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Full text of "Boletín del Instituto Geológico de México"

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SEGUNDA PARTE 
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OFICINA TIP. DE LA SECRETARIA DE FOMENTO 
Calle de San Andrés número 15, 
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NUM. 15. 
e LAS RHYOLITAS DE MEXICO 


BOLETIN 


DEL 


INSTITUTO GEOLOGICO DE MÉXICO, 


áÍíiIí¡€¡5¡53p ——— -—_—_ _—_—_—_— 


Núm. 1.—Fauna Fósil de la Sierra de Catorce, por A. del Castillo y CEA 

G. Aguilera.-——1895—56 pp., 24 lám. 

Núm. 2.—Las Rocas Eruptivas del S.O. de la Cuenca de México, por 

E. Ordóñez.—1895—46 pp., 1 lám. 

Núm. 3.—La Geografía Física y la Geología de la Península de Yuca- 

tán, por C. Sapper.—1896—38 pp., 6 lám. 

Núms. 4, 5 y 6.—Bosquejo Geológico de México.—1897—272 pp. 
9 lám. 

Núms. 7, 8 y 9. —El Mineral de Pachuca.—1897—184 pp., 14 lám. 

Núm. 10.—Bibliografía Geológica y Minera de la República Mexicana 
por R. Aguilar y Santillán.—1898.—158 pp. 

Núm. 11.—Catálogos sistemático y geográfico de las especies minera- 
lógicas de la República Mexicana, por José G. Aguilera.—1898.— 
158 pp. 

Núm. 12.—El Real del Monte, por E. Ordóñez y M. Rangel.—1899.— 
108 pp., 26 lám. 

Núm. 13.—Geología de los alrededores de Orizaba, con un perfil de la 
vertiente oriental de la Mesa Central de México, por Emilio Bóse. 
—1899.—54 pp. 3 lám. 

Núm. 14.—Las Rhyolitas de México (Primera a por E. Ordóñez. 
—1900.—78 pp. 6 lám. 

Núm. 15.—Las Rhyolitas de México ea parte), por E. Ordoñez. 

—1901.—78 pp. 6 lám. 


EN PREPARACION: 


Núm. 16.—El carbón de piedra en México. 


Carta Geológica detallada de la. República Mexicana. 
ESCALA DE 1:100,000. 


HOJA N. 1: ZUMPANGO.—HOJA N. 2: PUEBLA.—HOJA N. 3: MEXICO. HOJA N. 4: APAM. 
HOJA N. 5: ORIZABA. —HOJA N. 6: TEHUACAN. 


INSTITUTO GEOLOGICO DE MHÉXICO. 


DirEcTOR, JoskÉ (Gr. AGUILERA. 


LAS 


RHYOLITAS DE MEXICO 


SEGUNDA PARTE 


DESCRIPCIÓN SISTEMÁTICA DE LAS RHYOLITAS 
POR 


EZEQUIEL ORDOÑEZ 


NÚMERO 15. 


269700 


MEXICO 


OFICINA TIP. DE LA SECRETARÍA DE FOMENTO 
Calle de San Andrés, núm 15. (Avenida Oriente, 51 


1901 


INTRODUCCIÓN. 


Con los numerosos trabajos descriptivos que sobre el grupo de rocas volcá- 
nicas silizosas se han venido publicando desde hace más de cuarenta años, se 
han dado ya á conocer, con acopio de numerosos ejemplares de regiones rhyo- 
líticas típicas del mundo, casi todas las variedades de aspecto y estructura de 
este complexo grupo de rocas; de tal modo que, exhaustos casi, por decirlo 
así, los trabajos de orden descriptivo, queda solamente abierto el campo para 
especulaciones de orden más elevado, tales como el estudio de las causas que, 
obrando en determinados momentos en el magma de donde proceden estas 
rocas, pueden producir tal ó cual modificación del tipo de estructura; el estu- 
dio del desarrollo cristalino más ó menos avanzado intratelúrico; la distribu- 
ción en la masa de cristales y partículas que á título de impurezas allí se en- 
cuentran; las influencias muy marcadas que en estas rocas determinan los 
gases y vapores acompañantes de las erupciones antes y después del paso de 
estas lavas al estado sólido; y por último, las acciones posteriores á su enfria- 
miento y largo tiempo después de su erupción, por fuerzas que le son total- 
mente independientes. 

Pero casi agotada como está la novedad en los estudios de índole meramen- 
te descriptiva de las rhyolitas, creemos que un trabajo más de esta especie no 
carece de interés, máxime cuando la descripción se hace sobre individuos que 
proceden de un espacio muy considerable de México, como ya se ha dicho y 
descrito á grandes rasgos en la Primera Parte y como lo enseña nuestra car- 
ta de distribución, á la que nos referiremos constantemente en el curso de es- 
ta segunda Memoria. 

Para evitar repeticiones que juzgamos inútiles si emprendiésemos la des- 
cripción microscópica de las rocas por regiones, nos parece más conveniente 
agrupar y estudiar conjuntamente todas aquellas variedades que presentan 
caracteres iguales ó semejantes cualquiera que sea su procedencia, aunque 
este medio tenga la desventaja de no dar idea clara de las distintas varieda- 
des que existen en cada área rhyolítica independiente, ni de cómo se pasa de 

N? 15.—1 


4 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


una á otra variante por insensible gradación, como es el caso general. La di- 
ficultad se subsana hasta donde es posible, adaptando nuestra descripción á 
la secuela de los cambios que naturalmente se producen. 

Es la estructura del magma de última consolidación el punto capital de 
nuestra descripción sistemática de las rhyolitas, porque es lo que muestra 
las diferencias más características y por estar en cantidad, por regla general, 
predominante. Sobre una composición química ya definida, los elementos pri- 
marios son menos importantes porque tienen las más veces caracteres comu- 
nes, y ya hemos visto que sólo por la cantidad pueden tomarse como base de 
una división. 

Muy pocas líneas consagramos al grupo de las nevaditas que no tienen en 
México claros representantes. En la descripción de las rhyolitas propiamen- 
te dichas, comenzamos por aquellas que tienen un magma que se aproxima 
á un desarrollo holocristalino, para seguir con aquellas de magma que decre- 
ce en cristalinidad pero siempre mostrando individualidad las partes polari- 
zantes que lo forman y que llegan por insensible gradación hasta el magma 
eriptocristalino, en donde tal deslimitación desaparece y en donde toma naci- 
miento, con más frecuencia, la característica estructura esferolítica, fecunda 
en estados progresivos y que mide las fuerzas de la cristalización. 

Se señalan por vía de complemento, las particularidades de algunos feno- 
cristales y los minerales accesorios que suelen contener estas rocas. 

La última parte de la descripción se consagra á los vidrios de rhyolitas, 
es decir, á las retinitas y á las obsidianas, y á los productos detríticos de las 
erupciones, las brechas y las tobas. 

Las alteraciones secundarias de las rhyolitas, tales como la kaolinización, 
la silicificación, ete., son muy interesantes en las regiones rhyolíticas vecinas 
de los criaderos minerales, por lo que les dedicamos especialmente algunas 
líneas. 

Los números entre paréntesis incluídos en el texto, sirven para encontrar 
en la carta que va al fin de la Primera Parte (Boletín núm. 14) la localidad 
aproximada de donde procede el ejemplar de la roca que se describe. La pe- 
queñez de esa carta nos impide marcar exactamente cada lugar. Entiéndase 
bien que los números sólo indican regiones muy extensas rhyolíticas sin pre- 
cisar un sitio determinado. 


NEVADITAS. 


En las páginas 11 y siguientes de la primera parte de este libro, hemos 
mencionado las divisiones principales de las rhyolitas y hemos colocado en 
primer término á las nevaditas con las variedades definidas por Rosenbusch 
(felsonevaditas y hialonevaditas). Hemos dicho también que estos tipos no 
tienen en el país claros representantes, y que al conservar dichos nombres 
en nuestras subdivisiones, es simplemente por cuestión de método y con la 
esperanza de poseer más tarde buenos ejemplares, pues estamos lejos de ha- 
ber recorrido en toda su extensión la inmensa área rhyolítica de México. 

Aunque suficiente como es la descripción de Wh. Cross' de la hermosa neva- 
dita de Chalk Mt. ó la de la roca dacítica de Lassen Pick, llamada primera- 
mente nevadita, hemos preferido para comparación, el estudio directo sobre 
ejemplares de esas localidades, los que hemos obtenido por bondadosa dona- 
ción del Museo Nacional de Washington. Es verdad que en apariencia exte- 
rior, principalmente la roca de Lassen Pick, son muchas las semejanzas 
con algunas de nuestras rocas, pero el microscopio revela siempre la predo- 
minancia de un magma de segunda consolidación; ó las proporciones son tan 
iguales entre éste y los cristales primarios, que es difícil muchas veces la pre- 
cisa correlación. Esto nos pasa frecuentemente con muchas rhyolitas de la 
Mesa Central, de escaso magma, incompletamente cristalino, y que de refe- 
rirse esas rocas ála primera división, se podrían titular felsonevaditas. Tales 
serían, por ejemplo, ciertas rocas de las montañas inmediatas á San Luis Po- 
tosí (10), de colores gris y pardo claro, usadas ahora como material de cons- 
trucción; una roca pardo clara con grandes y pequeños cristales de cuarzo, y 
de sanidino de lustre satinado, de cerca de Jerécuaro (8), en el Estado de 
Guanajuato; la rhyolita rosada con muchos cristales de cuarzo ahumado de 
la Sierra del Carmen, en el Oro (17) (Durango). Aquí también cabrían, una 
rhyolita muy porfiroide, que en pequeñas áreas se encuentra en el cerro de 
Mercado (ciudad de Durango) que, aunque muy obscura de color, muestra 


1 Wh. Cross. —Petrography of the Leadville region. Monog. XII. U.S. Geol. Survey 1886. 


6 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


numerosos sanidinos con reflejo azul; y por último, algunas rhyolitas del ce- 
rro del Aguila en el Real del Monte (2), que ya recibieron el nombre de fel- 
sonevaditas en nuestro Boletín núm. 12, aunque abundan allá las rhyolitas 
propiamente dichas y las dacitas. 

También pudieran ser felsonevaditas algunas rocas del cerro Grande, en el 
mineral de Pozos (8), Estado de Guanajuato, en donde podemos ver asimis- 
mo rocas muy cargadas de cuarzo y sanidino en un magma vitreo escaso, por 
lo tanto parecidas á las hialonevaditas. 

En la Sierra Madre occidental tenemos algunas felsonevaditas como las de 
la Sierra de la Parida, entre el Estado de Zacatecas y el Territorio de Tepic. 
Son de color rosa claro, y más cargadas de cuarzo que de sanidino. Muy inte- 
resante nos parece una hialonevadita blanca muy cargada de cristales blan- 
cos de feldespato y de cristales prismáticos de hornblenda, procedente de Me- 
tatitos, Tohayana (20), Morelos (Distrito de Mina, Chihuahua), notable por- 
que el escaso magma vitreo perlítico que no es común, tenga en apariencia un 
color tan claro, muestra además, en las láminas delgadas una curiosa textura 
escamosa. Los feldespatos hasta de un centímetro de longitud, son principal- 
mente de sanidino, de aspecto muy vitreo; hay también algunos cristales de 
plagioclasa probablemente de andesina en repetidos macles de la albita y de 
Carlsbad combinados. La hornblenda en grandes cristales es muy fresca y 
muy pleocroica, así como la biotita que accidentalmente se encuentra. 

Entre la gran variedad de rocas eruptivas; granitos, dioritas, andesitas y 
rhyolitas, en los tajos profundos del río de Santiago, en su trayecto por el 
Territorio de Tepic, especialmente en la jurisdicción de Ahuacatlán, suelen 
hallarse unas rocas de aspecto dudoso, grises ó azuladas, con muchos crista- 
les blancos de feldespato ortoclasa sin el lustre vítreo del sanidino, y grandes 
playas de cuarzo, en un magma holocristalino, propiamente mierogranítico, 
compuesto de cuarzo y feldespato. Es difícil relacionar esta roca con algunos 
de los tipos allí bien definidos, el granito ó las rhyolitas, pero las colocamos 
provisionalmente al lado de las rhyolitas porque en varias partes aquellas 
rocas contienen como las rhyolitas, grandes esferolitas, de cuya descripción 
nos ocuparemos más adelante. 

Si es indudable que en aquella región existe una variedad de rhyolitas ho- 
locristalinas, la abundancia de cristales primarios en algunas de ellas, como 
ya dijimos, casi nos obliga, aunque con reserva, á considerarlas como neva- 
ditas. 

Ponemos en seguida los números que dan las cantidades de Si0? Na*0 y 
K*0 de las llamadas felsonevaditas; el núm. 1 de la del cerro del Aguila, el 
núm. II de la de la Sierra de la Parida.' 


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otto A SO O Soo BR ROS ORO TSG STaGO 4.40 
NO A ne OO odos 3.18 


1 Laboratorio de química del Instituto Geológico. J. de D. Villarello. 


RHYOLITAS PROPIAMENTE DICHAS. 


Rhyolitas holocristalinas. 


Las rhyolitas que tienen un magma parecido al de las nevaditas, por el 
desarrollo cristalino, son bastante raras en México, como son también raras 
en regiones extranjeras de rhyolitas. El caso quizá más importante que po- 
demos señalar es el de las rocas procedentes de las colinas inmediatas á la 
Sierra de los Reyes, unos cuantos kilómetros al Sur de la ciudad de Jiménez, 
cabecera del Distrito del mismo nombre, del Estado de Chihuahua (19). Ta- 
les rocas, de color gris amarillento y rojizo, compactas, se abren paso al tra- 
vés de calizas cretáceas y se hallan próximas á los macizos de granulitas por- 
firoides de feldespato rosado terciarias, en contacto también con las calizas 
mencionadas. 

Las rhyolitas á que nos referimos, microscópicamente se distinguen por 
un magma compuesto de una asociación alotrimorfa de feldespato, probable- 
mente sanidino, y de cuarzo. El feldespato, aunque en secciones de forma 
irregular, algunas muestran la sinuosa línea de unión y el diferente alum- 
bramiento de los dos individuvs del macle de Carlsbad. Las secciones no se 
muestran enteramente límpidas, pues contienen numerosas partículas opacas 
que se confunden con los poros de gas y cavidades pequeñas, las que igual- 
mente tiene en abundancia el cuarzo. 

El cuarzo viene también como mineral primario en esta roca, en secciones 
arredondeadas, con innumerables poros con cavidades de corrosión y algunas 
inclusiones vitreas de forma rectangular con burbuja de gas en su interior.. 
Los cristales primarios de sanidino son muy raros. 

El estado holocristalino del magma no es homogéneo; en unas partes las 
secciones componentes son más grandes que en otras y disminuyen en tama- 
ño de tal modo que se reducen á muy finas partículas alumbradas formando 
un tapiz microcristalino, en partes con un residuo mínimo de materia amorfa 
que cubre solamente muy pequeños intersticios. Algunas lagunas están lle- 
nadas con cuarzo de cristalización idiomorfa, sin que pueda asegurarse que 


8 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


sea de origen secundario. La mica no se encuentra en las preparaciones, ni 
el fierro negro, y no hemos podido descubrir ningún mineral accesorio. Tie- 
ne parecido esta roca con la de Pinto Peak, del Distrito de Eureka, descrita 
por Iddings,' tanto por la rareza de minerales accesorios, como por el estado 
cristalino del magma y la existencia de numerosos poros de gas en el feldes- 
pato visibles en las láminas á Ja luz natural. 

Zirkel,? en su monografía de las rocas del paralelo 40 menciona también 
varias rhyolitas de magma cristalino granular, principalmente la de Astor 
Pass, en la proximidad de Pyramid Lake; la del extremo Norte de las mon- 
tañas de Kamma; la de Wa=we-ah y la de White Rock, Cedar Mountains. 

En otras rhyolitas de esta clase, el desarrollo cristalino es aún más desi- 
gual. Láminas de cuarzo y feldespato en asociación alotrimorfa se aislan en 
un fino tapiz de magma microcristalino. 

Tal es el caso para algunas rhyolitas procedentes del Distrito minero del 
Zopilote (15), en el Territorio de Tepic. Estas rocas de color pardo rojizo y 
compactas, traen á veces enclavados numerosos fragmentos de las rocas an- 
desíticas sobre las que han escurrido ó que han atravesado en la forma de 
diques. Es indudable, á juzgar por ciertas alteraciones, que el desarrollo mi- 
erocristalino del magma, depende de acciones dinámicas importantes, que 
determinaron en esta región, la formación de la red de fracturas posterior- 
mente mineralizadas. 

En el magma esencialmente microcristalino de la roca del Zopilote, algo 
se nota el escurrimiento fluidal, por la ordenación en regueros, de numerosas 
partículas ó granulaciones opacas y de óxidos de fierro; estas últimas en can- 
tidad bastante para dar á la roca el tinte parduzco dominante. De las partes 
alumbradas del magma con contornos claros, unas son de cuarzo, otras son 
de feldespato y no hay otra segregación á más de éstas, que granulaciones y 
agujas rojizas Ó negras que proceden de la desintegración de un mineral pri- 
mario reabsorbido, que mal conservadas secciones dan los contornos de la 
hornblenda. Los fenucristales están también alterados y son de una pla- 
gloclasa en macles sucesivos. Cerca de los contornos de cada cristal existen 
partes más cristalinas que el magma, pero semejantes á él por la separa- 
ción de playitas de cuarzo y feldespato. Igual alteración se observa á veces 
en el interior de los cristales pero dejando intersticios que están llenos de cal- 
cita y de sericita Ó partes no descompuestas del feldespato original. Es pro- 
bable que las secciones sin macle sean de sanidino. La tansformación de los 
cristales tiende á veces á dar partes desarrolladas granofíricamente, es decir, 
agrupaciones de playitas simultáneamente alumbradas ó extinguidas. 

Rosenbusch* aduce pruebas, tales como la silicificación, la ordenación flui- 
dal de las partículas del magma y los restos de materia amorfa que tienen 


1 Microscopical Petrography of the eruptive rocks of the Eureka Dist. Nevada. J. P. 
Iddines, Monog. XX, 1892. U.S. Geol. Survey. 

2 Geol. Exp. of the Fortieth Parallel.—Vol. VI, 1876. 

3 Rosenbusch.—Mikroscopische Physiographie der Massigen Gesteine. Stuttgart, 1896, 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 9 


las rhyolitas holocristalinas, que tienden á demostrar que este desarrollo eris- 
talino y aun microcristalino de algunas de ellas, procede de acciones secun- 
darias, entre Otras, de fuerzas orogénicas obrando sobre rocas de magma ví- 
treo ó microlítico.. Esta aserción puede ser para nosotros en algunos casos 
verdadera, porque algunas rocas consideradas aquí como holocristalinas pro- 
cedentes de regiones mineras, excluyen de sus magmas la segregación esfe- 
rolítica, la que se produce con más ó menos frecuencia en el acto de la desvi- 
trificación de un magma vítreo ó en partes microlítico, durante la segunda 
consolidación. 

Muy parecida en lo tocante al aspecto y carácter del magma de la rhyolita 
antes mencionada, se encuentra una roca gris rosada en las canteras de rhyo- 
litas esferolíticas de Cerezo, cerca de Pachuca (2), con sólo la diferencia que 
entre las partículas sin ningún indicio de ordenación fluidal, las partículas 
ferruginosas no existen, habiendo en cambio finísimas.y muy numerosas sec- 
ciones, algunas exagonales, de una biotita de color amarillo verdoso á la luz 
natural, y que dan amarillo á parduzco á la luz polarizada. 

Entre los fenocristales, que no son muy abundantes, domina el cuarzo des- 
provisto de inclusiones; en menor cantidad el sanidino en pequeños cristales 
con algunos regueros de poros gaseosos; la biotita en láminas de color exac- 
tamente igual á la del inagma, y raros cristales corroidos de andesina. 

Es de notarse en las rocas anteriormente descritas, la ausencia completa de 
minerales accesorios, y para de una vez diremos que llama la atención la ge- 
neral pobreza ó rareza de los minerales accesorios en la mayoría de las rhyo- 
litas mexicanas, quizá más raros que en las rocas silizosas neovolcánicas ex- 
tranjeras. Sin embargo, entre algunas de las rhyolitas de la Sierra de Gua- 
najuato (8) que ofrecen, por otra parte, mucha variedad de estructura, encon- 
tramos en la cima del cerro de Chichíndaro, arriba de rhyolitas muy esfero- 
líticas, una de color blanco y compacta, que en su magma mierocristalino se 
encuentran algunas diminutas agujas de apatita. Este mismo mineral se en- 
cuentra en muy finas agujas como inclusiones en cristales de sanidino, los 
únicos fenocristales, despedazados á veces, que tiene esta roca. En cuanto á 
su magma, á más de ser microcristalino, contiene lagunas granofíricas de 
cuarzo y feldespato. Una rhyolita rosada de Guadalcázar (S. L. P.) es tan 
semejante en el aspecto del magma á la roca de Chichíndaro, que sería ocio- 
so repetir la descripción. 


Rhyolitas de magma micro y criptocristalino, 


Si el grado de cristalinidad del magma de las rhyolitas es el que nos viene 
sirviendo de base en nuestra descripción, es oportuno colocar á continuación 
aquellas rocas en cuyo magma no sólo existen partes bien cristalizadas y por 
lo tanto semejantes á las anteriores, sino también partes muy finas que mues- 
tran débil doble refracción y contornos vagos, lo que hace muy difícil preci- 
sar con claridad los individuos cristalinos que las forman. Un magma con 

N? 15.—2 


10 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


esa estructura se le designa como magma criptocristalino, el que no está exen- 
to de una pequeña cantidad de materia amorfa. Hay lugar igualmente aquí 
de indicar, que por regla general, el magma criptocristalino pasa, por insensi- 
ble gradación, á una pasta de mucho más débil acción á la luz polarizada, y 
constituida, según la define Rosenbusch, de una substancia aparentemente 
isotrópica, pero en parte compuesta de partículas muy pequeñas alumbradas, 
más visibles cuando afectan las formas radiantes de las esferolitas. A este 
magma designado frecuentemente como microfelsita, término” que hemos usa- 
do nosotros algunas veces, es conocido también por los autores franceses con 
el nombre de magma petrosilizoso.* Sobre su verdadera naturaleza y estruc- 
tura hay en verdad diferencia de opiniones; algunos lo consideran como una 
pasta en parte amorfa con sílice individualizada (M. Levy). Para Rosen- 
busch? es una masa que tiene individualidad, es decir, un compuesto quími- 
co definido. 

Nos permitimos aquí disentir de tan autorizadas opiniones y corroborar 
las hipótesis consignadas por Brógger y Teall* que han sido aceptadas por 
petrógrafos americanos como Iddings* y Cross para quienes la base llamada 
microfelsita no es más que un crecimiento simultáneo (intergrowth) submi- 
eroscópico de cuarzo y feldespato. Todos convienen en que esta masa sumil- 
nistra los elementos de las esferolitas, pues que es en su seno donde toman 
generalmente nacimiento, y aunque en las muy pequeñas segregaciones esfé- 
ricas no es posible precisar su verdadera naturaleza, en las de mayores di- 
mensiones ó en aquellas que han sufrido particulares modificaciones, alcan- 
zam un grado mayor de desarrollo individual, y por eso más clara su estruc- 
tura. Se puede reconocer entonces que hay de hecho frecuentemente la asocia- 
ción de dos minerales principales: la sílice individualizada y el feldespato, 
eristalizados simultáneamente en muy variadas formas que han sido ya da- 
das á conocer, especialmente por Iddings. 

Cuando se tiene á la vista un vasto material en donde percibir las varias 
y numerosas transiciones y observar los distintos grados de perfección en es- 
ta peculiar estructura, no hay lugar á vacilar en que la pasta que provee el 
material de las esferolitas y que llaman microfelsita, es una mezcla submi- 
eroscópica de cuarzo y feldespato en la que nunca falta un residuo de materia 
amorfa. Si bien es cierto que en esta masa no es posible distinguir con sus 
caracteres precisos cada uno de estos elementos, es simplemente por cuestión 
de pequeñez; y aún iríamos más lejos, suponiendo que es por efecto de las 
formas cristalinas que ellos toman de ordinario, pues que no dan secciones 
alargadas perceptibles como las que toman otros minerales en microlitas. El 


1 M. Levy.—Estructures et clasification des roches éruptives, 1889. 

2 Rosenbusch.—Mikroscopische Physiographie, etc. 

3 Teall.—British Petrography, 1888. 

4 J. P. Iddings.—Spherulitic erystalization.—Phil. Soc. of Washington, Vol. XI, 1891. 

5 Wh. Cross.—Constitution and origin of spherulites.—Phil. Soc. of Washington, Vol. 
XI, 1891. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 11 


cuarzo microscópico se aparta poco de secciones circulares, el sanidino en mi- 
crolitas da formas que se aproximan á cuadrados; y por qué no pensar que 
en sumo grado de pequeñez estos minerales vengan en formas irreconocibles 
segregados del seno de una pasta amorfa? Esta pasta, siempre cargada de 
impurezas en fina división, ponen obstáculos grandes al crecimiento indivi- 
dual de las partículas cristalizadas, á lo que contribuye también la no abso- 
luta homogeneidad del magma que todos reconocen. Que condiciones parti- 
culares de este magma determinen un centro de cristalización como los que 
hacen nacer las esferolitas, y se verá que las partículas se interponen con al- 
guna regularidad. entre las partes cristalinas ó que repelidas en ciertas direc- 
ciones permiten que las dichas partes se asocien, dando individuos cristalinos 
mejor reconocibles, como en las esferolitas porosas ó como en las litofisas. 

¿Qué puede ilustrar mejor la composición de un magma rhyolítico cuando 
está sobrecargado de sílice, que ciertas variedades de la estructura micro- 
poikilítica? 

Considerando desde luego las rhyolitas con magma holocristalino y con 
partes de magma criptocristalino, notaremos que tienen muy poco desarro- 
llada la estructura fluidal y que son raras ó no existen las esferolitas. 

Entre los buenos ejemplos mencionaremos una roca del cerro de Chichín- 
daro (8) relacionada con las rhyolitas casi holocristalinas que ya hemos cita- 
do antes y que vienen cerca de las rhyolitas esferolíticas que son allí las do- 
minantes. Al microscopio y á la luz natural, el magma incoloro ó con partes 
ligeramente coloridas en amarillo, muestra finas puntuaciones opacas de óxi- 
do de fierro, secciones cuadradas de magnetita y raras microlitas aciculares 
de color parduzco y opacas. A la luz polarizada se ve que el magma en partes 
es un confuso agregado criptocristalino pero tiene también porciones de mag- 
ma cristalino en el que es posible definir las secciones de cuarzo y feldespato 
que lo integran. Los espacios no ocupados por este magma están cubiertos 
por una pasta más obscura que viene realmente llenando los intersticios, y por 
gran cantidad de cuarzo secundario en secciones muy irregulares. En su 
origen esta roca parece haber retenido el producto de aguas de impregnación, 
que sólo tuvieron acceso en las partes menos compactas de su masa. Entre 
los elementos primarios domina el cuarzo, desprovisto de inclusiones, y de 
bordes corroídos; en menor cantidad el sanidino también límpido, y raros 
fragmentos de una plagioclasa. 

Un magma semejante, aunque más uniforme, nos da una rhyolita gris cla- 
ra de cerca de la mina de Cabrera, en la región de Real del Monte (2), cuyo 
color claro proviene de la ausencia de granulaciones opacas coloridas, viéndo- 
se sólo ála luz natural, granulaciones grises sin indicios de fluidalidad y finas 
laminitas de mica de color verde claro. 

El cuarzo de primera consolidación es abundante y en secciones arredon- 
deadas y corroídas, algunas de las cuales muestran regueros de cavidades ga- 
seosas y un pequeño cristal que parece de apatita. Alrededor de una sección 
de cuarzo con penetraciones de magma en su interior, se ha formado una au- 


- 12 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


réola de muy finas fibras radiantes y también partes de cristales macleados 
probablemente de sanidino, con cuarzo interpuesto. El sanidino poco abun- 
dante viene en secciones muy límpidas y parecidas á las de cuarzo en su tono 
gris de polarización, pero á veces en buenos macles de Carlsbad; por último, 
láminas de biotita de fuerte dicroismo completan la composición de la roca. 

Un magma más criptocristalino pero sin ningún desarrollo esferolítico 
muestra una rhyolita del cerro del Nayal, cerca de Guanajuato (8), de color 
amarillo claro y con numerosas secciones de cuarzo y feldespato enclavadas. 
La opacita es muy abundante por la avanzada descomposición del feldespato 
de primera consolidación, pues cada sección de sanidino y algunas de plagio- 
clasa, presentan en sus bordes una zona ancha turbia. La particularidad de 
esta roca consiste en la reacción muy fuerte del magma sobre los cristales 
de cuarzo, por esto desmembrados en sus bordes. Estos cristales de cuarzo 
tienen muchos poros de gas é inclusiones vítreas de forma cuadrada con bur- 
bujas de gas en su interior. A más de estos poros, se encuentran en las playas 
de cuarzo, inclusiones líquidas con burbuja móvil, lo que es raro en las rhyo- 
litas. En muchas de las rhyolitas del paralelo 40, descritas por Zirkel,' el 
cuarzo primario ha mostrado con relativa abundancia las inclusiones vítreas 
y aun los poros de gas, pero las inclusiones líquidas y con burbuja móvil son 
tan raras, que sólo dos ejemplos muestra el autor aludido, únicos entre un 
vasto material; y para uno de ellos pone en duda la legitimidad del cuarzo 
como constituyente propio de la roca, suponiendo que este cuarzo esté sólo 
enclavado en la masa con fragmentos de otras rocas que también existen. El 
otro ejemplo, el de la roca de Hantz Peak en Elkhead Mountains, se aparta 
también un poco de la composición normal de las rhyolitas que él describe. 
Desde el estudio de Zirkel á la fecha, los ejemplos de cuarzo con inclusiones lí- 
quidas en las rhyolitas, han aumentado considerablemente, aunque el número 
de casos observados no sea tan grande para suponer que tales inclusiones son 
comunes en el cuarzo de estas rocas. Entre las rhyolitas mexicanas veremos 
adelante que se encuentran las inclusiones líquidas en cuarzos de algunas 
rhyolitas esferolíticas. 

La rhyolita gris del río de Cardones, cerca de Guanajuato, es menos crip- 
tocristalina que la del Nayal; domina en ella el magma amorfo con numero- 
sas partículas de cuarzo y feldespato y no manifiesta ni tendencias á la forma 
esferolítica; también el feldespato y el cuarzo en grandes partes granofíricas 
son menos abundantes que en las rocas anteriores; pero en cambio, los feno- 
cristales son más numerosos; el cuarzo límpido sólo contiene algunos regue- 
ros de poros de gas, el sanidino viene en cristales pequeños, desgraciadamen- 
te alterados y con grietas rellenadas de kaolinita y sericita; la biotita es rara 
y alterada y el fierro negro sólo muy accidentalmente se encuentra en el mag- 
ma. Como un hallazgo notable citaremos algunos cristales de apatita en el 
magma que, aunque muy pequeños, se ven en la forma de prismas con sus 


1 Zirkel.—Microscop. Petrography.—Geol. Exp. 40th. Parallel. —V. 1876, págs. 197 y 201. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 13 


terminaciones piramidales características; el dicroismo relativamente sensible. 
Los cristalitos contienen en su medio muchas inclusiones vítreas. 

Aquí cabe mencionar por su semejanza con la ya descrita, una rhyolita de 
Sultepec (7), de color gris claro, salpicada de cristales grises de cuarzo con 
sus formas piramidales y cristales de sanidino y pirita. 

Rhyolitas de color blanco ó gris claro con muchos cristales de cuarzo pri- 
mario, procedentes de la mina de Nevada, en Real del Monte, traen en el 
magma, parecido al anterior, pequeños cristales de jergón. 

Ehyolitas grises claras procedentes de Curucupaceo (13), en el Estado de 
Michoacán, tienen un magma muy semejante, y en ellas el feldespato predo- 
mina sobre el cuarzo en los cristales primarios, siendo principalmente el sa- 
nidino en macles de Carlsbad, alterado en sericita en las grietas; hay también 
una oligoclasa en cristales en zonas de crecimiento con pequeñas diferencias 
en el ángulo de extinción. Unos y otros feldespatos tienen inclusiones vítreas 
á veces. Las pocas secciones de cuarzo están corroídas por el magma, dando 
algunas veces un tapiz de cuarzo granudo al rededor de las secciones. La 
biotita es escasa y alterada. En el magma de estas rocas se observa á veces 
una curiosa división en glóbulos esféricos al parecer producidos por la con- 
tracción del magma durante el enfriamiento. Estos glóbulos se ven aislados 
y no dan aspecto diferente de el del magma. Suele verse una corona al rede- 
dor de estos glóbulos, cubierta por cuarzo, y en el interior, coronas concéntri- 
cas del mismo cuarzo alternando con partes del magma. 

Secciones de contornos irregulares pero que recuerdan secciones de crista- 
les, se ven actualmente rellenadas por una materia que su color é indicios de 
erucero recuerda á la calcita, y dentro de ella y desparramados, granos y cris- 
tales de piroxena de fuerte relieve y vivos colores de polarización. Es proba- 
ble que estas secciones fueron originalmente de mica ó de algún otro mineral 
ferromagnésico. Cerca de estas secciones hay cristales de apatita. 

En las rocas de Curucupaceo no escasean lagunas, ya de producción pri- 
mordial y otras probablemente secundarias, formadas las unas de granos de 
feldespato y cuarzo granofírico, y las otras de cuarzo alotrimorfo. - 

La mezcla de magmas mierocristalino-granular hipidiomórfico y cripto ó 
microcriptocristalino, con ó sin estructura de escurrimiento, es muy frecuente 
en las rhyolitas esferolíticas. Mr. J. P. Iddings cita esta estructura en su 
excelente capítulo sobre las rhyolitas de Yellownstone Park,' cuyas descrip- 
ciones convienen casi exactamente á veces con las que podríamos dar de al- 
gunas de nuestras rhyolitas. a 

En unos casos considera dicho autor aquella primera forma de estructura 
como primaria, es decir, como una cristalización producida durante la final 
consolidación de esas rocas, y en otras supone que tal agregado es de origen 
secundario, que, á decir verdad, no es allí el caso más frecuente, porque esas 
rhyolitas están muy poco alteradas. 


1 Iddings.—Geology of the Yellowstone Nat. Park. Monog. XXXII, 1899. U.S. Geol, Surv. 


14 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


Una mezcla bien uniforme de magma obscuro á la luz polarizada, con par* 
tículas bien alumbradas y magma micro-criptocristalino, nos suministra 
ejemplares procedentes de las Cumbres de Barranca Grande, cerca del mine- 
ral de San José de Gracia en Sinaloa (18). Son estas rocas de color blanco 
rosado con pasta de aspecto litoídico pero con numerosos cristales de cuarzo 
y feldespato, unos de plagioclasa y otros de sanidino, difíciles de reconocer por 
su alteración muy avanzada. El magma con pocas granulaciones y algo man- 
chado por óxidos de fierro, producto de la descomposición de un mineral fe- 
rromagnésico, está constituído de una masa microcristalina de pequeñas sec- 
ciones ó playitas de cuarzo y feldespato y partes también cristalinas pero de 
contornos indefinidos. Lagunas de materia amorfa y granos alumbrados lle- 
nan los huecos y aparecen como un residuo de última consolidación. 

Muchas de las secciones de cuarzo primario de esta roca ofrecen regueros 
de cavidades é inclusiones líquidas con burbujas movibles. 


Esferolitas. 


Vamos á entrar ahora á la descripción del grupo más numeroso, importan- 
te y sugestivo de rhyolitas propiamente dichas, que son aquellas en las que 
en un magma microcristalino, criptocristalino y microlítico tal como lo 
acabamos de definir, ó vítreo, los tres primeros, como estados distintos y aun 
sucesivos de crecimiento simultáneo de cuarzo y feldespato, se han segregado 
estos mismos minerales con cierta ordenación, que por la forma de su con- 
junto, en muchos casos esférica y con estructura interior radiante y concén- 
trica, se ha convenido en llamar esferolítica. La estructura de estos indivi- 
duos y el estudio de su modo de formación, han dado materia para muchas 
descripciones y aun para discusiones que han nacido de la dificultad que se 
ha tenido para determinar la verdadera naturaleza de los elementos cristali- 
nos que entran en la constitución de dichas esferolitas, elementos muchas ve- 
ces no discernibles ni á los más fuertes aumentos. 

Sin entrar nosotros en el terreno de la discusión, ni en la precisa definición 
de las esferolitas, que tanto han ilustrado los hermosos estudios de Iddings, 
de Cross, Rosenbusch y otros, diremos que en el excelente material de que 
disponemos, encontramos una gran variedad, no sólo de formas que muchas 
distan bastante de tener la forma esférica, sino también de estructura, y des- 
de este punto de vista iguales ó muy semejantes á las que ha estudiado con 
detalle Iddings, del Yellowstone Park en los Estados Unidos.: En vista de 
dicho material, nos parece que hay pruebas suficientes para considerar tales 
formas radiantes como una cristalización simultánea de cuarzo y feldespato, 
que responde, como dicen Teall? y Broger, á la composición de la micropeg- 
matita, hacia la que, como veremos, presenta las más finas gradaciones, re- 


1 Iddines, op. cit. 
2 Teall.—British Petrography, London, 1898. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 13 


vistiendo en sus pasos formas que por ser tan variadas como caprichosas lla- 
man inmediatamente la atención en el campo del microscopio. Hay ciertamen- 
te en muchos casos agrupaciones esféricas de un solo mineral, como de feldes- 
pato, que hemos visto en algunas obsidianas desvitrificadas y en otras lavas 
rhyolíticas y que Rosenbusch designa con el nombre de esfero—cristales, pero 
es indudable que aun en ciertas esferolitas, como es muy frecuente, que no 
muestran por su pequeñez las partículas, una forma aparente cristalina defi- 
nida, son también constituídas de un crecimiento simultáneo de cuarzo y 
feldespato (intergrowth). 

Así consideradas las esferolitas, podemos distinguir tres tipos principales, 
en los que quedan comprendidas casi todas las variedades observadas por 
nosotros, á saber: 

a. Esferolitas compactas generalmente pequeñas, radialmente fibrosas, cu- 
yas fibras se ven á veces muy claras en la luz incidente. A la luz polarizada 
dan la cruz negra de brazos paralelos á los planos principales de los nicols; 
la forma individual de las partículas cristalinas de las fibras no es determi- 
nable. 

b. Esferolitas constituídas de manojos de fibras radiantes con cruz negra 
incompleta y de brazos oblicuos. Frecuentemente se ven zonas concéntricas. 
Las esferolitas son de grandes dimensiones y no siempre radian de un cen- 
tro. Afectan á veces la forma de husos, pinceles ó plumas. En parte de ellas 
se pueden distinguir las agujas de feldespato, y cuarzo entretejido. 

c. Esferolitas compuestas de fibras ramificadas hechas de cristales muy pe- 
queños de feldespato, entre los cuales hay escamas de tridymita, cavidades 
de gas y cuñitas de cuarzo. 

Después siguen las esferolitas muy porosas ó las litofisas y las otras formas 
de crecimiento simultáneo ya más próximas á la forma perfecta micropegma- 
títica. 

Análisis químicos cuidadosos han demostrado la semejante composición 
del magma amorfo de las rhyolitas, de la materia micro y criptocristalina y 
de las esferolitas; también se demuestra en las láminas, que las esferolitas se 
han formado en muchos casos al finalizar la consolidación del magma, pues 
han nacido cuando ya ha cesado de escurrir y por lo tanto en estado viscoso. 
Pero para la formación de la esferolita se ha necesitado de suficiente movili- 
dad de las partículas para determinar su ordenación, movilidad que no ha 
tenido en todas sus partes el magma. Iddings' da una explicación muy plau- 
sible de la formación de las esferolitas, suponiendo que son el resultado de la 
acción del vapor de agua absorbido por un magma silizoso, que desde el 
momento en que dicha agua no entra en la composición de los minerales re- 
sultantes, su acción viene á ser casi exclusivamente física. El vapor de 
agua, según se demuestra, hace descender el punto de solidificación de los 
magmas, determinando en las partes de dicho magma cargadas de vapor y 


1 J. P. Iddings.—Spherulitic Crystalization.—Phil. Soc. of Washington, Vol. XI, 1891. 


16 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


á una temperatura dada, una mayor fluidez de esa parte que en el resto de 
la masa, permitiendo así la ordenación de las moléculas para dar un espacio 
más cristalino que el resto de la masa y producir también la ordenación de 
las partículas cristalinas. 

Para dar á nuestra descripción una forma sistemática, debemos aquí de co- 
menzar por aquellas rhyolitas propiamente dichas que presentan esferolitas 
en su forma más simple, que más bien afectan por su pequeñez y poca regu- 
laridad de sus contornos, la forma de rosetas, las que se tocan á veces mú- 
tuamente formando propiamente un magma microesferolítico. (Fig. 1, lám. 
VI). Este contacto mutuo es el que origina en la mayor parte de los casos su 
contorno irregular. De nuestros buenos ejemplares de rhyolitas con fino mag- 
ma estoica: citaremos desde luego, las de la bajada al río Chico en el cami- 
no de Durango á Mazatlán, la roca del cerro de las Navajas á 20 leguas al 
S.W. de la ciudad de Durango (17) sobre la Sierra Madre occidental. Tie- 
nen un color gris rosado y son compactas, no dejando ver ála simple vista 
su carácter esferolítico que en el microscopio se descubre á la luz polarizada. 
Alaluz natural puede observarse la estructura radial y muy finamente fibro- 
sa de cada esferolita en un campo limpio, ó con escasas partículas opacas en re- 
gueros orientados según las fibras, á veces sólo se ven en los bordes de cada 
glóbulo esferolítico. A la luz polarizada, cada roseta muestra la cruz negra 
de brazos orientados según los planos principales de los nicols y teniendo ca- 
da brazo una mia en sector de círculo. Los sectores alumbrados dan 
un tinte uniforme de débil doble refracción. Aunque el carácter fibroso se 
conserva en los nicols cruzados, las fibras son tan finas que no es posible in- 
dividualizarlas ni con muy fuertes aumentos. Espacios sin acción sobre la 
luz polarizada separan á grupos de esférulos, pareciendo por eso que tales es- 
pacios están cubiertos por materia amorfa en donde se aglomeran en mayor 
cantidad las partículas ferruginosas. 

Algunas cavidades que quedaron vacías entre las esferolitas han sido lle- 
nadas por cuarzo alotrimorfo, en grandes y pequeñas playas con pequeños 
poros gaseosos. En el magma amorfo se encuentran con relativa abundancia 
agujitas y granos de color verde, que suponemos son de augita, desparramadas 
juntamente con las granulaciones triquíticas de óxido de fierro y pocos crista- 
les de magnetita. 

Aglomeraciones de esferolitas enteramente semejantes á las anteriores for- 
man parte del magma de las rhyolitas de la Sierra de la Yesca (15) en el 
Territorio de Tepic, también sobre la Sierra Madre occidental. El carácter 
fibroso á la luz natural es muy claro y las partículas opacas se encuentran 
en los bordes de las esferolitas ó en los espacios entre ellas donde domina una 
materia amorfa y microcriptocristalina. Esta materia amorfa porlariza dé- 
bilmente la luz y tiende á formar glóbulos ó esferoides como en los vidrios 
en tensión. En estas rocas es poco sensible la estructura fluidal y poco nu- 
merosos los cristales primarios de feldespato, que no se pueden determinar 
por su alteración avanzada. Otras partes del magma sin triquitas pero con 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 17 


numerosos granos opacos, muestran la estructura criptocristalina en donde 
se dejan reconocer aquí y allá, playitas de cuarzo alotrimorfo y también agre- 
gación microlítica en forma radiante, de cuarzo y feldespato. 

En muchas de las rosetas de que hablamos, los radios de la cruz negra son 
correspondientes á los planos principales de los nicols, pero hay algunos ca- 
sos en que estas líneas de extinción no corresponden exactamente con aque- 
llos planos, sino que son ligeramente oblicuas, lo que es debido seguramente, 
como en esferolitas más discernibles, á la diferente orientación de las fibras 
componentes de feldespato y de cuarzo. 

En muchos otros lugares de la Sierra Madre occidental se encuentran rhyo- 
litas con esta forma de agrupación radial, con caracteres iguales en todas sus 
partes, de modo que no es preciso hacer de ellas otra descripción. Tratare- 
mos ahora de aquellas rhyolitas que llevan cuerpos esferolíticos un poco más 
discernibles, es decir, que los elementos cristalinos de cuarzo y feldespato que 
los constituyen, sobre todo este último, están mejor individualizados. 

De este segundo tipo de esferolitas citaremos las de las rhyolitas de los ce- 
rros próximos á Acámbaro (13), de color gris manchado de rojo; contienen 
muchos fenocristales de cuarzo y sanidino. Las esferolitas son opacas y for- 
madas de haces de fibras alternativamente alumbradas y obscurecidas. Hay 
granos opacos formando triquitas que irradian como las fibras. Los manojos 
de fibras de estas esferolitas muestran la curiosa disposición de conos empo- 
trados que indican que hubo varios puntos donde comenzó la cristalización» 
Se puede probar en muchos casos que las fibras individualmente son cónicas 
y puede explicarse su desarrollo de manera análoga á la sugerida por G. A. 
J. Cole.! Algunas veces las fibras cuando son vistas con fuertes aumentos, 
se pueden resolver en cristalitos aciculares de feldespato, seguramente de sa- 
nidino con extinción longitudinal. Partes de estas fibras ó de los manojos 
muestran tintes claros é intensos de polarización, suponiendo por este carác- 
ter la presencia del cuarzo. Las esferolitas generalmente agrupadas, están 
contenidas en un magma amorfo con partículas alumbradas pequeñas de 
cuarzo y feldespato y finas granulaciones en ordenación fluidal. Los cris- 
tales primarios de cuarzo son límpidos con corrosiones en su interior llenas 
de materia esferolítica; el sanidino viene en excelentes cristales con macles de 
Carlsbad, alargados según la clinodiagonal. La biotita ó mica ferrífera viene 
también en pequeñas laminitas. 

Con este mismo aspecto se presentan las esferolitas que forman la casi to- 
talidad de las rhyolitas del cerro de Chichíndaro, en Guanajuato. Llevan en 
su masa numerosas agujas triquíticas radiantes y penachos de materia ferru- 
ginosa. Estas rhyolitas tienen pocos fenocristales. 

