  llama  áüios  el  que  no  po- 
ne «sobre  el  hombre  allende  para  c:)trar  en  juicio».  Y 
rcjtiüendo  lo  mismo  que  en  lo  so!)redicho  suplimos, 
quiere  decir  que  ¿cuánto  mas  debe  ser  leiinMo  hablar 
de  quien  no  pone  en  el  hombre  «allende  para  venir  á 
juicio»?  .Mas  ¿qué  es,  dirá  alguno,  «poner  allende»  en 
el  hombre?  Ninguna  otra  cosa  í^ino  poner  en  las  ma- 
nos del  hombre  el  dilatar  ó  alargar  el  tiempo  de  su  cuen- 
ta y  juicio.  Pues  dice  :  Al  rey,  si  le  habéis  enojado,  po- 
deisle  huir  la  cara  y-iiurlarle  el  cuerpo  á  las  veces,  y 
no  venir  ante  su  tribunal  y  huir  do  su  cárcel;  mas  con 
Dios  no'  es  ansí,  no  puode  el  hombre  decille  que  no 
quiere  dalle  cuenta  hoy,  si  hoy  se  la  pide,  ni  |)cd¡r  nuc- 

■  vos  plazos;  que  en  citándole  Dio^,  ha  de  parecer  anie 
su  tribunal  Im^.n  al  niomenlo.  Y  aun  podémoslo  decla- 
rar de  otra  mimera.  I^orquc,  donde  decimos  allende,  po- 
demos también  decir  svjln,  y  dirá  ansí  Eliú  que  no  po- 
ne Dios  siglo  eii  los  hombres  [lara  venir  con  él  á  juicio; 
esto  es,  qijc  no  les  dilata  el  castigo,  lii  diíiere  sicnqirc 
su  merecida  ¡lena  para  el  siglo  de  la  otra  vida.  Y  lo  que 
se  sigue  viene  con  esto  nuiy  bien  ,  porque  dice  ansí : 


LUIS  DE  LEÓN. 

2í  «Desmenuzará  grande,  :.in  cuenta,  establecerá 
postreros  en  su  lugar.»  Que  es  decir  que  aquí  en  esta 
luz  pública  hace  justicia  de  muchos  grandes  y  podero- 
sos tiranos,  y  pone  en  su  silla  dellos  á  los  que  ellos  no 
estimaban  en  nada.  Y  prosiguiendo  en  este  castigo  y 
en  la  causa  del,  añade  : 

25  ((  Por  ende  hace  conocer  servidumbres  dellos ,  y 
convertirá  la  noche,  y  serán  quebrantados.»  (diaco  co- 
nocer servidumbres  dellos»  es  decir  que  les  hará  á  es- 
tos talos,  de  quien  vamos  hablando,  que  conozcan  sus 
obras.  En  lo  cual  se  advierten  dos  cosas  :  una,  que  á 
las  obras  malas  de  los  malos  y  poderosos  llama  servi- 
dumbres ;  y  creen  ellos  que  en  ninguna  cosa  son  mas 
señores  que  en  obrar  de  aquella  manera.  Y  verdadera- 
mente es  así ,  que  en  eso  que  apetecen  y  siguen ,  y  en 
lo  que  ponen  su  contento,  y  de  lo  que  hacen  señorío 
y  estado,  es  una  servidumbre  y  un  miserable  captive- 
rio  ,  como  si  la  brevedad  de  esta  escritura  diese  á  ello 
lugar  se  podría  mostrar  á  los  ojos.  Porque  ¿qué  es,  sino 
ser  captivos  de  amos  importunos,  ó  por  mejor  decir, 
de  crueles  íieras,  las  mesas  y  los  lechos,  y  los  juegos 
y  los  pundonores ,  y  el  desconcierto  de  vida ,  y  el  estilo 
de  aquestos,  rodeados  de  seda  y  de  olores?  Lo  otro  so 
advierte  que  dice  que  hará  Dios  que  conozcan  estas 
sus  obras  ;  porque  á  la  verdad ,  como  decíamos  agora, 
ellos,  engañados  y  ciegos,  no  las  conocen  por  trabajo, 
sino  eslímanlas  por  deleite  y  amorío  ;  poro  Dios,  en  el 
tiempo  que  los  castiga  por  ellas,  hace  que  las  conoz- 
can. Que  como  á  los  niños,  ansí  á  ellos  el  azote  les 
abre  los  ojos  para  que  vean  la  falsedad  y  la  miseria  de 
lo  que  amaban,  y  de  cómo  servían  esclavos  imaginán- 
dose grandes  y  señores.  Este  conocimienío,  auni'iue 
sin  fruto,  se  echa  bien  do  ver  en  aquello  cuyas  pala- 
bras pone  la  Sabiduría  (a),  diciendo  :  «  Nosotros  cier- 
tamente erramos  del  camino  de  la  verdad,  y  nunca  nos 
resplandeció  luz  de  justicia,  ni  nunca  el  sol  de  justi- 
cia nos  salió.  En  caminos  de  iniquidad  y  de  perdición 
nos  habemos  cansado,  y  habernos  andado  por  caminos 
perdidos,  y  habemos  ignorado  el  camino  del  Señor.  ¿Do 
qué  nos  aprovecho  la  soberbia  ,  ó  qué  nos  ganaron  las 
riquezas  con  la  jactancia?  Todo  aquello  se  pasó  como 
sombra  y  como  una  postaque  pasa  corriendo...  Ansí 
nosotros  luego  en  naciendo  faltamos,  y  ni  aun  señal 
alguna  de  virtud  podimos  mostrar;  mas  en  luieslra 
malicia  fuimos  consumidos  del  todo.»  Y  conforme  á 
oslo  Eliú,  prosiguiendo  en  el  desengaño  dcstos,  aña- 
de :  «Y  convertirá  la  noche,  y  serán  (juebrantados.» 
Convertirá,  es  decir,  convertiráso,  andará  el  ciclo  á  la 
redonda,  y  ponerse  han  las  estrellas,,  y  tendrá  lin  la 
noche,  y  amanecerá  el  sol.  Ansí  que,  ¡lasará  la  noche 
(leste  su  engaño  y  error,  que  ellos  tenian  [lor  luz,  «y 
serán  tpiebraiilados;»)  oslo  es,  cuando  fueren  quebran-  ' 
tados  con  la  calamidad  y  el  casligo  les  amanecerá  el 
conocinuento  y  razón.  Y  algunas  v(>ces  será  con  pro- 
vecho, como  en  aquel  que  decia  {b)  :  «Después  (¡ue 
me  heridle,  herí  yo  mi  muslo  y  hice  ponilencía ;»  es'o[ 
es,  como  hacen  los  que  caen  en  la  cuenta  do  lo  que  J 
antes  no  echaban  de  ver,  di  una  palmada  sobre  mi  nuís- 
lo,  y  desengañado,  emendóme  y  dolíme.  O  díganlos  tam- 
bién que  es  csia'viuala  noche,  adonde  ioJo  anda  con- 

(íij  S;ip.,  cali.  '■>,  V.  7,  S,  'J  y  15.    i//   Jrrtiii  ,  caii.  'I,  v.  10 


EXPJSICION  DEL 
fuso  y  obscuro,  y  ailomio  los  que  menos  son  y  menos  ' 
valen  por  la  mayor  liarle  sou  esLimados  en  mas ,  lo  j 
cual  pasa  cuando  se  acaba,  y  los  que  aquí  con  su  tira- 
iiia  y  poder  quebrantaban  á  lodos,  serán  quebrantados  i 
entonces.  Y  como  quiera  que  aquesto  se  entienda,  vie-  | 
lie  bien  con  ello  lo  que  se  sigue  : 

2G  «Por  malvailos  los  ferirá  en  lugar  do  miranles. n 
Que  es  decir  que  liará  dellos  justicia  pública,  y  con 
pregón  público,  y  en  los  ojos  de  todos;  lo  cual  liace 
Dios  en  esta  vida  con  muclios  pecadores,  y  en  la  otra, 
en  el  juicio  universal,  liará  generalmente  con  todos. 
«Lugar  de  mirantes»  llama  el  teatro  y  la  pla/.a  públi- 
ca, adonde  están  muclios  que  miran,  como  acontece 
cuando  se  Iiace  justicia  de  algún  mallieclior.  Dice  mas, 
y  añade  la  causa  de  este  castigo.  O  por  decir  mejor, 
porque  los  lia  llevado  á  degollar  á  la  plaza,  apregona  él 
la  causa  de  la  justicia,  ó  escribe  lo  que  adelante  de  ellos 
con  voz  alia  y  clara  dice  el  pregonero,  que  es  : 

27  «Por  cuanto,»)  conviene  á  saber,  esta  es  la  jus- 
ticia que  hace  Dios  deslos  hombres;  «por  cuanto  se 
apartaron  de  en  pos  del,  y  todos  los  caminos  del  no 
quisieron  entender.»  Y  no  es  mucho,  antes  es  muy  jus- 
to, que  den  en  semejante  despeñadero  los  que  no  qui- 
sieron á  Dios  por  su  guia.  Dice  mas : 

28  «  Para  hacer  entrar  á  él  grilo  de  pobre,  y  grito 
de  atligidos  oirá.»  En  lo  cual  va  dilatando  y  adornando 
mas  esta  pintura  de  justicia  y  público  castigo  que  ha- 
ce, con  decir  algunos  de  los  accidentes  que  con  ella 
se  suelen  juntar.  Porque  de  ordinario  acontece ,  cuan- 
do Dios  toma  ansí  venganza  pública  de  algún  tirano, 
que  los  humildes  y  que  por  caso  han  sido  de  aquel 
mismo  afligidos,  que  lo  miran  y  ven,  alcen  la  voz  á 
Dios ,  alabándole  y  confesando  que  es  justo.  O  como  pu- 
simos «para  hacer  entrar»,  podemos  también  poner 
(trocando  un  tiempo  por  otro,  que  es  trueque  que  se 
usa  mucho  en  la  Santa  Escritura);  ansí  que',  podemos 
decir  :  «Porque  hizo  entrar  á  sí  grito  de  pobre,  y  gri- 
tos de  afligidos  oyó. »  Y  según  esto ,  dirá  aquí  Eliú  la 
causa  por  donde  se  movió  Dios  á  esta  justicia,  que  fué 
el  haber  oido  la  voz  y  las  quejas  de  aquellos  á  quien  opri- 
mían estos  tiranos  que  dice,  y  será  como  el  remate  y  la 
conclusión  del  pregón.  Por  manera  que  el  pregón  en- 
tero será ,  que  hace  Dios  justicia  de  aquestos  por  cuan- 
to no  fueron  en  pos  del  ni  quisieron  seguir  sus  cami- 
nos, y  por  cuanto  oyó  los  gritos  y  las  quejas  de  los  po- 
bres á  quien  ellos  tiranizaban.  Adonde  como  en  suma 
se  tocan  tres  géneros  de  pecados ,  donde  todos  se  en- 
cierran ,  que  es ,  pecar  contra  Dios  y  contra  sí  y  con- 
tra el  pnijimo.  Va  adelante  : 

29  «Y  él  dará  reposo,  y  ¿quién  condenará  por  malo?» 
Como  ha  dicho  Eliú,  para  engrandecer  á  Dios  la  fuer- 
za de  su  justicia  cuando  condena  y  castiga,  ansí  para 
el  mismo  fin  de  engrandecelle  pone  también  agora 
cuan  elicaz  es  Dios  cuando  absuelve.  Y  ansí  dice  :  «Y 
él  dará  reposo  ;  »  esto  es ,  cuando  da  él  reposo  y  cria 
paz  y  justicia  en  el  alma ,  y  defiende  al  hombre  de  lo 
que  exterior  y  interiormente  le  hace  guerra  y  persigue, 
«¿quién  condenará  por  malo?»  Semejantemente  alo  que 
dice  san  Pablo  (a) :  «¿Quién  condenará,»  ó  quién  dará 
sentencia  de  condenación ,  «  contra  los  escogidos  de 

(a)  Rom.,  cap.  8,  v.  33. 


LIBUO  DE  JÜD.  i:\i 

Dios?»  Dice  :  «Y  encubrirá  faces,  y  ¿quién  mirará  á 
él  y  sobre  gentes  y  sobre  hombres  juntamente?»  Y  al 
revés,  dice,  si  encubre  Dios  sus  faces,  esto  es,  si  al- 
za la  mano  y  no  mira  con  favor  á  alguno,  agora  sea 
algún  reino  ó  algún  particular,  ¿quién  mirará  por  él? 
esto  es ,  ¿quién  podrá  estorbar  que  no  se  pierda  y  pe- 
rezca? Mostrando  Eliú  en  esto  que  todo  el  bien  de  to- 
dos nace  de  Dios.  Y  porque  parece  mas  poderoso  un 
reino  para  valerse  él  á  sí  mismo,  muestra  señalada- 
mente en  él  lo  poco  que  puede  si  Dios  no  le  mira  y  fa- 
vorece. Y  ansí  añade : 

30  «De  reinar  hombre  hipócrita  de  estropiezos  de 
pueblo.»  Como  diciendo  :  Si  Dios  aparta  sus  ojos  de  al- 
guno ,  aunque  sea  de  un  reino  todo  y  de  una  nación, 
¿quién  será  parle  para  que  no  reine  y  se  apodere  de  ella 
un  hipócrita?  Y  llama  hipócrita  todo  lo  que  es  man- 
do no  legitimo,  sino  tirano  y  vicioso.  Y  lo  que  añade, 
«de  estropiezos  de  pueblo,»  puédese  entender,  ó  como 
lo  entendió  y  trasladó  san  Jerónimo,  que  en  las  gen- 
tes á  quien  Dios  dejare  de  su  mano  reinará  el  hipó- 
crita por  los  estropiezos  ,  esto  es ,  por  los  pecados  y 
caídas  del  pueblo  (de  manera  que  por  no  mírallos  Dios 
con  favor  pecarán  los  subditos ,  y  luego  por  los  peca- 
dos dellos  y  en  su  pena  les  dará  malos  reyes) ;  ó  de 
otra  manera,  que  en  el  reino  por  quien  Dios  no  mira, 
sin  que  nadie  pueda  eslorballo,  sucederán  luego  doí 
males  :  vicios  grandes  en  los  miembros ,  y  maldades  y 
tiranías  en  las  cabezas  ;  que  son  dos  males  que  con- 
tienen en  si  toda  la  calamidad  y  ruina  que  puede  venir 
á  un  reino.  Porque  ¿qué  le  queda  de  sano,  cuando  están 
en  él  enfermos  la  cabeza  y  los  miembros?  O  digamos 
ansí,  que  «estropiezos  de  pueblo»  llama  Eliú  las  leyes 
de  los  reyes  hipócritas,  que  fingiendo  y  poniendo  de- 
lante algún  respeto  bueno  de  pública  utilidad,  no  pre- 
tenden sino  poner  en  ellas  estropiezos  al  pueblo,  para 
de  sus  caídas  del  sacar  el  bien  de  su  fisco  y  provecho. 
Y  por  la  aparencia  falsa  de  bien  con  que  visten  y  disi- 
mulan estos  mandamientos  ó  estropiezos  suyos,  por  e^o 
á  los  autores  y  latores  dellos  Eliú  los  llamó  bien  hipó- 
critas. Y  dice,  conforme  á  esto,  que  en  el  reino  á  quien 
Dios  deja  no  será  posible  sino  que  reinen  luego  malos 
príncipes ,  que  para  despojar  á  sus  subditos  les  pongan 
leyes  en  que  estropiecen,  y  caídos  se  enreden, 

31  «Porque  á  Dios  decir  alcé,  no  corromperé.»  Ha- 
biendo concluido  ya  su  razón  Eliú  en  lo  que  tocaba  al 
abono  de  Dios,  vuélvese  agora  propriamente  á  razonar 
con  Job  y  á  amoneslalle  con  estas  pidabras,  las  cuales 
se  pueden  entender  en  diferente  manera.  O  ansí  : 
«  Porque  yo  alcé  decir  mío  á  Dios ; »  esto  es,  ansí  como 
yo  he  hablado  de  Dios  loándole  y  defendiendo  su  cau- 
sa ,  «  no  corromperé , »  esto  es ,  no  estorbaré  ni  te  qui- 
taré á  tí  que,  si  sientes  esta  causa,  que  no  hables  y 
hagas  lo  mismo.  Como  diciendo  en  conclusión  :  Yo  he 
dicho  de  Dios  lo  que  me  parece  ;  di  tú  agora  si  tienes 
algo  en  conlrario.  Ansí  lo  entendió,  y  bien,  san  Je- 
rónimo, y  conforme  á  ello  tradujo  :  «Pues  que  yo  he 
hablado  con  Dios,  no  le  vedaré  a  tí  lo  mismo.»  Y  con- 
siguiente á  esto  dijo  bien  ,  en  persona  de  Eliú ,  en  el 
verso  que  luego  se  sigue  :  «Si  erré,  tú  me  enseña  ;  si 
he  hablado  mal,  no  añadiré  mas.  »  Esto  pues  se  dice 
ansí  bien ,  ó  de  otra  manera,  á  que  nos  dan  las  pala- 


452  OBRAS  DE  FRAY 

l)ras  licencia.  Dice  :  a  Porque  á  Dios  decir  :»  eslo  es, 
porque  es  proj-iiiu  ú  ÍJios  el  liocir,  coaviciie  á  saber, 
por  cuanto  Dios  es  el  que  puede  decir  y  de  hecho  dice 
alcé,  conviene  a  saber,  el  pecado;  esto  es,  helo  per- 
donado (porque  alzar  en  la  Escritura,  y  sefialada- 
mente  cuando  se  dice  con  la  palabra  original  iiasa,  que 
está  en  este  lui-'ar,  siempre  significa  perdón  de  las  cul- 
pas); ansí  que,  por  cuanto  la  condición  de  Dios  es 
decir  yo  perdono ,  (Oío  corromperé ,  »  ó  como  otra  le- 
tra dice,  ano  ejecutaré,))  eslo  es,  no  quiero  traeros 
á  muerte  ni  deshaceros,  (jue  el  decir  en  Dios  es  hacer; 
ansí  que,  por  esto,  Job ,  de  mi  consejo  vuélvele  á  él  y 
(lile  humilnienle  lo  que  se  sigue  : 

32  (iNo  liarlo  mire,  lú  me  ensena;  si  malda.l  obré, 
no  añadiré;»  eslo  es,  si  no  miré  bien  lo  que  dije  ni 
entendí  lo  que  hice,  enséñame  tú  la  verdad;  y  si  he 
pecado,  no  pecaré  mas.  Y  es  buen  remate  este  de  la 
disputa  adonde  Job  es  argüido  de  presunción  contra 
Dios,  amoneslallc  que  se  humille  á  él ,  y  reconozca  y 
confiese  su  culpa  con  esperanza  de  que  en  Dios  hay 
perdón.  Mas  lo  que  sigue  es  gracioso.  Dice  : 

33  i)¿Por  ventura  de  ti  se  perficionará  ella,  que  abo- 
minaste, que  lú  elegiste ,  y  no  yo,  que  supiste  hablar? 
San  Jerónimo  traslada  :  «¿Por  ventura  Dios  pídesela 
con  deseo,  que  la  abominaste?»  Y  súfrelo  la  letra  tam- 
bién. Y  quiere  decir  :  ¿Por  ventura  vale  á  Dios  algo 
tu  penitencia  y  buen  reconociniiento,  que  ansí  lo  abor- 
reces y  huyes  del?  Mas  sigamos  agora  esta  otra  letra. 
Yo  entiendo  aquí  que  Job,  luego  que  Eliú  en  el  verso 
pasado  le  amonestó  á  que  confesase  su  culpa  reccno- 
eiéndose ,  enfadado  mucho  de  tantas  impertinencias 
como  había  hablado  Eliú  (que  aunque  en  las  senten- 
cias y  en  cada  parle  era  verdadera  su  plática,  en  el 
lodo  della  no  hacia  al  propósito);  ansí  que,  enfadado  y 
cansado  del,  mostró  aquí  su  enfado  con  algún  semblan- 
te desabrido,  y  con  algún  meneo  que  á  Eliú  le  pareció 
que  era  muy  en  su  desprecio.  Y  c^mio  él  tenia  grandí- 
sima satisfacción  de  sí  mismo  y  de  su  mucho  saber, 
como  lo  demostró  en  el  principio  de  su  halda  y  en  oíros 
lugares,  sintió  en  el  alma  que  Job  le  luviese  en  tan 
poco,  cuando  él  pensalja  que  liabia  díciio  algo,  y  con- 
tenió de  sí,  imaginaba  que,  rendidos  todos  á  él,  habían 
de  admirar  su  decir.  Y  ansí,  sentido,  encendióse  en  ira 
todo,  y  reventando  de  enojo,  dícele  á  Job  :  «¿Por  ven- 
tura de  tí  se  [lerficionará  ella?  Esto  es :  ¿Oué  arrogan- 
cia es  c.-ta  luya,  que  lodo  lo  desprecias  ansí?  ¿I'or  ven- 
lurase  perliciona  en  tí  la  sabiduría?  ¿Eres  tú  por  ven- 
tura el  remate  y  la  suma  de  todo  el  saber?  O  ¿por  ven- 
tura puede  Líber  arrogancia,  presunción  mayor  y  mas 
en  lo  sumo  que  es  esla  tuya ,  «que  abominaste,»  esto 
es,  que  desprecias  y  escarneces  con  meneos  y  gestos 
mis  [lalabras  sabias  y  mis  sanos  consejos?  Y  ¿piensas 
lú,  dice,  que  me  pusiera  yo  en  disputa  contigo,  ni  lii- 

,  ciera  ese  caso  de  lí,  si  tú  no  hicieras  pr¡iici[iio?  «Tú, 
dice,  elegiste,  y  no  yo;»  ya  quo  lo  comeiizasle  ,  «¿qué 
supiste  hablar?  Como  si  dijese  mas  claramente:  Co- 
menzaste la  dis|iuta  ,  y  no  supiste  flecir  cosa  digna  de 
ser  aprobada  ;  romen/.asle  el  desafío,  y  ni  sabes  menear 
lac.s[iada,  ni  ^iijuiera  ampararle.  Y  consiguienlcáeslo 
es  lo  quf  añade  : 
34  «Hombres  de  corazón  dirán  á  mí,  y  varón  sabio 


LUIS  DE  LEÓN. 

oyente  de  mí.»  Si  tú,  dice,  estimas  mis  dichos  en  poco 
y  los  menosprecias,  en  menos  estimo  yo  tu  juicio;  des- 
preciaréte,  que  eres  tonto ;  que  los  sabios  y  los  pruden- 
tes á  buen  seguro  que  no  me  despreciarán.  «Hombres 
de  corazón  dirán  á  mí , »  esto  es ,  alaban  mí  saber  y 
elocuencia,  y  «varón  sabio  oyente  de  mí»,  eslo  es, 
me  oirá  para  su  gusto  y  provecho.  Mas  dice : 

35  «Job  no  en  sentencia  hablará,  y  hablas  suyas  no 
entendimiento.»  Como  si  dijese  :  Mas  de  tí,  Job,  no 
juzgarán  ansí,  sino  muy  al  revés  ,  que  ni  demuestras 
doctrina,  ni  parece  que  tienes  enlendimieido  en  nin- 
guna cosa  que  dices.  Y  creciendo  en  Eliú  mas  el  eno- 
jo ,  y  llegando  la  rabia  como  á  lo  sumo ,  dice  : 

30  «Padre  mió,  sea  probado  Job  acabadamente,  para 
respuestas  en  hombres  de  maldad.»  «Padre  mío,»  según 
la  propriedad  del  original,  hace  significación  de  un  ar- 
diente deseo,  como  quien  dice  ¡ojalá!  ó  ¡pluguiese  á 
Dios!  Pues  rabioso  de  enojo,  desea  á  Job  la  muerte  y 
que  Dios  acabe  con  él.  Y  viste  su  deseo  malo  con  pro- 
bable color,  para  que ,  dice ,  sean  castigados  los  que 
hablan  malamente  de  Dios.  «Sea,  dice,  probado  Job.» 
Probar,  en  la  Escritura,  es  afligir  con  trabajos  y  azo- 
tes. Acabadamente,  ó  hasta  la  fin,  es  en  el  original 
naisach,  que  significa  perficion  entera  y  pujanza  gran- 
de, y  acabamiento  en  aquello  á  quien  se  dice  y  ajilica. 
Pues  desea  que  la  calamidad  y  azote  que  está  sobro 
Job  vaya  pujando  siempre  basta  que  le  acalte  y  le  ven- 
za, porque  asi  muerto,  ni  él  hablará  desacatadamente 
de  Dios,  y  escarmentarán  en  su  cabe/.a  Ids  malos  para 
huir  de  lo  mismo.  Porque,  como  úllimamente  dice  : 

37  «Añadirá  á  pecados  suyos  maldad,  entre  nosotros 
palmeará,  y  mulíi]»l¡cará  diciios  suyos  á  Dios;»  eslo 
es,  porque  si  vive  será  para  añadir  pecado  á  pecado. 
«Palmeará  entre  nosotros.  »  Es  esla  obra  de  los  muy 
desesperados  y  de  los  que  hablan  locos  con  la  pasión, 
herir  con  las  palmas  y  dar  voces.  Pues  dice  que  cuanto 
mas  durare  Job  en  la  vida ,  lanío  creciendo  mas  en  su 
impaciencia,  hará  cosas  de  loco,  y  con  palabras  y  ges- 
tos y  semblantes  añadirá  pecados  á  pecados.  «  Y  nud- 
liplicará  sus  dichos  á  Dios,»  esto  es,  solo  dosaculará 
mas  y  mus  cada  punto. 

CAPITULO  XXXV. 

ARGUMENTO. 

Insiste  todavía  lüliú  en  su  razón,  y  poique  .lob  lial)ia  dicho  ron 
buoii  si'iituii)  que  le  sciviria  poco  para  el  fin  di'  i|iii'  so  tialilalia 
el  vivii-  ,'111  jiccado ,  él ,  t'iileiiílu'iidí/lo  nial ,  toma  (ica^ioii  clcllo 
para  decir  que  Job  se  alirmo  por  mas  justo  (|uc  Dios  ;  y  prueba 
muy  de  propusilo  que  el  provcclio  de  la  virtud  es  solo  del  que 
la  hace,  y  que  üios  siempre  adiuiíiistra  justicia. 

i  Y  respondió  Eliú  y  dijo  : 

2  ¿Por  ventura  eslo  parócete  de  juicio,  que  dijiste 
iuslic'ia  mía  mas  que  Dios? 

3  Une  (lijisle  :  ¿Qué  aprovccliará  á  li,  (luú  frulo  de 
pecado  mió? 

i  Yo  ic'iilicaré  á  li  pnlaliras,  y  .-'i  ins  aniií?os  conlÍL;o. 

V>  Coiitcnipla  cielos  v  mira  ;  alza  los  ojos  á  los  csüe- 
llados,  ensalzáronse  mas  que  lú. 

C  Si  pecaste,  ¿qué  iiar.is  á  él?  Y  si  se  nuilliplicareii 
liis  inalilailes,  ¿(|iié  liarás  á  él? 

7  Si  justo  l'uisle,  ¿qué  le  darás  6  ipié  de  lu  mano  lo- 
mará '.' 

8  A  iionilirc  como  lú  maldad  luya,  y  á  hijo  de  terreno 
justicia  luya. 


EXPÜSiCIÜN  DEL 

9  Por  muchedumbre  de  opresores  vocearon,  gritaron   ; 
f«or  brazo  tle  poderosos. 

10  V  no  dijo:  ¿Dónde  Dios,  hacedor  mió,  dador  de  can 
tares  en  noche, 

il  Que  nos  aveza  allende  bestias  de  tierra,  y  allende 
ave  de  cielos  nos  hace  sabios'? 

i2  Allí  vocearán  y  iio  responderá,  defondifndolos  de 
faces  de  altivos  fuertes. 

i5  Kmpero  vanidad  no  oirá  Dios,  y  Omnipotente  no  mi- 
rará á  nosotros. 

14  Aun  cuando  dijeres  :  No  mirará  á  nosotros,  juzgar 
ante  sus  faces,  y  esperarás  en  é!. 

ia  Y  agora  (¡ue  no  visitó  ira  suya,  y  no  experimento  mi 
mucho  mal. 

1G  V  Job  en  vanidad  abre  boca  suya,  y  sin  ciencia  pa- 
labras amontona. 

EXPLICACIÓN. 

i  «Y  responrlió  Eliú  y  dijo:» 

2  «¿Por  venliira  esto  parécete  ríe  juicio,  que  dijiste  : 
Justicia  mia  mas  queDios?»  «¿Parécete  de  juicio?"  quie- 
re? decir,  ¿parécete  cosa  que  cabe  en  juicio  y  razón,  ó 
parécete  que  no  es  digno  de  ser  traído  á  juicio  y  de  ser 
condenado  esto  que  has  diclio,  conviene  á  saber,  mi 
justicia  es  mavnr  que  !a  justicia  de  Dios?  No  dijo  esto 
Job,  sino  colígelo  Eliú  de  lo  que  Job  dijo,  que  es  esto 
que  se  sigue. 

3  «Que  dijiste:  ¿Qué  aprovechará  á  tí,  qué  fruto  de 
pecado  mió?  Declaremos  primero  la  sentencia  dees!  as  pa- 
labras, y  de-pues  cómo  se  sigue  lo  que  dellas  colige  Eliú. 
«¿Qué  aproveciiará  á  tí?»  Pénese  aquí  una  persona  por 
otra,  la  segunda  por  la  primera,  que  se  usa  algunas  ve- 
ces en  la  Santa  Escriiura,  y  decir  «á  tí»,  es  decir  «á 
mí».  Porque  Eliú,  como  hablaba  con  Job,  dijo  «á  tí»,  y 
habló  de  primera  persona  ,  aunque  referia  las  palabras 
de  Job,  en  las  cuales  el  habló  de  sí,  y  dijo  «á  mí», 
en  la  persona  primera.  Pues  refiere  iiaber  dicho  Job  : 
«¿Qué  me  aprovecbará  á  mí,»  conviene  á  saber,  el  vol- 
ver mi  corazón  á  Dios  y  el  ser  justo?  «Y  ¿qué  fruto  de 
pecado  mió?»  Pecado  en  la  Escritura  se  toma  algunas 
veces  por  la  ofrenda  y  sacrificio  con  que  se  limpia  el 
pecado ,  como  dijo  san  Pablo  (a) :  «Al  que  no  conocia 
pecado  hizo  por  nosotros  pecado,  para  que  nosotros 
fuésemos  hechos  justicia  de  Dios  en  él  mismo;»  y  an- 
sí se  toma  en  este  lugar.  Y  dice  Job  por  esto  segundo 
lo  mismo  que  habla  dicho  por  lo  prlinero ,  aunque  con 
diferentes  palabras.  ¿Qué  fruto,  dice,  sacaré  de  satis- 
facer por  mis  culpas?  Y  quiere  Job  decir  en  esto  una 
cosa,  y  entiende  otra  Eliú.  Job,  como  dijimos,  responde 
á  lo  que  sus  amigos  decian,  y  habla  conforme  á  lo  par- 
ticular de  su  intento,  que  era  decirque,  no  por  ser  jus- 
to uno  ,  se  libraba  de  ser  algunas  veces  herido  y  mal- 
tratado de  Dios.  Y  ansí ,  para  esle  fin  de  no  padecer 
algunas  veces  trabajos ,  dice  que  no  trae  fruto  el  ser 
justo,  porque  los  justos  los  padecen  también,  y  ansí 
decía  verdad.  Esto  decía;  mas  Eliú  hace  sentido  gene- 
ral deste  dicho ,  como  si  afirmara  Job  que  el  ser  bue- 
no era  infructuoso  del  todo;  y  entendiéndolo  ansí,  in- 
fiere bien,  según  su  sentido,  que  Job  notaba  de  injus- 
ticia á  Dios.  Pero  infiere  mal  según  la  verdad ,  porque, 
de  padecer  calamidades  el  bueno,  que  es  lo  que  Job  en 
sentencia  afirmaba,  no  se  sigue  que  eá  malo  Dios.  Mas 

ifi)  u,  Cor.,  cap.  ü,  v.  21. 


LIBRO  DE  JOB.  433 

Eliú  sigue  su  imaginación,  y  conforme  á  ella  prodigue 
diciendo : 

4  «Yo  replicaré  á  tí  palabras,  y  á  tus  amigos  conti- 
go.» Quiere  decir:  A  tí  y  á  lodos  los  que  fueren  de  tu 
parecer  y  te  ayudaren  yo  los  convenceré.  Mas  veamos 
cóiiiO.  Dice  :  «Contempla  los  cielos  y  mira,  alza  los 
ojos  á  los  estrellados,  ensalzáronse  masque  tú.»  Hace 
Eliú  como  prudente  médico,  que  acule  á  la  raíz  del  mal. 
Había  propuesto  dos  cosas :  la  una ,  que  decía  Job  que 
no  aprovechaba  el  ser  bueno;  y  la  otra,  que  él  iulirió 
que  Dios  no  era  justo.  No  trata  deslo  segundo,  sino  ar- 
guye contra  lo  primero  de  donde  esto  nació;  pi:)rque, 
faltando  este  cimiento,  caía  lo  que  en  él  se  fundaba.  Y 
ansí,  quiere  probar  que  el  ser  bueno  aprovecha  al  que 
lo  es,  y  toda  su  razón  consiste  en  esle  argumento:  Si 
uno  es  bueno,  como  las  palabras  lo  dicen,  y  no  es  bue- 
no para  Dios;  luego  para  el  hombre  que  lo  es.  Y  prueba 
que  no  !e  importa á  Dios,  y  para  proballo  comienza  an-í : 

5  «  Mira  los  cielos  y  mira  los  estrellados,»  cuánto 
están  mas  altos  que  tú.  Y  añaile  luego  : 

6  «Si  pecaste,  ¿qué  harás  á  él?  Y  sise  multiplicaren 
tus  maldades  ,  ¿  qué  harás  á  él  ? 

7  «Si  justo  fuiste,  ¿qué  le  darás  ó  qué  de  tu  mano  lo- 
mará?» Que  es  argumento  que  consiste  en  semejanza, 
sino  que  está  la  semejanza  secreta  y  disimulada.  Y  des- 
cúbrele desta  inanera:  Cuan  lejos  está  el  cielo  de  tí, 
tan  lejos  está  Dios  de  tu  bien  ó  tu  mal  obrar,  como 
no  puedes  tocar  con  la  inauo  al  cielo ,  ansí  ni  aprove- 
chas ni  dañas  á  Dios  con  tus  obras.  Y  está  la  fuerza  de 
esta  semejanza  y  deste  argumento  en  que  Dios  está  so- 
bre el  cielo  y  mqr^.en  él;  y  ansí,  quien  no  puede  da- 
ñar al  cielo,  menos  podrá  dañar  al  que  vive  en  el  cielo. 
Y  de  lo  que  es  manifiesto,  que  es  la  distancia  que  de 
nosotros  al  cielo  hay,  arguye  bien  Eliú  lo  poco  que 
sirven  nuestras  obras  ala  bienaventuranza  de  Dios,  que 
está  sobre  el  cielo.  Y  aun  tiene  fuerza  por  otro  respecto 
nuevo  aqueste  argumento.  Porque  decir  Eliú  á  Job 
que  mire  los  cielos  cuan  alzados  están,  es  decide  que 
están  libres  y  muy  ajenos  de  toda  peregrina  impresión; 
y  si  en  los  cielos  esto  es  así,  mas  lo  será  en  el  Señor  de 
los  cielos,  cuya  naturaleza  es  de  la  cualidad  del  lugar 
en  que  mora ,  y  de  muy  mejor  cualidad.  Y  dicho  esto, 
concluye  y  dice: 

8  «.\  hombre  como  tú  maldad  tuya,  y  á  hijo  de  ter- 
reno justicia  tuya,»  base  de  añadir,  traerá  ó  daño  ó 
provecho.  Porque  si  aprovecha  alguno,  y  no  es  Dios  á 
quien  aprovecha,  queda  que  aproveche  al  que  lo  ha- 
ce, que  es  lo  que  pretende  Eliú.  «A  hombre  como  tú,» 
esLo  es,  á  los  hombres  que  están  sujetos  á  daño,  co- 
mo tú  estás ,  dáñales  su  maldad.  Y  dice  tuya ,  porque 
á  tí  la  tuya,  y  la  suya  á  cada  uno;  ó  también  por- 
que el  ser  uno  malo  ó  bueno  suele  ser  dañoso  ó  pro- 
vechoso ,  no  solo  á  él ,  mas  también  á  los  hombres 
entre  quien  vive.  Mas  prosigtie  : 

9  «Por  muchedumbre  de  opresores  vocearon,  grita- 
ron por  brazo  de  poderosos.»  Esta  es  una  objeción  que 
á  su  parecer  le  pudiera  poner  Job ,  y  pénesela  él  á  sí 
mismo,  para  responder  á  ella  después.  Como  si  dijese: 
P^ro  dirás:  Si  Dios  es  justo  y  no  toma  gusto  de  lo  ma- 
lo que  en  el  mundo  se  hace,  ¿porqué  hay  tantos  que 
griten  y  voceen  porque  ios  oprimen  y  despojan  los 


454  ODBAS  DE  FRAY 

mas  pniIeroso>?  Por  quú  ron>icnto  que  haya  tiranos  j 
que  agravien  á  mil  mezquinos  que  se  (luojaii  á  voces? 
Porque  siempre  esta  razón  puso  conaoja  y  como  ago-  j 
nia  en  los  pedios  sanios,  para  en  cierta  manera  que- 
rellnríc  da  Dios,  como  es  lo  que  dice  Abacuc  («).  A  es- 
to pues  Eliú  responde,  diciemlo: 

iO  (íY  no  dijo:  ¿Dónde  Dios,  liacedor  mío,  dador  do 
cantares  en  noche?»  Es  como  s¡  dijese:  La  causa  de 
eso  es.  no  ser  Dios  injusto,  sino  ser  los  que  padecen 
descuidados  en  Uamallc.  «Y  no  dijo,»  esto  es,  y  la  cau- 
sa de  eso  es,  porque  el  oprimido  y  el  que  da  gritos  y 
vocea,  y  llama  en  su  favor  á  los  hombros,  «no  dijo,» 
no  tuvo  acuerdo  de  decir:  «/.Adunde  está  Dios,  hacedor 
mió,  dador  de  cantares  en  la  noche?»  Porque  si  se 
aconlara  que  hahia  Dios  en  el  cielo,  cslo  es,  en  parle 
eminente,  para  ver  cuanto  bueno  y  malo  se  hace;  y  se 
acordara  que  le  había  hecho  y  criado,  y  que  por  la  mis- 
ma razón  no  liabia  de  oIv¡<lar  y  desamparar  su  hechu- 
ra; y  si  tuviera  memoria  de  cuan  proprio  le  es  dar  can- 
tares en  la  noche,  esto  es,  en  medio  de  lo  obscuro  de 
la  adversidad  dar  reposo  y  regocijar  el  corazón  y  la  bo- 
ca con  alegría,  y  finalmente,  dar  buena  salida  y  sucoso; 
ansí  que,  si  tuviera  el  oproso  todoosio  en  su  memoria^ 
y  movido  dello,  pidiera  á  Dios  su  favor,  su  trabajo  se  le 
Tolveria  en  descanso,  y  si  no  le  sucede  ausi,  es  culpa 
suya,  y  no  falta  de  Dios.  Y  á  la  verdad,  pasa  ansí  mu- 
dias  veces,  y  os  ceguedad  digna  de  compasión  que  en 
nuestros  trabajos,  los  que  otros  hombres  noscausaron, 
no  nos  queremos  desengañar  de  lo  poco  que  podemos  fiar 
dellos ;  y  buscando  remedio,  á  cualquier  cosa,  por  flaca  y 
por  dudosa  que  sea,  acudimos  primero  que  á  Dios.  Mas, 
éntrelas  cosas  que  dice  Eliú  en  aqueste  lugar,  merece  ser 
advertida  que  llama  á  Dios,  como  con  proprio  renom- 
bre, «Dador  de  cantaros  en  noche;»  porque  es  muy  su- 
yo acudir  siempre,  cuando  todo  se  escurecc  y  cuando 
todo  parece  que  falla.  Y  asi  dice  David  (/>)  de  él  que 
ayuda  siempre  «en  el  punto  de  la  tribulación».  Aun- 
que podemos  decir  también  de  otra  nvuiera  que  se  di- 
ce de  Dios,  que  da  cantares  en  noclie,  poríjue  siembra 
entonces  el  cielo  con  las  estrellas,  las  cuales  con  su 
claridad,  hermosura  y  muchedumbre  convidan  á  los 
hombres  á  que  alaben  á  Dios.  Y  es  ansí  que  nadie  alza 
los  ojos  en  una  noche  serena  ,  y  ve  el  cielo  estrellado, 
que  no  alabe  luego  á  Dios,  ó  con  la  boca  ú  dentro  de 
»i  con  el  espíritu.  Y  siguiendo  esla  manera  de  decir, 
tiene  también  su  particular  fuerza  este  argumento; 
porque  sí  el  iiombre  afligido  so  acuerda  que  Dios  tiene 
cuidado  de  alumlirar  la  noche  con  tanta  variedad  de 
lumbreras,  bien  tiene  por  qué  esperar  que  no  le  desam- 
parará á  (',]  en  aquella  su  nonhe  de  trabajos  si  confia 
rn  él  y  le  llama.  Y  el  que  para  el  cuerpo,  porque  no  es- 
tropiero  con  las  tinieblas,  puso  en  el  cielo  con  lania 
claridad  quien  le  alumbrase,  mejor  remediará  una  áni- 
ma injustamente  oprimida.  Y  conforme  á  este  propósi- 
to es  lo  que  añado  des|iucs: 

{ 1  «¿Qué  nos  aveza  allende  bestias  de  tierra,  y  allen- 
de ave  de  cielos  sabios  nos  hace?»  Va  esto  junto  y  apo- 
llado con  el  verso  de  arriba,  y  de  todo  olio  sfi  hace  una 
fienlencia  seguida  en  esta  manera:  «No  dijo  ,»  ó  no  se 
acordó  de  decir :  «¿Dónde  está  Dios,  liacodor  mió,  y  da- 

(«)  Abacur,  Cip.  1.    (í)  í's.  O,  v.  10;  nc,  >  Z'>. 


LUIS  DE  LECO,'. 

dor  de  cantares  en  noche,  y  qué  no'.  aveza?  etc.  Y  co- 
mo cada  una  parte  de  las  del  verso  primero  dc^ia  algo, 
que  ello  mismo  despertaba  al  aíligido  y  opreso  para 
que  esperase  ser  socorrido  do  Dios,  y  encerraba  en  sí 
alguna  razón  que  concluía:  Como  Dios  no  podrá  faltar 
al  socorro  do  los  agraviados,  por  ser  su  hacedor  y  ser  por 
suyo  el  desportar  gozo  en  la  noche  délas  tinieblas;  an- 
sí, ni  mas  ni  menos,  lo  que  en  este  verso  se  dice,  todo 
ello  alienta  la  confianza  en  Dios  del  trabajado,  mostran- 
do por  nueva  razón  cómo  Dios  no  le  puede  oividar, 
porque  nos  aveza  mas  que  á  las  bestias  y  nos  hace  sa- 
bios mas  que  á  las  aves  del  cielo,  esto  es  ,  nos  ha  dado 
mejor  ser  y  tiene  su  providencia  mas  particular  cuen- 
ta con  nosotros.  Y  si  cuida  mas  de  nosotros,  y  á  las 
aves  y  á  los  animales  do  quien  cuida  menos  provee  tan 
largamente  como  por  los  ojos  lo  vemos,  cierto  es  quo 
no  nos  fallará  á  nosotros  en  los  casos  ásperos  y  de  tra- 
bajo. Y  es  esla  una  manera  de  argumento  en  la  Escri- 
tura usada  mucho ,  poner  la  proposición  primera,  que 
en  la  lógica  llaman  mayor,  y  la  que  dcsi)ues  della  se 
añade  y  la  conclusión  cállalas,  dejándolas  al  sentido  del 
oyente,  mayormente  cuando  son  manifiestas  de  suyo. 
Porque  todo  el  argumento  enlerodirá  ansí:  Dios  nos  aven- 
taja á  las  aves,  y  á  las  aves  provee  en  sus  necesidades; 
luego  no  nos  olvidará  en  las  nuestras.  Semejantemente 
á  lo  que  Cristo  mas  á  la  descubierta  arguye  y  prueba  en 
el  capítulo  6."  de  san  Mateo  (c),  diciendo :  «Mirad  las  aves 
que  vuelan  por  el  aire ,  que  ni  siembran  ni  siegan  ni 
recogen  en  trojes,  y  vuestro  Padre  celestial  las  apacien- 
ta. ¿Por  ventura  vosotros  no  sois  mas  que  ellas?  Con- 
cluye pues  finalmente  toda  aquesta  razón,  y  dice: 

12  Allí  vocearán,  y  no  responderá,  defendiéndolos 
de  faces  de  altivos  fuertes.»  Como  si  dijese:  Ansí  quo 
estos  tales,  que  no  se  acuerdan,  como  he  dicho,  de  Dios, 
vocearán,  poro  en  balde,  porque  no  serán  oídos,  no  les 
responderá  Dios  acudiendo  presto  para  su  defensa. 
«Allí  vocearán.»  ^4///,  esto  es,  en  esta  manera  que  he 
dicho,  de  afligidos  y  olvidados  de  Dios,  se  halla  el  vo- 
cear y  no  ser  de  Dios  socorridos ,  alli  en  aijuel  caso  es 
verdad,  «do  faces  do  altivos,»  que  es  del  [loder  y  de 
las  manos  de  los  soberbios  y  poderosos  que  los  tiranizan. 
Añado : 

13  «Empero  vanidad  no  oirá  Dios,  y  Omnipo'enfeno 
mirará  á  nosotros.»  Es  el  remate  de  toda  la  conclusión; 
porque  dice  ansí:  Aili,  esto  es,  en  aquel  caso  parlicu- 
lar  que  habemos  dicho,  cuando  el  afligido  voceando 
llama  á  Dios ,  os  verdad  que  Dios  no  le  responde  ni  lo 
libra;  «empero,  dice,  vanidail  no  oirá  Dios,»  esto  es, 
vanidad  es  y  mentira  decir  en  general  que  no  oirá  Dios 
á  los  lio;nbres,  «ni  el  OmuipohMile  nos  n)irará»  con  el 
cuidado  de  su  providencia.  Y  junio  bien  «Omnipoten- 
te y  no  nu'rará»,  queriendo  mostrar  que  no  cabia  en 
Dios  el  no  ver  y  proveer  nuestras  cosas;  porque,  si  es 
onmipolenle  ,  claro  osla  que  puede  vernos  y  proveer- 
nos. Diro: 

14  «Aun  cuandodijeres:  No  mira  á  nosotros,  juzgar  an- 
te sus  fai'cs,  y  esperarás  en  él.»  «Aun  cuatulo  dijeres.») 
Decir  significa  en  la  Escritura,  no  solo  el  hablar  por  la 
boca,  sino  también  lo  que  se  dice  en  el  pensamiento, 
como  es  manifiesto  de  muchos  lugares.  Pues  concluida 

(c)  MaJ.,  cap.  G,  v.  20. 


EXPOSICIÓN  DEL 
ya  su  razón,  amonesta  Eliú  á  Job,  y  dicele  ansí:  Pues 
siendo  esto  verdad,  como  lo  es  evidente,  lú,  Job,  aun- 
que le  parezca  algunas  veces  que  se  descuida  Dios ,  y 
que  se  lia  contigo  ó  con  los  hombres  como  quien  no 
mira  por  ellos,  enlonces,  cuando  esto  te  viniere,  al 
pensamiento,  cíñele  con  tener  por  certísimo  que  hay 
juzgar,  esto  es,  juicio  an/e  las  faces  de  Dios,  que  Dios, 
juzga  los  hombres  y  tiene  cuenta  con  ellos ;  y  aunque 
te  apriete  el  trabajo  y  te  oprima  ,  gimiendo  y  reven- 
lando  ,  espera  siempre  en  él ;  y  digo  gimiendo  y  re- 
ventando porque  la  palabra  del  original ,  por  quien 
pusimos  en  romance  esperar,  tiene  significación  de  es- 
peranza, no  como  quiera,  sino  la  que  se  tiene  con  di- 
ficullad  en  casos  de  mucho  peligro  y  dolor.  Porque  the- 
cholel  quiere  de  su  primera  significación  decir  parir 
6  el  sentir  los  dolores  del  parto.  Y  ansí,  porque  el  que 
se  esfuerza  á  esperar  en  los  negocios  que  parecen  per- 
didos y  desperados  va  como  reventando  y  pariendo, 
por  eso  esta  palabra  se  pasa  algunas  veces  á  significar 
un  sufrir  y  un  esperar  doloroso  y  Heno  de  agonía,  co- 
mo es  este  que  he  dicho.  Algunos  lo  que  dice  «juzgar 
ante  Dios»,  no  lo  entienden  del  juicio  en  que  Dios  nos 
juzga,  como  lo  habemos  declarado,  sino  del  juicio  con 
que  nosotros  nos  juzgamos  delante  del ,  condenando 
nuestras  malas  obras.  Y  ansí,  según  esto,  dícele  á  Job 
Eliú :  Cuando  mas  te  pareciere  que  Dios  te  olvida  y 
no  se  acuerda  de  tí,  entonces  con  mas  cuidado  haz  tú 
dos  cosas :  la  una,  examina  tu  alma,  y  como  si  estuvie- 
ses delante  del  tribunal  de  la  Justicia  divina,  sin  que 
tenga  voto  allí  la  lisonja  ó  el  proprio  amor,  ansí  te  juz- 
ga tú  á  tí  mismo  y  te  condena;  y  la  segunda,  sufre  y 
espera,  que  no  te  faltará  Dios.  Y  júntanse  bien  estas 
dos  cosas ,  porque  la  segundaos  flaca  siempre  si  no  se 
funda  en  la  primera;  y  para  confiar  de  veras  en  Dios 
es  menester  que  preceda  en  nosotros  el  conocer  y  abor- 
recer nuestra  flaqueza  ó  delitos,  porque  de  la  descon- 
fianza de  la  fuerza  propria  nace  el  confiar  de  la  ayuda 
divina.  Ansí  parece  en  el  segundo  libro  del  Paralipome- 
non,  capítulo  20,  en  lo  que  hacia  Josafat  en  su  tribula- 
ción ,  y  en  loque  hace  David  en  el  salmo  141.  Prosigue: 

15  «Y  agora  que  no  visitó  ira  suya,  y  no  experimen- 
to mi  mucho  mal.»  «Y agora,»  entiéndese,  aunque  se 
calla,  había  de  decir  Job  á  Dios  «que  no  visitó  ira  su- 
ya», esto  es,  que  no  envió  su  ira  toda  para  que  le  cas- 
tigase, ni  le  trata  con  enojo  ni  le  castiga  con  rigor 
por  lo  que  se  sigue,  «y  no  experimento  mucho  mal.» 
Mal  aquí ,  como  se  conoce  en  la  palabra  original,  sig- 
nifica el  castigo  y  pena  que  se  debe  al  pecado.  Y  ansí 
dice  que  Job  había  de  conocer  y  decir  que  no  le  visi- 
taba con  ira  Dios,  porque  aun  no  padecía  todo  loque  se 
debía  á  su  culpa.  Ansí  que,  agora  había  de  decir  esto, 
como  si  dijese,  juntando  lo  pasado  con  esto:  Cuando 
mas  le  pareciere  á  Job  que  Dios  le  olvida,  entonces  ha- 
bía de  creer  firmemente  que  tenia  providencia ,  y  había 
de  esjierar  en  él,  y  agora  en  este  su  azote  había  de  re- 
conocer que  no  era  castigado  cuanto  merece.  Mas  Job 
como  concluye  y  dice : 

16  «En  vanidad  abre  boca  suya  ,  y  sin  ciencia  pa- 
labras amontona;»  esto  es,  siente  mal  de  Dios,  y  habla 
peor;  ni  es  verdad  lo  que  dice,  ni  sabe  cesar  de  decir 
mal. 


