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CAMPAÑAS NAVALES
Guerra de la Independencia
El combate de San Lorenzo y la campaña de Oriente
1812-1814
CAMPAÑAS NAVALES
DE LA
REPÚBLICA ARGENTINA
SAN LORENZO Y EL LAUREL DE MONTEVIDEO
EN 1814
CUADROS HISTÓRICOS
POR
ANJEL JUSTINIANO CARRANZA
TOMO 11.
BUENOS AIRES
19 16
>^^^
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University of Toronto
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CAMPAÑAS NAVALES
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
CAPITULO I
1812
Sumario: Situación política del país en 1812. — Planes militares. — Me-
didas de defensa. — Las baterías del Paraná. — Invención de
la bandera argentina. — Llegada de San Martín y AlVear. —
Datos biográficos de estos personajes. Peligros de la situa-
ción. — La política portuguesa. — La Carlota y el Príncipe
regente. — Tratado Rademaker.
Dijimos al finalizar el tomo anterior que el general Vigodet
había anulado el tratado llamado de "Concordia", concertado
por su antecesor, con motivos aparentes, pues los verdaderos
estaban en que el avenimiento entre patriotas y realistas era
de todo punto imposible por la absoluta oposición de sus inte-
reses respectivos, promediando, además de esta causa funda-
mental, la influente acción del general portugués Don Diego
de Souza, que no solamente alentaba a Goyeneche a avanzar
sobre Buenos Aires, foco de la revolución, y aconsejaba y apo-
yaba a Alzaga en la preparación de la terrible conspiración que
le arrastró al patíbulo, sino que con su ejército era un antemural
entre Montevideo y nuestras tropas, cuyo paso interceptaba en
la línea del Uruguay, todo lo que contribuía a complicar y agra-
var la situación preñada de dificultades que debía afrontar el
gobierno patriota.
Muy lejos, pues, de haberse disipado el peligro, acentuábase
su amenaza a medida que corría el tiempo ; y si bien el gobierno
conjurara la tormenta interna en las calles de Buenos Aires
sometiendo a los rebeldes "Patricios" (i), una de las tantas
airadas consecuencias de la disolución de la Junta, se conden-
saba la oposición política, ardorosa ya en extremo, con que los
(i) De regreso el general Belgrano de su misión al Paraguay fué nombrado
coronel del regimiento N.° i." de infantería, compuesto por el primer tercio de
los "Patricios de Buenos Aires" que mandara hasta entonces D. Cornelio de Saa-
vedra, presidente de la extinguida Junta de gobierno, y a cuyas órdenes se había
ilustrado en las jornadas heroicas de la invasión inglesa y sido el sostén armado
de la grandiosa revolución de Mayo.
Usaban entonces los gallardos Patricios, lo que constituía una singularidad en
el ejército, una trenza de todo el largo del cabello a la usanza de los viejos sol-
dados de Don Pedro de Cevallos. Belgrano dispuso por razones de higiene y dis-
ciplina que desde el I." al 8 de diciembre de 1811 los soldados debían cortarse
ese apéndice y usar en lo sucesivo el cabello en igual forma que los otros cuerpos
del ejército. Los patricios se creyeron afrentados, o por lo menos lo aparentaron,
con la disposición del nuevo coronel, y resolvieron resistirla a fuerza de annas.
Está, empero, probado que ésta fué un pretexto para sublevarse contra el gobier-
no; más que este pretendido ultraje, que nunca pudo ser tal, influyó en el ánimo
de la tropa la pasión política exaltada por los últimos sucesos en que el partido
"saavedrista", a que pertenecían en su casi totalidad aquellos soldados, cayó en-
vuelto en la derrota que sus dirigentes le prepararan en la funesta revolución
del 5 y 6 de Abril.
El escándalo militar se produjo al extinguirse el plazo señalado por Belgrano.
El 7 de diciembre el famoso regimiento se levantó en armas, encabezado por sus
sargentos, fortificándose en el macizo edificio de Temporalidades, que le servía
de cuartel. En conocimiento de lo ocurrido, el gobierno envió al edecán Igarzábal
con bandera de parlamento y portando una conciliatoria proclama al campo de
los sublevados, en tanto tomaba las medidas necesarias para someterlos por medio
de las tropas fieles, caso que desoyeran, como desgraciadamente sucedió, el
llamado de la razón y del patriotismo, cuyos severos mandatos se les recordaba.
Proclamados por tres veces a deponer las armas que antes hicieran brillar con
tanta dignidad en heroicas lides, exhortados por los obispos de Buenos Aires y
Córdoba, agotados todos los medios pacíficos para reducirles a la obediencia, que
resistieron con ciega obstinación en la seguridad de ser apoyados por otros cuer-
pos y por el partido político a que estaban afiliados, el gobierno dio orden de
someterlos tomando por asalto sus posiciorres que defendían con artillería apos-
tada en las calles. Tocábale desempeñar tan difícil comisión al coronel Rondeau
que con 325 soldados de "Dragones de la Patria", esperaba órdenes superiores
en la calle llamada hoy de la Victoria. Recibida la de avanzar y prevenido por
un edecán del gobierno que un cañón que tenía a su frente sostenía a los suble-
vados, respondió que prontamente removería el obstáculo y lo cumplió con biza-
rría. Se lanzó en el acto con sus dragones desmontados, sable en mano, contra
los artilleros, que lo recibieron con un tiro de metralla, pero sin darles tiempo de
cargar la pieza se apoderó de ella. Simultáneamente los amotinados le dirigían
sus fuegos de fusilería desde las ventanas altas del edificio, que los dragones so-
portaron valientemente a pesar de sus dolorosas pérdidas, contestándolo con los
del cañón que acababan de arrebatarles. Triunfaron al fin sometiendo a los heroi-
cos Patricios que solamente obtuvieron con este vituperable acto manchar sus
bien ganadas glorias y establecer un funesto precedente en el ejército argentino.
El gobierno arrojó la responsabilidad del drama al partido "saavedrista", en
un documento publicado por bando a son de cornetas y tambores : "El día 7 de
diciembre, decía, ha presentado esta capital, tantas veces gloriosa, el teatro más
horroroso : al fin consiguieron los implacables enemigos de la patria ver con-
sumada la obra de execración y oprobio eterno con que habían jurado envolver
en los desastres, la perdición y la muerte, a sus ilustres defensores : pero esos
hombres tan cobardes y despreciables como depravado? en sus sanguinarios pro-
denominados ''liberales" o "morenistas" pretendían conducirlo
al escollo donde debía naufragar.
El general Vigodet perseguía un doble propósito militar y
político alentando a los enemigos de la revolución en el norte
y en la capital del extinguido virreinato y trabajando la inter-
vención de general portugués cuya acción neutralizara la ha-
bilidad diplomática de Lord Strangford consiguiendo que el
intratable Eho subscribiera el mencionado armisticio, si bien
es cierto que el político inglés fué poderosamente auxiliado por
la necesidad que acosaba al soldado español. La actitud de su
sucesor, que, como lo asentamos oportunamente, le profesaba
honda mquma personal por creerlo culpable de la reducción a
simple Capitanía General de la herencia Virreinal a que as-
piraba, inutilizaba todos los esfuerzos del gobierno revolu-
cionario y del representante inglés y echaba por tierra todas
las esperanzas. Había que contrarrestar sus perniciosos efectos
sacando fuerzas de flaqueza, reabriendo el capítulo de la guerra
reanudando la campaña interrumpida hasta restablecer el sitió
de Montevideo, propósito que apuntaban como indispensable
las necesidades militares del momento y a que incitaba al go-
bierno el partido de oposición, así como reforzar el ejército del
norte cuyas reliquias, salvadas del desastre del Desaguadero
se retiraban sobre Tucumán.
Para hacer efectivo el pensamiento por lo que se refería a
la proyectada campaña de Oriente, se decidió colocar en estado
de defensa la linea fluvial del Paraná previendo la posible agre-
sión de la escuadrilla de Montevideo, cuyas quillas dominaban
sm oposición las aguas desde los días melancólicos de nuestro
primer ensa3'o naval, en que el laurel de la abnegación v el he-
roísmo fuera cubierto por los crespones de la desgracia- y se
dispuso, en consecuencia, el establecimiento de algunas baterías
que protegieran sus costas, así como el de campos militares
convenientemente situados para responder a aquel objetivo en
las margenes de ambos ríos.
IrlTa: Zf'ÍZTrr.^''''' ^^J "'^^°' ^'""^""° ^ ^" ignominia, emplear los mismos
brazos que ganaron para la patria tantas glorias en la ejecución <le su detesta-
nrenHVIo ' '"'"" ^ desolación. El regimiento N.° i." ha sido seduc do y sor-
prendido en sus sentimientos; se han halagado los vicios que ellos adquirieron
bajo una administración negligente y corrompida, y al fin se le ha hecho servir
al desahogo de las pasioaes desenfrenadas de los hombres perverso. nmó-
ilTJJyTí:) ' "''" ' "' '^ ^°^^^^^"- ^^^"d° -'^-"P'o por Ch daña,
— 8 —
El del Paraná, situado sobre el pequeño pueblo del "Rosa-
rio" (i), fué confiado al general D. Manuel Belgrano que lo
estableció sobre la base de los "Dragones de la Patria'', un pi-
quete de artillería y algunas tropas colecticias. Inmediatamente
puso manos a la obra de las fortificaciones cuyos planos y di-
rección fué encomendada al coronel de ingenieros D. Ángel
Monasterio, el mismo a que aludimos (tomo I, cap. X) histo-
riando los trabajos del patriota Taber, cuyos eminentes servi-
cios comprometen la gratitud de la posteridad — en descubierto
aún — y que ha merecido de nuestro ilustre amigo el historia-
dor Mitre juicio tan cabal y honroso como este : "el Arquimedes
de la revolución de Mayo, que aunque nacido en España se
decidió con ardor por la causa americana, y fundió los ca-
ñones, las balas, las bombas y los morteros que sirvieron para
poner sitio a Montevideo. Belgrano y Monasterio eran dos
hombres nacidos para entenderse por el espíritu de orden mate-
mático de que estaban poseídos, y por la actividad y celo que
desplegaban en el servicio público". (2)
En tal oportunidad y al anuncio de una expedición marítima
destinada a atacar y destruir las baterías del Rosario concibió
o por lo menos exteriorizó la idea de dar a la revolución su
símbolo visible y solicitó del gobierno la adopción de una es-
carapela nacional "para que no se equivocara con la de nues-
tros enemigos", pero preparatoria del terreno para ejecutar
una más audaz y hermosa, que bastara ella, sin necesidad de
otros títulos, a inmortalizar su nombre, puesto que el 2.^] de fe-
brero con ocasión de inaugurar las baterías denominadas In-
dependencia y Libertad enarbolabá por su inspiración y sobre
su responsabilidad, sin duda grave, nuestra bandera celeste y
blanca destinada a pasear los mares y la tierra fundando la
libertad do quiera que halló déspotas (3).
(i) Fundado en 1725 por D. Francisco Godoy, con su suegro D. Nicolás Mar-
tínez acompañado de su familia y algunos indios calchaquíes. Era conocido en-
tonces por "Pago de los Arroyos" y hacia 1736 comienza a denominársele "Ca-
pilla del Rosario de los Arroyos" hasta 1823 que se le designa "Villa del Rosa-
rio". Fué en aquel año su pnmera autoridad, "alcalde de la Santa Hermandad",
el capitán D. Francisco de Frías.
(2) Mitre. — Hist. de Belgrano, tomo II. En el Apéndice, nota i, damos los da-
tos biográficos de este personaje.
(3) Véase Apéndice, nota N.° 2.
..."Cual águila altanera alzóse sobre el mundo — Para saber qué pueblos nece-
sitaban de él — Y llanos y montañas atravesando, y ríos — La libertad clavaba
donde clavaba el pie!" (Gutiérrez).
En estas circunstancias llegó al gobierno la renuncia del ge-
neral Pueyrredón del comando en jefe de las reliquias del ejér-
cito escapadas al desastre de Huaquí, fundada en motivos tales
que imposibilitaban rechazarla; y Belgrano fué comisionado
para reemplazarlo cuando todo lo indicaba para la dirección de
la próxima campaña sobre los campos del Oriente, donde su
genio había ya prestado servicios fecundos a la causa de su
redención política. Abnegado siempre y presto al sacrificio,
aceptó sin vacilar el nombramiento que el gobierno le comuni-
caba acompañándole con la desagradable información de que
disponiéndose el vencedor de Castelli a ocupar a Salta al frente
de un ejército poderoso y no quedando otro recurso que aban-
donarle el terreno para salvar los miserables restos que queda-
ban de la expedición auxiliar libertadora, debía resignarse a
ello, renunciando a todo pensamiento o propósito de resistencia.
Empero, la decisión patriótica que hace prodigios y que en
Belgrano era fuerza incontrastable cambió la faz de los su-
cesos, y con los restos de aquel ejército desafortunado, escasos
y débiles, salvó heroicamente en los campos de Tucumán a la
revolución argentina próxima a sucumbir y conquistó para sí y
sus hermanos de armas la inmortalidad de la historia !
En tales momentos arribaban a las playas de la patria dos
militares llamados a altos y muy notorios destinos y a gravitar
con singular acción propia en el desenvolvimiento de la revo-
lución dentro y fuera de las fronteras nacionales : San Martín
y AlvEar, que presentaremos con sobriedad a nuestros lectores,
pues que nada provechoso podemos agregar a su acervo biográ-
fico tratado ya por eximios maestros en obras fundamentales.
Don José Francisco de San Martín y Matorras había
nacido el 25 de febrero de 1778, en Yapcyú, uno de los 30 pue-
blos de las antiguas Misiones guaraníticas sobre las márgenes
del alto Paraná, pertenecientes a la sazón al gobierno de Bue-
nos Aires, y en cuyo departamento desempeñaba el cargo de
teniente gobernador, desde 1775, su padre el capitán D. Juan
de San Martín, casado con Doña Gregoria Matorras, sobrina
y no hija, como se ha dicho, del renombrado conquistador del
Chaco, de ese apellido (i). A los ocho años de su edad le lle-
(i) Don Gerónimo Matorras nació en 1720 en vSantander en el seno de una
familia rica de aquella ciudad. A treinta años de su edad vino a Buenos Aires
comprometido en empresas comerciales de mucho valor. Se radicó en el país, al
— 10
varón sus padres a España, donde ingresó como alumno en el
"Seminario de Nobles de ]^íadrid", instituto de privilegio, cuyo
fin era educar a los vastagos de la aristocracia, y en cuyas aulas,
puede decirse con toda verdad, muy poco aprendió nuestro com-
patriota, fuera de algunos principios de matemáticas y dibujo.
En 1789 ingresó al regimiento de infantería de "^Murcia", en
cuyas filas sirvió trece años y medio, hasta 1802, que fué in-
corporado al batallón de infantería ligera "Voluntarios de Cam-
po Mayor'', en que actuó hasta agosto de 1809, que pasó en
calidad de capitán agregado al regimiento de caballería de
"Borbón".
Fué su primera campaña en África, en la plaza fuerte de
"Melilla", y posteriormente en "Oran" (1791), donde combatió
sin descanso durante treinta y tres días al frente de su com-
pañía de granaderos. En 1793 pasó al ejército de Aragón, sir-
viendo en él ocho meses, y en seguida al del Rosellón, bajo las
órdenes del general Ricardos, y concurrió a la toma de ''Torre
Batera", de "Cruz de Hierro", ataque a las alturas de "]\Ion-
volo", "San Marsal" y baterías de "A'illalonga" y acciones de
la "Hermita de San Lluc". y "Banyuls del Mar" en 1793, como
que prestó servicios importantes porque era una persona distinguida, de senti-
mientos generosos y patrióticos que patentizó en numerosos actos. Ejerció en
esta ciudad los cargos de regidor, alférez real y defensor de menores. El segundo
lo adquirió en remate, en 1766, y renunció su propiedad a favor del rey.
Obtuvo el gobierno del Tucumán y se engolfó en la dificilísima empresa de
conquistar y pacificar el Gran Chaco, que acometió en 1774 con la actividad y
valentía que le eran características, y que coronó con la paz celebrada con el fa-
moso cacique Paykin y otros señores de aquellas regiones cuyo dominio com-
pleto escapa aún a la civilización. Conmemorativo de este episodio se conserva
en nuestro ''Museo Histórico Nacional"' un cuadro al óleo que perteneció a D. Pe-
dro de Angelis y pasó después a la colección del distinguido historiógrafo D. Ma-
nuel Ricardo Trelles, en cuya tela se reproduce el campamento de la expedición
en momentos de celebrarse la entrevista entre Matorras y el cacique Paykin, obra
que Angelis atribuye a Tomás Cabrera, pero en que tuvo parte principal el ca-
pitán Gerónimo Matorras, sobrino del gobernador, que le acompañó en aquella
campaña. De este cuadro, lo haremos constar de paso, ha sido tomada la ima-
gen del gobernador Matorras para popularizarla en libros corrientes en nuestro
mercado literario y muy especialmente en textos destinados a los colegios, pero
bautizándola con el nombre del glorioso fundador de Buenos Aires, D. Juan de
Garay, de quien, desgraciadamente, no existe retrato.
El benemérito IMatorras falleció en 1775 a inmediaciones de la reducción de
San Joaquín de Ortega donde se ocupaba de activar los preparativos para una
nueva expedición a aquella interesante región que tan desvelado lo trajo en la
vida, "locuras", dice el historiador López, "en que malgastó la fortuna que tenía,
quedando de ella solamente algunos eriales en las orillas de la capital conocidos
hasta ahora poco con el nombre de zanjas de Matorras que se corrían desde el río
por la calle de Córdoba y Paraguay hasta los extremos del oeste ; de ningún valor
entonces y con un valor de millones al presente."
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11
reza en su hoja de servicios (i). Asistió al finalizar ese año a
las acciones de "San Telmo", "Pont Vendres" y "Collioure",
y en el siguiente a las del i6 y 17 de mayo en dichos puntos
hasta la rendición de este último el día 28.
En la campaña de 1797, embarcado su regimiento a bordo
de la escuadra del Mediterráneo, asistió al combate naval del
"Cabo de San Vicente", desastroso para las armas españolas,
y al que sostuvo el 15 de agosto de 1798 la fragata "Santa Do-
rotea" contra el navio inglés "León", y en que se rindió aquélla
después de salvar heroicamente el honor de la bandera que, sea
dicho en justicia, nunca dejó mancillar la arrogancia de los
marinos españoles.
Asistió a la campaña de Portugal y a la de la independencia
española, combatiendo en el ejército de Andalucía en "Arjo-
nilla", donde se distinguió singularmente (2), y en "Bailen",
mereciendo por su comportamiento ser mencionado en la orden
del día, ascendido a teniente coronel y condecorado con una
medalla de honor. Posteriormente concurrió a la batalla de
"Tudela" (1810) y a la sangrienta acción de "Albuera" (1811)
donde saldó su deuda con la madre patria, como lo dice su emi-
nente historiador. "Veintidós años hacía que acompañaba a la
madre patria en sus triunfos y reveses sin desampararla un
solo día. En este lapso de tiempo había combatido bajo sus
banderas contra moros, franceses, ingleses y portugueses,
por mar y por tierra, a pie y a caballo, en campo abierto y
dentro de murallas. Conocía prácticamente la estrategia de
los grandes generales, el modo de combatir de todas las na-
(i) Véase Apéndice, nota 3.
(2) "El 28 de Junio de 1808 el valeroso capitán San Martin, como se le cali-
fica en el parte de la acción, comprometía combate con sus guerrillas de vanguar-
dia, en el punto denominado Arjonilla, con las tropas francesas invasoras del suelo
español. San Martín, ilustre libertador de América después, cargaba en aquella
ocasión sable en mano al enemigo, como lo hiciera posteriormente en San Lorenzo
y en Chacahuco peleando por la libertad de su patria. Comprometido personalmen-
te, y en momentos de ser matado por un dragón francés, se interpone y le salva
la vida el soldado del Regimiento de Húsares de Olivcncia, Juan de Dios, a quien
San Martín recomienda en su parte. . ,
Si Cabra! sacrificándose en San Lorenzo para salvar la vida del Gran capitán
conquistó la gratitud argentina, bien merece el bizarro soldado español, salvador
también en el combate de Arjonilla del más ilustre y genial de los libertadores de
América, el respeto y la gratitud de los argentinos, puesto que librando la vida del
futuro redentor de la patria allá en las lejanas orillas del Guadalquivir, salvó, en
verdad, la independencia del mundo americano".— José J. BiEdma. {Servidores be-
neméritos de la Patria).
- 12 —
dones de Europa, la táctica de todas las armas, la fuerza
irresistible de las guerras nacionales y los elementos de que
podia disponer España en una insurrección de sus colonias :
el discípulo era un maestro en estado de dar lecciones. En-
tonces volvió los ojos hacia la América del Sur, cuya inde-
pendencia había presagiado y cuya revolución seguía con
interés, y comprendiendo que aún tendría muchos esfuerzos
C[ue hacer para triimfar definitivamente, se decidió a regre-
sar a la lejana patria, a la que siempre amó como a la ver-
dadera madre, para ofrecerle su espada y consagrarle su
A ida." (i)
San Martín fué acogido con la distinción que sus méritos
imponía, y a pocos días de su llegada fué incorporado al ejército
en su grado militar de teniente coronel, ganado honrosamente
en veintidós años de servicios bajo la carpa del soldado y bauti-
zando cada uno de sus galones con el fuego de las batallas, ese
óleo de los valientes que pone el sello de su consagración abne-
gada al bien y a la gloria de la patria. Se le comisionó para la
organización de un escuadrón de caballería de línea que deno-
minó "Granaderos a Caballo", cuyo plan presentó el 17 y fué
aprobado el 21 de marzo de 181 2, dándosele por sargento ma-
yor (2.° jefe) a su compañero de viaje, Alvear, y que fué pie y
origen del después famosísimo regimiento, el cuerpo veterano
más glorioso que ha contemplado América !
Hemos recordado a su compañero y debemos dedicarle algu-
nas palabras al contemplarle entrar en escena con la gallarda
rumbosidad que le era tan propia. Don Carlos Antonio José
de Alvear y Balvastro era de exterioridades más brillantes que
el rígido veterano de Arjonilla y de Bailen, pero no tenía, ni con
mucho, la solidez de sus cualidades militares, la austeridad insig-
ne de su carácter, las virtudes personales y la profimdidad del
genio que, a pesar de su modestia, le hizo descollar siempre entre
todos los circunstantes. Hijo, más que de sus obras, del favor
de su alto linaje y distinguidísima posición social y política de
su padre don Diego de Alvear y Ponce de León, brigadier de la
real armada, de familia antiquísima de la aristocracia españo-
la, ascendió en el ejército peninsular a alférez de ''Carabineros
Reales", asistiendo a la guerra de la independencia y comba-
(i) Bartolomé Mitre — Historia de San Martin.
¿^^<i<^^ -c.^^
— la-
tiendo en "Yévenes", "Ciudad Real" y "Vitoria", pasando a
Cádiz en 1810 al lado de su progenitor, de quien se separó en
septiembre de 181 1 para trasladarse a Londres con el propó-
sito de dirigirse a América a ofrecer sus servicios a la noble cau-
sa de la emancipación política por que luchaban sus compa-
triotas.
Era a la sazón un apuestisimo mozo de veintidós años — na-
cido en Santo Ángel de la Guardia, pueblo de las Misiones gua-
raníticas, el 25 de octubre de 1789 — con méritos positivos pero
sin duda inferiores a la apreciación cjue él ( i ) y sus admirado-
res hacían de ellos, lo que le condujo, desventuradamente, a mu-
chos de los errores que empequeñecieron su figuración y apo-
caron la eficiencia de su indudable dedicación al servicio y be-
neficio de su país ; pero, con todo, su influencia fué poderosa y
algunas veces gloriosamente ejercitada en los sucesos de aque-
llos tiempos memorables. Su personalidad histórica es aún dis-
cutida, pero nadie podrá disputarle y menos negarle los títulos
que le acreditaron para figurar en situación culminante en los
primeros años de la revolución, a la que dio honra y provecho
como legislador en la inolvidable Asamblea Nacional del año
XIII, como militar en la campaña de Oriente expugnando la
resistencia de Montevideo, o abatiendo el vuelo de las águilas
imperiales en las llanuras inolvidables de Ituzaingó. Por eso
un joven escritor, tan entusiasta como erudito, ha dicho con
justicia que estos dos nombres cubren con exceso sus veleidades
y sus extravíos; y en el monumento que perpetúe su memoria
habrá cadenas rotas, laureles y un sol de libertad que iluminará
su nombre hasta las más lejanas edades! (2)
Llegaron en el momento más oportuno. Los sucesos desgra-
ciados del ejército del norte, la obligada retirada del ejército
(i) "San Martín al regresar a su patria, dice Mitre, era un hombre obscuro
y desvalido, que no tenía más fortuna que su espada, ni más reputación que la
de un valiente soldado y buen táctico. Su compañero Alvear, por el contrario,
rico y precedido de la fama de generoso, llevaba un apellido que se había ilus-
trado en el Río de la Plata, encontraba una familia hecha y en valimiento, y con
las brillantes exterioridades que le adornaban, las simpatías debían brotar a su
paso. Poseído de una ambición sensual de gloria y de poder, improvisador en
acciones y palabras que se dejaba gobernar por su imaginación fogosa, talento
de reflejo que no emitía la luz propia, sin el resorte de la voluntad perseverante.
Alvear formaba contraste con San Martín... Bajo estos auspicios, Alvear asumió
respecto de San Martín la actitud de un protector, exagerándose su propia im-
portancia, y lo recomendó al gobierno de las Provincias Unidas como un buen
militar, pero cuidó de colocarse él en primer término."
(2) Adolfo P. Carranza. "Centenario de Alvear".
— M
de operaciones en la Banda Oriental, la pérdida del queche Hie-
na y toma de Patagones que hemos historiado a su tiempo, y
otras muchas causas internas y externas habían tornado deli-
cadísima la situación del gobierno, que ya no respondía a las
exigencias de la opinión. A los hombres que lo desempeñaban
se les acusaba de ejercer un poder despótico, de desconocer las
necesidades militares de la revolución y de retardar arbitraria-
mente la reunión de una asamblea nacional con el propósito de
eludir la creación de un veedor político incómodo que contralo-
rease sus actos y decisiones, cuando era la verdad que no la con-
vocaban por considerarla prematura y peligrosa ; de dictar me-
didas o reformas inconclusas, truncas, y esto era exacto, que no
ajustándose a un plan fundamental mantenían la revolución en
un carácter indefinido; causas todas suficientes a dar pie y ra-
zón de ser a una oposición ardorosa capaz de llegar a cualquier
extremo para satisfacer los anhelos de su civismo.
A esto se agregaba el peligro portugués, de que después se
tuvo la comprobación escrita en la correspondencia tomada por
Belgrano al general español Tristán, dado que el general Souza
de acuerdo con la famosa Carlota de Borbón y el mariscal Vi-
godet amenazaba con sus tropas nuestro litoral y ofrecía la
ayuda de sus armas a Goyeneche, gravísima contingencia que
neutralizó hábilmente la acción diplomática arribándose a un
acuerdo entre el príncipe regente del Brasil, contrario a las pre-
tensiones de su augusta consorte (i), y nuestro gobierno, sella-
(i) Ocupado Portugal por los franceses que obligaron al principe regente don
Juan de Braganza y su corte a trasladarse al Brasil, dominada España por las
armas francesas, corrían grave peligro sus posesiones americanas. Llegada la corte
de Lisboa a Río de Janeiro en enero de 1808, la esposa del príncipe regente doña
Carlota Joaquina de Borbón, hija de Carlos IV y hermana de Fernando VIL
rey de España preso en Bayona a la sazón, se dirigió al Cabildo de Buenos Ai-
res participándole el estado de postración en que estaba la Península, los temo-
res de que Napoleón pretendiese extender su dominación hasta el Río de la Plata
y la conveniencia de que estas posesiones españolas se colocaran bajo el amparo
de los gobiernos de Portugal y de Inglaterra por ser la princesa citada el único
representante de la familia de Borbón libre de la opresión francesa, a fin de evi-
tar toda innovación en estos dominios que fuera contraria a los legítimos inte-
reses de la monarquía española. El cabildo de Buenos Aires asumiendo desde el
primer momento una actitud definida, protestó que le sobraban voluntad y ele-
mentos para conservar estos dominios sujetos a la dependencia del monarca es-
pañol, y que no admitiría en ninguna forma la menor alteración de su situación
política sin orden directa y precisa del rey, a pesar de los muchos respetos que
le merecía su augusta hermana, y que aun en el caso de una cesión de derechos
del monarca español al emperador de los franceses, que siempre tendría que ser
forzada, se limitaría a sostener y defender los derechos de la casa real de Bor-
bón que era la única dueña legal de estos dominios. Pero los sucesos posteriores
15
do por el convenio o tratado de 26 de mayo de 1812, en el cual
ambas altas partes contratantes se comprometían a guardarse
recíprocas consideraciones, y de que dio noticia una ''Extraor-
dinaria Ministerial" en los siguientes términos:
Ayer llegó a esta Capital el teniente coronel D. Juan de
Rademaker en clase de enviado extraordinario de S. A. R. el
príncipe regente de Portugal. Fué recibido en el muelle por
uno de los edecanes del gobierno superior, y conducido al pa-
lacio de la fortaleza, en donde se le tenía ya preparado el co-
rrespondiente alojamiento. A las 7 de la noche pasó el secre-
tario de estado a cumplimentarlo, y anunciarle la audiencia
que le acordaba el gobierno en la sala de su despacho. Pasó
inmediatamente el enviado, y fué recibido por S. E. con las
mayores demostraciones de estimación y aprecio. Reconocidos
sus diplomas y abierta la sesión, expuso que las miras de S. A. R.
no tenían otro objeto que restablecer sólidamente las relaciones
de paz, amistad y buena armonía entre ambos territorios : que
a este fin se había anticipado S. A. en comunicar sus órdenes
indujeron a la Carlota a ocupar, a título de derechos eventuales en su carácter
de hermana de Fernando VII, el gobierno del Río de la Plata, a lo que se opuso
el embajador inglés ante la corte portuguesa con la leal y honrada adhesión de
D. Juan VI, esposo de la ambiciosa, que era todo un hombre de honor. Desde
entonces la Carlota comenzó una guerra de intrigas contra el embajador inglés
y el príncipe, su esposo, persiguiendo el propósito de coronarse en el Río de la
Plata en nombre de sus derechos a la regencia de España como hermana de su
rey prisionero, y alióse con este propósito con algunos patriotas argentinos que
se hallaban refugiados en Río de Janeiro perseguidos por las autoridades de
Buenos Aires por haber patrocinado un plan de independencia bajo la protección
de Inglaterra. Entre esos patriotas figuraba D. Saturnino Rodríguez Peña que
se dejó entusiasmar por los planes de la Carlota, creyéndola capaz de fundar la
independencia política del Río de la Plata. " Ella, dice López, que era una mujer
aturdida y aventurera, sin escrúpulos de ningún género, fea y desaseada como
una bruja, vulgar y de costumbres relajadas, sin ningún accidente de los que
distinguen a una dama, medio hombre en la voz, en el tranco, en el modo de
llevar el traje, en los ademanes y en sus inspiraciones, estaba pronta a entrar
por todo a trueque de ser reina, y no simple mujer de rey". Pero si bien en-
traron en sus planes, empujados por la pasión de la libertad, hombres como
Belgrano, Vieytes, Castelli y Pueyrredón, todo fracasó porque esos planes ca-
recían de base popular y porque el país repudiaba toda concomitancia política
con los portugueses. Otras necesidades y sucesos llevaron la atención de esta
mujer hacia las regiones europeas en que se debatían los destinos de su monar-
quía. Trasladada a Portugal hizo allí funesta figura debatiéndose entre su pue-
blo, su esposo y su hijo Migueli. Portugal nada tiene que agradecerle, ni cree-
mos que la recuerde con respeto. Murió a los 55 años. Fué muy fea como mu-
jer y muy mala como esposa — digna hermana, sin duda, de Fernando VII, de
aborninable memoria. Su esposo, D. Juan VI, gentilísimo caballero, la repudió
públicamente en 1806 y con razón porque siempre tuvo en ella un enemigo irre-
conciliable. Nuestro país debe, pues, reconocimiento al príncipe portugués que
contribuyó poderosamente a esterilizar las ambiciones insensatas de esa princesa.
Se dice que el principe murió envenenado en 1826.
16
al general D. Diego de Souza para que con todo su exército
y sin pérdida de instantes se retirase a las fronteras portugue-
sas: que lo suponía ya en marcha, mediante a que había remi-
tido los pliegos en la semana anterior, y que para formar y
sancionar los tratados de la negociación pedía a nombre de S. A.
el príncipe regente que cesasen las hostilidades entre ambos
exércitos, y no se embaraze la retirada del portugués a su te-
rritorio. Al mismo tiempo presentó un oficio del embaxador de
S. Ai. B. cerca de S. A., en que interponía la mediación y ga-
rantía del rey de la Gran Bretaña sobre la firmeza y validación
de los tratados, que se celebren. El gobierno, fiel a sus principios
y para dar una prueba positiva de que las armas victoriosas de
la patria no tienen otro objeto que abatir el orgullo de los tira-
nos y defender con honor la libertad y la independencia civil
de las provincias unidas del Río de la Plata, ha venido en
conceder el armisticio y mandar retirar nuestras tropas del
territorio portugués, ínterin se concluye la negociación y se
ratifican los tratados con intervención de las autoridades res-
pectivas, de que instruirá inmediatamente a los pueblos para
su inteligencia y satisfacción. — Buenos Aires, 27 de mayo
1812. — Feliciano Antonio CJücIana — litan Martín de Piiey-
rredón — Bernardino Rivadavia — Xicolás de Herrera, secre-
tario. " (i)
Y en efecto, como animaba a ambas partes la más viva vo-
luntad por arribar a un arreglo igualmente ventajoso, se con-
certó en esa misma noche el armisticio que libraba a nuestro go-
bierno de los temores que le infundían la política, más que inde-
finida, tortuosa y amenazante del gabinete portugués, lo que
era a la vez un triunfo importantísimo de la revolución, pues
que tuvo trascendentales consecuencias en su favor. Por dicho
arreglo se convino que cesarían inmediatamente las hostilida-
des entre las tropas dependientes de los dos gobiernos y al efecto
se les enviaría diligentemente el correspondiente aviso a los ge-
nerales en jefe de los respectivos ejércitos; se observaría entre
éstos un armisticio ilimitado, y en el caso que por alguna cir-
cunstancia fortuita, inevitable, fuera necesario recurrir a las
armas, quedaban los jefes de las fuerzas sujetos a la inexcusa-
ble obligación de avisarse el rompimiento de las hostilidades
( I ) "Extraordinaria Ministerial de Buenos Aires — Miércoles 27 de Mayo de
1812" — Imprenta de Niños Expósitos.
'jyricLf
c¿ey(:y^yar*vryrz^.
— 17 —
con tres meses de anticipación. Los aludidos generales darían
las órdenes necesarias, así que recibieran noticia de la conven-
ción ajustada, para evitar todo choque, como para retirar sus
tropas a la mayor brevedad dentro de las jurisdicciones de los
■estados de que dependían, entendiéndose los límites de éstos
los mismos que se reconocían "antes de empezar sus marchas el
ejército portugués hacia el territorio español" y se declaraban
inviolables ambos territorios en tanto subsistiera la convención
cuyos términos subscribieron en representación de sus gobier-
nos el secretario Herrera v el comisionado Rademaker.
Tomo ir
CAPITULO II
1812
SuMAKJü: Conspiración de Alzaga. — Plan y propósitos de los conjura-
dos. — Impopularidad del Triunvirato. — Revolución del 8 de
octubre de 1812. — Nueva campaña sobre la Banda Oriental
del Uruguay. — Segundo sitio de Montevideo. — Batalla del
Cerrito.
Parece que este personaje insinuó a Pueyrredón, miembro del
triunvirato, en términos vagos pero que confirmaron sospechas
o indicios que ya se tenian, el inminente y gravísimo peligro que
amenazaba la estabilidad del gobierno revolucionario por el pró-
ximo estallido de la conspiración tramada por D. Martín de
Alzaga y Olavarría ( i ), y que resultó de enormes proporciones,
(I) Era D. Martin de Alzaga un hombre de patriotismo fanático, carácter re-
cio y pasiones ardorosas. Natural de las provincias vascongadas, vino al Río de
la Plata y fijó su residencia en Buenos Aires, siendo joven, y labró en poco tiempo
una sólida fortuna. Asegurado su presente, gracias a felices especulaciones mer-
cantiles, dedicóse a la vida pública, cuyo teatro ofrecía vasto escenario a su in-
teligencia y ambiciones. En 1794 comenzó a figurar en el tribunal del Consulado
y en su seno se hizo el adalid del monopolio y la opresión mercantilista, d'ecla-
rándose acérrimo enemigo de las ideas liberales de Belgrano, Cervino y otros
economistas que buscaban en el libre intercambio la fuente más fecunda del pro-
greso de estos países. Cuando la sonada conspiración de los franceses fué nom-
brado juez pesquisidor y es fama que usó del tormento para arrancar a esos in-
felices la revelación de la verdad que suponía negaban. A este antecedente res-
pondió la conducta de aquel Santiago Antonini que diez y siete años más tarde
abrazaba y besaba con efusión el madero de que contemplaba pendiente su ca-
dáver. . .
Conocida es la acción de Alzaga en las invasiones inglesas y el ascendiente
que su energía, valentía y acierto en esa ocasión le dio en la opinión pública.
Desde entonces fué el jefe único y prestigiosísimo del partido español, y llevado
a la presidencia del Cabildo se puso al frente de los peninsulares para quebran-
tar la autoridad de Liniers a quien suponía el caudillo futuro de los criollos que
soñaban con la emancipación política de su país, respecto de los cuales abrigaba
la misma duda que aquel diputado a Cortes extraordinarias de la isla de León
(Cádiz) que decía en pleno congreso ''ignorar todavía a qué clase de bestias per-
tenecían los americanos'' .. . Instigador de la conspiración de i.° de Enero de
1809 en que jugó a cartas vistas, pagó las consecuencias con el destierro perso-
20
})ues no menos de diez mil españoles europeos que conscrva])a
en su seno la ciudad, todos animados de ardoroso patriotismo
y exacerbados por el odio que les inspiraba la supremacía patri-
cia, se liabian puesto decididamente al servicio del pensamiento
reaccionario de aquel arrooante caudillo rpie soñaba dar el gol-
])e mortal a la causa de la libertad en su ])ro])ia cuna.
nal y el dcsarine de sus secuaces, recibiendo su partido un golpe realmente mor-
lal, piies la reacción fué imposible. La revolución de mayo concluyó de anona-
darlf» y dcsajiareció en absoluto de la escena hasta 1812 que intentó una reapari-
ción digna de si mismo por lo audaz y bravia. Halló el patíbulo.
Ocupándose de la conspiración, La Gaceta Ministerial de la época, se pregun-
taba:... "Martín Alzaga, en una edad sexagenaria, con un caudal ingente, en
'■ un predicamento respetable en la sociedad, con una mujer y catorce hijos, en-
" lazado con muchas familias de esta capital, ¿qué objeto pudo inducirlo a un
'■proyecto tan liorroroso?. . .'" Efectivamente, sus hijos eran trece, a saber: Doña
Lucía, Francisca, Cecilio, Xarcisa, Angela, Félix (que murió siendo general en
1841), Ana, Agustina. Andrea. Paula, Atanasia. Tiburcia y Francisco (complicado
en el suceso de Alvarez en 1827^. La primera casó con Don José Requena; la
segunda con D. Juan Minondo : la tercera con Don Matías de la Cámara y Ana
con (iauna. Una vez viudas y ya muerto Alzaga. se casaron nuevamente Xarcisa
con Don ^Manuel Olavarría, bilbaíno, y Ana con Don Mariano Fragueiro. Cuando
Tuvo lugar la ejecución de aquel, se encontraban en Europa su hija Lucía con
d esposo; sus yernos Minondo (primo de Alzaga) y (".auna, más su hijo Don
Cecilio, quien al conocer el fin trágico de su padre, juró no pisar más en Bitc-
uos Aires. Años después fué a Montevideo para contraer matrimonio con su an-
tigua prometida, regresando luego a España, donde ocurrió su deceso. Dos de sus
hijas. Cecilia y Lucía, viven en Montevideo (1874). Estas, y las señoras Angela
Alzaga de Lezama y Magdalena Olavarría de Camelino, son las únicas descendien-
tes del animoso caudillo de 1807. La esposa de Alzaga era hija de francés y falleció
en esta ciudad en 1833, en la casa misma en que se casó, que formaba cruz con la
de Rosas, calle Bolívar y Moreno (que también era de Alzaga). Dicha señora,
aunque de estatura algo recogida, fué considerada como una mujer donosa.
D. Martin de Alzaga era sumamente complaciente y cariñoso con su familia.
Como prueba de ello cuentan que al casar a sus hijas ponía por condición que
continuarían en su hogar, a cuyo efecto les trabajaba nuevas liabitaciones, habiendo
adquirido con esa intención un gran terreno contiguo, es decir el que da frente a
la actual calle de Moreno. Fué muy caritativo con los menesterosos y los sábados
ima de sus hijas se turnaba en las limosnas que les distribuía. De acuerdo con esas
ideas filantrópicas, tenía señalado un día de la semana para recorrer el domicilio de
personas vergonzantes, ancianas o achacosas, por apartado que fuera, para llevarles
un socorro, haciéndose acompañar por un amigo de su confianza. En una de tantas
recorridas, estando en la vivienda humilde de uno de sus protegidos, se ofreció
conversar sobre cierta casita que se vendía en la vecindad, diciendo éste que si la
pudiese comprar sería el mortal más feliz de la tierra. Alzaga. sin vacilar, le pre-
guntó: ¿V con sólo eso sería usted feliz? A la respuesta afirmativa, repuso: "Pues
será suya", y sacando papel del bolsillo, trazó unas líneas para el escribano que lo
servía, añadiendo : Déle esto y que extienda la escritura para que la habite Vd. du-
rante su vida. Entonces nuestro hombre, sorprendido, exclamó: Pero señor ¿cuándo
se la podré pagar? — Cuando Vd. pueda, respondió el escrupuloso Alzaga. Es de su-
poner la impresión que recibiría aquel desgraciado, apenas comparable con su gra-
titud, quien, al morir, unos treinta años después de su benefactor, confesándose
con un religioso dominico, le encargó que, siendo solo, era su voluntad que esa pro-
piedad, que ya había triplicado su valor, volviera a la familia de Alzaga, la cual
jamás le molestó al respecto, demostrando así que su jefe, a pesar de haber dis-
puesto con minuciosidad todas sus cosas, no la enunciaría en su testamento.
— 21 —
El plan de lus conjurados, dice la "Gaceta", era de tal especie,
que no podrá leerlo la posteridad sin estremecerse. Habían ya
lomado sus medidas para una sublevación en una de las noches
en que el descuido o la confianza de los destacamentos militares
asegurase el resultado. A este fin habían formado sus compa-
ñías y tercios con los correspondientes oficiales. El padre bethle-
mita fray José de las Animas tenía el mando en jefe de la ca-
l)allería. El hospicio de la Convalecencia debía ser el punto de
reunión de los conjurados. Su primera diligencia tomar el santa
de la guardia de "Barracas" que tenían ya comprada, y como
contaban con el auxilio de todos los retirados españoles, debían
ocupar los puntos encargados a su custodia, poniendo sus armas
en los conjurados más conocidos por su valor y pericia. Inme-
diatamente se destacarían patrullas numerosas para sorprender
a las nuestras que encontrasen por las calles y aumentar de este
modo su armamento. Ea caballería estaba destinada a sorpren-
der el parque de artillería y custodiar los extramuros, para que
nadie pudiera escapar. La infantería debía dirigirse a sorpren-
der el cuartel de artillería, el de los "Tercios Cívicos" y el del
regimiento núm. 2. Desde allí marcharía reunida a tomar el
fuerte, para cuyo intento tenían meditado sacar de su casa al
sargento mayor de la plaza, obligarlo a que llamase y pidiese se
le abriera la puerta principal de la fortaleza, en cuyo momento
cargaría sobre ella un cuerpo de 300 hombres y otro de 400
atacaría por la "puerta del Socorro" (que daba a la ribera) y
de cuya cerradura poseían la llave por haber tomado con anti-
cipación el diseño de cera. Si esta tentativa fracasaba, pensa-
ban fortificarse en la recova ( i) y rendir por hambre la guar-
( I ) La llamada Rc(Ova ¡'"icja que el gobierno de Rosas vendió al Sr. Anchorena
y fué demolida por disposición del intendente Alvear en 1884, era una serie de
cuartos dobles con corredores a amplios frentes, que dividía la plaza principal co-
rriendo de norte a sud en la línea de las calles Defensa-Reconquista. En septiembre
de 1802 fué aprobada su construcción por el virrey del Pino, según el plano trazado
por D. Agustín Conde y de la que se encargó el maestro mayor D. Juan Bautista
Segismundo. Estos edificios, que dividieron en dos la Plaza Mayor, fueron termi-
nados en Agosto de 1803, dejando en medio un pasaje que los maestros Segismundo
y Zelaj'a unieron en 1804 formando la construcción que se llamó Arco Grande, y
que una tradición sin fundamento atribuía levantada en honor del triunfo sobre
los invasores ingleses. Nuestro distinguido amigo, el entendido y talentoso tradi-
cionalista José Antonio Pillado (^) tiene en preparación una hermosa e interesante
monografía de la Recova.
(*) Tan meritisimo ciudadano a quien el Dr. Carrajiza caliñcaba de "entendido y talentoso
4radic!onalista" y hacia el cual llamábamos en 1905 la atención fie nuestros conipatriotas (Cró-
nica Histórica del Río Negro, pág. .3-m), ignorantes o despreocupados de sus notables trabajos.
nición. La empresa debía realizarse a las dos de la mañana con
el fin de aprovechar todas las ventajas de la confusión. Luego
que amaneciera, harían las señales convenidas para que los ma-
rinos bloqueadores bajasen a prestarles su auxilio; y a efecto
de evitar todo movimiento por parte de los americanos y hacer
más respetable su fuerza y asegurar su triunfo, publicarían un
bando imponiendo pena de muerte al hijo del país que saliere
de su casa y al español europeo que no se les reuniese con sus
armas.
Conseguida la victoria, serían arrestados, fusilados y colga-
dos inmediatamente todos los individuos del gobierno, los pri-
meros magistrados, los ciudadanos de crédito y patriotismo y
los españoles más adictos a la causa nacional ; posteriormente
serían deportados a Montevideo y otros puntos los hijos del
país, porque el proyecto era que no quedase en la Capital un in-
dividuo que no fuese español europeo, exceptuando las familias
de los conjurados, haciendo venir a los europeos de los pueblos
interiores para llenar el vacío que resultaría necesariamente de
esta medida. Como no dudaban de la victoria, tenían preparado
el "manifiesto'' para jin^ar la regencia, tranquilizar al pueblo y
consolar a las afligidas madres, hijas y esposas que debían per-
der a sus hijos, padres y maridos en la empresa sanguinaria y
diabólica. La Capital sería mandada por Martín Alzaga, sin re-
conocer dependencia del gobierno de Montevideo, hasta la de-
cisión de las Cortes, porque el fin era restablecer el ascendiente
de los españoles y volver a los americanos a una situaciini mil
veces más servil que la pasada.
Este era el proyecto meditado y el plan con c|ue debía ejecu-
tarse; pero uno de los complicados se produjo incautamente de-
lante de un esclavo, que sensible al llamado de la humanidad,
presintiendo las consecuencias funestas de tan horrenda pre-
meditación, comunicó a una persona de su confianza lo que aca-
baba de oír, y por este conducto llegó la noticia al gobierno.
Descubierta la conspiración a las primeras indagaciones, tres de
murió, sin que se le hiciera la debida justicia, el 28 de diciembre de 1914. muy poco después
de Adolfo P. Carranza, con quien fundó nuestro hermoso "Museo Histórico Nacional" en 1889.
Su interesantísima monografia de la Reco-,'a Vieja fué publicada en 19 10 en el primer volumen
de los estudios históricos que con el titulo de "Buenos Aires Colonial" dio a la imprenta en
ese año, sorprendiéndole la muerte en la preparación de los siguientes que serán publicados
en breve por sus hijos que satisfacerán con ello vin anhelo de su noble padre y darán a I3
bibliografía argentina un elemento valioso por su importancia para el conocimiento " de la
heredad que recibimos" y demostrar en seguida, según sus propias palabras, " lo que en una
centuria hemos hecho a la vista de todas las naciones extrañas, cómo hemos acrecentado
nuestro caudal y cómo dt aquella colonia indolente que se radicara a orillas de! Plata, sur-
gió eíita gran ciudad."
— 23 —
los principales comprometidos fueron fusilados y sus cadáveres
puestos a la expectación pública. Alzaga, luego que sintió la
novedad, escapó de su casa con ánimo de fugar, pero fueron
vanas sus tentativas, cayó en manos de la justicia y pagó con-
dignamente sus crímenes contra la patria ( i ) .
El descalabro de la conspiración de Alzaga ocasionó el de los
proyectos de Vigodet y del general Souza, que tuvo que soiiie-
terse mal de su grado y obedecer las órdenes de su gobierno,
anteriormente desacatadas, y dejar libre el camino a la acción
libertadora de nuestras armas que había interceptado tanto
tiempo ; y ello aceleraba el momento de proceder enérgicamente
sobre el territorio oriental para debelar a Montevideo, foco del
poderío español en el río de la Plata, y limpiar de naves enemi-
gas las aguas del anchuroso estuario.
Este pensamiento, en gestación de tiempo atrás, aunque de-
tenido en su desarrollo por la amenaza portuguesa, se acrecentó
y adquirió toda su fuerza con el cambio que impuso en el per-
sonal gubernativo la revolución pacífica consumada el 8 de oc-
tubre de 1812.
A pesar de todos los servicios que el triunvirato, creado en el
año anterior, prestara a la causa de la emancipación, que le ha-
bían labrado títulos al respeto y consideración popular, la opi-
nión le era adversa, y le hacía cargo, como ya lo dijimos, de ejer-
cer una autoridad despótica y de pretender perpetuarse en el
mando sin contralor ni contrapeso, y sobre todo de retardar sin
justificación la convocación de una asamblea o congreso nacio-
nal que fijase con valentía y definitivamente los destinos de la
revolución imponiéndola y haciéndola invencible, con lo que se
ponía en abierta contradicción con el anhelo público y sin pre-
tenderlo daba pábulo al movimiento sedicioso que se incubaba
en su contra. Al fin decidió la convocación de una asamblea,
pero ésta se inició en forma que exasperó a los liberales, exclu-
yendo de su seno arbitrariamente diputados que pertenecían a
ese partido y eligiendo para vocal del gobierno a otro que le era
hostil en todo lo que se revelaba la enorme presión del poder eje-
cutivo que la tenía avasallada. A esto se agregaban cargos gra-
ves, no siempre o completamente justos, pero que así lo pare-
(i) "Gaceta Ministerial del Gobierno de Buenos Aires". — Viernes lo de julio
de 1812. A excepción de la parte extractada, véase el interesante texto de la expo-
sición comentada de la intentona subversiva en el Apéndice, nota núin. 4.
— 24 —
cían, y obraban eficazmente en la opinión, entre otros el de te-
ner deliberadamente abandonado y sin recursos al ejército de
Belgrano.
Los hombres civiles del partido liberal, dirigidos por Alon-
teagudo ( i ) , buscaron apoyo y fuerza en el elemento armado,
cuyos principales jefes compartían sus opiniones y anhelos, y
de acuerdo con los que mandaban las tropas de la guarnición
fijaron el día 8 de octubre para ejecutar sus propósitos. Con
efecto, en la señalada fecha, y bajo la egida de las bayonetas, se
reunió el pueblo en la plaza Mayor y presentó al Cabildo una pe-
tición firmada por crecido número de ciudadanos de nota, en la
(|ue se le indicaba que reasumiendo la autoridad suprema de que
fuera investido por el memorable Congreso de 22 de mavo de
1810 dispusiera en el acto la cesación de la Asamblea y Poder
Ejecutivo en el ejercicio de sus funciones gubernativas, debien-
do ser el personal de este último reemplazado inmediatamente
por ciudadanos que respondieran a la confianza pública, y aí
cual se le encomendaba convocar sin pérdida de momento la
reunión de un congreso general (2).
Así lo ejecutó el nuevo gobierno a los quince días de ñu ins-
(I) Monleaiiudo nació en Tucumán en 1785. (iradnóse de doctor en leyes en
1808 en ChuquÍ5aca. ^íezclado en los sucesos del 25 de mayo de 1809, fué preso y
maltratado por las autoridades españolas. Se incorporó a nuestro ejército en 1810
y desempeñó en él la auditoría de guerra y el cargo de secretario de Castelli.
Se trasladó a Buenos Aires a raíz del desastre de Huaquí, se hizo cargo de la
redacción de la Gaceta Ministerial, fundó el periódico Mártir o Libre, y la Asocia-
ción "Patriótica", que le sirvieron de instrumento para popularizarse por lo va-
liente y ardoroso de su propaganda. En i8ii tuvo actuación de primera fila en el
cambio político que historiamos en el texto, y figuró en el siguiente en la Asamblea
Xacional. La revolución de 1815 lo lanzó al ostracismo, pero en 1817 se puso a las
órdenes del general San Martín que operaba en Chile con su famoso ejército de
los Andes. Fué de los que el pánico de Cancha Rayada arrojó a Mendoza. Participó
allí del proceso de los hermanos Carrera y tuvo influencia decisiva en su ejecución.
Después intervino en la causa de los conjurados de San Luis y contribuyó eficaz-
mente a levantar el maj'or número posible de patíbulos, como lo liicicra con motivo
de la conspiración de Alzaga en 1812, en que desempeñó el cargo de juez, circuns-
tancia que ha hecho a muchos antipática su actuación y aun desconocer la innegable
eficacia de sus servicios a la causa de la emancipación, .acompañó a San ^lartín al
Perú, y fué imo de sus ministros y también causa de su descrédito en la opinión pú-
"blica por los muchos abusos que cometió. Cuando el Protector marchó a Guayaquil
a encontrarse con Bolívar, un movimiento revolucionario lo arrojó del poder. Fué
desterrado, pero volvió al Perú en unión del famoso colombiano, a cuyo servicio
se puso. Fué asesinado en Lima en la noche del 28 de enero de 1825. Según Ramos
Mejía ÍJosé María) en su estudio de la neurosis en los hombres célebres de nues-
tro país, Montcagudo era el histérico más consumado que encierran las páginas de
nuestra historia.
(2) Véase Apéndice, nota X." 5.
talación entrando decididamente por esta determinación y la ac-
ción militar enérgica y acertadísima que desplegó por la senda
que la conducía a afianzar la independencia.
Artigas, el caudillo uruguayo jefe de las tropas colecticias
de aquella banda, habíase retirado con ellas al levantarse el sitio
de la ciudad de Montevideo, y arrastrando cuantas familias
halló a su paso en dirección al Salto, atravesó el río Uruguay
estableciendo su campamento en su margen derecha sobre el
arroyuelo denominado Ayiiy ( i). Allí fué reforzado por el go-
bierno de Buenos Aires, en vista de la conducta hostil de los
portugueses que no respetaban las cláusulas del tratado de oc-
tubre, con algunas tropas del ejército, lo que sirvió a Vigodet,
como se ha dicho, de muy socorrido pretexto para romper el
arreglo y restablecer el bloqueo fluvial de la Capital.
A la airada actitud del mandatario español respondió el ar-
gentino creando la línea militar de defensa de nuestros grandes
ríos Paraná y Uruguay, como base estratégica de futuras ope-
raciones, y resolvió llevar a la práctica el pensamiento, única-
mente abandonado en apariencia y en consecuencia de circuns-
tancias de fuerza mayor, de asediar por segunda vez la plaza
de Montevideo, propósito facilitado por el tratado de paz cele-
brado con el gabinete portugués, puesto que él disipaba la ame-
naza de intervención de las tropas que obedecían las órdenes
del general Souza.
El gobierno nombró general en jefe del ejército a don Ma-
nuel de Sarratea y Altolaguirre (2), que a la sazón era mieni-
( i) En el apéndice, nota número 6. damos algunos documentos interesantes sobre
Jos servicios de este siniestro personaje, durante la época colonial, cuya acción anár-
quica comprometió posteriormente los más altos intereses del país, y uno que se
refiere especialmente al renombrado éxodo del pueblo de la banda oriental en los
finalfes de 1811.
(2) Sarratea nació en Buenos Aires el i.í de agosto de 1774 del matrimonio
del acaudalado comerciante D. Martin de Sarratea, guipuzcoano, y de doña To-
masa de Altolaguirre, de familia distinguidisima en la sociedad porteña. Cursó
sus estudios con mucho provecho en el Colegio de Vergara ("España) y resi-
dió largos años en Madrid. De regreso en la patria tomó participación activa y eficaz
en el movimiento emancipador prestando a la libertad muy importantes servicios.
Al comienzo de la revolución desempeñó una misión delicadísima ante la corte de
Río Janeiro, cruzando con admirable habilidad los trabajos de los adversarios de la
revolución, e imponiéndose por sus talentos y don de gentes a la simpatía y respeto
de sus más encumbrados personajes, sin excluir al mismo D. Juan VI. El ministro
español Casa Irujo lo señaló al gobierno de Montevideo como un agente peligroso,
cuya acción no había que despreciar, sin exponerse a males irremediables. En 181 1
formó parte del P. E., de que fué nombrado presidente, y pasó por las razones asen-
tadas en el texto a niandar en 1S12 el ejército destinailo a sitiar a Montevideo. Al'lí
— 26 —
l)ro del Triumirato. ciudadano eminentemente civil, ajeno en
absoluto a la profesión de las armas, pero cuya elección expli-
caban y justificaban los antecedentes de su reciente misión ante
el gabinete portugués en Río de Janeiro, en cuya Corte dejó la
impresión de sus muy distinguidas condiciones intelectuales y
sociales ; quien, recibido del mando del ejército, nombró su jefe
de vanguardia al coronel don José Rondeau ( i ) , que acababa
de distinguirse en Buenos Aires sometiendo con magnífica bra-
vura, a fuerza de armas, a los "Patricios" sublevados.
En el acto marchó Rondeau desde el Salto en dirección a
Montevideo con tres escuadrones del regimiento "Dragones de
la Patria", de que era jefe nato, y dos piezas de artillería, cuer-
po de vanguardia a que debía seguir en breve el ejército ; y el 20
de octubre de 1812 acampaba en el "Cerrito", frente a las mu-
rallas de la ciudad, y "levantando la bandera de la patria en el
centro de los escuadrones, mandando hacer una salva", anun-
ciaba a la plaza que comenzaba el segundo asedio (2).
chocó inmediatamente con Artigas, como no podía ocurrir en otra forma dada la
eriorme disparidad de carácter, educación y tendencias de ambos personajes. En
1814 fué comisionado ante las Cortes europeas para trabajar en interés de la inde-
pendencia argentina y podemos garantizar, en conocimiento de su correspondencia
completa con el gobierno, que la historia de su acción no ha sido aún escrita con
sujeción a la verdad y a la justicia que se le debe, ni puesta en relieve la habilidad
de su desempeño. En 1820 subió al gobierno de Buenos Aires, siendo el hecho más
trascendental de su ejercicio el tratado celebrado con los caudillos del litoral, al
cual no se le ha dado aún la importancia que tuvo en el aniquilamiento de esos
revoltosos — especialmente Artigas y Ramírez — , y pasó en 1825 a Inglaterra con
el alto cargo de ministro plenipotenciario, enviado extraordinario al Brasil en '
1838 y cerca del gobierno de Francia en 1841, ejercitando ante este gobierno y el
inglés, en combinación con Moreno, una tan inteligente como acertada acción para
neutralizar la de los enemigos del gobierno de Rosas. Falleció en Limoges, Fran-
cia, el 21 de Septiembre de 1849, y sus restos fueron repatriados en 1850, siendo,
depositados en la bóveda de propiedad de su familia en el Cementerio del Xorte
(Recoleta) el 16 de Julio con los honores que correspondían a su alta jerarquía
diplomática.
Sarratea fué un sincero patriota y dignísimo ciudadano que sacrificó en bene-
ficio de su patria una cuantiosa fortuna y sir\-ió con rara abnegación una causa
que inició su marcha triunfal llenando de crespones su hogar con la ejecución de
Liniers, su hermano político y su tierno amigo. Creemos que la imparcialidad de
la historia ha de someter a una justa revisión el fallo que de su vida pública han
dado maestros que respetamos, pero a los que no juzgamos infalibles.
(i) Véase en el Apéndice nota X." 7.
(2) Días antes habíase situado frente a las murallas e iniciado las hostilidades
con la guarnición de la plaza el cavidillo José Eugenio Culta, hombre vulgar, pero
de gran valor personal y mucho prestigio entre los campesinos. Era este uno de
los varios caudillejos orientales que siguiendo después las inspiraciones anárquicas
de Artigas dejaron fama por sus correrías heroicas, violencias vergonzosas, y
acción desordenada, en la histoia de ese tan simpático como desgraciado país por
las luchas intestinas que tanto lo dañan. Figueroa en su "Diario Histórico del Sitio
— 27
A partir de aquel día memorable la lucha fué ardorosa y sin
tregua: se peleó diariamente, con intermitencias tan escasas
que no daba tiempo al reposo, y con suerte varia, como en todos
ios lances de armas que los bandos contrarios equilibran la ab-
negación y el coraje, circunstancia que obliga a la Diosa Fortu-
na a acentuar la veleidad a que es tan propicia, y particularmen-
te en estos pueblos, de origen común, dueños de iguales virtu-
des, pero que luchaban ])or ideales tan opuestos como el anhelo
del uno de emanciparse de una tutela que ya le era odiosa, de la
decisión del otro de mantener su dominio, hasta entonces indis-
cutido, V que creía sancionado por el tiempo y su derecho in-
alienable !
En aquel largo asedio de veintiún meses las acciones de gue-
rra más notables fueron la del día de Todos los Santos (i." de
noviembre) y la del Cerrito el 31 de diciembre de 1812. En la
primera, cien dragones cargaron a trescientos soldados de in-
fantería que salieron de la plaza antes de las primeras clarida-
des del alba con el propósito de sorprender la avanzada patriota
situada sobre el Arroyo Seco, derrotándoles con graves pérdi-
das bajo la brava e inteligente conducta del teniente coronel,
de Montevideo", hace constar el hecho en \os siguientes términos: "Jueves día
I.» de Octubre. Hoy e'! intrépido Culta, — Aquel terrible Artiguista. — Que difun-
diendo el espanto — El campo en torno domina : — De quien huyendo azoradas —
Guarniciones y familias, — Con hipérboles ponderan — La fiereza y la osadía,—
Ya del Cerrito la cumbre — Recorre, y a nuestra vista — Por primera vez pre-
senta—La blanca y celeste insignia. — A este caudillo y su gente — El vulgo ab-
sorto designa — Cual fantasma asoladora — Que forja la fantasía. — Mucho el
terror exagera, — No poco inventa la intriga, — Mas el que imparcial escribe,—
Vulgaridades evita. — Al ver, pues, el fiero orgullo — Con que avanza, al punto
alista — Chain ochenta guerreros, — Y a su encuentro se encamina. — A par del
heroico jefe, -Albín y Ramos seguían, —Entre cuyos dos campeones — La fama
queda iiidecisa. — Ya del Cerrito la falda — Tocan, y entre ambas partidas — Por
las cercas y caminos, — Se traba tenaz guerrilla : — Ora osados se acometen, — Ora
cautos se retiran, — O en desordenados grupos — Se derraman por las quintas. —
Parece que mutuamente — Se respetan, pues evitan — Que un sanguinoso entre-
vero—El laurel marcial decida. — Repliéganse, en fin. los nuestros — Con dos he-
ridos, y aUiva, — Hasta el Onibíi. lentamente, (*)— Bajó la hueste enemiga.—
Ya Rondeau, que Buenos Aires — Para sitiarnos destina, — Con su ominosa van-
guardia—Se halla en "San José" este día. — Seis hace que hasta aquel punto --
Llegó, y aún no se apro.xima, — Pues más refuerzos espera — Según "La Gaceta
indica. (**)"
{*) El ombú de Grandal estaba situado a cinco cuadras más arriba del ".\rroyo Seco" .
(*•) "La Gaceta", en 4.» menor, salía dos veces por semana, por la imprenta que en 1810
envió de regalo al Cabildo de Montevideo la princesa Carlota (del Brasil) con el objeto de
contrarrestar "los papeles incendiarios de Buenos Aires y fijar la opinión de los pueblos . tía-
cia mediados de julio de 1812 tomó la redacción y la continuó hasta la terminación del sitio.
el célebre fray Cirilo de Alameda, entonces presidente ambulante de la elisión de Moquegua.
y que posteriormente llegó a ser en España Generalisimo de la Orden Franciscana. — (Dia-
rio citado).
icfe del tercer escuadrón del reí^iniienlo, don Rafael Hortigiie-
ra (i), y en la segunda fué rechazada la salida más numerosa
y de mayor empuje que hiciera la guarnición durante todo el
sitio.
'' Al amanecer de ese día, dice el general Rondeau en sus
Memorias, salió de la plaza un cuerpo de tropas de 2.000 hom-
bres al menos con el fin de batir los cuerpos de la patria que
tenían al frente, aprovechándose de la noticia que les llevó un
sargento europeo del regimiento N." 4, que se había pasado-
dos días antes, de que estábamos sin municiones de mosque-
tería; esto no era falso, pero por fortuna, al cerrar la noche-
del 30, se recibió un repuesto de cartuchos de fusil y tercerola
(¡ue yo había pedido con bastante anticipación al cuartel ge~
neral ; y en el mismo acto de recibidos se distribuyeron a losu
cuerpos de infantería los necesarios, calculados a dos paque-
tes por hombre, así es que no pudo menos de ser grande la sor-
presa de los enemigos cuando observaron que tanto por nues-
tras primeras avanzadas como cuando se entró en la acción
general, se les hiciese un fuego tan activo y sostenido.
Dos días antes de este movimiento había llegado al ejército-
el coronel I). Francisco Xavier de A iana, nombrado mayor
general del ejército por el general en jefe, el que me entregó-
una nota en que se me jjrevenía por este sefíor que entregase
el mando al primero de las fuerzas que operaban a mi mando;-
])ero aún no se había recibido de él cuando se verificó la salida
de los enemigos ; sin embargo, sentidos f|ue fueron, le hice
comunicar por un ayudante la novedad del movimiento y que
se presentase a dirigir la acción q.ue j)arecía inevitable; me
contestó por el mismo ayudante que ya venía, pero habiendo
] lasado como un cuarto de hora sin que saliese de su aloja-
miento, que lo era una quinta inmediata y c^ue estaba a la vis-
ta, volví a mandarle segundo aviso sobre que las avanzadas-
enemigas ya se batían con las nuestras y que toda demora o
(i) Don Rafael Hortigucra era natural de Buenos Aires donde nació en T775v-
procedente de familia noble. Ingresó al servicio militar en 1790 en el Cuerpo de
Caballería de "Blandengues de la Frontera" e hizo varias campañas contra los
in;lios. Combatió con bravura en la reconquista y defensa de Buenos Aires contra
el invasor inglés, y se afilió decididamente a la revolución de Mayo a que prestó
muy distinguidos servicios en los campos de batalla tanto en la Banda Oriental
c<5mo en las campañas del Alto Perú. Ascendió a la jerarquía de coronel, en que
fué reformado, pero llamado en 1825 nuevamente al servicio, permaneció en él hasta.
18.^1 que fué dado de baja. Falleció tn esta ciudad el 21 de Septiembre de 1838.
inacción p^día sernos i)erjudicial, a pesar de que yo me ocu-
paba en aquellos momentos en poner sobre las armas los cuer-
pos y dar algunas disposiciones como para no ser envueltos
en confusiíSn por la falta de tiempo; pero sucedió que su se-
gunda contestación fué (|ue él nada tenia que hacer, que sólo
yo seria el responsable de los resultados en el supuesto cho-
que y que así tomase las medidas que me pareciese: entonces
activé las que juzgué convenientes y fueron las siguientes :
\ istas ya las marchas que hacía el ejército realista y sus
direcciones, distribuí mis tropas proporcionalmente, colocan-
do el N." 6 de infantería sobre el Ccrrito, que tuvo después de
esta acción el nombre de ¡a Victoria, con una fuerza de arti-
llería, dos escuadrones de dragones a su costado, pero en lo
])lano y sobre el camino que pasa por entre el Cerro y las
(juintas que están a su frente, particularmente la de Chopitea,
porque hacia él se encaminaba el mayor número de infante-
ría enemiga con algima caballería, y en esta división venía el
gobernador de la plaza, mariscal de campo Vigodet. A otra
división que se recostó sobre el Miguelete y que se dirigía a
pasar por delante de las quintas de Juanicó y Lavalleja, le
opuse en el paralelo de esta última el Ñ." 4 de infantería y un
escuadrón de dragones con dos piezas volantes, al cargo de
Bonifacio Ramos, capitán de artillería en aquella fecha, el
cjue luego estuvo a tiro de cañón esta fuerza, que mandaba
el coronel de Albuera, le hizo un fuego tan vivo con las dos
piezas de su mando, a bala rasa, que apagó sus fuegos tam-
bién de cañón. Aquella tropa tomó el partido de ocultarse
tras de los edificios inmediatos, fraccionándose, y así es que,
por esta parte, quedó suspensa la acción; pero la de la dere-
cha, mandada particularmente por el coronel Loaces, ameri-
cano nacido en Montevideo, siguió su marcha de frente y
ocupó la posición que tenía el N." 6. No sé por qué fatalidad
abandonó este cuerpo un punto tan ventajoso teniendo, a más,
en su apoyo, una pieza de artillería que al mismo tiempo que
la infantería hacía fuego de fusil, podía hacerlo a metralla
si era llegado el caso. Observando yo su movimiento retró-
grado, me dirigí desde el costado izquierdo en que me hallaba,
como (|ue era el que más cuidado me daba por la poca fuerza
que le cubría, a contener la retirada del batallón N." 6; mi
marcha a caballo fué muy acelerada, pero le encontré cuando
ya bajaba el Cerro por la parte opuesta a la del ataque: fe-
— 30 —
lizmente aún no había empezado a dividirse, como acontece
en estos casos, gracias a la bisoñada de los enemigos, (jiie se
contentaron con la subida al Cerro, sin acordarse de cuanto
les hubiese convenido seguir cargando a la tropa, porque he-
cho esto hubieran conseguido su dis])ersión, lo mismo que
haberse apoderado del cañón, y asi no hubieran sufrido el
contraste que a poco rato experimentaron : puesto yo a la
cabeza del batallón, lo reanimé para (jue volviese sobre el ene-
migo, y efectivamente lo consegui, pues al momento contra-
marchó hasta ponerse a distancia de cargar a la bayoneta a
la tropa que lo había ocupado, operación que ejecutó con tanto
valor e intrepidez que impuso al enemigo de tal modo que
le obligó a abandonar el puesto que había ganado, bajando
la cuesta en el mayor desorden. En medio de estas maniobras
observé que su jefe, entonces teniente coronel y hoy briga-
dier general D. M. E. S. estaba vestido con un vestuario de
soldado, su fornitura calada y con un fusil en vez de la espada
que debía tener empuñada, pero no me detuve en reprocharle
aquel disfraz, tan contrario a la práctica militar, y, lo que
es más, al espíritu de la ordenanza (i), porque mi objeto
principal en aquellos momentos era hacer volver al batallón
al combate, lo que se consiguió tan victoriosamente como que-
da demostrado.
Aun seguían repicando las campanas de la ciu<lad y se
oía también la algazara y vivas al rey por la efímera ventaja
que habían conseguido sus tropas con la ocupación del Cc-
rrifo. cuando de repente todo quedó reducido a silencio se-
pulcral ; y no era para menos el caso, porque las veían bajar
en fuga precipitada aquella cuesta, y que los dos escuadrones
de caballería, situados al costado del Cerro, que no se habían
movido, acababan de ponerlas en completa derrota cargán-
dolas a sable y acuchillándolas. Entre los muchos muertos
que hubo se encontraron en el campo de batalla al brigadier
Muesas, al capitán D. Esteban Liñán y otros varios oficiales,
siendo el número de prisioneros crecido y de éstos mucha
parte heridos. La división Albuera, que aún se conservaba
d) "Don Miguel Estanislao Soler, dice Figueroa en su Diario Histórico, se
hallaba durmiendo fuera de su campamento ; pero escapando de grandes peligros
reunió en el Ccrrito sus dispersos y luego contribuyó mucho con sus esfuerzos a
la victoria que obtuvieron los patriotas este día."
— 31 —
tras de sus parapetos, no he podido averiguar por qué com-
binación, luego que observó el mal éxito de la mayor parte
de la fuerza a que pertenecía, se puso también en una preci-
pitada retirada, entrando en la plaza en el mismo desorden
(jue la otra. He aqui detallado el triunfo de la vanguardia
del Ejército de la Patria sobre una fuerza muy superior de
los realistas y del que hasta hoy se hace conmemoración en
Montevideo con una salva de 21 cañonazos en sus aniversa-
rios.
Como era de orden, hice marchar inmediatamente imo de
mis ayudantes, al capitán D. Miguel Planes, conduciendo el
])arte de esta memorable acción, al general en jefe que se ha-
llaba en el Salto del Uruguay, ciento y tantas leguas distante
del paraje en que se dio.
Luego que se impuso S. E. de la victoria alcanzada so-
bre los enemigos, trató de ponerse en marcha con el resto de
la fuerza del ejército a unirse a la vanguardia, bien fuese
a consecuencia de aquélla, o porque ya estaba asi dispuesto;
en este concepto, los cuerpos que la componían fueron apro-
ximándose al sitio sucesivamente, habiéndose adelantado a
ellos el Cuartel General, que se situó en el Miguelete. No
aconteció lo mismo con las fuerzas que mandaba D. José Ar-
tigas, porque poco conforme con servir a las órdenes del se-
ñor Sarratea y con prestarle obedecimiento, marchaba con
lentitud. " (i)
(i) Autobiografía del general Rondeau. A mayor abundamiento y por vía de
ilustración, si bien no sea de nuestro resorte detallar las operaciones terrestres
sino en cuanto tienen relación directa con los sucesos navales, damos en el Apén-
dice, nota N." 8, con los documentos oficiales procedentes de los vencedores, la
versión que consigna Acuña de Figueroa en su "Diario Histórico ael sitio de Mon-
tevideo" que tiene además el sabor especial de las testificaciones personales.
En un curioso cuaderno de "apuntes", que poseemos, llevado en forma de "Dia-
rio" por el Dr. Dámaso A. Larrañaga — hallamos el siguiente pasaje sobre la ac-
ción del Cerrito: "El 12 de diciembre hubo junta de guerra para tratar de si se-
ria o no conveniente hacer una salida sobre los sitiadores.
"Al amanecer del 31 salió de la Plaza contra los sitiadores el general Vigodet
al frente de 1.500 hombres que fueron derrotados en el Cerrito con pérdida de
machos buenos vecinos y oficiales de graduación, entre ellos el brigadier Muesas
que iba de Mayor General. Estas fuerzas salieron en tres divisiones, la del cen-
tro al cargo del coronel Loaces, la de la derecha al del coronel Cuesta y la de la
izquierda al del coronel Gaicano. El plan dado era contra los campamientos ene-
migos de la línea, que fué ejecutado felizmente, puies todos cayeron en poder del
ejército de la plaza con pérdida proce<lente de los puestos avanzados. Las tropas
enemigas se recorrieron al Cerrito de donde intentó desalojarlas Vigodet sin co-
municar orden alguna a la 3." división que por lo mismo se mantuvo sobre la posi-
ción del campamento que había ganado, sufriendo algi'm fuego de cañón por la
En los primeros dias de enero de 1813, el iíol)ierno revolu-
cionario recibió el aviso oficial de esta, por muchos conceptos,
memorable victoria alcanzada por las armas de la patria frente
a los muros de ?^lontevideo. Xo tardó en llegar otra plausible
nueva, de la que resultaba que el 14 del mismo habían sido to-
mados tres corsarios enemigos en el arroyo Bellaco, cerca de
San José de Gualeguaychú, por los capitanes patriotas D. José
Santos Lima y D. Gregorio Samaniego, incluso cinco cañones
de 4. 8 y 12, con sus correspondientes juegos de armas, y
1 bandera, haciéndoles algunos muertos y heridos y 21 prisio-
neros. En este encuentro se hicieron notables por su arrojo,
los soldados Antonio Gorosito y Matías Guzmán, que echados
a nado voluntariamente, sin más armas que el sable en los dien-
tes, lograron abordar y rendir a uno de los buques capturados,
como igualmente el ayudante don Pablo José de Lima, el cabo
José Domingo Montañés y el soldado Anselmo Ayala. que se
distinguieron en la acción (i).
parte próxima al Miguelete. La división del Centro se apoderó de la cumbre del
Cerrito, pero faltándole las municiones y cargando el enemigo, se vio obligada a
ceder el puesto: la de la derecha, más numerosa que las otras, salió en columna
de un desfiladero sin desplegar en batalla cuando estuvo en campo raso de donde
resultó que rompiendo el fuego por retaguardia se hiciese un remolino a que siguió
la dispersión y la necesidad de una general retirada con pérdida de todas las ven-
tajas adquiridas. Los enemigos iluminaron esa noche el campo y tiraron cinco gra-
nadas a la Plaza.
( I ) Véase Apéndice, nota X." 9. La bandera fué colocada en la iglesia de San
Antonio de Gualeguay, y dedicada a su patrono, como trofeo de las armas de^ h
patria, (oficio inéd. del comandante del punto don Juan Carlos Wright, al C,o-
bierno — enero 23 de 1813. (Fa fríes del .archivo General.)
CAPITULO III
1813
Sumario: Empresa de los españoles sobre el litoral. — Medidas del
triunvirato. — Los "Granaderos a caballo". — Una escuela
(le héroes. — ]\Iarcha de San Martín. — Maniobras del ene-
mig-o. — El convento de San Carlos. — El desembarco. — El
combate. — Victoria de los patriotas. — Abnegación de Ca-
bral.
No obstante esto, los españoles continuaban oponiendo una
tenaz resistencia, alimentando la esperanza de ser prontamente
socorridos por sus hermanos de la Península.
En el ínterin, resolvieron desprender una división ligera, que
llevando a su bordo tropa de desembarco, sirviese principal-
mente para proveer de carne fresca a la plaza, — puesto que
no bastaban a su consumo los depósitos de ganado estableci-
dos de ex profeso poco tiempo antes, y que aún apacentaban
en las pequeñas islas de Gorriti, San Gabriel y presidio de
Martin García — demoliendo de paso las fortificaciones que le-
vantaban los patriotas en el alto Paraná.
Esta empresa, tanto más fácil cuanto que las quillas del rey
dominaban las aguas, tenía el triple objeto de distraer la aten-
ción de acjuéllos, llevando la sorpresa a su propio territorio,
para evitar en lo posible que el gobierno revolucionario con-
tinuara reforzando el ejército que el 31 de diciembre anterior
había perseguido a los del bigote atusado, hasta el arcén mis-
mo del foso de la plaza sitiada (i).
Hechos los preparativos con el mayor sigilo y prontitud, el
general Vigodet creyó acertado confiar esta fuerza, ya casi
(i) Véase Apéndice, nota N.° lo. Con lo de bigote af usado se alude al dicho
tantas veces repetido por Elío en sus manifestaciones despreciativas de los "hijos
del país", de que media docena de bigotudos, vale decir soldados veteranos, bas-
taban y sobraban para imponerse a cincuenta de aquellos, especies despreciables y
vulgares que. empero, le enajenaron las simpatías populares.
Tomo ir 3
— 34 —
toda concentrada y disciplinándose a gran prisa en Martín Gar-
cía (i), a la pericia del capitán de artillería urbana, don An-
tonio Zavala, que tanto se distinguió en las acciones de guerra
de Paraguarí y Taciiari, a las órdenes del entonces goberna-
dor del Paraguay. Don Bernardo de Velazco. (2)
Este vizcaíno, de cabello blondo, talla cotesal y militar apos-
tura, fué el más ardiente agitador de la expedición que se po-
nía a su inmediato comando, fuerte de más de 300 hombres,
formada en su mayor parte de voluntarios, entre los que se
contaba un buen número de criollos, cansados todos de la vida
de privaciones que el estado de sitio les obligaba a llevar, y la
que trocaban gustosos por otra menos monótona y más sopor-
table.
Una vez en franquía, hacia el promedio del mes de enero de
1 81 3, aprovechando una ráfaga del oeste, aparejó el resto del
convoy, escoltado por la sumaca Aranzazú y los faluchos Fama
y San Martín, presas de los patriotas después, y recalando en
Martín García, donde se le unió la fuerza de desembarco, siguió
aquel, bajo la inspección y cargo del corsarista don Rafael Ruiz
— con la sumaca Jesi'is y María (a) el Bombo, chalupa parti-
cular Nuestra Señora del Carmen y otros trece corsarios me-
nores y transportes, los que entraron resueltamente por la boca
del Gitamí, no dejando duda de que se dirigían a las márgenes
occidentales del Paraná.
Dejemos por el momento singlar a los enemigos las dulces
aguas de este río, y veamos lo que acontecía en Buenos Aires.
(i) Esta noticia la supo el gobierno eh la noche del 13 de enero por la decla-
ración de un riograndense fugado de Martín Garcia, (Alejandro Rodríguez, anti-
guo sargento de milicias en la Colonia) y el que desembarcó en San Fernando la
noche antes. Con este motivo al siguiente día (14) giraba un oficio al coronel Bal-
caree, comandante de Punta Gorda, previniéndole situase un experto vigía en las
Vacas, en observación de los movimientos del enemigo — terminando con estas
palabras de alarma : " Los momentos apuran, y la seguridad de nuestras comu-
nicaciones con el ejército de la Banda Oriental urge por todo género de sacrificio
para no aventurarlas." (Doc. del Arch. General de la Nación).
(2) El mismo que en 1808 envió Liniers a la Asunción en compañía del alférez
D. Francisco Guerrero, los que después de retirado Belgrano fueron presos, y
encepados de noche, por los patriotas paraguayos en 16 de setiembre de 1811. Per-
manecían ambos en tal situación cuando ocurrió la farsaica asonada del 29 de Sep-
tiembre de 181 1 encabezada por el oficial D. Mariano Mallada, en la que, obliga-
dos a asumir un papel conspicuo, les valió luego su libertad conseguida, según se
presume, por el Dr. Francia, pasando Zavala a Montevideo, donde servía a la sazón,
y permaneció después allí hasta su rendición en 1814, en cuya época estaba en el
Hospital. — Sometiera. "Notas Críticas a la obra del doctor Rengger sobre el Pa-
raguay".
;55
El Triunvirato, a no dudarlo, estaba al corriente de los
aprestos navales, que desde el mes de diciembre X1812) se ha-
cían en Montevideo con objetos hostiles.
En esta virtud, el 22 del mismo, significaba sus temores a
todas las autoridades y comandancias militares del litoral de
los ríos Paraná y Uruguay, para que estuviesen sobre aviso,
y en particular al teniente gobernador interino de Santa Fe,
don Antonio Luis Beruti y al comandante militar de la Bajada,
don Francisco Antonio Latorre, a efecto de que reforzasen
v dieran la mayor importancia a las baterías levantadas en
Punta Gorda (hoy Diamante) por el teniente coronel D. Eduar-
do Kaillitz, barón de Holmberg, y puestas bajo la dirección del
coronel don Marcos Balcarce — "deseando proporcionasen a
l,a patria, la gloria de presentar al enemigo un escollo en que
se estrellara la orgullosa marina de Montevideo." ( i )
Pero, en verdad, fué tan cautamente preparado dicho arma-
mento, que los asediadores no lo sintieron sino en víspera de
dar la vela, razón por qué se retardó el aviso al gobierno revolu-
cionario, que cuando lo recibió oficialmente, ya los tenía repe-
tidos de San Pedro y distintos puntos de la costa, anunciando
subía la escuadrilla de Montevideo en número de quince velas.
Fué entonces que, cediendo las vehementes sospechas a la cer-
tidumbre de los hechos, mandó la superioridad "se aprontasen
250 hombres de caballería e infantería para que, siguiendo a
la observación de los buques, obrasen conforme a sus mo-
vimientos", tal como lo hemos leído en la nota del gobierno
a la junta del Paraguay, de fecha 11 de febrero, noticiándole
(i) La I." batería, dicha del Banco (orilla occidental del Paraná), fué construida
por el capitán don Manuel Herrera, según los planos del teniente coronel don
Ángel Monasterio, y revestida de una gruesa estacada por la parte exterior, para
evitar la desbaratasen las avenidas. Montaba dos cañones de 24 y cuatro de 12
y la guarnecían 46 artilleros y 62 infantes. — La 2." o de Costa-Firme, al pie de la
barranca y cruzando sus fuegos con aquélla, tenía tres de a 12 y dos de a 8, servidos
por 34 artilleros. Además habían dos piezas volantes de a 4 y otras tantas de a 2
que coronaban el reducto que a 35 varas de elevación sobre el nivel del agua,
dominaba la parte de tierra — cubierto por 33 artilleros, 214 fusileros y 47 mili-
cianos de caballería provistos de chuzas. Completaban la guarnición de esta forti-
ficación, 50 milicianos de la Bajada, armados de fusil, que cuidaban el vecino
bosque situado sobre el flanco de la segunda batería', Total : 15 bocas de fuego
y 486 hombres de los regimientos N.° 2 y Pardos; blandengues de Santa Fe; mili-
cias del Paraná; artillería; y caballería de la Matanza (hoy Victoria), Nogoyá
y la Bajada. (Estados y oficios inéditos dirigidos al gobierno desde Punta Gorda
por Holmberg y Balcarce en jr de diciembre de iSi3 y 30 de enero de iSi¡, en el
Archivo de la Nación).
— 36 —
el triunfo que fué consecuencia de esas disposiciones (i), dán-
dose orden al coronel San 2^Iartín, que formaba a la sazón el
después tan famoso "Regimiento de Granaderos a Caballo" (2),
(i) Xota inédita del gobierno (febrero ii de 1813) al presidente y vocales de la
Junta del Paraguay noticiando el triunfo de San Lorenzo (Archivo de la Nación).
(2) "Exmo. Señor : Adjunto paso a manos de V. E. el plan bajo cuyo pie deverá
formarse el Esquadron de Granaderos de á Cavallo presentado á este Estado
Mayor por el teniente coronel D» Joíef de S" Aíartin ; para q*^ si merece su apro-
vacion, se livren las órdenes correspondientes al Tribunal de Cuentas y Caxas del
Estado. Dios gue a V. E. ms. as. Mzo 21 de 1812 — Exmo. Sr. Fran<^o XaV de
Viana — Exmo. Superior (lOvierno de las Provincs unid^ del Río de la Plata.'"
" Bs. As. Mazo 21 de 1812 — Apruébase el Plan y pié de Fuerza qe se acompaña
con el goze de sueldos en todo iguales al Regato de la Patria, y á efecto de que
se formalize la creación del indicado Esquadron de (jranaderos de á Cavallo sin
pérdida de tpo, comuniqúese con copia donde corresponde y archívese este origi-
nal, tomada qe sea la conveniente razón en el Tral de Cuentas, Cajas y Comisaría
gral (le g'^''^. (Hay tres rúbricas). — Herrera. (Siguen las toma de razón").
Plan bajo cuyo pié deberá formarse el Esquadron de Granadera de á Cavallo q^
constará de dos campan^ cada una de ellas con la fuerza sig^'^:
Un capitán — Dos Tenientes — Un subteniente — Un Sargto i.° — Tres id 2°^ —
Un trompeta — Quatro cavos 1.°^ — Qvatro iden 2. os — Setenta soldados monta-
dos— Seis iden desmontados.
Plana IMayor. — Un comandte — Un Sargto mayor- — Un Ayudt*; — Un porta
Estandarte — Un Capellán — Un Cirujano — Un Trompeta de ordns — Un sillero
— Un Herrador — Buen» Ays. 17 de Mzo de 1812. — José de S** ]\Iartin." (Orig.
Archivo General de la Nación).
El uniforme primitivo de tste cuerpo modelo, que llegó a con'ponerse de cuatro
escuadrones, era ;
Jefes y oficiales. Sombrero apuntado, y en cuartel, gorra azul chata o de pastel
sin visera y de galón ancho. Casaca larga de paño azul, peto acolchado, vivada,
con nueve botones dorados y dos granadas de oro en el extremo de cada faldón ;
corbatín; calzón de punto o de brin blanco bien ajustado; bota granadera con
espolín ; catalejo militar y cartera pendiente al costado, de una especie de bando-
lera, donde guardaban los avíos para levantar croquis del terreno, y un diario pro-
lijo de marcha, (obligados a llevar.)
Espada sable de 36 pulgadas, guante de ante con manoplas, capote de paño. Silla
húngara con pistoleras, cubierta hasta el ar-zón con un chabrac de paño azul fran-
jeado de oro, con granadas de lo mismo en sus dos ángulos, los que remataban en
una borla ; valija á la grupa.
Tropa. (lOrra azul de pastel sin visera, o casco sencillo carrillera de metal es-
camado, granada al frente y un pompón verde (cambiado poco después por la
garzota punzó alta) — casaca larga azul, vivos encarnados, con caponas de bronce
escamado y cuatro granadas amarillas en el extremo de los faldones : botón do-
rado, con el sol y el lema viz'a la patria, y en el exergo del reverso "granaderos
á caballo"; calzém azul de paño; bota granadera con espuela de fierro; capote.
Su arnés, consistía en el sable corvo adelgazado a molejón, carabina de chispa
y lanza. No permitiéndoseles caballo de diestro, el de montar, era generalmente
tordo, crinado, de cola al corvejón, herrado, y mantenido a pienso ; formando su
arreo, el recado del país cubierto con un caparazón de paño azul, adornado de
fajas, y dos granadas con borlas punzó en las puntas : valija de cuero.
En la lista, contestaba el granadero por su nombre de guerra. Ningún oficial
podía tutearlo, ni ocuparle en servicio alguno que no fuera estrictamente militar.
Una mancha o rasgón en el uniforme, un botón menos o mal abrochado, costaba
un día de policía. Acostumbraban el pelo corto y la mirada más arriba del horizonte.
Este cuerpo, produjo 19 generales, (o coroneles y más de 200 oficiales, llamados
por sus brillantes prendas a figurar con lustre en nuestra historia.
> ^
para que sin pérdida de momento dejase su cuartel del Retiro
(situado en el extremo Norte de la ciudad) y puesto a su ca-
beza, rompiese una marcha forzada en observación de los cru-
ceros españoles, a los que debía atacar toda vez que intentasen
desembarcar ( i ) .
Al propio tiempo se impartían las convenientes al comandan-
te D. Juan Bautista Morón para que se pusiera en camino con
parte de su regimiento, siguiendo de cerca a los "Granaderos",
y considerándose agregado a dicha fuerza.
De esta tropa insigne hace el ilustre historiador Mitre una
descripción y juicio que, para reproducirla en nuestras páginas
en honor de aquellos soldados sin igual hasta hoy en la historia
militar del Continente, hemos de interrumpir la narración de
los sucesos :
"El primer escuadrón de "Granaderos a Caballo" fué la es-
cuela rudimental en que se educó una generación de héroes.
En este molde se vació un nuevo tipo de soldado, animado de
un nuevo espíritu, como hizo Cromwell en la revolución de In-
glaterra, empezando por un regimiento para crear el tipo de
un ejército y el nervio de una situación. Bajo una disciplina aus-
tera que no anonadaba la energía individual, y más bien la re-
templaba, formó San Martín soldado por soldado, oficial por
oficial, apasionándolos por el deber y les inoculó ese fanatismo
frío del coraje que se considera invencible, y es el secreto de
vencer. Los medios sencillos y originales de que se valió para
alcanzar este resultado, muestran que sabía gobernar con igual
pulso y maestría espadas y voluntades.
"Su primer conato se dirigió a la formación de oficiales, que
debían ser los monitores de la escuela bajo la dirección del
maestro. Al núcleo de sus compañeros de viaje (2) fué agre-
gando hombres probados en las guerras de la revolución, pre-
firiendo los que se habían elevado por su valor desde la clase
de tropa; pero cuidó que no pasaran de tenientes. Al lado de
ellos creó un plantel de cadetes, que tomó del seno de las fami-
lias espectables de Buenos Aires, arrancándolos casi niños de
brazos de sus madres. Era la amalgama del cobre y del estaño
que daba por resultado el bronce de los héroes.
"Con estos elementos organizó una academia de instrucción
(i) Véase Apéndice, nota N." ii.
(2) El mayor Alvear y el capitán Zapiola.
— 38 —
práctica, que él personalmente dirigía, iniciando a sus oficiales y
cadetes en los secretos de la táctica, a la vez que les enseñaba el
manejo de las armas en que era diestrísimo, obligándolos a
estudiar y a tener siempre erguida la cabeza ante sus severas
lecciones una linea más arriba del horizonte, mientras llegaba
el momento de presentarla impávida a las balas enemigas. Para
experimentar el temple de nervios de sus oficiales, les tendía
con frecuencia acechanzas y sorpresas nocturnas, y los que no
resistían a la prueba eran inmediatamente separados del cuerpo,
porque sólo quería tener leones en su regimiento.
Pero no bastaba fundir en bronce a sus oficiales, modelarlos
correctamente con arreglo a la ordenanza haciéndolos pasar
por la prueba del miedo. Para completar su obra, necesitaba in-
culcarles un nuevo espíritu, templarlos moralmente, exaltando
en ellos el sentimiento de la responsabilidad y de la dignidad
humana, que como un centinela de vista debía velar día y no-
che sobre sus acciones. Esto es lo que consiguió por medio de
una institución secreta, que bien que peligrosa en condiciones
normales o en manos infieles, produjo sus efectos en aquella
ocasión.
"Evitando los inconvenientes del espionaje que degrada y los
clubs militares que acaban por relajar la disciplina, planteó
algo más eficaz y más sencillo. Instituyó una especie de tribunal
de vigilancia compuesto de los mismos oficiales, en que ellos
mismos debían ser los celadores, los fiscales y los jueces, pro-
nunciar las sentencias y hacerlas efectivas por la espada, auto-
rizando por excepción el duelo para hacerse justicia en los ca-
sos de honor.
"En el primer domingo de cada mes se reunía en sesión se-
creta el consejo de oficiales bajo su presidencia, dirigiéndoles
un discurso sobre la importancia de la institución y la obliga-
ción en que todos estaban de no permitir en su seno a ningún
miembro indigno de la corporación. En una pieza inmediata y
sola, estaban preparadas sobre una mesa tarjetas en blanco,
en que cada oficial escribía lo que hubiese notado respecto de
la mala comportación de algún compañero. En seguida, el sar-
gento mayor recibía las cédulas, dobladas, en su sombrero, que
eran escrutadas por el jefe. Si entre ellas se encontraba alguna
acusación, se hacía salir al acusado y se exhibía la papeleta,
sobre la cual se abría discusión. Nombrábase acto continuo una
comisión investigadora, que daba cuenta del resultado en una
- ?,9
próxima sesión extraordinaria. Abierta nuevamente la discu-
sión, cada oficial daba su dictamen por escrito, y la votación
secreta decidía si el acusado era o no digno de pertenecer al
cuerpo. En el primer caso, el cuerpo de oficiales, por el órgano
de su presidente le daba, en presencia de todos, una satisfacción
cumplida. En el segundo, se nombraba una comisión de oficiales
para intimarle pidiese su separación absoluta, prohibiéndole
usar en público el uniforme del regimiento, bajo la amenaza
que si contrariase esta orden, le sería arrancado a estocadas por
el primer oficial que le encontrara.
Este tribunal tenía un código conciso y severo, que determi-
naba los delitos punibles, desde el hecho de agachar la cabeza
en acción de guerra y no aceptar un duelo justo o injusto, hasta
el de poner las manos a una mujer aun siendo insultado por
ella, y comprendía todos los casos de mala conducta personal.