El análisis de una roca de esta localidad dió: 


1 G. A. J. Cole.—On some examples of cone in cone structure. Geol. Mag. Vol. X, n2 46. 


N? 15.—3 


18 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


Dt NOA ORROAE O rs ios 71.00 
LAO SUBO daba DobDoR RS A RES o 12.48 
Peri. a E TE Adaro psbas do dGda: 3.48 
KO intente ace O: E NUS 3.29 
Nardin ala eo on poo nep cgunódoSS 3.42 


Casi la misma descripción le conviene á la rhyolita de cerca de la cascada 
de San Diego, en el Mineral del Chico (2), con sus esferolitas opacas por aglo- 
meración de finas puntuaciones y con triquitas radiantes de materia ferrugi- 
nosa. Las granulaciones se acumulan en capas concéntricas, dandu á veces 
una serie de anillos alternativamente opacos y alumbrados á la luz polariza- 
da. El magma de esta roca es más cristalino y con menos impurezas, pues se 
ve muy claro é incoloro á la luz natural, en el que se notan fácilmente las 
secciones opacas de las esferolitas (lám. VI, fig. 2). Lo único que sobresale 
en el magma son algunas triquitas con la forma de simples barritas negras. 
El cuarzo como el sanidino de esta roca contienen hileras de finas cavidades; 
se ven muy corroídos por el magma y están cruzadas las secciones por grie- 
tas llenas de cuarzo que también atraviesa en venillas al magma. Estas grie- 
tas á veces son muy anchas y aislan á partes de la roca. 

Un excelente ejemplar de la Sierra de la Parida (15), entre los límites del 
Estado de Zacatecas y Territorio de Tepic (15), deja ver el mismo tipo de 
esferolitas de la roca anterior, es decir, resolubles en haces de fibras con ex- 
tinción irregular; rosarios radiantes de triquitas separan los manojos fibrosos 
de estas esferolitas, las que están en un magma amorfo con finas partículas 
alumbradas. La roca contiene diseminados numerosos cristalitos de primera 
consolidación, entre los cuales domina el sanidino en pedazos de cristales con 
el gemelo de Carlsbad, límpidos y desprovistos de inclusiones; después en can- 
tidad sigue el cuarzo, y por último, una plagioclasa en macles sucesivos que 
muestran el ángulo de extinción pequeño de la andesina. El despedaza- 
miento de estos cristales le dan á la roca el aspecto de una brecha. Como mi- 
neral accesorio, citaremos algunas secciones de hornblenda ferrífera reabsor- 
bida que sirve á veces de núcleo á los grupos de esferolitas. 

Es muy común en algunas rhyolitas, que las esferolitas finamente fibrosas 
sólo sean visibles á la luz polarizada y que á la luz natural se observe la es- 
tructura fluidal de la roca indicada por hileras de partículas y triquitas, que 
pasan á través de los glóbulos esferolíticos sin modificarse en nada las bandas 
de fluidalidad. Una rhyolita roja litoidica de la Sierra Pinta, en el Distrito 
del Altar, en Sonora (22), muestra este doble aspecto de magma esferolítico 
y estructura fluidal; y presenta el caso muy instructivo de una muy lenta 
transición de las esferolitas al magma microlítico ó criptocristalino, es decir, 
que en parte el contorno de las esferolitas no es marcado. Así por ejemplo; 
cada esferolita al partir del centro, está formada de manojos apretados de 
fibras que se van subdividiendo poco á poco hacia la periferia como si ten- 
diesen á aislarse unas de otras las fibras, dejando espacios llenos de materia 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 19 


amorfa. Más lejos del centro, el carácter fibroso es menos marcado, la longi- 
tud de las fibras es menor hasta llegar á confundirse en tamaño con las par- 
tículas pequeñísimas alumbradas contenidas en la pasta amorfa, demostrán- 
dose así la igualdad de naturaleza del magma de las rhyolitas y de la mate- 
ria esferolítica. Esta roca tiene cristalitos primarios de sanidino diseminados 
ó agrupados, dejando entre sí espacios ocupados por una masa finamente gra- 
nuda de cuarzo y feldespato. 

En la región rhyolítica del Tejocote, cerca de Huayacocotla (6), en el Can- 
tón de Chicontepec (Veracruz), hay rocas con magma constituído en su ma- 
yor parte de finas esferolitas con cruz negra bien orientada. Las fibras muy 
finas son reconocibles á la luz natural; también se ven partículas y triquitas 
ordenadas fluidalmente pasando por encima de las esferolitas. No escasean 
aquí los glóbulos de vidrio que polarizan por tensión. 

Pocas rocas rhyolíticas mexicanas nos dan un estado esferolítico tan bien 
desarrollado como el de algunas rocas de Azoyatla, al S. del Mineral de Pa- 
chuca, no lejos de las Navajas (1). Son rocas macizas, de color rosado muy 
elaro y muy frescas. El magma no es más que una agregación de esferolitas 
circulares de límites muy marcados, pues según sus contornos tuvo lugar 
una división de la masa por contracción que mucho se asemeja á una división 
perlítica; las grietas están tapizadas de la característica asociación de cuarzo 
y feldespato, con materia amorfa escasa. 

A la luz natural las esferolitas dan un campo limpio, en el que destacan 
triquitas radiantes ferruginosas que representamos en la fig. 3, lám. VI, úni- 
cas que coloran á la roca casi desprovista de otras granulaciones opacas. Con 
fuertes aumentos, y mejor con la huz convergente, se puede apreciar con su- 
ma claridad la estructura fibrosa de cada esferolita y en partes muy finamen- 
te granular y no radiante, como sucede regularmente en el centro de cada 
glóbulo. A la luz polarizada se muestran un poco diferentes de las esferolitas 
antes descritas. En efecto, la mayor parte se resuelven en manojos de fibras 
obscuras y alumbradas, tendiendo á dar una cruz negra con brazos ligera- 
mente oblicuos á la orientación de los planos principales de los nicols; las 
partes alumbradas dan porciones de débil doble refracción y partes fuerte- 
mente alumbradas que corresponden á las regiones finamente granulosas que 
se ven á la luz natural y que parecen formadas de partículas sumamente pe- 
queñas de cuarzo. En las partes radiantes ó en los manojos de fibras, el fel- 
despato es el que domina. El cuarzo granular es muy fácil de identificarlo 
porque en el corazón de los glóbulos se ven en mayores dimensiones las pla- 
yitas de cuarzo granudo, las que disminuyen poco á poco en tamaño hacia la 
periferia hasta formar el tapiz fino y bien alumbrado de que acabamos de ha- 
blar. El mismo fenómeno se observa en el borde de algunas esferolitas, en 
donde claramente se observa el paso de las porciones granudas finas de las 
esferolitas á playas grandes de cuarzo, en las que se puede hacer una exacta 
determinación de su naturaleza. Otras veces el cuarzo granudo de los bordes 
de las esferolitas, adquiere en el magma la característica estructura micropoi- 


20 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


kilítica* llevada á la más grande pequeñez á que ez posible observarla. Tal 
cemento, que podemos considerar interesferolítico, es igual y se presenta á 
veces en condiciones análogas al ya descrito por Iddings en la página 421 de 
su último trabajo sobre las rhyolitas del Yellowstone Park.? 

Los elementos porfiríticos de estas rhyolitas esferolíticas son principalmen- 
te el sanidino, en sus formas comunes macleadas; playas muy limpias de cuar- 
zo corroído y una plagioclasa del tipo de las andesinas, que accidentalmente 
se encuentra. Muy notable es en esta roca una sección grande de cuarzo idio- 
mórfico que cristalizó simultáneamente con una plagioclasa en la forma mi- 
crográfica. Las partes de uno y otro mineral se distinguen claramente; el 
cuarzo por su limpidez y la plagioclasa porque muestra los macles sucesivos. 
Contienen éstos, pequeñas partículas opacas incluídas y diminutos glóbulos 
gaseosos. Accesoriamente se encuentran en esta roca, láminas de biotita, alte- 
rada en productos ferruginosos en el borde de las secciones. 

Esta descripción podría aplicarse á otras rhyolitas con una estructura esfe- 
rolítica muy semejante; por ejemplo, para una roca de las márgenes del río 
de Santiago, cerca del Paso de los Bueyes, en el Territorio de Tepic (15), 
que se resuelve al microscopio, como la anterior, en un magma esferolítico 
muy cargado de partículas opacas y triquitas radiantes que constrastan con 
partes muy limpias interesferolíticas, constituídas de cuarzo micropoikilítico 
en un magma criptocristalino. Las esferolitas no son circulares, sino que afec- 
tan de ordinario la forma de plumas y se aislan claramente del magma por 
una zona límpida desprovista de granulaciones. En este caso las esferolitas 
son de contornos más irregulares, con formas pedunculadas parecidas á las de 
la liparita de Kremnizcka figuradas por Rosenbusch.? Lám. Vl, fig. 4. 

A despecho de la poca luz que puede pasar á causa de las impurezas, á tra- 
vés de las esferolitas, se pueden observar los manojos de fibras de feldespato 
débilmente polarizados y las partes granudas finas de cuarzo que se ven con 
mayor claridad en los bordes, en los intersticios en las esferolitas, ó en lagu- 
nas en el campo criptocristalino. 

El cuarzo de primera consolidación abunda, muy corroido y desprovisto de 
inclusiones, el sanidino y á veces la plagioclasa están muy alterados, dando 
como productos de la descomposición, la kaolinita, la calcita y la epidota desa- 
rrollada en agujas prismáticas agrupadas en rosetas, con sus vivos colores de 
polarización. Las mismas agujas microscópicas se encuentran diseminadas en: 
el magma así como en el interior de secciones de una biotita de fuerte dicrois- 
mo. La apatita se encuentra en pequeñas agujas en el magma. 

Las rhyolitas de esta región del río de Santiago son muy interesantes por- 
que se prestan á un estudio muy completo de la estructura esferolítica. Las 


1 Una descripción sucinta de esta estructura se encontrará más adelante. 

2 J. P. Iddings.—Geology of the Yellowstone Nat. Park.—Monog. XXXII. U. S. Geol. 
Survey. 

3 Mikroscopische Physiographie, etc. Stuttgart, 1896. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 21 


mismas preparaciones suelen mostrar los tres aspectos muy característicos 
representados en las figuras 5 y 6 de la lám. VI y fig. 1 de la lám. VII. 

Las esferolitas de la figura 5 están al rededor de un fragmento de feldespa- 
to cortado por la superficie de la preparación en la orientación casi del braqui- 
pinacoide, con extinción vecina de la andesina. Estas esferolitas retienen en 
su masa gran cantidad de partículas coloridas, lo mismo que el magma que 
las rodea. Tienen también triquitas radiantes. En los nicols cruzados estas 
esferolitas están formadas de manojos de fibras alternativamente alumbradas 
y obscuras sin corresponder exactamente su extinción á la forma de la cruz 
de brazos orientados. El magma que rodea á estas esferolitas es también fibro- 
so y radiante pero sin forma definida de contornos. Está compuesto de gru- 
pos de fibras de feldespato con intercalaciones de granitos de cuarzo en agre- 
gación alotrimorfa. 

Este magma puede dar, como en la figura 6, esferolitas francas, excéntricas, 
en forma de abanicos, con manchas muy alumbradas formadas de granitos de 
cuarzo aglomerados. Las esferolitas se dividen en conchas ó capas concéntri- 
cas separadas por fajitas angostas obscuras como si fueran de materia amor- 
fa. Por último, la figura 1, lámina VII, muestra penachos radiantes en forma 
de pincel, constituídos de fibras de feldespato con intercalaciones de cuñitas 
de cuarzo. Estas tres variedades de esferolitas no parecen haberse formado 
en el mismo tiempo, pues los penachos de la figura 1 son restos de grandes 
esferolitas á expensas de las cuales se ha formado el tapiz fibroso y micropoi- 
kilítico que las rodea. En fin; la esferolita, adherida al fragmento de plagio- 
clasa, parece ser la de última formación. 

En las preparaciones microscópicas que nos han servido para presentar 
estos variados aspectos de esferolitas, persisten las alteraciones citadas antes, 
y que han dado lugar á la formación de la epidota y de la materia opaca en 
el interior de los cristales de feldespato. 

Muy diferentes de los anteriores son los cuerpos esferolíticos que se encuen- 
tran en algunas rhyolitas, especialmente de las Sierras de Villanueva y de 
Jerez (14), pues que en lugar de mostrar su carácter fibroso fino, y formados 
de cuarzo y feldespato, aparecen constituídos de simples aglomeraciones ra- 
diantes de cristales microlíticos de feldespato, pudiendo á veces reconocer la 
forma cristalina individual de dichas microlitas. Así, vemos la asociación de 
los individuos macleados según la ley de Carlsbad ó cristales simples, alar- 
gados según la cara clinodiagonal con extinción paralela á su alargamiento. 
Partículas opacas y algunas triquitas se ordenan también radialmente. Algu- 
nas esferolitas tienen en su interior grandes playas de cuarzo, probablemente 
secundario. Estas esferolitas están rodeadas de materia amorfa con huellas de 
escurrimiento, en cuya masa se ven también esferolitas pequeñas finamente 
radiantes y de cruz negra del tipo de las primeras que hemos descrito. Mien- 
tras que las esferolitas de feldespato (felso—esferolitas) están rodeadas de una 
auréola de granulaciones que indica que dicho magma fluidal las envuelve y 
las contornea, en las esferolitas de cruz negra el magma pasa sobre ellas sin 


22 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


modificar su orientación, pues se ven á la luz natural las hileras de triquitas 
opacas sobre las esferolitas pequeñas aglomeradas, mostrando que han naci- 
do después del escurrimiento. Las rocas muestran algunas esferolitas huecas 
y lagunas cubiertas de cristalitos de feldespato idiomórfico, de feldespato y 
de cuarzo, ó de feldespato y tridymita con vesículas gaseosas y cristalitos de 
fayalita ligeramenta verdosos. De los cristalitos feldespáticos, unos están en 
gemelos según la ley de Carlsbad y otros simples, se extinguen longitudinal- 
mente. 

Los fenocristales son poco abundantes generalmente en estas rocas, habien- 
do secciones límpidas de cuarzo y sanidino. 

Las mismas aglomeraciones esferolíticas y formas arborescentes de feldes- 
pato, presenta una rhyolita en la parte superior de las montañas inmediatas 
al Mezquital del Oro, en las Sierras que se extienden al Sur de la de Villa- 
nueva (14). Se hallan en un magma sin estructura de escurrimiento con mu- 
chas playitas de cuarzo y feldespato. En esta roca, además del sanidino y del 
cuarzo de primera consolidación, se encuentran algunas láminas de biotita al- 
go alterada. Esta forma esferolítica de crecimiento de cristales microscópicos, 
es enteramente semejante á la descrita por Iddings en la ya muchas veces 
citada obra, solamente que lo poco definido de los contornos de las microlitas 
nos impide á veces hacer la exacta determinación del feldespato por su orien- 
tación cristalográfica. Nuestra figura 6, lámina VIT, da una idea de esta clase 
de esferolitas feldespáticas, las microlitas de feldespato ligadas por sus extre- 
mos, relativamente anchas para su longitud, están sin embargo alargadas en 
el sentido del eje vertical. 

En las partes de la preparación, en las que las microlitas están cortadas 
transversalmente, se ven los cortes en la forma de rueditas y muchas de rom- 
bos, pudiendo apreciar á veces la soldadura de dos individuos. Dentro de es- 
ta aglomeración radiante de microlitas suelen hallarse playitas de cuarzo co- 
mo materia intersticial y lagunitas de tridymita que empastan á veces á las 
microlitas. Como los individuos microlíticos no están muy unidos, las esfero- 
litas son algo porosas. Los cuerpos esferolíticos se limitan ó distinguen muy 
claramente del resto del magma por una zona más obscura, donde se han 
aglomerado las partículas opacas. Nada de particular presenta el magma que 
sirve de cemento á las esferolitas, pues consta de materia amorfa con partícu- 
las de cuarzo bien alumbradas y microlitas de feldespato, pero suelen presen- 
tarse partes en las que estas últimas se hallan como verdaderas inclusiones 
dentro de grandes playas de cuarzo que ocupa espacios originalmente vacíos, 
cuarzo que quizá pueda ser de origen secundario. La roca tiene numerosos 
fenocristales de sanidino, algunos de cuarzo también primario y laminitas de 
biotita alterada. 

Esferolitas compuestas de fibras de feldespato de muy pequeña dimensión, 
muy semejantes á las anteriores, nos suministra una roca de Boquillas de Co- 
rral de Piedra, en el Parral, Chihuahua (19). El cuarzo abunda las más ve- 
ces en la forma micropoikilítica y es de formación posterior á las microlitas 
feldespáticas, sirviendo como de una masa interesferolítica. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 23 


Algunos casos especiales que presentan las esferolitas en sus relaciones con 
el magma, necesitan particular descripción. Uno muy interesante ofrece una 
rhyolita de la cima del cerro de la Castellana, prefectura de Ahuacatlán, Te- 
pic (15), un macizo que á manera de Bufa corona ála montaña andesítica que 
aloja filones metalíferos. La rhyolita maciza de color rosado, tiene excelentes 
esferolitas megascópicas, que á la simple vista se ven radiantes y con capas 
concéntricas de diferente coloración. 

El microscopio revela que la constitución principal de las esferolitas es en 
fibras muy finas radiantes, visibles aun á la luz natural, alumbradas en ma- 
nojos de fibras con tendencia á definir la cruz negra pero de rayos oblicuos. 
El centro de algunas de las más grandes esferolitas está ocupado por un cris- 
tal, fig. 3, lám. VIL, ó grupo de cristales de sanidino transformados en kaoli- 
nita y con inclusiones de playitas de cuarzo secundario que tapizan también 
las finas partiduras que cortan la materia fibrosa de la esferolita. En los bor- 
des de cada esferolita se acumulan las partículas opacas que se disponen tan- 
to en hileras radiantes como en capitas concéntricas, y poco á poco el extre- 
mo de las fibras se va transformando en pequeñas playitas que pasan en de- 
finitiva á una masa interesferolítica constituída de una asociación granofírica 
de cuarzo y feldespato, enteramente igual á la de nuestras microgranulitas 
terciarias. Fig. 4, Lám. VII. 

Otras veces las fibras ya en los bordes de las esferolitas, pierden su ordena- 
ción regular radiante y se encorvan en un sentido obedeciendo el escurrimien- 
to fluídico del magma acusado por el movimiento de las partículas opacas 
que entran en dicho magma microcristalino y criptocristalino. 

Algunas esferolitas muestran, al partir del extremo delas fibras, una zona 
formada de cristales microlíticos de feldespato aglomerados radialmente. 

Sucede frecuentemente que la pasta granofírica ocupa el centro del esféru- 
lo, Fig. 5, ó una zona intermedia, ó bien ese núcleo está constituído de un 
magma microcriptocristalino sin ninguna ordenación fibrosa ni radial. 

No podemos desgraciadamente probar en qué momento se ha formado la 
pasta granofírica alrededor ó en el interior de las esferolitas y que se ha in- 
yectado en las grietas que ellas tienen y en dónde se encuentran pequeños 
granos de un mineral verdoso que recuerda por sus caracteres la epidota. Sea 
que se suponga cristalizado el cuarzo y feldespato antes de la completa con- 
solidación de la roca, ó posteriormente, como parece ser lo más probable, el 
caso es muy interesante, pues que no cabe duda que á expensas de la mate- 
ria esferolítica se ha formado el cemento granofírico; entre las playitas de 
cuarzo y feldespato se encuentran restos de esferolitas y de magma criptocris- 
talino con materia que cubrió los intersticios. Igual fenómeno se encuentra 
en las rhyolitas rosadas que forman la caja de vetas argentíferas en la mina 
de Cabrera, no muy lejos del cerro de la Castellana, en las orillas del río de 
Santiago. 

Como casos especiales que muestran una individualización perfecta de los 
elementos de las esferolitas, citaremos el de una rhyolita parda del cerro de 


24 LAS RYHOLITAS DE MEXICO. 


la Mojonera, cerca de Durango (17), que tiene un magma muy vítreo con es- 
currimiento fluidal y pequeños cristales de sanidino y de cuarzo corroído. 
Las esferolitas tienen un principio de porosidad á juzgar por la separación 
individual de las fibras y rayos independientes, formado cada uno de crista- 
les de feldespato unidos los unos á los otros por sus extremos. Tales cristali- 
tos están alargados según el eje vertical y son ya positivos ó negativos en su 
doble refracción. En algunos se ve claramente el gemelo de Carlsbad. Una 
esferolita de tan clara estructura está representada en la lámina VII, figura 
6; los sectores obscuros ó las partes que separan á los cristalitos feldespáticos 
están constituídos de aglomeraciones de láminas imbricadas de tridymita cla- 
ramente visibles por sus formas comunes cristalográficas discernibles á los 
fuertes aumentos. Aglomeraciones de partículas opacas en curvas concéntri- 
cas impiden el paso de la luz en partes de estas esferolitas. 

Muy semejantes son las esferolitas que tiene una roca gris rojiza de las ori- 
llas del río Nazas, en el Estado de Durango (17); las microlitas son de ma- 
yores dimensiones, la tridymita entra siempre cubriendo los intersticios en- 
tre ellas. El magma de las dos rocas aquí estudiadas no ofrece nada nota- 
ble; la materia amorfa abunda, las partículas en ella diseminadas de cuarzo 
y feldespato, se distinguen en el campo obscuro á veces alineadas dichas par- 
tículas según las hileras fluidales que definen los granos opacos de óxido de 
fierro. 


Axiolitas. 


Las segregaciones radiales esferolíticas frecuentemente ofrecen formas que 
se apartan bastante de la original forma esférica que afectan las partes cris- 
talinas que las constituyen, y estas desviaciones provienen, según hemos vis- 
to hasta aquí, bien de los obstáculos que han opuesto al completo desarrollo 
de la esferolita partes enteramente sólidas enclavadas en el magma, como los 
fenocristales, bien resisteucias opuestas por densidad de la masa ó grados de 
enfriamiento de la misma, y al fin, por movimientos posteriores á la forma- 
ción de las esferolitas que han determinado su ruptura ó su desagregación, 
presentándose entonces como partes de esferas, sectores, etc., ejemplos de los 
cuales hemos figurado en nuestras láminas. Pero hay otro género de agrega- 
ción esferolítica muy interesante y que ocurre en México como en otras regio- 
nes rhyolíticas, con bastante profusión; queremos hablar de las “axiolitas” 
(Zirkel) ó sea agregados fibrosos que en lugar de radiar de un solo punto, ra- 
dian según líneas rectas ó más ó menos sinuosas y constituídos de fibras en ma- 
nojos radiantes y formando sectores Ó conos encontrados; otras veces estas 
fibras se ordenan entre sí paralelas y normales á la línea central. Los carac- 
teres de estructura, la apariencia al microscopio y las determinaciones ópticas 
que es posible hacer en las pequeñas partes cristalinas que las constituyen, 
son enteramente análogas á las de las esferolitas propiamente dichas, y deben 
por lo tanto considerarse como productos de la misma naturaleza, pero va- 
riando un poco las condiciones de su formación. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 25 


En efecto, para la formación de las esferolitas comunes, ya hemos visto 
como Iddings supone una cierta movilidad del magma para determinar en 
muchos casos la agrupación de las partículas cristalinas, mientras que en mu- 
chas de las rocas con axiolitas, se puede observar que el magma debió haber 
estado próximo á su completa consolidación ó en un estado de tal manera vis- 
coso que determinó partiduras en la roca originadas por contracción de la ma- 
sa rápidamente enfriada y llenadas después de materia cristalina en forma 
análoga á la esferolítica. Iddings relaciona muchas formas axiolíticas á par- 
tiduras perlíticas del magma, puesto que encuentra en tales divisiones carac- 
teres semejantes á los de la propia estructura perlítica, y tal es el caso para 
muchas de nuestras axiolitas. Otros casos tenemos, que también considera el 
mismo autor, en los que la cristalización esferolítica se ha verificado á lo largo 
de las líneas que separan á fragmentos de lavas rhyolíticas y que forman una 
verdadera soldadura. En tales casos, las axiolitas frecuentemente ofrecen en- 
sanchamientos de forma triangular, resultando del poco ajuste de los frag- 
mentos entre sí. Parece difícil explicar á veces tal condición de fragmentos 
soldados y no ser más que una apariencia lo que en realidad sería el resulta- 
do de la cristalización esferolítica en grietas irregulares producidas por la 
contracción de una masa ó en grietas más ó menos circulares que correspon- 
den exactamente á la división perlítica tan frecuente en los vidrios ácidos. Lo 
que hay de particular en las rocas con axiolitas es que éstas no siempre vie- 
nen en lavas poco cristalizadas como parecería ser el caso general, sino que 
también existen en magmas bastante cristalizados y á veces en magmas casi 
holocristalinos. 

Digamos de paso que en la estructura de las axiolitas hay como en la de 
las esferolitas propiamente:dichas, todas las transiciones posibles ya observa- 
das en estas últimas; desde un estado finamente fibroso irresoluble á los 
más fuertes aumentos, hasta un estado en que se pueden percibir los elemen- 
tos microlíticos que las integran y su manera de unión, como en las felsoesfe- 
rolitas y hasta la agregación granofírica del cuarzo y feldespato como en al- 
gunas partes interesferolíticas y que rellenan las partes centrales de algunas 
axiolitas. 

Haríamos muy larga nuestra descripción si quisiésemos citar todas las lo- 
calidades que dan rhyolitas axiolíticas con formas enteramente semejantes; 
nos contentamos con mencionar las principales y más típicas. 

Desde luego tenemos una roca blanco agrisada de la región del Mez- 
quital del Oro, en el Distrito de Suchipila, del Estado de Zacatecas (15), lo- 
calidad que ya hemos mencionado hablando de otros aspectos de rhyolitas. 
Esta roca se caracteriza por un magma amorfo y microcriptocristalino que 
sirve de cemento á numerosas playitas de cuarzo y feldespato, que aunque de 
contornos irregulares son reconocibles fácilmente como partes bien individua- 
lizadas del magma de segunda consolidación. En este magma se aislan los 
cuerpos axiolíticos claramente visibles á la luz natural y afectando diferentes 
-formas, entre otras las de semicírculos, barras, figuras en S ó partes esqui- 

N? 15,—4 


26 LAS RYHOLITAS DE MEXICO. 


nadas triangulares, todas de color ligeramente amarillo. Aglomeraciones de 
partículas según la línea central y muy finas fibras normales á los contornos 
completan la estructura. La polarización de las fibras radiantes es débil co- 
mo la de ciertas esferolitas incipientes, pero álos fuertes aumentos es posible 
apreciar la naturaleza cristalina de las partículas que componen las fibras. Sin 
embargo, una materia ligeramente colorida; como el ópalo, no parece ser ex- 
traña en estos cuerpos, llenando de preferencia el medio de la cavidad donde 
se aglomeran también las partículas opacas. La apariencia á la luz natural 
es semejante á la de la roca con axiolitas de Mopung Hills al W. de Humboldt 
Ranges (Zirkel).* 

Partículas negras de óxido de fierro bordean también á las axiolitas y se 
distribuyen irregularmente en el magma al lado de secciones cuadradas po- 
co abundantes de magnetita y algunas microlitas opacas probablemente de 
augita. La roca es pobre en fenocristales pudiendo ver solamente restos 
de cristales de sanidino y laminitas muy dicroicas de mica parda. 

Antes de seguir adelante nos permitiremos llamar la atención sobre el hecho 
de que el diferente grado de cristalinidad de ciertas partes del magma de algu- 
nas rhyolitas, (criptocristalino con playitas de cuarzo y feldespato) puede prove- 
nir de una especie de silicificación por acciones muy posteriores á su conso- 
solidación, y si esto se puede demostrar, se probaría también que los cuerpos 
axiolíticos de estas rocas se han formado en este tiempo. Pongamos el ejem- 
plo de rhyolitas axiolíticas violadas del N.W. de Guanaceví, en el Partido de 
Santiago Papasquiaro, Durango (17), de magma muy cargado de sílice; las 
axiolitas aparecen como cubriendo espacios antes vacíos. Las partículas eris- 
talinas que forman las axiolitas, pasan á microlitas feldespáticas reconoci- 
bles ópticamente. 

Aquí los fenocristales son más abundantes no sólo de sanidino y mica, sl- 
no también de cuarzo con inclusiones vítreas y burbujas de gas. Hemos vis- 
to en esta roca un cristal de feldespato con playas de cuarzo en cristalización 
simultánea. 

Con el mismo aspecto del magma encontramos la roca gris rosada de la 
Sierra del Oso, en el Partido de Indé, Durango (17). Las axiolitas se distin- 
guen en mayor abundancia en ciertas partes muy porosas de la roca y á ve- 
ces en formas casi circulares formadas de partes fibrosas y de cuarzo y otras 
de microlitas de feldespato con sus extremos muy claros hacia el interior de 
las axiolitas en donde hay un espacio hueco ó lleno de una masa holocris- 
talina de cuarzo indudablemente de origen secundario. Lo mismo que en la 
roca anteriormente citada, el sanidino límpido viene en la roca como crista- 
les primarios. Como se ve por lo expuesto, es indispensable distinguir en las 
rhyolitas, las axiolitas que proceden de una cristalización posterior á su con- 
solidación y como una materia de relleno intersticial quizá únicamente debi- 
da á la infiltración de aguas calientes y vapores sobrecalentados circulando 


1 Microscopical Petrographie Geol. Expl. Fortieth parallel. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 27 


en los intersticios de estas rocas, pues nótese bien que las rocas anteriormen- 
te descritas proceden de localidades reconocidas como mineras. Otra cosa que 
llama la atención de estas axiolitas es la ausencia de la trydimita en los pro- 
ductos del último relleno que siempre ha sido el cuarzo, como se ve muy cla- 
ro en las axiolitas de la rhyolita gris de Boquillas del Muerto, cerca de Du- - 
rango (17), que como las rocas de Indé, muestra las playitas de cuarzo se- 
cundario cubriendo la cavidad que dejan los extremos fibrosos esferolíticos 
que tapizan á las cavidades alargadas. 

Son mucbo más numerosas las rhyolitas con axiolitas formadas antes de la 
consolidación completa de la roca y nacidas al mismo tiempo que las esfero- 
litas perfectas; por ejemplo, las de una roca de la margen del río de Santia- 
go, al pie de la Sierra de Alica (15). Al lado de agrupaciones de esferolitas, 
se observan cintas de materia fibrosa adherida 4 un magma con materia amor- 
fa y pequeñas partículas alumbradas de cuarzo y feldespato. Los fenocrista- 
les que tiene esta roca son el cuarzo en playas corroídas y sin inclusiones, y 
el sanidino. Algunas partes esferolíticas y el feldespato del magma han su- 
frido alteraciones metasomáticas importantes como en las rocas propylíticas, 
tales son por ejemplo la producción de epidota en pequeñas agujas. Un mi- 
neral ferromagnésico que no es posible reconocer, se ha transformado en ma- 
sas radiales de clorita, de epidota y granos de un mineral de intenso color 
azul, probablemente arfvesonita. 

En no pocos casos las formas axiolíticas han tomado nacimiento en las 
bandas fluidales de la roca, definidas desde luego á la luz natural por los re- 
gueros de partículas opacas ferruginosas. La materia muy finamente fibrosa 
de las axiolitas presenta sus fibras normales á los bordes de las lagunas es- 
tiradas, y por lo tanto normales á las bandas de fluidalidad. Algunas formas 
triangulares y semicirculares distribuídas al acaso, tapizadas de fibras, presu- 
men una división perlítica que acaeció al finalizar el escurrimiento de la ro- 
ca, pues muchas de estas curvas cortan las bandas de fluidalidad. Lám. VIII, 
fig. 1. La roca de que hablamos, de magma, bastante vítreo, procede del 
arroyo delas Canteras, en el Valle de Allende (19), Distrito del mismo nom- 
bre en el Estado de Chihuahua, roca porosa de color rojo intenso. 

Un aspecto enteramente análogo é idénticas condiciones de formación de 
las axiolitas, nos da una rhyolita roja de las cumbres entre Texcaltitlán y 
Temascaltepec (7), en el Estado de México; roca de aspecto de toba que tie- 
ne la particularidad de traer grandes pilas exagonales hasta de 2% centíme- 
tros de diámetro de mica ferrífera alterada. 

En las mismas muestras se encuentran algunos cuerpos cristalizados que 
se resuelven en una aglomeración de cristalitos radiantes de feldespato y cu- 
ñlitas de cuarzo interpuestas. La viva polarización de este mineral contrasta 
con el color gris de las fibras feldespáticas que han cristalizado á veces con 
mucha regularidad. El magma amorfo obscuro permite ver con mucha cla- 
ridad estas axiolitas. Existe también una agregación particular de cristalitos 
de cuarzo que dan idea desde luego por su aspecto, delas agrupaciones descri- 


28 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


tas por Iddings en la página 414 de su último estudio del Yellowstone Park. 
Agujas delgadas de feldespato, muy alargadas según la clinodiagonal, se adhie- 
ren por sus extremos; y en posición normal, cristalitos y agujitas muy finas de 
feldespato con extinción también longitudinal. Algunas agujas se ven ma- 
cleadas, no pudiendo nosotros comprobar que este macle sea el de Manebach, 
como en los grupos de cristalitos descritos por Iddings. 

Una rhyolita de pasta litoide, de color gris violado, procedente de Coman- 
jillas, en las faldas occidentales de la Sierra de Guanajuato, presenta en su 
magma un excelente desarrollo axiolítico frecuentemente en la forma de ba- 
rras bifurcadas con estructura radiante. En el medio de cada una de ellas se 
ven aglomeraciones de partículas pardas que nadan en la masa de ópalo que 
forma este relleno. En ciertos lugares, la roca parece formada de partes sol- 
dadas, y abundan en ella los nidos tapizados de cuarzo y tridymita con la 
parte central cubierta de ópalo. 

En resumen, en algunas de las formas axiolíticas que acabamos de pasar en 
revista, se ve que la pasta fibrosa esferolítica sólo forma una cubierta en la ca- 
vidad, y que el interior, ó está hueco, ó lleno de playitas de cuarzo y feldespato 
que hemos considerado como de depósito secundario. Esto parece indicar que la 
materia fibrosa esferolítica, no cubrió enteramente el espacio que tapiza, ó que 
habiéndolo cubierto, ha sufrido la masa una recristalización después de una 
redisolución determinada por la acción de vapores sobrecalentados. También 
es indudable que en algunos casos, como lo indicamos al principio, la masa 
cristalina, esencialmente el cuarzo que llena el centro de las cavidades, ha si- 
do traída del exterior por estas mismas aguas que llenaron las cavidades. 
Fenómenos de esta clase pueden ser en casos semejantes de aplicación más 
general, pues como tal lo prueban las indicaciones de Bonney? y las de Cole,* 
sobre todo este último en su interesante estudio sobre “Lythophyses and Ho- 
llow spherulites in alterad rocks.” 


Litofisas. 


Hemos hablado, al hacer la descripción de algunas rhyolitas, de ciertas es- 
ferolitas cuyo tejido fibroso no es unido, sino que dichas fibras se individua- 
lizan lo bastante para reconocer su naturaleza por sus propiedades cristalo- 
gráficas. Estas esferolitas son por lo tanto porosas, los espacios que dejan 
entre sí los cristales microlíticos radiantes, están cubiertos de un delicado ta- 
piz de trydimita, de granos de cuarzo, ó bien quedan cavidades pequeñas. 
Puede llegar el caso en que la mayor parte de la masa de las esferolitas se 
substraiga, conservándose solamente las partes más densas ó resistentes, como 


1 Tddings.—Monog. XXXII. U. S. Geol. Survey. 

2 Nodular felsites in the Bala Group of North Wales. Q.J. G. S.—Vol. XXXVIIT.— 
1882. 

3 Q.J.G.S.—Vol. XLVIII, 1892. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 29 


algunas de las capas concéntricas que con frecuencia se muestran, y que este 
residuo, así como las paredes de la roca que envuelve á las esferolitas, se 
transforme en una aglomeración toscamente radiante de cristales microscópi- 
cos. Las esferolitas que han sufrido tan curiosas modificaciones, suficiente- 
mente características para una especificación, han sido denominadas por 
Richthofen' litofisas; estudiadas por primera vezen Hungría y mencionadas 
posteriormente por muchos de los que han tenido oportunidad de hacer estu- 
dios especiales sobre las rhyolitas, indicando así la relativa grande distribu- 
ción en las regiones rhyolíticas del globo. Ciertamente que entre las esfero- 
litas comunes y las litofisas perfectas hay diferencias aparentemente muy 
marcadas, pero entre unas y otras existe la más fina transición; deben de te- 
ner un origen análogo como se prueba por el estudio detenido al microsopio 
y el análisis, que revelan una semejante composición mineralógica y quí- 
mica. 

En la producción de las litofisas han concurrido acciones más complexas 
y prolongadas, pero de la misma índole que en las esferolitas, como lo han 
demostrado los acabados estudios de J. P. Iddings, á quien se deben los me- 
jores trabajos monográficos sobre esta materia. Él funda la teoría más acep- 
table de su modo de formación, las particularidades notables de su estructu- 
ra, la composición mineralógica, etc., especulación que ha sido posible en 
presencia del excelente material que suministran las obsidianas y las litoidi- 
tas de la clásica región del National Park.? El número de localidades ameri- 
canas de rhyolitas con litofisas ha aumentado en estos últimos años. Zirkel 
las había mencionado ya en sus estudios de las rocas del Paralelo 40; y en 
Europa, después de la memoria de v. Richthofen sobre las rocas de Hun- 
ería publicada en 1860, han seguido los estudios de Szabó, de von Hauer, 
Roth, etc., y posteriormente los de Cole, Butler, Bonney y otros, la mayor par- 
te con miras algo diversas de las indicadas por Iddings en su estudio ya cita- 
do, y que corrobora de alguna manera en su último trabajo sobre las rhyoli- 
tas de la misma localidad ya tantas veces mencionada. Con el material colec- 
tado por von Humboldt, C. A. Tenne,* estudió las litofisas que vienen en las 
obsidianas del cerro de las Navajas en la Sierra de Pachuca. 

Teniendo á la vista este pequeño arsenal bibliográfico, especialmente los 
estudios de Iddings, nos proponemos estudiar algunas aunque pocas rhyo- 
litas mexicanas con litofisas, sólo de aquellas localidades de las que contamos 
con buenos ejemplares, pues nunca al número de las que hablamus aquí, se 
limitan los hallazgos hechos hasta hoy, de litofisas en rocas mexicanas. 


1 Studien aus den ungarisch-siebenbúrgischen Trachytgebirgen. — Jahrb. K. K. geol. 
Reichs. Vol. 11, 1860. 

2 Obsidian Cliff£-Yellowstone Nat. Park. J. P. Iddings Seventh An. Rep. U. 5. G. 5. 1888 
The Nature and Origin of Lithophises and the lamination of acid lavas. Am. Jr. of Sc. Vol: 
XXXIII, Jan. 1887. 

3 C. A. Tenne.—Ueber gesteine des Cerro de las Navajas in Mexico. Zeitschr. Deutsch, 
Geol. Gesells. Berlin, 1885. 


30 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


Por la perfección y belleza de las litofisas, las primeras que mencionamos 
son las de las colinas de Analco en las orillas de la ciudad de Durango (15), 
que vienen en una rhyolita litoide gris violada, de aspecto poroso por el nú- 
mero de grandes y pequeñas cavidades, elípticas ó circulares, hasta de tres 
centímetros de diámetro, rodeadas de una auréola blanca cristalina. En el 
interior se ven una multitud de finas hojitas concéntricas, comparables por su 
delicadeza á los pétalos de una rosa, y tan frágiles que caen al simple contac- 
to de los dedos. La superficie de tan finas hojas, de color blanco, revela á la 
simple vista el carácter cristalino, y pronto se descubre que están formadas 
de una aglomeración de cristalitos blancos, ó transparentes é incoloros; lami- 
nitas negras de lustre casi metálico se encuentran adheridas en la superficie 
de las hojas y las mejor desarrolladas se ven en las cavidades más profundas. 
La delicadeza de las hojas que componen las litofisas impide hacer prepara- 
ciones microscópicas, pero fragmentos pequeños desprendidos de esas hojas 
nos han permitido estudiar al microscopio ó con una simple lente los mine- 
rales que las constituyen; los que por orden de dimensión, son: el cuarzo, en 
cristales aciculares prismáticos con la transparencia del vidrio, de longitud 
hasta de tres y cuatro milímetros, terminados en sus dos extremos por el do- 
ble romboedro. Estos cristales se agrupan en varios lugares en racimos, y se 
encuentran preferentemente en el centro de las cavidades de las litofisas, en 
donde hubo espacio bastante para desarrollarse en el sentido del prisma. En- 
tre las hojas de las litofisas hay cristalitos de cuarzo generalmente de 1 42 
milímetros, con las caras prismáticas tan poco desarrolladas que á veces des- 
aparecen, quedando solamente la aparente doble pirámide exagonal. Los cris- 
tales prismáticos presentan el común crucero muy claro; los cristales pirami- 
dales son menos transparentes, y unos y otros tienen numerosas vesículas ga- 
seosas en su interior. Estos cristales no forman propiamente parte de la ma- 
sa de las hojas, sino que están adheridos en su superficie indicando que se 
han formado al último. La masa de las hojas consiste de una agregación de 
partículas cristalinas sin forma regular visible, mezcladas á pequeñas y muy 
delgadas laminitas de tridymita fácilmente reconocibles por sus contornos 
ordinarios de seis lados. Contienen muchas burbujas gaseosas. Por último, 
se distinguen diminutos cristales de feldespato, tan pequeños, que no siem- 
pre se puede hacer sobre ellos una buena determinación, pues muchos sólo 
tienen 0.5 mm. de longitud. Vienen en la forma de tablitas alargadas, cu- 
yas caras de aplastamiento presumimos que son las de la base del prisma, 
y las alargadas las del clinopinacoide, apareciendo las del prisma como finas 
truncaduras en los extremos de las tablitas, limitadas por los ortodomas. La 
forma de estos cristales mucho se asemeja á los de las litofisas descritos por 
Iddings, pues la hemos comparado con la de los cristalitos desprendidos de 
las hojitas de las litofisas de una obsidiana del Yellowstone Park, que adqui- 
rimos bondadosamente del Museo Nacional de Washington, por intermedio 
del Prof. Geo P. Merrill. Si existen en las litofisas de Durango, las formas 
de la adularia, nosotros no lo hemos demostrado con seguridad, aunque he- 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 31 


mos observado confusamente algunas caritas rómbicas, con la particularidad 
de tener un lustre nacarado. Contienen las tablitas, como el cuarzo y la tri- 
dymita, muchas vesículas gaseosas. 

En cuanto á los cristalitos tabulares de 1 á 1.5 milímetros, con lustre me- 
tálico, que se encuentran diseminados en las superficies cristalinas de las lito- 
fisas, reconocemos las mismas formas de la fayalita de las Navajas y de Ob- 
sidian Cliff; es decir, la cara del macropinacoide (100), según la cual están 
aplastados, limitadas esas caras por las rudimentales del prisma (120), bra- 
quipinacoide (010), las de la pirámide y los domas. Las laminitas son ente- 
ramente opacas, en raros casos dejan pasar débilmente la luz con un color 
amarillo. La superficie negra brillante y á veces iridescente, tiene muchos 
granitos cristalinos adheridos y aun cristalitos prismáticos de cuarzo. Como 
se ve, la composición y estructura de nuestras litofisas de Durango conviene 
exactamente con las de Obsidian Cliff. 

La roca litoide violada acribillada de las litofisas, presenta al microscopio 
un magma vítreo con finas triquitas opacas en forma de agujas con marcado 
alineamiento fluidal. En este magma vítreo se ven distribuídas partículas 
cristalinas que polarizan débilmente. Partes hay de magma criptomicrocris- 
talino con rosetas y manchas irregulares fuertemente alumbradas que tienen 
la estructura micropoikilítica. El cuarzo es el constituyente principal, de as- 
pecto esponjoso. Parece haber adquirido esa forma particular al mismo tiem- 
po que las litofisas, con las que está en íntima conexión, como lo habremos de 
estudiar adelante especialmente. y 

En nuestro primer estudio (Bol. núm. 14) hemos hablado de la grande ex- 
tensión que ocupan las rhyolitas en el Bajío y en las comarcas vecinas en los 
Estados de Querétaro y Guanajuato (4, 8). También hemos dicho que en la 
parte superior de muchas corrientes, estas lavas son ampollosas, con cavida- 
des alargadas que siguen las bandas de escurrimiento y con espacios esféricos 
tapizados ó llenos de películas cristalinas, que son por lo tanto litofisas de 
aspecto, color y estructura enteramente igual á las de Durango. Las rocas 
del Distrito de San Juan del Río, en la región de Tequixquiápam (4), son las 
que suministran mejores ejemplares, especialmente en la parte superior de 
las corrientes, pero tienen la particularidad de haber sido cubiertas y en patr- 
te destruídas las litofisas, por un depósito concrecionado de ópalo fino, de ópa- 
lo rojo de fuego, de hialita y de calcedonia. 

La explotación del ópalo fino en aquella localidad que ha dado los ópalos 
más renombrados de México, nos ha permitido obtener un excelente material 
muy fresco en donde seguir muy de cerca el modo según el cual se ha verifi- 
cado el depósito de la sílice hidratada. 

La simple inspección de las muestras da inmediatamente la convicción 
de que tal depósito ha tenido lugar mucho tiempo después de la completa 
consolidación de la roca y por el curso lento de aguas calientes conteniendo 
la sílice en disolución, que no sólo cubrió de ópalo las cavidades de la roca, 
sino que ha penetrado en su masa transformándola en partes hasta en verda- 


32 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


dero semi-ópalo. En efecto; las lavas son generalmente de color rojo claro, 
violado ó pardas; presentan á la simple vista una superficie compacta y uni- 
da, unas veces mate, otras ligeramente brillante y lisa como la porcelana, y 
en ambos casos litoidica. Se encuentran también rocas que conservan la tex- 
tura propia, con algunos fenocristales de cuarzo y feldespato y un mineral 
ferromagnésico muy alterado. 

El carácter común de todas estas lavas es la estructura de escurrimiento, 
reconocida por las bandas delgadas y sinuosas, de color que varía del blanco 
al pardo obscuro. Siguiendo las sinuosidades de las bandas, hay series de ca- 
vidades de tamaños que varían desde 5 cm. hasta pequeñas hoquedades 
circulares y líneas de juntura de un milímetro ó menos de abertura. Para 
muchas de estas cavidades, sobre todo las de mediana dimensión, se palpa su 
origen esferolítico, es decir, que muchas de ellas son verdaderas litofisas ó es- 
ferolitas ahuecadas. En efecto; las cavidades se aproximan á la forma esféri- 
ca; su interior está algunas veces cubierto de una serie de hojitas concéntri- 
cas; pero en lugar de presentar cada hojita una superficie de finos y delicados 
cristalitos aglomerados, esas hojitas, aunque delgadas, son más resistentes, 
su superficie aunque desigual no es cristalina, sino cubierta de una delgada 
y casi uniforme costra de ópalo blanco ó de hialita, esta última botroidal ó 
arriñonada y de color blanco sucio. A veces las cavidades de las litofisas 
no presentan las hojas sucesivas y concéntricas, la cavidad esférica está 
hueca, vacía, con las paredes cubiertas de la sílice hidratada en capitas muy 
finas concrecionadas y fuertemente adheridas. Algunas veces la costra pega- 
da á la pared de la cavidad, envuelve á un nódulo de ópalo ó de calcedonia 
llenándola completamente, pero con la superficie mate desigual como con la 
impresión de otros esférulos, y enteramente semejante á esos cocos de calce- 
donia que se encuentran aislados en las arenas de los ríos. Muchos cocos de 
ópalo muy fino se han encontrado en estas cavidades, sirviéndoles de envol- 
tura el ópalo amarillo de miel, el ópalo de fuego ó el ópalo blanco también 
con visos. El ópalo noble no sólo viene en las cavidades de las litofisas, vie- 
ne con frecuencia en venillas y en masas irregulares que siguen las sinuosi- 
dades de las bandas fluidales de las rocas, sobre todo en aquellas cuyo mag- 
ma está más impregnado de sílice. En ciertos planos de separación de la ro- 
ca, en grietas quizá formadas por la contracción al enfriarse, hemos visto el 
ópalo de fuego embutido en una masa algo arcillosa y de hidrofana blanco 
lechosa. Un semi-ópalo rojo y el ópalo amarillo son los que se encuentran 
en más abundancia; y el rojo de fuego, es igual al de Zimapam. El ópalo no- 
ble y el ópalo blanco tienen la tendencia á separarse en capitas muy delgadas 
curvas y concéntricas, propiedad perjudicial á los lapidarios que les obliga á 
reducir mucho el tamaño de las piezas pulidas. Los ópalos finos que rellenan 
las litofisas tienen en más alto grado la propiedad de esfoliarse. 