LIBRO  DE  JOB.  -íoj 

CAPITULO  XXXVL 

Confirma  F.iiti  lo  dictio,  nfiailiondo  que  por  !a  consonancia  que 
lieno  la  viitutl  con  la  divina  Bondad  y  la  disonancia  que  liace 
con  día  el  vicio.  Dios  no  puede  menos  de  picmiai'á  los  bue- 
nos y  castigar  á  los  nr  los.  Que  si  tal  vez  aflige  ú  los  justos,  es 
para  puiilicarlos  de  algunas  imperfecciones,  sin  las  cuales  di- 
licullosamente  se  puede  pasar  en  esta  vida  miseratile  ;  mas  si 
filos  se  dan  por  entendidos  y  se  apartan  de  los  niales ,  lueí;o 
derrama  Dios  sobre  ellos  muchos  bienes.  Y  después  de  esto, 
cxhorla  ¿Job  á  que  no  quiera  averiguar  las  causas  y  razones 
de  los  divinos  juicios,  sino  que  conlemple  su  gran  poder  y  sa- 
biduría. 

1  Y  añadió  Eliú  y  dijo  : 

2  Espérame  un  poco,  y  demoslraréle  que  todavía  por 
Dios  r;izones. 

5  Levantaré  saber  mió  de  lueñe,  y  á  mi  Hacedor  daré 
justicia. 

4  Que  verdaderamente  no  meiUirán  palabras  niias, 
perfectas  ciencias  coritigo. 

5  Ves,  Üios  grande  no  despreciará  á  grande,  faene  de 
corazón. 

G  No  vivificará  á  impío,  y  juicios  á  humillado  dará. 

7  No  aparta  sus  ojos  del  justo ,  y  reyes  en  trono  asien- 
ta perpetuamente,  y  serán  ensalzados. 

8  Y  si  aprisionados  en  cadenas,  enredados  sean  con 
sogas  de  niiseria. 

9  Y  notificará  á  ellos  sus  obras  y  delictos  dellos  de  vio- 
lencia. 

10  Y  torceráles  orejapara  castiguerio,  y  dirá  que  se 
tornen  de  maldad. 

11  Si  oyeren  y  cumplieren  fenecerán  sus  dias  en  bien 
y  sus  años  en  gloria. 

12  Y  si  lio  oyeren  pasarán  por  espada  y  serán  consu- 
midos en  necedad. 

15  Y  hipócritas  provocan  á  ira,  no  vocearán  cuando  los 
aprisionare. 

14  Morirán  en  tempestad,  su  ánima  dellos  y  su  vida 
entre  los  afeminados. 

lo  Librará  de  angustia  al  pobre,  y  en  la  tribulación 
le  descubrirá  oreja  dellos. 

16  También  te  salvará  de  boca  de  angustia,  anchura 
no  cimiento  so  ella,  y  descanso  de  tu  mesa  lleno  de  gro- 
sura. 

17  Tu  causa  juzgada  como  de  malo ,  causa  y  juicio  re- 
cobraras. 

18  No  te  venza  ir  á  ser  opresor,  ni  te  incline  muche- 
dund)re  de  dones. 

19  Depon  tu  grande?.»  sin  enojo,  y  á  todos  robustos 
con  fortaleza. 

20  No  alargues  la  noche,  porque  no  suban  por  ellos  los 
pueblos. 

21  Guarda,  no  mires  á  maldad,  que  comenzaste  á  se- 
guirla por  la  aíliccion. 

22  Yes,  Dios  alto  en  fortaleza  suya,  ¿quién  como  él  es 
enseñador? 

23  ¿Quién  podrá  escudriñar  caminos  del?  Y  ¿quién  le   t 
dirá  :  Obraste  nialclad? 

24  Miénibrate  que  no  sabes  obra  suya,  de  quien  can- 
taron varones. 

20  Todos  los  hombres  lo  vieron ,  cada  uno  mira  de 
lejos. 

26  Ves,  Dios  grande  sobre  ciencia  nuestra,  número  de 
sus  años  no  tiene  pesquisa. 

27  Que  quitará  golas  de  lluvia,  y  derrama  lluvia  á  ma- 
nera de  rios. 

28  Que  manan  de  nubes,  que  lo  cubren  todo  por  cima. 

29  Si  quisiere  extender  nubes  como  pabellón  suyo. 
oO  Y  relampaguear  con  lumbre  suya  de  arriba  ,  tam- 
bién cobijarán  extremos  de  mares. 


4:;6  ODRAS  DE  FRAY 

51  Uite  por  estas  juagará  pueblos  y  da  niaiitonimiento 
t  iiiuclios  mortales. 

52  El)  manos  absconde  lu/,  y  mfnulale  que  torne  á  ve- 
nir. 

35  Aun Mciará  dellaá  su  amigo, 'iiie  posesión  suya  es)' 
que  á  él  se  ievauta. 

EXPLICACIÓN. 

f  «Y  ar<nflí(^  Eliú  y  dijo.»  Como  dirlio  Iiarinmoí,  Eliú 
estaba  persuadido  que  Job,  si  bien  en  lo  pasado  de  la  vi- 
da liabia  sido  inocente,  en  lo  presente  era  gran  peca- 
dor, pues  juzgaba  y  decia  que  era  injusto  Dios,  ó  que 
no  atendía  al  bien  ó  al  mal  obrar  de  los  lioni])re5  para 
repartir  en  ellos  el  castigo  ó  el  premio.  Lo  cual,  si  Job 
no  lo  decia  así,  á  Eliú  le  parecia  decirlo,  coligiéndolo 
falsamente  de  algunas  palabras  suyas  y  (¡ue  Job  dijera 
con  mucba  verdad  y  muy  diferente  propú-ito  como  vi- 
mos arrriba.  Y  así,  Eliú  cuanto  dice  no  es  propria- 
mente  contra  lo  que  Job  siente  ó  afirma,  sino  contra  lo 
que  él  se  imagina  que  dice.  Y  en  cfoc'o,  prueba  en  el 
pasado  y  en  este  capítulo  aquello  de  que  Job  no  tiene 
duda  ninguna,  que  Dios  es  justo  y  que  tiene  providen- 
cia, y  que  reparte  el  castigo  y  la  pena.  Y  á  lo  que  acer- 
ca de  esto  ba  diclio,  añade  agora  loque  se  sigue  : 

2  «Espérame  un  poco,  y  demostrarte  be  que  todavía 
por  Dios  razones.»  Pídele  de  nuevo  atención,  porque 
son  imevas  razones  las  que  quiere  decirle,  y  dicele  que 
le  espere,  esto  es,  que  le  atienda,  que  quiere  demos- 
trarle mas  su  propósito,  porque  se  le  ofrecen  oirás  di- 
ferentes razones  en  defjnsa  de  la  Justicia  y  Providen- 
cia divina.  Y  así  dice  : 

3  «Levantaré  mi  saber  de  Ineuñ,  y  á  mi  ñicedor  da- 
r¿*  justicia.»  «De  lueñe,»  dice,  por  decir  que  quiere 
tratareste  negocio  muy  de  su  raíz  y  principio,  y  mos- 
trar la  justicia  de  su  Ilaceilor  desdo  sus  causas  prime- 
ras. Y  da  autoridad  á  sus  dicbns  aOrmando  estar  lle- 
nos de  verdad  y  de  peso,  y  así  añade: 

4  «Que  verdaderamente  no  mentirán  palabras  mías, 
perfecta  ciencia  se  te  pro!)ará  á  tí ;»  perfecto  y  verda- 
dero será  cuanto  agora  dijere.  .Mas  lo  que  pusimos, 
«perfecta  ciencia  se  te  pmbirú  á  tí ,»  en  la  pritncra 
letra  dice  desta  manera,  «perfecciones  de  ciencia  con- 
tigo; »  que  ó  lo  refiere  á  Job  ó  á  si  mi<mo.  Si  ¡í  Job,  es 
ironía  y  mofa  disimulada,  como  si  mas  claro  dijera:  Aun- 
que vos  sois  gran  sabio  y  perfecto  en  toda  ciencia,  á 
loque  á  vos  os  parece,  lo  que  agora  os  diré  conira 
vuestra  sentencia  no  lo  alcanzaréis  vos,  y  será  verda- 
dero y  muy  cierlo.  Mas  si  iiabla  de  sí  mismo  Eliú,  loa 
su  saber  ,  y  quiere  decirle  que  es  ver.lad  lo  que  le  di- 
ce, porque  quien  Jiabla  con  Job,  que  es  el  mismo  Eliú, 
es  la  perfección  de  ¡a  ciencia;  que  son  [lalabras  bien 
confurmes  á  la  arrotrancia  con  que  diú  [irincipio  á  esta 
plática  ,  como  arriba  dijimos.  O  no  iiabla  de  su  saber 
de  los  dos,  sino  pone  lo  que  confiesa  Job  y  aquello  en 
que  conviene  con  él,  y  en  ello  como  en  fundamento 
edilica  sus  argumentos.  Porque  dice,  o  perfecciones  de 
ciencia  contigo,»  ó  como  pone  san  Jerónimo,  «per- 
fecta ciencia  se  aprueba  i\  ti,»  que  es  de.  ir  :  Tú  con- 
vienes romigo  en  que  Dios  tiene  perfecta  ciencia  y 
noticia  de  lodo;  yo  contigo  concuerdo  en  dar  á  Dios  la 
'^orfcc'.'on  del  sil.fr.  Pues  esto  presuimc'^lo,  enira  en 


LUIS  DE  LEÓN". 

la  razón  que  pretende,  y  pono  otra  proposición  también 
cierta,  para  de  ella  y  de  la  pasada  concluir  su  argu- 
mento. Y  dice : 

5  «Dios  no  desceba  poderosos,  como  sea  él  podero- 
so;» ó  como  está  en  el  bebreo  :  «Ves,  Dios  grande  no 
despreciará  á  grande ,  fuerte  de  corazón ;  »  que  es  de- 
cir que  ama  á  su  semejante  por  la  regla  universal  y 
necesaria,  que  lodas  las  cosas  se  inclinan  á  las  que  con- 
vienen con  ellas,  l'or  manera  que  pone  por  fundamen- 
to dos  cosas :  una ,  que  Dios  tiene  perfecta  noticia  de 
lo  que  pasa  acá  bajo;  otra,  que  ama  lo  que  le  es  seme- 
jante; la  primera  pone  como  concedida  por  Job  ,  la  se- 
gunda como  clara  y  manifiesta  de  suyo,  y  dellas  des- 
pués saca  su  intento  á  luz  por  consecuencia  necesa- 
ria. «Dios,  dice ,  lio  desprecia  poderosos ,  como  sea  él 
poderoso.» En  todo  es  poderoso  Dios,  y  aventajado  so- 
bre todas  las  cosas ;  mas  el  poder  de  que  aquí  propria- 
mente  se  habla,  no  es  en  fuerzas  de  cuerpo,  sino  en 
capacidad  de  ingenio  y  en  valor  de  virtud;  y  eso  decla- 
ró el  original  en  lo  postrero  que  dice ,  «  fuerte  de  co- 
razón;» como  diciendo  :  Cuando  digo  que  Dios  grande 
no  desprecia  los  grandes,  hablo  de  las  fuerzas  del  co- 
razón, bablo  del  entendimiento  y  del  ánima.  Porque  á 
la  verdad,  á  esto  solo  da  nombre  de  grandeza  y  de  sa- 
biduría la  Sagrada  Escritura  ;  porque  el  que  sirve  á  sus 
vicios,  por  grande  que  sea  en  lo  demás,  vil  es  y  muy 
bajo,  y  ansimismo  ignorante  y  ciego  quien  no  sabeseí* 
hombre ,  aunque  en  lo  demás  tenga  ciencia.  Y  dice  : 
«Ves ,  Dios  grande  no  desprecia  á  grande  ;»  como  di- 
ciendo :  Ves,  esto  es,  manifiesta  cosa  es  y  que  se  vo 
con  los  ojos,  que  Dios,  sí  tiene  valor  de  ánimo,  no 
pueile  aborrecer  á  los  que  le  parecen  en  ello,  y  sí  sabo 
y  entiende,  no  le  desplacen  los  que  tienen  entendi- 
miento y  saber ;  y  que,  en  una  palabra,  am;i  todo  aque- 
llo que  le  imita  y  (pie  se  le  asenv^ja.  De  que  colige  lo 
que  luego  dice  y  añade  : 

6  «No  vivificará  á  impío,  y  juicio  á  liumillados  da- 
rá.» Ponpie  sí  Dios  conoce  lo  que  hacen  los  hombres, 
y  ama  y  se  inclina  á  los  que  le  son  semejantes,  necesa- 
rianK'iitc  se  sigue  que  tiene  providencia  dcllos,  y  que 
favorece,  á  los  buenos  que  se  le  parecen ,  y  aborrece, 
poripie  no  se  le  jiarecen ,  los  malos;  que  es  lo  contra- 
rio de  loque  senlia  Job,  á  lo  que  Eliú  falsamente  en- 
tendía. Y  este  es  el  argumenlo  nuevo  y  la  sabiduría 
sacada  de  lueñe,  y  la  razón  traída  de  su  raíz  y  princi- 
pio, que  Eliú  prometía.  Tú  afirmabas,  dice,  que  al  bue- 
no el  serlo  no  le  sirve ,  ni  al  malo  le  daña  el  ser  malo ; 
que  es  negar  cuidado  en  Dios  y  premio  y  castigo.  Pues 
mira  y  confiesa  tu  engaño.  ¿Por  ventura  Dios  no  lo 
conoce  todo,  como  tú  me  concedes?  ;. No  es  evidente 
que  todo  lo  semejante  se  ama?  Pues  si  Dios  conoce  y  ve 
y  manda  y  ama  y  favorece  por  la  regla  natural  y  común 
á  lo  que  se  le  parece,  convencido  quedas  de  (|ue  Dios 
sabio  y  bueno  ama  y  favorece  á  los  sabios  y  buenos  ,  y 
por  la  misma  razón  desama  y  desecha  á  los  malos  in- 
justos. «No  vivificará  á  impío,  »  esto  es,  no  consentirá 
que  levante  cabeza,  no  le  salvará  del  trabajo,  no  lo 
dará  sabnl  ni  vida  que  dure,  al  fin  lia  de  caer  en  muer- 
te pcr|iélua.  Peni  ((dará  juicio  á  humillados».  Jlinni- 
Uadox  llama  la  i'>-.critura  los  juslos  y  buenos,  porque 
la  virtud  los  trac  bumildcs  con  el  proprio  conocimien- 


EXPOSICIÓN  DEL 
to.  y  porque  son  tenidos  en  poco  y  de  ordinario  mal- 
tratados, y  no  se  oponen  á  quien  los  maltrata;  antes, 
recogidos  en  sí ,  callan  y  sufren  y  esperan.  A  estos  di- 
ce  Kliú  que  «  dará  juicio»  Dios  ,  porque  los  salvará  y  | 
liará  justicia.  Que  esta  palabra  de  juzgar  y  de  hacer  ¡ 
juicio,  en  la  Escritura  hace  muchas  veces  significación 
de  favor  y  salud.  Y  ansi  lo  declara  ,  añadiendo  : 

7  «No  aparta  sus  ojos  del  juslo,  y  reyes  en  trono 
asienta  perpetuamente,  y  serán  ensalzados; «esto  es, 
jiorque  siempre  favorece  á  los  justos  hasta  colocarlos 
¡lara  siempre  como  á  reyes  en  trono  ,  donde  serán  en- 
salzados. «No  aparta  sus  ojos  del  justo, »  quiere  decir, 
tiene  siempre  con  él  cuenta  y,  como  acá  decimos,  mira 
siempre  por  él;  que  quien  esüma  una  cosa  no  aparta 
los  ojos  della,  y  el  que  guarda  á  uno,  mírale.  Y  así, 
por  el  semblante  del  que  guarda  significa  aquí  Eliú  el 
cuidado  que  Dios  tiene.  «No  aparta  sus  ojos  del  justo.» 
¡Gran  clemencia  de  Dios,  atender  tanto  á  una  cosa  tan 
baja,  y  gran  buena  suerte  del  bueno,  ser  continuamen- 
te de  Dios  mirado!  Lo  mismo  dice  David  (o) :  «Los  ojos 
del  Señor  sobre  los  justos,  y  sus  oidos  á  sus  ruegos.» 
Que  si  el  mirar  el  sol  una  sierra  la  fertiliza,  y  si  la  vir- 
tud de  sus  rayos  cria  oro  y  plata  en  el  centro,  los  ojos 
de  Dios,  mirando  siempre,  ¿qué  frutos  ó  qué  riquezas 
no  engendrarán  en  el  alma  á  quien  mira?  Por  lo  que 
se  sigue  se  entiende  :  «  Y  reyes  en  trono  asienta  per- 
petuamente, y  serán  ensalzados.»  Porque  de  grado  en 
grado  la  sube  á  reino  perpetuo.  Ennoblécela  primero 
en  sí  con  dones,  semblantes  y  condiciones  de  reina; 
digo,  con  virtudes  y  merecimientos  que  cria  en  ella, 
generosos  y  heroicos ,  pénela  sobre  su  cuerpo  y  hace 
que  huelle  lo  que  precia  la  carne,  dala  el  cetro  de  Ir.s 
pasiones,  ensálzala  encima  de  toda  adversidad  y  tra- 
bajos, aspira  al  cielo  solo  y  sus  bienes,  todo  la  es  vil 
sino  Dios,  y  finalmente,  hecha  reina  en  la  condición 
y  en  el  hábiio,  pásala  al  lugar  do  se  reina  y  con  los  que 
viven  allí ,  que  son  todos  reyes  ,  asiéntala  en  su  trono 
clara,  resplandeciente,  hermosa.  Dice  mas: 

8  «Y  si  aprisionados  en  cepos ,  ó  en  cadenas  enreda- 
dos sean  con  sogas  de  miseria;»  que  se  ha  de  leer  ansí 
enteramente  :  Y  sí  fueren  aprisionados  en  cadenas ,  y 
si  fueren  enredados  con  sogas  de  miseria;  conviene  á 
saber,  estos  humillados  y  estos  justos  que  dice,  si  esto 
aconteciere,  sucederá  lo  que  dice  luego  después.  Por- 
que se  ha  de  entender  que  responde  Eliú  aquí  á  lo  que 
•vio  se  le  podia  oponer.  Decía  que  Dios  mira,  favorece, 
ensalza  en  real  trono  á  los  justos.  Dijera  alguno,  al  con- 
trario, cada  día  vemos  á  muchos  buenos  cuidos  y  mi- 
serables y  opresos.  Picspóndele  ansí :  Si  eso  acontecie- 
re á  los  justos,  si  el  cepo  les  prcndierc  los  pies,  y  si  los 
cordeles  de  la  miseria,  que  así  llama  á  la  calamidad  y 
fortuna  adversa,  los  apretaren  ;  que  o.s  verdad  lo  que 
acontece ,  ¿  qué  ?  Dice  : 

9  «Y  notilicará  á  ellos  sus  obras ,  y  deiitos  dellos  de 
violencia.»  Hácelo,  dice,  con  particular  amor  y  adver- 
tencia para  que  conozcan  algunas  fallas  que  tienen  y 
para  purgarlos  de  lo  que  pecaron ,  pues  ninguno,  poi 
justo  que  sea,  pasa  sin  faltas  y  sin  pecados  la  vida.  «V 
notificará  á  ellos  sus  obras ,»  esto  es ,  verdad  es  que  les 
envia  desastres,  mas  es  para  notificarles  sus  obras,  es- 

ia¡  Vs.  5ü,,v.  l!.:. 


LIBRO  DE  JOD.  4b7 

to  es ,  las  ol)ras  imperfectas  y  faltonas  que  hacen  ellos. 
Que  sin  duda  es  uno  de  los  fines  para  que  Dios  ordena 
trabajos  al  justo,  para  que  abra  los  ojos  on  cosas  en  que 
los  traía  cerrados ;  que  así  como  el  regalo  y  el  descan- 
so hacen  seguridad  en  el  ánimo,  así  la  adversidad  y 
desastre  engendran  recato  en  él ,  haciéndole  que  mire 
por  sí  y  se  examine,  y  que  entre  en  cuenta  consi'.'o,  en 
que  loca  lo  que  se  le  abscomlia  antes,  y  reconoce  sus  fal- 
tas. «Y  delitos  dellos  de  violencia,»  esto  es,  y  notifícales 
por  medio  del  trabajo  en  que  los  pone,  sus  delitos  de 
violencia,  quiere  decir,  adonde  pasaron  la  igualdad  y 
usaron  de  violencia  y  de  fuerza.  O  como  olra  letra  di- 
ce, y  «delitos  dellos  porque  prevalecieron  »,  esto  es, 
cuando  sus  delitos  de  los  justos  prevalecen  y  crecen. 
Porque  les  acontece  á  los  que  Dios  por  suyos  tiene,  que 
se  descuidan  y  sueltan  á  los  sentidos  la  rienda,  y  se  de- 
jan correr  al  mal  como  si  no  los  criara  Dios  para  el 
cielo,  y  usan  de  fuerza  y  quebrantan  la  justicia ,  y  se 
de.^or  leñan  en  la  templanza  y  modestia.  Pues  enton- 
ces azótalos  Dios ,  dice  Eliú  ,  no  para  deshacerlos,  por- 
que son  de  metal  escogido,  sino  para  abrirles  los  ojos, 
haciéndoles  que  reconozcan  su  camino  perdido.  Como 
lo  declara ,  diciendo  : 

10  «Y  torceráles  oreja  para  castíguerío,  y  dirá  que 
se  tornen  de  maldad.»  «Torcer  oreja,»  en  la  Escritura 
esdar  avi-'.o,  y  scr;p.'adamenle  haciendo  algún  sentimien- 
to y  dolor;  que  es  tnancra  de  hablar  de  que  usan  tam- 
bién los  latinos ,  sacada  del  uso  con  que  solemos  ad- 
vertir á  los  niños  con  un  repelón  ó  con  tirarles  ligera- 
mente la  oreja.  Y  son  sin  duda  como  repelones  que  da 
Dios  á  los  suyos  los  trabajos  á  que  en  la  brevedad  de 
esta  vida  los  sujeta  para  despertar  su  niñez  ó,  por  me- 
jor decir,  para,  despojándolos  della  ,  dalles  juicio  en- 
tero y  perfecto  de  hombres.  Porque  no  se  puede  dudar 
sino  que  cuan  lejos  uno  eslá  del  grado  de  virtud  que 
es  perfecto,  tantos  son  los  quilates  que  tiene  monos  de 
hombre;  y  ansi  Dios,  que  no  descansa  con  los  suyos 
hasta  llegarlos  al  estado  de  perfecto  varón,  mientras 
que  ve  en  ellos  resabios  de  niños  siempre  les  tuerce 
la  oreja  ,  y  agora  con  unos  y  agora  con  otros  á.  iores 
los  apura  de  sus  miserias  y  los  allega  á  sí  mismo,  bien 
sumo  y  dignísimo  de  ser  buscado  de  todos.  De  donda 
sucederá  lo  que  luego  se  sigue ,  que 

11  «Si  oyeren  y  cumplieren,  acabanii:  sus  diasen 
bien  y  sus  años  en  gloria,  ó  en  deleites,»  como  dice- 
otra  letra.  «Si  oyeren ,  dice ,  y  cumplieren  , »  esto  es, 
si  obedecieren  á  la  voz  que  les  llama  y  si  la  oyeren  pri- 
mero; porque  en  esta  manera  de  llamamientos  en  am- 
bas á  dos  cosas  podemos  poner  estorbo  nosotros :  en  oír,. 
y  habiendo  oido,  en  seguir  y  obedecer  al  que  llama^ 
Que  de  los  malos  dice  David  {h)  «que  no  quisieron  en- 
tender por  no  hacer  bien»,  y  en  o'ra  parte  (c)  «que  ta- 
paron sus  oidos  como  á<|i¡(le,  por  no  dar  entrada  á  la' 
voz  del  encanto»  ;  y  oido  habían  á  los  que  dice  otro 
salmo  ((/)  :  «Hoy,  si  habéis  oido  su  voz,  no  queráis  en- 
durecer vuestro  corazón.»  Y'  ansí,  acontece  que  algu- 
nos, aunque  Dios  les  envié  trabajos,  no  advierten  que- 
Dios  los  envia  ni  á  qué  liu  los  envia,  y  aquestos  tales- 
no  oyen  ;  otros  hay  que  lo  advierten  ;  mas  aunque  lo 
entienden,  no  se  mueven  á  ir  do  los  llaman ,  y  estos 

(*)  Pi.  35,  V.  4.      (•)  íí7,  V.  o,  C.     rfl'í.Ci,  V.  S. 


438  ^  Onr.AS  OE  FRAY 

desobedecen  al  llamamiento  de  Din?.  Y  por  contraria 
manera,  los  que  abren  los  oídos  á  Dios  para  oírle  y  tie- 
nen el  corazón  blando  y  dispucs'.o  para  ir  tras  su  voz, 
los  que  en  los  azotes  oyen  el  lenguaje  divino,  y  los  que 
sirven  á  lo  que  oyen  y  volunlariamenie  lo  siguen,  es- 
tos, como  Eüú  aquí  dice,  fenecen  sus  vidas  en  bien,  ¡ 
porque  las  rernala  el  descanso,  y  mueren  para  vivir,  y 
viven,  aun  anles  que  mueran  ,  dichosos,  y  su  fin  es 
comienzo  de  sus  bienaventurados  y  gloriosos  deleites. 
Mas,  al  conlrario,dice  : 

í2  «Si  no  oyeren ,  pasarán  por  espada  y  serán  con- 
sumidos en  necedad,»  esto  es,  sucedorlos  lia  todo  al 
revés;  que  no  feíiecoráii  en  bien,  sino  en  desventura; 
no  prolongarán  sus  días ,  sino  su  remate  será  la  breve- 
dad desta  vida;  no  morirán  para  vivir,  sino  para  morir 
mas  de  veras;  no  pasarán  á  la  gloria  y  á  los  deleites, 
sino  á  la  ignominia  y  tormentos.  «Si  no  oyeren,  pasa- 
rán por  espada. »  «  Si  no  me  oycredes  y  á  ira  me  mo- 
viéredes  ,  el  cuchillo  tragará  vuestras  carnes,')  dice  el 
profeta  Esaías  {a).  Porque  con  nombre  de  cuchillo  y  de 
espada  significa  la  Sagrada  Escritura  la  postrera  cala- 
midad y  miseria.  <iSi  no  oyeren,  pasarán  por  espada,»  y 
con  justa  razón ,  porque  no  oír  á  Dios  es  gran  culpa;  lo 
uno,  cuando  es  él  el  que  habla,  á  cuya  voz  habíamos 
de  tener  abierta  la  puerta  siempre  ( que  ¿quién  no  oye 
á  quien  ama?  y  ¿quién  es  mas  diiio  de  ser  amado?  ó 
¿qué  amar  asi  nos  imporla? ) ;  lo  otro,  por  la  misma  ca- 
lidad de  la  voz  ,  que  es  bañada  en  amor  toda.  «  Ábre- 
me, dice  (¿>),  esposa  mía,  hermana  mía,  paloma  mía, 
que  traigo  llovida  mi  cabeza  y  las  guedejas  della  con 
las  gotas  de  la  noche.»  Y  no  solo  blanda  ,  sino  así  cla- 
ra y  sonorosa  ,  que  si  no  es  de  iiiduslria  ,  no  se  puede 
pasar.  Porque,  si  lo  consideramos  como  debemos,  nos 
llama  á  sí  con  cuanlo  en  nosotros  hace  y  por  defuera 
nos  representa.  Por  la  orden  que  en  las  criaturas  pu>o 
nosllaina;  por  la  hermosura  dellas  y  por  sus  virtudes, 
hedías  para  mi  provecho;  por  el  sucederse  las  noches  y 
dias,  por  las  tinieblas  y  por  la  luz,  por  los  buenos  y 
malos  tiempos,  por  la  salud,  por  la  enfermedad,  por 
las  menguas  ó  por  los  dotes  del  cuer[io,  por  el  alegría 
interior,  por  la  abundancia  dol  regalo,  por  las  sequeda- 
des y  males ;  por  lodo  nos  dice  que  miremos  á  él ,  que 
conozcamos  su  poderosa  mano ,  que  sigamos  sus  leyes 
y  nos  dejemos  llevar  de  su  gobierno  sabio  y  santísimo. 
Pero  vamos  mas  adelante : 

i'¿  «E  hipócritas  provocan  á  ira  ,  no  vocearán  cuan- 
do los  aprisionare. »  Da  razón  de  lo  que  agora  dfcia, 
que  si  no  oyeren  ,  pasman  por  espada.  Porque  dice  ser 
de  hipócritas  (y  por  hipócritas  entiende  «lingiilos  de 
corazón  »,  como  dice  el  original  á  la  letra,  y  iiomhres 
que  en  la  prosperidad  so  mostraban  buenos  con  aparen- 
cías  íingidas,  y  tenían  en  el  corazón  solamente  á  sí 
mismos),  pues  de  cslos  tales,  dice,  cuando  los  aprisio- 
na Dios  y  con  la  adversidad  los  azota,  «no  vocean,»  es- 
to es,  no  volver  su  voz  á  él  y  sus  ruegos ,  ni  darse  por 
entendidos  que  es  de  Dios  el  castigo  y  que  del  ha  de 
venir  el  remeilío  ;  que  es,  ó  no  conocer  su  Icngunje,  ó 
endurecerse  para  num-a  seguirle,  i'ucs  ¡¡orquc  estos 
sordos  y  duros  son  fingidos  y  hiiiócrilas ,  y  aunque  con- 

{ai  L-ai  ,  raj..  1,  v.  20.     (í,  Caiil.,  cap.  li,  v.  2. 


LUIS  DE  LEÓN. 

besan  á  Dios  con  la  boca,  en  lo  secreto  del  corazón  le 
aborrecen,  por  eso  provocan  la  ira  de  Dios,  y  «lian  de 
pasar  por  espada»,  como  arriba  decía.  Porque  grande 
ofensa  es  un  hombre,  ni  azotado,  querer  confesarse  de 
culpa;  y  derrocado,  tener  ánimos  altos;  y  hollado  de 
Dios,  traer  bandos  con  él ;  y  sujeto,  no  querer  sujetár- 
p'de ;  y  cuanto  es  de  sn  parte  el  medio  de  la  tribula- 
cioii ,  que  se  escogió  para  enviarle  conocimiento  y  sa- 
lad, volverle  en  daño  suyo,  y  obligar  por  él  á  Dios  que 
le  destruya  y  desbaga.  Que  como  en  la  lucha,  cuando 
el  que  cae  debajo  se  rinde  y  pide  al  vencedor  que  per- 
done, la  clemencia  le  da  la  mano  luogo  y  le  pone  en 
sus  píes;  mas  si  forceja  por  mejorarse,  y  vencido  no 
quiere  conocer  que  lo  es,  con  eso  mismo  enciende  al 
contrario  en  ira,  que  de  nuevo  le  hiere  y  maltrata;  así 
el  furor  de  Dios  se  enciende  contra  los  que  derrueca 
para  sanarlos,  y  derrocados,  forcejan  para  nunca  ser. 
sanos.  Y  así,  les  sucede  lo  que  luego  dice,  que 

14  «Morirá  en  tempestad  su  ánima  dellos,  y  su  vida 
entre  los  afeminados.»  «Morir  en  tempestad»  es  morir 
antes  de  tiempo,  súbito  y  de  improviso,  y  anles  que  la 
edad  se  madure  ;  y  como  las  tem¡iestades  vienen  como 
sin  pensar  en  verano,  porque  el  verano  es  tiempo  ale- 
gre y  sereno,  y  destruyen  antes  que  se  sazonen  los  fru- 
tos, y  es  mal  que  viene  de  golpe  y  de  presto.  Y  vese 
esto  ser  así  por  la  primera  letra,  que  dice:  «Morirá 
en  su  enfermedad  y  entre  los  afeminados,»  adonde  se 
dice  por  rodeo  lo  mismo.  Porque  «morir  entre  afemi- 
nados» es  morir  al  tiempo  que  la  edad  sirve  á  los  de- 
leites torpes,  que  son  los  años  del  hombre  verdes  y 
mozos;  y  es  jusia  pena  de  su  maleficio  que  mueran  an- 
les de  tiempo  los  que,  siendo  azolados,  no  conocen  el 
tiempo  de  su  remedio.  Quecomo  el  que  pone  fuerza  por 
ablandar  ó  por  enderezar  una  cosa,  si  no  la  endereza 
la  quiebra ,  así  Dios  no  aguarda  mas  cuando  ve  que  eá 
trabajar  sin  provecho.  \  a  la  verdad,  los  malos  siempre 
mueren  mozos,  porque  nunca  llegan  á  tener  seso  de 
ancianos,  y  canos,  son  niños;  y  siempre  mueren  tem- 
prano, ponpic  es  breve  esta  vida ,  por  larga  que  sea,  y 
no  les  queda  otra  dcípues;  y  siempre  acalcan  sin  sa- 
zón, porque  nunca  nuiíluran  ;  y  siempre  su  muerte  es 
tempestad  y  torbellino  e.  pan'oso  que  lo  asuela  todo  de 
golpe.  Estos  son  los  que  no  dan  oídos  á  Dios.  Mas  do 
los  que  le  oyen  dice  : 

i3  «Librará  de  angustia  al  poI)re,  y  en  la  tribula- 
ción descubrirá  la  oreja  del  los.»  «Descubrirá  la  oreja,>> 
porque  les  hará  oír  y  entender,  y  esto  «en  la  tribula- 
ción», que,  como  dijimos,  es  excelente  maestra.  Dice  : 

16  «También  te  salvará  de  boca  de  angustia,  anchu- 
ra no  cimiento  so  ella,  y  descanso  de  tu  mesa  lleno  de 
grosura.»  Algunos  dicen  (|ue  muda  la  persona,  y  que 
como  quien  habla  con  solo  Job  no  habla  propriamente 
con  él,  sino  generalmente  con  todos,  prosiguiendo  los 
bienes  que  hace  Dios  á  los  buenos  afligidos  que  se  le 
rinden.  Pero  los  que  dicen  esto  no  tienen  razón,  por- 
que en  el  verso  de  arriba,  que  habla  con  todos,  se  dice 
la  misma  sentencia  ;  y  ansí,  conviene  que  en  este  pré- 
senle no  se  repita  de  balde,  sino  que  se  aplique  á  lo 
particular.  Y  demás  desLo,  a(|uella  palabra  también  lo 
convence,  porque  tiene  gran  fuerza,  y  es  como  si  mas 
claro  dijese  :  Y  lo  que  hace  Dios  con  sus  pobre-:,  con- 


EXPOSICIÓN  mi 

ligo,  con  cuan  desesperado  y  aborrecible  fe  inuestrai, 
lambien  lo  hará  si  le  sujetas  á  él.  Y  se  ve  lo  mismo  en 
lo  que  después  deslo  se  siyue,  que  casi  todo  se  gasta 
en  hablar  solo  con  Job  y  en  persuadirle  que  sufra 
y  se  sujete  á  paciencia.  Pues  dícele  que  él  también 
será  librado  si  oyere  á  Dios  en  este  su  azote  y  le  obe- 
deciere y  siguiere.  Y  [lara  persuadírselo  mas ,  no  dice 
que  será  librado  así  simplemeule,  sino  con  palabras 
que  cada  una  encarece.  Dice  :  o  También  te  salvará  de 
boca  de  angustia.»  Dice  «de  boca»  para  señalar  que 
estaba  lanzado  en  ella  y  que  la  tenia  presente.  Como 
diciendo  :  Y  así ,  no  de  cualquiera  miseria,  sino  de  esa 
que  agora  padeces,  que  te  tiene  en  la  boca,  que  te 
aprieta  y  te  despedaza,  Y  librándote  della,  ¿qué?  Te 
pasará,  dice,  á  «anchura  no  cimiento  so  ella»,  esto  es, 
á  un  abismo  de  anchura ,  ó  como  si  dijésemos,  á  an- 
chura sin  suelo  ni  término.  Porque  la  anchura  que  ha- 
ce Dios  cuando  le  place  en  el  alma,  es  un  espacio  in- 
finito y  una  plenitud  que  no  se  compara.  «Y  ei  des- 
canso, dice,  de  tu  mesa,  lleno  de  grosura.»  Mesa  en  es- 
tas letras  es  alegría  ,  es  socorro  y  defensa.  «Pusiste, 
dice  David  (a) ,  mesa  delante  de  mí  contra  todos  los 
que  me  persiguen. »  O  es  lugar  de  acuerdo  y  consejo. 
Dice  Esaías  (b) :  («Ordena  la  mesa,  atalaya  el  atalaya- 
dor, come  y  bebe,  levantad,  vos  los  señores,  ungid  es- 
cudo. Que  todas  mesas  son  llenas  de  vómito  é  inmun- 
dicia, sin  haber  lugar.»)  Y  conforme  á  esto  dice  que 
estará  llena  de  grosura  su  mesa  ,  porque  no  habrá  falta 
ni  cosa  flaca  en  todo  lo  que  fuere  su  alegría,  su  ampa- 
ro, su  descanso  y  consejo;  todo  abundante ,  todo  lleno, 
todo  cabal  y  perfecto;  que  es  una  bienandanza  cifrada, 
la  cual  se  diíine  :  Bien  perfeccionado  con  un  amonto- 
namiento de  bienes.  Prosigue  : 

17  «Tu  causa  juzgada  como  de  malo,  causa  y  juicio 
recobrarás.»  Y,  dice,  tú,  que  agora  eres  tralado  y  con- 
denado como  gran  malhechor,  si  mi  consejo  sigues,  si 
reconoces  á  Dios  y  te  humillas  á  él ,  saldrás  por  bueno 
y  por  justo,  y  ganarás  este  tu  pleito  perdido,  y  absol- 
verle lia  quien  te  condena  agora;  porque  la  humilde 
conversión  á  Dios  y  el  amor  para  con  él  encendido, 
todo  lo  repara  y  recobra.  O  si  no  es  esto,  dice  aquí  Eliú 
una  cosa  bien  diferente,  á  que  ayuda  mucho  el  origi- 
nal, que  ansí  dice  :  «Juicio  de  impío  cumpliste,  causa 
y  juicio  se  sustentan  ó  están  en  pié.  »  Que  es  acusarle 
que  si  no  se  rinde  á  Dios  con  paciencia  en  esta  calami- 
dad que  padece,  y  si  cumple  juicio  de  impío,  esto  es, 
si  prosigue  en  lo  que  ha  comenzado,  y  se  ha  con  Dios 
como  los  malos  hacen  cuando  son  castigados  (que,  co- 
mo tiene  dicho,  ni  reconocen  su  culpa  ni  alzan  su  áni- 
mo á  Dios  ni  le  llaman  ni  le  suplican ,  antes  se  quejan 
del  y  le  acusan  y  convierten  la  medicina  que  les  orde- 
naba Dios  en  ponzoña) ;  que  si  esto  hace ,  ó  por  mejor 
decir,  si  en  ello  persevera,  y  hinche  del  todo  la  medida 
del  malo,  siguiendo  su  condición  en  los  trabajos,  y  su 
estilo  é  ingenio , «  que  pondrá  en  pié  la  causa  y  juicio,» 
esto  es ,  que  justificará  mas  lo  que  Dios  hace  con  él, 
apoyará ,  abonará  mas  su  justicia  para  que  el  mundo 
claramente  conozca  cuan  justamente  le  destruye  Dios, 
para  sacar  á  luz  tanta  maldad  encubierta.  Pues  dice  y 
prosigue  : 

(a)  I's.  3-2,  V.  S.    ih)  Ijyi.,  rsp.  ?I,  v.  5,  y  c.ip.  Gj,  v.  \i. 


LIBRO  DE  JOB.  459 

18  «No  te  venza  ¡r  á  sor  opresor,  ni  te  incline  mu- 
chedumbre de  dones.»  Alíennos  quieren  decir  que  en 
este  verso  y  el  siguiente,  que  es:  «Depon  tu  grandeza 
sin  tribulación,»  yá  todos  robustos  en  fortaleza,  no  avi- 
sa Eliú  á  Job  de  lo  que  ha  de  hacer  ó  debe  en  su  tra- 
bajo presente,  sino  antes  le  reprehende  de  los  desafue- 
ros suyos  de  la  vida  pasada,  con  que  le  da  agoraen  ros- 
tro ,  y  que  «no  te  venza»,  vale  tanto  como  si  no  te 
venciera,  y  ansí  lo  van  repitiendo  en  esta  forma:  Si  no 
te  venciera,  si  no  te  inclinara,  si  depusieras  tu  grande- 
za, y  si  resistieras  con  fortaleza  á  los  malos  (que  llaman 
robustos),  como  diciendo  que  padece  por  esto.  Mas  este 
sentido  es  ajeno  de  lo  que  trata  Eliú,  el  cual ,  como  al 
principio  se  demostró,  nunca  fué  de  parecer  que  Job 
pecara  en  lo  pasado,  sino  que  en  lo  presente  pecaba, 
no  sujetando  su  juicio  al  de  Dios  y  pidiéndole  cuenta, 
que  á  lo  que  Eliú  colegia,  era  negar  su  providencia  y 
justicia.  Que  es  insistir  en  el  consejo  mismo  de  arri- 
ba, que  sufra  su  azote  con  reconociíniento  humilde,  y 
no  se  deje  vencer  de  la  ira,  ó  con  que  Dios  le  castiga, 
ó  que  se  enciende  en  él  por  ser  castigado,  ni  le  lleve 
este  enojo  «á  ser  opresor»,  esto  es,  á  ser  del  todo  malo, 
negando  la  justicia  y  providencia  flivina.  «  Ni  te  incli- 
ne, dice,  muchedumbre  de  dones ;»  esto  es,  ni  el  dolor 
de  los  dones  y  bienes  muchos  que  poseías ,  de  que  ago- 
ra Dios  te  despoja,  te  incline  á  sentir  mal  del,  como 
sientes.  O  sin  duda  hay  aquí  una  comparación  encu- 
bierta, como  diciendo  :  Así  como  el  regalo  y  las  merce- 
des y  perdones  de  Dios  nunca  han  de  inclinar  á  des- 
cuido ,  ansí  e!  castigo  y  ira  suya  nunca  debe  engendrar 
impaciencia.  A  que  ayudan  mucho  estas  mismas  pala- 
bras en  la  manera  que  el  original  las  escribe,  que  dice 
ansí :  «Que  ira  no  te  mate  en  abundancia,  y  muchedum- 
bre de  perdones  no  te  l.aga  declinar.»  Antes  dice  : 

19  «  Depon  tu  grandeza  sin  tribulación  ,  y  á  todo> 
robustos  en  fortaleza;»  esto  es,  antes  esta  humilde  su- 
jeción y  reconocimiento  que  digo  ,  no  solo  cuando  es- 
tás en  miseria,  mas  en  todo  tiempo  y  en  toda  fortuna 
lo  debes  «sin  tribulación»  y  en  medio  de  tu  mayor  for- 
taleza. En  la  prosperidad  es  justo  depongamos  nuestra 
grandeza  delante  del ,  y  en  lo  mas  fuerte  y  mas  prós- 
pero de  nuestra  vida  derroquemos  á  sus  pies  todo  loro- 
busto  de  nuestros  pensamientos  y  brio=5.  Bien  es  verdad 
que  hay  otra  letra  muy  diferente  que  dice :  «¿Por  ven- 
tura preciará  tu  clamor  ni  oro  ni  todas  las  forialezas 
poderosas?»  En  que  habiendo  en  lo  pasado  Eliú  avisa- 
do á  Job  que  se  humille,  le  amenaza  agora,  si  no  lo 
hace  y  si  persevera  en  ser  contumaz,  que  no  habrá  po- 
der ni  intercesión,  ni  precio  ó  redención  que  le  salve. 
Si  llevas,  dice,  tu  soberbia  impaciencia  adelante, cierto 
puedes  estar  que  Dios  no  «preciará  tu  clamor»,  esto 
es,  no  preciará  el  ruego  y  las  voces  de  ninguno  que 
intercediere  y  clamare  por  tí,  no  eslimará  «oro  ni  do- 
nes», no  serán  parte  con  él  «fortalezas  poderosas»,  esto 
es,  fuerzas  ningunas,  por  grandes  y  poderosas  que 
sean.  Y  con  esto  conforma  bien  lo  que  luego  le  dice:. 

20  «No  alargues  la  noche,  porque  no  subirán  por 
ellos  los  pueblos.»  Porque  quiere  decirle  que  no  duer- 
ma seguro,  y  como  decimos ,  á  sueño  suelto ,  confian- 
do que  bastará  la  comunidad  del  pueblo  á  librarle,  aun- 
que se  levante  y  se  conjure  toda  para  su  defensa.  Y  así, 


4G0  '  OBRAS  DE  FRAY 

cierra  esta  su  amonestación  con  aquello  en  que  se  su- 
ma ,  diciendo : 

21  «Guarda,  no  mires  á  maldad,  que  comenzaste  á 
seguirla  por  la  aHiccion;»  esto  es,  guárdate,  no  prodi- 
gas el  mal  comenzado  y  de  que  tomaste  ocasión  en  la 
calamidad  que  padeces,  y  liecisle  túsigo  délo  que  or- 
denaba bios  para  tu  bien  y  proveclio.  Y  la  maldad  co- 
menzada era,  no  humillarse  á  Dios,  querer  entrar  á 
juicio  con  él ,  y  penetrar  sus  consejos,  y  argüirle,  á  lo 
que  Eliú  entendía,  de  injusto;  cosas  muy  ajenas  de  la 
naturaleza  de  Dios.  Y  así,  le  torna  á  convidar  á  que  mi- 
re quién  Dios  es ,  y  enséñaselo  como  con  el  dedo ,  di- 
ciendo : 

22  «Ves,  Dios  alto  en  fortaleza  suya,  ¿quién  como 
él  lopi^Iador  ó  enseuador?»  como  dice  olra  lolra.  En 
que  afirma  de  Dios  dos  cosas  que  son  claras,  y  dellas 
arguye  la  tercera  por  encubierta  manera.  Afirma  que  es 
alto  y  fuerte  de  suyo,  arguye  que  es  sumo  maes'.ro  de 
saber  y  de  ley;  porque  ser  alto  significa  ser  sabio, 
que  la  alteza  del  lugar  es  señal  de  conocimiento  en  la 
Santa  Escritura.  «¿Quién,  dice  David  (c),  como  el  Se- 
ñor nuestro,  que  mora  lo  alto  y  mira  á  lo  bajo  en  la 
tierra?»  Así  que,  ser  alto  es  ser  sabio,  y  ser  fuerte  es 
ser  poderso  y  ser  bueno,  porque  la  bondad  prevalece. 
Pues  lo  que  es  sabio  y  fuerte  y  bueno  no  puede  ser  ti- 
rano ni  injusto,  y  cuanto  uno  tiene  de  lo  primero ,  tan 
lejos  está  desto  segundo.  Por  donde  se  sigue  ser  sa- 
pientísimo maestro  Dios,  y  legislador  justo  y  rectísi- 
mo, pues  es  alto  sobre  todo,  y  poderoso  mas  que  to- 
das las  cosas.  Y  de  estos  rnismos  principios  nace  que 
ni  podemos  ni  debemos  escudriñar  sus  juicios;  y  así 
dice : 

23  «¿Quién  podrá  escudriñar  caminos  del,  y  quién 
le  dirá  obraste  maldad?  »  Que  cierta  esta  la  dilicultad 
de  alcanzalle,  siendo  tan  alio,  y  la  imposibilidad  de  ba- 
ilar desigualdad  en  él,  siendo  justo  legislador  y  maes- 
tro. Dice  mas : 

24  «Siémbrate  que  no  sabes  obra  suya ,  de  quien 
cantaron  varones.»  Que  es  razón  con  que  le  persuade 
loque  agora  ha  dicho,  estoes,  que  no  presuma  de  es- 
cudriñar los  secretos  de  Dios  ni  le  pida  cuenta  y  razón 
desús  hechos,  pues  no  sabe  ni  conoce  estas  obras  su- 
yas visibles,  tratadas,  contadas  y  cantadas  por  todos; 
que  es  argumento  fuerte ,  traído  de  lo  que  es  mas  fácil 
de  hacer  y  no  se  hace,  á  lo  que  es  dificultoso  y  muy 
arduo.  Micinbralc,  dice,  esto  es,  trae  á  la  memoria  y 
advierte  que  no  conoces ,  ni  preguntado  sabrías  dar  ra- 
zón de  esta  su  obra,  que  los  hombres  vemos  y  traemos 
en  la  lengua  y  la  boca,  obra  que  es  pública  y  notoria, 
y  que  á  ninguno  se  absconde.  Como  afirma  y  añade  : 

2j  «Todos  los  hombres  lo  vieron  ,  cada  uno  mira  de 
lejos;»  porque  lodos  la  ven  ,  los  de  lejos  y  cerca,  por- 
que es  esto  natural  y  visible.  Mas  aunque  la  ven  y  co- 
nocen todos,  pero  lodos  la  miran  de  lejos,  porque  nin- 
guno dellos  la  penetra  y  entiende.  Y  si  en  eslo  que  co- 
nocemos ,  ninguno  entiende  los  intentos  de  Dios  ni  el 
artificio  con  que  lo  compuso ,  ni  las  causas  de  ser  y  de 
no  ser  que  les  dio,  ¿qué  locura  es  querer  alcanzar  sus 
secretos?  Y  así  dice: 

2G  «Ves ,  Dios  grande  sobre  ciencia  nuestra,  núme- 

(oi  I's.  112,  v.ü. 