"En cuanto a los soldados, los elegía vigorosos, excluyendo
todo hombre de baja talla. Los sujetaba con energía paternal
a una disciplina minuciosa, que les convertía en máquinas de
obediencia. Los armaba con el sable largo de los coraceros fran-
ceses de Napoleón, cuyo filo había probado en sí, y que él mis-
mo les enseñaba a manejar, haciéndoles entender que con esa
arma en la mano partirían como una sandía la cabeza del pri-
mer godo que se les pusiera por delante, lección que practicaron
al pie de la letra en el primer combate en que la ensayaron. Por
■último, daba a cada soldado un nombre de guerra, por el cual
únicamente debía responder, y así les daba el ser, les inoculaba
su espíritu y los bautizaba.
"Sucesivamente fueron creándose otros escuadrones según
este modelo, y el día que formaron un regimiento, el gobierno
envió a San Martín el despacho de coronel con estas palabras :
"Acompaña a V. S. el gobierno el despacho de coronel del re-
gimiento de Granaderos a Caballo. La Superioridad espera que,
continuando V. S. con el mismo celo y dedicación que hasta
aquí, presentará a la patria un cuerpo capaz por sí solo de ase-
gurar la libertad de sus conciudadanos." ( i )
Sigamos ahora la marcha del genio de los Andes a lo largo
de las costas del Paraná, en que hiciera el primer ensayo de la
amalgama heroica que iniciara en el terreno mismo en que la
(i) B. Mitre. "Historia de "^an Martín y de la emancipación sudamericana".
— 40 —
gratitud de la posteridad argentina levantara su estatua ecues-
tre, amalgama cuya ley eximia no encontró jamás en América
virtudes marciales o civicas que la superaran.
En efecto, el coronel San Martín, en obedecimiento a lo que
se le prescril.Ma, y dejando al mayor Zapiola organizando el se-
gundo escuadrón que estaba recibiendo reclutas, emprende su
marcha con el primero, que era el más disciplinado y en aptitud
de prestar un servicio tan importante cual se requería.
En efecto, el 28 de enero, luego de recibir del jefe de Estado
Mayor el itinerario que debía observar (i) salió redoblando
sus jornadas, que las hacía principalmente de noche por el ca-
lor sofocante del día y el temor de ser sentido por el enemigo.
La difamación y la calumnia que habían amargado el espíritu
del futuro vencedor de Maipú propagando entre las masas siem-
pre predispuestas a la injusticia y al error la especie de qtie
siendo un espía de los españoles, el cuerpo puesto a su mando
debía ser víctima de ima felonía, lo llevaba taciturno y desve-
lado por cumplir puntualmente su consigna, y evitar que la len-
titud de sus movimientos perjudicase la causa a que consagraba
su brazo y diera pábulo a aquel rumor denigrante.
Por la altura de San Nicolás de los Arroyos, organiza un ser-
vicio de batidores o vigías, que aproximándose a las barrancas
auxiliados de las sombras, le den cuenta incesante de lo que per-
cibieren, pues se tenían noticias que los corsarios continuaban
su derrota sin dar señales de pretender desembarco sobre un
punto determinado.
Cuéntase que fué en una de esas noches memorables, que se
le vio por primera vez a este militar tan austero como apegado
de suyo a la rigidez del uniforme europeo, divorciado con éU
trocando momentáneamente su entorchada casaca, y plumoso
(I) "Exmo. Sr. Anoche con motilo de havernos extraviado el Cuia llegamos a
las doce de la noche á esta Posta, primera señalada en el Itinerario q' me pasó el
(¡efe del Estado Mayor; mi sorpresa ha sido 1:-. mayor quando el Maestro de Postan
me ha asegurado no haver recihido aviso alguno p.a tener pronta la caballada ne-
cesaria tanto para la tropa del Rg.to de mi cargo como p.a la del N.° 2, y así e-i
g' son las ocho de la mañana y aún no he podido emprender mi marcha. He echo
adelantar un oficial avisando a las Postas tengan la cal)allada necesaria lo más
pronto que sea posible a fin de q' si no se han circ.'lado los avisos por el admt
nislrador de Correos, ro encontremos tanta detención. N.^o S.or gu.e a V. E. M.s A.&
S.'«s Lugares 29 de Enero de 181 3. — Exmo. S.*"" Jase de S." Martín.
Nf)fa. Si V. E. cree ser conbcnicnte la circulación del Administrador de Correos-
á los Maestros de Postas podrá hcrificarse, q' siempre llegará con alguna oportu-
nidad." (Orig. Archivo Cíeneral de la Nación.)
Convento de San Lorenzo, con la torre que reemplazo al antiguo
campanario
Jl —
falucho, por el humilde chambergo de paja, y la manta o poncho
americano, para así disfrazado, mejor observar los pausados
movimientos del convoy, que seguía de hito en hito, y cuyas al-
tas velas creía a cada paso divisar en lontananza.
La fuerza sutil española, harto retrasada por las calmas y
nortes constantes en esa estación del año, surcaba perezosamen-
te la corriente, obligada a navegar sobre bordos para adelantar
su ruta; y después de amenazar todos los pueblos del tránsito
(|ue se pusieron en alarma a su aparición, rebasó el paralelo del
Rosario, y fué a echar anclas en la madrugada del sábado 30 de
enero, a 15 millas de allí, y bajo las escarpadas barrancas de
San Lorenzo.
En tal estado permaneció tranquila : mas, poco antes de me-
diodía del 2 de febrero, desembarcando una fuerza de 320 hom-
bres, en la isla que está al frente, se ocupó en dividirla por mita-
des, luego de amunicionarla, practicando en seguida algunas
evoluciones, hasta eso de las tres o cuatro de la tarde, en que
reembarcándola, principió a moverse lentamente el convoy con
proa al N. y, al parecer a la sirga, cuando cerrando el crepúscu-
lo, desapareció envuelto en las sombras.
Enterado San Martín de aquel incidente, con el tino y perspi-
cacia que le eran característicos, calculó en el acto que el ene-
migo se proponía desembarcar.
Esta noticia la tuvo después de anochecido, en la casa de
posta, situada a quince cuadras del edificio del "Colegio de San
Carlos", donde acababa de llegar, habiendo marchado todo ese
día bajo los tórridos rayos de un sol canicular (i). Fijada ya
en su mente la idea de que los españoles bajarían a tierra du-
rante la primera noche, vivaqueó con los fogones apagados,
esperando el conticinio, para correrse a su derecha, como lo rea-
lizó a la hora de las doce, por la marcha de flanco, haciendo alto
atrás de la quinta, sita en la parte sudoeste del edificio de dicho
monasterio, contra cuyos tapiales mandó formar en ala, echar
pie a tierra, y desenfrenar los caballos hasta segunda orden.
En esta posición, arrullados cadenciosamente por el gemido
del viento en el añoso y solitario pino, que aún se alza en el mis-
(i) Ella le fué trasmitida por el portaestandarte D. Ángel Pacheco, que servía
de escucha desde el Rosario, y pasó todo ese día tendido sobre la barranca obser-
vando a los buques y, ayudado de su anteojo, pudo contar la gente que transpor-
taban, así que la desembarcaron en la isla.
— -Jl' —
mo paraje, y la brida en la mano "los que iban a legar aquel día
una página de gloria a la historia de su país — prorrumpe el doc-
tor Moreno — estaban mudos, evitando con cauteloso afán hacer
ruido con sus armas, como los misteriosos obreros del templo de
Salomón, donde no se oía el crujido de la sierra, ni el golpe del
martillo" (i).
El convento de San Lorenzo, situado 8o leguas al norte de
Buenos Aires, ocupa una planicie poco accidentada y casi hori-
zontal a quinientas varas de los empinados barrancos que enca-
jonan la margen derecha del correntoso Paraná, al que sola-
mente puede llegarse por la ''Bajada de los Padres", tajada a
pique frente a la puerta principal del templo, o por la que deno-
minan ''Bajada del Puerto" , a cuatrocientos veintiocho metros
del edificio y que merced a su suave descenso es la única fre-
cuentada por el tráfico del cabotaje. Esta fué la elegida por los
Marinos para efectuar su desembarco, como lo vamos a ver
luego (2).
Al primer canto del gallo se incorpora San Martín, y seguido
de una ordenanza penetra en el monasterio, donde despierta a
su guardián el R. P. fray Pedro García (3), con el que conversa
largamente, hasta que aproximado el día, asciende al menguado
campanil que contrastaba entonces con la severa estructura del
templo, y una vez allí, tomando su catalejo, recorre con avidez
los horizontes aún caliginosos y ofuscados, para fijarlo inconti-
nenti sobre las naves enemigas, que alargando la real enseña.
(i) Véase "La jornada de S. Lorenzo", por Esteban María IMoreno, que vio
la luz en el folletín de "La Reforma Pacífica" en febrero de i85i.
(2) Según el modesto y erudito argentino, don José Joaquín de Araujo, en su
"Guía de Forasteros del Virreinato de Buenos Aires para 1S03", pág. 147 — la erec-
ción de este convento, data de 27 de Julio de 1785, y la hizo el M. R. P. visitador
general y — comisario. Fray Francisco de Altolaguirre, en virtud de Real cédula
dada en Aranjuez el 14 de diciembre de 1775, bajo la advocación de Colegio Apos-
tólico de San Carlos de Misioneros Franciscos de Propaganda pide. Es de este lugar
hagamos notar a los curiosos que la historia de dicho Monasterio, tomada con
laudable ahinco de los Libros Cronológicos que se conservan en su archivo, se
registró por extenso en los primeros números de "La Confederación" (periódico
del Rosario) en 1854.
(3) Este religioso madrileño, por si y a nombre de sus compañeros de claustro,
pidió (feb. 5) la gracia de no ser comprendidos en los decretos que se fulminaran
contra los europeos en general, lo que consiguieron del gobierno por intercesión
del coronel San Martín, agradecido a los solícitos cuidados que mereció de aquella
comunidad el día de la refriega, tanto él, como sus heridos y los del enemigo.
"Gaceta ministerial" n.° 46. Es de advertir, que de los 10 monjes que la integraban
sólo había dos americanos, el padre don Fray Pedro Cortina Rubin, y el célebre
lego Echagüe.
— 43 --
principiaban a barquear la tropa, quedando terminada esta ope-
ración a eso de las 5 de la mañana, hora en que aquélla, de centro
blanco, ya estaba en la ribera formada en batalla, y flanqueada
por dos carroñadas de a 4, todo al mando del capitán Zavala,
que tenía por subalternos a los oficiales don Pedro Marury, don
Domingo Martínez y don Manuel Olloa.
En esta situación quedó inmóvil por algún tiempo, ol^servando
el telégrafo de faroles que subían y bajaban en los mástiles, has-
ta que ya disipadas las sombras por la vislumbre del nuevo día ;
el redoble pausado del tambor que marcaba el paso a los solda-
dos enemigos, que con bandera desplegada ascendían la barran-
ca por la bajada principal, no dejó duda de que era llegado el
momento tan vivamente anhelado, de hacer debutar al brillante
cuerpo que educaba.
Escuchábanse aún distintamente los marciales ecos de los pí-
fanos y parches de guerra que batían la marcha granadera,
cuando el comandante patriota descendía precipitado las humil-
des gradas del Colegio para hollar en seguida las encumbradas
de la gloria !
En efecto, no tardó en vérsele, vestido con el riguroso unifor-
me de su empleo de coronel, mandar tocar a la sordina a botasi-
lla, y, ya a caballo, tirando de su sable corvo, pronunció breves
pero enérgicas palabras recordando a los soldados su deber para
con la patria, y la imperiosa necesidad de crearse un nombre
que compensara a ésta los sacrificios de su institución — "espe-
ro, fueron sus últimos acentos, que tanto los señores oficiales
como los granaderos se portarán con una conducta tal cual me-
rece la opinión del Regimiento".
En seguida asume el mando inmediato de la 1/ compañía, de-
jando el de la 2.^ al capitán de ambas, don Justo Germán Ber-
múdez, a quien le ordena flanquee al enemigo para cortarle la
retirada, mientras él lo atacaba por el frente ( i ) ; y tomadas
estas disposiciones mandó dar cuarto de conversión a la izquier-
da para salvar el costado norte del convento, haciéndolo Bermú-
dez con su compañía en orden inverso en cumplimiento de lo
acordado (2).
(i) La primera fila de cada compañía iba armada de lanza, y la segunda de sable
y tercerola.
(2) Sus enemigos le acusan de haber dividido su fuerza para el ataque, "medida
errónea, dicen, que favoreció el reembarco de los invasores". (Folleto reimpreso
por Hallet en 1825).
— 44 —
Empero la carga no pudo ser simultánea en razón de la me-
nor distancia que tenía que recorrer la i/ compañía, pues no
l)ien librado el último lienzo de la tapia, avistando al enemigo
(|ue aún le faltaban como dos cuadras para alcanzar al monas-
terio, se dejó oír la voz de San Martín, que con gesto amena-
zador mandó: a la derecha en batallo, la que fué repetida en el
acto por aquél, que venía marchando aunque con precaución,
pero bien ajeno de tal recibimiento, por cuyo motivo apenas le
fué posible formar martillo, rompiendo en seguida un nutrido
fuego graneado.
Galopaba el bizarro San Martín algunos pasos a vanguardia
de su columna, que en aire de carga cerraba sobre el enemigo,
cuando un disparo a metralla, partido de una de las dos carro-
nadas apostadas en su centro, derribando su caballo bayo, cola
al garrón, pone en conflicto a los que le sigtien, que en aquel
momento lo creen perdido. ( i )
Neutralizado por un instante el empuje de los granaderos,
intenta el bravo Zavala ganar la barranca, donde le sería más
fácil la resistencia, pero no bien trató de evolucionar en ese
sentido, dando vivas al rey y a la España, para reanimar su tur-
bada hueste, cuando llegando a gran galope la compañía de
líermúdez, apenas puede formar un cuadro imperfecto para re-
cibirla, quedando así restablecido el combate, y por un momento
se disputan la victoria con igual ardor y encarnizamiento.
Sin embargo de lo brusco y de lo repentino de la carga, los
soldados españoles, aunque conmovidos en su formación, sos-
tienen un vivísimo fuego a quemarropa contra sus adversarios,
que lo contestan a lanza y sable, de eficacia terrible en aquellas
manos potentes.
lín tales circunstancias el teniente de marina Hipólito Bou-
(i) Al herir el tarro de metralla el pecho del caballo, hizo que éste se encabri-
tase y en su caída apretase la pierna derecha de San Martín. Semejante accidente,
ocurrió tan cerca de la línea española, que cortándose de ésta un soldado, le tiró
un hachazo, que con un movimiento flexible de la cabeza, logró aquél desviar en
parte, tocándole de refilón la mejilla izquierda (cicatriz que siempre conservó) r
entonces otro soldado realista, advirtiendo que era un jefe el jinete caído, deja
su puesto, y animado de idéntico designio, corre á clavarlo con su bayoneta, cuando
el granadero Juan Bautista Baigorria (puntano), atropellándolo, logró alzarlo en
la lanza, en tanto que sus compañeros que habían fluctuado por algunos segundos,
se entreveraban resueltamente con el enemigo, y otros echaban pie a tierra para
retirar del peligro a su comandante. Entre éstos, se encontraba ademas del citado
Baigorria, el no menos valiente Juan Bautista Cabra), que herido de bala momen-
tos antes, lo fué allí de muerte.
— 43 —
chard, ávido de vengar el descalabro de San Xicolás (1811), en
que tan activa participación tuviera, logra, con un esfuerzo su-
premo, arrancar la bandera al porta español, que la pierde con
su vida ( I ) .
Roto y desconcertado el centro, la división enemiga, a pesar
de los prodigios de valor del gallardo Zavala, no obstante estar
herido de lanza, no pudo ya sostenerse, y la confusión llegó a su
colmo, cuando, rehecho el escuadrón patriota, dio por tercera
vez su formidable carga, tocando a degüello, hasta llevarse con
el encuentro de sus caballos y derrumbar barranca abajo a los
cuitados invasores, que despavoridos buscaron el refugio de sus
naves ( 2 ).
Eran las seis de la mañana, y la victoria estaba asegurada en
pocos minutos de combate.
Acallado el estridor de las armas, la desnuda pampa teatro
de la acción se veía sembrada de despojos, y enrojecida con la
sangre de vencidos y vencedores, en tanto que las bélicas trom-
petas de los granaderos, después del toque de reunión, hendían
el aire con alegres dianas, festejando el triunfo, al que hacían
coro los disparos por elevación de los corsarios que saludaban a
bala, puede decirse con verdad, y dignamente y sin duda, la bra-
vura con que habían sido repelidos de una tierra que ya no po-
dían pisar como dueños y señores !
Cuarenta muertos, trece heridos, entre éstos el mismo Zava-
la, que lo fué en la pantorrilla derecha, y gravemente los oficia-
les ?Jarury y Martínez. 14 prisioneros (3), 2 cañoncitos de a 4,
(i) a propósito de este bravo oficial y del descalabro de San Xicolás de los
Arroyos, que recordamos, véase la parte final de la r.ota N.° 12 en el Apéndice.
(2) Tanta era la precipitación y el pavor con que se desbarrancaban los espa-
ñoles que muchos se ahogaron, por lo que, aproximándose sus embarcaciones, les
tiraban balas encordadas, para que se agarrasen y ganaran su bordo. Apeado el
Ijravo capitán Bcrmúdez — hijo de IMaldonado — que había sucedido a su jefe en el
mando, estrechaba uno de estos grupos que hizo pie firme detrás de una zanja y
íil borde de la barranca, cuando fué herido de bala de fusil en la rótula, falleciendo
el 14 del mismo mes, en una pieza inmediata al hospital de sangre instalada en el
refectorio del Convento, no obstante la oportuna amputación y cura de primera
Intención que se le hizo del miembro afectado, por los facultativos doctor don
Francisco Cosme Argerich y el padre presidente de los Betlemitas de la Rcsi-
dcncia, despachados ambos por la posta con un botiquín tan luego como el gobierno
tuvo conocimiento del suceso. Se afirma que desesperado Bermúdez por no haber
podido impedir la total evasión del enemigo, se arrancó el torniquete y rehusó
sobrevivir.
(3) Estos fueron internados a Córdoba, habiendo conseguido San Martín se
suspendiese la ejecución de la orden expresa del gobierno, que equiparándolos a
los piratas, los condenaba a sufrir el último suplicio, según el autor ya citado
4G
50 fusiles, 4 bayonetas y una hermosa bandera de división ( i)^
fueron los trofeos de tan brillante jornada que costó a los pa-
triotas un prisionero (2), quince muertos (3) y veintisiete heri-
( Reforma Pacífica N.° 1720) sin que lo hayamos podido comprobar en nuestras
investigaciones. Era de este número el atlético sargento Almada, herido por Bai-
gorria, hecho que pone en duda el Dr. Vélez Sarsfield en una carta al autor.
(i) Las pérdidas que confiesan los españoles en su parte son once muertos y
treinta y nueve heridos, veintiocho de éstos levemente, incluso once que cayeron
prisioneros y 3 sanos. Mientras que a los patriotas les asignan 55 a 60 muertos y
de 83 a 90 heridos gravemente, entre los que se contaban media docena de oficiales,
habiendo dcsamfarado el campo San Martin, con 150 hombres y una pieza de cam-
paña. Termina tan curioso documento atribuyendo a los vencidos los honores del
triunfo, después de asegurar que los que saltaron en tierra fueron 120 hombres or-
inados de fusil y ló artilleros; número exactamente igual al de los granaderos según
nuestros cálculos. (V. parte de Ruiz al gobernador Vigodet, fechado en el río Pa-
raná, a 10 de febrero de 1813.)
(2) El teniente don Manuel Díaz Vélez, que mandaba un pelotón, y el que
atolondrado por un balazo que le rozó el cráneo, y al que debía sucumbir seis
meses después, se precipitó en el calor de la persecución. Pero al otro día fué
canjeado, junto con tres paraguayos, tomados violentam.ente por los Marinos de
una chalana del tráfico en el arroyo de las Vacas, por otros tantos heridos del
enemigo. Dos de aquéllos (Bogado y Acosta) sentaron plaza de voluntarios en
el acto, y fueron vestidos con el unifornie de los que habían quedado tendidos en
el campo. Nadie se imaginó entonces, que ese mismo Bogado (don José Félix)
regresaría a Buenos Aires, trece años más tarde, cubierto de veneras y con las
presillas de coronel del mismo Regimiento, haciendo su entrada triunfal en abril
de 1825 a la cabeza de 120 hombre (y sólo 7 de los que salieron del Retiro en
1813), últimos restos que volvían después de ruda campaña en diversos climas, a
deponer sus armas en el Parque do las tomaron (a). Bogado murió de comandante
m.ilitar de San Nicolás de los Arroyos.
(3) Hé aquí sus nombres : Capitán Justo Germán Bermúdez.
I." Compañía del i."" escuadrón: Januario Luna, hijo de Crespín y de Mónica
]\Iayo, natural de Renca, en la Punta de San Luis, de estado soltero. Juan Bautista
Cabral, hijo de Francisco y de Carmen Robledo, natural de Saladas en Corrientes,,
de estado soltero. Basilio Bustos, hijo del granadero de este regimiento Lorenzo
y de Luisa Rodríguez, estado soltero, natural de San Luis, partido de Renca.
Feliciano Silvas, hijo de Francisco Antonio y de Florencia Navarro, natural de
Corrientes, de estado soltero.
I." Compañía del 2° escuadrón: Ramón Saavedra, hijo de José Lorenzo y de
María Juana Díaz, natural de Santiago del Estero, de estado casado. Blas Bai-gas,
hijo de Martín y de María de los Santos Bargas, natural de la Rioja, de estado
soltero. Ramón Anador, hijo de Ramón y de Francisca Sosa y Cabral, natural de
Montevideo, de estado soltero. José Márquez, hijo de Agustín y de Juana }^Iéndez,
natural de Tulumba en Córdoba, de estado soltero.
2." Compañía del 2° escuadrón : Domingo Porteau, hijo de Bernardo y de Ca-
ía) Kllas fueron depositadas por orden superior, en una hermosa caja (|ue tenía esta inscrip-
ción cincelada sobre una plancha de bronce: Armas de los Vencedores de Chile, Peni y Colombia,
(Conversación con el mayor don José Orbegoso (mcndocino), que sirvió y regresó con el regi=
miento y es el único que queda además del coronel don Eustoquio Frías, (*) (salteño) de esa
columna de gigantes que logró presenciar tan solemne recepción.
(*) El ilustre teniente general don Eustoquio Frías, el último de los granaderos de San Mar-
tín en la muerte, falleció el 16 de marzo de 1891 enlutando al pueblo argentino. En cuanto al
señor coronel Orbegoso, muerto el 25 de octubre de 1877, séanos admitido no compartir la opi-
nión del ilustrado maestro, por tener la convicción personal, bien acreditada por cierto, que mu-
chos de sus méritos y servicios en la guerra de la Independencia y en especial en el "Regimiento-
de Granaderos" eran una solemne mistificación, com.o los 9 escudos, 10 medallas y 2 cordones de
honor con que adornaba su pecho en los días de celebración patria. — /. /. B.
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Carta autógrafa de San Martín a los frailes del convento di
San Carlos.
47 —
dos, incluso el mismo San Alartín que, según hemos apuntado
ya, debió la vida al heroico denuedo del granadero Baigorria y
a la abnegación de Juan Bautista Cabral y Robledo, soldado
obscuro pero de .corazón magnánimo que en aquel día de eterno
recuerdo se abrió las puertas de la inmortalidad y enlutó los lau-
reles de la victoria ( i ).
Todos habían cumplido con su deber; oficiales y tropa res-
pondieron a las fundadas esperanzas de su jefe, y la patria pudo
ufanarse en adelante con su poderoso apoyo (2).
talina Geseau, natural de Saint Gaudens, departamento del Alto Garona, de estado
soltero. José Manuel Díaz, hijo de Juan Antonio y Maria Barroso, natural de
Córdoba, de estado soltero. Julián Alzogaray, hijo de Vicente y de Josefa Coria,
natural de Quillota en Chile, de estado soltero. Domingo Soriano Gurel, hijo de
Juan Gil y de Justa Herrera, natural de la ciudad de la Rioja, de estado soltero.
Juan Mateo Geldes, hijo de Luis y de Francisca Vieznia, natural de la Cañada de
Escobar en Buenos Aires, de estado soltero.
2." Compañía del 3.^' escuadrón : José Gregorio Fredes, hijo de Eduardo y de
María Liberata Fredes, natural de San Luis, partido de Renca, de estado soltero.
(Gaceta ^linisterial, 4 de marzo de 1813).
(i) Véase Apéndice, nota X." 12. El Director del Museo Histórico Nacional
colocó el 22 de marzo de 1894 en el campo santo del convento una placa de mármol
con la inscripción: "A Juan Bautista Cabral, muerto en la acción de San Lorenco.
el 3 de febrero de 1813. — Su abnegación salvó la vida del libertador San Martin."
Posteriormente ha sido fijada en el frontis de la iglesia.
(2) Oficiales que tomaron parte en este hecho de armas, además de los nombra-
dos en el texto: teniente D. Mariano Xecochea, alférez D. José Fernandez de
Castro, portaestandarte y ayudante en comisión D. Manuel Escalada, cadete don
Pedro Castelli, soldado distinguido D. Juan Esteban Rodríguez. — Oficiales volun-
tarios, D. Vicente Mármol y D. Julián Corvera. Párroco de la Capilla del Rosario,
Dr. D. Julián Navarro. Todos tuvieron un ascenso a su regreso a Buenos Aires.
.\1 siguiente día de la acción fué desprendido del convoy el propio Zavala, en
calidad de parlamentario, solicitando a nombre del comandante de éste, se le pro-
veyese de alguna carne fresca para los heridos, y en el suyo, como verdadero apre-
ciador del mérito de sus adversarios, la deferencia especial, de permitírsele bajar
a tierra, para conocer personalmente a los bravos granaderos, y estrechar la mano
a su jefe. Este, no trepida en acceder a tan singular como honrosa demanda — y —
acto continuo, desembarca el bizarro español, con un pantalón de líen/ o blanco,
manchado aún con la sangre de su herida ; casaca azul rabona, collarín, solapa,
bocamanga, cabos y vueltas lacre, v un chacó de pelo en el que se distinguía la
efigie de Fernando VH, con el mote ¡viva el rey! — Después de los cumplimientos
de estilo, se improvisó un suculento desayuno en el que reinó la mejor animación
y jovialidad, merced a los excelentes vinos de los P. P. — reembarcándose pasada
la siesta, surtido de provisiones y fascinado del franco y cordial agasajo con que
fuera acogido.
En la efusión de su carácter naturalmente expansivo, reveló Zavala, que el ver-
dadero plan de los cruceros, fué aprovechar una noche sombría, y con viento
fresco del 2.° cuadrante, burlar la vigilancia de las baterías de Punta Gorda, e in-
terceptar el comercio entre el Paraguay y San Fe, sobre la que dirigían sus miras,
habiendo desembarcado por incidente en San Lorenzo y en el solo interés de
hacer víveres.
Desde entonces, parece que juró servir a las órdenes de aquel militar, cuya
feliz estrella preveía, como lo efectuó presentándosele en Mendoza el año 15.
— 4S —
Despachado el chasque con la nueva del triunfo, el jefe pa-
triota se preparó a rendir los últimos honores a sus valientes
compañeros de gloria, caídos en la lucha. Así se hizo con arreglo
a ordenanza; y dejando algunos heridos en el convento a cargo
del i^orta Pacheco, se puso en camino para Buenos Aires sin em-
bargo de que sus dolencias apenas le permitían el traqueo de un
vehículo.
Tal fué el glorioso suceso que inmortaliza una estrofa del ce-
lebrado Himno Nacional argentino, y el nombre de una de las
calles de la capital federal, y cuya importancia moral en aquellas
críticas circunstancias no hay necesidad de encarecer.
El 5 de febrero, al tiempo que los enemigos abandonaban con
proa al sud el lugar del combate, tronaba el cañón de la forta-
leza de Buenos Aires anunciando al pueblo este magnífico en-
sayo de la caballería disciplinada y maniobrera que más tarde,
fatigando a la fama con sus proezas, debía llevar el pabellón
que tiene por divisas el blanco de las crestas de los Andes y el
horizonte azul de los grandes ríos, a mayor altura que la que al-
canzaron las águilas romanas perseguidas por el arrojo de Aní-
bal, para se^ruir victorioso hasta los remotos fuegos del Ecua-
dor! (i)
Pero San Martín, por pundonor, se resistió a ocuparlo, sin embargo del alto apre-
cio que hacía de él, asignándole en prueba de ello una modesta pensión. — (Conver-
sación con los generales Pacheco y Escalada, quien lo recomendó, estando en Mon-
tevideo, a su hermano político, testigos presenciales de todo esto, y nota citada
(febrero ir) a la Junta del Paraguay.) Docs. del Archivo General de la Nación.
(i) Véase apéndice, nota X." ] t,.
CAPITULO IV
1813
Sumario: Artigas y el ejército sitiador de Montevideo. — Motin militar
contra Sarratea. — Hazañas de Samaniego, Escobar y Jordán
en el litoral. — Situación de los sitiados en Montevideo. —
Auxilios de tropas de la Península. — La Asamblea General
Constituyente de 1813 y Artigas. — Ensoberbecimiento de este
caudillo. — Patriótica actitud de la Asamblea de electores de
la Provincia Oriental. — Traición de Artigas. — Desfalleci-
miento pasajero de los patriotas.
Sin embargo de la mala impresión que produjo en Montevi-
deo la noticia del contraste de San Lorenzo, el general Vigodet
trabajó de manera que no se le diera mayor importancia y se
calmasen los ánimos ante la perspectiva de un pronto socorro
de tropas europeas y la consiguiente disolución del ejército si-
tiador hostilizado a la vez por las hordas de Artigas, que situado
en el paso de la Arena, en Santa Lucía, promovía y amparaba
la deserción de los cuerpos de línea y milicias, arrebatándole las
caballadas que estaban a su alcance, e interceptando los víveres
y las comunicaciones con la campaña.
Pero como el motivo en que se apoyaba éste para proceder
así era su antipatía por don Manuel de Sarratea, que como re-
presentante del gobierno general era jefe del ejército, no tardó
en estallar el vergonzoso movimiento de 10 de enero (1813),
hecho por Rondeau, bajo sus inspiraciones, con el regimiento de
"Dragones" y parte del escuadrón de artillería ligera, que dio
por resultado la separación de aquél y su retirada a Buenos Ai-
res en compañía del brigadier V^iana, coronel Ensebio Baldene-
gro y Leal (i), comandante Ventura Vázquez Feijoo, mayor
(i) Este fogoso soldado y versificador, oriundo de la Banda Oriental, fué muer-
to en Baltimore (E. U.) en un desafío durante su proscripción en 1817. Era un
oficial de grandes esperanzas, llamado a brillante destino, que prestó servicios mi-
litares muy distinguidos combatiendo a los españoles y a los anarquistas de la
escuela artiguista.
Tomo II . 4
— 50 —
Pedro José Viera (brasileño), vicario del ejército don Santiago
Figueredo (antiguo cura del Pintado), cirujano mayor del mis-
mo don Francisco de Paula Rivero y otros distinguidos servi-
dores del pais con quienes no podia avenirse el cerril "protector
de los pueblos libres " ( i).
En adelante, como lo veremos, no fué más afortunado Ron-
deati que su predecesor lo había sido con respecto a Artigas : y
sin embargo de que la separación del representante Sarratea y
demás personas de su séquito produjo su momentánea incorpo-
ración al ejército, éste fué profundamente conmovido en su mo-
ral y disciplina por ese motin militar que, no obstante lo que se
hizo por justificarlo, ha caído sobre sus autores como una res-
ponsabilidad histórica ilevantable.
De allí nació el desabrimiento de varios oficiales contra Ron-
(i) "Luego que se impuso S. E. (Sarratea), dice Rondeau en sus Mcuioruis,
(ie la victoria alcanzada sobre el enemigo, trató de ponerse en marcha con el resto
(le la fuerza del ejército, á unirse á la vanguardia, bien fuese á consecuencia de
aquella ó porque ya estaba asi dispuesto; en este concepto los cuerpos que la com-
ponian fueron aproximándose al sitio sucesivamente, habiéndose adelantado á ellos
el Cuartel General, que se situó en el Miguelete. No aconteció lo mismo con las
fuerzas que mandaba D. José Artigas porque poco conforme con servir á las
órdenes del señor Sarratea, y con prestarle obedecimiento, marchaba con lentitud
"Desde el paso de la Arena en Santa Lucia, distante doce leguas de Montevideo,,
donde se estacionó el citado jefe con las fuerzas orientales, me hizo un expresa
haciéndome saber francamente que no concurriría á las operaciones del sitio, antes
bien que hostilizaría á las tropas argentinas si D. ^lanuel de Sarratea no dejaba
el mando y se retiraba á Buenos Aires con algunos jefes más que designaba. Seria
largo hacer una referencia de todos los pasos relativos á este inesperado incidente :
y asi me contraeré solo á manifestar -que tendiendo la vista por todos los males
que iba a ocasionar al pais su disidencia: i." la guerra civil, en la que a más de los
desastres que ocasionarla se habian de disolver la mayor parte de las fuerzas de
Buenos Aires, uniéndose á aquel caudillo ; 2° los inconvenientes que por ello se
presentarían para la empresa de rendir la plaza de ^Montevideo, hasta el caso de
hacerse imposible, apoyé las pretensiones del general Artigas ; la misma conducta
observó también vigorosamente mi teniente coronel D. Nicolás de Vedia ya en
conferencia con Sarratea y ya segundando el plan que nos habiam.os propuestos-
caso que el general en jefe hiciese oposición a dejar el mando y retirarse.
"Considerado por este señor con el tino y madurez que le son característicos, lo
grave del asunto por las consecuencias á la vez funestas ó ventajosas á la causa
general que según la decisión podían ocasionarse, no trepidó en dejar el mando del
ejército, que sin duda era lo más conforme a las circunstancias, nombrándome para
que le substituyese en él hasta la resolución del Gobierno á quien se proponía dar
cuenta ; y yó enseguida di el cargo de mi ]\Iayor General al teniente coronel Don
Nicolás de Vedia. El Sr. Sarratea inmediatamente después de lo ocurrido empren-
dió también retirada para Buenos Aires con los jefes á que me he referido antes :
sinembargo D. José Artigas no se incorporó al ejército con las fuerzas de su mando
hasta que vio aprobado por el gobierno mi nombramiento de general en jefe...
{Rondeau, Memorias citadas). — Véase, además, en Apéndice, nota 14, algunos do-
cumentos que ponen de manifiesto la verdad aue disimula el general Rondeau.
51
deau, cuya nulidad para el mando en jefe proclamaban en alto,
llegando en sus excesos hasta despreciar su autoridad ( i ) .
Esta conducta se hacía trascendental aun a las últimas clases
del ejército, y sólo el patriotismo y entusiasmo de aquella gran-
de época, por la guerra contra los españoles, evitó su completa
disolución.
Entre tanto, las márgenes del Uruguay presenciaban hechos
heroicos, en que los hijos de la tierra seguían disputando su
presa a los Marinos y capturaban no pocos de sus bajeles.
Así fué que en la madrugada del 8 de febrero (1813) el bra-
vo capitán Samaniego volvió a distinguirse, apresando en el
arrovo Parauacito (30 leguas de OualeguaychiO, la balandra
(i) En comprobación de ello, copiemos a un testigo ocular que refiere el si-
guiente episodio, dándole el colorido del que narra un suceso de su tiempo :
"En una orden general del ejército, se mandó (siendo verano), que durante las
horas de la siesta, no se permitiese salir de sus campos la tropa que estaba franca,
como era de costumbre, pues, á mas que el enemigo habia intentado algunas sor-
presas á dichas horas, creyendo por varios motivos obtener ventajas, debía tam-
bién evitarse que los soldados fuesen á hacer daño á las quintas, como solían veri-
ficarlo, no obstante que sus propietarios daban dos veces a la semana la verdura
y fruta necesaria para el ejército, etc.
El ayudante maj^or del regimiento n." 6, don Anacleto Martinez, copió como
todos, la precitada orden, y la llevó á su sarjento mayor don Hilarión de la Quin-
tana, quien mandó se comunicase al cuerpo en el acto, siendo como las once de
la mañana.
Serian las tres de la tarde, cuando Soler llegó á su campo, de donde faltaba
desde la noche anterior é impuesto que fué de haberse comunicado al cuerpo de
su mando, la orden que nos ocupa, increpó agriamente al mayor Quintana por ha-
berlo verificado sin su previa aquiescencia.
El mayor le contestó en iguales términos, agregando, que como Soler tenia de
costumbre ausentarse á veces de su campo por veinticuatro horas, creyó contrario
al buen servicio el esperar á que él viniese para comunicar á la tropa una orden
tan importante — y por último, "que los ayudantes del cuerpo, no debian prostituirse
llevándole aquella, á casa de su concubina donde estaba á todas horas."
Soler se enfureció con esta respuesta y en vez de estrellarse' con Quintana,
mandó tocar á la orden, y metiéndose personalmente en la rueda de sargentos, dijo
en alta voz : "La orden que se ha dado hoy á las once queda sin efecto, y yo mando
ahora, que toda la tropa vaya armada de bayoneta á las quintas y vengan carga-
dos de peras (era tiempo de ellas) y en donde no las hubiese, traigan gajos de los
perales."
Incontinenti de haberse trasmitido esta orden, toda la tropa del n.° 6 se desbandó
por las quintas á ejecutar lo dispuesto por su comandante.
Entre tanto, sabedor el general Rondeau de este acontecimiento, se dirijió al alo-
jamiento del coronel don Domingo French, jefe del rejimiento n.° 3 de infantería,
á pedirle consejo, por ser uno de sus mejores amigos, y aquel' le contestó : "Señor
general — aquí tiene usted papel y tintero ; déme usted orden por escrito para fu-
silar al comandante Soler, por el crimen notorio que ha cometido, y antes de diez
minutos será cumplida, pues en este instante, él se halla solo en su campo y cuando
regresen sus soldados con las peras, ya estará en la eternidad."
Sin embargo, el general Rondeau, desechó este consejo por razones que es escu-
sado indicar." { Memoria de Iteheandia) .
— 52 —
enemií^a Xucstra Señora del Canneu, 2 cañones, comandante
don Manuel Moreno (i), mientras que el 24 (del mismo) el te-
niente don Miguel Escobar y el capitán de milicias don Ricardo
López Jordán, ejecutaban idéntica hazaña en las inmediaciones
de la villa de la Concepción, sobre los cruceros españoles Vic-
toria constante y Caramba, tomando con ellos, 3 cañones, 25
prisioneros y todo el armamento (2). A todo esto, los refuerzos
tan larga y ansiosamente esperados por el enemigo no tardaron
en presentarse merced a la diligencia de los dos comisionados
ad Iioc enviados por A^igodet a España con el objeto de que in-
formaran a las Cortes de los singulares apuros de la plaza si-
tiada.
En efecto, el 12 de agosto (181 3) fondeaba en el surgidero
de Montevideo el transporte español Topacio con 230 hombres
de desembarco, en su mayor parte artilleros y el resto de Volun-
tarios de Sevilla. Se supo por este buque, que formaba parte de
la expedición, habían salido de Cádiz el 5 de mayo anterior, de
2,200 a 2.400 soldados de línea con destino al Río de la Plata,
en los trasportes Regencia, Francisca (a) Socorro, J^oladora,
Carlota y Príncipe Real, escoltados por el navio San Pablo de
74, con la insignia del brigadier don Joaquín Somoza de ]\íon-
(i) Sabiendo D. José Gutiérrez, comandante militar de Gualeguaychú, que en el
arroyo nombrado, distante treinta leguas de esa villa, estaba la balandra iV." .S"." del
Carmen, destacó al capitán Samaniego con 20 hombres para apoderarse de ella.
Superando todas las dificultades del camino, y habiendo tenido que marchar más
de dos leguas a pie por lo escabroso del pasaje, consiguió sorprender y asaltar el
buque de que se apoderó en un cuarto de hora de combate. Se distinguieron en la
pelea el sargento Tomás Tapia y Joaquín González, siendo muy recomendable la
conducta de los ciudadanos José Barreiro (catalán) y Eugenio Melgarejo que
cooperaron al éxito voluntariamente y con sus propias armas.
El comandante D. Manuel ^loreno, natural del Ferrol, servía como meritorio en
el cuerpo de pilotos de la Armada desde 1792 y después de muy distinguidos ser-
vicios en diversas campañas y hechos de armas en Europa y América, ingresó al
cuerpo general como alférez de fragata en abril de 1812 habiendo sido trasladado
de la isla de Cuba al apostadero de Montevideo. Ascendió a teniente de navio
en 1827 y verificó con su colega D. Victoriano Díaz de Herrera trabajos hidrográ-
ficos muy interesantes en el mar de las Antillas que les granjeó muy buena reputa-
ción. Se suicidó a bordo de la goleta de su mando Ritilla, el 16 de mayo de 1836.
El mismo fin tuvo en Madrid, por rara coincidencia, su compañero de trabajos,
teniente Díaz de Herrera.
(2) Recordaremos por último, que el 23 de agosto siguiente, el alférez don
Ángel Pacheco á la cabeza de una corta fuerza de granaderos á caballo, chocó y
rechazó en una carga franca y limpia, á los marinos que desembarcaron a la altura
de Zarate, y bajo las órdenes del capitán Zavala arreaban hacia la costa un con-
siderable número de ganado. {Nota del capitán don Francisco de Luciiriaga a
San Martín, fechada en el Baradero a 31 de agosto de 1813. — Arch. General de la
Nación).
— 53 —
sorin, la fragata Prueba de 50 y el bergantín San José de 16 ca-
ñones.
Bien pronto se confirmó esta noticia con la entrada a Mon-
tevideo de la Prueba (i), el 23 del citado agosto, con la i.'' di-
visión del convoy, arribando el resto, salido en 2 de junio, con
el S. Pablo, San José, el 2 de septiembre siguiente, menos la fra-
gata Socorro, que aportó recién el 15 de octubre por haber re-
calado en la bahía del Janeiro para recorrer averías y des-
perfectos ocasionados por un temporal sufrido el 2"/ de junio
a la altura de Santa Catalina. Esta embarcación conducía
cuatrocientos hombres, perteneciendo la mitad al regimiento de
J^orca (2).
Como es de suponer, la llegada de tan importante repuesto,
con la nueva de que se aprontaban más tropas en el puerto de
Vigo (Galicia) con el mismo destino, colmó de alegría a los si-
tiados, reanimando sus moribimdas esperanzas ; y el desembarco
de los vencedores en Chiclana fué notificado a los asediadores
por las salvas del puerto, cindadela y recinto, lo que hizo que
éstos contestaran a su vez, como a las diez de esa misma noche,
con 18 granadas de a seis pulgadas, que quizá contribuyeron a
hacerles variar la triste idea que se formaran de los enemigos
que venían a combatir.
No obstante, el ánimo de los patriotas, lejos de decaer, adqui-
ría nuevos bríos, y a pesar del dominio absoluto del enemigo en
las aguas y de la superioridad numérica de sus bayonetas en
tierra, deseaban vivamente se tentase por el general español
otra salida, semejante a la del 31 de diciembre, de inmortal me-
moria, para mostrarle el temple de su moral y disciplina.
Empero, tan luego como se tuvo conocimiento en Buenos Ai-
res del desembarco de las tropas auxiliares, temiéndose una sa-
lida general, se libraron las órdenes necesarias a efecto de que
el general Rondeau levantase el sitio y se corriera sobre la Co-
lonia, donde debía embarcarse.
(i) Esta fragata dejó el citado puerto en 20 de noviembre (1813) con rumbo-
ai E., habiéndolo hecho el San Pablo en la propia dirección dos días antes, después
(le sufrir ambos buques una gran deserción. La Prueba fué la misma que capituló
en las aguas de Guayaquil, en compañía de la de igual clase Venganza y corbeta
Alejandra, a mediados de febrero de 1822.
(2) Los jefes y principales oficiales de este cuerpo eran: coronel José Villace-
vallos ; teniente coronel Diego Becerra : sargento mayor Cristóbal Ruiz ; ayudantes
Patricio ^lenduiña y José Bejar; capitanes José ]\Iorales, Fulgencio Salas, Ángel
Mouli, Tomás García, Cristóbal Paredes y Manuel Cosió : teniente Alariano Sánchez.
— 54 —
Mas éste, que había hecho grandes trabajos a prevención,
optiso sus causales, en virtud de las que creía imposible ser ba-
tido por el enemigo, que no obstante el refresco recibido, era
víctima de la epidemia y de la muerte que establecieron su te-
rrible campo en la plaza sitiada, a punto de verse los hospitales
y casas de caridad atestadas de enfermos y moribundos ; razón
por la cual, inspeccionados que fueron esos trabajos de aproche,
como las posiciones que cubría el ejército, por una comisión
científica encabezada por el barón de Holmberg, de acuerdo
con su dictamen el gobierno revolucionario accedió a la prose-
cución del sitio a pesar de no prestar mucha fe al éxito favora-
ble cjue preconizaba el general bloqueador, porque si dos mil
quinientos hombres pudieron resistir un asedio prolongado, el
refuerzo de casi el doble que acababa de llegarle de tropas re-
gladas que habían hecho las campañas contra Napoleón, dejaba
muy pocas esperanzas aun a los espíritus menos pesimistas.
A esto se agregaba la desinteligencia que principiaba a reinar
en los campamentos de Rondeau y Artigas.
Ambos jefes, hasta entonces, marcharon al parecer en per-
fecto acuerdo, pero no tardó en nacer la escisión, que unida a
los desastres de Vilcapugio y Ayohuma, y la subsiguiente ocu-
pación del Alto Perú y Chile por los realistas, puso la idea repu-
blicana al borde del abismo.
Ocupada la Banda Oriental por el poder español en tanto se
ejecutaron en las Provincias Unidas los trabajos preliminares
a la instalación de la Soberana Asamblea Nacional instituida
en 31 de enero de 181 3, no tuvieron acjuellos habitantes repre-
sentación en su seno; pero restablecido el sitio de la cittdad de
Montevideo y dominado el territorio por nuestras armas, llegó
el caso de dársela en debida forma. Pero desgraciadamente,
arrogándose el coronel Artigas facultades y prerrogativas que
no tenía ni nadie le reconociera, decidió proceder autoritativa-
mente por sí y ante sí y convocó a su campo militar una junta
de ciudadanos, cuya presidencia asumió el 5 de abril de 1813,
disponiendo c|ue resolvieran sobre si se reconocería la autoridad
de aquel Congreso, y en ese caso fijaran el número de diputados
a elegir, así como la constitución de un gobierno provincial que
rigiera los destinos del pueblo de que él se titulaba "Jefe". Pa-
rece de más decir que aquella congregación de "representantes"
populares tenía más cariz de tropa veterana sometida al yugo
de su autoridad f|uc del pai)el que pretendía el caudillo hacerla
representar, y en consecuencia resolvió la erección de un "go-
bierno militar" de cuyo ejercicio encargó a Artigas y de una
junta municipal compuesta de tres personas y cuya presidencia
discernió al ciudadano don Juan José Duran, con más el reco-
nocimiento de la Asamblea Nacional reunida en Buenos Aires
y la elección de los diputados que debían incorporarse a ella en
representación de la Provincia, y a los cuales el gobernador dio
instrucciones a que debían sujetar estrictamente su conducta
política. Discutidos sus poderes en el seno de la Asamblea, los
diputados Aballe. Monteagudo, Vidal, Gómez y otros demostra-
ron que los tales eran ''absolutamente nulos por incontestables
principios" ; que resultaba su elección hecha por compromiso
de los pueblos en una sola persona, habiéndose nombrado cinco
compromisarios para elegir los cinco diputados ocurrentes, sin
que haya constancia de las actas en que se sancionó el compro-
miso, prescindiendo si esta clase de elección es legítima y de
acuerdo con la ley de 24 de octubre, por todo lo cual se decidió
no hacer lugar a su incorporación hasta que legalizasen su si-
tuación (i).
Artigas, dispuesto a hacer imperar su voluntad, cuya omni-
potencia creía tan hacedera en Buenos Aires como en su aduar,
procedió, en 15 de julio, a otra reunión en que se ratificó la de-
cisión de la ya citada de abril, y dirigió al gobierno nacional,
con fecha 19, una nota recordando los hechos como convenía
a sus pretensiones y con recriminaciones tan injuriosas como
faltas de razón y de justicia; solicitando poco después autori-
zación para proceder a un nuevo nombramiento de diputados,
a que el gobierno accedió, pero disponiendo que fuera el ge-
neral en jefe del ejército sitiador quien hiciera la convocación
de electores y presidiera los trabajos.
Rondeau se dirigió a los cabildos invitándoles a que sus res-
pectivos pueblos nombraran electores con arreglo a la recor-
dada ley y que éstos concurrieran a su cuartel general el 8 de
diciembre, pero Artigas, cuyo gobierno militar emanado de la
reunión de abril no había sido reconocido por el nacional, or-
denó a los electores, el 15 de noviembre, c^ue antes de concurrir
a aquél, se presentaran a su alojamiento a fin de instalar allí
el Colegio Electoral.
(I) Acta del ii de junio de 1813, de la Asamblea Xacional Constituyente.
56
En noticias de esta disposición, el general Rondeau, siempre
incapaz de un acto de energía, tal cual lo imponía la situación
y el respeto de la alta autoridad que representaba, dispuso, bus-
cando medios conciliatorios C[ue evitaran un choque violento,
(jue los electores concurrieran a la Capilla de Maciel, y no a
ninguno de los sitios indicados, para alejar sus deliberaciones
hasta de la sospecha de una coacción o influencia ilegítima.
La junta electora se reunió, en efecto, el 8 de diciembre, en
número de veinticuatro ciudadanos, en la casa de ]\íaciel, a ori-
llas del Migiiclete, bajo la presidencia del general Rondeau,
eligió tres diputados a la Asambea Nacional Constituyente y
nombró una Junta Municipal Gubernativa para la dirección de
la Provincia, haciendo caso omiso del gobierno militar creado
anteriormente. Artigas ordenó a la Junta que anulara y diera
por no existente todo lo decretado, y ella contestó declarando
en nombre de la soberanía con que estaba revestida, que desde
ese día (lo de diciembre) la Provincia Oriental era reconocida,
con toda la plenitud de sus derechos, como una de las del Río
de la Plata, y que su gobierno lo compondría una junta guber-
nativa formada por los ciudadanos elegidos por la representa-
ción provincial.
''No era posible hacer más visible la oposición cjue existía
entre Artigas y los representantes del pueblo uruguayo", dice
el historiador Berra, "y no es de notarse menos el valor cívico
de que dio pruebas el Congreso en esos días memorables. Pero
no podía parecer esa conducta a un hombre como Artigas sino
un acto de rebelión a la autoridad que se había arrogado por sí
mismo. Si hubiese estado dotado — agrega — de inclinaciones
democráticas, que no más podía esperarse de él, habría recono-
cido lo razonable del proceder de los electores y, sobre todo, el
derecho con que procedían, y se habría sometido a la voluntad
del legítimo soberano, dominando su despecho, nacido del amor
propio lastimado. Las circunstancias exigían, por otra parte,
el sacrificio de las ambiciones personales en obsequio de los
intereses comprometidos en la lucha contra el poder de los es-
pañoles ; pero Artigas, que anteponía a todo su despótica volun-
tad, c^ue no sabía moderar los ímpetus violentos de su carácter,
y que carecía de criterio moral para juzgar con elevación los
hechos que se producían, no pensó desde aquellos días de di-
ciembre sino en desahogar sus pasiones del modo que más lo
sintieran los que reputaba sus enemigos, y resolvió abandonar
X^ o^^^^
el sitio con sus caballerias dejando descubierta el ala izquierda
de la linea, que éstas ocupaban." (i)
Por otra parte, nada indicaba que la plaza bloqueada pudiera
ser rendida a fuerza de armas — puesto que amén de la supe-
(i) Véase apéndice, nota X." 15. — "Rondeau", dice Echeandia en su ya citada
Memoria, "no omitia sacrificio en conservar la armonía con Artigas, aun con me-
noscabo de su dignidad.
"Las causas que contribuyeron al desacuerdo, fueron: 1° Las faltas graves que
«le continuo cometían los milicianos de Artigas en el servicio de vanguardia. 2." Que
á pesar que por órdenes terminantes del gobierno de Buenos Aires, que se leian
á la tropa, estaba prohibido bajo severas penas maltratar á los prisioneros de
guerra, siempre que estos eran tomados por los soldados de Artigas, cuando no
los degollaban, eran desnudados y tratados con crueldad. 3.° Porque casi todas las
casas abandonadas por sus dueños situadas á inmediaciones del campamento de
Artigas fueron derribadas, robados sus tirantes, marcos, puertas, etc., destrozo
que causó en el vecindario un disgusto general contra ese caudillo, pero más aún
contra Rondeau porque decian, con aparente razón, que él era el responsable como
general en jefe en no impedirlo. Sin embargo esto era injusto porque Rondeau
había tenido por esto fuertes altercados con Artigas y éste se disculpaba diciendo
que aunque daba órdenes repetidas para aprender á los agresores no habían tenido
efecto porque aquellos cometían sus robos en las noches más obscuras y ponían
espías en todas direcciones para no ser sorprendidos. El general sabia que esta
disculpa era una patraña, pero como no le era dable mandar fuerza armada á
patrullar los campamentos de aquel, tenía que sufrir en silencio para evitar un
rompimiento. Pero quizá la más importante causa del rompimiento y la deserción
de Artigas del asedio, fué que éste recibió una noche en su alojamiento, sigilosa-
mente, a D. Benito Chain y Don Luis Larrobla, oficiales enemigos, que desde la
plaza mandó el general Vígodet, en el carácter de comisionados á tratar con
Artigas á quien, tiempo hacia, trataba de reconciliar con la causa del Reí, con
ofertas y garantías de toda especie. Estos oficiales desembarcaron por la costa
Sud, cuya vigilancia pertenecía á las fuerzas de Artigas ; y solamente después de
dos días que permanecieron ocultos llegó á noticia de Rondeau este aconteci-
miento y cuando yá se habían retirado aquellos. Artigas probablemente no tuvo
cómo levantar los gravísimos cargos que Rondeau le haría por su traición, y esta,
seguramente, fué la causa principal de su deserción. El general creyó prudente
no publicar este hecho en aquellos momentos, creyendo tal vez que se hubiese
acordado algo definitivamente entre Vígodet y Artigas para hostilizar al ejército
sitiador, en quien podía haber entrado el desaliento al saberlo de un modo positivo,
por el prestigio de aquel caudillo sobre los orientales. Pero yo me inclino á creer
que si estos se hubieran llegado á persuadir que Artigas estaba de acuerdo con
los españoles lo habrían abandonado, pues tal era en aquella época el odio que les
profesaban. Aunque Rondeau guardó silencio sobre el hecho que nos ocupa, siem-
pre se traslujo entre la multitud ; y el coronel French censuró severamente y sin
reservas la conducta criminal (como él decía) de D. José Artigas, no obstante
haber sido uno de sus más decididos amigos. Que Artigas estuvo en esta ocasión
en relación y de acuerdo con tropas del Reí no hay la menor duda, y esta verdad
fué justificada por hechos posteriores de aquel caudillo, que después de su deser-
ción, se situó en el paso de la Arena, reunió toda la gente que pudo, bajo severas
penas, avanzó sus partidas hacía el asedio y se contrajo a hostilizar cuanto le fué
posible á los sitiadores de Montevideo, cuya conducta alentó mucho a los sitiados
haciéndoles concebir las más lisongeras esperanzas." Memoria citada. — Su autor,
el coronel D. José María Gonzales Echeandia sirvió con honor en nuestros prime-
ros ejércitos de mar y tierra, llegando á distinguirse en el arma de artillería por
la que tenia suma predilección. Murió en Montevideo, ciudad de su nacimiento, en
la mayor pobreza, habiéndose ocupado en sus últimos tiempos de escribir la Me-
moria de que extractamos estas noticias.
58 —
rioridad numérica de su guarnición sobre el ejército de la
Patria, éste carecía de los elementos necesarios para batirla en
brecha, porque, además de no tener cañones apropiados — en
los almacenes de artillería de Buenos Aires, apenas habían 200
quintales de pólvora y 25 ó 30 malas piezas de todos calibres
V clases, sin cureñas y juegos de armas, con balas correspon-
dientes a pocas de elías (i) y sin los medios de procurarse lo
preciso, porque el Tesoro estaba agotado, su crédito entera-
mente decaído — y el patriotismo agonizaba.
Entre tanto, el enemigo común amenazaba descolgarse sobre
las Provincias de la llanura, las que habiendo perdido la con-
fianza necesaria para salir de los grandes peligros, se entrega-
ron a un desaliento general — que las críticas circunstancias
por que pasaba la capital, impedían disipar.
El aguerrido ejército del Este, distraído sobre Montevideo,
no sólo tenía que luchar con ese baluarte inexpugnable de la
opresión, sino muy principalmente con la influencia disolvente
de Artigas que, dominado de la sed de mando, había logrado
esterilizar para la buena causa, además de la provincia orien-
tal, las fracciones de Entre Ríos y Corrientes — sin contar el
Paraguay, que mantenía cerradas sus puertas a los esfuerzos
vivificadores de la Revolución.
Dominada la navegación del Río de la Plata y sus afluentes,
por las numerosas naves de guerra españolas que lo surcaban
en todo sentido con provisiones para la plaza sitiada — y a la que
no podían hacer competencia las de los patriotas, que consistían
a la sazón en una despreciable balandra y el lanchón del capitán
del puerto — manteniendo cortada la comunicación directa aún
para las aventuradas empresas del comercio, alejaban el tér-
mino de la lucha, augurando la disolución cuando no la pérdida
completa de aquel ejército que costaba tantos sacrificios, y a
cuyo socorro era imposible acudir.
Para colmo de desventura se recibieron noticias positivas que
la causa de Fernando florecía en Europa, lo que hacía presu-
mir que, caído el coloso francés, se volverían sobre estas regio-
nes todos los conatos del altivo león ibérico.
En este estado de cosas, ciertamente el más calamitoso a que
(i) Véase en el apéndice, nota X." i6. la "Relación histórica del armamento
naval del crño de 1814", escrita v dedicada al señor general Rondean por Guillermo
Pío Whife".
— 59 —
podía venir la revolución, resolvió el gobierno reconcentrar sus
elementos, abandonar momentáneamente las provincias a su
suerte, y no descansar hasta traer a su seno aquellos bravos
del Oriente, víctimas de toda clase de privaciones y penurias,
para hacer pie firme en Buenos Aires y esperar, presta la es-
pada en la recia mano, el momento de disputar a las puertas
de la ciudad heroica, nunca domada, la libertad tan ansiada y
triunfar o sucumbir con ella.
CAPITULO V
1814
Sumario : Sinopsi? de la situación política del país ai finalizar el año
de 1813. — El ministro Larrea: sus propósitos. — Guillermo
Pío \\'hite. — Su patriotismo y actividad. — El marino Gui-
llermo Brown. — Se le confiere el mando del armamento na-
val. — Alarma en Montevideo. — Expedición del coronel Loa-
ees. — \'ariación de planes de Vigodet. — Zarpa la fuerza
sutil de Romarate. — La estación británica en estas aguas. —
El jefe español solicita refuerzos. — Salida de la escuadra
patriota. — • Empeña combate delante de Martín García. —
Situación crítica. — Los ''Dragones de la Patria'" y "San Pa-
tricio". — Asalto de la isla. — Es evacuada por el enemigo.
— Regresa Brown a Buenos Aires.
ÑOKAICU PUMATA KATERAICU ( I ) • • .
En 5 de noviembre de 181 3, por dimisión del doctor José Ju-
lián Pérez, fué nombrado don Juan Larrea para integrar el
Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Rio de la Plata,
que ofrecían a la sazón un espectáculo realmente lamentable.
(i) Quichua: Nosotros corrimos al león. Con este lema fué presentado un ex-
tracto de este trabajo en 1884 al certamen organizado por el "Club Naval y Militar"
que debía celebrarse el 12 de febrero de ese año. El jurado que debería conocer y
fallar en los trabajos históricos y científicos que se presentaran, presidido por el
eminente ciudadano teniente general D. Bartolomé Mitre, dio su veredicto dese-
chando todos, pero refiriéndose a éste en los siguientes términos :
"...Hacemos una escepcion en favor del trabajo titulado: el laurel naval de
1814, siendo este el único que merece ser tomado en consideración, por estar den-
tro del programa ; es además, un estudio serio que adelanta la historia naval ar-
gentina, ilustrando los combates de Martin García y de Montevideo, con noticias
abundantes, correctas, y tomadas generalmente de documentos hasta ahora inédi-
tos. Tiene su valor bajo el punto de vista militar, y somos de opinión, que él debe
ser impreso por cuenta del Club, como un honor al trabajo y á la gloria militar que
ensalza : la primera campaña naval de la República Argentina.''
En consecuencia la "Comisión Directiva del Club Naval y Militar" resolvió en
sesión extraordinaria a 4 de abril de ese año lo siguiente :
"1° Pasar nota al Dr. Anjel Justiniano Carranza, que ha resultado ser el autor
del trabajo intitulado: El Laurel Naval de 1814, comunicándole el fallo del Jurado,
que expresa ser este el único estudio que puede ser tomado en consideración —
2." Disponer se imprima con esmero y á expensas del Club, en número de mil ejem-
pares para ser distribuidos en el ejército y armada — 3.° Dar las gracias al Sr. Dr. Ca-
rranza, por haber concurrido al Certamen con tan notable trabajo, que adelanta la
historia naval argentina."
— 62 —
El general Belgranu, con los restos de su fuerza, retrogra-
daba sobre la línea de la Quiaca, hostilizado vivamente por un
enemigo experto, que en las pampas de \^ilcapugio y Ayohuma.
creía haber vengado los desastres de Tucumán y Salta.
Chile, invadido por las huestes de Lima ; presa de la fermen-
tación y divisiones intestinas, incubaba los acontecimientos que
tuvieron funesto desenlace en Rancagua.
La plaza de Montevideo, temible baluarte en el Atlántico del
Sur, además de servir de apostadero a la armada española, en-
cerraba una guarnición doble en número al ejército que la ase-
diaba, ya sin esperanzas de rendirla, puesto que no se domina-
ban las aguas por donde se proveía de vitualla y de tropas.
Sublevado de hecho contra la capital, el prestigioso y turbu-
lento coronel Artigas, colocó a los habitantes de la provincia
Oriental, en hostilidad abierta con los sitiadores, promoviendo
la defección de Entre Ríos y Corrientes para unirlos a sus in-
tereses, que no eran seguramente los de la causa liberal.
El tesoro de Buenos Aires, con sólo luil pesos en arcas, y lo
que era todavía más desesperante, su crédito en decadencia, ha-
bía relajado hasta la conformidad necesaria para afrontar peli-
gros inminentes.
En tales circunstancias, y después de pesar con calma la si-
tuación, penetróse el estadista Larrea, cuan indispensable era
uniformar la opinión en el gabinete, a fin de concentrar y poner
en juego los recursos que se arbitrasen, para dar un golpe deci-
sivo al enemigo, que conspirase a ahuyentar el desaliento, de-
jando al gobierno en condiciones de imprimir nuevo vigor a la
guerra, hasta encaminarla a término feliz.
A la sazón, existía en esta ciudad un distinguido hijo de
Boston, a quien su patriotismo exaltado acarreóle muchos sin-
sabores desde la primera invasión inglesa, con motivo de haber
servido de intérprete al general Beresford.
La sólida fortuna de que era dueño, unida a los mejores ante-
cedentes en el comercio, inclinaron al diligente Secretario de
Estado a darle participación directa en sus planes, y el 28 de
diciembre de dicho año 13, ajustaba un convenio con el Direc-
torio, mediante el cual, Guillermo Pío White, que así se llamaba
este generoso americano, acudiría con dinero y crédito (i), en
(i) Véase apéndice, nota N." 17.
63
auxilio de la independencia agonizante — ¡ ah ! para recoger,
en compensación, el odio de los anarquistas y la inopia que ro-
deó los últimos días de aquel patriota !
Era indisputable, que el punto a vulnerar con más apremio,
no podia ser otro que Montevideo, si se lograban vencer los se-
rios inconvenientes que dificultaban la creación de una fuerza
naval, que haciendo frente a la que los españoles mantenían en
campaña, la batiese o bloqueara en el expresado puerto; única
centinela avanzada para vigilar las costas apenas mensurables,
entre la línea equinoccial y el tenebroso cabo de Hornos.
Aquel vasto ])royecto fué declarado inmejorable, mas, ; có-
mo realizarlo cuando se carecía de todo?
La escuadra apostada en Montevideo y adyacencias, era nu-
merosa y debía suponerse aguerrida, mientras que Buenos Ai-
res apenas disponía de una balandra y del lanchón de la capita-
nía del puerto ( i ). En su titulado arsenal o depósito de armas
sólo existían unos 30 cañones y carroñadas de diverso calibre
y casi inútiles por el uso. No había jarcia, maderas, betún, lona
ni cables; escaseaban los fusiles, y toda la pólvora no pasaba
de 200 quintales, ignorándose hasta los procedimientos para
improvisar oficiales y marineros.
Para cualesquiera otro, ese cúmulo de contrariedades habría
sido un escollo, en el que estrellados tales propósitos, se disoí
verían en fantástica utopía. Empero, se cruzaba el genio crea-
dor de White. hermanado con la buena voluntad de Larrea, y
las múltiples dificultades se aplanaron. . .
(i) Componíase de los siguientes barcos:
Bergantines: Hiena. i8 cañones, 140 hombres. — San José, 16 cañones, 130 hom-
bres.— Cisne. 10 cañones, S/ hombres. — Belén, 12 cañones, 100 hombres. — Aranzazú.
10 cañones, 80 hombres.
Corbetas: Mercurio. 32 cañones, 180 hombres. — Xepiuno. 24 cañones, 146 hom-
bres.— Paloma. 18 cañones, 148 hombres.
Fragatas: Mercedes, 16 cañones, 180 hombres. — flora. 44 cañones (pontón).
Goletas : María, 4 cañones, 40 hombres.
Cañoneras : San Ramón, i cañón. 25 hombres. — Perla, i cañón de a 24, 25 hom-
bres.— Lima, I cañón, 25 hombres.
Balandras: Castro, i cañón, 25 hombres. — Americana, 3 cañones, 30 hombres. —
Murciana, i cañón, 30 hombres.
Lugre : San Carlos, 8 cañones, 40 hombres.
Falucho: Fama, i cañón de a 18, 40 hombres. — San Luis, i cañón, 2 pedreros. — ■
San Martín, 3 cañones, 20 hombres cada uno. (Estos dos úUimos fueron apresados
por los patriotas en enero de 1814).
SuM.vcAS : Calvez (a) "San Juhán", 7 cañones, 60 hombres.— (Tírr/o/a, 3 cañones,
37 hombres. — Mal-acabado y Mariana (transportes).
LanchonES chasqueros : Correo y Sebciro. i cañón y 20 hombres cada uno. —
27 buques, -239 cañones y 1.648 marineros.
— 64 —
Autorizado éste, por sus colegas en el Poder Ejecutivo, con
plenitud de facultades, confiricj las más amplias a su activo con-
fidente para que emprendiera el armamento.
White se multiplicó desde aquel momento, siendo su divisa:
sigilo y diligencia.
No tardaron en presentarse tres candidatos para el mando en
jefe: un irlandés, un norteamericano y un francés.
Giiillcnno Broz^'ii, antiguo maestre de la goleta Industria.
recomendado por las relaciones de la familia pudiente de Al-
zaga; Benjainín Franklin Seaver (i), protegido por su paisano
A\ hite, y Estanislao Courrande, corsario famoso, que en com-
pañía de Hipólito Mordeille había hostilizado al comercio bri-
tánico hasta en los mares australes, desde 1803.
El i.° de marzo de 18 14, con la patente de teniente coronel,
se dio a Brown la preferencia en acuerdo de Estado, (2) sin
excluir el voto de \Miite; fundándose en que los ingleses reclu-
tados para este servicio, se hallaban en mayoría inmensa sobre
los marinos de la fortuna de once nacionalidades restantes ; con-
sultándose de otro lado el ascendiente del elegido, entre sus
compatriotas, por el carácter conciliador que revestía.
Salvada esta barrera a satisfacción general, Buenos Aires
pudo contemplar con asombro, que cuando se principiaba a ha-
blar seriamente de la empresa, aparecieron ya armados y como
emergidos del seno de las aguas varios bajeles, entre los que
se contaban algunos que dos meses antes navegaban aún en
los mares de Europa !
Así, merced a esfuerzos prodigiosos de patriotismo, celo e
inteligencia, que la posteridad admirará en todo tiempo, el go-
bierno revolucionario, ya en la pendiente de una situación em-
barazosa, interesado en salvar el ma3'or bien social, no mide
d) Benjamín Franklin Seaver vino al Río de la Plata comandando la goleta
Admiral Stofford, que perdió en las curiosas circunstancias que narra en su repre-
sentación al jefe de la estación británica en estas aguas, capitán Bowles, de la fra-
gata Aquilón, que damos íntegramente en el Apéndice. Tan inesperada emergencia
le hizo cambiar de rumbo en la vida, y trasladado a Buenos Aires, púsose en
relación con White, quien pretendió, sin obtenerlo, que se le confiara la dirección
de la naciente armada, a cuyo servicio entró, empero, en situación más subalterna.
Desgraciadamente la rivalidad estalló entre ambos marinos inmediatamente de ini-
ciarse en la carrera gloriosa en que Seaver había de morir, al comenzar la primera
jornada, entregando heroicamente su vida aventurera en holocausto de nuestra
libertad. — Véase Apéndice, nota X.° i8.
(2) Véase su hoja de servicios en Apéndice, nota X." 19.
65 —
el alcance de las ulterioridades, y antes de soltar la rienda a las
pasiones, que cuando no fortifica el éxito, contienen los peligros
comunes, lanzaba a la ofensiva sus armas navales, sin reparar
en lo improvisado de los medios, ni en lo formidable del ene-
migo que le amenazaba de cerca, ganoso y con las probabilida-
des de ahogar en el Plata la libertad naciente, enseñoreándose
para siempre de sus aguas.
Entre tanto, veamos lo que pasaba en la ciudad vecina. De-
seoso Vigodet de descongestionar un tanto la plaza del muy
gravoso número de enfermos que poblaban sus hospitales, bo-
cas inútiles que restaban elementos a la defensa muy lejos de
servirla, ideó establecerlos en la isla de Martín García y sacar
al enemigo los recursos y elementos necesarios a su subsisten-
cia. Con tal propósito dispuso se alistara un cuerpo de desem-
barco formado por setecientos hombres extraídos de distintas
unidades, los que bajo la dirección del coronel D. Domingo
Loaces, llevando por su segundo al teniente coronel D. José Sa-
llent, debía dirigirse a las costas enemigas que bañan las aguas
del Uruguay y ejecutar allí una recogida de ganados y cuantos
víveres hallaran a mano, amén de las hostilidades con que pu-
diera lesionar a los insurgentes, a fin de reconcentrarlos en la
citada isla para el objeto dicho y de abastecer la plaza bloquea-
da. Loaces zarpó del puerto de Montevideo el miércoles 3 de
noviembre embarcado en diez y nueve buques de los cuales
cuatro de guerra servían de custodia de seguridad al convoy
cuyo comando asumió el distinguido marino D. Jacinto Roma-
rate (i).
Esta expedición no dio los resultados que Vigodet se había
prometido. Desde las inmediaciones de la "Colonia", cuyas cos-
tas vigilaba el ojo avizor de D. Blas José Pico, fué hostilizada
constantemente en su recorrida. Tocó en Martín García, reco-
rrió las costas del Ibicuy, pretendiendo desembarcar en el
''Arenal Grande", pero fueron batidas sus guerrillas por el
(i) Las tropas fueron extraídas de los siguientes cuerpos: "Voluntarios de
Aíadrid", "Emigrados de López", "Regimiento de Sevilla", "Dragones", "Blanden-
gues" y "Veteranos artilleros". Además de los nombrados en el texto, formaban
en la expedición el comandante López, capitán Rafael Frontin, Don Prudencio y
Don Juan Zufriátegui, Don Juan Cruz Urquiza, Don José Ascuénaga, Don ALirtín
Albin y Don Luis Larrobla, todos oficiales de mérito probado. Llevaban un obús
de a 6 y dos cañones de desembarco. La nave capitana era el Belén en que enar-
boló su insignia Roniarate.
Tomo II ' 5
— 66 -
teniente D. Joaquín Lima, oficial de las milicias a órdenes de
aquel benemérito jefe. En el puerto Landa puso el pie en tierra
con feliz éxito en los comienzos, pero sintió en breve la mano
pesada de aquel D. Hilarión de la Quintana que recibiera la
rendida espada de Beresford en la plaza Mayor de Buenos Ai-
res (i). De la Quintana desempeñaba a la sazón el cargo de co-
mandante general de Entre Ríos, y sabiendo c[ue a mediados de
noviembre el enemigo merodeaba por el Ibicuy, tomó las medidas
que la prudencia aconsejaba para darle escarmiento y consi-
guió rechazarlo sin que llevara, dice en sus comunicaciones,
una sola cabeza de ganado, en lo que disiente el cronista del
sitio, asegurando que tomó cuatrocientas reses. Lo histórica-
mente indudable es que Loaces inició allí su retirada y se esta-
bleció en la isla de ]\Iartín García dedicándose a la construcción
de alojamientos para los enfermos de la plaza. Allí fué refor-
zado el 14 de diciembre con un cañón y treinta artilleros que
conducía el capitán ]\íiguel Olave, del cuerpo de ingenieros, al
cual se le encomendó la comisión de levantar los planos de una
batería; y se meditaba agregar a su fuerza naval el Cisne,
el Queche (2) y la Polonia para encomendarle la toma de la
(i) El ilustre general Don Hilarión de la Quintana nació en San Fernando de
IMaldonado el 21 de octubre de 1774, e inició su carrera militar en el ejército es-
pañol. Tocóle la insigne gloria de recibir la espada de Beresford, tomó parte en el
rechazo de la segunda invasión, y se afilió decididamente en nuestra gloriosa revo-
lución. Fué de los libertadores de Montevideo, hizo la última campaña al Alto Perú,
trasmontó los Andes, peleó en Chacabuco y se distinguió en Maipú. Fué goberna-
dor intendente de Tucumán en 1814, jefe de Estado Mayor, Gobernador de Buenos
Aires en 1820 y siempre un virtuoso, abnegado y distinguido patriota que falleció
en 1843.
(2) El jueves 20 de enero de 1814, a la madrugada, los patriotas pretendieron
abordar el queche Hiena con tres lanchones de gente armada que introdujeron si-
gilosamente al puerto el teniente de Dragones de la Patria Don José Caparros y
Eugenio Culta, reiterando una tentativa de que había escapado hacía pocos días el
mismo buque a inmediaciones de la isla de Hornos, cerca de la Colonia; pero la
obscuridad les hizo desviar el golpe, tomando un bergantín, de propiedad de Trelles,
por objeto del abordaje, circimstancia que permitió al Gálvcz, Paloma, Cisne, lugre
San Carlos y el queche mismo apercibirse a la defensa, dirigiendo sobre los bravos
asaltantes un fuego nutridísimo de cañón y fusilería a que se unió el de las murallas
próximas. La escena era, al decir de un testigo imparcial, realmente pavorosa.
Fracasada la heroica intentona, los patriotas se retiraron en el bergantín apresado,
perseguidos por los buques españoles que consiguieron represarlo por la cobardía
del piloto que lo abandonó dejando al barco sin dirección y a los bravos que lo
tripulaban sin otro remedio que rendirse, como lo hicieron aquéllos con cuarenta
de sus soldados. Los oficiales españoles Don Matías Azás, alférez de navio, y Don
Tomás Ruiz, alférez de fragata, fueron heridos en la acción y fallecieron poco
después. La Gaceta de Montevideo, que nada dijo de la traición de Artigas ejecu-
tada ese día, tampoco habló de este hecho hasta el día \.° de febrero que se publicó
el parte del comandante de Marina — Véase Apéndice, nota N.° 20.
— 67 —
Colonia a viva fuerza, pero los sucesos hicieron, sin duda, va-
riar los planes del general sitiado, como lo veremos en seguida,
y en momentos que preparaba otra más trascendental, entraba
Loaces al puerto de partida, (17 de febrero de 1814), a dar
cuenta de su estéril intentona, dejando al oficial Azcuénaga en
Martin García con una corta guarnición del cuerpo de "Chain"
y un corsario.
Conocido el fracaso de esa intentona, era llegado el momento
de poner en principio de ejecución los nuevos planes para inuti-
lizar por un golpe de mano atrevido los aprestos navales de que
se ocupaban los patriotas en Buenos Aires y que tan justificada-
mente alarmaban a las autoridades militares de Montevideo.
En consecuencia, el 12 de febrero, aparecía un edicto firma-
do por el gobernador militar de la plaza de Montevideo, invi-
tando a la gente de mar y a cuantos quisieran participar de la
expedición que se aprontaba con el propósito indicado; al pro-
pio tiempo que el comercio a instancias del Tribunal del Con-
sulado, abría una subscripción para ofrecer un premio en dine-
ro, como estímulo a los más esforzados en el ataque inminente ;
donativo de que sería depositario el opulento vecino D. Jaime
Illa.
Cuatro días después, publicaba el Cabildo una proclama en-
tusiasta, concitando al pueblo contribuyese sin escjuivar sacri-
ficio a la empresa fluvial, tomando servicio en ella los hombres
de corazón, y cooperando los pudientes, con su peculio, al me-
jor éxito de la misma.
Terminados los preparativos, no obstante las lentitudes y
obstáculos opuestos por el Comandante General de Marina que
desaprobaba ese plan, la noche del 17 hacíase a la vela en si-
gilo, con proa a la rada de Buenos Aires, una fuerza sutil com-
puesta de seis buques que por su poco calado se consideraron
apropiados para dicha comisión. Iban al mando del capitán de
navio D. Jacinto de Romarate, oficial de reconocido^valor y
competencia, quien debería aguardar a la altura de las islas de
Hornos, cerca de la Colonia, otras embarcaciones que se alis-
taban a toda prisa. En efecto, el 19, zarpaban éstas para incor-
porársele en el punto de reunión designado (i).
d ) Romarate zarpó a prima noche del jueves 17 de febrero del puerto de Mon-
tevideo con los buques Aranzacú, Gálvez, Belén. Luisa. Murciana y un lanchóh '
las embarcaciones que debia esperar en la isla de Hornos y que zarparon el 19 eran
el queche Hiena, la Toriuga, el buque San Carlos y el lanchón de Castro.
6^ —
Es tiempo ya de dedicar una merecida atención al gallardo
Romarate que concitaba en sí, en aquellos momentos, por su
capacidad y bizarría, todas las esperanzas de salvación de la
angustiada guarnición y población de la plaza.
Nacido en Villa de Sodupe, señorío de \"izcaya, en el seno
de familia de acreditada nobleza y desahogada situación pecu-
niaria, su afición a la vida de mar despertada en sus primeros
años le impelió a solicitar carta-orden de guardia marina y sentó
plaza en el departamento de Ferrol el 29 de mayo de 1792. Em-
barcó por vez primera en el navio Rehm Luisa, en la escuadra
del almirante Lángara, con la c|ue navegó en el Aíediterráneo
en 1793 y, posteriormente, en combinación con la inglesa, que
mandaba lord Hood, concurrió en el mismo año a la toma del
puerto, arsenal y fortaleza de Tolón, en la contienda con la
república francesa.
Como alférez de fragata, empleo a que ascendió en 30 de
octubre de ese año, asistió a varias acciones de guerra terres-
tres y navales hasta la evacuación de la citada plaza y puerto;
y restituido a su país continuó prestando sus servicios en dis-
tintos mares y variadas comisiones, desempeñándose siempre
con tanta constancia como exactitud que fueron, con la bra-
vura extremada en el combate, las características más salientes
de su carrera.
Promovido en 5 de octubre de 1802 a alférez de navio y em-
barcado en la corbeta Infante D. Francisco de Paula hizo su
primer viaje a América, navegando el mar de las Antillas, y
regresado a la Península volyió a salir en el propio buque
para Montevideo, apostadero a que arribó el i.° de febrero de
1806 y al cual quedó agregado en su situación de teniente de
fragata a que ascendiera en 8 de diciembre de 1804. Aquí le
fué conferido el mando de la cañonera La Vizcaína, con la que
concurrió a la reconcjuista de Buenos Aires de poder del inglés,
a las órdenes del valeroso Liniers, siendo herido en la empresa,
por lo cual y en mérito a su distinguida conducta ascendió a
teniente de navio en 24 de febrero de 1807, concurriendo con
igual ardor y eficacia a la gloriosa defensa de la ciudad, en el
segundo ataque conducido por el general Whitelok, en julio
de 1807, cj'-^e le granjeó el ascenso a capitán de fragata confe-
rido con fecha 23 de noviembre de aquel añ. » feliz en América,
para las armas españolas.
— 69 —
No adhirió, como era natural dado su carácter y principios
radicales, a la revolución de mayo, cuya finalidad penetró con
sutileza, viendo con claridad desde el primer instante que los
patriotas iban derechamente a la emancipación; y trasladado
a Montevideo se puso decididamente, como lo hemos visto en
el volumen anterior, al servicio del rey, cuya autoridad y sobe-
ranía eran sagradas en su concepto cerrado de militar subordi-
nado y leal vasallo. Concurrió, pues, en primera línea, a some-
ter en julio de 1810 a los batallones cjue mandaban Balbín y
Murguiondo y estaban comprometidos a sostener en ^^íontevi-
deo el movimiento revolucionario de mayo, y al bloqueo del
puerto de Buenos Aires que le fué encomendado en octubre de
ese año y que se vio obligado a levantar por haber comprobado
una conspiración de sus subalternos que se proponían apode-
rarse de su persona, de sus principales oficiales y entregarse
al enemigo; contraste de que se vengó su patriotismo con alto
rédito destruyendo en el combate del 2 de marzo del siguiente
año en las aguas que bañan las costas de San Nicolás de los
Arroyos el primer ensayo de escuadra ejecutado por los patrio-
tas con alto esfuerzo y grandes esperanzas que el empuje del
marino español desvaneció en breves instantes, con lo que ganó
el empleo de capitán de navio y la cruz de la Marina, laureada.
En abril de ese año, desarmados sus buques por ser entonces
innecesarios, se le encomendó la organización de un batallón
de gente de mar con el que concurrió a la defensa de la plaza
en el primer sitio que le pusieron las armas de la patria, y a
los finales de 181 3 condujo la división de desembarco que Vi-
godet destinó a correrías en nuestras costas, con el propósito
de abastecer la plaza y que hemos visto fracasar bajo la con-
ducta del valiente Loaces. A los principios de 1814 hizo la cam-
paña que dio a la patria el lauro de Martín García, de que nos
ocuparemos en seguida, hasta que la capitulación de Montevi-
deo lo obligó a rendir su hasta entonces invicta espada. El 12
de diciembre de ese año se embarcó para Río de Janeiro en el
puerto de Buenos Aires, acompañado por el teniente de navio
D. Juan Latré y José Ignacio de la Sierra, 2.° piloto de la Arma-
da, ex comandante de la Lima, llegando a Málaga, en la fragata
Perla, del comercio de Barcelona, en 3 de abril del siguiente. El
gobierno peninsular, apreciando sus servicios en América, le
confirmó en el empleo de capitán de navio el 29 de mayo, le re-
conoció la graduación de brigadier el 12 de septiembre de 181 5,
nombrándole en 30 de mayo de 18 16 vocal de la Junta Militar
de Indias, cargo que desempeñó hasta marzo de 1818 por haber
sido nombrado comandante del tercio naval de Santander, en
cuyo ejercicio fué confirmado en la efectividad de brigadier en
26 de febrero de 1819.
Allí le sorprendieron los sucesos políticos de 1820, siendo
nombrado comandante general y jefe político de la provincia
de Santander, que desempeñó con tino en aquellas dificilísimas
circunstancias. En el mes de agosto se le encargó la comandan-
cia de los buques cjue existían en la bahía de Cádiz, confirmán-
dosele, sin peruicio de aquélla, la Comandancia general del De-
partamento. En T821 desempeñó el cargo de comandante gene-
ral y jefe político de la provincia de Cádiz, y al siguiente año,
por real decreto del 25 de febrero, le fué confiado el ^Ministerio
de Marina, que dimitió, con sus otros colegas, a consecuencia
de los sucesos que conmovieron a la capital del reino en julio
de ese año. Desde entonces, el brigadier Romarate se retiró de
la vida pública, radicándose con real licencia en Vizcaya, hasta
1830, que se le confió en comisión la Comandancia de Marina
de la provincia de Bilbao. Poco después fué electo Procurador
a Cortes por la provincia de su nacimiento, y la reina goberna-
dora, que ascendiera al gobierno después de la muerte de Fer-
nando VII, le promovió al elevado y muy honroso empleo de
jefe de escuadra, en cuya jerarquía falleció el 2^ de agosto en
la villa de Madrid (i), gozando de los honores de Consejero
de Estado.
Pero si era general y merecida la confianza que gozaba tan
brillante marino, no era menos intensa la ansiedad pública por
conocer cuanto antes el resultado de la atrevida operación con-
fiada a su pericia; sobre todo desde que se supo por la oficiali-
dad de la fragata británica Nerens, procedente de Buenos Aires,
el pie respetable en que se hallaban sus elementos navales.
Tan sorprendente nueva que acibaró un tanto los festejos
oficiales por las victorias de Vilcapugio y Ayohuma, no tardó
en ser confirmada por el comandante del velero queche Hiena,
(i) Noticias combinadas con las de su biografía escrita por el Vicealmirante
Pavía y de su hoja de servicios, tomada del Ministerio de Marina de Madrid, exis-
tente en el Archivo General de la Nación Argentina.
— 71
que habiendo salido con el refuerzo citado, se adelantó hasta
nuestra bahia, donde estuvo observando de cerca las fuerzas
ya superiores de la escuadra patriota.
En su mérito, pedía Romarate con insistencia aumento de
personal y material, protestando que recelaba del éxito si era
compelido al combate en las operaciones que iba a iniciar de-
lante de Buenos Aires, deseoso de herir al enemigo en el centro
mismo de sus recursos, y que mientras obtenia lo que era in-
dispensable se encaminaba sobre IMartín Garcia, donde siendo
escaso el fondo, estaría al abrigo de las naves de gran calado
de aquél.
Los datos no pudieron ser más alarmantes ni menos espe-
rados. Pero el gobierno de la plaza, anheloso de socorrer al
vencedor de Azopardo, le ordenó sostenerse de cualquier mo-
do, ínter despachaba los elementos solicitados, pues faltándole
marmeros, tuvo que echar mano de las levas para suplirlos
con g-ente bisoña, a la vez que adquiría a alto precio (dando
libranza sobre Cádiz) una fragata mercante americana, el
Neptiino, que armada en guerra se uniría a los bajeles qué se
alistaban con gran diligencia a fin de acudir en auxilio de la
escuadrilla comprometida.
Por su parte, el Directorio continuaba incansable en llevar
adelante sus planes navales, hasta que el 8 de marzo dio la
vela el flamante comandante en jefe de la fragata Hércules,
corbeta Céfiro y bergantín Nancy, en demanda de la división
del capitán de navio Romarate que dejamos estacionada en las
aguas de Martín García, isla fortificada de antemano por los
españoles.
Dos días después se le unieron las goletas Julieta v Fortuua,
el falucho Sau Luis y la balandra cañonera Carmen, '?í las órde-
nes de Seaver, su segundo en el mando (i ).
(i) Los faluchos de guerra españoles San Luis y San Martín fueron apresados
en la noche del 9 de enero de 1814 en las islas de Hornos, en las cercanías de la
Colonia del Sacramento. Cinco lanchones al mando, respectivamente, de Benjamín
Franklin Seaver, Miguel Teodoro, Miguel Spiro, Miguel Ferreri y Nicolás Jorge
con ochenta hombres, fueron destinados a sorprender en su fondeadero al famoso'
queche Hiena bajo la dirección y conducta del primero. El cuarto lanchón, que era
el mayor, que tripulaba el subteniente D. Gervasio Espinosa, después General de
la i\ ación, con 14 soldados y i cadete, abordó primero al San Luis a las 2 de la
mañana, y alarmado por los ¡ vivas ! y tiros de los asaltantes el queche largó ama-
rras y se puso en salvo. En la refriega, que fué recia, perdieron la vida el alférez
(le navio D. Manuel Bañuclos, comandante del .San Martín, que peleó como un
72
En ese día lo, se empeñaba la acción con las baterías de la
playa y flotantes. Ella fné reñida aunque desigual, porque va-
rado luego a un tiro de fusil de tierra el buque insignia Hér-
cules, al ofrecer abordaje a la capitana del enemigo, acoderado
al abrigo de la isla, presentó blanco seguro a sus proyectiles,
los que por muchas horas le causaron estragos (i ).
El bravo comandante Seaver, el mayor Elíseo Smith, el jefe
de la tropa embarcada, capitán Martín de Jaime, el subteniente
Roberto Stacy y hasta el práctico, fueron entre otros muchos,
barridos por la metralla (2).
héroe, y nueve de sus marineros ; quedando prisionero el piloto 2° de la armada
Don José Moreno, comandante del San Luis, otro piloto más y veintisiete indivi-
duos entre soldados de marina y marineros, incluso seis heridos. Cada uno de los
barcos estaba armado de 3 cañones. Fueron incorporados a nuestra escuadra, pero
los españoles represaron después al San Luis.
Seaver escribió a White, desde la Colonia, al siguiente día, una carta en términos
violentísimos lamentando el fracaso de la intentona. "El golpe de mano que me
proponía, dice, ha fracasado por completo debido á la desobediencia del miserable
que según usted debió serme muy útil. El queche y demás buques entre Montevideo
y Martín García pudieron ser tomados en 48 horas si mis órdenes se hubieran obe-
decido extrictamente. En cambio sólo fueron capturados dos faluchos."
Figueroa consigna la noticia en su curioso Diario Histórico; y comentándola,
así como el incremento que tomara el armamento naval de los patriotas, agrega:
..."Es baldón para España, que teniendo
Tanta copia de barcos y marinos
Por temor ó indolencia haya dejado
Tomar preponderancia al enemigo."
(1) Véase el adjunto Diagrama núm. i.
Es interesantísima la correspondencia reservada de Brov\-n y demás jefes navales,
con el ministro Larrea (desde el 4 de marzo al 3 de noviembre 1814), por la luz que
irradia sobre estas operaciones, y la que original nos fué obsequiada en 1863, con
el plají de señales de la escuadra y el retrato de aquel estadista, por la hoy finada
señora Catalina Candi de Bruguera, que la conservaba con esmero.
(2) A este propósito es digno de recordarse por la severa crítica que tan in-
justificable omisión inspira lo que el cirujano Dr. Bernardo Campbell, de la Hércules,
decía a White, en carta de 22 de marzo que tenemos a la vista : " He escrito á Bue-
nos Aires después de nuestra última acción pidiendo algunos medicamentos, pero
no me dirigí á nadie en particular porque estaba algo apurado en ese momento
y ni sabía tampoco á quien debía dirigirme. Pero espero, señor, que usted no hará
caso omiso de esto como parte inútil del equipo del buque para combate, espe-
cialmente si considera que varios de nuestros hombres más A^alientes estarían aún
vivos quizá, si hubiesen existido abordo los medios con qué socorrerlos. No los
había, y nuestro botiquín era más apropiado para alguna vieja ó para enfermos de
consunción, que para marineros que estando sanos y en perfecta salud, sola-
mente necesitan aquellos remedios indispensables para curar heridas, accidentes, etc.,
de los cuales no se nos ha provisto; pudiendo afirmar con seguridad que una on-
za de tela emplástica con un poco de seda para ligaduras, habría sido de mayor
utilidad a este buque, que el botiquín entero que no contenía ninguno de estos ar-
tículos, y según le hacía saber en mi última, no tuve otro elemento de ligadura
que hilo de acarreto ó cuaquier otro desecho de hilo que pude encontrar entre los
sastres. Por tales razones pido, que si se tiene respeto por la vida de hombres que
que la arriesgan en esta empresa se me provea de los medicamentos necesarios."
Orig. en nuestro archivo.
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— 73 —
En situación tan critica sobrevino la noche, esa aliada na-
tural de los que sufren. Yacían sobre la cubierta ensangrentada
del Hércules, más de cien hombres muertos o heridos, habiendo
alojado sus bandas o recibido en su aparejo otras tantas balas
de cañón.
Merced a esfuerzos supremos, hacíanlo flotar al siguiente
día, y aumentada su guarnición con 6o dragones salidos de
la Colonia, a cargo del teniente Pedro Orona (i), se organizó
e1 ataque por tierra, dividiéndose en dos grupos esa fuerza
que no pasaba de 150 decididos, la misma que a las 4 de la
mañana del 15 desembarcaba en ocho lanchones y bajo un fuego
infernal.
No podía ser mayor el peligro, cuando Brown, cjue marchaba
a su frente, con la oportunidad que le era característica, or-
denó al tambor y pífano tocar el himno "St. Pafrick's Day in
fJie Morning" en honor del santo, patrón de la verde Erin, lo
cjue electrizó a los asaltantes, y la posición fué tomada a viva
fuerza (2).
Romarate, inferior en recursos y falto ya de municiones,
aprovechando el conflicto del día 11, con sus tres buques de
cruz y cinco cañoneras, fué a acoderarse en el canal del Infierno,
que corre entre la isla citada y la costa Oriental; y no dándole
el viento esta vez, hubo de resignarse a ser testigo inerte de
la bizarría del oficial del Pijo, José Benito de Azcuénaga (hijo
de Buenos Aires), quien después de una resistencia tenaz, lo-
gró embarcarse en la escuadrilla con los restos del destaca-
mento del cuerpo de Chain, que le obedecía; artilleros, gente de
mar y vecinos.
La intrepidez y perseverancia con que los patriotas llevaron
a cabo esta empresa, abatió un tanto los bríos de los realistas,
obligados a abandonar la llave de los mayores tributarios del
Plata, echándose así la base de la superioridad que se mantuvo
en las operaciones ulteriores.
(i) D. Pedro Orona inició sus servicios en la Banda Oriental en clase de sar-
gento 2° en el Cuerpo de Patricios, tomó parte en la batalla de las Piedras y fué
ascendido a alférez e incorporado a los "Dragones de la Patria" en junio de 1811.
Concurrió al sitio de Montevideo, combatiendo en el Cerrito y en la isla de Martín
García por cuya acción ascendió a capitán. Orona murió en Buenos Aires en la
jerarquía de coronel graduado y fué uno de los militares de la independencia que
mereció las persecuciones del tirano Rosas que le tuvo preso en 1842.
(2) Véase Apéndice, nota N." 21.
— 74 —
Dejando una corla fuerza en la isla, y luqgo de haber des-
pachado una división ligera en seguimiento de Romarate, que
se internaba hacia el río Negro, el vencedor en ^vlartín García
regresó a Buenos Aires, donde se le hizo una acogida esplén-
dida ( I ).
(i) Brown se dirigió a la Colonia a reparar las averias de la Hercules que hacía
agua por varios balazos que le tocaron en la línea de flotación. En aquel puerto
fondeó con el Céfiro, Noitcy y la Julieta y desde allí escribía a Larrea el 20 de
marzo : " Pienso zarpar esta noche para esa banda con la esperanza de reunirme
al Belfast y á la Agradable, á los que, con verdadera pena, no he visto salir de
valizas, no obstante el viento y marea favorables de ayer. Mucho temo se proceda
con lentitud á pesar de la necesidad urgente de obrar con la mayor rapidez. Por el
amor de Dios, Señor, no me obligue á volver á esa por descuido ó negligencia en
el Departamento de Marina.
Con sentimiento", agregaba, "me permito informar á Vd., señor, del estado
desgraciado de la Colonia y sus inmediaciones, amenazadas y realmente infecta-
das por fuertes partidas de bandidos de Artigas. Es menester confesarlo, que el
remedio puede aplicarse sin pérdida de tiempo, cuando hay, como sucede actual-
mente, tanta tropa en Buenos Aires. Trescientos ó cuatrocientos hombres de dicha
capital desembarcados en esta banda del río pronto limpiarían la costa del rebelde
y sus cuadrillas que han causado perjuicios considerables, pues a no haber sido
ELLOS JAMÁS EL ENEMIGO HABRÍA LOGRADO EVADIRSE AGUAS ARRIBA. Me VCO oblígado
para seguridad de esta ciudad á guarnecerla con gente de la escuadra, por lo tanto
considere Vd. la urgencia de enviar aquí una fuerza con toda premura... Es
poco menos que imposible conseguir carne aquí a causa de Artigas y sus secua-
ces. Reitero, pues, mi pedido de que se me mande una fuerza para aniquilarlo de
una vez. Tengan Vds. confianza en sus buques y en Vdes. mismos y no mantengan
en esa capital ima fuerza inútil sin despacharla cuánto antes donde se hacen nece-
sarios sus servicios á la causa.''
