BOLETI3<r
DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
DE HISTORIA NATURAL
TOMO XXII.— 1922.
MADRID
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
Hipódromo.— Teléf." S-443.
19 22
MADRID. — IMPRENTA DE JULIO COSANO, TORIJA, 5.— TELÉFONO M-316.
JUNTA DIRECTIVA
DE LA
REAL SOCIEDAD ESPAfíOLA DE HISTORIA NATURAL
PARA 1922
Presidente honorario.
D. Ignacio Bolívar y Urrutia.
Presidente D. Ricardo García Mercet.
Vicepresidente D. Domingo de Orueta.
Secretario D. Ángel Cabrera Latorre.
Vicesecretario D. Cándido Bolívar y Pieltain.
Vicesecretario adjunto. . D. Gonzalo Ceballos.
~ — D. José Royo Gómez.
Tesorero D. Cayetano Escribano y Peix.
Vicetesorero D. Manuel Ferrer Galdiano.
Bibliotecario Srta. Mercedes Cebrián.
Comisión de Publicaciones.
D. Florentino Azpeitia. -D. Antonio Casares Gil.— D. Romualdo
González Fragoso.— D. Eduardo Hernández Pacheco. — D. Luis Lozano
Rey.— D. Antonio de Zulueta.
Comisión de Bibliografía.
D. Celso Arévalo.— D. Francisco de las Barras.— Rdo. P. Barreiro,
O. S. A. -D. José María Dusmet y Alonso.— D. Lucas Fernández Na-
varro.—D. Antonio García Várela.
SECCIÓN DE BARCELONA
Presidente Sr. Marqués de Camps.
Vicepresidente D. Arturo Caballero.
Tesorero D. Francisco Pardillo y Vaquer.
Secretario D. Emilio Fernández Qaliano. ,
SECCIÓN DE SEVILLA
Presidente honorario D, Manuel de Paúl Arozarena.
ídem efectivo D. Domingo Olazábal.
Vicepresidente D. Francisco de Anchóriz.
Tesorero D. Joaquín Novella Valero.
Secretario D. Miguel Bermejo.
Vicesecretario D. José María Soler.
JUNTA DIRECTIVA
SECCIÓN DE ZARAGOZA
Presidente D. Francisco Aranda.
Vicepresidente . D- Juan Pablo Soler.
Tesorero D. Pedro Ferrando y Más.
Secretario D. Pedro Moyano .
SECCIÓN DE GRANADA
Presidente D . Rafael López Mateos.
Vicepresidente R. P. Manuel María S. Navarro Neumann ,
Tesorero D. Juan Luis Diez Tortosa.
Secretario D. Fidel Fernández Martínez.
Comisión para el fomento del Museo regional.
D. José Taboada.— D. Francisco Simancas.— D. Manuel Diez Tor-
tosa.
SECCIÓN DE SANTANDER
Presidente D.
Tesorero — D. Luis Alaejos y Sanz.
Secretario D. Ricardo Ruiz de Pellón.
Comisión del Museo.
D. José Gómez Vega.— D. Federico Vial.-D. Orestes Cendrero.
D. José Olabe.
SECCIÓN DE SANTIAGO
Presidente D. Eugenio Labarta.
Tesorero D. César Sobrado Maestro.
SECCIÓN DE VALENCIA
Presidente honorario D. Celso Arévalo.
ídem efectivo Excmo. Sr. Conde de Montornés.
Vicepresidente limo. Sr. D. Francisco Moróte Greus.
Tesorero D. Emilio Moroder.
Secretario D. Luis Pardo y García.
Vicesecretario D. Emilio Bogani Valldecabres.
Socios fundadores
Real Sociedad Española de Historia Natural.
D. José Argumosa. t
D. Ignacio Bolívar y Urrutia.
Excma. Sra. D.* Cristina Brunetti
de Lasala, Duquesa de Man-
das, t
D. Francisco Cala, f
Excma. Sra. D.* Amalia de He-
redia, Marquesa viuda de Casa
Loring. t
Excmo. Sr. D. Miguel Colmeiro. t
D. Antonio Cipriano Costa, f
Excmo. Sr. D. Cesáreo Fernán-
dez Losada, f
D. Saturnino Fernández de Sa-
las, t
D. Manuel María José de Galdo. f
D. Joaquín González Hidalgo.
D. Pedro González de Velasco. •}
D. Ángel Guirao y Navarro, t
D. Joaquín Hysern. f
D. Marcos Jiménez de la Espa-
da, t
D, Rafael Martínez Molina, f
D. Francisco de Paula Martínez y
Sáez. t
D. Manuel Mir y Navarro. +
D. Patricio María Paz y Mem-
biela. t
Excma. Sra. Condesa de Oñate. t
D. Sandalio Pereda y Martínez, t
D. Laureano Pérez Arcas, f
D. José María Solano y Eulate. t
D. Serafín de Uhagón. t
D. Juan Vilanova y Piera. t
D. Bernardo Zapater y Marce-
nen, t
Socio numerarlo perpetuo.
D. Federico Soler Segura, f
Presidentes que fia tenido esta Sociedad desde su fundación
en 15 de marzo de 1871.
1S71-72. Excmo. Sr. D. Miguel 1896.
Colmeiro. f
1873. D. Laureano Pérez Arcas, f 1897.
1874. limo- Sr. D. Ramón Lio- 1898.
rente y Lázaro, f
1875. limo. Sr. D. Manuel Abe- 1899.
leira. f 1900.
1876. Excmu. Sr. Marqués de la 1901.
Rivera, f 1902.
1877. limo. Sr. D. Sandalio Pe-
reda y Martínez, t 1903.
1878. D. Juan Vilanova y Piera. t
1879. Excmo. Sr. D. Federico de 1904.
Botella y de Hornos, f 1905.
1880. D. José Macpherson. t
1881. D. Ángel Guirao y NaVa- 1906.
rro. t 1907.
1882. Excmo. Sr. D. Máximo La- 1908.
guna. t 1909.
1883. Excmo. Sr. D. Manuel Fer- 1910.
nández de Castro, t
1884. D. Pedro Sáinz Gutiérrez, t 1911.
1885. D. Serafín de Uhagón. f
1886. D. Antonio Machado y Nú- 1912.
ñez. t
1887. limo. Sr D. Carlos Castel 1913.
y Clemente, t
1888. Excmo. Sr. D. Manuel M. 1914.
J. deGaldo. +
1889. D. Ignacio F. de Henestro- 1915
sa, Conde de Moriana. f
1890. D. Francisco de P. Martí- 1916.
nez y Sáez. f
1891. D. Carlos de Mazarredo. t 1917.
1892. D. Laureano Pérez Arcas, t
1895. Excmo. Sr. D. Máximo La- 1918.
guna. t 1919.
1894. Excmo. Sr. Ü. Daniel de
Cortázar. 1920.
1895. D. Marcos Jiménez de la
Espada, f 1921.
D. José Solano y Enlate,
Marqués del Socorro, f
D. Santiago Ramón y Cajal.
D. Manuel Antón y Ferrán-
diz.
D. Primitivo Artigas, t
D. Gabriel Puig y Larraz. f
D. Blas Lázaro e Ibiza. f
D. Federico Olóriz y Agui-
lera, t
Excmo. Sr. D. Zoilo Es-
pejo t
D. José Rodríguez Mourelo.
D. Salvador Calderón Ara-
na, t
D. Florentino Azpeitia.
D. José Casares Gil.
U. Luis Simarro y Lacabra. f
D. José Gómez Ocana. t
D. Joaquín González Hi-
dalgo.
limo. Sr. D. Emilio Ribera
y Gómez, i
Excmo. Sr. D. Ricardo Co-
dorníu.
limo. Sr. D. Juan M. Díaz
del Villar.
limo. Sr. D. José Madrid
Moreno.
limo. Sr. D. Fernando Gar-
cía Arenal .
D. José María Dusmet y
Alonso.
D. Eduardo Hernández-Pa-
checo.
D. Gustavo Pittaluga.
D. Antonio Martínez y Fer-
nández Castillo.
D. Romualdo González Fra-
goso.
D. Manuel Aulló y Costilla.
LISTA DE SOCIOS
DE LA
REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL
EN 11 DE ENERO DE 1922
Socios protectores.
EN ESPAÑA
S. M. el Rey D. Alfonso XIII.
Excmo. Sr. D. Manuel Allendesalazar.
Excmo. Sr. Duque de Medinaceii.
Excmo. Sr. Duque de Alba.
Excmo. Sr. Duque de Luna.
Excmo. Sr. Marqués de Santa Cruz.
Excmo. Sr. D. Juan NavarrorreVerter.
Excmo. Sr. D. Dámaso Berenguer.
EN EL EXTRANJERO
S. A. S. el Príncipe Alberto de Monaco.
Sr. Marqués de Mauroy (Francia).
Socios honorarios.
Boulenger (Q.. A.), Attaché au Jardin Botanique de Bruxelles (Bélgica).
(Herpetología, Ictiología, Rodólo gí a)
Castellarnau (D. Joaquín María de), Inspector general del Cuerpo de
Ingenieros de Montes. - Segovia.
Engler (Dr. Adolf), Qeheimer Regierungsrath, Professor der Botanik,
Director des Kgl.-botanisclien Qartens und Museums.— Motz-
strasse, 89, Berlín, W.
Geikie (Sir Archibald), Director of Geological Survey of England and
Wales.— 28, Fermyn Street, S. W., Londres.
González Fragoso (D. Romualdo).— Eloy Gonzalo, 14, pral., Madrid.—
(Micología.)
Holland (William J.), Director del Museo Carnegie en Pittsburgh (Es-
tados Unidos).
Poulton (Edward B.), Profesor de Zoología en la Universidad.— Ox-
ford (Inglaterra).
Ramón y Cajal (Excmo. Sr. D. Santiago), de las Reales Academias de
Medicina y Ciencias, Catedrático en la Facultad de Medicina.
Calle de Alfonso XII, 72, Madrid.
Simón (Eugéne).— Villa Said, 16 (70, rué Pergolése), París. -(Arác-
nidos.)
Tschermak (Prof. Dr. Qustav).— Universitat, Viena.
LISTA DE SOCIOS
Socios correspondientes extranjeros (1).
Acloque (Alejandre) • -69, avenue de Segur, París.
Arnold (Dr. J).— Munich.
Balsamo (Francesco).— Via Salvator Rosa, 290, Nápo\es. — (Botánica
y principalmente al^as.)
Bedel (Louis), de la Sociedad entomológica de Francia.— 20, rué de
rodeón, París, 6e — (Coleópteros paleárticos.)
Bois (D.), Assistant au Muséum.— 15, rué Faldherbe, Saint Mandé (Sei-
ne). Francia.— (Botánica.)
Brancsik (Dr. Cari).— Trencsen (Hungría).— (Entomología.)
Bréthes (D. Juan), Conservador en el Museo Nacional, calle de Mar
Chiquita, 236, Villa General Urquiza, Buenos Aires— ( Entomología.)
Brizi (Ugo).— Museo Agrario, Vía Santa Susana, Roma.— (Botánica y
principalmente flora de Italia.)
Bucking (Dr. H.), Profesor en la Universidad.- Estrasburgo (Francia).
Burr (Malcolm), Doctor en Ciencias por la Universidad de Oxford, In-
geniero.—Strossmayerova, 6, Zagreb (yngoes\avia). — (Dermápteros
y Ortópteros.)
Cannavíello.— (Prof. Eurico).— Villa Bruno, Portici (Ñapóles).
Cari (Dr. J.), Ayudante del Museo de Historia Natural. — Ginebra (Sui-
za .—(Entomología, Miriápodos.)
Chevreux (Edouard).— Route du Cap, Bóne (hrgeMa).— (Crustáceos
anfípodos.)
Coggeshall (Arthur), Jefe del Laboratorio de Paleontología del Museo
Carnegie. — Pittsburgh (Estados Unidos).
Corbiére (Louis), Profesor de Botánica en la Universidad.— Cherburgo
(Francia).
De Toni (Pr. Dr. Joannes Baptista), Director del Jardín Botánico déla
Universidad de Módena (Italia).
Dervieux (Prof. D. Ermanno).— Vía Cario Alberto, 29, Turín (Italia).—
(Foraminíferos .)
Distant (W. L.).— Steine Haus, Selhurst Road, South Norwood, Sur-
rey (^Inglaterra), —(fíemípteros.)
Gebien (H.).— Stockardtstrasse, 21, Hamburg-Hamni.— (Coleópteros.)
Gestro (Raffaello), Doctor, Director del Museo Cívico de Historia Na-
tural.—Villeta Dinegro, GénoVa (Italia). -(Coleóptetos.)
Griffini (Dr. Achille), Profesor.— Milán (Italia). -(Entomología.)
Harlé (E.), Ingeniero.— 36, rué Emile Fourcaud, Burdeos (Francia).—
(Paleontología.)
Heckel (Edouard), Profesor en la Facultad de Ciencias.— 31 , cours Lieu-
taud, Marsella i^ranc\?í).— (Botánica.)
Horváth (Géza), Doctor en Medicina, Director del Museo Nacional de
Hungría. -Museumring, 12, Budapest (Hungría).— (^7/em/^/e/-o.y.>
Janet (Charles), Ingeniero, Doctor en Ciencias.— 71, rué Paris, Voisin-
lieu, Alione, Oise(Franc\a).— (Geología y Paleontología, Hormigas,
Avispas y Abe/as.)
Jeannel (Dr. Rene), Subdirector del Instituto Espeológico de Cluj (Ru-
mania).—C//;sec/o.s cavernícolas.)
Joubin (J.), Profesor de Zoología del Museo de Historia Natural de
París.
(1) Con el objeto de fomentar las relaciones científicas entre los socios, se in-
dica entre paréntesis y con letra bastardilla, después de las señas de su domicilio,
si el socio cultiva en la actualidad más especialmente algún ramo de la Historia
Natural.
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 9
Kheil (Napoleón M.). Profesor en la Escuela de Comercio, Socio del
Club de Historia Natural de Praga y de las Sociedades Entomo-
lógicas de Berlín, Stettin y Dresde.— National, 38, Praga (Checoes-
lovaquia).
Knudson (Dr. Lewis), Profesor de la Universidad Cornell, Ithaca, N. Y.
(Estados unidos).— (Fisíoloffía vegetal.)
Lagerheim (Prof. Qustav), Profesor en la Universidad de Estocolmo.
(Botánica sudamericana.)
Leclerc du Sablón (M.), Profesor en la Universidad de Toulouse
(Francia).
Lesne (Pierre), Ayudante de Entomología del Museo de Historia Natu-
ral, 55, rué de Buffon, Paris. 5e (Francia).— f Entomología. )
Lewis (Jorge).— 87, Frant Road, Tumbridge Welis (Inglaterra).— fCo-
leópteros del Japón e Histéridos.)
Mangin (Louis), Director del Museo de Historia Natural de París.—
(Botánica.)
Martin (Rene), Abogado.— 20, rué d'Angouléme, París, IQe (Francia).
(Neurópteros de Europa y Odonatos.)
Meunier (Stanislas), Profesor de Geología del Museo de Historia Na-
tural.—3, quai Voltaire, Par\s.—(Utología )
Montandon (Arnald L.). -Filaréte, Strada Viilor, Bucarest (Rumania),
(Hemípteros, principalmente Heterópteros.)
Olivier (Henry).-Baroches-au Houlme (Orne), Francia.
Piccioli (Comm. Francesco), Director del Instituto Forestal.— Va-
llombrosa {Italia).— (Botánica.)
Piccioli (Dott. Lodovico), Prof. ord. di Selvicoltura, Apicoltura e Tec-
nología nel R.° Instituto superiore Forestal. -Florencia (Italia).—
(Botánica.)
Porter (Dr. Carlos E.), Director del Museo y Laboratorio de Zoología
aplicada y Catedrático de Zoología general. Entomología y Micros-
copia del Instituto Nacional Agronómico; Director y fundador de la
Revista Chilena de Historia Natural y de los Anales de Zoología
Aplicada; Director de la obra Fauna de Chile; Oficial de Instrucción
pública; «Chevalierí> del Mérito Agrícola, etc. Dirección postal: Ca-
silla, 2.974, Santiago (Chile).— (Histología normal, Crustáceos decá-
podos, Longicornios, Hemípteros heterópteros, Cóccidos, Agromy-
zidae y Bibliografía zoológica de la América latina.)
Richard (Jules), Doctor en Ciencias, Director del Museo Oceanógra-
fico.— Monaco . — (Crustáceos inferiores.)
Salomón (Dr. W.).— Instituto Mineralógico de la Universidad.— Hei-
delberg (Alemania).
Schouteden (H.).— Bruselas.- (Hemípteros.)
Schulthess (Antón V.), Doctor en Medicina.— Wasserwerkstrasse, 53,
Zurich (Suiza).— (Entomología, Ortópteros e Himenópteros.)
Thomas (Prof. Oldfield), British Museum, Londres. - (Mamíferos.)
Torre (D. Carlos de la). Catedrático en la Universidad de la Habana
(Cuba).
Turnez (W. Henry), de la Comisión Geológica.— Washington (Estados
U nidos) . — (Geología .)
Verneau (Dr. Rene), Profesor en el Museo de Historia Natural.—
48, rué Ducouédic, París 14e (Francia).
Washing^ton (Dr. Henry St.). Locust, Mammouth Co., N. J. (Estados
Unidos).
Weise (J.). — Griebenowstrasse, 16, Berlín, n. 57. — (Coleópteros^
esp. Curculiónidos y Crisomélidos.)
10 LISTA DE SOCIOS
Socios numerarios (D
1918. Academia de Infantería.— Toledo.
1912. Aguilar-amat (D. Juan Bautista), Ingeniero Industrial.— Bar-
celona.
1919. Aguilar Blanch (D. Romualdo), Médico. — Pasaje de Monistrol,
4, Valencia. -(Mamíferos p Aves.)
1903. Aguilar y Carmena (D. Fernando), Farmacéutico, Director de
la Estación de Biología Vegetal.— Illescas (Toledo).— f^/o/o^-za
vegetal.)
1918. Aguiló Forteza (D. Francisco de S.), Licenciado en Ciencias
Naturales. -Salud, 8 y 10, Madrid.
1902. Alabern (D. Enrique), Doctor en Medicina.— Borne-Pelaires
104, Palma de y^aWoxcdi. —(Citología general e Histología.
1897. Alaejos y Sanz (D. Luis), Doctor en Ciencias, Director del La
boratorio de Biología marina.— Castelar, 19, Santander.
1922. Alberca (D. Román), Estudiante de Medicina.- Moratín, 48,
Madrid.
1921. Albricias Goetz (D. Lincoln), Licenciado en Ciencias Naturales
Bravo Murillo, 69, Madrid.
1920. Alcantarilla Escamilla (R. P. Fernando), Prefecto de las Es
cuelas Pías, Profesor de Fisiología e Higiene. -Valencia.
1921. Alcobé Noguer (D. Santiago), Alumno de Ciencias Naturales
Barcelona.
1914. Aleonada González (D. Ángel), Licenciado en Ciencias Natura
les.— Alonso Fernández de Madrid, 2, Palencia.
1917. Aldama Herrero (D. Ricardo), Auxiliar de la Facultad de Cien
cias.— Oviedo.
1920. Almarche Vázquez (D. Francisco), Presidente de «Lo Rat Pe
nat» y Profesor ayudante del Instituto.— Valencia.
1921. Alonso Rodríguez (D. Julián), Alumno de Ciencias Naturales
Valverde, 11, Madrid.
1920. Alluaud (Mr. Charles), Consérvateur du Muséum de l'Institut
scientifique chérifien.— Rabat (Marruecos). - fZoo/o^^/í?.^
1914. Alvarado Fernández (D. Salustio), Catedrático en el Instituto
Gerona.
1915. Alvarez de Toledo (D. Ramón), Profesor auxiliar de la Facul
tad de Medicina.— Granada.
1919. Alvarez López (D. Enrique), Catedrático en el Instituto.—
Huesca.
1920. Anchóriz (D. Francisco de), Ingeniero Agrónomo.— Sevilla.
1908. Andreu y Rubio (D. José), Profesor de Historia Natural en el
Seminario de Orihuela (Alicante).
1875. Antón y Ferrándiz (D. Manuel), Director del Museo de Antro-
pología, Catedrático jubilado de la Facultad de Ciencias,
Olózaga, 5 y 7, ^2iáx\di.—( Antropología.)
1894. Aragón y Escacena (D. Federico), Doctor en Ciencias Natura-
les, Catedrático en el Instituto.— León.
1917. Aragón y Escacena (D. Francisco), Ayudante del Instituto.—
León.
1905. Aranda y Millán (D. Francisco), Catedrático de Zoología en la
Universidad.— Coso, 110, Zaragoza.
1920. Aranegui Coll (D. Pedro), Alumno de Ciencias Naturales.—
Castilla, 15, Vitoria.
(1) El nombre de los socios numerarios va precedido de la cifra que indica el
año de su admisión en la Sociedad, y el de los socios fundadores y vitalicios, de
las abreviaturas S. F. y S. V., respectivamente.
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 41
1885. Aranzadi y Unamuno (D. Telesforo), Doctor en Farmacia y en
Ciencias Naturales, Catedrático de la Facultad de Ciencias
de la Universidad.— Cortes, 655, 5.°, 2.*, Barcelona. — ('^In/ro-
pologia y Botánica.)
1918. Ardanaz (D. Félix), General Jefe de Estado Mayor de la 7." Rq-
^xón. — "^ a\\^áo\\á.—( Entomología .)
1910. Ardiz Acha (D. Manuel). - Paseo de Pamplona, 7, Zaragoza.
1909. Ardois (D. Juan). -Alberto Aguilera, 60, N[adñd.- (Coleópte-
ros del Globo.)
1905. Areses (D. Rafael), Ingeniero Jefe del Distrito forestal de Pon-
tevedra—Santa Clara, 25, Pontevedra.
1902. Arévalo Carretero (D. Celso), Doctor en Ciencias Naturales,
Jefe de la Sección de Hidrobiología del Museo Nacional de
Ciencias Naturales.— Ayala, 82, lAa.ár\á.— (Hidrobiología.)
1915. Arias de Olavarrieta (D. José), Licenciado en Ciencias Natu-
rales.—Luna, 25, Madrid.
1872. Ateneo científico y literario (Biblioteca del). - Prado, 21, Madrid.
1917. Ateneo Conquense. — Mariano Catalina, 50, Cuenca.
1915. Ateneo de Santander.
1917. Ateneo de Sevilla.
1919. Ateneo de Soria.
1920. Ateneo Mercantil (Biblioteca del). - Valencia.
1912. Aulló y Costilla (D. Manuel), Profesor de la Escuela de Inge-
nieros de Montes, Director del Laboratorio de la Fauna Fo-
restal Española.- Ferraz, 40, Madrid.
1897. Azpeitia y Moros (D. Florentino), Profesor en la Escuela de
Minas.— Príncipe de Vergara, 25, Niaár\á.—(Malacología v
Diatomeas.)
1917. Báez Velasco (D. Eligió).- Puerta del Sol, 6, Madrid.
1921. Báguena Corella (D. Luis), Alumno de Medicina.— San Vicen-
te, 122, Valencia.
1919. Báguena Ferrer (D. Ramón), Alumno de Derecho.— Peris y
Valero, 40, Valencia.
1904. Bahía y Urrutia (Excmo. Sr. D. Luis), Abogado, ex Senador
del Reino, Caballero Gran Cruz de la Real Orden de Isabel
la Católica.— Almagro, 29, lAdiáñá.- (Agricultura.)
1919. Balaguer Ferrer (D. Rafael), Profesor de Ciencias Naturales
de la Escuela Normal de Palma de Mallorca.
1915. Balasch Bosch (R. P. Jaime), Profesor de Historia Natural. -
Colegio de San José, Valencia.
1906. Balguerias y Quesada (D. Eduardo), Conservador de Herba-
rios del Jardín Botánico y Auxiliar de la Universidad.— Sil-
va, 44, 5.°, Madrid.
1920. Barandiarán (U. Miguel), Profesor del Seminario de Vitoria.
(Prehistoria.)
1914. Barbera Martí (D. Faustino), Doctor en Medicina y Cirugía,
Director de la Revista valenciana de Ciencias Médicas.— Ca-
balleros, 16, Valencia.
1915. Barnet (D. Ricardo), Profesor de la Escuela Alemana.— Bar-
celona.
1891. Barras de Aragón (D. Francisco de las), Catedrático de An-
tropología de la Universidad Central, Jefe de la Sección de
Etnografía del Museo Antropológico —CoVarrubias, 21, lAa.-
ár\á.-( Antropología.)
1901. Barreiro Martínez (R. P. Agustín), Agustino, Doctor en Cien-
cias Naturales.— Madrid— fA/í7t?/'e/7orfls.j
1895. Bartolomé del Cerro (D. Abelardo), Catedrático de la Univer-
sidad—Valladolid.
1920. Bartual Moret (D. Juan), Catedrático de Histología de la Uni-
versidad.—Embajador Vich, 1, Wa\encia.— (Histología.)
12 LISTA DE SOCIOS
1918. Bataller Calatayud (D. José R.), Doctor en Ciencias Natura-
les.— Barcelona.
1916. Beato y Pérez (D. José), Alumno de Ciencias.— Ledesma (Sa-
lamanca).
1911. Beatty (Beatrice M.).-Harboro Road, 36, Northampton (Ingla-
terra).
1920. Belenguer (Rvdo. P. Miguel), Profesor de las Escuelas Pías.—
Valencia.
1912. Bellido y Golferichs (D. Jesús María), Catedrático de la Fa-
cultad de Medicina. — Granada.
1906. Beltrán Bigorra (D. Francisco), Catedrático de la Universidad
y Director del Jardín Botánico. — Pizarro, 10, Valencia.— C^o-
tánica )
1919. Benaches Ansína (D. José María), Profesor Ayudante del Ins-
tituto.—Valencia.
1905. Benedito (D. José María), Jefe del Laboratorio de Taxidermia
del Museo Nacional de Ciencias Naturales —María de Moli-
na, 19, Madrid.
1912. Benedito (D. Luis), Escultor taxidermista del Museo Nacional
de Ciencias Naturales.- María de Molina, 19, Madrid.
1912. Benisa (R. P. Fr. Melchor de), Director del Observatorio.—
Totana (Murcia).
1922. Benítez Mellado (D. Francisco), Ayudante artístico de la Co-
misión de Investigaciones paleontológicas y prehistóricas.—
Ponzano, 32, Madrid.
1915. Benjumea Calderón (D. Antonio), Ingeniero de Minas.— Sevilla.
1920. Bernaldo de Quirós (D. José Luis), Preparador del Museo Na-
cional de Ciencias Naturales.— Marqués de Urquijo, 25, Ma-
drid.— (Entomología .)
1920. Bermejo Duran (D. Miguel), Ingeniero de Montes— Sevilla.
1920. Bermejo Vida (Exorno. ^Sr. D. Luis), Catedrático de la Facul-
tad de Ciencias. -Salva, 10, Valencia.
1910. Berraondo (D. Manuel), Catedrático de Historia Natural en el
Instituto.— Albacete.
1903. Bescansa Casares (D. Fermín), Catedrático de Historia Natu-
ral en el Instituto. — Real, 27, La Corüña.—fBofánica.)
1921. Bescansa Casares (D. Luis), Farmacéutico militar.— Madrid.
1922. Biblioteca Municipal de Santander.
1919. Biblioteca Municipal de Sevilla.
1898. Blas y Manada (D. Macario), Doctor en Farmacia.- Cuesta de
Santo Domingo, 20, Madrid.
1901. Bofill (D. José María), Doctor en Medicina.— Aragón, 281, Bar-
celona.
1919. Bogani Valldecabres (D. Emilio), Alumno de Medicina.— Pela-
yo, 37, Venencia.— (Histología.)
1912. Bolívar y Pieltain (D. Cándido), Conservador de Entomología
del Museo Nacional de Ciencias Naturales.- Goya, 29, ¡Aa-
drid.— (Coleópteros y Ortópteros.)
1913. Bolívar y Pieltain (D. Ignacio), Doctor en Medicina, Ayudante
del Instituto de Radiactividad.- Lavapiés, 10, Madrid.
S. F. Bolívar y Urrutia (D. Ignacio), Director del Museo Nacional de
Ciencias Naturales y del Jardín Botánico, Catedrático jubi-
lado de la Facultad de Ciencias. -Goya, 29, Madrid. -^Or-
tópteros, Hemípteros y Crustáceos.)
1915. Bolos y Vayreda (D. Antonio), Farmacéutico. -San Rafael, 28,
Olot (Gerona).— (Botánica.)
1920. Bonet Sanchís (D. Julio).- Rey D. Jaime, 9, Valencia.— ("Co-
leópteros y Paleontología.)
1909. Bordas Celma (R. P. Manuel), Sch. P.- Escuelas Pías de Sa-
rria (Barcelona).
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 13
1898. Borobio (Excmo. Sr. D. Patricio), Decano y Catedrático de la
Facultad de Medicina, Gran Cruz de Isabel la Católica. —
Coso, 43-45, Zaragoza. -(Pediatría.)
1872. Boscá y Casanoves (D. Eduardo), Licenciado en Medicina, Ca-
tedrático honorario de la Facultad de Ciencias de la Univer-
sidad, Director del Museo Paleontológico —Avenida de los
Aliados, E. B., Valencia. -(Reptiles de Europa.)
1900. Boscá y Seytre (D. Antimo), Doctor en Ciencias, Catedrático
en el Instituto.— Avenida de Navarro Reverter, 24, Valencia.
(Mineralogía y Paleontología.)
1918. Botey Mateu (D. Timoteo), Licenciado en Ciencias Naturales.
Barcelona.
1916. Breuil (M. Henry), Profesor en el Instituto de Paleontología
humana, 1, rué Rene Panhard, París.
1912. Brolemann (H. W.).- Boíte, 22, Pau (Bajos Pirineos, Francia).
S. V. (Entomología general, especialmente Miriápodos.)
1901. Brugués y Escuder (D. Casimiro), Doctor en Farmacia y en
Ciencias.— Bruch, 66, Barcelona.— (Histología vegetal.)
1883. Buen y del Cos (D. Odón de), ex Senador, Director del Insti-
tuto Español de Oceanografía, Catedrático de Mineralogía y
Botánica en la Universidad Central.— Lagasca, 116, Madrid.
(Biología marina.)
1915. Buen y Lozano (D. Fernando de). Licenciado en Ciencias y
Alumno de Farmacia. — Lagasca, 116, Madrid.
1911. Buen y Lozano (D. Rafael de). Jefe de Sección del Instituto Es-
pañol de Oceanografía, Catedrático excedente. — Madrid.
1916. Buen y Lozano (D. Sadi de), Licenciado en Medicina.— Lagas-
ca, 116, Madrid.
1918. Buñuel (D. Luis).— Residencia de Estudiantes— Madrid.— ^£'/í-
tomología.)
1915. Busquéis Mollera (D. Narciso), Licenciado en Ciencias Natu-
rales. - Bañólas (Gerona).
1921 . Bustinza Lachiondo (D. Florencio), Alumno de Ciencias Natu-
rales. - Palma, 11, pral., Madrid.
1901 . Caballero (D. Arturo), Catedrático de la Universidad.— Univer-
sidad, 110, Barcelona
1915. Caballero (D. Justo), Alumno de Ciencias.- Barcelona.
1908. Cabeza de León (D. Salvador), Catedrático de la Facultad de
Derecho en la Universidad, Santiago.
1912. Cabré y Aguiló (D. Juan).— Martín de los Heros, 2, Madrid.—
(Espeleología.)
1902. Cabrera y Díaz (D. Agustín), Doctor en Ciencias, Catedrático
en el Instituto. - Laguna de Tenerife (Canarias).
1891 . Cabrera y Díaz (D. Anatael), Médico cirujano.— Laguna de Te-
nerife (Canarias) — (Himenópte ros , Véspidos, Euménidos y
Mas áridos del Globo.)
1896. Cabrera y Latorre (D. Ángel), Agregado al Museo Nacional de
Ciencias Naturales; Caballero de la Orden civil de Alfon-
so XÍI.— Claudio Coello, 115, Niaáñá.— (Mamíferos y Dibujo
científico.)
1901 . Calleja y Borja Tarrius (D. Carlos), Catedrático en la Facultad
de Medicina —Cortes, 248, pral., Barc%\ox\a.-( Histología.)
1910. Cambronero y González (D. Saturnino), Farmacéutico militar.
Veneras, 1 y 3, 1." dcha., Madrid.
1920. Campos Fillol (D. Juan), Catedrático de Higiene y Bacteriolo-
gía de la Facultad de Medicina.— Pi y Margall, 1, Valencia.
1920. Campos Fillol (D. Rafael), Doctor en Medicina, Profesor auxi-
liar de la Facultad.— Pi y Margall, 1, Valencia. (Histología.)
1889. Camps (Sr. Marqués de). Diputado a Cortes. — Canuda, 16,
principal, Barcelona.
14 LISTA DE SOCIOS
1916. Canals Carreño (D. Juan), Alumno de Ciencias Naturales.—
Barcelona.
1914. Candau y Pizarro (D. Feliciano), Rector y Catedrático de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad. -Sevilla.
1921. Candel Vila (D. Rafael), Licenciado en Ciencias Naturales.—
Espíritu Santo, 24, 2.", Madrid.
1921. Cañizo Gómez (D. José del). Ingeniero Agrónomo.— Reyes, 7,
Madrid .
1913. Carandell y Pericay (D. Juan), Doctor en Ciencias Naturales,
Catedrático en el Instituto - Cabra.— (Geología)
1905. Carballo (D. Jesús), Licenciado en Ciencias.— Silva, 34, lAa-
áñá.— (Espeleología .)
1919. Cárdenas Villar (D. Federico), Alumno de Ciencias Naturales.
Castelar, 4, Ciudad Real.
1922. Carmona (D. José), Maestro Nacional.— Balsicas (Murcia).
1918. Carrión y Carrión (D. Pascual), Ingeniero Agrónomo.— San
Fernando, 29. Sevilla.
1922. Casado y García (D. Lorenzo J.), Ingeniero de Montes— Se-
villa.
1901. Casamada Mauri (D. Ramón). —Pelayo, 17, 2.°, Barcelona.
1919. Casanova Dalfó (limo. Sr. D. José), Doctor en Medicina y Ci-
rugía.—San Vicente, 151, Valencia.
1911. Casan (Rvdo. P. Ignacio), Profesor de Historia Natural en el
Colegio de Altos Estudios de la Orden Escolapia. — Irache
(Navarra).
1901. Casares Gil (limo. Sr. D. Antonio), Teniente Coronel de Sani-
dad Militar.— Plaza de Santa Catalina, 2, Madrid —(Hepáti-
cas Y Musgos.)
1901 . Casares Gil (Excmo. Sr. D. José), Catedrático de la Facultad
de Farmacia, Senador del Reino.— Plaza de Santa Catalina,
2, Madrid. — (Análisis químico mineral.)
1906. Cascón y Martínez (D. José), Ingeniero Agrónomo. — Ciudad
Rodrigo.
1901. Casino de Zaragoza.
1911. Castaños Fernández (D. Emiliano), Catedrático del Instituto.
Plaza Arravaleta, 9, Mahón.
1912. Castro y Barea (D. Pedro), Doctor en Ciencias Naturales.—
Eloy Gonzalo, 6, Madrid.— (Mineralogía.)
1905. Castro y Pascual (D. Francisco), Catedrático de la Facultad de
Farmacia, Secretario general de la Universidad. — Val ver-
de, 9, Madrid.
1919 . Cátedra de Agricultura del Instituto general y técnico de Toledo.
1921. Cátedra de Historia Natural del Colegio de Escuelas Pías de
Granada.
1921, Cátedra de Historia Natural del Instituto de Las Palmas (Ca-
narias).
1907. Cátedra de Mineralogía y Botánica de la Universidad-— Madrid.
1901. Cátedra de Mineralogía y Botánica de la Universidad de San-
tiago.
1916. Cátedra de Mineralogía y Zoología de la Facultad de Farmacia
de la Universidad de Santiago.
1914. Cavero Martínez (D. Isidoro), Licenciado en Ciencias Natura-
les.—Sagasta, 3, Madrid.
1884. Cazurro y Ruiz (D. Manuel), Doctor en Derecho y en Ciencias
Naturales, Catedrático en el Instituto.— Paseo de Gracia, 78,
^arcQ\or\a.- (Prehistoria y Micrografía.)
1918. Ceballos (D. Gonzalo), Ingeniero de Montes.— Martín de los
Heros, 56, Madrid.— (Entomología.)
1921. Ceballos (D. Luis), Ingeniero de Montes.- Martín de los He-
ros, 56, Madrid.- (Botánica.)
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 15
1920. Cebrián F. Villegas (D.* Dolores), Profesora de la Escuela
Normal de Maestras.- Fuencarral, 114, S.", Madrid.— ('F/s/o-
logia vegetal.)
1920. Cebrián F. Villegas (D.* Mercedes).- Fuencarral, 114, 3.*>,
Madrid.
1905. Cendrero (D. Orestes), Doctor en Ciencias Naturales, Cate-
drático en el Instituto. — Concordia, 9, Santander.
1916. Cerralbo (Excmo. Sr. Marqués de).- Ventura Rodríguez, 2,
Madrid.
1920. Cervera Moltó (D. Augusto), Doctor en Medicina, Profesor
Ayudante de Histología de la Facultad de Medicina.- Pintor
Sorolla, 26, Walencia.—f Hi'sto/ogi'a.J
1891 . Chaves y Pérez del Pulgar (D. Federico), Doctor en Ciencias
Físico-Químicas, Director del Museo regional.— Córdoba.—
(Mineralogía y Cristalografía.)
1915. Cillero y Ángulo (D. José), Catedrático en el Instituto.— Soria.
1913. Cillero y Ángulo (D. Marcelino), Catedrático en el Instituto.—
Burgos.
1920. Clermont (Mr. Joseph).-162, rué Jeanne d'Arc prolongée,
París, 15e .—(Coleópteros.)
1916. Codina (D. Ascensio).- La Roca, Sarria, Barcelona.— ^//jseí?-
tos de Cataluña.)
1875. Codorníu (Excmo Sr. D. Ricardo). Inspector general jubilado
del Cuerpo de Ingenieros de Montes, Gran Cruz de Isabel la
Católica y del Mérito Agrícola.— Paseo del Malecón, letra C,
Murcia.
1914. Cogolludo y Bejerano (D. José María) Doctor en Ciencias y
Farmacia.— Gal vez (To\edo).— (Botánica y Zoocecidias.)
1904. Colegio de Santo Domingo— Orihuela (Alicante).
1919. Colegio del Beato Juan de Rivera, de Burjasot (Valencia).
1920. Colom (D. Guillermo).— Isabel II, 21 y 23, Soller (Mallorca).—
(Protozoos.)
1914. Conde Diez (D. Enrique), Ingeniero de Minas.— Claudio Coello,
13, Madrid.
1892. Corrales Hernández (D. Ángel), Catedrático en el Instituto.—
Ciudad Real.
1872. Cortázar (Excmo. Sr. D. Daniel de). Senador del Reino, Ins-
pector general jubilado del Cuerpo de Ingenieros de Minas,
de las Reales Academias de la Lengua y de Ciencias Exactas,
Físicas y Naturales.— Velázquez, 16, hotel, Madrid
1920. Cortés Contreras (D. Antonio), Farmacéutico.— Granada.
1920. Cortés y Latorre (D. Cayetano), Doctor en Farmacia y Alumno
de Ciencias Naturales.- Ventura Rodríguez, 6, Madrid.
1918. Crespí Salón (D. Andrés), Alumno de Ciencias. - Barcelona.
1915. Crespí y Jaume (D. Luis), Catedrático en el Instituto Escuela-
Palafox, 12, Madrid. (Fisiología vegetal.)
1920. Cross (Mr. Richard B.).- Fernanflor, 6, Madrid.
1902. Cru y Marqués (D. Enrique), Naturalista preparador.— San Vi-
cente, 245, Valencia. — fO/-/7//o/o¿7G }' Oologia )
1903. Cruz (D. Emiliano de la), Ingeniero jefe de las minas de Ribas
(Gerona), de las Sociedades geológicas de Londres Francia,
Bélgica e Italia, etc., Ingeniero graduado de los Institutos de
Minas de Londres y de Newcastle.— Minas de Ribas (Gerona).
1902. Cruz Nathan (D. Ángel B. de la). Profesor Ayudante en el Ins-
tituto.- Libertad, 204, Cabañal {y Q\ewc\a).— (Zoología.)
1915. Cuesta Urcelay (D. Juan), Licenciado en Ciencias Naturales.—
Martín de los Heros, 57, Níaáñá.- (Botánica.)
1919. Cuñat (R. P. Salvador), Sch. P., Prefecto y Profesor de Histo-
ria Natural en las Escuelas Pías de Alcira (Valencia).— ("F/om
de Alcira.)
Í6 LISTA DE SOCIOS
1912. Cus! y Ventades (D. Ernesto), Doctor en Ciencias, Conserva-
dor interino de Osteozoologia del Museo Nacional de Ciencias
Naturales. — Ferraz. 94, Madrid.
1910. Dantín y Cereceda (D. Juan), Catedrático en el Instituto Es-
cuela.—Nicasio Gallego, 6, Madrid.
1910. Darder Pericas (D. Bartolomé), Catedrático en el Instituto.—
Tarragona.- (Estratigrafía.)
ava-Nueva CExcmo. Sr. Coi
1920. Daya-Nueva (Excmo. Sr. Conde de), Ingeniero Jefe del Distrito
forestal.- Valencia.
1908. Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Sala-
manca.
1913. Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad.— Valla-
dolid.
1920. Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad.— Va-
lencia.
1921. D'estoup y Barrio (D. Fernando). — Ferraz, 1, principal,
Madrid.
1902. Deulofeu (D. José), Catedrático de Química inorgánica en la
Facultad de Farmacia.— Santiago.
1918. Díaz Llanos (D. Eduardo).— Huelva.—(^P/-eA/5/o/-/£7.j
1890. Díaz del Villar (limo. Sr- D. Juan Manuel), Doctor en Medici-
na, Catedrático en la Escuela de Veterinaria, Consejero de
Sanidad.— Atocha, 114 duplicado, Níadrid.— (Epizoarios y
Entomozoarios.)
1920. Díaz Rodríguez (D. Bautista), Ingeniero de Montes. -Quintana,
20, N[adr\d.— (Entomología.)
1899. Díaz Tosaos (R. P. Filiberto), Doctor en Ciencias, Conserva-
dor en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.— Fuenca-
rral, 155, Madrid.
1901 . Diez Tortosa (D. Juan Luis), Catedrático en la Facultad de
Farmacia. — Reyes Católicos, 47, Granada. — (Botánica.)
1907. Diez Tortosa (D. Manuel), Licenciado en Ciencias Naturales.—
Granada.
1911. Dodero (D. Agostino), fu Gno. — Via Gropallo, 6-5; Casella
S. V. póstale, 1.160, Genova ([iaWa).- (Coleópteros de Europa.)
1915. Domínguez (D. Baldomcro), Catedrático de Historia Natural
en el Instituto. -Almería.
1917. Domínguez y Montero (D. Pedro), Alumno de Ciencias Natu-
rales. - Línea del Tajuña. -Albalate de Zorita.
1917. Doreste y Betancor (D. Federico), Profesor normal.— Doctor
Santero, 5, Madrid.
1903. Dulau (M.).- 34-36, Margaret Street, Cavendish Square, Lon-
dres.
1890. Dusmet y Alonso (D. José M.*), Doctor en Ciencias Naturales,
Naturalista agregado al Museo Nacional.— Claudio Coello, 19,
ÍAadr\d.—(Himenópteros.)
1909. Eguren y Bengoa (D. Enrique de), Catedrático de la Universi-
dad.—Oviedo.
1898. Eleizegui (D. Antonio), Catedrático en la Facultad de Farma-
cia.—Plaza de la Universidad, 5, tercero, Santiago.
1888. Elizalde y Eslava (D. Joaquín), Catedrático de Historia Natu-
ral en el Instituto.- Logroño.
1912. Escalas Real (D. Jaime), Doctor en Medicina, Médico de nú-
mero del Manicomio provincial.— Salellas, 2, Palma de Ma-
llorca.
,1902. Escribano (D. Cayetano), Conservador del Museo Nacional de
Ciencias Naturales, Profesor auxiliar de la Facultad de Cien-
cias.—Colmenares, 6, Madrid.
1918. Escribano (D. Marcial), Licenciado en Ciencias Naturales.—
Villar de Gallimazo (Salamanca).
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 17
1872. Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (Biblio-
teca de la). -Alfonso XII, Madrid.
1872. Escuela de Ingenieros de Montes (Biblioteca de la).— Madrid.
1894. Escuela de Veterinaria de Madrid.
1917. Escuela Normal de Maestras de Guipúzcoa —San Sebastián.
1917. Escuela Normal de Maestras de Vizcaya— Bilbao.
1921 . Escuela Normal de Maestras de Palma de Mallorca.
1905. Escuela Normal de Maestros de Granada.
1917, Escuela Normal de Maestros de Sevilla.
1915. Escuela Superior de Comercio de Málaga.
1919. Escuela Profesional de Comercio de Valencia.
1921 . Escuelas de Artesanos y Artes y Oficios. — Valencia.
1920. Escuelas Pías de Utiel (R. P. Profesor de Historia Natural de
las).- Utiel (Valencia).
1921 . Escuelas Pías de Gandía (R. P. Profesor de Historia Natural
de las). — Gandía (Valencia).
1907. Espejo y Casabona (D. Francisco), Regente de la Escuela
Normal de Maestros.- San Matías, 17, Granada.
1920. Espinosa (D. P.) — La Granja. Santiago de Cliile.
1902. Esplugues Armengol (D. Julio), Licenciado en Ciencias Natu-
rales, Profesor auxiliar del Instituto, Jardinero 2.° del Botáni-
co.—Hospital, 12, Valencia.— (Botánica.)
1920. Esquivias Zurita (D. Antonio), Ingeniero de Montes.- Sevilla.
1921. Estación Entomológica (Ingenieros de Montes). -Cuéllar (Se-
govia).
1921. Estación Entomológica (Ingenieros de Montes).— Mérida (Ba-
dajoz).
1921 . Estación Entomológica (Ingenieros de Montes).— Villanueva de
Córdoba (Córdoba),
1905. Estación de Biología marina. -Puerto Chico, Santander.
1920. Estación de Sismología de Toledo.
1921 . Esteban Ballester (D. José María), Licenciado en Ciencias quí-
micas, Profesor ayudante del Instituto. — Clavé, 10, Valencia.
1920. Esteban de Faura (D. Antonio), Ingeniero Agrónomo, Director
de la Estación olivarera. -Hellín.
1917. Estébanez (D. Rosendo), Doctor en Farmacia —Soncillo (Bur-
gos).
1914. Ezquieta y Arce (D. Joaquín), Médico y Licenciado en Ciencias
Naturales. — Lecaroz (Baztán), Navarra.
1906. Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada.
1917. Facultad de Ciencias de la Universidad de Murcia.
1903. Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada.
1914. Fallot (M. Paul).— Laboratoire de Géologie, Place Notre Dame,
Grenoble (Francia).
1909. Faura y Sans (D. Mariano), Presbítero, Profesor auxiliar en la
Facultad de Ciencias —Valencia, 234, principal, 1.", Barce-
lona.
1914. Fenech(D. Rafael), Ingeniero. - Granada.— (Crisíalografía quí-
mica)
1920. Feo Cremades (D. José), Licenciado en Derecho y Filosofía y
Letras, Profesor auxiliar en el Instituto.— Platerías, 6, Va-
lencia.
1910. Fernández (R. P. Ambrosio), Agustino.— Colegio de Calatra-
va.— Salamanca. - (Lepidópteros.)
1914. Fernández Aguilar (D, Rafael), Ingeniero de Minas.— Veláz-
quez, 64, Madrid.
191 1 . Fernández Alonso (D.'' Juana), Profesora en la Escuela Normal
de Maestras de Jaén.
1922. Fernández Cid (D. Carlos), Alumno de Ciencias Naturales.—
Pardiñas, 14, Madrid.
Tomo xxi .—Enero, 1922. 2
18 LISTA DE SOCIOS
1904. Fernández Gallano (D. Emilio), Catedrático en la Facultad de
Ciencias de la Universidad.- Universidad, 108,2.°. Barcelona.
1914. Fernández Hernández (D. Alfredo), Profesor de Historia Na-
tural en el Colegio de Cervantes.— Hernán Cortés, 19, Va-
lencia.
1914. Fernández Martí (D. José), Doctor en Medicina y Cirugía y en
Ciencias Naturales, Jardinero mayor del Botánico. — Caballe-
ros, 15, Valencia.
1907. Fernández Martínez (D. Fidel), Médico. -San Antón, 71, Gra-
nada.
1916. Fernández Montesinos (D. Gregorio), Médico.- Granada.
1890. Fernández Navarro (D. Lucas), Catedrático de Cristalografía
y Mineralogía en la Facultad de Ciencias, Jefe de la Sección
de Mineralogía del Museo Nacional de Ciencias Naturales.—
Velázquez, 64, Madrid.
1913. Fernández Nonídez (D. José), Cornell Medical College, First
Avenue and 28 th Street, Nueva York.,
1921. Fernández Ortega (D.^ María Victoriaj, Profesora de la Es-
cuela Normal. — Lugo
1917. Fernández Riofrío (D Benito), Profesor auxiliar de la Facultad
de Ciencias.— Barcelona.
1919. Ferrán Degrie (D. Antonio), Profesor de la Escuela de Ingenie-
ros Industriales.— Claris, 112, Barcelona.
1900. Ferrando y Más (D. Pedro), Catedrático de Mineralogía y Bo-
tánica en la Universidad.— Paseo de Sagasta, 9, Zaragoza.
1912. Ferré Gomis (D. Roberto). - Barcelona.
1914. Ferrer Merín (R. P. Francisco), Rector del Colegio de la Con-
cepción de Onteniente (Valencia).
1907. Ferrer Hernández (D. Francisco), Profesor auxiliar en la Uni-
versidad.—Sierpe, 3, ^^áñá - ( Esponjas .)
1915. Ferrer y Galdíano (D. i^\anuel), Conservador interino de Hi-
drobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales. — Pa-
seo de Recoletos, 37, N^aáúá.— (Crustáceos .)
1879. Flórez y González (D. Roberto). — Cangas de Tineo (Asturias).
(Entomología)
1901 . Folch y Andreu (D. Rafael), Catedrático de la Facultad de Far-
macia.—Augusto Figueroa, 11 y 15. Madrid.
1921. Font de Mora Lloréns, Ingeniero Agrónomo, Profesor de la
Granja Escuela de Agricultura. — Valencia.
1912. Font Quer (Dr. Pío), Licenciado en Ciencias y Farmacéutico
militar— Sicilia, 26 bis, Barcelona- (Botánica.)
1918. Fontana Company (D. Mario A.), Ingeniero Mecánico. Nueva
Palniira (Uruguay).- (Moluscos.)
1914. Fraga Torrejón (D. Eduardo de). Inspector de primera Ense-
ñanza.- Montesdeoca, 8, Las Palmas (Gran Canaria).
1910. Franganillo Balboa (P. Pelegrín), S. J., Profesor en el Cole-
gio de Belén, Habana (Cuba). -Apartado 221.- (Aracnologia
y en especial Araneologia.)
1917. Frankowski (D. Eugeniusz), Ayudante en el Instituto Antropo-
lógico de la Universidad.- Grodzka, 55, Cracovia.— ^/1/7/ro-
pología v Etnografía.)
1888. Fuente (D. José María de la), Presbítero, de la Sociedad ento-
mológica de Francia, fundador y ex Presidente de la Arago-
nesa de Ciencias Naturales, Vicepresidente (Sección zoológi-
ca) del Congreso zaragozano de 1908, fundador de la Sociedad
entomológica de España, laureado primer premio en el con-
curso de la Sociedad Aragonesa de 1907, Socio de honor del
Ateneo Científico de Ciudad Real y Miembro de otras varias
Sociedades nacionales y extranjeras.— Pozuelo de Calatrava
(Ciudad Real).— (Coleópteros de Europa.)
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 19
1890. Fuset y Tubiá (D. José), Catedrático en la Universidad. -Di-
putación, 221, Barcelona.- (Gusanos ]' Dibujo científico.)
1914. Gabinete de Historia Natural de la Universidad de Sevilla.
1921. Gail y Gallo (D." Genoveva), Licenciado en Ciencias Natura-
les.—Silva, 18, Madrid.
1921. Gamir (D. Aurelio), Farmacéutico. —San Fernando, 7, Va-
lencia.
1910. Gamundi Ballester (D. Juan), Farmacéutico militar.- Palmada
Mallorca (Baleares).
1916. Gandolfi Kornyold (Dr. Alfonso).— Laboratorio biológico ma-
S. V. riño.- Porto Pi, Palma de MaWorca. — (Ictiología.)
1872. García Arenal (D. Fernando), Ingeniero Jefe de Caminos, Ca-
nales y Puertos. — General Oráa, 7, Madrid.
1913. García Banús (D. Mario), Doctor en Ciencias Naturales.— Ligue
Red Cross Societies. — Ginebra (Suiza).
1913. García Bayón Campomanes (D. Pedro), Licenciado en Ciencias
Naturales. — Don Benito (Badajoz).
1920. García de la Cruz (R. P. León), Sch. P.- Escuelas Pías, Mesón
de Paredes, 84, Madrid.
1919. García del Cid (D. Francisco), Profesor auxiliar en la Facultad
de Ciencias. — Vilamasí, 54, Barcelona.
1918. García Fresca y Tolosana (D. Antonio), Licenciado en Ciencias
Naturales. — Desengaño, 27, N[aár\(i.—(Entomoiogía.)
1906. García González (D. Joaquín), Preciados, 46, 3.", Madrid.
1913. García Izcara (D. Dalmacio), Director de la Escuela de Veteri-
naria.—Plaza de la Cebada, 9, Madrid.
1921 . García Marín (D. Julián), Farmacéutico.— Cuarte, 55, Valencia.
1920. García Martínez (D. Mariano). -La Aguilera (Burgos).
1877. García Mercet (D. Ricardo), Secretario de la Asociación espa-
ñola para el progreso de las Ciencias, Naturalista agregado
al Museo Nacional de Ciencias Naturales, Subinspector de
Sanidad Miiilar.- Glorieta de Quevedo, 10, M.adrid.—(Hime-
nópteros de Europa.)
1899. García Várela (D. Antonio), Catedrático de Organografía y
Fisiología vegetal, Vicedirector del Jardín Botánico y Jefe de
la Sección de cultivos. — Espalter, 11. lAaáñá- (Hemipteros.)
1922. García Várela (D. Celso), Farmacéutico 1 .° de Sanidad Militar.
Larache.
1910. García Velázquez (D. Pedro), Ingeniero de Minas. — Res, 6,
Sevilla.
1909. Garma (D. Félix de la), ex Diputado provincial. Licenciado en
Derecho.— La Paraya Guriezo {Santanáer).— (Piscicultura.)
1900. Gelabert Rincón (Rvdo. D José).-Llago3tera (Gerona).- (Mi-
neralogía y Geología.)
1917. Gil de Ceballos (D. Julián), Licenciado en Ciencias Naturales.
Mérida (Badajoz).
1921 . Gil Collado (D. Juan), Licenciado en Ciencias Naturales. — Tra-
vesía de Fúcar, 19, Madrid.
1914. Gil Lletget (D. Augusto), Licenciado en Ciencias Naturales.—
Serrano, 19, Madrid. -('/li'es.^
1896. Giménez de Aguilar y Cano (D. Juan), Catedrático de Historia
Natural en el Instituto.- Casa Blanca (Cuenca).— r^e/^/c/o/;-
teros.)
1921 . Giménez Miguel (D. Jaime).— Monjas Servitas, 7, pral., W'a\&n-
c\a.— (Lepidópteros.)
1919. Giner Moret (D. Salvador).— San Vicente, 205, Valencia-
1912. Goizueta y Díaz (D. Jesús), Catedrático y Decano de la Facul-
tad de Farmacia. — Barcelona.
1920. Gómez Arguello y Díaz Canseco (D. Isidoro), Alumno de la Fa-
cultad de Ciencias.- Bailen, 25, Madrid.
20 LISTA DE SOCIOS
1912. Gómez de Llarena y Pou (D. Joaquín), Doctor en Ciencias Na-
turales, Catedrático en el Instituto de las Palmas (Canarias).
(Geología y Geografía.)
1914. Gómez Fernández (D. Luis).— Travesía del Conde Duque, 8,
Madrid.
1911. Gómez Llueca (D. Federico), Farmacéutico, Catedrático en el
Instituto. — Santiago . - (Geología.)
1917. Gómez-Menor y Or"tega (D. Juan), Licenciado en Ciencias Na-
turales.—Comercio, 58. Toledo.
1916. Gómez Rodríguez (D. Mariano de la Paz). — Plaza de Alfon-
so XII, 8, Linares (Jaén).
1909. Gómez Vega (D. José), ]Aéá\co.-Sax\\SíX\áer.— (Antropología.)
1919. Gómez Vinuesa (D. Leoncio), Licenciado en Ciencias.— Madrid.
1910. González (D Saturio), P. B.— Convento de Santo Domingo de
'SWosiBm^os)- (Mamíferos.)
1919. González Bellote (D. José), Canciller del Consulado de España
en Tetuán (Marruecos).
S. F. González Hidalgo (D Joaquín), de la Real Academia de Cien-
cias, Jefe de la Sección de Malacología del Museo Nacional,
Catedrático jubilado de la Universidad Central.- Carmen, 4,
Madrid.
1916. González Nicolás (D.Antonio), Ingeniero de Minas. — Sevilla.
1915. González Reguera! (D. José Ramón), Licenciado en Ciencias
Naturales. — Inerarity, 13 y 15, üijón.
1902. González Sánchez (D. Francisco).— Granada.
1917. González Sevilla (D. Ramón). — Granada.
1920. Gossé (D. Guillermo). - Provenza, 365, Barcelona. --('Pr e^/5-
toría.)
1920. Gragera de León (D. Fernando), Ingeniero de Caminos.— Se-
villa.
1918. Granja Agrícola de la Fundación Rodríguez Fabres. — Sala-
manca.
1919. Granja Escuela Práctica de Agricultura y Escuela de Peritos
Agrícolas. — Burjasot (Valencia).
1898. Gregorio Rocasolano (D. Antonio), Catedrático de la Facultad
de Ciencias.— Zaragoza.
1921 . Gutiérrez (Rvdo. P. Miguel), Profesor del Seminario.— Univer-
sidad Pontificia de Comillas.
1918. Gutzwiller (Dr. Otto). — Bremgarten, Aargan (Suiza).
1918. Haas (Dr. Federico). -Senckenbergisches Museum, Viktoria-
AUée, 7, Frankfort a. }A.— (Malacología.)
1907. Heintz (D. Luis), Licenciado en Ciencias, Director del Colegio
de Nuestra Señora del Pilar.— Príncipe de Vergara, Madrid.
1920. Hernández Pacheco de la Cuesta (D. Francisco), Licenciado
en Ciencias Naturales.- Eloy Gonzalo, 13, Madrid.
1893. Hernández Pacheco y Esteban (D. Eduardo), Catedrático de
la Facultad de Ciencias, Jefe de la Sección de Geología del
Museo Nacional de Ciencias Naturales. — Eloy Gonzalo, 13,
lAdLáñá.- (Geología y Paleontología.)
1921 . Hernansáez y Meoro (D. Pedro), Alumno de Ciencias Naturales.
Laboratorio de Botánica de la Universidad, Barcelona.
1920. Herrero Serra (D. Cándido), Alumno de Medicina.— Valencia.
1888. Hoyos (D. Luis), Doctor en Ciencias Naturales y en Derecho,
Catedrático de la Escuela Superior del Magisterio.— Lagas-
* ca, 11, Madrid.— (Antropología.)
1901. Hueso Carceller (D. José), Doctor en Ciencias, Profesor de
Historia Natural en la Escuela Normal.- Avenida de Navarro
Reverter, 8. Valencia.
1915. Huguet del Villar (D. Emilio), Director fundador del Archivo
Geográfico de la Península Ibérica.— Lista, 62, Madrid.
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 2Í
1907. Huguet y Padró (D. Mariano), Doctor en Medicina.— Barcelo-
na. - (Bacteriología.)
1895. Huidobro y Hernández (D. José), Doctor en Ciencias, Conser-
vador en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. — Ruiz,
número 12, 2.", Madrid.
1895. Ibarlucea (D. Casto), Catedrático de Agricultura en el Institu-
to.- General Margallo, 47, Cáceres.
1917. Ibérica (Revista). — Observatorio del Ebro (Tortosa).
1916. Iglesias Iglesias (D. Luis), Doctor en Ciencias Naturales.—
Santiago. -(Coleópteros.)
1919. Ingeniero Jefe del distrito minero de Valencia.
1919. Ingeniero Jefe del Servicio Agronómico de la Región de Levan-
te. ~ Valencia.
1919. Ingeniero Jefe de la División Hidrológico-forestal del Júcar.—
Valencia.
1908. Instituto general y técnico de Alicante.
1906. Instituto general y técnico de Baeza.
1905. Instituto general y técnico de Barcelona.
1901 . Instituto general y técnico de Burgos.
1916. Instituto general y técnico de Castellón.
1909. Instituto general y técnico de Cuenca.
1916. Instituto general y técnico de Figueras (Gerona).
1907. Instituto general y técnico de Granada.
1901 . Instituto general y técnico de Guadalajara.
1903. Instituto general y técnico de Huelva.
1908. Instituto general y técnico de Huesca.
1908. Instituto general y técnico de La Coruña.
1917. Instituto general y técnico de Lugo.
1917. Instituto general y técnico de Mahón
1915. Instituto general y técnico de Málaga.
1904. Instituto general y técnico de Orense.
1901 . Instituto general y técnico de Falencia.
1901 . Instituto general y técnico de Palma de Mallorca.
1904. Instituto general y técnico de Pontevedra.
1909. Instituto general y técnico de Reus (Tarragona).
1915. Instituto general y técnico de Salamanca.
1872. Instituto general y técnico de San Isidro. —Madrid.
1903. Instituto general y técnico de San Sebastián (Guipúzcoa).
1913. Instituto general y técnico de Santander.
1901 . Instituto general y técnico de Santiago.
1920. Instituto general y técnico de Segovia.
1916. Instituto general y técnico de Sevilla.
1880. Instituto general y técnico de Valencia.
1901 . Instituto general y técnico de Vitoria.
1919. Instituto general y técnico de Zamora.
1901 . Instituto general y técnico de Zaragoza
1909. Instituto Oswaldo Cruz. — Chez M. Albanel, 11, rué Saulnier,
París .
1919. Instituto provincial de Higiene (Sr. Director del). —Valencia.
1872. Jardín Botánico (Biblioteca del).— Madrid.
1916. Jerónimo Barroso (D. Manuel), Doctor en Ciencias Naturales,
Auxiliar en la misma Facultad, Catedrático del Instituto.—
Salamanca. - (Briozoos.)
1921. Jiménez de Astía (D. Felipe), Doctor en Medicina, Hemató-
logo. Pérez Galdós, 3, pral , Madrid.
1884. Jiménez de Cisneros (D. Daniel), Catedrático de Historia Na-
tural en el Instituto. Medina, 38, k\\c£íx\ie - (Geología .)
1920. Jorge Lorenzo (D. Mario), Profesor de Geografía en la Es-
cuela de Náutica y Profesor auxiliar del Instituto.— Ciscar, 16,
Valencia.
22 LISTA DE SOCIOS
1917. Jorro Azcune (D. Ángel), Licenciado en Ciencias Naturales.—
Madrid.
1909. Labarta (D. Eugenio), Ingeniero de Minas. — Santiago.
1907. Laboratorio Biológico Marino de Baleares. -Palma de Ma-
llorca.
1919. Laboratorio de Geología de la Facultad de Ciencias de la Uni-
versidad de Zaragoza.
1920. Laboratorio de Historia Natural de la Universidad.— Valencia.
1920. Laboratorio de la Fauna Forestal Española.— Ferraz, 40, Ma-
drid.
1906. Laboratorio de Radiactividad de la Facultad de Ciencias.—
Madrid.
1921 . Laboratorio de Zoología de la Universidad.— Barcelona.
1920. Lafora Almudéver (D. Luis), Doctor en Medicina y Cirugía,
Médico de los Hospitales Provincial y Santa Ana.— San Vi-
cente, 205, Va\enc\SL.—(Neiiropoíia.)
1913. Laguna y Gómez (D. Luis), Licenciado en Ciencias Naturales.
Estación, 8, Miguelturra (Ciudad Real).
1884. Lauffer (Excmo. Sr. D. Jorge), Agregado al Museo Nacional
de Ciencias Naturales, Gran Cruz del Mérito Agrícola, Ca-
ballero del mismo y de la Orden civil de Alfonso XII.— Juan
de Mena, 5, Madrid. -^Co/eo/;/e/-os y Lepidópteros de Es-
paña.)
1921. Lavernia Salelles (D. José), Farmacéutico. -Algemesí (Va-
lencia).
1888. Laza (D. Enrique), Presidente de la Sociedad Malagueña de
Ciencias. — Molina Lario, 4 y 6, ^éí\Si<¿a.- (Análisis químico.)
1919. Laza Palacios (D. Modesto), Alumno de Farmacia. -Molina
Lario, 4 y 6, Málaga.
1921. León y del Real (D. José de). Licenciado en Ciencias Natura-
les. -Torrijos, 42, Madrid.
1917 . Leroy (Dr . Edouard), Doctor en Ciencias por la Universidad de
Bruselas. — Fábrica Solvay, Torrelavega (Santander) .— (T'a-
ne rogamos y Geografía botánica.)
1909. López'^ÍExcmo. Sr. D. Claudio), Marqués de Comillas. -Ma-
drid.
1919. López Agós (D. Emilio), Licenciado en Ciencias Naturales.—
11 de Junio, 18, Logroño.
1889. López de Zuazo (D. José), Doctor en Ciencias Naturales, Ca-
tedrático en el Instituto —Paz, 6. Zaragoza.
1907. López Mateos (D. Rafael), Catedrático de Agricultura en el
Instituto.— Granada.
1901. López Mendigutia (D. Fernando), Doctor en Ciencias Natura-
les. Profesor auxiliar, por oposición, en la Facultad de Cien-
cias—Barcelona.
1920. López Soler (D. Juan), Teniente Coronel de Estado Mayor.—
Fuencarral, 50, Madrid.
1909. Loro y Gómez del Pulgar (D. Manuel V.), Catedrático en el
Instituto. Gijón.
1909. Loustau y Gómez de Membrillera (D. José), Rector y Catedrá-
tico de Mineralogía y Botánica en la Universidad.— Murcia.
1905. Lozano Rey (D. Luis), Catedrático de Zoografía de Vertebra-
dos de la Universidad Central, Jefe de la Sección de Osteo-
zoologíadel Museo Nacional de Ciencias Naturales.— Lagasca,
119, Madrid.
1919. Luelmo Tolentín (D. Cándido), Licenciado en Ciencias Natu-
rales.—Espíritu Santo, 8, Madñd.— (Botánica.)
1922. Luna(D. Joaquín), Doctor en Medicina. -Preciados, 52, Madrid.
1901. Llenas y Fernández (D. Manuel). -Coello, 186, Barcelona.—
(Botánica.)
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 23
1921. Llombart Rodríguez (D. Antonio), Alumno de Medicina.—
Reloj Viejo, 9, Valencia.
1919. Llopis Milán (D. José), Farmacéutico. — Campo de Criptana
Ciudad Real.
1902. Llord y Gamboa (D. Ramón), Doctor en Ciencias y Medicina,
Jorge Juan, 59, Madrid.— (Química geológica.)
1914. Llórente Lacave (D. Carlos).— Daoiz, 7, Sevilla.
1916. Llórente Lacave (D. Juan Pedro).— Sevilla.
1908. Llovet Vergara (D. Alejandro). - Escuderos, 4, Segovia.
1919. Lluna Gordillo (D. Tomás), Alumno de la Academia de Infan-
tería.—Gobernador Viejo, 14, Valencia.
1897. Maciñeira y Pardo (D. Federico G.), Cronista oficial de Orti-
gueira (La Coruña). — (Prehistoria.)
1907. Macho Tomé (D. Aquilino), Doctor en Farmacia. — Saldana
(Falencia).
1887. Madrid Moreno (limo. Sr. D. José), Vicedirector del Museo
Nacional de Ciencias Naturales y Jefe de la Sección de Mi-
crobiología, Subjefe del Laboratorio municipal. Catedrático
de Técnica micrográfica e Histología vegetal y animal en la
Facultad de Ciencias, Consejero de Sanidad.— Serrano, 40,
N[dLdr\d.—( Micrografía.)
1920. Maestre Osea (D. José). Licenciado en Ciencias físicas.— Car-
celén, 5, oficina de Estadística. Albacete.
1903. Maluquer y Nicolau (D. José), Ingeniero Industrial. — Rosellón,
323, Ea.rce\ox\dL.— (Oceanografía y Malacología.)
1913. Marcet Riba (D. Jaime), Profesor auxiliar de la Universidad.—
Lauria, 49, Barcelona.
1913. Marín Sáenz de Viguera (D. Antonio), Catedrático en el Insti-'
tuto Escuela.— Ballesta, 6, Madrid.
1873. Marín y Sancho (D. Francisco), Licenciado en Farmacia.— Sil-
va, 49, 2." dcha., Madrid.
1919. Martí Duran (D. Francisco), Disector, Preparador del Instituto
y Laboratorio de Hidrobiología.— Verónica, 6, Valencia.
1915. Martín Lázaro (D. José), Farmacéutico militar.— Claudio Rio-
jano, 13, 3 °, Valladolid.
1910. Martín Lecumberri (D. Esteban), Catedrático en el Instituto.—
V\^ViQ.x2i%.—( Diatomáceas , Mícrofotografía.)
1918. Martín y Cardoso (D. Gabriel), Catedrático en el Instituto.—
Q.di'$,\^\\6x{.— (Mineralogía.)
1889. Martínez déla Escalera (D. Manuel).— Almagro, 12, Madrid.—
(Coleópteros de Europa y Marruecos.)
1918. Martínez González (D. Serapio), Licenciado en Ciencias Natu-
rales.—Pizarro, 15, 3.°, Madrid.
1903. Martínez Girón (D. Paulino), Abogado y Vicecónsul de Chile.—
Corral del Rey, 9, Sevilla.
1893. Martínez Núñez (R. P. Zacarías), Agustino, Doctor en Cien-
cias Naturales, Obispo de Huesca.
1921. Martínez Ortega (D. Migue!), Alumno de Ciencias.— Valencia.
1874. Martínez y Ángel (D. Antonio), Doctor en Medicina.— Hortale-
za, 89, Madrid.
1892. Martínez y Fernández Castillo (D. Antonio), Doctor en Cien-
cias Naturales, Catedrático en el Instituto de San Isidro.—
Ferraz, 84, Madúd.- (Entomología e Histología.)
1901 . Martínez y Martínez (D. Cesáreo), Catedrático en el Instituto.
Convento, 2, Huelva.
1913. Marvier (D. Evan), Ingeniero Inspector del servicio telegráfico
de la Compañía de los ferrocarriles Andaluces. -Sánchez
Pastor, 8 10, MéAei^ñ- (Entomología.)
1914. Más de Xaxars y Palet (D. José María), Ingeniero Químico.—
Méndez Núñez, 6, 3.°, 2."— Barc&Xom.- (Carábidos.)
24 LISTA DE SOCIOS
1898. Más y Guindal (D. Joaquín), Farmacéutico Mayor de Sanidad
Militar. — Ruiz, 13, Madrid.
1921. Masia (D. Andrés), Farmacéutico.— Cuarte, 25, Valencia.
1921 . Massuti Almazora(D. Miguel), AlumnodeCiencias Naturales.—
Barcelona.
1912. Maynar Dupla (D. Jesús), Profesor auxiliar de la Universidad.
Manifestación, 93, Zaragoza.— (Botánica genera/.)
1913. Mayordomo (D. Valentín), Colegio del Sagrado Corazón de
Jesús.— Apartado, 66, Vigo.
1905. Mazarredo (D. Rafael), Ingeniero Jefe de Caminos>— Alcalá, 31 ,
Madrid.
1888. Medina Ramos (D. Manuel), Doctor en Medicina, Catedrático
de Anatomía en la Escuela de Medicina.— Argote de Molina,
19, Se-^'iWa. ~ (Himenópieros.J
1913. Meisser (Dr. D. Benedicto). -Barcelona.
1909. Melcón (R. P. Agustín). — 10, Yangtszepoo Road. Shanghai,
S. V. China— (Lepidópteros.)
1922. Mercadal y Seguí (D. Rafael), Farmacéutico. -Pi y Margall, 1,
Mahón.
1910. Mir y Llambias (D. Antonio), Catedrático de Agricultura en el
Instituto. —Mahón.
1918. Miranda Mateo (D. Miguel de). Alumno de Ciencias.- Cala-
horra.
1919. Montornés (Excmo. Sr. Conde de), Doctor en Ciencias Físico-
Químicas —Valencia.— ('^¿•nc«////rfl.^
1881. Moragues (D. Fernando), Pbro.— Avenida de Alejandro Rose-
lló, 105, 5.", Palma de Mallorca.— (Coleópteros.)
1903. Moran Bayo (D. Juan), Catedrático de Agricultura en el Insti-
tuto.— Córdoba. (Durante el verano, en Medina de las Torres,
Badajoz.)
1908. Morcillo (D. Ramón), Pbro., Profesor del Sacro-Monte.- Gra-
nada.
1921. Moreno de Hernández Sampelayo (D." Consuelo).— Encarna-
ción, 12, Madrid.
1909. Moreno y Rodríguez (D. Agustín), Catedrático del Instituto.—
Segovia.
1919. Moroder y Sala (D. Emilio), Conservador del Museo de Histo-
ria Natural de la Facultad de Ciencias.— Maestro Chapí, 12,
Valencia— (Coleópteros y Hemípteros.)
1914. Moróte y Greus (D. Francisco), Doctor en Ciencias, Director
y Catedrático de Agricultura del Instituto. - Plaza de San Pa-
blo, 3, Val&ncla.— (Patología vegetal.)
1898. Moyano y Moyano (limo. Sr. D. Pedro), Director y Catedráti-
co de la Escuela de Veterinaria, Comendador de número de
la Orden civil del Mérito Agrícola, Caballero de la Orden
civil de Alfonso XII y Caballero de segunda clase de la Orden
del Mérito Militar.— S. Nacional, 18 duplicado, Zaragoza.—
(Etnología zootécnica.)
1914. Mügica Mondragón (D. Hilario), Alumno de Ciencias Natura-
les.—Hurtado de Amézaga, 30, Bilbao.
1902. Muñoz-Cobo (D. Luis), Doctor en Ciencias, Catedrático en el
Instituto. - Málaga.— (^yi/o/í7co/o^ía v Mineralogía.)
1919. Muñoz Medina (D. José María), Profesor auxiliar de la Facul-
tad de Farmacia. — Granada.
1921 . Museo Canario de Las Palmas (Gran Canaria).
1872. Museo Nacional de Ciencias Naturales (Biblioteca del). -Hipó-
dromo. Madrid.
1894. Museo Pedagógico Nacional (Biblioteca del).— Daoiz, 3, Madrid.
1905. Nascimento (D. Luis Gonzaga do).— Setubal (Portugal).
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 25
1920. Navarro (D. Benjamín), de las Escuelas Pías de San Antón.—
Hortaleza, 69, Madrid.
1903. Navarro (D. Leandro), Profesor de Patología Vegetal en el Ins-
tituto Agrícola de Alfonso XII.— Madrid.
1908. Navarro y Neumann (R. P. Manuel María S.), S. J., Director de
laEstación sismológica de la Cartuja.— Apartado núm. 52, Gra-
nada.—(Sismo/ogía y especialmente terremotos españoles.)
1916. Navaz y Sanz (D. José María), Alumno de Ciencias Naturales.
Residencia de Estudiantes, Madrid.
1908. Nieto Valls (D. Gustavo), Catedrático en el Instituto. — Orense.
1915. Novel Peña (D. José), Licenciado en Farmacia.— Avenida de
Cervantes, hotel, Granada-
1902. Novella Valero (D. Joaquín), Catedrático en el Instituto. -San
Andrés, 8, Sevilla.
1898. Novoa y Alvarez (D. Francisco), Vicecónsul de Portugal en
Goyán, Socio correspondiente de la Arqueológica de Ponte-
vedra y de la Española de Higiene, Comendador de las Orde-
nes de Cristo y de la Concepción de Villaviciosa de Portugal,
Médico municipal de Tomiño, Socio de número de la Cruz
Roja Española y condecorado con la medalla de plata de la
misma Sociedad y con la de plata de Puentesampayo. — (Por
Túy), Goyán.
1917. Obermaier (Dr. Hugo). -Alcalá, 143, Madrid.
1872. Oberthür (D. Carlos), de la Sociedad Entomológica de Fran-
cia.—Faubourg de París, 36, Rennes (lUe-et-Vilaine), Francia.
(Lepidópteros.)
1872. Oberthür (D. Renato), de la Sociedad Entomológica de Eran;
cia. - Faubourg de París, 36, Rennes (Ille-et Vilaine), Francia.
(Coleópteros.)
1921 . Obes y Serrano (D. Manuel de), Jefe del Distrito forestal de
Salamanca.
1872. Observatorio Astronómico (Biblioteca del).— Madrid.
1911 . Olabe Alonso (D. José), Médico.— Santander.
1920. Olazábal Gil de Muro (D. Domingo), Ingeniero de Montes.—
Sevilla.
1911. Olea y Córdova (D. Gregorio), Subinspector Farmacéutico de
Sanidad Militar.— Valverde, 8, principal, Madrid.
1920. Olmo y Medina (D. Uldarico del), Ayudante del Instituto.—
Almería.
1921 . Ortega Feliú (D.° Enriqueta), Alumna de Ciencias Naturales.—
Barcelona.
1890. Ortega y Mayor (D. Enrique) -Calle de Carretas, 14, Labora-
torio químico, Madrid.
1897. Orueta (D. Domingo de), Ingeniero de Minas.— Lagasca, 116»
Madrid. — (Geología.)
1915. Owin y Cortés (D. Jacinto), Profesor de la Facultad de Medi-
cina.—Sevilla
1905. Padró (D. José), Tecnógrafo de la Facultad de Ciencias.—
Huertas, 70. Madrid.
1920. Fajaron y de Paradas (D. Diego), Ingeniero de Montes.— Se-
villa
1918. Palet y Barba (D. Domingo), Diputado provincial.— Barcelona.
1911. Pan Fernández (D. Ismael del). Catedrático en el Instituto.—
Toledo. - (Geología.)
1905. Pardillo Vaquer (D. Francisco), Catedrático de Cristalografía
en la Universidad— Aribau, 152, Barcelona.
1913. Pardo García (D. Luis), Licenciado en Ciencias Naturales, Pro-
fesor ayudante del Laboratorio de Hidrobiología del Museo de
Ciencias Naturales.— Gran Vía, 65, Valencia.
26 LISTA DE SOCIOS
1921 . Patac (D. Ignacio), Ingeniero de Minas.— Covadonga, 5, Qijón.
1890. Pau (D. Carlos), Doctor en Farmacia.— Segorbe (Castellón).—
(Botánica.)
1882. Paúl y Arozarena (D. Manuel José de). -San Vicente, 10, Se-
villa,—rPfl/o/o¿-/'í7 vegetal.)
1903. Pazos Caballero (D. J. H.), Médico-cirujano, Miembro de varias
Sociedades científicas y Corresponsal de la Academia de
Ciencias de la Habana. — Martí, 46, San Antonio de los Baños
(Cuba). — (Dípteros parásitos.)
1898. Pella y Porgas (D. Pedro), Ingeniero Industrial, Socio de mé-
rito de las Económicas Aragonesa y Qerundense de Amigos
del País y del Ateneo de Teruel, iSirector del ferrocarril de
Cariñena a Zaragoza, Ingeniero Jefe de la Sociedad Minas y
Ferrocarril de Utrillas a Zaragoza y de la Compañía de Fe-
rrocarriles yTranvías deBarcelona. -Zaragoza.— (Geología.)
1907. Pereyra Galbiatti (D, José), Perito agrónomo por la Escuela de
Montpellier. -Arrecife (Lanzarote, Islas CawaY'\as).-( Agro-
nomía y Geología agrícola de Cananas.)
1918. Pérez Casanova (D. Gonzalo), Licenciado en Ciencias Natura-
les—Residencia de Estudiantes, Madrid,
1915. Pérez de Barradas y Alvarez de Eulate (D. José)— Viriato,
24, Madrid.
1915. Pérez de Pedro (D. Félix), Auxiliar de la Universidad,— Arri-
bas, 5, Valladolid,
1881. Pérez Lara (D. José María).— Jerez de la Frontera (Cádiz). -
(Botánica.)
1873. Pérez Ortego (D, Enrique), Doctor en Ciencias, Profesor auxi-
liar en el Instituto del Cardenal Cisneros.— C, de San Bernar-
dino, 7, Madrid.
1894. Pérez Zúñiga (D. Enrique), Profesor auxiliar en la Facultad de
Medicina.— Paseo de Trajineros, 32, Madrid.
1907. Peris Fuentes (D. Ernesto).— Burriana (Castellón).
1902. Pi y Suñer (D. Augusto), Catedrático en la Facultad de Medi-
cina.-Gerona, 20, Barcelona.
1901. Pie (D. Mauricio), de la Sociedad Entomológica de Francia.—
Digoin (Saóne-et-Loire), Francxa.- (Ent. general de Argelia,
Col. e Himenópt. paleárt., Melíridos, Ptínidos, Antícidos,
Pedílidos, Brúquidos y «-Nanophyes» de todo el mundo )
1915. Pina de Rubíes (D Santiago). -Madera, 9, Madrid. -TQü/'z/z/ca
mineral.)
1903. Pittaluga (D. Gustavo), Catedrático de Parasitología de la Fa-
cultad de Medicina en la Universidad Central.— Blanca de
Navarra, 4, ¡Aaár'xá.- (Investigaciones micrográficas apli-
cadas a la clínica.)
1916. Pía (D. Joaquín), Editor. - San José, 3, Gerona.
1917. Planchuelo y Portales (D. Gregorio), Licenciado en Ciencias y
Farmacia. — Toledo, 12, Manzanares. (Ciudad Real.)
1919, Plasencia Pertegás (D. José), Profesor auxiliar en el Instituto,
San Pablo, 2, Valencia,
1905, Pons (D. Enrique), Catedrático en el Instituto. -Curia, 19, Pam-
plona,
1918. Portusach Roca (D, Antonio), Perito Agrícola,— Barcelona.
1918. Potó (D. Mariano),— Ayala, 74, Madrid,
1887. Prado y Sáinz (D. Salvador), Doctor en Ciencias Naturales,
Catedrático y Director del Instituto, - Guadalajara.
1917, Prieto de Castro (D. Blas), Licenciado en Ciencias Naturales.
Farmacia Militar, Hospital Militar, Alcazarquivir (Marrue-
cos).
1916. Pro y Alonso (D. Andrés), Licenciado en Ciencias Químicas.—
Arrabal, Salamanca.
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 27
1918. Pujíula (R. P. Jaime), S. J., Director del Laboratorio Biológico
de Sarria (Barcelona).
1912. Pujol (D. Manuel).— Vellisca {Cneuca).— (Lepidópteros.)
1895. Ramón y Caja! (D. Pedro), Catedrático en la Facultad de Medi-
cina.—Sitios, 6, Zardi^ozdi.— (Histología.)
1872. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Biblio-
teca de la) — Valverde, 26, Madrid.
1920. Real Sociedad del Tiro de Pichón.— Valencia.
1920. Rebollar Rodríguez (D. Jesús), Licenciado en Ciencias Natura-
les. San Cebrián de Campos, Amusco {Psí\ex\c\a.).
1917. Reichenow (Dr. Eduard). — Tropeninstitut. — Bernhardstrasse,
74, Hamburgo, A.— (Protozoos.)
1915. Rey Montero (D. José Cipriano), Catedrático de Agricultura
del Instituto. — Cánovas del Castillo, 43 y 45, Málaga.
19Ü7. Reyes Calvo (D. Manuel), Farmacéutico, Licenciado en Cien-
cias.-Don Diego Avi?, 6, Cabra.
1918. Riesgo Ordóñez (D. Ángel), Ayudante de Montes.- Ferraz, 40,
segundo, Madrid.— (EntomOíOgía.)
1917. Río-Hortega(D. Pío del), Doctor en Medicina. — Conde de Aran-
da, 4, 2°, Madrid.
1914. Rioja Lo-Bianco (D. Enrique), Doctor en Ciencias Naturales.—
Catedrático del Instituto. — Badaioz.— (Gusanos ané/idos.)
1886. Rioja y Martín (D. José), Catedrático de Zoografía de animales
inferiores y moluscos de la Universidad Central.— Olid, 6,
Madrid. -(Anatomía de anima/es inferiores.)
1909. Ríos Rial (D. Cándido), Director y Catedrático de Historia Na-
tural del Instituto general y técnico. — Santiago.— ('M/zera-
/ogía.)
1902. Rivá (D. Maximino de la), Profesor auxiliar en la Facultad de
Farmacia.— Santiago.
1896. Rivas Mateos (D. Marcelo), Catedrático de la Facultad de Far-
macia de la Universidad, Diputado a Cortes. — Hortaleza, 85,
Madrid. — (Botánica.)
1917. Robert Soler (D. José), Profesor auxiliar de la Escuela de Inge-
nieros Industriales.— Barcelona.
1922. Roca (D. Edmundo), Alumno de Ingenieros de Minas. — Colme-
nares, 5, duplicado, Madrid.
1916. Rodrigo (Rvdo. P. Sabino), Agustino.— Madrid.
1921 . Rodrigo Cuevas (D. Manuel), Ayudante de Minas.— Valencia.
1884. Rodríguez Aguado (D. Enrique), Doctor en Ciencias y Medi-
cina. Profesor auxiliar de la Facultad de Ciencias. -Reyes,
13, Madrid.
1880. Rodríguez Mourelo (D. José), Académico de la Real de Cien-
cias Exactas, Físicas y Naturales, Profesor de Química in-
dustrial orgánica en la Escuela Superior de Artes e Indus-
trias.—Piamonte, 14, Madrid. -(Mineralogía y Química.)
1915. Rodríguez Sardina (D. Juan), Santa Engracia, 62, I.°, Madrid.
1906. Rodríguez y López Neyra (D. Carlos), Catedrático de Farma-
cia.—San José, 1, Granada.
1912.- Rodríguez y López Neyra (D. Emilio), Doctor en Ciencias Na-
turales, Catedrático en el Instituto. — Palma de Mallorca.
1903. Rodríguez y López Neyra (D. Manuel), Catedrático de la Fa-
cultad de Farmacia.- Churruca, 17, Madrid.- (Liqúenes de
España.)
1909. Rodríguez y Rosillo (D. Abilio), Catedrático del Instituto.—
Cáceres.
1916. Roig Binímelis (D. Jerónimo), Alumno de Ciencias. — Barce-
lona.
1916. Romani Guerra (D. Amador), Conservador del Museo Bala-
guer.— Rambla, 27, Villanueva y Geltrú.
2b LISTA DE SOCIOS
1914. Romeo (D. Fermín), Doctor en Ciencias Químicas.— Zaragoza.
1914. Reselló Brü (D. Eduardo), Comandante retirado de infantería.
Libertad, 33, Cabañal {Valencia). — (Ma/aco/o^ia.)
1914. Royo Gómez (D. José), Doctor en Ciencias Naturales.— Pon-
zano, 8, Níadrid. — (Geo/ogía )
1914. Rueda Ibáñez (D. Félix de la). Profesor en la Escuela Normal
de Maestros. — Barcelona.
1913. Ruiz (D. Fernando), Librero.— Plaza de Santa Ana, 13, Madrid..
1921. Ruiz (Rvdo, P. Jacinto), Profesor de Historia Natural del Co-
legio de Jetafe (Madrid).
1915. Ruiz de Pellón (D. Ricardo), Profesor odontólogo.- Santan-
der.— í'///6-/o/o^í'a.j
1921. Ruiz Romero (D. Mariano), Fernández de la Hoz, 67, 3.°,
Madrid.
1890. Sáenz y López (D. Juan), Licenciado en Ciencias.— Doctor Ve-
lasco, 6, Madrid.
1916. Sagarra (D. Ignacio de). Diagonal, 482, Barcelona.— (Lepi-
dóp teros )
1913. Salguero (D. Luis).— Heras (Santander).
1906. San Miguel de la Cámara (D. Maximino), Catedrático de Geo-
logía en la Universidad, Miembro de la Real Academia de
Ciencias y Artes.— Diputación, 162, Barcelona. — (Petrogra-
fía de España.)
1901. Sánchez Bruil (D. Mariano), Catedrático jubilado. -Norte, 15,
2.", Madrid.
1914. Sánchez-Mantero Fisat (D. Remigio), Obispo Quesada, 5, Dai-
miel (Ciudad Real).
1891. Sánchez Navarro y Neumann (D. Emilio), Doctor en Ciencias
Naturales, Profesor auxiliar en el Instituto.— Santa Inés, 2,
Cádiz . — (Entomología.)
1914. Sánchez Robles (Rvdo. P. Manuel), Instituto Católico de Je-
suítas, Madrid.
1883. Sánchez y Sánchez (D. Domingo), Doctor en Ciencias Natura-
les y en Medicina; Conservador, por oposición, en el Museo
de Antropología, Profesor en la Escuela de Artes e Indus-
trias.—Atocha, 96, }Aadr\d— (Anatomía comparada.)
1913. Sánchez y Sánchez (D. Manuel), Doctor en Ciencias Natura-
les—Madrid.
1898. Santos y Abreu (D. Elias), Licenciado en Medicina y Cirugía y
Director del Museo de Historia Natural y Etnográfico.— San-
ta Cruz de La Palma (Canarias). - (Entomología y Botánica.)
1921. Scheinkin (D." Dina), Licenciado en Ciencias Naturales.— Pa-
seo de Santa María de la Cabeza, 27, Madrid.
1902. Schramm (D. Jorge).— Ville «Elvira», rué Genéve, Casablanca
(Marruecos). - (Coleópteros, Cerambícidos.)
1912. Sección de Ciencias de la Facultad de Medicina de Cádiz (Uni-
versidad de Sevilla).
1920. Sección de Patología Agrícola del Consejo provincial de Agri-
cultura.—Aragón, 287, Barcelona.
Í898. Segovia y Corrales (D. Alberto), Catedrático de Zoología ge-
neral en la Facultad de Ciencias.— Leganitos, 47, Madrid.
1917. Salgas y Marín (D. Ezequiel), Licenciado en Ciencias Natura-
les.—Jorge Juan, 6, Madrid.
1902. Seminario Conciliar de Orihuela.
187'J. Senado (Biblioteca del).- Madrid.
1920. Sequeiros Olmedo (D. Leandro), Ingeniero y Profesor del Ins-
tituto.—Sevilla.
1915. Seres (D. Manuel), Catedrático de Anatomía de la Facultad de
Medicina.— Sevilla.
1913. Serra Rober (D. Francisco), Alumno de Ciencias.— Barcelona.
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 29
1907. Serradell (D. Baltasar). -San Pablo, 71 y 73, Barcelona —
(Conquiliología, Paleontología y Mineralogía )
1915. Serrano y López Hermoso (D. Ricardo), Catedrático en la Fa-
cultad de Farmacia. -Granada.
1909. Sierra (R. P. Lorenzo).— García Paredes, 41, ^Asíáñá.- (Espe-
leo logia.)
1899. Silva Tavares (D. Joaquín de), de la Real Academia de Cien-
cias de Lisboa, de la Sociedad entomológica de Francia, So-
cio correspondiente de la Real Academia de Ciencias y Artes
de Barcelona, fundador de la Sociedade Portuguesa de Scien-
cias Naturaes, Socio correspondiente de la Pontificia Acca-
demia dei nuovi Lincei y del Museo Nacional de Río de Ja-
neiro.—Colegio del Pasaje, La Guardia (Pontevedra).—
(Zoocecidias.)
1908. Simancas Señan (D. Francisco).— Paseo de la Bomba, 7-8,
hotel, Granada.
1919. Simón Sanchis (D. Santiago), Dibujante y Pintor. -Madrid. -
(Dibujo científico.)
1890. Siret (D. Luis), Ingeniero. -Cuevas de Vera (Almería). -(^Geo-
logía y Antropología.)
1912. Sirvent (D. Ángel), Auxiliar en la Facultad de Medicina.— Bar-
celona.
1919. Smith (D. Guillermo).- M. Ranees, 24, 2.°, Cádiz —(Entomo-
logía.)
1901 . Sobrado Maestro (D. César), Catedrático en la Facultad de
Farmacia.— Santiago. — (^5o/a///cí7j
1909. Sobrino y Buhigas (D. Ramón). Doctor en Ciencias Naturales,
Catedrático en el Instituto.— Pontevedra.— ^Geo/o^-m y Pre-
historia.)
1916. Sociedad Bilbaína. Apartado, 274.— Bilbao.
1920. Sociedad «El Sitio». -Bilbao.
1898. Soler (D. Juan Pablo), Catedrático en el Instituto.— Calle de
la Universidad, 7, 2.°, Zaragoza.
1920. Soler Carreras (D. Francisco), Ingeniero Industrial.- Sevilla.
1918. Soler Carreras (D. José María), Ingeniero Industrial.— Bar-
celona.
1901 . Soler y BatUe (D. Enrique), Farmacéutico militar. — Mayor, 51,
Sarna (QdLrcQ\ox\a).— (Botánica .)
1910. Soler y Luesma (D. Amadeo), Doctor en Medicina y Cirugía.
Palacios Malaver, 8, Sevilla.
1912. Soler Pujol (D. Luis), Naturalista preparador.- Plaza Real, 10,
Barcelona.
1913. Soriano Lapresa (D. Francisco).— Granada.
1918. Suárez (D. Victoriano), Librero. -Preciados, 48, Madrid.
1918. Suriol Torra (D. José), Alumno de Ciencias. — Barcelona.
1905. Surmely (D. Eduardo), Profesor de idiomas. -Concepción Je-
rónima, 15 y 17, Madrid.
1913. Susaeta y Ochoa de Echagüen (D. José María), Doctor en
Ciencias Naturales. Catedrático del Instituto. -Cartagena.
1903. Tabeada Tundidor (D. José), Doctor en Ciencias Naturales,
Licenciado en Derecho, Catedrático en el Instituto.— Gra
nada.
1899. Tarazona y Blanch (D. Ignacio), Catedrático en la Facultad de
Ciencias, Director del Observatorio Astronómico.— Plaza de
Wilson, 11, Valencia.
1899. Tarín y Juaneda (D. Rafael), Profesor de Cristalografía de la
Facultad de Ciencias.— Torno de San Cristóbal, 9, Valencia.
1908. Tello (D. Francisco), Director del Instituto Nacional de Higie-
ne de Alfonso XIII.-Aguirre, 1, Madrid.
1910. Tenorio (D. Bernardo). -Venerables, 5, Sev\\\a.— (Geología.)
áo
LISTA DE SOCIOS
1920. Théry (M. André), Ingenieur Agricole.— Rabat (Marruecos). —
(Coleópteros.)
1907. Tomás Corrales (R. P. A.), Rector de las Escuelas Pías y Ca-
tedrático de Historia Natural.— Granada.
1912. Torres Mínguez (D. Alejandro), Doctor en Farmacia, Presi-
dente de la Sociedad Malacológica Española.- ^an Pa-
blo, 67, Bar ce\owa. ~ (Malac o logia, en especial Limácidos y
Arious.)
1920. Torres Sala (D. Juan), Licenciado en Derecho, Valencia.—
(Coleópteros y Lepidópteros.)
1920. Trigo Mezquita (D. Agustín), Doctor en Farmacia.— Sagun-
to, 132, Valencia.
1914. Trullenque Esteve (D. Ramón), Farmacéutico de Carlet (ya-
\euc\a).— (Geología.)
1914. Tuñón y Mallada (Rvdo. P. José María), Dominico. — Santa
S. Y. ÍAaúa de Nieva (Se^o-^lá).- (Mineralogía.)
1902. Turró (D. Ramón). Director del Laboratorio Microbiológico.—
Notariado, 10, Barcelona.— (Bacteriología J
1920. Unamuno (P. Luis M.).- Profesor en el Colegio de los Padres
Agustinos. — Llanes (Oviedo).- (Mlcologla )
1903. Universidad de Santo Tomás.— Manila.
1904. Uruñuela (D. Julio), Doctor en Ciencias Naturales, Conserva-
dor en el Jardín Botánico.— Madrid.
1919. Valentí Marroig (.D- Juan Ignacio), Alumno de Ciencias Natu-
rales—Barcelona.
1900. Vales Failde (limo. Sr. D. Javier), Auditor del Tribunal de la
Rota.— Princesa, 77, Madrid.
1920. Valls Anglés (D. Vicente), Inspector de Primera Enseñanza.—
Santander.
1887. Vázquez Aroca (D. Rafael), Catedrático de Física y Química
en el Instituto.— Mcntemayor, 8, Córdoba.
1920. Vázquez Humasqué (D. Adolfo), Ingeniero Agrónomo, Direc-
tor de la Granja regional de Baleares.— Palma de Mallorca.
1917. Vázquez Sans (D. Juan), Alumno de Ciencias Naturales. - Bar-
celona
1913. Vega del Sella (Excmo. Sr. Conde de la) —Nueva (Asturias).
1920. Verastegui (D. Prudencio), Ingeniero de Montes.- Sevilla.
1906. Verdeguer Comes (D. Pablo).- Mar, 94, Valencia.- ("Geo-
logia.)
1912. Vicioso Martínez (D. Carlos), Ayudante de Montes.— Horta-
leza, 84. Madrid.- (Botánica.)
1909. Vidal y Carreras (D. Luis Mariano), Inspector general del
Cuerpo de Ingenieros de Minas, Presidente de la Comisión
del Grisú, Miembro de la Real Academia de Ciencias y Artes
de Barcelona, Socio correspondiente de la Real Academia de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid.— Diputa-
ción, 292, Barcelona.
1899. Vidal y Compairé (D. Pío), Doctor en Ciencias Naturales,
Conservador en el Museo.- Plaza de Santa Bárbara, 7, Ma-
drid. ^ , ^
1915. Vidal y López (D. Manuel).- Alférez del Regimiento de Infan-
tería de Inca núm. 62. - Inca (Mallorca). -fC/W/2í/e7/í/os del
Globo.)
1920. Vigón (D. Jorge), Capitán de Artillería del 13 Regimiento Li-
gero.—Logroño.
1917. Vila Coro (D. Eugenio), Médico.— Barcelona.
1920. Vila Gómez (D. Miguel), Licenciado en Ciercias y Farmacia,
Ayudante del Instituto -Boix, 6, Va\enc\a.-(Botánica.)
1893. Vila Nadal (D. Antonio), Catedrático en la Universidad de Bar-
celona.
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL 31
1921. Vínader y Antúnez (D. Francisco Javier), Museo Nacional de
Ciencias Naturales.— Madrid.
1896. Viñals y Torrero (D. Francisco), Doctor en Medicina.— Plaza
de los Ministerios, 9, Madrid.
1913. Vives y Fieras (Srta. Catalina), Doctora en Ciencias Naturales
y Profesora de la Escuela Normal.— Esparteros, 6, Madrid.
1904. WiHians and Norgate, Libreros editores.— 14, Henrietta Street.
Covent Garden (Londres), W. C.
1907. Wynn Ellis (D. Federico). Barcelona.— (Botánica.)
1920. Ximénez del Rey (D. Mario), Doctor en Medicina.- Colón, 82,
Valencia.
1907. Zambrano y García de Carabantes (D. José), Farmacéutico.—
Granada.
1915. Zarco García (D. Ángel), Preparador del Museo Nacional de
Ciencias Naturales.— Raimundo Lulio, 10, Madrid.— ^Co/ed/?-
íeros)
1912. Zariquiey (D. Ricardo), Doctor en Medicina.— Mallorca, 237,
Barcelona. - (Coleópteros.)
1905. Zulueta (D. Antonio de), Profesor en el Museo Nacional de
Ciencias Naturales.— Claudio Coello, 60, Madrid.
Socios agregados.
1920. Aguilar Oiner (D. Romualdo), Alumno de Medicina.- Pasaje
Monistrol, 4, Valencia.
1914. Alcaide Vilar (D. Manuel). -Serrano, 5, Madrid.
1915. Aldaz (D. Julián).— Zumaya (Guipúzcoa).
1904. Aterido (D. Luis). -Ave María, 16, Madrid.
1914. Belbéze Pérez (D. Luis), Licenciado en Ciencias Naturales.—
Ponzano, 4, ^aáñá.- (Coleópteros.)
1917. Benlloch (D. Carlos), Alumno de Medicina. -P¡ y Margall, 72,
Valencia.
1909. Escobio Franco (D. Jesús).- Gaboya, 6, 4.°, Santander.- f^/z-
tropologia.)
1899. Escribano y Ramón de Moneada (D. Francisco), Licenciado en
Medicina —Hidalgo, Torrevieja (Alicante).
1913. Martínez de la Escalera (D. Fernando)- Serrano, 56. Madrid.
18b7. Martínez Gámez (D. Vicente), Catedrático en el Instituto.—
Flamencos, 16, Cádiz. (Ornitología de España.)
1915. Oppelt y Sanz (D. Amador), Profesor de la Escuela de Comer-
cio de Málaga.
1909. Savirón y Caravantes (limo. Sr. D. Paulino), Decano y Cate-
drático de la Facultad de Ciencias, Comendador de número
de la Orden civil de Alfonso XII. — Zaragoza.
LISTA DE SOCIOS
Socios fallecidos.
HONORARIOS
Lázaro e Ibiza (D. Blas).
Perrier (Edmond).
Dollfus (Adrien).
Fauvel (Albert).
CORRESPONDIENTES
NUMERARIOS
1904. Arias Encobet (D. José).
1901 . Coscollano y Burillo (D. José).
1920. Gimeno Gil (D. Pedro).
1909. Medina Martínez (D. Alfonso).
1894. Palacios (D. Pedro).
1883. Reyes y Prósper (Excmo. Sr. D. Eduardo).
1872. Ribera (limo. Sr. D. Emilio).
1889. Simarro (D. Luis).
1909. Vial(D. Federico).
RESUMEN
Socios protectores 10
— honorarios 10
— correspondientes 51
— vitalicios 5
— numerarios 621
— agregados 12
Total 709
Madrid, 11 de enero de 1922.
El Secretario,
Ángel Cabrera.
ÍNDICE GEOGRÁFICO DE LOS SOCIOS
(1)
:EiST^j^isrjp^
Albacete.
Berraondo.
Maestre.
Alba late de Zorita.
Domínguez (P.).
Alcira (Valencia).
Cuñat.
A I ge me sí ( Valencia) .
Lavernia.
Alicante.
Instituto.
Jiménez de Cisneros.
Almería.
Domínguez (B.).
Olmo.
Arrecife (Lanzarote).
Pereyra Galviatti.
Badajoz.
Rioja (E.).
Baeza.
Instituto.
Balsicas (Murcia).
Carmena.
Bañólas (Gerona).
Busquets.
Barcelona.
Aguilar-amat.
Alcobé-
Aranzadi.
Barnet.
Bataller.
Bofill.
Bordas.
Botey.
Brugués.
Caballero ÍA.).
Caballero (J.).
Calleja.
Camps.
Cañáis.
Casamada.
Cazurro.
Codina.
Crespí (A.).
Escuela alemana.
Ezquieta.
Faura.
Fernández Qaliano.
Fernández Riofrío.
Ferrán.
Ferré Qomis.
Font Quer.
Fuset.
García del Cid.
Goizueta.
Gossé.
Hernansáez.
Huguet y Padró.
Instituto.
Laboratorio de Zoología de la
Universidad.
López Mendigutía.
Llenas.
Maluquer.
Marcet (1.).
Mas de Xaxars.
Massuti.
Meisser.
Ortega Feliú.
Palet.
Pardillo.
(1) No figuran los residentes en Madrid. Las iniciales P., H., C, V, o A, prece-
diendo a un apellido, indican que se trata, resppctivamente, de un socio protector,
honorario, correspondiente, vitalicio o agregado.
Tomo xxir. -Enero, 1922. 3
54
ÍNDICE GEOGRÁFICO DE LOS SOCIOS
P¡ y Suñer.
Calahorra.
Portusach.
Miranda.
Pujiula.
Robert.
Campo de Criptana
Roig.
(Ciudad Real).
Rueda.
Sagarra.
Llopis.
San Miguel.
Cangas de Ti neo (Asturias).
Sección de Patología agrícola-
Flórez.
Serra Robert.
Serradell.
SirVent.
Carlet (Valencia).
Soler (E.).
TruUenque.
Soler Carreras (J. M.»).
Soler (L.).
Cartagena.
Suriol.
Susaeta.
Torres Mínguez.
Turró.
Castellón.
Valentí.
Instituto.
Vázquez.
Martín Cardoso.
Vidal (L. M.).
Vila Coro.
Ciudad Real.
Vila Nadal.
WynnEliis.
Zariquiey.
Cárdenas.
Corrales Hernández.
Bilhoo.
Ciudad Rodrigo.
Escuela Normal de Maestras.
Múgica.
Gascón.
Corrales.
Sociedad Bilbaína.
Sociedad *E1 Sit¡o^>.
Comillas (Santander).
Gutiérrez.
Burgos.
Córdoba.
Cillero (M.).
Instituto.
Chaves.
Moran.
Biirjasot (Valencia).
Vázquez Aroca.
Colegio del Beato Juan de Ri-
vera.
Granja Escuela de Agricul-
Cuéllar (Segovia).
Estación Entomológica.
tura.
Cuenca.
Biirriana (Castellón).
Ateneo Conquense.
Peris Fuentes.
Giménez de Aguijar y Cano
Instituto.
Cabra.
Carandell.
Cuevas de Vera (Almería).
Reyes.
Siret.
Cáceres.
Daimiel (Ciudad Real).
Ibarlucea.
Sánchez Mantero.
Rodríguez Rosillo.
Don Benito (Badajoz).
Cádiz.
García Bayón.
ih) Martínez Gámez.
Figueras.
Sánchez Navarro.
Sección de Ciencias.
Smith.
Instituto.
Martín Lecumberri.
3E LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL
35
Gandía (Valencia).
Escuelas Pías.
Gerona.
Alvarado.
Pía.
Geíafe (.Madrid).
Ruiz (J.).
Gijón (Oviedo.)
González Regueral.
Loro.
Patac.
Goyán (Pontevedra).
Novoa.
Granada.
Alvarez de Toledo.
Bellido.
Cátedra Escuelas Pías.
Cortés (A.).
Diez T rtosa {]. L.).
Diez Tortosa (M ).
Escuela Normal de Maestros.
Espejo.
Facultad de Ciencias.
Facultad de Farmacia.
Fenech.
Fernández Martínez.
Fernández Montesinos.
González Sánchez.
González Sevilla.
Instituto.
López Mateos.
Morcillo.
Muñoz Medina.
Navarro Neumann.
Novel Peña.
Rodríguez L. Neyra (C).
Serrano.
Simancas Señan.
Soriano.
Tabeada.
Tomás Corrales.
Zambrano.
Guadalajara.
Instituto.
Prado.
Hellin.
Esteban de Faura.
Heras (Santander).
Salguero.
Hiieha.
Díaz Llanos.
Instituto.
Martínez y Martínez.
Huesca.
Alvarez López.
Instituto.
Martínez Núñez.
Illescas (Toledo).
Aguilar y Carmena.
Inca (Mallorca).
Vidal y López.
Irache (Navarra).
Casan.
Jaén.
Fernández Alonso.
Jerez (Cádiz),
Pérez Lara.
La Aguilera (Burgos).
García Martínez.
La Coruña.
Bescansa.
Instituto.
La Guardia (Pontevedra).
Silva Tavares.
La Paraya-Guriezo (Santander).
Garma.
Las Palmas (Gran Canaria).
Cátedra de Historia Natural.
Fraga.
Gómez de Llarena.
Museo Canario.
Laguna de Tenerife (Canarias).
Cabrera (Agustín).
Cabrera (Anatael).
Ledesma (Salamanca).
Beato,
Lee aro z (Navarra).
Ezquieta.
León.
Aragón (D. Federico).
Aragón (D. Francisco).
36
ÍNDICE GEOGRÁFICO DE LOS SOCIOS
Linares (Jaén).
Gómez Rodríguez.
Logroño.
Elizalde.
López Agós.
Vigón.
Llagostera (Gerona).
Gelabert.
Llanes (Oviedo).
Unamuno.
Lugo.
Fernández-Ortega.
Instituto.
Mahón (Baleares).
Castaños.
Instituto.
Mercada!.
Mir.
Málaga.
Escuela Superior de Comer-
cio.
Instituto.
Laza (E.).
Laza (M.).
Marvier.
Muñoz Cobo.
(A) Oppelt.
Rey Montero.
Manzanares (Ciudad Real).
Planchuelo.
Mérida (Badajoz).
Estación Entomológica.
Gil de Ceballos.
Miguelturra (Ciudad Real).
Laguna.
Murcia.
Codorníu.
Facultad de Ciencias.
Loustau.
Nueva (Asturias).
Vega deJ Sella (C. de la).
Olot (Gerona).
Bolo?.
Onteníeníe (Valencia).
Ferrer (F.).
Orense.
Instituto.
Nieto.
Orihuela (Alicante).
Andreu.
Colegio de Santo Dommgo.
Seminario.
Ortigueira (Coruña).
Maciñeira.
Oviedo.
Aldama.
Eguren.
Uria Ríu.
Falencia.
Aleonada.
Instituto.
Navarro Martín.
Palma de Mallorca (Baleares).
Alabern.
Balaguer
Escalas Real.
Escuela Normal de Maestras.
Gamundi Ballester.
(V) Gandolfi.
Instituto.
Laboratorio biológico marmo.
Moragues.
Rodrigue/. L. Neyra (E,).
Vázquez (A.)-
Pamplona.
Pons.
Pontevedra.
Areses.
Instituto.
Sobrino
Pozuelo de Calatrava.
Fuente.
Reus (Tarragona).
Instituto.
Ribas (Gerona).
Cruz (E).
Salamanca.
Decano de la Facultad de
Ciencias.
Fernández ÍD. Ambrosio).
Granja Agrícola.
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORLA NATURAL
37
Instituto.
Jerónimo Barroso.
Obes.
Pro.
Saldaña ( Falencia) .
Macho Tomé.
San Cebrián de Campos
(Falencia).
Rebollar.
San Sebastián.
Escuela Normal de Maestras.
Instituto.
Santa Cruz de la Palma
(Canearlas).
Santos Abreu.
Santa María de Nieva (Segovia).
(V) Tuñón.
Santander.
Alaejos.
Ateneo.
Biblioteca municipal.
Cendrero.
(A) Escobio.
Estación de Biología marina.
Gómez Vega.
Instituto.
Olabe.
Ruiz de Pellón.
Valls.
Santiago (Corana).
Cabeza de León.
Cátedra de la Universidad.
Deulofeu.
Eleizegui.
Facultad de Farmacia.
Gómez Llueca.
Iglesias.
Instituto.
Labarta.
Ríos.
Riva.
Sobrado.
Santo Domingo de Silos
(Burgos).
González (S.).
Segorbe (Castellón).
Pau.
Segovia.
Castellarnau.
Instituto.
Llovet.
Moreno Rodríguez.
Sevilla.
Anchóriz.
Ateneo.
Benjumea.
Bermejo.
Biblioteca municipal.
Candau.
Carrión.
Casado.
Escuela Normal de Maestros.
Esquivias.
Gabinete de Historia Natural.
García Velázquez.
González Nicolás.
Gragera.
Instituto.
Llórente (C).
Llórente (J. P.).
Martínez Girón.
Medina Ramos.
NoVella.
Olazábal.
Owin.
Pajaren.
Paúl.
Sequeiros.
Seres.
Soler Carreras (F.).
Soler Luesma.
Tenorio.
Verastegui.
Silos (Burgos).
González (S.).
So lie r (Mallorca).
Colom.
Soncillo (Burgos).
Estébanez.
Soria.
Ateneo.
Cillero (J.).
Tarragona.
Darder (B.).
Teruel.
Escuela Normal de Maestras.
58
índice geográfico de los socios
Toledo.
Academia de Infantería.
Cátedra de Agricultura.
Estación de Sismología.
Gómez-Menor.
Pan.
Torrelavega.,
Leroy.
Torrevieja (Alicante).
(A) Escribano.
Torios a.
Revista Ibérica.
Tota na (Murcia).
Benisa.
Túy (Pontevedra).
Areses.
ütiel.
Escuelas Pías.
Valencia.
Aguilar Blanch.
(A) Aguilar Guillen.
Alcantarilla.
Almarche.
Ateneo Mercantil.
Báguena Corella.
Báguena Ferrer.
Balasch.
Barbera.
Bartual.
Belenguer.
Beltrán.
Benaches.
(A) Benlloch.
Bermejo.
Boganí.
Bonet.
Boscá (A.).
Boscá (E.).
Campos Fillol (J.).
Campos Fillol (R.).
Casanova Dalfó.
Cervera.
Cru.
Cruz Nathan.
Daya Nueva.
Decano Facultad Medicina.
Escuela de Artesanos.
Escuela de Comercio.
Esplugues.
Esteban Ballester.
Feo.
Fernández Hernández.
Fernández Martí.
Font de Mora.
Gamir.
García Marín.
Giménez Miquel.
Giner.
Herrero.
Hueso.
Ingeniero Jefe de Minas.
Ingeniero Jefe División Hidro-
lógico forestal.
Ingeniero Jefe del Servicio
Agronómico.
Instituto.
InstitutoprovincialdeHigiene.
Jorge Lorenzo.
Laboratorio de Historia Na-
tural.
Lafora.
Llombart.
Lluna.
Martí.
Martínez Ortega.
Masia.
Montornés.
Moroder.
Moróte.
Pardo.
Plasencia.
Real Sociedad Tiro de Pichón.
Rodrigo Cuevas.
Roselló.
Tarazona.
Tarín .
Trigo.
Torres Sala.
Verdaguer Comes.
Vila Gómez.
Ximénez.
Valladolid.
Ardanaz.
Bartolomé del Cerro.
Decano de la Facultad de
Ciencias.
Martín Lázaro.
Pérez de Pedro.
Vellisca (Cuenca).
Pujol .
Vigo.
Mayordomo.
Vil la nueva de Córdoba
(Córdoba).
Estación Entomológica.
DE LA REAL ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL
Villanueva y Geltrú.
Romaní.
Villar de Gallimazo
(Salamanca).
Escribano (M.).
Vitoria .
Aranegui.
Barandiarán.
Instituto.
Zamora.
Instituto.
Zaragoza.
Aranda.
Ardiz.
Borobio.
Casino.
Ferrando.
Gregorio Rocasolano.
Instituto.
Laboratorio de Geoiogíg
López de Zuazo.
Maynar.
Moyano.
Pella.
Ramón y Cajal (P.)-
Romeo.
(A) Savirón.
Soler (J. P.).
Zumaya (Guipúzcoa).
(A) Aldaz.
EX:TI^.A.lSrj-EI^O
Alemania.
(C) krx\o\á.- Munich.
(H) En^\er.- Berlín.
Wasis.— Francfort a. M.
(C) Geh'ien. - Hamburgo.
Reichenovj— fía mdurgo.
(C) Sa\omon. —fíeidelderg.
(C) Weise U-)-Berlin.
Argelia.
(C) Chevreux.—Bóne.
Austria.
(C) Brancsik. —Trencsen.
(H) Tschermak.— V/e/7í7.
Bélgica.
(H) Boulenger.— ^/-//.se/a^.
(C) Schouteden.— j5/-í/se/í?s.
Brasil.
Instituto Oswaldo Cruz.
Checoeslovaquia.
(C) Kheil.-Praga.
Chile.
Espinosa. —Santiago.
(C) Poner. -Santiago.
China.
(V) Me\cor\. -Shanghai.
Cuba.
Fran gan illo . — i¥í7¿7í7/7í7 .
Pazos.— San Antonio.
(C) Torre. — Habana.
Estados Unidos.
(C) Coggeshall —Pittsburgh.
FernándezNonidez . — Nueva
York.
(H) HoWand.-Pittsburgh.
(C) Knudson. - Ithaca.
(C) Turnez. — Washington.
(C) Washington. -¿oc«s/, Mam-
mouth.
Francia.
(C) Acloque —Paris.
(C) P>eáe\.— Paris.
(C) Bois. -Saint-Mandé.
BrexxW.- París.
(V) Broiemann —Pau.
(C) Exxckmú,.— Estrasburgo.
C\er moni.— Paris.
(C) Corhlere.—Cherburgo.
FaUot.—Grenoble.
(C) Uar\é.— Burdeos.
(C) Heckel.- Marsella.
(C) janet.— Alione.
(C) Joubin —Paris.
(C) Leclerc. — Toulouse.
(C) Lesr\e.— Paris.
(C) Mangin. - Paris.
(P) Marqués de Mauroy.— Par/5.
40
índice geográfico de los socios
(C) Martín (R.).— París.
(C) Meunier.— Par/'s.
Oberthür (Ch ).— Retines.
Oberthür (R.) -Retines.
(C) OWvler . — Baroches au
Hoiütne.
Pie— Digoi'n.
(H) Simón.— P^m.
(C) Verneaü.— París.
Filipinas.
Universidad.— Mí7/7//a.
Hungría.
(C) Hor^íáth.— Budapest.
Inglaterra.
Beatty.—Noríhampfon.
(C) D]stant.—Souih Norwood.
Du\an.— Londres-
(H) Gelkie.— Londres.
(C) Lewis {Q.). — Tumbridge
Wells.
(H) Po\x\iox\. — Oxford.
(C) Thomas.— Londres.
Willians and Norgate. — ¿0/7-
dres.
Italia.
(C) Ea\samo. — Ñapóles.
(C) Brizi. -Roma.
(C) Cannaviello.— Po/-//<?/.
(C) DeTom.-Módena.
(C) Dervieux. — r//r//7.
(V) Dodero.— Gé/zora.
(C) Qestro.— Gí?/70i'a.
(C) Qriffini.— yl///á/z.
(C) PicciolKFr.).- Vallombrosa.
(C) Piccioli {L.).— Florencia.
Marruecos.
kWnaná.— Rabal.
García Várela (C). -Lara-
che.
González BeWoio.— Tetuán.
Prieto de Castro.— Alcázar-
quivir.
S>c\\ramm. — Casa blanca.
Théry.- Rabal.
Monaco.
(P) S. A. S. el Príncipe Alberto.
(C) Richard.— Monaco.
Polonia.
Franko wski . — Cracovia.
Portugal.
Nascimento.- Selnbal.
República Argentina.
(C) Brhihes. — Buenos Aires.
Rumania.
(C) Jeannel.-C////.
(C) lAonianáon.—Bucarest.
Suecia.
(C) La^erheim. — Estocolmo.
Suiza.
(C) Cari. — Ginebra.
García Banús.— Ginebra.
Gutzwiller. -Aargan.
(C) Schulthess Rechberg. — Zü-
rich.
Uruguay.
Fontana. -Nueva Palmita.
Yugoeslavia,
(C) B\xrr. -Zagreb.
RELACIONES
del estado de la Sociedad y de su Biblioteca
LEÍDAS EN LA SESIÓN DE ENERO DE 1922
POR EL SECRliTARlO
D. ÁNGEL CABRERA LATORRE
Y LA BIBLIOTECARIA
SRTA. MERCEDES CEBRIÁN
Memoria de Secretaría.
Señores:
En el año que acaba de terminar, nuestra Sociedad cumplió el
quincuagésimo de su existencia. Creo oportuno recordarlo, porque
este recuerdo da idea, mejor que cuanto yo pudiera decir, de lo
que para nosotros ha significado 1921, y al mismo tiempo dice cuál
ha sido el acontecimiento más saliente de nuestra vida social du-
rante los últimos doce meses. Nuestro nuevo Presidente, el señor
García Mercet, de quien soy indigno sucesor en esta puesto, pro-
metíanos hace un año, en su última Memoria de Secretaría, una
sesión solemne para conmemorar los cincuenta años de vida activa,
vida de labor constante y fructífera, que iba a cumplir la Real So-
ciedad Española de Historia Natural. Cumpliéronse sus pro-
mesas; por vez primera en medio siglo, salimos de este recogi-
miento, acaso excesivo, en que generalmente laboramos, para mos-
trarnos al mundo; por primera vez nosotros, enemigos siempre del
exhibicionismo y del relumbrón, celebramos un acto público de
cierta resonancia; por primera vez presidió nuestra sesión el Rey
y nos dirigió en ella la palabra el Jefe del Gobierno, y esto, no sólo
como lo que uno y otro representaban, sino por derecho propio,
como las dos personas que encabezan nuestra lista de socios.
Grata será siempre para todos nosotros la memoria de aquel
solemne acto; pero no lo será menos la de la publicación del tomo
extraordinario que con el mismo fausto motivo publicamos, tomo
que, no sólo por la calidad y altura de algunas de las firmas que lo
honran, sino por las mil dificultades que en estos tiempos supone
la publicación de un original cualquiera, representa un verdadero
esfuerzo, tanto más cuanto que simultáneamente prosiguióse la pu-
42 RELACIONES DEL ESTADO DE LA SOCIEDAD
blicación, no sólo de nuestro Boletín y nuestras Memorias, sino
de un tomo más de estas últimas, destinado a los trabajos referen-
tes a ia historia natural de Marruecos.
A propósito de estos últimos trabajos, se recordará que en la
Memoria que tuve el honor de leer en la citada solemnidad del cin-
cuentenario, quise realzar la importancia de la labor que nuestra
Sociedad viene realizando en la zona del Protectorado. Debo
ahora añadir que, gracias a la simpatía con que esta labor es vis-
ta, tanto en la Alta Comisaría como en el Ministerio de Estado y
al interés que hacia ella demuestra nuestro ilustre consocio el Ex-
celentísimo Sr. D. Dámaso Berenguer, que tanto se preocupa del
prestigio de España en todos los terrenos y bajo todos los aspec-
tos, durante el presente año económico hemos podido continuar
trabajando para el mejor conocimiento de la naturaleza y produc-
ciones de Marruecos, habiéndose realizado ya una expedición, que
la Junta directiva tuvo a bien confiarme, y estando próximas a rea-
lizarse otras dos. Esto es ya de por sí halagüeño, como una de tan-
tas muestras de nuestra actividad; pero si tenéis en cuenta que la
concesión del crédito necesario para estas expediciones fué hecha
en momentos críticos, cuando el pesimismo cundía en nuestro país,
cuando todo aparecía tenebroso al otro lado del Estrecho y el
prestigio nacional en África parecía a riesgo de hundirse, recono-
ceréis que nuestra Sociedad ha dado una elevada prueba de pa-
triotismo no dejándose contagiar por el desaliento y permanecien-
do firme en su empeño de contribuir, en su esfera de acción, al
cumplimiento de la misión que España se ha impuesto en el terri-
torio marroquí.
Claro es que no todo ha sido para nosotros glorias y triunfos
en este año. También hemos tenido momentos de dolor, produci-
dos por las sensibles bajas que la muerte ha causado en nuestras
filas. En 1921 han desaparecido de nuestro lado dos eminentes bo-
tánicos, D. Blas Lázaro e Ibiza y D. Eduardo Reyes Prósper; dos
de nuestros expresidentes D. Emilio Ribera y D. Luis Simarro; el
laborioso entomólogo, todavía joven y en la plenitud de su produc-
ción científica, D. José Arias Encobet; los Sres. D. José Cosca-
llano, D. Pedro Gimeno Gil, D. Alfonso Medina Martínez, don
Pedro Palacios y D. Federico Vial, y los miembros extranjeros,
el Director del Museo de París M. Edmond Perrier, M. Albert
Fauvel, conocido entomólogo, y M. Adrien Dollfus, Director de
La Feuille desjeiines Naturalistcs. Al recordar los nombres de
Y DE su BIBLIOTECA 45
estos compañeros que se fueron, quiero rendir cariñoso tributo a
su memoria.
Por lo que respecta al número, las pérdidas que en tan sensi-
ble forma, o por cualquier otro concepto, ha experimentado la So-
ciedad, han sido compensadas con las alzas habidas durante el
transcurso del pasado año, pudiendo, pues, felicitarnos, pese a
cuantos momentos adversos hayamos atravesado, de comenzar bajo
los mejores auspicios un nuevo año, que es de esperar añadirá a
nuestra historia un capítulo más de laboriosidad, de entusiasmos,
de éxitos.
A. Cabrera.
Estado de la Biblioteca.
Durante el año 1921 ha recibido nuestra Sociedad pruebas
evidentes del aprecio en que el mundo científico tiene la labor que
con tanta constancia y entusiasmo viene realizando.
Son varias las Sociedades extranjeras que por iniciativa pro-
pia han solicitado de nosotros el cambio de publicaciones. Figu-
ran entre ellas la Senckenbergische Naturforschende Gesell-
schaft de Franckfurt, la Mexicana de Biología y el Dansk Or-
niíhologisk Central. También el Dr. Niggli, de Zurich, nos envía
el Zeitschrift für Kristallographie, que une a su importancia el
ser la única revista que sobre tal especialidad posee nuestra Bi-
blioteca.
A estos cambios, todos ellos de verdadero interés, hay que
añadir los solicitados por nosotros de Centros y Sociedades de
España y del Extranjero. El Instituto Nacional de Higiene de Al-
fonso XIII, de Madrid, nos ha enviado una colección casi completa
de su Boletín. El Instituto Internacional de Agricultura de Roma
no sólo ha contestado afirmativamente a nuestra propuesta de
intercambio para años sucesivos, sino que, teniendo en cuenta el
ofrecimiento de reciprocidad hecho por nosotros, nos ha enviado
el Boletín Mensual de Informaciones Agrícolas y de Patología
Vegetal, desde su primer volumen, que corresponde al año 1913.
La Sociedad de Ciencias Naturales de Milán añade a sus Me-
morias, que hace tiempo recibíamos, la revista Natura, editada
por ella, y también a partir de su volumen primero. Esperamos,
además, los envíos anunciados por la Société des Sciences Natu-
44 RELACIONES DEL ESTADO DE LA SOCIEDAD
relies dii Maroc, de Rabat, y por otras dos Sociedades norteame-
ricanas de gran importancia, la Biological Society de Washington
y la Boston Society o f Natural History.
Tenemos la satisfacción de dar a conocer que se inicia el res-
tablecimiento de nuestras relaciones con Rusia, única nación que,
aun después de la paz, no había hecho llegar hasta nosotros ni un
solo trabajo de sus hombres de ciencia, a causa de las dificultades
originadas por la honda transformación que viene sufriendo. El
Burean dEntomologíe et Phyt opathologie de Retrogrado nos
anuncia el envío de sus publicaciones al mismo tiempo que solicita
el ser incluido en nuestra lista de cambios.
Entre los donativos hechos durante el año a la Biblioteca, por
cierto no muy numerosos, figuran los dos primeros volúmenes de
las Obras completas y Correspondencia científica de Florentino
Amcghino, que edita el Ministerio de Trabajos públicos de la pro-
vincia de Buenos Aires; el volumen II del Manual de Zoología, de
que es autor D. José Fuset, Catedrático de la Universidad de
Barcelona, y algún otro. También la Junta para Ampliación de
Estudios e Investigaciones Científicas ha seguido enviándonos los
Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales y las Me-
morias de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y
Prehistóricas. En nombre de esta Sociedad hago constar a
todos los donantes nuestro agradecimiento.
Por las mismas causas económicas que expuso en años anterio-
res nuestro consocio Sr. Cabrera, continúa suspendida la adquisi
ción de obras, así como la encuademación de publicaciones.
Llevados de nuestro deseo de enriquecer más y más nuestra
ya importante Biblioteca, seguiremos con todo interés solicitando
de Sociedades y Corporaciones científicas el cambio de publica-
ciones, y ojalá que mi modesto trabajo, al cual siento no poder
aportar la reconocida competencia de mi antecesor en el cargo,
Sr. Cabrera, contribuya en algo a facilitar la labor científica de
los señores Socios.
La Bibliotecaria,
Mercedes Ceerián.
BOLETÍN
DE LA
REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL
Sesión del 11 de enero de 1922.
PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCIa MERCET
El Secretario leyó el acta de la sesión de diciembre de 1921,
que fué aprobada.
Sustitución de Junta directiva.— Ocupada la presidencia, al
abrirse la sesión, por el Sr. Aulló, éste, tan pronto como fué apro-
bada el acta, cedió el puesto al Sr. García Mercet, después de
dirigir a los presentes la palabra, manifestando su agradecimiento
por el apoyo que todos habían prestado a la junta directiva salien-
te en su labor y en sus iniciativas, y su satisfacción al verse suce-
dido por persona que a su valer científico reúne un entusiasmo por
la Sociedad bien demostrado durante su larga actuación como
Secretario de la misma.
El Sr. García Mercet, al ocupar la presidencia, dirigióse a los
reunidos en los siguientes términos:
<i~Señores:
»A1 venir al puesto que durante el año 1921 ha ocupado tan dig-
namente nuestro consocio D. Manuel Aulló, me considero en el
deber de dar las gracias a todos los que con su voto han contri-
buido a elevarme a la presidencia de la Real Sociedad Españo-
la de Historia Natural.
»No sería sincero si dijese que me ha sorprendido esta elec-
ción. Los que hemos desempeñado algún cargo en la Junta directi-
va de la Sociedad, o somos asiduos colaboradores de sus Bole-
tines mensuales, sabemos que tarde o temprano, fatalmente, in-
evitablemente, habrán de investirnos, nuestros amigos y consocios,
46 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
con la presidencia. Don Ignacio Bolívar constituye únicamente ex-
cepción a esta ley, que parece presidir el turno de la composición
de nuestras Juntas directivas, y constituye excepción, no porque
hayamos dejado de intentar, en repetidas ocasiones, hacerle nues-
tro Presidente, sino porque nunca conseguimos reducir su resis-
tencia a ocupar el puesto para el que todos le considerábamos
como candidato único e insustituible.
»Pero si, con relación al presente, no me produce sorpresa en-
contrarme en este sitial, con relación a un pasado ya bastante re-
moto, he de confesaros que me cuesta trabajo concebir que efec-
tivamente voy a ejercer las funciones que ejercieron D. José Mac-
pherson, D. Máximo Laguna, D.Juan Vilanova, D. Laureano Pé-
rez Arcas y otros ilustres y esclarecidos maestros a quienes vi en
mi juventud actuar de Presidentes de los naturalistas españoles.
»Cuando yo ingresé como miembro numerario de la Sociedad
Española de Historia Natural, allá por los años de 1876 a
1877— ¡va larga la fecha, lo que prueba que no soy ningún mozo! — ,
eran alma de la misma los varones que acabo de citar, con otros
no nombrados y ya desaparecidos, y con algunos, como Bolívar y
Boscá, que dichosamente viven todavía. Jóvenes entonces eran
éstos; pero, a pesar de su juventud, ya gozaban fama de natura-
listas eminentes, y sus discípulos no les considerábamos con me-
nos méritos que los que pudieran atribuirse al mejor de los maes-
tros de aquella época. Pero entre el plantel de capacidades que
formaban los naturalistas a quienes acabo de aludir y los mucha-
chos que asistíamos como simples oyentes a los miércoles de la
Sociedad de Historia Natukal establecíamos nosotros, mental-
mente, como una barrera infranqueable, que nos juzgábamos inca-
pacitados para saltar. Con toda mi alma declaro a ustedes que
jamás, en aquel tiempo, pasó por mi imaginación la idea de que al
rodar de los años pudiera yo sentarme donde ellos actuaban. ¡Tan
alto concepto teníamos de su sabiduría y tan exacto el juicio que
de nuestra inferioridad habíamos formado!
»Ahora bien; sin que haya modificado de mí mismo, con rela-
ción a los que fueron o son mis maestros, la opinión que entonces
hube de formar; como una serie de circunstancias que reputo de
fortuitas han ido haciendo que mi nombre suene y figure entre el
de los que llevan la dirección de la Sociedad, y como por esta
silla va habiendo un verdadero desfile de socios, no me produce
ahora ninguna extrañeza encontrarme investido de las funciones d?.
DE HISTORIA NATURAL ■ 47
Presidente. Y me digo, para acallar los escrúpulos de conciencia
que remembrando los días de mi juventud pudieran asaltarme:
Puesto que has llegado aquí por una especie de turno reglamenta-
rio, como otros que te han precedido, tu caso no es excepcional y
no tienes nada que reprocharte. Esto me tranquiliza un poco y me
hace presumir que seréis indulgentes conmigo durante el año que
he de presidir la sesión que mensualmente celebramos.
»Por fortuna, el ejercicio de la presidencia de nuestra Socie-
dad, si bien se examina, no requiere especiales aptitudes ni una
gran capacidad. El cargo de Presidente viene a ser una función
puramente honorífica y un poco decorativa: ocupa el centro de la
Mesa; abre la sesión; concede la palabra a los concurrentes que
van a dar cuenta de sus estudios o de sus descubrimientos; dice a
cada uno de los exponentes que ha sido escuchado con mucho gus-
to por la reunión; le felicita en nombre de la misma; interviene en
las discusiones que sobre asuntos no científicos puedan entablar-
se, y ¡esto será lo más enojoso del cargo para mí!: preside las
Comisiones que ahora con frecuencia se nombran para visitar a de-
terminados personajes. Para esto, en realidad, que es lo que hacen
obligatoriamente los Presidentes de nuestras Sociedades científi-
cas, no es preciso poseer otros méritos o circunstancias que un
cierto mundo y un poco de tiempo que perder.
»En esta inteligencia procuraré cumph'r como bueno la gestión
que para el año corriente me habéis encomendado, y no la consi-
dero superior a mis fuerzas.
»Pero por el honor que representa el llegjr a Presidente de la
Sociedad Española de Historia Natural, por la alta reputa-
ción y el prestigio de que goza en el Extranjero; por el mérito de
sus publicaciones, y por la cultura de las personas que la consti-
tuyen, el cargo me llena de satisfacción y lo consideraré siempre
como uno de los más honrosos que haya desempeñado en mi vida.
Es también para mí motivo de legítimo orgullo y hasta de un cierto
noble envanecimiento considerar que lo he recibido de manos de
un competentísimo Ingeniero de Montes, profesor de Entomología,
que está organizando estudios de aplicación nunca emprendidos en
nuestro país, y que lo habré de transmitir a uno de los hombres que
más alto han puesto el nombre de la Ciencia española contempo-
ránea: el muy ilustre Ingeniero de Minas Sr. D. Domingo de
Orueta.»
48 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Admisiones y presentaciones,— Fueron admitidos los nuevos
socios propuestos en la sesión anterior, y presentados para su ad-
misión, D. Luis Villanueva López, Comandante de Estado Mayor,
por el Sr. López Soler; D. Francisco Carreras Lorenzo, alumno
de Ciencias Naurales, y D. Juan Aguiló, Farmacéutico, por el
Sr. Bolívar Pieltain; D. Antonio Carboneil y Trillo Figueroa, In-
geniero de Minas, por el Sr. Chaves; D. Carlos Collado Aguirre,
Doctor en Medicina, por el Sr. del Río-Hortega; D. César Luis de
Montalbán, Arqueólogo, por el Secretario, y la Escuela Normal de
Maestras de Gerona, por el Sr. Aulló.
Examen de cuentas. — El Sr. Vicioso presenta el siguiente
informe, que ha redactado en unión de los Sres. Casares y Río-
Hortega:
«Los que suscriben, designados por la Sociedad para examinar
las cuentas de la misma correspondientes al año de 1921 , tienen hoy
el gusto de manifestar que, efectuada su revisión, han encontrado
todos los gastos en consonancia con las necesidades de la Socie-
dad, y estando todas las partidas debidamente acompañadas de
sus comprobantes.
»E1 total de los ingresos asciende a 20.251 ,25 pesetas, y lo gas-
tado, a 19.899,20 pesetas, quedando un saldo a favor de 552,05
pesetas y un crédito de 2.753 pesetas, mereciendo consignarse un
aumento en lo recaudado por cuotas ordinarias.
«Satisfechos por el estado próspero de la Sociedad, al propo-
ner a la misma la aprobación de las cuentas que hemos tenido el
honor de revisar, proponemos se conceda un voto de gracias al se-
ñor Tesorero por su celo en pro de los intereses que le han sido
confiados.
«Madrid, 10 de enero de \^22.— Antonio Casares Gil. — Car-
los Vicioso.— P. del Fío Moriega. >•>
Acuérdase el voto de gracias por unanimidad.
Asuntos varios.— El Sr. Carandell propone que se solemnice
esta primera sesión del año enviando un cariñoso saludo a aquellos
Socios que se encuentren luchando en Marruecos por el prestigio
de la Patria, con objeto de que pueda contribuir a hacerles más
soportables las fatigas de la campaña el saber que sus amigos y
colegas no se olvidan de ellos. Así se acuerda por unanimidad.
DE HISTORIA NATURAL 49
El Secretario hace un breve relato de su reciente excursión
científica por la zona de protectorado español en Marruecos, ofre-
ciendo a la Sociedad la correspondiente Memoria narrativa.
El Presidente, refiriéndose a una noticia consignada en el acta
de la Sección de Valencia, dijo que son varios los parásitos de la
mosca de la aceituna conocidos desde hace tiempo, pero que nin-
guno resultaba suficientemente eficaz para tratar de combatirla
por su intermedio. Recientemente, el profesor italiano Sr. Silves-
tri ha descubierto en Túnez un parásito que parece ser específico
del Dacus oleae. Este parásito es el himenóptero bracónido Opiüs
concolor, con el cual se están practicando en Francia e Italia en-
sayos muy interesantes para combatir la mosca de la aceituna.
Añadió el Sr. García Mercet que los bracónidos del género 0/7 /V/5
están resultando los principales enemigos de las moscas de los
frutos. Se conocen de ellos varías especies que dan muy buenos
resultados en la lucha contra las Carpomya, Bactrocera, Lon-
chaea y Ceratitis, y otros dípteros tan perjudiciales como los
mencionados.
Trabajos presentados. — El Presidente presenta una nota
acerca de los géneros de calcídidos Tetracnemus y Charítopus.
El Sr. Garanden entrega unas notas Sobre una excursión a Prie-
go y alrededores; el Sr. Martínez de la Escalera, un trabajo acer-
ca de especies ibéricas del género Asida, de que es autor; el
Sr. Barroso envía otro sobre briozoos marinos españoles, y el
Sr. González Fragoso presenta uno del Sr. Caballero sobre la
acción de las Chara en las larvas de los mosquitos.
Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 29 de diciembre
en el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del Exce-
lentísimo Sr. Conde de Montornés.
Fué presentado por el Sr. Pardo para nuevo socio numerario
D. Canuto Sánchez Solano, Médico y Director de la Escuela de
Artes e Industrias de Requena (Valencia).
El Sr. Presidente hace uso de la palabra para agradecer su re-
elección y la adhesión de la Sección a la propuesta formulada por
las entidades de Valencia solicitando el premio a sus servicios. Le
contesta el Sr. Moróte, manifestando el contento de los socios en
verse presididos por persona que tantos méritos posee, reconocidos
unánimemente.
Tomo XXII. -Enero, 1922, 4
50 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
El Sr. Trullenque indica que también este año ha causado es-
tragos la mosca del olivo; corrobora y amplía la noticia el Sr. Mo-
róte, y el Sr. Conde de Montornés habla del hallazgo de un pará-
sito de dicho insecto, con el cual están haciéndose experiencias en
las inmediaciones de Niza, que serán comunicadas a la Comisión
que para estudiar esta cuestión se reunirá en el Instituto Interna-
cional de Agricultura de Roma.
El Sr. Boscá (E.) muestra algunos grabados que representan a
S. de Rojas Clemente y otros botánicos, recordando la historia de
nuestro Jardín Botánico. El mismo señor presenta algunas fotogra-
fías obtenidas por el profesor Grigneaux, de la Universidad de
Estrasburgo, de varios accidentes geológicos de Valencia y Ali-
cante.
El Sr. Pardo da cuenta de una comunicación, en nombre de don
Carlos Pau, titulada Materiales para la flora marroquí, original
del Sr. Vidal y López.
La de Zaragoza celebró sesión el día 13 de diciembre, bajo la
presidencia del Sr. López de Zuazo.
Leída que fué y aprobada el acta de la anterior, el Sr. Presi-
dente manifestó que, hallándose entre los concurrentes el doctor
D. Juan Pablo Soler, uno de los Socios fundadores de esta Sec-
ción, se congratulaba de su asistencia, por el valioso concurso que
ha de prestar, y propuso se hiciese constar en acta la satisfacción
por todos sentida de haber sido nombrado catedrático de este Ins-
tituto General y Técnico. El Sr. Soler se mostró muy reconocido a
la manifestación de la presidencia.
El Sr. Ferrando da noticias de sus investigaciones sobre la ex-
tensión de la formación oligocena en la provincia de Zaragoza. Al
presentar ejemplares de un nuevo yacimiento fosilífero de dicha
formación, situado en el término de Moneva y orilla derecha del río
Aguas, el Sr. López de Zuazo manifiesta que fósiles análogos han
sido descritos por M. Larrazet en su memoria titulada Recherches
géologiques sur la región oriéntale de la province de Burgos
et sur quelques points des provinces d' Álava et de Logroño.
Agradece dicha referencia el Sr. Ferrando y aplaza la presen-
tación de una nota sobre el citado yacimiento de Moneva hasta
consultar los estudios de Larrazet, que, juntamente con los de don
Luis Mariano Vidal, han de constituir la base para el conocimiento
del oligoceno de la cuenca del Ebro.
DE HISTORIA NATURAL 51
También presentó el referido Sr. Ferrando muestras de aló-
fana amarilla procedente de Santa Creu d'Olorde (provincia de
Barcelona), localidad no citada todavía de dicho silicato coloidal
en las publicaciones más conocidas de minerales españoles.
Acto seguido fué propuesta la nueva Junta directiva para el
año próximo, y por aclamación fueron designados los señores si-
guientes:
Presidente. Sr. D. Francisco Aranda.
Vicepresidente — Juan Pablo Soler.
Tesorero — Pedro Ferrando.
Secretario — Pedro Moyano.
Trabajos presentados.
Los géneros Tetracnemus y Charitopus
(HiM. CfLClDIDOS)
por
Ricardo García Mercet.
En un trabajo del entomólogo austríaco Dr. Franz Ruschka,
publicado en Verh. d. zool.-bot. Ges. Wien (enero 1921) y dedi-
cado a los Eupélmidos de Europa, se considera el género Tetrac-
nemus Westwood como perteneciente a esta familia de micro-
himenópteros, y se lleva a sinonimia del mismo el género Chari-
topus Forster (Hym. Stud., vol. II, pág. 31, 1856). En vista de
ello, voy a permitirme algunas consideraciones que tiendan a de-
mostrar que ni el género Tetracnemus es un Eupélmido, ni debe
pasarse a sinonimia del mismo el género Charitopus.
El género Tetracnemus (un Encírtido cT con antenas ramo-
sas), del que sólo queda la descripción (incompleta) y un dibujo
(defectuoso) del autor, tiene que darse por nulo, pues el tipo del
mismo, que se guardaba en las colecciones del Museo de Historia
Natural de Oxford, se ha perdido, según hace meses averiguó, a
mis instancias, el Dr. James Waterston, del Laboratorio Imperial
de Entomología de Londres. Por lo tanto, cualquier asimilación que
52 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
se haga de Tetracnemus, llevando al mismo algún insecto europeo
cuyo macho ofrezca antenas ramosas, tiene que ser arbitraria y
caprichosa, pues no hay modo de identificar el tipo de WestWood,
y son varias las especies descubiertas y descritas en Europa que
ofrecen el carácter que parecía esencial de Tetracnemus. En mi
monografía de los Encírtidos de España, que acaba de aparecer,
se incluyen cuatro insectos de antenas ramosas (Diversicornia
pinícola, Tetracladia hispánica, Tetralophidea dimorpha y
T. máxima), cualquiera de los cuales, a capricho, podríamos decir
que es un Tetracnemus. Ya en el libro a que acabo de referirme
indico la imposibilidad de llegar a una identificación exacta del
insecto de Westwood.
El Dr. Ruschka, desconociendo estos detalles, ha considerado
como Tetracnemus el primer insecto europeo que ha visto ofrece
cuatro ramas laterales en los apéndices cefálicos. Diputando de
Tetracnemus ese insecto, ha considerado como sinonimia del géne-
ro de Westwood el género Charitopus Forster, descrito sobre
una hembra de antenas, naturalmente, normales, pero cuyo ma-
cho, que desconoció Forster y que posee el Dr. Ruschka, presen-
ta una rama lateral en el 2.*^, 3.°, 4.° y 5.° artejos del funículo
(como Diversicornia, Tetracladia y Tetralophidea). La identi-
ficación de este insecto con la especie de Forster ha podido ser
practicada exactamente, por haber examinado el Dr. Ruschka el
tipo de Charitopus que se conserva, aunque falto de cabeza, en
las colecciones del Museo de Viena. Por fortuna, se trata de un
insecto que, aun decapitado, puede reconocerse con facilidad, pues
ofrece una coloración de tórax y abdomen y unas alas inconfun-
dibles.
Ahora bien; el género Charitopus, aunque Forster lo conside-
ró como un Eupélmido, y lo mismo cree el Dr. Ruschka, no perte-
nece a esa familia de microhimenópteros, sino a la de los Encírti-
dos. Puedo afirmarlo así, porque la especie típica del género, el
Charitopus fulviventris, a juzgar por la descripción y los dibujos
de Ruschka, es mi Diversicornia pinicola. Al describir esta es-
pecie en 1916 y al redescribirla en mi monografía de los Encírti-
dos de España (1921), la he considerado valedera, porque busca-
ba su similar entre las ya conocidas de esa familia; no pude nunca
suponer que este insecto hubiese sido llevado por nadie a la fami-
lia de los Eupélmidos.
En efecto: Diversicornia o Charitopus es extraordinariamen-
DE HISTORIA NATURAL 55
te afín de Tetracladia, hasta el punto de que a primera vista pue-
den confundirse uno y otro género. En ambos, la conformación del
escudo del mesonoto y del escudete, planos; la disposición de las
axilas; el número de artejos de que se compone el funículo (seis),
y la carencia de verdaderos artejos anillos en la base del mismo,
acusan claramente que se trata de Encírtidos propiamente dichos,
y no de Eupélmidos, como se pretende con Charitopus. La tribu
Tanaostigminos, de la familia Eupélmidos, en que se quiere incluir
Charitopus, está caracterizada por presentar las antenas con arte-
jos anillos independientemente de los seis del funículo; el escudo
del mesonoto, alargado, convexo , con surcos parapsidales; las axi-
las, grandes, convexas, laterales, con relación al escudete; el es-
polón de las tibias intermedias, grueso; el nervio marginal, relativa-
mente largo.
Ahora bien; si por presentar Charitopus (Diversicornia) indi-
cios de surcos parapsidales en el escudo del mesonoto, se preten-
de incluir este género entre los Eupélmidos Tanaostigminos, habría
que llevar a esta tribu todos los Encírtidos que presentan ese mis-
mo carácter, entre ellos los géneros Ectroma, Choreia, Ceballo-
sia, Paraphyctis, Metaphycus, etc., y ocurriría que una parte de
los Aphycus (los que no presentan traza parapsidal) tendrían que
figurar entre los Encírtidos, y otra parte (los que ofrecen surcos
análogos a Charitopus) entre los Eupélmidos.
Ya en algunos de mis trabajos he advertido que la presencia o
ausencia de indicios de surcos parapsidales en el escudo del meso-
noto es un carácter que no reviste la importancia taxonómica que
ha querido dársele. Entre los verdaderos Encírtidos se encuentran
cada día más formas que lo presentan. Fuera de ellos, en el géne-
ro Signiphora, la especie 5. Merceti Malen. los presenta, mien-
tras que las otras del grupo no los ofrecen ni aun como una traza
imperceptible.
Creo lo expuesto suficientemente demostrativo de que:
1 .° El género Tetracnemus no debe admitirse, puesto que está
mal descrito, mal representado en figura, y no puede identificarse,
por haberse perdido la especie típica.
2.° La asimilación de Charitopus a Tetracnemus no tiene fun-
damento.
5.° Charitopus es un Encírtido y no un Eupélmido.
Demostrada la invalidez de Tetracnemus y la identidad de
Diversicornia pinicola con Charitopus fulviventris, es preciso
54 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
restablecer el género de Forster, dándole la situación sistemática
y la sinonimia que le corresponden:
Familia Encírtidos.
Subfamilia Encirtinos.
Género Charitopus Forster.
Charitopus Forster, H^m. Stiid., Vol, II, pág. 31 (1856).
Diversicornia Mercet, Bol. Soc. Esp. Hist. Nat., vol. XVI, pági-
na 371 (1916).
Tetracnemus Ruschka, Verh. zool.-bot. Ges. Wien, pág. 242 (1921).
Diversicornia Mercet, Fauna Ibérica. Himenopt. Fam. Encírtidos,
página 543 (1921).
Charitopus fulviventris -Forster.
Charitopus fulviventrisV orsier, Verh. nat. Ver- pr. Rhl., vo\.XVll,
página 112(1860).
Diversicornia pinicola Mercet, Bol. Soc. Esp. Hist. Nat., Volu-
men XVI, pág. 372 (1916).
Tetracnemus diversicornis Ruschka, Verh. zool.-bot. Ges. Wien,
página 245 (1921).
Diversicornia pinicola Mercet, Fauna I be rica- Himenopt. Fam. En-
círtidos, pág. 545 (1921).
Materiales para la flora marroquí (')
2.* nota
por
Manuel Vidal y López.
Con posterioridad a la fecha en que D. Carlos Fau se separó
de mí en Ceuta, por haber terminado su labor científica en tierras
africanas, recogí en Xauen (2) algunas plantas más, que son el
objeto de esta nota, cuyos méritos deben agradecerse totalmente
a dicho botánico, ya que sin su desinteresada cooperación tendrían
que esperar estas muestras largo período de tiempo antes de ser
(1) Véase tomo XXI, págs. 274-381 de este mismo Boletín.
(2) Tiguisar, entiéndase que es de la cabila de Gomara.
DE HISTORIA NATURAL 55
clasificadas por el que suscribe, simple debutante en asuntos bo-
tánicos, y a quien sólo corresponde el traba/o de su recolección
en parajes algo difíciles.
No se numerarán las plantas repetidas, y solamente indicare-
mos si procediesen de diferente localidad. Continuaremos la nu-
meración para las especies que no fueron consignadas en mi pri-
mera nota.
Todas lasplantas son de Xauen, menos el Convolvulus althaeoi-
des, que fué recolectado en Dar-Riffien.
Al final ponemos las observaciones que nos ha comunicado el
señor Pau.
155. Clematis Flammula L.— 156. Ranunculus repentifolius
Pau, n. sp. - 157. Delphiniíim StaphysagríaL. — Papaver RhoeasL.