LUIS  DE  LEÓN. 

ro  de  sus  años  innumerable. »  Como  diciendo :  De  do  po- 
drás colegir  que  Dios  vence  nuestro  saber  y  que  seria, 
no  grande  como  es,  sino  limitado  y  pequeño,  si  pudie- 
se de  nuestro  angosto  ingenio  ser  entendido,  y  que  se- 
ria poco  su  saber  si  en  lo  que  hace  alcanzásemos  siem- 
pre los  fines  que  tiene.  Y  «número,  dice,  de  sus  años 
innumerable».  Como  ve  mas  que  nosotros,  sabe  mas 
que  nosotros,  y  como  su  vida  ni  tuvo  principio  ni  ten- 
drá nunca  fin,  ve  y  alcanza  todo  lo  venidero  y  pasado, 
y  atiende  á  todo  juntamente,  y  concierta  lo  que  hace 
con  todo ;  y  ansí  no  pueden  ser  entendidos  sus  fines  de 
nosotros,  que  juzgamos  por  solo  lo  que  tenemos  pre- 
sente. Por  manera  que  de  la  eternidad  de  la  vida  de 
Dios  saca  Eliúel  conocimiento  claro  que  tiene  de  to- 
das las  diferencias  de  tiempos  y  cosas,  y  deslo  infiere 
que  las  liempla  á  todas  eulre  sí,  y  las  concierta  unas 
con  otras,  y  hace  de  todas  ellas  una  dulce  armonía.  A 
lo  cual  se  sigue  que  nuestra  vista  corta ,  y  que  se  ex- 
tiende apenas  á  lo  descubierto  y  presente,  no  puede 
alcanzarle,  y  que  así,  es  gran  presunción  juzgarle  ni 
querer  enlrar  en  cuenta  con  él.  Y  porque  hizo  memo- 
ria de  la  grandeza  y  poder  que  Dios  tiene ,  como  por 
ocasión,  diviértese  á  decir  algo  de  las  obras  naturales 
que  ha  hecho,  que  demuestran  lo  mucho  que  sabe  y 
puede;  y  dice  señaladamente  de  la  lluvia,  délas  nubes, 
del  rclámijugo  y  trueno,  y  dícelo  de  manera  que  son 
también  ejemplos  claros  y  argumentos  de  su  proposito. 
Porque,  como  Dios  suspende  unas  veces  la  lluvia,  y 
otras  en  gran  copia  la  envía,  y  no  sabemos  la  razón  que 
le  mueve  ni  á  lo  uno  ni  á  lo  otro,  y  como  cubre  á  tiem- 
pos con  nubes  el  cielo,  y  á  liem¡)os  le  descubre  puro  y 
sereno,  y  no  sabemos  la  causa  ni  de  la  sercnidadni  nu- 
blado, y  como  truena  unas  veces  y  lanza  rayos,  y  no 
sabemos  por  qué;  ansí  los  dias  y  vida  del  homl.'re  los 
gobierna  Dios  con  diferentes  sucesos,  unos  prósperos, 
otros  adversos,  unos  claros,  otros  turbios  y  tristes,  y 
algunos  mortales  y  de  postrera  calamidad ,  y  no  hay  (pie 
pedirle  cuenta  ni  alcanzar  lo  que  hace,  como  en  lo  de- 
más no  se  alcanza.  Pues  dice  : 

27  «Que  quitará  golas  do  lluvia  y  derrama  lluvia  á 
manera  de  ríos;»  oslo  es,  (juila  el  agua  cuando (pi¡(íre, 
Y  envíala  con  abundancia  (.-uando  es  servido  y  le  i)la- 
ce.  La  cual  lluvia,  dice, 

28  «Manará  de  nubes  que  lo  cubren  todo  por  cima,» 
como  cuando  el  agua  es  general  acontece;  al  revés  de 
cuando  es  á  manchas,  que  no  se  extienden  ni  lo  cu- 
bren todo  las  nubes.  Y  el  exlendcrlas  le  es  fácil ,  y  por 
eso  dice: 

29  «Si  quisiere  extender  nubes  como  ¡¡abellon  suyo, 
como  si  mas  claro  dijese,  extiéndelas  cuando  (piiere, 
porque  las  extiende  con  la  ficilidad  que  un  iiabellon  se 
desplega.  O  dice  eslo  de  ¡labcllon ,  para  significar  los 
núblalos  muy  cerrados  y  negros,  cuales  suelen  ser  en 
los  dias  de  calor  y  de  eslío ,  (¡ue  uno  es  el  nublado  de 
ivierno,  sosegado  y  igual,  y  otro  el  del  estío,  turbio  y 
tempestuoso  y  escuro.  Y  así,  diceEliú  que  también, si 
quiere,  extiende  las  nubes  como  pabellón  cerrado  yes- 
curo,  eslo  es,  que  no  solo  envía  nubes  de  ivierno  sose- 
gadas, sino  también,  si  (juiere,  turbiones  y  tempestades 
de  verano.  A  lo  cual  sienqtre  acompaña  lo  que  añade 
luego: 


EXPOSICIÓN  DEL 

30  «Y  relampaguear  con  lumbre  suya  de  arriba,  tam- 
bién cobijará  extremos  ó  raíces  de  mares. »  Estos  son 
los  relámpagos  que  con  las  nubes  del  estío  vienen  y  en 
medio  de  su  escuridad  resplandecen,  y  su  resplandor  á 
manera  de  culebra  torciéndose,  en  un  punto  cuela  de 
parte  á  parte  cuanto  determina  la  vista.  Y  por  eso  dice 
que  «cobijará  raices  de  mares»,  porque  llega  al  parecer 
hasta  donde  el  mundo  se  acaba.  O  dice  que  «cobija  ex- 
tremos de  mares»,  porque  en  el  agua  aparece  como  en 
espejo  otro  nublado ,  y  su  escuridad  y  sus  relámpagos 
y  resplandor  se  pinta  en  ella  semejante  y  por  la  misma 
manera.  Y  dice : 

31  ((Que  por  estas  juzga  á  pueblos  y  da  manteni- 
miento á  muchos  mortales.»  <( Juzga  á  pueblos,»  eslo  es, 
castiga  los  pecados  comunes  por  medio  de  las  nubes  y 
de  las  lluvias  de  que  habla,  quitándolas  y  dando  con  la 
sequedad  malos  años;  «y  da  mantenimiento á  muclios 
mortales,»  al  revés,  mandando  que  llueva,  y  dice  «  á 
muchos»,  por  decir  á  todos ,  ó  por  significar  con  cuan 
poca  cosa  sabe  hacer  y  hace  tan  grande  abundancia.  Y 
que  si  se  considera,  es  maravilla  grandísima,  con  unas 
gotas  de  agua  rociada  la  tierra ,  sacar  á  luz  tantas  dife- 
rencias y  tan  proveciiosas  de  cosas,  Y  íinalmenle  con- 
cluye y  dice: 

32  (vEn  manos  absconde  luz,  y  manda  que  torne  á 
venir.» 

33  «Anunciará  de  ella  á  su  amigo ,  que  posesión  su- 
ya y  que  á  él  se  levanta.  Que  según  la  cualidad  y  mu- 
chas significaciones  de  las  palabras  originales,  se  pue- 
de decir  también  en  esta  manera  :  «  En  las  encombadas 
esconde  la  luz  ó  la  lluvia,  y  manda  sobre  ella,  por  el 
que  ocurre  y  se  opone.  Anunciará  del  la  á  su  pastor  el 
ganado,  nariz  en  alto  levantando.»  Y  cada  una  deslas 
letras  tiene  conveniente  sentido.  Que,  como  iba  dicien- 
do que  por  medio  del  agua  y  de  las  nubes  castiga  los 
pueblos  y  da  de  comer  á  los  hombres,  declara  luego  en 
qué  manera  usa  de  ellas  en  esto.  Y  dice  que  los  castiga 
ahscondiendo ,  eslo  es,  encerrando,  para  que  no  des- 
cienda en  las  nubes  el  agua,  ó  la  luz  que  levanta  los 
■vapores  que  llueven,  deteniéndola  y  como  apretándola 
con  las  manos  para  que  no  los  levante.  Y  dice  que  los 
sustenta  y  mantiene,  mandando  después  que  descien- 
dan ;  lo  cual  manda  por  el  «que  ocurre  y  se  opone», 
conviene  á  saber,  rogándole  y  suplicándole  que  lo  man- 
de y  la  envié.  Porque  como  los  pecados  de  los  hombres 
cierran  los  cielos  y  esterilizan  los  años,  como  Moisen 
en  el  Deuteronomio  (a)  demuestra;  ansí  los  ruegos  de 
los  buenos  remedian  los  temporales  y  traen  la  lluvia  á 
su  tiempo,  como  Elias  lo  hizo  (6).  Y  dice  aquí  la  letra 
primera  que  desla  lluvia  que  viene ,  da,  conviene  á  sa- 
ber. Dios,  «aviso  á  su  amigo,»  esto  es,  al  que  se  opuso 
pidiéndola;  ó  porque  es  posesión  suya  el  que  lo  pidió, 
que  es  decir,  porque  es  «su  amigo  »,  y  levantó  su  cora- 
zón y  sus  ruegos  á  él ,  ó  porque  le  enseña  y  demuestra 
que  es  negocio  que  está  en  su  mano  sola,  el  levantar  el 
agua  y  el  darla,  el  absconder  la  luz  y  el  bacer  que  se 
demuestre  después.  O  en  otra  manera ,  y  conforme  á 
la  leln segunda  :  «Anuncia  della,»  esto  es,  da  señales 
de  la  lluvia  que  viene,  «á  su  pastor  el  ganado ,»  movi- 
do por  instinto  natural  que  Dios  en  él  puso ,  y  las  señas 

(oj  Dcut.,  cap.  1 1 ,  V.  IC,  1".    {b;  III ,  Rcg.,  18. 


LIDRO  DE  JOB.  4G1 

son,  «nariz  en  alto  levantando.»  Porque  cuando  la  sa- 
zón del  tiempo  va  inclinando  á  ser  húmeda ,  y  cuando 
llover  quiere,  y  antes  que  llueva ,  los  bueyes  sienten 
luego  la  mudanza  del  aire,  y  lo  dan  á  entender  alzan- 
do en  alto  la  nariz  y  abriéndola,  y  atrayendo  el  aliento 
para  sí  con  mas  fuerza.  De  que  dice  el  poeta  (c) : 

Porque  ó  la  grulla  luego  alzando  el  vuelo, 
Como  el  vapor  tiel  valle  se  levanta. 
Le  huye,  ó  la  becerra,  vuelta  al  cielo, 
Atrae  el  aire  á  si... 

Otras  declaraciones  diferentes  se  dan  en  este  lugar, 
pero  esta  á  mi  juicio  es  la  mas  natural  y  mejor. 

CAPITULO  X.XXYII. 

ARGUMENTO. 

Como  Eliii  al  (in  del  capitulo  pasado  liabia  comenzado  á  referir 
las  maravillas  del  poder  divino,  en  este  prosigue  su  relación  y 
las  engrandece  con  mucha  gallardía,  exhortando  á  Job  á  que 
las  contemple  y  venere. 

i  Y  también  sobre  eslo  se  espeluzó  mi  corazón  y  fué 
desquiciado  de  su  lugar. 

2  Oiré  coa  temblor  voz  suya,  y  sonido  de  su  boca  pro- 
cederá. 

5  Üeljíijo  de  todo  cielo  considera  él,  y  su  luz  sobre  fines 
de  la  tierra. 

i  Después  del  bramará  sonido  ,  tronará  en  voz  de  su 
rnanilictíncia,  y  no  la  detendrá  cuando  fuere  oida  su  voz. 

5  Tronará  Dios  en  voz  suya  á  las  niaravilias ,  liacedor 
de  grandezas  que  no  sabemos. 

6  Que  á  nieve  dirá:  Dcciei.de  á  I.t  tierra,  y  á  lluvia  de 
invierno  y  á  lluvia  de  lluvias  de  su  lortale/a, 

7  En  mano  de  todo  hombre  sella,  piua  entender  cada 
uno  en  su  obra. 

8  Y  entrará  alimaña  en  su  cueva,  en  su  escondrijo  mo- 
rürá. 

9  De  lo  interior  vendrá  el  turbión,  y  del  arturo  el  frió. 

10  A  soplo  de  Dios  se  hace  el  hielo ,  y  después  se  der- 
raman en  anchura  las  aguas. 

41  Trigo  desea  nubes,  y  nubes  esparcen  lumbre  suya. 

12  Y  ella  en  cerco  se  revuelve  por  lodo  en  consejo  del 
Gobernador,  para  obrar  todo  lo  que  él  les  manda  sobre 
la  faz  de  la  tierra. 

lo  En  una  gente,  ó  en  tierra  suya,  ó  en  cualquier  lu- 
gar que  su  misericordia  mandare  se  hallen. 

14  Escucha,  Job,  y  advierte  y  considera  maravillas  de 
Dios. 

15  ¿  Por  dicha  sabes  cuándo  manda  Dios  á  lluvias  que 
mostraren  luz  de  sus  nubes? 

16  ¿Por  dicha  supiste  sendas  de  nubes ,  grandes  y  per- 
fectas ciencias? 

17  ¿Por  dicha  vestiduras  tuyas  se  calientan  cuando 
soplada  la  tierra  del  ábrego? 

18  ¿  Por  ventura  tú  con  él  fabricaste  los  cielos,  que  son 
macizos  como  vaciados  de  cobre? 

19  Avézanos  que  respondamos  á  él ,  nosotros  no  acer- 
taremos por  las  tinieblas. 

20  ¿Quién  le  contará  lo  que  hablo?  Aunque  el  hombre 
hablare,  será  tragado. 

21  Y  agora  no  ven  luz  resplandeciente  en  los  cielos,  de 
súbito  el  aire  se  espesa  en  nubes,  pasa  el  viento,  y  puri- 
fícalos. 

22  De!  aquilón  viene  el  oro,  y  de  Dios  temerosa  ala- 
banza. 

25  iNo  podremos  hallarle  como  merece,  grande  eo 
fortaleza,  juicio,  justicia,  y  no  puede  ser  contado. 

2i  Por  tanto,  varones  le  temerán,  y  no  osarán  mos- 
trarle todos  los  que  se  tienen  por  sabios. 

(c)  Viig.,Gcürg.,  1,  v.  374.- 


402 


OBRAS  DE  FRAY 


CXPLICACION. 
i  (lY  también  sobre  esto  se  espeluzó  mi  corazón  y  fuó 
desquiciado  de  su  lupar. »  Por  las  oI)ras  maravillosas 
que  Dios  en  la  naturaleza  hace,  en  el  fin  del  capítulo 
pasado  comenzó  Eliú  á  mostrar  su  saber  y  grandeza, 
para  criar  en  el  ánimo  de  Job  la  reverencia  y  temor  de 
Dios,  que  á  su  parecer  le  faltaba,  y  para  apartarle  de  es- 
cudrinar sus  juicios;  vio  mismo  para  el  mismo  íin  lle- 
va agora  adelante.  Y  porque  Iiahia  dicho  de  las  nubes 
y  de  las  lluvias,  dice  de  los  truenos  y  rayos  y  relámpa- 
gos. Y  de  los  truenos  primero,  y  dice  así :  «También 
sobre  oslo  se  espeluzó  mi  corazón.  »  Como  diciendo  : 
Allende  de  lo  dicho ,  y  en  esto  mismo  que  dicho  he,  liay 
otra  cosa  maravillosa  y  de  espanto,  asi  para  el  sentido 
cuando  lo  oye,  como  para  el  ánimo  siempre  que  consi- 
dera la  razón  y  causa  dello,  que  es : 

2  «Oiré  con  temblor  voz  suya,  y  sonido  que  de  su 
boca  procederá.  »  Como  si  dijese  que  enire  estas  nu- 
bes y  lluvias  que  Dios  ordena  y  envia  cuando  menos 
pensáis,  abre  el  Señor  la  boca  con  extraordinario  ruido 
y  suena,  y  (loiré  su  voz»  espantable  y  temerosa.  Que 
llama  voz  de  Dios  por  encarecimiento  á  los  truenos, 
ansí  por  su  grandeza  de  estruentlo  como  por  sonar,  á 
nuestro  parecer,  en  el  cielo  sin  causa  descubierta  y  que 
se  vea.  Y  prosigue  diciendo  las  cualidades  del  trueno  y 
lo  que  le  antecede  y  se  le  sigue.  Dice : 

3  cíDebajo  de  todo  cielo  considera  él,  y  su  luz  sobre 
fines  de  tierra.»  Quiere  decir  que  primero  que  el  true- 
no ,  ó  venga  él  ó  Dios  le  envié ,  abre  los  ojos  y  mira  sú- 
bita y  brevisimaifientc  todo  lo  que  el  cielo  cubre  desde 
oriente  aponiente.  Y  cuando  dice  que  «mira  ó  consi- 
dera él»,  ó  habla  del  trueno  y  dale  persona  y  sentidos, 
careciendo  de  ellos,  por  figura  poética,  ó  habla  de  Dios 
y  dice  que  «mira  ó  considera»,  también  figuradamente, 
aunque  en  otra  manera.  Porque  el  mirar  ó  considerar 
que  aquí  se  atribuye,  ó  al  Iruono  que  suena  ó  á  Dios 
que  le  envia,  no  es  propriodad,  sino  semejanza,  para 
declarar  el  relámpago,  que  luce  antes  que  el  trueno  sue- 
ne; que  se  manifiesta  por  lo  que  luego  se  dice,  «y  su 
luz  sobre  fines  de  tierra.  »  Por  manera  que  el  conside- 
rar es  enviar  su  luz,  que  es  el  relámpago,  que  nace 
con  el  trueno  y  llega  á  nuestros  oídos  primero;  y  el 
relampayuear  ó  el  rasgar  el  trueno  las  nubes  y  dar  sa- 
lida á  su  luz,  es  como  un  abrir  el  trueno  los  ojos  y  des- 
cubrir los  rayos  dellos  y  enviarlos  delante  y  como  guia 
suya,  primero  (|ucél  venga,  vayan  reconociendo  el  ca- 
mino por  donde  ha  de  venir.  Que  la  carrera  que  ha  de 
pasar  el  trueno,  el  relámpago,  en  nombre  suyo,  la  pa- 
sea y  considera  primero;  y  ansí  dice  otra  letra,  «debajo 
de  lodo  el  cielo  enderezamiento  y  cauiiuo  suyo.»  Y  asi 
dice : 

í  «Después  de  él  bramará  tronido,  tronará  en  voz 
de  su  manificencia,  y  no  será  buscada  cuando  fuere 
oída  su  voz.»  «Después  de  él,»  esto  es,  después  de  est>a 
luz  del  relámpago,  y  después  de  haber  con  ella  visto 
bien  la  carrera,  «brauíará  el  tronido»  luego,  porque 
para  iKisotros  el  rclánijiago  es  vislo  primero,  y  el  true- 
no oído  después.  Pues  dice  que  bramará,  ¡¡orque  es 
sonido  espantoso;  y  por  el  mismo  fin  añade  que  «tro- 
nará en  voz  de  su  niaiiificoncia»  ,  para  declarar  que  es 


ÍXIS  DE  LEOX. 

una  voz  terrible  y  grandísima;  y  dice  que  «no  será 
buscada  cuando  fuere  oida  su  voz»,  para  decir  la  velo- 
cidad con  que  pasa  ,  y  para  significar  que  pasada,  no 
deja  rastro  de  sí,  y  que  aunque  entendemos  de  diinde 
vino  ,  no  sabremos  señalar  la  parte  por  dú  vino  ni  adon- 
de pasó;  ó  porque,  como  otra  letra  dice,  «no  la  deten-     1 
drá  cuando  fuere  oida  su  voz ,»  esto  es ,  no  será  nadie 
poderoso,  cuando  sonar  quiere,  para  que  el  tronido  no 
suene,  ni  es  parte  nadie  para  atapar  la  boca  al  cielo 
cuando  la  abre  para  despedirla  voz  de  este  son.  «Des- 
pués de  él,  dice,  bramará  tronido.»  En  la  naturaleza, 
y  según  lo  que  pasa  en  el  hecho  de  la  verdad,  primero 
es  el  trueno  y  después  el  relámpago,  porque  el  relám- 
pago para  salir  rasga  la  nube,  que  rasgándose  hace 
aijuel  estampido;  y  como  es  primero  rasgarla  que  salir 
fuera  della,  ansí  es  primero  el  tronar  que  el  relámpago. 
Mas  en  nosotros  es  al  revés,  porque  la  luz  es  mas  lige- 
ra que  el  son,  y  Eliú  habla  según  lo  que  sentimos  nos- 
otros, y  habla  según  la  verdad  del  sentido  secreto  quo 
en  esto  visible  se  encubre.  Porque  sin  duda  en  el  cielo 
espiritual,  cuando  ¡nHuyccn  una  alma  estéril  para  ha- 
cer que  dé  fruto,  primero  luce  y  después  truena,  y 
juntamente  llueve,  y  habiendo  tronado,  cresce  con  mas 
copia  la  lluvia;  ansí  como  en  la  naturaleza  pasa,  según 
lo  que  mentamos  y  vemos.  Porque  ansí  como  la  fe  es  la 
primera,  y  el  entender  es  la  puerta  para  entrar  á  la  vo- 
luntad, ansí  forzosamente  la  luz  es  la  que  primero  en- 
tra en  el  alma  ciega  y  sepultada  en  tinieblas,  y  la  alum- 
bra y  hace  que  vea  en  un  momento  el  suelo  y  el  cielo, 
á  sí  y  á  Dios,  la  vileza  y  bajeza  suya,  y  la  alteza  y  nm- 
chedundjre  de  los  bienes  que  pierde;  y  como  dice  Eliú, 
hace  que  considere  «debajo  de  todo  el  ciclo,  y  su  lum- 
bre vaya  sobre  alas  de  tierra» ,  ó  como  otra  letra  dice, 
«sobre  sus  términos.»  Porque  ve  el  hombre  entonces 
por  medio  de  un  relámpago  súbito  y  de  una  represen- 
tación clara  y  brevísima,  los  fines  de  la  tierra  y  sus  alas, 
quiere  decir,  en  qué  para  lo  que  en  esta  tierra  de  mi- 
seria se  estima,  y  su  ligiíro  vuelo,  con  que  se  desparece 
en  un  punió.  A  lo  cual  se  sigue  luego  un  trueno  de  te- 
mor espantoso,  que  deja  asombradas  y  temblando  todas 
las  fuerzas  del  alma ,  un  tronido  que  dentro  della  seoye 
diciendo :  ¡Ay  perdida!  y  ¡qué  he  hecho!  de  lo  pasado 
¡que  tengo!  y  en  lo  venidero  ¡qué  esperanza  me  queda! 
Espanto,  asombro,  tenfijlores,  voces  de  amargura,  rc- 
prescntacionesdc  muerte  y  lormcnlo  perpetuo,  que  des- 
menuzan el  corazón  y  sumen  en  el  abismo  el  sentido. 
Mas  entre  osla  luz  y  tronido,  entre  este  conocimiento 
y  temblor,  la  lluvia  de  la  gracia  cae  mansamente  y  des- 
ciende; y  cuanto  el  temblor  yol  ruido  (pie  en  el  alma 
pasa  es  mayor,  tanto  desciende  mas  copiosa,  y  ansí  la 
baña  ,  que  mucha  parte  della  sale  por  los  ojos  conver- 
tida en  provechosísimas  lágrimas ,  con  que  so  lava  el 
corazón  podrecido,  y  poco  á  poco  se  repara  y  renueva, 
y  de  estéril  y  inútil  que  era  antes,  se  hace  fructuoso  y 
fecundo,  y  s(!  visle  de  verdor  y  hermosura.  Ansí  se  vio 
en  la  luz  y  en  la  voz  que  derribó  tanto  de  su  perverso 
ánimo,  como  de  su  estado,  á  san  Pablo  (ylc/.  A¡)ost., 
cap.  ix) ,  y  ansí  se  ve  cada  dia  en  mil  almas.  Mas  vea- 
mos lo  que  dice  mas  Eliú  : 

5  «Tronará  Dios  en  voz  suya  á  las  maravillas,  hace- 
dor de  grandezas  que  no  sabemos.»  Cada  palabra  licuti 


EXPOSiaON  DEL 
su  encarecimiento  ,  y  todas  se  enderezan  á  engrande- 
ceré! espantoso  mido  que  el  trueno  hace.  Dice  tronar, 
que  es  no  sonar  como  quiera,  y  diceque  truena  D/os,en 
que  da  á  entender  que  es  sonido  grandísimo,  porque 
todo  lo  que  se  atriltuye  á  Dios  siempre  es  grande,  y  di- 
ce «á  las  maravillas»,  porque  es  caso  muy  maravillo- 
so sin  duda  que  un  poco  de  vapor  espesado  y  rasgado 
haga  tan  espantable  sonido.  Pero  no  es  nuevo  á  Dios 
liacer  lo  que  no  alcanzamos  los  liomlires,  antes  proprio 
y  muy  suyo;  porque,  como  añade,  es  Dios  ((hacedor de 
grandezas  que  no  sabemosD.  Y  esto  misino  ,  si  lo  pa- 
samos al  alma,  ¡dicliosa  aquella  en  quien  Dios  truena 
con  voz  suya  en  la  forma  y  manera  so!)redícIia!  Porque 
sin  duda  truena  «á  las  maravillas»,  esto  es,  para  hacer 
en  ella  maravillas  nunca  merecidas  y  que  solamente 
pueden  ser  hechas  por  Dios.  Porque,  como  sea  maravi- 
lloso Dios  en  todas  sus  obras,  en  ninguna  es  tanto  co- 
mo en  trastornar  un  pocho  al  ma!  entregado,  y  sanarle, 
volviéndole  al  amor  de  la  justicia  de  la  afición  del  pe- 
cado. Que  una  maravilla  es ,  buscar  Dios  con  amor  á 
quien  en  acto  le  aborrece  y  desirve,  y  otra,  no  ser  en 
esta  busca  mas  misericordioso  que  justo,  teniendo  en 
ella  respeto  á  su  Hijo;  y  la  tercera,  sin  forzar  lo  que  es 
libre,  desaficionarle  y  descasarle  de  lo  que  perdidamen- 
te ama,  é  inducirle  á  querer  lo  que  ni  ve  ni  posee;  y  la 
cuarta  es  la  manera  como  le  sigue  y  los  alcances  que 
le  da,  y  el  artificio  de  ¡os  medios  que  usa  hasta  meterle 
en  sus  redes.  Que  en  lo  primero  muesira  su  bondad  in- 
finita, y  en  lo  segundo  su  justicia  sin  t(!rni¡no,  y  en  lo 
tercero  su  poder  amoroso,  y  e:i  lo  último  su  saber  sin 
medida-.  Y  por  eso  le  l!ama  (dlacodor  de  grandezas  que 
no  sabernos»;  porque  á  todo  saber  excede  la  sabiduría 
de  los  medios  de  que  Dios  para  este  fin  se  aprovecha, 
como  en  lo  que  se  sigue  veremos.  Dice  pues : 

6  «  Que  á  nieve  dirá,  desciende  á  la  tierra,  y  á  llu- 
via de  invierno,  y  á  lluvia  de  lluvias  de  su  fortale- 
za.» Porque  dijo  ser  Dios  hacedor  de  grandezas,  re- 
fiere algunas  naturales  que  hace  en  la  tierra  y  el  aire; 
y  como  dijo  del  trueno  y  relámpago ,  dice  agora  de  la 
nieve  y  de  las  lluvias  del  invierno  y  verano,  confosando 
que  las  envia  Dios  y  alabando  en  ellas  su  providencia  y 
grandeza ,  que  con  sumo  poder  y  saber  dispuso  desde 
su  principio  las  causas  con  tanta  eficacia  y  concierto, 
que  á  sus  tiempos  ordenados  y  proprios  envíen  de  las 
nubes  el  agua ,  unas  veces  hecha  nieve,  y  otras  deshe- 
cha en  golas  menudas  de  lluvia,  unas  mansa  y  otras  re- 
cia y  copiosa,  porque  conviene  así  para  la  sazón  de  los 
frutos.  Dice  «que  dirá  á  la  nieve  que  descienda  en  la 
tierra»,  porque  él  lo  hace  todo,  no  solo  porque  desde 
su  princit)io  compuso  las  causas  para  ello,  sino  tamhicn 
porque  cuando  se  hace  concurre  él  con  las  causas.  Y 
dicele  «que  descienda  »,  ó  como  el  original  dice,  «que 
esté,»  porque  la  nieve  sobre  la  tierra,  cuando  cae,  que- 
da como  asentada  reposando  en  ella,  no  corriendo  ni 
sumiéndose  por  el  suelo,  conforme  á  loque  el  lírico 
dice  (a)  : 

Y  las  i!!c\Ts 
Coiiipucsias  y  tendidas. 
De  el  aire  agudo  cu  hielo  convertidas* 

.  Y  distingue  dos  lluvias,  una  que  llama  el  original  anu- 
ía) Horat.,  lib.  iii ;  Carm.,  od.  10,  v.  7, 


LimiO  DE  JOB.  463 

Liado  de  lluvia»,  y  draque  la  nombra  «nublado  de  llu- 
vias de  su  fortaleza».  La  primera  es  mol  le/na  ó  agua 
mansa ,  como  de  invierno,  y  la  segunda  recia  y  de  ave- 
nida, como  son  los  turbiones  en  verano,  que  cada  una 
es  cual  conviene  ser  á  su  tiempo.  Que  son  diferencias 
que  ni  mas  ni  menos  las  hace  Dios  en  el  repartir  de 
su  gracia  para  bien  de  las  almas.  Porque  unas  veces 
envia  nieves,  esto  es  ,  disposiciones  apretadas  y  frías 
que  estrechan  y  hielan  el  corazón,  y  hace  que  estén  do 
asiento  en  él  y  que  duren  días  y  años,  para  que  reco- 
giéndose en  sí ,  no  se  derrame  de  fuera ,  y  para  que  el 
regalo  no  le  desvanezca  y  se  vaya  todo  en  hojas  y  flor. 
Porque  ansí  comeen  la  tierra  las  nieves  sobre  los  sem- 
brados caídas ,  apretando  el  suelo  y  recogiendo  el  ca- 
lor hacia  el  centro,  hacen  que  se  encepe  el  grano  y  que 
eche  raíces ,  y  cobre  fuerza  en  sí  mismo ,  y  no  brote 
afuera  sin  tiempo,  ansí  las  que  Dios  nieva  en  el  alma 
recogen  la  fuerza  de  ella  á  lo  ínlimo,  y  la  desvian  de 
aquesto  exterior,  y  la  esfuerzan  y  liacen  valiente  en  sí 
misma,  y  la  arraigan  con  firmeza  en  el  bien,  para  que 
después  con  mayor  abundancia  dé  fruto.  Ansí  envia 
unas  veces  nieves,  y  otras  riega  y  baña  el  alma  con  llu- 
via, unas  veces  menuda  y  sosegada,  que  se  bebe  en  ella 
y  la  cala  y  penetra  dulcemente,  y  la  enmollece  y  ragala 
y  hace  fértil  para  producir  frulos  santos;  otras  de  gol- 
pe y  de  avenida,  y  con  tanta  abundancia,  que  llena  do 
Dios  el  alma ,  y  desasida  de  aquesto  visible,  embriagada 
V  como  reventando,  y  no  cab.endo  en  sí  misma,  se  le- 
vanta á  virtudes  heroicas.  Y  ansí  luego  dice  : 

7  «En  mano  de  lodo  hombre  sella  para  entender 
cada  uno  en  su  obra.  »  Porque  quiere  decir  (jue  les  se- 
lla  y  cierra  las  manos  por  medio  de  esta  nieve  fría  y 
desta  abundancia  de  gracia,  para  que  no  se  ocupen 
en  las  obras  de  tierra  en  que  entendían  antes;  y  que  los . 
encierra  en  su  casa,  alejándolos  deslas  cosas  de  fuera, 
para  que  encerrados  en  si ,  y  apartatlos  de  lo  que  tan 
poco  les  pertenece ,  trabajen  en  la  composición  de  sí 
mismos,  que  es  su  olido  y  obra  propria.  Y  esto  mismo 
acontece  en  lo  natural ,  de  que  Eliú  descubiertamente 
habla.  Que  como  habia  dicho  de  la  nieve  que  Dios  en- 
via, que  es  fría  cu  si ,  y  viene  siempre  en  tiempo  frió  y 
helado,  diviértese,  según  costumbre  poética,  y  dice  lo 
que  el  frió  hace.  Y  engrandece  su  fuerza  por  sus  acci- 
dentes y  electos,  diciendo  que  «pone  sello  en  las  ma- 
nos de  ios  hombres»,  porque  se  las  entorpece  y  vuel- 
ve ateridas,  y  como  hiútlles  para  aprehender  lo  que 
quieren,  y  porque  las  encierran  en  sus  casas,  é  impide 
y  pone  estanco  en  sus  obras,  para  que  no  entiendan  en 
ellas.  Que  el  tiempo  helado  cierra  la  puerta  a  las  labo- 
res del  campo,  de  que  dice  el  poeta  (6) : 

Que  cuando  reina  el  frió  y  hielo  crudo. 
Los  labr.iilures  por  la  mayor  parte 
Gozan  de  lo  allegado,  y  juntamente 
A  veces  se  convidan  dulcemente. 

Dice  pues:  «En  mano  de  todo  hombre  sella,»  esto  es, 
pone  sello  en  las  manos  de  todos  con  el  rigor  del  frío 
que  envía.  «Para  entender  cada  uno  en  su  obra. »  «Para 
entender»  quiere  decir  «para  hacer»;  [lorque  en  la 
lengua  original,  como  en  la  nuestra,  entender  se  toma 
por  hacer ,  y  entender  en  una  cosa  es  Itacerla  ó  poner-» 
{b)  Virg.,  Georg.,  1,  v.  500. 


461 


OBI\AS  DE  FRAY 


la  por  obra.  Y  diciendo  «para  enlcnder»,  niega  que 
puedan  entender  en  sus  obras  los  hombres,  por  estar 
ateridos  del  hielo;  y  niégalo  por  virtud  de  la  negación 
que  se  encierra  en  decir  que  les  sella,  esto  es,  que  no 
les  deja  sueltas  y  libres  las  manos.  Prosigue  adelante  : 

8  «Entrará  alimaña  en  su  cueva,  en  su  escondrijo 
morará;»  en  que  dice  otro  efecto  que  el  frío  hace,  y 
con  que  encarece,  diciéndole,  su  grande  fuerza.  Por- 
que, vencidas  de  él ,  y  no  pudiendo  sufrir  su  rigor  las 
alimañas,  todas  se  van  á  sus  cuevas,  y  en  el  abrigo  de 
ellas  metidas,  en  cuanto  el  rigi>r  dura,  pasan  su  vida. 
O  si  decimos  que  no  habla  del  hielo  aquí,  sino  de  los 
aguaceros  y  de  las  tempestades  que  hay  en  el  veranode 
aguas,  es  verdad  también  decir  que  huyen  entonces 
los  animales  á  sus  escondrijos ,  y  pasan  allí  en  cuanto 
pasa  la  furia.  Y  de  ambas  maneras  se  veriíica  bien  en 
lo  que  toca  á  las  almas.  Porque  en  los  tiempos  ásperos 
que  Dios  envia  á  los  suyos,  y  en  el  frió  de  la  nieve,  y 
en  la  avenida  de  los  trabajos  y  males,  lo  bruto  que  en 
nosotros  vive  y  desmandarse  suele  con  la  serenidad  y 
blandura,  se  retira  entonces  y  encoge,  y  verdadera- 
mente se  encubre  y  enllaquece  y  casi  pierde  la  vida. 
Que  para  ese  íin  trabaja  Dios  á  los  buenos ,  para  apu- 
rarlos, esto  es ,  para  acabar  en  ellos,  cuanto  es  posible, 
todo  lo  que  de  razón  carece  ó  que  no  se  sujeta  á  ella, 
y  quiere  vivir  brutamente  libre  y  por  sí.  Dice  mas:  que 

9  «De  lo  interior  vendrá  el  turbión  y  del  arturo  el 
frío.»  Interior  llama  el  polo  que  senos  encubre,  opues- 
to y  contrario  al  descubierto  que  vemos,  y  ansiinis- 
mo  á  las  regiones  del  mediodía  que  á  él  se  allegan;  y 
llámalo  ansí,  porque  antes  de  agora  eran  regiones  no 
conocidas.  Pues  de  allí  dice  que  viene  el  turbión  y 
las  tempestades  de  las  aguas,  porque  el  ábrego  y  ven- 
dabal  que  sopla  de  aquellas  parles  es  tempestuoso  y  llu- 
vioso; «y  del  arturo,»  que  es  el  norte,  viene  «el  frío», 
porque  el  cierzo,  que  nace  de  aquella  región ,  es  frío  y 
agudo  viento.  Y  así,  donde  decimos  ariuro,  el  origi- 
nal dice  mczarim,  «los  esparcidores,»  para  declarar 
por  ello  los  frios,  que  con  su  agudeza  y  sequedad  con- 
sumen los  humores  y  esparcen  y  deshacen  las  nubes  y 
serenan  el  aire.  Y  cuenta  esta  diversidad  de  vientos,  y 
la  diferencia  de  los  efeclos  contrarios  que  hacen  entre 
las  obras  maravillosas  de  Dios  con  razón  justa;  porque 
aunque  los  conocemos  por  el  sentido ,  si  queremos  dar 
verdadera  razón  de  ellos  con  el  entendimiento ,  no  la 
sabremos  dar,  ni  la  han  dado  los  filósofos,  queson  mas 
preciados,  y  que  con  cuidado  se  desvelaron  en  darla, 
como  se  mosirara  á  los  ojos  si  no  fuera  ajeno  des! e  pro- 
pósito. El  mf)  l¡od!a,  en  la  Sagrada  Escritura,  y  el  vÍími- 
lo  que  del  mediodía  procede,  es  bien  rcce!)ido;  y  al  re- 
vés, reprobado  y  desechado  el  norle  y  setentrion;  co- 
mo se  ve  por  lo  que  en  los  Cantares  {a)  dice  la  Esposa, 
cuando  para  el  bien  de  su  huerto  llama  al  ábrego  y  le 
ruega  que  sople,  y  al  cierzo  y  selcntrion  le  manda  que 
huya.  Y  en  otra  parte  dice  un  profeta  (6)  que  «del  nor- 
te vendrá  el  mal  todo».  Y  no  sin  secreto  misterio  Lu- 
cifer esco'^ia  al  setentrion  [lara  asiento,  cuando  acerca 
del  Profeta  (c)  decia:  «Sobre  las  cslrellas  del  cielo  en- 
salzaré mi  trono,  en  el  monte  del  Testamento,  al  ludo 

(a)  Cant.,  cap.  -i,  v.  16.    '¿-i  Jirera.,  cap.  1,  v.  H. 
íc)  Isai.,  cap.  14,  v.  13. 


LUIS  DE  LEÓN. 

del  aquilón.»  Y  conformo ú  esto,  entendemos  por  el  nor- 
te aquí  al  espíritu  enemigo  y  al  sentido  de  la  carne 
mundanal  y  ambicioso,  tan  lejos  del  calor  de  la  cari- 
dad que  da  vida ,  cuanto  del  sol  están  desterradas  las 
partes  del  norte;  los  cuales  espíritus  y  sentidos  siem- 
pre son  causa  do  frió  y  de  hielo  en  el  alma,  abrasando 
con  hielo  sus  felices  plantas,  y  quitándola  el  fruto  y 
entorpeciéndola  al  bien.  Y  por  el  contrario,  el  medio- 
día es  buen  espíritu  que  la  ablanda  y  enternece,  y  la 
baña  con  la  lluvia  del  cielo,  y  ansí  la  hace  fructuosa  y 
fecunda  y  lucida  al  alma.  Mas,  porque  hay  dos  maneras 
de  frialdad  y  de  hielo,  una  que  nace  del  amor  de  las 
cosas  sensibles,  y  otra  que  hace  Dios  retirando  en  cier- 
ta manera  el  regalo  blando  de  su  presencia;  una  que 
liace  el  vicio  que  se  a-ientaen  el  alma,  otra  que  se  des- 
cubre en  ella  sin  culpa  suya,  y  por  orden  maravillosa 
de  Dios;  de  este  postrero,  yaque  del  primero  había  di- 
cho, dice  agora  Eliú  en  esta  manera: 

dO  »A  soplo  de  Dios  se  hace  el  hielo ,  y  después  se 
derraman  en  anchura  las  aguas;»  que  acontece  en  lo 
natural  y  en  lo  espiritual  por  una  misma  forma.  Por- 
que, ansí  como  con  el  aire  agudo,  que  es  lo  que  llama 
«soplo  de  Dios»,  se  biela  el  agua,  y  después,  volvién- 
dose el  aire  en  otro  mas  templado,  se  deshace  y  des- 
hiela, y  corre  y  se  extiende  lo  que  antes  estaba  como 
en  cadena ;  ansí  en  esta  manera  de  frialdad  y  apretura 
que  hace  Dios  en  el  alma  para  bien  della  misma,  reti- 
rando la  influencia  de  su  regalo  y  blandura,  la  causa 
de  ella  es  «soplo  de  Dios»,  esto  es,  es  espíritu  y  orden 
suya ,  ordenada  toda  para  nuestro  provecho;  y  sí  no  es 
espíritu  regalado  suyo,  es  espíritu  sin  duda  amoroso, 
porque  se  mueve  á  ello  por  amor  y  en  ese  mismo  ac- 
to ,  y  cuando  lo  hace,  nos  ama.  Y  el  fin  es ,  «resolverse 
después  en  anchura  de  aguas;»  porque  no  sigue  tanio 
la  sombra  al  cuerpo  en  el  sol,  como  es  cierta,  después 
de  una  dostas  fríaldailes  y  sequedades  muy  grandes, 
una  copia  mas  grande  de  regalos  dulcísimos.  Y  es  or- 
dinario en  Dios,  cuando  nos  quiere  hacer  algunas  gran- 
des mercedes,  y  antes  que  nos  las  liaga,  tentarnos  pri- 
mero con  a[»returas  y  sequedades  por  muchas  razones. 
Una ,  para  así  nos  hacer  mas  puros  y  mejor  dispues- 
tos para  lo  que  ha  de  venir.  Otra,  para  renovaren  nos- 
otros el  conocimiento  de  lo  poco  que  somos  sin  él,  de 
manera  que  su  memoria  reciente  no  consienta  al  re- 
ga'ü  que  luego  viene  nos  desvanezca.  Y  la  tercera,  pa- 
ra que  el  pasar  de  lo  amargo  á  lo  dulce,  y  de  la  triste- 
za déla  seipiedad  á  la  suavidad  de  laanchura,  y  del  frío 
helado  al  calor  amoroso,  avive  el  sentido  del  bien  en 
nosotros  y  haga  mas  acendrado  deleite;  de  arte  que  lo 
dulce  nos  sea  mas  dulce,  y  el  regalo  mas  regalado,  y  el 
bien  y  el  favor  mas  gustoso,  y  el  Autor  de  todos  e-;tos 
bienes  sin  comiiaracion  mas  amable;  y  no  mas  amable 
solamente,  sino  admirable  y  por  c.\lri'mo  maravilloso, 
que  con  tan  gran  artificio  y  con  varietlad  tan  diversa 
nos  tiempla  y  guisa  y  hace  mas  sabroso  el  bien  para 
nuestro  provecho.  Prusigr.e: 

ii  «Trigo  desea  nubes,  y  nubes  esparcen  lumbre  su- 
ya. »  No  solamente  la  semenlera  pide  nubes  y  lluvia, 
mas  tandjíen  las  desea  el  trigo  ya  nacido  y  crecido,  co- 
mo en  los  meses  de  mayo  y  abril.  Pues  loa  en  esto  la 
providencia  de  Dios,  y  cuenta,  y  con  razón,  como  ma- 


EXPOSICIÓN  DEÍ 
ravilla  suya  también,  esle  orJonadú  concierto  con  que  : 
acude  Dios  con  el  agua  á  sus  tiempos ,  no  solo  al  trigo 
sembrado  para  que  nazca,  sino  al  nacido  para  que  espi- 
gue y  fructifique.  Y  así,  diceque  «el  trigo  desea  nubes», 
esto  es ,  que  tiene  necesidad  en  el  abril  de  sus  lluvias; 
y  porque  corre  entonces  la  necesidad,  hace  la  orden  de- 
Dios  que  las  nuí)es  entonces  vengan  y  «derramen  su 
lumbre»,  que  es  su  agua  lloviendo.  Y  llámala  lumbre, 
ó  porque  la  palabra  original  or  significa  lo  uno  y  lo 
otro,  ó  porque  las  lluvias  de  aquellos  meses  no  son  sin 
relámpagos.  Y  entendemos  de  esta  doctrina  que  no 
hay  estado  en  esta  vida  tan  justo  ni  gustoso,  tan  crecido 
y  aprovechado,  que  no  tenga  necesidad  de  la  lluvia  de 
la  gracia  de  Dios ,  y  juntamente  que  no  falta  Dios,  cuan- 
to es  en  sí,  en  ningún  estado  á  los  suyos.  «El  trigo,  di- 
ce, desea  nubes,»  y  porque  es  trigo,  mas  las  desea.  Que 
los  deseos  de  los  bienes  de  Dios  en  los  mas  crecidos  y 
mas  perfectos  son  mucho  mayores ;  los  que  están  en  su 
muerte  y  los  que  están  en  yerba,  ni  desean  ansí  con-¡o 
los  espigados,  ni  tanto  las  hojas  como  los  granos  y  el 
fruto.  Y  dice  que  en  los  tales  «ks  nubes  esparcen  su 
lumbre»,  porque  lo  que  infiiiye  la  gracia  de  Dios  en  los 
espíritus  adelantados  en  la  virtud  y  perfectos ,  demás 
de  ser  mucho,  tiene  mas  de  luz  que  de  regalo;  porque 
de  ordinario  los  regalos  se  dan  á  los  principiantes,  co- 
mo á  tiernos  y  flacos,  y  como  á  niños  en  la  virtud,  no 
capaces  de  mantenimiento  macizo.  Esto  es  así.  Aunque 
en  este  paso  el  original  da  lugar  á  otra  letra  que  dice: 
«También  serenidad  fatiga  nube,  hará  esparcir  nube  de 
su  lumbre.»  Que  en  una  palabra  es  decir  que  algunas 
veces  llueve  bien  con  el  cierzo,  al  cual  llama  aquí  sere- 
7ñdad,  porque  de  ordinario  sucede,  cuando  sopla,  cau- 
sarla. Y  ansí,  porque  habia  dicho  en  el  verso  de  antes 
que  Dit)s  con  su  soplo ,  esto  es,  con  el  viento  cierzo  so- 
plando, lielaba  y  apretaba  las  aguas,  dice  agora  que 
no  solamente  hiela,  sino  que  también  algunas  veces 
llueve  abundantemente  con  cierzo.  «También,  dice, 
serenidad  fatiga  nubes,»  esto  es,  no  siempre  las  desha- 
ce, sino  veces  hay  que  las  fatiga,  e.ilo  es,  que  las  trae 
y  las  llama  y  las  ocupa  en  su  obra.  Como  declara  lue- 
go, añadiendo,  «hará  esparcir  nube  de  su  lumbre,»  que 
es  su  lluvia,  como  agora  decíamos.  Que  en  lo  que  toca 
al  espíritu  conviene  con  lo  del  verso  pasado,  adonde 
decíamos  que  á  la  setjuedad  sucede  siempre  lluvia ,  y 
á  la  apretura  y  frialdad  de  espíritu  regalo  y  blandura 
de  Dios;  porque  Id  confirma  aquí,  y  dice  ser  tan  cier- 
to, que  la  misma  serenidad,  esto  es,  el  mismo  cierzo, 
causador  del  hielo  y  del  frío,  conviene  á  saber,  esa 
ínisma  esterilidad  y  encogimiento  de  espíritu,  secreta- 
mente, y  sin  que  el  alma  lo  entienda,  solicita  á  las  nu- 
bes,, esto  es,  llama  y  saca  la  lluvia,  haciendo  mas  pu- 
ra el  alma  y  mas  capaz  para  ella,  y  avecinándola  mas  á 
Dios,  el  cual  influye  siempre  y  abundantemoate  luego 
que  halla  sugetos  dispuestos.  Y  así  luego  dice: 

42  «Y  ella  en  cerco  se  revuelve  por  todo  en  consejo 
del  Gobernador,  para  obrar  todo  lo  que  él  le  manda  so- 
bre la  haz  de  la  tierra.»  Porque  ella  es  la  nube,  esto 
es ,  la  fuente  de  la  gracia ;  la  cual ,  según  el  consejo  de 
la  providencia  de  Dios ,  es  quien  gobernada ,  «lo  cerca 
todo  á  la  redonda,»  buscando  y  haciendo  sugetos  sobre 
queinfluya,  como  en  la  naturaleza  acontece;  de  que  di- 
E.xvi-ii, 


LIBRO  DE  JOB.  465 

ce  que  no  llueve  poco  cuando  llueve  con  cierzo,  antes  lo 
cercan  las  nubes  todo,  y  guiadas  do  Dios  por  medio  de 
viento,  discurren  y  obran  lo  que  él  les  ordena  «sobre 
la  haz  de  la  tierra»,  lloviendo  ó  no  lloviendo  en  partes 
diversas.  Como  luego  declara,  diciendo : 