Anunciaba haber desembarcado a los prisioneros para que trabajaran las trinche-
ras que se levantaban alrededor del pueblo, y clamaba por la pronta reunión aun-
que fuera únicamente de la Belfast para dar al enemigo, que se hallaba a la altura
de Santa Lucía esperando refuerzos, uno soba en regla...
El 22 estaba otra vez al ancla frente a Martín Carcía y escribía al Ministro:
" Ansioso por apoderarme del enemigo, que fugó río arriba, y temeroso á la vez
de que volviese á Montevideo por vía del canal de las Conchas, mandé en su per-
secución la sumaca, la goleta presa, la cañonera, la balandra, el falucho y un pe-
queño lanchón. La falta de pólvora y ¡nunicióu obligará al enemigo á entregarse ;
luego nada hay que temer por ese lado. Sinembargo debe Vd. precaverse contra la
escuadra que se apresta en Montevideo para atacar esta isla por lo que conviene
que el Belfast y la Agradable sean despachadas a la brevedad posible a la Colo-
nia, para que combinándose allí toda la fuerza pueda dirigirse sobre el enemigo,
lo cual, en ini opinión, forzará á éste á retomar su puerto (Montevideo) donde
deben adoptarse las medidas conducentes á su rendición definitiva... Ya que se
ha iniciado la lucha por agua, no debe Vd. omitir esfuerzos y emplear toda su
energía para que se termine de la propia manera." Y en un último párrafo : "Agra-
dezco mucho á Vd. y al pueblo de Buenos Aires el buen concepto que les merezco,
sea cual fuese el resultado de la empresa. Sinembargo, puedo asegurar al país
entero, que tomé cartas en ella con la firme resolución de vencer y de esta ma-
nera poner término á una guerra inútil. Y apesar de la tunda que ha recibido el
Hércules, estoy resuelto á no volver á puerto antes de haber dado un golpe mortal
á Montevideo". . .
— 75 —
Empero, si quedó dividida la escuadra enemiga, y neutrali-
zada por el momento la influencia de un marino tan entendido
como Romarate, faltaba aún el golpe decisivo, y Brown no va-
cila en intentarlo.
Igual a César, pero inspirado por mejor causa, pensaba que
poco había hecho por su país adoptivo, mientras no le rindiera
el último servicio!
CAPITULO VI
1814
Sumario: Efectos que produce en Montevideo el desastre de Romarate.
— Ordénase a la división de reserva dar la vela en su auxi-
lio. — Luminarias en el Cerrito. — Retroceso de Primo de
Rivera. — El comodoro Heywood. — Singular coincidencia.
— Tumultos populares. — El Directorio argentino propone un
arreglo bajo la mediación inglesa. — Sus comisionados en
Montevideo. — El mariscal Vigodet somete al Cabildo las ba-
ses de la negociación. ■ — Rechazo unánime. — Ultima confe-
rencia. — Denunciase el armisticio. — Apertura de la campaña
naval sobre Montevideo. — Embarco de Brown. — Crucero a
la vista del enemigo. - — Restablecimiento de la comunicación
con el ejército de Oriente. — Estréchase el bloqueo.
Recién el 15 de marzo, cuando ya flameaba en la isla el pa-
bellón azul celeste y blanco, tenían el primer aviso las autori-
dades de Montevideo, que Romarate, batiéndose en desventaja
contra la escuadra patriota, pedía protección con la mayor
premura.
Semejante anuncio causó profunda impresión en la plaza
cercada, y esa misma noche se mandó levase la reserva, com-
puesta de seis naves de porte diverso, sin pesarse ya lo incom-
pleto de su armamento.
El pueblo en ansiedad e indignado por ima demora que de-
bía ser fatal a Romarate, descubrió al amanecer, que los expedi-
cionarios formados en línea, no habían rebasado ni la punta
del Cerro; porque el barco hospital, durante las tinieblas, tocó
al salir del puerto, contratiempo que todo aquel día, a pesar
del buen viento que sopla, detiene a los que navegan en con-
serva ¡ ironía del destino ! para que en la noche misma pudiesen
contemplar con el alma entristecida, las luminarias lejanas del
Cerrito, anunciando el triunfo de Brown. . .
Mas todo fué inútil. Con la vacilación y falta de cohesión
en las altas esferas, los sitiados habían perdido un tiempo que
ya no era dable recuperar ; de manera que a los ocho días, Pri-
mo de Rivera, aunque reforzado con otras velas, regresaba con
su división al punto de partida, sin tentar el ataque, pero con-
vencido de que el esforzado Romarate se hallaba con la reti-
rada interceptada, y también de la parcialidad del capitán Hey-
wood, de la Xereits, en favor de los patriotas. Desgraciada-
mente para los realistas, ambas noticias, sin alejarse de la
verdad, estaban en ella !
El cuitado jefe de la expedición, creyó prudente desembarcar
furtivamente por el Baño de los Padres, a la misma hora en
que por resolución del Cabildo se daba principio a las rogacio-
nes públicas en la iglesia Matriz, para impetrar del Ser Su-
premo la destrucción de las naves insurgentes (i).
El populacho, al apercibir la escuadra intacta, surta en la
entrada del puerto, frenético de furor, prorrumpió en denues-
tos contra los marinos, culpándolos de ineptos y cobardes ; gri-
tos de traición y de z'enta se mezclaron a las amenazas de muer-
te, contra aquel cuerpo, cuyo prestigio se encontraba en de-
cadencia (2).
(1) "El Exmo. Cabildo, Justicia y Regimiento de esta ciudad y su jurisdicción, etc.
" Por el presente, hace saber á todos los fieles de este célebre y religioso vecin-
dario, que habiéndose dispuesto rogaciones en la iglesia Matriz, para impetrar del
Todopoderoso el feliz arribo de las tropas que se esperan de la madre patria, y el
vencimiento de los barcos armados en guerra por los insurgentes de la capital:
para lo cual han sido destinadas las fuerza? navales salidas de este puerto ; los
convoca al efecto indicado, esperando de su celo cristiano, que concurran á dicha
iglesia, desde mañana á las 8 -/o del dia en adelante, para rogar á Dios por el
éxito de ambas expediciones. — Sala Capitular de Montevideo, marzo 24 de 1814.
Miguel Antonio Vilardebó. — ^Juan Vidal y Batlle. — Antonio Gabito. — Francisco
Moran. — Licenciado Pascual de Araucho. — Félix Saenz. — Antonio Agell. — Manuel
de Santelices. — Nicolás Fernandez Miranda. — Bernabé de Alcorta. — Ramón Doval. —
Manuel Masculino. — Juan de Dios Dozo, secretario." — (Archivo de Montevideo).
(2) Primo de Rivera zarpó del puerto de Montevideo el martes 15, inmediata-
mente de llegada la noticia del choque en ^Martín Garcia, con varios buques, que
llegaron a once en total, y entre los cuales se contaba la corbeta Mercurio, capitán
Don Pedro Carcuera, en que iba el jefe de la expedición, la Paloma, comandante
Antonio Osorio, el queche Hiena, su capitán Don Tomás Quijano, el Cisne, Fama.
lugre San Carlos y el Bombo que salió el dia 19 con dos buquecillos más llevando
120 soldados de los "Emigrados de López". La corbeta Paloma encalló a la salida
de la bahía, siendo inútiles todos los trabajos ejecutados en ese día para hacerla
zafar ; y como este accidente detuviera a toda la escuadra, que fondeó en línea
frente al Cerro, el pueblo comenzó a impacientarse atribuyendo a causa intencional
el contraste. Para que fuera mayor el disgusto, llegó el i" un falucho conduciendo
a cuatro soldados del Cuerpo de Chain, uno de ellos herido, y tres marineros, pro-
cedentes de Martín García, los cuales dieron la noticia y detalles de la toma de
la isla por los patriotas, nueva que causó penosísima impresión en la plaza. El 18
consiguió salir Primo y valiérale más no haber salido porque el resultado de su
comisión dio aparente razón al populacho para acusar a sus marinos de ineptos y
cobardes. No se atrevió a combatir con los marinos "insurgentes" y después de
Así dominados los ríos, el director Posadas, antes de (jue
se procediese a batir en detalle el resto de la escuadra española,
animado por sentimientos humanitarios, se propuso tentar un
último esfuerzo, que ahorrando nuevas víctimas, hiciera reto-
ñar la cordialidad entre miembros de una misma familia.
Creyóse en el momento dé confiar esa delicada misión de paz
a personas caracterizadas y que por su posición social mere-
cieran hasta la confianza del enemigo, apagándose para siempre
el encono que brota de ordinario al calor de la lucha.
Efectivamente, el 29 de marzo, escoltada por la fragata bri-
tánica surta en estas aguas, se presentaba en el puerto de Mon-
tevideo, una balandra, izando bandera de parlamento.
Ella conducía a los comisionados del Directorio, Dr. Vicente
Anastasio de Echeverría, vocal de la Audiencia y al notable ca-
nónig'o Dr. José X^'alentín Gómez, miembro del Consejo de Es-
tado (i).
enviar a Romarate un lanchón con mimiciones. único auxilio que le prestara, re-
solvió virar por redondo y regresar al puerto de origen, entrando a él en la tarde
del 26. Primo, temeroso de los insultos de la multitud, desembarcó en la forma
dicha en el texto.
Figueroa, comentando las acusaciones de "venta" y "traición" lanzadas por el
populacho a los marinos, dice con mucho juicio que solamente fué "torpeza" en los
españoles, y "destreza y valor" en sus contrarios, amén de la enorme fuerza que
daba a su acción los prestigios de la "causa de la patria" por que luchaban.
(i) De Don Vicente Anastasio de Echeverría, famoso armador de "La Argen-
tina" des^Jués, nos ocuparemos detenidamente en su oportunidad.
El benemérito patriota Don José Valentín (lómez nació en Buenos .^ires el 3 de
noviembre de 1774. Estudió en el Colegio de San Carlos y recibió las borlas di-
doctor en teología en la Universidad de Córdoba. Desempeñó durante el periodo
colonial diversos y muy interesantes cargos, hasta que obtuvo en concurso el curato
de "Nuestra Señora de Cniadalupe" en los Canelones, Banda Oriental, donde inició
su gloriosa carrera de revolucionario. En la batalla de las Piedras se distinguió
por su denuedo y abnegación a la par del insigne patriota presbítero Figueredo,
de la Florida, siendo ambos recordados con insigne honor en el parte de la acción.
Trasladado a Buenos Aires poco después de estos sucesos, tuvo figuración honrosa
en la vida pública tanto en lo político como en lo eclesiástico. Canónigo de merced
de la Catedral, ascendió gradualmente hasta la segunda dignidad del Senado ecle-
siástico que desempeñaba a su muerte, y fué dos veces, en 181 3 y 21, Provisor y
Gobernador del Obispado. Como educacionista fué catedrático en diversos períodos
en nuestros más notables institutos y rector de nuestra Universidad desde 1826 a
1830. En el orden político sus servicios fueron eminentes: miembro de la famosa
asamblea nacional de 1813, consejero de Estado en el Directorio Supremo, repre-
sentante del gobierno argentino en las oberturas de paz con Montevideo en 1814,
enviado extraordinario ante las Cortes de Gran Bretaña y Francia desde 1818 a
1821, diputado ante la del Brasil para reclamar la provincia Oriental detentada por
el Imperio, diputado en 1823, representante en la legislatura de Buenos Aires y en
el Congreso Nacional Constituyente de 1825-27, terminó su vida en 1839 rodeado
por los altos y luminosos prestigios que le granjearan sus relevantes virtudes reli-
giosas, morales y políticas, y los servicios notables que prestó a su país, de que
puede contarse uno de sus más ilustres ciudadanos.
— 80 —
En i.° de abril, canjearon poderes a bordo de la corbeta Mer-
curio y bajo las inmunidades del parlamento, con los emisarios
de la plaza, coroneles Pedro de la Cuesta y Feliciano del Río, y
D. Cristóbal Salvañach, comerciante.
Celebradas varias conferencias, fueron sometidas al Cabildo
las conclusiones de los diplomáticos patriotas, por haber soli-
citado éste intervenir en dicha transacción como representante
nato del pueblo.
El gobernador Vigodet, deseoso de compartir la responsabi-
lidad de una negociación tan grave, aprovechó esa coyuntura
])ara enviarle en consulta los siguientes documentos, a fin de
que, con perfecto conocimiento de ellos, manifestara su opi-
nión y abriese camino por entre espinas y malezas :
Bases de! annisticio, formuladas en el Janeiro, bajo la niedia-
ción de lord Strangford por el ministro español D. Juan del
Castillo y Carros y el enviado argentino D. Manuel de Sar ra-
tea, que crusó con habilidad la misión Duran Magariños en
aquella Corte. — Artículos de avenimiento, proyectados por el
Directorio, con la condición expresa de que ehejército del gene-
ral Pesuela retrogradaría a la línea del Desaguadero. Oficio de
aquel, invitando al gobierno deMontevideo a una concordia só-
lida; respuesta de éste, y por último el memorial de j:us comisio-
nados como resultado de las entrevistas con los de Buenos Aires.
Todos esos antecedentes, en el acto de recibirlos, pasólos el
Cabildo a los señores Juan de Zea, electo Oidor de la Audiencia
de Buenos Aires, Luis Moxó, Fiscal de la de Chile, y Bartolomé
Mosquera, asesor del Ayuntamiento, para que le dieran su dic-
tamen por escrito. Al propio tiempo, se invitó a ochenta ciu-
dadanos a la sala consistorial para informar en público del pro-
puesto tratado, los Cjue concurrieron en este orden: veinte ha-
cendados principales 3^ sesenta de los diversos gremios del co-
mercio y oficios.
En el debate suscitado, no se vaciló en llamar insidioso al
expresado armisticio, creyéndose ver envueltas en sus cláusulas
intenciones falaces o de sentido ambiguo.
El Cabildo apoyó el voto unánime de la junta popular, en un
oficio detenido y fulminante, al que se adjuntaron los pareceres
de los togados que consultó.
Después de hacer una pintura exagerada de la situación des-
ventajosa en que se hallaba Buenos Aires v de los futuros
— 81 —
triunfos de las armas realistas, aconseja imperiosamente se
rechacen, y ni aun se oigan tales oberturas pacíficas, conclu-
yendo con estas arrogantes palabras :
" . . . Séale, pues, permitido á este benemérito pueblo, decir
a V. S., que detesta las bases sobre cjue se funda este armisti-
cio, y que prefiere una y mil veces, morir con honor, antes que
consentir en un acto que le traería un general descrédito y
oprobio. . . " (i)
El día 1 1 tuvo lugar la 4.* y última conferencia en el Arroyo
Seco, donde se habían trasladado los emisarios de Buenos
Aires; regresando a mediodía los realistas luego de haber de-
nunciado el armisticio, por rehusar los primeros se prolongase
hasta la llegada de los diputados de Pezuela y de Artigas.
Acto continuo la bandera blanca era arriada en ambas lí-
neas, y el grito de guerra confundiéndose con el estridor de
las armas, repercutió siniestro con su cortejo de desolación y
de muerte. . . !
El jefe del gobierno argentino, Don Gervasio Antonio de
Posadas, hacía conocer poco después la verdad de la frustrada
tentativa de avenencia en los siguientes términos, publicados
en hoja suelta, dirigidos a los
'*habitantí:s de las provincias unidas.
Es llegado el tiempo de satisfacer la curiosidad que excitan
justamente en vosotros, unas medidas importantes que fue ne-
cesario preparar en silencio y emprender con circunspección.
Impelido por las insinuaciones de Ministros respetables, y
por mis ardientes deseos de hacer cesar las calamidades de la
guerra, propuse al Gobierno de Montevideo con acuerdo de mi
Consejo de Estado una suspensión de hostilidades, sobre bases
de honor y justicia. Cualesquiera que fuesen los obstáculos que
opusieron el decoro, y la delicadeza, yo no trepidé en enviar
Diputados á la Plaza de Montevideo, porque creí siempre de
mas alta importancia dar esta prueba incontestable de la bue-
i:a fé con que propendía á la paz, y del honor y deferencia que
tributaba á los Ministros mediadores.
(i) Actas reservadas del Cabildo de Montevideo.
Tomo II 6
82
Los primeros pasos de esta interesante negociación inspira-
ron confianza de un suceso favorable: pero no tardó mucho el
desengaño. Desvío, lentitudes, pretextos, todo hizo ver que el
Gobierno de Montevideo buscaba en el tiempo, y la impaciencia
un motivo especioso de inutilizar el proyecto. En vez de entrar
francamente en unas negociaciones garantidas por Autorida-
des respetables, y sacar de ellas los partidos mas ventajosos de
un modo noble y decoroso, ha fundado sus esperanzas en intri-
gas, y manejos de agentes obscuros. Lejos de coadyuvar á la
paz, y al orden tan necesario á la felicidad pública, ha querido
provocar los combates por una política insidiosa, mancharse
con discursos sediciosos indignos de un ^Magistrado, y usar
del lenguage de una audacia tímida, que parece desmentir la
mismo que siente, lenguage que no puede engañar á nadie, y
que deshonrando al que lo adopta, nada de útil produce al
Estado.
En vista de una comportacion tan inesperada ordené á mis
Diputados se despidiesen y regresasen para la Colonia. A su
retirada les alcanzó un Pasaporte del Gobierno de Montevideo,
acompañado de un oficio en el qual separándose de las bases
propuestas para el armisticio, fixa otras tan chocantes con los
principios de la razón, y de la política, que desacreditarían pa-
ra siempre el buen juicio del General de aquella Plaza, sino
se conociera que ellas son formadas con el objeto de cerrar la
puerta á toda medida de pacificación.
Y a la verdad ¿cómo pudo persuadirse el Gobernador de
]Montevideo que se le enviaban Diputados para estipular las
condiciones de una entrega óWe una completa sujeción á su
voluntad? ¿Ni cómo podía creer mas seguras las palabras de
un Caudillo disidente a cjuien el mismo desprecia, que los se-
rios compromisos de los Ministros mediadores, y del Gobierno
de las Provincias unidas? Ello es que después de haber agra-
viado altamente á las Autoridades interesadas en la negocia-
ción, ha encendido mas violentamente la guerra civil en la Cam-
paña de ?^Iontevideo, ha apresiu'ado la completa anicjuilacion
de sus riquezas, y ha engrosado el torrente de males que pre-
cipita sobre nosotros la guerra.
Padres de familia: Comerciantes: Hacendados: é Indivi-
duos de todas clases: asi los que componéis estos Pueblos, co-
mo los que sois víctimas inocentes dentro de los muros de Mon-
— 83 —
tevideo: si veis desvanecer vuestras fortunas, desfallecer á
vuestras familias, ó perecer á vuestros queridos hijos en los
Campos de Batalla ; no me atribuyáis unas desgracias que qui-
siera evitar á costa de mi propia vida: decid ¿Cjuién ha defrau-
dado vuestras esperanzas, quién provoca la guerra, quién ha
cerrado la puerta que acaba de abrirse a la paz y al reposo?
Vuestra respuesta es el único alivio que siente mi corazón en
este duro compromiso. Yo nada mas he podido hacer. Yo he
hecho por la paz algo mas de lo que debió esperar el Capitán
General de Montevideo. Si él, por obligación, ó por voluntad
cierra los oidos á las voces de la razón; si nada vale en su
concepto, ni la Autoridad respetable de los Ministros media-
dores, ni las ventajas ([ue le ofrece el armisticio, ni las lagrimas
de los infelices que condena á todo género de males, ni la ruina
de tantos honrados Ciudadanos; ¿qué recurso queda sino el
de las armas?
La paz es necesaria á nuestra existencia, y quando ella no
puede negociarse, es forzoso conquistarla. No puede llamarse
paz la servidumbre: ella es un estado de verdadera guerra:
una sumisión injusta y vergonzosa como la que se exige de
vosotros, ¿qué haria mas que eternizar las inquietudes y las
revoluciones? El odio y las desconfianzas encontrarían siem-
pre pretextos para nuevas violencias y la desolación del país
seria inevitable.
Yo no subscribiré jamas á semejantes condiciones. Ninguna
razón habrá que me decida á sacrificar vuestros derechos, y
vuestra liljertad. Wisotros no podéis consentirlo. Y pues que
el honor, la justicia, y una necesidad irresistible asi lo exigen,
sostendremos la guerra hasta el último extremo. \"ale mas
sacrificar una vez con gloria los bienes y la existencia, que
exponerse á una muerte infame y prolongada. El Ser Supre-
mo, eterno protector de la justicia coronará nuestros esfuer-
zos : él nos dará una tranquilidad estable y duradera. Pero
qualesquiera que sea la fortuna de nuestras armas, mis votos
por la paz serán igualmente ardientes : la victoria misma no
me será apreciable, sino en quanto acerque el término de esta
lucha (le las pasiones contra la naturaleza." (i)
(i) Dado en la fortaleza de Buenos Aires a i.° de Mayo de 1814. — Véase Apén-
dice, nota X.° 22.
— .S4 —
'l'al fué el desenlace de unos arreglos iniciados con el canje
mutuo de prisioneros, en honor del comodoro británico que
puso en juego sus buenos oficios.
Pero todo se estrelló contra la exaltación y terquedad de
unos hombres obcecados, que frustró la ocasión de ajustarse
un tratado ventajoso para sitiados y sitiadores; pues ya sería
larde, cuando caída la venda de su fanático orgullo, lo deman-
daran con insistencia. . .
Brown había sostenido en los consejos de gobierno la vital
importancia de bloquear a Montevideo con la mayor estrictez,
completamente convencido que las armas de la patria tenían
ya todo el poder necesario para dominar las aguas y precipi-
tar la rendición de la plaza. No podía, a su juicio, equipararse
la necesidad de operar, como otros lo creían, sobre la escua-
drilla de Romarate ciiibotcllada en las aguas del Uruguay,
con la de dirigir toda la escuadra en un esfuerzo único e ins-
tantáneo sobre aquel objetivo mucho más interesante y que
tenía para sus bravuras de león todos los prestigios y atrac-
ciones del peligro. "Ahora más que nunca", le decía a Larrea,
desde su fondeadero en la Ensenada contestando una consulta
sobre la conveniencia de fortificar a Martín García, "estoy
ganoso de echarle las garras al enemigo que huyó aguas arri-
ba: pero cuando ])ienso, por otro lado, (|ue él está seguro
si la escuadra cumple con su deber, como lo espero, ¿para
qué entonces debilitarla a riesgo de hacer ilusorio el 1)1<)-
(|ueo? " ( I ).
El pensamiento se impuso al fin, y aumentada la fuerza na-
val de la patria con nuevas adquisiciones, y provista para un
crucero de tres meses, el día fijado para continuar la campaña
en las aguas de IMontevideo, fué el de un verdadero triunfo
para su ínclito caudillo.
La multitud afluida al ])uerto con el deseo de presenciarlo,
luego de avistar a Brown que se dirigía al embarcadero, pro-
rrumpió en aclamaciones unánimes, que unidas al estruendo
(I) Carta de Browii a Larrea, a Ijordo del Hercules, frente a la Ensenada a 3 cLe
Abril de 1814. " El gobierno, le agregaba, hará lo que guste, pero permítame le
manifieste que si ganamos un solo punto aseguraremos el resto, y entonces ¿por
qué no hacerlo? Puedo garantirle que solo el mejor éxito me induce á desear que
toda la fuerza se halle al frente del puerto enemigo, agregando á la vez que no es
por temor que indico la necesidad de proceder así: no!, únicamente para la mayor
seguridad de la empresa."
— 85
del cañón, a los acentos del Himno Nacional y a la emoción de
los que tenían deudos y amigos entre los expedicionarios, im-
primió a acjuel csi)ectáculo verdadera solemnidad.
Así, la ciudad de Buenos Aires, tan grande como recono-
cida, parecía abrigar de antemano el presentimiento de la vic-
toria !
La fuerza de operaciones constaba de los buques siguientes:
Fragata Hércules, 36 cañones, 293 hombres (insignia) co-
mandante Ricardo Baxter.
Corbeta Bclfasf, 22 cañones, 2^^ hombres, comandante Oli-
verio Russell.
Corbeta Céfiro, 18 cañones, 148 hombres, comandante San-
tiago King".
Bergantín Xaiicy, 15 cañones, 122 hombres, comandante Ri-
cardo Leech.
Goleta Julieta, 17 cañones, 105 hombres, comandante Gui-
llermo Mac-Dougall (i).
Iba ya a sepultarse en occidente el sol del 14 de abril, tiñendo
el cielo de colores rojizos, cuando las cinco naves con sus alas
abiertas y redondeadas por una brisa otoñal, se deslizaron so-
bre las aguas, ligeras y graciosas, precipitando su vuelo, cual
banda de ánades tornasolados. Cerrada la noche, la luna
apareció brillante, para rielar con luz melancólica la marcha
del glorioso convoy, al que siguieron los circunstantes con la
vista y con el ademán, hasta perderse lentamente en las líneas
azules del horizonte !
Había transcurrido una semana, desde que tuvo lugar la es-
cena que hemos bosquejado, cuando en la alborada del 20, se
divisó al Sur del cerro de ^lontevideo la escuadra patriota en
línea de combate y con su bandera al viento (2).
Simultáneamente, los buques del Rey de armadilla en aquel
])uerto, izando la suya, guindaron masteleros, en señal de ha-
llarse prontos a aparejar.
Brown, al desarrollar su plan de campaña, cuidó abrir co-
numicación inmediata con el ejército de Oriente, cuvo ardor
(1 ) Estado de fuerza y tiempo de servicio de los buques armados que operaron
bajo el mando del coronel Guillermo Brown, contra las fuerzas navales enemigas err
el Río de la Plata, durante el presente año de 1814. Véase Apéndice, nota N." 2¡.
(2) El capitán del Fijo, D. Joaquín Terán, era el oficial de vigía, que desde lo-
alto de la Matriz, llevaba un diario sobre las operaciones del ejército sitiador.
— 86 —
se retempló con ese poderoso auxiliar, estableciendo luego un
crucero tan estricto que produjo los mejores resultados.
Interceptada la vía marítima, se fueron apresando barcos
(jue desde las costas del Uruguay, Brasil, Patagones y aun del
Perú, proveían a la plaza de municiones de boca y de combus-
tible (artículo entonces de primera necesidad); medidas que
en breve llevaron el pánico a los asediados.
El bloqueo se iba estrechando paulatinamente, de manera
que hasta los botes pescadores no se consideraban seguros,
cuando salían del tiro de cañón de la plaza; y pronto llegaron
a Buenos Aires varias presas, como faustas primicias de la
cruzada en que tantos volaron a las regiones de la luz.
Sospechando Bro\\"n que el enemigo así hostigado, no tar-
daría en hacerse a la mar, con el objeto de aventurar un en-
cuentro que podía ser obstinado, acercándose el ii a la peque-
ña ensenada de Santa Rosa, embarcó algunos piquetes de los
cuerpos de French y de Soler, para reforzar sus guarniciones
v hallarse habilitado a ofrecer o recibir un abordaie.
CAPITULO VII
1814
Sumario: Sorpresa de los realistas a la aparición de las naves patrio-
tas. — Epidemia en la plaza sitiada. — Caridad evangélica de
Ascalza. — Junta de guerra convocada por el gobierno. — ^ Es-
cenas que se producen en ella. — Resolución del mariscal \ i-
godet. — Opiniones del Cabildo. — Se alista la escuadra real
para el combate. — Curiosa anécdota. — Sacrificios que la mi-
seria impone a las familias. — Heroísmo del bello sexo. — El
jefe naval dimite el mando. — Nueva citación a junta: deba-
tes violentos. — Se resuelve la salida por mar. — Anteceden-
tes del jefe del apostadero, a quien se confía la salvación de
la plaza. — Provocaciones de los bloqueadores. — Fuerza con
que los bloqueados se enmaran el 14 de mayo. - — Estratagema
del jefe patriota. — Cámbianse los primeros tiros. — Recalan
los españoles en el Buceo de ¡a Luz. — Represa del "San
Luis". — En la noche, lógrase cortar del convoy el buque
insignia enemio'o.
Extraordinaria fué la sorpresa de los habitantes de Monte-
video, cuando contemplaron a su frente aquella respetable fuer-
za naval, destinada a dar rápida solución al problema de más
trascendencia en el Río de la Plata. Entonces ya no era solo
él pueblo, sino hasta los más fanáticos que principiaban a in-
C|uietarse entre el temor y la esperanza . . .
Estrechado el cerco por tierra y agua, la situación se hizo
critica en pocos días, recrudeciendo de nuevo la epidemia con
el aumento de la miseria pública. Los desamparados eran infi-
nitos, y apenas podía soportar su peso la filantropía reunida
del vecindario, del Cabildo, de la Hermandad de Caridad y del
benéfico lego franciscano Fray Juan J. de Ascalza, llamado
entonces el ángel protector de la indigencia, y cu3^o nombre
hay justicia en resucitar de las sombras del pasado, pues hubo
día en que proporcionó sustento a más de tres mil menestero-
sos, según consta en los libros capitulares de iNIontevideo (i).
La presencia del nuevo enemigo, influyó para que se dupli-
caran las precauciones y vigilancia en el recinto: mientras que
las patrullas contrarias, acercándose a los muros en esa noche
del 20, arrojaban granadas de mano entre pullas y dicterios (2).
Alarmado el gobernador Mgodet. invitaba a junta de gue-
rra a los jefes principales del ejército y marina. Ella tuvo lugar
la noche del 21 en la sala del Fuerte, asistiendo además el mi-
nistro de Hacienda D. Jacinto Acuña de Figueroa y tres miem-
bros del Ayuntamiento.
Se abrió la sesión con la lectura de un oficio de af[uella cor-
poración, incitando al gobierno en nombre del clamor público,
luciera una tentativa seria, a mérito de las circunstancias ex-
traordinarias que dificultaban la defensa y salvación de la pla-
za, tratando de no omitir expediente hasta lograr se replegase
a ella la flotilla del Uruguay.
Empeñóse luego una discusión tan apasionada y con tan
amargas invectivas entre los concurrentes del cuerpo general
( I ) Actas Capitulares, entre otras la de 28 de enero de 1814. Desde que comenzó
a acentuarse en el seno de las familias las angustiosas y aflictivas consecuencias
del sitio, el benemérito lego de San Francisco, fray José Ascalza. ejercitando un
espíritu realmente evangélico se dedicó a mitigar con auxilios oportunísimos las
necesidades materiales de innumerable gente. Durante muchos meses repartió sus
bcnéhcas limosnas que dieron el sustento diario a más de mil y quinientas personas ;
pero llegó un momento en que falto en absoluto de recursos y lleno de empeños
y deudas, no pudo continuar su obra de misericordia, de santa y verdadera caridad
cristiana. En los primeros días de enero de 1814 se hizo cargo de ese servicio la
"Hermandad de Caridad"', ayudada por el ■Cabildo, pero dejando a Ascalza "cuya
inmensa piedad y fiel manejo merecía la mitra de un obispo" (Figueroa), la tarea
del cocinado y reparto personal de las raciones, que desempeñó con celo tan infa-
tigable que no hay elogio que compense. A cada pobre o menesteroso se le daba
una papeleta individual o para el número de familia que representara y a su pre-
sentación recibía el correspondiente auxilio. Dará idea de la faena y labor del bene-
mérito lego el conocimiento de que las raciones repartidas, ya cocinadas, en el mes
de febrero alcanzaron a 99.915 y en el de marzo a 106.822.
(2) He aquí los versos que con acompañamiento de guitarra y protegido por las
tinieblas, cantó en la ocasión un payador desconocido, puesto de bruces detrás de
la contraescarpa de los muros :
"Flacos, sarnosos y tristes,
Los godos acorralados,
Han perdido el pan y el queso
Por ser desconsiderados.
Cielo de los orgullosos,
Cielo de Montevideo,
Pensaron librar del sitio
V se hallan con el bloqueo"
Véase .\péndice, nota X." 24.
If
ISs
y..j¿
— 89 —
de la Armada y de la guarnición, sin eximirse ni los cabildan-
tes, increpados por los coroneles Ríos y Cuesta, que para pre-
Acnir un escándalo tuvo que mediar el mismo capitán general,
quien decidió que la salida se haría por mar, confiando el man-
do de la expedición al capitán de navio D. José Primo de Ri-
vera, que fué compelido a aceptarlo, una vez allanadas las
objeciones que opuso. Todo sin perjuicio de que los asistentes
manifestasen su parecer por escrito (i).
Juzgamos tan importante el dictamen que con tal motivo
presentaron los miembros del Ayuntamiento, que a pesar de
la índole concisa de este trabajo, vamos a reproducirlo, como
una prueba palpitante del estado de la opinión general con
respecto al éxito del combate por mar que ya se veía relampa-
guear en el horizonte.
Dice así :
"Convocados por \\ S. para la Junta celebrada ayer noche,
y exigido el voto por escrito de todos los señores concurrentes ;
animados nosotros de unas mismas ideas, y teniendo unos
mismos conocimientos de nuestra situación y fuerzas navales ;
de los deseos del público en ver destruidas esas naves, armadas
por los insurgentes; exponemos unánimemente, que siendo
nuestras fuerzas marítimas disponibles en el día, la corbeta
Mercurio, la Paloma, fragata Ncptnno, queche Hiena, lugre
San Carlos, falucho Fama y balandra del benemérito ciuda-
dano D. Francisco Castro, sin contar el bergantín Cisne que
puede salir á la mar sin embarazo alguno ; las tenemos y repu-
tamos por superiores á las que nos blocjuean, tanto en el cali-
bre de la artillería, como en sus tripulaciones y dotaciones; ó
cuando menos serán iguales, ponderando mucho las de los ene-
migos y apocando infinito las nuestras ; y siendo real y verda-
dera nuestra superioridad, no admite duda, que es indispensa-
ble salir á batir á los cinco buques mercantes que están á la
vista del puerto, pues así lo exige el honor de la Armas Cató-
(l) Primo objetó, entre otras causas, la mala disposición de la batería baja del
Nc¡)iuno que no podía hacer fueg^o eficaz en caso de marejada; y pidió además,
para asegurar el éxito de la operación que se le encomendaba, se armase en guerra
la fragata mercante Mercedes por ser capaz de montar i6 cañones, y se le contestó
que se le facilitaría armado ese buque y dos más. No habían aún terminado los
aprestos para dar la vela cuando sintiéndose enfermo ese marino dimitió el mando
de la escuadra, y aceptada su renuncia por Vigodet el 5 de mayo fué investido con
él D. Miguel de la Sierra, en cuya pericia nn se abrigaba, generalmente, confianza.
— 90 —
licas y los intereses de todo el pueblo y aun del Estado; pues
en la conservación de este fuerte baluarte de la América del
Sur. consiste la salvacii'm de estas provincias ( i).
"Los rebeldes no tienen mas buques que los insinuados, y
aunque tuvieran otros, es de necesidad combatirlos en cual-
quier punto ventajoso, antes que nos apresen las embarcacio-
nes que esperamos con trigo, nos priven de leña, de la entrada
de víveres, y aun de que salgan nuestros botes pescadores fue-
ra de puerto. Ello es de imperiosa necesidad, y antes que lle-
guen los tristes momentos en que nos imponga la ley un ene-
migo inferior y con menos rectirsos y auxilio en caso de des-
calabro; y aumentar sus fuerazs con la protección extranjera,
si ahora no se les prociu-a destruir enteramente, como para
ello es casi innegable que nos sobran útiles de guerra, mayoría
de poder marítimo, y diferente valor y esfuerzos en nuestros
marinos y soldados embarcados ó que se embarquen al efecto.
"Queda dicho, que los barcos armados por los insurgentes,
son solamente una fragata, dos corbetas, un bergantín y una
goleta, y que sus cascos sencillos como construidos para mer-
cantones, no superan á los nuestros: por lo mismo, son muy
melancólicos los pensamientos de lo que pueden hacer, no te-
niéndolo hecho, y de que puedan tener nuestros buques, sin
haberlos visto ni aun desde lejos, ateniéndose, para indicarlo
así los de diverso dictamen, solo á noticias sospechosas ó apó-
crifas.
"Bajo de este concepto, y de lo demás f[ue queda expuesto,
somos de parecer y juzgamos que lo será la mayor parte del
vecindario ilustrado y pensador, Vjue no estando lista la fra-
gata Mercedes, en el término perentorio de cinco ó seis días,
deben salir los buques que tenemos prontos, para batir á los
enemigos, continuándose con la mayor eficacia el armamento
de ella, y el de la fragata Trinidad (de Beláustegui) que en
opinión de algunos inteligentes particulares, es muy aparente
y de buena construcción para armar en guerra ; así como son
excelentes los bergantines de D. Francisco Chávarri y el ber-
( I ) Xo era menor la confianza que se tenía Brown. En carta de 6 de mayo, di-
rigida a White, desde el Hércules, aguas de Montevideo, le decía: "Desde el 19
de ppdo. se halla el puerto rigurosamente bloqueado: y estoy seguro que el valor
del enemigo en las últimas veinticuatro horas ha bajado, cuando menos, 45 grados.
Desearía tomar el pulso del Mercurio por algunos minutos."
No tardó mucho, en verdad, en tomárselo...
— 91
gantin Malagueño consignado á 1). Lkíenaventura X'idal, que
tiene seis cañones de á 8, siendo fácil poner los que ha montado
en otras ocasiones; y la goleta de D. José Rasi, que se le pue-
den poner i6 piezas de artillería; lo mismo que 14 al de Chcá-
varri, que con viveres para tres meses, estcá pronto para salir
al mar (i).
"Si faltase marinería para dichos buques, á mas de las 1.400
|)lazas que toman ración, creemos que pueden sacarse de la
marina mercante, guadañeros, pescadores, barcos costaneros
y demás bajeles de guerra surtos en esta bahía, entre ellos, el
Paraná, que podrá tripularse con soldados de marina, respecto
a la clase de servicio para que está destinado; y por último,
cuando el Estado está en inminente peligro, y comprometido
el honor nacional, juzgamos un delito grave, todo comporta-
miento ó manejo omiso ó negligente ; es obligación forzosa,
moverse con rapidez, y mucho más necesario, remover todos
los obstáculos ó impedimentos, que por alguna vía pública ú
oculta, puedan entorpecer directa ó indirectamente las provi-
dencias que se adopten para conseguir los objetos de utilidad
V beneficio que se propongan con respecto á las circimstancias,
mas ó menos agravantes, que nos rodean.
*^Todo caso urgente y empeñado hasta el extremo, como el
(i) a este plan se refería, sin duda, el ^Ministro Larrea cuando se dirigía a Brown
en los siguientes términos :
Buenos Aires, 2 de mayo 1814.
Al Comandante de las fuerzas Navales del Estado.
Sería mui conveniente, procurase Vd. tener la acción que preparan las fuerzas
navales de Montevideo con las del Estado que se hallan al mando de Vd. al oeste
de los bancos de Ortiz ó por los paralelos de Barragán y la Colonia, por las ven-
tajas que proporcionaría á nuestra escuadra, ya fuese victoriosa ó ya perdiésemos
las agiias de la batalla.
Vd. no puede dudar, que en el primer caso, sería mui difícil el que ninguno de
los buques enemigos podría regresar al puerto de su salida, y en el segundo, ten-
drían los nuestros la probabilidad de tomar nuestras costas, en donde serían pro-
tegidos militarmente : más, sin embargo, el Gobierno, bien satisfecho de sus cono-
cimientos, deja al arbitrio de Vd. las medidas que considere más oportunas sobre
tan grande objeto.
Adjunto á Vd. una relación esacta que ha pasado á S. E. el General del Ejército
sitiador, de los buques que en el puerto de Montevideo se estaban disponiendo para
salir á probar sus fuerzas con las del Estado del mando de Vd.
En las inmediaciones de la Punta de Piedras se ha situado una guardia con el
fin de que por medio de ella trasmita Vd. cuando convenga, las noticias que crea
dignas de este Supremo Gobierno.
Todo lo que comunico á Vd. de su orden.
Dios, etc.
fiían Larrea.
Archivo General de la Nación.
!)2 —
presente, y en que los insurgentes tratan de hacer sus últimos
esfuerzos, para reducirnos al armisticio que pretenden, y pro-
pusieron en días pasados, demanda una resolución firme é in-
alterable, y un ataque parecido al que dio el señor Pezuela a
los rebeldes con la tercera parte de menos fuerza que la de
ellos; idéntico al combate en las aguas de Alejandría, dispuesto
por el almirante Xelson, contra la escuadra francesa, superior
á la suva ; ó á otras acciones de guerra que han sido bien
sucedidas, pur la pericia, conocimientos y valor con que se han
dirigido en los mayores apuros y en una notable desigualdad
de fuerzas; cosa que en nosotros no concurre, y que hace ven-
tajoso nuestro estado actual. — Montevideo, 22 de abril de 1814.
— MiGUEiv Antonio \'ílardebó — Francisco Moran — Nico-
lás Fernández Miranda. — Señor D. Gaspar J^igodcf. Capi-
tán General de estas Provincias." (i)
Conocido este parecer del presidente del Cabildo y goberna-
dor político de la ciudad y sus colegas, corroborando la reso-
lución del capitán general Mgodet, la escuadra realista prin-
ci])ió a embarcar víveres, contribuyendo el Ayuntamiento con
200 qq. de galleta, a la vez que se remontaba su personal, me-
diante un bando, conminando con graves penas a la gente de
mar que no acudiese a ocupar su puesto a bordo de aquélla,
que luego se vio atestada de artesanos, mancebos de pulpería
y tiendas, vagos y tahúres que arreaban de día ó de noche las
levas y patrullas.
A éstos, se adiestraba en la maniobra ])or un método raro,
el cual merece recordarse por su originalidad. Asegurábase un
naipe de la baraja en los cabos de labor con que se maneja
el aparejo, y cuya extraña nomenclatura era incomprensible
para ellos. Entonces, colocándose el instructor cerca de popa,
mandaba con voz severa: al as de copas, al siete de espadas,
al caballo de bastos, a la sota de oro, etc.. etc.. y al instante
todos corrían a l(js respectivos palos, cuerdas o velas (2).
í I ) Archivo del Cabildo de Montevideo.
(2) Efectivamente, el comandante de mío de los buciues, viendo que los reclutas
tomados de leva eran muy lerdos o se desdeñaban de aprender los nombres téc-
nicos de los cabos, vergas, etc., para instruirse en la maniobra, cansado ya, les llamó
y les presentó una baraja, preguntándoles uno por uno los nombres de cada carta ;
y viendo que los conocían perfectamente, hizo fijar en cada cabo una carta seña-
lando a cada cual la que le pertenecía, y asi les empezó a enseñar la maniobra.
(Acuña de Figueroa. Diario histórico del sitio de Montevideo — 1S12-14. Ms. de la
Biblioteca Nacional de dicha ciudad.)
L^^y^^^ 1// yp"^^^^^
Escudo n' firma autógrafa de don Gaspar Vigodet,
Mariscal de Campo de los Exercitos Nacionales, Gobernador y Capitán General de
LAS Provincias del Rio de la Plata, Slb-Inspector de las tropas de todas estas pro-
vincias, Super-Intendente General, Sub-delegado de la Hacienda Nacional, Rentas
de Tabacos y Na\pes, del Ramo de Azogues n- Minas, y Renta de Correos, etc. etc
Es de suponerse la confusión que debía causar turba seme-
jante en los conflictos de un combate.
Mientras tanto, y a pesar de los ruegos y amenazas, exigién-
dose el sacrificio de vidas y hacienda en aras del honor com-
prometido, el alistamiento entre la edad señalada de i6 a 50
años luchaba con grandes inconvenientes, haciendo exclamar
al poeta festivo —
"Muchos la edad se aumentan : ciertamente
Las débiles mujeres, tal 110 hicicvan;
Pues fueran a la lid octogenarias.
Antes que en el padn'tn pasar por viejas."
\'a los postes de las calles y los muebles de las familias
servían de combustible, el que faltaba hasta en los talleres del
Parcjue para componer las armas y útiles de guerra ; el poroto,
la fariña y el arroz escasos, el tasajo detestable, y la grita era
general, cuando el 9 de mayo fué convocada de nuevo la Jimta
mixta. Era el doliente desahuciado (jue luchando con el ins-
tinto de conservación, anhelaba ser engañado por el médico
con alegres esperanzas de vida !
"Solo en el bello sexo, incontrastable,
Iguala el heroísmo a la paciencia,
Las ninfas delicadas dando ejemplo
De espartano valor, su afecto niegan,
Y aun chocan con desprecio, al cjue cobarde
Entre tanto sufrir, se desalienta." (i)
Hacía apenas cuatro días que Primo de Rivera, aquel héroe
de Zaragoza, so pretexto del mal estado de su salud, había di-
mitido el alto puesto cjue investía . . . Reemplazado por el co-
mandante General de Marina, D. Miguel Sierra, elevó éste un
oficio presagiando la derrota, si se llevaba el ataque a las naves
enemigas, en su concepto harto superiores a las de su insignia.
Tal era el tópico sobre que debía pronunciarse la Junta, cu-
ya discusión fué muy reservada.
Sierra se esforzó en probar, que si bien la fuerza numérica
(i) Acuña de Figneroa, citado.
— 94
\ material de los realistas aparecía mayor, era evidente que
ía moral militar del bloqueador, la calidad de sus buques y su
marinería, eran superiores; pronosticando que temía se per-
diese la acción, como la perdió la escuadra española en iden-
tidad de circunstancias, en las aguas de San \^icente; lo que
recordaba en descargo de toda responsabilidad.
Tan extraño modo de raciocinar en un militar, y en momen-
tos de tanto conflicto, produjo réplicas enérgicas y aun vio-
lentas, reprochándosele no sólo el asombro, sino el desaliento
que podían producir semejantes ideas, vertidas precisamente
por el cuerpo que pocos antes alardeaba mirar con profimdo
desprecio el armamento naval de los rebeldes.
Puesto a votación el punto, se decidió a pku"alidad la salida
inmediata de la escuadra en demanda de la bloqueadora (i).
Sin embargo, los pamperos continuos (SO.) impedían a
ésta dar la vela, y mientras soplaba brisa favorable, fuéronse
embarcando a son de mitsica, compañías y piquetes de los cuer-
])os de Albuhera, Sevilla, López, Chain, ^Miñones Catalanes y
-Milicia Provincial, los que se despedían como si partiesen para
una fiesta, v marchaban a la derrota. . .
"\'iendo a sus amados
Las ninfas partir,
Sus bríos animan.
Con faz varonil.
(i) "Las discusiones de esta Junta, dice Figueroa en su Diario, fueron muy
reservadas ; pero el autor puede asegurar la autenticidad de lo que en ella pasó ;
su padre, como ^linistro de Hacienda, era vocal de la Junta, y de él tuvo poste-
riormente los detalles de estas conferencias y otras semejantes. El Comandante
('.eneral de Marina quiso por mil argumentos y reflexiones probar que no con-
venía dar el combate, porque aunque la fuerza numérica y material de los buques
realistas aparecía mayor, sinembargo era evidente que la moral militar del ene-
migo, la calidad de los buques y su marinería eran superiores, y añadió este no-
table pronóstico : que él temía se perdiese la acción como la había perdido la es-
cuadra española en idénticas circunstancias contra la inglesa en las aguas del cabo
de San Vicente, y, en fin, que si se perdía la escuadra, él ya se consideraba des-
cargado de toda responsabilidad. Este extraño modo de raciocinar de un militar,
y en tal conflicto, cuando no había otro camino, ocasionó contradicciones y réplicas
enérgicas y furiosas invectivas reprochándole el escándalo y desaliento que po-
día causar con tales discursos. En fin, á pesar de todos los esfuerzos de Sierra,
quedó decidido, á pluralidad de votos, que la escuadra saliese cuanto antes á ba-
tirse. El pueblo ha ignorado los pormenores referidos en esta conferencia, pero
los sospccliaba."'
'.).") —
Solo tiernas madres
Lloraban allí ;
Solo ellas no dicen:
¡"encev o morir!" ( i )
Pero detengámonos a(iuí, para b(js(|uejar los antecedentes
del marino en cuya decisión y aptitudes confiara Vigodet la
salud de la plaza.
Por aquella época, D. Miguel Sierra frisaba en los 50 años.
Era natural de Guarnizo en la provincia de Santander, habien-
do sentado plaza como guardiamarina en el departamento del
Ferrol el 26 de febrero de 1780; recorriendo la escala de as-
censos, hasta el de capitán de navio, patente que obtuvo es-
tando ya en ^lontevideo, el 24 de mayo de 181 1 (2).
Durante la guerra con la República Francesa, asistió en
1793 a la ocupación del puerto militar de Tolón, a las órdenes
del teniente general Lángara y Finarte, distinguiéndose por
su actividad en el sitio del fuerte Balaguer.
A fines del año siguiente, dio la vuelta al mundo a bordo del
navio Europa, que tremolaba la insignia del célebre general
marino D. Ignacio Alaria de Álava ; campaña laboriosa en la
que desempeñó el empleo de oficial de órdenes de la escuadra
circunnavegadora.
En octubre de 1S04, se halló en el suceso desgraciado de las
cuatro fragatas, que bajo la dirección del brigadier Bustamante
y Guerra, fueron acometidas y apresadas por el comodoro
Moore, sobre las costas de España.
Antes y después de esa fecha, llevó a cabo comisiones de
bastante importancia y peligro, mandando sucesivamente el
navio Moniaucz y las fragatas Magdalena y Esmeralda, hasta
que, encargado de traer al Río de la Plata el último virrey,
montó en la de igual clase Efigenia, con la que dando la vela
desde Cartagena y Alicante, arribó a su destino el 12 de enero
(i) Lo más distinguido del bello sexo montevideano, con ese valor y senti-
mientos humanitarios que animan a la mujer americana, pasó muchas nocíies pre-
parando hilas, compresas y vendas de que hizo donación a los botiquines de a bordo.
(2) La escala de sus ascensos fué: alférez de fragata el i6 de septiembre de
1781 ; alférez de navio el 26 de abril de 1787; teniente de fragata el 12 de julio
de 1790; teniente de navio el 22 de noviembre de 1794; capitán de fragata el 29 de
ootubrq de 1805; capitán de navio el 24 de mayo de 1811, y brigadier el 14 de
julio de 1825.
9 (i —
ele 1811 ; V consecuente a Real orden, sucedía un año después
al capitán de navio Salazar en el mando del apostadero de
J\íontevideo.
Reasumida su foja de servicios que tenemos a la mano, si-
gámosle ahora como comandante en jefe y arbitro de una si-
tuación especialísima, cuya responsabilidad le hemos visto acep-
tar con el presentimiento de la derrota, dejando de interino en
su empleo del ai)ostadero al capitán de frag'ata D. José Laguna
y Calderón.
La noche del 1 1 de mayo debió zarpar con su escuadra, pero
habiendo bajado mucho la mar, no pudo gobernar la fragata
Mercedes para ocupar el puesto que le estalla designado en la
línea.
Por su parte, los bloqueadores, reforzados sucesivamente
con la corbeta Agradable, de 22 cañones, 155 hombres, coman-
dante Antonio Lamarca ; sumaca Sanfísiuia Trinidad, 14 ca-
ñones, 131 hombres, comandante Ángel Hubac, y falucho San
Luis, 3 cañones, 25 hombres, comandante Guillermo Clark; en
la mañana del 13, aproximándose al recinto hasta enfrentar el
cuartel de Dragones, estuvieron provocando con el cañón a
sus rivales, que por fin se levaron al siguiente día, en medio
de las tristes rogativas de los templos, prontos ya a entrar en
combate y confiados en su numérica superioridad, a cuya som-
bra disputarían la victoria que importaba la salvación de la
plaza (i).
En la noche de ese día, 13 de mayo, cruda y tenebrosa, Rc'
berto Gibson, teniente i." del Hercules, observó durante su
guardia que en el puerto el euemigo hacía señales intermi-
tentes por medio de cohetes y faroles.
El coronel Erown, sospechando lo que significaba aquello.
íi) A propósito de la incorporación de esas unidades, Brown escribía al minis-
tro Larrea, desde el Hércules, frente a Montevideo, el 6 de mayo: "Están en el
horizonte y á la vista, la Agradable, una sumaca y una goleta. Esta mañana llegó
la Trinidad; antes de ayer la goleta Espcrauca y el día anterior el falucho San
Luis. ¿Qué dirá el enemigo ahora? Si antes no le gustaba el partido de visitar la
escuadra, creo que hoy le gustará menos hacerlo. Pero sea como fuere, la recepción
que tendrá será la que merece. Deseche todo presagio desfavorable y confíe con
loda su alma."
Y el 12 de mayo confirmaba su pronóstico de victoria en estos sencillos términos:
" ...El enemigo se prepara. Siete buques de los de mayor fuerza se han halado
algo afuera. Espero (|uc mañana lirillarán las armas de la i)atria si se presenta la
ocasión."
(Cartas de I'rown a Larrea, originales en nuestro .\rchivo).
— 97 —
dispuso que se redoblase la vigilancia y concertó con su se-
gundo, Russell, el plan de operaciones que debería guiarles en
el combate que juzgaba ya inminente (i).
En efecto, la primera luz del alba, confirmó sus conjeturas
de la víspera.
Serían las 7 de la mañana, cuando el sol que se levantaba so-
bre un horizonte húmedo pero sereno, hiriendo las velas altas
de la escuadra española, íbala haciendo resaltar sucesivamente
de aquella atmósfera brumosa. . .
Enumeremos ahora sus buques en el orden en que fueron
saliendo, encabezados por el velero —
(i) Russell, era escocés, pero residía en Buenos Aires desde 1790; y aunque de
antigiia intemperancia en el licor, se tuvo en vista al confiarle el segundo puesto,
su fama como baqueano del Río de la Plata, en el que navegó constantemente un
cuarto de siglo, habiéndose naturalizado en el país, donde desempeñaba las fun-
ciones de práctico mayor.
Piloteando una goleta bajo bandera portuguesa (con subrepción maliciosa de la
española), conducía de transporte hasta el Janeiro a un hijo del gobernador de
Trujillo, que en misión reservada, pasaba de incógnito a la Corte de Madrid, cuando
el 9 de junio de 1806, fué capturado cerca del Cabo de Santa María, por la fragata
inglesa Nat'cissus, que formaba parte de la expedición Popham. Merced a un exa-
men detenido, se descubrió su verdadera nacionalidad, y obligósele a guiar el ar-
mamento, designando los puntos más adecuados para un desembarco durante la
cruda estación en que debía verificarse. Las declaraciones que se le arrancaron,
sobre el arribo reciente a la capital de fuertes caudales del interior ; la ausencia
en ella de guarnición suficiente, como la oportunidad de la embestida, fueron de
tal importancia, que hicieron decidir el ataque a Buenos Aires antes que a Monte-
video, como se había pensado hasta la víspera, no obstante la opinión en contrario
del general Beresford.
Operada la Reconquista, fué reducido a prisión e internado, no recuperando su
libertad, sino dos años más tarde, cuando se hizo la paz. Russell, trasladóse a Ingla-
terra en 181 1, demandando una reparación; pero en vez de justicia, sólo consiguió
aumentar los perjuicios considerables que había sufrido en cuerpo y bienes. A me-
diados de 1813, se hallaba en Valparaíso casi mendigo, de donde escribía a White,
diciéndole: "He sabido con placer por el Sr. Mauro que salió de Buenos Aires en
el mes de marzo, que ustedes han vencido las dificultades que soportaban á causa
de la severidad del gobierno español hacia la fecha en que salí yó de ella.
Presumo que habrá llegado á su noticia la captura del buque de tres palos
Hunter por el corsario J'ulfure, y de su condena en Lima. Esa vieja voluble, la
desgracia, me frunce el ceño, y una vez más me ha arrastrado hasta el nivel más
bajo; si posible fuere, peor que en el asunto de la Catalina, habiendo sacrificado
hasta el último centavo que tenía a bordo, que es cuanto poseía en el mundo. La
tripulación del corsario, ó los piratas hablando con más propiedad, me robaron la
mayor parte de mi ropa de vestir y el poco dinero que tenia para mi uso particu-
lar. He quedado destituido de medios para sufragar mi pasage á cualquiera parte,
pero afortunadamente tengo un amigo en Santiago que me lo facilitará por tierra
hasta Buenos Aires, asi que el tiempo lo permita por la Cordillera." (Carta de
julio I." de 1813).
De regreso en Buenos Aires, sus resentimientos con los españoles lo echaron del
lado de los revolucionarios, a los que se consagró con abnegación completa, hasta
perderse en las tenebrosas latitudes antarticas (1815) envuelto en su bandera y
ceñido con el laurel del 17 de mayo, como se dirá a su tiempo.
Tomo II 7
— 98 - •
Queche Hiena, 18 cañones, 140 hombres, comandante Tomás
Quijano — izando corneta del comandante en jefe.
Corbeta Mercurio, 32 cañones, 180 hombres, comandante
Pedro Hurtado de Corcuera.
Fragata Mercedes, 16 cañones, 180 hombres, comandante
Manuel de Clemente y Miro.
Corbeta Paloma, 18 cañones, 148 hombres, comandante José
Osorio.
Fragata Xeptuno, 24 cañones, 146 hombres, comandante An-
tonio Miranda — con la insignia del 2° jefe de la escuadra, ca-
pitán de fragata José de Posadas.
Balandra de gavia Corsario, 8 cañones, 53 hombres, coman-
dante Francisco Castro.
Lugre San Carlos, 8 cañones, 40 hombres, comandante
Uriarte.
Goleta María, 4 cañones, 40 hombres, comandante José
Alayol.
Bergantín Cisne, 10 cañones, 87 hombres, comandante To-
más Sostoa.
Falucho Fama, i cañón giratorio, 40 hombres, comandante
Bousquet.
Bergantín San José, 16 cañones, 126 hombres, comandante
Francisco Chávarri.
Goleta Catalana y balandra de 10 remos La Podrida, a car-
go de Pepe el Mahonés.
Por último, 20 grandes lanchones a retaguardia para dar
remolque en las calmas y conducir los heridos a tierra (i).
Este formidable armamento -de 13 embarcaciones mayores,
montando 155 bocas de fuego de diverso calibre, y tripuladas
por 1 1 80 hombres de marinería y tropa; largos los pabellones,
aprovechando viento suave del Norte, puso la proa sobre la
escuadra bloqueadora, formando las cuatro primeras su divi-
sión de vanguardia (2).
Aquélla, compuesta de siete naves, apercibida como estaba
al combate, izada la bandera de inteligencia en cada una de
ellas, levábase para hacer rumbo al SE. en formación correc-
ta y con sus velas braceadas, surcando como una serpiente la
(i) Copia del Estado de fuerza de los buques de la escuadra realista, que en
esos días se pasó al Gobierno de la plaza por vía reservada.
(2) Véase el Diagrama correspondiente.
99
fuerte onda que le abre paso. Poco antes, vióse esta señal en
el tope de mesana del Hércules: buques enemigos a vanguar-
dia: disniinuir paño y entrar en las aguas de la capitana, go-
bernando según instrucciones recibidas.
Los campanarios y azoteas de la disputada ciudad, apare-
cieron coronados por inmensa muchedumbre, cuya diversidad
de trajes, simulaba a la distancia floridos jardines, a la vez
que en torno del recinto, un pueblo anheloso constituía otra
muralla de cabezas, observando atento los bajeles que cubren
la mar con sus linos, cual tiendas de flotante campamento.
Cerciorado Brown del espíritu de sus subordinados, que no
obstante ser nacidos en climas diversos, se encontraban bajo
una sola bandera, a cuya sombra los había congregado su pro-
fesión, y a los que la vida común no tardó en hacerlos amigos»
y hasta hermanos, con esa confraternidad del peligro que es-
trecha tanto los vínculos del compañerismo, evolucionó largando
todo aparejo con visos de eludir el choque, para engañar mejor
al enemigo, llamando su atención sobre dicha maniobra a fin
de alejarlo de las cercanías del puerto, y ganándole el barlo-
vento, cortarle la retirada.
El jefe realista, inclinado a aventurar la acción, luego de
recorrer impartiendo órdenes su curva y extensa línea, orga-
nizada con afán bajo los fuegos de la fortaleza del Cerro,
emprendió la caza a todo trapo.
Mas, el astucioso Brown, pasadas dos horas, se creyó satis-
fecho de su falsa maniobra, y virando de súbito por avante,
arriba sobre aquéllos con su artillería cargada y logra cambiar
balas por treinta minutos con el Mercurio, que ciñendo la es-
casa brisa, hacía de cabo de fila de su línea ya desordenada por
las corrientes y el diverso andar de los que navegaban de con-
serva con él, en particular el Neptuno, que abatía en extremo,
por la defectuosa colocación de su batería baja, y la Paloma
que semejaba una balsa, pues sus malísimas condiciones mari-
neras la hacían casi ingobernable.
En el ínterin, aflojando el viento con el humo que impregna
la atmósfera puesta en vibración por el cañoneo, se restableció
la calma, haciéndose remolcar los españoles con sus lanchones
en dirección al E. y muy inmediatos a la costa.
Habiendo alcanzado a la altura del Buceo de la Luz (unas
diez millas de Montevideo), puerto que a pesar de su impor-
tancia, por un descuido inexplicable de los sitiadores yacía
— 100 —
desguarnecido y poco menos que abandonado, se desprendió
del convoy el audaz aventurero Pepe el M aliones, para hacer
una excursión por la Estanzuela y sus adyacencias, consiguien-
do sorprender allí al falucho San Luis y represar con él, dos
pequeños barcos que escoltaba; salvándose a nado todas las
tripulaciones, a excepción de su comandante, que ya herido,
pereció en las olas. Pero el MaJwnés se retiró con sus presas
sin dar tiempo a que llegasen las dos piezas volantes que se
aproximaban a gran galope en protección del San Luis (i).
A eso de mediodia, una blanda ventolina hizo flamear las
velas de nuevo. Aprovechándola, reunió Brown su fuerza, y
cazado por el enemigo, mareaba al Oeste, haciendo fuego a in-
tervalos hasta perderse con las últimas luces en el lejano hori-
zonte de la mar, en medio de la ansiedad de ambos campos
rjue habían suspendido sus diarias lides, para presenciar aqud
drama que debía ser decisivo en las futuras operaciones.
Sin embargo, después de oscurecer, repuntaba la marea, y
soplando viento del SE. se vieron compelidos a fondear am-
bos beligerantes a tres millas uno de otro, hacia el E. del Bu-
ceo de la Luz, levándose a las 8, para mantenerse al Sud y
sin perderse de vista el resto de la noche. Serían las lo cuando
el Hiena, insignia del enemigo, cayendo a sotavento de su línea,
de la que era cabo de fila, quedó a tiro de fusil del Hércules,
que incontinenti lo saludó con dos andanadas a metralla y
bala rasa. Arrastrado por las corrientes, no obstante su mu-
cho andar, se cortó al Sud del Banco Inglés, para no unirse
más a la división que capitaneaba.
Poco después de media noche; el viento principió a desmayar
sensiblemente, y en la madrugada del 15 habíase retirado del
todo.
Brown amaneció en buena formación, seis millas al SE. de
la costa del Buceo de la Luz, y a pesar de la calma que apenas
permitía maniobrar, ocupó toda la mañana en perseguir al
enemigo, luego que se le incorporaron el Xancy y la Agradable,
embarcaciones ronceras que habían quedado atrasadas durante
la noche.
(i) Pepe el Maltones era capitán y dueño de la balandra La Podrida, bautismo
que parecía estar de acuerdo con el estado de alma de su dueño, un aventurero
vulgar, que salió con la escuadra pero con la intención y propósito de excur-
sionar por su cuenta, como lo ejecutó. La tarde siguiente se presentó con sus
presas en el puerto de Montevideo causando gran alborozo en el vulgo.
— 101 —
Los realistas, guiados por la insignia del Neptiino, en ausen-
cia del Hiena, excusaban ahora empeñar combate, remolcando
sus buques o desplegando paño para mantenerse reunidos y
en un solo cuerpo de batalla, según prevalecían las calmas o la
poca ventolina del NO.
A la primera hora de la tarde, daban fondo ambas escua-
dras, posición en que anochecieron. Pero llamándose el viento
al NE. a eso de las 8, favorecido por las tinieblas, levóse el
enemigo sin ser sentido, y corrió cuanto aquél le permitía. Los
patriotas sospecharon el lance poco antes de media noche, hora
en que despejó el horizonte; envelando en el acto en vuelta de
la isla de Flores.
Habiéndose afirmado el NE. fresco, se tuvo que corregir
el rumbo hacia el SE., y las primeras olas de luz lanzadas
por el naciente día, lunes i6 de mayo, mostraron al enemigo
en aquel rumbo y en notable dispersión a las alegres miradas
de los patriotas, que con el incidente de la víspera, temieron se
desbaratasen sus planes.
CAPITULO VIII
1814
Sumario : A pesar de las calmas, Brown no desampara la caza. — Tras-
lada su insignia. — Es herido y transportado a la Capitana. —
Trábase la pelea. — Incidentes del combate. — El 17 de mayo
alumbra la victoria. — Barcos incendiados. — Horas de angus-
tia en Montevideo. — Se anuncia el desastre. — Exasperación
de Vigodet. — El cañón de la Hercules saluda al ejército si-
tiador. — El despecho popular. — Gajes del triunfo. — Ren-
dición de la plaza. — Su influencia moral en los sucesos poste-
riores. — Reflexiones sobre el plan de Larrea. — Sus coope-
radores. — Terminación de la campaña.
Descubrióse en la significada dirección, una vela que singlaba
forzando paño hacia los buques argentinos, uniéndoseles a
despecho de la calma, ya pasado el meridiano. Era la sumaca
Itatí, comandante Miguel Ferreri (i), montando 10 piezas y
tripulada por 94 hombres.
Esa pequeña embarcación pasó bajo los fuegos del enemigo,
atribuyéndose no haber sido capturada, a la desmoralización
en que iba éste, prosiguiendo su ruta sin detenerse, en vuelta
del SE,, pues sólo acortaba de vela para aguardar de vez en
cuando a las naves que se sotaventeaban de su convoy.
A las 2 de la tarde, el Hercules y Belfast, picaron la reta-
guardia realista, pero mientras esperaban la incorporación de
los demás, que recién lo hacían una hora después, amainó el
viento y tuvieron que hacerse remolcar por sus botes, como
lo practicaba el contrario.
El poco andar y malas propiedades marineras de la Agrada-
(i) Este distinguido oficial, de origen austriaco. fué fusilado en el motín
encabezado por el español Villada, en Patagones, el 4 de diciembre de 181 7.
Mandaba a la sazón la sumaca de guerra Gálvez.
— 104 —
ble y del Xancy, a pesar del esfuerzo de sus dotaciones, ya im-
potentes para vencer la inercia que oponían, perjudicaba los
movimientos de los seis buques restantes, por lo que resolvió
Brown dejarlos a la cola, y no obstante la escasez de viento,
no desamparar la caza, avanzando en línea de frente, para
estrechar cada vez más al enemigo, al que se le hacía fueg"o
cuando estaba a tiro, sin que ese cambio de pro3^ectiles pasara
de ruido y echar municiones al agua, a causa de la distancia.
Mas, Brown, ganoso de que cesara una situación tan morti-
ficante, a media tarde resolvió cambiar su insignia a la Itafí,
que por su buena vela iba de avanzada. Acto continuo, dispuso
que de su artillería sólo jugasen los dos cañones de a i8, sobre
un bergantín enemigo, al que notándolo retrasado, se proponía
cortar. Desventuradamente, a poco de abierto el fuego, una
bala hirióle de refilón en la pierna, fracturándosela. Se hizo,
pues, necesario trasbordarlo al Hércules, cuya cubierta rehusó
dejar, no obstante la gravedad de la herida. Allí mismo le ha-
cía la cura por primera intención su cirujano Bernardo Camp-
bell, asistido por el del Belfast Francisco Ramiro y los cape-
llanes de la escuadra Dres. Juan Andrés de Tupaj-Amaru y
Martín ]\Iartínez.
A las 5 p. m. habíase suspendido el cañoneo y las escuadras
se hallaban al Sud del Cerro, encalmados los barcos y lejanos
unos de otros, a punto de no distinguirse las señales de la capi-
tana que permanecían caídas en las drizas, hasta que dos horas
después, refrescando del ESE. se proseguía la caza sobre el
enemigo, que tomó la vuelta del N. sufriendo disparos inter-
mitentes.
Serían las i o de la noche, cuando el H érenles, que iba en la
vanguardia, se entreveró resueltamente con la retaguardia de
aquél, y pasando por entre el Neptiuw y el San José, les lar-
gaba tan recias andanadas, que éste varó luego. Su conserva,
mientras el Hércules marinaba al San José, forzando vela, in-
tentaba zafarse del conflicto, pero cazado incontinenti por el
Belfast, tuvo que rendirse sin sustentar su nombre pomposo ( i ).
No lejos de allí, sucedía otro tanto con la Paloma, que gober-
nando mal, como se ha dicho, fué a amarrarse con la c[uilla
(i) El teniente Pedro Le-Roy que lo guarnecía con un destacamento del re-
gimiento Sevilla, durante su prisión en Buenos Aires, lo dijo públicamente al
comandante del significado buque.
--^w^
S^ I.thite tic ReUas
DIACríAMA.
SALIDA DE LA ESCUADRA REALISTA
PUERTO DE MONTEVIDEO
( La dP Mayo 1»!*)
*
í
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Bl' yt; E S FATTII OT.\i>
I //f/ru/fs .fragata /msigma Brown)
■4 Cejírd, corbeta
3 Hetpasl, id
+ A;)iyu¡/iblr id
Fi .*'<'////v/.be''9antín
6 Triiiidvd, sumaca
7 Julieta goleta
Bt'QlTES ESPANOI,ES
A líicniu. quecheV'iSiqnia Sierra
B Merfiinii, corbeta
C .Víw/'íifc.s. fragata
D l'nlfiiiirL'. corbeta
E Xr/'Tiiiuj, fragata
r Corsarif), balandra
G Safí OiH/js, lugre
H Mario,, goleta
I (V.-iie., berqantln
J T/iiiui^, falucho
K Sa/i Jo^e. bergantín
L Ca///M/t/í-, qoleid
Ll ía, Podritlu , ba I a n d ra
M Lancfioiies rem oteadores
105
hacia la banda del Céfiro. El alférez de navio Toribio de Pa-
salagua, indignado por la cobardia de los que le rodean, pide
a gritos no se rindiera sin hacer previamente toda la resisten-
cia compatible con el honor. Entonces, el capitán del piquete
de la Albuhera, Mariano Maturana, que estaba a la bandera,
antes de arriarla, ofuscado por el despecho, disparó un pisto-
letazo sobre la lancha del Céfiro, que atracaba a tomar posesión
del buque: imprudencia que hubo de comprometer la vida de
los prisioneros.
Desde la tarde, truena el cañón y aun la fusilería (i), con
pausas alternativas, pero sin descanso, porque el combate ha
revestido todas sus furias. Densa humareda de la que brotan
relámpagos incesantes, extiéndese por la superficie de las aguas ;
los proyectiles zumban y matan, agujereando velas o hacién-
dolas jirones; quebrantando palos, llevándose cuerdas de las na-
ves, que desaparecen en espesos remolinos de humo; y reanu-
dándose el fuego después de medianoche, continúa hasta las
tres de la mañana del 17, hora en que el enemigo, temeroso de
percance análogo al que hiere a su capitana, perdía completa-
mente la formación, y prevalido de las sombras, cazó escota,
ethando mano de la arma de las liebres : la fuga, en la que
buscaba su salud. . .
Al despuntar el alba del 17 de mayo, risueña y apacible, se
observó que los sucesos de la noche habían decidido la suerte
de los combatientes, cuando el sol y la victoria se presentaron
a un tiempo en este memorable día (2).
La escuadra del rey, en la que faltaban, además de las tres
presas enunciadas, el Hiena y la Mercedes, enmarados ambos
e ignorándose a qué regiones su pavor los impele, amaneció a
barlovento y forzando lona para ganar el puerto, abrigo que
Brown cazándola de cerca, trataba de impedirle.
(i) La tropa de desembarco se componía del Regimiento núm. 2 de granade-
ros de infantería fuerte de 415 plazas, distribuidas en la escuadra, a cargo del
teniente i.° Santiago Kearney, quien reemplazó al capitán Marti de Jaume,
muerto el 11 de marzo delante de Martín García. Con esa fuerza iban los ofi-
ciales Luis Perichon, Francisco Solano Arias, Rosendo Rivero, Francisco
Lynch, Miguel Wenceslao del Cerro, Pastor Albarracín, José María Mora, etc.
Se embarcaron además unos 223 camiluchos y voluntarios de la brigada
cívica para hacer bulto, en caso necesario, según listas de revista, que originales
obran en nuestro Archivo Naval.
(2) Oficio del general Alvear al Directorio, fechado en el campamento del
Miguelete, a 17 de mayo de 1814.
— 106 —
En efecto, el Hercules con sus paños hinchados por el fresco
soplo de la alborada, al despertar las olas, formaba en su con-
torno, surcos de hirviente espuma que se deshacían en seguida,
y maniobrando con habilidad, consigue trabar en su azorada
carrera al Cisne, balandra de Castro y goleta María. Capturada
ésta, los primeros no tuvieron más recurso que aterrarse hacia
la falda del Cerro, detrás del cual embicaron ; refugiándose sus
dotaciones en el castillo de la cumbre, no sin dejar siniestra
mecha que los hiciera saltar por los aires, causando nuevas
víctimas ( I ).
Consigna un testigo de aquella noche de estupor e indecible
ansiedad, cjue nadie pegó sus ojos en Montevideo. El sueño
había huido de todos los párpados! Sólo los templos permane-
cieron abiertos y llenos de gente que oraba con los ministros
del altar ; mientras que en la ribera y el recinto, unos, en vano
registran los horizontes con el anteojo; los más, inclinado el
cuerpo o en pronación, aplican atento oído al mar, y tomando
por cañonazos hasta el sordo rumor del viento, creen columbrar
en lontananza fantásticos despojos del combate. . . Pero es
sepulcral el silencio del salado elemento, y manteniendo la du-
dosa congoja en los corazones, hace que todos apetezcan los
albores del futuro día con singular sobresalto!
En efecto, apenas el sol lustró el horizonte con sus primeros
reflejos, la población entera pudo contemplar a la corbeta Mer-
ciirio. que a todo paño volvía al puerto con más ventura que
gloria. Pero en vez del bajel empavesado que se aguardaba,
sus velas iban cubiertas de crespón como las naves de Teseo!
Era tal el pánico que la embargaba, que ni estando ya bajo los
fuegos de la plaza, se atrevió a dar el costado al Hércules, que
tan veloz como ella, la perseguía de cerca, disfrazado con el
pabellón que matiza de amaranto y gualda (2).
Cuéntase que el honrado general A^igodet, quien desde las
(i) Al ver aquellos buques en las peñas de la orilla, acudió de galope desde
el campo sitiador, el oficial Rafael Méndez (hijo de ^Montevideo), con una
partida de 24 dragones de la patria, y tomando la lancha del Cisne, no bien
subieron a su bordo, cuando hizo explosión la mina, salvando apenas cuatro
soldados y el citado oficial, aunque muy estropeado.
(2) Es tan positivo como inexplicable, que Brown inició el combate izando
al tope los colores españoles: hecho que fué muy comentado entonces; como
es igualmente histórico, que al dar la vela se distribuyeron a las dotaciones
realistas, formidables y filosos cuchillos para que degollaran sin misericordia
a cuanto gringo o carcamán aventurero cayese por sus bandas!...
— 107
azoteas del Fuerte, presenciara con otros personajes aquel acto
humillante, taciturno y ruborizado, arrojó el catalejo sin poder
reprimir su indignación!
Cuando viró la capitana de los patriotas para salir del al-
cance de la artillería de las fortificaciones, que permanecía mu-
da, lanzando como el sármata sus últimos disparos a la corbeta
que buscaba asilo en el fondo del puerto, recién sospechó el po-
pulacho estupefacto, que aquella nave no era el trofeo que iba
entrando en pos de la Mercurio ... ( i ) .
A las 9 de la mañana, el Hércules, tomando puesto frente a
la plaza, dio fondo, puede decirse, sobre la boya del enemigo.
Acto continuo y con el paño apenas cargado, subía la gente a
las vergas, y simultáneamente echóse arriba su lucida empa-
vesada, sobre la que flameaba, al tope, como una llamarada de
gloria, nuestra espléndida bandera nacional azul-celeste y blan-
ca; maniobra a que siguió un inmenso relámpago que iluminó
el horizonte; sus bandas aparecieron surcadas por una línea
de fuego y 21 disparos, retumbando en el vecino cerro y cuchi-
llas orientales, anunciaron a los beligerantes y a los neutros,
que las Provincias Unidas del Sud, habían conquistado al fin,
la supremacía en las aguas !
(i) Fué tanta la confianza de los españoles en su escuadra, que al divisar el
Hércules navegando tan cerca del Mercurio y con la bandera real arbolada, cre-
j^eron con generalidad, que había sido cautivado, doblemente, cuando no le
tiraban; asegurándose, sin estar averiguado, que los empecinados y viceii tinos
(como se denominaban a los intransigentes y crédulos) ya trataban del emban-
deramiento de la ciudad, echar las campanas a vuelo, acudir a los cohetes,
música, etc., como hicieron cuando el Cerrito (31 de diciembre de 1812). Pero
las llamaradas del Cisne y su conserva, sacando del error a esos ilusos, quedó
todo en sosiego profundo...
A los vicentinos, que a pesar de la amarga realidad de las cosas, hacíanse
ingenuamente ilusiones y forjaban fantásticos triunfos a propósito de cualquier
incidente, cayendo muchas veces en el ridículo, caricaturóles picarescamente el
joven D. Francisco Araucho, tan conocido después, en un pasquín que apareció
pegado en los pilares de la Capitanía del Puerto el 12 de junio y del que
Figueroa recuerda estas dos décimas:
En este bando famoso
Hay sujetos de alta guisa.
Que tienen por su divisa
La figura de un potroso.
Entre todos el más mozo
De ochenta y cinco no apea,
El que no es manco cojea,
El que oye tiene almorranas;
Todos venerables canas
Y continuada diarrea.
En un minuto batallan
Venciendo sin gran fatiga,
Y no hay uno que no diga:
Aprontémonos, y vayan;
En todas partes se hallan
Partidas de este partido.
Menos cuando han advertido
Fuego, porque en este caso,
Apretando bien el paso
En su cueva se han metido.
— 108 —
El estampido del cañón patriota, hizo el efecto de una des-
carga eléctrica en aquel pueblo apiñado, que ofrecía desde a
bordo un panorama harto curioso, pues servíanle de fondo las
alturas de la ciudad, iluminadas todavía por las últimas tintas
de la aurora.
Ai viendo éste con las ilusiones del entusiasmo, y halagado
su amor propio con la seguridad de un triunfo fácil, su sor-
presa tradújose luego en desesperación; y en su furor febril,
prorrumpía en denuestos los más hirientes contra sus autori-
dades, y en especial, la marina.
]\Ias, luego se develó en toda la elegancia de su gálibo, el
renombrado Hércules, que con sus heridas no cicatrizadas
aún (i), permanecía oculto bajo una cúpula de humo, hasta
que fué saliendo de su nube, como acjuellas deidades de la fá-
bula cjue intervenían en los combates homéricos. Su casco pode-
roso, columpiándose con majestad sobre una mar gruesa y pro-
funda, cuyas ondulaciones lamíanle sordamente, parecía desa-
fiar los escollos y el abordaje. Puentes y sollados limpios y relu-
cientes como el pavimento de un palacio; armas y bronces, des-
lumbrantes por el brillo y pulidez; simétricas troneras por las
que asomaban 36 piezas de artillería prontas a vomitar la de-
solación y la muerte, elevados árboles con sus velas ya aferra-
das, engalanados por larga y espesa cabellera de cordaje, en
la que flotaban cubiertos de honor los colores de Alayo, teñidos
con el azul celeste de los cielos y la nieve de las crestas andinas ;
tal era el conjunto c^ue presentaba la nave en que lucía altiva la
insignia de Brown. A no haber arrebatado el lauro versátil
del triunfo, habría caído al abisilio con la bandera desplegada,
legando a la patria días de llanto y de luto, pero no de afrenta
o de vergüenza !
Este saludo al cañón, celebrando la victoria, devuelto en el
acto por las baterías del ejército sitiador, fué repetido en toda
la escuadra igualmente engalanada, y hasta por las míseras
(i) Eran entonces tan pocos los operarios de maestranza, y las cosas se ha-
bían manejado con tal precipitación, por si no se lograba mantener el secreto
del armamento, que al menos no tuviera tiempo el enemigo de ser reforzado
por nuevos buques de guerra, como se temía, que el Hércules, luego de recalar
en los puertos de la Colonia y Ensenada, continuó la campaña sobre Monte-
video, llevando gran parte de su borda remendada con cuero de toro, a conse-
cuencia del duelo sangriento de Martin García, de donde tomó el nombre vul-
gar de fragata negra.
— 109 —
presas que con la enseña argentina sobrepuesta a la española,
festejaban también su propia derrota. . . Traición del destino!
Así, a orillas del río Babilonio,
Los que a Israel llevaban en cadenas,
Obligaban por burla a que en sus arpas,
Sus himnos, los cautivos repitieran. . .
ínter tanto, el héroe cristiano, piadosamente conmovido ante
el resultado de sus afanes y desvelos, considerando concluida
la batalla, después de tantos días con sus noches de insomnio
y agitación, bajó a la cámara para dar gracias al Ser Eterno
en cuyas manos reposa el destino de las Naciones, por la com-
pleta y gloriosa victoria dispensada a las armas de la patria,
puestas a su mando.
En el correr del día, fueron ganando el puerto, el pequeño
lugre San Carlos, el falucho Fama y por la tarde el errante
Hiena, que a favor de una suestada sobrevenida después de
mediodía, forzaba también el bloqueo y entró barajando la
costa (i).
(i) La Mercedes no lo hizo liasta la noche del 23. A propósito de estos bar-
cos, decia Brown a Larrea, en carta fechada en el Camino de Barracas, a 24 de
mayo: " Vd., señor, manifestó el deseo de saber adonde se refugiaron los bu-
ques enemigos y qué rumbo tomaron. Sobre esto último, no me es posible in-
formarle, pues á haberlo sabido, indudablemente hubiera destacado cruceros en
su persecución. La Mercurio, la Fama y el lugre se refugiaron en Montevideo
la mañana del día siguiente al de la acción, según yá lo comuniqué. El queche
también logró entrar hacia el anochecer, notando que la escuadra de mi mando
se hallaba a sotavento, lo que no se pudo evitar pues era preferible asegurar
las presas hechas. En cuanto á la Mercedes, me incHno á creer que ha salido del
rio, y si volviese espero que el capitán Russell y su división darán buena cuenta
de ella." Y agregaba, á otros respectos: "...No hé podido ir abordo á causa de
la contusión que recibi en la pierna... El Naiicy ha sido traido para desarmarlo,
si ello merece su aprobación. Lo ha convoyado la goleta, pues hace mucha agua,
razón por la cual reclama una revista de inspección. Soy de parecer al respecto
que debe mandarse á su bordo sin demora la madera necesaria para los puntales
de cubierta y dos curvas, una para cada lado del bauprés.
Me permitiria recomendarle se conserve la Neptuno en el servicio, por ser un
barco muy bueno y muy bien armado.
La Paloma se encuentra igualmente bien armada, pero es más bien zanquilarga
para el rio. •
El bergantín San José, mal velero, pero excelente buque de guerra, teniendo, de
otra parte, una buena batería."
En cuanto al jefe enemigo, Sr. Sierra, a su regreso a España se le formó la
competente causa. Fernando VH, conformándose con el parecer del Supremo
Consejo de la Guerra, por Real Orden del 15 de octubre de 1818, lo declaró
libre de todo cargo, y que la instrucción del significado proceso, no dañase a su
buena opinión, fama y memoria...
Por real orden de 29 de enero de 1819. fué nombrado comandante del arsenal
no —
Ellos con el Mercurio, eran las tristes reliquias del imponente
armamento que hemos visto salir a la mar, y en el que se habían
insumido cuantiosas sumas (i).
Era tanta la exaltación pública,, motivada por el fracaso de
los que volados o prisioneros fueron a engrosar la división blo-
ciueadora, que la autoridad, justamente alarmada y a fin de
evitar una violencia de los grupos y corrillos sediciosos, antes
de anochecer, mandó embarcar en las naves mayores dos com-
pañías selectas del regimiento de línea Madrid, reforzando al
propio tiempo todas las guardias y patrullas.
El triunfo no pudo ser más decisivo ni más fructífero, y fue-
ron sus gajes, seis buques, de los cuales dos incendiados, 89 ca-
ñones (2), 37 oficiales de toda graduación, 380 de tropa y ma-
rina, 3 banderas, 104 q.q. de pólvora suelta y en cuñetes, 250
fusiles y cantidad enorme de otras armas, enseres y artículos
de guerra y navales (3).
de Ferrol, destino que desempeñó hasta que por otra de g de febrero de 1822
se le nombró vocal de la junta de Almirantazgo, recientemente creada. Pasó
al efecto a Madrid y en posesión de su cargo siguió al gobierno a Sevilla y
luego a Cádiz; allí asistió al sitio que le pusieron los franceses, y finalizado
éste en octubre de 1823, cesó en su destino por supresión del almirantazgo y
volvió al Ferrol a la comandancia de sus arsenales hasta que se produjo su
fallecimiento en 1827 en la jerarquía de brigadier de la real armada...
Ya entonces, el escritor regnícola Presas, haciendo la pintura de los males
que causó a España el absolutismo de sus monarcas, decía: ". . .Mas en cambio de
esto, ha tenido que sufrir la Nación, la mengua y bochorno de ver en los
mismos puntos, humillado el brillo del pabellón español, cuando el capitán de
navio D. Miguel de la Sierra, teniendo un tercio mas de fuerza que los ene-
migos, fué apresado con trece buques, por los disidentes de Buenos Aires á la
vista de Montevideo... y no es estraño que esto suceda, ¿por qué, donde no
se teme el castigo, ni se espera el premio, quién ha de esponerse al riesgo, ni
correr el peligro? Tiempo hace que en España los delitos de los marinos, así
como los de los individuos de las demás clases, lejos de ser castigados, han
sido premiados como servicios distinguidos, y cuando en semejante caso no
han logrado un grado, se les ha confiado el mando de otro buque, ó se les
ha dado un destino equivalente ó superior..."
Es la única confesión de parte que hemos encontrado, pero bastante a poner
de bulto los abusos increíbles y desórdenes que en aquel tiempo tenían des-
quiciado el gobierno de la Armada española (*), llegando al extremo, que un
ministro deMarina, detallando al de Hacienda los males que afligían a su de-
partamento, termina asi: "...me veo cu la precisión de decir á V. E. que nadie
cumple con lo que se manda..." (Real Cédula de 11 de abril de 1817.)
(i) Mas de 130.000 pesos fuertes del erario y de particulares.
(2) Inclusos 10 de lastre.
(3) " El 24 de mayo," decía fray Cayetano al obispo Molina, " se anunciaron
á Buenos Aires los cuatro buques apresados, fragata Neptuno, bergantín San Jo-
sé, corbeta Paloma y otra corbeta llamada de los Catalanes, con 48 oficiales de
(*) Véase Apéndice, nota N." 25.
UJ
— 111 —
Así es, que su influencia moral fué de grandes consecuencias,
porque herido el enemigo en la juntura de su coraza, sucedie-
ron nuevos bríos al general desfallecimiento, quedando cum-
plida la profecía de 1811, cuando con acento viril exclamó la
musa patriótica:
"... Montevideo,
Yo fui tirano de los hombres libres,
Tu opresión ya cesó ; vencieron ellos . . . . "
Batido Sierra y bloqueado activamente el puerto, la suerte
de la plaza de Montevideo estaba decidida. La entrega de ella
era cuestión de días, por más que sus autoridades militares y
civiles protestasen caer bajo sus escombros (i).
mar y tierra y mas de 500 prisioneros de guerra. El mismo dia á la tarde los
desembarcaron á la vista del inmenso pueblo que habia acudido á la alameda en
el bajo del Fuerte. Xo te puedo ponderar la emoción universal y alegría de las
gentes, la burla de los muchachos, la algazara de los que concurrieron en tropel
del campo á ser espectadores del triunfo. . ." (Carta de 26 de mayo.)
Han resultado negativas nuestras largas pesquisas en los archivos de Buenos
Aires y Montevideo, para averiguar el número exacto de bajas habidas en este
combate. Los españoles, acostumbraban ocultarlas, y también los patriotas,
observando unos y otros, cierta preocupación de la época; pero si se confronta
el pie de fuerza con que los primeros se hicieron a la mar, con el parte del jefe
vencedor, se deduce que fueron 48 las sufridas por las cuatro presas. En cuanto
a los segundos, sólo nos consta de 4 que tuvo el Hércules el día 14 al cruzar
las primeras balas con el Mercurio, además de la pérdida del comandante Clark
del S. Luis; únicas que conñesa en sus Memorias el almirante Brown, quién fué
herido, como se lee en el texto.
Brown recomendó en los siguientes términos a algunos de sus subalternos:
" Para estimular mejor á los oficiales de la armada que sirven á bordo, me
permito recomendar á S. E. el Director Supremo al comandante de la Belfast,
Oliverio Russell, cuya conducta meritoria contribuyó en gran manera á nuestra
reciente victoria naval. Debo recomendar igualmente al capitán Guillermo Mac
Dougall, como oficial distinguido. Asi mismo son altamente merecedores de la
atención de S. E- el Sr. Roberto Gibson, oficial i.° de la Hércules, y el señor Juan
Brown, oficial i.° de la Belfast. Merecen también especial mención el Sr. Santiago
Kearney, el Sr. Perichon y demás oficiales de infantería de marina con mando de
tropa abordo de los buques, lo mismo que el señor Linch, de la Nancy", etc. (Comu-
nicación a Larrea, fecha 26 de Mayo).
(i) V. la última proclama de Vigodet.
El Cabildo, en oficio de 8 de abril, oponiéndose al armisticio, decía al Go-
bierno: "...No quiere este pueblo, marchitar los gloriosos laureles que hasta
hoi ha adquirido; está resuelto á sufrir mas calamidades y desgracias todavía,
y á rememorar, si es necesario, las escenas de Zaragoza y Gerona. Y si llega
el triste caso, de que V. S. y todos sus soldados hubiesen perecido á manos
de los insurgentes, quedarían todavía robustos pechos que oponer al enemigo;
y el último de los moradores de este pueblo, no se hermanaría jamás con los
enemigos declarados de la Nación..." Palabras muchas veces dichas y rara
vez cumplidas!
El 18 de junio, reunida la Junta Mixta, fué impuesta por Vigodet de la si-
— 112
En efecto, el 23 de junio inmediato, diezmada por la epide-
mia y las penurias, sometíase toda la guarnición, compuesta en
su mayoria de tropas regladas y aguerridas, que como los re-
gimientos de Lorca. AlbuJicra, América, Madrid y Cazadores
de Sevilla, habían hecho en la Península la campaña contra
Napoleón, con su parque y depósitos abundantísimos. Suceso
fausto, al que siguieron de cerca, las capitulación del intrépido
Romarate, que flameaba su pabellón en las aguas del Uru-
guay (i) y la del establecimiento del Carmen en la costa pata-
gónica (2) ; poniéndose término a la guerra de independencia
en el Río de la Plata, cuya navegación, de interés vital para el
comercio, quedó desde entonces completamente franca y ase-
gurada a los neutrales.
El Directorio, desembarazado de aquella carga tremenda,
con la cesación de las hostilidades que habían afligido larga-
mente a estos pueblos, introdujo notables economías en la ad-
ministración, y se halló habilitado para convertir todos sus co-
natos y recursos pecuniarios a la invasión del Perú, donde el
enemigo permanecía desunido y consternado con la noticia del
triunfo reciente; urgiendo en sus planes la celeridad, como tam-
tuación desesperada de la defensa; y después de un debate tumultuoso, la plu-
ralidad de ella, se pronunció por la entrega, a excepción de los bravos corone-
les Gerónimo Gallano (del Regimiento Albuhera), Benito Chain (de la Caba-
llería) y comandante Ambrosio del Gallo (del Regimiento America), quienes
sostuvieron con entereza que a la ignominia de cualquiera transacción que en-
volviese el sometimiento de la plaza, debía preferirse la muerte en un combate
decisivo fuera de trincheras. Empero, era ya tarde! El desaliento habíase pose-
sionado de ese raro patriotismo que ensanchando las ideas, dilata los cora-
zones. Respecto de la destrucción de la .escuadra, véase Apéndice, nota N." 26.
(i) De este marino, dijo el almirante Brown, y lo repite en sus Memorias con
entera justicia, "q^ie en todos sus combates, nunca había hallado hombre más va-
liente. . ."
Véase Apéndice, nota X." 27.
(2) A la sazón, encontrábase de armadilla en aquellas aguas remotas, la sumaca
de guerra Carlota al mando del alférez de fragata Pablo Guillen, la qué, como es
de suponer, fué comprendida en la capitulación significada : comisionándose al efecto
a la corbeta Agradable.
A consecuencia del combate sangriento del 11 de mayo de 1813, ya había
sido ocupado por el coronel French. el fuerte del Cerro Largo, que opuso una
tenaz resistencia, bajo las órdenes del teniente coronel D. Joaquín de Paz,
jefe del escuadrón de voluntarios de caballería y comandante militar de esa
villa y frontera del Brasil, secundado por el capitán del cuerpo veterano de
Blandengues de Montevideo, D. Juan Agustín Pagóla, y el capitán urbano
don Juan de j\Ielo; como también la guardia de San Rafael de Sagunto y el
campamento fortificado en la costa del río Yaguarón que parapetaron con el
nombre de Borbón-
— 113 —
hién sobre Chile, cuya gloriosa restauración debía inaugurarse
en la cuesta de Chacabuco.
Pero no olvidemos que las angustias de la Patria eran mor-
tales, cuando seis meses antes, el genio de Larrea, restituyén-
dole la existencia, le alargaba una mano benéfica y generosa,
para conducirla desde el abismo en que yacía, a la cumbre del
honor y de la felicidad.
Montevideo, centro de la reacción española en el Plata, estaba
asediado por tierra; pero mientras sus defensores continuaran
con el señorío de las aguas, se consideraba intomable, cual lo
había demostrado el sitio de 1811; porque no sólo encerraba
un repuesto copioso de pertrechos y municiones de guerra, sino
que su guarnición, como se ha dicho, era superior en número al
ejército patriota, y sobre todo, su escuadra la abastecía de los
víveres necesarios a prolongar indefinidamente una resistencia
que ya duraba más de dos años.
Por otra parte, la hostilidad que sufría, aunque sangrienta y
dispendiosa, no era seria, pues según la estrategia, no pasaba
de un bloqueo terrestre, al que con impropiedad se dio en lla-
marle sitio (i), que en lenguaje técnico, es cosa bien distinta:
(ij El primer sitio, principió el 29 de mayo de iSii }' se levantó en 23 de
octubre del propio año, al aproximarse el general Diego de Sonsa con el ejér-
cito auxiliar portugués.
El segundo, se estableció el i.° de octubre de 1812.
A fin de mejor demostrar que los laureles de esta campaña, correspondieron
en su totalidad a la escuadra, examinemos las fortificaciones de aquella verda-
dera plaza de armas, con sus fosos y sus escarpas, para convencernos que no
habria sido posible tomarla sin la victoria naval del 17 de mayo, desde que se
carecía de los medios para batirla en brecha.
Defendían las avenidas de la ciudad entre ambos cubos, y coronaban sus mu-
rallas por la parte de tierra, 91 bocas de fuego, que sumadas con las 76 que
miraban al mar (con exclusión de las 26 volantes, llamadas movibles o barre-fosos) ,
componían un total de 167 cañones, obuses y morteros en batería, distribuidos así:
En el centro de la línea de circunvalación, se destacaba la cindadela (después
mercado, hoy plaza Independencia), construcción antigua y pentagonal, debida como
las obras de su género que la ceñían, al piloto Domingo Petrarca; remontando su
origen al primer tercio del siglo pasado. Tenía cuatro baluartes : la Concepción y
San Fernando que daban frente al campo; San Felipe (donde se alzaba el asta
bandera) y San Diego, proyectando sus fuegos sobre los flancos, aunque desarmado
este último, por amenazar ruina. Dicha fortaleza montaba 30 piezas. En sus cala-
bozos o crujías, estuvo encerrado en i8o8, el emisario de Napoleón, marqués Ber-
nardo de Sassenay, y en la época de que se trata, el patriota D. Pablo Rivera, ha-
cendado del Peñarol (padre del famoso caudillo de este nombre), el comandante
Baltasar Vargas, tomado en el Cerrito y otros.