En fragmentos que tienen á la vez el ópalo y la roca en la que se depositó, 
se Observa que el ópalo ha producido una disolución de partes del magma de 
dicha roca. El ópalo aparece inyectado en la masa, envolviendo como residuo, 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 33 


á una materia ferruginosa en curiosas arborizaciones que se distinguen como 
inclusiones al través de la masa transparente del ópalo. Tal residuo repre- 
senta las partículas opacas ó granulaciones del magma de estas lavas. Tam- 
bién procede de la alteración de minerales ferromagnésicos primarios de la 
roca, como la hornblenda, que suele verse en cristales muy alterados pero con- 
servando su forma prismática ó la sección exagonal de los cortes según la 
base. Envueltos por el ópalo se ven también grupos de agujas de rutilo em- 
pañadas, y cristalitos de cuarzo; y cuando la costra de sílice no es gruesa, es- 
tas agujas y cristalitos sobresalen, cubiertas de una delgada película de calce- 
donia ó deópalo. Partes del magma criptocristalino no atacadas y con su pro- 
pio color, existen también en la masa del ópalo y también en arborizacio- 
nes. Las preparaciones hechas, de las diferentes variedades de ópalo de las 
rhyolitas de Tequixquiápam,' muestran bajo el microscopio una absoluta se- 
mejanza entre sí. Son enteramente obscuros á la luz polarizada, rarísimos 
puntos al acaso dejan pasar la luz. Si es á la luz natural, aparecen incoloros, 
amarillentos ó anaranjados, según la variedad que se examine, con una su- 
perficie rugosa ó granulada. Las preparaciones vistas con lentes de mayor po- 
tencia, seresuelven en una red de muy finas partiduras ligeramente arredon- 
deadas ó de contornos poligonales. Ni inclusiones ni cavidades gaseosas pue- 
den reconocerse, y las finas partiduras se observan tanto en el ópalo muy fino, 
de brillantes visos coloridos, como en el ópalo de fuego, aunque en el primero 
son casi siempre más acentuadas y más finas. Si esa especie de laminación es 
un carácter común para todas las variedades del ópalo, no es sin duda la que 
da nacimiento á los visos del ópalo noble. Al atribuir Behrens tal fenómeno 
á una laminación, ésta deberá ser submicroscópica. Las partiduras suelen 
dejar un espacio hueco indudablemente lleno de algún gas. 

Volvamos ahora al estudio de las cavidades de las litofisas y observemos 
aquellas que aun conservan las hojas petaloides en su interior. En muchas 
se advierte al microscopio una delgada película de sílice que no hace perder 
el aspecto cristalino de las hojas, pero vistas con aumentos poderosos, apare- 
cen los pequeños cristales y la masa en general cristalina, cubierta de aglo- 
meraciones arriñonadas ó botroidales de pequeñísimos glóbulos de ópalo hia- 
lita. Los cristales de cuarzo bipiramidales originalmente hialinos y transpa- 
rentes, se empañan con este depósito, lo mismo que las laminitas exagonales 
de tridymita, que rotas y en los cantos muestran la capita de concreción. A 
despecho de la pequeñez de los cristales hemos podido ver también claras 
pseudomórfosis, sustitución de las laminitas de feldespato por hialita ó calce 
donia. De la superficie así cubierta de las hojitas de las litofisas, sobresalen 
algunas veces alambritos de rutilo encorvados, cubiertos de hialita ó de una 
costrita de óxido de fierro. 


1 Una descripción sucinta de los ópalos de Querétaro, se encuentra en “La Naturaleza,” 
Tom. LI, 1873.—M. Bárcena, “Los Opalos de México,” y Dr. Burkart, “Ueber neue mexica- 
nische Fundorte einiger Mineralien.—Neues Jahrbuch-Stuttgart, 1874. 

N? 15.—5 


34 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


Este es el aspecto general de las litofisas con concreciones, de todas las lo- 
calidades opalíferas de Tequixquiapam y Cadereyta, especialmente de la Tri- 
nidad y de la hacienda de la Esperanza. Ocasionalmente en estos mismos 
puntos, encontramos litofisas más frescas y en las que se pueden estu- 
diar mejor el carácter y naturaleza de las cubiertas cristalinas. Por ejem- 
plo, en la región de la Trinidad, encontramos rocas con litofisas concreciona- 
das por ópalo, y en el mismo ejemplar partes con litofisas bien conservadas 
cubiertas de un finísimo tapiz cristalino y blanco como la azúcar, ó de un de- 
licado color de rosa pálido. Los cristalitos tienen generalmente un tercio de 
milímetro de tamaño y es muy difícil precisar su forma cristalina por estar 
muy aglomerados. Sin embargo, entre esos diminutos cristalitos, reconoce- 
mos desde luego las laminitas de tridymita agrupadas, á veces formando el 
característico gemelo de tres individuos penetrados, el feldespato en tablitas 
transparentes como la tridymita, pero de forma rectangular con las esqui- 
nas truncadas, como la de los cristalitos de las litofisas de Obsidian Cliff 
(Iddings y Penfield); es decir, el desarrollo de la cara de la base según la 
cual están tabulados los cristales, limitada por los clinopinacoides y el pris- 
ma. No hemos podido precisar la existencia de los domas y por lo tanto si 
hay ó no el macle de Manebach. Suelen encontrarse en estas litofisas, aun- 
que raras veces, las tablitas de fayalita, de lustre algo metálico y de color 
negro, con la forma común ya descrita, en Otras litofisas. 

Algunas rocas de la Trinidad son particularmente interesantes por la trans- 
parencia, tamaño y forma cristalina del cuarzo que viene en las cavidades, 
las que unas son esferolitas huecas con delicadas láminas petaloides, y otras 
cavidades irregulares de la misma época y modo de formación. 

En estos espacios huecos se puede ver la cubierta secundaria del ópalo, la 
que no reviste sino parte de la cavidad; en el resto se encuentran partículas 
y masas arriñonadas de hialita, tan clara y transparente como el agua, en 
largas fibritas formadas de un rosario de glóbulos; ni la tridymita ni el fel- 
despato pudimos observar, pero en cambio beilísimos cristalitos de cuarzo de 
un color ligeramente rosado, muy transparentes, de 1 mm. de longitud, con 
las formas raras del cuarzo descrito por Iddings y Penfield, de las cavidades 
y litofisas de las rhyolitas de Glade Creek.* En efecto, nuestros cristalitos 
tienen la pirámide terminal aguda formada por los dos romboedros (r y 2), 
los romboedros más agudos (j y 7), y entre éstos las caras trapezoidales (N. 
L) angostas y apenas perceptibles. Hemos visto asociados á éstos, cristalitos 
mucho más pequeños, aciculares, con la combinación simple del doble romboe- 
dro y el prisma. 

La fayalita es muy rara, en las cavidades con estos cristales de cuarzo; encon- 
trando allí, con relativa abundancia, agujitas muy delgadas, opacas, ferrugl- 
nosas, y un mineral oxidado, ó mejor, como enmohecido, sin forma cristalina 


1 The minerals in hollow spherulites of rhyolite from Glade Creek, Wyoming. Am. Jr. of 
Sc. Vol. XLII, July 1891. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 35 


precisa ó cubiertas de una costra de hialita. Este mineral así alterado es pro- 
bablemente la hornblenda, la misma que contiene la roca en fenocristales. 

Aún más interesantes son las rhyolitas grises con abundantes fenocristales 
y con litofisas de las colinas que se hallan en el centro del valle de Tequix- 
quiápam, no lejos y al E. de la hacienda de Santillán, en donde se ve parte 
de una corriente de rhyolita con estructura imperfectamente columnar, en 
cuyos pequeños acantilados se observa que las cavidades de las rocas y las 
esferolitas huecas son muy numerosas en la parte superior de la corriente. 
Las simples cavidades no esferolíticas son más numerosas que éstas, pero es- 
tán unas y otras tapizadas de finos cristales tabulares muy transparentes, re- 
conocibles con la lente, pues tienen un milímetro y á veces un poco más de 
longitud. Sobresaliendo de este tapiz cristalino se perciben inmediatamente 
cristales hasta de cinco milímetros de longitud, de cuarzo de color rosado, 
que pasa hasta el color de la ametista y en los que se reconocen fácilmente 
las caras estriadas del prisma (m), la pirámide aguda de los romboedros 
(j -) y el apuntamiento terminal de los romboedros (r y z). Estos cristales 
son muy transparentes y parecen desprovistos de inclusiones. 

En el fino tapiz cristalino que reviste las cavidades encontramos la siguien- 
te asociación: cristalitos muy delgados y alargados de cuarzo, incoloros, (con 
numerosas cavidades gaseosas) en grupos radiantes al lado de los cristales de 
ametista ya mencionados; numerosas tablitas de feldespato, de forma rómbi- 
ca ó alargadas, incoloras y también con inclusiones. Las caras de aplastamien- 
to son las del clinopinacoide (010), limitado por la traza de la cara de la base 
(001) del prisma, muy alargada, la traza del ortopinacoide y el ortodoma (001 
A 101=5050' aproximadamente). Como se ve, esta forma difiere de la que 
tienen las tablitas feldespáticas de las litofisas de Obsidian Cliff, con las que 
no pueden confundirse por mostrar éstas una simetría aparente producida 
por la traza de las caras prismáticas que limitan á la de la base del prisma, 
según la cual se hace el aplastamiento. 

Laminitas de tridymita también existen y se confunden fácilmente con las 
de feldespato. Tienen siempre unas y otras cavidades gaseosas. 

Pequeñitos granos cristalinos opacos de color negro, metálicos, se ven di- 
seminados en la superficie blanca y cristalina de las cavidades. Presumimos 
que tales granitos son de magnetita, aunque no ha sido posible determinar 
claramente la forma cristalina. 

Es curioso que en estas cavidades y litofisas de Santillán, no haya sido po- 
sible encontrar sino muy raras veces y en muy pequeñas láminas, la fayalita. 
Como se habrá comprendido ya, en las litofisas y cavidades de las rocas de 
las lomas de Santillán, no existe el depósito secundario de ópalo que tanto di- 
ficultó en otros lugares de Tequixquiapam la determinación de los minerales 
cristalizados. 

La misma asociación y distribución tienen los revestimientos cristalinos de 
las litofisas y cavidades de las rhyolitas que forman las colinas inmediatas á 
la ciudad de Cadereyta, puesto que estas rocas son de la misma edad y algu- 


36 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


nas han formado parte de las mismas corrientes rhyolíticas de Tequixquia- 
pam, en vista de su proximidad. 

Sólo nos falta dar alguna idea sobre el aspecto general de las rocas que 
contienen las litofisas de la región de que acabamos de hablar. 

Aquellas rocas que contienen ópalos, son frecuentemente litoidicas, con mar- 
cada estructura de escurrimiento, resolviéndose al microscopio en un magma 
esferolítico, con esferolitas de cruz negra rodeadas por un magma criptocris- 
talino, en el cual se ha desarrollado secundariamente abundante cuarzo en la 
forma micropolkilítica. Grandes playas de cuarzo empastan á delicados cris- 
tales microlíticos de feldespato en la forma de tablitas como las que traen las 
litofisas. Un ejemplo de esta cristalización del feldespato en el cuarzo se 
muestra en la figura 2 de la lámina VIII. Estos pequeños cristales se supo- 
ne que han sido formados ampliamente, primero en una cavidad que bien 
pudo ser una litofisa, llenada posteriormente por el cuarzo, que no ha produ- 
cido sobre los cristalitos existentes ninguna corrosión. Este cuarzo muestra 
muchas veces la forma regular de las secciones de sus cristales. Los espacios 
que quedaron entre esos cristales están por último cubiertos de ópalo de color 
amarillo á la luz natural, enteramente obscuro en los nicols cruzados, pues 
no muestra ningún fenómeno á la luz polarizada que dependa de un estado 
de tensión. Excelentes secciones de sanidino primario se ven desparramadas 
en la masa de la roca, las que están desarrolladas como los cristales de las 
litofisas de que hablamos en la página anterior. Laminitas de biotita altera- 
da se encuentran raras veces. á 

De las rocas con litofisas, como se comprende, no se conservan en las lá- 
minas más que aquellas cavidades bien tapizadas de cuarzo y ópalo con los 
cristalitos originales de las litofisas empastados por el cuarzo ó por el ópalo. 
También se descubren algunas esferolitas esponjosas que muestran la agru- 
pación radial de los cristales microlíticos que las componen y el tapiz de tri- 
dymita que cubre los intersticios. 

En algunos ejemplares de la Trinidad y de Cadereyta, el magma criptocris- 
talino casi desaparece, mostrando puramente un magma esferolítico con gló- 
bulos de color amarillo á la luz natural y compuestos de fibras radiantes y con 
la cruz negra á la luz polarizada, lo que da la apariencia de una red á causa 
de que los brazos de la cruz de cada esferolita se tocan mutuamente. Las es- 
ferolitas al tocarse muestran una sección poligonal. Una idea del tapiz esfe- 
rolítico se da en la figura 2 lámina VII. Este mismo aspecto tiene el magma 
de las rocas con litofisas de cerca del pueblo de Bernal, en las que el depósi- 
to secundario de sílice que cubre sus intersticios, en lugar de ser ópalo, es de 
calcedonia con su aspecto fibroso radiante característico. 

Muy interesante nos parece al microscopio la roca gris con cavidades y li- 
tofisas de la loma de Santillán, porque en ella se pueden percibir las modifi- 
caciones que experimentan las esferolitas para transformarse en propias lito- 
fisas. El magma esferolítico, con glóbulos de 1 hasta 4 milímetros, se ve sem- 
brado por todas partes de lagunas muy alumbradas de secciones de cristales 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 37 


idiomórficos de cuarzo ó de playas irregulares, algunas con numerosas bur- 
bujas gaseosas y con numerosas tablitas de feldespato incluídas, las que par- 
ten casi siempre de los extremos de los rayos de las esferolitas inmediatas 
que limitan las playas de cuarzo. Tales esferolitas, de núcleo finamente fibro- 
so y de cruz negra, se van resolviendo poeo á poco hacia la periferia en aglo- 
meración de tablitas feldespáticas que á veces aparecen sobrepuestas unas á 
otras, y ya desprendidas de la masa de las esferolitas, aparecen nadando en 
el cuarzo. Al mismo tiempo la materia opaca, las granulaciones finas, radian- 
tes Ó no, de las esferolitas, se aglomeran y forman granos más grandes que 
se aislan entre los intersticios de las tablitas de feldespato. Pedazos de tabli- 
tas de fayalita se ven yacer también dentro del cuarzo. Los cristalitos de fel- 
despato tienen, como el cuarzo que los aloja, burbujas gaseosas. 

De lo anterior se desprende, que ciertas partes esferolíticas modificadas por 
las acciones ya señaladas que determinaron la producción de pequeños cris- 
tales desarrollados libremente en las cavidades (litofisas), fueron posterior- 
mente llenadas por el cuarzo que debió cristalizar lentamente de una solu- 
ción acuosa sin producir ningún ataque á los cristalitos feldespáticos. Ni en 
el núcleo ni en los bordes de estas esferolitas podemos encontrar la tridymi- 
ta. El cuarzo en grandes playas que llena las cavidades, es posterior á la con- 
solidación de la roca, una verdadera silicificación producida antes que el de- 
pósito del ópalo, que cubre en definitiva los intersticios. Es probable que la 
sílice disuelta en las aguas, no sólo provendría del exterior, sino también ha- 
ya sido tomada de las esferolitas y redepositada inmediatamente en las oque- 
dades vecinas. Como del núcleo fibroso de las esferolitas á las tablitas sobre- 
puestas feldespáticas del borde, hay muy fina transición, es seguro, al menos 
para cierta variedad de esferolitas, que la sobreposición de tablitas bien desa- 
rrolladas de feldespato con interposición regular de granos de cuarzo, sea la 
verdadera estructura original, resultando así la apariencia fibrosa y la com- 
plicación y dificultad en las determinaciones ópticas de los minerales. 

Ya dijimos que no sólo en la región de Cadereyta y Tequixquiápam abun- 
dan las rhyolitas con litofisas como las que acabamos de describir, las litofi- 
sas existen en todas las lavas ácidas del Bajío, ó sea en las corrientes supe- 
riores de la extensa área comprendida entre Cadereyta y la ciudad de León, 
(3), en la Encarnación y en los lomeríos del Sur de Aguascalientes. No nos 
ocupamos con toda especialidad de nuevos puntos de esta región, porque los 
caracteres de las litofisas, asociación y naturaleza de los minerales, es seme- 
jante; siendo de sentirse que algunas veces la alteración superficial de las ro- 
cas tiñe de rojo la cubierta cristalina de las litofisas, destruye los cristalitos, 
las delicadas hojas de las cavidades caen, y se aprecian menos sus caracteres 
comunes. Esto pasa, por ejemplo, con las litofisas de las rocas del cerro del 
Calvario, cerca de León (8), que vienen en una rhyolita compacta pardo—ro- 
jiza, de pasta litoide con fenocristales de cuarzo y feldespato. Las cavidades 
más ó menos esféricas de las litofisas, sólo se ven con una superficie cariada 
y á veces en el interior existe un núcleo ó un cuerpo esférico compuesto de 


38 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


cristalitos bien formados radiantes de cuarzo, tablitas de feldespato y lamini- 
tas de tridymita. Suelen conservarse algunas tablitas de fayalita, granitos oc- 
taédricos muy pequeños de magnetita y un mineral oxidado no determinable. 
Al microscopio y en lámina delgada, la roca es muy interesante, pues que el 
magma vítreo que en ella domina presenta en partes la estructura peculiar 
eutaxítica! tan frecuente en las rhyolitas? de muchas localidades americanas. 

Con esta masa vítrea alternan bandas de esferolitas, algunas ahuecadas con 
tapiz de cristalitos de feldespato, de tridymita y con relativa abundancia la- 
minitas de fayalita, la que suele presentarse también en más pequeñas sec- 
ciones en el resto del magma como en las litoiditas ú obsidianas de otras lo- 
calidades. 

Excelentes rhyolitas rojo-violadas con litofisas se encuentran en los estri- 
bos de la Sierra de Guanajuato (8), particularmente en las lomas del Bajío 
inmediatas á la hacienda de Chichimequillas. Se caracterizan por la delica- 
deza de las hojas que tapizan á las cavidades y por la claridad y perfección 
de la forma de los pequeños cristales de cuarzo, de tridymita y sobre todo 
de feldespato, los que tienen la forma ya descrita; esto es, en tablitas se- 
- gún la cara (010), con desarrollo de las aristas de la base, el ortodoma y orto- 
pinacoide; pocos granos opacos se distinguen, y más raras veces las laminitas 
de fayalita. La roca lleva fenocristales pequeños de feldespato con reflejo 
azul, de los que nos ocuparemos más adelante, y el magma al microscopio 
muestra el aspecto normal de una pasta con poco desarrollo cristalino, en la 
que las esferolitas, todas de grandes dimensiones, han sufrido casi en su tota- 
lidad la modificación característica de las litofisas. Algunas cavidades mues- 
tran en el interior, como en la roca de León, un cuerpo esférico con la estruc- 
tura cristalina y radiante. 

Así podríamos enumerar nuevas localidades de rhyolitas con litofisas y re- 
petir á cada paso lo que ya hemos dicho tanto en cuanto á la naturaleza y for- 
ma de los minerales como en el aspecto y estructura de la roca que las contiene. 
Las rocas de las pequeñas áreas rhyolíticas del Este del país, algunas llevan 
litofisas, como las que tienen ópalos de cerca de Zimapam y Zacualtipam en 
Hidalgo, las de Huayacocotla en Veracruz (3), las del cerro del Huisteco igual- 
mente en asco; por último, en muchos puntos de la Sierra Madre occidental. 

Vamos á tratar, por último, de las litofisas de las Navajas que vienen en 
dos rocas distintas y formadas en condiciones diferentes. Unas se hallan en las 
litoiditas, las otras en las obsidianas. Aunque las litofisas de estas últimas 
han sido descritas en 1876,* nos permitimos aquí señalar algunas particula- 
ridades que en algo completan aquella buena descripción. 

En la base de la Peña del Jacal, en las faldas del cerro de las Navajas, en 


1 Véase más adelante la descripción de las rocas con estructura eutaxítica. 

2 Buenos ejemplares, figura Iddings, de las rocas del Yellowstone Park. Monog. XXXII 
1899. 

3 Tenne.—Op. cit, 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 39 


las montañas inmediatas á la hacienda del Guajolote, y en muchos otros lu- 
gares de esa parte de la Sierra de Pachuca, se encuentra la obsidiana en la 
forma de grandes bolas y en pedazos envueltos por una costra blanco-ama- 
rillenta de una especie de toba y de una litoidita que se separa en hojas muy 
delgadas con bandas alternantes de hileras de esferolitas. Este modo de pre- 
sentarse de la obsidiana, en bolas, con envoltura de tobas, es frecuente en al- 
gunas localidades extranjeras, por ejemplo, en Mono Lake, Cal; las obsidia- 
nas muy límpidas de Grass Cañon, Nev., etc., E. U. Las de las islas Lipari 
vienen íntimamente ligadas á la pómez. 

Las capitas que forman conchas concéntricas alrededor de las bolas de ob- 
sidiana de las Navajas, alternan algunas veces con capitas de obsidiana des- 
colorida, en cuya superficie se ven las impresiones esféricas que han dejado 
las esferolitas aglomeradas de las capitas que las cubren. Observadas con la 
lente las capitas, se ve que no están fuertemente adheridas las unas á las 
otras, sino que hojitas muy delicadas de superficie áspera, fibras y esferolitas 
huecas las ligan entre sí, mostrando por lo tanto la característica estructura 
de las litofisas. La laminación de la roca no se interrumpe con las esferolitas 
huecas, indicando que éstas se han formado posteriormente al escurrimiento 
de la roca. La obsidiana descolorida se ve en el interior de la parte porosa, 
no como capitas regulares, sino más bien como una trama ó tejido, que por 
su resistencia de vidrio, se conserva aún en laminitas muy delgadas. La litoi- 
dita porosa esferolítica no es más que una variedad de la litoidita maciza muy 
laminada y con el color gris azulado de todas las corrientes de las Navajas, 
la que ha sufrido, como la obsidiana, una avanzada desvitrificación, como 
acertadamente lo ha dicho Tenne. El tejido de obsidiana en las muestras más 
cargadas de litofisas, aparece entonces como un simple residuo. 

El núcleo interior de las grandes bolas está constituído por la obsidiana 
pura, sin esferolitas y sin otra segregación que las finas triquitas y las vesí- 
culas gaseosas que son características de estas rocas vítreas. Entre la costra 
blanca en delgadas capitas y el núcleo de obsidiana, hay una parte interme- 
dia, constituída de obsidiana muy cargada de esferolitas macizas y huecas (li- 
tofisas) que se destacan claramente por su color blanco-amarillento, de la 
masa negro—verdosa de la obsidiana. 

Las masas generalmente arredondeadas de obsidiana que se encuentran 
por todas partes en la superficie del terreno, no conservan, como es natural, 
la envoltura de toba y litoidita; es preciso verlas en las antiguas excavaciones 
hechas por los indios para extraer el vidrio con el que fabricaron sus nume- 
rosos implementos, lugares conocidos de todos los viajeros que recorren la 
Sierra de Pachuca. 

En cuanto á los glóbulos blanco-amarillentos esferolíticos contenidos en la 
masa de la obsidiana, son compactos, porosos ó huecos, con la superficie:áspera 
terrosa. Vistos en cortes muestran la estructura radiante no muy clara y sí 
muy marcada una tendencia á dividirse en capitas concéntricas que marcan 
distintos grados de compacidad de la masa esferolítiea. Las conchitas con- 


40 LAS RYHOLITAS DE MEXICO. 


céntricas se separan algunas veces con facilidad, y cuando hay espacios hue- 
cos entre ellas, se ven los finos cristales de las litofisas. Como en Obsidian 
Cliff, entre la masa de la obsidiana y las litofisas hay la más completa sepa- 
ración, pues cuando un glóbulo se desprende ó se separan las hojitas de las 
litofisas, queda limpio el hueco con la impresión del lugar que ocupaba la es- 
ferolita en la masa de la obsidiana. 

Los glóbulos esferolíticos y las litofisas de las Navajas, no son de grandes 
dimensiones pues generalmente tienen de tres á cinco mm. de diámetro, en- 
contrándose raras veces hasta de 1 cm. 

Por la descripción que antecede, de la forma y aspecto de las esferolitas y 
litofisas de las Navajas, al menos de los ejemplares que hemos podido reco- 
ger en aquella localidad, se ve que tienen una grande semejanza con las de 
las islas Lipari, especialmente con las de Forchia Vecchia, como parece de la 
concisa descripción de Iddings y Penfield.* En efecto, muchos de nuestros 
glóbulos esferolíticos se muestran compuestos de unas costras más ó menos 
cristalinas adheridas á las paredes de la cavidad en la obsidiana, separadas 
por un espacio vacío ó con delgadas hojas y un núcleo ó glóbulo esferolítico 
en el centro. Cuando este glóbulo se exfolia y se multiplican las capitas de 
la parte que se adbiere á la roca, aparecen entonces como litofisas verdaderas. 
Estudiados al microscopio los núcleos, se ven, como los de la obsidiana de 
Lipari, constituídos de una masa fibrosa y cristales aciculares radiantes y no 
radiantes de feldespato y laminitas y gemelos de tridymita. 

A medida que el esférulo es más poroso, las fibras radiantes se resuelven 
en numerosos cristales, mostrándose así todos los pasos de esferolitas á lito- 
fisas. Cuando tales glóbulos han estado expuestos mucho tiempo á la intem- 
perie, como sucede en muchos puntos de las faldas de los cerros del Oyamel y 
de las Navajas, el material que tapiza las cavidades de las litofisas, muestra 
en partes un aspecto terroso y aun parece que no han tenido un desarrollo 
cristalino original muy avanzado. Es muy posible que esta alteración reco- 
nozca una causa semejante á la que ha modificado las litofisas de las obsidia- 
nas de Lipari, que para Grenville Cole? sería un ataqne de vapores y de aguas 
calientes posterior á la desvitrificación original. 

El estudio microscópico de la toba blanco-amarillenta revela la existencia 
de un producto blanco vítreo, en fibras que tienen la franca estructura de la 
pómez, igual al que resulta de la calcinación de una obsidiana en una mufla. 
Entre las fibras de pómez, ó en las masas de vidrio con numerosas ampo- 
llas aglomeradas perlíticamente, encontramos partes de esferolitas huecas 
con pedacitos de hojitas de tridymita y de feldespato mezcladas á las 
partículas de vidrio. En las partes más compactas se ven las esferolitas 
formadas de cristales individuales de feldespato, con laminitas de tridy- 


1 Fayalite on the Obsidian of Lipari. Am. Jr. of Sc. Vol. XL, July 1890, 
2 On lithophyses and hollow spherulites in altered rocks.—(. J. Gr. S. Aug. 1892, Vol. 
XLVIII, 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 41 


mita intercaladas y la litoidita, completamente desvitrificada, transformada 
en una aglomeración imperfectamente radiante de cristales microlíticos de 
feldespato, aspecto que se observa también en las capitas de litoidita interca- 
ladas en la obsidiana negra. La película blanca adherida al vidrio en las ca- 
vidades esferolíticas parece estar formada en buena parte, de fibras cristali- 
nas no aún disociadas y partículas de vidrio aglomeradas como en las costras 
ya mencionadas. Partículas cristalinas sin forma definida aparente forman 
la superficie rugosa de muchos de los glóbulos que llenan la cavidad esfero- 
lítica y que se ligan á veces con la costrita exterior por tenues fibras transpa- 
rentes. Cuando se parten los glóbulos esferolíticos, se ve en el centro una cavi- 
dad rodeada de un tapiz de cristalitos muy frescos de feldespato, lamivitas y ge- 
melos de tridymita muy tenues, agujitas de color pardo y excelentes laminitas 
amarillas y transparentes de fayalita. Aquellas litofisas expuestas á la intem- 
perie muestran la influencia de la alteración, los cristalitos no son transparen- 
tes sino blancos, amarillentos y opacos, á veces envueltos por una película 
de óxido de fierro. En las litofisas le mayores dimensiones se encuentran, 
además de laminitas de tridymita, el feldespato en tablitas aplanadas según 
la cara de la base y limitadas por el clinopinacoide, el prisma y un orto- 
doma. No escasea entre estas tablitas el macle de Manebach' que deja ver 
á veces muy clara la canaladura entre las caras muy alargadas b b”. 

Por lo que dejamos expuesto se habrá notado que el estudio de las litofisas 
mexicanas no encierra ninguna novedad ni nada que pueda añadirse á las in- 
vestigaciones ya hechas sobre esta materia en el Norte, solamente hay que 
notar las formas un poco diferentes de las tablitas de feldespato de algunas 
litofisas de Tequixquiapam y la frecuente destrucción de dichas litofisas por 
aguas silizosas de circulación, que han llenado las cavidades de ópalo, y han 
producido en raros casos pseudomórfosis. Estamos por el contrario conven- 
cidos de la identidad de aspecto, estructura y composición de las litofisas de 
todas partes (Estados Unidos, México, Islas Lipari, etc.), y las de la Gran 
Bretaña, como lo muestra Mr. John Parkinson en una reciente comunicación 
á la Sociedad Geológica de Londres.” : 

Asimismo se habrá comprendido que nuestras ideas sobre el origen y mo- 
do de formación de las litofisas, no se apartan de las propuestas por Iddings, 
y que nuestras descripciones, especialmente las de las litofisas de las Nava- 
jas, vienen de alguna manera á dar un fuerte apoyo á la teoría desarrollada 
por aquel sabio americano. Si se da como causa de producción de las esfero- 
litas, la deliberación por efecto de la temperatura, del vapor de agua absor- 
bido por el magma rhyolítico fundido, se debe de admitir que este vapor so- 
brecalentado, reaccionando sobre la masa esferolítica, produce las litofisas, 
pues la identidad de éstas con aquéllas está fuera de duda. Las litofisas no son 


1 Iddings.—Seventb. An. Rep. pág. 267. 
2 The hollow spherulites of the Yellowstone and Great Britain. Geol. Mag. Vol. VII, 
May 1901, 
N? 15.—6 


42 LAS RYHOLITAS DE MEXICO. 


más que esqueletos de esferolitas, la materia substraída de ellas se regenera 
en parte bien pronto, revistiendo formas cristalinas más perfectas de los mis- 
mos minerales constitutivos de las esferolitas, pues que persiste casi la misma 
composición química. Esta identidad de composición revela, pues, que el úni- 
co agente posible de transformación ha sido el vapor de agua, como se com- 
prueba también por experimentos de fusiones ígneo-acuosas. Para demostrar 
que el agente por excelencia es el vapor desprendido, Iddings funde un pe- 
dazo de obsidiana, éste se infla primero, se forman numerosas cavidades y 
acaba por transformarse en la pómez. Igual experimento repetimos nosotros 
con un pedazo de obsidiana sometido al calor de una mufla. De este modo 
conseguimos obtener una masa casi pumítica en fibras y partículas agrega- 
das, como la que cubre las bolas de obsidiana de las Navajas. Menos tiempo 
en el calor de la mufla, un fragmento de obsidiana enteramente pura, sin 
ningunas inclusiones, se transformó en una masa descolorida con multitud de 
grandes vesículas huecas exactamente igual á la obsidiana esferolítica natu- 
ral á la que se le hubieran arrancado los glóbulos esferolíticos y el tapiz cris- 
talino de las litofisas. Obtenidas así las cavidades, queda sólo por demostrar 
la producción del material cristalino que las llena, para lo cual Iddings, fun- 
dándose en la igualdad de composición química de la obsidiana y de las lito- 
fisas y en la naturaleza de los minerales cristalizados enclavados en estas úl- 
timas, invoca las experiencias sintéticas, concediendo especial interés á las de 
Daubré y que menciona en las páginas 279-283 de su libro sobre Obsidian 
Cliff. Ahora, la formación de las esferolitas debe de considerarse como un fe- 
nómeno de desvitrificación, verificado de preferencia al rededor de un punto, 
tal como una eristalita, un grano, etc., cuando se verifica el desprendimien- 
to del agua, y que tiene lugar durante el enfriamiento; entonces un magma 
más ó menos vítreo, pasa á silicatos anhidros bien definidos* en vía de crista- 
lización. Aquellos vapores reaccionando, determinan en definitiva la cris- 
talización muy perfecta de los minerales de las litofisas. 

Antes de dar por terminado lo relativo á las litofisas mexicanas, vamos á 
considerar las rocas esferolíticas alteradas procedentes de la base de una co- 
rriente de litoiditas azuladas de cerca de la Peña del Jacal, en cuya masa 
blanca ó descolorida y terrosa se ven cavidades esféricas ó irregulares y esfe- 
rolitas de grandes dimensiones, muy fibrosas, esponjosas ó ahuecadas, tapiza- 
das generalmente de una materia terrosa blanca y de pequeños y numerosos 
cristalitos. Al hablar de estas rocas en nuestro primer estudio,? que supusimos 
inmediatas á un centro de erupción, emitimos la idea, fundándonos en la al- 
teración de las mismas rocas, que estas cavidades y las de las esferolitas, no 
contenían en abundancia minerales cristalizados, y que habían sido produci- 
das después de la consolidación de la lava por la corrosión engendrada por 


1 J. Johnston—-Lavis—Note on the Litophyses on Obsidian of the Roche Rosse, Lipari.— 
Geol. Mag., Vol. IX, 1892. 
2 Primera parte, pág. 38. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 43 


vapores y gases de las fumarolas.* A la verdad, después de un estudio minu- 
cioso sobre muchos ejemplares de esa localidad, hemos podido confirmar aque- 
lla opinión por más que sea bastante difícil explicarse, cómo puede haber ab- 
soluta identidad entre productos formados antes y después de la consolida- 
ción de las lavas, pues nos hemos afiliado del lado de los que creen que las 
litofisas nacen antes de la completa consolidación. Sin embargo, este caso 
particular no es único, y no se opone completamente á la teoría hoy más 
aceptada. 

El color de las rocas de que hablamos es el blanco, con cintas ó bandas 
muy sinuosas de escurrimiento y manchas de color gris; la parte blanca es de 
apariencia terrosa, las bandas y manchas grises, de superficie unida y com- 
pactas, recuerda la litoidita azulada original, aunque más silizosa. Las gran- 
des cavidades están llenas de un producto arcilloso muy fino, blanco ó teñido 
en partes de amarillo por óxidos ferruginosos. La arcilla y el fierro proceden 
de las aguas de circulación. 

Las manchas grises y blancas se asocian á veces como partes de una bre- 
cha, pero lo más general es que alternen en bandas muy sinuosas como re- 
sultado de un escurrimiento y en las que secciones circulares compactas ó 
porosas, también blancas, como cortes de esferolitas, se interponen desviando 
en apariencia el curso de la materia fluidal, fenómeno que sólo parece resul- 
tar de la descoloración que sufre la masa gris en el cuerpo mismo del esfé- 
rulo blanco, pues en la superficie de algunas esferolitas completas pueden se- 
guirse los surcos de fluidalidad á través de la masa de la esferolita. Las sec- 
ciones circulares blancas son á veces compactas, otras veces porosas Ó espon- 
josas; en su medio ó en los bordes se muestra la estructura radial fibrosa y 
en conchas concéntricas blancas, grises ó blanco-agrisadas. El núcleo de cada 
esferolita es blanco y algo más fibroso que el resto. Grandes cuerpos esféricos 
se separan de la masa de la roca y tienen una superficie tapizada de cristalitos 
lo mismo que las paredes de la cavidad. Delicadas hojitas petaloides como las 
de las litofisas de Obsidian Cliff, casi nunca se encuentran y por esto se aseme- 
jan más á las litofisas de la obsidiana de las Navajas. Las muchas paredes cón- 
cavas de donde se han desprendido las esferolitas enseñan un tapiz de calce- 
donia azulada y de ópalo con estructura botroidal, cubriendo de una costra á 
los numercsos y pequeños ceristalitos, produciendo á veces pseudomórfosis. 
Sobre este tapiz hemos visto grupos en racimos de cristalitos de cuarzo bipi- 
ramidados. 

Cavidades irregulares y partes porosas en donde no hay esferolitas, tam- 


1 Mucho sentimos no conocer en detalle el trabajo de Mr. John Parkinson presentado á la 
Geological Society of London, en el que se describe el efecto de la acción solfatárica sobre 
las rhyolitas del Yellowstone Park. El autor del estudio (The Hollow spherulites of the Yel- 
lowstone and Great Britain) se pronuncia como todos, en contra de la idea de que las esfe- 
rolitas huecas proceden de la acción de los gases de las fumarolas sobre esferolitas original- 
mente sólidas. Así lo hemos entendido del extracto que hemos visto en el núm. V, Vol. VIII, 
Mayo de 1901 del Geological Magazine. 


44 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


bién se tapizan de diminutos eristalitos y de delgadas películas que siguen 
las líneas de escurrimiento, indicando que las partes más duras resistieron á 
un ataque y sobre ellas se hizo el depósito cristalino. Observadas con aten- 
ción las porciones cariadas y esponjosas de las esferolitas, se ven películas, 
que á través del glóbulo siguen las líneas fluidales; otras no tienen dirección 
determinada. Suelen encontrarse como restos de esferolitas, grupos de fibras 
radiantes con tabiques formando un tejido en el que se han depositado los 
pequeños cristales. 

En las rocas blancas más terrosas el aspecto de esferolitas huecas ó con 
núcleo casi ha desaparecido, viéndose sólo cavidades irregulares en el inte- 
rior de las cuales hay grupos de excelentes cristalitos aglomerados, y disemi- 
nados en menor abundancia en toda la superficie blanca terrosa de la roca. 
Como se ve, los cristalitos no sólo se encuentran en las paredes de las esfero- 
litas ahuecadas, sino también y con profusión en esas cavidades alargadas 
tubuliformes de todas dimensiones, que hemos supuesto ser verdaderos cana- 
les de escape de vapores y en cuyas paredes la acción corrosiva debió ser 
mayor. 

Algunos análisis hechos en el laboratorio del Instituto Geológico por el 
profesor J. D. Villarello, muestran pequeñas diferencias de composición en- 
tre la litoidita gris azulada y la roca blanca manchada de gris con grandes 
esferolitas macizas, huecas y porosas como las que acabamos de describir. 


Los análisis dan: 
Roca blanca esferolítica 


Litoidita gris azulada. con litofisas. 
O oceania DA e at ole ABS SOOSGó 72.10 
IA ARS ESinOS OOOO e la ls Lo ia dodovocnobocogos o LDSS 
EU Pei DO ena DOEEA PACO OAR 3.68 
OO a a IN A DO OA a cate 2.80 
NAO: a OU co ocios taa AL) 


Como se ve, hay un enriquecimiento de sílice en la roca esferolítica, una 
diminución muy sensible en la cantidad de potasa, poca en la de alumina y 
menos aún en la de sosa. 

En la cubierta cristalina mezclada de productos terrosos ó en las paredes de 
las cavidades y litofisas encontramos los minerales en cantidades muy varia- 
bles; por ejemplo, hay espacios tapizados casi exclusivamente de tridymita 
en excelentes laminitas exagonales, otros en que este mineral y el feldespato 
están en proporciones casi iguales. La forma dominante de los cristalitos de 
feldespato es la de tablitas de forma rectangular aplastadas según la cara de la 
base y alargadas según el clinopinacoide; las caras del prisma aparecen como 
pequeñas truncaduras. La fayalita es muy rara en estas litofisas y en tablitas 
extraordinariamente pequeñas. El cuarzo bipiramidado que viene sobre la 
calcedonia que cubre á algunas cavidades, lo consideramos de reciente forma- 
ción, lo mismo que los cristalitos de ametista que se encuentran en algunas 
grietecitas de las litofisas de algunos puntos de la región de las Navajas. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 45 


Las rocas con grandes esferolitas y litofisas de que acabamos de hablar, re- 
ducidas á láminas delgadas presentan al microscopio un estado avanzado de 
desvitrificación de un magma micro-esferolítico. Bandas de escurrimiento 
fluidal muestran partes muy cargadas de finas triquitas, y envuelven ó ro 
dean á grandes cuerpos circulares que se reconocen como esferolitas, pues se 
hallan constituídos de un agregado, las más veces en forma de plumas ó ar- 
borescente, de microlitas feldespáticas. Suelen algunas traer playas intercala- 
das de cuarzo. Otras veces estos cuerpos esferolíticos, con estructura radiante 
exéntrica, muestran la agregación arborescente, enteramente igual á la de la 
masa interesferolítica de algunas rhyolitas del National Park (Iddings). 


Rhyolitas con sanidino de reflejo azul. 


Desde que tuvimos ocasión de leer la descripción microscópica de las rocas 
del Paralelo 40,* nos llamó la atención ver en las páginas consagradas á las 
rhyolitas, varias citas de rocas conteniendo pequeños cristales de sanidino, 
que muestran en cierta posición, por reflexión, un hermoso color azul compa- 
rable al que dan algunas labradoritas. Con la idea de ver producido ese fe- 
nómeno en algunos fenocristales de nuestras rhyolitas, recorrimos nuestra 
vasta colección, habiendo tenido la fortuna de encontrar numerosos casos en 
rhyolitas de diversas localidades, principalmente de los Estados de Chihua- 
hua, de Durango y de San Luis Potosí, rocas violadas y rojizas de pasta ge- 
neralmente.densa y litoidica. Los cristales de sanidino son por lo regular 
pequeños, sea de 24 4 mm. de longitud, que observados en la masa de la ro- 
ca con una lente simple, se reconoce desde luego que aquellos que enseñan la 
coloración azul son casi siempre de sección rectangular, como si estuviesen 
cortados según el ortopinacoide, lo que á veces se comprueba por una solda- 
dura según su longitud, que corresponde á la de los gemelos de Carlsbad, co- 
mo se ha visto posteriormente en las láminas delgadas. Dicho reflejo azul, á 
veces tan intenso para llamar inmediatamente la atención en los ejemplares, 
ha sido observado en los sanidinos de la Nevadita de Chalk Mountain y en las 
de otras rhyolitas del Colorado, juntamente con un lustre satinado, sedoso ó 
nacarado, que se produce en las mismas superficies que dan el reflejo men- 
cionado.? 

Las secciones al microscopio de estos feldespatos, no muestran ningunas in- 
clusiones capaces de poderse considerar como determinantes de esa reflexión, 
y hubo de buscarse la causa en un estado laminar que según cierta dirección 
presentan esos cristales, siendo entonces comparable el lustre, al producido 
por reflexión de delgadas láminas de vidrio apiladas. De este modo encuen- 
tra Whitman Cross* en las sanidinos de las localidades citadas, una partición, 


1 Zirkel.—Microscopical Petrographie of the Fortieth Parallel. 

2 Iddings encuentra el mismo reflejo azulado en los sanidinos de las litofisas de Obsidian 
Clif£. 

3 Contributions to the Mineralogy of the Rocky Mountains. Bull. U. S.G. S. 1895, N? 20: 


46 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


digamos una laminación particular, como la de un crucero según Reusch, y que 
es paralela á un ortodoma; por lo tanto la reflexión de estas láminas se hace 
principalmente visible en los cristalitos cortados en la zona del ortopinacvide. 
Se podría demostrar la absoluta semejanza de posición y carácter de ese es- 
tado laminar, en nuestros sanidinos con reflejos y de un completo parecido 
también á los que sucintamente describe Ossan de las rhyolitas de Muerto 
Camp en Trans—Pecos, Texas. * 

Nos ahorraremos por lo tanto la tarea de hacer la descripción de las rhyo- 
litas con sanidino de reflejo azul, sólo citamos aquí especialmente una muy 
cargada de cristales de cuarzo, de plagioclasa y sanidino en un magma bas- 
tante cristalizado, del Santuario en la ciudad de Durango (17), una rhyolita 
axiolítica alterada le la Sierra del Oso, Partido de Indé (18). Las rocas alte- 
radas de la Sierra del Pabellón (Ojinaga, Chih.) (20). Las rhyolitas pardas 
de la Sierra del Sacramento (Iturbide, Chihuahua) (20) no tienen más feno- 
cristales que los de sanidino, y son de estos muchos los que tienen el reflejo 
pavonado. Las del Cerro Grande en el Zápuri, se caracterizan por la pureza 
y frescura de las secciones de sanidino en gemelos de Carlsbad y sin más in- 
clusiones que pequeñísimas burbujas gaseosas. 

Por último, una rhyolita gris violada bastante vítrea y con litofisas, de la 
Presa de Santa Isabel, en la hacienda de San Pedro (Mun. Reyes, San Luis 
Potosí) deja ver en su magma cristalitos rectangulares de sanidino con refle- 
jo, en superficies escamadas, como si se tratase de un verdadero crucero. 

Una mención muy especial debemos hacer de una hermosa rhyolita rojo— 
pardusca de la Sierra de Nancititla, entre Tejupilco y Huetamo (7), casi una 
felsonevadita, notable por la gran cantidad de cristales de cuarzo ahumados, 
diseminados en la pasta de la roca y casi con igual abundancia, cristalitos 
hasta de 5 mm. de longitud, de sanidino con magnífico reflejo sedoso ó sati- 
nado, tan intenso como el que puede dar la mica blanca, con la que al primer 
golpe de vista se confunde. Con una lente se observa que en las superficies 
que dan ese intenso lustre en cierta posición, muestran excesivamente claros 
los característicos cruceros. Es curioso que en láminas delgadas estos cruce- 
ros se vean muy claros y juntamente con ellos la delicada partición que ob- 
serva Cross, según el ortodoma positivo. En fácil también observar que no 
sólo es una simple partición suceptible de compararse á un crucero, sino que 
también, según ella, existen hileras de numerosas y pequeñas cavidades ga- 
seosas, algunas alargadas como líneas. Nosotros creemos que á esa especie 
de pseudo—crucero, como piensa Cross, se debe el lustre satinado, aumentado 
considerablemente por las pequeñas cavidades según aquellos planos. Quizá 
la abundancia excepcional de dichas cavidades en la roca de Nancititla, ori- 
gina el lustre tan intenso, no comparable con el que muestran los sanidinos 
con reflejos que hemos visto descritos hasta ahora. 