13  «O  en  una  gente,  ó  en  tierra  suya,  ó  en  cual- 
quier lugar  que  su  misericordia  mandare  que  se  ha- 
llen.» O  como  podemos  también  traducir :  «O  para  va- 
ra ó  para  misericordia  haré  que  sea  hallada. »  Por- 
que ,  como  sea  verdad  que  las  nubes  andan  por  todas 
partes  y  derraman  su  lluvia,  agora  en  unas,  y  agora  en 
otras,  según  la  forma  que  Dios  les  ordena;  mas  no  siem- 
pre la  derraman  para  un  mismo  fin ,  ni  hacen  siempre 
una  obra;  que  veces  llueve  para  castigo,  y  veces  para 
misericordia;  unas  lluvias  anegan,  otras  destruyen  los 
frutos,  otras  los  producen  y  multiplican.  Y  así,  dice 
que  la  nube  y  la  lluvia  sirve  á  Dios ,  ó  de  vara  y  azote 
para  unos ,  ó  de  misericordia  y  piedad  para  otros.  Y  es 
lo  mismo  en  la  gracia;  que  su  influencia  unas  veces 
castiga  y  destruye  y  anega  las  pasiones  del  cuerpo, 
otras  en  lo  alto  de  el  alma,  quedes  propriamente  su 
tierra,  produce  frutos  de  misericordia  riquísimos.  Dice 
mas : 

14  «Escucha  Job  y  advierte  y  considera  maravillas 
de  Dios.»  Después  que  ha  referido  Ellú  algunas  de  las 
obras  maravillosas  que  en  la  naturaleza  Dios  hace,  allé- 
gase mas  á  su  propósito ,  y  aplica  lo  que  dicho  tiene  á 
lo  que  pretende  decir.  Y  así,  volviéndose  á  Job,  pídele 
de  nuevo  atención,  y  adviértele  considere  las  maravi- 
llas que  ha  dicho ;  y  si  las  ha  considerado ,  pregúntale 
y  dícele: 

15  «¿Por  dicha  sabes  cuándo  manda  Dios  á  lluvias 
que  mostrasen  luz  de  sus  nubes?»  Que  es  como  si  mas 
claro  dijese :  Si  has  oído ,  Job ,  lo  que  he  dicho,  y  si  has 
puesto  atención,  preguntóte,  ¿sabrás  decirme  la  causa 
de  ello?  ¿Podrás  declararme  por  qué  medios,  con  qué 
virtud  de  causas,  por  qué  fines  hace  Dios  lo  que  hace 
en  las  nubes  con  las  lluvias  y  aire?  Como  secretamente 
arguyéndole  que  si  esto  público  que  Dios  liace  no  sabe, 
menos  alcanzará  lo  secreto ;  y  reprehendiéndole  coneste 
ai'gumento  del  haber  querido  ponerse  con  Dios  á  cuen- 
ta, «¿por  dicha,  dice,  sabes  cuándo  manda  Dios  lluvias?» 
estoes,  ¿sabes  cuándo  y  cómo  y  por  qué  llueve  Dios 
cuando  llueve?»  Sabes  en  esta  parte  de  naturaleza,  que 
tan  manifiesta  parece ,  los  secretos  que  Dios  encierra, 
las  causas  que  dispuso  para  la  lluvia,  cómo  y  por  qué 
fines  la  alza  ó  la  envía?  Y  añade:  «¿Que  mostrasen  luz 
de  sus  nubes?  Como  diciendo :  Y  ¿sabrásme  decir  tam- 
bién de  los  rayos  y  relámpagos ,  que  con  las  nubes  y 
lluvias  vienen  y  resplandecen?  Y  prosigue  preguntan- 
do ,  y  dícele : 

16  «¿Por  dicha  supiste  sendas  de  nubes,  grandes  y 
perfectas  ciencias»?  O  según  otra  letra:  «Extendi- 
mientos ,  ó  pesos  de  nubes  maravillas,  perfectos  sabe- 
res.» Que  es  decirle  casi  lo  mismo  que  dicho  habia,  por 
otras  diferentes  palabras.  Porque  «sendas  de  nubes» 
son  los  caminos  que  hacen  ,  el  venir  sin  saber  en  qué 
manera,  y  desaparecer  cuando  menos  se  piensa;  y  «ex- 
tendimientos  suyos » son  lo  que  no  nos  maravilla  por  ser 
ordinario,  y  es  ello  en  sí  muy  maravilloso.  De  una  pe- 
queña nube ,  estando  el  cielo  sereno,  en  brevísimo  tiem- 

30 


466  OBRAS  DE  FRAY 

po  cúbrese  todo  de  nubes  yextiéndese  casi  visiblemen- 
te ,  sin  ver  lo  que  se  le  alleaa,  como  se  extiende  un  velo 
que  plegado  estaba, si  se  desplega.  Y  «pesos  de  nubes» 
llama  lo  que  en  el  aire  las  tiene  suspensas  y  como  en 
una  cierta  balanza ,  que  no  las  consiente  ni  alzarse  : 
mas  altas  ni  caer  descendiendo.  Todas  las  cuales  co- 
sas son  rt  maravillas  y  perfectos  saberes  » ,  porque  sus 
causas  proprias  y  verdaderas  son  muy  ocultas,  y  por  la   ! 
misma  razón  madres  de  lo  que  es  maravilla;  y  no  las   | 
entiende  sino  quien  muclio  sabe  y  es  perfecto  en  la  i 
ciencia.  Prosigue: 

17  «¿Por  dicha  vestiduras  tuyas  se  calientan  cuando  ! 
es  soplada  la  tierra  del  ábrego?»  Que  es  razón  corlada,  ¡ 
y  se  hace  así  entera:  «¿Por  dicha  sabes  la  causa  por 
qué  tus  vestiduras  se  calientan  cuando  el  ábrego  so- 
pla?» En  que  lleva  adelante  sus  preguntas  para  con- 
vencer lo  poco  que  el  hombre  alcanza  de  lo  que  Dios 
hace  y  sabe.  Porque  sin  duda ,  si  se  apuran  las  razones 
que  los  sabios  dan  para  que  unos  vientos  sean  fríos  y 
otros  calientes,  unos  sequen  y  otros  humedezcan,  cons- 
tará ser  razones  de  aire,  que  tienen  mas  de  imaginación 

y  sospecha  que  de  razón  y  causa  verdadera.  El  ábre- 
go calienta ,  como  por  la  experiencia  se  ve;  y  si  dijere 
alguno,  por  causa  de  su  calor,  venir  del  mediodía,  que 
es  para  caliente  y  que  tiene  al  sol  siempre  vecino,  pa- 
recerá que  dice  algo ,  y  apretado  y  llegado  al  cabo ,  ni 
es  verdadero  ni  verisímil.  Porque  el  ábrego  que  viene 
del  mediodía  no  siempre  nace  debajo  de  la  zona  tórri- 
da ó  de  la  equinoccial ,  ni  llega  soplando  desde  aquella 
región  á  la  nuestra,  sino  nace  de  ordinario  no  muchas 
leguas  de  donde  le  sentimos  soplar.  Y  acontecerá  mu- 
chas veces  que  mas  adelante  del  lugar  donde  nace, 
nazca  otro  viento  contrario  que  vaya  soplando  por  ca- 
mino 0£juesto,  y  corriendo  hacia  los  que  viven  al  medio- 
día, les  sea  frígidísimo  cierzo.  Y  si  miramos  á  sus  na- 
cimientos de  ambos,  está  mas  cerca  del  camino  dol  sol 
el  que  enfría  á  los  meridionales  que  el  que  calienta  á 
nosotros;  y  aquel,  con  nacer  junio  á  la  tórrida,  será  cier- 
zo, porque  endereza  su  soplo  hacia  el  polo  contrario; 
y  este,  cuyo  nacimiento  se  allega  á  nuestro  norte  mas, 
es  puro  ábrego,  porque  mira  á  él  cuando  sopla.  Ansí 
que,  las  verdaderas  y  proprias  causas  desto  natural  y 
visible  no  Las  alcanzan  esos  mismos  que  en  su  estudio 
se  emplean.  Y  eso  quiere  decir  Elíú  cuando  pregunta 
á  Job  sí  sabe  por  qué ,  cuando  corre  ábrego  ,  da  calor 
el  vestido.  O  como  dice  otra  letra:  «¿Por  qué  tus  ves- 
tiduras calientes  en  sosegando  la  tierra  de  mediodía?» 
En  que  apunta  un  caso  de  naturaleza  secreto,  y  es  que, 
según  dice  Plinío  (a),  el  viento  ábrego,  que  es  tem- 
pestuoso en  nuestras  regiones  y  causailor  de  nublados, 
en  África  y  en  las  tierras  mas  adelante  dclla  y  mas  ve- 
cinas al  mediodía  ,  serena  el  cíelo  y  destierra  las  nu- 
bes. Y  así,  pregunta  si  sabe  la  causa  de  el  calor  que 
siente  cuando  la  tierra  sujeta  al  mediodía  sosiega,  es- 
to es,  cuando  el  ábrego  sopla,  qnoai»ura  el  aire  y  des- 
hace los  nublados  en  ella;  que  viene  á  ser  lo  primero. 
Prosigue : 

18  «¿Por  ventura  tú  con  él  fabricaste  los  cíelos,  ma- 
cizos como  vaciados  de  cobre?»  O  según  otra  letra, 
«fuertes  como  espejo  vaciado. »  Que  es  por  lodus  parles 

(tt)  I'ÜD.,  líb.  11,  Cüp,  47. 


LUIS  DE  LEÓN. 

argüirle  de  arrogante  y  presumido,  y  como  decirle  si, 
como  se  tiene  por  sabio,  se  imagina  también  poderoso, 
y  como  presume  saber  lo  que  Dios  hace,  juzga  de  sí 
que  lo  pudiera  hacer.  Porque  quien  entiende  en  una 
obra  todo  su  secreto  artificio ,  no  está  lejos  de  saber  ha- 
cerla si  quiere.  Y  así,  le  pregunta  si  íabricó  él  acaso 
los  cielos;  que  quien  tanto  se  piensa  entender  de  ellos, 
parece  haber  sido  el  autor.  Y  dice  «los  cielos»  señala- 
damente ,  porque  todas  estas  obras  de  que  ha  pregun- 
tado hasta  ahora  nacen  de  ellos  y  se  gobiernan  por 
ellos ,  y  son  efectos  suyos  muy  proprios.  Dice : 

19  «Avézanos  que  respondamos  á  él ;  que  nosotros 
no  acertaremos,  por  las  tinieblas;»  que  es  una  disimu- 
lada mofa  é  ironía.  Tú,  dice,  que  lo  sabes  todo,  nos 
enseña  qué  diremos  áel  que  nos  preguntare  estas  cau- 
sas ,  que  nosotros  no  lo  alcanzamos,  impedidos  de  nues- 
tra ignorancia.  «Por  las  tinieblas,»  dice,  como  dicien- 
do: Nosotros  vivimos  en  noche;  tú,  que  eres  señor  déla 
luz  y  vives  rodeado  de  lumbre ,  podrás  alumbrarnos. 
Pero  añade : 

20  «¿Quién  le  contará  lo  que  hablo ?  Aunque  el  hom- 
bre hablare,  será  tragado.  »  Como  diciendo  que  es  un 
imposible  que  él  ni  ningún  otro  hombre,  si  no  fuere 
alumbrado  por  Dios ,  cuente ,  esto  es ,  declare  con  ra- 
zón verdadera  lo  que  habla  agora ,  esto  es ,  lo  que  ha 
preguntado  y  propuesto;  ninguno  podrá  declarar  es- 
tas causas,  ninguno  en  cosas  tan  visibles  y  manifiestas 
alcanza  manifiestamente  el  arte  como  Dios  las  obra.  Y 
aunque  alguno,  dice,  atrevidamente  hablare,  esto  es, 
presumiere  de  alcanzar  las  proprias  causas  de  estas 
obras  de  Dios  y  decirlas,  «será  tragado»  del  mismo  su- 
geto ,  esto  es ,  perderse  ha  en  este  abismo  metido,  y  la 
hondura  de  ellas  le  sorberá.  Y  dicho  esto,  torna  á  refe- 
rir algunas  de  las  mismas  obras  de  naturaleza,  di- 
ciendo : 

21  «Y  agora  no  ven  luz,  que  el  aire  de  improviso  en 
nubes  se  espesa,  y  pasa  el  viento  y  purifícalas.»  En 
que  dice  la  presteza  con  que  el  cielo  se  anubla  y  sere- 
na, que  muchas  veces  se  hace  en  tiempo  brevísimo; 
con  que  confirma  lo  que  ahora  decía ,  de  cuan  dificul- 
toso es  el  conocéroslas  causas.  Porque  sin  duda  es  es- 
curo negocio  penetrar  cómo  en  tan  breve  tiempo  se 
hacen  efectos  tan  grandes ,  y  no  es  mucho  que  se  pier- 
da (antes  es  conforme  á  razón)  el  mortal  que  en  esto 
se  mete.  Dice  mas: 

22  uDc  la  parte  aquilonar  viene  el  oro,  y  de  Dios  te- 
merosa alabanza.»  Porque  dijo,  pasa  el  viento,  y  ahu- 
yenta ó  purifica  las  nubes,  dice  luego  dónde  viene  es- 
te viento.  «De  la  parte  aquilonar  viene  el  oro.»  Oro 
llama  la  luz  serena  y  el  sol  que  resplandece  en  el  ciclo 
puro  y  desembarazado  de  nubes ,  porque  es  como  oro, 
y  así  le  suelen  llamar  los  poetas  al  sol  y  á  laluz  ;  y  di- 
ce que  viene  del  norte,  porque  el  cierzo  que  allí  nace 
trac  días  serenos  y  amables.  Y  lo  mismo  que  es  en  el 
día ,  es  verdad  en  el  alma ;  que  sin  duda  el  acrecenta- 
miento de  su  caridad  y  el  precio  de  su  valor,  y  su  pu- 
reza y  serenidad  y  su  amable  reposo,  le  viene  de  la  ad- 
versidad y  trabajo,  y  estos  soplos  frios  y  ásperos  siem- 
pre hacen  grandes  y  ricas  las  almas.  Y  cosa  notoria  es 
que  en  la  Sagrada  Escritura  «el  oro»  es  la  carídíul,  y 
tilapurlc  aquilonar);  lodo  lo  enemigo  y  adveráo.  Así  que, 


EXPOSICIÓN  DEL 

«del  norte  viene  el  oro ,»  y  de  la  calamidad  el  aprove- 
chamiento ;  y  por  la  misma  causa  lo  que  luego  se  sigue, 
«y  de  Dios  temerosa  alabanza  ,>j  ó  como  olra  letra  di- 
ce, «y  áDios  temerosa  alabanza.»  Porque  con  ser  ver- 
dad que  convida  Dios  á  que  le  alabemos  y  reverencie- 
mos por  todas  partes  y  con  todas  sus  obras;  mas  esto 
de  los  trabajos  y  tribulaciones  con  que  ejercita  los  su- 
yos, entre  otros  bienes  que  en  ellos  hace,  les  cria  en 
el  alma  un  amor  humilde,  y  una  afición  llena  de  reve- 
rencia,y  un  temerosoy  aficionado  respeto  para  con  Dios, 
á  quien  las  almas  afligidas  y  santas  miran,  poruña  par- 
te como  á  Señor  que  tiene  el  azote  en  la  mano,  y  por 
otra  como  á  Padre  misericordioso  que  tiempla  el  rigor 
merecido  ,  y  que  con  semblante  de  enojado  las  ama,  y 
por  caminos  de  justicia  las  beneficia ,  y  haciendo  del 
que  las  huye ,  las  apura  y  las  allega  á  sí,  y  las  abraza 
con  nudo  do  amor  estrechísimo.  Y  ansí,  el  alma  justa 
azotada,  que  esto  entiende,  se  deshace  en  amor  y  quer- 
ría ser  toda  lenguas,  y  agoniza  por  serlo  para  decir  en 
alaban  zade  Dios,  de  su  saber,  de  su  poder,  de  su  artifi- 
cio y  piadoso  cuidado  parte  de  lo  que  siente.  Mas  no  hay 
lengua  que  baste ;  y  así  dice : 

23  (ii\o  podremos  hallarle  como  merece,  grande  en 
fortaleza,  juicio  y  justicia,  y  no  puede  ser  contado.»  O 
en  otra  manera :  «Poderosísimo  no  le  hallaremos,  gran- 
de en  poder  y  juicio  y  muchedumbre  de  justicianoafli- 
girá.»  «No  podremos  hallarle  como  merece,»  esto  es,  ha- 
llarle alabanza  que  alcance  á  lo  que  se  le  debe,  lengua 
que  le  alabe  como  debe  ser  alabado; porque  es  «grande 
en  fortaleza»,  esto  es,  poderoso  hacedor  de  cuanto  le  pla- 
ce. Y  aunque  todo  es  poderoso,  no  es  absoluto  ni  tira- 
no, sino  tan  igual  y  justo ,  cuan  fuerte  y  poderoso;  por 
lo  cual,  ni  oprime  su  esforzada  mano,  ni  aflige  con  vio- 
leiuúa  su  poder  infinito.  De  que  se  sigue  lo  último, 
que  es : 

24  «Por  tanto,  varones  le  temerán,  y  no  osarán  mirar- 
le todos  los  que  se  tienen  por  sabios.»  Porque  ni  los  sa- 
bios en  su  comparación  lo  son,  ni  los  valientes  varo- 
nes delante  del  tienen  fuerza;  porque  para  estos  es  to- 
dopoderoso, y  páralos  otros  sabio  sumamente,  y  ansí, 
es  necesario  que  ambos  con  espanto  se  rindan.  Y  dio 
bien  á  cada  uno  la  palabra  que  le  convenia ,  para  mas 
engrandecer  loque  quiere;  que  de  los  varones,  esto 
es,  de  los  fuertes,  dice  que  le  temblarán ,  que  es  lo  mas 
ajeno  y  lo  que  mas  lejos  está  de  la  valentía;  y  á  los  sa- 
bios quita  el  mirar,  siendo  lo  mas  proprio  dellos  el  co- 
nocer y  entender,  y  el  hincar  los  ojos  con  mas  parti- 
cular advertencia  en  las  cosas.  Porque  se  entienda,  no 
solamente  que  ninguno  iguala  ni  puede  correr  lanza 
con  Dios  en  el  saber  ni  poder ,  sino  que  el  sabio  ante 
él  es  ciego,  y  el  valiente  temeroso  y  cobarde.  Con  que 
da  fin  á  su  razón  Eliú,  y  feneciéndola,  arguye  y  secre- 
tamente prueba  todo  lo  que  por  ella  pretende ;  que  mo- 
dere Job  su  lengua  para  con  Dios  y  presuma  de  sí  me- 
nos, y  no  piense  que,  si  es  fácil  el  atreverse  á  decirlo, 
el  hacerlo  y  el  entrar  con  Dios  en  cuenta  le  será  nego- 
cio ligero,  y  que  para  el  desafío  basta  un  atrevimiento 
loco ,  mas  para  la  estacada  y  victoria  hay  necesidad  de 
otro  saber  y  de  otro  ánimo  diferente  del  suyo..  Que  Dios 
va  fuera  de  toda  cuenta  y  es  libre  de  toda  competen- 
cia con  él  j  no  viene  en  comparación  con  ninguno ,  sa- 


LIBRO  DE  JOB.  467 

pientísimo,  poderosísimo,  altísimo,  y  en  cuyo  respec- 
to, el  saber  de  las  criaturas  es  noche,  y  la  fuerza  lana, 
y  el  consejo  desatino,  y  el  ánimo  abalimieato,  y  el  va- 
lor flaqueza. 

CAPITULO  XXXVIIL 

ARGUMENTO. 

Concluido  el  largo  razonamiento  de  Ellú,  cesaron  todos  en  la  dis- 
pula ;  y  desde  un  torbellino  de  nubes  habla  Dios  en  forma  sen- 
sible, enseñando  á  Job  cuan  en  vano  había  intentado  averiguar 
las  razones  que  habia  tenido  para  afligirle.  Pregúntale  el  Señor 
si  sabe  las  legitimas  causas  de  los  efectos  naturales,  como  son, 
el  movimiento  de  los  astros,  la  producción  de  las  lluvias,  la  di- 

.  fusión  de  la  luz  y  otros  semejantes,  para  que  en  vista  de  ser 
estas  cosas  ocultas  al  discurso  liumano,  conozca  que  le  son  del 
todo  impenetrables  las  razones  de  los  divinos  juicios. 

1  Y  respondió  Dios  á  Job  de  eiUre  el  torbellino ,  y  di- 
jole: 

2  ¿Quién  este  que  escurece  sentencias  con  palabras 
vacías  de  saber? 

5  Ciñe  como  varón  tus  lomos;  preguntaréte  y  enseñar- 
me lias. 

4  ¿Dónde  eras  al  fundar  yo  la  tierra?  Manifiéstalo,  si 
tienes  saber. 

5  ¿Qiiién  puso  medidas  sobre  ella,  si  lo  sabes?  O  ¿quién 
extendió  sobre  ella  emplomada? 

6  ¿Sobre   qué  se  alirmaron  sus  apoyos?  O  ¿quién 
puso  la  piedra  de  su  clave, 

7  Cuando  me  cantaron  juntamente  estrellas  de  maña- 
na, y  se  regocijaron  todos  los  bijos  de  Dios? 

8  Y  ¿quién  cerró  con  puertas  el  mar  cuando  salia  fue- 
ra como  quien  sale  de  madre? 

9  ¿Cuando  le  pouia  nube  por  vestidura,  y  obscuridad 
como  faja  suya? 

10  V  rodeóle  con  términos,  y  púsele  cerrojo  y  puertas. 

11  Y  dije:  Hasta  aquí  vendrás,  y  no  afiadirás;  aquí 
quebrarás  levantamiento  de  olas  tuyas. 

12  ¿Por  ventura  después  de  tu  nacimiento  mandaste á 
la  mañana,  ó  á  la  aurora  enseñaste  su  lugar? 

13  Y  ¿aprehendiste  los  extremos  déla  tierra,  y  sacudis- 
te impíos  de  ella? 

14  Será  vuelto  como  lodo  el  sello ,  y  estará  como  ves- 
tidura. 

15  Y  será  quitada  á  los  malos  su  luz ,  y  brazo  levan- 
tado será  quebrantado. 

16  ¿Por  dicíia  entraste  hasta  lo  profundo  de  la  mar,  y 
en  !o  postrero  del  abismo  anduviste? 

17  ¿Por  diclia  abriéronse  las  puertas  de  la  muerte  á  tí, 
y  las  puertas  viste  de  la  lenebregura? 

18  ¿Por  ventura  consideraste  basta  las  anchuras  de  la 
tierra?  Notifícame,  si  lo  sabes  todo. 

19  ¿Adonde  el  camino  de  morada  de  luz,  y  tinieblas 
¿adonde  su  lugar? 

20  Para  que  guies  á  ambas  á  SUS  términos,  y  entiendas 
las  send.is  de  su  casa. 

21  Sabrás  que  entonces  habías  de  nacer,  y  el  número 
de  tus  dias  muchos. 

22  ¿Por  dicha  has  entrado  en  tesoros  de  nieve,  y  teso- 
ros de  granizo  has  mirado, 

25  Que  aparejé  para  tiempo  de  enemigo,  para  dia  de 
encuentro  y  pelea  ? 

24  ¿Porqué  camino  se  esparce  la  luz  ó  se  divide  el 
calor  sobre  la  tierra? 

23  ¿Quién  dio  carrera  á  la  grandísima  lluvia  y  camino 
al  sonoroso  tronido, 

26  Para  llover  en  tierra  de  no  varón,  en  desierto  do  en 
él  no  hombre, 

27  Para  hartar  yerma  y  descaminada  y  producir  ver- 
duras de  yerbas? 


468  OBRAS  DE  FRAY 

28  ¿Quién  es  á  la  Uuvio  padre  ,  ó  quién  engendió  go- 
tas de  roció? 

29  ¿De  vientre  de  quién  saldrá  escarcha?  Y  hielo  de    ¡ 
cielo  ¿quién  le  engendró? 

30  Como  piedra  aguas  se  endurecen,  y  faces  de  abis- 
mo se  aprietiiii. 

ol  ¿Por  dicha  ayuntarás  las  estrellas  resplandecientes 
cabrillas,  ó  podrás  desiilar  el  cerco  del  arluro? 

32  ¿Por  ventura  producirás  lucero  á  su  tiempo,  y  lu- 
cero de  la  noche  harás  que  sobre  término  de  tierra  se 
levante? 

33  ,,Por  ventura  sabes  estatutos  de  ciclo,  ó  si  pondrás 
su  mando  en  la  tierra? 

oi  ¿Por  ventura  levantará  á  la  niebla  voz  tuya,  y  mu- 
chedunibre  de  aguas  te  cobijará? 

55  ¿P< ir  ventura  enviarás  rayos,  y  irán  y  te  dirán:  Ves- 
nos  ;iqui? 

36  ¿Quién  puso  en  las  entrañas  del  hombre  sabiduría, 
ó  quien  dio  al  velador  entendimiento? 

37  ¿Quién  contará  la  orden  de  los  cielos?  Y  consonan- 
cia y  música  de  cielos  ¿quién  hará  que  duerma? 

38  Cuando  se  fundaba  el  polvo  en  la  tierra ,  y  sus  ter- 
rones se  apiñaban. 

EXPLICACIÓN. 

i  «Y  re'ponclió  Dios  á  Job  do  enire  el  lorhellino,  y 
díjole.»  Acabó  Eüv'i  su  razón,  y  Job  habla  dado  ya  fin 
á  las  suyas ,  y  los  demás  amigos  mucho  antes  hablan 
puesto  á  sus  bocas  silenció  ;  y  quedaba  todavía  sin  re- 
ñíale una  porfía  tan  trabada  y  refada ,  porque  ninguno 
se  rendía  al  olro,  antes  cada  uno  estaba  en  su  senten- 
cia firme  y  entero.  Y  ansí  por  esta  razón  como  tam- 
bién por  lo  que  se  debía  á  la  verdad  ofendida ,  convino 
que  sobreviniese  quien  volviese  por  ella  y  la  sacase  á 
luz,  y  pusiese  en  su  lugar  fuera  de  los  lazos  de  tan 
perplejas  razones  ;  y  convino  que  juzgase  alguno  este 
pleito  y  le  sentencíase,  condenando  al  culpado  y  vol- 
Tiendo  al  inocente  su  honra.  Para  lo  cual  sale  agora 
Dios,  y  habla  y  liacc  su  oficio,  que  es  dar  luz  en  las 
dudas,  declarar  las  fallas,  honrar  y  premiar  las  virtu- 
des. Y  así  escribe  el  Profeta  :  a  Y  respondió  Dios  á  Job 
del  torbellino ,  y  díjole.»  Esto  es ,  mas  porque  callaban 
todos  Va ,  y  se  quedaba  cada  uno  en  su  lema ,  habló  el 
Padre  de  la  verdad  para  decirnos  lo  cierto.  «Y  respon- 
dió Dios  á  Job.»  ¿Qué  duda  habia,  sino  que  en  fallan- 
do los  hombres,  había  Dios  do  acudirá  su  siervo,  y  que 
puesta  la  justicia  en  balanza ,  habia  Dios  de  lomar  su 
defensa,  y  que  siendo  conira  Job  sus  amigos.  Dios  ha- 
bía de  ser  con  Job  conira  ellos?  «Y  respondió  Dios  á 
Job,»  esto  es,  y  habló  Dios  á  Job;  porque  en  la  lengua 
de  la  Escritura  Sania  el  responder  es  hablar.  Demás  de 
que,  asi  habla  aquí  Dios,  que  responde  á  algo  de  lo  que 
Job  tiene  dicho.  «Y  respondió  Dios  á  Job  del  torbelli- 
no.» Ordinario  es  en  la  Sagrada  E-crilura  inlro  lucirse 
Dios  según  la  disposición  de  la  ocasión  en  que  se  in- 
troiluce  ,  ó  del  líem[)0  y  persona  y  negocios  de  que  en- 
tonces se  trata.  Cuamlo  apareció  á  Moísen  (a)  al  prin- 
cipio, fué  en  imagen  de  fuego,  en  medio  de  una  zarza 
y  sin  daño ;  y  en  fuego  y  en  zarza ,  por  el  ansia  en  que 
se  abrásalo  su  pueblo  y  por  las  espinas  de  trabajos  que 
lo  traspasaban  ;  y  sin  daño ,  para  significación  de  su 
libertad  y  buen  suceso.  A  Ksaías  (h)  apareció  cercado 
de  humo,  por  la  oscuridad  que  á  su  gente  veniia.  Y  & 
{O)  ExoJ.,  3,  2.     (bi  Isa!.,  6,4. 


LUIS  DE  LEÓN. 

Ecequíel  (c)  entre  ruedas  y  animales ,  por  la  servidum- 
bre que  tenía  entonces  el  pueblo  captivo,  y  la  que  ha- 
bían sucesivamente  de  servir  después.  Ahora  parece  y 
habla  Dios  del  torbellino ,  porque  Job ,  á  quien  habla, 
estaba  en  el  torbellino  de  la  calamidad  que  se  ha  di- 
cho, y  porque  en  los  sucesos  ásperos  y  tempestuosos 
acude  siempre  Dios  á  los  suyos,  que  es  como  David 
dice  {(1)  :  «Favorecedor  en  el  artículo  del  menester  y 
en  las  tribulaciones.»  Y  en  esla  habla  hay  dos  cosas : 
una  cierta ,  y  otra  en  que  puede  haber  duda  ;  lo  cierto 
es,  que  habló  Dios  con  Job  lo  dudoso,  en  qué  manera, 
si  exterior  y  visiblemente,  ó  por  modo  interior  ó  invi- 
sible, y  si  él  por  si  mismo  ó  por  otro  algún  medio ;  por- 
que lodo  es  posible  y  lodo  usado  á  Dios,  y  que  aconte- 
ció y  acontece ,  como  es  notorio  y  san  Gregorio  mues- 
tra {e)  por  muchos  ejemplos.  Si  fué  invisible  la  habla, 
en  que  sin  ruido  ni  figura  de  palabras  manifiesta  Dios 
al  corazón  en  un  momento  grandes  y  diferentes  verda- 
des. Dios  fué  el  que  propriamenle  la  hizo  ;  mas  si  fué 
exterior  y  visible,  fué  ángel  el  que  la  obró  por  orden 
y  en  persona  de  Dios,  como  el  sobredicho  santo  nos 
dice.  \o  diría  que  hubo  aquí  interior  y  exterior,  y  que 
se  mezcló  y  compuso  de  ambas  cosas  la  habla.  Porque 
en  lo  exterior  no  podemos  negar  el  torbellino  y  ruido, 
pues  la  Escritura  lo  pone  con  palabras  proprias,  y  que 
sin  inconveniente  pueden  ser  propriamenle  entendi- 
das ;  pues  no  es  nuevo,  como  consta  de  las  letras  sa- 
gradas, que  haya  algún  movimiento  verdadero  y  ruido 
exterior.  Como  cuando  dio  la  ley  á  su  pueblo  {f),  que 
tembló  el  monte  y  hubo  tronidos,  y  sonó  en  los  oídos 
de  todos  claro  son  de  bocina.  Y  cuando  dijo  á  Cristo 
su  Padre  {g)  :  «Y  le  esclarecí,  y  le  tengo  de  esclare- 
cer,» ansí  sonó  la  voz,  que  pareció  grande  trueno.  Y  fi- 
nalmente, el  Espíritu  Santo,  descendiendo  á  enseñar  ios 
apóstoles  (/i),  hizo  sensible  ruido,  «como  de  grandísi- 
mo viento  que  viene.»  Ansí  que,  en  lo  exterior  hubo 
torbellino  y  sonido.  Mas  lo  que  se  razonó  y  platicó  es 
muy  verisímil ,  que  fué  negocio  del  alma,  que  no  sonó 
por  defuera ,  sino  que  en  la  manera  que  á  san  Pablo 
avino  (i)  yendo  ú  Damasco,  cuando  fué  cercado  de 
nueva  luz  y  derrocado  con  ella,  y  por  Cristo  enseñado 
y  reprehendido ;  que  la  luz  y  el  estampido  fué  público, 
y  lo  sintieron  y  vieron  ansí  él  como  los  que  iban  con 
él ,  mas  las  palabras  de  reprehensión  fueron  secretas 
y  solo  para  san  Pablo.  Ansí  en  esta  habla  de  Job  él  y 
sus  amigos  vieron  y  sintieron  el  torbellino  y  eslruendo 
visible ,  y  reconocieron  todos  por  él  y  en  él  la  presen- 
cia divina ;  mas  lo  que  Dios  présenle  dijo  no  fué  para 
todos ,  sino  para  solo  Job ,  á  quien  en  lo  secreto  de  su 
alma  Dios  hablaba  en  esla  manera.  Decía  : 

2  «¿Quién  este,  que  escurece  sentencias  con  pala- 
bras vacías  de  saber?»  Unos  dicen  que  Dios  habla  aquí 
de  Elíú,  otros  sienten  de  Job,  y  será  mejor  decir  (jue 
de  entrambos;  porque  ansí  el  uno  como  el  otro  eran 
dignos  de  reprehensión,  y  Eliú  mucho  mas,  y  cada 
uno  en  su  cosa.  Elii'i  pecó,  lo  uno  en  cargar  lan  pesa- 
damente la  mano,  llamando  pecador  á  Job  y  teniéndole 
por  tal ,  aunque  i)or  razones  diferentes'  de  los  primeros, 

(c)  Ezcrh.,  i.     {d}  Ps.  9,  v.  10. 

ie)  S.  í;iok.,  Mor..  1.  50,  '2S,  c.  1.     ( f)  líxoil.,  I!),  IG, 
iO)  Joan.,  Vi,  28,  2í>.    (h)  Act.  Ap.,  i.',  2.    (i)  Allí ,  'J. 


EXPOSICIÓN  DEL 
como  arriba  se  dijo ;  lo  otro ,  porque  su  intento ,  que  ! 
era  mostrar  no  ser  del  hombre  entrar  con  Dios  en  cuen- 
ta ó  pedírsela ,  siendo  tan  manifiesto,  por  probarlo ,  lo 
escureció,  replicando  razones  ajenas  é  impertinentes. 
Mas  la  culpa  de  Job  fué  ,  no  en  tenerse  por  castigado 
sin  culpa,  que  sin  duda  no  la  tenia  conforme  al  casti- 
go, ni  haberle  faltado  paciencia  para  llevarlo,  porque 
fué  pacientísimo,  ni  haber  sentido  mal  de  la  providen-  ■ 
cia  de  Dios  ó  de  su  justicia,  la  cual  confiesa  en  mu-  ! 
chas  parles  y  alaba ,  ni  en  la  relación  que  de  su  vida  é 
inocencia  hizo ,  porque  fué  verdadera ,  sino  en  cierta 
demasía  de  palabras,  á  que  pudo  llevar  un  ánimo  tan 
santo  y  tan  recto  la  porfía  de  sus  amigos  injusta  y  mo- 
lesta sobre  un  sugeto  tan  fatigado  y  herido.  Y  la  de- 
masía fué  decir  á  Dios  que ,  ó  le  oyese  y  le  respondie- 
se, ó  que  le  oiria  él  y  después  le  respondería;  que  pu- 
siese su  poder  aparte  y  el  espanto  que  á  la  criatura 
liace  cuando  se  demuestra  presente ,  y  que  viniese  con 
él  á  llana  y  igual  disputa  con  armas  parejas;. y  que 
así,  escogiese ,  ó  preguntar  él  y  Job  responderle ,  ó  al 
revés,  responder  siendo  por  Job  preguntado.  Que  aun- 
que en  un  alma  por  una  parte  tan  pura,  y  por  otra 
parle  herida  tan  crudamente,  el  dolor  y  la  buena  con- 
ciencia, y  la  seguridad  que  de  ella  nace,  cria  natural- 
mente una  santa  osadía,  que  entre  amigos  se  sufre  y 
perdona  ;  mas  el  juicio  de  Dios  fiel  y  puro,  y  que  con 
los  mas  suyos  es  mas  delgado,  tuvo  por  demasía  fal- 
tar, por  pequeña  cosa  que  fuese ,  á  la  modestia  y  res- 
peto que  una  bajeza  debe  á  la  grandeza  divina ,  ante 
quien  ni  alzar  los  ojos  debemos ,  cuanto  mas  pedir  ra- 
zón de  sus  hechos,  sino  acetar  sus  juicios  seguros.  Que 
quien  es  la  razón ,  la  bondad  y  el  saber,  y  la  verdad  y 
la  misma  justicia,  la  tiene  en  las  cosas  que  hace.  Pues 
ansí  dice  de  Eliú  :  «¿Quién  es  este  que  escurece  sen- 
tencias,» ó  como  el  original  dice,  consejos,  esto  es, 
verdades  y  intentos  ciertos ,  con  palabras  impertinen- 
tes? Porque ,  como  dijimos ,  nunca  probó  bien  lo  que 
pretendía,  con  ser  su  pretensión  verdadera.  Y  de  Job 
dice  :  «¿Quién  es  este  que  escurece  sentencias  ó  con- 
sejos?» Esto  es,  esta  su  causa  buena  y  justa  en  cierta 
manera  la  desdora  con  palabras  no  bien  pensadas ,  y 
se  muestra  osado  inadvertidamente  en  la  boca ,  y  pa- 
rece me  desafia  y  me  llama  á  disputa.  Y  así  dice  : 

3  «  Ciñe  como  varón  tus  lomos ,  preguntarte  he  y 
enseñarme  has.»  Como  diciendo :  Pues  me  llamas  á  ra- 
zón ,  yo  quiero  ponerme  á  ella  contigo  ;  y  pues  desea- 
bas oír  y  responder,  ó  preguntar  y' ser  respondido,  á 
punió  estás,  que  yo  quiero  preguntarte  ahora  y  ver  lue- 
go lo  que  tú  me  respondes ;  esfuérzate  y  «  ciñe  tus  lo- 
mos como  varón»;  quees  decir,  apercíbete  y  está  pres- 
Uj  con  esfuerzo  y  con  ánimo,  y  si  presumes  en  palabras, 
muéstralo  agora  con  obras ,  y  veamos  si  es  lo  mismo 
el  decir  que  el  hacer.  Y  dicho  esto ,  comienza  Dios  y 
pregúntale  : 

4  o  ¿  Dónde  eras  al  fundar  yo  la  tierra  ?  Manifiéstalo 
si  tienes  saber. »  Como  dijimos  al  principio ,  en  toda 
esta  plática,  que  se  extiende  por  cuatro  capítulos,  pre- 
tende Dios  una  sola  cosa ,  y  la  misma  que  Eliú  preten- 
día, que  es  mostrar  lo  poco  que  el  hombre  alcanza  en 
lo  que  Dios  hace,  y  persuadir  por  csla  via  á  que  sujete 
su  juicio  cada  uno  á  sus  hechos ,  y  los  apruebe  y  ace- 


LIBRO  DE  JOB.  469 

te,  y  no  le  pida  cuenta  ni  juzgue.  Porque  bien  se  si- 
gue que  no  debe  ni  puede  pedir  cuenta  á  Dios  de  sus 
obras  el  que  no  entiende  ni  alcanza  ni  las  menores  de 
ellas.  Y  ansí,  todo  aqueste  discurso  es  una  relación 
por  menudo  de  las  obras  naturales  que  hizo  Dios ,  quo 
el  hombre  no  entiende,  comenzando  de  las  mas  altas  y 
viniendo  á  las  bajas,  y  de  las  generales  á  las  mas  parti- 
culares y  proprias ;  arguyendo  siempre  secretamente 
que  quien  no  sabe  esto  que  trata  y  se  viene  cada  día  á 
los  ojos ,  menos  entenderá  los  consejos  que  tiene  cer- 
rados Dios  en  su  pecho.  De  arte  que,  constando  toda 
aquesta  razón  de  dos  proposiciones  ó  partes,  una  que 
antecede,  y  otra  que  de  ella  se  sigue  (antecede,  el 
hombre  no  entiende  las  obras  que  Dios  hace  ;  sigúese, 
luego  no  puede  ni  debe  pedirle  cuenta  ó  juzgar  de 
sus  secretos  consejos),  prueba  Dios  la  primera  por  in- 
ducion  de  singulares  copiosa  y  elegantisimamente;  la 
segunda  que  se  sigue  calla ,  porque  en  la  primera  está 
dicho,  y  siendo  aquella  cierta,  esta  está  clara  y  mani- 
fiesta á  cualquiera.  Dice  pues :  «¿Dónde  eras  al  fun- 
dar yo  la  tierra?»  Como  si  mas  claro  dijese :  Pues  eres 
tan  sabio  que  presumes  de  estar  á  juicio  y  á  razones 
comigo,  yo  me  allano  y  pongo  aparte  lo  mucho  que 
puedo,  y  no  uso  de  mi  majestad  y  grandeza;  como 
igual  con  igual  te  hablo ;  y  pregunto  si  me  sabrás  de- 
cir qué  eras  ó  adonde  estabas ,  ó  cuál  era  tu  poder  y 
saber  cuando  yo  comenzaba  la  tierra.  En  que  por  dos 
maneras  manifiesta  al  hombre  Dios  su  ignorancia  y  ba- 
jeza. La  una,  porque  hubo  tiempo  en  que  no  era,  y  por 
la  misma  razón  tuvo  su  principio  de  nada  ;  con  que  se 
arguye  claramente  su  poca  substancia  y  ser  flaco  y 
miserable,  que  al  fin  responde  á  su  origen.  La  otra, 
que  está  tan  lejos  de  competir  en  nada  con  Dios ,  que 
lo  público  que  Dios  hace ,  y  eso  mismo  que  ve ,  no  lo 
entiende.  Por  lo  primero  dice  :  ¿Üónde  eras  tú  cuando 
ponía  yo  á  la  tierra  cimientos?  Que  es  decirle,  no  solo 
que  comenzó  á  ser  mucho  después  ,  sino  que  entonces 
era  nada  ;  no  solo  que  es  moderno  en  sí,  sino  que  en 
su  principio  es  miseria.  Para  lo  segundo  le  pregunta 
de  la  tierra  que  huella ,  y  de  sus  cimientos  que  cada 
día  descubre ,  si  sabe  ó  entiende  cómo  se  pusieron  en 
la  manera  como  la  tienen  en  pié.  Que  á  la  verdad  es 
caso  maravilloso  extrañamente  y  secreto  que  cuerpo 
y  pesadumbre  tan  grande  se  sus'enle  en  el  aire,  que 
le  cerca  á  la  redonda  y  del  todo.  Y  no  basta  lo  que  del 
centro  se  dice ,  porque  eso  es  lo  que  no  se  entiende  y 
espanta.  Que  sea  centro  aquel  punto  mas  que  otro  cual- 
quiera, ¿qué  razón  se  lo  dio?  ¿Quién  puso  ó  cómo 
puso  allí  aquella  virtud  y  fuerza  tan  grande?  O  ¿qué 
fuerza  es,  y  de  qué  propriedad  y  metal?  Ansí  que,  es 
ignorante  el  hombre  porque  es  moderno,  y  porque  anda 
ciego  en  eso  mismo  que  ve ,  como  parece  en  lo  poco 
que  entiende  de  la  fábrica  de  la  tierra  adó  mira.  A  que 
también  pertenece  lo  que  luego  se  sigue.  Dice  : 

3  «¿Quién  puso  medidas  sobre  ella,  si  lo  sabes,  ó 
quien  extendió  sobre  ella  plomada? 

6  «  ¿Sobre  qué  se  afirmaron  sus  apoyos,  ó  quién  puso 
■la  piedra  de  su  clave?»  Que  es  preguntar  en  una  pala- 
bra si  sábela  fábrica  de  la  tierra;  que  habla  de  ella  á 
semejanza  de  un  soberbio  edificio  de  los  que  los  hom- 
bres hacen,  y  así,  nouibra  los  niveles  y  las  plomiidas 


470  OBRAS  DE  FRAY 

y  los  cordeles,  y  las  demás  partes  é  instrumentos  del 
arte-  Prosigue  :  i 

7  ((Cuando  me  cantaban  juntamente  las  estrellas  de  | 
la  aurora  ,  y  hacían  regocijos  todos  los  lujos  de  Dios.»  j 
Lo  que  en  la  primera  parte  del  verso  nombra  por  seme- 
janza ,  en  la  segunda  pone  por  sus  propios  vocablos.  Por ' 
manera  que  «estrellas  de  aurora  y  hijos  de  Diosw  son  unos 
mismos ,  y  son  todos  los  ángeles  que  la  Escritura  llama 
«hijos  de  Dios »,  porque  entre  lo  que  crió  es  lo  que  mas 
le  parece;  y  son  «estrellas  de  aurora»,  porque  sus  en- 
tendimientos ,  mas  claros  que  estrellas ,  echaron  rayos 
de  sí,  saliendo  á  la  luz  del  ser  en  la  aurora  del  mundo. 
Y  ansí  dice  Esaías  de  uno  (o) :  «  ¿  Cómo  caíste,  oh  luce- 
ro, que  amaneciste  á  la  aurora?  »  Estos  pues  cantaban 

y  con  júbilo  decían  alabanzas  á  Dios  en  aquel  principio 
del  mundo,  no  porque  no  las  cantan  ahora,  sino  porque 
comenzaron  entonces  á  abrir  los  ojos  para  ver  las  gran- 
dezas de  Dios  y  las  bocas  para  cantarlas.  Mas  dice  : 

8  Y  ¿  quién  cerró  con  puertas  el  mar  cuando  salía 
afuera,  como  quien  sale  de  madre?»  Como  preguntó 
á  Job  del  ser  de  la  tierra ,  así  le"  pregunta  ahora  de  la 
naturaleza  del  mar,  que  es  otra  gran  maravilla  de  las 
que  en  lo  natural  Dios  tiene  hechas.  Y  en  el  mar  es  ma- 
ravilloso mucho  el  no  derramarse  en  la  tierra  anegán- 
dola, y  siendo  así  que  la  cubría  toda  al  principio,  ha- 
ber descubierto  parte  delta  por  mandado  de  Dios ;  y 
siendo  tantas  sus  aguas  y  tan  furiosas  sus  olas,  no  tor- 
nar cada  hora  á  cubrirla ,  y  quebrar  tanta  furia  en  un 
poco  de  arena  á  la  orilla.  Pues  de  este  antiguo  y  nuevo 
milagro  le  pregunta  ahora  Dios  si  entiende  ó  sabe  la 
causa ,  ó  si  es  Job  el  autor  del ,  ó  quién  es  el  autor. 
«¿Quién,  dice,  cerró  como  con  puertas  el  mar?»  Por- 
que no  hay  cerraduras  tan  fuertes  ni  muelles  tan  fir- 
mes que  ansí  le  tuvieran  cerrado ,  como  le  tiene  ahora 
la  raya  que  Dios  le  ha  puesto  en  la  arena.  Y  dice  «¿quién 
le  cerró?»  como  diciéndole  y  preguntándole  sí  supiera 
cerralle,  ó  sí  sabe  maneraalguna  como  cerrarse  pudiese, 
ó  sí  entiende  que  quien  le  cerró  entenderá  y  sabrá  ha- 
cer lo  que  él  no  puede  entender.  Dice :  «Cuando  salía 
afuera,  como  quien  sale  de  madre,»  que  es  cuando  fué 
criado  al  principio,  y  se  derramaba  con  grandísima  co- 
pia sobre  todas  las  cosas,  y  las  anegaba  y  sumía.  Y  que 
hable  de  aquella  sazón  lo  que  se  sigue  lo  dice. 

9  «  Cuando  le  ponía  nube  por  vestidura  y  obscuridad 
como  faja  suya.»  Porque  en  aquel  principio,  comoMoi- 
sen  escribe  en  el  Génesis  (6),  luego  que  crió  Dios  el  mar 
y  dentro  de  su  abismo  la  tierra,  rodeó  á  todo  el  mar  de 
tinieblas.  «Y  las  tinieblas,  dice,  cubrían  la  faz  del 
abismo.»  Y  dice  «vestidura  y  faja  »  aquí  ahora ,  hablan- 
do de  la  mar  recién  producida,  como  de  una  criatura 
recién  nacida  hablara,  que  la  envuelven  en  sus  manti- 
llas y  fajas.  Así,  dice,  la  cubrí  con  iwbn  en  su  primer* 
nacimiento,  y  la  envolví,  como  con  faja,  con  oscuri- 
dad y  con  nieljla.  Pues  en  este  tiempo ,  dice ,  cuando 
Al  lo  cubría  todo,  y  á  él  las  tinieblas ,  le  recogí  y  reduje 
á  término  cierto ,  y  le  acortó  las  riendas ,  y  enfrené  su 
lozanía  para  que  se  detuviese.  Lo  cual  aun  ahora  de- 
clara ,  diciendo  : 

10  «Y  rodéele  con  términos,  y  pósele  corrojo  y  pucr- 
laB.»  Y  donde  decimos  «rodeóle  con  términos»,  dice  el 

(o)  lí»l.,li,v.  12.    (í)  Gen.,  1,  V.  2. 