\58. fumaría Boraei jord.—Alyssum maritimum Lam. — 159. Cis-
tus crispus L.—Silene inflata Sm. (la anterior era una forma ro-
seiflora). — \QO. Spergularia diandra (Guss.) Helldr. et Sart.—
161. Hypericum tomentosum L-, var. nov. viridulum Pau.— 162.
Lavatera Vidali Pau, n. sp.— 163. L. trimestris L.—Linum tenue
Desf.— 164. Hedysarum coronarium L. — 165. Tetragonolobus
purpureus Mnch. — 166. Rubus ulmifolius Schott.— 167. Rosa
sempervirens L.— 168. Cotyledon praealtus (Brot.) Sampaio, var.
gaditanus (B. Rt.) Pau.— 169. Epilobium Tournefortii Michel.—
170. X E. CaballeroiY'^VL, nov. hybr.—Bryonia dioica Jacq., var.
laevifrons Pan.— \7\. Apium nodiflorum L.— 172. Ammi maj'us L.
Scandix Pectem Veneris L.~Sherardia arvensis L.—Centran-
thus Calcitrapa Dufr., iorma púber u la.— \T5. Scabiosa simplex
D&si.—Gnaphalium luteo-album L.— 174. Pulicaria paludosa Lt.
175. Chrysanthemum holophyllum Pau, n. sp.— 176. Microlon-
Chus Salmanticus DC— 177. Rhagadiolus stellatus Willd.— 178.
Picridium vulgare Desf.— 179. Campánula Rapunculus L.— Vin-
ca difformis Pourr.—Samolus Valerandi L.— 180. Chlora gran-
diflora Yiv.— 181. Centaurium minus Hill., var. nov. stenosiphon
Pau.— Anchusa itálica Retz.— 182. Echium pustulatum Sibth.—
\85.Calysíegia septum R. Er.— Convolvulus althaeoidesL. (Dar-
Riffien).— 184. C. siculus L.—\S5. C.mauritanicus Boiss. — Sola-
num nigrum h.— Verónica Anagallis L. — 7. Beccabunga L.,
var. nov. xauensis Pau.— 187. Linaria supina (L.) et auct. non
Desf., var. nov. ajmasensis Pa\x. —Bartsia versicolor Pers.—
188. Verbena offícinalis L.— 189. Calamintha baetica B. Rt.—
190. Salvia inter rupia Schousb. — 191. 5. bicolor D^ú. — 192.
56 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Prunella vulgaris L.— 193. Stachys circinata L'Her.— 194. Pra-
sium maius L.- 195. Teucrium resupinatum Desf.— 196. Riimex
conglomeratus Murr.— 197. Polygonum avicular e L.—Mercuria-
lis annua L.— 198. Aristolochia baetica L.— 199. Phalaris mi-
ñor L.— 200. Trisetum paniceum Pers.— 201. Avena orientalis
Schreb.— 202. Briza minor L.— 203. Cynosurus aureus L.—Scle-
ropoa rígida Gris.
(Del Sr. Pau)
Ranunculus repentifolius Pau, n. sp.
Viridis glabriusculus et ramosus, foiüs longe petiolatis glabris
trisectis, lobiis cuneato-obovatis, lateralibus dentato-lobatis medio
longe pedicellato. Sépala patentia (?), spica globosa, receptaculus
pilosus, carpellis sub 20, urbiculatis glabris compresis rostro sub-
incurvo brevissimo 0,5 mm. Radix...
Difiere del /?. repens L., especie la más parecida de cuantas
me son conocidas por las hojas y tamaño de los carpelos, por la
cortedad del pico de los aquenios. También la encuentro cercana
de ciertas formas lampiñas del R. Aleae Wk. por la cortedad del
pico; pero se aparta por ser doble mayores los carpelos y recep-
táculo más peloso. Nos parece, sin embargo, más próxima al /?.
Broteri Freyn y sus variedades; pero difiere, por ser lampiño, con
las menores, aquenios lenticulares y pico cortísimo. Del R. ads-
cendens Brot., por las hojas, corolas y aquenios.
Las muestras comunicadas son bastante incompletas; es preci-
so herborizaría de nuevo.
Biscutella ApulaL., forma baetica (B. el Rt.); 13-V.
B. Apnla L., f. reticulata Pau; 10- VI.
La muestra comunicada del mes de mayo no puede separarse
de la que abunda en Andalucía; comparada con las varias mues-
tras de mi herbario, no descubrimos diferencias sensibles; la reco-
lectada en el mes de junio, excepto las silículas, es igual a la for-
ma baetica, pero difiere por las silículas mayores, 15 mm., disco
verdoso, glaberrimo, nítido, reticulado, nervios prominentes. El
margen es únicamente pestañoso. Según descripción, deberá ser
una forma de silículas mayor de la B. scutellata B. et Rt., que
me es desconocida.
DE HISTORIA NATURAL 57
Linum tenue Desf .
Los dos pliegos nuevamente herborizados demuestran que se
trata de una forma de hojas más ensanchadas y de nulo valor sis-
temático. En uno de los dos pliegos viene un pie con raíces y cáp-
sulas; uno de los tallos mayores trae las hojas más anchas, pero
los tallos inferiores y más cortos, que nacen de un tallo al parecer
comido del ganado, lleva hojas idénticas al tipo. Y por el ejemplar
con cápsulas se deduce que no estamos más que en presencia de
una forma umbrosa o de sitios frescos y húmedos.
Hypericum tomentosum L., var. nova viridulum Pau.
Virescens, folia oblongiuscula, sepalis lineari-lanceolatis longe
acuminatis.
Difiere del tipo por el color virescente, escasa pubescencia,
sépalos lanceolado-lineales, doble mayores, acuminados y con el
margen íntegro y no dentado. Del H. pubescens Boiss. {Voy. Bot..,
tab. 36) difiere por la vestidura rara, hojas menores y uniforme-
mente dilatadas desde la base y no aovado-oblongas, alampiñadas
y no lanosas, y por las flores menores.
Algunos autores hicieron el H. pubescens Boiss., sinónimo del
H. lusHanicum Poiret, y cayeron en esta equivocación por se-
guir a Lange, que en el Prodromus fl. hisp., III, p. 592, in obser-
vatione, dijo del H. lusitanicum:
«Sepalis lineari-lanceolatis», cuando el mismo Poiret nos advir-
tió que su especie presentaba: «Les bractées et les divisions du
calyce... ovales-lanceoladas» (Dice, encycl. suppl. III., p. 702).—
Como se ve, estos caracteres no pueden corresponder al H. pu-
bescens Boiss.
El verdadero H. lusitanicum Poir. es una forma microfila del
H. tomentosum L., con los sépalos ciertamente más ensanchados
(aovados); presentándolos el H. tomentosum lancelados. Se pudie-
ron disponer todas estas formas del siguiente modo:
H. tomentosum L. r/) genuinum.— Sépala lanceolata.
p) lusitanicum (Poiret).— Sépala ovato-lan-
ceolata.
ssp. fí. pubescens Boiss. Sépala lanceolato-linearia.
var.) viridulum. — SepaXa breviora; planta
virescens; folia angustiora.
58 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Lavatera Vidali Pau, n. sp.
Anthema Medie, sed pedunculis solitariis ad Olbiatn Med. et
Stegiam DC. sectiones vergens; ideoque, Anthemarum characte-
res modificandi. Torus certe non radiatim striatus, nec expansus
ut Olbia et Stegia rogant.
Annua glabrata, caulibus herbaceis asperulis et parce pilosis
pilis subreflexis simplicibus; foliis inferioribus ovato-cordatis obs-
cure lobatis, superioribus ovato-lanceolatis 3-!obis vel 5-lobis basi
truncata; pedunculis axilaribus solitariis folia subbrevioribus; epi-
calycis laciniis apiculatis late ovatis, calycis lobis ovato-lanceolatis
mucronatis; corolla magna 35 mm., petalis spathulatis longe atte-
nuato-cuneatis, violaceis et longitudinaliter albo-fasciatis; carpellis
circa 25, glabris convexo dorso et toro subexerto oblongo.
La especie más cercana creemos que es la L. crética L., de la
cual difiere por los tallos glabrescentes, pedúnculos solitarios y
mayores, pétalos doble más largos y carpelos numerosos.
Por sus flores solitarias largamente pedunculadas y grandes co-
rolas, se parece a la ¿. micans L.; pero los pedúnculos son más
cortos, cálices menores y, sobre todo, por su toro diferente.
Por la longitud de los pedúnculos se pudiera tomar por la L. tri-
mestrís L.; pero no presenta el disco carpelar de la sección Stegia.
He nombrado la L. micans L., y se precisa indicar a qué espe-
cie nos referimos, por ser desconocida en el día por los botánicos
la creación linneana.
La L. micans L. Sp. plant. ed. 1, p. 690 (1753) es idéntica a
la L.punctata All. Linné la citó de España y Portugal, y si no se ha
vuelto a encontrar en la Península, existe realmente en las Balea-
res. Morison, Hist. I, p. 523, de donde se originó la especie, no
dijo que fuese exclusivamente peninsular; Morison escribió lo si-
guiente: «Provenit in Híspanla, aliisque meridionalibus locis.» Lin-
né, probablemente, sustituyó «lugares meridionales» por Lusitania,
y por este motivo los botánicos buscaron entre las plantas españo-
las la especie linneana, identificándola caprichosamente con otras
muy diferentes. Consúltese la estampa de Morison, citada por el
mismo Linné (tab. 17, f. 9), y la corta descripción, que, aunque
cruda, la figura encaja perfectamente en la L. punctata All.
Sospechamos igualmente que la L. lusitanica L. pudiera consi-
derarse como un sinónimo de la L. micans.
Parecida a esta inexactitud se cometió otra en la Malva Papa-
DE HISTORIA NATURAL O»
ver Cav., indicada en Portugal (WiWk., Prodr.,\U, p.587). Cavanil-
les, en su Monadelphia, escribió claramente «Luisania»; pero
Willdenow, en su Species plantarum, por errata de imprenta puso
«Lusitania», y de aquí tomaron la noticia los autores.
Epilobium Caballeroi Pau, n. hybr.=£'. hirsutiimx Toiirne-
fortii Pau.
Humilis, folia inferiora glabra superiora pubescens, denticulata-
serrata, calycis laciniis oblongis linearibus brevissime mucronatis
petalis duplo brevioribus, petalis 10 mm. stigmatibus 4, erectis.
Flores mayores que en el E. Tournefortii M\c\\e\. y menores
que en el E. hirsutum L.; la vestidura y tallos son del hirsutum,
pero la estrechez de las hojas y su dentadura marginal son del
Tournefortíi.
Dedicada al explorador de la flora del Rif y muy apreciado ami-
go mío, D. Arturo Caballero.
Chrysanthemum holophyllum Pau, n. sp.
Sectio Pinardia Cass.— Annuuní glabrum caule erecto ramo-
sissimo dense foliato foliis oblongis, lanceolatis integuerrimis mu-
cronatis amplexicaulibus; anthodii squamis ovatis ápice late scario-
80, ligulis obovatis, achaeniis costatis radii obscure trigonis, disci
cylindraceis ómnibus pappo nullo.
Todas las especies que conozco pertenecientes a este grupo
subgenérico se apartan evidentemente, por presentar las hojas ente-
rísimas y los aquenios casi todos uniformes, puesto que los margi-
nales apenas son trianglares.
Linaria supina L. (sub Antirrhino) non Desi.Fl.atlant.,ll, 44.
Var. nova ajmasiana Pau.
Folia longiora et glauca, corolla minor. ínter L. nevadensem B.
et R. et a) genuinam media.
Esta planta pertenece a un tipo específico no descubierto ni cita-
do en la flora africana, porque la especie de Desfontaines, conside-
rada por todos los botánicos que conozco como Antirriiinum supi-
numL.,Sp. plant., ed. I, p. 615, no puede admitirse por estas consi-
deraciones: primera, por no existir en Argelia; otra, por estos carac-
teres atribuidos por Desfontaines: «Calyx... laciniis lanceolatis».
60 boletín de la real sociedad española
Desconozco de Argelia planta a la que puedan convenir estas
indicaciones, si no es la Linaria Munbyana B. et Rt., Pugillus,
página 89, y de la cual creo que la Linaria supina Desf. es un
sinónimo.
Verónica Beccabunga L., var. nova xauenensis Pau.
Capsula ovato-oblonga sepalis subduplo longiora: V. Anagalli-
dis capsula sed folia certe V, Beccahungae , hybrida non videtur.
Centauriiim minus Hill, var. nova bifrons Pau.
Annua glabra unicaulis, foliis radicalibus rosulatis obovato-
oblongis trinerviis, floribus sessilibus et pedunculatis ápice caulis
fasciculatis in corymbo denso agregatis, corollis roséis subtus albi-
cantibus vel pallidis, calyce minimo 2 mm. tubo cororollino tenui
elongato 6 mm. calycem longe superanti, lobis oblongis intra in-
tense roséis, stigmatis lobis ovatis.
Por las hojas no puede separarse específicamente del Cent, mi-
nus Hill = C. umbellatum Gilib. = Gentiana Centaurium L.;
pero por sus flores es muy parecida al Cent, tenuiflorum Hoffsn.
et Sk.), de la cual se aparta por las hojas y cálices cortísimos. NO'
la creemos híbrida.
La forma más parecida que conocemos es la Cent, minus Hill,
var. grandiflorum = Erythraea grandiflora Viv., de la que di-
fiere por la delgadez y longitud del tubo corolino y por los lóbulos
más angostos y cenicientos o pálidos en el envés.
Algunas especies de las comunicadas son muy curiosas y hasta
nuevas para la flora de Marruecos: una de aquéllas es la Salvia
interrupta Schousboe, que no conocía más que por la estampa de
su autor, y es una de las mayores rarezas de la región.
En Spicilegium florae Maroccanae no veo consignadas las
siguientes: Delphinium Staphysagria, Hedysarum coronarium,
Pulicaria paludosa, Convolvulus mauritanicus y alguna otra for-
ma subordinada y de menor interés geográfico.
DE HISTORIA NATURAL 61
Nuevos datos respecto de la acción de las Chara
en las larvas de los mosquitos
por
A. Caballero.
Con fecha 25 de noviembre de 1920 publiqué en los Anales de
Instituto general y técnico de Valencia un trabajo, «Las espe-
cies del género Chara y las larvas de los mosquitos», en el que su-
pongo, como resultado de los experimentos y observaciones reali-
zados hasta esa fecha, que las especies del género Chara
segregan o elaboran algún principio tóxico, mortal para las
larvas de los mosquitos. Para comprobar esta hipótesis he proce-
dido, desde principios del verano próximo pasado hasta la fecha,
del siguiente modo:
1.° Durante el mes de julio y los primeros días del mes de
agosto comprobé que las larvas de Stegomyia morían en un cultivo
de Chara foetida A. Br., plantada unos meses antes.
2.° El día 8 de agosto saqué del mencionado cultivo con un
cristalizador pequeño una cierta cantidad de agua, puse en ésta 8
larvas de Stegomyia, de tres a cuatro días de edad, y cubrí con
una lámina de vidrio, para evitar la evaporación. El día 13 de agos-
to habían muerto todas las larvas.
3.° El día 13 de agosto, es decir, el mismo en que di por
terminado el experimento 2.°, corté una cantidad suficiente de
ramas de Chara en el cultivo 1.°, y después de lavarlas escrupulo-
samente con agua destilada, las trituré hasta convertirlas en una
masa de la consistencia de la papilla, sirviéndome de un mortero
de vidrio, con arena de esta misma sustancia; añadí entonces a la
papilla 50 cm^ de agua destilada, filtré, y en el líquido obtenido, de
un hermoso color verde, puse 5 larvas de Stegomyia, de tres días
de edad. En poco más de una semana adquirieron un desarrollo ex-
traordinario y se formaron normalmente los mosquitos.
4.° Aunque no era probable, porque debía tratarse de una
sustancia soluble, por si el producto venenoso no pasaba a través
del filtro, repetí el experimento 3.°, pero modificado en el sentido
de no filtrar la masa triturada, de manera que después de añadir a
ésta los 50 cm^ de agua destilada y de poner las larvas en el líqui-
do; así obtenido, cubrí la vasija, que era el propio mortero. El re-
62 boletín de la real sociedad española
sultado fué idéntico: las larvas, después de adquirir un gran des-
arrollo, se transformaron rápidamente en mosquitos.
El Sr. Fernández Riofrío, que colabora conmigo en todos estos
experimentos, me acompaña el día 24 de septiembre a Castellde-
fels, donde recogemos una abundante cantidad de Chara foetida.
De vuelta, en el laboratorio, procedemos con ella repitiendo los
experimentos 3.° y 4.° y obtenemos el mismo resultado.
5.° El día 8 de octubre hace el Sr, Riofrío una excursión a
Castelldefels con el único objeto de recoger agua de una ace-
quia que contenga la planta en cuestión, y de vuelta con ella
al laboratorio, la ponemos el mismo día en un cristalizador y depo-
sitamos en éste 60 larvas de Stegomyia de uno a cuatro días de
edad y, además, 20 huevecillos del mismo insecto. A los pocos días
empieza claramente a disminuir el número de aquéllas, y el día 20
del mencionado mes han muerto todas, debiendo manifestar, como
hecho curioso, que en los doce días que tardaron en morir las más
resistentes, apenas aumentaron de tamaño. Las larvas procedentes
de la germinación de los huevos se resisten bastante más; pero,
sin embargo, el día 3 de noviembre han muerto ya 13 de ellas; el
día 7 del propio mes aparece una ninfa, que produce el mosquito a
los siete días, o sea el 14 de noviembre; el día 9 se presenta la
segunda ninfa, que se transforma en mosquito el día 18, es decir,
a los nueve días; el mismo día 18 se observa la tercera ninfa, que
evoluciona más rápidamente, dando el mosquito el día 24; el día 23
muere una larva, el día 27 de noviembre muere otra y el día 24 de
diciembre muere la que hace el número de orden 19, al formar la
ninfa y después de permanecer en el fondo del cristalizador, cole-
teando de vez en cuando, sin subir a respirar, por lo menos una
hora. En resumen: las 60 larvas depositadas en el agua en estado
larvario murieron todas; de las 20 larvas procedentes de la ger-
minación de los huevos queda una con vida, han salido tres mos-
quitos, por cierto muy desmedrados, y han muerto 16 de aqué-
llas.
Conviene añadir ahora que en una vasija de porcelana de gran-
des dimensiones, casi llena de agua. y a medio tapar, para que en
ella puedan entrar y salir libremente los mosquitos, colocada en
un rincón del laboratorio, viven admirablemente las larvas de
Stegomyia, y hoy mismo se ven entre ellas algunas ninfas. Esto
nos demuestra que la vida de las larvas del mosquito objeto de
nuestro estudio es y ha sido perfectamente compatible con las
DE HISTORIA NATURAL 63
condiciones ambientes del laboratorio, durante todo el transcurso
de la experimentación.
De todo lo manifestado se deduce, pues, claramente que la
Chara foetida A. ^x . produce una sustancia, soluble en el
agua, que mata las larvas del mosquito Stegomyia. Es claro
que del mismo modo ha de conducirse con las de los mosquitos
Culex y Anopheles.
Si examinamos ahora los resultados expuestos, se ve claramen-
te que el veneno o producto larvicida no se encuentra acumulado
en las células vivas del alga, conforme se deduce de los experi-
mentos 3." y 4.°; por otra parte, según los experimentos 2.° y 5.°,
el agua en que ha vivido la planta Chara foetida mata las larvas
del mosquito Stegomyia, es decir, contiene la sustancia larvicida,
y como ésta no puede provenir de otra parte, no puede haber sido
originada más que por la Chara, dadas las condiciones en que se
ha verificado la experimentación, es lógico concluir que dicho
producto venenoso es una eavreción de la mencionada planta.
Desde otro punto de vista merece ser analizado el experimen-
to 5.° De un total de 80 larvas puestas el día 8 de octubre han
muerto 76; pero es lógico suponer que si todas ellas hubieran sido
sometidas a la experimentación en su fase larvaria, habrían muerto
en su totalidad, como murieron las 60 que se pusieron en tal esta-
do y las 8 del experimento 2.° Se explica perfectamente que no
hayan muerto cuatro de las larvas procedentes de los huevos,
porque éstos germinaron después de pasados unos días; que si bien
es cierto que fueron pocos (seguramente no pasaron de cuatro o
cinco), ya supone un lapso de tiempo suficiente para que el agua
pierda gran parte de su eficacia venenosa, probablemente por
descomposición o desorganización del producto larvicida.
Una consecuencia de índole práctica, por cierto muy impor-
tante, se deduce de lo que hemos expuesto, porque, en lo sucesivo,
en vez de cultivar una especie determinada de Chara, para com-
probar su eficacia larvicida bastará experimentar con el agua en
que la planta viva, y de este modo se economizará un tiempo pre-
cioso, nunca inferior a dos meses, aparte las molestias que requie-
re el cultivo de todo vegetal acuático.
Y para terminar. Además de estos trabajos de laboratorio, he
realizado visitas frecuentes a la zona palúdica comprendida entre
las costas de Garraf y la desembocadura del Llobregat, sin otro
objeto que el de examinar con todo cuidado y escrupulosidad las
64 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
charcas 37 acequias de aguas estancadas pobladas de Chara. Son
más de trescientas, a juzgar por los datos que poseo, tomados en
las distintas excursiones, las aguas observadas por mí en estas con-
diciones durante el año 1921 y no he podido descubrir en ninguna de
ellas el más leve vestigio de larvas de Culex ni de Anopheles. Pue-
do añadir a esto que es muy rara la charca o acequia desprovista
de Chara que carece de larvas de los mosquitos mencionados.
Como datos botánicos, tengo que manifestar que en la acequia
Condal vive la Chara fragilis Desv., var. de acción larvicida du-
dosa, que el tipo de esta especie vive también en Castelldefels y
que la especie más frecuente en Castelldefels, Gavá y El Prat es
la Chara foetida A. Br.
Especies ibéricas del género Asida
(Col. Tenebriónidos)
por
Manuel M. de la Escalera.
Subgén. Insulasida nov.
Facies de Planasida: disco del protórax fosulado-reticulado,
naciendo una cerdita corta, dorada, del fondo de cada fosilla, y re-
clinada hacia atrás, sin depasar el borde posterior de la fosilla;
márgenes granulosas; epipleuras fosuladas, con una cerdilla en el
fondo de cada fosita; antenas gráciles, finas, pasando del borde
posterior del protórax en el cT. con sus artejos, a partir del cuarto,
tres veces más largos que anchos; el décimo, triangular, grueso,
poco más largo que ancho mirado por donde tiene su mayor anchu-
ra, y el undécimo globular algo más estrecho que el décimo y se-
miempotrado en él.
Élitros de márgenes cortantes y levantadas en toda su exten-
sión; húmeros angulosos, nada o muy divergentes, sin o con un
pliegue costiforme desde la base del élitro; pero, en uno y otro
caso, con series granulosas costiformes, más o menos interrumpi-
das, en número variable; epipleuras fosuladas.
1 (2) Lóbulo protorácico muy avanzado sobre los élitros, mu-
cho más que los ángulos posteriores del mismo, los cuales son cur-
DE HISTORIA NATURAL 65
vilíneos-rectos; el lóbulo, en su avance, deprimido y hendido, pro-
duciendo dos dientes más o menos romos, de suerte que la base
del protórax es clara y profundamente trisinuada; sin pliegue o
arruga costiforme, naciendo de la base del élitro, y con las otras
series costiformes de granulos poco marcados y, generalmente,
confusas; ángulos humerales de los élitros muy agudos, en hierro
de lanza y divergentes I. Moraguezi Schauf.
Long. 15-18 mm.
Loe. Palma de Mallorca. Museo de Madrid.
2 (1) Lóbulo protorácico poco avanzado sobre los élitros, sólo
algo más prolongado que los ángulos posteriores del mismo, los
cuales son curvilíneos-obtusos; el lóbulo, en su avance, achaflana-
do, pero no bipartido, sin producir, por tanto, dientes ni resultar
la base del protórax trisinuada; con un pliegue costiforme apenas
indicado, arrancando del medio de la base de cada élitro, origen
de una segunda costilla dorsal granulosa, poco marcada y bastante
interrumpida, y con dos costillas laterales más o menos interrum
pidas, a más de una primera dorsal de trazos aislados.
3 (4) Húmeros agudos y divergentes, pero no lanceolados; ma-
yor, más ensanchada posteriormente I. baleárica sp. n.
Long. 14-15 mm.
Loe. Pollensa en Mallorca. Museo de Madrid.
4 (5) Húmeros rectos, no divergentes; menor, más paralela y
alargada comparativamente I. planipennis Schauf.
Long. 12-14 mm.
Loe. Menorca. Museo de Madrid.
Siibgén. Rugasida nov.
Se caracteriza el grupo, bastante homogéneo, por tener el pro-
tórax granuloso en el disco, siendo los granulos aislados, más o
menos contiguos, e igualmente densos, tanto en él como en las
márgenes; generalmente menudos, semiesféricos, como perlitas
brillantes; sólo en Diecki más aislados y picudos; las márgenes,
bastante gruesas, más o menos explanadas, por lo general nada re-
cogidas, y cuando lo están, es siempre en el tercio anterior, y con
el reborde engrosado, menos en Diecki, cuyas márgenes son más
afinadas y cortantes; de ángulos posteriores rectos, agudos o lan-
ceolados, y el lóbulo sólo más avanzado que ellos sobre los élitros
en alguna especie, tanto como ellos en otras, y en las restantes es-
ToMO xxii.-ExERO, 1922. 5
66 boletín de la real sociedad española
pecies menos, que es cuando los ángulos posteriores protorácicos
se prolongan en hierro de lanza.
Las epipleuras protorácicas, con exclusión de alguna, que las
tiene granulosas o granuloso-fosuladas, son en otras fosuladas neta
y muy profundamente.
Las antenas, más bien cortas, no llegan al borde posterior del
protórax; sus artejos, por lo general, poco alargados, y con el un-
décimo globular pequeño y muy empotrado en el décimo.
Los élitros, desnudos, con pliegues o arrugas costiformes, más
o menos interrumpidas y flexuosas, más o menos granulosas, lisas
alguna vez y otras provistas de cerdillas cortas y caedizas, dis-
puestas sobre algún trazo costiforme;sólo en Diecki.^n su var. me-
ridionalis, el» fondo de los élitros es ligeramente pruinoso, y es
que, en realidad, esta especie está distanciada de las restantes,
siendo una forma que se relaciona algo con la Horridasida y al-
gunas italianas, como también con alguna sección de las Granula-
sida.
1 (19) Márgenes protorácicas gruesas, nunca cortantes.
2 (3) Lóbulo protorácico ancho, más saliente sobre los élitros
que los ángulos posteriores del mismo; antenas cortas y recias, con
sus artejos, a partir del cuarto, apenas dos veces más largos que
anchos; élitros con tres pliegues costiformes desde la misma base,
de la cual arrancan, bastante flexuosas e interrumpidas, poco gra-
nulosas, sin cerdillas (por ser muy caedizas) o con ellas cortas, re-
cias y poco densas, rojizas o negras en los ejemplares frescos en
algún trazo costiforme; epipleuras granuloso-fosuladas
R. reticulata Sol. (grísea F.).
Long. 11-14 mm.
Loe. Centellas, Pico de Turbón, Bujaruelo, Puerto de
Sahún, Orduña, Reinosa, Carballino, Vigo, Coruña, Vila-
boa, Santiago, Orense, Coimbra, Serra da Estrella, Puer-
to de Chía, Piedralabes, Cadalso, Escorial, Paular, Des-
peñaperros. Museo de Madrid.
3 (2) Lóbulo protorácico tanto o menos saliente sobre los éli-
tros que los ángulos posteriores del mismo.
4 (5) Lóbulo redondeado, disco protorácico granuloso, de már-
genes explanadas y nada levantadas, sus lados en curva seguida,
de bordes gruesos, lisos por lo general; antenas cortas, y sus arte-
jos, a partir del cuarto, poco más largos que anchos; con un plie-
gue costiforme liso, naciendo del medio de la base de cada élitro.
DE HISTORIA NATURAL 67
y que se continúa formando la segunda costilla dorsal, sin interrup-
ción y nada flexuosa, gruesa hasta el último tercio, donde se desva-
nece, o se une con la primera lateral, que no llega a la base, seguida
e igualmente lisa, y con la segunda lateral, más o menos interrumpi-
da y corta, como otra primera dorsal, formada de trazos menores
interrumpidos; epipleuras granulosas R. granulifera Chevr.
Long. 9-12 mm.
Loe. Foncebadón, Pto. de Pajares. Museo de Madrid.
5 (4) Lóbulo redondeado o achaflanado; protórax de lados en
curva seguida, de ángulos posteriores entrantes o más o menos di-
vergentes; con un pliegue costiforme granuloso en el medio de cada
élitro, arrancando de la base, no liso, que, prolongándose, forma
una segunda costilla dorsal, más o menos interrumpida; con una
primera lateral flexuosa e interrumpida, que no arranca de la base,
como tampoco una segunda dorsal, descompuesta en tracitos aisla-
dos; todas ellas ramosas en su fin.
6(9) Qranulosidad protorácica fuerte, márgenes gruesas y
poco levantadas, lóbulo achaflanado, epipleuras granulosas.
7 (8) Lados del protórax en curva seguida, ángulos posteriores
del mismo poco agudos, lóbulo achaflanado, tan saliente sobre los
élitros como los ángulos posteriores.... R. pseudoreticulata sp. n.
Long. 11 mm.
Loe. Serra da Estrella. Museo de Madrid.
8 (7) Lados del protórax en su tercio posterior sin seguir la
curva seguida entrante, sino con los ángulos posteriores algo diver-
gentes y más agudos; lóbulo achaflanado también, pero algo menos
salientes sobre los élitros que los ángulos posteriores
R. coimbrense sp. n.
Long. 11 mm.
Loe. Coimbra, S. Romao, Serra da Estrella. Museo de
Madrid.
9 (6) Qranulosidad protorácica menuda o más fuerte; márgenes
también gruesas, pero más levantadas; lóbulo entero y redondeado,
no achaflanado y poco o bastante avanzado sobre los élitros; sólo
por excepción en R. gibbicollis P. A. achaflanado.
10 (13, 18) Qranulosidad protorácica menuda; lóbulo redondea-
do, poco avanzado sobre los élitros.
1 1 (12) Artejos quinto a noveno de las antenas del cT poco más
largos que anchos; ángulos humerales de los élitros algo obtusos y
matados; primera costilla lateral más acusada que la segunda dor-
68 BOLRTIN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
sal; eplpleuras granulosas R. bejarense sp. n.
Long. 9 mm.
Loe. Béjar. Museo de Madrid.
12 (11) Artejos quinto, sexto, séptimo, octavo y noveno de las
antenas del cf dos veces más largos que anchos; ángulos hume-
rales de los élitros rectos y no matados; primera costilla lateral
no más acusada que la segunda dorsal; epipleuras fosulado-granu-
losas R. transmontana sp. n .
Long. 10 mm.
Loe. Oporto, S. Martinho d'Anta. Museo de Madrid.
13 (10, 18) Qranulosidad protoráciea fuerte; lóbulo redondea-
do, muy avanzado sobre los élitros; epipleuras clara y aisladamen-
te fosuladas.
14 (15) Lados del protórax en curva seguida, salvo cerca de la
base, cuyos ángulos posteriores son algo divergentes, agudos, pero
no lanceolados, tan salientes sobre los élitros como el lóbulo y
abrazando los húmeros de los cuales sobresalen; éstos, rectos y
poco levantados; élitros dilatados paulatinamente, ensanchados has-
ta sus dos tercios, resultando la especie, comparativamente, más
ancha que la siguiente R. cazorlense sp. n-
Long. 12 mm.
Loe. Cazorla. Museo de Madrid.
15 (14) Ángulos posteriores protorácieos muy agudos y pro-
longados hacia atrás, en hierro de lanza.
16 (17) Lados del protórax en curva seguida y continua, de án-
gulos posteriores entrantes y lanceolados, más prolongados y avan-
zados sobre los élitros que el lóbulo y descansando sobre los hú-
meros, resultando así la base de los élitros más ancha que la base
del protórax; húmeros rectos y levantados; élitros de lados poco
ensanchados al final R. serripes Chevr^
Long. 12 mm.
Loe. La Sagra, Pbla. de D. Fadrique. Museo de Madrid.
17 (16) Lados del protórax en curva seguida también, pero con
los ángulos posteriores muy lanceolados, a veces divergentes, más
prolongados que el lóbulo y tan anchos como los húmeros, sobre
los que no descansan, sino que los abarcan a veces; húmeros rec-
tos y redondeados, levantado's; élitros de lados poco ensanchados
en el tercio final, paraleloides R. segúrense sp. n.
Long. 11-13 mm.
Loe. El Parda!, Calar del Mundo. Museo de Madrid.
DE HISTORIA NATURAL 69
18 (10, 15) Qranulosidad protorácica menuda, lóbulo achafla-
nado, muy avanzado sobre los élitros, más saliente sobre ellos que
los ángulos posteriores protorácicos, que son divergentes, pero no
lanceolados; húmeros angulosos y divergentes, abrazados por los
ángulos posteriores del protórax; segunda costilla dorsal y primera
lateral más o menos acusadas, poco flexuosas ni interrumpidas,
pero ramosas al final. . . R. gibbicollis P. A. (A. Fuentei Frm.)
Long. 11-14 mm.
Loe. Portugal, Jaraicejo, Cala, Santa Elena, Quero,
Pozuelo de Calatrava. Museo de Madrid.
19 (1) Márgenes protorácicas finas, algo cortantes; epipleu-
ras fosuladas muy contiguamente; granulación protorácica aislada
y algo picada.
20 (21) Protórax y élitros desnudos en el fondo y, a lo sumo,
con cerditas cortas sobre los trazos costiformes. R. Diecki Al!.
Long. 8-11 mm.
Loe, Barcelona, Centellas, Qraus, Maesana. Museo de
Madrid.
21 (20) Protórax y élitros con cerdillas; en aquél, sobre los gra-
nulos, naciendo de su borde posterior, y en éstos, en toda su su-
perficie; las cerditas, muy cortas, finas, echadas hacia atrás, a
más de las cerdas cortas y fuertes de las costillas y trazos costi-
formes R. Diecki var. meridionalis nova.
Loe. Barcelona , Andalucía (Oertzen), Alcalá de la
Selva. Museo de Madrid.
Snbgén. Opatrasida nov.
Se caracteriza el subgénero por tener el disco protorácico fo-
sulado-granuloso, las fosillas pequeñas, brotando de dentro junto
al borde anterior de la fosilla un granillo pequeño, sobre el cual,
en la cara posterior del mismo, se implanta una cerdilla rojiza re-
clinada hacia atrás, velando las hoyitas; las márgenes, por lo gene-
ral, moderadamente anchas y poco levantadas, de bordes poco
gruesos, algo cortantes.
Antenas más bien cortas, poco gruesas, sin llegar al borde pos-
terior del protórax, con sus artejos, a partir del cuarto, a lo sumo
dos veces más largos que anchos, con el undécimo globular peque-
ño, muy empotrado en el décimo.
Élitros con un pliegue basal costiforme corto, único que arran-
70 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
ca de la base, apenas más cercano al margen que a la sutura, pero
sin poder decir que arranca del medio de la base de cada élitro,
con dos costillas dorsales granulosas muy interrumpidas, paralelas
a la sutura, naciendo muy por bajo de la base del élitro, poco dis-
tintas, por lo general, y con otras dos laterales generalmente me-
jor señaladas que las dorsales y más seguidas, otras veces tan in-
terrumpidas y vagas como ellas, y siempre naciendo como las
dorsales, muy por bajo de la base; las costillas granulosas, sobre-
montadas por cerdillas cortas y densas negras o rojizas, poco apa-
rentes, por lo general; epipleuras fosuladas, fosulado-granulosas o
granulosas francamente.
1 (4) Húmeros angulosos y divergentes; costillas laterales se-
guidas, muy acusadas y poco interrumpidas; lados del protórax en
curva seguida; ángulos posteriores del mismo entrantes, agudos,
abarcando ampliamente los húmeros; epipleuras fosuladas.
2 (3) Mayor, negra; costillas dorsales siempre menos acusadas
que las laterales y más interrumpidas; lóbulo del protórax más sa-
liente sobre los élitros y más redondeado, sobre todo en el cf,
con una línea estrecha, lisa y brillante, entera desde el medio del
lóbulo al borde anterior O. Jurinei Sol. (A. Pazi P. A.)
Long. 1015 mm.
Loe. Pobla del Segre, Centellas, Barcelona, Valle de
Ribas, San Feliú, Andalucía (tipo de A. Pazi P. A.). Mu-
seo de Madrid.
3 (2) Menor, rojiza; segunda costilla dorsal tan marcada como
las laterales, pero, generalmente, más interrumpida; lóbulo del pro-
tórax menos saliente sobre los élitros, menos redondeado, achaflana-
do y aun hendido a veces, sin carena lisa y brillante en el protórax, y
sólo en muy raros casos indicada vagamente. O. levantina sp. n.
Long. 9-11 mm.
Loe. Valencia. Museo de Madrid.
4 (1) Húmeros rectos, más o menos redondeados, y nunca di-
vergentes.
5 (6) Ángulos posteriores protorácicos algo divergentes; márge-
nes protorácicas estrechas y recogidas; especie pequeña, negra, pa-
raleloide, nada estrechada en la región humeral; costillas granulosas,
finas, brillantes, poco interrumpidas, sobre todo las laterales, y ape-
nas o nada vellosas; epipleuras fosuladas.. O. Marmottani Bris.
Long. 8-10 mm.
Loe. Graus, Bellver, Sierra del Cadí.
DE HISTORIA NATURAL 71
6 (5) Ángulos protorácicos en absoluto nada divergentes; már-
genes protorácicas anchas y explanadas, poco o nada recogidas.
7 (8) Paralela, alargada, nada estrangulada en los húmeros;
lados del protórax menos redondeados; ángulos posteriores me-
nos entrantes y más agudos; márgenes más recogidas y levanta-
das; costillas elitrales granulosas lineares, seguidas y poco inte-
rrumpidas, en absoluto nada zigzagueantes ni ramosas; facies de
una pequeña Elongasida; epipleuras granuloso-fosuladas
O. saguntina sp. n.
Long. 12 mm.
Loe. Sagunto. Museo de Madrid.
8 (7) Rechoncha, algo estrangulada en los húmeros, muy en-
sanchada de élitros, cuyos lados son muy curvilíneos; lados del
protórax muy redondeados; ángulos posteriores más entrantes,
menos agudos; márgenes más anchas y explanadas, nada recogi-
das; costillas elitrales granulosas muy interrumpidas, zigzaguean-
tes y ramosas; facies de Globasida; epipleuras granulosas
O. sericea Oliv.
Long. 11-15 mm.
Loe. Barcelona, Miranda de Ebro, Teruel, Calahorra,
Segorbe, Cuenca, Cebreros, San Feliú, Silos, Miraflores,
Guadarrama, La Granja, Salamanca, Alcalá de Henares,
Portugal. Museo de Madrid.
72
boletín de la real sociedad española
Notas acerca de una excursión geográfica a Priego
(Córdoba) y sus alrededores ('>
por
Juan Garanden.
Itinerario {^xg. 1).— Salida, en automóvil, de Cabra para Priego.
Al día siguiente, excursión a la Sierra de la Tinosa (1.570 m.).—
a.vv)4nano5
::;tr»as»co
.\ns jurásico
^ cretácico
'^ paleógeno
mioceno
-ruta de
excursión
Fig. 1 .—Itinerario 5? geología de la región recorrida.
(1) Persistiendo en la costumbre establecida en el transcurso de los
años que regento mi cátedra en el Instituto de Cabra, y dados los ex-
celentes resultados obtenidos en las excursiones anteriores a Ronda
(1919), a Tetuán (1920) y a Granada (1921), impúseme para primeros de
noviembre último la realización de un Viaje escolar a Priego y montañas
Vecinas, Viaje efectuado a expensas de los alumnos y mías. Con expe-
diciones de esta especial índole no es, ciertamente, la investigación la
que obtenga frutos opimos; pero quédale al profesor la íntima satisfac-
ción de crear, por lo menos en los escolares, estímulos y aficiones tan
necesarias, quizá, como el progreso científico mismo, y como la exten-
sión del horizonte de los conocimientos individuales del especialista.
DE HISTORIA NATURAL 75
Durante el día inmediato, estancia en Priego y alrededores. — Al
otro día, visita a las minas de hierro de Zamoranos y reconoci-
miento de parte del^cauce del río Salado.— Salida, al siguiente
día, en automóvil para Carcabuey; de Carcabuey a Rute; de Rute
a Iznájar (Qenil) y regreso, y de Rute, por Zambra y Lucena, a
Cabra.
Situación de los puntos visitados.— Todos están enclavados
en los repliegues de la complicada serie de sierras que constitu-
yen el antepaís alpino del Sistema Penibético. Unas poblaciones,
como Cabra, Carcabuey, Priego (Almedinilla, Alcalá la Real),
están localizadas en depresiones alineadas transversalmente de
W. a E., y que por esto son la vía natural de acceso desde la Cam-
piña cordobesa a la altimeseta granadina. Otras, como Rute, ocu-
pan lugar estratégico, colgado en las rápidas laderas de su sierra,
dominando el angosto cañón que el río Qenil salva desde Loja has-
ta Puente Qenil. Otras, en fin, como Iznájar, han sido a modo de
defensas o baluartes, en las riberas de este río.
Tanto por el mayor tiempo invertido allí como por ofrecer
marcadamente los caracteres de una región natural, la Hoya de
Priego será objeto de especial atención en estas notas, que redu-
ciremos lo más posible.
Unidades geológicas.— Dos clases de terrenos se reconocen
en la depresión de Priego y Carcabuey (cuyos términos abarcan
unos 275 Km* en conjunto): mesozicos y cuaternario.
De aquéllos, el jurásico constituye como la osamenta de las
alineaciones, el marco que encuadra la hondonada; estas sierras
son las de Cabra y Luque, con una estribación o contrafuerte, la
Sierra de Alcayde; ambas forman una cortina al NW., y se dirige
de WSW. a ENE. Otra cresta jurásica se levanta desde el S. de
Priego, y arrumbándose hacia el SW.,toma sucesivamente los nom -
bres de Sierra de la Tinosa y Horconera y la Sierra de Rute
(figuras 2 y 3).
El triásico, por el contrario, se localiza, como es frecuente, en
las depresiones.
El cretácico acompaña al jurásico, sin alcanzar, en general, las
altitudes de éste, limitándose a flanquear las alineaciones monta-
ñosas.
74
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
El cuaternario creemos haberlo reconocido en el mismo cas-
co de Priego; pruebas paleontológicas que abonen su edad no las
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tenemos evidentes; pero sí verosímiles otras de carácter litoge-
nético.
DE HISTORIA NATURAL
75
Dando forma concreta a los
anteriores datos, tenemos: depre-
siones triásicas, de arcillas y mar-
gas, con yeso, cuarzos y lente-
jones ferruginosos (minas de oli-
gisto en Zamoranos); un macizo
jurásico al NW., verdadero bra-
quianticiinal; y una cresta jurási-
ca al S., estrecha y erguida, de
carácter anticlinal (fig. 4).
\>\\ ^ , > ■•
'^^7
Geografía física (fig. 5).—
Tipos de relieve.— En el jurá-
sico.—Cov\si\i\i\áas^or caWzas áo.
este período las sierras de Cabra-
Luque y la Tinosa, el lector se an-
ticipará la clase de relieve que su
plástica ofrece: donde las capas
no están excesivamente estruja-
das y las fracturas son relativa-
mente escasas, la erosión prece-
de según el proceso del Karst;
ejemplo: el macizo de Cabra-Lu-
que, que, con sus amplias navas
cubiertas de tierras negras, ani-
man el pesado relieve de sus cum-
bres y recogen el caudal inmenso
de aguas que reaparecen luego
en las innumerables fuentes vo-
clusianas de Cabra, Doña Men-
cía, Carcabuey, Zuheros, etcéte-
ra, localizadas en la periferia del
macizo, en los niveles hasta don-
de la erosión ha arrancado la co-
raza calcárea y dejado al descu-
bierto las capas impermeables de
arcillas y margas triásicas subya- ^*¿
Gentes.
Donde el diastrofismo ha sido intenso y las capas fuertemente
K
76
boletín de la real sociedad española
plegadas y fracturadas, la erosión subterránea ha recibido el re-
fuerzo de la subaérea: el perfil de la cortina montañosa (caso de la
Sierra de la Tinosa) y sus mismos flancos es dentellado, con
grandes canchales y abismos profundos.
Puede colegirse el aspecto cromático de una y otra sierra;
ambas, que dominan por sus alturas (la de Cabra-Luque, 1.360 me-
tros en el Lobatejo; la de la Tinosa, 1.570 m.) y constituyen indis-
cutibles atalayas desde las cuales se percibe un inmenso panorama
(la depresión bética con el escalón mariánico en todo su desarrollo,
Fig. 4.— Avance a un bosquejo estructural de la Hoya de Priego (1).
1, Priego; 2, Sierra de Jaula; 3, alineación de la Tinosa; 4, macizo de Cabra
y Luque; 5, La Angostura; 6, río Salado; 7, Campiña del valle del Gaadaiquivir.
a, triásico; b, jurásico; c, cretácico; d, terciario.— La arista inferior izquierda
del bloque coincide aproximadamente con la dirección N-S.
al N.; todo el Sistema Penibético y la depresión granadina, al S.),
destacan, además, por el tono blanco-azulado de sus tintas, en
contraste con las manchas verdes de olivares y demás cultivos,
concentrados en la depresión de Priego, o localizados en las lomas
cretácicas.
El cretácico, por su litología más blanda, más silícea, ofrece re-
lieves suaves, redondeados, y no desnudos como las calvas e in-
hóspitas cortinas jurásicas. La infiltración por el agua, no por me-
nos intensa que en estas últimas sierras deja de alcanzar cierta im-
portancia.
Ya se ha dicho que el cretácico parece proteger a veces los
flancos de las sierras jurásicas, como si la erosión hubiera decapi-
tado las partes superiores que cubrían los actuales anticlinales de
éstas.
El triásico responde inmediatamente a la eficiencia de la ero-
sión, y su relieve arcilloso evoluciona pronto hacia la penillanura;
(1) Sin tener en cuenta los corrimientos posibles, cuya dilucidación exige ulte-
riores trabajos.
DE HISTORIA NATURAL
77
por esto forma las partes más profundas, con abundancia inusitada
de barrancos, regajos y cárcavas.
La hidrografía. — LsíS dos sierras calcáreas, de bastante nota-
Fig. 5.-Esquema topográfico de la región de Priego.— Escala aproximada: 1 : 100.000.
1 . Macizo de Cabra- Luque (Lobatejo).-2. Macizo de la Tinosa.
3. Sierra de Palojo.— 4. Hoya de Priego.
ble elevación y próximas entre sí, amén de las lomas cretácicas
que las acompañan, constituyen enorme superficie de absorción de
las precipitaciones; el substratum triásico, arcilloso, encima del
78 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
cual descansan las primeras, retiene las aguas y las cede con me-
dida y constancia. Ello se traduce por el voluminoso caudal que
emerge por las fuentes más arriba mencionadas, a las cuales deben
agregarse, por no citar más que las que hemos visto, las de Carca-
buey y la monumental de Priego, que es, sin disputa, la más hermo-
sa de Andalucía, por la abundancia de su caudal y por el arte que
ha inspirado, pues la mano del hombre ha armonizado allí con la
próvida obra de la Nauraleza.
La fuente resurgente del Rey, como allí la denominan, nace en
el contacto normal descubierto por la erosión entre el jurásico y
el triásico infrayacente.
Dos ríos drenan la depresión u hoya de Priego y Carcabuey:
el Zagrilla {Palancar) y el Salado (denominación sospechosa de
concomitancias triásicas), los cuales se unen aguas abajo del Es-
parragal (una de las aldeas agregadas a Priego); el Salado, a su
vez, es tributario del Guadalquivir mediante un importante guión:
el río Guada joz.
Evolución de la hidrografía y del re Heve. — Urna hoya triási-
ca es de suyo presumible de fondo lacustre, actual o pretérito.
¿Quién no recordará lagunas actuales o sus restos localizadas en
el triásico y explotadas para la obtención de sal común? Es el casa
que la depresión de Priego constituye el nivel artesiano de aguas
cuyo caudal, lo reiteramos, es incalculable, por la superficie de re-
cepción enorme que representan las montañas que la circundan por
todas partes con variable altitud, y especialmente La Tinosa.
De ahí que podríamos estar en presencia de lo que fuera un
gran lago, si los fenómenos recientes no hubiesen variado la faz de
aquella región natural.
Los antecedentes de Priego arrancan, como es lógico, de su
fuente voclusiana, de su fuente del Rey. A partir de ésta se ha ex-
tendido la población, edificándose primero sobre una breve llanu-
ra, que también arranca del manantial, y que aparece cortada a
pico en casi todo su perímetro. Modernamente, a consecuencia de
su progreso incesante, la población se desparrama ya por fuera de
su zócalo y recinto naturales (fig, 6).
Pues bien; este zócalo está constituido por una toba de carac-
teres modernos; es una caliza incrustante. Exploraciones más de-
tenidas podrán fijar su edad cierta, que nosotros estimamos como
pliocena o más bien cuaternaria. El espesor de esta formación es
de unos 60 metros en el corte natural a la vista.
DE HISTORIA NATURAL
79
Esta toba procede, naturalmente, de aquella fuente voclusiana.
Por estar cortada a pico y pasar al pie el cauce del río Salado,
lógico "es suponer que su extensión ha debido ser mayor. De ahí
que si prolongásemos idealmente su superficie, llegaríamos con
ella a reconstituir una curva de nivel en los flancos de las lomas
circundantes. Tendríamos así fácilmente reproducido el fondo de
un antiguo lago alimentado por la fuente del Rey, y cuyas aguas
pudieran haber alcanzado aún mayor altura y perímetro más
amplio.
Una aparente contradicción se presenta, empero; dificultad
que explica la evolución de este lago de verosímil filiación cuater-
naria. La porción norte del perímetro montañoso está a menor
lífo Salado
Fig. 6. — Corte geológico del emplazamiento de la ciudad de Priego:
a, triásico; b, jurásico; c, toba.
altura actual que Priego, pues la Angostura, hoz calcárea por
donde emigran las aguas de la depresión para entrar ya en el am-
plísimo horizonte terciario bético está a los 460 metros.
Lo que ocurre es que el río formado por las aguas sobrantes del
antiguo lago, que se precipitarían por una escala, fué ahondando el
cauce, y, en su virtud, la caída brusca del líquido se ha transfor-
mado paulatinamente en los rápidos que se apretujan entre los re-
codos de la angostura actual. Aquel río ha evolucionado hasta ser
hoy día el Salado.
La angostura, por su parte, es otro factor que contribuye a
prestar un ambiente montañés al paisaje de la Hoya de Priego.
Geografía humana. — De']anáo aparte las plantas herbáceas y
leñosas espontáneas que pueblan en formación abierta las calvas
jurásicas y constituyen pastos para el ganado, es un hecho que los
rodales de quejigos (Quercus lusitanica) ceden rápidamente a las
80 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
demás plantaciones de olivos, tanto más cuanto más hacia el cre-
tácico vira el substratum litológico.
Las riberas se cubren de frondas, y las acequias que de ellas
derivan alimentan hortalizas -^frutales, que tienen fama en An-
dalucía. Los cereales son escasos.
Además del elemento agrícola, hay que mencionar otro de gran
importancia, cual es la industria textil (al principio, casera; hoy,
concentrada en fábricas y sujeta a las oscilaciones del mercado) y
la sombrerera, en Priego, las cuales dan a esta ciudad tanto ca-
rácter o más aún que la agricultura; ambas actividades fabriles
compiten con sus análogas de Barcelona, a pesar de que las mate-
rias primas textiles se importan de la capital catalana, y no obstan-
te el abandono del problema de las vías de comunicación, vital para
Priego (1). Lgs razones, que habría que buscarlas en el costo de la
mano de obra, no es pertinente examinarlas aquí.
Las comunicaciones se efectúan de E. a W. y viceversa, es de-
cir, transversalmente a las cordilleras, con las dificultades consi-
guientes. Bien es cierto que hablamos de un país que fué teatro de
luchas; frontera de dominios políticos; basta con que indiquemos que
Priego está enclavado en la línea prácticamente más corta que se-
para a Córdoba de Granada. Pero si necesarias son las actuales
direcciones en que las comunicaciones se efectúan, ventajosa
quizá, para otros pueblos de la Hoya de Priego, habría de resul-
tar, simultaneada con aquéllas, la dirección natural NS., siguiendo
el curso del río Salado, en busca del ferrocarril de Linares a Puen-
te Genil, y en demanda de la estación de Luque, tan próxima como
la de Cabra, actual cabecera de comunicaciones.
Por lo que hace, en suma, a las características étnico-sociales,
podemos adelantar, y nada más, el espíritu de tradición, arraigado
profundamente en las costumbres y en las prácticas religiosas de
los habitantes de la Hoya de Priego. Y tenemos la evidencia de que
el folk-lore puede constituir allí objeto de especial atención y es-
tudio fructífero.
Un postrer caso de tradicionalismo hemos de indicar aún, como
caso este en que discrepan la geografía y el espíritu político secu-
lar. La extensión de los términos municipales andaluces, tan co-
(1) Solo una fábrica, situada en los cárcavos de la Angostura, apro-
vecha la fuerza hidráulica. Las demás se mueven por la eléctrica o por
el vapor.
DE HISTORIA NATURAL 81
rriente para los naturales de la región hética como inaudita para un
asturiano, un vasco o un catalán, responde a las vicisitudes socia-
les y políticas impuestas por la Reconquista: concentración exce-
siva de la propiedad, causa, a su vez, del aislamiento de los núcleos
de la población y del desarrollo anormal, por ende, de todos ellos.
Pero la Hoya de Priego, por sus condiciones geográficas, por la
abundancia de sus aguas, por la índole de los cultivos que éstas
facilitan, quizás aún por una derivada: la división de la propiedad
en algunas pequeñas zonas, se caracteriza por la pulverización
(digámoslo así) de la población, por la diseminación de los caseríos.
En una superficie de unos 100 Km^ aparte Priego (lO.CXX) ha-
bitantes), con Ayuntamiento, están los siguientes pueblos: Campo
Nubes, Cañuelo, Castil de Campos, Cortijos del Judío, Esparra-
gal, Tarajal, Zaguilla y Zamoranos, el menor de los cuales (Tara-
jal) tiene una población de 600 habitantes, y el mayor (Zamoranos),
de unos 1.500.
Es un caso de admirable distribución de la densidad humana, a
razón de unos 175 habitantes por kilómetro cuadrado.
Todos estos pueblos son oficialmente aldeas, es decir, agregados
a Priego, sin personalidad administrativa propia y con intereses a
veces difíciles de conciliar con los de la capitalidad municipal.
Pues bien: esta misma región natural y aquellos pueblos y todo
ese conjunto de modalidades geográficas que hemos esbozado po-
drían, salvando únicamente el clima, calcarse en un valle asturia-
no, vasco o catalán, regiones en las cuales existe una clara intui-
ción de las conquistas políticas y de su verdadero valor, y donde
los pueblos, diminutos con relación a los desproporcionados pueblos
andaluces, se rigen por sí mismos, a pesar de lo reducido de sus
respectivos términos.
Sección bibliográfica.
Madrid Moreno (J).— Elementos de Histología vegetal y Técnica mi-
crográfica. — 1 vol. en 4.°, de 292 págs., con 159 figs. en el texto,
Madrid, 1921.
La obra cuyo título encabeza este análisis bibliográfico viene a lle-
nar un gran vacío en la literatura botánica española, pues sólo se con-
taban en nuestro idioma la concienzuda traducción de las Prácticas de
Botánica, del sabio profesor A. Meyer, y el Manual de manipulacio-
nes de Botánica, de Scala, publicado por la Universidad de la Plata,
Tomo xxii.— Exero, 1922. 6
iy¿ boletín de la real sociedad española
libros ambos excelentes, pero de más limitada extensión para el estudia
de ciertas cuestiones, y en los cuales se hace caso omiso de métodos
de investigación españoles de útilísima aplicación.
El libro del Sr. Madrid Moreno se divide en dos partes: Histología
y Técnica. En la primera se sigue un orden lógico y natural, estudiando
primero la célula en general, a continuación las células fecundantes en
la serie vegetal, desde las Talofitas a las Fanerógamas, y a partir de
éstas, la formación de tejidos y los sistemas de éstos, propios de los
Vegetales. El estudio de la célula en general está muy bien hecho, y
presenta todas las teorías modernas con gran claridad y extensión su-
ficiente, mencionando los últimos trabajos conocidos, por ejemplo, los
concernientes al condrioma y las mitocondrias, y al aparato reticular
de Golgi. El estudio de las células fecundantes en la serie vegetal es
igualmente la exposición clara de los conocimientos actuales en la ma-
teria, y contribuirá no poco a desterrar ciertas confusiones que apare-
cen en libros de fechas recientes, pero de teorías antiquísimas. En esta
parte, la técnica de las preparaciones microscópicas y del cultivo de
las criptógamas no deja nada que desear, por estar ajustado a la téc-
nica moderna y de los descubrimientos a ella debidos. Así, los métodos
de preparación y de coloración son los más útiles y exactos, como los
del ilustre Mangin para el estudio de la membrana y de los compuestos
que entran en ella: callosa, celulosa, compuestos pécticos, etc., méto-
dos que han tenido grandes y luminosas aplicaciones en el estudio de
la Histología en general, y de la Micología en particular. También que-
dan expuestos los mejores métodos para el estudio citológico de las
criptógamas, métodos de Maire, Dangeard, Guillermond, etc. En el es-
tudio de sistemas de tejidos se ve igualmente no sólo claridad en la ex-
posición, sino ser ésta ajustada a los actuales conocimientos y tener un
gran carácter práctico, como era de esperar del autor, dedicado largos
años al estudio y a la enseñanza de estas materias. Cítanse y se deta-
llan en el estudio de los tejidos las aplicaciones hoy conocidas en His-
tología vegetal de los métodos de Cajal, Achúcarro y las modificacio-
nes en ellos introducidas por Del Río-Hortega.
La segunda parte, dedicada a la Técnica propiamente dicha, comien-
za por los métodos generales de conservación, fijación, etc., siguiendo
con los de inclusión y coloración, así como los de impregnación por las
sales metálicas, aportando datos de experiencia personal. El modo de
hacer cortes, el montaje y conservación y un formulario completan la
Técnica, en la que nada hay supertluo, ni falta nada de lo necesario.
En resumen: la obra del Sr. Madrid Moreno es un libro útil destina-
do a prestar grandes servicios a los que se dediquen al estudio de la
Histología vegetal y de la Criptogamia, hoy, por desgracia, escasos en
nuestro país, acaso por las dificultades que estos trabajos ofrecen en
sus comienzos, dificultades que ayudarán a salvar libros como el que
nos ocupa.— R. Gz. Fragoso.
DE HISTORIA NATURAL 83
Born {k.)~Die Calvmene Tristani-Stiife (rnittleres linter silur) hei Al-
madén, ihrc Fauna, GUedernh^ iind Verbreitung. Abhand. der
Sencken Naturf. Gessellschaft, t. XXXVI, cuad. 3, págs. 311-358,
láms. XXIV-XXVII. Frankfurt, 1916.
El estudio de varios fósiles procedentes de Almadén ha motivado
la publicación de este trabajo, tan interesante, del paleontólogo Born.
Los yacimientos fosilíferos son los de Cañadillas, Vaidemosillo y Alise-
das, todos en las proximidades de Almadén, y cuyos materiales perte-
necen al Silúrico inferior medio. Hace un estudio estratigráf ico muy
completo de la fauna, y la compara con las restantes del mismo piso,
no sólo de la Península, sino del resto de Europa, para establecer su
equivalencia. Pasa luego a describir las especies, haciendo al propio
tiempo una revisión de las ya conocidas, con Ío cual pasan a ser sinoni-
mias algunas de las especies creadas por Verneuil y Barrande, tales
como el Illaenus hispanicns, I. Sanchezi, etc., y los moldes tantas
veces determinados como Belleroplion bilobatus, por su parecido con
los de esta especie, pasan a formar una nueva especie que denomina
Profowartliia hispánica, pues ha encontrado la concha que se asemeja
mucho a la de aquel género americano. Como se Ve, es un trabajo fun-
damental no sólo para el Infrasilúrico español, sino para el europeo;
además, va ilustrado por cuatro buenas láminas en fototipia de los
fósiles. — Royo Gómez.
Elias {].).-- Estudios geológicos sobre Tarrasa v sus contornos. Pu-
blicación de la Secc. Exc. del Centro Social, 48 pág., 1 fig. Tarra-
sa, 1917.
Resume el autor los movimientos que han ocasionado el hundimien-
to de la comarca del Valles, y recoge ciertos datos de la geología de
aquellos contornos. (Desplazamiento de la pudinga en la pedrera d'en
Joan Purull. Las huertas de Can Bosch; La Riera de Gaya; Estragos
de la denudación; El cerro de Can Parellada; La Riera de las arenas;
De Tarrasa a San Julián de Altura.)— Royo Gómez.
Elias (J.). — Colección de artículos científicos y de investigación his-
tórica. Publ. de la Secc. Exc. del Centro Social, 47 págs. Tarra-
sa, 1919.
Conjunto de artículos de vulgarización sobre la geología del Valles
(Barcelona), y en los que se añaden las observaciones hechas por el
autor, como puede verse por el título de ellos: Zonas geológicas entre
el Pirineo y Barcelona; Tectónica de las montañas de Can Margarit;
Desagüe de una corriente oligocénica; Pliocénico marino- Pliocénico con-
tinental; Estanque siciliense en los Plans de Can Bonvilar; Antiguas
corrientes del Llano de Tarrasa. — Royo Gómez.
84 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Obenberger (J.). — Buprestides nouveaux de Fernando Poo eí de la
Guiñee Espagnole. Trab. Museo Nac. Cieñe. Nat., Ser. Zool., nú-
mero 45. Madrid, 1921.
Los Sres. Martínez de la Escalera (Manuel y Fernando) cazaron,
entre otros muchos insectos de Biafra y de Fernando Poo, algunos
Bupréstidos, que, enviados por el Museo de Madrid al autor, han dado
origen a este trabajo. Hay dos géneros nuevos, Bolivarina y Pseuda-
grilodes, así como 10 especies: Pseuda grilodes Bolivari, Pseudagri-
lus Isabellce, Melibceus biafranus, Agrilus Bolivari, Escalerai e Isa-
bel Ice, Bolivarina paradoxa, Aphanisticus biafranus y Trach^s Isa-
bellce y Bolivari.— JOSÉ M.^ Dusmet.
Buen (S. de) y Luego (E.). — Un caso de Himenolepis nana. (Nota
preliminar.) El Siglo Médico, Madrid, 1921.
Se llama la atención sobre la presencia en España de esta tenia en-
contrada por los autores en una niña enferma de dos años y medio, re-
sidente en Talayuela (Cáceres). Se observó, primero, un solo huevo en
los excrementos; pero después, gracias al tratamiento prescrito por
los autores, la enferma expulsó una veintena de ejemplares, bastantes
de ellos con cabeza, que permitieron clasificar fácilmente la especie.—
A. DE ZULUETA.
Soler Pujol {L).~- Aves albinas. Bol. del Museo Pedagógico de Cien-
cias Naturales, año II, págs. 1-3, 6 figs. Barcelona.
El autor da cuenta de Varios casos de albinismo que ha tenido oca-
sión de observar en la perdiz común, la golondrina, el cuervo, la beca-
cina y el mirlo. En este último se presenta con relativa frecuencia el
albinismo más o menos completo, por lo que, dice el autor: «la frase de
raro como un mirlo blanco no es quizás una expresión exacta de la
realidad».— A. de Zulueta.
Sesión del 1° de febrero de 1922.
PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCÍA MERCET
El Secretario leyó el acta de la sesión anterior, que fué apro-
bada.
Admisiones y presentaciones. — Fueron admitidos como so-
cios numerarios los señores presentados en la sesión de enero, y,
propuesto por el Sr. Royo, el Sr. D. Jacinto Elias, de Tarrasa.
Comunicaciones.— El Secretario lee una carta del Sr. Orue-
ta, dando gracias por su elección como Vicepresidente de la So-
ciedad, y manifiesta que, habiéndose enviado a los socios que se
hallan en África el saludo acordado en la sesión anterior, se han
recibido dos cartas, a que da lectura, dando las gracias; una de
ellas del Alto Comisario, Excmo. Sr. D. Dámaso Berenguer, y otra
del Sr. Gómez Menor, que se halla prestando servicio, en Sanidad
Militar, en Tistutin.
Necrología.— El Sr. Fernández Navarro da cuenta a la So-
ciedad del fallecimiento, en Barcelona, del eminente geólogo don
Luis Mariano Vidal, cuyos trabajos sobre Geología y Paleontolo-
gía son bien conocidos, habiéndole colocado en uno de los prime-
ros puestos entre los hombres de ciencia españoles; y promete re-
dactar una noticia biográfica.
Comunicaciones.— El Sr. Lozano participa que, en vista de ha-
berse demostrado posteriormente que el ejemplar de Lariosaiirus
balsami, de cuya clasificación dio cuenta en la sesión del mes de
diciembre pasado, no es de Tortosa, como se creía, sino de Estada
(Huesca), y que, además, según nota que le ha facilitado amable-
mente el Sr. Royo de su completo fichero paleontológico, la clasi-
ficación de un ejemplar, encontrado en la localidad últimamente
citada, fué motivo de una nota presentada en la Sección de Zara-
goza, en 1912, por el Sr. Ferrando, deduce que ambas clasificacio-
nes se hayan hecho sobre el mismo ejemplar, y añade que, si bien
le es satisfactorio haber coincidido con el Sr. Ferrando en la clasi-
86 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
ficaclón de tan interesante especie, se complace aún más en reco-
nocerle la prioridad en la misma.
El Sr. González Fragoso comunica la siguiente nota:
«Con la atención profunda que merecen todos los trabajos del
ilustre botánico D. J. María Castellarnau, he leído el muy intere-
sante y erudito que, con el título de «Terminología botánica», se
inserta en el Boletín de nuestra Sociedad correspondiente a
diciembre último. Nada se puede objetar a los fundados argumen-
tos, y creo lógico que, en la necesidad, hoy ya ineludible, de acep-
tar la palabra thalliis para las criptógamas, en diverso sentido del
usual de tallo para las fanerógamas, deberíamos emplearla verda-
dera ortografía original. Encuentro, sin embargo, un inconveniente
para adoptar por completo este parecer. Si en el lenguaje escrito
la diferencia entre tallo y thallo es suficiente y lógica la ortogra-
fía de la segunda palabra, en el oral no existe diferencia alguna.
¿Hemos de usar en absoluto la ortografía original, introduciendo
en el castellano la palabra thallus, de terminación más propia de
lengua muerta que de lengua viva? Resultaría siempre que una pa-
labra dicha en latín significaba una cosa diversa de su traducción
al castellano. Ahora bien, obligados a seguir la terminología usual
para la Botánica en las lenguas vivas, creo podemos usar la pala-
bra thalo, bien diversa en su sonido de tallo, y análoga en su or-
tografía a la original, de la que sólo difiere por la terminación cas-
tellana, de modo análogo al seguido en francés, alemán, inglés e
italiano, que sólo han modificado la terminación de la palabra en
alguno de los usos de ella. Así, nosotros podremos decir Thalofi-
tas, como los alemanes dicen, por ejemplo, Thallophyten, y pro-
thalo, como ellos dicen prothallium; en tanto que, si usáramos la
palabra thallus, la derivación de las dos que acabamos de mencio-
nar nos conduciría a la confusión con el tallOy la cual no existe en
dicho idioma con la palabra stengel.
»Así no introduciremos una nueva palabra en la terminología
botánica, ya excesivamente recargada, sino una pequeña variación
ortográfica, compatible con la prioridad de la palabra Talo, usada
por los criptogamistas españoles ha muchos años, y por mí ha casi
cuarenta. El distinguido briólogo D, A. Casares, en su flora de
Hepáticas, rehuye el empleo de la palabra thalo, para evitar confu-
siones con tallo; pero admite la palabra Thalosa para designar las
Hepáticas que lo tienen.»
DE HISTORIA NATURAL 87
Trabajos presentados.— El Presidente presenta una nota so-
bre la presencia en España de la cochinilla Icerya purchasi. El
Secretario entrega la Memoria sobre su reciente excursión a Ma-
rruecos, prometida en la sesión anterior. El Sr. Bolívar y Pieltain
presenta una nota sobre un carábido nuevo recogido en dicha ex-
cursión. El Sr. Luna remite un trabajo titulado Un nuevo método
rápido para teñir bacterias en los tejidos: Algo sobre las im-
pregnaciones argénticas.
Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 26 de enero en
el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del Excelentí-
simo Sr. Conde de Montornés.
El Sr. Boscá (E.) da cuenta del trabajo Los desdentados fósi-
les provistos de coraza en la colección Botet, que presentó al
Congreso celebrado últimamente en Oporto por la Asociación Es-
paiiola para el Progreso de las Ciencias, mostrando también las
fotografías que le acompañan.
El Sr. Qandoifi refiere a los reunidos el estado de las investi-
gaciones que sobre la edad de las anguilas viene realizando. Duran-
te el pasado año trabajó en individuos de la variedad plateada
(maresas), y para completar aquellos resultados, opera ahora con
ejemplares de la amarilla (pastorencas), comparando algunos da-
tos entre sí, y también con los dados por él en el estudio que hizo
sobre la misma cuestión de las anguilas del río Urumea. Ofrece
dicho señor publicar en breve el resultado de estas investigaciones
en los Trabajos del Laboratorio de Hidrobiología.
El Sr. Boscá (A.) dice, que medidas algunas aristas de los oto-
litos de anguila, han dado el ángulo de la caliza, lo que parece pro-
bar, juntamente con el análisis hecho por el Laboratorio Químico
Municipal, que informa están constituidos por carbonato calcico
puro, se trata de verdaderas cristalizaciones.
El mismo señor muestra una fotografía de un plano de la Albu-
fera, levantado en el año 1771, propiedad de los herederos del
Excmo. Sr. Conde de Villa Gonzalo, hecha para agregar a los do-
cumentos y datos relativos a nuestro lago, que actualmente está
reuniendo para su publicación el Laboratorio de Hidrobiología.
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Trabajos presentados.
Notas sobre Briozoos marinos españoles— X d)
(especies de mahón, baleares)
por
Manuel Gerónimo Barroso.
Los materiales de donde han sido separadas y determinadas las
especies que figuran en esta nota fueron recogidos en el año
de 1919 por D. Enrique Rioja, durante su permanencia en Mahón»
como Catedrático de aquel Instituto.
Pedicellína cernua (Pallas).
1778. Brachionus cernuus Pallas.— Nat. merkAV. Sammlg. t. X,
pág. 57, lám. IV, fig. 10.
1880. Pedicellína cernua Hincks.—Brít. mar. Polyz., pág. 565,
figs. 56-59, lám. 81,figs. 1-5.
1889. — — Jelly.-Syn.Cat. mar.Bryoz.,pág.202.
1894. — — Levinsen.- Mosdyr, pág. 96, lám. 9»
figs. 18-29.
1902. — — Calvet.— Bryoz. rég. Cette, pág. 94.
1905. — — Jullien y Calvet.— Bryoz. «Hirondelle»,
pág. 25.
1912. — — Q. Barroso.— Brioz.Est.Biol. mar. San-
tander, pág. 6.
1918. — — Norgaard.— Troms. Mus., pág. 10.
1921. — — Marcus.— Bryoz. Auckland und Camp-
bell Inseln, pág. 118, fig. 11.
Colonias, con varios individuos sobre Alcyonidium flustrelloi-
des G. Barroso. Los pedúnculos están todos provistos de espinas,
(1) Véanse los números de este Boletín correspondientes a los me-
ses de octubre, 1915; octubre, 1917; abril, 1918; junio, 1918; noviem-
bre, 1918; abril, 1919; julio, 1919, y Memorias, tomo del 50.° aniv., 1921.
DE HISTORIA NATURAL 8S
correspondiendo a la forma echinata. Esta especie tiene una dis-
tribución geográfica muy extensa, habiendo sido citada ya del Me-
diterráneo: Ñapóles (Waters), Marsella (Marión), Cette (Calvet).
En nuestras costas ha sido igualmente encontrada por mí, en San-
tander, con anterioridad.
Pedicellina hirsuta Jullien (fig. 1).
1888. Pedtce ¡Una hirsuta jüWien.—Bryoz. Miss. Cap Horn, pá-
gina 13.
1918. — — Waters.— Ann. Mag. Nat. Hist., ser. 9,
vol. II, pág. 96, lám. XII, figs. 1-5.
Fig. ].— Pedicellina hirsuta JuUien.
Una colonia con escasos individuos sobre Bugula spicata
Hinks.
Osburn (1912), Bryoz. Woods Hole, pág. 213, pone esta especie
como sinónima de P. cernua (Pallas), considerando como de poco
valor específico la variación en la existencia de las espinas, y se-
ñala esas variaciones sobre individuos de una misma colonia (loe
cit., figs. 3-3 d), lo cual parecería concluyente. Sin embargo, en
los materiales europeos no se ha citado ese caso. Los ejemplares
de P. cernua que nosotros poseemos, tanto de Santander como de
Mahón, llevan exclusivamente espinas sobre el pedúnculo, mientras
que los de P. hirsuta de la última localidad, aunque se encuentran
los diversos individuos de la colonia en distintos grados de desarro-
llo, todos ellos llevan las espinas en el pedúnculo y en la porción
90
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Superior caliciforme. Por otra parte, aun refiriéndose solamente al
carácter de las espinas, son más robustas en P. hirsuta, con ten-
dencia a encorvarse en el extremo, y si además se tienen en cuenta
otras particularidades anotadas por Waters(1914y 1918), puede
separarse P. hirsuta Jullien, como distinta de la especie de Pallas.
En este caso, P. hirsuta sólo se habrá citado de la isla Hoste (Jul-
lien) y de Ñapóles (Waters).
Alcyonidium flustrelíoides G. Barroso (fig. 2).
1920. Alcyonidium flustrelíoides Q. Barroso.— Bol. R. Soc. Esp.
Hist. Nat. (diciembre), pág. 354, fig. 1.
Fig. 2. — Alcyonidium flustrelíoides G. Barroso.— Extremo de una rama.
Dos colonias con otros briozoos. La forma de estas colonias
es en abanico, bordeadas de anchos festones, iniciación de la rami-
ficación dicotómica. En mi descripción de esta especie figura un
error por lo que se refiere al tamaño de las colonias, debiendo en
tenderse que la longitud total de las ramificaciones alcaza de uno
a dos centímetros. Indicábamos que por el aspecto de la colonia
era muy afín a A. flustroides Busk; tiene igualmente una colora-
ción parda, más obscura hacia la base, por la que se adhiere fuer-
temente a los objetos (tallos de hidrarios, etc.) que la sirven de
substratum, mientras que en los extremos que quedan libres, es más
clara y flexible. Sin embargo, en mi especie la colonia no es bila-
minar, existiendo las zoecias solamente por un lado; estas últimas,
DE HISTORIA NATURAL Ql
además, carecen de punctuaciones negras en la superficie, están
dispuestas con mucha regularidad, y el orificio de las mismas, de
la forma y amplitud que señalamos, va sobre una porción tubulosa
larga, que forma una gran extensión de la zoecia, completamente
libre.
Zoobotryon pellucidum Ehrenberg.
1829. Zoobotryon pellucidum Ehrenberg. — Symb. Phys. An.
evert. Tab. III.
1889. — - Jelly.-Loc. cit., pág. 271.
1910. — — Waters.-Sud Red Sea Bryoz.
Journ.Linn.Soc.,vol.XXXI, pá-
gina 243, lám. ly, figs. 12 y 15.
1912. — — G. Barroso. -Loe. cit., pág. 61.
1914. — — Osburn.— Bryoz. Tortugas Islands
(Florida), pág. 218.
1914. — — Waters. — Bryoz. from Zanzíbar.
Proc. ZooI.Soc, pág. 849, lámi-
na III, figs. 4- 12 y lám. IV, fig. 12.
Abundantes colonias. Especie citada ya por mí de Valencia.
Primeramente descrita del Mediterráneo, se ha señalado después
•del S. de Australia, Zanzíbar, Mar Rojo, islas de Cabo Verde, de
Pinos y Tortugas.
Amathia lendigera (Linné) (fig. 3, A).
1766-1768. Sertularia lendigera Linné. — Syst. Nat., pág. 1.311.
\%^Q. Amathia lendigeraWmcks.— Loe. cit., pág. 516, lám. 74,
figs. 7-lU.
1889. - — Jelly.-Loc. cit., pág. 11.
1902. — — Calvet.-Loc. cit., pág. 90.
1903. — — Jullien y Calvet.— Loe. cit., pág. 31.
1914. — — Waters.— Loe. cit., pág. 847, lám. IV,
figs. 3 y 4.
1921. — — G. Barroso.— Mem. R. Soc. Esp. Hist.
Nat., Tomo del 50° aniv., pág. 78.
Varias ramas de una colonia, entre otros briozoos.
Las ramitas nacen las unas sobre las otras, formando casi án-
gulo recto, y las filas de zoecias están dispuestas en un solo lado,
92
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Fig. 3.
-A. Amanthla ¡endigcra (L.); B. A. semiconvolula Lamour, de Benicasim
(Castellón); C. A. distans Busk, de Valencia.
DE HISTORIA NATURAL 95
sin tendencia a formar espiral alrededor de aquéllas. De Valencia
poseemos ejemplares más abundantes de esta especie, lo mismo
que de A. semiconvoluta Lamouroux (fig. 3, B), y también esta
última de Benicasim (Castellón). Posteriormente he determinado
como Amathia distans Busk (fig. 3, C) colonias procedentes de
la pesca del bou en Valencia. La presencia de ésta es particular-
mente interesante y sobre ello insistiremos cuando demos cuenta
de otros materiales pendientes aún de observación.
Tubulípora liliácea (Pallas).
1921. Tubulípora liliácea G. Barroso. —Loe. cit., pág. 77.
Un fragmento de colonia.
Frondipora verrucosa (Lamouroux).
1821 . Krusensternia verrucosa Lamouroux.— Exp. Meth. Polyz.,
pág. 41, lám. 74, figs. 10-13 y lám. XVI, fig. 5.
1875. Frondipora verrucosa Busk.— Brit. Mus. Cat., pág. 39.
1879. — — Waters.—Bryoz. BayNaples, pági-
na 279, lám. 24, figs. 1-7.
1889. ~ — Jelly.— Loe. cit., pág. 107.
1902. — — Calvet.-Loc. cit., pág. 87.
1906. — — Calvet.— Exp. sci. du «Travailleur»
etdu «Talismán». Bryoz., pág. 477.
1920. — — Canu y Bassler.— North Am. Ear.
Tere. Bryoz., pág. 805, fig. 261,
A-H y fig. 262, A-K.
Una gran colonia y varios fragmentos sueltos. Especie citada
por primera vez de costas españolas. Abunda en el Mediterráneo
y el Adriático, habiéndose señalado también de Kamchatka, Spitz-
berg, Indias Orientales y tierras australes.
Lichenopora hispida (Fleming).
1912-1921. Lichenopora hispida G. Barroso. — Loe. cits., pági-
nas 59 y 78.
Varias colonias, sobre algas.
Lichenopora radiata (Audouin).
1912. Lichenopora radiata G. Barroso. -Loe. cit., pág. 60.
1915. — — G. Barroso.— Bol. R. Soc. Esp. H.
Nat. (octubre), pág. 420.
94 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Bugula avicularia (Linné).
1912-1915 1921. Bugula avicularia Q. Barroso.— Loe. cits., pági-
nas 14y61, 415y71.
Numerosas colonias,
Bugula calathus Norman (fig. 4).
1912-1921. Bugula calathus Q.^avroso. —Loe. Q.\i?>., págs. 15 y 71 .
Fig. A.— Bugula calathus Norman.— Zoecias con los poros de comunicación.
Varias colonias.
Bugula spícata Hincks.
1886. Bugula spicata Hincks.— Polyz. oí the Adriatic. Ann. Mag.
Nat. Hist.,5.^ serie,tomo XVII, pág. 262,
lám. 9, fig. 5.
1902. — — Calvet.-Bryoz. Corsé, pág. 8.
Varios fragmentos ramosos de colonias mezclados con la B.
avicularia (L.). Las zoecias van provistas de tres espinas: dos en
el ángulo superior externo y una en el interno, y las avicularias son
manifiestamente pedunculadas. Hasta ahora esta especie sólo se
ha citado del Adriático (Pieper-Hincks), Ñápeles (Waters) y Cos-
tas de Córcega (Calvet).
DE HISTORIA NATURAL
95
Bicellaria cilíata (Linné) (fig. 5).
1758. Sertularia cilíata Linné.— Syst. Nat., pág. 815.
1880. Bicellaria ciliata Hincks. — Loe. cít., pág. 68, lám. 8, figu-
ras. 1-5.
— — Jelly.— Loe. eit., pág. 18.
Fig. ^.—Bicellaria ciliata (L.).-Ovice\as.
1894. Bicellaria ciliata Levinsen.— Loc.eit., pág. 46, lám. 1, figu-
ras 32 55.
1912. — - G. Barroso.-Loc. eit., pág. 14.
1912. — — Osburn.-Loe. eit., pág. 224, lám. 21,
figs. 21-21 b.
1918. — — Nordgaar.— Loe. eit., pág. 27.
Tres eolonias.
S6 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Electra monostachys (Busk).
1919. Electra monostachys G. Barroso. — Bol. R. Soc. Esp.
Hist. Nat. (abril), pág. 200, figu-
ras 1-5.
1921. — — G. Barroso. -Loe. cit., pág. 69.
Colonias sobre zosteras.
Flustra carbasea Ellis y Solander.
1786. Flustra carbasea Ellis y Solander.— The nat. hist. Zoophy-
tes, pág. 14, lám. III, figs. 6 y 7.
1880. — — Hincks.— Loe. cit., pág. 123, lám. 16, figu-
ra 4, lám. 14, fig. 1.
1889. — — Jelly.— Loe. cit., pág. 97.
1894. — — Levinsen.— Loe. cit, pág. 50, lám. II, figu-
ras 38-46.
Dos fragmentos de colonias. Citada por primera vez de costas
españolas.
Esta especie había sido considerada en otros tiempos como
exclusivamente septentrional por su distribución geográfica; se-
ñalada como frecuente en las costas inglesas, danesas de Kat-
tegat, N. de Noruega, Spitzberg, Groenlandia, Golfo de San Lo-
renzo, de la isla de Juan Mayen (Nordgaar, 1918) y en América,
de las costas de Labrador (Osburn, 1912); pero habita también en
el Mediterráneo (Neviani, 1904) y (Calvet, 1902 y 1906) en las cos-
tas de Córcega.
Tubucellaria mediterránea Canu (fig. 6).
1917. Tubucellaria mediterránea Canu.— Bull. Soc. géol. de
France, 4.^ serie, t. XVII, pág. 356, lám. XIII, figu-
ras 11-12.
Una gran colonia.
Canu estableció esta especie fundándose, sobre todo, en las di-
mensiones de las zoecias y de los segmentos coloniales. Estos, en
nuestros ejemplares, nacen de ascosporos, y los de la parte infe-
rior alcanzan dos centímetros de longitud. Por lo demás, es muy
semejante a T. opuntioides (Pallas), T. cereoides (Ellis y So-
lander).
DE HISTORIA NATURAL
97
Fig. Q.— Tubucellaria mediterránea Canu.
A. Zoecias; B. Peristomas encorvados hacia arriba; C. Secciones transversales
a distintas alturas; D. Secciones longitudinales.
Tomo xxu.— Enero-Febrero, 1922.
98 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Cellaria fistulosa (Linné) (fig. 7).
1912-1921. Cellaria fistulosa Q. Barroso.— Loes, cits., págs. 25,
62 y 71 .
Abundantes colonias.
Fig. 1.— Cellaria fistulosa (L.).— Zoecias con ovicelas (o).
Schizoporella unicornis (Johnston).
1912. Schizoporella unicornis Q. Barroso.— Loe. cit., pág. 37.
1917. _ — Levinsen, Meddelelser om Groen-
Iand.-Br>'oz.,p. 452, lám. XXIII,
figs. 12 y 15.
1917. Schizopodrella unicornis CanuyBassler.— Amer.Ear.Ter.
CheiL Bryoz.,pág. 40.
1917. — — Q. Barroso. — Bol. R. Soc. Esp.
H. Nat. (octubre), pág. 496.
DE HISTORIA NATURAL 99
1918. Schizopodrella unicornis Q. Barroso. —Bol. R. Soc. Esp,
H. Nat., pág. 408, figs. 1 a 5.
1921. Schízoporella unicornis G. Barroso.— Loe. cit., pág. 73,
fig. 3 a-c.
Varias colonias.
Haplopoma bimucronatum (Molí).
1803. Eschara himucronata Molí.— Eschara ex Zoophyt., pági-
na 65, lám. 4, fig. 18.
1880. Microporella impressa var. ct (bimueronata) Hincks.—
Loe. eit., pág. 214, lám. XXIX, figs. 10 y 11.
1909. Haplopoma bimucronatum Levinsen.— Morph. and Syst.
Stud. Cheil. Bryoz., lám. XXII, fig. 10 a-c.
1912. Microporella impressa, var. bimueronata G. Barroso.—
Loe. eit., pág. 25, fig. 3 b.
1918. Haplopoma bimueronata Q. Barroso.— Bol. R. Soe. Esp.
H. Nat. (junio), pág. 308.
Varias colonias sobre algas, con Lichenopora hispida,
Porella cervicornis (Pallas) (fig. 8).
1912. Smittia cervicornis G. Barroso.— Loe. cit., pág. 42, fig. 8»
1917. Porella cervicornis Canu y Bassler.— Loe. cit., pág. 54.
Varios fragmentos de colonias.
Aclaradas las confusiones sinonímicas de esta especie, resulta
no haber sido señalada hasta ahora más que del Mediterráneo, Gol-
fo de Gascuña e islas de Cabo Verde (Calvet, 1906).
Canu, comentando mi trabajo sobre los Briozoos de Santander
(Revue critique de Paleoz., 20 ann., n. 1, 1917, pág. 34), y pos-
teriormente, 1917 y 1920 (North Am. Ear. Tere. Bryozoa, pági-
na 479), ha fijado como carácter fundamental, para la distinción de
los géneros Smittina de Norman y Porella de Gray, la función de
calcificación, incluyendo en el primero todas las especies cuya
frontal sea un pieurocisto bordeado de poros areolares, mientras
que considera pertenecientes al género Porella las especies provis-
tas de un tremocisto superpuesto al olocisto.
La especie más frecuentemente confundida con la Porella cer-
vicornis (Pallas) ha sido la Millepora compressa Sowerby, que
ordinariamente se incluía en el género Porella. Ahora, teniendo en
cuenta las consideraciones de Canu, parece que debe ser en el
100
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Smittina. Sin embargo, resulta aún con una situación genérica in-
cierta, pues sería necesario aclarar las particularidades del orificio
primario, sobre todo en lo que se refiere a la existencia de lirula.
Más adelante procuraré analizar esta cuestión, toda vez que po-
seemos ejemplares de Millepora (Smittina?) compressa Sower-
r --^i
\\
r
Fig. ?>.—PoreUa cervicornis (Pallas).
A. Zoecias vistas por el lado interno; B. Sección transversal de una rama.
by, de Santander, y otros típicos de Setland, que pertenecieron a
la colección Norman, remitidos muy amablemente por R. Kirkpa-
trick, conservador de las colecciones de briozoos en el British
Museum.
Rhynchozoon verruculatum (Smitt).
1919. Rhynchozoon verruculatum G. Barroso. — Bol. R. Soc.
Esp. H. Nat. (julio), pág. 342, figs. 6-11.
Dos fragmentos de colonias.
Schismopora pumícosa (Busk).
1919. Schismopora pumicosa G. Barroso.
H. Nat. (abril), pág. 203, figs. 8 y 9.
Varios fragmentos grandes de colonias.
Bol. R. Soc. Esp.
DE HISTORIA NATURAL 101
Costazzia Boryi (Savigny Audouin).
1919. Costazzia Boryi Q. Barroso. — Bol. R. Soc. Esp. H. Nat.
(abril), pág. 204, figs. 10-12.
Numerosas colonias.
El género Costazzia de Neviani (1895) tiene prioridad; sin em-
bargo, como ya se ha indicado en ocasiones, la definición dada por el
autor italiano no es completa, y la aceptación de aquél, discutible.
Levinsen estableció el género Siniopelta (1909) utilizando so-
lamente caracteres ovicelares. Otros autores, siguiendo a Waters,
agrupan en el género Lagenipora, con la misma denominación de
Hincks, las especies con zoecias más o menos erectas y provistas
de un área cribriforme en la ovicela; pero Canu y Bassler (1920)
han conservado el género de Hincks, en su exacta significación,
con su genotipo Lagenipora socialis Hincks, y le incluyen en la
familia Piíylactelidae Canu y Bassler (1917), mientras que al género
Costazzia lo incluyen en la familia Celleporidae Busk (1852).
Costazzia costata? (Mac Qillívray).
1868. Cellepora costata Mac GilHvray.— Descr. new Polyz.Nor.,
pág. 11.
1889. — — Jelly.— Loe. cit., pág.49.
1902. — — Calvet.— Loes, cits., págs. 66y 38.
1921. Lagenipora costata l^ax<¿\x%.—LQ<l.Q:\i., pág. 114, fig.9 a-c:
Una pequeña costra difícilmente determinable sobre Alcyoni-
dium flüstrelloides Q. Barroso.
Una excursión de dos meses por Yebala
por
Ángel Cabrera.
(Lámina I.)
En un trabajo acerca de las aves del Atlas Medio, no ha mucho
publicado en The Ibis, dice un ornitólogo inglés, el capitán Hubert
Lynes, que la zona española de Marruecos no sólo está inexplora-
da científicamente, sino que «it seems likely long to remain so,
102 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
unless some naturalist gets on the soft side of Raisuli and the other
Riffian Sheiks». Lo inexacto de semejante opinión, probablemente
basada en impresiones recogidas por el capitán Lynes durante su
estancia en el Marruecos francés, puedo demostrarlo al decir que,
con la excursión que he hecho a Yebala en los pasados meses de
octubre a diciembre, son tres las que he realizado felizmente por
nuestra zona de Protectorado, sin que en ninguna de ellas me haya
preocupado de buscar la protección o la influencia del tan célebre
cuanto desacreditado xerif secuestrador, ni de ninguno de sus ému-
los y secuaces.
Conforme al compromiso contraído con nuestra Sociedad, co-
mencé esta mi tercera excursión saliendo de Madrid para Ceuta el
día 13 de octubre, en compañía de nuestro consocio el preparador
de la Sección de Osteozoología del Museo Nacional de Ciencias
Naturales, D. José Luis Bernaldo de Quirós, cuyo auxilio como
cazador y como preparador de aves ha sido para mí de un valor
que nunca llegaré a ponderar como se merece.
Mi primera observación de historia natural, hecha en la breve
travesía de Algeciras a Ceuta, fué la presencia en aguas del estre-
cho, nadando a unos cuantos metros del vapor, de un frailecillo
(Fratercüla árctica), hecho que hago constar por lo temprano de
la aparición allí de esta especie, que Favier dice no se presenta en
Tánger hasta noviembre.
Llegado que hubimos a Ceuta, sólo me detuve en esta ciudad
el tiempo indispensable para hacer algunos preparativos, tales
como adquisición de ingredientes de taxidermia y de algunas otras
cosas que no llevé desde Madrid por no complicar el equipaje.
Hecho esto, y obtenida la autorización para introducir y usar nues-
tras armas de caza en la zona de Protectorado, salí en seguida
para Tetuán, teniendo el placer de hacer en tren, y en poco más
de dos horas, el mismo pintoresco recorrido que ocho años antes
hiciera a caballo y en dos días y medio con mis compañeros de la
expedición de 1913. Desde el tren se veían en la playa innumera-
bles bandadas de gaviotas, exactamente iguales a las de Melilla
(Larus argentatiis cachinnans), y al pasar junto a la inmensa
laguna que el río Smir forma en su desembocadura, vi en el agua
un considerable número de aves obscuras, que me parecieron
Fúlica atra, aunque la distancia a que estaban y la rapidez de la
marcha del tren no me permitieron apreciarlo bien. Cerca ya
de Tetuán, empezaron a mostrarse los picabueyes (Bubulcus
DE HISTORIA NATURAL 105
ibis), en esta época desprovistos de sus bellos penachos asalmo-
nados.
En Tetuán fui muy cordialmente recibido y solícitamente aten-
dido por D. Luciano López Ferrer, secretario general del Protec-
torado, 3? por el teniente coronel D. Juan de Lasquetty, del Gabi-
nete Militar, hombre cultísimo y verdadera autoridad en cuestiones
de geografía y arqueología mogrebinas. Habiendo solicitado del
Alto Comisario autorización para comenzar mi labor en Xauen,
nuestro ilustre socio protector tuvo la amabilidad de disponer que
se me diese todo género de facilidades para el mejor cumplimiento
de mi cometido, y, en consecuencia, el día 23, muy de mañana, salí
con el Sr. Bernaldo de Quirós para dicha ciudad, haciendo la pri-
mera mitad del trayecto, hasta el Zoco el Arbáa de Beni Hassán,
en un Ford que el Gabinete Militar puso a mi disposición, y el res-
to, a caballo, con una pequeña escolta de regulares. El camino
sube, con bastante pendiente, hasta alcanzar una altura de 650 m.
en el Zoco el Arbáa, donde se deja, a la derecha, la famosa cum-
bre del Yebel Alám, y, a la izquierda, el imponente Yebel Anna.
Después se desciende por el ancho valle del Misal, sumamente
pintoresco, siguiendo la orilla izquierda de este río hasta cruzarlo
ya en su confluencia con el Lau, pasada la posición militar de Dar
Akkoba, y en seguida se vuelve a subir de nuevo, faldeando el
Yebel Kaláa, hasta que, al dar la vuelta a este monte, en una es-
pecie de anfiteatro que forman entre él y el Yebel Mago, y a unos
550 m. de elevación, se da vista a Xauen, la antigua Xexauen o
Chefchauen, la ciudad que tantos exploradores de Marruecos qui-
sieron visitar sin conseguirlo, y que yo mismo, ocho años antes, al
oír hablar de ella, no sabía si llegaría a pisar jamás.
Durante la marcha a Xauen, el camino casi constantemente
ascendente se traducía en un sensible cambio, no sólo en la flora,
sino, además, en la fauna ornitológica. Mucho antes de cruzar el
Misal y el Lau habíamos dejado de ver los Bnbulcus, después des-
aparecieron las cogujadas (Galerida), y al acercarnos a Xauen
empezamos a encontrar algunos pájaros de los que son en España
típicos de las regiones montañosas, como los Paras y el Erithacus.
Xauen, donde llegamos poco después del mediodía, dista mu-
cho de ser la ciudad maravillosa que podrían hacernos creer las
crónicas periodísticas. Es, sí, muy pintoresco, una verdadera ciu-
<3ad de montaña, que en ciertos detalles recuerda esos pueblos de
«nacimiento» que en nuestra infancia hacían nuestras delicias por
104 boletín de la real sociedad española
Navidad. Las autoridades españolas, y muy singularmente el ins-
pector local, comandante D. Fernando de Torre, así como el ha-
cha, Sidi el Uafi Ben Ajmed el Hachmi el Bakali, hicieron cuanto
estuvo de su parte para atenderme y ayudarme, dándome algunos
policías indígenas para que me acompañasen en mis excursiones
por el campo.. El que más frecuentemente venía conmigo, un mu-
chacho muy inteligente llamado Mojamed Abd el-Krim el Abrit,
hijo de Xauen, poseía un verdadero caudal de tradiciones y cuen-
tos locales, y con su ayuda pude reunir gran número de documen-
tos sobre el folk lore zoológico marroquí. Por desgracia, metido
Xauen como una cuña en territorio a la sazón hostil, no era pru-
dente alejarse más allá de la línea de blocaos que lo rodea, en
un radio de dos a tres kilómetros, y hube de concretar las excur-
siones a las feraces huertas que se extienden al pie de la ciudad,
y donde abundan el algarrobo, la higuera y el granado. Allí se ob-
tuvieron, sin embargo, bastantes especies, tanto de aves y mamí-
feros como de insectos, entre estos últimos un carábido del género
Laemostenus, que, estudiado por el Sr. Bolívar Pieltain, ha resul-
tado ser una especie nueva. Las huertas de Xauen son uno de los
pocos sitios en que he hallado juntos el conejo y la liebre, viviendo
el primero en los agujeros al pie de los árboles o a orillas de los
arroyos, y la segunda, entre las matas que cubren los mismos agu-
jeros, de modo que cuando se caza con perro y éste levanta la pie-
za, en el primer momento no se sabe si saca liebre o conejo. La
liebre parece ser Lepus kabylicus; el conejo representa una forma
local algo diferente de la que se encuentra al otro lado de las mon-
tañas, en el valle de Tetuán. El conejo de Tetuán no parece ser
distinto del que tenemos en España; pero el de Xauen es de pelaje
más obscuro, con la mancha roja de la nuca menos extensa, las
orejas más cortas y ciertas particularidades craneanas, todo lo
cual me induce a considerarlo como una raza nueva.
El mismo día de nuestra llegada a Xauen, al E. de la ciudad,
y sobre el torrente que la surte de agua y riega sus huertas, vimos
volar un Cincliis, y al día siguiente hallamos un poco más arriba
el Montícola solitarius, pero sin poder obtener ni uno ni otro. En
cambio, obtuve otra especie no menos interesante, el Pycnonotus
barbatus, cuyo canto, fuerte y melodioso aun en pleno otoño, lle-
naba de alegría la arboleda. También se obtuvieron Regiiliis igni-
capilla, Paras maj'or crcclsus, Pratíncola torquata rubicela,
Sylvía melanocephala y una forma de Eríthacus rubecula de co-
DE HISTORIA NATURAL 105
lores un poco distintos de los de la raza típica europea. Supongo que
se trata de E. r. witherbyi; pero en tal caso esta forma vive tam-
bién en España, pues los caracteres son los mismos de los ejem-
plares que se obtienen en nuestras montañas. El ave más frecuente
en los alrededores de Xauen es, desde luego, la perdiz moruna
(Alectoris barbara). Cuando la cazábamos, solían colaborar con
nosotros algunas rapaces, para aprovechar las que se quedaban en
el campo. La más abundante era el Falco tinniinculus, del que
también obtuvimos un ejemplar.
En los dos montes que por levante defienden a Xauen vive la
Macaca sylvanus, de cuya especie vi algunos ejemplares en la
ciudad, aunque todos demasiado jóvenes para que conviniese ad-
quirirlos.
El 31 de octubre emprendimos el regreso a Tetuán, acompa-
ñándonos en la parte del camino que hicimos a caballo tres moros
de la policía, uno de ellos un gomari que me dio muy interesantes
noticias acerca de los mamíferos que viven en el territorio que
ocupa su kabila. Una observación curiosa que hice en esta marcha
fué que al ir de Xauen hacia Tetuán, no se empieza a ver y oír
la Galerida hasta que se llega al valle del Misal, donde son abun-
dantísimas. Probablemente, a esto se debe el nombre del cerro y
posición de Dar-Akobba, o Dar el-Kobba, que significa precisa-
mente «la Casa de la Cogujada». Allí, como en todo Marruecos,
viven juntas la G. cristata y la G. theklce; la primera representada
por una raza bastante obscura, que no sé si será G. c. klein-
schmidti, y la segunda, por una forma perfectamente distinta de
las que viven en Tánger, en Mogador, en el Rif y en Argelia, sien-
do algo parecida a G. t. erlangeri, de Tánger, en su plumaje obs-
curo, pero con un ancho borde pálido bien definido en las remeras
secundarias, que la hacen parecer a primera vista más clara de lo
que realmente es. Comparada esta forma con topotipos de erlan-
geri y harterti, y con ejemplares de riificolor, de Mogador, es lo
bastante diferente para que convenga describirla como nueva, y al
hacerlo así más adelante, he creído cumplir un deber de gratitud
dedicándosela al Alto Comisario de España, que con tanto interés
mira la labor de nuestra Sociedad en Marruecos.
Tan pronto como estuvimos en Tetuán nos preparamos para
instalarnos en un nuevo campo de operaciones, eligiendo, por con-
sejo acertadísimo del teniente coronel Lasquetty, la posición de
Izarduy bajo, junto al río Martín, a unos cinco kilómetros de Te-
106 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
tuán y al pie del poblado de Dar es-Skiek, situado a media ladera
de la sierra de Beni Hostnar. Allí se están haciendo excavaciones
para sacar a luz la antigua ciudad de Tamuda, bajo la dirección del
arqueólogo D. César Luis de Montalbán, que nos acogió a mi pre-
parador y a mí en su alojamiento con la más franca hospitalidad,
siendo desde el primer momento para nosotros un excelente com-
pañero, y en ocasiones, un valioso auxiliar. Las excavaciones tie-
nen evidentemente un gran interés histórico y arqueológico, en-
contrándose en ellas restos de tres civilizaciones sucesivas: ibero-
africana, púnica 3? romana, así como bastantes huesos fósiles o se-
mifósiles de mamíferos contemporáneos de las mismas, entre ellos
Buba ¡US buffelus y Elephas africanus. Para mí, sin embargo, la
localidad tuvo mayor interés por los mamíferos y aves en ella re-
cogidos. Entre los primeros obtuve la forma del Mus spicilegus,
que ya recogí en Tetuán ocho años antes, y que considero igual a
M. s. spretus, de Argelia, y una nueva raza de Dipodillus cam-
pestris, más obscura que la forma tipo y que cinnamomeus. De
este roedor cacé, entre las ruinas, una hembra con cinco pequeños,
que tuve vivos dos semanas.
La proximidad del río, que con frecuencia remontábamos hasta
pasar su confluencia con el Hayra, nos proporcionó algunas aves
acuáticas o semiacuáticas. Precisamente, en aquellos días llegaban
bandadas numerosas de Anas platyrhyncha, Vanellus vanellus y
Burhinus oedicnemus, este último idéntico al de España, y, por
consiguiente, muy distinto de la raza pálida que yo he obtenido en
el Rif, la cual parece ser más bien saharce. Abundaban también
Columba livia, P^nhocorax pyrrhocorax y el imprescindible
Bubulcus, compañero inseparable de los ganados que todas las
mañanas venían a pastar en el valle del Martín, y en cuanto a pá-
jaros, veíanse muchas cogujadas idénticas a las del valle del Misal
y grandes y bulliciosas bandadas de jilgueros (Carduelis carduelis
africanajy de pardillos (C. cannabina mediterránea), qne. los mo-
ros llaman, respectivamente, muknin y xarif. De todas estas espe-
cies se obtuvieron ejemplares, y de otras varias, entre las cuales
merece citarse el hermoso Buteo ferox cirtensis, tan distinto de
su congénere el ratonero de nuestras montañas; la Egreta gar-
zetta, el Lanius excubitor algeriensis y el pequeño Lymnocryp-
tes gallínula. La presencia de este último cerca de Tetuán en
aquellos días confirma lo que dice Irby en su Ornithology of the
Straits of Gibraltar, donde señala el mes de noviembre como
DE HISTORIA NATURAL 107
época de llegada de la especie en Marruecos. En cambio, debo
hacer constar el hecho de haber visto volar una chocha (Scolopax
rusticóla) en las huertas de Tetuán bastante antes, el 19 de octu-
bre, aunque aquel autor, basándose en el testimonio de Favier,
dice que a Tánger no llega hasta noviembre.
El día 15 de noviembre di por terminada mi estancia junto a las
ruinas de Tamuda, y regresé a Tetuán para hacer los preparativos
de una excursión a través de la kabila de Anyera, excursión que
hube de aplazar unos días a causa de que el capitán Portillo, de la
policía indígena, tuvo la atención de organizar en obsequio mío
una cacería de jabalíes en la cercana Sierra de Beni Hosmar.
Asistieron a esta cacería los tenientes de dicho Cuerpo, Sres. Ri-
vero, Jolif y Mola, y el punto designado para ella fueron las inme-
diaciones del poblado de Yarguit, cuyo xej facilitó batidores y nos
obsequió con una opípara comida. La excursión, aparte de su ex-
celente resultado (dos hermosos ejemplares del jabalí marroquí en
hora y media de puesto), tuvo para mí el encanto de recorrer rin-
cones sumamente pintorescos y de contemplar paisajes de una
brava belleza, que no puedo detenerme a describir. Los montes de
Beni Hosmar están por aquella parte cubiertos de apretada espe-
sura de madroños, roble y palmito, sobre la cual asoman enormes
masas de caliza de las más fantásticas formas. Frente al poblado
de Yarquit, una pequeña laguna cuya superficie parece, por lo in-
móvil, un espejo, se extiende al pie de un enorme acantilado, des-
de cuya altura se despeñaba antes un torrente, al que, según me
dijeron mis acompañantes, se ha desviado de su curso natural para
aprovechar sus aguas en el riego de huertas. Por encima de este
acantilado se establecieron los puestos para la cacería, en el borde
de un estrecho valle al pie del picacho de Sidi Kemin, de 950 me-
tros de altura, detrás del cual veíamos asomar, por la derecha, las
alturas que nos separaban del campamento de Gorgues, y por la
izquierda, el macizo del Bu Zeitun, a 1.200 metros sobre el no muy
distante Mediterráneo. El regreso de la cacería lo verificamos por
uno de los afluentes del bajo Martín, haciendo algunas partes del
trayecto por dentro del agua, entre altos cañaverales que dan a
aquellos parajes un aspecto tropical, y en los cuales se refugian
Ja Fúlica aira atra, el Anas penelope y el Podiceps rufícollis.
Una ligera indisposición de mi auxiliar, el Sr. Bernaldo de Qui-
ros, me retuvo en Tetuán hasta el 22 de noviembre, en que em-
prendimos la excursión a Anyera con los tenientes de policía don
108 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Tomás Rivero y D. Ramón Mola, especialmente autorizados para
acompañarme por el coronel del mismo Cuerpo, Sr. Cogolludo; y
no quiero pasar adelante sin hacer constar las muchas atenciones
que a este jefe debo, así como al comandante jefe del sector de
Tetuán, D. Anatolio de Fuentes, quien llevó su bondad hasta el
extremo de alojarnos en su casa y permitir que en ella establecié-
semos el depósito de los materiales recogidos.
Dejando la vía férrea en Castillejos, nos dirigimos a caballo al
Zoco el Tzlata de Tzagarán, cruzando la abrupta mole del Yebel
Garra. Junto a la oficina de policía del Zoco, cuyo jefe, el tenien-
te D. Alvaro Rivero, nos recibió con la más cordial hospitalidad,
hay un bosque bastante extenso, para lo que en Marruecos suele
verse, de encina y acebuche, donde se veían volar Parus, Coceo-
ihraustes, zorzales y mirlos. Por desgracia, comenzó en aquel sitio
el mal tiempo, que apenas cesó ya hasta que embarcamos para Es-
paña. Las nieblas eran muy espesas, y el frío, intenso; pero así y
todo, aun se obtuvieron en esta localidad y en el vecino poblado
de Amezuk algunos mamíferos y coleópteros; entre estos últimos,
el interesante Carabas rifensis, una de las especies más raras de
Marruecos.
El 25, habiendo amainado un poco el temporal, proseguimos
nuestra excursión, descendiendo al gran valle eoceno de Alcázar
Seguer. Por el camino vimos, posada en un risco, una pareja de
águilas, al parecer Águila chrysaetos occidentalis. Toda la tarde
de aquel día, y el 26, permanecimos en Alcázar Seguer, donde se
obtuvieron algunas aves, entre ellas el Monticola solitarias, que
no habíamos conseguido cazar en Xauen, y más ejemplares de
Alectoris barbara. Tal vez sea de interés hacer constar que esta
perdiz es en Yebala sensiblemente más obscura que en el Rif. Si
se trata de dos formas locales distintas, convendría ver cuál de
ellas es idéntica a la de Agadir, que creo debe considerarse como
la localidad típica (1).
(1) El tipo fué enviado a Edwards por un comerciante inglés «resi-
ding at Santa Cruz, in that Part of Barbary which lies without the
Streights of Qibraltar, on the Atlantic Ocean.» Opina Hartert (Novit.
Zool., XXIV, 1917, p. 276) que esta localidad no debe ser Agadir, o sea
Santa Cruz de Berbería, por parecerle dudoso que un comerciante in-
glés residiera en Agadir en la época en que escribía Edwards (1747);
pero, sin duda, el insigne ornitólogo olvida que en el siglo xviii era Aga-
DE HISTORIA NATURAL 109
Mi proyecto era haber ido de Alcázar Seguer a Tánger por
■mar, en el remolcador de Intendencia que hacía este recorrido;
pero me encontré con que este servicio había sido suspendido, y
no pudiendo ir por tierra, por habérsenos estropeado ligeramente
dos caballos en los senderos de cabras de las montañas, opté por
hacer el viaje en una gasolinera de una Compañía gibraltareña que
se dedica a la explotación de los restos de los naufragios ocurridos
en el Estrecho. Así, pues, tras de despedirnos de nuestros compa-
ñeros los oficiales de policía, me embarqué con el Sr. Bernaldo de
Quirós, zarpando con muy buen tiempo. Este, sin embargo, cam-
bió bruscamente apenas salimos de la pequeña ensenada de Alcá-
zar Seguer, y cuando estábamos en pleno estrecho, nos cogió un
furioso temporal de viento y agua, pareciéndonos imposible que lo-
gráramos llegar a Tánger.
Llegamos, sin embargo, aunque calados hasta los huesos, y tu-
vimos la satisfacción de ver que, a pesar de todo, los ejemplares
recogidos en Anyera no habían sufrido grave detrimento. En Tán-
ger fui muy cariñosamente acogido por el cónsul de España, y tuve
también el gusto de saludar al director del Museo de Rabat, mon-
sieur AUuaud, que estaba allí de paso para la zona francesa, y con
quien hizo mi auxiliar una pequeña excursión al monte para reco-
ger insectos.
Desde Tánger me dirigí a Larache para visitar la yeguada mi-
litar de Smid-el-Má, yendo hasta Arcila en el automóvil del servi-
cio público, y de Arcila a Larache en muía, por la playa, con lo
que volví a recorrer el mismo camino que en 1913 recorriera, y de
nuevo descansé en el pintoresco bosquecillo de Ain Delf, de gratos
recuerdos para mí. Sin detenerme en Larache más que el tiempo
preciso para ofrecer mis respetos al comandante de aquella región,
general Barrera, y pedirle permiso para visitar la yeguada, mar-
chamos a esta última, siendo amistosamente acogidos por los ofi-
ciales que la tienen a su cargo.
dir el principal centro comercial de Marruecos, por cuyo intermedio
traficaba Europa con el imperio y con el Sudán, y que, hasta 1773, fué
considerado como el puerto más importante de Marruecos. Además, en
la costa berberisca que queda «fuera del estrecho de Qibraltar, sobre
el Océano Atlántico», no ha habido nunca otro Santa Cruz, como no
sea Ifni o Santa Cruz de Mar Pequeña, donde es menos verosímil que
se obtuvieran los ejemplares de Edwards.
lio BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
La yeguada de Smid el-Má, situada a unos veinte kilómetros de
Larache, junto a la carretera, entre este puerto y Alcazarquivir,
no es meramente un establecimiento de remonta militar, sino una
granja zootécnica de primer orden. Bajo la competentísima direc-
ción del comandante D. José Vázquez, a cuya iniciativa y labo-
riosidad debe su fundación, foméntase allí, en primer lugar, la cría
del ganado caballar moruno, a base de la selección y del cruza-
miento con el árabe puro; pero, además, se procura el mejoramiento
de los ganados lanar, cabrío y vacuno, y de las aves de corral. En
el momento de mi visita, contaba la yeguada con diez y siete se-
mentales, todos ellos, a excepción de dos hispano- árabes y un ára-
be ruso, árabes o morunos puros, de diversos tipos; noventa y
nueve yeguas de vientre morunas y tres árabes; cincuenta tusones
de ambos sexos, ciento ochenta y siete potros y quince potrancas,
aparte del ganado de servicio de la tropa y carros. El estableci-
miento sirve de parada, dejando a los indígenas la libre elección
de semental, y tiene siempre abierta la compra de yeguas y de po-
tros. Entre los ejemplares de raza indígena tuve ocasión de ver al-
gunos procedentes de los rebaños asilvestrados del Adir. Además,,
había en los corrales gran número de excelentes ejemplares de ca-
bras del país y maltesas, así como hermosos tipos de las razas ovi-^
ñas indígenas amiría, harcha y beldía, pudiendo confirmar mi opi-
nión de que ninguna de estas razas tiene absolutamente nada que
ver con nuestros merinos, cuyos representantes morunos sólo se
encuentran en la zona francesa.
Aparte de numerosas observaciones sobre los animales domésti-
cos de Marruecos, en las que me prestó gran ayuda, con sus pro-
fundos conocimientos en la materia, el comandante Vázquez, ob-
tuve en la yeguada militar algunas aves, entre ellas, ciertas espe-
cies que aun no habíamos pod ido recoger, como el Passer domes-
ticus tingitanus y la Coturnix coturnix, la cual, contra lo que
creen en España muchas personas, no inverna en Marruecos, sino
que baja mucho más al S., por lo menos hasta el Sudán, no dejando
en tierras marroquíes más que algunos rezagados.
Después de tres días de estancia en la yeguada, días de lluvia
casi incesante, pero que por lo agradables e instructivos se me hi-
cieron demasiado cortos, regresamos a Larache, y desde aquí, en
un automóvil que el general Barrera me cedió con su acostumbra-
da amabilidad, a Tánger, haciendo un recorrido accidentado y fér-
til en pintorescos episodios por el mal estado en que el temporal
DE HISTORIA NATURAL \\\
reinante había puesto pistas y carreteras. El ómnibus automóvil
que hace el servicio Tánger- Tetuán, por el histórico Fondak de
Ain Yedida, nos llevó de nuevo a la capital del Protectorado, y el
9 de diciembre, reunido y embalado todo el material recogido, sa-
limos de ella para regresar a Madrid.
No debo terminar este rápido relato de mi expedición sin hacer
aquí pública mi gratitud hacia todas aquellas personas que durante
mi estancia en Marruecos procuraron, por todos los medios y en
todas las formas, ayudarme en mi misión. No necesito repetir nom-
bres, que ya van en las líneas precedentes, pero sí quiero hacer
mención especial del teniente coronel de caballería, D. Juan de
Lasquetty, y de los jefes y oficiales de la policía indígena, ese
Cuerpo tan injustamente calumniado por quienes sólo de oídas lo
conocen, y sin cuyo auxilio sería imposible, o al menos ineficaz,
cualquier labor pacífica o guerrera que quisiera hacerse en África.
Diagnosis de las formas nuevas de vertebrados obtenidas
en la expedición.
Galerida theklae berengueri subsp. n.
Una raza de las de timoneras centrales obscuras (1), parecida
en su plumaje obscuro a G. t. erlangeri, pero un poco más robusta
y con un ancho borde ante rosáceo bien definido en las remeras se-
cundarias. El color general, menos amarillento que en la G. t. the-
(1) Las subespecies de G. thekke que yo conozco pueden distri-
buirse muy bien en dos grupos: uno de plumaje obscuro, en que las ti-
moneras centrales son siempre más obscuras que la porción rojiza de
las timoneras externas, a veces mucho más obscuras, y otro de plu-
maje más o menos pálido, con las timoneras centrales próximamente
del mismo color que la porción rojiza de las externas. De cuatro for-
mas distintas que he Visto de Marruecos, dos pertenecen al primer
grupo* erlangeri y berengueri, y dos al segundo: ruficolor y la forma
propia del Rif oriental, la cual no encuentro descrita por ningún autor.
Esta última raza, que creo nueva, se asemeja a ruficolor de Mogador,
pero tiene las manchas pectorales sensiblemente más estrechas y ca-
rece del ancho borde pálido que ruficolor presenta en las secundarias,
como berengueri. Creo podría darse a esta forma rifeña el nombre de
G. t. aguirrei, en honor del Jefe de la sección de Marruecos, D. Ma-
nuel Aguirre de Cárcer, quien constantemente se interesa por la labor
científica que en la zona del Protectorado viene realizando nuestra So-
ciedad. El tipo es un cf obtenido por mí en la llanura del Garet el 10 de
112 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
klce, sobre todo en las partes inferiores. Manclias pectorales gran-
des, negras. Long. total, 170 mm.; ala, 108; tarso, 28; culmen, 13.
Hab. Yebala, en los valles de la vertiente mediterránea. Ti-
po: (^ obtenido por mí en el llano del Uad Martín, cerca de Dar-
es-Skiek, en 15 de noviembre de 1921. Núm. 22 I 12-25 del Museo
Nacional de Ciencias Naturales.
Dipodillus campestris riparius subsp. n.
Del mismo tamaño que D. c. cinnamomeus, pero el color me-
nos rojizo, avellanáceo en los flancos, y más obscuro, casi bistre,
en el dorso; cola por encima más obscura que el cuerpo; plantas muy
obscuras, casi negras. Long. de la cabeza y el cuerpo, 100 mm.;
cola, 122; pie, 28; cráneo, 29,5; serie molar superior, 4,3.
Hab. Valle del Uad Martín. Tipo: 9 obtenida por mí a orillas
del río, cerca de Dar-es-Skiek, en 6 de noviembre de 1921. Núme-
ro 22-1 12 14 del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Oryctolagus cuniculus oreas subsp. n.
Pelaje más obscuro que en O. c, algirus, aproximadamente
como en la forma de la Europa central; mancha de la nuca de co-
lor itiás apagado, casi pardo madera, y muy reducida, quedando
completamente oculta por las orejas cuando éstas se echan atrás.
Orejas cortas; cráneo con las regiones interorbitaria y postorbita-
mayo de 1919 (Núm- 20-V1-4-27 del Museo Nacional de Ciencias Natu-
rales.)
Las cuatro formas marroquíes citadas pueden distinguirse con ayuda
•de esta clave:
a. Plumaje obscuro; timoneras centrales mucho más
obscuras que la parte rojiza de las timoneras ex-
ternas.
b. Remeras secundarias sin un ancho borde pá-
lido; abdomen ante claro erlangeri.
b' . Remeras secundarias con un ancho borde
pálido; abdomen ante rosáceo berengueri,
a.' Plumaje más pálido; timoneras centrales rojizas,
casi como la porción rojiza de las externas.
c. Un ancho borde pálido en las secundarias;
manchas pectorales anchas ruficolor.
c'. Sin un ancho borde pálido en las secunda-
rias-, manchas pectorales estrechas aguinei.
DE HISTORIA NATURAL 113
ría relativamente estrechas. Long. de la cabeza y el cuerpo, 400
milímetros; cola, 40; pie, 80; oreja, desde la escotadura, 65; crá-
neo, 77; ancho interorbitario, 11,3; serie molar superior, 12,8.
Hab. Alrededores de Xauen. Tipo: cT obtenido por D. José
L. Bernaldo de Quirósen 29 de octubre de 1921. Núm. 22- 1-12-19
del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Descripción de un Laemostenus nuevo de Marruecos
(Col. Carabidae)
C. Bolívar y Pieltain.
Laemostenus (s. str.) ajmasianus nov. sp. (fig. 1).
Tipo: cf , Xauen (Museo de Madrid).
Long., 15,5 mm.
Especie áptera, caracterizada por la forma estrecha y alargada
de su pronoto, cuyos lados son casi paralelos.
Coloración general negro pardusca. Cuerpo esbelto, alarga-
do, estrechado hacia la parte anterior.
Cabeza larga, de lados no muy arqueados, por detrás de los ojos
estrechada visiblemente hacia atrás. Impresiones frontales muy su-
perficiales. Vértice y occipucio lisos. Ojos normales, no muy gran-
des ni salientes. Antenas finas y largas, dirigidas hacia atrás al-
canzando al tercio basilar de los élitros.
Pronoto algo más largo que ancho en su parte máxima; de lados
ligerísimamente arqueados, casi paralelos entre sí, teniendo su
máxima anchura próximamente al nivel de las quetas anteriores,
desde donde se va estrechando paulatinamente hacia atrás, y sin
formar sinuosidad alguna se llega a la porción basal, en la cual
los bordes son completamente paralelos; ángulos anteriores recto-
redondeados, poco salientes; ángulos posteriores completamente
rectos; base casi recta, un poquito curvada en la parte central.
Superficie aplanada; las márgenes laterales poco levantadas; línea
media muy fina, aunque bien marcada; impresión angulosa anterior
poco profunda; impresión prebasal transversa superficial; impresio-
nes laterales longitudinales prebasales marcadas, aunque no pa-
sando hacia adelante del cuarto basal del pronoto. Rebordes late-
ToMO XXII.— Febrero, 1922. 8
114
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
rales de éste estrechos, bastante levantados; base del pronoto
finamente rebordeada.
Élitros oblongo-ovalados, ensanchados hasta los tres quintos
apicales. Estrías bien marcadas, finamente punteadas; interestrías
poco convexas.
Patas largas y delgadas; trocánteres posteriores reniformes,
redondeados en el ápice; fémures ante-
riores con la quilla ínfero-anterior iner-
me y completamente lisa. Tarsos rugo-
samente punteados por encima, casi
estriolados. El primer artejo de los tar-
sos intermedios y posteriores es el único
pubescente por debajo; el segundo gla-
bro, liso.
Vientre sin pliegues laterales, com-
pletamente liso.
Loe. Xauen, en la cabila de El Ajmás
(norte de Marruecos), a 550 m. de alt.,
aprox. Un solo ejemplar cT, recogido en
28-X-1921 por los Sres. Cabrera y Ber-
naldo de Quirós, en la expedición re-
cientemente enviada por nuestra So-
ciedad, bajo la dirección del primero.
Observaciones.— Las mayores ana-
logías de esta nueva especie son, indu-
dablemente, con L. mauritanicus Dej.;
pero los tarsos son aún más rugoso pun-
teados por encima, casi estriolados como
en los Ceuthosphodrus. De mauritanicus se diferencia, además,
por su forma estrecha, larga y aplanada; su pronoto apenas ensan-
chado en la parte anterior, y su coloración más obscura, sin viso
azulado alguno.
Es quizás la forma epigea que más semejanza presenta con los
Ceuthosphodrus cavernícolas, los cuales parecen derivar de espe-
cies de este tipo.
Fig. \.—Laemoslenus ajmasia-
nus nov.' sp., tipo; X 5.
DE HISTORIA NATURAL 115
Células cianófilas y células cebadas
(PLASMAZELLEN Y MASTZELLEN)
1." Parte,
por
F. Jiménez de Asúa.
(Lámina II.)
Fué Waldeyer (1875) el primero que diferenció en el tejido co-
nectivo un tipo de células diferente del ya conocido de células
laminares [Flügelzellen) con protoplasma escaso, al que, por su
abundante citoplasma, denominó Plasmazellen. Poco tiempo des-
pués, Ehrlich y su discípulo Westphal (1877-79 80-91) lograron de-
finir más exactamente los caracteres de las primitivas Plasmazel-
len de Waldeyer, diferenciando tres tipos: elementos con granos
coloreables por la eosina (células eosinófilas), corpúsculos con
granulaciones tingibles por el violeta de dalia ( Mastzellen) y cé-
lulas incolorables por la eosina y por el dalia.
El mismo Waldeyer, reconociendo en 1895 que sus Plasmazel-
len habían sido bien definidas por los estudios de Ehrlich, renun-
ció a dicha designación en favor de los corpúsculos vistos en
el lupus por Unna (1891), y bautizados con idéntico nombre. Poco
tiempo después (1896), Cajal añadió a los ya conocidos dos nuevos
tipos celulares, propios del conectivo normal: células cianófilas
(anteriormente vistas en procesos patológicos) y células enanas
de protoplasma pálido. La serie de hallazgos se completa al descu-
brir Ranvier, en 1899, sus clasmatocitos. Marchand dedica un buen
número de trabajos al estudio del tejido conectivo, identificando
los clasmatocitos de Ranvier con las llamadas por él células adven-
ticiales, que se encuentran alrededor de los vasos; en fin, Maxi-
mow(1907) diferencia los siguientes elementos: 1.° fibroblastos;
2.° Mastzellen; 3.° células emigrantes reposadas (clasmatocitos);
4.° células emigrantes amiboides pequeñas o linfocitos (que proba-
blemente corresponden a las células enanas de Cajal); 5.° Plasma-
zellen (células cianófilas de Cajal); 6.° células eosinófilas; 7.° cé-
lulas grasosas.
Sería tarea excesivamente larga, y fuera de lugar, examinar
detenidamente estos trabajos, así como aquéllos que Aschoff y
116 BOLRTÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Kiyono, Pappenheim, Ferrata, etc., han dedicado al mismo asun-
to, y, en especial, al problema de la diferenciación de los diversos
tipos, a partir de la célula más indiferenciada. Recientemente, en
unión de nuestro maestro Del Río-Hortega, y con ocasión de estu-
diar la génesis de los macrófagos que se encuentran en los tumo-
res y en otros procesos patológicos, hemos dedicado nuestra aten-
ción al estudio de estos problemas, proponiéndonos en la actuali-
dad desarrollar tan sólo aquellos relacionados particularmente con
la génesis, naturaleza y modificaciones de las células cianófilas
{Plasmazellen) y cebadas (Mastzellen), y aportar una contribu-
ción personal al esclarecimiento de dichos problemas, ya que entre
las opiniones emitidas por los autores, singularmente respecto a las
primeras, existe tal disconformidad, que pudiera afirmarse que nin-
guna probabilidad ha sido omitida y las más diversas hipótesis han
sido sustentadas.
Material y técnica empleados.
Hemos verificado nuestras observaciones en un buen número
de tejidos normales y en procesos inflamatorios crónicos (tubercu-
losis y sífilis), así como en tumores de abundante estroma. Prefe-
ribles son, a nuestro modo de ver, los procesos patológicos, pues
en ellos, dado que los elementos en cuestión se presentan en gran
abundancia, habrán de ser más numerosas y perceptibles las for-
mas incipientes que permitan aclarar sus orígenes, así como las
posibles evoluciones o involuciones que sufran.
Suficientemente estudiados los mencionados problemas con los
métodos a base de anilinas, hemos supuesto que la aplicación de
un método que revelara con gran finura las estructuras nucleares
habría de llevar aparejada la apreciación de nuevos detalles que
pudieran arrojar alguna luz sobre tan debatidas cuestiones; a este
fin, hemos utilizado el moderno y ya muy conocido método rápido
de Del Río-Hortega al carbonato argéntico amoniacal (1), que,
además de impregnar los núcleos de modo sólo comparable al de la
hematoxilina ferruginosa de Heidenhain permite el uso de colo-
(1) Como es sabido, este método exige la fijación en formol y reali-
zar los cortes por congelación. Véase P. del Río-Hortega: «Coloración
rápida de tejidos normales y patológicos con carbonato de plata amo-
niacab). Trab. del Lab. de Inv. bioL, t. XVIII, 1919.
DE HISTORIA NATURAL 117
raciones complementarias con diferenciaciones sucesivas, sin te-
mor a que los núcleos se decoloren por mucho que se prolongue
la diferenciación, y ya por sí solo produce bellas tinciones de las
células cianófilas en su totalidad (protoplasma y núcleo) con sólo
calentar ligeramente la solución de cloruro de oro.
Las granulaciones de las células cebadas no se colorean por
este método, pero quizás la plata obre como mordiente que per-
mita la fijación de la materia colorante (hemos empleado el azul de
toluidina) sobre granulaciones finísimas que no se tiñen cuando se
emplea sólo el color de anilina. Para la diferenciación hemos utiliza-
do el alcohol con creosota al 5 por 100, según aconseja Del RíoHor-
tega para diferenciar en el método de Nissl, prolongando la deco-
loración hasta que el corte no desprenda color. Consigúese así,
sin menoscabo de la coloración nuclear, que el azul de toluidina
tina solamente las granulaciones de las células cebadas, dando un
ligero tono azulado al protoplasma de las células cianófilas, ya teñi-
das en violáceo por el oro.
Apenas será necesario advertir que al mismo tiempo hemos
practicado, para comprobación, los métodos corrientemente utili-
zados, como el azul policromo de Unna (con diferenciación en la
mezcla glicéricoetérea), el verde de metilo-pironina, el violeta de
dalia, etc.
I. Células cianófilas (Plasmazellen).
Sentemos, desde el primer momento, dos afirmaciones, que gran
número de histólogos y hematólogos (celosos de la propia priorio-
ridad, pero indiferentes de la ajena) desconocen o parecen des-
conocer:
A Cajal se debe el descubrimiento de las células cianófilas
y su interpretación como componente normal del tejido conec-
tivo; y todavía puede añadirse, a nuestro modo de ver, que Cajal
tuvo, desde el primer momento, la más clara visión de su génesis.
En efecto: en 1890 señala Cajal la existencia, en el condiloma sifi-
lítico, de un nuevo tipo celular, haciendo de él la siguiente perfecta
descripción «... 2.^ Células mucho más abundantes y de talla rela-
tivamente robusta, pues que miden ya de 7 a 14 y-\ su forma, a
veces esferoidal, aparece a menudo alargada y como elipsoidea;
su protoplasma, correctamente limitado y exento de expansiones,
se colora bastante bien por las anilinas (a diferencia de las demás
118 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
células del preparado, que no se coloran), y exhibe vacuolas re-
dondeadas que recuerdan las de las células leprosas; el núcleo es
esférico, está armado de espesa red cromática sin nucléolo, y su
situación es casi siempre excéntrica, enrasando, sobre todo en las
células grandes, una parte del contorno celular. Nunca hemos vis-
to en tales células núcleo análogo al de los leucocitos, por lo cual,
y por su vacuolización protoplásmica, nos inclinamos a estimarlos
como células embrionarias especiales. No es raro sorprender algu-
no de estos corpúsculos (que para abreviar llamaremos sifilíticos)
en vías de proliferación directa, mas nunca hemos hallado en ellos
signos de carioquinesis». Un acertado dibujo completa la descrip-
ción, disipando todas las dudas que ésta pudiera dejar.
Un año más tarde (1891), Unna, a favor de su método especial
al azul policromo, con decoloración sucesiva, descubre en el lupus
un tipo celular semejante al encontrado por Cajal en el condiloma,
cometiendo el doble error, fuente de confusiones, de designarle
con el nombre aplicado ya a otro objeto por Waldeyer, y de dar
valor solamente a los caracteres tinctoriales del protoplasma, pres-
cindiendo de los morfológicos y estructurales del núcleo, con lo
que el concepto de Plasma zellen quedó mal delimitado, dando
lugar a que algunos autores incluyeran entre ellas corpúsculos que
únicamente tienen de común la basofilia protoplásmica. Unna in-
curre, además, en la equivocación sufrida por Cajal, de considerar
a los elementos en cuestión como corpúsculos propios de tejidos
patológicos.
La mayor difusión alcanzada por las publicaciones alemanas hizo
que fuese pronto conocido el trabajo de Unna y que se adjudi-
case a éste el descubrimiento de las Plasma zellen, cuyo conoci-
miento fué rápidamente ampliado por otros sabios.
Jadassohn (1891-93) y Marschalkó (1895) señalan su presen-
cia en los folículos del bazo y ganglios linfáticos del hombre y di-
ferentes animales, y Marschalkó, en notable trabajo, completa la
descripción de Unna, asignando al núcleo caracteres particulares;
pero hasta los nuevos estudios de Cajal (1896), no se afirmó que
las células que nos ocupan fuesen habitantes normales del tejido
conectivo. Más tarde, las observa Schottlander en el ligamento del
ovario sano del conejo; Jolly (1900) y Schv^arz (1905), en el gran
epiplon; Dominici (1901) y Schlesinger (1902), en la mucosa in-
testinal, quedando así suficientemente confirmada la idea de Ca-
jal, de estimarlas como elementos normales del tejido conectivo.
DE HISTORIA NATURAL 119
No podríamos terminar esta breve reseña histórica sin liacer
constar que, conociendo Unna el descubrimiento de Caja!, reco-
noció (en 1905) con gran nobleza que la prioridad del hallazgo
pertenecía al sabio español, y que éste, hasta entonces colocado
en actitud expectante, por no conocer directamente los primeros
trabajos del dermatólogo de Hamburgo, hizo más tarde (1906) un
resumen de sus hallazgos en relación con los descubrimientos de
Unna y de los autores que le siguieron.
Es, pues, verdaderamente extraordinario cómo, incluso en los
trabajos más recientes, y salvo ciertas excepciones, el nombre de
Cajal no figura, o aparece mezclado entre otros muchos, como si
sólo se le debiesen aportaciones parciales o confirmaciones de he-
chos conocidos.
Caracteres de las células cianófilas.
Después de la sintética descripción hecha por Cajal, y ya re-
producida, Unna define las células encontradas por él como ele-
mentos grandes redondeados, ovales o cúbicos, cuya caracterís-
tica principal reside en el protoplasma, que se colorea intensamen-
te por las substancias básicas (azul de metileno, pironina). En di-
versas publicaciones se ha ocupado el dermatólogo alemán de la
fina estructura del protoplasma de las células plasmáticas. Según
Unna, el citoplasma de todas las células conectivas y epiteliales
posee dos substancias: espongioplasma alveolar y granuloplasma
vagamente granuloso (amorphkórnig), alcanzando este último
su máximo desarrollo en la célula plasmática, en la que sería preci-
samente, la substancia ávida del colorante básico. Jadassohn y
Marschalkó niegan la propiedad granulosa del protoplasma; en
todo caso, podría decirse que tiene un aspecto grumoso, de donde
el nombre de Krumelzellen con que las designa Marschalkó. Ma-
ximow y Papadla mantienen, en oposición a Unna, que la parte co-
loreable no es la materia encerrada en el espongioplasma, sino las
paredes del espongioplasma mismo, que sería alveolar con vesí-
culas regulares, según Papadla, y reticulado, en opinión de Maxi-
mow. Marschalkó hizo notar también que el protoplasma se acu-
mula en la periferia de la célula, dando lugar a la formación de un
halo claro perinuclear, típico de la célula plasmática, según el
mencionado autor; pero interpretado por Unna, con la aprobación
de Rubens Duval, Greggio y Papadla, como un signo de atrofia
120 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
incipiente. Joannovics y Schaffer creen que el espacio claro co-
rresponde a una parte del protoplasma todavía libre de substancia
basófila; Dubreuil opina que, en torno del núcleo, el protoplasma es
homogéneo y vitreo, y, en fin, MaximoW supone que se trata de un
arquiplasma con el centrosoma. Añadamos, para terminar cuanto
al protoplasma se refiere, que Cajal ha señalado la existencia de
un aparato reticular de Golgi, bien desarrollado.
El núcleo, al decir de Unna, aparece como un hueco ovalado
claro sobre el fondo obscuro del protoplasma, y, por las coloracio-
nes apropiadas, exhibe una red cromática de gruesas trabéculas. La
posición excéntrica señalada ya por Cajal, y notada también por
Jadassohn, es confirmada por Unna y Marschalkó, al que se debe
una perfecta descripción. La característica del núcleo, según Mars-
chalkó, además de su forma redondeada u oval, es poseer cinco
a ocho granos periféricos de cromatina, gruesos, bien tingibles y
regulares (1), siendo su aspecto tan típico, que von der Leyen,
Schaffer y Qreggio mantienen que las células plasmáticas pueden
ser reconocidas incluso con las solas coloraciones nucleares.
Según Papadia, y en oposición a Schlesinger y Nissl, su tama-
ño es más bien pequeño, manteniéndose constante, cualquiera que
sea la abundancia del protoplasma, mientras no esté atacado de
procesos degenerativos.
Cajal hizo ya notar que las mitosis son rarísimas y se efectúan
en los elementos pequeños, siendo frecuentes las divisiones direc-
tas, y son de igual opinión Unna y Krompecher. Según Veratti, las
mitosis irían seguidas de división protoplásmica, mientras que en
las divisiones directas, tal partición no se verifica, dando lugar a
los elementos multinucleados señalados por todos los autores, a
partir de Cajal. Ciertas veces se observa en las células polinu-
cleadas un crecimiento extraordinario del protoplasma, no seguido
de partición, cuya consecuencia es la formación de células plas-
máticas gigantes, vistas ya por Krompecher. Por último, Mars-
chalkó observó la existencia de un nucléolo, que, aunque negado
por Hoffman, fué confirmado por Papadia, el cual le describe como
un corpusculillo central, algunas veces unido a un bloque de croma-
tina, o rodeado por varios que dificultan su apreciación.
De lo expuesto se deduce que, aparte de la sucinta descripción
(1) Pappenheim designó gráficamente a este tipo nuclear Radkern
(núcleo en rueda).
DE HISTORIA NATURAL 12t
de Cajal basada en una equilibrada apreciación de los caracteres
morfológicos y tinctoriales, Unna y Marschalkó sustentan opinio-
nes opuestas; para el primero, a cuya idea se adhieren Enderlein
y Justi y Nissl, entre otros, lo realmente típico de la célula plas-
mática es el carácter basófilo del protoplasma, mientras que
Marschalkó concede mayor valor a los caracteres morfológicos del
núcleo, sin negar por esto las particularidades citoplásmicas; situa-
ción excéntrica del núcleo, granulos cromáticos marginales y cerco
perinuclear son las propiedades esenciales de la célula plasmática
típica, en sentir del mencionado autor. Si Unna -dice Marschal-
kó—no ha podido apreciar las características nucleares, es por
haberse excedido en la decoloración (1).
Como es natural, esta discrepancia dio motivo a una enorme
confusión. Almkvist y Schlesinger pretenden conciliar las opinio-
nes admitiendo dos tipos diferentes: el de Unna y el de Mars-
chalkó; las diferencias nucleares existentes son reales, en opinión
de Schlesinger y no debidas a la decoloración, mientras que Bosel-
lini y Papadia suponen el núcleo pálido, visto por aquellos autores
y por Unna, sería debido a fenómenos degenerativos muy frecuen-
tes en el lupus.
Unna, por su parte, admite también otros dos tipos celulares,
derivados de las células plasmáticas: las células plasmáticas hijas
típicas y las atróficas, de que luego hablaremos. Las primeras tie-
nen un núcleo relativamente grande y un protoplasma escaso muy
coloreado, de contorno regular, y según Veratti, no deberían ser
incluidas en el grupo de Plasmazellen verdaderas, por ser verda-
deros linfocitos.
Bien pronto Hodara separó del grupo de las Plasmazellen el
de las Pseiidoplasmazellen, células de forma irregular, con nú-
cleo de silueta y tamaño variable, coloreado uniformemente, y pro-
toplasma intensamente teñido, que algunas veces se asemejan tan-
to a las células plasmáticas que puede ser difícil distinguirlas. Foa
habla también de reacción pseudoplasmacelular al. ocuparse del ba-
zo tífico y de las alteraciones producidas por los sueros citotóxi-
cos, y finalmente, Papadia, en un largo trabajo, ha hecho un com-
pleto estudio de las Pseudoplasmazellen. Aparte de las irregu-
(1) Recordemos que el método de Unna se basa en colorear inten-
samente con un azul de metileno especial (azul policromo), y decolorar
con gl ¡cerina-éter.
122 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
íaridades de la forma total y del núcleo, generalmente más grande
y con menor número de granos cromáticos, señaladas por Hodara,
añade Papadla, que el método de Unna-Pappenheim (verde de me-
tilo pironina) tiñe la membrana y la cromatina nuclear en azul
violáceo y permite ver varios nucléolos, mientras que en las ver-
daderas Plasmazellen se colorean en verde y el nucléolo es
Tínico. El protoplasma es de estructura alveolar y basófilo, espe-
<:ialmente en la periferia, caracteres que le acercan al de las célu-
las plasmáticas; en fin, aquéllas se multiplican por mitosis en vez de
hacerlo directamente, y no existen elementos polinucleados. Papa-
dla hace notar también que algunas veces las células endoteliales
asumen caracteres que les dan un parecido con las Plasmazellen,
pero se distinguen de ellas fácilmente, por su gran núcleo, con ro-
busto nucléolo.
Hodara piensa que al grupo de las Pseiidoplasmazellen perte-
necerían también los elementos encontrados por Jadassohn y Mars-
chalkó en los órganos hematopoyéticos, y verosímilmente pueden,
además, incluirse en este grupo, como opina Papadla, algunos ele-
mentos considerados por Schottiander como células plasmáticas,
a juzgar por la descripción, así como las observadas por Nissl en
Jas infiltraciones periadventiciales de la corteza cerebral y en la
sangre circulante en determinadas condiciones experimentales (ya
que sólo se atiene para identificarlas al carácter de basofilia) y
quizás también las encontradas por Cerletti en la luz de los vasos
cerebrales después de la inyección de suero. En fin: pueden aña-
dirse indudablemente a este grupo las Plasmazellen linfoblásticas
de Schridde, así como la mayor parte de las comprendidas en la
falsa clasificación de Naegeli de Plasmazellen con núcleo de lin-
foblastos, con núcleo de linfocitos, con núcleo en rueda y mielo-
blásticas. Estas últimas son las células de Türk, que en ciertos
procesos patológicos se encuentran en la sangre, y que también
han sido afiliadas entre las células plasmáticas por Martinotti y
Ghon y Román. Pappenheim, con la confusión propia de él, si bien
en un principio parecía entenderlo así, se diría que en sus últimas
publicaciones se inclina a creer que las células de Türk deben ser
consideradas como Pseudoplasmazellen, e igualmente las linfo-
blásticas y linfocíticas.
Recordemos, por último, el grupo de células plasmáticas granu.
losas, que han sido negadas por la mayor parte de los autores.
Krompecher observó en un cáncer de mama y en un endotelio-
DE HISTORIA NATURAL 125
ira de la piel células plasmáticas con granulaciones basófilas,
finas, metacromáticas, teñidas en rojo por el azul policromo y en
rojo claro por la fucsina de Ziehl. No se aprecia el cerco claro
perinuclear, pero atestigua que son células plasmáticas, según el
citado investigador, su situación entre tales corpúsculos y su es-
tructura nuclear, por lo que las da el nombre de Plasmamastzel-
len. Schridde señala la existencia de gran número de células plas-
máticas con granulaciones neutrófilas; menor número (1 por 1.000)
con granos acidófilos, y todavía más raras (1 por 2.000) provistas
de granulaciones basófilas metacromáticas (Plasinamastzellen).
Dubreuil y Favre han descrito granulos de secreción semejantes
a los de las células glandulares; en fin, Naegeli supone que algu-
nos de los corpúsculos que nos ocupan poseerían granulaciones
azurófilas, lo cual ha sido negado por Ferrata.
Sea cualquiera el tejido u órgano normal o patológico que se
examine, las células cianófilas, si existen, destácanse de tal modo,
que es posible reconocerlas, incluso a pequeños aumentos, por sus
propiedades morfológicas y tinctoriales características, especial-
mente por lo que se refiere al núcleo que aparece, cuando no está
atacado de procesos degenerativos, con el típico aspecto de nú-
cleo en rueda, es decir, provisto de esférulas cromatínicas bas-
tante regulares, adheridas a la membrana. En la mayor parte de
las células es posible comprobar la posición excéntrica que el nú-
cleo ocupa en el citoplasma, y puede también observarse el halo
claro perinuclear, que, debido a la posición periférica del núcleo,
aparece como un enrarecimiento central circundado por proto-
plasma fuertemente teñido.
Indudablemente, debido a la intensa actividad proliferativa de
que las células cianófilas están dotadas, no es raro que aparezcan
formando series a lo largo de los haces conectivos entre los que
están alojadas. Otras veces en que la división se frustra, por no
participar en ella el protoplasma, origínanse elementos con dos,
tres y hasta cuatro núcleos, en los que la total masa celular ape-
nas es superior a la de los corpúsculos uninucleados (lám. II, fig. C).
Mas raro es que el protoplasma de la célula crezca considerable-
mente, al par que el núcleo se divide, dando lugar a formas gigan-
tescas, en las que se conserva, sin embargo, el aspecto general
del corpúsculo, haciendo fácil su identificación con las células que
•nos ocupan (lám. II, fig. D). La forma esférica que estos elemen-
i 24 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
tos gigantes presentan de ordinario no es la más corriente en las
células cianófilas comunes, que con más frecuencia son ovoideas,
con bordes ligeramente facetados o cuboides, y algunas veces po-
liédricas o cónicas, tocándose por la base cuando se presentan en
parejas, no debiendo tampoco considerarse infrecuentes los tipos
alargados. Puede decirse que la forma depende de la textura del
tejido en que se albergan, siendo redondeadas si las estructuras
son laxas, y más o menos fusiformes si están aprisionadas y com-
primidas por haces conectivos apretados.
Las formas predominantes del núcleo son las redondeadas u
ovales, siendo menos frecuentes las ligeramente triangulares y
arriñonadas, sorprendiéndose a veces núcleos alargados con una
estrangulación central, signo evidente de divisiones directas (lámi-
na II, fig. E). Nunca, por el contrario, liemos tenido ocasión de
ver figuras mitósicas.
Cuando se emplea solamente el método rápido de Del RíoHor-
tega, pero teniendo la precaución, como ya hemos dicho, de
calentar ligeramente el baño áurico, el protoplasma aparece in-
tensamente teñido en color violáceo, destacándose bien el halo pe-
rinuclear, que, por observarse en la mayor parte de las Plasma-
zellen, no debe considerarse como un signo de atrofia incipiente,
según han pretendido algunos autores; es más, pudiéramos añadir
aún que el enrarecimiento central es carácter común de las célu-
las de protoplasma intensamente teñido. Si se emplean, además,
coloraciones complementarias, como el azul de toluidina, utilizado
para poner de manifiesto las células cebadas, no llegan a despren-
derse totalmente del nuevo colorante, aunque se practique una
intensa decoloración con alcohol creosotado.
Basados, principalmente, en el aspecto con que se presenta el
protoplasma, es posible diferenciar diversos tipos de células cia-
nófilas.
A) Células cianófilas típicas (lám. II, fig. A). — Constituyen
el tipo más frecuente, que se caracteriza por presentar un proto-
plasma de aspecto pulverulento— empleando la expresión de Mar-
tinotti— , es decir, intensa y casi uniformemente teñido, y con con-
tornos bien limitados. Por lo demás, estas células pueden adquirir
formas diversas y albergar uno o varios núcleos con los caiacte-
res descritos.
B) Células cianófilas de protoplasma grumoso.— En ellas se
conservan inalterados los caracteres morfológicos y tinctoriales
DE HISTORIA NATURAL 125
del núcleo; pero el protoplasma presenta grumos intensamente ba-
sófilos sobre un fondo menos fuertemente teñido, y en su conjun-
to recuerda vagamente al aspecto de la célula nerviosa con sus
grumos de Nissl. Es posible que alguna vez tales grumos se con-
densen en granulos, pues hemos observado, si bien muy raras ve-
ces, algunos elementos con granulaciones de variado tamaño y
contornos ásperos que adquieren un tinte negruzco por la plata.
Estos granos, gruesos, irregulares y escasos, no tienen la más
leve semejanza con las granulaciones descritas y representadas
por otros autores, como puede apreciarse en la figura H de la
lámina II.
El contorno de las células de protoplasma grumoso no es liso
y regular, como en el tipo anterior, sino que se presenta más o
menos festonado, quedando algunos grumos desprendidos en el
plasma ambiente. Nunca se observan modificaciones de carácter
regresivo en el núcleo, circunstancia digna de la mayor atención,
ya que revela que no son fenómenos degenerativos los que se
desarrollan en el protoplasma. En la lámina II, figuras G y M,
aparecen representados tres de estos tipos. Los señalados con la
letra G, son formas redondeadas con grumos muy marcados, mien-
tras que en la forma alargada M, tales grumos no son tan aparen-
tes; quizá se asemeja algo esta célula al tipo que describiremos a
continuación.
C) Células cianófílas de protoplasma filamentoso . — Con
menos frecuencia que los tipos anteriores, encuéntrase elementos
en los que la basofilia del protoplasma es menos marcada, y el en-
rarecimiento perinuclear más amplio, que se caracterizan por la
existencia de una especie de red filamentosa que limita alvéolos
estrechos y de forma irregular (lám. II, fig. I). Su contorno es
deshilachado, como constituido de láminas superpuestas fragmen-
tadas, y no rara vez se prolonga en expansiones de bordes borro-
sos desgarrados (lám. II, fig. L). Mencionemos, además, que tam-
poco en las células de este tipo hemos logrado observar la presen-
cia de procesos degenerativos del núcleo, el cual, por el contrario,
se mantiene con sus caracteres típicos.
D) Células de protoplasma escaso.— TaXe^ elementos no po-
drían ser designados con el calificativo de enanos, pues, en reali-
dad, trátase seguramente de formas que por los procesos de plas-
morrexis descritos, han perdido parte de su protoplasma, que se
presenta en forma de rueda dentada (lám. II, fig. N). El núcleo.
126 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
que evidentemente conserva sin alteración alguna la disposición,
característica de los granos cromáticos, tiene tamaño normal y
está rodeado de pequeños mamelones protoplásmicos.
Por último, es fácil encontrar corpúsculos cianófilos, cuyo pro-
toplasma está sembrado de vacuolas más o menos abundantes y
de tamaños variables, que corresponden con toda evidencia al gru-
po de las «células espumosas», descritas por los autores (véase
lámina II, fig. K). Tampoco nos detendremos, por ser suficiente-
mente conocidos, en la descripción de los cuerpos de Russel for-
mados por degeneración hialina de las células cianófiias, de los que
reproducimos un par de ejemplos en la figura J de la lámina II.
Hagamos notar que estos dos procesos, especialmente el último^
cuando están muy avanzados, se acompañan de alteraciones re-
gresivas del núcleo, que se presenta más obscuro, empequeñe-
cido y rodeado de vesículas o esférulas que dificultan su obser-
vación.
Origen de las células plasmáticas.
Unna sostuvo desde sus primeros estudios que las células plas-
máticas derivaban de las células fijas del conectivo por sobre-
carga de gránuloplasma, describiendo formas de transición entre
unos y otros elementos. La transformación se verificaría de dos
modos: mediante el primero, la parte de protoplasma vecina al nú-
cleo se haría granulosa, y las prolongaciones pálidas (espongio-
plasma) irían desapareciendo; mediante el segundo, en las célu-
las conectivas polinucleadas, se concentraría el gránuloplasma
alrededor de cada núcleo, quedando unidas a la célula original por
delgados puentes, hasta que, por último, se hiciesen independien-
tes. En fin, en algunos casos sería posible apreciar cómo una cé-
lula fija se excinde en dos, transformándose una en Plasmazelle y
continuando la otra laminar. Este proceso, que no ha podido ser ob-
servado por Veratti, fué detenidamente expuesto por Ehrlich Leo,
discípulo de Unna, quien sostiene la misma opinión del maestro. La
hipótesis del origen fibroblástico sólo ha sido admitida sin dis-
tingos ni modificaciones por Papadla, entre los autores que moder-
namente se han ocupado del problema.