1 Report on the Rocks of Trans-Pecos, Texas. Fourth An. Rep. Geol. Surv. of Texas. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 47 


Rhyolitas con magma micropoikilitico. 


Entre los variados aspectos de estructura que nos presenta el magma de 
las rocas ácidas microlíticas, debe señalarse específicamente el que ha sido 
designado por Williams con el nombre de estructura micropoikilítica, que ha 
sido reconocida ya en el magma de suficiente número de pórfidos cuarciferos 
y de rhyolitas para poderse considerar como característica. En algunas de 
las descripciones que anteceden la hemos mencionado varias veces. La cir- 
eunstancia de presentarse dicha estructura asociada frecuentemente á mag- 
mas esferolíticos en rhyolitas mexicanas y los numerosos pasos que existen 
entre ambas formas de cristalización simultánea, nos permiten considerar la 
estructura micropoikilítica con algunos otros autores, como una variante de 
la estructura esferolítica. 

Mr. Williams' nos da una suficiente definición de esta estructura, que Con- 
viene justamente á la que nosotros hemos encontrado con más frecuencia. 
Sin embargo, ofrece aspectos un poco variados según resulta de otras descrip- 
ciones que nos son conocidas. Esa definición se puede expresar como sigue: 
Areas constituídas de individuos comparativamente grandes de un mineral, 
dentro de las cuales se encuentran, en más ó menos abundancia, granos y eris- 
tales de otros minerales, pero en los que la orientación óptica no es uniforme 
para todos, ni tampoco corresponde á la de las grandes áreas cristalinas que 
los contienen. De esta manera dicha estructnra no se asemeja á la microgra- 
nítica, ni tampoco á la pegmatítica, y de aquí le viene su especialidad. Nues- 
tra forma más común, observada por ejemplo en las rhyolitas de Temascal- 
tepec (5), en las del barrio de Analco y cerro del Mercado en Durango (17), 
y en muchos otros lugares, es la de playas irregulares de cuarzo, disemina- 
das en un magma más ó menos cripto ó microcristalino; dentro de cuyas pla- 
yas, cuando están alumbradas á la luz polarizada, se ven playitas de forma 
irregular que dejan pasar menos luz, que se alumbran y se extinguen por 
erupos ó indistintamente al girar la platina del microscopio. Nuestra fig. 5 
de la lám. VIII da una idea de estas playas que recuerdan, cuando son de 
pequeña dimensión, la estructura del cuarzo esponjoso de Mr. Fouqué, pues 
es de hecho una esponja de cuarzo la que envuelve á las playitas Ó granos 
que á veces son fácilmente reconocibles como de feldespato. Este aspecto es- 
ponjoso es muy claro en las rhyolitas grises rosadas de la Bufa de Zacatecas 
(14) y en algunas rhyolitas de color claro de Curucupaseo en el Estado de 
Michoacán. Cuando las partículas incluídas son muy pequeñas, aunque se 
supone por analogía que son de feldespato, no es posible reconocerlo como 


1 G. H. Williams. —On the use of the term poikilitic and micropoikilitic in Petrography, 
Journ. of Geol. Feb. March, Vol. 1, 1893. Véase también: H. E. Gregory. Contribution to the 
Geology of Maine, Geology of the Aroostook volcanic area. Bull. U. S. Geol. Survey N? 165, 
1900.—J. P. Iddings. Eruptive rocks of Electric Peak and Sepulchre mountain. Twelve An 
Rep. U. $. Geol. Survey, 1891-92, 


48 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


tal; entonces el cuarzo adquiere aun á fuertes aumentos una forma arbores- 
cente ó como de copos de hielo, muy parecida á la que encuentra R. D. Irving 
en los pórfidos felsíticos del Lago Superior.* Con frecuencia vemos también 
en las rhyolitas de cerca de la Peña del Zumate, Real del Monte (1), las 
áreas de cuarzo arredondeadas y formadas de partes con tosca estructura ra- 
diante, como rosetas del tipo del cuarzo globular.? En otra parte hemos 
hablado de cómo tales rosetas pasan á verdaderas esferolitas, compactas ó 
porosas, y cómo estas últimas se desagregan en sus bordes y se resuelven en 
finas laminitas de feldespato que aparecen incluídas dentro de grandes playas 
de cuarzo ó de lagunas irregulares de cuarzo micropoikilítico, lo mismo que 
en las rhyolitas del Yellowstone Park (Iddings).* 

Un magma micropoikilítico como materia interesferolítica es muy carac- 
terístico en la rhyolita de San Miguel de Allende (8); el cuarzo está en la 
forma de barritas entrecruzadas y entretejidas con barritas de feldespato di- 
ferentemente orientadas, fig. 6 lám. VIII. Algo se aproxima esta forma á la 
que con mucha frecuencia se ve en los pórfidos cuarcíferos y en algunas rhyo- 
litas como continuación del crecimiento de cristales de cuarzo de primera 
consolidación. * 

Volviendo á las playas micropoikilíticas que pasan á esferolitas radiantes 
comunes, debemos insistir sobre la desagregación que sufren tales esferolitas 
dando cristales de feldespato en tablitas de forma rectangular, embutidas den- 
tro de grandes playas de cuarzo. Playas micropoikilíticas de forma irregular 
pasan también insensiblemente al desarrollo perfecto de tablitas de feldespa- 
to en el cuarzo, especialmente características en rocas conteniendo litofisas. 
Este hecho parece interesante en cuanto al momento de formación de la es- 
tructura de que hablamos, pues es indudable que existe una relación entre la 
formación de las litofisas y la del magma micropoikilítico, más perfecto y más 
bien desarrollado en México, en las rocas con litofisas, que en rhyolitas me- 
nos esferolíticas ó litoidicas. La roca de la Loma de Santillán (4) en Tequix- 
quiapam (con litofisas) y la rhyolita del cerro del Almagre (ciudad de Du- 
rango) (17) muestran pasos sucesivos bien reconocibles, de fino tapiz arbores- 
cente micropoikilítico, 4 grandes playas de cuarzo límpido y en contacto con 
esferolitas de bordes desagregados con bien individualizados cristales tabula- 
res de feldespato. 

Por último, en algunas de las rocas mencionadas arriba, entre las lagunas 
micropoikilíticas distribuídas en el magma microcristalino ó cubriendo espa- 
cios entre las esferolitas, vemos una forma muy curiosa de cuarzo que llama- 


1 R. D. Irving.—The copper bearing rocks of Lake Superior. Monog. V. U. $. Geol. Sur- 
vey, p. 99, 1883. 

2 M. Levy.—Structure et classification des roches éruptives, pág. 21, 1889, Paris. 

3 Monog. XXXII, pág. 421. 

4 W. Clements.—Volcanics of the Michigamme District of Michigan. Journ. of Geol. Vol, 
III, 1895.—The Chrystal Falls Iron bearing Dist. of Michigan, Volcanics of Hemlock forma- 
tion. Monog. XXXVI, 1899. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 49 


mos vermiforme y que consiste de cintitas angostas de este mineral muy si- 
nuosas, contorneadas, de bordes finamente dentellados, que se extinguen uni- 
formemente en toda su longitud y varias á un tiempo. Esta circunstancia y 
la de aparecer con frecuencia al rededor ó en el medio de las playas micro- 
poikilíticas, sugieren inmediatamente la idea de que este cuarzo vermiforme 
es el resultado de la soldadura de varias partes de la esponja de cuarzo. En 
ciertas preparaciones se ve este cuarzo tan íntimamente asociado al magma 
micropoikilítico, que excluye toda tentativa de considerarlo como un produc- 
to secundario en relación á aquella estructura. 

La fig. 1 lám..IX es una representación de esta forma de cuarzo, que tiene 
la rhyolita de la falda Sur del cerrito del Almagre (Durango). 

En resumen; la asociación de la estructura micropoikilítica á la esferolítica 
es casi constante; en nuestro concepto se debe considerar la formación micro- 
poikilítica del cuarzo y feldespato como un caso particular de la estructura 
esferolítica con la que la ligan tan grandes afinidades como acabamos de ver, 
y que sin duda reconocen la mayor parte de los que han descrito y figurado 
la estructura micropoikilítica de Williams. 

Es de notar que en las muestras con la estructura de que hablamos es muy 
común la estructura fluídea, y que dentro de las áreas micropoikilíticas se 
encuentran con frecuencia triquitas y granos de óxido negro de fierro, res- 
tos de láminas de biotita y aun productos verdes ó pardos de descompo- 
sición. 

Si en muchos casos suponemos que la estructura micropoikilítica se rela- 
ciona con las litofisas, el momento de su formación es por lo tanto anterior al 
de la completa consolidación de las lavas y aun contemporánea de la forma- 
ción esferolítica. En raros casos es posible suponer que es un producto se- 
cundario, pues una penetración de cuarzo en una masa poco densa ó poco 
consistente rhyolítica, podrá revestir una forma esponjosa ó micropoikilítica 
como en el ejemplo que damos de la Bufa de Zacatecas. 


La micropegmatita. 


Varias veces hemos citado accidentalmente fenocristales de feldespato pro- 
bablemente de sanidino, que llevan en su interior, distribuídas con más ó 
menos regularidad pero siempre con uniforme orientación, playitas de cuar- 
zo, reproduciendo la forma micrográfica qne ofrecen frecuentemente las rocas 
graníticas. Que este desarrollo simultáneo de cuarzo y feldespato se ha efec- 
tuado en las rhyolitas durante la primera consolidación, se comprende fácil- 
mente, porque casi siempre se conservan los contornos del cristal principal, 
que es generalmente el feldespato, el que suele llevar las mismas inclusiones 
que los fenocristales simples. No es muy raro sin embargo encontrar ejem- 
plos en que la forma del cristal es menos clara, y este es el caso para la roca 
esferolítica del cerro de Azoyatla (fig. 2 lám. IX), cerca de Pachuca, en la 
que el tamaño comparativamente grande de las playas de cuarzo, no deja ver 

N? 15.—7 


50 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


claros los contornos del cristal. También hemos visto la plagioclasa con cuar- 
zo en la forma micrográfica entre los fenocristales de una roca de Zacatecas. 

Pero no sorprenden tanto estos casos de cristalización simultánea de feno- 
cristales, cuanto el hallazgo de la micropegmatita en el magma de última con- 
solidación, en condiciones que en sumo grado favorecen la idea del parentez- 
co de estructura que se supone existe entre ésta, las esferolitas y el magma 
micropoikilítico. Una sola roca, la de la hacienda de Chicavasco, cerca de 
Actopam, de color blanco manchada de rojo anaranjado, presenta al micros- 
copio, entre un magma criptocristalino con estructura de escurrimiento, gra- 
nulaciones amarillentas y triquitas, lagunas circulares, incoloras, finamente 
granulares en el centro y delicadamente fibrosas en los bordes, que bien pron- 
to se reconocen entre los nicols cruzados como esferolitas que conservan en la 
periferia la estructura finamente radiante y la cruz negra, pero en cuyo cen- 
tro el carácter fibroso se sustituye por un agregado granuloso microcripto- 
cristalino y por lo tanto de muy débil doble refracción, en cuyo seno se ven 
manchas arredondeadas de cuarzo y feldespato en preciosa estructura micro- 
pegmatítica, de la que damos el ejemplo en la fig. 3 lám. IX tomada de una 
excelente fotografía. El cuarzo se halla en la forma de pequeñitas cuñas que, 
unidas á veces por sus ángulos, dan una forma muy curiosa arborescente y 
radiando de un centro como esferolita. 

En el núcleo y cerca de los bordes de las esferolitas se ven playitas de cuar- 
zo límpidas, y en el magma de la roca laminitas alteradas de biotita y aguji- 
tas de hornblenda. 

Alrededor de algunos cristales primarios de cuarzo con penetraciones del 
magma, se ve una auréola ancha de la misma micropegmatita. En las esfe- 
rolitas más pequeñas que trae la roca, sólo un pequeño núcleo en el centro 
muestra el estado granuloso, y el resto, la estructura finamente radiante co- 
mún, con partículas opacas ordenadas también radialmente. 


Litoiditas. 


Casi el simple aspecto macroscópico de algunas rhyolitas permite distin- 
guir y considerar con cierta independencia esta variedad, pues como es bien 
sabido se caracteriza en las rocas ácidas, simplemente por la rareza ó au- 
sencia de elementos de primera consolidación. Esto coincide naturalmen- 
te con un aspecto homogéneo y uniforme de la masa de la roca, con una es- 
tructura más común en lajas, con una división columnar más ó menos per- 
fecta en el terreno, y por último, en algunos casos, con un ligero lustre y tex- 
tura imperfectamente conchoide que sería el que correspondiese á las verdade- 
ras litoiditas. Su asociación con las rhyolitas propiamente dichas es tan cons- 
tante, que no ha habido lugar á separarlas formando un grupo aparte, sino 
simplemente como una variedad de ellas. Así las consideran Hague é Iddings* 


1 Hague é Iddings.—Notes on the volcanic rocks of the Great Basin. Amr. Jr. of Sc., 
Vol. XXVII, June, 1884. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 51 


y con ellos otros autores; microscópicamente el magma de las litoiditas tien- 
de más á una segregación cristalina, que á una masa vítrea. 

En nuestra primera parte! hemos hablado de la estructura en lajas y co- 
lumnar de la litoidita gris azulada del cerro de las Navajas (1), la roca do- 
minante de aquella extensa área rhyolítica, que presenta al microscopio una 
composición y cristalinidad muy constantes. Una base vítrea muy escasa, 
pobre de segregaciones triquíticas, sirve de cemento á secciones pequeñas 
irregulares ó rectangulares, en su mayoría de feldespato, con algunas lami- 
nitas y barritas de un mineral de fuerte dicroísmo y de color azul verdoso 
que se podría confundir con la mica á no observar que son partes disemina- 
das de antiguos cristales prismáticos que Tenne? refiere á la hornblenda, 
y quizá más que á eso á una piroxena alterada, pues que el ángulo de extin- 
ción de las secciones prismáticas alcanza hasta 43%. En este magma hay al- 
gunos cristales chicos de sanidino en macles de Carlsbad y playas irregula- 
res de un cuarzo con numerosas inclusiones de barritas del mineral verde 
citado, burbujas gaseosas y partículas que no suponemos ser de vidrio, como 
dice Tenne, sino de feldespato, en número bastante para dar á este cuarzo la 
estructura micropoikilítica. Cuando estas rocas presentan además desarrollo 
esferolítico en el magma y ausencia completa de fenocristales, la estructura 
micropoikilítica es más acentuada. Otra forma no menos frecuente del mag- 
ma de estas litoiditas es la de agregación de playitas de feldespato en mayor 
abundancia que de cuarzo; el feldespato se halla generalmente en playitas 
rectangulares con la forma común de las microlitas de sanidino, ya disemi- 
nadas sin ordenación, ya alineadas fluidalmente ó radialmente en la forma 
esferolítica. Es sin duda esta última variedad de la que Tenne dice que se 
debe de considerar como una traquita. Fig. 4 lám. VIII. 

Este aspecto microscópico es mucho más frecuente en las rocas que están 
cerca de las bolas de obsidiana y en las capitas delgadas de litoidita gris que 
se hallan intercaladas entre capitas de retinita parda ú obsidiana. Es, pues, 
un ejemplo muy claro de desvitrificación de la obsidiana negra y de la reti- 
nita parda. 

Un promedio de varios análisis de estas litoiditas dió los resultados si- 


guientes: 
OI o E O lA nos VAMO 
das AT al EEES do o ls 11.18 
AAA US EC O ed AS 4.98 
ICO eo A O E E OO ES 4.28 


O lanos dara noise rasos conan anta. OO 


En las varias corrientes de rhyolitas que yacen sobre las traquitas y ande- 
sitas con vetas auríferas del Mezquital del Oro,* Zacatecas (11), abundan 


1 Boletín núm. 14. 

2 Tenne. Op. cit. 

3 E. Ordóñez.—Informe sobre el Mineral del Mezquital del Oro, Bol. de Agricultura y 
Min, 1894, n? 10, 


52 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


las rhyolitas litoides en el borde de algunas de esas corrientes, ó en la forma 
de diques cortando á las mismas rhyolitas. 

Una de las más interesantes, que se presenta en grandes acantilados en- 
frente del arroyo del Mezquital, es de color rojo-obscuro con muy pocos eris- 
tales muy pequeños, blancos, diseminados en la masa y con ordenación flui- 
dal. En el microscopio se descubre una bien marcada estructura fluidal for- 
mada por regueros de granulaciones ferruginosas concentradas en el residuo 
de materia vítrea que rodea á la parte del magma criptocristalino que pola- 
riza débilmente por la: pequeñez de los granos cristalinos que la forman. En 
la misma luz polarizada se advierte en las preparaciones una red de partidu-- 
ras llenadas de cuarzo y feldespato. Algo se asemeja esta partición á una di- 
visión perlítica, y que parece que se produjo antes de la consolidación de- 
finitiva de la roca. Tales partiduras que se ven muy claras en la lám. IX 
fig. 5, no atraviesan á los pequeños y escasos cristales de sanidino y plagio- 
clasa que ocasionalmente se interponen. 

Algo se asemeja esta roca á la del Norte de Wadsworth, Nevada, descrita 
y figurada por Zirkel.?* 

En ciertas partes de los acantilados del Mezquital, las litoiditas pasan del 
rojo obscuro al rojo claro y rosado, en las que el microscopio muestra una 
mayor cristalinidad del magma reconociéndose ya las partículas de feldes- 
pato y de cuarzo; las granulaciones ferroginosas están menos ordenadas flui- 
dalmente y accidentalmente se encuentran pequeños cristales de hornblenda 
reabsorbidos. De esta manera se obtiene un magma enteramente uniforme 
en que apenas se notan indicios de fluidalidad. Este es el aspecto microscó- 
pico de las litoiditas en diques de color rosado y gris amarillento frecuente- 
mente penetradas de cuarzo secundario. 

En la Sierra Madre Occidental abundan por todas partes las litoiditas, por 
ejemplo en la cima de la Sierra de Alica (Territorio de Tepic). En el camino 
de Jora á Huajimic (Nayarit) (15) litoiditas muy densas, rojizas, de estruc- 
tura conchoide, de magma amorfo globulítico y finamente polarizado, consti- 
tuyen el tipo de las rocas dominantes de varias corrientes denudadas. 

Violadas ó rojas, compactas y en lajas, vemos las litoiditas cerca de Gua- 
dalupe Ocotán (Nayarit), en las montañas de Acaponeta, sobre el camino en- 
tre Durango y Mazatlán, cerca del Parral en Chihuabua, y en tantos otros 
puntos de aquella Sierra Madre que sería muy largo enumerar. 

Además de las rhyolitas comunes de las Bufas, muchas de ellas esferolíti- 
cas, la región de Zacatecas (14), en la parte alta de muchos de sus cerros, 
hay litoiditas que fácilmente se pueden ver porque forman acantilados de po- 
ca altura, y en los cuales la roca se halla en lajas horizontales ó más ó menos 
inclinadas; á veces los afloramientos de litoiditas son tan angostos que parecen 
diques, y por último, algunas de las vetas minerales dan crestones de litoidi- 
tas rojas muy impregnadas de cuarzo. 


1 Zirkel.—Microsc. Petrog. Fortieth Parallel. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 53 


Las litoiditas en el primer caso proceden de corrientes muy destruídas por 
la erosión, tanto que en partes sólo aparecen como verdaderos casquetes en 
la parte superior de los cerros, y muchos de estos proceden de una sola co- 
rriente. Estas rocas han escurrido sobre superficies ya muy avanzadas en 
denudación. Aunque de lugares muy diferentes, las litoiditas del Mineral de 
Zacatecas tienen entre sí una gran semejanza y se caracterizan por la modi- 
ficación que han experimentado posteriormente á su enfriamiento, y que con- 
siste esencialmente en una avanzada silicificación que llega á veces hasta ha- 
cer desaparecer el carácter primitivo de la roca. Coincidente con este fenó- 
meno se produjo en la masa de estas rocas una desvitrificación, en la que han 
intervenido indudablemente acciones dinamo-génicas mucho más sensibles 
en las otras rocas eruptivas de esta región. 

Las litoiditas de Zacatecas son de color blanco amarillento, gris y rojo, 
muy duras y compactas, muy raras veces con bandas de diverso color, y por 
lo tanto, sin marcada estructura fluidal, aunque están divididas en lajas. En 
el microscopio el magma se resuelve en un agregado casi compacto de partes 
polorizantes en pequeñas secciones irregulares de cuarzo, otras de sección 
también irregular ó de forma rectangular presentan los caracteres del feldes- 
pato monoclínico en cristales microlíticos, indudablemente el sanidino; la ma- 
teria amorfa queda en pequeña cantidad y como residuo intersticial. Pero 
esta pasta microlítica y amorfa es el cemento de un gran número de playas 
irregulares de cuarzo micropoikilítico en barritas ó rosetas que indudable- 
mente forman un tejido que aprisiona á partículas de feldespato. Este cuar- 
zo en tan gran abundancia no cabe duda que es un producto secundario, por- 
que mucho se asemeja á las playas de este mineral alotrimorfas y tienen como 
aquellas gran número de vesículas gaseosas y abundantes inclusiones líquidas 
con burbuja movil. El cuarzo secundario micropoikilítico parece haber entra- 
do produciendo una verdadera sustitución, un caso de metasomatismo, pues 
aun los rarísimos cristales primarios de sanidino se hallan en parte sustituí- 
dos por este cuarzo. Cuando hay esferolitas, lo que sucede raras veces, se ha- 
llan también penetradas de cuarzo, el que les forma una auréola dejando el 
núcleo esferolítico intacto. La pasta de las litoiditas tiene pocas granulacio- 
nes opacas. Los minerales accesorios que con ellas se encuentran, son, una 
mica alterada en playas grandes y en parte reabsorbida, muy raros cristales 
de hiperstena y algunas agujitas de apatita, secciones de fierro negro y á ve- 
ces granos de pirita. 

Las litoiditas que acabamos de describir vienen principalmente de los ce- 
rros del Gil, del Cerro Caliente y del Frijol, del Cerro de Noche Buena y del 
cerrito de Mata Pulgas, de la Nueva Valenciana, del Grillo y de la Cala- 
vera. 

Algunas de estas rocas podrían compararse por su estructura y posición 
en relación con las demás rocas del terreno, con la litoidita del dique de San 
Esteban,' en el Real del Monte. 


1 Bol, del Inst, Geol, de México, Núm, 13, pág. 33, 


54 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


Fuera de estos casos especiales que acabamos de citar, poca cosa tenemos 
que agregar del gran número de litoiditas mexicanas, porque como es natu- 
ral, en este grupo de rhyolitas, su magma al microscopio es casi siempre uni- 
forme micro ó criptocristalino, raras veces llevan accidentalmente laminitas 
de mica ó de hornblenda primaria y pocas granulaciones opacas. Varían qui- 
zá más por su aspecto macroscópico. Algunas litoiditas típicas blancas ó ro- 
sadas, aporcelanadas, vienen del Cerro de San Ignacio de la Bufa, cerca de 
Guanajuato (8), otras compactas y macizas, juniformemente grises ó pardas 
se hallan en Oputo (Distrito de Moctezuma), en Sonora (22), las del Cerro 
Mercado en Durango (17), las de Calamahí en la Baja California que traen 
algunos muy pequeños cristalitos de sanidino en una pasta bastante vítrea, 
la de la Hacienda de Bledos (Partido de Santa María del Río), San Luis Po- 
tosí (10), con una curiosa estructura en circunvoluciones ocasionadas por los 
regueros de partículas pardas y manchas circulares de las mismas partículas, 
que indican un principio de formación esferolítica, fig. 6, lám. IX; la gris vio- 
lada de aspecto brechoide de la Hacienda de San Gregorio y el Valle de Allen- 
de (Chihuahua), (19), la de la base de las corrientes de rhyolitas con litofisas 
en la región opalífera de la Trinidad, la de las lomas al W. de Tequixquiá- 
pam, quese carga de muchos cristales microlíticos de sanidino, lo que la ase- 
meja algo á una traquita. 

Más hermosas son las litoiditas jaspeadas que se encuentran en el cerro 
del Ocote, en las cercanías de Tula, Hidalgo (3), que á la simple vista mues- 
tran con su estructura conchoide, banditas muy sinuosas de diferentes tonos, 
pardo rojo y gris, que son el efecto del escurrimiento. Parecido aspecto exte- 
rior tienen las del Puerto de Plata en el mineral de San Felipe Torres Mo- 
chas, Estado de Guanajuato (9), algunas de cerca de Cadereyta, en Queréta- 
ro (4), muy esferolíticas y las del Cerro de Chichíndaro. 

Litoiditas bastante vítreas de color violado intenso, conchoides y de lustre 
de cera, vienen en delgadas corrientes en Acacico, cerca de Yahualica, en Ja- 
lisco (11), con un magma axiolítico de los más característicos. Cerca de San - 
Miguel de Allende (8), una litoidita de color amarillo sucio manchada de ro- 
jo y con lustre como la anterior, tiene también un verdadero tejido de axioli- 
tas en el magma y en partes presenta un notable parecido con la litoidita de 
Black Rock Mountains en Nevada.' 

Damos á continuación los análisis? de algunas de las litoiditas ante- 
riormente mencionadas, de aquellas que nos han parecido más típicas; el nú- 
mero 1 de la Trinidad, el núm. 11 de la Hacienda de San Gregorio, núm. III 
de Chichíndaro, núm. IV del Cerro del Ocote, núm. V de Acacico, y para 
comparar, damos el núm VI de la litoidita azulada de las Navajas. 


1 Zirkel.—Microscopical Petrograpby. 
2 Análisis hecho en el Laboratorio del Inst. Geol., por el Prof. J. D. Villarello, 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 55 


1. 106 IT. IV. No vi. 
SiO 01 .1:46 71.68 70.52 74.92 81.50 70.46 
AO. 11.00 10.25 11.18 
AD 1.80 1.60 4.98 
GORE 2.36 2.70 4.00 4.30 1.47 4.28 
NasOk cs. 4.32 4.50 4.10 4.48 1.56 4.60 


Exceptuando las rocas de Acacico, llama la atención en el cuadro anterior 
la constancia de la proporción de Na?0. 

Una litoidita jaspeada de Analco (ciudad de Durango), de distintos tonos 
de pardo muestra, sin cambiar la textura de la roca, bandas circulares de es- 
ferolitas opacas. El análisis de esta roca dió: 


EOI as pee also ha 3.88 
Narea E IRE e de A E a e 4.11 


Rhyolitas alteradas. 


Las rhyolitas en general son resistentes á la descomposición ó alteración 
por los mismos agentes que en otras especies de rocas determinan modifica- 
ciones más ó menos intensas; por lo tanto, de ordinario las rhyolitas están 
frescas aun en la superficie del terreno, y en los casos en que por condiciones 
especiales han sufrido alteración, conservan De su aspecto de rocas no 
alteradas. 

Sin embargo, podemos señalar dos clases ds modificaciones que ofrecen las 
rhyolitas, dos distintos géneros de alteración á veces observados simultánea- 
mente; la una es la determinada por los agentes atmosféricos; es generalmen- 
te débil y consiste en la transformación más ó menos avanzada del magma en 
un producto arcilloso, penetración de calcita en la forma de venillas y un 
principio de pseudomorfosis de los feldespatos en calcita. Estos cambios coin- 
ciden con un cambio de color que se verifica sólo á algunos centímetros de la 
superficie de la roca. 

Tan poco intensas mutaciones pueden muy bien dejarse á un leña y estudiar 
solamente las alteraciones producidas por agentes más enérgicos y que pro- 
ducen metasomatismos, es decir, cambios marcados en la composición quí- 
mica de la roca y avanzadas pseudomorfosis. Este fenómeno se produce, en 
los casos que nosotros conocemos, por la acción de aguas calientes de circula- 
ción y que llevan á las rocas compuestos en disolución como la sílice, que se 
deposita en la forma de cuarzo alotrimorfo en las grietas y hendeduras, de 
cuarzo granudo y á veces esponjoso (micropoikilítico) en el magma por sus- 
titución de partes de dicho magma y también en los feldespatos primarios de 
las rhyolitas. 

Naturalmente dicha acción hidrotermal que se traduce como hemos dicho 
en una silicificación, es casi constante en nuestras regiones rhyolíticas veci- 


56 LAS RYHOLITAS DE MEXICO. 


nas á distritos mineros con vetas en cuya matriz entra el cuarzo como ele- 
mento esencial, pero es curioso que no siendo las rhyolitas las rocas empo- 
trantes de esas vetas presentan en algunas partes bastante lejanas, los mis- 
mos cambios que las rocas de los respaldos de las vetas y sin experimentar 
una mineralización ó depósito de otros minerales á más del cuarzo. 

Ya hemos visto también cómo la acción hidrotermal puede depositar el ópa- 
lo en los huecos é intersticios de la parte superficial de corrientes de rhyoli- 
tas como en Tequixquiápam; en Tepezalá, de la Sierra de Pachuca y el semi- 
ópalo en muchas rhyolitas de la Sierra Madre Occidental, en las que ha habido 
otros fenómenos complejos y obrado causas más profundas; tales son las subli- 
maciones, que han dado como producto el estaño y la hematita de tan profusa 
distribución en toda la Sierra, ó como el topacio en las rocas silizosas de Ca- 
noas, en San Luis Potosí. Aquí sólo hablamos de la silicificación como el fe- 
nómeno más constante y más intenso, y de ello dan pruebas las muchas citas 
que encontramos en las descripciones de rhyolitas en la ya extensa bibliogra- 
fía. Por la especialidad del caso, la amplitud de la descripción y semejanza 
con las que nosotros podemos exhibir, ningún estudio más á propósito tene- 
mos para esa comparación, que el de M. Lindgren* sobre la alteración hidroter- 
mal de las rhyolitas en las regiones mineras de De Lamar y Florida Mountain. 
Aunque allá las vetas en parte armen en estas rocas, la alteración se mani- 
fiesta á distancias bastante grandes de las vetas, como sucede en la mayor 
parte de nuestros casos. 

Sería muy cansado repetir para cada región, la descripción completa de 
nuestros ejemplares de rhyolitas alteradas, en vista de la semejanza que ofre- 
cen entre sí; es preciso casi concretarse á la simple mención. 

Sigamos por ejemplo algunas localidades de la región montañosa del W. 
de la República. En los acantilados rhyolíticos y apófisis del Mezquital del 
Oro (Juchipila, Zacatecas) (15), hay rocas de color rosado y algo porosas que 
al microscopio dan un tapiz de cuarzo alotrimorfo y granudo secundario que 
destruye en parte el magma cristalino original; las cavidades de estas rocas 
están tapizadas de una auréola de materia radiante de débil polarización, alar- 
gadas á veces en forma axiolítica; la materia principal de esta masa algo fibro- 
sa es el ópalo y la calcedonia. Restos de cristales primarios de hornblenda y 
de mica coloran la roca, pues estos minerales desagregados y el fierro rojo 
quitan la limpidez de las preparaciones. 

En la región minera de Hostotipaquillo, de Cabrera, Castellana, en las 
márgenes del río de Santiago, en el Nayarit y Mineral del Zopilote (Jalisco 
y Tepic), etc., (15 y 16), abundan las-rhyolitas silicificadas, grises, violadas y 
rojas, con ó sin estructura fluídea manifiesta. Raras veces estas rhyolitas for- 
man los respaldos de las vetas como en la mina de Cabrera, en la Yesca ó en 


1 The gold and silver veins of Silver City, De Lamar and other Mining Districts in Idaho 
Twentieth Ann. Rep. U. S. Geol. Survey, Part. III, 1900. The Mining Districts ofTdaho Ba- 
sin, etc., Highteenth. Ann. Rep. U. S. Geol. Survey, Part. 111, 1896-97. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 57 


San Sebastián, Óó como en algunas vetas de Guanajuato. El cuarzo secun- 
dario viene en estas rocas en venillas, penetra á las esferolitas feldespáticas, 
sustituye la masa de los sanidinos primarios y de algunas plagioclasas con 
macles de la periclina. Algunos de estos feldespatos no han sufrido alteracio- 
nes, pero en otros el cuarzo penetra en su masa en la forma de playitas, y hay 
muy pequeñas hojitas de mica verde como producto de la alteración. Entre 
estas rhyolitas silicificadas algunas vienen en diques. 

Sucede frecuentemente que además de la penetración del cuarzo, partes del 
magma se ven transformadas en calcita como una pseudomorfosis y más ge- 
neralmente como un relleno intersticial ó en venillas. Tal se ve en algunas 
rhyolitas de Indé y Sierra del Oso, en Durango, que como las del Mezquital, 
tienen intersticios alargados cubiertos de ópalo y calcedonia en formas axio- 
líticas. En las rocas de la Sierra de Candela, notablemente frescas, el cuarzo 
granudo y esponjoso se distribuye con profusión en el magma criptocristalino. 
Los feldespatos primarios no presentan ninguna alteración. 

En los minerales de Jesús María y Cusihuiriáchic (20), (Chihuahua) se en- 
cuentran ejemplares muy interesantes, porque el cuarzo secundario granudo 
empasta casi enteramente á la roca, de la que sólo se conservan pedazos de 
esferolitas, sin perder su estructura radiante, pero en partes esta materia se 
ha sustituído por cuarzo. 

De las regiones mineras del interior del país, los casos de silicificación de 
las rhyolitas no son menos numerosos. En Casahuates y el Cerro del Huis- 
teco, junto á Tasco (5), en Guanajuato (8), en la Cañada del Monte á Sirena, 
en el Cerro de la Cruz de Pachuca (2), y otras numerosas litoiditas y rhyoli- 
tas de la Serranía de Zacatecas (14). 

Hay otro género de alteración en las rhyolitas que no por ser menos fre- 
cuente deja de ser muy importante y de más difícil interpretación. Consiste 
esencialmente en una transformación del magma en una materia terrosa ó ar- 
cillosa que podría muy bien resultar de una especie de trituración por pre- 
siones considerables ocasionadas en movimientos tectónicos. Los elementos de 
primera consolidación de las rocas, tales como el cuarzo y el sanidino, se 
agrietan profundamente por efecto de los mismos movimientos, y el último 
de estos minerales sufre á veces una completa transformación en arcilla y más 
que en esto en un producto que mucho se asemeja á la serisita; la calcita y el 

- cuarzo suelen encontrarse también incrustados en esta masa y por último ra- 
ras veces agujitas de epidota. Estas modificaciones se verifican por lo regu- 
lar en partes profundas, en las rocas extraídas de las minas y tienen por lo 
regular un tinte gris ó verdoso, pues los minerales ferromagnésicos (augita, 
hornblenda ó mica), no se ven alterados en productos ferruginosos, sino en 
una materia verde cloritosa, límpida ó fibrosa, diseminada en el magma. 

Esta alteración es muy clara en rhyolitas de Tasco, en las del mineral de, 
Tlaucingo (Puebla), en las rhyolitas con oro de inclusión de la Yesca (Tepic) 
en Guadalupe y Calvo (19), Chihuahua, etc., etc. 

No podemos precisar qué otras influencias extrañas corroboran á la des- 

N? 15.—8 


58 LAS RYHOLITAS DE MEXICO. 


composición, ni cuál deba ser la naturaleza de las aguas en circulación, ni qué 
papel han desempeñado las rocas vecinas, tales como las andesitas verdes con 
las que están asociadas. 


RHYOLITAS VÍTREAS. 


Retinitas. 


En casi todas las regiones rhyolíticas de México, junto con las rhyolitas 
propiaments dichas, se encuentran rocas vítreas, unas veces en delgados le- 
chos intercalados en las corrientes, bien en masas irregulares, por decirlo así, 
enclavadas, ó por último, en la forma de diques. Es indudable que tales ro- 
cas vítreas, con la misma composición química que las rhyolitas que las con- 
tienen, provienen de partes muy rápidamente enfriadas de los magmas, y 
como dice Rosenbusch, con cristalización más ó menos avanzada, anterior al 
período de efusión. 

Rocas microlíticas de diferente composición, conservan partes de su masa 
en estado vítreo, en parecidas condiciones de aspecto y estructura, de tal ma- 
nera que sólo el análisis químico es capaz de indicar á qué grupo de rocas 
pertenece; tal es el caso principalmente para las andesitas y rhyolitas vítreas. 
Cuando como á nosotros faltan análisis químicos suficientes, tendremos que 
concretar nuestras citas sólo de las rocas vítreas que hemos visto asociadas á 
las rhyolitas. 

Es de un uso general dividir el grupo de las rhyolitas yítreas en dos: las 
retinitas ó piedra pez, y las obsidianas; las primeras se distinguen por un con- 
tenido de agua mayor que las segundas, por un lustre particular resinoso y 
porque tienen de ordinario mayor número de segregaciones cristalinas, ya 
sea cristales completos ó incipientes. Hay además un carácter que casi es 
esencial para las retinitas y que consiste en una división ó partimiento que 
se ha producido al fin ó después de la consolidación de la roca y que tiende 
á separarla en glóbulos más ó menos perfectos. Esta estructura llamada per- 
lítica, puede ser muy bien, como algunos piensan, el resultado de la delibera- 
ción del agua. A algunas de estas rocas que tienen cierto color y lustre, y 
muy marcada la estructura en glóbulos, las han llamado ocasionalmente per- 
litas, de las cuales no se puede hacer una subdivisión especial. Más lo mere- 
ce la Marekanita, como veremos más adelante. 

En cuanto á las obsidianas, es bien conocido su aspecto franco de vidrio, 
su textura conchoide y la pobreza de segregaciones cristalíticas que llega á 
veces hasta no contener ningunas. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 59 


Por efecto de la calcinación en una atmósfera libre, los vidrios naturales, 
en general, se hinchan, pierden su agua y se transforman en una masa es- 
ponjosa llena de cavidades que reducen á veces la masa á fibras unidas. Es- 
tos vidrios así modificados, dan la pómez que tanto abunda en las áreas vol- 
cánicas de México, proveyendo el material detrítico de una gran parte de 
nuestros sedimentos pliocenos y post-pliocenos. 

Rosenbusch reconoce el hábitus nevadítico en algunos vidrios rhyolíticos, 
es decir, que contienen un gran número de individuos cristalinos de forma- 
ción intratelúrica. Ya hemos mencionado los pocos casos de pretendidas hia- 
lonevaditas que conocemos de México. 

Una mezcla de magma criptocristalino y puramente vítreo es de frecuen- 
te ocurrencia en las mismas rocas, ya mezclados irregularmente ó ya dis- 
tribuídos en fajas de fluidalidad demarcando diferentes condiciones de enfria- 
miento. Este fenómeno es muy claro y común al microscopio y suele presen- 
tarse en mayor escala para percibirse á la simple vista. Así se ve en las 
montañas de las Navajas, cerca de la Peña del Jacal. Las litoiditas azuladas 
tienen intercaladas capitas de retinita de color amarillo sucio, con cristalitos 
de sanidino diseminados. El vidrio, amarillo claro por transparencia, deja 
ver al microscopio numerosas vesículas gaseosas; granitos de óxido negro de 
fierro, barritas amarillas que parecen ser de piroxena, algunas agujitas de 
apatita y microlitas de sanidino algunas veces muy abundantes. Suelen en- 
contrarse también esferolitas finamente fibrosas ó formadas de microlitas fel- 
despáticas, reconocibles como las de las rocas con litofisas de esa misma lo- 
calidad. 

La composición de la retinita es la siguiente: 


ira NON 69.40 
A reas AE 200 
O O A ANS E 3.18 
A A ias deu lisa Sos jp asin e 2.36 
NED e O NA 4.30 


Como se ve hay un contenido de sosa relativamente grande comparado con 
el de potasa y la proporción de sílice es inferior al que contiene la obsidiana 
y la litoidita de las Navajas, como se verá más adelante en un cuadro com- 
- parativo de los análisis de algunas de nuestras rhyolitas. 

En otros lugares de la Sierra de Pachuca, se ven áreas pequeñas de retini- 
tas parecidas; por ejemplo en el cerro Judío, cuyas retinitas llevan esferolitas 
grises de cruz negra y pequeños cristales de sanidino, triquitas y globulitas, 
seccioncitas de mica parda y apatita. 

Muchas retinitas de color negro ó grises ofrecen, como las anteriores, un 
campo más ó menos límpido por tansparencia, con segregaciones de finas mi- 
erolitas y regueros de globulitas en zonas que definen la estructura fluídea. 
En unas bandas dominan sólo las microlitas, en otras las colonias de globu- 
litas y en los espacios intermedios se ven triquitas de formas caprichosas. De 


60 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


este aspecto son algunas retinitas muy esferolíticas de Apaseo el Alto (Gua- 
najuato). En la masa gris se ven las esferolitas de color rojo agrupadas en 
zonas y constan de fibras finas transparentes con interposición de fibras ra- 
diantes hechas de partículas ferruginosas. 

Las retinitas hialonevadíticas de Pozos, cargadas de cristales de cuarzo y 
feldespato, muy agrietados como si hubiesen cedido al esfuerzo que determi- 
nó la división perlítica, se caracterizan por un magma globulítico; las globu- 
litas aglomeradas forman verdaderas películas plegadas de muy diversa ma- 
nera, produciendo, como dice Iddings al hablar de ciertos vidrios globulíti- 
cos, el efecto de un velo arrugado. En los espacios menos cargados de globu- 
litas, se ven triquitas en la forma de ramitas espinosas. El vidrio perlítico 
de Guadalcazar (S. L. P.) le es semejante, llevando además microlitas feldes- 
páticas, algunas de extremos bifurcados. 

Es muy común observar, como se dijo antes, además de las microlitas in- 
coloras consideradas como de feldespato, aguja=s más ó menos finas ligera- 
mente coloridas en verde amarillento, algunas veces fácilmente reconocibles 
como de augita, las que se agrupan de ordinario en formas caprichosas. Tales 
son por ejemplo las que contiene el vidrio incoloro del cerro de Albadeliste, 
en Tejupilco (México). En el campo obscuro del magma á la luz polarizada, 
se ven estrellas formadas de varias agujas amarillas. 

Esta roca también muestra curiosas manchas casi circulares que polarizan 
débilmente y que se resuelven á la luz natural en aglomeraciones de globu- 
litas con tosca distribución radiante. Ccmo se ve, estos cuerpos pueden con- 
siderarse como esferolitas incipientes, y podrían entrar en la categoría de las 
elobosferitas de Vogelsand. Este es el único caso que hemos podido obser- 
var de agregados imperfectamente esféricos de globulitas. 

Hasta aquí casi sólo hemos hablado de vidrios rhyolíticos de color unifor- 
me ó incoloros, pero dentro de las retinitas caben muchas rocas vítreas que 
dan al microscopio colores más ó menos intensos con predominancia del ama- 
rillo y del rojo, y con partes incoloras; esta mezcla da lugar á varias conge- 
turas respecto al estado de estos magmas fundidos, pues que demuestra una 
falta de homogeneidad de la masa, distintas temperaturas del baño líquido 
en diferentes partes de la masa, y aun á veces refusiones. En unos casos, el 
magma de diferente color se distribuye en capas; en otros, estas partes dife- 
rentemente coloridas se distribuyen en banditas sucesivas y alternantes y oca- 
sionalmente con intercalaciones de capitas de litoidita. Así se observan, por 
ejemplo, las preciosas retinitas de la Sierra de Gamón, cerca de Durango, con 
bandas angostas grises, negras y amarillas, sirviendo de cemento á grupos 
de grandes esferolitas de color rojo. De las capitas, unas son enteramente 
vítreas y otras son litóidicas, dando estas últimas á la luz polarizada el as- 
pecto criptocristalino ó de manojos de fibras muy unidos. Las bandas vítreas 
contienen finas microlitas y banditas de ópalo. Una idea de esta estructura 
en bandas diversamente coloridas, se da en la fig. 1 de la lám. X. Igual al- 
ternancia de bandas paralelas de vidrio pardo é incoloro, muestran las reti- 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 61 


nitas de la cuesta entre el cerro del Obispo y el rancho de Piloncillos, en el 
camino de San Dimas (Durango). La regularidad de las bandas se modifica 
al tropezar con cristales primarios de sanidino. 

Frecuentemente la mezcla del vidrio incoloro y colorido se hace muy irre- 
gular, y la coloración proviene solamente de muy finas granulaciones disemi- 
nadas á manera de polvo en el vidrio claro, como se ve en una retinita del 
cerro de Xicuco, cerca de Tula (3), que tiene 68.30 por ciento de sílice. El 
pigmento se halla asociado á globulitas, triquitas y agujas incoloras. Otras 
veces la materia colorante se presenta como en disolución y aparece como 
manchas en el vidrio incoloro, haciendo desaparecer parte de las segregacio- 
nes triquíticas. Tal es el caso para retinitas negras con estructura en barras, de 
la Sierra de Tulancingo y para las de cerca de Molango, en Hidalgo. El vidrio 
pardo del rancho del Zacatón, en Pozos, contiene microlitas de sanidino y al- 
gunos cristales primarios de plagioclasa entre los muchos de cuarzo y sanidino 
que tiene esta roca nevadítica. Existiendo en estos vidrios casi siempre el 
óxido negro de fierro en granos pequeños, es probable que en la mayor parte 
de los casos, la incompleta coloración del magma, amarillenta Ó rojiza, sea 
simplemente debida á una oxidación del fierro. 

Hay otros casos en los que la materia colorante, en lugar de aparecer co- 
mo en disolución, se presenta en áreas bien individualizadas, con contornos 
definidos y afectando formas caprichosas que resultan del movimiento fluidal 
de la masa. Desde este punto de vista es muy interesante una roca de Apa- 
seo el Alto, compuesta de un vidrio incoloro con numerosas cavidades, rosa- 
rios de globulitas y triquitas, cortados por zonas de un vidrio amarillo ana- 
ranjado, en formas arborescentes alargadas en la dirección del escurrimiento, 
y que se resuelven con aumentos no muy fuertes en aglomeraciones de fibras, 
de barritas ó de áreas irregulares de contornos más obscuros; lám. X, fig. 2. 
Algunos de estos cuerpecitos alargados, de color anaranjado, parecen á veces 
verdaderas microlitas. El mismo aspecto nos ofrece la retinita de cerca de 
Huitzuco (Guerrero) y las hermosas obsidianas jaspeadas de Maravatío y 
de otros muchos lugares del país. 

Se habrá comprendido fácilmente que todas las retinitas de que hemos ha- 
blado tienen más ó menos desarrollada la estructura perlítica, verificada al 
fin y después de la consolidación, puesto que no afecta en nada á las bandas 

de fluidalidad. Las partiduras perlíticas unas veces desaparecen á la luz po- 
larizada, otras veces se reconocen por finas líneas débilmente alumbradas de 
color amarillento, como en una retinita de Asientos y del cerro de Altamira 
(Aguascalientes) (9). En la de la barranca de Ojo de Agua, en el Oro, Distri- 
to de Ixtlahuaca (México), las grietas perlíticas están llenadas de un producto 
criptocristalino. Lám. X, fig. 3. 