LUIS  DE  LEÓN. 

original  en  la  misma  sentencia,  «y  establecí  sobre  él 
decreto.»  Por  manera  que  los  términos  que  le  puso  y 
el  cerrojo  y  puertas  en  que  le  cerró  es  la  ley  y  decreto 
suyo  que  le  ordenó  cuando  dijo  (c) :  «Ayúntenselas 
aguas  á  un  lugar ,  y  muéstrese  descubierta  la  tierra. » 
El  cual  mandamiento  retrujo  entonces,  y  tiene  hasta 
agora  enfrenadas  las  mares.  Y  para  declarar  su  eficacia, 
la  Escritura  en  diversos  lugares  (el)  lo  llama  voz  de 
trueno  y  de  reprehensión  temerosa,  y  amenazas  graves 
é  increpación  que  puso  espanto  en  las  aguas,  y  espanto 
que  siempre  le  dura.  Y  ansí  añade  : 

W  «Y  dije  :  Hasta  aquí  vendrás,  y  no  añadirás,  aquí 
quebrarás  levantamiento  de  tus  olas;»  que  en  la  forma 
del  decir,  que  es  de  un  mandar  absoluto,  muestra  Dios 
su  poder  sobre  todo  y  el  rendimiento  de  las  criaturas, 
y  siempre  y  en  cada  palabra  va  secretamente  arguyen- 
do cuan  ajeno  de  buena  modestia  es  ponerse  á  cuentas 
con  quien  sabe  y  puede  tanto.  Prosigue  : 

i2  «¿Por  ventura  después  de  tu  nacimiento  man- 
daste á  la  mañana,  ó  á  la  aurora  enseñaste  su  lugar?» 
Dichas  la  tierra  y  el  mar,  dice  de  la  luz  agora,  que  se 
hizo  después  dellas ,  y  se  hizo  con  ella  el  dia  primero, 
como  Moisen  testifica  (e) ;  y  dícelo  al  propósito  mismo 
de  mostrar  la  bajeza  de  Job  y  la  grandeza  suya  fuera  de 
toda  cuestión  y  competencia.  Y  pregúntale  si  él ,  des- 
pués de  su  nacimiento,  mandó  ala  mañana,  estoes,  la 
crió  y  la  mandó  que  luciese.  Que  es,  preguntando,  ne- 
garlo á  Job  y  afirmarlo  de  sí ,  y  mostrar  la  infinita  dife- 
rencia de  ambos.  Pues  preguntados  cosas :  una,  sí  crió 
él  la  luz,  ó  siquiera  sí  sabe  qué  ser  tiene  ó  cómo  pudo 
ser  producida;  y  la  otra,  si  la  crió  «después  de  su  na- 
cimiento», ó  como  otra  letra  dice,  «antes  que  naciese.» 
Dando  á  entender  por  lo  uno  y  por  lo  otro  un  propó- 
sito mismo,  que  es  la  imposibilidad  del  negocio;  por- 
que la  que  fué  criada  en  el  dia  primero,  ni  la  hizo  Job 
después  de  nacido ,  ni  p\ido  ser  hecha  de  él  antes  que 
naciese  y  viviese.  Así  que,  ni  la  hizo  ni  la  gobernó.  Y 
por  eso  pregunta  sí  mostró  á  la  aurora  su  lugar,  esto 
es ,  si  le  dice  y  enseña  cada  dia  el  lugar  en  que  nacer 
debe ,  y  la  parte  del  cíelo  que  ha  de  alumbrar  con  su 
rostro,  que  no  es  siempre  una  misma,  sino  cada  dia  la 
suya.  Que  es  otra  maravilla  grandísima  el  movimiento 
que  la  luz  hace,  «apartándose  y  allegándose  con  perpe- 
tuo 6  inviolable  concierto,  y  haciendo  el  invierno  y 
estío,  y  acortando  y  aumentando  los  dias.»  Dice  : 

i3  «¿Y  aprehendiste  los  extremos  de  la  tierra,  y  sa- 
cudiste della  malvados?»  Porque  hizo  de  la  luz  men- 
ción, dice  algunas  propriedades  de  ella,  hermosean- 
do su  razón ,  divirtiéndose  por  una  manera  poética. 
«¿Y  aprehendiste  los  términos  de  la  tierra,»  conviene 
á  saber,  con  la  luz  y  con  la  aurora?  Esto  es,  ¿hiciste 
amanecer  la  luz  para  hacer  lo  que  hace,  que  es  ocupar 
toda  la  redondez,  extendiéndose,  y  haciendo  luego  con 
sus  rayos  desaparecer  y  huir  la  maldad ,  que  andaba 
suelta  con  las  tinieblas?  Porque  los  malhechores  aman 
la  noche,  y  encógcnse  y  desaparecen  luego  que  el  dia 
amanere.  Y  por  eso  añado  «¿y  sacudiste  de  ella  malva- 
dos?» E<lo  es,  ¿bociste  que  se  abscondicsen  liuyendo, 
quitándolos  con  la  luz  del  dia  el  manto  que  los  cubre 
de  noche?  Y  donde  decimos  términos,  el  original  dice 

(c)  Gen  ,  I,  V.  9.    (rf)  Pá.  lC3,v.  7.,  etc.    (c)  Gen.,  1,  S. 


EXPOSICIÓN  DEL 
alas ,  y  entendemos  por  las  alas  los  nortes ,  porque  el 
levante  y  el  poniente  son  como  la  cabeza  y  los  pies.  Y 
así ,  decir  que  la  aurora  ase  ó  aprehende  estas  alas,  es 
declarar  el  movimiento  que  hace  el  sol ,  fuente  de  luz, 
entre  los  trópicos,  acostándose  unas  veces  al  norte  en- 
cubierto, y  otras  veces  al  nuestro;  de  que  nacen  las 
diferencias  de  tiempos,  frios,  calurosos,  templados,  y 
con  ellas  las  de  la  tierra ,  que  unas  veces  está  verde, 
otras  seca,  otras  llena  de  frutos,  otras  yerma  y  agosta- 
da. Con  que  viene  natural  lo  que  añade  : 

ii  «Será  vuelto  como  lodo  el  sello,  y  estará  como 
vestidura.»  «Como  lodo  el  sello»  hase  de  entender  al 
revés,  «el  lodo  como  el  sello,»  que  es  un  trueco  poé- 
tico. Pues  dice  que ,  por  la  variedad  de  la  luz  y  por  el 
avecinarse  ó  apartársela  aurora,  «el  lodo,»  esto  es,  la 
tierra,  se  volverá  «como  sello,»  variando  formas,  é 
imprimiéndose,  con  la  facilidad  que  el  sello  imprime, 
con  diferentes  figuras,  «y  estará  como  vestidura,»  que 
los  usos  diversos  la  cortan  y  componen  cada  dia  de  ma- 
neras diversas.  Y  porque  dijo  de  la  tierra  mudable,  por 
causa  del  moverse  la  luz,  y  porque  en  el  verso  antes 
de  este  habló  de  los  pecadores  que  huyen  la  luz  y  tie- 
nen su  corazón  en  la  tierra,  y  por  la  misma  causa  pa- 
decen semejantes  mudanzas;  la  memoria  de  lo  que  en 
la  tierra  por  causa  de  la  luz  pasa,  representa  lo  que  en 
los  amadores  del  suelo  semejantemente  acontece,  Y 
ansí ,  dice  luego  : 

i 5  «Y  será  quitada  á  los  malos  su  luz ,  y  brazo  le- 
vantado será  quebrantado. »  Como  si  mas  claro  dijera : 
¿Enseñas  tú  su  lugar  á  la  aurora,  y  guíasla  al  punto  en 
que  ha  de  salir  cada  dia,  para  que  así  hincha  á  la  tier- 
ra de  luz ,  y  se  allegue  al  un  extremo  y  al  otro,  y 
huya  ante  su  presencia  la  gente  que  en  la  noche  es  tra- 
viesa, y  la  tierra  misma,  con  la  variedad  de  la  luz,  co- 
mo con  sello  imprimiéndose,  tome  diferente  rostro  y 
figura ,  y  la  que  florecía  agora  llena  de  verdor  y  de  fru- 
tos, luego  se  demuestre  yerma  y  estéril  con  maravillosa 
inconstancia,  como  también  la  padecen  los  ojos  que  la 
aman,  y  olvidados  de  los  bienes  del  cielo,  abrazan  sus 
bienes  della  con  maldad  é  injusticia ,  que  sí  florecen  y 
valen  en  algún  tiempo,  poco  después  se  marchitan,  y 
la  luz  de  su  prosperidad  se  les  quita  y  viene  al  suelo, 
quebrado  el  poder  de  su  brazo  levantado  y  soberbio? 
Ellos  son  tierra ,  y  acontéceles  lo  que  á  la  tierra  acon- 
tece ,  que  hoy  se  viste  de  flores ,  y  mañana  está  seca  y 
yerma.  Por  manera  que  la  mudanza  de  la  tierra  hizo 
camino  para  decir  de  la  mudanza  de  los  pecadores ,  y 
la  memoria  del  suelo  trujo  á  la  boca  las  condiciones  de 
los  que  se  asientan  en  él ,  y  fué  ocasión  para  contar  el 
caer,  como  caen,  de  su  estado  los  malos,  el  haber  con- 
tado la  mudanza  que  el  cuerpo  hace  de  verde  á  seco  y 
de  florido  á  marchito ;  que  es  cotejo  y  comparación 
que  de  ordinario  hace  la  Santa  Escritura.  Esaías  {a)  : 
<i  Toda  carne  heno,  y  toda  su  gloria  como  flor  del  cam- 
po. Secóse  el  heno  y  cayóse  la  flor,  mas  la  palabra  del 
Señor  permanece  por  siempre. »  Y  David  en  el  sal- 
mo (6)  :  «Recordóse  que  somos  polvo,  el  hombre  co- 
mo heno  sus  días ,  como  flor  de  campo  que  florece.»  Y 
en  otro  lugar (c)  :  «Vial  impío  ensalzado  como  cedro 

(a)  Isnl.,  cap.  40,  v.  6.    [b]  Ps.  102,  v.  14, 15, 
(C)  V&.  3G,  V.  Gíi,  3;. 


LIBRO  DE  JOB.  47* 

del  Líbano ,  y  pasé ,  y  ya  no  era  ni  pareció  sn  rastro.» 

Y  en  este  libro  (d)  mismo  decia  :  «Yo  vi  al  malo  fuer- 
temente arraigado ,  y  maldije  su  hermosura.»  Y  mas 
propriamente  Salomón  en  el  Ecclesiastes  (c) ,  de  la  mu- 
danza de  los  tiempos,  y  de  las  diversas  vueltas  del  sol, 
viene  á  confirmar  las  caídas,  los  sucesos  varios,  la  va- 
nidad y  corrupción  de  la  vida.  Y  aun  el  poeta  lírico  (/) 
guia,  á  lo  que  parece,  por  aquí  cuando  dice  : 

El  año  y  presto  vuelo 
Del  hora,  que  huyendo  roba  el  dia, 
Te  enseñan  que  en  el  suelo 
No  esperes  bien  durable ;  que  á  la  fria 
Sjzon  hacen  templada 
Los  céliros,  la  dulce  primavera 
Es  del  estío  hollada. 
El  cual  también  fenece  cuand'  á  fuera 
Derrama  el  rico  seno 
El  otoño,  de  frutas  coronado, 

Y  torna  luego,  lleno 

•    De  escarcha,  á  suceder  el  tiempo  heladOi 

Y  el  oíro  poeta  latino,  que  dice  ansí : 

Coge,  doncella,  las  purpiireas  rosas. 
En  cuanto  su  flor  nueva  y  frescor  dura, 

Y  advierte  que  con  alas  presurosas 
Vuelan  ansí  tus  días  y  hermosura. 

Prosigue  : 

i6  «¿Por  dicha  entraste  hasta  lo  postrero  del  mar,  y 
en  lo  postrero  del  abismo  anduviste?  En  el  libro  del 
Eclesiástico  {g) ,  entre  los  loores  de  la  Sabiduría,  que 
es  el  Verbo  divino,  dice  ella  de  sí :  La  redondez  del 
cielo  cerqué  sola  yo,  y  penetré  al  abismo  profundo,  y 
anduve  en  las  olas  del  mar.»  Y  así  ahora,  porque  es 
propria  suya,  pregunta  á  Job  si  hace  esta  obra  él,  y, 
como  diremos,  preguntando,  niega  que  la  hace,  y  ne- 
gándolo, le  da  á  entender  lo  poco  que  él  es  y  lo  mu- 
cho que  Dios  puede ,  y  cómo  no  es  de  nuestra  bajeza 
pedirle  razón  de  lo  que  hace  á  quien  tanto  sabe  y  vale. 
Lo  que  decimos  «lo  postrero  del  mar»,  el  original  á  la 
letra  dice  «los  lloros  del  mar»,  que  llama  así  sus  mi- 
neros secretos,  y  como  si  dijésemos,  sus  manantiales, 
que  siempre  está  vertiendo  agua.  Añade  : 

17  «¿Por  dicha  abriéronse  las  puertas  de  la  muerte 
á  tí ,  y  las  puertas  viste  de  la  tenebregura?»  Quiere  de- 
cirle sí  acaso  está  él  en  todas  las  cosas,  presente  á  todas 
y  presidiendo  sobre  ellas,  ansí  como  está  su  divinidad. 
Y  porque  dijo  del  hondo  del  mar,  dice  ahora  de  lo  que 
aun  es  mas  profundo,  que  son  las  casas  de  la  muerte, 
esto  es ,  lo  mas  secreto  de  la  tierra  y  las  entrañas  de 
ella,  adonde  jamás  la  luz  alcanza  y  las  tinieblas  hacen 
perpetuo  asiento;  que  es  la  región  adonde,  como  la 
doctrina  de  la  Iglesia  enseña,  vive  la  segunda  muerte 
que  padecen  los  condenados  á  penas  eternas.  Y  dice  en 
el  mismo  propósito  : 

18  «¿Por  ventura  consideraste  hasta  las  anchuras 
de  la  tierra?  Notifícame ,  si  lo  sabes  todo.  »  Dice  David 
en  el  salmo  (h) ,  hablando  de  cómo  Dios  está  en  todo 
presente  :  «Si  subiere  al  cíelo,  tú  estás  allí;  si  descen- 
diere al  infierno,  estás  presente ;  si  madrugare  y  toma- 
re alas  y  morare  allende  la  mar,  allí  encontraré  con  tu 
mano.»  En  que  en  el  cielo  muestra  lo  alto,  y  en  el  in- 
fierno lo  bajo,  y  en  «los  fines  de  la  mar  lo  ancho  y  e.x- 

id)  .Inb,  5,  3.     (el  Cap.  1.    if)  Hor.,  lib.  iv,  od.  7. 
(g)  Ecli.,  cap,  24,  v.  8.     (h)  Ps.  158,  v,  8,  9. 10. 


472  OBRAS  DE  FRAY 

tendido»,  con  que  compreliende  la  universidad  de  las  i 
cosas;  porque  todas  ellas ,  ó  se  conlienen  en  estas  me-  , 
didas  de  altura ,  de  profundidad  y  de  anchura ,  ó  per-  i 
tenecen  á  algunos  de  estos  lugares.  Y  la  misma  divi-' 
síon  es  la  de  aquí  para  signiOcar  la  misma  presencia. 
Porque  se  preguntó  del  aurora ,  que  es  la  parle  alta  y 
superior,  y  después  del  abismo  y  profundo ,  y  ahora  de  j 
la  anclmra  de  la  tierra  y  del  mar,  esto  es ,  de  todas  las 
cosas  á  las  cuales  asiste  presente  solo  Dios,  y  no  criatu- 
ra ninguna.  Mas  porque  le  dijo  en  lo  postrero  del  verso  , 
que  le  enseñase,  si  tan  sabio  era,  prosigue ,  y  pregún- 
tale, no  ya  de  su  presencia,  sino  de  su  ciencia;  quiero  ' 
decir,  no  si  alcanza  con  su  ser  lo  alto  y  lo  profundo  y  ! 
lo  ancho,  sino  si,  á  lo  menos,  con  su  saber  conoce 
lo  que  en  estos  lugares  y  partes  pasa,  y  si  sabe  dar  ra- 
zón de  lo  que  en  ellos  se  hace  ó  deshace.  Y'  así  dice  : 
49  «¿Adonde  el  camino  de  morada  de  luz?  Y  tinie- 
blas ¿adunde  su  lugar?»  Como  diciendo  :  Ya  que  no 
asistes  ni  resides  en  los  lugares  donde  la  luz  y  las  ti- 
nieblas nacen ,  ni  alcanzas  con  tu  presencia  a  lo  alto  y 
á  lo  profundo  del  mundo ,  dime  á  lo  menos  si  tienes 
noticia  de  los  cam.iuos  ó  de  la  morada  de  la  luz  ó  de  la 
casa  de  las  tinieblas.  Que  es  preguntarle  si  conoce  las 
causas  de  do  proceden ,  y  los  principios  de  que  se  sus- 
tentan y  crecen ,  con  lo  demás  que  á  todo  su  ser  per- 
tenece. Que  declara  mas  en  lo  que  se  sigue  : 

20  «Para  que  guies  á  ambas  á  sus  términos,  y  en- 
tiendas las  sendas  de  su  casa.»  Que  es  decirle  si  tiene 
ansí  noticia  de  estas  cosas,  que  pueda  dar  su  razón  de 
ellas  suficiente ,  diciendo  sus  fines  y  principios  y  efec- 
tos; que  estas  llama  por  semejanza  «sendas  y  térmi- 
nos». «  Para  que  guies ,»  dice,  esto  es ,  de  manera  que 
puedas  guiar,  conviene  á  saber,  atinar,  diciendo  el  fin 
á  que  miran ,  y  el  paradero  que  tienen ,  y  los  propósi- 
tos para  que  estas  dos  cosas  fueron  criadas ,  y  lo  que  de 
ellas  resulta.  Y  porque  por  la  luz  y  las  tinieblas  y  por  las 
moradas  de  ambas  se  entiende  también  lo  de  la  muerte 
y  la  vida,  y  juntamente  sus  causas,  que  son  las  cons- 
telaciones y  aspectos  celestes,  en  que  la  luz  y  la  noche 
viven  y  moran ,  por  la  mañana  en  cierta  manera  de 
ellas  el  vivir  y  el  morir,  el  venir  ú  esta  luz  común ,  ó 
el  salir  de  ella  dejándola ;  por  eso  le  dice  luego  : 

21  «Sabrás  que  entonces  hablas  de  nacer ,  y  el  nú- 
mero de  tus  días  muchos.»  Porque,  si  tuviera  perfecta 
ciencia  de  las  estrellas,  ó  verdaderamente  de  las  cau- 
sas todas  de  la  muerte  y  de  la  vida,  pudiera  saber  algo 
Job  del  principio  de  la  suya  y  de  sus  pocos  ó  muchos 
años;  mas,  como  no  sabia,  lo  primero,  ansí  ignoraba  lo 
segundo;  porque  Dios  es  solo  el  aulor  verdadero  yol 
sabidor  cierto  de  ambas  cosas,  las  cuales  gobierna 
con  su  providencia  por  secretas  y  admirables  mane- 
ras. Dice  mas  : 

22  «¿Por  dicha  has  entrado  en  tesoros  de  nieve,  y 
tesoros  de  granizo  has  mirado?»  "Viene  descendiendo 
de  las  cosas  mayores  á  las  menores,  y  de  las  mas  dificul- 
tosas á  las  que  parecen  mas  fáciles,  para  que,  si  ni 
estas  las  sabe  y  alcanza  Job ,  quede  lo  que  Dios  pre- 
tende mas  convencido.  Pues  pregúntale  si  ha  entrado 
en  los  tesoros  de  la  nieve  ó  granizo;  porque  habla  de 
estas  cosas  como  de  algunas  ricas  alhajas  rciiucslasy 
guardadas  en  sus  almacenes  para  á  su  tiempo  usar  de- 


LUIS  DE  LEÓN. 

lias ,  é  imagínalas  como  provisiones  hechas  y  allegadas 
y  amontonadas  en  grandísima  copia,  y  mucho  antes  del 
menester,  para  cuando  la  ocasión  se  ofreciere.  Y  eso 
llama  «tesoros  de  nieve  y  de  granizov),  que  son  las  cau- 
sas en  que  Dios  tiene  encerrada  \n  fuerza  de  estos  efec- 
tos, y  donde  en  cierta  manera  los  lione  como  atesorados 
y  juntos;  porque  en  ellas  los  tiene  á  la  mano,  y  lau 
aprestados  cuando  son  menester  como  si  de  muchos 
años  antes  estuviesen  ya  hechos,  y  asi  usa  dellos 
cuando  quiere  con  presteza  increíble.  Y  dice  del  uso  : 
23  «Que  aparejé  para  tiempo  de  enemigo,  para  día 
de  encuentro  y  pelea. »  Porque,  si  bien  sirven  de  otras 
cosas  el  granizo  y  la  nieve,  en  este  servicio  que  aquí 
dice,  da  Dios  señalada  muestra  de  su  poderío,  guer- 
reando y  deshaciendo  la  fortaleza  humana  y  sus  armas 
y  valentía  con  un  poco  de  agua  espesada,  y  valiéndose 
de  sus  criaturas  que  no  tienen  sentido,  y  que  crió  para 
nuestro  provecho,  por  nuestras  culpas  en  nuestro  daño 
y  azote.  Y  señaladamente  ha  desbaratado  y  deshecho 
muchos  ejércitos  de  hombres  enemigos  con  estas  sae- 
tas, como  en  las  Escrituras  se  lee.  Que  con  el  aire  y  las 
aguas  deshizo  Dios  en  el  mar  Bermejo  á  Faraón  y  álos 
suyos  {«).  Y  en  el  libro  segundo  de  los  Reyes,  capítulo 
quinto,  ayudó  Dios  á  David  para  que  venciese  á  sus  ene- 
migos, y  no  esta  sola  vez,  sino  otras  muchas,  le  socor- 
rió cuando  peleaba,  hiriendo  á  sus  contrarios  con  pie- 
dra y  con  relámpagos  y  rayos  y  truenos ;  de  que  él  ala- 
ba y  engrandece  por  hermosa  manera  á  Dios  en  c! 
salmo  17,  diciendo : 

Cnu  todas  las  cntraüos  en  rai  pecho 
T'  .nbrazaré ,  mi  Dios ,  mi  esfuerzo  y  vida, 
Mi  cierta  libertad  y  mi  perirccho  , 

Mi  roca,  adonde  tengo  mi  guarida. 
Mi  escudo  liel,  mi  estoque  victorioso, 
Mi  torre  bien  murada  y  bastecida. 

De  mil  loores  digno.  Dios  glorioso, 
Siempre  que  te  llamó  te  tuve  al  lado. 
Opuesto  al  enemiso,  ü  mi  amoroso. 

De  lazos  de  dolor  me  vi  cercado, 
Y  de  espantosas  olas  combatido. 
De  rail  mortales  males  rodeado. 

Al  cielo  voceé  triste,  alligido  ; 
Oyérame  el  Señor  desde  su  asiento. 
Entrada  á  mi  querella  dio  en  su  oido. 

Y  luego  de  la  tierra  el  elomonlo 
Aira  lo  eslremecii),  turbó  el  sosiego 
Eterno  de  los  montes  su  cimiento. 

Lanzó  por  las  narices  humo,  y  fuego 
Por  la  boca  lanzó,  turbóse  el  dia, 
La  llama  entre  las  nubes  corrió  luego. 

Los  cielos  doblegando  descendía  , 
Calzado  de  tinieblas,  y  en  ligero 
Caballo  por  losaires  discurría; 

En  querubín  sentado,  ardiente  y  fiero. 
En  las  alas  del  viento  (]ac  bramaba, 
Volando  por  la  tierra  y  mar  velero  ; 

Y'  de  tinieblas  lodo  se  cercaba. 
Metido  como  en  tienda  en  agua  escura. 
De  nubes  celestiales  que  espesaba, 

Y  como  dio  señal  con  su  luz  pura. 
Las  nubes  arrancando,  acometieron 
Con  rayo  abrasinhir,  con  piedra  dura. 

Troui)  rasgando  el  cielo,  estremecieron 
Lns  montes,  y  llamados  del  troniílo, 
^'.ls  rayos  y  mas  piedras  desccsdicron. 

Huyó  el  contrario  rolo  y  desparcido 
Con  tiros  y  con  rayoi  redoblados, 

(a)  Exod,,  cap.  16. 


EXPOSICIÓN  DEL 

Aquí  queda  uno  muerto,  allí  otro  herido. 

En  esto,  de  las  nubes  despenados 
Con  su  soplo  mil  ríos,  hasta  el  centro 
Dejaron  hecha  rambla  en  monte,  en  prados. 

Lanzó  desde  su  altura  el  brazo  adentro 
Del  agua  ,  y  me  sacó  de  un  mar  profundo. 
Libróme  del  hostil  y  crudo  encuentro. 

Libróme  del  mayor  poder  del  mundo. 
Libróme  do  otros  mil  perseguidores, 
A  cuyo  brazo  el  mió  es  muy  segundo. 

Y  no  es  diferente  de  esto  lo  que  en  tiempo  del  empera- 
dor Marco  Aurelio  hizo  Dios  por  los  suyos,  cuando 
venció  á  los  niarr órnanos  y  cuados  con  grandísima  co- 
pia de  rayos  y  nieve  que  les  daba  en  los  ojos,  impidién- 
doles el  uso  de  sus  armas,  y  la  defensa  de  los  tiros  que 
contra  ellos  hacían  los  fieles.  De  que  Claudiano ,  poeta, 
dice  así  (a) :  I 

A  !a  curia  de  tu  patria  llamado, 
Marco  Clemente,  con  tamaño  anhelo, 
No  vuelves ,  cuando  ha  dado 
La  fortuna  al  hespcriano  suelo. 
Por  do  quiera  de  gente  asaz  ceñido, 
Ser  de  iguales  peligros  eximido. 

No  allí  de  loar  son  los  capitanes. 
Porque  lloviendo  sobre  el  enemigo 
Fuego,  en  tantos  afanes 
El  jinete  buscando  algún  abrigo. 
Del  caballo,  que  fuego  rodeaba. 
En  la  caliente  espalda  se  escapaba. 

El  infante  que  vido  el  capacete 
Irse  ya  con  la  llama  derritiendo, 
Se  paró,  y  e!  copete 
Se  fué  al  fin  en  cenizas  reduciendo. 
Con  súbitos  vapores  las  espadas 
Fueron  en  poco  tiempo  liquidadas. 

Prosigue : 

24  «¿Por  qué  camino  se  esparce  la  luz  ó  se  divide 
el  calor  sobre  la  tierra?»  ó  como  dice  el  original,  ó  «se 
derramó  el  ábrego  ó  solano  sobre  la  tierra?»  Habla  de 
los  vientos,  que  ó  serenan  el  aire,  como  el  cierzo  hace, 
ó  le  calientan,  como  el  solano  y  el  ábrego.  Y  pregunta : 
«¿Por  qué  camino  se  esparce  la  luz?»  Esto  es,  ¿qué 
j'iento,  cuando  sopla,  hace  huir  las  nubes  y  apura  el 
cielo,  para  que  sin  estorbo  dé  su  lumbre  la  luz?  ó  ¿qué 
vicnlo  da  calor  á  la  tierra?  Y  no  pregunta  tan! o  cuáles 
vientos  sean,  ó  cómo  se  nombran  los  serenos  ó  caluro- 
sos, que  eso  es  notorio  en  el  vulgo,  cuanto  pregunta  de 
dónde  les  viene ,  ó  qué  fuerza  y  vir lud  es  la  que  da  al 
cierzo  que  serene  y  al  solano  que  produzca  calor.  Por- 
que, como  arriba  se  dijo,  ninguna  razón  de  las  que  los 
sáijios  dan  satisface,  porque  la  verdadera  y  propria  sá- 
belo aquel  que  los  hizo.  El  cual  también  hizo  lo  que  se 
sigue  luego,  y  nadie  sino  él  puede  hacerlo.  Yansi  dice: 

2o  «¿Quién  dio  carrera  á  la  grandísima  lluvia,  y  ca- 
mino al  sonoroso  tronido,» 

26  «Para  llover  en. tierra  do  no  varón,  en  desierto 
do  en  él  no  hombre ,» 

27  «Para  hartar  yerma  y  descaminada,  y  producir 
vcr.luras  de  yerbas?»  «¿Quién  dio,»  dice,  tiá  ó  yo  por 
ventura?  Que,  como  dijimos,  viene  por  orden  descen- 
diendo de  los  cielos  á  lo  que  se  hace  debajo  de  ellos  y 
sobre  la  tierra,  á  los  vientos,  á  las  nieves,  á  las  lluvias 
y  á  los  tronidos ;  mostrando  en  todos  que  el  hombro 

(a)  Claud.  De  vi  Coss.  Honor.,  lib.  i,  v.  539.  Vcaíc  Carón., 
An.  de  Cristo,  176. 


LIBRO  DE  JOB.  473 

es  tan  ciego  para  entenderlos  como  flaco  para  criarlos» 
y  convenciendo  por  el  mismo  caso,  y  diciendo  que  quien 
tanto  entiende  no  debe  ponerse  á  cuenta  con  quien  tan- 
to sabe  y  puede.  Lo  que  decimos  «carrera  á  la  gran- 
dísima lluvia  »,  el  original  á  la  letra  dice :  «  ¿Quién abrió 
ó  dividió  la  acequia  para  la  avenida?»  Y  dícelo  por  se- 
mejanza de  las  minas  ó  conductos  que  en  la  tierra  se 
hacen  para  guiar  de  unas  partes  á  otras  las  aguas ,  que 
como  en  la  tierra  se  llevan  por  acequias  y  por  caños  se- 
cretos, y  se  abren  para  ello  minas  que  rompen  el  suelo, 
ansí  pregunta  quién  es  el  artífice  que  abre  caminos  á 
la  lluvia  en  las  nubes,  y  como  por  conductos  la  guía 
para  que  caiga,  no  solo  en  lo  cultivado  y  poblado,  sino 
también  en  lo  yermo ,  para  que  se  vista  de  yerba  que 
aproveche ,  si  no  á  los  hombres,  de  quien  carece,  á  los 
animales  á  lo  menos,  de  que  en  lo  mas  despoblado  hay 
mayor  abundancia.  Y  si  no  sabes ,  dice,  quién  la  guia, 
¿sabes  por  aventura  quién  la  engendra? 

28  « ¿Quién,  dice,  es  padre  á  la  lluvia,  ó  quién  en- 
gendró gotas  de  rocío?» 

29  «¿De  cuyo  vientre  saldrá  hielo  y  escarcha  ?  Y  hie- 
lo de  cielo  ¿quién  le  engendró,»  quiere  decir,  sino  yo 
solo?  Y  porque  dijo  del  hielo,  detiénese  mas  en  ello,  y 
espaciase  l¡ermoseándolo  y  diciendo  cómo  se  cuaja.  Y 
dice  : 

30  « Como  piedra  aguas  se  endurecen ,  y  faces  de 
abismo  se  aprietan.»  Que  el  hielo  es  agua  dura  como 
piedra.  Y  no  es  poca  maravilla  ver  en  cosa  tan  blanda 
como  el  agua  es,  tanta  y  tan  presta  dureza.  Mas  lo  que 
digo  «se  endurecen»,  el  original  á  la  letra  dice  «se 
asconden»;  porque  ala  verdad  el  hielo  es  agua  y  no  lo 
parece,  porque  asconde  en  él  su  rostro  el  agua  y  toma 
ligura  de  piedra.  Y  lo  que  decía,  «y  faces  de  abismo  se 
aprietan,»  dice  á  la  letra,  «se  asen  ó  serán  asidas;» 
porque  cuando  el  hielo  vence,  el  agua  que  corría  pura, 
y  las  partes  della  desasidas  se  asen ,  y  como  si  se  tu- 
viesen unas  á  otras,  se  quij.an  el  corriente  y  están  que- 
das. Dice  mas : 

31  «  ¿Por  dicha  ayuntarás  las  estrellas  resplandecien- 
tes cabrillas,  ó  podrás  desatar  el  cerco  del  arturo? 

32  «¿Por  ventura  producirás  lucero  á  su  tiempo,  y 
lucero  de  la  noche  harás  que  se  levante  sobre  términos 
de  la  tierra?»  Las  palabras  originales  mezarot  y  hais 
tienen  significación  varia  y  dudosa;  que  unos  entien- 
den las  cabrillas ,  otros  otras  estrellas  ó  constelaciones 
celestes,  las  virgilias,  el  orion,  el  arturo  y  los  doce 
signos  del  cielo,  y  ansí  unos  inismos  en  diversos  luga- 
res traducen  de  diversa  manera.  Y  saber  lo  cierto  de 
estas  significaciones  no  es  de  mucha  impor'ancia  para 
lo  que  aquí  se  pretende,  que  es  mostrar  Dios  á  Job  cuan 
baja  cosa  es  lo  que  saben  y  pueden  los  hombres ,  y  en 
este  verso  para  este  propósito  preguntarle  y  decirle  si 
podrá  él,  como  Dios  pudo,  hacer  las  estrellas  y  signos 
celestiales.  Y  porque  había  hablado  de  la  lluvia  antes,  y 
de  las  aguas  abundantes,  y  del  granizo  y  del  trueno,  y 
las  demás  cosas  que  en  el  aire  se  hacen,  y  le  había  pre- 
guntado la  causa  dellas,  y  si  conocía  su  fuente  y  su  pa 
dre,  y  porque  en  esto  pueden  mucho  las  estrellas  y  sus 
impresiones,  dijo  luego  y  preguntó  de  aquellas  estre- 
llas en  particular  que  para  este  efecto  son  mas  podero- 
sas ,  cuales  son  las  cabrillas  y  las  virgilias ,  y  el  arturo 


474  OBRAS  DE  FRAY 

y  el  orion  que  dijimos,  que  son  constelaciones  revolto- 
sas, y  que  al  nacer  ó  al  ponerse,  alterando  el  aire,  sue- 
len mover  y  despertar  tempestades.  Por  donde  el  Líri- 
co (o)  dice  del  orion : 

Mas  mira  cómo  lleno 
Ei  orion  de  furia  va  al  poniente; 
Yo  sé  quién  es  el  seno 
Del  Adria  luengamente, 

Y  cuánto  estrago  hace  el  soplo  orieilt<^ 
La  tempestad  que  mueve 

El  resplandor  Egeo  que  amanece. 
Quien  mal  quiero  la  pruebe, 

Y  el  mar  que  brama  y  crece, 

Y  las  costas  azota  y  estremece. 

Y  de  las  cabrillas  dice  (6) : 

¿Por  qué  te  das  tormento, 
Asteria?  No  será  el  abril  llegado» 
Que  con  próspero  viento 
De  riquezas  cargado, 

Y  mas  de  fe  cumplido. 

Tu  Giges  te  será  restituido. 

Que  en  Orico  de  agora. 
Después  de  las  cabrillas  revoltosas» 
Del  viento  guiado,  mora, 
Las  noches  espaciosas 

Y  frias  desvelado 

Pasa,  y  de  largo  lloro  acompaRado  (c). 

Y  el  poeta  (d)  de  las  virgilias  escribe : 

Observa  errantes  en  sereno  ciclo 
Los  signos  todos  nuestro  Palinuro , 
Las  hiadas,  que  amenazan  lluvia  al  stielOi 
Los  triones  uncidos,  y  ve  el  duro 
Orion  armado  de  oro,  y  el  arturo. 

Asi  que,  por  si  acaso  dijera  Job  que  el  origen  de  las 
tempestades  de  que  era  preguntado,  y  el  padre  que  las 
engendraba,  y  el  vientre  de  donde  nacian,  eran  estas  es. 
trellas,  acude  á  esta  secreta  respuesta  Dios,  y  repregún- 
tale y  dicele  :  Mas  si  dices  que  estas  obras  son  efectos 
del  cielo,  y  que  las  estrellas  del  son  los  padres  de  don- 
de nacen ,  pregunto  si  las  compusiste  tú  por  ventura, 
ó  les  diste  esa  fuerza ,  ó  siquiera  sabes  y  entiendes  por 
qué  la  tienen  mas  estas  que  otras.  Y  así  añade  : 

33  «¿Por  ventura  .«abes  estatutos  de  cielo,  ó  si  pon- 
drás su  mando  en  la  tierra?»  Que  es  decirie  si  conoce 
por  aventura  lo  mucbo  que  el  cielo  puede,  y  la  muche- 
dumbre de  sus  virtudes  y  fuerzas,  y  las  leyes,  asi  lasque 
guarda  él  como  las  que  pone  en  las  cosas  inferiores 
que  le  están  sujetas  y  por  él  se  gobiernan.  Y  por  eso  le 
dice  si  puso  él  en  la  tierra  el  mando  del  cielo,  esto  es 
si  sujetó  estas  cosas  bajas  al  gobierno  de  las  celestiales' 
y  hizo  que  las  estrellas  presidiesen  al  suelo,  ó  si  no  lo 
hizo,  si  á  lo  menos  sabe  en  qué  manera  se  hace,  ó  si  no 
lo  sabe  ni  puede  todo,  si  será  poderoso  para  alguna  par- 
te de  ello  siquiera,  si  á  lo  menos  podrá  hacer  la  niebla, 
y  cubrir  el  aire  y  la  tierra  con  ella.  Y  así  dice  : 

34  «¿Por  ventura  levantará  á  la  niebla  voz  tuya,  y 
muchedumbre  de  aguas  le  cobijará?»  «Voz  tuya ,»  esto 
es,  ¿tu  mandamiento  sacará  la  niebla  del  valle,  y  la  le- 
vantará en  alto,  y  extenderá  asi  por  todo,  que  tú  y  ello 
quede  vestido  de  ella  y  cubierto?  Y  dice  «muchedum- 

(fl)  Ilorac,  od.  27,  lib.  m.  Impíos. 

{h)  Od.  7,  lib.  ni,  Quid  fies? 

(c;  Víanse  estas  odas  en  el  libro  primefo  dO  UsPOeiUl* 

(O)  Vlrg.,  3,  /Encid.,  v.  ülli. 


LUIS  DE  LEÓN. 

bre  de  aguas »,  para  decir  la  niebla  misma,  que  es  va- 
por húmedo,  esto  es,  agua  en  vapor  vuelta  y  adelgaza- 
da. O  si  á  la  niebla  no,  ¿á  lo  menos,  dice,  podrás  man- 
dar á los  rayos? 

3o  «¿Por  ventura  enviarás  rayos,  y  irán  y  te  dirán : 
Vesnos  aquí?»  esto  es,  ¿les  mandarás  que  vayan,  yeitos 
obedecerán  tu  mandado?  Y  deja  de  decir,  «como  yo  lo 
hago  y  como  á  mí  me  obedecen,»  lo  que  en  todas  es- 
tas preguntas  se  entiende.  Dice  mas : 

36  «¿Quién  puso  en  las  entrañas  del  hombre  sabi- 
duría, ó  quién  dio  al  velador  entendimiento?»  Como  di- 
ciendo :  Y  si  esto  del  cielo  y  de  las  influencias  y  obras 
del  son  cosas  altas,  vengo  á  las  bajas  y  á  las  que  tocan 
las  manos,  y  aun  están  dentro  en  tí  mismo.  ¿Quién  ó 
cómo  ó  de  dónde  vino  el  entendimiento  á  tu  pecho? 
¿Cómo  en  cosa  tan  material  y  grosera,  cual  es  tu  cuer- 
po, se  pudo  engerir  el  saber?  Que  es  preguntar  como 
en  una  palabra  tres  cosas:  una,  la  substancia  y  la  fuer- 
za para  entender  que  el  alma  del  hombre  tiene,  y  otra, 
de  dónde  nace,  y  la  tercera,  cómo  se  ayunta  con  el 
cuerpo  de  tierra,  siendo  tan  delicada.  Que  todas  son  co- 
sas que  las  sabe  bien  solo  aquel  que  las  hace.  Y  añade: 
«¿Y  quién  dio  al  velador  entendimiento?»  Por  el  ve~ 
lador  unos  entienden  el  corazón  del  hombre,  y  asi  di- 
ce por  otras  palabras  lo  mismo,  mas  san  Jerónimo  en- 
tiende el  gallo,  y  lo  entiende  mejor;  porque  va  abajando 
en  las  cosas  y  en  las  preguntas  que  hace  de  ellas,  para 
subir  mas  la  fuerza  de  lo  que  arguye.  Porque  cuanto 
mas  ordinarias  y  bajas  son  las  cosas  que  no  sabe  el  hom- 
bre, tanto  mas  convencido  queda  de  su  poco  saber.  Así 
que,  pregunta  á  Job  si  por  ventura  sabe  «quién  hada- 
do al  galio  el  entendimiento»  que  tiene,  ó  de  dónde  le 
viene  que  entienda  tanto.  Y  es  como  si  mas  claro  di- 
jese :  Y  si  tienes  por  dificultoso  lo  que  del  ánimo  que 
en  tu  pecho  vive  pregunto,  por  ser  diferente  de  todo  lo 
que  se  siente  y  se  ve,  del  gallo  á  lo  menos,  si  sabes  el 
instinto  grande  que  tiene,  me  di  de  dónde  le  viene.  Y 
declara  luego  qué  saber  es  este  del  gallo  y  qué  instin- 
to. Y  dice  ansí : 

37  «  ¿Quién  contará  la  orden  de  los  cielos?  Y  conso- 
nancia y  música  de  cielos  ¿quién  hará  que  duerma?» 
Que  es  decir  que  quién  como  el  gallo  contará  la  orden, 
esto  es,  los  movimientos  del  ciclo  y  sus  puntos  y  horas, 
para  puntualmente  dar  señal  con  la  voz  del  mediodía  y 
de  la  media  noche,  para  decir  canlando,  cuándo  el  sol 
está  en  lo  mas  alto  ó  en  lo  mas  bajo  del  cielo ,  y  quién 
como  él  atinará  á  la  consonancia  que  entre  sí  los  cielos 
tienen,  moviéndose,  ó  quién  consuena  y  hace  música 
con  el  cielo  como  él,  acordando  su  cantar  con  sus  altos 
y  bajos.  Y  «¿quién,  dice,  hará  que  duerma?»  convie- 
ne á  saber,  «el  gallo, »  para  que  ne  despierte  á  sentir  y 
significar  cuándo  el  ciclo  llega  á  su  punto.  O  podemos 
decir  así,  «y  música  de  cielos  ¿quién  hará  que  duer- 
ma?» como  diciendo  que  ninguno.  «Música del  cielo,» 
esto  es,  su  misma  quietud  de  él ;  ninguna  noche  sose- 
gada y  serena  le  puede  adorincccr  de  manera  que  no 
despierte  á  su  hora  cantando.  Y  llama  «música  de  cie- 
los» á  las  noches  puras;  porque  con  el  callar  en  ellas 
los  bullicios  del  día,  y  con  la  pausa  que  entonces  todas 
las  cosas  hacen,  se  echa  claramente  de  ver,  y  en  una 
cierta  manera  so  oye  su  concierto  y  armonía  admirable. 


EXPOSICIÓN  DE 

y  no  sé  en  qué  modo  suena  en  lo  secreto  del  corazón 
su  concierto,  que  le  compone  y  sosiega.  Y  si  otra  letra 
dice  ansí,  «  y  influencias  de  cielos  ¿quién  hará  que  des- 
cansen?» todo  tiene  el  mismo  sentido;  porque  dice: 
¿Quién  liará  que  descanse  el  gallo?  (que  mudó  el  nú- 
mero, cosa  en  estas  lelras  usada);  asi  que,  ¿quién  hará 
descuido  en  el  gallo  para  que  no  sienta  las  influencias 
del  cielo,  que  tan  á  punto  á  cantar  le  despiertan?  Ansí 
que,  este  es  su  ingenio  y  su  instinto.  Y  para  engrande- 
cerlo mas,  dice  cuan  de  antiguo  le  viene  tenerlo.  Por- 
que dice : 

38  «Cuando  se  fundaba  el  polvo  en  la  tierra,  y  sus 
terrones  se  apiñaban ;»  esto  es,  siempre  desde  el  prin- 
cipio y  primera  origen  de  todo,  cuando  la  tierra  se  crió 
se  dio  al  gallo  aquesta  sabiduría. 

Tan  antigao  es  en  su  vela. 
Cuanto  es  antigua  la  tierra. 

CAPITULO  XXXK. 

ARGUMENTO. 

Prosigue  el  Señor  diciendo  á  Job  que  considere  la  industria  que 
concedió  á  varias  especies  de  brutos,  la  providencia  con  que 
los  sustenta  y  cuida,  y  el  dominio  que  sobre  ellos  ejerce.  Há- 
cele  muy  gallardas  pinturas  de  las  propriedades  de  varios  ani- 
males, especialmente  del  caballo  y  del  águila,  para  que  en 
vista  de  todo  esto  conozca  Job  la  grandeza  del  poder  y  sabidu- 
ría divina.  Dicele  que,  pues  se  ha  puesto  á  disputar  con  Dios, 
le  responda  á  todo  lo  diciio.  Mas  Job,  lleno  de  confusión  y  hu- 
mildad, dice  que  no  tiene  qué  responder,  por  haber  hablado 
con  ligereza  y  agitado  de  sus  dolores,  y  que  se  arrepiente  de 

10  que  hubiese  excedido  en  las  palabras. 

1  ¿Por  aventura  cazarás  presa  á  la  leona ,  y  la  vida  de 
sus  cachorros  hartarás, 

2  Cuando  reposan  en  sus  cuevas,  y  están  acechando 
en  sus  escondrijos? 

3  ¿Quién  apareja  al  cuervo  su  manjar  cuando  sus  po- 
llos vocean  á  Dios,  vagueando  por  fallar  comida? 

4  ¿Por  ventura  conociste  el  parto  de  la  cabra  niontesa 
en  la  peña,  ó  consideraste  las  ciervas  que  paren? 

5  ¿Contaste  ios  meses  de  su  preñez,  y  supiste  los  tiem- 
pos de  su  parir? 

6  Encórvanse  á  su  parto  y  paren  y  eciían  bramidos. 

7  Apartados  son  sus  hijos,y  vanse  á  los  pastos,  salen, 
y  no  vuelven  a  ellas. 

8  ¿Quién  envió  libre  al  asno  salvaje?  Y  sus  ataduras 
¿quién  las  soltó? 

9  A  quien  puse  desierto  casa  suya,  y  tabernáculos  de 
él  salitrosa. 

tO  Escarnecerá  muchedumbre  de  ciudad,  vocerío  de 
cobrador  BO  oirá. 

11  Ojea  montes  desu  pasto,  y  después  busca  todo  lo 
verde. 

12  ¿Por  dicha  querrá  rinocerote  survir  á  tí,  ó  hará  no- 
che sobre  pesebre  tuyo? 

13  ¿Por  ventura  ligarás  al  rinocerote  para  el  sulco  con 
tu  coyunda,  ó  romperá  la  tierra  de  los  valles  en  pos  de  tí? 

14  ¿Por  dicha  fiarás  en  él,  porque  mucha  su  fortaleza, 
y  encomendarásie  á  él  tus  trabajos? 

15  ¿Por  dicha  confiarás  de  él  que  te  volverá  lo  que 
sembraste  y  que  allegará  tu  era? 

16  Pluma  de  avestruz  semejante  á  la  del  berodio  y  ga- 
vilán. 

17  Cuando  deja  en  la  tierra  sus  huevos  y  sobre  el  polvo, 
¿calentarlos  lias? 

18  Y  olvídase  que  pié  los  desparza ,  y  que  bestia  del 
campo  los  palee. 


LIBRO  DE  JOB.  475 

19  Endurécese  para  sus  hijos,  no  suyos :  en  vano  tra- 
bajó sin  forzarla  temor. 

20  Que  olvidóla  Dios  de  sabiduría  y  no  le  repartió  á 
ella  entendimiento. 

21  Al  tiempo  que  ensalza  sus  alas  escarnecerá  del  ca- 
ballo ó  del  caballero. 

22  ¿Por  dicha  darás  al  caballo  valentía?  Por  dicha  ce- 
ñiras'su  pescuezo  de  relincho? 

23  ¿Por  dicha  levantarlo  has  como  langosta?  Hermosu- 
ra de  su  nariz.y  espanto. 

24  La  tierra  cava  con  el  pié,  arremete  conbrio,  saldrá 
á  los  armados  al  encuentro. 

2o  Desprecia  el  temor,  y  no  se  espanta  ni  se  retrae  de 
la  espada. 

26  Sobre  él  sonará  el  carcaj,  hierro  de  lanza  y  escudo. 

27  Hervoroso  y  furibundo  sorbe  la  tierra,  y  no  estima 
que  voz  de  bocina, 

28  Cuando  oye  la  trompa  dice:  ¡Ah!ah!  y  de  lueñe  hue- 
le la  batalla,  el  ruido  de  los  capitanes,  el  estruendo  de 
los  soldados. 

29  ¿Por  dicha  por  tu  saber  toma  plumas  el  gavilán  y 
extiende  sus  alas  al  ábrego? 

30  ¿Por  ventura  á  tu  mandamiento  se  ensalzará  el  águi- 
la y  pondrá  en  las  cumbres  su  nido? 

31  En  breñas  morará,  en  el  pico  tajado  se  asentará,  en 
los  riscos  no  accesibles. 

32  Desde  alli  otea  el  manjar  y  de  lueñe  sus  ojos  mi- 
ran. 

53  Sus  pollos  lamen  sangre,  y  donde  cuerpo  muerto 
luego  ella  allí. 

54  Y  añadió  el  Señor  y  habió  á  Job  : 

55  ¿Por  dicha  quien  baraja  con  Dios  calla  tan  presto?  Y 
quien  arguye  á  Dios  responda. 

56  Y  respondió  Jub  al  Señor  y  dijo  : 

57  Hablé  livianamente;  ¿qué  podré  responder?  Pon- 
dré mi  mano  sobre  mi  boca. 

38  Una  hablé  que  ojalá  no  hablara,  y  otra  á  que  no 
añadiré. 

EXPLICACIÓN. 

En  el  capítulo  pasado  examinó  Dios  á  Job  en  las  co- 
sas mas  alias  y  mayores,  en  la  criación  del  mundo,  en 
la  orden  de  los  elementos,  en  los  cielos  y  en  los  aires,  y 
en  las  impresiones  que  en  ellos  hacen  las  estrellas ;  en 
este  desciende  á  cosas  menores,  y  examínale  en  lo  que 
pasa  en  el  gobierno  de  los  animales ,  y  pregúntale  en 
particular  de  algunos  de  ellos,  de  su  ser,  de  sus  ins- 
tintos é  inclinaciones  y  hechos.  Y  comienza  por  el  león, 
y  dice  ansí : 

1  «¿Por  ventura  cazarás  presa  á  la  leona ,  y  la  alma 
de  sus  cachorros  hartarás?»  Como  si  mas  claro  dijese: 
Ya  que  ni  entiendes  ni  puedes  lo  de  hasta  aquí ,  esto 
mas  fácil  que  diré  ahora  ¿podráslo?  «¿Podrás,  dice, 
proveer  de  caza  á  la  leona  ó  sustentar  sus  cachorros?)) 
Que  es  preguntarle  si  pone  él  la  mesa  á  los  animales  y 
les  da  su  mantenimiento  y  comida  ;  que  por  una  ó  dos 
especies  de  ellos  que  expresa ,  compreliende  á  todo  su 
género.  Y  pregúntale  esto  porque ,  entre  las  obras  de 
que  Dios  en  la  Escritura  se  precia,  es  una  aquesta  me- 
sa general  y  tan  abundante  que  á  los  animales  puesta 
tiene  continuamente.  Dice  David  (a) :  (cTodas  las  cosas 
esperan  de  tí  que  les  des  á  su  tiempo  su  manjar.  Dán- 
doles tú,  cogerán,  y  abriendo  vos.  Señor,  vuestra  ma- 
no, todo  será  lleno  de  bien.»  Porque  sin  duda  en  esto 
demuestra  Dios  lo  perfecto  de  su  providencia,  que  lle- 
ga á  tener  menuda  cuenta  aun  con  las  criaturas  mas 

(0)  Ps.  106  ,  V.  27,  £8. 