Siguiendo al Sud, se encontraba la batería San Sebastián, artillada con 10 cañones
{en ella fué muerto por una bala inglesa el célebre manco Mordeille el l." de fe-
brero de 1807). Parque de Artillería (2 baterías), 16 — Cubo del Sur o Fuerte Elio, 6
— Flanco de San Juan, 8 — Batería San Juan, 8 — Flanco, 3— Batería San Rafael, 8—
Tomo II 8
lli
]x)rque para turnarse a fuerza de armas una plaza como la sig-
nificada, aconsejan los tácticos y enseñan los principios del arte,
que al sitio, siga la brecha en sus murallas, para llevarle luego
el asalto, como lo practicó en 1807 el general inglés Auchmuty:
operación difícil, casi imposible, sin aquella previa, que recla-
maba trabajos facultativos, nunca empleados por los patriotas,
que no pensaron en ellos, ni durante el primer bloqueo ni en el
segundo, por falta de material bélico apropiado, u otras razones
que no se han esclarecido, no obstante los ensayos fugaces de
^fonasterio y de Holmberg (i).
San Joaquín (cuartel de Dragones), <S — Flanco, 3 — San Carlos, lo — Fuerte de San
José, i6 — Batería San Francisco, lo — Flanco, 13 — San Felipe, 7 — Cubo del Norte, &
— San Pascual, 10 — y San Gabriel (detrás del Parque de Ingenieros), 10.
Paralelas al Cubo del Xorte y cerca del muelle, estacionaban el Bombillo con
otras 3 cañoneras y el bergantín de guerra Paraná (a) 25 de Mayo, que lo vararon
para dar mayor alcance a sus fuegos en la dirección de la Aguada.
Dos portones daban acceso a la plaza por la parte de tierra ; el nombrado San
Pedro, sito en la batería San Pascual e Ingenieros, al fin de la calle del mismo nom-
bre (hoy 25 de Mayo), y el de San Juan o Nuevo entre el Parque y el Cubo del Sur
(actuales calles de Yerbal y Brecha).
De consiguiente, el ámbito libre entre cubos, era apenas de 7 cuadras, y de 11 el
que mediaba desde la cindadela al fuerte San José con el que cruzaba fuegos la
fortaleza del Cerro, posición dominante, armada con 8 cañones de grueso calibre, y
la que servía de respeto asimismo a las baterías del islote de las Gaviotas primero,
después de Ratas y hoy de la Libertad.
Todavía fueron aumentados otros 15 cañones de posición que ya existían el 20-
de abril de 1813, día que los contó en persona un testigo de verdad, haciendo así
un gran total de 182 piezas de batir.
Debiendo agregarse que las noches sin luna, antes de levantar el respectivo
puente de los portones, se encendían a corta distancia, barriles con aceite de lobo
o sebo, a que llamaban candilejas, y eran renovados constantemente hasta el ama-
necer, para iluminar el contorno exterior de las murallas de tierra.
Tales eran en 1814 las valiosas obras defensivas (demolidas en 1829) de la Muy
Fiel, Ilustre, Reconquistadora y Benemérita Ciudad de la Purísima Concepción y
de los Apóstoles San Felipe y Santiago de IMontevideo.
(i) El 22 de junio de 1812, se hizo en la fábrica de la Residencia, el i." expe-
rimento de fundición, con un mortero de 12 pulgadas cónico a la Gomer, por su
entendido director el coronel Ángel Monasterio (español), y otro gemelo en la no-
che del 15 de agosto inmediato, sirviendo de modelo los vaciados en Sevilla en
1724 y 1727.
Trasladados con grandes dificultades al sitio de Montevideo fueron montados
en batería, buscándose un punto estratégico con la intervención del coronel aus-
tríaco Eduardo Kaillitz, barón Holmberg. Ambos morteros, luego de recibir el
nombre de los valerosos caciques Tupaj-Afuaru y Mangaré, arrojaron las primeras
bombas a las 2 de la mañana del 13 de septiembre de 181 3. Los españoles, grande-
mente alarmados por sus estragos, pusieron el 16 un vigía en las iglesias, para que
al distinguir su fogonazo, lo anunciaran al público con dos campanadas. Sin em-
bargo, el bombardeo se hizo con largos intervalos, hasta el 10 de octubre a las 8 de
la noche, en que cesó completamente, después de haber disparado 295 bombas
El 2." mortero se conserva en el Museo Histórico Nacional y tiene esta inscripción:
Monasterio (escudo de la Asamblea), Buenos Aires, agosto 1813. Es una piez»
— 115 —
Así, el Gobierno Directorial, moribunda ya la esperanza de
ver su desenlace, y compelido por el estado lamentable de sus
finanzas, disipado como se hallaba el erario, arruinadas las for-
tunas particulares, sin espíritu público, ni ejército, ni crédito
exterior; extraviada la opinión y divididos los ánimos, trataba
de reconcentrar las fuerzas sitiadoras, hostilizadas hasta por
Artigas, a sus antiguos cuarteles de la margen occidental del
Plata; abandonar a su suerte las provincias, en las que asoma
l)a el germen venenoso de la discordia, y malogrados tantos sa-
crificios, prepararse a disputar la libertad en su más firme ba-
luarte, la capital de Buenos Aires, hasta triunfar o sucumbir
con ella.
Era pues inútil que estuviesen despiertos por haber adquiri^
do la convicción de su fuerza, los que poco antes parecían ador-
mecidos al conocimiento de sus derechos, si la idea redentora
se hallaba en el caso de una nave que combatida por deshech<j
huracán, ya sin timón y sin piloto, surca el piélago erizado de
sirtes veladas por densa niebla. . .
La situación no podía ser más precaria ni más alarmante,
cuando surgió el pensamiento salvador de Larrea, considerado
desde luego como un enigma en el seno mismo del gabinete,
donde se le creía con la razón enamorada de una paradoja,
porque la ignorancia, aunque descarada y sarcástica, siempre
desconfía poder acompañar al genio en su rápido y elevado
vuelo.
En una administración improvisada, en medio de circuns-
tancias complicadísimas y excepcionales, sin instituciones de
crédito en qué basar un sistema regular de hacienda que per-
mitiese calcular rentas fijas y proporcionadas a la enormidad
de las erogaciones que demandaba la guerra por todas partes,
aquel ministro, sólo contaba en cartera con los recursos de su
expediente para atender a tantas y tan apremiantes urgencias „
precisamente cuando las arcas del tesoro se encontraban ex-
haustas.
Mas, las calidades eminentes de su patriotismo, de su crédito
digna, por más de un título, de figurar entre nuestros más hermosos recuerdoí ma-
teriales de aquella época memorable.
Recién a fines de septiembre de 1815, se fundieron las tres primeras piezas de
campaña (dándoseles los nombres de Congreso, Independencia y Provincias Unidas),
bajo la dirección del teniente de artillería D. José María Rojas, natural de Buenos
Aires, por lo que fué agraciado con el grado de capitán.
116 —
iiiercaiitil y de su actividad, se consagraron con la firmeza de
sus principios a luchar con tamañas dificultades; y sin otra emu-
lación que la majestad augusta de la patria, supo descubrir
agentes capaces de comprenderlo y de secundarlo en el éxito.
Con equidad, dijo el bardo —
'■' . . . Si digno magistrado en el Gobierno
Te proclamó la Fama,
Ministro sabio y célebre hoy te aclama
A los siglos tu nombre dando eterno. . .'" (i )
Verdaderamente, en aquel hombre de Estado, nunca encon-
tró acogida la lisonja, ni dejó de hallarla el ingenio. Por eso.
era bien quisto con los que nada esperaban ni le debían ; siendo
incapaz de hacer cosas buenas por ostentación, ni de aprobar
otras por debilidad. Desimpresionado de las opiniones vulga
res, moderado por carácter, amante incansable del bien público
más que del propio, era magnánimo apreciador del mérito de
sus adversarios y respetado de éstos. En suma, difería de un
modo radical de la escuela de esos políticos, que sometiendo la
virtud del patriotismo a sus aspiraciones inconciliables, se jun^
tan sin conocerse, viven sin estimarse y mueren sin sentirse.
Si la perfidia no se cura con el bálsamo del olvido, tampoco
debe envejecer la gratitud en la memoria de los pueblos para
(i) Buenaventura Arzac- Oda al señor D. Juan Larrea, Ministro de Estado en
el Departamento de Hacienda y Consejo; por el feliz proyecto de la Escuadra vic-
iar iosa de la Patria.
Larrea, tuvo su cuna en la ciudad de Alataró (principado de Cataluña), donde
vio la luz el 24 de junio de 1782; ocurriendo su deceso en Buenos Aires, el 20 de
junio de 1847, a la edad de 65 años.
Ministro de Hacienda del primer Directorio, fué autor de la memorable ley de
Aduana (noviembre 1813), que adoptó el principio de los derechos ad-valorem
para los géneros extranjeros ; declarando libre la introducción de máquinas, instru-
mentos científicos, libros, imprentas y artículos de guerra.
Entró en la revolución rico y considerado, por su posición independiente hernia-
■nada a sus ideas progresistas ; y no obstante su consagración al servicio público
con toda honradez, fué perseguido, engrillado, arruinado y expatriado...
En su desventura, es Montevideo ¡quién le diría 1 la hija agradecida que le abre
los brazos para darle piadoso asilo, cuando la patria dominada por las faccianes,
imitaba a aquella cruel Romana, que pasó dos veces su carro sobre el cadáver
exánime de su padre !
Su estatua fué inaugurada en la plaza Herrera, de la Capital Federal, el 12 de
junio de 1910, rindiendo los honores militares tropas del ejército y marina de la
Nación. Presidió el acio el muy distinguido vicealmirante de la armada, D. Atilio
S. Barilari, que tributó en representación de los marinos del presente el homenaje
que su respeto y gratitud debía al fundador de la gloriosa escuadra nacional.
Véase .\péndice, nota N." 28.
— J17 —
con sus buenos servidores. Los antiguos representaron a la jus-
ticia asida de un avestruz. . . empero, ella es lenta; aunque al
fin, llega. . . y asi como la hiél, esa sangre de la envidia, tortur(3
en vida el espíritu luminoso de Larrea, así las lágrimas del arre-
pentimiento que son la sangre del corazón, surgen ahora es-
pontáneas para rendir condigna reparación a su memoria.
Las asperezas de las inteligencias superiores, desaparecen en
los dobleces del tiempo, semejantes a las de las montañas que
no se perciben a la distancia, para solo admirarse la belleza del
conjunto. ¿Acaso estuvo exento de la difamación aciuel caudillo
perínclito que miró a los Andes como una telaraña? Aplacadas
las pasiones contemporáneas, surge el juicio frío del futuro, y
levanta del sepulcro al estadista que organizó los elementos y
armó al que debía aniciuilar en un solo día, el poder colosal que
amenazaba nuestra infancia política.
El recordado White, comerciante, que a su carácter empren-
dedor y vasta concepción, hermanaba una constancia extraor-
dinaria, fué su brazo derecho. Este, luego de proporcionar los
medios de defensa, jugó su valer y todo su caudal en favor de
la libertad que agonizaba; pero, no debería tener la dulce sa-
tisfacción de verse compensado en vida, como lo fuera Lafa-
yette en su patria natal ( i ) . j
(i) El patriota Guillermo Pió White, falleció en Buenos Aires, el 3 de enero
de 1842. Era hijo de Evenie, y de Abigail Porta, de Boston (E. U.), donde nació
en II de octubre de 1770. Llegó al Río de la Plata en 1803, como sobrecargo de!
navio mercante Príncipe (a) Concepción, con procedencia de la Isla de Francia.
(Mauricio), en el Océano Indico, y largas estadías en los puertos de (".iinyaquil.
Callao y Valparaíso.
Inmiscuido en los sucesos de las invasiones británicas, fué preso y procesado por
los españoles. Asi es, que apenas estallada la revolución de Mayo, vinculado es-
trechamente con sus iniciadores, prestó servicios de la mayor importancia, prove-
yendo de armamento que hizo venir, y en seguida, el apresto de la primera escua-
dra de la Patria, que dio solución al famoso sitio de Montevideo, cual se demues-
tra en el texto.
Perseguido también y despojado de sus bienes por los anarquistas que se dispu-
taban el poder con aspiraciones inconciliables, dará una idea de su mérito, la carta
de Larrea, escrita desde el destierro (Montevideo), en 9 de abril de 1818 en que
le pronostica una reparación que llegó después de su muerte. Véase Apéndice, notí\
número 29.
En la administración del ilustre general D. Bartolomé Mitre se celebró un con--
venio con el gobierno de los Estados Unidos, que fué aprobado por ley de 3 de
iKtubre de 1863, por el cual se pagaría a los herederos de White la cantidad de-
350.000 $ metálicos, expidiéndose en su favor títulos de fondos públicos del seís;
por ciento de interés anual y uno de fondo de amortización acumulativo.
Su nombre ha sido inmortalizado en una calle de la capital federal, a indicaciúiq
del director del ^luseo Histórico Nacional Dr. Adolfo P. Carranza, y lo lleva tam>
bien una torpedera de nuestra escuadra de combate.
— ns
Carlos de Alvear, con una experiencia militar más desarro-
llada por el talento que por los años, como jefe de las fuerzas
de la defensa en la capital, contribuye a la adopción del com-
l^atido proyecto, y sostiene la disciplina de las tropas de tierra
destinadas a la escuadra, castigando ejemplarmente a los ca
becillas de las embarcadas en el bergantín Nancy, que se habían
sublevado por no servir en un elemento nuevo para ellas.
El alcalde de primer voto D. Juan de Alagón, es otro de los
propagandistas eficaces de la empresa, dotándola de gente alle-
gadiza (camiluchos), y multitud de voluntarios de la brigada
cívica que son embarcados con actividad, por el afanoso capi-
tan del puerto D. Martin Jacobo Thompson; mientras que un
«extranjero a quien un favor singular de la suerte le brinda in-
•esperadamente el mando en jefe de ella, bien pronto encumbra
ría su nombre a las regiones envidiables de la fama.
Esa alma audaz y desasosegada, ese procer, era Guillermo
Brown, que haciendo pacto misterioso con el numen del mar
y de la victoria, troza con la espada un pesado eslabón de las
cadenas del despotismo; y todavía en la edad en que el rosicler
de los horizontes de la vida, se extiende hasta teñir los fúnebres
.crespones de la muerte, conquista el título más inextinguible
:al amor y a la gratitud de su patria adoptiva, que era ya la de
sus hijos!
Con esfuerzos inmensos, que debía premiar el éxito, basta-
ron cinco meses para organizar una fuerza naval tan respeta-
ble, que llevando la ofensiva, por un golpe de audacia, se hizo
«dueña de la puerta de granito de ^Martín García, dejando en-
cerrada en el Uruguay una fracción de la escuadra enemiga,
con el oficial más importante de su apostadero.
Acto continuo, restablece la comunicación con el ejército del
Este, trasportándole nuevos y suficientes elementos de ac-
ción ( I ) ; estrecha vigorosamente el bloqueo, interceptando a
los realistas el contacto por agua con su base de operaciones y
l>asta las inteligencias secretas con Artigas y sus tenientes (2) ;
bate en detalle y captura una parte de sus naves que eran la
salvaguardia de la plaza sitiada, y obliga al anciano y tenaz
(i) El regimiento núni. 2 y los escuadrones 3." y 4." do granaderos a caballo
desembarcados en la Colonia con Alvear el 9 de mayo.
(2) Existen las pruebas en nuestro poder. Artigas, por celo de mando, levantó
5u campo, alejándose definitivamente de la línea sitiadora, el 20 de enero de 1814.
PARTE QUE HA RECIBIDO EL SUPREMO
DIRECTOR DEL ESTADO,
J)£L COMPLETO Y GLORIOSO TRIUNFO DE NUESTRA ESQUADRA,
AL MANDO DEL BENEMÉRITO COMANDANTE GENERAL
D. GUILLERMO BROWM,
SOBRE LAS FUERZAS NAVALES DEL ORGULLOSO MONTEVIDEO.
E
in las últimas horas de la tarde
del 19 del corriente tengo el hoRor,
hsi'iendo fondeado en este Puerto con
la Goleta de mi m?ndo presa de los
enemigos, de- comunicar á V. E segua
orden verbnl que recibí para ello, la li-
scr.jera ncticia del glorioso tnuüfo que
han conseguido las fuerzas navales dol
Estado contra el enemigo el dia Luces
16 del presente. = A las 10 de ia ma«
fiana con ca^ma rompió el fuego la Zu-
maca Itatí, y sucesivamente se continuó*
hasta que puesto «1 enemigo en fuga
con ios Botes por la proa le perseguía-
nlos del miimo modo, si«ndo infruc-
tuosa la caza que dábamos por haber
cesado enteramente el viento á la una
dal d¡a.=A las 7 de la noche refrescó al-
gún tanto por el E. S. E y dimos caza
rnevamente al euemigo que iba en vu
alta del N. Poco después volvimos á
entrar en acción , y á las i 2 de la noche
habíamos apresado la Corveta Naptu-
no, la Palomo y el Btírgaatio S. José.
Al amanacer del 17 solo se presentó
a nuestra vista la Goleta de los Catala-
nes, la Corveta Mercurio que se per-
siguió hasta los tusgos de la Plaza, el
Bergantín Cisne, el Falucho Fama , el
Lugre y la Balandra de Castro: apre-
samos la primera: al Cisne, y \^ Balandra
de Castro las vimo? mcendiadas en la
falda Sudeste del Cerro, y la Corveta
Mercurio, el Lugre, y Falucho F..Mna
pudieron andar en «1 Puerto de Mon-
tevideo huyendo <;obardenienre del com-
bate , asi mismo el Ksche, quien des-
pués de los fuegos del áix 14 en que
nada hubo digno de atención^ se dirigió
mar afutra junto coa la Fr.-gara Trini-
dad la misma ñocha de la acción. — Los
Buques apresados se hallan á la ancla so-
bre el EspÍBÍllo, y puedo asegurará
V. E., que ni los dispersos del caómigo^
ni los que están anclados cu el Puerto
querrán exponerse nuevamente á ser ba-
tidos, y tomados por las fuerzas navjles
del Estado.
Dios guarde á V E. muchos años
Baliza abordo de la Goleta de los Ca-
talanes 19 de Mayo de 1814. — Excmo,
S:.=Lázaro Roncallo.— Excmo. Supre-
mo Direaor de las Pfoviacias-Uaidas
del Rio de la Plata.=E5 copia.=
f^iana.
JBtí^en9S'A)'rss\ Imprenta de Niños Expósitos,
— 119 —
mariscal gobernador a rendirla con su espada, a un general de
24 años, que apenas presentado bajo sus murallas, cortejado
por la fortuna, pudo repetir las palabras lacónicas del domador
de las Gallas (i).
Por su resorte, el 19 de mayo y el 25 de junio llegan a la ca-
pital, dos noticias anheladas que la conmueven de júbilo (2)-,
y en fin, como corolario, esa misma escuadra de la que poco
antes se mofara el enemigo, trasladaba a Buenos Aires miles
de prisioneros, con los trofeos de la victoria, valuados en mu-
chos millones de pesos, clausurando su memorable campaña de
cien días.
Así, por las combinaciones acertadas de los arquitectos de1
Estado naciente, concluyó el año de 181 4, con la posesión de la
plaza de Montevideo, la inexpugnable, ofreciéndose prisioneros
en el altar de la patria, una numerosa escuadra y un ejército
probado. Se establecieron y cultivaron con decoro las Relacio-
nes Exteriores ; concilláronse los ánimos en el interior ; y reac-
cionando la confianza en los habitantes, el comercio con sus
dones proficuos, principió a afluir a esta región del mundo, man-
teniéndola en contacto directo con los Estados Unidos y la In-
glaterra, que nos habían ayudado con su simpatía, y cuyas ins-
tituciones tienden a morigerar las costumbres, generando le-
vantados sentimientos de civilización y de cultura, a la vez que
se infiltraban en el espíritu popular nociones de dignidad, ca-
paces de encaminarlo a un porvenir venturoso.
El crédito público mejoró, y lo que era más satisfactorio to-
davía, fué notable el ingreso en las rentas generales, proporcio-
nando al gobierno los medios de impulsar las armas y la pro-
panganda revolucionaria hasta la línea apartada del Ecuador.
Desterrado el azote de la guerra, ese cruel enemigo del de-
recho, la amable libertad estaba asegurada desde los Andes al
(i) Por una rara coincidencia, reemplazó a Rondeau en el mando en jefe del
sitio, el mismo día 17 en que la escuadra patriota dominaba las aguas del combate,
y su primer parte fué anunciando el triunfo de Brown ! No había cumplido los 25
años de edad cuando era ascendido a brigadier general. Véase Apéndice, nota N." 30.
(2) Las de la victoria naval y rendición de la plaza de ^Montevideo, conducidas
sucesivamente por el teniente de la Itatí, Lázaro Roncayo, y por el coronel del
Regimiento núm. 3 (a) Estrella, Domingo French. Las ocho banderas cautivas,
fueron presentadas por D. José Moldes, coronel de granaderos a pie.
— 120 —
Plata, y el país, ya equilibrado, se preparó a cosechar sus fe-
cundos resultados.
Tal es el significado histórico del laurEIv xavai, de i 8 14.
al que hemos creído colocar en su marco de luz, para que reto-
ñando eternamente, se refleje sobre las olas perfumadas de la
gloria !
APÉNDICE
DE
NOTAS COMPLEMENTARIAS É ILUSTRATIVAS
. . ."Si la Jiistoria ha de servir de euseñau.za en lo futuro,
justo es, se apoye en eoniprobanfes autorizados, a fin de que
su estudio que pone de relieve el pasado, sea provechoso y vi-
gorice el juicio de los que procuren inspiración cu ella, persua-
didos, de que los que escriben para la posteridad, desempeñan
un sacerdocio cuyo templo es la conciencia propia, en la que^
como siente aquel principe de los historiadores, no debe Jiallar
cabida el amor ni el odio, sino la equidad y la justicia, que
acuerdan a cada uno lo que le pertenece, condenando lo malo,
encomiando lo bueno.
''Fundados en ese principio, acostumbramos no citar un he-
cho ni formular un aserto, si no va el documento que los apoya,
porque siempre hemos desconfiado de la tradición, poniéndonos
en guardia ante el juicio de los contemporáneos, respecto de
acaecimientos en que fueron testigos o actores, puesto que a
menudo sólo sirz'C para extraviar el criterio histórico, por cuan-
to no reposa sino en los frágiles andamios de la memoria, apa-
sionada como es y propensa a tergiversar fechas y sucesos.
"Desgraciadamente , nuestra historia militar, no es la menos
plagada de inexactitudes, incrustadas a la sombra de un asenso
tácito, radicado en el indiferentismo que nos es peculiar por
esta clase de estudios, tan abrumadores como estériles para los
que los cultivan. Sin embargo, alcanzamos una época en que es
— 124 —
necesario evitar el ridiculo, oponiendo fehacientes documentos
a! torrente de las alucinaciones, y conúmtiendo sin tregua la
teoría del error y de la lisonja, para que no se propague coni
mciioscabo de la verdad, que debe resplandecer soberana, aun-
que lastime nuestro amor propio nacional o individual.
"Por otra parte, el historiador que da la narración como sa-
bida, para engolfarse en digresiones filosóficas, se aleja de sit
misión, porque la filosofía de la historia, no se concibe sin el
conocimiento previo de aquélla. .-Isí como sin metal no pueden
fundirse estatuas, sin documentos no se puede escribir historia,
y sin historia de hechos bien averiguados, será muy difícil es--
c) ibir su filosofía."
APÉNDICE
DE NOTAS COMPLEMENTARIAS E ILUSTRATIVAS
(i) Entre los varios peninsulares de nota que sirvieron con desinterés per-
sonal y grande eficacia la causa de nuestra independencia figura con honor
L). Ángel Monasterio, cuyos datos biográficos hemos tomado en gran parte
en el archivo de la familia, cedidos por nuestro amigo D. José J. Biedma, su
descendiente por línea paterna.
Nació Monasterio en Santo Domingo de la Calzada, provincia de Logroño,
el 28 de febrero de 1777, del matrimonio de D. Pedro Vicente Monasterio, na-
tural de Huemes, Obispado de Santander, y de Casilda Ibáñez, de la indicada
ciudad de Santo Domingo.
Bajo la dirección de su padre comenzó sus estudios de escultura, y buscando
mayor campo a sus facultades artísticas, pasó a Madrid, donde ingresó a la Real
Academia de San Fernando, distinguiéndose allí bien pronto, pues en los con-
cursos generales de premios en 1796 ganó el de segunda clase, en 1799 el se-
gundo de la primera y en 1802 el primero de la primera, siendo nombrado
Académico de Mérito en 1803. Trasladóse a Cádiz en 1808, haciéndose cargo de
la cátedra de dibujo en la Academia de Guardias Marinas, y en 1810 vino al Río
de la Plata, destinado por la Junta Central a la administración de correos de
Potosí.
Iniciado en el espíritu y causas de la revolución, púsose decididamente a su
servicio fiel a sus principios liberales, pero sorprendido en Montevideo por la
ruptura de las relaciones entre las autoridades de ambas márgenes, pretendió,
como se dijo a su tiempo, trasladarse furtivamente a Buenos Aires con el pa-
triota Taber, siendo sorprendido en la intentona y apresado. Cuatro meses per-
maneció detenido en un inmundo calabozo, cargado de grillos, y cuando se dis-
ponía EHo a remitirlo a España, el tratado de pacificación firmado en octubre
de 181 1 le facilitó pasar a Buenos Aires, donde fué acogido con distinguidas y
merecidas consideraciones.
En noviembre de ese año se le incorporó al ejército como capitán de artille-
ría y fué destinado al estado mayor del arma. Al año siguiente se le comisionó
para levantar las baterías del Rosario, y después instaló la fábrica de cañones, en
mayo de ese año, en la Capital, en dos naves desmanteladas de la iglesia de la
Residencia. Allí fundió las piezas que se emplearon en el asedio de Montevideo,
-entre otras los morteros Ttipac Amará y Mangorc, que bombardearon la plaza.
— 126 —
En el Museo Histórico Xaciomil, fundado por Adolfo P. Carranza, se conserva:-
otra pieza interesantísima, vaciada en 1813, y que fué bautizada con el apellida
de su ilustre fundidor: el Monasterio; circunstancia que la ha salvado felizmente
de la destrucción metódica que se ejecuta en nuestro pais, de cierto tiempo a
esta parte, de todos estos hermosos cañones históricos para fabricar placas,
medallas conmemorativas, etc., etc. En principios de 1814, Monasterio fué as-
cendido a coronel y nombrado jefe del regimiento de artillería, y días después
era honrado por el Director Supremo con la muy especial distinción de elegirle
Consejero de Estado, cargos que desempeñaban ciudadanos de la talla de Mi-
guel de Azcuénaga, José Valentín Gómez o ^lanuel José García. Al finalizar
ese año, "atendiendo á sus relevantes méritos y distinguidos servicios, expresa
el nombramiento, que ha contraído en obsequio de la justa causa de la libertad"',
se le confirió el empleo de Cuartel Maestre General del ejército auxiliar del Perú.
Monasterio cayó envuelto en la reacción política que desterró de la vida pú-
blica a Alvear y su partido. Enjuiciado como reo de ¡esa patria fué condenado
con una arbitrariedad estupenda a la licencia absoluta, que se le acordó en mayo
de 181S, y en tales términos que más honrosos no podían ser, pues en ella se
afirmaba que esa disposición "no podía en ningún tiempo inferir el menor per-
juicio ni desdoro á su buen nombre y reputación justamente adquirida, ni á
los distinguidos servicios que ha dispensado á la patria". Y el fiscal del proce-
so, que aconsejaba su separación del servicio militar, lo hacía recomendando
que "esto no fuera obstáculo para ser empleado según sus conocimientos cien-
tíficos y circunstancias recomendables que concurren en su persona".
Monasterio terminó sus días en el naufragio de la fragata Juana, frente a las
playas de Sattta Rosa, departamento de Canelones, el 18 de septiembre de 1817,
de regreso de un viaje de Río de Janeiro, dejando en Buenos Aires a su viuda.
Doña Juana de Sarratea, con quien contrajo enlace en 1813, y era hermana del
conocido revolucionario y político argentino D. Manuel de Sarratea. Fueron
sus hijos, Ángel Mariano, fallecido en Lima; Martina, que casó con el teniente
coronel Nicasio de Biedma, y Tomasa, que falleció soltera.
La capital argentina ha dado su nombre a una de sus calles, consagrando así
sus méritos y servicios al recuerdo popular.
(2) Ilustran estas noticias los siguientes documentos que hemos copiado de
sus originales en el Archivo General de la Nación: "(Carpeta) Rosario, feb."-
13 de 1812 — Del Coronel D. Manuel Belgrano — Opina ser llegado el caso de que
declare V. E. la escarapela nacional que se debe usar p.a no equivocarse con la de
los contrarios. Como observa q.^ hay cps. q.e la llevan diferente, de modo q.e casi
sea una señal de división, solicita la declaratoria que antes espuso-"
(Decreto sin fecha ni firma, de letra de Rivadavia, a continuación del extracto-
y en la misma carpeta) :
"Sea la Escarapela nacional de las Provincias unidas del Rio de la Plata de
color blanco y azul celeste, y comuniqúese al Gob.or Intendente y Estado Mayor
p.a q.e la circule: circúlese igualm.te á los grales. P. A. & á los Gobiernos &."
"Se circuló."
(Interior de la Carpeta):
"Exmo. Señor. Parece q.« es llegado el caso de q.« V. E. se sirva declarar la-,
escarapela nacional q.e debemos usar p.a q.e no se equivoque con la de nuiestros ene—
— 127 —
migos, y no haya ocasiones qs puedan sernos de perjuicio; y como pj otra parte
observo q.*^ hay cuerpos del Exto. q.^ la llevan diferente, de modo qfi casi sea una
señal de división, cuyas sombras, si es posible, deven alexarse, como V. E. sabe,
me tomo la libertad de exigir de V. E. la declaratoria que antes espuse. Dios guarde
á V. E. m.s a.s Rosario 13 de Febrero de 1812. Exmo. Señor. .1/'. BeJgrano. Exmo.
Govierno de las Provincias del Río de la Plata."
"Exmo. Señor. Se ha puesto en execucion la orden de V. E. fha. 18 del corriente
p.a el uso de la escarapela nacional q.*^ se ha servido señallar, cuya determinación
ha sido del mayor regocijo, y excitado los deseos de los verdaderos hijos de la Pá-
tria de otras declaraciones de V. E. q.e acaban de confirmar á nuestros enemigos
en la firme resolución en q.e estamos de sostener la independencia de la América.,
Dios guarde a V. E. m.s a.s Rosario 23 de Febrero de 181 2. Exmo. Señor. MJ Bel-
grano. Exmo. Govierno de las Provincias del Río de la Plata."
Al margen, letra de Rivadavia:
"Bs. Ay.es 27 de Fro. de 1812. Archíbese. (Siguen tres rúbricas). Herrera."
"E-xmo. Señor: Hé mandado comunicar á los cuerpos de esta guarnición por
medio de la orden general, el oficio de V. E. de 18 del corriente que acavo de re-
cibir, p.a q.e se use por las tropas de la Patria, la escarapela que V. E. ha tenido
a bien declarar Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, compuesta
de los dos colores blanco y azul celeste, quedando abolida la roja con que antigua-
mente se distinguían ; y lo aviso a V. E. en contestación.
Dios gue. a V. E. m.s a.s Bs. x\y.s Febrero 20 de 1812. Exmo. Sr. Miguel de Az~
ruénaga. Exma. Junta de Gov."
Bs. As. 20 de Febrero de 1812. Archíbese. (Hay tres rúbricas). Ribadavia."
"Exmo. Señor : Se hará notorio en el Exército de mi mando la superior orden
de V. E. de 18 del anterior para q.e se use por las tropas de la patria la escarapela
nacional de dos colores, blanco y azul celeste, quedando abolida la roja. Si le fuera
permitido a mi experiencia, representaría con ella la impresión que producen nimias
innovaciones en irnos pueblos que aún no se hallan en estado de gustar de los sín-
tomas de independencia y se resienten de cualquiera inoportuna que conciben, en la
jurada representación de Fernando VII, mucho más en circunstancias tan críticas
de retrogrado y debilidad. Pero V. E. estará más al alcance de lo que conviene des-
plegar, variar y promulgar, sin reducir por ahora los acuerdos y refrenar los dis-
cursos públicos al sumo objeto de la seguridad de la patria, y sin desmentir los
principios de nuestra instalación con perjuicio de la opinión y crédito que influyerr
en los progresos del sistema. Dios guarde a V. E. Campamento general de Yatasto,
Marzo 19 de 1812 Ci")."
"Exmo. Señor. En este momento que son las seis y media de la tarde se ha
hecho salva en la batería de la Independencia, y queda con la dotación competente
para los tres cañones que se han colocado, las municiones y la guarnición.
.0) Oficio del_ general Ü. Juan M. de Pueyrredon al gob", tomado del libro Copiador del
ejército del Perú, en el .Archivo del general Mitre que nos lo ha trasmitido.
— 128 —
He dispuesto para entusiasmar las tropas y á estos habitante?, que se formen
todas aquellas, y las hablé en los términos de la copia que acompaño.
Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blan-
-ca conforme á los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aproba-
-ción de V. E. — Rosario, -zy de Febrero de 1812. — Excmo. Señor. — Manuel Belgrano.
— Excmo. Gobierno Superior de las Provincias del Río de la Plata."
PROCLAMA ADJUNTA AL ANTERIOR
Soldados de la Patria : En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escara-
pela nacional que ha designado nuestro Excmo. Gobierno : en aquel, la Batería de
Aa Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas. Juremos vencer á los ene-
migos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Indepen-
<lencia y de la Libertad.
En fe de que asi lo juráis, decid conmigo: ;Viva la Patria!
Señor Capitán y tropa destinada por la primera vez á la Batería Independencia;
id, posesionaos de ella, y cumplid el juramento que acabáis de hacer (i).
"Excmo. Señor:
He tenido la mayor satisfacción de ver la alegría, contento y entusiasmo con que
se ha celebrado en esta ciudad el aniversario de la libertad de la Patria, con todo
el decoro y esplendor de que ha sido capaz, así con los actos religiosos de víspera
y misa solemne con Te Deum, como la fiesta del Alférez mayor D. Pablo Mena,
cooperando con sus iluminaciones todos los vecinos de ella, y manifestando con
demostraciones propias su regocijo.
La tropa de mi mando no menos ha demostrado el patriotismo que la caracteriza:
asistió al rayar el día á conducir la Bandera Nacional, desde mi posada, que llevaba
el Barón de Holmberg para enarbolar en los balcones del Ayuntamiento, y se
-anunció al pueblo con quince cañonazos.
Concluida la misa la mandé llevar á la Iglesia, y tomada por mí la presenté al
Dr, D. Juan Ignacio Gorriti, que salió revestido á bendecirla, permaneciendo el
Presidente, el Cabildo y todo el pueblo en la mayor devoción en este santo acto.
Verificada que fué, la volví á manos 'del Barón para que se colocase otra vez
.donde estaba, y al salir de la Iglesia se repitió otra salva de igual número de tiros
-con grandes vivas y aclamaciones.
Por la tarde se formó la tropa en la plaza, y fui en persona á las casas del
Ayuntamiento, donde este me esperaba con su Teniente Gobernador: saqué por
mi mismo la bandera y la conduje acompañado del expresado cuerpo, y habiendo
jnandádose hacer el cuadro doble, hablé á las tropas, según manifiesta el número 1.°,
las cuales juraron con todo entusiasmo, al son de la música y última salva de
artillería, sostenerla hasta morir.
En seguida formados en columna me acompañaron á depositar la bandera en mi
casa, que yo mismo llevaba en medio de aclamaciones y vivas del pueblo, que se
complacía de la señal que ya nos distingue de las demás naciones, no confundién-
(i) El proyecto de contestación en la carpeta es redactado por Rivadavia. En una tira de papej
que se encuentra dentro de la carpeta se lee lo siguiente, de letra de Herrera: "El oficio de Bel
:grano sobre haber enarbolado la bandera blanca y celeste en la Batería Libertad, y la contesta-
<:ión del Gobierno, está en poder del Sr. Luca. — Agosto t6."
— 12t< —
doiios igualnienle cor. los que á pretexto de Fernando VII tratan de privar á la
América de sus derechos, y usan las mismas señales que los españoles subyugados
por Napoleón.
A la puerta de mi posada hizo alto la colunma, formó en batalla, y paseando yo
por sobre las filas la bandera, puedo asegurar á V. E. que vi, observé el fuego
patriótico de las tropas, y también oí en medio de un acto tan serio murmurar
entre dientes : "Nuestra sangre derramaremos por esta Bandera".
No es dable á mi pluma pintar el decoro y respeto de estos actos, el gozo del
pueblo, la alegria del soldado, ni los efectos que palpablemente he notado en todas
clases del Estado, testigos de ellas: solo puedo decir que la patria tiene hijos que
sin duda sostendrán por todos medios y modos su causa, y que primero perecerán
que ver usurpados sus derechos.
Las tropas de la vanguardia que se hallaban, en Humahuaca al mando del ^layor
General interino D. Juan Ramón Balcarce, han hecho sus demostraciones públicaí
de regocijo, y oido á su jefe según la copia número 2. festejando el día de nuestra
libertad con evoluciones militares, torcs, sombras chinescas, en que han tenido parte
todos aquellos naturales que bendicen al Todo Poderoso por el goce de sus de-
rechos.
En Salta igualmente, según me avisa el Gobernador con fecha del 26, se ha ce-
lebrado el aniversario con todo esplendor y magnificencia correspondiente á un
pueblo entusiasmado y amante de su libertad, y me dice que las corporaciones
civiles y eclesiásticas han desempeñado sus deberes, haciendo ostentación de su
patriotismo ; por cuya razón he mandado les dé las gracias de un modo público.
Bien puede, Sr. Excmo., tener nuestra libertad todos los enemigos que quiera ;
bien puede esperimentar todos los contrastes, que en verdad no son necesarios
para formar el carácter nacional : ella se cimentará sobre fundamentos sólidos, que
la justicia admirüstrada por V. E. sabrá colocar, para el bien y felicidad de los
pueblos de estas Provincias.
Dios guarde á V. E. muchos años.
Jujuí, 29 de Mayo de 1812.
fífanuel Bclgrano.
Excmo. Superior Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata."
PKOCL.\MA x.° I
"Manuel Belgrano, General en Jefe, al Ejército de su mando. — Sodados, hijos
dignos de la Patria, camaradas mios : dos años ha que por primera vez resonó en
estas regiones el eco de la libertad, y el continúa propagándose hasta por las ca-
vernas más recónditas de los Andes ; pues que no es obra de los hombres, sino
del Dios Omnipotente, que permitió á los Americanos que se nos presentase la
ocasión de entrar al goce de nuestros derechos: el 25 de Mayo será para siempre
memorable en los anales de nuestra historia, y vosotros tendréis un motivo más de
recordarlo, cuando, en él por primera vez, veis la Bandera Nacional en mis manos,
que ya os distingue de las demás naciones del globo, sin embargo de los esfuerzos
■que han hecho los enemigos de la sagrada causa que defendemos, para echarnos
cadenas aun más pesadas que las que cargabais. Pero esta gloria debemos soste-
nerla de un modo digno, con la unión, la constancia y el exacto cumplimiento de
Tomo ir 9
— 130 —
nuestras obligaciones hacia Dios, liacia nuestros hermanos, y hacia nosotros mis-
mos; á fin de que la Patria se goce ú¿ abrigar en su seno hijos tan beneméritos, y
pueda presentarla á la posteridad como modelos que haya de tener á la vista para
conservarla libre de enemigos y en el lleno de su felicidad. Mi corazón rebosa de
alegría al observar en vuestros semblantes, que estáis adornados de tan generosos
y nobles sentimientos, y que yo no soy más que un jefe á quien vosotros impulsáis
con vuestros hechos, con vuestro ardor, con vuestro patriotismo. Si, os seguiré,
imitando vuestras acciones y todo el entusiasmo de que solo son capaces los hom-
bres libres para sacar á sus hermanos de la opresión. Ea, pues, soldados de la
Patria, no olvidéis jamás que nuestra obra es de Dios ; que él nos ha concedida
esta Bandera, qtie nos manda que la sostengamos, y que no hay una sola cosa que
no nos empeñe á mantenerla con el honor y decoro que le corresponde. Nuestros
padres, nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros conciudadanos, todos, todos,
fijan en vosotros la vista y deciden que á vosotros es á quienes corresponderá
todo su reconocimiento si continuáis en el camino de la gloria que os habéis abierto.
Jurad conmigo ejecutarlo así, y en prueba de ello repetid: ¡VÍ7'a la Patria!
Jujui. 25 de Mayo de 1812.
Manuel Bclgrairo:"
"Cuando en 3 de Marzo último se hallaba V. S. en la batería del Rosario se le
dijo lo que sigue:
Se lia impuesto esta superioridad por el oficio de V. S. de 27 del pasado de
haber quedado expedita la batería que nombra de la Independencia y de lo demás
que ha practicado con el objeto de entusiasmar la tropa de su mando. Asi la situa-
ción presente, como el orden y consecuencias de principios á que estamos ligados^
exige por nuestra parte en materias de la primera entidad del Estado, que nos^
conduzcamos con la mayor circunspección y medida : por eso es que las demostra-
ciones con que V. S. inflamó á la tropa de su mando, esto es, enarbolando la ban-
dera blanca y celeste, como indicante de que debe ser nuestra divisa sucesiva, las
cree este Gobierno de una influencia capaz de destruir los fundamentos con que se
justifican nuestras operaciones y protestas que hemos sancionado con tanta repe-
tición, y que en nuestras comunicaciones exteriores constituyen las principales má-
ximas políticas que hemos adoptado. Con presencia de esto y de todo lo demás
que se tiene presente en este grave asunto, ha dispuesto este Gobierno, que suje-
tando V. S. sus conceptos á las miras que reglan las determinaciones con que él
se conduce, haga pasar como un rasgo de entusiasmo el suceso de la bandera blanca
y celeste enarbolada, ocultándola disimuladamente y subrogándola con la que se le
envía, que es la que hasta ahora se usa en esta Fortaleza, y que hace el centro del
Estado; procurando en adelante no prevenir las deliberaciones del Gobierno en ma-
terias de tanta importancia y en cualquiera otra que, una vez ejecutada, no deja
libertad para su aprobación, y cuando menos, produce males inevitables, difíciles
de reparar con buen suceso.
Comparando, pues, este Gobierno el contenido de este oficio con el de V. S. de
29 de Mayo próximo pasado y la copia número i adjunta, le ha herido una sensa-
ción, que solo pudo suspender el precedente concepto de sus talentos y probidad.
¿Los impulsos grandes que de cualquier punto de una esfera se arrojen hacia su
centro, que más pueden hacerle que oscilarla y excentrificarla? Tales, pues, son
los efectos de los procerlimientos de V. v^. en parte. Los que constituyen esta supe-
— VM —
rioridad, que hace el cciuní n punto en que gravitan los grandes negocios que el
sistema de las relaciones que han de formar ó aproximar á la dignidad de un Es-
tado á unos pueblos informes y derramados á distancias inordinadas, pero que, con
sobrada justicia y oportunidad se han avanzado y esfuerzan en constituirlo, no
pueden contenerse sino en el punto de un celo enérgico pero prudente. A V. S. le
sobra penetración para llegar con ella al cabo de la trascendencia de tal proceder:
el Gobierno, pues, consecuente á la confianza que ha depositado en V. S. no puede
hacer más que dejar á la prudencia de V. S. mismo, la reparación de tamaño des-
.:)rden; pero debe igualmente prevenirle que esta será la última vez que sacrificará
hasta tan aho punto los respetos de su autoridad, y los intereses de la nación que
preside y forma, los que jamás podrán estar en oposición á la uniformidad y orden.
V. S. á vuelta de correo dará cuenta exacta de lo que haya hecho en cvtmplimiento
de esta superior resolución.
Dios guarde á V. vS. muchos ai'ios — Buenos Aires 27 de Junio de 1812 — Al Ge-
neral en Jefe ^fanuel Relgrano."
RESERVADO
"Excmo. Señor :
Debo hablar a V. E. con la ingenuidad propia de mi carácter, y decirle con
todo respeto, que me ha sido sensible la reprensión que me da en su oficio de
27 del pasado, y el asomo que hace de poner en ejecución su autoridad contra
mí, si no cumplo con lo que se manda relativo a la Bandera Nacional, acusán-
dome de haber faltado a la prevención de 3 de Marzo, por otro tanto que hice
en el Rosario.
Para hacer ver mi inocencia nada tengo que traer más a la consideración de
V. E. que. en 3 de Marzo referido no me hallaba en el Rosario: pues conforme
a sus órdenes de 27 de Febrero me puse en marcha el i." o 2 del insinuado
Marzo, y nunca llegó a mis manos la contestación de V. E. que ahora recibo in-
serta : pues a haberla tenido no habría sido yo el que hubiese vuelto a enarbo-
lar tal Bandera, como interesado siempre en dar ejemplo de respeto y obedien-
cia a V. E. ; conociendo que de otro modo no existiría el orden y toda nuestra
causa iría por tierra.
V. E. mismo sabe de que, sin embargo de que había en el Ejército de la Pa-
tria cuerpos que llevaban la escarapela celeste y blanca, jamás la permití en el
que se me puso a mandar, hasta que viendo las consecuencias de una diversi-
dad tan grande, exigí de V. E. la declaración respectiva.
En seguida se circuló la orden, llegó a mis manos : la batería se iba a guar-
necer, no había bandera, y juzgué que sería la blanca y celeste la que nos dis-
tinguiría como la escarapela, y esto, con mi deseo de que estas Provincias se
cuenten como una de las naciones del globo, me estimuló a ponerla.
Vengo a estos puiítos; ignoro, como he dicho, aquella determinación, los en-
cuentro fríos, indiferentes y tal vez enemigos; tengo la ocasión del 25 de Mayo;
y dispongo la bandera para acalorarlos y entusiasmarlos; ;y habré por esto
cometido un delito? lo sería Excmo. Sr., si a pesar de aquella orden, yo hubiese
querido hacer frente a las disposiciones de V. E. ; no así estando enteramente
ignorante de ella, la que se remitiría al Comandante del Rosario, y la obede-
cería, como vo lo hubiera hecho, si la hubiese recibido.
— i;^2 -
La Bandera la he recogido, y la desharé para que no haya ni memoria de
ella ; y se harán las banderas del Regimiento número 6 sin necesidad de que
aquella se note por persona alguna ; pues si acaso me preguntaren por ella, res-
ponderé que se reserva para el día de una gran victoria por el Ejército, y como
está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con lo que se les presente.
En esta parte V. E. tendrá su sistema : pero diré también, con verdad, que
como hasta los Indios sufren por el Rey Fernando VII, y les hacen padecer
con los mismos aparatos que nosotros proclamamos la libertad, ni gustan oir
nombre de Rey, ni se complacen con las mismas insignias con que los tiranizan.
Puede V. E. hacer de mi lo que quiera, en el firme supuesto de que hallándose
mi conciencia tranquila, y no conduciéndome a esa, ni otras demostraciones de
mis deseos por la felicidad y glorias de la Patria, otro interés que el de esta
misma, recibiré con resignación cualquier padecimiento ; pues no será el primero
que he tenido por proceder con honradez y entusiasmo patriótico.
Mi corazón está lleno de sensibilidad, quiera V. E. no extrañar mis expresio-
nes, cuando veo mi inocencia y mi patriotismo apercibido en el supuesto de haber
querido afrontar sus superiores órdenes, cuando no se hallará una sola de que
se me pueda acusar, ni en el antiguo sistema de gobierno, y mucho menos en
el que estamos, y que a V. E. no se le oculta cuanta especie de sacrificios he
hecho por él.
Jujuy, 18 dp Julio de 1812.
Excmo. Señor.
Manuel Bclgrano.
Excmo. (jobierno de las Provincias del Río de la Plata."
(Decreto marginal:) Archívese, (de letra de Rivadavia).
(3) He aquí su hoja de servicios hasta 1808 que publicó en 1863 el ilustre escritor,
nuestro amigo D. Juan María Gutiérrez en el monumento literario que dedicó
a su memoria con motivo de la erección de su estatua en la plaza de "Marte"
(hoy San Martín) :
"Bat.xllóx de Infantería Ligera Voluntarios he Campo — ^Iayor."
El ayudante primero Don José de San rvlartín y Matorras. Su edad 27 años,
su país Buenos Aires, en América ; su calidad noble, hijo de capitán, su salud
buena, sus servicios y circunstancias, los que se expresan :
TIEMPO EN QUE EMPEZÓ A SERVIR LOS
EMPLEOS
EMPLEOS
MESES
TIEMPO QUE HA QUE SIRVE, V CUANTO
EN CADA EMPLEO
EMPLEOS
Cadete
Segundo Subteniente.
Primer Subteniente. .
Segundo Teniente . .
Segundo Ayudante. .
Capitán
Ayudante Primero . .
21 I Julio 1789 iDe Cadete 3 10
19 ■ Junio 1793lJDeSeg. Subteniente. .1 1
28 Julio 1794 pe Primer Subteniente' — j 9
8 , Mayo 1795 ¡De Segundo Teniente. .| 7 7
26 Diciembre I 1802 ¡ De Segundo Ayudante.' 1 ' 10
2 Noviembre 1804 iDe Capitán Segundo . .' 3 7
27 Junio ' 1808 De Ayudante Primero. — \ I
28
19
6
25
4
Total hasta fin de Julio de 1808: Diez \- nueve años y diez dias.
— 133 —
Regimif.ntos donde ha servido
En el de infantería de Murcia — trece año?, cinco meses y cinco días: lo res-
tante en éste.
Campañas v acciones de guerra en que se ha hallado
"Ha hecho un destacamento de 49 días en ^^elilla. Se ha hallado desde el 25
de Jimio de 91, sufriendo el fuego que hicieron los moros en ¡os 33 días de ata-
que contra la plaza de Oran haciendo el servicio con la Compañía de Ciranade-
ros. En el Ejército de Aragón, ocho meses, de donde pasó al Rosellón y concurrió
a la toma de Torre Batera y Cruz de Yerro; ataque a las alturas de Maubeles,
San Marsal, y baterías de Villalonga : en el de Bañuels y en sus alturas rechazó
a los enemigos por segunda vez ; hizo una salida a la Hermita de San Luc, estuvo
en el ataque que dieron los enemigos en Port Vendres el 3 de Mayo de 1794;
en el que dio a sus baterías el 16, subsistiendo en la defensa hasta la rendición
de Conllioure el 28 del propio mes. Estuvo en la fragata de la real armada la
"Dorotea" un año y 23 días, y con ella se halló en el combate que sostuvo el día
15 de Julio de 1798 contra el navio de guerra inglés el "León". En la campaña
contra Portugal desde el 29 de Mayo de 1801, hasta la paz. En el contagio que
sufrió la plaza de Cádiz en 1804, y en la guerra con el gobierno de Francia, se
halló mandando las guerrillas, habiendo tenido una acción distinguida sobre los
enemigos en Arjnnilla en Julio de 1808."
(4) "Aunque la causa santa de la libertad, que con tanta gloria sostiene el pue-
blo americano, no tuviera en su favor tantos títulos de justicia, bastaba una
ligera observación sobre la providencia especial, con que la protege el Altísimo,
para que los hombres prosternados venerasen los decretos eternos con silencio
religioso, desistiendo del empeño vano de destruir el orden admirable de los
sucesos. Las victorias memorables del 12 de Agosto, y 6 de Julio : la instalación
(le la libertad en el glorioso día 25 de Mayo de 810: la uniformidad de todas
las provincias al voto de la capital : el éxito feliz de las primeras empresas : el
triunfo de nuestras pequeñas divisiones en Córdoba, Suipacha, San José y las
Piedras : el empeño heróyco de todos los pueblos en sostener sus derechos, para-
lizando con esfuerzos admirables las miras ambiciosas del vencedor de Huaqui,
mientras que la capital reparaba los quebrantos que había causado aquella ver-
gonzosa derrota : el oportuno restablecimiento de nuestras relaciones amistosas
con la corte del Brasil, y el paso magestuoso con que caminan a la independen-
cia las provincias del Río de la Plata, destruyendo con energía los obstáculos,
que le han opuesto la ambición y el despotismo en el curso de 26 meses. ¿Quién
no ve en la naturaleza, y en las circunstancias de "estos acontecimientos el brazo
fuerte del Eterno? Solamente una orgullosa obstinación podía desconocer la rea-
lidad de tantos prodigios. Abandonados los enemigos del pueblo americano al
impulso de las pasiones más furiosas, y desconociendo la fuerza superior que
había trastornado sus anteriores empresas, meditan en silencio dar un golpe mor-
tal a la vida de la patria. Forman sus combinaciones, delinean sus planes, y
quando se gloriaban ya del triunfo, se descubre el proyecto, se desploma el edi-
ficio, y quedan todos sepultados baxo de sus ruinas.
— 334 —
Nada hay que pueda compararse a la inicpiidad de estos hombres perversos,
sino la virtud, la grandeza, la noble generosidad, el heróyco entusiasmo del pue-
blo ilustre de Buenos Aires. Apenas se divulgó la noticia, quando todos los ciu-
dadanos desatendiendo sus talleres, y abandonando sus familias, y su sosiego
toman sus armas, y vuelan a los quarteles para salvar la patria, o morir glorio-
samente en su defenza. Antes de dos horas se hallaron reunidos más de seis
mil hombres : agitados del contento y la alegría se daban los parabienes por la
ocasión que se les había presentado de acreditar su verdadero patriotismo : mez-
clados con nuestros valientes veteranos custodian la ciudad, reconocen todos
los puntos del peligro, arrestan varios delinqüentes, y con una moderación de
que no hay exemplo en la historia de las revoluciones, las presentan a la auto-
ridad sin ultrajarlos, ciñendo su entusiasmo a las reglas justas del orden y de
la subordinación. Asistió el pueblo a presenciar las execuciones de los reos con
aquella magestad que le distingue. En el acto de verificarse la justicia se oía
un grito unísono, y concertado, que decía viva la patria: mueran los traidores:
viva la libertad: perezcan los tiranos: las músicas tocaban las marchas patrió-
ticas, y el pueblo entonaba sus hymnos al triunfo de la libertad de la patria con-
tra los esfuerzos de la traición y de la tiranía. Era el concurso de los más nume-
rosos. Ancianos, jóvenes, niños y mujeres todos asistieron a complacerse en la
destrucción de estas fieras monstruos de la humanidad, que intentan bañar sus
manos sacrilegas en la sangre preciosa de sus esposos, de sus hijos, de sus
padres y de sus amigos. Los patriotas y los ciudadanos de facultades todos se
abrazaban tiernamente, y llorando de placer, tiraban crecidas sumas de dinero
a la multitud, haciendo esta especie de libación a las glorias de su digna patria.
En medio de este entusiasmo resplandecía la virtud de un modo capaz de con-
mover las almas más insensibles. No se cometió un solo exceso contra las per-
sonas y propiedades de los españoles europeos, aun de aquellos, cuya oposición
al sistema es notoria a todas las clases del estado. ¡ Pueblo ilustre, pueblo heróyco
de la capital ! ¡ Tu eres sobre todos los pueblos de la tierra el más digno de la
libertad, y de la dicha ! ¡ Militares de los cuerpos veteranos, vuestra lealtad y
valor son el .a-sunto de los elogios de vuestro gobierno ! ¡ Individuos honrados y
beneméritos de la guardia cívica. A-uestro generoso patriotismo es el objeto de
la gratitud universal, y el asombro de los enemigos del estado ! ; Magistrados
respetables, dignos sacerdotes del Señor, vuestro celo por el sosiego y la segu-
ridad pública es el garante mejor de nuestra felicidad! ¡Mujeres heroínas de
la América del Sud, vuestro entusiasmo por la libertad ocupaYá muchas páginas
en la historia de nuestra gloriosa revolución ; superiores a vuestro sexo anun-
ciáis al pueblo americano una posteridad venturosa ! ¡ Ciudadanos de todas las
clases, vuestras virtudes os hacen dignos del respeto y de la admiración de las
naciones ! ¡ Españoles, unios a nuestra causa, desistid 3'a del temerario empeño
de dominar unos pueblos, en que hasta las mujeres han jurado morir, defen-
diendo la libertad al lado de sus padres, de sus hijos y de sus esposos; venid a
nosotros y haremos dichosa nuestra descendencia I
El asunto de la presente conjuración ofrece a primera vista varias reflexiones,
que llaman la atención del hombre filósofo. Martín Alzaga en una edad sexage-
naria, con un caudal ingente, en un predicamento respetable en la sociedad, con
una mujer y catorce hijos, enlazado con muchas familias de esta capital. ,; Qué
objeto pudo inducirlo a un proyecto tan horroroso? Si triunfaban los conju-
rados, ¿podía acaso ignorar, que la desolación de tantas familias huérfanas debía
— 1?.5 —
causar la desgracia eterna de estos preciosos países? La^ esposas que vieran
sus lechos salpicados en la sangre de sus maridos: los padres que con la muerte
de sus tiernos hijos perdían el apoyo de su vejez: las madres que habían pre-
senciado el horrendo asesinato del objeto de su amor y de sus delicias: el amigo
a quien se le despojaba de consuelo de su vida: ¿podían dexar de aborrecer
eternamente a los autores de su desgracia? ¿Perderían la menor ocasión de ven-
gar en la sangre de sus tiranos la afrentosa mancha con que se habían marcado
sus familias? Si sucumbían los conjurados en la empresa ¿quién hubiera podido
contener el furor de un pueblo justamente indignado? ¿Quál hal)ria sido la suerte
de tantos españoles sensatos y beneméritos, que hacen hoy la felicidad de tantas
familias americanas ? ¡ Ah desgraciada capital de las provincias unidas ! . . . Los
malvados te habían condenado a todos los horrores de la muerte y de la desola-
ción, por satisfacer su orgullo delinqüente y sus miras ambiciosas. Los mismos
españoles celebrarán el triunfo de la patria sobre sus pérfidos paisanos porque
el resultado feliz de la conjuración no podía librarlos de la amargura y del
llanto de tantas familias, a que están ligados con los vínculos más estrechos de
la sociedad.
¿I qué motivo han podido tener estos españoles desnaturalizados para haber
decretado nuestro exterminio? ¿Por qué razón los anuericanos naturalmente
hospitalarios, francos y compasivos no recogen otro fruto de estas apreciables
virtudes, que la ingratitud de los mismos a quienes reciben en su seno, a quienes
alargan una mano socorredora, y a quienes dan sus hijas, su confianza y su
corazón? ¿Por qué fatalidad desprecian la justicia de nuestra causa, la huma-
nidad de nuestro carácter y los bienes que deben prometerse de nuestra trans-
formación política ? Quando los españoles hubieran recibido algún agravio en
nuestra mudanza, acaso sería disculpable el odio fiero que profesan a sus mis-
mos hijos ; pero sucediendo lo contrario, parece increíble que pudieran abrigar
en sus pechos un encono capaz de precipitarnos en todas las desventuras. Ellos
gozan mayores ventajas que en el antiguo sistema. Mientras que el infeliz ame-
ricano arrostra todas las fatigas y los peligros de la guerra, ellos mantienen
su comercio libre con todas las naciones, tienen expedito el exercicio de las artes,
franco el uso de sus bienes, se respetan sus propiedades, conservan sus relacio-
nes, disfrutan de todas las ventajas de los nuevos establecimientos, y viven
seguros en el seno de sus familias, baxo la protección del gobierno y de las leyes.
Ellos gozan del derecho de ciudadanos, obtienen la posesión de sus antiguos
empleos, y son llamados a todas las dignidades del estado. Aquellos españoles
generosos, que convencidos de la justicia eterna de nuestra causa se han unido
al pueblo americano para sostener sus derechos indisputables, ocupan cargos
honoríficos en la milicia, en la magistratura, en la diplomacia, y en todos los
ramos de la administración pública, y ganando con su patriotismo la confianza
del gobierno y la estimación de los pueblos participan como los americanos de
las distinciones del honor, y gozan tranquilos de las dulzuras de la fraternidad
¿y qué no ha hecho, que haya podido hacer el pueblo americano en favor de
los españoles sus hermanos y compatriotas ? ¿ No les ha convidado mil veces
con la más sincera amistad? ¿ Xo les ha permitido otras tantas volver a su madre
patria, si el nuevo sistema de nuestro gobierno discordaba de sus principios?
¿No les ha dexado en la posesión de sus erradas opiniones? "Si: pero esto no
basta dicen los ingratos en su corazón. Los americanos han establecido una perfecta
igualdad con lo<* europeos, y este atentado cometido contra nuestro orgullo se mi
— 136 —
rara como un crimen imperdonable : es necesario recobrar el antiguo esplendor de
los conquistadores nuestros antepasados, y lavar con la sangre americana la injuria
que se ha hecho al nombre español. Nosotros los hemos educado en la servidumbre
y en el abatimiento, hemos conseguido que el nombre de criollo se confunda con el
de un esclavo : les hemos persuadido que los españoles forman una raza privilegiada
de la naturaleza, y que en diciendo español, todas las naciones tiemblan. ¿Qué se di-
rá, pues, de nosotros si consentimos en la degradación de subscribir a esta perfecta
igualdad política poniéndonos al parangón de los criollos? Xo, más vale perecer que
rcbaxar nuestro elevado carácter."
Hé aquí el origen del fanatismo que los devora, y del odio inextinguible que
nos profesan. Faltos de recursos para trastornar el sistema, manifiestan en los
semblantes su desagrado. Se niegan a franquear el más pequeño socorro a las
urgencias de la patria : celebran en sus tertulias los triunfos de los enemigos :
huyen de nuestras sociedades : inventan mil calumnias contra nuestras costum-
bres: invocan el auxilio de una fuerza extranjera: prodigan sus bienes para
engrosar el poder de los tiranos ; y viendo la nulidad de estos arbitrios, sordos
a la voz de la razón, de la justicia, de la humanidad y de la naturaleza traman
una conspiración para derramar la sangre de sus propios hijos. ¡ Barbarie inau-
dita ! Acaso no presenta exemplar de esta especie la historia de las fragilidades
del hombre... Decretar la destrucción de su sangre por obtener un ascendiente
quimérico en la sociedad : intentar la muerte o la esclavitud de los hijos para
que no sean iguales a sus padres: arrancarles cruelmente una vida preciosa sólo
porque desean ser libres... ¡Qué asombro! ¡Qué escándalo para las mismas
fieras ! Era preciso que hubiera sucedido la revolución de la América española,
para ver de todo lo que es capaz el hombre entregado a la fuerza de las preocu-
paciones, y a la exaltación del fanatismo. Estos hombres, que no se atrevieron
a sublevarse en otros tiempos contra 1500 extranjeros que conquistaron la ca-
pital para perpetuarla en la clase de colonias, intentan ahora aniquilar a sus
propios hijos, sin embargo de reconocer un mismo soberano, unas mismas leyes,
y una misma religión, y proporcionar a sus padres las ventajas de la igualdad
política y de la libertad civil ¡ desgracia lamentable ! Pero no hay remedio, es-
pañoles : la libertad de la América está decretada : los pueblos quieren ser libres,
y lo serán, porque los americanos todos se han unido para sostener sus dere-
chos, y la providencia protege visiblemente su causa. Deponed ese encono injusto
e impotente. El que de vosotros demuestre con actos positivos e indudables su
adhesión al sistema de la libertad tiene un derecho de justicia al premio de su
mérito, y de sus virtudes : el que se declare enemigo toma sobre si las conse-
qüencias de su imprudente obstinación. Americanos volved a la quietud de vues-
tras casas, que el peligro desapareció ya de vuestros hogares, y el gobierno vela
sobre la seguridad interior." Ci)
(5) Por vía de mayor ilustración de estos interesantes sucesos damos los siguien-
tes documentos, inéditos, tomados de los libros Capitulares de Buenos Aires:
"Acuerdo del dia 8 de Octubre de 1812 (2).
En la M. N. y I\í. L. Ciudad de la Santissima Trinidad Puerto de Santa Maria
(i) "Gazeta Ministerial del Gobierno de Buenos Aires" — N." 14 — -Viernes 10 de Julio de
1 8) 2 — Imprenta de Niños Expósitos.
(2) Después de la muerte del Dt. Carranza, publicó un extracto de estos documentos en su
"Historia de .Mvear", 1913, el señor Gregorio F. Rodríguez.
— lo7 —
de Buenos Aires á ocho de Octubre de mil ocliocientos doze : Habiendo sido
citados por individuos de las Tropas y del Vecindario algunos de los SS. del
Exmo. Ayuntamiento desde la una de la mañana en adelante, observaron á su
llegada á la plaza de la Victoria que las Tropas de la guarnición, y algunos ve-
cinos se habian reunido en dicha plaza con cañones asestados en las bocas-calles,
y dos obuses en el arco principal de la recoba con dirección acia las casas consis-
toriales: en cuio estado presididos del S.or Gobernador Intendente, con noticia
de que los individuos del Gobierno se habian ocultado, y que en el Pueblo se tra-
taba de hacer una representación, mandaron citar por los Porteros á los SS. que
faltaban, los que sucesivamente fueron llegando hasta las nueve de la maííana, á
cuias horas congregados que estubieron en la Sala los SS. Gobernador Intendente
Don IMiguel de Azcuenaga, Don Francisco Xavier de Riglos,
Movimiento del Pue- y Don José Pereira de Lucena, Alcaldes de primero y segundo
blo, baxo la protec- x^ . , t^ -^ t i at -in ai -i
ción de la fuerza ar- voto, y Regidores Don Manuel Mansilla, Alguacil mayor,
mada pidiendo se for- ^^^^ Alanuel de Lezica, Don ^Manuel José Garcia, Don Fer-
me un nuevo God."
min de Tocornal, Don Juan José Cristóbal de Anchorena,
Don José María Yevenes, D.or Don Ventura Díaz de Bedoya, Don Carlos Jo-
sé Gómez, D.or Don Antonio Alvarez de Joiite, Don Manuel de Andrés de
Pinedo y Arroyo y el Sindico Procurador general Doctor Don Vicente Ló-
pez: Entraron á conferenciar sobre el obgeto, fines, medidas y demás concer-
niente á una novedad de tanto bulto; y antes de todo expuso el S.or Alcalde
de primero voto que no debia concurrir á este acto, ni tener en él intervención
alguna, ni debió habérsele citado, por quanto se hallaba separado del Cuerpo
Capitular á consequencia de los poderes que se le habian conferido para Presi-
dente Vocal de la Asamblea extraordinaria abierta el seis del corriente, y despe-
jando la Sala pidió se resolviese el punto: Y los SS. reflexionando que la comi-
sión de Presidente Vocal de la Asamblea en el S.or Alcalde de primero voto, era
una comisión extraordinaria, que no debia obstar á las funciones ordinarias de
su empleo de Alcaldes é individuo capitular, mucho menos en circunstancias tan
apuradas, y quando en la actualidad no estaba reunida la Asamblea, acordaron
no ser la Presidencia en comisión un motivo bastante para que dexase de inter-
venir en este acuerdo ; y habiéndole hecho entrar, y enterándole de la resolución,
dixo que hacia en el acto formal renuncia de su empleo, por
H el c 6 rctiuiiciü 61
S."' Alc.« de 1." voto que según habia entendido no merecia ya la confianza del pue-
le admUe^^"' ^ °° ^* '''°' ^ ^^^ contra su honor y contra su salud el continuar
exerciendolo, sobre cuio particular pidió también declaratoria
expresa, despejando la sala. Los SS. conferenciaron el asunto, y de conformidad
declararon que en las actuales circunstancias no debia hacerse lugar á la renun-
cia ; le mandaron entrar y se le impuso de la resolución. En este estado repa-
rando los SS. todos que las horas corrían, que no existia el Gobierno, y que
qualquíera demora podía ser de consequencias muí perjudiciales al orden y tran-
quilidad publica, me ordenaron á mi el actuario saliese á exigiir la representación
((ue ya se habia indicado : salí en efecto, y regresé con la contestación de que aun
no habian firmado los individuos que querían subscribirla, que no se perdían mo-
mentos para concluir la operación, y que el Exmo. Cabildo tubiese la bondad de
esperar por un breve rato, á que se prestaron dichos SS.
Pasado algún intervalo de tiempo se exhibió la representación por el D.or Don
Bernardo de Monteagudo, con la expresión de que aun se estaban recogiendo
firmas, y que por abreviar lo posible la entregaba en aquellos términos, la qual se
leyó inmediatamente y es del tenor que sigue : " Exmo. Ayun-
Bepresent.'^" del tamiento de la Capital de Buenos Aires. — Agoviado al fin
Pueblo pidiendo se ^ , 7 .
forme un nuevo Go- el sufrimiento publico por los excesos del Gobierno, y viendo
el sagrado seno de la Patria expuesto á recibir un golpe mor-
tal en los momentos mas críticos y difíciles de su existencia ; seria un crimen
esperar las consecuencias del peligro, y no derribar de un solo golpe á esos dos
monstruos políticos que han nacido en medio de nosotros, y cuio veneno se ha
derramado en el corazón del pueblo, poniendo sobre los bordes del sepulcro
nuestra naciente libertad. Para demostrar la urgencia de este riesgo, no es me-
nester mas que recordar el estatuto provisional de veinte y dos de Noviembre y
cotejar su espíritu con su resultado. El Gobierno en fuerza del artículo nueve del
mismo Estatuto, es reo de lesa Patria por haber atentado contra la libertad civil,
por aspirar directamente a la tiranía, por fomentar y renovar sin pudor la mas vil
y criminal facción, por usurpar escandalosamente los derechos de los Pueblos con-
federados, y por haber quebrantado todas aquellas reglas que se impuso con jura-
mento, y sancionó la voluntad de las demás Provincias libres. Bamos al examen.
La seguridad individual garantida de un modo publico y solemne, no ha sido mas
que un bello fantasma formado para lísongear las almas libres. La celebración de
una Asamblea general en las dos veces que se ha celebrado, no ha servido sino para
cubrir los'crimenes del Gobierno, ó para sancionarlos. La confianza que el Pueblo ha
mostrado en sus mandatarios, no ha sido sino un estimulo para que estos despleguen
sus pasiones, opriman y abrumen á los ciudadanos virtuosos, toleren y exalten á los
enemigos de la paz, enarbolando por ultimo el estandarte de la facción y dando la
señal de alarma contra todos los hombres capaces de sostener la independencia de
la Patria. Es publico y notorio el modo ilegal y escandaloso con que se ha procedido
á la elección de los dos Vocales Don Pedro IMedrano y Don Manuel Obligado, ex-
cluiendo á los representantes de Salta y Jujuí, frustrando el sufragio del suplente
del Tucuman, dando por impedido sin causa al de ^lendoza, usando los Gobernantes
de scditcion c intriga para ganar los votos en la Asamblea á favor de su facción.
contra el artículo tercero del Reglamento de diez y nueve de febrero ; y preparando
en estas primeras gestiones el desenlace necesario de un plan execrable, cuio anun-
cio es la Gazeta ministerial de la semana anterior, donde se inserta sin la menor
oportunidad el decreto de las Cortes, en que se declara á la Señora Princesa del
Brasil la mas inmediata sucesora á la Corona de España en defecto de Fernando
Séptimo. Todos estos hechos, y otros incontestables que podrían detallarse en un
prolíxo manifiesto, persuaden hasta la evidencia, que el Gobierno y la Asamblea
han incurrido en el crimen de lesa libertad civil, haciéndose reos delante de la Pa-
tria cuios derechos han violado. En esta virtud pide á V. E. Ijaxo la protección de
las legiones armadas, la parte mas sana del Pueblo, que en el acto se suspenda la
Asamblea, y cese el Gobierno en sus funciones, reasumiendo V. E. la autoridad q.''
le delegó el Pueblo congregado el veinte y dos de ^laio de mil ochocientos diez : y
creándose desde luego un Poder Exccutívo compuesto de las personas mas dignas
del sufragio publico, se proceda ulteriormente y sin demora á la convocación de una
Asamblea general extraordinaria que decida de un modo digno los grandes nego-
cios de la comunidad, separando antes de todo por sospechosos a los S.^es el
Alcalde ordinario de primer voto Don Xavier Ríglos, á los Regidores Don
Manuel Arroyo y Don Manuel García, y al Sindico Procurador Don Vicente
López: en inteligencia que estamos resueltos invariablemente á ofrecer el ultimo
— 139 —
sacrificio á la lil)eríad de la Patria, antes que consentir se entronize la tiranía en
presencia de nuestras armas. El Pueblo espera la contestación de V. E. en el pe-
rentorio termino de veinte minutos, y le hace responsable de la menor demora :
protesta por ultimo obrar con dignidad, pero también jura delante del Eterno no
aliandonar el lugar que ocupa hasta ver cumplidos sus votos. Dios guarde a V. E.
muchos años. Plaza de la Victoria en Buenos Aires ocho de Octubre de mil ocho-
cientos doze. Exmo. Señor. Doctor Bernardo de Montcagudo. — Félix José de Cas-
tro—Jo.sé Maria Balvastro— Ramón Larrea— Bernal)e Larrea— José Vares— José To-
rres— Francisco Antonio Costa — ^Linuel Luzuriaga — Antonio José Tavares — Do-
mingo Angladc — Vicente M- Bances — Xicolas Pombo de Otero — Ciabriel Baldoviros
— Juan Madera — alalias Balvastro— Alexo Matos — ]\Lanuel de Bustamante — Rufino
Torres y Haedo— Francisco Mansilla — Fray Xicolas Herrera — Fray Juan Manuel
Aparicio— Fray INLariano Arteaga — Fray Manuel Saturnino Banegas — Juan José
Martínez de Segovia — Pedro Maria Llórente — Hilario José de Sosa — Fray Antonio
do la Cuesta — Fray Cecilio Mosqueira — José Vicente Chilabert — Juan Montes de
Oca — Fray Antonio Cortes — Epitasio del Campo — Diego de Sosa — ciudadano Fran-
cisco Ratino— ciudadano Francisco Masvidal y ^Lalheu— Dámaso del Campo— José
C.abriel Garcia — Santiago Silva — José Antonio Toledo — Saturnino Morana — Salvadcr
Cornet — José Bustamante — Juan de Silva — Francisco Sagui — Ignacio Nuñez — Joa-
quín Roigt — Carlos Villar— Tomas Cénela — José Gómez— Carlos Martin de Segovia —
Mariano Perdriel — hai una hrma borrada- — Francisco de Doblas — José Valentin Gó-
mez— Manuel Sebastian Leal — Félix Victoriano (>omez^Fernando Genela — José Vi-
cente Genela — Rafael López — ALanuel Diaz Velez — ^Manuel Rods — ^larcelino Vega —
Gregorio Faustino Solía — Marcos González — Joaquín Correa Morales — ^íanuel Pablo
Nuñez — Mariano Ramón de Merlo — Pablo de la calle — Manuel Antonio Galarza —
Luis Perichon — Daniel Vidal — Eugenio Perichon — Francisco Bonan — Gerónimo Mar-
tínez—Gaspar T^Iaranti — Tomás Clavijo — Mariano ALartinez — José Vicente Barba —
Pasqual Matallana — Francisco San-Martin — Valentin Alvarez — José María de
Echauri — Eugenio José Balvastro — Martin Castañer — Xicolas Guillermo Mesa — Jo-
sé Maria Coronel y Guerreros — Juan Bautista de la Fuentes — José Burgos — Aliguel
Ambrosio (nitierrez — Martin José de Segovia — Vicente Ribero — Tomas de Gomen-
soro — D.oi' José López Garcia — Manuel González — Francisco Eczequiel Maderna —
Don Saturnino Perdriel — Mariano Sarasa — Ulpiano Barreda — José de los Santos
Clavijo — Simón Montojo — José Maria Romero — .\ntonío Méndez — Bruno Antonio
Reynal — Manuel Martínez — Que ande muera mi Acalde muero yo José Martinez
— Bruno Moranchel — Ramón Villalon — Justo Diana — Tomas Martinez — Diego Mar-
tín Castellano — Eugenio Porcel de Peralta — Juan Ramón Molina — Alariano Almei-
ra — José Buchardo — Fray Esteban Porcel de Peralta — José ^Mariano Oblitas y
Marchan — José Fernandez de Betoño — José Julián Arrióla — Gregorio Mourigade —
José Antonio Barrenechea — José Manuel Farellón — Carlos Goldris — Rafael Alcaraz
— Mariano Echal)uru — Fr. Florencio Rodríguez— por la Patria, José León Banegas
— Antonio Garcia — Luis Rauschezt — Bernardo Antonio de Cañedo — Cláreos Leo-
nardo Agrelo — ^Juan Pauleti — Francisco Cosme Argerich — Licenciado Juan Fran-
cisco de Azcueta — como ciudadano, Vicente López — Juan Ángel Silva — Julián Flo-
res— Siendo constantes generalmente hablando los males que padece la Patria, y
urgiendo a la mayor brevedad su mas eficaz remedio, represento al Exmo. Cabildo
con los demás SS. firmados, que reunido a las Autoridades Subalternas excogite )'
adopte, y aplique sin demora el que por generalidad se conceptué para el presente
— 140 —
caso: en ciiia virtud lo fiínio, Fray Julián Perdriel Provincial de Predicadores —
Baxo la misma protexta, Fray Cayetano José Rodriguez Provine' de San Fran-
cisco; Baxo la misma protexta de mi Prelado Provincial, Fray Ignacio Caray,
t.iuardian — Siendo ciertos los motivos en que se funda la representación de los qua-
les en algunos carezco de conocimiento, firmo por bien de la Patria, Fray José Ca-
simiro Ibarrola — Fray Juan Rafael de la Madre de Dios, Presidente — Absoluta-
mente y como ciudadano por el bien de la Patria Fray F'rancisco Tomas Chambo
— Carlos Federico Bárbaro — Bernardo Ambrosio ^Marchan — Fray Juan Pedro de
Santa Alaria — Bernardo de Pereda — Juan Antonio Argerich — A excepción de lo
relativo á los SS. Capitulares, Vicente Alariano de Reyna — Mariano Conde — Juan
Porcel de Peralta ; Por don Domingo San Martin, Mariano Conde — ^^\ntonio Ri-
varola — Hilario González — Juan Bassoli — Pedro de la Cruz Ramos— Antonio Ba-
bañoli — Isidoro Posadas — Man.l Sempol — Ildefonso Passo — D.or Julián Alvarez —
Gregorio Gómez Vidal — Andrés Avelino de Aramburu — Mariano Rodriguez — Pablo
Siriaco Garcia — Carlos Celone — José de Aguirre — Pedro Lezica — Juan José Salces
— Nicolás Antonio Allende — Juan Alanuel Gómez — Luis de Castañaga — Ramón Gue-
rrero— Tomas de la Mota — José Maria Marino — Mariano Loreto de Gomensoro
— José Gregorio de Igarzabal — José Gerónimo Rodriguez — Francisco Antonio Ca-
brera—Ambrosio Mitre— Félix Artayeta — Manuel Joaquin de Albarracin— Francis-
co Biyagra — Melchor Masanti — Domingo José Santana — Mariano Pereira y ]\Iariño
— José Maria Urien — Mariano de la Vega — José Maria de Arzac — Liberato Bojor-
ques — Feliciano Vega — José Terradel — José Miguel Romero — Felipe Robles — Mel-
chor López y Cosió — José Heredia — Firmo en los mismos términos que expresa la
firma de Fr. Julián Perdriel Provincial de Predicadores — D.o'' Juan José de Cer-
nada— Francisco López — Juan Aliguel Arambulo — Juan Bautista Estanislao Loza
— Manuel Olivera — Tomas Antonio Albano — Juan Bautista Rodriguez — Eva-
risto Antonio González — Juan Nepomuceno Terreros — -Manuel García — Juan An-
tonio Moles — Fermin Navarro — ^Jose Belvis — Luis Pérez — ^Manuel Urquiza — Ma-
nuel Raquin de la Cuesta — Tristan Ñuño Bades — Domingo Trejo — Jacinto Riba-
daneira — Casimiro Estrada — Felipe Santiago Cardoso — Patricio Gadea — Pedro Al-
bano— ^José Antolin Rodriguez — Juan José Pérez — Juan de Cárdenas — ^Juan Rincón
— Domingo Salinas — Francisco Bravo — Lorenzo José IMorlote — José Vicente Barba
— Juan de Dios Ocampo — Enrique Ballest-eros — José Gutiérrez — Gerónimo Pascual
— Agustin Aguirre — Fernando Olivera — Ramón Arias — Luis Dorrego — ]\Iartin
Tompson — Por mi Patria, Martin Arellano — Pedro Montaña — Rafael Pereira Lu-
cena — Mariano Villar — Apolinario López — Pedro Ximenes — ■Miguel de la Rosa —
Rufino Martinez — Alanucl Morilla — Francisco Jorge Morete — Juan José Albano —
José Ignacio Romero — Miguel Cortés — Santiago Riquelme — ^Juan Meliton González
— Bernardo de Igarzabal — José Catan — José Antonio Echaburu — Baxo la protesta
hecha por mi M. R. P. Provincial de ser ciertas las cosas expuestas en la represen-
tación, Fr. Manuel Alvariño — En la inteligencia que consulten los verdaderos de-
rechos de los Pueblos, Fr. José Ignacio Grela — Tomas Rosales — Yo el Casique Don
José Manuel de Minoyuye del Vireinato de Lima — Ángel Pacheco — Francisco Ca-
sasola — Juan Dionisio Montojo — Pedro José de Echague — José Lezcano — José Eu-
sevio Almiron — Manuel Velazquez — Alexandro Roldan : Respecto de la separación
de los individuos del Exmo. Cabildo pido se les oiga y juzgue como corresponde —
Luis Dorrego — D.or Francisco Sebastiani — José Rodríguez de Vida — Juan Francisco
Cevallos — (7regorio l'crrari — Agustin Rodriguez — Manuel Alvuerne— Giaspar Julián
— 141 —
de Villafañc — Bla^ Amonio Agiuro — Pedro Bartoclii — José Antonio Santalla — Luis
Moure — Feliciano Torres — Miguel Carrión — Pedro Antonio Orrego — Vicente Már-
mol— Manuel Fernandez de Retoño — Francisco Plazes — Xorherto Rosas — Victor
José Islas — Hermenegildo Rodriguez — José Ventura Medina— José León — Pablo
de Ascoeta — Juan Sarmiento — León Antonio Osada — (ierónimo Muñoz — Pedro
Leone— Francisco Xavier Rodriguez de Vida — Lucas Frias — Julián de Corvera —
Manuel López — Luis Coronel — Francisco Picolomino — Julián Romero — José Elias
Aniceto Agüero — José Mariano Benites — Anastasio Patrón — Felipe Berdel — José
Ignacio Rolon — Juan Alexo Merchante — Ramón González — José María Infante —
Juan Francisco IMatoso — José ISIanuel del Valle — José Antonio ^lartinez — Francis-
co Villarino — ^Juan José Ibañez — Siriaco Antonio Dinero — Juan Bautista Padrón
— Mariano Leguisamon — Cirilo de la Concha — Andrés de Aguirre — Manuel Antonio
de la Torre — Domingo Galarza — Juan Araujo — José Ramón de la Vega — Pedro
José Agrelo — José Luis Dupui — Atanasio Lapido — José Inocencio ^loreno — Vicente
Pelliza — Andrés Castañares — Rafael IMartinez de Segovia — Juan Andrés Gutiérrez
— Francisco Almiron — Santos Rodriguez — José Cervino — Manuel Padez — Antonio
Sosa — Tomas José Boyzo — Pedro Somellera — José Anselmo de los Santos — José
Anselmo Romero — José Antonio Brin — Pedro Isidro Pelliza — José de Dupui — Te-
niente de Granaderos Naturales José Domingo Serrano — Francisco Mantilla — José
Lorenzo de Soria — Francisco Robles — Miguel Ferré — Fulgencio Quintera — Juan
Uriarte — Pedro José Cano — ]\Iatias Guevara — ^José Antonio Rodriguez — Alcalde del
Quartel numero seis Juan Tomas Ortiz— Santiago Tobal — Juan Antonio de Zamudio
— Manuel de Echeverria — José Manuel Guillermo — José Domingo de Urien — Quin-
tin Millan — Gil Fernandez — Alexo Cabot — Concluida su lectura expuso el S-O^" Al-
calde de primero voto, que sin embargo de q.^ en el exerci-
Exposiciones de los . • , , ,• i i-v i t-.
SS. Capitulares cuia cío de su cargo creía haber cumplido con Dios y con la Pa-
Puebla'"'' ^^^'° ^^ ^'■'''' ^e d'i'^'^ PO^ separado, y se retiró: los SS. Don Manuel
José Garcia, y don ^lanuel de Andrés de Pinedo y Arroyo,
dixeron : Que habiendo sido separados del Exmo. Ayuntamiento por una representa-
ción firmada por un numero considerable de Ciudadanos, en que se les tacha de sos-
pechosos, estaban bien seguros de haber cumplido, en quanto estubo a sus alcances,
con los deberes que les impone la Patria: pero que habiendo faltado la confianza pu-
blica, primera qualidad de un ^Magistrado en los tiempos presentes, cedían gusto-
sos, y se separaban obedeciendo la voluntad de sus compatriotas : mas que quando
todo debe ceder á la salud publica, solo el honor estaba excluido de este sacri-
ficio general ; por cuia razón pedían que siempre que lo tubíesen por conveniente,
se examínase su conducta, bien ciertos de que podrían con este examen propor-
cionar al Pueblo un justo y debido desengaño de la honradez con que han desem-
peñado sus obligaciones. El Caballero Sindico Procurador D.or Don Vicente
López expresó : Que habiendo sido separado del Exmo. Ayuntamiento en virtud
de una representación hecha por el Pueblo, en la qual se le sindica de sospechoso,
sus sentimientos han sido siempre los mas ardientes á favor de la libertad de
la América : que conociendo baxo esta qualidad los males que ha causado el
espíritu inconsulto del Gobierno, y su despotismo, ha suscrito á la representa-
ción indicada, protestándola en la parte que se le sindica, pues como ha dicho,
ha amado, ama y amará hasta el sepulcro la causa que gloriosamente sostiene
su Patria, y sus deseos son en esta parte sacrificarse con su heroico pueblo, al qual
esta seguro de no haber ofendido ni en obras ni en palabras, ni en sentimientos.
— 142 —
Despejada la Sala por dichos SS. pidió la ])alabia el
Hace renuncia el S.'"' Don Carlos Gómez, y expuso que por su parte se con-
S."'- D. Carlos Gómez ■ , . • , i ■' -r .
y no se le admite. sidcraba sin las luces y conocimientos necesarios para
resolver de un modo satisfactorio al Publico, y a su con
ciencia en el gravissimo asunto que se proponia, que por lo tanto pedia sé le
admitiese la renuncia q.^ hacia de su empleo habiendo insistido en ello por
largo rato, y suplicado se le permitiese hacerla delante del Pueblo, á todo lo
qual se negaron los SS. con atención á las circunstancias. Y habiéndose pro-
puesto q.*^ para resolver con mejor acuerdo sobre el grave negocio de la re-
presentación, sería muy del caso llamar á los SS. Comandantes de las Tropas
reunidas en la plaza, á fin de que manifestasen qual era el objeto de aquella
reunión, se determinó asi, y fueron llamados. Comparecieron dichos SS. Co-
mandantes á saber Don Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, del Regimiento
numero dos, Don Jdsc de San Martin de Granaderos montados, Don Manuel
Pinto de Artilleria, Don Román Fernandez, Sargento mayor del Regim.to numero
dos. y Don Carlos Alvear de Granaderos montados : Se les leyó la representación
del Pueblo, y se les hizo entender el objeto á qre liabian sido convocados: a que
contestaron, que sin embargo de tener por cierto los datos de la representación,
y por justas las quejas del Pueblo, ellos y las Tropas de su mando no habian in-
tervenido en su formación, y que el haberse reunido en la Plaza, no era con
otro objeto que proteger la libertad del Pueblo, para que pudiese explicar libre-
mente sus votos y sus sentimientos, dándole á conocer de este modo que no
siempre están las tropas, como regularmente se piensa, para sostener los (gobier-
nos, y autorizar la tirania ; que saben respetar los derechos sagrados de los Pue-
blos, y proteger la justicia de estos: Que con este y no otro designio se habian
reunido en la plaza, que estaban á las órdenes del Exmo. Cabildo, y que si los
mandaba retirar lo executarian en el acto, suplicando solamente se trabajase por
el bien y felicidad de la Patria, sofocando esas facciones y partidos que fueron
siempre la ruina de los Estados. Y los SS. dándoles las gracias en el acto por el
orden que observaban, y honrosos sentimientos que habian manifestado, les supli-
caron que supuesto eran aquellas sus ideas, tomasen parte en la elección de suje-
tos para el Gobierno, ó los indicasen al menos por los conocimientos que debian
tener, y habrian adquirido por lo que hubiesen oido al Pueblo, pues que el Cabildo
solo trataba de complacerlo : a que repusieron, que debía evitarse toda interven-
ción y el menor influxo de la tropa en una elección propia del Pueblo, porque el
hacer lo contrarío, sería exponerse á la censura de las Provincias Unidas, y aun
de las naciones; que su honor no les permitía ni aun indicar los sugetos en quie-
nes pudiese recaer la elección, y quando en conferencia privada desnudándose
el Exmo. Ayuntamiento de su autoridad por un momento, pudieran como á par-
ticular indicarle los sugetos en quienes el Pueblo tiene puestas sus miras, por
lo que le han oido, no es tolerable esa rebaxa en el Cabildo : en lo que insis-
tieron con firmeza, no obstante las reiteradas instancias que se les hicieron: Y
habiéndoseles enterado de las exposiciones de los SS. Don Francisco Xavier de
Riglos, Don Manuel José García, Don Manuel de Andrés de Pinedo y Arroyo,
y Don Vicente López, porque asi lo pidieron estos SS. se retiraron haciendo pre-
sente al Ayuntamiento, que la Patria descansaba en sus resoluciones, y que ellos
trabajarían incesantemente en mantener el orden según se les prevenía. A con-
scquencia entraron los SS. á tratar sobre los puntos de la representación : y para
satisfacer en algún modo a] Pueblo por la demora que pudieran notar en el des-
— 14:; —
pacho, á causa de exigir el asunto serias niedilaeiones, deteniiinaron se pusiese
al margen de la representación un decreto satisfactorio, y que se hiciese enten-
der al Pueblo, que habiendo reasumido el Cabildo la autoridad que le confiaba
procederia sin perder instantes á resolver lo más conveniente : en cuio interme-
dio, antes de publicarse el decreto, se personaron en la Sala los Doctores Don
Julián Alvarez y Don Bernardo Monteagudo, á quienes se les dio audiencia como
a ciudadanos, y no como Diputados que dixeron ser, exponiendo que el Pueblo
congregado pedia se despachase el negocio á la maior brevedad, por que urgian
los momentos, para evitar males que pudieran sobrevenir, y que la voluntad del
mismo Pueblo era que el Exmo. Ayuntamiento procediese asociado con doce
Ciudadanos de honor a la elección de los gobernantes, con lo que se retiraron:
y de mandato de los SS. publiqué en el acto el decreto puesto al margen de la
representación, cuio tenor es el siguiente: "Sala Capitular de Buenos Aires, Octu-
bre ocho de mil ochocientos doze — Penetrado este Cabildo
Dec.t" puesto á la J^. Jqs justos sentimientos de tan noble y generoso Pueblo,
represent."" del Pue- , , , i i t
blo. acepta por la necesidad del momento el alto poder ciue se
le delega; y consequente a los honrosos principios que han
reglado su conducta hasta el presente, promete sacrificar quanto está á su alcance
para evacuar á la mayor brevedad las loables intenciones, é importantissimos obge-
tos de la representación — Azcuenaga — Luzena — Mansilla — Lezica — Tocarnal — An-
chorena — Yevenes — Gómez— De Jonte — D.or Bedoya" — Y enseguida procedieron á
la elección de los doce Ciudadanos, que recaió en Don Ger-
dad-"'°°co1fciura^í"i vasio Posadas, D.or Don José Valentín Gómez, Don Mariano
nombram.to del nuevo Pe,.(i,-iel, Don Marcos Salcedo, Fray Nicolás Herrera, Don
Ramón Larrea, D.or Don Julián Alvarez, Don Félix José
Castro, Don ^Manuel Luzuriaga. D.or Don José Sosa, Don Pedro Lezica. y Don
Gregorio Gómez.
De orden de los SS. salí á publicarla para que el Pueblo
bio^dha^^^ílTccSn^"^" manifestase si eran de su aprobación: y habiéndola publi-
cado, se suscitaron algunas disputas en el concurso sobre
el modo como debia procederse á la votación, tanto en orden á la idoneidad
de los individuos electos, como si el medio adoptado por el Exmo. Cabildo era
el legítimo, ó debia adoptarse otro y qual fuese ; en cuio estado hice presente
que el Exmo. Cabildo había procedido á aquella elección por acceder á la soli-
citud del Pueblo manifestada por los Doctores Alvarez y Monteagudo, y que
yo debía dar cuenta de la novedad que notaba para que resolviese el Ayunta-
miento: Y al acto de entrar a darla, pidieron los SS. Coman-
Piden aud.^ los Co- dantes se les diese audiencia ; la que concedida expusieron
mand.t' ' de las Tro- . , , , . , , , . . ,
pas y se les conc.'i" que era muí notable la variedad de opiniones en el concurso;
que el asunto se retardava, y podía producir males de mucha
consequencía : que supuesto que el Pueblo en la representación lo había facul-
tado para que procediese a la elección de los gobernantes, podía y debia hacerla
por si solo, por que este era el único medio que consideraban adequado para
cortar los desordenes de la multitud ; y se retiraron ofreciendo mantener el orden,
como se les previno de nuevo.
Al poco tiempo volvió á entrar en la Sala el S.»"" Coronel
lámala* ^1 s"*^^Co^ ^-'^'^ Francisco Ortiz de Ocampo, y expuso que urgía sobre-
ron.' o campo, estrc- manera el breve despacho, por que se iba induciendo cierto
chande la conclusión . , , . , ,. , ■, , , , ,■
del asunto tcrmento en la multitud, dimanadas de las acaloradas disputas
— 144 —
que estaban fonieiuando ciertos individuos, y que no debia perderse tiempo para evi-
tar los males que ya asomaban, sin embargo que las tropas estaban dispuestas á
mantener el orden : V habiendo los SS. expresadole que se hallaban perplexos en
la elección de los individuos de que se debia componer el Gobierno, y suplicadole
les indicase quienes eran en los que habia fixado sus miras el Pueblo, manifestó la
misma repugnancia que antes con los demás Comandantes fundado en las mismas
razones; y habiéndole reiterado las instancias a fin de que diese alguna luz, conce-
dió por fin diciendo que la voz general estaba por el D.o'' Don Juan José Passo, por
Don Nicolás Peña y por el D.o'' Don Antonio Alvarez de Jonte, y se retiró : no
habiendo pasado mucho rato, volvió a entrar también el Señor Comandante Don
Josc San Martin, y manifestó con expresiones las mas enérgicas que no debia per-
derse un instante, que se iba aumentando el fermento, y era preciso cortarlo de una
vez y se retiró.
Sucesivamente, habiendo los SS. decretado la suspensión de la Asamblea, y
que quedasen sin efecto sus resoluciones, entraron a la elección, procediendo por
votación en la forma siguiente.
Por el S.o'' Gobernador Intendente se dixo : Que daba
üiZm^du'ós"^.^ deiiín ^^1 ^'oto para Vocales del Gobierno Executivo á los SS. Don
constituir el nuevo Juan José Passo. Don Xicnlas Peña, y D.oJ" Don Antonio
Gol) ■ ' , , , T
Alvarez de Jonte.
Por el S.°^ Alcalde de segundo voto se dixo: Que daba el suio á los SS. Don
Hipólito Vieites, Don Nicolás Peña y D.or Don Antonio Alvarez Jonte.