Contra la opinión de Unna, pronto se elevó Marschalkó, para
quien las células plasmáticas derivan de los linfocitos comunes de
la sangre, por modificaciones de morfología y estructura, basando
su hipótesis en las siguientes razones; 1.^, en los focos inflámate-
DE HISTORIA NATURAL 127"
ríos artificiales aparecen las Plasma zelleti tan pronto y en tan
gran número, que su producción no puede ser referida a las célu-
las fijas conectivas; 2.^, no hay formas de paso entre éstas y las
Plasma zellen y sí entre éstas y los linfocitos; 5.^, linfocitos y
Plasmazellen se localizan alrededor de los vasos, estando los pri-
meros más próximos a ellos y ocupando las Plasmazellen el límite
de la zona de infiltración; 4,^, en los procesos asépticos de repa-
ración no se encuentra Plasmazellen; 5.^, provocando leucocito-
sis artificiales con tuberculina u otra proteína bacteriana, apare-
cen en el bazo y vasos correspondientes células plasmáticas y
formas de paso, y 6.^, el método de Biondi colorea en violeta al
núcleo de las células fijas del conectivo y en verde al de los linfo-
citos y células plasmáticas. A la opinión de Marschalkó adhiriéron-
se Schottlander, Justi, Krompecher, Else von der Leyen, Ender-
lein y Justi, Schlesinger, Nissl, Ziegler K. Cerletti, Naegeli y,
finalmente, v. Ecónomo y Quizzetti al tratar de las infiltraciones
perivasculares de la encefalitis letárgica. Añadamos que Schottlan-
der, Krompecher, y quizás Nissl, suponen que no sólo los linfocitos,.
sino también los grandes mononucleares serían capaces de trans-
formarse en Plasmazellen; pero añadamos también que especial-
mente este tipo de células plasmáticas, e incluso algunas de las-
consideradas como de origen linfocítico, pertenecen indudable-
mente a la categoría de Pseudoplasmazellen, como justamente
hicieron notar Hodara y Papadla.
El origen mixto, histioide y hemático, basado sobre la duplici-
dad del concepto de las Plasmazellen, fué admitido por Jannovics
y Almkvist, y el mismo Unna, al separar de su Plasmazelle el
tipo descrito por Marschalkó, asigna a éste origen hemático.
Origen conectivo, pero de diferente significación que el ad-
mitido por Unna, es sostenido también por un gran número de in-
vestigadores, apareciendo el nombre de Cajal a la cabeza de ellos.
El sabio maestro distingue (1896) en el tejido conectivo la exis-
tencia de células enanas de protoplasma pálido, elementos.
diminutos, esferoidales o poliédricos, provistos de protoplasma
escaso e incoloreable por las anilinas, y con núcleo globuloso, rico
en cromatina. Procediendo con un sutil espíritu crítico, llega por
exclusión a admitir que las células cianófilas derivarían de estos
elementos que representan sus formas más jóvenes (cianofilo-
blastos).
Ribbert (1897), generalizando el hecho anatómico de Arnold
128 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
(1880) de que en el pulmón del hombre se encuentran pequeños
acúmulos linfocitarios que tienen el significado de folículos linfáti-
cos microscópicos, supone que los exudados linfocíticos provienen
de la proliferación de estos focos, y siguiendo estas ideas, Porcile
llega a la conclusión de que las células plasmáticas derivan de los
linfocitos esparcidos o acumulados en los pequeños focos preexis-
tentes en el tejido.
Foa, Morandi, Schridde, Pappenheim profesan teorías análo-
gas. Este último autor, cuyas opiniones difícilmente pueden resu-
mirse, pues su estilo confuso se presta a equívocos (1), no puede
convencerse del origen hemático, a pesar del aspecto linfocitario
de las células plasmáticas. No se extravasan, según él, de la sangre
ya formadas, ni se forman de linfocitos extravasados, por lo cual
supone que tienen origen en linfocitos extravasculares histiógenos
preformados. Incluso los formados en los órganos hemopoiéticos en
los casos de inflamación local de estos órganos, parece que deriva-
rían de elementos del estroma y no de las propias células del pa-
rénquima.
La diferencia entre linfocitos histioides y hemáticos ha sido
impugnada por Maximow. Según este autor, el linfocito hemático
emigraría normalmente al tejido conectivo, constituyendo un ele.
mentó de la categoría de los poliblastos. La célula plasmática de-
rivaría de los linfocitos, siendo igual si éstos han emigrado de la
sangre, si estaban en el tejido conectivo como pequeñas células
emigrantes o pertenecen a los órganos hemopoyéticos.
Marchand consideraba como elementos indiferenciados, capa-
ces de variadas diferenciaciones, a ciertos corpúsculos situados
alrededor de los vasos (las células adventiciales), de los cuales deri-
varían los macrófagos, los elementos linfocitarios, las Mastzellen
y las Plasmazellen. A esta opinión se asocian Veratti, que consi-
dera a tales corpúsculos como la fuente principal de las células
plasmáticas, Greggio, que admite, además, la transformación indi-
recta a través de una fase de elemento pequeño, Ferrata, que deno-
(1) Es sorprendente cómo las opiniones de Pappenheim aparecen in-
terpretadas de diversos modos por los autores, quizá debido a que el
malogrado hematólogo berlinés variaba fácilmente de ideas. (Compáre-
se los resúmenes hechos por Veratti, Papadia, Ferrata, de las teorías
de Pappenheim, por lo que a las Plasmazellen se refiere, con las ex-
puestas por Pappenheim mismo en su obra postuma, Morphologische
Hamatologie.)
DE HISTORIA NATURAL 129
mina hemohistioblasto al corpúsculo indiferenciado, y, últimamente,
Marcora, al estudiar la encefalitis letárgica.
Las diversas teorías emitidas por los autores para explicar el
origen de las células cianófilas pueden, pues, compendiarse en
cuatro grupos, que criticaremos sucesivamente:
A) Derivarían de las células fijas del conectivo (Unna, Ehr-
lich Leo, Papadla).
No podemos menos de negar rotundamente esta hipótesis, pues
aparte las razones de orden general, como la falta de fenóme-
nos de multiplicación en las células fijas, ya alegada por otros
autores, jamás hemos logrado ver figuras interpretables como for-
mas de transición entre aquellos elementos y las células cianófi-
las. Bien es verdad que no es raro, según dejamos ya apuntado,
observar corpúsculos cianófilos alargados, muchas veces dispues-
tos en serie; pero de ningún modo pueden prestarse a error, ni
ser considerados como formas de paso, pues su aspecto, típico
por lo que a los demás caracteres se refiere, es debido única y
simplemente a la compresión ejercida en ellos por los fascículos
conectivos, como lo prueba el hecho de que también las Mastzel-
len adquieren en casos análogos formas alargadas.
B) Las células cianófilas se originarían por transformación de
linfocitos hemáticos (Marschalkó, Schottlander, Justi, Krompe-
cher, Else von der Leyen, Enderlein y Justi, Schlesinger, Nissl,
Ziegler (K), Cerletti, Naegeli) y hasta de los grandes mononuclea-
res (Schottlander, Krompecher).
La transformación de los linfocitos hemáticos en células cianó-
filas, si bien es cierto que se basa en la observación de indudables
formas de paso entre elementos de núcleo y protoplasma linfocita-
rio y las típicas células cianófilas, es susceptible de serias objecio-
nes. Necesario es distinguir cuanto se refiere a la observación de
células plasmáticas en el seno del tejido conectivo normal, en los
granulomas, que no asientan en los órganos hemopoiéticos, y en el
estroma de las neoplasias, con las formas que en circunstancias
fisiológicas o patológicas, naturales o experimentales pueden apa-
recer en los órganos hemopoiéticos o en la sangre misma. Las
formas de transición encontradas en el tejido conectivo entre lin-
focitos o elementos linfocitoides y células cianófilas eran induda-
blemente exactas; pero Marschalkó, paladín de la teoría hemató-
gena, se basaba para sustentar que las Plasmazellen derivaban de
los comunes linfocitos en que, provocando leucocitosis artificiales
Tomo xxii.— Febrero, 1922. 9
130 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
con tuberculina, aparecía en el parénquíma espléntco y en sus va-
sos gran número de elementos que, según Marschalkó, serían
identificables con las células plasmáticas. Tal identificación fué
pronto impugnada por Hodara, y Papadla, repitiendo las experien-
cias verificadas por Marschalkó, pudo convencerse de que no se
trataba de verdaderas células plasmáticas, sino de Pseudoplas-
mazellen. Foa tampoco clasificó como células plasmáticas las ob-
servadas por él en el bazo tífico y en algunas condiciones experi-
mentales (sueros citotóxicos). Claro es que en el bazo pueden
aparecer indudablemente en algunos procesos locales células cia-
nófilas; pero en estos casos— dice Pappenheim que las ha observa-
do en los animales intoxicados por venenos hemolíticos— muéstran-
se dispuestas en serie entre los cordones del parénquima o alrede-
dor de los folículos de Malpighi, sin que los elementos a estos per-
tenecientes intervengan en su transformación. Por lo que se refiere
al hallazgo de células plasmáticas en el interior de los vasos (ob-
servaciones de Nissl y de Cerietti), ya queda dicho que por no
reunir los caracteres asignados a las células plasmáticas, sólo
deben ser consideradas como Pseudoplasmazellen , y otro tanto
puede decirse de los corpúsculos, que, según Schottlander y Krom-
pecher, derivan de los grandes mononucleares.
Aunque suprimido el principal fundamento de la teoría hema-
tógena, podría suponerse todavía que los linfocitos circulantes se
extravasan para constituir parte de la infiltración y ciertos de ellos
se transformarían en células cianófilas. A ello podría objetarse,
sin embargo, que, a pesar de todos los esfuerzos' de los investi-
gadores, está por demostrar, de modo incontrovertible, la capa-
cidad de emigración del linfocito hemático; pues aun cuando Else
von der Leyen y Herbert parece que han sorprendido al linfo-
cito atravesando la pared vascular (¿en qué dirección?) y Alm-
kvist y Arnold les conceden la mencionada capacidad, Pros-
cher, Wlassow y Sepp niegan el amiboidismo linfocitario, condición
necesaria para su emigración. Los movimientos del linfocito -al de-
cir de los mencionados autores— sólo se hacen aparentesencircuns-
tancias muy anormales, y serían una manifestación agónica de ele-
mentos muy alterados en su vitalidad. Pappenheim rechazó también
vivamente la capacidad de emigración de todos los corpúsculos
hemáticos, a excepción de los polinucleares neutrófilos, si bien
en sus últimos trabajos no es tan categórico en sus afirmaciones.
En una palabra: aun sin negar en absoluto la posibilidad de la dia-
DE HISTORIA NATURAL 131
pedesis linfocitaria, es indudable que se trata de un fenómeno
poco frecuente y en todo caso patológico (1), que mal se avendría
con el hecho de ser las células cianófilas habitantes normales del
tejido conectivo, frecuentes en muchos parajes, y con el fenóme-
no observado por Papadia, de que aparecen tardíamente en la in-
filtración, cuando otros elementos procedentes de la sangre han
desaparecido por degeneración.
En opinión nuestra, la mayor parte de los corpúsculos identifi-
cados con las células cianófilas observadas en los órganos hemo-
poiéticos o en el interior de los vasos, así como aquellos elemen-
tos constitutivos de las infiltraciones perivasculares, que solamen-
te por presentar aspectos parecidos a las Plasmazellen han sido
clasificados como tales, deben ser catalogados, cuando sus carac-
teres los aproximen a ellas, en el grupo, indudablemente heterogé-
neo, de las pseudocélulas cianófilas.
C) La célula originaria de las células cianófilas sería el cor-
púsculo linfocitoide propio del tejido conectivo (Cajal, Foa, Mo-
randi, Pappenheim). Nuestras investigaciones nos hacen suscribir
por entero esta hipótesis.
Mezclados entre las células cianófilas obsérvase elementos de
menor talla, con protoplasma escaso, débilmente teñido y núcleo-
único, central, generalmente redondeado (lám. II, fig. a), aunque
también se ven con cierta frecuencia las formas ligeramente arri-
ñonadas (lám. II, fig. c), que se colorean con bastante uniformi-
dad, y en las que destacan dos o tres granulos cromatínicos grue-
sos irregularmente distribuidos. Al lado de estas formas presén-
tanse otras en las que gradualmente aparecen nuevas esférulas de
cromatina, que se van disponiendo hacia la periferia hasta consti-
tuir núcleos en rueda en todo semejantes a los de las células cianó-
filas típicas (lám. II, figs. e, f,g, h, i,j). Mientras tanto, el proto-
plasma se hace más abundante, tiñéndose más intensamente en su
periferia. En otras formas, probablemente de evolución más avan-
zada, el núcleo se hace excéntrico, y el halo que le circunda se
hace más ostensible a medida que el citoplasma va adquiriendo los
caracteres propios de las células cianófilas. Debemos advertir que
(1) Recordemos, sin embargo, que Maximow supone que sus poli-
blastos serían, en último término, linfocitos extravasados. Esta teoría,
muy original, apenas ha encontrado adeptos, aunque sus restantes
puntos de Vista sobre la constitución del tejido conectivo hayan sido
tomados muy en cuenta por los investigadores.
132 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
la transformación nuclear camina de ordinario más de prisa que la
del protoplasma, de modo que es posible observar típicos núcleos
en rueda en células con protoplasma sólo teñido débilmente por los
bordes (lám. II, fig. /).
Trátase, pues, de corpúsculos linfocitarios, cuyo origen hemá-
tico puede excluirse, en virtud de las razones antes alegadas, y
que, por progresiva diferenciación nuclear y protoplásmica, se
transforman en células cianófilas.
D) La célula plasmática, como el resto de los corpúsculos del
tejido conectivo, sería una diferenciación de la célula de tipo em-
brionario, célula adventicial (Marchand, Veratti) o hemohistioblas-
to (Ferrata).
Las formas de transición observadas entre los corpúsculos
linfocitoides y las células cianófilas nos obligan a rechazar la hi-
pótesis de su procedencia directa de la célula indiferenciada (clas-
matocito, célula adventicial, hemohistioblasto, etc.).
Modificaciones ulteriores de ¡as<íPlasmazel/en». — Según\]n-
na, las divisiones de las células plasmáticas darían lugar a dos ti-
pos de células hijas, las Plasmazellen, hijas típicas, de que ya
hemos hecho mención, y las formas atróficas, corpúsculos degene-
rados en los que, por la desaparición del granoplasma y fragmen-
tación de las mallas del espongioplasma, el contorno aparece irre-
gular y dentado. Formas semejantes han sido vistas por Papadla,
habiendo sido también descritas otras formas de degeneración de
las células plasmáticas, de las que recordaremos las siguientes:
á) La degeneración homogeneizante de Unna, que transforma
todo el cuerpo celular en bloques redondos homogéneos, donde
todavía puede apreciarse los contornos del núcleo.
b) Las formas patol ógicas de Krompecher, frecuentes en pro-
cesos inflamatorios, caracterizadas por el aspecto vesiculoso del
núcleo, de color uniforme, con red cromática poco marcada y con
uno o dos bloques centrales. Bosellini y Papadla mantienen que
si Unna no pudo apreciar las particularidades morfológicas típicas,
se debe a que las Plasmazellen por él observadas en el lupus es-
tarían afectas de dicha degeneración. Krompecher añade que a la
alteración vesiculosa nuclear se suman con frecuencia alteracio-
nes del protoplasma, que se presenta desmenuzado.
c) La degeneración vacuolar, señalada en las células plasmá-
ticas por Krompecher, Unna, Papadla, etc., consistente en la apa-
DE HISTORIA NATURAL 135
rición en el seno del protoplasma de gotitas incoloras, que acaban
por dar a la célula un aspecto espumoso (Schaiimzellenj al llenar-
la de alvéolos redondeados, de tamaños diversos. Schridde supone
que se trata de una degeneración mucosa, mientras que Unna y
Papadia consideran a este proceso como expresión de una verda -
dera hidropesía de la célula. Posible es que puedan referirse a esta
degeneración en forma incipiente las formas vacuoladas vistas por
Cajal en el condiloma, por Franca y Athias en la parálisis general
y en la enfermedad del sueño, y por Pirone, que las considera como
alteraciones regresivas propias de las células viejas.
d) La degeneración hialina, identificada con los cuerpos de
Russe!, parece ser una forma de degeneración propia de las célu-
las plasmáticas, como supuso Unna. En opinión de este autor, trá-
tase de una metamorfosis hialina del granoplasma por combina-
ción de la substancia acida que le constituye con una substan-
cia albuminoide básica de la linfa intersticial. Una teoría seme-
jante ha sido emitida por Fick, objetando Papadia que no parece
probable que se trate solamente de una transformación química,
pues la masa que llegan a constituir las esférulas hialinas es enor-
me en relación con el protoplasma, por lo que debe pensarse en
una secreción patológica citoplasmática que se acumula en vez de
ser eliminada.
Finalmente, muchos de estos procesos degenerativos del pro-
toplasma pueden acompañarse de cariorrexis.
Para ciertos autores, las células plasmáticas son también ca-
paces de alteraciones progresivas.
Marschalkó al valorar la significación que pudieran tener las
células plasmáticas de forma alargada, no se atrevió a afirmar si
eran indicio de transformación en células conectivas o eran en-
gendradas por presión de los haces conectivos neoformados. Cajal,
en sus fundamentales estudios sobre el estroma de los tumores, su-
pone que algunas de sus células cianófilas se transforman en fibro-
blastos y luego en corpúsculos conjuntivos fijos, alegando que en
los papilomas y epiteliomas, sería dable observar formas de tran-
sición entre células cianófilas y fibroblastos, en las que el proto-
plasma, que todavía conserva sus apetencias por el azul de meti-
leno, va estirándose en forma triangular o de huso, y la cromatina
se concentra en un nucléolo voluminoso, formándose una red nu-
clear más laxa y fina. Sin embargo, Cajal no debe ya sentir gran
entusiasmo por tal hipótesis, puesto que en su última edición del
154 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Manual de Histología no es tan explícito como en las anterio-
res, indicando solamente que «no es raro ver los cabos distales de
las parejas de corpúsculos cianófilos modelarse en apéndice, seme-
jando uno de los brazos polares de la célula conectiva sedentaria.»
Schottlander y Krompecher admiten también la transformación
de las células plasmáticas en elementos fijes del conectivo, así
como en células epitelioides. Si se tiene en cuenta que estos au-
tores admiten el origen hemático de las células plasmáticas, resul-
ta, pues, que, según ellos, las mencionadas células constituyen un
estado de transición entre los elementos emigrantes hemáticos y
las células del tejido conectivo, o, en otras palabras, que una parte
del tejido conectivo tendría origen hemático. En tiempos más re-
cientes, Ravenna ha mantenido también la supradicha transforma-
ción.
A esta hipótesis opone Papadla el razonamiento de que, de
ser cierta, los elementos alargados de transición no ofrecerían
figuras de división nuclear y protoplásmica, puesto que represen-
tarían el término de su evolución, mientras que, por el contrario,
tales figuras se observan en gran abundancia.
Otro tipo de alteración progresiva sería la aparición de granu-
los basófilos en el protoplasma ( Plasmamastzellen ) señalada
por Krompecher, y vista también por Weishaupt y Downey, evolu-
ción firmemente negada por Ferrata.
Casi todos los autores están de acuerdo al afirmar que nada se
sabe con seguridad acerca del mecanismo de formación de la cé-
lula plasmática, como tampoco de la función por ella desempeñada.
Joannovics y Schaffer suponen que las Plasmazellen apare-
cen en los procesos en que existe destrucción de núcleos, y se
forman por absorción de las substancias cromáticas nucleares. Bo-
sellini cree también que la substancia coloreable es de naturaleza
nucleínica, y puede llegar a construir un nuevo núcleo.
Enderlein y Justi y Porcile las consideran como portadoras de
substancias nutritivas, llegando Mlle. Dantchakoff a suponer que
las que existen en las glándulas submaxilares tendrían por fun-
ción utilizar las substancias acarreadas por vía sanguínea o linfá-
tica, acumularlas y transmitirlas disueltas a los elementos epite-
liales; en fin, Weidenreich cree que la basofilia protoplásmica es
transitoria, pretendiendo que se trata de corpúsculos secretores,
por haber visto cómo algunas veces pierden parte de su protoplas-
ma por un proceso de clasmatosis. Por último, Vanzetti, Parodi,
DE HISTORIA NATURAL 135
Nissl afirman que tienen poder fagocitario, función negada, sin em-
bargo, por Marchand, Morandi y Greggio.
No iiabiendo logrado nunca observar nosotros formas de tran-
sición entre las células fijas y plasmáticas, razón por la que he-
mos rechazado el origen fibroblástico, no podemos tampoco admi-
tir que las células cianófilas se transformen finalmente en células
fijas. El hecho, ya señalado por Papadla, de que en las formas alar-
gadas, supuestos fibroblastos en formación, la capacidad prolifera-
tiva se conserve, como lo atestigua la presencia de elementos mul-
tinucleados no se conforma bien con la suposición de que dichos
corpúsculos fusiformes representen fases avanzadas en la evolución
de la célula plasmática en elemento fijo del tejido conectivo, ya
que las divisiones deberían suspenderse al alcanzar los corpúscu-
los cianófilos su forma definitiva (1).
Es, sin embargo, posible que, sin dejar de pertenecer a la cate-
goría de células cianófilas, estos corpúsculos presenten una evo-
lución ligada con su funcionalidad, de la que serían expresión los
diversos aspectos protoplasmáticos observados, aunque, claro es,
que no pudiendo obtenerse pruebas objetivas de ello, sólo es posi-
ble caminar sobre el terreno de las hipótesis. El hecho de que, sal-
vo en las llamadas degeneraciones vacuolar e hialina avanzadas,
el núcleo se conserva inalterado, con sus caracteres morfológicos
y estructurales típicos, es indicio, como ya hemos dicho, de que
los diversos aspectos grumoso, filamentoso y desgarrado del pro-
toplasma no significan procesos degenerativos de la célula, sino
que están ligados con la probable función secretora de los cia-
nofilócitos (2). Las primeras formas descritas anteriormente con
(1) Cuanto se refiere a la transformación de las células cianófilas en
células cebadas será objeto de examen al ocuparnos de estas últimas.
(2) Quizás pueda identificarse las células de protoplasma filamen-
toso con las llamadas formas atróficas, y es posible que las mismas
células de protoplasma grumoso correspondan a las células de proto-
plasma desmenuzado Vistas por Krompecher, y consideradas por éste
como patológicas, si bien nunca hemos observado el aspecto vesiculo-
so del núcleo descrito por el mencionado autor en tales corpúsculos.
No podemos pensar, sin embargo, que todas estas formas sean dege-
neradas, como han supuesto los investigadores, pues su aspecto co-
rresponde mucho más a fases de actividad celular que a alteraciones
regresivas.
Í36 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
protoplasma que hemos llamado pulverulento significarían, qui-
zás, una fase de relativo reposo, siendo posible que en fases
más avanzadas la secreción elaborada a expensas de la substancia
basófila protoplásmica se condense en grumos que quedarían libres
por un proceso de plasmorrexis, fenómeno que tendría por conse-
cuencia la formación de corpúsculos con protoplasma filamentoso
y desgarrado (¿disolución de los grumos con persistencia del es-
pongioplasma?), y que, llegado a su máxima intensidad, originaría
la casi completa pérdida del citoplasma. Es posible, aunque no po-
damos afirmarlo, que las células que llegan a este grado no mueran,
sin embargo, y sean capaces de regenerar su protoplasma, dando
lugar a un nuevo ciclo.
La variedad granulosa de las células de protoplasma grumoso
es demasiado rara para que la consideremos como un grado de la
evolución normal, siendo posible que represente una transforma-
ción patológica de la común secreción.
En cuanto a las llarnadas degeneración vacuolar y degenera-
ción hialina o cuerpos de Russel, son, con gran probabilidad, for-
mas de secreción patológica de las células cianófilas, que, al acu-
mularse en el interior de ellas, terminan con la vida celular.
En fin, por lo que respecta a la función nutritiva o defensora
ejercida por estas células, ninguna conjetura con visos de certeza
puede formularse; pero es indudable que debe ser muy importante
para el organismo, si se tiene en cuenta que en determinados pro-
cesos existen constantemente y en gran abundancia.
Nota sobre la Icerya parchasi en España
(Hem. Cóccidos)
por
Ricardo García Mercet.
Una de las cochinillas que más han dado que escribir a los en-
tomólogos y que más ha preocupado al personal de las Estaciones
de entomología agraria de todo el mundo es la Icerya purchasi
Maskell. llamada por los agricultores americanos /I uted sea le (co-
chinilla acanalada) y también australian bug (chinche de Aus-
tralia).
DE HISTORIA NATURAL IST*
Su conocimiento arranca del año 1878, en que la descubrió el
Dr. Purchase sobre una acacia de Nueva Zelanda y en que fué
descrita por el profesor Mr. Maskell. Con anterioridad a esa fe-
cha, la Icerya, confundida con otro cóccido, había aparecido en
California y también había dado señales de vida en el sur de Áfri-
ca. En la isla de Mauricio, en la de Santa Elena, en las islas
Sandwich, en Tasmania, en Méjico, fué señalándose la presencia
de la Icerya a medida que las publicaciones científicas iban lla-
mando la atención sobre este insecto perjudicial. En Portugal lo
citaron el año 1896, pero se cree que existía
desde mucho tiempo antes. En Italia, Fran- í
cia. Siria, Egipto ha sido advertido con pos- J
terioridad. En España no se conocía hasta
ahora ningún foco de la Icerya purchasi; í
pero acabamos de encontrar uno, por el in-
termedio del Catedrático del Instituto de Ba-
dajoz Sr. Rioja Lo-Bianco, sobre un arbusto
del género Citrus, plantado en el jardín de di-
cho establecimiento docente. Es probable que ^
no sea éste el único foco de la Icerya que se ^
encuentre en las provincias españolas fronte- ^ ,
rizas de Portugal . §' ¡\
La Icerya purchasi, aunque es un insecto ^ '
polífago, pues vive sobre multitud de plan- '
tas (1), dirige principalmente su acción con-
tra los naranjos y limoneros, y como enemigo Fig. i.-Rama de naran-
' -' -' ^ JO con doshembras de
de estos frutales ha adquirido su renombre y (l^¿¿"'' ^"^ aumen-
notoriedad. La invasión que produce es tan
intensa, que los árboles a que ataca enferman rápidamente y
apenas producen fruto. Es uno de los enemigos más temibles del
naranjo, por la rapidez con que sobre él se extiende y multiplica, y
por lo que afecta a los individuos atacados.
Por fortuna, se conoce el medio de combatir a la Icerya y de
poner un dique a su multiplicación y difusión. Si los insecticidas
más enérgicos resultan de poco o ningún efecto empleados contra
esta cochinilla, en cambio, es de gran eficacia la lucha que contra
(1) Se ha señalado su presencia en los Pittosporum, Sophora,
Quercus, Abies, Mangifera, acacias, pinos, cipreses, rosales, el jazmín^
el ricino, la vid, el peral, etc.
138
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
ella se emprenda mediante la acción de sus enemigos naturales. De
entre éstos,. dos especies de coccinélidos australianos, el Novius
cardinalis y el N. koebeli son los que se han empleado con éxito
más satisfactorio para combatirla. De una y otra especie se ha
conseguido abundante cría artificial en las Estaciones de entomo-
logía de los Estados Unidos, y estos laboratorios proporcionan
colonias de ambos Novius a los países donde aparece la Icerya
con carácter amenazador. En algunos insectarios de Francia se
cultiva también el Novias cardina-
lis y han conseguido ya del mismo
numerosa descendencia.
Este insecto, el Novius cardina-
lis, es el primer entomófago que se
empleó para combatir una plaga fitó-
faga. Su descubrimiento se debe al
entomólogo yanqui Alberto Koebele,
que lo encontró en Australia, averi-
guó su acción sobre la Icerya y es-
tudió la manera de transportarlo
vivo a la América del Norte, para in-
tentar su reproducción en cautiverio
y luego diseminarlo por las plantacio-
nes infestadas.
El ensayo, que fué dirigido por
el célebre naturalista Riley, obtuvo
un éxito completamente satisfactorio y constituyó el punto de par-
tida de todas las investigaciones que posteriormente se han prac-
ticado para descubrir los enemigos de los artrópodos perjudiciales
a las plantas cultivadas y atajar el desarrollo de éstos mediante
el empleo de sus perseguidores o de sus parásitos.
El Novius cardinalis actúa contra la Icerya en el estado de
larva y cuando adulto; en ambas fases activas de su vida se ali-
menta de los huevos de la cochinilla y, alguna vez, de las larvitas
jóvenes de ésta. Su voracidad es tan grande, que donde aparece
el Novius, la Icerya purchasi prospera poco y queda casi aniqui-
lada, a pesar de sus tres generaciones anuales, y de que cada hem-
bra deja una descendencia de 400 a 600 individuos del mismo sexo.
Los machos de este cóccido son rarísimos. Su reproducción nor-
mal es partenogenética.
La descripción de la Icerya purchasi no la incluyo en esta
Fig. 2. -Larva de Icerya.
Muy aumentada (según Leonardi).
DE HISTORIA NATURAL
139
nota por ser un insecto demasiado conocido de los entomólogos y
que se ha descrito minuciosamente en muchas publicaciones cien-
tíficas. Para el reconocimiento de este coco por los profanos,
mejor que una descripción es publicar dibujos de sus hembras y de
sus larvas, las que aparecen representadas en las figuras 1 y 2.
La figura 3 reproduce el macho del cóccido y la 4, el ccccinélido
Novius cardinalis.
Aunque no incluya en la presente nota la descripción de la Ice-
Fig. 3.— Macho de leerla. Muy aumentado (según Rileyj.
rya daré de ésta algunas referencias que contribuyan con los di-
bujos a su distinción.
La Icerya purchasi es un cóccido de la subfamilia de los mo-
noflebinos, cuyas especies se caracterizan por carecer de escudo
o coraza, presentar las hembras adultas antenas de 10 a 11 arte-
jos y estar los machos provistos de ojos compuestos. Aquéllas
conservan las patas durante toda su vida y segregan substancias
cerosas de varias clases. Una de estas ceras es la que en la Ice-
rya forma el saco niveo, estriado o asurcado longitudinalmente, que
en la hembra adulta protege la puesta y que, a primera vista, pu-
diera creerse que era el abdomen del animal. Los tres pares de
patas de las Icerya son similares entre sí. Este carácter distingue
los monoflebinos de otra tribu próxima, la de los margarodinos, cu-
yas hembras presentan el primer par más desarrollado. Hay algu-
nas especies de cóccidos comunes en los países europeos que
pudieran confundirse con la Icerya. Los Dactylopiíis tienen cier-
to parecido con la cochinilla de que estamos hablando, antes de
que en ésta se forme el saco ovífero. Una vez formado éste, la
confusión con los Dactylopiíis no puede ocurrir. Más fácil sería
140 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
confundirla con alguna Palvinaria y, sobre todo, con las especies
del género Orthecia, que, cuando adultas, están prolongadas en
un saco ceroso acanalado longitudinalmente, como el que ofrece
la cochinilla que estamos estudiando. Pero la distinción de unos y
otros cóccidos no ofrece serias dificultades. La Palvinaria pre-
senta el saco ovífero cilindroideo y con incisiones o surcos trans-
versales; sus machos carecen de ojos compuestos. Las Orthecia
tienen las antenas formadas por ocho o nueve artejos solamente, y
sus machos llevan en el ápice del abdomen un
largo y poblado pincel setífero.
La Icerya purchasi tiene muchos enemi-
gos entre los insectos entomófagos. Varias
especies de Novias, además de los citados,
aprovechan las puestas de la Icerya para su
alimentación. Otros coccinélidos de los géne-
ros Scymnas, Hippodamia y Rodolia son
„.^ . ,r . „ .... también perseguidores de este cóccido. La
Yx^A. — ^ovius cardinalis. ' *
Aumentado (según Sil- oruga de la mariposa Loetilia coccidivora
vestn). ^ ^
es asimismo un buen enemigo de la cochinilla
que nos ocupa. Y de sus parásitos debemos citar el díptero Lesto-
phonas iceryae y el microhimenóptero calcídido Coccophagas ca-
lifornicus. He de advertir que en algunas publicaciones se señala,
por error, entre los parásitos de la Icerya al encírtido Isodromus
iceryae; pero este insecto, en contra de lo que su apellido indica,
no parásita a esa cochinilla, sino que lo hace a larvas de crisópidos
o de hemeróbidos, como todos sus congéneres.
Termino la presente nota manifestando que la escribo con el
propósito de llamar la atención hacia un insecto fitófago que se ha
presentado en España y que puede constituir un gran peligro para
las zonas donde se cultiva y explota el naranjo, y aun para otras
fuentes de riqueza, como el cultivo de la vid.
Es verdad que hasta ahora sabemos solamente que la Icerya
parchasi ha aparecido en la provincia de Badajoz, pero es presu-
mible que existan otros focos de esa cochinilla en las comarcas
fronterizas de Portugal. No ,debe olvidarse que entre Badajoz y
Olivenza hay extensos naranjales. La Icerya constituye una plaga
muy difusible. En Francia, a pesar de que se la combate sin tregua,
se ha corrido desde el mediodía, donde prendió primeramente,
hasta los alrededores de París. El vehículo de trasmisión pueden
serlo plantas muy diversas atacadas por el cóccido. Este no penetra
DE HISTORIA NATURAL 141
en ningún país por el comercio de frutas, sino sobre ramas de ve-
getales infestados. Las acacias parecen ser los árboles que más han
contribuido a la difusión de la Icerya por todo el mundo.
Sección bibliográfica.
González Vázquez {E.).— Alimentación de la ganadería y los pasti-
zales españoles . 1 Vol. en 8.", de 442 págs. Madrid, 1921. Obra pre-
miada, en concurso, por los limos. Sres. Inspectores generales del
Consejo Forestal. (Premio «Eduardo Dato».)
La decadencia creciente de la ganadería, la disminución y degene-
ración de los prados y pastizales, la despoblación de nuestros montes
y bosques son tres pendientes por las cjue hace muchos años rueda
una parte, no pequeña, de la riqueza pública, de un modo creciente, y,
■de día en día, más alarmante. La guerra europea, y sus fatales conse-
cuencias, han aumentado la magnitud de estos problemas en todas sus
partes. Los bosques se han despoblado más; el ganado, malo o bueno,
se exportó cuanto pudo ser vendido, y los pastos disminuyeron y se
empobrecieron más de lo que estaban. Son tres problemas correlativos
€ íntimamente unidos: menos bosques, menos pastos y menos ganado,
también degeneración, empobrecimiento y disminución de pastos y
pastizales. El Sr. González Vázquez plantea y estudia estos proble-
mas, en gran parte, en su obra, con verdadero acierto y muy buena
preparación para tratarlos. Las tres primeras partes del libro que nos
ocupa, y que tratan de la importancia de la zona forestal española en
la alimentación de la ganadería, de dicha alimentación en los pastizales,
y del cultivo y explotación de ellos, están muy bien pensadas, bien do-
cumentadas y, en cuanto posible es, con carácter Verdaderamente es-
pañol y original. La cuarta parte, referente a los pastizales en España,
es acaso algo sucinta, y acaso en ocasiones más generalizada, culpa no
del autor, sino de la escasez de trabajos y de experimentación sobre
asunto tan vital en nuestro país, y quizás de lo incompleto de ellos,
pues como dice, casi al final de su excelente libro, al tratar de la futu-
ra posibilidad de los pastizales: < Carecemos de los más elementales
datos para siquiera orientarnos en la magnitud que debe abarcar la re-
generación pastoral de la zona forestal y el rendimiento que será posi-
ble esperar de la misma, así que cuanto consignamos debe tomarse a
título meramente de información».
Creemos que, aun siendo así, los consejos, las indicaciones, dadas
por el Sr. González Vázquez son para seguirse y ser tenidas en cuen-
ta, y, más todavía, para que estos problemas se estudien debidamente
•en España. Es necesario que se doble, al menos, nuestra riqueza en
142 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
ganadería, aun disminuyendo la de reses bravas, siempre en auge, y
para ello hay que cesar en la tala creciente de nuestro monte alto y
bajo, particular y general, sea del Gobierno, municipal o particular;
hay que combatir el abusivo acotamiento de montes de caza, en los
que no se caza las más Veces, y hay que tratar de repoblar montes y
pastizales. Entonces habrá más ganadería, y ésta Volverá a la tierra
madre, hoy tan empobrecida, los principios nitrogenados de que Va ca-
reciendo. Al mismo tiempo, combatiremos una de las causas más pode-
rosas de la degeneración del pueblo español, que consume solo, anual-
mente, por término medio y habitante -según datos del Sr. González
Vázquez -13 kilogramos de carne, en tanto el francés 62 y el inglés
72. Más combatiremos así la tuberculosis, que diezma nuestra patria,
que con cuantos dispensarios y sanatorios antituberculosos se creen.
Felicitamos al Sr. González Vázquez por su excelente obra, por la
que le damos la enhorabuena, y le excitamos a proseguir en tan lauda-
ble empresa.— R. González Fragoso.
Santos Abreu {E.).— Monografía de los Phoridos de las Islas Cana-
rias. Mem. R. Acad. de Cieñe, y Art., vol. XVII, núm. 1, Barcelo-
na, 1921.
Después de una reseña histórica y de la enumeración detallada de
los caracteres de los Phoridae, inserta un cuadro para la distinción de
los ocho géneros hallados hasta ahora en Canarias, que son: Dohrni-
phora, Phora, Apiochaeta, Conicera, Trineura, Metopína, Parapali-
ciphora y Heterophora, de los cuales son nuevos estos dos últimos.
Enumera un total de 26 especies y numerosas variedades; de las prime-
ras, 12 viven también en Europa, y las otras 14 son propias de las Ca-
narias, siendo casi todas ellas descritas por primera vez por el autor.
Acompañan al texto algunos dibujos de detalle intercalados y una
lámina litográfica en color.
El trabajo en conjunto parece muy cuidado y concienzudo, siendo
tan sólo de lamentar que el autor no se acomode a la nomenclatura adop-
tada por los demás entomólogos españoles, empleando términos tales
como artículos, ancas, muslos, piernas, erectores, etc. — C. Bolívar
PíELTAIN.
Morgan (T. \\.). — Evolución y Mendelismo. (Crítica de la teoría de la
evolución ) Versión castellana de Antonio de Zulueta. Calpe, 1 volu-
men de 177 págs., con 95 figs. interc. Madrid, 1921.
Este libro es uno de los varios publicados por Morgan con el fin de
difundir sus ideas acerca del modo de interpretar las teorías evolucio-
nistas en relación con la hipótesis mendeliana y la de las mutaciones.
En el capitulo primero hace una revisión de las pruebas clásicas de
la evolución, y examina las diversas opiniones, formando con ellas cua-
DE HISTORIA NATURAL 143-
tro grupos: la del medio ambiente, la del uso y desuso, la del principio
del desenvolvimiento de Naegeli y Bateson y la de la selección natural.
El capítulo segundo está destinado al estudio de los caracteres he-
reditarios, de las leyes de Mendel que los rigen, y de su origen por
mutación; en el siguiente, tal vez el más importante de la obra, se ana-
liza la base citológica de la herencia mendeliana que reside en los cro-
mosomas, tomando como guía en esta interesante cuestión el examen
de los caracteres de Drosophila asociados en cuatro grupos, ligados
a la existencia de otros tantos cromosomas. Estas investigaciones de
Morgan y sus discípulos son el eje de los trabajos de este naturalista
acerca de la herencia.
En la última parte del libro se desarrolla la tesis de que la variación
casual, combinada con la actividad reproductora de los seres vivos, es,
según el criterio de algunos naturalistas, la base de la evolución orgá-
nica. Con este modo de interpretar los hechos se prescinde del resto
de f inalismo que en el fondo existe en la teoría de la selección natural
de Darvvin.
La traducción de Zulueta, muy esmerada, nos da a conocer muy
exactamente el libro del eminente naturalista americano. —E. Rioja.
Mlr (N. de), Guasch (P.) y Fonrodona (F.).— Estudio de la zona petro
lifera del Pirineo catalán, en las provincias de Barcelona y Gero-
na. Bol. oficial de Minas y Metalurgia, Año V (1921), núm. 49 y 50
(29 págs., una lámina con plano y cortes).
La primera parte del trabajo está destinada a una breve noticia so-
bre el origen de los petróleos y sobre las formas de explotación de las
rocas petrolíferas. Viene después la descripción de las zonas petrolí-
feras de Cataluña. Termina con algunas consideraciones sobre la im-
portancia y aplicación cada Vez mayor de los combustibles líquidos. —
L. F. Navarro.
Cascajosa (F.). — Estudio de los yacimientos de plomo de los términos
de Abadía, Granadilla y Zarza de Granadilla (Cácéres). Bol. ofi-
cial de Minas y Metalurgia, Año V (1921), núm. 50, págs. 15-18.
Los filones a que se refiere el estudio, mineralizados principalmente
por galena, cortan los estratos cámbricos del N. de la provincia de Cá-
céres. Parece que se trata de filones de profundidad y de porvenir in-
dustrial interesante.— L. F. Navarro.
González de Nicolás, Benjumea y Simó.— Estudio industrial de las
salinas de Cádiz. Bol. oficial de Minas y Metalurgia, Año V (1921),
núm. 51, págs. 1-18. (Con un plano).
En este curioso trabajo, que permite formarse idea perfecta del es-
tado actual de la importante industria salinera en Cádiz, se hace la his-
toria de las salinas, se describe una salina y los medios de obtener la
344 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
sal, y se hacen, por último, consideraciones acerca de la utilización y
venta de este producto. Un cuadro sobre evaporación y lluvia (decenio
1908-1918) y otro sobre producción y exportación (decenio 19101919)
completan el trabajo. -L. F. Navarro.
Landecho (M. de) y Viladomat (L. S.).—Esíiidio déla cuenca de Ma-
ta llana y Orzonaga (León). Bol. oficial de Minas y Metalurgia.
Ano V (1921), núms. 52 y 53. (24 págs., una lámina con plano y cortes.)
Este trabajo, continuación de anteriores estudios sobre las cuencas
carboníferas leonesas, se refiere a una de las más importantes de la re-
gión, desde el punto de vista industrial. Comprende consideraciones
estratigráficas y tectónicas, estudio de los actuales trabajos y consi-
deraciones acerca del porvenir minero de la comarca. — L. F. Navarro.
Vifles Masíp {Q).— Hidrografía seíabense. Játiva, 1914. 112 págs.
Las investigaciones de los aficionados a cualquier ramo de la Histo-
ria Natural pueden ser una copiosa fuente de conocimientos y contribuir
en proporción considerable al estudio histórico natural del país. Lo que
acaso falte en solidez de preparación a su trabajo puede ser Ventajosa-
mente compensado por la continuidad de su observación, concentrada
en una limitada región. Es, pues, muy de apreciar esta labor de los afi-
cionados que en un rincón provinciano, en un medio indiferente, cuando
no hostil, dedican sus horas libres a observar la Naturaleza, y acaso
sus recursos, a la publicación de sus observaciones.
Uno de estos observadores es, sin duda, el Sr. Viñes Masip, y un
libro de esta naturaleza, su «Hidrografía setabense», trabajo premiado
en un público concurso. Todos los aspectos del problema de las aguas
superficiales y subterráneas están abordados con claro criterio en este
librito. En él abundan los datos locales de interés, como lo son, sin dudaí
por ejemplo, los referentes a yacimientos prehistóricos que incluye ai
tratar de los terrenos cuaternarios.
No importa que en el libro se deslice algún error, como el de supo-
ner que en término de Játiva pudo haber glaciares cuaternarios. Aparte
de que el autor al afirmar esto no lo hace por su cuenta, sino basán-
dose en autoridades que juzga bien establecidas, respira tal modestia y
sinceridad todo el trabajo, que bien puede perdonarse este lapsus, a
cambio de los datos de observación personal que nos da a conocer.
Es lástima que estos naturalistas aficionados no abunden por todo el
país, y que libritos de la índole del que comentamos no vean frecuen-
temente la luz pública. Ellos contribuirían en considerable medida al
conocimiento de nuestro suelo y de nuestras producciones naturales.—
L. F. Navarro.
Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXII. -Lám I.
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Vista de una parte de Xauen, desde las huertas de la parte sur.
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Una calle de las afueras de Xauen, camino de las huertas.
Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXII.-Lám. II,
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Fases de la evolución del corpiísculo linfocitario en célula cianófila.
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Diversos tipos de células cianófilas.
A. Células cianófilas típicas.— B y E. Formas de división nuclear.— C. Célula
binucleada.— D. Célula cianófila gigante. -F. Pareja isogénica.— Q. Células de
protoplasma grumoso.— H. Célula de protoplasma granuloso- -1. Célula de pro-
toplasma filamentoso.— J. Cuerpos de Russell.— K. Degeneración vacuolar.—
L. M. Formas en plasmorexis.— N. Forma con protoplasma escaso.
Sesión del 8 de marzo de 1922.
PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCÍA MERCET
El Secretario leyó el acta de la sesión de febrero, que fué
aprobada.
Admisiones y presentaciones.— Fué admitido el socio nume-
rario presentado en la sesión anterior, y propuesta para su admi-
sión, por el Sr. Bartolomé del Cerro, la Biblioteca de la Universi-
dad de Valladolid.
Necrología.— Por conducto del Secretario, el Sr. Bolívar
Pieltain da cuenta del fallecimiento del eminente entomólogo
francés M. Louis Bedel, miembro correspondiente de la Sociedad
y conocido en todo el mundo por sus trabajos sobre coleópteros.
El Presidente, haciéndose intérprete de los sentimientos de la
Sociedad, pide se haga constar en acta el dolor con que la misma
ha oído tan triste noticia.
Asuntos varios.— El Sr. González Fragoso comunica verbal-
mente lo siguiente:
«Deseo hacer constar la existencia en nuestra flora, en los al-
rededores de la Estación Alpina de Biología, de la Puccinia Opi-
zii Bubák, interesante uredal heteroico con uredos y teleutosoros
sobre Car ex murícata L., y picnidios o ecidios en Lactuca salig-
na L., en dicha localidad. La biología de este uredal ha sido muy
bien estudiada en Suiza por el Dr. E. Mayor, experimentalmente,
comprobando la existencia de las facies inferiores en diversas com-
puestas, y sobre todo en varias Lactuca. Sin embargo, no estaban
conocidas sobre la L. saligna L., y esto da mayor interés a nues-
tro hallazgo, demostrativo, por lo demás, de la riqueza de nuestra
flora micológica, y de la necesidad, hoy que vamos poseyendo da-
tos acerca de ella, de complementarlos con estudios biológicos y
experimentales, para alcanzar su completo conocimiento.
>Y ya que estoy en el uso de la palabra, haré constar mi satis-
TOMO xxii.-Marzo, 1922. 10
146 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
facción por ver entre nosotros al sabio botánico D. Carlos Pau^
autor de tantos y tan interesantes trabajos acerca de nuestra flo-
ra, y que puede hoy considerarse como la primera autoridad en lo
que a la Fanerogámica se refiere. La Sociedad le está agradeci-
da por su viaje de exploración en Marruecos, realizado bajo los
auspicios de ella, y el resultado del cual dará a conocer el señor
Pau en un trabajo, interesante como todos los suyos.»
D. Sadí de Buen, a propósito de un trabajo que presenta sobre
la biología del Anopheles claviger, exhibe algunos ejemplares
vivos de la Gombusia affínis, diminuto ciprinodóntido norteame-
ricano que ha logrado que se reproduzca en una charca de Tala-
yuela y que, como es sabido, es un auxiliar en la lucha contra el
paludismo, por destruir las larvas de los mosquitos.
El Sr. Lozano, refiriéndose a la anterior comunicación, después
de hacer algunas consideraciones pertinentes respecto de la inte-
resante familia de los ciprinodóntidos o poecilidos, llama la aten-
ción de los señores socios sobre las cualidades de la Gambusia,
que no sólo es útil por devorar larvas de mosquito, sino que se acli-
mata y cría muy fácilmente, pudiendo vivir en un pequeño acuario,
aunque para reproducirse necesite mayores acumulaciones de agua
situada en condiciones naturales, al aire libre (1).
Indica que es preciso que se hagan en España observaciones
biológicas en los seres que pueblan las aguas dulces, entre los cua-
les habrá, sin duda, no pocos, pertenecientes a distintos grupos
zoológicos, que atacarán también a las larvas de los mosquitos.
Recuerda que en nuestra Fauna existen también dos ciprino-
dóntidos, la Hydrargyra hispánica y el Cvprinodon iberas, am-
bos muy abundantes en la región valenciana, que pudieran también
competir con la Gambusia en la misión de destruir larvas de mos-
quito, sobre todo el Cyprinodon iberus, que por su talla reducida,
aunque no tanto como la de la especie americana, puede, como
ésa, perseguir a sus presas en la más intrincada espesura de la ve-
getación acuática y en la misma orilla de los charcos, donde apenas
hay espesor de agua y donde las larvas de los mosquitos no pueden
verse libres de ser atacadas.
(1) Pueden adquirirse ejemplares de Gambusia a f finia en algunos
de los establecimientos que se dedican a la venta de animales vivos
para acuario y terrario, como la casa Scholze y Potzschke, Berlín, 27^
Alexanderstr.,27u. 28.
DE HISTORIA NATURAL 147
Teniendo en cuenta que la talla pequeña es un factor que tiene
importancia en cuanto a la eficacia de un pez como destructor de
seres diminutos, convendría estudiar cuidadosamente el régimen
alimenticio de los jóvenes de los peces de agua dulce y el de los
adultos de las especies enanas de nuestro país, como Phoxiniis
phoxinus, Phoxinelliis hispanicus, Gastcrostcus aculeatiis y
quizás Cohitis taenia, aunque este último, por sus costumbres pre-
dominantemente bentónicas, no se preste a la persecución de seres
que, como las larvas de mosquito, frecuentan la superficie del agua
o la atraviesan en su espesor, casi en continuo movimiento.
Igual atención debe prestarse a los anfibios acuáticos, sobre
todo a las larvas de los anuros, pues los urodelos suelen ser más
bien habitantes de países altos, donde el paludismo no constituye
peligro.
Debiera procurarse fomentar, especialmente entre los niños, la
afición a tener en las casas acuarios con esas especies diminutas,
con lo que, además de lograrse el desarrollo de una distracción
sana y culta, se multiplicarían los centros de dispersión de algunas
de esas especies de utilidad manifiesta.
Termina el Sr, Lozano manifestando el deseo de que los natu-
ralistas españoles nos afanemos por llenar lo antes posible las ex-
tensas lagunas que existen en el conocimiento de la Fauna de nues-
tro país, labor que es previa e inexcusable para que sirva de funda-
mento a las investigaciones biológicas y de todo orden, que pueden
dar lugar, como en el caso del problema del paludismo, a resulta-
dos útilísimos para el hombre, que nunca hubieran sido logrados
si no se hubiesen descubierto y descrito antes con el detalle debido
las especies que intervienen en sentido favorable o adverso en la
existencia de esa plaga.
El Sr. Viñals hace a la Biblioteca el donativo del atlas de los
aparatos eléctricos de los peces, de Lamballe, obra clásica de in-
discutible valor. Se acuerda conste en acta el agradecimiento de
la Sociedad por este obsequio.
Trabajos presentados.— El Presidente presenta una nota
sobre encírtidos de Java; el Sr. de Buen (D. Sadí), un trabajo
sobre la biología del Anopheles claviger en T^layuela, provincia
de Cáceres, y el Sr. Martínez de la Escalera (D. Manuel), otro
sobre nuevas Asida de Marruecos. El Sr. Bolívar Pieltain remite
una nota sobre un nuevo género de ortópteros del grupo Cranae;
148 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
el Sr. Rivas Mateos, otra sobre una nueva especie del género
Narcissus; el Sr. Jiménez de Cisneros, un trabajo titulado La pe-
ña escrita de Tárbena; el Sr. Martínez de la Escalera (D. Fer-
nando), una nota biológica acerca del forficúlido Anataelia cana-
riensis; el Sr. Fernández Galiano, unas observaciones sobre la
contractibilidad de Vórtice lia, y el Sr. Fernández Riofrío, una
nota titulada Datos para la mico/lora de Cataluña.
Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 23 de febrero
en el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del doctor
Moróte. ■
El Secretario dio cuenta de haber recibido para la Sección un
ejemplar del discurso pronunciado por nuestro consocio Dr. Ber-
mejo al ingresar en la Real Academia de Medicina de Valencia.
Los reunidos agradecen esta atención del distinguido compañero,
y se congratulan de que haya logrado tal honor como recompensa
a sus estimables trabajos.
Fueron presentadas las siguientes comunicaciones: una de don
Eduardo Boscá, titulada «La Natica leviathan en Oliva (Valen-
cia)», a la que acompañan algunos ejemplares de los fósiles que en
ella se citan. Con este motivo hicieron diversas indicaciones los
Sres. Belenguer, Verdeguer, Hueso y Trullenque. El Sr. Pardo
presentó, en nombre del Dr. Gandolfi Hornyold, la titulada «De-
terminación de la edad en algunas anguilas de las marjales de Je-
resa (Valencia)?^, y otra suya acerca de «Algunas cabezas anor-
males de anguila», mostrando también uno de los ejemplares en
cuestión y los dibujos obtenidos, para dar idea gráfica de la cita-
da deformación.
La Sección de Sevilla celebró sesión el 3 de febrero, bajo la
presidencia de D. Domingo Olazábal. Este señor presenta para
nuevo socio a D. Ignacio Cepeda y Soldán, Ingeniero de Montes.
D. Antonio Benjumea da cuenta del hallazgo en la base del
mioceno, y muy próximo al carbonífero, de un hueso de Dcniote-
riiim, cuya fotografía exhibió, prometiendo ampliar su nota en se-
siones sucesivas.
DE HISTORIA NATURAL 149
D. Luis Mariano Vidal y Carreras.
Este distinguido hombre de Ciencia, verdadero patriarca de los
geólogos catalanes, falleció en Barcelona el 10 de enero del co-
rriente año. Había nacido en la misma ciudad en octubre de 1842.
Una penosa y larga enfermedad, sobrellevada con resignación y
entereza admirables, ha privado a Cataluña deuno de sus hijos
más ilustres, y a la Geología española, de uno de sus más entusias-
tas cultivadores.
Pertenecía Vidal al Cuerpo de Ingenieros de Minas desde 1866,
habiendo sido jubilado por edad en 1909. Dejó grata memoria de
su paso por los distritos mineros de Teruel y de las provincias ca-
talanas, y fué también, durante breve plazo, Director de la Comi-.
sión del Mapa Geológico de España.
Sus estudios más numerosos versan sobre paleontología y es-
tratigrafía de las eras secundaria y terciaria, sobre todo en Cata-
luña y Baleares. Se le deben los únicos bosquejos geológicos que
existen de las provincias de Gerona y Lérida. El estudio de esta
última provincia, y muy especialmente de la zona pirenaica, le
apasionaba particularmente, siendo muchos los descubrimientos
paleontológicos que en ella había realizado. No puede menos de
citarse su hallazgo del Driopitheens Fontani Lartet en el Torto-
niense (Mioceno lacustre) de Seo de Urgel, es la más reciente man-
díbula de mono antropoide descubierta en Europa.
También se ocupó con gran entusiasmo y competencia de pro-
blemas hidrológicos, siendo causa sus notables estudios sobre el
lago de Bañólas de que esta población le nombrara hijo adoptivo.
También se le deben trabajos muy elogiados para la conducción de
aguas potables a Barcelona, Manresa, Villena, Murcia y Cartagena.
En los últimos tiempos le habían atraído los estudios sobre el
hombre primitivo, y la Prehistoria catalana le es deudora de inves-
tigaciones muy valiosas.
Además de hombre de ciencia, era escritor culto y ameno, ex-
cursionista formidable y espíritu generoso. Presidió juegos florales,
fué director de Sociedades de excursionismo y fomentó con su
prestación personal y con su peculio toda obra cultural que nece-
sitó de su auxilio. Sostuvo colonias escolares de vacaciones y edi-
150 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
ficó hermosas escuelas para Agullana, su pueblo adoptivo, que en
reconocimiento le nombró hijo predilecto.
Perteneció a las más importantes asociaciones científicas espa-
ñolas y a muchas extranjeras, habiendo presidido la Real Academia
de Ciencias y Artes de Barcelona. Estaba relacionado con todos
los geólogos espafioles y con muchos extranjeros, especialmente
franceses.
Su vida fecunda de sabio y de hombre bueno merece un estudio
biográfico, que, sin duda, hará alguno de los muchos discípulos que
en Barcelona recibieron de él la inspiración y el consejo. La pre-
sente nota no es sino un registro de pérdida tan sensible, registro
que no podía faltar en esta Real Sociedad, que se honró contan-
do a Vidal entre sus socios 3? publicando algunos de los frutos de
su actividad científica.
Trabajos presentados.
Notas sobre Encírtidos de Java
(HiM. Calcídidos)
por
Ricardo García Mercet.
Hará cosa de dos años se recibió en el Museo Nacional de
Ciencias Naturales un pequeño lote de himenópteros parásitos, re-
mitido desde Soekaboemi (isla de Java) por el lepidopterólogo
Mr. M. E. Walsh. En este lote he encontrado cuatro especies de
encírtidos que considero nuevos para la ciencia, y cuyas descrip-
ciones daré a continuación:
Ooencyrtus (Schedius) leucocerus nov. sp.
Caracteres. — Hembra: Cabeza amarillento- negruzca, con el
vértice y la frente casi negros; pronoto, escudo del-mesonoto, axi-
las, escudete y segmento medio de color de caramelo, a veces con
reflejos violados; pleuras y abdomen amarillentos. Antenas blancas.
Alas perfectamente hialinas. Patas, incluso las caderas, blancas.
DE HISTORIA NATURAL 151
Vértice y frente finamente chagrinados, más largos que anchos;
su anchura estará representada por la longitud del pedicelo y los
dos primeros artejos del funículo reunidos; estemas en triángulo
equilátero, los posteriores muy próximos a las órbitas internas;
mejillas tan largas como el diámetro transversal de los ojos. Ante-
nas insertas cerca del borde de la boca; escapo ligeramente fusi-
forme; pedicelo más largo que
ancho, tan largo como los dos ^¿¿¿í¿,,.,^_;^^q¿^^,=^ ~/7 y
artejos siguientes reunidos; - ^-^^
primer artejo del funículo sub-
moniliforme; segundo artejo
tan ancho como largo; tercero,
cuarto y quinto sucesivamente pj^ i._Antena de Schedius leucoceras
más largos y gruesos, cada Mercet, hembra (muy aumentada).
uno más largo que ancho; sexto
artejo tan ancho como largo, un poco menor que el precedente;
maza más gruesa que el funículo, tan larga como los tres artejos
precedentes reunidos.
Escudo del mesonoto reticulado-escamoso, con seis filas trans-
versales de pestañitas amarillentas; axilas casi lisas, separadas entre
sí; escudete grande, bastante convexo, chagrinado, con pestañitas
amarillentas, como el escudo; mesopleuras casi lisas; segmento
medio muy corto en el centro, casi uso. Alas grandes, anchas; pes-
tañas marginales muy cortas; nervio marginal casi nulo; postmar-
ginal muy corto; estigmatice apenas mayor que los dos anteriores
reunidos. Pestañas marginales de las alas posteriores tan largas
como la tercera parte de la anchura máxima del disco. Cara inter-
na de los metatarsos intermedios con una doble fila de cinco espi-
nitas gruesas y romas.
Abdomen triangular, más estrecho y corto que el tórax; lados
del último segmento retraídos hacia el tercio basilar de la región.
Oviscapto oculto.
Longitud del cuerpo 0,880 mm.
— del escapo 0,120 —
— del pedicelo 0,035 —
— del funículo 0,155 —
— de la maza 0,110 —
— de las alas anteriores 0,960 —
— de las alas posteriores 0,560 —
Anchura máxima de las mismas 0,130 —
152 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Macho: Desconocido.
Patria.— Isla de Java.
Biología.— Parásito endófago de huevos de un lepidóptero
del que no conozco sino la puesta invadida por el parásito.
Observaciones.— Por el color de las antenas y de las patas,
esta especie ofrece algún parecido con Schedius uncinctipes Qi-
rault, pero se diferencia de éste por los artejos intermedios del fu-
nículo, más largos que anchos; la menor anchura de la frente y la
coloración del cuerpo, que es verde metálica en la especie austra-
liana. Más afín que de esta especie debe serlo de Ooencyrtus lam-
borni Waterston, de África, pues aunque muy diferentes de colo-
ración de cuerpo una y otra forma, ofrecen de común la de las
antenas y las patas, y una conformación bastante similar de maza
y funículo y de los nervios marginal, postmarginal y estigmático.
Ooencyrtus (Schedius) javanicus nov. sp.
Caracteres.— Hembra: Cabeza negro-azulada, con las meji-
llas violado-cobrizas; escudo del mesonoto bronceado-negruzco; es-
cudete bronceado -cobrizo en la mitad basilar, verde metálico muy
brillante en la apical, azul brillantísimo en el mismo ápice; meso-
pleuras negro-verdosas; segmento medio y tégulas parduscos; ab-
domen verde metálico en la base, y más o menos pardusco, con re-
flejos cobrizos o verdosos, en la mitad apical. Antenas amarillentas,
con el dorso del escapo y la mitad basilar del pedicelo algo obscu-
recidos. Alas hialinas. Patas amarillento-blanquecinas, con el cen-
tro de los fémures ligeramente ennegrecidos y los tarsos blancos.
Cabeza muy convexa, ligeramente chagrinada sobre el vértice
y la frente; éstos más largos que anchos; su anchura, entre los es-
temas, estará representada por la longitud del pedicelo y el primer
artejo del funículo reunidos; estemas en triángulo equilátero; los
posteriores algo más distantes entre sí que del borde del occipucio;
ojos grandes, pestañosos; mejillas casi tan largas como el diámetro
transversal de los ojos; mandíbulas con un dientecillo y una trun-
cadura. Antenas insertas al nivel de las órbitas; escapo ligeramente
fusiforme, un poco mayor que los cuatro primeros artejos del funí-
culo reunidos; pedicelo casi tan largo como los dos artejos siguien-
tes reunidos; primero, segundo, tercero, cuarto y quinto artejos
del funículo un poco más largos que anchos; sexto algo más ancho
que largo; maza más gruesa que el funículo, casi tan larga como
los cuatro artejos precedentes reunidos.
DE HISTORIA NATURAL 155
Escudo del mesonoto finamente reticulado -escamoso, con cin-
co filas transversales de pestañitas blancas; axilas separadas entre
sí; escudete reticulado- escamoso en la mitad basilar, liso y muy
brillante en la apical; me-
sopleuras finísimamente
reticuladas. Alas gran- v^ ^_ „: -^^^^^¿^^^^^^^^^Sí^'*''-^",//'
des; pestañas marginales //!/
cortas; nervio submargi-
nal con nueve pestañas /;
en el dorso; nervio mar- ''''■
ginal puntiforme; nervio
estigmático relativamen-
te muy largo; nervio Pig. 2.-Antenade ScAe(//w5/ai'a/j/c«5 Mercet,
postmarginal menor que hembra (muy aumentada).
la mitad del estigmático.
Espolón de las tibias intermedias menor que el metatarso; éste más
largo que los tres artejos siguientes reunidos.
Abdomen ancho, corto, subtriangular; primer segmento casi
liso, muy brillante; lados del último anillo retraídos hacia el tercio
basilar de la región. Oviscapto oculto.
Longitud del cuerpo 0,960 mm.
— del escapo 0, 1 50 —
— del pedicelo 0,050 —
— del funículo 0,220 —
— de la maza 0,140 —
— de las alas anteriores 1 ,040 —
— de las alas posteriores 0,665 —
Anchura máxima de las mismas 0,160 —
Macho: Desconocido.
Patria.— Isla de Java.
Biología.— Parásito endófago de huevos de un lepidóptero.
Observaciones. — Esta especie ofrece algún parecido con
5. vinulae y 5. pityocampae, pero se diferencia de ellos por pre-
sentar lisa la mitad apical del escudete, el nervio marginal nulo y
las antenas más gruesas, más cortas y de color más claro.
Tanto esta especie como O. leucocerus ofrecen las axilas se-
paradas entre sí, y por este carácter podrían ser reputadas de
Schedius, pero en cambio, el nervio marginal no presenta el en-
grosamiento que los Schedius europeos.
454 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Litomastix walshi nov. sp.
Caracteres.— Hembra: Cabeza violáceo-cobriza, muy obscu-
ra; escudo del mesonoto dorado -cobrizo; axilas y escudete negro-
violáceos, el escudete dorado-cobrizo o dorado-verdoso en el ápice;
pleuras, segmento medio y abdomen negro-azulados, muy obscu-
ros. Antenas pardo-negruz-
cas. Alas casi hialinas. Pa-
tas anteriores y posteriores
parduscas; las intermedias
amarillento sucias.
Cabeza finamente pun-
teado-chagrinada, subcor-
Fig. 3.-Antena de Lítomast¿^ u^aishi íAercet, dlforme vista de frente; es-
hembra (muy aumentada). temas posteriores distantes
entre sí algo más que del
estema anterior, separados de las órbitas internas por un espacio
mayor que el diámetro estemático; frente mucho más ancha que los
ojos; éstos ovales, híspidos; mejillas convergentes hacia la boca,
tan largas como el diámetro longitudinal de los ojos; ciípeo trunca-
do. Antenas insertas cerca del borde de la boca; escapo cilin-
droideo, casi tan largo como el funículo; pedicelo un poco menor
que los tres artejos siguientes reunidos; artejos del funículo tan
largos como anchos; el sexto un poco más ancho que largo; los
apicales ligeramente más gruesos y largos que los basilares; maza
entera, fuerte y oblicuamente truncada desde el ápice hasta cerca
de la base, tan larga como los cuatro artejos precedentes re-
unidos.
Escudo del mesonoto chagrinado-reticulado, formando la cha-
grinación mallas redondeadas, con filas transversales depestañitas
grises; axilas contiguas por el ápice; escudete reticulado- escamo-
so, muy convexo, con pestañitas obscuras, casi liso y brillante en
el ápice. Alas grandes; pestañas marginales cortas; nervio submar-
ginal con nueve pestañitas en el dorso; nervio marginal tan largo
como grueso, no puntiforme; nervio postmarginal casi tan largo
como el marginal; nervio estigmático en forma de cuña, un poco
mayor que el marginal. Pestañas marginales de las alas posteriores
apenas más largas que las del par anterior. Espolón de las tibias
intermedias fino, punzante, tan largo como el metatarso; metatar-
sos intermedios poco engrosados.
Abdomen brillante, finamente reticulado, suboval o subtriangu-
DE HISTORIA NATURAL 155
lar, algo menor que el tórax; lados del último segmento retraídos
Tiacia el ápice del tercio basilar de la región. Oviscapto oculto.
Longitud del cuerpo 0,880 mm.
— del escapo 0,175 —
— del pedicelo 0,070 —
— del funículo 0,195 -
— de la maza •'. <M40 —
— de las alas anteriores 0,960 —
— de las alas posteriores 0,630 —
Anchura máxima de las mismas 0,145 —
Macho: Desconocido.
Patria. -Isla de Java.
Biología.— Parásito endófago de una oruga, cuya filiación no
puedo determinar. El Litomastix se reproduce por germinogonia,
como otras especies del mismo género. El número de embriones
que produce cada huevo es extraordinario. El cuerpo de la oruga
aparece completamente invadido por la descendencia del parásito,
que se aloja hasta en las patas de la víctima.
Observaciones.— Especie del grupo de L. truncatelliis, muy
afín de L. peregrinum, del que se distingue por presentar los ojos
ovales y relativamente mayores, las mejillas no tan largas, el escu-
dete reticulado-chagrinado y las mallas del escudo del mesonoto
poligonales redondeadas. Está dedicada al entomólogo Mr. M. E.
Walsh.
Chiloneurus unicolor nov. sp.
Caracteres. — Hembra: Cuerpo uniformemente de color ama-
rillento-pardusco o pardo claro, incluso las antenas y las patas; en
éstas, la mitad apical de los fémures intermedios y todos los tar-
sos blancos. Alas con una ancha banda transversal ahumada, que
ocupa el centro del disco.
Cabeza grande, muy convexa, finamente chagrinada; vértice y
frente fuertemente estrechados hacia la cara; su menor anchura
estará representada por el diámetro del estema anterior, y su ma-
yor anchura (en el lugar de los estemas posteriores), por la longitud
del segundo artejo del funículo; estemas en triángulo agudo, los
posteriores contiguos a las órbitas internas, separados entre sí por
un espacio igual al diámetro estemático, y distantes del estema an-
terior más que del borde del occipucio; cara hundida con relación a
la frente; mejillas tan largas como el diámetro transversal de los
156 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
ojos; mandíbulas con un dientecillo seguido de una ancha trunca-
dura. Antenas insertas cerca de la boca, distantes entre sí, en la
base, tanto como del borde inferior de los ojos; escapo ligeramen-
te comprimido y ensanchado hacia el centro; pedicelo más largo
que ancho, menor que los
dos artejos siguientes re-
unidos; artejos del funículo
Fig. 4.-Antena de ChUoneurus unicolor de Casi igual longitud unOS
Mercet, hembra (mu37 aumentada). que otrOS, algO máS largOS
que anchos, más gruesos
los apicales que los basilares; el sexto todavía un poco más largo
que ancho; maza más gruesa que el funículo, casi tan larga como
los cuatro artejos precedentes reunidos, truncada oblicuamente en
el ápice.
Escudo del mesonoto reticulado-escamoso, con filas transver-
sales de pestañitas blancas; axilas y escudete grandes, chagrinados,
mates, con algunas pestañitas pardas; pincel apical del escudete
pardo; segmento medio corto en el centro, sus ángulos póstico-
laterales muy desarrollados. Alas estrechas; línea calva com-
pleta; debajo del nervio marginal hay un grupo de pestañas más
largas y gruesas que las restantes del disco; nervio marginal largo;
nervio postmarginal muy corto, casi rudimentario; nervio estigmá-
tico mayor que el postmarginal, terminando en forma de cabeza de
pájaro. Alas posteriores relativamente anchas; pestañas margina-
les muy cortas. Espolón de las tibias intermedias tan largo como el
metatarso; cara interna de éste recorrida en toda su longitud por
una doble fila de once espinitas gruesas y romas; metatarsos pos-
teriores algo más cortos que el segundo y tercer artejos reunidos.
Abdomen triangular-alargado, más estrecho que el tórax; lados
del último segmento retraídos hacia el tercio basilar de la región.
Oviscapto grueso, poco saliente.
Longitud del cuerpo 1,440 mm.
— del escapo 0,175 —
— del pedicelo 0,070 -
— del funículo 0,350 —
— de la maza 0,210 —
— de las alas anteriores 1,120 —
— de las alas posteriores 0,800 —
Anchura máxima de las mismas 0,240 —
DE HISTORIA NATURAL 157
T^ízc/ro; Desconocido.
Patria. — Isla de Java .
Observaciones.— Por la coloración del cuerpo y proporciones
relativas del pedicelo y primer artejo del funículo, esta especie
podría considerarse afín de Ch. swczeyi ks\\m. Por la denticula-
ción mandibular, podría considerarse como del grupo de especies
que sirvió a Qirault para establecer su género Cristatithorax.
Nota biológica sobre la Anataelia canariensis I. Bol.
de Tenerife
(Derm.)
por
Fernando M. de la Escalera.
Durante los meses de enero a junio de 1921 que duró la expedi-
ción que hicimos a la isla de Tenerife mi padre y yo en Misión
científica del Museo Nacional de Ciencias Naturales, hube de visi-
tar en tres ocasiones la localidad Bajamar, en el N. de la isla, donde
el celosísimo investigador D. Anatael Cabrera había descubierto
la especie que motiva esta nota, localidad que mi padre conocía
por haber acompañado a aquél en una de sus primeras salidas. Con
las indicaciones dadas por ellos, no me fué difícil encontrar el caza-
dero, reducidísimo por cierto y único hasta entonces.
Una fajita de 50 m. de longitud por tres o cuatro de ancho tie-
rra adentro, desde el borde mismo del acantilado de la costa cor-
tado a pico en toda esa parte, con una altura de 25 a 30 m., a algu-
nos minutos de marcha al O. saliendo del pueblo, es el sitio donde
habita esta interesante especie. Se encuentra el insecto precisa-
mente en la zona que bordea una senda trazada en lo alto del can-
til y el borde de éste en las partes que hay de rápida pendiente,
donde el acantilado no está tan abruptamente truncado, por lo que
el sitio es verdaderamente peligroso; la tierra es negra, arcillosa,
y a la izquierda de la senda, adonde no llegan las salpicaduras de
agua de la rompiente del acantilado, está agrietada y reseca cuando
no es época de lluvia; y empiezan los cultivos algunos metros más
adentro. La vegetación espontánea es mísera, de chumberas y car-
158 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
dos que nacen entre el pedregal. La Anataelia vive exclusivamente
en la zona del cantil V sus derrumbaderos, en sitio muy pedrego-
so, y nunca adonde no lleguen las salpicaduras de la rompiente.
Levantando las piedras se la encuentra siempre adosada a su
cara inferior, extendida y quieta cuando no se la hostiga o no le da
el sol; mas cuando así sucede, corre agilísimamente hasta llegar
al borde de la piedra, y se deja caer y se oculta bajo otras, o en
una hendidura del terreno, siendo casi imposible entonces dar con
ella; tan prestamente se oculta. Es raro no encontrarla por pare-
jas en cópula, pinzas contra pinzas, pero a veces se halla también
un adulto solo, y a lo sumo, dos larvas.
Se encuentra el insecto en todos los períodos de crecimiento,
así como adulto en los meses de enero, febrero, marzo y abril, in-
distintamente, calculando por ello que debe haber varias genera-
ciones consecutivas, por hallarse parejas en cópula, larvas nacidas
poco tiempo antes, y otras grandes, semiadultas, durante esos me-
ses, pero siempre con excesiva rareza; al punto de que, agrandado
el cazadero, por haber hallado otro de mayor extensión lineal, en
las mismas condiciones, al largo de la costa, y al otro lado de un
fuerte barranco, en diez o doce días de caza, no nos fué dado ha-
llar arriba de 200 ejemplares, próximamente, y la mitad adultos, por
haber dejado larvas en el campo, pero tampoco en cantidad éstas.
En cautividad, en tubo de cristal, se destrozan unas a otras,
quedando viva sólo la más fuerte. Introducida una mosca u otro in-
secto más débil, la Anataelia recula hasta el fondo del tubo,
alzando el abdomen y retorciéndole por encima de la cabeza en la
posición que adopta el alacrán, y así, más avanzadas las pinzas que
la cabeza, con ellas tremantes, abriéndolas y cerrándolas, ataca y
da un tijeretazo a su enemigo, recula y vuelve a la carga, repitiendo
hasta cinco o seis veces esta maniobra, y sólo entonces, cerradas
las pinzas, sujetando a la víctima, comienza a devorarla con sus
mandíbulas. Si su víctima es una mosca, le arranca primero las alas
y luego las patas, y el tronco inerte comienza a ser devorado por
la cabeza y protórax, sin que lo soltaran las pinzas, que son en la
especie formidable útil de ataque y prensión. Muerto el animal de
que se alimenta la Anataelia, come de él vorazmente hasta que
queda repleta y en estado soporífero, después de la limpieza per-
sonal de las antenas, patas, palpos y cabeza.
No duda atacar a enemigos mucho mayores, larvas de Mantis,
por ejemplo, a las que siempre vence.
DE HISTORIA NATURAL 15&-
Sobre un nuevo género del grupo Cranae
(Orth. Locustidae)
por
C. Bolívar y Píeltain,
Gen. Noliba nov.
Caracteres.— 9- Cuerpo cilindráceo, esbelto, alargado. Ca-
beza muy prominente, distintamente más larga que el lóbulo ante-
rior del pronoto, cubierta de puntuación gruesa y profunda. Espa-
cio interocular dos veces tan ancho como el primer artejo' de las
antenas. Vértex declive, saliente. Ojos casi redondeados, fuerte-
mente salientes y divergentes. Los ocelos laterales colocados so-
bre las escrobas antenales, bien separados de los ojos. Frente
corta, transversa; vista de perfil recta, oblicua; sus quillas latera-
les apenas acusadas. Quilla frontal, al nivel de las antenas, no
más ancha que el escapo; comprimida, surcada, con sus márgenes
agudas y borradas ante el surco frontal tranverso. Antenas filifor-
mes, muy largas. Palpos cilindricos, alargados.
Pronoto no aquillado en la línea media dorsal, cubierto por com-
pleto de una gruesa y profunda puntuación; con el borde posterior
anchamente redondeado; los surcos transversos fuertemente mar-
cados. La prozona tres veces más larga que la metazona. Los ló-
bulos laterales con el borde inferior cortado oblicuamente por de-
lante, y angulosamente redondeado por detrás; ángulo anterior ob-
tuso y ligeramente saliente. Élitros perfectamente desarrollados,
anchos, redondeados en la extremidad, densamente reticulados;
limbo anterior membranoso estrecho, desprovisto de venulillas.
Alas ahumadas, casi tan largas como los élitros; subcicloideas, vez
y media tan largas como anchas. Tubérculo prosternal grueso,
ligeramente inclinado hacia adelante, dilatado transversalmente
hacia el ápice, en el que está truncado. Lóbulos mesosternales
anchamente redondeados en su borde interno, separados por una
estrecha zona. Lóbulos metasternales unidos en sutura recta y
larga por detrás de las foveolas. Patas anteriores e intermedias
160 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
cortas. Fémures posteriores alargados, poco engrosados en la por-
ción basal; lóbulos geniculares triangulares, pero no salientes. Ti-
bias posteriores bastante más cortas que los fémures, largamente
ciliadas, armadas de ocho espinas en el borde interno, y de cinco
en el externo, además de la apical; el intervalo entre las dos últimas
espinas externas es doble que el que separa entre sí a las otras es-
pinas. Tarsos posteriores alargados, bastante más largos que la
mitad de la longitud de las tibias correspondientes; largamente pe-
losos; el artejo primero distintamente más largo que el segundo;
el tercero casi tan largo como los primeros reunidos.
Abdomen comprimido, por encima y por debajo aquillado a lo
largo; tímpano grande, no inmerso. Terguito 8.° normal; 9.° estre-
chísimo; 10.° fuertemente escotado en redondo. Lámina supranal
triangular. Cercos largos, cónicos, muy aguzados. Esternitos úl-
timos pubescentes, sobre todo el 7.°, que presenta un denso me-
chón de cerditas. Lámina subgenital alargada, en el ápice escotada
en el centro. Valvas del oviscapto cortas, sobrepasando poco a la
lámina supranal; las superiores con la quilla súpero-externa den-
ticulada, en el ápice apenas encorvadas; las inferiores rectas, ci-
lindráceas, no denticuladas, bastante más cortas que las supe-
riores.
Genotipo: Noliba elegantula nov. sp.
Observaciones.— Género muy semejante a Cranae Sia\, del
que se diferencia principalmente por presentar la cabeza y el tórax
fuerte y profundamente impreso-punteados; la frente recta, con
sus quillas laterales casi completamente borradas; los élitros y alas
completamente desarrollados; los fémures posteriores más alarga-
dos y esbeltos.
Noliba elegantula nov. sp. (fig. 1).
Tipo: ?, Pontianak, Borneo (col. I. Bolívar X Museo de Madrid).
Cabeza y protórax de color verde-oliváceo obscuro, presen-
tando a cada lado dos anchas bandas amarillas, que empezando en
la base de las antenas se dirigen: una superiormente por los lados
del occipucio y dorso del pronoto, terminando por encima de los
ángulos humerales de éste, y otra inferiormente por debajo de los
ojos y a través de las sienes y lóbulos laterales del pronoto, hasta
las meso y metapleuras. Antenas con los dos primeros artejos ver-
DE HISTORIA NATURAL
161
dosos, ennegrecidas después hasta el ápice. Ojos castaños-pardus-
cos. Frente en el medio, epístoma, labro y base de las mandíbulas
manchados de amarillo. Palpos amarillos. Élitros de coloración ge-
neral castaño-obscura, sobre la que destaca fuertemente la colo-
ración amarilla de las ner-
viaciones. Alas ahumadas
de modo uniforme, algo más
obscuras en la parte exte-
rior; venulación pardo ne-
gruzca. Tubérculo proster-
na! pálido. Esternón de la
coloración verdosa unifor-
me. Patas anteriores e in-
termedias uniformemente
verdes, las caderas de las
anteriores con una pequeña
mancha amarilla. Fémures
posteriores pardo -rojizos,
más obscuros y castaños
en las rodillas; con un anillo
pregenicular amarillo. Ti-
bias posteriores verdosas,
con el cóndilo y la parte
apical rojiza; ennegrecidas
hacia el ápice, sobre todo
interiormente; espinas ne-
gras. Tarsos posteriores
verdosos, superiormente
negruzcos.
Abdomen oliváceo páli-
do, con los terguitos 8.°
y 9." achocolatados y manchados lateralmente de amarillo. Piezas
anales de color achocolatado. Lámina supranal con una gran man-
cha amarilla. Cercos negruzcos.
9. Long. cuerpo, 32; pron., 5,3; élitr., 17,5; alas, 16,2; anch.
máx. alas, 10,5; long. fém. post., 15; tib. post., 11,2; tars.
post., 7,5 mm.
Borneo: Pontianak, 1 9'
El tipo es el único ejemplar conocido de este insecto.
Fig. l.—Noliba eleganiula C. Bol., ? tipo; X 2.
Tomo xxii.— Marzo, 1922.
162 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Sobre algunos mamíferos de la China oriental
por
Ángel Cabrera.
Remitida por el P. Buch, de la Misión Católica de Ningpó, se
ha recibido hace poco en el Museo Nacional de Ciencias Natura-
les una colección de mamíferos de la costa oriental de China, que,
aunque no muy numerosa, contiene algunas especies raras y tres
formas nuevas. Creo, pues, que las presentes notas sobre ella pue-
den ser de algún interés, tanto más cuanto que desde los días de
Swinhoe apenas se ha publicado nada de importancia acerca de los
mamíferos de dicha costa, en tanto que sobre los de la China sep-
tentrional, central y occidental tenemos trabajos modernos muy es-
timables, siéndolo muy especialmente los que Oldfield Thoitias pu-
blicó en 1908-1912 acerca de los resultados de la expedición Bed-
ford, y el de Paul Matschie, referente a la expedición Filchner.
La colección recibida por nuestro Museo comprende veintitrés
formas de mamíferos, cuatro solamente de las cuales proceden de
Ningpó, habiendo sido las demás obtenidas en los alrededores de
Fu-Chou, provincia de Fukién. Acerca de algunos mamíferos de
esta provincia, publicó hace ya tiempo Thomas una nota muy inte-
resante (1); pero la localidad a que este trabajo se refería era
Kuatún, en las altas montañas del interior, junto a la frontera de
Kiangsí, y, por tanto, muy lejos de la costa. Sin embargo, como
era de esperar, algunas de las especies allí mencionadas, y aun
otras de regiones más occidentales, están representadas también
entre las recogidas por el P. Buch en el litoral.
1. Pachyura myosura (Pallas).
Sore.r myosurus Pall., Acta Acad. Petrop., X (1785), p. 327,
lám.IV.
Crocidura miirina Auct.
Ningpó.
Empleo el nombre myosura para la especie comúnmente deno-
(1) Proceed. Zool. Soc. of London, 1898, p. 769.
DE HISTORIA NATURAL 165
minada murina, por parecerme que Alien estaba en lo cierto al
opinar que el Sor ex miirinus de Linné es una especie indetermi-
nable (1). En el caso de que se llegase a distinguir razas locales en
esta musaraña, de tan extensa área de dispersión, la forma que
existe en la costa de Fukién debería llamarse P. m. albina (Blyth),
por ser el tipo de Sore.r albinas un ejemplar obtenido en Amoy
por Swinhoe. El único ejemplar enviado por el P. Buch es de un
color paño lavado de bistre, por ofrecer este último matiz la punta
de los pelos; la región abdominal, gris olivácea clara. En el Museo
Nacional hay un ejemplar de las islas Lu-Chu que es casi idéntico
a éste, diferenciándose sólo por tener el matiz bistre más acentua-
do en la cabeza.
2. Crocidura attenuata Milne-Edwards.
Crocidura attenuata M.-Edw., Nouv. Arch. Mus. H. N.,
Bull.,1871,p. 92, nota.
Fu-Chou. Un solo ejemplar.
3. Mogera latouchei Thomas.
Talpa wogura Thos., Proceed. Zool. Soc. London, 1898,,
página 771 (no Temm.)-
Mogera latouchei Thos., Proceed. Zool. Soc. London, 1907,
página 465.
Fu-Chou.
Un solo ejemplar, más bien negro fusco (el fuscous black de
Ridgway) que blackish slaty, pero con todos los demás caracte-
res que asigna Thomas a esta especie. En la ingle derecha presen-
ta una mancha blanca bastante grande.
4. Hipposideros armiger (Hodgson).
Rhinolophus armiger Hodgs., Journ. As. Soc Beng., IV
(1835), p. 699.
Phyllorhina swinhoei Pet., Proceed. Zool. Soc. Lond., 1870,
página 616.
Fu-Chou.
Ocho ejemplares, exactamente iguales a tres de Amoy que
existen en el Museo Nacional, obtenidos por Swinhoe en 1867, y.
que, por tanto, pueden considerarse como adelfotipos de Phyllo-
(1) Alien: Bull. American Museiim of Nat. Hist., 1906, p. 481.
164 boletín de la real sociedad española
rhina swinhoei. Tanto Andersen como Dobson consideran este
nombre sinónimo de armiger.
6. Pipistrellus abramus (Temminck).
Vespertilio abramus Temm., Monogr. Mammal., II, (1841), pá-
gina 232, lám. 58.
Ningpó.
Un cT adulto y tres ejemplares jóvenes (cf y dos ?); estos últi-
mos con un antebrazo de 27 a 30 mm. 37 todavía con algunos dien-
tes de leche, entre ellos los incisivos superiores externos, que son
irífidos, con las puntas laterales algo ganchuchas y más cortas que
la central.
Si se creyera necesario separar el P. abramus de China como
una raza distinta de la forma típica japonesa, aquélla debería lla-
marse pumiloides Tomes. Los ejemplares de Ningpó tienen el
pelaje negro fusco, casi uniforme.
7. Vulpes vulpes lineiventer (Swinhoe).
Vulpes lineivenfer Svíinh., Proceed. Zool. Soc. London, 1870,
página 632.
Fu-Chou.
Este zorro, cuya coloración ha sido descrita con mucha exacti-
tud por Swinhoe, es bastante más pequeño que las razas europeas,
y su cráneo se diferencia bastante bien del de éstas, por lo menos
del de V. V. silaceus, por sus arcos cigomáticos menos ensancha-
dos y su perfil superior más recto, señalándose apenas la depresión
al nivel de la base de las nasales. La dentadura es también más
■débil, especialmente los caninos y el /^
8. Charronia flavigula kuatunensis (Bonhote).
Mustela flavigula kuatunensis Bonh., Ann. and Mag. Nat.
Hist., ser. 7.^, VII (1901), p. 348.
FuChou.
Los caracteres de coloración de los tres ejemplares recibidos
■corresponden exactamente a la descripción original hecha sobre
ejemplares de Kuatún. En los pies anteriores, la palma está des-
.nuda, pero con una mancha velluda en el centro; en los posteriores,
la planta sólo presenta un espacio desnudo en su parte anterior, en
forma de corazón-
DE HISTORIA NATURAL 16S
8. Arctonyx obscurus Milne-Edwards.
Arctonyj: obscurus M.-Edw., Rech. Mamm., 1871, p. 338, lá-
minas LVIII, LXII.
Fu-Chou.
Por indicación de Mr. Thomas, a quien he consultado acerca
de este punto, considero como obscurus un Arctonyj; que tiene
toda la parte anterior del dorso y los hombros casi negros. El pelo
es en todas las partes superiores de un color marfil, casi blanco,
con un anillo subterminal negro; pero mientras en el lomo, los flan-
cos y la parte superior del cuello este anillo es muy estrecho, de
manera que predomina el color blanco-amarillento, en las citadas
partes el negro ocupa una gran extensión, llegando en muchos pe-
los hasta la misma punta, y siendo el color que aparece al exterior.
La garganta es de un crema muy intenso, casi amarillo de Ñapóles.
9. Paguma larvata (Temminck).
Guio larvatus Temm.,en Hamilton Smith, Qriff. Anim. Kingd.,
11(1827), p. 281, lám.
Fu-Chou. Un ejemplar.
10. Prionailurus chinensis (Qray).
Felis chinensis Gray, Charlesw. Mag. Nat. Hist., I (1837),
página 577.
FuChou.
Aunque la coloración de este gato no corresponde con toda
precisión a la descripción de chinensis, lo refiero a esta especie
atendiendo a su tamaño, relativamente pequeño. Desde luego, no
puede ser «Felis» ricketti ni dominicanorum, las dos especies que
se han descrito de la provincia de Fukién, pues además de ser más
pequeño que cualquiera de ellas, se distingue por su pelaje de color
ante con manchas bastante numerosas, negras en medio del dorso,
y en los flancos canela, orilladas de negro. En ricketti, las manchas
son, por el contrario, rojizas, con un centro negro, sobre fondo
gris, y dominicanorum es un gato de pelaje obscuro, sin manchas.
11. Tamiops maritimus maritimus (Bonhote).
Sciurus macclellandi maritimus Bonh., Ann. and Mag. Nat.
Hist., ser. 7.^V (1900), p. 51.
Fu-Chou. Cinco ejemplares.
166 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
12. Dremomys pernyi calídior Thomas.
Dremomys pernyi calidior T\\os., Ann. and Mag. Nat. Hist.,
ser. 8.% XVII (1916), p. 394.
Fu-Chou. Cuatro ejemplares.
13. Sciurus styani Thomas.
Sciurus styani Thos., Ann. and Mag. Nat. Hist., ser. 6.^, XIII
(1894), p. 365.
Fu-Chou.
Sólo se ha recibido un ejemplar, cuyos caracteres correspon-
den perfectamente a la descripción original de la especie. La su-
perficie ventral ofrece exactamente el matiz llamado por Ridgway
ante rosado {pinkish buff), y no e! rojizo anaranjado de 5. cas-
taneoventris. Resulta, pues, que 5". styani se extiende bastante
más al S. de la bahía de Hang-Chou, donde se creía que sólo se
encontraba esta última especie. Tal vez las dos vivan en las mis-
mas regiones, pero una en las llanuras y en los valles, y la otra
en las montañas.
14. Typhlomys cinereus Milne-Edwards.
Typhlomys cinereus M.-Edw., Bull. Soc. Philom., XI (1877),
página 9.
Fu-Chou. Diez ejemplares.
15. Apodemus speciosus draco (Barrett-Hamilton).
Mus sylvaticus draco B.-Ham., Proceed. Zool. Soc. Lond.,
1900, p. 418.
Fu-Chou. Un ejemplar.
16. Mus musculus sinicus subsp. n.
Ningpó. Tipo: cf adulto, núm. 22-II-18-4 del Museo Nacional
de Ciencias Naturales.
No encontrando ningún nombre empleado para designar la for-
ma de M. musculus de la costa oriental de China, he creído con-
veniente considerarla como una subespecíe inédita, pues no es po-
sible tenerla por idéntica a la forma típica del centro de Europa,
de la cual se distingue perfectamente por su tamaño mucho más
reducido, como en M. m. urbanus de la India, combinado con un
pelaje mucho más obscuro que el de este último.
Los ejemplares que yo he visto son por encima de un color par-
do momia, que va pasando a pardo madera en los flancos, y en el
vientre llega a ser avellanado. Los pies y la cola, pardo pelo; la
DE HISTORIA NATURAL 167
Última mucho más obscura por encima que por debajo. La base de
los pelos del cuerpo es de color pizarra obscuro.
Dimensiones del tipo: cabeza y cuerpo. 72 mm.; cola, 79; ore-
ja, 10; pie posterior, 17. Cráneo: longitud cóndiloincisiva, 19; ancho
cigomático, 11,5; ancho de la caja cerebral, 10; serie molar supe-
rior, 5,2.
17. Rattus edwardsi (Thomas).
Mus edwardsi Thos., Proceed. Zool. Soc. Lond., 1882, p. 587,
lám. XLIV.
Fu-Chou. Dos ejemplares.
18. Rattus confucianus littoreus subsp. n.
Fu-Chou. Tipo: :^ adulto, núm. 20-XI-5-4 del Museo Nacional
de Ciencias Naturales.
Tiene esta raza local las partes superiores de color de arcilla,
obscurecido en el centro del dorso por largos pelos negros, algu-
nos de ellos ligeramente espinosos, aunque, en general, no puede
calificarse el pelaje de híspido. Partes inferiores blancas, ligera-
mente lavadas de amarillo de azufre. Metapodianos obscuros, de
un sepia bien marcado. La cola, poco velluda, obscura por encima
3? blanca por debajo; de tres ejemplares vistos, sólo en el tipo es
también blanca por encima en su segunda mitad.
Dimensiones del tipo: cabeza y cuerpo, 140 mm.; cola, 145;
oreja, 20; pie posterior, 27. Cráneo: longitud total, 35; longitud
cóndiloincisiva, 51,5; ancho cigomático, 15,5; longitud palatilar, 14;
agujeros palatinos, 6; serie molar superior, 5,5.
El representante de A*, confucianus en la costa de Fukién per-
tenece al grupo de pelaje arcilloso formado por las razas sacer,
luticolor y canorus, y por el matiz del pelaje y el tamaño se ase-
meja a este último, pero se distingue por tener los metapodianos
obscuros y por su cola relativamente corta, carácter este último
que le acerca a la forma chihliensis de Pekín, perteneciente al
grupo de pelaje pardo-gris. De su vecino geográfico R. c. sacer
difiere, desde luego, en el tamaño y en los metacarpos y metatar-
sos obscuros.
19. Rattus huang (Bonhote).
Mus huang Bonh., Abstr. Proc. Zool. Soc. Lond., núm. 25,
1905, p. 19,
Fu-Chou, Tres ejemplares.
168
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
20. Rattus latouchei (Thomas).
Mus latouchei Thos., Ann. and Mag. Nat. Hist., ser. 6.
(1897), p. 113.
Fu-Chou. Un ejemplar.
XX
21. Microtus (Eothenomys) bonzo sp. n.
Fu-Chou. Tipo: núm. 20-XI-5-21 del Museo Nacional de Cien-
cias Naturales; sexo indeterminable.
Un pequeño Eothenomys de pelaje obscuro, con tres trián-
gulos cerrados en el m^.
Pelaje pardo momia, algo lavado de rojizo sobre la cabeza;
debajo y en los pies, gris ratón obscuro.
Cráneo muy liso por encima. Incisivos con un ligero surco en
su cara anterior. M^ con un ángulo suplementario póstero-interno
muy desarrollado, de modo que, como en M. melanogaster, hay
tres ángulos salientes externos y cuatro internos; pero existen tres
triángulos perfectamente cerrados. Los demás molares los tienen
todos abiertos. En /w^ él lóbulo poste-
rior presenta una profunda escotadura
en su lado externo, de donde resulta
que los ángulos entrantes del diente, en
vez de ser dos a cada lado, son dos
internos y tres externos. Los molares
inferiores se asemejan mucho a los de
M. (Anteliomys) chinensis, tales como
están figurados por Miller en su revi-
sión de los géneros y subgéneros de
Microtince.
Dimensiones del tipo: cabeza y cuer-
po, 81 mm.; cola, 30; pie posterior, 15,5.
Cráneo (incompleto en la región occi-
pital): ancho cigomático, 13; ancho de
la caja cerebral, 11,8; estrechamiento
Interorbitario, 5; diastema, 6; agujeros
palatinos, 4,3; altura desde el alvéolo del /7^^ 7; serie molar su-
perior, 5,3; serie molar inferior, 5,4.
Por su pequeño tamaño, esta especie se aproxima a olitor, del
Yunnán; pero en olitor, el m^ no tiene ángulo suplementario pós-
tero-interno, y el /72^ posee cuatro ángulos salientes, dos a cada
lado. Las demás formas del subgénero tienen todas mayores dimen-
Fig. 1.— Molares superiores (A)
e inferiores (B) de Microtus
(Eothenomys) bonzo (X 10).
DE HISTORIA NATURAL
169
siones, y el m^ sin triángulos cerrados, mientras el m^ sólo tiene
en mclanogaster tres ángulos salientes a cada lado, y en miletus
y eleusis, cuatro internos y tres externos, es decir, precisamente
lo contrario que en bonzo.
22. Rhízomys sinensis Qray.
Rhizomys sinensis Gray, Proceed. Zool. Soc. Lond., 1831,
página 95.
Fu-Chou.
Figuran en la colección dos ejemplares, uno adulto y otro joven,
de esta rara especie, de la que ha dicho Thomas, tan recientemen-
te como en 1915: «which has not been rediscovered since its cap-
ture near Cantón by Reeves nearly ninety years ago». Sus carac-
teres corresponden en absoluto a las descripciones de sinensis, no
a la de la especie pannosiis, descrita de Kuangtung por Thomas.
23. Manis pentadactyla Linné.
Manis pentadactyla L., Syst. Nat., 10.^ edic, 1758, p. 36.
Manis aurita Hodgs., Journ. As. Soc, V (1836), p. 234.
^^^%»
Fig. 2. — Manis pentadactyla. A, cabeza. B, oreja. C, hocico visto de frente.
Manis dalmanni Sundev., Kgl. Ventens. Akad. Handl., 1842,
p. 256. lám. IV, f. 10.
Ningpó.
Como quiera que el pangolín de China se considera idéntico al
de Formosa, que, según ha demostrado Thomas, es el verdadero
M. pentadactyla, éste es el nombre que debe llevar el animal ge-
neralmente conocido como M. aurita, en tanto que la especie in-
dia a que dicho nombre ha venido aplicándose deberá denominarse
170 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
M. brachyura Erxl. En el caso de que los pangolines sean distri-
buidos en Varios géneros, como ya algunas veces se ha hecho, y
como parece lógico que se haga, el género en que entre la especie
china será el verdadero Manís.
Habiendo recibido a medio descarnar el ejemplar que figura en
la colección objeto de la presente nota, he creído conveniente dar
dibujos detallados del hocico y de la oreja, por el valor taxonómi-
co que estos detalles pudieran tener, y por no ser frecuentes las
figuras modernas de esta especie.
Especies nuevas de Asida de Marruecos
(Col. Tenebriónidos)
por
Manuel M. de la Escalera.
Machlasida Kraatzi All., var. occídentalis nov.
Long. 15-19 mm.
Loe. Larache (Escalera). Museo de Madrid.
El hallazgo de esta variedad en Larache viene a extender el
área de la especie, confinada hasta ahora en la región de Tetuán y
Anghera y su prolongación de la isla del Perejil.
Se distingue la variedad de la especie en que la puntuación re-
donda del disco protorácico de ésta se hace en la variedad oblon-
ga y confluente, en cuyas márgenes y proximidad de los ángulos
anteriores aparecen granulos fuertes y redondos, como en M. 01-
cesei, teluetí, etc.
También la puntuación del abdomen es más densa que en el
tipo, y la granulosidad del espacio elitral entre la costilla ater-
ciopelada y el margen es más fuerte que en él, donde se destaca
apenas del fondo granujiento; la falta de caracteres más salientes
impide considerarla como especie distinta.
Establecen bien la var. occidentalis mihi por iM. luciisi mihi y
M. acuticosta Frm. el paso a las restantes Machlasida, de las
que aparecía muy distanciada M. Kraatzi típica, por la falta de
granulosidad protorácica y elitral, teniendo de común con M. lucu-
si la forma del protórax, con ángulos posteriores muy agudos y algo
divergentes, y las márgenes anchas, de bordes muy gruesos.
DE HISTORIA NATURAL 171
Por otra parte, M. Kraatzi, morfológica y geográficamente, es
el tipo de Machlasida que más se acerca a las Alphasida espa-
ñolas, y con especialidad A. lucluosa Boisd. de Tarifa, que por
A. argénteo limbata Esc. de Algeciras, se une a las Alphasida
costiformes que pululan en Sierra Nevada y sus aledaños.
Machlasida lucusi sp. n.
Long. 14 17 mm.
Loe. Alcázar (Escalera). Museo de Madrid.
Cuerpo oval alargado, paraleloideo, poco estrechado en la re.
gión humeral y deprimido en el dorso en el cf •
Cabeza con puntuación densa y profunda, más fuerte y conti-
gua en el vértice.
Protórax algo transverso, con el disco algo globoso; márgenes
muy anchas y levantadas, pero más bajas que él; bisinuoso en la
base, con el lóbulo iniciado muy lejos de la canal marginal y poco
saliente, menos que los ángulos posteriores rectos o poco agudos
y divergentes que descansan sobre los húmeros, y aun los sobrepa-
san en anchura cuando son muy divergentes; de márgenes anchas,
considerablemente más delgados sus bordes que en M. Kraatzi,
casi cortantes; profusa y densamente punteada, formando reticu-
laciones alargadas en el disco, en cuyo centro hay un espacio liso
longitudinal estrecho, más o menos seguido, a modo de costilla no
saliente desde el centro del lóbulo hasta la escotadura del borde
anterior; la puntuación reticulada del disco se hace granujienta
sobre las márgenes, con granulos lisos, aislados y redondos, como
en las restantes especies marroquíes, y que en ésta son fuertes y
bastante contiguos, aunque aislados.
Élitros dos veces más largos que anchos conjuntamente, con
una costilla fuerte, entera y lisa, que nace de la misma base hacia
el medio del élitro y corre paralela a la sutura, que está muy levan-
tada, desvaneciéndose hacia los V5 de su longitud en el cf ; en la ?,
con una costilla suplementaria entre esta dorsal y el margen, algo
más irregular que ella, y emitiendo hacia su conclusión nerviaciones
o arruguillas transversales hacia el margen y hacia la dorsal, con
la que se une encorvándose hacia ella en su fin; el espacio com-
prendido entre la costilla dorsal y la sutura, bastante cóncavo y
finamente granujiento, con algunos pocos granulillos redondos y
brillantes aislados, siempre menores que los otros que existen entre
la costilla y el margen en el cT, mientras que en la $ estos granulos,
172 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
mayores en algunos casos, se diferencian poco y son casi tan nume-
rosos como los que existen entre la dorsal y el margen, a ambos
lados de la lateral o suplementaria y sus nerviaciones transversas.
Epipleuras protorácicas lisas y brrillantes, con granulos lisos,
fuertes y brillantes cerca de las coxas; prosternen densamente
punteado, escabroso; parte rebatida del élitro con granullllos nu-
merosos y brillantes, mitad menores que los de las epipleuras pro-
torácicas; anillos abdominales con puntuación redonda bastante
fuerte y contigua, pero en ningún modo confluente.
Especie próxima a M. acuticosta Frm., con la que tiene de co-
mún la pantuación densa y oblonga protorácica, pero inconfundi-
ble por sus ángulos posteriores divergentes, y más que nada, por
la presencia en la ? de la costilla lateral; próxima también a M. tel-
neti'Esc., que tiene también la puntuación discal protorácica oblon-
ga, pero cuyos ángulos posteriores son muy entrantes y la granu-
losidad entre la costilla dorsal y el margen es tres veces mayor,
cuando menos, que el granujiento de la dorsal a la sutura, siendo
especie esta más estrangulada en los húmeros y de menos talla.
Machlasida Antoinei sp. n.
Long. 15-16 mm.
Loe. Oued Nefifis (Antoine). Museo de Madrid.
Convexa, oval alargada, algo estrechada en la región humeral
y deprimida en el dorso en el cT.
Puntuación de la cabeza, grande, aislada y poco impresa, con
una depresión transversa por bajo del vértice y con una elevación
costiforme longitudinal que atraviesa esa depresión en su centro.
Protórax moderadamente convexo, de márgenes anchas, apla-
nadas y apenas levantadas, de bordes gruesos, pero menos que en
M. Kraatzi; disco con la puntuación menuda, redonda y poco im-
presa ni contigua, la que cerca de las márgenes se convierte en
granulosidad menuda, y que sobre ellas se hace mayor y más dis-
persa en granulos fuertes, redondos y brillantes, salpicados clarea-
damente, naciendo de la superficie lisa; lados del protórax muy
curvilíneos y entrantes en la base, con los ángulos posteriores muy
agudos, descansando sobre los húmeros, y aun más salientes que
el lóbulo, que está muy redondeado, arrancando su curva de la
canal marginal.
Élitros con una costilla lisa y brillante, saliente y entera desde
la base hasta los tres cuartos de su longitud, donde se desvanece,
DE HISTORIA NATURAL 173
estando el arranque de esta costilla más cerca de la sutura que
del margen, mientras que en las otras especies próximas el arran-
que de la costilla está en el medio basal del élitro; el espacio
comprendido entre la costilla y la sutura, como de un tercio de la
anchura total del mismo, con chagrinado finísimo mate, con gra-
nulillos muy menudos y aislados apenas diferenciados del fondo,
y la parte del élitro entre las costillas y el margen, con granulos
muy gruesos, aislados y brillantes, doble mayores que los del mar-
gen protorácico en el (^, estando los granulos aislados sustituidos
en la $ por puntos o mejor fositas redondas, aisladas y bien im-
presas, carácter este en el sexo notabilísimo y sin similar en las
otras especies del grupo.
Granulación de las epipleuras protorácicas más menuda y dis-
persa que en M. lucusi Esc; puntuación de los anillos abdomina-
les menuda y muy dispersa.
Del grupo de M. teliieti Esc, que tiene, en cambio, puntua-
ción discal protorácica oblonga y confluente, y la costilla dorsal,
dividiendo el campo del élitro en dos partes propiamente iguales.
Glabrasida mazaganíca Esc var. microgranifera nov.
Long. 16-17 mm.
Loe Casablanca (Escalera, Antoine). Museo de Madrid.
Algo más corta y más ensanchada que el tipo, puntuación pro-
torácica del disco considerablemente más contigua, apareciendo
granulillos muy menudos en el borde delantero de cada punto o fo-
silla, que ciega generalmente, resultando el disco finamente granu-
loso en vez de punteado; cerca de las márgenes, y sobre éstas, los
granulillos mayores y aislados que tiene la especie son en la varie-
dad menores y más contiguos.
Los élitros, con la costilla lateral suplementaria más desvaneci-
da que en la especie, y con las dos dorsales menos salientes y bo-
rradas antes que en ella, con los granulillos brillantes de los valles
más numerosos y más densos también.
Subgén. Pseudoelongasida nov.
Cuerpo largo y paralelo, apenas estrechado en la región hu-
meral, antenas finas y cortas, sin llegar con mucho a la base del
protórax, con sus artejos más largos que anchos, excepto el décimo
transverso y el undécimo globular empotrado en él.
174 BOLRTÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Protórax de márgenes cortantes y levantadas, pero más bajas
que el disco, nada globoso, de ángulos posteriores agudos, pero no
con exceso, y algo más largos que el lóbulo, poco redondeado e
iniciado muy lejos de la canal marginal; disco densamente puntea-
do y confluente, naciendo de la puntuación cerditas muy cortas
doradas y reclinadas hacia atrás, muy caedizas.
Élitros finamente granulosos, largos y aplanados, pero no con
exceso; apenas estrechados en los húmeros, que son rectos y redon-
deados o ligeramente obtusos; lentamente ensanchados de lados
hasta los dos tercios de la base, donde tienen su mayor anchura, y
después lentamente estrechados hasta su conclusión; provistos de
dos costillas dorsales y una lateral finas, cortantes e ininterrumpi-
das todas tres.
Parte rebatida del élitro punteado escabrosa, con algunos gra-
nulos menudos cerca de los ángulos humerales; epipleuras proto-
rácicas punteado-rugulosas en la proximidad de las coxas, y ape-
nas rugulosas cerca de las márgenes; mesonoto con puntuación
redonda y densa; anillos abdominales pimteados más ligeramente.
Patas gráciles y no muy largas, de tibias anteriores, con el bor-
de externo cortante y escabroso, y con un fuerte diente apical.
Es muy notable el hallazgo de este subgénero en la región de
Alcázar, y que viene a representar cerca de las Machlasida lo
que las Elongasida cerca de las Alphasida españolas, y a demos-
trar una vez más el estrecho parentesco de las formas ibéricas y
marroquíes, al tiempo que su diferenciación remota.
En él deberá incluirse A. tenuecostata Frm., única de los ma-
rroquíes que no conozco de vi'su, pero que, por su descripción,
debe colocarse al lado de la que se describe a continuación.
Pseudoelongasida Silvestre! sp, n.
Long. 12-14 mm.
Loe. Alcázar (Escalera). Museo de Madrid.
Cabeza fuerte y contiguamente punteada; último artejo de los
palpos maxilares triangular y moderado; tercer artejo de las ante-
nas más de dos veces más largo que ancho, pero menor que los
dos siguientes reunidos, y toda la antena cubierta de cerdillas rojo-
doradas hirsutas y bastante largas; en la ?, el artejo noveno es
casi transverso.
Protórax en el ^f nada o apenas transverso, con la escotadu-
ra del borde anterior, no muy pronunciada, con los ángulos ante-
DE HISTORIA NATURAL 175'
dores poco agudos, romos y nada declives; ensanchado de lados,
lentamente en curva hasta su mitad, donde tiene su mayor anchura,
y luego casi paralelos hasta los ángulos posteriores, aguzados, pero
no con exceso, cubriendo los húmeros y apenas más salientes que
el lóbulo, nada pronunciado; puntuación del disco muy densa y mar-
cada, redonda y sin vestigios de granulos, ni aun en las márgenes,
donde la puntuación se hace confluente, así como en la base; aquél,,
poco convexo y sin espacios lisos, con una ligera impresión trans-
versa cerca de la base.
Élitros conjuntamente dos veces más largos que anchos, de
costillas lineares salientes y cortantes, lisas y estrechas, ininte-
rrumpidas hasta la unión de las dos dorsales y la prolongación de
éstas ya unidas y la lateral; la primera dorsal nace de la misma
base hacia el medio del élitro, próximamente, y corre paralela a la
sutura, que no es nada levantada; la segunda dorsal nace un poco
por bajo de la base, a la mitad de la distancia que hay del naci-
miento de la primera al húmero; y la lateral o suplementaria, a la
mitad de la distancia del nacimiento de la segunda al margen, y
todas con la misma intensidad, disposición y paralelismo que la
primera; la unión de las dorsales está en los tres cuartos de la
longitud del élitro, y en su prolongación se reúnen con la lateral
cerca del ápice en el cf; en la ?, la segunda dorsal y la lateral lan-
zan nerviaciones transversas desde la segunda mitad del élitro en
número variable; los espacios intercostales en los dos sexos son
finamente y por igual granujientos, y los granulillos, provistos en
su parte posterior de cerditas cortas y doradas, caedizas, como las
del protórax.
Diferente de A. tenuecostata Frm. por la presencia de ner-
viaciones transversas en la ?, de las que nada dice la descripción
en esa especie, que tiene la base del protórax recto, siendo bisi-
nuosa en P. silvestrei, y por la reunión de las tres costillas en
nuestra especie, mientras que en A. tenuecostata, sólo habla la
descripción de la unión de las dos costillas dorsales después del
medio.
476 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Nueva especie del género Narcissüs
por
M. Rivas Mateos.
Narcissüs aiiricolor sp. nov.
Elegans aromata et auricolor.
Nueva especie de la sección Qiieltia, próxima al N. rupicola
Desf., pero bien distinta de ésta por la fragancia de sus flores, por
el color amarillo-áureo, por el menor desarrollo de la espata y por
la forma de la corona.
Bulbo grisáceo; 2-3 hojas, filiformes, débilmente glaucas y poco
más cortas que el escapo. Escapos unifloros, estriados longitudinal-
mente. Flor solitaria de olor muy grato y de color amarilloáureo.
Espata membranosa doble larga que el ovario. Corona estrecha.
El N. rupicola Desf. o carece de olor o lo tiene muy débil; el
color de la flor es amarillo pálido; la espata, tres o cuatro veces
más larga que el ovario; la corona es ancha.
La nueva especie que publicamos ha sido hallada por mí en
plena floración el día 28 de febrero en las grietas de las rocas silú-
ricas del Puerto de Miravete, en la cordillera de las Sierras de
Guadalupe hasta el río Tajo, de la provincia de Cáceres. No debe
ser rara en la región occidental.
Células cianófilas y células cebadas
(PLASMAZELLEN Y MASTZELLEN)
2.^^ Parte (1)
por
F. Jiménez de Asúa.
(Láminas III y IV.)
II. Células cebadas «Mastzellen».
Como en un principio expusimos, Ehrlich (1877-79) separó de
las células plasmáticas de Waldeyer ciertas células granulosas,
tingibles con el violeta de dalia, a las que denominó Mastzellen
(1) Véase la primera parte en el número de febrero de este Bole-
tín, págs. 115 a 141.
DE HISTORIA NATURAL 177
(células cebadas), por suponer serían elementos que por estar ve-
cinos a los vasos se hipernutrirían. Westphal, discípulo de Ehrlich
(1880 y 1891), completó la descripción de los nuevos corpúsculos,
y a estos trabajos siguieron las investigaciones confirmativas y am-
pliatorias de Raudnitz (1883), Nordmann (1885), Rosenheim (1886),
Bergonzini (1891), Ballowitz (1891), Cajal (1896), Calleja (1893),
Jolly (1900), Marchand (1902j, Maximow (1902 a 1907), por no
mencionar sino los principales.
Caracteres de las células cebadas.
Las Mastzellen, según las descripciones de Ehrlich, y especial-
mente de su discípulo Westphal, son corpúsculos grandes de forma
esférica, aplanada, fusiforme o con prolongaciones pseudopódicas,
caracterizados por contener en su protoplasma granulaciones
gruesas, basófilas y metacromáticas. Lavdowsky añade que cuan-
do se tiñen por la tionina, presentan un limbo rosáceo, que Cajal
llamQ atmósfera secretoria, más frecuente alrededor de las formas
esféricas (corpúsculos en reposo) que en las de contorno irregular
(elementos en emigración). Rubens Duval distingue también dos
tipos de Mastzellen en los tejidos, uno formado por células volumi-
nosas, de contprno liso, y otro constituido por corpúsculos de for-
ma variada, con prolongaciones más o menos abundantes. Por lo
que se refiere a las granulaciones, Cajal hace notar que existen
dos clases: células con granos gruesos y abundantes, y elementos
con granulaciones escasas y finas, y Rubens Duval mantiene tam-
bién que las granulaciones varían mucho de volumen y cantidad de
célula a célula, y, sobre todo, son variables de animal a animal,
como señaló Bergonzini y estudió con todo detalle Maximow.
Acerca de la naturaleza de dichas granulaciones, Ehrlich
supuso en un principio que se trataría de grasas, en consonancia
con la función que creía desempeñaban; Raudnitz pretendía que se
trataba de una degeneración mucoide o amiloide, opinión critica-
da por Nordmann. Ballowitz y Cajal las suponen de naturaleza
albuminoidea, y entre sus caracteres químicos, aparte su marcada
basofilia y su tinción con las coloraciones supravitales por rojo
neutro (Arnold, Maximovy), figuran su insolubilidad en alcohol y
solubilidad en agua, más o menos marcada, según los animales
(Maximow).
El núcleo, que con las coloraciones supravitales apenas se tiñe,
Tomo xxu. -Marzo, 1922. 12
178 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
es, en opinión de todos los autores, único, de forma más o menos
redondeada y situación casi siempre central. Usando las coloracio-
nes básicas específicas de las granulaciones, queda pálido, mien-
tras que usando los métodos nucleares, aparece constituido de un
fino retículo de cromatina (Rubens Duval). Maximow señala diver-
sidad de aspectos, según los animales, y Ferrata tan sólo dice que
tienen una estructura cromatínica muy grosera.
En nuestras preparaciones, las células cebadas, que se aprecian
limpiamente, merced a la enérgica diferenciación que permite el
método empleado, preséntanse con las formas variadísimas, esfé-
rica, alargada, pseudopódica, etc., ya descritas por los autores^
pero lo que desde el primer momento llama la atención, es la estruc-
tura del núcleo, generalmente redondo, oval o algo arriñonado, que
posee esférulas de cromatina idénticas en tamaño y disposición
a las que existen en las células cianófilas, y que hasta hoy eran
consideradas como estructura típica de éstas. En ciertos casos,
aunque esto no sea tan común como en las células plasmáticas, el
núcleo es doble y hasta triple (fig. G, lám. III), conservando el
aspecto referido. Debemos decir, sin embargo, que alguna vez,
aunque rara, la tinción del núcleo es más uniforme y las esférulas
cromatínicas más escasas. Por el contrario, especialmente en los
elementos gruesos y de granulaciones bien típicas, las menciona-
das esférulas son más abundantes.
Por lo que se refiere a las granulaciones, hemos observado una
gama tan gradualmente insensible, que se presta mal a clasifica-
ción. Esquemáticamente, podríamos distinguir: a) elementos, ordi-
nariamente pequeños (figs. A, B, C, lám. III, y A, B, C, lám. IV),
con granos finísimos ortocromáticos para la toluidina, apretadí-
simos en la periferia del protoplasma, más escasos a medida que
se aproximan a la región del núcleo (algunas veces excéntrico), que
está rodeado en ciertas ocasiones de una zona completamente des-
provista de ellos; b) corpúsculos con granos más gruesos (figu-
ras D y E, lám. III, y D, E, F, Q, lám. IV), que presentan una ligera
metacromasia y que ganan ya las proximidades nucleares, entre los
cuales todavía se aprecia algunas finas granulaciones del tipo an-
terior; c) en fin, células voluminosas (figs. G, H, I, lám. III, y H, I,
lámina IV), con granos gruesos fuertemente metacromáticos, dis-
tribuidos regularmente por todo el protoplasma, alguna vez mez-
clados con granulaciones del aspecto precedente.
DE HISTORIA NATURAL 179^
La fácil alterabilidad de estas células se manifiesta por la fre-
cuencia con que aparecen formas constituidas por un núcleo picnó-
tico y pequeño, rodeado de granulaciones sueltas, ordinariamente
del tipo grueso, fuertemente metacromático (figs. J, lám. III, y J,
lámina IV).
Por último, no hemos podido nunca observar el limbo teñido o
atmósfera secretoria que en opinión de ciertos autores circunda a
algunas células, quizás debido a la enérgica decoloración efectuada.
Origen de las células cebadas.
Ehrlich suponía que dada su vecindad a los vasos, las Mastzel-
len serían corpúsculos conectivos ordinarios hipernutridos, y pa-
recida opinión sustentaba Rosenheim, mientras que Bergonzini,
Ballowitz, Cajal y Calleja creían que representaban una categoría
especial de células del tejido conectivo, si bien ninguno de ellos
trató de especificar detenidamente cómo se forman y cuál es la
célula de que derivan. Frente a estos autores, Leredde y Gulland
admiten el origen hemático, planteándose el problema de si las
Mastzellen circulantes y las Mastzellen de los tejidos debían o
no considerarse como una sola especie celular. Maximow no cree,
como Gulland, que los granulos de ambos tipos se distingan sólo
por su grosor, y mantiene que hay diferencias más importantes, si
bien en sus funciones quizá pudieran sustituirse, proponiendo los
nombres de Mastleiikocyten y Mastzellen, según se trate de
corpúsculos hem áticos o histioides. La diferencia entre ambos
ha sido admitida por casi todos los autores (Weidenreich, Pappen-
heim, etc.), y en los tiempos recientes puede decirse que sólo
Herzog mantiene la identidad entre las Mastzellen de los tejidos
y las de la sangre.
Quedan, pues, completamente eliminadas todas aquellas teo-
rías que pudieran mantener que las células cebadas son Mast-
leukocyten extravasados, y separados completamente los proble-
mas referentes al origen de las formas histioides y de las formas
hemáticas (1).
(1) Estas esenciales diferencias nos permiten abordar directamente
el origen de las células cebadas, sin detenernos a examinar las diversas
teorías referentes a la génesis de los leucocitos con granos basófilos,
que, considerados por Weidenreich, Proscher y Pappenheim como lin-
focitos en degeneración mucoide, constituyen para Maximow, Downey,
Naegeli, Ferrata, etc., una categoría de leucocitos granulosos.
180 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Asegurado, por tanto, el origen de las células cebadas in si'tu,
queda por examinar la categoría especial de los elementos de que
defivan. Schreiber y Neumann las identificaron con los clasmatoci-
tos descritos por Ranvier, hipótesis rechazada por Maximow, man-
teniendo Jolly que, en los bratacios, los clasmatocitos serían identi-
ficables con las Mastzellen, pero en los mamíferos constituirían
tipos celulares diferentes. Kanthack y Hardy y Jolly describen la
formación de granulos. Este último autor ha visto en la linfa peri-
toneal de la rata todas las formas de paso, desde células que
contienen granulaciones raras y pequeñas hasta células llenas
de gruesas granulaciones. Heller, en un caso de hipotricosis de
la rata, observó la transformación de linfocitos emigrantes en
Mastzellen histioides por la asunción de granulos. Pappenheim y
Maximow han criticado la opinión de Heller, y, además, Maximo-W
añade, que si las observaciones de Kanthack y Hardy y Jolly fue-
sen ciertas, podría pensarse en una formación histiógena de las cé-
lulas cebadas a expensas de los linfocitos o leucocitos mononu-
cleares, por la elaboración de una substancia específica granular.
Sin embargo, Maximo-w, que en el embrión ha visto aparecer algu-
nas granulaciones basófilas en la primitiva célula de Saxer, no ha
logrado encontrar en el tejido conectivo de los animales adultos
formas jóvenes como las señaladas por Jolly en la linfa peritoneal-
El mencionado autor observó en el gato mitosis de \as Mastzellen
que harían pensar en que estos elementos se multiplican por sí
(aunque es extraño que tales figuras no se encuentren en la rata y
ratón, animales en que son muy abundantes las células cebadas), y
Cajal ha visto también núcleos en forma de doble bola, como si se
iniciase en ellos un acto de partición directa.
Sabrazés y Lafon, Greggio, Ciaccio y Ferrata mantienen la
transformación de las células indiíerenciadas del conectivo (cé-
lula emigrante reposada, células lecitínicas, hemohistioblastos) en
Mastzellen por la aparición de los granulos específicos, y Pappen-
heim admite tres tipos de Mastzellen: Mastzellen fijas, grandes
Mastzellen emigrantes y pequeñas Mastzellen emigrantes, que
derivarían, respectivamente, del clasmatocito, de la célula emi-
grante leucocitoide y de la célula emigrante linfocitaria. A estos
tres tipos podría añadirse aun en opinión de Pappenheim, una forma
especial, la Plasmamastzelle de Krompecher, de que ya hemos
hecho mención, llegando DoWney a sostener que las Plasmazellen
son una fase intermedia entre los linfocitos y las Mastzellen.
DE HISTORIA NATURAL 181
Descontado el origen hemático, actualmente desechado por to-
dos los autores, han sido emitidas, en suma, las siguientes hipótesis:
A) Las células cebadas procederían de las células indiferencia-
das del conectivo (clasmatocitos, células adventiciales, hemohis-
tioblastos, etc.), por la aparición de granulos especiales (Sabrazés
y Lafon, Qreggio, Ciaccio, Ferrata; en parte, Pappenheim, etcé-
tera).
BJ Procederían de los linfocitos, por elaboración de la substan-
cia granular (Jolly, Heller; en parte, Pappenheim).
C) Si se exceptúa el período embrionario, no es posible ver
formas jóvenes con granulaciones incipientes, por lo que cabe su-
poner que su multiplicación se hace a expensas de divisiones indi-
rectas de las Mastzcllen mismas (Maximow).
Nuestras observaciones nos permiten afirmar que las células
cebadas proceden de los linfocitos de los tejidos de modo análogo
a como ha sido descrito al ocuparnos de las células cianófilas. El
corpúsculo linfocitario del tejido conectivo, después de sufrir una
modificación nuclear, en virtud de la cual la cromatina se dispone
en bloques regulares periféricos, en todo análoga a la forma en
rueda que se ha considerado como característica de las células
cianófilas, y de adquirir el protoplasma una tinción periférica más
intensa que la del linfocito primitivo, elabora granulaciones finísi-
mas, que pronto se hacen abundantes, y que, comenzando a for-
marse en los bordes de la célula, suelen respetar durante cierto
tiempo la zona que rodea el núcleo, el cual, en esta fase, puede
ser excéntrico. Como ya ha sido dicho anteriormente, estos gra-
nulos finos se tiñen en azul violáceo por el azul de toluidina; es
decir, no son metacromáticos.
Posible es seguir en la misma preparación, y alguna vez en el
mismo campo microscópico, la evolución gradual de esas formas,
generalmente pequeñas, con granos finísimos y ortocromáticos, en
los comunes y bien conocidos corpúsculos cebados adultos ron
granos gruesos y fuertemente metacromáticos (rojo-violáceos por
el azul de toluidina) y abundante masa celular. El núcleo, durante
la evolución, no sufre modificaciones, si bien puede aumentar el
número de esférulas cromatínicas y hacerse su forma algunas veces
más alargada o arriñonada, probablemente en virtud de los movi-
mientos de la célula, o acaso de un comienzo de división directa.
Cajal apreció también la existencia de dos tipos celulares: con
granos pequeños y con granulaciones gruesas; pero, según este
182 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
sabio maestro, se trataría de estados de secreción y de excreción
de la célula.
Modificaciones ulteriores de las células cebadas.— Las cé-
lulas cebadas no son capaces de modificaciones progresivas; por
el contrario, son elementos muy sensibles, que rápidamente dege-
neran en los procesos inflamatorios, siendo devoradas por otras
células (Maximow). QuUand, Cajal, Maximow mantienen que están
dotadas de contractilidad amiboide. En fin, por lo que a su función
se refiere, Ballowitz opone a las ideas de Ehrlich, que las conside-
raba como corpúsculos hipernutridos, el hecho de que en los ani-
males invernantes (murciélago) no desaparecen ni disminuyen du-
rante el sueño invernal, pareciendo, según él, más atendible la hipó-
tesis de que se trata de corpúsculos secretores (Cajal, Maximov^).
Cajal distingue, como en las células glandulares, dos estados: el de
secreción (granos gruesos y abundantes), y el de excreción (gra-
nulos pequeños y escasos), durante el cual se expulsaría el fer-
mento elaborado por paulatina disolución de las granulaciones
(atmósferas secretorias).
Si examinamos conjuntamente cuanto nuestras observaciones
nos permiten afirmar respecto al origen de las células cianófilas y
de las células cebadas, llegamos a algunas conclusiones que no
nos parecen privadas de interés.
De fiarnos exclusivamente de la disposición en rueda de la
cromatina nuclear, que ambos tipos celulares exhiben, podríamos
llegar a la suposición de que las Mastzellen, o algunas de ellas, de-
rivan de las células cianófilas. Esta hipótesis, mantenida por Dow-
ney, no ha sido rechazada por Pappenheim, basándose en las obser-
vaciones de Krompecher, que descubrió un tipo de células plasmá-
ticas, las Plasmamastzellen, que, a juzgar por las figuras de este
autor, corresponde solamente a las formas iniciales por nosotros
vistas, es decir, a aquellas provistas de granulaciones finas. Cree-
mos, sin embargo, poco probable la transformación de las células
plasmáticas completamente maduras en células cebadas, pues
jamás hemos podido encontrar células cianófilas típicas con gra-
nulaciones incipientes, y, además, porque, en nuestro concepto, las
células cianófilas significan una categoría especial, bien diferen-
ciada, con funciones específicas, y resultaría extraordinario que
DE HISTORIA NATURAL 185
en plena madurez asumiesen otra morfología representativa de
otra función.
Sin embargo, no es necesario remontarse al corpúsculo linfoci-
tario del tejido conectivo para encontrar el tronco común de ambos
tipos celulares, pues los primeros grados de diferenciación de tal
corpúsculo son semejantes, tanto por lo que se refiere a las célu-
las cianófilas como por lo que concierne a las células cebadas. Es-
tas primeras diferenciaciones, consistentes en la modificación nu-
clear, que hasta ahora se creía especial y típica de las células
cianófilas, y la ligera basofilia periférica del protoplasma, son alte-
raciones comunes que el corpúsculo linfocitario experimenta en
su transformación en célula cianófila o cebada, por lo que no cree-
mos desatinado suponer que las supradichas modificaciones prima-
rias son la expresión morfológica de una especie de fase de activi-
dad del corpúsculo linfocitoide en vía de transformación, fase por
la que con toda probabilidad deben pasar también las células eosi-
nófilas formadas en el conectivo a expensas del corpúsculo lin-
focitoide.
No creemos imposible, sin embargo, que algunas células cebadas
puedan originarse directamente de los corpúsculos linfocitarios,
ya que algunas veces el núcleo recuerda más al de éstos que al
típico descrito.
La figura 2 de la lámina III aclarará nuestro concepto acerca
de la diferenciación de ambas categorías de células.
CONCLUSIONES
1.^ Las células cianófilas (Plasmazellen), descubiertas por
Caja!, son componentes normales del tejido conectivo y se presen-
tan con gran abundancia en los procesos inflamatorios crónicos y
en el estroma de muchos tumores.
2.^ Las células cianófilas aparecen con los tipos siguientes,
cuyo carácter común es poseer uno o varios núcleos, generalmente
excéntricos, rodeados de un halo claro más o menos evidente, en
los que la cromatina se dispone en esférulas periféricas regulares
(núcleo en rueda):
A) Células cianófilas típicas de protoplasma casi uniformemen-
te basófilo (pulverulento). Variedad de este grupo son los elemen-
tos gigantes, que sólo se diferencian por su gran tamaño y por ser
constantemente bi o trinucleados.
184 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
B) Células cianófilas de protoplasma grumoso, en las que, como
su nombre indica, existen grumos fuertemente basófilos, que la
célula, al deshacerse por la periferia, va poniendo en libertad. Al-
guna vez, aunque raramente, es posible que estos grumos se trans-
formen en granulos escasos, gruesos, de contorno áspero e irre-
gular, teñidos en negruzco por la plata.
C) Células cianófilas de protoplasma filamentoso, en el que se
dibujan filamentos o láminas superpuestas, que limitan espacios es-
trechos e irregulares. Los bordes de la célula están rotos y se pro-
longan en expansiones más q menos deshilachadas o fragmentadas.
D) Células cianófilas- de protoplasma escaso, que sólo forma
un borde mamelonado alrededor del núcleo.
E) Células cianófilas vacuoladas, cuyo protoplasma, sembrado
al principio de pequeñas vacuolas, termina por presentar un aspec-
to espumoso, cuando aquéllas, al aumentar en número y tamaño,
llenan el protoplasma, enmascarando el núcleo, que puede presen-
tarse alterado.
F) Células cianófilas con esferas hialinas (cuerpos de Russel)
que por su enorme crecimiento terminan por romper la célula, de la
que sólo se conservan algunas veces fragmentos nucleares, compri-
midos por las esferas.
3.^ El concepto de células cianófilas no debe extenderse a
todos los elementos de protoplasma fuertemente basófilo, sino
limitarse a aquellos corpúsculos con los caracteres morfológicos y
estructurales descritos, y en todo caso, a algunas otras formas de-
generativas que presenten inequívocas formas de transición con
las primeras, incluyéndose todas las que no reúnan los menciona-
dos requisitos en el grupo heterogéneo de las células pseudocianó-
filas, mientras nuevos estudios, que aclaren todas las particulari-
dades morfológicas y genéticas de éstas, permitan clasificarlas
exactamente.
4.^ Las células cianófilas verdaderas derivan del corpúsculo
linfocitario del tejido conectivo por transformación gradual, cuya
fase intermedia es un elemento con núcleo en rueda y protoplasma
más abundante y algo más basófilo que el del corpúsculo originario.
5.^ Los aspectos protoplasmáticos descritos, a excepción de la
degeneración vacuolar e hialina, principalmente, corresponden,
quizás, a diversas fases de la actividad normal de las células cianó-
filas, ya que éstas deben ser consideradas, con toda verosimilitud,
como corpúsculos secretores.
DE HISTORIA NATURAL 185
6.^ Las células cebadas, que en la mayor parte de los casos ex-
hiben un núcleo central de estructura cromatínica idéntica a la de
las células cianófilas (núcleo en rueda), presentan, con respecto a
las granulaciones, todas las fases, desde los corpúsculos, con
granos finísimos, basófilo-ortocromáticos, hasta los dotados de
granos gruesos, basófilometacromáticos.
7.^ Las células cebadas origínanse del corpúsculo linfocitario
del tejido conectivo a través de una fase con protoplasma no gra-
nuloso, ligeramente basófilo, y núcleo con esférulas cromatínicas
periféricas (núcleo en rueda), a la que siguen los aspectos granu-
losos antes mencionados.
8.^ Examinados conjuntamente los orígenes de las células cia-
nófilas y de las células cebadas, puede afirmarse que ambos tipos
de elementos derivan del corpúsculo linfocitario del tejido conec-
tivo a través de una fase común (células de protoplasma ligera-
mente basófilo y núcleo en rueda), que representa una especie de
fase de actividad del corpúsculo linfocitario en vía de transfor-
mación.
No queremos terminar este trabajo sin significar nuestra grati-
tud al Dr. Del Río-Hortega, nuestro querido maestro, por su cons-
tante y valioso consejo y dirección.
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Laboratorio de Histología normal y patológica de la Junta para
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Sección bibliográfica.
Fuset Tubiá ij.).— Manual de Zoología. 2 vols. en 8.°, 788 págs., 915
grabados intercalados. Barcelona, 1920 21.
Con este título, nuestro consocio el Prof. Fuset ha publicado un
importante tratado de Zoología, que por lo extenso y documentado, y
por lo copiosamente ilustrado con figuras, bastantes de ellas muy hábil-
mente dibujadas por el autor. Viene a ocupar un lugar muy preferente
en nuestra literatura científica, tan pobre en obras generales.
En un capítulo preliminar establece las relaciones y diferencias en-
tre las dos modalidades de la vida,' estudiando dos formas unicelulares
(Amaeba y Ciimariiim), elegidas como tipos. Este sistema de elegir tipos
morfológicos le sigue adoptando el autor para dar los caracteres de la
mayor parte de las clases o subclases, a base del conocimiento de ellos
en la especie elegida como tipo. Para tal elección ha tenido principal-
mente en cuenta el que se trate de formas conocidas o importantes,
DE HISTORIA NATURAL 191
desde el punto de Vista parasitológico, a fin de dar al libro un mayor
interés para los alumnos de las facultades de Medicina y Farmacia.
Los tipos zoológicos y los capítulos de Zoología general van segui-
dos de sendas listas bibliográficas, no sólo para indicar al lector las
obras más importantes, referentes a los asuntos o seres comprendidos
en ellos, sino también los trabajos referentes a la fauna española.
El libro termina con un copioso índice alfabético de los nombres
científicos y vulgares y de los neologismos técnicos empleados en la
obra. - C. Arévalo.
Codina {A.).—Clancies per a la Zoogeografía deis Carabas (Col. Ca-
rabinae) de Cotaliinva. Descripció de diigues formes noves. Un
cas teratológic notable. Butll. Inst. Cat. d'Hist. Nat., págs. 134-145,
Barcelona, 1921.
Este artículo constituye un suplemento al trabajo sobre los Cara-
bus catalanes publicado en 1918, de que oportunamente dimos cuenta
en este Boletíx. Cita muchas nuevas localidades, y algunas formas no
señaladas anteriormente, entre las que hay dos nuevas: C violáceas
pseiidomülleri y C catenulatiis secnndariofílicatus.-C Bolívar y
PlELTAlN.
Garanden {].).— La morfología de la Sierra Nevada: Ensayo de su
intepretación tectónica- Rev. de la R. Acad, de Ciencias de Madrid,
t. XIX (julio-septiembre de 1920), págs. 43-76 (con 5 láms. y 7 figs.).
Comprende esta memoria, interesante obra de madurez del autor,
tres capítulos. En el primero— Generalidades— se localiza Sierra Neva-
da y se destacan sus relaciones con los vecinos macizos montañosos. En
el segundo, se estudia el relieve y los efectos que en el mismo ha pro-
ducido la erosión: efecto de los niveles de base distintos para una y
otra vertiente; paisaje característico en cada uno de los tres grupos de
materiales que integran el enhiesto macizo; contraste entre los aspec-
tos de las distintas vertientes; resumen topológico del block-mountain
estudiado El último capítulo - La Tectónica -es en cierto modo la in-
terpretación geológica del anterior y la historia de los estados por que
ha pasado la Sierra Nevada, desde su individualización como anticlinal
herciniano hasta sufrir los empujes del movimiento alpino. Como
apéndice, establece el autor un paralelo morfológico entre nuestra Sie-
rra Nevada y los Cárpatos Transilvanos.
Es muy de alabar la completa documentación bibliográfica y la ilus-
tración, toda ella original y muy dentro de las corrientes de la moderna
Geografía Física. -L. F. Navarro.
Castro Barea {P.). — Presencia de la <í.bismiía» en los minerales bis-
mutiferos de Córdoba. Ingeniería, año XVIII, número 605 (20I-1922.>
La nota de nuestro consocio, publicada en el Boletín de la Real
Sociedad Española de Historia Natural, correspondiente a octu-
192 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
bre de 1921, ha sido reproducida íntegra por la revista Ingeniería. Por
cierto, que, al copiar el trabajo, no se indica la publicación de que está
tomada.— L. F. Navarro,
Fauray Sans ÍM.), con la colaboración de Fallot (P.) y BatalIer(J. R.)- —
Observations aii sujet de ¡a stratigraphie des terrains jurasiques
de la chaine de Cardó (Prov. de Barcelona). Butll. de la Inst. Cat.
d'Hist. Nat., págs. 118-150, 2 figs , láms. VI-VIII (cortes geol.), 1921,
Barcelona.
La presente nota es la continuación de otros trabajos ya publicados
por estos geólogos, acerca del Jurásico de la provincia de Tarragona.
Se hace aquí un estudio de la sierra de Cardó, tectónica y estratigrá-
ficamente, siendo esta última la parte principal; a pesar de ser sus estra-
tos poco fosilíferos, han llegado a reconocer todo el Liásico, el Bajo-
ciense, Batoniense, Calloviense y Oxfordiense, Sequaniense, Kimerid-
giense, Portlandiense y Neocomiense. Ilustran al trabajo varios cortes
geológicos.- Royo Gómez.
EMas i j.).- Apuntes para ¡a Geógenia del Valles. Publicaciones de
la Secc. Exc. del Centro Social, 31 págs., 1920, Tarrasa.
Sumario: Les terres blaves.— Terrenos sarmatienses del centro del
Valles. — Bancos de conglomerado en la Riera del Palau.— El lago pon-
tiense.— Desmonte de Can Guanteras.— La Xuriguera. — Registro me-
teorológico natural. — San Miguel del Fay: Estratigrafía y Tectónica. -
Royo Gómez.
Elias {].).— Documentos para la tectónica del Valles. Publicaciones de
la Secc. Exc. del Centro Social, 36 págs., 1921, Tarrasa.
Como en el anterior, se reúnen aquí también cortas notas sobre
la geología de la cuenca del Valles (Barcelona). Sumario: Trastornos
ocurridos al final de la era primaria. -El Puig Ventos. -Desmonte de
can Guitart.— Un isleo de pizarras en can Cardús. -Hundimiento del
llano de Tarrasa a principios de la época siciliense.— Royo Gómez.
Elias {].).— Canvi de color de les argilcs pontianes. Butll. de la Inst.
cat. d'Hist. Nat. (junio), 2 págs., 1920, Palamós.
Se refiere al cambio del color amarillo en rojo de las arcillas pon-
tienses de la cuenca del Valles, tratando de explicarlo. Señala también
el hallazgo de restos de Hyaeniciis graeca en Viladecaballs (Barcelo-
na). - Royo Gómez.
Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat.
Tomo XXII. -LÁM. III.
.v.>-v.y'.
Diversos tipos de células cebadas.
A, Célula con finas granulaciones marginales. B, C y D, Células con protoplas-
ma difusa y finamente granuloso. E y F, Células con granulaciones de mayor
tamaño. G, H e I, Células con granulaciones voluminosas. Q, elemento multinu-
cleado. H, elemento alargado. J, Célula con granulaciones desparramadas y
núcleo picnótico. (Obsérvese la gradación de tamaño de las granulaciones y el
típico aspecto del núcleo en rueda.)
# # é
■tt^.-fs-i':
Evolución del corpúsculo linfocitoide en célula cianófila y célula cebada.
1 , 2 y 3, fases de evolución nuclear. 4 y 5, evolución basofílica del protoplasma.
6, célula cianófila típica. 4' y 5', diferenciación granular del protoplasma; 6', cé-
lula cebada típica.
Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat.
Tomo XXII.-LÁM. IV.
Evolución cromática de las granulaciones protoplásmicas en la génesis
de las células cebadas.
A, B, C, granulaciones finas basófilo-ortocromáticas. D, G, Granulaciones más
gruesas orto y metacromáticas. H, I, Células cebadas típicas. J, Célula con
granulaciones libres.
Aspecto de conjunto del estromade una neoplasia con células cebadas, cianó-
filas y conectivas fijas. Obsérvese la existencia de transiciones estructurales
y cromáticas entre los corpúsculos linfocitoides y las formas diferenciadas gra-
nular (Maslzelle) y basófila {Plasmazeíle). Véase también que ambos tipos celu-
lares adquieren formas alargadas por la presión de los haces conectivos.
Sesión del 5 de abril de 1922.
PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCÍA MERCET
Asiste Mr. S. S. Crossman, jefe del departamento de parasi-
tología del Qipsy Moth Laboratory de Melrose (Massachusetts,
Estados Unidos.)
El Secretario lee el acta de la sesión anterior, que es apro-
bada.
Admisiones y presentaciones.— Es admitida en el número de
los socios la entidad presentada en la sesión de marzo, y propues-
to como socio numerario, por el Sr. Ceballos (D. G.), D. Ezequiel
González Vázquez, Ingeniero de Montes, de Cuenca.
Asuntos varios.— El Secretario da cuenta de una comunica-
ción de la Junta organizadora del homenaje a Cajal, en la que se
notifica la constitución de una Junta Nacional para adoptar los
acuerdos que a este homenaje se refieran, y se solicita entre a
formar parte de la misma el Presidente de la Real Sociedad Es-
pañola DE Historia Natural, con cuyo concurso se desea con-
tar para la solemnidad que se prepara.
El Presidente manifiesta que, aceptada tan honrosa designa-
ción por la Junta directiva de la Sociedad, ha tenido ocasión de
comenzar a trabajar en unión de dicha Junta Nacional, y da cuenta
de algunos de los acuerdos hasta ahora tomados.
El Sr. Jiménez de Asúa pregunta si la Sociedad piensa con-
tribuir pecuniariamente a los gastos que origine el homenaje al
eminente histólogo, inscribiéndose en la suscripción abierta con
este objeto. El Presidente contesta que, aunque en principio puede
darse una repuesta afirmativa, este punto está todavía pendiente
de acuerdo que ha de tomar la Junta directiva.
Comunicaciones.— El Sr. González Fragoso presenta una
nota del ilustre botánico Prof. Fr. Bubák, del Instituto superior
técnico de Praga, en la que se describe el Urocystis Bolívar
Tomo xxii.— Abril, 1922. 13
194 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Bub. et Frag. que parásita el Lolium perenne en los alrededores
de Algodor (Toledo). Presenta también una nota de D. Arturo Ca-
ballero, acerca de una enfermedad que ataca a los Allium en Ba-
ñólas (Cataluña) y que ocasiona perdidas en la cosecha, de cada
año, que no bajan de algunos cientos de miles de pesetas, pues los
cultivos de dichas plantas constituyen una verdadera riqueza en
aquella comarca. El Sr. Caballero atribuye la enfermedad, que an-
teriormente se creía debida a diversos parásitos vegetales y ani-
males, al Sclerotium cepivorum, el cual ha podido comprobar
abundantemente en los bulbos de dichas plantas enfermas. El se-
ñor González Fragoso cree, que en efecto, pudiera ésa ser la
causa de las pérdidas que lamentan los horticultores de Bañólas,
con tanta más razón cuanto que este Sclerotium, como otros
hongos estériles, cuando se desarrolla abundantemente, produce
una verdadera estrangulación de los puntos atacados, y dificulta la
nutrición de la planta enferma, debilitándola, y siendo entonces
fácil presa de otros parásitos criptogámicos, así como de insectos,
lo que explica la diversidad de parásitos encontrados por los obser-
vadores en los Allium de Bañólas.
El Sr. González Fragoso dice también que en un envío que le
ha sido hecho por el Dr. Font Quer, del Museo de Barcelona, y que
comprende una cincuentena de hongos interesantes, de los que se
ocupará en un trabajo especial, ha encontrado dos especies que no
quiere dejar de mencionar. Una es el Sorosporium icosiense
Maire en flores de Andropogon distachyum, procedente de San
Miguel de Fai (Barcelona), especie que hasta ahora sólo era cono-
cida de Argelia. Otra es el Uromyces Coluteae Arthiir, descrito
por este botánico en América, pero que indudablemente fué des-
cubierto por Von Thümen, quien lo describió como Uredo Cara-
ganae del Jardín botánico de Coimbra, creyendo que la planta
parasitada era la Caragana arborescens, cuando en realidad se
trataba de la Colutea del mismo nombre. Los ejemplares que le ha
remitido el infatigable botánico Dr. Font Quer no le dejan la me-
nor duda de que, como era de suponer, se trata del Uromyces Co-
luteae Arthur, y que éste debe considerarse como existente en
nuestra Península..
Trabajos presentados. — El Presidente presenta una nota
sobre el género Azotus Howard, y el Sr. Martínez de la Escalera
(D. M.) otra sobre carábidos nuevos de Marruecos. El Sr. Pérez
DE HISTORIA NATURAL 195
de Pedro remite un trabajo titulado Formas de erosión en el
mioceno de La Vid (Burgos); el Sr. Elias, uno sobre la edad de los
terrenos del centro del Valles (Barcelona); el Sr. Gómez y Rodrí-
guez, una nota sobre variedades larvarias de la Deilephila eu-
phorbiae L.; el Sr. Sánchez y Sánchez (D. M.), una acerca déla
nutrición de los óvulos de Cerianthus membranáceas; el señor
Ferrando, un trabajo titulado Método de Cesaro para medir
retardos en láminas cristalinas; el Sr. San Miguel de la Cámara,
una Nota petrográfica sobre las aplitas, pegmatitas v micacitas
de la montaña de San Pedro Mártir (Barcelona), y el Sr. Castro
Barea, otra nota sobre Baritocelestina y Apatelita españolas.
Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 50 de marzo en
el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del Dr. Mo-
róte.
El Sr. Presidente mostró a los reunidos el tomo VIII de los
Anales del Instituto general y técnico, que inserta trabajos de los
Sres. Gandolfi, Hustache, Moroder y Pardo sobre Zoología.
El Sr. Boscá (D. E.) continúa presentando materiales histórico-
naturales de la región; exhibiendo diversos Foraminíferos, varios
vivientes procedentes de las playas de Gandía (Valencia) y nume-
rosos ejemplares fósiles (Nummulites) de diversas localidades,
algunos formando conglomerados, mármol pulimentado nummulí-
tico y representantes de las especies Orbitoides fortivi, Opercu-
lina granulosa y Nummulites striata, recogidos en Orcheta
(Alicante). Con este motivo, se pasó revista a los terrenos numu-
líticos de la región, tomando parte en la conversación los señores
Moróte, Alcantarilla, Aguilar y Hyeso.
El Sr. Roselló presentó dos gasterópodos terrestres proceden-
tes de Tetuán, recolectados por nuestro consocio Sr. Pau en su
reciente visita a aquella zona africana; resultan ser la Tachea
(Helix) hortensis y la Xerophila {Helix) variabilis, ofreciendo
ésta alguna variedad al ser comparada con la forma típica; pero
como disponía únicamente de un ejemplar, se abstiene de des-
cribirla.
El Sr. Pardo muestra un bello ejemplar de Harelda glacialis
Sthep. cazado en la Albufera.
196 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Trabajos presentados.
El género Azotas Howard
(HiM. Calcídidos)
por
Ricardo García Mercet.
En alguna de mis publicaciones (1) he indicado que debía con-
siderarse este género como sinónimo de Ablerus, del mismo autor,
pero creado con mucha anterioridad. Descrito Ablerus sobre hem-
bras solamente y Azotas sobre individuos machos, uno y otro pre-
sentaban diferencias, antenales sobre todo, que eran de extraordi-
nario valor; pero desde el momento en que se descubrieron las
hembras de este último, pudo advertirse que coincidían con las de
aquél en los caracteres morfológicos de mayor importancia taxonó-
mica, y surgió la duda de si Azotas y Ablerus debían seguir figu-
rando en la sistemática como géneros independientes o era nece-
sario proceder a su refundición.
Aunque yo me incline a esto último, no poseo, en la actualidad,
elementos de juicio suficientes para pronunciarme en definitiva por
una u otra solución, pues si bien reconozco las estrechas analogías
que existen entre la especie típica del género Ableras y las que
he examinado del género Azotas^ también advierto entre aquélla y
éstas algunas diferencias, a las que tal vez pudiéramos atribuir
significación taxonómica de carácter genérico. En este caso. Azo-
tas debería mantenerse en la forma propuesta por su autor.
Las diferencias que encuentro entre Ableras y Azotas se refie-
ren a la forma y longitud del nervio estigmático, al manchado de las
alas y a la configuración general del cuerpo del insecto. Los Able-
ras, según el genotipo, A. clisiocampae, son insectos de cuerpo re"
choncho, que presentan el nervio estigmático alargado, muy estre-
cho, apenas engrosado hacia el ápice. Los Azotas son más esbeltos
y ofrecen el nervio estigmático corto o sentado, terminando en for-
ma de cabeza de pájaro. En los Ableras, las pestañas discales de
las alas anteriores son uniformes, mientras que en los Azotas hay
grupos de pestañas discales más gruesas y largas que las restantes.
(1) Los Afelininos. Trab. Mus. Cieno. Nat. Madrid, núm. 10 (1912).
DE HISTORIA NATURAL 197
Pero si es posible, en la actualidad, mantener separados AblC'
rus y Azotus, no lo es considerar como independiente de este últi -
mo el género Dimacrocerus, fundado por M. Jean Bréthes sobre
un insecto bonaerense parásito de Aulacaspis pentágona. Poseo
machos de esta forma, obtenidos de material recibido de la Repú-
blica Argentina, y puedo asegurar que se trata de un verdadero
Azotus. La sinonimia de este género debe, por lo tanto, establecer-
se del modo siguiente:
Género Azotus Howard.
Azotus Howard, Proc. Ent. Soc. Wash., vo'l. IV, pág. 138(1898).
Dimacrocerus Bréthes, Nunquam otiosus, pág. 4 (1914).