Es muy común encontrar en las retinitas, al lado de vidrios compactos in- 
coloros ó coloridos, partes muy cargadas de cavidades y de vesículas gaseo- 
sas, alargadas, que recuerdan inmediatamente la estructura de la pómez. Del 
vidrio pumítico al vidrio compacto se pasa por insensible gradación, pero hay 


62 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


muchos casos en que cada uno de estos vidrios se aisla en lagunas de forma 
irregular cuyos contornos se tocan mutuamente dando la apariencia de frag- 
mentos fuertemente prensados y soldados. El cerro Xicuco, cerca de Tula (3), 
nos provee excelentes ejemplos de esta estructura. En aquel pequeño macizo 
cónico aislado, abundan las retinitas, las pómez, las brechas y las tobas en 
lechos escalonados. Las retinitas son las dominantes, de aspecto jaspeado 
con manchas negras, pardas y amarillas, con algunas esferolitas y cristales 
de sanidino. Las lagunas de vidrio pardo se sueldan á las de magma incolo- 
ro desvitrificado y á las de pómez, dando la apariencia eutaxítica que descri- 
be Iddings para algunos vidrios rhyolíticos del Yellowstone Park. Es muy 
estrañio, como bien nota ese autor, el contraste entre partes relativamente 
compactas de vidrio y partes ampollosas pumíticas. Es probable que esta cu- 
riosa estructura sea debida á refusiones, y que por movimientos de la masa 
viscosa, se comprimían las partes pumíticas infladas, ó que hubo distintas tem- 
peraturas en el magma fundido. 

En la fig. 4 dela lám. X, damos una representación de la estructura eutaxí- 
tica, que tienen muchas de nuestras retinitas, entre otras, las del Paso de 
Ibarra, en las márgenes del río de Tololotlán cerca de Guadalajara, las del 
cerro de la Cruz en Puruándiro (Michoacán) (13), las de Jesús María en la 
Sierra de Morones (Zacatecas) (2), las de la Sierra de Gamón, etc., ctc. 


La Marekanita. 


El estado más perfecto de la estructura perlítica se muestra en los vidrios 
conocidos con el nombre de Marekanita, derivado de las retinitas de cerca de 
Ochost, en la orilla occidental de la grande Marekanka, Siberia. Estos vi- 
drios, de grande pureza y homogeneidad, se dejan separar según las grietas 
perlíticas, en glóbulos de pequeña dimensión. El producto de esta desagrega- 
ción forma acumulaciones de bolas, al pie de un acantilado en aquella locali- 
dad. La separación en glóbulos de este vidrio natural, á más de un fenóme- 
no de contracción, parece que es debida á una especie de tensión muy seme- 
jante á la que adquieren los vidrios artificiales mediante ciertas acciones, ta- 
les como la compresión, ó un enfriamiento muy rápido de la masa fundida. 
Por lo primero se producen también fenómenos de polarización, y por lo se- 
gundo, una fragilidad muy grande, pues que se reducen á polvo fino los gló- 
bulos al menor choque, fenómeno característico de las lágrimas batávicas. 

Con estos caracteres se presenta un vidrio gris de humo, procedente del ce- 
rro de Buenavista, en el Distrito de Apam (Hidalgo), que forma allá masas 
no muy considerables, y declives con el material desagregado. De los trozos 
traídos al gabinete, se desprenden al contacto de los dedos pequeños glóbu- 
los, esquirlas y conchitas dotadas de completa transparencia, que saltan en 
partículas finas cuando se les golpea débilmente con un martillo. 

En las masas, se ven entre los glóbulos, cristalitos muy hialinos blancos de 
sanidino. La Marekanita de Buenavista, al igual que los otros vidrios que 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 3 


llevan este nombre, está casi completamente desprovisto de segregaciones 
cristalíticas, y las láminas al microscopio aparecen enteramente limpias, sal- 
vo una que otra pequeñísima vesícula de gas. Además de los pequeños ceris- 
tales primarios de sanidino, se encuentran algunas laminitas de biotita. 

Entre bolas y guijarros de una obsidiana negra que se encuentra en unas 
colinas cerca de Etzatlán, Jalisco, hay un vidrio de color gris de perla, de 
lustre nacarado, en masas arredondeadas ó en glóbulos pequeños desde el 
tamaño de una avellana. Observados con la lente estos glóbulos perlíticos, 
se ven formados de conchitas concéntricas muy delgadas y enteramente trans- 
parentes. Si se golpean con un martillo saltan también en pequeñas esquir- 
las filiformes y en glóbulos más pequeños. Esta retinita aperlada suele envol- 
ver á núcleos de obsidiana negra que, como la Marekanita, no contiene nin- 
gunas segregaciones más que tenues cavidades. 

La misma descripción conviene á la Marekanita gris de perla y amarilla 
de los alrededores de Maravatío, en el Estado de Michoacán. 


Obsidianas. 


Con el título de “Algunas obsidianas de México” publicamos en 1892* un 
pequeño estudio de estos vidrios rhyolíticos, de las localidades más conocidas 
de México. En ese trabajo consagramos especial atención al fenómeno de la 
desvitrificación, describiendo los pasos que claramente sigue la cristalización 
incipiente y definiendo las variedades de la obsidiana por la ausencia de to- 
da individualización, por la existencia de cavidades y burbujas en la masa ó 
por el tipo de desvitrificación que en ella predomina. Tal subdivisión, tan 
artificial, no puede ser nunca rigurosa, y así lo supusimos desde entonces, 
porque en una misma localidad y aun en un mismo ejemplar, se pueden en- 
contrar diferentes productos ó estados de desvitrificación, y sólo adopta- 
mos la subdivisión por la comodidad para hacer la descripción. Debemos de 
insistir aquí, sin embargo, en que la forma rudimental ó naciente de la desvi- 
trificación, es un diminuto cuerpo ó grano de apariencia esférica que á menu- 
do puede confundirse con una pequeña cavidad; que la reunión de varios gra- 
nos da lugar á esas figuras filiformes ó triquitas tan comunes en los magmas 
amorfos, y que la aglomeración de muchos cuerpecitos esféricos ó globulitas 
puede á veces dar nacimiento á agujas ó microlitas ya dotadas del poder de 
la doble refracción. Si en verdad el mecanismo de la cristalización es en ge- 
neral más complicado y difícil de seguir en sus primeros pasos, no es menos 
cierto que algunas vbsidianas muestran claramente, cómo á expensas de estas 
formas rudimentales nace un individuo más perfecto. Todos los familiariza- 
dos con el microscopio han visto, en magmas amorfos en vía de desvitrifica- 
ción, á las microlitas rodeadas de un espacio enteramente desprovisto de se- 


1 Memorias de la Soc. Cient. A. Alzate, tom. VI, 1892, 


64 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


gregaciones, indicando que todas las que allí se encontraban han sido refun- 
didas en un individuo de mayores y mejores proporciones. 

Dijimos en otra parte que de los vidrios de rhyolita, la obsidiana se puede 
distinguir macroscópicamente por su lustre y aspecto de vidrio, su textura 
conchoide perfecta, su transparencia en los pedazos esquinados, que se obtie- 
nen cortantes y muy finos. Domina en la obsidiana en masa el color negro, 
el verde amarillento ó verde botella por transparencia. No faltan sin embar- 
go, las variedades coloridas en rojo ó anaranjado, pardas ó veteadas y man- 
chadas de negro como algunas retinitas. 

El vidrio es puro ó contiene cristales diseminados de feldespato de prime- 
ra generación, muy raras veces hay granos de cuarzo, de mica, de hornblenda 
ó de fayalita, y sí con más frecuencia se ven aprisionadas las esferolitas y 
litofisas. 

Algunas obsidianas negras son vidrios tan puros que no contienen ningu- 
nas inclusiones ni cavidades; son enteramente limpias como las que se en- 
cuentran al pie de la Peña del Jacal y cerro de las Navajas. Entre estas ob- 
sidianas puras, hay algunas que enseñan un agrietamiento ó división parti- 
cular que hemos figurado en las Memorias de la Sociedad Alzate, de una 
obsidiana de Altotonga en el Estado de Veracruz. Dicha partición afecta la 
forma de circunvoluciones; las líneas finas y sinuosas siguen á veces cierta 
orientación uniforme que parece provenir del escurrimiento de la masa toda- 
vía viscosa. El mismo aspecto tiene al microscopio la obsidiana de la barran- 
ca de Zomelahuacán, en el mismo Estado, pero además existen partes con 
finas cavidades alargadas semejantes á las de la pómez y que pasan insensi- 
blemente, por disminución y pequeñez de las cavidades, á la región de las 
circunvoluciones. De aquí se deduce que este agrietamiento, es probablemen- 
te debido al reblandecimiento por el calor, de una masa ya sólida, ó al mo- 
mento en que por una refusión del vidrio, viene el hin-hamiento que precede 
al desprendimiento de vapor como el que se produce cuando se calcina una 
obsidiana. Por fortuna esta aserción es susceptible de verificarse por la expe- 
riencia, lo que nos proponemos realizar más tarde. A 

El curioso agrietamiento de que hablamos, que no hemos visto descrito 
hasta ahora, lo tienen igualmente las obsidianas de Tuzamapa, sobre el ca- 
mino de Tulancingo á Zacualtipán (Hidalgo). 

Muchas obsidianas sin segregaciones aprisionan en su masa numerosas ve- 
sículas gaseosas, de forma generalmente elíptica y de 0.5 mm. á 1 mm. de 
longitud, esparcidas al acaso y en pequeña cantidad como en la obsidiana de 
Poro, en Michoacán, ó muy abundantes y alargadas en la dirección del escu- 
rrimiento, como en la de las Peñas de las Aguilas en las Navajas, ó en tan 
gran número y de grandes dimensiones para pasar á la pómez, como en las 
faldas del cerro del Ocote en Tula. Las obsidianas con buen número de bur- 
bujas gaseosas y cavidades orientadas, tienen la particularidad de dar en cier- 
ta posición, un hermoso lustre sedoso, debido probablemente á una simple re- 
flexión de la luz sobre las paredes de las innumerables vesículas. Zirkel ha 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 65 


dado á este lustre una interpretación que no nos parece muy aceptable; noso- 
tros creemos que este lustre sería parecido ó igual al de la pómez si ésta no 
fuese de color tan claro. Es notable, pero ya lo explica Iddings, que estas 
obsidianas con vesículas, son muy pobres ó exentas de segregaciones cristalí- 
ticas. 

En los vidrios de las Peñas de las Aguilas se encnentran algunos que en 
el microscopio muestran bandas ligeramente turbias que se resuelven en fuer- 
tes aumentos en aglomeraciones de pequeñas globulitas sin ninguna ordena- 
ción entre sí, pero en los espacios intermedios de las bandas enteramente 
límpidas, se ven las globulitas alineadas formando margaritas. Cerca de Za- 
cualtipán, en el Durazno, donde hubo fábrica de cuchillos de los indios, se en- 
cuentran también las obsidianas globulíticas mezcladas con hilos ó triquitas 
opacas en la forma que representa la fig. 4 de la lám. XL. 

Series de triquitas negras muy finas en forma de estrellas y cabellos 
se encuentran en las obsidianas negras de las faldas del Cofre de Perote, en 
Teziutlán, en Villa de Libres, del Estado de Puebla, y en la cima de la Sie- 
rra de Juanacate al Norte de Ixtlán, Tepic. Estos cabellos tienen á veces adhe- 
ridos granitos y cuadrados de óxido negro de fierro. Entre las triquitas se 
encuentran algunas pequeñas microlitas y numerosos cristalitos microlíticos 
de sanidino reconocibles á la luz polarizada. Damos un ejemplo de triquitas 
en la fig. 5, lám. XI, tomado de una obsidiana que se dice procede de las 
faldas del Volcán de las Vírgenes, en la Baja California; quizá sea algún 
fragmento rodado. 

Obsidianas bastante desvitrificadas abundan en muchos lugares de México. 
Dicha desvitrificación consiste en la producción de muy pequeños y fuerte- 
mente aglomerados cristalitos aciculares ó barritas, orientadas según el escu- 
rrimiento del vidrio y agrupados en bandas. Fig. 6, lám. XI. Cuando estas 
microlitas, que polarizan débilmente entre los nicols cruzados, son muy abun- 
dantes, la roca pierde la transparencia del vidrio y adquiere un ligero color 
gris y suele llevar numerosos cristalitos de sanidino; las microlitas son pro- 
bablemente también de ese feldespato. No son raras, sin embargo, disemina- 
das entre éstas, agujitas de color verde amarillento probablemente de augita. 

Las microlitas unas veces son de tamaño y espesor uniforme, como las de 
la obsidiana negro-agrisada de Maravatío, Michoacán, ó como las de la ha- 
cienda de Ajuchitlán, cerca de Tolimán, en Querétaro; otras son de extremos 
bifurcados ó ensanchados y de poca longitud comparada con su espesor, como 
las de la barranca de Santa María en el Distrito de Otumba (México). Estas 
microlitas pasan á verdaderos cristales cuando adquieren mayor tamaño, y 
de éstos se ve sembrada la roca cuando se examina á la luz polarizada. Un 
aspecto muy parecido tienen las microlitas feldespáticas diseminadas en la 
obsidiana del cerro del Calvario, en Atlacomulco, Distrito de Ixtlahuaca 
(México). 

Nos queda por último hacer mención de las obsidianas de color, cuyo tipo 
es la obsidiana de Maravatío en Michoacán. Los colores dominantes son el 

N? 15.—9 


66 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


rojo anaranjado y el pardo, casi siempre salpicado de manchas y de cintas 
negras. Por la distribución de los tintes, se reconoce á veces que grandes ma- 
sas están formadas de fragmentos soldados, herho que se repite en pequeño 
al microscopio y que da por lo tanto la estructura eutaxítica, pues que no só- 
lo estas partes soldadas ofrecen distinto color y grado de desvitrificación, sino 
que se asocian á fragmentos llenos de vesículas casi con la estructura de la 
pómez. 

Con las obsidianas coloridas sucede como con las retinitas, que el color es 
debido á una materia ferruginosa que en la forma de pequeños granos muy 
unidos se aisla en formas caprichosas en la masa del vidrio incoloro; así se 
observan las obsidianas rojas de Maravatío; y las de Pénjamo en el Estado 
de Jalisco. En el vidrio incoloro abundan muy pequeñas microlitas, proba- 
blemente feldespáticas, en contraste con las partes coloridas que, además del 
pigmento granuloso, sólo se encuentran agujitas pardas y triquitas, resultan- 
tes de la fusión de los gránulos. Esto es claramente visible en la obsidiana 
parda del cerro de las Navajas; en la de Santa Ana Acatlán, Sayula, Jalisco, 
en la que aunque la materia colorante parece hallarse en disolución, á medi- 
da que aumentan las agujas y triquitas pardas disminuye la intensidad del 
color. Lo mismo sucede con las obsidianas pardas de cerca de Guadalupe 
de los Reyes, en el Distrito de Cosalá, Sinaloa. 


La pómez. 


Asociada casi constantemente á las rocas vítreas antes mencionadas, se en- 
cuentra la pómez que es también un vidrio de color claro, de aspecto espon- 
joso Ó subdividido en fibras á causa de un gran número de vesículas y cavi- 
dades. 

Como producto de las erupciones de rhyolitas y andesitas, la abundancia 
de la pómez en México es extraordinaria, y proviene de la calcinación de frag- 
mentos de las rocas vítreas. Sea en fragmentos ó en pequeñas partículas, se 
halla constantemente en las tobas. 

Para no incurrir en repeticiones y por ser tan característica, no hacemos 
de la pómez especial descripción. 


Las brechas y tobas rhyolíticas. 


En casi todas las áreas extensas rhyolíticas de México es común encontrar 
los productos detríticos que acompañaron á las erupciones de las rocas ácidas. 
Unas veces son fragmentos de estas rocas macizas fuertemente aglutinados y 
prensados entre sí; otras veces los fragmentos se hallan cementados por un 
magma vítreo ó criptocristalino con estructura de escurrimiento, teniendo ade- 
más envueltos fragmentos esquinados de cuarzo y sanidino. Las brechas rhyo- 
líticas ocupan por regla general el borde de las grandes corrientes, quizá próxi- 
mos á los puntos de erupción, lo que no siempre se puede apreciar por los 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 67 


cambios que determina la erosión; se encuentran igualmente en apófisis ais- 
lados, ó por último, en las paredes de las fracturas ó declives de los hundi- 
mientos y en todas partes donde ha habido desalojamientos bruscos capaces 
de triturar las rocas. En ciertos casos, las brechas son puramente ígneas, es 
decir, que fragmentos sólidos de roca han caído en un baño fundido que las 
ha en parte redisuelto, encontrándose allí no sólo pedazos de rhyolitas, sino 
también de otras rocas, especialmente andesitas. En otros ejemplos, la for- 
mación de las brechas es un fenómeno originalmente mecánico, pero modifi- 
cado después por acciones secundarias químicas, tales como circulación de 
aguas que dejan un depósito silizoso incrustante que viene á servir en defini- 
tiva de cemento y transformando en parte los elementos primordiales de las 
rocas. De esta manera resulta un aspecto muy variado de las brechas, no 
sólo por el estadu de los fragmentos de las rocas, ora frescos, sin alteración, 
ora transformados por una sobre-oxidación del fierro ó cambio de los mine- 
rales ferromagnésicos en productos verdes, calcita, etc., sino también por el 
estado de los fragmentos de cristales, que con frecuencia se encuentran aisla- 
dos. En efecto, la mica ó la hornblenda se desagregan y nadan en partículas 
finas alteradas alrededor del núcleo del cristal de que provienen; los feldes- 
patos suelen cambiarse en micropertita, se llenan de cavidades gaseosas y se 
alteran en los bordes en esponjas micropoikilíticas, al igual que algunos gra- 
nos de cuarzo, sobre todo en aquellas brechas endurecidas por la silicifica- 
ción. 

No haremos especificación de estos hechos en el gran número de brechas 
rhyolíticas que poseemos de todas partes del país, puesto que muchas tienen 
puntos de contacto, demostrando la identidad de condiciones en su formación. 

En los campos rhyolíticos de Pachuca, de Guanajuato, de Zacatecas, de 
Fresnillo, de Sombrerete, de Indé, de la Yesca, del río de Santiago en Jalis- 
co, del Nayarit, etc., etc., aparecen las brechas, todas en regiones profunda- 
mente denudadas, y vamos á encontrarlas del mismo modo hasta en los con- 
fines del país, como en Presidio del Norte, en Chihuahua ó en la Isla de Es- 
píritu Santo en la Baja California. 

De brechas rhyolíticas y dacíticas se compone la elevada Bufa de Mascota 
ó del Real Alto, frente á las costas del Pacífico en Jalisco (12), que ha podi- 
do resistir á la erosión por la poderosa impregnación de sílice en las rocas y 
“ que cubre una área bastante considerable alrededor de las vetas minerales 
que se hallan en los flancos de la montaña. 

Por un fenómeno semejante de silicificación, ciertas brechas andesíticas to- 
man la apariencia de brechas de rocas ácidas, cuando la roca en pedazos se 
altera; de este modo pueden tomarse como de rhyolitas, las brechas andesíti- 
cas que se encuentran en un gran número de distritos mineros mexicanos. 


Parecidas consideraciones á las anteriormente indicadas tendríamos que 
hacer con respecto á las tobas rhyolíticas que tienen vastísima distribución y 


68 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


una importancia considerable desde el punto de vista fisiográfico, pues que 
dan á las regiones rhyolíticas del país una fisonomía característica, principal- 
mente en la región montañosa occidental. 

Las tobas marcan allá períodos sucesivos de erupciones, pues quese hallan 
intercaladas entre los grandes mantos de lavas macizas. Las tobas han regu- 
larizado las pendientes rocallosas, nivelado las mesetas, y han permitido por 
su fácil desintegración, la apertura de cañones, la formación de escarpadas 
cornisas en sus bordes, la salida de las aguas al Océano, etc. 

Si en su origen las tobas han escurrido como torrentes de lodo, han forma- 
do acumulaciones de espesor considerable que la erosión ha modelado á su 
capricho; se ha tajado en centenares de metros para dar paso al río Grande 
cerca de Guadalajara, da taludes y escalones en las Sierras de Tepic; Ó mez- 
cladas con tobas, dan un campo erizado de muros y de torres como en la Sie- 
rra Fría al S.W. de Zacatecas. Los flancos del valle de Oaxaca y de la Sierra 
de Ixtlán se cubren de tobas rhyolíticas de color blanco y verdosas, bastante 
consistentes y homogéneas para haberlas podido utilizar los indios en la mag- 
nífica decoración de los palacios de Mitla. 

En la obra de Félix y Lenk* se describen las tobas verdosas y rhyolitas 
del valle de Oaxaca, así como una rhyolita nevadítica de la cañada del Rosa- 
rio al W. de Tlaxiaco en la Mixteca. 

Al fin de las erupciones de lavas rhyolíticas macizas en muchos lugares 
de México, queda por mucho tiempo como manifestación de este período de 
volcanismo, la emisión de productos detríticos que se acumulan en grande 
cantidad y cubren las depresiones en donde sufrieron una verdadera sedi- 
mentación, no sólo por las aguas frías que llenaban esas depresiones, sino 
también por las aguas termales, productos de los mismos volcanes y que lle- 
vaban sílice en disolución que vino á depositarse juntamente con las tobas. 
Las tobas volcánicas de color rosado forman en Guanajuato los grandes mu- 
ros de las Bufas; sobre ellas se encuentran las tobas blanco-verdosas sedi- 
mentadas que se extienden sobre las areniscas y tobas silicificadas llamadas 
Loceros. En el Manzano, Real del Monte, tobas rhyolíticas blancas interca- 
ladas de capitas de piedra córnea se extienden casi horizontales en los flan- 
cos del macizo rhyolítico ó Bufa del Aguila.? Capas muy denudadas de tobas 
parecidas se encuentran también en las montañas de Zacatecas, de Guana- 
juato, de Guadalupe y Calvo y de tantas otras regiones mineras de la Sierra 
Madre, cuya lista sería larga. 


El Paleotrochis. 


Hace muchos años, el profesor E. Emmons, de North Carolina, descubrió 
en una poderosa formación de cuarcitas y conglomerados, juntamente con va- 


1 Beitr. z. Geol. u. Palaontol. d. Republik Mexico, II, 1899. 
2 El Real del Monte.—Bol. del Inst. Geol. de México, núm. 12, 1899. 


LAS RUYOLITAS DE MEXICO. 69 


rias concreciones, unas formas estriadas bicónicas, que supuso de origen or- 
gánico y á las que designó con el nombre de Paleotrochis. 

Después del estudio de Emmons, estos supuestos fósiles han pasado por 
las manos de muchos observadores, y algunos han estudiado también el ya- 
cimiento, habiendo llegado á la conclusión de que las rocas en quese encuen- 
tran son de origen volcánico, y de que las formas bicónicas no son más que 
simples concreciones silizosas. Formas enteramente semejantes han sido en- 
contradas en las tobas rhyolíticas toscamente estratificadas de la cima del ce- 
rro del Capulín, cerca de Santa Rosa, en la Sierra de Guanajuato. Algunos 
ejemplares de este lugar fueron enviados á varios especialistas por el Dr. A. 
Dugés, de Guanajuato. El profesor H. S. Williams, escribió en 1897 un pe- 
queño artículo: “On the occurrence of Paleotrochis in volcanic rocks in Me- 
xico,”* en el que se refiere á los ejemplares remitidos á Yale College por el 
naturalista de Guanajuato. Demostrado por el Sr. Williams el origen inor- 
gánico del Paleotrochis mexicano, su artículo se concreta á sugerir el modo 
de formación de estas curiosas concreciones. 


Posteriormente, el Sr. J. S. Diller? hace un estudio más completo de los 
dobles conos de N. Carolina y de las rocas ácidas en que vienen; demuestra 
por el estudio microscópico que muchos de los Paleotrochis son sectores ó 


1 Am. Jr. of Sc. Vol. VII, núm. 41, 1899, 
2 Origin of Paleotrochis,—Am. Jr. of Sc. Vol. VIL, núm. 41, 1899, 


70 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


partes de esferolitas, existiendo así íntima relación entre dichas formas y las 
rocas que las empotran. 

Las figuras adjuntas, de tamaño natural y en dos posiciones, dan buena 
idea de las concreciones del cerro del Capulín. La superficie finamente estria- 
da de los conos está cubierta de una costra blanca ó ferruginosa. Suprimida 
esta costra se obtiene un color ligeramente azul ó rosado y la textura franca 
de la calcedonia. El interior de estas concreciones está invariablemente for- 
mado de numerosos cristales de cuarzo hialino, prensados los unos con los 
otros y radiando de la superficie exterior de los conos hacia el centro, donde 
suele haber una pequeña cavidad. La capa exterior de calcedonia es sola- 
mente de 1 4 2 mm. de espesor y en banditas muy delgadas paralelas á la 
superficie. Al microscopio se ve la estructura fibrosa y radiante de la calce- 
donia ó en esferolitas con cruz negra. 

Tanto por el yacimiento como por la naturaleza, el Paleotrochis de Guana- 
juato se asemeja mucho al del Japón, según resulta de la suscinta descrip- 
ción dada por Diller* de los ejemplares remitidos por el Sr. Kochibi, al Mu- 
seo Nacional de Washington. 

Bastante difícil nos parece hallar una explicación satisfactoria del modo de 
formación de estas concreciones, que indudablemente resultan de un depósito 
de sílice en una pequeña cavidad por aguas en circulación y favorecido por 
la poca compacidad que originalmente tendrían las tobas rhyolíticas en que 
se encuentran los susodichos dobles conos, que por simple curiosidad podrían 
seguir llevando el nombre de Paleotrochis. 


1 J. $. Diller, op. cit. 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


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LISTA DE LOCALIDADES, 


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Nrentosrartide Ocampo Aruascal aaa eno oe econ OO ECON 
aya cercalderbachuca id ocdos Mo ies ano ao dali peo de maana 19 y 
Laia, na (Oo des Pyor dodo PAR AOS DO yaa ooo dae A 
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Barranca anta Maa O o eee Saa cele 
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BoquilaaideCorralideBricdra;+barral Ob caosaea caos assaoa demandas sssns 
Bouiles dal Wine, dl roeccoconoodoo o cdstnócobNac O deb Adan ac OA bOnSopONboiES adStacON o 
Entrada lacado tod deso Va aaa: 
Bano ce Ass AOS oO oc OOO Odia 47 y 
Butider Mascotas Canton ide Mascota alicatado ee dinos 
Bufa de Guanajuato, (HAN.....ocoomcocem... oo Iaia sl 
Cudlereytas Qs caccociovacros porTotiogon doLadecinoacodouedcoroboDonococos pp boB en EESdRAsE 
Calermalii Ip Cels osscas poro poco Pdo OE oc panodebe! dos do DODERaRO POP OOO NEO Edo UOd ME uRERdO 
GanterasidelManzano ealdlMo  caee 
GQanadaldelMRosarnomblaxaco Dar ta ideado asobe lane ae 
MascadadeS am Diero ElOhico lesa da codo dado does dde napa Se oanoa aa 
Casaluate asco mue name ines ooo data olaa dao: 
Candado GUI dio ooe e 
CerrolMercado Duran ro Dulce rato sacos dasn iodo ay raca soda oooO el Y, 
Ouro del Acmit, RELESUMIO 1e dl sogonsoobanon oso probs BOro ns cor yo NOS OU SOc ODO dO CUTOÓ 
Cerro Grande, Mineral de Pozos, GuAn.......... as SE ROOTS 

N2 15.—10 


74 LAS RYHOLITAS DE MEXICO. 


Cerezo, Pachuca, dl IIS 
Cerro de Chizhindaro, Guam mato O aa OS y 
Cerro delNay ala O 
Cerro de las Navajas, Sierra de Pachuca, Hid. 16, 29, 31, 38, 39, 40, 41, 42, 43,51 y 
Cerro de la Castellana, Pref. de Ahuacatlán, Tep....oocooconocncorocncnccconocnoranos 23 y 
ConodeiCalr ao Ss 37 y 
Cerro denso a 38 y 
Caro Erriaale, ZA Ona) (CI Massssocococosoconuses cacasosas padecen. Besos VBRLOSaapondeposroneso: 
CerrodelPATmasre ca A 48 y 
Cerro del Gil Zacatecas, dato ecos 
Cerro Calienta 
Cerro delo Aca 
Cerro de nNochebhuen aa cade ca 
Cerro de Matapulgas, Zacatecas, ZACooccocconro oococococornccnonoos > O ea abnoneas 
Cerro del Grillo, Zacatecas, ZaC....o..oo..... POS o UISRa OS o cunas 
Cerro de la Calavera, Zacatecas, ZaC...ocooo oocoomererocroccncocoos A obs Bccol 
Cerro de San Ignacio de la Bufa, Guanajuato, (UAM ..coccomcooonnccnono eonerrencerareros 
Corro del Qee, Malo, IEC ED occonrccororosmenodacccoconaonoo cacossonecodosaso scdósosos 54 y 
Cono dla Cruz rr a 
Coro O a NO 
CenrolderATbadeliste a 
Cerro del Obispo, camino de Durango á San Dare, Dr ata o 
Corro cs a A ENS 61 y 
CerrolderAltania AE 
CeorrodelaCruz O 
CerrolderBuenavistaD id O 
Cerro del Calvario, Atlacomulco, Ixtlahuaca, Méxc...ooccoconocccccccoconeococonocnonanoss 
Cerro de las Navajas, Santa Ana Acatlán, Sayula, Jal.....oooococooronococcnon econoronos 
CorrodaiCapal a 
Coma a POLSISdaiadssapbbodoeass 
CosbunicaiciDiEde li A 
Cora co lero, WE eoocuesosecenonteucuocuosobnocuendas e TANTA E E cOn EOS_: 
CUCA pa MA 13 y 
Caca ETE dote O 
Cumbres de Barranca Grande, San José de Gracia, SM...ocooooococcccco ooeroccoccnnnns 
Durazno, cerca de Zacualtipán, Mid ...ooooocconcocnncccnnoo Tos pooR SAS Ao 
Encarnacion alot e EAT 
Etzatlán, Jal ...... A O 
Mama, VA ocsonasacos sucdneóso daecoos IS ONES: OS ol ooo dio rosSaSoha 
Guadalcazar iO ESaO O Ss 9 y 
Guadalupe y Calvo Di td MINA Mead: DÍ y 
Guadalupe Oca a 
Guadalupe delo Re A 
Guanacen raid 
(CENA LAO escodonmoso adosacoordosradoco DcoOVdnoPadosacoconoocno son senocosaa moss) óbasor copobasacossse: 
Hacienda de Esperanza, Tequixquiapan, QUeT...oococconconcooconroreonococncraconannacnnnos 
Hacienda de Santillán, Tequixquiapan, QUéer...ooococcccnncroncnncnnoncoronicanos 35, 36 y 
Hacienda de San Pedro; Mun. de Reyes Mies eee 


LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 75 

Págs 

Eacenda de Oca vasco cio asar passos aos 50 
Hacienda de Bledos, Santa María del Rio, S. D. Po.o.cocccoonononnococnocanoncooocoonoo ono ne 54 
Hacienda de San Gregorio, Valle de Allende, Chih...ooonccnccconcnnnconoocnoncaconaconos 54 
Hacienda del Guajolote, Sierra de Pachuca, Hid. .ooooconncncnncccncnnnonononoronononorons 39 
Hacienda de Ayuchitlán, Tolimán, Quer -..oocooo noccacoocconoreconsnnnnsnrncocaocan comen mans 65 
EEN Ine) 1. dle Tin tibrsdocoootdaos Eo oo sOeO POCO UOSSóO USAEOS E AS 52 
Hostotipaquillo, Cantón de Abualulco, Jal ..ooonnnononncnnncnnnosinonocorccnrrenocoonnonnnoss 56 
Huayacocotla Cantón de Chicontepec, Ver .occcioccoonconcnccocnncnnnaneocrnccocconeces 19/0388 
lEmianeo, CEN oroconcoogsososouooado do rduo do OR OR NIs as OEonc dnd ta Ido LODO LORO OOOO 61 
Tina, Dbiaoonconado neadonodo coso rnssonasbacos poOdOTE Os IR IEbads iso SpOAbbOCODNoOOS RDNS PUEADSORDE 21 y 67 
Isla de Espíritu Santo, Baja Cal........ A ooo dio aeba as 67 
Jentarero, Cit sorconono sobadocostadontro, voy bndna asRRnosRo O OO SE 5 
Jess Mane, (O dessoocctanodondomcnoonorono to nocao pap UiRnO Tossa ie O 57 
Vesta Mea, Siema de Morones, AC rossonero secos sed ba De soaOS OS OORTO So Ran lada: 62 
MA a ooo ace eco alocada 02m 91 Y 88 
MERO, MIO deso codasooodeopoposon Eoceno PIE dOdOcU REIS bOnO ga IOSOnOO Oc ASOAA Tn 63,65 y 66 
Meza, Bn soobonos Jsgs cat O A 52 
Mezquital del Oro, Juchipila, Zac............ lia 22, 25, 51,52 y 56 
Mina de Cabrera, Real del Monte, Hid........... Sas piooado co rdntsa aaa do 11 
Mina derNeyada Read Mont aa ideo acces coselaes 13 
Mina de Cabrera, Pref. de Ahuacatlán, T. de 'Fepic......oooococococoncnnconcorconos 23 y 56 
Mojonera, cesen dle Dummzo, ID: ssovonsosesaonocrono sti oo TnOOPOGOOaOSd POE OSHO RDSOSGanon 24 
PUMA) TEO Loco aro dador O 61 
Nayarí, E de Il MiEnasoca costo ssoungoguooposeasoreness sangos pOOPO NOE OOO ADASOUSSDOr JOBEGOS 56 y 67 
Oputo, Dist. de Moctezuma, SON....ococococcccoccnonnns DN oia 54 
Bachucar End ocosooonor clio esas 67 
Parral, Oir E A 52 
Basoxderibarramio detona aisladas ns o dates sao 62 
ao de llos Ibneyas 1 de (Ub ostossoosrvao pesen seeoonoOs PRodcrOO SO OrO UT UNO Osa tE EOOGSUODS 20 
Penamo, Jalsonaosccosaredo basarse reino rn AO AE 66 
Peña del Jacal, Sierra de Pachuca, Hid....... coooooooccnncanccononannan ono -99, 42, 59 y 64 
Leña del Airmata, enla lona, 1500 Socconssatosorcececoco apor odOEnpoODdO Pesa So Bss po USSBBS 48 
Pozas, en li de la 2 Cia esoronuconasono es secos Voodoo ROO TUsODOPsOsO OSduDO SOg9GABgUOs: 60 
VPO UA oro A ORa ETA ASES ÓN 64 
Presidio dl Mota ¡O o POS aa COD OODRA SOS 67 
Puerto de Plata, San Felipe Torres Mochas, (HUAD....ooonocococcnnconoronnsanocononanicnos 54 
Rancho de Piloncillos, Camino de Durango 4 San DiMaAS...ooooccorncocoroncnnnenen ooo. 61 
Rancho de la Trinidad, Tequixquiapan, QUéT....ooooococoocnoncncncncanononrcaracanoo DE Y DA 
ERanehold laca ROO eds ao dos lees 61 
Real Alto, Cantón de Mascota, Jal........ EE cc cele 67 
NoldeCardonesiGuanajnato es oe onnaeaae ele nao 12 
ENoONChicos cano delDurango.a Mazatlán oceano nena oicni oia 16 
O e APO 24 
Santuarosejudadide Duran ro oso to ooo ass lea sentaba sele 46 
Sacred Allende Uan cadsocas descaro ao aero Entes doi dais 48 y 54 
SansebastiinmCantónides Mascota lali rs cnte ccoo apasiona: 97 
SanpBatebanikecalidelMonte Edo dt descontado aso dass 53 
Secre dal Opaaca OO 1 oc tosodo unan arts oso O UEDO RADIOS Eco ROO OOJOdO JEOOODON: 5 


76 LAS RHYOLITAS DE MEXICO. 


Sierra dla a 6 y 
Sierra de los Reyes JM A 
Sierra de la Mer SSA 16,57 y 
Sea a O O AA 
Sierra de Vr a Aaa 
Sierra de Jerez, ZAC... .oo.o..... on opa rosco sopas 
Siena del Oro, Imelé, IDtltsocosaocanor coosnoabgo PaonsoossossdaccoocoonbsdconoPandobosa. 26, 46 y 
Sierra de Alca, 27 y 
Sera dora A 
Sena del Sacramento o 
Serra de Naci aa cosas 
Sierra de Canoas; S.L Pi oa tie a 
Sierra de Candela Du oi iO EIA 
Sierra de Gamón. Dura eS IAS 60 y 
Sierra de Ixtlán; Dacia eo irene TR 
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Sera de Mono qa, 181 bocosconocorcoroudoss dsenocbohnscodones prenoscosacasuoconoceose boleionas 
Sierra de Morones, Lali. coseso nostra Si IN 
Sierra de Juana a 
Sombrerete Zac meno oeste ala a a aC 
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Valle de ¿Miende, Olilassccorovoosonascecocsna ss AS ro O 
Villaide Libres, Pur 
Vailanleva, Zac NS OTTO SORA 
Volcán de las Vírgenes, Baja Cal...... o a iS iugds Baoodod: 
LACA A E A STO 52, 53, 57 y 
Zacualpan, A ai is oa 
LM o Sec 32 y 
LOMA EA AERA 
¿aio la de Examalea, Ml, ce Meleacovecesonosenes esse panasono sogonoo nocoracess: 8 y 


NAÁMNMENA VE 


1.—Magma esferolítico; esferolitas con cruz negra. X 30. Luz pol. Rhyo- 
lita. Río Chico, camino de Durango á Mazatlán. 

2.—Corte de una esferolita opaca por acumulación de granulaciones ferru- 
ginosas. X 30. Luz nat. Rhyolita de la Cascada de San Diego, Mineral del 
Chico, Hidalgo. 

3.—Partículas ferruginosas y triquitas ordenadas radialmente en la masa 
de una esferolita. Luz nat. X 30. Rhyolita de Azoyatla, cerca de Pachuca, 
Hidalgo. : 

4. —Esferolita de contorno poligonal. X 30. Luz nat. Rhyolita del Paso 
de los Bueyes, Río de Santiago, Territorio de Tepic. 

5.—Esferolitas formadas de manojos de fibras feldespáticas. -X 25. Luz 
pol. Rhyolita. Río de Santiago, Territorio de Tepic. 

6.—Esferolitas excéntricas con forma de abanico. Manojos de fibras feldes- 
páticas con intercalaciones de granos de cuarzo aglomerados. X 25. Luz pol. 
Río de Santiago, Territorio de Tepic. 


BoLeETÍN NÚM. 15. OrDóñez.—Las RuHYoLriras DE MEXICO. Lámina VI. 


1.—Restos de esferolitas en forma de pincel. X 30. Luz pol. Rhyolita. 
Río de Santiago, Territorio de Tepic. 

2.—Tapiz esferolítico. X 15. Luzpol. Rhyolita. Cadereyta, Querétaro. 

3.—Grande esferolita alrededor de un cristal de sanidino. X 20. Luz pol. 
Cerro de la Castellana, Ahuacatlán, Tepic. 

4. —Esferolita fibrosa rodeada de pasta granofírica. X 20. Luz pol. Cerro 
de la Castellana, Ahuacatlán, Tepic. 

5.—Esferolita con núcleo de pasta granofírica. X 20. Luz pol. Rhyolita. 
Cerro de la Castellana, Ahuacatlán, Tepic. 

6.—Esferolita porosa formada de microlitas de sanidino separadas por ta- 


piz de tridymita. X 20. Luz pol. Rhyolita. Cerro de la Mojonera, cerca de 
Durango. 


BoLeTíN NÚM. 15. OrDóNez.—Las RuvyoLiras pe MÉxicO. Lámina VII. 


5) 6 


AMI TAS Ad 


1.—Axiolitas. X 20. Luz pol. Rhyolita. Arroyo de las Canteras, Valle de 
Allende, Chihuahua. 

2.—Cristalitos de sanidino incluídos en grandes playas de cuarzo. X 25. 
Luz pol. Rhyolita con litofisas. Tequixquiapan, Querétaro. 

3.—Esferolita con media luna de laminitas de tridymita. X 25. Luz nat. 
Rhyolita. Pachuquilla. Pie de la Sierra de Pachuca, Hidalgo. 

4.—Microlitas de sanidino. Luz pol. X 25. Litoidita azul. Las Navajas, 
Sierra de Pachuca, Hidalgo. 

5.—Cuarzo esponjoso ó micropoikilítico. X 20. Luz pol. Rhyolita. Bufa 
de Zacatecas. 

6.—Tejido interesferolítico de cuarzo y microlitas de feldespato. X 25. Luz 
pol. Rhyolita. San Miguel de Allende, Guanajuato. 


BoLrTÍN NÚM. 15. OrDóñez.—Las RHYOLITAS DE MÉXICO. Lámina VIII. 


ANTENA: DE 


1.—Cuarzo vermiforme. X 15. Luz pol. Rhyolita. Cerrito del Almagre, 
Durango. 

2 —Cristalización simultánea de cuarzo y feldespato. Micropegmatita. 
Xx 20. Luz pol. Rhyolita. Azoyatla, Pachuca, Hidalgo. 

3.—Micropegmatita en el magma de una rhyolita, X 20. Luz pol. Chica- 
vasco, Actopan, Hidalgo. 

4.—Sección de un gran cristal de plagioclasa en macles de la albita y de 
la periclina. X 15. Luz pol. Cerro de Mercado, Durango. 

5.—Litoidita. X 25. Luz pol. Mezquital del Oro, Zacatecas. 

6.—Estructura de una litoidita. Principio de formación de esferolitas. 
Xx 25. Luz nat. Mezquital del Oro, Zacatecas. 


BoLEtTíN Núm. 15. OrDóñÑez.—Las RuYoLiTas DE MÉXICO. EAmina IX. 


5 6 


1.—Retinita con' bandas de litoidita. Sierra de Gamón cerca de Durango. 

2.—Retinita gris manchada de rojo. Apaseo el Alto, Guanajuato. 

3.—Estructura perlítica de la retinita de la barranca de Ojo de Agua. El 
Oro, Ixtlahuaca, México. 

4.—Roca vítrea y litoídica en estructura eutaxítica. Mezquital del Oro, 
Zacatecas. 

5.—Estructura de la retinita de la Sierra de Ramírez, Distrito de Viezca, 
Coahuila. 

6.—Estructura de la pómez. Cerro del Ocote, Tula, Hidalgo. 


BoLeTíN NÚM. 15. OrDófez.—Las RuvoLtras DE MÉxico. Lámina X. 


INACIO 


—Estructura de una litoidita. X 25. Luz nat. Cumbre de Calabazas, San 

me de Gracia, Sinaloa. . 

2.—Vidrio pumítico. X 25. Cerca de o. Querétaro. 

3—Burbujas gaseosas. X 100. Obsidiana del cerro de las Navajas, Sierra 
de Pachuca, Hidalgo. 

4.—Triquitas. X 250. Obsidiana del Volcán de las Vírgenes, Baja Cali- 
fornia. 

5.—Agregados globulíticos. X 300. Obsidiana del Durazno, Zacualtipán, 
Hidalgo. 

6.—Microlitas. X 300. Obsidiana negra de Maravatío, Michoacán. 


BoLerTíN Núm. 15. OrDóñez.—Las RHYoLiTas DE MÉXICO. Lámiva XI. 


IND ES AE 


Págs. 

NI ON ll o iia 3 
A A E 5 
Rolas ho lO Cristal arado osorno eli coanoi U 
- Rhyolitas de magna micro y criptocristalino......ooooooooconcnnnncocccccincannnncoso 9 
DOM roo SN O A A A 14 
INTRO coronas A E A 24 
AO os NO A 28 
Bolas iconisanidinode retlejo aquliocoocosoeioinnciidsiila dean ao neoóh enc sea iones 45 
Exolitasicon masma InicropolkilItICO:....oooncociionsronoar cnica ccennfsann so atos ocean ins 47 
1 TROPA door is tano iO ASE aa E 49 
VR A 50 
MIA E A ON 55 
A a o do dado 58 
Le MATA E A TOM 62 
DO 63 
TAN o an ON ON A A 66 
asibrechashystoDas TO yollLICaS noes osncoosnoescnnocenncciosos posoaas Dato agtio na 66 
IRA CO oc al id osea 68 
lableideslostanaálisis devaleunas rhyolitas to ttenciadon olivos scosaneno dar cclan ne lemade il 
La o ono aio NANO 73 


5 : 


as BOLETÍN 


INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO 


LOS. CRIADEROS DR FIERRO DEL CERRO DE MERCADO, DURANGO, 


Y DE LA 


HACIENDA DE VAQUERIAS, HiDALGO. 


MEXICO 


OFICINA TIP. De LA SECRETARIA DE FOMENTO 


Calle de San Andrés número 15. 


1902 


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APR 4 19083 


Mos: 
Monal Museu: 


BOLETIN 


DEL 


INSTITUTO GEOLÓGICO DE- MÉXICO. 


A —————————__———_——— 


Núm. 1.—Fauna Fósil de la Sierra de Catorce, por A. del Castillo y 3. 

G. Aguilera.--1895—56 pp., 24 lám. 

Núm. 2.—Las Rocas Eran as dlel S.O. de la Cuenca de México, por 

E. Ordóñez.—1895 , Tlám. 

Núm. 3.—La Geografía Física y le Geología de la Penal de Yuca- 

tán, por C. Sapper.—1896—38 pp., 6 lám. 

Núms. 4, 5 y 6. —Bosquejo Geológico de México.—1897 —272 pp. 

3 lám. 

Núms. 7, 8 y 9. —El Mineral de Pachuca.—1897—184 pp., 14 lám. 

Núm. 10.—Bibliocrafía Geológica y Minera de la República Mexicana 
por R. Aguilar y Santillán.—1898.—158 pp. 

Núm. 11.—Catálogos sistemático y geográfico de las especies minera- 
lógicas de la República Mexicana, por José G. Aguilera. —1898.— 
158 pp: S 

Núm. 12.—El Real del Monte, por E. Ordóñez y M. Rangel.—1899.— 
108 pp.. 26 lám. 

Núm. 13.—Geología de los alrededores de Orizaba, con un perfil de la 
vertiente oriental de la Mesa Central de México, por Emilio Bóse. 
—1899.—34 pp. 3 lám. y 

Núm. 14.—Las Rhyolitas de México (Primera parte), por E. Ordóñez. 
—1900.—78 pp. 6 lám. 

Núm. 15.—Las Rhyolitas de México (Segunda parte), por E. Ordoñez. 


pp. 6 lám. 

Núm. 16.—Los criaderos de fierro del Cerro del Mercado en Durango, 
por M. F. Rangel, y de la Hacienda de Vaquerías, Estado de Hi- 
daleo, por J. D. Villarello y E. Bóse.—1902.—144 pp. 5 lám. 


INSTITUTO 


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BOLETIN 


DEL 


INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO. 


— 


Núm. 1.—Fauna Fósil de la Sierra de Catorce, por A. del Castillo y 3. 
G. Aguilera.--1895—56 pp., 24 lám. 