Por el S.or Don Manuel Mansilla se dixo: Que se conforma con la votación
del S.or Gobernador Intendente..
Por el señor Don Manuel de Lezica se dixo: Que se conforma con la misma.
Por el S.°r Don Fermín Tecomal se dixo : Que se conforma con la misma.
Por el S.o'" Don Juan José Cristoval de Anchorena se dixo : Que daba su voto
a los SS. Don Juan José Passo, Don José San ^lartin y D.*"" Don Antonio Al-
varez Jonte.
Por el S.o"" D.or Don Ventura Diaz de Bedoya se dixo: Que se conforma con
la votación del S.or Gob.or Intendente.
Por el S.*"" Don Carlos José Gómez se dixo : Que daba su voto al S.o^ Coronel
Don José San Martin, Don Carlos Alvear y D.o'' Don Ventura Diaz de Bedoya.
Por el S.or Don Antonio Alvarez de Jonte se dixo : Que daba el suio al D.or Don
Juan José Passo, Don Nicolás Peña, y Don José San Martin.
Por el S.o"" Don José Maria Yevenes se dixo: Que se conforma con el voto
del S.or D.or Don Antonio Alvarez de Jonte.
Concluida la votación, y resultando electos los SS. D.or Don Juan José Passo,
Don Nicolás Peña, y D.or Don Antonio Alvarez de Jonte, procedieron inmedia-
tamente á la elección de Suplente por el S.""" Don Nicolás Peña, mediante su au-
sencia; y recayó á totalidad de votos en el S.""" Don Carlos Alvear, y mandaron
los SS. compareciesen los SS. Comandantes p.a enterarlos de ella antes de pu-
blicarla: Comparecieron, y habiéndoseles enterado, exclamaron que ya habian
significado no debia aparecer ninguno de ellos ni en clase de Electores, ni en la
de los electos, ni tener la menor intervención en estos asunto?, ni otra que la de
proteger la libertad del Pueblo, y que asi suplicaban encarecidamente se proce-
diese a la elección de otro suplente, y se publicase aquella para la aprobación del
Pueblo, valiéndose para simplificar el acto de la votación, de rayas y seros, y se
relirnron. Los SS. Procedieron a nueva elección de Suplente, que recayó en el
— 145 —
Señor Don Francisco Belgrano ; y mandaron se anunciasen al Publico los elec-
tos, exigiendo su aprobación por votos, que deberán recogerse del Pueblo sen-
tándose en papel los tres Señores electos, y que cada individuo pasando de un
ángulo de los arcos del Cabildo al otro, pongan raya ó sero, siendo la primera
señal de aprobación, y la segunda de reprobación; y diputaron para presenciar
esta operación á los SS. D.or Don Ventura Diaz d€ Bedoya y Don José Maria
Yevenes.
Puesta mesa con todo lo necesario, y presente los SS. Di-
Votac.on del Pueblo putados, se dio principio á la votación en la forma preve-
Sre. los SS. electos ' ' , ,
p.» el nuevo Gob.» nida, y se pusieron por los votantes las rayas y seros según
el concepto que formaban de dicha elección, habiendo dado
algunos sus votos particulares ó con modificaciones y qualidades : el D.or Don
Julián Alvarez lo extendió en estos términos: Aprobados con la condición de que
han de ser sancionados por la Asamblea inmediata, y sujetándose á la constitu-
ción que se les diese : El R. P. Fr. José Ignacio Grela : Que por quanto se ha
dado por nula la Asamblea que acaba de disolverse con el Gobierno electo, queda
suspensa la admisión de la renuncia del S.o^ Vocal Don Feliciano Chiclana, y en
su consequencia ilegal la sostitucion : Don José Alberto Calzena y Echeverría :
Que la elección de los Vocales se haga por la Diputación de los Pueblos, y en
el" Ínterin el Exmo. Cabildo nombre los sugetos que le parezca : El D.or Don Luis
Dorrego : Que es de dictamen que los Vocales elegidos por este Pueblo, asocia-
dos de los Diputados de los Pueblos hagan el nombramiento de los individuos
que deban componer el poder executivo, nombrando el Exmo. Cabildo un Go-
bierno provisorio : El D.or Don Francisco Sebastiani : Que tiene por ilegal el
modo y forma del nombramiento de este nuevo Gobierno, y como verdadero
Ciudadano hace las debidas protestas : resultando setenta y tres raías en el voto
del D.or Don Julián Alvarez.
Concluida la votación, se procedió á la calificación en
deq^-^^MsuUa^onlpro- cuerpo y resultaron noventa y seis votos a favor del S.or
bados los SS. d.t D. D.or Don Juan José Passo, y ochenta y siete en contra ;
Juan José Passo, D. . , , , , , r^ t-^ -kt- , t-. -
Nicolás Peña, y D.'"- ciento setenta y dos a favor del b.or Don Nicolás Pena, y
Jonte"* ° ■^^*"^ ^* doce en contra ; ciento quarenta y siete a favor del Señor
D.or Don Antonio Alvarez de Jonte, y treinta y cinco en
contra : De la qual aparecen aprobados por mayoría de votos los tres indicados
Señores electos : Y mandaron los SS. del Ayuntamiento entren a exercer las
funciones de Vocales del Gobierno Executivo, para lo qual se les deposita la
autoridad baxo las condiciones siguientes. Primera que los SS. electos compa-
rezcan sin perdida de momentos en esta Sala Capitular á prestar el juramento
de usar bien y fielmente de la confianza con que les há honrado el Pueblo : Se-
gunda. Que luego que los referidos SS. presten el juramento, sean reconocidos
por Depositarios de la Autoridad Superior de las Provincias Unidas del Rio de
la Plata por todas las Corporaciones de esta Capital, su vecindario, y cuerpos
militares, respetando y obedeciendo todas sus disposiciones hasta la reunión de
una Asamblea general que se verificará dentro de tres meses precisa é indispen-
sablemente procediendo en qualquier caso de acuerdo con el Exmo. Ayuntamiento :
■. Tercera : Que los poderes para esta Asamblea sean con toda la extensión que
quieran darle los Pueblos. Quarta : Que la Asamblea sea el Supremo Tribunal de
residencia de todos los que haian exercido el Poder executivo desde el veinte y
cinco de Mayo de mil ochocientos diez. Quinta ; Que la Asamblea formara una
Tomo II 10
— 14(5 —
constitución provisoria, y que entre tanto el nuevo Gobierno observará inviolable-
mente el Estatuto provisional, á excepción de los artículos que se hallan deroga-
dos, cumpliendo con especialidad con los decretos de seguridad individual y li-
bertad de la Imprenta. Sexta: Que el presente Ciobi^erno nombrará los Secretarios
que crea conveniente, siendo él responsable de su conducta. Séptima: Que haia de
exercer el cargo de Vocal Suplente Don Francisco Belgrano durante la ausencia
de Don Nicolás Peña, á consequencia de habérsele elegido al efecto á unanimidad
de votos. Octava : Que en caso de enfermedad, ausencia ó fallecimiento de alguno
de los Vocales del Gobierno provisorio, quede á cargo del Ayuntamiento el nom-
brar quien le subrogue. Novena y ultima : Que haian de instruir eficazmente á los
Pueblos de la necesidad, justicia y conveniencia de una tan importante medida
como la que se ha tomado ; reservándose el Ayuntamiento proponer las ideas que
juzgue convenientes, y á que por ahora no dá lugar la premura del tiempo ; pu-
blicándose esta determinación por bando inmediatamente para que llegue á noticia
de todos, y fixandose en los lugares acostumbrados.
Acto continuo mandaron que comparezcan los dos SS. Vo-
rec^* 1^*S*S* Vocales ^ales y Señor Suplente, y se extendió la formula del jura-
y Suplente electos p.-' mentó en los términos siguientes : Turan Vms. á Dios y á
el Gob.o ^
la Patria desempeñar fielmente, y como Ciudadanos de honor
la alta confianza con que los ha honrado el Pueblo libre de las Provincias Unidas
del Rio de la Plata, baxo las condiciones que se han expresado, y se contienen en
el Bando de este Exmo. Ayuntam.t"? Si asi lo hiciereis, Dios y la Patria os llenen
de bendiciones, y sino os lo demanden.
Entre tanto se habia recibido un oficio del S.o"" Don Juan
del^S*'"- D Juan Mar- ^^^rtin Pueyrredon, en que manifestando haberse ocultado
tin Pueyrredon, pi- la noche de ayer, por haber visto que faltando la tropa á la
diendo seleforme , ,. . .,• •, • , ,,^i'
causa. subordmacion, se habían reunido sm orden del Gobierno, y
recelaba algún insulto, pedia se le formase causa y oyese,
estando pronto á presentarse en el momento que lo determinase este Exmo. Ca-
bildo: Y los SS. considerando que otras atenciones de mayor gravedad llaman
en el momento toda su contracción, determinaron suspender por ahora quales-
quiera resolución en este asunto, y contestación al oficio.
Comparecieron üos SS. Vocales electos del Gobierno Exe-
los mievos^indi^diios cutivo en el acto' de andarse publicando el Bando, prestaron
electos p.» el Gob.» el juramento expresado, tomaron posesión de sus respectivos
cargos, y fueron conducidos por los SS. del Ayuntamiento á
la Real Fortaleza entre victores y vivas á la Patria ; y al entrar en aquella, sin
haberse notado desorden en medio de un numeroso pueblo, fueron recibidos con
salva de Artilleria en la Fortaleza, y regresaron los Señores del Ayuntamiento á
su Sala Capitular. Con lo que quedó concluida la acta que firmaron dichos Señores
de que doy fé. — Testado — próxima — Mari — Juan — setenta y dos — no vale — Entre
renglones — Gaspar — vale.
Jossepit Pcrcira de Litscini — l'ranso Xavier de Riglos — Ma-
nuel de Lesica — Manuel Mansilla — Fermín Tocornal — /.» Jp.
CristJ de Anchor ena — Carlos José Gomes — Jph. M.co Yevenes
— D.o'' Ventura Diaz de Bedoya — L¡cAo Dr Justo José Nu-
ñes, ess.J^o pub.^o y de Cav.^o.
— 147 —
(6) Seüor.
D." José Gervasio Artigas Aj-udante Mayor del Cuerpo de Caballeria de
Blandengues de la frontera de Montevideo A L. R. P. de V. M.: digo lleno del
mayor respeto:
Sirvo a V. ^í. desde la creación de este Cuerpo, habiendo empezado de sol-
dado en cuya clase tuve el honor de que vuestro Virrej^ interino de estas Pro-
vincias D." Antonio Olaguer Feliú me comisionó por los muchos conocimientos
que poseia de estos campos para salir a reclutar gente para la formación del
expresado Cuerpo, y desde 4 de Marzo del aiño de 97, hasta 24 de Abril del
mismo conduge á la disposición del S.""" Gobernador de Montevideo cincuenta
hombres.
Por el mismo S."'' Virrej' se me nombró para pasar á la Costa del Arroyo
del Chuy en donde habia una partida de cien hombres con objeto á observar á
nuestros fronterizos portugueses que por aquella parte acopiaban tropas.
Desde esta fecha me mantuve en aquel apostadero, hasta que los desórdenes
de los campos cometidos por los ladrones vagabundos, é indios infieles obli-
garoii al dicho Gefe á mandar salir una gruesa partida, y á las órdenes mias,
para perseguir, atacar y aprehender aquellos perturbadores de los habitantes
de la campaña; y desde 10 de Julio del mismo año permanecí en la campaña,
hasta dos de ÍMarzo de 98, habiendo atacado á los indios infieles por tres oca-
siones, cogidos algunos prisioneros, quitádoles mucha caballada, aprehendiendo
varios reos, decomisando á los contrabandistas porción de tabaco y muchas
cabalgaduras, y remitiendo 30 reclutas para el Cuerpo. Hallándome en esta
comisión me honró y nombró dicho S.or Virrey con el despacho de Capitán
de Milicias de Caballeria del Regimiento de Montevideo y reunida la gente
precisa para la creación del Cuerpo de Blandengues en el cuartel de Maldonado
se me mandó retirar á él, y se me nombró por Ayudante ]Mayor del expresado
Cuerpo.
Repitiendo sus incursiones los indios infieles en la campaña se mandó salir
una partida de 120 hombres á las órdenes del Capitán del Cuerpo, dicho
D.n Francisco Aldao, y para la dirección de las partidas descubridoras se me
nombró; y habiendo fallecido dicho Comandante dispuso la superioridad que-
dase aquel comando á mis órdenes, y seguidamente castigué á los indios, apre-
sando varios, matando otros, y quitándoles muchos caballos, estando en esta
comisión desde 3 de Octubre de 98, hasta 3 de Mayo de 99, que me retiré á
Malsonado: á los contrabandistas también intercepté algunas cargas de tabac-'-
y varios caballos. En 8 de Enero de 800, fui nombrado por disposición del
S.íT Comandante General de la campaña, el Marques de Sobre-Monte acelerar
los partidos de los pueblos de 3.*° Domingo Soriano y Víboras, á perseguir
desertores, vagos y ladrones, y remitir al Cuerpo doce reclutas, algunos deser-
tores, varios vagos a Montevideo y decomisé á los contrabandistas, cuarenta
caballos, veinte y tres muías, y tratando vuestro Virrey el ^Marques de Aviles
de poblar la frontera, detallar suertes de estancias á sus moradores y tranqui-
lizar la campaña nombró la superioridad por Comandante General de pobla-
ciones, fronteras y campañas al Capitán de Navio D." Félix de Azara, y este
Gefe me pidió por su Ayudante, en cuya comisión serví hasta la declaración de
guerra con los portugueses, destinando por mi dirección los terrenos a cada
— 148 —
poblador y coiiíiándome este Gefe varias comisiones. Declarado el rompimientj
pasé con el Coronel D." Nicolás de la Quintana a la parte de Misiones por la
costa del Arroyo de S.*^ María para impedir la irrupción que los enemigos in-
tentaban hacer por aquella parte contra los pueblos de aquel departamento,
pero necesitando el General en Gefe reforzar su ejército hacia la banda del
Rio Yaguaron por donde los enemigos tenían considerables fuerzas, se mandó
al Comandante de esta expedición retirarse é incorporarse con aquel pié de
tropas. Seguidamente dispuso el Superior Gobierno comisionar al Coronel
D.n Bernardo Lecog para que con ochocientos hombres de tropa pasase al
departamento de Misiones con objeto á la tranquilización de sus moradores que
persuadidos por el influjo de los portugueses amenazaban insurrección, y este
Gefe fió a mi cuidado la dirección de la ruta, y conservación de la artillería y
carruage que llevaba. Hecha la paz con los portugueses, mandó la superioridad
que sin embargo á esto pasase dicho Coronel á aquel departamento con ico
hombres con el fin del primer objeto, y á su solicitud pasé de Ayudante, y en
esta comisión fué quando mi salud principió á decaer.
Las continuas fatigas de esta vida rural por espacio de seis años y mas,
las inclemencias de las rígidas estaciones, los cuidados que me han rodeado
en estas comisiones por el mejor desempeño han aniquilado mi salud en los
términos que indican las adjuntas certificaciones de los facultativos; por lo
cual hallándome imposibilitado de continuar mi servicio, con harto dolor mío:
Suplico á la R.' P. de V. M. me conceda el retiro en clase de agregado á la
Plaza de Montevideo y con el sueldo que por reglamento se señala. Así lo es-
pero de la grande clemencia de V. Rl. P. ^Montevideo 24 de Octubre de 1803.
Señor.
Señor.
A L. R. P. de V. M.
(Firmado) Josc Artigas.
Este oficial sirve á V. M. desde 10 de Marzo de 1797 en que tuvo su ingreso
en el Cuerpo de mi cargo en clase de soldado hasta 27 de Octubre del mismo
año, que pasó á Capitán de Milicias .del Regimiento de Caballería de Monte-
video, en el que existió hasta 2 de Marzo de 1798 que volvió a tener su entrada
en el ante-dicho Cuerpo por habérsele conferido el empleo de Ayudante ]\Iayor
de él, en cuyo tiempo salió á la campaña á reclutar el número de gente que
expresa, é hizo varias partidas en ella, pero sin que pueda yo acreditar de ciertas
las acciones que manifiesta, por no habérmelas hecho constar para anotarlas
en la hoja de sus servicios; en el día según resulta por las certificaciones que
acompaña á esta instancia, se halla imposibilitado por sus achaques de conti-
iniar el servicio, y solicita que V. M. se digne concederle el retiro en clase de
agregado á la Plaza de ^Montevideo, con el sueldo del Reglamento á quien por
sus pocos años de servicio no le contemplo acredor al retiro de agregación á
la Plaza, pero si por su imposibilidad y con respecto á sus cortos méritos, á
que V. M. se digne concederle algún sueldo proporcionado con que subsista.
V. M. resolverá lo que fuere de su Real agrado. Maldonado 9 de Enero de 1804.
Señor ;
(firmado) Cay.'"' Ramircz de ArcUono.
— 149 —
Señor.
Me conformo en todas sus partes con el dictamen del Comandante del Cuerpo,
por hallarlo arreglado á justicia, y á las circunstancias que concurren en el
oficial suplicante.
V. M. resolverá como fuese de su Real agrado. Buenos Aires 14 de Enero
de 1804.
Señor.
(firmado) El Monjiles de Sobrc-Monfc.
Señor.
D.'i Josef Artigas Ayudante :Mayor del Cuerpo de Blandengues de ^Montevideo á
V. M. con la sumisión de su fiel vasallo le hace presente : que el año de g5 sentó Pla-
za de Soldado en el expresado Cuerpo, y desde aquel instante obtubo la Comisión
de hacer reclutas correspondientes á las Compañías que devian levantarse por
cuenta de V. M. rehuniendo para ellas el número de dos cientos y mas hombres
sin- dispendio alguno de buestro Real Herario, haviendosele comisionado en la
misma clase con el mando de varias partidas dirigidas al celo de la Campaña y
Fronteras del Rio Santa-lMaria para perseguir los Ladrones, Contravandistas é
Infieles, en cuyo desempeño consiguió no solo aprehender Individuos de aquellas
clases, sino también quitarles mas de dos mil cavallos cuio maior número quedó
á favor de la Real Hacienda obligando por sus servicios á los Gefes á que le dis-
tinguiesen con el grado de Capitán de Milicias, y seguidamente el de Ayudante
mayor del propio Cuerpo de Blandengues que obtubo pasado á penas el año de
la creación del referido Cuerpo, en el qual empleo ha echo cinco considerables
campañas, en las que ha desecho y destrozado diferentes quadrillas de Indios
Infieles, con aprehensión igualmente de Ladrones, Contravandistas y numerosas
caballadas á favor de V. M., siendo de notoria utilidad el servicio que hizo en la
Expedición del Brigadier D.n Félix de Azara á situar las Poblaciones, y villa de
Batoví en la Frontera de Santa-Maria por la dirección que le presentaron sus
prácticos conocimientos, como todo debe constar de su antecitada Instancia, á cuyos
Documentos es necesario que se refiera por hacer este recurso desde la Campaña
en mas de cien leguas de distancia de la Plaza de Montevideo acompañando al
Comandante Principal en la Expedición de su mando, sin embargo de los graves
padecimientos que sufre el Exponente por haverle significado serle precisa su
Persona ; é igualmente la presente Campaña á que fué comisionado por el actual
Virrey Marqués de Sobre-Monte, entonces Sub-Inspector é interino en aquel cargo
por la repetición de los robos é irupciones con que los Barbaros ostilizaban las
Vidas y Haciendas de los Criadores y Hacendados de estos Campos en la que há
aprendido mas de setenta Infieles, Ladrones y Contravandistas, y sobre mil cava-
llos que há entregado al actual Comandante Principal de la Campaña el Theniertte
Coronel D.^i Francisco Xavier de Viana, sintiéndose por lo mismo en su salud
con extremo quebranto ; por lo qual á principios del año pasado dirigió a V. M.
por el conducto de sus respectivos Gefes una Instancia con inclusión de las certi-
ficaciones de dos facultativos que autorizaban su quebrantada salud destruida Señor
en buestro Real Servicio al que sin embargo de su estado prefirió á su propia
vida, desempeñando en medio de sus mas criticas y peligrosas Comisiones que se
— lóO —
le han confiado animado siempre por aquellos esfuerzos en que la piedad de V. M.
atenderia su instancia dirigida en solicitud de su retiro por los males expresados,
la qual Instancia le fué negada por V. M. en unas circunstancias que por la gra-
vedad de ellas le imposibilita la continuación en buestro R.l Servicio como lo Tes-
tifica la adjunta Certificación del Cirujano D."' Ignacio Garcia de la Expedición
del mando del Comandante general de esta Campaña el Theniente Coronel
D." Francisco Xavier de Viana : Por tanto
A V. M. Suplica rendidamente, á su piedad y justicia, le conceda la Licencia
absoluta que solicita sin otro requisito. Campamento de Taquarembó-chico.
20 de Marzo de 1805.
Señor.
A. L. R. P. de V. M.
(Firmado) Josc Artigas.
Señor.
Los padecimientos de este oficial, lo imposibilitan cada vez mas para continuar
en el servicio de V. M. según lo acredita por la certificación del facultativo que
acompaña á esta instancia, en cuya virtud, y con consideración al mérito que ha
contrahido en el tiempo que sirve, le contemplo acrehedor á que la Real Piedad
de V. ^I. se digne concederle la Licencia que solicita, distinguiéndole con el goce
del fuero Militar, y uso de uniforme de Retirado.
V. M. resolberá lo que fuere de su Real agrado. Villa de Meló 8 de Abril de 1805.
Señor.
(Firmado) Cay»^ Raiitircc de Arcllauo.
Señor.
Este Ayudante mayor hace constar en la Certificación que acompaña hallarse
imposibilitado de poder continuar en el Servicio, y aunque por Real Orden de 19
de Junio de 1804 no tubo á bien V. jM. concederle el retiro que solicitó, como sus
dolencias no han terminado, y le impiden el desempeño de los deberes de su em-
pleo, le considero acrehedor á la gracia que pide en los términos que expresa su
Comandante sobre que resolberá V. M. como fuere de su Real agrado. Buenos
Aires 31 de Mayo de 1805.
Señor.
(Firmado) Pedro de Arze.
X." 104.
Al S.'" D." Juan Manuel Alvarez.
Buenos Aires Octubre 19 de 1799.
Ex.mo S.or
Después de extendido y comprendido en índice el oficio que dirijo á V. E. en
■esa ocasión con el número 100 por el que manifiesto lo que he estimado conve-
niente en corroboración del concepto de preferencia que formé á favor del te-
niente del Cuerpo de Blandengues de Montevideo D." Miguel Borraz respecto al
— 151
ayudante mayor de él D.n José Artigas para obtener la tercera compañía vacatrte
en el mismo Cuerpo, me ha pasado este Sub-Inspector el adjunto memorial del
citado Borraz en que solicita se digne S. M. declarar á su favor dicha preferencia
de antigüedad.
Esta pretención, sin embargo de lo que expone en sus informes el mismo Sub-
inspector y el Comandante del Cuerpo la considero muy justa, asi por lo que dejo
expuesto en mi citado oficio acerca del origen que tuvo la entrada de Artigas en
el servicio y el extraño medio con que se le proporcionó su rápido ascenso de
soldado á ayudante mayor, como porque la antigüedad que este tenia de capitán
de milicias era menos de la que Borraz tenia en la clase de teniente, cuya cir-
cunstancia me ocultó también d Sub-Inspector en la consulta que hizo para arre-
glar las antigüedades de los oficiales del mismo Cuerpo, lo que hago presente á
V. E. para su superior inteligencia y determinaciones que considere correspon-
dientes.
El Virrey de Buenos Aires apoya la adjunta instancia del teniente del Cuerpo
de Blandengues de Montevideo D." Miguel Borraz dirigida á que se le declare la
preferencia de antigüedad respecto á la del ayudante D." José de Artigas.
N." ICO.
Al S.°'' Juan Manuel Alvarez.
Buenos Aires, Octubre 19 de 1799.
Exmo. Señor.
Por oficio de 31 de Julio último N.° 61 con que dirijí á V. E. las propuestas
de la 3." compañía del cuerpo de blandengues de Montevideo y sus resultas espuse
entre otras cosas que no hallaba justa la preferencia que se daba para ella al ayu-
dante don José de Artigas respecto al teniente Miguel Borraz pues este tenia
de servicios cerca de 21 años en cuerpo de veteranos en su actual clase y las
de Alteres y cadete: y aquel solo tenia 16 a 17 meses de tales servicios que á dife-
rencia de los que se hacen en las milicias de que era, son continuados y no inte-
rrumpidos por años enteros como en ellas.
Por entonces no pude hacer otras reflecciones en favor del citado Borraz por
falta de mas conocimientos pero con motivo de instancia que ha hecho este ofi-
cial reclamando sobre la preferencia de antigüedad con que se ha considerado
á Artigas, me he impuesto de que este ayudante sentó plasa de soldado en 10 de
Marzo del 97 en dicho cuerpo de blandengues (aunque se ocultó esta circuns-
tancia en la propuesta) y en virtud del indulto que se publicó para tener gente
con que formarlo : que supcistió pasando revista como tal soldado hasta 27 de Octu-
bre del mismo año en que mi inmediato antecesor le expidió despacho de Capitán
de milicias de Montevideo, y ya en esta clase y la mera intermición de 4 á 5 meses
le nombró por ayudante mayor de él en 2 de Marzo de 98: hechos á la verdad que
manifiestan la idea de anteponerlo á todos los tenientes del mismo cuerpo que la-
braron su carrera con conocidas fatigas y acosta de muchos años de contracción al
servicio. Lo que he hallado debido hacer presente á V. E. en corroboración del
concepto de preferencia que formé á favor del citado Borraz.
152"
El virrey de Buenos Aires corrobora el concepto de preferencia que manifestó
á favor del teniente Don Miguel Borraz respecto al ayudante mayor Don José
Artigas quando dirijió la propuesta de la 3." compañia vacante en el cuerpo de
blandengues de ^íontevideo en que sirven.
Señor.
Hallándose vacante en el CiKrpo de Caballeria de Blandengues de la 1 ren-
tera de Montevideo que está á mi cargo la 3." compafíia que servia el Capitán
D.n Fracisco Esquivel y Aldao por haber fallecido; y siendo preciso proveerla
en persona de conducta, valor y aplicación, propongo á V. M. usando de la facul-
tad que me tiene concedida.
En primer lugar. A D." José Artigas Ayudante mayor del expresado Cuerpo,
que sirve á V. M. de un año, ocho meses y diez y nueve dias á esta parte; los
cuatro meses y cinco dias de capitán de milicias ; diez meses en su actual empleo
con nombramiento del Virrey y Capitán General de estas Provincias; y los seis
meses y catorce días restantes con Real Despacho.
En segundo lugar. A D." Miguel de Borraz Teniente de la 6.* compañia del
mismo Cuerpo, que sirve á V. M. de veinte años, once meses y veinte y seis días
á esta parte : los ocho años veinte y seis de cadete ; dos años, seis meses, dos
dias de portaguión ; ocho años, siete meses, cinco dias de alférez ; un año, tres
meses, nueve dias en su actual empleo con nombramiento del Virrey y Capitán
General de estas Provincias ; y los seis meses y catorce días restantes con Real
Despacho.
Exmo. Señor.
Desde los primeros momentos en q.e por una consecuencia del tratado de paci-
ficación marchó el Ejército Oriental en retirada, hice uso de cuantos medios es-
taban á mis alcances para evitar la emigración asombrosa de los vecinos y fami-
lias q.c me seguían. Considerando los embarazos q.e presentarían para la acti-
vidad de mis marchas, las dificultades y tropiezos q.e ellas mismas debían expe-
rimentar, y los pocos auxilios q.e yo podría ofrecerles, y preeviendo de otra parte
q.c llegaría el caso de ser de necesidad formar de ellas un establecimiento en q.e
faltarían mil recursos para aliviar su triste suerte, no perdoné alguna dilig.a para
persuadir á todos de los veneficios q.e resultarían al estado y á ellos mismos de
la permanencia en sus hogares. Mis circulares publicadas por bando en todos los
pueblos son prueba de esta verdad. Nada ha sido bastante para impedir la emigra-
ción, ó casi puede decirse despoblación de esta Campaña, y si V. E. formase una
idea de las indecibles penalidades y trabajos q.e estos patricios sufrían para llevar
al cabo su resolución, se convencería de q.^ cuando una triste experiencia no era ca-
paz de arredrarlos en su decidido empeño, debían también ser vanas todas mis
persuaciones y diligencias.
Yo no ocultaré á V. E. q.e por un contraste singular de las circunstancias, mi-
raba con un secreto placer la determinación magnánima de mis paisanos en el
acto mismo q.e temía fuese un obstáculo para los movimientos militares ; y si
me consideraba en !a necesidad de contribuir á su quietud por todos los medios,
también conocía una obligación sagrada de auxiliarlos en lo posible, una vez
puestos bajo la protección de ese superior Gov.no Ellos, después de haber experi-
mentado toda clase de males desde q.e empezaron por su libertad, y cuando V. E-
— J53 —
se afanaba en hacer soportables sus infortunios, asegurándoles el favor q.^ podia
del Gobierno de Montevideo, daban á V. E. y al Mundo todo la prueba mas rele-
bante de su patriotismo haciendo el último de los sacrificios por hallar un asilo
libre. Si los habitantes de la Paz dejaban su suelo por huir de un Tirano q.e vestia
desolación por todas partes, estos abandonaban todo por vivir lejos de otro q.e les
ofrecía su favor ; y este paso debe ser tan terrible para los ministros del despotis-
mo, como satisfactorio para un Gobierno popular.
Aunque nuestra situación no permite tomar una relación bastante exacta, in-
cluyo á V. E. el padrón q.e se ha formado de las familias q.e siguen á este ejér-
cito: por él verá V. E. q.*" su total asciende á cuatro mil treinta y una almas, y
conocerá q.^ un número tan considerable entorpecería demasiado mis operaciones
en lo sucesivo, y q.e ya es tiempo de señarlarles un establecimiento, en cuya elec-
ción consiste acaso todo cuanto en estas circunstancias puede hacerse en su favor.
Ellos solicitan ocupar el punto de la Concepción del Uruguay, donde la abund.a
de terrenos, su fertilidad, la población actual y las relaciones comerciales harán
más fácil su colocación y menores sus privaciones ; y yo creo q.*' las circunstancias
todas presentan un motivo de conveniencia en q.^ sean cumplidos sus deseos.
V. E. conoce bien q.e la situación del arroyo de la China debe considerarse como
un entre-puerto de consecuencia para todos los puntos q.e abraza el rio : la faci-
lidad de fortificarle y sostenerle, y las demás ventajas q.e ofreceria si las tropas
portuguesas nos obligacen de nuevo á tomar posición en la Banda Oriental, y
de otra parte las utilidades q.e resultarán al estado de darle un fomento rápido
en su población, artes, agricultura y comercio, cual adquirirla sin duda con el
establecimiento de este numeroso pueblo, me hacen creer q.e V. E. llevará á bien
las ideas de estos vecinos.
Aunque el punto indicado se halla comprehendido en la jurisdicción señalada
á, Montevideo, pero como los mismos tratados permiten q.^ se concluya amisto-
samente alguna duda q.e pueda ocurrir, estos ciudadanos creen q.e V. E. hallará
razones para acordar con aquellos gefes la ocupación de ese pueblo, q.e teniendo
solo la guarnición necesaria por nuestra parte, debe causarles pocos celos con-
siderado como establecimiento militar.
Mis atenciones de gefe no me permiten dedicarme á especulaciones detenidas
sobre los auxilios y provid.s venéficas hacia estos vecinos, q.e pueden considerarse
como la plantación de un pueblo nuevo pero la sabia penetración de V. E., te-
niendo presente su situación y sus necesidades, nada oilvidará de cuanto conduzca
á mejorar su suerte, particularmente sobre asignación de tierras y provisión de
instrumentos para su cultivo y para formación de habitaciones.
Creo de mi deber elevar á la consideración de V. E., q.e además del precioso
tiempo q.e debe invertirse en el paso del Uruguay por este punto, luego q.e se
halla verificado, me veré en la necesidad de detener mis marchas en el pueblo
del Salto hasta recibir la resolución de V. E. sobre el establecimiento de las fami-
lias; estas no podrían absolutamente continuar mis estaciones por un territorio
donde carecerían aun del preciso alimento, sobre las demás necesidades de todas
clases: por todo contemplo ser de la mayor conveniencia q.^ V. E. avise con
la mayor prontitud sus determinaciones; teniendo presente q.e las partidas por-
tuguesas continúan sus incurciones y puede decirse piraterías hasta estas inme-
diaciones, y q.e con notable transgresión de los tratados, no solo han continuado
sus movimientos después de su conclusión, sino q.e atrevidamente han ocupado
— 154 —
los interesantes puntos de Colonia, Mercedes, Arroyo de la China, Gualeguay, C.ua-
leguaychú y Belén, después de haber escandalosamente saqueado el pueblo de Man-
dizobi y varias estancias intermedias.
Estoy persuadido q.e V. E. mirará con el mayor interés la protección de las
familias orientales q.e han acumulado sacrificios de toda especie por la causa
de la patria y q.e ofrecen á V. E. una oportunidad singular de demostrar sus
sentimientos venéficos; y yo, á quien ellas consideran como móvil de la alarma
general de la Campaña, de q.^ han resultado estas consecuencias, me determino
á suplicar á V. E. oiga sus votos y por un efecto de la generosidad q« le distin-
gue, dispense su auxilio á estos desgraciados como al mejor ornamento de las
almas libres.
Dios guarde á V. E. m.s a.s.
Cuartel General del Salto 14 de Diciembre de 181 1.
Exmo. Señor.
(Firmado) José Artigas.
Exmo. Gobierno Superior de las Provincias Unidas del Rio de la Plata.
(7) Nació en Buenos Aires el 4 de marzo de 1773. En los primeros años de
su edad fué llevada á Montevideo y en 1793 sentó plaza de cadete en el ejército.
Combatió en la Banda Oriental contra indios y portugueses en el servicio de fronte-
ras y fué de los bravos defensores de Montevideo contra los ingleses en 1807. Pri-
sionero en el asalto de esta ciudad el 3 de febrero, fué enviado en esta condi-
ción a Inglaterra, de donde pasó a España sirviendo en un cuerpo de Caba-
llería hasta 1810 que regresó al río de la Plata y habiéndose incorporado á la
revolución le fué conferido el empleo de teniente coronel en marzo de 1811,
el de coronel en 1812 y el de brigadier general en 1814. "En el curso de mi ca-
rrera", dice en su autobiografía, "hé obtenido cinco despachos de general de
ejército de operaciones en distintas provincias, tres de inspector y comandante
general de armas en diversos períodos en la de Buenos Aires; del mismo modo,
dos de jefe de Estado Mayor General con el mando también de armas; un
título de gobernador intendente y jefe político y de policía de la misma ciudad,
más un despacho de presidente de Charcas, tres nombramientos de Director
Supremo de las Provincias Unidas del río de la Plata, uno de Ministro de Gue-
rra y Marina, otro de presidente del Consejo de oficiales generales establecido
en aquella Capital, y por último un diploma de agente de negocios cerca del
gobierno argentino por el Estado Oriental. Pasé a ésta por segunda vez á fines
del año 29 nombrado gobernador y capitán general provisorio, terminada que
fué la guerra con el Brasil; después de haber cesado en este empleo fui electo
jefe de E. M. General y desempeñé al mismo tiempo el cargo de Presidente de
la Junta de Higiene Pública; últimamente hé servido también en esta República
el cargo de Ministro de Guerra y Marina del que me separé en febrero de 1840
por mi quebrantada salud".
Como general en jefe del ejército sitiador venció en el "Cerrito" y puesto al
frente de la tercera expedición al Alto Perú fué derrotado en "Sipe Sipe". Di-
rector Supremo de la Nación en 181 5 y 19, cayó del poder entre el polvo de la
derrota de "Cepeda" que le fué infligida por los anarquistas del litoral. Murió
en Montevideo en 18 de noviembre de 1844.
— 155 —
Su capacidad militar fué escasa, ni se distinguió por la energía de su carácter.
Sirvió a la patria con sinceridad y perseverancia, y cuando en 1891 el gobierno
argentino pretendió repatriar sus restos a indicación de un grupo de distingui-
dos ciudadanos, el uruguayo no accedió por las razones de que informan los
siguientes honrosísimos documentos:
Buenos Aires, Junio 18 de 1891.
Excmo. Señor:
Repetidos actos de reparación histórica comprueban que ha llegado la época
del juicio tranquilo e imparcial para los hombres públicos y los guerreros que
tuvieron participación en la lucha y la labor política por la independencia na-
cional, y es un deber de patriotismo y de gratitud no excluir de los honores
postumos merecidos a ninguno de los que en ese período descollaron por sus
servicios y sus hazañas.
Muchos de aquellos beneméritos ciudadanos fallecieron en territorio extran-
jero, ya en las campañas libertadoras de los ejércitos argentinos, ya proscritos
del suelo patrio durante la tiranía y sus restos permanecen hasta hoy esperando
la repatriación triunfal a que son acreedores, para que en no lejano día puedan
reposar en el Panteón Nacional que la República erigirá a sus proceres.
Inspirándose los suscritos en el sentimiento elevado de justicia que hoy exis-
te para los fundadores de la nacionalidad argentina, se han constituido en co-
misión para recabar el concurso de los poderes públicos y del pueblo, a fin de
reunir en el suelo de la patria los restos de los ilustres soldados y hombres
públicos de la independencia que están sepultados en países extranjeros, y es
en esta virtud que tienen el honor de presentarse por intermedio de V. E. al
Excmo. Gobierno de la Nación, solicitando su cooperación para la repatriación
de las cenizas del Brigadier General Martín Rodríguez, del Brigadier General
y ex Director del Estado José Rondeau, de los Generales Félix Olazabal y
Elias Galván y del Coronel Juan José Quesada que se encuentran en el terri-
torio de la República Oriental del Uruguay. Los cinco guerreros nombrados
tienen brillantes servicios en la guerra de la indepedencia.
La forma en que el Excmo. Gobierno contribuiría eficazmente al propósito
indicado sería encargar al representante diplomático de la República ante el
Gobierno Oriental, la gestión de repatriación de las gloriosas cenizas y dig-
narse disponer que un buque de la armada nacional las conduzca a esta Capital,
y es esta la solicitud que los suscritos se permiten presentar a V. E., y que no
dudan hallará simpática acogida en el Excmo. Gobierno.
/. M. Bustillo.— Guillermo Achaval.—J. A. Pillado. — José J.
Biedma. — J. S. de Bustamante — Adolfo P. Carranza. —
Juan C. Molina. — Miguel G. Méndez. — /. M. Ramos Me-
jía. — J. B. Zubiaur. — Bernardo de Irigoycn. — F. de las Ca-
rreras.— A. G. Carranza Mármol. — Carmelo Rosende y Mi-
tre.—Ricardo J. Pardo.— Julio A. Roca.— Pedro I. Caraf-
fa.—E. Ortis Basualdo.—R. Araujo Muñoz.— M. H. Lato-
rrc. — C- del Campillo. — Eduardo A. Sala. — Carlos M. Cer-
nadas.— Mariano Agrelo. — Alejandro Sorondo. — A. Jalta-
guier (hijo). — A. M. Tallaferro. — José I. Garmendia- —
— 156 —
Juan A. Mármol. — Ricardo Eastman- — A. F. Orma. — En-
rique E. Yateman. — D. Chapcaurouge Graham. — Enrique
Espangenberg. — Juati S. Conicz. — Manuel C. Chuceo. —
Francisco Centeno.
Encargada la gestión al Ministro Argentino en Montevideo, dio cuenta de
ella por medio de la nota siguiente:
Legación Argentina en Montevideo.
Julio 2 de 1891.
A S. E. el Señor Dr. D. Eduardo Costa, Ministro de Relaciones E.vteriorcs.
Señor Ministro:
En cumplimiento de lo dispuesto en el decreto del 19 de Junio próximo pa-
sado, comunicado a esta Legación por nota registrada bajo el número 32, me
dirigí al Gobierno Oriental pidiendo el permiso necesario para exhumar y tras-
ladar a Buenos Aires los restos de los guerreros de la independencia general
Martin Rodríguez, general José Rondeau, general Félix Olazábal, general Elias
Galván y coronel Juan José Quesada.
El gobierno oriental ha contestado mi nota con la comunicación que en co-
pia adjunto a V. E. asintiendo al pedido del gobierno argentino, con excepción
de lo que se refiere a los restos del general Rondeau, que desea conservar en
tierra oriental como un homenaje a los esclarecidos servicios prestados por
aquel procer de su independencia.
Se activan los preparativos para la solemne ceremonia que tendrá lugar bre-
vemente en el acto de entregar a esta Legación los restos de los demás servi-
dores ilustres a que se refiere el decreto aludido.
Un grupo numeroso y distinguido de ciudadanos argentinos y orientales, se
han constituido en comisión para dar mayor realce a la solemnidad que se
proyecta.
Oportunamente tendré el honor de dar a V. E. el aviso a que hace referencia
el articulo 2." del decreto citado.
Reitero a V. E. las seguridades de mi más alta y distinguida consideración.
(Firmado) Enrique B. Moreno.
He aquí la nota del ^Ministro de Relaciones Exteriores de la República Orien-
tal pasada a nuestro Ministro Plenipotenciario en esa:
Ministerio de Relaciones Exteriores.
^lontevideo, Junio 30 de 1891.
A S. E. el señor D. Enrique B. Moreno, Enviado Extraordinario y Ministro Ple-
nipotenciario de la República Argentina.
Señor Ministro:
He tenido el honor de recibir la nota de V. E. de fecha 26 del corriente, en la
que a nombre del Gobierno Argentino, V. E. se sirve solicitar del de esta Re-
pública, el permiso necesario para exhumar y trasladar a Buenos Aires las ce-
nizas de los guerreros de la independencia, generales José Rondeau, Martín
Rodríguez, Félix Olazábal, Elias Galván y coronel Juan José Quesada!
En conocimiento de este asunto S. E. el señor Presidente de la República,
me ha autorizado para declarar a V. E. que el Gobierno Oriental no sólo de-
fiere al pedido del Gobierno que V. E. dignamente representa, sino que se im-
partirán las órdenes necesarias para tributar las honras merecidas a las cenizas
de tan beneméritos americanos.
Lamenta, sin embargo, el Gobierno Oriental, no poder acceder en su totali-
dad a los deseos manifestados por„el Gobierno de V. E. en mérito de las razo-
nes y circunstancias, que paso a exponer y entrego a la consideración de V. E.
En la nómina de los guerreros de la independencia cuyas cenizas solicita
V. E. para ser trasladadas a la ciudad de Buenos Aires, figura el nombre del
brigadier general don José Rondeau, a quien este pueblo reputa y honra como
una de sus grandes personalidades históricas.
En efecto, señor Ministro, el general Rondeau, si bien de nacimiento argen-
tino, vinculó su nombre a la República Oriental del Uruguay en un momento
de los más solemnes de su historia, le prestó altos, importantes y desintere-
sados servicios, durante un período no menos de i6 años, y fué su primer go-
bernador, después de la convención de paz de 1828, desde el 22 de Diciembre
de ese mismo hasta el 26 de Abril de 1830.
Llevan su firma como gobernador de esta República, las leyes y decretos que
establecen el pabellón, el escudo y la escarapela nacionales; las que reglamen-
tan el ejército, señalando sus insignias, divisas y uniformes; las que organizan
la hacienda pública, rompiendo las antiguas tradiciones de la administración;
las que fijan la libertad de imprenta en principios que no han sido todavía so-
brepasados; las que determinan el procedimiento en materia de administración
de justicia, y en una palabra, todo el conjunto de disposiciones que se dio a este
pueblo al nacer a la vida independiente y libre, después de haber luchado largos
años por conseguir su emancipación.
En 1832 fué nombrado Encargado de negocios de esta República ante el go-
bierno de la provincia de Buenos Aires, encargado de Relaciones Exteriores de
la Confederación Argentina, fué más tarde, jefe del estado mayor y presidente
de la junta de higiene pública, fué Ministro de Guerra y Marina en 1839 y presi-
dente del consejo de estado hasta el mes de Febrero de 1843.
Falleció el 18 de Noviembre de 1844, ordenando el gobierno que su cadáver
fuera sepultado en un sitio preferente del cementerio público, en el cual debía
elevarse un monumento costeado por el tesoro nacional.
Tales son, señor Ministro, los servicios prestados a la República por el ge-
neral Rondeau, cuya memoria ha vivido permanentemente en este pueblo, con-
sagrado su nombre en uno u otro sitio público, llevándolo al presente la her-
mosa avenida que servirá en lo futuro las dos grandes ramificaciones de la
ciudad de Montevideo.
Exhumar y trasladar, pues, los restos del general Rondeau, sería tanto para
nosotros, como arrancar de nuestra historia las páginas vivientes de nuestra
primer época nacional cuando apenas cesados los estremecimientos de la lu-
cha, reclamamos nuestro sitio y conquistamos nuestro puesto entre las nacio-
nes de la América libre.
— 15S —
Por estas consideraciones que estoy seguro llevarán al ánimo de V. E. y de
su digno gobierno la convicción de que esta negativa redunda en honor del
mismo benemérito general Rondeau, S. E. el Presidente de la República me ha
autorizado para significar a V. E. que con excepción de las cenizas del antedi-
cho general, el gobierno va a dictar las órdenes oportunas para que las de los
también ilustres guerreros Rodriguez, Olazábal, Galván y Quesada sean entre-
gados a V. E. por una comisión Nacional en acto público y rindiéndoseles los ho-
nores correspondientes a la alta jerarquía militar que invistieron aquellos es-
clarecidos servidores de la independencia americana.
Aprovecho esta ocasión para reiterar a V. E. las consideraciones de mi ma-
yor consideración y aprecio.
(Firmado) Manuel Herrero y Es/^iiiosa.
Esta nota motivó la siguiente :
^linisterio de Relaciones Exteriores.
Buenos Aires, Julio 3 de 1891.
Señor ¿Ministro:
He recibido la nota de V. E., núm. 62, fecha 2 del corriente, con la cual se
sirve acompañar en copia la comunicación que el señor Ministro de Relaciones
Exteriores de la República Oriental del Uruguay ha dirigido a V. E. defiriendo
a nombre de su Gobierno a la exhumación y traslación de esa ciudad, de las
cenizas de los guerreros de la independencia americana, generales José Ron-
deau, Martín Rodriguez, Félix de Olazábal. Elias Galván y coronel Juan José
Quesada.
Por la misma comunicación me he impuesto de las razones y circunstancias
en mérito de las que el Gobierno Uruguayo no accede a la repatriación de los
restos del Brigadier General José Rondeau, habiéndome enterado también de
los honores que ha dispuesto tributar a los otros guerreros nombrados.
El señor Presidente de la República, interpretando los sentimientos del pue-
blo y del Gobierno de la Nación, agradece las medidas allí adoptadas en home-
naje a la memoria de aquellos ínclitos guerreros, y ha resuelto no insistir en el
pedido de repatriación de las cenizas del Brigadier General Rondeau, teniendo
en cuenta que la República Argentina puede hacer el sacrificio de verse privada
de conservar en su territorio las reliquias de tan esclarecido ciudadano, en ob-
sequio de ese país hermano y amigo, pues sus gobernantes manifiestan que
•'exhumar y trasladar los restos del General Rondeau, sería tanto como arran-
car de su historia las páginas vivientes de su primer época nacional, cuando
apenas cesados los estremecimientos de la lucha reclamaron su sitio y con-
quistaron su puesto entre las naciones de la América libre".
Efectivamente, señor Ministro, esas palabras son altamente honrosas no sólo
para tan benemérito argentino, sino también para la cuna de su nacimiento, y
en especial para la República Oriental del Uruguay, a cuya independencia y or-
ganización contribuyera eficazmente con su talento y con su espada.
Recomendando a V. E.. tenga a bien poner este oficio en conocimiento de es,e
Gobierno, reitero al señor Ministro las seguridades de mi consideración dis-
tinguida.
(Firmado) Eduardo Costa.
— ló'J —
A S. E. el señor Enrique B. Moreno, Enviado Extraordinario y Ministro Pleni-
potenciario de la República Argentina en la Oriental del Uruguay.
Con fecha y de Julio el Gobierno Nacional tiró un decreto que dice así:
Habiendo accedido el Gobierno de la República Oriental del Uruguay a la
exhumación y traslación a la patria de los restos de los generales argentinos
Martin Rodríguez, Félix de Olazábal, Elias Galván y coronel Juan José Que-
sada, uniéndose por su parte a las demostraciones en honor a la memoria de
esos ilustres militares, el Presidente de la República decreta:
Art. i." Designase al transporte ''Villarino'' para que se traslade a Montevi-
deo el día 9 del corriente, a objeto de conducir dichos restos, con los honores
debidos.
Art. 2° Nómbrase una comisión presidida por el general de división Julio de
Vedia, con los generales de brigada Miguel Molina y Nicanor Quirno, para
trasladarse a Montevideo en el transporte "Villarino" a recibir y custodiar has-
ta Buenos Aires aquellos restos. A esta comisión se incorporará la delegación
de la comisión popular formada con el mismo fin. El buque designado irá a las
órdenes del Presidente de la comisión, en todo lo relativo a los objetos de su viaje.
Art. 3.° Nómbrase para formar la comisión de recepción en la dársena, en el
acto de desembarque, al señor teniente general Emilio Mitre y señores general
de división Luis M. Campos y general de Brigada Manuel Obligado. A esta comi-
sión se incorporará la comisión popular formada y presidirá el cortejo hasta
el cementerio.
Art. 4.° Las fuerzas de la guarnición harán los honores militares en la forma
que se disponga por el estado mayor general, en la marcha del cortejo y en el
acto de depositarse los restos en el cementerio.
Art. 5." A la llegada del "Villarino" los buques de la armada que se hallen en
la rada harán los honores fúnebres de ordenanza; y en el momento del desem-
barque la batería de plaza hará una salva de once disparos poniendo la bandera
a media asta.
Art. 6." El día que se efectúe el desembarque, todos los edificios públicos na-
cionales mantendrán la bandera a media asta.
Art. 7." Quedan encargados los Estados Mayores del Ejército y de la Armada
de la ejecución de este decreto, dictando los ceremoniales que correspondan al
acto.
Art. 8." Comuniqúese, publiquese y dése al Registro Nacional.
(Firmado) Pellegrini.^N. LevaUe.
(8) Exmo. Sor. — Las Tropas del azedio de Montev.o q.^ en la actualidad ten-
go el onor de mandar, le han ganado á la Patria un nuebo triunfo. Al fin veri-
ficó la guarnición enemiga la salida gral. que tanto se nos anunciaba; pero en la
oposición terrible q.^^ se les hizo, según plan q.e yo tenía bien premeditado, sa-
caron la mas funesta experiencia del vano empeño de resistir á los soldados
de la livertad.
Al amanecer el día de ayer se hallava ya el enemigo fuera de sus murallas, en
número de dos mil hombres de Infantería, y cerca de trescientos de Cavall.a,
repartidos en tres Columnas con ocho cañones á sus cavezas. Los Coroneles
— 160 —
Galiano, Cuesta y Luaces trahian el mando de ellas: El Brigadier del Exto.
D.n José María Muesas venía en la del centro con el cargo de Mayor gral., y
el Gral. Vigodet á Retaguardia dirigía en Xefe la acción— Con la primera luz
del dia atacaron impetuosam.tc toda nra. Linea abanzada; pero con mayor fuerza
y vigor p.r el cordón y tres cruces. Yo que previ su intención, y que no podía
contenérsele sin darle batalla, dispuse con acuerdo del Sor. Gefe del Estado
Mayor D.n Fran.co Xavier de Viana q.e me acompañaba, q.e el Regim.to N.» 6
de Infant.a al mando del Tent.e Coronel D." Miguel Estanislao Soler se reti-
rase á ocupar la altura del Cerrito, á cuya Izquierda formaron en batalla los
Esquadrones 3.° y 4.'* de Dragones (sus Comand.t«s D." Rafael Hortiguera y
D.n Blas José Pico) protegida esta ala por dos cañones de á 8 y dos de á 4 bajo
la dirección del Teniente de Artillería D.n Pablo Sufriategui, y de los Subten.tes
D.n Luís Argerích, y D.n Rafael Medina; y que el Regimt." N.° 4 mandado p.r el
Ten. te Coronel D.n Bentura Vázquez se situase con parte del i.er Esquadron
de Dragon.es al mando del Capitán D.n Fran.co Montes y Larrea á la derecha
del Cerrito, á donde parecía aspirar la Columna Izquierda del enemigo, contra
la qual jugaban dos cañones de á 8 y un obús á cargo del Capitán de Artillería
D.n Bonifacio Ramos. Encendióse luego la acción con viveza y ardor p.r ambas
partes. El Regím.to X." 6 q.e se vio cargado por dos Divisiones reunidas del Enemi-
go, le cedió por orden nuestra su puesto, afectando devílídad p.a que lo ocupase, y
pudiese nuestra cavallería rebolver sobre él con las ventajas q.e ofrecía aquel
terreno. Efectuada la retirada al Cerrito inmediato, se rehízo sin pérdida de
tiempo dho. Regím.to, y retornando la carga auxiliado p."" todos los Esquadro-
nes recobró su primera posición obligando al enemigo á ponerse en retirada.
Los Dragones entonces dando al sable toda la eficacia de su uso lo acabaron
de desordenar y poner en derrota havíendo ya antes de executarse la estrata-
gema, hecho dos ataques impetuosos y replegádose á la altura p.r q.e metido
el enemigo entre calles y caminos cubiertos no les era posible maniobrar según
su exercicio. Nuestras tropas enterraron en el campo de batalla, 99 cadáveres
enemigos, entre ellos el Brigadier Muesas, el Ten. te Coronel Esquiaga, el Capi-
tán de Infant.a del Fíxo Líñan ; el de la misma graduación de Artillería Costa,
y varios otros oficiales q.e no son conocidos. Se sigue recogiendo algunos muer-
tos q.e á la retirada dejaron en el camino; se les tomaron 26 prisioneros de los
quales 10, están heridos, inclusos el Subten.te Orduña, y los Cadetes Navía y
Brid. y se ignora q.e numero de muertos y heridos pudieron retirar á la Plaza
en 6 carretillas q.e se vieron empleadas en esta atención. Una vandera de Di-
vicion : 120 fusiles : 30 Pistolas : 21 sables ; el numero correspondiente de fornitu-
ras y un Carro cayeron en nras. manos. Nuestra perdida consiste en 67 hombres
entre muertos y heridos, y un Cañón inútil de fierro del calibre de á 2, q.e tenia
la Divicion de D.n Baltazar Bargas, quien no pudo sostenerlo contra la Supe-
rioridad del Enemigo p."" el punto q.e ocupaba, y cayó el mismo prisionero —
Entre los q.e p.r nuestra parte derramaron en esta ocasión su sangre p.r la Pa-
tria han muerto peleando esforzadam.te el Capitán Videla de los Casadores del
N.° 6 y el Alferes Melendes, y otros dos oficiales han sido heridos, (i)
(1) El subteniente Mariano Meléndez no murió en la acción del 31, cuya noticia rectificó
el general Sarratea en oficio de 20 de enero de 1813.
En 18 de octubre de 1817, reclamó la medalla que le correspondía como sitiador de la plaza
de Montevideo. — B.
— 161 —
Es muy recomendable la actividad y valor q.e han demostrado los Sres. Co-
mand.tes de los diferentes Cuerpos. Toda la oficialidad se ha señalado con el
ardim.to mas noble, y la tropa llena de un entusiasmo y corage, q.e admirarían
los Campos q.e fueron teatro de las mas famosas batallas, no han dexado q.^
desear al onor mas delicado, ni al mas exaltado Patriotismo. El denuedo con
q.e peleaban, la subordinac." con q.e siguieron la voz de sus Xefes, y la sublime
generosidad con q.e arrostraron la muerte pj el amor de la Victoria, los ha he-
cho dignos del agradecim.to de la Patria — Dios gue. á V. E. muchos años. Cam-
pamen.to del Cerrito i." de E.'"» de 1813" — Exmo. Sor. — JosE Rondeau —
Exmo. Sor. D. Man.i de Sarratea Gral. del Exto. Oriental — Es copia — Pedro Fe-
liciano de Cavia Secr.°.
Exmo. Sor.
Incluyo á V. E. copia del Parte, q.e anoche á las 12 de ella he recivido de la
gloriosa acción, q.fe las legioai.s Patrias sostuvieron el 31 de Dicbre ult.o
contra las de la Plaza sitiada. El exemplar Impreso q.e también acompaño, de
la Proclama expedida p."" el Gral. Vigodet, ha sido encontrada en un bolsillo del
Brigadier D.^i José Maria Muesas, q.^ es uno de los q.^ pJ parte del enemigo
han fallecido en el campo de batalla.
Felicito á V. E. y á la Patria toda p."" este galante ensayo en q.e se han dis-
tinguido sus armas. Recomiendo á la considerac." de la Superioridad el mérito
contrahido p.r los dignos Xefes, esforzada oficialidad, y valientes tropas q.« han
concurrido á esta memorable acción, y confiado en su onor intrepidez y disci-
plina me atrevo á abenturar el pronostico de q.« este triunfo será subseguido
de otros mayores, q.c añadirán algún dia una pagina gloriosa á los fastos Ar-
gentinos.
Dios gue. á V. E. muchos años. Quart.l gral. en la Villa de San Juan Bautista
En.° 2 de 1813 — Exmo Sor — Man.l de Sarratea. — Exmo. Gov."o Sup.or Provis.l
de las Prov.s Unidas.
Don Gaspar Vigodet, Mariscal de Campo de los exercitos Nacionales, Gobernador y
Capitán General de ías provincias del Rio de la Plata, Presidente de la Real Au-
diencia de Buenos Aires etc.
Soldados, os conduzco al campo del honor, y ya os miro coronados del laurel
de la victoria: vuestra subordinación, y disciplina no dexarán fallidas mis es-
peranzas así como vuestro valor no quedará sin premio. El enemigo á quien
vamos á batir es despreciable en todas acepciones; pero dexaria de serlo, si por
un momento olvidarais vosotros las sagradas obligaciones que os impone la
patria, y el honor. Sin obediencia á los xefes no se ha ganado hasta hoy una
batalla, y con ella un pequeño número de soldados ha postrado a sus plantas
numerosas masas de enemigos; asi vencieron siempre los romanos, asi triunfó
Alexandro de Dario y de los Persas, y asi han vencido no pocas veces nuestros
hermanos de Europa, y de ultramar á los vándalos del Sena, y á los asoladores
de América.
Soldados, os acompaña vuestro general: tenéis en mi no solo un xefe, sino
un compañero de armas. Vamos á pelear por la causa mas justa y mas santa
Tomo II 11
— 162 —
de las naciones: los insurgentes no solo han socavado los cimientos de nuestro
edificio social, no solo han sido rebeldes al rey, y á toda la nación, sino que
han teñido sus nefandas manos en la sangre de nuestros mejores hermanos, y
ahora empuñan el cuchillo con que creen despedazarán nuestros corazones; em-
pero ellos son tan cobardes como delinqüentes.
Compañeros de armas; guardad silencio, orden, subordinación, y disciplina;
sed humanos con los rendidos, jurad vencer, ú morir por Fernando 7.° nuestro
cautivo rey, y por las españas, y estad ciertos que triunfantes de nuestros ene-
migos recibiréis las bendiciones de este benemérito pueblo, los premios de la
Regencia del reyno; y las demostraciones mas finas del amor de vuestro apa-
sionado general — Montevideo 30 de diciembre de 1812 — Gaspar Vigodet.
Exmo. Señor
Paso á manos de V. E. la adjunta instancia del Ten.te Coronel D." Miguel
Soler Comand.te del Regim.to de Pardos y Morenos: Este digno Xefe desplegó
el dia 31 de Diciembre su pericia Militar, y dio una nueba prueba de su brabura.
Yo mismo presencie el denuedo y valentía de los Xefes oficiales y soldados
del N.° 6, y Divic." de Artill.a q.<^ estaba afecta: yo mismo admiraba la gallardía
de aquellos Valientes soldados cedientos de gloria, y de zellar con su sangre,
como lo hicieron, en el campo de la acción, dando á las armas de la Patria, en
unión con las demás tropas, una victoria q.« será encomiada como de las pri-
meras en los anales de la historia Militar de la independencia de las Provincias
Unidas del Rio de la Plata — Dios gue. á V. E. muchos años. — Quartel General
del Cerrito En.° 18 de 1813. Exmo. Sor. Fran.co Xav.R de YiA^A.—Ing.o Alva-
res Ay.te Srio. — Exmo. Sor. Repres.te Gen.l en Xefe D." Man.l de Sarratea.
Ex.mo S.°r
Dirijo á V. Ex.a el adjunto expediente promovido p."" el Ten.te Cor.l Comand.^e
del Reg.to N.° 6 D. Miguel Estanislao Soler, sobre acreditar el denuedo y valentía
con q.« se condujo su Cuerpo en la acción del 31 Dic.^ ult.o p.a q.e en su vista re-
suelva V. Ex.'' lo que considere ser de- justicia. Dios gue a V. Ex.a m.s a.s — q.l Gen.l
en el Cerrito al f.te de Montev." En." 26 de 1813-— Ex."» S.or— Man.i- de Sarratea
— Ex.mo Sup.or Gob.° Proy.l de las Prov.as Unidas.
Exmo. Sor.
El honor del Regimiento N.° 6 de mi mando resentido de la frialdad con q.« el
Coronel Rondeau, manifestó á V. E. el heroico esfuerzo q.e á impulso de su bravura
— mostró en los repetidos ataques del 31 del pasado, rechasando unas vezes, y otras
dispersando al Enemigo: La indiferencia de aquel Gefe, en no hacer mérito del obs-
tinado fuego q.e sostubo en retirada la abanzada de ioo„ Infantes del mismo, con
treinta Dragones, p.r la distancia de tres quartos de legua, hasta reunirse en el Ce-
rrito ; el decir q.e se tomó una bandera sin expesificar q.e un soldado de la 7." Com-
pañía del mismo Mariano Morales dio este reliebe á la gloriosa acción de haber des-
alojado al Enemigo de la posición preferente q.e ocupaba ; la equivocación q.e dho.
Sor. Rondeau padece en asegurar q.e todos los Esquadrones Dragones me auxilia-
ron p.a tomar aquel punto, quando á todos consta, y muy particularm.te al Sor. Gefe
— 1(33 —
del Estado Mayor, D." Fran.co Viana, q.e solo yo tube la temeridad de atacar al Ene-
migo formando mi Regimiento en un bajo, y trepando á la altura bajo los fuegos
de un Enemigo obstinado y engreydo, y trepar hasta tocarnos con las bayonetas, y
ponerlo en fuga, entrando entonces el Capitán de Dragones D.n Fran.co Montes con
su Compañía, á sablear los fugitivos : la distracc.n de poner al Theniente de Artill."
D.n Pablo Sufriategui, mandando dos Piez.s de á 8„ y dos de á 4,, q.« cubrían mi
flanco isquierdo; quando en todo el fuego, solo trabajaron dos Piesas, una de cali-
bre de á 8„ y otra de á 4 al mando de los Subthent.s D." Luis Argerich, y D." Ra-
fael Mollina, quitando el mérito á estos oficiales, q.e me acompañaron, y p.r ultimo
el haber resultado solo en mi Regim.to s6„ muertos, y 72,, heridos ; de los q.e últi-
mamente han muerto cíete, y otros están de peligro, y dar en el Parte sesenta y cíete
entre muertos, y heridos, todo este cumulo de accidentes hacen un deber «n mi p.^
suplicar á V. E. q.*" el Sor. Rondeau, presente el Parte original, q.e en la misma fha.
le dirigí, no deviendo él, haber hecho, un depósito de este instrumento, y sí diri-
girlo á V. E. p.a q.e el Super.r Gov.no tubiese noticia del servicio q.e este Regimiento
había hecho en el 31, batiéndose con doble numero de Enemigos, q.e su fuerza total.
V. E. sabrá recomendar la justicia con q.e suplico, á nombre die mis oficíales, y
tropa, cierto q.e no desearán otra recompensa q.e la de saber q.e nuestro Govierno
esta satisfecho de la comportación del Cuerpo, y si lo tiene á bien se publique en la
Gaceta ministerial. Dios gue. á V. E. m.s an.s Campamento sobre Montevideo y
Enero 16 de 1813. — Exmo. Sor. — Miguel Est.o Soler. — Exmo. Sor. Representante
del Gov."° D." Manuel de Sarratea.
Exmo. Señor
Leydo el Oficio del Coni.te D." Estanislao Soler, que me ha pasado V. E. para que
conteste á los puntos q.e contiene, principiaré diciendo: que estoy tan convencido
de haver echo á los Cuerpos que operaron á mis ordenes en la gloriosa acción del
31 de Diciembre la justicia que se mierecen, que jamas llegará el caso de dudar sobre
este concepto: y en satisfacción á los deseos de V. E. y por responder á la injusta
queja de dho. Com.^e añadiré, que si no hago mención del fuego que hizo la aban-
zada de su Regimiento compuesta de 100 hombres retirándose por el espacio de
tres quartos de legua es por que con haber hablado de todo su cuerpo en términos
que le hacen todo honor, (por mas que su Com.te suponga todo lo contrario) supuse,
y supongo ahora que está demás el por menor que exige de mi : pero no debo ya si-
lenciar, que sí la avanzada se hubiese movido con mas oportunidad de su puesto
según se hallaban prevenidas Has giuardias de su especie para el caso de salir los
Enemigos de la Plaza, se hubiera incorporado antes á su Reg.*" hubiera sufrido me-
nos, y ahorrado alguna sangre. El pasage de la Vandera que asegura tomada por
uno de sus soldados, estaba en discusión antes de mí parte : lo que hay de cierto en
esto es, que el segundo ataque que recibieron los Enemigos hallándose formados en
Batalla lo dio con su tercer Esquadron el brabo com.te D.n Rafaiel Hortiguera, que
logro desbaratarlos, y ponerlos 'en precipitada fuga, hasta ampararse de una profun-
da sanja, que los abrigó y saibó a los mas dejando muchos muertos, y este fue el
choque en que los Enemigos perdieron la Vandera tan apetecida, é indiferente para
los Drag.s que no la tubieron por tal, como efectivam.te no lo es, una Vandera que
designaba la División que la llevaba y no Vandera de las que sé juran en la Milicia.
Con mas justa causa pudieran quejarse los Dragones de que haciendo mención en
— 164 —
mi parte de los fusiles tomados no diga que fueron por ellos solam.te mas de 130 en
los tres ataques bizarros en que fueron otras tantas veces vencedores.
A los oficiales de Artillería D.n Luis Argerich, y D.n Rafael Molina; en nada les
he rebajado su mérito ; digo de ellos sin exageración, el mérito que contrageron : el
nombrar primero á D.» Pablo Zufriategui es por que ademas de haver llenado su
dever con la bizarria que acostumbra es mas antiguo en su clase que los otros dos.
Es muy extraño que el Com.te D.n Miguel Soler, que no tenia mas atención que
la de su Reg.t», único objeto á que debia contraerse, cumpliendo con las ordenes que
le comunicaba por mis Ayudantes, suponga un conocimiento general de las que im-
partía yó á los demás puntos, y cuerpos. No es menos estraño el q.e suponga que al
único movimiento que hizo su Reg.to sobre el Enemigo, (pero sin llegar á la bayo-
neta, como decanta) se hubiese este puesto en fuga. El movimiento del 3° y 4.° Es-
cuadrón dirigiéndose este al frente de la Columna enemiga que llegó hasta cerca de
la cumbre del Cerrito ; y de aquel que le embistió por retaguardia, fué lo que la hizo
arrollarse, y al fin dispersarse siendo victimas de los sables de los Dragones quantos
no tubieron velocidad bastante para refugiarse del auxilio del sanjon que aquel dia
nos sirvió de obstáculo para que no hubiesen sido acuchillados muchos mas. En este
choque tubo parte dirigiendo la 5.* comp.* con mas dos piquetes de otras de los Es-
quadrones el Cap." D." Fran.co Montes y Larrea que envié oprtunam.te por la de-
recha en aquel momento que decidió la suerte feliz de nuestras armas.
Concluida la acción pedi á los Cuerpos, una noticia de los muertos y heridos, ar-
mas, y demás que hubiesen perdido, y tomado ; y D.n Miguel Soler en lugar d-e esta
noticia me dirigió un papel, pintándome la mayor parte de la función, y exigiéndome
lo pasase á V. E. pero yo hize de él el uso que me correspondía, sin llenarle sus de-
seos por no ser conformes á lo que en tales casos se acostumbra, y si peculiar del
Gefe principal el deducir las noticias parciales lo muy esencial para formar su parte
que es lo que hice con imparcialidad.
Si no puse con más exactitud en mi parte el número de muertos, y heridos fue
por que entonces no eran tantos como después, por los que han muerto en el Hospi-
tal; por que se creyeron muertos muchos que solo eran dispersos, cuyo juicio fue
también del Sor. Com.te Soler, quien tendrá presente que quando se habló sobre este
punto, opino el Sr. Viana no se aumentase el numero á mas de que el parte expresa-
ba, para no dar al Enemigo en su publicación una noticia demasiado abultada de
nuestra perdida. Esta máxima se adopta con mucha frecuencia en iguales ocasiones.
Si lo que llevo expuesto, sin negar á D.^^ Miguel Soler y á su digno Reg.to la
honrra que se han adquirido, no fuese bastante para que V. E. forme un juicio cabal
en este negocio, podra, si lo cree necesario, mandar se haga vma información entran-
do en ella muchos sugetos de estas cercanías que desde sus casas fueron expectado-
res de la conducta que cada Reg.to guardó aquel dia, memorable para ellos por su
valor, y disciplina. — Dios gue á V. E. m.s a.s Camp.to del Cerrito Enero 26 de 1813.
— Exmo. Sor. JosE RondEau. — Exmo. Sor. Representante Oral, en Xefe del Ex.to
Bloqueador de Mont.o
Exmo. Señor.
El coronel Rondeau con fecha 13 del corriente me ha dirigido el parte que sigue :
Exmo. Sr. Quando dirigí á V. E. el parte sobre la batalla del 31 de diciembre ulti-
mo han quedado en silencio por un olvido natural los nombres de los beneméritos
oficiales el sargento mayor del regimiento numero 6." D. Hilarión de la Quintana.
— 165 —
y el Ayudante general capitán de dragones D. José Alaria Escalada sargento mayor
interino del mismo Regimiento. El denuedo con que el primero contribuyó á los ata-
ques que dio su regimiento á los enemigos ; la firmeza y actividad con que el segun-
do comunicó mis órdenes á los diferentes cuerpos, durante la función, habiendo
tenido igual destino el ayudante mayor de dragones D. Miguel Planes, cuyo desem-
peño fué bastante activo, merecen ser recomendados á la patria : también es digno
de igual recomendación el valor con que se ha conducido el capitán del cuerpo de
D. Baltazar Bargas D. Jillian Laguna, quien fue herido en la cabeza de un golpe
de sable. Con este motivo lo participo á V. E. para que se sirva poner en noticia
del superior Gobierno el mérito de estos oficiales, y que si el parte se publica, como
supongo, no falte á sus nombres el lugar, que en la gazeta debidamente les corres-
ponde. Yo tengo la honra de trasmitirlo al conocimiento de V. E. para satisfacción
de estos dignos oficiales — Dios guarde á V. E. muchos años. Quartel general del Ce-
rrito. Enero 26 de 1813. — Exmo. Sr. — Manuel de Sarratea. — Exmo. Superior
Gobierno Provisional de las Provincias Unidas.
(Orig. del Archivo General de la Nación.)
BATALLA DEL CERRITO
JUEVES 31
En medio a la amargura y el quebranto
Que aflige el corazón, hoy agorera
Mi tosca lira con funéreo canto.
Sólo suene en endecha lastimera;
Cadáveres y heridos, luto y llanto.
Hieren el alma con angustia fiera,
Ora que en versos describir medito
La derrota sangrienta del Cerrito.
Aun no alumbraba Febo la mañana
De este dia funesto, cuando altivas.
Llenas de orgullo, y esperanza vana,
Salieron nuestras tropas vengativas;
A la Deidad elevan soberana
Los templos silenciosas rogativas,
jNíientras mil cuatrocientos treinta Icones
Salieron de la plaza en tres Legiones... (i).
Con quinientos valientes la primera.
El ilustre Lacuesta va guiando;
La otra, que de trescientos sólo era,
Del bravo Loaces obedece al mando;
De quinientos y veinte es la tercera.
Que Gallano conduce al choque infando;
(i) Hay vanos datos para creer que la fuerza que salió era de 1.800 y más hombres; pero
el parte militar que se publicó, y los detalles de los cuerpos, solo demostraban 1.430. El autor,
como que escribía en el acto de los sucesos, tenía que arreglarse a lo que aparecía oficialmente'.
— 166 —
Y ciento diez jinetes lleva aparte
El Ínclito Chain, raj'O de Marte... (i)
Allí Albín, Ramos, Urquiza
Y Llerena hacen alarde
De sus bravos guerrilleros
Laureados en cien combates... (2)
Zufriategui el de Dragones,
Obregón, Larroble y Vázquez,
Son del General en Jefe
Elegidos Edecanes... (3)
Sallent y Liñán se miran
En la primera falange,
Villalba, Azcuénaga y Costa,
Y otros dignos oficiales... (4)
Segundo de la Segunda
Va Piriz, y el Comandante
Bofarull, con Tureret,
Llevan a sus catalanes.
Rodríguez, Machandiarena,
Y Acha, el cuerpo comerciante
Rigen; y Montano y Butler
Los marinos indomables. . . (5)
En la tercera va Espina,
Xeira, López y González,
Quintas, Quintana y Murillo,
Con ^laturana y Fernández... (6)
(i) i. a DIVISIÓN, su Jefe D. Pedro Lacuesta. Coronel del Fijo, llevaba el batallón de
voluntarios de Madrid, una compañía del Fijo y dos de artillería urbana. — 2.» DIVISIÓN,
Jefe Coronel graduado D. Domingo Estanislao Loaces (hijo de Montevideo), llevaba una
compañía de tropa de marina, otra del cuerpo del comercio, y otra de miñones catalanes de
á 100 hombres cada una. — 3.» DIVISIÓN, Jefe Coronel D. Gerónimo Gallano de Albuera,
llevaba una compañía de voluntarios de Sevilla, otra de Albuera, otra de Milicias y los tercios
de emigrados de Xeira, López, González Peña y Quintas. Llevaban también 8 piezas de campaña.
La caballería era mandada por el Coronel D. Benito Chain, Jefe del cuerpo de guerrilleros
que llevaba su mismo nombre.
(2) Don Martín Albín. D. Juan Ramos y D. Juan Cruz Urquiza eran capitanes del cuerpo
de Chain; y D. Pedro Llerena Alférez del mismo. Tanto en esta División como en las otras
dos iban muchos más oficiales, que no expresó el autor en los versos, y que ya en estos
tiempos sería muy difícil designar nominalmente.
(3) D. Juan Zufriategui, Teniente de Dragones: D. José Obregón, Capitán de fragata:
D. Luis Larrobla, Capitán de Caballería, y D. Ramón Vázquez, Capitán de Dragones.
(4) D. José Sallent, Comandante de voluntarios de Madrid, 2." Jefe de la i.* División:
D. Esteban Liñán, Capitán del Fijo; D. Antonio Villalba, ídem de campaña; D. José Benito
.•\zcuenaga, Alférez de Dragones, y D. José Costa Tejedor, Capitán Comandante de la Arti-
llería Urbana.
(5) D. José Piriz, Capitán del Fijo, 2.» Jefe de la 2.* División; D. X. Bofarull, Comandante
de Miñones y D. N. Tureret, Teniente; D. Agustín Rodríguez y Fernández, Capitán del Co-
mercio; D. N. Machandiarena y D. Ramón Acha, oficiales del mismo Cuerpo; D. Juan Montano,
Alférez de fragata, y D. Sebastián Butler, ídem de navio.
(6) D. José Espina y Barosa, Teniente Coronel graduado de Dragones, 2.» Jefe de la 3."
División; D. José Neira, Comandante de Voluntarios emigrados de Buenos Aires; D. Ramón
López, Comandante de emigrados patriotas de ídem; D. Francisco González Peña, Comandante
de los patriotas de San José; D. José Quintas, Comandante de los de la Concepción del Uru-
guay: D. Antonio Quintana, Alférez de Fijo; Miguel Murillo, Sargento Mayor de Milicias;
D. Mariano Maturana y D. Francisco Fernández, Capitanes de Albuera.
— 167 —
Otros varios adalides
Van también menos notables,
Siendo Larrobla encargado
De auxilios espirituales... (i)
He aquí un temerario arrojo
Ir con débiles falanges
A. desafiar enemigos
Tan numerosos y audaces.
Vigodet manda en Jefe todo el grueso,
Llevando por segundo al digno Muezas ; (2)
Llegan a las Tres-Cruces sin tropiezo
Precedidos del tren por ocho piezas
Allí los de Chain, siempre en progreso,
Su renombre acreditan con proezas;
Y asaltan y sorprenden aterradas
Las guardias en su tránsito apostadas.
Con guerrillas de infantes victoriosa
Nuestra caballería iba al alcance,
Y auxiliada con fuerzas, presurosa
De Silva al Saladero da el avance ;
Baltavargas, con gente valerosa
Aquel punto defiende, y en tal trance
Ambos bandos se vieron desde luego
Cual dos volcanes vomitando fuego.
Baltavargas, intrépido adversario,
Pues no es justo que el mérito denigre,
Contrastando al asalto sanguinario.
Hace una resistencia como un tigre;
Doquiera acude activo y temerario
Aunque su vida en el horror peligre.
Hasta que sucumbiendo a su hado instable
Se rinde a discreción y arroja el sable.
El y dos oficiales prisioneros
Quedan con treinta y seis de sus soldados, (3)
Y no pocos se ven de sus guerreros
En el campo sin vida abandonados;
Un pequeño cañón con sus aperos
Y caballos veintiocho son tomados :
(i) El Presbítero D. Juan Francisco Larrobla, Capellán del Ejército. Además de los ofi-
ciales que van nombrados faltan muchos que el autor, muy joven entonces, no se acordó de
anotar, o no pudo. Lamenta esta omisión, siéndole ya dificultoso encontrar datos de aquella
época, pues la Gaceta no suministra aún datos de más interés.
(2) Don Vicente M. Muezas, Brigadier del Ejército, que pereció este día.
(3) Los prisioneros son: Comandante don Baltasar Vargas, Jefe de una división de 400
hombres, casi todos orientales; Teniente don Vicente Leguisamo; Alférez don Andrés Ama-
rillas y treinta y seis de tropa, los que en el acto fueron remitidos a la plaza.
— 16S —
Cede, pues, el caudillo a los valientes,
V huye el resto por sendas diferentes, (i)
En tanto que a la derecha
Los de Chain y guerrillas,
Tan rápidas maravillas
Hacen con brío y tesón.
También hacia las Tres-Cruces
Va por la senda del Cristo,
De dos cañones provisto.
Cuesta con su división.
Guerrillando por delante
Manda, a fuer de exploradores.
Ciento y treinta tiradores
Que avanzan sin trepidar;
Y de guardias avanzadas
Sosteniendo choques varios,
A los tenaces contrarios
Consiguen desalojar.
Allí las tres divisiones
Hacen alto, y la tercera
Hacia el molino, guerrera.
Emprende su dirección;
Mas la primera y segunda,
Según el plan concertado,
A dar el golpe extremado
Marcharon sin dilación.
Prosiguen así unidas avanzando
Por el punto que llaman Figurita,
Con seis piezas de a ocho, aprovechando
La ocasión que feliz se facilita;
Mas Lacuesta sus tropas animando,
La marcha al campamento precipita
De los negros, que atónitos repente
Se ven cercados, con Soler ausente .. . (2)
Cual ráfaga del viento que impetuoso
Secas hojas, y aristas por doquiera
Arrastra, y en desorden polvoroso
Las impulsa, revuelve y aglomera;
Cual de un cerro desciende correntoso
El torrente que inunda la pradera.
(i) Todos los fugitivos se dirigiam de varios rumbos hacia el Cerrito.
(2) Don Miguel E. Soler se hallaba durmiendo fuera de su campamento; pero escapando
de grandes peligros reunió en el Cerrito sus dispersos y luego contribuyó mucho con sus es-
fuerzos a la victoria que obtuvieron los patriotas este día.
— 169 —
Y en turbillones de espumosa plata
Los árboles y chozas arrebata.
Así la división corriendo avanza
Sobre aquellos etiopes confundidos
Por el súbito asalto; y la matanza
Se aumenta, y el clamor de los heridos.
Crece su confusión, y sin tardanza
De sus tiendas se atajan aturdidos,
Y resisten en vano, pues furente
Los asalta en sus tiendas nuestra gente.
El ángel de la muerte allí sangriento
Fulmina sus horrores a dos manos,
Pues si muestran los blancos ardimiento
No ceden en valor los africanos;
Mas sin su bravo Jefe en tal momento
Sólo opone su ardor esfuerzos vanos,
Y ya en torno a sus tiendas se retrata
Como un río de fuego y escarlata.
La negra muchedumbre al fin trepid?
Al ver su sangre enrojecer la tierra,
Cual si de Palas la tremenda egida
Les presentase el numen de la guerra;
Su campamento entonces pavorida
Abandona al poder que los encierra,
Y sin uno rendirse prisionero
Vieron cuarenta perecer primero.
Allí pereció Videla,
Capitán de heroico aliento.
Sin que obste a su ilustre fama
Bl ser contrario y ser negro
Grita ¡Viva el Rey! . . . le dicen.
Con la bayoneta al pecho.
Mas él todo herido exclama :
¡Viva la patria! y es muerto.
En este reñido choque.
Preludio de otro más fiero.
Mueren de nuestros valientes
Diez y ocho hombres y un sargento.
De las armas y equipajes,
Apodé ranse los nuestros :
Corto despojo sin duda
Comprado a tan alto precio.
Hacia el Cristo en bandadas
Huyen por doquier los negros.
— 170 —
Y también de otros piquetes
Los derrotados diversos.
Muchos ya heridos, la sangre
Van derramando; mas ellos
Allá en decisivo golpe
Quieren derramar el resto.
Allí Rondeau los reúne,
Los proclama, y con denuedo,
Soler, Vázquez y Hortiguera
Reaniman sus alientos... (i)
Su artillería disponen
Zufriategui, y Ramos luego,
Y Pico, Quintana y otros
Preparan ya a sus guererros.
Viana, el ex marino, y hoy
Mayor general de aquéllos.
Recién llegado al Ceirito, (2)
No pudo ejercer su empleo.
Cual venados incautos que paciendo
En la falda de un monte, de repente
Al oir del fusil el rudo estruendo
Se atropellan en fuga diligente,
Y unos acá y otros allá corriendo,
Cada cual por su senda diferente,
Todos se acogen a una misma altura
Que es por inaccesible más segura.
Así los sorprendidos sitiadores
Que la fuerza derrota o intimida.
Volviendo de tan súbitos terrores,
Acuden del Cerrito a la guarida.
Úñense allí, de todos, los mejores,
Muy cerca de dos mil, y guarnecida
Por trescientos la altura de aquel puesto,
Se oculta al otro lado todo el resto.
Lo escabroso del sitio, y lo frondoso
De una quinta, prohibe a nuestra gente
Descubrir al contrario el numeroso
Ejército emboscado en lo eminente ;
(I) Vázquez, don Ventura, Comandante del Regimiento sitiador N.» 4: Hortiguera, don
Rafael, Comandante de uno de los Escuadrones de Dragones de la Patria. „^,^:..^^.
— 171 —
Mas Lacuesta de espíritu animoso,
Y más arrebatado que paciente,
Con sola su falange, sin prudencia.
Va a embestir del Cerrito la eminencia.
El avance con ciega bizarría,
Sin caballos ni tren emprende altivo ;
Mas la altura fatal no bien subía,
Cuando en torno se rompe un fuego vivo
El sitiador con fuerte infantería
Un volcán vomitaba destructivo,
Y cargando a metralla sus cañones,
Indefensos diezmaba a los campeones.
Del contrario la altura, el parapeto.
El número mayor de infantería,
A los realistas en horrible aprieto
Sin bajar ni subir la mantenía ;
El cuerpo de Dragones de respeto.
Preparado a cargar se apercibía,
Y nuestra gente en desigual combate
Prevé su destrucción, mas no se abate.
Al Fijo en tanto apuro Cuesta manda
Desplegar en batalla por hileras.
Mas la lluvia mortífera e infanda,
Vuelca en su evolución a las primeras ;
Formada así en columna de esta banda
La División levanta sus banderas,
Y aquel jefe les dice con bravura :
i Al Cerrito, soldados! ¡A la altura!
Allí fué de la lid el lance horrible,
Allí vióse el estrago y la matanza,
Allí la Parca con segur terrible
Al débil y al valiente ciega alcanza.
Nuestra gente atentando a un imposible
Los rayos de su furia en vago lanza,
Y corriendo el horror de fila en fila,
Un batallón a lo mejor vacila. . . (i)
Cual vórtice de un río cavernoso
Girando en circulares movimientos,
Arrebata con ímpetu furioso
Del deshecho bajel tristes fragmentos ;
(i) Se dice que ha sido la compañía de Voluntarios de Madrid la primera que se desordenó
y trastornó la formación.
— 172 —
Tal se remueve en remolino ansioso
La falange realista sin alientos,
En desorden fatal : ¡ triste presagio
Del deshecho bajel y del naufragio!
¡Que nos cortan! exclama un alto grito;
El espanto de todos se apodera,
Y en fuga se derraman del Cerritc
Cual rio que sus márgenes rompiera ;
Entonces los contrarios en circuito
Se lanzan como rayos de la esfera,
Logrando con usura en fieras cargas
A los negros vengar, y a Baltavargas.
Hortiguera, con Pico, y sus Dragones
Acometen con furia a sable en mano,
Y en los rotos, confusos batallones,
Pagan el yerro de su orgullo insano.
Sin orden, sin unión, nuestros campeones
Bajan precipitados hasta el llano :
Unos ceden del choque a la violencia.
Otros hacen en grupo resistencia.
Lidiando a sable en mano y sin acierto,
Allí el valiente I^Iuezas fatigado,
Por un llamado Mondragón es muerto.
Dejando su valor bien comprobado;
Allí muere Liñán, cuando por cierto
Sáenz, contrario oficial, le había salvado,
Y Costa Tejedor, con igual suerte,
Al dar su espada recibió la muerte. . . (i)
Muchos que hallan contrarios generosos
Logran, rindiéndose, salvar sus vidas ;
Otros se fingen muertos, y dichosos
Libranse entre las victimas tendidas;
Allí en medio de tantos valerosos
Cae Figueroa con catorce heridas. . . (2)
Y algunos logran en su apuro fuerte,
Derribar al que viene a darles muerte.
En esta situación, con su segunda
División por un flanco ataca Loaces;
(i) El Capitán don Esteban Liñán, según se supo después, era conducido a caballo prisionero
por el Alférez de Dragones don Domingo Sáenz, que quería salvarle la vida, y al hacer cierto
movimiento con la espada que aún llevaba en la mano, hizo creer que trataba de matar a Sáenz,
y por tal equivocación lo mató por detrás un soldado. Don José Costa Tejedor era el Coman-
dante de la artillería urbana.
(2) Don Claudio Figueroa, Cadete del Regimiento Fijo, recibió cinco balazos, nueve heridas
más de bayoneta y sable, de las que murió a los pocos días. Era hermano del autor.
— 173 —
Nueva lucha se enciende furibunda
Y retroceden las contrarias haces ;
Reúne los dispersos, y ya funda
Esperanzas risueñas y falaces,
Y avanzando triunfante por doquiera,
Planta sobre el Cerrito su bandera.
Sostiene su eminencia un cuarto de hora
Con un fuego horroroso y continuado,
Mientras que el enemigo al otro lado
Sus valientes reúne y corrobora;
Mas habiendo la pólvora apurado
Nuestra gente, su brío se minora,
Y emprende su riesgosa retirada
Por la espalda y los flancos acosada.
Tropezando en cadáveres la gente.
Defiéndese a sable y bayoneta.
Muchos bravos perdió, pero valiente
Se libertó de destrucción completa;
Llega hasta los cañones velozmente,
Y aquel asilo el invasor respeta,
Y al tornar del Cerrito hacia la falda.
Les baten desde lejos por la espalda.
Las dos divisiones
Asaz derrotadas.
Allí determinan
Al pueblo tornar.
Volviendo al Cerrito
Sus tristes miradas,
Do el lauro y la gloria
Miraron frustrar,
Gallano, entretanto,
Con gran bizarría
Batiéndose estaba
Cual bravo adalid;
Mas órdenes luego
El jefe le envía
Que el punto abandone.
Que deje la lid.
Aquí de los hechos
De aquesta falange
Lidiando hacia el Norte,
Daré descripción :
— 174 —
Que en guardias y líneas
(Marchando al Molino),
Cargó a los contrarios
Con brío y tesón.
Trabóse allí la lid, Vázquez valiente
Montes y Ramos, su legión terrible (i)
Animan sin ceder, mas nuestra gente
Despliega una constancia irresistible ;
Con ánimo esforzado y obediente
Cada fila es un muro incombatible,
Y al estampido atroz de dos cañones
Responden los contrarios batallones.
Impaciente Gallano determina
Forzar el centro al enemigo bando
O batirlo en detalle si se obstina,
O bien, la retaguardia irle ganando.
Con este fin resuelto se encamina
Hacia su centro mismo; pero cuando
Llega el contrario a conocer su intento,
Cambia y deja su línea en el momento.
Con una decisión heroica y fiera
Carga nuestra vanguardia dando vivas,
Y con gran resistencia se apodera
De posiciones dos consecutivas ;
Mas vuelve Vázquez : a la vez tercera
La rechaza con iras vengativas,
Y palmo a palmo con tesón violento,
Recupera su línea y campamento.
Una gruesa columna al'punto viene
A auxiliar al contrario (2). En tres secciones
Gallano entonces su legión previene,
Formadas todas tres en escalones.
Con un graneado fuego así entretiene
Su astucia a los patriotas escuadrones,
Dando allí de valor pruebas distintas
Xeyra y Espina, Maturana y Quintas
En esta formación firme y constante,
Mostró la nuestra y enemiga gente
(i) El Coronel Ventura Vázquez, Comandante del número 4, mandaba la fuerza que se
batió con la tercera División. Era Ayudante don Gabriel Velazco y Cadete don Eugenio Garzón.
Montes Larrea, don Francisco, Capitán de Dragones de la Patria y don Bonifacio Ramos,
Capitán de Artillería.
(2) Derrotadas ya en el Cerrito las Divisiones realistas i.»_ y 2.*, , se vio Rondeau mas des-
embarazado y pudo mandar refuerzos a Vázquez, que seguía batiéndose contra la División
Gallano.
—'175 —
El valor más sereno y arrogante,
Y a sangre fría el brío más ardiente;
Sufriendo el rayo del cañón tronante
De minuto en minuto, y frente a frente.
Era cualquiera fila una muralla,
Donde abría sus claros la metralla.
De este modo constante
La División tercera
Batióse hasta el momento
Que el retroceso Vigodet le ordena.
En columna y buen orden,
Al son de sus cornetas.
Se vuelve y a los restos
Se une de la segunda y la primera.
Y a las once en el pueblo,
Que en dolor las contempla,
Entraron, ostentando
Cribadas de balazos sus banderas.
Las esposas y madres
Con ansia las hileras
Examinan y gimen
Al ver que faltan sus queridas prendas.
En carros los heridos
Y en angarillas llegan.
Sufriendo silenciosos.
Que el dar aj-es a baldón tuvieran
De la parte contraria hasta noventa
Son los muertos y heridos computados
Tomáronse fusiles más de ochenta
Y veintiséis caballos ensillados;
Prisioneros también fueron cuarenta (i)
Y un pequeño cañón. — Muy extremados
Nos ponderan la pérdida contraria,
Fray Cirilo y la gente visionaria... (2)
(i) Treinta y nueve en el campamento de Baltavargas, y uno disperso más adelante.
(2) La Gaceta de Montevideo exageró en extremo la pérdida de los sitiadores. Dice que
tuvieron cuando menos 300 muertos!! Por su parte el general Rondeau decía en su cornuni-
cación oficial al Gobierno Argentino, que solamente había tenido 67 entre muertos y heridos,
y de sus prisioneros sólo cita al Comandante Baltavargas, sin decir nada de los otros dos
oficiales y 36 soldados que cayeron con él, y que todo el pueblo vio entrar prisioneros al prin-
cipio de la acción. El autor de esta obra, ateniéndose a los informes imparciales y más seguros,
se encontraba casi siempre en un término medio entre las ponderaciones de ambcjs partidos.
Entre los muertos tuvieron los sitiadores al Alférez Menéndez, y entre los heridos a don
Julián Laguna, Capitán de Baltavargas.
. — 176 —
Mucho mayor la quiebra y más sentida
Ha sido en los realistas; pues ufanos,
Ciegos en su confianza desmedida,
Perdieron el laurel de entre las manos.
Allí más de cien bravos con la vida
Pagaron el error de hombres insanos :
Ciento cuarenta y seis son los heridos,
Y treinta prisioneros o perdidos. . . (i)
Este es el resultado verdadero
De la acción y su efecto desastroso.
Por más que el coronado Gacetero
Forje de una derrota un triunfo hermoso. (2)
Todos lidiaron con valor guerrero,
Y aun el mismo desastre fué glorioso,
Pues hoy los vencedores y vencidos
Son con título igual esclarecidos... C3)
¡Salve, pueblo leal, salve, honorable
De virtud y lealtad raro portento!
Tú del volcán que ruge formidable
Contienes la erupción y el incremento.
La sangre de tus hijos estimable
Hoy firmó de su gloria el documento;
Y la fama que excelso te pregona.
Te ofrece por mi mano esta corona.
F. ACUffA DE FIGUEROA. — Diario Histórico del sitio de Montevideo. — 1812-13-14.
(9) Exmo. Señor: El doce del que gobierna á las tres y media de la tarde tube
parte por una de las guardias que amparan la boca de este Riacho, que dos buques
enemigos estaban fondeados á su frente: á pocos momentos me avisa el Guarda
costa que en el puerto de Landa hacian pié cinco más. Yá se presagiaba que los pi-
ratas de Montevideo maquinaban una formal expedición con el designio de invadir
á estos puntos, saquearlos y demolerlos : á esta amenaza era consiguiente una medida
precautiva capaz de hacerle datar á la patria el nuevo triunfo con que se ha coro-
nado. La gloria de pronunciarlo quizá me habrá quitado el placer de enriquecerlo
con las maravillosas circunstancias que presenta su pormenor. Así es que aprove-
chando todo instante pedí auxilio á la villa del Gualeguay; destiné 30 hombres de
(1) La pérdida de los realistas (prescindiendo de lo que dice la Gaceta), es la que se expresa
en este verso. Entre los muertos no se cuentan más oficiales que los ya citados en los versos.
Entre los heridos hay los siguientes: Quintana, Moreno y Azcuénaga, del Fijo; don Juan Cruz
Cortines, don Nicolás Granada y don José Palacios, de Voluntarios de Madrid: don Antonio
Villalba, Capitán; Butler y Montaña, oficiales de Marina; el Comandante de Emigrados Neira
y el Subteniente de ídem don Francisco Pico; Rodríguez, Capitán del Comercio, levemente
herido y el Subteniente Acha, contuso; el Cadete del Fijo, Figueroa, herido mortalmente. Y
entre los que quedaron prisioneros se cuentan los Cadetes José M. Navía, Juan J. Ortuña y
don N. Brid, los dos primeros heridos.
(2) Fray Cirilo Alameda, tan célebre después en Europa, era el Editor de la Gaceta de
Montevideo.
(3) Los jefes de las tres divisiones elogian a todos en general, y particularmente a sus
segundos Sallent, Píriz y Espina, y como héroes de extraordinario valor al cabo de Voluntarios
de Madrid don Bartolomé ilena, y a los soldados del mismo Andrés Palomino y José Roldan.