El género está constituido en la actualidad por bastantes espe-
cies, pero no pueden indicarse todas con exactitud, a causa de
haberse descrito muchas con el nombre de Ablerus y no señalarse
en las descripciones la forma del nervio estigmático ni el carácter
de las pestañas discales. Tengo, sin embargo, por verdaderos
Azotus las siguientes:
A. bidentatus (Girault).- Australia.— Parásito de un Aleiródido.
A- capensis Howard.— Cabo de Buena Esperanza, Japón.— Parásito
de un Asterolecanium y de Aulacaspis pentágona.
A. chionaspidis Howard.— Japón. — Parásito de Chionaspis diffici-
lis y Aulacaspis pentágona.
A. elegantissimus (Girault).— Australia.
A. elegantülus SilVestri.—Eritrea.— Parásito de un Chionaspis.
A. hyalinus (Girault).— Australia.— Obtenido de agallas sobre un
Eücaliptus.
A. grotiusi (Girault).— Australia.
A. //zarcea// Howard. — Francia, Australia, Estados Unidos. -Pará-
sito de Diaspis ostreaeformis, Aspidiotus heder ae y Aspidiotus uvae.
A. pan (Girault) —Australia.
A /7//7¿/b//í7e Mercet.— España. - Parásito de Leucaspis candida.
^. /7/a/e/z5/5 (Bréthes).— República Argentina. -Parásito de Aula-
caspis pentágona.
A. pulchriceps (Zehntner).— Java.— Parásito de Aleyrodes longi-
cornis.
A. semisfuscipennis Girault. —Australia.
A. speciossisimns Girault.— Australia.
A. unnotipennis (Girault).— Australia.
A las anteriores especies hay que añadir la siguiente:
Azotus pulcherrimus nov. sp.
Caracteres. —Hembra: Vértice y frente amarillo blanqueci-
nos; mejillas, borde anterior de las sienes y parte inferior de la
198
BOLETÍN DE LA'REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
cara blancos; occipucio, pardo-negruzco; borde interno de las sie-
nes, borde de las mejillas y de la boca, pardos; ojos de color de
carmín; estemas de color de granate; dorso del tórax azulado-
verdoso; abdomen brillante, azul. Escapo blanco, con una man-
cha negra en el centro; pedicelo blanco en la mitad apical y negro
en la basilar; primero y tercer artejos del funículo negros; segundo
y cuarto amarillos; maza negra. Alas anteriores casi hialinas en
la mitad apical y ligeramente
ahumadas en la basilar, con una
mancha más obscura debajo del
arranque del nervio estigmáti-
co y un espacio transversal,
Fig. 1. -Antena de Azotas pulcherrlmus absolutamente hialino, despuéS
Mercet, hembra (muy aumentada).
del ápice de dicho nervio; alas
posteriores hialinas. Patas obscuras, con el ápice de las tibias y los
tarsos amarillentos.
Vértice y frente finísimamente chagrinados, más anchos que
los ojos; estemas en triángulo obtuso, los posteriores separados de
las órbitas internas por un espacio algo mayor que el diámetro
estemático; ojos grandes, lampiños, bastante convexos; mejillas
largas, convergentes hacia la boca; cara apenas excavada, con
una fila de pestañitas blancas contiguas a las órbitas internas
de los ojos; mandíbu-
las grandes, tridenta-
das, el diente externo
mayory más agudo que
los otros dos. Escapo
ligerísimamente f u s i -
forme, tan largo como
los tres primeros arte-
jos del funículo reuni-
dos; pedicelo tan largo como el cuarto artejo; primer artejo del
funículo más largo que el segundo, tan largo como el tercero y
cuarto reunidos; maza más gruesa que el funículo, mayor que los
dos artejos precedentes reunidos. Dorso del tórax finamente cha-
grinado; escudo del mesonoto y escudete cada uno con cuatro
pestañitas blancas; parápsides y axilas con una pestañita del mis-
mo color. Alas casi tan largas como el cuerpo; nervio submarginal
más largo que el marginal, engrosado y trianguliforme en el ápice;
dorso del nervio marginal con tres pestañas gruesas; nervio estig-
Fig. 2.
Ala anterior de Azotas pulcherrimus Mercet,
hembra (muy aumentada).
DE HISTORIA NATURAL ly»
mático peciolado, ligeramente curvo, terminado en forma de cabeza
de pájaro; pestañas marginalesrelativamentecortas, tan largas como
la quinta parte de la anchura máxima del disco, menores que la ma-
yor de las pestañas del nervio marginal. Alas posteriores largas, es-
trechas, redondeadas en el ápice; mitad basilar del disco bastante
pestañosa; mitad apical con cuatro filas longitudinales de pestañas;
célula costal visible; pestañas marginales casi tan largas como la an-
chura máxima del disco. Es-
polón de las tibias interme- _ ^L ^<:;:r~''cr-;;g--~^-— -^
dias apenas mayor que la ^
mitad del metatarSO; meta- ^'á- 3.-Extrem¡dad de la tibia y tarso
intermedios de Azotas pulcherrimus Mercet,
tarsos intermedios tan lar- hembra (muy aumentados).
gos como los dos artejos
siguientes reunidos; espolón de las tibias posteriores más corto
que el de las intermedias; metatarsos posteriores casi tan largos
como los intermedios.
Abdomen más largo que la cabeza y el tórax reunidos; super-
ficie de los segmentos finísimamente reticulada; espiráculos setí-
feros situados en el ápice del séptimo anillo dorsal; oviscapto tan
largo como el escapo.
Longitud del cuerpo 1 ,040 mm.
del escapo 0,175 —
— del pedicelo 0,053 —
— del funículo 0,245 —
— de la maza 0,120 —
— ' de las alas anteriores 0,800 —
— de las alas posteriores 0,635 —
Anchura máxima de las mismas 0,112 —
Macho: Cabeza amarilla, con una mancha parda entre las an-
tenas y otra curva, del mismo color, que se extiende desde la base
de estos apéndices al borde superior de los ojos; antenas amarillas,
con el escapo, el pedicelo y el tercer artejo del funículo pardo-
obscuros; resto del cuerpo, incluso las alas, teñido o manchado
como en la hembra. Escapo tan grande como el segundo y tercer
artejos del funículo reunidos; pedicelo más largo que ancho; pri-
mero y segundo artejos del funículo casi iguales; tercer artejo
como la mitad del pedicelo; cuarto artejo menor que el segundo;
maza más larga que los dos artejos precedentes reunidos. Pesta-
ñas marginales de las alas anteriores tan largas como la cuarta
parte de la anchura máxima del disco; pestañas marginales de las
200 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
alas metatorácicas más cortas que la anchura del disco. Los demás
caracteres, como en la hembra.
Longitud del cuerpo 0,880 mm .
— del escapo 0,140 —
— del pedicelo 0,050 —
— del funículo 0,300 —
— de la maza 0,145 —
— de las alas anteriores 0,715 —
— de las alas posteriores 0,560 —
Anchura máxima de las mismas 0,112 —
Patria: España: Villanueva de Córdoba.
Biología: Parásito de la puesta de un insecto desconocido so-
bre hojas de Quercus ilex.
Observaciones.— Esta especie se diferencia bien de las con-
géneres por presentar los artejos de los tarsos intermedios y pos-
teriores relativamente largos, y el espolón de las tibias corto,
comparado con la longitud del metatarso. El color amarillento
sucio de los cuatro primeros artejos de los tarsos distingue tam-
bién esta especie de sus afines.
Datos para la flora micológioa de Cataluña
por
Benito Fernández Riofrío.
Desde que el profesor González Fragoso inició hace algunos
años el estudio de la micoflora catalana, ha crecido de tal manera
el número de las especies conocidas de hongos microscópicos de
esta región, merced a las interesantes y frecuentes publicaciones
de aquel sabio maestro y del profesor Caballero, que puede afir-
marse que en la actualidad es Cataluña una de las comarcas espa-
ñolas en que el estudio de los citados vegetales se halla más ade-
lantado.
Con la presente nota me propongo coadyuvar con mi modesto
esfuerzo a la labor de los mencionados autores, añadiendo unas
cuantas especies nuevas para la flora catalana, algunas de las
cuales lo son también para la flora española, y aun para la flora
ibérica. Estos hongos que cito son, en su mayor parte, parási-
DE HISTORIA NATURAL . 201
tos sobre vegetales cultivados, y han sido entresacados del abun-
dante material de estudio acumulado en la Sección de plantas
cultivadas del Laboratorio de Patología vegetal de esta Facultad
de Ciencias, de la cual, por mis aficiones a la Agricultura, estoy
encargado.
Todas las especies han sido revisadas y ratificadas por los se-
ñores Caballero y González Fragoso.
Especies ya indicadas en la flora catalana.
[/romyces appendiculatus (Pers.) Link; Castelldefels, en hojas
de Phaseolus vulgaris. — Uromyces P/5/ (Pers.)De Bary; Empal-
me (Gerona), en hojas de Lathyrus latí folias. —Uromyces siria-
tus Schrot.; Castelldefels, en hojas de Medicago sativa. —Uromy-
ees Terebinfiíi (DC.) Winter; Gualba, en hojas de Pistacia Tere-
binthüs.—Puccinia Allii (DC.) Rudolph; Capellades, S. Julián de
Vilatorta, Villafranca y Empalme, sobre hojas y escapos de Allium
sativa m; Jardín de la Universidad, sobre hojas de Allium Ampelo-
prasum {\).—Puccinia Bupleiiri Rudolph; Castelldefels, en hojas
de Bupleurum fruticescens.—Puccinia corónala Corda; Empal-
me, en hojas de Holcus s\>.—Pucclnia Mayáis Ber.; Prat de Llo-
bregat y Castelldefels, en hojas de Zea mays.—Puccinia Menthae
Pers.; Cornelia, en hojas de Mentlia roiundifolia. ~ Puccinia
Pruni-spinosae Pers.; S.Juan Despí, en hojasde Pérsica vulgaris.
Puccinia Sonchi Rob.; S. Vicente deis Horts, en hojas de Sonchus
tenerrimus.— Puccinia Urospermi Thümen; San Andrés de Pa-
lomar, en hojas de Urospermum Dalechampii. — Riccinia Violae
(Schum.) DC; S. Julián de Vilatorta, en hojas de Viola sp. -Pucci-
nia Xantñii SchvJ.; Cornelia y Barcelona, en hojas de Xanthium
strumarium. — Ustilago Avenae (Pers.) Jensen; Empalme y S. Vi-
cente deis Horts, en espigas de Avena sativa.— Ustilago Tritici
(Pers.) Jensen; Acequia Condal y S. Juan Despí, en espigas de Tri-
ticum vulgare.— Ustilago Cynodontis P. Henn.; S. Juan Despí y
Prat de Llobregat, en espigas de Cynodon Dactylon.—Phyllacti-
nía corylea (Pers.) Karst.; San Juan Despí, en hojas de Corylus
Avellana.— Phyllosticta maculiformis Sacc, Empalme, en hojas
de Castanea vesca.—Septoria Lycopersici Speg.; Prat de Llobre-
(1) Ejemplares de esta especie han sido hallados hace pocas sema-
nas en Cambriis (Tarragona) por el ilustre micólogo italiano Profesor
Trotter, sohre Allium roseum.
^02 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
gat, en hojas de Lycopersicum escülentütn.—RhYtisma aceri-
num (Pers.) Fr.; San Marsal, en hojas de Acer opulifoliiim.—
Polystigmina rubra (Desm.) Sacc; Copóns, en hojas de Prunas
domestica.— Cercospora belicola Sacc; Empalme, en hojas de
Beta vülgaris.— Macrosporium commune Rabenh.; Prat de Llo-
bregat, en hojas de Phaseolus vülgaris.
Especies nuevas para la flora catalana.
Uromyces Hippocrepidis E. Mayor.
En hojas de Hippocrepis ciliata. S. Fehu de Llobregat, 15- V-
921. Matriz nueva para Cataluña.
Uromyces Ciceris-arietinis (Qrogn.) Jaczew.
En hojas de Cicer arietinus. Empalme (Gerona), 26-VI-921,
Leg.: Caballero y Fz. Riofrío.
Uromyces lupinicola Bubák.
En hojas de Lupinus albus. Empalme, 26-VI-921. Leg.: Caba-
llero y Fz. Riofrío.
Uromyces Pisi (Pers.) De Bary.
En hojas áePisum sativum. Copóns, 8-IX-919. Leg.: Vila Coro.
S. Julián de Vilatorta, 19-VI-921.
Aunque, como antes ya indicamos, la especie está citada en
Cataluña, la matriz es nueva.
Puccínia Balsamitae (Strauss) Rabenh.
En hojas de Tanacetum balsamita. S. Andrés, VII-920. Leg.:
Caballero y Fz. Riofrío.
Puccinia Endiviae Pass.
En hojas de Cichorium Endivia. Acequia Condal, 25-IV-920.
Leg.: Caballero y Fz. Riofrío.
Puccinia obscura Schrot.
En hojas de Luzula Forsteri. Las Planas, l-V-921.
Puccinia Polygoni-amphibii Pers.
En hojas de Polygonum convolvulus. S. Celoni, VIlI-917. Leg.:
Caballero.
Peridernium Cornui Rostr. et Kleb.
En el tronco y las ramas de Pinus sylvestris. Coll de Santigo-
sa (Gerona), 29-V-921.
DE HISTORIA NATURAL 203
Ustilago major Schrot.
En la inflorescencia del Silene Otites. Llaborsí (Lérida), 25-
VIII-912. Com. Font Quer.
Es especie nueva para la Península Ibérica.
Ustílago Panici-miliaceí (Pers.) Winter.
En la inflorescencia del Panicum miliaceum. Desembocadura
del Llobregat, 7-XI-917. Leg.: Oros.
También es nueva para la flora española.
Cintractía cariéis (Pers.) Magnus.
En la inflorescencia del Carex nítida. Empalme (Gerona),
26-V-917, Leg. Font Quer.
En la inflorescencia del Carex- depressa. Empalme (Gerona),
17-V-917. Leg. Font Quer.
Aunque esta especie ya estaba citada en Cataluña, lo era sobre
matrices distintas a las dos que se mencionan.
Urocystis anemones (Pers.) Winter.
Sobre hojas de Helleborus viridis. Surroca (Gerona), 27-
V-921.
La matriz es nueva para Cataluña.
Exoascus deformans (Berk.) Fuck.
En hojas de Amygdalus communis. Capellades, 13-VI-920.
Leg.: Caballero y Fz. Riofrío.
Caldas de Montbuy, 17-IV-921.
Aunque es una especie que debe estar muy extendida por toda
España, creemos es la primera vez que se menciona en nuestra
patria.
Sclerotinia fructigena (Pers.) Schrot.
La forma conídica (Monilia fructigena Pers) en fruto de Piras
communis.
S. Julián de Vilatorta, IX-920. Leg.: Bofill y Pichot.
Phyllachora Cyperi Rehm.
En hojas de Cyperus longus. Empalme, 26-V1-921. Leg.: Ca-
ballero y Fz. Riofrío.
Nueva para la flora ibérica.
Antennaria elaeophila Mont.
En hojas y ramas de Olea europea. San Vicente deis Horts,
15-V-921.
204 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Uncinula necator (Schw.) Burr.
En hojas y frutos de Vitis vinifera. Pedralbes, 22- VIII -920.
Leg.: Caballero y Fz. Riofrío.
Esta especie, forma ascosfórica del hongo productor del oidio
de la vid, es la segunda vez que se cita en España, habiéndolo
sido por vez primera, de Sevilla, por el Sr. Gz. Fragoso. Según
muchos autores, es forma poco frecuente en Europa.
Podosphaera tridactyla (Wallr.) De Bary.
En hojas de Prunas armeniaca. Vallvidrera, 8-X-917. Castell-
defells, 8-VIII-920.
No citada anteriormente en España.
Phyllosticta Prunicola (Opiz) Sacc.
En hojas de Prunas domestica, Cardedeu, VIII-920. Leg.: Font-
seré. Matriz nueva para Cataluña.
Septoria Astragali Desm.
En hojas de Astragalus glycyphyllus. Empalme, l-VIII-920.
Leg.: Caballero.
Especie nueva para la micoflora ibérica.
Septoria Lycopersici Speg., var. europaea.
En hojas de Lycopersicum esculentum. S. Julián de Vilatorta,
VIII-920. Leg.: Bofiil y Pichot.
Si bien el tipo se había citado ya de Cataluña, la variedad es
nueva para España.
Septoria Petroselini Desm., var. Apü.
En hojas de Apiam graveolens. Acequia Condal, 25-IV-920.
Capellades, 13-VI-920. Leg.: Caballero y Fz. Riofrío.
Variedad no indicada en la Península Ibérica.
Phleospora castanicola (Desm.) Sacc.
En hojas de Castanea vesca, asociada a la Phyllosticta macu-
liformis Sacc. Empalme, l-VIII-920. Leg.: Caballero.
Fumago vagans Pers.
En hojas de Corylus Avellana. Pedralbes, 3-VII-920.
Oidium erysiphoides Fries.
En hojas de Cucúrbita Melopepo. Castelldefels, 8-VIII-920.
Leg.: Caballero y Fz. Riofrío.
Esta especie y la anterior se hallaban ya citadas de Cataluña,
pero sobre matrices diferentes.
DE HISTORIA NATURAL
205
i
Une nouvelle espéce du genre [/rocystís
par le
Dr. Fran^ois Bubák.
Professeur ordinaire de la haute École polytechnique tchéque á Prague.
M. J. Hernández, collectionneur du Musée National de Sciences
Naturelles á Madrid, avait trouvé, vers la fin mai 1921, prés d'Al-
godor (prov. de Toledo), une
Hémibasidiée sur le Loliiim
perenne L. Mon ami,le Doc-
teur González Fragoso, qui
la considere comme une nou-
velle espéce d'Urocysti's, me
l'a envoyée pour que j'en fas-
se la détermination. L'ayant
comparée avec VUrocystis
oc culta et VUrocystis Agro-
pyri, je me suis assuréqu'elle
en difiere en effet et qu'elle
doit étre considérée comme
une espéce nouvelle. Je l'ap-
pelle, en l'honneur de M. le
Prof . Dr. Ignacio Bolívar, di-
recteur du Jardin Botanique
et du Musée de Madrid, Uro-
cystis Bolivari Bubák et
Fragoso.
Extérieurement, cette
nouvelle espéce ressemble á
Urocystis occulta, car elle 1
attaque, comme celle-ci, ¡es \\
tiges, les gaínes foliaires, les pig. l.- l, épi infecté; 2, feuille infectée
feuilles et les épis, de SOrte (X 1,3); 5, partie de l'épi (X 2,6); 4-6, glo-
mérules (X800). Dessiné par l'assistant
que la plante monte mal en a. Hiiitzer.
épis ou méme n'épie point.
Voici la description de cette Urocystis intéressante:
Soris in ómnibus organis viridibus evolutis, striiformibus,
perlongis, longitudinaliter et transverse confluentibus, epider-
•
"^f^é
206
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
mide argescente tectis, longitudinaliter dehiscentibus,pulve-
rulentis, atris.
Glomerulis subglobosis, ovoideis, rarius oblongis, 16-40 n
longis, 13,5-27 i^ latis, castaneo-brunneis, sports centralibus
13, unistratosis vel plerumque 4-5 et deinde bíStratosis,glo-
bosis vel ovoideis, 916 ^ longis, 9-13,5 ^ latis castaneo-brun-
neis, túnica 1,5-2 {>- eras-
sa, sporis periphericis
creberrimis, glomerulus
undiqíie tegentibus, glo-
bosis vel parum appla-
natis, 6-11 ]>■ in diam., te-
niii tunicatis (1 <^),flavi-
dulis.
Habitat in Hispania
ad Lolium perenne ad
locum dictum Algodor,
prov. Toledo, 26 maio
1921, leg.J. Hernández,
De rUrocystis occul-
ta, qu'elle rappelle en at-
taquant, comme elle, tous
les organes de la plante^
cette nouvelle espéce
d'Urocystis difiere en
nombre de spores centra-
les, qui sont souvent grou-
pées par 4 á 5, tandis que,
chez VUrocystis occulta,
il y en a ordinairement
1-2, rarement 3-4. Les
sporescentralessont, chez
la nouvelle espéce, un peu
plus aplaties et considérablement plus petites.
Chez VUrocystis Bolivari, les cellules périphériques couvrent
ordinairement toute la surface du glomérule; tres rarement, sur les
glomérules plus simples, qui n'ont que 1-2 spores centrales, les cel-
lules périphériques sont couvertes de spores dispersées ou isolées,
tandis que chez VUrocystis occulta, le glomérule n'est pas tout
couvert de cellules périphériques, mais seulement isolément. Les
Fig. 2. — Urocystis Bolivari n. sp. sur Lolium
perenne. (Réduit á Vs de la grandeur natu-
relle.) Phot. le Dr. J. Klika.
DE HISTORIA NATURAL 207
cellules périphériques sont plus petites (6-11 'j-) que celles áHJro-
cystís occulta (7-16 \>)\ leur membrane est minee (1 ^), et le lu-
men, grand, tandis que, chez VUrocystis occulta, comme la mem-
brane de cellules périphériques est plus épaisse (2 ij.), le lumen est
petit.
La nouvelle Urocystis est, par la forme des glomérules, proche
de VUrocystis Agropyri, qui n'attaque que les gaines foliares et
les feuilles, mais jamáis les tiges, l'axe de l'épi et les épis, mais
elle en difiere par les glomérules plus grands, plus composés, tres
souvent á 4-5 cellules, par les spores centrales, plus petites et aus-
si plus foncées, et par les cellules périphériques, qui sont plus peti-
tes et plus aplaties. La masse des spores est aussi plus foncée que
celle de VUrocystis Agropyri de la méme plante nourriciére.
Enfin, les Qraminées infectées par VUrocystis Agropyri ne
produisent jamáis de tiges.
Nota sobre la nutrición de ios óvulos
de Cerianthus membranáceas
por
Manuel Sánchez y Sánchez.
El presente estudio ha sido llevado a cabo utilizando los septos
de una actinia, Cerianthus membranaceus, que se presta muy
bien a esta clase de observaciones, y que anteriormente habíamos
utilizado con ocasión de un trabajo realizado sobre la histología de
tan importantes organismos (1).
Los órganos sexuales femeninos yacen incluidos en el tejido
conjuntivo mesodérmico (en donde se originan), el cual está inte-
grado por multitud de fibrillas que constituyen el aparato de sostén
o armazón de los celentéreos. Entre dichas fibrillas yacen diversos
elementos citológicos sin que exista jamás la substancia particular
amorfa o gelatinosa (que los zoólogos tomaban por base para esta-
blecer la característica de este grupo), según demostramos nos-
(1) Sánchez y Sánchez, M.: «Estudios sobre la histología de las acti-
nias». Trab. Mus. Nao. de Cieno. Nat. Madrid; Serie Zool., número-
32, 1918.
508 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÍÍOLA
«tros utilizando al objeto las diversas variantes introducidas por
Del Río-Hortega, en el método de Achúcarro (1).
Los óvulos de las actinias están constituidos por diversas for-
tnaciones protoplásmicas, el núcleo y el nucléolo, en cuya descrip-
ción no vamos a extendernos, porque por el pronto no ofrecen un in-
terés especial para el tema que nos proponemos desarrollar, insis-
tiendo únicamente en una formación especial del protoplasma lia
mado por HertWig aparato fibrilar, y que nosotros designamos con
el nombre de trompa, porque expresa mucho mejor su destino fisio-
lógico.
Cuando los cortes transversales al septo se conducen a la vez
según el eje longitudinal del huevo, aparece dicha formación pro-
toplásmica como un pseudópodo del óvulo, el cual apéndice llega
hasta el borde mismo del epitelio; dicha formación fué interpre-
tada por Hertwig como una parte especialmente diferenciada del
óvulo, la que suponía constituida por un haz de fibrillas muy apre-
tadas, a través de las cuales pasaban los líquidos nutricios conte-
nidos en la cavidad gastral, interpretación que ha sido aceptada
por todos los zoólogos que posteriormente se han ocupado de las
células sexuales.
Debido a esta singular disposición, resulta que el óvulo, una
vez que en él se ha constituido la trompa, está en las mismas con-
diciones para nutrirse que las células epiteliales del septo. Veamos
ahora cómo puede relacionarse con el exterior, en épocas más tem-
pranas de su desarrollo, antes que se constituya el aparato fibrilar
de Hertwig; la aplicación de método de Achúcarro y Heidenhein a
finos cortes ejecutados según antes mencionamos nos permite re-
solver este asunto, explicándonos, a su vez, el mecanismo fisioló-
gico por el cual dichos óvulos deben asimilar las materias nutritivas
disueltas en la cavidad de la actinia.
En los óvulos jóvenes, se sorprenden pluralidad de cordones de
fibrillas conjuntivas, que insinuándose por las células epiteliales
vecinas, avanzan hasta el borde mismo del septo, lo cual parece in-
dicar de manera indudable que desempeñan una función trófica, al
(1) La mayoría de los detalles revelados con el método de Achú-
carro pueden observarse utilizando una variante del de Heidenhein,
que consiste simplemente en fijar las piezas en formol neutro a 40°
durante veinticuatro horas y someterlas ulteriormente a la acción del
colorante.
DE HISTORIA NATURAL 209
■modo y manera de las trompas a que anteriormente nos hemos re-
ferido.
Esta simbiosis entre el tejido conjuntivo y el óvulo aparece en
las fases más tempranas del desarrollo, según hemos demostrado
recientemente en Cerianthus membranaceus (1), viniendo a ser,
según nuestro modo de ver, algo así como un trofoespongio en todo
comparable al supuesto por Holmgren para explicarse la nutrición
de las células nerviosas, sólo que las células neuróglicas han sido
reemplazadas por fibrillas conjuntivas, y la célula nerviosa, por la
célula sexual.
Resulta, pues, que la célula huevo está fijada permanentemente,
desde un punto de vista fisiológico, en la superficie del epitelio y
que se coloca de este modo ella misma en la fila de las células epi-
teliales, valiéndose de los cordones conjuntivales, en los óvulos jó-
venes primero, y de la trompa después. Por otra parte, el papel
nutricio de las fibrillas conjuntivas ha sido admitido por diversos
investigadores que han estudiado nuestras preparaciones, entre
ellos Hertwig, Grassi, Bataillon, Hérouard, Ch. Pérez, Chatton,
Bouin y Robert.
El óvulo de las actinias se conduce como las glándulas mono-
celulares de los gusanos y podría compararse con los óvulos de las
holoturias y de otros muchos animales, según han demostrado diver-
sos zoólogos en sus investigaciones sobre dichos animales.
El óvulo de las holoturias está implantado con un apéndice espe-
cial en el fondo del epitelio germinativo, representando, de igual
modo que en las actinias, un aparato de nutrición; con su ayuda
chupa las materias del líquido nutritivo que se encuentran en las
cavidades gastrales. La estriación de la trompa es explicada por
Hertwig como «expresión anatómica de fenómenos de corrientes
que, teniendo lugar constantemente en la misma dirección, han ter-
minado por formar finalmente una determinada influencia sobre las
partículas del protoplasma».
Creemos también— como ya sospechó Hertwig— que el epite-
lio que rodea al óvulo desempeña cierto papel en la nutrición del
mismo. Sus células, que son muy alargadas, están cargadas de
granulos albuminoideos y no de grasa, según parece comprobarse
con el ácido ósmico, que no muestra ninguna apetencia por ellas.
(1) Sánchez y Sánchez, M.: «De las relaciones entre el óvulo y el
tejido conjuntivo». Bol. Soc. Esp. de BioL, 1919.
Tomo xxir. -Abril, 1922. 14
5?10 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
He estudiado con mucho cuidado la cuestión de si los óvulos
están rodeados o no por células foliculares, habiéndome conven
cido plenamente de que dichos elementos citológicos faltan en abso-
luto. En ocasiones se ven células fusiformes que limitan con el con-
torno ovular; pero un examen detenido da por resultado que éstas
pertenecen siempre a la categoría de las células conjuntivas meso-
dérmicas, las cuales, por casualidad, se hallan de vez en cuando
limitando con la superficie del óvulo, sin establecer conexión
alguna con él, según puede demostrarse con los métodos selecti-
vos de impregnación a base de plata amoniacal.
El Boixat, o enfermedad de los ajos, en Bañólas
por
A. Caballero.
Hace ya más de veinte años que los agricultores de Bañólas
(Gerona) vienen padeciendo los efectos perniciosos de lo que
llaman ellos el Boixat, plaga que ataca los ajos de sus extensas
plantaciones con tal intensidad, que amenaza con destruir en la
rica comarca tan importante como remunerador cultivo.
El primer trabajo referente a este particular se publica en 1913
por el docto Ingeniero D. Vicente W. Pastor, Jefe del Servicio
Agronómico de la provincia de Gerona, y en él se afirma «que la
Boixadura resultaba ser una enfermedad de carácter Bacilo-in-
fecciosa y contagiosa de bulbo a bulbo», añadiendo que se obser-
van grandes colonias del acaro Rizogliphus equinopus en las par-
tes de bulbo infectadas por las bacterias.
En 1915 publican una segunda memoria, interesantísima, y por
múltiples conceptos digna de loa, los Sres. D. José Alsius y don
Juan Vidal, farmacéutico el primero, y presidente del Sindicato
agrícola de Bañólas el segundo. Estos dos inteligentes investiga-
dores llegan a la conclusión de que no debe ser bacteriana la cau-
sa del Boixat; descubren en los bulbos de la Liliácea, además del
Rizogliphus ya citado, la mosca Anthomia ceparum y el gusano
Tilenchus devastratix, y creen poder afirmar que la causa princi-
pal de la plaga es debida a este último.
Ya en 1916 demostraba mi querido maestro Sr. Gz. Fragoso, en
DE HISTORIA NATURAL 211
unas muestras de ajo que yo le proporcioné de la citada localidad,
la Peronospora Schlcideni\}ng., acompañada de Macrosporium
parasiticum Thüm., y más tarde, en 1920, compruebo yo también
estas dos especies en nuevos ajos, que me comunican de la misma
procedencia el ya citado Sr. Alsius y el Dr. Bofill y Pichot; pero,
además, observo en la cubierta de los bulbos de todos estos ejem-
plares numerosos granitos, algunos hasta de un milímetro de diáme-
tro, globoso-deprimidos, muy duros, de color negro-pardusco, ma-
tes y de superficie rugosita, que me hacen sospechar la existencia
de un tuberculariáceo.
Por un involuntario olvido, que justifica el gran trabajo que por
entonces me entretiene, dejo abandonado este interesante proble-
ma, hasta que a principios del pasado enero, al revisar y ordenar
la colección de criptogamia del Laboratorio de Botánica de esta
Facultad de Ciencias, en presencia de los pliegos respectivos, me
propongo estudiarla especie todavía no determinada, y me encuen-
tro con que a la temible Peronospora Schleideni, denunciada por
el Sr. Gz. Fragoso, debe añadirse un nuevo parásito, más perjudicial
todavía, del ajo de Bañólas, el Sclerotium cepivorum Berk.
Es cierto que Voglino refiere esta forma a su Sphacelia allii
y que Sorauer la relaciona con la Botrytis cana Kz. y Sch.; pero
Delacroix y Maublanc afirman que en todos los cultivos que han
realizado de aquel hongo sólo han logrado obtener una formación
abundante de esclerocios, semejantes a los que se encuentran en
los bulbos, y sin que esto signifique prejuzgar la cuestión por par-
te mía, pero teniendo en cuenta que yo tampoco he encontrado en
los ajos estudiados otra cosa que micelios estériles, he de referir
la forma de Bañólas al Sclerotium cepivorum Berk.
La descripción que los Sres. Alsius y Vidal hacen de la Boixa-
dura coincide bastante bien con la de Voglino, referente a la en-
fermedad producida en los ajos y cebollas por el mencionada pará-
sito micofito, y dado el número exorbitante de esclerocios que yo
he visto en todos los bulbos que he podido examinar procedentes
de Bañólas, considero que tengo motivo más que suficiente para
afirmar que el Boixat es una enfermedad principalmente ocasiona-
da por el Sclerotium cepivorum.
Desde el punto de vista agrícola, es de interés muy secundario
que el Sclerotium sea un micelio estéril, o que, por el contrario,
constituya una fase de cualquier otro hongo conidiano, puesto que
siempre resultará en definitiva un peligroso y dañino enemigo, pero
212 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
que ya conocido podrá ser destruido, o, por lo menos, cabrá inten-
tar la manera de aminorar sus perniciosos efectos. Para ello se
recomienda destruir y quemar las plantas enfermas, suspender el
cultivo del ajo en los sitios más combatidos por la plaga, y sumer-
gir en formol al 1 por 300 los bulbos sospechosos empleados como
simiente.
Para comprender la importancia que este problema tiene para
nuestra agricultura, basta consignar aquí que las pérdidas ocasio-
nadas por el Boixat en Bañólas, según los Sres. Alsius y Vidal,
fueron calculadas en 300. COO pesetas el año 1914, lo que supone un
30 por 100 del valor total de la cosecha.
Observaciones sobre la contractilidad de Vorticella
por
E. Fernández Galiano.
Hasta ahora han sido poco estudiadas las reacciones con que los
infusorios fijos, de los cuales es tipo el género Vorticella, respon-
den a los excitantes externos. Aparte, en efecto, de algunos datos
sueltos que se hallan dispersos en publicaciones relativamente an-
tiguas referentes a protozoos, solamente se hace un análisis un
poco detenido de las reacciones de los infusorios fijos en ciertos
trabajos de Hodge y Aikins (1), de H. S. Jennings (2) y de Roes-
le (5). También encontramos en la literatura una breve nota de
Lapicque y Fauré-Fremiet (4), relativa a la excitabilidad eléctrica
(1) Hodge (C. F.) and Aikins (H. A.): The daily Ufe of a protozoan;
a study incomparative psycho-physiology. (Amer. foiirn. of Psvchol.,
Vol. VI). No me ha sido posible consultar esta publicación; conozco, sin
embargo, su contenido por el ej<tenso resumen que de ella hace Jennings
en su trabajo On íhe behavioiir of fixed infusoria.
(2) Jennings (H. S.): Studies on reactions to stimuli in unicellular
organisms. IX. — On the behaviour of fixed infusoria (Stentor and Vor-
ticella), with special reference to the modifiability of protozoan reac-
tions. (Amer. Joiirn. of Phvsiol., Vol. VIH, 1902.)
(3) Roesle (E.): Die Reaktionen einiger Infusorien auf einzelne In-
duktionsschlaege. (Zeitschr. f. allgem. Ph^siol , Bd. II, 1902)
(4) Lapicque (L.) et Fauré Fremiet: Mesure de l'excitabilité électri-
que de la Vorticelle. (Compt. rend. de la Soc de Biol., t. LXXIV, 1913.)
DE HISTORIA NATURAL 213
de Vorticella. Muy recientemente, en fin, ha publicado Da-
nisch (1) una extensa memoria, en la que hace un estudio sistemá-
tico de las reacciones con las que Vorticella nebulifera responde
a un gran número de excitantes: mecánicos, térmicos, eléctricos,
corrientes de agua, gravedad y fuerza centrífuga.
Nosotros hemos pretendido ampliar los datos referentes a Vor-
ticella expuestos por los mencionados autores, y hemos dedicado
particularmente nuestra atención al estudio de las contracciones
que efectúa el citado infusorio cuando se le somete a las condicio-
nes que luego especificaremos.
Como antecedente previo para investigarlas reacciones provo-
cadas por los excitantes externos, necesitábamos dilucidar la
cuestión de si las contracciones de Vorticella son siempre debidas
a la influencia de los agentes externos (choques, calor, substancias
químicas, etc.), o, por el contrario, pueden ser en algún caso con-
sideradas como espontáneas. Advirtamos, desde luego, que, abun-
dando en el criterio de Verworn (2), no contraponemos en modo
alguno los movimientos espontáneos de la materia viviente a los
provocados por agentes externos; antes al contrario, suponemos a
unos y a otros resultantes del desequilibrio originado en el sistema
vivo por la variación o modificación de uno o de varios factores in-
tegrantes de aquél. Por consiguiente, la diferencia entre las accio-
nes espontáneas y las provocadas consiste, para nosotros, senci-
llamente en que las últimas son originadas por la modificación de
las condiciones externas al sistema vivo, mientras que las primeras
proceden de la modificación de las condiciones internas.
Así, pues, llamaremos espontáneas a las contracciones que
ejecuta un individuo de Vorticella sin que las condiciones exter-
nas (químicas, térmicas, mecánicas, etc.) varíen. Bien se compren-
de la dificultad existente en muchos casos para decidir si una con-
tracción es provocada o espontánea, pues Vorticella, como, en
general, todos los infusorios, es sumamente sensible a las influen-
cias externas, y se corre peligro de diputar por espontánea una
contracción que ha sido provocada por variaciones en los factores
ambientes, tan sutiles, que escapan a nuestros medios ordinarios
(1) Danisch (Félix): Ueber Reizbiologie und Reizempfindlichkeit ven
Vorticella nebulifera. (Zeitschr. f. allgem. PhysíoL, Bd. XIX, 1921.)
(2) Verworn (Max): Allgemeine Plivsiologie. 6 Aufl. Jena, 1915,
pág. 421. Véase también la obra del mismo autor: Erregiing und Laeh-
mung (Jena, 1914), pág. 231.
214 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
de observación. No tiene nada de extraño, por consiguiente, el
heciio de que, mientras algunos observadores admiten la existen-
cia de contracciones espontáneas en el pedúnculo de Vorticella,
otros afirman que el infusorio en cuestión jamás contrae espontá-
neamente su pedúnculo, y que únicamente lo hace impulsado por
la intervención de factores externos, tales como sacudidas, cho-
ques, agentes químicos, etc.
Entre los primeros podemos incluir a Jennings, el cual sostie-
ne (1) que Vorticella se contrae a intervalos regulares, aun cuan-
do no exista la menor indicación de la existencia de un excitante
externo. Asimismo refieren Hodge y Aikins, en su trabajo ante-
riormente mencionado, que observaron un ejemplar de Vorticella
durante veintiuna horas sin interrupción, y pudieron notar que las
contracciones se repetían a cortos intervalos. Contra tales afir-
maciones se alza Danisch, el cual dice (2) que nunca en sus obser-
vaciones sobre Vorticella ha podido sorprender tales contracciones
rítmicas, y añade a continuación (pág. 140): «por el contrario, los
animales prosiguen su movimiento ciliar, a menudo durante minutos
enteros, sin que sobrevenga ningurra contracción» (3).
Examinando el asunto con un poco de atención, echamos de ver
inmediatamente que la cuestión debatida comprendía dos puntos
que convenía dilucidar. En primer lugar, necesitábamos comprobar
por nosotros mismos si, en efecto, tales contracciones rítmicas se
verifican como sostienen Hodge y Aikins y corrobora Jennings, o
si, por el contrario, de acuerdo con la afirmación de Danisch, las
susodichas contracciones rítmicas no existen; en segundo lugar,
supuesta la existencia de las contracciones rítmicas, precisaba re-
solver si su ejecución era debida a la modificación de las condicio-
nes internas (es decir, si las contracciones eran espontáneas) o a
la modificación de las condiciones externas al sistema viviente (o,
lo que es lo mismo, si las contracciones eran provocadas).
A este fin, colocamos entre porta y cubre-objetos, en una gota
de agua, filamentos de algas procedentes de un estanque, a los
cuales estaban adheridos numerosos ejemplares de Vorticella, y
(1) Jennings (H. S): Das Verhalten der niederen Organismen
unter natürlichen iind experimentellen Bedingiingen. (Trad. alem. de
Ernst Mangold). Leipzig y Berlín, 1910, páginas 279 y 447.
(2) Loe. cit.
(3) Die Tiere strudeln im Gegenteil oft minutenlang ruhig fort,
ohnc dass eine Zuckung eintritt.
DE HISTORIA NATURAL 215
observamos la preparación al microscopio. Muy pronto pudimos
convencernos de que muchos individuos, sin dejar de ejecutar sus
habituales movimientos ciliares, permanecían durante minutos en-
teros sin contraer su pedúnculo, a condición, naturalmente, de que
la preparación se mantuviera en reposo y se excluyera cuidadosa-
mente toda intervención de factores externos; los pedúnculos de
los citados infusorios no se contraían, sin embargo, a pesar de
que la preparación se hacía deslizar sobre la platina del microsco-
pio a fin de observarla en toda su extensión, a no ser que involun-
tariamente se 1^ hiciera objeto de un movimiento brusco. Tales
individuos, pues, parecían incapaces de ejecutar ninguna con-
tracción de su pedúnculo sin la provocación de los agentes ex-
ternos.
Pero muchos otros ejemplares, en cambio, sometidos a las
mismas condiciones que los anteriores, puesto que formaban parte
de la misma preparación, contraían su pedúnculo repetidas veces,
con intervalos, de los que después hablaremos. Examinamos en-
tonces estos individuos a gran aumento, para ver si las contraccio-
nes eran debidas al influjo del choque con partículas extrañas,
pues se observa frecuentemente que al extenderse una Vorticella
cuyo pedúnculo se ha contraído, los cilios de su peristoma tropie-
zan con un objeto extraño, y esta acción mecánica provoca una
nueva contracción; si esto se repite varias veces seguidas, el infu-
sorio ejecuta una serie de contracciones rítmicas cuyo origen ex-
terno es indudable.
Pero nada de esto sucedía en nuestro caso: después de cada
contracción se extendía el animal observado sin que su peristoma
chocara con ningún objeto extraño. Es más: según es sabido, cuan-
do el pedúnculo de una Vorticella se contrae, simultáneamente se
contrae también la cabezuela del infusorio, la cual toma una forma
aproximadamente esférica, mientras los cilios de su peristoma que-
dan recogidos y ocultos; pues bien, en el caso que analizamos so-
brevenía en muchas ocasiones cada contracción antes de que la
cabezuela del infusorio, -retraída en la contracción anterior, se hu-
biera extendido, y, por consiguiente, antes de que los cilios del
peristoma emergieran de la masa de aquélla. Aparecía, pues, ex-
cluida toda acción de choque o contacto con el peristoma o con sus
cilios, los cuales constituyen, al decir de Danisch (1), la parte más
(1) Loe. cit., pág. 182.
216 boletín de la real sociedad española
sensible del cuerpo de una Vorticella. No quedaba, por consi-
guiente, más remedio que admitir la espontaneidad de las contrac-
ciones.
Ahora bien, si comenzamos a observar una preparación inme-
diatamente después de haber colocado el agua con los ejemplares
de Vorticella entre porta y cubre objetos y persistimos durante
algún tiempo en el examen de aquélla, nos persuadiremos de que
los movimientos rítmicos no continúan indefinidamente, sino que en
todos los ejemplares, al cabo de un espacio de tiempo variable
entre amplios límites, las contracciones rítmicas cesan por com-
pleto, y en lo sucesivo los infusorios no contraen su pedúnculo sino-
forzados por el influjo de factores físicos o químicos externos.
Esta observación, reiteradamente comprobada, nos ha condu-
cido a la conclusión de que las contracciones rítmicas se inician al
colocar los ejemplares entre porta y cubre-objetos y cesan más
tarde. En efecto, si confeccionamos una preparación y la exami-
namos al cabo de un tiempo relativamente largo, veremos que todos,
los individuos de Vorticella se muestran extendidos y sus pedúncu-
los no se contraen sino en el caso de que aquellos infusorios su-
fran el choque de otros microorganismos, de que movamos brusca-
mente el porta-objetos, etc.; es decir, en el caso de que sobre los
ejemplares actúen determinados factores externos.
Parece lógico pensar, en vista de esto, que las aludidas contrac-
ciones rítmicas no son espontáneas, sino provocadas por las manio-
bras necesarias para confeccionar la preparación (prehensión con
las pinzas de los filamentos de algas que sirven de asiento a los
infusorios y su traslado al porta-objetos, separación de los filamen-
tos entre sí con ayuda de las agujas, adición de algunas gotas de
agua, colocación del cubre sobre el porta-objetos). Y como quiera
que estas manipulaciones no podían ejercer sobre los infusorios
otra acción que la puramente mecánica, era razonable esperar que
otros agentes mecánicos determinaran el mismo resultado. Así, en
efecto, sucede, pues provocando la contracción del pedúnculo de
una Vorticella a favor de numerosos golpes regularmente enér-
gicos dados sobre el porta-objetos, hemos observado en muchos
casos que después de suspendidos los golpes y eliminado, por con-
siguiente, el factor mecánico que provocaba la reacción motriz, el
pedúnculo continuaba, sin embargo, ejecutando contracciones rít-
micas durante algunos minutos.
Otro factor mecánico capaz de iniciar las contracciones rít-
DE HISTORIA NATURAL , 217
micas, cuya influencia hemos apreciado en distintas ocasiones, es
el representado por las corrientes de agua en el seno del líquido
en que los infusorios viven. La observación siguiente, elegida
entre otras análogas, lo demuestra con toda evidencia. Dos indi-
viduos de Vorticella estaban adheridos a un filamento de alga junta
a una gran burbuja de la preparación, moviendo normalmente sus
cilios y sin ejecutar ninguna contracción de su pedúnculo. A fin
de disminuir el tamaño de la enorme burbuja (que era un espacio
aerífero comunicante con el exterior), hicimos entrar agua por capi-
laridad por un lado del cubre-objetos; la conmoción producida por
la entrada del agua hizo contraerse a ambos individuos, los cuales
continuaron después contrayéndose rítmicamente.
Resulta de lo que llevamos dicho, que la primera contracción de
una serie rítmica no es espontánea, sino originada por la interven-
ción de un agente mecánico externo; las siguientes contracciones
de la serie están relacionadas con la primera en la forma que luego
diremos, pero nunca son éstas provocadas inmediatamente por un
factor externo. Si alguna duda cupiera sobre ello, la disiparía la
observación siguiente: algunas veces se contraen rítmicamente dos
ejemplares de Vorticella que están juntos, con sus pedúnculos
casi tocándose, y, sin embargo, las contracciones de ambos no son
simultáneas ni tienen el mismo ritmo; es evidente que si cada con-
tracción fuera provocada por un excitante externo (variaciones de
temperatura, corrientes de agua, etc.), la acción de aquél alcan-
zaría a los dos individuos, puesto que su proximidad mutua es muy
grande, y, en consecuencia, las contracciones de ambos se verifi-
carían simultáneamente.
Vervvorn, en el capítulo de su libro Erregung uncí Laehmungy
dedicado al estudio de los fenómenos vitales que se repiten rít-
micamente, distingue cuidadosamente los fenómenos automáticos o
espontáneos de los provocados por la influencia de agentes exter>
nos, designando como automáticos (pág. 232) «todos los fenóme-
nos vitales que se realizan sin que en las condiciones vitales ex-
ternas sobrevenga ninguna variación». Algunos de estos fenóme-
nos son de naturaleza rítmica, como, por ejemplo, las contraccio-
nes de las vacuolas pulsátiles de los protozoos, la vibración de los
cilios de los infusorios, etc.
En cuanto a los fenómenos rítmicos derivados de la acción de
•218 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
factores externos, cabe, según el citado sabio, distinguir tres casos.
Es el primero el de que el excitante obre rítmicamente y la reac-
ción (fenómeno vital) se desarrolle con arreglo al mismo ritmo que
el del excitante; tal es el caso de las contracciones rítmicas que se
observa en un músculo cuando es excitado por corrientes eléc-
tricas de inducción el nervio motor correspondiente, en que a cada
choque de inducción corresponde una contracción muscular. En
este caso se ve bien claramente que cada contracción es la conse-
cuencia de la modificación que en las condiciones del sistema vi-
viente ha introducido la intervención de la corriente eléctrica.
El segundo caso está caracterizado por la circunstancia de que
el ritmo del excitante es transformado en otro ritmo por el sistema
viviente, como ejemplo de lo cual se puede citar la clásica expe-
riencia de Broca y Richet (1). Estos investigadores observaron que
excitando rítmicamente la esfera motriz del cerebro del perro por
medio de choques de inducción muy frecuentes, no se observaban
en los músculos correspondientes tantas contracciones como cho-
ques de inducción, sino que aquéllos se contraían solamente a cada
segunda, tercera o cuarta aplicación del excitante y, por consi-
guiente, el ritmo de la contracción resultaba dos, tres o cuatro ve-
ces más lento que el de la excitación. Es forzoso, pues, admitir en
este caso que el ritmo de la contracción depende no solamente del
ritmo de la excitación, sino también de factores internos del sis-
tema viviente.
El tercer caso, en fin, comprende los fenómenos rítmicos pro-
vocados por la influencia de un excitante que no obra rítmicamente,
sino que ejerce su acción continua o momentáneamente sobre el
sistema vivo. Un ejemplo de acción continua del excitante que pro-
voca reacciones rítmicas nos lo proporciona Biedermann (2) con
su observación de las contracciones rítmicas en un músculo de rana
sometido a la influencia continua de soluciones sódicas. Probable-
mente en este mismo orden de fenómenos deben ser incluidas
las contracciones rítmicas del pedúnculo de Vorticella nebalifera
(1) Broca (A.) et Richet (Ch.): Période réfractaire dans les centres
nerveux. (Compt. rend. de l'Acad. des Sciences de París; t. CXXIV,
1897.)
(2) Biedermann (W.): Ueber rhythmische, durch chemische Reizung
bedingte Kontraktionen quergestreifter Muskeln (Sitzungsber. d. k.
Akad. d. Wissensch.; Bd. LXXXII, 1880.)
DE HISTORIA NATURAL 219
que ha observado Danisch (1), sumergiendo aquel protozoo en solu-
ciones de diversas substancias químicas. Asimismo han demos-
trado Baglioni (2), Buchanan (3), Henkel (4) y Vészi (5), que la
médula de la rana responde en condiciones especiales con reaccio-
nes rítmicas a un excitante momentáneo.
Las contracciones rítmicas que nosotros hemos observado en
el pedúnculo de Voriice/la, después de haber excitado al animal
mediante las maniobras mecánicas de su montaje en la prepara-
ción, la acción de una serie de golpes dados sobre el porta-objetos
que lo sustenta o la influencia de una corriente de agua deben ser
incluidas entre los fenómenos rítmicos provocados por un excitante
momentáneo. En rigor, los excitantes que nosotros hemos emplea-
do (salvo, quizá, el de la corriente de agua) no son momentáneos,
pero pueden ser considerados como tales, en atención a que el tiem-
po de su duración es incomparablemente más corto que el de du-
ración de la serie de contracciones rítmicas.
Desde el punto de vista de las contracciones rítmicas difieren
grandemente unos individuos de otros, no solamente los pertene-
cientes a especies diferentes, sino también los de la misma espe-
cie. Así, por ejemplo, entre los numerosos individuos que pueden
hallarse en una preparación (que contiene filamentos de Spirogyra,
Cladophora, etc., en una gota de agua), hay unos que emprenden
la serie de contracciones rítmicas después de haber sufrido nume-
rosas y seguidas excitaciones mecánicas a consecuencia de otros
tantos golpes dados sobre el porta-objetos, mientras que otros se
contraen durante el transcurso de los golpes, se extienden comple-
tamente cuando aquéllos cesan, permaneciendo después extendidos
y con sus cilios en activa vibración durante muchos minutos. En
cambio, inmediatamente después de montada la preparación, y, por
(1) ■ Loe. cit.
(2) Baglioni (S.): Physiologische Differenzierung verschiedener Me-
chanismen des Rückenmarks. (Arch. f. Anat. u. Physiol.; phvsiol. Ab-
teil., Suppl. Band, 1900). — Zur Genese dar reflektorischen Tetani.
{Zeitschr. f. all^em. PhysioL, Bd. II, 1903).
(3) Buchanan (F.): The relation of the electrical to the mechanical
reflex response in the frog. {Quart. fourn. of Phvsiol., vol. V, 1912).
(4) Henkel (H.): Rhythmische Entladungen der Nervenzentra. (Zeit-
schr. f. allgem. Physiol., Bd. XV, 1913 )
(5) Vészi (J.): Untersuchungen über die rhythmisch intermittieren-
den Entladungen des Sttrychninrückenmarks, {Zeitschr. f. allgem.
Physiol., Bd. XV, 1913).
220 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
consiguiente, después de sufrir los ejemplares una excitación me-
cánica persistente durante un tiempo relativamente largo a conse-
cuencia de las maniobras de montaje, todos los individuos de Vor-
ticella se contraen rítmicamente; pero también aquí hay grandes
diferencias entre unos y otros tocante a la duración de la serie de
contracciones y a los intervalos entre las contracciones sucesivas.
Así, pues, el único hecho común a todos los ejemplares de Vor-
ticella es el de que todos ellos son capaces de contraerse rítmica-
mente a raíz de excitaciones mecánicas de intensidad y duracióa
adecuadas.
Vamos a ver ahora cómo se desarrolla una serie de contraccio-
nes rítmicas, para lo cual tomaremos como ejemplo un individuo
de Vorticella entre los muchos en que hemos seguido atentamente
el proceso en cuestión.
Una vez confeccionada la preparación en la forma que anterior-
mente hemos descrito, la colocamos bajo el objetivo del microsco-
pio y elegimos para su observación un ejemplar de los que en este
momento son visibles, cuyo pedúnculo, fijo a un filamento de alga,
acaba de contraerse.
Sabido es que cuando una Vorticella que está extendida, con
todos sus cilios vibrando activamente, se contrae (por una trepida-
ción de la preparación, por el choque contra el animal de un volu-
minoso infusorio, por ejemplo), la contracción del pedúnculo va
acompatiada de una retracción de la cabezuela; es decir, que, al
mismo tiempo que el pedúnculo se contrae y se arrolla sobre sí
mismo en forma de tirabuzón, la cabezuela se retrae de modo que
toma una figura globosa, los bordes del disco peristomal se juntan,
cerrándose casi completamente la circunferencia que forman, y los
cilios de la espiral adoral quedan ocultos debajo del rodete del pe-
ristoma. Bajo este aspecto se nos presenta la cabezuela del ejem-
plar que acaba de contraerse.
A esta contracción sigue inmediatamente la expansión del pe-
dúnculo, el cual comienza a aflojar sus vueltas de espira y a exten-
derse, de suerte que a los pocos segundos ha recobrado su posición
primitiva, quedando de nuevo convertido en un vastago rectilíneo
que en uno de sus extremos soporta la cabezuela.
Después que el pedúnculo se ha extendido completamente, el
animal queda en una quietud absoluta: ni el más leve movimiento
DE HISTORIA NATURAL 221
se nota en él; la cabezuela permanece cerrada, retraída. El único
signo aparente de la vida que en la Vorticella se observa es la
diástole y sístole de la vacuola contráctil, la cual continúa funcio-
nando con su ritmo ordinario. Los cilios ss mantienen en completo
reposo, y ni aun examinando la preparación con fuerte aumento se
advierte en ellos la más ligera vibración.
Al cabo de algunos segundos, y sin que, al parecer, intervenga
ninguna excitación externa, el animal vuelve a contraer su pe-
dúnculo, y las cosas se repiten en la misma forma que la vez ante-
rior; es decir, que el pedúnculo se distiende enteramente y la ca-
bezuela se mantiene cerrada, con los cilios completamente inmó-
viles. El fenómeno se repite en esta forma varias veces, hasta que
llega un momento en que, después de haberse verificado la expan-
sión del pedúnculo, comienzan los cilios faríngeos a agitarse en
una vibración débil y lenta.
En. lo sucesivo, los cilios no quedarán inmóviles, sino que inme-
diatamente después de cada expansión del pedúnculo, subsiguiente
a cada contracción, los cilios faríngeos empiezan a vibrar lenta-
mente, pero sin interrupción. Además, así como durante los prime-
ros minutos de la observación la cabezuela permanece completa-
mente cerrada en tanto el pedúnculo está extendido, a medida que
pasa el tiempo y en sucesivas expansiones aquélla se va abriendo
poco a poco, y, correlativamente, el número de cilios que entran
en vibración es cada vez mayor. (Sin embargo, esta vibración ciliar
es imperfecta, pues los cilios que se mueven son pocos y lo hacen
de una manera intermitente.) Así, pues, abriéndose después de
contracciones sucesivas cada vez más la cabezuela, y siendo cada
vez mayor el número de cilios que entran en vibración, llegará un
momento en que la cabezuela, después de la expansión del pe-
dúnculo subsiguiente a una retracción, se abra completamente y
todos sus cilios entren en vibración; esto es, llegará un momento
en que la Vorticella habrá, por decirlo así, recuperado su activi-
dad normal.
Conviene que fijemos ahora nuestra atención en un hecho inte-
resante. Para explicarlo designaremos con las letras a, b, c, d..., z
los momentos sucesivos de expansión de la cabezuela, y, correla-
tivamente, el número de cilios que vibran en tanto el pedúnculo
está extendido; así, pues, llamaremos a la fase en que la cabezue-
la está completamente cerrada, con todos sus cilios inmóviles, y z,
la fase en que la cabezuela está enteramente expandida, con todos
222
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
SUS cilios en vibración activa, rápida y continua. Entre a y z se
hallan todos los estados intermedios imaginables.
Si observamos ahora lo que sucede cuando una Vorticella se
contrae (bajo la influencia de un golpecito en el porta-objetos, por
ejemplo), veremos que la cabezuela, que al retraerse se ha cerra-
do completamtente, se va abriendo, es decir, el disco peristomal
va quedando al descubierto a medida que sus bordes se retiran
hacia afuera, y, finalmente, la cabezuela queda completamente
abierta, en forma de copa (fig. 1). Entretanto, los cilios, que en.
Fig. 1.— (Esquemática).
Expansión de la cabezuela de Vorticella, retraída por la influencia
de una excitación mecánica.
el momento de la contracción han cesado enteramente en su mo-
vimiento, comienzan a vibrar, siendo los faríngeos los que inician
la vibración y siguiéndolos los demás; una vez que la cabezuela
está completamente abierta, todos los cilios entran en vibración
enérgica y regular. Así, pues, la cabezuela ha recorrido en algunos
segundos todas las fases de la expansión desde a hasta z.
Cuando la contracción de una Vorticella forma parte de la
serie rítmica de que venimos hablando, la expansión de la cabezue-
la se verifica de la misma manera, pero con la diferencia de que
no llega a extenderse por completo; es decir, que antes de llegar
aquélla en su expansión a la fase z, el animal vuelve a contraerse,
y la cabezuela, por tanto, se retrotrae a la fase a. Otra diferencia
está en el tiempo que emplea la cabezuela en extenderse; en efec-
to: mientras que su expansión completa, después de una contrac-
DE HISTORIA NATURAL 225"
ción aislada, sólo exige algunos segundos (doce o catorce, por ejem-
plo), en una contracción perteneciente a una serie rítmica se nece-
sita, en general, mucho más tiempo para alcanzar una fase relati-
vamente avanzada de la expansión.
Cada contracción de la serie rítmica se verifica cuando la ca-
bezuela ha llegado en su expansión a la misma fase o a una fase
más adelantada que la que alcanzó en la expansión subsiguiente a
la precedente contracción; es decir, que si suponemos que una
Vorticella que se ha contraído una vez se contrae todavía rítmi-
camente 24 veces más antes de llegar a extenderse completamen-
te, y, en consecuencia, antes de que los cilios adquieran su vibra-
ción normal, la cabezuela, al contraerse la primera vez, habrá lle-
gado a la fase b de expansión, a la segunda vez habrá llegado a la
fase c; a la tercera, a la fase d, y así sucesivamente hasta la 25.^
extensión, en que la cabezuela habrá alcanzado la fase z. Resulta,
por consiguiente, que la expansión total de la cabezuela se alcanza,
en una serie de contracciones rítmicas, mediante una serie de avan-
ces sucesivos, mientras que la expansión completa subsiguiente a
una contracción aislada se realiza seguidamente y sin interrupción.
A continuación presentamos un ejemplo de una serie de con-
tracciones rítmicas de una Vorticella fija a un filamento de alga
por medio de su pedúnculo. La observación ha comenzado inmedia-
tamente después de confeccionar la preparación en la forma que
queda descrita más arriba. Los números expresan los segundos que
median entre dos contracciones sucesivas.
20-20-22-21-31-23-44-44-46-25-30-33-18-37-34-35-24-24-56-22-52-
20-25-25-25-55-40-28-18-35-57-. . .
Al efectuarse la primera contracción, la cabezuela está casi
completamente cerrada. Desde este instante al de expansión com-
pleta con todos los cilios en vibración, no hay ningún retroceso; es
decir, que en cada expansión subsiguiente a cada contracción la
cabezuela está, en el momento en que vuelve a contraerse, tanto o
más extendida que en el momento de la contracción anterior. He
aquí algunas fases interesantes de la serie:
Entre la primera y la segunda contracción se mueven ligera-
mente los cilios faríngeos; la vibración de estos cilios persiste en
las contracciones siguientes. Después de la octava contracción la
cabezuela se abre un poco más que durante las expansiones ante-
riores. Se acentúa este fenómeno después de la 12.^ contracción.
Durante la expansión subsiguiente a la 14. '^ contracción, empieza
^24 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
la vibración irregular e intermitente de algunos cilios no faríngeos;
esta vibración se acentúa después de la 20.^ contracción. Después
de la 24.^ contracción, la cabezuela se abre casi completamente,
pero vibran muy pocos cilios, que lo hacen irregularmente y con
intermitencias; lo mismo sucede en las expansiones siguientes, in-
cluso la que se efectúa después de la 28.^ contracción. A los
treinta segundos de haberse verificado la 29.^ contracción, la ca-
bezuela se abre completamente, y todos sus cilios comienzan a vi-
brar normalmente; pero un par de segundos más tarde se interrum-
pe la vibración, y el animal vuelve a contraerse; lo mismo ocurre
en la expansión siguiente. Después de la 31.^ contracción, la cabe-
zuela se extiende por completo, y sus cilios entran en vibración
normal a los veinticinco segundos; el animal se contrae doce se-
gundos después de este instante. Se ve, pues, que desde el momen-
to en que se ha comenzado la observación, hasta el en que tiene
efecto la vibración normal de los cilios, y, por consiguiente, la
expansión total de la cabezuela, se han verificado 31 contraccio-
nes y han transcurrido 934 segundos, es decir, que el animal ha
tardado en recobrar la normalidad (1) en su movimiento ciliar más
de quince minutos.
He aquí otra serie de contracciones rítmicas, desarrollada en
la forma que queda descrita en una Vorticella fija, cuya observa-
ción ha comenzado a seguida de colocar entre porta y cubre-obje-
tos el filamento de alga que sirve de sustentáculo al pedúnculo del
infusorio. Los números indican los segundos transcurridos entre
dos contracciones sucesivas.
45-45-22-20- 1 4- 1 65-40-25-35-35-75- 1 00 - 20 - 30-28-20-27-28-25-25
30-40-32-28-25-25-31-39-45-25-30-27-27-26-28-23-36-25-28-50-30-45
54- 1 60-470-685-60-25-645-40-330-322-327-65-260- . . .
Desde el principio de la observación hemos visto el movimiento
ciliar reducido a la vibración de los cilios de la faringe; pero a par-
tir de la 14.^ expansión, comienzan a vibrar los demás, si bien
fragmentariamente, es decir, en grupos aislados y con intermiten-
cias; la cabezuela permanece hasta este momento medio cerrada.
Durante la 37.^ expansión se abre un poco más la cabezuela; en
las expansiones siguientes se abre más o menos, pero ya no vuelve
a contraerse el pedúnculo sin que la cabezuela haya llegado a una
fase de extensión más adelantada que la que había alcanzado hasta
(1) Luego veremos que esta normalidad es relativa.
DE HISTORIA NATURAL 225
este instante. En la 54.^ expansión, la cabezuela llega a abrirse
casi totalmente; el número de cilios que vibran crece constante-
mente. A los ciento veinte segundos de la 55.^ expansión, la cabe-
zuela se abre por completo, y los cilios baten enérgicamente (nor-
malmente) durante ciento cuarenta segundos más.
A veces, el período de expansión es larguísimo, y permite al
animal extender por completo su cabezuela antes de sufrir una
nueva contracción. Así, por ejemplo, hemos observado un indivi-
duo en las condiciones antedichas, que se contrajo cuatro veces
con los intervalos siguientes (en segundos): 10-15-17-31, durante
las cuales expansiones la cabezuela estuvo completamente cerrada
y todos los cilios inmóviles. A partir de la cuarta contracción, el
animal no volvió a contraerse hasta pasados veintiún minutos. Du-
rante el primero de ellos se inició un movimiento intermitente en
los cilios faríngeos, mientras los demás siguieron inmóviles; des-
pués se hizo continuo dicho movimiento, en tanto que la cabezuela
se fué abriendo lentísimamente y sin interrupción, hasta que en el
15.° minuto se abrió totalmente. Durante el 14. '^ minuto comenza-
ron a vibrar algunos cilios extrafaríngeos, y en el 15.° (cuando la
cabezuela se abrió por completo), todos los cilios comenzaron a
batir con energía (normalmente). Así se mantuvo la Vorticella
hasta el 21.° minuto, en que sobrevino una nueva contracción.
Se ve, pues, por estos ejemplos, entresacados de numerosas
observaciones, que lo que en definitiva caracteriza el estado de la
Vorticella que ha sufrido intensa conmoción mecánica, como la
que supone su montaje en la preparación, es la momentánea inca-
pacidad de la cabezuela para extenderse totalmente, y la ejecu-
ción de numerosas contracciones, en las que la expansión de aqué-
lla va, por decirlo así, sucesivamente ganando terreno, hasta alcan-
zar su plenitud, y con ella, la vibración normal de los cilios.
De la circunstancia de que el pedúnculo después de cada con-
tracción no se contrae de nuevo hasta que la cabezuela ha llegado
a un grado de expansión igual o mayor al que alcanzó anteriormen-
te, parece deducirse que las contracciones del pedúnculo están
condicionadas al estado fisiológico de la cabezuela; el pedúnculo,
por consiguiente, se contraería en virtud de impulsos transmitidos
por aquélla.
La dependencia de las contracciones pedunculares del estado
fisiológico de la cabezuela se hace singularmente patente en mu-
chos casos. Tal sucede en la siguiente serie de contracciones que
Tomo xxii.— Abril, 1922. 15
226 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
presentamos como ejemplo, observadas en una Vorticella adherida
a un alga por su pedúnculo, a seguida de confeccionar la prepara-
ción. Los números indican la duración en segundos de cada expan-
sión.
1 0- 1 0-5-8-7-8-8-9- 1 0-8-9-7- 1 0-8-9-9-10-9-9-9-/^ - 10-10 - 12- 15-12
12-10-11-10-10-I1-9-2A (8)-20 (11)-12 (8)-38 (8)-140 (7)-450 (9).
Durante las 20 primeras expansiones de esta serie, la cabezuela
va abriéndose progresivamente, y los cilios intensifican gradual-
mente su vibración. Siguen después 13 expansiones (señaladas
con números en cursiva), al final de cada una de las cuales la ca-
bezuela se abre totalmente, y los cilios comienzan su vibración
normal; pero la vibración normal no continúa, porque en el preciso
instante en que comienza, o a lo sumo un par de segundos más tar-
de, se contrae el pedúnculo. Se ve, pues, que aquí la contracción
del pedúnculo depende del estado de la cabezuela, puesto que
aquél no se contrae hasta el momento preciso en que ésta se abre
por completo. En todas y cada una de las expansiones siguientes,
la cabezuela llega a abrirse por completo, y todos sus cilios per-
manecen vibrando normalmente hasta que sobreviene la nueva con-
tracción; los números entre paréntesis expresan los segundos trans-
curridos desde el momento de una contracción hasta que la cabe-
zuela se abre totalmente y los cilios comienzan su vibración
normal.
Otra prueba en favor de esta dependencia de que hablamos te-
nemos en los hechos siguientes: Sabido es que el pedúnculo de
Vorticella está, en resumen, compuesto de un haz cilindrico de
mionemas, al que Entz (1) ha dado el nombre de espasmonema,
rodeado, según Fauré-Fremiet (2), por una serie espiral de mito-
condrias esféricas, dispuestas al modo de las cuentas de un rosario
(cordón plasmático); envolviendo ambas formaciones se halla una
vaina elástica. Frecuentemente se observan ejemplares de Vorti-
cella en que el espasmonema, y verosímilmente también el cordón
plasmático, aparecen rotos por uno o varios sitios. Pues bien, en
este caso, cuando el animal se contrae, únicamente lo hace la ca-
bezuela y el trozo de espasmonema directamente unido a ella,
(1) Entz (G.): «Die elastischen undcontractilen Elementen derVor-
ticeliinen.» (Natiir. iind math. Bericht. aiis Ungarn. Bd. X, 1892.)
(2) Fauré-Frem¡et(E.) «Étude sur les mitochondries des protozoaires
et des cellules sexuelles.* {Arch, d'Anat. microsc, tomo XI, 1909-1910.)
DE HISTORIA NATURAL
227
mientras que el trozo o los trozos restantes quedan estirados. El
dibujo A de la figura 2 representa uno de estos ejemplares, con
el espasmonema fraccionado, en exten-
sión, y el dibujo B representa el animal
retraído; en este último puede notarse
que el trozo de espasmonema que se
continúa con la cabezuela no se arrolla
totalmente en espiral, sino que su por-
ción inferior queda sin arrollarse (1).
Una demostración indirecta de lo
que decimos tenemos también en la cir-
cunstancia de que la serie de contrac-
ciones rítmicas que nos ocupan se efec-
túan incluso en ejemplares cuyo espas-
monema está interrumpido a cortísima
distancia de la cabezuela, y en que, por
consiguiente, únicamente ella se con-
trae, permaneciendo rígido el pedúncu-
lo. Sirva de ejemplo esta serie obser-
vada en la VorticcUa representada en
la figura 3. (El ejemplar ha sido comen-
zado a observar inmediatamente des-
pués de comenzada la preparación. Los
números expresan la duración en se-
gundos de cada expansión.)
1 2-25- 1 7-24- 1 9-20 -20-25-50 -22 -24-7-
28-52-58 - 38 - 35- 1 00- 60-25-25 - 40-40- 23-
1 7-30-25-30-30-30- 1 7-21 -22-45-45-22-30-26- 1 8-20- 1 9-23-20-25-20-20
Fig. 2.— Vorf ¡celia con el es-
pasmonema interrumpido en
dos sitios. A. Extendida. B.
Retraída.
(1) Recientemente ha expresado Belehradek («Sur le mouvement des
Vorticelles*, en Compt. retid, déla Soc. de Bio/., vol. LXXXIII, 1920)
su opinión de que el pedúnculo de las vorticelas, considerado hasta aho
ra como un músculo, no es otra cosa que un flagelo modificado, puesto
que, segiín cree haber observado dicho autor, sus movimientos no con-
sisten en un acortamiento y en un alargamiento de su mionema, sino en
una brusca rotación espiral. Fauré Fremiet («Á propos de la note de
Belehradek sur le mouvement des Vorticelles», en Compt. rend. de la
Soc. de Biol., vol. LXXXIII, 1920) combate esta opinión, afirmando que
tal acortamiento del pedúnculo se produce realmente cuando se con-
trae, lo cual acredita al citado órgano de legítimo músculo.
Nosotros no pretendemos entrar en el fondo de la cuestión debatida
por los mencionados biólogos. Nos basta con hacer constar que el f enó-
228
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
17-17-1 3-22-24- 1 8-20-50- 1 5-30-22-21 -20-42-20-25-45-20- 14-1 9-20-25-
25-30-28- 18-1 9-30-30-50-23 - 28-22-23-20- 30- 40-40-30- 27-60- 1 80- 45-
36-120-25-...
También esta serie de contracciones de la cabezuela sigue la
ley de que antes hemos hecho mención, pues, en efecto, durante
las 17 primeras expansiones la cabezuela está com-
pletamente cerrada y los cilios faríngeos vibran
débilmente; desde la 18.^ hasta la 33.^, aquélla se
va abriendo poco a poco; a partir de este momento
continúa abriéndose cada vez más, y el número de
cilios en vibración va en aumento hasta abrirse to-
talmente la cabezuela durante la última expansión
observada, al mismo tiempo que todos los cilios
comienzan a batir normalmente.
Hemos estudiado el transcurso de una serie de
contracciones rítmicas desde el instante en que la
Vorticella se contrae bajo la influencia de una con-
moción mecánica intensa hasta que el animal reco-
bra su normalidad fisiológica. Ahora debemos pre-
cisar hasta donde sea posible cuál es el momento
en que juzgamos llegada esta normalidad.
Hasta ahora hemos dado tácitamente por ter-
minada la serie rítmica cuando la cabezuela se ha
extendido completamente y todos sus cilios vibran
enérgicamente; sin embargo, la serie no termina
aquí en general, pues de ordinario sigue la Vorti-
cella contrayéndose periódicamente y extendiéndo-
se después de cada contracción hasta que la cabe-
zuela se abre por completo y todos sus cilios vibran
normalmente. Pasado un cierto tiempo (algunos segundos o algunos
minutos), vuelve el animal a contraerse, vuelve a extenderse por
Fig. 3.- Vorti-
cella con el es
pasmonema in
terrumpido a
muy corta dis
tancia de la ca-
bezuela.
meno de los movimientos rítmicos del pedúnculo que en estas páginas
describimos puede encontrar una explicación fisiológica independien-
temente de la naturaleza de aquel órgano, (Véase también la última
tiota de Belehradek: «Sur le mouvement des Vorticelles. Á propos de la
critique de M. Fauré-Fremiet», en Compt. rend. de la Soc. de Biol.,
vol. LXXXIV, 1921.)
DE HISTORIA NATURAL 229
completo, y así sucesivamemte. Esta serie de contracciones, con
la subsiguiente expansión completa, se continúa largo tiempo hasta
que por fin cesa; desde ahora, la Vorticella se mantiene indefini-
damente sin contraerse y con todos sus cilios en plena actividad.
Como ejemplo citaremos el de un individuo comenzado a ob-
servar inmediatamente después de montada la preparación, el cual
se ha contraído 91 veces (empleando en ello 2759 segundos) antes
de que la cabezuela se haya expansionado completamente. A par-
tir de este momento, el animal ejecuta 15 contracciones más,
extendiéndose por completo después de cada una de ellas y po-
niendo todos sus cilios en actividad. La duración (en segundos)
de cada una de estas 15 expansiones, es la indicada por las cifras
siguientes:
25-25-40-80- 1 45- 1 25-95-70-50-50-40- 1 25-57- 1 20-25 .
A la última de estas expansiones sigue una nueva contracción,
y la Vorticella vuelve a extenderse completamente, y todos sus
cilios entran en vibración normal; esta expansión parece definitiva,
puesto que transcurren ocho minutos y el animal permanece ex-
tendido y sus cilios moviéndose enérgicamente. En este momento
(es decir, ocho minutos después de la última contracción), provo-
camos a favor de un pequeño golpe sobre el porta-objetos una
nueva contracción en la Vorticella, la cual vuelve a extenderse
por completo y a recuperar su vibración ciliar normal; repetimos
el golpe con intervalos de dos, tres y cuatro minutos con el mismo
resultado; después de este último golpe dejamos el animal en re-
poso y continúa su vibración normal, sin volver a contraerse; pa-
sados veinte minutos le hacemos contraerse de nuevo, mediante
otro golpe, y otra vez se expansiona en pocos segundos para con-
tinuar indefinidamente sin contraerse. Resulta, pues, evidente que
en este caso el ejemplar ha terminado su serie de contracciones
rítmicas, y, por consiguiente, ha recobrado su estado fisiológico
normal a los 3809 segundos (sesenta y tres minutos, aproximada-
mente) de haber comenzado aquélla.
La duración total de la serie de contracciones varía extraordi-
nariamente de unos individuos a otros. Así, por ejemplo, entre
cuatro individuos ha sido esta duración: en el primero, treinta y
un minutos; en el segundo, treinta y tres; en el tercero, nueve, y
en el cuarto, noventa y dos. Es de advertir que en todos los cuatro
casos hemos aplicado el criterio de considerar que la serie de con-
tracciones cesa cuando el animal, después de un cierto número de
250 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
contracciones, se mantiene con la cabezuela completamente abier-
ta y los cilios en plena actividad durante muchos minutos.
Con el fin de observar los infusorios en completa normalidad y
libres, por tanto, de la influencia estimulante de los agentes me-
cánicos, hemos colocado, con una hora de intervalo, tres prepara-
ciones (hechas en la forma habitual) sobre la platina de otros tan-
tos microscopios, y después de haber elegido una Vorticella en
cada preparación y habernos cerciorado de que el ejemplar ele-
gido efectuaba contracciones rítmicas, las hemos dejado enfoca-
das y en el más absoluto reposo durante tres horas cada una. He
aquí el resultado de nuestra observación, cuando al cabo de este
tiempo hemos vuelto a mirar las preparaciones sobre los tres ejem-
plares que llamaremos, respectivamente, A, B y C.
Vorticella ^.— Está completamente extendida y con sus cilios
vibrando normalmente; la observamos durante treinta minutos, y
€n este tiempo no se contrae ni una sola vez, lo que prueba que el
animal está en plena normalidad. Después dejamos entrar en la
preparación un poco de agua por capilaridad por un borde del cu-
bre-objetos para sustituir la que se ha evaporado durante las tres
horas y media transcurridas desde la confección del preparado, y
la conmoción originada por la corriente de agua hace contraerse
al animal, el cual inicia una serie de contracciones rítmicas, cuyos
intervalos (en segundos) son los siguientes:
25-25-20-20-30-20-20-85- 1 45-60-20-2 1 0-20-70-20-75- 1 5-15-15-1 7-
55-58-225- 1 5-42-60-8-8-40-61 -8-8- 12-15-1 2-33-8-21 5-. . .
En cada una de estas expansiones llega a extenderse por com-
pleto la cabezuela y sus cilios a vibrar normalmente.
Vorticella 5.— Como la anterior, está completamente extendi-
da y con todos sus cilios en vibración activa; durante veinticinco
minutos de observación no se contrae ninguna vez. Dejamos en-
trar agua por capilaridad bajo el cubre-objetos y el animal, des-
pués de dos contracciones sucesivas, se vuelve a extender, y sus
cilios reanudan su movimiento normal. Pasados ocho minutos (du-
rante los cuales no se verifica ninguna contracción), continúa la
Vorticella su vibración ciliar ordinaria.
Vorticella C— El animal se contrae con intervalos de uno a
tres minutos.
De la observación de los dos primeros ejemplares se deduce,
pues, que la serie de contracciones rítmicas iniciada al montar la
preparación ha cesado por completo, y que, por consiguiente, los
DE HISTORIA NATURAL 251
individuos en cuestión se encuentran en estado fisiológico normal
(en el sentido de que se hallan libres de la influencia de los agen-
tes mecánicos que han provocado la contracción). En cuanto al
tercer ejemplar, sus contracciones rítmicas ¿forman parte todavía
de la serie que se inició cuando fué montada la preparación en que
se encuentra? No podemos negarlo en absoluto; pero supuesto que
en ningún caso hemos observado que dure tanto tiempo una de ta
les series, lo más verosímil es que, a causa de alguna conmoción
brusca en la preparación, originado por el desplazamiento de una
parte de su agua para llenar un vacío motivado por la evaporación,
se ha iniciado en el animal una nueva serie de contracciones rít-
micas de modo análogo a la que experimentalmente hemos provo-
cado al hacer entrar agua en la preparación que contenía la Vor-
ticella A.
En muchos casos, el desarrollo de una serie de contracciones
rítmicas no se ajusta exactamente al esquema que hemos dado,
sino que antes de recuperar la Vórtice lia su estado normal, sufre
uno o varios retrocesos en la expansión progresiva de su cabezue-
la. Pongamos un ejemplo. Supongamos que en una serie de con-
tracciones rítmicas no se contrae el ejemplar por segunda vez has-
ta que la cabezuela ha llegado a su fase de expansión b, que no se
contrae por tercera vez hasta que aquélla ha llegado a la fase c,
que no se contrae por cuarta vez sin que la cabezuela haya alcan-
zado la fase d, y así sucesivamente. En muchas ocasiones conti-
núan las contracciones siguiendo esta ley y formando una serie,
que es la que hemos descrito; pero sucede frecuentemente que al
final de la enésima expansión la cabezuela no ha llegado todavía
a alcanzar la fase n, sino que se contrae estando en la fase n — I
o en otra anterior, es decir, en una fase que anteriormente había
traspasado.
He aquí dos ejemplos de tales series, observados, respectiva-
mente, en dos individuos que llamaremos D y E. (Los números in-
dican la duración, en segundos, de las expansiones.)
Vorticella Z).- 25-25- 15- 15- 17-30-30- 17- 15- 18- 18-26- 14- 19-21 -
16-15-18-18 (11)-21 (14)-19(12)-20(14)-22 (15)-28 (17)-19 (14)-290
(14)N-.
Durante las 12 primeras expansiones, la cabezuela llega a ex-
tenderse completamente, y en el instante (o bien uno o dos según-
232 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
dos después) en que todos los cilios entran en vibración vigorosa,
sobreviene la contracción. Al final de las 13.^ y 14.^ expansiones se
contrae el animal antes de que la cabezuela se haya abierto ente-
ramente, y lo mismo sucede al final de la 18.^, después de que al
final de las 15.^, 16.^ y 17.^ se había verificado la expansión total.
Por último, en las expansiones 19.^ y siguientes, la cabezuela se
abre por completo, y los cilios vibran normalmente durante varios
segundos, como lo indican las cifras entre paréntesis, representa-
tivas de los segundos que en cada expansión tarda en sobrevenir
la vibración normal con la correlativa expansión completa de la ca-
bezuela. La expansión señalada con N indica que durante ella re-
cobra definitivamente la Vorticella su estado fisiológico normal.
Vórtice lia £".-10-1 0-5-8-7-8-8-9- 1 0-8-9-7- 1 0-8-9-9- 1 0-9-9-9- 1 0-
10-10-12-15 (12)-12-12 (8)-10-14 (9)-12 (8)-12 (9)-20 (7)-20 (8)-12
(8)-ll (7)-24 (8)-7-9-20 (11)-12 (8)-38 (8)-140 (7)-450 (9)-N.
Durante las 20 primeras expansiones, la cabezuela no llega a
abrirse totalmente; al final de las 21. ^ 22.^, 23.^ y 24.^ llega a
abrirse por completo, con vibración ciliar normal, y en este mo-
mento se contrae el animal; después de la 25.^ se contrae cuando
los cilios llevan doce segundos vibrando normalmente; pero en la
siguiente se verifica un retroceso, puesto que sobreviene la con-
tracción en el preciso momento en que la cabezuela ha llegado a la
fase de expansión total. Luego se efectúan otros retrocesos al con-
traerse después de las expansiones 28, 37 y 38 hasta que, final-
mente, la última expansión (N) es definitiva, porque el animal ha
recobrado su normalidad fisiológica.
En conclusión, se deduce de nuestras observaciones la existen-
cia de series de contracciones rítmicas, provocadas en los indivi-
duos de Vorticella por la influencia de excitantes mecánicos que
podemos considerar como momentáneos. Fácilmente se compren-
de que tales contracciones, si no se relacionan con los factores
que han provocado la serie, tienen toda la apariencia de espontá-
neas, puesto que cada una de ellas se efectúa sin que inmediata-
mente intervenga un excitante en su producción.
Ahora bien; además de estas contracciones aparentemente es-
pontáneas, ¿existen contracciones realmente espontáneas? No nos
atrevemos a contestar categóricamente a esta pregunta, pues para
DE HISTORIA NATURAL ' 235
poder hacerlo necesitaríamos conocer la duración máxima que pue-
de alcanzar una serie rítmica, y ya hemos visto que dicha duración
varía mucho de unos ejemplares a otros. Sospechamos, sin embar-
go, que, en las condiciones fisiológicas que podemos llamar ordi-
narias, no existen tales contracciones espontáneas, pues reitera-
das veces hemos observado, como ya hemos tenido ocasión de
exponer, ejemplares que permanecieron sin contraerse durante
muchos minutos (treinta o más) una vez terminada su serie rítmica,
en la cual las contracciones se realizaban con intervalos de pocos
segundos, o, cuando más, de muy pocos minutos.
Laboratorio de Histología de la Facultad de Ciencias. Universidad
de Barcelona.
Formas de erosión en el Mioceno de La Vid (Burgos)
por
F. Pérez de Pedro.
(Lámina V.)
Del mismo modo que interesa conocer las localidades nuevas
para determinadas especies botánicas o zoológicas, me parece
natural citar una localidad más en donde se pueden apreciar
curiosos fenómenos de erosión, de la cual no se ha dado noticia
alguna concreta, que yo sepa. Por creerlo de interés y por empe-
zar a sumar mi humilde labor geológica a la alta obra cultural que
realiza nuestro Boletín, me he decidido a enviar esta nota.
Hace ya bastante tiempo teníamos noticias de los mogotes de
erosión cuyos dibujos y fotografías acompañan. Al pasar en el tren
de Valladolid-Ariza, entre las estaciones de La Vid y Langa de
Duero, a la derecha y como a un kilómetro de la vía, se observan»
al otro lado del Duero (margen izquierda), en las vertientes septen-
trionales de los cerros miocenos, ciertos peñascos, que a la distan-
cia indicada, y, desde luego, con algún esfuerzo de imaginación,
semejan figuras humanas.
Varias veces tuve proyectada la excursión, y ya el pasado año»
entre otras realizadas por mí durante los meses de julio y agosto»
en mis estudios sobre el Mioceno meridional de Soria y Burgos,
hice mi deseada visita a esos mogotes, una calurosa mañana de los
últimos días de julio.
234
BOLEfÍN DE LA REAi, SOCIEDAD ESPAÑOLA
D
S-
Ja
Los cerros miocenos que bor-
dean el Duero en su margen
izquierda, entre Langa y La Vid,
en los límites de las provincias de
Soria 3? Burgos, están formados
exclusivamente por calizas. Los
riachuelos y regatos, muy abun-
dantes en estos cerros, han origi-
nado un paisaje de cerros y ba-
rrancos de poca extensión. Los
páramos que caracterizan el Mio-
ceno superior en Falencia (1),
igual que lo he podido apreciar
en el Mioceno de Burgos y Valla-
dolid, siguiendo el ferrocarril de
Ariza (ribera del Duero), han
desaparecido, dejando plaza a se-
ries de cerros, calizos en esta
región, que más al E., ya en la
provincia de Soria, ofrecen mayor
complicación estratigráfica y pre-
sentan en lo alto los fósiles ca-
racterísticos, así como aquéllos
(los de La Vid) no, y se compren-
de: la caliza que los constituye
es, en general, muy compacta,
casi cristalina, con vetas de re-
cristalizaciones; cuando no, apa-
rece muy alterada.
La acción del agua, socavando
los cerros y arrastrando las par-
tes blandas más alteradas, ha ido
dejando en relieve los mogotes
objeto de esta nota.
(1) Hernández -Pacheco y Dan-
tín: Geología y Paleontología del
Mioceno de Palencia. Mem. de la
Com. Invest. Paleont. y Prehist.,
núm. 5. Madrid, 1915.
DE HISTORIA NATURAL 235
Ya en la provincia de Soria, los cerros ofrecen, en general, por
un lado, cornisas y relieves, que indican cómo se van individuali-
zando esos mogotes del llamado Camino de los Frailes, situado en-
tre los cerros dichos y el río Duero, aguas abajo de Langa, al con-
vento que los RR. PP. Agustinos poseen en La Vid (Burgos).
En casi todos los cerros miocenos sorianos pueden apreciarse
períodos distintos del avance de esta forma de erosión; el graba-
do A de la figura representa el cerro de San Esteban de Qormaz,
entre el pueblo y la estación. En este cerro, situado a 25 Km. de
La Vid (aguas arriba del Duero), aparece ya el tramo de areniscas
(falta en toda esta región el tramo de margas yesíferas). Pues bien,
en ese cerro, imagen muy representativa de cómo son la mayoría en
la margen izquierda del Duero en esta región, se observa el futuro
mogote que comienza a individualizarse. Un espacioso orificio se
abre ya en él (no visible en la figura).
El grabado B de la misma figura representa el cerro de La
Horca en Langa de Duero (Soria), a ocho kilómetros de La Vid.
En esta localidad se observa un estado más avanzado de erosión;
las masas calizas más resistentes, menos alteradas, van quedando
erguidas; las aguas, arrastrando el material descompuesto y des-
menuzado, barriendo la vertiente, van haciendo retroceder ésta.
Los restantes grabados C, D y E indican el progreso del trabajo
erosivo y señalan la parte principal de esta nota. Al fondo, se ob-
servan los cerros miocenos del otro lado del Duero, cuya vega apa-
rece en algunas de las figuras.
Esas curiosas formas de erosión han dado lugar a fábulas
transmitidas desde tiempo inmemorial, y no hay aldeano de esta
región que no haya oído y sepa la leyenda, contada por los ancia-
nos en las veladas invernales alrededor del hogar. Y como la le-
yenda da el nombre de Las Monjas a esas extrañas figuras, así
las llaman los naturales del país, sin más nombre específico.
236 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Sección bibliográfica.
Elias (J ).—AlQament de la señalada pirenenca i l'enfondrement det
Valles. Butll. de la Inst. Cat. d'Hist. Nat. (Febrero), págs. 64-67. Pa-
lamós, 1920.
Opina que los Pirineos no son el resultado de un solo esfuerzo oro-
génico, sino de muchos, y que sucesivamente se han ido levantando por
lo menos a principios del Triásico y del Cretácico, al final del Eoceno
y al del Sarmatiense, aunque el principal levantamiento se ha efec-
tuado al terminar el Eoceno. — Royo Gómez.
Elias (j.).— Tectónica del Monserrat. 1921, Tarrasa. 44 págs.
El autor ha reunido en un folleto las diversas observaciones que ha
hecho sobre la tectónica de la comarca del Valles y Montserrat (Barce-
lona). Según él, se han producido movimientos orogénicos al final del
Estampiense, del Tortoniense y del Sarmatiense, durante el Plioceno
y aun probablemente en el Cuaternario. - Royo Gómez.
Elias {].). — Relaciones tectónicas entre Cataluña y las Baleares.
Publ. de la Secc. Exc. del Centro Social, 11 págs. 1922, Tarrasa.
Los trabajos de M. Fallot sobre las islas Baleares le han servido-
al autor para relacionar los movimientos terciarios sufridos por aque-
llas islas con los de la cuenca del Vallés-Panadés (Barcelona), y, como
consecuencia de ello, cree que el hundimiento de ésta empezó a efec-
tuarse al final del Estampiense y, por lo tanto, antes de que desapare-
ciera la tierra que unía a Cataluña con las Baleares.- Royo Gómez.
Viennot (P.). — Z.e bord meridional da Flysch nord pyrénéen entre la
vallée d'Aspe etcelle du Saison. C.-R. Ac. Se. 173, París, 19 dic. 1921.
Breve nota de conjunto acerca de la geología de los Pirineos occi-
dentales, en los límites entre la provincia de Guipúzcoa y Francia.
Según el autor, la presencia de numerosas láminas exóticas de ca-
liza liásjca y dolomía jurásica a lo largo del borde meridional del Flysch
nordpirenaico, en el sector que él ha analizado Viene a comprobar el ca-
rácter anormal del contacto entre el Trías y el Jurásico, de una parte, y
el Cretácico. Se estaría en presencia de la base tectónica de una capa
de corrimiento, o, por lo menos, de un flanco o reborde del Flysch, al
parecer empujado hacia el Sur por encima de los terrenos de edad an-
terior.—J. Carandell.
DE HISTORIA NATURAL 237
Pardillo {?.).— Escolecit a de Estopanyá (Huesca). Mem. R. Acad. de
Cieñe, y Artes de Barcelona, vol. XVI, págs. 405-410, 2 figs. y 2 mi-
crofots., 1921.
El autor hace un detenido y concienzudo estudio de una ceolita
fibroso radiada que se ofrece abundante como producto secundario en
una of ita, y que por todos sus caracteres ópticos, así como por su peso
específico y reacciones microquímicas, resulta ser la escolecita.—
M. San Miguel.
Faura 1 Sans {y\..).—Meteonts caiguts a Catalunya. Butll. Centre Ex-
curs. de Catalunya, Any XXXI, págs. 270 288, 1 fig., 15 fots, y 7 mi-
crofots., 1921.
En esta Memoria recopila su autor los datos que se conocen actual-
mente sobre la caída de meteoritos en Cataluña, indica los ejemplares
de meteoritos catalanes conocidos, su tamaño, características y Museos
o colecciones donde se encuentran. — M. San Miguel.
Faura i Sans {}A.).—Zona de mineralització, per metamorfisme, en el
contacte amb clap granitic d' Alforja, provincia de Tarragona. Butll.
Inst. Cat. d'Hist. Nat., Vol. I, 2.^ serie, págs. 180-187 y 2 figs., 1921.
El autor estudia los caracteres geológicos y composición geognós-
tica del lugar denominado els Crosos y la mina Fresca. Empieza fijan-
do su posición geográfica, y después de una breve indicación sobre la
formación geológica, cuya edad no puede fijar con seguridad, pero que
cree puede atribuirse al Culm con bastante probabilidad de acierto, en-
tra en el estudio de las rocas de la caja y de los minerales explotables,
calcopirita principalmente, acompañando cinco cuadros del análisis quí-
mico de la galena, calcopirita, malaquita, granatita y un mineral que no
especifica, y que por su composición (90,28 por 100 de óxido de hierro),
color y densidad, puede probablemente referirse a la magnetita. Ter-
mina la nota indicando que se ha encontrado plata en la galena y co-
balto en la granatita.- M. San Miguel.
Faura y Sans (M.) et Bataller Calatayud (J. R.).—Les bauarites tria-
sigues de la Catalogue. BuU. Soc. géol. deFrance, 4.e serie, t. XX^
núm. 7-9, págs. 251-267. Paris, 1921. (Con una carta geológica.)
En este trabajo han reunido los dos geólogos catalanes todos los da-
tos actualmente conocidos sobre las bauxitas catalanas, sus yacimien-
tos, su composición y su origen. Viene, pues, a ser un resumen de sus
anteriores publicaciones, más especialmente de la del Dr. Bataller,
«Las bauxitas de Cataluña^ aparecida en la Rev. de la R. Acad. de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, (t. XVII, abril-junio
de 1919.)— L. F. Navarro.
238 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Fernández Navarro (L.) y Castro Barea (P.).—La BoUvarita. «Inge-
niería», año XVIII, núm. 606 (Enero de 1922.)
Reproducción casi íntegra de nuestra nota publicada en este Bole-
tín, indicando su origen.— L. F. Navarro.
Gignoux {M..). —Sur la présence dii Tortonien á Valence (Espagne).
C.-R. Acad. Se. de Paris, t. CLXXIV, núm. 8(20:febr. 1922), pági-
nas 562-564.
El estudio de diversos moluscos procedentes de Valencia la Vella,
localidad próxima a la capital, y cuyas especies enumera, han servido
al autor para determinar la existencia del Tortoniense marino, piso que
no ha sido indicado hasta ahora de aquella provincia, estando clasifica-
dos anteriormente sus estratos como pliocenos.
El yacimiento en cuestión fué ya explorado por nuestro consocio
el Prof. Boscá (E.) y motivó una pequeña nota publicada en las Actas
de nuestra Sociedad (t. XXI, págs. 71-74, 1892.)-Royo Gómez.
Vidal (L. !A.).- Contribución a la paleontología del Cretácico de Ca-
taluña. Mem. R. Acad. Cieñe, y Artes de Barcelona, 5.* ép., volu-
men XVII, núm. 2, págs. 89-107, láms. I bis-VIII, 1921.
En este trabajo, el malogrado geólogo Sr. Vidal ha continuado el
estudio de la fauna del Cretácico superior de Cataluña, describiendo
43 especies de celentéreos, equinodermos y moluscos, correspondien-
tes a 55 géneros. Estas especies, que son casi todas nuevas. Van repre-
sentadas en las láminas que acompañan a la Memoria. — Royo Gómez.
Friese {y[.). — Neue Arlen der Anthophorince. «Konowia». Zeitschrift
für systematische Insektenkunde, I Band. Viena, 1922.'
En este trabajo solamente hallamos Encera notata var. inermis
nov. var., cf encontrado en España y en Argelia. Con este motivo debo
llamar la atención sobre esta nueva revista, que, como subtítulo, lleva
la indicación de que excluye la Coleopterología y Lepidopterología. Es
la tendencia moderna, cada vez más justificada, de la división del tra-
bajo. El título Konowia es en recuerdo del ilustre especialista en Ten-
tredínidos Fr. W. Konow, el cual es sabido que publicó varios años un
interesante Zeitschrift für Hymenopterologie und Dipterologie. El ob-
jeto de aquella publicación, algo ampliado, es el que tiene la nueva Ao-
nowia, dejando a un lado los dos órdenes que tienen más cultivadores
y revistas propias. En Konowia parece que van a colaborar casi todos
los principales especialistas de lengua alemana y otros extranjeros.—
José M.* Düsmet.
DE HISTORIA NATURAL
García Mercet {R.).— Fauna Ibérica. Himenópteros, Fam. Encirtidos,
Junta para ampliación de estudios, Instituto Nacional de Ciencias.
Madrid, 1921.
La excelente idea de publicar una Fauna Ibérica lo más completa
posible es, por su misma índole, de lenta realización. Así se explica
que, habiendo aparecido hace ya años los Mamíferos, por Cabrera,
aunque se estén terminando varios tomos, sea todavía el 2.° el que mo-
tiva la presente nota.
La merecida distinción que acaba de obtener nuestro actual Presi-
dente al ingresar en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y
Naturales es el premio de una serie de trabajos sobre materias muy
nuevas en España y apenas escudriñadas aún en países muy adelanta-
dos, salvo tres o cuatro.
Si expusiese yo aquí mis propias ideas sóbrela importancia relativa
de la Sistemática y de los Estudios biológicos y de aplicación en la En-
tomología, resultaría casi una copia de las observaciones hechas por
García Mercet en su razonado discurso de ingreso en la Academia. Tan
de acuerdo estoy con su modo de pensar.
La Sistemática reinó casi sola durante muchos años. Ahora, por na-
tural consecuencia de la continua reacción en todos los órdenes, está
de moda despreciar la Sistemática y considerar solamente Verdadera
ciencia la que tiene aplicación práctica. Error enorme, pues, sin la Sis-
temática, el ídolo caería por faltarle los pies. Pero es también innega-
ble que, de los grupos de estudios (que ambos necesitan igualmente
talento y laboriosidad), debemos considerar el de aplicación como su-
perior al de la clasificación, que es como un medio necesario e impres-
cindible para llegar al otro.
En lo que no hay duda es que en España se ha hecho bastante (bue-
no y malo, como en todas partes) de Sistemática, pero casi nada de
Biología.
García Mercet empezó hace años a especializarse en el estudio de
los himenópteros parásitos de otros insectos, tarea que puede tener
enorme utilidad. Los Estados Unidos, Italia y Francia son los países en
que se han hecho más aplicaciones prácticas sobre tales relaciones.
Mercet, que, aparte de notas diversas, hizo ya un trabajo de conjunto
sobre los Afeiininos, tribu de Calcídidos, presenta ahora la monografía
de los Encirtidos de España, considerados antes como otra tribu de
Calcídidos y elevados ahora a familia independiente.
Esta monografía tiene un mérito enorme por Varios conceptos. Lo
tiene por la caza de ellos. Su tamaño, con frecuencia menor de un milí-
metro, hace que en las mangas ordinarias de himenópteros se escapen
por las mallas, mientras que en las de coleópteros solían ser muchas
Veces despreciados o inarvertidos. Prueba de que en otros países su-
cede algo análogo es que, de 89 géneros y 223 especies que se descri-
ben, lo son, por Vez primera, 28 géneros y 132 especies, además de que,
entre los restantes, muchos lo habían sido recientemente en notas di-
240 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
versas del autor. También es de gran dificultad la descriptiva, porque
hay muchas especies publicadas aisladamente, y, además, por la parti-
cularidad de su extensa distribución geográfica: así, la Callipteroma
sexgiittata Motsch., conocida sólo de la isla de Ceilán, se ha encon-
trado en España, otras son de Europa y América, etc. Por último, es
notabilísima la perfección a que han llegado García Mercet y su com-
pañero de estudios Bolívar y Pieltain en la preparación de estos deli-
cados insectos para su observación al microscopio. De esto no caben
explicaciones; hay que Ver y admirar la numerosísima colección.
La obra de que tratamos, en sus 744 páginas, tiene una minuciosa
descripción de estos insectos, en general, y otros capítulos sobre bio-
logía, distribución geográfica, caza, preparación e historia.
Por último, realzan su valor los 292 dibujos hechos por el Ingeniero
de Montes D. Gonzalo Ceballos, que, trabajando también en el labora-
torio del Museo, al lado del autor, ha conseguido, al reunir su maestría
para el dibujo con la precisión científica, realizar un ideal muy rara vez
alcanzado en las obras entomológicas.
En resumen: este tomo de la Fauna Ibérica tiene, como descriptivo
y sistemático, un valor extraordinario, puesto que de toda Europa se
conocían unas 100 especies. Pero, además, tiene la indiscutible ventaja
de referirse a una familia que comprende auxiliares, esto es, enemi-
gos de parásitos de las plantas, siendo, por tanto, una base para apli-
caciones quizá muy útiles algún día a !a Agricultura de España.— José
M.^ DUSMET.
Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat,
Tomo XXII. -LÁM. V.
Figura I.
Figura 2. Fots. P. de Pedro.
Formas de erosión en el Mioceno de La Vid (Burgos).
Sesión del 3 de mayo de 1922.
PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCÍA MERCET
El Secretario lee el acta de la sesión de abril, que es aprobada.
Admisiones y presentaciones.— Es admitido como socio nu-
merario el Sr. González Vázquez, y propuestos para su admisión
la Srta. D.^ Josefa Sanz Echevarría, por la Srta. Cebrián; D. Se-
rafín Ballesteros Llaca, por D. José M.^ Benedito; D. Manuel Ca-
nella Tapias y D. Juan Tapias, por el Sr. Bernaldo de Quirós, y
D. Cruz Gallástegui, por D. Luis Crespí.
Asuntos varios.— El Presidente pone en conocimiento de los
presentes que la Sociedad, en su última reunión de la Junta di-
rectiva, ha acordado contribuir con la 'cantidad de 250 pesetas a
la suscripción organizada para el homenaje a Cajal, con lo que
^ueda definitivamente contestada la pregunta formulada en la se-
sión anterior por el Sr. Jiménez de Asúa.
Comunica también el Presidente que, en vista de la forma en
que se reciben muchos de los trabajos destinados a las publicacio-
nes de la Sociedad, los cuales llegan incompletos, con la ilustra-
ción deficiente o con otros defectos cuyo remedio exige gastos in-
necesarios, aparte del trabajo que suponen para la Directiva, ésta
se ha visto obligada a redactar una serie de advertencias, que se-
rán profusamente repartidas entre los socios, para que los que de
seen presentar notas o comunicaciones sepan, desde luego, la forma
en que han de entregarlas.
El Secretario manifiesta haber recibido la Sociedad una co-
municación del Presidente de la nueva Sociedad Entomológica del
Brasil, dando cuenta de la fundación de la misma en 2 de febrero
pasado, así como una invitación de la Real Sociedad «Peñalara»
para que se enviasen dos representantes a una excursión a La Pe-
driza, que se celebró el 30 de abril, con motivo de la aparición del
número 100 de la revista, órgano de dicha entidad, y en honor de
su director, D. Constancio Bernaldo de Quirós. Aceptada por la
Tomo xxii.— Mayo, 1922. 16
242 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Sociedad esta invitación, la Junta directiva había designado para^
representarla a los Sres. Zulueta y Gómez Llueca.
Este último manifestó que la excursión fué numerosa, y aunque
al comienzo reinó tiempo algún tanto desapacible, la belleza y ori-
ginalidad de los rincones de La Pedriza hicieron sentir a todos el
singular placer de la montaña.
Lo mismo el Sr. Zulueta que el comunicante hicieron patente
a los Directores de la excursión y al festejado la satisfacción con
que la Sociedad había recibido la invitación y el gusto con que
asistía a ella. Unos y otros dispensaron toda clase de atenciones a
nuestros delegados.
Trabajos presentados.— El Sr. del Pan envía una nota acer-
ca de una nueva localidad de magnetita en la provincia de Toledo.
El Presidente presenta un trabajo relativo al género Mira, y el se-
ñor Dusmet da cuenta, en nombre del profesor Blüthgen, de una
nota sobre Halictus de Marruecos.
Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 27 de abril en el
Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del profesor Mo-
róte.
El Sr. Boscá (A.) dio noticia de los yacimientos mineralógicos
de La Valí de Uxó (Castellón), visitados por él recientemente,
presentando unas muestras de minerales de hierro, cobre y plomo,
que pueden tener interés para la minería valenciana.
El Sr. Moroder dio cuenta de su excursión a Calpe (Alicante),
donde ha recogido diversas especies de insectos, algunos de ellos
poco frecuentes.
El Sr. Boscá (E.) mostró el libro de Mme. Phisalix, Animaiix
venimeuj: et venins, haciendo varios comentarios sobre determina-
dos extremos, particularmente en los que atañen al grupo de los
reptiles.
El Sr. Pardo presenta, en nombre del Sr. Qandolfi Hornyold,
un trabajo titulado La edad de algunas anguilas de los alrede-
dores de Castellón.
DE HISTORIA NATURAL 245
Trabajos presentados.
Baritocelestina y apatelita españolas
por
P. Castro Barea.
Baritocelestina.— Aunque este mineral, tipo intermediario en-
tre la baritina y la celestina, no es considerado unánimemente
como especie distinta, nosotros lo trataremos como tal dentro del
grupo isomórfico de la baritina, siguiendo el criterio del nunca bas-
tante sentido profesor Calderón (1).
De yacimientos españoles de baritocelestina no teníamos hasta
ahora más noticias que las muy vagas recogidas por el Sr. Calde-
rón en su clásica obra a que acabamos de hacer referencia, y que
acusan la existencia en la colección de la Escuela de Ingenieros
de Minas de un ejemplar, cuya localidad exacta se ignora, pero
que se sabe es española; expone a continuación la probabilidad
de que se encuentre en las minas metalíferas de Sierra Almagrera
y otros distritos de la provincia de Almería, en que con frecuencia
aparecen mezclas de baritina y celestina. Últimamente han ingre-
sado en las colecciones de minerales de nuestro Museo Nacional
de Ciencias Naturales los dos cristales, perfectamente desarrolla-
dos, objeto de esta nota.
Como muestran los dibujos (fig. 1), uno de estos cristales
preséntalas caras del prisma m (\\0), el macrodomo a^ (102) y
el macropinacoide /?' (100); el otro presenta también el mismo
prisma y macrodromo; no tiene el macropinacoide, pero sí el bra-
quipinacoide g^ (010) que no poseía el anterior. Para dar una ¡dea
del desarrollo alcanzado, anotaremos que en el primero la longitud
de la arista mm es de 2 cm., y la de la a^a^, de 3 cm.; en el segun-
do, la cara^' alcanza, en el sentido del eje c, otros 2 cm., y la aris-
ta a^a^, 3 cm. El primero de los dos cristales a que estamos hacien-
do referencia está asociado a otro de iguales elementos cristalo-
gráficos, con una orientación próximamente paralela.
(1) Los Minerales de España, t. II, pág. 171. Madrid, 1910.
244
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Son estos ejemplares de baritocelestina traslúcidos, en peque-
ños trozos incoloros, y todas las caras de los cristales ofrecen una
superficie rugosa, que solamente en limitados espacios permite
apreciar un brillo vitreo bastante intenso.
i' (OJO)
Fig. 1. -Cristales de baritocelestina.
Valiéndonos de un goniómetro de aplicación hemos obtenido el
valor de los ángulos, que anotamos seguidamente, y cuya aproxi-
mación estará en relación con el medio empleado y el estado de la
superficie de las caras de los cristales que anteriormente hemos
indicado. Junto a los ángulos medidos, damos los calculados para
las dos especies afines:
ÁNGULOS
Volor calculado
en la
baritina.
Valor calculado
en la
celestina.
Valor medido
por nosotros
en la
baritocelestina.
m m(110)(110).. ..
a^aM102)(102)
h»míl00)(110)
g»m(010)(110)
maMnO)(102)
lOlMO'
77° 43'
140° 50'
129° 10'
119° 6'
104° 2'
78° 49'
142° 1'
127° 59'
120'' 1'
102° 30*
770
141°
128° 30'
118° 45'
En cuanto a su yacimiento, el recolector y donante de los ejem-
plares descritos, D. Fernando Mascaró, alumno de nuestra Facul-
tad de Ciencias Naturales, nos ha facilitado su situación exacta,
pero ningiin dato ha anotado de sus condiciones geológicas. El si-
tio en que recogió los cristales se llama «Cerro Molina Coronada
y Duende», y está enclavado a cinco kilómetros de Jaén en direc-
ción S. El mapa de nuestra antigua «Comisión del Mapa Geológico
de España» señala los terrenos correspondientes al punto indicado
como cretácicos; los escasos elementos que conservan adheridos
los ejemplares de referencia parece indicar han sido arrancados de
una roca, tal vez una arenisca, ferruginosa.
DE HISTORIA NATURAL 245
Apatelíta.— Esta especie mineral, descrita por Meillet (1), y
cuya fórmula de composición fué posteriormente rectificada por
Lacroix (2), no ha sido hasta ahora citada de ninguna localidad
española; al joven catedrático del Instituto de Castellón, Sr. Mar-
tín Cardoso, corresponde el honor de haber recogido en el «Ba-
rranco de Beita», a unos 500 m. al NNW. del pueblo de Ribesal-
bes, provincia de Castellón, los ejemplares por nosotros ensayados
y considerados como apatelita, objeto de esta nota.
Aparece el mineral entremezclado con cristales de yeso, cu-
briendo la superficie y en el interior de unos bancos arcillosos si-
tuados entre otros de arenisca, todos ellos debajo de uno de caliza
bastante compacta. Estos terrenos figuran en el Mapa Geológico
como triásicos, pero deben ser terciarios, a juzgar por fósiles que
posee nuestro Museo. Muestra su aspecto terroso un tanto con-
crecionado en las superficies que parecen han estado expuestas
a la intemperie y su coloración amarilla característicos.
Insoluble en el agua, desprende ésta a elevada temperatura y
da las reacciones propias de los sulfatos, del hierro y del aluminio-
No hemos realizado su análisis cuantitativo, único medio de sepa-
rar realmente esta especie de los demás sulfatos de hierro insolu-
bles en el agua; pero su facies, absolutamente idéntica a la de los
ejemplares de la cuenca de París, nos ha movido a considerarla
como apatelita, creemos que sin miedo a equivocarnos.
Edad de los terrenos del centro del Valles (Barcelona)
por
Jacinto Elias.
La comarca del Valles, enclavada al SE. de la provincia de
Barcelona, tiene una extensión superficial de unos 1.350 Km. cua-
drados (3). Linda al N. con el Moyanés y el llano de Vich; a le-
vante, con la cordillera litoral; al S., con el llano de Barcelona, del
cual la separa la cordillera del Tibidabo, y a poniente, con las co-
marcas de Olesa y del Bajo Llobregat.
(1) Annales des Mines, t. III, pág. 808, 1841.
(2) Minéralogie de ¡a France, t. IV, pág. 246, 1910.
(3) N. Font y Sagué: Lo Valles, pág. 32.
246 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Aparte del hundimiento general de toda la comarca, ocurrido al
terminarla época estampiense, más modernamente se han produ-
cido en ella dos grandes depresiones u hondonadas, separadas una
de otra por la cordilera central, dirigida de NW. a SE.
La hondonada del N. es muy extensa y de forma triangular, y
en ella se asientan importantes poblaciones, tales como Tarrasa,
Sabadell, Castellar, Caldas de Montbuy, Granollers, Moneada y
Sardañola. El substrátum de dicha depresión está constituido por
grandes espesores de brechas, arcillas y areniscas pontienses, pro-
cedentes de la descomposición de las pizarras del N. y del granito
de Sentmanat, Caldas y Santa Eulalia de Ronsana. Toda esta vas-
ta depresión estuvo ocupada en otro tiempo por el Lago Pon-
tiense.
La hondonada del mediodía es bastante más reducida, y en ella
sólo se encuentran las poblaciones del Rubí y San Cugat del Va-
lles. El substrátum de esta depresión está constituido por las are-
niscas rojas aquitanienses, y como en su borde meridional estas
areniscas aparecen en gran trecho al descubierto, en tanto que en
la proximidad de Rubí sólo están recubiertas por un ligero manto
de limos arcillosos amarillentos horizontales, infiérese que esta de-
presión es de formación bastante reciente. El poco espesor de es-
tos depósitos, que, según puede verse en las trincheras del ferro-
carril eléctrico, detrás de can Fatjó y de can Cabanas, apenas
si alcanza de cinco a seis metros como máximum, nos dice clara-
mente que el llano de Rubí estuvo ocupado por un estanque, al que
afluían las aguas de la sierra central de la comarca y las proceden-
tes de las sierras paleozoicas de la vertiente norte de Papiol. La
finura de dichos limos, y el tener sólo intercalados escasos y del-
gados lentejones de gravas y arenas, parece indicar una época de
gran calma atmosférica, que, atendida la horizontalidad de dichos
limos, bien pudiera corresponder a la época siciliense.
La cordillera central de la comarca que separa entrambas de-
presiones, y que dirigida de NW. a SE. empieza en las estribacio-
nes meridionales de Puigveníós, a poniente de la estación de Ole-
sa, y termina en Sardañola, se compone de una serie de sierras
más o menos accidentadas, tales como las de can Bayona, de Vi-
ladecaballs, de Ullastrell, de Las Martinas, de Galliners y de
can Camps. Dicha cordillera se presenta como cortada brusca-
mente por su parte norte, formando rápidas pendientes hacia los
llanos de Tarrasa y Sabadell, en tanto que por su vertiente sur se
DE HISTORIA NATURAL
247
destacan largos ramales hacia el mediodía, por los cuales se des-
ciende suavemente hacia Martorell, Castellbisbal y Rubí.
Los terrenos que integran esta cordillera central se componen
de extensos bancos de acarreos en la parte superior, y de bancos
de margas y arcillas, que son rojizas y amarillentas en su parte me-
dia y azuladas en el fondo. Los bancos de conglomerados superfi-
ciales tienen espesores de tres a cuatro metros; los de margas y
arcillas se repiten hasta una profundidad desconocida.
Todos estos depósitos pertenecen al Mioceno medio, y para
precisarlo más, diré que, a mi juicio, a excepción de las arcillas
azuladas inferiores, de época dudosa, todos los demás terrenos de
la cordillera corresponden al piso sarmatiense. Para justificar esta
opinión expondré las razones de orden tectónico que me inducen a
creerlo así.
Por de pronto hay que tener en cuenta que estos terrenos están
intercalados entre dos pisos, ya bien determinados por sus fósiles.
Por el mediodía, la faja de calizas blancas y de margas amarillas
que pasa por Rubí y por cerca de San Cugat, contiene abundantes
restos de moluscos marinos, tales como Clypeaster, Scutella y
Peden proescabriusculus ^ar. caialaunica Alm. et Bof., por lo
cual se la considera como perteneciente al Mioceno inferior o
Helveciense; por el N., los potentes depósitos de arcillas, con su
rica fauna de mamíferos, como el Hipparion gracile Kaup., el
Sus major Gerv., el Hyotherium Soemmeringii Meyer y la
Hycenictis grceca Qaudry, corresponden al Mioceno superior o
Pontiense.
Encontrándose, pues, los terrenos de la cordillera central del
Valles comprendidos entre dos fajas, una marina, perteneciente al
piso Helveciense, y otra, lacustre, correspondiente al Pontiense,
forzosamente han de referirse a uno o a dos de los pisos interme-
dios, Tortonense o Sarmatiense, si es que no se encuentran en-
trambos a la vez. Veamos si hay medio de precisarlo.
Los bancos de acarreos o pedregales superiores es indudable
que fueron depositados por el Llobregat, según lo prueba el hecho
de que todos los cursos de acarreos esparcidos a lo alto de dichas
sierras confluyen en el canal de La Piida, por donde pasa todavía
aquel río. Además, lo corrobora la circunstancia de que entre di-
chos acarreos andan mezclados numerosos cantos de caliza reple-
tos de Nummulites, descendidos del Bergadan, que sólo podía
haber arrastrado el Llobregat, por ser la única corriente que, atra-
248 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
vesando a la cordillera del N., pone en comunicación a la Alta
Montaña de Cataluña con los terrenos del centro del Valles.
Teniendo en cuenta las vicisitudes tectónicas que han hecho va-
riar el curso del Llobregat durante el período mlocénico, acaso po-
damos precisar la época en que este río discurrió por las hoy sie-
rras de la cordillera central de la comarca, depositando en ellas
sus acarreos, lo cual equivale a determinar la edad de tales depó-
sitos.
Guando por vez primera irrumpió el Llobregat por el canal de
La Püda, encaminóse, desde luego, hacia el Bajo Panados, dejan-
do como testimonio de su paso la estela de acarreos, hoy conglo-
merados, que, dirigiéndose a través de la riera del Puig al N. de la
colonia Sedó, atraviesa igualmente al Torrent Mal a poniente de
Esparraguera, formando bancos de conglomerados de regular es-
pesor.
Más tarde, a causa de una serie de empujes orogénicos proce-
dentes del SSW., este río experimentó sucesivas, aunque lentas,
desviaciones hacia el Valles, dejando cada vez, como testimonio
de su paso, nuevos cursos divergentes de acarreos, los cuales,
abriéndose al N. de Olesa a la manera de las varillas de un abani-
co abierto, van a parar a diferentes puntos del Panadés y del Va-
lles. El sentido de SW. a SE., en que se produjeron estas desvia-
ciones, lo ponen de manifiesto las indicaciones de todos los bancos
miocénicos, desde Martorell a las sierras de Uilastrell, con buza-
miento constante hacia el NNE.
Cuando por efecto de estos sucesivos empujes, venidos del
SSW., el Llobregat hubo recorrido este cuadrante de SW. a
SE., y pasaba por lo que es hoy cordillera central de nuestra
comarca, desapareció súbitamente del Valles, según lo demuestra
el hecho de que en ninguno de los terrenos formados posterior-
mente se encuentre el menor vestigio de acarreos arrastrados por
este río. La repentina desaparición de tan gran corriente es señal
cierta de que, al pasar el Llobregat por las sierras de can Bayona,
de Viladecaballs, de can Joal, de Galliners y de Sardañola, ocu-
rrió un violento trastorno geológico que obligó al río a alejarse del
Valles. Esta tremenda convulsión tectónica, que probablemente
coincidió con el levantamiento de los Alpes, consistió, por una par-
te, en la surrección de la cordilera central de la comarca, y, por
otra, en el hundimiento de todo el Alto Valles, en el cual tuvo ori-
gen la vasta hondonada actual del N.
DE HISTORIA NATURAL 24&
La elevación del terreno de can Bayona y la ligera depresión
que se produjo en su parte posterior cerraron el paso al Llobre-
gat, el cual probablemente se dirigió hacia Castellbisbal, en tanto
que la nueva hondonada del N. del Valles se llenaba con las aguas
descendidas de la cordillera paleozoica del N., formando el Lago
Pontí'ense, en cuyo fondo se sedimentaron los bancos de arcillas
que encierran los restos fósiles de mamíferos ya citados.
Siendo, pues, los depósitos de acarreos que recubren a la cor-
dillera central inmediatamente anteriores al vasto y potente depó-
sito de arcillas pontienses, forzosamente han de referirse al piso
inmediatamente anterior al Pontiense, o sea al Sarmatiense. He
aquí cómo por el funcionamiento del mecanismo tectónico hemos
llegado a precisar la época en que se depositaron los espesores de
acarreos de las sierras del centro del Valles. La edad de dichos
terrenos es, como acabamos de ver, Sarmatiense.
Conocida la edad de los pedregales superiores, cabe preguntar-
se si los bancos de arcillas y margas que se les infraponen perte-
necerán a la época anterior a Tortonense. Así lo había creído yo
durante mucho tiempo, pero recientemente he podido convencerme
de que son también Sarmatienses. Si se considera que, mientras a
principios de la época Sarmatiense el Llobregat vertía su carga de
acarreos en el Bajo Panadés, aquí, en el Valles, las aguas descen-
didas del N. y del NW. de la comarca sedimentaban en el fondo
del Lago Tortónico- Sarmatiense los depósitos de margas y arci-
llas, sobre los cuales, al desviarse el Llobregat, había de deposi-
tar los bancos de acarreos, se nota al momento que el desagüe de
este río en el Bajo Panadés era simultáneo con la sedimentación
de las margas y arcillas rojizas del Valles, y, por lo tanto, éstas
son de la misma edad que aquellos bancos, lo que equivale a decir
que son también sarmatienses. Es de esperar que los estudios pa-
leontológicos vengan más tarde a confirmar esta sospecha.
Interesa, por último, averiguar si en el Valles existe el piso tor-
tonense. Aunque de ello no me cabe duda, no puedo, sin embargo,
dar por ahora una contestación definitiva, puesto que las manifes-
aciones de tales terrenos son escasas e inseguras. En caso del
existir, deben hallarse ocultos debajo de los grandes espesores de
terrenos sarmatienses, en el centro, y debajo de los potentes de-
pósitos de arcillas pontienses, en el N.
Acaso correspondan al piso tortonense unos terrenos arenisco-
sos azulados que asoman por debajo de la sierra que desciende
250 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
de can Tapies, a poniente de la ermita de Sant Mus. y unas arci-
llas azuladas que aparecen en el fondo del torrente de can Corde-
ra, a levante de can Amat de les Farines. Nada tiene de extraño
que en el Bajo Valles tenga escaso espesor el piso tortonense, te-
niendo en cuenta que el movimiento tectónico, que paulatinamente
iba elevando al Monjuich durante la época tortonense, levantaba
igualmente a los terrenos del Bajo Valles, arrumbando hacia el
centro de la comarca a las aguas del brazo de mar que penetraba
en el Valles, y que, a consecuencia del levantamiento costero, que-
dó transformado aquí en un lago. Los depósitos de este lago deben
formar en el centro bancos de mayor potencia; pero por hallarse
ocultos bajo los grandes espesores de terrenos sarmatienses, ape-
llas se hacen visibles en parte alguna.
En cambio, no lejos del Valles pueden considerarse como tor-
tonenses no sólo las arcillas amarillentas del fondo del Torrent
Mal de Esparraguera, que sostienen a los espesos bancos de con-
glomerados sarmatienses, sino las fajas de arcillas y margas are-
niscosas situadas entre las areniscas rojas aquitanienses (?) y los
bancos de conglomerados sarmatienses del comienzo de la carrete-
ra que, desde la colonia Sedó, sube a Esparraguera. Estas arcillas
tortonenses yacían ya en el fondo del Lago Tortonense cuando el
Llobregat, a principios de la época sarmatiense, salió por vez pri-
jnera por el canal de La Puda, dejándolas recubiertas con sus aca-
rreos.
En vista de lo expuesto, podemos considerar que los terrenos
del centro del Valles, que integran la cordillera media, se compo-
nen de arcillas azuladas tortonenses en el fondo, de bancos de
.margas y arcillas amarillas y rojizas sarmatienses en la parte me-
dia, y de conglomerados sarmatienses en su parte superior.
La depresión central del Valles, durante la época sarmatiense,
formaba una vasta cubeta ocupada por un lago, que vino a relle-
narse con los escombros de la Alta Montaña de Cataluña, aporta-
dos por las corrientes del Llobregat y del Cardoner. De ello resul-
tó esa tan gran mezcolanza de materiales, de diversa procedencia,
de que se componen los bancos de acarreos, encontrándose entre
ellos lo mismo fragmentos de cuarzo y de pizarras del silúrico de
Olesa, que de pudinga cuarzosa, arenisca roja y caliza del triásico
de La Puda, y, sobre todo, abundantes cantos rodados de calizas
cretácica y numulítica, desprendidos del eocénico y oligocénico
-del Montserrat, del Plá de Bages, del Moyanas y del Bergadán.
DE HISTORIA NATURAL 251
Esa enorme acumulación de cantos poügénicos, que en un prin-
cipio se hacinaron en la depresión del Lago Sarmatiense, apare-
cen hoy coronando las alturas de las sierras del centro del Valles,
por efecto de los hundimientos ocurridos a sus lados, tanto a prin-
cipios de la época pontiense como al comenzar el período pliocé-
nico, lo mismo que al empezar la época siciliense.
La Harelda glacialis Steph, en Valencia
por
Luis Pardo.
Creo oportuno dar cuenta a la Sociedad de la captura de esta
especie en Valencia, representada por un ejemplar cazado en el
lago de la Albufera, en una de las tiradas que en el mismo se ce-
lebraron durante el pasado mes de diciembre.
De lo que dice Martorelli (1) deduje que el individuo en cues-
tión era un macho que ofrecía prematuramente el plumaje de pri-
mavera, ya que la cabeza, cuello, abdomen y parte dorsal es blanca
con una mancha pardo-negruzca en la región auricular, que se ex-
tiende hasta el cuello; el pecho, con una banda que nace de la
parte superior del mismo, envolviendo al ejemplar, negro, lo mismo
que las alas y las timoneras, que se prolongan y son muy punti-
agudas. El pico es más corto que la cabeza.
Las medidas tomadas en este individuo son las que siguen:
Culmen, 32 mm.; Tarso, 26 mm.; Dedo medio, sin la uña, 48 mm.;
Longitud desde la frente, 517 mm.
Mi presunción fué confirmada al examinar la nutrida colección
de aves que se guarda en el Museo de nuestra Facultad de Cien-
cias. En él se conserva montado un macho de esta misma especie,
pero en su etiqueta se hace constar, en la línea que se escribe la
procedencia, «Europa septentrional», lo que demuestra no ha sido
cazado en Valencia, sino adquirido por compra. En la parte inferior
de la peana se indica que presenta plumaje de otoño, y, efectiva-
mente, difiere bastante del muerto en nuestra laguna, sobre todo
en la tonalidad de los colores. En el de la Albufera predominan el
(1 ) Gli Uccelli d' Italia, 1916.
252 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
blanco y el negro, pero puros, bien delimitados, en tanto que en et
que se conserva en la Universidad, aparecen ambos sucios, coma
pretendiendo neutralizarse y sin marcarse ostensiblemente la divi-
soria entre los dos.
La especie parece ser bastante rara; según Martorelli, no pasa
del paralelo 70° desde el Círculo Polar Ártico, y en Italia, situa-
ción geográfica la más afín a la nuestra, ha sido capturada en el
lago Mayor y en el canal de Piove (Venecia).
En España ha sido citada por Vayreda (1) como rara en la pro-
vincia de Gerona. Arévalo Baca dice lo mismo en su obra (2),
pero no añade ninguna noticia, y en la colección que utilizó para
sus estudios y trabajos, que se conserva en la Facultad de Ciencias
de Valencia, ya he anotado no figura como lograda en nuestra pa-
tria; lo mismo hace constar Reyes (3). La indicación más concreta
y terminante es de Aldaz Eiazabel (4), quien, al citar la especie, de
la que dice es rara, da cuenta de poseer un ejemplar capturado en
la playa del pueblo de Zarauz. En los diferentes trabajos publica-
dos acerca de la ornitología española por varios autores (5), no
he visto cita alguna de tan interesante especie.
Este curioso individuo fué cazado, como antes he dicho, por el
Dr. J. Quiles, que tiraba en el puesto del Dr. Moliner Alio, a quien
regaló la notable pieza en vista de ser desconocida de todos los
cazadores que ante ella desfilaron.
Accediendo a mis deseos, el Dr. F. Moliner cedió generosa-
mente al Laboratorio de Hidrobiología tan interesante ejemplar,
ya naturalizado, lo que me complazco en manifestar desde aquí,
así como mi gratitud a ambos distinguidos cazadores.
(1) Fauna ornitológica de la provincia de Gerona, 1883.
(2) Aves de España, \^7 ,
(3) Catálogo de las Aves de España, Portugal e islas Baleares.
Anal. Soc. Esp. de Hist. Nat., primera serie, vol. XV, 1886.
(4) Catálogo de las aves observadas en Guipúzcoa y Vizcaya,
Mem. R. Soc. Esp. de Hist. Nat., tom. X, mem. 10, 1918.
(5) Ríos Naceyro (1850), Machado (1854), Martínez Reguera (1886),
Martínez Qámez (1906), Fuset (1913), etc.
DE HISTORIA NATURAL
La Natica Leviathan, en Oliva (Valencia)
por
E. Boscá.
Uno de los resultados de la anunciada visita para las vacacio-
nes del pasado verano de 1921, de los profesores MM. Fallot y
Mauricio Gignoux, de la Sociedad Geológica de Francia, quienes
vieron la parte paleontológica de mi colección regional Castellón,
Valencia, Alicante, fué distinguir la Natica Leviathan Pict. et
Camp., tipo que se aparta bastante de las naticas vivientes, po-
presentar la espira de la concha ei, sus seis vueltas, marcadísimas
y reunidas próximamente en un plano que forma su mayor diáme-
tro, llevando, además, una costilla prominente en el ángulo de la
última vuelta, siendo de advertir que la Natica de referencia es de
un tamaño excepcional, con el diámetro de su espira que mide 30
centímetros, y la longitud del fósil, que representa un cono trun-
Fig. Í.—Naiica Leviathan de Oliva (Valencia).
cado por la anchura del ombligo, mide 20 cm., con un peso de 15
kilogramos.
El yacimiento en que fué encontrada es del Cretácico inferior,
y la roca, una caliza compacta, con pequeñísimos cristales, de co-
lor ceniciento, que en algunos puntos resulta marmórea.
Consultada la interesante obra del Dr. Rene Nicklés titulada
Estudios geológicos sobre et sudeste de España, Lille, 1891, en
<iue, entre otros capítulos, se ocupa detalladamente del Cretáceo
254 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
neocómico de la sierra Mariola, divisoria geográfica entre las pro-
vincias de Alicante y Valencia, refiere que las capas correspon-
dientes a la Natica Leviathan Pict. et Camp., no han sido cono-
cidas en la Península Ibérica hasta que M, Choffat las señaló en
Portugal en 1885, habiéndolas encontrado él en Moncabres, monte
que forma parte de la sierra Mariola y término del pueblo de Muro
(Alicante); pero sospechado que pudiera encontrarse asimismo en
los alrededores de Gandía, por analogías con los horizontes.
En mis repetidas excursiones por el término de Oliva y partida
de Elca, como a cinco kilómetros al mediodía de la población, y
antes de llegar a la casa que da nombre a dicho término, hallé por
vez primera el fósil aludido, que al presentarse distanciado de
otros fósiles, sugiere la idea de si podría ser un gasterópodo pelá-
gico, a la manera del Dolium galea L. del Mediterráneo. Después
he recogido por dichos alrededores hasta cinco ejemplares de dicha
Natica, habiendo visto en poder del R. P. Leandro Calvo, tres
ejemplares más, que a su fallecimiento quedaron formando parte
del gabinete de Historia Natural del acreditado Colegio de las Es-
cuelas Pías de Valencia, procedentes del término de Ador, siendo
menores que el tomado como tipo de referencia, por ser jóvenes.
Completando la idea del Neocomiense de la partida de Elca,
haremos constar que en el camino, antes de llegar a dicho punto,
se manifiesta otro horizonte cuyo carácter petrográfico es una
arenisca-caliza fina, dura, de color amarillo-rojizo en las fracturas
antiguas, pero que es de un amarillo claro en las fracturas recien-
tes, cualidad ya observada por el Dr. Nicklés en la localidad la
Querola, er^donde se presenta recubriendo las capas en que se
presenta la Natica que nos ocupa; por cierto que en el punto lla-
mado la Riera existe un yacimiento de Terebratula sella Sow. que
están aplastadas cuanto lo permite la estructura de la concha de
los Braquiópodos, sin romperse.
Siguiendo la cuesta algunos kilómetros, se hallan dos localida-
des: la fuente del Olmo y el rincón del Tabaletér, en los cuales se
encuentran abundantes fósiles, cuyo sello es el color amarillento
de la roca que los contiene, de la cual se separan con suma facili-
dad; hallándose, por lo general, muy íntegros. La primera locali-
dad ofrece abundancia de Ostrea Couloni Orb., que, como es sa-
bido, es caracterísca del Cretácico inferior en España. Es de notar
que sobre ellos hay abundantes sérpulas, pudiendo elegir ejempla-
res de Ostrea de todas las edades, así como valvas sueltas para
DE HISTORIA NATURAL 255--
estudiar la charnela y las impresiones musculares, que son profun-
das. En los bancales de algarrobos recién labrados es donde mejor
se coleccionan. En la segunda localidad existen variadas especies,
y con relativa abundancia algunas de las que he podido determinar.
He aquí la lista: Turbinolia Lam.; Echinospatangus Ricordea-
/zü^Cott.; Terebratula sella Sow. y variedades; Terebratulína
Astieri d'Orb.?; Rhynchonella multiformis Roem.; Ostrea cari-
nata Lam.; Plicatula Macp/iersoni Nick\és; Arca aff. ladea L.;
Trochiis ^W. granúlalas Born.; Astralium; Natica; molde inter-
no; Nerinea, fragmentos; Nautilus; Belemnites dilalatus Blainv.;
Diversas especies de Ammonites.
Carábidos nuevos de Marruecos
por
Manuel M. de la Escalera.
Cymindis pilosipennis sp. nov.
Long. 12,5 mm.
Loe. Cabo Espartel (Escalera), mi colección.
Esta rarísima especie, de la que no he podido encontrar más
que el ejemplar que describo, debe colocarse al lado de C. Hookeri
Bates, del Atlas, por supronoto y élitros pubescentes, y con el que
no puede confundirse, pues esta especie tiene la pubescencia sen-
tada y es un insecto uniformemente castaño rojizo, mientras el
nuestro tiene pubescencia corta y rala, semierizada, siendo su co-
loración como la de C. añilar is F. var. confusa Fairm, y var.
africana Chaud., también de Tánger, con los élitros castaños y,
margen y mancha humeral rojizas, como C. axillaris; tiene el pro-
tórax de ángulos posteriores bien acusados, trapezoidal y cordifor-
me, si bien no tan transverso, casi tan largo como ancho, con pun-
tuación no muy densa, muy profunda en el disco y más en las már-
genes, con cerditas cortas y doradas no muy densas y semieriza-
das, que dejan desnudo el tercio central del disco.
Élitros con reborde basal entero, con estrías fuertemente hun-
didas, enteras y punteadas; interestrías convexas y su puntuación
fuerte, desigual y no muy alineada y con cerditas como las del pro-
tórax, cortas y doradas, formando series longitudinales difícilmente
■256 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
visibles, pero aparentes mirando el insecto a cierta luz. Episternos
metatorácicos fuerte y rugosamente punteados.
Podría colocarse al lado de C. limhipennis Chaud., de Arge-
lia, que tiene pelitos por encima difícilmente visibles a seguir la
descripción; pero según Bedel en su nota de la página 254 del Ca-
talogue raisonné des Coléoptéres du Nord de l'Afrique, que
afirma haber visto el tipo de Chaudoir en col. Oberthur, C. limbi'
pennis Chaud. es absolutamente desnudo por encima.
Laemostenus mogadoricus sp. nov.
Long. 16 mm.
Loe. Mogador (Escalera), 2 92 en mi colección.
Especie próxima a L. mauriíanicus Schauff., por tener como
ella la cara superior de las tibias anteriores densamente punteada
hacia la extremidad, pero inconfundibles por la forma del protórax,
francamente trapezoidal en nuestra especie, con el borde posterior
claramente más estrecho que el anterior, de lados poco sinuosos:
la cabeza más estrecha y de ojos menores y nada salientes; las
mandíbulas fuertemente estrioladorugulosas (por lo que se ase-
meja a L. atlánticas Esc), y por la forma de los élitros más largos
proporcionalmente en nuestra especie, de lados más paralelos y
más aplanados en su conjunto.
Color negro en la cabeza y protórax, azulado en los élitros,
mandíbulas y antenas rojizas^ así como la cara inferior del cuerpo.
Cabeza alargada, de ojos pequeños y poco prominentes, de sie-
nes abultadas, borde anterior del epístoma ligeramente cóncavo»
depresión interocular pequeña y poco acusada, costilla anteocular
recta y oblicuada hacia el borde anterior del epístoma por tener
los ojos más laterales que las otras especies marroquíes; mandí-
bulas fuertes y densamente estriolado rugosas, con el diente ter-
minal muy encorvado; antenas gráciles, de artejos muy alargados
y finos.
Protórax más largo que ancho, con el borde anterior rebordeado
en los lados y anchamente interrumpido en el medio, donde es recto,
teniendo, sin embargo, los ángulos anteriores bastante salientes y
agudos romos; ligeramente entrante en el medio de la base, que es
rebordeada estrechamente, y menos ancha visiblemente que en el
borde anterior; de lados poco sinuosos en el tercio posterior, cuyos
ángulos son planos y rectos o apenas obtusos; con la estría mediana
longitudinal bien acusada y naciendo de la misma base, llegando
Bol. delaR. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXII. -Lám- VI.
Fig. 1,— Cristal de turnialina parcialmente transformado en moscovita.
L. ord. 40 d. prep., n." 76, col. M. San Miguel.
Fig. 2.- Aplita neísica andalucitica; cristales largos de andalucita; obs-
curos de turmalina; claros y grandes de cuarzo. L. ord. 40 d. prep.,
n." 77, colee. M. San Miguel.
DE HISTORIA NATURAL 257
casi al borde anterior y con las dos depresiones básales cortas y no
muy señaladas.
Élitros fuertemente estriados y de puntuación inapreciable; ín-
terestrías apenas convexas, algo más al final de los élitros, que son
bastante acuminados, o al menos, más que en las otras especies
marroquíes; bastante paralelos de lados, con reborde marginal es-
trecho e ininterrumpido hasta el final, que es muy poco declive.
Abdomen liso; epipleuras metatorácicas no más largas que an-
chas; trocánteres posteriores reniformes; tibias posteriores rectas,
y las anteriores densamente punteadas hacia el final; tarsos poste-
riores fuerte y rugosamente punteados en su cara dorsal; fémures
anteriores inermes.
Laemostenus melillensís sp. nov.
Long. 16,5 mm.
Loe. Melilla (Arias), en Museo de Madrid.
Coloración negra brillante en la cabeza y protórax y negro con
viso azulado muy obscuro sobre los élitros; palpos y antenas roji-
zos, abdomen y patas rojizo-obscuros con el fin de las tibias y los
tarsos más claros.
Cabeza alargada, de ojos poco salientes; borde anterior del epís-
toma recto, con dos depresiones intraoculares bien marcadas y cla-
ramente estrioladas; costilla anteocular fuerte, recta y perpendi-
cular exactamente al borde anterior del epístoma; antenas gráciles
pasando del medio del cuerpo.
Protórax algo más largo que ancho, cordiforme, de lados muy
sinuosos, con el borde anterior poco escotado, rebordeado y apenas
interrumpido en el centro, en cuya región tiene numerosas y den-
sas estrías longitudinales cortas, o mejor pliegues; de ángulos ante-
riores rectos, matados y poco declives, con la base recta y distin-
tamente rebordeada en el medio; estría media longitudinal fuerte
:y hundida, llegando casi a la base y al borde anterior, con el disco
así bipartido, ligeramente globoso, y con las dos fosas o depresio-
nes basilares laterales anchas y profundas, por estar el reborde
lateral cerca de la base muy levantado, resultando los ángulos pos-
teriores ligeramente obtusos y aguzados, sin ninguna otra puntua-
ción en esta zona que el punto pilígero.
Élitros muy alargados y paralelos en sus lados, con estrías mo-
deradamente profundas y distintas, pero ligeramente punteados;
interestrías poco convexas y reborde lateral entero hasta el ápice.
Tomo xxii.-Mayo, 1922. 17
258 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Episternos metatorácicos notablemente más largos que anchos;
trocánteres posteriores reniformes; tibias anteriores no punteadas,
lisas en su borde ántero-interno, aparte una serie longitudinal de
cinco o seis puntos pequeños y espaciados, difícilmente visibles;
fémures anteriores inermes en el cf, sin denticulaciones ni protube-
rancias en sus crestas; tarsos del cT ensanchados moderadamente,
con las tibias posteriores rectas y sus tarsos no rugosamente pun-
teados en su cara dorsal; uñas lisas; vientre sin pliegues transver-
sos; caderas intermedias unisetuladas; parte inferior de los fémures
anteriores con cerdillas anchamente espaciadas.
Nota petrográfica sobre unas aplitas, pegmatitas
y micacitas de la montaña
de San Pedro Mártir (Barcelona)
por
M. San Miguel de la Cámara.
(Lám. VI.)
Hace ya mucho tiempo que presenté, en una sesión de la Sec-
ción barcelonesa de nuestra Sociedad, una serie de ejemplares de
aplitas y pegmatitas, con grandes andalucitas y turmalinas unas, y
cargadas de cristales cúbicos de pirita limonitizada otras, y de mi-
cacitas, en las que se ofrecen venas y nidos de cuarzo con grandes
cristales, que creímos eran de turmalina o de estaurótida completa-
mente alterada y convertidas en un agregado micáceo. En aquella
sesión, y a instancias del Sr. Presidente, prometí entregar una
nota para el Boletín; el presente trabajo tiene por objeto cumplir
aquella promesa, lamentando que se haya hecho esperar tanto.
La montaña de San Pedro Mártir forma parte del macizo de
Tibidabo, y se levanta sobre el llano de Pedralbes, en el borde S.
del indicado macizo, hasta una altitud de 420 m. Está constituida
por una sucesión de micacitas y micacitas nodulosas cordieríti-
cas, con buzamiento al NE. bastante pronunciado, que se ven fre-
cuentemente atravesadas por diques de aplita, pegmatita y pórfido
cuarcífero.
Las micacitas son rocas pizarreñas, relativamente blandas y
bastante tenaces, de color gris verdoso, amarillento o rojizo, gris
DE HISTORIA NATURAL 259
obscuro, casi negro o claro; disyunción en losas y paralelepipédica
en pequeño; pátina pardo-rojiza de limonita. A simple vista se ven
constituidas por multitud de laminillas de moscovita y biotita (ne-
gra o bronceada), siendo frecuente encontrar intercaladas finas
capas de cuarzo lechoso. En la masa de estas rocas se ofrecen, a
modo de gruesos nidos o riñones, porciones compuestas de cuarzo
xenoblástico y de hermosos prismas, más o menos claramente exa-
Fig, 1.— Masas de cuarzo con grandes cristales de turmalina alterada.
Fot. L. M.° Vidal. V2 de su tamaño.
gonales, ordinariamente sin caras terminales, de color gris obs-
curo, verdoso o pardo rojizo, casi negros en las fracturas recientes
(figuras 1 y 2), y con escamitas micáceas en las caras prismá-
ticas, que por su forma y modo de yacer recuerdan los de turma-
lina, y como éstos, se rompen fácilmente, según planos normales
al eje c. En algunos ejemplares de la misma formación, se ven
bandas y nodulos casi negros, más ricos en biotita y partes blan-
cas de aspecto de caolín y productos terrosos, de alteración de
masas feldespáticas; estas partes desprenden pronunciado olor ar-
cilloso cuando se las moja o dirige el aliento.
Las micacitas, observadas con el microscopio, se ven compues-
tas de capas de cuarzo granoblástico, ricas en agujas de turmalina
negra, siempre pequeñas, y a veces incluidas en el cuarzo; algo
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Fig. 2.
Fragmento de un
cristal de la su-
puesta turmalina
alterada.
de andalucita pleocroica en rosa-salmón, que se altera, dando lugar
a agregados de finas escamitas de damourita y de capas constitui-
das esencialmente por moscovita y biotita, con algo de clorita,
cuarzo y turmalina. En una de estas bandas se ven
algunos fragmentos informes de turmalina en vías
de transformación en productos micáceos y ferru-
ginosos; la parte central presenta aún bien eviden-
tes los caracteres ópticos de la turmalina, si bien
el color en la posición de máxima absorción es ro-
jizo bastante obscuro, en lugar de azulado, que es
en los cristales de las capas cuarcíticas; la zona
que rodea a esta parte es de color amarillo, más o
menos rojizo, no pleocroica y con polarización de
agregado, habiendo perdido, por consiguiente, los
caracteres ópticos de la turmalina; por fin, la zona
exterior es un producto micáceo (escamitas de da-
murita), también amarillento, que parece ser el tér-
mino final de la transformación, pues aquí las lami-
nillas de mica son relativamente grandes y bien definidas. Entre
la base cuarcítica se ven también nodulos de una substancia ama-
rillento rojiza, constituida por laminillas de damurita, algún grano
de cuarzo y productos micáceos análogos a los que se desarrollan
a expensas de los fragmentos de turmalina antes mencionados y
teñidos por productos ferruginosos que a veces se individualizan
en granos de limonita. La clorita que hay en la roca procede siem-
pre de la biotita?
Los cristales que arman en las masas de cuarzo que en forma
de venas o nidos aparecen en algunas capas de estas micacitas,
recuerdan, por su forma, como ya hemos indicado, los de turmali-
na o los de estaurótida. Nuestro compañero el Dr. Pardillo, que
midió el ángulo de las caras prismáticas en un cristal pequeño de
los mejor conservados, encontró que es muy próximo a 60°. El es-
tado de estos cristales no permite hacer aquellas investigaciones
cristalográficas y ópticas que pudieran conducirnos a un resultado
cierto. Hemos obtenido láminas transparentes de estos cristales,
y el resultado de su observación con el microscopio tampoco nos
ha permitido resolver con seguridad la cuestión; la lámina se ve
formada por una substancia amarillenta, no pleocroica, con polari-
zación de agregado, que forma la base, y sobre ella, granos de an-
dalucita, de cuarzo y .láminas de moscovita (damurita); parece que
DE HISTORIA NATURAL 261
esta base es análoga a la de los nodulos que hemos visto en las
bandas cuarcíticas y a la de la zona que rodea los fragmentos de
turmalina antes indicados; pero no nos atrevemos a afirmar que
también estos cristales son de turmalina alterada. Algunos colegas
a quienes he enseñado estos cristales han opinado, sin excepción,
que son epigénesis micáceas de turmalina.
Hace muy poco tiempo, en uno de mis paseos por la pintoresca
montaña, encontré un trozo de turmalina (chorlo negro), cuya mi-
tad estaba transformada en mica blanca; pero en éste no se ve
nada del producto amarillento dicho, sino que se pasa brusca-
mente de la parte turmalina fresca a la moscovitizada, sin estados
intermedios; en otra roca, como después se verá, he vuelto a en-
contrar este mismo fenómeno.
Micacitas alteradas de la base de la montaña.— Rocas blan-
das, de color gris más o menos rojizo, que despiden fuerte olor
arcilloso, rompen en bloques paralelepipédicos, y tienen pátina
pardo-rojiza más obscura que la de las otras micacitas. A simple
vista se distinguen multitud de laminillas de moscovita y algunas
de clorita sobre masa terrosa; en las junturas y sus proximidades
se cargan de cristales exaédricos de pirita limonitizada, algunos
de gran tamaño.
Observadas con el microscopio, se ven constituidas por capas
de cuarzo con substancia sericítica (filita), otras de cuarzo y mos-
covita, y otras de aspecto de filita o pizarra arcillosa; el cuarzo
se ofrece en granos y placas relativamente grandes; la moscovita
forma escamas, generalmente pequeñas, lo mismo que los demás
productos micáceos; la clorita es pennina esferulítica; por fin, hay
granos de magnetita. Alternando con las capas cuarzo-micáceas
estudiadas, se ven otras que llamaremos granulíticas, compuestas
esencialmente de cuarzo y feldespato, éste siempre caolinizado;
en estas partes son relativamente abundantes y grandes los crista-
les de apatito; también se encuentra turmalina, y, como en las
otras micacitas, ciertas partes de substancia micácea y otras teñi-
das por productos ferruginosos que las hacen casi opacas, y que
suponemos procede-n, como en aquéllas, de la alteración de porfi-
doblastos de turmalina.
Aplitas y pegmatitas andalucíticas tur maliníf eras. — For-
man estas rocas diques, en general estrechos, que suelen cortar
las capas normalmente a su dirección, y venas de curso tortuoso
o interestratificadas con las micacitas; la inyección e imbibición
262 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
pegmatítica, debida probablemente a fenómenos pneumatolíticos,
ha tenido aquí una importancia extraordinaria, ya que, además de
en las rocas que vamos a describir, abunda la turmalina, como ya
hemos visto, en todas las micacitas. Afloran varios de estos diques
y venas en la carretera de la Compañía de Aguas, que va desde
la montaña de San Pedro Mártir hasta cerca de la plataforma del
funicular del Tibidabo.
Las rocas son de color blanco sucio, con manchas negras y
rosa salmón, duras y frágiles; la disyunción es ordinariamente irre-
gular, y la pátina, de color pardo-rojizo claro. El grano y la estruc-
tura varía mucho; las hay de gruesos elementos, con estructura
pegmatítica, de grano mediano y fino, y entonces unas son aplitas
y otras pegmatitas; otras, por fin, muestran muy evidente la es-
tructura paralela, y de encontrarlas aisladas, se considerarían
como granulitas o leptinitas.
A simple vista se reconoce en todas cuarzo, feldespato y mos-
covita, y en gran parte de ellas turmalina (chorlo negro) y andalu-
cita rosada. La manera de asociarse estos minerales varía bastan-
te; el cuarzo y los feldespatos son: unas veces, pegmatíticos, for-
mando éstos grandes masas que engloban elementos gruesos o pe-
queños de aquél; otras, parecen tener independencia los grandes
cuarzos y feldespatos, siendo en unas partes toda la masa feldes-
pática, y cuarzo, en otras; a veces, en un mismo bloque se encuen-
tran todos los tipos, de grano grueso y fino, pegmatíticos y aplíti-
eos. La mica, abundantísima en unas, falta casi por completo en
otras; con la andalucita ocurre lo mismo, y, además, nunca se re-
parte por igual en toda la roca, sino que en unas partes del dique
o vena se encuentra con relativa abundancia y falta por completo
en el resto. La turmalina ofrece una manera curiosa de presentar-
se: cuando se logra arrancar un bloque que comprenda toda la
anchura de la vena, con las dos salbandas, se observa que el inte-
rior se compone de pegmatita de grano más o menos grueso y esen-
cialmente cuarzo feldespática, y los bordes se cargan de prismas
de turmalina dispuestos con sus ejes senarios normales a las sal-
bandas, y aparece la mica, que llega a hacerse, con la turmalina,
preponderante, y aparecen granos y prismas de andalucita.
Algunos ejemplares ofrecen estructura neísica; son de grano
mediano o fino y de igual composición mineralógica; la turmalina
y la andalucita, particularmente esta última, se disponen según la
estructura paralela, y lo mismo hace la moscovita; esta estructura
DE HISTORIA NATURAL 260
es indudablemente secundaria, y, por lo tanto, no es la roca una
verdadera granulita, sino una aplita o pegmatita neísica.
La influencia de los diques y venas de pegmatita sobre las ro-
cas envolventes no es apreciable; el contacto es claro y bien limi-
tado; quizá sea la única influencia el cargarse las micacitas próxi-
mas de turmalina y cuarzo.
Al microscopio se las ve compuestas de cuarzo, plagioclasa
(albita oligoclasa), turmalina, andalucita, moscovita y sericita, con
algo de caolín sobre los feldespatos; el cuarzo se ofrece frecuen-
temente en granos triturados y en placas con extinción ondulada;
el feldespato, menos triturado, muestra también señales de la
acción cataclástica, tanto en las bandas polisintéticas, que apare-
cen dobladas y rotas, como en las anomalías de extinción; la tur-
malina y la andalucita también se ven, a veces, rotas y trituradas,
pero no es tan frecuente ni afecta a todos los individuos. En algu-
nos cristales de turmalina se ve ésta parcialmente transformada
en moscovita (lám. VI, fig. 1).