Núm. 2.—Las Rocas Eruptivas del S.O. de la Cuenca de México, por 
E. Ordóñez.—1895—46 pp., 1 lám. 

Núm. 3.—La Geografía Física y la Geología de la Península de Yuca- 
tán, por C. Sapper.—1896—38 pp., 6 lám. 

Núms. 4, 5 y 6.—Bosquejo Geológico de México.— 1897 —272 pp. 
5 lám. 

Núms. 7, 8 y 9. —El Mineral de Pachuca.—1897—184 pp., 14 lám. 

Núm. 10.—Bibliografía Geolósica y Minera de la República Mexicana 
por R. Aguilar y Santillán.—1898.—158 pp. 

Núm. 11.—Catálogos sistemático y geográfico de las especies minera- 
lóxicas de la República Mexicana, por José G. Aguilera.—1898.— 
158 pp. 

Núm. 12.—El Real del Monte, por E. Ordóñez y M. Rangel.—1899.— 
108 pp-, 26 lám. 

Núm. 13.—Geología de los alrededores de Orizaba, con un perfil de la 
vertiente oriental de la Mesa Central de México, por Emilio Bóse. 
—1899.—54 pp. 3 lám. 

Núm. 14.—Las Rhyolitas de México (Primera parte), por E. Ordóñez. 
—1900.—78 pp. 6 lám. 

Núm. 15.—Las Rhyolitas de México (Segunda parte), por E. Ordoñez. 
—1901.—78 pp. 6 lám. 

Núm. 16.—Los criaderos de fierro del Cerro del Mercado en Durango, 
por M. F. Rangel, y de la Hacienda de Vaquerías, Estado de Hi- 
dalgo, por J. D. Villarello y E. Bóse.—1902.—144 pp. 5 lám. 


SO E SO EAS ODE IAEA O 


DrireEcror, JosÉ G. AGUILERA. 


LOS 


CRIADEROS DE FIERBO 


DEL 


CERRO DE MERCADO EN DURANGO 
POR M. E. RANGEL 


Y DE LA HACIENDA DE VAQUERIAS, ESTADO DE HIDALGO 


POR 


J. D. VILLARELLO Y E. BOSE 


MÉXICO 


UFICINA TIPOGRÁFICA DE LA SECRETARÍA DE FOMENTO 


Calle de San Andrés núm. 15 (Avenida Oriente 51.) 


1902 


Boletín núm. 16. INSTITUTO GEOLÓGICO DE MÉXICO. Lám. I 


Vista DEL UerrRo DEL MeErcaDo. DURANGO. 


CRIADERO DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO, DE DURANGO, 
POR EL INGENIERO M. F. RANGEL. 


La Sierra Madre Occidental atraviesa al Estado de Durango con una di- 
rección casi de N. á $S., teniendo una altura media de 2,500 á 3,000 metros 
sobre el nivel del mar. Los partidos de Tamazula, San Dimas y Durango, 
limítrofes con el Estado de Sinaloa, deben la fragosidad de su suelo á esta 
importante cordillera, que flexionándose un poco hacia el S.E., al entrar al 
partido del Mezquital, sirve de límite al Estado de Durango y al Territorio 
de Tepic. 

Las sierras de Topia, Canelas, Amaculí y Copalquín; las de la Candela, 
Guanaceví, San Francisco y San Juan de Camarones, situadas más al Sur; 
las de Mapimí, Nazas y Cuencamé en los partidos limítrofes con Chihuahua 
y Coahuila, así como otras muchas en los partidos del Sur, corren con di- 
recciones más ó menos inclinadas á la de la Sierra Madre ó le son paralelas, 
y hacen muy desigual y quebrado el territorio del Estado; tan pronto se 
aproximan unas cordilleras á otras formando pasos muy reducidos y esca: 
brosos, verdaderas gargantas, como se alejan y encorvan para rodear ex- 
tensos valles rellenados con aluviones diversos, cubiertos por tierra vegetal 
y fertilizados por las aguas que de las vertientes de las sierras circundan- 
tes escurren, ya sea en torrentes de curso efímero, ya en ríos de curso pe- 
renne aunque sujetos, en tiempo de lluvias, al régimen torrencial. 

Toda la parte montañosa, que, como se ve, ocupa una parte muy impot- 
tante del territorio del Estado, está cruzada por numerosas vetas metalífe- 
ras. Los yacimientos argentíferos de Guanaceví, Topia y Copalquín, la 
riqueza de los de San Andrés, Promontorio y Velardeña han empezado á 
ser conocidos y en la actualidad hay en ellos algunas explotaciones de im- 
portancia. Los criaderos auríferos del Oro han sido explotados en pequeña 
escala; los de cobre de Mapimí; los de mercurio en Otinapa han dado ori- 
gen á la formación de poderosas compañías para hacer su explotación. 

También se encuentran criaderos de estaño y de fierro y entre estos últi- 

N* 16.—1 


4 LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 


mos el Cerro de Mercado ocupa, por su riqueza, uno de los primeros luga- 
res, no sólo en la República sino en el mundo entero, aunque desde el punto 
de vista de su producción figura en la actualidad entre los últimos de 
México. 

El estudio de este yacimiento es el objeto del presente artículo, y antes 
de empezar su descripción daremos una ligera idea de su descubrimiento, 
para lo cual extractaremos la narración hecha por Fray Antonio de Tello 
en su “Crónica de la Santa Provincia de Xalisco.”” 

Habiendo llegado á Guadalajara la noticia de que en la región que des- 
pués se llamó el valle de Guadiana existían ricos criaderos de oro y plata, 
la Audiencia de Compostela pensó en su conquista y la encomendó al espa- 
ñol Ginés Vázquez del Mercado, sobrino y yerno de Ginés Vázquez de Ta- 
pia, capitán que fué de la conquista de México. Era Ginés Vázquez del 
Mercado un acaudalado vecino de Guadalajara, propietario de varias casas 
en aquella población y de ricas minas en Tepic; su afición á las armas, su- 
valor y arrojo eran muy conocidos en Guadalajara, lo que unido á su des 
ahogada posición explica la elección hecha por la Audiencia de Compostela. 
Nombrado por ésta capitán general, habiendo reunido su gente y equipádola 
de su propio peculio, salió de Guadalajara al frente de 100 españoles, en 
1552, para emprender la conquista y pacificación de la provincia de Xoco- 
tlán, según órdenes que de la Audiencia recibiera. 

Al entrar á esta provincia tuvo algunos encuentros con los indios, en los 
que alcanzó fácilmente la victoria; continuó su marcha en busca de una ri- 
ca mina que le aseguraba conocer un indio de Tepic que llevaba y el que 
lo condujo á las minas de Xocotlán; permaneció en ellas ocho días, durante 
los cuales se vió acometido y cercado por más de seis mil indios; pero ha- 
biendo logrado romper el cerco y derrotarlos, y poco satisfecho con el des” 
cubrimiento hecho, continuó su marcha por el río de Tenantitlán, aguas 
arriba; y preguntando por minas á los indios que encontraba, unos de ha- 
cia Valparaíso le dijeron que, tierra adentro, en unos grandes llanos había 
un cerro de oro y plata. Buscando ese cerro pasó Mercado por Chalchihui- 
tes, Sombrerete, San Martín y Avino, y aunque halló minas en todos estos 
puntos, no hizo caso de ellas. 

Hacia fines de 1552 salió de Avino con su gente en busca del codiciado 
cerro, al que habiendo llegado, encontró que no era lo que él esperaba, sino 
un enorme yacimiento de fierro. Desengañado emprendió su viaje de regre- 
so, no sin que antes los soldados irónicamente bautizaran el cerro encontra- 
do con el nombre de Mercado, que conserva hasta la fecha. 

En su regreso fué atacado por los indios en un lugar cercano á Sombre- 
rete y aunque salió victorioso, tuvo varios muertos y heridos, contándose 
entre estos últimos el mismo Mercado. Herido y abandonado de los suyos 
se dirigió al Teutl, donde murió; su cuerpo fué llevado á Xuchipila y se- 
pultado en el convento de San Francisco. 

El cerro descubierto por Mercado está situado á unos 3 kilómetros al N. 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 5 


de la ciudad de Durango, tiene una forma alargada de unos 1,500 metros de 
longitud, que se dirige de E. á W.; su extremidad occidental es muy en- 
sanchada y parece formada por varios ramales; su extremo oriental es, por 
el contrario, angosto y forma una delgada cuchilla; la altura media es de 
unos 100 ó 110 metros, pero algunos picachos se elevan unos 30 ó 35 me- 
tros más. 

La parte mineral se presenta en forma de un dique muy potente, ramifi- 
cado en la parte occidental, que envía dos pequeños ramales hacia el Norte, 
é incluído en un macizo constituído por rhyolita. La erosión, obrando pri- 
meramente sobre la roca encajonante, ha producido su desagregación en 
blocks de diversos tamaños que se han depositado sobre los taludes del ce- 
rrro; la parte mineral así descubierta ha sufrido, á su vez, la acción lenta 
y continuada de los agentes de la dinámica externa y ha sido desagregada 
en fragmentos de volumen variable que han concluído por formar, deposi- 
tándose en los taludes, un revestimiento de mineral que da al de Mercado 
la apariencia de una montaña constituida únicamente por mineral ferrugi- 
noso. Esta ilusión desaparece por el examen atento de la estructura de la 
montaña; en efecto: en la base se ven enormes bancos de rhyolita compac- 
ta; un poco más arriba aparece el depósito de fragmentos de rhyolita; más 
arriba aún, los fragmentos de rhyolita cubiertos en algunas de sus caras 
con mineral de fierro cristalizados en pequeños octaedros, están mezclados 
con los trozos de mineral, cuya proporción va en aumento con la altura has- 
ta constituir exclusivamente el depósito, lo que sucede al pie de los acanti- 
lados que forma el crestón del dique. Solamente donde la pendiente del 
terreno es muy fuerte ó donde los crestones llegan hasta el nivel del valle 
es donde el mineral de fierro cubre los taludes de la montaña hasta su base. 

Lo dicho hasta aquí no disminuye en modo alguno la importancia del 
yacimiento, pues á más de ser enorme la cantidad de fierro que puede gsu- 
ministrar el depósito formado sobre la montaña, las dimensiones aparentes 
de los crestones hacen suponer que se prolonguen en el sentido vertical 
hasta una gran profundidad, y que la parte mineral ahora oculta sea con 
mucho superior á lo que se tiene á la vista. No sólo es de esperar que la 
profundidad del yacimiento sea considerable, sino también su longitud, 
puesto que en la dirección de E. á W. aparecen, á grandes distancias, pe- 
queños crestones del mismo mineral, como se observa al Oriente, ó bien ve- 
nillas rellenadas por arcilla ferruginosa como sucede al Poniente, cerca del 
rancho de Morgan. 

El mineral dominante, el que constituye casi exclusivamente la masa to- 
da del yacimiento, es la hematita; se presenta en masas compactas granu- 
lares de enormes dimensiones, marcada por varias grietas de contracción 
que la dividen en porciones más pequeñas. 

En las caras de separación de los diversos fragmentos de mineral se ha- 
llan grandes cristales octaédricos de martita y muchas veces cristales bien 
formados de apatita. La hematita especular se encuentra en venillas, ya 


6 LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 


sea en el seno mismo de la hematita compacta ó, como sucede más general- 
mente, encajonadas en la rhyolita, como se ve en el Norte del cerro, en el 
punto llamado impropiamente Cueva de la marmaja y que no es sino un 
pequeño socavón. La hematita micácea se presenta en las mismas circuns: 
tancias que la especular, sólo que en proporción mucho menor. 

La martita, como decíamos, está en grandes cristales octaédricos encaja- 
dos en los grandes blocks de hematita y casi nunca se encuentran aislados, 
razón por lo que desechamos la opinión de que sean los resultados de la 
transformación de la magnetita en hematita; mejor pudiera considerarse 
este hecho como una nueva prueba del dimorfismo del óxido férrico. 

La hematita arcillosa roja (ocre rojo) se encuentra en venas de anchura 
casi de un metro en la mesa central del cerro, en los flancos de la montaña 
y en los cerritos llamados del Almagre, situados á unos 500 metros al Sur 
del Cerro de Mercado. Nos explicamos su aparición por la circulación de 
aguas termales cargadas de óxidos de fierro á favor de grietas ó fracturas 
que presentaba la roca rhyolítica, que descompuesta por la acción de estas 
aguas, suministraba la arcilla que en la actualidad rellena las grietas, la 
que se cargaba de los óxidos de fierro que las aguas circulantes depositaban. 

La magnetita propiamente dicha, es decir, la especie mineral pura, no se 
encuentra en ninguna parte del yacimiento, y si bien es cierto que algunos 
ejemplares, recogidos en la parte Norte del Cerro, presentan, aunque dé- 
bilmente, las propiedades magnéticas, el color rojo de su polvo y raspadura 
sugieren la idea de que la magnetita en pequeña cantidad se halla mezcla- 
da íntimamente con la hematita. 

Respecto á la presencia del fosfato de fierro en el Cerro de Mercado, di- 
remos que se encuentra muy rara vez y en muy pequeña cantidad. En un 
pequeño fragmento de hematita compacta vimos un polvo amarillo verdoso 
que analizado cualitativamente resultó ser un fosfato de fierro; pero como 
no fué posible hacer un análisis completo que, á falta de caracteres mine- 
ralógicos bien definidos, nos indicara de qué especie de fosfato se trataba, 
sólo anotamos la presencia del fosfato de fierro, esperando, para determinar 
la especie, el tener á nuestra disposición mayor cantidad de materia sobre 
que operar. Por otra parte, nada tiene de raro que en un yacimiento de 
fierro en que abunda muchísimo la apatita, se presentase el fósforo combi- 
nado con el fierro. 

Como acompañantes del mineral del Cerro de Mercado se presentan en 
cantidad notable el cuarzo y la apatita, cuya presencia acabamos de indicar 
en el párrafo anterior. : 

El cuarzo se encuentra al estado de caleedonia, formando una red de ve- 
nillas de diversos espesores que cruzan en todos sentidos á la hematita, ó 
concentrado en grandes masas aisladas, ó bien cementando algunos frag- 
mentos de hematita. 

La apatita, ó mejor dicho la variedad '“esparraguina,”” se presenta casi 
siempre cristalizada, ya sea sola ó en compañía del óxido de fierro; forma 


"OA VOYA JA TA OUYUA y) TULA OYYATA HU SHUNOTIA SOT HA SHUNOLSHU() 


“Y 1 ug] 'ODIXAMN HA ODIDOTOHD OLALILSNT 91 cuna uo ¡og 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO rl 


también venillas y masas en que abundan cristales bien formados y de gran- 
des dimensiones; en el punto llamado Cueva de los biriles se recogen los me- 
jores ejemplares de esparraguina: son de un color amarillo de miel ó de 
amarillo verdoso, alargados en el sentido del eje senario hasta alcanzar 9 ó 
10 centímetros de longitud; presenta una multitud de facetas prismáticas 
y se terminan en un extremo por una pirámide irregular de seis caras, de las 
que tres, pero generalmente dos, están muy desarrolladas y casi hacen des- 
aparecer á las otras. En Durango confunden estos cristales de esparraguil- 
na con los de topacio, que se encuentran algunas veces, y á esto se debe el 
nombre impropio de biriles con que los designan. 

En la base del picacho que se encuentra al Oriente se ven unas venillas 
angostas de anfíbola alterada. 

Terminaremos la descripción de los materiales que se encuentran en el 
Cerro de Mercado, diciendo algo sobre la variedad de Topacio, llamada Pric- 
nita, cuya presencia acabamos de señalar, haciendo también la observación 
de que es poco abundante. Está cristalizado en prismas pequeños de sime- 
tría rómbica, presentan varias caras prismáticas y en uno de sus extremos 
una combinación de pirámides y domas; en el otro extremo se terminan por 
la base. Los colores más frecuentes de los cristales son el blanco hialino, el 
rosa ó el amarillo pálido. 

A continuación ponemos algunos análisis hechos sobre muestras del Ce 
rro de Mercado que dan idea de la pureza del mineral, así como del alto 
rendimiento en fierro que puede tenerse. 

Los que hicimos en el laboratorio del Instituto, uno de una muestra de 
hematita muy pura y el otro de una ordinaria, nos dieron los resultados si- 
guientes: 


k 13 muestra 2? muestra. 
Peróxido de fierro...... 91.50 69.00 por ciento. 
SM os 2.50 22.80 E 
INiaiie sosocosooeovegenos 0.60 1.60 00 
JE mimctla O loonadancanesesads 3.00 2.50 e 


En el residuo se reconoció la presencia de la cal y del fósforo, pero no se 
hizo la determinación cuantitativa de estas substancias. La alúmina y el 
fierro se cuantearon juntamente y en seguida se separó y pesó el fierro, de- 
terminando la alúmina por diferencia. 

Mr. M. H. Boye, de Filadelfia, da como resultados de sus análisis de cin- 
co muestras de diversos lugares del Cerro Mercado, lo siguiente: 


8 LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 


lim. 2 m. 32m. 42m. 25m. 

Oxiáilo dle MEnO osonavososos 96,3 93,8 98,2 LO Er 
SMA ca 20 al 0,6 28,1 26,5 
Alamo Ai 0,1 1,2 0,5 0,2 0,5 
Carbonato de cal .......... 0,3 = = —= 0,5 
ZST) 90069 noosooado cocononas 0,7 1,6 0,7 0,7 6,4 
SWiMEhoccanosos 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 


Rendimiento en fierro.... 66,77 65,9 68,8 OO) 


Los análisis más completos que conocemos son los hechos por Mr. A. 5. 
Mac Crelh, de Pennsylvania, quien operó sobre 27 muestras diferentes y 
cuyos resultados medios son: 


Oxido magnético de fierTO......oooooooomo.- 2.071 por ciento. 
A (plo) poosmibopoBenaadós von sadgeaposoos TED 5 
a9 MENO EEUNACO» ssococone usvcarpas onpessedeos 0.113 50 
AGIGIO MUAIMICO sonósonsoooovondoonssanoono e nooo 0.710 so 
(a codo aso boca roRdadoo 5.050 50 
MEE 0.364 e 
85.879 
JAGIGIO ETICO coonoovonocovoo duooroVon eoasanes 0.212 50 
so. MORIOMICO: ooocosbadocuoso noonoVoso vosonos. 3.041 56 
Pérdida por ignición, agua, €fC........... 1.984 e 
SA Nos 7.760 e 
Alúmina, etc., sin determinar ............ 1.1924 So 
SUM 100.000 


ó en otra forma que indica el rendimiento: 


INGrO MENeO dsvendeconacoobaspess vosssobsas 55.800 por ciento. 
Manganeso o. ona esla asias 0.079 do 
OSLO TO OSA 1.328 sh 
A ISS dica aos 0.085 eS 
Fósforo en 100 partes de fierro. ....ooo..o... 2.319 00 


Si bien es cierto que el fósforo se presenta en abundancia y que, como 
vimos, la apatita, que es un fosfato, es muy frecuente en el Cerro de Mer- 
cado, esto no tiene ningún inconveniente, pues los adelantos de la metalur- 
gia, al descubrir el procedimiento de desfosforización, han hecho que en la 
actualidad se busquen para la fabricación del fierro yacimientos abundan- 
tes y de una extracción económica, de preferencia á los muy puros, que se 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 9 


reservan para la fabricación del acero; además de esto, la proporción de fós- 
foro no es tan grande y es de esperarse que del Cerro de Mercado se pueda 
extraer fierro y producir acero de excelente calidad. Creo conveniente in- 
sertar aquí la autorizada opinión del distinguido químico Mr. Crelh sobre la 
influencia de las impurezas en la calidad del fierro que del mineral del Cerro 
de Mercado se extraiga, así como los análisis hechos por él de los productos 
obtenidos en la ferrería de Flores en el año de 1881, datos que, como los aná- 
lisis arriba expresados, los tomamos del informe de Mr. John Birkinbine, 
publicado en el Tomo X del Minero Mexicano, números 45 y 46; dice así: 

“Las muestras de fierro lingote y de barras dan respectivamente el si- 
guiente resultado: 


Lingote. Barra. 
SUECO asii 0.771 0.105 
1NOIO Doo sodoccuanacoseor 0.498 0.193 


““El fierro lingote contiene menos proporción de fósforo que la generali- 
dad de nuestros fierros de fábrica ó de forja. Aunque el tanto por ciento 
de fósforo en el de barra es considerable, sin embargo, de ninguna manera 
es excesivo. 

“Tos análisis que he hecho de fierros normales forjados, ingleses y ame- 
ricanos, dan el resultado siguiente: 


Mostoros INO- IL coosocovonvos 0.248. E AN 0.197. 


“Número 1.—Fierro “Ridsdale?”” de Sir William G. Armstrong, barra 
retorcida para cañón de rifle; el mejor fierro, cuatro veces amartillado. 

“Número 2.—Fierro “Ulster,”” barra retorcida para cañón de rifle; el me- 
jor fierro extra, cuatro veces amartillado. 

“La pequeña cantidad de ácido titánico que da el análisis no será bas- 
tante para afectar materialmente el trabajo del metal en el alto horno. 

““El fósforo que contiene el lingote parece ser la proporción de lo que da- 
rían las muestras del mineral. Las piedras de fierro contienen 0.288 por 
ciento de fósforo, ó sea 0.458 en cien partes de fierro. Aceptando que el 
lingote contenga 95 por ciento del fierro metálico contenido en el mineral, 
el mismo contendría 0.435 por ciento de fósforo, cantidad que se aproxima 
mucho á la proporción hallada en la muestra que se analizó, esto es, 0.428 
por ciento.”” 

Se ve por lo expuesto hasta aquí, que aun sin hacer ninguna tentativa 
durante el tratamiento metalúrgico del mineral para eliminar el fósforo, la 
pureza del producto industrial iguala á los mejores fierros ingleses y ame- 
ricanos; pero si llegara el caso de tener que usar los minerales más impu- 
ros, ya dijimos que la metalurgia prefiere en la actualidad los yacimientos 
abundantes y que permiten una extracción fácil y económica, á los de una 
pureza extrema pero de más costosa explotación. 


10 LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 


La presencia del azufre en cantidad tan pequeña nos autoriza para des- 
echar la idea de atribuir el origen del mineral de Mercado á la transforma- 
ción en óxido de fierro de una masa enorme de pirita; esta hipótesis, que 
podrá tener aplicación en algunos yacimientos, es enteramente falsa en 
nuestro caso, pues ni en el centro de los fragmentos macizos y compactos 
de mineral se encuentra un solo átomo de pirita que haya escapado á la 
transformación, ni se ha encontrado hasta hoy algún ejemplar que recuer- 
de alguna de las variadas formas que afecta la pirita de fierro y que suelen 
encontrarse en los ejemplares de pirita epigenisada. Creemos, pues, que 
puede decirse que la presencia del azufre es sólo accidental, ó cuando mu- 
cho, que tiene una importancia secundaria. 

En el valle de Durango, debajo de la capa superficial más ó menos grue- 
sa de tierra vegetal, se presenta otra de arcilla que cubre á una de arena y 
guijarro sobrepuesta á otra capa arcillosa; la capa porosa encerrada entre 
las dos de arcilla impermeable es la de la capa freática del valle; con el ob- 
jeto de cortar esta capa para obtener el agua en los pozos comunes, se ha- 
cen excavaciones que la “alcanzan á profundidades variables, pero que no 
atravesando más capas que las citadas, no suministran más datos que la 
existencia en el aluvión de fragmentos rodados del Cerro de Mercado. Fal- 
ta, pues, el conocimiento del subsuelo del valle de Durango; buscaremos 
en la naturaleza, en las relaciones mutuas de las rocas que circundan al 
valle, los datos que nos puedan conducir á la determinación de la edad 
geológica del yacimiento de que nos ocupamos. 

La serie de colinas y lomeríos que rodea á la ciudad de Durango está 
formada exclusivamente por rhyolitas. El color dominante de esta roca es 
el blanco agrisado, que pasa al rosa y violado pálido, y en algunos lugares 
al rojo ó violado obscuro. 

La rhyolita más cercana al Cerro de Mercado es la que presenta el color 
rosa; en el cerrito del Santuario, situado casi al W. de aquél y muy inme- 
diato, se observa el violado pálido en casi todo el cerro; pero cerca de la 
presa de Morgan aumenta de intensidad y es de un color violado obscuro. 
Por el contrario, en el Cerro del Calvario, situado en el centro de un barrio 
de la ciudad de Durango, el color dominante es el blanco más ó menos agri 
sado, color que es muy frecuente en el Cerro de los Remedios, situado al 
S. W. de la ciudad de Durango y del cual el Cerro del Calvario es un apén- 
dice. Hacia la parte del S.W., del Cerro de los Remedios y en los contra- 
fuertes que en esa dirección se desprenden y que llegan hasta la garita de 
Analco, vuelve á presentarse el color rojo más ó menos intenso, y además, 
en este lugar la roca presenta una estructura muy curiosa, cuyo estudio, 
hecho por el Sr. Ordóñez, se encontrará más adelante. 

En ciertos lugares, como en el Cerro del Calvario, se encuentra en abun- 
dancia el kaolín (kaolinita) en grandes bolsas; es bastante puro y de muy 
buena calidad y se usa para la fabricación de objetos de alfarería tosca. 
Como en este lugar hay muchas construcciones, es difícil á primera vista 
formarse idea de la importancia del yacimiento. 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO - 11 


La rhyolita se halla cubierta por una capa de toba blanca agrisada ó ro- 
jiza, compacta y resistente, de fácil labra y que se usa mucho en Durango 
como material de construcción. 

El estudio de las rocas recogidas en las cercanías de Durango fué hecho 
por el Sr. Ingeniero Ezequiel Ordóñez y lo reproducimos á continuación: 

“Una interesante variedad de rhyolitas se encuentra en las cercanías de 
la ciudad de Durango, en el Cerro de Mercado y en los contrafuertes y de- 
pendencias de esta montaña, en íntima relación en edad y naturaleza con 
las montañas del Sistema de la Sierra Madre, de la que el Cerro de Merca- 
do pudiera considerarse como un elemento avanzado en la Mesa Central. 

““En las rhyolitas de Durango, el color dominante es el blanco agrisado, 
que cambia á veces en gradación al rojo ó violado. Estas rocas yacen bajo 
la forma de corrientes cubiertas por capas de tobas de diverso espesor, de 
color gris ó rojo, en las que obra con cierta intensidad la erosión. 

““La naturaleza petrográfica de las rhyolitas se distingue aun á la simple 
vista, en unos casos por la abundancia del cuarzo en la forma de gruesos 
granos profusamente diseminados, y en otras por el aspecto general de la 
pasta de la roca, que es dura, compacta, de fractura frecuentemente con- 
choide que caracteriza á los magmas petrosilizosos de estas rocas. En efec- 
to, para todo un grupo de rhyolitas del Cerro de Mercado, el magma fel- 
sítico en más ó menos avanzada desvitrificación se observa dando lugar á 
una acción más ó menos intensa de la luz polarizada; pero raras veces encon- 
tramos agregaciones esferolíticas, lo que hace en algunos casos, juntamen- 
te con la ausencia de fenocristales, que la roca tenga á la simple vista la 
apariencia de un simple petrosílex ó felsita. En otros casos, por el con- 
trario, numerosos cristales feldespáticos que alcanzan hasta un centímetro 
de longitud y granos de cuarzo hacen la roca porfiroide. 

“Numerosas puntuaciones opacas de óxido de fierro en el magma dan en 
muchos casos á la roca la coloración rojiza; igualmente pajillas finas de mi- 
ca en más ó menos avanzada descomposición. 

“En el magma se encuentran frecuentemente abundantes segregaciones 
circulares ó elípticas de grupos de láminas de tridymita que tapizan las pe- 
queñas cavidades, y muestran que su producción data de los últimos momen- 
tos de la consolidación. 

““La presencia del mineral de fierro bajo la forma de una gruesa masa filo- 
niana llenando una fractura que atraviesa el Cerro Mercado, de edad más 
reciente que las rhyolitas que la encajonan, á juzgar por las ideas del au- 
tor, ha producido en las rocas, sobre todo en aquellas más vecinas del cria- 
dero, ciertas modificaciones que se manifiestan generalmente por una silicifi- 
cación y por manchas y vetillas de cuarzo, la descomposición de los feldespatos 
y la existencia de la hematita roja aislada en el magma en granos y veti- 
llas como por un fenómeno de impregnación. Accidentalmente en estas 
rhyolitas el cuarzo hialino finamente cristalizado aparece como una exuda- 


N? 16.—2 


12 LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 


ción, dando al mismo tiempo calcedonia arriñonada que cubre el espacio de 
pequeñas cavidades; el magma se vuelve en partes terroso y cambia del co- 
lor rojo obscuro al blanco amarillento y verdoso. 

“En cuanto á los feldespatos de primera consolidación en las rhyolitas 
del Cerro de Mercado, el sanidino se observa frecuentemente, más ó menos 
alterado y transformado en partes en una materia opaca; la plagioclasa, ge- 
neralmente la oligoclasa, está menos alterada por regla general, aunque 
siempre corroída, ofreciendo cristales incompletos. El cuarzo se encuentra 
en grandes playas irregulares. 

“En el Cerro de los Remedios las rocas se caracterizan por la rareza de 
elementos de primera consolidación, sólo algunos pequeños granos de cuar- 
zo se ven diseminados en una pasta compacta. En vez de ofrecer la estrue- 
tura en bandas alternativas de diversa coloración, la masa más obscura se 
distribuye irregularmente como sirviendo de cemento á glóbulos de una 
pasta de color más claro. En las láminas delgadas, en efecto, se observa 
que hay una tendencia al desarrollo esferolítico sin que las esferolitas lle- 
guen á adquirir una completa individualidad; por otra parte, en el centro 
de algunas de las partes menos cargadas de granulaciones se ve un tapiz de 
granos de cuarzo. 

“En algunas rocas de la misma procedencia y de un aspecto semejante, 
el magma petrosilizoso contiene raras esferolitas y sobrenadan algunos cris- 
tales microlíticos de oligoclasa como si la roca tendiera á una dacita. Estas 
rocas en partes se hacen porosas y las pequeñas cavidades se tapizan de finos 
granos de cuarzo, de láminas de tridymita y de una que otra laminita de he- 
matita. 

“En el cerrito del Calvario en la ciudad de Durango, las rhyolitas en su 
mayor parte están muy silicificadas y para completar la lista de variedades 
de las rocas del grupo de cerros inmediatos á la ciudad de Durango, cita- 
remos las rhyolitas vítreas del Cerro de la Mojonera, compactas, de color 
pardo obscuro, de magma con principio de desvitrificación; las rocas rosadas 
con finas laminillas de mica del Rancho de la Virgen, y las rhyolitas muy 
porfiroides con grandes cristales corroídos de cuarzo, sanidino y oligoclasa 
del Santuario. En el subsuelo de la ciudad y en las lomas inmediatas al 
Cerro Mercado existen grandes masas de rhyolitas, cuyas superficies están 
erizadas de grandes glóbulos que imitan la estructura arriñonada y en las 
que el microscopio revela la formación esferolítica del magma. - 

“Las rhyolitas del barrio de Analco merecen una mención especial por 
la gran variedad que de ellas se encuentra, pudiendo obtener muestras de 
rocas muy vítreas, de magma violado (litoiditas), otras silicificadas, de color 
rojo, y por último, rocas muy esferolíticas, con estructura en delgadas ban- 
das de felsita compacta separadas por cintas delgadas de una materia te- 
rrosa blanca. 

“De los Remedios y de la garita de Analco se obtienen magníficos ejem- 
plares de rhyolitas con litofisas muy semejantes en aspecto y color á las 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 13 


rhyolitas procedentes del Yellowstone National Park, que han sido exten- 
samente descritas por Iddings. 

“Las más grandes litofisas que se observan en las rocas de los Reme- 
dios alcanzan hasta 4 ó 5 centímetros de diámetro y forman como la parte 
esponjosa de una pasta ligeramente violada, compacta, de aspecto micros- 
cópico enteramente análogo á las rocas felsíticas del Cerro Mercado, que 
no tienen cristales de primera consolidación y que por lo tanto, pueden 
recibir el nombre de litoiditas, aplicado con frecuencia á esta variedad de 
rhyolitas. 

“Entre las granulaciones opacas de este magma felsítico se ven agrupa: 
dos y mostrando la estructura fluídea, pequeñas barritas y triquitas tam- 
bién opacas y al parecer de la misma naturaleza que las granulaciones. 

““En las muy delicadas capitas concéntricas esféricas que constituyen las 
litofisas hemos podido distinguir el cuarzo en muy finos cristales bipira- 
midados, agrupados ya en forma radial normal á la superficie de la capita 
delgada que los lleva, ó bien distribuidos irregularmente; la tridymita fre- 
cuentemente se encuentra en laminitas muy finas, difíciles á veces de ver 
aun con el auxilio de una lente. 

““El cuarzo bipiramidado es siempre más abundante que la tridymita y 
contiene numerosas inclusiones líquidas, á veces con burbujas gaseosas. 

“El núcleo de esta serie de capitas sucesivas y muy próximas de las lito- 
fisas, que nosotros consideramos como los esqueletos de grandes esferoli- 
tas, está frecuentemente formado por magníficas rosetas de muy finos cris- 
tales de cuarzo hialino agrupados radialmente. 

““En la superficie blanca y finamente irisada de las capitas se ven en 
eran número diminutas laminitas exagonales de hematita que se reconocen 
fácilmente por su intenso brillo acerado y por el color rojo intenso por trans- 
parencia. Existen también al lado de la tridymita y del cuarzo pequeños 
cristales de feldespato, difícilmente reconocibles por su pequeñez, pero se- 
mejantes á los que se encuentran en las litofisas de Obsidian Cliff. No 
hemos podido comprobar en las muestras la existencia de la fayalita. 

““Es de notar que la tridymita, sin embargo de presentarse con cierta abun- 
dancia en las litofisas, no se encuentran, como lo hemos observado en al- 
gunas otras rhyolitas de Durango, en agregaciones ó nidos en la masa del 

* magma petrosilizoso. Por lo tanto, la tridymita en las rocas con litofisas de 
log Remedios y de Analco, sólo se ha producido en el seno de las litofisas. 

“Entre las rocas con grandes esferolitas agrupadas y que dan á la roca 
exteriormente el aspecto arriñonado y las rhyolitas con litofisas hay, á 
nuestro modo de ver, una absoluta igualdad y el mismo modo de forma- 
ción, solamente que las rocas de grandes esferolitas compactas no han es- 
tado sometidas ya al fin de la consolidación, á la acción de vapores acuosos 
que han disuelto y substraído en parte los silicatos de composición del fel- 


1. Iddings. Obsidian Cliff. 7th. Rep. of the U. S. G. S. Wash., 1885-86. 


14 LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 


despato que han cristalizado simultáneamente con el cuarzo en las esferoli 
tas, dejando en esta disolución el esqueleto cuarzoso y produciendo tridymi- 
ta y hematita en la curiosa disposición que caracteriza á las litofisas. * 


1. Un estudio más completo de algunas de estas rhyolitas se encontrará en el Boletín número 15, 
—Las Rhyolitas de México. 


CRIADEROS DE FIERRO DE LA HACIENDA DE VAQUERIAS, 
EN EL ESTADO DE HIDALGO, 
POR EL INGENIERO JUAN DE D. VILLARELLO Y DR. EMILIO BOSE. 


DESCRIPCION TOPOGRAFICA. 


La región de que se trata en las páginas siguientes está entre la Sierra 
de Pachuca y la Sierra Madre Oriental, comprendida en los Distritos de 
Atotonilco el Grande y Tulancingo, del Estado de Hidalgo. Forma una 
depresión amplia de fondo plano y se denomina Valle de Tulancingo. El 
fondo ancho y casi completamente plano de este valle está cortado por una 
profunda barranca llamada San Pablo, que en muchas partes tiene una pro- 
fundidad de más de 700 metros. A esta cortadura principal desemboca, ha- 
cia el Este de la región, otra barranca mucho menos profunda, pero tam- 
bién de bordes acantilados, que se llama Barranca de las Granadas. Las 
otras barrancas que se encuentran en la región son de mucha menor impor- 
tancia, tanto por su anchura como por su poca profundidad. Entre las an- 
teriores cortaduras se encuentra el terreno casi plano y poco ondulado. 

En la barranca de las Granadas y en el borde septentrional de la llama- 
da de San Pablo se hallan los criaderos de fierro cuya descripción se en- 

= cuentra en seguida. Todos estos criaderos están abajo del primer acantila- 
do, que se encuentra con mucha regularidad en toda la extensión de la 
barranca cerca del borde. Algunos otros criaderos se hallan en las barrancas 
afluentes de la de San Pablo. 

En el adjunto plano, que comprende solamente una parte del terreno es- 
tudiado, se dibujó sólo el borde de las barrancas con exactitud, porque la 
configuración en detalle aún no está concluída. 


DESCRIPCION GEOLOGICA. 


La composición geológica del terreno es en lo general bastante sencilla; 


16 LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 


hay que distinguir entre sedimentos marinos y aluviones terrestres, fluvia- 
les y lacustres, y rocas eruptivas. Las rocas sedimentarias marinas pertene- 
cen al Cretáceo, el resto al Terciario, Cuaternario y al Periodo Reciente. 


CRETÁCEO. 


El macizo primitivo está formado por el Cretáceo, que aflora en muchas 
partes del fondo de la barranca de San Pablo; podemos distinguir en él dos 
divisiones, á saber: la división de Necoxtla y la división de Maltrata. Va- 
mos á describir su carácter general en lo que sigue. 

División de Necoxtla.—Esta forma en la región de la cual se trata, la 
parte más antigua del Cretáceo. La división consiste de pizarras amari- 
llas, rojas hasta grises, muy blandas, arcillosas y que contienen frecuente- 
mente hojitas de mica, así como también pedacitos de pyrita; particular- 
mente en su parte superior se intercalan muchas veces delgados lechos de 
caliza gris; algunas veces se halla también en la parte más elevada de las 
pizarras un banco, y á veces dos ó tres, de caliza, de un espesor de algunos 
metros; esta caliza contiene generalmente riñones de pedernal. En la ba- 
rranca de San Pablo el carácter petrográfico es algo diferente del de la 
misma división en la barranca de la Calera, cerca de Huayacocotla. ' Mien- 
tras que en esta última localidad las pizarras son más calcáreas y contienen 
también en varios lugares bancos fosilíferos de caliza, tenemos en la barran- 
ca de San Pablo enteramente la facies, que nos es bien conocida de la mon- 
taña de Orizaba ? y tal como se halla también en muchos otros lugares del 
México meridional. En esta facies nunca se han encontrado fósiles hasta 
ahora, pero á veces hay una transición de ésta á otra un poco más calcárea 
ó arenosa, en la cual se encuentran entonces faunas más ó menos ricas; és- 
tas pertenecen al periodo Aptiano y al Cenomaniano inferior, según los es- 
tudios hechos hasta ahora. 

El espesor de las pizarras de Necoxtla no se puede determinar en la ba- 
rranca de San Pablo, porque están fuertemente plegadas; los pliegues se 
dejan observar en numerosos puntos, particularmente bien en las barran- 
cas secundarias que desembocan á la barranca principal; un bonito ejemplo 
para esto ofrece el arroyo de las Flores, cerca del camino de la Hacienda 
de Vaquerías á Atotonilco el Grande. El rumbo de las capas es aquí N. 25* 
W. con el echado dominante hacia el S. W. 

División de Maltrata.—Esta división sigue directamente sobre la de Ne- 
coxtla. Se compone de calizas de color gris claro hasta negro, en bancos 
delgados que contienen siempre lentes de pedernal extendidos á lo largo 
casi en forma de bancos, como también nódulos de la misma materia. Es- 


1. E. Búse.—Ueber Lias in Mexico. Zeitschr. d. Deutsch. Geol. Ges. 1898, p. 171. 


2. E. Bóse.—Geología de los alrededores de Orizaba. Bol. del Inst. Geol. de México. Número 
13, p. 5. 


Boletín ÑN' arma 


= R2de Chiapa. 


S 


pel Viejo: 


alto de las Graliadas. 


Meridiano Astronómico. 


SOS 


+ Rosario Jarron. 
o 
 R?de Palmilas. 


L.G.BECERRIL. DIBUJU CARLOS GOSSELIN S.C. ANT, LIT. MOREAU-MEXICO 


Boletín N*16. 


OTOMILCO El GRAN 
PAP AIN O 


de los criaderos 
"de fierro 
dela Hdá *' 
——__DE VAQUERIAS ——_ 
EST. DE HIDALGO. 


LOBECERRIL DIBUUÓ. 


| 
InsTITUTO GEOLÓGICO DE MÉxICO. 


Puerta Palo Espeñtado. 


Hada, de La Luar. (de Moqueyes Terdes. 


o Buenavista. > 
ASCA. qn 60: Tdo* Hernandez. 
1 Saltillo 3497 ñ N 
ver N C 
DIST? DE ATOTONILCO. 
Mes“) ¿ 


9% 


pegar 


Escala a 30000. 


Curvas d 30 metros. 


Lám. N?IT 


* Rede Chiapa 


103, 
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Sallo delas Puentes. E 


Cumbre del Tecolote y % 
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+. Rosario Garron 


4 Ride 


Meridiano Astronómico 


Palrmillas 


CARLOS DOSSEUM Be 


A 


o 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 17 


tas calizas son sumamente pobres en fósiles; en la barranca de San Pablo 
no se ha encontrado ninguno hasta la actualidad. Pero como estas calizas 
se unen íntimamente á las calizas de Escamela sobrepuestas, y como pro- 
bablemente hay que considerarlas como facies de la parte inferior de la di- 
visión de Escamela, casi es seguro que pertenezcan al Cenomaniano. Es 
verdad que en nuestro caso la determinación puede hacerse solamente se- 
gún la semejanza petrográfica; pero en la vecina barranca de la Calera, 
cerca de Huayacocotla, tenemos la prueba de que estas calizas de Maltrata 
pertenecen ya á las capas superiores del Cretáceo Mexicano (que compren- 
de en el Sur del país, generalmente hacia arriba, el Cenomaniano y cuan- 
do mucho el Turoniano, faltando completamente el Senoniano), porque 
debajo de ellas se hallan capas con Monopleura y Nerinea. 

Tampoco de estas calizas se puede determinar el espesor, pues en primer 
lugar están fuertemente plegadas y en segundo, falta el techo, es decir, 
las calizas de Escamela. El modo de plegamiento está representado en el 
corte 4 que viene en una de las páginas siguientes. Las calizas están muy 
bien descubiertas cerca del Rancho de San Pablo, un poco barranca arriba. 
Por desgracia no es posible reconocer allí cuáles capas cubren á aquellas 
directamente, porque en la parte inferior de la barranca los flancos están 
casi completamente cubiertos por una capa bastante gruesa, compuesta de 
brechas volcánicas trituradas y acarreo. 


TERCIARIO. 


Considerando las relaciones particulares de la región, no podemos sepa- 
rar en sentido tectónico las rocas eruptivas de las sedimentarias, porque en 
verdad las rocas eruptivas hacen aquí el papel de una capa; además, están 
separadas las corrientes de lava por brechas que contienen fósiles, de modo 
que son de la mayor importancia para la determinación de la edad de las 
rocas modernas. Pero como ge trata en este lugar de la descripción de las ro- 
cas que componen el terreno, queremos separar siempre las rocas macizas 
eruptivas de las brechas trituradas y aluviones, juntando la descripción de 
las últimas á la de las rocas sedimentarias del Cretáceo. 

Brechas volcánicas antiguas y aluviones.—Como tales consideramos los 
depósitos que cubren el Cretáceo y que en parte consisten en calizas y pi- 
zarras trituradas, en parte en brechas volcánicas removidas por el agua. 
Por desgracia no hay en ninguna parte afloramiento bien descubierto, pero 
parece que todos los componentes ya mencionados demuestran una estrati- 
ficación casi horizontal, con ligera inclinación correspondiente al curso de 
la actual barranca de San Pablo. Lo más instructivo es en este caso aque- 
lla parte de la barranca que queda entre la de Regla y el arroyo de las 
Flores, donde se deja reconocer una inclinación decidida en el terreno, 
en el tiempo terciario, á la cual siguen todas las capas, incluídas también 
las corrientes de Labradorita y Basalto. En esta rinconada observamos 


18 LOS CRIADEROS DE FIERRO DEL CERRO DE MERCADO 


también (en afloramientos bien descubiertos en el camino de la Hacienda 
de Vaquerías á Atotonilco el Grande) que la corriente de Labradorita se 
divide en seis corrientes de menor espesor que están separadas por brechas. 
Interesante es:aquí que las brechas inferiores, á saber, las que están situa- 
das entre la corriente más baja y la segunda de las seis, son con toda se- 
guridad en su mayor parte de origen rhyolítico y, por supuesto, nada tienen 
que ver con la Labradorita; la brecha contiene un número considerable de 
pedazos de Rhyolita, piedra pómez, ete., y está impregnada considerable- 
mente de ópalo común. Proviene, pues, de una erupción local más antigua 
de Rhyolita, cuya presencia es importante también en otro sentido, por lo 
cual volveremos á hablar del asunto más adelante. 

La parte inferior de las brechas y de las rocas sedimentarias trituradas 
tendrá más ó menos un espesor de 100 á 150 metros; naturalmente, este 
espesor cambia según la configuración primitiva del terreno Cretáceo du- 
rante el transcurso del Terciario. No se han encontrado fósiles en estos de- 
pósitos hasta ahora; la capa de lignita que se encuentra en el arroyo de las 
Flores es con toda seguridad de edad más moderna, como lo demostraremos 
más adelante. 

Las cubiertas de brechas que están situadas entre las seis corrientes de 
Labradorita son de poca importancia, como lo prueba la cireunstancia de que 
no se dejan seguir más que parcialmente en la parte superior de la barranca. 

Brechas más modernas.—Este depósito queda entre las corrientes de La- 
bradorita y la de Basalto y es de la mayor importancia para el presente es- 
tudio, porque contiene los criaderos de fierro. El depósito consiste en bre- 
chas y contiene pedazos de pómez, como también Labradorita triturada y 
probablemente también Rhyolita. La parte superior de las brechas está 
enteramente transformada en semiópalo, la parte que sigue para abajo es- 
tá fuertemente impregnada de fierro y ácido silícico, y más abajo se en- 
cuentran las brechas más puras. El depósito de los minerales citados se ha 
hecho mecánicamente, porque se vé bajo el microscopio que los cristales de 
feldespato están intactos y en ninguna parte descompuestos. En varios lu- 
gares se observa claramente que el agua circuló en estas brechas y que pre- 
cipitó los depósitos de ácido silícico y fierro. Como estas aguas eran tan 
ricas en sílice, habrán pasado probablemente por las Rhyolitas que tenemos 
que describir adelante; eran manantiales termales cargados de diferentes 
minerales y de origen volcánico. 