— 177 —
mi confianza á las órdenes del benemérito teniente de la primera compañia D. José
Ignacio Gonzales, y alférez de la segunda Don Nazario Gómez, á quienes debió
reunirse la partida que mandaba el comisionado D. Basilio Gaicano por orden que
le di oportunamente al efecto. El enemigo se había entrado á un arroyo nombrado
el Bellaco, en donde estaba abasteciéndose de carbón. Incontinenti le ordené se pu-
siese en marcha y el 14 trató el enunciado Gonzales de descubrir la situación de éste
y atacarlo. Su bizarría lo hubiera sin duda efectuado á no haber creído que las
municiones le eran escasas para el logro de sus esperanzas. En este estado supe que
»e aproximaba el Capitán de la tercera Compañia del nuevo escuadrón de mi mando
Don Gregorio Samaniego con parte de su gente, y que le acompañaba el de igual
clase don Santos Lima, á cuyo cargo venían 25 hombres de auxilio de Gualeguay.
Con este motivo ordené al enunciado Gonzales se mantuviese espectando los movi-
mientos del enemigo, y que no comprometiese acción alguna hasta tanto no llegasen
los referidos oficiales, debiéndolo hacer solo en el caso que los buques hicieran el
ademán de mudarse. La aspereza y escabrosidad del lugar formaban la esperanza
del enemigo más que sus propios esfuerzos : no obstante llegaron los nuestros, se
reunieron y persuadidos de que perder la vida por la patria no era otra cosa que
mejorarla, dieron la señal de alarma, lo provocaron, lo acometieron y triunfaron:
panegirizar el mérito de ambos capitanes seria entristecerlo ; por esto es que lo
déxo á su consideración ; pero aún hay más que admirar : los soldados de la segunda
compañia de este esquadron Antonio Gorosito y Matías Guzman, llevados del fu-
ror que les inspiraba la vista del enemigo acordaron entre sí abordar á uno de los
buques sin más armas que el sable en la boca, se echaron á nado, y burlándose de
su resistencia se hicieron dueños absolutos de él con dos más que se hablan apre-
sado. Los tres son los siguientes. A saber, la Goleta Nuestra Sra. del Rosario, de
25 toneladas, propiedad del gallego emigrado Domingo Biscaya, con dos cañones de
á 4, 14 balas de este calibre, otros tantos sacos de metralla y ocho fusiles cuyos en-
seres se detallan en la licencia que trahia el patrón de este buque. Otro de dos
palos perteneciente al gallego Vidal, quien hacia de amo y patrón de él según consta
de las declaraciones de los prisioneros, con dos cañones de á 8, 16 balas de igual
calibre, 6 bolsas de metralla y 5 fusiles. Una balandra con un cañón de á 12, 11 ba-
las correspondientes, 6 bolsas de metralla y 6 fusiles. Los prisioneros que quedan
en este quartel son 17, de los cuales hay tres gravemente heridos, 4 negros esclavos
tomados, entre estos aseguran que los muertos fueron 6 contando con 2 que se pre-
cipitaron al Uruguay y que probablemente han perecido. Por nuestra parte no ha
habido la menor desgracia. La precisión de comunicar á Vmd. ésta tan importante
noticia habrá tal vez dexado en olvido algunas circunstancias que merezcan ano-
tarse, pero conforme se vayan presentando, tendré el honor de Írselas transmitien-
do. Está demás exagerar á Vmd. el ardím.iento y serenidad con que la tropa sostubo
los fuegos del enemigo, protestando ante las aras de la patria no perdonar su exis-
tencia hasta no ver restablecida nuestra suspirada y santa libertad. Dios guarde
a Vmd. muchos años — Gualeguaychú, Enero 20 de 1813. José Gutierres — Sr. Coman-
dante general de Entre Ríos D. Elias Calvan. Es copia — G.^lvan. (Gaceta Ministe-
rial de Buenos Aires N.° 43, Enero 29 de 1813).
(10) Sin olvidar el defecto que tanto ha censurado el ingenioso Cervantes Saa-
vedra, y que tal vez influyó demasiado, en el ánimo de nuestro célebre Dean Funes,
á punto de hacerle quitar los andamios que le sirvieran para levantar su fábrica
Tomo II 12
— 178 —
histórica — la importancia del asunto, requiere seamos minuciosos, al citar las prin-
cipales fuentes consultadas, además de la tradición popular, y de las qué nos hemos
valido para la redacción de esta parte de nuestro trabajo. Casi todos los qué nos
precedieron, han discordado, sobre el dia y sitio preciso del suceso de armas de
San Lorenzo como asimismo en cuanto al número de los contendientes, sus pérdidas
respectivas, etc; ¡ojalá que al cabernos el honor de ser los últimos en exhumar
aquellos recuerdos venerandos — nos quedara á lo menos la satisfacción de haber
encendido el fanal que sirva de guia perenne, á los que en el porvenir se arrojen al
piélago de la historia militar de estos paises !
Bibliografía — Diversos Legajos del Archivo General, bajo la carátula — Secretaria
de Gobierno — Santa Fé, Punta-Gorda, Grana-deros á caballo y Marina — 1812-13 —
Números 44, 45, 46 y 48 de la Gaceta ^Ministerial del Gobierno de Buenos Aires, y
10 de la de Montevideo (181 3) — G. Funes, Ensayo de la Historia Civil del Para-
guai, Buenos Aires, etc. 181 7, tom. 3.° páj. 509, ó 385 de la 2.* Edic. por Justo Maeso,
1856 — Biografia del General San Martin, por don Juan Garcia del Rio — Londres,
1823, páj. 4 (reimpresa en Santiago de Chile, Paris, Montevideo y Bs. As.)
Vida de San Martin — Santiago de Chile, imp. de Valles, por Pérez reimpresa
en Bs. As. 1825, imp. de Hallet, (ataques personales bajo el anónimo) páj. 8 — El
Repertorio Americano, publi. por los caraqueños D. J. G. del Rio y don Andrés
Bello, Londres, 1827 — tom. 2, páj. 214 — Memorias de Miller — Londres, 1829, tom. i."
páj. 66 y 273 — M. Torrente — Historia de la Revolución Hispano-Americana, Ma-
drid, 1829 — tom. i.° páj. 345 — doctor don Pedro Somellera — Biblioteca del Comer-
cio del Plata de Montevideo, tom. HL páj. 222 — El general Xecochea, por Manuel
Ros — Lima, 1849, páj. 7 — (reimpresa en Mendoza, Buenos Aires y en la Revista del
Paraná 1861) San Martin, por A. Gérard, Boulogne-sur-mer, 1850, páj. 8 — Ájente
Comercial del Plata, 1852, n.° 196 — A. Magariños Cervantes, Estudios Históricos,
etc. Paris, 1854, tom. 1° páj. 146 — Biografia de San Martin por D. F. Sarmiento,
Bs. As. 1857, paj. 10 de la ''Galeria de Celebridades Argentinas" — L Xuñez, Efe-
mérides Americanas, 1857, páj. 27 — Autógrafos de D. Manuel Romano — "El
Nacional Argentino" del Paraná, N.° 531, 1857 — Diego Barros Arana, "Historia
general de la independencia de Chile" — Santiago, 1857, tomo 3° páj. 79 — B. Mi-
tre, ''Historia de Belgrano"', Bs. As., 1859, tomo 2.° páj. 125 — "Apuntes biográ-
ficos del Dr. D. Julián Navarro", 1860, tomo 7 de la Biblioteca Americana,
páj. 120, por el Dr. Juan Maria Gutiérrez — "La jornada de San Lorenzo" por E.
Moreno, N."' 1059, 60 y 61 de La Reforma — Luis L. Dominguez, "Historia Ar-
gentina", Bs. As. 1861, páj. 307 — "El Correntino Cabral y Rectificaciones del
Dr. D. Velez Sarsfield, etc." por P. S. Obligado, 1862, N."' 2489 y 2506 de La
Tribuna — Bernardo de Irigoyen, "Recuerdos del General San Martin", tomo I."
páj. 328 de la Revista de Buenos Aires, 1863 — L. V. Mansilla, "Dos palabras sobre
la Caballeria Argentina", tomo 2° de la misma, páj. 82— Compilación Gutiérrez,
páj. XLVHI — 'SI. Navarro Viola, "Fastos de la América Española", Rcv. de
Buenos Aires, tomo 3.°, páj. 219 — "The River Píate Hand Book", etc., for 1863,
páj. 191 — '"Episodios de la guerra de la independencia" por el coronel D. Ma-
nuel de Olazabal, Gualeguaychú, 1863. Testimonios y relaciones orales del se-
ñor brigadier D. José Matias Zapiola, del abogado oriental Dr. D. Salvador
Tort, del oficial de marina en retiro D. Nicolás Jorge que. como nosotros ha
visitado posteriormente el teatro de la acción, y, finalmente, las importantes
reminiscencias de los señores generales D. Ángel Pacheco y D. Manuel Esca-
179
lada, únicos actores que quedaban de aquel sangriento episodio, y en el que les
cupo su parte de gloria inmarcesible, en la época que redactamos este capítulo.
(i i) Instrucciones que deber-á, observar el Coronel Don José de San ]\Iartin para
LOS movimientos de la fuerza que debe marchar por la costa del Paraná.
Primeramente se le autoriza de un modo pleno y sin restricción alguna, para
que tome las medidas que crea convenientes para la mejor dirección de
su empresa y desempeño de la Comisión.
2." Podrá circular órdenes á todos los Jueces de los Partidos, Alcaldes, Coman-
dantes militares y Hacendados del tránsito, para que le franqueen todo
los auxilios de caballadas, reses, y cualesquiera otros que necesitare para
la expedición.
3.° Si los enemigos no hubiesen desembarcado y avistase los buques, estará
a la observación de sus movimientos, y en el caso de que bajasen, regre-
sará sin perderlos de vista, verificando lo mismo si subiesen hasta llegar
á Punta Gorda.
4." Si los enemigos hubiesen desembarcado y hecho alto en algún punto de la
costa, y la fuerza fuere superior y decidida á batirse con la que los ataque,
podrá pedir auxilios al Teniente Gobernador de Santa Fé, bajo la calidad
de devolvérselos en caso de que pasando de Punta-gorda los buques para
arriba, se tema intenten un desembarco en aquel punto, y entonces le
aumentará de la fuerza que lleva, el refuerzo que crea conveniente.
5.'' Si los marinos con toda su fuerza siguiesen rio arriba, seguirá sus movi-
mientos siempre observándolos en sus designios, como se le previene
en el artículo 3.°; y en el caso de verlos empeñados contra las Baterías
de Punta-gorda ó en desembarco en la costa opuesta, por el paso del
Rey, esperará el resultado para decidirse á regresar observándolos si
viniesen rio abajo, ó pasar á Santa Fé a auxiliarla en el caso antes
prevenido.
6.° Comunicará los avisos mas ejecutivos, de posta en posta, de cuanto ocu-
rriere.
7." Dejará prevenido en la posta y á los Comandantes y Alcaldes del tránsito,
tengan prontas caballadas para el caso en que el Gobierno le comunique
órdenes de volver aceleradamente á la capital.
8.° En el caso de regresar, sea por orden superior ó en observación de los
enemigos, continuará con las carretillas de municiones y demás tráfago
hasta la misma capital.
g." En cualquier lance imprevisto que no se hallase prevenido en esta instruc-
ción, se deja al disernimiento y conocimientos militares del Coronel D. José
de San Martin, tomar las medidas que estime oportunas para la segu-
ridad de la empresa y honor de las armas de la Patria.
Buenos Aires Enero 28 de 1813.
Es copia literal del pliego borrador de las instrucciones, que, de puño y
letra del Oficial Alayor del Ministerio de la Guerra D. Tomás Guido, se en-
cuentra en el archivo del mismo Ministerio, en una carpeta sin número del mes
de Enero del año de 1813, la cual he tenido en mis manos al efecto. — De-
— 180 —
biendo advertir, que dicho borrador no tiene ñrma ni rúbrica de ninguno de
los Señores de la Junta Gubernativa ni del Secretario del departamento, ni
mas autenticidad que ser escrito de mano del Oficial Mayor, como hay cente-
nares de otros actos 3' documentos en el mismo archivo.
(Firmado) G. Espejo.
(12) Hijo del Departamento de Saladas (Corrientes), Cabral vino en el
contingente colecticio que el entonces teniente gobernador (intendente) de
aquella Provincia, don Toribio de Luzuriaga, envió á esta ciudad á principios
del año 12. Fué uno de los héroes de la jornada que se describe en el testo, y
al caer atravesado por dos heridas para no levantarse mas — decia á sus cama-
radas mientras lo retiraban de lo mas recio de la pelea — Déjenme compañeros!
Que importa la vida de Cabral si hemos triunfado de ¡os maturrangos? Somos
pocos, vayan á su puesto que yo muero contento por haber batido á los enemi-
gos— Viva la patria! fué la postrer palabra que articuló aquel valiente, dando un
espectáculo que Roma en su grandeza, hubiera contemplado con envidia. El
santo y seña de esa noche inolvidable fué — según el doctor Obligado —
"Cabral, mártir de San Lorenzo" . El comandante de ?u Regimiento, haciendo
justicia a su heroismo, le erijió un modesto cenotafio. pero sublime en su
misma sencillez, en el antiguo Campo Santo del Convento, cuya inscripción
es lástima haya borrado la acción inexorable del tiempo. Así que regresó á
Buenos Aires el cuerpo en que sirvió, su agradecido coronel, dando cumpli-
miento al decreto supremo de 6 de marzo de 1813 mandó colocar en la parte
exterior y sobre la gran puerta del cuartel del Retiro un gran tablero de figura
oval, conmemorativo de su envidiable muerte, que contenia esta inscripción:
Al soldado
Juan Bautista Cabral,
Muerto en la acción de San Lorenzo
el s de febrero de 1813.
y en la orla: Sus compañeros le tributan esta nianoria. inscripción que saludaban al
L-ntrar desde el Coronel hasta el último clarín.
Allí permaneció, nos decia el general Zapiola, hasta que los escuadrones
3." y 4° marcharon con Alvear al sitio de Montevideo en Mayo de 1814; é
igualmente que mientras existió el Regimiento revistaba en la lista de la tarde
en la i." compañía del i.'"'' escuadrón á que había pertenecido, llamando en
alta voz el sargento de brigada de la misma: "Juan Bautista Cabral", a lo que
contestaba el sargento más antiguo : "Murió en el campo del honor pero existe en
nuestros corazones. ¡J'iva la Patria Granaderos!", que repetía con entusiasmo toda
la Compañía.
De cierto que no se hizo más en obsequio del afamado Latour de Auvergne,
el primer granadero de la Francia del 93.
Su tumba, pues, no reclama lágrimas sino coronas. Cayó como un bravo y
la tierra natai lo acogió en su seno con brazos de madre.
En 1882 el escultor Romairone modeló su estatua que fué fundida en el
Parque de artillería de Buenos Aires, figuró en la Exposición Continental
— 181 —
celebrada entonces y fué trasladada posteriormente á la provincia natal del
héroe.
Y a propósito de otro valiente de esta memorable acción, no podemos dejar
de recordar que sobre Hipólito Bouchard pesó por muchos años la nota in-
justa de haber tenido que rehabilitar en "San Lorenzo" su fama mancillada
en "San Nicolás de los Arroyos" el 2 de Marzo de 1811. Nada, empero, más
inexacto como lo comprobaremos con documentos fehacientes: nunca jamás
obscurecieron las sombras de la cobardia la frente de aquel bizarro marino.
El proceso existente en el Archivo General de la Nación intitulado "Plaza
de Buenos Aires, año de iSii — Contra los del combate de los Buques de Guerra en
las aguas de 5".'» Nicolás de los Arroyos — Juez fiscal el Capitán de Cavafleria efec-
tivo D. José de la Peña y Zazueta — Secretario D. Luis Argerich; subteniente de
Granaderos de Fernando 7.°" , fué extractado por nosotros y agregado al Apéndice
del tomo i.° de esta obra registrado en la nota N.° 40 como consta en la
página 91 de ese volumen ; pero por un error, de que nos hemos apercibido muy tar-
díamente, fué omitido, dándose únicamente noticia del incoado por las autoridades
españolas de Montevideo.
Con fecha 5 de abril de 181 1 la junta gubernativa ordenó la incoación de
la causa contra Bouchard, Suárez, Hubac, Diaz y algunos marineros " que
se hallan en la cárcel y á cuantos de esta clase aparezcan inculcados en la
pérdida de los barcos de guerra en aguas de S. Nicolás de los Arroyos en
el Paraná", y ella comenzó el día 9 por la declaración de nueve marineros
del bergantín "¿s de Mayo" que estaban detenidos en aquella. Después fueron
interrogados Manuel Suarez, 2." del "23 de Mayo", algunos soldados del regi-
miento N.° i.° y Patricios N.° 4 que se hallaron a bordo de ese buque en la acción,
mayordomo de la goleta " Invencible " ; condestable, capitán 2." de la balandra
"América" y marineros de la misma, así como muchos otros jefes, oficiales, mari-
neros y soldados de infantería que tripulaban los barcos que combatieron. A las
declaraciones, ratificaciones, careos, confesión con cargos, etc., se agregó los
diarios de navegación llevados por el 2° del " ¿"5 de Mayo ", por el 2° de la
"América" y por Bouchard que explican detalladamente las novedades de la
campaña hasta el combate ; y termina el proceso con la conclusión fiscal del capi-
tán de la Peña, adversa al comandante en jefe D. Juan Bautista Azopardo. Basán-
dose en ese dictamen la junta gubernativa dio el siguiente fallo que copiamos á la
letra de su original y que facilitamos a nuestro amigo D. Alejandro Rosa para que
adelantara su publicación en uno de sus monumentales libros, como lo hizo, fallo
que coloca definitivamente la verdad histórica sobre las pasiones ó simpatias de
los contemporáneos ó la deficiente información de la posteridad que se ha hecho,
de buena fé, cómplice de aquellos recibiendo sin beneficio de inventario noticias
interesadas ó no bien encuadradas en la realidad de los hechos :
"Buenos Aires, 20 de Mayo de 181 1.
Vista la causa sumaria actuada por el capitán don José de la Peña, Juez Fiscal,
sobre la pérdida de los Buques de Guerra en el combate tenido con los de Mont.o,
en las aguas de S." Nicolás de los Arroyos, y resultando que la mala disciplina
y desorden con que se condujo el Coman.te Mr. Batista (Azopardo), la impericia
de sus disposiciones, y la imprudencia de no haber querido batir a los baxeles
— 182 —
enemigos estando barados, causó originariam.te el éxito desgraciado p.^ el general
desaliento y disgusto en q.e cayó la tropa y tripulación, de q.e provino la dis-
persión de la gente, y la ninguna defensa q.^ hizo apesar de los esfuerzos y energia
de los demás capitanes, y del valor y denuedo con que defendió su Buque el ex-
presado comandante Mr. Batista, con todo lo demás que manifiesta el proceso ;
se declara : que dicJw comandante no podrá ni deberá ser empleado jamás en
mando alguno, pudiendo solo servir subordinado ; se desaprueba asi mismo la con-
ducta del Capitán 2." de la Goleta D." José Diaz Edrosa por la cobarde y desafo-
rada oposición que hizo al dictamen de los capitanes del bergantin "2^ de Mayo"
y la Balandra que clamaban porque se batiese al enemigo luego que varó sobre
la isla, cuya tenaz contradicción fué sin duda la qfi decidió á Mr. Batista á negarse
á una medida q.^, probablemente, habria asegurado la victoria, y se le condena al re-
ferido Diaz Edrosa á no poder obtener en lo sucesivo empleo en el servicio : á lo?
marineros Juan Justo, irlandés, y Juan Luis, inglés, q.^ pocos dias antes del combate
hicieron fuga llevándose el bote del Bergantin se les condena á diez años de presidio,
exonerándosele de la pena capital por no habérseles leido las leyes penales; y al
contramaestre y cuatro marineros de la balandra q.^ contra las ord.s del 2° Capitán
q.e la mandaba abandanaron el buque estando en la acción y bajaron á servir la ba-
teria de tierra, se condena á cuatro años de presidio ; absolviendo de todo cargo á los
Capitanes i.° y 2° del Bergantin D. Hipólito Bouchard y D. Manuel Suarez, y al i."
y 2° de la balandra D. Ángel Hubac y D. Juan F.co Diaz, lo mismo q.^ al Comandan-
te Militar de S.^» Nicolás de los Arroyos D. Mig.l Herrero q.^ se restituye en su
empleo ; con declaración de haber desempeñado respectiva.t^ su deber con valor,
celo y actividad, habiendo los referidos Bouchard y Suarez, y Diaz 2° de la balan-
dra, no dejado sus buques sino en los últimos momentos, en q.e se vieron entera-
mente desamparados de su gente, y p.r no caer prisioneros : se absuelven igual-
tn.te todos los demás marineros é individuos de la tripulación y tropa q.^ se pon-
drán en libertad, á exepcion de los expresados antes ; y con respecto al cabo Juan
de Dios Reyes y los veintisiete q.e le siguieron y constan de la razón de f.^o en
la criminal fuga q.^ executaron al principio de la acción, sin embargo del fuego
q.e se les hizo para contenerlos por el Capitán Bouchard, á efectos de que sean
condigna.te castigados con todo el rigor de las penas en q.e se hallan incnrsos, se
les formará nuevo proceso, como á reos ausentes, sirviendo el actual de cabeza ;
y se hará saber para la execucion y cumplim.to — (Firmado) Saavedra — Matheu
— Alagox — Olmos — Molina. — Dr. Campana. Secre." "
(13) He aquí los documentos ilustrativos de esta memorable acción emana-
dos de ambas fuentes; a que se agregan algunas observaciones del autor a las
aseveraciones de Roberlson en su interesante libro "Lettcrs on Paraguay" (Lon-
don, 1838) que los complementan:
"Exmo. Señor:
Tengo el honor de decir á V. E. q.^ en el dia tres de Febrero Los Gran.s de
mi mando en su primer ensayo han agregado un nuevo triunfo á las Armas de
la Patria.
Los enemigos en número de 250 homb.s desembarcaron á las cinco y media
de la mañana en el Puerto de S.'^ Lorenzo, y se dirigieron sin oposición al Co-
legio de S.*^ Carlos. Conforme al plan q.e tenia meditado en dos divisiones de
— 1S3 —
á 6o hombres cada una, los ataqué por dr.* é izquierda; hicieron no obstante
una esforzada resistencia sostenida por los fuegos de los Buques, pero no capaz
de contener el intrépido arrojo con q.^ los Gran.s cargaron s.^^ ellos sable pn
mano: al punto se replegaron en fuga á las bajadas, dejando en el campo de
batalla 40 muertos, 14 prisioneros de ellos 12 heridos, sin incluir los q.^ se des-
plomaron y llevaron con sigo q.e por los regueros de sangre q.^ se ven en las
barrancas considero mayor número. Dos cañones, 40 fusiles, 4 bayonetas y una
bandera q.^ pongo en mano de V. E. y la arrancó, con la vida á el Abanderado
el valiente ofic. D.^^ Hipólito Bouchard. De nra. parte se han perdido 26 hom-
bres, 6 muertos y los demás heridos, de este número son el Cap."^ D." Justo
Bermúdez y el Ten. te D." Man.l Diaz Velez q.e avanzándose con energia hasta
el borde de la barranca cayó este recomendable oficial en manos del enemigo.
El Valor é intrepidez q.e han manifestado la Oficialidad y Tropa de mi man-
do los hace acreedores á los respetos de la Patria y atenciones de V. E.; cuento
entre estos al esforzado y benemérito Párroco Dr. Dn. Julián Navarro q.^ se
presentó con valor animando con su voz y suministrando los auxilios espiritua-
les en el campo de batalla, igualmente han contraído los oficiales voluntarios
D.n Vicente Mármol y D.^ Julián Corbera q.e á la par de los mios permanecie-
ron con denuedo en todos los peligros.
Seguram.te el valor é intrepidez de mis Gran.s hubiera terminado en este dia
de un solo golpe las invasiones de los enemigos en las costas del Paraná si la
proximidad de las bajadas, q.e ellos no desampararon no hubiera protegido su
fuga, pero me arrojo á pronosticar sin temor q.e este escarmiento será un prin-
cipio p.a q.e los enemigos no vuelvan á inquietar estos pacíficos moradores.
Dios gue. á V. E. m.s a.s S.»^ Lorenzo, Febrero 3 de 1813 — José de S.»* Martin.
N^ota. — El Buque Com.te de la Esq.^ enemiga me ha remitido un oficial par-
lamentario solicitando se vendiese alguna Carne fresca p.* sustentar á sus he-
ridos y en consecuencia hé dispuesto q.^ se le facilite media Res exigiéndole
antes su palabra de honor de q.e no será empleada sino con este objeto.
Otra. — Siguen trayendo más muertos del campo y de las Barrancas como
igualm.te fuciles.
Otra. — He propuesto al oficial parlamentario si el comandante de la Esq.»
quiere cangear el único prisionero Dn. Man.' Diaz Velez."
(Archivo General de la Nación).
"Exmo. Señor: Como sé la satisfacción que tendrá V. E. en recompensar á
las familias de los individuos del regimiento, muertos en la acción de San Lo-
renzo, ó de sus resultas, tengo el honor de incluir á V. E. la adjunta relación de
su número, pais de su nacimiento y estado. No puedo prescindir de recomendar
particularmente á V. E. á la viuda del Capitán D. Justo Bermúdez, que ha que-
dado desamparada con una criatura de pechos, como también á la familia del
granadero Juan Bautista Cabral natural de Corrientes, que atravesado el cuerpo
con dos heridas no se le oyeron otros ayes que los de Viva la patria, muero contento
por haber batido á los enemigos; efectivamente á las pocas horas feneció repitiendo
las mismas palabras. Nuestro señor guarde á V. E. muchos años. Buenos Aires 27
de febrero de 1813 — José de S.^' Martín. Exmo. Supremo Poder Executivo."'
(Gaceta Ministerial de 4 de Marzo de 1813. La relación la hemos adelantado en
una nota del texto.)
— 184 —
Montevideo 23 de febrero.
Parte que D. Rafael Ruiz capitán de uno de los corsarios particulares de esta
Plaza, dirige al Sr. Capitán General, y Gobernador de las provincias del Rio de
la Plata.
Señor Capitán General.
Habiendo llegado el dia 30 del mes próximo pasado á la isla frente de S. Lorenzo
con los corsarios particulares unidos, chalupa X. Sra. del Carmen, sumaca Jesús y
Maria, alias, el Bombo, y demás embarcaciones menores de mi inspección y cargo,
y después de haber conferenciado con los oficiales de las respectivas tripulaciones
resolvi con su consentimiento saltara» en tierra alguna gente armada para comprar
víveres y refrescos necesarios, atendiendo á la salud de varios enfermos que estaban
á nuestro bordo.
En efecto el dia 3 á las 5 de la mañana hice saltar en tierra á 120 hombres arma-
dos de fusil y 16 artilleros con 2 carroñadas de a 4 al mando del capitán de artillería
urbana D. Antonio de Zabala con los oficiales subalternos D. Pedro Marury, D. Do-
mingo Martínez y D. Manuel OUoa, dando orden al primero no traxese de tierra
cosa ninguna sin que fuese pagada por su justo precio, á cuyo fin le entregué cuatro
onzas, para que hiciese ver á los pacíficos moradores de aquellas costas que el des-
embarco no tenía otro obgeto que proveernos de los víveres indispensables a la ma-
nutención de nuestros enfermos, sirviendo únicamente de precaución la fuerza ar-
mada que llevaba á su cargo para defenderse en el caso de ser atacado por los
insurgentes.
Aunque ignorábamos que en aquellas cercanías se hallaban tropas del gobierno
revolucionario de Buenos Ayres, el comandante Zavala ordenó su gente en el mejor
orden precaución que le sirvió para no ser sorprendido ; marcho en formación acia
el convento de S. Carlos, y antes de llegar á él á distancia de dos quadras vio que
por derecha é izquierda del referido monasterio salían dos gruesos trozos de caba-
llería formados en columna, y bien uniformados, que á todo galope sable en mano
cargaban sobre él despreciando los fuegos de los cañoncitos, que principiaron á hacer
estragos en los enemigos desde el momento que les divisó nuestra gente. Sin em-
bargo de la primera perdida de los enemigos desentendiéndose de la que les causa-
ba nuestra artillería, cubrieron sus claros con la mayor rapidez atacando á nuestra
gente con tal denuedo que no dieron lugar a formar cuadro sino martillo, en el
que se defendieron gloriosamente los nuestros rechazando á los enemigos con un
fuego graneado que los abrasaba. Desistieron estos de su ferocidad persuadidos
que no podían desenredarse de las bayonetas, y sables en que vieron á algunos en-
sartados ; se retiraron dexando el campo cubierto de muertos, heridos, y algunos
caballos. En el momento ordeno Zabala su gente á fin de ganar la barranca, posición
mucho mas ventajosa, por si el enemigo trataba de atacarle de nueva
Apenas tomo esta acertada providencia quando vio al enemigo cargar segunda
vez con mayor violencia y esfuerzo que la primera. Nuestra gente formó aunque
imperfectamiente un cuadro por no haber dado lugar á hacer la evolución la velo-
cidad con que cargó el enemigo ; con la mayor serenidad le esperaron los nuestros
sosteniéndose del mismo modo que 'en la primera carga hasta llegar a las bayone-
tas : los insurgentes fueron rechazados, y desordenados en el momento ; logrando
Zabala retirarse en el mejor orden á la barranca en el entre tanto que el enemigo
— 1S5 —
hacia esfuerzos para reunirse. Lograda la posición del primer obgeto del coman-
dante Zabala, considerando el terreno ventajoso para maniobrar y defender su gen-
te, se hizo firme esperando al enemigo, que irritado de la considerable pérdida que
habia sufrido en los dos ataques se reunia á toda priesa para atacar á los nuestros
de nuevo, sin embargo que conocía la superioridad del terreno que ocupaban ; pre-
sumió sin duda que atacando aquel punto desaforadamente baria arrojar á nuestra
gente de la barranca abajo. A la voz del comandante Zabala de FíVa Fernando VII,
y !a invicta nación española, se aterrorizaron los insurgentes, y nuestra gente les
recivio con el mayor valor, y frescura como si entonces principiaran la acción, ha-
ciéndoles en esta tercera carga muy considerable destrozo de muertos y heridos
siendo del numero de «stos el teniente D. Manuel Diaz Velez, que cayó gravemente
herido de un balazo en la cabeza, y dos bayonetazos en la caxa del cuerpo, y que-
dando prisionero fué conducido a bordo de los corsarios.
Viendo el enemigo que Diaz Velez habia caido de su caballo y que nuestra gente
le recogía dexando en el suelo al capitán Bermudez, un teniente, y tres subtenientes,
que murieron quando aquel fué herido, estandolo también el coronel D. José de
San Martin se retiró este con el corto resto que le habia quedado desamparando
enteramente el campo de batalla, sosteniendo su retirada 150 hombres de caballería
de milicias con un cañón de campaña hasta refugiarse detras de las tapias del con-
vento. Concluida ya la acción mandé las embarcaciones mejnores para que se reti-
rase nuestra gente, y recogiesen los heridos ; el comandante Zabala se mantubo mas
de una hora en su posición hasta que el enemigo se ocultó en el convento, verifican-
do el reembarco sin que nadie se le opusiese.
El fuego duró desde las 5 y media hasta las ocho de la mañana. La perdida del
enemigo consta de 55 á 60 muertos, y de 86 á 90 heridos gravemente, entre ellos los
oficiales referidos; la nuestra consiste en 11 muertos y 39 heridos, 28 de estos le-
vemente, inclusos II que el enemigo tomo prisioneros con 3 sanos. El capitán Zabala
quedó levemente herido, y gravemente los oficiales D. Pedro Marury, y D. Antonio
Martínez. Nuestros prisioneros fueron cangeados por el teniente Diaz Velez, y otros
tres que hablamos tomado en una chalana en el arroyo de las vacas.
Igualmente incluyo á V. S. copia de los oficios pasados sobre la negociación del
cange. — Dios guarde á V. S. muchos años. — Rio Paraná febrero lo de 1813. — Sr. Ca-
pitán General — Rafael Riiic. — Sr. Capitán General y Gobernador de las provincias
del Rio de la Plata.
(Gaceta de Montevideo, N." 16, pág. 125.)
DETALLES Y VERIFICACIONES HISTÓRICAS SOBRE EL COMBATE DE SAN LORENZO
Benemérito Sor. Coronel D. Gerónimo Espejo.
Buenos Aires.
San Lorenzo, 17 de Diciembre de 1867.
Poco tiempo después que publiqué en las "Campañas Marítimas" (Tom. 4.'
pág. 549 y sig.tes de "La Revista de Buenos Aires") un trabajo especial sobre el
Combate de San Lorenzo, llegó á mis manos el interesante libro "Letters on Para-
guay", etc., escrito en 1838 por el Sor. Guillermo Parish Robertson, en el que dedica
el capit. I." del tomo 2." á la prolija narración de aquel suceso memorable, del que
fué testigo de vista.
Desde entonces, formé el propósito de rectificar las aseveraciones de los que he-
— 186 —
mos escrito al respecto, esperando para ello, aprovechar de nuevo la primera opor-
tunidad, á fin de verificar en el propio campo de batalla la veracidad del caballero
á que aludo.
En efecto, después de tres años de ansiedad, ha querido mi buena suerte, trace
estas lineas en el paraje mismo que sirve de pedestal á la fama del hombre de gtte-
rra mas eminente de nuestros anales militares.
Acompañado por el antiguo vecino de San Lorenzo D. Pablo Rodrigañez, de un
misionero de este Colegio de San Carlos de propaganda y de mi colega de escur-
sion el distinguido oficial D. Baldomcro Carlsen, recorrí esa gloriosa planicie ; y
merced á las reminicencias del primero, he logrado fijar con exactitud el punto del
combate, que iluminado por los últimos rayos del sol de diciembre, aparecía melan-
cólico y silencioso, imponiendo tan profundo recojimiento al ánimo, que no obstante
el trascurso de mas de medio siglo, creia aun escuchar distintamente el ruido estri-
dente de las armas, los ayes de las víctimas, como las imprecaciones de los com-
batientes !
No satisfecho todavía con las noticias que me trasmitiera Rodrigañez, quise oir
á los contemporáneos D. Tomás Medina, D. Santiago López y D. Fernando Alonso;
los dos primeros criollos del pago, que incorporados á las milicias, se mantuvieron
espectadores del hecho, mientras que los restantes, españoles, fueron actores en el
mismo, recibiendo el último una herida peligrosa.
Tenía pues el p7'o y el contra para estudiar con acierto el relato de Robertson,
que presenció todo desde el campanario del Convento de San Carlos.
De ese examen resulta —
Que San Martin en la noche del martes 2 de febrero de 1813, llegó á la antigua
posta de D. Fermin Rodríguez, tres cuartos de legua mas ó menos del citado mo-
nasterio, donde encontró al ilustre viajero británico, que siguiendo hacia el Para-
guay, fué detenido alli por falta de caballos.
" A la oración del quinto día, escribe Robertson, alcancé la posta de San Lorenzo,
distante como dos leguas de un monasterio de ese nombre, edificado sobre las ba-
rrancas del Rio Paraná, que en ese lugar son tajadas á pique y de una altura con-
siderable."
"Ahí me informaron, que habían recibido órdenes para detener á todo pasajero
que intentara seguir adelante, no solo por los riesgos que envolvía la proximidad del
enemigo, sino por la necesidad de caballos que tenia el gobierno, estando estos á
disposición del mismo y prontos á partir al primer aviso, bien al interior ó á cual-
quier otro paraje que fuera designado."
"Todo el camino iba temiendo un contratiempo de este género, puesto que sabia
que los marinos en número considerable, se encontraban por alguno de esos puntos.
Asi es que, al recordar el delito cometido con la violación del bloqueo, prefería caer
en manos de cualquiera, antes que en las suyas."
"Quedé pues, sin tener como continuar ni retroceder."
"Todo lo que conseguí del maestro de posta fué, la promesa de que en caso de
desembarco, obtendría dos caballos para mi y el sirviente que me acompañaba, per-
mitiéndome fugar con él y su familia hacia el interior, donde el enemiga no nos
podria seguir."
"Sin embargo, me aseguraban que en aquella dirección, el peligro de los indios
era tan grande como el que podríamos correr á manos de los marinos, circunstancia
que míe colocaba entre la espada y la pared."
187 —
"Mas ya por entonces conocia lo bastante de Sud América para no desmayar ante
el riesgo en perspectiva. Antes de acostarme, hize pues mis arreglos con el maestro
de posta, retirándome luego al coche donde no tardé en caer en un sueño profundo."
"Pocas horas después, arrancáronme de los brazos de Morfeo, las pisadas de ca-
ballos y ruido de espadas, acompañados de los bruscos acentos de mando, que se
dejaron oir en contorno de la posta. A pesar de las tinieblas, pude percibir, aunque
débilmente dibujado, el contorno de dos toscos dragones que se situaron á cada lado
de los ventanillos del carruaje; lo que me hizo creer,. me encontraba en poder de los
marinos— Quien está ahi? preguntó uno de ellos con tono de autoridad— [/« viajero
le contesté — para evitar me ultimaran si confesaba mi nacionalidad — D^íí» V.
prisa y salga — repitió la misma voz — En tales circunstancias, se acercó una per-
sona cuyo semblante no me fué fácil distinguir en la oscuridad, no obstante la
persuacion que tenia de conocer la voz que se dirijia á los soldados, diciendo —
"no falten ustedes, que no es enemigo, sino, según me informa el maestro de posta.
un caballero ingles que vá al Pc/rofiruay"— Aquellos se retiraron, arrimándose el ofi-
cial á la ventana del vehículo— Difícil como me era descubrir sus facciones, combi-
nando sus contornos con la voz, tsd&mé— seguramente es usted el coronel San Mar-
tin F y si fuere asi aqui tiene á su amigo Mf Robertson-.-'El reconocimiento fué ins-
tantáneo, mutuo y cordial, prorrumpiendo en una estrepitosa carcajada cuando le
descubrí los apuros en que me habia visto, al tomar sus dragones por una fuerza de
los marinos— ^\ coronel me informó entonces, que su gobierno tenia datos positivos
de que las fuerzas navales españolas intentaban hacer desembarco en la mañana si-
guiente, con el objeto de saquear el pais circunvecino y muy especialmente el con-
vento de San Lorenzo; añadiendo, que para prevenir esa emerjencia, habia sido
destacado con ciento cincuenta granaderos á caballo de su propio regimiento, galo-
pando casi siempre de noche, en las tres que pusiera desde Buenos Aires á fin de no
ser sentido, y agregó, que estaba seguro que los marinos ignoraban completamente
su proximidad, y que en pocas horas mas, esperaba medirse con ellos— Tienen doble
número de jente que la nuestra, esclamó el intrépido coronel, pero dudo mucho les
toque la mejor parte de la jornada— Estoi en la misma persuacion, repliqué, y ba-
jando en seguida ayudado por mi sirviente, busqué á tientas un poco de vino con
que refrigerar á mis distinguidos huéspedes."
"San :Martin habia ordenado se apagaran todas las luces de la posta, para de esa
manera evitar que ni aun remotamente sospecharan los marinos y se precaviesen de
un peligro inminente— Sin embargo, nos manejamos perfectamente apurando nues-
tro vino á oscuras, y en verdad que era lo que se llama una copa al estribo, por que
cada hombre de esta pequeña fuerza se mantenía de pié al lado de su ensillado bri-
dón, pronto á obedecer la voz de mando, para acercarse al deseado campo del fu-
turo combate."
"No tuve dificultad en persuadir al Coronel, me permitiera acompañarle hasta el
Monasterio— "Cmíí/í? V. solamente (prorrumpió) que no es de su deber ni su come-
tido el pelear. Yo le daré un buen caballo, y si vé que el dia nos es adverso, tome las
de Villadiego, pues no ignorará que los marinos son maturrangos."
" Prometí observar el consejo, y aceptando la oferta de un excelente corcel, pude
apreciar sus consideraciones á mi respecto, cabalgando al lado de San Martin, que
marchaba al frente de su silenciosa falanje."
"Al clarear la aurora, entramos al Monasterio por un portón que se encuentra en
— ISS —
la parte opuesta de la que mira al rio. Interpuesto aquel, entre el Paraná y las fuer-
zas de Buenos Aires, ocultaba todos sus movimientos al enemigo."'
"Parecian desiertos los tres costados del convento visibles desde el rio. Apenas
habia ventana que no estuviese cerrada, permaneciendo todo, tal cual lo dejaran al-
gunos dias antes, al retirarse precipitadamente los monjes asustados."
"Era detras del cuarto frente y por el portón que conducía de este al cuadrilátero
y celdas, que se hacian los fúnebres aprestos. Fué por ese portón que San Martin
hizo marchar silenciosamente á sus soldados, y cuando los hubo formado en dos es-
cuadrones en medio del patio, me hacian recordar luego que los primeros destellos
alumbraron las sombrías celdas que nos rodeaban, a la hueste griega que entrañara
el caballo de madera tan fatal á Troya."
"Cerrado el portón á fin de que no se apercibieran por algún transeúnte los pre-
parativos interiores, el Coronel San Martin acompañado por mí y dos ó tres de sus
oficiales, ascendió á la torre del Monasterio, y con el auxilio de un anteojo de noche
trataba de observar desde una ventanilla, los movimientos y el número de la fuerza
enemiga."
"A cada instante, daba esta indicios mas claros de sus intenciones de bajar á tie-
rra; asi fué, que j'a de día, se la vio empeñada en desembarcar en los botes de los
siete buques de que constaba su escuadrilla."
"Pudiéndose contar con precisión trecientos veinte marineros y soldados de ma-
rina (a), los que bajaron al pié de las barrancas, preparándose incontinenti á mar-
char por la senda larga y sinuosa que se presentaba como única vía de comunica-
ción entre el Monasterio y el rio."
"Parecía evidente, por el modo descuidado en que avanzara el enemigo, que ni
soñaba en los preparativos que se hacían para recibirlo. Entre tanto, San Martin y
sus oficiales, descendían de la torre al patio, donde todo se alistó (b) para el com-
bate, ocupando cada uno su respectivo puesto."
"En esta situación, salió la tropa del cuadrilátero, ocultándose uno y otro escua-
drón en las alas del edificio — San Martín volvió una vez más á la torre, y detenién-
dose apenas un momento, bajó precipitadamente dirijiendome esta frase — "ahora
en dos minutos mas, estaremos sobre ellos espada en mano."
"Como es fácil suponer, pasé un momento de terrible zozobra. San Martín habia
prohibido á sus soldados disparasen un solo tiro. Parecíame ver al enemigo bajo
mis plantas y cuando mas á cien yardas de distancia. Flameaban alegremente sus
banderas al son de pífanos y tambores que batían niarcha redoblada. Cuando en
un abrir y cerrar de ojos, vi salir ambos escuadrones á todo escape por detrás del
convento y flanquear al enemigo -por los costados respectivos, iniciaron con sus re-
lucientes aceros una matanza que fué instantánea y espantosa — Las tropas de San
Martin no sufrieron sino una descarga, y ella tan desordenada, que no obstante ser
hecha casi á quema ropa, solo volteó cinco jinetes."
"En seguida, todo fué desaliento, confusión y derrota entre aquella jente desti-
nada á sucumbir fatalmente."
"Carnicería, triunfo y persecución, fué la consecuencia del ataque llevado por las
fuerzas de Buenos Aires, y el resultado de la refriega, hasta para un ojo tan poco
práctico como el mió, no fué dudoso ni tres minutos."
(a) Exactamente el número que asignamos en nuestro trabajo, remitiéndonos al testimonio
del general Pacheco —
(b) San Martín cabalgaba en el acto del combate, un caballo bayo de color, rabón a la corva —
Retuerdo de Rodrigañez —
— 189 —
"La carga de los dos escuadrones deshizo rápidamente las filas enemigas, y acto
continuo los relumbrantes sables principiaron su obra de esterminio, con tal Ímpetu,
que en un cuarto de hora, quedó el campo sembrado de lierido?, muertos y mori-
bundos."
"Un pequeño grupo de españoles había ganado con precipitación el punto mas
próximo á las barrancas, y estrechados allí por una docena de granaderos, se pre-
cipitaron haciéndose mil pedazos. En vano les gritó el oficial que mandaba esa par-
tida, se salvarían rindiéndose. Empero su pánico era tal, que se sobrepuso á la razón,
y en lugar de entregarse prisioneros de guerra, dieron el salto terrible que los lan-
zara á la eternidad, sirviendo sus cadáveres de pasto á los buitres."
"De la jente desembarcada, no pasaron de cincuenta los que regresaron á bordo,
siendo los restantes muertos o heridos, mientras que San Martin solo perdió ocho
hombres en el encuentro."
"Una escitacion nerviosa que provenia indudablemente de lo nuevo que era este
espectáculo para mi, embargó muy luego mis sentidos, y me consideré dichoso en
poderme alejar del campo, conservando vivas aun las vicisitudes de aquel lance."
"En tal virtud, supliqué a San Martin, aceptara mis vinos y provisiones con des-
tino á los heridos de ambas partes, y dándole un caluroso adiós me alejé de la escena
lamentando la mortandad, pero admirado de la intrepidez y sangre fria del que con-
cibiera el golpe."
"Esta batalla, si tal puede llamarse, fué de grandes consecuencias para todo lo
que se relacionaba con el Paraguay, por que los marinos se retiraron del rio Paraná,
para no volver á internarse mas en él con propósitos hostiles, etc.."
Hasta aqui Mr. Robertson.
Escuso agregar, que la precedente relación, está conforme con los datos de los
cuatro únicos contemporáneos á que me he referido y en nada es contradicha por
las memorias inéditas del ya finado Coronel Pueyrredon (sobre la formación del
ejército de los Andes y campaña de Chile), que también pongo á su disposición, para
que V. que se ocupa de la importante obra sobre el Paso de los Andes, pueda ex-
plotarla en provecho de las letras argentinas, á cuyo cultivo nos consagramos sin
otro premio que la satisfacción de servir á la historia patria, salvando del olvido y
de la destrucción muchas pajinas de gloria que mas tarde no podrían ser ya re-
construidas.
Lo respeta y estima
(Firmado) Angcl I. Carranza.
Nota posterior.
Al leerme el general Mitre su historia de San Martin, todavía en embrión, le co-
muniqué las observaciones de Robertson, por no encontrarlo citado en el erudito
capítulo que dedica al combate del 3 de febrero de 1813.
Otro tanto hice con el entendido Almirante español Don Miguel Lobo, al trasla-
darse á San Lorenzo, para conocer el teatro y vertir sus impresiones en la Historia
de la Revolución Americana que se preparaba á publicar, y de la cual, durante su
corta permanencia en estas aguas, nos enseñó algunos fragmentos, como también
á los Sres. Gutiérrez, Mitre y Lamas.
Parece estraño, ciertamente, que en unas cartas sobre el Paraguay se hallara esa
reseña tan verídica como interesante, acerca de un episodio famoso de nuestra his-
toria militar.
Vale.
— 190 —
(14)
1813 Exmo. Sor.
El General Sarra- El Sor. D.'i Tomás García de Zuñiga vecino respetable
Don T^omás* G^arciá ^^^ ^^^^ Campaña, y que por un efecto de su zelo tomó sobre
Zuñiga se propuso re- >i el dozilizar y traher á la razón al Coronel Artigas, ha llega-
ducir á Artigas. , , .••'..• r .^ ■ tt j r
do oy de su campo con noticias mas satisfactorias. Urgido p.
las reflecciones de dicho Sor. q.* goza de concepto y opinión en estos destinos, y
conserva sobre él alguna influencia; no ha tenido otra objeccion q.^ hacerle, sino es
la imposivilidad de avenirse conmigo, pretextando al mismo tpo. q.*" obedecerá á
qualesquiera otro Xefe q.** no sea Yo, y q.* concurrirá por su parte á ayudarnos en la
empresa contra Montevideo.
En objeto de tanta transcendencia he creido no dever vacilar un solo momento en
remover la dificultad, salvando en la parte posible los respetos de V. E. en el modo.
Asi pues he contextado que aunq.'' no puedo suscribir á esto como una condición
porque el Gob.° no debe capitular con un inferior sino es mandarlo y hacerse obede-
cer,, sin embargo Yo tomo sobre mi el demitir el mando en tales términos q." puedo
asegurarle q.* V. E. no desestimará mi instancia.
Como á más de la importancia del objeto con respecto á nuestras operaciones sobre
Montevideo es de sumo interés ir comprometiendo á este oficial con todo el vecin-
dario de concepto y consideración, p.* q.* qualesquiera estravíos ulteriores no pueda
cohonestarlos disculpándose con la injusticia del Govierno ; y como al mismo tiem-
po hasta ahora sostiene delante de la multitud que él obedece á V. E. y solo tiene
personalidades conmigo, espero q."' V. E. apruebe esta medida, que se dirije á au-
mentar el caudal de razón y justicia, con q.* en tiempos menos peligrosos pueden re-
primirse por la autoridad los estravios de este oficial, si volviese á reincidir en ellos.
En conseqüencia de lo expuesto pido á V. E. me autorice para entregar el mando
de este Exto., ya sea al Coronel Rondeau, ú otro oficial de él (que no sea el Co-
ronel Viana porq.'' también lo repugna) Ínterin llega el que V. E. nombre para tener
el carácter de Gral. en Xefe en propiedad. Así que me halle un poco más desembara-
zado instruiré á V. E. de todos los pormenores, en q.* no puedo entrar actualmente
por la premura del tiempo.
Dios Gue. á V. E. muchos años. Quarteí Gral. en la Villa de San Juan Bautista
En.° 3 de 1813. Exmo. Sor.
MaiiJ de Sarratea.
Exmo. Govierno Superior Provicíonal de las Provincias Unidas.
En medio del estruendo, y alborozo que exitó en todas partes la plausible victoria
del 31 sobre las immedíaciones de Montevideo, se marchitaron las satisfactorias espe-
ranzas que había hecho nacer en el gobierno tan grata noticia, en el momento que se
abrieron los oficios reservados de V. E. de 2 y 3 del q.® luce. Un contraste singular-
mente delicado y mortificante de sentimientos ha embarazado bastante tiempo toda
resolución. Si el feliz éxito de nuestras armas rechazando valientemente al enemigo
antes del ataque de la plaza, hace concebir, verificado este, la mayor seguridad y la
idea lisongera del próximo triunfo, q." aquel preparaba; la pérfida conducta del Co-
ronel Artigas, su hostinado empeño en sembrar la división, el estrago é injustas des-
confianzas, y sobre todo el rompimiento de hecho de una especie de guerra de recur-
sos que solo á nosotros es exclusivamente funesta, hace estinguir toda esperanza,
q.* no sea la de recuperar nuestra primera segura posición en el Uruguay.
— 191 —
Y en efecto, á pesar de toda la movilidad q/ se quiera suponer en las divisiones
q.* acompañan al cuartel General tratándose de atacar de suyo es mucho menor que
la que deben tener la división de Artigas siempre montadas sin mas obgeto que asi-
mismos, siempre dispuestas sin mas empeño q.* de hacer todo el mal posible, errantes
conforme á sus deseos y necesidades, y capaces de eludir con suspicacia todo lance
dificil, aprovechándose sin q.* se les pueda impedir, de toda la immensidad de esa
campaña. Aun q.'^° se consiguiera separarle el numeroso vecindario que le sigue más
que por fuerza, de grado al menos en la mayor parte, supuesto q.^ el influjo del Xe-
fe es tan ominoso como eficaz, y q.* ha deslumhrado á la multitud en términos que
es preciso solo pensar en las fuerzas de la Capital, según V. E. instruyó en oficio
separado de la misma fha., y lo confirman las más prudentes inducciones; aun en el
caso propuesto, nunca se conseguiria el objeto de disipar un enemigo interior que
habiendo adoptado la guerra de ladrones, siempre estaría en acecho y maliciosa
aptitud de comprometer nuestras comunicaciones por combinadas q.* fueran las me-
didas de seguridad que se tomasen, á no ser que desde la plaza se mantuviese una
línea de tropa que según su fuerza y numero ó no consultara á la seguridad q.* se
propusiera ó desharía su obgeto principal disminuyendo conisiderablemente la que
quedara en el sitio.
Pero figúrese por un momento que determinándose atacarlo, el suceso siguiese
á la determinación y que sin temor de q." no renacen otros tantos Artigas quantos
son sus protervos subalternos, se lograra disipar ese tropel de malvados y libertici-
das; ¿como se conciliaria el evitar el objeto más importante de todos de apagar el
fuego de discordia y enemistad eterna entre los habitantes de esa banda, y esta
Capital? como se evitaría el escándalo estrepitoso que trasminando toda la fuerza
moral del ejército y del gobierno acabaría con todo el crédito y confianza, que
entre los mismos americanos nos proporciona tantos recursos como las armas?
quien.' sacarían mayor ventajas de este terrible suceso, ¿nosotros ó nuestros ene-
migos aun los sitiados? Sobre todo, si en este caso nosotros adquiriéramos una
posición más fuerte, y victoriosa, todo podría ceder al imperio de la propia
seguridad, y de la fuerza; pero de contado la empresa sobre Montevideo debía
paralizarse por el solo hecho de la disipación de unas fuerzas, que componían los
elementos del cálculo que hizo nacer y ratificar el proyecto de la conquista de
la plaza. En tales circunstancias, débiles en el Perú, en la Capital y el sitio de
Montevideo, y sitiados en todas partes de gravísimos peligros quien nos ase-
gura que tengamos mejor suerte que el estado de Venezuela que acaba de sucumbir
á las fuerzas de un pequeño ejército realista.
Débiles pues para llevar al cabo diferentes objetos, debemos fijarnos en el
más interesante ; pero esto de ningún modo se consigue con atacar al Coronel
.\rtigas, y reuniéndose absolutamente sobre la plaza de .Montevideo q.^ no hay
con q.* batirla. Partiendo de estos principios, y que qualquiera innovación en el
mando en Xefe de ese ejército produciría consecuencias tan fatales como las
que es un deber evitar en el primer estremo, V. E. se decidirá á esperar el re-
sultado de la respetable diputación que sabia y prudentemente ha dispuesto para
representar al Coronel Artigas los incalculables males en que vá á precipitar á
la causa común su obstinación, y desenfreno; procurando siempre mantener
qualquier velo de respeto y subordinación conforme á las prevenciones q.* el
Gob.° ha hecho anteriormente con diferencia á la acreditada destreza y acti-
vidad de V. E. conquistando por decirlo así los ánimos enagenados de la multitud.
— 192 —
que maquinalmcnte o por infundadas desconfianzas es arrastrada sin saber donde,
y dejando a Artigas en el borde de la necesidad de no hacernos mal y de ofender
al enemigo común. Por último no atacando abiertamente al Coronel Artigas, ni
dejando el mando de ese ejército, V. E. puede obrar del modo que crea más conve-
niente á la importancia y delicadeza de las circunstancias, descansando este Gob."
en la bien pulsada combinación de medios que nos aseguraren un feliz resultado,
qual se espera del acreditado talento, y decidido empeño con q.* V. E. consagra
sus tareas en obsequio de la Patria.
Dios &. 14 Enero — 1813.
1813 En el Quart.' Gral. del Cerrito al frente de la Plaza de
El General Sarratea Montevideo á ly de Enero de 1813 el Exmo. Señor Repre-
dando cuenta al Gob. o j^^^tante Don Manuel de Sarratea, Capitán Gral. del Ejér-
del Consejo de Guerra '^
sobre el sitio de Mon- cito de operaciones en el Norte ; estando reunidos en su
Iiavitacion en junta de Guerra los Sres. Coroneles Don
Francisco Xavier de Viana Gefe del estado mayor, Don Domingo French del
Reg.to N.** 3, Don José Rondeau del de Dragones de la Patria; los Tenientes
Coroneles don Francisco Fernandez de la Cruz de Granaderos de Fernando 7.°,
Don Ignacio Albarez Ayudante del estado Mayor, Don Ventura Vasquez del
Reg.to N." 4. Don Ensebio Baldenegro que ejerce funciones de Mayor Gral., Don
Nicolás de Vedia de Dragones de la Patria, Don Rafael Hortiguera Comandan-
te de Escuadrón de id., Don Miguel Soler del N." 6 de Infantería, Don Blas
José de Pico Comandante de Escuadrón del cuerpo de Dragones, Don Matías
de Irigoyen del Regimiento de Artillería de la Patria; y los Sarg.s Mayores
Don Francisco Martínez Villarino del Regimiento N." 3, y Don Hilarión de
la Quintana del N.° 6; á presencia del secretario militar en comisión Don Agus-
tín Diaz Colodrero ; abrió la sesión S. E. el Sor. Gral. en Xef e, exponiendo, que
cuando las aberturas de conciliación que había hecho el Sup.oi" Gob.o al Cor.l don
José Artigas y todas las contestaciones últimas de este oficial presentaban los
inejores síntomas de reconciliación y buena armonía, se descubrieron de golpe
por distintos canales los medios subversivos que había puesto en practica para
minar el espíritu público de los moradores de esta campaña: Que se había precipi-
tadoal estremo de arrastrar por violencia y seducir con sagacidad las pequeñas
guarniciones q.*" cubrían los diferentes puntos accesibles al enemigo en las costas
del Rio de la Plata, Rio Negro, y Uruguay, y últimamente que en la madrugada
de este día se habían extendido sus partidas á los depósitos de Boyadas y Ca-
balladas sorprendiendo y arreando un número considerable de ambas especies.
Que este estado de cosas, y la crítica situación en q.*" se hallaba el ejercito de
la Patria hostilizado abiertamente por las mismas gentes con quienes debieran
contar para llevar adelante el sitio y expugnación de la Plaza de Montevideo lo
ponían en la necesidad de someter al examen de S. S. las cuestiones siguientes:
Primera "Debe continuarse el sitio de la Plaza ó levantarse el campo y reti-
rarse el ejercito con dirección al Rio Negro, ínterin se reciben avisos ulteriores
del Sup.o'' Gob.o, ó debe continuarse estrechando al enemigo como hasta aquí?"
Segunda "que medios deben emplearse para conciliar cualesquiera de los dos extre-
mos que abraza esta cuestión?" Espusieron por su orden los Sres. Gefes sus votos
en el modo siguiente:
El Sor. Viana — Que se remita al Coronel Artigas uno de los Sres. Coro-
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líeles de este Exto. ya sea el Sor. French, ó el Sor. Rondeau con el objeto de
arreglar con él los medios necesarios para la retirada de las tropas del sitio
debiendo verificarlo estas por el camino de Canelones, y quedando obligado con
las suyas á mantener el asedio de la misma plaza; verificando su marcha por la
ruta de Pando hasta tomar la posición conveniente franqueándosele al efecto
los auxilios de guerra necesarios con concepto a su fuerza, y haciendo alto el
ejército de Buenos Aires en S." José hasta la resolución del Superior Gobierno.
El Sor. French — Que sin pérdida de tiempo se emprenda la retirada del
ejército todo unido hasta el Rio Negro á esperar las últimas resoluciones del Gob."
y que al Coronel Artigas no se le franquee el menor auxilio en clase de pertre-
chos militares.
El Sor. Rondeau — Que se levante inmediatamente el sitio y q.** para verifi-
carlo se apure la recolección de auxilios sin consideración alguna á los propie-
tarios, haciendo alto el ejército en un lugar proporcionado á no comprometerlo
con los de Montevideo ni los de Artigas, esperando allí las ordenes del C.o-
bierno.
El Sor. Cruz — Que se levante sin pérdida de momento el sitio, destacando
partidas gruesas hasta Canelones para el acopio de subsistencias y bagajes necesa-
rios para la retirada. Que la misión propuesta por el Sor. Viana tenga su efecto.
El Sor. Alvarez. — Que recolectados los auxilios necesarios se emprenda la
retirada del ejército hasta San José, y q.^ celebrándose allí otra nueva Junta de
Guerra se resuelva según lo exijan las circunstancias. Que no se franquee en ningún
caso auxiho de guerra al Coronel Artigas.
El Sor. Vázquez. — Que sin desatender el sitio salgan seiscientos hombres
con dos piezas de art." a adquirir recursos de los que tiene el Coronel Artigas
para con ellos efectuar la retirada en caso necesario. Que la misión propuesta
por el Sor. Viana tenga su efecto.
El Sor. Baldenegro. — Que considerando el compromiso en q.*" queda la causa
de la patria, avandonando el sitio de Montevideo cuyo punto tiene una influen-
cia grande con la consolidación del sistema ; no se levante el sitio, y que se destaquen
quinientos hombres para hacer el acopio posible de auxilios de todas clases de-
positándose estos en el rincón del Rosario para ocurrir con ellos al ejército q.^ se
mantendrá al frente de Montev." hasta la resolución del Gobierno; y que respecto a
no haber llegado el caso de declararse como debe considerarse a Dn. José Artigas, se
le entretenga por medio de una comisión sometida a un vecino caracterizado sin
comprometer a gefe alguno del ejército. Que se le niegue todo auxilio militar y
cuanta proposición haga q.*" directa o indirectamente ponga en problema el éxito
de la causa.
El Sor. Vedia. — Que la misión propuesta por el Sor. Viana tenga su efecto,
y q." esta vaya encargada de tratar con el Coronel Artigas los medios de modificar
sus proposiciones : y que mientras tanto se tomen disposiciones para la retirada del
ejército, siendo una de ellas el destacar quinientos hombres con dos pzas. al ob-
jeto de recolectar los auxilios necesarios para la retirada al destino que lo tuviere
por conveniente el Sor. General en Gefe : Que no se le den al Coronel Artigas nin-
gunos pertrechos militares hasta la resolución del Superior Gob."
El Sor. Hortiguera. — Que es conveniente se dé el último paso de reconcilia-
ción con el Coronel Artigas, y que al efecto se despache la misión propuesta por
el Gefe del Estado Mayor : Que mientras tanto sin pérdida de tiempo, se reúnan
Tomo II 13
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los caballos y bueyes de toda esta inmediación para verificar la retirada, y q.'' no
accediendo a lais proposiciones que se le hagan no se le auxilie con ninguna de las
municiones que pida.
El Sor. Soler. — Que no pudiendo levantarse el sitio por la indigencia de
auxilios en q.*^ estamos debe mandarse un oficial para q.* entretenga las hosti-
lidades de Artigas, y al mismo tiempo instruir por medio de otro oficial al Go-
bierno Superior de la insolencia con q.'' dicho Artigas atropella las armas de la Pa-
tria ; asegurando al mismo tiempo un campo bastante a retaguardia con un destaca-
mento de 600 hombres que proteja la conducción de víveres á este ejército.
El Sor. Irigoyen. — Que tenga efecto la misión iniciada por el Sor. Viana
cerca del Coronel Artigas para pacificar ó reconciliar este hombre singular y
q.*" con cualquier resultado de ella se aguarde la sanción de la superioridad
tomando desde el momento eficaces medidas para atender a la subsistencia del
ejército, y recursos para verificar una imperiosa retirada sin avandono ni con-
sec." del menor efecto del ejército previo un tratado.
El Sor. Villarino. — Que se emprenda la retirada sin pérdida de tiempo hasta
San José para de alli resolver según las circunstancias lo exijan ya sea para
continuarla ó para volver al sitio: á cuyo efecto es de parecer debe volverse á
celebrar otra Junta de Guerra.
El Sor. Quintana. — Que no se mueva el ejército sin expresa orden del Go-
bierno y q." para ello se mande un oficial a Buenos Aires del modo que sea
posible. Que mientras salgan trescientos hombres á recolectar auxilios para
la subsistencia del ejército y su retirada en caso forzoso. Es del mismo parecer
que el Sor. Xefe del Estado Mayor en cuanto á la misión cerca del Coronel Ar-
tigas. Con lo cual quedó concluida dicha junta firmando sus votos a continua-
ción.— Man.l de S.\rrate.^. — Fran.co Xav.R de Viaxa. — Domingo French. — José
RoNDEAXj, — Fran.co Ferxand.z de la Cruz. — Ign.o Alvarez. — Vent.a Vázquez. —
Miguel Est.o Soler. — Nicolás de Vedia. — Eusebio Baldenegro. — Rafael Horti-
guera. — Matías de Irigoyen. — Hilarión de la Quintana. — Frax.co Martínez. —
Agust." Diaz Colodvcro. Secrt."
Nota. — En este estado, después de estar subscrito el precedente documenta
se ha advertido q.*" por un descuido natural dejó de colocarse en su lugar respec-
tivo el voto del Sor. Com.tp del escuadrón de dragones Don Blas José de Pico ;
y para salvar este involuntario olvido, se hace aqui expresión de aquel dicta-
men, q.* fué concebido en los términos siguientes ;
El S."" de Pico. — Que tomando todas las medidas para recolectar los auxi-
lios para la retirada a q.*" nos obligan las hostilidades del Coronel Artigas se
emprenda inmediatamente esta no dejándole ningún auxilio de guerra y q.* en
el Ínter se adopte la proposición del Sor. Viana para la misión del Gefe acerca
de Artigas. — Blas José Pico.
En su consecuencia debiendo reputarse este additam.to como parte integrante de
la presente acta, lo firmó nuevamente S. E. haciéndolo también el Secretario nom-
brado provisional para este acto, por indisposición del de la Capit." Gral. — Man.!-
DE Sarratea. — Agust.n Diaz Colodréro, Secrt."
Nota. — Por natural descuido no se ha colocado este documento en el lugar
siguiente al n.* ii." de los q.* comprende el legajo letra A. — Cávi.a.
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(15) El Supremo Director de las Provincias unidas del Rio de la Plata
El rigor de la justicia, que es el último de los recursos de un Ciobierno bien
constituido, viene á hacerse necesario quando apuradas ya las consideraciones de
la moderación y la prudencia, lo reclaman imperiosamente ; la conservación del
orden, la seguridad pública, y la existencia de la Patria. Una condescendencia
débil envuelve en la tolerancia de los excesos la ruina inevitable de los Estados.
Es necesario ser justo quando lo demanda la salud pública.
La incorregibilidad del Coronel Artigas en su conducta hostil y escandalosa, me
constituye por desgracia en la penosa situación de usar contra él del rigor y de
la severidad. Acaso no hay un Ciudadano, en cuyo favor se haya desplegado con
mas energía la generosidad y la clemencia del Gobierno ; pero tampoco ha habido
otro mas obstinado, menos reconocido, ni inas delinqüente.
Prófugo de Montevideo se presentó en esta Capital implorando la protección
del Gobierno, y en el mismo instante se le condecoró con el grado de Teniente
Coronel, confiandole el mando de las Tropas destinadas á proteger la libertad de
los Pueblos Orientales, que sumidos en la opresión imploraban nuestros socorros.
\ la noticia de la victoria de las Piedras se le confirió el empleo de Coronel del
Regimiento de Caballería en que habia servido sin poder salir de la clase de Te-
niente, y con el mando en Xefe de las Milicias Orientales se le destinó de se-
gundo General del Exército Sitiador, postergando á otros Oficiales de mayor an-
tigüedad, de muy diferente mérito, de otras luces, y de otros principios.
Apenas se vio elevado á un rango que no merecía, empezó á manifestar una
insubordinación reprehensible, cuyos funestos resultados pudo contener la pacien-
te moderación del General Rondeau. La combinación de las circunstancias hizo
necesaria entonces la retirada de nuestras Tropas, Las Milicias siguieron á Don
José Artigas al interior de la Campaña para ponerse en aptitud de observar los
movimientos del Exército Portugués. Fingiendo una ciega subordinación y depen-
dencia al Gobierno de esta Capital pidió toda especie de auxilios, que se remi-
tieron sin tardanza : se aprobó el nombramiento de Oficiales que propuso para la
organización de sus Destacamentos ; y se le dispensaron sin reserva quantas con-
sideraciones estaban al alcance de la Autoridad. Imprudente en sus proyectos pre-
cipitó sus operaciones, y atacando un Destacamento Portugués en la Villa de Belén
contra las terminantes ordenes que se le habían comunicado, comprometió á la Pa-
tria á sostener una nueva guerra en la crisis mas peligrosa.
Abiertas las hostilidades fué necesario enviar tropas, armamentos, y un General
experto que dirigiese la Campaña. Desde entonces empezó Artigas á manifestar
en el disgusto, con que recibió la noticia de la marcha de nuestras divisiones, la
perversidad de sus designios. Toda medida que pudiera contener su procacidad,
y poner los Orientales á cubierto de sus violencias, le era enteramente desagradable.
El escribió al Paraguay ofreciendo pasarse con su gente á la dependencia de aquel
Gobierno para unirse contra esta Capital : exaltó la rivalidad y los zelos de los
Orientales : desobedeció las órdenes del Gobierno y de su representante ; y final-
mente llegó su audacia al punto de hostilizar nuestras Tropas, paralizar sus mar-
chas, cortar los víveres, permitir su extracción á los Sitiados, admitir Emisarios
del General Vigodet, y dar á los enemigos un estado de prepotencia capaz de
arruinar todos nuestros esfuerzos, y poner en conflicto á la Patria.
Mucho tiempo hace que los valientes Orientales estarían borrados de la lista de
los hombres libres, si el General Sarratea haciendo un sacrificio á las circunstan-
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cias, no hubiera pasado por la Innnillacion de abandonar el mando y el territorio.
Felizmente, y en la necesidad de suscribir á los caprichos de aquel vandido, pudo
persuadírsele por los hombres buenos, que el mando del Exército, y la dirección
del sitio recayese en el Coronel Rondeau, digno por sus servicios, y distingiuido
mérito de una comisión tan importante.
El eco de la concordia resonó por todas partes en aquel dia venturoso. Los
Orientales colocados en medio de los Regimientos de la Capital reconocieron la
Soberanía de los Pueblos en la Augusta Asamblea de sus Representantes, jurando
fidelidad y obediencia al Gobierno de las Provincias unidas : los enemigos que li-
braban su salvación á las conseqüencias de la guerra civil, temblaron dentro de sus
muros al ruido de las salvas y demostraciones públicas del Exército. Todo en fin
anunciaba el triunfo de la libertad baxo los auspicios de la unión. Pero Artigas
perjuro, ingrato, insensible á las desgracias de sus hermanos, y al interés sagrado
de la Patria, abrigaba en su seno los mas pérfidos designios. Como la presencia del
General en Xefe era un estorbo á sus miras ambiciosas, combinó el modo de subs-
traerse á las leyes del orden y de la justa dependencia, cometiendo el mas enorme
de los delitos. Infiel á sus juramentos, y después de varias ocultas entrevistas con
los Emisarios de la Plaza, abandona cobardemente las banderas, y haciendo la
reseña á las Divisiones Orientales que habia podido seducir, se retira precipita-
damente del Sitio, introduciendo el desaliento y la consternación en las Tropas
Veteranas, aumentando la animosidad del enemigo, y exponiendo el Exército á un
riesgo inminente de perecer. Apenas se aleja do las murallas de ]\rontevideo que
empieza a desplegar su carácter sanguinario y opresor. El saqueo de los Pueblos
del tránsito, el asesinato, la violencia, y toda clase de horrores anunciaban la pre-
sencia funesta del malvado, enemigo de la humanidad y de su Patria. El intenta
ahora hostilizar nuestros Destacamentos, hacer la guerra á las Provincias unidas,
precipitar á los Orientales en todos los horrores de la anarquía para entregar al
Gobierno Español aquel precioso territorio espirante y asolado con sus depreda-
ciones.
Y no siendo justo considerar por mas tiempo á un hombre para quien la mode-
ración solo sirve de estímulo á sus crímenes, y cuya conducta compromete la se-
guridad pública, hé venido con acuerdo del Consejo de Estado en decretar lo que
sigue.
Articulo i." Se declara a D. José Artigas infame, privado de sus empleos, fuera
de la Ley, y enemigo de la Patria.
Artic. 2.° Como traidor á la Patria será perseguido, y muerto en caso de re-
sister.cia.
Artjc. 3." Es un deber de todos los Pueblos, y las Justicias, de los Comandantes
militares, y los Ciudadanos de las Provincias unidas perseguir al traidor por todos
los medios posibles. Qualquier auxilio que se le dé voluntariamente será conside-
rado como crimen de alta traición. Se recompensará con seis mil pesos al que
entregue la persona de D. José Artigas vivo ó muerto.
AkTic. 4.° Los Comandantes, Oficiales, Sargentos, y Soldados que siguen al
traidor Artigas conservarán sus empleos, y optarán á los ascensos y sueldos venci-
dos, toda vez que se presenten al General del Exército Sitiador, ó á los Coman-
dantes y Justicias de la dependencia de mi mando en el término de 40 días conta-
dos desde la publicación del presente Decreto.
Artic. 5." Los que continúen en su obstinación y rebeldía, después del término
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prcfixado, son declarados traidores y enemigos de la Patria. De consiguiente, los
que sean aprehendidos con armas, serán juzgados por una Comisión Militar, y
fusilados dentro de 24 horas.
Artic. 6." El presente Decreto se circulará á todas las Provincias, á los Gene-
rales y demás Autoridades á quienes corresponda : se publicará por Bando en todos
los Pueblos de la Union, y se archivará en mi Secretaría de Esíado y de Gobierno.
Buenos Ayres Febrero 11 de 1814. — Gervasio Antonio de Posadas. — Nicolás de
Herrera, Secretario.
Desde que D. José Artigas vio recompensados pródigamente sus primeros traba-
jos y apenas llegó al ultimo grado con que podia ser distinguido el más relevante
mérito, empezó á desplegar sus miras ambiciosas, y el espíritu de baxa ribalidad
con que miraba á la Capital de las Provincias á quien debía su elevación. Entonces
era demasiado débil para que no hubiese sido anonadado al mas leve soplo del
poder ; pero creyendo el Gobierno que pudiese tener sobre su corazón algún influxo
la indulgencia, y por añadir este nuevo premio á sus servicios como para empe-
ñarlo en nuevos esfuerzos en favor de la causa, olvidó con facilidad sus desvíos, y
afectó no haber penetrado el fondo de sus avanzadas pretensiones. Esta conducta
solo sirvió para dar mayores alas al emprendedor: él interpretó la moderación por
debilidad, y de atentado en atentado llegó por fin á negar abiertamente la obedien-
cia al Gobierno. Por parte de este se hicieron valer las consideraciones de política
y el imperio de las circunstancias, para que no trascendiesen los enemigos nuestras
discordias, para no privar al Estado de la fuerza que dirigía el imprudente Caudillo,
ni armar unos contra otros á los defensores de una misma causa exponiendo la
Patria á todos los horrores de la guerra civil. D. José Artigas sin otra política que
su interés y su pasión, hacía servir estos mismos motivos de la moderación del
(•obierno para llevar adelante sus excesos. Demasiado público és que implacable
en su encono desertó con sus tropas del sitio de la Plaza de Montevideo con el
designio de que las legiones de la Capital fuesen destruidas por el enemigo, ó se
viesen precisadas á emprender una retirada en que pudiera él mismo destruirlas
privándoles de todos los auxilios para seguir sus marchas, y aún los de la precisa
subsistencia : lo és igualmente que su segundo D. Fernando Otorgues tenía fra-
guada una coalición con el General Vigodet para impedir que nuestras tropas se
apoderasen de la Plaza de Montevideo en los momentos mismos que era inevitable
su rendición. Ignominioso és el solo recuerdo de estos hechos y otros muchos de
igual gravedad que há procurado el Gobierno sepultar en el silencio por no escan-
dalizar á las Naciones Extrangeras, y para que no se ctibra de oprobrio nuestro
nombre; pero se vé en la necesidad de manifestar aunque muy ligeramente su
conducta después de ocupada dicha Plaza por las armas victoriosas de la Patria.
Pudiendo disponer el Supremo Director de todo el Exército para reducir á la
obediencia ó á la ruina al Caudillo con los grupos desorganizados que le seguían
prefirió una conciliación amistosa comprometiendo el decoro de su propia auto-
ridad. Los partidos aceptados por Artigas no podían ser más ventajosos para su
ínteres y para su honor ; todos los Pueblos están instruidos de este suceso por la
publicación que de él se hizo en la gazeta. Pero como el malvado no puede vivir
sino en el desorden, y tiene á gala la ostentación del crimen, juró los pactos por
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solo tener el placer de quebrantarlos : mientras hacia las protestas mas favorables
de cimiplir sus compromisos y quando reposaba en ellas el Gobierno sin otra ga-
rantía que la buena fé de sus promesas, olvidando repetidos exemplares en que la
había violado, tuvo el dolor de sorprender una correspondencia que denunciaba su
perfidia, y los planes hostiles que maduraba en secreto, y baxo la salvaguardia
sagrada de la confianza que se le dispensaba ; ella contenia órdenes reservadas á
su hermano D. Manuel Artigas, y demás Xefes del Entre-Rios para continuar los
preparativos de la guerra, Ínterin personalmente entretenía en Montevideo á los
Conciliadores con resignaciones fingidas: en fin obró de modo que hizo perder hasta
la esperanza de la unión, siendo preciso emplear la fuerza para reducirlo. La for-
tuna de Artigas está unida á los conflictos en que los grandes riesgos ponen á la
Patria. La noticia de una próxima expedición que se dirige desde Cádiz á nuestras
playas hizo desistir al Xefe Supremo de la empresa. La necesidad de reunir todo
el poder para oponerlo á las tropas peninsulares, y salvar al País de su ruina le
obligó á cambiar de rumbo, contemporizando con el alentador hasta el extremo de
abandonar á su arbitrio la Banda Oriental y el Entre-Rios.
Sin embargo de que se le há concedido quanto el jamas pudo esperar, aun r.o
pone termino á sus aspiraciones. Inaccesible á las propuestas que le hace el Go-
bierno para establecer el orden y combinar los intereses de ambos territorios, como
para tratar los medios de defensa contra el enemigo común, le ha sugerido sn
furor el insolente proyecto de penetrar con sus tropas á los Pueblos de esta banda
y la Capital misma, disponiendo los ánimos de sus habitantes por medio de papeles
seductores y de agentes mas ó menos ocultos para proteger su agresión. El insen-
sato há abierto baxo de sus pies el abismo en que deberá ser sepultado. El Director
Supremo se há propuesto castigar este insulto, escarmentando de un modo sensible
la audacia del emprendedor, toda vez que se niegue á la paz que trata de ofrecerle
sobre la independencia territorial de su Provincia. Bien pudiera su obstinación
exponer á la Patria al lamentable extremo de su ruina ; de ella seria Artigas res-
ponsable al Cielo y á la posteridad. Entretanto S. E. juzga un deber prevenir á V.
con anticipación sobre este suceso, y los resultados que según el critico estado de
nuestros negocios son conseqüentes, para que empeñando todo el influxo de su
zelo y todo el poder de la persuasión evangélica coopere por su parte á que sean
menos lamentables los horrores de esta desgraciada lucha, si las circunstancias v
la obstinación de aquellos Caudillos la hiciesen inevitable. Al efecto debe V. impo-
ner á sus feligreses píiblica y privadamente de la injusticia y mala fé del Caudillo
D. José Artigas, y de las tristes conseqüencias que lamentaría el Estado, y con
especialidad el territorio de esta Provincia sí sus habitantes seducidos por las
falsas promesas del perturbador Oriental llegasen á tomar la mas pequeña parte
de sus designios : que la segundad de los Ciudadanos, el reposo de sus honradas
familias, y la conservación de sus propiedades de que ahora gozan baxo la protección
de las LL. y del orden desaparecerán desde el momento en que la anarquía rompa
los vínculos de la dependencia social, y el respeto debido á la religión, á sus Mi-
nistros, y á las autoridades civiles ; que Artigas preocupado hasta la demencia por
el vergonzoso espíritu de provincialismo solo trata de desaogarlo, humillando á los
que han nacido en las playas occidentales de este río: Que si alguna vez llegase á
extender su poder fuera del territorio oriental renovaría en el de los demás Pue-
blos las lubricas y horrorosas escenas con que en aquel ha sobrecogido de espanto
á quantos las han presenciado, autorizando y executando él mismo excesos que
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seria preciso despojarse de los sentimientos naturales de humanidad y de pudor
para referirlos : que no tiene otro obgeto que elevar á sus Provinciales sobre la
ruina de los demás Pueblos, haciéndose reo del mismo crimen que imputa á la
Capital y que le sirbe de pretexto para su agresión ; y que especialmente emplea
toda la perfidia de su astucia en hacer que el Pueblo que és obgeto de su encono
contribuya el mismo á su propia humillación: que por desacreditar al Gobierno lle-
va su audacia hasta el extremo de llamarlo enemigo de los Pueblos, porque lo és
de los Españoles Europeos que constantemente han atentado contra nuestra li
bertad ; y que conseqüente en sus crímenes há provocado á todos los de aquel
origen existentes en la Banda Oriental á la concordia, uniéndolos en el odio á la
capital de cuyo tiránico poder dice haberlos redimido. Que por tales medios todo
lo conjura para que sirva á su insolente proyecto de dictar la ley, é imponer su
yugo á todos los Pueblos. Que por otra parte S. E. ñrme en el proposito de no
permitir este ultrage, y de no entregar las Provincias al desorden descargará sobre
las cabezas delinqüentes todo el peso de su indignación, sin que las sugestiones
de una falsa piedad puedan desarmarlo.
Asi es que sobre el peligro á que expondrian su existencia, resultaran siempre
inútiles todos sus sacrificios sirviendo al seductor, pues que no podrían jactarse
del triunfo sin haber hecho correr arroyos de sangre, y dexando en desolación á
toda la Provincia. Artigas celebrarla este desastre que está en el orden de sus
intereses y lisongea su baxa rivalidad; pero el Pueblo de Buenos-Ayres y todas
las Provincias tendrían que llorarlo eternamente. El enemigo común aprovecharla
esta ocasión para bolber á encorbar nuestros cuellos baxo el yugo abominado del
despotismo europeo, repitiéndose las tristes escenas de Caracas y de Chile.
Al mismo tiempo que son demasiado patentes estos riesgos no lo son menos las
privaciones que el Pueblo irreflexivo atribuye á la administración de la Suprema
Autoridad. Las deportaciones, las cárceles, y los patíbulos son medidas de segu-
ridad á que provoca el mismo extravio de la opinión, y las maquinaciones de los
enemigos domésticos : la escasez de recursos que cada dia se hace mas sensible es
originada por la aplicación que es preciso hacer de ellos á la conservación del
orden y tranquilidad interior; y si hay algún exceso, algunos males que pudieran
remediarse, los peligros domésticos son quienes ponen al Gobierno en el compro-
miso de tolerarlos. Pero S. E. empeña su palabra en que cimentada la concordia
y la unión por el exterminio, ó el arrepentimiento de los que la despedazan, verán
todos los Pueblos fixar su destino con gloria, gozando de las dulzuras del orden y
de los encantos de la libertad.
Tales deberán ser los puntos sobre que tratará V. de inculcar en sus exortaciones
privadas ó públicas para uniformar la opinión de sus feligreses, disuadiéndoles de
las especies calumniantes con que se ataca el honor y la obediencia de la Autoridad
Suprema del Estado; S. E. confia en el acreditado zelo, patriotismo y ilustración
de V. para esperar que llenará los obgetos á que se dirige esta medida, dando
nuevos testimonios del interés que le merece la felicidad de los Pueblos y el amor
de la justicia.
Lo que de Orden Suprema comunico á V. á los efectos consiguientes.
Dios guarde á V. muchos años. Buenos-Ayres Marzo 30 de 1815.
(Firmado) Nicolás Herrera.
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EL DIRECTOR SUPREMO DEL ESTADO A LOS HABITANTES DE LA PROVINCIA DE EUENOS-AYRES
CiCDADANOS : El Caudillo de los Orientales há penetrado yá vuestro territorio.
Protegido de algunos descontentos há sorprendido á Sta. Fé, y los estragos del
vandalage amenazan vuestras familias, y vuestras propiedades.
Vosotros calculareis lo que debéis temer ó esperar de un Caudillo que proclama
la libertad de los Pueblos para conquistar las Provincias del Entre-Rios y Corrien-
tes, que ofrece su protección á los Ciudadanos para proporcionar á los grupos de
asesinos que le sostienen el premio de sus servicios en los despojos del saqueo y
del pillage; y que hace la guerra con los recursos que arranca su Soldadesca de
las manos del vecino honrado y laborioso.
Hasta ahora se habían limitado sus pretensiones á la independencia de una parte
de la Provincia Oriental, queriendo encubrir con este especioso pretesto sus planes
de ambición ó de perfidia: pero apenas vio libre aquel territorio, que se arrojó con
todas sus fuerzas sobre el Entre-Rios, y violando sus promesas de pacificación y
alianza, empieza sus correrías sobre vuestros campos.
Recorred la historia de todos los tiempos y descubriréis en sus empresas la con-
ducta de los genios atrevidos que han usurpado la libertad y el imperio de las
Naciones. Extraviar la opinión de los Pueblos con promesas seductoras para li-
garlos con dobles cadenas.
Fixad la vista sobre la triste situación de la Banda Oriental, y en esta terrible
experiencia encontrareis una lección de la suerte que os espera : Los Pueblos
gimiendo en su desgracia encorbados baxo el yugo del mas fiero despotismo : La
Provincia desmoralizada, sin administración, sin comercio, y sepultada en una apa-
tía destructora: Los Ciudadanos arrancados del centro de sus familias para ir á
sostener con su sangre las pretensiones del Usurpador, y sin otra Ley que la vo-
limtad Soberana de los partidarios que se han repartido el imperio de sus con-
quistas : Las familias desalojad.-is de sus posesiones, sin otro delito que sus for-
tunas, mendigando el sustento por todas partes : y las tiernas Madres llorando en
silencio, ó la muerte de un Esposo asesinado, ó la pérdida de alguna hija inocente
arrancada violentamente de sus brazos para saciar el bárbaro apetito de los Cau-
dillos de la anarquía.
Comparad ahora vuestra suerte, y os penetrareis de la grandeza de los males
que os prepara la seducción del Tirano. Vosotros gozáis de las ventajas del orden
protegidos por un C.obierno justo y liberal, vuestras personas ¿on respetadas, nadie
ataca impunemente el derecho de vuestras propiedades, vivís tranquilos en el seno
de vuestras familias, recogéis el fruto de vuestra aplicación : y todos sois iguales
delante de la Ley. ¿Y habrá quien quiera cambiar estas ventajas por la esperanza
de una soñada felicidad prometida por un hombre que há medrado al abrigo de!
desorden y la rebelión ; y cuya suerte pende de la voluntad de los asesinos que le
sostienen? ¿Quien sin desconocer sus verdaderos intereses protegerá las empresas
de un rival ignorante, que conducido por el ridículo espíritu de Provincia mira con
desprecio todo lo que no lleba el carácter de Orientales? ¿Quien es el que quiere
exponer su vida y los objetos mas queridos para recibir después la recompensa de un
hombre que ataca al Gobierno á quien debe su elebacion, y que hostiliza al Gran
Pueblo á cuyos sacrificios debe la Provincia Oriental su existencia política y civil?
No puede verse ciertamente sin indignación la conducta de este Caudillo, cuya
ingratitud parece que excede la perversidad del corazón humano. Después que los
hijos de la Provincia de Buenos-Ayres han prodigado sus bienes, su sosiego, y su
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misma sangre para dar la libertad á Montevideo y todos los puntos de su depc!;-
dencia oprimidos por el despotismo Europeo; después que esta capital hizo el des-
prendimiento generoso de la mayor parte de su territorio para dar un ser politico
á la Banda Oriental, Entre-Rios, y Corrientes constituyéndolos en Provincias del
Estado; después que Buenos-Ayres há agotado sus recursos por atender á la de-
fensa de los demás Pueblos. ¿Quien podrá ver sin irritación y sin horror que
D. José Artigas abuse del predicamento á que lo há elevado el (^^obierno de las
Provincias Unidas para convertir la guerra contra el Pueblo que lo há sostenido
en la lucha con el enemigo común? Pero él ha formado el proyecto de borrar la
reputación de la Capital : há encontrado hombres ilusos ó perversos que apoyan
sus designios; y para lograrlos há cometido el crimen de unirse á ios mismos Es-
pañoles.
¡ Habitantes de la Provincia de Buenos-Ayres ! ya es llegada la hora de pelear por
la conservación de vuestra seguridad individual, y lo que és más por la gloria de
vuestro nombre siempre distinguido en las épocas memorables de la revolución, á
pesar de la baxa envidia de vuestros rivales. Después de haber triunfado tantas
veces de los batallones ordenados de un enemigo poderoso, sería indigno de vosotros
recibir la Ley de un hombre desconocido, que desea por sistema la destrucción de
Buenos-Ayres y quanto le pertenece.
Ciudadanos, corred á las armas; unios á las columnas republicanas que marchan
á contener la irrupción de esos nuevos vándalos del Sud. Yo participaré de vuestras
fatigas y de vuestros triunfos. Vuestro valor enfrenará el orgullo insolente de loí
rebeldes, y el orden interior quedará restablecido.
Buenos-Ayres 4 de Abril de 1815.
(Firmado) Carlos de Aiz'eár.
EL EXMO. AVCNT.VMlE.NTo DE L.\ CIUDAD DE EUEXOS-AYRE5 A SUS HABITANTES
Ciudadanos : Los grandes peligros se han hecho para las almas grandes. La de-
bilidad que sucumbe desarma el brazo del tirano, pero és solo para sepultarse en
mayores males. La voz de esta Municipalidad se há oido siempre en la hora del
peligro. En las circunstancias presentes ¿como podría no tocar vuestros corazones?
Un aventurero se ha levantado al rededor de nuestra misma Patria. De uno en
otro error se há precipitado á los más escandalosos excesos. La felicidad de los
Pueblos, su unión hacia el mismo sistema, su libertad en fin lo enfurece. Enemigo
de la prosperidad pública, él la ataca en donde quiera que la advierte. Ya há con-
vertido en lugares de muerte todos aquellos puntos por donde ha pasado su influxo
devorador. Pequeños ensayos han aumentado más su audacia, y los despojos de
algunos Pueblos menos considerables lo han conducido á codiciar los de la rica
Capital.
Con el vano título de Xefe de los Orientales, y Protector de los Pueblos libres,
D. José Artigas dirige yá los vandidos que le siguen á ocupar vuestras propiedades ;
á dilapidar vuestras fortunas, á manchar el pudor de vuestras familias, á derrumbar
vuestro Gobierno, á humillar y talar á la gran Capital, á atar en fin á los que han
nacido en la cuna de la libertad á su carro de desolación, de ruinas y de espanto.
La historia de los atentados de ese inmoral os és bien conocida. Con las mismas
armas que le há dado esta Capital trata de convertirla en cenizas para saciar su
furor, y el de sus sequaces. Constantemente se le há visto trabajar con los Espa-
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ñoles, y parece que no se hubiera levantado de la nada en que siempre há vivido,
sino para encender la guerra civil, y concitar á los facciosos contra e?ta hermosa
Capital. El há jurado en el delirio de sus furores la pérdida de nuestra Patria. Tal
és el premio que por sus grandes sacrificios se ofrece al primer Pueblo libre.
La imaginación se confunde, Ciudadanos, al representarse este sacrilego proyecto.
Pero la Municipalidad de Buenos-Ayres no desmaya. Su voz há sido siempre pre-
cursora de la victoria. Oyéndola sus hijos han escarmentado en todo tiempo á sus
más poderosos contrarios.
Vuestros Representantes cumplen con su deber anunciándoos los peligros ; el
resto queda enteramente confiado á vuestra constancia, á vuestro honor, y á vuestro
corage. Acordaos que componéis el gran Pueblo, donde el Sol del 25 de Mayo nació
primero que en parte alguna para no volverse á eclipsar jamás. ¿Y quien de voso-
tros pudo pronosticar en aquel dia que un rustico concibiese el designio de suge-
tarnos á su antojo? ¿Quien pudo sospechar que un desconocido, á quien vuestros
esfuerzos sacaron de sus miserables cadenas, se propondría abatir el lustre de
vuestros hogares ?
Nosotros os lo aseguramos: esta infernal maquinación no llegará á conseguir su
objeto. Bastantes victimas se han sacrificado yá á la seducción y al engaño. AI
favor de sucesos extraños, ese ingrato pisa yá el territorio de nuestra Provincia.
La perfidia, la hipocresía, y la credulidad le han abierto el camino. Pero sus ideas
de ambición y de muerte no pueden ocultarse mas. Nuestra voz será como un true-
no que lo confundirá en sus malignos pasos. Ya no podrá alegar ser él llamado de
los Pueblos, para cooneslar sus irrupciones. Buenos-Ayres és libre ;. quando no lo
fuese no puede serlo por sus manos. Que haga la felicidad de la desgraciada Pro-
vincia en que há nacido, si és que és capaz de hacerlo ; que cebe su rapacidad en
sus tristes reliquias; y en otras dos que con escandalosa audacia se ha usurpado;
mas no perturbe el reposo de estos heroicos habitantes, y no provoque su ira. E!
territorio que pertenece al gran Pueblo debe ser respetado, y el Labrador indus-
trioso que lo mantiene, protegido. Buenos-Ayres Abril 5 de 181 3. — Francisco An-
tonio de Escalada. — Francisco Belgrano. — Manuel Luis de OJiden-. — José Cle-
mente Cueto. — Mariano Jldal. — Laureano Rufino. — Diego Antonio Barros. — Gas-
par de Ugartc. — Juan Alcina. — Romualdo José Seguróla. — Manuel de Zamudio.
— Manuel de Buslamantc. — Mariano Antonio Tagle, Sindico Procurador. — Por
mandato de S. E. — José Manuel Godoy, Escribano interino de Cabildo.
Es copia. — Dr. Félix Ignacio Frias.
EL DIRKCTOR INTERINO DEL ESTADO EN BUENOS-AYRES, A LOS CIUDADANOS V MORADORES
DEL PUEBLO DE SAXT.A. FE Y SU CAMP.\ÑA
Compatriotas: la desgracia común ha querido que no se presenten por el Xefe
de los Orientales bases decorosas ni justas para el establecimiento de la con-
cordia: este primer paso infortunado me obliga á precaver otros mas funestos
aún: engañadas una vez las esperanzas de los buenos tenemos razón para te-
merlo todo de la imprudencia, y de la fatalidad. Yo envió tropas á vuestro terri-
torio porque es un interés de todas las Provincias hacer impenetrable esta
puerta á la guerra civil: el deseo de la paz y del orden ha inspirado esta reso-
lución. Esas Legiones no derramarán sangre sino para defenderse, no ofen-
derán sin ser provocadas. Si el Caudillo Oriental ama la paz las tropas de
— 203 —
Buenos-Ayres no osarán perturbarla; tales son las obligaciones que les hé im-
puesto al partir, y sabrán cumplirlas. Por lo que hace á vosotros vais á recibir
una prueba inequívoca de la inviolabilidad de mis promesas. Vosotros habéis
querido encargaros de vuestra propia dirección, nombrar vuestros Magistrados,
y romper los vinculos que os unian al Pueblo de Buenos-Ajares como á Capi-
tal del Estado, y particular de vuestra Provincia; no temáis que un Exército
enviado por mis órdenes vaya á hacer el cambio en vuestros consejos. No se
dirá en los dias de mi gobierno que he subyugado á los Pueblos hermanos:
libres sois, y si no debieseis á la Naturaleza este privilegio, yo por mi voto os
lo concediera. Hasta las resoluciones soberanas del Congreso General podéis
disponer independientemente de vuestro destino : si se mezxlan en él las fuer-
zas que vais á recibir en vuestro seno, no será sino para contener en vuestro
provecho las irrupciones de los Indios que en estos últimos dias tantas agita-
ciones os han causado. Ciudadanos Santa-Fesinos: creedme; amo vuestra dicha,
vuestra tranquilidad; protegeré y respetaré vuestros derechos, y castigaré sin
clemencia al que por desgracia se atreviese á comprometer el honor de mis
protestas, dando el menor motivo fundado á vuestras quejas. El Cielo que es
testigo de mis juramentos quiera concederme en premio de la resolución en
que estoy de cumplirlos, el que vea en mis dias coronada la gran obra de la
reconciliación. — Fortaleza de Buenos-Ayres Julio 2^ de i8i¿.
(Firmado) Ignacio Alvarez. — Gregorio Tagle.
(l6) RELACIÓN HISTÓRICA SOBRE EL .\RMAMENT0 NAVAL DEL AÑO 1814, ESCRITA PARA
REMITIR AL SR. GEN. I- D. JOSÉ RONDEAU, POR \V. P. WHITE.
Aun se acuerda que establecida la revolución, en 25 de Mayo de 1810, por
la deposición de las Autoridades en esta Capital, que pendian del Gobierno Pe-
ninsular, y manifestándose Montevideo, y el Jefe con los subalternos de la
Marina real, tenaces en su devoción al antiguo sistema, la Junta Gubernativa
Provisional dispuso la remisión del número considerable de estos oficiales, con
sus Buques, que se hallaban en esta, para poder estar á las órdenes de su Jefe
inmediato, que permanecía en ^Montevideo; y estos ya enemigos declarados,
aunque en su clase, de proverbial menosprecio, uniéndose con el Gobierno de
Montevideo, mui temprano manifestaron su funesta hostilidad.