Los ejemplares neísicos, de que antes hablábamos, se compo-
nen de cuarzo predominante, en granos xenomorfos, orientados
según sus dimensiones mayores; de andalucita, con hermoso pleo-
croísmo en rosa salmón, que se disponen en prismas largos con
orientación paralela; de turmalina negra y algo de oligoclasa
(lámina VI, fig. 2).
Un ejemplar recogido a unos 50 m. más abajo de la carretera
es curioso, por su aspecto de granulita y por no contener turmali-
na; se compone de oligoclasa, ortosa, cuarzo, moscovita y anda-
lucita. El microscopio demuestra la existencia de elementos rela-
tivamente grandes con caracteres ópticos normales y de estructu-
ra francamente aplítica; pero entre ellos hay venas y partes de
otros más pequeños que parecen producto de trituración de otros
mayores; el cuarzo se ofrece bastante triturado, la moscovita se
deshace en laminillas y es manifiesta su tendencia a la ordenación
paralela; en cambio, aquí, la andalucita parece indiferente a la
acción mecánica, como si ésta hubiera sido anterior o simultánea
a su cristalización.
En la base de la montaña, atravesando las micacitas alteradas,
ricas en cubos de pirita limonitizada, aflora una aplita descom-
puesta, que también presenta gran número de dichos cubos. Al
microscopio se ve compuesta esencialmente de cuarzo aplítico,
264 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
moscovita, cubos de limonita, granos de rutilo y productos terro-
sos derivados del feldespato descompuesto.
Por fin, también al pie de la montaña, y en lugar próximo a la
anterior, se encuentra una aplita transformada en una especie de
greisen; se compone esencialmente de una base de cuarzo, sobre
la que destacan abundantes láminas y escamitas de moscovita y
grandes cristales de pirita limonitizada; parece que el feldespato
y la andalucita han desaparecido^ y en su lugar se ha desarrollado
moscovita y cuarzo, que han recristalizado juntamente con los que
ya existían; desde este punto de vista, es un verdadero ^rme/z la
roca que nos ocupa, resultante de la acción de mineralizadores,
hidrotermales o fumarolianos, sobre la aplita; apoya este modo
de ver el hecho de que tal transformación no aparece en toda la
montaña más que donde las rocas se cargan de sulfuros (aquí piri-
ta de hierro).
Laboratorio de Geología de la Universidad de Barcelona.
El género Mira Schellenberg
(HiM. Calcídidos)
por
Ricardo García Mercet.
A este género, esencialmente europeo, se le han atribuido dos
especies: la Mira macrocera Schell. y la Mira saltator Lind.; la
primera de la Europa boreal y central, y la segunda, de Rusia.
Esta última especie, descrita por K. Lindeman el año 1887 en
el Bull. de la Soc. des Naturalistes de Moscou, ni pertenece al
género Mira ni es un verdadero Encírtido. El examen de la figura
de la antena de Mira saltator, intercalada en la descripción de la
especie, induce a sospechar, desde luego, que se trata probable-
mente de un Eupélmido. Comprendiéndolo así, el Dr. F. Ruschka,
en su Chalcididenstudien 1. Teil. (1921), llega a la identificación
de M. saltator con Eiipelmiis vesicularis, asimilación que parece
correcta y perfectamente admisible.
En cuanto a Mira macrocera, especie típica del género, se ha.
creído que no ofrecería dificultades su reconocimiento, por tratar-
DE HISTORIA NATURAL 265
se de una forma que considerábamos reunía un conjunto de carac-
teres propios y fundamentales que permitían distinguirla de todos
los demás encírtidos. Con arreglo a este criterio, en mi reciente
libro Fauna Ibérica, Fam. Encírtidos (1921), he descrito la Mira
macrocera sobre un insecto encontrado en los alrededores de
Madrid y cuyos caracteres morfológicos se ajustaban bastante bien
a los atribuidos generalmente a la especie de Schellenberg. Ahora
bien; el examen comparativo de ese insecto con individuos de
M. macrocera procedentes del centro de Europa, y que debo a la
gentileza del Dr. Ruschka, me permite advertir entre uno y otros
diferencias de bastante importancia y significación, que aconsejan
separarlos en especies diversas, considerando como forma típica
la que habita en los países centrales de nuestro continente, ya que
de ellos era originaria la descrita por Schellenberg.
Entre los materiales recibidos del Dr. Ruschka, figura también'
una serie de machos capturados en los mismos parajes donde se
encuentra la Mira macrocera, y que dicho entomólogo supone que
pueden corresponder a esta especie.
Los machos de referencia concuerdan por el conjunto de sus
caracteres con los de mi género Euzkadia, y difieren considera-
blemente de las hembras de Mira por la forma de los apéndices
cefálicos, la del pronoto, la del escudo del mesonoto, etc. También
deben distinguirse notablemente del insecto que Forster consideró
como el macho de Mira macrocera y que Mayr califica de cf de
Encyrtus sceptriger, puesto que éste aparece incluido por el
autor de Die europaischem Encyrtiden en un grupo de machos
caracterizado por presentar el funículo de las antenas provisto de
pestañas largas; siendo así que los recibidos del Dr. Ruschka, así
como los de Euzkadia, ofrecen muy cortas las pestañas antenales.
A pesar de lo expuesto, considero admisible la opinión del doctor
Ruschka, ya que se trata de unos insectos cuyas antenas, dentro de
las de tipo masculino en los encírtidos, son casi tan extraordinarias
como las de las hembras de Mira, dentro del tipo de las de su sexo.
En este caso, los machos por mí descritos como del género
Euzkadia tendrán que ser considerados como pertenecientes al
Mira, y habrá que atribuir al sexo masculino de este género los
caracteres por mí consignados para el Euzkadia. Con la hembra
de Euzkadia integralis se formará un género nuevo, que denomino
Euzkadiella, cuya especie única tendrá por nombre E. intC'
gratis (Mercet).
266 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAíÑOLA
También, como consecuencia de lo expuesto, a la sinonimia ya
conocida de Mira liabrá que añadir la siguiente:
Género Mira Schellenberg.
Euzkadia Mercet cf , Fauna Ibérica, Fam. Encírtidos, pág. 552,
(1921).
Observaciones.— Género afín del Lyka por sus caracteres
masculinos; pero muy distinto de éste por los de sus respectivas
hembras. Las de Lyka ofrecen afinidades con las de Euzkadiella,
y no tienen nada de común con las de Mira. En cambio, los machos
de Lyka son extraordinariamente parecidos a los de Mira.
Este género queda constituido por dos especies: Mira macro-
cera Schell. y
Mira ibérica nov. sp.
Mira macrocera Mercet ?, Fauna Ibérica. Fam. Encírtidos, pági-
na 182 (1921).
Euzkadia iniegralis Mercet cTi Fauna Ibérica. Fam. Encírtidos,
pág. 553 (1921).
Distribución geográfica: Provincia de Madrid: El Pardo;
Ribas.— Prov. de Santander: Solares.— Prov. de Vizcaya: Bilbao.
Fig. 1. -Antena de Mira macrocera Schell., hembra.
Fig. 2.— Antena de Mira ibérica Mercet, hembra.
Observaciones.— Considero como tipo de la especie una ?
que me sirvió para describir M. macrocera en Fauna ibérica.
He aquí, comparativamente expuestos, los caracteres que dis-
i:inguen esta especie de la típica del género:
DE HISTORIA NATURAL
267
M. IBÉRICA
M. MACROCERA
Hembra.
Cuerpo de color dorado o dora-
do-cobrizo, muy brillante.
Cabeza lisa.
Frente más ancha que el más an-
cho de los artejos del funículo.
Escapo bastante más largo que
ancho, su borde anterior entero.
Escudo del mesonoto finísima-
mente reticulado, con algunas filas
transversales de pestañitas blan-
cas, muy espaciadas.
Axilas y escudetebrillantes,casi
lisos.
Ángulos del segmento medio
lampiños.
Espolón de las tibias interme-
dias espiniforme.
Abdomen deprimido, muy bri-
llante, con escasas pestañitas a
los lados de los segmentos.
Cuerpo de color obscuro bron-
cíneo, con algunas partes cobrizas,
apenas brillante.
Cabeza chagrinada.
Frente a lo sumo tan ancha como
como el más ancho de los artejos
del funículo.
Escapo media Vez más largo que
ancho, con una escotadura en el
borde superior.
Escudo del mesonoto chagrina-
do, con abundante pubescencia
blanca, dispuesta a los lados en
filas radiadas.
Axilas y escudete mates, cha-
grinados.
Ángulos del segmento medio pu-
bescentes.
Espolón de las tibias interme-
dias muy grueso, fuertemente bar-
bado en la cara interna.
Abdomen globoso, fuertemente
convexo, mate, muy pubescente.
Macho.
Escudete reticulado en la mitad
basilar, liso en la apical.
Nervio postmarginal casi tan
largo como el marginal y el estig-
mático reunidos.
Espolón de las tibias intermedias
menor que la mitad del metatarso,
éste de color pardo-obscuro.
Escudete chagrinado en la mitad
basilar, casi liso en la apical.
Nervio postmarginal más largo
que el marginal y el estigmático
reunidos.
Espolón de las tibias intermedias
por lo menos tan largo como la
mitad del metatarso, éste de color
blanco o blanquecino.
268 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Sección bibliográfica.
Alvarez Castrillon {M..).— Frecuencia de les direccions del vent a
Barcelona. Public, de la Secc. de Cieñe, de l'Inst. d'Estudis Cata-
lans, Notes d'estudi núm. 3, 10 págs. y 6 figs. Barcelona, 1922.
Resume el autor los datos de dirección del Viento en el Observato-
rio Fabra, obtenidos con un anemógrafo de aspiración; el resumen com-
prende los Valores desde el 1.° de enero de 1914 al 31 de diciembre de
1919, o sea un período de seis años. Las observaciones se han llevado
a cabo diariamente y por períodos de cuatro horas, y en el trabajo se
han agrupado por estaciones. — M. San Miguel.
Febrer {].).— Pluges a Catalunya durant la tardor de /Pi*/.— Public,
de la Secc. de Cieñe, de l'Inst. d'Estudis Catalans, Notes d'estudi, nú-
mero 4, 8 págs. y 2 figs. Barcelona, 1922.
Es un estudio sobre las lluvias del otoño de 1921.— M. San Miguel.
Batallar (J. R.). — Notes per a la Geología déla comarca tortosina
Butll. Inst. Catal. d'Hist. Nat., 2." ser., vol. I, 1921, págs. 188-19K
Barcelona, 1922.
El autor da a conocer algunos datos recogidos por él en sus excur-
siones a la región comprendida entre Hospitalet y Ampolla (Tarrago-
na); cita una extensa formación cuaternaria de conglomerados, arcillas,
margas y travertinos que llega hasta pasar, a veces, la cota de 200
metros. El Cretácico fosilífero asoma en isleos entre las formaciones
cuaternarias, que le cubren en casi toda la zona.— M. San Miguel.
Vilaseca (S.).—Quelques algues del jurasic tarragoni. Butll. Inst.
Catal. d'Hist. Nat., 2.* ser., Vol. I, 1921, págs. 192-194. Barcelona,
1922.
El autor señala la presencia de las siguientes algas fósiles en el ju-
rásico de la provincia de Tarragona: Taonurus procerus Heer, T.
scoparius Thioll., Chondrites bollensis Ziettel, Cylindrites sp.—
M. San Miguel.
]o\y (y\.).- Sur Texistence de phénoménes de charriage a l'extrémité
oriéntale de la chaine Ibérique, prés de Montalban (province de Te-
ruel, Espagne). C.-R. Acad. Se, t. 174 (20-III-1922), págs. 820-822,
París.
La comarca de Montalban (Teruel) posee una tectónica muy compli-
cada, que no llegaron a desentrañar los distintos geólogos que de ella
se han ocupado (Verneuil, Coquand, VilanoVa, Cortázar, Dereims, et-
DE HISTORIA NATURAL 269
cétera). M. Joly, que está estudiando esta parte de los Montes Ibéri-
cos, ha podido apreciar allí fenómenos de corrimiento, por los cuales
so4)re el Terciario (?) montan sucesivamente el Cretácico inferior, el
Jurásico, el Triásico y el Silúrico. El corte que presenta se diferencia
completamente de los publicados anteriormente.
Como dato curioso hemos de indicar la explicación y aplicación erró-
nea que se hace en esta nota del nombre vulgar Umbría, pues según el
autor los picos de las montañas se llaman Hiimbrias (formes humai-
rze5^.— Royo Gómez.
Lumiére (A.) y Couturier (H.). — L'anaphyiaxie chez les végétaux.
C.-R. Acad. Se, núm. 21, págs. 1.313-5, con 5 figs. París, 1921.
Es un trabajo en que se da cuenta de tres experiencias hechas con
€l fin de dilucidar si existe en los vegetales el fenómeno de la anafi-
laxia. Las especies que emplea son: acederas salvajes, jacintos y lace-
bolla común; practican en los peciolos foliares y en los bulbos, respec-
tivamente, en unos ejemplares una inyección preparante débil (de 1/100
a 1/50 de cm^, según las experiencias); en otros, inyección desencade-
nante (de 0,25 a 0,8 cm^), y en otros, ambas inyecciones de suero equi-
no, dejando también plantas testigos sin inyectar. Al cabo de cuatro a
cinco días de practicar la inyección desencadenante, aprecian que las
plantas que recibieron ambas inyecciones se amustian, muriendo en
diez a once días, mientras que las demás siguen vegetando normalmen-
te. Concluyen, pues, diciendo que la anafilaxia se presenta en los Ve-
getales.
Es, en suma, un paso más en el estudio de la Patología vegetal, y
digno, por cierto, de ser confirmado y ampliado.— J. Rodríguez Sar-
dina.
Société des Sciences Naturelles du Maree.
Con este nombre, y dependiendo del Institut scieniifique chérifien,
creado en 1920 en Rabat, se fundó una Sociedad cuyo objeto es el es-
tudio de las producciones naturales de Marruecos. Como la Real So-
ciedad Española de Historia Natural viene dedicando hace años
atención especial a la fauna y flora de ese país, especialmente a las
referentes a las zonas colocadas bajo el protectorado de España, es
muy natural que salude con cariño y entusiasmo científicos a quien
Viene a laborar en unos estudios comunes a ambas entidades, puesto
que los mismos seres han de encontrarse en la región.
Publica dos series de folletos: Bulleíin, que es mensual, contiene
las actas de las sesiones y trabajos de poca extensión, y Mémoires, no
regulares en su aparición, y dedicadas a estudios de mayor Volumen.
Hasta ahora sólo hemos recibido tres números del Boletín y dos de Me-
morias.
Cuando se citen en ellos especies nuevas de insectos halladas en la
zona española, daremos cuenta; pero aunque no sea así, nuestros con-
270 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
socios comprenderán que las de la zona francesa son igualmente inte-
resantes, pues casi siempre se extenderán a nuestros territorios.
El Dr. Jacques LiouVille es el organizador y Director del Institiit
scientifique chérifien. La nueva Sociedad eligió Presidente a M. André
Théry, Tesorero a M. Rene Marcha! y Secretario a M. Charles Aliuaud,
ilustre hombre de ciencia y Viajero, bien conocido por los entomólogos
españoles.— José M.^ Dusmet.
Stitz {H.).—Ameisen aus dem westlichen Mittelmeergebiet iind von
den Kanarischen Inseln. Mitteil. Zool. Mus. Berlin. t. VIII, cuad. 3.
Berlín, 1917.
Se enumeran bastantes hormigas. Son nuevas, entre otras, Lepto-
thorax denticulatus n. sp., de Tenerife (Tessmann); Tetramorium
coespitum L. V. rnginode n. v., de Córdoba (Lehmann); Messor barba-
ras L. V. capitatus Latr. V. grandiceps n. v., de Córdoba (Lehmann).
Además de otras especies o variedades nuevas de Argelia, etc., se citan
bastantes, ya conocidas, de España, por lo cual puede interesar este
trabajo.— José M.* Dusmet.
Navas (R. P. L.).— Aí/s excursiones científicas del verano de 1919.
Mem. R. Acad. Cieñe. Artes de Barcelona, vol. XVII, núm. 6. 192L
Reseña breVe de las cacerías hechas durante cuarenta días en 18
localidades de Teruel, Castellón, Tarragona, Barcelona, Gerona y Viz-
caya. Sigue una lista de 184 especies y variedades de Neurópteros,
Tricópteros y órdenes próximos; otras, de unos 180 Ortópteros, Coleóp-
teros, Arácnidos y Moluscos. Se describen cuatro especies nuevas: el
Efemeróptero Rithrogena cincta, de Camprodón y otras localidades de
Gerona; el Plecóptero Isoperla Xaxarsi, de Nuria y Ribas (Gerona), y
los Quernetos Chelifer stellatiis, de Fernando Póo, y Obisium catalau-
nicum, de Vallvidrera (Barcelona).— José M.* Dusmet.
Cendrero (O.).— Elementos de anatomía y fisiología humanas.
4.* ed., 1 vol., 8.°, 362 págs., 256 figs. Santander, 1921.
La nueva edición de este conocido manual difiere de las anteriores
por el aumento y mejoras introducidas en las figuras que lo ilustran.—
A. DE ZULUETA.
Sánchez y Sánchez (M.). —La oxidación catalítica de los gametos
del erizo de mar antes de la fecundación. Trab. del Laboratorio
de Invest. de la Univ. de Madrid, 5 págs., 2 figs. 1922.
El autor, trabajando en el Laboratorio de Zoología Experimental de
Roscoff, ha comprobado la formación de encimas oxidativas en el pro-
toplasma del óvulo maduro del erizo de mar , Strongylocentrotus llviduSy
y se muestra partidario de la hipótesis de que el oxígeno producido
por estas encimas ejerce una acción quimiotáctica sobre los esperma-
DE HISTORIA NATURAL 27t
tozoides, fundándose en que, tanto los óvulos normales como los anu-
cleados experimentalmente, cuando son aptos para ser fecundados, se
cargan de dichos catalizadores, mientras que los óvulos de erizos ave-
jentados no los producen.
Llega a la conclusión— en contra de Loeb— de que la oxidación de
los gametos del erizo de mar es un fenómeno independiente de la fe-
cundación y de la formación de la membrana, producido por encimas
oxidantes que aparecen en el protoplasma ovular cuando éste ha adqui-
rido su madurez.— A. de Zulueta.
Koehler iR.).—Ec/iinodermes. Faiine de Frarice. — París, 1921.
La Faiine de France es una publicación editada por l'Office central
de Faunistique de la Fédération Frangaise des Sociétés de Sciences
Naturelles, entidad constituida recientemente en el país vecino con el
fin de recopilar en distintos volúmenes, encomendados a los respecti-
vos especialistas, las descripciones de las especies de los animales que
le pueblan, al propio tiempo que las correspondientes claves y repre-
sentaciones gráficas, para su fácil determinación por las personas ini-
ciadas, o simplemente aficionadas a estas clases de estudios.
Esta publicación tiene para los naturalistas españoles particular in-
terés, por incluirse en ella formas que habitan en regiones próximas a
Francia, especialmente en lo que se refiere a fauna marina, en que se
citan las especies que pueblan el Mediterráneo occidental y Atlántico,
hasta las costas del estrecho de Gibraltar.
El primer volumen está dedicado a los equinodermos, y es su autor
el conocido especialista R. Koehler. Después de resumir en pocas pági-
nas los caracteres morfológicos y embriológicos, la etologia y la fau-
nística y el modo de captura y conservación de estos seres, pasa a dar
los caracteres generales de las clases y los órdenes, y la descripción de
familias, géneros y especies, con sus correspondientes claves de clasi-
ficación, y las figuras en que se representan las distintas especies con
los detalles utilizados para su determinación.
Las especies citadas son 107, distribuidas del siguiente modo: Asté-
ridos, '23; Ofiúridos, 21; Equínidos, 22; Holotúridos, 36 y Crinoideos, 5.
E. RiojA.
Bedot ( M . ) . — Hydroides provenant des Campa gnes des yachfs
«Hirondelle» et «Princesse- Alicer (1887- 1912). — Plumularidae.
Resultáis des Campagnes Scientifiques, Fase. LX, 72 figs,, 6 láms.
Monaco, 1921.
La casi totalidad de las especies de Plumularidae que en este trabajo
se citan han sido capturadas en el Atlántico, a profundidades diver-
sas. Las especies descritas son 27, y 4 variedades, de las cuales la
Polypumaria Billardi, Halicornaria Richardi, Cladocarpus (?) Car-
tieri son nuevas para la ciencia. Esta publicación tiene gran interés para
los naturalistas españoles, por citarse especies de nuestras costas, de
las de Portugal, de Marruecos y Canarias. -E. Rioja.
■272 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Gravíer {Ch.).-Ántipathaires provenant des Campagnes des yachts
líPrinces se- Alicer et «Hirondelle //» ("79 <í5-/9/5;. — Resultáis des
Campagnes Scientifiques, Fase. LIX, 28 págs. y 2 láms. Monaco, 1921.
Se describen 10 especies de este grupo, recogidas en la región de
Azores, Canarias, islas de Cabo Verde, proximidad de las costas de
JVlarruecos y de la Península Ibérica.— E. Rioja.
F. Nonidez (J.).— ¿a Herencia Mendeliana. — Introducción al estudio
de la Genética. 271 págs., 65 figs. interc. Junta para ampliación de
estudios. Madrid, 1922.
Esta obra, tal vez la piimera escrita en castellano, es un excelente
resumen del estado actual de los estudios sobre la herencia. El origen
■del libro es una serie de conferencias pronunciadas por su autor en
1920 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, con el fin de dar a
conocer los hechos e ideas más fundamentales acerca de la herencia,
según la concepción mendeliana, que tanto incremento ha tomado en la
biología moderna.
La obra consta de 11 capítulos, algunos de tanto interés como los
que tratan de la herencia en el hombre y las aplicaciones prácticas del
mendelismo, en el último de los cuales se analiza la posibilidad de obte-
ner variedades de plantas cultivadas y animales domésticos que posean
caracteres y propiedades ventajosas para el hombre, desde el punto
de vista económico.
Termina el libro con dos apéndices dedicados a exponer los métodos
de experimentación e investigación de la herencia en las plantas y en
los animales, con lo que el lector que lo desee puede realizar algunos
de los experimentos clásicos más demostrativos, y aun emprender nue-
vas investigaciones.
Las esmeradas ilustraciones que figuran en sus páginas contribuyen
a dar Valor y claridad al texto.
Aunque es obra de mera exposición de la doctrina mendeliana, la
autoridad de su autor, conocido biólogo, formado en la escuela de Mor-
gan, le da un positivo Valor no sólo por su competencia, sino también
por el criterio personal que, como especialista en genética substenta, y
que se refleja en muchas de sus páginas al abordar las más distintas
cuestiones.— E. Rioja.
Pons e Irureta {E.).— Prácticas elementales de Historia Natural.
Parte primera: Técnica. 175 págs. Pamplona, 1922.
En las páginas de esta obrita encontrará el principiante en los es-
tudios de la naturaleza una serie de útiles indicaciones de orden prácti-
co que le servirán de guía e ilustración de los conocimientos adquiridos
de un modo teórico en los libros de mera exposición.— E. Rioja.
Sesión del 7 de junio de 1922.
PRESIDENCIA DE DON ROMUALDO GONZÁLEZ FRAGOSO
El Secretario lee el acta de la sesión anterior, que es aprobada.
Admisiones y presentaciones.— Son admitidos como socios
numerarios los propuestos en la sesión de mayo, y presentados por
el Sr. Royo, también para socios de número, D.^ María Victoria
Jiménez Crozat y D. Luis Merino.
Asuntos varios.— Nuestro consocio M. Pie, de Digoin, se
inscribe como socio vitalicio.
Trabajos presentados.— El Secretario presenta, en nombre
del Sr. García Mercet, a quien causas ajenas a su voluntad han
impedido presidir la sesión, un trabajo sobre encírtidos de la Eu-
ropa central.
El Sr. Maynar entrega una interesante nota sobre sus estudios,
hechos en Berlín, acerca de la apogamia en el Taraxacum, mani-
festando su deseo de hacer presente su gratitud a la Junta para
Ampliación de Estudios y al Presidente honorario de la Sociedad,
Sr. Bolívar, por el apoyo que a sus investigaciones han prestado,
así como a los profesores que en los laboratorios de Alemania le
han recibido con la mayor atención, facilitándole su labor por todos
los medios.
El Sr. Dusmet presenta una nota sobre las Xylocopa de Espa-
ña, y en nombre del profesor Blüthgen, otra sobre los Halictus de
nuestra fauna.
El Sr. Gil Lletget da cuenta de haber encontrado una nueva
subespecie de paloma del Brasil oriental, cuya descripción pre-
senta.
El Sr. González Fragoso da cuenta de un trabajo sobre algu-
nas especies de hongos que viven sobre musgos.
El Sr. Garanden remite un trabajo sobre rocas de Sierra Mo-
rena, y el Sr. Jiménez de Cisneros, otro titulado Noticia acerca de
algunos fósiles titánicos de la Sierra de Mofante.
Tomo xxii.— Junio, 1922. 18
274 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 31 de mayo em
el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del profesor
Moróte.
El Sr. Moroder comunica algunas observaciones sobre diversas
especies de insectos, realizadas en sus últimas visitas a los alrede-
dores de Alcira; con este motivo, el Sr. Trullenque indica algunas
más efectuadas en las proximidades de Carlet, relacionándolas, a
su vez, con otras acerca de la vegetación.
El Sr. Moróte hace algunos comentarios sobre la inmejorable
condición de las tierras de Jávea (Alicante), que contribuyen
poderosamente a la prosperidad de la agricultura en aquella co-
marca.
El Sr. Boscá (A.) presenta algunas diapositivas de los grabados
de la obra de Anatomía Humana, de Testut, por él ejecutadas.
El profesor Gandolfi muestra un ejemplo del canibalismo en la
anguila: un individuo ya casi digerido que había sido devorado por
otro bastante mayor. El mismo señor da cuenta de sus investiga-
ciones sobre los ejemplares de este pez adquiridos en «Las aguas
de Pego», en el camino que va de este pueblo a Oliva, punto veci-
no al confín de las provincias de Valencia y Alicante.
Trabajos presentados.
Nueva localidad de magnetita en la provincia
de Toledo
por
Ismael del Pan.
Mi deseo de que en los centros docentes a que pertenezco exis-
tan colecciones de la fauna, flora y gea regional y local, que tanto
enseñan y ayudan a emprender cualquier estudio histórico-natura!
sobre una comarca determinada, me hace crear entre mis alumnos
un pequeño cuerpo de colectores, que me auxilian en la docente
labor que dejo indicada.
Uno de estos alumnos, D. Felipe Martín-Recio, ha aportado a
DE HISTORIA NATURAL 275
ía colección mineralógica regional bastantes ejemplares de magne-
tita procedentes de Ventas con Peña Aguilera, localidad que, ade-
más de no citada, proporciona ejemplares de imán natural, tan
abundantes, bien cristalizados y de magnetismo tan ostensible, que
hemos creído oportuno darla a conocer a nuestros consocios.
Las localidades con magnetita hasta hoy citadas en Castilla la
Nueva (1) corresponden en su mayor parte a la provincia de Ma-
■I
Fig. 1.— Ejemplar de magnetita de Ventas con Peña Aguilera (Toledo).
Mitad del tamaño natural.
drid, y muy pocas a la de Segovia, siendo, según esto, la primera
vez que se cita en Toledo, sobrepujando en importancia mineraló-
gica, y aun quizá industrial, a los yacimientos del Guadarrama, en
donde ha sido hallada al estado de venillas o interpuesta entre la
limonita, según la citan Prado, Quiroga y Areitio.
Los ejemplares de hierro oxidulado de que disponemos hállanse
unos en masa con una ligera costra parda de alteración en la su-
perficie, en tanto que en su interior se presenta el mineral com-
pacto y de color negro de hierro con abundante brillo. Otros ejem-
plares, los de mayor tamaño, hállanse constituyendo agrupaciones
(1) S. Calderón: Los Minerales de España. Junta para Ampl. de
Estudios e Invest. Científicas, t.II, págs. 255-256. Madrid, 1910.
276 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
de cristales. Estas, según se ve en una de las muestras que pre>
sentamos en la figura 1, son unas veces regulares, en las que mu-
chos cristales octaédricos se hallan como compenetrados, guar-
dando cierto paralelismo uno de los ejes cuaternarios, el corres-
pondiente al eje cristalográfico vertical. El conjunto de tales
cristales parece tender a la forma octaédrica. Otras veces pre-
séntanse las maclas, coexistiendo con los agrupamientos antedi-
chos. En este caso, dos octaedros se maclan según la ley de las
espinelas.
Respecto al magnetismo que presenta la magnetita de Ventas
con Peña Aguilera, hemos de decir que es fuerte y de naturaleza
polar. Esta propiedad no sólo se observa en los ejemplares en
masa que se presentan algo alterados por hidratación, sino en los
cristalizados, en los que parece una propiedad más inherente que
a los anteriores.
Este yacimiento de hierro magnético objeto de la presente nota
se encuentra enclavado en el contacto del granito con las pizarras
silúricas. De las proximidades del yacimiento proceden también al-
gunos ejemplares de una serpentina fibrosa, que poseemos en nues-
tra colección. Esto hace pensar en el origen metamórfico de esta
magnetita, pues en este caso particular no se le puede atribuir, a
nuestro juicio, un origen sedimentario como el de otras magneti-
tas (1), en donde la influencia de seres orgánicos originó una ver-
dadera epigenia de hierro oxidulado. No obstante, en sucesivas
investigaciones que pensamos llevar a cabo, trataremos de escla-
recer este punto.
(1) L. Cayeux: Les minéraux de fer magnétique da Bassin de
Longwy Brigy. C.-R. Acad. Se, núm. 24, págs. 1513-16. París, 1921.
DE HISTORIA NATURAL 277
Determinación de la edad en algunas anguilas
de las marjales de Jeresa (Valencia)
por
Alfonso Gandolfi Hornyold.
El día 30 de enero, de paso para Pego, estuve en Gandía don-
de los R.R. Padres Escolapios de aquel colegio organizaron una
excursión a las marjales que hay entre Jeresa y el mar; me acom-
pañaron en dicha expedición el P, Climent, profesor de Historia
Natural, y los alumnos de esta asignatura. Agradezco muy since-
ramente tal deferencia, que me permitió realizar las presentes ob-
servaciones, y me complazco en manifestarlo así al citado P. Cli-
ment y a los Padres Gascón y Cátala, Rector y Prefecto de aquel
centro de enseñanza.
Adquirí 32 anguilas que se guardaban en un vivero, pescadas
seguramente la víspera, o a lo sumo dos días antes, según se dedu-
cía del contenido de su estómago, consistente en gambas, apenas
empezadas a digerir.
La acequia donde se pescaron estas anguilas dista menos de
dos kilómetros del mar; la pesca se efectúa con el gambusin, pe-
queña nasa hecha de mimbres.
He determinado la edad de dichos ejemplares por los otolitos;
también examiné las escamas para poder comparar el número de
zonas de unos y otras.
En un trabajo aparecido en este Boletín (diciembre de 1920),
describí los métodos empleados para el estudio de los otolitos y
las escamas, y aquí no diré más que las anguilas se reúnen en
grupos de edad, según el número de zonas obscuras de los oto-
litos, a más del núcleo central formado por dos zonas obscuras
también, muy juntas una a otra.
Los otolitos eran muy transparentes en la mayor parte de los
individuos examinados, y en algunos he encontrado mucha difi-
cultad para contar las zonas; se veían dos o tres claramente, y
la otra u otras dos, con dificultad, y he necesitado emplear dife-
rentes iluminaciones, observar sobre fondo negro por transparen-
cia o iluminar por la parte de arriba con luz eléctrica; así es como
he podido apreciar el número de zonas. En todo caso, he contado,
probablemente, una zona más que menos.
278 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Las anguilas oscilaron entre 27 y 46 cm. de longitud, y todas
presentaban los órganos sexuales bien desarrollados, por lo que la
determinación del sexo no ofrecía la menor duda. Todas eran ama-
rillas (aun no llegadas a la madurez sexual), menos un macho, que
era casi plateado.
Estos ejemplares fueron pesados sin vaciarles el estómago.
Las cifras romanas (I, II, III) puestas detrás del número de zo-
nas de las escamas indican que la anguila tenía pocas, un núme-
ro regular o muchas escamas con dicho número de zonas. Así 4 I,
indica que habían pocas escamas, con cuatro zonas. Estas fueron
obtenidas en los dos lados, encima de la línea lateral, un poco an-
tes del ano, que es el punto donde están las más viejas.
Las anguilas estudiadas pertenecían a los siguientes grupos:
12 al III, 12 al IV, 7 al V y 1 al VI.
Grupo 111 cf. — Longitud, 31 cm.; peso, 48 gr., 47 gr., 42 gr.; zonas
escamas, 2 II, 1, 2 I; d., 1, 2, 1; longitud, 30 cm.; peso, 39 gr.; zonas es-
camas, 2 II; d., 1; longitud, 29 cm.; peso, 33 gr., 32 gr.; zonas escamas,
2 I, 2 I; d., 1; longitud, 28 cm ; peso, 35 gr.; 33 gr.; zonas escamas, 1, 1;
d., 2; longitud, 27 cm.; peso, 30 gr.; zonas escamas, 2 II; d., 1.
Nueve individuos: Longitud media, 29,33 cm.; peso medio, 37,66 gr.
La longitud oscila entre 27-31 cm.; el peso, entre 30 y 48 gr.; las es-
camas, entre 1 y 2 II; d., 1-2.
Grupo III ?.— Longitud, 32 cm.; peso, 52 gr., 44 gr.; zonas escamas,
2 III, 2 II; d., 1; longitud, 31; peso, 49; zonas escamas, 2 II; d., 1.
Tres individuos: Longitud media, 31,66 cm.; peso medio, 48,22 gr.
La longitud oscila entre 31-32 cm.; el peso, entre 44-52 gr.; las esca-
mas, entre 2 11,2 111; d., 1.
Grupo IV ?.— Longitud, 39 cm.; peso, 90 gr.; zonas escamas, 2 III;
d.,2; longitud, 38 cm.; peso, 92 gr., 64 gr.; zonas escamas, 3 I, 3 II; d.,
I, 1; longitud, 36 cm-, peso, 87 gr., 67 gr.; zonas escamas, 3 III, 2 III;
d., 1, 2; longitud, 34 cm.; peso, 63 gr., 56 gr.; zonas escamas, 3 I, 2 III.
Siete individuos: Longitud media, 36,42 cm.; peso medio, 71,30 gr.
La longitud oscila entre 34-39 cm.; el peso, entre 56-92; las escamas
entre 2 III y 3 II; d., 1-2.
Grupo IV cf.- Longitud, 37 cm.; peso, 76 gr.; zonas escamas, 2 II;
d., 2; longitud, 35 cm.; peso, 75 gr., 55 gr.; zonas escamas, 2 III, 2 II;
d., 2; longitud, 34 cm.; peso, 63 gr.; zonas escamas, 2 III; d., 2; longi-
tud 30 cm.; peso, 46 gr.; zonas escamas, 2 II; d., 2.
Cinco individuos: Longitud media, 34,20 cm.; peso medio, 59 gr.
La longitud oscila entre 30-37 cm.; el peso, entre 46-76 gr.; las esca-
mas entre 2 II y 2 III; d., 2.
El individuo de 35 cm. y 55 gr. era casi plateado.
Grupo V ?.— Longitud, 44 cm.; peso, 133 gr.; zonas escamas, 3 III;
d., 2; longitud, 43 cm.; peso, 107 gr.; zonas escamas, 3 I, d., 2; longitud,
DE HISTORIA NATURAL 279
42 cm.; peso, 136 gr,; zonas escamas, 4 I; d-, 1; longitud, 41 cm ; peso,
103 gr.; zonas escamas, 3 II; d., 2.
Cuatro individuos: longitud media, 42,50 cm., peso medio, 144,75
gramos.
La longitud oscila entre 41-44 cm.; e! peso, entre 103 136 gr.; las es-
camas entre 3 1-4 I; d., 1-2.
Grupo VI ?.— Longitud, 46 cm.; peso, 163 gr.; zonas escamas, 4 11;
diferencia, 2.
Una hembra solamente.
Grupo V cf— Longitud, 38 cm.; peso, 94 gr.; zonas escamas, 3 III;
d., 2; longitud, 37 cm.; peso, 75 gr.; zonas escamas, 3 III; d., 2; longi-
tud, 36 cm.; peso, 63 gr.; zonas escamas, 3 II; d., 2.
Tres individuos: Longitud media, 37 cm.; peso medio, 71-33 gr.
La longitud oscila entre 36-38 cm.; el peso, entre 63-94 gr.; las esca-
mas entre 3 II, 3 III; d., 2.
Resumiendo los cuadros obtenidos, tendremos una idea aproxi-
mada del crecimiento de la anguila, ya que sería necesario calcu-
lar los valores medios sobre el mismo número de ejemplares en
cada grupo y en los dos sexos:
Grupo m IV V VI
Sexo d^ $ cf ? cf ? ?
Longitud media, cm... 29,33 31,66 34,20 36,42 37 42 46
Peso medio, gr 37,66 48,22 59 71,30 71,33 144,75 165
Número de individuos. 9 3 5 7 3 4 1
D = diferencia 1-2 1 2 1-2 2 1-2 2
Esto nos prueba que la diferencia, D, es muy pequeña y muy
poco variable (1-2) en estas anguilas.
Como no he examinado anguilas pequeñas de esta localidad, ig-
noro en qué tamaño aparecen las primeras escamas, y, por conse-
cuencia, la diferencia inicial entre escamas y otolitos. Supongo que
ocurrirá como en las anguilas de la Albufera de Valencia, donde las
escamas aparecen cuando miden 16 ó 17 cm. En cambio, en los oto-
litos, cada año de vida, después de su llegada a la costa, se denota
por dos zonas: una clara y ancha de verano, y una estrecha y obs-
cura de invierno (figs. 1.^ y 2,^). En las figuras, las zonas obscu-
ras aparecen blancas, por haber sido dibujadas sobre fondo negro.
La longitud de 16 a 17 cm. corresponde a los grupos I, II, y, a
veces, ai III, lo que indica que las escamas aparecen durante el
segundo, tercero y aun cuarto año de vida. En la generalidad de
280 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
los casos, éstas aparecen en el segundo y tercero, pues cuando se-
habla de un ejemplar del grupo II, éste ya está en el tercero de sií
vida. No obstante no ser un gran número el de individuos obser-
vados, puede afirmarse que el crecimiento de las anguilas que vi-
ven en las marjales que hay entre Jeresa y el mar es bastante rá-
pido. En efecto: tenían su estómago lleno de alimento, y, a pesar
de no haber vaciado los estómagos de todas, he podido observar
que la cantidad de materia alimenticia contenida en algunos de
éstos ascendía a una sexta parte de su peso total. Sería altamen-
Fig. 1.— Jeresa núm. 19. cf a 35 cm., 35 gr. E. 1 II, Z a 2, oc. 4.
Fig. 2.— Jeresa núm. 12. $ a 36 cm., 67 gr., E. 1 III, Z a a, oc. 2.
te interesante observar este extremo durante todo el año; muy fá-
cilmente se encontrarían en determinadas épocas repletos de lar-
vas de mosquito. Este examen dio al Dr. Haas un resultado posi-
tivo, al enviarle yo contenidos de estómagos de anguilas de la Al-
bufera de Alcudia, de la isla de Mallorca; él encontró especies
nuevas de moluscos.
Recorriendo las acequias con el P. Climent y sus alumnos, pes-
cando, pude observar la exuberante vida que en ellas hay; peque-
ños peces, ranas, insectos acuáticos, sanguijuelas y caracoles de
agua, lo que sin duda permite tengan las anguilas abundante ali-
mento, y, por ende, un crecimiento rápido.
No he visto céstodos en el interior de estas anguilas; pero se-
guramente se hubieran hallado de ser mayor el número de ejem-
plares estudiados.
DE HISTORIA NATURAL 281
Hago constar que no he encontrado zonas en formación en mu-
chos otolitos, y, en cambio, he podido observar que la última zona
era muy ancha. He visto también que los bordes de algunos de és-
tos presentan un contorno anguloso, que recuerda una naturaleza
cristalina. Al Sr. Pardillo se le han remitido algunos para su es-
tudio, y me ha confirmado por carta que el resultado de su prime-
ra impresión es que los otolitos son de calcita cristalizada, en una
agrupación paralela de romboedros.
Espero más adelante completar estas investigaciones, obser-
vando mayor número de individuos.
Laboratorio de Hidrobiología Española de Valencia.
Febrero, 1922.
Más hongos que viven sobre Muscineas
de la flora española
por
Romualdo González Fragoso.
En el curso de su concienzudo estudio sobre las Muscineas de
la flora ibérica, el Sr. Casares-Gil no ha cesado de proporcionar-
me ejemplares de Muscineas atacadas por hongos, en su casi tota-
lidad parásitos, pero también alguno saprofito. No todos he podido
utilizarlos para ser publicados, ya por escasez de los ejemplares,
ya por no estar otros en madurez para su determinación, y aun
alguno, por el contrario, por tratarse de peritecas ya vacías que
no pudieron dar caracteres específicos, ni genéricos, para una
exacta determinación. Otros han podido ser estudiados suficiente-
mente para darlos a conocer, como hoy lo hago.
Deuteromicetos.
Dematium muscicola sp. nov.
Hyphae sterilis repentibus, effusis, longis, ramosis, fuscis; co-
nidiophoris erectis, simplicis vel paucis ramosis, septatis, ápice ob-
tusis in catenulis brevibus conidiorum abeunte; conidiis prope api-
cem sphaericis levibus, 10-12 ii, pallide fuligineis, denique majori-
bus usque 18 i^ diam., obscurioribus, vel atriusculis, verruculosis.
282 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
In follis Cephaloziellae Turneri, prope Lugo leg. A. Casares-
Gil, VIII-1913.
El Dematium aureum Reb. es una especie sin diagnosis esta-
blecida, y casi igual acontece con el D. muscorum Schleicher (in
Link, Sp. Plant., I, 1824, p. 133), citado en Alemania y Suiza, cuya
descripción hace pensar ha sido confundida la especie con lo que
sólo son rizoides de muscineas.
La primera fué mencionada sobre
musgo indeterminado, así como la
segunda. Aun fué repartida como
D. muscorum Rabh., la misma
probablemente, sobre Dicranum
scoparium, en la «Exs. Fungi ga-
Uici», de Roumeguére, con el nú-
mero 2.000, sin que en la «Sche-
dulla», de la misma, aparezca
diagnosis alguna. También existe
en la Flora baetica de Rojas Cle-
mente un Dematium arachnoi-
dearum Clem., publicado por Col-
meiro (Enum. y Rev. de lasPl. de
':/ ' - ' '^ laPen.,t. Y, p.756);pero la diag-
nosis dada no corresponde indu-
Fig. L-Dematium muscicoia Gz. Frag. dablemente al género Dematium.
sobre Cephaloziella Turneri. La deSCripciÓU SUCiuta de RojaS
Clemente, hecha como en aquel
tiempo se hacían, se refiere a una especie encontrada sobre Mus-
gos vivos y muertos en Sierra-Nevada. Igual puede decirse del
Dematium incrustansOn^^. (Fl. de Paris, I, 1826, p. 78). Cree-
mos por ello como nueva la especie que hoy describimos.
Cylindrosporium Oreoweisiae sp. nov.
Inmersis, ex hyphis fuligineis oriundis, acervulis rudimentariis;
conidiis numerosis, hyalinis, filiformibus, 36-54 X 2,2-3 ¡i, extremis
attenuatis, continuis vel 1-2-septatis, conidiophoris brevibus, lage-
niformibus, inflatis, quandoque plásmate bi-partito, vel uni-septato.
In setis Oreoweisiae Bruntonii prope Robledo de Chávela (Ma-
drid), leg. A. Casares-Gil, et comm. IV-1922. A Cercosporella
vergens.
DE HISTORIA NATURAL
Es una linda especie encontrada en unión de un Esferiáceo aun
-inmaduro e indeterminable, que pudiera creerse una Qercosporel'
la; pero se aleja de este género, porque los céspedes son bastante
Fig. 2.—Cylindrosporium Oreoweisiae Gz. Frag., sobre pedicelo
de Oreoweisia Brunlonii.
.^ id
tí^^
extensos y contenidos en un acérvulo formado, en realidad, por el
pedicelo mismo, pero bastante inmergido cuando jóvenes y apenas
salientes entonces las extremidades de los conidios o espórulas.
Diplodina muscorum sp. nov.
Pycnidiis sparsis, numerosis, superficialibus, globoso-conoideis,
depressis, 70-95 "- diam.,
atriusculis, distincte pseu-
doparenchymatico, primum
subastomis, dein ostiolo
irregulariter pertuso, zona
obscura circumdato; spo
rulis numerosissimis, in cir
rhus chlorinis exsilientibus
oblongis, oblongo-cylindra
ceis, vel subfusoideis, 7,5
12 X 2,5-3,5 ti, subhyalinis
1-septatis. In setis capsu
lisque vi vis vel emortuis
Tortula Wahliana, prope
loco dicto Arroyo de Val-
paraíso (Jaén) leg. Fernán-
dez Alonso, A. Casares-
Gil, comm. et det. matri-
cem. II 1922.
Fig. "b.— Diplodina muscorum Qz. Frag.
en pedicelo de Tortula Wahliana.
Esta especie pudiera acaso confundirse con la Ascochyta Mar-
chanliae Sacc. et Speg., descrita en frondes de Marchantía en
284 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Italia (Michelia, t. I, 1872, p. 167); pero esta especie es de espó-
rulas mayores de 13-15x3-4 ia, de celdillas desiguales, y bigutu-
ladas.
Phyllosticta Casaresii Gz. Frag., in Bol. R. Soc. esp. de
Hist. Nat., XVI, 1916, p. 3, f. I.
form. Weberae nov.
Pycnidüs majoribus usque 3(X) i^ diam., sporulis amplioribus
usque 21 x7 iJ.. In foliis caulibusque Weberae sp., in Madrid cult.
leg. A. Casares-Gil, 11-1919.
Teleomicetos.
Sphaerella Tortulae Bub. et Frag., in Hedw., Bd. LXVII,
1915, p. 5, Sep.
En sedas de Dicranum scoparium, Valencia, rec. Frof. E.
Boscá, V-1921, com. A. Casares-Gil.
En sedas de Ceratodon purpureum, en Arenas de San Pedro,
rec. Prof. Barras de Aragón, XII-1920, com. A. Casares-Gil.
Esta especie parece ser algo común sobre diversos Musgos de
nuestra flora, siendo estos citados matrices nuevas para ella.
Algunas observaciones sobre la biología
del Anopheles claviger F. en Talayuela (Cáceres)
por
Sadi de Buen.
En la campaña antipalúdica, en la provincia de Cáceres, hemos
trabajado, formando parte de la Comisión Antipalúdica que presi-
de el Dr. Pittaluga, F. Jiménez Asúa, E. Luengo y el que esto es-
cribe, y en algunas temporadas, los doctores Gutiérrez y Gil.
Además, ha pasado con nosotros algunos meses, prestándonos
sus enseñanzas e inestimable colaboración, el Dr. Sella. Fruto de
sus trabajos es la «Nota sobre el A. claviger, su distribución en
relación con los animales y sus movimientos durante el invierno»,
publicado en la Revista Internacional de Sanidad (vol. II, nú-
mero 6. ^ diciembre 1921).
DE HISTORIA NATURAL Í286
Además, yo he hecho algunas experiencias sobre distancia de
vuelo de los mosquitos, horas de entrada y salida de las habitacio-
nes y algunas otras, y siempre se han anotado todas aquellas ob-
servaciones sobre ciclo acuático, etc., necesarias para guiar una
buena profilaxia.
Al presentar a la Sociedad este trabajo traté de dos temas de
interés en Biología :
I. Distribución de los mosquitos en el poblado en las dis-
tintas épocas del año.
II. Paso a la invernación.
Por haberse retrasado la publicación de mi comunicación en
«ste Boletín, ha aparecido antes la relación de «La campaña pro-
filáctica contra el paludismo en el término municipal de Talayuela
y en los territorios de la Vera y de la Mata» (1).
Por ello suprimo de aquí la primera parte de mi trabajo «Dis-
tribución de los mosquitos en el poblado en las distintas épocas
del año», publicada allí, y trato solamente del «Paso a la Inverna-
ción», que, además de contener abundantes datos inéditos, está
tratado desde un punto de vista, a mi modo de ver, interesante
para los naturalistas.
Paso a la invernación en Talayuela.
Con la llegada de la estación fría, y en distintas fechas, según
las condiciones meteorológicas de cada localidad, y en especial,
según la temperatura, los anofeles hembras dejan de poner hue-
vos. El primer fenómeno que se observa, por tanto, es la falta de
mosquitos recién nacidos, y en cuanto mueren los machos de la
última generación, la desaparición de los machos. No invernan
más que las hembras, todas, o la mayor parte, fecundadas. Antes
de esto, sin embargo, en las hembras se verifican distintos fenó-
menos biológicos de gran interés.
Por lo tanto, debemos estudiar los siguientes puntos como prin-
cipales para definir el período de invernación:
(1) Publicada en los Archivos del Inst. Nac. de Higiene de Alfon-
so XIII, comprende la relación citada y las siguientes notas: Fernando y
Sadí de Buen: Adaptación en España de la<^Gambusia affinis^;C. Gil:
Sobre las granulaciones de Schüffner en los hematíes de la terciana;
T. Merchán: El paludismo en Cañaveral; L. Alonso: El paludismo en
Mirabel; S. de Buen: El paludismo en el Prat de Llobregat.
286 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
a) Disminución del número de mosquitos.
b) Desaparición de las larvas.
c) Desaparición de los machos.
d) Falta de desarrollo de los huevos después de la fecundación
de las hembras, y modo de aprovechamiento de la sangre absorbi-
da al picar.
e) Disminución de la actividad de las hembras.
a) Disminución del número- de /7705^z///o5.— Paulatinamente
van capturándose cada mes menos ejemplares. Claro está que las
medidas profilácticas (la última petrolización se hizo a fines de
octubre) hacen menos apreciable los aumentos que acaecerían por
el nacimiento de mosquitos, pero, de todos modos, este descenso-
es apreciable. En octubre se capturan 5.628 anofeles; en noviem-
bre, 3.786, y en diciembre, 2.482 solamente.
Este número, y las capturas posteriores, nos muestran que no
hay un aporte de nuevos mosquitos.
b) Desaparición de las larvas.— Las larvas de A. claviger
se encuentran casi todo el año. En noviembre del año 1920 se
desarrollan bien (fase de ninfa, cinco a siete días).
En enero del 21 todavía se ven raros ejemplares en las aguas,.
y en el laboratorio (sin calefacción y mantenidas casi siempre
junto a una ventana abierta) viven aún de las recogidas en noviem-
bre del 20, aunque sin tendencia a desarrollarse. La última larva
murió en el laboratorio el día 18 de febrero. Ya en marzo se ven
en las aguas, desde su primer día, larvas pequeñísimas, que des-
pués de crecer en el laboratorio, se determinó fácilmente su espe-
cie claviger. También se encuentran huevos.
El día 30 de noviembre del 21 se pescan larvas muy grandes de
claviger en perfectas condiciones de vitalidad. (El 10 de diciem-
bre nace una ninfa de estas larvas.)
El 8 de diciembre se ven larvas de cuatro a ocho milímetros
(dominando las grandes). Luego ya no las encontramos en char-
cos naturales, pero siguen viviendo en el laboratorio.
En resumen: podemos decir que ya en noviembre se ven pocas
larvas que pueden vivir todo diciembre, y que en enero parecen
desaparecer de los ambientes naturales.
c) Desaparición de los machos.— En el año 1920 se encontró
el último A. claviger cf en el ambiente exterior (brocal de ua
pozo), el día 8 de noviembre, y, en el laboratorio, el último nació el
día 15 del mismo mes. Por entonces aun no se había sistematizada
la captura de mosquitos.
DE HISTORIA NATURAL 287
En 1921 todavía se ven machos el día 25 de noviembre en una
cuadra poco abrigada (Baldío), y en Talayueia, después de algu-
nos días en que no se capturan, el 10 de diciembre.
d) Falta de desarrollo de los huevos, e/í?.— Sella, en la se-
gunda relación sobre «Lotta antimalarica aFiumicino» (Roma, 1919),
decía que, en los meses fríos, los A. claviger podían picar más de
una vez sin que los huevos se desarrollasen (ya es sabido que
hasta hace poco se suponía que la ingestión de sangre por los
mosquitos hembras y su ulterior digestión eran fenómenos ligados
exclusivamente a las actividades genéticas de tales hembras, y
especialmente al desarrollo de los huevos, como efectivamente
ocurre durante el verano). En los meses fríos, la sangre se trans-
forma en material de reserva (cuerpo adiposo).
Grassi (Annali d'Igiene, Giugno, 1921), hace observaciones
para ampliar las conclusiones anteriores, y llama invernantes a
las hembras sin sangre en el estómago y con cuerpo adiposo desa-
rrollado, dando la siguiente idea del fenómeno: «Las hembras de
los anofeles, que en los alrededores de Roma nacen a fines de
otoño, o sea, cuando empiezan los primeros fríos, después de ser
fecundadas, pican y digieren la sangre; pero los huevos no se desa-
rrollan y aparece la grasa».
El «engrasamiento» en el clima de Roma se presenta en un nú-
mero limitado de individuos.
Por tratarse de una cuestión en estudio, he hecho observaciones
que detallo:
En octubre disequé 357 claviger, viendo que en este mes se
aprecia un dominio de los recién nacidos y de mosquitos en las
primeras fases de Sella y del número 3 de Grassi (ver letra peque-
queña). En algunos casos, los mosquitos con sangre en digestión
adelantada tienen un principio de reserva adiposa (ya desde pri-
meros de mes).
Entre todos sólo veo el día 10 un 6 por 100, y el día 17 un 2
por 100 de mosquitos con huevos completamente desarrollados; los
demás días, ninguno.
En este mes, por tanto, los A. claviger de Talayuela van.
adaptándose a la invernación.
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
NOVIEMBRE (Talayuela).
Fe-
cha.
Sella: 1
II
III
IV
V
VI
VII
Grassl: 2
3
5
Digestión
más 0 menos
completa;
grasa más
0 menos
abundante.
Obser-
vaciones.
3
6
16
2
1
7
11
6
1
—
3
4
10
14
2'
1
5
3
1
16
1
3
1
17
13
1
2
3
6
22
3
11
2
9
25
1
2
1
4
Los 2
del tipo II
acaban
de picar.
El mismo día 25, 15 con mucha sangre, 37 con sangre bastante dige-
rida y huevos sin desarrollar, y 15 sin sangre (no mirados al micros-
copio).
26
1 lleno por completo de grasa, nada de sangre, huevos sin
crecer.
30
1 igual que el anterior y 2 del V de Sella.
Sella da el siguiente esquema, que muestra la relación entre la di-
gestión de la sangre y el desarrollo de los huevos:
I. Sin sangre, huevos parados.
II. Lleno de sangre todavía más o menos rosada, huevos poquísimo
desarrollados (segmentos libres, o sea, no ocupados aparentemente por
la sangre: ventralmente, 2, casi; dorsalmente, 3, casi).
III. Mucha sangre todavía más o menos rosada (libres: ventralmen-
te, 2-2,5; dorsalm., 4-5).
IV. Sangre negra, reducida aparentemente a V2 - V3 del volumen
primitivo (libres: ventralm., 2,5-3; dorsalm., 5-6).
V. Sangre negra reducida a V4 del Volumen (libres: Ventralm., 2,5-3,5;
dorsalmente, 6,5-7,5),
VI. Sangre negra reducida a la región Ventral, en pequeña cantidad
o hasta sólo trazas.
DE HISTORIA NATURAL 289'
VII. Sangre completamente digestiva, huevos maduros.
Grassi hace las siguientes divisiones para el estudio del paso a la
invernación:
1. Llenos de sangre que transparenta roja.
2. Cerca a mitad de la digestión (sangre obscura y no roja), sin que
los huevos hayan crecido.
3. Digestión casi completa, sin que los huevos hayan crecido.
4. Vacíos y magros, con huevos muy pequeños, como en los estados
anteriores,
5. Vacíos y grasos, con huevos muy pequeños, como en los estados
anteriores.
6. Con huevos de mediano tamaño y con digestión cerca de la
mitad.
7. Con huevos gruesos y con digestión más o menos completa.
8. Machos.
En Talayuela, según se ve en el cuadro anterior, en noviembre
no encuentro más que tres mosquitos con huevos en desarrollo
(días 25 y 50); todos los demás o están vacíos o tienen mucha san-
gre (tipo 11 de Sella). Cuando la sangre se digiere, los huevos no se
desarrollan, y, en cambio, en muchos casos se puede ver el au-
mento del órgano adiposo. Son ya frecuentes aquellos mosquitos
que han terminado la digestión, y en los cuales el órgano adipo-
so está perfectamente desarrollado (verdaderos invernantes de
Grassi).
En otras localidades próximas y no influenciadas por la captura
ni por las petrolizaciones, el fenómeno es parecido; sin embargo,
el día 5 se captura en «El Ejido» una hembra con huevos ma-
duros.
Fecha.
LOCüLIOilD
SELLA
1
GRASSI
Digestión
más 0 menos
completa;
grasa más
o menos
abundante.
Obser-
I
4
14
3
II
16
3
2
III
IV
V
VI
VII
1
2
2
3
3
4
1
5
1
2
15
1
vaciones.
3X1
El Ejido
Hayd^
lOXI
El Pinar
2
Hay:^
15X1
El Pinar
9
1 con mu-
cha sanare
y mucha
grasa.
25-XI
El Baldío
Hay ^/
Tomo xxii.-Junio, 1922.
290 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
En diciembre desaparecen en Talayuela los mosquitos vacíos
por completo (sin grasa, sin sangre en el estómago); sólo el día 1.*'
se encuentran dos, y desde el principio dominan los con grasa sobre
los sin ella (con sangre más o menos digerida).
En cambio, el día 9 se encuentran en el Baldío y en el Ejido
mosquitos vacíos.
El día 28 de diciembre se ven:
Con sangre a medio digerir, poca grasa, huevos sin desarrollar
y espermatozoos en la espermoteca, 1.
Sin sangre, mucha grasa, huevos parados y espermatozoos, 9; y
4 en idénticas condiciones, en los que no ha sido posible darse
cuenta de la presencia o ausencia de espermatozoos.
Como el anterior, pero sin espermatozoos, 1.
Sin sangre, poca grasa, huevos parados y espermatozoos, 1.
Además, se ven en este día varios casos dignos de atención:
1 hembra con órgano adiposo y huevos desarrollados.
1 que acaba de picar y tiene mucha grasa (con espermato-
zoos).
Estas dos observaciones hacen creer, aunque probablemente
es raro, en la posibilidad de que en un mismo mosquito se den dos
fenómenos, desarrollo del órgano adiposo y de los huevos, al pa-
recer muy distanciados, y que los mosquitos con órgano de reser-
va pueden picar una segunda vez.
Además, se ven otros tres mosquitos que acaban de picar.
El día 30 del XII dominan casi por completo los mosquitos, con
mucha grasa, sin sangre y espermatozoos visibles. Se ven, sin em-
bargo, algunos con la espermoteca vacía.
El 31, entre 28 observados, hay dos que acaban de picar/todos
los demás tienen un órgano adiposo muy desarrollado, y, cuando es
posible, se ven espermatozoos.
Los A. claviger están, pues, en plena invernación.
En enero hago las siguientes observaciones:
DE HISTORIA NATURAL
291
Día
2-1-22.
1
Día 3.
1
Día 7. 1
Día 10
(Del
Pinar).
TOTAL
, i
1
■
Acaba de picar — casi sin grasa... .
i ! 2
2
Acaba de picar — bastante grasa . .
3
i 5
8
Acaba de picar — huevos desarro-
Q
2
Sangre casi sin digerir — muclia
drfi«;a
1
1
1
Sangre roja poco digerida — regu-
lar (Jrfma
1
1
Sangre rojo-negra regularmente di
dprida — nnra círasa
1
1
2
Sangre medio digerida — bastante
grasa
2
2
4
Sangre bastante digerida — huevos
en principio de desarrollo
1
1
1
1
2
Sin sangre — poca grasa
2
8
10
Sin sangre -- mucha grasa
6
! 6
12
14
38
Sin sangre — con grasa — 4 huevos
1
1
Total
13
8
26
25
73
Notas.— S)\ no se indica lo contrario, huevos parados.
La mayor parte tienen espermatozoos bien visibles.
Como se ve, dominan los mosquitos sin sangre en el estómago,
y, entre éstos, los que tienen un órgano adiposo bien desarrollado.
Se ven también mosquitos con sangre más o menos digerida, y con
menos o más grasa, y varios que acaban de picar; entre ellos hay
algunos con bastante grasa, lo cual parece demostrar la posibili-
292 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
dad de que mosquitos con grasa piquen. Por último, se ve un mos-
quito con huevos desarrollados; otro, en principio de evolución, y
otro que ha puesto, quedando cuatro huevos desarrollados (1).
Disminución de la actividad de las hembras. — De trabajos
hechos por Sella con nosotros en Talayuela (1. c.) , se deduce que
la difusibilidad de los invernantes es escasa. Por regla general,
vuelven a encontrarse con preferencia, incluso después de varias
semanas, en las mismas cuadras en donde fueron capturados la pri-
mera vez, y en los que fueron soltados de nuevo, previa coloración
por medio de pulverizaciones de substancias colorantes. Los que
se desplazan se encuentran difundidos en mayor número en las ve-
cindades de las cuadras de origen, muy poco alejados.
Esto se explica fácilmente teniendo en cuenta que en invierno
no existe la causa de alejamiento principal, la busca de aguas para
poner los huevos.
De todos los datos anteriores se deduce que el paso a la inver-
nación comienza en el mes de octubre, y que los fenómenos pro-
pios de ese estadio se acentúan en noviembre y diciembre.
La invernación propiamente dicha comenzaría a mediados de di-
ciembre.
De todos modos, como ya dice Sella (1. c), una rigurosa inver-
nación, con suspensión de la actividad motora y nutritiva, como la
de los países fríos, no tiene lugar en Talayuela. Existe sólo una
semi-invernación.
En cambio, en verano, los A. claviger vuelan a distancias rela-
tivamente largas. En Talayuela he soltado mosquitos coloreados en
la orilla de un arroyo (el Palancoso), y he capturado luego algunos-
en el poblado situado a dos kilómetros de distancia.
En la segunda mitad de febrero y primeros de marzo, la tenden-
cia a la difusión de los mosquitos se acentúa algo.
La invernación dura poco; ya en los últimos días de enero
(1922) se ve algún mosquito con huevos desarrollados (Gutiérrez),
(1) En los primeros días de junio de 1922, he visto, entre numerosos
mosquitos, dos con grasa abundante. Es, por tanto, necesario seguir
detenidamente, y durante todo el año, el estudio del órgano adiposo.
DE HISTORIA NATURAL WO.
y en los últimos días de este mes (el año 1921), vimos nacer en un
charco de experimentación las primeras hembras. El día 4 de abril
capturamos los primeros machos.
Según los datos recogidos del 25 de enero al 25 de febrero de
este año por mi compañero el Dr. Gutiérrez, se ve que las hem-
bras de claviger van pasando al estiaje, y ya el 26 de febrero veo
yo que dominan los ejemplares con huevos desarrollados.
Día 26-11-22 (Talayuela).
Sella I, 1.
Acaban de picar, 8.
Sella II, 4.
- III, 7.
- IV, 2
- VI, 10.
- VII, 1.
Sangre algo digerida, huevos sin desarrollar, ó.
No se ve ni uno con grasa.
Para comparar estos fenómenos con la temperatura, consúltese
la relación citada al principio y, además, los siguientes datos de
Navalmoral, situado a 11 Km., en la misma llanura de la Mata.
Media mensual en:
I II 111
IV
V VI
VII
VIII IX X
XI
XII
1916
1
7,9 1 8,6
9.8
14,1
1 1 !
18,1 22,8 26 ¡28
22 18,1
10,6
8,2
1917
7,9
8,1
10
12,5
18,3
22,6
29,2
25,9
24,6
15,4
9,7
4,9
Estiaje.
Mientras ha estado en prensa este trabajo, he investigado la
fecha de desaparición de las hembras invernantes. Estos experi-
mentos deben repetirse antes de sentar conclusiones definitivas,
pero es útil ir dando a conocer los datos recogidos.
El 27 de febrero de 1922 se capturan en «La Casa de la Torre»,
fuera de la zona profilaxiada, unos 500 anofeles ?, que coloreo
en azul y suelto en el mismo lugar en que se recogieron.
294 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
El día 2 de marzo de 1922 recojo abundantes coloreados (entre
25 ejemplares).
El día 10 del mismo mes, idéntico resultado.
El 14 de abril, una sola coloreada (1) entre 326 ? capturadas.
El 16 del mismo mes, ninguna coloreada entre 253.
En los últimos días de abril, observa el Dr. Gutiérrez 150
anofeles ?, sin ver ninguna coloreada.
Por tanto, lo menos hasta mediados de abril se pueden captu-
rar hembras de las últimas generaciones de la temporada pasada.
Encírtidos de Europa Central nuevos
o poco conocidos
por
Ricardo García Mercet.
A poco de haberse publicado mi libro sobre los Encírtidos de,
España, recibí del Dr. Ruschka, de Weyer (Austria) un lote muy
interesante de estos microhimenópteros. El estudio de los insectos
enviados por dicho señor me ha permitido rectificar algunas apre-
ciaciones contenidas en mi obra y aportar alguna nueva contribu-
ción al conocimiento de los Encírtidos de Europa. En la presente
nota publicaré una especie inédita de esta importante familia de
los Calcidoideos, y caracterizaré un género cuya validez se ha
puesto en duda por algunos especialistas y confundido por otros.
Los insectos que me sirven para este trabajo forman parte de los
materiales recibidos del Dr. Ruschka.
Anomalicornia ruschkai nov. sp.
Cahacteres.— Macho: cabeza y tórax de color pardo clareo
pardusco-rojizo; abdomen pardo obscuro. Antenas negro-pardus-
cas, con la mayor parte del pedicelo y el artejo apical de la maza
amarillento-blanquecinos o blanquecino-parduscos; patas amarillen-
tas; fémures posteriores a veces parduscos.
Cabeza mate, casi lisa, apenas reticulada, con algunos peque-
(1) Con estómago lleno de sangre roja, huevos muy poco desarro-
llados, sin reserva de grasa.
DE HISTORIA NATURAL
29&
ñísimos puntos pilíferos; frente muy ancha; estemas en triángulo
equilátero, los posteriores tan distantes entre sí como de las órbi-
tas internas; ojos relativamente pequeños, convexos, híspidos;
mejillas bastante convexas, casi tan largas como el diámetro longi-
tudinal de los ojos; cara lisa entre las
antenas; escrobas nulas. Antenas pu-
bescentes, insertas al nivel de las órbi-
tas; escapo ligeramente fusiforme, ape-
nas mayor que los dos primeros artejos
del funículo reunidos; pedicelo más lar-
go que ancho, menor que el artejo si-
guiente; funículo filiforme, sus siete
artejos mucho más largos que anchos;
maza claramente biarticulada, menor
que los dos artejos precedentes re-
unidos.
Pronoto más corto que el escudo
del mesonoto, con algunas pestañitas;
escudo del mesonoto más ancho que
largo, también con pestañitas blanque-
cinas; axilas separadas entre sí; escu-
dete triangular, plano, con pestañitas
como el escudo; segmento medio cor-
tísimo en el centro, lateralmente bas-
tante desarrollado; mesopleuras lisas,
brillantes. Alas rudimentarias, cortísi-
mas, que no llegan al borde apical del
metatórax; espolón de las tibias intermedias bastante menor que
el metatarso; tarsos intermedios poco engrosados.
Abdomen ancho en la base, subtriangular, más largo que la ca-
beza y el tórax reunidos; superficie de los segmentos casi lisa, bri-
llante, con algunas pestañitas blancas; lados del último anillo re-
traídos hasta el borde apical del primero.
Fig. \.— Anomalicornia rusch-
kai Mercet, cf (muy aumen-
tado).
Longitud del cuerpo . . . .
— de las antenas,
1,000
0,830
//l?/w¿>ra.— Desconocida.
Patria —Austria: Weyer.
Biología.— Desconocida.
Observaciones.— Especie muy afin de A. tenuicornis, de la
296 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
que se distingue por el color blanquecino amarillento del pedicelo
y del último artejo de la maza; por los ojos híspidos; las antenas
pubescentes e insertas al nivel de las órbitas; las axilas separadas
entre sí; las alas rudimentarias, etc.
Está dedicada al entomólogo austríaco Dr. Franz Ruschka, es-
pecialista muy competente en el conocimiento de los Calcídidos
europeos.
Género Sceptrophorus Forster.
Sceptrophoriis Forster, Hym. Stud., vol. II, pág. 34 (1856).
Encartas Mayr (part.), Verh. k. k. Zool.-bot. Qes. Wien, vol. XXV,
pág. 702 (1875).
Sceptrophorus Schmiedeknecht, Gen. Ins., vol. XCVII, pág. 247
(1909).
Caracteres.— Hembra: Frente más ancha que los ojos; es-
temas gruesos, los posteriores algo más distantes entre sí que del
estema anterior, separados de las órbitas internas por un espacio
casi igual al diámetro estemático; borde del occipucio agudo; ojos
híspidos; mejillas largas, pero algo menores que el diámetro lon-
gitudinal de los ojos; mandíbulas anchas, tridentadas en el ápice.
Antenas insertas al nivel del borde inferior de las órbitas; escapo
comprimido; pedicelo tan largo como ancho; artejos basilares del
funículo más largos que anchos; los apicales más anchos que largos,
unos y otros del mismo grosor; maza muy grande, comprimida,
estrechada en el ápice, tan larga como el funículo.
Escudo del mesonoto grande, entero, sin trazas de surcos pa-
rapsidales; axilas casi contiguas por el ápice; escudete grande,
subtriangular, apenas convexo; segmento medio cortísimo en el
centro. Alas grandes, hialinas; célula costal ancha; nervio margi-
nal muy corto, casi puntiforme; nervios estigmático y postmarginal
más largos, uno y otro de casi igual longitud; línea calva completa;
pestañas marginales muy cortas. Tarsos intermedios fuertemente
engrosados; espolón de las tibias intermedias recio, tan largo como
el metatarso.
Abdomen subtriangular, ligeramente truncado en el ápice; lados
del último segmento retraídos hacia el centro de la región.
Macho: Según la atribución de Q. Mayr, debe ser muy parecido
a la hembra, de la que se distinguiría por los artejos del funículo,
más largamente pestañosos, y el primero cuatro veces más largo
que ancho.
DE HISTORIA NATURAL 297
Tipo.— Encyríus sceptriger Forster.
Distribución GEOGRÁFICA.— Europa.
Biología.— Desconocida.
Observaciones. — Este género debe incluirse en el mismo gru-
po que Encyrtus y Microterys, de los que se distingue, principal-
mente, por la inserción alta de las antenas, la maza entera y de
extraordinaria longitud y la pequenez del nervio marginal.
Ashmead, en su Genera of Encyrtinae, considera el género Tri-
chomasthiís Thomson como sinónimo de Sceptrophorus Forster;
pero esta asimilación es inadmisible, pues las especies que agrupó el
entomólogo sueco bajo aquel nombre difieren extraordinariamente
de Encyrtus sceptriger, tipo del género forsteriano. Por otra par-
te, esta especie, en su sexo masculino, la incluye Thomson entre
la sinonimia de Bothriothorax clavicornis, lo que demuestra que
para el autor de los Himenópteros de la Escandinavia era conside-
rado como un insecto absolutamente distinto de los Trichomasthus.
Es presumible, por lo tanto, que no pertenezcan verdadera-
mente al género Sceptrophorus ninguna de las especies america-
nas atribuidas al mrsmo por Mr. Ashmead.
Escrito lo que antecede y en prensa ya este trabajo, un entomó-
logo español residente en Vigo, el Sr. Iglesias (D. Luis) me envía
algunos Encírtidos entre los que figura un macho de Bothriotho-
rax cuyos caracteres concuerdan exactamente con los atribuidos
por Thomson al mismo sexo de B. clavicornis y con la descripción
de Encyrtus paradoxus Dalman, cf, que es un Bothriothorax.
Esta coincidencia unida a la circunstancia de que en la obra de
Thomson aparecen incluidos Sceptrophorus anomalus (Encyrtus
sceptriger ^) y Encyrtus paradoxus como sinonimia de Bothrio-
thorax clavicornis, permite suponer que el profesor sueco no
conoció el verdadero Sceptrophorus y que tomó como tal un Bo-
thriothorax cuyos caracteres antenales respondían a los asigna-
dos por Forster a su género Sceptrophorus.
Sceptrophorus sceptriger Forster.
Encyrtus sceptriger Forster, Beitr. Mon. Pterom., pág. 46 (1841).
Sceptrophorus sceptriger Forster, Hym. Stud., Vol. II, pág. 38
(1856).
Sceptrophorus anomalus Forster, 1. c, pág. 38 (1856).
Encyrtus sceptriger Mayr, Verh. k. k. Zool.-bot. Qes. Wien, vo-
lumen XXV, pág. 704 (1875).
298 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
CkRkCiKRES.— Hembra: Cabeza de color verde dorado muy
brillante, con reflejos cobrizos sobre la frente y el vértice; prono-
to, escudo del mesonoto, axilas y escudete verdoso metálicos; seg-
mento medio y pleuras pardo-azuladas; tégulas amarillas; abdomen
broncíneo, bastante obscuro, con reflejos cobrizos o dorados. An-
tenas amarillas; pedicelo pardusco; alas hialinas; patas anteriores
Fig. 2 —Sceplrophorus sceptrtger Forster, § (muy aumentada).
e intermedias amarillas, con las caderas y el último artejo de los
tarsos parduscos; patas posteriores parduscas, con las rodillas y
el ápice de las tibias amarillentos.
Vértice y frente mucho más anchos que largos, finamente cha-
grinados, con abundantes puntos gruesos esparcidos y algunas peS'
tañitas blancas; cara excavada, con una quilla entre la base de las
antenas; mejillas con pestañitas del mismo color que las de la fren-
te. Escapo comprimido y ensanchado, tan largo como los dos pri-
meros artejos del funículo reunidos; pedicelo corto, grueso, tan
ancho como largo; primer artejo del funículo doble de largo que
ancho; segundo un poco menor; tercero apenas más largo que an-
cho; cuarto, quinto y sexto tan anchos como largos; maza apenas
más ancha que el funículo, cóncava en la cara interna, estrechada
en el ápice, profusamente pestañosa, como los seis artejos que la
preceden.
DE HISTORIA NATURAL 299
Escudo del mesonoto, axilas y escudete con pestañitas amari-
llentas, finamente chagrinado-reticulados, formando la reticula-
ción pequeñísimas mallas transversales; segmento medio casi liso;
mesopleuras finísimamente reticuladas. Alas anteriores y posterio-
res grandes, anchas; pestañas marginales de las alas metatoráci-
cas un poco más largas que las del primer par.
Abdomen más corto que el tórax, finamente reticulado, con una
fila de pestañitas en el centro de cada segmento.
Distribución geográfica: Aquisgrán (Forster); Blankembur-
go (colección Ruschka).
Biología: Desconocida.
Observaciones.— El insecto descrito, por la inserción alta de
las antenas, conformación del pedicelo, indivisibilidad de la maza
y ligera truncadura del último segmento abdominal, parece perte-
necer al sexo masculino; pero sus caracteres concuerdan exacta-
mente con los atribuidos por Mayr a la hembra de Encyrtus scep-
triger y no al macho de esta especie. El no poseer el Dr. Ruschka
sino el solo ejemplar que me ha servido para describirla me impide
reconocer micrográficamente el verdadero sexo del insecto des-
crito.
Noticia acerca de algunos fósiles titónicos
de la Sierra de Mojante (Murcia)
por
Daniel Jiménez de Cisneros.
La Sierra de Mojante es una elevada arista de pocos kilómetros
de larga, que se extiende desde el Puerto de Mojante al E., gar-
ganta situada entre esta sierra y la Serrata de Caneja, hasta el
Rabillo de Mojante, en donde la línea de crestas baja hasta con-
fundirse con la llanura. El Puerto, que ha sido utilizado para el
paso de la carretera de Murcia a Granada, presenta dos sistemas,
fáciles de distinguir: el Neocomiense, de que ya me ocupé en mi
nota 28 «Excursiones por el W. deCaravaca» (1), con una riquísi-
ma fauna de fósiles piritosos y una formación caliza que constitu-
(1) Bol. de la R. Soc, Esp. de HrsT. Nat., enero 1908.
500 boletín de la real sociedad española
ye la casi totalidad de la Sierra, y aunque ya suponía se trataba
del Jurásico superior, repasando las especies que tenía guardadas
largo tiempo, encuentro una formación titónica, con algunos fósi-
les poco frecuentes, y su descripción da origen a esta nota.
Las especies del Puerto de Mojante que corresponden a la
fauna titónica, son, en su mayoría, sobrado conocidas para descri-
birlas en este lugar. Me reduzco, por lo tanto, a las poco frecuentes
en España, o sólo conocidas por los trabajos de M. Wilfrid Kilian
Estudios paleontológicos acerca de los terrenos secundarios
y terciarios de Andalucía (1).
La formación está constituida principalmente por calizas de
tonos claros, con puntos brillantes en unos sitios o casi blancas y
marmóreas en otros, y tan fuertes, que dificultan mucho la extrac-
ción de los fósiles. Figuran, entre éstos, algunas especies comunes
o frecuentes, tales como Aptychus punctatus Voltz; Phylloceras
mediterraneus Neum.; Ph.piycho'icum Quenstd.; Lytoccras aff.
Liebigi 0\)\).\ Hoplites carpathicus Zitt., etc., al lado de otras
más raras: Hoplites Andreaei Kil.; Haploceras carachtheis
Zeusch.; Aulacothyrís aff. impressa L. von Buch.; Pygope trian-
gulus Lam., etc., etc.
Empecemos por esta última, que sólo se había encontrado has-
ta el presente en la Sierra de Cabra, y no siendo especie frecuen-
te, hago mención de ella. Sólo una valva dorsal se ha encontrado,
conviniendo con los caracteres expuestos por D. L. Mallada. Sus
dimensiones son: 30 mm. desde el vértice de la concha hasta el pun-
to medio de la comisura frontal, y 32 mm. la distancia de uno a otro
vértice de los ángulos laterales. La valva adquiere, a muy pocos mi-
límetros del vértice, una anchura de 17 mm., y desde allí, hasta la
comisura frontal, crece uniformemente hasta llegar a los ángulos
agudos en que terminan las comisuras laterales. En el centro de la
valva se nota un leve surco, que se va ahondando hasta el borde o
comisura frontal, en donde forma una depresión muy notable. Las
estrías de acrecentamiento son muy visibles. Esta especie se dis-
tingue bien de las formas perforadas, porque el seno, muy distante
del vértice, no llega a cerrarse. En el tomo II de la Sinopsis de
las especies fósiles que se han encontrado en España, del se-
(1) La Comisión del Mapa Geológico de España hizo con todo es-
mero, desde 1890 a 93, una versión española de esta obra.
DE HISTORIA NATURAL 301
ñor Mallada, lámina 40, figura 4, se encuentra dibujada una forma
idéntica a la encontrada en el puerto de Mojante.
Un Hoplites de buen tamaño es referible al H. Andreaei KW.
Es un ejemplar de 11 cm. de concha casi evoluta, de ancho ombli-
go, forma discoide, presentando en la región sifonal un ancho sur-
co, casi liso, en cuyo borde terminan las costillas por un pequeño
tubérculo más o menos perceptible. Las costillas, que nacen en el
borde mismo del ombligo, forman en la mitad de los costados un
grueso tubérculo, en el cual se bifurcan o trifurcan y se acodan
bruscamente al llegar a ia región sifonal, terminando junto al sur-
co, como se ha dicho. Existen también costillas simples, que ni
llevan tubérculo ni se dividen, colocadas entre las anteriormente
dichas, siendo tanto más frecuentes cuanto mayor es la concha.
En la obra de M. W. Kiüan, lámina X, figura 1 a^^ b, se halla una
representación de esta especie, que ha servido para reconocer la
de Mojante.
Otra especie notable es el Haploceras carachtheis Zeusch.,
por su rareza y por variar algún tanto de forma.
Los Ammonites de este grupo forman, como se sabe, una sec-
ción dentro del género, caracterizada por la presencia de estrías
o pliegues sólo en la región sifonal. La concha es casi involuía, y,
por tanto, el ombligo es muy estrecho. Los costados, planos, lisos,
sin ornamentación alguna, y los plieguecillos o surcos transversos
de la región sifonal sólo se perciben en la porción más crecida de
la concha, no tan visible en ella como en los moldes, en los que se
advierten muy bien.
Como este carácter no se nota en las conchas jóvenes, es difí-
cil clasificar éstas, y tanto más por la diversidad de formas. Unas
son discoides, en las que la relación entre el grueso y el diámetro
es de -ñjT , mientras que en otras llega a -^, teniendo en éstas
mayor grosor las vueltas junto a la región sifonal, en donde el
plano de los costados se dobla bruscamente, para formar la región
sifonal, dándole un parecido con el Haploceras Grasi d'Orh. del
Cretáceo inferior. El ombligo es más ancho en este caso.
Los pliegues de la parte externa son a veces tan tenues, que se
observan con dificultad. Su número no suele pasar de 12 ó 14, no
excediendo su longitud de tres milímetros, separados unos de otros
por espacios menores de dos milímetros.
302 BOLETÍ\ DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
La forma encontrada en el Puerto de Mojante es discoide y de
curvas suaves. La encontrada en la mancha de Malm, que cubre
en parte al Lías alpino de la Sierra de Quivas, del término de Aba-
nilla, es más gruesa y de ombligo más ancho. Alguna vez presen-
tan los moldes una depresión en arco, inmediata a la boca de la
concha, como procedente de la reabsorción de un peristoma.
Conclusiones. — Por las especies citadas y su comparación con
las procedentes de Las Losillas y de otros puntos situados al Este,
se deduce que Mojante es la continuación de la formación titónica
que limita por el S. la mancha liásica del NW. de la provincia de
Murcia. Sus capas buzan al S-, próximamente, y sus estratos rotos
al N. forman grandes escarpados y elevados picos, como los lla-
mados Frailes de Mojante. Forman parte de un levantamiento que
ha conservado el orden de sucesión de los sistemas, que ha debido
producirse en la era terciaria. No tiene este alzamiento relación
con el que pone de manifiesto la reducida mancha de Lías alpino
(Lotaringiense y Domeriense), que se citarán en otros trabajos.
El Lías alpino se presenta bruscamente, como resultado de un ple-
gamiento del Nummulítico, del mismo modo qu*e en las formacio-
nes del E. de la provincia y del W. de la de Alicante.
Sección bibliográfica.
Gamboa, Albacete y Pacheco.- Es íii dio industrial de criaderos en
los términos de San Lorenzo y El Hoyo de Mestanza (Ciudad Real).
Bol.Of. de Minas y Metalurgia, año V y VI (1921-1922), núnis.55a57
(diciembre 1921 a febrero 1922).
El trabajo se refiere a una revisión de yacimientos de plomo de an-
tiguo conocidos, y cuya explotación parece quesería fructuosa, de con-
tarse con mejores vías de comunicación en la comarca. -L. F. Na-
varro.
De la Viña y López Perca..— Estudio de los criaderos de hierro de
Huétor-Santillán, Diezma, Colomera, Loja y Algarinejo (Grana-
da). Bol. Of. de Minas y Metalurgia, año V (1921), núms. 55, 54, 55
(octubre a diciembre).
Los yacimientos a que se refiere este estudio son hierros de origen
metasomático, generalmente de cubicación pobre y calidad mediana,
DE HISTORIA NATURAL 303
puesto que su ley oscila entre 55 por 100 y 59 por 100, conteniendo con
frecuencia bastante sílice. Hay, sin embargo, algunos criaderos que me-
recen estudiarse detenidamente. — L. F. Navarro.
Levainville (J.). - Les gisements de potasse de la Catalogue. Ann. de
Qéogr., t. XXX, núm. 167, págs. 596-399, Paris, 1921.
Noticia compendiada sobre los yacimientos de Cardona, Suria y Vi-
llanova de la Aguda. Han servido de base para la nota los trabajos de
Vidal Caser (BiilL Soc. géol. de Fr-, XXVI, 1898, p. 725 731), de Rubio
y Marínr^o/. Insf. Gcol. de Esp.,XXX\\, 1913. p. 173-230; /ó/W, XXXIX,
í9\S,p.\-5S) y deHo(¿tS.Ga\e (L/niíedStaíesGeol.Si¡rvey,Bull.,7]5-A,
1920, p. 116). - L. F. Navarro.
Royo Gómez (j.).—La facies continental en el Cretácico inferior
ibérico. Asoc. Esp. Progr. Cieñe, Congreso de Oporto, t. VI, páginas
221-236 (con una figura). Madrid, 1921.
Resumen de los estudios que se han hecho sobre el Weáldico de
nuestra Península, con aportación considerable de datos originales de]
autor. Comprende una breve historia del asunto, la estratigrafía, por
regiones, de los terrenos de facies weáidica, y la paleogeografía de la
Península en la mencionada edad. Concluye con una completa bibliogra-
fía acerca del Weáldico ibérico. — L. F. Navarro.
Faura y Sans (M.). — Descomposición de las fibras del amianto de
Tejeiro ]• de otras localidades de Galicia. Asoc. Esp. Progr. Cieñe,
Congreso de Oporto, t. VI, págs. 237-244 (con cuatro figuras). Ma-
drid, 1921.
Del estudio macroscópico y microscópico de la roca amiantoide y
del amianto, así como del análisis químico de las fibras, deduce el autor
un origen olivínico para este amianto, historia el proceso evolutivo que
probablemente las ha originado y afirma sus buenas condiciones para
ser empleadas en la fabricación de placas de uralita.— L. F. Navarro.
Hernández Sampelayo (P.). — Hierros de Galicia, Tomo I. Mem. del
Inst. Qeol. de España. Madrid, 1922. (483 págs., 3 mapas en color,
2 grandes cortes, 38 láminas en fototipia y alguna otra ilustración.)
Este trabajo forma parte de la serie de estudios dedicados por el
Instituto Geológico a los criaderos de hierro de España. Su índice com-
prende: Descripción geográfica y geológica de la región, orogenia déla
misma, clasificación de los criaderos, estudio de conjunto de los mis-
mos, minerales que constituyen los yacimientos, estudio micrográfico y
formación probable de estas menas.
Una segunda parte reunirá los estudios monográficos de los yaci-
mientos que en esta primera se consideran en conjunto. La tercera es-
tará dedicada a consideraciones de orden industrial, cubicaciones,
304 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
transportes, precios, etc. Ambas están en preparación, y el conjunto de
las tres constituirá el más importante estudio publicado acerca de hie-
rros españoles,— L. F. Navarro.
Hernández-Pacheco {E.).— Nuevos yacimientos de vertebrados mioce
nos y deducciones de orden paleo fisio gráfico. Asoc Esp. Progr,
Cieñe, Congreso de Oporto, t. VI, págs. 159-170. Madrid, 1921.
Es un trabajo muy interesante, en el cual se aportan nuevos datos,
que vienen a confirmar aún más los puntos de vista que sobre nuestro
Mioceno continental sustenta este profesor y los que con él estudiamos
este terreno.
Después de hacer una rápida historia acerca de los descubrimientos
de yacimientos de Vertebrados realizados desde los tiempos de Ezque
rra y Prado hasta hoy, pasa a tratar de los hallazgos últimamente veri-
ficados. Además del yacimiento pontiense de la Puebla de Almoradier
(Toledo), de cuya publicación respectiva se ha tratado ya en esta sec-
ción (1), se describen otros que corresponden al Sarmatiense; uno de
ellos, el encontrado junto al edificio de la Central de la Sociedad Hi-
droeléctrica Española, en Madrid, con Anchitherium anrelianense,
Mastodon longirostris, etc., y que excavamos en el verano de l!920;
otro en el término de Vallecas y próximo a Madrid, que contiene gran
cantidad de restos de Anchitherium y de Cérvidos, y que prueba que
no todas las arenas de los alrededores de Madrid son cuaternarias,
como algunos han creído en estos últimos años; otro en el Puente de la
Princesa, en Madrid, con Testudo Bolivari, y, por ultimo, el de Cetina
(Zaragoza), con restos de Leuciscus, Testudo, Crocodílidos y diversos
mamíferos. Se establece después el orden cronológico de los principa-
les yacimientos españoles conocidos.
Acerca de la fisiografía de las Castillas durante el Mioceno, se de-
muestra, una vez más, laño existencia de los grandes lagos centrales,
deduciéndose de las actuales investigaciones que el régimen de la Me-
seta sería de llanura muy poco elevada sobre el nivel del mar, con pan-
tanos salobres y ríos de curso lento. - Royo Gómez.
Hernández-Pacheco (F.). — Característica fisiográfica y geológica
del Mioceno de Aragón, entre el Cinca y el Gallego. Asoc. Esp.
Progr. Cieñe, Congreso de Oporto, t. VI, págs. 171-181. Madrid,
1921.
Esta nota, como ya indica el autor, fué publicada en parte en nues-
tro Boletín (t. XXI, pág. 334), sobre todo en lo que se refiere a la
fisiografía de este Mioceno, tratándose aquí con mayor extensión la
litología, especialmente la distribución de las rocas, la climatología y la
vegetación.— Royo Gómez.
(1) BoLETÍN,t. XXI, pág. 473.
DE HISTORIA NATURAL 505
Jiménez de Cisneros (D.).— Sobre ¡a existencia de la especie «Pygo-
pe aspasia» Menegh. y sus variedades en el Lías español. Asoc.
Esp. Progr. Cieñe, Congreso de Oporto, t. VI, págs. 153-158, 1 figu-
ra. Madrid, 1921.
En esta nota, como ya indica su título, nuestro consocio señala la
existencia en el Lías español de la Pygope aspasia y de sus numero-
sas variedades, estableciendo una nueva que denomina Var. rostrata.
Al final hace algunas consideraciones acerca de su área de dispersión
y fósiles que la suelen acompañar.— Royo Gómez.
Navas (R. P. L.).-Algunos fósiles de Libros (Teruel). Bol. Soc. Ib.
Cieñe. Nat., t. XXI, págs. 52 61, figs. 1-4, lám. II. Zaragoza, 1922.
En esta nota, continuación de otra publicada en la revista Ibérica
(número 326), se dan a conocer Varios fósiles de Vertebrados y Artrópo-
dos procedentes de las minas de azufre de Libros (Teruel). Estos fósi-
les, por lo que se puede ver en las fotografías que de ellos se publican,
son muy interesantes y están en muy buen estado de conservación; su
estudio, si se hiciera por un paleontólogo, sería de gran importancia,
pero en el caso presente no puede pasar de ser un trabajo provisional,
pues el autor, especialista en insectos vivientes, pretende hacer el es-
tudio de los Vertebrados fósiles sin el necesario material de consulta,
mientras que los insectos, cuya investigación sería más propia de él,
los ha remitido al conocido entomólogo Handlirsch, de Viena. Sin más
material bibliográfico que el Zittel, Traite de Paleo ntologie, tomo III,
1893, y una fotografía de la Rana? aquensis Coq., se dan como nuevas
dos especies de Rana, un género con una especie de Salamandrinos, y
otro, con otra especie, de Zancudas; además, un resto de Colúbrido se
asimila al Pylmophis sansaniensís Lart. De las cuatro especies tan
sólo se representan dos por medio de fotografías y sin dibujo expli-
cativo, todo lo cual es contrario a las reglas de nomenclatura. De los
Artrópodos existen un Coleóptero, una larva de libélula, un Díptero y un
Arácnido. Tanto en esta nota como en la anterior, se atribuye el yaci-
miento al Oligoceno, cuando de antiguo se sabe que corresponde al
Mioceno superior; además, el mismo autor dice que se han encontrado
allí restos de Mastodon, de manera que esto solo bastaría para ca-
lificarlo como del Terciario superior, si no existiesen ya estudios muy
conocidos de la localidad en donde se determina claramente la edad.—
Royo Gómez.
Mengel {O.).— Sur Vexistence en Ampourdan de cordons littoraux de
225 et 280 métres. C. R. Assoc. fr. avanc Se, 44.e session, pp. 192
a 194. Strasbourg, 1921.
En esta corta nota, el autor muestra que el régimen de los depósitos
del Plioceno superior y del Pleistoceno inferior ha pasado en las dos
depresiones que bordean la extremidad oriental de los Pirineos por las
Tomo xxii.— Junio-Jülto, 1922. 20
306 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
mismas fases de sedimentación, debidas a idénticas oscilaciones del
nivel del mar.
En el Ampurdán existen, como en el Rosellón, una serie de rellanos,
terrazas y líneas de costa a las altitudes de 35, 90, 100, 120, 170, 280 y
225 m. La terraza de 280 m., cuyos depósitos están en discordancia so-
bre los del andén (trottoir) mediterráneo de 225 m., es característica del
máximo de la transgresión que ha señalado el principio del Cuaterna-
rio. (Tomado de la Revue de Géologie et des Sciences connexes, núme-
ro de abril de 1922.).
Joly (H.). -Sur la présence d'écailles, ou de lambeaux de charriage
dans la Chaine Celtibérica. C.-R. Acad. Se, t. CLXXIV, núm. 18
(1.° mayo 1922), págs. 1.185-1.187, figs. 1-2. París.
Se estudia en este trabajo la existencia de fenómenos de corrimien-
to en los Montes Ibéricos, que el autor denomina Cadena Celtibérica,
describiendo tres fenómenos de los principales. En uno de ellos, en las
cercanías de Torres (Teruel), capas plegadas del Silúrico, Jurásico y
Triásico, fueron comprimidas por presiones entre los Montes Universa-
les y la sierra de Albarracín, desgarrándolas y haciendo resbalar el
Silúrico sobre las margas yesíferas del Triásico, que recubrieron a éstas
en gran parte. En toda la región, y especialmente en las cercanías de
Purroy, al Norte de Calatayud (Zaragoza), se reconocen fenómenos
análogos y cree que se han producido por empujes venidos del S., lle-
vando las masas silúricas a cabalgar sobre el Triásico con más o menos
intensidad. En las cercanías de Ezcaray (vertiente N. de la Sierra de
la Demanda), supone que las capas jurásicas y triásicas que forman el
subsuelo del valle del Ebro, han sido levantadas y aun volcadas sobre
el Silúrico, señalando una escama de Triásico cogida entre dos masas
de Silúrico.— F. H. -Pacheco de la Cuesta.
San Miguel de la Cámara {M..)— Excursiones geológicas por la pro-
vincia de Burgos. Mem. R. Acad. de Cieñe, y Artes de Barcelona,
Vol. XVII, págs. 279-293, con 4 cortes geol., tres perfiles y 4 láms.
con 10 fots. Barcelona, 1922.
El trabajo comprende tres partes: la primera, dedicada a fijar la
edad de los conglomerados, areniscas y arcillas de Aranda de Duero,
Gumiel de Izan y otros pueblos próximos, y sus relaciones estratigráfi-
cas con la caliza de los páramos; del análisis de los cortes geológicos
se deduce que son inferiores a ésta, y corresponden, como ella, al Mio-
ceno; que la formación miocénica alcanza un espesor de unos doscientos
metros y comprende una serie inferior, compuesta de tres grupos su-
cesivos de capas de conglomerados, areniscas y arcilla que corona la
capa de caliza del páramo inferior, con una potencia de 90 a 100 metros,
y de una serie superior constituida por un grupo inferior de conglome-
rados, areniscas y arcillas, y por la caliza de los páramos que le cubre,
y que en su parte N. y NE. está en contacto normal con el Cretácico.
DE HISTORIA NATURAL 307
En la segunda parte se estudia la topología del terreno, señalando
las diferentes formas de la serie inferior, las de la caliza de los páramos
y la hidrografía fluvial de la región.
En la tercera se indica la existencia de gran número de yacimientos
de turba, describiendo sus caracteres geológicos, la fauna que encierran
y las cualidades del combustible. De este estudio se desprende que la
turba es abundante en la alta cuenca del Duero y del Esgueva, que es
posterior a las formaciones francamente diluviales y que el régimen
turbal no sólo reinó en aquel tiempo sobre esta zona, sino que debió
dominar en casi toda la parte E. y S. de la provincia de Burgos y gran
parte de la de Soria.— Análisis del Autor.
Batallero. R.).-E¡ tambólo de Montj'uich. Butll. Instit. Cat. d'Hist.
Nat., 2.^ ser., vol. II, págs. 34-38. Barcelona, 1922.
El autor hace algunas consideraciones sobre el supuesto tómbolo de
Montjuich, que señaló Carandell, en un trabajo publicado en este Bo-
letín, y apunta varios datos sobre la evolución de la costa y del llano
de Barcelona, así como el origen de los materiales que formaron la pla-
ya o costa baja de Barcelona y su influencia sobre el puerto de esta
ciudad.— M. San Miguel. ^
Vilaseca {S.). — Confríbució a la Prehistoria tarragonina.—La Pie-
dra-Fita de Botaren. Butll. Instit. Cat. d'Hist. Nat., 2." ser., Vol. II,
págs. 39-40, 1 fig. Barcelona, 1922.
Noticia sobre la existencia de una piedra en forma de menhir, que
el autor cree se puede considerar como un objeto de culto o una repre-
sentación fálica.— M. San Miguel.
San Miguel de la Cámara {lA.).— Catálogo de la colección de rocas,
grandes bloques, del Parque de Barcelona. Treballs del Museu de
Cieñe. Nat. de Barcelona, vol. VI, 61 págs., 23 láms. con 9 fot. y 65
microfot. Barcelona, 1922.
Frente a la fachada principal del Museo Martorell, y al aire libre,
existe una interesantísima y original colección de rocas de Cataluña,
formada por grandes bloques montados sobre pedestales cúbicos de
obra y pulimentados por un lado; esta colección puede ser de gran uti-
lidad no sólo para los geólogos (aficionados y especialistas), sino tam-
bién a los arquitectos, canteros, marmolistas, maestros de obras e in-
cluso a los propietarios que encuentran en ella un buen muestrario de
los materiales de construcción del país.
El trabajo reseñado tiene por objeto hacer aún más interesante la
colección, y para ello, además del estudio puramente científico, hemos
incluido cuantos datos nos ha sido posible adquirir sobre la situación de
las canteras, su explotación, usos a que se destinan o se han destinado
las rocas, resultados obtenidos y precio en cantera.
308 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Este catálogo comprende únicamente las 35 rocas eruptivas de la
colección, de cada una de las cuales hacemos una detallada descripción,
acompañada de dos o más microf o tografías. — Análisis del Autor.
Tomás {L\.).—Els minerals de Catalunya. Treballs de la Instit. Cat.
d'Hist. Nat., 1919-1920, págs. 129-357, 37 figs. Barcelona, 1922.
En este trabajo, más completo y detallado que el publicado por el
mismo autor en el boletín de la Institució Catalana de Historia Natural,
se encuentran reunidos y ordenados todos los datos que sobre minera-
les de Cataluña había logrado reunir la paciente y meritoria labor de
su autor hasta el 15 de enero de 1915, fecha en que debió terminarle;
falleció en enero de 1916. En el catálogo se citan unas 190 especies y
gran número de localidades, indicando siempre quien las describió, citó
o recogió por primera Vez, y el museo o colección particular en que se
encuentran.— M. San Miguel.
Sánchez Anido (J.), Vizconde de S. Antonio.— Educación campesi-
na. Con prólogo del Excmo.Sr. Marqués de Alhucemas. Madrid, 1922.
Con acopio de datos, y muy documentado acerca del asunto, el au-
tor aboga con gran entusiasmo por la implantación en nuestro país de
la enseñanza cíclica de la Agricultura sobre bases científicas, a la ma-
nera de otros países, y más especialmente de Bélgica, divulgándola en
todos los medios sociales y en ambos sexos. Del mismo parecer es el
ilustre prologuista, lo que hace concebir esperanzas de que se realicen
tan buenos deseos, de importancia enorme para España, país más agrí-
cola que industrial. Para ello es necesario exista un núcleo de maestros,
agrónomos y naturalistas, preparados suficientemente para estas fun-
ciones docentes, y que debemos confesar ingenuamente no existe en la
actualidad, por lo que fracasaron los intentos hechos en otras ocasio-
nes, por modestos que hayan sido. Son, pues, las Facultades de Cien-
cias, Escuelas de Agrónomos y Normales las que pueden dar la base, y,
caso de no ser así, habrá que preparar personal docente en el Extran-
jero, como se hace para otras disciplinas. El autor merece un aplauso
por sus intenciones y lo bien tratado del asunto, con gran claridad, sin
dejar de detallar los medios.— R. Qz. Fragoso.
Sesión del 5 de julio de 1922 .
PRESIDENCIA DE DON ROMUALDO GONZÁLEZ FRAGOSO
El Secretario lee el acta de la sesión anterior, que es apro-
bada.
Admisiones.— Son admitidos como socios numerarios los se-
ñores propuestos en la sesión anterior, y presentado por el señor
Hernández-Pacheco, D. Mario Guerin.
Asuntos varios.— El Sr. Viñals propone conste en acta la sa-
tisfacción con que la Sociedad ha visto haber sido nombrado, por
oposición, catedrático de Zoografía de Articulados de la Facultad
de Ciencias de Madrid el Vicesecretario, Sr. Bolívar y Pieltain,
quien, dados sus ya universalmente reconocidos méritos, viene así
a continuar dignamente la labor perseverante de su padre, el ilus-
tre Presidente honorario de la Sociedad, D. Ignacio Bolívar.
Acuérdase por unanimidad lo propuesto por el Sr. Viñals, así como,
a propuesta del Presidente, hacer constar también el placer con
que se ha visto el nombramiento del Sr. Caballero para la cátedra
de Fitografía y Geografía botánica de la misma Facultad.
Trabajos presentados.— El Sr. Bolívar y Pieltain presenta
un trabajo del entomólogo italiano C. Menozzi, titulado Contri-
bution á la f aune myrmécologiqíie de VEspagne.
El Sr. García Mercet comunica una nota sobre cóccidos de
España.
El Sr. González Fragoso presenta, en nombre del botánico
francés M. Maheu, una nota sobre liqúenes.
Necrología.— El Sr. Rioja (D. Enrique) lee la siguiente comu-
nicación:
«En los últimos días del pasado mes ha fallecido S. A. S. Al-
berto I, Príncipe Soberano de Monaco, socio protector de nuestra
Sociedad y uno de sus más ilustres miembros. La triste noticia
seguramente habrá impresionado grandemente a los naturalistas
310 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
españoles, entre los que era muy estimada la inmensa labor lleva-
da a cabo por S. A.
»Era el Príncipe de Monaco la figura de mayor relieve y signi-
ficación de la actual ciencia Oceanógrafica; su sabiduría y entu-
siasmo le conquistaron justamente un puesto de honor entre los
naturalistas actuales más eminentes, y entre los profanos, una po-
pularidad pocas veces alcanzada por un hombre de ciencia.
»Soberano de un microscópico Estado enclavado en plena
Costa Azul, donde el Mediterráneo luce sus más esplendidas
galas, siente la atracción del mar y se lanza decidido a la vida del
marino. Su aprendizaje lo realiza en nuestra Armada, y no es de
extrañar que un espíritu selecto como el suyo se interesase por los
múltiples problemas que el Océano encierra y por las maravillas
con las que la vida se adorna, en los vanados y extraños seres
que habitan en sus aguas.
»Este es el camino que conduce al joven navegante a transfor-
marse en el infatigable explorador y curioso naturalista que a tan
gran altura ha llevado estos estudios.
»A1 servicio de tan noble ideal, no sólo puso a contribución
su valer personal, sino también cuantos medios materiales estu-
vieron a su alcance, rodeándose, además, de una pléyade de com-
petentes biólogos y oceanógrafos, juntamente con los cuales im-
pulsó por nuevos derroteros a la ciencia oceanógrafica.
»En el verano de 1885 inaugura sus campañas verificando su
primera exploración en el velero UHirondelle I, por el golfo de
Gascuña y el archipiélago de las Azores. A esta expedición siguen
otras, hasta cerca de treinta, realizadas con barcos ya mejor
equipados y destinados especialmente a estos fines; tales son
UHirondelle II y el Princesse-Alice I y //, llegando en sus ex-
cursiones hasta Spitzberg, donde realiza exploraciones que se in-
ternan en estas inhospitalarias tierras, alcanzando estos trabajos
un alto valor científico. Nuestras costas han sido frecuentemente
visitadas por los barcos del Príncipe en sus numerosas campañas,
contribuyendo no poco al conocimiento de nuestra fauna.
»Los resultados científicos de sus campañas, lujosamente edi-
tados y cuya redacción estaba encomendada a cerca de cuarenta
especialistas, de los más afamados en cada grupo, constituye la
obra más fundamental, escrita en estos tiempos, acerca de la bio-
logía y de la física del mar. Otra de las empresas de mayor em-
peño acometida por este incansable naturalista ha sido la publi-
DE HISTORIA NATURAL 311
cación de su Carta general batimétrica de los Océanos, en la cual
se condensan no pocos esfuerzos de su vida.
«Deseoso de que su obra sea perdurable, inaugura en marzo
de 1910, de un modo oficial, el Museo del Instituto Oceanógrafico
de Monaco, verdadero Palacio del mar y su ciencia, adonde acu-
den los sabios de todos los países, seguros de encontrar cuantos
medios necesitan para sus investigaciones. Una institución análoga
fué fundada con posterioridad en París, realizándose en ella meri-
tísimos trabajos.
»Gracias a su intensa labor de organización y sistematización
de los trabajos oceanógraficos, se ha conseguido cierta uniformi-
dad en la observación del mar, único modo de realizar un positivo
progreso.
»Con el fin de conseguir la colaboración y apoyo de España
en tan magna empresa, ha sido nuestro huésped en varias ocasio-
nes y, últimamente, al ocupar la presidencia del Congreso Inter-
nacional de Oceanografía celebrado en Madrid.
»La actividad del Príncipe de Monaco no queda limitada al es-
tudio del mar; su deseo de escudriñar el origen de la especie hu-
mana le lleva a realizar estudios de Prehistoria y Antropología.
Sus primeras exploraciones tienen lugar en las grutas de Qrimal-
dl, en las proximidades de Mentón. Los materiales recogidos en
estas y otras excavaciones le sirven de núcleo para formar el Mu-
seo Antropológico de Monaco, y luego más tarde complemen-
ta esta fundación con la creación del Instituto de Paleontología
humana de París, inaugurado oficialmente en 1914. En esta empre-
sa, cuenta con la eficaz colaboración de los más distinguidos an-
tropólogos y prehistoriadores de nuestros tiempos.
»Las cavernas del norte de España, de tan alto valor científico,
han sido exploradas a sus expensas, especialmente las de Altamira
en Santillana del Mar y del Castillo en Puenteviesgo, objeto de
extensas e interesantes monografías.
»La vida ejemplar de este Príncipe sabio, dedicada por entero
a su noble pasión científica, ha engrandecido ante los ojos del
mundo el nombre del minúsculo Estado de Monaco, convertido por
su esfuerzo en uno de los centros científicos más estimados por los
hombres de estudio.»
Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 28 de junio en el
Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del Sr. Moróte.
312 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Se acuerda conste en acta el sentimiento de la Sección por el
fallecimiento de S. A. S. el Príncipe Alberto de Monaco, que
tanto impulso dio a la Oceanografía.
El Sr. Moroder mostró unos ejemplares de Psílidos encontra-
dos en las higueras de Alcira, al observar detenidamente las hojas
que mostraban los efectos de dichos parásitos.
El Sr. Boscá (E.) presenta una nota titulada «El horizonte Tor-
toniano, en los alrededores de Valencia».
El Sr. Pardo da cuenta de algunos datos relacionados con el
rendimiento económico de la Albufera, sobre cuya materia prepa-
ra un trabajo, pronto a terminarse, citando, entre otros, la canti-
dad que por aprovechamiento de sus productos y de las pesquerías
y cotos próximos obtienen la Hacienda y los respectivos Ayunta-
mientos, la cual no excede de 25.000 pesetas, en tanto que la que
recaudan los arrendatarios de los diferentes beneficios excede a
la de 450.000 pesetas, no obstante la ininterrumpida disminución
del lago, que en 1720 medía 11.000 hectáreas, y que actualmente
ni siquiera llega a 2.000.
Trabajos presentados.
Contribución a la petrografía de la Sierra Morena.
Rocas de Adamuz (Córdoba)
por
Juan Garanden.
Diorita cuarcífera.— Yacimiento: en el manchón eruptivo que
se extiende de NW. a SE., entre Villaharta y proximidades de
Montoro. La localidad de donde proceden las muestras objeto de
estudio es La Viñue/a, a unos 15 Km. al N. de Adamuz, junto al
camino entre este pueblo y Villanueva de Córdoba.
Estructura de la roca: Constituye masas que destacan en la
quebrada superficie de los contrafuertes, formando gruesos pe-
druscos de contornos irregulares, no esferoidales como el granito
típico. La fractura es en lajas, induciendo a pensar en una posible
roca ultrametamorfizada. El hecho de aparecer agudísimos plie-
gues de pizarras en sitios no lejanos del en que se han recolectado
DE HISTORIA NATURAL 315
los ejemplares de aquélla (cubiertas por espesos matorrales) da
fuerza a esta hipótesis. De todos modos, al exterior de la diorita
no se advierte indicio alguno de estratificación ni esquistosidad.
Sería tan profundo el nivel geostático, que el anamorfismo ha bo-
rrado las huellas de todo rastro sedimentario.
Textura: Es de tipo granudo, observándose cómo cierto elemen-
to mineralógico— el cuarzo— rellena los espacios que median entre
los restantes componentes de la roca.
Caracteres macroscópicos: SiObre. Mna masa gris, mucho me-
nos blanca que el substratum cuarzo-feldespático del granito nor-
mal, destacan granos del tamaño de una lenteja, verdosos claros,
indicando que el elemento fémico es un piroxeno o un anfíbol.
Falta por completo la mica negra. La densidad es 2,7.
Análisis micrográfico: sin el analizador.— Elementos claros
o sálicos: Feldespato, grandes cristales con tendencia a contornos
cristalográficos típicos; todos ellos muy anubarrados por el caolín
y la mica blanca (damourita) de alteración. Algunos presentan
estrías correspondientes a planos de maclas polisintéticas. Desta-
can un sinfín de inclusiones claras, que permiten ser estudiadas
mejor en el cuarzo y en el mineral ferromagnesiano.
Cuarzo: cristales limpios, pero con rosarios de burbujas, re-
llenan los espacios que median entre los cristales feldespáticos y
fémicos.
Elementos obscuros, fémicos; su color es verde, apenas percep-
tible; manchas de color siena claro; débil pleocroísmo; profunda
alteración a lo largo de las estrías; éstas a menudo aparecen con-
torneadas, sinuosas. Sistemas de estrías típicas hacen identificar
el mineral obscuro con un anfíbol: la Horblenda.
Elementos accesorios: Apatito, incluido en los tres elementos
mineralógicos, especialmente en el Cuarzo. Zircón, sobre todo en
la Horblenda.
Con el analizador: Feldespato: cristales, a) sin maclas, muy
alterados, destacando sobre su fondo gris motitas de color abiga-
rrado (mica damourita); en algunos se perciben finísimas estrías
cruzadas, propias de la Ortosa y de la Microcllna; b) mucho más
abundantes, con maclas polisintéticas, muy alterados también: Pía-
gioclasa. Extinción propia de la Oligoclasa.
El Cuarzo ofrece curiosas extinciones ondulantes.
La Horblenda presenta un hermoso color azul muy obscuro»
de cuyo tono destacan microlitos de vivísimos destellos, circuns-
314 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
tancia que, unida a la refringencia elevada, confirman su naturale-
za zirconiana.
Resultado: la roca no es un granito típico; tampoco una varie-
dad anfibólica de éste, puesto que carece de mica. La presencia
del cuarzo excluye esta roca de las sienitas normales, y, en cambio,
hace incluirla provisionalmente entre las sienitas cuarcíferas; pero
la escasez de la ortosa y el predominio de la plagioclasa aconsejan
descender en la acidez y entrar en el recinto de las dioritas.
Es, pues, una Diorita cuarcífera. En la clasificación cuantita-
tiva de Washington cae esta roca en el símbolo II . 4 . 2, que co-
rresponde a una dosalana (1) del orden de las cuardofélicas y del
rango de las domalcálicas (es decir, predominando los álcalis so-
bre el CaO). Sería una Adamellosa (2).
Serpentina.— Hallada a un centenar de metros al W. del cortijo
El Vicario, junto al camino de Montoro a Villanueva de Córdoba,
constituye hiladas al descubierto, dirigidas hacia el ESE., plega-
das, intercaladas entre pizarras de edad probablemente cámbrica.
El aspecto de la roca es marcadamente esquistoso. Su color,
verde marino, con zonas azuladas. El brillo es craso. La densi-
dad 2,885.
Análisis micrográfíco: sin el analizador.— Sobre un campo
claro-perlado, constituido por elementos de morfología irregular y
con débilísima refringencia, destacan infinidad de microlitos de
Magnetita, y otros, muy refringentes, de contornos octaédricos
también, transparentes, pardo-acaramelado su color, que me indu-
cen a reputarlos como Cromita, pero con duda, son esporádicos.
Con el analizador.— E\ campo adquiere un matiz gris obscuro,
uniforme, destacando la típica polarización en agregado, con el
abigarrado conjunto de diminutas zonas claras, brillantes, recorta-
das irregularmente, ofreciendo a veces una fina estriación polisin-
tética. Además, aparecen agudos pliegues, no revelados por el
examen anterior, y atribuíbles a fenómenos de compresión, resul-
tantes, a su vez, del aumento de volumen (calculado en un 15 a un
50 por 100 por Van Hise) (3), producido por la hidratación del mi-
li) sal / _7_ \ _5_
fem \ 1 / 5 •
(2) F. W. Clarke: The Data of Geochemistr\\ pág. 430. Washing-
ton, 1911.
(3) Van Hise: *K Treatise on Metamorphism», p. 483. — ¿/. 5. Geolo-
gical S., Monographs.
DE HISTORIA NATURAL
515
neral o minerales originarios de la serpentina, como la moscovita,
los piroxenos o el olivino.
Quizá quepa calificar la especie mineral que integra a esta roca
como una Antigorita, con vetas de Crisotilo.
Mármol metamórfico regional.— Intercalado en pizarras pa-
leozoicas, se descubre junto al cruce de carreteras de Adamuz a
Villanueva y a Montoro, en la margen derecha del Arroyo de las
Cuevas, un potente crestón de caliza marmórea, vertical, de unos
15 a 20 m. de espesor, arrumbado hacia el SE.
Como caracteres macroscópicos, presenta un color grisáceo,
grandes cristales de calcita, con visibles estrías de crucero, según
el romboedro negativo; destacan aquí y allá, con no mucha frecuen-
cia, huellas de coralarios; otras, algo más abundantes, de aparien-
cia encrinítica, acaso tallos de crinoideos. Escasas huellas de
braquiópodos (Productus?) y bivalvos.
Fig. 1.— Foraminiferos déla caliza dinantiense de Adamuz (Córdoba).
Examen microscópico .—Vr^s^nisi la roca todos los caracteres
de una caliza zoógena sometida a los efectos del metamorfismo de
geosinclinal. Se trata de una caliza muy pura, pues hay ausencia
total de minerales de neoformación. Se observa una multitud de
foraminiferos (fig. 1).
Tanto por los antecedentes geológicos— hacia el NW. existen
ya asomos hulleros, prolongación de la mancha moscoviense de
Peñarroya-Bélmez-Espiel (1) — como por el examen microscópico,
se trata de una Caliza carbonífera de montaña, perteneciente al
Dinantiense.
(1) Mallada: «Memoria descriptiva de la cuenca carbonífera de Bél-
xnQZf>.—Bol. de la Com. del Mapa Geológico de España, 1902.
Cfr. además: Mallada: «Reconocimiento geológico de la provincia de
Córdoba», págs. 4, 5, 6 y 8. -Bol. de la Com. del Mapa Geológico de
España, t. VII. 1880.
316 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Una paloma nueva del Brasil
por
Augusto Gil Lletget.
Estudiando las aves de la colección del Museo de Madrid, he
encontrado un ejemplar macho de Oreopelda montana, obtenido
durante la expedición enviada por el Gobierno español, en los años
1862 a 1865, a la América Meridional y Central, a la que vulgar-
mente se designa con el nombre de Expedición al Pacífico, ejem-
plar que lleva el número 6 Pal., y que, según los datos que he ob-
tenido, procede de Bahia, en el Brasil. Esta paloma difiere consi-
derablemente de la subespecle tipo O. montana montana L., por
su coloración y tamaño; pero, sobre todo, por tener la parte blan-
cuzca de la región axilar completamente tapada por el ala; presen-
ta también una mayor uniformidad en la coloración de las diferen-
tes partes, y una tendencia a la desaparición del color blanco en la
cara y garganta. Como la forma típica procede de Jamaica, en las
Antillas (Edwards: Histoire Naturelle des Oiseaux, II, pl. 119),
es lógico pensar que las diferencias asignadas estén relacionadas
con la distinta procedencia del ejemplar.
El tamaño del ala es idéntico al que da Schlegel para su Star-
naenas {=Oreopeleia) cuprea (Mus. Pays Bas, IV, número 35,
1875); pero dicho autor afirma que la única diferencia entre
cuprea y montana es el menor tamaño de la primera, no mencio-
nando ninguna de las importantes diferencias de coloración que
hemos indicado más arriba. Por otra parte, O. cuprea está descri-
ta como procedente de Marabitanos y de Surinam, cuya fauna es
distinta de la de Bahia. Por todo esto, creo se trata de una nueva
forma de O. montana, para la que propongo el nombre de O. mon-
tana ínornata.
DE HISTORIA NATURAL 317
Sobre la apogamia del Taraxacum vulgare
por
J. Maynar (I).
El Taraxacum vulgare (Lam.) Schok. (= Leontodón tara-
xacum L., T. officinale Web., T. Dens-Leonis Desf.), conocido
vulgarmente con los nombres de Diente de león, Achicoria amar-
ga, Lechecino, Amargón, etc., es una planta compuesta que ha
servido ya como objeto de experimentación a muchos investigado-
res, especialmente para estudios de regeneración. En Sistemática,
es una de las especies cuya limitación encierra verdaderas dificul-
tades. Un gran número de variedades hace que las descripciones,
ajustadas a un cierto número de ellas, varíen considerablemente.
Es suficiente comparar las descripciones de la Flora de Francia
de Coste (2) con la monografía del género por H. v. Handel-Maz-
zetti en la Flora de Alemania de Potonié (1, pp. 492-495).
En 1903 descubrió Raunkiaer, por medio de su sistema de cas-
tración (3), que algunas especies de Taraxacum son partenoge-
néticas, y un año más tarde, v. Kirchner demostró (4) que los em-
briones proceden de la proliferación de la oosfera no fecundada;
finalmente, Juel (5) dejó comprobado que la célula madre del saco
embrionario se divide solamente una vez sin sufrir reducción. De
las dos células resultantes, la basal se convierte en saco embriona-
rio, que, por lo tanto, es diploide. Se trata, en consecuencia, de
un caso de apogamia ovógena (6, p. 485).
El método con el que Raunkiaer ha comprobado de manera in-
dudable el fenómeno de la apogamia en algunas compuestas puede
resumirse concretándonos al ejemplo del Taraxacum, objeto de
nuestro estudio, de la siguiente manera: cuando las cabezuelas
alcanzan unos 15 mm. de longitud, es decir, cuando los capullos
tienen flores cuyo ovario no es mayor de un milímetro de diáme-
tro, se eliminan por medio de un corte transversal dado con una na-
vaja de afeitar por encima de los ovarios, los dos tercios superio-
res de las flores. Así se quitan los estambres, el estigma y una
(1) Los números de negritas citados en el texto, corresponden a la
Bibliografía, que va al final de esta nota.
318 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
parte del estilo juntamente con la parte superior de la corola y del
cáliz (vilanos). En las flores así tratadas, es completamente impo-
sible la polinización, y consecuentemente, la fecundación. Sola-
mente pueden originarse embriones partenogenéticos, como efec-
tivamente ocurre en este caso. Pasados unos días, las inflorescen-
cias se abren, y sólo nos delata la castración la menor longitud de
los vilanos; las flores castradas se han transformado en frutos per-
fectamente desarrollados, a pesar de que, aun admitiendo la posible
presencia de polen, no hay camino para el núcleo fecundante.
Pero una parte de estas semillas son hueras, están reducidas a
las paredes, carecen de embrión. Esto hace pensar en que tal vez
existen flores que necesitan imprescindiblemente la fecundación
para alcanzar el estado de fruto.
Overton ha encontrado en Thalictrum piirpurascens (7), junto
a las flores apogámicas, otras que no poseen esta propiedad, y que
para formar el embrión requieren fecundación previa. El presente
trabajo, empezado en abril de 1921 bajo la dirección del profesor
Correns, en Dahlem, tiene por objeto indagar si en el Taraxacum
Vülgare ocurre algo análogo. Como ya hemos dicho, todas las ca-
bezuelas presentan una cierta proporción de semillas hueras; había
que observar si su número se reduce o anula en cabezuelas cuyas
flores no fueran castradas y el acceso del tubo polínico a los ova-
rios fuera posible. Por si el Taraxacum presentase autoesterilidad^
era necesario comparar también con un número igual de cabezue-
las a las que asegurásemos polinización cruzada.
Tischler (8) cita el T. confertum y el T. platycarpum coma
sexuales, y las especies albidum y officinale, como apogámicas.
Por la facilidad de procurarnos el material, así como por ser
más interesante investigar en la especie vulgar, tomamos el Tara-
xacum vulgar e como objeto de nuestro estudio.
A fines de abril, 23 plantas puestas en un invernadero de expe-
rimentación al abrigo del viento y de los insectos empezaron a
florecer. Para impedir la caída del polen de una inflorescencia so-
bre las de las plantas próximas, colocamos las macetas convenien -
temente separadas; en una misma planta tomamos otras precau-
ciones para impedirlo. Según un turno riguroso, dejamos en cada
planta una inflorescencia sin tocar, otra sufrió la castración y la
tercera fué frotada suavemente contra una cabezuela de otra plan-
ta que se hallase también en período de plena florescencia, con
objeto de proporcionarle polen extraño.
DE HISTORIA NATURAL SIS"
Para guiarse en las cabezuelas castradas si el corte estaba
bien dado, examinamos varias con el microscopio binocular y
el pudimos apreciar, como pormenor fácil de tener en cuenta,
que corte ha de darse justamente por debajo del límite inferior
de las anteras, apreciable porque esta región presenta un color
verde claro en lugar del anaranjado que corresponde a la de las
anteras.
Siguiendo estos tres turnos hasta que dejaron de aparecer ca-
bezuelas, y marcando en cada una el tratamiento sufrido y la fe-
cha, así como la planta con la que se cambió el polen, llegamos a
los primeros días de mayo, en que ya teníamos que acudir a poner
las semillas maduras en saquitos con la fecha de la recolección y
los demás datos de cada cabezuela. Es de capital importancia el
esperar para hacer la recolección algunas horas, aun cuando crea-
mos que la cabezuela ha llegado al máximum de su dehiscencia.
Después de formada la característica esfera blanca de los vila-
nos en los últimos momentos de la maduración, se realizan cam-
bios muy rápidos, de gran influencia, y una precipitación al hacer
la cosecha la hace inútil para las operaciones siguientes. En la
citada monografía de H. v. Handel-Mazzetti ya se hace constar
esta particularidad, que hay que tener muy presente, por residir en^
el fruto caracteres utilizados para la determinación de las espe-
cies. Las semillas cosechadas antes de tiempo son blandas, y el vi-
lano no tiene el color blanco sedoso, sino que es verdoso, espe-
pecialmente en su parte proximal.
Terminada la recolección, clasificamos los frutos en tres ca-
tegorías: 1.^ Frutos en los que a simple vista se nota la falta de
embrión y que están reducidos a la cubierta blanco-amarillenta.
2.^ Frutos en los que a simple vista parece que hay embrión, por
tener un color y aspecto normales, pero que una presión suave con
unas pinzas finas nos demuestra que son hueros; la semilla se aplas-
ta, y si la abrimos con dos agujas en un vidrio de reloj bajo el mi-
croscopio binocular (p. ej., con un par de objetivos 00 y dos ocu-
lares O de Seibert), podremos adquirir la certeza del diagnóstico.
3.^ Frutos normalmente desarrollados. Algunas semillas que no han
madurado bien son difíciles de referir a uno de los grupos últimos;
suelen tener un embrión pequeño, y al oprimir fuertemente con las
pinzas, sale un poco de aceite.
Este método de análisis, llevado a cabo con cada una de las
40.740 semillas, que, procedentes de 188 cabezuelas, nos dieron 20'
320
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
plantas, ha sido comprobado en tres cabezuelas, como ya diremos
ai iiablar délos resultados, y permite el tenerlo como exacto.
Las semillas de cada una de las tres categorías que colocába-
mos en pequeñas capsulitas de vidrio eran metidas en saquitos por
separado, después de contadas.
En el adjunto cuadro, en el que suprimimos todos los datos que
no son necesarios por el momento, ponemos en una primera colum-
na el número y letras con que caracterizamos cada planta; en la
segunda, el tanto por ciento de semillas con embrión perfectamen-
te desarrollado (3.^ categoría) en las cabezuelas con polinización
cruzada; en la 3.^ columna, los tantos por ciento en las castradas;
en la 4.^, en las autofecundadas, y la 5.^ son los valores medios de
las tres clases de tratamientos para una misma planta.
56
57
115 AR
117 V
94
77
116W
115 AP....
115 AJ
117X
117 W
115 AO
1170
23 A
59
86
115 AR ....
117N
116 X
115Z
Valor medio
86,35
81,20
85,68
84,41
93,18
90,60
90,22
91,33
73,50
69,96
79,96
74,47
87,50
89,70
83,13
86,78
88,90
92,90
91,70
91,17
43,65
32,80
25,90
34,12
90,90
90,30
90,83
90,68
75,17
74,60
76,75
75,52
85,55
86,50
85,00
85,68
7S,72
81,86
85,00
81,86
78,65
77,76
79,00
78,41
82,90
87,95
83,84
84,90
86,50
86,45
90,36
87,77
88,10
80,90
83,20
84,07
89,65
91,90
92,32
91,29
92,73
94,44
95,26
94,14
84,50
90,75
85,46
86,90
85,22
83,65
85,30
84,72
80,56
90,30
88,10
86,32
81,95
78,50
84,30
81,58
1.654,18
1.653,02
1.661,51
1.65 6,11
82,71
82,65
83,06
82,80
4,11
3,64
1,75
5,57
2,97
35,67
5,00
4,70
2,64
4,98
6,98
4,21
3,90
6,39
4,84
2,04
1,75
4,67
2,60
5,10
Si calculamos el error admisible y ^-^^^-^ y vemos las dife-
rencias de los Valores obtenidos, podemos sacar la consecuencia
de que la castración no ejerce influencia en el sentido de disminuir
el tanto por ciento de semillas normalmente desarrolladas, ni tam-
poco la autofecundación. Dicho de otro modo: en Tarajracumvul-
gare (por lo menos en las flores desarrolladas en primavera) no
existe un tanto por ciento apreciable de flores que necesiten del
DE HISTORIA NATURAL 521
proceso de la fecundación para formar embrión, es decir, lo con-
trario de lo que ocurre en Thalictrum purpurascens.
La comprobación del estado de las semillas que habíamos dado
por buenas y las desechadas por malas la realizamos con la cose-
cha de varias cabezuelas de las plantas 23 A, 86 y 115 AP, con re-
sultado satisfactorio.
Otra parte de nuestro trabajo tenía por objeto investigar te in-
fluencia de la fecha en que las semillas se habían desarrollado, ca-
racterizada por una alimentación diferente que pudiera ocasionar
una marcada diferencia entre los tantos por ciento de semillas nor-
males correspondientes a las cabezuelas primeramente desarrolla-
das con respecto a las que lo hicieron después.
La mayoría de las plantas dan un tanto por ciento de semillas
hueras, un poco más elevado en las cabezuelas desarrolladas pri-
meramente, pero los resultados en conjunto de las 20 plantas no
autorizan a tener en cuenta tal diferencia. Lo mismo ocurre con
las semillas dudosas, y como es natural, las semillas normales son
más en las cabezuelas desarrolladas posteriormente (85,9 %) que
en la primera mitad (80,3 °/o).
Finalmente, agrupadas las cabezuelas según el número abso-
luto de semillas, para cada planta por separado, con objeto de ver
si una alimentación defectuosa en las cabezuelas ricas en semillas
acusaba un aumento de hueras, nos dio un resultado negativo. Las
cabezuelas con menor número de semillas tienen 83,0 °/o de fértiles,
y las con un número mayor de semillas, 83,2 %. Las plantas 56,94
y 115 A J dieron un tanto por ciento de hueras dudosas y fértiles,
exactamente igual en ambas mitades primeras según fecha y según
número de semillas y, naturalmente, también las segundas. La
planta 77, que se distingue por otras muchas particularidades de
las demás, dio concordancia entre la primera mitad, según fecha
y la segunda según número de semillas, y recíprocamente.
Juel, en el citado trabajo, da como seguro 13 cromosomas para
la fase haploide en el Taraxacum vulgare, según puede verse en
las tetradas de polen y describe la partición anormal, y, desde
luego, no heterotípica, como correspondía a la célula madre del
embriosaco. De esta manera, resulta una oosfera diploide con 26
cromosomas. El estudio de juel prueba, además, que, a la primera
división, terminada en forma parecida a una división homeotípica,
no sigue otra. La célula basal crece y comprime la superior, for-
mando el saco embrionario.
Tomo xxh.-Julio, 1922. 21
322 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Sobre las causas que producen este fenómeno, no se sabe nada
en concreto. Haberlandt, en un trabajo reciente (9), atribuye el
estímulo ejercido sobre la oosfera a la hormona que se produce en
la capa de células que está en contacto con la nuececilla o células
de tapiz (Tapetensicht). En esta planta compuesta, la nuececilla
reabsorbe muy pronto la epidermis, con lo cual el saco embriona-
rio queda amparado por el tegumento solamente. De la misma ma-
nera que por necrocitosis, o simplemente por traumatismos, ha
logrado provocar una secreción interna en Oenothera Lamarckia-
na, que sirva de estímulo para la formación de un embrión, par-
tiendo de una oosfera que habría en otro caso permanecido en re-
poso hasta después de la fecundación; cree Haberlandt que ocurre
en Taraxacum vulgare, solamente que aquí la necrohormona es
originada por un proceso natural. En este trabajo hay una figura
en la que se ve que la capa de células de tapiz del tegumento entra
en franca desorganización mucho antes de empezar la división de
la oosfera. Esperamos podernos ocupar de esta parte del proble-
ma, indagando las causas de las anormalidades que presenta la for-
mación de la oosfera; pero desde ahora podemos afirmar, que si
bien no hemos podido probar que exista en número apreciable un
proceso de desarrollo normal de algunas semillas junto al apogá-
mico de la mayoría, debe existir tal desarrollo normal en algunos
casos aislados, o, por lo menos, las fases de división de las células
sexuales no se ajustarán siempre al esquema trazado por Juel.
También puede ser que la división tan anómala sea causa de mu-
taciones relativamente grandes, porque, en efecto, las 23 plantas
que hemos estudiado poseen un aspecto y tales diferencias, que
con facilidad podrían describirse como variedades algunas de ellas,
especialmente la 77, y, sin embargo, son todas ellas procedentes
de la Fs o F4 generación apogámica (?) de un ejemplar único.
Es casi seguro que el estudio de la próxima generación de los
ejemplares procedentes de los nacidos de semillas de los tres tur-
nos, castradas, auto y heterofecundadas, nos den una orientación
decisiva.
Como el tanto por ciento de semillas hueras es uno de los ca-
racteres más constantes para todas las cabezuelas de una planta y
fácil de apreciar, añadimos en la columna 6.^ del cuadro las cifras
correspondientes. Solamente la planta 1 17 W muestra gran ampli-
tud de variación (O °/o hasta 20,3 °/o).
Antes de terminar, debo de hacer presente mi gratitud a mi
DE HISTORIA NATURAL Ó5áÓ
querido maestro D. Ignacio Bolívar, a cuyo interés debo el haber
podido ir con la consideración de pensionado al Kaiser-Wilhelm
Institut für Biologie, cuyo director, el profesor Correns, me acogió
cordialmente, y finalmente, a mi hermano Eusebio, que me ayudó
en los últimos recuentos de semillas.
BibUografía.
(1) PoTONiÉ (H.), Illiistrierte Flora von Nord-und Mitteldeutschland.
Jena, 1915.
(2) Coste (H.), Flore descriptive et illustrée de la France, de la Cor-
sé et des contrées limitrophes. París, 1903.
(3) Raunkiaer (C). Kimdannelse üden Befrugtuing hos Maelkebotte.
Bot. Tidsskrift, t. 25. 1903.
— Raunkiaer (C) y Ostenfeld (C. H.), Kastering fórsag med
«■Hieraciümf) og aridre Cichoricae. Bot. Tidsskrift, t. 25. 1903.
(4) V. KiRCHNER (O.), Parthenogenesis bel Blütenpflanzen. Berichte
der deutsch. bot. Gesellschaft, t. 22. 1904.
(5) JuEL (H. O.), Die Tetradenteilung in der Samenaulage von « Tara-
xacum». Arkiv fór Botanik, t. II. 1904.
— JuEL (H. O.), Die Tetradenteílungen bel «Taraxacum» und an-
deren Cichorieen. K. Svenska Vetenskaps Akademiens Hand-
ügar, t. 59, núm. 4. 1905.
(6) Strasburger (E.), Fitting, Jost, Schenck y Karsten. 14.* ed.
del Letirbiich der Botanik für Hochschulen.
(7) Overton (J. B.), Parthenogenesis in ^Thalictrum pnrpurascens*.
Bot. Gazette, t. 33. 1902.
(8) TiscHLER (Q.), Chromosomenzahl,~Form und—Individualitat im
Pflanzenr elche. Progr. Rei. Bot. t., 5. Jena, 1915.
(9) Haberlandt (G.), Die Entwickelungsewegung der Eizellen eini-
ger parthenogenetischer Kompositen. Sitzungsberichte der
preussischen Akademie der Wissenschaften, t, LI, 1921, pági-
nas 861-881.
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Contribution á la faune myrmécologique de l'Espagne
par
C. Menozzi.
Je deis á nos collégues MM. José María de la Fuente et J. M.
Mas de Xaxars le matériel myrmécologique qu'ils m'ont envoyé
á diverses reprises; le premier des environs de Pozuelo de Cala-
trava (Ciudad Real); le second, de plusieurs localités, spécialement
de la province de Barcelone.
II forme l'objet de cette note, qui n'a pas d'importance pour le
peu de nouveautés signalées, mais elle peut étre utile, dans une
étude éventuelle d'ensemble sur les f ourmis d'Espagne, á faire con-
naitre la dispersión géographique de chaqué espéce.
Le Dr. Santschi (1) a dé)á publié pour la localité de Pozuelo
une note sur les fourmis récoltées par le méme M. J. M. de la
Fuente, pour cette localité, ce qui est nouveau est marqué d'un
astérisque aprés le nom Calatrava.
Je renouvelle ici mes remerciements aux sus-nommés collégues.
Subfam. Ponerinae.
Genus Euponera For.
E. (Trachymesopus) ochracea Mayr.— 2; Pozuelo de Cala-
trava*, leg. de la Fuente.
Genus Ponera Latr.
P. coarctata subsp. testacea Em.— $ ; Centellas (Barcelone),
leg. de Xaxars. J'ai déjá dit dans un de mes autres travaux (2) les
raisons pour lesquelles je crois pouvoir élever au rang de sous-es-
p éce cette forme décrite comme varíete par M. le Prof . C. Emery.
(1) F. Santschi. «Fourmis d'Espagne et des Ganarles». Bol. de la
Real Soc. Esp. de Hist. Natur. Tomo XIX, 1919.
(2) C. Menozzi. «Formiche dei dintorni di Sambiase di Calabria.»
Boíl, del Lab. di Zoología genérale e agraria della R. Scuola Supe-
rio re d'Agricoltura di Porticí, Vol. XV, 1921.
DE HISTORIA NATURAL 325
P. Eduardí For.— $ ?; Pozuelo de Calatrava*, leg. de la
Fuente. Les ? ? ont une coloration presque jaune.
Subfam. Myrmicinae.
Qenus Myrmica Latr.
M. rubra subsp. laevinodis Nyl.— 2 ; Viladrau, Centellas (Bar-
celone), leg. de Xaxars.
M. scabrinodis Nyl.— 2 cf; Centellas (Barcelone), leg. de
Xaxars.
M. scabrinodis, var. sabuleti Mein.— 2 ? d"; Centellas, S. Fe-
liu de Llobregat, Vallvidrera (Barcelone), leg. de Xaxars.
M. sulcinodis, var. Rolandi Bond.— 2 ; Pozuelo de Calatrava,
leg. de la Fuente.
Genus Aphaenoqaster Mayr.
A. (Attomyrma) subterránea Latr.— $ ; S. Feliú de Llobregat,
Vallvidrera (Barcelone), leg. de Xaxars.
A. (Attomyrma) pallida, subsp. subterranoides, var. Dulci.
neae Sant.— $; Pozuelo de Calatrava; leg. de la Fuente.
A. (Attomyrma) gibbosa Latr. d^; Centellas (Barcelone), leg-
de Xaxars.
A. (Attomyrma) gibbosa, var. barcinensis n. var.
Ouvriére. Les points des intervalles des rides céphaliques forts,
celles-ci sont beaucoup plus hautes et plus denses que chez VA.gib-
bosa, var. mauritanica Em., et un peu anastomosées versles cotes
de la tete. Aire frontale submate et á rides plus faibies. Thorax
légérement luisant; le dos du pronotum et du mésonotum ont une
fine ponctuation, tandis que les cótés et Tépinotum, sauf la face
declive, qui est presque lisse, sont irréguiiérement et grossiérement
ridés. Epines aussi longues que chez la variété susnommée, mais
plus fines. Pédoncule aussi luisant que le thorax, la sculpture sem-
blable á celle du dos de promésonotum. Qastre assez luisant, avec
de faibies et courtes stries á la base, limitées á la largeur de l'in-
sertion du postpétiole; le reste, finement réticulé.
326 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Coloration bien plus obscure que chez la ver. mauritanica Em.
Long., 5,5-6,3 mm.
Femelle. Sculpture et coloration de l'ouvriére.
Épines larges et plus longues que chez le type et la var. mau-
ritanica Em. Ailes légérement enfumées á la base.
Long., 9,4 mm.
Trois ouvriéres et une femelle des Centellas et de Viladrau
(Barcelone), leg. de Xaxars.
A. (Attomyrma) gibbosa, var. laevior Por.— $; Pozuelo de
Calatrava, leg. de la Puente.
A. (s. str.) testaceopilosa, var. senilis Mayr.— ? cf ; Pozuelo
de Calatrava, leg. de la Puente.
Qenus Messor Por.
M. barbaras L.— $^ ; Pozuelo de Calatrava, leg. de la Puente;
S. Peliu de Llobregat, Vallvidrera (Barcelone), leg. de Xaxars.
M. barbaras, var. capitata Latr.— ^ $; Pozuelo de Calatrava,
leg. de la Fuente; S. Peliu de Llobregat (Barcelone), leg. de
Xaxars.
M. barbaras, subsp. hispánicas Sant.— $ ?; Pozuelo de Cala-
trava, leg de la Puente.
Je décris ¡ci la femelle encoré inconnue: Coloration analogue á
l'ouvriére. Stries de la tete plus fortes, avec des points plus nom-
breux. Cotes du thorax striés en long. Scutum du mésonotum dé-
pourvu de stries, mais criblé de gros points. Pace declive de l'épi-
notum et pédoncule striés transversalement. Castre finement cha"
griné.
Tete relativement petite. Thorax court et assez haut, particu-
liérement le scutellum. Dents de l'épinotum plus robustes que chez
l'ouvriére.
Nceud du pédicule squamiforme, comme chez l'ouvriére, mais
beaucoup plus haut que le postpétiole; celui-c¡ est environ d'un
tiers plus large que long. Ailes hyalines á nervures jaune clair, pté-
rostigma gris brun. Du reste, semblable á l'ouvriére.
Long., 11,5 mm.
DE HISTORIA NATURAL 327
Genus Goniomma Em.
G. hispanicum E. André.— $; Pozuelo de Calatrava, leg. de
la Fuente.
Genus Oxyopomyrmex E. André.
O. Saulcyi Em.— 2 ? cf; Pozuelo de Calatrava, leg. de la
Fuente.
Genus Pheidole Westw.
P. pallidüla Nyl.— $31- $ cT; Pozuelo de Calatrava, leg. de la
Fuente; Centellas (Barcelone), leg. de Xaxars.
Genus Cardiocondyla Em.
C. Batesi For.— $ . Pozuelo de Calatrava*, leg. de la Fuente.
Genus Crematogaster Lund.
C. (Acrocoelia) scutellarís Oliv.— $ ; Pozuelo de Calatrava,
leg. de la Fuente.
C. (Acrocoelia) Auberti Em. $ ? cT; Pozuelo de Calatrava,
leg. de la Fuente; Centellas (Barcelone), leg. de Xaxars.
C. {Acrocoelia) Auberti, var. ibérica For. $ cf ; Pozuelo de
Calatrava, leg. de la Fuente. Le cf est identique au cT du type.
C. {Acrocoelia) Auberti, subsp. Fuentei n. subsp.
Ouvriére .}A.diSS\XQ, des antennes et gastre,sauf la base,noirátres;
le reste du corps, d'un brun roux assez foncé. Pilosité éparse. Tete
luisante et á sculpture nuUe, transverse, á cotes peu arques, pres-
que rectilignes en avant des yeux. Clypeus faiblement bombé dans
son milieu, tres finement strié, cependant toujours luisant. Sillón
frontal nul ou tres faible. Scape n'atteignant pas le bord posté-
rieur de la tete. Surface du pronotum et du mésonotum légérement
rugueuse et peu luisante; ses cotes et l'épinotum, ridés en long,
presque mats. Promésonotum plus long que large, peu arrondi en
avant. Mésonotum dépourvu de carene. Epinotum d'un peu moins
de deux fois plus large que long, avec la face declive aussi longue
que la partie supérieure. Epines assez courtes et assez larges,
tres obtuses á l'extrémité.
■)
528 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Pédoncule á sculpture comme sur le dos du pro-mésonotum;
pétiole á peu prés aussl large que long, cordiforme, á cdtés assez
arrondis en avant; postpétiole transverse, profondément sillonné ,
avec les lobes beaucoup convexes. Qastre
lisse et luisant.
Long., 3-3,5 mm.
Dix ouvriéres récoltées par M. de la
Fuente á Pozuelo de Calatrava, á qui je
me fais un plaisir de dédier cette remar-
quable sous-espéce, qui, par ses épines
bertTsuS^.'^Futníei^n. courtes, son mésonotum toujours dépourvu
fií; p^tioie'de'dessu^.'"^" de carene, et par la conformation tout á
fait spéciale du pétiole, est fort différente
du type de l'espéce et de ses formes connues.
C. (Orthocrema) sordidula Nyl.— 5 ; Pozuelo de Calatrava,
leg. de la Fuente.
Genus Solenopsis Westw.
S. fügax Latr. — $ cT; Centellas (Barcelone), leg. de Xaxars .
Genus Leptothorax Mayr.
L. Fuentei Sant. — $ d"; Pozuelo de Calatrava, leg. de la
Fuente.
cT (non décrit) Nolr; mandibules, antennes, et tarses rous-
sátres; cuisses et tibias plus obscurs. Tete environ d'un cinquiéme
plus longue que large, surface rugúense, mate, sauf un vague re-
flet frontal. Ciypeus un peu luisant. Yeux grands, occupant pres-
que le tiers moyen des cotes. Thorax plus large que la tete, den-
sément ridé et mat, sauf une étroite bande médiane vers l'avant du
scutum, et un espace lateral mal défini. Le scutellum surplombe un
peu le métanotum. Epinotum avec deux tubercuies obtus tres peu
saillants. Pédoncule mat, finement et densément ridé; pétiole assez
semblable á celui de l'ouvriére; postpétiole aussi large que le node
du pétiole. Gastre luisant.
Long., 4 mm.
L. Cervantesi Sant. — ? ; Pozuelo de Calatrava, leg. de la
Fuente.
^^x
DE HISTORIA NATURAL ^i»
L. Nylanderi, var. Lichtensteini Bondr. 2 ; Pozuelo de Cala-
trava *, leg. de la Fuente.
L. ibericus n. sp.
Ouvriére. D'un brun marrón plus ou moins clair. Mandibules*,
antennes, tibias et tarses jaune brunátre. Tete finement striée en
long, mate, á cinq dents noires. Clypeus faiblement convexe entre
les aretes frontales. Aire frontale grande, lisse, et luisante. Aretes
frontales paralléles et relativement longues. Antennes courtes,
garnies de poils abondants á demi dressés; scape n'atteignant pas
le bord postérieur de la tete; funicule Vs plus long que le scape;
articles 1-2 beaucoup plus
longs que larges; 3-8, trans-
verses; 9 et 10, subégaux;
le dernier, plus long que
les deux précédents réunis.
Yeux places au milieu, et
aussi longs que la dlstance
. , , j i_ . . - Fig. 2,—Leptothorax ibericus n. sp. Tete vu de
qui les separe du bord ante- face. Partie du thorax et de l'abdomen vu
rieur de la tete. Thorax á '•«p^o*"-
profil presque droit, sauf le
pronotum, faiblement convexe. Celui-ci environ du double plus lar-
ge que l'épinotum, á cótés arrondis. Suture mésoépinotale peu
marquée sur le dos. Face declive de l'épinotum peu concave au
milieu, avec les bords verticaux. Épines assez courtes, aussi lar-
ges á la base que longues; écart de leurs pointes aussi long que la
largeur máxima de l'épinotum. Pédicule du pétiole plus long que le
noeud, avec une tres petite dent au-dessous; noeud vu d'en haut h.
cótés rectilignes, á peine plus large vers Tépinotum que vers le
postpétiole; vu de profil, il montre le sommet á angleobtus. Fost-
pétiole ^¡8 plus large que long, trapezoidal, et un peu convexe en
avant. Gastre petit, faiblement échancré á la base.
Long., 2,4-2,7 mm.
Treize ouvriéres de Pozuelo de Calatrava, leg. de la Fuente.
Voisin du L. niger For., il en différe par sa sculpture plus forte,
le pédicule du pétiole beaucoup plus court et par une trace de su-
ture mésoépinotale suffisamment evidente sur le dos.
L. (Temnothorax) recedens Nyl. — cT; Pozuelo de Calatrava
leg. de la Fuente.
330 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Genus Tetramorium Mayr.
T. caespitum L. — $ ? cf ; Centellas, Viladrau (Barcelone),
leg. de Xaxars.
T. caespitum, var. ruginode Stitz.— 2 ?; Pozuelo de Cala-
trava, leg. de la Fuente; Centellas (Barcelone), leg. de Xaxars.
T. caespitum, subsp. punicum Sm. — 2 ?; Pozuelo de Cala-
trava, leg. de la Fuente; Centellas (Barcelone), leg. de Xaxars.
Peut-étre que l'exemplaire de Pozuelo, comme l'a déjá indiqué
d'une maniere douteuse M. le Dr. Santschi (1), appartient-il á une
véritable variété.
Subfam. Dolichoderinae.
Genus Bothriomyrmex Em.
B. meridionalis, var. hispánica Sant. — $ ? cT; Pozuelo de
Calatrava *, leg. de la Fuente.
cf (non décrit). Brun noirátre, appendices jaune grisátre. Lui-
sant; pubescense moins développée que chez la ?. Tete environ
aussi longue que large. Mandibules bidentées. Extrémité du scape
atteignant l'ocelle median. 2.e article du funicule plus court que
le 3.6 Ailes hyalines á nervures pales.
Long., 2,5 mm.
Genus Tapinoma Foer.
T. erraticum, subsp. nigerrima Nyl.— 2 ? cf ; Pozuelo de Ca-
latrava, leg. de la Fuente; Centellas, S. Feliu de Llobregat (Bar-
celone), leg. de Xaxars.
Subfam. Camponotinae.
Genus Plagiolepsis Mayr.
P. barbara Sant.— $ $; Pozuelo de Calatrava, leg. de la
Fuente.
Genus Camponotus Mayr.
C. (Myrmoturba) sylvaticus Oliv. — $ ; Centellas, S. Feliu
de Llobregat, Vallvidrera (Barcelone), leg. de Xaxars.
(1) Op. c, pág. 241.
DE HISTORIA NATURAL 331
C. (Myrmoturba) sylvaticus, subsp. pilicornis, var massilieti'
sis For. — 5 ? cT; Centellas (Barcelone), leg. de Xaxars.
C. (Myrmoturba) aethiops Latr. — $ , Pozuelo de Calatrava,
leg. de la Fuente.
C. (Myrmo séricas) cruentatus Latr.— $ cf; Vallvidrera, Cen-
tellas (Barcelone), leg. de Xaxars.
C. {Myrmosericusyrufoglaucus, subsp. micans Nyl.— $ ; Po-
jsuelo de Calatrava, leg. de la Fuente.
C. (Myrmentoma) lateralis Oliv. — $ ; Pozuelo de Calatrava,
leg. de la Fuente.
C. {Myrmentoma) lateralis, subsp. /7/<7ea Leach.— $ ; Pozue-
lo de Calatrava, leg. de la Fuente.
Qenus Lasius Fabr.
L. niger L. — $ $ cT; Centellas, S. Feliu de Llobregat, Vila-
drau (Barcelone), leg. de Xaxars.
L. niger, subsp. alienas Foerst.— $ ; Pozuelo de Calatrava,
leg. de la Fuente; Centellas (Barcelone), leg. de Xaxars.
Z. flavas, var. myops For.— $ ; Pozuelo de Calatrava, leg. de
la Fuente.
L. {Dendrolasias) fuliginosas Latr.— $ ?; Centellas (Bar-
celone), leg. de Xaxars.
Genus Fórmica L.
F. {Serviformica) fasca, var. decipiens Bondr. — $^ ; S. Feliu
de Llobregat (Barcelone), leg. de Xaxars; Pozuelo ae Calatrava,
leg. de la Fuente.
F. {Serviformica) fasca, subsp. glebaria Nyl.— $ ?; Cente-
llas (Barcelone), Nuria (Pyrénées), leg. de Xaxars.