La brecha más moderna no se presenta como capa uniforme, ni en los 
cortes como una faja, sino cambia considerablemente en su espesor, como 
también en su contenido de ácido silícico y fierro. En los cortes del terre- 
no, en las barrancas, se nos manifiesta la naturaleza del depósito, que tiene 
la forma de lentes que están unidos por fajas delgadas. Se observa esto 
perfectamente bien en la barranca de San Pablo, en todos los lugares don- 
de se explota ó se explotaba el fierro; afloramientos particularmente buenos 
existen en la región de San Sebastián, allí donde se encuentran las boca- 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 19 


minas de Nuestra Señora de la Luz. Muy instructiva es también la mina de 
la Reunión en el arroyo del mismo nombre. Allí se observa cómo las bre- 
chas cambian en cuanto á su espesor en distancias muy cortas, y cómo el 
mineral de fierro desaparece completamente en algunos lugares y queda so- 
lamente un banco que es á veces bastante delgado, de brecha silicificada. 
Muy instructiva es también la mina de Terreros, aunque en esta localidad 
los afloramientos no sean muy favorables. Observamos allí un depósito par- 
ticularmente grueso de las brechas, pero no es posible determinar el espesor 
porque en ninguna parte está descubierta la labradorita. El basalto pare- 
ce faltar, por lo menos no se puede observar, sino que sobre las brechas 
quedan directamente aluviones recientes. La falda está cubierta por un 
grueso depósito de brechas trituradas y conglomerados recientes, cuyos 
componentes principales son brechas, piedra pómez, pedazos de basalto y 
mineral de fierro. El espesor del depósito de fierro será, con toda seguri- 
dad, de unos 20 metros, mientras que generalmente en las otras lentes no 
es más de 0,541 m. En este bolsón se ve claramente el efecto producido por 
la circulación del agua; la brecha está silicificada y contiene en muchos lu- 
gares un mineral de fierro bastante rico. 

Imaginémonos ahora que la cubierta de basalto sea quitada; entonces 
hay que suponer que una cubierta muy extendida de brecha volcánica se 
presentará á nuestros ojos; ésta rellenaba las irregularidades de la corrien- 
te de labradorita y formó colinas en varios lugares. La cubierta tenía una 
inclinación general en el sentido de la barranca actual de San Pablo, y 
además una inclinación fuerte hacia la parte media, formando así un valle 
que siguió más ó menos el curso actual de la barranca principal. Este pun- 
to lo trataremos más extensamente en el capítulo de la historia geológica 
de la región. Aquel paisaje de colinas en el cual salieron al exterior nu- 
merosos manantiales termales, cargados de ácido silícico y fierro, fué cu- 
bierto más tarde por una corriente extendida de basalto. 

En la brecha ferruginosa se encontraron (en la mina Transvaal) restos 
no muy numerosos de vertebrados. Por desgracia, estos fósiles fueron trans- 
portados por el agua y en parte rotos y corroídos, de modo que solamente 
pedazos de huesos, muelas y colmillos poseemos, lo que dificulta mucho su 
determinación. Todos estos fósiles están fuertemente impregnados de fierro 
y en parte cubiertos por una costra del mismo metal. Los huesos son com- 
pletamente indeterminables. Entre las muelas se encuentran molares de 
Mastodon y Equus; los colmillos pertenecen al primer género. Los molares 
del mastodonte pertenecen muy probablemente al Mastodon Shepardi Leidy. 
Como se han encontrado solamente pedazos aislados de los molares del lZas- 
todon, no se pueden determinar, porque el M. Shepardi se distingue del 
M. Humboldt y el M. Andíuwm, principalmente por el encorvamiento de la 
sínfisis. Del Mastodon trópicus Cope se distingue nuestra especie por el 
menor tamaño y por el número de las colinas del último molar. Nuestros 
ejemplares están algo desgastados por el uso y por esto la mitad exterior 

N? 16.—3 


20 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


de la colina demuestra una figura de trébol, mientras la interior presenta 
una forma oval en la superficie. Esta es la característica del grupo M. She- 
pardi, al cual pertenecen también M. Humboldti y M. Andium. Felix y 
Lenk * dicen que el M4. trópicus muestra la figura de trébol en las dos mi- 
tades de las colinas, mientras Zittel * parece considerar el M4. trópicus como 
idéntico con M. Humboldt. En verdad, es muy difícil distinguir las dife- 
rentes especies del grupo citado cuando no hay quijadas enteras. Después 
de una comparación con el material existente en el Instituto Geológico, re- 
sultó como lo más probable que los molares ya algo desgastados por la mas- 
ticación correspondan mejor con los de M. Shepardi Leidy, tanto por su 
tamaño como por su forma, y con toda seguridad, por lo menos pertenecen 
á este grupo de los mastodontes. 

La determinación del molar de caballo es todavía más difícil, porque per- 
tenece á la quijada inferior, cuya forma es casi igual en las especies que 
hay que tomar en consideración, pero probablemente pertenece el ejemplar 
al Hquus excelsus Leidy, tanto por la forma de los pliegues del esmalte en 
la corona, como por su tamaño. 

Tanto el grupo de Mastodon Shepardi Leidy como el Equus excelsus 
Leidy pertenecen al Plioceno Superior y al Pleistoceno Inferior, y cual- 
quiera que sea la especie exacta, la determinación de la capa queda fijada. 
Esta determinación de la edad tiene gran importancia para la fijación del 
tiempo en el cual hicieron erupción las labradoritas, los basaltos y quizás 
las rhyolitas. 


LAs ROCAS ERUPTIVAS. 


Tenemos que distinguir entre tres diferentes rocas eruptivas, á saber: las 
rhyolitas, las labradoritas y los basaltos, de las cuales las primeras son 
las más antiguas. Mientras los últimos demuestran una extensión conside- 
rable, el afloramiento de las rhyolitas se limita, hasta donde llegan nues- 
tras observaciones, á una pequeña colina llamada el Cerrito de Vaquerías, 
que se levanta en la llanura cerca de la Hacienda de Vaquerías. A conti- 
nuación pasamos á describir la distribución y el carácter de las rocas. 


LA RHYoLrTa. 


La pequeña colina llamada el Cerrito de Vaquerías, que se levanta de la 
lManura cerca de la Hacienda de Vaquerías, consiste completamente de rhyo- 
lita, que tiene la forma de cúpula. Está cireundada ó rodeada por los alu- 
viones modernos y cuaternarios, las corrientes de basalto y labradorita, las 
brechas del Plioceno Superior y las brechas trituradas y aluviones que des- 
cansan directamente sobre el Cretáceo. No se puede obtener un corte á tra- 


1. Felix und Lenk.—Beitraege z. Geol. u. Pal. d. Rep. Mexico. III, p. 1833. 
2. Zittel, Traité de Paléontologie. IV, p. 466. 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 21 


vés de la Rhyolita, porque sólo la parte más alta está descubierta. La 
rhyolita es la roca eruptiva más antigua de la región, porque las brechas 
más bajas, que están entre las dos corrientes más bajas, contienen pedazos 
de esta roca. Como la labradorita ya es del Plioceno Superior, es claro que 
la rhyolita debe haber hecho su salida ó en el Plioceno Inferior ó en el 
Mioceno Superior. 


La LABRADORITA Y EL BASALTO. 


La labradorita, como también el basalto, se dejan seguir por toda la ba- 
rranca de San Pablo y del mismo modo se puede reconocer su presencia en 
las numerosas barrancas afluentes. La labradorita se puede seguir natu- 
ralmente sólo hasta allí, donde hay todavía cortaduras profundas en la 
lHanura del valle de Tulancingo. Pero la corriente de basalto está visible 
en muchas partes de la superficie del valle mencionado, su punto de salida 
eran los cráteres en la montaña inmediata á la estación de las Lajas del fe- 
rrocarril Hidalgo, y recorre desde allí todo el valle de Tulancingo. 

Como ya lo hemos mencionado, demuestran los cortes en el camino de la 
Hacienda de Vaquerías á Atotonilco el Grande, que la labradorita, apa- 
rentemente tan compacta en su parte superior, se compone de seis diferen- 
tes corrientes de un espesor poco considerable; por consiguiente, hay que 
suponer que la corriente poderosa se formó por una serie de erupciones 
que siguieron una á la otra. Estas corrientes probablemente se enfriaron 
más pronto en su extremo que en su origen; se formaron brechas sobre las 
partes más lejanas y más bajas, mientras que tales brechas, más cerca del 
punto de salida, ó faltan completamente ó son de un espesor mínimo. Siem- 
pre hay también que tener en cuenta que los afloramientos en las partes 
accesibles de la barranca en lo general no son buenos; cortes verdadera- 
mente continuos existen solamente en las barrancas secundarias, CUyos 
acantilados no son accesibles. Es, pues, muy posible que también en la 
parte superior de la barranca las diferentes corrientes de labradorita es- 
tén separadas por brechas, pero hasta ahora no podemos dar la prueba de 
esto. 

La labradorita se muestra generalmente en lajas ó como masa maciza, 
casi nunca en columnas. 

La corriente de basalto es aparentemente uniforme en todas sus partes; 
tiene en lo general un poco más de 100 metros dle espesor. La dirección de 
esta corriente es la misma que la de labradorita, es decir, en lo general, 
siguiendo el descenso de la barranca de San Pablo. La corriente cubre casi 
en todas partes las brechas del Plioceno Superior, descritas anteriormente, 
de modo que forma el techo de los criaderos de fierro. 

Sólo en una de las localidades estudiadas por nosotros, á saber, en la 
mina de Terreros, encontramos una excepción: allí falta el basalto. El cria- 
dero obtuvo aquí un espesor mayor y formó probablemente una colina que 


22 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


era más alta que la masa de la corriente de basalto y por esto no fué cu- 
bierta por la roca eruptiva. 

El basalto se muestra generalmente macizo ó en columnas, menos fre- 
cuentemente se encuentran lajas. Hay columnas muy bonitas cerca de la 
Loma ancha, en la mina de Nuestra Señora de la Luz, y columnas muy 
graciosas se encuentran en el camino de la Hacienda de Vaquerías á Ato- 
tonilco el Grande. Estas columnitas están en la base de la corriente y con- 
tienen una cantidad considerable de fierro. 


DesorIPcIiÓN MICROSCÓPICA DE LAS ROCAS, POR E. ORDÓÑEZ. 


Cerrito de Vaquerías.—Roca de color gris, ligeramente violada, con nu- 
merosos cristales de feldespato diseminados. Al microscopio se ve consti- 
tuída de un magma amorfo y microfelsítico, con algunas microlitas de sa- 
nidino de extremos bifurcados. El magma se ha segregado en partes en 
forma esferolítica. Cada esferolita está formada por hacecillos fibrosos de 
microfelsita que son débilmente alumbrados á la luz polarizada. Los feno- 
cristales son de sanidino en macles de Carlsbad. Hay pequeños nidos de 
tridymita en la masa de la roca. La predominancia de la microfelsita en la 
roca la define como una rhyolita. 

Camino de Buenavista á San Pablo.—La roca es de color pardo, muy cris- 
talina, pues la materia amorfa casi no existe. Es una asociación de feldes- 
pato microlítico de labrador con fluidalidad poco marcada, amoldados los 
cristales por grandes playas y secciones prismáticas de piroxena augita. El 
olivino, primer mineral consolidado, está bastante alterado. Esta roca debe 
considerarse como un melafiro y procede de las partes inferiores de una co- 
rriente de lava. La roca del medio de la misma corriente tiene igual grado 
de cristalinidad que la anterior, aunque de grano más fino. Debe conside- 
rarse también como un melafiro. 

La roca de la parte superior de la misma corriente es una lava muy am- 
pollosa de color gris, de magma escaso, amorfo y globulítico, con abundan- 
tes microlitas en ordenación fluidal, de labrador, alargadas y macleadas 
según la ley de la albita. Cristales de piroxena de pequeña dimensión, mi- 
crolitas del mismo mineral; algunos cristales de olivino que se encuentran 
accidentalmente están transformados en óxido rojo de fierro. Las cavida- 
des de la roca están tapizadas de una costra de limonita, de calcedonia y de 
arcilla, producto de circulación de aguas calientes. Esta roca es del tipo 
de las labradoritas, que abundan en corrientes en la. región. 

La roca que proviene de la corriente superior es un tipo de transición del 
melafiro al basalto, porque la materia amorfa comienza á presentarse de 
nuevo. La misma asociación que en las rocas anteriores: labrador, amolda- 
do por augita, y olivino alterado. La roca tiene grandes nidos de tridymita. 

Loma Ancha.—En cuanto á la roca procedente de la Loma Ancha, se 
aproxima más al tipo de los basaltos. Su color es negro, muy compacta, 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 23 


con un grado de cristalinidad bastante grande para reducir la materia 
amorfa á mínima cantidad y solamente llenando los pequeños intersticios 
entre los cristales. Si se trata de una roca procedente de una corriente de 
lava, el ejemplar viene de las partes de dicha corriente que se enfriaron 
más lentamente. El escaso magma es globulítico, las numerosas microlitas 
son de labrador, macleadas con la extinción del labrador. La augita en nu- 
merosos granos y secciones amolda al feldespato, y el olivino en pequeña 
cantidad está alterado. Tiene la roca grandes granos de óxido negro de 
fierro. 

Mineral de fierro.—Las muestras de mineral de fierro de la mina Terre- 
ros dan idea del modo como se han depositado los óxidos de fierro. Una de 
las más instructivas nos da al microscopio el carácter de una brecha cons- 
tituída: 19, de fragmentos pequeños de cuarzo, de feldespato, en su mayo- 
ría de sanidino y algunas microlitas; 22, pedazos de pómez y de rhyolita, 
es decir, de microfelsita y esferolitas, semejantes á la roca del cerrito de 
Vaquerías; 32, fragmentos de labradorita y basalto semejantes á las ro- 
cas de esta especie antes descritas. Estas distintas partes se hallan solda- 
das por la sílice bajo la forma de ópalo de concreción, de color amarillo á 
la luz natural, el que envuelve como producto de último depósito óxidos 
rojo y amarillo de fierro, que se ven á veces conerecionados con el ópalo y 
á veces en la forma de granos como retenidos mecánicamente por el ópalo; 
este último caso es el más frecuente, lo que quiere decir que dicho fierro no 
procede de una sustitución con los elementos de las rocas, sino que llegó 
hasta ellas ya libre, é impregnándolas, ó bien en disolución en aguas car- 
gadas de sílice y por lo tanto de ácido carbónico. 

En otros ejemplares de la misma mina la penetración del fierro es más 
completa, el ópalo menos abundante, pero juntamente con él algunas ca- 
vidades tienen un reborde de tridymita. Los fragmentos de las rocas son 
menos claros y en parte han desaparecido, quedando solamente los frag- 
mentos de fenocristales de feldespato, que tienen la particularidad de mos- 
trar, cerca de los bordes, hileras en rosario de multitud de vesículas gaseo- 
sas, indicando con eso que han sido sometidos á una alta temperatura, pues 
es el fenómeno muy parecido al que ofrecen los feldespatos en las enclaves. 

En las muestras muy ricas en fierro como en las de la Loma Ancha de 
las laderas del Cerro de San Sebastián, no se observan ya fragmentos de ro- 
cas ni depósito de ópalo, sino simplemente óxidos ferruginosos terrosos, sin 
ninguna estructura de concreción. 

En la mina Terreros, juntamente con los óxidos de fierro, vienen frag- 
mentos de semiópalo puro, de colores gris y pardo. 


CUATERNARIO Y ALUVIONES RECIENTES. 


Al Cuaternario y al Período Reciente (una separación no es bien posible 
aquí) pertenecen todas las brechas trituradas que cubren el basalto, como 


24 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


también los restos fluviales y lacustres que se encuentran en la barranca 
principal, así como en algunas de las secundarias. Deseribiremos estos de- 
pósitos en el orden siguiente: las brechas que cubren el basalto, los restos 
fluviales de la barranca principal y los depósitos lacustres del arroyo de las 
Flores. E 

Las brechas trituradas que cubren el basalto contienen abajo (véase el 
corte 2) una acumulación de pedruscos de basalto que están unidos por una 
masa de brechas volcánicas trituradas; sobre esto sigue el detritus más fino 
con aislados pedruscos de basalto, en cantidad que va disminuyendo, hasta 
perderse arriba casi por completo. Parece que á toda la masa le falta la es- 
tratificación. 

En estas capas se encontró, cerca del lugar llamado Magueyes Verdes, á, 
una profundidad de dos metros de la superficie, una muela de Alephas pri- 
migeníus Blumb., lo que nos prueba que el Cuaternario llega casi hasta la 
superficie y que las capas recientes ó faltan ó son insignificantes. 

Donde el basalto no está cubierto por el detritus se ha descompuesto la 
roca eruptiva por la circulación del agua, formando una cubierta más Ó 
menos gruesa de caliche. 

En cuanto á los restos fluviales en la barranca principal, así como en las 
secundarias, tenemos que distinguir dos divisiones, á saber: el acarreo es- 
traficado que se depositó durante la formación de la barranca misma, y por 
otra parte el material acarreado más moderno, que cubre hoy en masas 
grandes los flancos de la barranca. Hay que considerar estos últimos como 
más modernos, porque cubren en varios puntos los restos que hemos men- 
cionado en primer lugar. Naturalmente, esto no prueba la misma relación de 
edad para todas las partes de los depósitos, pero permite suponerla como 
probable. Los depósitos más antiguos se encuentran en diferentes lugares 
de la barranca en altura diferente, cubriendo la roca primitiva, sea ésta 
basalto, labradorita, brechas ó sedimentos cretáceos. Estos depósitos con- 
sisten en parte de arenas de grano más ó menos grueso de basalto, de la- 
bradorita, de pómez y de brechas trituradas; por otra parte de brechas tri 
turadas, haciendo una toba que muchas veces está colorida por ocre. Donde 
el depósito está casi en el fondo de la barranca hay naturalmente también 
calizas y pizarras cretáceas entre los componentes. Cerca de la mina del 
Milagro encontramos á la altura de la labradorita el corte siguiente (de 
arriba para abajo): 


toba, 
conglomerado fino alternando con arena, 
2 metros. = toba, 
arena, 
toba, 
0,05 m. toba de espesor irregular. 
0,15 m. arena, 
0,02 m. toba colorida por ocre, 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 25 


arena fina, 
1l ino arena más gruesa, 
conglomerado de piedras rodadas. 


Aunque este afloramiento tenga sólo algunos metros de espesor, es no 
obstante instructivo; se observa una estructura paralela discordante clara; 
con seguridad estos restos fueron dejados en sus lugares durante la forma- 
ción de la barranca, que en este lugar todavía es relativamente angosta; 
la coloración de algunos lechos por el ocre se habrá hecho probablemente 
por material del criadero de fierro llevado por el agua. 

Depósitos semejantes se observan también en las dos riberas de la ba- 
rranca arriba del rancho de San Pablo, en una altura de cerca de 1,900 
metros, y otro más en una altura de cerca de 1,800 metros; el último es de 
extensión considerable y está en parte bien estratificado. Podemos, pues, 
probar la existencia de los restos de dos terrazas, pero fundándose en los 
afloramientos al lado meridional cerca de San Pablo, es probable que exis- 
tan todavía algunas más. 

El material triturado y conteniendo pedruscos de basalto y labradorita 
que cubre los flancos del valle, no da motivo para observaciones especiales; 
es el acarreo común de pendientes mezclado con material que fué acarreado 
desde la planicie y fué condensado en una masa compacta por los efectos 
de las lluvias. Cubre todos los depósitos, desde el Cretáceo hasta el basalto 
más moderno y no muestra, hasta donde llegan nuestras observaciones, nin- 
guna estratificación. : 

Respecto á depósitos lacustres, finalmente, sólo podemos citar uno en 
el arroyo de las Flores. Se trata en este caso de un banco no muy poderoso 
de lignita. Este banco se encuentra en una altura de 1,455 metros, á saber, 
255 metros abajo del borde de la llanura. Debajo del banco hay tobas con 
numerosos restos de plantas mal conservadas; el fondo está formado por 

pizarrras de Necoxtla fuer- 

C. temente plegadas (rumbo 
— N. 25% W., echado princi- 
pal S.W.). Sobre la lignita 
se encuentran arenas más Ó 
menos finas. Tenemos aquí, 
como se ve claramente, un 
depósito muy moderno, y 
hay que decir que la ligni- 
E . E ta es técnicamente inútil, 
1. B Labradorita.—B* Basalto.—f Brechas.—t Tobas. tanto por su cantidad como 
por su calidad. La lignita 

debe haberse formado en una pequeña represa en forma de laguna en el 
arroyo de las Flores, las aguas deben haber bajado por el arroyo, como nos 
lo demuestra el corte en las partes superiores de esta pequeña barranca se- 


Arroyo de las Flores. 


26 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


cundaria. Vemos, pues, allí las condiciones representadas en el adjunto 
corte 1. A los dos lados de la parte de donde baja el arroyo actual están 
las rocas de las corrientes de labradorita y de basalto, con sus brechas co- 
rrespondientes, y arriba se halla la capa de caliche. Entre los basaltos, etc., se 
hallan poderosas capas fuertemente inclinadas de brechas trituradas, loque 
prueba que se había formado en este lugar una antigua barranca antes 
que la barranca de San Pablo hubiese llegado hasta su profundidad actual; 
aquella barranca fué rellenada después por acarreo. En el fondo de la cor- 
tadura se acumuló el agua, numerosas plantas fueron acarreadas y así se 
formó una capa de restos de plantas más ó menos destruídas, quese transfor- 
mó en lignita en el curso del tiempo. Como la barranca ha cortado el ba- 
salto y como la abra fué rellenada después, hay que considerar la lignita 
como de una edad bastante moderna, es decir, cuando mucho del Cuater- 
nario. 
FENÓMENOS VOLCÁNICOS EN LA ACTUALIDAD. 

Como últimos restos de la acción volcánica debemos considerar los ma- 
nantiales termales de Arroyo Seco y de Acaseca. El manantial de Arro- 
yo Seco, que está en una barranca cerca de la Hacienda de Vaquerías, con- 
tiene peróxido de fierro, ácido silícico, alúmina, cal, ácido sulfúrico y ácido 
fosfórico. El manantial está captado, de modo que no se puede observar la 
salida del agua de la roca; por la coladera por la cual viene el agua á la su- 
perficie sale en forma de copos una concreción ferruginosa cuya composi- 
ción es: Si 0"=40 %; Fe” 0=60 %; la salida de los copos no se hace regu- 
larmente sino alternando en cantidades mayores y menores. El agua tenía 
en la coladera 30% C., siendo 22? C. la temperatura del aire. 

El segundo manantial, llamado Acaseca, no forma depósitos; contiene 
bastante sulfídrico libre y tiene una temperatura de 45? C., siendo su com- 
posición la siguiente: 


e OU TSEOpo 0.0267 | DOS qa mue lino, 
. Va yo Ancccccrocarsoo rro coco. 0.2414 US 
disueltos en CO”. - CO? Me 0.0071 precipitables por 
la Mg O LBULOS a sl ln. 
Na ee 0.0607 
CON 0.2014 
Materia orgánica........ vestigios 


Total residuo: 0.5377 gramos por litro. 
Residuo obtenido por evaporación: 0.5401 ..,, a Le 


HiISTORIA GEOLÓGICA DE LA REGIÓN. 


Para hacer la historia geológica de la región, tenemos que distinguir des- 
de luego dos grandes divisiones en ella, á saber: la que comprende el 
tiempo antes del gran movimiento orogénico y la que siguió á ésta, En 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 27 


ésta. En la naturaleza está expresado esto por la situación de las capas, 
comprendiendo en esta expresión también las rocas eruptivas, porque en 
sentido geológico presentan en este caso completamente las cualidades de 
capas. En nuestra región sólo tomaron parte en el levantamiento que su- 
frieron las capas de las montañas mexicanas, en el Terciario antiguo, 1 log 
sedimentos cretáceos; sólo ellos están, pues, fuertemente plegados y ningu- 
no de los depósitos más modernos muestra dislocaciones considerables. 

Cualquiera de los cortes desde la llanura del Valle de Tulancingo has- 
ta el fondo de la barranca nos ilustra las condiciones geológicas en lo ge- 
neral; y se puede decir de antemano que los cortes por las riberas de la ba- 
rranca principal son por lo general uniformes, y por esto nos limitamos á 
indicar dos que dan todas las relaciones que serán descritas en el texto. El 
primero baja de la cumbre, cerca del Rancho de Buenavista, por el Rancho 
de San Pablo, al Río de Tulancingo; el otro da la ribera izquierda del Arro- 
yo de las Flores. 


Cumbre 


AOS 


Riooe AS Fuublo. Escalo O, 000. 


2. C Pizarras de Necoxtla; B* Labradorita; 8 Brecha con fierro; B? Basalto; 4 Brecha triturada; 
T' y T? Terazas; 4% Aluviones y acarreo modernos. 


En el fondo de la barranca vemos en muchos lugares las capas cretáceas; 
en el Rancho de San Pablo, barranca arriba, encontramos calizas de Mal- 
trata, y barranca abajo, pizarras de Necoxtla; ambas presentan un plega- 


y 


miento intenso. El bosquejo adjunto (corte 4) nos da una ilustración de la 


Borr?del 
Murerto. 


/ 


3. B Basalto; 4 Brechas trituradas 4, Caliza de Maltrata plegada; Rancho 
del Cuaternario. de San Pablo. 


1. Dejamos aparte aquí, como de poca importancia, los fenómenos de levantamiento y hundimien- 
to que luvieron lugar en el Senoniano. 


N? 16.—4 


28 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


forma de los pliegues en la caliza de Maltrata, cerca del Rancho de San 
Pablo. Estas capas tomaron parte, por lo tanto, en el movimiento oro- 
génico. 

Sabiendo que la emersión del terreno, es decir, la retirada del mar, ha- 
bía comenzado en esta región en el Senoniano, tenemos que suponer que 
después del movimiento orogénico el terreno ya fué configurado por la ero- 
sión y que ya se habían formado valles y sierras, cuyo plan tectónico en- 
contró su causa en el movimiento orogénico; la configuración más detallada 
la produjo la erosión, que rebajó las montañas y rellenó los valles, después 

a de haberlos cortado hasta su ni- 
== (í  velde base. Los restos de estos 
Z efectos de la erosión los vemos en 
los aluviones, que están debajo 
de las corrientes de labradorita. 
El valle que se formó aquí en el 
Terciario siguió más ó menos el 
curso actual de la barranca de 
EE YESO San Pablo y se e lleno en parte: 
Al lado de la erosión también 

5. Arroyo de las Flores, ribera izquierda. (' Cretáceo, pi- . Ala . 
zarras de Necoxtla; 4 Aluviones antiguos; B_Labrado- el volcanismo tenía influencia en 
ES del Plioceno; B* Basalto; C' Caliche; L el cambio de la configuración del 
suelo. Erupciones de rhyolitas 
tenían lugar en nuestra región en el Terciario Moderno, es decir, en el 
Mioceno Superior ó Plioceno Inferior. Por falta de afloramientos no po- 
demos probar si la rhyolita cubrió partes extensas del suelo; pero por la 
circunstancia de que en la vecina sierra de Pachuca las rhyolitas están muy 
distribuídas, y porque las brechas antiguas son en gran parte de naturale- 
za Thyolítica, debemos concluir que las erupciones de rhyolitas eran consi- 
derables, y la única cúpula de rhyolita que aflora, sobresale todavía hoy de 

la llanura del Valle de Tulancingo. 

A las erupciones de rhyolitas siguieron las de labradoritas, y se pueden 
distinguir varias emisiones de lava que fueron interrumpidas, aunque la 
erupción pudo haber sido bastante continua y haber obtenido cierta impor- 
tancia, porque se pueden seguir las corrientes desde la parte superior has- 
ta la inferior de la barranca de San Pablo. La angostura de las brechas 
que no fueron trituradas por agua prueba que no hubo interrupciones con- 
siderables. La primera interrupción de importancia después de las emisio- 
nes anteriores tuvo lugar en el Plioceno Superior. Los restos fósiles encon- 
trados en las brechas, que caracterizan el fin de la erupción de labradorita, 
nos demuestran que la ancha llanura formada por las corrientes de lava 
era habitada por animales ó que éstos existían en las montañas y que sus 
cadáveres fueron acarreados por el agua corriente á la llanura. Natural- 
mente, las corrientes de lava labradorítica siguieron el descenso del terre- 
no, que existía ya después del levantamiento de la montaña y cuyo declive 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 29 


era tan fuerte que los aluviones posteriores y las erupciones de labradorita 
no pudieron disminuir sino en parte. Como lo hemos mencionado ya, reco- 
nocemos en las brechas del Plioceno Superior las huellas del agua corriente 
y, á saber, de un agua que contenía grandes cantidades de ácido silísico y de 
fierro. Estas soluciones las encontramos en manantiales termales que en 
nuestro caso fueron manantiales minerales de origen volcánico, y como no 
contenían cal, deben haber obtenido su ácido silísico pasando por las masas 
de rhyolita. Como la mineralización tenía lugar en una extensión tan gran- 
de, hay que suponer la presencia de un gran número de manantiales terma- 
les, que porsu parteindican una distribución considerable de la rhyolita. La 
salida de numerosos manantiales termales está generalmente ligada con el 
decrecimiento de un período de erupción; este era el caso también aquí, como 
lo prueba lo que hemos mencionado, de modo que nuestra opinión recibe así 
un nuevo apoyo. Varias circunstancias prueban que no hubo ninguna forma- 
ción de lagos y pantanos. Sobre todo, existía todavía el antiguo descenso en 
el terreno, de modo que las corrientes de basalto seguían exactamente el cur- 
so de las labradoritas, pues no debe haber existido un impedimento, una 
barrera que causara una represa de las aguas; por otra parte, resulta del es- 
tudio microscópico de la brecha que contiene el fierro, que no existen restos 
de plantas en ella y que ninguna descomposición química bajo la presencia 
de restos orgánicos tuvo lagar, como sucede cuando se forma fierro palus- 
tre; ' al contrario, había solamente un depósito de ácido silísico y limonita; 
los dos minerales encierran los cristales de feldespato de las brechas, sin 
que se observe en ellos descomposición. Tales depósitos de manantiales no son 
en manera alguna raros: citamos aquí los fierros (Bohnerze) de Wirttem- 
berg, Suiza y Francia y quizá también los fierros cretáceos de Franconia 
(Baviera). J. Haniel cita * un gran número de criaderos que fueron forma- 
dos por aguas minerales; dice que esos criaderos se formaron por aguas mi- 
nerales que contenían ácido carbónico. 

Después del depósito de los manantiales termales, que duró algún tiem- 
po, empezó otro período de mayor actividad volcánica; siguió una fuer- 
te erupción de basalto y sus lavas cubrieron la brecha casi en toda su ex- 
tensión. A esta erupción siguió de nuevo la salida de varios manantiales 
termales, de los cuales duran algunos hasta la actualidad. Hoy todavía en- 
contramos, particularmente en el manantial de Arroyo Seco, depósitos de 
fierro con mezcla de ácido silísico; esto nos muestra en la actualidad cómo se 
formaron los depósitos de fierro entre la labradorita y el basalto. 

Al mismo tiempo empezó su trabajo la erosión. El amplio valle de Tu- 


1. Citamos los estudios muy exactos y detallados de F. M. Stapf: Ueber die Entstehung des Seerze 
(Zeitschr. d. Deutsch. Geol. Ges. 1866, p. 86-173), cuyos resultados fueron utilizados por J. H. L. 
Vogt (Salten og Ranen. Kristiania, 1891, p. 214) y Hj. Sjógren (Geol. Fóreningen i Stockholm 
fórh. 13, 1891, p. 373) para explicar la formación de criaderos de fierro en Suecia. 

2. J. Haniel. Ueber das Auftreten und die Verbreitung des Eisensteins in den Juraablagerungen 
Deutschlands. Zeitschr. d. Deutsch. Geol. Ges. 1874, p. 59-118. 


30 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


lancingo fué cubierto por aluviones, los ríos y arroyos acarre aron el materia 
triturado de las rocas eruptivas desde las montañas vecinas y lo deposita- 
ron en el suelo poco inclinado del valle. Durante el mismo período el río 
principal comenzó á hender la roca; en la barranca angosta y no muy 
profunda que se formó de esta manera se formaron depósitos fluviales cuan- 
do la corriente acabó de ser muy fuerte y rápida. Estos depósitos fueron 
destruídos en su mayor parte por la erosión lateral, de modo que quedaron 
sólo los pequeños restos que describimos antes. El curso de la barranca ya es- 
taba determinado por un valle terciario, como lo hemos demostrado anterior- 
mente. Este valle ya había sido cortado hasta su nivel de base (base level) 
y en parte era otra vez rellenado, pero con todo esto quedó aún un descen- 
so considerable del terreno, el cual siguieron más tarde las rocas eruptivas. 
Reconocemos este declive, por ejemplo, en la situación de la base del ba- 
salto; mientras entre el Milagro y el camino de la Hacienda de Vaquerías 
á Atotonilco el Grande esta base está á las alturas siguientes: 1,960 metros, 
1,930 metros, 1,850 metros, 1,710 metros, la encontramos al Norte de la 
parte media, cerca de la mina de la Reunión, á una altura de 2,010 metros, 
de modo que entre este punto y la Loma Ancha existe una diferencia de ni- 
vel de cerca de 160 metros. Cerca de la Loma Ancha se ve también en el 
terreno claramente el declive de la corriente de basalto; quedará, pues, muy 
poca duda de que tenemos aquí el curso de un valle terciario. 

Como ya lo hemos mencionado, podemos observar claramente en varios 
lugares restos de formación de terrazas, á saber: una terraza principal casi 
en el fondo de la barranca (cerca del Rancho de San Pablo) y otra más alta, 
más ó menos á la altura de 1,900 metros. Cosa semejante se encuentra en 
el punto donde está la mina del Milagro. Es de suponer que éstas no son 
las únicas formaciones de terrazas, pero en lo general los afloramientos no 
son bastante favorables para el reconocimiento de todas las terrazas, por- 
que los dos lados del valle están cubiertos por el acarreo cimentado moder- 
no. La existencia de dos de estas terrazas es una indicación importante. 
En ninguna parte de la barranca se puede probar la existencia de una 
antigua barrera que pudiera haber represado el agua; y puesto que se 
formaban depósitos, debe haber disminuído el caudal de manera que la ba- 
rranca alcanzó su nivel de base. ¿Cómo era posible entonces que la corrien- 
te comenzara de nuevo á cortar los aluviones y la roca y llegara á partes 
más profundas que antes? Tenemos que suponer por fuerza que la parte 
superior de la barranca sufrió pequeños levantamientos temporales en el 
Cuaternario ó en el Plioceno más moderno, de modo'que se hizo de nuevo 
un descenso en el talweg; cuando el río llegó hasta una altura de cerca de 
1,800 metros (cerca de San Pablo) se formó de nuevo un nivel de base y si- 
guió otra vez un levantamiento y el río cortó otra vez la roca. En la actua- 
lidad la barranca ya llegó en su tercio inferior al nivel de base, y la parte 
inferior, ó sea la laguna de Meztitlán, llegó probablemente desde el Tercia- 
rio, mientras que en la parte superior de la barranca la incisión profunda 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 31 


se hizo mucho más tarde. Del rancho de San Pablo para abajo parece co- 
menzar el rellenamiento, mientras que la parte alta de la barranca todavía 
se está profundizando. 

Hemos dicho que la formación de la barranca está en relación con la de 
los depósitos de lignita y por esto ya no es necesario hablar más de este 
asunto. 


NATURALEZA DE LOS CRIADEROS. 


Después de haber estudiado la geología de la región, é indicadas ya las 
formaciones que la constituyen, desde la sedimentaria cretácica y la erup- 
tiva terciaria hasta las cuaternarias y recientes, que se hallan desde el Ran- 
cho de la Mora hasta el plan de Las Flores, pasamos ahora á estudiar en 
detalle los criaderos ferruginosos, los cuales, aunque con lapsos grandes 
de interrupción, pueden observarse desde la mina El Milagro hasta la lla- 
mada Nuestra Señora de la Luz, minas situadas en la barranca grande ó 
cañón de Tulancingo. Muy poco explorados se encuentran en verdad esos 
criaderos, pues no obstante la buena calidad de los minerales y las mejores 
condiciones económicas de la localidad, los trabajos durante cuarenta años 
han sido desarrollados en muy pequeña escala y sólo en la parte superfi- 
cial de los mencionados criaderos, zona que dejó á descubierto la erosión, la 
cual al abrir las barrancas de Tulancingo y sus afluentes ha proporcionado 
profundos cortes naturales que facilitan al geólogo sus estudios y evitan tra- 
bajo al industrial, permitiéndole á éste proceder desde luego al disfrute de 
esos yacimientos. 

Como hemos dicho, los criaderos ferruginosos se encuentran entre dos 
escurrimientos, uno de roca labradorita y otro basáltico; el primero y más 
antiguo forma el bajo ó asiento de los criaderos, y el segundo posterior 
á la formación de aquellos yacimientos constituye su alto. La distancia 
que separa á esos dos escurrimientos y que forma la anchura ó potencia 
del criadero, es muy variable: desde 10 centímetros, como se ve en las mi- 
nas El Milagro, Hidalgo y Morelos, hasta 80 centímetros en las minas 
Transvaal y Nuestra Señora de la Luz. Esta variabilidad de potencia ori- 
gina notables y frecuentes interrupciones en los criaderos y les da la forma 
de grandes lentes aplastadas, unidas entre sí por láminas muy delgadas, á 
las veces imperceptibles. Estas lentes están colocadas sobre un plano á 1,960 
metros sobre el nivel del mar, ligeramente inclinado del Oriente hacia el 
Poniente, y siguen las anfractuosidades de la capa labradorítica inferior. 
En esta capa se observa un salto de 70 metros en el fundo llamado Nues- 
tra Señora de la Luz y salta también el criadero, el cual baja de la zona 
alta y acantilada de la barranca principal para la de suave pendiente y 
cercana á la cima del estribo llamado Loma Ancha, que, casi normal á la 
dirección de la barranca, se encuentra mucho menos elevado que las plani- 
cies de gran extensión que coronan al profundo cañón de Tulancingo. 


32 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


La extensión horizontal ocupada por estas lentes mineralizadas es sin du- 
da bastante considerable, pues aunque los trabajos de exploración sean muy 
pocos, como hemos dicho, los profundos cuanto varios cortes naturales que 
en diversas direcciones surcan el terreno, permiten ver en una zona de 30 
kilómetros de largo por más de 2 de ancho multitud de secciones de esas 
lentes, algunas bastante largas, lo que prueba que existe en esa región una 
zona mineralizada extensa y que algunas de esas lentes serán grandes aun- 
que de poca potencia. 

El relleno de la zona mineralizada, que en forma de lentes se encuentra 
entre los escurrimientos labradorítico y basáltico, lo pudimos estudiar tan- 
to en los lugares en que la erosión ha dejado á descubierto los criaderos, 
como en las obras subterráneas emprendidas para el disfrute. Estas obras 
son socavones cuyas bocas se encuentran á las márgenes de las barrancas, 
y que siguiendo caminos tortuosos en los criaderos alcanzan ahora un des- 
arrollo de 50 á 100 metros. Entre esos socavones mencionaremos: el del Mi- 
lagro, 150 metros abajo de la planicie de coronamiento de la barranca de 
Tulancingo; el Sabinal, en el fundo Transvaal, á 120 metros abajo de la 
misma planicie, y el llamado Loma Ancha, en el fundo de Nuestra Señora 
de la Luz, á 135 metros abajo de la cima del mismo nombre. En todas estas 
labores (que en la localidad son conocidas con el nombre de “ranchos””), 
así como en varios cortes naturales, pudimos observar el mismo relleno, 
constituído por los siguientes elementos: el bajo del criadero lo forma, 
como hemos dicho, la labradorita, á veces esponjosa é impregnada de óxido 
de fierro hidratado, mineral que rellena las ampollas de la roca y que se 
introduce en su masa porosa cimentándola y rodeando hasta las microlitas 
de la misma roca; sobre esta capa se encuentra otra muy delgada de brecha 
rhyolítica, á veces pomosa, é impregnada también por óxido de fierro y si- 
lisa hidratada; encima se encuentra la capa de mineral de fierro, formada 
en la parte baja por limonita y en la parte alta por hematita roja, cimen- 
tadas por arcilla y silisa hidratada; sobre esta capa, que es la que repre- 
senta el valor industrial del criadero, se encuentra otra muy delgada y for- 
mada por semiópalo de diversos colores, siempre ferruginoso y que está en 
contacto con la roca basáltica del alto, la cual no está impregnada por el 
óxido de fierro como la labradorita que se encuentra en el bajo del criade- 
ro. Las únicas variantes que se observan en el relleno ya mencionado, son: 
que á las veces el bajo del criadero es una brecha labradorítica completa- 
mente impregnada de limonita y ópalo; y otras, que el alto está formado 
por una capa de arcillas, resultado de la trituración 'por frotamiento del 
basalto del alto al resbalar sobre la capa silisosa, sobre los semiópalos, que 
se encuentran siempre en la zona superior de las lentes mineralizadas. 

La potencia de cada una de las zonas que forman el relleno ya descrito 
es muy variable, y sólo puede decirse: que la parte útil, por su mejor mi- 
neralizazión, ocupa las tres cuartas partes de la potencia total del criadero 
y que su arranque es muy fácil, rápido y económico, por la poca cohesión 
del mineral cimentado por la arcilla ferruginosa. 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 339 


Conocidas ya las relaciones de posición en que se encuentran estos cria- 
deros con respecto á las formaciones geológicas de la región; indicada tam- 
bién la forma que afectan, la extensión aproximada que ocupan y la natu- 
raleza de su relleno, tal como se observa en todos los lugares en que la 
naturaleza ó el hombre los ha puesto á descubierto, pasamos á estudiar 
ahora el origen y modo de formación de estos criaderos; trataremos de re- 
construir su génesis y los clasificaremos en seguida. 

El fierro, metal tan interesante para la industria, como uno de los prin- 
cipales y más abundante elemento constitutivo de la corteza terrestre, lo 
encontramos: nativo, en las doleritas de Ovifak, en Groenlandia; oxidula- 
do, en las rocas granitoides y traquitoides, contenido en las piroxenas, an- 
fíbolas ó micas y aun feldespatos que las forman; titanado y cromado, en 
las dioritas, diabasas, euphotidas ó gabros; y al estado de silicato, en las 
rocas ácidas y básicas, concentrándose ya en la misma roca en el mo- 
mento de cristalización de ésta, ó separándose, por el contrario, de la roca 
eruptiva, ya en el momento de la emisión, ya posteriormente, bajo la in- 
fluencia de circulaciones hidrotermales. Este metal tan abundante lo vemos: 
ya combinado con el oxígeno, formando la limonita, la hematita roja, el 
oligisto y la magnetita, como con el ácido carbónico, formando la siderosa; 
ya con el azufre, bajo forma de pyrita ó marcasita, como con el ácido fos- 
fórico constituyendo la vivianita; ó, por último, combinado con la silisa, 
formando parte en la composición de casi todas las rocas eruptivas, con- 
centrándose á las veces para originar los yacimientos de inclusión en cú- 
mulos, como los que existen en las serpentinas en Taberg y Cogne, ó sepa: 
rándose de las rocas eruptivas para formar los criaderos filonianos, como 
también los sedimentarios. 

Esa difusión del fierro y de sus compuestos entre los elementos constitu- 
tivos de casi todas las rocas eruptivas ha originado, mediante fenómenos 
secundarios antiguos ó recientes, la formación de los grandes depósitos ó 
yacimientos de formas varias, que encontramos con frecuencia y cuyo va: 
lor industrial aumenta con los progresos de la química, los que aplicados á 
la metalurgia permiten hoy explotar con ventaja criaderos antes deprecia- 
dos por el fierro impuro que pudieran producir. 

Por otra parte, si se tiene en cuenta la fácil solubilidad del fierro y de 
sus combinaciones en el agua simplemente cargada de ácido carbónico, se 
comprende desde luego cómo pudo pasar el fierro, de elemento constitutivo 
de una roca, á formar inclusiones, vetas, capas, y en general todos los cria- 
deros en que lo encontramos hoy concentrado y que, al motivar los estudios 
del geólogo, atraen también las miradas del minero, quien encuentra en 
ellos nuevas fuentes de riqueza y de utilidad general. 

El silicato de fierro que se encuentra en casi todas las rocas constituye la 
mayor parte de las clasificadas como básicas, en las que existe también el 
fierro oxidulado, cromado á las veces y también titanado; pero todas estas 
combinaciones son solubles al estado de bicarbonato en las aguas cargadas 


34 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


de ácido carbónico, ya meteóricas, ó bien las termales emitidas por manan- 
tiales. 

De estas disoluciones, vehículo que lleva el compuesto metálico para con- 
centrarlo en puntos lejanos á veces, se precipita el fierro ya como carbona- 
to formando los criaderos de siderosa, ó bien al estado de óxido hidratado; 
y ya se acumula en las fracturas por donde circularon esas aguas termales 
ferruginosas, formando vetas, ya se concentra en depresiones cerradas para 
formar capas ó pantanos, ó bien se deposita en la superficie del terreno que 
sirve de lecho de escurrimiento á esas aguas, constituyendo los criaderos de 
desparramiento. 

Explicado el origen primero del fierro que existe en los criaderos filonia- 
nos ó sedimentarios, metal que antes formara parte constitutiva de las rocas 
eruptivas, las cuales son el producto más ó menos directo de la escorificación 
del núcleo metalífero fundido, situado en el centro de la tierra, y conocien- 
do también la solubilidad de los compuestos ferruginosos en las aguas car- 
bónicas, se comprende fácilmente: que en todas las épocas geológicas se ha- 
yan formado criaderos de fierro, que los encontremos desde los tiempos 
primitivos hasta nuestros días, y que los veamos formarse en los pantanos 
y en los lechos de escurrimiento de aguas ferruginosas. 