476  OBRAS  DE  FRAY 

viles.  Y  porque  dijo  de  la  leona  y  sus  hijos,  deliénese 
en  decir  algo  de  ellos,  y  señaladamente  de  la  manera 
como  se  encubren  para  que  les  venga  á  las  manos  la 
caza;  como  diciéndole  en  esto,  si  sabrá  él  ponérsela  en 
las  uñas  entonces,  ansí  como  Dios  se  la  pone.  Y  dice: 

2  (iCuando  reposan  en  sus  cuevas  y  están  acechan- 
do en  sus  escondrijos;  n  ó  según  otra  letra:  Cuando  se 
encorvan  en  sus  moradas  y  están  á  las  sombras  de  sus 
cuevas.  Que  es  la  postura  de  estos  animales  cuando 
se  encubren  en  los  lugares  adonde  esperan  hacer  pre- 
sa; que  de  los  leones  en  particular  se  escribe  que  para 
cazar  se  absconden,  y  así  la  caza  sin  sentirlos  se  les  lle- 
ga y  es  de  ellos  presa, .porque  descubiertos  ahuyén- 
tanla,  porque  los  sienten  y  temen.  Dice  mas : 

3  «  ¿  Quién  apareja  al  cuervo  su  manjar  cuando  sus 
pollos  vocean  á  Dios,  vagueando  por  fallar  comida?  Como 
dijo  de  los  leones,  dice  de  los  cuervos  agwa,  que  én- 
trelas otras,  en  estas  dos  especies  es  de  particular  con- 
sideración su  comida ;  la  de  los  leones ,  porque  ha  de 
ser  mucha,  y  si  la  buscan  á  la  descubierta,  como  diji- 
mos, la  pierden ,  por  donde  es  necesario  que  con  par- 
ticular providencia  se  la  ponga  Dios  en  las  manos;  y  la 
de  los  cuervos,  porque  á  los  pequeños,  luego  después 
de  nacidos ,  sus  madres  no  los  mantienen  por  muchos 
días,  en  los  cuales  los  sustenta  Dios  por  maravillosa 
manera  del  rocío ,  según  dicen  algunos.  Y  así  dice  Da- 
vid en  el  salmo  (o) :  «El  que  da  su  mantenimiento  á 
las  bestias  y  á  los  pollos  de  los  cuervos  que  le  vocean.» 
Porque  en  aquellos  primeros  días  pian  por  comer ,  y  los 
padresaunquelosoyenlosdejan;maselqueestáenelcie- 
lo,  á  quien  piando  parece  que  abren  las  bocas  y  llama,  se 
las  hinche  y  los  harta.  Dice  pues:  «¿Quién  apareja  al 
cuervo  su  manjar  cuando  sus  pollos  vocean  á  Dios?)) 
Como  diciendo:  Yo  soy  el  que  los  proveo,  y  no  tú,  y 
cuando  los  padres  les  faltan,  yo,  sin  parecer  que  los  mi- 
ro, los  proveo  y  sustento,  y  hago  con  el  rocío  lo  que 
ninguno  con  co¡)ia  de  muchos  manjares  hiciera.  Y  di- 
ce :  «Cuando  vocean  á  Dios,  vagueando  por  hallar  co- 
mida, esto  es,  bulliendo  en  el  nido,  y  revolviéndose  á 
diverjas  partes  en  él,  llevados  de  la  hambre  que  los 
desasosiega  y  menea.  Pues  cuando  así  piden  la  comi- 
da con  gritos ,  y  cuando  se  revuelven  á  todas  partes 
buscándola,  ¿'^erás,  dice,  tú  para  dársela?  Dice  mas : 

4  «¿Por  ventura  conociste  el  parto  de  la  cabra  monle- 
sa  en  la  peña,  ó  consideraste  las  ciervas  que  paren?)) 
Toca  otra  cosa  aliora,  en  que  reluce  su  providencia,  que 
es  el  parto  y  preñez  délas  ciervas,  de  quien  escribe 
Aristóteles  (6)  y  otros  autores  que  [laren  con  muy 
grande  dilicullad,  y  de  manera  que  no  parece  cosa  po- 
sible, y  así  se  encorvan  y  braman  mucho  al  tiempo  del 
parlo,  y  como  guiadas  por  Dios,  preñadas  comen  cier- 
ta yerba  ]iodcrosa  para  Jiaccrse  fácil.  En  el  parir  os  es- 
to, y  cu  el  concebir,  según  dicen  ,  no  conciben  hasta 
que  comienza  á  nacer  cierta  estrella.  Por  mnnera  que 
en  esta  criatura  es  maravilloso  Dios  en  los  particulares 
avisos  do  que  la  tiene  dotada,  y  por  esta  causa  hace  de 
olla  aliora  argumento.  Como  diciendo:  Ya  que,  Job,  no 
tienes  saber  para  dar  á  los  animales  su  pasto,  ¿sabrás- 
me  decir  acerca  de  la  preñez  de  las  ciervas ,  la  causa 


(0^  Ps.  lio,  V.  9. 

{b)  i\nb\.,  Ilisl.  uiiiiual.,  lib. 


V,  c^<.  11,  y  lib.  VI,  c.i|).  Ü9. 


LUIS  DE  LEÓN. 

por  qué  aguardan  tal  tiempo?  O  si  esto  no  sabes,  ¿po- 
drás á  lo  menos  socorrer  á  la  dificultad  de  sus  partos? 
«¿Consideraste,  dice,  las  ciervas  que  paren  ?»  Esto  es, 
¿sabes  cuándo  conciben  ó  tienes  saber  para  aligerar  su 
preñez?  Y  prosigue  en  lo  mismo,  diciendo: 

5  «¿Contaste  los  meses  de  su  preñez,  ó  supiste  los 
tiempos  de  su  parir?»  Y  luego: 

6  «Encórvanse  á  su  parto  ,  y  paren  y  echan  brami- 
dos.» Que  es  la  dificultad  que  dijimos,  y  la  razón  por 
qué  aquí  se  mientan,  y  en  que  estriba  todo  aqueste  ar- 
gumento. Que  dice,  si  á  lo  menos  sabe  ó  puede  reme- 
diarlas en  tanto  trabajo  y  sacar  sus  dificultosos  partos 
á  luz,  ansí  como  Dios  lo  remedia.  Arguyendo  de  estas 
bajezas  imposibles  al  hombre,  lo  poco  que  puede,  y  lo 
mucho  á  que  se  atreve  si  pleitea  con  Dios.  Dice  mas : 

7  Apartados  son  sus  hijos  y  vanse  á  los  pastos,  salen 
y  no  vuelven  á  ellas.  »  Toman  en  breve  fuerza  los  cer- 
vatillos, y  las  madres  los  enseñan  luego  á  huir  y  cor- 
rer, con  que  á  poco  tiempo  las  dejan,  apartan,  y  buscan 
por  sí  su  mantenimiento  y  su  vida.  Añade  : 

8  «¿Quién  envió  libre  al  asno  salvaje?  Y  sus  atadu- 
ras ¿quién  las  sollo?»  El  «asno  salvaje»  es  animal  libre 
y  soberbio,  y  amigo  mucho  de  la  soledad,  y  enemigo  de 
lo  que  está  vecino  á  los  hombres.  Pues  de  estas  proprie- 
dades  trata  ahora,  y  pregunta  á  Job  si  sabe  quién  se 
las  dio.  En  que  le  examina  sí  fué  él  quien  hizo  al  asno 
salvaje  tan  cerril  y  tan  libre  y  tan  ajeno  de  obedecer  al 
freno,  como  obedecen  otros  animales  mas  fieros.  Que 
porque  tiene  esto  causa  secreta,  por  eso  hace  memoria 
de  ello  Dios  aquí  para  convencer  mas  nuestra  ignoran- 
cia, intento  pretendido  por  todos  estos  capítulos.  Dice: 
«¿Quién  envió  libre  al  asno  salvaje?»  Esto  es,  ¿quién 
le  dio  que  fuese  tan  no  domable  do  suyo,  sino  yo  mis- 
mo? Y  la  causa  de  esta  hbertad  y  selvatiquez ,  si  no  es 
yo,  ¿quién  la  sabe?  Y  dice:  «Y  sus  ataduras  ¿quién  las 
soltó?»  En  que  no  quiere  decir  que  estaba  alado  antes 
y  fué  suelto  después ,  sino  que  fué  criado  sin  ataduras 
ningunas,  dotándole  él  de  tal  compostura,  que  en  nin- 
guna manera  es  hábil  para  sujetarse  al  cabestro.  Dice 
mas: 

9  «A  quien  puse  desiertos  casa  suya,  y  tabernácu- 
los de  61  salitrosa.  »  Que  es  la  otra  propriedad  de  esta 
bestia,  amar  la  soledad  entre  todas,  y  huir  la  conver- 
sación de  los  hombres.  Y  por  eso  dice  que  le  dio  el 
desierto  por  morada,  porque  le  compuso  de  tal  mane- 
ra ,  que  le  es  aborrecible  la  gente.  «  Y  salitrosa  por  ta- 
bernáculos ;  que  es  decir,  tierra  sujela  al  salitre,  esto 
es,  yerma  y  no  cullivada ,  y  por  la  misma  causa  des- 
echada del  hombre.  Esta  tierra  pues  ama,  y  la  poblada 
aborrece,  ó  para  decirlo  figuradamcntecomocl  Profcia, 
la  desprecia  y  escarnece  y  se  hurla  de  olla.  Que  dice  : 

JO  «Escarnecerá  muchedumbre  de  ciudad,  vocerío 
de  cobrador  no  oirá.  »  En  las  ciudades  unas  cosas  son 
de  contenió  y  otras  de  pesadundjrc  y  eunjo,  la  nniclic- 
dum!)rc  agrada,  y  el  pecho  y  las  derriunas  faligau;  y 
por  lo  primero  oiiticnilc  todo  lo  apacible,  y  por  lo  se- 
gundo  lo  que  se  aborrece  y  desama.  Mas  dice  que  ni 
estima  lo  amable  ni  padece  los  trabajos  ,  escarnece  y 
hace  m(»fa  de  la  conversación  de  los  muchos,  y  de  los 
gustos  que  de  ella  nacen,  y  no  padece  las  miserias  que 
entre  los  mismos  se  encierran.  Y  dice  esto  de  un  ani- 


EXPOSICIÓN  DEL 

mal  sin  razón, .como  si  la  tuviora,  fingiéndosela  por  fi- 
gura poética,  para  declarar  asi  mejor  cuánto  ama  el  j 
desierto.  Prosigue : 

1 1  «Otea  montes  de  su  pasto,  y  después  busca  todo 
lo  verde.»  Ansí  dicen  de  esta  bestia,  que  puesta  en  al- 
to mira  los  mejores  y  mas  verdes  pastos,  y  á  ellos  se  in- 
clina, porque  apetece  siempre  lo  verde.  Los  que  mo- 
ralizan esta  escritura,  por  el  «asno  salvaje»  entien- 
den á  los  hombres  desasidos  del  mundo ,  y  que  con  el 
alma  y  cuerpo  se  alejan  del  cuanto  pueden.  Porque  no 
hay  duda  sino  que  como  en  lo  espiritual  de  su  Iglesia 
hizo  Dios  su  cielo  y  su  tierra  y  sus  elementos,  ansí 
también  puso  en  ella  sus  animales  diversos,  quiero  de- 
cir, diferentes  inclinaciones  de  hombres  que  siguen 
diferentes  estados,  y  que  por  semejanza  se  correspon- 
den y  tienen  como  consonancia  las  propiedades  con 
criaturas  diversas.  Es  pues  el  ermitaño  de  corazón  el 
«asno  salvaje».  Asrw,  porque  ansí  lo  juzgan  los  ama- 
dores del  mundo,  estimando  por  locura  y  menos  saber 
el  despreciar  lo  que  ellos  adoran,  y  el  huir  lo  que  aman 
y  el  abrazar  lo  que  abominan,  la  pobreza,  la  soledad, 
el  ayuno,  el  encerramiento,  la  aspereza  de  vida.  Mas 
es  saber  este  asaz ,  porque  no  se  rinde  á  sus  dichos,  y 
ni  se  dejó  vencer  de  lo  que  juzgan  las  gentes,  ni  tratar  i 
se  deja  por  semejante  manera.  Son  sin  duda  en  esta 
parte  los  hombres  de  este  linaje  gente  muy  cerril  y 
muy  libre.  Porque  ¿  quién  será  poderoso  al  que  tiene 
gusto  de  la  libertad  del  espíritu ,  sujetarle  ó  inducirle 
al  amor  servil  de  estas  cosas?  Y  á  quien  halla  en  la 
soledad  paraíso  ¿quién  le  traerá  el  tormento  que  el  bu- 
llicio y  variedad  del  mundo  y  de  sus  cosas  contiene?  Y 
tiene  mas  fuerza  esta  verdad,  cuanto  la  libertad  que 
tienen  nace  de  mas  firmes  principios ;  porque ,  como 
da  á  entender  aquí  Dios ,  él  solo  es  el  que  hace  libres 
aquestos  salvajes,  y  el  que  les  quita  los  frenos  y  las 
ataduras  que  los  tienen  asidos  al  suelo.  «¿Quién,  dice, 
envia  libre  al  asno  salvaje?  Y  sus  ataduras  ¿quién  las  sol- 
tó ?  »  Porque  es  sin  duda  maravillosa  obra  y  muy  dig- 
na de  Dios,  hacer  del  hombre  ángel,  y  del  nacido  para 
las  ciudades  amador  de  la  soledad  de  los  campos,  y  del 
necesitado  del  favor  de  los  otros  contentísimo  con  vi- 
vir pobre  y  á  solas,  y  del  perdido  por  estos  bienes  vi- 
sibles aborrecedor  de  ellos ,  amando  ya  lo  invisible  so- 
lamente y  suspirando  por  ello.  Que  la  naturaleza  es 
atadura  grandísima ,  y  la  necesidad  nudo  fuerte ,  y  la 
costumbre  y  el  estilo  común  cadena  de  hierro,  atadu- 
ras y  prisiones  verdaderamente  mayores  que  las  fuer- 
zas del  hombre.  Y"  ansí,  solo  Dios  es  el  que  las  quebran- 
ta y  saca  de  prisionestos  salvajes  suyos,  que  si  lo  son, 
no  volverán  á  ella  por  todas  las  cosas  del  mundo;  por- 
que en  el  desierto  del  hallan  dulce ,  apacible  y  rica 
morada.  Por  donde  dice  luego:  «A  quien  puse  desierto 
casa  suya,  y  tabernáculos  de  él  salitrosa.»  Que  es  otra 
maravilla  grandísima,  hacer  que  el  desierto  sea  casa, 
y  que  la  tierra  estéril  y  sembrada  de  salitre  sea  mora- 
da de  gustos.  Porque  no  dice  que  leediíicú  casa  en  el  de- 
sierto, sino  que  del  desierto  le  hizo  casa,  y  de  la  este- 
rilidad misma  lugar  de  reposo.  Que  á  la  verdad  el  po- 
der de  Dios  y  la  eficacia  de  su  no  limitada  virtud  se 
extiende  á  no  solo  dar  contento  en  el  desierto  á  los  su- 
yos, y  sabor  en  medio  de  mil  sinsabores ,  sino  á  hacer 


LIBRO  DE  JOB.  477 

que  el  desgusto  sea  gusto,  y  la  tristeza  alegría,  y  el 
lloro  gozo,  y  la  calamidad  padecida  por  Dios  dia  de  fe- 
licidad ak'grísimo ,  y  hacer  que  la  hornaza  y  el  fuego 
sirva  de  rocío  y  de  alivio  á  sus  siervos ;  que  es  alga- 
rabía para  los  que  sirven  al  mundo ,  y  cosa  á  que  ja- 
más dieron  crédito,  como  ellos,  después  de  muchas  co- 
sas acerca  del  Sabio  (a),  lo  confiesan,  diciendo:  «Nos- 
otros sin  seso  tuvimos  por  locura  su  vida.»  Porque  si 
en  el  mundo  se  entendiese  este  bien,  no  hubiera  quien 
no  le  siguiera  sin  duda,  como  se  ve  en  el  efecto  que 
conocido  hizo  antiguamente  y  hace;  que  su  golosina 
pobló  los  desiertos  y  enajena  de  todo  lo  que  es  de  gus- 
to á  los  hombres  que  abrazan  la  pobreza,  desnudez  y 
desprecio,  como  otros  á  los  infinitos  deleites.  «Puso  el 
desierto  casa  suya,  y  tabernáculos  de  él  salitrosa.»  ¿Qué 
hará  en  el  cielo  quien  hace  cielo  en  el  desierto?  Dice 
que  les  da  en  el  desierto,  no  solamente  casa,  sino  «ca- 
sa suya»  dellos  y  tabernáculo  de  ellos  mismos.  Y  quie- 
re decir,  lo  uno,  que  es  periianeciente,  y  no  alquilada 
ó  ajena,  como  son  las  casas  y  asieaíos  que  en  sus  bie- 
nes da  el  mundo  á  los  suyos ,  que  son  mesones  de  paso, 
en  que  se  paga  todo  al  doblo;  mas  el  descanso  de  estos 
salvajes ,  cuando  la  vida  se  acaba ,  crece  él ,  y  con  la 
muerte  se  hace  perpetuo.  Y  lo  otro  díeelo  por  decir 
que  es  propria  y  conveniente  casa  para  semejante  gen- 
te el  desierto.  Casa  suya  sin  duda ,  porque  en  el  estar 
á  solas  viven,  y  en  el  desierto  de  todas  las  cosas  des- 
cansan ,  y  no  tienen  reposo  sino  cuando  asuela  Dios  y 
siembra  de  sal  en  su  alma  y  sentidos  todo  lo  que  mira 
á  esta  vida.  Porque  en  esta  pureza  hallan  junta  á  sí  la 
pureza  de  Dios,  y  los  resplandores  de  su  santa  luz  re- 
verberan luego  en  espejo  tan  limpio,  y  júntanse  estre- 
chamente, porque  no  tienen  estorbo  de  cosas  que  des- 
vien entre  ellos  lo  limpio  y  lo  sencillo  y  lo  puro  entre 
sí.  Y  en  esta  junta  es  adonde  verdaderamente  se  vive, 
porque  es  juntarse  á  la  vida;  que  cuanto  á  lo  demás, 
todo  es  afanar  y  morir.  Y  así  dice :  Escarnecerá  mu- 
chedumbre de  ciudad ,  y  vocerío  de  ejecutor  no  oirá.» 
Porque  ayuntado  á  este  bien  y  hecho  morador  de  esta 
casa ,  ni  amará  la  muchedumbre  del  mundo ,  ni  esti- 
mará la  majestad  que  hace  estado,  antes  lo  desprecia- 
rá todo ,  porque  apenas  bullirá  en  él  ni  hará  ruido  la 
carne;  que  todo  calla  á  Dios,  luego  que  su  Majestad  se 
devisa  por  un  alma  apurada.  «Vocerío  de  ejecutor  no 
oirá.»  ¡Qué  poco  siente  este  salvaje  lo  que  á  los  mas 
nos  trae  atontados  y  locos!  La  voz  de  la  codicia  pedi- 
güeña ¡qué  poco  ruido  hace  en  su  pecho !  El  deleite  im- 
portuno ¡cuan  poco  molesta  su  alma !  El  estruendo  del 
enojo,  ira  y  venganza,  los  clamores  de  mil  desvariados 
y  hervorosos  deseos,  ¡qué  mudos  son  para  él!  «No  oye 
vocerío  de  ejecutor. »  Todo  loque  nos  saca  prenda, 
todo  lo  que  nos  aflige  y  nos  turba,  todo  lo  que  mete  á 
saco  la  quietud  de  la  vida ,  él  apenas  lo  oye ;  porque, 
desviándose  de  sus  deseos,  lo  desterró  todo  de  sí,  su 
cuidado  es  solo  uno.  De  que  luego  se  sigue:  «Otea  mon- 
tes de  su  pasto,  y  después  busca  todo  lo  verde.  »  Por- 
que su  oficio  contino  es  ocuparse  en  la  contemplaciou 
de  sus  montes,  quiero  decir,  de  las  altezas  santas  á  que 
Dios  le  levanta ,  el  cielo ,  la  vida  del ,  los  bienes  y  los 
premios  divinos,  y  de  Dios  sobre  todo,  de  que  se  man- 
ía) Sap.,b,  V.  4. 


478  OBRAS  DE  FRAY 

tiene,  por  razón  del  fruto  que  de  ello  saca,  que  es  siem- 
pre verde,  porque  su  dulzor  nunca  enfada,  siempre  vie- 
ne nuevo  y  fresco  y  con  particular  gusto  á  la  boca. 
Que  esta  diferencia,  entre  otras  muchas,  hay  entre  los 
mundanos  y  aquestos :  que  el  bien  del  mundo  y  sus 
placeres  y  gustos  nunca  son  verdes,  ó  si  lo  son,  mar- 
chítanse  y  agóslanse  luego  ,  y  vuélvense  en  paja  seca, 
conveniente  manjar  de  sus  amadores ,  porque  traen 
consigo  el  enfado.  Y  ansí ,  el  que  los  gusta  y  torna  á 
ellos,  torna  porque  no  tiene  otros  bienes,  y  vacío  de 
bien,  busca  en  qué  se  entretener,  y  no  sabe  adó  ir,  y 
vuelve  como  necesitado  y  como  por  costumbre  á  lo  que 
gustó,  ya  estragado  y  manoseado,  y  lacio  y  perdido. 
Sino  que  se  engaña  el  miserable  á  sí  mismo,  y  se  es- 
fuerza á  comer  como  bueno  lo  que,  si  come,  da  arca- 
das; porque  este  bien  visible,  en  perdiendo  la  primera 
tez,  ¿qué  es  sino  asco?An3Í  que,  este  mi  salvaje  siem- 
pre come  lo  verde,  como  al  revés,  el  mundano  y  mise- 
rable siempre  lo  seco  y  marchito.  Mas  tornemos  á  nues- 
tro primero  propósito: 

12  «¿Por  dicha  querrá  rinocerote  servirá  tí,  ó  hará 
roche  sobre  pesebre  tuyo?»  Prosigue  en  su  intento 
Dios,  y  prueba  su  saber  y  grandeza  por  otra  obra  suya 
señalada,  que  es  el  rinocerote,  que  llamamos  ahora  va- 
da,  animal  ferocísimo,  ansí  en  braveza  de  ánimo  co- 
mo en  grandeza  de  fuerzas,  como  en  el  talle  y  compos- 
tura de  cuerpo ;  que  por  ser  notorio  ya  en  estas  parles, 
por  algunos  que  de  la  India  oriental  han  venido,  no  las 
pintaré  mas  despacio.  Pues  de  este  le  pregunta  ahora 
Dios  á  Job  si  se  servirá  de  él  ó  si  se  atreverá  á  hacelle 
doméstico.  Dando  á  entender  que  puede  él  hacer  y 
hace  animales  que  á  los  hombres  no  reconocen ;  ó  por 
decir  verdad,  declarando  por  esto  la  grandeza  y  fiereza 
de  la  bestia,  y  por  ella  el  poder  y  saber  sumo  del  Autor 
que  la  hizo.  «¿Querrá,  dice,  servir  á  tí  el  rinocerote?» 
esto  es ,  ¿Podrás  tu  sujetarle  á  tu  servicio,  como  podré 
yo,  que  le  hice?  O  ¿podrás  hacer  que  haga  noche  «sobre 
tu  pesebre  »?  Esto  es,  si  podrá  hacerle  doméstico.  Co- 
mo diciendo:  Ansí  me  sirve  todo,  por  mas  fiero  y  bra- 
vo que  sea;  tú,  ó  el  que  presumiere  traer  pleito  co- 
migo,  veamos  si  lo  puede  hacer.  Y  prosigue  en  la  mis- 
ma razón,  y  pregunta : 

13  «¿Por  ventura  ligarás  al  rinocerote  para  el  sulco 
con  tu  coyunda?  O  ¿romperá  las  tierras  de  los  valles 
en  pos  de  tí?»  Que  es  como  decir  una  cosa  imposible, 
dando  por  ella  á  entender  la  grandeza  y  fiereza  de  este 
animal,  en  ninguna  manera  domable.  Y  para  la  misma 
significación  añade  como  por  ironía: 

14  «¿Por  ventura  fiarás  en  él  por  su  mucha  fortaleza 
y  encomendarle  has  á  él  tus  trabajos?»  Esto  es,  si  por- 
que es  fuerte  y  valiente  le  dará  cargo  de  sus  obras, 
dcscuiflándosc  él  de  ellas.  Y  entiende  por  sus  trabajos 
y  obras  los  de  su  labranza ,  como  luego  declara,  di- 
ciendo : 

15  «¿Por  dicha  confiarás  de  él  que  le  volverá  lo  que 
sembraste  y  que  allegará  tu  era?»  Y  dicho  esto,  pasó 
su  razón  á  otro  animal  también  extraordinario  y  extra- 
ño, y  por  la  mistnacausa  conveniente  para  sacar  de  él, 
de  su  poder  y  saber,  argumento,  que  es  el  avestruz;  do 
que  dice : 

10  ü Pluma  de  avestruz,  semejante  á  la  del  halcón  y 


LUIS  DE  LEÓN. 

gavilán.»  Que  es  decir :  Pues  si  vamos  al  avestruz  que 
yo  hice ,  ¿qué  te  contaré  de  él  ?  Que  en  la  pluma  y  en 
las  alas  es  ave  ,  esto  es,  tiene  plumas  como  las  demás 
aves  la  tienen ,  y  por  esta  parte  puede  ser  tenido  por 
una  de  ellas ,  como  el  azor  ó  como  el  gavilán,  ó  según 
otra  letra,  como  otra  cigüeña.  Y  pone  estas  aves  en 
particular,  no  por  decir  solo  de  ellas  (que  no  son  estas 
á  lasque  el  avestruz  mas  parece),  sino  para  en  ellas  en- 
tender generalmente  á  todas,  y  decir  que  es  ave  ó  lo 
parece  ser  el  avestruz  en  la  pluma.  Verdad  es  que  el 
original  dice  á  la  letra:  «Pluma  de  pomposos  ó  regoci- 
jados alegre;»  y  entienden  algunos  los  pomposos  á 
los  pavones,  cuya  pluma  es  hermosa  y  pintada,  y  por 
eso  alegre  á  la  vista.  Mas  no  viene  esto  bien  con  lo  que 
se  sigue,  que  es: 

17  «Cuando  deja  en  la  tierra  sus  huevos  y  sobre  el 
polvo  ¿ca'entarlos  has?»  Porque  del  avestruz,  y  no  del 
pavón,  se  lee  que  pone  en  la  arena  sus  huevos,  y  olvi- 
dado de  ellos',  los  deja.  Pues  pregúntale  Dios  á  Job  si 
los  sabrá  él  calentar,  esto  es,  si  sin  el  calor  de  la  ma- 
dre y  sin  el  abrigo  y  cuidado  que  los  padres  aves  de 
sus  huevos  tienen  y  suelen  tener,  sabrá  él  ó  podrá  sa- 
carlos á  la  luz,  como  él  los  saca  y  empolla.  Y  porque 
hizo  memoria  del  olvido  de  aqueste  animal,  llévalo 
mas  adelante  y  extiéndelo  por  manera  poética,  y  dice  : 

18  «Y  olvídase  que  pié  los  desparza,  ó  que  bestia 
del  campo  los  patee;»  esto  es ,  tiene  tan  poco  acuer- 
do de  lo  que  por  natural  instinto  las  demás  aves  tanto 
se  acuerdan,  que  no  le  viene  al  corazón  lo  que  les 
puede  suceder  sin  su  abrigo,  que  ó  los  esparza  el  vien- 
to ó  los  pisen  las  bestias  que  por  el  campo  libremente 
discurren.  Y  dice: 

19  «Endurécese  para  sus  hijos,  no  suyos ,  en  vano 
trabajó  sin  forzarla  temor.»  Como  diciendo :  Todos  los 
animales,  aunque  en  sí  sean  fieros,  son  blandos  y  amoro- 
sos para  sus  crias;  mas  este  es  tan  duro  y  tan  olvidadizo 
como  dicho  habemospara  sus  hijos,  si  á  la  verdad  pue- 
den ser  llamados  sus  hijos  los  que  desprecia,  los  que 
olvida,  los  que  deja  sin  causa  ninguna  que  la  fuerce, 
puestos  á  tan  manifiesto  peligro.  Y  por  eso  dice :  «En  va- 
no trabajó  sin  forzarla  temor;»  esto  es,  el  concebir  esta 
ave  los  huevos  y  el  ponerlos,  con  todo  lo  que  pertenece 
á  esta  obra  y  trabajo,  cuanto  de  su  parte  es,  fué  traba- 
jo vano  y  inúld ;  y  como  si  vano  fuese  y  sin  fruto,  an- 
sí lo  deja  y  despreciay  del  todo  olvida.  «Sin  forzarla  te- 
mor á  ello,»  esto  es,  sin  que  nadie  la  espante  ni  ojee,  ni 
cosa  semejante  haga ,  forzándola  á  que  desanqiare  sus 
huevos.  Porque  otras  aves  piérdenlos  y  los  desamparaná 
veces,  no  por  su  volinitad,  sino  por  no  poder  mas,  for- 
zadas de  algún  caso  que  les  espanta;  mas  esta  no  así, 
sino  como  cosa  inútil  y  vana  y  que  por  ninguna  vía  le 
toca.  Y  da  la  razón  diciendo: 

20  «Que  olvidóla  Dio.5  de  sabiduría,  y  no  repartió  á 
ella  entendimiento.»  En  que  dice  que  es  olvidadizo  do 
suyo  el  avestruz  y  sin  ninguna  memoria.  Mas  si  es  ol- 
vidadizo, no  es  tardo,  y  lo  que  le  quitó  de  memoria,  lo 
añadió  Dios  en  ser  presto  y  ligero;  porque  siendo  ani- 
mal tan  pesado,  que  aunque  tiene  alas  no  puede  volar, 
en  correr  es  ligerísimo,  porque  ayuda  con  las  alas  los 
pies.  Y  así  dice  : 

21  «Al  licinpo  que  ensalza  sus  alas,  escarnecQfá  del 


EXPOSICIÓN  DEL 

caballo  y  del  caballero.')  Porque  no  hay  caballo  aguza- 
do con  espuelas  á  la  carrera ,  que  así  corra  como  el 
avestruz  corre.  \  por  eso  dice  que  escarnece ,  en  ayu- 
dándose para  el  correr  con  las  alas,  «al  caballo  y  al  ca- 
ballero;» no  al  caballo  comoquiera,  sino  al  caballo  á 
quien  el  que  va  encima  le  anima  y  enciende.  Así  que, 
escarnécelos,  porque  los  deja  atrás  con  conocida  venta- 
ja. Dice  mas : 

22  «¿Por  dicha  darás  al  caballo  valentía?  Por  di- 
cha ceilirás  su  cerviz  de  relincho  ?»  La  mención  hecha 
del  caballo  y  del  caballero  trajo  á  la  boca  a!  caballo,  y 
ansí  dice  ahora  de  él,  por  ser  su  natural  maravilloso  en 
extremo,  así  en  el  ánimo  que  tiene,  como  en  la  gallar- 
día de  cuerpo ,  como  en  el  brío  y  ligereza  y  afición  á 
las  armas.  Y  así  le  trae  Dios  por  ejemplo  de  su  saber, 
preguntándole  á  Job  si  supiera  él  hacer  un  caballo  con 
las  disposiciones  y  condiciones  que  tiene ,  las  cuales 
pinta  á  la  larga  elegantísimamente.  Dice  si  supiera  él 
darle  al  caballo  la  valentía  que  liene,  porque  sin  duda 
es  animal  de  fuerza  y  ánimo  señalado ;  y  si  supiera 
ceñirle  la  cerviz  de  relincho,  en  que  demuestra  su  brio 
y  gallardía,  y  su  corazón  no  nada  cobarde.  Y  dice  bien 
«ceñir  la  cerviz  »,  porque  la  menea  y  estremece  toda 
el  caballo  cuando  relincha.  Y  dice  mas: 

23  «¿Por  dicha  levantarle  has  como  á  langosta? 
Hermosura  de  sus  narices  espanto,  n  En  que  le  pone 
otras  dos  propriedades ,  preguntando  á  Job  si  fué  él 
quien  se  las  dio :  la  primera  es  su  ligereza,  y  la  segunda 
es  el  espíritu  y  fuerza  de  su  bufido.  De  la  ligereza  pre- 
gunta si  levanta  Job  «como  á  langosta  el  caballo  » ,  es- 
to es,  si  le  dio  que  saltase  presto  y  ligero  corno  si  fue- 
se langosta;  porque  no  solo  es  en  el  correr  veloz,  sino 
suelto  mucho  en  el  salto.  Y  del  bufido  dice  «hermo- 
sura de  sus  narices  espanto»,  que  llámale  «hermosura 
de  su  nariz»  con  propriedad  y  elegancia,  porque  hincha 
el  caballo  cuando  bufa  y  ensancha  las  narices,  y  las  fi- 
gura por  una  manera  llena  de  una  disposición  señoril, 
á  que  se  consigue  en  los  que  le  miran  espanto.  Y  así 
dice  que  el  bufar  suyo,  que  pone  en  él  majestad,  causa 
en  los  miradores  espanto.  Prosigue : 

24  «La  tierra  cava  con  el  pié,  alégrase  con  brio,  sal- 
drá á  los  armados  al  encuentro.»  Es  de  los  caballos  el 
patear  y  herir  en  el  suelo,  porque  no  les  da  sosiego  su 
grande  espíritu ,  y  es  proprio  de  los  no  lerdos ;  que  los 
generosos  son  bulliciosos,  y  esos  mismos  arrancan  ale- 
gres y  llenos  de  corazón  al  encuentro.  Porque,  como  di- 
ce luego : 

25  «Desprecia  el  temor  y  no  se  espanta  ni  se  retrae 
de  la  espada.»  Y  particularízalo  para  mas  adornarlo,  y 
dice  : 

26  «Sobre  él  sonará  el  carcaj ,  hierro  de  lanza  y  es- 
cudo.»  Quiere  decir,  aunque  esto  suene  y  vea  andar 
sobre  sí ,  no  por  eso  teme ,  antes  se  anima  y  espera  la 
señal  del  acometer  con  señalado  deseo.  Y  así  dice  : 

27  «Hervoroso  y  furibundo  sorbe  la  tierra  y  no  esti- 
ma que  voz  de  bocina. »  Porque  el  deseo  de  oirle  le  hace 
que  no  estime,  esto  es,  que  no  crea  ha  de  llegar  tiempo 
en  que  suene.  Y  así : 

28  «Cuando  oye  la  trompa  dice:  ¡Ah!  ah!  y  delueñe 
huele  la  batalla,  el  animar  de  los  capitanes,  el  estruen- 
do de  los  soldados.»  El  original  dice :  «En  copia  de 


LIBRO  DE  JOB.  -^79 

trompetas  dice  :  «¡  Ah!  ah!»  Y  lo  uno  y  lo  otro  es  figura 
poética,  en  que,  para  mayor  significación,  como  si  tu- 
viera uso  de  razón,  se  le  dan  al  caballo  palabras  en  que 
demuestre  alegría.  Porque  es  tanta,  que  la  demuestra 
en  su  hervor  y  manos  luego  que  oye  la  trompeta,  ó 
como  dice  aquí  Dios,  luego  que  «huele  la  guerra»;  que 
si  hablara  no  la  demostrara  mas  claro ,  porque  hace 
todo  lo  que  se  pone  en  aquesta  pintura.  De  la  cual, 
á  lo  que  parece ,  sacó  la  suya  el  poeta  latino  (a) ,  que 
dice: 

Que  desde  luego  altivo  y  mas  brioso 
El  potro  que  es  de  casta ,  huella  el  prado, 

Y  dobla  con  un  aire  mas  gracioso 

El  juego  de  las  corvas  bien  formado. 

Y  siempre  va  adelante,  y  hervoroso 
Tienta  primero  que  otro  el  rio  á  nado, 

Y  con  ánimo  firme  y  atrevido 
Al  piélago  se  lanza  no  sabido. 

No  l'espanta  el  estruendo  vano  y  ciego; 
Mas  de  lueñe  que  llegue  á  sus  oidos 
Sonido  de  las  armas,  arde,  y  luego 
No  cabe  en  un  lugar,  y  conmovidos 
Sus  miembros  todos  tiemblan ,  sin  sosiego 
Aguza  las  orejas  y  sentidos; 
Sorbe ,  recoge ,  aprieta ,  vuelve ,  espira 
Fuego  por  las  narices,  llamas  d'ira. 

Dice: 

29  «¿Por  dicha  por  tu  saber  toma  plurnas  el  gavilán 
y  extiende  sus  alas  al  ábrego?»  Entiende  las  aves  de 
rapiña  todas  por  el  gavilán,  que  es  una  especie  de  ellas ; 
á  las  cuales  es  proprio  el  estar  en  muda  á  sus  tiempos, 
y  renovar  los  cuchillos  para  volar  después  con  mayor 
ligereza  y  esfuerzo.  Pregúntale  pues  Dios  á  Job  si  lo 
hace  él ,  esto  es,  si  dio  aquesta  propriedad  al  halcón,  ó 
si  sabe  la  causa  de  dónde  nace,  y  el  secreto  que  encier- 
ra, como  lo  sabe  él ,  que  lo  hizo  ;  que  por  estas  cosas 
particulares  y  usadas  demuestra  bien  cuánto  sabe.  «Y 
extiende  sus  alas  al  ábrego.»  Por  el  ábrego  viento  en- 
tiende todos  los  vientos.  Y  porque  habló  délas  avesquo 
cazan ,  trata  luego  de  la  reina  de  ellas,  el  águila,  pre- 
guntándole á  Job  si  le  dio  el  instinto  y  naturaleza  que 
tiene.  Y  dice  : 

30  «¿Por  ventura  á  tu  mandamiento  se  ensalza  el 
águila  y  pondrá  en  las  cumbres  su  nido  ?  »  Es  proprio 
de  las  águilas  hacer  nido  en  las  cumbres  mas  altas;  y 
por  eso  le  pregunta  si  le  dio  él  aquesta  natural  proprie- 
dad ,  ó  quién  se  la  dio,  si  es  su  mandamiento  y  querer 
el  que  la  aposenta  tan  alto.  Y  decláralo  y  particularíza- 
lo luego  mas  con  hermosas  palabras. 

31  «En  breñas,  dice,  morará,  en  el  pico  tajado  se 
asentará  ,  en  los  riscos  no  accesibles.»  Y  añade  : 

32  «Desde  allí  otea  el  manjar,  y  de  lueñe  sus  ojos 
miran.»  Porque  son  de  agudísima  vista  las  águilas,  y 
así,  aunque  aniden  en  alto,  descubren  bien  de  allí  la 
presa  y  se  abaten  á  ella,  y  allí  ceban  á  sus  hijos,  que 
son  aves  que  comen  carne.  Añade  y  dice  : 

33  «Sus  pollos  lamen  sangre ,  y  donde  cuerpo  muer- 
to luego  ella  allí.»  Y  con  esto  da  Dios  fin  á  la  primera 
parle  de  aquesta  su  plática ;  á  la  cual  Job  no  respondía 
palabra ,  sino  como  convencido  y  humilde  callaba;  y  así 
Dios  torna  y  le  pregunta. 

34  «Y  añadió  el  Señor,  y  habló  á  Job  :  » 

35  «¿Por  dicha  quien  baraja  con  Dios  calla  tan 
(a)  Virg.,  3,  Georg.,  v.  7ü. 


480  ORRAS  DE  FRAY 

presto?  «Y  quien  arguye  á  Dios  responda. »  Como  di-  I 
ciéndole  que  callaba  mucho,  habiendo  presumido  tanto,  ! 
y  que  no  parecía  conveniente  se  acobardase  tan  presto  i 
quien  poco  antes  se  profesaba  tener  ánimo  para  bara-  i 
jar  con  Dios,  esto  es,  para  preguntarle  y  responderle,   i 
y  darle  razón  de  sí  y  demandársela.  Aunque  dice  otra  ! 
letra:  «¿Por  ventura  es  cordura  barajar  con  Dios?»  En   | 
que  le  pregunta  ya  si  por  lo  que  ha  visto  y  oído,  le 
parece  buen  seso  ponerse  en  demandas  y  en  respuestas 
con  Dios ;  como  diciéndole  que  ya  debe  estar  fuera  de 
un  engaño  tan  grande.  A  lo  cual  Job  dice  y  responde : 

36  «Y  respondió  Job  al  Señor  y  dijo : 

37  ((Hablé  livianamente;  ¿qué  podré  responder?  Pon- 
dré mi  mano  sobre  mi  boca. »  O  como  otra  letra  dice  : 
«Soy  desprecio,  ¿qué  poiké  responder?»  Y  era  cosa  sin 
duda  que,  habiéndole  hablado  Dios ,  le  había  de  res- 
ponder él  por  esta  manera ;  porque  no  hay  cosa  mas  na- 
tural ni  mas  cierta  que,  puestos  en  la  luz,  conocer  de  sí 
loque  es  cada  uno;  y  es  proprio  de  la  luz  y  de  las  vi- 
siones y  hablas  de  Dios  criar  profunda  humildad  en  el 
hombre,  que  se  conoce  entonces  verdaderamente  su 
gran  bajeza ,  contrapuesto  á  la  presencia  de  tanta  gran- 
deza. Y  así  dice  :  «Soy  desprecio ,»  soy  vileza  y  polvo, 
y  viéndote  á  tí,  lo  conozco  verdaderamente  en  mí  aho- 
ra ;  que  tus  palabras,  demostradoras  de  tu  saber  y  poder 
excesivo,  no  solamente  me  demuestran  eso,  mas  hicie- 
ron de  mí  poco  ser  y  mal  hablar  en  mí  entera  eviden- 
cia. Pues  siendo  yo  tal,  y  conociendo  de  tí  y  de  mí 
quiénes  somos ,  tu  saber  y  mi  grande  ignorancia ,  las 
entrañas  de  tu  piedad  y  mi  osadía  atrevida,  no  seré  loco 
mas,  ni  añadiré  á  lo  que  tengo  dicho  palabra;  mudo 
soy  y  quiero  ser  mudo.  Porque,  como  dice : 

38  «Una  hablé  que  ojalá  no  hablara,  y  otra  que  no 
añadiré.»  Como  diciendo  que  conoce  su  demasía  tam- 
bién ,  que  una  vez  y  otra  vez,  una  y  dos  veces  afirma 
y  protesta  de  no  hablar  mas ,  y  que  de  lo  hablado  le 
pesa.  «Una  hablé,»  esto  es,  una  vez  digo,  que  «ojalá 
no  hablara,»  esto  es,  que  quisiera  no  haber  hablado; 
«y  otra,»  esto  es,  y  digo  otra  vez,  «que  no  añadiré,» 
esto  es,  que  no  diré  mas.  Como  parece  por  el  original 
claramente,  que  dice  ansí :  «Una  vez  dije  no  responde- 
ré, y  dos,  no  añadiré.»  Conviene  á  saber,  dije,  esto  es, 
digo  una  vez  y  otra  vez  que  «no responderé  ni  añadi- 
ré», esto  es,  que  no  quiero  ni  puedo  ni  tengo  qué 
responder  ni  decir. 

CAPITULO  XL. 

ARGU.MENT0. 

Vaelve  el  Señor  á  hablar  á  Job,  y  prosigue  en  mostrarle  su  (jran 
poder  y  sabiduría,  diciéndole  el  dominio  soberano  que  tiene 
sobre  dos  monstruosas  criaturas  suyas,  cuales  sini ,  el  bclie- 
raot,  animal  terrestre,  que,  según  los  mas  de  los  hebreos,  es 
el  elefante,  y  el  leviatan,  monstruo  marino,  que  en  la  opinión 
mas  común  es  la  ballena. 

1  Y  respondió  Dios  del  torbellino  y  dijo  : 

2  Cinc,  ruégote,  como  barriígan  tus  lomos, y  prcgun- 
tárete  y  eiisori.jr;(sme. 

."  ¿Por  ventura  desharás  mi  juicio,  culparás  ú  mí,  pa- 
ra jiislilicarte  á  ti? 

■i  ¿Y  si  brazo  como  Dios  á  tí ,  y  en  voz  como  él  trona- 
rás'/ 


LUIS  DE  LEÓN. 

5  Adórnate  con  grandeza  y  ensalzamiento,  y  gloria  y 
liermosiira  te  viste. 

6  Esparce  soberbios  en  tu  ira  y  confúndelos,  y  allende 
á  tocio  arrogante  y  abájale. 

7  Mira  todo  soberbio  y  confúndelos,  y  deshace  á  ma- 
los en  su  lugar. 

8  Abscóndelos  en  el  polvo  juntamente,  y  sus  faces  lan- 
za en  la  hoya. 

9  Y  yo  confesaré  á  tí,  que  también  salvará  á  ti  tu  de- 
recha. 

10  Ves  ahora  á  behemot,  yerba  como  buey  come. 

il  Ves,  fortaleza  suya  en  sus  lomos,  y  poderío  suyo  en 
ombligo  de  su  vientre. 

12  Menea  su  cola  como  cedro,  nervios  de  sus  vergüen- 
zas enhetrados. 

i3  Sus  huesos  fístulas  de  bronce,  sus  huesos  como  va- 
ra de  hierro. 

U  El  principio  de  caminos  de  Dios ;  quien  le  hizo  apli- 
cará su  cuchillo. 

to  Que  montes  le  producen  yerba  y  todas  las  bestias 
del  campo  hacen  juegos  allí. 

16  Debajo  de  sombríos  pace,  en  escondrijo  de  caña  en 
pantanos  húmidos. 

i7  Cúbrenle  sombríos  su  sombra,  cercaránlo  sauces 
del  arroyo. 

18  Ves,  sorberá  rio,  y  no  maravilla,  y  tiene  íiucia  que 
el  Jordán  entrará  por  su  boca. 

19  En  sus  ojos  como  anzuelo  le  prenderá,  con  palos 
agudos  horadará  sus  narices. 

20  ¿Por  vontura  sanarás  á  leviatan  con  anzuelo,  y  cou 
soga  atarás  lengua  suya? 

21  ¿Por  ventura  [)ondrás  garabato  en  su  nariz  y  con 
alesna  horadarás  su  mejilla? 

22  ¿Por  ventura  mulliplicará  ruegos  átí,  ó  si  le  habla^ 
rá  blanduras? 

23  ¿Por  ventura  hará  concierto  contigo  y  recibirle  has 
por  esclavo  perpetuo? 

24  ¿Por  dicha  jugarás  con  él  como  pájaro,  y  ataráslc 
para  tus  mozuelos. 

23  Despedazaránie  los  amigos,  parliránle  los  merca- 
deres. 

26  ¿Por  dicha  llevarás  redes  de  su  pellejo  y  nasa  de 
peces  con  su  cabeza? 

27  Pondrás  tu  palma  sobre  él;  micmbrate  de  la  guer- 
ra, y  no  añadas. 

28  Ves,  su  esperanza  le  burla ,  y  á  vista  de  todos  será 
despeñado. 

EXPLICACIÓN. 