F. {Serviformica) fasca, subsp. rufibarbis Fabr. — $ ; Cen-
tellas (Barcelone), leg. de Xaxars.
332 BOLETÍN DK LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
F. (5. str,) rufa, var. rufo-pratensis For. — $; Nuria (Pyré-
nées), leg. de Xaxars.
Qenus Proformica Ruzs.
P. nasüta, var. Ferreri Bondr. — $; Pozuelo de Calatrava,
leg. de la Fuente.
Qenus Cataqlyphis Foerst.
C. viaticas For.— $ ; Pozuelo de Calatrava, leg. de la Fuente.
C. viaticas, subsp. hispánicas For.— 2 ; Pozuelo de Calatra-
va, leg. de la Fuente.
C. albicans, subsp. ibéricas Em. — 2 $ d*; San Feliu de Llo-
bregat, Centellas (Barcelone), leg. de Xaxars; Pozuelo de Cala-
trava, leg. de la Fuente.
Sección bibliográfica.
Lumiére {k.).—R6le des coUoides chez les Etres vlvants, Essai de
biocoloidologie. París, 1921.
Este interesante libro encierra una serie de experiencias y una nue-
va teoría de tan grande interés una y otras, que creemos conveniente
señalarlas en nuestra sección bibliográfica.
Sabido es que los protoplasmas y los medios humorales en que se
verifican los fenómenos Vitales son todos coloidales. Los coloides es-
tán formados por micelas dotadas de un núcleo o granulo, moléculas
de un cuerpo, insoluble en el medio en el cual existen, rodeado por otra
substancia soluble, fijada por absorción, que es la porción activa de la
uiícela. La micela, dotada de movimiento browniano, evoluciona, ma-
dura, y por pérdida más tarde de la substancia perinuclear, se reúnen
los granulos, se /Joscii/an , cesando en sus movimientos y vida, arras-
trando a las células, o al humor, a las enfermedades y a la muerte, es
decir, que el estado coloidal es Vida, es salud y la flosculación de las mi-
celas, la pérdida de su actividad, es la enfermedad, el envejecimiento,
la muerte. Lumiére apoya su teoría, que recuerda la del micoplasma
de Eriksson, con experiencias que no podemos relatar, faltos de espa-
cio. Ellas y su nueva teoría abren un vasto campo de estudio a la Bio-
logía y a la Patología vegetal, como es fácil comprender, así como a la-
de los seres animales y del hombre.— R. Gz. Fragoso.
DE HISTORIA NATURAL 535
Knoche (ti).— Flora baleárica.— Etude phYtogéographique sur les
lies Baleares.— Vo\. I. Montpellier, 1921.
Es una obra interesante y digna de alabanza por el esfuerzo que
representa. No ha podido, sin embargo, el autor documentarse total-
mente acerca de cuanto hay hecho o publicado respecto de la flora, tan
interesante de las Baleares, y aun cuando para realizarla ha hecho
grandes esfuerzos, se notan lagunas en su trabajo, que necesitará al-
gunos suplementos, de ios que aparecen los primeros al final del tomo
que nos ocupa. No tuvo tiempo para revisar el interesantísimo Herbario
de Rodríguez Femenias, visto a la ligera, según confiesa. No ha tenido
presente la importante Exsiccata «Plantes d'Espagne» de Sennen. Tam-
poco pudo estudiar el Herbario de Bianor, acaso el más rico de las Islas
Baleares. De Pau y Font Quer sólo vio los tipos que ellos le comuni-
caron. En cuanto a las listas de Criptógamas que preceden a la parte
fanerogámica, no tuvo presente la obra del Sr. Casares-Gil sobre He-
páticas publicada en 1919, ni tampoco las muchas publicaciones españo-
las en que se citan multitud de hongos de aquellas islas. Repetimos es
un esbozo de estudio fitogeográfico poco documentado para ser consi-
derado como definitivo, pero meritorio. Lo que no es digno de alabanza
es lanzarse a publicar sobre una flora, acerca de la que han hecho mu-
chos estudios los botánicos españoles, sin conocer bien estos trabajos.
R. Gz. -Fragoso.
Hager (H.) y Mez (C, )•—£"/ microscopio y sus aplicaciones. Manual
de microscopía práctica e introducción a las investigaciones mi-
croscópicas. Traduc. de la 12.* ed. alemana por el Dr. F. Pardillo.
1 vol., 8.°, 348 págs., 459 figs. Barcelona, Gustavo Gili, 1922.
Mez, que ha reformado totalmente el clásico manual de Hager, dice
acertadamente en el prólogo que la obra está dedicada «por modo es-
pecial a los principiantes; mas al propio investigador experto no ha de
serle ocioso consultarla, porque muchos capítulos sintetizan cuanto
a su tema científico concierne, y reducen a reglas prácticas y conci-
sas lo que en otros escritos no se halla o es difuso y poco realizable».
Aparte de un estudio del microscopio y de los métodos de obtención
de preparaciones que sirve como de introducción a la obra, todo el libro
es una continuada aplicación de los conocimientos micrográficos más
modernos a la resolución de problemas de interés industrial, agrícola,
higiénico, médico, etc. En la parte destinada a los Objetos microscópi-
cos del reino vegetal, encontramos los medios científicos de reconocer
las diferentes harinas, café, chocolate, etc., la investigación micrográ-
fica de las maderas laborables y de las fibras textiles vegetales, con cla-
ves dicotómicas para su determinación, así como un estudio de los
hongos y principales bacterias causantes de las enfermedades en las
plantas y animales.
En la parte que trata de los Objetos microscópicos del reino ani-
mal, después de un breve estudio de la sangre, esputos, orina, etc., pasa
354 boletín de la real sociedad española
a estudiar las fibras textiles animales, y luego los principales parásito»
microscópicos de interés práctico.
La obra está escrita con claridad, y la traducción del Sr. Pardillo
resulta de fácil y agradable lectura. La edición es cuidadosa, resultando
claros los grabados gracias al buen papel empleado.
Este libro, útil a todo el que disponga de un microscopio, lo será
especialmente para los profesores de Historia Natural, que podrán, sin
gran esfuerzo, mostrar a sus alumnos ejemplos que reúnan el interés
científico y el de aplicación.— A. de Zulueta.
M. de la Escalera {Ui.).— Especies del género Hylophilus (Col. Hy-
lophilidce) de Fernando Póo p Guinea Española. Trab. Mus. Nac.
Cieñe. Nat., Ser. Zool., núm . 43. Madrid, 1922.
Es este trabajo resultado de las cuidadosas cazas verificadas por
el autor en nuestras posesiones de África occidental, que le proporcio-
naron un conjunto de 37 especies, de las que son nuevas 25, cifra ex-
traordinaria, si se tiene en cuenta que de toda África se conocían tan
sólo 58 especies de este género.
El trabajo comienza por un cuadro sinóptico, con dibujos de deta-
lles de todas las especies, al que siguen Varios cuadros complementarios
para facilitar la determinación de las especies. Termina con un índice
geográfico, que permite hacerse cargo con facilidad de la distribución
comparativa del género en Camarones, Guinea española y Fernando
Póo.-C. Bolívar y Píeltain.
Jeannel {R.).—Silphidae Leptinidae (Coléoptéres) (Jf-e Serie) et Mor-
phologie comparée du «Leptiniis testaceus>> Müll. et du «Plafypsyl-
las cas/oris» Rits.— Arch. Zool. exp. et gen., t. 60, págs. 557-592.
París, 1922.
El estudio de los Leptinus de «Biospeologica» es el motivo de este
interesante trabajo, en el que se hace un examen de dicho género com-
parativamente a Platypsyilus. Es bien sabido que la posición de estos
dos curiosísimos géneros ha sido muy discutida, hasta el punto de que
para el segundo creó Westwood un orden especial, Achreioptera, y que
aun en 1886, H. J. Kolbe quería asignarle un lugar entre los Malófagos.
Sin embargo, después de los trabajos de Leconte (1872), nadie duda de
que Platypsfllus sea un verdadero Coleóptero, pero su colocación den-
tro de estos últimos, lo mismo que la de Leptinus, ha sido muy discuti-
da. La idea hoy predominante es la de que son tipos de sendas familias
del grupo Estafilinoidea.
De este estudio resulta que ambos géneros son muy próximos, y
que, por tanto, no se les puede colocar en familias diferentes, y que son
Verdaderos Sílfidos, en los que deben formar una subfamilia especial,
Leptininae, entre los Silfinos y Catopinos. Las diferencias principales
que presentan entre sí son debidas al distinto grado de parasitismo y a
DE HISTORIA NATURAL 355
la diferente etiología de sus huéspedes. PlatYpsyllus castoris es un pa-
rásito constante de los castores (C. canadensis y fiber), mientras que
Leptinus testaceiis es un parásito tan solo temporal de ciertos roedo-
res (Evotomys glareolus, Arvícola terrestris amphibius y Apodemus
silváticas), y probablemente también de una musaraña (^Sore^ araneus),
y, por tanto, mucho menos modificado por la vida parasitaria. Además,
Platypsyllus presenta otras modificaciones, principalmente en la cons-
titución antenal, debidas a la Vida acuática.
En el trabajo se describe el Leptinus vaulogeri n. sp. de Argelia.
La subfamilia comprende también el Leptinillus validas, descrito por
G. H. Horn, ectoparásito de los castores de Alaska, y probablemente el
Silphopsyllas desmaniae, dado a conocer recientemente como ectopa-
rásito del Myogale moschata.
En la página 560 se da a entender que el Leptinas no ha sido nunca
encontrado en las cuevas de España. Sin embargo, S. Uhagón (1) men-
ciona un ejemplar recogido por I. Bolívar en la cueva de Oreña (provin-
cia de Santander). -C. Bolívar y Pieltain.
Dusmet y Alonso (J. M..).—Contríbación al conocimiento de los hime-
nópteros de Portugal. Asoc. Esp. Progr. Cieñe. Congreso de Opor-
to, t. VI. Madrid, 1921.
Es una lista de 140 especies (la mayor parte Apidos y Véspidos),
cazadas en diversos puntos de Portugal en los días próximos al Congre-
so científico que celebraron en Oporto las Asociaciones de ambas na-
ciones. Se describe un cf nuevo (Nómada orbitalis Pérez), y se hacen
observaciones sobre varias especies. -Análisis del autor.
Navas (P. L.).— Excursiones científicas realizadas durante el verano
de 1920. Asoc. Esp. Progr. Cieñe. Congreso de Oporto, t. VI. Ma-
drid, 1921.
Reseña de los Viajes y lista de especies (unas 150 de Neurópteros,
Tricópteros y afines, mas algunas de Ortópteros, Lepidópteros, Arác-
nidos y Moluscos). El principal interés consiste en que buena parte se
refiere a Andorra, región interesante y muy poco explorada. Las espe-
cies nuevas fueron ya descritas en Broteria, 1921. —José M.* Dusmet.
Jiménez de Cisneros (D.). — Observaciones sobre el desarrollo del
mosquito ordinario. Ibérica, año IX, vol. XVII, núms. 418 y 426.
Tortosa, 1922.
Ya en el año anterior trató ligeramente esta materia el infatigable
catedrático de Alicante. En los dos artículos recientes se ocupa de nu-
merosas y Variadas experiencias, cuyo análisis ocuparía demasiado es-
(1) S. Uhagón: Actas Soc. esp. Hist. Nat., t. XIII, pág. 5, 1884.
336 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
pació; pero recomiendo vivamente su lectura a todo aficionado a es-
tas observaciones biológicas. Ha hecho variar la temperatura, la airea-
ción y las sales disueltas en el agua, en que ha colocado las larvas, ob-
teniendo deducciones, entre ellas que, para ciertas charcas que no hayan
de utilizarse, podría ser conveniente echar sal común de la más barata,
cuyo gasto es para mucho tiempo, pues, si se evapora, allí queda la sal.
Al 1 por 100 hace morir las larvas. Se propone el autor continuar estos
interesantes estudios y hacerlos sobre los mosquitos transmisores de
las fiebres palúdicas. -José M.' Dusmet.
Silva Tavares (J. da).— O Género «Perrisia» na Península Ibérica,
Asoc. Esp. Progr. Ciencias, Congreso de Oporto, t. VI. Madrid, 1921.
El ilustre naturalista portugués, ahora residente en España, de
<juien tan grato recuerdo conservamos los entomólogos españoles que
fuimos a Oporto, presenta la monografía de Perrisia, género de difícil
estudio, como todos ios Cecidómidos, por requerirse para su exacta
determinación el conocimiento de la cecidia, larva, ninfa e imago. Uno
de los más abundantes en especies (550) está representado en la Pen-
ínsula Ibérica por 45, que enumera aquí el P. Tavares, no pudiendo des-
cribirlas por haber sido privado de su colección al salir de Portugal.
Hace sumaria descripción de las cecidias, con algunos datos biológicos
y otros referentes a las larvas. Indica, además, tres especies dudosas
y cinco citadas después por el Sr. Cogolludo. Señala las localidades
españolas y portuguesas; de ellas resume que solamente 16 especies
son exclusivas de la Península, habiéndose hallado 12 tan sólo en Por-
tugal, y dos únicamente en España, debido esto último, sin duda, a no
haber sido aquí tan buscadas.— José M.^ Dusmet.
García JVlercet (R.).—La hormiga argentina de Oporto (Iridomyrmex
humilis Mayr.). Asoc. Esp. Progr. Cieñe, Congreso de Oporto, t. VI.
Madrid, 1921.
Es de mucho interés el breve trabajo de nuestro actual Presidente,
por referirse a una diminuta hormiga invasora, que es ya muy molesta
en Oporto, como en otras naciones de Europa, y que probablemente
invadirá pronto algunos puertos de España. Acaso, como ya se indica
al final, sea ella la que ya se encuentra en Valencia. También se hace
referencia a los diversos medios que se emplean en Varios países para
defenderse (no siempre con éxito) de sus molestos ataques.— José
M."" Dusmet.
Sesión del 4 de octubre de 1922.
PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCÍA MERCET
El Secretario lee el acta de la sesión del mes de julio, que es
aprobada.
Admisiones.— Es admitido como socio numerario el Sr. Gue-
rín, propuesto en la sesión anterior.
Asuntos varios.— El Presidente, como individuo de la Comi-
sión del homenaje a D. Ignacio Bolívar, presenta a la Sociedad
un ejemplar del precioso volumen que contiene la biografía del ilus-
tre profesor, haciendo, a la vez, presente que, resultando de las
cuentas de publicación del mismo un sobrante de 879,35 pesetas,
de las cuales, si se devolviesen a cuantos contribuyeron al home-
naje, sólo correspondería a cada suscriptor una cantidad exigua, la
referida Comisión, de acuerdo con el Sr. Bolívar, ha decidido en-
tregar a la Sociedad la citada suma, en concepto de donativo, a
condición de que el Tesorero de la misma se encargue de devolver
a quienes lo solicitaran la cantidad que les corresponde (2,95 pese-
tas), suponiendo que algún suscriptor no se hallase conforme con
esta decisión.
—El Sr. Caballero, al presentar una nota en la que refiere los
experimentos que ha realizado durante el último verano, de los
cuales se deduce que las Chara fragilis e intermedia? son tan lar-
vicidas por lo menos como la Ch. foetida, manifiesta que por casua-
lidad ha llegado a sus manos un trabajo del Sr. de Buen (D. Sadí),
revisado por el Sr. Pittaluga, en el que afirma su autor haber hecho
observaciones diametralmente opuestas a las suyas propias res-
pecto de las Chara y las larvas de los mosquitos, y como, de ser
esto cierto, destruiría de un solo golpe todo lo publicado desde
hace ya cuatro años por el disertante, y el cual afirma, además,
que su primordial interés estriba precisamente en que la verdad se
abra camino lo antes posible, propone para ello a la Sociedad que
nombre una Comisión, de la que podrán formar parte los Sres. Pit-
TOMO XXII. -Octubre, 1922. 22
338 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
taluga y de Buen, un entomólogo y un botánico, y que el dicta-
men que diera esta Comisión, después de estudiado el asunto, sería
por aquél acatado sin reservas de ningún género.
El Presidente contesta al Sr. Caballero que la Sociedad no
tiene atribuciones para nombrar Comisiones de esta clase, tratán-
dose, como se trata, de una discusión entablada fuera de su seno;
pero que, desde luego, sus publicaciones están a la disposición de
ambas partes, ya que todos son miembros de la Sociedad, para que
en ellas defiendan y demuestren sus respectivos puntos de vista.
—El Sr. Fernández Navarro, que no puede asistir a la sesión,
envía la siguiente noticia acerca del Congreso Geológico Interna-
cional de Bruselas:
«La XIII sesión del Congreso Geológico Internacional, cuya
celebración fué retrasada por la guerra europea, se ha reunido en
Bruselas en los días 10 a 20 del pasado agosto. Constituyen siem-
pre estos Congresos de Geología una de las reuniones científicas
internacionales de mayor importancia, y el del presente año la ha
tenido excepcional para España, puesto que se ha acordado que
la próxima sesión (1925) se verifique en Madrid. Habiendo asistido
como delegado del Ministerio de Instrucción pública, me creo en el
deber de comunicar a la Sociedad algunas noticias.
»Las reuniones han tenido lugar en el magnífico palacio del
Cincuentenario, y han sido de tres clases:
»1.° Reuniones del Consejo (de que formábamos parte todos
los que ostentábamos alguna delegación), en las cuales se resolvie-
ron cuestiones de organización y reglamentación de éste y de los
futuros Congresos, y se decidió sobre proposiciones de los dele-
gados, entre ellas la referente al lugar en que había de celebrarse
la XIV reunión.
»2.° Reuniones de las Secciones para presentación de trabajos.
Sería imposible enumerar éstos y muy difícil entresacar de ellos
los más importantes. Baste decir que han sido numerosos y de gran
interés; que han merecido gran atención ciertas cuestiones (tectó-
nica de las regiones plegadas, geología del África, litología de las
rocas sedimentarias, etc.), y que los congresistas españoles han
ocupado dignamente su lugar en las diferentes Secciones.
»3.° Asambleas generales para apertura y clausura del Con-
greso y para decidir sobre las propuestas del Consejo. La sesión
de apertura fué presidida por S. M. el Rey de los belgas, acompa-
ñado de los Ministros del Trabajo y de las Colonias.
DE HISTORIA NATURAL 589
»Símultáneam€nte con el Congreso se ha organizado una expo-
sición de documentos geológicos (publicaciones, cartas, estadísti-
cas, etc.), con una sección especial consagrada a África.
»También se han organizado numerosas excursiones geológicas
por todo el territorio belga, unas (de varios días) antes y después
de las sesiones, y otras (excursiones cortas), durante el Congreso.
Entre éstas han sido particularmente interesantes las visitas a Spa
y al Museo hullero de Lovaina, el recorrido de las magníficas gru-
tas de Remouchamps, Han y Rochefort, el estudio de las grandio-
sas canteras de Soignies y de Quenast, etc.
«Debiendo redactar una Memoria detallada del Congreso, me
creo dispensado de dar, por el momento, más circunstanciadas no-
ticias. Cuando esta Memoria sea publicada, ofreceré algunos ejem-
plares a la Sociedad y podrán aquellos a quienes el asunto intere-
se enterarse detalladamente de la labor realizada.
»No debo, sin embargo, terminar esta breve noticia sin llamar
la atención de nuestros consocios que cultivan algún ramo de las
ciencias geológicas sobre el compromiso que representa para los
naturalistas españoles el que la próxima reunión del Congreso ten-
ga lugar en España.
«Actualmente hay ya nombrada una Comisión preparatoria,
bajo la presidencia del Sr. Director del Instituto Geológico, D. Cé-
sar Rubio. De esa Comisión forman parte Ingenieros de Minas muy
distinguidos, representantes del Ministerio de Fomento y del Ins-
tituto Geográfico y algunos universitarios, entre ellos cuatro miem-
bros de esta Real Sociedad: los Sres. Jiménez de Cisneros, Her-
nández-Pacheco, Faura y el que os dirige esta información. La
Comisión cuenta con algunos recursos económicos del presupuesto
de Fomento y tiene la esperanza de conseguirlos también de Ins-
trucción pública. Ya ha comenzado sus reuniones y se propone tra-
bajar con el mayor entusiasmo para que el nombre de España que-
de a buena altura.
»Hay, por de pronto, esbozado un extenso plan de excursiones,
que ha interesado mucho al ser presentado en las reuniones de
Bruselas. Comprende viajes al norte de África, Canarias (con as-
censión al Teide), Sierra Nevada, Serranía de Ronda, zona sub-
bética. Pirineos y otras. Visitas para estudiar el glaciarismo cua-
ternario en la Península y nuestras insuperables estaciones prehis-
tóricas. Excursiones de interés particularmente minero, como son:
Asturias, Santander, Bilbao (carbones y hierros); Cataluña (sal
340 boletín de la real sociedad española
gema, sales potásicas y bauxitas); Almadén-Huelva-Linares (yaci-
mientos metalíferos), etc.
»Pero la labor de esta Comisión no dará todo el fruto debido
si los naturalistas españoles no nos prestan el concurso de su en-
tusiasmo y de su colaboración. Yo me permito rogar a todos aque-
llos a quienes interesa la Geología, en cualquiera de sus ramas,
que vayan preparando trabajos. La concurrencia a la reunión de
Madrid promete ser muy numerosa e importante, ya que será la
primera vez, después de la guerra, que un Congreso tendrá verda-
dero carácter internacional. El carácter de país neutral que Espa-
ña ostenta permitirá que en ella se reúnan— por primera vez— na-
turalistas de todos los países.
»Todo esto nos obliga a un gran esfuerzo y nos ofrece una oca-
sión excepcional para elevar el nombre científico de España. Yo
espero que todos nos apresuraremos a aprovechar el momento.
Ello será obra de hondo y sincero patriotismo.»
—El Sr. Royo Gómez presenta varios ejemplares fósiles de Rana
procedentes de Libros (Teruel) y otros de vegetales, insectos y
anfibios de Ribesalbes (Castellón), que constituyen el objeto de
un trabajo que tiene en preparación. Los primeros han sido reco-
lectados por nuestro consocio Sr. Gómez-Llueca y los segundos,
en parte, donados al Museo Nacional de Ciencias Naturales, y
en parte recogidos por el comunicante en sus excursiones. Hace
resaltar las grandes analogías de los dos yacimientos tanto en lo
que respecta a los materiales petrográficos (pizarras bitumino-
sas) como a los paleontológicos, deduciendo que son los dos con-
temporáneos y, por lo tanto, pontienses, siendo ahora la primera
vez que, con datos seguros, se fija la edad del yacimiento de Ribe-
salbes.
Necrologías.— El Sr. Hernández-Pacheco da cuenta del falle-
cimiento del ilustre miembro de la Sociedad D. Enrique de Agui-
lera y Gamboa, Marqués de Cerralbo, tan conocido por su entu-
siasta y decidida protección a la investigación paleontológica,
prehistórica y arqueológica, y presenta una sentida nota necroló-
gica acerca de la vida y méritos de tan eximio procer.
El Sr. Barras de Aragón presenta igualmente una noticia ne-
crológica acerca del Sr. Medina Ramos, catedrático de la Facul-
tud de Medicina de Sevilla, recientemente fallecido.
DE HISTORIA NATURAL 341
Trabajos presentados.— El Sr. Sánchez y Sánchez (D. Ma-
nuel) presenta una Contribución al estudio del aparato reticular
de Golgi de las células vegetales; el Presidente entrega una nota
sobre una nueva subfamilia de himenópteros calcidoideos; el señor
Martínez de la Escalera, una sobre Heliotaurus de Marruecos, y
el Sr. Jiménez de Cisneros remite un trabajo titulado Dos ascen-
siones a la Sierra del Algayat.
Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 28 de septiem-
bre de 1922 en el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia
del profesor Moróte.
El Sr. Moroder presenta para nuevos socios a D. Salvador
Clariana Navarro, farmacéutico de Carlet, y a D. José Qiner Mari,
alumno de la Facultad de Medicina.
El Sr. Boscá muestra un lote de apatitos y fosforitas españolas,
que forma parte de la serie de unos 500 ejemplares que envía al
Museo de Buenos Aires con destino a las colecciones de Geología,
con el fin de aumentar sus nacientes instalaciones.
El Sr. Pardo presenta, en nombre del Sr. Gandolfi, la siguien-
te nota:
«Durante mi permanencia en Valencia, del 16 al 21 de septiem-
bre, visité diariamente el mercado y pude apreciar que la mayor
parte de las anguilas puestas a la venta en ese tiempo eran angui-
las plateadas (maresas) machos, lo que indica que ya ha comenza-
do la época del descenso al mar; relativamente había pocas hem-
bras, las que se distinguían por su tamaño mayor.»
El Sr. Beltrán da cuenta de haber visitado con el Sr. Hueso el
yacimiento prehistórico recientemente descubierto en Villarreal
(Castellón) en terrenos propiedad de D. Manuel Lloréns, y en el
que los Sres. J. y M. Nebot están realizando excavaciones. Se tra-
ta de una estación eneolítica, en la que existen como grandes tina-
jones, donde se encuentran diversos objetos; se ha hallado un crá-
neo, bastante bien conservado, de tipo dolicocéfalo pentagonal;
una mandíbula y dos cráneos jóvenes deformados; también se han
extraído tres hachas, collares de un material verdoso, malaquita al
parecer; cuchillos de sílex y abundantes fragmentos de cerámica
campaniforme, juntamente con restos de ciervos y otros mamífe-
ros. Los materiales litológicos que forman el yacimiento son una
capa de caliza poco coherente, de dos decímetros de espesor y bajo
una masa de tierra arcillosa o margosa.
342 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
El Sr. Pardo presentó la nota inserta a continuación:
«En estas fechas, o sea al comenzar el año académico, cumple
el Laboratorio de Hidrobiología, donde nos albergamos desde que
esta Sección se constituyó, el primer decenio de su vida; lo fundó
el profesor Arévalo en 1912 en el Instituto de Valencia, eficazmen-
te apoyado por el profesor Moróte; el senador por el distrito uni-
versitario, profesor Altamira, gestionó con actividad y acierto su
reconocimiento oficial, el que fué concedido en 1917 por un anti-
guo y laureado alumno de dicho centro, el Excmo. Sr. Conde de
Altea, entonces Subsecretario de Instrucción pública, quien al
mismo tiempo señalaba las funciones a que -había de dedicarse y
empresas que debía acometer. En 1919 recibió nuevo impulso al
ser incorporado al Museo Nacional de Ciencias Naturales, pudien-
do entonces, merced al interés repetidamente demostrado del pro-
fesor Bolívar, intensificar los trabajos ya emprendidos.
»En sus diez años de existencia atendió a todos los extremos
indicados en los apartados del Real decreto por el que fué creado;
tiene en formación las colecciones, ya muy nutridas y con ejempla-
res curiosos, de seres dulceaqüícolas; albergó y facilitó medios a
los profesores extranjeros que para cultivar la especialidad vinie-
ron a él; ha suministrado materiales a diversos centros similares
nacionales y de otros países; se le ha utilizado como base para la
celebración de cursos de ampliación, y ha iniciado el conocimiento
de la limnología española, estudiando diversos lagos y lagunas de
nuestra patria, investigando sus flora y fauna, de las que está for-
mando el catálogo. Los resultados de esta labor lo acreditan la
publicación de diferentes trabajos en revistas y publicaciones es-
pañolas y extranjeras, sobre todo en la suya propia Traba/os del
Laboratorio de Hidrobiología Española, aparecidos en 1916,
desde cuya fecha vienen publicándose sin interrupción; no sólo ha
cultivado los estudios puramente científicos, sino que, conocedor
de la transcendental misión que en la economía nacional podía des-
empeñar, ha concurrido a actos para ello indicados, tales como
los congresos de Ingeniería y Riegos últimamente celebrados en
Madrid y Valencia, respectivamente,
»No ha descuidado tampoco la labor de vulgarización, y aquí
son bien conocidos sus acuarios y también la Biblioteca, que cuen
ta con unos millares de libros y folletos, por lo que puede asegu-
rarse que a medida que vaya tomando incremento, irá desarrollando
sus planes y su labor será cada vez más fecunda.»
DE HISTORIA NATURAL 543
D. Manuel Medina Ramos
El 8 de julio pasado falleció repentinamente en Sevilla uno de
los fundadores de aquella Sección de nuestra Sociedad y uno
también de los miembros más entusiastas de ella.
Fué D. Manuel Medina claro ejemplo de cómo la influencia de
un maestro eminente sobre las facultades y aptitudes que existen
en el individuo hace que germinen y crezcan, para dar al fin sazo-
nados frutos. La dirección de Medina hacia los estudios histórico-
naturales fué resultado de la acción que ejercía sobre todos y
cada uno de sus discípulos el inolvidable D. Salvador Calderón.
Mostró, desde luego, nuestro consocio decidida afición a la
Entomología, y dentro de ella, especializó en los himenópteros, de
los que llegó a formar importante colección, tanto por lo que él
mismo recogía en sus excursiones cuanto por cambios con espe-
cialistas españoles y extranjeros, con los que sostuvo activa corres-
pondencia.
Bajo la dirección del maestro de todos los naturalistas españo-
les, D. Ignacio Bolívar trabajó en el laboratorio entomológico del
Museo de Madrid a la vez que hacía sus estudios de doctorado en
la Facultad de Medicina.
De estas enseñanzas y de su labor personal fueron producto
numerosas notas, que se encuentran insertas en las publicaciones
de nuestra Sociedad a partir del tomo XVII de sus Anales y
Actas.
Entre estos trabajos recordaremos el Catálogo provisional de
las Hormigas de Andalucía, en las Actas del tomo XX, y el
de Véspidos de la misma región, en las del XXI. También listas de
formícidos de Tenerife, de La Coruña, de Pozuelo de Calatrava
(Ciudad Real), en el tomo XXI; numerosas notas bajo el título
común de Datos para el conocimiento de la fauna himenopte-
rológica de España y otras semejantes de Portugal, y muy espe-
cialmente su trabajo sobre Crisídidos de España, inserto en el
tomo XXX de los Anales.
Otros muchos asuntos trató en notas diferentes, y habiendo
sido nombrado catedrático de Anatomía descriptiva en la entonces
344 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Escuela Provincial de Medicina de Sevilla, organizó en ella un
laboratorio antropológico, y en colaboración con el autor de esta
nota, publicó varios trabajos en nuestra Sociedad y en la Revtsta
Médica de Sevilla.
Su vida modesta y laboriosa transcurrió dedicada a la enseñan-
za y a los trabajos que constituían sus aficiones.
Había nacido en el Arrabal (Sevilla) en 1.° de enero de 1861, e
hizo todos sus estudios de Bachillerato y Licenciatura en Medicina
en Sevilla, distinguiéndose mucho como alumno en todas las ense-
ñanzas anatómicas, y obteniendo en ellas, por oposición, varias
matrículas de honor, y luego el premio extraordinario de la licen-
ciatura. En la práctica de su profesión llegó a ser un distinguido
operador.
Por Real orden de 30 de abril de 1895 fué nombrado catedráti-
co interino de Anatomía descriptiva en la citada Escuela Provincial
de Medicina de Sevilla. Fué confirmado en propiedad por Real
orden de 31 de enero de 1902 y posteriormente ingresó en el esca-
lafón de catedráticos de Universidad.
Pertenecía a nuestra Sociedad desde 1888. Fué D. Manuel
Medina Ramos un entusiasta profesor, un naturalista distinguido,
un amigo leal y constante y siempre un perfecto caballero, honra
del profesorado universitario por lo que su pérdida puede conside-
rarse irreparable para nuestra Sociedad.
Francisco de las Barras de Aragón.
El Marqués de Cerralbo,
La Real Sociedad Española de Historia Natural ha ex-
perimentado la sensible pérdida de uno de sus miembros más ilus-
tres: el 27 de agosto próximo pasado falleció el Excmo. Sr. D. En-
rique de Aguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo.
A sus numerosos títulos nobiliarios unía una eminente signifi-
cación en la política nacional, y por otros conceptos, una alta re-
presentación social.
Esta distinguida posición estaba realzada por dotes de inteli-
gencia y de laboriosidad que le llevaron a ocupar, en su Patria y en
el Extranjero, puestos de honor y mérito tan importantes como los
DE HISTORIA NATURAL
545
de Miembro de las Reales Academias Española de la Lengua, de la
Historia y de Bellas Artes de San Fernando, y los de Correspon-
El Marqués de Cerralbo.
diente del Instituto de Francia, de la Academia Imperial de Berlín
y de la Pontificia de Italia.
Las tres Reales Academias a que perteneció indican cuáles
fueron los principales méritos intelectuales de este noble procer,
digno por muchos conceptos del respeto y de la estimación de sus
conciudadanos.
Fué literato distinguido, de estilo correcto y brillante, no sién-
dole ajeno el cultivo de la poesía, cuyas bellezas] gustaba más ha-
346 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
cer saborear a sus amigos, en el seno de la intimidad, que expo-
nerlas a la consideración del gran público.
De gustos artísticos refinados, su palacio es un museo esplén-
dido, lleno de joyas, muebles, cuadros, esculturas, armas y objetos
bellos y valiosos, reunidos por el Marqués personalmente.
Investigador entusiasta de la Historia y de la Arqueología, se
distinguió por sus estudios y publicaciones respecto a las antigüe-
dades españolas.
Era hombre que sabía proceder a lo grande, como verdadero
gran señor que era; ejemplo de ello son la importancia de sus ex-
cavaciones, desescombrando una ciudad entera de época ibero-
romana y desenterrando uno de los más notables yacimientos del
paleolítico antiguo.
En cierta época dedicó sus iniciativas y esfuerzos al desarrollo
de la zootecnia, siendo el Marqués uno de los que más contribuye-
ron al fomento de la cría caballar, que entonces comenzaba a des-
arrollarse con intensidad en España. Sus hermosos caballos de tiro
fueron los que obtuvieron los primeros premios en los concursos, y
sus troncos los más admirados en aquellos vistosos desfiles de ca-
rruajes y jinetes que entonces se realizaban en La Castellana,
cuándo aun no eran conocidos los antiestéticos automóviles.
Gustaba de congregar anualmente en su palacio a las personas
distinguidas por sus investigaciones o aficiones científicas, arqueo-
lógicas o artísticas. En estas fiestas de esplendidez y de cultura,
a las que concurrían las personalidades más culminantes de la Cien-
cia y del Arte, exponía los ejemplares resultantes de sus excava-
ciones arqueológicas, explicando amablemente sus investigaciones.
Aun está reciente la última fiesta de esta índole que en su palacio
celebró en honor de los catedráticos portugueses y españoles,
cuando vinieron los profesores lusitanos acompañando al sabio Gó-
mez Teixeira a que se recibiese de doctor honoris causa en nues-
tra Universidad de Madrid.
Era el Marqués ya avanzado en edad cuando intensificó su la-
bor de investigaciones arqueológicas a compás que disminuía su
actuación en la política activa, de la que, cansado, después de ba-
tallar intensamente, se retiraba poco a poco. De esta época fue-
ron sus grandes descubrimientos arqueológicos y paleontológicos,
de los cuales no voy a dar explicación detallada, pues son muy nu-
merosos, y, en general, fuera de la índole de conocimientos que
cultiva nuestra Sociedad.
DE HISTORIA NATURAL 347
Sus investigaciones se realizaron principalmente en las provin-
cias de Soria y de Guadalajara, en la cuenca del Jalón, camino na-
tural, desde los remotos tiempos prehistóricos, de las invasiones
que ascendieron de las llanuras bajas del Ebro a las altas planicies
castellanas. En el centro del valle del Jalón, en Santa María de
Huerta, está situada la magnífica posesión donde el Marqués resi-
día una gran parte del año, y desde la cuál irradiaba a los lugares
y sitios de sus excavaciones.
Fué allí cerca donde descubrió y desescombró la ciudad ibéri-
co-romana de Arcóbrica. Ya, hacia lo alto de la divisoria, entre
Jalón y Henares, en Aguilar de Anguita (Guadalajara), excavó una
vastísima necrópolis ibérica, con centenares de sepulturas, consti-
tuyendo los materiales de allí procedentes la más variada, nume-
rosa y rica colección que de la civilización de la época del hierro
se conoce de España, que, como los restantes ejemplares resultan-
tes de las excavaciones hechas por el Marqués, fué donada a uno
de los Museos Nacionales.
Dentro, por completo, del dominio de las ciencias naturales
encaja uno de los descubrimientos más importantes efectuados por
el ilustre investigador, cual fué el resultante de la excavación del
yacimiento cuaternario de Torralba (Soria), de interés extraordi-
nario, por la abundante asociación de hachas de sílex y otros uten-
silios líticos con los restos fósiles de grandes mamíferos. Corres-
ponde el yacimiento de Torralba a la época más antigua del paleo-
lítico, indicando la extraordinaria cantidad de restos óseos de ele-
fantes de tipo gimnoderno una fauna interglaciar, que sirvió de
presa y alimento al hombre primitivo que entonces habitaba las
altas planicies de la Sierra Ministra. Este descubrimiento consti-
tuyó uno de los principales asuntos del Congreso de Antropología
y Arqueología prehistórica de Ginebra, donde el Marqués presen-
tó los ejemplares por él reunidos, los cuales, en unión de los obte-
nidos posteriormente, fueron donados al Museo Nacional de Cien-
cias Naturales, donde se hallan expuestos en lugar preferente en
una de sus salas, salvo algunos que aun tenía el Marqués en su pa-
lacio.
El Marqués de Cerralbo contribuyó eficazmente a los descu-
brimientos relativos al arte prehistórico realizados en España du-
rante la última docena de años; pues si bien es cierto que, por su
edad y achaques, no pudo intervenir directamente en los largos y
penosos viajes por regiones montañosas y poco pobladas, ni en las
348 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
a Veces difíciles y arriesgadas exploraciones de cavernas y peño-
nes, en cambio, favoreció de tal modo estos estudios, que cooperó
intensamente a los descubrimientos que con tanta profusión se han
efectuado en España.
Así, cuando los prehistoriadores extranjeros vinieron a nuestro
país para estudiar su arte troglodita, encontraron en el Marqués
un poderoso patrocinador, que, con los grandes medios que le daban
su alta significación política y social, les facilitó su misión cientí-
fica de un modo extraordinario, auxilios no siempre pagados con el
reconocimiento debido; pero espíritu noble y caballeroso el Mar-
qués, supo desdeñar las ingratitudes.
Cuando se organizó la «Comisión española de Investigaciones
paleontológicas y prehistóricas», aceptó con entusiasmo la presi-
dencia que se le ofreció, y desde ella impulsó y alentó a los que
bajo su dirección hemos laborado en los estudios relativos a la
Prehistoria ibérica.
En el curso de estos cortos apuntes hemos mencionado los ge-
nerosos donativos que hizo a los Museos nacionales, prueba de la
esplendidez de este moderno Mecenas, que destinaba anualmente
fuertes cantidades a promover y realizar exploraciones y excava-
ciones de índole científica, generoso desprendimiento en favor del
progreso científico que tuvo en vida, que concuerda con sus dispo-
siciones testamentarias, según las cuales, además de otros benefi-
cios en pro de la cultura patria, dispone que su magnífico palacio,
con todas sus riquezas artísticas, constituya un museo nacional,
ejemplo notable de patriotismo, en el que deben inspirarse los po-
derosos,
Eduardo Hz. -Pacheco.
DE HISTORIA NATURAL 349
Trabajos presentados.
Contribution á la connaissance
de la lichénologie espagnole
par
Jacques Maheu et Abel Gillet.
II y a quelques tnois, le professeur du Musée National des Scien-
cies Naturelles de Madrid, M. le Dr. R. González Fragoso, nous
demandait de bien vouloir étudier et déterminer un certain nombre
de Lichens provenant d'Espagne, du Maroc et des iles Cañarles.
C'est le résultat de nos recherches que nous exposons ici. Les es-
péces recues proviennent de plusieurs localités. Les unes, au nom-
bre de 27, proviennent d'Espagne (Toléde, Burgos, etc.). Quelques-
unes sont originaires des environs de Tánger.
Enfin, 18 appartiennent aux Cañarles, mais celles-c¡ ont été ré-
coltées á l'íie Lanzarote et á l'íle Lobos, localité dont il n'est pas
fait mention par Pitard et Harmand, dans leur «Contribution á
Tétude des Lichens des íles Cañarles», publiée á la Société bota-
nique de France en 1911, Mémoire 22.
Le travail general comprend done:
1° Espagne, 27 espéces et varietés.
2° Tánger, 4 espéces et varietés.
3° Cañarles, 18 espéces et varietés.
Soit 49 espéces et varietés, dont 4 nouvelles pour les íles Ca-
ñarles.
En terminant, nous adressons nos remerciements á M. Bouly de
Lesdain, qui a bien voulu comparer et authentiquer deux de nos
échantillons en les comparant aux plantes des Cañarles récoltées-
par M. Pitard.
La Lichénologie espagnole offrant un tres grand intérét, ce tra-
vail nous a semblé digne d'une place dans la science crypto-
gamique.
3S0 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
1°— ESPAGNE.
1. Cladonia delicata Floerk., Ciad., p. 7; Harm., Lich. de
France, p. 268.
Cladonia squamosa var. delicata Fr., L. E., p. 231.
Puebla de Montalbán (Toledo), Nov. 1915. Sur la terre siliceu-
se. Podétions et squames K + jaune,
2. Cladonia foliácea var. convoluta Wainio, Monog. Ciad.,
II, p. 394; Harm., L. de Fr., p. 322; Maheu et Qillet, Lich. des
lies Baleares, n° 21.
Cladonia endiviaefolia Fr., L. E., p. 212.
Morella (Castellón), Mars 1913. Sur la terre moussue. Thal-
leK =.
3. Cladonia alcicornis var. firma Nyl.,Sr/7., I, p. 191; Harm.,
L. de Fr., p. 323.
Puebla de Montalbán (Toledo), Nov. 1913. Sur la terre parmi les
mousses. Thalle K + jaune.
4. Cladonia sylvaticaHoffm.,Z)^w/5í?/r/.F/., II, p. 114; Harm.,
L. de Fr., p. 229; Maheu, Lichens Montserrat, n° 21.
Cladonia sp. Nyl., Lich. Paris, p. 32; Olivier, Lich. d'Eu-
rope. I, p. 110.
Cladonia rangiferina var. sylvatica Hoffm.; Jatta, SylL
Jtalie, p. 76.
Castrillo de la Reina (Burgos). Sur les friches.
5. Usnea dasypoga Nyl. ap. Lamy, Lich. du Mt. Dore, p. 25;
Harm., L. de Fr., p. 383.
Castrillo de la Reina (Burgos). Rochers.
6. Usnea articulata (Hoffm.) Stizenberger, Lich. d'Afrique,
146; Jatta, Syll. Italie, p. 52.
Usnea dasypoga var. articulata Harm., Lich. de Fr.,
p. 584.
Baamonde (Lugo).
7. Usnea florida Wo^m., Deutschl. EL, II, p. 153; Harm.,
Lich. de Fr., p. 374.
Lugo, en Qalice. Ecorces.
DE HISTORIA NATURAL 35t
8. Ramalina subfarinacea Nyl.; Harm., Lich. de Fr., p.4\9;
Maheu et Gillet, Lich. des lies Baleares, n° 26.
Morella (Castellón), Mars 1915. Branches d'arbres, Méd. K -|-
jaune puis rouge.
9. Anaptichia ciliaris Mass., Mém. Lichénogr., p. 35 (1853);
Harrn., Lich. de Fr., p. 446.
Morella (Castellón), Mars 1913. Sur les branches d'arbres.
10. Evernia furfuracea var. scobicína Ach., L. ü., p. 501;
Harm., Lich. de Fr., p. 496.
Castrillo de la Reina (Burgos). Sur les troncs.— Cortex +K jau-
ne; Médulle KCL. + rougeátre.
11. Parmelia caperata Ach., Syn., p. 196; Meth., p. 216;
Harm.. Lich. de Fr., p. 573.
Andoain (Guipúzcoa), Aoút 1817. Tronc moussu.
12. Parmelia conspersa fa. ísidiata Anzi, 1860; Harm., Lich.
de Fr., p. 515; Maheu et Qillet, Lich. des ¡les Baleares, n° 35.
fa. isidiosa Nyl., 1881.
Puebla de Montalbán (Toledo), Nov. 1913. Sur rochers siliceux.
Médulle Cl, Kcl. -.
t3. Parmelia scortea Ach., Meth., p. 215; Harm., Lich. de
Fr., p. 557.
Parmelia liliácea var. scortea Mérat, Fl. des environs de
Paris, I, p. 393.
Puebla de Montalbán (Toledo), Nov. 1913. 3ur rochers siliceux.
Thalle K -j- jaune; médulle Cl + rouge.
14. Parmelia carporrhizans (Taylor) Harm.; Lich. de Fr an-
ee, p. 561; Maheu et Qillet, Lich. des lies Baleares, n° 37.
Parmelia liliácea var. carporrhizans Nyl.; Olivier, Lich.
d'Europe, I, p. 189.
Morella (Castellón), Mars 1913. Sur les arbres.
15. Parmelia exaspérala De Notaris, Parmelia, p. 18; Harm.,
Lich. de Fr., p. 542.
Morella (Castellón), Mars 1913. Sur les arbres. Thalle -f K, Cl.
Kcl. =.
352 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
16. Platysma glaucum Nyi., Prod., p. 49; Stiz, Afr., 45;
Harm., Lich. de Fr., p. 594.
Cetraria glauca Ach., Meth., p. 296; Flagey, Lich. d'Al-
ge ríe, p.9.
Par me lía glauca (L.) Boistel, Nouvelle flore des Lich.
2e partie, p. 65.
Castrillo de la Reina (Burgos). Sur les trenes. Thalle K -f- jaune;
médulle I -|- bleu.
17. Physcía leptalea var. tenella OWVxer, Exp.Syst.,\,^. 184;
Harm., Lich. de France, p, 621; Maheu et Gillet, Lich. des lies
Baleares, n° 39.
Morella (Castellón), Mars 1913. Sur les arbres.
18. Xanthoria parietina (L.) Th. Fries, Scand., p. 145; Oli-
vier, Lich. d'Eur., I, p. 227; Maheu et Gillet, Lich. des lies
Baleares, n° 38.
Physcia parietina De Not.; Harm., Lich. de Fr., p. 606.
Morella (Castellón), Mars 1913. Sur écorce.
19. Peltigera canina Hoffm., Deulschl. Fl., II, p. 106; Harm.,
Lich. de Fr., p. 672; Maheu, Lichens du Montserrat, n° 44.
Anayo (Asturias), Aoút 1917. Sur la terre moussue.
20. Peltigera rufescens Hoffm., Deutschl. FL, II, p. 107;
Nyi. Oliv., Lich. d'Eur., I, p. 220.
Peltigera canina var. rufescens Wainio; Harm., Lich. de
Fr.,p.674.
Puebla de Montalbán (Toledo), Nov. 1913. Endroits secs.
21. Umbilicaria pustulata DC, Fl. France, II, p. 461; Oliv.,
Lich. d'Eur., I, p. 247; Stitz., Lich. d'Afrique, 186; Harm., Lich.
de Fr., p. 686.
Castrillo de la Reina (Burgos), Puebla de Montalbán (Toledo),
Nov. 1913. Sur les roches siliceuses.
22. GyrophoracrustulosaAch.,¿.í/.,p.673;Nyl.//2;7.,1875;
Oliv., Lich. dFuropc, I, p. 250.
Umbilicaria spodochroa var. crustulosa Nyi., Scand.,
p. 115.
Castrillo de la Reina (Burgos). Sur les roches siliceuses.
DE HISTORIA NATURAL 355
23. Squamaría lentigera DC, Fl. France, II, p. 376; Nyl.,
Scand., p. 130; Maheu et Qillet, Líc/i. des lies Baleares, n® 45;
Maheu, Lich. Montserrat, 54.
Lecanora lentigera Ach., L. U., p. 423; Harm., Lich. de
Fr, p. 922.
Aranjuez (Madrid), Avril 1911. Terre des roches.
24. Haematomma coccíneum var. ochroleucum Th. Fr.;
Flagey, Lich. de Franche-Comíé, p. 313.
Lecanora Haematomma var. ochroleuca Harm., Lich. de
Fr.,\>. 1098.
Aranjuez (Madrid), Avril 1911. Terre des roches.
Nous n'avons observé qu'un petit échantillon, á thalle pulvérulent
jaune soufre, en mélange avec Psora decipiens Koerb.
25. Psora decipiens Koerb., Syst., p. 177; Flagey, Lich.
d'Algérie, p. 68; Maheu, Lich. Montserrat, n° 63.
Lecidea decipiens Ach. Méth., 80.
Aranjuez (Madrid), Avril, 1911. Terre des roches.
26. Verrucaria rupestris DC, Fl. Fr., II, p. 317.
Suances (Santander), Aoút 1913. Sur une pierre roulée. Spo-
res rares et mal venues.
27. Endocarpon leptophyllum Ach., Méth., p. 197; Boís-
tel, Noüv. Flore des Lichens, liere partie, p. 97; Pitard et Harm.,
Cañarles, p. 67.
Endocarpon miniatum var. leptophyllum Fr. L. E., 408;
Jatta, Syll. Italie, p. 159.
Puebla de Montalbán (Toledo), Nov., 1913. Sur le mousse des
roches.
Un tres petit fragment (5 millim. de diamétre) associé á Parmelia
conspersa.
2°— Tánger.
28. Roccelia phycopsis Ach., L. U., p. 440; Stiz., Lich.
d'Afr., p. 39; Flagey, Lich. d'Algérie, p. 5; Maheu et Qillet, Lich.
des lies Baleares, x\° 23.
Sur les rochers maritimes.
Tomo xxii.— Octubre, 1922. 23
354 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
29. Pseudophyscia aquila var. merldionalis MüIH, Lich.,
n^ 76; Harm., Lich. de Fr., p. 489; Olivier, Lich. d'Eur., I, p. 254
(sígnale aux fies d'Hyéres).
Sur les roches siliceuses. Spores 1-septées, brun-noir foncé de
35-42 X 19-22.
50. Parmelía perlata Ach., Méth., p. 216; Harm., Lich. de
Fr., p. 577.
Sur les rochers. Thalle K -\- jaune; médulle CI. Kcl. + rose.
31. Xanthoria parietina var. ectanea Nyl., Prodr., p. 60;
Oliv., Lich. d'Europe, I, p. 228; Maheu et Gillet, Lichens des
lies Baleares, n° 38.
Var. riitilans Ach.; Boistel, Nouv. Flore des Lichens, II,
p. 70.
Physcia parietina var. riitilans Harm. Lich. dcFr., p. 607.
Sur roches siliceuses.
3°— Iles Canaries.
Nota; Les plantes non signalées par MM. C. J. Pitard et
J. Harmand dans leur «Contribution á l'étude des Lichens des lies
Canaries», Sté. Botanique de France, Mémoire 22, 1911, sont si-
gnalées par un astérisque (*).
32. Stereocaulon denudatum var. pulvinatum Th. Fr.,
Monogr., p. 351; Pitard et Harm., lies Canaries, p. 15.
He Lanzarote. Sur les laves.
33. Roccella canariensís Darb., Bibl. Bot., 1898; Pitard et
Harm., Canaries, p. 18.
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca. Sur les laves.
Médulle et sorédies Cl. + rouge; méd. I + bleu.
34. Roccella fuciformis Ach., L. U., p. 440; Stiz., Lich.
d'Afr., 144; Pitard et Harm., Canaries, p. 18.
He Lobos. Sur les rochers de la zone marítima.
* 35. Alectoria nígrícans(Ach.)Nyl.,5<?íz/2¿///z, p. 71; Olivier,
Lich. dEurope, I, p. 89; Harm., L. de Fr., p. 440; Jatta, Syll. Ita-
lie, p. 57.
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca.
DE HISTORIA NATURAL 555
Associé sur les rochers á Ramalina scopulorum var. spinulosam
Del. Thalle cespiteux dressé de 2-5 centim. de hauteur, chéltain noirá-
tre livide opaque mat, poussiéreux á base généralement plus pále, pré-
sentant souvent quelques papilles ou aspérités et méme des nodosités
sur certains rameaux primaires, peu rigide, non fragile, plutót flexueux,
subarrondi, aplati et dilaté aux aisselles, tres divisé, rameux á rameaux
filiformes, enchevétrés allant en diminuant jusqu'au sommet, oü ils se
divisent en plusieurs pointes souvent spiniformes etrecourbées en cro-
chet. Stérile. Thalle jauni á la base par la potasse; médulle Cl. Kcl. — .
Cette plante confine par certains points, sauf la couleur et la ténuité
des rameaux, au Teloschisies intricatiis, genre tres voisin.
36. Teloschistes flavícans Norm., Conat, Gen. Lich., p. 17;
Harm., L. de Fr., p. 442; Pitará et Harm., Cañarles, p. 25;
Maheu, Lich. Montserrat, n° 25.
Barrera flavicans Ach., L. U., p. 504.
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca. Sur le sol ro-
cheux.
37. Ramalina evernioides Nyl., Prod., p. 47; Ramal., p. 55;
Stiz., Lich. Afric, p. 140; Pitard et Harm., Cañarles, p. 21;
Maheu et Qillet, lies Baleares, n° 32,
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca sur les rochers.
Cortex et médulle K - .
38. Ramalina scopulorum var. spinulosam Del., in Mont.,
p. 100; Pitard et Harm., Cañarles, p. 22.
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca. Sur les rochers.
Spores 1 septées de 9 11 ¡i x 5-5, 5 ij-. Cortex K -|- jaune, médulle
K + jaune, puis rouge.
39. Ramalina decipiens Mont., Cañarles, p. 101; Stiz.,
Lich. Afrlque, 14; Pitard et Harm.. Cañarles, p. 22 {Determiné
par le Dr. Bouly de Lesdaln).
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca. Sur la lave. .
Spores droites ou peu courbes 1 septées de 8-12 ji X 3-4 (4,v5) ¡i.
Médulle K -j- jaune, puis rouge.
40. Ramalina bourgeana Mont. in Bourg., Cañarles (1845),
n° 1.118; Stiz., Lich. Afrlque, 140; Pitard et Harm., Cañarles,
p.21.
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca. Sur la lave.
Spores courbes 1-3 septées de 10-15 X 3-4,5 ¡i. Thalle K =.
356 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
41. Ramalina vulcania Nyl., Monogr . Ramal . ,5^\Si\z.,Lich.
Afrique, 140; Pitard et Harm., Canaries, p, 21 {Determiné par
le Dr. Bouly de Lesdain).
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca. Sur la lave.
Spores droites souvent courbes, 1-septées (parfois 3 cloisons de
10-12x3-4 \>). Le cortex et la médulle sont insensibles aux réactifs.
42. Anaptichia leucomelaena Wainio, Linh. Brésil, I,
p. 128; Harm., Lich. de Fr., p. 448; Pitard et Harm., Canaries,
p. 26.
Anaptichia leucomela (Ach.) Boistel, Nouv. Flore des Li-
chens, 2^ partie, p. 49.
Physcia leucomela (Mich.) Stiz., Lich. Afriqae, 178.
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca. Sur les troncs
moussus.
Thalle K + jaune, stérile.
(*) Var. angustifolia Mull., Lich. Usamb., p. 249; Harm., Lich.
de Fr., 449.
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca.
Vegete complétement sur les mousses en y adhérant. Ne difiere du
type que par ses laciniures thallines tres étroites de 0,2 á 0,4 millim.
tres peu canaliculées en dessous, les deux bords du cortex supérieur se
rejoignant presque, complétement appliqués sur le substratum et nedé
passant pas quinze millimétres de longueur. Stérile. Thalle K -|- jaune.
* 43. Gyalolechia australis (Arnold, 1875).
Lecanora {Gyalolechia) australis Nyl., in Lamy; Harm.,
Lich. de Fr., p. 855.
Placodium australe (Nyl.) Boistel, Nouv. Flore des Li-
chens, 2^ partie, p. 100.
Squamaria australis (Arn.) Oliv., Lich. d'Eur., II, p. 44.
He Lobos. Sur la lave.
Nous rapportons á cette espéce la plante qui nous a été adressée
et qui corresponde assez bien á la description donnée par l'abbé Har-
mand, /. c, p. 855.
Thalle jaune orange, assez uniformément étendu, appliqué, ne for-
mant pas de rosettes bien délimitées, composé au centre de petites
squames élevées, pressées, anguleuses á la base, arrondies au sommet,
un peu plus longues et plus larges á la périphérie, convexes bosselées,
simples ou divisées au sommet, K -|= rouge violacé foncé.
Apothécies petites, assez nombreuses, terminant la plupart des
DE HISTORIA NATURAL 357
squamules, d'abord innées, ponctiformes, puis dégagées et sessiles, le
disque se dilatant et devenant plat, dun rouge vif cocciné, avec un
bord propre moins coloré, le bord thallin jaune-blanchátre s'évanouis-
sant promptement.
Paraphyses longues et minees 1 , 5 2 a d'épaisseur, libres et flexueu-
ses, simples; théques allongées claviformes de 65 70 x 12 a, renfer-
mant 8 spores hyalines aigues á un ou aux deux bouts, rarement libres
et bien formées, polocoelées, á loges plus ou moins rapprochées, pa-
raissant á une cloison dans les théques jeunes, puis, étant libres, á deux
cloisons, parfoisassez écartées et occupant alors environ le cinquiéme
de la longueur des plus grandes spores, ce qui les fait paraitre 2 sep-
tées, 15-21 X 3, 5-5 i^. Une spore nous donna 27 x 4-5 i^.. Epithecium
jaunátre, thecium incolore, hypothecium ou incolore ou jaune Verdátre.
Hymenium I 4- bleu; K + rouge violacé.
44. Lecanora sulphureoatra Nyl., Enum. Lich., 114; Stiz.,
Lich. Afriqíie, 228; Pitard et Harm., Cañarles, p. 51.
Lanzarote: Montaña Blanca y Caldera Blanca. Sur la lave.
45. Lecanora campestris var. atrata Nyl., Lich. Parts,
p. 57; Harm., Lich. de Fr., p. 982; Boistel, Nouv. Flore des
Lich., 2e partle, p. 139; Pitard et Harm., Cañarles, p. 50 (Moins
la variété atrata).
He Lobos. Sur la lave.
46. Pertusaria communis var. rupestrís DC, Fl. Fr., II,
p. 520; Harm., Lich. de Fr., p. 1122; Pitard et Harm., Caña-
rles, p. 55.
Lanzarote. Sur pierres roulées de nature basaltique.
47. BuelHa subdisciformis (Leight) Nyl., In Fl., 1878, p. 452;
Stiz., Uch. Afrlque, p. 172; Pitard et Harm., Cañarles, p. 64.
He Lobos. Sur la lave.
* 48. Rhizocarpon obscuratum (Ach.) Krb., Syst., 261; Jai-
ta, Syll. Italle, p. 428.
Lanzarote: Sur la lave.
Nous n'avons Vu qu'un tres petit échantillon associé á Lecanora
sulphureoatra.
Le thalle est brun obscur, finement aréolé; aréoles planes K + jau-
ne. Apothécies innées, á disque noir á bord persistant plusclair que le
thalle. Spores ellipsoides ou oblongues, d'abord incoloros, puis brunies
murales de 40-60 ;j. x 19 22 ^. Epithecium brunátre, thecium incolore,
hypothecium brun-noir. Hymenium I -f bleu; paraphyses K + violacé.
358 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Los Helíotaurus {Co'L. Cistelidae) de Marruecos
de protórax rojo
por
Manuel M. de la Escalera.
Todas las especies que aparecen en este cuadro obedecen al
mismo sistema de coloración, con cabeza negra o azulada, protó-
rax rojo-coralino y élitros negro-azulenco, tirando al violado en
algunos casos; todas ellas son muy afines entre sí, y de las del
mismo tipo argelinas e ibéricas, especies desnudas en protórax y
élitros, sin pubescencia erizada ni sentada sobre esos órganos, y
todas ellas tienen excavación pigidial en los machos, que hiende o
entalla el sexto anillo abdominal longitudinalmente en casi toda su
extensión en mayor o menor grado y forma para facilitar la salida
del fórceps.
Por melanismo en alguna especie, H. rufithorax Rttr. de Ma-
rruecos, como en H. ruficollis F. de España, el protórax se tiñe
de negro en totalidad o en parte, dando al insecto un aspecto ex-
traño, produciendo aberraciones más que variedades, conviviendo
con el tipo en las localidades, donde se hallan en un tanto por cien-
to exiguo.
En la misma localidad, generalmente se encuentran en rodales
dos especies diferentes del grupo, que bajo la misma capa de co-
loración y aspecto, encierran caracteres antitéticos, tales H. tan-
gerianus Esc. y H. rufithorajr Rttr. en Tánger, Ceuta, etc., con
y sin apéndice en la uña interna de los tarsos anteriores del cf res-
pectivamente; como N. longitarsis Esc. y H. rufithorax Rttr. en
Mogador, de tarsos en el c^ comprimidos lateralmente o ensancha-
dos, y como H. Tournieri Pie y H. distinctus Lap. var. riff cri-
sis Esc. en Xauen, de estrías cutrales hundidas e interrumpidas o
superficiales y continuas, respectivamente.
Llegando en momento oportuno, pueden recogerse estas espe-
cies por centenas y millares sobre compuestas y umbelíferas; mas
conviene no descuidarse, porque de la noche a la mañana desapa-
recen en absoluto de la localidad en que tres o cuatro días antes
pululaban, y prestar atención si en una localidad viven dos espe-
DE HISTORIA NATURAL 359
cies homócromas, que generalmente se presentan y desaparecen a
un tiempo: los cf buscan a las $ de diez a doce por la mañana con
frenesí, y el resto del día parecen indiferentes los sexos, dormi-
tando o comiendo sobre las flores.
Cuadro de las especies marroquíes de este grupo.
1 (4) Uña interna de los tarsos anteriores del cT aparentemen-
te más corta que la externa, por estar más encorvada,
ganchuda y con un apéndice largo en su base, y muy |^
visible aun a simple vista.
2 (3) Tarsos anteriores del cf muy ensanchados
(figura 1), ampliamente tanto como el fin de su tibia,
con sus artejos sueltos y nada aglomerados, de lados
casi paralelos y poco trapezoidales, considerados in-
dividualmente, con los tercero y cuarto algo transver-
sos, siendo el quinto muy fuerte y engrosado, con una
hinchazón hacia su tercio anterior, y en ese punto visi-
blemente m.ás grueso que el penúltimo y no más corto
que los segundo, tercero y cuarto juntos. Abdomen y
pigidio negros; estrías de los élitros profundas, e in- ^'^- '•
terestrías convexas, casi costiformes; cara interna de
las tibias anteriores pardo-rojiza, como los tarsos, a veces, y ge-
neralmente más ensombrecidos éstos, y casi negros; excavación
pigidial estrecha y profunda, de bordes cortantes y con el fondo
cóncavo H. ruficollis F. subsp. tangerianus nov. (1).
Loe. Tánger, Benzú, El Hacho de Ceuta, Rincón del
Medik, Larache (Escalera).
3 (2) Tarsos anteriores del cf apenas ensanchados (f ig. 2), nota-
(1) Subespecie litoral, recogida en Tánger por Vaucher y por mí, y
citada de esta localidad por Baudi de Selve; negada ia existencia en
Marruecos por Bedel y otros autores, como Reitter; mi citación de la
ab. Tournieri Pie, atribuida a H. ruficollis F. por Seidlitz, es falsa,
como se dirá más adelante al tratar de esa especie. En realidad, H. ru-
ficollis F. de España y Portugal se diferencia de mi subespecie por tener
los tarsos anteriores del cf i si bien ensanchados, no tanto como en ésta,
siendo apenas tan anchos como el fin de sus tibias, con el quinto artejo
tan largo como los segundo, tercero y cuarto juntos, todos ellos más
aglomerados y siempre de un negro intenso en la forma típica, siendo
también la especie de menor talla y más esbelta que la subespecie.
360
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
blemente menos que el fin de su tibia, eon sus artejos muy aglome-
rados, con el tercero y cuarto muy transversos, y el quinto engro-
sado desde la misma base, tan grueso como ellos y más
largo que los tres anteriores juntos. Abdomen negro y
pigidio'rufescente; estrías de los élitros superficiales e
interestrías casi planas o apenas convexas; excavación
pigidial ancha y profunda, pero no abrupta... A. B.
A. Menor, más corta; tibias anteriores más rojizas
y con sus tarsos algunas veces algo rufescentes, siem-
pre más claros y más finos comparativamente; estrías
laterales de los élitros no más débiles que las otras, e
interestrías poco convexas, pero no planas, ni aun en
la ?, y la puntuación más débil
^'2- 2. H^ distinctus Lap. var. plenifrons Frm.
Loe. Uxda (Le Boul), Melilla, Restinga (Arias).
B. Mayor, más larga; tibias anteriores negras y sólo rufescen-
tes en su cara interna, y sus tarsos negros y más recios; estrías
laterales de los élitros no más débiles que las otras, pero todas por
igual muy superficiales, e interestrías planas, y la puntuación más
fuerte H. distinctus Lap. var. riffensis nov.
Loe. Monte Arruit (Cabrera), Xauen, Zoco el Arba de
Arkeman (Escalera).
4 (1) Uña interna de los tarsos anteriores del cf tan larga como
la externa y no más encorvada que ella, nunca ganchu-
da, y sin apéndice en su base.
5 (6) Tarsos anteriores del d* muy ensanchados (figu-
ra 5), tanto como el fin de su tibia, con sus artejos muy
sueltos y nada aglomerados como los de //. riificollis
F., subsp. tangerianus Esc, pero aún más paralelos de
lados, rectangulares considerados individualmente, y nin-
guno de ellos transverso, siendo el quinto largo y linear,
nada engrosado y más delgado aún que el cuarto a simple
vista, y tan largo como los segundo, tercero y cuarto jun-
tos; patas anteriores claramente rojizas, coralinas e igual-
mente sus tarsos; estrías elitrales profundas e interes-
trías convexas; excavación pigidial ancha y profunda, de
fondo plano H. rufithorax Rttr.
Loe Mogador, Mazagán, Tánger, Ányera, Rincón del
Medik, Larache, Alcázar (Escalera), Alcázar a Fez (E.
Simón), Beni Mtir (Segonzac).
Fig. 3.
DE HISTORIA NATURAL
361
5' Protórax negro en vez de rojo, y los restantes caracteres,
como en el tipo H. rufithorax Rttr ab. nigritulus Esc.
Loe. Alcázar (Escalera).
6 (5) Tarsos anteriores del cf sencillos y muy distintamente
más estrechos que la extremidad de sus tibias correspondientes;
pígidio negro.
7 (8) Excavación pigidial estrecha y poco profunda, de fondo
casi plano; tarsos anteriores del cT nada ensanchados
(figura 4), pero no comprimidos lateralmente, con sus
artejos segundo, tercero y cuarto distintamente más
largos que anchos, pero menos de dos veces; de un
negro intenso y en absoluto nada rufescente, siéndolo
a veces, pero muy raramente, el fin de sus tibias en su
cara interna; protórax muy curvilíneo
de lados y moderadamente transverso;
estrías elitrales profundas e interestrías
convexas, y por caso extraordinario y
único en el género, con las estrías no
seguidas, sino irregularmente interrum-
pidas y confundidas con las adyacentes ^'2- '*•
sin plan ninguno (fig. 5), produciendo
islotes desiguales en la superficie elitral en todos
los ejemplares recogidos (más de un centenar de
ambos sexos), lo que da a la especie facies de in-
Fig. 5. secto mal desarrollado. Antenas largas y gráciles,
pero ligeramente engrosados sus últimos artejos,
visiblemente en el cT y aun más en la ?.. . . H. Tournieri Pie (1).
Loe. Xauen (Escalera) al pie de las peñas de Mago,
por encima de los 1.200 m.
(1) El ejemplar macho de la colección Tournier que sirvió a Pie
para describir su especie, y que tengo a la Vista, es una «béte de camou-
flage*, sobre la cual el autor se permitió algunas fantasías al hacer la
descripción.
El tal //>o, en efecto, no tiene más que una pata anterior sin tarso,
y cuya pata tampoco es suya, sino la de un H. ruficollis o de un H. dis-
tinctus (no de un H. rufithorax)^ mal enchufada su coxa en la cavidad
cotiloidea derecha del protórax de la víctima. Además, pegado en el pa-
pel de la etiqueta manuscrita víTánger» del alfiler que soporta el insec-
to, hay un tarso anterior de H. ruficollis F., pegado cara arriba, con
apéndice en la base de la uña interna por tanto, como dice en la des-
362 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
8 (7) Excavación pigidial ancha y profunda, de fondo poco pla-
no; tarsos anteriores del rf comprimidos lateralmente (fig. 6), con
sus artejos enchufados unos en otros y extraordinaria-
mente largos, con los segundo, tercero y cuarto más de
dos veces más largos que anchos, rojizos como sus tibias,
y a veces parte de los fémures del primer par, pero no
tan rojos como los de H. rufithorax Rttr.; protórax no
muy curvilíneo de lados y poco transverso; estrías eli-
trales poco profundas e interestrías moderadamente con-
vexas; antenas filiformes y en absoluto no más gruesos
los artejos finales que los primeros
H. longitarsis Esc.
Loe. Marraquesh, El Kureimat, Zoco el Arba de
Fig. 6. Haha, Mogador (Escalera).
cripción original, razón por la cual Seidlitz ha sido puesto en confusión,
complicada por el mismo Pie en su nota nBull. Soc Ent. France, 8 di-
ciembre 1897, pág. 297». que hace decir a Reitter que H. Tournieri es
próximo a su H. crassidactylus por la fe de Pie en su nota citada.
Los otros caracteres de longitud del tercer artejo antenar, propor
clones de la cabeza en relación con el protórax, etc., son comunes a
todas las especies del grupo, y sólo queda en pie de la descripción el
carácter accesorio de la estriación elitral, aquí fundamental y bien ex-
traordinario, por cierto, que llevó a Seidlitz a considerarlo como una
monstruosidad por mal desarrollo de H. ruficollis F., y a mí, en mi
Catálogo de los Coleópteros de Marruecos, donde lo coloco como abe-
rración de esa especie, siguiendo los textos.
Por lo demás, la especie no es de Tánger ni de su interland, donde
ningún entomólogo, por tanto, lo volvió a encontrar: debió algún mon-
tañés de Xauen traer a Tournier el insecto en mejor o peor estado,
pero no en el alevoso en que se encuentra, de «composición de trozos
de diferentes especies», y descripción del engendro, hecho con ligereza
y sin fijarse en pegaduras, mal hechas, desde luego.
De todas suertes, el hallazgo auténtico de esta especie en Xauen
ha servido para poder fijar el lugar que ocupa entre las especies ma-
rroquíes, completar su descripción y darle Validez efectiva; porque
M. Pie, a quien he pedido en comunicación los ejemplares a que hace
referencia en la nota citada, no me ha contestado.
DE HISTORIA NATURAL 363
Una subfamilia nueva de Himenópteros Calcidoideos
por
Ricardo García Mercet.
En el año 1896, el ilustre entomólogo norteamericano doctor
L. O. Howard describió, bajo el nombre de Anthemus chionaspi-
dis (género y especie nuevos), un insecto que incluyó en la fami-
lia de los Mimáridos, tribu de los Mimadnos, sin dud a teniendo en
cuenta que el artrópodo en cuestión presentaba tarsos de cuatro
artejos y alas con el nervio marginal muy corto y provistas de pes-
tañas marginales de extraordinaria longitud.
Realmente, estudiado el insecto a que estoy refiriéndome por
los cuadros dicotómicos que insertan las obras dedicadas a los Hi-
menópteros Calcidoideos y Proctotripoideos, hay que considerarlo
como perteneciente a la familia de los Mimáridos, ya que se ajusta
bastante bien a los caracteres generales que atribuyen a ésta los
diversos autores. Así es que, dando por buena la asimilación asig-
nada por Hov^ard a su género Anthemus, viene éste figurando en-
tre los Mimáridos desde que se fundó, sin que nadie iiaya discutido
la situación taxonómica en que se encuentra colocado.
Pero nosotros hemos obtenido recientemente, con relativa
abundancia, de hojas de Pinus halepensis atacadas por Leucas-
pis pini, un insecto que responde exactamente a los caracteres
atribuidos por Howard a su género Anthemus, y que específica-
mente apenas difiere de su .4. chionaspidis. Este parásito, estu-
diado por nosotros con la mayor atención, creemos que no encaja
en la familia en que viene figurando, y opinamos que debe segre-
garse de ella, para llevarlo, aunque con relativas seguridades de
acierto, a la de losEncírtidos, y constituir dentro de ésta una sub-
familia nueva, que establecería el tránsito entre los Encírtidos y
los Afelínidos (1).
En efecto; el género Anthemus ofrece de común con los En-
(1) El insecto de referencia ha sido también examinado por el espe-
cialista en Mimáridos Dr. Blood, de Bisbopston (Inglaterra), y por el
Dr. Masi, del Museo de Genova, y ambos, como yo, opinan que el gé-
nero Anthemus no corresponde a la familia en que ha estado incluido.
364 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
círtidos los caracteres siguientes: forma de las antenas, tanto en
el sexo masculino como en el femenino; escudo del mesonoto en-
tero, sin trazas ni vestigios de parápsides; axilas transversas, tri-
angulares, aplicadas a la base del escudete; éste, grande, subtrian-
gular; mesopleuras grandes, enteras, deprovistas de surco femoral;
espolón de las tibias intermedias tan largo como el metatarso. A pe-
sar de ello, el conjunto del insecto no recuerda el tipo de los Encír-
tidos, sino más bien el de algunos Afelínidos de la subfamilia Pte-
roptrinos.
Pero Anthemus no creo que deba incluirse entre los Afelínidos.
Estos presentan parápsides perfectamente diferenciadas; escu-
dete corto y ancho, sólo en algunos grandes Coccophagus sub-
triangular y alargado; axilas oblicuas al escudete; mesopleuras nor-
malmente desarrolladas, frecuentemente con una impresión lon-
gitudinal, y antenas casi similares en uno y otro sexo. Además,
los Afelínidos ofrecen los palpos maxilares estrechos, delgados,
mientras que los de Anthemus presentan el artejo apical piri-
forme.
Cuanto llevo dicho de este género y de sus diferencias con los
Afelínidos establece también su separación de los Mimáridos. Por
otra parte, los Mimáridos tienen alas y antenas de tipo que pudié-
ramos llamar Proctotripoideo, al paso que las de Anthemus son de
tipo marcadamente Calcidoideo. No olvidemos tampoco que los Mi-
máridos son parásitos de huevos de otros insectos, en tanto que
los Anthemus son parásitos de adultos de la tribu Diaspinos.
Por todas estas razones, opino que el género en cuestión está
incorrectamente colocado entre los Mimáridos, y que debe llevár-
sele a los Encírtidos, estableciendo con él una subfamilia nueva,
cuyos caracteres, así como los genéricos que le corresponden,
expondré a continuación:
Subfamilia Antheminae, nov.
Caracteres.— Palpos maxilares gruesos, de dos artejos; pal-
pos labiales rudimentarios. Antenas sin artejos anillos, desemejan-
tes entre sí las del macho y la hembra. Escudo del mesonoto ente-
ro; axilas pequeñísimas, transversas, aplicadas a la base del escu-
dete o soldadas a éste; mesopleuras grandes, desprovistas de
surco femoral. Alas estrechas, de bordes paralelos; pestañas mar-
gínales mayores que la anchura máxima del disco; nervio submar-
DE HISTORIA NATURAL 365
ginal bien desarrollado; nervios marginal y estigmático borrosos.
Tarsos de cuatro artejos. Abdomen alargado.
Observaciones.— Se distingue de Arrenofaginos por la forma
y composición de las antenas; la longitud extraordinaria de las pes-
tañas alares; la hechura de las alas y lo rudimentario de la nervia-
ción de éstas.
Se diferencia de Encirtinos por tener tarsos de cuatro artejos
y las alas conformadas del modo expuesto.
Difiere de Afelininos por carecer de parápsides; por la disposi-
ción de las axilas; por la forma de las antenas y del escudete; por
presentar los palpos maxilares engrosados y poseer cuatro artejos
tarsales.
De Pteroptrinos se distingue por los caracteres señalados ante-
riormente, excepto el del número dé artejos de los tarsos.
De Mimáridos se separa por la hechura de las antenas; confor-
mación de las alas; nerviación de éstas; disposición de las axilas;
falta de parápsides o de surcos parapsidales, y clase de víctimas
que elige para pasar sus primeros estados (1).
Género Anthemus Hov;?ard.
Anthemiis Howard, Proc. U. S. Nat. Mus,, Vol. XVIII, pág. 643
(1896).
Anthemus Schmiedeknecht, Gen. Ins , Vol. XCVII, pág. 498 (1909).
Caracteres. — Hembra: Mandíbulas anchas, truncado-denti-
culadas en el ápice; palpos maxilares de dos artejos, el apical
grueso, piriforme; palpos labiales rudimentarios; ojos lampiños.
Antenas insertas al nivel del borde inferior de los ojos, compues-
tas de escapo, pedicelo, funículo de cinco a rtejos y maza entera,
oblicuamente truncada en el ápice. Escudo del mesonoto entero,
sin trazas de surcos parapsidales; axilas muy pequeñas, transver-
(1) Debo advertir que algunos Mimáridos de! género Lymaenon pre-
sentan el dorso del tórax conformado de un modo que ofrece cierta se-
mejanza al de los Anthemus. Pero bien examinado, en Lvmaenon se
observan surcos parapsidales, segmento medio grande y mesopleuras
pequeñas. Por otra parte, los Lvmaenon tienen antenas y alas confor-
madas como todos los Mimáridos, y que no ofrecen analogía con las
del insecto que nos viene ocupando. Nada de lo que acabo de decir sig-
nifica que existan ciertas afinidades entre Anthemus y Lvmaenon, pues
uno y otro son absolutamente distintos y alejadísimos entre sí.
366 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
sales, soldadas a la base del escudete; éste, grande, alargado, sub-
triangular; mesopleuras enteras, sin surco femoral. Alas anteriores
estrechas; pestañas marginales larguísimas; nervio submarginal
corto; nervios marginal y estigmático borrosos; alas posteriores es-
trechísimas; pestañas marginales de extraordinaria longitud. Tro-
cánteres monoarticulados; tibias anteriores con dos espolones; in-
termedias y posteriores, con un solo espolón; tarsos de cuatro ar-
tejos. Abdomen alargado, subtriangular; oviscapto saliente.
Mac/io. —Diüere de la hembra por la conformación de las ante-
nas. Funículo de seis artejos, con pestañas dispuestas en vertici-
lo; maza estrechada hacia el ápice.
Tipo.— Anfhemus chionaspidis Howard.
Distribución geográfica. — Ceilán, Australia, España.
Biología. — Los Anthemus son parásitos endófagos de Cócci-
dos de la tribu Diaspinos.
Observaciones.— Las axilas son pequeñísimas en los Anthe-
mus, y aparecen completamente soldadas al escudete en la mayor
parte de los individuos de la especie que hemos examinado; en al-
gunos, sin embargo, se observa la sutura de separación de estas
partes del tórax con el escudete.
Del género Anthemus se conocen las siguientes especies:
Anthemus chionaspidis Howard.
Anthemus chionaspidis Howard, Proc. U. S. Nat. Mus., vol. XVIII,
página 643 (1896).
Distribución geográfica.- Isla de Ceilán: Pundoloya.
Biología.— Parásito de Chionaspis graminis.
Anthemus chionaspidis How., var. hilli Dodd.
Anthemus ctiionaspidis hilli Dodd. , Trans. Proc. Roy. Soc. S. Austr . ,
vol. XLI, pág. 352 (1917).
Distribución geográfica.— Australia: Darv^in.
Biología.— Parásito de Chionaspis graminis, sobre hierbas.
Anthemus emersoni Girault.
Anthemus emersoni Girault, Insec. inscit. Washington, vol. VIII
(1920).
Distribución geográfica.— Australia: Queensland.
DE HISTORIA NATURAL
367
Anthemus leucaspidis, nov. sp.
Caracteres.— Hembra: Cuerpo de color amarillo de limón,
con la parte inferior de la cabeza, el pronoto, el borde anterior
h
Fig. \.— Anthemus leucasoidis Mercet, hembra (muy aumentada).
del escudo, las axilas, los ángulos pósticolaterales del metatórax
y los fémures posteriores más o menos parduscos. Antenas lige-
ramente ennegrecidas, con el pe-
dicelo y el primer artejo del fu-
nículo amarillos. Alas hialinas, un
poco ahumadas en la base. Ovis-
capto amarillo.
Cabeza subcuadrangular, vista
de frente; vértice mucho más an-
cho que los ojos; estemas en trián-
gulo equilátero, los posteriores
separados de las órbitas internas
por un espacio mayor que el diá-
metro estemático; ojos pequeños, bastante convexos; mejillas sua-
vemente convergentes hacia la boca, tan largas como el diámetro
longitudinal de los ojos. Antenas insertas hacia el centro de la cara;
radícula tan larga como el pedicelo; escapo ligeramente fusiforme,
tan largo como los tres primeros artejos del funículo; pedicelo de
Fig. 2.— Boca de Anthemus leucaspidis
Mercet (muy aumentada).
368 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
casi igual longitud que los dos artejos siguientes reunidos; artejos
del funículo más largos que anchos; el 1.° un poco menor que el
siguiente; 2.° y 3.°, de casi igual longitud y anchura; 4.° y 5.°, un
poco mayores, y sucesivamente más gruesos; maza apenas más
larga que los tres artejos precedentes reunidos.
Escudo del mesonoto más ancho que largo, finísimamente re-
ticulado, con dos pestañitas cortas, en el centro, cerca del borde
anterior; escudete grande, más largo que ancho, subtriangular,
anchamente redondeado en el ápice, con dos pestañitas en la base;
segmento medio cortísimo. Alas más bien estrechas; bordes ante-
rior y posterior paralelos entre sí; nervio submarginal de longitud
igual a ía quinta parte del ala; nervio marginal corto, borroso;
nervio estigmático confuso; las mayores pestañas marginales, de
doble longitud que la anchura máxima del disco; pestañas discales
irregularmente esparcidas. Alas posteriores largas, estrechas; dis-
co con dos filas longitudinales de pestañas; pestañas marginales de
extraordinaria longitud. Artejos tarsales muy cortos; espolón de
las tibias anteriores más largo que el metatarso; el de las tibias
intermedias, tan largo como el metatarso; el de las tibias posterio-
res, menor que el metatarso; peine de los metatarsos anteriores
corto y apical.
Abdomen triangular, mayor que la cabeza y el tórax reunidos;
segmentos dorsales de casi igual longitud unos que otros, pero
disminuyendo rápidamente de anchura del primero al último; espi-
ráculos setíferos del 7.° anillo situados en la base de éste, junto
al borde apical del sexto. Ovis'capto saliente, tan largo como los
cuatro artejos de los tarsos intermedios reunidos.
Longitud del cuerpo 0,635 mm.
— del escapo 0,070 —
— del pedicelo 0,050 -
— del funículo 0,150 —
— de la maza 0,105 —
— de las alas anteriores 0,480 —
Anchura máxima de las mismas 0,090 —
Longitud de las alas posteriores 0,410 --
Anchura máxima de las mismas 0,028 —
Longitud de las pestañas más largas de las
alas posteriores 0,175 —
Macho.— D'úiere de la hembra por los caracteres siguientes:
DE HISTORIA NATURAL 3Q0
Vértice y frente amarillento-anaranjados, el resto de la cabeza ne-
gruzco; dorso del cuerpo obscurecido, con el escudete ligeramente
aclarado; antenas negruzcas. Patas de este mismo color; las pos-
teriores, más obscuras; rodillas y extremidad de las tibias amari-
llentas.
Antenas casi tan largas como el cuerpo; radícula más larga que
el pedicelo; escapo tan largo como el segundo y tercer artejos del
funículo reunidos; pedicelo más largo que el artejo siguiente; arte-
jos del funículo estrechados entre sí, con un verticilo pastañoso;
primer artejo apenas más largo que ancho; los restantes, como dos
Fig. 3.— Antena de Anthcmus leucaspidis Mercet, macho
(muy aumentada).
veces más largos que anchos; pero el 3.° y el 4.° los más largos;
maza menor que los tres artejos precedentes reunidos. Axilas
completamente soldadas al escudete. Armaduras genitales apenas
visibles.
Longitud del cuerpo 0,715 mm.
— del escapo 0,095 —
— de! pedicelo 0,035 —
— del funículo 0,245 —
— de la maza 0,100 —
— de las alas anteriores 0,605 —
Anchura máxima de las mismas 0,120 —
Longitud de las alas posteriores 0,480 —
Anchura máxima de las mismas 0,035 —
Longitud de las pestañas más largas 0,195 —
Distribución geográfica.— Provincia de Madrid: Madrid.
Provincia de Segovia: San Rafael.
Biología.— Parásito endófago de Leucaspis pini sobre Pinus
halepensis y P. sylvestris. No hemos practicado observaciones
biológicas sobre los primeros estados de A. leucaspidis, pero po-
seemos varias hembras de Leucaspis pini tn cuyo interior aparece
Tomo xxii.— Octubre, 1922. 24
370
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
la ninfa del Anthemus, en diversos períodos de su desarrollo. Una
. ''^^-%3. ^^ ^'^^^ ^^^^ reproducida, con gran aumento, en
^S;^^J'^ la figura 4.
Observaciones.— La $ se distingue de la
especie típica y de su variedad por los carac-
teres señalados en el cuadro dicotómico. El cT se
diferencia por presentar los artejos intermedios
del funículo tan largos o un poco más largos que
el pedicelo, y por tener dos filas de pestañas
discales en las alas posteriores. Macho y hem-
bra deben distinguirse también de las formas
exóticas por el lugar de inserción de las antenas.
En A. leucaspidis se insertan al nivel del borde
inferior de los ojos. En A. chionaspidis arran-
can de cerca del borde de la boca, según la des-
Fig. 4. cripción de los autores.
Especies del género Anthemus.
Cuadro dicotómico.
Hembras.
\- Tórax de color amarillo de limón; alas posteriores despro-
vistas de pestañas discales o con dos filas de éstas... 2.
—Tórax de color amarillo-pardusco, más obscuro a los lados
del mesonoto y lados y base del abdomen; ojos de color purpú-
reo; alas posteriores con una fila de pestañas discales (según la
descripción de Howard) A. chionaspidis Howard.
2. Ojos negros; cabeza anaranjada: abdomen obscuro negruz-
co; alas posteriores desprovistas de pestañas discales; artejos del
funículo más anchos que largos; maza casi tan larga como el fu-
nículo (según Dodd) A. chionaspidis var. hilli Dodd.
— Ojos rojizos; cabeza amarilla, obscurecida hacia la boca; ab-
domen amarillo; alas posteriores con dos filas de pestañas discales;
artejos del funículo más largos que anchos; maza poco mayor que
los tres artejos precedentes reunidos. . . A. leucaspidis Mercet.
DE HISTORIA NATURAL 371
Noticia acerca de la existencia
de Atilda zic-zac Sow. en Callosa de Ensarriá
por
Daniel Jiménez de Cisneros.
El género Aturia no se ha citado todavía en España. Su en-
cuentro se debe a una corta excursión realizada desde Callosa de
Ensarriá a los yacimientos de Farines, localidad citada por M. R.
Nicklés, y el motivo principal del viaje a la villa, el reconocimiento
de la Sierra Almedia, que el autor francés señala como nummulíti-
ca, habiendo yo recibido fósiles cretáceos.
Callosa de Ensarriá fué uno de los cuatro puntos elegidos por
M. Nicklés para hacer, con su estudio, su tesis doctoral, y estas
monografías son los primeros trabajos geológicos det enidos que se
han hecho de esta región. La villa está, en casi su totalidad, edi-
ficada sobre el Eoceno, salvo una pequeña parte, NE., que apare-
ce como Cretáceo indeterminado {\), que juzgo Cretáceo medio,
y vecina a una gran mancha de Trías superior, con potentes ban-
cadas de calizas negras, que desde hace muchos años he creído
Raibliense, y que Nicklés, desconociendo esta formación, sospechó
con gran acierto como perteneciente al Triásico superior.
Estas calizas se benefician como mármoles de buena calidad y
son hoy día objeto de una explotación muy activa.
El río Guadalest, que sólo es una profunda rambla, corta la
(1) Del mismo modo fué calificado el Cretáceo que reconoció a am-
bos lados del barranco de Murta, en la falda SE. de la Sierra de la
Cortina (véanse sus Recite re hes géolo^iques sur les terrains secón-
daires et tertiaires de la provincia d' Alicante, lám. VI). Ambas forma-
ciones son muy semejantes, y la de este último lugar la he reconocido
como Ccnomanense, habiendo retirado una Stoliczka ¿a dispar á'Orb. sp.
Sospecho también que algunos depósitos tenidos por aptenses sean^
en rigor, parte del tramo inferior del Cenomanense, como debe suceder
en Sierra Helada, en donde he visto Hippurites en el camino del Faro
y en rocas que yo hubiera calificado de este piso. Los cortes de estos
rudistas se encuentran bien conservados y bien patentes en una gran
roca situada a la derecha del camino, juntamente con otros lamelibran-
quios. El inolvidable Sr. Mallada pasó largo rato contemplando estos
fósiles.
372 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
campiña al S. de Callosa y queda en su margen izquierda una pe-
queña Sierra, llamada la Almedia, que M. Nicklés calificó como
nummulítica, y aunque creo que en gran parte lo sea, en algunos
sitios debe aparecer el Cretáceo, pues de allí me han remitido unos
Echinocorys idénticos a los de otros yacimientos del Cretáceo
superior.
En la margen derecha del Guadalest se encuentran unas lomas
blanquecinas, parte en cultivo, a las que se llama Farines, sin
duda por su proximidad a un pequeño yacimiento de creta maes-
trichtiense(l). M. Nicklés le dedica unas líneas en la página 126 y
cita unas cuantas especies de equínidos del Luteciense y la Num-
mulites complánala, único Nummulites que señala, como así lo
indica, aunque reconociendo la presencia de numerosas especies.
La excursión llevada a cabo en compañía de varios alumnos
míos dio por resultado el encuentro de muchos foraminíferos, entre
los que he podido reconocer a primera vista:
Nummulites complánala Defranc.
N. Icevigata Lamk.
N. Lucasi Defranc.
A^. aturicus Leym. (N. perfórala auct.)
A'', alacian s Leym. y su forma megaspherica o
N. Guellardi d'Arch.
N. (Assilina) granulosa d'Arch.
Operculina cf. canalífera d'Arch.?
Orthophragmina Archiaci Schlum.
Es claro que el número de especies, es mucho mayor y que re-
cuerda en un todo al Luteciense de Agost y de otros puntos ya
citados (2).
Uno de mis acompañantes encontró un pequeño y bello Nauti-
lus, aquí representado, de ombligo muy estrecho y tabiques en
número de quince en la ulterior vuelta, y las líneas suturales situa-
das cada una en un plano, sin inflexiones ni curvaturas. No he po-
dido clasificar esta especie.
Buscando con cuidado se encontraron otras dos conchas, que
reconocí como del género Aluria, y cuya descripción hago aquí: Es
una concha completamente involuta, ombligo nulo, de unos 30 mm.
(1) Es muy frecuente en la región encontrar los depósitos del Maes-
trichtiense en contacto del Nummulítico.
(2) Geología y Paleontología de Alicante, 1918.
DE HISTORIA NATURAL 373
de diámetro a la altura del último tabique, 13 mm. en su mayor
espesor, que corresponde a la proximidad de la columnilla, es de-
cir, como a un tercio de la
vuelta. Porción externa redon-
deada. Sutura de los tabiques
formando una línea en zic-zac,
que ha valido el nombre a una
especie, con una loba o seno
lateral muy agudo y mayor,
continuando la sutura forman- pig. i.~ Afana zic-zac Sow. ? y ^^autíius
do una línea muy oblicua. slirS?^"" '^'^ ^^''"'^ ^^'"'°''' '^^ ^""
No puedo juzgar de la po-
sición del sifón ni de la forma de los golletes sifonales, por tratarse
de ejemplares piritosos, algo deteriorados y que no se prestan a la
preparación.
Los dos ejemplares encontrados son muy defectuosos, y sólo en
uno de ellos pueden apreciarse los caracteres arriba dichos. Esta
es la primera Aturia que se cita de España.
Especies nuevas de Arthrodeis de Marruecos
(Col. Tenebriónidos)
por
Manuel M. de la Escalera.
Arthrodeis atlanticus sp. nov.
Loe. Mogador, Agadir (Escalera).
Long. 7 a 8 mm.
Cuerpo oval, moderadamente alargado y estrechado en la re-
gión humeral, notablemente más largo que ancho, globoso y negro
mate.
Cabeza con puntuación redonda y espaciada en el vértice y
más densa en el epístoma, donde se hace rugosa; borde anterior
del mismo tridentado, con sus tres dientes de igual longitud; el del
centro, agudo, y los laterales, romos; con una costilla transversa
muy elevada, encorvada hacia arriba en sus extremos y con una
arruga longitudinal en el centro muy corta y más o menos acusada.
374 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Antenas cortas, con el tercer artejo casi dos veces más largo que
ancho, poco menor que los dos siguientes reunidos, que son tan lar-
gos como anchos, así como los siguientes; el noveno, algo mayor y
más transverso; el décimo, muy voluminoso, subtrapezoidal, y el
undécimo, globular y empotrado en el anterior, resultando la maza
bien pronunciada.
Protórax transverso con la escotadura del borde anterior bien
marcada, poco entrante en su parte media, pero muy avanzada y
rápidamente hacia los ángulos anteriores, que son bastante agudos
y aguzados; ensanchado lentamente y casi en recto en sus lados
hasta los ángulos posteriores, que son rectos y nada pronunciados
hacia atrás; la base recta y sin reborde que existe entero en los
lados y sobre el borde anterior y más fuerte sobre aquéllos que
sobre éste; con puntuación redonda y espaciada, no muy fuerte n'
profunda en el disco, y algo más cerca del borde anterior, nota-
blemente sobre los lados y aún más sobre los ángulos anteriores.
Élitros algo más largos que anchos, no muy globosos y declives
lentamente desde su mitad, con puntuación como la del protórax
en el disco hasta el medio de su longitud, haciéndose granujienta
en el final y lateralmente.
Patas moderadamente largas y robustas; tibias anteriores biden -
tadas, con el diente del ápice más agudo y saliente que el anterior,
que es obtuso.
Prosternón con puntuación muy fuerte, profunda y contigua,
formando arrugas transversas cerca del borde anterior, de cuyas
fosillas nacen cerditas largas, rígidas y doradas; epipleuras proto-
rácicas con fuertes rugosidades longitudinales, sin espacio liso por
bajo del reborde protorácico, antes bien profusa y contiguamente
sembrado de profundas fosillas pilígeras, tan fuertes como las del
prosternón; mesopecto fuertemente estriado-rugoso longitudinal-
mente en su totalidad; postpecto con arrugas longitudinales en la
base y punteado en el resto; primer anillo abdominal con fuertes
arrugas en la base también, y como el postpecto punteados luego;
los restantes anillos y el pigidio, solam.ente punteados y con la pun-
tuación más menuda y menos marcada que la del primer anillo; con
br illo charolado todas estas partes inferiores.
Basta a diferenciarla de A. oblongior Esc, que es la especie
más próxima, la presencia en esta nueva de las fosillas pilígeras
prosternales, de las que carece aquélla.
DE HISTORIA NATURAL 375
Arthrodeis globulosas sp. nov.
Loe. Casablanca, Mazagán (Escalera).
Long. 5 a 6,5 mm.
Cuerpo oval, corto, nada estrechado en la región humeral y
escasamente más largo que ancho, negro y con poco brillo pero no
mate, excepto en la cara inferior lustrosa.
Cabeza con puntuación redonda, no muy densa en el vértice y
bastante en el epístoma; en las proximidades de la costilla frontal
transversa, bien pronunciada, pero no muy saliente; borde anterior
del epístoma tridentado, con sus tres dientes de igual longitud no
muy pronunciados; antenas cortas con el tercer artejo más largo
que ancho, menos de dos veces y menor que los dos siguientes
reunidos globulares; como los sexto, séptimo y octavo engrosados
insensiblemente en el ápice; como el noveno transverso y ligera-
mente más grueso que ellos; el décimo, subrectangular, más volumi-
noso y el mayor de todos, y el undécimo, globular y muy empotra-
do en el anterior.
Protórax muy transverso, con la escotadura del borde anterior
en curva seguida y pronunciada, con reborde interrumpido, estre-
cho y poco levantado; de ángulos anteriores casi rectos y poco
aguzados, bastante declives y nada divergentes; de lados ensan-
chados hasta su mitad, en curva lenta y luego paralelos hasta los
ángulos posteriores, que son rectos y nada prolongados hacia atrás,
muy declives; con reborde marginal entero y estrecho estos bor-
des; base recta y nada bisinuosa; disco con puntuación redonda y
espaciada, poco profunda, apenas más densa en las márgenes.
Élitros sumamente globosos en el disco, muy declives en el
ápice, con la puntuación redonda y poco densa cerca de la base,
como la del protórax, y adensándose más en la última mitad, pero
sin hacerse granulosa de ningún modo.
Patas cortas y fuertes; tibias anteriores bidentadas y estos
dientes no muy aguzados, pero más el apical y generalmente romo
el segundo.
Prosternón con algunos puntos muy fuertes y espaciados, más
densos por delante de las coxas; epipleuras protorácicas con es-
trías fuertes y paralelas desde la base al borde anterior, con algu-
nos puntos diseminados aquí y en el espacio liso y estrecho por
bajo del reborde lateral protorácico; de estos puntos o fosillas en
la parte media de las epipleuras y adosados al espacio liso hay
cuatro o cinco mayores, de los que nacen unas cerdas rojas y dora-
376 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
das, más cortas que las de los fémures y tibias anteriores, pero bietr
apreciables; mesopecto estriado longitudinalmente y por entero;
postpecto y primer anillo abdominal sólo en la base estriados cor-
tamente, y los demás anillos, lisos e imperceptible y muy aclara-
damente punteados, así como el pigidio, sobre el cual la puntuación
es algo más visible, pero no más densa; todas las partes inferiores
del cuerpo son más lustrosas que la cara dorsal.
Extraordinariamente parecida a A.glomeratus Fairm. , también
de Casablanca, con el que es imposible confundirla, sin embargo,
por la granulosidad elitral de esta especie y mayor densidad de
puntuación, cuyos puntos son más del doble mayores, y de los cua-
les parece brotar en el fondo un granulito en A. glomeratus.
Muy parecida también a A. densepunctatus Esc. por la forma
general del cuerpo, pero inconfundible asimismo por la mayor inten-
sidad de la costilla frontal transversa, densidad y profundidad de
la puntuación, ángulos anteriores y posteriores protorácicos diver-
gentes y mayor aguzamiento y longitud de las denticulaciones
tibiales en esa especie.
Muy afín también de A. uamarensis mihi, que es la especie
a la que quizás se asemeja más, pero de la cual basta a diferenciar-
la sus ángulos protorácicos anteriores y posteriores, nada diver-
gentes en A. globulosas Esc.
Arthrodeis uamarensis sp. nov.
Loe. La Uamara en Larache (Escalera).
Long. 6 a 7 mm.
Cuerpo oval, corto, muy globoso, escasamente más largo que
ancho, negro y con poco lustre, pero no mate y con más brillo en
su cara inferior.
Cabeza con puntuación redonda y fuerte, más densa en el epís-
toma que en el vértice, con una costilla frontal transversa recta y
fuerte, bastante saliente, borde anterior del epístoma tridentado,
con sus tres dientes de igual longitud, anchos, romos y poco sa-
lientes.
Antenas cortas con su tercer artejo vez y media más largo que
ancho, poco más largo que los siguientes subrectangulares y casi
globosos; los octavo y noveno, globulares y transversos, ligera-
mente más ancho este último; el décimo, rectangular y deprimido,
tan ancho como largo, y el undécimo, pequeño y muy empotrado en
el anterior.
DE HISTORIA NATURAL 377
Protórax muy transverso, con la escotadura del borde anterior
seguida y pronunciada, con reborde ininterrumpido y poco levan-
tado, pero algo más cerca de los ángulos anteriores, que son algo
agudos, declives y ligeramente echados hacia fuera; ensanchados
sus lados en recto hasta su mitady luego paralelos hasta ios ángulos
posteriores, que son muy declives y rectos, nada prolongados hacia
atrás y ligeramente divergentes; con reborde marginal entero y
bastante fuerte; base recta; puntuación del disco redonda; bastan-
te fuerte, pero no muy densa, y algo más en las márgenes y cerca
de los ángulos anteriores, pero siempre menor y más aclarada que
la del epístoma.
Élitros sumamente globosos en el disco y muy declives en el
ápice; con puntuación redonda y fuerte, algo más gruesa y conti-
gua que la del protórax y apenas más en el ápice que en la base,
en ningún modo granulosa, y a lo sumo escabrosa en la parte de-
clive cerca del final.
Patas cortas y fuertes; tibias anteriores anchas y obtusamente
bidentadas, con los dientes romos.
Prosternón punteado-ruguloso, con los puntos no muy fuertes;
epipleuras protorácicos con estrías seguidas de la base al borde
anterior, pero poco profundas, con algunos puntos en el espacio
liso por bajo del reborde protorácico, pero desprovisto de fosillas
pilígeras; mesopecto estriado por entero longitudinalmente; post-
pecto punteado; primero y segundo anillos abdominales estriados
en la base, y en el resto ligera y espaciadamente punteados, así
como el pigidio, donde la puntuación es algo pero poco más visible
que en los tercero y cuarto anillos abdominales, que parecen lisos,
con lustre charolado, como toda la cara inferior del cuerpo.
Difiere de A. globulosas Esc. por la falta de fosillas pilígeras
de las epipleuras protorácicas de esa especie, por los ángulos pro-
torácicos algo divergentes en A. uamarensis y francamente en-
trantes en A. globulosas; de A. glomeratus Fairm., por la mayor
esferoicidad del cuerpo en A. uamarensis y por la mayor intensi-
dad, tamaño y contigüidad de la puntuación en la cabeza y protó-
rax de A. glomeratus, así como por la falta en A. uamarensis de
la granulosidad elitral que tiene esa especie.
578 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Contribución al estudio del aparato reticular de Golgi
de las células vegetales
por
Manuel Sánchez y Sánchez.
En 1914, con ocasión de nuestros estudios sobre el aparato re-
ticular de Golgi en el tejido nervioso (1), aplicamos el método de
Cajal a las células vegetales; pero jamás obtuvimos resultados satis-
factorios y preparaciones decisivas que permitiesen hacer una des-
cripción de dicha formación protoplásmica.
Recientemente, Del Río-Hortega, con el dominio que ha logra-
do del método de Achúcarro y de las variantes por él introducidas,
ha obtenido imágenes del retículo de Golgi en diversas células ani-
males (células nerviosas del cerebelo, hígado, etc.), en las cuales
se sorprenden con gran claridad las trabéculas de! citado retículo,
y lo que es más sorprendente, ha impregnado una formación espe-
cial de las células vegetales, que nosotros hemos estudiado y que
interpretamos como el aparato de Golgi.
En la presente nota damos una ligera descripción de dicho es-
tudio, como nota preliminar a un trabajo más extenso que pensa-
mos publicar cuando, con material suficiente, lleguemos a estable-
cer conclusiones definitivas, en relación con los diversos proble-
mas morfológicos y fisiológicos del enigmático retículo descubier-
to por Golgi en el año 1898.
Los autores que más concienzudamente han estudiado el re-
tículo de Golgi en los vegetales son Pensa y Guilliermond y Man-
genot, cuyas descripciones concuerdan en parte con las nuestras.
Delage, en sus magistrales estudios sobre físico-química celu-
lar, llegó a la conclusión de que todas las formaciones de la célula
responden a estados de equilibrio de los coloides que la integran, y
Pensa, en sus investigaciones sobre el aparato de Golgi, sostiene
de igual modo que el aparato reticular corresponde a determinadas
(1) Sánchez y Sánchez (M): Recherches sur le réseau endocellulaire
de Qolgi dans les cellules de Técorce du cervelet. Trab. del Lab. de
Inv. biológ. T. XIV. 1916.
DE HISTORIA NATURAL 379
substancias coloidales, cuyo equilibrio físico en el protoplasma está
realizado bajo la forma de filamentos anastomosados.
Muy recientemente (1922), Guilliermond y Mangenot, trabajan-
do con métodos muy distintos, llegan a la conclusión de que el apa-
rato de Golgi y el de Holmgren son superponibles, y que no res-
ponden sino a estados distintos de evolución del aparato vacuolar.
Nosotros pensamos que semejante comparación peca de atrevida
en las células vegetales; nadie realmente ha descrito el aparato de
Holmgren en dichos elementos, y dicha formación es distinta,
por su morfología, del aparato de Golgi. Lo es por su situación:
el aparato reticular es centrípeto, es decir, tiende a envolver al
núcleo, en tanto que el aparato de Holmgren es centrífugo, es de
cir, está situado en la periferia, inmediatamente debajo de la mem-
brana, siendo a modo de hendiduras del protoplasma periférico. De
aquí se deduce que en las células de escaso protoplasma no existe,
por falta de espacio, el aparato de Holmgren; en cambio, el de
Golgi es factor indispensable para la vida celular, y se le encuen-
tra en toda clase de elementos anatómicos, sea cualquiera el orga-
nismo estudiado.
Lo que escribió nuestro maestro Cajal en 1915 en relación con
la función del retículo protoplásmico podría afirmarse hoy mis-
mo, a pesar de los años transcurridos, ya que los numerosos inves-
tigadores que hemos abordado dicho tema no hemos hecho sino
comprobar las descripciones de Cajal en diferentes sujetos de es-
tudio.
La figura adjunta, copiada con gran detenimiento y fidelidad,
representa la formación reticular de las células del parénquima co-
tiledonar de Faba vulgaris; lo que llama, desde luego, la atención
es el espesamiento extraordinario de las trabéculas en determina-
das regiones del protoplasma circundantes del núcleo, no igualado
nunca por las formaciones trabeculares de las células animales.
El contenido de estas trabéculas es granujiento, seguramente
formado por lipoides y lecitinas, y capaz de experimentar numero-
sos cambios en relación con el quimisnio celular. De estas enormes
trabéculas, representadas en A, B, C y D, parten otras muy finas,
que a veces se anastomosan, dando lugar a elegantes retículos.
De los estudios de química celular verificados recientemente
(1921-1922) por Marinesco, Herwerden y nosotros, se deduce que
es necesario dar más importancia al protoplasma, en el metabolis-
mo celular, de la que se le otorgaba generalmente; los oxidones
380
boletín de la real sociedad española
específicos de la fecundación son elaborados en el protoplasma,
como lo prueba el hecho de no haber podido revelarlos en el nú-
cleo; en cambio, en los óvulos anucleados experimentalmente se
Fig. 1.— Aspecto del aparato reticular de Golgi en las células del pa-
rénquima cotiledonar de Faba vulgaris, impregnado con el método
de Achúcarro-Río Hortega (X 1.100).
observa una región perinuclear, que es fuente inagotable de fer-
mentos oxidativos, indispensables para la vida celular.
Esta región, ¿coincide con la situación del aparato de Golgi?
Tal pensamos por el momento, y brindamos la respuesta a otros
investigadores más capacitados que nosotros para resolver tan ar-
dua cuestión.
Un argumento de gran fuerza en pro de lo consignado es el
desarrollo tan grande que adquiere el aparato de Golgi en aque-
llas células que están sujetas a un proceso muy activo de oxida-
ción protoplásmica; la célula nerviosa y el óvulo son los mejores
ejemplos que pueden presentarse en defensa de dicha tesis, y el
DE HISTORIA NATURAL 381
hecho de carecer de aparato de Golgi las células avejentadas de
los tejidos vegetales.
Por lo demás, la idea de que el aparato de Golgi es un agente
muy importante en la elaboración de fermentos fué emitida por
Cajal al estudiar dicha formación protoplásmica en las más varia-
das células animales (1).
Sección bibliográfica.
Rodríguez y L. Neyra de Gorgot (EmiUo). — Tunicados existentes en
la colección del Laboratorio Biológico- Marino de Baleares.— Fauna
Balear —Boletín de Pescas, núms. 68 al 72. Madrid, 1922.
En este trabajo, cita el autor 34 especies de tunicados del archipié-
lago balear y del golfo de Valencia, dando al final de él una clave para
la determinación de las especies que en sus páginas se mencionan. El
trabajo del Sr. Neyra tendría, indudablemente, más valor, si hubiese
consultado la Memoria de Heiden (H.), Ascidiae agregatae und Asci-
diae compositae von der Insel Menorca, indispensable para abordar
el estudio de los tunicados de Baleares, y que el autor no menciona en
la lista bibliográfica que publica al final de su trabajo.— E. Rioja.
Levainville {].).— Les gisements de potasse de la Catalogne. Ann.
Geographie, t. XXX, p. 396-399. París, 1921.
Descripción sumaria de los yacimientos de Cardona, Suria y Villa-
nova de la Aguda, de desigual importancia desde el punto de vista de la
riqueza en potasa. Capas potentes de sal gema, fuertemente plegadas,
aparecen recubiertas por depósitos oligocenos de aspecto mucho más
tranquilo. Unos las consideran como triásicas y otros como eocenas. En
VillanoVa, los sondeos han revelado la presencia de dos capas de 3 me-
tros de espesor de carnalita con 12 por 100 de potasa, y un poco más
abajo dos capas de unos 2 metros de sylvinita con un 20 por 100 de
potasa.
Se está en un período activo de investigación. La exploración resul-
ta difícil por el aislamiento de la región. — L. Mengaud. (Traducido de
la /Per. de Géologie et des sciences connexes , troisémeannée, n. 1.)
(1) Cajal (S. R.): Algunas variaciones morfológicas y fisiológicas
del aparato reticular de Golgi. Trab. del Lab. de Inv. biológ. T. XIII.
1914.
382 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Moróder Sala {E.).— Indicación de las plantas sobre las cuales viven
algunos Coleópteros de la región valenciana. An. Inst. Gen. y
Técn. Valencia, Vol. VIII. 1921.
Se descuida bastante, en general, por los entomólogos el dato refe-
rente a la planta en que los insectos son cogidos. Hay grupos en que
ello es poco interesante, pero en otros muchos es útilísimo, tanto por-
que con él se puede hallar el insecto como porque esa relación puede
dar lugar a formar juicio sobre las enfermedades de las plantas.
En este trabajo se citan 83 especies de coleópteros y 81 de plantas,
y hay dos listas inversas, esto es, una de insectos, agrupados por fami-
lias, sefíalando la planta en que se hallan y la localidad, y la segunda,
por familias de plantas, con los insectos hallados sobre cada una.— José
M.* DUSMET.
Navas (P.L.).— Efemerópteros nuevos o poco conocidos. Bol. Soc.
Entom. de España, t. V, núms. 3-4. Zaragoza, 1922.
Entre las ocho especies nuevas, la Rhithrogena lo^olaea es de Es-
paña, hallada en Puig Hospitalet, Ull de Ter (Gerona), por el Sr. Co-
dina.— José M.'' Dusmet.
Fuente (J. M.* de la). —Catálogo sistemático - geográfico de los Co-
leópteros observados en la Península ibérica, Pirineos y Baleares,
Bol. Soc. Entom. España, t. V. Zaragoza, 1922.
Continúa en casi todos los números la publicación de este útil Catá-
logo. En el número 5 del tomo V (mayo 1922) alcanza la cifra de 202
géneros y 1.401 especies, con el Dolicaon illyricus. —josú M.* Dusmet.
Hustache (k.).-Un nuevo Peritelus de España. (Col. Curculionidae).
An. Inst. Gen. y Técn. Valencia, vol. VIII. 1921.
Esta nueva especie fué cazada en Játiva, sobre Coronilla júncea,
por el Sr. Moróder (E.).— José M.^ Dusmet.
Rebel (Proí. ).—Lepídopferen von den Kanarischen Inseln. Verhandl.
k. k. zool.-bot. Qesellsch. Wien, t. LXIV, cuads. 5 y 6, 1914. Ver-
sammlung der Sekt. für Lepidopt.
Cuatro especies nuevas: Hadena (Criujr) usurpatrix, Acidalia
charitata, Tephroclystia (Gymnoscelis) Schulzi y Consíantia indi-
natalis. Aunque publicado hace ocho años, creo que este trabajo no
debe aún ser conocido por los lepidopterólogos españoles, por haberse
recibido ahora los tomos de esta revista correspondientes a todos los
años de la guerra.— José M.* Dusmet.
DE HISTORIA NATURAL 385
Rebel (Prof.)- — Beschreibung einer Anzahl neuer Mikrolepidop-
íerenarten oiis der Familie der Gelechiiden. Verhandl. k. k. zool.-
bot. Gesellsch. Wien, t. LXVII, cuads. 1 y 2, 1917. Versammlung
der Sekt. für Lepidopt.
Entre las nuevas especies están Symmoca hispanella, de Sierra de
Espuña (Murcia) (Korb!, 1909), 5". pleostigmella, de igual procedencia,
5. sericeella, que, además de hallarse con las anteriores, es también
de Portugal y Túnez, y Plearota albarracina, de Albarracín (Korb!).
José M.* Dusmet.
Bernhauer (M.)-— A^ese StaphYliniden des tropischen Afrika. Ver-
handl. k. k. zool.-bot. Gesellsch. Wien, t. LXV, cuads. 7 y 8, 1915.
Entre numerosas especies nuevas, hay Varias de Fernando Póo.—
José M.'' Dusmet.
Bernhauer (M.).— Neue Quedíus- Arfen der palciarktischen Fauna.
Verhandl. k. k. zool-bot. Gesellsch. Wien, t. LXVIII, 1918.
Entre otras especies hay el Quedius (Raphirus) asturicus t.. sp,,
próximo ai boops var. brevipennis. Se ha descrito sobre un antiguo
ejemplar, de Asturias (Reitter) y otros muchos de Caboalles y Caneas,
también en Asturias (Hummier!).— José M.^ Dusmet.
Navas (L.). — Perlodes Cadevalli n. sp. Arxiu Centre Excurs. de Ta-
rrasa, 1922, p. 39.
Cazado en Nuria (Gerona) por D. José M.* Más de Xaxars.— José
M.* Dusmet.
Kr'xesche {R.).— Zar Kenntniss der afrikanischen Cladognathinen.
(Col. Lucan.). Mitt. Zool. Mus., t. IX, cuad. 2. Berlín, 1919.
El Prosopocoilus Kuntzeni sp. n. fué hallado en Guinea Española y
Camarón.— José M.* Dusmet.
Kolbe (H.) und Grouvelle (A.). — Ueber die clavicornen Coleopteren
von SpanischGuinea. Mitt. Zool. Mus., t, IX, cuad. 2. Berlín, 1919.
Después de consideraciones sobre distribución geográfica, y de una
numerosa lista, por Kolbe, se describen 26 especies, casi todas de Gui-
nea española, por Grouvelle.— José M.* Dusmet.
Becker (Th.)- — Neue Dipferen meiner Sammlung. Mitt. Zool. Mus.,
t. X, cuad. 1. Berlín, 1921.
Trabajo importante, de 93 páginas, con numerosas especies nuevas.
Entre ellas están: Syrphus posticatus, tipo, 1 $ de España (Dr. Ca-
brera Díaz), sin más datos; Eumerus pauper, sobre dos ejemplares de
España; Chrysotoxum latifasciatum, sobre una ? de España, y Chr.
gracile, sobre un cf de España.— José M." Dusmet.
384 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Enderlein (G.). — Ueber die phyletisch alteren Stratiomyiidensubfami-
lien. Mitt. Zool. Mus., t. X, cuad. 1, Berlín, 1921.
En las 63 páginas se describen muchas nuevas especies, entre ellas
Xylomiña mibíla , de Andalucía (tipo 1 (^, cazado por Staudinger) y
Allognosta Tessmanni, de Guinea española (tipo 1 $, cogida por
G. Tessmann).— José M.* Dusmet.
Grünberg (K.) — Zoologische Ergebnisse der Expedition des H. G.
Tessmann nach Südkamerun und Spanisch- Guinea. Mitt. Zool.
Mus., t. VIII, cuad. 1. Berlín, 1915.
Aunque impreso hace siete años, creo que este cuaderno no se ha
conocido hasta ahora en España, y por eso llamo la atención sobre un
trabajo en que se describen 13 especies nuevas de nuestra colonia y
los nuevos géneros Platynomorpha, Argyrobrithes, Psapharomys, Her-
metiominma, Paraptecticns y Sagaricera.— José M.^ Dusmet.
Sánchez y Sánchez (D.).- Sobre la existencia de un aparato táctil en
los ojos compuestos de las abejas. Trab. Lab. Invest. Biol. Univ. Ma-
drid, t. XVIII, fase. 4.° Madrid, 1921.
Entre los numerosos y notables estudios que Ramón Cajal y sus dis-
cípulos están continuamente publicando, ha habido bastantes sobre in-
sectos, varios de ellos debidos al autor del que ahora citamos. El tema
de éste es muy interesante. Son bastantes los insectos que tienen pe-
los en los ojos compuestos. ¿Cuál es su objeto? Ya se había indicado
que acaso fuesen un aparato táctil. El Sr. Sánchez, en un minucioso es-
tudio de 38 páginas, con siete grabados, explica sus investigaciones y
los diversos procedimientos técnicos usados. Como consideraciones
finales, apunta que estos pelos de Apis mellifica (así como en los otros
insectos que los poseen) constituyen un aparato táctil que, lógicamente,
es de suponer que les sirve especialmente para los trabajos frecuentes
y delicados que realizan en la obscuridad, evitando que los ojos se em-
badurnen con la miel y cera, lo que les privaría de la vista perspicaz
que necesitan en seguida para sus rápidos y largos vuelos de recolec-
ción. Y aun sin ser en la obscuridad, las abejas y otros insectos utiliza-
rán ese tacto para defensa de las córneas, cuando, muy cerca de algún
objeto, no pueden verle, por no formarse ya la imagen.
Con referencia a Phillips, dice que las abejas se frotan y limpian los
ojos al salir de la colmena, lo que hace que los individuos viejos hayan
perdido muchos pelos de sus córneas.— José M.^ Dusmet.
Sesión del 8 de noviembre de 1922.
PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCÍA MERCET
El Secretario lee el acta de la sesión anterior, que es apro-
bada.
Presentaciones.— Es propuesto por el Secretario, para su ad-
misión como socio de número, D. Antonio Pérez Robles, y por el
Sr. Río-Hortega, D. Carlos Blanco Soler, Médico.
Comunicaciones.— El Secretario lee una comunicación del
Comité de Organización del Congreso Internacional de Geografía
y Etnología que ha de celebrarse en el Cairo en el año 1925, invi-
tando a la Sociedad, y a sus miembros en particular, a adherirse
o tomar parte en el mismo, y anunciando el envío de circulares que
indicarán oportunamente la fecha exacta de dicho Congreso y de-
más detalles relativos al mismo.
Asuntos varios.— El Sr. de Buen (D. Sadí), en contestación
al Sr. Caballero, y en nombre del Dr. Pittaluga y en el suyo pro-
pio, notifica que se ponen con mucho gusto en relación con dicho
señor para estudiar el problema de la Chara como destructora de
larvas de mosquito. Además, el Sr. de Buen promete gestionar de
las autoridades sanitarias el que se verifique una experiencia en
grande en una zona palúdica, para aquilatar exactamente el valor
de la Chara en la profilaxia del paludismo, y asegura que sus ges-
tiones serán recibidas con simpatía.
Por último, el Sr. de Buen aprovecha el momento para indicar
que en la campaña antipalúdica de este verano ha tenido ocasión
de ver un nuevo caso de Hymcnolepis nana en Cáceres (locali-
dad, Navalmoral de la Mata, en una niña); de encontrar por prime-
ra vez el protozoo productor del kala-azar infantil en niños de las
provincias de Cáceres y Toledo, y por primera vez en España, y
en el pueblo de Berrocalejo (Cáceres), un pequeño foco de fiebre
recurrente de Spirochaeta o Spiroschaudinnia recurrentis (Le-
bert, 1874), protozoo conocido corrientemente con el nombre de
Tomo xxii.— Noviembre, 1922. 25
386 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
espiroqueta de Obermaier. A disposición de sus consocios tiene
preparaciones en depósito en los laboratorios de Parasitología de
la Facultad de Alfonso XIII.
Después de unas breves explicaciones mutuas entre los señores
Caballero y de Buen, el Presidente felicita a ambos, y opina debe
felicitarse la Sociedad por la forma satisfactoria en que se ha re-
suelto su aparente discrepancia de criterio.
—El Vicesecretario hace presente a sus consocios que, a partir
del número de noviembre del Boletín, y como consecuencia de las
nuevas bases establecidas por los obreros tipógrafos, el coste de
las publicaciones de la Sociedad resultará recargado en un 20
por 100, lo que deben tener en cuenta los autores de los trabajos
que en adelante se presenten, para reducirlos en lo posible y con-
cretarlos a aquello que juzguen realmente importante.
—El Sr. Ferrando, después de saludar a los concurrentes en
nombre de los consocios de la Sección de Zaragoza, manifiesta lo
siguiente:
Que ha reconocido en el cauce del río Aguas, término de Mone-
va (provincia de Zaragoza), limitante ya con la de Teruel, un yaci-
miento fosilífero de facies, al parecer, lacustre, con moluscos gas-
trópodos, principalmente Potámides, y restos carbonosos, todo
ello de aspecto análogo a las formaciones descritas como induda-
blemente oligocenas por M. Larrazet en la provincia de Burgos.
Este nuevo yacimiento oligoceno, puesto al descubierto por la ero-
sión en un barranco de la ribera derecha del referido río Aguas, pu-
diera considerarse como una ventana que permite observar la for-
mación oligocena subyacente, recubierta por el mioceno en la ma-
yor parte de la superficie del valle del Ebro.
—El Sr. Hernández-Pacheco (D. Eduardo), manifiesta el inte-
rés que tiene la comunicación del Sr. Ferrando, por cuanto contri-
buye a aclarar la obscura cuestión de la edad del terciario de la
cuenca del Ebro, pues la existencia de la nueva localidad de oligo-
ceno de facies de marisma permite suponer que el mar oligoceno
se extendería de un extremo a otro de lo que es actualmente de-
presión del Ebro, por la zona derecha de la cuenca, mientras que
los yacimientos conocidos con fauna de mamíferos oligocenos indi-
can la existencia de tierras emergidas hacia el E. Sobre estos
yacimientos se extenderían, ocupando la mayor parte de la depre-
sión, el mioceno continental por la parte S. de las provincias de
Huesca y Lérida y N. de la de Zaragoza. La erosión, abriendo ven -
DE HISTORIA NATURAL 387
tanas en algunos sitios, dejaría ver el subestrato oligoceno como
el señalado por nuestro consocio el profesor Ferrando.
— El Sr. Maynar propone a la Sociedad que tome a su cargo
los trabajos de organización de los mapas íenológicos de España,
en la seguridad de que la Sociedad es el único organismo en la
Península que estaría capacitado para realizar esta labor, por
el número de socios repartidos por toda España, y, sobre todo,
porque, teniendo todos ellos los conocimientos necesarios para tal
empresa, podrían, por adjudicación voluntaria, tomar a su cargo
un sector. Pusoa disposición de la Sociedad, como base de pro-
yecto para la organización en España, los datos comunicados ama-
blemente por el profesor Werth, de Dahlem, y su colaboración per-
sonal.
El Presidente contestó al Sr. Maynar que, aunque la idea es
desde luego plausible, nada puede resolverse de momento, por ser
preciso tratar este asunto en Junta directiva antes de llevarlo a
sesión ordinaria.
Trabajos presentados. — El Vicesecretario entrega un trabajo
del Sr. Rodríguez López-Neyra, titulado Notas helmintológicas,
4.^ serie; el Sr. Sánchez y Sánchez (D. Manuel), una Contribu-
ción al estudio histofisiológico del tegumento de las semillas,
y el Sr. Jiménez de Cisneros remite una nota titulada El gran de-
pósito de fósiles liásicos en el Cerro de la Campana.
Secciones.— La de Valencia celebró sesión el 26 de octubre
en el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del profe-
sor Moróte.
El Presidente propone para socio numerario a la Escuela Nor-
mal de Maestras, y el Secretario, a D. José Ventura González,
licenciado en Ciencias y profesor auxiliar del Instituto.
El Sr. Pardo presenta, en nombre de D. Carlos Pau, una co-
municación titulada Delphinium mauritanicum Cosson, especie
nueva para la flora de Europa.
El Sr. Boscá (E.) pide conste en acta la satisfacción de la
Sección por el homenaje dedicado por el Municipio de Gandía a la
memoria del ilustre geólogo P. Leandro Calvo, y así se acuerda.
El Sr. Boscá (A.) habla de una correría realizada por la Sierra
Mariola, llamando la atención sobre el hecho de que se conservan
en sus alturas algunos grupos de tejos.
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Trabajos presentados.
Sistema de las especies del género Asida
de la Penísuía Ibérica
Subgén. Glabrasida Esc. I."" nota.
por
Manuel M. de la Escalera.
Las Glabrasida españolas y las africanas están íntimamente
ligadas, así como las insulares G. ibicensis P. Are. y G. depres-
sa Sol.; sin embargo, el protórax de las españolas es constante-
mente punteado en la cara dorsal, sin granulos, excepto en algunas
especies del S., donde se indican apenas, al paso que en las afri-
canas las hay del tipo de las españolas de protórax punteado al
lado de otras con granulos en la cara dorsal protorácica, tipo
genuinamente africano, éste, que es predominante en el NO. de
África, y que lo liga por este carácter a las Mach ¡asida, que no
tienen ningún representante en España.
Dentro de las Glabrasida españolas, existen cinco ramas.
Las de la Sección I, que llamo tricostatae, de disco protorácico
con puntos redondos, aislados, con las márgenes granulosas; élitros
con tres costillas vagas más o menos anchas y granulos en los
espacios intercostales, y más en los húmeros, estando confinada
esta Sección en el S. de España, sin pasar del estuario del Gua-
dalquivir ni llegar a la meseta manchega, siendo su tipo G. elon-
gataSo\.
Las de la Sección II, las incostnlatae, tipo G. laevis Sol., que
habitan el SE. de la Península, y, corriéndose a lo largo del litoral
Mediterráneo, llegan a Cataluña; sin costillas en los élitros, éstos
punteados y nunca granulosos y puntuación discal protorácica re-
donda y aislada, y márgenes punteadas.
La Sección III, confinada en el N. y región Centro-Oriental de
la Península, mis pluricostulatae, llegan por el E. al Mediterrá-
neo a través de las incostulatae; pueblan la meseta manchega,
donde conviven con las de la Sección IV, costulatae, la cruzan y
DE HISTORIA NATURAL 389
llegan por el SE. al solar de las tricostatae, pero sin lanzar nin-
guna especie al Occidente ni descender al Guadalquivir; \asplu-
ricostulatae, de costillas elitrales múltiples, siete generalmen-
te, tienen puntuación discal protorácica redonda, por lo general,
y densa y élitros granujientos. Son de dos tipos, G. Zapateri
P. Are. y G. terolensis niihi.
La Sección IV, costulatae, en las que la puntuación protorá-
cica es confluente, cincelada y otras veces redonda, presenta al
menos tendencia costiforme en los élitros, más o menos, pero siem-
pre granulosos o granujientos por entero o mezclados con alguna
puntuación redonda cerca de la base y al largo de la sutura, gene-
ralmente a base de cuatro costillas bien definidas, y aun alguna su-
plementaria. Son tipos G. Goudoti Sol., G. gigas Duf., G. castel-
lana Graells, y pueblan el Centro, Sur y Poniente de España.
La Sección V , punctiilatae, con protórax de puntos redondos
fuertes y élitros igualmente grosera y espaciadamente punteados
y que a veces se hacen granujientos, ligándose a las costulatae,
tienen pelos en los élitros aislados (G. punctipennis P. Are), y
arrugas costiformes vagas. Viven las de este grupo en Extremadu-
ra y Huelva.
Sección I: tricostatae.
Protórax punteado, con los puntos del disco redondos, gene-
ralmente pequeños y espaciados, con granulillos sobre los ángulos
posteriores protorácicos en algún caso, y siempre con las márgenes
granulosas, brotando los granulos de una fosilla, de un fondo rugo-
so o de una superficie lisa.
Élitros costiformes, a base de tres costillas lisas, jamás cuatro,
anchas o estrechas, y por lo general poco realzadas, a veces con
sólo dos aparentes en el cT y otras con las tres apenas distintas en
los dos sexos.
1 (2) Con granulillos sobre los ángulos protorácicos y sobre las
márgenes, naciendo de un fondo liso; élitros con tres costillas lisas
bien realzadas, con puntos redondos dispersos sobre ellas, granu-
losos en los valles y los granulos más gruesos y más distanciados
sobre los húmeros que en el resto del órgano.. G. Boscai sp. nov.
Long. 13 mm.
Loe. Liria (Boscá), 1 cT en Museo de Madrid.
2 (1) Sin granulillos sobre los ángulos posteriores, pero siem-
pre sobre las márgenes, naciendo de fosillas o de un fondo liso.
390 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
5(12) Qranulillos de las márgenes muy menudos, brotando de
fosillas.
4 (5) Lados del protórax paralelos desde la base hasta el me-
dio; sus ángulos posteriores poco prolongados hacia atrás y poco
agudos; puntuación del disco fina y poco contigua, y su superficie
casi plana o poco convexa en el c? y algo menos en la $; las már-
genes anchas explanadas y poco levantadas; élitros con dos cos-
tillas dorsales finas en el ^, poco realzadas y una lateral corta y
casi indistinta en ese sexo; pero algo más salientes todas tres en
la 5; granulación menuda y aislada, visible en la mitad final de los
élitros, lados y húmeros, nula en la parte anterior de ellos y junto
a la sutura; los granulillos, brotando del fondo alutáceo y brillante
en el cf y en la $, que los tiene ligeramente más gruesos, inva-
diendo más el dorso G. íbicensis P. Are. (1).
Long. 15 a 18 mm.
Loe. Ibiza (Pérez Arcas), en Museo de Madrid.
5 (4) Lados del protórax no paralelos en su primer tercio.
6 (11) Lados del protórax redondeados; sus ángulos posteriores
entrantes.
7 (10) Élitros con dos o tres costillas anchas, vagas, poco real-
zadas, pero bien destacadas sobre el fondo mate.
8 (9) Disco protorácico aplanado o al menos poco globoso, y
espaciadamente punteado; márgenes más explanadas, a veces cor-
tantes y no levantadas; élitros con dos o tres costillas lisas y va-
gas, siendo las dorsales, cuando hay tres, más marcadas que la
lateral, sobre todo en el (f , y estando generalmente tan aparente
en éste como aquéllas en la ?; granulación de los valles, si bien
menuda, muy visible sobre el fondo mate de los élitros
G. elongata Sol. (A. Amori P. Are, A. laevigata Ramb.).
Long. 12 a 15 mm.
Loe. Bobadilla, Puente Genil, Alcalá de los Panaderos,
Rute, Lucena, Osuna, Bujalance (Escalera), Espejo, Roda de
Espejo, Jerez (Pérez Arcas), en Museo de Madrid.
9(8) Disco protorácico globoso, contigua y densamente pun-
teado con puntos pequeños; márgenes gruesas y no cortantes, le-
vantadas; élitros con dos costillas dorsales lisas, vagas y anchas y
(1) Esta especie, completamente válida, no tiene nada que ver con
A. depressa Sol., que pertenece a otra Sección, por sus élitros pun-
teados sin granulación alguna.
DE HISTORIA NATURAL 391
con la lateral indistinta; granulación de los valles menuda y poco
señalada G. granadina sp. nov.
Long. 12 mm. Loe. Granada (Escalera), en Museo de Madrid.
10 (7) Élitros con tres costillas anchas y realzadas, con pubes-
cencia plateada densa, no muy corta y caediza en los valles, que
les da el aspecto de nevados, y donde no existe, con granulosidad
finísima y sumamente contigua y mate, de la que se destacan, en
los bordes y húmeros, granulillos mayores; protórax de lados muy
curvos, de ángulos posteriores entrantes, muy poco prolongados
hacia atrás, apenas agudos, más bien rectos y aun obtusos en al-
gún caso; puntuación protorácica muy fina y dispersa; márgenes
moderadas y recogidas en el cT y menos levantadas en la ?, y en
ambos sexos de bordes finos . G. Ardoisi sp. nov.
Long. 12 a 14 mm.
Loe. Galera (Ardois), en Museo de Madrid.
11 (6) Lados del protórax no redondeados en su tercio poste-
rior; con los ángulos posteriores salientes divergentes; élitros con
dos o tres costillas vagas, estrechas y poco realzadas, sin destacar-
se mucho del fondo poco mate; puntuación discal protorácica fuer-
te, redonda y contigua, acercándose la puntuación a la de las es-
pecies del grupo costulatae; las márgenes anchas y poco levanta-
das, con el reborde liso, grueso en sus dos tercios anteriores y
amenguados hasta hacerse cortante en el tercio basal, con los án-
gulos posteriores divergentes; granulación elitral de los valles me-
nuda y poco distinta G. ¡nsularis sp. nov.
Long. 11 a 14 mm.
Loe. Isla de las Palomas en Tarifa (Escalera), en Museo
de Madrid.
12 (3) Granulillos de las márgenes brotando de un fondo liso;
especie muy pequeña, poco convexa en el rf y algo más en la ?;
márgenes protorácicas comparativamente estrechas y poco levan-
tadas, muy delgadas, traslúcidas y de bordes finos y cortantes;
disco con puntuación finísima y superficial, aislada; élitros corta-
mente ovales a veces, con vestigios de tres pliegues costiformes
vagos y superficie con granulillos sumamente menudos, aislados,
inapreciables sin fuerte aumento. Sin similar entre las españolas y
morfológicamente al lado de G. subgracilis Esc, de Chafarinas,
y G. políticollis Fairm., de Argelia G. gracilís All.
Long. 9 a 11 mm.
Loe. Almería (Escalera), en Museo de Madrid.
392 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Dos ascensiones a la Sierra del Algayat
por
Daniel Jiménez de Cisneros.
La porción occidental de la provincia de Alicante se termina >
lindando con el término de Abanilla (Murcia), en una alta montaña,
que se levanta sobre las que la rodean de tal manera, que su cum-
bre se divisa desde alta mar, a pesar de la distancia que la separa
de la costa. El Algayat, que así se llama, forma el extremo de una
pequeña cadena que, empezando en el Cerro del Rollo, bien cono-
cido por los mármoles rojos que desde tiempo inmemorial se bene-
fician, continuándose con el Cerro de la Cava y la Peña de la
Mina, punto de mayor elevación, aunque muy pocos metros más,
termina en el que nos ocupa. Dos puertos o gargantas permiten el
paso a través de la cadena, aunque sus descensos hacia el S. son
estrechísimas y peligrosas sendas. El primero, entre la Cava y la
Peña de la Mina, es llamado de las Muías, y el segundo, recorrido
por mí en el año 1914, entre la Peña de la Mina y el Algayat, con
descenso muy peligroso, es el Collado Hondo. Los dos exceden de
900 m. de altitud.
La recta que une los puntos culminantes está orientada N.87°E.
a S.87°W., es decir, próximamente de E. a W.; pero el Algayat
presenta ramificaciones o estribos, siendo el más notable el que se
dirige al NNW-, dividido en dos por un surco profundo formado por
una falla (?), que lo corta a lo largo, para terminar en dos gruesos
promontorios rocosos, a modo de escalón, primer paso para subir
al Algayat. El surco forma el Barranc fort, de rápida pendiente.
Este largo estribo forma con la dirección de la Sierra un ángulo
de unos 110°, próximamente. Las depresiones allí encerradas for-
man un bello paisaje: la Umbría del Algayat, casi toda ella culti-
vada.
Al W. forma la montaña otros estribos, aunque mucho más cor-
tos, y entre ellos, contando de N. a S., se hallan los barrancos de
la Calera, del Salt y de la Zarza, este último con un sendero que
sube hasta cerca de la cumbre, y los dos primeros, notables por
los yacimientos de Lías alpino que contienen, con fósiles muy abun-
dantes, ya citados en otro lugar.
DE HISTORIA NATURAL 395-
Estos datos sucintos se han hecho precisos para formarse idea
de la región visitada y para relatar nuestras dos excursiones. No
es ciertamente una cosa extraordinaria, pero sí digna de ser visi-
tada, porque permite el conocimiento de la orografía de la región,
desde la Sierra de Espuña, junto a Totana, hasta la Sierra Helada,
de Altea. La costa se percibe claramente y se extiende desde Cabo
Albir a Cabo de Palos.
Hicimos la primera excursión el 9 de agosto, a las doce de la
noche, aprovechando la claridad de la luna llena. Nos dirigimos
primero al Cerro de Bartolo, que así llaman al escalón en que ter-
mina el brazo occidental de que antes he hecho mención. La pen-
diente se va acentuando a medida que se sube, llegando a 26° ha-
cia la mitad, terminando en enormes rocas, a las que seasciende con
ayuda de las manos. Como teníamos tiempo de sobra, hicimos fre-
cuentes descansos y llegamos a vencer este primer escalón (715
metros) cerca de las dos de la madrugada. Nos guiaba el médico
D. Trinitario Navarro Mira, muy conocedor de esta Sierra, y nos
acompañaban el limo. Sr. D.José Cerda, Arcediano déla Cate-
dral de Cuenca; su sobrino D. Jenaro, y el joven D. Enrique Al-
bert Romero, agilísimo alpinista, que, tanto en las ascensiones como
en la busca de fósiles, nos ha sido de suma utilidad (1).
El camino que seguimos después forma un pequeño zig-zag,para
acomodarse a la cuerda de la Sierra, subiendo en suave pendiente
una gran parce de él. A las tres de la madrugada entramos en un
bosquecillo (880 m.) de pinos, carrascas, enebros y lentiscos, que,
a la luz de la luna, producía el más bello efecto. Clareaba el día
cuando llegamos a la base del cono final (970 m.), y por rápida
pendiente subimos hasta un pequeño collado con abundancia de ca-
rrascas (1.060 m.), y pocos metros más arriba, se llega a la cum-
bre (L075m.).
Tomé allí muchos ángulos con la brújula y traté de obtener fo-
tografías, que un descuido imperdonable volvió inútiles. Descendi-
mos por el centro del Barranc fort, y a las diez y media de la ma-
ñana llegamos al poblado. Se encontraron calizas blancas ceroides,
con gastrópodos liásicos en la cumbre. En el Barranc fort, Ammo-
(1) Al Sr. Albert, a quien cito aquí para demostrarle mi agradeci-
miento, se debe el encuentro del yacimiento fosilífero del Cerro de
Ayala, que hace muchos meses descubrió, amojonándolo con gruesas
piedras, para poder encontrarlo después.
594 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
nites de la zona del Harpoceras Algovianum, con una fauna igual
a la encontrada en la Sierra de Michavila, de que ya di cuenta a
nuestra Sociedad.
El percance sufrido en la primera ascensión, que volvió inútiles
las fotografías, me hizo volver a subir, si bien por sitio distinto,
aprovechando un camino vecinal, que nos permitió ganar más de
100 m. en carruaje y empezar la excursión desde el pie mismo de
la Sierra. Organizaron el paseo los Sres. de Roca de Togores
(D. Luis y D. Bernardino), y nos acompañaron el cura párroco, don
José García, y el infatigable D. Enrique Albert, sirviéndonos de
guías D. José Sánchez Rico, muy conocedor de la Sierra, y el
guarda del monte Pedro Lucas, que nos prestaron gran servicio.
Salimos el 15 de septiembre último, a las siete de la mañana, con
un viento muy fresco del N., que, afortunadamente, fué amainan-
do. Dejamos el carruaje a 665 m., en la llamada Casa de Aurelio,
limpia y elegante casa de campo, en donde se nos surtió de cuanto
necesitamos, y dirigiéndonos en seguida hacia el estribo peñasco-
so del E., comenzamos nuestra ascensión, percibiendo desde aque-
llas alturas paisajes de gran belleza. Teníamos que subir un esca-
lón aún más pendiente y largo que el del Cerro de Bartolo, coro-
nado por enormes cortes de roca semejantes a grandes torreones.
Sólo por un estrecho portillo es accesible, y dirigiéndose a él algu-
nos de mis compañeros, más ágiles y fuertes, subieron prontamente
aquella altura. Los demás llegamos a las diez y media de la ma-
ñana, encontrándonos frente al bosquecillo de que hablé en la pri-
mera excursión, es decir, a 880 m. de altitud, separándonos el pro-
fundo foso que forma el Barranc fort. Deteniéndonos mucho por
causas imprevistas, llegamos a la cumbre poco después de las doce.
Obtuve nuevas fotografías y se recogieron fósiles de la caliza
blanca ceroide. Se descendió a las tres y media muy lentamente,
para reconocer el terreno, y cerca de las cinco, los Sres. Roca de
Togores (D. Luis) y Albert dieron con un abundante depósito de
fósiles en la caliza roja de crinoides, de la que extrajimos muchas
especies. Aunque muy expuesto, el descenso se hizo por el mismo
sitio, y antes de la puesta del sol ocupamos el carruaje que nos
condujo a la Algueña.
Geología.— For Oolítico se han tenido la mayor parte de los
lugares arriba mencionados, pues el Lías no fué dado a conocer
hasta la nota que publiqué en 1912. Forma este último terreno todo
el Algayat y la Sierra que casi paralelamente corre unos tres kilo-
DE HISTORIA NATURAL 395
metros al N., conocida por la Solana del Algarejo, que desde el
Cerro de la Cruz de la Romana se extiende hasta el Puntal de la
Teja, a la vista de La Algueña. La faja de Lías se quiebra al ter-
minar el Algarejo y la pequeña loma del tomillo, tropezándose en
seguida con los estratos Nummulíticos, levantados en algunos pun-
tos hasta la vertical, y superiormente por una pequeña mancha del
Helveciense, en la que se abren las cuevas que sirven de domicilio
al NE. de la Algueña. En el Algayat comienza otra faja de Lías,
paralela a la anterior y desviada al W., entrando después en la
provincia de Murcia hasta pasada la Sierra de Quivas. Esta Sierra,
el Algarrobo, la Espada, la Sierra del Poste, la del Cantón y la
Moleta de Togores son todas liásicas, como otros puntos de me-
nos importancia, pertenecen todos a Murcia y su riqueza en fósiles
no desmerece de la de los yacimientos de Alicante. Bordean esta
gran faja el Nummulítico en la Balonca y la Fuente de la Zarza y
pequeños asomos de Malm y de Barremiense.
Paleontología .—'Ho siendo esta nota más que una breve rela-
ción de nuestras excursiones, me limito a términos generales. Todo
el Algayat es liásico alpino y las faunas son más antiguas a medi-
da que se camina hacia el S. por la ladera W., pues la estratifica-
ción, si bien cortada en muchos puntos, buza hacia el N. 38° E.,
con unos 18° de pendiente. Encuéntrase al pie de la llamada Peña
del Sol, roca tajada de N. a S., y que sirve en aquellos campos
para marcar la hora del mediodía, una riquísima fauna del Lotha-
ringiense, ya citada (este Boletín, junio 1920), y su continuación
se halla al N. del Algarejo, en donde aparecen los estratos del
gran sinclinal que forma. Hacia la mitad de la ladera W. del
Algayat aparecen (Barrancos del Salt y de la Zarza) las calizas
marmóreas rojas y moradas, de estructura semicristalina, con
fósiles análogos a los de la Espada, ya citados, aunque la fauna es
más pobre. Un equivalente, con una asombrosa fauna de Braquió-
podos y Cefalópodos, acabamos de encontrar en el cerrito de Aya-
la, y que será objeto de otra nota.
Todas estas formaciones tienen carácter de Pliensbachiense.
Finalmente, el barranco de la Calera y el Cerro de Bartolo pare-
cen o Pliensbachiense superior o la base del Doméñense, y su
continuación se halla en lo más alto de la sinclinal que forma el
Cerro de la Campana, último de nuestros encuentros de este
pasado verano. La cantidad de Braquiópodos, más en número que
€n especies, excede a toda ponderación. Hay capas de varios me-
596 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
tros formadas casi exclusivamente de ellos. En una breve excur-
sión hemos traído centenares de ellos, desechando los que tuvie-
ran una ligera imperfección.
El yacimiento del estribo E., encontrado al descender de la
Sierra, contiene especies del Lías inferior (Lotharingiense?), que
sólo una dislocación explica se encuentren en aquel punto. La es-
pecie clásica Pygope Aspasia Menegh., que allí es frecuente, al-
canza un tamaño muy pequeño, aunque se trata de formas adultas
(8—8—6 mm). Una Spiriferina brevirostris Opp., también de
reducido tamaño; Zeilleria Hierlatzica Opp., bastante abultada;
Rhynchonella plicatissima Quenst., Rh. curviceps Quenst., y
pocas especies más.
Calcidoideos nuevos de Francia
por
Ricardo García Mercet.
El profesor R. Poutiers, director del Insectarium que tiene
establecido en Mentón el Instituto de Investigaciones Agronómicas
de Francia, me ha remitido para estudio dos especies de microhi-
menópteros, obtenida la una como parásito dé la cochinilla //o -
wardia zamiae y, la otra, del microlepidóptero Lithocolletis pía-
tani. Efectuada la determinación de los parásitos de referencia,
los considero como no pertenecientes a especies hasta ahora co-
nocidas, y en vista de ello, procederé a describirlos en la presente
nota, indicando las familias y subfamilias a que cada uno pertenece.
Familia Eulófidos.
Subfamilia Tetrastiquinos.
Tetrastichodes platanellus nov. sp.
CkRACTEUES.— Hembra: Cuerpo de color amarillo de limón,
muy claro, con el pronoto, una mancha grande en la parte anterior
del escudo del mesonoto, otra en la base de las tégulas, el dorsi-
11o, el segmento medio, el mesosternón, el borde apical del tercer
segmento del abdomen y todo el segmento cuarto, verdoso metáli-
cos o broncíneos; vientre amarillo. Ojos y estemas de color rojo
DE HISTORIA NATURAL 397
obscuro. Antenas negruzcas, con el escapo blanco. Alas hialinas.
Patas, incluso las caderas, de color blanco.
Cabeza pequeña; frente más ancha que los ojos; estemas en
triángulo obtuso, los posteriores más separados entre sí que del
estema anterior, y tan distantes uno de otro como de las órbitas
internas; mejillas convergentes hacia la boca, tan largas como el
diámetro longitudinal de los ojos; éstos, lampiños; mandíbulas con
un diente interno agudo y una ancha truncadura anterior; palpos
maxilares y labiales uniarticulados, con una pestaña apical.
Antenas insertas al nivel del borde inferior de los ojos, compues-
tas de escapo, pedi-
celo, dos pequeñísi-
mos discos, funículo
de tres artejos y maza
triarticulac^a ; escapo
cilindroideo, tan lar-
go como el pedicelo
y el primer artejo del pjg_ i._Antena de retrasUchodes p!atan,e/!us Niercet
funículo reunidos; pe- (muy aumentada).
dicelo más largo que
ancho, ligeramente piriforme, con dos filas de pestañas gruesas,
una en la base y otra próxima al borde apical; artejos del funículo
más largos que anchos, con sensorios y pestañas largas aplicadas
sobre la superficie artejal, el segundo algo mayor que los otros dos;
maza más gruesa que el funículo, tan larga como los dos artejos
precedentes reunidos, con sensorios y abundantes pestañas, termi-
nada en una espina roma.
Dorso del tórax convexo, finísimamente reticulado-escamoso;
pronoto corto; escudo del mesonoto casi lampiño, entero, sin tra-
zas de surco central, con una fila de seis pestañitas a cada lado;
parápsides perfectamente diferenciadas, con una pestañita; escu-
dete algo más ancho que largo, fuertemente convexo, con cuatro
surcos longitudinales y cuatro pestañas largas; segmento medio
chagrinado-escamoso, desprovisto de quilla central.
Alas grandes, anchas; pestañas discales numerosas y apreta-
das; pestañas marginales cortas; nervio submarginal como la ter-
cera parte del marginal, poco mayor que el estigmático, con cinco
pestañitas en el dorso; nervio marginal muy largo; nervio estig-
mático de bordes paralelos, terminado en forma de cabeza de
pájaro, con ocho o diez pestañas y cuatro celulitas apicales.
398 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Patas delgadas; espolón de las tibias anteriores muy corto y
recto; espolón de las tibias intermedias más corto que el metatar-
80, éste algo menor que cualquiera de los tres artejos siguientes;
fémures posteriores lige -
ramente comprimidos y
más gruesos que los in-
termedios; tibias poste-
riores con un espolón;
metatarsos anteriores
más cortos que los del
segundo y tercer par.
Fig. 2.- Ala anterior áe Tetrasfichodesplafanellus Abdomen OVal, alar-
Mercet (muy aumentada). gado, tan largO COmO la
cabeza y el tórax reuni-
dos, estrechado en la base, bastante menos ancho que el tórax;
todos los segmentos de casi igual longitud; el quinto, sexto y sép-
timo más pestañosos que los precedentes. Oviscapto oculto.
Longitud del cuerpo 1 ,000
— del escapo 0,175
— del pedicelo 0,065
— del funículo 0,335
— de la maza 0,262
— de las alas anteriores 1,440
Anchura máxima de las mismas 0,756
Longitud de ¡as pestañas marginales 0,031
^(!Z¿?^í).— Desconocido.
Distribución geográfica.— Francia: Mentón.
Biología.— Parásito endófago de Lithocolletis platam.
Observaciones.— El estudio de este Eulófido me ha ofrecido
verdaderas dificultades. Se trata, indudablemente, de un tetrasti-
quino, como lo demuestran la no exacta correlación de los nervios
submarginal y marginal, la longitud del estigmático, la ausencia
del postmarginal y los surcos dorsalesdel escudete. Dentro de los
tetrasquinos, corresponde al grupo de géneros que carecen de sur-
co central en el escudo del mesonoto y presentan cuatro surcos
longitudinales en el escudete, la maza de las antenas triarticulada
y dos artejos anillos entre el pedicelo y el primer artejo del funícu-
lo. De los géneros así caracterizados, el Tetrastichodes (compues-
to, hasta ahora, de especies americanas, australianas y asiáticas)
DE HISTORIA NATURAL 399-
es el que mejor parece convenir al insecto descrito, por la confor-
mación del tórax, composición de las antenas y color del cuerpo
que ofrecen muchas de las especies que comprende.
Con el nombre de Cirrospilus vtttatits Walker se conoce des-
de antiguo un insecto que, por la coloración del cuerpo, pudiera
creerse corresponde a Tetrastichodes platanelliis. La descripción
de C. vittatus, publicada por Thompson en su Hymenoptera skan-
dinaviae, vol, V, pág. 201, deja lugar a dudas de si se tratará de
mi Tetrastichodes. Pero la descripción original de Walker (Annals
of Natural H/story, vol. I, pág. 308) aleja toda sospecha de que
su insecto sea la misma especie que el mío, puesto que le atribuye
caracteres antenales que no concuerdan de ningún modo con los
de Tetrastichodes platanellus. Por otra parte, éste no puede ser
considerado como un Cirrospilus, toda vez que presenta los ner-
vios submarginal y marginal unidos en la forma propia de los Te-
trastichus; las antenas, compuestas por el mismo número de arte-
jos que las de éstos, y el nervio postmarginal, nulo.