Mas, de las sabias providencias del nuevo Gobierno, igualmente distinguido
por su ilustración, energía y actividad, los buenos Patriotas esperaban el re-
medio mas adecuado. En esa época estaban intactos los recursos que propor-
cionaba la Tesorería, libre de empeños, y con el ingreso de mas de 700.000 peso?,
últimamente remitidos del Perú. La Aduana cobraba tres á cuatro millones de
pesos con plazos vencidos, quedando mayor cantidad adeudable á este y á otros
ramos de Hacienda de fácil cobranza, ó en existencias vendibles. El Comercio
del Pais estaba en toda la actividad de un jiro estensivo y sobre caudal efectivo
propio, á mas del que proporcionaran las sumas cuantiosas, que desde la gue-
rra de 1804, no se habían remitido á sus dueños en la Península. Aun existían
los frutos acopiados durante los seis años de estar interceptado ó suspendido
el jiro ultramarino — y el entusiasmo de los Pueblos, emerjiendo de la escla-
vitud al primer goce de la libertad con rapidez, electrizaba á todos los cora-
zones Americanos. Con tales ventajas, se acordó por la Junta Gubernativa Pro-
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visional, á los tres meses de su formación, la creación de una fuerza naval
Fué facultado al efecto el vocal (Diputado por Salta) D. Francisco Gurru-
cliaga, en quien se suponían reunidas la mayor enerjia, actividad, y conocimien-
tos prácticos, y de cuyos esfuerzos varoniles, en el cortísimo espacio de seis vieses,
resultó el armamento de cuatro embarcaciones, de Balandrita hasta Bergantin.
Aprovechándose para tan feliz resultado, á mas del gran concurso, que á la
sazón hubo de Marina y pertrechos, mercantes y de guerra estranjeros, espe-
cialmente de la actividad eléctrica y de la vivacidad extraordinaria, del francés
Mr. Estanislao Courande, constructor é injeniero naval, y conocido por gran
Capitán de Corsario; quien con la mayor devoción, y mas rigorosa observan-
cia de las ordenanzas para el caso, se habia dedicado esclusivamente á la ace-
leración de ia grande empresa, y en qué no se perdonaron gastos; pues dicen
que aproximaron á 300.000 pesos.
Salió esta célebre Escuadra, que se denominó sutil. Los enemigos, esa raza
que tuvo que tragar amargas pildoras preparadas con frecuencia por el Gace-
tero; la persiguieron, y buscaba su seguridad en las angosturas y tortuosidades
de lo interior del Rio. Mas, á los pocos días, el estruendo de combate, llamó
a los campestres de las inmediaciones de San Nicolás de los Arroyos, á que
presenciasen el vergonzoso triste fin de esta escuadra de ensayo, y con la que
quedaron engrosadas las fuerzas enemigas.
Con el incremento de orgullo de parte del enemigo vencedor, consiguiente
al suceso relacionado, se aumentó su osadía, que se hizo sentir, penetrando
todos los puntos del Rio, é interceptando enteramente su navegación para la
Bandera de este Gobierno; en términos de estar privado del Comercio de Entre
Ríos y Banda Oriental, de no poder remitir para sostener y estrechar el pri-
mer sitio de Montevideo, sin hacer la vuelta de 300 leguas por tierra, y aún de
tener que sufrir insultos de Bombardeo desde estas Balisas.
En estas circunstancias, y á los pocos meses de la fha, de la primera desgra-
cia, fué impulsado este Gobierno, á intentar otro armamento, y al efecto (que-
daba siempre D. Francisco Gurruchaga, con sabia dirección é intervención,
justo tributo á su incrementada esperiencia), comisionó á un Capitán y gran
marinero, Don Tomas Taylor, quien tuvo á su disposición un número de Bu-
ques estranjeros ya armados, suficiente y aun sobrante para asegurar la pre-
ponderancia sobre las fuerzas enemigas en este Rio. Mas, sea por falta del
talento de combinación en el Comisionado, cuyo fuerte no se manifiesta en lo
miaiistcrial ; sea porque en el (lobierno Ejecutivo multiforme, cuyas funciones
se ejercitaban entonces por todos los Diputados de las Provincias, no se en-
contraba lo q' se requería para dar impulso y dirección á esta importante em-
presa. Lo cierto es, que aunque en las personas de los insinuados Director y
Comandante, gritaron, corrieron y sudaron copiosamente, y no faltaron en un
ápice á lo que prescriben las Ordenanzas Navales; con todo, los Bajeles de am-
bas partes se salvaron, porque nunca llegó la Espedicion patriótica á salir de
la Ensenada de Barragan, donde se dio principio y fin á su armamento. Se res-
tituyeron los Buques a sus Dueños.
A las pocas semanas (Octubre de 181 1), cesaron hostilidades con Montevi-
deo y la redotabk Marina Real. Pero, apenas alcanzaron las treguas hasta prin-
cipios del año 1812: y en el discurso de cuyo año, ya consolidado y concentrado
el Gobierno Ejecutivo en tres personas, se pudo renovar el sitio de aquella
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Plaza, haciendo como antes, el camino por tierra de 300 leguas. Durante este
año, aun con la accesión del gran luminario de la profesión, Don Fran.co Xavier
de Viana, que tuvo los conocimientos, ú otras circunstancias, que le calificaron
ó habilitaron para poder acompañar á Malaspina, en la vuelta, que esta supo
dar del mundo. Estériles á no decir degradantes, fueron los progresos de la
Marina Argentina.
Sufrió de nuevo la capital bombardeo desde estas Bausas. Bien es, que de
los conocimientos del mencionado D. Fran'^o. Viana, o los de otro ingenio, se
supo aprovechar para fabricar una esplanadaza ambulante, con el fin de con-
tener a esos audaces; y con cuya noticia se arredró el enemigo, en términos
de nunca repetir esta especial clase de osadía. En lo demás, fué marcada la his-
toria naval de este año, siguiendo de Jefe este célebre marino, con sólo la pér-
dida del Queche "Hiena", al mando de D. Tomás Taylor, y con el armamento
de una Balandrita tomada a flete, que en estas Balisas desplegó la Bandera de
Capitana.
Los recursos ordinarios de este año, fueron productivos y a los que se aña-
dieron, a más del extraordinario del medio millón líquido de pesos, valor de la
plata y oro redimidos en la primera pérdida del Perú; los cuantiosos productos
del ramo de bienes estraños e incidencia, bajo el fecundo manejo del acen-
drado Patriota el Dor. Agrelo. Todos estos, con más el producto de las exis-
tencias de la Administración de Tabacos, &a. y el de los crecidos empréstito.-^,
tributos del patriotismo de los Españoles Europeos; sólo sirvieron a facilitar
la ocupación del Perú, que el año siguiente se hizo, y se perdió de paso; y a
continuar el sitio de Montevideo, sin esperanzas de sacar fruto, por falta de
cooperación de parte de mar; hasta dar lugar al benemérito Jefe Oriental (Ar-
tigas) a manifestar síntomas de querer declararse neutral, a no decir hostil en
la causa que sostenían las demás Provincias.
En fin, al concluirse el año de 1813, quedó destruido el ejército del Perú. Este
en tranquila posesión del enemigo, y fueron amenazadas las Provincias de las
llanuras. Los Hermanos de Chile, estaban para sucumbir. Florecía la causa pe-
ninsular en Europa. Se recelaba estar en comunicación el Jefe de los Orien-
tales, con los enemigos de la Plaza de Montevideo, que tenían otro tanto mas
de fuerza, que las que componía el ejército sitiador. Estaban agotados los re-
cursos, y el crédito y fé pública vacilaban en vista de ese cúmulo de infortunios
y angustias.
El espíritu emprendedor, que en este año, y especialmente en sus últimos
meses, manifestaron algunos extranjeros, abriendo con objetos de comercio,
la arriesgada comunicación directa con la Banda Oriental, iba en decadencia.
Pues estos, que supieron enseñar el camino, tubieron que sufrir a más de las
imprecaciones de celosos naturales, las asechanzas que se les preparaban para la
destrucción de sus empresas. La Marina enemiga se hallaba en estado de no
recelar de los resultados del mejor armamento, que en algún tiempo se pudiera
haber preparado en este río. y la de este Gobierno estaba reducida a una lan-
cha cañonera desarmada.
En el País habían entonces pocos buques estranjeros; nacionales de porte,
ninguno; y no se encontraba acopio alguno de pertrechos navales y de guerra,
a no llamarse tales, 25 cañones de todos calibres y clases, sin cureñas y juegos
de armas, con balas correspondientes a pocos de ellos.
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En el mes de Diciembre de 1813, en tal estado de angustias, agonisando hasta
el mismo patriotismo, se presentaron a este Gobierno, dos estranjeros; uno
ofreciéndose para prestar los auxilios, y dar dirección a la empresa, y el otro
para en mando, acompañarla en tentativa que debia hacerse contra el mejor
Buque de las fuerzas enemigas, el queche "Hiena". Todo se hizo con igual sigilo y
celeridad. Pero, una casualidad imprecabible hizo que malográndose la empresa
respecto al especial objeto, su éxito se convirtiese a la toma de dos de los faluchos
de fuerza enemigos.
Con el insinuado estranjero, un vocal del Gobierno, ampliamente facultado
al efecto, había ya combinado el interesante proyecto de criar una fuerza naval,
cuyo objeto era, asegurar la preponderancia en el río, y estrechar a Montevideo
con el único bloqueo eficaz, el de mar, en términos de obligar la rendición.
A fin de que el éxito no se aventurase, se consideraba de esclusiva e indispen-
sable necesidad la agencia de aquel, y por lo mismo le fué comisionado espe-
cialmente, y sin otra limitación que la de su propio juicio.
En menos de mes y medio ; al dormirse se puede decir, cuatro siestas por los
Patriotas, el Comisionado supo crear, conciliar y juntar lo que se requería para
dirigir contra el enemigo más de 200 cañones. Y con el solo detalle que de
esta operación se le remitió con oportunidad, el resto (parte principal) de los
veintitantos buques de fuerza enemigos, se arredró en términos que, dejando
libre el río, buscaba su seguridad bajo las baterías de las murallas de Monte-
video. Todo se efectuó con una enérgica actividad, acierto, y (permítase de-
cirlo) manifestación de dou, o poder creador, que parecía más bien el resultado
de fiat omnipotente, que de agencia humana y en cuya operación, a los obstácu-
los naturales que se presentaron impeditivos al logro de esta importante em-
presa; se superañadió el de la mordacidad calumniante, que por aquella vez
caracterizó a muchos del pueblo virtuoso de Buenos Aires.
Durante la operación de esta nueva fuerza naval, (que fué creada en parte
considerable por inversión de caudal y crédito del agente comisionado, y para
cuya creación, hasta asegurado el bloqueo de Montevideo, no se pidieron al es-
tado 50.000 pesos en dinero), todo lo que no tuvo relación con ella, fué un cúmulo
de desastres e infortunios.
El enemigo del Perú, se abrió recursos para sostenerse, penetrando las lla-
nuras de la Provincia de Salta. El benemérito Jefe de los Orientales, declaró
su defección, retirándose del sitio, proporcionando a los sitiados el recurso de
carne fresca desde las inmediaciones de Santa Lucía, por vía del Cerro. Y aun
dando buena acogida y asilo a la Escuadrilla enemiga, que batida fugó a las
aguas del Arroyo de la China. Los enemigos triunfaron en Chile, y la penín-
sula quedó desocupada, y en actitud de dirigir sus esfuerzos hostiles contra
estas Provincias.
Pero el genio, que supo crear de la nada la Escuadra patriótica, hacia valer
toda su actividad, conocimientos y recursos, conciliando el discordante ánimo
de los comandantes y oficiales, entre quienes se contaron representantes de
doce naciones diversas, reponiendo el gran consumo de enseres, sin lo cual era
imposible mantener, como se verificó, el Bloqueo, durante el rigor del invierno,
y superando los esfuerzos del enemigo, en el aumento que en diaria progresión
se hacía. Todo esto, se efectuó, sin aparato ministerial, y por una sola persona.
Las consecuencias de esta empresa, han sido de la mayor trascendencia. El
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ejército sitiador, amenazado de cierta destrucción, y sin poder retroceder, fué
socorrido y reforzado, y Montevideo privado de sus fuerzas navales se entregó
por hambre. Odio mil guerreros desarmados; otras tantas bayonetas arranca-
das de manos de Déspotas, y destinadas (se desea creer) a defender la causa
de la libertad civil ; mil y más cañones, y otros tantos quintales de Pólvora, y el
a^ilo de Déspotas, la llave que asegura estas Provincias, ya no existiendo para esti-
mular la sedienta codicia peninsular.
Estos han sido los frutos inestimables del armamento naval que, superando
imposibilidades, se efectuó.
Hágase el cotejo de resultados de esta operación, con los de los armamentos
de igual naturaleza anteriores; y aun con el de todas las operaciones anterio-
res del nuevo Gobierno; en que se gastaron con poco fruto, más de 30 millones
de pesos, sin hacer caso de otro tanto de valor destruido en los campos de la
otra Banda.
Mas dicen, que el autor de esta grande obra, y quien reclama el crecido saldo
de sus desembolsos, gime en cadenas; respira el aire húmedo y fétido de un
calabozo en la cárcel pública, que después de estar bajo el garante de la fe pú-
blica, para la seguridad de su persona, se halla sufriendo tales infamias; tenido
cuatro meses ha, en la más estrecha incomunicación, sin audiencia, despojado
de sus bienes, privado de sus más sagrados derechos, aun el de la protección
de las Leyes; y su tierna familia expuesta a perecer! Y que esto.se hace a la
faz del mundo, y a la vista del virtuoso Pueblo de Buenos Aires, para su sa-
tisfacción y desagravio. Y todo sin manifestación de causa, ni haber permitido
la presentación de sus cuentas!!
(Firmado) JV. P. U'hite.
(17) Hé aqui el tenor de esa autorización, tan estensa como puede imaginarse:
" Habiendo aprobado el Gobierno el proyecto de un armamento naval, cuyo objeto
sea destruir las fuerzas maritimas de Montevideo, y bloqueando aquella plaza, po-
nerla en la necesidad de rendirse ; se ha servido S. E. como á uno de los individuos
que lo componen, facultarme en la mas amplia forma, para que lo realice, tomando
al efecto cuantas disposiciones crea conducentes.
Empeñado en tan importante comisión, mi primer objeto ha sido informarme
de los medios que tiene el Estado para realizarla, y desgraciadamente he tocado,
que faltan hombres, buques, jarcias, cables y lonas; artillería, pólvora y aun fusiles.
Yo me hubiera arredrado, si en esta empresa, que he combinado con vd., no
contase con todos los recursos de que es capaz su genio fecundo, y que deben pro-
porcionarle sus conocimientos y actividad.
En este supuesto, he creido indispensablemente necesario para llevarla á término,
comisionar á vd. como lo hago, para que desde luego, proceda á comprar y reunir
cuanto se haga necesario para poner en el rio una fuerza tan respetable, que no sea
aventurado el éxito.
La celeridad y sigilo en cuanto sea posible, son circunstancias sin las cuales
veriamos frustrados nuestros esfuerzos ; porque el gobierno de Montevideo, se ha-
llaría en estado de destruir el armamento en sus principios, ó podria mui bien llegar
alguna fragata de guerra, que hiciera ya inútil toda tentativa.
En esta virtud, es menester, que se valga vd. de cuantos arbitrios pueda, á fin
de conseguir lo que se necesita, especialmente artillería naval, sin detenerse en los
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precios ; pues que una vez comenzados los gastos, toda mezquindad que retardase
el armamento, podria ser mui fatal, y acaso hacer que todo fuese perdido.
Yo no facultaria a vd. en estos términos, si no estuviese persuadido, de que
mirará vd. los fondos del Estado, con el interés que es debido, y que exijen los
apuros en que se halla el tesoro público, y de que las cuentas que deberá vd. rendir,
acreditarán la justicia con que he hecho de vd. esta confianza.
Si se consigue el objeto de esta empresa, habremos hecho un servicio el mas
importante al país, y el Gobierno se lo recompensará á vd. generosamente. — Dios
guarde á vd. muchos años. — Buenos Aires, 28 de diciembre de 181 3. — Juan Larrea.
— Sr. D. Cuillermo Pió White."
Llegada la situación al estado á que se alude en el texto, resolvió el Gob."o Patrio,
reconcentrar sus fuerzas; reconducir el ejercito que sitiaba á Montevideo á sus
cuarteles en Buenos Aires : abandonar las Provincias á la Anarquia, y hacer frente
y disputar al Tirano, la libertad, en su mas ñrme baluarte, la ciudad de Buenos
Aires.
Para ejecutar esta resolución, para hacer efectivo el regreso de ese ejército por
el Rio, pues que por tierra era absolutamente impracticable, comisionó el Gobierno
á uno de sus miembros, el honorable ciudadano Don Juan Larrea : este la comunicó
á White. por que contando con la capacidad de sus potencias y aptitudes, creyó, que
ninguno como él, cncontraria arbitrios, para superar ó neutralizar los obstáculos
de la empresa.
Don Guillermo Pió White, al oir al Sr. Don Juan Larrea, condolido de la inuti-
lidad á que iban á quedar reducidos tantos sacrificios heroicos, hechos por la Pro-
vincia de Buenos Aires, en favor de sus hermanas y por su propia libertad ; no pudo
S(.r indiferente, y cual si se tratara de negocio propio, conmovido su espíritu por
una de aquellas combinaciones rápidas, propias de un genio — le contestó : que lo
que de él pretendía, era factible : pero, que también lo era. franquear la navega-
ción del río: reforzar el ejército sitiador: bloquear el puerto de Montevideo y
obligar al Gobernador de esta Plaza á rendirla.
Desenvuelto y esplicado este enigma (tal fué considerado el proyecto, en aquella
época) se encontró ser un problema, entre el número de aquellas probabilidades
que, en los casos difíciles, y cuando se trata de salvar el mayor bien social, no
puede dejar de abrazar un Gobierno sin caracterizarse de imbécil ; por lo tanto,
el nuestro, lo admitió y comisionó á su autor para ejecutarlo.
Desde entonces White, era por todas partes : no parecía, sino que este hombre se
había multiplicado; todo era necesario, y sin embargo, aun no me es fácil concebir
bien, como, antes que pudiera criticarse el proyecto, y la probabilidad de la em-
presa, en sus detalles, pudo aquel, en el espacio de solo dos meses que corrieron
entre el 28 de Diciembre, fecha de la convención, y el 28 de Febrero de 1814, la
del embarco de la tropa de mar para salir en busca del enemigo, que fué batido y
puesto en derrota del 10 al 11 de Marzo — (White) — presentar en el Rio de la
Plata, ima escuadra que montaba 264 cañones, que franqueó su navegación, trans-
portó un nuevo ejército á las costas Orientales, bloqueó el Puerto de Montevideo,
destruyó ó apresó la escuadra enemiga, obligó al Gobernador de esa Plaza á ren-
dirla al (icneral que acababa de llegar á sus muros, con el nuevo Ejército, de ma-
nera que este pudo decir, como César, "l'iiie, z'í y vencí" y (lo que, sobre todo, co-
ronó la precisión y ajuste, de sus combinaciones) nos condujo, esa propia Escuadra,
los preciosos frutos, de la Victoria ; los que después recibió esta Provincia en un
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Parque abundante de trenes y pertrechos, de tierra y de mar, armas y municiones,
mas que suficientes p." concluir la guerra de la Indep." Después de unas ven-
tajas tan decisivas, parece debieran haber adherido los Pueblos á un Gobierno,
que sabía sacarlas de los bienes como de los males de la Patria : pero no fué así ;
incautos é inconsiderados soltaron las riendas á sus pasiones que, si los riesgos no
contubieron, los triunfos fortificaron. — La inobediencia y la anarquía, penetraron
hasta en esta ciudad, y su Cabildo, destituyó á aquel Gobierno á quien tanto era
debido, sin que hubiera un solo Pueblo que reclamara de este hecho.
(i8). Buenos Aires, 9 de Diciembre de 1813.
i>r. D. Guillermo Bouies, Capitán de la fragata de S. M. B. Aquiíon, delante de
Buenos Aires, etc. etc. etc.
Señor —
Habiendo zarpado en abril último de Rio de Janeiro en la goleta "Admiral Stof-
ford" con un real pase del Consulado de S. Aíajestad — con destino al Rio Grande,
Rio de la Plata y Cabo de Buena Esperanza, con la intención de realizar un con-
trato con el Gobierno de esta última plaza para suministrarle cierto número de
garañones á fin de mejorar la cria de muías en aquella colonia — para evitar las
molestias de los cruceros enemigos (en la ejecución de este negocio) que en ese
tiempo, según se decía, rondaban las costas del Brasil, etc., consideramos conve-
niente, previa consulta con el Cónsul general interino de S. M., muñirme de un
pasaporte portugués, para eshibirlo en la mar, caso de tropezar con algún buque
enemigo.
Con el propósito de que creyese el enemigo que el barco pertenecía á dicha nación,
se hizo necesario que fuera de ese origen una parte de la tripulación. Bajo tales
condiciones se hizo aquel á la vela, reservando sus papeles verdaderos, hasta que
estando á salvo, pudieran manifestarse.
La goleta llegó á IMontevideo hacia el 22, de Julio ppdo., donde permaneció hasta
el 12 de Noviembre último, en que fué despachada con destino á Rio Grande, con-
duciendo más de veinte pasajeros con licencia del Capitán General Vigodet. En
ese punto (Rio Grande), debía embarcar los garañones precitados para el Gobierno
del Cabo de Buena Esperanza.
La primera noche de nuestra salida de Montevideo, escaseando el viento del
N. E., el buque no logró pasar al N. del Banco Inglés; por consiguiente, se hizo
rumbo para franquear su cola occidental, y mientras se navegaba á un largo, cam-
bió la botavara, y habiendo refrescado el viento, faltó el aparejo de la misma,
trozándose á unos ocho pies de las quijadas á causa de una rolada violenta. Des-
pués de desembarazar el barco de los destrozos, nos vimos obligados á navegar á
un largo, desde que ninguna vela de popa pudo izarse hasta la mañana siguiente
en que se utilizó, aunque con gran dificultad, parte de la vela mayor — soplando á
la sazón ventolinas variables y flojas del N. E. A mediodía, según observaciones
hechas, se encontraba el buque á 40 millas, al S. del Banco Inglés, con viento flojo
y variable é incapaz de rumbear á mayor altura que la del E. V-í al S.
El 15, la brisa apareció repentinamente del E., lo que nos impidió franquear la
embocadura del rio, juzgando prudente arribar al puerto más próximo, para re-
parar el casco, si era posible, ó reponer la botavara antes de intentar dar la vela
Tomo II 14
— 210 —
para Rio Grande. De consiguiente, ^laldonado se consideró como el mas apropiado
á nuestro objeto.
El i6 á mediodia, tuvimos la suerte de tomar dicho puerto. Se trató de procurar
una percha que pudiera servir para botavara, más fué en vano, pues no se con-
siguió ninguna con la que pudiera formarse una enteriza. Entonces, se determinó
gimelgar la botavara del mejor modo posible, pero para efectuarlo, era menester
un tiempo considerable y por lo tanto, no se podia continuar el viaje hacia Rio
Grande tan pronto como habiamos creido. Los distintos pasajeros de á bordo,
ansiaban desembarcar, antes que esperar el tiempo necesario para las refacciones.
Después de repetidas instancias el General en Jefe ÍRondeau) les permitió bajar
á tierra al cuarto dia de nuestro arribo alli.
Mientras que con el bote de la goleta se hacia el desembarco de los pasagero>
y sus equipajes, un individuo de la tripulación, vio en la playa una percha, la que
se me aseguró era de dimensiones suficientes para la botavara, por lo que en la
mañana del domingo 21 fui a examinarla con tres hombres. Luego de haber desem-
barcado con uno de estos, mandé á los dos restantes que fueran á bordo y tras-
portasen lo que aún faltaba del equipaje de los pasageros. Xoté al bote atracado
al costado y como á la media hora, más ó menos, con gran sorpresa y asombro mió,
fueron izadas las velas de proa de la goleta, poniéndose esta en movimiento.
El viento soplaba flojo del Oeste, circunstancia que les obligó á tomar el paso
del Este, que existe entre la punta del E. y la isla de Gorriti. En la costa no habia
bote alguno cerca del punto donde yo me hallaba y por consiguiente, no me quedV
otra alternativa, que poner en conocimiento de las autoridades locales aquel hecho
tan extraordinario.
Inmediatam.t^, el comandante impartió ordenes á sus vigias para que se fijaran
en las maniobras del barco al que se le vio, hasta la caida del sol, dirigirse apa-
rentemente hacia el O. ^ al S. como que el viento soplaba del Este. Tal circuns-
tancia me indujo á creer, que tuvieran intención (los que iban en él) de regresar
á Montevideo ó remontar el rio para proveerse de agua, ("puesto que á bordo solo
existia media pipa) y en seguida hacer rumbo para algún puerto del Brasil.
Cuando se evadió el buque, tenia á su bordo ocho hombres — á saber — Florentino
José Cardoso, portugués, designado como capitán en el pasaporte portugués; José
y Carlos, dos marineros portugueses; un muchacho irlandés; un individuo llamado
Agustín José, de Bengala en las Indias Occidentales, un viejo Flamenco (carpin-
tero), un negrito (mi aprendiz) y un negro viejo.
Deseoso de seguir el rumbo que creia más probable al objeto de encontrar el
buque, parti, así que pude, con dirección al paraje que ocupa el ejército sitiador de
Montevideo, y lo descubrí en la bahía desarbolado y más cerca de la playa que el
pontón de guardia.
Penetrar por tierra en Montevideo, habría sido harto difícil para mí, y sin em-
bargo era conveniente pasar por dicha plaza para invocar la mediación del Coman-
dante naval inglés y recuperar así la propiedad arrebatada por un acto tan des-
vergonzado de piratería, además de adoptar las ulteriores medidas que se creyeran
del caso para evitar se repitan en el futuro hechos tan abyectos en si como perju-
diciales para todas las naciones civilizadas.
Espero, Señor, se me escuse, si imploro, como subdito británico, su intervención
directa, permitiéndome manifestarle, haber sido reconocido por los Lores del Al-
mirantazgo como uno de los principales fundadores de un establecimiento en las
— 211 —
islas de Tristan de Acuña, los que dieron instrucciones al Comandante en Jefe de
la Estación Xaval en la América Meridional — como también á la del Cabo de Buena
Esperanza, de protejer y ayudar á dicho Establecimiento. Hasta que punto esto
pueda ser al Comercio de la Gran Bretaña en el porvenir lo juzgarán otros de mayor
penetración que la mia.
La pérdida del Admiral Sfafford, perjudicaría el beneficio que espero hacer á la
Colonia del Cabo de Buena Esperanza, á la vez que me impedirá socorrer como me
he propuesto hace largo tiempo, á las islas de Tristan de Acuña.
Depositando la mayor confianza en su elevada ilustración, respecto de este asun-
to, y persuadido que se interesará Vd. en que se haga justicia por todos los medios
posibles sobre un crimen tan flagrante de piratería,
Me declaro, Señor, con el mayor respeto, su obsecuente y mui devoto Servidor.
(Firmado) Benjamin Franklin Scaver.
Buenos Aires, 15 de diciembre de 1S13.
Señores Spence y Conolly, Sr. Guillermo Platt y Sr. Alejandro Azopardo — (Rio
de Janeiro).
Señores !
Me veo obligado á informar á Vds. de un hecho que no tiene precedente en los
anales de la piratería.
Baste decirles, que después de varias estadías y percances desde mi salida de Rio
Janeiro, el 12 de noviembre último, zarpé de Montevideo con destino á Rio Grande,
pero debido á un accidente de mar me vi forzado á arribar á Maldonado. Las
protestas adjuntas, estendidas y anotadas en dicho puerto, según espero, darán á
Vds. los detalles suficientes sobre ese acto infame.
El buque se encuentra actualmente en Montevideo y he venido á esta por tierra
á fin de que el capitán comandante de la fragata británica, interceda en el sentido
de su restitución. Dentro de uno ó dos días iré á Montevideo, donde espero obtener
mi propiedad. Portugueses perversos han sido la causa de todo esto.
Adjunto igualmente, una copia del memorial que dirigí al capitán Bowles, por el
que verán Vds. más detenidamente cómo fui sorprendido.
En la persuasión que todo se arreglará respecto de este asunto, he de escribirles
más detalladamente desde Montevideo.
Entretanto, soi Señores, con la mayor deferencia su obligado servidor.
(Firmado) B. F. Seavcr.
Buenos Aires, 3 de Marzo de 1814.
Al Sr. Capitán Seaver de la goleta de la Patria Julieta
Por la presente, se le ordena, apronte V. la goleta de su mando para salir fuera
del Banco, tan luego como la marea permita dar la vela á la fuerza ya lista en
valizas, con el objeto ríe atacar al enemigo que se encuentra en el rio al Oeste del
banco chico. Oportunamente recibirá V. un libro de señales de la fragata Hércules,
á las que para el mejor servicio, dará V. exacto cumplimiento en nombre de la
patria y en el de todos los que desean el triunfo de su causa y la simpatía general
de la escuadra.
— 212 —
Encarezco á V. la mayor decisión y pericia en el manejo de su buque contra el
enemigo común.
La Hércules, al mando del capitán Elias Smith es la que izará mi insignia hasta
nueva orden y de acuerdo con las recibidas por V. de la Superioridad ; se me con-
siderará subordinado mientras yo dirija la presente fuerza en el rio.
Barco ninguno de la Patria bajo pretexto cualquiera, podrá abandonar este puerto
antes que la Hércules.
Deseando á V. el mejor ésito y gloria como compañero de armas, quedo, Señor,
su sincero y obsecuente servidor.
(Firmado) Guillcruw Broicn.
Posdata- — Como los marineros por instinto, están siempre dispuestos a cometer
depredaciones con las presas y tripulación enemiga, se espera, que como hombres de
corazón, evitarán en lo posible una práctica tan atroz, mostrando así, que debe ejer-
citarse la generosidad con el vencido y no la servicial.
G. B.
Respuesta.
El Sr. Benjamín Franklin Seaver, saluda al cap."^ Guillermo Brown y le previene
que ignora completamente que él ó la goleta Julieta, estén agregados al resto de la
escuadra como para autorizar al cap." Brown á dirigirle la nota precedente. Marzo
3 de 1814.
Sr. D. Juan Larrea.
Buenos Aires, 4 de Marzo 1814.
Señor.
Al llamarle la atención sobre una carta mia que se le entregó luego de llegar de
la otra banda, de donde regresé bastante disgustado á causa de un plan que puse
en sus manos contraído principalmente al objetivo que preocupa hoi al Supremo
("obierno de Buenos Aires — se habrá apercibido Vd., que (entre otras cosas) decliné
el mando de la escuadra.
Vd., Señor, no ignora seguramente cómo se puso en ejecución y subvertió dicho
plan, enviandose á otro individuo que le presentó un caballero mui activo en todos
sus arreglos, pero con particul.d en aquellos que tarde ó temprano trastornarán el
armamento.
Sin embargo de tener así razón para retirar mi anhelo por la felicidad del país,
me indujeron (creyéndose que mis servicios importaban una adquisición) á pres-
tarme á tomar el mando de la escuadra — pero, desde que con gran sorpresa mia,
aparece un otro comandante al que es necesario consultar en operaciones, etc. —
Quién habría de ser este? sino precisamente el hombre que me ha perdido á mi y
también al país, pretendiendo el objeto buscado, vale decir, el dominio del rio.
Ruégole, Señor, recuerde, si al designarse los comandantes, oficiales, etc. — se dio
al Sr. Seaver el rango de teniente coronel. — Decididamente no — pues de lo contra-
rio, yo no habría abrigado ni remotamente la idea de servir — pero desde entonces,
él ha sido nombrado para cooperar y desbaratarme en otra empresa, que caso de
llevarse adelante, tengo que vencer ó morir, si es permitido valerme de tal espresión.
El estado de los buques esijió ayer que enviara una circular á todos sus coman-
dantes, cuya copia se la trasmití. Sin embargo, el Sr. Seaver, igual á mi en jerar-
quía, me la devolvió con visible desagrado — lo que realmente no es de estrañar,
— 213 —
desde que viéndolo bien, es una consecuencia lógica — puesto que emana de lo que
ha motivado la desinteligencia que existe hoi entre aquel y los demás oficiales de
la escuadra.
Para el mejor éxito de la causa, permítame le observe, que nombramientos hechos
de tal manera por el Sr. White, que es mui activo en todo, menos en lo que debía
serlo — no son correctos. Con tal motivo, me veo obligado á manifestar que su
lentitud ha sido la. causa de que demore la escuadra en este puerto, al menos,
quince días más de lo necesario.
Sería superfino dar á V. mayores detalles. Baste agregar, que el Gobierno ha de
tener á bien decidir, entre confiar el mando al capitán Seaver ó esonerarle del ser-
vicio, por cuanto un cooperante con mis propias atribuciones, al que el sagaz
Sr. White pretende introducir, no puede ser, tratándose del mejor servicio naval.
Con mi sincero deseo por la prosperidad de la escuadra y reteniendo mi nom-
bramiento, mientras se me comunica la resolución de S. E. al que ruego se le in-
forme de este incidente — queda entretanto con el mayor respeto — Señor — su mui
obsecuente servidor.
(Firmado) G. Brorvn.
(\g^ EJERCITO PERMANENTE DE LA PROVINCIA
El Señor Brigadier General de la Marina D. Guillermo Brown. Su edad cin-
cuenta y 5 años, su pais Irlanda, su calidad distinguida, su salud quebrantada, sus
servicios y circunstancias las que se expresan.
ÉPOCA EN QUE HA
LOS
EMPEZADO A SERVIR
EMPLEOS
TIEMPO QUE HA SERVIDO, Y CUANTO EN
CADA EMPLEO
EMPLEOS
DÍAS
MESES
AÑOS !' EMPLEOS | AÑOS
MESES
DÍAS
Teniente Coronel. ....
Coronel
1.»
24
12
15
Marzo
Mayo
En.»
Octre.
1814
id.
1826
1828
De Teniente Coronel. .
De Coronel .
11
2
5
2
7
9
4
23
19
Coronel Mayor
De Coronel Mayor. . . .
De Brigadier
3
Brigadier
15
Tiempo de servicio hasta la fha 20 años.
CAMPANAS Y ACCIONES DE GUERRA EN QUE SE HA HALLADO
Cuando en el año de 1814 se hallaba el ejercito de la República sitiando la plaza
de Montevideo, ocupada por las tropas españolas, conoció el Gobierno de Buenos
Aires que el sitio se prolongaría indefinidamente, sí no oponía una fuerza marítima
á la escuadra española que dominaba las aguas del rio de la Plata i las costas
del S. — Convencido de esto compró cuatro buques mercantes, con el objeto de ar-
marlos en guerra, á saber : la fragata Hércules de 350 toneladas, que montaba 32
cañones de diversos calibres, sobre dos cubiertas con 200 hombres ; la Fragata Zephir
de 220 toneladas, con 14 cañones chicos i 120 hombres ; el Bergantín Nancy de 120
toneladas, con 10 Carroñadas de á Q i 80 hombres : y la Goleta Julíet, con 6 cañones
de á 6 y uno giratorio de á 24, y 60 hombres. — El Señor Brown obtuvo los despa-
chos de Teniente Coronel y el mando en Jefe de la fuerza.
El 8 de Marzo del mismo año dio á la vela de estas valizas, con solo los tres pri-
meros buques, por no estar listos los otros, dirigiéndose hacia los cerros de San
— 2U —
Juan donde se hallaba una escuadrilla enemiga mandada por el Jefe D. Jacinto
Romarate; quien á pesar de la superioridad de sus fuerzas que constaban, de seis
buques de guerra bien tripulados i bien armados con cañones de i8 i 24 largos,
huyó á protegerse bajo los fuegos de la isla de Martin Garcia, punto fortificado
por los Españoles.
El dia 10 incorporaronsele las Goletas Juliet, su Comandante Seavers segundo
en el mando, y Fortunata, falucho San Luis y una cañonera, y se dirijió el 11
sobre la isla. Los enemigos viendo el denuedo de los patriotas, se acodaron for-
mando un seno con la batería del muelle. Al mediodía principió la acción i la pri-
mera bala enemiga mató á un Teniente i al practico de la Hércules, que se hallaba
varada por la poca agua á tiro de metralla del enemigo ; poco después fueron mor-
talmente heridos el Comandante Seavers, el Comandante Smith, i el Capitán de la
tropa de la Hércules. Esta fué una prueba demasiado fuerte para gente bisoña en
el arte de la guerra ; asi es que los demás buques abandonaron á su gefe, i apro-
vechándose de esto los enemigos, formaron otra batería mas cerca para atacar á
la Hércules, varada tan mal que solo con tres cañones podia hacer fuego á los
enemigos. — En esta situación vino la noche y dio fin á la acción por aquel dia.
Después de visitar á los heridos que eran muchos, el Señor Brovvn se dirijió en
el bote al costado de los buques de la escuadra que estaban al ancla fuera de tiro
del cañón enemigo, para reconvenir á los respectivos Comandantes por el poco
celo que mostraron en defensa i en honor del pabellón de la patria : todos le pro-
metieron entonces portarse mejor en adelante.
Al amanecer del dia 12 empezó la acción de nuevo sin que ningún buque hubiese
levantado el ancla. Mas la Providencia que velaba por la justa causa hizo que á
las 10 flotase la Hércules haciendo mucha agua por tener 82 balas en el casco, el
velamen y jarcia hecha pedazos. Dirijiose la Hércules á varar inmediatamente en
«1 banco de las Palmas, operación que se ejecutó con facilidad habiéndola favore-
cido una gran creciente. De este modo quedóse en seco al bajar el agua i se pudie-
ron tapar las brechas que las balas hablan abierto con planchas de plomo. En esta
acción perdió la Hércules 3 oficiales y 44 hombres muertos y 50 heridos.
El dia 15 se recibieron 45 dragones con el Teniente i.° Oroño de la Colonia. — El
17 de San Patricio, santo titular del pueblo del Señor Brown, desembarcó al E. de
la isla con 150 hombres valientes, á las 4 de la mañana, bajo un fuego de mosque-
tería mui vivo ; pero el tambor i pito tocando el "St. Patrik's Day in The Morning",
los naturales y los Irlandeses, que eran muchos marcharon como por encanto i to-
maron la isla que los enemigos abandonaron embarcándose á bordo de su escuadra
i de algunos buques mercantes entre ellos tres armados en guerra, y fueron al
Uruguay á buscar la protección de Artigas y sus corifeos dejando cañones, efectos
y gente en tierra. Esta acción dio al gobierno patrio las llaves del Paraná y Uru-
guay, separando de la escuadra enemiga una división mandada por un Gefe va-
liente como lo era Romarate. Esta circunstancia desanimó tanto á los que antes
eran dueños de las aguas del rio de la Plata, que se encerraron en el puerto de
Montevideo á donde fué necesario irlos á buscar, como se hizo después de asegurar
la isla con los mismos buques más dos corbetas recien compradas — el Belfast de
18 Cañones, Comandante Russell 2° en el mando, i 140 hombres; el Agreeable,
Comandante Le ^Mark de 14 Cañones y 120 hombres ; i la Zumaca Trinidad Coman-
dante Hubac, de 12 Cañones y 100 hombres.
El 19 llegó la Zumaca Trinidad, y fué mandado inmediatamente al Uruguay con
— 215 —
los buques menores al mando del Comandante Northcu en busca de Romarate, por
habérseles informado que este tenia poca pólvora á bordo; lo que no fué cierto,
pues batió completamente á la escuadrilla de la Patria, haciéndola retroceder des-
pués de haber volado la cañonera con su Comandante Espiro y toda la tripulación,
i muerto al gefe de la espedicion Northeu.
El 15 de Abril llegó el Sor. Brovvn frente de Montevideo á bordo de la Hércules,
que era la Capitana, Comandante Gibson, con el Belfast, Agreeable, Zephir, Coman-
dante King; Nancy, Comandante Lech; Trinidad, Comandante Hubac, y Juliet, Co-
mandante Me. Dougal ; i declaró de hecho i de derecho el bloqueo, poniéndose en
comunicación con el general sitiador D. José Rondeau.
El 14 de Mayo la escuadra enemiga, compuesta de la Fragata Mercurio de 32
Cañones, i Corbetas Xeptuno de 28, Mercedes de 20 y Paloma de 18; queche Hiena
de 18, con la insignia del almirante Sierra ; bergantin San José de 16 y Cisne de 12 ;
un bergantin goleta de 10, una goleta, im diate, lugre San Carlos, falucho Fama,
balandra De Castro i dos lanchones — todos bien armados en guerra y tripulados con
la mejor oficialidad, marinería y soldados. — Salió de Montevideo para batir á la
escuadrilla de la Patria. Hubo tres dias de calma y vientos galenos, en cuyos dias
tuvieron lugar varias pequeñas acciones, hasta que en la noche del 16 se empeñó
un combate en el que el triunfo se decidió por la causa de la libertad, logrando
los buques que enarbolaron su bandera una completa victoria; salvándose de toda
la escuadra española tan solo la Mercurio, Hiena, Mercedes, San Carlos y Fama.
A este triunfo se debió que posteriomiente se rindiera la plaza de Montevideo.
El Comandante Brown regresó del combate á bordo de la Hércules á Buenos
Aires, con el objeto de conducir los prisioneros y curarse una herida que en la
acción habia recibido. — A pesar de que no podia aun andar sin muletas el Coman-
dante Brown, se dirijió de nuevo el 10 de Junio al bloqueo en la Hércules i con
los buques que hablan tenido los prisioneros.
El 15 se incorporó á la Escuadra la corbeta Halcón de mucho andar, recien com-
prada y armada por el gobierno. El 20 capituló la plaza de Montevideo, y á los
pocos dias Romarate ; entonces el Comandante Brow^n regresó á Buenos Aires
con los buques mayores de la escuadra cargados de pertrechos de guerra.
El gobierno como premio de su valor, á lo que se debió en gran parte la toma
de Montevideo, le nombró Comandante Jeneral de Alarina, regalándole la corbeta
Hercules, que el Señor Brown comptiso y aparejó á sus costos.
En Septiembre de 1814 como supiese que en el mar Pacifico, habia enemigos de
la causa americana, pidió permiso al gobierno para trasladarse á aquel punto, para
lo cual exijió se le prestase la Trinidad. Le fué concedido, dándole ademas $ 4.000
también por via de préstamo para subvenir á los gastos de la espedicion. Partió
pues como dueño y gefe de ella el 15 de dicho Septiembre.
A fines de año, llegó al Pacifico, después de haber sufrido los temporales propios
de la estación, y en la isla de Moche, donde estaba haciendo aguada, se le incorporó
el corsario corbeta Halcón, Comandante Buchard.
Por mas de una hora hizo fuego á una de las fortalezas del Callao, echando á
pique la Fragata Fuente Hermosa, en cuya acción y dos ataques mas intentados
con el fin de apresar dos cañoneras, lo que no le fué posible, el Hercules i la Tri-
nidad perdieron 15 hombres. Tomó al frente de Lima la fragata Consecuencia,
con su cargamento de importancia y algunos pasajeros de categoría entre ellos el
gobernador nombrado para Guayaquil y varios otros buques.
— 216 —
Como el Comandante Brown hubiese recibido noticias por el Teniente Coronel
Banegas de la Nueva Granada prisionero á bordo de la fragata apresada Gober-
nadora, que en Guayaquil no habia guarnición alguna, i que el Pueblo estaba muí
descontento del gobierno; se dirijió é internó inmediatamente en aquel rio con la
Trinidad i Pailebot, dejando en la Puna, la Hercules, Halcón, Consecuencia y de-
mas presas. — A media noche ya se habia apoderado de la bateria de Punta Piedras
de 12 cañones de a 24, i al mediodia del siguiente tomó otra bateria cerca del pue-
blo de 4 cañones de á 12, pero en la acción con la ultima bateria de cuatro cañones
de á 24 situada junto á la aduana, tuvo la desgracia de varar la Trinidad al tiempo
mismo que los enemigos abandonaban la ciudad por no tener mas que un barril
de pólvora.
Entonces los pocos soldados que quedaban, junto con el pueblo cargaron á Brown
que, viéndose perdido con la goleta al ancla fuera de tiro de cañón, y treinta de
su mejor jente en tierra clavando los cañones ya tomados, arrió por su desgracia
i por la vez primera la bandera de la Patria, tirándose al agua con dos marineros
por ver si podia ganar la goleta. Xo le fué posible por la mucha corriente ; i á
pesar de im fuego vivo de mosqueteria que mató á los marineros que lo acompa-
ñaban, el Comandante Brown vuelve á bordo sin que le tocasen los varios tiros
que á quema ropa le tiraban.
Los enemigos se apoderaron de la proa del buque, degollando á los heridos que
encontraban: entonces el Comandante Brown bajó á la cámara con sable en mano
y una mecha encendida diciendo al Capitán Ceballos de la Consecuencia que era
prisionero, que bajase á tierra é informase al gobernador, que Brown el gefe de la
espedicion estaba en la Santa-barbara del buque con mecha encendida, y que la
haria volar i todo cuanto á bordo habia, si no se le prometia bajo palabra de honor
tratar como prisioneros de guerra á él, su oficialidad y tripulación conforme al
derecho de gentes, por estar ya rendidos, i viendo el gobernador que efectiva-
mente lo iba á poner en ejecución mandó una diputación prometiendo bajo palabra
de honor de tratarles como prisioneros de guerra. Subió Brown á la cubierta vién-
dose obligado á cubrir su desnudez con la bandera nacional por haberse quitado
toda la ropa. En este estado bajó á tierra en medio de la multitud que. al verle
con la bandera nacional gritaba matarle, matarle ! Mas el gobernador capitán de
navio Don Pascual Rivera, español honrado le defendió conforme habia dado su
palabra, i lo hizo conducir á su casa "en donde dos guardias de soldados i ciuda-
danos se encargaron de su custodia.
A los catorce dias fué cangeado el Comandante Brown, su oficialidad y tripula-
ción por los prisioneros que el tenia á bordo de los buques que habia en la Puna,
de cuyas resultas revolucionóse Guayaquil.
Al tercer dia de haber salido á la mar la Hercules, Halcón, Consecuencia y Pai-
lebot con dirección á Buenos Aires, el Capitán Buchard representó la imposibi-
lidad en que su buque se hallaba de doblar el Cabo de Hornos, pidiendo al mismo
tiempo por su parte de presas, conforme á la contrata hecha en la isla de Moche,
la Consecuencia — lo que le fué concedido contra la voluntad del Comandante Brown :
al efecto fueronse á las islas de los Galápagos. Regresó Brown al continente por
haber sabido por el oficial Banegas que en el Chocó se hallaría abundancia de
viveras. La Hercules i el Halcón que le tocó por su parte de presa, entraron en
San Buenaventura, desde donde fueron mandados el dicho Banegas y el médico
Hanford á Cali i á Popayan en busca de ausilios y noticias de la llegada de la
fuerza; pero por haber caido enfermo Hanford en el camino; i ía entrada de una
parte del ejercito de Morillo en Chocó, el Comandante Brown se vio obligado des-
pués de haber permanecido 40 dias en el puerto, á abandonar el Halcón, i hacerse á
la vela prefiriendo mas bien perecer de hambre que caer en poder de aquel tirano.
Es sencible al llegar á este punto no poder dar una relación detallada de este
desgraciado crucero, por falta del diario escrito de la Hercules que quedó archi-
vado en el vice-almirantazgo de la isla Antigua. En aquel diario se encuentran
las razones que justifican el haberse dirijido el Comandante Brown en busca de
ausilios y de refacción (después de haber recibido un poco de pan del bergantin
ingles Fanny, que salió de Montevideo dando la noticia de la espedicion portuguesa
i de haber tomado víveres bajo el pabellón norte-americano en Pernambuco) á la
isla de Barbadas, el punto mas inmediato en aquella dirección del mundo amigo.
Bastará pues decir que, después de haber sufrido una serie no interrumpida de
desgracias, regresó el Comandante Brown á Buenos Aires en Noviembre de 1818
habiendo perdido por la injusticia del Capitán Sterling, comandante de la corbe-
ta de S. M. B. Brazen, el fruto de un crucero arduo i azaroso y la Fragata Hercules.
Es de creer, al menos, el Señor Brown tenia una fundada esperanza que algvm
dia el gobierno de Buenos Aires pedirá al Almirantazgo de Londres el diario de la
Hercules archivado en el rejistro del almirantazgo de la isla Antigua, donde fué
condenado el cargamento y buque. Este documento es de grande importancia, por-
que probará completamente la inocencia i recto proceder del Señor Brown, i la
injusticia de sus crueles apresadores.
El 12 de Enero de 1826 habiéndose empeñado la guerra entre la República Arjen-
tina i el Imperio del Brasil, i hallándose este puerto bloqueado por una fuerza im-
ponente al mando del Almirante Lobo, el Señor Brown fué llamado al servicio
por el Gobierno nombrándole Jeneral en Jefe de las fuerzas de mar de la Repú-
blica, que las componian el bergantin Balcarce de 14 cañones de á 8, el Bergantin
Belgrano de 16 cañones también de á 8, y 12 cañoneras. Embarcóse el 13 izando
la bandera Capitana en el bergantin Balcarce.
El 14 dio á la vela de valizas interiores con su pequeña fuerza i con dirección
al canal esterior donde se hallaba la escuadra enemiga, á la que en vano le pre-
sentó dos veces combate, pues esta lo eludió. El General Brown pensó si el viento
era favorable sorprender la escuadrilla sutil del enemigo situada sobre Martin
Garcia, posesionándose de la isla fortificada por el : esto no pudo llevarse á efecto
por el poco andar de las cañoneras ; fué preciso anclar en el canal esterior.
El 15, habiéndose avistado al amanecer unos buques al E. dirijiose el Jeneral
Brown en el Balcarce sobre ellos ; apresó una cañonera con im cañón de á 24, y
su segundo D. Juan Bautista Azopardo apresó un diate estando al ancla con las
cañoneras ; toda la escuadra enemiga cargó sobre el Balcarce que tuvo que reple-
garse á los Pozos, mandando la cañonera apresada á Buenos Aires.
A los pocos dias el gobierno compró los buques mercantes : fragata 25 de Mayo,
bergantines Congreso y República, i goleta Sarandí, y se principió su armamento.
El 7 de Febrero ya estaban armados los dichos buques, el i.° con 32 Cañones
sobre dos cubiertas i 220 hombres en el que se colocó la bandera Capitana : otro
con 18, otro con 16 i la Sarandi con uno giratorio de 18 i 6 carroñadas de á 6.
En la noche del 8 dieron á la vela de los Pozos en busca del enemigo, pero á
causa del viento fresco del N. E. las cañoneras andaban en dispersión.
El 9 las dos escuadras estubieron á la vista hasta las tres de la tarde en que se
— 218 —
empeñó el combate que sin duda hubiera llenado de gloria al pabellón de la Patria,
si el buque del 2." Jefe, Belgrano : Congreso capitán Masson: República, Capitán
Beesly, y Sarandi Capitán Huarnes hubiesen cumplido con su deber : la 25 de
Mayo tuvo que sufrir sola todo lo fuerte de la acción, y aun después por tener que
protejer las Cañoneras i el Balcarce que por su poco andar no pudieron entrar en
la acción. — 'Retiróse el Jeneral Brown á los Pozos al ponerse el Sol. La 25 de
Mayo recibió grandes daños en el combate. — El gobierno destituyó á los Coman-
dantes de los expresados buques.
El 22 dio á la vela denlos Pozos con los seis buques mayores y navegó con
poco viento hasta el 24 á la noche en que el Jeneral Brown pensó sorprender al
enemigo en la punta del Indio, donde se hallaba con el aumento de la Fragata
Emperatriz de 50 cañones, lo que no pudo conseguir por haber el piloto equivocado
la distancia, asi es que se dirijió sobre la Colonia donde llegó el 25 á medio dia, é
intimó la rendición de la plaza. El gobernador contestó con mucha política que no
lo podia verificar en vista de la poca fuerza con que se le exigia.
El 26 por la mañana dio á la vela y emprendió el grande ataque contra la plaza,
que la defendían sus baterías y cuatro buques de guerra. Todos los obstáculos
fueron vencidos i logró entrar al puerto. El Sor. Brown ofició al Jeneral Lavalleja
para ;que viniese can su fuerza. Al cabo de 14 dias llegó con alguna tropa del
Durazno, pero ya era tarde. Entre tanto se emprendió en la noche un ataque con
6 cañoneras para apresar ó quemar los buques enemigos, lo que tampoco pudo
efectuarse, habiéndose desgraciado este designio como la primer vez.
El Belgrano se perdió sobre una restringa de piedras y con él tres cañoneras ;
cumpliendo solo el objeto de esta arriesgada tentativa las dos cañoneras manda-
das por los Comandantes Espora y Rosales, quienes consiguieron prender fuego i
quemar al bergantín enemigo de 18 cañooies, Real Pedro.
El 15 de Marzo salió el Jeneral Brown de la Colonia por un canal (entre las
islas) desconocido, en cuyo punto principal le aguardaba la escuadra enemiga com-
puesta de 17 buques, formada en linea con el objeto de impedirle la salida. En la
mañana del 16 desafió á la escuadra brasilera á un combate que ella no admitió.
El 7 de Abril se dirijió el general Brown sobre Montevideo con tres buques,
bloqueó el puerto hasta el 11 en que tuvieron una acción la 25 de lilayo y la Re-
pública con la Mitroya y cinco goletas, en cuya acción recibieron aquellos 16 bala-
zos á flor de agua.
El bergantín Congreso apresó una cañonera de 5 piezas. Regreso el 14 á Bue-
nos Aires, volviendo á dar la vela para Montevideo el 24 del mismo con los seis
buques de cruz.
El 27 á la una de la noche, emprendió una acción en el puerto con la fragata
Emperatriz que no fué abordada como era la intención, por haberla equivocado
con la fragata inglesa "Doris". En esta acción murió el Comandante de la Empe-
ratriz. A la madrugada la escuadrilla de la Patria se dirijió hacia Maldonado.
El l.° de Mayo por un falso informe del comandante de la Sarandi, el general
Brown partió de nuevo para Montevideo, creyendo hallar sola á la Emperatriz.
El 2 al amanecer estaba ya en el puerto, y toda la escuadra enemiga le dio caza.
La 25 de Mayo i la Mitroya que le seguía vararon en el banco Ortiz. Abandonado
por sus buques Brown se halló en medio de veinte velas enem.igas. La Mitroya que
también fué abandonada por el resto de la escuadra brasilera, zafó primero ; después
flotó la 25 de Mayo junto con los demás buques vino á anclar en el canal interior.
— L'19 —
El 2S estaba á la vista la fuerza enemiga compuesta de 14 buques escojidos entre
mas de sesenta que tenian los Brasileros en el rio de la Plata, al mando del gefe
Norton quien habia prometido al almirante Pintos Guedes destruir con ella la
escuadrilla republicana, cuyo gefe se preparó para la acción que tuvo lugar á la
vista de esta Capital, y cuj'O resultado fué haberles dado caza hasta enfrente de
la Ensenada. El dia 25 de Mayo dia grande para la America del Sur, protejido
el gefe Norton por una densa niebla y ofendido por el revés que habia sufrido el
23, vino de nuevo con mas fuerza i tuvo lugar el combate á la vista de esta pobla-
ción, i en el que aquellas fueron perseguidas hasta el banco Ortiz. El 11 de Junio
volvió el mismo Norton con 31 buques á atacar al general Brown que permanecia
anclado en los Pozos, con la escuadrilla compuesta de la Capitana, Congreso, Re-
pública, Independencia i siete Cañoneras. A pesar de este corto número de buques,
el general Brown los persiguió i puso en desorden, i después embarcándose en una
cañonera y acompañado de cuatro mas persiguió la formidable escuadrilla enemiga
por mas de tres millas. Las damas de Buenos Aires regalaron al general Brown
una bandera de seda bordada de oro, con la inscripción 11 de Junio, en honor del
triunfo obtenido por el en este dia memorable. El 29 de Julio á la noche se hallaba
fondeado en los Pozos, i contra viento i marea salió á sorprender á los enemigos;
i si los buques de su mando le hubiesen acompañado, hubiera reportado un triunfo
completo. El 30 al amanecer, como ellos huyesen amedrentados, dióles caza, y sobre
Punta de Lara empeñóse la acción en la que quedó destruida la Capitana i una
tercera parte de su tripulación muertos y heridos por el abandono en que lo deja-
ron los demás buques. El 14 de xA.gosto mandóle el superior gobierno por tierra al
cabo Corrientes para que se embarcase en uno de los buques que debían venir de
Chile, que lo era una fragata i dos corbetas. Regresó á Buenos xA.ires el 15 de
Octubre sin haber adquirido la menor noticia de ellos.
El 26 á la noche se embarcó el Señor Brown en la Sarandi, y con esta i los ber-
gantines Congreso i República dio á la vela para volver al Cabo Corrientes, para
con estos buques i los que llegarían de Chile, hostilizar la costa del Brasil ; mas
el Congreso i República le abandonaron, regresando á estas valizas, por haber
visto luces de los buques enemigos. Siguió pues el general Brown con solo la
Sarandi, i el día 30 se le incorporó la corbeta Chacabuco en el punto indicado. La
Chacabuco montaba 24 piezas i estaba bien tripulada ; pero hacia 36 pulgadas de
agua por hora. Su Comandante trajo muí malas noticias del resto de los buques.
En este mismo dia se hizo rumbo a Cabo Frío donde llegaron con los buques el 11
de Noviembre. El 12 apresó un bergantín que venía de la costa de África que
montaba 15 piezas í traía 56 hombres. Hizo varias presas sobre la costa del Brasil;
intimó el bloqueo del Río Janeiro por medio de una fragata portuguesa, haciéndole
creer que tenía la escuadra de Chile; batió el Castillo de Santa Cruz de la isla de
San Sebastian; sacó tres buques de Puerto Palma en la Isla Grande; tuvo blo-
queado el Río Grande por espacio de diez días, haciendo en ellos varias presas :
hizo zozobrar un bergantín cargado de pertrechos sobre la barra i regresó á Bue-
nos Aires el 25 de Dbre. por falta de víveres.
Súpose el 26 que la escuadra sutil enemiga habia entrado en el Uruguay en
númicro 'de 17 buques i sin tomar descanso alguno se fué á dicho punto con su
fuerza. Presentóles el 29 una acción en la isla del Vizcaíno, donde estaban acodados,
por lo que no pudo el general Brown atacarlos con ventaja.
El 2 de Enero de 1827 dispuso este desembarcar y poner una batería en tierra
~ 220 —
en el lugar Mamado Punta Gorda. El lO fortiñcó la isla de Martin García por temor
que los enemigos se posesionasen de ella, pues el Gefe Mariate tenia una escuadra
de once buques frente los cerros de San Juan. Salió Brown el l8 de la isla con
el objeto de batir á Mariate sobre las Conchillas i en esta acción la Sarandi reci-
bió 5 balazos á flor de agua. El 4 de Febrero tuvo la noticia de que la escuadrilla
que estaba en el Uruguay bajaba hacia la isla, de acuerdo con la de Mariate para
tomar á Brown entre dos fuegos. El 8 y 9 se dio el memorable combate del Juncal,
quedando prisioneros o quemados los buques que componían la escuadra del Uru-
guay con el Jefe de ella D. Jacinto Roque de Serna Pereira, menos una goleta que
se escapó por los Caracoles. De este modo quedó libre la navegación interior. Esta
acción para siempre célebre, echó los primeros cimientos de la paz con el Imperio.
Al regresar la escuadra de la Patria como vencedora á la Capital, los enemigos
se le opusieron al paso como si intentasen vengar sus agravios y marchitar algún
tanto los laureles de los valientes del Juncal ; pero estos, llenos todavía del ardiente
entusiasmo que produce la victoria, los batieron fondeando en las aguas que aque-
llos habían ocupado. El 6 de Abril en la noche salió el general Brown á bordo de
la Capitana, el bergantín República, acompañado de los buques Congreso, Indepen-
dencia i Sarandi, con la intención de unirse i de consuno con las fuerzas de Pata-
gones recorrer las costas del Brasil, con arreglo á las órdenes de la Superioridad.
Desgraciadamente á las 4 de la mañana del día 7, escaseó el viento y vararon los
bergantines Independencia i República teniendo á su popa la escuadra enemiga. El
Congreso izó la vela en señal i entró en la Ensenada.
Los enemigos aprovechándose de este contraste, emprendieron un ataque á las Q
que duró hasta la noche, con 16 buques contra dos bergantines varados i la Sa-
randi. El día 8 por la mañana empezó de nuevo la acción, contra tres buques mas
entre ellos la fragata Paula de 50 cañones de á 24 largos, componiendo todos el
número de 19 contra los infortunados buques varados i casi á pique, i la Sarandi.
Rindióse la Independencia á las cuatro de la tarde en ocasión que su intrépido Co-
mandante Dummond había ido en busca de pólvora á la Sarandi donde fué muerto.
Mas dichosos la República i Sarandi, se sostenían todavía hasta que á las oraciones
retiróse la escuadra enemiga para descansar de las fatigas de dos días de una con-
tinua pelea. Vieronse el general Brown i su gente obligados á abandonar los bu-
ques incendiándolos, y á embarcarse en los botes i la Sarandi. Este se dirijió á
Buenos Aires donde llegó el 9 por la mañana. Los botes se dirijieron á la Ense-
nada á embarcar la gente á bordo del Congreso. El general Brown recibió al fin
de estas acciones una contusión en el costado derecho, producida por una metralla
de 8 onzas, habiendo perdido una tercera parte de la tripulación entre heridos y
muertos. La gloria adquirida en tan heroica defensa, que brilla todavía al través
del tiempo i de los sucesos, forma uno de los mas bellos timbres recojídos en
aquella sangrienta i desigual lucha.
Restablecido el general Brown de su herida, salió con los pocos buques de cruz
que le quedaban a recorrer el rio batiendo i cansando á los enemigos en todas
direcciones con el buque que montaba (el 8 de Febrero) ; i apresó la goleta de
guerra IMaria Teresa de 12 cañones. Fuese al puerto de Montevideo con la Mal-
donado, los dos buques ocho i nueve de Febrero, Balcarce i Sarandi, que era la
Capitana; la cual por haberse adelantado, atacó al amanecer al bergantín Maran-
ham de 18 cañones, y lo hizo correr al puerto donde se refugió. Al instante salie-
ron 13 buques, entre ellos las fragatas María Isabel y Príncipe Imperial, de 60
— 221 —
cañones cada una. Entonces la escuadrilla argentina tuvo que retirarse. La noche
separó ambas escuadras, replegandose la enemiga al puerto de Montevideo. La
argentina pasó á la Colonia, disparó algunos tiros á la plaza i regresó á Martin
C.arcia. De este punto volvieron á dar la vela la Sarandí, la Maldonado y Nueve
de Febrero i á la vista de los enemigos apresaron dos goletas ricamente cargadas.
La escuadra por un lado y 6 cañoneras que salieron de la Colonia por otro, ata-
caron á los Patriotas. Estos batieron á unas i á otras i salvaron los buques apre-
sados. Estos fueron devueltos (á pesar de ser brasileros) por haber sido reclama-
dos por el gobernador de Santa Fe.
La escuadra se fué desquiciando á principios del año 28. Fournier habia perdido
el Congreso i se le dio la Juncal, que acompañó el General Brown con cuatro
Ijuques mas hasta Pavón. A su regreso estos se vieron obligados á sostener una
fuerte acción. El gobierno mandó varios oficiales i gente á Patagones i laguna
del Miní; también el bergantin-goleta 8 de Febrero i Goleta Union al Rio Grande.
Apresó el enemigo el primero en la boca del Tuyú i el segundo cerca de Maído-
nado. Se hizo una suscripción con el objeto de aumentar la escuadra, i se compra-
ron la Fragata nueva 25 de Mayo, bergantin Rondeau, i goletas Federal i Argen-
tina, pero después de estar armados el Rondeau i Argentina, el gobierno los des-
tinó á hacer el corso; la Federal fué á armarse á Patagones donde habia sido
comprada, y la nueva 25 al Salado. Cuando estos buques regresaron yá se habia
celebrado la paz con el Imperio del Brasil.
A pesar de las pocas fuerzas que componian la escuadra Arj entina, en todas
cuantas salidas hizo, que fueron muchas, tuvo buen éxito ; porque aterrados los
enemigos, eran batidos en todos los puntos donde se hallaban. Cuando llegó la
noticia de la paz tanto tiempo deseada, el General Brow^n fué comisionado por el
gobierno para ir á Montevideo con el Sor. Brigadier general D. Miguel Azcuénaga,
al cange de los tratados i á arreglar los asuntos concernientes á la marina con el
almirante brasilero Pintos Guedes. La tripulación de la Nueva 25 de Mayo se suble-
vó en el puerto. El General Brown se embarcó en la Sarandí y la trajo del otro
lado del cerro, donde desembarcaron la tripulación y presidarios menos 25 hombres.
El General Brown fué nombrado á su regreso Brigadier.
El 5 de Diciembre de dicho año el Jeneral D. Juan Lavalle, que á la sazón se
hallaba de gobernador delegó el mando en el Sor. Brigadier general Brown.
Este sirvió con honor i á satisfacción pública un destino por cierto bien dificil
en aquellas azarosas circunstancias.
Buenos Aires, i." de Marzo de 1834.
(Hoja suelta).
Copiada p.'' mi amigo Tomás Moiicayo, en Nov. 1869 (de la que conserva la fam.")
Confrontada con el cuadro orijinal el sábado 27 de Junio de 1874.
(Firmado) Carranca.
(20) Parte del com.\nd.\nte general del aposta.o de Montevideo, al cap.n general,
D. GASPAR VIGODET, PUBLICADO EL 1° DE FEBRERO DE 1814.
A las 2 de la madrugada del día 20, habiendo los enemigos destacado, al pa-
recer, de la playa frente a la casa que llaman de los negros, tres lanchones con
gente armada, al intento de sorprender alguno de los buques de bahía, fueron
descubiertos por la corbeta de guerra la "Paloma", que era la que se hallaba más
en franquía, y aunque los centinela-^ dispararon sus fusiles, sobre los enemigos,
siguiendo estos, y dirigiéndose al bergantín mercante el "Joven Francisco", que
se hallaba por la parte de tierra al través de dicha corbeta, a distancia poco más
de nn cable, no obstante el fuego de cañón y fusil de esta, de otros buques de
guerra inmediatos, y aun del que hizo el fuerte de San José, lograron, habién-
dolo abordado y picado sus cables, sacarlo del surgidero en que se hallaba a
favor de la marea, y viento que soplaba del X. fresco ; a los primeros fusilazos
de la "Paloma", el Jefe de Bahía Don Miguel de Triarte, que se hallaba en la Flora.
se embarcó en la lancha de la polacra "San Ramón", y dirigiéndose al bergantín
con ella, y las cañoneras San Ramón y la de auxilio, y una obusera, que se
hallaban de servicio y estaban apostadas, le atacaron al cañón, y persiguieron,
hasta que los comandantes de las dos cañoneras el alférez de navio Don Martin
de Asas, y el graduado de fragata don Tomás Ruiz, llevados de un militar ardo.-
de que en otras ocasiones me tenian dadas pruebas, intentaron abordar al ene-
migo atracándose por ambos costados, a pesar del vivo fuego de fusilería, es-
meriles y granadas de mano, que hacía; pero habiendo tenido la desgracia de
ser heridos gravemente estos dos bizarros oficiales ; el primero de una bala de
fusil, que le atravesó los dos muslos, el otro de un tiro de esmeril que le causó
la muerte a las 30 horas, cesaron el fuego las lanchas, y hubieron de retirarse.
Noticioso al instante de este desgraciado acontecimiento, dispuse diesen la vela
inmediatamente el bergantin "Galvcz" y el lugre "San Carlos", que lo ejecutaron al
raj-ar el día dejando un cable por su chicote, previniendo al comandante del
primero, el teniente de fragata Don Pascual Cañizo, se dirigiese al bergantín
apresado, y lo recobrara, o quemase a toda costa : al mismo tiempo, nombré
para los mandos de las lanchas, que habían quedado sin comandantes, al alférez
de navio graduado de teniente de fragata, Don Tomás Sostoa, y al de fragata
Don Miguel del Castillo, previniéndoles procvirasen cortar tres botes, que había
advertido desde bahía abandonaban el bergantín Joven Francisco, los cuales
fueron apresados, antes de llegar las citadas lanchas, por el Jefe de Bahía, que
á la sazón se hallaba fuera. El Joven Fran.<^o ha sido recobrado y conducido á
este puerto como esperaba, confiado del celo, actividad, y buen desempeño de
los oficiales y gente que al intento comisioné, habiendo hecho 43 prisioneros,
inclusos tres oficiales.
De los detalles y acaecimientos en el apresamiento del berg.fi instruirá a V. S.
la adjunta Copia del oficio, que me ha dirigido el comandante del "Gálvez".
Dios &'. — Montvideo, 26 de Enero de 1814.
( Firmado) Miguel de la Sierra.
Sr. Cap.n General Don Gaspar de Vigodet.
(21) Parte de l.\ tom.\ de m.xrtix garci.\
A bordo del Hercules, delante de ^Montevideo, el 19 de abril de 1814.
Sr. D. Juan Larrea (Es. Aires).
Muy señor mío:
Accediendo á su pedido, paso á darle, para que sea llevado a conocimiento
de S. E. el Director Supremo, el parte tan detallado y exacto como me es po-
sible de lo relativo a la acción que 'tuvo lugar cerca de Martín García entre
los buques de guerra de Buenos Aires bajo mi mando contra los de Montevi-
— 223 —
deo; la toma subsiguicHte de dicha isla y las razones que influyeron para que
la escuadra se dirigiera hacia ese punto.
El 8 del mes pasado a la altura de la Colonia, el vigía de tope, anunció tres
buques redondos a la vela, al N. O. Inmediatamente se les dio caza, cerciorán-
donos luego, que los desconocidos eran bergantines enemigos que hacían fuerza
de vela con rumbo al canal que conduce a Martin García. No creyendo pru-
dente perseguir a los fugitivos sino hasta donde lo permitiera la luz del día,
ceñí el viento y volví proa hacia Buenos Aires.
El día 9 como á las 2 de la tarde, avisté las naves siguientes: Corbeta Céfiro,
montando 14 carroñadas calibre de 9 y 12 y dos cañones largos de a 6; tripu-
lada con 70 marineros y reclutas, más 40 de tropa. Bergantín Nancy, con seis
cañones de a 10 i|2, siete de a 4 i|2 y dos largos de a 6; tripulado con 63 ma-
rineros y reclutas y 32 soldados. Goleta Julieta, con un cañón largo de 24 mon-
tado en colisa, dos carroñadas de a 18, dos de a 12 y cuatro de a 6; tripulada
con 60 marineros y reclutas y 40 soldados.
Satisfecho al ver aumentarse la pequeña fuerza, y proponiéndome no perder
un momento en perseguir al enemigo, ordené por señales e impartí instruccio-
nes, para que dirigiéndonos sobre Martín García, lo atacáramos, si una vez allí,
lo considerábamos conveniente.
El II al amanecer, levó anclas la flotilla, estando frente a San Juan, y un
poco antes de la i de la tarde, la goleta Julieta que navegaba a vanguardia, te-
niendo á bordo el mejor baqueano — hechas las señales generales — rompió
el fuego sobre los barcos enemigos, los que parecían estar amarrados en forma
de media luna con la proa hacía la entrada del puerto. El Hércules que seguía
á aquella, (montando 30 cañones de varios calibres y tripulado por 120 mari-
neros y reclutas y 60 soldados), y el cual reservaba para cuando estrechase más
la distancia, varó desgraciadamente a tiro de fusil, y con la proa al enemigo. In-
continenti se trabó un fuego encarnizado con las pocas piezas que podían apun-
tarse con ventaja y tengo la mayor satisfacción en informar a Vd., que no hubo
un solo oficial, marinero ni soldado, que no se esforzara en distinguirse dando
pruebas de la mayor bravura.
Continuó hasta el anochecer el cañoneo de los buques enemigos, que eran
el Belén, Aranzasú, Calves, cinco cañoneras y otras embarcaciones menores,
haciendo un total de trece. Durante ese tiempo, el Hércules sufrió un fuego des-
tructor, sin poder hacer jugar su andanada, sirviéndose apenas de tres piezas
contra los barcos enemigos, pero todas ellas sobre la batería de la costa, cuyos
fuegos fueron apagados á menudo.
En el intervalo citado, tengo que lamentar sinceram.te la muerte del capitán
Smith que cayó heroicamente defendiendo su buque y mientras hacía señales
a los demás para que atacaran y abordasen al enemigo la del capitán francés
de las tropas {Marti de Jaunie) y la del Sr. Roberto Stacy (teniente), todas
sensibles y en las que el servicio pierde excelentes oficiales. Recomiendo, pues,
con la mayor solicitud, a la generosidad de S. E. á las viudas de los dos pri-
meros y á la patria la memoria del último y de todos los que sucumbieron
haciendo esfuerzos heroicos en defensa de la causa de la patria contra el ene-
migo común.
Va adjunta una lista de los muertos y heridos á bordo del Hércules.
La obscuridad de la noche, impidió se continuara el combate hasta el ama-
224
necer del dia siguiente en que se renovó con todo el vigor posible por parte del
Hércules, habiendo este logrado virar la popa y dar el costado, mediante un
ancla que conseguí fondear durante la noche.
Quizá no esté de más le informe, de qué manera el resto de la escuadra (que
debió haber estado bajo mis órdenes), se condujo durante la acción á pesar de
haberse hecho todas las señales é ido personalmente en mi bote antes de las
doce de la noche, á instar y suplicar su apoyo, lo cual resultó inútil.
Como el viento soplaba de tierra, esos buques iban y venían hasta San Juan
(distante legua á legua y media) mientras duró el combate, por cuyo motivo la
patria no se apoderó en Martín García de toda la fuerza enemiga.
Me es penoso, aseguro á Vd., señor, tener que poner esto en su conocimiento,
pero lo considero un deber para con mis bravos compañeros de a bordo, así
como un acto de justicia a la memoria de los que ya no existen, puesto que a
hacerse una tentativa cualquiera por el resto de nuestra escuadra para abordar
al enemigo, ó siquiera anclar y obrar de concierto con el Hércules, se habrían
rendido los buques de aquel, porque la primera y segunda vez que nos apro-
ximamos á ellos, tripularon sus botes para largarse a tierra.
Al ser de día, como va dicho, se reanudó el fuego, el que continuó hasta
cerca de las 9 i|2 a. m., hora en que el Hércules flotó, arrastrándolo la corriente
por el canal, pues con el cañoneo perdió sus anclas y cables.
El arribo oportuno de la goleta Esperanza, me favoreció, habilitándome para
pedir alguna fuerza al comandante de la Colonia, cuyo oficial (i) lo consigno
en honor suyo, sin pérdida de tiempo, despachó en mi protección 46 dragones
y 3 oficíales. Además, la llegada del comandante de la Punta (2) me reforzó
igualmente con 17 paisanos, habiendo ido desde las Conchas, mientras este
buque se hallaba varado y aguardaba á la Esperanza de la Colonia.
El 13, considerando que la fuerza precitada con las tropas de mar y marine-
ros, era suficiente para tomar la isla, se dio la señal de levar, estando ya a flote
el Hércules, tapados provisionalmente los balazos y fondeado con una ancla de
la goleta Julieta.
Dirigióse la escuadra á un paraje á propósito para desembarcar las tropas,
etcétera — hacía la parte S. E. de la isla — operación que se efectuó en el espa-
cio de veinte minutos, á las 4 de la mañana, bajo el mando de D. Pedro Orona.
Apenas realizado el desembarco, zarpó la escuadra con dirección a los buques
enemigos surtos en el puerto, simulando un nuevo ataque — pero en tierra ya
se resolvía el caso con rapidez. En efecto, hacia la salida del sol, la batería
(lue había jugado sobre el Hércules cuando estuvo varado causándole tantos
estragos caía en poder de los marineros al mando del teniente i.° Jones, del
Céfiro, oficial distinguido, que izó en ella la bandera de la patria.
Entretanto, la escuadra enemiga, no perdía tiempo en salir á espía del alcance
de los cañones, cuyas balas le podían ser dirigidas desde el muelle ya ocupado
por nuestras fuerzas, y debido al desorden inevitable en tales ocasiones, sobre
todo, cuando la tropa se encuentra con vino y alcoholes en abundancia, no pudo
situarse la artillería con la prontitud deseable para causar efecto. Los habitan-
tes, al oir el cañoneo, se embarcaron, como también las tropas, dejando 56 hom-
(i) D. \'icente Lima, capitán 'le "Dragones de la Patria".
(2) ¿Punta de San Isidro?...
— 225 —
bres casi inútiles y otras tantas ó más mujeres y algunos niños sin padre ni
madre.
El 15 al rayar el dia, la balandra de Spiro, montando una colisa larga de á 8,
rompió el fuego a tiro de fusil del enemigo, habiéndosele acercado a espía du-
rante la noche — operación que incomodó á este — que en el Ínterin fué favo-
recido de nuevo por el viento que varió al S. E. — circunstancia que producien-
do la creciente, facilitó su fuga por encima de los bancos, aunque en el mayor
desorden y desmoralización.
El 25, en cumplimiento de lo dispuesto por S. E. fueron embarcados los pri-
sioneros a los que se trató con humanidad, incendiándose todas las casas de la
isla sin dejar en ella alma viviente. En seguida, zarpó la escuadra, arribando a
la Colonia el 26, donde se procedió al desembarco de aquellos, que fueron pues-
tos a disposición del comandante de dicha plaza.
Por la reseña hecha, S. E. podrá juzgar del espíritu de esta escuadra y tropas
empeñadas especialmente en esta empresa, como asimismo del valor tan inútil-
mente desplegado por el enemigo, como sucede en tales casos. Puedo asegurar
a Vd. que la varadura del Hércules, fué un accidente que favoreció mucho al
enemigo, pues de lo contrario, con él solo hubiera decidido la acción. Pero no!
él quedó en una sittiacíón peligrosa por más de 21 horas y á haberlo conocido
el enemigo ó sido capaz de ejecutar aquello de que, como he observado antes,
se jactaba con tanta vanidad, dicho barco no habría podido presentarse al fren-
te de su puesto y obligar á su plaza á rendirse (con la cooperación del ejército
sitiador).
Soy de veras, estimado señor, su sincero y obsecuente servidor.
(Firmado) Guillermo Brown.
Lista de los oficiales y marineros muertos y heridos a bordo del hércules. En
el ataque de la isla de martin garcía (*)
MUERTOS —
Elias Smith
Capitán.
Roberto Stacy
Teniente 3."
Antonio Castro
Timonel.
Eduardo Price
Grumete.
Ricardo Brook
Marinero de i.
Francisco Sevara
(Guevara
?)
„ 2
Guillermo Russell
., I
Salomón Lyon
.. 2
Pedro Brown
Cocinero.
Felipe Rico
Marinero ,. 2
Lázaro Molina
<1 X 1
Joaquín U raqui
., ,
clase.
(*) Nota. La nómina que precede, aunque sin feclia ni firmas, se supone datada en los días
posteriores inmediatos a la memorable del ii de marzo de 1814, fecha de la victoria de Martín
García, y es conocida por de letra del general Brown, el victorioso jefe en aquella acción. — Gui-
llermo Pío White — Buenos Aires, 25 de mayo de 1840.
Otra: Fué escrita el 19 de abril de 1814 (mientras bloqueaba a Montevideo), al elevar el parte
respectivo en el que la cita.
(Firmado) Carranza.
Tomo II 15
226
Mayordomo.
Marinero de i.' clase.
HERIDOS —
Tomás Ritchard
Jaime Slone
Enrique Harris
Elsey Miller
Roberto Smith
R. Conplans
Antonio O'Donnel
Juan Hany
Ricardo Kelley
Enrique Me Grah
Roberto Duiín
José Mariano
Manuel Ferreira
Francisco Robles
Billar de Calia
Basilio Roda
Florencio Garda
José Rialdo
Antonio Gavio
S Uve rio Alvares
Francisco Riveiro
Muertos y heridos de la tropa de infantería de marina
MUERTOS —
Jaime Marti de Jaume
Tomás Felisa
José Antonio Balija
José Herrera
Silvestre Murúa
Juan Olivera
Marcos Avila
José Antonio Tolosa •
José González
Capitán.
Soldado.
HERIDOS —
Ramón Nuevas
Andrés Silva
Exmo. Sor.
Adjunto á V. E. el parte q.e me ha dirigido el oficial q.e mandaba las tropas
q.e tomaron á Martin García. — Dios gu.e á V. E. m.s a.s. — Martin García y
Marzo 19 de 1814. — Exmo. Sor. — W. Brown. — Exmo. Sup.™o Director de
las Prov.s Unidas del Rio de la Plata.
Sor. General en Xefe de las Fuerzas Maritim.s — Habiendo recibido orden
berbal del Comand.te de la Colonia D. Vísente Lima para Embarcarme á la
Escuadra del mando de V. con veinte y tres Dragones, y veinte y tres Infantes
del N. 6, y los Oficiales, el Alfercs de Dragones D. Gervacio Espinosa, y el
Sub.te del Rex.to N. 6 D. Luis Antonio Frutos q.e componia la fuerza de quarenta
y nueve hombres. Después de estar en la Esquadra y al frente de la isla Alartin
Garcia q.e se tratava de Asaltar, y no haviendo sino oficiales Subalternos, se
conbino en aser una junta p." q.* dirijiese uno la Acción de trra. y aviendo sido
electo. Dispuse los oficiales y Tropa en el orden sig.te: El Tn.te del Rex.to N. 2
D. Man.l José Balbastro, Comand.^e de la i."' Divicion, y de su 2.° el Alferes de
Dragones D. Gervacio Espinosa; de la 2.* el Ten.te del Rex.t» N. 2, D. Man.l
Castañer y de su 2." el Sub.-e del Rex.to N. 6, D. Luis Ant.o Frutos; de la 3.'' el
Ten. te de Ex.to D. Jaime Kainey y de su 2.° el Sub.-- del Rex.'o de Granaderos
de Infantería D. Mariano Antonio Duran: Cada Divicion compuesta de Ochenta
hombres. La noche del Catorce se dispuso el desembarq.e por el crden de Divi-
ciones, al aproximarse los Botes a tierra hisieron algún fuego los Enemigos q.e
estavan Emboscados en el Monte, y haviendoles Contestado los Nstros. con
algunas Descargas y dos tiros de Cañón huyeron precipitadam.te a lo ynterior
de la Isla y biendo q.e no podian resistir al balor de las armas de ¡¡a Patria des-
pués de una hora de fuego tomaron el partido de desamparar sus puestos y
Baterías para hir precipitadam.te á Embarcarse en los Buques Enemigos q.e es-
taban en frente del Muelle de esta Isla algunos de ellos pudieron conseguir
el reembarcarse á pesar de la rapides con q.e abansaban Nstros. valerosos Sol-
dados p.a Ebitar dho. Embarque otros fueron tomados por una Balandra que
no tuvo tpo. de Escaparse apesar de haber sido protejida por los fuegos de la
Esquadra enemiga, y en ella se encontraron algunos Soldados Enemigos los q.*
hisieron una dura resistencia h."" q.*' fueron pasados a degüello, y algunas familias
las q,e se protejieron, otros se quedaron Emboscados en lo ynterior de la Isla, te-
miendo el furor de nstra.'í. Bayonetas, pero haviendo sido descuviertos poco tpo.
después fueron tratados con aquella umanidad con q.e acostumbran tratar a sus Ene-
migos los bensedores Americanos. Desde el primer Soldado h.a el Ultimo Oficial se
han portado con el Mayor Valor, y energía; No puedo por menos distinguir el valor
del Sarg.to del Rx.to N. 2 José M.^ Rodríguez. — Incluyo á V. una relación de
los Pricioneros, Armamento, Artillería, y Municiones que se le tomó al Ene-
migo, como también la perdida q.^ hemos tenido de nstra. parte — Dios guarde
á V. m.s an.s — Isla de Martín García y Marzo 18 de 1814.
(Firmado) Pedro Orona.
Estado qe manifiest.a Pricioneros, Muertos y Heridos, Artillería Fuci-
les Municiones de Cañón y de Fucil qe se le ha tomado al Enemigo.
o ^ g _
4* Í2 ^ 'n r/l — ^ T3
o t! "O = — = ^ e —
o ü "^ -z 'Z tl^ £ u
Pricioneros de Tropa 9^0- < -^ < ^ u-o — i
Id. de Milicias . 21 > 40 10 7 4 30 50 4.000
Id. Morenos 20 j
Por ntra. parte no hemos Sufrido más perdida q.e tres Soldados Muertos y
Sinco heridos ; el Sub.te de Milicias D. Pedro Aguilar levemente el Comand.te
q.e dirijia la acción D. Pedro Orona Ten. te del Rex.to de Dragones de la Patria.
— Martín García, y Mzo. 18 de 1814.
(Firmado) Pedro Orona.
— 228 —
Exmo. Sor.
El Ciudadano Pedro Aguilar se presentará a V. E. (q.« es el conductor de
este) y hará una relación prolixa del Estado de la Isla y el rumbo q.^ ha toma-
do la esquadrilla enemiga dho. Aguilar ha llegado hoy con alg.s prisioneros
heridos y los vecinos de las Conchas q.e se quedaron en ntra. Esquadrilla. El
Comandante Bron les ha regalado una valandrita q.^ es en la q.e han venido,
cuya donación q.e la trae de mano del expresado Comand.'e se la presentara á
V. E. — Dios gue. á V. E. m.s a.^ — S." Fern.do. — Marzo 19 de 1814. — Exmo.
S.of — Fran.co p2 Uzal. — Exmo. Supremo Director de las Provincias Unidas del
Río de la Plata.
P.XRTE DEL COM.AXDAXTE ROMARATE :
En oficio del 11 del que corre, que acabo de recibir, me dice el cap.i^ de navio
graduado de la Armada, Don Jacinto de Romarate, comandante de las fuerzas
navales de Martín García, lo que sigue:
A las 8 de la noche del 8 del corriente, di fondo en esta con los bergantines
Belén, Aranzazú y Gaivez y las cinco cañoneras, y á las cinco de la tarde del 9 fon-
deó como a 4 leguas de distancia la división enemiga, compuesta de dos fragatas,
dos goletas, un bergantín, una balandra y un falucho. El 10 por la mañana se pu-
sieron en vela con viento E. S. E. flojito, dirigiéndose á este surjidero por ambos
canales ; esto es, por el del Sud las dos fragatas, el bergantín y una de las goletas,
y por el X. las restantes. A la una y media, rompieron un fuego vivísimo los ene-
migos sobre mi línea que estaba formada E. O. cubriendo el canal del fondeadero :
se les contestó de nuestra parte con el mayor vigor y acierto causándoles algunas
averías, y al poco tiempo queriendo al parecer, la fragata mayor, que considero de
más de 30 piezas, de varios calibres, abordar mi buque, varó en el placer del O. de
la isla bajo el tiro de cañón. En esta situación continuamos un fuego horroroso
sobre ella, á quien cubrían los demás sobre bordos, causándole tanto en el casco
como en la arboladura una infinidad de averías. Durante esto, mandé salir al en-
cuentro de los que venían por el canal del X. á las balandras Americana. Murciana.
cañonera Perla, y la lancha corsaria del navio Salvador, para evitar el ser doblado
por los enemigos que venían por aquella parte, y qué vista esta determinación regre-
saron a los pocos tiros, incorporándose con los demás que me estaban batiendo por
el frente. En esta situación, siguió un fuego terrible por ambas partes hasta que os-
cureció, habiendo logrado desmantelar la fragata enemiga, dándole muchos balazos a
flor de agua y costado, sufriendo los demás varias averías aunque nó de tanta con-
sideración.— "Por la oscuridad cesó el fuego de los enemigos, y yo hice lo mismo
para precaver que no me faltasen las municiones. Xos mantuvimos así hasta el ama-
necer que se volvió á romper el fuego aun mas vivo que el día anterior, y duró has-
ta las nueve menos cuarto de la mañana en que flotó la fragata enemiga y dio el
trinquete para salir al canal, que era la única vela que le quedaba servible aunque
acribillada de metralla y balas. — Son las 5 de la tarde y quedan los enemigos en el
canal de fuera de la isla, queriendo al parecer dirigirse a Buenos-Aires, y con la
fragata grande varada en el cantil del placer. Considero que han tenido mucha
mortandad, y en nuestros buques sólo ha habido la pérdida de 4 hombres muertos,
y 7 heridos, que los hé desembarcado en la isla. Si V. S. ha echado fuera de ese
puerto, como creo, a la Mercurio, Paloma, queche Hiena, y Cisne, y se hallan sobre
— 229 —
islas de Hornos, ó Valizas, son perdidas las fuerzas de Buenos Aires, y sino, será
mui dolorosa su falta en esta ocasión tan crítica. — Espero que con la mayor pron-
titud me remita V. S. pólvora y municiones de todos calibres para reemplazar las
gastadas en la acción. — No hallo espresiones con qué elogiar dignamente la ofi-
cialidad y tripulación de los buques de mi mando, que sin embargo de la excesiva
fuerza de los enemigos, no hubo uno que no desease distinguirse en la acción. Tam-
bién la tropa y vecindario de la isla son dignos del mayor elogio por lo mucho que
me han ayudado con la fusilería por tierra, y con 2 cañones de a 6, uno de los bu-
ques y otro que ellos tenían, con los que se mantuvieron siempre batiendo á la fra-
gata y demás buques, mui acertadamente. Hoi he desembarcado otros dos cañones
con objeto de coger entre dos fuegos á los enemigos si acaso vuelven, cuya direc-
ción he cometido al alférez de fragata y primer piloto Don Francisco Paloma.
El alférez del Regimiento del Fijo, Don José de Azcuénaga, que manda las
tropas de la isla, se ha conducido en esta ocasión con la bizarría militar, mas
digna de elogio, y de qué á V. S. consta ha dado varias pruebas al frente de esa
Plaza".
Trasladólo á V. S. para su noticia y satisfacción, rogando á Dios guarde su vida
muchos años. — Montevideo, 15 de Marzo de 1814. — Miguel de la Sierra — Señor
Capitán General de estas Provine.^
Gaceta N.° 14. — Jueves 17 mzo.
Parte del comandante de la guarnición de Martín García al general VigodET
Sr. Capitán General.
No pierdo esta ocasión oportuna para dar parte á V. S. de la gloriosa defensa
que ha hecho la división de la Marina Nacional al mando del capitán de navio
Don Jacinto de Romarate, el cual dará un detalle circunstanciado de todo lo acae-
cido, ciñéndome yo a exponer a V. S. la ayuda que he prestado con la tropa de mi
mando, y el vecindario de la isla, en todo cuanto nos fué posible. Habiendo vara-
do la fragata de los insurgentes inmediata de tierra como á tiro de fusil escaso,
se condujo un cañón de á cuatro, que hai en este destino, frente de dicho buque;
y dirigiendo los fuegos mas acertados, conseguimos hacerle algún daño : viendo
yo lo útil que sería poner otro en igual disposición, pasé la noche del diez á bordo
del berg.n Belén, donde se hallaba el expresado comand.te gral. y le supliqué me
diese un cañón de los de á bordo con sus correspondientes municiones ; me lo
franqueó al momento haciéndolo poner en la punta del muelle, de donde lo con-
duje con mi tropa, y vecinos hasta el punto donde se hallaba el otro formándoles
un parapeto de pipería de arena para resguardo de la gente, pues la metralla, que
cruzaba, podía haber hecho mucho daño si no se hubiera tomado esta providencia.
El día once al 'amanecer rompieron los insurgentes el fuego contra mi tropa y
marina, al que se les contestó con los fuegos más acertados de una y otra parte;
pero habiendo desalijado, consiguieron a las 9 y media de la mañana caer á la
canal, y ponerse eji vela, en cuyo momento se le hizo tanto fuego de una y otra
parte, que recibió los descalabros más considerables, á pesar de los que recibió el
día antes, que fueron tantos, que estaba en términos de no poder dar vela ninguna,
pues le vi todos sus" cabos cortados. Yo dudo, señor General, pueda esta fragata
llegar á Buenos Aires, pues no solamente esta, sino la corbeta, y demás de que se
componía la división enemiga, llevan averías de mucha consideración : y por último
— 230 —
creo que han quedado escarmentados, para no volver á insultar otra vez las fuerzas
nacionales.
Me faltan voces, para ponderar á V. S. la actividad, celo, serenidad y valor, con
qué el alcalde de esta isla con su vecindario se han comportado en el ataque de los
dos días, pues todos ellos unánimes con la tropa, que tengo el honor de mandar, es-
taban resueltos á ser víctimas en el campo del honor, primero que rendirse á las
fuerzas enemigas, habiendo tenido en este fuerte choque la felicidad de no tener
mas que un soldado gravem.te herido, otro, y un paisano levemente. Todo lo qué
pongo en la consideración de V. S. para qué tenga presente al alcalde, tropa, y ve-
cindario, y si V. S. lo tiene á bien los recomiende al Gobierno Nacional.
Dios gu.e á V. S. m.s añ.s — Martín García, y Marzo ii de 1814. — Sr. Cap." Ge-
neral.— José Benito de Azcuénaga. — Sr. Cap.^^ General de estas Prov.s
ExTR.\CT0 DEL PARTE QUE EL CAPlTAX DE NAVIO GRADUADO DOX JACINTO RoM.\RATE,
HA DADO AL Sr. CoMAND.TE GrAL. DE ESTE APOSTADERO CON FECHA 30 DE MaRZO,
DESDE EL ARROYO DE LA ChINA, SOBRE LA ACCIÓN DEL 28 DEL MISMO. PUBLICADO EN
EL X." 18 DE LA "Gacet.\" de IMontevideo.
"El día 21 del corriente dije á V. S. mi situación por el falucho Seheiro que al
efecto despaché desde el arroyo del Vizcaíno, y al siguiente me dirigí aguas arriba
hasta la boca del arroyo de la China.
"Para conseguir esto, me costó navegar incesantemente á vela y espía hasta
la mañana del 28 que llegué cerca del expresado arroyo. A las 12 i|2 de dicho día,
oí un cañonazo llamándome del Belén, y en seguida recibí aviso de que muí cerca
de nuestros buques, por encima de las Islas, se veían cinco velas al parecer enemi-
gas, navegando a vuelta de la división ; me dirigí á ella, teniendo el gusto de hallar
todos los buques acoderados á la boca del arroyo en el mejor orden por las acer-
tadas disposiciones del comandante del Belén Don Ignacio de Beguera.
"Luego que llegué, se rompió el fuego vivísimo de ambas partes á bala y metralla,
sufriendo los enemigos muchas averías en dos aparejos, y probablemente muchísi-
mas desgracias en sus tripulaciones por la gran proximidad en que unos y otros
buques se batían. Hubo varias veces, en que solo distaban un tiro escaso de pistola,
y los cañones de 18 de mi división jugaban con la mayor ventaja y velocidad. Duró
este fuego hasta cerca de las 3 i|2 en que la balandra enemiga llamada del Sapo
por un cañonazo de á 18 bien dirigido de este buque, voló, y desapareció en humo.
Este accidente aterró á los enemigos, de manera que se pusieron en fuga, navegando
en popa rio arriba, largando cada uno cuanta vela podían en la triste situación en
qué se hallaban. He tenido la satisfacción de haber escarmentado completamente á
los enemigos, que han tenido la osadía de atacarme en este punto, sin duda por qué
me creían absolutamente sin municiones para defenderme, (i)
d) A este extracto que el Dr. Carranza copió de la Gaceta de Montevideo, debemos agregarle
los dos siguientes párrafos, suprimidos en el órgano oficial de la plaza por razones obvias, y que
tomamos del mismo parte incluido por el vice almirante Pavia, que escribió con los papeles
del Ministerio de Marina a la vista, en sus noticias biográficas de Romarate, y sin que le asis-
tiera la razón que aconsejaba al gacetero de los sitiados su supresión u ocultación:
" Otorgues me ha ofrecido el auxilio de pólvora que pueda, asi como la galleta y carne que
necesite para tomar las medidas convenientes á la reunión de estas fuerzas con las que, conside-
ro, habrán salido yá de esa. "
— 231 —
"Son acreedores á mi mas alta recomendación los oficiales, y demás individuos
que tripulan estos buques, tanto por su constancia en los trabajos y escasez de ra-
ción, como por la bizarria y denuedo que han manifestado en las acciones de los
días lo, II y 28 del corriente.