En efecto, si lanzamos una mirada retrospectiva y con atención recorre- 
mos los criaderos ferruginosos, encontraremos con Fuchs y De Launey: en 
los cipolines del terreno primitivo, los mantos y cúmulos de magnetita y 
oligisto de Mokta—El-Hadid; en las calizas del terreno primitivo, los cúmu- 
los de magnetita y oligisto de San—Thiago en Portugal. En el período cam- 
briano, en el que existen pocos yacimientos de fierro, encontramos sin em- 
bargo el cúmulo de oligisto de Asturias y los mantos del mismo mineral en 
la isla de Elba. En el período siluriano, en el que empezaron á formarse 
las divisiones en cuencas, permitiendo éstas el depósito de los minerales de 
fierro tomados á las rocas de los contornos, encontramos un gran número 
de capas ó mantos ferruginosos que han sido metamorfoseados más tarde 
y entre los que citaremos: los de oligisto y magnetita de Segré y Rougé, 
en las cuartzitas silurianas; las de Dieletté (Mancha) en las leptynitas; las 
de Saint-Rémy sobre la arenisca armoricana; las de Krivoi Rog (Rusia), en 
pizarras y cuartzitas; las de Bohemia, en las pizarras que forman la capa 
llamada de Komorau; las capas de fierro oxidulado magnético de Saint- 
Léon (Cerdeña), en pizarras silurianas; los cúmulos de hematita roja en 
cuartzitas, de Villa Caños, en Andalucía; los cúmulos de hematita parda, 
en las calizas de Grand Vallée (Alleghany), y la extensa capa de hematita 
roja oolítica, que se encuentra en el Estado de Nueva York, en Pensilva- 
nia, y sobre el borde Poniente del lago Michigan. En el período devonia- 
no encontramos cúmulos de siderosa intercalados en calizas y pizarras en 
Erzberg de Styrie y de Carinthie, y cúmulos de hematita roja en Elbinge- 
rode (Harz). En el período carbonífero se hallan los mantos y cúmulos que 
con justicia han llamado más la atención del minero, puesto que el fierro 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 35 


está entonces cercano á la hulla, elemento empleado en su elaboración, y 
entre estos privilegiados yacimientos encontramos: los cúmulos de hemati- 
ta roja en las calizas carboníferas de Cumberland (Inglaterra), los mantos 
de siderosa en las pizarras hulleras de Ruhr de Silesia y de Francia, y en 
la época permiana, en que las acciones químicas gozaron gran papel y en la 
que el fierro colora de rojo todo un piso de arenisca, están las capas arcillo- 
ferruginosas de la cuenca de la Sarre (Francia) y las de Cartagena (Espa- 
ña). En el período triásico se encuentran las hematitas pardas de Silesia 
en cúmulos sobre la dolomía metalífera y los mantos de limonita en Ardeche 
(Francia). En el liásico, en la época hetangiana, están los mantos de Bor- 
goña y las lentes de Mazenay y Changes; en el sinemuriano, el manto de 
hematita parda oolítica de Harzbourg (Alemania); en el toarciano, las capas 
de mineral oolítico de Meurthe y Moselle (Francia). En el período oolítico, 
en el piso bajosiano, tenemos los mantos y lentes de Ougney, Isenay y 
Privas, y en el oxfordiano las lentes de hematita roja de Pierre-Morte, de 
Neuvysy y de Chatillon (Francia). En el período infracretácico encontra- 
mos: en la época neocomiana, la caliza ferruginosa de Métabief; en la ur- 
goniana, la capa roja de Wassy y los minerales milioolíticos de Champa- 
gne; en la aptiana, los cúmulos de hematita parda de Bois-de-Loges y de 
Blansy. En el período eretácico, entre las arcillas y calizas huronianas, se 
encuentran los cúmulos de hematita de Bilbao (Vizcaya). En el período 
eoceno se hallan los desparramamientos ferruginosos de hematitas pardas 
ó rojas manganesíferas de Túnez. Y, por último, como yacimientos sedi- 
mentarios de fierro tenemos los minerales de lagos y de pantanos que se 
encuentran en todas las épocas geológicas, desde el terreno llamado primi- 
tivo, en el que son abundantes, y que se depositan hasta la fecha en un 
gran número de lugares, como en Silesia, Polonia, el Banat, la Finlandia 
y los lagos de Escandinavia. Lo mismo que los yacimientos sedimentarios, 
encontramos los filonianos en todos los períodos geológicos: en el siluriano, 
los de magnetita de Visokaya—Gora, los de magnetita y chalcopyrita de 
Traverselle; en el triásico, las vetas de siderosa de Allevard; en el liásico, 
los filones de hematita de Rancié; en el eoceno, las vetas también de hema- 
tita de Canigou, y en el meoceno, las de Banat, Hungría y Servia. 

Por lo anterior se comprende que los criaderos de fierro son muy abun- 
dantes en la naturaleza y que su formación ha tenido lugar en todos los 
períodos geológicos, desde las épocas primitivas hasta nuestros días; pero 
de todos esos criaderos, aunque de formas varias, los principales y más im- 
portantes han resultado: por el depósito del óxido de fierro que las aguas 
tuvieran en disolución, y que han abandonado, ya por la pérdida del ácido 
carbónico, ó bien por precipitaciones y reacciones químicas favorecidas á 
veces por diversos organismos. 

El óxido de fierro lo encontramos formando mantos, capas sedimentarias, 
incrustando las paredes de fracturas para originar las vetas, ó bien de: 


N? 16.—5 


36 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


positado en las anfractuosidades ó cavidades superficiales del terreno por 
donde antes circulaban aguas ferruginosas. 

Por todas partes y en todos tiempos encontramos el óxido de fierro, y sin 
embargo, su naturaleza varía y está ligada hasta cierto punto con la edad 
geológica del terreno en que se encuentra; en efecto, en los períodos primi- 
tivos aparece como oligisto ó magnetita, después como hematita roja, luego 
como hematita parda, y al fin, en nuestros días, se forman los lodos ocro- 
sos, grises ó negros. La naturaleza del mineral varía en relación con la an- 
tigúedad del criadero; así, esos lodos ocrosos más recientes, al endurecerse 
se concrecionan y forman la hematita parda como se encuentra en los pan- 
tanos de Suecia y de Noruega; por la acción del tiempo y por fenómenos 
metamórficos este mineral se deshidrata y forma la hematita roja que en- 
contramos en el cretácico y jurásico, y más tarde, cristalizándose y redu- 
ciéndose en parte, produce la magnetita ó el oligisto, minerales que se ha- 
llan en los terrenos antiguos metamórficos. : 

En el caso que nos ocupa y al estudiar los criaderos ferruginosos de Va- 
querías para determinar su edad geológica y poderlos comparar desde ese 
punto de vista con los ya enumerados, encontramos datos precisos que nos 
permiten llegar al fin deseado. En efecto, no es tan sólo la naturaleza del 
mineral, la limonita y poca hematita que constituyen los criaderos el único 
dato que se posee para considerarlos como modernos, sino los fósiles encon- 
trados en el mismo yacimiento, fósiles que hemos clasificado como del Plio- 
ceno superior; y puesto que esos fósiles están impregnados por el óxido de 
fierro, deben considerarse como preexistentes á la formación de los criade- 
ros, los cuales, por lo tanto, tendrán que considerarse como de la cima del 
Plioceno ó de la base del Pleistoceno, posteriores al escurrimiento de las la- 
bradoritas que constituyen su bajo y de formación anterior al escurrimien- 
to basáltico que los cubre y que forma el alto de los referidos yacimientos. 
No los podemos comparar, por lo tanto, con los criaderos enumerados antes, 
que son de edad geológica más antigua, ni con otros existentes en el país, 
puesto que son estos los primeros yacimientos ferruginosos pleistocenos que 
hemos estudiado y que nos proporcionan un dato más, precioso sin duda, 
para aceptar en el país las emanaciones termominerales relacionadas con 
la formación de criaderos metalíferos al fin de la éra terciaria, emanaciones 
reconocidas ya por Fuchs en los criaderos argentíferos del Carmen en Sono- 
ra y de San Francisco en Morelos, y que encontramos ahora formando los ya- 
cimientos ferruginosos sobre las labradoritas de la región de Vaquerías. 

Conocida la edad geológica de los yacimientos en estudio, pasamos á ex- 
plicar su modo de formación. 

El origen del fierro que forma los criaderos lo encontramos por lo gene- 
ral, como hemos dicho, en las rocas eruptivas y algunas sedimentarias, en 
cuya composición entra como elemento constitutivo al estado de silicato 
principalmente, y de las que es tomado en disolución por aguas cargadas 
de ácido carbónico ó que se aisla al estado de óxido por fenómenos meta- 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 37 


mórficos. Las rocas que originan la formación de estos yacimientos pueden 


ser: ó las superficiales que se encuentran en su contorno, las cuales hayan 
cedido su fierro á las aguas meteóricas ó de manantiales que las deslavan, 


ó que sujetas á fenómenos de metamorfismo se transforman ellas mismas en 
criaderos de fierro, constituídos por arcillas excesivamente ferruginosas; Ó 
pueden ser también las rocas contenidas en las profundidades de la tierra 
las que hayan cedido su fierro á las aguas carbónicas termales que las cir- 
culan y las cuales sirven de vehículo para llevar á la superficie en disolu- 
ción la silisa, el fierro y otros elementos que forman parte de la composición 
de las rocas subterráneas, elementos que se depositan en la superficie de la 
tierra al derramarse las aguas de los manantiales termominerales. Como 
ejemplos del primer caso, ó sea de criaderos ferruginosos originados por la 
disolución de rocas superficiales en las aguas meteóricas, encontramos: los 
del Erzberg Styriano, los de Cumberland (Inglaterra) y los pantanos de 
Suecia y Noruega. Entre los criaderos formados por metamorfismo de las 
mismas rocas, transformándose éstas poco á poco en verdaderos yacimien- 
tos ferruginosos, se encuentran: los de Mokta-El-Hadid y los del N.E. de 
Ireland, asociados con basaltos y como resultado del metamorfismo de éstos, 
según opinan Ralph Tate y John Sinclair Holden. * Y por último, entre los 
yacimientos cuyo fierro ha sido tomado á las rocas profundas por las co- 
rrientes hidrotermales y cuya formación es debida al desparramamiento de 
estas aguas, podemos citar: los de la isla de Elba, los de Tafna, de Tabarka, 
el de Bilbao en Vizcaya, el de Berry, los de Beni-Saf (La Tafna), los de 
Breisgan, Suiza y otros. E 

Son debidas también á las corrientes hidrotermales las varias vetas que 
hemos mencionado antes y que resultan de la incrustación y relleno de las 
fracturas profundas por los elementos contenidos en esas aguas termomine- 
rales, elementos que han sido abandonados parcialmente antes del derrame 
de dichas aguas en la superficie de la tierra. 

Al referirnos á los yacimientos de Vaquerías tenemos que aceptar como 
origen del fierro el contenido en las rocas profundas, las que han sido y son 
hasta la fecha lixiviadas por las corrientes hidrotermales, que cargadas de 
ácido carbónico y á elevada temperatura y presión han disuelto varios de los 
elementos constitutivos de las rocas, ya por disoluciones químicas ó físicas 
solamente. De esta manera los silicatos de fierro atacados por las aguas ter- 
males pasaron al estado de bicarbonatos solubles, quedando la silisa en di- 
solución física. 

Aceptamos el origen interno del fierro que hoy se encuentra en los cria- 
deros de Vaquerías, por las siguientes razones. Todos esos criaderos están 
colocados sobre un escurrimiento de labradoritas y no se encuentra ningún 
criadero semejante colocado abajo de ese escurrimiento, razón por la cual 
debemos creer que los fenómenos que originaron la formación de aquellos 


1. Quarterly Journal, 1870, pág. 151. 


38 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


criaderos comenzaron después de la emisión de la roca labradorítica, y ni 
esta roca ni las demás que circundan la región están alteradas como debe- 
rían encontrarse si las aguas meteóricas las hubieran atacado para disolver 
log silicatos de fierro que entran en su composición, sino que, por el contra- 
rio, observamos las rocas del bajo impregnadas por el óxido de fierro y la sili- 
sa, minerales que introducidos en su pasta porosa circundan á los feldespatos 
y á la anfíbola, elementos que permanecen inalterados; y lo mismo se observa 
con las rocas más antiguas, las rhyolitas, que no están alteradas y sí impreg- 
nadas con el óxido de fierro en los lugares en que se encuentran cercanas á 
los criaderos. Además, en las labradoritas del bajo de los criaderos se encuen- 
tra junto con el óxido de fierro una gran cantidad de tridimita, lo que reve- 
la la elevada temperatura á que se encontraban las aguas que tenían la si- 
lisa en disolución, y que al depositarla en esas condiciones lo hicieron en 
la forma de tridimita. Un hecho más notable todavía es el depósito que 
hasta ahora está dejando uno de los manantiales termales que brotan en la 
región, manantial conocido con el nombre de Arroyo Seco y cuyas aguas, 
á la temperatura de 30 C., abandonan al salir al exterior un precipitado 
compuesto de peróxido de fierro hidratado y silisa gelatinosa, cuyo precipi- 
tado tiene grandes analogías, por los elementos que lo constituyen, con el 
mineral depositado sobre las labradoritas y que forma los criaderos en es- 
tudio. En efecto, el análisis de una limonita de la mina El Sabinal, en la 
hacienda de Vaquerías, dió los siguientes resultados: 


O ici e RR 16.00% 
SO IA 8.87 
A oca oooconóche 15 TQ 
1 cis opacos vestigios 
Calas eo vestigios 
100.09 


Por las razones anteriores, y teniendo en cuenta además la homogeneidad 
en el relleno del criadero, el no encontrarse fragmentos de cuarzo ó feldes- 
pato en el relleno, ni observando éste al microscopio, y por ser la composi- 
ción del relleno semejante al del precipitado que aún depositan las aguas 
termominerales que brotan en la región, creemos debe buscarse el origen 
de ese fierro en las profundidades de la tierra y explicar la formación de 
esos criaderos del siguiente modo. 

Después de la emisión de la roca labradorítica, que corre del S. W. de Tu- 
lancingo para el plan de las Flores, continuaron las manifestaciones volcá- 
nicas con la emisión de fumarolas y de manantiales calientes de origen vol- 
cánico, los que, á decir de Elie de Baumont, pueden considerarse como 
volcanes privados de la facultad de arrojar cualquier otro producto que no 
sea gaseoso, emanaciones que llegan á la superficie condensadas en aguas 
termominerales. Estas emanaciones, relacionadas con la erupción de las la- 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 39 


bradoritas de Vaquerías, se condensaron en aguas termominerales, las cua- 
les por el ácido carbónico que contenían y ayudadas por elevada tempera- 
tura y presión, atacaron en su ascenso á las rocas por las cuales circularon, 
disolviendo los elementos ferruginosos y silisosos, y brotaron por fin al ex- 
terior por varios manantiales. Estas aguas mineralizantes fueron abando- 
nando en su camino descendente y ya superficial los elementos que tuvieran 
endisolución, formando depósitos sobre la labradorita óimpregnando la masa 
porosa de esta roca que formaba el lecho de escurrimiento de las menciona- 
das corrientes termominerales. Estas corrientes, aunque de mucha menor 
importancia por su volumen y de temperatura más baja, las observamos to- 
davía en la región formando depósitos ferruginosos y como débil manifes- 
tación actual de los fenómenos volcánicos acaecidos en aquella región en el 
Plioceno superior. 

Indicado ya el origen interno de la silisa y el fierro, y aceptando á las 
aguas termominerales como vehículo de transporte de esos elementos, des- 
de las profundidades de la tierra hasta donde hoy los observamos forman- 
do los criaderos de Vaquerías, nos falta estudiar las causas que produjeron 
el depósito. 

Desparramadas las aguas termominerales por diversos puntos de emi- 
sión, cireularon sobre la superficie rugosa de las labradoritas, siguiendo las 
direcciones de mayor pendiente, llenaron las cavidades que encontraron en 
su trayecto y humedecieron las rocas sobre las cuales escurrieron y las que 
se encontraban en los contornos de la corriente, y por esto los depósitos 
metalíferos quedaron colocados á diversas alturas, tanto porque las aguas 
siguieron la pendiente del lecho de escurrimiento, como por ser varios los 
caminos recorridos por esas aguas mineralizantes sobre las labradoritas de 
la localidad. 

¿En qué condiciones se verificó, ó cuáles fueron las causas que motivaron 
el depósito del fierro y la silisa contenidos en esas aguas? Es la cuestión 
que nos falta estudiar para completar la génesis de los criaderos de Va- 
querías. 

De diversos modos, en verdad, pueden depositar el fierro las aguas que 
lo contengan, y desde luego debemos distinguir las soluciones ferruginosas 
estancadas y las que son corrientes: las primeras formarán capas sedimen- 
tarias, cúmulos ó pantanos, y las segundas depositarán concreciones sobre 
las rocas en que circulan y formarán vetas ó criaderos de desparramamien- 
to. Por otra parte, el fierro y la silisa contenidos en disolución en una agua 
cargada de ácido carbónico, pueden precipitarse: por una simple exposición 
al aire, pues al evaporarse el ácido carbónico á favor del cual se encontra- 
ban en disolución esos elementos, se precipitarán la silisa y parte del fierro, 
éste al estado de peróxido hidratado, como sucede en las capas ó cúmulos 
realmente sedimentarios; ó bien, la precipitación puede ser motivada por 
reacciones químicas. Estas reacciones pueden ser debidas, ó á la com- 
posición de las rocas que se encuentran en su contacto, ó á los organismos 


40 LOS CRÍADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


vegetales que se desarrollan en esas aguas. El primer caso lo observamos 
en logs criaderos de sustitución que arman en las calizas, rocas sedimenta- 
rias que precipitan al fierro de sus soluciones al estado de carbonato ó de 
peróxido hidratado, según que la reacción se verifique en una atmósfera 
reductora ó al contacto del aire; y el segundo caso, descubierto por Ehren- 
berg, es el que se verifica en los pantanos, en los cuales viven en abundan- 
cia ciertas diatomeas de la especie llamada Gallionella ferrugínea, las que 
tienen la propiedad de fijar en sus filamentos á la silisa y una gran canti- 
dad del hidróxido de fierro contenido en las aguas estancadas. Esta reac- 
ción se verifica de la siguiente manera, según el Dr. Newberry: ' Siempre 
que las soluciones ferruginosas están expuestas al aire absorben oxígeno y 
el fierro se convierte en sesquióxido hidratado, que en forma de películas 
irisadas flotan en la superficie de los pantanos; estas películas se rompen, 
caen al fondo, y al ponerse en contacto con las materias orgánicas en fer- 
mentación, pierden una parte de su oxígeno que se une con el carbón para 
formar ácido carbónico, y el peróxido de fierro pasa al estado de protosal 
soluble; el ácido carbónico se desprende en burbujas y la protosal soluble 
absorbe de nuevo el oxígeno del aire. Esta reacción se repite hasta que se 
destruye la materia orgánica, y hasta entonces se forma el precipitado de 
limonita ó mineral de pantanos, por lo cual se comprende, como lo dice 
Archibal Geikie, que en la formación de los minerales de pantanos (bog- 
iron—ore) la acción de los organismos desempeña un papel capital. 

A las causas anteriores que pueden determinar el depósito de los elemen- 
tos en disolución en las aguas, tenemos que agregar, por último, la evapo- 
ración y la disminución de temperatura y de presión, pues es bien sabido 
que el agua, ó más bien dicho su vapor á elevada temperatura y presión, 
es un disolvente muy enérgico, y que tanto al condensarse ese vapor como 
al enfriarse el agua y á menor presión, tienen que depositarse parte de los 
elementos que antes estuvieran en disolución, depósito que formará capas 
concrecionadas en los terrenos atravesados por esas aguas. 

En el caso que nos ocupa debemos considerar á las aguas termales ferru- 
ginosas como corrientes sobre la superficie rugosa de su lecho labradorítico 
y no como aguas estancadas, puesto que no existe en la región ningún ba- 
traje que al formar una cuenca cerrada permitiera la acumulación de las 
aguas en el vaso ó depósito así formado. Sin duda llenaron esas aguas 
todas las oquedades existentes en su lecho accidentado, pero en todas ellas 
las aguas tuvieron que ser constantemente removidas durante el tiempo 
que durara la circulación hidrotermal. : 

La precipitación del fierro contenido en esas corrientes hidrotermales no 
fué ocasionada, sin duda, por reacciones químicas provocadas por la com- 
posición de las rocas de su lecho ni por la acción de organismos vegetales. 
En efecto, hemos dicho antes que el estudio petrográfico de las labradori- 


1. G. Moreau. Etude Industrielle des Gítes Métalliferes. Paris, 1894. Pág. 148. 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 41 


tas que forman el bajo de los criaderos, así como el de todas las rocas de la 
región, revela la inalterabilidad en que se encuentran todas esas rocas, las 
cuales cuando están cercanas á los criaderos se encuentran impregnadas 
por óxido de fierro y silisa hidratada, minerales que circundan á los ele- 
mentos de la roca los que no han sufrido alteración alguna. No fueron, 
por lo tanto, los elementos constitutivos de las rocas, surcadas por las aguas 
mineralizantes, los que determinaron la precipitación del fierro contenido 
en estas soluciones, precipitación que tampoco es debida á la acción de or- 
ganismos vegetales, por las razones siguientes. En primer lugar, dice Dau- 
brée * que el mineral del fondo de los lagos y pantanos se encuentra por lo 
común en granos aislados de forma esferoidal, cuyo tamaño varía desde el 
de una cabeza de alfiler hasta el de una nuez y aun más grande y cuya es- 
tructura concéntrica y hojosa tiene mucha semejanza con el mineral pisolí- 
tico tan abundante en las formaciones terciarias, y en nuestro caso ninguno 
de estos caracteres distintivos se observa en el mineral de los criaderos Te- 
conocidos. En segundo lugar, la presencia de la tridimita en el depósito de 
fierro que se encuentra en la roca labradorítica, revela, como hemos dicho, 
la elevada temperatura de las aguas mineralizantes y la imposibilidad, por lo 
mismo, del desarrollo en ellas de la vida vegetal, cuya ausencia ha quedado 
comprobada al examinar al microscopio en lámina delgada el mineral de fie- 
rro de aquella región, pues no se observa ningún indicio de intervención or- 
gánica en la precipitación del fierro. Y por último, como dice Daubrée, “la 
composición química del mineral de pantanos se diferencía esencialmente de 
la composición de los depósitos formados por el derrame de manantiales ter- 
mominerales, en la cantidad de ácido fosfórico contenido, ácido que sólo se 
encuentra como huellas en el fierro depositado por manantiales y que existe 
en cantidad muy notable, de 0,005 á 0,1 por ciento y aun más, en el precipi- 
tado formado en los pantanos por la acción de los organismos vegetales, los 
que viven y mueren en esas aguas, cediendo su ácido fosfórico al peróxido de 
fierro, por el cual tiene, como es sabido, gran afinidad; y puesto que el mine: 
ral de Vaquerías sólo contiene huellas de ácido fosfórico, esta es una prueba 
más que, unida á las anteriores, funda nuestra opinión al decir que los or- 
ganismos vegetales no tuvieron intervención alguna en la precipitación del 
fierro de la localidad en estudio, razón que unida á la falta de cuencas ce: 
rradas en la región que permitieran el estancamiento de las aguas, permite 
asegurar: que los criaderos de Vaquerías no son de origen pantanoso. 

La precipitación del fierro en las aguas termales mineralizantes de la re- 
gión de Vaquerías fué debida, por lo dicho anteriormente, á la disminución 
de temperatura de esas aguas, las que al contacto del aire perdieron tam- 
bién una parte del ácido carbónico que contuvieron y á favor del cual es- 
taban disneltos el fierro y la silisa, habiéndose depositado el fierro al esta- 


1. Daubrée. Les Eaux Subterraines á l'époque actuelle. 1887. T. Il, pág. 128. 
2. Daubrée. Bull. de la Soc, Géol. de France. Année 1845-46. Pág. 147. 


42 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


do de peróxido hidratado por la acción oxidante del aire. La disminución 
de presión y temperatura por una parte, y la oxidación de las soluciones 
al contacto del aire por otra, fueron sin duda las causas que originaron el 
depósito del fierro en los criaderos de Vaquerías, los que se asemejan, des- 
de este punto de vista considerados, á los que existen en la región volcánica 
de Eiffel, * en cuya región los manantiales gaseosos del valle de Brohl, que 
llevan el fierro al estado de bicarbonato, según Bischof, lo depositan en la 
superficie del suelo bajo forma de peróxido; y son semejantes también á los 
que se encuentran en las faldas occidentales del Ixtlaccihuatl. 

Esas aguas mineralizantes de Vaquerías, al circular sobre las labradori- 
tas y brechas que formaron su lecho, fueron depositando su precipitado si- 
liso ferruginoso, tanto en las oquedades de la superficie como en los lugares 
de poca pendiente, en los que el escurrimiento fuera muy lento, y penetra- 
ron también en la masa porosa de las rocas impregnándolas ó cimentándo- 
las con el mismo precipitado. De esta manera se formaron esas lentes 
aplastadas que constituyen los criaderos de la mayor parte de los fundos 
mencionados, y se formaron también los cúmulos de brechas labradoríticas 
ó rhyolíticas impregnadas con el precipitado siliso ferruginoso, como el que 
se observa en el fundo llamado Terreros. 

Los criaderos de la región en estudio se formaron durante el lapso de 
tiempo en que las manifestaciones internas del globo se redujeron á la emi- 
sión de fumarolas y de manantiales termominerales; pero más tarde, al re- 
anudarse las emisiones de roca eruptiva, una corriente basáltica escurrió 
por el trayecto que antes siguieran las aguas mineralizantes y cubrió á la 
mayor parte de los criaderos ferruginosos ya formados, metamorfoseándo- 
los en su parte superior, la que fué parcialmente deshidratada, transfor- 
mándose la limonita en hematita roja, y apareciendo entonces los semiópa- 
los que se encuentran en la zona superior de esos criaderos. 

Solidificados los basaltos que forman el alto de los yacimientos, resbala- 
ron sobre éstos en algunas partes, produciendo por trituración y frotamien- 
to las capas enrelizadas arcillosas que se observan ahora en algunos lugares 
y hacia el alto de las lentes metalíferas. 

Explicada ya la génesis de estos criaderos, pasamos á hacer su ligero es- 
tudio económico. 

Considerados los criaderos de Vaquerías desde el punto de vista indus- 
trial, debemos decir: que son dignos de atención, y que estableciendo el dis- 
frute y tratamiento metalúrgico de una manera adecuada y económica, lo 
cual es posible, se conseguirá tal vez una extracción normal bastante regu- 
lar y pueden garantizarse buenas utilidades al capital que se invierta en la 
explotación de aquellos criaderos. 

La forma y posición de los yacimientos de Vaquerías en lentes aplastadas 
y colocadas en un plano casi horizontal, la gran extensión ocupada por es- 


1. Daubrée. Bull. de la Soc. Géol. de France. 1864. Pág. 150, 


LOS CRIADEROS DE FIERRO DIE VAQUERIAS 43 


tas lentes, el estar cortadas por barrancas que las atraviesan en diversas 
direcciones y la poca cohesión del relleno metalífero, son circunstancias 
que permiten desarrollar los trabajos mineros en gran escala y con econo- 
mía, pues se pueden explotar los yacimientos en varios lugares y por socavo- 
nes abiertos en las barrancas; y además, como el avance de estas obras, lo 
mismo que las de disfrute, puede ser rápido y de poco costo por la blandu- 
ra del relleno en la mayor parte de esos criaderos, es posible alcanzar una 
extracción regular y obtener por lo mismo buenos resultados del tratamien- 
to de aquellos minerales, no obstante su baja ley, que es en promedio 30 
por ciento de fierro. A lo anterior se agrega la naturaleza del mineral casi 
siempre homogénea y el estar constituído por peróxido de fierro, con arci- 
lla, silisa libre, y muy poco fósforo, lo cual permite que sólo con la adición 
de una pequeña cantidad de cal pueda fundirse con toda facilidad, como se 
hace ahora en la ferrería de Apulco, y que el fierro producido sea bastante 
puro y de muy buenas propiedades físicas. 

Por otra parte, hay que tener en cuenta las buenas condiciones locales, 
que permiten trabajar con mucha economía. En efecto, muy cercana á Va- 
querías se encuentra una sierra bastante grande y cubierta de monte, lo 
cual permitirá obtener en la localidad el carbón á bajo precio, tanto más, 
cuanto que es muy fácil traer este combustible en un ferrocarril Decauville, 
cuya construcción sería de poco costo y podría moverse por electricidad, 
aprovechando para esto, así como para mover los ventiladores de la ferrería 
y algunas otras maquinarias que fueran necesarias, la caída que resulta al 
desviar las aguas de la barranca de Las Granadas, un poco arriba del salto 
de este nombre, llevándolas entubadas hasta la barranca Grande para de- 
jarlas caer en un punto cercano al rancho de San Pablo, que se encuentra 
en el fondo de esa barranca y en donde debería construirse la oficina meta- 
lúrgica. La caída anterior proporcionaría sobre trescientos caballos, poten- 
cia muy suficiente para los usos indicados, y ubicando en San Pablo la fe- 
rrería, se encontraría ésta en el centro de la zona mineralizada y bastante 
abajo de todas las minas, de las cuales podría deslizarse el mineral por ca- 
nales que lo condujeran á unos depósitos colocados en el fondo de la ba 
Tranca, aunque siempre arriba de la boca de carga de los hornos, y el trans- 
porte del mineral de los depósitos para la ferrería podría hacerse también 
muy económico por medio de una vía Decauville. 

Los jornales son bajos, el clima es bueno, existen todos los elementos de 
vida y de trabajo á poco costo, combustible bastante, y con buena dirección 
y administración económica no es dudoso obtener buenas utilidades del dis- 
frute en gran escala de aquellos yacimientos, que si no son muy ricos, se 
encuentran sí en muy buenas condiciones para su disfrute económico. 

Teniendo en cuenta todo lo dicho en esta parte de nuestro informe, po- 
demos resumirla en las siguientes conclusiones: 

Primera. Deben considerarse los criaderos de Vaquerías: por su edad, 
como Pleistocenos; por el origen del metal que los constituye, como de ori- 

N< 16.—6 


44 LOS CRIADEROS DE FIERRO DE VAQUERIAS 


gen interno y debidos á los fenómenos de la dinámica terrestre interna, á 
fumarolas desprendidas después de la emisión de la roca labradorítica, re- 
lacionadas á esta roca y condensadas bajo la forma de manantiales termo- 
minerales de origen volcánico, aguas que lixiviaron á las rocas profundas; 
por su modo de formación, pertenecen á los depositados por soluciones des- 
parramadas de manantiales y á causa del enfriamiento y oxidación de es- 
tas soluciones al contacto del aire; por su forma, son cúmulos con figura de 
lentes aplastadas; por la estructura de su relleno, deben considerarse como 
concrecionados y formados por depósitos sucesivos y á veces como impreg- 
naciones de la roca labradorítica; por la naturaleza del relleno, como ferru- 
ginosos, formados principalmente por hematita parda; y por su posición, 
son horizontales, colocados sobre la superficie rugosa y accidentada de un 
escurrimiento labradorítico y cubiertos por los basaltos posteriores que for- 
man el alto de los criaderos. 

Segunda. Considerados los yacimientos de Vaquerías desde el punto de 
vista industrial, deben considerarse como útiles para el tratamiento meta- 
lúrgico del fierro que contienen, y no como explotables para la producción 
solamente de materias colorantes. 


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uno og 


PUBLICACIONES QUE HAN INGRESADO A LA BIBLIOTECA DEL INSTITUTO 
GEOLOGICO DURANTE LOS MESES DE JULIO A OCTUBRE DE 1902. 


(Las publicaciones marcadas con * fueron compradas, las otras se recibieron en cange ó donación). 


*Agassiz L.—Etudes critiques sur les mollusques fossiles.—Monographie des Myes.—Neuchatel, 
1842-1845. 1 vol. 42 pl. 

*Barbey (L'Ixométre).—Sceaux. 1900. 1 br. 82 

Bodenbender Dr. G.—El Oro. Producción en los últimos 50 años. Reseña histórico-geológico- 
metalúrgica. Guía general para el reconocimiento y beneficio de los criaderos de dicho me- 
tal. Córdoba, 1902.—El Carbón Rhético de las Higueras en la Provincia de Mendoza. Bue- 
nos Aires, 1902. 

Bóse é Ordóñez.—Der Ixtaccihuatl (5,280 m). Eine Bergund Gletscherfahrtin den Tropen.—Mún- 
chen (Zeitsch. Deutsch. u. Oesterr. Alpenvereins). 1901. 

Buch L. de.-—Pétrifications recueillies en Amérique par M. A. de Humboldt et par M. Ch. Degen- 
hardt.—Berlin, 1839. Fol. Pl. 

Cohen E.—Das Meteoreisen von N'Goureyma unweit Djenne, Provinz Macina, Sudan. Greifwald, 
1902.—Das Meteoreisen von Rafrúti im Emmenthal, Canton Bern, Schweiz.—Ueber ein 
Meteoreisen von Mukerop, Bezirk Gibeon, Grossnamaland, von A. Brezina und E. Cohen. 
Stuttgart, 1902. 3 

*Des Cloizeaux.—Manuel de Minéralogie.—Paris, 1862-1893. 2 vol. €: Atlas. 82 

Elera (Fr. Casto de).—Catálogo Sistemático de toda la Fauna de Filipinas conocida hasta el pre- 
sente y á la vez el de la Colección Zoológica del Museo de PP. Domínicos del Colegio-Uni- 
versidad de Santo Tomás de Manila.—Manila, 1895-1896. 3 t. 82 

*Emory H. W.—Report of the United States and Mexican Boundary Survey.—W ashington, 1858. 
3 t. 42 fig., pl. € maps. 

Etzold F.—Das Wiechertsche astatische Pendelseismometer der Erdbebenstation Leipzig und die 
von ihm gelieferten Seismogramme von Fernbeben.—Leipzig (Sitz. K. Sáchs. Ges. d. 
Wiss). 1902. 

+Frémont J. C.—Report of the Exploring Expedition to Rocky Mountains in the year 1842 and to 
Oregon and North California in the years 1843-1844.—Washington. 1845. 8* pl. 

+Hervás (Abate Lorenzo).—Catálogo de las Lenguas de las Naciones conocidas y numeración, 
división y clases de éstas, según la diversidad de sus idiomas y dialectos. —Madrid, 1800- 
1805. 6 t. 82 

Kipp H.—Die Basalte des Reichsforst. Ein Beitrag zur Kenntniss der Basalte des Fichtelgebirges" 

1895, 


2 


Koken E.—Die Deutsche Geologische Gesellschaft. 

*MWarcy R. B.—Exploration of the Red River of Louisiana in the year 1852.—Washington, 1853. 
2 t. 82 pl. 

Mateos J.—Métodos astronómicos de sencilla aplicación para uso de los topógrafos y exploradores. 
—México, 1899. Texto y tablas. 

*Mourlon M.—Bibliographia Geologica. Série A, IV. Série B, V.—Bruxelles. 1902. 

*Múuhlenpfordt E.—Versuch einer getreuen Schilderung del Republic Mejico besonders in Bezie- 
hung auf Geographie, Ethnographie und Statistik.—Hannover, 1844. 2 Bd. 8* 

Newberry J. S.—Report of the Exploring Expedition from Santa Fe, New Mexico, to thejunction 
of the Grand and Green Rivers of the Great Colorado of the West, in 1859, under the com- 
mand of Capt. J. N. Macomb, with Geological Report.— Washington. 1876. 42 pl. 

Newton R. B.—Say's Types of Maryland Mollusca. 1902. 

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Colima.—Memorias del Gobierno del Estado, 1888, 1889, 1890, 1891, 1892 y 1895. 
Columbia, Mo.—The University of Missouri Studies. Í, 3. 
Davenport.—Davenport Academy. Proceedings, VIII, 1900. 
Durango.—Memorias del Gobierno del Estado. 1867, 1873, 1886, 1892, 1896, 1898 y 1900. 
Francfort a. 0.—Naturwissenschaftliche Verein. Helios, 19 Bd. 
Fribourg.—Société Fribourgeoise des Sciences Naturelles. Bulletin, 1900-1901.—Mémoires; IH, 1. 
Giessen.—Oberhessische Gesellschaft fúr Natur=und Heilkunde. 33 Bericht, 1899-1902. 
Gotha.—Justhus Perthes' Geographischer Anstalt. Dr. A. Petermanns Mitteilungen, 1909; 6-9. 
Granville.—Scientific Laboratories of Denison University. Bulletin, XI, 11, XII, 1. 
Groningen.—Natuurkundig Genootschap. 101 Verslag. 1901. 
Gústrow.—Vereins der Freunde der Naturgeschichte in Mecklenburg. Archiv. 1901, II. 1902, I. 
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Kassel.—Verein fúr Naturkunde. Abhandlungen und Bericht, XLVIL, 1901-1902. 
Knoxville.—University of Tennessee. Index. Serie III, 7. 
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*Leipzig.—Geologisches Centralblatt. II; 1902, 12-20. 
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Lincoln.—University of Nebraska. The Graduate Bulletin. Series VI, 3.—I, 14 3. 
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Manchester.—Literary and Philosophical Society. Memoirs and Proceedings. Vol. 46, 6. 
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Marburg.—Gesellschaft zar Befórderung der gesammten Naturwissenschaften. Sitzungsberichte, 
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65) 


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México.—Ayuntamiento Constitucional. Boletín Municipal. 1902.—Memorias, 1889-1901. 

—— Dirección General de Correos. Cartas Postales. Julio 1901.—Noticia del movimiento pro- 
bable de vapores, Julio 4 Oct. 1902. 

—— Comisión para el estudio de abastecimiento de aguas de la ciudad de México. Informe so- 
bre el proyeuto del Ing. M. Marroquín y Rivera. Estudio sobre las proposiciones de Mack- 
enzie. 1902. 

—— Dirección de Estadística. Anuario, VI y VII.—Boletín demográfico, 1 á 4.—Censos del 
Distrito Federal y de los Estados de Aguascalientes, Durango, México, Morelos y Sonora.— 
Cuadro Sinóptico.—División territorial. —División Municipal. 

—— Instituto Médico Nacional. Anales, V, 8-5. 

—— Junta Directiva del Desagiie- Memoria Histórica, Técnica y Administrativa del Desagúe 
del Valle de México, 1449-1900. México, 1902. 2 t. y Atlas. 

—— El Minero Mexicano. XL, 26.—XLI, 1-17. 

—— Museo Nacional. Anales, VII, 9 y 10. 

—— Observatorio Meteorológico Central. Boletín mensual; 1901, Ag.—Oct.—Cartas del tiempo; 
Jul. á Oct. 1902. 

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del Estado de Oaxaca por M. Martínez Gracida y C. D. Vázquez. 1884.—El Economista 
Mexicano, XXIV, 13-26. XXV, 1-4.—Boletín de la Sociedad Agrícola Mexicana. XXVI, 
27-36.—Memoria, 1865.—Memoria de la Sección Mexicana de la Comisión Internacional 
de Límites entre México y los Estados Unidos que restableció los monumentos de El Paso 
al Pacifico. 2t. y Atlas.—Informes del Director del Observatorio Astronómico Nacional, 
Julio 1899 á Dic. 1901.—Revista Agrícola, XVII, 19-22.—La Semana Mercantil; XVIII, 
24-30 y 32-43. 

—— Secretaría de Hacienda. Boletín de Estadística Fiscal. 1900-1901.—Enero á Mayo 1902. 
—1* semestre 1901-1902. o 

—— Sociedad Científica «Antonio Alzate.» Memorias y Revista. XIII, 3 y 4.—XVII, 3-6.—Ac- 
tas y Resoluciones del 2” Congreso Meteorológico Nacional. Diciembre 1901. 

Milwaukee.— Wisconsin Natural History Society. Bulletin, II, 3. 

*Minneapolis.—The American Geologist. III; XXIX, XXX, 1-4. 

Monterrey.—Memorias del Gobierno del Estado, 1891, 1895 y 1899. 

Montpellier.—Académie des Sciences. Catalogue de la Bibliothéque par E. Bonnet. 1 partie 1901. 

Morelia.—Memorias del Gobierno del Estado. 1883, 1884, 1886, 1887, 1889, 1890, 1892, y 1892 
94. 

Nantes.—Société Académique. Annales. 8: série, IL, 1901. 

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Napoli.—Accademia delle Scienze Fisiche e Matematiche. Atti. Serie 2, X.—Rendiconto; 1901, 1- 
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Neuchatel.—Société Neuchateloise de Géographie. Bulletin. XIV, 1902-1903. 

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Newcastle-upon-Tyne.—North of England Institute of Mining and Mechanical Engineers. Tran- 
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Novo-Alexandria.—Annuaire Géologique et Minéralogique de la Russie. V, 4 € 5. VI, 1. 

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6 


Ottawa.—Geological Survey of Canada. Annual Report, IV-XI.—Contributions to Canadian Paleon- 
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*Paris.—Amnales des Mines. 1902, 47. 
——  Feuille des Jeunes Naturalistes. 1902, 391-384. 
——  Muste d'Histoire Naturelle. Bulletin. 1901, 7 € 8. 1902, 1-4. 


< —— Revue Générale des Sciences pures et appliquées. 1902, 1-18. 

* ——— Services de la Carte Géologique de la France et des Topographies souterraines. Bulletin, 
XII, 86 € 87. XIII. 

* —— Société Géologique de France. Bulletin, 4* série, 1, 1901, 5. 


Paterson.—New Jersey Historical Society. Proceedings, III, 1. 
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*Philadelphia.—Academy of Natural Sciences. Proceedings, 1841-1891. 
—— American Philosophical Society. Proceedings. XLI, 1902, 169 € 170. 
—— Franklin Institute. Journal. 1902, Sept. € Oct. 
Porto.—Anmnaes de Sciencias Naturaes publicados por Augusto Nobre. VII, 1901. 
Prag.—Deutschen Naturwissenschaftlich medicinischen Vereines fíir Bóhmen «Lotos.» Abhandlun- 
gen, 11, 3 € 4.—Sitzungsberichte, XX € XXI, 1900 € 1901. 
——  K. Bóhm. Gesellschaft der Wissenschaften. Jahresbericht, 1901.—Sitzungsberichte (Nath. 
—math. Classe), 1901. 
*Princeton, N. J.—Princeton University. J. Pierpont Morgan Publication Fund. Report of the Prin- 
ceton University Expeditions to Patagonia. 1896-1899. Vol. IV, Palaeontology. Parts I $ 
II. 1901 € 1902. 
Puebla.—Observatorio Meteorológico del Colegio del Estado. Boletín mensual. Jun.-Ag. 1902. 
*Québec.—Le Naturaliste Canadien. -XXVL 
—— Le Naturaliste Canadian. XXIX, 5-9. 
—— Université Laval. Annuaire, 1902-1903. 
Querétaro. —Memorias del Gobierno del Estado. 1879, 1882, 1887, 1891 y 1898. 
Quito. —Universidad Central. Anales, XVI, 116-118. 1902. 
Roma.—R. Comitato Geologico d'Italia. Bollettino. 1900, 1901, 1902, 1 £ 2, 
——  Socielá Geologica Italiana. Bollettino. XX, 1901. 
Saint Pétersbourg.—Comité Géologique Mémoires. IX, 44 5.—Explorations géologiques dans les 
régions auriféres de la Sibérie. lénissei, 1 € 2. Léna, 1. Amour, 1 4 2. 
——- Académie des Sciences. Bulletin, XII, 1900, 4 € 5. XIV € XV, 1901. XVI, 1902, 1-83.— 
Catalogue de la Bibliotheque. Publications en russe. 
Saltillo.—Memorias de Hacienda del Gobierno del Estado. 1899-900 y 1900901. 
San Juan Bautista.—Memorias del Gobierno del Estado. 1890 y 1900. 
San Luis Potosi.—Memorias del Gobierno del Estado. 1874 y 1899. 
Santiago.—Société Scientifique du Chili. Actes. XI, 1901, 4 € 5. 
Siena.—Rivista Italiana di Scienze Naturali. 1902, 3-6.—Bollettino del Naturalista. XXII, 37. 
Singapore.—Straits Branch of the R. Asiatic Society. Journal. Nos. 36 € 37, Jul. 1901 £ Jan. 
1902. 
Solothurn.—Naturforschende Gesellschaft. Mitteilungen, XHL—Bericht, 1 heft. 
Springfield.—Museum of Natural History. Report, May 1901 € 1902. 
Stafford.—North Staffordshire Field Club. Annual Report and Transactions. XXXVI, 1901-1902. 
Stockholm.—Geologiska Fóreningens. Fórhandlinger. No. 215 (Maj 1902, Bd. 24, heft 5). 
*Stutigart.—Centralblatt fir Mineralogie, Geologie und Palaeontologie. 1902, 12-18. 


* ———  Neues Jahrbuch fir Mineralogie, Geologie und Palaeontologie. 1902, IL, 1 € 2,—Beilage 
Band, XV, 2. 
* —— Palaeontographica. XLIX, 2. 


Sydney.—Geological Survey of New South Wales. Handbook to the Mining and Geological Mu- 
seum by G. W. Card. 1902.—Records, VII, part. IL. 


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Sidney.—Linnean Society of N. S. W. Proceedings, 104. 
Tokyo.—Geographical Society. Journal. XIV, 1902, 157-162. 
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—— Imperial Earthquake Investigation Committee. Publications, 1902, 8 € 9. 
Toluca.—Instituto Científico y Literario. Boletín, V, 47. 
—— Revista Científica y Boletín Meteorológico, V, 4-6. 
*Toronto.—Canadian Institute. Transactions, I-II, IV, 1. 
—— Bureau of Mines. Report, XI, 1902. 
Toulouse.—Société d'Agriculture de la Haute—Garonne. Journal d'Agriculture pratique. Mai á Juin 
1902. 
Trenton.—Geological Survey of New Jersey. Annual Report of the State Geologist. 1884-1894 € 
1901.—Final Report, 1 (1 € 2), III € JV. 
Trencsén.—Naturwissenschaftliche Verein des Trencsiner Comitates. Jahreshefte. XXI-XXIV 
1900-1901. 
Vermilion.—South Dakota Geological Survey. Bulletin, 3. 
Victoria, B. C.—Amnual Report of the Miníster of Mines. 1901. 
Washinston.—Biological Society. Proceedings, XV, pp. 121-211. 
—— Georgetown University. A Catalogue of the Officers and Students. 1901-1902. 
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—— U.S. Geological Survey. 21% Annual Report, parts V € VIL.—The Geological and Mine- 
ral Resources of the Copper River District, Alaska.—Reconnaissances in the Cape Nome 
and Norton Bay Regions, Alaska, in 1900.—Bulletins, 179, 182, 188, 189, 190, 192, 193 
de 194.—Monographs, XLI. 
—— U.S. National Museum. Separates of Bulletins, Proceedings and Reports. 
Wien.—K. K. Geologische Reichanstalt. Jahrbuch. LI, 1901. LII, 1902, 1.—Verhandlungen, 1902, 
7-10. 
—— K. K. Naturhistorische Hofmuseum. Amnalen. XV, 3 € 4. XVI 1-4. 
—— K,K. Geologische Reichanstalt.—Verhandlungen, 1887-1891 € 1894.—Register, 1871- 
1880. (Dr. E. Bose). 
Zacatecas.—Memorias del Gobierno del Estado. 1870, 1871, 1874, 1889, 1892 y 1897. 


L' Institut Géologique National du Mexique 


recevra avec grand intérét les publications concernant la Géologie, la Gréo- 
graplue physique et U Histoire Naturelle en yénéral, en échange de son Bu- 
LLETIN quí se publie par cahiers in 4% avec figures et plunches. Le numéro 
1 de ce recueil. a paru en 1595 avec le titre de BoLetín be La COMISIÓN 
GroLócica DE MíxICO. | e; 

L' Institut vient d'étre installé définitivement duns son nouvean bátiment 
5* pEL Ciprés NUM. 2728; on est prié de vouloír bien prendre note de sa 
nouvelle adresse, et aussi de son indépendance absolue de l École des Inyé- 
mieurs dont al a recu amutrefois une gracieuse hospitalité. 


Adresse: z 
Instituto Geológico de México. 


/ 5? del Ciprés, núm, 2728. 
7 


MEXICO, D. F. 
MEXIQUE. 


Amérique du Nord. 


On est prié instamment d'accuser reception. Dans le cas oú cette formalité 
aurait été négligée, on serait considéré comme ne désirant plus continuer a 
recevoir les publications de Institut Géologique du Mexique. 


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