Familia Encírtidos .
Subfamilia Encirtinos.
Coccidencyrtus poutiersi nov. sp.
Caracteres. — //(?/;7¿>/'í7. — Cuerpo uniformemente de color
amarillento-tostado, con reflejos metálicos sobre la frente y el cen-
tro del escudo del mesonoto. Escapo amarillento; pedicelo, prime-
ro, segundo, tercero y cuarto artejos del funículo parduscos; quin-
to y sexto artejos blancos; maza negra. Alas anteriores ahumadas,
hialinas en la base, más fuertemente obscurecidas debajo del ner-
vio marginal, con una banda transversal, hialina, en la terminación
del nervio postmarginal; esta banda ligeramente interrumpida en el
centro. Alas posteriores hialinas. Patas amarillentas, más claras
que el cuerpo; tibias posteriores parduscas, excepto en el tercio
apical.
Cabeza casi lisa, tan ancha como el tórax; vértice y frente más
largos que anchos; ojos apenas pubescentes; mejillas tan largas
como el diámetro longitudinal de los ojos; mandíbulas con dos
dientes y una truncadura. Antenas cortas, insertas cerca de la
boca, separadas entre sí, en la base, por un espacio menor que la
anchura de la frente; escapo ligeramente comprimido, tan largo-
400 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
como los cinco primeros artejos del funículo reunidos; pedicelo
mayor que el artejo siguiente; primero, segundo y tercer artejos
4el funículo moniliformes; cuarto, quinto y sexto cilindroideos, un
poco más largos que anchos
V XXXV v^^,^-^.,^3.i,^í^,~rss*í^ y sucesiva y ligeramente más
anchos del cuarto al sexto;
maza oval-alargada, más grue-
sa que el funículo, tan larga
Fig. 3.-Antena de Coccídencrrfus poutiersi , r,,a+ro íirfpin<í nrprp-
Mercet, ? (muy aumentada). ^^^^ '0^ cuatro artejos prece-
dentes reunidos, con cuatro
sensorios en cada uno de los artejos que la constituyen, ligera-
mente truncada en el ápice.
Tórax cuadrado, robusto, ensanchado hacia su extremidad pos-
terior. Escudo del mesonoto casi liso, entero, sin trazas de surcos
parapsidales; axilas separadas entre sí;escudete chagrinado, ancho,
triangular; segmento medio cortísimo en el centro, lateralmente
muy desarrollado; mesopleuras lisas, apenas estriadas en el tercio
apical. Alas anteriores imperfectamente desarrolladas, tan largas
como el tórax, desprovistas de pestañas marginales; disco con gru-
pos de pestañas más gruesas, más largas y obscuras debajo del
nervio marginal y hacia la región que corresponde al centro del
nervio submarginal. Patas largas; espolón de las tibias intermedias
muy grueso, tan largo como el metatarso; tarsos intermedios fuer-
temente engrosados.
Abdomen oval-subtriangular, más estrecho que el tórax; lados
del último 'segmento retraídos hacia el ápice del tercio basilar.
Oviscapto apenas saliente.
Longitud del cuerpo 0,920
— del escapo 0,225
— del pedicelo 0,070
— dei funículo 0,270
— de la maza 0,215
Macho.— N[\iy diferente de la hembra. Cabeza y dorso del tó-
rax de color violado-metálico, apenas brillante; segmento medio
pardusco; pleuras violadas; abdomen violado-pardusco. Antenas
pardas. Alas hialinas. Patas anteriores e intermedias blanquecinas;
patas posteriores pardas. Frente algo más ancha que los ojos;
estemas en triángulo obtuso, los posteriores más distantes entre sí
que del estema anterior, separados de las órbitas internas por un
DE HISTORIA NATURAL 401
espacio poco mayor que el diámetro estemático; mejillas más lar-
gas que el diámetro longitudinal de los ojos. Antenas filiformes,
insertas hacia el centro de la cara; escapo algo más largo que el
primer artejo del funículo;
pedicelo piriforme, más lar- v^ \ \ \,\^ \
go que ancho; artejos del
funículo mucho más largos ^^^^' -^ \
que anchos, estrechados en- ■^'^ " ^ > ^ y '^
tre sí, más gruesos en el ^^
centro, con pestañas muy ^. , . ,
Fig. 4. — Antena de Coccidencvrtus poutiersi
largas dispuestas en dos Mercet, cT (muy aumentada).
verticilos; el quinto, el sex-
to y la maza, con algunos sensorios longitudinales; mgza lanceola-
da, abundantemente pestañosa.
Escudo del mesonoto apenas convexo, más ancho que largo,
finamente reticulado-escamoso, con algunas pestañitas obscuras;
axilas algo separadas entre sí; escudete plano, ancho, triangular,
chagrinado, mate, con pestañitas más largas que las del escudo.
Alas normales; nervio marginal casi puntiforme; nervio estigniático
en forma de cuña, con tres celulitas apicales; nervio postmarginal
más corto que el estigmatice; línea calva completa, fuertemente
ensanchada hacia la base; región basilar del disco, a partir de la
línea calva, apenas pestañosa, con cinco filas incompletas de pes-
tañas; región anterior del ala densamente pestañosa. Pestañas
marginales de las alas posteriores tan largas como la tercera parte
de la anchura máxima del disco. Trocánteres uniarticulados; cara
interna de los metatarsos intermedios con una doble fila de siete
espinitas romas; tibias posteriores con un espolón.
Abdomen triangular, más corto y más estrecho que el tórax;
superficie de los segmentos finamente reticulado-escamosa; lados
del último anillo retraídos hacia el ápice del tercio basilar de la
región.
Longitud del cuerpo 0,840
— del escapo 0,140
— del pedicelo 0,055
— del funículo 0,640
— de la maza 0,220
— de las alas anteriores 0,970
— de las alas posteriores 0,590
Anchura máxima de las mismas 0,150
Tomo xxii.— Noviembre, 1922. 26
402 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Distribución geográfica.— Francia: Mentón.
Biología.— Parásito de Howardia zamiae sobre Cfcas re-
voluta.
Observaciones.— Esta especie difiere bastante de los Cocci-
dencyrtiis que conozco; pero la incluyo en este género no sólo por
proceder de un Diaspino, sino por la conformación de las antenas,
tanto en el macho como en la hembra, y por los caracteres de los
nervios alares.
Notas heimintológioas.
(Cuarta serie.)
Con dos especies nuevas del género Allodapa
por
Carlos Rodríguez López-Neyra.
(Lámina VII.)
Desde la publicación de nuestra última nota sobre la fauna ver-
midiana ibérica (1), han aparecido en nuestro país varios trabajos
ocupándose de gusanos parásitos, y como ha sido siempre nuestro
propósito al redactar estas noticias reunir el mayor número de
datos referentes a la helmintología hispana, hasta ahora tan esca-
sísimamente estudiada, los iremos mencionando sucintamente al
estudiar cada una de las especies encontradas en la región grana-
dina, que seriaremos, según costumbre, por los animales en donde
viven parásitos.
Homo sapiens L.
Hymenolepis nana v. Siebold, 1852 (no v. Beneden, 1858=
Taenia aegyptiaca Bilharz, 1852, no Krabbe, 1869; Diplacanthus
/ZÍ7/Z//5 Weinland, 1858). Esta especie, morfológicamente igual al
H. frutera Stiles, \QG^=^Taenia murína Gmelin, 1790; Hymeno-
lepis nana, var. f ratera Stiles, 1906), parásita intestinal de las
ratas y otros múridos, ha sido establecida como distinta por Jo-
yeux («Cycle évolutif de quelques cestodes; recherches experi-
mentales, Supl. II Bull. Biol. France et Belgique, París, 1920,
páginas 117-172), comprobando que los huevos procedentes de los
(1) Bol. R. Soc. Esp. Hist. Nat. T. XX, 1920, págs. 75 90.
DE HISTORIA NATURAL 405
cestodes humanos, ingeridos por los múridos, no originan los cisti-
cercoides en las paredes intestinales, y, por consiguiente, no pro-
ducen los gusanos adultos, y del mismo modo, los huevos de los pa-
rásitos de las ratas tampoco prosiguen su evolución en el intestino
humano; así, aun cuando las diferencias morfológicas sean muy exi-
guas, las anotadas de orden biológico permiten considerarlas como
especies distintas, que, en su adaptación, aun no han llegado a dife-
renciarse grandemente por su forma.
Hemos hallado en dos heces fecales de niños de Granada hue-
vos correspondientes a la especie que nos ocupa, siguiendo la téc-
nica de Telemann Lima, ligeramente modificada por nosotros, y
que es como sigue: 1.°, se toman en distintos puntos de la mues-
tra cinco o seis porciones pequeñas de heces, procurando recoger,
si existen, trozos de membranillas blanquecinas, puntos hemorrá-
gicos, filamentos y masas blanquecinas, etc.; 2.°, dichas porciones
reunidas se diluyen en una pequeña cantidad de agua filtrada; 3.°,
el conjunto homogeneizado por agitación se cuela a través de una
tela metálica fina, comprimiendo el residuo que queda encima con
la cabeza aplanada de un agitador (1), lavando el sobrante no co-
lado con un chorrito fino de agua filtrada; 4.°, al líquido turbio ob-
tenido se le adiciona un volumen igual de éter sulfúrico, agitando
varias veces la mezcla; 5.°, este líquido se introduce en un tubo
cilindro-cónico y se somete a la centrifugación durante uno a dos
minutos, con lo cual se forman cuatro zonas superpuestas: la supe-
rior, de éter con grasas disueltas; la siguiente, formada por grasas,
substancias alimenticias y otros cuerpos sólidos en suspensión; la
tercera, de agua con corpúsculos disueltos y en suspensión, y la
última, o sea la del fondo, integrada por células vegetales, fibras
musculares, quistes y huevos de los parásitos intestinales (2); 6.°,
con una pipeta se toman de esta última zona unas gotas, extendién-
(1) Este proceder permite desgarrar el cuerpo de los nematodes, y
sobre todo los anillos de cestodes (ciclofilididos) cargados de huevos,
los cuales no se encontrarían en el residuo de centrifugación, pues ya
sabemos permanecen dentro del proglotis hasta la desintegración de él,
por no tener el útero comunicación con el exterior.
(2) Si la concentración de huevos no es suficiente aún, se puede se-
parar con una pipeta las tres primeras capas indicadas, adicionando
nueva cantidad de! líquido acuoso-etéreo, agitando para mezclar el re-
siduo del fondo con el líquido incorporado, y se Vuelve a repetir la
centrifugación del mismo modo.
404 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
doias sobre tres o cuatro portaobjetos; 7.^, protegidas por su co-
rrespondiente cubreobjetos, se llevan las preparaciones al micros-
copio, recorriéndolas en toda su extensión (1).
Distanciados de los portadores del parásito no pudimos conse-
guir los cestodes adultos que, seguramente, han de abundar para-
sitando a los niños de nuestro país, y buena prueba de ello es que
en Portugal, donde Bettencourt (1916, «Casos de infestacao pela
H. nana em Portugal)/, A. Méd. Contemp. T. 34, p. 193) y Paez
(1917, «Sur la fréquence des vers intestinaux chez les enfants de
Lisbonne», Arch. Inst. Bact. Cámara Pestaña. T. V, p. 17-27),
en Lisboa, y Machado (1916, «Helmintos e Protozoarios intestinaes
entre nos; contribucao para o seu estudo no Porto»), en Oporto,
han emprendido una investigación metódica de la fauna intestinal
humana, encontraron huevos del diminuto cestode en un tanto por
ciento bastante crecido (6,5 por 100).
Recientemente nos ha sido remitido por sus autores, los docto-
res S. de Buen y E. Luengo, una nota titulada «Un caso de H.
nana» (nota preliminar, El Siglo Médico, 1921), describiendo el
primer caso de parasitismo humano publicado en España, corres-
pondiente a una niña de dos años y medio, habitante en Talayuela
(Cáceres), obteniendo, merced a la oportuna medicación antihel-
míntica, los cestodes adultos. Esta primera observación, las nues-
tras y los datos referentes a Portugal nos permiten asegurar una
frecuencia grande de tal parasitosis, ignorada hasta ahora en Es-
paña, que ocasiona accidentes nerviosos graves y pertinaces du-
rante la infancia, casi siempre incurables, si no se logra averiguar
su origen por la investigación microscópica de las heces fecales y
el tratamiento vermífugo repetido, como exige el ciclo evolutivo
de la pequeña solitaria, que, como sabemos, puede efectuarse en el
mismo intestino del paciente donde se desarrollan los cisticercoi-
des a partir de huevos ingeridos, o los del mismo cestode habitan-
te en el intestino en un período de tres a cuatro días, y sus esco-
lex, rompiendo la vellosidad intestinal donde estaban enquistados,
quedan en libertad en la luz intestinal, alcanzando su completo
desarrollo al cabo de quince a treinta días.
De cuanto acabamos de decir se deduce que sólo debe darse
como curado un enfermo de esta teniasis cuando, después de un
(1) Las preparaciones permanentes deben montarse en la glicerina-
gelatinizada, bordeándolas con betún de Judea, lacre, etc.
DE HISTORIA NATURAL 405
mes del tratamiento antihelmíntico, se compruebe por el análisis co-
prológico la ausencia de huevos del H. nana.
Hymenolepis diminuta Rudolphi, 1819.— El primer caso de
parasitismo humano en España de este habitante, común en el in-
testino de las ratas, ha sido dado a conocer por el Dr. Sadí de
Buen en Palma de Mallorca (Rev. Clin. Madrid, abril, 1914, y
Bol. Soc. Esp. Biología. T. III). En Granada hemos encontrado
esta especie con bastante frecuencia en las ratas; así, no será ex-
cepcional hallarlo en el intestino humano.
Schistosomum haematobium Büharz, 1852 (= Gynecopho-
rus haematobius Diesing, 1858; Bilharzia haematobia Cobbold,
1859; B. magna Cobbold, 1859; Thecosoma haematobium Mo-
quin-Tandon, 1860; Distoma capense Harley, 1864). El primer
caso de bilharziosis publicado en nuestro país se debe al Dr. Bil-
bao (1897, Rev. Med. y Cirg. Prácticas. T. XLI, p. 664), quien
refiere la historia clínica correspondiente en un hombre de cin-
cuenta y tres años, que, en el período de seis meses, sufrió cuatro
hematurias, y en la orina hemorrágica encontró el enfermo unos
filamentos blanquecinos de 1-2 cm. de longitud por un milímetro de
ancho, que el Dr. Bilbao reconoció como cuerpos del trematode en
cuestión; el autor no indica ningún dato referente a los sitios don-
de el paciente había residido, y quizás se tratara de una afección
contraída en países donde es frecuente la bilharziosis vesical e
importada a la Península; tampoco menciona su residencia durante
la enfermedad ni su ulterior proceso, datos que tienen interés, por
lo que después indicaremos.
Un estudio médico completo del segundo caso de hematuria
de los egipcios, registrado en nuestro país, debemos al doctor
J. Sánchez Covisa («Un caso de bilharziosis vesical observado en
Madrid», Arch. Med. Cirg. y Especialidades, 1922. T. VII, nú-
mero 1, 8 abril); se trata de un hombre de veinticinco años, natu-
ral de Lorca (Murcia), de oficio panadero; omitiendo la parte mé-
dica, interesantísima, pero sin gran interés para esta Sociedad, y
los datos consignados en tan excelente trabajo, sólo anotaremos
que el enfermo permaneció durante varios años en Rosario de
Santa Fe y Buenos Aires (Argentina), donde es enfermedad poco
frecuente; además, el paciente indicó que en su mismo pueblo
hay otros individuos que padecen hematurias indoloras, y que,
como él, han vivido algún tiempo en Buenos Aires; el Dr. San-
406 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
chez Covisa no ha conseguido ver aún estos casos para confirmar
si son otros nuevos de bilharziosis, suponiendo— en nuestro sentir,
con mucha razón— que esta enfermedad es más frecuente en Espa-
ña de lo que se supone, diciendo: «creemos, además, que de aquí
en adelante los especialistas españoles estamos obligados a tener
más en cuenta que hasta ahora la bilharziosis vesical en los diag-
nósticos diferenciales de las hematurias espontáneas e indoloras,
ya que en España existe una gran corriente de emigración a países
donde esta enfermedad es endémica o muy frecuente».
Siendo perfectamente exactos los anteriores conceptos, nues-
tra manera de pensar discrepa algo de la de tan ilustrado médico,
pues si bien es probable que el caso estudiado por él ha sido origi-
nario de América, y asimismo los referidos por el paciente de aná-
loga enfermedad en Lorca, no sería nada raro que tales individuos
fueran importadores e iniciadores de focos endémicos en dicha
localidad y casos análogos en otras, pues llegando sus orinas con
huevos del trematode a las aguas dulces, los miracidios pueden
hallar los animales intermediarios (1) donde originan esporocistos,
redias y, por último, cercarlas, que, una vez libres, nadan en las
aguas y penetran ya por vía cutánea o gástrica, ocasionando nue-
vas invasiones en personas que, sin salir de la localidad, frecuenten
(1) Son moluscos gastrópodos acuáticos, especialmente de los gé-
neros Planorbis, BuIUniis, Pyrgophysa y otros. En la especie que nos
ocupa, Leiper ha patentizado una atracción miracídica positiva y bien
manifiesta en Egipto para el Planorbis boissyi, Pyrgophysa forskali,
Lymnaea triincatulo, Bullimis contortris y B. dybowski, siendo estas
últimas especies, en unión de la primera, donde preferentemente se ulti-
ma la evolución; Becker ha infestado experimentalmente el Biillinus
(Physopsis) africanus, y Bettencourt, Borges y Scabra, en Portugal,
comprueban que el gastrópodo intermediario de esta especie en Atalaia
(Tavira) es el Planorbis corneas, var. metidjensis. Para el Sch. Man-
roni, Leiper demuestra que en Egipto es el Planorbis boissyi el animal
intermediario preferido; Lutz, en el Brasil, reconoce que sólo son aptos
para infectarse los Physa y Planorbis, comprobando la evolución com-
pleta sólo en el Planorbis oliváceas; Iturbe y González, en Venezuela,
demuestra que es el Planorbis gaadalapensis, mientras que en los
Pl. caltratas y Ampallaria lateostoma sólo se inicia la evolución sin
ultimarse. En el Sch. japonicum, según Myairi, es un Lymnaeus, pero
Leiper y Atkinson comprueban se trata del Blanfordia (Katayama)
nosophora. Sinton y Soparkar, en la India, demuestran que el Planorbis
exüstüs es el animal intermediario del Sch. spindalis. Como se Ve, el
número de especies trasmisoras es sumamente reducido en cada región.
DE HISTORIA NATURAL 407
dichas aguas, ya como baños, por las ocupaciones a que se dedican
(lavanderas, tejeros, panaderos, etc.). o en bebida.
De cuanto acabamos de decir se deduce que sería muy conve-
niente la visita mancomunada de médicos especializados, natu-
ralistas y parasitólogos que estudiaran en Lorca las hematurias
mencionadas, la fauna de las aguas utilizadas en aquella región, es-
pecialmente las de cierta termalidad (25° a 45°), que parece influir
favorablemente en la evolución, y los parásitos de los moluscos gas-
trópodos, pues pudiera ocurrir en nuestro país algo análogo a lo
observado en Portugal, donde en Santa Lucía (provincia de Algar-
ve, cerca de Tavira) los Dres. Bettencourt, Borges y Scabra (1) han
reunido hasta 31 casos, y Machado de Almeida (2), 16, todos ellos
correspondientes a gentes que utilizaban las aguas de Atalaia para
lavar ropas, permaneciendo en ellas con las piernas dentro durante
gran parte del día; este sitio es el único infestado en Santa Lucía
y el foco donde se adquiere la bilharziosis. La temperatura de estas
aguas es constante de 25°, 5, según los autores portugueses, mien-
tras que en Túnez, según Conor (3), las fuentes termales, focos de
la bilharziosis vesical, tienen una temperatura comprendida entre
42° y 45°. En Lorca existen fuentes de termalidad análoga a las de
Portugal, donde pueden reunirse las condiciones favorables reque-
ridas en la evolución del Sch. haematobium, y de aquí la verosi-
militud al suponer un foco autónomo de esquistosomiasis en nues-
tro país, donde seguramente los dos casos publicados no serán fiel
reflejo de los que en realidad existan, y muchos más se lograrán
descubrir si los médicos tienen en cuenta las atinadas advertencias
del Dr. Sánchez Covisa, anteriormente copiadas.
(1) Los interesantísimos trabajos publicados sobre el particular son:
Borges (J.), «Un cas autochtone de bilharziose en Portugal» (Ball.
Soc. Poríugaise de Scien. Nat., 1921. T. IX, sesión 15 julio); Betten-
court, Borges y Scabra: «La bilharziose vésicale en tant que maladie
autochtone au Portugal (C. R. Soc. Biol. France, 1921. T. LXXXV,
página 785); ídem, «L'hote intermedaire du Sch. haematobium au Por-
tugal (loe. cit. T. LXXXV, p. 1.169); ídem, «La température de l'eau et
la bilharziose á Tavira {loe cit. 1922. T. LXXXVI, p. 550); Bettencourt
y Pereira da Silva: «Le systéme excréteur de la cercaire du Sch. hae-
maiobium {loe. cit. 1922. T. LXXXVI, p. 1050).
(2) Machado de Almeida (Tesis de Lisboa, dactilografiada), citada
por Bettencourt, Borges y Scabra, 1922, p. 550.
(5) Conor, A. 1910: Sources thermales et bilharziose en Tunisie,
Biill. Soe. Path. Exot. T. 5, págs. 446-449.
408 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Ankylostoma duodenale Dubini, 1843.— Citado este parásito
intestinal humano como especie hallada por nosotros en la provin-
cia de Granada («Notas helmintológicas», 1.^ serie. Bol. R. Soc.
Esp. H. Nat. T. XVI, 191f), p. 458), aunque sin especificar loca-
lidad concreta, no hubiéramos vuelto a indicarla a no ser por haber
adquirido nuevas observaciones, hasta el número de cuatro, todas
ellas en tejeros y alfareros del pueblo de Lachar, que hasta ahora
no se conocía como foco de anquilostomiasis en la Península.
Bos taurus L., 25 autopsias.
Taenia echinococcus v. Siebold, 1855 (Larva = Echinococ-
cus polymorphüs Diesing). Hígado; dos veces (8 por 100).
Gongylonema scutatum Müller, 1869.— Cuajar; una vez (4
por 100).
Ovis aries L., 24 autopsias.
Taenia echinococcus v. Siebold, 1853 (Larva = Echinococ-
cus polvmorphus Diesing). Hígado; muy frecuente en el matadero
de Granada.
Equiis cabalhis L., 10 autopsias.
Habronema microstoma Schneider, 1866 (= Filaría micros-
toma Schneider, 1866; Spiroptera microstoma Schneider, 1866).
Estómago; una vez.
Habronema megastoma Rudolphi, 1819. (= Filar ia megas-
toma Rudolphi, 1819; Spiroptera megastoma Rudolphi, 1819).—
Cuando adulto, forma tumoraciones hasta del tamaño de un huevo
de gallina en el estómago; en el interior de dichos tumores existe
un líquido purulento-grisáceo bañando a los cuerpos de los nema-
todes; las larvas localizadas erráticamente en heridas cutáneas o
en la conjuntiva producen las dermitis y conjuntivitis granulosas,
caracterizadas por la existencia de llagas, .con granulaciones rebel-
de? a todo tratamiento (llagas de verano), o granulaciones caseosas
en la conjuntiva, formas no raras en Granada y Córdoba entre los
équidos.
Estos nematodes (1), referidos a una filarla (Dermofilaria irri-
tans Rivolta, 1868; Trichina uncinata Ereolani, 1860), cuyo es-
(1) En el Congo belga, según von Saceghem, son larvas de la Habro-
nema mitscae Cárter.
DE HISTORIA NATURAL 409-
tado adulto era desconocido, se ha comprobado corresponden a
fases larvarias de la especie que nos ocupa, cuya evolución se
efectúa sirviendo de ser intermediario la mosca doméstica, que se
infesta cuando sus larvas comen los huevos de la Habronema
existentes en los excrementos de caballos atacados por el parásito
adulto; los embriones del gusano evolucionan en el múscido de ma-
nera análoga a las filarías del perro en su paso por los mosquitos,
sufriendo tres mudas; las larvas en el tercer estado van a la trompa
de la mosca, y si los dípteros infestados pican en la conjuntiva o
en heridas sencillas de la piel, las larvas abandonan la trompa,
originando la habronemo sis cutánea o conjuntival, como designa
Railliet a este padecimiento; si son depositados, siguiendo el mismo
mecanismo, en las fosas nasales, alcanzan los bronquios, produ-
ciendo la habronemosis pulmonar o peribronquitis nodular;
pero en todas estas localizaciones no llegan a alcanzar el estado
adulto, el cual se produce cuando las moscas chupan los labios de
los équidos y las larvas son ingeridas llegando al sitio oportuno del
tubo digestivo (1).
Cylicostomum goldi Boulenger, 1917.— Colon y ciego; una
vez.
Cylicostomum tetracanthum Mehlis, 1831.— (= Sclerosto-
mum quadridentatum Dujardin, 1845). — Colon y ciego; una vez.
Equus asiuiis L., 15 autopsias.
Ascaris megalocephala Cloquet.— Intestino delgado; dos ve-
ces (13,5 por 100).
Oxyuris equi Schrank, 1788 (= Mastigodes e^z//Zeder, 1803;
Oxyuris mastigodes Nitzsch, 1866; O. curvula Rudolphi, 1803) =
Intestino recto y ciego; dos veces (13,3 por 100.)
(1) Los estudios sobre este interesantísimo ciclo evolutivo se deben,
en primer término, a Ransom (1913, <íThe life history of H. muscae a
parásita of the Horse transmitted by the House fly'>. U. S. Dept. Agr.
Bar. anim. industry.—Bull. núm. 163), perfeccionados por Bull (1916-
1919), Hill (1918), Railliet y Henry (1915), Descazeaux (1915), Van Sa-
ceghem (1917-18) y Roubaux y Descazeaux (1921, «Contribution á l'his-
toire de la mouche domestique, comme agent vecteur des habronemoses
d'equidés», Biill. Soc. Path. Exot. T. 14, págs. 471-506), memoria com-
pletísima donde se establece el ciclo evolutivo en las moscas domésticas^
A\0 BOLETÍN DE La REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Equus caballus x E. asínus, 12 autopsias.
Filaría haemorragica Railliet, 1885.— Tejido conjuntivo sub-
cutáneo; provincia de Córdoba; su presencia se acusa durante la
primavera y verano, por la formación de pústulas hemorrágicas in-
doloras, de tamaño variable, entre el de un guisante y una avella-
na, que una o dos horas después de formadas sangran y se cicatri-
zan, para volver a formarse en sitio próximo después de unos días;
esta dermatosis vermidiana hemorrágica desaparece con los
fríos otoñales, para volver a presentarse en la primavera siguiente.
Habronema microstoma Schneider, 1866.— Estómago; una
vez (8,3 por 100).
Cylicostomum tetracanthum Mehlis, 1831.— Colon y ciego;
una vez (8,3 por 100).
Strongylus vulgare Looss, 1900 (= Strongylus ármalas Ru-
dolphi, de Poeppel; Sclerostomum bidentatumj. —Intestino grue-
so y ciego, asociando su parasitismo al de la especie anterior; una
vez (8,3 por 100).
Ascaris megalocephala Cloquet. — Intestino delgado, fre-
cuente.
Canis familiaris L., 15 autopsias.
Taenia echinococcus v. Siebold, 1853.— Intestino delgado,
una vez, con muy pocos individuos (6,6 por 100).
Felis domestica L., 40 autopsias.
Dipylidium quinquecoronatum López Neyra y Muñoz, 1921.
Intestino delgado (íleon) y primer tercio del grueso; seis veces (15
por 100). Esta especie, correspondiente a la sección Trinchesei,
caracterizada por presentar en el róstelo algunos ganchos teniifor-
mes, fué descrita por nosotros, y Muñoz Medina (Bol. R. Socie-
dad Esp. HiST. Nat. Madrid, 1921. T. XXI, págs. 421-426), dife-
renciándola de las restantes incluidas en dicha sección.
Sus scrofa domestica L., 35 autopsias.
Taenia echinococcus v. Siebold, 1853. (Larva = Echinococ-
cus polymorphus Diesing).— Hígado; dos veces (5,7 por 100).
DE HISTORIA NATURAL 41 1
Metastrongylus apri Qmelin, 1791 (= Strongylus apn'Gme-
lin, \79\\ Si. parado j-iis lAehUs, 1831; Sí. longevaginatus Die-
sing, 1831). --El culto profesor veterinario R. Castejón nos ha re-
mitido varios ejemplares recogidos en Córdoba, indicándonos que
es parásito pulmonar bastante frecuente en dicha localidad.
Metastrongylus elongatus Dujardin, 1845.— Bronquios; cua-
tro veces (1 1,4 por 100).
Oryctolagus cuniculus alg-irus Loche, 25 autopsias.
Taenía serialis Baillet, 1863 (Larva = Coenurus serialis
P. Gervais). — El cenuro hallado tenía el tamaño de un puño, situa-
do en el tejido conjuntivo del cuello (lado izquierdo), provisto de
numerosas adherencias a los músculos y columna vertebral, siendo
soportado muy bien por el conejo parasitado; una vez (4 por 100).
Hepaticola hepática (Railliet, 1889); Hall, 1916 (= Trichoso-
ma hepaticum Railliet, 1889; Thichocephalus hepaticus Ban-
croft, 1893; Trichosomum (?) tenuissimum Leidy 1891, no Die-
sing, 1851).— Hígado; una vez (4 por 100).
Epimys norvegicus Erxieben, 40 autopsias.
Hymenolepis diminuta Rudolphi, 1819. — Intestino delgado;
tres veces (7,5 por 100).
Capillaria annulosa Dujardin, 1845 (= Calodium annulosum
Dujardin, 1845; Trichosoma muris-decumani Bellingham, 1845;
De Molin, 1861).— Intestino; una vez (2,5 por 100).
Trichiuris muris (Schrank, 1788) Hall, 1916 (= Trichoce-
phalus muris Schrank, 1788; Mastigodes muris (Schrank, 1788)
Zeder, 1803; Trichocephalus nodosus Rudolphi, 1809). — Intesti-
no ciego; dos veces (12,5 por 100).
Gallus g-allinaceus Pallas, 230 autopsias.
Las especies de subulúridos, citadas por diversos autores como
parásitos intestinales de la gallina casera, son el Heterakis (Alto-
dapa) differens Sonsino, 1890, habitante frecuente del ciego y
recto, hallado por Sonsino en Pisa (Italia) y citado por varios auto-
res (Railliet, Travassos, Barreto, etc.) en otras localidades de Eu-
412 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
ropa y América; el Heterakis (Allodapa) suctoria Molin, 1860,
de los Caprimiilgus, ha sido citado como parásito de la gallina
por Gendre (1909), Railliet y Henry (1915), Seurat (1914) y Qe-
doelst (1916); por último, Travassos (1915, «Sobre as especes bra-
sileiras da Subfam. Heterakinae», Mem. Inst. Oswaldo Cruz.
T. V, fas. 5, p. 271), da como parásito de la gallina, seguramente
por confusión, el Heterakis (Allodapa) strongilina Rudolphi,
1819, correspondiente al grupo Crypturi forme. Barreto (1919, «So-
bre as especies brasileiras da Subfam. Subulurinae^, Mem. Inst.
Oswaldo Cruz. T. XI, fase. 1, págs. 10-70, 24) refiere todas estas
formas a la Subulura (Allodapa; differens Sonsino, 1890, que
considera como único parásito del género en las gallinas caseras.
Habiendo reunido nosotros bastantes ejemplares correspondien-
tes a la especie estudiada por Gendre y Seurat y clasificada como
Allodapa suctoria Molin, hemos visto que si bien presentan gran-
des analogías con las formas indicadas, difieren de ellas en varios
caracteres que creemos permiten individualizarlos como especie
nueva, desde luego afín a las de Molin y Sonsino, y que describi-
remos, dedicándola al eminente profesor de parasitología de la
escuela de Medicina de París Dr. E. Brumpt.
Allodapa Brumpti nov. sp.— Subulúrido de color débilmente
amarillento, con la extremidad cefálica arqueada, con la concavidad
situada en la cara dorsal del nematode; alas cefálicas estrechas,
finamente estriadas, en dirección transversal y llegando hasta el
sexto anterior del cuerpo (lám. VII, fig. 1), es decir, bastante por
detrás del bulbo esofágico; cavidad bucal típica de una Allodapa,
y, por tanto, dividida en dos zonas bien diferenciadas, con tres
dientes pequeños situados en el comienzo del esófago; la longitud
de éste y el bulbo piriforme en que se continúa después del estran-
gulamiento de unión es V7)25 de la total del cuerpo en los machos
y '/9,5 en las hembras; anillo nervioso rodeando al esófago propia-
mente dicho y hacia el primer cuarto de su longitud; intestino en-
sanchado en su unión con el bulbo esofágico.
Machos.— Lon^úwá total = 6,9 a 10 mm.; latitud máxima =
540-420 1'-. Cuerpo adelgazado gradualmente a partir del primer
tercio; cola corta (250-515 i^^), terminada por una punta larga y del-
gada de 85 a 105 v-; su longitud es la tercera parte de la distancia
comprendida entre la cloaca y la punta caudal. Alas cefálicas ma-
nifiestas; ventosa precloacal elíptica alargada, sin reborde quitino-
DE HISTORIA NATURAL 415
SO, de 170 a 220 u- de lo ngitud, situada a 340-500 \>- por delante de la
cloaca y a 590 815 ;j- de la punta caudal, rodeada de músculos ra-
diales muy visibles. En la cola se disponen diez pares de papilas,
cinco pares postanales y cinco preanales; entre las postanales, y
contando desde la punta caudal a la cloaca, se disponen dos pares
de papilas pequeñas más próximas a la línea media y cercanas a la
punta caudal, un tercer par algo mayores y laterales, y dos pares
también más acercadas a la línea media, de papilas mayores y más
distanciadas entre sí (lám. VII, fig. 2); los poros de las glándulas
caudales están bien manifiestos, situándose entre el segundo y ter-
cer par de papilas, semejando a un par de diminutas papilas, que
es como muchos autores las han considerado (1); las preanales son:
dos pares de papilas próximas entre sí y situadas a los lados del
ano (adanales), un par por delante del ano, y próximas a él, un par
a los lados de la ventosa y hacia la mitad de su longitud o un poco
por delante, y otro par (el noveno) dispuesto al primer tercio de la
distancia comprendida entre el borde posterior de la ventosa y la
cloaca. Espículas gruesas, muy visibles, aladas, iguales, y de 1,32
a 1,45 mm. de longitud (1,5 mm., según Seurat); pieza accesoria
triangular de 175 a 210 [j- de longitud.
Hembras .—Longitud total = 9 a 13,7 mm.; latitud al ni vel de
la vulva de 470 a 560 \>.; cola recta, cónica, de 650 a 1.000 i^, ter-
minada por una punta de 100 v de longitud.
Vulva muy poco saliente, situada a 4,3 - 5,4 mm. (6,3 mm., se-
gún Seurat) de la extremidad cefálica, o sea un poco por delante
de la mitad del cuerpo; ovoyector dirigido hacia la parte anterior
del gusano, y paralelamente a la superficie del cuerpo en una lon-
gitud de 980 tj. (1 mm., según Seurat), formado de un vestíbulo de
600 ij. de longitud y un esfínter de 380 u., con su tercera porción
muy corta, que pasa rápidamente a la trompa, la cual se revuelve
bruscamente dirigiéndose hacia atrás, y terminando por dividirse
en dos ramas que la unen a los úteros; éstos son paralelos, y se
extienden desde el origen del recto hasta cerca del bulbo esofági-
co, o, mejor dicho, hasta la dilatación intestinal (lám. VII, íig. 1).
Huevos subredondeados, larvados cuando alcanzan su madurez
y están próximos a ser expulsados por la vulva, con cascara lisa,
(1) Interpretándolas en este sentido, nuestra especie presenta once
pares de papilas: cinco preanales y seis postanales, mientras que la
A. differens sólo tiene diez pares.
414 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
de bastante tamaño, que varía entre 75-80 \>- de longitud por 65-70
de latitud (80 por 70, según Seurat).
Localizacíón del parásito. —Cielos de la gallina; los ejem-
plares descritos proceden de Granada, habiéndose encontrado en
cinco gallinas de 120 observadas (4 por 100). Seurat la ha encon-
trado en Argelia; Gendre, en Dahomey; habiendo sido citada en
otros puntos del continente africano.
A/inídades.— Indicadas anteriormente las analogías de nuestra
especie con sus más afines, anotaremos los caracteres que de cada
una la separan: de la Allodapa strongylina Rudolphi, se diferen-
cia por sus alas cefálicas más desarrolladas, dimensiones de las
espíenlas y pieza accesoria, latitud del cuerpo, huevos más peque-
ños, y particularmente por la disposición de la extremidad caudal
del macho, con la ventosa más distanciada de la cloaca (en la
A. strongylina es de 450 ij- de la punta caudal).
Seurat (1914, «Sur quelques Heterakis d'oiseaux», Bull. Soc.
H. Nat. África du Nort, 6.° año, núm. 7, p. 195) refiere nuestra
especie a la Allodapa sudor ia Molin, pues la disposición de las
alas caudales y las papilas del macho, es muy parecida a la que des-
cribe y dibuja Drasche (1882, «Revisión der in der Nematoden-
sammlung des K. K. zoologisch. Hofcab. befin. Orig. exemp. Die-
sing's und Molin's», Verhandlungen K. K. zool.-bot.-Gesellschaft.
Wien.T. XXXII, págs. 117-158, lám. VII, fig. 8); pero se diferencia
de ésta por la mayor longitud de las espíenlas y pieza accesoria, la
conformación de las alas cefálicas, la punta caudal más alargada y
el intestino ensanchado en su unión con el bulbo, a más de los
huevos mucho mayores que en la especie de Molin.
Barreto (loe. cit., 1919) refiere las especies de Seurat, Cendre,
Geldoest y nuestras a la Allodapa differens Sonsino; pero nues-
tra especie difiere visiblemente de los ejemplares estudiados por
él, en las dimensiones mucho mayores de las espículas y pieza
accesoria, huevos mucho mayores y la presencia de los poros de
las glándulas caudales entre el segundo y tercer par de papilas
postanales, bien visibles y semejando un par de diminutas papilas,
de las que ni Sonsino ni Barreto hacen mención en la A. diffe-
rens; así, nuestra especie tendría once pares de papilas, mientras
que la de Sonsino sólo tiene diez.
Las dimensiones particulares de cada una de las especies alu-
didas se indican en el cuadro comparativo siguiente, donde pueden
apreciarse las marcadas diferencias existentes:
DE HISTORIA NATURAL
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416 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Meleagris gallopayo L., 40 autopsias.
Davainea tetragona Molin, 1858 (= D. longicollis Molin,
1858 (Fuhrmann, 1908); D. bothrioplitis Filippi, 1802, no Piaña,
1881).— Intestino delgado; una vez, en escasísimo número y segu-
ramente como parasitismo accidental (2,5 por 100).
Coturnix coturnix L., 10 autopsias.
Choanotaenia infundibulum Bloch, 1779 (= Taenia (Mono-
pyUdium) infundibiiliformis Qoeze, 1782, no Dujardin, 1845).—
Intestino delgado; una vez (10 por 100).
Columbia livia domestica Gmelin, 35 autopsias.
Ascaridia Columbae Gmelin, 1789 (= Heterakis columbae
Gmelin, 1789; Ascaris maculosa Rudolphi, 1802).— De este pará-
sito, frecuente en Granada, nos ha enviado el Prof. R. Castejón
varios ejemplares muy jóvenes y, por ende, sin órganos sexuales,
recogidos en un pichón de pocos días de Córdoda. En un ti"abajo
reciente, del que es autor (1921, «Heterakosis del palomo». Revis-
ta de Higiene y Sanidad pecuarias), estudia detenidamente la
enfermedad ocasionada por este parásito, que diezma los paloma-
res de España, y especialmente de Córdoba, donde es muy fre-
cuente.
Atheue noctua Scop., 4 autopsias.
AUodapa Bolivarí nov. sp. (1) Subulurinae de bastante tama-
ño, con el cuerpo blanquecino, delgado, que en los líquidos conser-
vadores la hembra presenta la extremidad cefálica encorvada en
dirección dorsal, y el macho, a más del mencionado encorvamiento
cefálico, tiene la extremidad caudal curvada ventralmente, afec-
tando en este caso la forma de una S muy alargada. Cutícula fina-
mente estriada en dirección transversal, con las alas cefálicas lle-
gando hasta un poco por delante del bulbo esofágico; boca rodea-
da de seis papilas, cavidad bucal pequeña (29 \>. en los machos y
43 [J- en las hembras), dividida transversalmente en dos zonas, como
es característico de las Allodapa, y con tres dientes pequeños
(1) Dedicada a D. Ignacio Bolívar, Director del Museo Nacional de
Ciencias Naturales de Madrid, a quien debe tanto el progreso déla
Zoología en nuestro país.
DE HISTORIA NATURAL 417
limitando la entrada del esófago; éste mazudo en su extremidad
posterior, donde, merced a un angostamiento, se une al bulbo eso-
fágico piriforme con aparato dentado en su interior; la longitud del
esófago unida a la del bulbo es Vn.s en los machos y Vu en las
hembras, de la total del gusano.
Machos. — Longitud total = 14,7 a 16 mm.; anchura máxima
= 280 a 526 ¡j- Cola provista de dos alas laterales delgadas, pero
manifiestas, terminada en una punta pequeña; ventosa precloacal
poco desarrollada, oval-alargada, sin anillo quitinoso, rodeada de
músculos radiales poco visibles y distante de la punta caudal de 670
a 720 1^; diez pares de papilas caudales; de ellas, cinco preanales y
cinco postanales (lám, VII, fig. 3); entre las preanales, tres pares
se sitúan próximas a la cloaca, y la décima, al nivel de la mitad de
la ventosa; glándulas caudales abriéndose en la cara ventral del
cuerpo entre el segundo y tercer par de papilas, simulando un par
de diminutas papilas. Espíenlas aladas, iguales y cortas, de 720 a
800 1^ de longitud; es decir, la vigésima parte de la longitud del ne-
matode; pieza accesoria triangular, en forma de flecha, de 140 a
160 ^ de longitud, con la porción basilar de estructura granuda.
Hembras.— Longitud total = 21 a 21,8 mm.; anchura al nivel
de la vulva, de 355 a 400 i^. Cola recta, de 600 a 715 u- de longitud,
terminada por una pequeña punta; vulva ligeramente saliente, si-
tuada por delante de la mitad del cuerpo, a 8,28 ó 8,9 mm. de la
extremidad cefálica, o sea a los 3 7; ovoyector (lám. VII, fig. 4)
dirigido hacia la parte anterior, en una longitud de 620 u- y paralela-
mente a la superficie del cuerpo; consta de un vestíbulo corto, un
esfínter con su región media globular y secretora y la tercera par-
te, muy corta, que pasa rápidamente a la trompa; ésta se dobla
bruscamente, dirigiéndose hacia la parte posterior; úteros parale-
los, que llegan hasta el comienzo del recto, y en la región anterior
no alcanzan al bulbo esofágico.
Huevos numerosos; cuando aun no están maduros presentan su
cascara granuloso-reticulada; pero cuando encierran las larvas y
están maduras (lám. VII, fig. 5), que miden de 73 a 80 p- de longitud
por 48 a 60 iJt de anchura, presentan la cascara gruesa, formada por
pequeñas escamas o placas poligonales muy bien manifiestas; las
larvas que tienen en su interior están arrolladas en espiral (lámina
VII, fig. 6); miden 300 v- de longitud por 10 a 12 pi de latitud.
Localización del parásíio.— Recto y ciego del mochuelo; Gra-
nada; una vez, entre cuatro disecados.
Tomo xxii.— Noviembre, 1922. 27
418 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Afinidades.— 'Esia especie, por su gran tamaño y la conforma-
ción de la cascara de los huevos, se parece a la Allodapa Leprincei
Gendre, 1909, de la que se distingue por la menor longitud de las
espículas, menor número de papilas caudales en los machos y su
disposición muy distinta y por la estructura de los huevos con cas-
cara escamosa, cuando son maduros; se asemeja algo a la A. elon-
gata Seurat, 1914, y A. noctua Seurat, 1914; pero, además de
otros caracteres, se diferencia de ellas porque el ovoyector de
nuestra especie se dirige hacia la extremidad cefálica, y los hue-
vos son de cascara gruesa, con estructura característica.
Asió flammeus L., 2 autopsias.
Paruterina candelabraria Goeze, 1782 (= Taenia candela-
braria Goeze, 1782).— Intestino delgado; una vez.
Cypselus apus L., 7 autopsias.
Anomotaenia depressa v. Siebold, 1836.— Intestino delgado;
una vez (14 por 100).
Anomotaenia vesiculigera Krabbe, 1882.— Intestino delgado;
una vez (14 por 100).
(Laboratorio de Zoología de la Facultad de Farmacia de Granada.)
Otras especies larvicidas del género Chara
por
A. Caballero.
Determinada y comprobada de un modo ya definitivo la acción
larvicida de la Chara foetida A. Br., y demostrado también que la
sustancia que mata las larvas de los mosquitos es un producto de
excreción de esta planta, me ha parecido oportuno experimentar
estas mismas propiedades en otras especies del género Chara, con
el objeto de aportar nuevos datos a éste, según mi entender, inte-
resantísimo problema.
Desde hace dos años tengo cultivada la Chara fragilis Desv.
en el laboratorio de Botánica de la Universidad de Barcelona; pero
su desarrollo es algo deficiente y, además, presenta un aspecto en-
DE HISTORIA NATURAL 419
fermizo. Durante el verano de 1921 vivían admirablemente en el
agua de su cultivo las larvas de Stegomyía, pero en el mes de sep-
tiembre, y después de segada y brotada de nuevo la planta, empe-
zaron a morir estos animales, hasta desaparecer por completo de la
vasija respectiva. Por esta razón indicaba como dudosa la acción
larvicida de esta especie en mi último trabajo, «Nuevos datos res-
pecto de la acción de las Chara en las larvas de los mosquitos»,
publicado en este Boletín (1).
En un depósito o fontín de los que con frecuencia se ven en las
faldas del Tibidabo (Barcelona), vive abundante la Chara fragi-
lis Desv. En la segunda quincena del mes de julio próximo pasado,
hago en el laboratorio un cultivo de esta planta, al mismo tiempo
que el de otra de la misma especie, que me remite el Sr. Fz. Rio-
frío, de San Julián de Vilatorta, también de la provincia de Barce-
lona. Sin esperar al desarrollo de estos dos cultivos, experimento
con el agua cogida en el fontín aludido del Tibidabo, para lo cual
llevo al laboratorio poco más de medio litro del líquido el día 28 de
julio, pongo en él 6 larvas de Stegomyia de dos días de edad y el
día primero de agosto han muerto ya todas ellas.
La Chara fragilis Desv. procedente de San Julián se desarro-
lla admirablemente, de tal modo, que el día 26 de agosto llena por
completo la vasija de vidrio en que la cultivo y las puntas de sus ta-
llos y ramas se tienden sobre la superficie del agua. Creo que se
encuentra en condiciones de experimentación y pongo en su reci-
piente 6 larvas de Stegomyia, de tres días de edad. El día pri-
mero de septiembre ha desaparecido la última de estas larvas, que
probablemente ha muerto el día 31 de agosto, después de mi visita
al laboratorio.
No obtengo el mismo resultado con el cultivo de la Ch. fragi-
lis del Tibidabo, puesto que su desarrollo es muy lento y sus tallos
y ramas tienen un color pálido, claramente enfermizo. Con el ob-
jeto de reavivarla siego sus tallos casi por la base, pero sin éxito,
porque la nueva brotación que se produce adolece del mismo de-
fecto. Por esta causa viven en el cultivo las larvas de Stegomyia, y
aunque se desarrollan muy lentamente, logran, en general, alcan-
zar la fase adulta o de mosquito.
Sin embargo de este resultado negativo, ha de considerarse
francamente larvicida la Ch. fragilis Desv., puesto que cuando la
(1) T. XXIÍ, págp. 61-64, 1922.
420 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
planta se desarrolla normalmente, mueren las larvas en su cultivo,
como se ha visto en el de la procedente de San Julián de Vilatorta,
y también murieron en el agua traída del estanque del Tibidabo.
En una charca del Montjuich (Barcelona), situada al pie de una
cantera, vive abundante una especie de Chara que todavía no he
podido determinar, porque carecía de órganos sexuales cuando yo
la vi, pero que, por todos los caracteres de su aparato vegetativo,
me inclino a considerarla como C/i. intermedia A. Br. Procedo a
su plantación en el laboratorio el día 24 de julio, y, al mismo tiem-
po, experimento con el agua de la charca respectiva, para lo cual
vierto el líquido en un cristalizador de pequeña capacidad, y pongo
a continuación en éste 17 larvas de Stegomyia, la más vieja de
veinticuatro horas de edad. Todas ellas han muerto el día 26 de
julio, o sea, a las cuarenta y ocho horas, y aunque no he podido
experimentar directamente con la planta cultivada en el laborato-
rio, porque se ha desarrollado con muy poco vigor, hasta el punto
de que en la segunda quincena de septiembre apenas si se habían
formado unas cuantas ramitas nuevas, a juzgar por la rapidez con
que han muerto en el agua de la charca las 17 larvitas, ya se puede
afirmar que se trata de una Chara de gran poder larvicida.
En el folleto titulado «Las especies del género Chara y las lar-
vas de los mosquitos», publicado en noviembre de 1920 en los
An. del Inst Gral. y Técn. de Valencia, hablo de la existencia en
El Grao de Gaste llón de dos acequias, muy semejantes por todas
sus condiciones, pero que difieren, por tener una de ellas abundante
Chara hispida L. en sus aguas y carecer de larvas de mosquito,
al contrario de la otra, que no tiene Chara, pero que se halla mate-
rialmente cuajada de larvas de Culex y Anopheles. El Sr. Pardi-
llo, catedrático de la Universidad de Barcelona, visita estas ace-
quias durante el verano de 1921, una vez en junio y otra en sep-
tiembre, y puede observar en ambas visitas que la acequia que en
septiembre de 1920 carecía de Chara y tenía abundantes larvas de
mosquito, se hallaba poblada de Ch. hispida L. y carecía de larvas
de mosquito en el verano de 1921.
M. Gharles Alluaud, Director del Museo de Historia Natural de
Rabat y Jefe de la Sección de Zoología, me visita en noviembre de
1921, para cumplir la misión que le ha encomendado el Sr. Director
DE HISTORIA NATURAL 421
general del servido de Sanidad del Protectorado de Francia en
Marruecos, para que estudie conmigo la acción de las Chara en
sus relaciones con el paludismo. Durante su estancia en Barcelona,
de la que se fué plenamente convencido de la eficacia del procedi-
miento antipalúdico por mí preconizado, tuvimos ocasión de visitar
la zona palúdica de Castelldefel, y con este motivo pudo examinar
un pozo como de metro y medio de diámetro, y algo menos de un
metro de profundidad, que carecía de vegetación carofítica, pero
que poseía, en cambio, bastante cantidad de larvas de Culex ■^ al-
gunas de Anopheles. En la última decena de julio pró><imo pasado
hice una visita a esta misma localidad y quedé agradablemente sor-
prendido con la presencia en el mencionado pozo de unos cuantos
píes de Chara foetida A. Br., pero sin una sola larva de mosquito.
Queda, pues, con estos hechos de observación, plenamente de-
mostrado que cuando en las aguas estancadas y pobladas de lar-
vas de Culícidos se introduce una especie de Chara, desaparecen
aquéllas inmediatamente, conforme era lógico de suponer.
A los datos carológicos mencionados en esta nota, debo añadir
que en San Julián de Vilatorta vive la Chara foetida A. Br., co-
municada por el Sr. Fz. Riofrío, y que en la laguna Salada de Chi-
prana fundan las Ch. crinita Wallroth., con el núcleo de
437 X 195 [A, que puede incluirse en la sección longispina y Ch.
convivens Salz., f . maj'or. Cavanilles cita en sus Obs. del R. de
Valencia, I, pág. 30, la Ch. foetida, en Canet (Castellón).
Estudio de un Sphodroides nuevo del Rif
(Col. Carabidae)
por
C. Bolívar y Pieltain.
Laemostenus (Sphodroides) gomezi nov. sp. (figs. 1 y 2).
Tipo: cT, Tistutin (Museo de Madrid).
Long., 22,5 mm.
Especie alada, semejante a picicornis (Dej.), y característica
por la forma de los trocánteres posteriores.
Coloración general negra, sin viso azulado. Antenas y palpos
422
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
castaño-obscuros. Reborde del pronoto y de los élitros finamente
castaño-ferruginoso. Superficie inferior del cuerpo negro-pardusca,
de tono castaño, especialmente en la parte abdominal. Rebordes
del pronoto por debajo, epipleuras
éntrales, base de las patas y tibias
y tarsos en totalidad, castaño-ferru-
ginosos.
Cuerpo ancho, de lados muy pa-
ralelos.
Cabeza corta y ancha, de lados
poco arqueados, por detrás de los
ojos paulatinamente estrechada ha-
cia atrás. Impresiones frontales an-
chas y poco profundas. Vértice y
occipucio lisos. Ojos normales. An-
tenas finas, dirigidas hacia atrás al-
canzando apenas a la mitad de la
longitud del cuerpo.
Pronoto más ancho que largo, un
poco estrechado hacia atrás, de bor-
des bastante arqueados, escando su
máxima anchura hacia los 2/5 ante-
riores, desde donde estrecha hacia
atrás poco a poco, sin formar sinuosidad alguna, hasta la porción
basal; ángulos anteriores agudo-redondeados, no muy salientes;
ángulos posteriores obtusados; base casi recta. Superficie poco
convexa; las márgenes laterales algo levantadas en la porción basal;
línea media fina y bien marcada; impresión angulosa anterior poco
profunda; impresión prebasal transversa ancha y bien marcada;
impresiones laterales longitudinales prebasales muy marcadas, de-
terminando una fuerte depresión a cada lado en la superficie del
pronoto, y llegando hacia adelante casi hasta la mitad de la longi-
tud de éste. Rebordes laterales del pronoto estrechos y poco le-
vantados; base finísimamente rebordeada.
Élitros alargados, una cuarta parte más anchos que el pronoto,
de lados muy paralelos, y estrechados en el tercio apical; de hume,
ros redondeados, pero salientes hacia adelante muy agudamente. Es-
trías finísimas, irregularmente punteadas; las 8.''' y 9.^ bien marca-
das en toda su extensión, terminando antes del extremo del élitro.
Interestrías completamente planas; reborde marginal no muy ancho.
Fig. Í.—Laemosfenus (Sphodroides)
gomezi nov. sp., tipo; X 5-
DE HISTORIA NATURAL 425
Patas finas; trocánteres posteriores del macho oblongo-alarga-
dos, en el ápice poco estrechados, agudo-redondeados; fémures
anteriores (fig. 2) con un diente obtuso, pero bien marcado, hacia
el medio de su quilla infero-anterior, la cual es en el resto comple-
tamente lisa; tibias posteriores marca-
damente arqueadas, y por debajo muy
densamente pubescentes en los Vs api-
cales; tarsos pubescentes por encima.
Vientre sin pliegues transversales, ^'^- 2-Fémur anterior de /.«e-
"^ ° moslenus (Spnodroides) gome-
completamente liso. zi nov. sp.
Loe. Usuga de Tistutin, cabila de
Beni-Buyahi (Rif). Un solo ejemplar cf , recogido en febrero de
1922 por nuestro consocio el Sr. Gómez-Menor, a quien me com-
plazco en dedicar la especie.
Observaciones.— ÍAny diferente de las otras tres especies ma-
rroquíes de Sphodroides, todas tres de la región occidental de
Marruecos, y semejante, en cambio, a picicornis [De].), especie
que ha sido recogida en diversos puntos del litoral mediterráneo:
Malta, Cefalonia, Túnez, Tripolitania y Bajo Egipto (1). Concuer-
da con ésta, a juzgar por las descripciones, en el conjunto de
caracteres, y, especialmente, en la presencia de alas, coloración
ferruginosa de las tibias y tarsos, etc.; pero se diferencia marca-
damente por los trocánteres posteriores del macho, que en pici-
cornis tienen un prolongamiento infero-interno, de que están des-
provistos en la nueva especie, en la cual son también poco aguza-
dos hacia la extremidad, y más cortos que en favieri y punctato-
striatus. si bien no tan reniformes como en atlánticas.
Delphinium mauritanicum Cosson,
especie nueva para la flora de Europa
por
C. Pau.
Careciendo de plantas madrileñas, decidí dedicar todo el mes
de mayo del año 1897 a la provincia de Madrid. En agosto volví
otra vez para herborizar algunas plantas estivales, y procurarme
(1) Bedel: Caí. rais. des Col. dii Nord de l'Afrique, pág. 199, 1899.
424 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
una salsolácea que vi seca y destrozada entre Ciempozuelos y
Chinchón. Tuve la fortuna de herborizar en abundancia el Microc-
nemon fastigiatum, que no se conocía más que de la provincia de
Teruel, y, además, la Gysophila castellana , híbrido de las
G. Struthium y G. tomentosa.
En las rastrojeras de Ciempozuelos descubrí, algo pasada, una
espuela de caballero, que coloqué en mi herbario sin determinar
(15 agosto 1897). D. Daniel Gutiérrez, farmacéutico de Avila, me la
comunicó de Olmedo, recogida en junio de los años 1901 y 1904.
Y D. Carlos Vicioso la colectó en Villaverde, quizás el año 1920,
porque me remitió unos ejemplares en fruto, y en la etiqueta es-
cribió: «Para devolver», y no recuerdo la fecha.
De la muestra del Sr. Vicioso extraje algunas semillas, que me
dieron dos hermosos pies; pero como tenía que salir de viaje, los
preparé al principio de la florescencia, y uno de dichos individuos
se lo remití al mismo Vicioso, para el Museo Nacional de Ciencias
Naturales de Madrid. Por este motivo, el ejemplar del Museo no
lleva más que las primeras flores.
En vista de los ejemplares madrileños, me decidí a publicar
esta planta bajo Delphinium Loscosii, var. brevirrostratum, cre-
yéndome estar ante una planta propia de ambas Castillas, y sin
sospechar de que pudiera ser africana. Pudo suceder esto por ca-
recer de tipos oraneses; pero poseía las Illustrationes de Cos-
son, que la trae magníficamente representada.
Pero este año, al encontrarla entre las recolecciones del señor
Qros por la región almeriense, ya entré en sospechas, por la gran
afinidad floral que existe entre estas floras y las africanas, y acudí
a Cosson, y allí me encuentro con que este vegetal castellano
pertenecía al D. maiiritanicum, sin duda de ningún género. Ade-
más, he tenido ocasión de comparar las plantas españolas con las
recibidas de Oran recientemente (septiembre), y la especie tenida
hasta el día como «peculiar de la Argelia occidental» se encuen-
tra en la Península española, desde Castilla la Vieja hasta el reino
de Granada.
Debo al Sr. d'AUeizette, entusiasta y notable colector, de
800-900 ejemplares de Oran, y entre ellos, un pliego con abundan-
tes pies del D. mauritanicum. Quizás en próxima nota me ocupe
de algunas especies interesantes que observo y que no fueron in-
cluidas ni en las floras de Argelia ni en la de Marruecos. Vaya
por delante el Thymus hiemalis Lange, no citado en Argelia, y
DE HISTORIA NATURAL 425
que me es comunicado bajo Th. hirtus. Este tomillo ha sido con-
fundido con varias especies: en la flora matritense fué dado por el
Th.hispanicus Poir. = Th. niimidicus Poir., var. hispánicas Pau,
por Reuter, Bourgeau y Cutanda. En Castilla la Vieja, en esta
misma forma, por Lange, y dado como Th. algeriensis también el
Th. hispanicus, por un viajero extranjero.
Otras plantas del Sr. d'AIleizette son curiosas, como el Dian-
thus mauritaniciis Pom., que lo creo un sinónimo del D. gadita-
nas Boissier.
Como tengo dicho, quizás pueda publicar de las plantas orane-
sas, comunicadas por el Sr. 'd'AIleizette, una ligera nota, si dis-
pongo de tiempo para ello. De que lo merece, no tengo duda.
Sección bibliográfica.
Gibert y Olivé (Ag. N[.'').—Crusíacis de Caíaliinya. Treb. Inst. Cat»
d'Hist. Nat., págs. 9-127, Barcelona, 1919-1920.
Aunque con fecha de publicación 1919-1920, este trabajo no ha llega-
do a nuestras manos hasta ahora.
Es una enumeración de los Crustáceos que viven en Cataluña, hecha
a base de la clásica obra de M. Milne-Edwards (1834-1840), y, por tan-
to, adolece de los defectos imputables hoy a dicha obra, y que los car-
cinólogos de los últimos cincuenta años se han esforzado en ir corri-
giendo. El autor, sin embargo, parece despreciar la labor de estos in-
vestigadores o desconocerla por completo, como puede apreciarse
Viendo las obras que ha utilizado (pág. 121), la más moderna de las cua-
jes data de 1887, y de las que son utilizables tan sólo para la clasifica-
ción la ya citada de M. Milne-Edwards y la de Carus (1885).
Es necesario hacer constar que si con tales obras el estudio de los
Decápodos es aún en parte factible, es bien notorio que ni los restantes
Malacostráceos, ni ninguno de los demás grupos de Crustáceos, pueden
ser estudiados con ellas, y que no es posible en nuestros días preten-
der clasificar de un modo preciso, como la seriedad científica lo requie-
re, Copépodos, Ostrácodos, Cirrípedos, Anfípodos, etc., sin tener que
utilizar las obras de Qiesbrecht, Q. W. Müller, Darwin, Qruvel, Q. O.
Sars, Stebbing, Calman, etc., etc.
Y véanse, como consecuencia inmediata de lo que apuntamos, algu-
nos errores, como muestra de los que contiene tal trabajo.
En primer lugar, el autor nos sorprende mencionando, entre los
Crustáceos catalanes, el Limulus pol^phemus, y esto es un error do-
ble, ya que, como es bien sabido, el Limulus no es un Crustáceo, y
426 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
nadie lo considera como tal desde hace mucho tiempo, sino como re-
presentante de una clase especial, Merostomas, o como tipo de una
subclase de los Arácnidos, con los cuales tiene evidentes analogías, que
ya en 1829 señaló Straus-Dürckheim. Es de suponer que el Sr- Qibert
no tendrá motivos de índole científica, ya que no los apunta, para pro-
poner de nuevo la asimilación del Limuliis a los Crustáceos, y que es
simplemente el desconocimiento de las obras publicadas desde hace
medio siglo lo que le lleva a hacerla. Además, el incluir el Limu/us, en
la fauna catalana, aun cuando indique que se trata de un ejemplar que
debió llegar a San Pedro de Tarragona en un barco procedente de los
Estados Unidos, responde a un criterio zoo^eo^ráíico sui generis, que
nos llevaría a incluir el canguro entre los mamíferos de España, por
un ejemplar que, escapado de un parque zoológico, hubiese sido cazado
en nuestro país.
En los Cirrípedos, sospecho que el Sr. Qibert ha sufrido una lamen-
table equivocación, que le ha llevado a determinar como Scalpellum
vulgare ejemplares de Pollicipes cornucopia, según puede apreciarse
en la figura déla página 116, y mi sospecha está apoyada en este pá-
rrafo: «Els e?<emplars que havem vistforen pescats amb les xarxes, en-
car que sospitem, no fundadament, fossem de les que es Venen en els
colmados, procedents de les ries de Galicia». Los percebes que se ven-
den en los colmados son únicamente el Pollicipes cornucopia, y en nin-
gún caso el Scalpellum, que es un género muy diferente.
El autor no menciona en su bibliografía la «Lista de los Crustáceos
de España y Portugal del Museo de Historia Natural de Madrid», publi-
cada en 1892 por L Bolívar (1), si bien de la lectura de su trabajo se
desprende que ha tomado de ella muchos datos, aunque bastante a la
ligera, pues ha dejado de mencionar especies que en ella se citan de
localidades catalanas, tales como Inachus scorpioFabr., de Barcelona;
Eupagurus meticulosus Roux, de Barcelona; Palaemon rectirostris
Zadd., de Barcelona; Gammarus pungens M. Edw., de Olot, Caprel-
la liparolensis Mayer, de Barcelona, etc. Una lectura más cuidadosa
de dicha lista le hubiera ahorrado citar como nuevas para Cataluña es-
pecies como el Eupagurus angulatus Risso, que ya aparece citado de
Barcelona en la lista dada por I. Bolívar.
Ante errores de esta naturaleza, y en Vista del desconocimiento de
la bibliografía que demuestra el autor, se llega a dudar del valor cien-
tífico de esta obra, hasta el punto de que, a juicio nuestro, los datos
nuevos que incluye habrán de ser revisados por un especialista en Crus-
táceos antes de ser dados como válidos de un modo definitivo.
No hemos de terminar esta noticia crítica sin llamar la atención so-
bre la facilidad con que algunas Sociedades acogen trabajos como el
del Sr. Qibert, que tan a las claras hacen ver, a propios y extraños, el
nivel de inferioridad científica en que estamos en determinados grupos
zoológicos, ya que es posible publicar trabajos como el comentado sin
^ue provoquen una protesta general. Por este motivo no hemos querido
(1) Act. Soc. Esp. Hist. Nat., t. XXI, págs. 124-141.
DE HISTORIA NATURAL 427
dejarlo pasar sin nuestra crítica, que, aunque modesta, hace ver nues-
tro firme propósito de contribuir a que no se publiquen trabajos que
tanto nos desacreditan.— C. Bolívar y Pieltain.
Antoine {N[.).—Nofes d' Entomologie marocaine. I. Carabiqaes de la
Chaouía. Bull. Soc. Se. Nat. du Maroc, t. II, págs. 55-70. Rabat, 1922.
La Chaouia es una de las regiones de Marruecos aun poco conoci-
das entomológicamente; así, de los 331 Carábidos que enumera Escale-
ra en su Catálogo de los Coleópteros de Marruecos, tan sólo 19 corres-
ponden a esta región En la presente nota, este número se eleva a 200,
por lo que se ve la importancia de los materiales ya reunidos por
M. Antoine, si bien éste no es sino un trabajo preliminar, pues muchas
especies están aún en estudio. Se describen las siguientes formas nue-
vas: Harpalus siciihis ab. peneaiii, H. cardoni, H. neglectus alluau-
di, Aciipalpus dorsalis zaerensis, Steropus globosas pecoiidi, Gra-
phoptenis exclamationis ab. bivittatiis, Pherosophiis hispaniciis ab.
theryi. Aparte de éstas, menciona una treintena de formas nuevas para
Marruecos, y da la lista de todas las recogidas, con indicaciones de lo-
calidad, rareza, etc. Termina con la interesante conclusión de que la
zona estudiada puede dividirse en dos regiones entomológicas bien
distintas: 1.^, una occidental correspondiente a la llanura caliza tercia-
ria, que comprende la región de Casablanca, y 2.'', otra oriental, la me-
seta primaria silícea, que comprende la meseta de Camp Boulhaut y los
Valles que de ella descienden.— C. Bolívar y Pieltain.
Jordá. — Con/ríbucíó al coneixement deis coleópters de les Balear s.
Butll. Inst. Cat. d'Hist. Nat., págs. 128-132. Barcelona, 1922.
En esta nota aparecen datos muy interesantes para la fauna balear,
procedentes de las recolecciones del autor. Entre ellos figuran el cu-
riosísimo Speluncarius jordai, especie descrita por Reitter, y que me-
recería un estudio más detenido; la Ophionea olivieri, y otras varias
especies más. En conjunto, es una buena adición al Catálogo de los
coleópteros délas Baleares, publicado en 1915 por el naturalista polaco
Tenenbaum.— C. Bolívar y Pieltain.
Joly (H.).— 5i/r l'allure tectonique des conches crétacées et tertiaires
aux environs de Haro (province de Logroño, Espagne). C.-R. Ac.
Se, t. 174, págs. 1474-1476, una fig. París, 1922.
Continuando el autor sus estudios sobre los Montes Ibéricos y Valle
alto del Ebro, señala en esta nota la existencia de fenómenos de corri-
miento en Haro, por los cuales sobre las molasas oligocenas se han
montado los conglomerados eocenos y se han levantado hasta la verti-
cal los estratos cretácicos. Sintetizando sus investigaciones, dice que
el valle del Ebro es un plano de hundimiento, en donde se han acumulado
los sedimentos terciarios y cuaternarios y el cual, bastante reciente-
428 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
mente, ha sido comprimido por los contrafuertes meridionales del Piri-
neo, que se han dirigido hacia el S., y los Montes Ibéricos que lo han
hecho hacia el N.— Royo Gómez.
Schlosser (M.)-- Líber Tertiar und weissen fura von Cfielva in der
provinz Valencia. Zentralblatt f. Miner., Qeol. u. Paláont., año
1919, págs. 340-341, una fig. Stuttgart, 1919.
Esta nota es el resultado del estudio, realizado por el autor, de ma-
teriales existentes en la colección geológico-paleontológica de Munich,
procedentes de Chelva (Valencia) y remitidos, así como un croquis de
la comarca, por un alemán residente en dicha población. Por este medio
señala hallazgos prehistóricos (neolíticos o protohistóricos), lignitos y
conglomerados sin fósiles del SW. de Vestas, que cree pertenecen al
Pontiense; areniscas caoliníferas cretácicas y fósiles rodados del Ce-
nomanense. La parte más interesante es la que se refiere al Jurásico,
pues indica la existencia del Sequaniense y del Kidmerigiense, citando
44 especies de fósiles, en su mayoría Ammonites, que en gran parte
pertenecen al Lusitaniense de Choffat, o sea al Jura blanco {i de Sua-
bia y Franconia.— Royo Gómez.
Gale (H. S.).—Potash deposits in Spain. Un, St. Geol. Survey. Bulle-
tin 715 A., 16 págs., 3 figs., 3 láms. Washington, 1920.
Resultado de una rápida visita a los yacimientos de Suria y Cardona
en el año 1919; el autor, en varios capítulos, describe la situación de
aquéllos, las minas denunciadas, la Montaña de Sal de Cardona, las
labores de investigación en Suria; señala después otros depósitos cer-
canos, continuando con una descripción geológica para la que le sirve
de base el trabajo de los señores Rubio y Marín al detallar los horizon-
tes estatigráficos de la región.
Anota la legislación española sobre tales yacimientos y termina el
trabajo indicando que aun son prematuros los cálculos sobre la produc-
ción de potasa, debido a la complicación estructural de la zona recono-
cida, aunque ya los sondeos que se realizan actualmente parecen estar
situados en puntos más favorables.— J. Gómez de Llarena.
Carbonell Trillo-Fígueroa (A.).— La faz de la Tierra en e, país cor-
dobés a través de las edades geológicas. Discurso de ingreso en la
R. Acad. de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.
38 págs. Córdoba, 1922.
Se trata de un resumen geológico y paleogeográfico de aquella pro-
vincia andaluza, a cuyo estudio viene dedicándose el incansable y dis-
tinguido Ingeniero de Minas, con el fervoroso cariño que profesa a su
patria chica.
Ofrece el trabajo una novedad de método que juzgamos atrevidísima
en un discurso de vulgarización, pues el autor presenta una perspectiva
DE HISTORIA NATURAL 42»
liistórica del país, partiendo del momento actual y retrocediendo hacia
las obscuras etapas geológicas, cosa que estimamos procedente cuando
se trata de estudiar, en la intimidad de todo el que hace geología, un
caso determinado, para remontarse a las causas y aplicarlas luego al
problema, recapitulando la serie de fenómenos que constituyen el hilo
de su historia.— J. Carandell.
Orcel {].).— Sur la composition chimiqíie de l'aérinite. C R. Acad. des
Se, t. 175, n. 6, págs. 309-311. París, 7 agosto 1922.
El análisis de un ejemplar procedente de Caserras (Huesca), des-
pués de una separación cuidadosa mediante ataque por los ácidos, ha
dado el siguiente resultado:
SiO^ 39,26 654 \ ..^ ^^
TiO^ 0,49 6 i ^^" ""'^
Ar-'O^ 19,80 194 I p:.Qc 0 9
Fe^O' 7,13 44,5 j ^^^'^ ^'^
FeO 1,35 18,7 ) infiT i
MgO 3,52 88 \ *^°'' ^
MnO 0,03
CaO 9,08 163 i ... , c
SrO 0,20 2 \ '°^ ''^
P^O* 0,07
Vanadio indicios
Álcalis indicios
H^O(al06°) 5,43 301,6 2,8
H2O(a400) 11,03/ ^^^ 7,
H'^O(de400°al.l00°). 2,92 ( ''^ ''^
100,31
De este análisis se deduce la fórmula empírica aproximada
6 SiO^ 2 (Al,Fe)^03, (Fe,Mg)0, 1,5 CaO, 7 H^'O + S Aq.
Parece que este mineral puede, pues, referirse al grupo de las lep-
tocloritas, al cual le aproximan también sus propiedades ópticas.—
L. F. Navarro.
Soriano {].).- Estudio industrial de yacimientos de turba del litoral
de las provincias de Valencia y Castellón. Bol. Of . de Minas y Meta-
lurgia, año VI, núm. 61 págs. 3-36. Con 6 láms. Madrid, junio de 1922.
Después de unas breves consideraciones sobre la formación de la
turba y sobre sus aplicaciones agrícolas e industriales, fija el autor el
carácter general de estas turberas, cuya formación no es actual. Des-
cribe después los diversos yacimientos, haciendo respecto a todos ellos
consideraciones de carácter geológico e industrial. Las localidades en
que señala yacimientos son Torreblanca y Cabanes (las más impor-
tantes), Castellón, Benicasim, Almenara, Gandía, Jeresa y Jaraco; los
430 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
sondeos en la Albufera de Valencia han demostrado que en su fondo no
existe turba ninguna (contra lo que por alguien se había supuesto), y
que en la época de la formación de este material, el mencionado lago
estaba ocupado por las aguas marinas. El autor es optimista en cuanto
al valor industrial de estos yacimientos de turba, y calcula su riqueza
en unos 4.000.000 de toneladas de turba seca, de los que 2.700.000 co-
rresponden a Torreblanca y Gabanes. -L. F. Navarro.
Contribución de las diversas naciones al estudio de la Geología. In-
geniería, año XVIII, núms. 623 y 624. Madrid, julio de 1922.
Sin firma ni indicación alguna de autor ni origen, publica la revista
Ingeniería un artículo interesante, que es una breve historia de los más
importantes descubrimientos que en el campo déla Geología se han ido
sucediendo. Aunque se trate de hechos en general muy conocidos, es
útil encontrarlos agrupados sistemáticamente bajo una forma amena e
interesante. Es lástima que la imperfecta traducción de ciertos términos
denote en el traductor un conocimiento excesivamente somero de las
ciencias geológicas. -L. F. Navarro.
Cendrero {O.). -Geología, 237 págs., 458 figs. Andrey y G.^. Reino-
sa, 1922.
El libro que señalamos (3.* edición) forma parte del curso elemental
de Historia Natural del autor, obra muy justamente apreciada como
texto para la enseñanza secundaria, en España y en la América españo-
la. La nueva edición, muy bien presentada en su parte material, ha sido
asimismo muy mejorada, sobre todo por el aumento de ilustraciones.
En éstas se continúa el excelente criterio de tomar la inmensa mayoría
de los motivos del territorio nacional o del de las naciones americanas
de habla española.— L. F. Navarro.
Fleury (E.). — O que pode lerse na carta geológica de Portugal. Jor-
nal de Sciéncias Naturais, vol. I (1921). Lisboa, 1922.
Delicioso artículo, en que, en una forma amena que no excluye el ri-
gor científico, se hace un breve resumen de la historia del suelo portu-
gués, que es a la vez, en gran parte, la historia del suelo español. La
tirada aparte lleva un extenso apéndice, con notas bibliográficas y cua-
dros de la estratigrafía portuguesa que completan felizmente el artícu-
lo, cuya lectura interesa a los geólogos españoles casi tanto como a los
de la nación vecina. — L. F. Navarro.
Gignoux (M.) y Fallot (P.).— Le Pliocéne marin sur les cotes medite-
rranées d'Espagne y Le Quaternaire marin sur les cotes medite-
rranées d'Espágne. G. R. Acad. des Se, t. 175, págs, 281-283 y
404-406. París, 1922.
De estas dos notas se deduce que, durante el Plioceno inferior, la
costa estuvo elevada 250 a 350 m. sobre el ni\;Gl actual del mar, llegan-
DE HISTORIA NATURAL 43Í
do en algunas localidades a 495 m. (Furias, cerca de Lorca); indica esto
una invasión reciente del mar. Durante el Plioceno superior, existía un
territorio emergido entre la costa actual y las Baleares, pues en esta
zona dicha formación no aparece, atestiguando los restos paleontológi-
cos pertenecientes a vertebrados esta conclusión.— F. H. -Pacheco de
LA Cuesta.
Courteway de Ka\b. —Cuivre dans la Sierra Nevada (Espagne). Mi-
ning and scient. Press, 4 mars 1922. San Francisco.
Al E. de Granada, hacia el nacimiento del río Qenil, al pie de las
más elevadas montañas de la Península, Mulhacen, Veleta, La Alcaza-
ba, hay yacimientos de cobre conocidos desde la más remota antigüe-
dad. Sierra Nevada, de que forman parte estas cumbres, se ha formado
en la época miocena; su emergencia se ha prolongado hasta el Plioceno;
pero desde el principio del Mioceno superior, la elevación era bastante
considerable para dar lugar a una erosión activa. El eje del anticlinal
que forma la cadena superior se encuentra entre Veleta y los picos de
La Alcazaba y Mulhacen, en el arroyo profundamente encajado de Val-
deinfierno. La cresta del anticlinal ha sido fuertemente disecada por
la erosión, que, bajo las pizarras cristalinas del precámbrico (cuarzo-
filadios, frecuentemente feldespatizados con sericita y epidota), ha al-
canzado a una diabasa, inyectada en el eje del anticlinal.
No lejos del afloramiento de esta roca básica en Valdeinfierno, se
encuentran Varios filones dirigidos N. 60" W., paralelos a las fallas que
limitan el bloque en que están situados los picos más altos de Sierra
Nevada. Algunos de estos filones están mineralizados por carbonato de
hierro con calcopirita. Su potencia varía desde algunos centímetros
hasta 5 y aun 9 metros. La riqueza del mineral alcanza a 3 y 4 por 100
de cobre. Parece haber un tonelaje importante de mena explotable. Las
tentativas de explotación renovadas en diversas épocas no han alcanza-
do éxito, sin duda por las dificultades del transporte-, éstas, sin embar-
go, parecen a punto de resolverse.
Más abajo, en el Valle del Qenil, un poco aguas arriba de Granada,
en Lancha de Cene, los aluviones procedentes del mismo macizo son
auríferos. Una Sociedad inglesa ha intentado su explotación hace vein-
te años, sin éxito.
(Traducido de la Reviie de Géologie et des ciencies connexes, nú-
mero de agosto de 1922, París.)
JVlaheu (J.) et Gillet {k.). — Contribiition a l'étude des lichens des i/es
Baleares. Bull. de la Soc. Bot. de France. Tome XXII, 4^ Serie.
París, 1922.
Trabajo muy interesante, conteniendo la lista de 154 especies de
liqúenes de la flora de aquellas islas, cuya liquenografía era casi total-
mente desconocida. Algunas de las especies comprendidas son nuevas
para la mundial: Lecanora glaucescens Hue., L. rufofusca Mah. et
Gilí., L. stenospora Hue, L. baleárica Mah. et Gilí., y la/, sorediosa
432 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Mah. et Qill. de la Ramalina Panizzei Durs. La autoridad de los auto-
res en liquenología bastaría a dar interés a este trabajo, cuyos materia-
les fueron, a más, consultados con Hue y con Harmand.— Gz. Fragoso.
Font Quer (P.).— ¿/«a excursión botánica a Sierra Ministra. El Res-
taurador Farmacéutico, julio 1922, Barcelona.
Contiene la lista de las especies recolectadas y notas críticas acerca
del Ptilotrichiim halimifolium (All.) Borzi, subsp. Lape^roussianum
(Jord.) Font Quer, así como la descripción de un notable híbrido de
Siderites hirsuta x 5. incana, que denomina 5. Paui.-Gz. Fragoso.
Picado (C). — Anticorps expérimentau^r chez les végétau.x. Ann. de
rinst. Pasteur, t. XXXV, núm. 12; 9 págs , 3 figs. interc. París, di-
ciembre de 1921 (Trab. del Lab. del Hospital San José, Costa Rica.)
En este trabajo se estudia un interesante problema de Biología ve-
getal, desarrollando un criterio comparativo con la Biología animal, que
estaba siendo reclamado por la unidad de la Ciencia biológica.
Hace el autor una suspensión de polen de maíz en agua sola o glu-
cosada, previamente esterilizada, inyectando con ella una rama de
Opuntia (vegetal que emplea por la facilidad de su inyección con jerin-
ga ordinaria); cuando los tejidos inyectados están amarillos y quebra-
dizos, extrae el jugo por presión, filtra y centrífuga. Prepara también
jugo de Opuntia no inyectada, para utilizar como testigo, y compara
las acciones de ambos jugos sobre otra suspensión del mismo polen em-
pleado, viendo que el jugo de la planta inyectada produce tisis y aglu-
tinación; el aspecto macroscópico, dice, recuerda mucho una reacción
de Widal, fuertemente positiva.
Expone luego otros experimentos, fácilmente imaginables, para in-
vestigar la fuerza lítica y aglutinante, la especificidad y la termolabili-
dad de las aglutininas y citolisinas (que él llama polenolisinas) encon-
tradas, así como para ver si existe una alexina.
He aquí sus conclusiones:
1.* Por inoculación de antígenos apropiados, se puede provocar en
los vegetales la producción de anticuerpos.
2.^ La inoculación de polen puede provocar a la Vez la formación de
citolisinas y de aglutininas.
S.'' Las propiedades citolíticas se pierden por calentamiento, duran-
te media hora, a 45 grados; pero reaparecen por adición de jugo de
planta nueva, que juega el papel de una alexina.
4.'^ Las citolisinas y aglutininas no son específicas, sino «de grupo».
Y S.*^ Las /;o/e«o//s/«fl5 experimentales parecen gozar de especifi-
cidad relativa más marcada que Xas polenoaglutininas.—]. Rodríguez
Sardina.
Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat.
Tomo XXII. -LÁM. VII.
C. Rodríguez, del.
Especies nuevas de Allodapa.
Allodapa Brumpti: extremidad cefálica (fig. 1 j; cola del macho (fig. 2). Allodapa
Bolivari: cola del macho (fig. 3); ovoyector (fig. 4); huevos (fig. 5); larvas con-
tenidas en su interior (fig. 6). (El aumento esta representado por las escalas
indicadas.}
Sesión extraordinaria del 6 de diciembre de 1922.
PRESIDENCIA DE DON RICARDO GARCÍA MERCET
El Presidente manifiesta que se ha convocado a Junta extraor-
dinaria para poner a votación un reciente acuerdo de la Directiva
que afecta al reglamento de la Sociedad, cual es el de aumentar
la cuota de socio, con objeto de hacer frente al enorme coste que
actualmente tienen las publicaciones de la misma, coste que en el
año que termina se traduce ya en déficit, por fortuna no muy con-
siderable, pero lamentable, después de venir la Sociedad, durante
su larga vida, cerrando siempre el año económico con superávit.
Al mismo tiempo, propone el Presidente que la lista de socios que
se venía publicando anualmente en el primer cuaderno del Bole-
tín, y cuyo coste pasa de 500 pesetas entre papel, composición y
tirada, se publique, hasta nuevo acuerdo, solamente los años pares.
Puestas a votación ambas proposiciones, se acuerda por unani-
midad y sin discusión, elevar la cuota de socio numerario a 20 pe-
setas, a 22,50 la de numerarios extranjeros, a 15 la de socio agre-
gado, y a 250 la de socio vitalicio, acordándose también que en el
primer caso podrá hacerse el pago en dos semestres, y suspender
la publicación de la lista de socios los años impares, a partir del
próximo; y acto seguido se levantó la sesión.
Sesión del 6 de diciembre de 1922.
presidencia DE DON RICARDO GARCÍA MERCET
El Secretario lee el acta de la sesión de noviembre, que es
aprobada.
Admisiones y presentaciones.— Son admitidos los señores
propuestos en la sesión anterior, y presentados para su admisión,
como socios numerarios, D. Fernando J. Mascaró Carrillo, de
Jaén; D. Juan Centellas Comas, de Barcelona; el profesor Gustavo
Rovereto, de la Universidad de Genova; D. Diego Ojeda Burriel,
Ayudante de Montes, el Instituto de Jaén, y la Biblioteca del
Tomo xxu.— Diciembre, 1922. 28
434 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
British Museum (Natural History) de Londres, respectivamente por
los Sres. Escribano, Fernández Qaliano, Cabrera, Vicioso, Rebo-
llar y Bolívar y Pieltain.
Comunicaciones.— El Secretario lee una carta dirigida al
Presidente honorario, Sr. Bolívar, por el Vicepresidente, rogando
a la Sociedad excuse su falta de asistencia a las sesiones, oca-
sionada por motivos de salud.
Necrologías.— El Sr. Bolívar y Pieltain, participa el falleci-
miento de nuestro consocio correspondiente, el Sr. A. L. Montan-
don, ocurrido el 28 de febrero próximo pasado en Cernavoda
(Rumania). Era un distinguido especialista en Hemípteros, que
mantuvo relaciones científicas con algunos entomólogos españoles.
El mismo señor da cuenta del fallecimiento del ilustre entomó-
logo inglés Dr. David Sharp, ocurrido el 27 de agosto último en
Brockenhurst, a los ochenta y dos años de edad. Sus numerosos
trabajos sobre los Coleópteros le llevaron a ocupar un puesto pre-
eminente entre los especialistas de este grupo; pero su gran activi-
dad científica no queda reducida a esto, ya que, entre otras cosas,
es autor de los dos tomos consagrados a los Insectos por la Cam-
bridge Natural History, en los que pueden apreciarse sus profun-
dos conocimientos, al mismo tiempo que 'el arte de exponerlos en
forma fácilmente asequible a los lectores, y que constituyen indu-
dablemente una de las obras más recomendables de entomología
general. Colaboró desde 1885 en la redacción del Zoological Re-
cord, cuya dirección asumió a partir de 1891, y su influencia se
dejó sentir en la disposición, cada vez más clara y práctica, de una
obra tan importante. En su juventud publicó un trabajo sobre Co
leópteros de España, en parte recogidos por él mismo, en el tomo
primero de los Anales de nuestra Sociedad.
Trabajos presentados.— El Secretario presenta una nota
sobre la Mustcla de Marruecos y Argelia; el Vicesecretario, se-
ñor Bolívar y Pieltain, un trabajo sobre carábidos de España; el
Sr. Luelmo, una nota titulada Algunas observaciones sobre el
aparato de Golgi en la plántula del garbanzo, y el Sr. Jiménez
de Cisneros remite otra sobre La fauna liásica del barranco de
la Caleta, al W. del Algavat.
DE HISTORIA NATURAL 435
Rendición de cuentas.— Ei Tesorero, Sr. Escribano, leyó el
siguiente
Estado económico de la Real Sociedad Española
de Historia Natural en l.°de diciembre de 1922.
La Sociedad ha invertido en el presente año la suma de
16.252,95 pesetas, y tiene un déficit de 2.979,67 pesetas.
Procede lo gastado:
1.° Déla subvención anual concedida a la Sociedad por el
Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, que se eleva a
la suma de 5.000 pesetas, de las cuales sólo se han cobrado 2.500,
que se han invertido en su totalidad, según se acredita por el si-
guiente estado, y cuya cuenta, formalizada por el Habilitado de
estos fondos, consta de las siguientes partidas:
Pesetas.
Abonado por la impresión del Boletín, tomo XXI
(números 4, 5, 6 y 7) 1 .582,40
ídem por papel para las publicaciones 691
ídem por grabados para las mismas 105,24
ídem por una placa esmaltada 12,36
ídem por impuestos del Estado y Habilitación 109
Suma, igual a la cobrada 2.500
Nota. Se espera cobrar en breve el resto de la subvención que co-
rresponde a los dos últimos trimestres del año económico vigente, ya
que se han cumplido todos los trámites que exige la ley de Presupues-
tos que rige.
2.° De los recursos ordinarios de la Sociedad, que, con el
saldo sobrante del año anterior, han ascendido a 10.755,28 pese-
tas, cuya cuenta de ingresos y gastos, que arroja un saldo en con-
tra de la Sociedad de 2.979,67 pesetas, es el siguiente:
Estado de los ingresos y gastos ordinarios de la Real Sociedad
Española de Historia Natural desde 1° de diciembre de 1921 al
30 de noviembre de 1922.
INGRESOS
Pesetas.
Saldo a favor de la Sociedad en 1 ." de diciembre
de 1921 352,05
Importe de las cuotas corrientes de un socio pro-
Suma y sigue 352,05
436 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Suma anterior 352,05
tector (180), cuatrocientos treinta y seis nume-
rarios, dos de ellos extranjeros (6.545) y diez
agregados (80) . 6.805
ídem de cuarenta y cuatro cuotas atrasadas de
socios numerarios (660) y cuatro de agrega-
dos (32) 692
ídem de las cuotas de socios vitalicios de los se-
ñores Pie y Nascimento 400
ídem de tiradas aparte, atrasadas, cobradas 40,25
ídem de publicaciones vendidas 942,95
ídem de la comisión por Venta de publicaciones
de la Junta para ampliación de estudios 188,85
ídem id. de la casa «Calpe» 72,68
ídem de seis resmas de papel, sobrante, vendido. 222,80
ídem de los intereses de dos cédulas del Banco
Hipotecario al 4 por 100 ... 36,30
ídem del resto de la cantidad recaudada para el
homenaje a D. Ignacio Bolívar, cedido por la
Comisión organizadora a esta Sociedad 879,35
ídem de cinco cheques entregados por dicha Co-
misión y hechos efectivos por la Sociedad 123,05
Total 10.753,28
GASTOS
Pagado por la impresión de la Memoria Un crá-
neo humano prehistórico de Manila y Boletín
tomo XXI (números 8, 9 y 10), tomo XXII (nú-
meros 1, 2, 3, 4 y 5) 6.872,17
ídem por papel para las publicaciones 1 .845,90
ídem por grabados para las mismas 753,28
ídem por gastos diversos 1 .162,40
ídem a los dependientes de la Sociedad 845
ídem por gastos de correo y envío de publica-
ciones 1.525,90
ídem por gastos menores y presupuestos de las
Secciones 728,30
Total 13.732,95
RESUMEN
Importa el total de los ingresos . . 13.255,28
ídem de los gastos. . 16 232,95
Saldo en contra de la Sociedad en 1.° de diciem-
bre de 1922 2.979,67
DE HISTORIA NATURAL 437
La Sociedad tiene un saldo a su favor por atrasos de 2.842 pe-
setas, según resulta de los estados y comprobantes que se acom-
pañan.
Madrid, l.°de diciembre de 1922.— El Tesorero, Cayetano Es-
cribano.—E\ Vicetesorero, Manuel Ferrer y Galdiano.
El Presidente, conforme a lo preceptuado en el reglamento,
propone se nombre una Comisión para examinar estas cuentas,
acordándose la formen los Sres. Crespí, Jiménez de Asúa y López
Soler.
Renovación de cargos.— A continuación, el Presidente sus-
pendió la sesión durante unos minutos, con objeto de que los pre-
sentes cambiasen impresiones acerca de la designación de Junta
directiva para 1923. Reanudada aquella, procedióse a la votación,
en la cual tomaron parte 41 socios, y verificado el escrutinio, quedó
proclamada la siguiente:
Junta directiva para 1923.
Presidente D. Domingo de Orueta.
Vicepresidente D. Antonio Casares Gil.
Secretario D. Ángel Cabrera.
Vicesecretario D. Cándido Bolívar y Pieltain.
Vicesecretarios adjuntos. D. Gonzalo Ceballos y D. José Royo.
Tesorero D. Cayetano Escribano y Peix.
Vicetesorero D. Manuel Ferrer Galdiano.
Bibliotecaria Srta. Mercedes Cebrián.
Comisión de publicaciones.
D. Florentino Azpeitia.— D. Arturo Caballero.— D. Antonio
Casares-Gil.— D. Eduardo Hernández-Pacheco. — D. Luis Loza-
no.—D. Enrique Rioja.
Comisión de bibliografía.
D. Celso Arévalo.— D. Francisco de las Barras.— Rdo. P. Ba-
rreiro, O. S. A.— D. José María Dusmet y Alonso. — D. Lucas
Fernández Navarro.— D. Antonio García Várela. — D. Romualdo
González Fragoso.— D. Antonio de Zulueta.
438 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Secciones,— La de Valencia celebró sesión el 30 de noviem-
bre, en el Laboratorio de Hidrobiología, bajo la presidencia del
profesor Moróte.
Es presentado para nuevo socio, por el Sr. Pardo, D, José
Fornet Quilis, profesor auxiliar del Instituto.
Se procede a la elección de Junta directiva para el año 1923,
siendo nombrados por aclamación los señores siguientes:
Presidente honorario D. Celso Arévalo Carretero.
Presidente D. Francisco Moróte Greus.
Vicepresidente D. Pablo Verdeguer Comes.
Tesorero D. Emilio Moroder Sala.
Secretario D. Luis Pardo García.
Vicesecretario D. Emilio Bogani Valldecabres.
El Sr. Boscá (E.) presenta un ejemplar de cocodrilo muerto
en el río Turia, acerca del cual dio las siguientes noticias:
«Gracias al interés de nuestro amigo D. José Cebolla, monta-
dor y conservador de la colección Paleontológica Botet, podemos
registrar la siguiente nota, que de otra m.anera quizá hubiera pa-
sado inadvertida para el público en general y para esta Sociedad,
sin duda llamada en primer término a comentarla.
»Un aficionado a la pesca de caña venía observando que en el
curso del río desde su desembocadura hasta el azud último llamado
del Oro, por recoger las afluencias del Valladas, venía desapa-
reciendo la pesca más o menos abundante que existía de modo
ordinario, cuando el lunes próximo pasado pudo ver junto a la
orilla un animal extraño, que, medio salido del agua, se hallaba
tranquilamente tom.ando el sol. Falto de otros medios, le arrojó al-
gunas piedras, teniendo el acierto de darle en la cabeza, aturdien-
do al animal, y sirviéndose de una caña para sacarlo aún vivo, dando
un fuerte soplido; pero como se defendiera, lo mató de un golpe
sobre el suelo, y ufano por su adquisición, lo enseñaba al público,
que hacía los consiguientes comentarios, hasta que, llegando la no-
ticia del hecho al Sr. Cebolla, lo tomó por su cuenta, trayéndolo
a mi domicilio, donde pude determinarlo, resultando ser un coco-
drilo de la especie Crocodilus intermedias Graves, cuya forma
parece ser entre las especies conocidas la más próxima al género
Gavialis Geof f roy .
»Nuestro ejemplar de cocodrilo no concuerda en coloración con
lo escrito para la especie adulta; pero existe entre los reptiles el
DE HISTORIA NATURAL 439
precedente de muchas especies en las que tanto el dibujo como la
coloración son muy distintos para los animales jóvenes, y así es
en el caso presente.
»E1 fondo general de las regiones dorsal y laterales es ceni-
ciento, con manchas negras, que las mayores del cuerpo alcanzan
hasta tres escudos en sentido transversal, pero desiguales y en
desorden; sobre la cabeza resaltan puntos también desiguales y
sin orden; y sobre la cola hay algunos que abarcan toda la cara
lateral, formando semianillo. La parte inferior de la cabeza, vientre
patas y arranque de la cola son blancas porcelana, color que se ex-
tiende a los lados de la cola, donde es blanco sucio.
»Las dimensiones resultan: cabeza, 61 mm.; máxima transversal,
35 mm.; cuello, 31 mm.; tronco, 120 mm., ancho máximo del mismo,
52 mm.; cola, 233 mm. En fresco pudo apreciarse la membrana nic-
titante de los ojos, y una membrana que cerraba por completo la
parte posterior de la boca.
»En cuanto a la extraña presencia del joven individuo en Valen-
cia, es una incógnita que necesita averiguaciones. Se dice que el
pasado año se fugó un cocodrilo de una colección de fieras vivas,
y que pudiera ser una hembra que criara un tanto separada de la
feria donde se exhibía; pero el hecho pudiera relacionarse con la
traída de alguna mercancía, y que siendo animales que sufren letar-
go, buscara abrigo en ella.»
El Sr. Moroder presenta diversos individuos hembras de Iccrya
purchasi en diversas fases de desarrollo, procedentes de los focos
encontrados en esta localidad en jardines dedicados a la venta de
plantas, por nuestro consocio el Ingeniero Agrónomo Sr. Font de
Mora, quien tiene establecidos cultivos para estudiar su evolución
y proporcionar alimento al Novias cardinalis, su enemigo, del que
también se está cultivando, por si la plaga se extendiera en nues-
tra región.
El Sr. Bogani da cuenta de su trabajo Diatomeas de las La-
gunas de Almenara {Castellón), primero de una serie en la que
piensa estudiar la flora diatomológica de las aguas dulces de Va-
lencia, y el Sr, Pardo presenta una nota titulada Indicaciones
acerca del potamoplancton valentino.
440 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Trabajos presentados.
Topografía comparada de cuatro localidades ribere-
ñas españolas: Toledo, Montero (Córdoba), Arcos
de la Frontera (Cádiz) y Castro del Río (Córdoba)
por
Juan Carandell.
(Láminas VIII a XI.)
Nuestra visita a Arcos de la Frontera (agosto de 1922) nos in-
dujo a redactar una breve nota acerca de la situación especial de
este pueblo; pero viendo allí un caso más de poblaciones que ocu-
pan el vértice de «peñas» rodeadas por algún importante río que
corta en ellas elevados riscos, creemos oportuno hacer un bosquejo
de las que enumeramos en el epígrafe, visitadas por nosotros to-
das ellas.
Toda llanura de aluvión que, con suavísimo declive, termina en
un nivel general de base, y está drenada por una red fluvial (se-
nil, como es lógico), es susceptible de experimentar, con respecto
a dicho nivel— supondremos que sea el mar— uno de dos movimien-
tos epirogénicos que lo hagan variar en sentido positivo o en
negativo.
Puede, en efecto, suceder que el nivel de base quede alejada
(lo que en términos geológicos se llama regresión), descendiendo,
y quedando al descubierto una faja de zona costera de rápido ta-
lud, o que aquél resulte más próximo— es decir, transgresivo—y
ganando altura relativa e invadiendo el litoral.
De este segundo aspecto no nos ocuparemos, y sí del primero,
como teorema o premisa de los apuntes que siguen.
Elevándose por igual (grosso modo) una planicie costera, la
suave hipérbola que describe el perfil vertical del río que la reco-
rre experimenta una inflexión, una ruptura de pendiente en el
preciso punto de su contacto con el mar, o desembocadura.
DE HISTORIA NATURAL 441
El retroceso constante de esta ruptura de pendiente, con la
aparición de otras tantas, retrocediendo asimismo en los respecti-
vos afluentes, hasta llegar a los tramos torrenciales de éstos,
abriendo así un capítulo de erosión intensa en las vertientes mon-
tañosas del dominio hidrográfico, constituye la historia de las lla-
nuras en proceso de disección, cuyo final puede llegar a ser el
butte témoin o cerro testigo, y cuyos episodios son las gargantas,
las angosturas, los cañones, las cárcavas u hoces, en diversos es-
Fig. 1.— Mapa de la situación de las localidades a que
se alude en el presente artículo.— 1, río Quadalete;
2, río Guadajoz; 3, río Guadalquivir; 4, río Tajo.
tadios 0 momentos de juventud o madurez, segtin la fecha del mo-
vimiento epirogénico inicial, o en virtud del grado de tenacidad de
los materiales sedimentarios de la antigua llanura, o ya, en fin,
dado el caudal de los cursos disectores.
Ocurre ordinariamente que el perfil horizontal de éstos no va-
ría en sus líneas generales, sobre todo al principio de este rejuve-
necimiento de todos ellos. Los meandros se conservan en tanto se
consideran horizontalmente; pero reajustándose los ríos a la ley
de equilibrio perdida en virtud de la ruptura de pendiente iniciada
en la desembocadura, el retroceso de ésta se señala por el ahon-
damiento de los cauces, respetando, en principio, su perfil hori-
zontal.
Escojamos uno de éstos, tai, que tenga la forma de una herra-
dura en el momento geológico en que le llega la repercusión del
ya lejano movimiento (fig. 2).
442
BOLETÍN DE La REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Tres segmentos son a considerar en él. Uno, en el medio punto
del arco, en el cual el máximum de velocidad de la corriente es
centrífugo; dos, en el comienzo y al final, en los cuales el máximo
de aceleración es centrípeto, si-
métricamente.
Estas circunstancias, que han
existido siempre, continúan, con
mayor coeficiente, ahora que los
cursos fluviales son más rápidos,
más jóvenes.
Veamos el carácter de las ribe-
ras en los mismos tres segmentos.
En el primero, la ribera A' es
retrocesiva, siempre fresca; la A
es progresiva y senil. Ambas tien-
den a aumentar la longitud del
meandro, emigrando, desplazán-
dose sobre el eje. Las BB' y CC
lo harán también, tendiendo a sol-
darse, en cuyo instante el mean-
dro quedaría abandonado.
La topografía del territorio contenido en el interior del mean-
dro ofrecerá, por tanto, dos cortaduras en los flancos, que insen-
siblemente pasan a cero al aproximarse al extremo más alejado
(punto A'). Así fué en la fase senil del río; con tanta más exage-
ración cuanto más favorables sean los factores iniciales indicados,
acontecerá ahora, en la fase de rejuvenecimiento.
Estas cortaduras pondrán de manifiesto la estructura del terre-
no, descubriendo la concordancia y horizontalidad de los estratos,
y dejando, además, impresas las huellas de la estratificación cru-
zada.
Prosiguiendo el ahondamiento, un instante podrá llegar en que
la erosión descubra terrenos infrayacentes de consistencia distin-
ta, o mayor que la de los hasta entonces disecados, y esto se tra-
ducirá en rupturas de pendiente locales que evolucionarán, a su vez,
desde la cascada, por el rápido, hasta el congosto, encajado éste
en el antiguo, el cual evolucionará hacia la senilitud, y desapare-
cerá allí, en todo caso, antes que el nuevamente excavado.
Fig. 2.
DE HISTORIA NATURAL
445
Con estos antecedentes examinaremos cada uno de los cuatro
casos: Castro del Río, Arcos, Montoro y Toledo.
Castro y Arcos corresponden al tipo general. Montoro y Tole-
do pertenecen al segundo ejemplo, es decir, al de cauces impues-
tos como consecuencia de rupturas ¡ocales de pendiente provoca-
das por la aparición de rocas duras que estaban antes cubiertas
por la planicie aluvial, ya costera, ya interior.
Castro es un pueblo de la provincia de Córdoba que ocupa la
superficie superior y los flancos del terreno encerrado en la conca-
Fig. 3.— Mapa topográfico de Castro del Río.
Escala 1 : 50.000 (reproducido del mapa del Inst. Qeogr. y Estad, de España.)
vidad de la herradura que el río Quadajoz describe en el espesor
de los terrenos terciarios de la Campiña, sometidos a su disec-
ción; uno de los muchos meandros encajados por los cuales discu-
rre el afluente del Guadalquivir.
444 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
La altura máxima del mogote (aquí «todavía» no es una «peña»)
es tan sólo de unos 25 m. sobre el río). Estamos, pues, en un caso
de rejuvenecimiento incipiente, a guisa de fase preparatoria, del
que vamos a ver en Arcos en todo su esplendor (fig. 3, y lám. VIH,.
figura 1).
Arcos.— M.ateria\es sedimentarios de la antigua llanura: plioce-
no fosilífero, con arcillas, gravas y arenas, predominando éstas en
la base. Río disector, el Quadalete. Altura de la antigua superficie
topográfica sobre el río, 96 m. Es decir, esta cifra representa el
Fig. 4.— Mapa topográfico de Arcos de la Frontera.
Escala 1 : 50.000 (reproducido del mapa del Inst. Geogr. y Estad, de
España). Los círculos negros indican los puntos de vista de las foto-
grafías que ilustran el trabajo (láms. VIH y IX).
cómputo del ahondamiento que el Quadalete ha efectuado en su
propio cauce (fig. 4; lám. VIH, fig. 2 y lám. IX, fig. 1).
La población ocupa el eje de la «peña» (o del antiguo mean-
dro). Sus históricos edificios— castillo, templos -están en el bor-
de W. del tajo, amenazados ya de desplome algunos de ellos.
Existen señales de hundimientos parciales: una fractura coa
descenso de unos cinco o más metros hemos reconocido en el tajo
DE HISTORIA NATURAL
445
sudoccidental de la peña de Arcos. No son sino consecuencia de
infiltraciones de las aguas pluviales y de las del Guadalete mismo.
Montoro y Toledo. — El Guadalquivir y el Tajo nos presentan
dos bellísimos ejemplos de congostos locales que los ríos rejuve-
necidos excavan sobre las rocas duras infrayacentes a los estratos
horizontales de una antigua llanura de aluviones: dos cauces im-
puestos. Como prólogo al caso paradójico del meandro encajado
que el río Tajo describe en Toledo, separando de la meseta arcai-
Fig. 5.— Mapa topográfico de Montoro y alrededores.
Escala 1 : 50.000 (reproducido del mapa del Inst. Qeogr. y Estad, de
España). El círculo negro indica el punto de vista de la fotografía
que ¡lustra este trabajo (lám. IX).
ca meridional a esta localidad el mogote sobre el cual la ciudad
descansa, encontramos el caso análogo que el Guadalquivir ofrece
en Montoro (y en Pedro Abad y Viliafranca, provincia de Córdo-
ba también) (1).
(1) Véanse en Ibérica mis «Breves apuntes sobre el Guadalquivir».
Febrero de 1921.
446 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
j El movimiento general ascendente que la depresión hética ha
venido experimentando desde el plioceno y de antes, traducido en
las notahles terrazas que junto a Córdoha, Almodóvar, Posadas,
etcétera, se alinean en amhas riheras del Guadalquivir, ha hecho
que no sólo diseque éste hasta la madurez la planicie miocena de
las campiñas de Córdoba y Jaén, sino que incluso descubra las pro-
longaciones de las arrasadas alineaciones hercinianas de la Sierra
Morena, dirigidas hacia el SE., produciendo así niveles locales de
base que el río salva en rápidos -evolución última de antiguascas-
cadas—, respetando el perfil horizontal y produciendo congostos
encajados en el preexistente cauce, asimismo encajado en terrenos
blandos.
Resulta de ahí que la ciudad de Montoro aparece sobre un «is-
lote» arcaico, a guisa de fragmento desprendido aparentemente de
la Sierra Morena; pero que en realidad está soldado a ella por de-
bajo de la muesca practicada por el Guadalquivir (fig. 5 y lám. IX,
figura 2).
Toledo y el meandro del Tajo. ~ Merece epígrafe aparte su
estudio. Por de pronto, y para resaltar las discusiones, no cerra-
das aún, que el torno del Tajo en derredor de Toledo ha suscita-
do—tal es el «aparente capricho» de la geografía allí—, consigna-
remos alguna opinión autorizada.
Para D. José Macpherson, el insigne inspirador de la escuela
geológica contemporánea, si el río Tajo abandona los terrenos ter-
ciarios, de fácil erosión, penetrando insólitamente por entre los ás-
peros gneis y granitos, para reanudar su curso por el diluvium, lo
hace porque aprovecha algún viejo cauce, fraguado en épocas geo-
lógicas anteriores, limpiándolo de los sedimentos que lo obstru-
yeron (1)
D. Eduardo Hernández-Pacheco, mi eminente maestro, corro-
bora la opinión de Macpherson a la luz de los depósitos paleóge-
nos y de los ripple marks que junto a Toledo, al pie del escalón de
la meseta al S. de la ciudad, existen, y, puntualizando, manifiesta
(1) Véase su Ensayo evolntivo de la Península ibérica. An. de la
Real Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXX, páginas 158 y 159. Madrid,
1901. Y, también, El Torno del Tajo en Toledo. Bol. de la R. Socie-
dad Esp. de Hist. Nat. Tom. V, pág. 100. Madrid, 1905.
DE HISTORIA NATURAL
447
que acaso una antigua ría, o restos de un cauce de la era secunda-
ria, cubiertos por los depósitos del mar paleógeno, dejaron sus
sedimentos junto a Toledo (1).
D.Juan Dantín Cereceda, feliz iniciador de los estudios geo-
gráficos en el sentido de las direcciones modernas aplicadas a Es-
paña, opina que probablemente el substratum paleozoico de la
Fig. 6.- Mapa topográfico de Toledo y alrededores.
Escala 1 : 50.000 (reproducido del mapa del Inst. Geogr. y Estad, de
España). Los puntos negros indican el comienzo y el final del mean-
dro encajado.
meseta que aflora en regiones tan extensas en la submeseta meri-
dional, una vez reducido a penillanura, fué recubierto después por
sedimentos cretáceos, y más tarde, por los potentes espesores del
mioceno lacustre. De nuevo comenzó el ciclo de erosión y modeló
en estos estratos toda forma topográfica, hasta llegar, con su tra-
bajo persistente, a descubrir el substratum por tanto tiempo en-
terrado, haciendo cambiar el sentido de la evolución y permitiendo
( 1) Véase Itinerario geológico de Toledo a Urda, Trabajos del Mu-
seo Nacional de Ciencias Naturales, Serie Geológica, niimero 1. Ma-
drid, 1912, pág., 46.
448 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
que el relieve de la superficie de la antigua penillanura, una vez
puesto al descubierto, imprimiera su sello al territorio. Tal es el
caso del torno del Tajo en Toledo; corre, según el autor, por un
valle epigénico e impuesto de antemano, encajado entre rocas du-
ras, desdeñando rocas que, por más blandas, le habrían de facilitar
su camino en una amplia llanura (1).
Las tres opiniones nos merecen tanto respeto como proceden-
tes de personas que han contribuido de manera eficaz y decisiva a
abrazar nosotros con entusiasmo los estudios geológicos. En las dos
últimas se desarrolla, pudiéramos decir, el tema o la tesis de Mac-
pherson: un cauce hecho ya de antemano; quizá una ría de la era
secundaria (Pacheco), que fuerza al río a meterse por ella (Dantín).
Pero el ilustre Macpherson no explica cómo se fraguó este
cauce, o, si acaso, deja entrever la posibilidad de una falla. Es de-
cir, origen tectónico. Mas esto es, precisamente, lo difícil de com-
probar, no obstante las muchas apariencias que ofrecen las diacla-
sas, los diques intrusivos, las proximidades del borde de la meseta
toledana, etc.
Podría optarse por el origen tectónico. Pero siempre quedaría
en pie el porqué el río penetra audazmente por entre los ásperos
gneis y granitos.
Lo insólito, lo audaz y misterioso es lo que hemos de esforzar-
nos, geólogos y geógrafos, por desvanecer. Ojalá el lector esté,
llegado a esta página, algo preparado por la descripción de los
meandros anteriormente estudiados, a la luz de los cuales hemos
creído bucear en el enigma del Tajo de Toledo. (Láms. X y XI.)
El caso de Toledo no nos ofrece dudas. Descendiendo, en tiem-
pos pretéritos (terciarios), el nivel de base del Tajo, río apenas
dibujado en aquel entonces, comienza la disección general activa
de la planicie miocena de Castilla la Nueva. Disección proseguida
hasta su límite en unos puntos, con la existencia de cerros testi-
gos—Cerro de los Angeles, cerros de Villaluenga, de Rivas, de
Vallecas, etc.—, y en actividad actual en las cuencas del Henares
y del Tajuña, y del mismo Tajo, aguas arriba de Aranjuez, con ho-
ces y cauces encajados, de riberas verticales.
(1) Véase El Relieve de la Península Ibérica, tesis doctoral, pá-
ginas 75-76. Madrid, 1915, y también Resumen Fisiográfico de la Pen-
ínsula Ibérica, Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Se-
rie Geológica, número 4. Madrid, 1913.
DE HISTORIA NATURAL 449
Así las cosas, un momento llega en que la erosión regresiva
descubre en Toledo— localidad entonces recubierta por sedi-
mentos terciarios— un espolón que los terrenos arcaicos infra-
yacentes destacan hacia el N. (fig. 7).
Consecuencias: aguas arriba de estas rocas descubiertas por
el socave, ninguna variación en el régimen senil del río, como
si éste fuera un embalse natural. Aguas abajo, formación de
rápidos y pequeñas cascadas, destinadas a pulimentarse, a re-
gularizarse,a ahondarse. En cuanto a la sección local del valle,
estrecha, angosta, como es natural. Al mismo tiempo, paulatino
retroceso de la ruptura de pendiente y de la fase de rejuvene-
cimiento, después de este paréntesis en la historia de este ci-
clo de erosión fluvial.
No tiene el río Tajo por qué abrirse cauce a través de los te-
rrenos blandos terciarios al N. de Toledo. Están sus aguas dema-
siado solicitadas todavía por la no borrada ruptura de pendiente.
Pudo el río Tajo describir, antes, un meandro inverso al actual,
cuando discurría sobre los lechos terciarios, y hasta quizá así ro-
dear el espolón toledano por su contorno norte. Lo cual envuelve
la eventualidad, \a petición de principio, es cierto, de que el pri-
mitivo meandro tuviese el perfil horizontal en herradura cóncava
por el N., conservada hasta la fecha.
Pueden aún los barrancos que a la salida del meandro vierten en
el Tajo por la margen derecha erosionar los materiales blandos y
llegar a capturarlo por el N. de Toledo. Pero no olvidemos que,
aguas abajo de Toledo, la estabilización del río y de los afluentes
es completa, y pequeño, por tanto, el coeficiente erosivo.
Pero hay más todavía: pareciera natural que el río Tajo se abrie-
se camino a través de los terrenos blandos de su margen derecha,
al N. derpeñón en que se asienta la imperial ciudad (lám. XI). Mas
debe tenerse muy en cuenta que allí, precisamente, el poder erosivo
del río es nulo, pues en aquel punto radica un nivel local de base
(el meandro encajado entre la roca gneísica) para todo el curso del
Tajo, desde Toledo hasta sus fuentes de origen. Tan nulo es ese
poder erosivo, que incluso podemos permitirnos la libertad de de-
cir que el río en cuestión tiene allí una corrección de pendiente,
y, por tanto, una desembocadura local, con sus meandros aban-
donados (junto a la vía férrea, poco antes de llegar a la estación) y
hasta con sus alfaques arenosos: uno de éstos puede verse pocos
metros aguas arriba del puente de Alcántara (lám. X).
Tomo xxii. -Diciembre, 1922. 29
450 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
1
Fig. 7.— Fases preparatorias de un cauce impuesto.
1. Antiguo litoral de materiales resistentes, con un promontorio, y superficie de
un fondo marino desecado, que experimenta una transgresión.
2. Transgresión, la cual inunda la planicie submarina
y la penillanura de materiales resistetites.
3. Sobreviene otra regresión y se forma un río-reliquia.
4. Descenso del nivel general de base. Descenso que repercute en el rejuveneci-
miento del curso fluvial que, en virtud de la erosión regresiva, descubre el sepul-
tado promontorio de materiales resistentes; en él se forma una cascada. El tramo
del río que queda aguas arriba de ella no es afectado por el rejuvenecimiento. El
inferior restablece pronto su ciclo erosivo. Resultan dos fases maduras separadas
por la ruptura local.
5. Evolución de la cascada al rápido, y reanudación del rejuvenecimiento en el
tramo superior del río. Cauce al fin impuesto entre los materiales antiguos.
DE HISTORIA NATURAL 451
En aquellos parajes, el Tajo, lejos de erosionar, realizaría más
bien acaso un trabajo de sedimentación, favorecida— bien que a
una escala infinitesimal: es evidente— por la presa de la primera de
las fábricas hidroeléctricas escalonadas en el torno en cuestión.
En síntesis, el meandro de Toledo no ha obedecido nunca a
causas exclusivamente tectónicas; es de origen más reciente que
el que suele atribuírsele, y su socave puede haber sido facilitado a
la vez por las cascadas y por las diaclasas, mas no producido por
estas últimas (1). La edad de aquél arrancaría del terciario.
Recapitulando cuanto queda dicho, nos podemos permitir hacer
un juicio de conjunto, una geografía comparada, si se quiere, de
los cuatro meandros descritos.
El del río Quadajoz, en Castro del Río, constituye un meandro
de encajamiento incipiente.
El del río Guadalete, en Arcos de la Frontera, nos da idea de
un meandro muy encajado, pero sin ahondar más allá de una mis-
ma formación estratigráfica.
El del Guadalquivir, en Montoro, y sobre todo el del Tajo, en
Toledo, representan el caso de meandros tan profundamente en-
cajados en una formación, que han acabado por descubrir otra
formación infrayacente, hollándola, imponiéndose el río a ella, a
pesar de su dureza; y no ella al río.
Honran este modesto ensayo dos magníficas vistas panorámicas
de Toledo, obtenidas por el Sr. Alonso. A éste, por el servicio que
(1) Como otro testimonio aún, favorable a nuestra tesis respecto al
origen erosivo del meandro que el Tajo excavó en torno a Toledo, es-
timamos el hecho de que junto al Puente del Arzobispo, en el límite
entre la provincia toledana y Extremadura, penetre el río en un valle
transversal a las estribaciones de la Sierra de Altamira y del Puerto de
Miravete. «Este pintoresco e imponente cañón (dice Willkomm) llega a
no tener más anchura que 15-20 m. en la Cerrada de Monfragüe y en los
saltos del Corzo y del Gitano, encerrado entre paredes y peñascos ma-
jestuosos»—Dr. Moritz Willkomm: Die Pvrenaische Halbinsel, tomo I,
pás»ina 58: Leipzig, 1884.— Traducción inédita del autor.
452 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
inesperadamente presta a la ciencia— siquiera sea mediante una tan
humilde personalidad como la nuestra— y a los Sres. Zavala y Lara,
de Prensa Gráfica, que galantemente nos comunicaron ambas fo-
tografías y dispusieron la confección de los clichés correspondien-
tes, cedidos por dicha entidad a la Real Sociedad Española de
Historia Natural, nos complacemos en transmitir desde aquí
nuestro público y rendido agradecimiento.
IV. Notas sobre Carábidos españoles (1)
por
C. Bolívar y Pieltain.
Cychrus caraboides rostratus L.
Aunque citado ya de varias localidades catalanas, creo no se
haya mencionado aún de la provincia de Huesca, donde lo he reco-
gido en el Valle de Ordesa (1.200 m. de altitud) en julio de 1918.
El Sr. Escalera me comunica haberlo capturado hace años en
el Valle de Aguas Tuertas, por encima de Hecho (provincia de
Huesca).
Cychrus dufouri Chaud.
De esta rara especie, conocida de diversas localidades france-
sas de los Pirineos occidentales, existe de antiguo una mención es-
pañola, ya que, según Chaudoir, el Cychrus recogido por M. de
Vuillefroy no lejos de San Sebastián corresponde a ella. Lo cual
hace decir a Chaudoir (2), después de señalar que en Guipúzcoa,
según Qraells, vive también el C. spinicollis, «... ce qui ferait
croire que les deux espéces se trouveraient simultanément dans le
Guipúzcoa».
Roeschke, en su Monographie der Cychrini (3), al señalar las
localidades del dufouri^ termina diciendo: «... und nach Chaudoir
(1) Los números I, II y III de estas notas han sido publicados, res-
pectivamente, en el Boletín de esta Sociedad de abril de 1914, mayo
de 1917 y enero de 1919.
(2) Ann. Soc. Ent. France, 1869, pág. 48.
(3) Ann. Mus. Nat. Hung., 1907, pág. 273.
DE HISTORIA NATURAL 455
auch nicht weit von San Sebastian, Spanien, also in derselben bas-
kischen Provinz Guipúzcoa wie spinicollis Duf. Das ist schwer
glaublich».
Como se ve por los párrafos anteriores, ha llamado la atención
de los especialistas el que en Guipúzcoa pudiesen vivir simultánea-
mente dos especies de Cychrus tan próximas, y Roeschke llega
hasta dudarlo. Sin embargo, en las provincias vascas viven, indu-
dablemente, estos dos Cychrus, y como corroboración de los datos
conocidos, puedo citar otros dos nuevos, uno de cada especie. Así,
el spinicollis recogido en Vergara (Guipúzcoa) por Mieg, locali-
dad de donde fué descrito, ha sido hallado posteriormente por
Schramm en la Peña de Gorbea (Vizcaya), localidad no muy dis-
tante de la típica, y el diifouri, que Vuillefroy encontró no lejos de
San Sebastián, ha sido capturado por el Dr. R. Jeannel y por mí
en la entrada de la cueva de Martinchurito II, cerca de Lecumberri,
en Navarra, si bien no lejos del límite de Guipúzcoa.
De las localidades dadas parece desprenderse que el río Deva
separa a dichas especies, quedando spinicollis al W., y dufouri,
al E. de dicho río.
Carabus (Chrysocarabus) lateralis salmantinus nov.
Tipo: cTi Sequeros (J. Abajo), en col. Museo de Madrid.
Long. 23 mm.
Esta hermosa forma del lateralis difiere de la típica por la co-
loración azul -verdosa obscura de los élitros, los cuales conservan
el reborde dorado rojizo característico, de cuya coloración son
también la cabeza y pronoto. Los élitros son muy paralelos, y las
costillas obtusísimas, muy poco salientes.
Como no dispongo más que de un ejemplar, no puedo decidir si
se trata de una forma de coloración o de una raza geográfica espe-
cial. De todos modos, el hallazgo del lateralis en Sequeros, en la
provincia de Salamanca, al S. de la Sierra de la Peña de Francia,
es un dato de importancia zoogeográfica, ya que es la localidad
más meridional que se conoce de esta especie para España, al mis-
mo tiempo que la situada más al interior de la Península.
Carabus (Chrysocarabus) lateralis martinezi nov.
Tipo: cf , Foncebadon (A. Martínez), en col. Museo de Madrid.
Debo a mi buen amigo, D. Antonio Martínez, cuatro ejemplares
de lateralis por él recogidos en Foncebadon, en la región monta-
454 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
ñosa de León. Estos individuos son de talla mucho menor de lo
normal, ya que su longitud varía de 19 a 22 mm., y las dimensiones
de la forma típica oscilan entre 25 y 30 mm.
A mi juicio, se trata de una forma pequeña de montaña, que
propongo se designe en honor a su descubridor.
Uno de los ejemplares presenta los élitros bastante obscure-
cidos.
Nebria (s. str.) picicornis F.
Las menciones de esta especie, no muy numerosas en nuestro
país, son aún más escasas por lo referente al S., de donde no co-
nozco sino la cita dada por Rambur (1), de haberla recogido en el
torrente Dilar, de Sierra Nevada. Yo la he encontrado, en julio
de 1913, en el Barranco del Monachil, otro de los torrentes que
bajan del Veleta.
Nebria (s. str.) jockischi Strm.
Esta especie ha sido ya citada de los Pirineos, montañas cantá-
bricas y Orense, pero no conozco ninguna mención del S. de Es-
paña, y me parece muy interesante hacer notar su presencia en
Sierra Nevada, donde fué recogido hace años un ejemplar por Es-
calera en el Puerto de la Ragua. Posteriormente, en julio de 1913,
la he encontrado abundantemente, en compañía del Deltomerus
andalusicus Reitt., entre las piedras de los arroyos que-bajan del
Veleta, en la parte alta del Barranco de San Juan, hacia los 2.400
metros de altitud.
Nebria (Alpaeus) lafresnayei Serv.
Como no son muchas las menciones de esta especie en territo-
rio español, creo interesante señalar las localidades donde la he re-
cogido, que son: Puerto de Sahun, Hospital de Benasque, La Ren-
clusa y Portillón (estas dos últimas localidades en la Maladeta).
Nebria (Alpaeus) punctatostriata Schauf.
Esta especie, conocida de varias localidades del N. de Portu-
gal y citada posteriormente de la provincia de Orense (Krichel-
dorff), ha sido encontrada en Laceana (provincia de León) por mi
amigo el Sr. Alvarado.
(1) Faune Ent. de rAndal., 1837, pág. 66.
DE HISTORIA NATURAL 455 .
Aepus marinus Strom.
El hallazgo de este interesante carábido marino, nuevo para
nuestra fauna, en la ría de Pontevedra, ha sido realizado por nues-
tro consocio E. Rioja.
Ha sido encontrado en la costa, en las cercanías de Marín, no
lejos del sitio donde nuestro Museo Nacional va a instalar un labo-
ratorio de Biología, y vive en compañía de la especie siguiente,
habiéndolo podido recoger en abundancia, guiado por mis amigos
E. Rioja, S. Martínez y E. Zarco, que constituían la misión envia-
da el verano último por el Museo.
Es esta la localidad más meridional donde ha sido encontrada
esta especie, que hasta ahora sólo se conocía de varias localida-
des de Francia, de las Islas Británicas y de Noruega.
Aepopsis robini Laboulb.
Recientemente ha sido separada esta especie del género Aepus
para pasar a constituir el tipo de un nuevo género (1).
Había sido capturada anteriormente por E. Rioja en Santan-
der y en Gijón, y ahora la hemos recogido en abundancia juntamen-
te con la especie anterior.
En una nota, que tengo en preparación, sobre insectos marinos,
daré detalles sobre el habitat de estas especies y describiré deta-
lladamente la larva de esta última.
Cillenus lateralis Sam.
Citado anteriormente por mí (2), de Santander (Vázquez,
E. Rioja), y por La Fuente (3), de Cádiz (Smith), ha sido vuelto a
encontrar recientemente por E. Rioja en la isla de Tambo, frente
a Marín.
(1) Jeannel (R.): Ann. Soc. Ent. Frunce, 1921, pág. 321 (1922).
(2) Bol. Soc. Esp. Hist. Nat., 1919, pág. 76.
(3) Ibid., 1919, pág. 178.
456 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Contribución al estudio histofisiológico del tegumento
de las semillas
por
Manuel Sánchez y Sánchez.
En el presente trabajo abordo muy diferentes problemas: por
un lado, trato someramente de la citología de los tegumentos, de-
mostrando la estrecha relación que existe entre el aparato de Qol-
gi y la oxidación del protoplasma; describo algunas variaciones
morfológicas del citado aparato, que parecerán extraordinarias,
tratándose de células vegetales, y, finalmente, doy a conocer el
proceso en virtud del cual las células del epidermis tegumentario
degeneran, por supresión de las oxidaciones, cementándose su pro-
toplasma. La idea directriz que ha guiado estos estudios ha sido
la concepción de Loeb, de que el substrátum de los fenómenos vita-
les es un conjunto de oxidaciones (1), y los estudios de Przibram
sobre la morfología de los organismos, en virtud de los cuales se
deduce «que las formas vivas y sus reacciones motrices, cuando
dependen de los mismos factores, están en relación con las leyes
del equilibrio químico». Responde también a esta concepción la
idea de organismo de Georges Bohn, el cual considera a los seres
vivos como un sistema oscilante de los más complejos, variando
sin cesar en el tiempo a consecuencia de las fuerzas que sobre
ellos actúan.
Técnica.— Tratándose de un estudio de citología mecánica,
daremos algunas noticias de los métodos morfológicos y fisiológi-
cos que hemos empleado en nuestros trabajos, así como también
del material utilizado en nuestras investigaciones. Nos hemos ser-
vido de semillas de Phaseolus viilgaris, Faba vulgaris y Pisum
sativiim; es decir, especies muy abundantes, con el fin de que
nuestras observaciones puedan ser fácilmente confirmadas.
Para el estudio de la morfología de las células empleamos, bien
el método de Achúcarro, con las modificaciones introducidas por
(1) Loeb (J): El organismo vivo en la biología moderna. Traduc-
ción de G. Banús. Madrid, 1920.
DE HISTORIA NATURAL
457
Río-Hortega, bien el método de Cajal (1), así como también el de
Da Fano (2), que en los vegetales da resultados muy satisfactorios,
según han demostrado Quillermond y Mangenot recientemente. El
material empleado debe ser recolectado en plena vitalidad (es de-
cir, procedente de frutos verdes) o en el período de madurez y
muerte de las células tegumentarias, como acontece en las semillas
endurecidas, caracterizadas, como luego des-
cribiremos, por tener sus protoplasmas cemen-
tados (3).
Después de nuestros estudios, se explica el
que Pensa y Smirnoff encontrasen el aparato
de Golgi en los vegetales, por haber empleado
órganos sometidos a un intenso proceso de
oxidación, tales como el ovario de las diversas
monocotiledóneas; de igual modo está perfec-
tamente de acuerdo con nuestras ideas el ex-
traordinario desarrollo que alcanza el retículo
de Golgi, del epidermis tegumentario de las se-
millas estudiadas, por estar cargado de encimas
oxidantes, que producen los peróxidos, en vir-
tud de los cuales se acumula el oxígeno en el
protoplasma.
Con el fin de comprobar la influencia del
oxígeno en el retículo de Golgi, me he servido
del método empleado por G. Bohn en sus es-
tudios de anoxibiosis en los animales, em-
pleando el dispositivo representado en la figu-
ra adjunta; consiste dicho aparato en dos tu-
bos de muy diferente tamaño, A y B, entre los
cuales existe comunicación, por estar provistas
de agujeros las rodajas de caucho que sujetan
el tubo interno A; en dicho tubo interno se colocan, sobre un
Fig. 1. — Aparato em-
pleado por el autor
para producir la as-
fixia experimental en
las células vegeta-
les, según el método
de Georges Bohn.
(1) Cajal (S. R): Fórmula de fijación para la fácil demostración
del aparato de Golgi, etc. Trab. del Lab. de Inv. biolog., 1912.
(2) Da Fano: Demostration of the Golgi infernal apparaius in ner-
vous and other tissues. Royal Micr. Soc, March 1920.
(3) Desde estas líneas testimonio mi mayor afecto al Dr. Río-Hor-
tega, que ha tenido la atención de ejecutar algunas preparaciones de las
que hemos utilizado en nuestros estudios, con cuyo valioso concurso
hemos acelerado nuestras investigaciones.
458
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
trozo de algodón humedecido, las semillas destinadas a germi-
nar. En la parte inferior del tubo B, en C, se deposita clorato
potásico, añadiendo ulteriormente la cantidad precisa de ácido
pirogálico; en virtud de una reacción muy conocida, se forma
pirogalato de potasio, que tiene la facultad de absorber el oxíge-
no, produciendo la asfixia experimental de las células de la plán-
tula, y se prolonga dicha acción durante veinticuatro o cuarenta y
ocho horas, teniendo especial cuidado de cerrar perfectamente el
tapón E del tubo externo, con el fin de evitar el acceso del oxíge-
no atmosférico. Terminado dicho tiempo, se sacan las plántulas y
Fig. 2. — Aspecto de las dos capas más externas del tegumento
de la semilla de Faba vulgaris. A, epidermis; B, células de sos-
tén; X 250.
se cortan en fragmentos para tratarlas por los distintos fijadores
y colorantes.
Morfología del tegumento. — Antiguamente se designaban
con las expresiones de testa y endopleura a las dos supuestas ca-
pas que se creía existían en todas las semillas, las cuales no eran
sino las envolturas del óvulo; pero los estudios de embriogenia en-
señan que, en la mayoría de las semillas, sus envolturas están cons-
tituidas por seis o siete capas diferentes, y que la testa o parte
dura del protoplasma cementado y el tegmen o parte blanda no
corresponden, en general, ni al tegumento externo ni al interno del
óvulo (Bonnier, Servettaz, etc.). Por dichas razones abandonamos
esos términos, designando con el nombre de «tegumento» al conjun-
to de capas celulares que rodean a las semillas y no contienen ma-
teriales de reserva.
DE HISTORIA NATURAL
459
En la figura 2 hemos copiado una preparación de semilla ver-
de de Faba, cuyo epidermis tegumentario A aparece secciona-
do; dicha capa está constituida de una serie de elementos celula-
res paralelepipédicos, perfectamente pegados los unos a los otros y
recubiertos por una especie de materia péctica que tapiza la su-
perficie de la semilla, y que desempeña un papel de la mayor im-
portancia en la madurez, siendo la
causa del fenómeno que nosotros
llamamos cementación del proto-
plasma, que ocurre en la época de
decadencia, una vez que en el pro-
toplasma han cesado las oxidacio-
nes. Dicha capa descansa sobre
otra B, constituida por elementos
columnares y cuyas células dejan
grandes espacios entre sí; al pare-
cer, estas células son elementos
muertos que únicamente desempe-
ñan una función de sostén.
Ante todo, llama la atención el
desarrollo tan enorme que alcanza
el retículo de Qolgi en las células
epidérmicas de Faba vulgaris; en
sus aparatos respectivos pueden
distinguirse tres regiones (fig. 3):
infranuclear, perinuclear y supra-
nuclear. La infranuclear es ovoide,
y está constituida por una sola tra-
ías células, según el sitio en donde
estén situadas.
Fig. 5. — Aspecto del aparato de Qol-
gi en las células epidérmicas de la
región convexa de la semilla de
Faba vulgaris; X 750.
bécula elipsoidal, que aparece enér- Se indica la región convexa por variar
gicamente impregnada, percibién- extraordinariamente el tamaño de
dose en algunas de dichas trabécu
las corrosiones que deben respon-
der a estados funcionales del citado retículo; la perinuclear está
formada por varias trabéculas soldadas que circundan al núcleo;
finalmente, en la porción supranuclear, las trabéculas ofrecen el
aspecto ordinario del retículo de Golgi, extendiéndose por todo el
protoplasma, pecibiéndose abultamientos en la citada red muy ca-
racterísticos. En el dibujo se han representado tres retículos
completos, existiendo otros fragmentados, pudiéndose afirmar que
en las células vegetales, como en las animales, el retículo endoce-
460 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
lular está sometido a distintas variaciones morfológicas en relación
con el estado] funcional de las células, que responden a estados
de coagulación o^liquefacción de los coloides que integran su com-
posición.
Estos estados funcionales del retículo de Qolgi fueron descu-
biertos por Cajal, y han sido objeto de numerosos trabajos de
comprobación en los tejidos animales.
En las células asfixiadas experimentalmente durante cuarenta y
ocho horas con el método de Q. Bohn, percíbense retículos en un
Fig. 4.— Aparato de Qolgi de las células de un cotiledón de guisante,
cuya plántula fué sometida durante cuarenta y ocho horas a la
vida anaerobia; X 1.200.
estado muy avanzado de desintegración, atribuyendo dichas varia-
ciones a los cambios producidos en el protoplasma, como conse-
cuencia de la falta de oxígeno. De antiguo es conocido el distinto
aspecto que presenta la levadura de cerveza, según que se desarro-
lle en una atmósfera de oxígeno o de anhídrido carbónico, lo cual
hace pensar que el primero es un agente morfogénico de primer
orden, actuando lo mismo sobre la morfología externa que sobre la
interna de la célula. En la figura 4 hemos representado distintas cé-
lulas que exhiben retículos constituidos por grupos de granulos ar-
gentófilos asociados en las respectivas trabéculas que los consti-
tuyen, como los pertenecientes a la célula B, o pulverizados con
aspecto de condrioma, tal como los de A. Estos estudios de des-
'integración del aparato de Qolgi, en la asfixia experimental del
protoplasma, prolongada durante largo tiempo, enseñan que dicho
retículo está constituido de determinados elementos inestables,
capaces de disolverse; encontrándose perfectamente de acuerdo
con los hechos reseñados las ideas de Pensa, para el cual, todos
DE HISTORIA NATURAL
461
1
los cambios del retículo de Golgi no son sino la transformación de
un coloide de naturaleza gel en otro coloide de naturaleza sol; y
como en la célula viva en actividad no hay desecación para expli-
car dichas transformaciones de los coloides, es preciso admitir la
influencia de los electrolitos del jugo celular.
Cementación del protoplasma.— Si la oxidación de la célula
está íntimamente ligada con la vida y con el desarrollo del aparato
de Golgi, es lógico suponer
que, cuando aquel proceso
cese, se desarrollen nota-
bles modificaciones en la
arquitectura celular. La des-
integración del aparato de
Golgi sin nueva reconstruc-
ción lleva consigo la des-
aparición del condrioma,
encimas oxidantes y estruc-
turas figuradas del proto-
plasma, así como también
la descomposición nuclear.
A la vejez del protoplasma
sucede la muerte de la cé-
lula; pero, en este proceso,
es singularmente digno de
estudio el epitelio tegumen-
tario de Faba vulgaris, en
el cual la materia péctica
(fig. 5, A y B) que le recu-
bría penetra, por un fenómeno de corrosión, invadiéndolo por pla-
nos perpendiculares, la región superior de la célula; esta materia
o cemento crece, llegando a formar un casquete que recubre her-
méticamente la semilla, comunicándole la solidez y brillo caracte-
rísticos en el estado de madurez.
CONCLUSIONES
--
1
Fig. 5. -Aspecto de las células epidérmicas
de la semilla de Faba vulgaris al principio
de la madurez, A, y en un estado algo más
avanzado, B; X 750.
1.^ El endurecimiento de las envolturas de las semillas se debe
a un fenómeno de asfixia, provocado por la invasión de los com-
puestos pécticos que rodean a las células epidérmicas, los cuales
462 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
cementan el protoplasma, haciéndole tan impermeable como el
caucho.
2.^ A consecuencia de esta cementación, mueren las células
epidérmicas por inhibición de las oxidaciones que tienen lugar en
el seno del protoplasma.
3.^ En el complejo mecanismo de las oxidaciones celulares, el
aparato de Qolgi representa un factor muy importante, estando
tanto más desarrollado cuanto más intensa sea dicha función.
Nota bibliográfica.
El que desee conocer la literatura relacionada con el tema deberá
consultar las siguientes publicaciones: Bohn (Q.), La Chimie et la vie,
París, 1920; Hober (A.), PhysikalischeChemie der Zelleund der Gewe-
be, Leipzig, 1922; Cajal (S. R.), «Algunas variaciones fisiológicas y pa-
tológicas del aparato reticular de Golgi*, Trab. del Lab, de inv. bio-
lóg., t. XI, 1915; Smirnoff (E.), «Ueber die Mitochondrien und den
Qolgischen Bildungen analoge Strukturen in einigen Zellen von Hya-
cinthus orientalis», AnaL Hefte, Bd. 32, 1907; Pensa (A.), «Alcunefor-
mazione endocellulaire de¡ vegetali», Anal. Anz., Bd. XXXVII, 1910;
Del mismo: «Osservazioni di morfología e di biología cellulare nei Ve-
getali», Arch. für Zellforsch. , Bd. XX, 1912; Madrid Moreno (J.), Ele-
mentos de histología vegetal y de técnica micrográfica, Madrid,
1921; Riquier (C Q.), «L'apparato reticolare interno», Rivista de Pato-
logia nervosa e mentale, t. XXV, fascículo 3 y 4; Guillermond y Man-
genot, «Sur la signification de l'appareil reticulaire de Qolgi», C. R.
Academie des Sciences, París, 1922; Drew (A. H.), «Preliminary tests
on the homologue of the Qolgi apparatus in plants», Jonr. of the Ro-
yal Micros. Society, April, 1920; Sánchez y Sánchez (M.), «Contribu-
ción al estudio del aparato reticular de Qolgi en los vegetales», en
este mismo Boletín, número de octubre de 1922. Para el conocimiento
de la literatura relacionada con la anatomía de las semillas, recomen-
damos las conocidas obras de Botánica publicadas por Bonnier et Le-
clerc du Sablón y Solereder, en donde se citan los trabajos más impor-
tantes en relación con dicho tema.
DE HISTORIA xNATURAL 463'
Sistema de las especies del género Asida
de la Península Ibérica
Subgén. Glabrasida Esc. 2.^ nota (1).
por
Manuel M. de la Escalera.
Sección II: incostulatae.
Protórax punteado, con puntos redondos más o menos aislados
y fuertes, o contiguos y confluentes, y aun reticulados, y en este
caso oblongos; márgenes protorácicas anchas, más o menos expla-
nadas y más o menos levantadas, fosuladas y sólo en un caso fosu-
lado granulosas o estrechas y recogidas; en este caso, recticulado-
granulosas o granulosas. Élitros sin costillas; lisos, brillantes y con
puntos redondos y aislados, por lo general poco impresos, sin gra-
nulos en el fin, ni aun sobre los húmeros, y sólo en un caso, en la
especie aberrante y dimórfica G. depressa, con dos costillas cor-
tantes, cortas y más o menos salientes sobre la ?, que a veces las
tiene casi nulas.
1 (20) Protórax punteado, con puntos redondos más o menos
impresos y densos; márgenes protorácicas anchas, más o menos
explanadas o recogidas, o de márgenes estrechas; siempre fosula-
das en un caso u otro, y fosulado-granulosas únicamente en una
especie,
2 (3) Disco protorácico casi plano, con la puntuación finísima
y dispersa en él, y a veces invisible sin fuerte aumento; en las már-
genes la puntuación grande de fosillas redondas y aisladas muy
aparentes; lados cerca de la base casi paralelos y sus ángulos pos-
teriores agudos y por lo general muy divergentes y planos, levan-
tándose las márgenes anchas en seguida, más elevadas que el disco
en el cT y menos en la ?, en la cual el disco es apenas más globoso.
Élitros sobremanera planos y paralelos de lados desde la base en
el cf, y sin costillas, o a lo sumo, con alguna ligera ondulación lon-
gitudinal apenas señalada; en la ?, con dos costillas laterales cor-
(1) Véase la primera nota en el número de noviembre de este
Boletín.
464 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
tas y cortantes, y a veces con una dorsal poco realzada, y otras sin
ninguna costilla, como en el cT; puntuación de los élitros muy fina
y dispersa, sin señales de granulos ni en el ápice, ni en los lados,
ni aún sobre los húmeros (1) G. depressa Sol.
Long. 11 a 18 mm.
Loe. Mahón en Menorca (P. Arcas, Arias, E. Rioja); Palma
de Mallorca (P. Arcas, Bolívar), en Museo de Madrid.
3 (2) Disco protorácico más o menos convexo; márgenes levan-
tadas o explanadas, anchas o estrechas.
4 (9) Disco protorácico más o menos convexo, márgenes muy
anchas levantadas.
5 (8) Márgenes protorácicas de bordes finos, anchas y levan-
tadas desde la base.
6 (7) Lados del protórax no paralelos en la base y sus ángulos
protorácicos poco entrantes y, por lo general, poco agudos; pun-
tuación del disco poco hundida y fina; los puntos redondos y poco
densos, y el dorso poco convexo con las márgenes anchas, levanta-
das, pero más bajas, aunque poco, que el disco. Élitros sin costi-
llas, siempre ovales, con puntuación finísima y espaciada, casi in-
apreciable y sin granulosidad alguna G. laevis Sol.
Long. 12 a 14 mm.
Loe. Cartagena (P. Arcas), Torrevieja, Totana, Vélez
Rubio (Escalera), en Museo de Madrid.
7 (6) Lados del protoráx menos curvos, por lo general, que en
el tipo, a veces con los ángulos posteriores algo dehiscentes y más
agudos y algo más caídos; puntuación discal menuda y dispersa,
quizá algo más contigua y la de las márgenes muy gruesa y aisla-
da también. Élitros en óvalo, algo más alargados que en la forma
típica, y con la puntuación finísima, clareada y casi inaprecia-
ble G. laevis Sol., var. approximata nov.
Long. 13 a 16 mm.
Loe. Vera, Sierra de Bacares, La Sagra, Huesear, Puebla
de Don Fadrique (Escalera), en Museo de Madrid.
8 (5) Márgenes protorácicas de bordes muy gruesos y levanta-
dos y disco muy aplanado, o al menos muy poco convexo, general-
mente más bajo que los bordes de las márgenes; especie larga-
mente oval y muy estrechada en los húmeros; puntuación discal
(1) En dos cTcf de Mahón, y como caso especial, se observan con
fuerte aumento algunos granulillos brillantes, brotando de la puntúa-'
ción en el extremo de los élitros y a los lados.
DE HISTORIA NATURAL 4bD
redondeada, y aunque menuda, más gruesa y densa que en las an-
teriores; la de las márgenes muy gruesa y aislada; ángulos pos-
teriores entrantes, obtusos, rectos o poco agudos, según sean más
o menos entrantes, pero siempre algo caídos y el lóbulo casi recto;
especie grande muy estrangulada en los húmeros, élitros larga-
mente ovales, lisos, sin costillas, aunque raramente se presentan
plegamientos longitudinales Vagos en algún ejemplar; puntuación
fina y dispersa poco apreciable G. strangulata sp. nov.
Long. 15 a 17 mm.
Loe. La Sagra, Cazorla, Molinicos, Ontúr (Escalera), San-
tisteban (Cabré), en Museo de Madrid.
9 (4) Disco más o menos convexo, márgenes explanadas, fosu-
ladas o fosulado-granulosas.
10(16) Márgenes fosuladas.
11 (17) Márgenes protorácicas anchas y explanadas, de bordes
gruesos, nada o apenas levantados.
12 (13) Disco poco convexo, y a pesar de ello, más alto que las
márgenes anchas y tendidas, y sólo en algún caso individual reco-
gidas en la mitad anterior de sus lados; aquél con la puntuación
menuda y densa, no confluente, y éstas con las fosas grandes casi
en reticulación redonda, por tocarse los bordes de las fosillas;
lados del protórax nada o poco entrantes en la base, sus ángulos
posteriores casi rectos en el tí y nada prolongados hacia atrás o
casi más salientes que el lóbulo, que es nada redondeado, resultan-
do la base casi recta o apenas sinuosa; siendo más agudos y pro-
longados en la ?, cuya base es más sinuosa, por tanto; élitros con
la puntuación menuda y aislada, poco aparente y sin rastros de gra-
nulosidad • • G. dubia Ramb. nec Allard.
Long. 15 a 17 mm.
Loe. Hispania (Rambur), Valencia, Requena (P. Arcas), Ca-
sas de Herrero (Moroder), en Museo de Madrid.
15 (12) Disco bastante convexo, notablemente más elevado que
las márgenes, las cuales son anchas y de bordes gruesos y más o
menos levantadas.
14 (15) Márgenes algo levantadas, y cuando lo están en su mi-
tad anterior, pareciendo más estrechas en esa parte; disco proto-
rácico con la puntuación menuda, redonda y aislada, más o menos
contigua, por lo general clareada; pero en los casos de mayor den-
sidad, con los puntos menores y menos contiguos que en la especie
anterior; en las márgenes, los puntos redondos, muy grandes y
Tomo xxii.— Diciembre, 1922. 50
466 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
siempre aislados; lados del protórax muy curvos y de ángulos pos-
teriores siempre entrantes, nada o apenas prolongados hacia atrás,
obtusos o rectos, y sólo por caso extraordinario apenas agudos,
cuando se prolongan algo, y no más salientes hacia atrás que el
lóbulo redondeado, resultando la especie estrangulada en los hú-
meros, aunque no con exceso. Élitros con una arruguilla costifor-
me, corta, de poco más de un milímetro, muy acusada, naciendo
de la base más cerca del margen que de la sutura, y que se dobla
de algunas otras arruguillas contiguas, también básales adyacen-
tes a ella, y hacia la sutura, cortísimas también y más tenues, sin
acusar costillas o arrugas longitudinales en el resto del élitro;
otras veces sin esa arruguilla basal, pero muy raramente; super-
ficie con puntuación menuda y aislada, más visible que en la espe-
cie anterior, por ser algo mayor y más hundida, y sin rastro de
granulosidad; especie más largamente oval que la siguiente y más
brillante, algunas, raras veces, con plegamientos vagos longitudi-
nales, abombados, pero no costiformes, y las más, lisa por com-
pleto G. alcirensis sp. nov.
Long. 15 a 18 mm.
Loe. Alcira, Chirivella (Moroder), Segorbe, Valencia (Bos-
cá, Cruz), en Museo de Madrid.
15 (14) Márgenes en absoluto nada levantadas, explanadas en
plano, siendo sólo el reborde grueso el levantado; disco con la pun-
tuación gruesa, redonda, fuerte y contigua, aunque aislada en el cf,
siendo en la ? contigua la puntuación, en reticulación redonda;
puntuación de las márgenes de puntos mayores y en reticulación
redonda igualmente; lados del protórax muy curvos, de ángulos
posteriores entrantes, rectos o poco agudos y apenas prolongados
hacia atrás, solamente poco más que el lóbulo que es algo redon-
deado. Élitros con la puntuación menuda y aislada bien aparente,
con ligeros vallonamientos abombados, indecisos, marcados por
estrías ligerísimas longitudinales y zigzagueantes, poco indicados
en suma; especie más cortamente oval que la anterior y más mate,
sin la arruguilla basal costiforme G. turrillensís sp. nov.
Long. 14 a 15 mm.
Loe. Turrillas (Escalera), en Museo de Madrid.
16 (10). Márgenes protorácicas fosulado-granulosas, anchas y
explanadas en su primera mitad, y sólo algo recogidas en el tercio
anterior, de bordes gruesos, más bajas que en el disco, aun en el cT
que tiene éste poco convexo; de ángulos posteriores rectos o
DE HISTORIA NATURAL 467
poco agudos, a pesar de estar prolongados hacia atrás 3? ser más
salientes que el lóbulo, y éste poco redondeado; el disco en el cT
con puntuación redonda densa, aunque aislada, si bien bastante
contigua, pero no confluente, y en la $ en algunos ejemplares, la
puntuación confluente, haciéndose reticulada y algo oblonga, y, en
general, más densa que en el cf y algo más fuerte. Élitros lisos en
el cT y sin arrugas longitudinales, por más que en algún ejemplar
hay tendencia a la aparición de una primera costilla dorsal estrecha
y apenas levantada, y que en todas las ?? se ve más destacada y
perceptible, doblada en casos por una o dos laterales, apenas in-
dicadas; superficie con puntuación fina y dispersa, poco hundida,
pero bien aparente, y algunas veces con granulillos mínimos en el
ápice, casi invisibles y muy dispersos, que la acercan por este ca-
rácter a algunas de la Sección costiilatae (G. querensis Esc, et-
cétera). Especie no estrechada en la región humeral, o apenas en
los ejemplares de ángulos posteriores protorácicos entrantes, y
esto en raros casos; bastante aplanada en el cf , y no muy convexa
en la ? G. baezensis sp. nov.
Long. 12 a 15 mm.
Loe. Baeza (Escalera), en Museo de Madrid.
17(11) Márgenes protorácicas estrechas, explanadas o reco-
gidas, reticuladas o fosulado-granulosas.