1  «Y  respondió  Dios  del  torbellino  y  dijo.»  Las  lu- 
ces de  Dios  y  sus  hablas,  como  agora  decíamos,  crian 
siempre  humildad  en  el  hombre  á  quien  se  hacen ,  y 
conocimiento  verdadero  de  sí;  porque  Dios  nunca  ha- 
bla ,  que  no  sea  para  hacer  bien ,  y  el  principio  y  como 
fundamento  de  todos  los  bienes  es  que  se  conozca  cada 
uno  á  sí  mismo.  Porque  al  revés,  en  el  desconocerse  y 
en  el  estimarse  en  lo  que  no  es  está  el  error  de  la  vi- 
da. Y  como  no  entra  el  sol  adonde  se  le  cierran  las  puer- 
tas ,  ansí  no  entra  Dios  en  el  alma  que  no  se  conoce ; 
porque  las  puertas  que  la  cierran  es  la  estimación  va- 
na de  sí  y  el  juicio  falso  de  su  virtud  y  su  fuerza.  An- 
sí que.  Dios,  para  introducir  sus  virtudes,  lo  primero 
pone  por  el  suelo  estas  puertas,  y  abre  los  ojos  al  alma 
con  la  luz  de  sus  verdades  para  que  se  conozca,  y  co- 
noriéiidose,  se  desestime  y  humille  y  sujete  á  él  toda  y 
del  todo,  para  que  así,  como  en  materia  enlerainenle 
sujeta  y  como  en  cera  blandísima,  fiyureél  á  su  volun- 
tad la  imagen  suya,  que  es  aquello  á  que  aspira  el  alma 


EXPOSICIÓN  DEL 

santa,  y  en  que  está  su  total  perfección.  Mas  como  en 
esto  hay  grados,  ansí  en  las  hablas  y  luces  de  Dios  hay 
mas  y  menos,  y  no  siempre  de  la  primera  vez  hacen  to- 
do su  efecto;  mas  repítelas  Dios  y  multiplícalas,  si  el 
que  las  recibe  no  contradice  ,  cuantas  veces  es  menes- 
ter, hasta  salir  con  su  intento.  Como  en  este  ejemplo 
se  ve,  adonde  Dios,  pretendiendo  traer  á  Job  á  perfecto 
conocimiento,  ansí  de  su  grandeza  y  justicia  como  de 
lo  poco  que  él  podia  y  sabia,  y  teniendo  por  fin  que  Job 
conociéndose  bien  se  humillase  del  todo,  y  se  doliese 
de  alguna  demasía  y  orgullo,  á  que  le  habia  traído  por 
una  parte  el  dolor  intenso  que  padecía ,  y  por  otra  el 
testimonio  de  su  consciencia  que  le  aseguraba,  acabó 
con  Job ,  y  hizo  en  él  mucho  de  esto  con  el  pasado  ra- 
zonamiento; porque,  como  de  lo  que  ahora  decía  se  ve, 
reconoció  su  bajeza  Job,  y  confesó  que  no  tenia  qué 
responder.  Mas  no  llegó  del  todo  á  la  perfección  que  se 
habia  propuesto ,  porque  aun  no  estaba  en  Job  el  dolor 
de  la  demasía  en  su  grado,  como  veremos  que  estuvo 
después.  Por  donde  torna  á  segundaren  hablarle  por  el 
mismo  estilo  y  forma  que  comenzara,  para  con  esta  se- 
gunda luz  perficionarle  del  lodo.  Y  dicele : 

2  ((Ciñe,  ruégote,  como  barragan  tus  lomos,  y  pre- 
guntaréte  y  responderásme.»  En  que,  como  la  vez  pri- 
mera ,  le  despierta  y  como  desafia  á  la  disputa,  y  calla- 
damente le  arguye  de  alguna  osadía.  Porque  el  decir 
que  se  ciña  como  valiente,  es  con  una  ironía  secreta 
reírse  del  ánimo  que  habia  mostrado  de  ponerse  en 
razones  con  Dios  y  de  pregonar  su  inocencia ;  que  aun- 
que sin  duda  era  mucha ,  y  tal  que  ninguno  le  iguala- 
ba en  aquel  tiempo  en  la  tierra ,  como  el  mismo  Dios 
lo  atestiguó  en  el  principio ,  pero  ninguna  criatura  es 
tan  grande  que,  lo  uno  sea  de  algún  valor  en  compa- 
ración de  la  pureza  de  Dios ,  y  lo  otro  ,  baste  á  tenerle 
las  manos,  para  que,  si  le  place,  no  nos  hiera  y  desha- 
ga ,  sin  ir  contra  su  bondad  y  justicia.  Y  así  y  confor- 
me á  este  propósito  le  dice : 

3  «¿Por  ventura  desharás  mi  juicio,  culparás  á  mí 
para  justificarte  á  tí?»  En  que  no  le  acusa  de  semejan- 
te osadía  y  desatino ,  que  sí  Job  cayera  en  él ,  fuera 
error  y  caida  muy  grande ;  sino  enséñale  esta  verdad 
que  ahora  decia,  y  dale  enteramente  luz  de  ella,  mos- 
trándole que,  aunque  la  criatura  mas  justa  sea,  puede 
Dios  destruirla  sin  caer  en  injusticia  ni  en  culpa,  y  que 
cabe  lodo  esto  y  se  concierta  bien  en  el  juicio  justo  y 
santo  de  Dios,  enviar  dolores  y  males  en  el  sugelo  cria- 
do que  está  lleno  de  virtudes  y  bienes.  Porque  es  Se- 
ñor, y  como  sin  obligación  nos  hizo,  ansí  puede  des- 
hacernos por  su  voluntad;  y  á  su  naturaleza  y  su  jus- 
ticia y  todo  lo  que  en  él  hay  se  debe  que  pueda  esto, 
si  quiere.  Y  como  nadie  en  grandeza  se  le  iguala,  ansí 
la  rectitud  de  sus  obras  va  fuera  de  toda  cuenta ,  y 
no  hay  ley  fuera  de  él  que  las  mida ,  porque  ellas  son 
ley  de  sí  mismas.  Y  por  la  misma  razón,  todos  los  que 
son  menores  pueden  y  deben  ser  juzgados  y  por  las 
leyes  de  sus  superiores  medidos ;  mas  Dios ,  soberano 
y  príncipe ,  en  todos  y  en  todas  las  cosas  es  la  misma 
medida ,  y  por  consiguiente  es  la  misma  justicia  por 
naturaleza  y  esencia.  Y  según  esto,  agora  por  medio 
de  su  grandeza  demuestra  á  Job  que  es  error  pedirle 
nadie  cuenta  de  lo  que  hace ,  ó  á  lo  menos,  que  ha  de 

E.  xvi-ji. 


LIBRO  DE  JOB.  481 

ser  otro  como  él ,  ó  si  puede  ser ,  mayor  que  él ,  quien 
quisiere  pedírsela.  Y  así  le  dice  que,  pues  él  se  atreve 
á  ello,  ó  parece  atreverse,  que  haga  lo  que  Dios  hace, 
ó  pruebe  si  puede  hacerlo.  Y  dice  así: 

4  «¿Y  si  brazo  como  Dios  á  tí ,  y  en  voz  como  él  tro- 
narás?» Como  diciéndole  ,  en  consecuencia  de  lo  que 
en  el  verso  pasado  decia,  que  si  quiere  juzgar  á  Dios, 
y  entrar  en  cuenta  con  él ,  y  traer  á  juicio  sus  obras, 
ha  de  tener  brazo  como  él ,  y  tronar  como  truena  Dios, 
esto  es ,  ser  su  igual  en  poder  y  grandeza.  Porque,  co- 
mo decimos ,  el  que  es  sobre  todos  y  poderoso  por  in- 
finita manera,  es  él  la  ley  de  sí  mismo,  y  ansí  no  puede 
ser  medido  ni  juzgado  por  otro;  porque  la  ley  que  mi- 
de y  rige  á  otro  forzosamente  tiene  preeminencia  so- 
bre aquello  que  mide.  De  donde  se  sigue  que,  sí  Job 
quiere  poner  ley  á  Dios ,  ha  de  ser  Dios  como  él ,  po- 
deroso igualmente  como  él  en  palabras  y  en  obras,  y  si 
presume  lo  uno ,  ha  de  tener  fuerza  y  valor  en  lo  otro, 
ó  por  decir  verdad,  pues  arribar  no  puede  á  aquesta  igual- 
dad, no  dé  entrada  á  presunción  semejante.  Y  así  le 
pregunta  si  tiene  brazo  como  Dios  y  truena  como  é!; 
que  es,  preguntando,  afirmar  que  ni  tiene  brazo  ni 
truena;  y  por  consiguiente  es  amonestarle  y  decirle 
que  no  quiera  cutir  con  Dios  en  razón  de  inocencia,  pues 
es  tan  su  inferior  en  perfección  de  naturaleza.  Y  en  este 
mismo  propósito  añade: 

5  ((Adórnate  con  grandeza  y  ensalzamiento,  y  glo- 
ria y  hermosura  te  viste; »  esto  es ,  sí  tienes  brazo  co- 
mo bios,  muestra  que  lo  eres  en  el  traje  y  vestido,  res- 
plandece como  él ,  y  despide  de  ti  rayos  de  luz ;  cami- 
na, no  solo  resplandeciente ,  sino  también  alto,  empi- 
nado y  encumbrado;  demuéstrate  en  tus  meneos  y  sem- 
blantes altísimo.  Como  arguyendo  de  esto  que  no  podia 
hacer  el  brazo  y  poderío  que  le  faltaba.  Y  pídele  que 
haga  algunas  cosas  de  las  que  hace  Dios  y  no  puede 
hacerlas  la  criatura ,  como  es  lo  que  luego  se  sigue: 

6  ((Esparce  soberbios  en  tu  ira  y  confúndelos,  y 
atiende  á  todo  arrogante  y  abájale.»  O  como  dice  otra 
letra :  (¡Esparce  iras  de  tu  nariz,  y  mira  todo  soberbio  y 
humíllale.»  Que  ansí  como  es  propria  de  Dios  la  gran- 
deza y  el  andar  vestido  de  resplandor  y  de  luz ,  y  pro- 
pria, no  como  cosa  allegada,  sino  como  cosa  lanzada 
en  su  esencia;  ansí  también  es  proprio  negocio  suyo 
el  humillar  lo  soberbio  y  el  abatir  lo  empinado,  como 
en  la  Escritura  se  dice  (o) :  «Dios  resiste  á  los  sober-- 
bios ,  y  á  los  humildes  da  gracia. »  Y  esle  proprio,  así 
por  parte  de  su  poder  como  por  respecto  de  su  condi- 
ción. De  su  poder,  porque  si  Dios  no  pone  la  suya,  no 
hay  fuerza  que  baste  contra  la  prudencia  y  artifítio  del 
mundo ,  q-ue  es  de  lo  que  se  vale  y  en  lo  que  estriba  la 
presunción  y  soberbia.  Por  manera  que  deshacer  lo 
que  el  mundo  hace,  y  derrocar  loque  ensalza,  y  aba- 
tir lo  que  apoyan  todas  las  fuerzas  humanas ,  es  pro- 
prio de  las  divinas.  Por  parte  de  su  condición,  porque 
como  el  agua  contradice  al  fuego  por  naturaleza  pro- 
pria, ansí  Dios,  que  de  su  natural  es  la  misma  sencillez 
y  verdad,  aborrece  terriblemente  la  mentira;  y  el  no 
conocerse  el  hombre  por  nada ,  y  el  ensoberbecerse  el 
que  es  polvo,  y  el  presumir  de  sí  quien  no  tiene  de  sí 
sino  miseria  y  "vileza ,  es  mentira  de  obras,  mucho  peor 

(a)  Jacob.,  4, 6. 


482  OBRAS  DE  FRAY 

que  en  palabras.  Pues  como  eso  es  proprio  de  Dios,  di- 
ce Dios  á  Job  que  pruebe  a  hacerlo,  si  puede,  para 
que  conozca  que  esiá  tan  lejos  de  examinar ,  cuan  léjcs 
está  de  poder  !o  que  Dios  puede ,  y  cuan  lejos  está  de  ; 
poder  lo  que  Dios  puede,  tanto  debe  de  estar  para  juz-  ! 
gar  lo  que  Dios  hace.  Y  porque  es  obra  de  que  se  pre-  ! 
cía  Dios  mucho  el  deshacer  lo  soberbio  y  el  dar  fin  á  i 
lo  malo ,  torna  á  repetirla,  diciendo :  j 

7  ((Mira  todo  soberbio  y  confúndelos,  y  deshace  á  ma- 
los en  su  lugar.»  Que  es ,  como  luego  decia,  que  si  tie- 
ne brazo  como  Dios,  se  muestre  resplandeciente  como 
él  se  demuestra,  y  tenga  cuenta  como  Dios  tiene  con  los 
altivos,  y  ios  abata,  y  con  los  malos,  y  los  entierre.  Mi- 
ra, alce,  entiende  tú,  Job,  si  portal  te  presumes.  Mi- 
ra, esto  es,  penetra  con  vista  clara  los  secretos  y  alti- 
vos movimientos  del  alma  ((V  confúndelos».  Y  dice  bien 
confúndelos ,  porque  ala  soberbia  es  pena  muy  ajusta- 
da la  confusión;  porque  confusión  es  un  abatimiento  y 
vergüenza,  al  juicio  de  ese  mismo  que  la  padece.  Y  es 
muy  á  pelo,  que  quien  juzgaba  de  sí  vana  y  arrogante- 
mente, y  quien  á  su  parecer  tocaba  con  la  cabeza  en 
el  cielo,  venga  á  disposición  en  que  su  mismo  juicio  le 
avergüence  y  abata.  Y  no  desdice  el  original  de  esto 
mismo;  porque  dice  «y  encijrvalos»,  que  es  lo  con- 
trario del  cuello  y  del  ánimo  erguido.  Y  en  lo  que  aña- 
de luego ,  ((y  desliaz  malos  en  su  lugar , »  quiere  decir 
que  allí  donde  pueden  y  valen,  y  donde  parece  estar 
arraigados ,  ó  verdaderamente  con  eso  y  en  eso  mismo 
con  que  pretenden  y  piensan  valer,  allí  los  deshaga  y 
destruya.  Porque  Dios  así  lo  hace,  en  prueba  de  su  infi- 
nito saber  y  poder,  que  con  sus  manos  de  esos  mismos 
que  deshace  los  deshace,  y  con  sus  fuerzas  mismas  los 
destruye,  y  con  sus  mismos  consejos  los  entontece  y 
los  ciega.  A  que  acude  maravillosamente  el  original. 
Porque  dice:  ((Y  deshaz  malos  debajo  de  sí,»  entiende 
debajo  de  esos  mismos  malos  que  son  deshechos ,  por- 
que los  hace  Dios  destruidores  de  sí  mismos;  y  como 
quien  los  destruye  son  sus  mismas  fuerzas  y  mañas, 
quedan,  como  si  dijésemos,  debajo  de  sí  mismos ,  caí- 
dos y  hollados  de  sí,  y  finalmente  muertos  por  sus  mis- 
mas manos.  Y  ansí  añade : 

8  ((Abscóndelos  en  el  polvo  juntamente,  y  sus  faces 
lanza  en  la  hoya,»  ó  como  el  original  dice,  «atalayas 
enabscondido;»  que  por  tolo  significa  la  mortaja  y  la 
sepultura,  que  es  la  postrera  caída.  Como  si  juntado  to- 
do lo  de  arriba,  dijera:  Reconoce  los  soberbios  y  derrutí- 
calos,  ten  cuenta  con  los  malos  y  castígalos,  abájalos, 
destruyelos,  no  pares  hasta  que  privados  de  vida  los 
encierres  en  el  abismo;  que  si  esto  pudieres  y  hicieres, 
entonces ,  dice : 

9  »Y  yo  confesaré  á  tí,  que  también  salvará  á  tí  tu 
derecha,»  esto  es,  confesaré  que  eres  poderoso  para 
en'rar  en  disputa  comigoy  valerte.  Mas,  dice,  no  pue- 
des, porque  e>  cosa  reservada  para  mí  solo  derrocar  á 
mi  voluntad  lo  mas  alto  y  amansar  lo  bravo,  y  el  hacer 
y  deshacer  cosas  muy  grandes,  que  ol  mirarlas  espan- 
ta. Y  pone  ejemplo  en  la  ballena  y  elefante,  animales  de 
grandeza  descomunal,  que  Dios  los  hace,  y  cuando  quic. 
re  los  destruye;  y  el  hombre  no  solamente  hacerlos  no 
puedo,  mas  ni  sabe  entender  ciimo  se  hacen,  y  ni  aun 
se  atreve  sin  espanto  ú  mirarlos.  Y  dice  ansí; 


LUIS  DE  LEÓN. 

i  O  {(Ves  ahora  á  behemot,  yerba  como  buey  co- 
me. »  Behemot  es  palabra  hebrea ,  que  es  como  decir 
bestias,  y  al  juicio  común  de  todos  sus  doctores,  sig- 
nificad elefante,  llamado  ansí  por  su  desaforada  gran- 
deza, que  siendo  un  animal,  vale  por  muchos.  Pues  en 
decir  ves  le  dice  dos  cosas.  Una,  que  en  este  animal, 
que  por  su  grandeza  no  es  uno,  sino  muchos  juntos,  ve- 
rá lo  mucho  que  sabe  y  puede  Dios,  pues  le  hace  y  des- 
hace cuando  y  como  le  place;  y  á  este  fin  le  pinta  ex-' 
tensamente  como  es ,  refiriendo  todas  sus  partes.  Otra, 
que  en  él  conocerá  cuan  proprio  le  es  á  Dios  amansar 
lo  soberbio ,  pues  hace  que  coma  heno  una  bestia  tan 
fiera.  Y  así  dice,  ((yerba  como  buey  come.»  Porque  en 
los  animales ,  entre  otras  diferencias,  hay  esta,  que  unos 
se  mantienen  de  yerba,  y  estos  son  mas  domésticos,  y 
otros  de  carne,  y  estos  son  fieros  y  crueles,  conforme 
al  mantenimiento  que  usan;  y  al  elefante,  que  ansí  por 
su  grandeza  de  cuerpo  como  por  su  coraje  de  ánimo 
le  conviene  lo  fiero  y  lo  bravo,  le  trata  Dios  como  si 
fuese  buey  manso  y  le  mantiene  con  heno.  Dice  mas : 

11  «Ves,  fortaleza  suya  en  los  lomos  y  poderío  suyo 
en  ombligo  de  su  vientre.»  Pone  sus  cualidades  fuertes 
de  este  animal,  y  comienza  por  los  lomos  y  vientre ;  en 
que  no  quiere  decir  que  son  duros  y  no  penetrables  al 
hierro,  sino  que  son  fuertes  y  para  mucho  trabajo.  Por- 
que, como  es  notorio,  los  de  Asia,  que  usaban  de  ele- 
fantes en  la  guerra,  armaban  encima  de  ellos  grandes 
castillos  de  madera ,  en  que  iba  mucho  número  de  gen- 
te de  armas.  Por  manera  que  un  elefante  llevaba  so- 
bre sí  un  castillo,  y  muchos  hombres  en  él ,  que  no  le 
seria  posible  si  no  tuviese  en  los  lomos  grandísima  for- 
taleza para  sustentar  tanta  carga,  y  en  la  barriga  vigor 
mucho  para  sufrir  los  estrechos  lazos  de  los  cordeles 
con  que  se  ata  y  afirma  pesadumbre  tan  grande.  Pro- 
sigue : 

12  «Menea  su  cola  como  cedro,  niervos  de  sus  ver- 
güenzas enhetrados;»  o  como  otra  letra  dice:  «Ape- 
tecerá su  cola  como  cedro.»  Y  decir  «apetecerá  su  co- 
la »,  es  decir,  su  cola  que  apetece  ó  cuando  apetece,  es 
como  cedro.  Y  habla  aquí  propriamente  de  los  miem- 
bros de  la  generación ,  que  los  compara  á  un  árbol  gran- 
de por  manera  de  exceso,  para  que  por  ellos  proporcio- 
nablemcnte  se  entienda  la  grandeza  excesiva  de  los  de- 
más. Añade: 

13  «Sus  huesos  fístulas  de  bronce,  sus  huesos  como 
vara  de  hierro;»  porque  son  durísimos  y  firmes  mucho 
los  de  los  elefantes.  Y  dice  : 

14  «El  principio  de  caminos  de  Dios,  quien  le  hizo 
aplicará  su  cuchillo.»  El,  esto  es,  el  behemot,  es 
«[i.'iucipio  de  caminos  de  Dios»,  quiere  decir,  es  una 
de  sus  obras  mas  señaladas,  y  entre  las  naturales esuna 
maravilla  grandísima;  tiene  entre  los  «caminos  de  Dios», 
esto  es,  entre  sus  hechos  y  obras  grandes,  eminencia. 
Mas  «quien  le  hizo»,  ese,  por  mas  fuerte  que  sea,  le 
puede  con  facilidad  deshacer.  Y  así,  dice,  «quien  le  hi- 
zo aplicará  su  cuchillo;»  61  solo  puede  acabarle,  y  él 
fácilmente  le  acaba.  Dice  mas: 

lo  «Montos  le  producen  yerba,  y  todas  las  bestias 
del  cam[io  hacen  juegos  allí.»  Prueba  y  engrandece  la 
grandeza  de  este  animal,  por  la  muchedumbre  de  la 
yerba  que  pace.  Y  así  dice :  «Montes  le  producen  yer- 


EXPOSICIÓN  DEL 

ba ;»  que  es  decir  que  para  suslentarle  á  él  y  proveer-  ¡ 
le  de  pasto  bastante  son  menester  muchos  montes.  Y 
decláralo  mas  lo  que  añade ,  diciendo :  «Y  todas  las  bes- 
tias del  campo  hacen  juegos  allí  ó  so  alegran  alli;»  que 
es  decir  que  lo  que  él  solo  pace  basta  para  susten- 
tar y  alegrar  á  todas;  esfco  es ,  que  será  lo  que  él  con- 
sume pasto  de  ellas,  no  solamente  suficiente,  sinoabun- 
dante  y  sobrado.  Prosigue: 

IG  ((Debajo  de  sombrío  pace,  en  escondrijo  de  caña, 
en  pantanos  húmidos.»  Son  amigos  de  lugares  húmi- 
dos los  elefantes,  según  Plinio  (a)  de  ellos  escribe.  Y 
dio  mismo  pertenece  lo  que  luego' añade: 

17  «Sombríos  su  sombra,  cercaránle  sauces  del  arro- 
yo;» en  que  también  declara  lo  que  apetece  el  elefan- 
te, la  humedad  y  la  sombra.  Y  no  solamente  dice  que 
la  apetece,  sino  significa  también  cuan  grande  ha  de 
ser  la  sombra  que  para  él  fuere  sombra;  una  sauceda 
entera,  dice,  es  su  sombra  y  los  sombríos,  esto  es,  una 
selva  ó  un  monte  espesísimo.  De  arte  que  por  aquí  tam- 
bién arguye  el  exceso  de  su  grandeza.  Y  lo  mismo  por 
lo  que  añade: 

d8  (iVes,  sorberá  rio,  y  no  maravilla,  y  tiene  fiucla 
que  el  Jordán  entrará  por  su  boca.»  Que  quien  bebe  ó 
agota  un  rio  entero,  necesariamente  es  muy  grande; 
aunque  en  todo  esto  hay  hipérbole  y  exceso.  Otra  letra 
dice:  «Ves,  estrechará  rio,  no  se  dará  priesa.»  Quiere 
decir  en  el  mismo  sentido,  que  «estrechará  al  rio»,  esto 
es,  que  de  caudaloso  que  era  antes,  le  adelgazará,  re- 
duciéndole á  una  delgada  vena.  De  que  se  sigue  lo  que 
añade,  que  «no  se  dará  priesa»,  porque  correrá  con 
mas  espacio  y  menos  ímpetu ,  faltándole  o  menoscabán- 
dose en  agua.  Dice: 

19  «En  sus  ojos  como  anzuelo  le  prenderá,  con  pa- 
los agudos  horadará  sus  narices.»  En  que,  por  encare- 
cimiento, para  mayor  demostración  de  lo  que  ha  dicho 
del  rio,  dice  que  le  agota  bebiendo  de  tal  manera,  y  le 
apura  hasta  el  suelo,  que  los  palos  ó  estacas  que  suele 
haber  en  él  se  le  hincan  por  el  rostro,  que  con  la  co- 
dicia del  beber  no  se  advierte.  Y  con  esto  se  despide 
del  elefante  y  pasa  ala  mar,  á  pintar  en  el  mar  otro  ani- 
mar no  menos  grande  y  monstruoso  que  el  behemot 
en  la  tierra.  Y  dice: 

20  «¿Por  ventura  sacarás  á  leviatan  con  any.uelo,  y 
con  soga  atarás  lengua  suya?»  Leviatan,  como  dijimos 
arriba ,  llaman  los  hebreos  á  los  dragones  marinos ,  y 
señaladamente  á  las  ballenas ,  que  entre  todos  son  de 
señalada  grandeza ,  cuales  son  las  que  crian  los  mares 
que  están  mas  sujetos  al  norte ,  de  que  los  autores  es- 
criben cosas  muy  prodigiosas.  Pues  de  estos  animales 
habla  ahora  aquí  Dios  como  de  obras  suyas  maravillo- 
sas; porque  ansí  la  desmedida  grandeza  do  sus  cuer- 
pos como  las  figuras  de  sus  miembros  extraordinarias, 
son  cosas  de  espanto  y  que  hacen  por  mil  razones  ar- 
gumento claro  y  certísimo,  no  solo  de  que  Dios  sabe  y 
puede  mucho,  sino  también  de  lo  poco  que  el  hombre 
vale,  pues  no  allega  á  poder  mirar  sin  temor  lo  que 
Dios  hace  como  por  juego.  Dice :  «¿Por  ventura  sacarás 
á leviatan  con  anzuelo?»  En  que  con  una  risa  fingida, 
preguntándole  si  le  podrá  pescar,  declara  cuan  lejos 
está  de  ser  preso  y  pescado  y  cuáa  pocas  son  nuestras 

(o)  Pliu.,  lib.  VIH,  cap.  10. 


LIBRO  DE  JOB.  483 

fuerzas  para  prenderle.  «Con  anzuelo,»  dice,  porque 
el  anzuelo  es  para  los  peces  pequeños ;  y  así ,  pregun- 
tar esto  de  una  pesadumbre  tan  grande ,  es  decir  á  Job 
que  todo  su  poder  y  saber  es,  respecto  de  esto,  menos 
que  anzuelo.  «Y  con  soga  atarás  lengua  suya.»  Suelen 
los  pescadores  por  las  brancas  atravesar  y  colgar  algu- 
nos peces  medianos,  y  á  esto  alude  aquí.  Y  en  suma, 
pregimta  si  llegará  su  saber  á  prender  la  ballena  ,  ó 
«con  anzuelo»,  como  á  pequeño,  ó  «con  soga»,  como  á 
mediano ;  como  diciendo  que  no  es  pequeño  ni  media- 
no pez,  sino  excesivamente  grandísimo.  Dice  mas : 

21  «¿Por  ventura  pondrás  garabato  á  su  nariz  y  con 
alesna  horadarás  su  mejilla?»  El  freno  de  los  camellos 
y  de  otros  animales  grandes ,  de  que  los  africanos  y  los 
asíanos  se  sirven ,  suele  ser  una  argolla  de  hierro  atra- 
vesada por  la  nariz  como  se  atraviesa  por  la  oreja  el 
zarcillo,  y  unos  cordeles  asidos  de  ella  por  rienda. 
Pues  pregunta  si  se  atreverá  á  ponerle  freno  así  y  go- 
bernarle como  á  camello.  Como  diciendo  :  Y  si  no  le 
puedes  pescar  como  á  pez  pequeño  ni  atar  como  á  me- 
diano, ¿podrás  á  lo  menos,  como  á  los  animales  de  tier- 
ra grandes,  ponerle  freno  y  regirle?  Y  preguntar  si 
podrá  esto  es  afirmar  que  no  puede  y  es  decir  que  no 
se  comparan  con  la  ballena  ni  los  peces  que  cria  el 
mar  ni  los  animales  que  produce  la  tierra.  O  dice  esto 
de  la  argolla  y  del  garabato  atravesado  por  la  nariz  y 
mejilla,  conforme  á  la  costumbre  antigua  con  los  es- 
clavos, que  en  señal  de  que  lo  eran  les  ponían  estos 
cercos  en  las  narices ,  como  ahora  usan  por  gentileza 
en  algunas  partes  los  indios.  Y  quiere  decir  si  tendrá 
fuerza  y  poder  para  captivar  el  leviatan  y  hacerle  su 
esclavo,  para  decir  cuan  lejos  estaba  de  ello.  Y  con  es- 
to viene  lo  que  luego  se  sigue  : 

22  «¿Por  ventura  multiplicará  ruegos  á  tí,  ó  si  te 
hablará  con  blanduras  ?  »  Porque  es  natural  de  los  es- 
clavos y  que  han  sido  cautivos  ser  halagüeños  con  sus 
señores  y,  echándoseles  á  los  pies,  suplicarles  con  mu- 
chos ruegos.  Y  lo  que  dice  luego  es  al  mismo  propó- 
sito: 

23  «¿Por  ventura  hará  asiento  contigo,  y  recibirle 
has  por  esclavo  perpetuo?»  Como  hacían  antiguamente 
los  que  se  vendían  por  esclavos  á  otros.  Pero  añade  : 

24  «¿Por  ventura  jugarás  con  él  como  pájaro,  y 
atarásle  para  tus  mozuelos  ?  »  Que  es  lo  que  hacer  se 
suele  con  los  pajarillos  pequeños,  que ,  presos  con  una 
cuerda,  los  dan  á  los  niños  que  jueguen.  Lo  cual  todo 
se  pregunta  en  la  figura  y  mofa  disimulada  que  dicho 
tenemos,  paramas  significar  lo  contrario.  O  sino  es 
esto,  dice,  á  lo  menos  harás  con  él  lo  que  hacen  con 
los  peces  mayores,  que,  presos,  los  despedazan  y  hacen 
tarazones  de  ellos  para  los  banquetes  y  cenas ,  y  parti- 
dos y  en  pipotes  los  llevan  á  diversas  partes  los  mer- 
caderes. Porque  añade  : 

25  «Despedazaránle  los  amigos , »  ó  como  otra  letra 
dice  :  «Cenarán  sobre  él,  partiránle  los  mercaderes.» 
Dice  mas  : 

26  «¿Por  dicha  llevarás  redes  de  su  pellejo,  y  nasa 
de  peces  con  su  cabeza?»  Que  es  preguntar  para  la 
misma  demostración  y  propósito  de  encarecer  cuan 
grande  es,  si  piensa  que  le  podrá  pescar  con  redes  ó 
prender  con  garlitos  y  nasas.  Como  diciendo  que  no 


484  OBRAS  DE  FRAY 

basta  para  prenderle  lo  que  ba?ta  para  prender  á  los 
Ciro?,  porque  es  mas  grande  que  olro  ninguno.  Dice  :  | 
«¿Llevarás  redes  de  su  pellejo?»  Fáltale  una  palabra,  i 
que  se  calla  y  ha  de  ser  entendida ,  que  dirá  ansí  :  . 
«¿Llevarás  redes  Herías  de  su  pellejo?»  y  «su  pellejo»  ! 
es  tanlo  como  decir  su  cuerpo,  según  manera  de  decir  ¡ 
conocida.  Y  ni  mas  ni  menos  lo  que  se  sigue  :  aY"  nasa  j 
de  peces  con  su  cabeza,»  es  como  decir  «y  nasa  llena  I 
con  su  cabeza».  Y  prosigue  :  ¡ 

27  (I ¿Ton  Irás  tu  palma  sobre  él?  Miémbrate  de  la  j 
giier.a,  y  no  añadirás.»  En  que  llega  con  el  encarecí-  j 
tnien'o  á  lo  sumo,  y  como  corrigiéndose,  dice  :  «Mas   ! 
¿qué  digo,  sí  le  pescarás  y  prenderás  y  harás  de  él  es-  j 
clavo?»  Si  le  osarás  tocar  con  el  dedo,  te  pregunto  yo  i 
ahora.  A  buen  seguro  ,  diré ,  que  sí  le  tocases,  que  te  ] 
acordarlas  de  tu  osa  lía  para  no  tornar  á  ella  mas  en  tu  ¡ 
vida.  «¿Pondrás  tu  palma  sobre  él?»  esto  es,  ¿osarás 
ni  locarle?  «Miémbrale  de  la  guerra,»  esto  es,  «mem- 
Lrarle  has»  (que  se  pone  un  tiempo  por  otro);  ansí  que, 
memorarte  lias  de  lo  que  te  sucedería ,  y  «no  añadi- 
rán), esto  es ,  y  no  ternarias  mas  en  la  vida  á  burlarte 
con  ella.  Y  ansí  dice  : 

28  «  Ves ,  su  esperanza  le  burla ,  y  á  vista  de  todos 
será  despeñado.  »  Que  es  decir  :  El  que  se  atreviere  á 
tocarle,  si  pensaba  poder  algo,  quedará  mal  burlado, 
porque  á  vista  de  todos  será  por  este  dragón  despeda- 
zado y  deshecho.  «Ves,  dice,  su  esperanza  le  burla.» 
Hablaba  antes  con  Job  en  persona,  y  ahora  muda  la 
persona  como  si  hablara  de  olro,  que  es  mudanza  muy 
usada  en  aquestas  escrituras.  Pues  dice  :  Tes ,  esto  es, 
ten  por  cierto  que  si  le  locares,  ó  tú  ó  cualquiera  otro 
que  le  locare,  le  saldrá  mal  su  designo;  ponjue  «á  vista 
de  todos  será  despeñado»,  esto  es,  porque  revolverá  so- 
bre él  y  le  derrocará  y  deshará  fácilmente,  ó,  como  dice 
otra  letra  :  «  Aun  á  su  vista  derrocado  será. »  Como  si 
mas  claro  dijera  :  Digo  y  afirmo  que  le  burlará  su  es- 
peranza y  le  saldrá  al  revés  su  designo;  porque  «aun  á 
su  vista,  esto  es,  en  viéndole,  en  solo  mirarle,  ó  ver- 
daderamente en  viendo  que  él  le  vuelve  los  ojos  y  mi- 
ra, «  derrocado  será, »  esto  es,  caerá  muerto  ó  desma- 
yado de  espanto.  Como  diciendo  que  ningún  hombre 
tendrá  ánimo  para  mirarle ,  cuanto  menos  para  venir  á 
las  manos  con  él.  Y  esto  cesa  aquí,  para  proseguir  des- 
pués lo  que  queda. 

CAPITULO  XLI. 

ARGUMENTO. 

Prosigue  el  ScHor  hacicnJo  una  larga  descripción  de  la  onorrae 
grandeza  de  miembros  y  terribles  inopriedadcs  del  levialan. 

1  No  como  cruel  le  despertaré  ;  que  ¿quién  podrá  re- 
sistir á  mi  cara  ? 

2  Y  ¿quién  tnedonó,  fiar.i  que  yo  después  le  diese? 
Cuaiilo  liyy  debajo  del  cieíü  mió  es. 

5  .No  le  perdonaré  por  palabras  poderosas  y  para  apli- 
car l)ien  coiiipueslas. 

4  ¿Qnién  descubrirá  la  cara  de  su  vestidura?  Y  en  me- 
dio de  su  boca  ¿quién  entrará ? 

b  Las  puertas  de  su  cara  ¿quién  abrirá?  Al  derredor  de 
sus  (liciiles  espanto. 

G  Su  cueriio  como  escudos  de  acoro,  apiñado  de  esca- 
mas que  se  aprietan. 


LUIS  DE  LEÓN. 

7  Una  se  junta  conoira.ni  ui;  respiradero  pasa  entre 
ellas. 

8  Una  con  otra  se  apegan,  y  asidas  no  serán  aparta- 
das. 

9  Su  eslornudo  resplandor  de  fuego,  y  sus  ojos  pesta- 
ñas de  aurora. 

10  De  su  boca  irán  llamas  de  fuego  como  teas  de  fuego 
encendidas. 

H  De  sus  narices  procede  bumo  como  olla  encendida 
y  herviente. 

12  Su  aliento  encenderá  brasas,  y  de  su  boca  llama 
saldrá. 

i'ó  En  su  cuello  hace  asiento  la  fortaleza,  yante  sus  fa- 
ces va  el  asolamiento. 

1-i  Las  partes  de  sus  carnes  apegadas  entre  sí,  envia- 
rá rayos  contra  él,  que  no  irá  á  otra  parte. 

lo  Su  corazón  duro  como  piedra,  y  será  apretado  co- 
mo yunque  de  martillador. 

16  Cuando  levantado  fuere  temerán  los  ángeles,  y  los 
espantados  se  purgarán. 

17  Cuando  le  asiere  cuchillo  no  resistirá  lanza  ni  cose- 
lete. 

18  Reputará  como  pajas  hierro  y  como  leño  podrido 
el  bronce. 

19  No  le  ahuyentará  hijo  de  arco,  piedras  de  hondas  se 
convierten  en  bastillas. 

20  Como  bastilla  estimará  al  martillo,  y  burlará  de  lan- 
za que  bhuulea. 

21  Debnjo  del  rayos  de  sol,  y  tenderá  deb.ijo  de  sí  oro 
como  lodo. 

22  Hará  hervir  como  olla  el  profundo  del  mar,  ponerle 
ha  como  cuando  hierven  ungüentos. 

25  En  pos  de  si  hace  relucir  la  senda,  y  reputará  á  la 
hondura  como  Heno  de  canas. 

21  No  hay  sobre  el  polvo  quien  se  le  compare  ,  que  es 
hecho  para  i  o  temer  á  nadie. 

25  Todo  lo  sublime  verá ,  él  rey  sobre  todos  los  hijos 
de  soberbia. 

EXPLICACIÓN. 

i  «No  como  cruel  le  despertaré;  que  ¿quién  podrá 
resistir  á  mi  cara?»  Prosigue  en  referir  las  figuras 
monstruosas  de  la  ballena  para  el  propósito  y  fin  que 
está  dicho.  Y  porque  decia  ahora  que  quien  osase  á  en- 
trar en  estacada  con  ella ,  ó  verdaderaiuente  quien  tu- 
viese ánimo  para  ponérsele  delante  y  focarla,  no  le 
tendría  para  resistirá  su  vista  sola,  contra  quien  no 
hay  esfuerzo  que  bastee ,  y  que  el  mas  osado  quedaría 
mas  escarmentado  de  haberse  atrevido,  y  huiría  de 
volver  otra  vez ;  pues  porque  decia  esto,  dice  ahora  : 
« No  como  cruel  le  despertaré. »  Que  puede  tener  dos 
diforenles  sentidos.  Porque  lo  primero,  hablando  Dios 
como  en  su  persona  y  de  sí,  quería  decir  :  Mas  lo  que 
loshoin!)rcs  no  pueden  ni  osan  hacer,  y  si  alguno  loca- 
mente á  hacerlo  se  atreve,  es  cruel  contra  su  vida  y  sí 
mismo,  yo ,  sin  ser  cruel  contra  mí ,  lo  haré;  que  no 
solamente  con  seguridad,  mas  con  suma  facilidad,  pon- 
dré mi  mano  sobre  este  animal  lan  monstruoso  y  le  pro- 
vocaré á  ira,  y  trabaré  contienda  con  él ,  y  le  venceré 
y  desharé  sí  quisiere.  Porque,  como  dice  luego,  «¿quién 
podrá  resistir  á  mi  cara?  »  O,  de  otra  manera  ,  que  no 
hable  Dios  de  sí  mismo,  sino  que  imite  y  refiera  las 
palabras  ajenas ,  y  diga  :  Mas  cualquiera  que  no  sea 
loco  dirá  :  No  soy  tan  cruel  contra  mí  que  le  despier- 
te, esto  es,  dirá  que  no  tiene  tan  olvidado  su  bien  ,  ni 
tan  perdido  el  seso  y  juicio,  que  quiera  trabar  pleito  con 
él,  ni  desporlarle  ó  desafiarle  riñendo.  A  que  respon- 


EXPOSICIÓN  DEL 
den  las  palabras  originales ,  que  dicen  :  «No  hay  cruel 
que  le  despierte ,»  esto  es,  ninguno  es  tan  cruel  contra  ; 
sí  ni  tan  falto  de  razón  ni  do  seso,  «que  le  despierte,» 
esto  es,  que  le  provoque  é  irrite.  Y  añade  :  «¿Quién 
podrá  resistir  á  mi  cara  ?  »  como  arguyendo  de  lo  uno 
á  lo  otro,  y  diciendo  :  Pues  si  nadie  es  poderoso  ni  pa- 
ra mirar  este  pez ,  ¿quién  osará  oponerse  ó  quién  ten- 
drá ánimo  para  parecer  ante  mí?  Y  si  tu  saber  se  ago- 
ta en  el  conocimiento  de  una  criatura  marina,  ¿qué 
será  puesto  en  mi  competencia?  Y  añade,  como  en  pro- 
banza de  esto  postrero  : 

2  «¿Quién  me  donó,  para  que  yo  después  le  diese? 
Cuanto  hay  debajo  del  cielo  mió  es.»  Como  diciendo 
que  él  es  primero  que  todos  y  adelantado  en  todas  las 
cosas,  y  que  no  recibió  nada  de  nadie,  y  que  todos  re- 
ciben y  recibieron  de  él  todos  sus  bienes ;  y  que  ansí, 
tiene  sobre  todos  infinitas  ventajas;  y  por  el  mismo  ca- 
so ninguno  es  poderoso,  no  solo  para  resistirle,  mas  ni 
para  mirarle  ó  para  parecer  en  su  presencia.  O,  como 
dice  otra  letra  :  «¿Quién  me  precedió,  y  perficionaré?» 
que  viene  al  mismo  sentido.  Porque,  en  confirmación 
de  su  infinito  poder,  pregunta  si  le  precedió  alguno, 
esto  es ,  si  hubo  otro  ante  él  que  le  enseñase  é  indus- 
triase para  hacer  lo  que  hizo;  esto  es ,  si  tuvo  maes- 
tro alguno  en  la  obra  del  mundo,  ó  quien  le  enseñase 
poner  en  perfección  lo  que  hizo;  como  diciendo' que 
ninguno  hubo,  y  afirmando  por  el  mismo  caso  que  el 
de  suyo  es  la  fuente  y  el  príncipe  de  todo  el  poder  y 
saber.  Y  añade  : 

3  « No  le  perdonaré  por  palabras  poderosas,  y  para 
aplacar  bien  compuestas.»  En  que  dice  que  si  acaso 
hay  tan  loco  alguno  que  presuma  de  sí  aventajársele 
en  algo,  que  le  irá  tan  mal  de  su  presunción  ,  que  ni 
ruegos  (que  esos  llama  «palabras  poderosas  y  bien  com- 
puestas para  aplacar»)  ni  plegarias  ni  humillaciones  no 
le  librarán  de  su  mano.  Mas  la  letra  original  mira,  á 
lo  que  parece,  á  otra  parte.  Porque  dice  :  «No  callaré 
sus  miembros  y  palabra  de  fortalezas  y  gracia  de  sus 
composturas.»  En  que  quiere  decir  y  dice  que  torna  á 
acabar  lo  comenzado,  cuanto  á  las  figuras  y  dispo- 
siciones de  esta  ballena  que  pinta ;  porque  estando  en 
la  pintura  de  ellas ,  rompió  el  hilo  con  otras  pláticas, 
el  cual  ahora  ata  y  prosigue.  Y  para  proseguir  dice 
que  no  callará  lo  que  por  decir  le  faltare  tocante  á  los 
miembros  y  fuerzas  y  composturas  de  este  animal.  Y 
así,  torna  luego  á  ellas,  y  dice  : 

4  «¿Quién  descubrirá  la  cara  de  su  vestidura?  Y  en 
su  boca  ¿quién  entrará?»  Declarando  por  esta  mane- 
ra la  fortaleza  y  dureza  de  su  cuero  y  la  disformidad 
de  su  boca  espantosa.  Como  declara  mas  en  lo  que  lue- 
go se  sigue ,  que  es  : 

5  «Las  puertas  de  su  cara  ¿quién  abrirá?  Al  derredor 
de  sus  dientes  espanto.  »  Y  llama  bien  «puertas  de  la 
cara  »  á  la  boca ,  porque  por  ellas  entra  al  cuerpo  el 
manjar  que  está  fuera ;  y  puertas  también,  por  mostrar 
su  desmesurada  grandeza,  mas  semejante  á  puerta  que 
á  boca.  Dice  mas  : 

6  « Su  cuerpo  como  escudos  de  acero ,  apiñado  de 
escamas  que  se  aprietan.»  Que  es  argumento  que  ha- 
bla de  algún  otro  mostró  marino  mas  íiero  y  mas  des-   I 
medido  que  la  ballena,  porque  esta  ni  tiene  escamas  ' 


LIBRO  DE  JOB.  483 

ni  conchas,  ni  aun  la  dureza  de  cuero  que  ha  dicho» 
ni  menos  lo  que  se  sigue  : 

7  «Una  se  junta  con  otra,  ni  un  respiradero  pasa 
entre  ellas.»  Que  es  decir  la  juntura  estrecha  de  unas 
conchas  con  otras.  Y  lo  mismo  dice  luego  por  otra  ma- 
nera : 

8  «Una  con  otra  se  apega,  y  asidas,  no  serán  aparta- 
das;» esto  es,  no  apartará  ninguno  la  una  de  la  otra, 
por  mas  fuerza  que  ponga.  Prosigue  : 

9  «  Su  estornudo  resplandor  de  fuego,  y  sus  ojos 
pestañas  de  aurora.»  Del  estornudo  dice  que  es  fuego ^ 
para  mostrar  el  ardor  de  su  aliento;  que  como  la  vida 
de  los  animales  está  en  el  calor,  los  mayores  y  mas 
fieros  y  fuertes  tienen  calor  mas  sobrado;  y  así,  su 
aliento  es  muy  mas  encendido.  Mas  de  los  ojos  dice  que 
son  «pestañas  de  aurora  »,  para  decir  que  son  grandes 
por  extremo  y  muy  rasgados,  y  juntamente  sangrientos. 
Porque  de  ordinario,  cuando  amanece,  la  parte  del  cie- 
lo que  se  viste  de  luz  se  colora  con  arreboles,  y  parece 
así,  y  se  descubre  una  veta  de  luz  extendida  y  enarca- 
da y  bermeja ,  que  es  como  los  ojos  ó  las  pestañas  con 
que  nos  comienza  á  mirar  el  aurora.  Dice  mas  : 

10  «De  su  boca  irán  llamas  de  fuego,  como  teas  de 
fuego  encendidas ; »  lo  cual  dice  por  la  razón  que  está 
dicha.  Y  torna  sobre  él  y  repite  : 

ii  «De  sus  narices  procede  humo  como  de  olla  en- 
cendida y  herviente.»  Y  luego  : 

12  «Su  aliento  encenderá  brasas,  y  de  su  boca  lla- 
ma saldrá.»  Y  pasa  adelante  : 

13  «En  su  cuello  hace  asiento  la  fortaleza,  yante 
sus  faces  va  el  asolamiento.»  El  cuello  grueso  y  macizo 
y  nervoso  es  de  cuerpos  muy  fuertes ;  y  así ,  diciendo 
que  este  tiene  fuerte  cuello,  dice  que  todo  él  es  Ibr- 
tísimo,  y  dice  que  el  cuello  es  fuerte  extremadamente, 
diciendo  que  la  fortaleza  «hace  asiento»  en  él,  como 
diciendo  que  la  tiene  y  posee  toda.  Y  dice  que  «el  aso- 
lamiento va  ante  sus  faces»,  por  figura  poética, en  que 
se  da  persona  alo  que  carece  de  ella,  y  se  imagina  que 
lleva  al  asolamiento,  como  su  lacayo  ó  alguacil,  delan- 
te de  sí ,  para  significar  que  lo  asuela  todo  por  donde 
pasa.  Dice  : 

14  «Las  partes  de  sus  carnes  apegadas  entre  sí, 
enviará  rayos  contra  él ,  que  no  irá  á  otra  parte.»  Que 
se  sigue  de  lo  que  luego  decia ;  porque  á  la  fortaleza 
del  cuerpo  es  natural  la  macicez  de  la  carne;  que  los 
animales  de  carnes  muelles  no  son  señalados  en  fuer- 
za. Pues  dice  que  las  de  este  son  macizas  en  sumo  gra- 
do, que  un  rayo  no  hará  en  ellas  mella,  no  hará  que 
se  aparten.  Y  lo  mismo  dice  del  corazón  ansí : 

1 5  «Su  corazón  duro  como  piedra ,  y  será  apretado 
como  yunque  de  martillador.»  El  hebreo  dice  «como 
la  piedra  molar»  que  de  las  dos  está  debajo,  que  11a- 
maljan  antiguamente  la  piedra  yusera,  y  llaman  ahora 
la  cama.  Y  entendemos  aquí  por  corazón  la  parte  del 
cuerpo  que  tiene  este  nombre,  y  la  inclinación  y  afec- 
to del  ánimo,  que  también  llamamos  corazón  por  me- 
táfora. Porque  la  razón  pide  que  la  carne  de  este  ani- 
mal sea  durísima  y  maciza  mucho  en  esta  parte  de  su 
cuerpo ,  porque  es  el  cora/on  la  hornaza  que  contiene 
y  conserva  en  sí  el  calor  de  la  vida,  y  el  lugar  adonde 
por  medio  de  este  calor  la  sangre  se  conviene  en  es- 


486  OBRAS  DE  FRAY 

píritus  giie,  derramándose  por  las  arterias ,  alientan  el 
cuerpo ;  y  ansí ,  cuanto  el  calor  es  mayor,  tanto  con- 
viene que  sea  mas  macizo  y  duro  el  hogar  donde  arde,   : 
para  que  no  se  pierda  y  derrame.  Y  como  visto  habe- 
rnos, es  tan  grande  el  de  aqueste  dragón,  que  lanza  por 
la  boca  llamas  y  humo.  Y  si  esto  es  así ,  á  ello  se  con-  • 
gigue  por  fuerza  que  el  corazón,  en  la  otra  manera,  [ 
esto  es,  el  afecto  malo  de  su  inclinación ,  sea  desapia-  1 
dado  y  crudísimo,  esto  es,  sea  duro  mas  que  piedra  y 
que  yunque  en  la  condición  y  braveza;  porque  siem- 
pre composturas  semejantes  de  cuerpo  acompañan  en 
el  ánimo  semejantes  afectos.  Dice  mas  :  i 

16  a  Cuando  levantado  fuere,  temerán  los  ángeles,  j 
y  los  espantados  se  purgarán.»  Por  «los  ángeles»,  otra  ! 
letra  dice  «los  fuertes»  ;  y  conviene  esto  bien  con  lo  I 
que  basta  ahora  está  dicho;  que  natural  es  que  lo  ex-  I 
traoruinario  haga  espanto,  y  es  muy  extraordinaria  la 
figura  de  este  animal  y  su  fortaleza  y  fiereza.  Por  lo 
cual  dice  que  en  levantándose  esta  fiera,  esto  es,  cada  ¡ 
y  cuando  que  se  descubriere  y  demostrare  á  la  vista  de 
algunos,  sacando  la  cabeza  y  el  pecho  del  agua,  por 
mas  valientes  y  esforzados  que  sean,  «temblarán  y  se 
purgarán»  con  el  miedo;  porque  el  temor,  recogiendo 
al  corazón  el  calor,  deja  frios  y  desatados  los  cerraderos 
del  vientre.  Prosigue  : 

17  «Cuando  le  asiere  cuchillo  no  prenderá  ni  lanza 
DÍ  coselete.»  Y  dice  otra  letra  :  «La  espada  del  que  le 
tocare  no  estará,»  esto  es,  no  quedará  hincada  en  él, 
sino  saltará  en  alto,  como  si  diera  en  el  ayunque;  que 
responde  á  la  dureza  de  su  carne  y  conchas  y  cuero  ya 
dicha.  Y  á  lo  mismo  pertenece  lo  que  se  sigue  : 

18  «Reputará  como  pajas  hierro,  y  como  leño  po- 
drido el  bronce.»  Porque  es  de  cuerpo  impenetraJile, 
y  ansí  no  le  daña  arma  ninguna,  ni  la  teme;  que,  com.o 
diclio  habernos,  no  conviene  bien  á  las  ballenas,  de 
que  tenemos  noticia.  Mas  en  la  mar  hay  otros  géneros 
de  mostros  fierísimos  y  grandísimos,  de  que  hacen 
memoria  muchos  y  diversos  autores ,  y  Galeno  (a)  de 
algunas  ballenas  dice  que  tienen  el  cuero  durísimo.  Y 
dice  mas  en  el  mismo  propósito  : 

19  «No  le  ahuyentará  hijo  de  arco,  piedras  de  hon- 
da se  convierten  en  liastUlas.»  «Hijo  de  arco»  llama  al 
ílecbcro  ó  á  la  misma  flecha  y  saeta;  y  así ,  dice  que  ni 
teme  arco  ni  se  espanta  de  honda.  Y  ni  mas  ni  menos : 

20  «Como  bastilla  estimará  al  martillo,  y  burlará  del 
blandear  de  la  lanza.»  La  palabra  cidon  en  el  original 
es  ballesta  de  guerra.  Y  lo  que  añade,  á  lo  que  entien- 
do, (jortenece  á  h  misma  macicez  y  dureza  de  cuerpo. 
Porque  dice  : 

21  «Debajo  de  sí  rayos  del  sol,  y  tenderá  debajo  de 
sí  oro  como  lodo.»  O  según  otra  letra  :  «Debajo  de  sí 
puntas  de  teja,  tenderse  ha  agudezas  sobre  lodo.»  Que 
está  dicho  «á  la  vizcaína»,  y  con  falta  de  algunas  pa- 
labras, que  si  las  añadimos ,  diremos  de  esta  manera : 
«Debajo  de  sí  tiene  puntas  de  teja,  y  se  tenderá  sobre 
agudezas  como  sobre  lodo,  Y  esta  letra  y  la  de  arriba 
vienen  á  un  mismo  sentido ,  que  es  encarecer  mas  la 
firmeza  del  cuerpo  y  dureza  del  cuero  de  este  mostró 
marino,  que  no  siente  mas  tenderse,  cuando  toma  re- 
poso, sobre  agudísimas  piedras  que  sobre  tierra  ó  barro 

'a)  Gal.  en  el  lib.  ni  Üe  usupart. 