18 (19) Márgenes estrechas, explanadas, fosulado-reticuladas,
con sólo los bordes gruesos levantados; disco bastante convexo,
con puntuación redonda y aislada, fuerte y no muy densa; de ángu-
los posteriores rectos o poco agudos, y apenas prolongados hacia
atrás, no más salientes que el lóbulo, y éste poco redondeado; la
puntuación de las márgenes con las fosillas grandes, contiguas, pero
no reticuladas sobre los ángulos posteriores protorácicos; fosillas
que se hacen menores y más densas, con reticulación redonda en
la mitad anterior. Élitros cortamente ovales, sin costillas ni arru-
gas sefialadas, y a lo sumo con tendencia a vagos vallonamientos
longitudinales; de superficie con la puntuación menuda y aislada,
sin rastro de granulosidad; especie en óvalo corto, nada estran-
gulada en los húmeros y bastante convexa por encima en ambos
sexos G. jumillensis sp. nov.
Long. 12 a 15 mm.
Loe. Jumilla (Escalera), en Museo de Madrid.
19 (18) Márgenes muy estrechas, recogidas por igual y desde
la base, fosulado-granulosas; disco globoso, de puntuación fina,
468 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
redonda, más o menos contigua, siempre aislada y no confluente
en ningún caso; lados del protórax muy curvilíneos; sus ángulos
posteriores siempre entrantes, obtusos, y en absoluto no más pro-
longados hacia atrás que el lóbulo, que es bastante redondeado,
aunque no muy saliente. Élitros de puntuación menuda, dispersa y
no muy señalada; su superficie, en algún caso, con tendencia a
plegamientos longitudinales vagos; especie no muy convexa, ova-
lada y algo estrangulada en los húmeros, por tener los ángulos pos-
teriores protorácicos siempre entrantes. G. tijolensis sp. nov.
Long. 12 a 15 mm.
Loe. Sierra de Bacares, Tíjola, Huércal-Overa, Cartagena
(Escalera), en Museo de Madrid.
20 (1) Protórax con puntuación oblonga, más o menos aislada,
y confluente o reticulada longitudinalmente. Élitros menudamen-
te punteados, lisos o con arrugas longitudinales vagas, no costi-
formes.
21 (22) Disco protorácico moderadamente convexo, y su pun-
tuación más o menos aislada o confluente, pero nunca reticulada a
lo largo; la reticulación, cuando existe, es corta, y sólo sobre los
ángulos posteriores protorácicos; márgenes moderadas y poco re-
cogidas, de bordes más bien gruesos y granuloso-reticuladas; lados
del protórax muy curvilíneos, de ángulos posteriores entrantes, por
lo general, y obtusos, pero a veces algo dehiscentes, rectos y aun
aguzados, pero en todo caso apenas más salientes que el lóbulo,
que está muy redondeado G. parallela Sol.
Long. 12 a 15 mm.
Loe. Güéjar Sierra (Escalera), Sierra Nevada (P. Arcas),
en Museo de Madrid.
22 (21) Disco protorácico muy convexo, y su puntuación re-
ticulada en sentido longitudinal y enormemente marcada con líneas
salientes brillantes muy contiguas, charoladas; márgenes muy es-
trechas y muy recogidas, granulosas; lados del protórax muy cur-
vilíneos, de ángulos posteriores entrantes obtusos o rectos, y aun
agudos, como en la especie anterior, cuando los ángulos, en vez de
entrantes, son dehiscentes; apenas más salientes también que el
lóbulo redondeado G. discostríata sp. nov.
Long. 12 a 14 mm.
Loe. Moreda, Granada, Puente-Genil (Escalera), en Museo
de Madrid.
DE HISTORIA NATURAL
Sección III: pluricostulatae.
Protórax con el disco punteado, más o menos contiguos los
puntos, a veces confluentes y otras aislados; por lo general, más
finos cuanto más próximos están, pero siempre bien impresos; unas
veces de márgenes estrechas y recogidas, y de ángulos protoráci-
cos posteriores más o menos pero siempre, agudos, y por excep-
ción individual dentro de las especies, rectos alguna vez, cuando
la curva de los lados es exageradamente entrante en esos indivi-
duos, y otras de márgenes más gruesas y explanadas; la puntua-
ción discal protorácica es más fuerte, y los ángulos posteriores
rectos u obtusos a veces. Antenas finas, gráciles, obscuras, poco
vellosas y muy comprimidas lateralmente, con el artejo décimo,
visto por donde tiene su mayor anchura, muy transverso, y el un-
décimo globular, pequeño y bastante empotrado en el anterior.
Élitros pluricostulados, a base de cuatro costillas bien definidas,
estrechas, lisas y seguidas, siendo las cuatro fundamentales, por
lo general, las más finas y realzadas y más distanciadas de la base
en su nacimiento que las suplementarias, uniformemente granu-
jientas, sin puntuación intermedia; losgranulillos mayores aislados
son pequeños, y se distinguen poco del fondo granujiento-chagri-
nado mate de los valles; desnudos de pubescencia larga, y sólo
con cerditas cortísimas, rubias, caedizas, perceptibles sólo con
fuerte aumento en el ápice de los élitros, y muy raramente en el
protórax, cerca de las márgenes.
A (B) Especies de márgenes protorácicas finas, estrechas y
recogidas, con la puntuación fina, muy contigua y confluente por
lo general.
1 (8) Puntuación discal protorácica muy fina y muy contigua,
generalmente confluente.
2 (7) Mayores: talla superior a 12 mm., excepto en mi variedad
minor de G. Zapateri P. Are.
3 (6) Especies más paralelas y alargadas, apenas estrechadas
en la región humeral; lados del protórax nada entrantes en su ter-
cio basal.
4 (5) Puntuación protorácica en el cT sumamente fina y muy
confluente, y en la ?, ligeramente más gruesa y algo menos conti-
gua; élitros más mates en el cT que en la $, con las siete costillas
mejor señaladas por lo general; la granulación chagrinada de los
470 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
valles muy igual, sin rugosidades ni destacamiento apreciable de
los granuiillos mayores G. frigidissima sp. nov.
Long. 13 a 16 mm.
Loe. Puerto de Nuria, Sarvisé, Huesca, Tiermas, Graus
(Escalera), Vitoria (Soriano), Collada de Cotefablo (Bolívar),
en Museo de Madrid.
5 (4) Puntuación protorácica algo más gruesa y menos con-
fluente en los dos sexos, comparable a la de la ? de la especie an-
terior, y aun ligeramente oblonga; élitros más brillantes en los dos
sexos, y con las siete costillas brillantes, lisas, cortantes e igual-
mente realzadas y completas en el cf que en la ?; granulación de los
Valles desigual, destacándose bien los granuiillos mayores del fon-
do chagrinado, con ligeras rugosidades. G. olmedensis sp. nov.
Long. 13 a 15 mm.
Loe. Olmedo (Escalera), en Museo de Madrid.
6 (3) Menos paralela, algo estrechada en los húmeros; lados
del protórax generalmente entrantes en el tercio basal; puntua-
ción protorácica fina, contigua y más o menos confluente, según
los individuos; con siete costillas lineares bien señaladas, y con la
misma intensidad por lo general en ambos sexos; granulación
de los valles chagrinada por igual, mate, sin granulos mayores
bien destacados G. Zapateri P. Are.
Long. 13 a 15 mm.
Loe. Albarracín, Cuenca, Fuentes de Tajo, Gallocanta (Es-
calera), en Museo de Madrid.
6 bis. De la talla de la forma típica; puntuación protorácica
algo más clareada; las costillas algo menos señaladas; la granu-
lación elitral más desigual, destacándose mejor los granuiillos ma-
yores del fondo chagrinado y, sobre todo, en las ??, cuyas eosti*
lias tienden a desaparecer, haciéndose la granulación más esca-
brosa G. Zapateri P. Are, var. granulosa nov.
Long. 12 a 14 mm.
Loe. Losana, Alpedrete, Alcuneza, Miedes, Sigüenza, Ja-
draque (Escalera), en Museo de Madrid.
6 ter. Algo menor que la forma típica y que la variedad ante-
rior; puntuación protorácica fina, pero no confluente; las siete cos-
tillas elitrales bien realzadas, y la granulación poco desigual y no
escabrosa G. Zapateri P. Are, var. minor nov
Long. 11 a 13 mm.
Loe. Cucalón, Griegos, Rodenas, El Pobo, Monreal del
DE HISTORIA NATURAL 471
Campo (Escalera), Cañada del Cubillo (Arias), en Museo de
Madrid.
7 (2) Pequeña, cortamente oval, muy estrangulada en los hú-
meros; puntuación discal protorácica sumamente contigua y con-
fluente, reticulada casi y, sobre todo, cerca de las márgenes; la-
dos del protórax muy curvos y de ángulos posteriores entrantes,
con siete costillas lineares bien señaladas, finas; granulación de
los valles chagrinada, mate, con multitud de granulitos menudos,
destacándose del fondo granujiento mate G. Loroi sp. nov.
Long. 12 mm.
Loe. Soria (Loro), en Museo de Madrid.
8(1) Puntuación discal protorácica más fuerte y dispersa, aun-
que menuda y contigua, de puntos redondos, nada confluentes, y
sólo, por excepción, en G. Dantíni esa puntuación se hace oblonga
y confluente; cuerpo muy estrecho en los húmeros.
9 (10) Tamaño grande, superior a 14 mm.; más aplanada en la
porción dorsal; las siete costillas bien indicadas, pero no realzadas;
granulosidad de los valles poco diferenciada, como en las especies
precedentes, chagrinada; ángulos posteriores protorácicos agu-
dos en ambos sexos, como en ellas, con las que se liga íntima-
mente G. robusta sp. nov.
Long. 14 a 15 mm.
Loe. Quadalajara (Uhagón), en Museo de Madrid.
10 (9) Tamaño pequeño, más convexa en el dorso, con menos
de siete costillas en los élitros.
1 1 (12) La costilla séptima, entre las dos laterales, nula, con seis
costillas, por tanto, en ambos sexos; disco protorácico con puntos
redondos, fuertes, densos, pero no contiguos; ángulos posteriores
protorácicos en el rf muy entrantes, nada prolongados hacia atrás
y rectos, y en la ? menos entrantes y agudos; granulosidad mayor
de los valles muy fina y dispersa, destacándose apenas del fondo
mate, pero no chagrinada G. sagrensis sp. nov.
Long. 12 a 14 mm.
Loe. La Sagra (Escalera), en Museo de Madrid.
12 (11) Con las dos costillas laterales y la segunda dorsal bien
realzadas y más cortantes, y con la primera dorsal y la suplemen-
taria adyacente menos; con cinco costillas, por lo tanto, únicamen-
te en la $; disco protorácico de puntos oblongos muy confluentes;
de ángulos posteriores no muy agudos y poco prolongados hacia
atrás, entrantes; granulosidad de los valles elitrales, si bien fina y
472 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
dispersa, mayor y mejor destacada del fondo mate, pero no chagri-
nado G. Dantini sp. nov.
Long. 14 mm.
Loe. Cazorla (Dantín), en Museo de Madrid.
B. (A) Especies con las márgenes protorácicas gruesas, an-
chas y explanadas, nada o apenas levantadas, y por excepción in-
dividual, en la variedad que se encuentra en Teruel y Alcalá de la
Selva de G. terolensis, con dichas márgenes más estrechas y re-
cogidas, acercándose a G. Zapateri P. Are. por dicho carácter,
por lo que es fácil confundirla, por tener también los élitros pluri-
costulados, y distanciándose, no obstante, por la puntuación pro-
torácica confluente en G. Zapateri, y aislada en G. terolensis,
que es también largamente oval, y con las siete costillas íntegras
y menos realzadas en G. Zapateri que en G. terolensis, en la cual
se disminuye el número y realza.
13 (18) Puntuación discal protorácica fuerte, grande y bien im-
presa, redonda u oblonga.
14 (17) Puntuación siempre oblonga, densa y confluente en el
protórax.
15 (16) Algo más convexa, alargada, no estrechada en la región
humeral; márgenes protorácicas poco explanadas y algo levantadas,
de ángulos posteriores poco agudos y poco prolongados hacia
atrás; con protórax de aspecto de G. Goudoti por su reticulación
grosera; élitros de lados subparalelos en su primera mitad y larga-
mente acuminados al final, con siete costillas bien marcadas y poco
realzadas; los granulillos mayores de los valles menudos y aisla-
dos, más destacados en los bordes, húmeros y tercio final del cha-
grinado mate del fondo G. toletana sp. nov.
Long. 15 mm.
Loe. Provincia de Toledo (Lauffer), en Museo de Madrid.
16 (15) Algo más aplanada en el cT, menos alargada, bastan-
te estrechada en la región humeral; márgenes protorácicas poco
explanadas y poco levantadas, de ángulos posteriores poco agudos,
casi rectos en el cT, y algo agudos y más prolongados hacia atrás en
la ?, que es extraordinariamente convexa; élitros ovalados y poco
acuminados en el ápice, con siete costillas bien marcadas y mode-
radamente realzadas; los granulillos mayores de los valles menu-
dos y aislados, apenas destacados, aun en los húmeros, del fondo
mate del élitro G. ruiderensis sp. nov.
Long. 14 a 15 mm.
DE HISTORIA NATURAL
475
Loe. Lagunas de Ruidera, Villahermosa, Masegoso (Escale-
ra), en Museo de Madrid.
17 (14) Puntuación redonda, fortísima, aislada, pero bastante
contigua en el protórax; especie algo aplanada en el cf , y muy con-
vexa en la $, y bastante estrechada en la región humeral; márge-
nes protorácicas muy gruesas y muy explanadas, casi planas, y so-
bre ellas la puntuación de puntos o fosas redondas enormes, ais-
ladas, de doble diámetro que la puntuación del disco; lados del
protórax muy curvilíneos, de ángulos posteriores muy entrantes,
rectos y poco prolongados hacia atrás; los élitros con seis o siete
costillas, que están más o menos señaladas, pero, generalmente,
todas muy completas y más realzadas en la ? que en el d" ; granu-
losidad mayor de los valles aislada y mate, sin destacarse en abso-
luto del fondo, también mate, lo que da a la especie un tinte apa-
gado G. grossepunctata sp. nov.
Long. 14 a 15 mm.
Loe. Casas de Herrero en la provincia de Valencia (Moro-
der), en Museo de Madrid.
18 (13) Puntuación discal protorácica menuda, redonda y aisla-
da, pero bien impresa; algo aplanada en el dorso en el cf y muy
convexa en la $; más o menos alargada y poco estrangulada en la
región humeral; las márgenes protorácicas anchas, explanadas y
apenas levantadas en el cf , y aun menos en la ?, por lo general; de
ángulos posteriores rectos o poco agudos y muy a menudo poco
prolongados hacia atrás, con cinco o seis costillas, y aun siete
más raramente, y con la granulosidad mayor de los valles menu-
da y aislada, y, por lo general, poco destacado del chagrinado del
fondo ' G- terolensis sp. nov.
Long. 13 a 15 mm.
Loe. Morella, Javalambre, Mosqueruela, Escriche, Montea-
gudo, Qudar, Cortes, Teruel (Escalera), Alcalá de la Selva
(Moroder) (1), en Museo de Madrid.
(1) En algunos ejemplares de esta localidad y de Teruel, las márge-
nes protorácicas tienden a estrecharse y levantarse, acercándose por
ello a la especie vecina geográficamente, G. Zapateri P. Are, con cuya
área confina por el N. y O.
474 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Adiciones a la fauna española de Encírtidos (l.*^ nota)
Ricardo García Mercet.
Bajo este título, me propongo publicar una serie de notas que
constituyan el complemento de mi libro Fauna Ibérica: Familia
Encírtidos, aparecido en diciembre de 1921. En ellas daré a cono-
cer especies que no figuren en dicha obra, o rectificaciones que en
la misma se deban introducir.
Anagyrus longicornis nov. sp.
Caracteres.— Hembra: Cabeza, tórax y patas ocráceo-rojl-
zos; borde anterior del escudo del mesonoto, cuello del pronoto y
últimos artejos de los tarsos negruzcos; escápulas blancas; abdo-
men negro, mate. Antenas negras; ápice del escapo con una man-
cha incolora, hialina; pedicelo rojizo. Alas hialinas.
Cabeza finamente chagrinada, subcordiforme vista de frente,
con una fila de pestañitas blancas contigua al borde interno de los
ojos; vértice y frente más anchos que largos; estemas en triángulo
equilátero, los posteriores tan distantes de las órbitas como del
borde del occipucio; éste agudo; ojos grandes, ovales, híspidos;
mejillas convergentes hacia la boca, tan largas como la anchura de
la frente. Antenas casi tan largas como el cuerpo, insertas muy
cerca del borde de la boca; escapo ensanchado en lámina foliácea,
un poco más largo que ancho, tan largo como el pedicelo y el pri-
mer artejo del funículo reunidos; pedicelo bastante más largo que
ancho, menor que el artejo siguiente; funículo engrosado hacia el
ápice, sus artejos sucesivamente menores y más gruesos del pri-
mero al sexto; todos, incluso el último, más largos que anchos; el
primero, un poco menor que el quinto y sexto reunidos; maza inar-
ticulada, apenas más gruesa que el artejo anterior, tan larga como
los dos artejos precedentes reunidos.
Escudo del mesonoto más ancho que largo, finísimamente esca-
moso, con abundantes pestañitas blancas; axilas contiguas entre
sí; escudete casi plano, finamente chagrinado, tan largo como el
DE HISTORIA NATURAL 475
escudo, con pestañitas blancas y dos o tres largas pestañas negras
apicales; ángulos pósticolaterales del segmento medio muy pubes-
centes. Patas largas y recias; espolón de las tibias intermedias tan
largo como el metatarso; éste de casi igual longitud que los tres
artejos siguientes reunidos.
Abdomen triangular, truncado en el ápice, finamente chagri-
nado, tan largo como el tórax, con algunas pestañitas blancas en
el dorso de los anillos; último segmento dorsal muy grande, lampi-
Fig. 1. — Anagyrus longicornis Mercet, ^ (muy aumentada).
ño, SUS lados retraídos hasta la misma base de la región. Oviscapto
oculto.
Alas anteriores tan largas como el cuerpo; pestañas marginales
cortísimas; línea calva ancha, interrumpida, en su tercio inferior,
por dos filas de pestañas; nervio marginal bastante más largo que
grueso; nervio estigmático recto, un poco mayor que el marginal;
nervio postmarginal casi tan largo como el estigmático. Alas poste-
riores largas, su disco pestañoso; pestañas marginales tan largas
como el cuarto artejo de los tarsos intermedios.
Longitud del cuerpo 2,000 mm.
— de las antenas 1 ,760 —
Envergadura 4,700 —
J/í7£?/!0.— Desconocido.
Distribución geográfica.— Provincia de Madrid: El Escorial.
476 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Habitación.— Sobre Qaercus ilej:.
Biología. —Desconocida.
Observaciones.— Esta especíese diferencia bien, por el color
del cuerpo y el de las antenas, de las restantes del género que ha-
bitan en España. Ofrece cierta semejanza con A. quercicola,
pero se distingue perfectamente del mismo por el color del cuerpo
y el de la maza de las antenas, la mayor longitud del primer artejo
del funículo, la también mayor anchura de la frente, la mayor lon-
gitud de las mejillas, el abdomen más corto y más ancho, como de
B¡oslothrí\r,etc., etc. Asimismo presenta bastante parecido, por el
color del cuerpo y longitud de las antenas, con la hembra de Lep-
tomasti.r histrio, pero se diferencia muy fácilmente de ella por el
escapo ensanchado, las mejillas más largas, el abdomen corto, an-
cho, redondeado en el ápice, y algunos detalles de coloración.
Género Echthroplexiella Mercet.
Echthroplexielía Mercet, Fauna Ibérica, Fam. Encírt., pági-
na 183 (1921).
Observaciones. — A los caracteres atribuidos a este género
hay que añadir los siguientes:
Alas a veces bien desarrolladas, casi tan largas como el cuerpo;
en este caso, línea calva ancha, nervio marginal más largo que grue-
so, nervio estigmatice terminado en forma de cabeza de pájaro, tan
largo como el marginal; nervio postmarginal tan largo como el es-
tigmático.
Echthroplexiella aeneiventris Mercet.
Echthroplexiella aeneiventris Mercet, Fauna Ibérica, Fam.
Encírt., pág. 188(1921).
CkRXCTEHES.— Hembra.— Forma macróptera. — Cabeza de
color amarillo de limón, casi mate; pronoto blanquecino, con el cue-
llo y el borde posterior parduscos; escudo del mesonoto y escápu-
las amarillos; axilas, escudete, segmento medio, mesopleurasy ab-
domen pardos, con reflejos broncíneos. Antenas y patas amarillen-
to-parduscas, con los fémures posteriores más obscuros; tégulas
pardas, blancas en la base.
Alas anteriores con una banda transversal ahumada debajo del
nervio estigmatice; borde apical ligeramente obscurecido. Alas
posteriores estrechas, largas, con pestañitas en el borde posterior.
DE HISTORIA NATURAL 477
Axilas y escudete finísimamente reticulados, casi lisos, muy bri-
llantes. La longitud del oviscapto equivale a la tercera parte de la
Fig. 2. — Echíhroplexiella aeneiventris Mercet, ^ (muy aumentada).
del abdomen. (El resto de los caracteres, como en la forma bra-
quíptera.)
Longitud del cuerpo 1,250 mm.
— de las antenas 0,610 —
Envergadura 1,820 —
Distribución geográfica. — Provincia de Avila: Arenas de
San Pedro.
Habitación.— Sobre plantas labiadas silvestres.
Observaciones. — De esta forma poseemos dos ejemplares,
recogidos el día 4 de julio del afío actual. Difiere ligeramente, por
la coloración y el manchado de las alas, de la forma braquíptera
descrita en mi libro sobre los Encírtidos de la Península ibérica.
Microterys jucundus nov. sp.
Caracteres.— //e^^rí?.' Vértice y frentes azules, con algunos
reflejos dorado-verdosos; cara, pronoto, escudo del mesonoto, té-
gulas, axilas, segmento medio y mesopleuras de color violado; es-
cudete casi negro; abdomen negro-violáceo, con el segmento basi-
lar azul metálico. Antenas amarillas o amarillentas, con el escapo
y los dos tercios basilares del pedicelo pardo obscuros o negruz-
cos. Alas hialinas. Patas anteriores: caderas y mitad basilar de los
478 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
fémures, negras; mitad apical de los fémures, tibias y tarsos, ex-
cepto el último artejo, amarillos. Patas intermedias: caderas y fé-
mures, negro-violados; ápice de los fémures, tibias y tarsos, excep-
to el último artejo, blancos. Patas posteriores, como las interme-
dias, pero las tibias más o menos manchadas de negro en la mitad
o el tercio basilar.
Cabeza fuertemente convexa; vértice y frente más largos que
anchos, chagrinados, con cuatro filas longitudinales de puntitos
gruesos; estemas en triángulo equilátero, los posteriores contiguos
a las órbitas internas; ojns casi lampiños; mejillas convergentes
hacia la boca, tan largas como el diámetro transversal de los ojos.
Antenas separadas entre sí, en la base, por un espacio igual a la
anchura de la frente; escapo ligeramente comprimido, tan largo
como el funículo; pedicelo más largo que ancho, mayor que los dos
artejos siguientes reunidos; primero, segundo y tercer artejos del
funículo moniliformes, cortos; cuarto, quinto y sexto más gruesos
y más largos que los anteriores; maza más gruesa que el funículo,
tan larga como los cuatro artejos precedentes reunidos.
Escudo del mesonoto finísimamente escamoso, con algunas
filas transversales de pestañitas negras; axilas contiguas entre sí;
escudete bastante convexo, chagrinado, con pestañitas apicales
negras, más largas y fuertes que las del escudo; segmento medio
cortísimo en el centro, liso y brillante. Alas tan largas como el
cuerpo; pestañas marginales cortísimas; línea calva completa, en-
sanchada hacia el ápice; célula costal ancha; nervio marginal más
largo que grueso; nervio estigmático recto, trianguliforme; nervio
postmarginal muy corto; base del ala con cinco filas de pestañitas
contiguas a la línea calva; el resto de la porción basilar desnudo.
Patas normales.
Abdomen triangular, más corto que el tórax, superficie de los
segmentos casi lisa y muy brillante; lados del último anillo retraí-
dos hasta el borde posterior del primero; oviscapto oculto.
Longitud del cuerpo 0,910 mm.
— de las antenas 0,530 —
Envergadura 2, 1 40 —
Müc/io.— Desconocido.
Distribución geográfica.— Provincia de Madrid: Ribas de
Jarama.
Habitación.— Sobre Taman\vgalHca.
DE HISTORIA NATURAL 479
Biología.— Desconocida.
Observaciones. — Especie afín de M. flavicornis Mercet y
de M. hvalipennis Mayr, de los que se distingue fácilmente por
los caracteres que a continuación se exponen de un modo compa-
rativo.
M. flavicornis Mercet. — Vértice, frente y escudo del meso-
noto de color verde-dorado metálico, muy brillante; funículo ama-
rillo, a veces el dorso de los dos primeros artejos pardusco; tibias
intermedias completamente amarillas; segundo y tercer artejos del
funículo algo más largos que anchos.
M. hvalipennis (Mayr).— Vértice y frente azules, con algunos
reflejos verdoso -metálicos; escudo del mesonoto intensamente
azul, apenas brillante; funículo pardusco, con los dos úlimos arte-
jos amarillos; tibias intermedias blancas o ligeramente amarillas,
con un anillo obscuro cerca de la base; segundo y tercer artejos del
funículo más anchos que largos.
M. jiiciindüs Mercet.— Vértice y frente azulado-verdosos; escu-
do del mesonoto violado, casi mate; funículo amarillo o amarillento;
tibias intermedias blancas; segundo y tercer artejos del funículo
moniliformes.
Encyrtus frontatus Mercel.
Encyrtus frontatus Mercet, Fauna Ibérica, Fam. Encirt.,
página 415(1921).
Biología.— Parásito de Coceas hesperidum, sobre Erythrina
insignis (Jardín Botánico de Madrid).
Observaciones.— Los individuos de esta especie, cTcT y ??,
obtenidos en Madrid, de Coccus hesperidum, no se diferencian en
nada de los tipos procedentes de las provincias del norte de Espa-
ña y que fueron recogidos sobre hierbas silvestres.
Género Protyndaríchus nom. nov.
Tyndarichoides Mercet, Fauna Ibérica, Fam. Encírt., pági-
na 265 (1921).
Observaciones. — Durante la impresión del libro en que apa-
rece la descripción de este género, ha publicado A. A. Girault(l)
otro con el mismo nombre. Esto me obliga a sustituirla denomina-
(1) Proc. U. S. Nat. Mus., vol. 58, pág. 187 (1920).
480 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
ción que yo había empleado, reemplazándola por la que aparece en
cabeza de esta observación.
El genotipo deberá llamarse:
Protyndaríchus metalHcus (Mercet).
Tyndarichoides metalHcus Mercet, loe. cit.
Adiciones a la distribución geográfica: Provincia de San-
tander: Cabezón de la Sal.
Tyndarichus melanacis (Dalman).
Caracteres.— M/cy^o.— Cuerpo uniformemente de color azul
índigo muy obscuro, casi mate; antenas pardo obscuras, con el es-
Fig. 5. — Tyndarichus melanacis (Dalman) o (muy aumentado).
capo y el pedicelo negruzcos; alas hialinas; patas anteriores e in-
termedias más o menos parduscas, con las rodillas, el ápice de las
tibias y los tarsos intermedios más claros; patas posteriores negro-
azuladas, con los tarsos parduscos.
Cabeza bastante convexa, finamente punteado-chagrinada; bor-
de del occipucio redondeado; estemas en triángulo equilátero, los
posteriores separados de las órbitas internas por un espacio mayor
que el diámetro estemático; mejillas tan largas como el diámetro
DE HISTORIA NATURAL 481
longitudinal de los ojos. Antenas insertas por debajo del nivel del
borde inferior de los ojos; escapo comprimido, algo mayor que el
primer artejo del funículo; pedicelo subpiriforme, algo más ancho
que largo; funículo cilindroideo, todos sus artejos más largos que
anchos, con pestañas dispuestas en dos verticilos; tercer artejo
ovoideo, menor que los precedentes y que los siguientes; maza lan -
ceolada, no más gruesa que el funículo, un poco más corta que el
quinto y sexto artejos reunidos.
Escudo del mesonoto finísimamente reticulado-escamoso, poco
brillante, con algunas pestañitas negras; escudete triangular, más
corto que el escudo, punteado-chagrinado, tendiendo la puntuación
a disponerse en filas longitudinales; segmento medio cortísimo en
el centro.
Alas anchas, casi tan largas como el cuerpo; nervio marginal
poco más largo que grueso; nervios postmarginal y estigmático de
casi igual longitud que el marginal.
Abdomen triangular, más corto que el tórax; superficie de los
segmentos casi lisa; lados del último anillo retraídos hacia el ápice
del tercio basilar de la región.
Longitud del cuerpo 0,850 mm.
— de las antenas 0,580 —
Envergadura 1,180 -
Distribución geográfica.— Provincia de Madrid: Ribas de
Jarama.
Observaciones.— Atribuyo a T. melanacis un macho de Tyn-
darichus, cogido en Ribas de Jarama el día 5 de mayo de 1922.
La puntuación del escudete, tendiendo a disponerse en filas longi-
tudinales, no concuerda con la estructura superficial que ofrece en
esta parte del noto la hembra de T. melanacis. Tampoco el color de
las antenas de este macho corresponde a la coloración que atribu-
ye Thomson en sus Skandinaviens Hymenoptera,vo\.\V , pág. 167,
a los apéndices cefálicos del sexo masculino de Encyrtiis melana-
cis (antennis flavis basi aeneis). A pesar de esas diferencias,
como no encuentro otra especie que T. melanacis a que poder re-
ferir el macho de que estoy hablando, lo describo bajo esta deno-
minación.
Tomo xxii.— Diciembre, 1922. 31
482 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Sección bibliográfica.
San Miguel de la Cámara (M.). - Notas petrográficas. Bol. de la Soc.
ib. de Cieñe. Nat., t. XXI (IV), números 5-6. Zaragoza, mayo junio
de 1922 (10 págs., 4 figs.).
En esta nota, que parece ser la primera de una serie, describe el
autor, bien conocido por sus estudios en esta especialidad, las rocas
siguientes: Granito porfídico de Palamós. Granito cataclástico (proto-
gínico) de Rosas, Protogina de Villajuiga, Pórfido granítico de Llanás-
Camprodón (Gerona), Plagiaplita de Pedralbes (Barcelona), Quersanti-
ta de Llanás-Camprodón. — L. F. Navarro.
Pereira de Souza (F. L.).—Siir les rocties basiques dii massif de syé-
nite népfiélinique de ¡a <Serra de Moncfíique», eí de ses alentours
(Álgarve). C. R. Acad. Se, t. 175, núm. 17 (23 octubre 1922), pá-
ginas 698-701 . París.
El autor, que se propone completar el estudio químico y mineraló-
gico de tan importante centro eruptivo, se ocupa en esta nota de las ro-
cas básicas. En ellas distingue tres series: I. Serie con biotita (shonki-
nitas, shonkinitas pasando a theralitas y algarvitas). II. Serie con hor-
blenda (rocas que van desde la berondrita a la wehrlita). III. Serie de
facies basáltica (microberondrita y feldespatos alcalinos, basanitoide
compacto y ankaratrita).
Por la denominación y caracterización de los tipos petrográficos, se
Ve claramente la influencia que en el trabajo ha tenido el gran petró-
grafo francés M. A. Lacroix y su Minéralogie de Madagascar, toda-
vía en curso de publicación.- L. F. Navarro.
Pereira de Souza (F. L ).-Siir les roclies ériiptives de la bordare mé-
sozoíqiie et caínozoique de l'Algarve et leiir age géologique. C R.
Acad. Se, t. 175, núm. 19 (noviembre de 1922), págs. 822 824. París.
El autor trata solamente de las rocas emparentadas con las sienitas
nefelínicas del macizo de Sierra de Monchique. Forman dos grupos,
berondritas y rocas sin feldespato ni nefelina emparentadas con las
monchiquitas, pero difiriendo de ellas mineralógicamente. Todas estas
rocas, y problablemente el conjunto de la serie eruptiva de la Sierra de
Monchique, son cretácicas o postcretácicas.— L. F. Navarro,
Fleury i^.^.— Notes sur les formations tertiaires et quaternaires por-
tiigaises. I- Le gisement de Vertebres tertiares de la «Quinta do
Marmelal>> (Santarem). Extr. Comunic. do Serv. Geol. de Portugal,
16 págs., 1 lám. Lisboa, 1921.
Con esta nota se inaugura una serie que, a juzgar por la presente,
promete ser muy interesante. En esta se estudia un nuevo yacimiento
DR HISTORIA NATURAL 485
de Vertebrados miocenos descubiertos cerca de Santarem (Portugal).
Los fósiles hallados allí son: dos especies indeterminables de Monoco-
tiledóneas, Limnaea gr., Lorteti Noul. Planorbis aff sansaniensis
Noul , Pl. cfr. praecorneus F. et Tourn., lacértido indeterminado, una
especie no descrita de insectívoro, Criceiodon minas Lart., Lagopsis
verus Hens., dos especies indeterminadas de carnívoros, Dicroceriis
fiircatiis Hens., Rhinoceros (Ceratorhimis) sansaniensis Lart. y Mas-
todon sp., además de Hvotheriuní simorrcnse Lart.? y Rhinoceros sp.
encontradas en un pozo de Aramanha. Todas estas especies vienen a
confirmar lo ya indicado por M. Román en su último trabajo sobre este
Mioceno, de que gran parte del conjunto denominado Calizas de Per-
nes es Vindoboniense en vez de Pontiense, como se creía primeramen-
te Finalmente, la presencia de Ostrea cerca de Alcanhoes y Zambu-
jeira, así como la variada estratigrafía, le hacen dudar de la Veracidad
de que aquel Mioceno sea debido a un gran lago, del mismo modo que
ya se ha desechado para el del interior de la Península. Esperamos que
nuevos estudios y descubrimientos confirmarán estas nuevas opiniones
para la cuenca baja del Tajo.- Rovo Gómez.
Pallary (P.). — A^o/es de zoogéographie nord-africaine. Bull. Soc. Qéol.
France, 4." Serie, t. XXI, págs. 247 252. París, 1922.
En este corto trabajo se exponen puntos de vista nuevos acerca de
la paleogeografía de nuestra Península y de! África septentrional. Con-
sidera el autor al canal que separa las islas Canarias de la costa afri-
cana como existente desde el final del Mioceno, creyendo también que
el estrecho de Gibraltar es igualmente muy antiguo (anterior al Plioce-
no), habiéndose efectuado la unión del África y España, con la emigra
ción de la fauna paieártica, durante el Plioceno superior mediante un
istmo que enlazaba la costa comprendida entre Málaga y Valencia y las
Baleares, con la situada entre Melilla y el cabo Ivi. al NE. de Oran,
siendo restos de él las islas de Alborán, Chafarinas, Rachsgoun y Ha-
bibas. Para obtener estas conclusiones, se basa principalmente en datos
geológicos aislados, y principalmente, en la fauna y flora cuaternarias y
actuales.
Su lectura nos sugiere ciertas dudas, siendo una de ellas la que se
refiere a que los Melanopsis vivientes en nuestras costas levantinas
llegaron a ellas cuando se originó el citado istmo en el Plioceno supe-
rior. ¿No podrían ser los descendientes de los Melanopsis miocenos que
se extendían hasta el centro de la Meseta? Este caso y algún otro en
que basa la existencia de dicho istmo, ¿no serán más bien consecuen-
cias del clima actual, tan semejante en las dos regiones? Sin negar su
posibilidad, creemos que antes de decidirse por estas nuevas teorías
deben hacerse estudios geológicos más profundos, para tener una
base sólida en que sustentarse. — Royo Gómez.
484 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Mendes Correa (A. A).— Homo (Os modernos estados sobre a origen
do homem), 520 págs. en 8°, con 29 figs intercaladas. Editorial «Lu-
men». Coimbra, 1921.
Reuniendo las conferencias dadas en la Sociedad portuguesa de An-
tropología y Etnografía, el profesor Mendes Correa ha compuesto el
presente libro, que es un sucinto resumen de los conocimientos moder-
nos sobre el origen del hombre
Para la exposición divide la obra en varios capítulos, que llevan por
epígrafes: I. — El origen animal del hombre. II. — La evolución. III. Los
simios fósiles. IV. -El Pithecanthropus. V.— El hombre fósil. VI. — La
genealogía humana y la antropogénesis. Vil— El «neomonogenismo».
VIII. - Losfactores de la formación de las razas.
Después de una síntesis sobre la cuna de la Humanidad, en que el
autor se declara partidario del monogenismo, discute la formación de
razas autóctonas, afirmando que los documentos paleontológicos y ar-
queológicos que se conocen actualmente no son suficientes para dar una
solución definitiva al asunto. — R. Caxdel Vila.
Pitard (C. J.). - Exploration scientifique dii Maroc organisée par la
Société de Geographie de París. Fascículo 1 .», Botánica (1912), Mas-
son et C.e , 1913, 187 páginas y IX láminas.
En el prefacio estudia la vegetación y aspecto del terreno en las
regiones de Chauia y Valles del Uad Cherrat y Uad Um ev-Rebia,
y da una estadística de las formas halladas, hasta el número 850.
La lista de especies recogidas inserta la descripción de 10 nuevas:
(Amberboa Atlántica Pitard y ramosissima Pitard, Convolvulus Pitar-
í//Batt. y Charbensis Batt. et Pit., Erodiiim Moa reti Pitará, Ervngium
atlanticiim Batt. et Pit., Gaiidinia Maroccana Trabiit, Lyhtrnm bico-
lor Batt. et Pitard, Reseda Batíandieri Pitard y Spergularia Piiardia-
na Hy.).
Una (^Contribución al estudio de la Flora del Marruecos occidental
y central. Línea de etapas de Rabat a Fez», relaciona 817 especies re-
colectadas por el teniente Mouret en 191 1-12.
Se inserta un índice geográfico de las localidades mencionadas y
una tabla alfabética de géneros.
Las láminas I, II y III contienen 19 fototipias de panoramas y plan
tas; las restantes figuran formas nuevas, entre ellas Convolvulus Pi-
tardi Batt., que presenta alguna afinidad con el Convolvulus Vidali
Pau, hallado por nosotros en Xauen.
Realza la importancia del trabajo, para nosotros, el haber Visitado par-
te de nuestra zona (Buceja, Río Martín, Dersa, Beni Hozmar, etc.), seña-
lando localidades de plantas importantes, como Salvia interrupta Sch.
de Beni Hozmar, que señala una nueva afinidad floral entre su flora y la
de Xauen, a que se refirió Pau (1) antes de ahora.— M. Vidal y López.
(1) Tomo XXI, pág. 7, de este Boletín.
DE HISTORIA NATURAL 485
Bouvier (E. L.). — Observations complémentaires sur les crustacés dé-
capodes (abstraction faite des Candes) provenant des Campagnes
deS.A.S. le Prince de Monaco. Résulí. des Camp.Scient.,Fasc. LXII,
páginas MOS, láms. I-Vl. Monaco, 1922.
Constituye esta Memoria un suplemento a las cuatro anteriormente
publicadas por el mismo autor (las dos primeras en colaboración con
Alphonse Milne Edwards) sobre los Decápodos recogidos en las Cam-
pañas de S. A. S. el Príncipe de Monaco, y en ella se mencionan los
Braquiuros y Anomuros recogidos desde 1897 (I), y cierto número de
Peneidos que lo han sido desde 1908(2) y algunos otros Decápodos.
Es un trabajo de tanta importancia como los anteriores, y como ellos,
encierra multitud de datos de interés, descripciones de especies nuevas
o raras y de formas larvarias e ilustrado con láminas en color y en ne-
gro. Es de especial importancia para los naturalistas españoles, ya que
comprende numerosas citas de especies recogidas en nuestras aguas, en-
tre las que descuellan el hallazgo de! gran Peneido batipelágico de Ma-
dera, Fiinchalia woodwardi, en la proximidad de la costa española; la
captura, a 5.000 m. de profundidad, del Benthesicymus longipes, fren-
te a nuestro cabo Finisterre, y otras muchas especies no menos intere-
santes de nuestras costas, de Canarias, de la costa marroquí, etc.—
C. Bolívar y Pieltain.
Bergevin (E. áe).—Description d'iine noiivelle espéce de Catoplatus
(Hémiptére Tingiíidae) da Moroc occidental. Bull. Soc. Scienc. Nat.
du Maroc, t. II, págs 108 109. Rabat, 1922.
Descripción del Catoplatus mamorensis, especie nueva recogida
en el bosque de Mamora, a 35 Km. de Rabat. - C. Bolívar v Piültaix.
Alluaud (Ch ).-Z,es Helmides du Nord de VA frique. Descriptions
d'espéces nouvelles du Maroc. (¡nsectes Coléoptéres). Bull. Soc.
Scienc. Nat. du Maroc, t. II, págs. 51-45. Rabat, 1922.
Hasta ahora, tan sólo un Hélmido estaba citado de Marruecos. El
autor de la presente nota menciona once especies y dos subespecies,
recogidas por él mismo y por M Théry, de las cuales tan sólo cinco ha
podido referirá especies ya conocidas, describiendo como nuevas las
restantes.
Da un cuadro para la distinción de los géneros, y dentro de éstos,
otros para la separación de ¡as especies que han sido halladas hasta
ahora en Marruecos y Argelia, la mayoría de las cuales habrán de ser
encontradas en la zona española de protectorado marroquí el día en que
(1) En 1894 y en 1899 publicaron ambos autores los Braquiuros y Anomuros re-
cogidos hasta 1888 y 1897, respectivamente.
(2) En 1908 publicó Bouvier los Peneidos capturados hasta 1907, y en 1917, los
Macruros marchadores recogidos hasta 1915.
486 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
nuestros naturalistas recolectores les presten alguna atención. — C. Bo-
lívar Y PlELTAIN.
Pérez Acosta (F.). — Los Arácnidos de Cataluña. (Catálogo sistema-
tico-crítico.) Treb. Inst. Cat. d'Hist. Nat., págs. 9-72. Barcelona,
1921 1922.
A pesar de su título «Los Arácnidos de Cataluña», este trabajo se
refiere únicamente a los órdenes Araneidosy Pseudoscorpiones.
Es un catálogo de las especies de Cataluña existentes en la colec-
ción Cuní y Martorell (en su mayor parte clasificada por Simón) y en
lá colección del Colegio de San Ignacio, determinada por el P. Franga-
nillo. A la lista de estos materiales añade las especies que han sido ci-
tadas de Cataluña por diversos especialistas; pero hay que reconocer
que el autor no ha debido buscar muy cuidadosamente estos datos, ya
que, sin ocuparme especialmente de los Arácnidos, y sólo por lo que a
fauna cavernícola se refiere, que es de lo que tengo algunos datos, pue-
do de momento añadir los siguientes géneros y especies a la lista del
Sr. Pérez Acosta, con la particularidad de que algunas de ellas han sido
descritas originariamente de Cataluña. Así, Simón (1) cita: Lepíoneta
infúscala E. S. f. lucífuga, Nesticus cellulanus (Clerck). Fage (2)
menciona: Lepíoneta leucophthalma E. S., L. paroculus E. S.. L. in-
fúscala f. ívpica, L. infúscala f. ibérica. Simón (3): Cryplocleptes pa-
radoxus E. S., Forrhomma Proserpina E. S., P. myops E. S., Leph-
thyphanles pallidus (O. P. Cambr.), L. ahitacius E. S., Niela menar
di (Latr.), Nesticus noctivaga E. S.
En la bibliografía no menciona el trabajo sobre Pseudoscorpiones
publicado por Fernández Nonídez (4), y al hablar de él en la página 11
lo hace de un modo impreciso, indicando que se refiere a las especies de
la provincia de Madrid, y que señala de paso ocho especies de Catalu
ña. Para poner las cosas en su punto, diré que el trabajo del Sr. Noní-
dez se refiere a los Pseudoscorpiones de toda España conocidos has-
ta la fecha de publicación, y no tan sólo a los que viven en los alrede-
dores de Madrid. -C. Bolívar y Pieltalx.
(1) Arch. Zool. exp. et gen., 5." Ser., t. IX. págs. 177-206, IDU.
(2) Ibid., S.'' Ser., t. X, págs. 479-576, 1913.
(3) Ibid., t. LII, págs. 359-386, 1913.
(4) Pseudoscorpiones de España. Trab. Mus. Xac. Cieñe. .\at., Ser. Zool., núm. 52
Madrid, 1917.
índice alfabético
DE LOS GÉNEROS Y ESPECIES MENCIONADOS O DESCRITOS
EN EL TOMO XXII DEL «BOLETÍN
DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL» '^^
Abies, 137.
Ablerus, 196, 197.
— clisiocampae, 196.
Acebnche, 108.
Acedera salvaje, 269.
Acer opulifolium, 202.
Acidalia charitata, 382.
Acupalpus dorsalis zaerensis,
427.
Achicoria amarga, 317.
Adamellosa, 314.
Aepopsis robini, 455.
Aepus, 455.
— marinus, 455-
Agrilus Bolivari, 84.
— Escalera!, 84.
— Isabellae, 84.
Alacrán, 158.
Albita-oligoclasa, 263.
Alcyonidium flustrelloides, 88,
90, 101.
— flustroides, 90.
Alectoria nigricans, 354.
Alectoris barbara, 105, 108.
Aleyrodes longicornis, 197.
Allium, 194.
— Ampeloprasum, 201.
— roseum, 201.
— sativum, 201.
Allodapa ** Bolivari, 416.
~ ** Brumpti, 412, 415.
— elongata, 418.
— Leprincei, 418.
• Allodapa noctua, 418.
Allognosta Tesmanni, 384.
Alófana, 51.
Aiphasida, 171, 174.
— argenteo-limbata, 171.
— luctuosa, 171.
Alyssum maritimum, 55.
Amaeba, 190.
Amanthia distans, 92, 93.
— iendigera, 91, 92.
— semiconvoluta, 92, 93.
Amargón, 317.
Amianto, 303.
Ammi majus, 55.
Ammonites, 255, 501, 349, 428.
Ampuliaria luteostoma, 406.
Amygdalus communis, 203.
Anagyrus ** longicornis, 474.
Anaptichia ciliaris, 351.
— leucomela, 356.
Anas penelope, 107.
— platyrhyncha, 106.
Anataelia, 158
— canariensis, 148, 157.
Anchitherium, 304.
(1) Un asterisco * indica que el género o especie a que precede está descrito en
este tomo, y dos asteriscos **, que se describe por primera vez. Sólo figuran en el
índice las variedades nuevas. Los nombres vulgares van en cursiva.
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Anchitherium aurelianense, 304.
Anchusa Itálica, 55.
Andalucita, 258, 260, 262, 265.
Andropogon distachyum, 194.
Anfíbol, 313.
Anguila, 87, 148, 242, 274, 277,
280,341.
Ankylostoma duodenale, 408.
Anomalicornia ** ruschl^ai, 294.
■ — tenuicornis, 295.
Anomotaenia depressa, 418.
— vesiculigera, 418.
Anopheles, 63, 64, 420.
— claviger, 146, 284, 287, 292.
Antennaria elaeophila, 203.
Anthemus, 363-365.
— chionaspidis, 563, 366, 370.
— emersoni, 366.
— ** leucaspidis, 369, 370.
Anthomia ceparum, 210.
Antigorita, 315.
Antirrhinum supinum, 59.
Apatelita, 195, 243, 244.
Apatito, 261,313, 341.
Aphaenogaster testaceopilosa,
326.
— (Attomyrna) gibbosa, var.
barcinensis, 325.
paluda, 325.
— — subterránea, 325.
Aphanisticus biafranus,84.
Apiochaeta, 142.
Apis mellifica, 384.
Apium graveolens, 204.
— nodiflorum, 55.
Aplita, 195, 258, 261, 264.
Apodemus silvaticus, 335.
— speciosus draco, 166.
Aptychus punctatus, 300.
Aquila chrysaetos, 108.
Arca aff. láctea, 255.
Arctonyx, 165.
— obscurus, 165.
Arenisca, 235, 244, 246, 306.
Argyrobrithes, 384.
Aristolochia baetica, 56.
Arthrodeis **= atlanticus, 373.
— densepunctatus, 376.
Arthrodeis ** globulosus, 375,
376, 377.
— glomeratus, 376, 377.
— oblongior, 374.
— ** uamarensis, 376, 377.
Arvicoia terrestris, 335.
Ascaridia Columbae, 416.
Ascaris maculosa, 416.
— megalocephala, 409, 410.
Ascochyta Marchantiae, 283.
Asida, 49, 64, 147, 170, 388, 463.
— Amori, 390.
— depressa, 390.
— Fuentei, 69.
— laevigata, 390.
— Pazi, 70.
— tenuecostata, 174, 175.
Asió flammeus, 418.
Aspidiotus hederae, 197.
— uvae, 197.
Asterolecanium, 197.
Astragalus glycyphyllus, 204.
Astralium, 255.
Aturia, 371, 372.
Auiacaspis pentágona, 197.
Aulacothyris impressa, 300
Avena orientalis, 56.
— sativa, 201.
Azotus, 194, 196, 197.
— bidentatus, 197.
— capensis, 197.
— chionaspidis, 197.
— elegantissimus, 197.
— elegantulus, 197.
— grotiusi, 197.
— hyalinus, 197.
— marchali, 197.
— pan, 197.
— pinifoliae, 197.
— platensis, 197.
— ** pulcherrimus, 197-199-
— pulchriceps, 197.
— semifuscipennis, 197.
— speciossisimus, 197.
— unnotipennis, 197.
Azufre, 305.
Bactrocera, 49.
Baritina, 242, 243.
DE HISTORIA NATURAL
Baritocelestina, 195, 243, 244.
Bartsia versicolor, 55.
Bauxita, 257, 340.
Becacina, 84.
Beiemnites dilatatus, 255.
Bellerophon biJobatus, 33.
Beta Vulgaris, 202.
Bicellaria ciliata, 95.
Bilharzia haematobia, 405.
— magna, 405.
Biotita, 259, 260.
Biscutella Apula, 56.
— scutellata, 56.
Bismita, 191.
Blanfordia nosophora, 406.
Boixat, 210.
Bolivarina, 84.
— paradoxa, 84.
** Bolivarita, 238.
Borrara flavicans, 355.
Bos taurus, 403.
Bothriomyrmex meridionalis,
530.
Bothriothorax clavicornis, 297.
Botrytis cana, 211.
Brachionus cernuus, 88.
Briza minor, 56.
Bryonia dioica, 55.
Bubalus buffelus, 106.
Bubulcus, 103, 106.
— ibis, 103.
Buellia subdisciformis, 357.
Bugula avicularia, í:'4.
— calathus, 94.
— spicata, 89, 94.
Bullimus, 406.
— contortris, 408.
— dybowski, 406.
— (Physopsis) africanus, 406.
Bupleurum fruticescens, 201.
Burhinus oedicnemus, 108.
Buteo ferox, 106.
Calamintha baetica, 55.
Calcita, 281.
Calcopirita, 237, 431.
Caliza, 75, 87, 107, 195, 234, 245,
253, 299, 305, 315, 327, 341,
371.
Callipteroma sexguttata, 240.
Calodium annulosum, 411.
Caiystegia sepium, 55.
Campánula Rapunculus, 55
Camponotus (Myrmentoma) la-
teralis, 351.
- (Myrmosericus) rufoglau-
cus, 331 .
— íMyrmoturba)aethiops, 331.
— — syivaticus, 530.
Canis familiaris, 410.
Caolín, 259, 263, 313,
Capillaria annuiosa, 411 .
Capreila liparolensis, 426.
Caprimulgus, 412, 415.
Carabus, 195.
— catenulatus secundariofiiica-
tus, 191.
— rifensis, 108.
— violaceus pseudomü lieri ,
191.
— (Chrysocarabus) lateralis,
455.
— — — ** martinezi, 453.
_ _ _ ** salmantinas, 453.
Caragana arborescens, 194.
Cardiocondyla Batesi, 327.
Carduelis cannabina, 106.
— carduelis, 106.
Carex depressa, 203.
— muricata, 145.
— nitida, 205.
Carnalita, 381.
Carpomya, 49.
Castanea Vesca, 201, 204.
Castor, 355.
Castor canadensis, 335.
— fiber. 335.
Cataglyphis albicans, 332.
— Viaticus, 332.
Ceballosia, 53.
Celestina, 242, 243.
Cellaria fistulosa, 98.
Cellepora costata, 101.
Centaurium minus, 55, 60.
— — Var. bifrons, 60.
— tenuiflorum, 60-
— umbellatum, 60.
490
BOLETÍN DE LA. REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Centranthus calcitrapa, 55.
Ceolita, 237.
Cephaloziella Turneri, 282.
Ceratitis, 49.
Ceratodon purpureum, 284.
Cercospora beticola, 202.
Cercosporella, 282, 285.
Cerianthus membranaceus, 195,
207, 209.
Cetraria glauca, 352.
Ceuthosphodrus, 114.
Cicer arietinus, 202.
Cichorium Endivia, 202.
Ciervo, 341 .
Cillenus lateralis, 455.
Cinclus, 104.
Cintractia caricis, 203-
Ciprés, 137.
Cirrospilus vittatus, 399.
Cistus crispus, 55.
Citrus, 137.
Cladocarpus? Cartieri, 271.
Cladonia alcicornis, 350.
— deiicata, 350
— endiviaefolia, 350.
— foliácea, 350.
— rangiferina, 350.
— squamosa, 350.
— sylvatica, 350.
Cladophora, 219.
Clematis Flammula, 55.
Clorita, 260, 261-
Cobalto, 237.
Cobitis taenia, 147.
Cobre, 242, 431.
Coccidencyrtus ** poutiersi,399.
Coccophagus, 364.
— californicus, 140.
Coccothraustes, 108.
Coccus hesperidum, 479.
Cocodrilo, 438, 439.
Coclíinilla, 136, 140.
Coenurus serialis, 411.
Cogujada, 103, 106.
Columba livia, 106, 416.
Colutea, 194.
Conejo, 104.
Conglomerado, 195, 268.
Conicera, 142.
Constantia inclinatalis, 382.
Convolvulus althaeoides, 55.
— mauritanicus, 55, 60.
— siculus, 55
Coronilla júncea, 382.
Corylus Avellana, 201, 204.
Costazzia, 101.
— Boryi, 101.
— costata?, 101.
Coturnix coturnix, 110.
Cotyledon praealtus, 55.
Cranae, 147, 159, 160.
Crematogaster (Acrocoelia) Au
berti, 327.
** Fuentei, 327.
— — scutellaris, 327.
— (Orthocrema) sordiduIa,328.
Crisotilo, 315.
Cristatithorax, 157.
Crocidura attenuata, 163.
— murina, 162.
Crocodilus intermedius, 438.
Cromita, 314.
Crypturus, 415.
Cuarzo, 75, 250, 258, 313.
Cucúrbita Melopepo, 204.
Cuervo, 84.
Culex, 63, 64, 420.
Cumarium, 190
Cycas revoluta, 402.
Cychrus, 452, 453.
— caraboides rostratus, 452.
— dufouri, 452, 453.
— spinicollis, 452, 453.
Cylicostomum goldi, 409.
— tetracanthum, 409, 410.
Cylindrites, 268.
Cyiindrosporium ** Oreowei-
siae, 282.
Cymindis axillaris, 255.
— Hookeri, 255.
— limbipennis, 256.
— ** pilosipennis, 255.
Cynodon Dactylon, 201.
Cynosurus aureus, 56.
Cyperus longus, 203-
Cyprinodon iberus, 146.
DE HISTORIA NATURAL
491
Cypselus apus, 418.
Chara, 49, 61,64, 585.
— convivens, 421.
— crinita, 421.
— foetida, 61, 64, 557, 421.
— fragilis, 64, 557, 418.
— hispida, 421.
— intermedia, 557.
— longispina,421.
Charitopus, 49, 54.
— fulviventris, 52, 54.
Charronia flavigulakuatunensis,
164.
Chelifer stellatus, 270.
Chiloneurus swezeyi, 157.
— ** unicolor, 155, 156.
Chinche de Australia, 156.
Chionaspis, 197.
— difficilis, 197.
— graminis, 566.
Chlora grandifolia, 55-
Choanoíaenia infundibulurn, 416.
Chocha, 107.
Chondrites boilensis, 268.
Choreia, 55.
Chorlo negro, 261, 262.
Chrysanthemum **holophyllum,
55, 59.
Chrysotoxum gracile, 585.
— latifasciatum, 585.
Dactylopius, 159.
Dacus oleae, 49.
Damourita, 260, 515.
Davainea bothrioplitis, 416,
— longicollis, 416.
— tetragona, 416.
Deilephiia euphorbiae, 195.
Delphinium Loscosii, 424.
— mauritanicum, 587, 425.
— Staphysagria, 55, 60.
Deltomerus andalusicus, 454.
Dematium arachnoidearum, 282.
— aureum, 282.
— incrustans, 282.
— ** muscicola, 281.
— muscorum, 282.
Demoterium, 148.
Dermofilaria irritans, 408.
Dianthus mauritanicus, 425.
Diaspis ostreaeformis, 197.
Diatomea, 459.
Dicranum scoparium, 282, 284.
Dimacrocerus, 197.
* Diorita cuarcifera, 512, 514.
Diplacanthus nanus, 402.
Diplodina ** muscorum, 285.
Dipodilius campestris, 106.
— — ** riparius, 112.
— cinnamomeus, 106.
Dipylidium quinquecoronatum,
410.
Distoma capense, 405.
Diversicornia, 52, 54.
— pinicola, 52, 54.
Dohrniphora, 142.
Dolicaon illyricus, 582.
Dolium galea, 254.
Dolomía, 256.
Dosalana, 514.
Dremomys pernyi calidior, 166.
Driopithecus Fontani, 149.
Drosophila, 145.
Echinococcus polymorphus, 408,
410.
Echinocorys, 572.
Echinospatangus Ricordeanus ,
255.
Echium pustulatum, 55.
Echthroplexiella, 476.
— * aeneiventris, 476.
Ectroma, 55.
Egreta garzetta, 106.
Electra monostachys, 96,
Elephas africanus, 106.
Elongasida, 71, 174.
Encina, IOS.
Encyrtus frontatus, 479
— melanacis, 481.
— paradoxus, 297.
— sceptriger, 265, 296, 299.
Endocarpon leptophyilum, 353.
— miniatum, 355.
Eothenomys, 168.
Epidota, 451.
Epilobium ** Caballeroi, 55,
59.
BOLETIX DE LA REAL SOCIEDAD ESPASoBA
Epilobium hirsutum, 59.
— X Tournefortii, 59.
— Tournefortii, 55, 59.
Epimys norvegicus, 411.
Equus asinus, 409, 410.
— caballus, 408,410.
Erithacus, 103.
— rubicula, 104, 105.
Erizo de mar, 210, 27\.
Erythraea grandiflora. 60.
Erythrina insignis, 479.
Escolecita, 237.
Eschara bimucronata, 99.
Estaurótida, 260.
Eucaliptus, 197.
Eucera notata, 238.
Eumerus pauper, 383.
Eupagurus angulatus, 426.
— meticulosus, 426.
Eupelmus Vesicularis, 264.
Euponera (Trachymesopus)
ochracea, 324.
Euzkadia, 265, 266.
— integralis, 265, 266.
** Euzi<adiella, 265, 266.
— integralis, 265.
Evernia f urfuracea, 351 .
Evotomys glareolus, 335.
Exoascus deformans, 203.
Faba Viilgaris, 578, 456, 461.
Falco tinnunculus, 105.
Feldespato, 261-263,313.
Feiis chinensis, 165.
— domestica, 410.
— dominicarum, 165.
— ricketti, 165.
Filaria haemorragica, 410.
— microstoma, 408.
Filita, 261.
Flustra carbasca, 96.
Fórmica (SerViformica) fusca,
331.
Fosforita, 341.
Frailecillo, 102.
Fratercula árctica, 102.
Frondipora verrucosa, 93.
Fúlica atra, 102, 107.
Fumago Vagans, 204.
Fumaria Boraei, 55.
Galena, 237.
Galerida, 103, 105.
— cristata, 105.
— theklae, 105, 111.
** aguirrei, 111.
— — ** berengueri, 111.
Gallus gallinaceus, 411.
Gamba, 277 .
Gambusia, 146.
— affinis, 146, 285.
Gammarus pungens, 426.
Garbanzo, 434.
Gasterosteus aculeatus, 147.
Gavialis, 438.
Gaviota, 102.
Gentiana centaurium, 60.
Glabrasida, 388, 463,
— ** alcirensis, 466.
— ** Ardoisi, 391.
— ** baezensis, 467.
— ** Boscai, 389.
— castellana, 589.
— ** Dantini, 471.
— depressa, 388, 463, 464.
— ** discostriata, 468.
— * dubia, 465.
— * elongata, 388, 390.
— ** frigidissima, 469.
— gigas, 389.
— Goudoti, 389, 472.
— * gracilis, 391.
— ** granadina, 391.
— ** grossepunctata, 473.
— ibicensis, 388, 390.
— ** insularis, 391.
— ** jumillensis, 467.
— * laevis, 388, 464.
Var. aproí<imata, 464.
— *• Loroi, 471.
— mazaganica, var. microgra-
nifera, 173.
— ** olmedensis, 470.
— * parallela, 468.
— politicollis, 391.
— punctipennis, 389.
— querensis, 467-
— ** robusta, 471 .
DE HISTORIA NATURAL
493
Glabrasida ** ruiderensis, 472.
— ■■** sagrensis, 471.
— ** strangulata, 465.
— subgracilis, 391.
— ** terolensis, 389, 472, 473.
— ** t¡jolensis,468
— ** toletana, 472.
— ** turrillensis, 466.
— Zapateri, 589. 469, 470. 472,
473.
var, granulosa, 470.
— — Var. minor, 470.
Globasida, 71.
Gnaphalium luteo-album, 55.
Goniomma hispanicum, 327.
Gongylonema scutatum, 408
Granatita, 237.
Granito, 276, 313, 314.
Granulasida, 66.
Granulita, 262, 263.
Graphopterus exclamationis ab.
bivittatus, 427.
Greisen, 264.
Guio larvatus, 165.
Gyalolechia austraiis, 356.
Gynecopliorus liaematobius,405.
Gypsophila castellana, 424.
— Struthium,424.
— tomentosa, 424.
Gyropliora crustulosa, 352.
Habronema, 409.
— microstoma, 408, 410.
— muscae, 408, 409.
Hadena (Criux) usurpatrix, 382.
Haematoma coccineum, 353.
Haiicomaria Ricliardi, 271.
Halictus, 242, 275.
Haploceras caraclitlieis, 300.
— Grasi, 301.
Haplopoma bimucromatum, 99.
Hareida giaciaiis, 195, 251.
Harpaius cardoni, 427.
— neglectus ailuaudi, 427.
— sicuius ab. peneaui, 427.
Harpoceras Algovianum, 394.
Hedysarum coronarium, 55, 60.
Heliotaurus, 341.
— crassidactylus, 362.
Heliotaurus distinctus, 358, 360,
361.
var. riffensis, 360.
— * longitarsis, 362.
— * nigritulus, 361.
— ruficollis, 358, 561.
— — ** tangerianus, 359, 362.
— * rufithorax, 358, 362.
— tangerianus, 353, 360.
— * Tournieri, 358, 362.
Helleborus viridis, 203.
Hepaticola hepática, 411.
Heterakis columbae, 411.
— (Allodapa) diferens, 411.
strongilina, 412, 415
— — suctoria, 412, 415.
Heterophora, 142.
Hermetiominma, 384.
Himenolepis nana, 84.
Hippocrepis ciliata, 202.
Hippodamia, 140.
Hipposideros armiger, 163.
Hippurites, 371.
Holcus, 201.
Homo sapiens, 402.
Hoplites Andreaei, 300, 301.
— carpathicus, 300.
Horblenda, 313.
Horridasida, 66.
Hovvardia zamiae, 396, 402.
Hyaenictis graeca, 192.
Hydrargyra hispánica, 146.
Hylophilus, 334.
Hymenolepis diminuta, 411.
— fratera, 402.
— nana, 385,402.
Hypericum lusitanicum, 57.
— pubescens, 57.
— tomentosum, 55, 57.
— — var. Viridulum, 57.
Icerya, 137, 141.
— * purchasi, 87, 136, 140, 439.
Illaenus hispanicus, 83.
— Sanchezi, 83.
Inachus scorpio, 426.
** Insulasida, 64.
— ** baleárica, 65.
— * Moraguezi, 65.
494
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Insulasida * planipennis, 65.
Isodromus iceryae, 140.
Isoperla Xaxarsi, 270.
Jacinto, 269.
Jazmín, 137.
Krusensternia verrucosa, 93.
Lactuca, 145.
— saligna, 145.
Laemostenus, 104.
— ** ajmasianus, 113, 114.
— atlanticus, 256, 423
— mauritanicus, 114,256.
— ** melillensis, 257.
— ** mogadoricus, 256.
— (Sphodroides) favieri, 423.
**gomezi, 421, 423.
- — picicornis, 421, 423.
— — punctatostriatus, 423.
Lagenipora, 101.
— costata, 101.
— socialis, 101.
Lanius excubitor, 106.
Lariosaurus balsami, 85.
Larus argentatus cachinnans,
102.
Lasius flavus, 331.
— niger, 331.
— (Dendrolasius) fuliginosus,
331.
Lathyrus latifolius, 201.
LaVatera crética, 58.
— lusitanica, 58.
— micans, 58.
— punctata, 58.
,— trimestris, 55.
— ** Vidali, 55, 58.
Lecanora baleárica, 451.
— campestris, 357.
— glaucescens, 431.
— Haematomtna, 355.
— lentigera, 353.
— rufofusca, 431.
— sorediosa, 451.
— stenosphora, 431.
— sulphureoatra, 357.
— (Qyalolechia) australis, 356.
Lecidea decipiens, 353.
Leptinita, 262.
Leptinillus validus, 335.
Leptinus, 334.
— vaulogeri, 335.
Leptothorax CerVantesi, 328.
— denticulatus, 270.
— * Fuentei, 328.
— ** ibericus, 329.
— niger, 329.
— Nylanderi, 329.
— (Temnothorax) recedens,
329.
Lepus kabylicus, 104.
Lestophonus iceryae, 140.
Leucaspis candida, 197.
— pini, 363, 369.
Leuciscus, 304.
Lichenopora hispida, 93, 99.
— radiata, 93.
Lignito, 428.
Limonero, 137.
Limonita, 259, 260, 264, 275.
Liniulus polyphemus, 425.
Linaria Munbyana, 60.
— supina, 55, 60.
— — var. ajmasiana, 59.
Linum tenue, 55, 57.
Lithocolletis platani, 396, 398.
Litomastix, 155.
— peregrinum, 155.
— truncatellus, 155.
— ** walshi. 154.
Loetilia coccidivora, 140.
Lonchaea, 49.
Lotium perenne, 194, 205.
Lotta antimalarica, 287.
Lupinus albus, 202.
Luzula Forsteri, 202.
Lycopersicum esculentum, 202.
Lyka, 266.
Lymaenon, 365.
Lymnaea truncatula, 406.
Lymnaeus, 406.
Lymnocryptes gallínula, 106.
Lytoceras Liebigi, 300.
Macaca sylvanus, 105.
Macrosporium commune, 202.
— parasiticum, 211.
Machlasida, 170, 171, 174, 388.
DE HISTORIA NATURAL
495
Machlasida acuticosta, 172.
— ** Antoinei, 172.
— Kraatzi. 170, 172.
— — var. occidentalis, 170.
— =^* lucusi, 170, 171, 173.
— Olcesei, 170.
— telueti, 170, 172, 173.
Madroño, 107.
Magnetita, 237, 242, 261 , 274,
276, 314.
Malaquita, 341.
Malva Papaver, 58.
Mangifera, 137.
Manis, 170.
— aurita, 169.
— brachyura. 170.
— dalmanni, 169.
— pentadactyla, 169.
Mantis, 158.
Marchantia, 283.
Marga, 75. 255, 247, 268.
Mastigodes equi, 409.
— muris, 411.
Mastodon, 305.
longirostris, 304.
Medicago sativa, 201.
Meleagris gailopavo, 416.
Meliboeus biafranus, 84.
Mentha rotundifolia, 201.
Mercurialis annua, 56.
Messor barbarus, 270.
— - * hispanicus, 326.
Metaphycus, 53.
Metastrongylus apri, 411.
— elongatus, 411.
Meteorito, 237.
Metopina, 142.
Mica, 260, 262, 313.
Micacita, 195, 258, 260, 263.
Microcnemon fastigiatum, 424.
Microlonchus Saimanticus, 55.
Microporella impressa, 99.
Microterys, 297.
— * flavicornis, 479.
— * hyalipennis, 479.
— ** jucundus, 477, 479.
Microtus eleusis, 169.
— melanogaster, 168, 169.
Microtus miletus, 169.
— olitor, 168.
- (Anteliomys) chinensis,
168.
— (Eothenomys) ** bonzo, 168,
169.
Millepora compresa, 99, 100.
Mira, 242, 264, 265, 266.
— ** ibérica, 266, 267.
— * macrocera, 264, 267.
— saltator, 264.
Mirlo, 84, 108.
Mogera latouchei. 163.
Monilia fructigena, 203.
Monticola solitarius, 104, 108.
Mosca de la aceituna, 49.
Moscovita, 2 9, 264.
Mosquito, Q\, 64, 146, 147. 280,
285, 292. 335, 337, 385, 419.
Mus edwardsi, 167.
— huang, 167.
— latouchei, 168.
— musculus, 166.
** sinicus, 166.
urbanus, 166.
— spicilegus, 106.
— syivaticus draco, 166.
Musaraña, 163, 535.
Mustela, 434.
— flavigula kuatunensis, 164.
Myogaie moschata, 335.
Myrmica rubra, 325.
— scabrinodis, 325.
— suicinodis, 325.
Naranjo, 137, 140.
Narcissus, 148, 176.
— ** auricolor, 176.
— rupicola, 176.
Natica, 253, 255.
— Leviathan, 148, 253, 254.
Nautilus, 255, 372.
Nebria (s. str.) jockischi, 454.
picicornis, 454.
— (Alpaeus) lafresnayei, [454.
— — punctatostriata, 454.
Nerinea, 255.
** Noliba, 159.
— ** elegantula, 160, 161.
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Nómada orbitalis, 335.
Novius, 158.
— cardinalis, 138, 140, 439.
— koebeli, 138.
Nummuiites, 195.
— atacicus, 372.
— aturicus, 372.
— complanata, 372.
— Quettardi, 372.
— laevigata, 372.
— lucas i, 372.
— perforata, 372.
— striata, 195.
— (Assilina) granulosa, 372.
Obisium catalaunicum, 270.
Oenothera Lamarckiana, 322.
Ofita, 237.
Oidio de la vid, 204.
Oidium erysiphoides, 204.
Olea europea, 203.
Oligoclasa, 263.
Olivino, 303.
Olivo, 80.
Ooencyrtus iamborni, 152.
— (Schedius) javanicus, 152,
153.
— ** leucocerus, 150.
** Opatrasida, 69.
— * Jurinei, 70.
— ** levantina, 70.
~ * Marmottani, 70.
— ** saguntina, 71.
— sericea, 71.
Operculina canalífera?, 372.
— granulosa, 195.
Ophionea olivieri, 427.
Opius, 49..
— concolor, 49.
Opuntia, 432.
Orbitoides fortivi, 195.
Oreopeleia montana, 316.
— — ** inornata, 316.
Oreoweisia Bruntonü, 282.
Orthecia, 140.
Orthophragmina Archiaci, 372.
Ortosa, 263, 313.
Oryctolagus cuniculus algirus,
411.
Oryctolagus cuniculus ** oreas,
112.
Ostrea, 254.
— carinata, 255.
— Couloni, 254.
Oxyopomyrmex Saulcyi, 327.
Oxyuris curvula, 409.
— equi, 409.
— mastigodes, 409.
Pachyura myosura, 162.
Paguma larvata, 165.
Palaemon rectirostris, 426.
Palmito, 107.
Paloma, 273, 316.
Panicum miliaceum, 203.
Papaver Rhoeas, 55.
Paraphycus, 53.
Paraptecticus, 384.
Parapuliciphora, 142.
Parmelia caperata, 351.
— carporrhizans, 351.
— conspersa, 351, 353.
— exasperata, 351.
— glauca, 352.
— perlata, 354.
— scortea, 351.
— tiliacea, 351.
Parus, 103, IOS.
— major excelsus, 104.
Paruterina candelabraria, 418.
Passer domesticus, 110.
Pediceliina cernua, 88, 89.
— hirsuta, 89, 90.
Pegmatita, 195, 258, 261, 263.
— neísica, 263.
Peltigera canina, 552.
— rufescens, 352.
Pennina, 261.
Perdiz, 84, 105, 108.
Peridernium Cornui, 202.
Peritelus, 382.
Perlodes Cadevalli, 383.
Peronospora Scheideni, 211.
Perrisia, 536.
Pérsica vulgaris, 201.
Pertusaria communis, 357.
Petróleo, 143.
Phalaris minor, 56.
DE HISTORIA XATURAL
497
Phaseolus vulgaris, 201 , 202, 456.
Pheidole pallidula, 327.
Pherosophus hispanicus ab the-
ryi, 427.
Phleospora castanicola, 204.
Phora, 14'2.
Phoxinellus hispanicus, 147.
Phoxinus phoxinus, 147.
Phyllachora Cyperi, 203,
Phyllactinia corylea, 201.
Phylloceras mediterraneus, 300.
— ptychoicum, 300.
Phyllorhina swinhoei, 163.
Phyllosticta Casaresii ** We-
berae, 284
— maculiformis, 201, 204.
— Prunicola, 204.
Physa. 406.
Physcia leptalea, 352.
— leucomela, 356.
— parietina, 352, 354.
Picabueyes, 102.
Picridium vulgare, 55.
Pino, 137.
Pinus halepensis, 363, 369.
— sylvestris, 202, 369.
Pipistrellus abramus, Í64.
— pumiloides, 164.
Pirita, 258, 264.
Piroxeno, 513.
Pirus communis, 203.
Pistacia Terebinthus, 201.
Pisum sativum, 202, 456.
Pittosporum, 137.
Pizarra, 192, 246, 261, 276, 312,
340.
Placodium australe, 356.
Plagioclasa, 263.
Plagiolepsis barbara, 330.
Planasida, 64.
Planorbis, 406.
— Boissyi, 406.
— caltratus, 406.
— corneus, 406.
— exustus, 406.
— guadalupensis, 406.
— olivaceus, 406.
Plata, 237.
Tomo xxii.— Dicíembre, 1922.
Platynomorpha, 384.
Platypsyllus, 334.
— castoris, 335.
Platysma g]aucum,352.
Pleurota aibarracina, 383.
Plicatula Macphersoni, 255.
Plomo, 143, 242, 302.
Podiceps ruficollis, 107.
Podosphaera tridactyla,204.
Pollicipes cornucopia, 426.
Polygonum aviculare, 56.
— convolvulus, 202.
Polypuniaria Billardi, 271.
Polystigmina rubra, 202.
Ponera coarctata testacea. 324.
— Eduardi,325.
Porella, 99.
— cervicornis, 99, 100.
Pórfido cuarcífero, 258.
Potámides, .586.
Prasium mains, 56.
Pratíncola torquata rubicol a, 104
Prionailurus chinensis, 165.
Productus?, 315.
Proformica nasuta, 332.
Prosopocoilus Kuntzeni, 383.
Protowarthia hispánica, 85.
** Protyndarichus, 479.
— metallicus, 480.
Prunella vulgaris, 56.
Prunusarmeniaca, 204.
— domestica, 202, 204.
Psapharomys, 384.
Pseudagrilodes, 84.
— Bolivari, 84.
— Isabellae, 84.
** Pseudoelongasida, 173.
— ** Silvestrei, 174, 175.
Pseudophyscia aquila, 354.
Psora decipiens, 353,
Ptilotrichum halimifolium, 432.
Puccinia Allii, 201.
— Balsamitae, 202.
— Bupleuri, 201.
— coronata, 201.
— Endiviae, 202.
— Maydis, 201.
— Menthae, 201.
32
BOLETÍN DE LA KEAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Puccinia obscura, 202.
— Opizii, 145.
— Polygoni-amphibii, 202.
— Pruni spinosae, 201.
— Sonchi, 201.
— Urospermi, 201.
— Violae, 201.
— Xanthii, 201.
Pulicaria paludosa, 55, 60.
Pulvinaria, 140.
Pycnonotus barbatus, 104.
Pygope aspasia, 305, 396.
— triangulus, 300.
Pylmophis sansaniensis, 305.
Pyrgophysa, 406.
— forskali, 406.
Pyrrhocora.x pyrrhocorax, 106.
Quedius (Raphirus) asturicus,
583.
— — boops, 383.
Quejigo, 79.
Quercus, 137.
— ilex, 137, 476.
— lusitanica, 79.
Ramalina bourgeana, 355.
— decipiens, 355.
— evernioides, 355.
— Panizzei, 432.
— scopulorum, 355.
— subfarinacea 351.
— vulcanica, 356.
Rana, 280.
Rana, 340.
— aquensis, 305.
Ranunculus adscendens, 56.
— Aleae, .56.
— Broteri, 56.
— repens, £6.
— *^ repentifolius, 55, 56.
Rattus confucianus, 167.
•■'* littoreus, 167.
— edwardsi, 167.
— huang, 167.
— latouchei, 168.
Regulus ignicapilia, 104.
Rhagadiolus steliatus, 55,
Rhinolophus armiger, 165.
Rhithrogena loyolaea, 382.
Rhizocarpon obscuratum, 357.
Rhizomys pannosus, 169.
— sinensis, 169.
Rhynchonella curviceps, 396.
— multiformis, 255.
— plicatissima, 396.
Rhynchozoon verruculatum, 100.
Rhytisma acerinum, 202.
Ricino, 137.
Rithrogena cincta, 270.
Rizogliphus equinopus, 210,
Roble, 107.
Roccelia phycopsis, 353.
Roccella canariensis, 354.
— fuciformis, 354.
Rodalia, 140.
Rosa setnpervirens, 55.
Rubus ulmifolius, 55.
** Rugasida, 65.
— **= bejarense, 68.
— ** cazorlense, 68.
— ** coimbrense, 67.
— * Diecki, 65, 66, 67.
var. meridionalis, 69.
— gibbicollis, 67, 69.
— * granulifera, 67.
— ** pseudoreticulata, 67.
— * reticulata, 66.
— ** segúrense, 68.
— * serripes, 68. '
— ** tramontana, 68.
Rumex conglomeratus, 56.
Rutilo, 264.
Sagaricera, 384.
Sal común, 336, 339, 381.
— potásica, 340.
Salvia bicolor, 55.
— interrupla, 55, 60.
Samolus Valerandi, 55.
Sanguijuela, 2S0.
Scabiosa simplex, 55.
Scalpellum Vulgare, 426.
Scandix Pectem Veneris, 55.
* Sceptrophorus, 296, 297,
— anomalus, 297.
— * sceptriger, 297.
Sciurus maulellandi maritimus,
165.
DE HISTORIA NATURAL
Sciurus styani, 166.
Scleropoa rigida, 56.
Sclerostomum bidentatum, 410.
— quadridentatum, 409.
Sclerotinia fructigena, 203.
Sclerotium, 194, 211.
— cepivorum, 194, 211.
Scolopax rusticóla, 107.
Scymnus, 140.
Schedius, 153.
— pityocampae, 153.
— uncinctipes, 152.
— vinulae, 153.
Schismopora pumicosa, 100.
Schistosotnum haematob¡um,405,
407.
— japonicum, 406.
— Mouroni, 406.
— spindalis, 408
Schizopodrella unicornis, 98,
99.
Schizoporella unicornis, 98,
Septoria Astragali, 204.
— Lycopersici, 201, 204.
- Petroselini, 204.
Sericita, 263, 431.
Serpentina, 276, 314.
Serpula, 254.
Sertularia ciliata, 95.
— lendigera, 91.
Sherardia arvensis, 55.
Siderites hirsuta, 432.
— incana, 432.
— Paui, 432.
Signiphora, 53.
— Merceti, 53.
Suene inflata, 55.
— Otites, 203.
Sílex, 341.
Silphopsyllus desmaniae, 335.
Siniopelta, 101.
Smittia cervicornis, 99.
Smittina, 99, 100.
Solarium nigrum, 55.
Sonchus tenerrimus, 201.
Sophora, 137.
Sorex albinus, 163.
— araneus, 535.
Sorex murinus, 163.
— myosurus, 162.
Sorosporium icosiense, 194.
Speluncarius jordai, 427.
Spergularia diandria, 55.
Sphacelliaaliii,211.
Sphaerelia Tortulae, 284.
Sphodroides, 421.
Spiriferina brevirostris, 396.
Spirochaeta, 385.
Spirogyra, 219.
Spiroptera megastoma, 408.
Spiroschaudinnia recurrentis,
385.
Squamaria australis, 356.
— lentigera, 353.
Stachys circinata, 56.
Starnaenas (=Oreopele¡a) cu-
prea, 316.
Stegomyia, 61, 62, 63, 419.
Stereocaulon denudatum, 354.
Steropus globosus pecoudi, 427.
Stoliczkaia dispar, 371.
Strongylocentrotus lividus, 270.
Strongylus apri, 451.
- armatus, 410.
— longevaginatus, 411.
— paradoxus, 411.
— Vulgare, 410.
Subulura (Allodapa) differens,
412, 415.
•Sus scrofa, 410.
Sylvia melanocephala, 104.
Sylvinita,381.
Symmoca hispanella, 383.
— pleostigmella, 383.
— sericeella, 383.
Syrphus posticatus, 383.
Tachea (Helix) hortensis, 195.
Taenia aegyptiaca, 402.
— candelabraria, 418.
-- echinococcus, 408, 410.
— murina, 402.
— serialis, 411.
— (Monopylidium) infundibuli-
formis, 416.
Talpa wogura, 163.
Tamarix gallica, 478.
500
BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Tamiops maritimus maritimus,
165.
Tanacetum balsamita, 202.
Taonurus procerus, 268.
-- scoparius, 268,
Tapinoma erraticum, 330.
Taraxacum, 273.
— albidum, 518.
— confertum, 318.
— officinale, 318.
— platycarpum, 318.
— vulgare, 317,322,
Teloschistes flavicans, 355.
— intricatus, 355.
Tenia, 84.
Tephroclystia (Qymnoscelis)
Schulzi, 382.
Terebratula sella, 254, 255.
Terebratulina Astieri, 255.
Testudo Boüvari, 304.
Tetracladia, 52, 53.
— hispánica, 52.
Tetracnemus, 49, 54.
— diversicornis, 54.
Tetragonolobus purpureus, 55.
Tetralophidea, 52.
— dimorpha, 52.
— máxima, 52.
Tetramorium caespitum, 270, 330.
Teucrium resupinatum., 56-
Tetrastichodes ** platanellus,
396, 399.
Thalictrum purpurascens, 318.
Thecosoma haematobium, 405.
Thymus algeriensis, 425.
— hiemalis, 424.
— hirtus, 425.
— hispanicus, 425.
— numidicus, 425.
Tilenchus devastratix, 210.
Tortula Wahiiana, 283.
Trachys Bolivari, 84.
— Isabellae, 84.
Travertino, 268.
Trichina uncinata, 408.
Trichiurus muris, 411.
Trichocephalus hepaticus, 411.
— muris, 411.
Trichocephalus nodosus, 411.
Trichomasthus, 297.
Trichosoma hepaticum, 411.
— muris-decumani, 411.
Trichosomum? tenuissimum,411.
Trineura, 142.
Trisetum paniceum, 56.
Triticum vulgare, 201.
Trochus aff. granulatus, 255.
Tubucellaria cereoides, 96.
— mediterránea, 96, 97.
— opuntioides, 96.
Tubulipora liliácea, 93.
Turba, 307.
Turbinolia, 255.
Turmalina, 258, 263.
Tyndarichoides, 479,
— metallicus, 480.
Tyndarichus, 481.
— * melanacis, 480, 481.
Typhlomys cinereus, 166.
Umbilicaria pustulata, 352.
— spodochroa, 352.
Uncinula necator, 204.
Uredo CaraganaC; 194.
Urocystis, 205, 206, 207.
— Agropyri, 205, 207.
— anemones, 203.
— ** Bolivari, 193, 205, 206.
— occulta, 205, 207.
Uromyces appendiculatus, 201,
— Ciceris-arietinis, 202.
— Coluteae, 194.
— Hippocrepidis, 202.
— lupinicola, 202.
— Pisi, 201, 202.
— striatus, 201.
— Terebinthi, 201.
Urospermum Dalechampii, 201.
Usnea articulata, 350.
— dasypoga, 350.
— florida, 350.
Ustilago. Avenae, 201.
— Cynodontis, 201.
— major, 203.
— Panici-miliacei, 203.
— Tritici, 201.
Vanellus vanellus, 106.
DE HISTORIA NATURAL
501
Verbena officinalis, 55.
Verónica Anallis, 55.
— Beccabunga, 55.
Var. xauenensis, 6(
Verrucaria rupestris, 353.
Vespertilio abramus, 164.
Vinca difformis, 55.
Viola, 201.
Vitis Vinifera, 204.
Vorticelia, 148, 212, 232.
— nebulifera, 213, 218.
Vulpes lineiventer, 164.
Vulpes vulpes lineiventer, 164.
Xanthium strumarium, 201.
Xanthoria parietina, 352, 354.
Xarif, 106.
Xerophyla (Helix) variabilis,
195.
Xylocopa, 273.
Xylomyia nubila, 384.
Yeso, 75, 245.
Zea mays, 201.
Zircón, 313.
Zoobotryon peilucidum, 91.
índice de lo contenido en el tomo 1(1(11 del "Boletín,,
ASUNTOS OFICIALES
Págs.
Junta directiva de la Real Sociedad Española de Historia Natural
para I g2 2 5
Socios fundadores de la Real Sociedad Española de Historia Na-
tural 5
Presidentes que ha tenido esta Sociedad desde su fundación en i5
de mar^o de ¡8yi 6
Lista de socios de la Real Sociedad Española de Historia Natural
en 1 1 de enero de ig22. . 7
índice geográfico de los socios 33
Relaciones del estado de la Sociedad y de su Biblioteca 41
Sesión del 1 1 de enero de ig22 . . 45
Sesión del i de febrero de 1922 85
Sesión del 8 de marr^o de 1922 145
Sesión del 5 de abril de ig22 193
Sesión del 3 de mayo de ig22. 241
Sesión del 7 de junio de ig22 273
Sesión del 5 de julio de ig22 309
Sesión del 4 de octubre de ig22 337
Sesión del 8 de noviembre de ig22 385
Sesión extraordinaria del 6 de diciembre de ig2 2 433
Sesión del 6 de diciembre de ig22 433
Rendición de cuentas 435
Renovación de cargos 437
índice alfabético de los géneros y especies mencionados o descritos
en el tomo XXH del Boletín 485
NOTAS Y COMUNICACIONES
Beltrán (F.). -Sobre un yacimiento eneolítico de Villarreal
(Castellón) 341
Bolívar y Pieltain (C.).— Descripción de un Laemostenus
nuevo de Marruecos (;Col. Carabidae) 113
Bolívar y Pieltain (C.)-- Sobre un nuevo género del grupo
Cranae (Orth. Locustidae) 159
504 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
PágS.
Bolívar Y PiELTAiN (C.).— Estudio de un Sphodroides nuevo
del Rif (Col. Carabidae) 421
Bolívar y Pieltal\ (C.).— IV. Notas sobre Carábidos espa-
ñoles 452
BoscÁ (E.).— La Nalica Leviathan en Oliva (Valencia) 255
BoscÁ (E.)-— Hallazgo de un Crocodiliis en el río Turia (Va-
lencia) 438
BuBÁK (Dr. F.)— Une nouvelle espéce du genre Urocystis. . . 205
Buen (S. de).- Algunas observaciones sobre la biología del Ano-
pheles claviger F. en Talayuela (Cáceres) 284
Buen (S. de). — Mención del Hymenolepis nana y Spirochaeta
recurreníis en Espaiía 385
Caballero (A.).— Nuevos datos respecto de la acción de las
Chara en las larvas de los mosquitos 61
Caballero (A.).- El Boixat, o enfermedad de los ajos, en Ba-
ñólas 210
Caballero (A.)- — Acerca de los efectos de la Chara sobre las
larvas de los mosquitos ... 337
Caballero (A.).— Otras especies larvicidas del género Chara. 418
Cabrera (A.).— Una excursión de dos meses por Yebala (lámi-
na I) 101
Cabrera (A).— Sobre algunos mamíferos de la China oriental . 162
Carandell (J.).— Notas acerca de una excursión geográfica a
Priego (Córdoba) y sus alrededores 72
Carandell (J.). — Contribución a la petrografía de la Sierra
Morena. Rocas de Adamuz (Córdoba) 312
Carandell (J.). - Topografía comparada de cuatro localidades
ribereñas españolas: Toledo, Montoro (Córdoba), Arcos de la
Frontera (Cádiz) y Castro del Río (Córdoba). (Láms. VIH a XI). 440
Castro Barea (P.). — Baritocelestina y Apatelita españolas 243
Elías (J.).— Edad de los terrenos del centro del Valles (Barce-
lona) 245
Fernández Qaliano (E.).— Observaciones sobre la contractili-
dad de Vorticella 212
Fernández Navarro (L.).— Sobre el Congreso Geológico In-
ternacional de Bruselas . 338
Fernández Riofrío (B.). -Datos para la flora micológica de
Cataluña • ■. . 200
Ferrando (P.).— Sobre un yacimiento oligoceno en la cuenca
del Ebro 386
Qandolfi Hornyold (A. )■- Determinación de la edad en algu-
nas anguilas de los marjales de Jeresa (Valencia) 277
García Mercet (R.).— Sobre los parásitos de la mosca del
olivo 49
García Mercet (R.).~Los géneros Tetracnemiis y Charitopiis
(Him. Calcídidos) 51
DE HISTORIA JÍATURAL 505
Págs.
García Mercet (R.)-— Nota sobre la Icerva purchasi en Espa-
ña (Hem. Cóccidos) 138
García Mercet (R.) -Notas sobre Encírtidos de Java (Him.
Calcídidos) 150
García Mercet (R.).— El género Azotas Howard (Him. Calcí-
didos) 196
García Mercet (R.). -El género AÍ/raSchellenberg (Him. Cal-
cídidos) 264
García Mercet (R.).— Encírtidos de Europa central nuevos o
poco conocidos 294
García Mercet (R.).— Una subfamilia nueva de Himenópteros
Calcidoideos 363
García Mercet (R.).-Calcidoideos nuevos de Francia 396
García Mercet (R.).— Adiciones a la fauna española de Encír-
tidos. 1.^ nota 474
Gerónimo Barroso (M.)— Notas sobre Briozoos marinos espa-
ñoles. X. (Especies de Mahón, Baleares) *8
Gil Lletget (A.).— Una paloma nueva del Brasil 316
Gillet (A.). Véase Maheu (J.).
González Fragoso (R.).— Sobre la «Terminología botánica» del
Sr. Castellarnau 86
González Fragoso (R.) —Sobre la presencia de la Puccinia
Opizii en la Estación Alpina de Biología del Guadarrama.. . . 145
González Fragoso (R.). — Sobre una enfermedad de los Alliiim
y algunos hongos de Barcelona 194
González Fragoso (R.).— Más hongos que viven sobre Mus-
cineas de la flora española 281
Jiménez Asúa (F.). - Células cianófilas y células cebadas (Pías-
mazellen y Mastzellen). (Lám. II) 115
Jiménez Asúa (F.).— Células cianófilas y células cebadas (Plas-
ma zellen y Mastzellen). 2.'' parie. {LéixnsAW ^ W) 176
Jiménez de Cisneros (D.).- Noticia acerca de algunos fósiles
titónicos de la Sierra de Mojante (Murcia) 299
Jiménez de Cisneros (D.) - Noticia acerca de la existencia de
la Atiiria zic-zac SoW. en Callosa de Ensarriá 371
Jiménez de Cisneros (D.). - Dos ascensiones a la Sierra del Al-
gayat 392
Loz\tio Rey {L).— Sobre e\ Lariosaiirus balsami 85
Lozano Rey (L.). -Sobre los peces que se alimentan de larvas
de mosquitos 147
Maheu (J.) et Gillet (A.).— Contribution á la connaissance de
la lichénologie espagnole 549
Martínez de la Escalera (F.)— Nota biológica sobre la Ana-
taelia canariensis I. Bol. de Tenerife (Derm.) 157
Martínez de la Escalera (M.).- Especies ibéricas del género
i4s/í/a (Col. Tenebriónidos) 64
506 BOLETÍN DK LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Págs.
Martínez de la Escalera (M.)-— Especies nuevas de Asida
de Marruecos 17U
Martínez de la Escalera (M.).— Carábidos nuevos de Ma-
rruecos 255
Martínez de la Escalera (M.)-— Los Heliotaurus (Col. Cis-
telidae) de Marruecos de protórax rojo 358
Martínez de la Escalera (M.)- — Especies nuevas de Ar-
throáeis de Marruecos (Col. Tenebrionidae) 375
Martínez de la Escalera (M.).— Sistema de las especies del
género Asida de la Península Ibérica. Subgén. Glabrasída
Esc. 1.^ nota 388
Martínez de la Escalera (M.). - Sistema de las especies del
género Asida de la Península Ibérica. Subgén. Glabrasída
Esc. 2.^ nota 463
Maynar (J.) - Sobre la apogamia del Taraxacum viilgare 387
Menozzi (C.).— Contribution a la faune myrmecologique de
l'Espagne 324
Pan (I. del).— Nueva localidad de magnetita en la provincia de
Toledo 274
Pardo (L.).— La Harelda glacialis Steph. en Valencia 251
Pardo (L.)-— Sobre la labor del Laboratorio de Hidrobiología
de Valencia en su primer decenio 342
Pau {C).—Delphinium mauritanicum Cosson, especie nueva
para la flora de Europa 423
Pérez de Pedro (F.).— Formas de erosión en el Mioceno de La
Vid (Burgos). (Lám.V.) 233
RiVAS Mateos (M.).— Nueva especie del género A^ííAc/s^wí.- . 176
Rodríguez LópezNeyra (C.).— Notas helmintológicas, 4.^ se-
rie. Con dos especies nuevas del género Allodapa. (Lám. VIL). 402
Royo Gómez (J.). — Sobre fósiles de Libros (Teruel) y Ribesal-
bes (Castellón) 340
San Miguel de la Cámara (M.).— Nota petrográfica sobre
unas aplitas, pegmatitas y micacitas de la montaña de San Pe-
dro Mártir (Barcelona) (Lám. VI.) 258
Sánchez y Sánchez (M ).-Nota sobre la nutrición de los óvu-
los de Cerianthus membranáceas. . . 207
Sánchez y Sánchez (M.).— Contribución al estudio del aparato
reticular de Qolgi en las células vegetales 378
SÁNCHEZ Y SÁNCHEZ (M.).— Contribucióu al estudio histofisio-
lógico del tegumento de las semillas. 456
Vidal y López (M.).— Materiales para la flora marroquí. 2.^
nota 54
DE HISTORIA N'ATURAL 507
NOTAS NECROLÓGICAS
Págs.
Barras de Aragóx (F. de las).— D. Manuel Medina Ramos . . . 343
Fernández-Navarro (L.)- — D. Luis Mariano Vidal y Carreras. 149
Hernández-Pacheco (E.).- Exorno. Sr. Marqués de Cerralbo
(con un retrato) 344
RiojA (E.).-S. A. S. Alberto I, Príncipe Soberano de Monaco. 309
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
Arévalo (C.)— Fuset, Manual de Zoología 190
Bolívar y Pieltain (C.). — Santos Abreu, Monografía de los
Phoridos de las islas Canarias .. 142
Bolívar y Pieltaln (C) — Codlna, Ciarícies per a la Zoogeo-
grafía deis Carabus (Col. Carabinae) de Catalunya. Descrip-
ció de dugues formes noves. Un cas teratólogic notable 191
Bolívar y Pieltain (C.).— M. de la Escalera, Especies del
género Hvlophihis (Col. Hylophilidae) de Fernando Póo y Gui-
nea española.— Jeannel, Silphidae Leptinidae (Coléoptéres)
(Ire Serie) et Morphologie comparée du Leptinus íestaceus
Müll. et du Platypsfllus castoris Rits 334
Bolívar y Pieltain (C.).- Gibert, Crustacis de Catalunya.—
Antoine, Notes d'Entomologie marocaine. I. Carabiques de la
Chaouia. — Jordá, Contribució al coneixement deis coleópters
de les Balear s 425
Bolívar y Pieltain (C.).— Bouvier, Observations complémen-
taires sur les crustacés decapodes (abstraction faite des Cari
des) provenant des Compagnes de S A. S. le Prince de Mo
naco.— Bergevix, Description d'une nouvelle espéce de Cato-
piatus du Moroc occidental.— Alluaud, Les Hel mides duNord
de l'Afrique. Descriptions d'espéces nouvelles del Maroc—
Pérez Agosta, Los Arácnidos de Cataluña 485
Candel ViLA (R ).-Mendes Correa, Homo (Os modernos es-
tudos sobre a origen do homem) 4S4
Carandell (J.) --ViENNOT, Le bord meridional du Flysch nord
pyrénéen entre la vallée d'Aspe et celle du Saison 256
Carandell (J.).— Carbonell, La faz de la Tierra en el país
cordobés a través de las edades geológicas 428
Courtewayde KALB.-Cuivre dans la Sierra Nevada (Espagne) 451
DusMET (J. M.). - Obenberger, Buprestides nouveaux de Fer-
nando Poo et de la Guiñee Espagnole 84
DusMET (J. M.). -Friese, Neue Arten der Anthophorinae.—
García Mercet, Fauna ibérica. Himenópteros, Fam. Encír-
tidos. 239
DusMET (J. M.). — Société des Sciences Naturelles du Maroc—
508 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
Págs.
Stitz. Ameisenaus dem westlichen Mittelmeergebiet und von
den Kanarischen Inseln.— Navas, Mis excursiones científicas
del verano de 1919 269
DusMET (J. M.). —DusMET, Contribución al conocimiento de los
himenópteros de Portugal.— Navas, Excursiones científicas
realizadas durante el verano de 1920.— Jiménez de Cisneros,
Observaciones sobre el desarrollo del mosquito ordinario.—
Silva Ta vares, O Género Perrisia na Península ibérica. —
García Mercet, La hormiga argentina de Oporto (Iridomvr-
mex hiimUix Mayr) 335
DusMET (J. M.).— MoRÓDER, Indicación de las plantas sobre las
cuales viven algunos Coleópteros de la región valenciana.—
Navas, Efemerópteros nuevos o poco conocidos —Fuente,
Catálogo sistemático-geográfico de los Coleópteros observa-
dos en la Península ibérica. Pirineos y Baleares. — Hustache,
Un nuevo «Peritelus» de España. (Col. Curculionidae).- Rr-
BEL, Lepidopteren von den Kanarischen Inseln. -Rebel, Bes-
chreibung einer Anzahl neuer Mikrolepidopterenarten aus der
Familie der Gelechiiden— Bernhauer, Neue Staphyliniden
des tropischen Afrika. — Bernhauer, Neue Quedius-Arten der
paláarktischen Fauna. -Navas, Perlodes Cadevalli n, sp.—
Kriesche, Zur Kenntniss der afrikanischen Cladognathinen.
(Col. Lucan.) — Kolbe und Grouvelle, Deber die clavicor-
nen Coleopteren von Spanisch Guinea.- Becker, Neue Dip-
teren meiner Sammlung. - Enderlein, Ueber die phyletisch
alteren Stratiomyiidensubfamilien — Grünberg, Zoologische
Ergebnisse der Expedition des H. G. Tessmann nach Südka-
merun und Spanisch-Guinea —Sánchez y Sánchez (D.), So-
bre la existencia de un aparato táctil en los ojos compuestos
de las abejas 382
Fernández Navarro (L.). — Mir, Guasch y Fonrodona, Estu-
dio de la zona petrolífera del Pirineo catalán, en las provincias
de Barcelona y Gerona. -Cascajosa, Estudio de los yaci-
mientos de plomo de los términos de Abadía, Granadilla y
Zarza de Granadilla (Cáceres). - González de Nicolás, Ben-
jUMEAySiMó, Estudio industrial de las salinas de Cádiz.—
Landecho y Viladomat, Estudio de la cuenca de Matallana y
Orzonaga (León).— Viñes Masip, Hidrografía setabense.. ... 144
Fernández Navarro (L.).-Cakandell, La morfología déla
Sierra Nevada: Ensayo de su interpretación tectónica. - Cas-
tro Barea, Presencia de la bismita en los minerales bismutí-
feros de Córdoba 191
Fernández Navarro (L.) -Faura y Sans et Bataller, Les
bauxites triasiques de la Catalogue. - Fernández Navarro y
Castro Barea, La BoIiVarita 237
Fernández Navarro (L.).— Gamboa, Albacete y Pacheco,
DE HISTORIA NATURAL 509
Págs.
Estudio industrial de criaderos en los términos de San Loren-
zo y El Hoyo de Mestanza (Ciudad Real).— De la Viña y Ló-
pez Perea, Estudio de los criaderos de hierro de Huétor-San-
tillán, Diezma, Colomera, Loja y Algarinejo (Granada). — Le-
VAixviLLE, Les gisements de potassede la Catalogue. Royo
Gómez, La facies continental en el Cretácico inferior ibérico.
Faura y Saxs, Descomposición de las fibras del amianto de
Tejeiro y de otras localidades de Galicia. - Hernández Sam-
PELAYO, Hierros de Galicia. Tomo I 302
Fernández Navarro (L.). -Soriano, Estudio industrial de ya-
cimientos de turba del litoral de las provincias de Valencia y
Castellón. — Contribución de las diversas naciones al estudio
de la Geología — Cendrero, Geología. Fleury, O que pode
lerse na carta geológica de Portugal. 429
Fernández Navarro (L.). -San Miguel DE la Cámara, No-
tas petrográficas; Pereira de Souza, Sur les roches basi-
ques du massif de syénite néphélinique de la Serra de Mon-
chique, et de ses alentours (Algarve); Pereira de Souza,
Sur les roches éruptives de la bordure mesozoYque et caino-
zoique de l'Algarve et leur age géologique 482
Gómez de Llarena (J.) — Gale, Potash deposits in Spain 428
González Fragoso (R.). — Madrid Moreno (J.). - Elementos
de Histología Vegetal y técnica micrográf ica 81
González Fragoso (R.). - González Vázquez, Alimentación
de la ganadería y los pastizales españoles 141
González Fragoso (R.). — Lumiere (A.), Role des colloides
chez les Etres vivants, Essai de biocoloidologie.— Knoche,
Flora baleárica.— Etude phytogéopraphique sur les lies Ba-
leares 332
González Frago.so (R.),-Maheu et Gillet, Contribution á
l'étude des lichens des íles Baleares. -Font Quer, Una ex-
cursión botánica a Sierra Ministra 432
Hernández Pacheco (F).— Joly, Sur la présence d'écailles,
ou de lambeau de charriage dans la Chaine Celtibérica 306
Hernández Pacheco (F.).-Gignoux y Fallot, Le Pliocéne
marin sur les cotes mediterranées d'Espagne y Le Quaternai-
re marin sur les cotes mediterranées d'Espagne 430
Mengaud (L.). - Levainvjlle, Les gisements de potasse de la
Catalogue 381
Mengel (O.).— Sur l'existence en Ampourdan de cordons litto-
raux de 225 et 280 métres 305
Rio ja (E.). - Morgan, Evolución y Mendelismo 142
Rioja (E.).— Koehler, Echinodermes. Faune de France.— Be-
dot, Hydroides provenant des Campagnes des yachts Hiron-
delle et Princesse-Alice (1887 1912). Plumularidae. - Gra-
viER, Antipathaires provenant des Campagnes des yachts
51U BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
PáSs.
Princesse-AHce et Hirondelle II (1903-1913).— Nonidez, La
Herencia Mendeliana; Introducción al estudio de la Genética. —
PoNS E Irureta, Prácticas elementales de Historia Natural.
Técnica 271
RiojA (E ). Rodríguez y L. Neyra, Tunicados existentes zn
la colección del Laboratorio Biológico-Marino de Baleares 581
Rodríguez Sardina (J.)- -Lumiere y Couturier, L'anaphy-
laxie. chez les végétaux 269
Rodríguez Sardlxa (J.). — Picado, Anticorps expérimentaux
chez les végétaux. . . 432
Royo Gómez (J.). — Born, Die Calymene Tristani-Stufe (mittle-
res Untersilur) bel Almadén, ihre Fauna, Gliederuhg und Ver-
breitung.- Elías, Estudios geológicos sobre Tarrasa y sus
contornos. - Elias, Colección de artículos científicos y de in-
vestigación histórica 85
Royo Gómez (J.). - Faura, Fallot y Ba taller, Observations
au sujet de la stratigraphie des terrains jurasiques de la chai-
na de Cardó (prov. de Barcelona). - Elias, Apuntes para la
Geogenia del Valles.— Elías, Documentos para la tectónica
del Valles. -Elias, Canvi de color de les argües pontianes . 192
Royo Gómez (J.). — Joly, Sur Texistence de phénoménes de
charriage á l'extrémité oriéntale de la chaíne Ibérique, prés
de Montalban (province de Teruel, Espagne) 268
Royo Gómez (J ).- Gignoux, Sur la présence du Tortonien á
Valence (Espagne) —Vidal, Contribución a la paleontología
del Cretácico de Cataluña 238
Royo Gómez (J) - Elías, Alíjament de la serralada pirenenca i
l'enfondrement del Valles. — Elías, Tectónica del Montse-
rrat.—Elías, Relaciones tectónicas entre Cataluña y las Ba-
leares 256
Royo Gómez (J.) -Hernández-Pacheco, Nuevos yacimientos
de vertebrados miocenos y deducciones de orden paleofisio-
gráf ico. — Hernández- Pacheco, Característica fisiográfica y
geológica del Mioceno de Aragón, entre el Cinca y el Galle-
go.—Jiménez de Cisneros, Sobre la existencia de la especie
Pygope aspasia Menegh. y sus variedades en el Lías espa-
ñol.—Navas, Algunos fósiles de Libros (Teruel) 304
Royo Gómez.- Joly, Sur l'allure tectonique des conches creta-
cees et tertiaires aux environs de Haro (province de Logroño,
Espagne).— Schlosser, Ueber Tertiar und wessen jura Von
Chelva in der Provinz Valencia . . 427
Royo Gómez, -Fleury, Notes sur les formations tertiaires et
quaternaires poitugaises. I. — Le gisement de Vertebres ter-
tiaires de la Quinta do Marmelal (Santarem); Pallary, Notes
de zoogéographie africaine 485
San Miguel (M.).— Pardillo, Escolecita deEstopanyá (Hues-
DE HISTORIA XATÜRAL 511
Págs.
ca).— Faura i Saxs, Meteorits caiguts a Catalunya. — Faura
I Saxs, Zona de mineralització, per metamorfisme, en el con-
tacte amb clap granitic d' Alforja, provincia de Tarragona . . . 237
Sax Miguel (M.)— Alvarez Castkillóx, Frecuencia de les
direccions del vent a Barcelona.— Febrer, Pluges a Catalun-
ya durant la tardor de 1921.— Bataller, Notes per a la Geo
logia de la comarca tortosina. Vilaseca, Quelques algues
del jurasic tarragoni 268
Sax Miguel (M.) - San Miguel, Excursiones geológicas por la
provincia de Burgos.— Batallkr, El tómbolo de Montjuich. —
Vilaseca, Contribució a la Prehistoria tarragonina; la Pie-
dra-Fita de Botaren. - San Miguel, Catálogo de la colección
de rocas, grandes bloques, del Parque de Barcelona. -Tomás,
Els minerals de Catalunya .. 306
Vidal López (M.) -Pitard, Exploration scientifique du Maroc
organisée par la Société de Qeographie de Paris 484
Zulueta (A. de).— Buen y Luego, Un caso de Himenolepis
/za/7í7.— Soler Pujol. Aves albinas 84
Zulueta (A- de).- Cexdrero, Elementos de anatomía y fisiolo
gía humanas. — Sáxchez y Sánchez, La oxidación catalítica
de los gametos del erizo de mar antes de la fecundación 270
Zulueta (A. de).- Hager y Mez, El microscopio y sus aplica-
ciones. Manual de microscopía práctica e introducción a las in-
vestigaciones microscópicas 335
Advertencia
Se ha publicado este tomo en cuadernos, que han aparecido en las
siguientes fechas:
JO y 2.0-27 febrero 1922.
3.°- 31 marzo 1922.
4.°- 26 abril 1922.
5.° -20 mayo 1922.
6.** y 7.°-50 septiembre 1922.
8.°— 30 octubre 1922.
9.°-30 noviembre 1922.
10.— 6 enero 1925.
Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat.
Tomo XXII. -LÁM. VIII.
Fig. 1 .—Castro del Rio.- Las flechas indican el curso del Giiadajoz, que entra por
la derecha, rodea el pueblo y sale por la derecha nuevamente.
Fig. 2.— Arcos de .a
La cruz indica «1 punto de vista de la figura 1 de la
lámina siguiente.
(Fotos del Portfolio fotográfico de España.)
Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat. Tomo XXII. -Lám. IX.
5.
Fig. 1.— Arcos de la Frontera.— La cruz indica el punto de vista de la figura 2 de la
lamina anterior.
•"^^^^ .,-;^Sfc«^
Fig. 2.— Un aspecto del meandro encajado del río Guadalquivir en Montero.
(Fotos del Por I folio fotográfico de España.)
Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat.
Tomo XXII. -LÁM. X.
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Bol. de la R. Soc. Esp. de Hist. Nat.
Tomo XXII.- LÁM. XI.
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Tomo XXII. Núms. 1-2 Publicado el 27 de febrero de 1922
DE LA
REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
de
[íistoria fiatural
FUNDADA EN 15 DE MARZO DE 1871
Enero-febrero de 1922
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
HIPÓDROMO.— TELÉP. S-445.
;SERVAC10NES
La Real Sociedad Española de Historia Natural se reúne el
primer miércoles, no festivo, de cada mes (exceptuando los de agosto
y septiembre), en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódro-
mo, a las cinco de la tarde.
Sus publicaciones son:
1.° El Boletín de la Real Sociedad Espa55ola de Historia
Natural (10 números al ano, con láminas y figuras).
2.** Las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (cuadernos sueltos y de publicación no periódica, compren-
diendo cada uno un solo trabajo, con láminas y figuras).
Pesetas
Los socios numerarios reciben todas las publicaciones, pagan-
do los residentes en España una cuota anual de 15
Los socios numerarios extranjeros pagan 16,50
Los socios agregados (que no reciben más que el Boletín)
pagan 8
Los socios que abonen la cantidad de 200 pesetas son nombrados
socios vitalicios. Recibirán los Boletines y Memorias, y, además, a
su ingreso en la Sociedad, diez volúmenes, elegidos entre aquellos de
que haya existencias (excepto los tomos I, V y XI de los Anales y XIV
del Boletín).
Este pago de 200 pesetas puede verificarse por fracciones anuales
y consecutivas de a 100 pesetas.
La Biblioteca está abierta a los socios todos los días laborables, de
nueve a una de la mañana y de tres a seis y media de la tarde.
Las personas que deseen pertenecer a la Sociedad habrán de ser
propuestas por tres de los socios.
Para otros detalles, dirigirse al Sr. Secretario, y para las cuestiones
económicas, al Sr. Tesorero de la Real Sociedad Española de His-
toria Natural, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódromo,
Madrid.
PUBLICACIONES CALPE
Los Sres. Socios pueden recibir a domicilio las PUBLICACIONES
CALPE, a precio de Catálogo (sin aumento por envío, certificado, et-
cétera), con solo pedirlas, acompañando su importe, al Sr. Tesorero de
la Sociedad.
Principales obras publicadas:
Pesetas.
T. H. Morgan. Evolución y mendelismo. (Crítica de la teoría
de la evolución.) Traducido del inglés por A. de Zulueta.
Magnífico estudio del cautivante problema de la herencia
mendeliana, visto desde los trabajos de investigación he-
chos por la escuela de Morgan. -Un tomo 6
E. Fernández Galiano. Morfología y biología de los protozoos.
Compendio muy práctico acerca de estos agentes patóge-
nos.—Un tomo 12
Hewlett. Manual de Bacteriología. Traducido del inglés por
S. de Buen.
El libro de Bacteriología más leído en los países de lengua
inglesa —Voluminoso tomo con muchos grabados.
En rústica 27; en tela 30
W. B. Scott. La ieorta de la evolución. Traducido del inglés
por A. de Zulueta.
Exposición y crítica del estado actual del problema de la
evolución, siempre candente. -Un tomo 8
Darwin. El origen de las especies. Traducido del inglés por
A. de Zulueta— Tres tomos.
Tomo I en rústica 1 ,50; encuadernado 2
- ,¡| - •• 2 ; - 2,50
- III - 1,50; - 2
Darwin. (C. R.). Viaje de un naturalista alrededor del mun-
do. Traducido del inglés por J. Mateos,— Dos tomos 8
J. E. Fabre. Obras del célebre naturalista francés. Maravi-
llas del instinto en los imectos, La vida de los insectos, Cos-
tumbres de los insectos, Los destructores y Los auxiliares.
Cada tomo en rústica 5; encuadernado 6,50
Haviland. De la -'taiga,, y de la '•'tundra.,. (La Vida en el bajo
Yenesei.) Traducido del inglés por A. M. Bolívar.— Un
tomo de 320 páginas, con numerosos grabados . , . 15
Ansorge. Bajo el sol africano. Traducido del inglés por C. Ga-
llardo de Mesa.— Un tomo de 432 páginas, con 123 grabados
y 14 láminas fuera de texto. Portada a varios colores 20
SUnñRIO bEL NU/AERO I
Páginas
Junta directiva de la Real Sociedad Española de Historia Natural . 3
Socios fundadores de la Real Sociedad Española de Historia Na-
tural 5
Presidentes que ha tenido esta Sociedad desde su fundación en
15 de marzo de 1871 ; , 6
Lista de socios de la Real Sociedad Española de Historia Natural
en 11 de enero de 1922 7
índice geográfico de los socios 33
Relaciones del estado de la Sociedad y de su Biblioteca 41
Sesión del 11 de enero de 1922: Sustitución de la Junta directiva.
Admisiones y presentaciones,- -Examen de cuentas.— Asuntos
varios.— Trabajos presentados.— Secciones 45
Trabajos presentados.
García Mercet (R).— Los géneros Tetracnemus y Charitopiis
(Him. Calcídidos) 51
Vidal y López (M).— Materiales para la flora marroquí. 2.* nota. 54
Caballero (A.).— Nuevos datos respecto de la acción de las
Chara en las larvas de los mosquitos , . . 61
M. DE LA Escalera (M.).- Especies ibéricas del género Asida
(Col, Tenebriónidos) 64
Carandell (J.).- Notas acerca de una excursión geográfica a
Priego (Córdoba) y sus alrededores 72
Sección bibliográfica 81
SUMARIO bEL NÚnERO 2
Sesión del 1.*" de febrero de 1922: Admisiones y presentaciones.
Comunicaciones.— Necrología. - Trabajos presentados.— Sec-
ciones 85
Trabajos presentados.
Gerónimo Barroso (M.).— Notas sobre Briozoos marinos espa-
ñoles. X. (Especies de Mahón, Baleares.) 88
Cabrera (A.).-- Una excursión de dos meses por Yebala (lá
mina I) 101
Bolívar y Pieltaix (C.).— Descripción de un Laemostenus
nuevo de Marruecos (Col. Carabidae) 113
Jiménez Asúa (F.). — Células cianófilas y células cebadas (Pías-
mazeilen v Mastzellen) (lámina II) 115
García Mercet (R.).-Nota sobre la Icerya purchasi en Es-
paña (Hem. Cóccidos) 136
Sección bibliográfica 141
AVISO.- Véase el anuncio de las «Publicaciones Calpe» en la
página interna de esta cubierta.
Ttmt XXII. Núm. 3 Publicadt el 31 de marz» d« M
BOXjETÍiq-
DE LA
^ KEAL SOCIEDAD ESPíROLA'
ffistoria ¡natural
FUNDADA EN 15 DE MARZO DE 1871
'^'^': i: * o
Marzo de 1922
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
inpd»ROu«.-TELév. S-44S.
OBSERVACIONES
La Real Sociedad Española de Historia Natural se reúne el
primer miércoles, no festivo, de cada mes (exceptuando los de agosto
y septiembre), en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódro-
mo, a las cinco de la tarde.
Sus publicaciones son:
I.** El Boletín de la Real Sociedad EspaSola de Historia
Natural (10 números al año, con láminas y figuras).
2° Las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (cuadernos sueltos y de publicación no periódica, compren-
diendo cada uno un solo trabajo, con láminas y figuras).
Pesetas
Los socios numerarios reciben todas las publicaciones, pagan-
do los residentes en España una cuota anual de 15
Los socios numerarios extranjeros pagan 16,50
Los socios agregados (que no reciben más que el Boletín)
pagan 8
Los socios que abonen la cantidad de 200 pesetas son nombrados
socios vitalicios. Recibirán los Boletines y Memorias, y, además, a
su ingreso en la Sociedad, diez volúmenes, elegidos entre aquellos de
que haya existencias (excepto los tomos I, V y XI de los Anales y XIV
del Boletín).
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y consecutivas de a 100 pesetas.
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nueve a una de la mañana y de tres a seis y media de la tarde.
Las personas que deseen pertenecer a la Sociedad habrán de ser
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Para otros detalles, dirigirse al Sr. Secretario, y para las cuestiones
económicas, al Sr. Tesorero de la Real Sociedad Española de His-
toria Natural, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódromo,
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PUBLICACIONES DE LA SOCIEDAD
Los Sres. Socios tieneh derecho a adquirir por una sola vez un
ejemplar de cada uno de los tomos de los Anales, del Boletín y de
las Memorias a los precios siguientes:
Anales:
Tomo 1." (cuadernos 1.° y 5.") 20 pesetas.
Tomos 2.°, 5.°, 4.^ 12.°, 13.°, 14.°, 15.°, 22.°, 24.°, 25.°,
26.°, 27.° y 29.° 10 -
Tomo5.° 25 -
Tomos6.°y7.° 20 -
- 8.°, 9.°, 10.°, 11.°, 16.°, 17.°, 18.°, 19.°, 20.°, 21.°,
23.°, 28.° y 30.° 12 —
Boletín:
Tomos I a VIII, XVII, XX y XXI 10 -
- IX a XIII, XV a XVI, XVIII y XIX 12 -
Tomo XIV (cuadernos 2.° a 10.°) 12 -
Memorias:
Tomos I, II, III, IV, V, VIII 10 -
- VI,VII,IXyX 12 -
Tomo del 50.° aniversario.. 15 —
Otras publicaciones:
Yebala y el Bajo Lucus, en rústica 4 —
— — — encuadernado 4,50 —
***
Los cuadernos sueltos de los Anales y Memorias, siempre que
de ellos haya sobrantes, sin descabalar tomos, a dos pesetas. Los cua*
demos sueltos del Boletín, a una peseta.
SünnWO bEL NÚnERO 3
Páginat
Sesión del 8 de marzo de 1922: Admisiones y presentacionet.
Necrología.— Asuntos varios.— Trabajos presentados.— Sec-
«ones 145
Fernández Navarro (L.).— Noticia necrológica de D.Luis Ma-
riano Vidal y Carreras 149
Trabajos presentados.
García Mercet (R.). — Notas sobre Encírtidos de Java (Him.
Calcídidos) 15§
M. DE LA Escalera (F.).— Nota biológica sobre la Anataelia
canariensis I. Bol. de Tenerife (Derm.) 157
Bolívar y Pieltain (C.).— Sobre un nuevo género del grupo
Cranae (Orth. Locustidae) 159
Cabrera (A.).— Sobre algunos mamíferos de la China oriental. 162
M. DE LA Escalera (M.).- Especies nuevas de Asida de Ma-
rruecos (Col. Tenebriónidos) 17S
RiVAS Mateos (M.).— Nueva especie del género Narcissus .... 176
JiiviÉríEz AsÚA (F.).— Células cianófilas y células cebadas (Plas-
mazellen y Mastzellen), 2.* parte (láms. III y IV) 176
Sección bibliográfica 190
FAUNA iBÉmcn
Acaba de publicarse el volumen de
MinENÓPTEROS
FAM. ENCÍRTIDOS
POB
RICARDO GARCÍA MERCET
Los señores socios pueden adquirirlo, por intermedio de la
SOCIEDAD, al precio de 12,60 pesetas los residentes en
Madrid, y, franco de porte, a 13 pesetas, los que vivan
en provincias.
Dirijan los pedidos, acompañados de los giros correspondien-
tes, a la Secretaría de la Sociedad, Hipódromo, Madrid.
Tomo XXII. Núm. 4 Publicado el 26 de abril de 1922
JBOLETtnsr
DE LA
- REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
fíistoria flatural
FUNDADA EN 15 DE MARZO DE 1871
Abril de 1922
^^^
Ai
-r^**.ib!
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
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OBSERVACIONES
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primer miércoles, no festivo, de cada mes (exceptuando los de agosto
y septiembre), en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódro-
mo, a las cinco de la tarde.
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Natural (10 números al año, con láminas y figuras).
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Natural (cuadernos sueltos y de publicación no periódica, compren-
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socios vitalicios. Recibirán los Boletines y Memorias, y, además, a
su ingreso en la Sociedad, diez volúmenes, elegidos entre aquellos de
que haya existencias (excepto los tomos I, V y XI de los Anales y XIV
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nueve a una de la mañana y de tres a seis y media de la tarde.
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toria Natural, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódromo,
Madrid.
I
PUBLICACIONES DE LA SOCIEDAD
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ejemplar de cada uno de los tomos de los Anales, del Boletín y de
las Memorias a los precios siguientes:
Anales:
Tomo 1." (cuadernos I.** y 3.°) 20 pesetas.
Tomos 2.°, 3.^ 4.°, 12.^ 13.°, 14.°, 15.°, 22.°, 24.°, 25.°,
26.°, 27.° y 29.° 10 —
Tomo 5.° 25 —
Tomos6.°y7.° 20 —
- 8.°, 9.°, 10.°, 11.°, 16.°, 17.°, 18.°, 19.°, 20.°, 21.°,
23.°, 28.° y 30.° 12 —
Boletín:
Tomos I a VIII, XVII, XX y XXI 10 -
- IX a XIII, XV a XVI, XVIII y XIX 12 -
Tomo XIV (cuadernos 2.° a 10.°) 12 -
Memorias:
Tomos I, II, III, IV, V, VIII 10 -
- VI, Vn.IXyX 12 -
Tomo del 50.° aniversario 15 —
Otras publicaciones:
Yebala y el Bajo Lucus, en rústica . 4 —
— — — encuadernado 4,50 —
***
Los cuadernos sueltos de los Anales y Memorias, siempre que
de ellos haya sobrantes, sin descabalar tomos, a dos pesetas. Los cua-
dernos sueltos del Boletín, a una peseta.
sunnmo bEL numero 4
Página»
Sesión del 5 de abril de 1922: Admisiones y presentaciones.—
Asuntos varios. — Comunicaciones. -Trabajos presentados.—
Secciones 195
Trabajos presentados.
García Mercet (R.).— El género Azotas Howard (Him. Calcí-
dídos) 196
Fernández Riofrío (B.).— Datos para la flora micológica de
Cataluña 200
BuBÁK (Dr. F.).— Une nouvelle espéce du genre Urocystis 205
SÁNCHEZ Y SÁNCHEZ (M-) — Nota sobre la nutrición de los óvu-
lus de Cerianthus membranáceas 207
Caballero (A.). -El Boixat, o enfermedad de los ajos, en Ba-
ñólas 210
Fernández Galiano (E.).— Observaciones sobre la contracti-
lidad de Vorticella. 212
PÉREZ de Pedro (F.). — Formas de erosión en el Mioceno de La
Vid (Burgos) (lám. V) 235
Sección bibliográfica 236
Lfl HERENCIA HENDELIANfl
INTEODUCCIÓN AL ESTUDIO BE lA GENÉTICA
por
JOSÉ F. NONÍDEZ
(Junta para Ampliación de Estudios.
Un Volumen de XI-271 páginas, con 65 figuras intercaladas.)
Los señores socios pueden adquirirlo, por intermedio de la
SOCIEDAD, al precio de 3,50 pesetas los residentes en
Madrid, y, franco de porte y certificado, a 4 pesetas
los que vivan en provincias.
Dirijan los pedidos, acompañados de los giros correspondien-
tes, a la Secretaría de la Sociedad, Hipódromo, Madrid.
Tfino XXU. Núm. 5 Publicado el 20 de mayo d« 1922
SOIjE3T±l:q-
Oe LA
SEiÜL SOCIEDAD APAÑÓLA
'isíoria Matura
FUNDADA EN 15 DE MARZO DE 1871
nayo de 1922
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
HIPÓDROMO.— TELKF. S-445.
OBSERVACIONES
La Real Sociedad Española de Historia Natural se reúne el
primer miércoles, no festivo, de cada mes (exceptuando los de agosto
y septiembre), en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódro-
mo, a las cinco de la tarde.
Sus publicaciones son:
1.* El Boletín de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (10 números al año, con láminas y figuras).
2." Las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (cuadernos sueltos y de publicación no periódica, compren-
diendo cada uno un solo trabajo, con láminas y figuras).
Pesetas
Los socios numerarios reciben todas las publicaciones, pagan-
tio los residentes en España una cuota anual de , . . 15
Los socios numerarios extranjeros pagan 16,50
Los socios agregados (que no reciben más que el Boletín)
pagan 8
Los socios que abonen la cantidad de 200 pesetas son nombrados
socios vitalicios. Recibirán los Boletines y Memorias, y, además, a
su ingreso en la Sociedad, diez volúmenes, elegidos entre aquellos de
que haya existencias (excepto los tomos I, V, VI y VII de los Anales
y XIV del Boletín).
Este pago de 200 pesetas puede verificarse por fracciones anuales
y consecutivas de a 100 pesetas.
La Biblioteca está abierta a los socios todos los días laborables, de
nueve a una de la mañana y de tres a seis y media de la tarde.
Las personas que deseen pertenecer a la Sociedad habrán de ser
propuestas por tres de los socios.
Para otros detalles, dirigirse al Sr. Secretario, y para las cuestiones
económicas, al Sr. Tesorero de la Real Sociedad Española de His-
toria Natural, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódromo,
Madrid.
PUBLICACIONES CALPE
Los Sres. Socios pueden recibir a domicilio las PUBLICACIONES
CALPE, a precio de Catálogo (sin aumento por envío, certificado, et-
cétera), con solo pedirlas, acompañando su importe, al Sr. Tesorero de
la Sociedad.
LIBROS DE LA NATURALEZA
Precio de cada uno, 1,75 pesetas.
Los animales familiares, por Ángel Cabrera, profesor en el Museo
Nacional de Ciencias Naturales. Un volumen de 96 páginas, 42 di-
bujos y 6 láminas fuera de texto, con 13 fotograbados en papel
estucado .
La vida de la Tierra, por J. Dantin Cereceda, profesor en el Instituto-
Escuela. Un Volumen de 96 páginas, 21 dibujos y 6 láminas fuera
de texto, con 10 fotograbados en papel estucado.
El mundo alado, por Ángel Cabrera, profesor en el Museo Nacional de
Ciencias Naturales. Un Volumen de 96 páginas, 27 dibujos y 6 lá-
minas fuera de texto, con 11 fotograbados en papel estucado.
El mundo de los insectos, por Antonio de Zulueta, profesor en el Mu-
seo Nacional de Ciencias Naturales. Un volumen de 96 páginas,
41 dibujos y 6 láminas fuera de texto, con 12 fotograbados en pa-
pel estucado.
Los animales salvajes, por Ángel Cabrera, profesor en el Museo Na-
cional de Ciencias Naturales. Un volumen de 96 páginas, 24 dibujos
y 6 láminas fuera de texto, con 10 fotograbados en papel estucado.
U..'' '
El mundo de los minerales, por Lucas Fernández Navarro, profesor
en la Universidad de Madrid y en el Museo Nacional de Ciencias
Naturales. Un volumen de 96 páginas, 43 dibujos y 6 láminas fuera
de texto, con 10 fotograbados en papel estucado.
Todas las obras de esta colección llevan artísticas cubiertas del gran
dibujante Bagaría, impresas a cinco tintas.
EN PRENSA
La vida de las plantas, por J. Dantin Cereceda.
Los peces de mar y de agua dulce, por Ángel Cabrera.
La vida de las flores, por J. Dantin Cereceda.
Los animales microscópicos, por Ángel Cabrera.
SünnWO bEL NUnERO 5
Pitfia
Sesión del 5 de mayo de 1922: Admisiones y presentaciones.—
Asuntos varios.— Trabajos presentados.— Secciones 241
Trabajos presentados.
Castro Barea (P.).— Baritocelestina y Apatelita españolas .... 245
Elías (J.).-Edad de los terrenos del centro del Valles (Barce-
lona) 245
Pardo (L.)— La Harelda glacialis Steph . en Valencia 251
Boscá (E.).— La Natica Leviathan, en Oliva (Valencia) 255
M. DE LA Escalera (M.). —Carábidos nuevos de Marruecos. . . 255
San Miguel de la Cámara (M.).— Nota petrográfica sobre
unas aplitas, pegmatitas y micacitas de la montaña de San Pe-
dro Mártir (Barcelona) (lám. VI) 258
García Mercet (R.).— El género Mira Schellenberg (Him. Cal-
cídidos) 264
Sección bibliográfica • — 268
Lfl HERENCIA nENbELIflNfl
INTEOBUCCIÓN Al ESTÜBIO DE LA GENÉTICA
por
JOSÉ F. NONíDEZ
(Junta para Ampliación de Estudios.
Un volumen de XI-271 páginas, con 65 figuras intercaladas.)
Los señores socios pueden adquirirlo, por intermedio de la
SOCIEDAD, al precio de 3,50 pesetas los residentes en
Madrid, y, franco de porte y certificado, a 4 pesetas
los que vivan en provincias.
Dirijan los pedidos, acompañados de los giros correspondien-
tes, a la Secretaría de la Sociedad, Hipódromo, Madrid.
Tomo XXII. Núms. 6 y 7. Publicado el 30 de septiembre de 1922
oe LA
llEil SOCIEDAD ESP&ROLA
do
jfiistoria ¡natural
FUNDADA EN 15 DE MARZO DE 1871
Junio-julio de 1922
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
aiPÓI>R01fO.-TBL¿7. S44S.
OBSERVACIONES
La Real Sociedad Española de Historia Natural se reúne el
primer miércoles, no festivo, de cada mes (exceptuando los de agosto
y septiembre), en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódro-
mo, a las cinco de la tarde.
Sus publicaciones son:
1." El Boletín de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (10 números al año, con láminas y figuras).
2.° Las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (cuadernos sueltos y de publicación no periódica, compren-
diendo cada uno un solo trabajo, con láminas y figuras).
Pesetas
Los socios numerarios reciben todas las publicaciones, pagan-
do los residentes en España una cuota anual de 15
Los socios numerarios extranjeros pagan 16,50
Los socios agregados (que no reciben más que el Boletín)
pagan 8
Los socios que abonen la cantidad de 200 pesetas son nombrados
socios Vitalicios. Recibirán los Boletines y Memorias, y, además, a
su ingreso en la Sociedad, diez volúmenes, elegidos entre aquellos de
que haya existencias (excepto los tomos I, V, VI y VII de los Anales
y XIV del Boletín).
Este pago de 200 pesetas puede Verificarse por fracciones anuales
y consecutivas de a 100 pesetas.
La Biblioteca está abierta a los socios todos los días laborables, de
nueve a una de la mañana y de tres a seis y media de la tarde.
Las personas que deseen pertenecer a la Sociedad habrán de ser
propuestas por tres de los socios,
Para otros detalles, dirigirse al Sr. Secretario, y para las cuestiones
económicas, al Sr. Tesorero de la Real Sociedad Española de His-
toria Natural, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódromo,
Madrid.
PUBLICACIONES DE LA SOCIEDAD
Los Sres. Socios tienen derecho a adquirir por ana sola vez un
ejemplar de cada uno de los tomos de los Anales, del Boletín y de
las Memorias a los precios siguientes:
Anales:
Tomo 1 ." (cuadernos 1 .° y 3.^) 20 pesetas.
Tomos 2.", 3.°, 4.°, 12.", 13.°, 14.°, 15.°, 22.°, 24.°, 25.°,
26.°, 27.° y 29.° 10 —
Tomo 5.° 25 —
Tomóse. °y7.° 20 —
- 8.°, 9.°, 10.°, 11.°, 16.°, 17.°, 18.°, 19.°, 20.°, 21.°,
23.°, 28.° y 30.° 12 —
Boletín:
Tomos I a VIII, XVII, XX y XXI 10 -
- IX a XIII, XV a XVI, XVIII y XIX 12 -
Tomo XIV (cuadernos 2.° a 10.°) 12 —
MemorL'VS:
Tomos I, II, III, IV, V, VIII 10 —
- VI,VII,IXyX 12 -
Tomo del 50.° aniversario 15 —
Otras publicaciones:
Yebala y el Bajo Liicus, en rústica 4 —
— — — encuadernado 4,50 —
***
Los cuadernos sueltos de los Anales y Me.morias, siempre que
de ellos haya sobrantes, sin descabalar tomos, a dos pesetas. Los cua-
dernos sueltos del Boletín, a una peseta.
sunnmo bEL nü/aero 6
Páginas
Sesión del 7 de junio de 1922: Admisiones y presentaciones.—
Asuntos varios.— Trabajos presentados.— Secciones 273
Trabajos presentados.
Del Pan (I.). -Nueva localidad de magnetita en la provincia de
Toledo 274
Gandolfi Hornyold (A.).— Determinación de la edad en algu-
nas anguilas de las marjales de Jeresa (Valencia) 277
González Fragoso (R.) —Más hongos que viven sobre Musci-
neas de la flora española 281
Sadí de Buen.— Algunas observaciones sobre la biología del
Anopheles claviger F. en Talayuela (Cáceres) 284
García Mercet (R.).— Encírtidos de Europa Central nuevos o
poco conocidos 294
Jiménez de Cisneros (D.).— Noticia acerca de algunos fósiles
titónicos de la Sierra de Mojante (Murcia) 299
Sección bibliográfica 302
SUnflRIO bEL NÚnERO 7
Sesión del 5 de julio de 1922: Admisiones.— Asuntos Varios.—
Trabajos presentados.— Necrología. - Secciones 309
Trabajos presentados.
Carandell (J.).- Contribución a la petrografía de la Sierra
Morena. Rocas de Adamuz (Córdoba) 312
Gil Lletget (A.).— Una paloma nueva del Brasil 316
Maynar (J.).— Sobre la apogamia del Taraxacum migare .... 317
Menózzi (C.).— Contribution á la faune myrmecologique de
TEspagne 324
Sección bibliográfica 332
Tomo XXil. Núm. 8. Publicado el 30 de octubre de 1922.
DÉLA
REU SOCIEDAD ESPASOLA
de
Pistoria ¡natural
FUNDADA EN 15 DE MARZO DE l87l
Octubre de 1922
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
HIPÓDROMO.— TBLéF. S-445.
OBSERVACIONES
La Real Sociedad Española de Historia Natural se reúne el
primer miércoles, no festivo, de cada mes (exceptuando los de agosto
y septiembre), en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódro-
mo, a las cinco de la tarde.
Sus publicaciones son:
1.** El Boletín de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (10 números al año, con láminas y figuras).
2." Las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (cuadernos sueltos y de publicación no periódica, compren-
diendo cada uno un solo trabajo, con láminas y figuras).
Los socios numerarios reciben todas las publicaciones, pagan-
do los residentes en España una cuota anual de 15
Los socios numerarios extranjeros pagan 16,50
Los socios agregados (que no reciben más que el Boletín)
pagan 8
Los socios que abonen la cantidad de 200 pesetas son nombrados
socios vitalicios. Recibirán los Boletines y Memorias, y, además, a
su ingreso en la Sociedad, diez volúmenes, elegidos entre aquellos de
que haya existencias (excepto los tomos I, V, VI y VII de los Anales
y XIV del Boletín).
Este pago de 200 pesetas puede verificarse por fracciones anuales
y consecutivas de a 100 pesetas.
La Biblioteca está abierta a los socios todos los días laborables, de
nueve a una de la mañana y de tres a seis y media de la tarde.
Las personas que deseen' pertenecer a la Sociedad habrán de ser
propuestas por tres de los socios.
Para otros detalles, dirigirse al Sr. Secretario, y para las cuestiones
económicas, al Sr. Tesorero de la Real Sociedad Española de His-
toria Natural, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódromo,
Madrid.
PUBLICACIONES DE LA SOCIEDAD
Los Sres. Socios tienen derecho a adquirir por una sola vez un
ejemplar de cada uno de los tomos de los Anales, del Boletín y de
las Memorias a los precios siguientes:
Anales:
Tomo 1.» (cuadernos 1.*' y 3.°) 20 pesetas.
Tomos 2.», 3.°, 4.«, 12.^ l3.^ 14.^ 15.°, 22.°, 24.». 25.°,
26.», 27.° y 29.° 10 -
Tomo 5.° 25 -
Tornóse." y7.° 20 -
- 8.°, 9.°, 10.°, 11.°, 16.°, 17.°, 18.°, 19.°, 20.°, 21.°,
23.°, 28.° y 30.° 12 -
Boletín:
Tomos I a VUI, XVII, XX y XXI 10
- IX a XIII, XV a XVI, XVIII y XIX 12 -
Tomo XIV (cuadernos 2.° a 10.°).. 12 -
Memorias:
Tomos I, II, III, IV, V, VIII 10 -
- VI,VII,IXyX 12 -
Tomo del 50.° aniversario • • 15 —
Otras publicaciones:
Yebala y el Bajo Lucus, en rústica 4 —
— — — encuadernado 4,50 —
***
Los cuadernos sueltos de los Anales y Memorias, siempre que
de ellos haya sobrantes, sin descabalar tomos, a dos pesetas. Los cua-
dernos sueltos del Boletín, a una peseta.
sunnmo bEL NúnERo 8
PágJMag
Sesión del 4 de octubre de 1922: Admisiones.— Asuntos varios.—
Necrologías. - Trabajos presentados.— Secciones 337
Barras de Aragón (F. de las).— Noticia necrológica de D. Ma-
nuel Medina Ramos 343
Hz. -Pacheco (E.).- Noticia necrológica del Excmo. Sr. Mar-
qués de Cerralbo. (Con un retrato.) 344
Trabajos presentados.
Maheu (J.) et GiLLET (A.).— Contribution a la connaissance
de la lichénologie espagnole 349
M. DE LA Escalera (M).— Los Heliotaums (Col. Cistelidae) de
Marruecos de protórax rojo 358
García Mercet(R.).- Una subfamilia nueva de Himenópteros
Calcidoideos 363
Jiménez de Cisneros (D.).— Noticia acerca de la existencia de
Aluriq zic-zac Sow. en Callosa de Ensarriá 371
M. DE la Escalera (M.).— Especies nuevas de Arthrodeis de
Marruecos (Col. Tenebrionidae) 373
SÁNCHEZ Y Sánchez (M.).- Contribución al estudio del aparato
reticular de Golgi en las células vegetales 378
Sección bibliográfica 381
Acaba de publicarse
EL MIOCENO CONTINENTAL IBÉRICO
Y SU FAUNA MALACOLÓGICA
POR
JOSÉ ROYO GÓMEZ
(Comisión de Invest. paleont. y preh., Mem. 30, 230 págs., 54figs.,
XIII láms, y un mapa, 1922, 10 pesetas.)
Se resume en esta Memoria todo lo conocido acerca de la Geología
y Paleontología del Terciario continental ibérico y, en particular, del
Mioceno, adicionado de importantes aportaciones nuevas del autor. Se
describen 42 especies de moluscos terrestres y fluviales, y se da un
catálogo de todas las citadas hasta ahora de nuestro Mioceno. Acom-
paña una extensa y completa bibliografía.
Los señores socios pueden adquirir esta Memoria, por intermedio de
la Sociedad, al precio de 7 pesetas, los residentes en Madrid, y fran-
ca de porte, a 7,50 pesetas, los que vivan en provincias.
Dirijan los pedidos, acompañados de los giros correspon-
dientes, a la Secretaría de la SOCIEDAD, Hipódromo, Madrid.
Tomo XXII. Núm. 9 Publicado el 30 de noviembre de 1922.
DÉLA
REAL SOCIEDAD ESPASOLA
de
fíistoria fiatural
FUNDADA EN 15 DE MARZO DE 1871
Noviembre de 1922
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
HIPÓDROMO.— TELÉF. S'443.
OBSERVACIONES
La Real Sociedad Española de Historia Natural se reúne el
primer miércoles, no festivo, de cada mes (exceptuando los de agosto
y septiembre), en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódro-
mo, a las cinco de la tarde.
Sus publicaciones son:
1." El Boletín de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (10 números al año, con láminas y figuras).
2." Las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (cuadernos sueltos y de publicación no periódica, compren-
diendo cada uno un solo trabajo, con láminas y figuras).
Pesetas
Los socios numerarios reciben todas las publicaciones, pagan-
do los residentes en España una cuota anual de 15
Los socios numerarios extranjeros pagan 16,50
Los socios agregados (que no reciben más que el Boletín)
pagan 8
Los socios que abonen la cantidad de 200 pesetas son nombrados
socios vitalicios. Recibirán los Boletines y Memorias, y, además, a
su ingreso en la Sociedad, diez volúmenes, elegidos entre aquellos de
que haya existencias (excepto los tomos I, V, VI y VII de los Anales
y XIV del Boletín).
Este pago de 200 pesetas puede verificarse por fracciones anuales
y consecutivas de a 100 pesetas.
La Biblioteca está abierta a los socios todos los días laborables, de
nueve a una de la mañana y de tres a seis y media de la tarde.
Las personas que deseen pertenecer a la Sociedad habrán de ser
propuestas por tres de los socios.
Para otros detalles, dirigirse al Sr. Secretario, y para las cuestiones
económicas, al Sr. Tesorero de la Real Sociedad Española de His-
toria Natural, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódromo,
Madrid.
PUBLICACIONES DE LA SOCIEDAD
Los Sres. Socios tienen derecho a adquirir por una sola vez un
ejemplar de cada uno de los tomos de los Anales, del Boletín y de
las Memorias a los precios siguientes:
Anales:
Tomo 1." (cuadernos 1.° y 5.°). ... 20 pesetas.
Tomos 2.^ 3.°, 4.^,12.^ 13.^ 14.°, 15.^ 22.», 24.«, 25.°,
26.% 27." y 29.° o 10 -
Tomo5.° 25 -
Tomos6.°y7.° 20 —
- 8.°, 9.°, 10.°, 11.°, 16.°, 17.°, 18.°, 19.°, 20.°, 21.°,
23.°, 28.° y 30.°.. 12 —
Boletín:
Tomos I a VIII, XVII, XX y XXI 10 -
- IX a XIII, XV a XVI, XVIII y XIX 12 -
Tomo XIV (cuadernos 2,° a 10.°) 12 -
Memorias:
Tomos I, II, III, IV, V, VIII 10 -
- VI,VII,IXyX 12 -
Tomo del 50.° aniversario 15 —
Otras publicaciones:
Yebala y el Bajo LuctiSy en rústica 4 —
~ — — encuadernado 4,50 —
***
Los cuadernos sueltos de los Anales y Memorias, siempre que
de ellos haya sobrantes, sin descabalar tomos, a dos pesetas. Los cua-
dernos sueltos del Boletín, a una peseta.
SUnñRIO bEL NÚnERO 9
Páginas
Sesión del 8 de noviembre de 1922: Presentaciones,— Comunica-
ciones.—Asuntos varios.— Trabajos presentados.— Secciones. 585
Trabajos presentados.
M. DE LA Escalera (M.).— Sistema de las especies del género
Asida de la Península Ibérica 388
Jiménez de Cisneros (D.).— Dos ascensiones a la Sierra de
Algayat 392
García Mercet (R.). - Calcidoideos nuevos de Francia 396
Rodríguez López-Neyra (C). - Notas helmintológicas. 4.* se-
rie. Con dos especies nuevas del género Allodapa (lám. VII). . 402
Caballero (A.). — Otras especies larvicidas del género Chara. 418
Bolívar Y Pjeltain (C.).- Estudio de un Sphodroides nuevo
del Rif (Col. Carabidae) 421
Paü (C.).~-Delphinium mauritanicum Cosson, especie nueva
para la flora de Europa 423
Sección bibliográfica 425
Acaba de publicarse
EL MIOCENO CONTINENTAL IBÉRICO
Y SU FAUNA MALACOLÓGICA
POR
JOSÉ ROYO GÓMEZ
(Comisión de Invest. paleont. y preh., Mem. 30,230 págs., 54figs.,
XIII láms. Y un mapa, 1922, 10 pesetas.)
Se resume en esta Memoria todo lo conocido acerca de la Geología
y Paleontología del Terciario continental ibérico y, en particular, del
Mioceno, adicionado de importantes aportaciones nuevas del autor. Se
describen 42 especies de moluscos terrestres y fluviales, y se da un
catálogo de todas las citadas hasta ahora de nuestro Mioceno. Acom-
paña una extensa y completa bibliografía.
Los señores socios pueden adquirir esta Memoria, por intermedio de
la Sociedad, al precio de 7 pesetas, los residentes en Madrid, y fran-
ca de porte, a 7,50 pesetas, los que vivan en provincias.
Dirijan los pedidos, acompañados de los giros correspon-
dientes, a la Secretaría de la SOCIEDAD, Hipódromo, Madrid.
Tomo XXII. Núm. 10. Publicado el 6 de enero de 1923.
DÉLA
REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA
de
¡iisioría fiatural
FUNDADA EN 15 DE MARZO DE 1871
biciembre de 1922
MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
HIPÓDROMO. — THLÉF. S'443.
OBSERVACIONES
La Real Sociedad Española de Historia Natural se reúne el
primer miércoles, no festivo, de cada mes (exceptuando los de agosto
y septiembre), en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódro-
mo, a las cinco de la tarde.
Sus publicaciones son:
í.° El Boletín de la Real Sociedad EspAx^ola de Historia
Natural (10 números al año, con láminas y figuras).
2.° Las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia
Natural (cuadernos sueltos y de publicación no periódica, compren-
diendo cada uno un solo trabajo, con láminas y figuras).
Pesetas
Los socios numerarios reciben todas las publicaciones, pagan-
do los residentes en España una cuota anual de 20
Los socios numerarios extranjeros pagan 22,50
Los socios agregados (que no reciben más que el Boletín)
pagan 15
Los socios que abonen la cantidad de 250 pesetas son nombrados
socios vitalicios. Recibirán los Boletines y Memorias, y, además, a
su ingreso en la Sociedad, diez volúmenes, elegidos entre aquellos de
que haya existencias (excepto los tomos I, V, VI y VII de los Anales
y XIV del Boletín).
Este pago de 250 pesetas puede verificarse por fracciones anuales
y consecutivas de a 125 pesetas.
La Biblioteca está abierta a los socios todos los días laborables, de
nueve a una de la mañana y de tres a seis y media de la tarde.
Las personas que deseen pertenecer a la Sociedad habrán de ser
propuestas por tres de los socios.
Para otros detalles, dirigirse al Sr. Secretario, y para las cuestiones
económicas, al Sr. Tesorero de la Real Sociedad Española de His-
toria Natural, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Hipódromo,
Madrid.
La Institución Catalana de Historia Natural ha abierto una
suscripción para costear la placa que, como homenaje a la
memoria del eminente geólogo Dr. D. Jaime Almera, se colo-
cará en la calle que le ha dedicado el Ayuntamiento de Bar-
celona. Los señores socios que deseen asociarse a este home-
naje pueden hacer los giros a D. Ascensio Codina, calle del
Bisbe, 2, Barcelona.
PUBLICACIONES DE LA SOCIEDAD
Los Sres. Socios tienen derecho a adquirir por ana sola vez un
ejemplar de cada uno de los tomos de los Anales, del Boletín y de
las Memorias a los precios siguientes:
Anales:
Tomo 1 ." (cuadernos 1 .^ y 3.°) 20 pesetas.
Tomos 2.^ 3.", 4.», 12.*, 13.^ 14.^ 15.°, 22.°, 24.°. 25.°,
26.°, 27.° y 29.° 10 -
Tomo 5.° 25 -
Tomo86.°y7.° 20 -
- 8.°, 9.°, 10.°, 11.°, 16.°, 17.°, 18.°, 19.°, 20.°, 21.°,
23.°, 28.° y 30.° 12 —
Boletín:
Tomos I a VIII, XVII, XX a XXII 10 -
- IX a XIII, XV a XVI, XVIII 12 -
Tomo XIV (cuadernos 2.° a 10.°) 12 -
Memorias:
Tomos I, II, III, IV, V, VIII 10 -
- VI, VII, IX y X 12 -
Tomo del 50.° aniversario. 15 —
Otras publicaciones:
Yebala y el Bajo Lucus, en rústica . 4 —
— — — encuadernado 4,50 —
* *
Los cuadernos sueltos de los Anales y Memorias, siempre que
de ellos haya sobrantes, sin descabalar tomos, a dos pesetas. Los cua-
dernos sueltos del Boletín, a una peseta.
sunnmo bEL número lo
Páginas
Sesión extraordinaria del 6 de diciembre de 1922.— Sesión del 6
de diciembre de 1922: Admisiones y presentaciones.— Comuni-
caciones . — Necrologías . —Trabajos presentados . —Rendición
de cuentas.— Renovación de cargos.— Secciones. 433
Trabajos presentados.
Carandell (J.).— Topografía comparada de cuatro localidades
ribereñas españolas: Toledo, Montoro (Córdoba), Arcos de la
Frontera (Cádiz) y Castro del Río (Córdoba) (láms. VIII a XI). 440
Bolívar y Pieltain (C). -Notas sobre Carábidos españoles. . 452
SÁNCHEZ y Sánchez (M.).— Contribución al estudio histofisio-
lógico del tegumento de las semillas 456
M. DE LA Escalera (M.).— Sistema de las especies del género
Asida de la Península Ibérica 463
García Mercet (R.).— Adiciones a la fauna española de Encír-
tidos 474
Sección bibliográfica 482
índice alfabético de los géneros y especies mencionados o des-
critos en el tomo XXII del Boletín 487
índice de lo contenido en el tomo XXII del Boletín 503
I^xjlí» Solor* F^vijol
Naturalista-Preparador
Casa fundada en 1890
Plaza Real, 10. — BARCELONA
Nuevos modelos de Botánica
Único depositario en la Fenínsola,
de los microscopios W. & H. Seibert, de Wetzlar.
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Pfurstcheller, que cedemos a 15 ptas. ejemplar montado,
con Varillas.
Para mayores detalles, consúltese nuestro «Boletín»
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