LUIS  DE  LEÓN. 

blando  y  molido.  Pues  dice  :  «Debajo  de  sí  rayos  de 
sol , »  esto  es ,  recuéstase ,  si  le  place  ó  cuando  le  pla- 
ce, sobre  los  rayos  del  sol,  que  llama  así  lo  que  la  otra 
letra  nombra  «puntas  de  tejas»;  que  por  lo  uno  y  lo 
otro  entendemos  las  piedras  y  guijas  agudas  y  ásperas 
que  suelen  estar  en  lo  hondo  del  agua ,  que  por  razón 
de  su  agudeza  son  aqui  llamadas  rayos ,  y  por  causa 
del  resplandor  que  por  la  mayor  parte  muchas  de  ellas 
tienen,  son  nombradas  «oro  y  rayos  de  sol».  Sobre  es- 
tas pues  hace  cama  esta  fiereza,  y  descansa  en  ella  co- 
mo sobre  lodo  batido  y  blandísimo.  Dice  mas  : 

22  «Hará  hervir  como  olla  el  profundo  del  mar,  po- 
nerle ha  como  cuando  hierven  ungüentos,»  ó  como 
dice  otra  letra,  «como  olla  de  ungüentos.»  Lo  cual 
dice  para  demostrar  la  fuerza  de  su  movimiento  y  gran- 
deza, con  que  meneando  el  agua  y  corlándola,  hace  pa- 
recer que  hierve,  y  la  enciende  y  hinche  de  espuma. 
Y  ansí  añade  luego  : 

2.3  «En  pos  de  sí  hace  relucir  la  senda,  y  reputará 
á  la  hondura  como  lleno  de  canas.»  Que  con  la  espuma 
que  levanta  deja  señalado  y  blanco  el  camino  por  don- 
de ha  pasado,  y  hace  que  el  mar  parezca  cano  y  sem- 
brado de  espuma  blanca,  como  lo  está  de  canas  un  vie- 
jo. «Y  reputará,»  dice,  esto  es ,  hará  que  parezca  así 
á  los  que  caminan,  y  que  le  estimen  por  tal,  Y  final- 
mente, concluyendo  y  resumiéndose,  dice  : 

24  «No  hay  sobre  el  polvo  quien  se  le  compare,  que 
es  hecho  para  no  tener  miedo.»  En  que  en  una  palabra 
pone  toda  esta  pintura  y  encarecimiento  en  su  punto, 
y  antepone  aqueste  animal  marino  á  todos  los  que  hue- 
llan la  tierra,  Y  diciendo  «  no  se  ha  hecho  para  tener 
miedo»,  dice  que  no  tiene  en  sí  parte  flaca  ni  sujeta 
á  peligro,  porque  en  todas  es  extremadamente  fuerte 
y  robusto,  así  fenece  diciendo  : 

25  «Todo  lo  sublime  verá;  él  rey  sobre  todos  los  hi- 
jos de  soberbia.»  Verá ,  dice,  esto  es ,  despreciará;  que 
en  estas  letras  el  despreciar  y  desestimar  á  uno  se  nom- 
bra ver  muchas  veces;  como  en  el  psalmo  (6) :  «  Por- 
que de  toda  angustia  me  escapó,  y  en  mis  enemigos 
vio  mi  ojo.»  Pues  dice  que  «desprecia  lo  mas  alto», 
porque  es  el  mayor  en  cuerpo  y  mas  dotado  de  fuerzas 
y  de  fiereza  que  todos.  Y  porque  se  aventaja  á  todo  lo 
que  es  grande  en  fortaleza  y  fiereza,  por  eso  dice  que 
es  «rey  sobre  todos  los  hijos  de  soberbia»,  porque  de 
ordinario  lo  valiente  y  animoso  y  fiero  es  soberbio ;  y 
llama  ansí  á  todos  los  animales  señalados  en  braveza  y 
en  fuerzas.  Por  donde  algunos  intérpretes  latinos  tras- 
ladan: «Sobre  todos  los  monstruos  marinos;»  los  grie- 
gos dicen  :  «Todos  los  que  moran  las  aguas;»  y  el  que 
traslada  en  caldeo  :  «  Sobre  todos  los  hijos  de  los  mon- 
tes,» 

CAPITULO  XLIL 

AnCL'MB^.TO, 
Oido  el  razonamiento  del  Señor,  conllcsa  Job  con  liumildad  ha- 
ber cxccdiilo  en  las  ¡lalabras  y  hablado  romo  ignorante,  de  lo 
cUal  se  reprehende;!  sf  mismo  y  hace  penitencia.  Y  volviéndose 
el  Señor  á  los  amigos  de  Job,  les  reprehende  porque  no  han 
hablado  ron  rcclilud  como  cslc  su  siervo;  mándales  que  le 
ofrezcan  sacrilicio  por  medio  de  Job,  y  que  de  este  modo  los 
pcrilonar:'!.  Vuelve  el  Señor  á  Job  á  su  antigua  felicidad  y  le 
muliiplica  los  bienes,  y  fenece  Job  lleno  do  años,  riquezas  y 
virtudes. 

1  Y  respoiitlió  Job  al  Señor  y  dijo: 


EXPOSICIÓN  DEL 

2  Sé  que  todo  lo  puedes ,  y  que  ningún  pensamiento 
se  te  asconde. 

3  ¿Quién  este  que  encubre  consejo  sin  saber?  Por 
tanto  hablé  tontamente  y  lo  que  sobrepuja  mi  ciencia.       | 

4  Oye  ahora,  y  yo  hablaré,  preguntaré,  y  responderás.    | 

5  Oíte  con  mis  orejas,  y  ahora  te  ve  mi  ojo.  | 

6  Por  tanto  me  reprehendo,  y  hago  penitencia  en  polvo 

y  pavesa.  I 

7  Y  después  que  el  Señor  habló  estas  palabras  á  Job , 
dijo  á  Kiifaz  Temaniles :  Mi  furor  está  enojado  contra  tus 
dos  amigos  y  contra  tí,  porque  no  hablastes  rectitud  á  mí,   ' 
como  mi  siervo  Job.  1 

8  Pues  tomad  los  siete  becerros  y  siete  carneros,  y  id 
á  mi  siervo  Job,  y  ofreced  holocausto  por  vosotros,  y  mi 
siervo  Job  rogará  por  vosotros,  y  tendré  respecto  á  él 
para  no  imputaros  esta  culpa  de  que  no  hablastes  recti- 
tud ante  mí,  como  Job,  mi  siervo. 

9  Pues  fueron  Elifaz  el  de  Teman  y  Baldad  Suid  y  So- 
far  de  Namatila,  y  hicieron  como  el  Señor  les  habló,  y  re- 
cibió Dios  los  ruegos  de  Job. 

10  Y  el  Seiíor  se  convertió  á  la  conversión  de  Job  en 
el  rogar  por  sus  amigos  ,  y  tornó  el  Señor  á  Job  todo  lo 
que  fué  suyo  doblado. 

H  Y  vinieron  á  él  todos  sus  hermanos  y  todas  sus  her- 
manas y  lodos  los  que  le  conocían  primero,  y  comieron 
pan  con  él  en  su  casa,  y  menearon  sobre  él  su  cabeza,  y 
consoláronle  de  cuanto  mal  el  Señor  le  dio,  y  dióie  cada 
uno  su  oveja  y  su  moneda  de  oro. 

42  Y  el  Señor  bendijo  á  las  postrimerías  de  Job  mas 
que  á  sus  principios  ;  y  fueron  á  él  catorce  mil  ovejas  y 
seis  mil  camellos,  y  mil  juntas  de  bueyes  y  mil  asnas. 

•15  Y  tuvo  siete  hijos  y  tres  hijas. 

14  Y  llamó  el  nombre  delaunaJemima,y  déla  segun- 
da Quecía ,  y  el  de  la  tercera  Querenapuch. 

13  No  se  hallaron  en  toda  la  tierra  mujeres  hermosas 
como  las  hijas  de  Job,  y  dióles  su  padre  heredad  entre 
sus  hermanos. 

16  Y  vivió  Job  después  de  estos  a/.otes  ciento  y  cuaren- 
ta años,  y  vio  sus  hijos  y  los  hijos  de  ellos  hasta  la  cuar- 
ta generación,  y  murió  anciano  y  lleno  de  dias. 

EXPLICACIÓN. 

1  «Y  respondió  Job  al  Señor  y  dijo.»)  Acabó  de 
hablar  el  Señor  cuando  vio  que  su  liabla  habia  obrado 
en  Job  el  efecto  que  pretendía;  que,  como  arriba  dije, 
nunca  habló  Dios  al  hombre  sino  para  luicer  en  él  ó  por 
él  algún  provecho  grande,  por  serle  natural  el  hacer 
siempre  bien.  Pues  como  hablaba  para  criar  en  el  alma 
de  Job  conocimiento  de  lo  que  habia  sobrado  en  pala- 
bras, y  pesar  de  haber  en  ellas  sobrado,  y  un  perfecto 
rendimiento  á  los  hechos  y  consejos  divinos ,  que  re- 
conociese no  entenderlos,  y  los  aprobase  sin  que  los 
entendiese;  luego  que  le  vio  dispuesto  de  esta  manera 
cesó  de  hablar,  y  Job  comenzó  á  manifestar  por  la  boca 
el  afecto  santo  que  el  Señor  con  sus  razones  le  habia 
engendrado  en  el  ánimo.  Y  dijo  ansí  : 

2  «Sé  que  todo  lo  puedes  y  que  ningún  pensamiento 
se  te  asconde.»  En  que  muestra  el  grado  de  conoci- 
miento en  que  Dios  le  habia  puesto  con  esta  doctrina; 
porque  en  conocer  que  Dios  lo  puede  y  hace  todo,  no 
conoce  solamente  que  es  en  todo  poderoso,  sino  tam- 
bién que  es  justo  y  santo  en  todas  sus  obras.  Porque  el 
que  lodo  lo  puede,  á  todos  excede  y  vence,  y  el  que  es 
sobre  todos,  como  arriba  decíamos,  no  recibe  ley  de 

(a)  Ps.  53,  V.  9.  Lo  lüismo  en  el  ps.  111,  v.  8,  v  cu  cl  117, 
V.  7, 


LIBRO  DE  JOB.  i^^■ 

ninguno,  él  solo  se  es  ley  á  sí  mismo,  y  así  es  siempre- 
justo  cuanto  hace  y  ordena.  Por  manera  que  quien  co- 
noce y  confiesa  sumo  poder  en  Dios,  por  el  mismo  caso 
conoce  y  confiesa  suma  bondad;  y  si  añadimos  á  esto 
saber  sumo  y  perfecto,  como  aquí  Job  lo  confiesa,  con- 
cluido queda  que  quien  esto  dice ,  dice  que  Dios  es  en 
todas  sus  obras  justísimo.  Porque  el  torcer  la  justicia  y 
el  traspasar  la  ley  de  razón,  siempre  es  y  se  hace,  ó 
por  flaqueza  ó  por  ignorancia  ó  malicia.  Añade  : 

3  «¿Quién  este  que  encubre  consejo  sin  saber?  Por 
tanto  hablé  tontamente,  y  lo  que  sobrepuja  mi  cien- 
cia;» que  nace  de  lo  que  ha  dicho  primero.  Como  si 
mas  extendidamente  dijera :  Pues  todo  lo  puedes,  Se- 
ñor, y  todo  lo  sabes,  hasta  los  secretos  pensamientos 
del  ánimo,  y  eres  por  el  mismo  caso,  Señor,  justo  y 
santo  en  tus  obras,  ¿quién  pues,  siendo  esto  verdad, 
será  tan  tonto,  que  quiera  encubrirte  su  pensamiento? 
esto  es,  que  piense  ó  presuma  alegar  por  .sí  y  delante 
de  tí  y  en  favor  de  su  justicia  cosa  alguna  contra  quiea 
tú.  Señor,  no  tengas  clara  y  evidente  respuesta?  Y 
porque  Job  en  sus  palabras  habia  dado  á  entender  de  sí 
algún  pensamiento  como  este,  y  como  significado  que 
podría  razonar  sobre  su  causa  con  Dios  y  alegar  algo  á 
que  no  se  pudiese  bien  responder;  por  eso,  lleno  ya  de 
este  conocimiento  santísimo,  condena  lo  que  ha  dicho, 
no  tanto  por  la  substancia  de  ello,  cuanto  por  el  sonido; 
no  por  lo  que  en  realidad  de  verdad  decir  quería,  sino 
por  lo  qiie  parecía  querer  decir.  Y  así  dice,  «por  tanto 
hablé  tontamente , »  esto  es,  sin  reparar  en  el  modo  y 
sin  medir  bien  la  forma  de  las  palabras  que  dije  y  los 
ademanes  con  que  las  decía.  Y  añade  «y  lo  que  sobre- 
puja mi  ciencia  »,  ó  como  el  original  dice  á  la  le'ra, 
«por  tanto  dije  y  no  entendí,  maravillas  sobre  mí  y  no 
sabré.»  Porque  á  la  verdad,  confiado  en  el  testimonio 
de  su  consciencia ,  quiso  ó  pareció  querer  entender  de 
los  juicios  y  consejos  de  Dios  mas  de  lo  que  al  hombre 
se  le  concede  y  permite,  en  que  ahora,  habiemlo  oído 
á  Dios,  reconoce  su  demasía.  Porque  con  la  grandeza 
del  saber  y  poder  de  Dios,  que  se  le  puso  delante  de  los 
ojos ,  echó  mas  de  ver  la  bajeza  y  flaqueza  humana, 
que  la  vio  como  junta  á  Dios  y  comparada  con  él ,  en 
cuya  comparación  todo  es  como  nada.  Pues  dice  y  pro- 
sigue : 

4  «  Oye  ahora ,  y  yo  hablaré ,  preguntaré  y  respon- 
derás.» Con  que  apercibe  para  lo  que  decir  quiere,  y 
suplica  á  Dios  que  con  clemencia  le  oya  y  responda.  Y 
lo  que  decir  quiere  es  : 

5  «Oíte  con  mis  orejas,  y  ahora  te  ve  mi  ojo.» 

6  «Por  tanto  me  reprueboy  hago  penitencia  en  pol- 
vo y  pavesa.»  Que  es  el  afecto  á  que  Dios  pretendió  re- 
ducirie,  y  á  que  en  efecto  le  redujo;  y  es  afecto  confor- 
me al  conocimiento  pasado  y  que  procede  y  nace  de  él. 
Porque  quien  conoced  ser  de  Dios  inmenso  y  la  vileza 
del  suyo,  y  por  otra  parte  siente  en  sí  haber  presumido 
de  ponerse á  razones  con  Dios,  consiguientemente  se 
humilla  en  sí  luego,  y  de  sí  mismo  se  descontenta  y  se 
duele.  Pero  dice  que  antes  habia  oído  á  Dios,  y  que  aho- 
ra que  le  ve,  por  eso  se  reprehende.  En  que  da  clara- 
mente á  entender  la  fuerza  que  tienen  para  darnos  luz 
y  humillarnos  las  visiones  de  las  cosas  divinas ,  y  es 
como  una  secreta  disculpa.  Como  si  mas  abierlamente 


488  OBRAS  DE  FRAY 

dijese  :  Señor,  si  estuve  demasiado  y  como  ciego  hasta 
ahora,  alguna  ocasión  me  fué  conocerte  solamente.  Se- 
ñor, por  oidas.  Una  cosa  es  oir  de  tí,  otra  verte  delante 
los  ojos ;  que  como  delante  del  sol  se  aclara  todo,  y  hu- 
yen sin  dejar  rastro  de  sí  las  tinieblas,  ansi  tu  rostro 
resplandeciente,  amaneciendo  en  el  alma,  hace  huir 
del  toda  ignorancia  y  error.  Así  que ,  ahora  que  te  veo 
á  tí,  «  me  reprehendo  y  me  repruebo  á  mí , »  y  me  duelo 
amargamente  de  te  haber  en  alguna  manera  ofendido ; 
y  en  señal  de  mi  dolor  y  del  descontento  que  de  mí 
tengo,  y  de  cuanto  me  repruebo  y  desestimo ,  me  en- 
vuelvo en  este  polvo  y  ceniza.  Que  fueron  palabras  de- 
mostradoras  del  reconocimiento  y  humildad  y  dolor 
perfecto  á  que  ya  llegado  había ,  que  era  lo  que  Dios 
pretendía.  Y  dicho  esto,  calló  Job,  y  Dios  quedó  satisfe- 
cho y  contento.  Y  hace  prueba  de  ello  lo  que  se  sigue, 
que  es : 

7  (tY  después  que  el  Señor  habló  estas  palabras  á 
Job,  dijo  á  Elifaz  lemanes :  Mi  furor  está  enojado  con- 
tra tus  dos  amigos  y  contra  tí,  porque  no  hablastes  rec- 
titud ante  mí,  como  mi  siervo  Job.» 

8  «  Pues  tomad  siete  becerros  y  siete  carneros,  y  id 
á  mi  siervo  Job  y  ofreced  holocausto  por  vosotros ;  y  mi 
siervo  Job  rogará  por  vosotros ,  y  tendré  respecto  á  él 
para  no  imputaros  esta  culpa  de  que  no  hablastes  rec- 
titud ante  mí,  como  Job,  mi  siervo.»  En  que  se  dan  á 
entender  muchas  cosas.  Lo  primero  entendemos  cuan 
amigo  queda  Dios  con  Job  y  cuan  satisfecho  de  sus  pa- 
lal)ras  y  ánimo,  pues  le  alaba  aquí;  y  no  solamente  le 
alaba,  mas  quiere  perdonar  por  su  medio  de  él  las  cul- 
pas de  otros.  A  lo  cual  vino  Job ,  ansí  por  la  virtud  de 
la  vida  pasada,  como  por  la  paciencia  que  mostró  en 
el  azote  presente ,  como  por  el  dolor  intenso  con  que 
humilló  su  corazón  delante  de  Dios,  por  .las  muestras 
que  dio  de  atrevido.  Lo  segundo  entendemos  lo  mucho 
que  Dios  se  ofende  de  la  inhumanidad  y  de  la  mentira, 
aunque  se  vista  de  celo  santo.  Porque  si  el  juicio  hu- 
mano juzgara  aquí  por  lo  que  las  palabras  de  Job  y  de 
sus  amigos  sonaban,  ¿quién  no  cargará  á  Job  de  impa- 
ciente y  atrevido,  y  loará  á  sus  amigos  de  celosos  de  la 
honra  de  Dios?  Mas  Dios,  que  miraba  la  verdad  y  los 
ánimos,  juzgó  por  dirercnte  manera.  Que  vio  en  estos 
amigos,  lo  uno,  que  no  decían  verdad,  ansí  en  condenar 
por  malo  á  Job  como  en  afirmar  que  Dios  aquí  castigaba 
siempre  á  los  malos  y  á  solos  ellos.  Lo  otro  conoció 
que  el  ánimo  que  tenían  en  esto  y  lo  que  les  movía,  no 
era  tanto  defender  á  Dios  y  volver  por  su  honra,  la  cual 
nunca  se  defendió  con  mentira,  cuanto  inclinación  á 
mostrarse  celosos,  nacida  de  presunción  y  de  estimación 
propria  viciosa,  y  juntamente  un  querer  debajo  de  esta 
color  desobligarse  de  aquello  á  que  la  amistad  pasada 
y  la  humanidad  obligaba;  y  ansí,  lo  que  estos  hicieron 
Ki\  las  palabras  era  falso  en  muchas  cosas,  y  en  el  áni- 
mo y  lin  doblado  y  ungido,  porque  mostraban  uno  y 
inrabau  á  otro.  Por  lo  cual  Dios  se  ofende  tanto  de 
f;llo,  que  pone  nombre  de  furor  á  su  enojo;  y  les  dice 
que  no  hablaron  n rectitud,  como  Job, su  siervo»;  esto 
es,  que  no  anduvieron  á  las  derechas ,  ni  en  las  pala- 
bras que  decian  ni  en  el  ánimo  con  que  las  decían.  De 
lo  cual  Job  estuvo  siempre  libre,  porque  siempre  dijo 
verdad  ea  bus  palabras,  y  en  el  ánimo  anduvo  dcscu- 


LUIS  DE  LEÓN. 

bierto  y  sencillo.  Solo  tuvo  un  poco  de  demasía  en  que- 
jarse y  en  querer  saber  de  Dios  el  porqué  de  su  azote; 
que  en  un  hombre  tan  afligido  de  Dios  y  tan  agraviado 
de  los  que  le  debían  consuelo,  y  tan  saneado  con  el  tes- 
timonio de  su  buena  conciencia,  fué  ligera  falta  y  muy 
digna  de  ser  perdonada.  Aunque  de  esto  mismo  se  ofre- 
ce á  la  consideración  otra  tercera  cosa,  y  es  el  cuidado 
que  tiene  Dios  y  los  medios  que  pone  para  perficionar 
á  los  suyos  y  para  librarlos  de  sus  fallas,  por  pequeñas 
que  sean ;  que  para  quitar  de  Job  esta  mota  pequeña, 
viene  por  sí  mismo  y  se  le  descubre  y  le  habla,  des- 
cendiendo á  tan  particulares  razones.  Lo  cuarto  con- 
sideramos el  amor  grande  que  tiene  Dios  á  los  hombres 
y  el  deseo  encendido  de  su  salvación;  que  cuando  ellos 
mismos  le  tienen  ofendido  y  se  han  hecho  indignos  de 
su  favor  y  su  gracia,  él  mismo  les  busca  terceros, 
amigos  suyos  y  gratos  á  él ,  que  rueguen  y  intercedan 
por  ellos.  Y  porque  ellos  no  merecen  ser  oidos,  negocia 
Dios  que  alguno  de  los  que  él  oye  con  amor,  le  hable, 
y  para  darles  el  perdón  que  ellos  desmerecen,  busca 
quien  se  lo  pida  y  merezca.  Y  como  los  padres  amoro- 
sos hacen  con  los  hijos  de  que  están  ofendidos  para  no 
castigarlos,  porque  su  corazón  no  lo  sufre ,  y  para  con 
el  perdón  demasiado  no  darles  avilanteza  á  que  pequen, 
se  muestran  por  una  parte  rigurosos  y  duros ,  y  por 
otra  negocian  secretamente  con  algún  amigo  que  se 
ponga  de  por  medio  y  les  ruegue;  ansí  Dios  clementí- 
simo despierta  en  sus  amigos  quien  con  su  intercesión 
le  detenga  la  mano  para  que  no  descargue  sobre  los 
pecadores  su  golpe.  En  que  hace  tres  cosas :  una,  dar 
salud  á  los  que  merecían  castigo;  otra,  honrar  á  sus 
amigos ,  los  que  hace  procuradores  y  medianeros  del 
bien  de  los  otros;  y  la  tercera ,  satisfacer  á  su  justicia 
con  el  mérito  de  quien  le  ruega ,  y  sin  azote  de  aquel 
por  quien  es  en  esta  manera  rogado.  Lo  último,  consi- 
deramos aquí  cómo  encamina  Dios  las  cosas  todas  paía 
el  bien  y  honor  de  los  suyos ,  que  como  el  salmo  (a) 
dice ,  al  varón  justo  todo  le  sucede  prósperamente,  por- 
que cuanto  Dios  en  él  hace  ó  permite,  todo  es  para  su 
acrecentamiento  mayor.  Y  es  verdad  siempre  lo  que  san 
Pablo  á  los  romanos  {b)  escribió,  que  todas  las  cosas 
hace  Dios  para  sus  escogidos.  Pues  ansí  lo  vemos  aquí, 
en  que  ordena  Dios  que  ruegue  y  interceda  Job  por 
aquellos  mismos  que  de  amigos  se  .le  habían  vuelto 
enemigos  é  ingratos;  y  quiere  que  tome  de  ellos  esta 
santa  venganza,  trayéndoselos  á  los  pies  tan  humilla- 
dos, que  los  que  poco  antes  se  tenían  por  justos  y  de- 
fensores de  la  honra  de  Dios,  y  á  él  le  pregonaban  pe- 
cador y  blasfemo,  agora  se  condenen  á  sí,  y  á  él  le  con- 
íiescn  por  justo  y  deseen  su  intercesión  para  con  Dios 
y  la  rueguen.  Y  hace  que  él  interceda,  esto  es,  que 
pague  con  bien  el  mal  recibido  y  que  se  muestre  hu- 
mano con  quienes  le  fueron  crueles,  y  que  se  asemeje 
en  esto  al  mismo  Dios ,  que  es  bienhechor  de  los  que  le 
ofenden.  En  que  hay  muchas  cosas  :  una,  la  confusión 
de  estos  amigos  viendo  su  engañado  juicio ;  otra,  la  hu- 
mildad de  los  mismos;  otra,  la  salud  que  cria  en  ellos 
aquesta  confusión  y  humildad;  otra,  la  puntualidad  do 
la  justicia  divina,  que  los  afrcnl adores  de  Job  esos  le 
honren,  y  los  pregoneros  de  su  blasfemia  esos  vengan 
[a)  Ps.  1 ,  V.  5.    \,b)  Rom.,  S,  v.  28. 


EXPOSICIÓN  DEL 

á  valerse  de  sus  oraciones  y  ruegos;  olra,  el  mérito  que 
ganó  Job  en  rogar  y  ser  de  provecho  á  los  tales;  olra, 
la  honra  grande  del  mismo  que  de  todo  esto  le  viene. 
Porque  es  sin  duda  de  ánimos  grandes  y  heroicos,  y 
obra  propria  de  los  hijos  de  Dios,  pagar  los  males  con 
bienes,  y  no  dejándose  vencer  del  enojo  á  que  mueven 
las  recebidas  injurias,  mostrarse  superiores  en  todo,  y 
tan  superiores ,  que  lo  que  suele  agotar  la  fuente  de  la 
bondad  para  que  no  mane  de  sí  bien  en  los  otros ,  y  lo 
que  es  como  esposas  para  que  no  hagan  buenas  obras  las 
manos,  la  injuria  recebida,  la  ingratitud  y  desconoci- 
miento no  esperado  ni  merecido,  eso  mismo  cria  en 
ellos  deseos  encendidos  de  hacer  bienes  mayores,  y  no 
deseos  solamente,  sino  obras  de  provecho  grandísimo. 

Y  verdaderamente ,  aun  en  ley  de  venganza ,  no  sé  yo 
salisfacion  que  se  iguale  con  la  vergüenza  y  confusión 
que  en  un  ofensor  injusto  causa  el  ver  que  su  ofendido 
en  retorno  es  su  bienhechor  y  le  ayuda,  y  el  verse  ne- 
cesitado de  su  beneficio  y  favor.  Y  como  al  principio 
dije,  es  una  santa  venganza;  venganza,  porque,  como 
la  Escritura  dice  (a),  el  que  esto  hace  «pone  brasas 
encendidas  sobre  la  cabeza  de  su  enemigo»,  ó  verda- 
deramente en  el  pecho  y  en  el  corazón  se  las  pone ; 
santa,  porque  aprovecha  al  prójimo,  y  agrada  á  Dios  y 
le  imita  y  se  le  hace  semejante,  que  es  aquello  en  que 
la  santidad  puramente  consiste.  Mas  veamos  lo  que  se 
sigue.  Dice  : 

9  « l'ues  fueron  Elifaz  el  de  Teman  y  Baldad  Suid 
t  Sofar  de  Namatila,  y  hicieron  como  el  Señor  les  ha- 
bló, y  recibió  Dios  los  ruegos  de  Job.»  En  que  se  ve  la 
obediencia  y  humildad  de  los  unos  y  la  virtud  heroica 
del  otro.  Dice  mas : 

10  «Y  el  Señor  se  converlió  á  la  conversión  de  Job 
en  el  rogar  por  sus  amigos ,  y  tornó  el  Señor  á  Job  todo 
lo  que  fué  suyo  doblado.»  Mucho  es  de  considerar  lo 
que  dice  aquí  el  autor  de  este  libro  :  lo  uno,  que  se 
convirtió  Dios  á  la  conversión  de  Job  ,  la  que  hizo  ro- 
gar por  estos  sus  llamados  amigos;  lo  otro,  añadir  lue- 
go á  esto,  que  le  tornó  Dios  doblado  todo  lo  que  poseía 
primero.  Y  digamos  de  cada  cosa  por  sí ;  porque  en  lo 
primero  dásenos  á  entender  claramente  que  no  quiso 
ser  Dios  menos  honrado  ni  menos  piadoso  que  .Job  ;  y 
que  como  él  volvió  su  ánimo  á  perdonar  á  quien  tan 
mal  le  tratara ,  ansí  Dios  inclinó  el  suyo  á  piedad  de 
los  que  ofendido  le  habían.  Que  son  fuerzas  admirables 
del  amor  que  Dios  tiene  á  los  hombres ,  el  cual  puede 
tanto  con  él ,  que  no  se  contenta  con  hacernos  bie- 
nes, sino,  lo  que  es  puro  extremo  de  amor,  busca  tra- 
zas é  ingenios  para  obligarse  en  cierta  manera  á  ha- 
cerlos, para  que  siendo  libre  y  no  deudor  de  criatura 
ninguna,  se  muestre  deudor  y  obligado.  Porque  es  pro- 
prio  del  que  muclio  ama ,  en  todo  el  bien  que  hace  por 
aquel  á  quien  ama ,  gustar  de  parecer  que  lo  debió ;  y 
en  realidad  de  verdad  es  afecto  del  amor  que  es  muy 
fino ,  querer  el  que  ama  que  todo  se  le  deba  al  amado. 

Y  tal  es  lo  que  se  entiende  ahora  aquí  en  ordenar  Dios 
que  se  convierta  Job  á  piedad  para  que  él  se  desenoje 
y  convierta.  Porque  fué  hacer  y  fortificar,  de  parte  de 
Job,  para  contra  sí  un  argumento  que  convence  en  esta 
manera  :  Yo,  Señor,  que  soy  miseria,  y  al  lin  hombre 

(a)  Rom.,  cap.  12,  v.  20, 


LIBRO  DE  JOB.  4«i0 

de  ánimo  y  pecho  angostísimo ,  perdono  á  mis  enemi- 
gos, y  deseo  y  os  suplico  su  bien  ;  vuestra  Majestad, 
que  es  la  bondad  misma ,  generoso  y  piadoso  y  liberal 
sobre  todos,  muy  mas  justo  es  que  se  desenoje  y  per- 
done, y  pues  yo  me  convierto,  que.  Señor,  vuestra 
Majestad  se  convierta.  A  que  mira  también  lo  que  el 
Hijo  nos  enseñó  que  dijésemos  en  la  oración  á  su  Pa- 
dre (6)  :  «  Perdona  nuestras  deudas ,  como  nosotros 
perdonamos  las  de  nuestros  deudores ; »  adonde  hace 
fuerza  el  mismo  argumento.  Tanto  procura  nuestra 
honra  y  salud  en  todas  las  cosas.  Y  esto  cuanto  á  lo 
uno.  Y  cuanto  á  lo  otro,  se  advierte  que  torna  Dios  á 
Job  todos  sus  bienes  doblados,  cuando  se  lee  del  que 
perdona  á  sus  malhechores  y  intercede  por  ellos  ;  que 
ni  cuando  padeció  con  paciencia  se  dijo ,  ni  cuando  se 
reconoció  por  ceniza,  ni  cuando  lloró  y  se  dolió  de  su 
demasía  humillado.  Porque  en  ninguna  de  aquellas  co- 
sas se  mostró  lo  perfecto  de  su  virtud  cuanto  en  esto, 
que  á  la  verdad  contiene  en  sí  grandes  bienes.  Porque 
quien  á  sus  enemigos  ama,  y  hace  bien  á  los  que  le 
dañan  é  injurian ,  lejos  está  de  querer  á  nadie  mal  ni 
dañarle ;  y  quien  paga  con  amor  al  hombre  el  mal  que 
le  hace ,  cierto  es  que  á  Dios,  de  quien  tantos  bienes  re- 
cibe ,  no  le  olvida  y  desama.  Por  manera  que  ama  per- 
fectamente á  Dios  y  á  los  prójimos  quien  para  sus  ene- 
migos es  bueno;  y  en  este  amor  se  encierra  todo  lo  que 
Dios  manda,  y  es  aquello  en  que  verdaderamente  con- 
siste la  justicia  cristiana.  Lo  cual  declara  aquí  por  fi- 
gura la  Sagrada  Escritura  ,  diciendo  que  le  « tornó 
Dios  á  Job  doblados  sus  bienes».  Que  en  lo  pasado  re- 
presentóse en  él  una  justicia  antigua,  mas  en  esto  pín- 
tase la  justicia  cristiana ;  y  lo  que  esta  á  aquella  exce- 
de, muéstralo  aquí  Dios  por  el  exceso  del  premio.  Allí 
los  bienes  son  sencillos ;  aquí  pone  bienes  y  mercedes 
dobladas ,  nombradas  á  la  verdad  con  nombres  de  tier- 
ra, pero  que  significan  los  bienes  del  cielo,  que  son 
bienes  doblados ,  y  proprio  premio  de  los  hijos  de  Dios 
y  sus  semejantes,  cuales  son  aquellos  en  quien  resplan- 
dece esta  caridad  y  justicia  perfecta  y  cristiana  que 
digo.  Pues  tornó  Dios  con  el  doblo  á  Job  los  bienes  de 
la  tierra  que  antes  poseyera,  para  declararlo  que  le 
guardaba  en  el  cielo  ;  y  porque  siempre  usa  Dios  de 
medios  suaves,  tórneselos,  no  criándolos  ó  enviando- 
solos  luego  de  súbito,  sino  ordenando  lo  que  luego  se 
sigue.  Que  fué  : 

11  «Y  vinieron  á  él  todos  sus  hermanos  y  todas  sus 
hermanas  y  todos  los  que  le  conocían  primero ,  y  co- 
mieron pan  con  él  en  su  casa ,  y  menearon  sobre  él  la 
cabeza,  y  consoláronle  de  cuanto  mal  el  Señor  le  dio,  y 
dióle  cada  uno  su  oveja  y  su  moneda  de  oro.»  Dice  que 
vinieron  entonces  á  visitar  á  Job  todos  sus  conocidos  y 
deudos,  y  no  vinieron  al  principio  de  su  mal  y  trabajo, 
porque  quiso  Dios  que  fuese  trabajo  puro ;  y  ansí ,  de- 
tuvo los  que  le  fueran  consuelo,  y  solo  dejó  venir  á 
aquellos  que  le  añadieron  fatiga.  Pues  estos  «comie- 
ron con  él »,  que  es  señal  de  ale^'ria,  y  «  movieron  so- 
bre él  su  cabeza»,  que  es  el  meneo  del  que  conhorta  y 
consuela ,  y  que  en  efecto  « le  consolaron  »,  porque  aña- 
dieron á  las  palabras  las  obras ,  dándole  cada  uno  par- 
te de  su  ganado  y  dinero.  Que  aunque  dice  en  número 

{b)  S.  Mat.,  6,  V,  12, 


4!)d  OBRAS  DE  FRAY 

singular,  «su  oteja  y  su  escudo,»  no  se  entiende  que 
le  dio  un  escudo  solo  y  una  oveja  sola  cada  uno,  sino 
es  manera  de  hablar  de  eslas  leíras  decir  como  en 
singular  lo  que  es  mucho.  Como  dice  el  Profeta  (a)  : 
«No  florecerá  el  higo...  y  falíará  la  aceituna.»  Pues  so- 
bre esto  que  puso  la  piedad  de  los  deudos ,  aíiadió  Dios 
con  larga  mano  su  bendición  para  que  se  multiplicase 
en  brevísimo  tiempo.  Y  así  dice : 

12  «  Y  el  Señor  bendijo  las  postrimerías  de  Job  mas 
que  á  sus  principios,  y  fueron  á  él  catorce  mil  ovejas  y 
seis  mil  camellos,  y  mil  yuntas  de  bueyes  y  mil  asnas.» 

13  »  Y  tuvo  siete  hijos  y  tres  hijas.»  Hace  duda  en 
este  lugar  cómo  son  no  mas  de  siete  los  hijos,  y  las 
hijas  no  mas  de  tres ,  si  es  verdad  que  volvió  Dios  á  Job 
todas  las  cosas  dobladas ;  que  según  esto,  hablan  de  ser 
ahora  catorce  y  seis ,  porque  hablan  sido  tres  y  siete 
primero.  A  lo  cual  se  responde  que  si  le  diera  ahora 
Dios  seis  y  catorce,  no  le  doblara,  sino  tresdoblara  los 
hijos.  Porque  esta  es  la  diferencia  de  los  hijos  que  se  le 
murieron  á  Job,  á  las  ovejas  y  camellos  y  los  demás 
bienes  que  le  faltaron  ;  que  estos ,  muriendo ,  perecie- 
ron del  todo  y  para  siempre;  mas  los  hijos,  muertos 
los  cuerpos,  viven  siempre  en  las  almas,  y  en  la  re- 
surrección postrera  han  de  tornar  enteramente  á  vivir. 
Y  ansí ,  doblarle  los  hijos  fué ,  no  darle  caiorce  sobre 
los  dados ,  que  aun  muertos  vivían  y  han  de  vivir  para 
siempre,  sino  darle  otros  siete,  como  de  hecho  le  dio. 
Mas  veamos  lo  que  se  sigue : 

14  «Y  llamó  el  nombre  de  la  una  Jemíma,  y  de  la 
segunda  Quecia,  y  de  la  tercera  Querenhapuch. »  Jc- 
mima  viene  de  jera,  que  es  dia;  y  Queda  es  casia, 
una  especie  aromática  ó  de  canela  muy  fina ;  Queren- 
hapuch es  como  decir  cuerno  de  alcohol  ó  de  afeite ; 
que  según  esto,  podremos  en  español  llamarlas  Diana 
y  Casilda  y  Cornelia.  Pero  ofrécense  acerca  de  esto  dos 
cosas :  una,  por  qué  nombra  la  Escritura  aquí  á  solas 
las  hijas ;  otra,  por  qué  fin  las  puso  estos  nombres.  Y 
en  lo  primero  se  nos  ofrecen  algunas  razones ,  unas 
llanas  y  que  pertenecen  á  historia ,  y  otras  de  signifi- 
cación y  sentido  mas  secreto.  Porque ,  aunque  es  de 
creer  que  todos  estos  hijos  de  Job  fueron  hombres  se- 
ñalados y  aventajados  en  todo ,  mas  de  los  varones  no 
consta,  y  pudo  ser  no  lo  fucíen ;  de  las  hembras  dícelo 
la  misma  Escritura  luego  en  el  verso  siguiente ,  y  ansí 
quiso  con  razón  que  se  supiesen  sus  nom!)res.  Lo  se- 
gundo, porque  en  nombrarlas  hijas  Dios  y  loarlas,  deja 
nombrados  y  aprobados  los  hijos;  que  si  lo  flaco  y  lo  mu- 
dable, cuales  en  sí  y  la  Sagrada  Escritura  son  las  mu- 
jeres, es  digno  de  nombre,  lo  fuerte  y  varonil  dicho  se 
está  que  le  merece.  Y  decimos  últimamente  que  declara 
Dios  en  esto  la  feliz  condición  de  los  justos,  en  quien 
aun  la  enfermedad  y  flaqueza,  quiero  decir,  lo  flaco  y 
lo  despreciado  es  nombrado  y  glorioso;  porque  en  ellos 
el  ser  perseguidos  es  honra ,  y  el  vivir  pobres  riqueza, 
y  la  tentación  victoria,  y  la  aflicion  y  la  cárcel  y  afren- 
tas gloria  grandísima ,  y  finalmente ,  vida  y  descanso 
la  muerte.  Y  no  solo  por  el  fruto  que  de  ello  sacan,  si- 
no por  eso  mismo  que  cuando  lo  padecen ,  y  en  el  mis- 
mo padecer,  sienten  y  gozan.  Y  ansí  san  Pablo,  como 
bien  experimentado,  decía  (6)  :  «De  buena  gnna  haré 

(a)  llabac,  cap.  7,,  v.  17.     {b)  ii,  Uor.,  cap.  12,  v.  0, 11,  50. 


LUIS  DE  LEÓN. 

honra  de  mis  flaquezas ,  y  si  conviene  alabarme ,  de 
mis  flaquezas  me  alabaré. »  Pero  vamos  á  la  segunda 
duda  que  puse  acerca  del  propósito  y  fin  de  estos  nom- 
bres. En  que  de  ordinario  se  dicen  dos  cosas  :  Una, 
dice  el  parafraste  caldeo,  que  «eran  de  extremada  her-  j 
mesura»,  como  luego  la  Escritura  lo  dice,  y  que  las 
llamó  su  padre  así  para  declarar  su  hermosura  en  el 
nombre.  Porque  á  Jemima,  la  primera,  que  es  palabra, 
como  dijimos,  originada  del  dia,  llamóla  así  como  si  la 
llamara  Alba  ó  Aurora,  en  signiücacion  de  su  gentile- 
za y  frescura.  La  segunda,  Quecia,  fué  como  llamarla 
Olorosa  y  Fragranté,  y  de  estima  y  de  precio,  cual  es 
la  casia  y  canela.  Y  en  la  tercera,  que  llamó  Querenha- 
puch, que  significa  bujeta  de  alcohol  ó  de  afeite,  de- 
claró ser  ella  la  misma  compostura  y  pintura ,  y  como 
decir  solemos,  ser  una  imagen  piulada.  Otros  dicen 
ansí,  que  en  los  nombres  de  estas  sus  hijas  señaló  Job 
los  sucesos  de  su  vida ,  las  diferencias  y  variedad  y 
fortunas  de  ella ,  que  es  conforme  á  lo  que  de  los  pa- 
triarcas en  la  Escritura  leemos ,  que  nombraban  á  sus 
hijos  del  nombre  de  algún  caso  ó  suceso  presente.  Ansí 
llamó  Adán  á  Set,  su  hijo  (c).  Pues  en  la  primera  hija 
nombró  Job  la  parte  de  su  vida  primera ,  que  fué  clara 
como  el  dia,  y  fué  crecido  de  pequeños  principios,  co- 
mo la  luz  del  aurora ,  y  al  fin  fué  dia  que  se  cierra  y 
fenece  con  noche.  En  la  segunda  significó  el  tiempo 
de  su  calamidad  y  miseria;  porque  Quecia,  aunque 
significa  la  canela  ó  la  casia,  si  tenemos  atención  á 
su  origen ,  suena  á  la  letra  raimiento  ó  despojamicnto; 
y  llámase  la  Casia  así  porque  es  corteza  de  que  des- 
pojan al  árbol ,  y  fué  padecer  Job  en  aquella  parle  de 
vida  un  universal  despojo  de  todos  sus  bienes.  Blas  por 
el  tercer  nombre,  Qucrenha'puch,  mostró  claramente 
su  buena  dicha  postrera,  donde  le  tornó  Dios  á  manos 
llenas  doblados  y  mejorados  sus  bienes ;  ponjue  quien 
alieiiile  al  sonido,  es  como  decir  «cuerno  de  vuelta»  ; 
ó  por  decirlo  mas  claro,  «restitución  y  vuelta  de  cuer- 
no;» esto  es,  de  abundancia,  de  fortaleza,  de  felicidad 
y  buena  dicha,  que  todas  estas  cosas  significa  por  se- 
mejanza la  Escritura  por  el  nombre  de  cuerno.  Mas 
veamos  lo  que  después  de  esto  so  sigue : 

15  «No  se  hallaron  en  toda  la  tierra  mujeres  her- 
mosas como  las  hijas  de  Job,  y  dióles  su  padre  here- 
dad entre  sus  hermanos,  n  Bien  se  echa  de  ver  aquí 
cuan  perfecto  es  Dios  en  sus  obras,  y  cuan  largo  y  li- 
beral es  en  las  mercedes  que  hace ,  que  no  hace  un 
bien  solo,  ni  hace  bien  falto  ó  menguado.  Dalo  hijas, 
y  hijas  hermosísimas,  y  heredadas  entre  sus  deudos  y 
iicrmanos,  porque  se  gozasen  con  ellos ,  y  él  de  ellos  y 
ellas  gozase.  Porque  sin  duda  es  soledad  y  miseria  vi- 
vir apartados  los  deudos.  Que  la  presencia  de  su  gran- 
deza hace  el  dia  de  lioy  que  los  reyes  y  los  grandes  vi- 
van en  esta  miseria ;  que  por  acomodar  ú  los  suyos  ca- 
san con  los  extraños  sus  hijos,  y  dcsticrran  de  sí  las 
prendas  de  su  corazón  y  las  entregan  á  gentes  de  cos- 
tumbres diferentes,  y  muchas  veces  de  ingenios  fieros 
y  barloaros.  Mas  Job,  enseñado  de  Dios  y  guiado  de  la 
verdadera  razón  ,  para  acrecentamiento  de  su  buena 
dicha,  casó  y  heredó  á  sus  hijas  cerca  de  sí  y  en  me- 
dio do  sus  hermanos  y  hijos,  con  quien  conocía,  y  do 

(c)  Gen.,  cnp.  4,  v.  SI. 


EXPOSICIÓN  DEL 

quien  era  conocido  y  querido.  Y  no  le  duró  poco  esto 
bien,  que.  como  luego  dice  : 

íQ  «y  vivió  Job  después  de  estos  azotes  ciento  y 
cuarenta  años,  y  vio  sus  hijos  y  los  hijos  de  ellos  hasta 
la  cuarta  generación  ,  y  murió  anciano  y  lleno  de  dias.» 
Porque  siempre  Dios  da  ciento  por  uno,  y  por  un  mal 
padecido ,  llevado  con  virtud  y  paciencia ,  restituye 
gran  copia  de  bienes ,  y  por  un  año  de  miseria  sufrida, 
cien  años  de  colmada  prosperidad.  Y  bien  se  entiende 


UBRO  DE  JOB.  40 1 

de  aquí  que  no  fué  breve  mucho  aqueste  azote  de 
Job,  pues  el  retorno  de  él  fué  tan  largo.  Demás  de  que, 
Dios  cuando  prueba  y  ejercita  á  sus  siervos ,  hace  co- 
mo del  descuidado  las  mas  de  las  veces,  y  calla  y  disi- 
mula y  déjalos  padecer  luengamente,  para,  como  si 
dijésemos ,  obligarse  después  á  si  á  darnos  copiosísi- 
mos y  eternos  bienes.  A  quien  por  todo  debemos  dar 
cierna  gloria.  Amen. 


FLX  DE  L.V.S   ODDAS    LE  FRAY   LUIS   DE   LEO\,   V   DEL  TO.MO  U   DE  ESCRlTOriES  DFX  SIGLO  XVI. 


Pág. 

Vida  T  JUICIO  crítico  del  maestro  fray  Luis  de  León.    .    .  i 
Extracto  del  proceso  instruido  contra  el  mismo,  desde  el 

año  1571  al  1576,  en  la  ciudad  de  Salamanca xvii 

OBRAS  POÉTICAS. 

A  don  Pedro  Portocarrero i 

Libro  primero ; 3 

Libro  segundo •    .    .  18 

Libro  tercero 45 

OBRAS  EN  PROSA. 

De  LOS  nombres  DE  Cristo.  — Libro  primero 67 

Libro  segundo M'2 

Libro  tercero 1G2 

La  perfecta  Casada. —A  doña  María  Várela  Osorio.    .    .  211 

Traducción  literal  y  declaración  del  libro  de  los  Can- 
tares de  Salomón.— Prólogo 2i7 

Capítulo  primero 250 

Cap.  II 255 

Cap.  III 260 

Cap.  IV 2G2 

Cap.  V 2C6 

Cap.  VI •* 271 

Cap.  vil 274 

Cap.  viii 278 

Respuesta  oue  desde  su  prisión  da  á  sus  émulos  el  maes- 
tro FRAY  Luis  de  León,  año  de  1573 28o 

Exposición  del  libro  de  .Iob.  — A  la  muy  religiosa  madre 

Ana  de  Jesús,  carmelita  descalza 289 

Argumento 290 

Capitulo  primero 202 

Cap.  11 2ü8 

Cap.  III 301 

Cap.  IV 3U8 

Cap.  V 313 


Pág. 

Cap.  vr 321 

Cap.  VII 3-28 

Cap.  VIII 335 

Cap.  IX 339 

Cap.  X 345 

Cap.  XI 348 

Cap.  XII 352 

Cap.  XIII 2S6 

Cap.  XIV 559 

Cap.  XV 363 

Cap.  XVI 368 

Cap.  xvii 373 

Cap.  XVIII 57a 

Cap.  Xix 579 

Cap.  XX 3S3 

Cap.  XXI 388 

Cap.  XXII 392 

Cap.  XXIII 398 

Cap.  XXIV 401 

Cap.  XXV 406 

Cap.  XXVI 408 

Cap.  xxvii 411 

Cap.  xxviii 414 

Cap.  XXIX 418 

Cap.  XXX 421 

Cap.  XXXI. 425 

Cap.  XXXII 453 

Cap.  XXXIII 437 

Cap.  xxxiv 443 

Cap.  XXXV 452 

Cap.  XXXVI 453 

Cap.  XXXVII 4G1 

Cap.  xxxviii 467 

Cap.  xxxix 475 

Cap.  xl 480 

Cap.  XLi 484 

Cap.  XLii 486 


FIN  DEL.  índice. 


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