"Nuestra pérdida en estos días, ha sido de cinco muertos y 20 heridos, la mayor
parte de poca consideración, cuando por un prisionero que tengo á bordo he sabido
que en las acciones de los días 10, y 11 perdieron los enemigos mas de 60 hombres
muertos, y una infinidad de heridos.
"El comandante del Avanzazú fué contuso el 28 pero no de consideración." (i)
{22) BASES DE PACIFICACIÓN
PROPUESTAS POR EL GOBIERNO DE MONTEVIDEO
I.* Buenos-Ayres, y todos los Pueblos sujetos á su Gobierno, con las Tropas
de sus Exércitos jurarán la Constitución política de la Monarquía Española, san-
cionada por las Cortes generales y extraordinarias de la Nación, y prestarán el ju-
ramento de fidelidad al Rey D. Fernando 7°, y durante su ausencia y cautividad
á la Regencia del Reyno nombrada por las mismas Cortes.
2.* A los quince días de notificado el tratado de pacificación se publicará en
Buenos-Ayres la Constitución, y se hará la jura con toda la solemnidad posible,
y en todos los Pueblos sujetos á aquel Gobierno lo executarán á los quince días
de habérseles intimado nuestro fraternal advenimiento. Desde entonces no se
reconocerán otras Autoridades que las designadas en la Constitución, y que hayan
sido nombradas por la Regencia del Reyno.
3.* Se arreglará conforme á los principios de las dos bases precedentes quanto
corresponde á los ramos Político, Eclesiástico, Militar, Civil, y de Hacienda, para
la qual deberán venir autorizados plenamente los Diputados del Gobierno de
Buenos-i\yres, quienes estipularán con los nombrados por el Sr. Capitán General
de estas Provincias todo lo que pueda contribuir á la prosperidad común, y á la
seguridad inviolable de todos los habitantes sujetos ahora al Gobierno de Buenos-
Ayres. En inteligencia que si algunos de los Empleados actuales no fueren confir-
mados en sus empleos, se les tendrá toda consideración para emplearles en lo
sucesivo, señalándoles entretanto una pensión para su decente subsistencia.
4." Verificada la unión fraternal de todos los Pueblos sujetos al Gobierno de
(i) "El Comandante Don Fernando Otorgues se me ha ofrecido para la conducción de este
pliego que hé fiado á su celo con la esperanza que dentro de pocos dias será puesto en manos de
V. S. Este gefe está deseando la llegada de los comisionados de esa para la transacción de las
diferencias de la Campaña con esa plaza, y por mi parte debo decir á V. S. que hallo urgentísima
su venida para finalizarlas cuanto antes, pues sus deseos son los más ventajosos á la causa. Dios
guarde á V. S. muchos años. — Bergantín Belén, en el arroyo de la China, a 30 de marzo de
1814. — Jacinto Rom.^rate. Señor I). Miguel de la Sierra, com.andante del Apostadero."
Y para corroboran la verdad de estas infidencias a la causa de la libertad, Figueroa consigna
en su diario histórico lo siguiente: "Habiendo llegado en retirada nuestra escuadrilla _á Soriano,
desembarcó Azcuénaga bajo parlamento, solicitando de los artiguistas auxilio de víveres. El
jefe de aquel punto se excusó de hacerlo ostensiblemente por temor de las partidas argentinas
que por allí andaban: pero con reserva les franqueó carne y verduras en abundancia. Signió
la escuadrilla á Landa, donde desembarcaron las familias y todos fueron agasajados y abun-
dantemente socorridos. El comandante pasó abordo de los buques y comió con Romarate, ase-
gurándole que obraba de aquella manera con consentimiento y por encargo de Otorgues, que
se hallaba entonces ausente de aquel punto." — Diario Híst. del sitio de Montevideo. — E! caba-
lleresco Romarate pensaría, sin duda, que con miserable de ese jaez podía perderse la más
santa de las causas! — J. J. Biedma.
— 232 — ^
Buenqs-Ayres con el resto de la Monarquía baxo las dos primeras bases quedan
en el acto sepultadas las divisiones anteriores. Por consiguiente nadie será moles-
tado, ni perseguido por las opiniones que hubiere tenido, defendido, ú escrito : y no
residiendo facultades en ningún otro Magistrado, para garantir esta promesa sino
en el Sr. Capitán General de estas Provincias, ofrece solemnemente en nombre
del Rey el Sr. D. Fernando 7.°, conforme á las altas, y extensas facultades que
le ha conferido la Regencia del Reyno, guardar, cumplir, y hacer guardar, y cum-
plir el tratado que se estipule, el qual tiene en esta parte la misma validación
que si fuese pactado delante del Gobierno Nacional, cuya autoridad exerce el Sr.
Capitán General exclusivamente en las Provincias del Rio de la Plata. = Montevi-
deo 12 de Abril de i8i4.^Gaspar J^igodct. Es copia..^Hei'rcra.
(2^) Estado de fuerza y tiempo de servicio de los buques armados por el go-
bierno DE LAS Provincias Unidas, los que operaron al mando del coronel
D. Guillermo Brown, contra las fuerzas navales españolas en el Río de
la Plata, el presente año de 1814.
Hércules. — 36 cañones, de los calibres siguientes: cuatro de 24, ocho de 18,
doce de 12, seis de 9, seis de 6 y además seis pedreros.
Este buque principió á servir el 4 de enero de 1814. El ajuste de sus oficiales y
dotación se concluyó el 15 de Noviembre del propio año.
D. Guillermo Brown. — Comandante en jefe.
Hitas Smitli. — Sargento Mayor, t 11 Marzo M." García.
Ricardo Baxter. — Sargento Mayor. Destinado á este buque el 17 de Abril hasta
el 2;í de Junio en que pasó á mandar la "Mercedes" pero fué empleado en otras co-
misiones del servicio, desde el 1.° de enero de 1814.
Guillermo Mac Dougall. — Capitán. — Hasta el 17 de abril de 1814 en que fué
promovido al mando de la Julieta, con grado y sueldo de sargento mayor desde el
13 junio.
Roberto Gibson. — Teniente i.° Hasta el 11 de marzo de 1814 y después capitán.
Juan Cave. — Teniente i.". — Desde el 21 de junio 1814, hasta fines del mismo
mes en que pasó á mandar la Cazadora.
Roberto Stacy. — Teniente 2.° — + 11 Marzo M." García.
Carlos Robertson. — Teniente 2.° — Hasta el 11 de Marzo de 1814 y después
I.''' teniente.
Enrique Taiman. — Teniente 2.° — Desde 11 Marzo 1814.
Bernardo Campbell. — Cirujano.
Juan Douglas. — Comisario.
Dr. Juan Andrés Mancco Capac de Tupac Amaru. Dr. Martín José Martines. —
Capellanes de marina de toda la escuadra desde el i." Marzo 1814.
Jaime Marti de Jaumc. (Del Reg.to N.° 2). Capitán de tropa embarcada. \ el 11
de Mareo M.» García.
Santiago Kearney. — Teniente i." id. y de tropa de marina en servicio desde el
3 de febrero. Fué trasladado desde la Julieta, el 11 de Marzo 1814.
— 233 -
Oficiales con despacho y sub-oficiales. —
I maestro de navegación.
I piloto ó práctico.
I contramaestre.
I carpintero.
I condestable.
I armero.
I tonelero.
1 maestro velero
2 guardianes.
3 pilotines.
I 2° carpintero.
I 2." condestable.
I patrón de bote.
I maestro de armas.
4 timoneles. .
6 de dotación de condestables.
I escribiente del capitán.
I despensero.
1 ayudante del contramaestre.
2 guardas de Santa Bárbara.
5 maestros gavieros y de proa.
2 cabos de limpieza y palo de mesana.
I despensero del capitán.
1 id. del comisario.
2 cocineros. *
64 marineros de i." clase.
42 „ „ 2." „
42 paisanos y muchachos.
87 soldados de marina incluyendo en este número 2 sargentos y 5 cabos.
Nota. — De esta tripulación y de otras de los siguientes buques, por ser los mejor
tripulados, se dieron hombres á otros, según los necesitaban, pero fueron ajustados
bajo su primera denominación.
II. — Céfiro (Corbeta). — 18 cañ.s de los calibres siguientes: seis de á 12, seis de
9 y seis de á 6.
Este buque principió a servir el i." de enero de 1814, al mando del sargento mayor
Elias Smith (después de la Hércules) y del de igual grado Oliverio Russell, quien
pasó á la Belfast, el 21 de febrero 1814. Su oficialidad y dotación, fué ajustada
por el 15 de noviembre 1814.
Santiago King. — Sargento Mayor y Comandante, desde el 21 de febrero hasta
el 17 de mayo de 1814, en que pasó á mandar el Neptuno.
Roberto Jones. — Capitán, hasta el 17 de mayo 1814 y después comandante.
Gttillermo Shapley. — Teniente i." hasta el 31 de mayo 1814 en que pasó al
Neptuno.
Santiago Smith- — Teniente 2.°
Tomás O.rley. — Comisario.
— 234 —
Francisco Solano Arias. — Teniente l.° de tropa de marina.
José María Mora. — Sargento de id., quien pasó como 2° teniente desde el ber-
gantín Xancy.
Oficiales de mar y siih-oficiales —
I maestro de navegación.
I práctico.
I contramaestre.
I carpintero.
1 condestable.
I armero.
I tonelero.
I maestro velero.
1 guardián.
2 pilotines.
I 2° carpintero. •
I 2° condestable.
I patrón de bote.
1 m.aestro de armas.
2 timoneles.
4 dotación de condestable.
I despensero.
1 ayudante de contramaestre.
1 guarda de Santa Bárbara.
5 maestros gavieros y de proa.
2 cabos de limpieza y de palo de mesana.
I despensero del capitán.
1 id del comisario.
2 Cocineros.
25 marineros de 1.° clase.
20 id de 2." id
20 paisanos.
42 soldados de marina incluyendo 2 sarg.os y i cabo
III. — Belf.\st. — 22 cañones, de los calibres siguientes:
Diez y ocho de 12, dos de 9 y dos de 6.
Esta corbeta, principió á servir el 21 de febrero 1814 y el ajuste de sus oficiales
y dotación, se concluyó por el 15 de nov.bre de id.
Oliverio Russell. — Sargento mayor y comandante (segundo en el mando de
la escuadra) después del 11 de marzo de 1814. Datando su sueldo desde- el i." de
enero.
Juan Bro-íVn. — Capitán. Sirvió un mes. mandando el Sn. Antonio.
Guillermo Brasd. — Teniente 1.°.
Santiago Wilder. — Ten.e 2.".
Guillermo Peat. — id Teniente desde el 28 de Junio 1814.
Rodney Man. — Comisario.
Luis Perichón. — Teniente de Infantería de Marina.
Francisco Ramiro. — Cirujano desde el 18 de abril 181 4.
•— 235
Oficiales de mar y niaesiranza. —
I maestro (velero) de navegación.
I Práctico o piloto.
I contramaestre.
I carpintero.
I condestable.
I armero.
I tonelero.
1 velero (maestro).
2 guardianes o 2.<l'^s contramaestres.
3 pilotines.
I 2." carpintero.
I 2° condestable.
I patrón de bote.
I maestro de armas.
4 timoneles.
6 dotación de condestable.
I escribiente.
I despensero.
1 ayudante de contramaestre.
2 guardas de Santa Bárbara.
5 maestros gavieros y de proa.
2 jefes de sonda á proa y popa (cabos de limpieza y de palo de mesana).
I despensero del comandante.
1 id del comisario.
2 cocineros.
35 marineros de i." clase.
25 id „ 2.*
25 paisanos > grumetes.
38 soldados infantería de marina, inclusos 3 sargentos.
Nota. — Esta tropa fué embarcada el 31 de marzo y desembarcada el 30 de
junio 1814.
IV. — Agradable- — 22 cañones de los calibres siguientes: veinte de á 12 y dos
de á 9.
Esta corbeta, principió á servir en ó antes del 15 de marzo 1814. El ajuste de
sus oficiales y dotación, se concluyó por el 15 de noviembre del propio año.
Antonio Lamarca — Sargento mayor-comandante. Tuvo á su cargo la goleta
Fortuna, habiendo sido empleado en otras comisiones relacionadas con el servi-
cio, desde el i.° de enero 1814.
Jorge B. Arnold. — Capitán. Empleado igualmente desde el i." de enero 1814
en reclutar gente para la escuadra.
Juan Fylestone Fracker. — Capitán.
Eduardo Denny. — Teniente i.°.
Juan Reaumer. — „ 2°.
Juan Lad- — Comisario.
Carlos Fits Gerald. — Aspirante (ó guardia marina).
Rosendo Rivero. — Teniente de la tropa embarcada.
— 23(5 -
Oficiales de mar y maesiransa. —
I maestro (velero) de navegación.
I piloto.
I contramaestre.
I carpintero.
I condestable.
I armero.
I tonelero.
1 maestro velero.
2 guardianes o 2.dos contramaestres.
2 pilotines.
I 2." carpintero.
I 2." condestable.
I patrón de bote.
1 maestro de armas.
2 timoneles.
4 dotación de condestable.
I despensero.
1 ayudante de contramaestre.
2 guardas de Santa Bárbara.
5 maestros gavieros y de proa.
2 jefes de sonda de proa y popa (cabos de limpieza y de palo mesana).
I despensero del comandante
1 id del mayordomo.
2 cocineros.
30 marineros de i." clase.
23 id „ 2." „
22 paisanos y grumetes.
.36 soldados infantería de marina, incluso i sargento y 5 cabos.
Nota. — Estos últimos (tropa) fueron embarcados el 30 de abril y desembarca-
dos el 30 de junio 1814.
V. — Halcón. — 22 cañones, de los "calibres siguientes:
Seis de á 18 y diec y seis de á 12.
Esta Corbeta principió á servir el 9 de mayo de 1814. El ajuste de sus oficiales
y dotación se concluyó por el 15 de noviembre del mismo año.
Juan D. Handel. — Sargento Mayor y Comandante, pero recibía sueldo desde
el 1.° de enero 1814, como empleado en Comisiones del servicio y como teniendo
el mando del San Luis y del San Antonio.
Jaime Nichols. — Capitán.
Miguel Sniith. — Teniente i.° y también Comandante de la Infantería de Mar,
con sueldo desde el 15 de Marzo 1814, como sirviendo en el Trinidad.
Alejandro Post. — Teniente 2."
Pedro Moni. — id id
Martín Connor. — Comisario.
Tomás Hughes. — Aventurero (ó G. Marina). — Principió á servir en la Tri-
nidad, el 15 de Marzo 1814.
237 —
Oficiales de mar y maestranza. —
I maestro de navegación.
I piloto.
1 contramaestre.
I carpintero.
I condestable.
I armero.
I maestro velero.
I guardián ó 2." contramaestre.
I pilotín.
I 2." carpintero.
I 2° condestable.
1 patrón de bote.
2 timoneles.
4 dotación de condestable.
5 maestros gavieros y de proa.
2 cabos de limpieza y palo de mesana.
18 marineros de i." clase.
30 id de 2."
13 paisanos y grumetes.
55 soldados de Marina, inclusos 2 sargentos y 3 cabos.
Mota. — Estos soldados fueron embarcados el 3 de junio y desembarcados el
31 de julio 1814.
VI. — Xeptuno. — 24 cañones, de los calibres siguientes :
Cuatro de á 24, cuatro de 18, diez y seis de a 12 (y diez pedreros).
Esta Corbeta principió á servir el 28 de mayo de 1814. El ajuste de sus oficiales
y tripulación se concluyó por el 15 de noviembre de 1814.
Santiago King. — Sargento Mayor. — Comandante, quien se hizo cargo de ella
desde el 17 de mayo 1814.
Guillermo Shapley. — Tent. i.". — Pasó del Céfiro el 31 de mayo 1814.
A. L. Carach. — Tent. 2." — Desempeñando á la vez el empleo de Maestro de
Naveg."
Florencio M. C. Cartliy. — Comisario.
Pastor Albarracin. — Subt.'e de la tropa embarcada.
Oficiales de mar y maestranza. —
I maestro de navegación (Subt.te Carach).
I piloto.
I contramaestre.
I carpintero.
I condestable.
I armero.
I tonelero.
1 maestro velero.
2 guardianes ó 2.<Jos contramaestres.
-- 238 —
2 pilotines.
I 2° carpintero.
I 2.° condestable.
I patrón de bote.
1 maestro de armas.
2 timoneles.
4 dotación de condestable.
I despensero.
1 ayudante del contram.trf
2 guardas de Santa Bárbara.
5 maestros gavieros de proa.
2 cabos de limpieza y palo de mesana.
I despensero del Comandante.
1 id id Comisario.
2 cocineros.
25 marineros de i.'' clase.
20 id de 2.*
20 paisanos y grumetes.
14 soldados de Marina, incluyendo i sarg.to y 2 cabos.
Nota. — Esta tropa fué embarcada el 12 de junio y desembarcada el 31 de
julio 1814.
VIL — Nancy. — 15 cañones, de los calibres siguientes
Doce de á 12 y tres de á 6.
Este bergantín principió á servir «1 6 de enero de 1814 y continuó hasta el 24
ó 25 de junio del propio año, en que fué destinado para conducir á Europa al
general Vigodet y su séquito.
Su Comandante, oficiales y tripulación, fueron transbordados á la corbeta Mer-
curio, donde continuaron su servicio, siendo ajustados por el 15 de noviembre de
1814, pero siguieron revistando en la lista del A'a;!f;y.
Ricardo Leech, Sargento Mayor. — Comandante.
Tomás Santiago Harding. — Capitán.
Enrique James. — Ten.t^ i." (sirvió también en el Hercules) .
Carlos Mac Kay. — Ten.te 2.° (sirvió también en el Xcptuno y como Comand.te
del Mal-acabado) .
Timoteo Hilliard. — Ten.te 2° (Al principio hizo las veces de carpintero).
Josias Payne — Ten.te 2." (Antes, hacía de Maestro de Xaveg.").
Juan Hill, Luis Hefferman. — Comisarios por su orden.
Francisco Lynch, Pastor Albarracín. — Tenientes de la tropa embarcada.
Maestranza. —
I maestro de navegación.
I práctico.
I contramaestre.
I carpintero.
I condestable.
I armero.
. — 239 —
I maestro de velas.
I guardián.
I pilotín.
I 2.° carpintero.
I 2." condestable.
1 patrón de lancha.
2 timoneles.
4 dotación de condestable.
5 maestros gavieros y de proa.
2 cabos de limpieza y palo de mesana
i8 marineros de i." clase.
14 id ,„ 2.*
14 paisanos y muchachos
42 soldados de marir.a, inclusos 2 sargentos y 2 cabos.
VIII. — Julieta. — 17 cañones, de los calibres siguientes:
Uno de á 24, dos de á 18, seis de á 12 y ocho de á 6.
Esta goleta principió á servir el 3 de febrero de 1814. Su tripulación y oficiales
fueron ajustados por el 15 de noviembre del propio año.
Benjamín Franklin Seaver. — Teniente Coronel y Segundo en el mando de las
Fuerzas Navales. Desempeñó varias comisiones concernientes al servicio, desde
el 20 de diciembre de 1813. — Fué muerto- el 11 de marzo de 1814 al frente de
Martín Garcia.
Ricardo Baxter. — Sargento Mayor. — Capitán del buque. Principió á servir en
otras comisiones el i.° de enero de 1814 y continuó en el mando después de la
muerte de Seaver, hasta el 16 de abril en que fué reemplazado por el Capitán
Mac Dougal, del Hercules.
Jacobo Landguist. — Teniente i."
Tomás Danton — Ten.ie 2.° (antes como Maestro de Naveg.n).
Miguel del Cerro. — Teniente de la infantería embarcada, reemplazante de San-
tiago Kearney, que pasó al Hércules el 11 de marzo.
Maestranza —
I maestro de navegación.
I práctico.
I contramaestre.
I carpintero.
I condestable.
I armero.
I maestro velero.
I guardián.
I pilotín.
I 2.° carpintero.
1 2.° condestable.
I patrón.
2 timoneles.
4 dotación de condestables.
5 maestros gavieros y de proa.
— 240 — •
2 cabos de limpieza y palo de mesana.
21 marineros de i." cías
15 id „ 2."
15 paisanos y muchachos.
23 soldados de marina, inclusos i sarg.to y i cabo.
IX. — Santísima Trinidad. — 14 cañones, de los calibres siguientes:
Dos de á 24, ocJw de á 6 y cuatro de á 4.
Esta sumaca entró al servicio el 15 de marzo de 1814. Se pagó su dotación y
oficiales el 15 de noviembre del mismo año.
Tomás Notter. — Capitán-comandante. Muerto en la acción del arroyo de la
China (E. R.) el 24 de marzo 1814.
Miguel Smith. — Ten.t^ 1.". Este oficial, pasó en 8 de mayo al Halcón.
Ángel Hubac. — Teniente 2° (voluntario) sucedió á Xotter en el mando.
Bartolomé Cerrefti. — Ten. te 2.° (fué antes, carpintero y maestro de naveg.^^)
Nicolás Jorge. — Teniente 2.°.
Maestranza. —
• I maestro de navegación.
I práctico.
I contramaestre.
I carpintero.
I condestable.
I armero.
I tonelero.
I maestro velero.
1 guardián.
2 pilotines.
I 2.° carpintero.
I 2." condestable.
I patrón de bote.
1 maestro de armas.
2 timoneles.
4 dotación de cond&stable
I despensero.
I ayudante del contramaestre.
1 guarda de Santa Bárbara.
5 maestros gavieros y de proa.
2 cabos de limpieza y palo de mesana.
I despensero del comandante.
I id „ comisario.
I cocinero.
2S marineros de i." clase.
20 id ,, 2.".
20 paisanos y muchachos.
31 soldados de infantería, inclusos 2 cabos.
Ñuta — Estos fueron embarcados el 18 de marzo, estuvieron en tierra 29 dias
en abril y desembarcaron el 30 de junio 1814.
— 241 —
X. — Itatí. — 10 cañones de los calibres siguientes:
Dos de á i8 y ocho de á 6.
Esta sumaca, entró al servicio el i.° de abril 1814. Su tripulación y oficiales,
fueron cancelados p.r el 15 nov-bi^e de id.
Miguel Fcrrcre. — Capitán-comandante. Fué empleado en varias otras comisio-
nes del servicio, desde el 15 de marzo de 1814 (en la Agradable).
Manuel Montcverdc. — Teniente 1.".
Lázaro Roncayo. — „ 2.°. (El 4 de enero de 1814 fué embarcado en
la Hércules, como marinero, ganando 30 $ mensuales).
Maestranza. —
I maestro de navegación.
I práctico.
I contramaestre.
I carpintero.
I condestable.
I armero.
I maestro velero.
I guardián.
I pilotín.
I 2." carpintero.
1 2.° condestable.
1 patrón.
2 timoneles.
4 dotación de condestables.
5 maestros gavieros.
2 cabos de mar.
16 marineros de i.* clase.
13 id „ 2.".
13 paisanos y muchachos.
25 soldados de marina, inclusos 2 cabos.
Nota. — Esta tropa se embarcó el i.° de mayo y desembarcó el 30 de junio 1814.
XI. — Santa Cruz. — 10 cañones, de los calibres siguientes:
Dos de á 18 y ocho de á 6.
Esta goleta, ingresó en el servicio, el i." de abril 1814. Su tripulación y oficiales
fueron abonados por el 15 de noviembre 1814.
Jorge Hallburton. — Capitán-comandante.
Esteban Barret. — Ten.te 2.° el que estaba en la cañonera América como pa-
trón, desde el 15 de febrero 1814.
Santiago Hernández. — Ten.te 2.°. Desempeñó diversas comisiones, desde el 8
de enero 1814.
Oficiales de mar. —
I práctico.
I contramaestre.
I carpintero.
I condestable
Tomo II 16
— 242 —
I 2.° contramaestre (guardián).
I 2° condestable.
1 patrón de bote.
2 timoneles.
' ■■ 2 3.0S condestables.
2 cabos de mar.
12 marineros de i." clase.
10 id „ 2.".
10 paisanos y grumetes.
22 soldados de infantería de marina, incluso I sar.to y i cabo.
Nota. — Esta tropa fué embarcada el i." de mayo y desembarcada el 30 de ju-
nio 1814.
XII. — S.^x Antonio. — 10 cañones, de los calibres siguientes:
Dos de á 18 y ocho de á 6.
Esta polacra principió á servir el i.° de abril 1814. Sus oficiales y tripulación,
fueron ajustados hacia el 15 de noviembre del mismo año.
Com.te Juan D. Handel. — Sargento mayor, hasta 9 de mayo 1814.
Juan Constant. — Teniente 2°. Empleado en el San Martin, desde el i.° de
marzo y comandante desde el 9 de mayo al i.° de julio 1814 y después subteniente.
Juan BrozL'n. — Capitán desde el i.° al 31 de julio 1814.
Hugo Campbell. — Teniente. Recibió comisión para el Trinidad el 16 de marzo
1814.
Oficiales de mar y maestranza. —
I piloto.
I práctico.
I contramaestre.
I condestable.
I armero.
I 2.° contramaestre
I despensero.
10 marineros de i." clase.
9 id „ 2.^
9 paisanos y grumetes.
Nota. — Los soldados de su arma, para este y otros barcos pequeños, se con-
sideran como pertenecientes á los mayores, adonde se remitian sus víveres.
XIII. — Fortuna. — 15 cañones de los calibres siguientes:
Ocho de á 6 y siete de á 4.
Esta goleta entró al servicio el 15 de enero de 181 4, al cargo del sargento ma-
yor Antonio Lámar ca, quien fué reemplazado por el teniente 2.° Pablo Zufriate-
gui en 15 de febrero, el que á su vez la entregó en 26 de abril, al teniente 2.° Mi-
guel Theodoro, que continuó en ella, como trasporte armado y buque proveedor,
hasta que tuvo lugar la disolución de la escuadra.
En este servicio, navegó con 11 marineros además del contramaestre y i 2.° id.
El resto de su tripulación y oficiales, fué transbordada á otros barcos de la escua-
dra, en cuyas listas respectivas se incluyeron.
— 243 —
En el servicio que desempeñó como buque de guerra, el ajuste de su tripula-
ción y oficiales, tuvo lugar hacia el 15 de noviembre de 1814
Juan Nelson. — Ten.te 2.". (Haciendo antes las veces de piloto)
Oficiales de mar y maestranza. —
I contramaestre.
I 2° id.
I condestable.
1 2° id.
2 cabos de mar.
2 gavieros.
15 marineros de i.* clase
II id „ 2.'.
II paisanos y grumetes.
XIV. — Dolores. — 12 cañones, de los calibres siguientes: De á 6.
Esta goleta, principió á servir el 8 de abril 1814. Fué ajustada, como los de-
más buques, el 15 de nov.^r^ 1814.
Comand.te Pedro Daufant. — Ten.te 2.°.
Juan Hubua, piloto, haciendo de 2° teniente
Oficiales de mar y maestranza. —
I 2." contramaestre.
1 2." condestable.
2 cabos de mar.
1 patrón de bote.
7 marineros de i." clase
4 id „ 2.^
4 paisanos y grumetes
XV. — Esperanza. — 4 cañones del calibre de á 4.
Esta goleta, principió á servir el 11 de marzo de 1814 y continuó hasta su pér-
dida en el Buceo el 2 de junio 1814. Su tripulación y oficiales fueron transborda-
dos á otros barcos y su pago finiquitado por el 15 de noviembre 1814, con arre-
glo á esta lista.
Comandante Guillermo Clay, ten.te 2°.
Ricardo Brooks. — Piloto haciendo las veces de teniente
Maestranza. —
4 marineros de i.' clase.
2 id „ 2.*.
2 paisanos y grumetes.
XVI. — Carmen. — 5 cañones de los calibres siguientes:
Uno de á 12 y cuatro de á 6.
Esta balandra principió á servir en i.° de enero 1814, y continuó, hasta que
ocurrió su voladura en la acción del Arroyo de la China (E. Ríos) el 24 de
— 244 —
marzo de dicho año y los 25 hombres que se salvaron de su tripulación pasaron
á servir en los otros buques de la escuadra.
Comandante Samuel Espiro. — Ten.te 2." t el 24 marzo 1814
Maestranza- —
I contramaestre (Demetrio Martínez).
I práctico.
I 2° contramaestre
1 2." condestable.
2 cabos de mar.
I patrón de bote
10 marineros de i." clase
9 id „ 2.'.
9 paisanos y grumetes.
XVII. — Americana. — i cañón calibre de á 18.
Esta cañonera principió á servir el i." de marzo de 1814. Su tripulación y ofi-
ciales, fueron despedidos en 15 de noviembre del propio año.
Comandante Francisco Seguí. — Teniente 2." hasta el 25 de junio, en que pasó
á mandar el falucho Fama, la Tortuga y otros buques, pero continuó revistando
en la presente lista.
Maestranza. —
I práctico.
I contramaestre.
I proel.
I cabo de cañón.
I patrón.
8 marineros de i.' clase.
6 id ,, 2.*.
6 paisanos y grumetes.
XVIII. — Sax Lt'is. — 3 cañones de los calibres siguientes:
Uno de á 12 y dos de á 4. ^
Este falucho, principió á servir, el 8 de enero 1814.
Comandante Juan D. Handel. — Sargento mayor. Hasta el 31 de marzo, en
que pasó á ser mandado por su 2.°, teniente Clark, el cual fué muerto en este
barco, tomado por el enemigo el 15 de mayo de 1814. Su tripulación fué empleada
y pagada después de su represa á la caída de Montevideo.
Oficiales de mar. —
I contramaestre.
I 2° id.
I 2." condestable
I 2." del práctico.
I patrón
8 marineros de i.".
6 id „ 2.^
6 paisanos y grumetes
— 245 —
XIX. — San Martin. — 3 cañones de los calibres siguientes:
Uno de á 8 y dos de á i.
Este falucho, entró al servicio el 8 de enero 1814, bajo el mando del teniente
2." Santiago Hernández hasta el 15 de abril 1814, que fué relevado por el teniente
2.° Nicolás Picón, quien continuó hasta el 25 de junio en que pasó á mandar el
Fama, pero siguió revistando en la presente lista.
Juan Constante. — Teniente 2° embarcado para el Belfast el i.° de marzo, des-
empeñando las veces de teniente en este barco hasta el 9 de mayo de 1814,
en que pasó á mandar el San Antonio.
Oficiales de mar. —
I contramaestre.
I 2.° id.
1 2.° condestable.
I 2.° de práctico.
I patrón.
8 marineros de i." clase.
6 id ,, 2.".
6 paisanos y grumetes.
XX. — San Miguel. — i cañón de a 6.
Esta lancha, principió á servir, hacia el 20 de diciembre de 1813, al mando del
teniente 2.° Miguel Theodoro, hasta el 26 de abril 1814, en que fué desarmada, y
tanto este oficial como su tripulación, pasífton á bordo de la goleta Fortuna, y
otros barcos de la escuadra.
Oficiales de mar. —
I patrón.
1 cabo cañonero.
4 marineros de i." clase.
2 id „ 2.".
2 paisanos y grumetes.
Observación. — Todos los oficiales y tripulaciones principiaron á servir en sus
buques respectivos y concluyeron el 31 de octubre de 1814, en los casos no expre-
sados de otra manera. La infanteria de marina, fué embarcada igualmente el 26
de febrero y puesta en tierra el 30 de junio del año precitado.
recapitulación
Los buques precedentes, en número de veinte y montando 264 cañones y 16 pe-
dreros, constituían la fuerza armada para operar contra las navales de los espa-
ñoles en el Rio de la Plata y para bloquear á Montevideo los cuales con la es-
cepción de imo que voló, uno que fué convertido en transporte y buque de víveres,
uno tomado por el enemigo y otro perdido en el Buceo — continuaron al servicio
del Gobierno de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, hasta que se hubo lle-
nado el objeto del armamento, con la destrucción completa de la escuadra enemiga
y subsiguiente rendición de Montevideo, á discreción como se ha llamado.
— 246- —
Además, los mencionados buques fueron ocupados en trasportar desde Monte-
video á esta capital, los inmensos repuestos de municiones navales y militares, amén
de otros artículos de presa alli tomados.
Buques capturados dentro y fuera de Montevideo :
Corbetas. — Mercurio, Mercedes y Cazadora.
Bergantín. — 2¿ de Mayo.
Goleta. — Invencible.
Sumaca. — Mariana-
Lugre. — San Carlos.
Faluchos. — San Luis y Fama.
Además, los siguientes que componían parte de la escuadra de Romarate, tomada
en el Arroyo de la China, después de la rendición de Montevideo.
Bergantines. — Belén y Aranzazú.
Sumacas. — Calvez y Malacabado.
Balandras. — Tortuga y Americana.
Provista y equipada con i6 oficiales de graduación, incluidos en los detalles pre-
cedentes. Oficiales subalternos, de maestranza y marineros de i.* y 2.* clase en nú-
mero de 180, también incluidos en los citados detalles, además de 98 marineros, in-
clusos 8 oficiales de mar subalternos embarcados para este servicio especial despiíés
de la caída de ^lontevideo y ajustados entre el 15 de septiembre y 31 de diciembre
de 1814.
A esos buques, añádase el cúter Correo ó Remedios, construido para el servi-
cio, tripulado con un patrón y 4 hombres — ajustado por el 15 de sep.'"'* 1814. La
cañonera Murciana y polacra Ramona, cuyos oficiales y dotaciones se incluyen
en los números anteriores, como habiendo sido destinados con otros de los bar-
cos ya nombrados (inclusas también la sumaca Trinidad y goleta Julieta) para
capturar y convoyar la escuadrilla de Romarate en y desde el Arroyo de la China,
á la expulsión del pirata francés Louis de las aguas del Paraná, y ocupación del
establecimiento español en el Rio Negro de Patagones. Agregando á todo lo an-
terior, la cañonera Luisa, dos lanchas con un cañón cada una y la pequeña ba-
landra tomada á Romarate, para cuya custodia fueron pagados y provistas de
víveres, dos hombres por el espacio de mes y medio.
Tal fué el auxilio de los 20 buques armados, provistos y abastecidos con los
precisos pertrechos navales y militares, para operar contra las fuerzas españolas
en este rio, hasta la época de la total destrucción de estas últimas y la caída de
Montevideo. Montando como se deja sentado, 264 cañones y 16 pedreros, tripu-
lada por un coronel, comandante en jefe, un teniente coronel — 8 sargentos mayo-
res— 10 capitanes — 11 tenientes — 31 subtenientes — 2 cirujanos — 2 capellanes — 7 co-
misarios y 2 guardias marinas. Total. — 75 jefes y oficiales — con 10 ú 11 pilotos — 14
prácticos — 17 contramaestres — 12 carpinteros — 13 jefes de pieza — 11 armeros — 6 to-
neleros— 10 maestros veleros — 22 2.dos condestables — 18 pilotines — 10 2.os carpinte-
ros—16 2.0S condestables — 15 patrones de bote — 6 maestros de armas — 26 timoneles
— 46 3.0S condestables — 2 escribientes — 6 despenseros — 6 2.os contramestres — 10 pa-
ñoleros de Santa Bárbara — 52 gavieros — 28 cabos de mar — 6 despenseros del coman-
dante-—6 id de comisario — 11 cocineros — 2 2.dos prácticos — i proel — 2 patrones de
bote — I guardián y 2 cabos de pieza.
-r 247 —
Gran total. — 388 oficiales subalternos.
y]2 marineros de i.° clase.
270 de 2.-\
269 paisanos y grumetes.
Total de comandantes, oficiales, maestranza y marineros incluyendo las tres
clases de estos últimos, 1374. — Sin contar además, los oficiales, sargentos, cabos y
tropa de infantería embarcada, á saber: i capitán — 5 tenientes y 2 subtenientes — 15
sargentos — 24 cabos y 376 soldados — sumando un total de 423 hombres (tropa de
mar) lo que constituye un gran total de 1797 individuos á los que deben agregarse
los 8 oficiales y 90 marineros antes mencionados como embarcados por el objeto
especial a que fueron destinados después de la toma de Montevideo — los 18 buques
ya dichos como capturados en esta plaza fuerte y en el Arroyo de la China (Uru-
guay) y dos marineros más, para custodia de los cuatro barcos restantes ahí
apresados y otros 5 hombres empleados en el cúter Correo haciendo un formi-
dable total de 1902 hombres.
(Firmado) G. Brozvu. G. White.
nota final
La escuadra de la patria, salió de estas valizas, equipada y provista de todo
lo necesario para un crucero de tres meses, del 6 al 8 de marzo de 1814.
Por carta del comandante Brown, se demuestra que todos esos buques se en-
contraban á la vista de esta capital y en las inmediaciones de la Colonia del Sa-
cramento, el dia 9 del mismo marzo. Que el 10 se hicieron á la vela para Martín
García, donde se había acogido la sutil del enemigo, trabándose al combate á la
I de ese dia, de resultado favorable para los patriotas, aunque sufrieron pérdida
en gente, cascos de buques, pertrechos, etc.
El 5 de abril, avisó el comandante Brown hallarse pronto para estrechar el blo-
queo de Montevideo — lo que verificó entre el 15 al 17 de dicho mes. — Todo lo que
se justifica por notas oficiales que tenemos á la vista.
(24) Solían los sitiadores en las noches obscuras aproximarse á las murallas y ten-
didos detrás de la contraescarpa gritar improperios ó cantar versos más ó menos
ingeniosos y... decentes. Entre otros se distinguió una mujer, tan patriota como
varonil, que algunas noches se acercó á cantar, con acompañamiento de guita-
rra, estrofas en que pronosticaba la próxima caída de la plaza. Los sitiados la
admiraban y distinguían por la denominación de "Victoria, la cantora".
Figueroa en su curioso "Diario Histórico", tantas veces con razón citado, ha
conservado algunos de esos versos realmente curiosos :
En la noche del i." de mayo de 1813, una patrulla cantó un cielito, que decía:
"Los chanchos que Vigodet
Ha encerrado en su chiquero,
Marchan al son de una gaita ' '
Echando al hombro un fungneiro.
Cielito de los gallegos,
Ay! Cielito del Dios Baco :
Que salgan á campo limpio
Y verán lo que es tabaco."
— 248 —
En la de i." de octubre:
"Los víveres de los godos
Cayeron con su goleta,
Pero ahi les mandamos bombas
En lugar de la galleta.
Cielo de sus vanidades
Ay ! Cielo de su tormento,
De comer tantos porotos
Están muy llenos de viento"...
El 4 á la noche en tanto que tres ó cuatro entonaban el burlesco coro, uno de
los sitiadores cantó el responso siguiente :
"Vigodet con sus gallegos
Murieron de consunción,
Y este responso les cantan
Los libres de la Nación :
Kirie clcison — Kirie eleison...
El escorbuto y la sarna
Causaron su destrucción,
Y detrás iban llorando
Mil godos en procesión,
Kirie eleison — Kirie eleison"...
En la noche del 27 de noviembre varios hombres y mujeres, y entre estas la
afamada Victoria, se acercan y cantan varias redondillas de que solamente ob-
tiene Figueroa estas dos :
"Vigodet en su corral
Se encerró con sus gallegos,
Y temiendo que lo pialen
Se anda haciendo el chancho rengo.
Cielo de los mancarrones,
Ay ! cielo de los potrillos,
Yá brincarán cuando sientan
Las espuelas y el lomillo.''
Y en la del 30, entre varias canciones chabacanas, la siguiente, que es muy
bella, copiada por un oficial del Parque de Artillería que la escuchó desde el
baluarte :
"Si á la libertad, oh pueblo!
Prefieres el sucumbir,
Yá tu destrucción preveo
Infeliz Montevideo;
Infeliz!!
— 24Í) —
La peste, el hambre y el hierro
Tu soberbia han de abatir
Y serás triste trofeo
Infeliz Montevideo;
Infeliz!!
Sirviendo á duros tiranos
Que te pisan la cerviz,
Gozas de esclava el empleo.
Infeliz Montevideo ;
Infeliz!!"
El 17 de diciembre, á la media noche, acercánse á los fosos á "obsequiamos con
versos y con balas", dice el Cronista ; y anota estos, los más pulcros ;
"El ratón en su cueva
Huye del perro,
Y de susto prefiere
Morirse dentro ;
Asi, cobardes,
Los godos van muriendo
pero no salen". . .
El 10 de febrero de 1814:
"Godos miserables
Salgan del corral,
Que aqui los patriotas
Los van á marcar.
Oliendo á fariña
Sarnosos están,
Y godas y godos
Flacos por demás.
En vano en Artigas
Ellos confiarán ;
También á este potro
Sabremos domar.
Yá verán la escuadra
Gritarles de atrás,
Y allí como ratas
Todos morirán."
El 20 de abril, dia en que se avistó la escuadra argentina por primera vez en
Montevideo, fueron cantados los que damos en el texto y cuya letra copió el sar-
gento Benito, en el Parque de Artillería, y en la siguiente, 21, repitieron los mis-
mos versos y agregaron esta otra:
— 250 —
"No hay miedo, pues los macetas
No han de atropellar el cerco ;
Que Artigas anda á las yeguas
Y dejó á los potros dentro.
Cielito de los reyunos
¡ Ay ! cielo de los porteños
Que al decir: ¡Viva la Patria!
Se ca... en los gallegos."
(25) De la obra de José Presas "Pintura de los males que ha causado á España
el gobierno absoluto de los dos últimos reinados, etc." (Burdeos, i8j-) tomamos las
siguientes notas :
Las fuerzas marítimas de España en la época en qué falleció Carlos III,
constaban de 72 navios de línea, de 112 a 58 cañones, 45 fragatas, y otros 109
barcos de varios portes, armado todo con 10.000 cañones. Los registros de
la Matrícula de las clases de los tres departamentos del Ferrol, Cartagena
y Cádiz, presentaban para tripular la Armada 50.000 marineros, según todo
consta de documentos existentes en el archivo de la secretaria de Marina.
Pág. 19.
Destruida y aniquilada enteramente la fuerza naval de España en los com-
bates del cabo de San Vicente y del de Trafalgar, en los últimos años del
malhadado reinado de Carlos IV, el plan de operaciones de este Ministerio,
quedó muí reducido. pJ qué invertidos los fondos públicos en satisfacer los
caprichos del favorito, (Godoi) se halló el Gob.!"-» en la imposibilidad de cons-
truir nuevos buques y dejó podrir en los puertos y arcenales de Mahon, Car-
tagena, Cádiz. Ferrol y Habana, los pocos que quedaban. Tres ó cuatro Na-
vios y algunos buques menores, único monumento que había quedado de la
numerosa y brillante escuadra que dejó el inmortal Carlos III, como ya he-
mos manifestado, era toda la fuerza que halló Fernando en su ascenso al
trono.
Mientras duró el estado de nulidad y desorden á que el gobierno absoluto
redujo á la armada española, sus individuos no dieron á la nación un solo día
de gloria, si se exceptúa el triunfo de Romarate en el Plata y el del Briga-
dier Don Ángel Laborde y Navarro en el seno mejicano, que á mediados de
1823, entraba en la Habana con 4 buques apresados despties de un corto com-
bate al anglo americano Daniel, que mandaba la pequeña escuadra de la
repú. de Colombia.
Mas en cambio de esto, tubo que sufrir la mengua y bochorno, de ver en
los mismos puntos humillado el brillo del pabellón español, cuando el cap."
de navio D. IMiguel de la Sierra, teniendo un tercio mas de fuerza que los
enemigos, fué apresado con 13 buques, p.r los disidentes de Buenos Aires a
la vista de Montevideo y poco tiempo después, apresada también por sor-
presa la frag. Esmeralda fondeada en el Callao de Lima, en la qué Lord Co-
chrane, autor de esta empresa, halló ocupados y divertidos en el juego al capitán
de ella Don Luis Coy, con sus oficiales.
Ya antes había sufrido la real Marina ya notable y sensible pérdida del
— 251 --
navio San Telmo, que naufragó en las latitudes del Cabo de Hornob, ane-
gándose en él, 800 y tantas personas, y en el año 1816, la del navio San Pe-
dro, quemado en costa firme pJ efecto de la indisciplina, mal gobierno y falta
de policía que observaban los marinos españoles.
La corbeta Ccrcs, mandada por el cap.'^ de fragata Espino, fué igualmente
apresada en el seno mejicano, p.'' los corsarios de Colombia, habiendo tenido
igual suerte la fragata Isabel, en el puerto de Talcahuano, en donde fué ver-
gonzosam.te entregada por el capitán de navio Capaz, y otros varios buques
de la armada, y no es estraño que esto suceda, por que donde no se teme el
castigo, ni se espera el premio ¿quien ha de esponerse al riesgo, ni correr el
peligro? Pág. 73.
Las fragatas Prueba, ]'enganza, y la corbeta Alejandro fueron vendidas á media-
dos de febrero de 1822, como cosa propia por el capitán de navio Villegas y
su segundo Soroa, en el puerto de Guayaquil, después de haber dejado en Acapulco
parte de sus oficiales y tripul." (1822) cuando pudo facilni.te haberse dirigido p.''
camino franco y seguro al puerto de Cavile en Filipinas.
En 1823, navegando en el Mar del Sud se sublevan las tripulaciones del na-
vio Asia y berg.'T- Aquiles, y apoderados de sus jefes y buques, entregan el navio
en Acapulco al Gob."o revolucionario de Méjico, y el berg." á los disidentes del Perú.
Estos hechos demuestran claramente, que la corrupción del Gob."^' había inficio-
nado á todas las clases, á punto de no haber quien supiese mandar ni quien quisiera
obedecer. Pág. 77.
En 27 Enero 1816, renunció el despacho Universal del Ministerio de Ma-
rina, Don Luis María Salazár, que había sucedido á Cisneros.
La habitación del Navio Guerrero, concertada con el contratista Riera, p.''
intermedio del protegido de Salazar, D. Agustín Perales, elevado a tesorero
g.ral del Reino é Intendente del ejército y marina, fué tan mal desem.peñada,
que después de dar por cumplida su contrata, quedó aquél en tan mal estado
que rehusaron su mando dos capitanes de navio, hasta que el Ministro tubo
que ordenar al de igual clase Don Manuel Cañas, para qué sin escusa ni pre-
testo se hiciese á la vela para el puerto de Cuba, á donde seg.te no hubiera
llegado á no haber tenido los tiempos bonancibles que le acompañaron hasta
concluir su viaje.
El alm.te Laborde, hizo una larga esposicion (que existe en el Ministerio)
en que detalladamente manifiesta el mal estado en que llegó dicho navio,
tanto en su velamen, jarcia y arboladura, como en los demás enseres, y hasta
de los víveres, enteramente deteriorados, p.'' la mala calidad al tpo. de embarcar-
se— razón p.r la cual se procedió á su nueva habitación en aquel puerto, insu-
miendo ingentes sumas y suspendiendo el plan de sus operaciones navales. Pág. 80.
Esto supone inteligencias secretas que pudieron acarrear funestas conse-
cuencias, sin que á nadie se hubiese castigado p."" este hecho, que arroja uñ
terrible cargo contra los pasados gobernantes de la Península, tan empeña-
— 252 —
dos en sostener el absolutismo que solo convenir podia á sus intereses part>
y nunca al bien del Rei, y general del estado.
El capitán de navio D. Roque Guruzeta que manifestó que los cinco navios
y tres fragatas rusas estaban podridos, cuando fueron entregados estos bu-
ques por el almirante Muller en la bahia de Cádiz (1815), comprados por el
ministerio de D. Antonio Ugarte, en 500.000 Ibs. esterlinas dadas por Ingla-
terra por indemnización de la trata de negros, fué destituido.
(26) Destrucción de la escuadra de Montevideo
Exmo. Sor:
Después que di parte á V. E. de las operaciones acaecidas, hasta las tres
de la tarde del dia 14 entre las dos Esquadras combatientes, he dispuesto ape-
sar de continuar mi indisposición, cjue mientras estas permanezcan á la vista,
se hagan las mas exactas observaciones hacia sus movimientos para dar á
V. E. noticia de ellos sucesivamente.
Según dixe pues á V. E. en aquel aviso quedaban todos nuestros Buques
reunidos (sin averia notable) a barlovento del enemigo como á tres leguas
distante de la costa del Buceo y al Sud de ella. La calma que repentinamente
sucedió a las 4 de la tarde hizo que las esquadras no variasen de posición
hasta la noche. Durante esta no hubo viento alguno: y el dia 15 amanecieron
reunidos y en buena línea los Buques del Estado, distantes al S. E. de la
referida Costa, como dos leguas; y á dos tiros de cañón de la Esquadra ene-
miga, la qual amaneció cerca de Isla de Flores con muy notable separación
de algunos de sus Buques entre los quales la Corveta Neptuno y el Keche
Hiena estaban distantes como dos leguas de su línea. Pero la exesiva calma
que rcynó todo el dia no permitió maniobrar á nuestra Esquadra con las ven-
tajas que serian consiguientes á haber habido viento fresco. Sin embargo,
con la poca ventolina que apuntaba "del N. O. tal que apenas alcanzaba para
dar gobierno á las embarcaciones y era frequentemente interrumpida, con
absoluta calma hizo todo el dia diligencia sobre la Esquadra enemiga la qual
escusaba el Combate y maniobraba para la reunión de sus Buques dispersos.
Anocheció con la misma caima y durante la noche se incorporaron á la Es-
quadra del Estado dos Buques menores que desde el dia 14 se hallaban al
O. de ella. Amaneció hoy 16 con calma y sin novedad notable en la situación
de las esquadras. Pero á las 9 de la mañana se afirmó al N. O. viento fresco,
y con este motivo la Escuadra enemiga tomó la vuelta del S. S. E. y dándole
caza la del Estado á toda vela, viento fresco y barlovento seguro, se están
perdiendo de vista ya una y otra á esta hora que son las 4 de la tarde.
Dios guarde á V. E. muchos años Quartel General en el Miguelete 16 de
Mayo de 1814. — Excmo. Señor. — JosE Rondeau.— Excmo. Supremo Director
de las Provincias Unidas.
— 253 —
Excmo Señor:
La rapidez de mis ultimas marchas hacia este sitio (i) me ha proporcionado
la singular satisfacción de fehcitar á V. E., comunicándole el feliz éxito de
un evento que acaso será de los mas recomendables en la historia de nuestra
revolución.
En los mismos instantes de mi arribo á este Exército, verificado ayer á
las 8 de la noche, la Esquadra del Estado y la enemiga, que desde el dia 14
del corriente se hallaban operando á la vista de la Costa inmediata á esta
línea, rompieron el fuego con apariencia de empeñarse en una acción deci-
siva. Desde aquella hasta las 1 1 de la noche, renovándose en la siguiente á
esta, con una actividad que no dexaba duda alguna de haberse convertido,
en un combate general, y desde las 12 de la noche empezó á sentirse el ca-
ñoneo con mas lentitud hasta las tres de la mañana, á cuya hora cesó de
todo punto.
Al amanecer de hoy se observó que los sucesos de la noche habian deci-
dido la suerte de las Esquadras combatientes; y el Sol y la victoria se presen-
taron á un tiempo mismo en este memorable dia.
La Corveta enemiga el Mercurio, un Lugre y un Falucho son los únicos
Buques que á fuerza de vela han logrado alcanzar el Puerto. La Esquadra
del Estado acaba de anclar á la boca de éste sin averia alguna visible y con
tres embarcaciones prisioneras á su lado. Tres Buques enemigos dieron á la
Costa del Cerro y los tres restantes de la esquadra, ó ya se hallan apresados
á esta hora, ó caerán hoy probablemente en poder de la nuestra.
Dios guarde á V. E. muchos años. Quartel General en el Miguelete 17 de
Mayo de 1814. — Excmo. Sr.— Carlos de AlvEar.— Exmo. Supremo Director
de las Provincias Unidas.
Excmo. Sr.
Tengo la satisfacción de acompañar á V. E. el parte que acabo de recibir
del Comandante General de las fuerzas maritimas el Coronel D. Guillermo
Brown, sobre las operaciones y último resultado que felizmente ha tenido
la Esquadra de su mando, desde que la enemiga zarpó del Puerto de Mon-
tevideo en la mañana del 14 hasta la del 17 en que fué completamente ba-
tida.— Dios guarde á V. E. muchos años. — Buenos Ayres 24 de Mayo de 1814.
—Excmo. Sr. — Juan Larrea. — Excmo. Supremo Director de las Provincias
Unidas del Rio de la Plata.
Sr. D. Juan Larrea Secretario de Estado en el Departamctifo de Hacienda, y en-
cargado del armamento naval del Estado.
Abordo de la Hércules al frente de Montevideo 19 de Mayo de 1814.
Para que lo ponga V. S. en noticia del Excmo. Supremo Director, tengo
(i) El Gral. Alvear reemplazó al Gra!. Rondeau el 17 de ¡Mayo como consta del siguiente
oficio:
Excmo. Sr. : Encargado del mando del Exército Sitiador de Montevideo, y reconocido en el dia
de hoy por su General en Xefe, con las formalidades que para este caso prescribe la ordenanza,
quedo esperando las Ordenes, que en este concepto, tenga á bien impartirme V. E. con el mas
íntimo deseo de manifestar en esta delicada Comisión mis sentimientos de amor á la Patria, y
de gratitud á la alta confianza) que V. E. ha depositado en mi persona. —
Dios Guarde á V. E. muchos años, Quartel General en Miguelete Mayo 17 de 1814 — E'xmo.
Sr. Carlos de Alvear — Exmo. Supremo Director del Estado. —
el mayor placer en participar á V. S. que el 14 del corriente al amanecer
zarpó y se hizo á la vela del Puerto de Montevideo la Esquadra enemiga com-
puesta de las Corvetas Mercurio, Mercedes, Neptuno, y Paloma, de los Ber-
gantines S. José, Hiena y Cisne, una Goleta, la Balandra de Castro, el Falu-
cho Fama y Lugre S. Carlos, resuelta á apresar, y conducir á su Puerto la
que yo mando: mas su empresa ha abortado sin duda porque asi lo ha que-
rido la Divina Providencia, que todo lo encamina á lo mejor. La pequeña Es-
quadra de mi mando constaba de las Corvetas Hercules, Belfast, Agreable, y
Zéfir, Bergantín Nancy, Goleta Juliet, y Zumaca Santísima Trinidad. Desde
luego me propuse no empeñar inmediatamente la acción, sino darla á una dis-
tancia regular de Montevideo; y lo conseguí solo con la pérdida de dos hom-
bres muertos y un herido, por medio de un falso ataque que sostuvo princi-
palmente la Corveta Hércules. El viento escaso proporcionó al enemigo que
se hallaba auxiliado por grandes Lanchones que llevaba consigo, una ventaja
que luego no me pesó, porque aprovechándose de ella el enemigo hizo rumbo
al E., y como por la tarde cambiase el viento, me halle en proporción de cor-
tarle su retirada á la que se manifestaba muy inclinado. Como el viento con-
tinuase del S. E. y creciese la marea, ambas Esquadras tubieron que fondear
á distancia una de otra como de una legua, y asi permanecieron algo al E.
del Buceo hasta las 8 de la noche, á cuya hora zarpamos y nos mantubimos
al S. sin perdernos de vista en toda la noche, por medio de anteojos al in-
tento. Los enemigos siempre inclinados á huir, y nosotros á seguirlos.
El Keche Hiena que estaba á la cabeza de la Esquadra estubo á tiro de
fusil de la Hércules, mas aprovechándose de su mucho andar, después de ha-
ber recibido dos andanadas á metralla y bala se largó, y separó de sus com-
pañeros. En él se descubría distintivo de Xefe, y no obstante esto se compla-
ció en huir. Ocupamos la mañana del 15 en perseguir al enemigo con vientos
floxos, y á remolque los Buques. A la una de la tarde anclaron las dos Es-
quadras, y á las 8 de la noche como fuese obscura, y el viento se llamase
al N. E. el enemigo se levó y corrió quanto el viento le pertnitia. A las 10
quando aclaró, se llenó de desesperación la gente de mi Esquadra, porque
no vio la enemiga; zarpamos y navegamos en vuelta de Isla de Flores, mas
no continuamos en este rumbo. Asi que amaneció el 16, no creo que hubiese
uno en la Esquadra que no se llenase de placer al descubrir la enemiga al E.
Poco después una Zumaca mandada por el Capitán Terreres se descubrió
tan inmediata al enemigo que solo, pudo salvarse por milagro, porque si hu-
biesen estado resueltos á esperarnos, debian haberla apresado: pero no, ellos
se inantubieron dirigiéndose al Keche, acortando de vela de quando en quan-
do, esperando los Buques que se hallaban á barlovento á los que estaban so-
taventados. A la una de la tarde se reunió á la Esquadra la Zumaca: la Agrea-
ble y el Nancy se mantenían á distancia. A las 2 nos pusimos en seguimiento
del enemigo á remolque y con poco viento, mientras él procuraba evitar por
todos los medios posibles que lo alcanzásemos. En este estado haciendo fuego
quando la distancia lo permitía continuaron la caza la Hércules, Belfast, Zé-
fir, dos Zumacas y Goleta Juliet hasta las 10 en cuya hora hallándose á la
cabeza de nuestros Buques la Hercules, alcanzó á los Buques enemigos que
se hallaban á retaguardia, les hizo dos descargas, y puso aquella parte de la
Esquadra enemiga en tal confusión que á pocos minutos el Bergantín S. José,
— 255 —
y las Corvetas Neptuno y Paloma se rindieron, teniendo la satisfacción de
hacer presente al ánimo sencible de S. E. que se han perdido muy pocas
vidas; á la berdad por nuestra parte no hemos tenido mas desgracias que
las del dia 14. El resto de la Esquadra enemiga aprovechó el momento en
que tomábamos posecion de los Buques rendidos, y á favor de la obscuridad
de la noche se dirigió al Puerto, hasta donde fueron perseguidos con la po-
sible diligencia, y si el Mercurio, la Fama, y el Lugre que fueron los que
solamente pudieron ganar por entonces, hubiesen tenido que navegar una
legua mas, los 3 habrían sido apresados por el Hercules que como el mas á
vanguardia les dio caza hasta tiro de cañón de la Plaza.
El Bergantín Cisne, la Balandra de Castro, y una Goleta viendo que no
podian escaparse por que el Hercules estaba entre ellos y el Puerto, se vinie-
ron á la playa al S. O. del Cerro en donde fue apresada la Goleta, y quema-
dos los otros dos. Las tripulaciones se refugiaron al Cerro. Por un efecto
de su poco andar la Agreable y el Nancy no pudieron reunirse á los demás
á tiempo de tomar parte en la acción. De este modo las Provincias del Rio
de la Plata han conseguido una completa victoria, sobre una fuerza enemiga
muy superior, que nada menos se había propuesto, que cortar el pezcueso
á todos los que estábamos en la Esquadra, á cuyo fin la tripulación de la
suya había sido armada con largos cuchillos, cosa que apenas puede creerse.
Sea de esto lo que fuere, debo recomendar muy particularmente, que sean
tratados como prisioneros de guerra. Usar de represalias seria debilidad, y
perdonarles será generosidad. La crueldad se aumenta por actos de su misma
naturaleza. Estos hombres deben ser enseñados, mas bien por el buen exem-
plo, que por la retaliación.
Los prisioneros son en numero de 500 mas ó menos. El numero de Oficia-
les de una y otra clase es inmenso en proporción al de marineros y soldados.
El armamento que se ha tomado lo ignoro aun, pero según los informes
que he recibido parece que es en numero considerable.
El enemigo está bien anclado, y amarrado en el Puerto.
S. E. el General Vigodet me ha dirigido en el Falucho Fama un Parla-
mento al dia siguiente de la acción que incluyo original, y en copia mi con-
testación y la del pasaporte que he concedido al Keche para que pase á esa.
El Edecán de S. E. que vino conduciéndolo me propuso un cange de prisio-
neros á que no hé accedido. Yo espero que mi conducta en este particular
será aprobada por S. E. en el supuesto de que mi animo ha sido acertar.
Felicitando á S. E. por este suceso, y recomendando á su generosidad los
Comandantes, Oficiales, Marineros y Soldados de la Esquadra de mi mando,
tengo el honor de ser de V. S. su sincero obediente servidor. — Guillermo
Brown.
Parlamento Dirigido Por El General Vigodet Al Comandante General Brown.
Circunstancias que esencialmente al paso que fixan mi atención por una
conseqüencia necesaria de los principios que me caracterizan, se han pre-
sentado no solo con posterioridad al tiempo en que el Gobierno de Buenos-
AjTes me invitó á fines de Marzo, por medio de sus Diputados, al ajuste de
un armisticio, sino aun á la acción ocurrida antes de anoche, entre una parte
de nuestras fuerzas navales, y las que dependientes de aquel, bloquean hace
— 256 —
dias este puerto, las cuales están enlazadas con las noticias sobre manera
agradables, que hé recibido de nuestra Península, por la Polacra que ayer
tarde logró anclar en esta Rada, y confirma, las que con poca anterioridad
habia por otra parte recibido, me impulsan á dirigirme á V. S., en razón de
considerarlo Xefe de las expresadas fuerzas, con objeto de investigar, si se
halla facultado por el Gobierno de que depende y reconoce, para efectuar con
esta Plaza, aquella negociación, que tal vez por el nuevo orden de cosas, pu-
diera en la actualidad, felizmente concluirse; en cuyo caso, precedida su con-
testación ó aviso sobre el asunto, procedería á nombrar los Diputados que
previo el examen y cambio de los respectivos poderes, hubieran de ocuparse
de las consiguientes discusiones, bien con relación al todo de las ideas que
hallo justo, y me es muy grato promover en obsequio de la humanidad, en-
tre Miembros desgraciadamente discordes de una misma familia, bien acerca
de ajustar y convenir la cesación de hostilidades y una tregua por el término
que pactásemos, baxo las condiciones que mutuamente pareciesen razona-
bles, dentro del qual, me propongo hablar al Gobierno de Buenos-Ayres, del
asunto que dá mérito á este; y en el caso de suceder que V. S. no esté auto-
rizado, ó se resuelva á la adopción de una, ó otra de las propuestas medidas,
espero se sirva remitirnos un pasaporte, para el Buque y Diputados que me-
dito enviar á Buenos-Ayres, al efecto de que dexo hecha la conveniente in-
dicación.
Con tal motivo, felicito la salud de V. S. y ruego á Dios lo guarde muchos
años. — Montevideo i8 de Mayo de 1814. — Gasp.\r Vigodet. — Sr. Comandante
de las fuerzas Marítimas de Buenos-Ayres D. Guillermo Brown (i).
Abordo de la Hércules delante de Montevideo 19 de Mayo de 1814.
Excmo. Sr. Hé tenido el honor de recibir el Parlamento de V. E., y en
su contestación debo decir á V. E. en nombre de mí Gobierno; que hasta
que sean entregados á las armas de Buenos-Ayres Montevideo, sus Forta-
lezas, Arsenales, Buques de guerra, y toda propiedad pública, no se admi-
tirán condiciones algunas.
Las propiedades de los particular.es, y las personas serán respetadas, y á
los Militares concedido que entreguen sus armas, según se acostumbra en ren-
diciones á discreción. La humanidad lo requiere asi de V. E.
D. José Obregon, Ayudante de Campo de V. E. me ha pedido un cange de
prisioneros al que por ahora no puedo acceder, pero tanto de esto, como de
lo demás, el Gobierno será informado lo mas presto posible.
Con respeto, tengo el honor de subscribirme. — Excmo. Sr. — De V. E. muy
obediente servidor. — Guillermo Brown. (2).
(i) Existe original en el Axchivo General de la Nación.
(2) Hay copia en el Archivo General de la Nación.
Estado de los oficiales de mar y tierra y demás clases inferiores, quE
HAN sido tomados PRISIONEROS POR LA EsQUADRA DEL EsTADO, SOBRE LAS
AGTJAS DE Montevideo el día 17 del mes de América de 1814.
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Con la mayor satisfacción cumplo la orn. del Sup.'no Director incluyendo
«n Copia el Parte que elevó á S. E. el Oficial encargado de anunciar la Gloria
de las Armas de la Patria en las Aguas de la tenaz Montev." Puede V. S. figu-
rarse quales serán los conflictos del orgulloso Gov.or de aquella Plaza, y las
forzosas conseq.^s q^e debe producir tan señalada Victoria en los dias inme-
diatos al anniversario de nuestra existencia politica; esta Cap.l la celebra con
regocijos públicos, y yo doy á V. S. la enhorabuena, como al valiente Ex.to
de su mando en cuya noticia quiere el Gob."o la ponga V. S. p.^ su satisfacción.
Dios gue. á V. S. m.s a.s Buenos Ay.s 20 de Mayo de 1814. — X.» de Viana.
Sor. Gral. del Exto. de la Patria sobre Montev.o
Exmo. Sor. — En las ultimas horas de la tarde del 19 del corriente tengo
el honor, habiendo fondeado en este Puerto con la Goleta de mi mando presa
de los Enemigos, de comunicar á V. E., según orden verval que recibi para
ello, la lisongera noticia del glorioso triunfo q.« han conseguido las fuerzas
navales del Estado contra el Enemigo el dia lunes 16 del presente.
A las 10 de la mañana con calma rompió el fuego la Zumaca Itati, conti-
nuando succesivamente hasta que puesto el Enemigo en fuga con los botes
pj la proa le perseguimos del mismo modo, siendo infructuosa la caza q.e dá-
bamos por haber cesado enteramente el viento á la una del dia. A las 7 de la
noche refrescó algún tanto pJ el E. S. E. y dimos caza nuevamente al Ene-
migo q.e iva en buelta del Norte. Poco después volvimos á entrar en acción
y á las 12 de la noche habiamos apresado las Corbetas Neptuno, la Paloma y
-el Bergantín S. José. Al amanecer del dia 17 solo se presentó á ntra. vista
la Goleta de los Catalanes, la Corbeta Mercurio, que se persiguió hasta los
fuegos de la Plaza, el Bergantín Cisne, el Lugre, el Falucho' Fama y la Ba-
landra de Castro. Apresamos la primera; el Cisne y la Balandra de Castro
los vimos incendiados en la falda S. O. del Cerro, y la Corbeta Mercurio, el
Lugre y Falucho Fama pudieron anclar en el Puerto de Montevideo, huyendo
■cobardemente del combate, asimismo el Queche quien después de los fuegos
del dia 14 en que nada hubo digno de atención, se dirigió mar á fuera junto
con la Fragata Trinidad la misma noche de la acción.
Los Buques apresados se hallan al ancla sobre el Espinillo, y puedo asegu-
Tomo II V7
— 258 —
rar á V. E. que ni los dispersos del Enemigo, ni los q.« están anclados en el
Puerto querrán exponerse nuevamente á ser batidos y tomados p."" las fuerzas
navales del Estado. — Dios gue. á V. E. m.s a.s Balisas á bordo de la Goleta
presa á 19 de Mayo de 1814. — Exmo. Sor. — Lázaro Roncallo. — Exmo. Su-
premo Director de las Provincias unidas del Rio de la Plata. — Es copia. — Viana.
ARMAMENTO
r 8 de a 18
7 de a 24
16 de a 9
Cañones -( 32 de a 8
10 de a 4
6 Carroña-
das de a 2
Fusiles 210
Piedras de chispa 200
Libras de pólvora 1650
Barriles de id. 12
Pedreros de lastre 10
Cartuchos de fusil 2500
Buenos Ayrcs Junio 3 de 1814. — Bernardo ]'c¡ez, Secretario del (lobierno In-
tendencia, (i)
relación de los individuos prisioneros tomados en la gloriosa acción del
17 del mes de america con expresión de sus nombres, clases, grados y
Patria.
Clases
Capitán de Fragata
Teniente de Navio
Teniente Coronel
Teniente de Navio
Teniente de Fragata
Alférez de Navio
Id.
Id.
Alférez de Fragata
Id.
Capellanes
Capitán de Infant.*
Teniente de id.
Capitán de Artillería
Tenientes de Ingenieros
Oficiales Mayores
Nombres
D. José Posadas
D. José Miranda
D. José Basq.z Feyxóc
D. Antonio Ozório
D. Franc.c° Viana
D. Joaquín Fosquella
D. Toribio Pasa de Agua
D. Alexandro Bélléno
D. Francisco Chabaz
D. Gregorio Mota
fD. Juan Cabarco
I^D. Pedro Gómez
D. Mariano Maturana
D. Pedro Lerrssan
D. Sebastian Riera
f D. Manuel Fontan
I.D. Jayme Suariña
r D. José Uriarte
D. Antonio Acosta
D. Florencio Pérez
D. Joaquín Paréxas
D. Antonio Negrete
D. Fran.co Narania
Grados
Patria
(\) Gazeta Ministerial, N." log, de Junio de 1814.
Clases
Oficiales Mayores
— 259 —
Nombres
D. Castellano Estúra
D. Juan Baut.a Gaña
D. Juan Pérez Villagra
D. Ant.o Montero de Redimil
D. Ángel Milla
•{ D. José Pérez
D. Alexandro Garcia
D. Estevan Rodriguez
D. Gregorio Caminos
D. José Rodriguez
^D. Man.l Loares
Grados
Patria
REGIM.TO DE MARINA. — CORBETA PALOMA
Nombres
Juan Martínez
Pasq.l Alins
Juan Castilla
Juan Muños
Ant.o Rodriguez
Juan Albezur
Luis Garcia Camuñas
Mathias Berges
José Moreno
Clemente Baguero
Pedro Belasco
Pablo Mier
José López
Gonzalo Catalán
Felis Lobo
Fran.co López
Antonio Carreras
Fran.co Garcia
Juan Morales
Fran.co Rodriguez
Fran.co Machado
Fran.co Rodriguez
Clases
Sargento
Cabo
Soldado
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id
id
id.
id.
id.
id
id.
id.
id.
id.
id.
Grados
Bombardero
de Chain agreg.^o
Españ.l Europeo
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id -
id.
id.
id
id.
id.
id
id
id.
id.
id.
id.
id.
id
id.
DEL MISMO REGIM.TO gN LA FR.\GATA NEPTUNO
Nombres
Pedro Estremadura
Pedro Fernandez
Tomas Hernández
D. Gines Solano
Antonio Garcia
José Chimarro
Clases
Cabo
id
id.
id.
Soldado
id.
Grados
Patria
Españ.' Europeo
id
id.
id.
id.
id.
— 260
Xombrcxs
Esteban Ximenes
Gregorio Lames
Joaquin Más
Benito Infante
Miguel de la Lastra
Fermin Antonio
Gerónimo Albendin
José de Garcia
Miguel Campoy
Antonio Garcia
José Méndez
Joaquin Santiago
Blas Martínez
Antonio Carrasco
Juan Hernande;
Mariano Ortiz
Pedro Lozano
Fran.c° Ortiz
José Gordillo
José Sanches
Juan Cabrera
Andrés Grilla
Vicente Caparro
Andrés Hernández
Fran.co Guardeño
Alonso Vicente
Pedro Sarabia
Fran.co Laureyro
Antonio Sierra
José Diaz
Domingo Lagares
Bartolomé Rodiños
Clases
Soldado
id.
id.
id
id
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id
id.
id.
id.
Grados
Patria
Españ.' Europeo
id.
id.
id.
id
. id.
id.
id.
id.
id
id.
id.
id
id
id
id
id
id
id.
id.
id.
id.
•d.
id
id.
id.
id
id
id. '
id.
id
id.
CAZADOR.S DE SF,VILL.\ EN ID
Noiubrts
Vicente Muños
Man.l Domínguez
Bartolomé Pulido
Man.' Fernand.z Xove
Juan M.a de los Santos
Lorenzo Garcia
José Villa rica
Eustaquio Garrido
José Gallegos
Fran.co Carreño
Man.' de los Reyes
Clases
Sarg.to 2
Cabo
id.
id.
id.
Soldado
id.
id.
id.
id.
id.
Grados
Patria
Españ.' Europeo
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id
id.
2(51 —
Nombres
Man. I Sánchez
Ant.o Lara
Diego Nuñez
Juan de Barga;
Fran.co Ximenes
Ant.o S.ta Marta
José Carmona
Ant.o Relaño
Juan Pérez Romano
Fran.co Vilches
Ant.o de Vera
Juan Quinoco
Pedro García
Andrés de Vega
Ant.o de Ocampos
Man.l Rodriguez
Ant.o Barral
Pedro de Soto
Mig.l de Tembla
Ant.o Cuesta
Guillermo Pinero
José Alvares
Domingo Pérez
D. Ant.o Cuebas
Manuel Collaso
Clases
Soldado
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id
id
id.
id.
id
id.
id.
id
id.
id.
Artillero
Grados
Agreg.do Emigr.do
Patria
Españ.l Europeo
id.
id.
id
id.
id
id.
id.
id
id
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id
id.
id
id.
id.
id.
id.
Nombres
Romualdo Rodrig.s
Juan Ortega
Santiago Gomes
EERG.'\NT1N S.\N JOSÉ
Clase-s Grados
Cavo 2."
Artillero
Artillero
Patria
Españ.l Europeo
Españ.l Europea
Españ.l Europeo
artillería de tierra ex la corveta neptunc
Nombres
Fran.co Terrero
Rafael Nabarro
Joaquín Dueñas
Antonio Ramonet
Man.l Cámara
Nicolás Rodrig.s
Clases
Cavo i."
Artillero
Artillero
Artillero
Artillero
Artill."
GradO'3
Patria
Españ.l Europeo
Españ.l Europeo
Im
Im.
Im.
Im.
• — 262 —
bergantín- san jos?
Nombres
Clases
Ant.o Paller
Cavo 2.°
José Ant.o Isquier.<ío
Art.c
Pedro Farelo
Art.o
Pedro Sanches Rodrig.s
Art.e
José Rodrigues
Art.c
Diego Amador
Art.o
Pedro Olgado
Art.c
Luis Peres
Art.o
^larcial Palma
Agreg.<í'
Gradí>í
Patria
Españ.l Europeo
Im.
Im
Im.
Im
Im.
Im
Im.
Im.
OF.S DE MAR y MARINER.S DE LA FRAGATA NEPTUNO
Nombres
Nicolás Rodrig.s
Vicente Zerantes
Luis Quintana
José Fran.co
Fran.co Molas
Juan Millan
Greg.o Ant.o Vila
José Ant.o Ros
Ramón Sierra
Joaq.ti de los Reyes
José Caballero
José Salvador Castro
José Montes
Tomas Mayor
José Ravaza
Man.l Arana
José Munos
Fern.do Mellat
Juan Barón
Lázaro Baranda
Mariano Suares
Juan Rivas
José Masias
José Ferriol
Benito Hernand.z
Ramón Rujido
José Ant.o Peres
José Ant.o Acosta
José Ant.o Bargas
Pasq.' Duran
José Gonzale?
Ventura Dominguez
Clase-s
Contra Maestre
Guardian i."
Id. I."
Id. 2."
Carpintero i.°
Id. 2."
Grados
Id.
3-°
Calafate i."
Id. 2."
Despensero
Marinero
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.c
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Patria
Españ.l Europeo
Im.
Im.
Im
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Lima
Españ.l Europeo
Im.
Im.
Africano
Lima
Españ.' Europeo
Im.
Im.
Im.
Im.
Estrang.o
Estrang.o
Africano
Esp.l E...
Im.
Im.
— 263
Nombres
Ing.o Real
Fran.co Gonzales
Félix Prat
Fran.co de Lago
Pedro Rodrig.s
Josa Ant.° Fons
Diego del Fuero
Tomas Sastra
Domingo Beiro
Man.' Ant.o Mena
Benito Silva
José Flores
Ant.o Marín
Fran.co Casafranca
Cresencio Pisarro
Martin Irureta
Fran.co Rodríguez
Alverto Marino
José Palomares
José Mendíburu
Juan Villar
Andrés Cisneros
Lorenzo Justíníano
Simón Reyna
Clases
Marín. o
Marin.o
Marín."
Marin.o
Marín.c
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.c
Grado?
Patria
Esp.i E...
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Buen.s Ayr.s
Estrang.o
Chile
Im.
Lima
Im.
Esp.i E...
Montev.»
Españ.l Europeo
Lima
Españ.' Europeo
Im.
Im.
Estrang.o
Lima
Nombres
Jorge Vidal
Pablo Píris
Man.l Méndez
Man.l Ant.o Masaval
José María Leite
Míg.l Olarrío
Ant.o Zapata
Ant.o Riobó
Ramón Fernand.^
Ramón Padilla
José Liebres
Man.' Davíla
Fernando Vis
Lucio Mig.s
Alberto Fernand.^
Miguel Soto
Domingo Aguilar
Juan Ruiz
José Fernandez
Ant.o Rodríguez
José Santiago Marino
ÍDM. DEL SAN JOSÍ"
Clase-s
Guardian i."
Id. 2."
Carp.o I.»
Id. 2.»
Calafate i."
Id. 2.»
Sangrador
Dispensero
Practico
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Marin.o
Emigrado
Grados
Patria
— ^ Esp.i Europeo
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Montev.o
Esp.l Europeo
Im.
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
/^
— :264 —
BATALLÓN DE IXFAXT.a DE ALBUERA
Nombres
Alfonso Guerrero
José Luna
Ant.o Berdugo
Sebastian Ibañez
José Serpa
Ant.o Martínez
José Rodriguez
Emeterio Goñzales
Alonzo Molina
Fran.co Lavandera
!Man.l León
Fran.co Beferau
Man.l Pompeyo
Fern.do Porra
Fran.co Ladrón d
Bern.do Romero
Juan Baqner
Alonzo Muños
José Robredo
José Marino
Frañ.co Sevillano
Pedro Bárvero
Fran.co Montero
mo
e Guevara
Clase-s
Sarg.to 2.°
Cavo 2."
Idm. Idm.
Soldado
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Grados
Patria
Esp.l Europeo
Im.
Im.
Im.
Im.
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im. •
Im,
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im
Im.
Im.
PRIMERA COMP.A DE EMIGRAD.S EN" LA CORVETA PALOMA
Nombres
Basilio Martínez
Juan José Díaz
Man.l Ramires Ortiz
Pedro Acosta
Cayetano Abad
Vicente Arcullo
Juan Mendiburen
Juan Fran.co
Tomas Pereyra
Pedro Ant.o Ojeda
Juan Ríos
José Ramón Colmenerc
Nicolás Caseres
José Dadin
José Pérez
Candido Arrante
Man.l Doming.z
Rafael Fernand.z
José Carvallez
Clase-s
Sarg.to 2."
Sarg.to Idm.
Cavo I."
Idm. 2.°
Idm. Idm.
Soldado
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Tdm.
Grados
Patria
Buen.s Ayr.s
Españ.i Europeo
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Montev.o
Esp.' Europ.o
Im.
Im.
Paraguay
Esp.' Europeo
Im.
Im.
Estrang.o
Españ.l Europeo
Im.
— 265
Nombres Clases
Gerónimo Garcia del liarr.o Soldado
Fran.co Gonzales Idm.
Melchor de Avila Idm.
Fran.'^o Latorre Idm.
Luis Basquez Idm.
Tomas Garcia Idm.
Man.l Rodrig.z Idm.
Mariano Arias Idm.
Grados
Patria
Españ.' Europeo
Im.
Im.
Estrang.o
Esp.' Europeo
Im
Im.
Montev.o
SEG.DA IM. EN EL BERG.N S." JOSÉ
Nombres
Ramón Pardiñas
Ant.o Reche
Julián Agapito Roque
Ramón López Azev.do
Fran.co Yañes
José Galpón
Man.l Gallegos
Vicente Aguiar
Juan de Castro
Domingo Gago
José Cosió
Ant.o Ardenis
Domingo Hernand.^
Domingo Ant.o Ferrin
Benito Hernández
]^Ian.l Texeyra
Diego Melendes
José Ruiz
Pedro Ferrin
Eugenio Pereyra
Ant.o Juan Bonilla
Bartolo Fernand.^
José Enrrique
Ramón del Puerto
Gregorio Gomes
Jayme Tura
Vicente Praz
José Alvarez
Ant.o Arca
Fran.co Cardello
Mig.l Cabrera
Juan Carrasco
Clases
Sarg.to 2."
Sarg.to Idm.
Tambor
Cavo 2.»
Idm. Idm.
Idm. Idm.
Soldado
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Idm.
Id.
Id.
Id.
Id.
Grados
Patria
EspañJ Europeo
Im.
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Montev."
Esp.l Europeo
Im.
Im.
Im.
Extrang.o
Esp.i Europeo
Im.
Im.
Montev.o
Españ.l Europeo
Montev.o
Im.
Esp.i E...
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im
Im.
Im.
— 266
Nombres
Jo5e Ruiz
José Romero
Pedro Pérez
ARTILL.^ DE BRIGADA DE LA PALOMA
Clases Grados Patria
Seg.do Condest.« Esp.' E..
Soldado Im.
Idm. Im.
IDM. DE LA CORVETA KEPTUNO
Nombres
Lorenzo Rodrig.z
Juan Ant.° Alonzo
Rafael Bermudes
Manuel Antonio
Manuel AUendo
Benito Prada
Manuel Pintos
Fermin de Mendizabal
Miguel de León
Mateo Galán
Pedro Juan Barela
Man.l José Ferrer
Jacinto Pinero
Gregorio Fernandez
Luis Chavarria
José Miño
Luis Montañer
Luis Barela
José Gutierres
Antonio Viera
José Moreno
José Betancui
Marcos Fernandez
Antonio Cabrera
Julián Viniel
Manuel Fernandez
José Buel
Bernardo Sastre
Manuel González
Pedro Santiago
Carlos Vino
José Abadia
Esteban Gómez
Jayme Mancha
Matias Ciré
Juan Antonio
Miguel Juan Ballester
Fernando Pina
Juan de Dios
Clases
Artillo
Idm.
Marinero
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im,
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Grados
Patria
Esp.i E...
Im
Im.
Im.
Im
Im.
Extrang.o
Esp.i E...
Im.
Im.
Im.
Extrang.o
Espa.' E. . .
Im.
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Extrang.o
Esp.l E...
Im.
Im.
267 —
Nombrea
Miguel Alvo
Juan Garcia
Man.l del Rio
Salbador Lias
Fran.cc Requejo
Simón Baldes
José Joaq.n Albares
Antonio Souza
Fran.co Ant.o Albarez
Ángel Gómez
Juan Martínez
José Bardaño
Pasqual Fontela
Clases
Marinero
Im
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Grado=!
Patria
Esp.l E...
Im
Im.
Im
Im
Im.
Im.
Estrang.o
Im.
Esp.l E...
Im.
Montev.o
Esp.l Europeo
IMI). DE LA CORVETA PALOMA
Nombres Clases
Salbador Botin Contram.e
Antonio Freyre 2 Guard."
José Rodríguez Imd.
Fran.co Sanches i." Carp."
Fran.co Arzuriaya 2." Imd.
José Fran.co Frayre i."" Calafate
Dom.o Ant.o Gerea 2.° Imd.
Santiago Pizon Practico
Juan Molina Armero
Eduardo Garcia Sangrador
Simón de Burgos Maiordomo
Pedro Ant.o Fernandez Asistente
Juan Domínguez Despensero
Juan de la Cruz Figuerido Marinero
Manuel Casas Idm.
José González Pumariega Idm.
Ign.o Medina Im.
Fran.co Crua Idm.
Miguel Nuñez Im.
José Ant.o Calbo Imd.
Antonio Elena Idm.
Fran.co Gómez Idm.
Félix Cantalicio Im.
Ramón Morales Im.
Antonio Gusnata Im.
Felipe Tripiana Im.
Juan Bovadilla Im.
Pedro Otero Im.
Christoval González Im.
Agustín Padilla Idm.
Gradas
Patria
Esp.l Europeo
Im.
Im.
Im.
Im.
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Idm.
Im
Im,
Im.
Im.
Im.
Im
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Im
Im.
Nombres
Bentura Serra
Juan Thomas
Alexandro Fernand.'
José Fernandez
Juan Pablo
José de Calda
José Ant.o Ferreyra
Fran.co López
José Fernandez
Julián Borra
Juan Borda
Fran.co Rodrigue?
Antonio Camero
Antonio Cuantes
Matias Seoane
Andrés Martínez
Ramón Sar
Fran.co Birabin
Agustin Rodríguez
José Antonio Fernandez
Juan Figueroa
José Alcedo
Benito ^lartine;
Juan Ant.o Canosa
Ángel Nieto
Fran.co Carrera
José Pan
Man.' Juan Alonzo
.■\mbrocio Guerrica
— 2CS —
Clases
Marinero
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Paje
Alg.l de Aguas
Marinero
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Sold.o de Marina
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Grados
Patria
Esp.' Europeo
Im.
Im.
Im
Estrang.o
Esp.l E...
Im.
Americano
Esp.' E...
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
Im.
^ Im.
Im
Im.
Im.
Im.
Im.
Tm.
Im.
Im.
Im
Im.
Im.
Im.
Bernardo l'clez, Sro. del Gov."o é Intend.a
(27) P.\RL.\MENTO DIRIGIDO AL CAPITÁN DE NAVIO D. JaCINTO DE ROMARATE, JEFE DE
LA FUERZA SUTIL ESPAÑOLA, ESTACIONADA EN EL RÍO NeGRO (BaNDA OriEXTAL DEL
Uruguay) a mediados de 1814 (por intermedio del capitán del Reg. X." 2,
D. Francisco Lynch, comandante de la tropa embarcada en el bergantín de
LA PATRIA "XaNCy"', EMPLEADO EN EL BLOQUEO DE MONTEVIDEO).
Buenos Aire?, 10 de Junio 1814.
Al Comandante de la Fuerza Sutil en el Rio Xegro.
Montevideo se halla en el último de sus apuros, después que destruida su fuerza
naval por la de la Patria el i" del ppdo. sufre un asedio vigoroso por mar y tierra.
La pequeña división del mando de Vd. no puede ya recibir ningún auxilio de la
plaza. Ella debe rendirse a las tropas orientales ó al Gobierno de las Provincias Uni-
das. A Vd. corresp~ride calcular sobre las ventajas del partido que <ea más decoroso
a su pabellón y menos peligroso a las tropas que obedecen sus órdenes. Si Vd. quie-
— 26y —
re rendirse con sus fuerzas al ('.ol)ierno de las Provincias Unidas, yo ofrezco aceptar
una capitulación en que se considte el honor y dignidad por una y otra parte. Vd. y
sus oficiales serán conducidos á Montevideo libres de todo empeño con sus criados
y equipajes; á la tropa y marinería se les darán pasaportes para trasportarse á Es-
paña en embarcaciones neutrales, o por la vía de puertos estrangeros, comprendién-
dose en esta medida las tripulaciones de los corsarios y buques particulares que se
hallen bajo la protección de esa Escuadrilla.
En la situación en que Vd. se encuentra, debe ceder el valor á la prudencia, para
sacar un partido ventajoso de unas circunstancias inevitables. Vd. no puede recha-
zar, en el estado en que se halla, unas proposiciones racionales sin esponer la huma-
nidad á nuevos sufrimientos. Está de un todo pronta, una fuerza sutil bien armada
y con tropa de desembarco para pasar á batir la de su mando, si la obstinación no
cede á la necesidad; y «n este_caso, yo protesto no ser responsable ante Dios y los
hombres de los resultados funestos de este nuevo combate.
Yo espero, tenga Vd. la bondad de contestar definitivamente para tomar mis re-
soluciones.
(Firmado) Gervasio Antonio Posadas.
CONTESTACIÓN
En contestación al oficio de Vd. que acabo de recibir y leer en presencia de los
comandantes y oficiales de mi División — digo á Vd. que ni la dignidad del pabellón
Xacional que esta arbola ni el deber sagrado en que estamos constituidos por defen-
derla, nos permite admitir partido alguno de rendición, sin que antes, las armas
que la Nación se ha dignado poner en nuestras manos, queden cubiertas con el honor
á que son acreedoras. En este supuesto, tanto el Gobierno de las Provincias Unidas,
como las tropas orientales deben tener entendido, que esta Escuadrilla no se entre-
gará á nadie que no la busque por el camino de la gloria militar que ha seguido
siempre.
Por lo que respecta á los sentimientos de humanidad que Vd. manifiesta, es mi
deber prestarle mi agradecimiento como que por carácter soi inclinado á que esta
sufra lo míenos posible; p." en el caso presente, la obligación militar sobrepuja á
todo.
Dios guarde a Vd. m.s a.» A bordo del berg." Belén, en las aguas del Rio Xegro, á
i~ de Junio de 1814.
(Firmado) Jacinto de Roniaratc.
A' Sr. Supremo Director, (i)
Buenos Aires, Julio 6 de 1814.
Al Comandante de la Fuerza Sutil en el Río Xegro.
Rendida á discreción la plaza de Montevideo, ocupada hoi por las armas de la
Patria, se halla Vd. en el caso de hacerlo también á las mismas, sin desdoro del va-
lor con que en diversas circunstancias, ha so>stenido el honor de la Escuadrilla de
su mando, incapaz de oponer en el día, una racianaJ resistencia á la fuerza sutil que
en este caso va dispuesta a batirle : su fuga es impracticable, porque la Marina del
Estado, tiene tomados los puntos por donde podría Vd. intentarla. El horror que
(i) .archivo General, copia fiel del original. 1859.
— ¿70 —
naturalmente inspira la inútil efusión de sangre, me impulsa a la medida de hacerlo
presente a Vd., asegurándole que en el carácter americano, hallará la generosidad
que le distingue, si no la inutiliza la imprudente obstinación.
Dios, etc.
(Firmado) G. A. Posadas.
Buenos Aires, Julio 21 de 1814.
Sr. Coronel, Comand.te D. Guillermo Brown.
Con esta fecha, se previene al capitán de navio D. Jacinto de Romarate que des-
embarcando la tropa y marinería de los buques de su mando que se rinden á las
armas de la Patria, deje á bordo de cada uno de ellos, los oficiales de cargo respec-
tivos, para que con anuencia de V. S. é intervención del Ayudante de la Capitanía
del Puerto D. José Vicente Barba, se forme un exacto y proHjo inventario de los
útiles de guerra, pertrechos y demás que han de recibirse para el Estado, por el ofi-
cial á quien V. S. destine con responsabilidad.
Y de orden suprema le aviso á V. S. para su conocimiento y fines consiguientes,
recomendándole á nombre de S. E. el trato más generoso y humano con los citados
oficiales de cargo de los expresados buques.
Dios guarde a V. S. m.s años.
(Firmado) Francisco Javier de ]'iana.
Buenos Aires, 18 de Cktubre 1814.
Al Capitán del puerto D. Martin Jacobo Thompson.
El Supremo Director, se ha servido ordenarme prevenga á Vd. disponga, que los
oficiales pertenecientes á la escuadrilla sutil del mando del capitán de navio D. Ja-
cinto Romarate que deben pasar á la Península, sean admitidos precisamente y sin
escusa alguna en los buques mercantes que salgan directamente para puertos estran-
geros ó los de España, luego que presenten sus respectivos pasaportes de este Su-
perior Gobierno.
De Orden Suprema, lo aviso á Vd. 4)ara su cumplim.to
Dios, etc.
(Firmado) F. Jr. de l'iaiía.
Buenos Aires, 19 de Octubre 1814.
Sr. Ministro Secretario de Guerra y Marnia.
He recibido el oficio de V. S. de fecha de ayer, en que me previene de Orden
Suprema, que los oficiales pertenecientes á 3a escuadrilla sutil del mando del Ca-
pitán de Navio D. Jacinto Romarate que deben pasar á la Península, sean admitidos
precisamente y sin escusa alguna, en los buques mercantes que salgan directamente
para puertos estranjeros ó españoles — y quedo en dar el puntual cumplimiento luego
que presenten los pasaportes respectivos de S. E.
Dios guarde á V. S. m.s años.
(Firmado) Martín Thompson.
— 271 —
Bajo el convoy de la sumaca de la patria Santisiiiia Trinidad (á) la Blanca co-
mandante Ángel Hubac, y la división lijera de que era ca{)itana, el 22 de Julio de
1814 fondeó Romarate ea estas balizas con las fuerzas de su mando, aumentadas
con las sumacas trasportes Mal-acabado y Mariana, de las que hizo entrega al gob.°
de Buenos Aires, emba-rcárxlose enseguida para España por la vía del Janeiro el 12
de diciembre inmediato en la polacra española Nuestra Señora del Carmen, coman-
dante don Jacinto Fábregas, en compañía del teniente de navio en retiro D. Juan
Latré y del ex-comandante de la cañonera Lima, D. José Ignacio de Sierra. Llegó
á Málaga el 15 de Mayo de 181 5.
El 30 de octubre zarparon en el bergantín portugués Aleluya el ex-segundo co-
mandante del Belén D. Julián Carmona, piloto de la armada y habilitado de oficial
de guerra ; el teniente de fragata D. Pascual de Cañizo, ex comandante del Calves
y su segundo el alférez de fragata D. Rafaeil Ruiz ; y el 3 de noviembre zarparon
en el bergantín nacional el Carmelo, D. Ignacio Reguera, teniente de fragata y i.'
ex-comandante del Belén, el alférez de fragata D. Ignacio Flores, ex-comandante
de la balandra Americana y el teniente de infantería D. José Benito Azcuénaga.
El Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, D. Gervasio
Antonio Posadas, ofrece al coronel Brown en premio de sus servicios, la
corbeta de guerra "Hércules", fondeada en el puerto de la Ensenada de
Barragan.
Año 1814
Buenos Aires, 6 de Septiembre 1814.
El Director Supremo de las Provincias Unidas, sensible á los distinguidos servi-
cios que ha contraído V. S. en la Marina Nacional y á las g'lorias debidas á su es-
fuerzo en las memorables victorias que obtuvo V. S. el 17 y 21 de Mayo del co-
rriente año sobre la escuadra de los enemigos del Estado, ha querido ofrecerle una
prueba de su gratitud y del alto aprecio que le merece su valor y honorable desem-
peño : y en tan justa demostración, se ha servido ordenarme, presente á V. S. como
lo hago á su nombre, la corbeta de guerra el Hércules, á cuyo bordo acreditó V. S.
el honor y constancia que distingue á las almas grandes.
S. E. cede á V. S. toda acción y derecho que le correspondía á aquel bajel ; ha da-
do sus órdenes para que se le entregue y admitiéndolo V. S. como una prenda pro-
pia, espera acepte este obsequio á que por tantos títulos se ha hecho acreedor.
Dios guarde á V. S. m.s años.
(Firmado) Francisco Javier de Viana.
Sr. Coronel Comandante General de la Escuadra D. riuillermo Brown. (i)
contestación
Buenos Aires, 9 de Septiembre 1814.
Al Sr. brigadier D. Fran.co Javier de Viana, Consejero de Estado y Ministro
Secret.o en el Despacho Universal de los Departamentos de Guerra y Marina.
Ajer he tenido el honor de recibir un oficio de V. S. en que se sirve comu-
nicarme la cesión que el Director Supremo ha hecho en mi favor de la corbeta
(. I ) Archivo General.
de guerra el Hércules, en demostración de aprecio por los servicios que he
rendido á este país en la dirección de la Escuadra Nacional.
Si la pequenez de mi mérito no fuese suficiente para dar el valor correspon-
diente á una expresión que no merezco, la alta y respetable autoridad que me
distingue; compromete mi corazón á la mas sincera gratitud. Amante por sis-
tema de la felicidad de mis semejantes, no he hecho hasta ahora otra cosa, que
llenar los votos de la razón y de la naturaleza, trabajando cuanto ha estado
á mi alcance, por la libertad de esta parte del Nuevo Mundo.
Dígnese V. S. significar mi reconocimiento a S. E. presentándole la relación
de la Artillería que no me es necesaria y dejo á disposición de S. E.; y ojalá
sea tan feliz, que con mis ulteriores esfuerzos, consagre nuevos servicios á
la causa sagrada de la América.
Dios guarde á V. S. m.s años.
(Firmado) Guilleniio BroiK'u.
Relación de la Artillería y municiones ove deja k disposición del Supremo Di-
rector, EL CORONEL D. Guillermo Brown — correspondientes á la corbeta de su
propiedad el "Hércules".
Cuatro carroñadas de á 24
Dos ., largas .. „ 12
Ocho .. .. .. .. 8
Dos ,. 18
Cuatro ' .. f^
Cuatro ,, ,. .. ,. 12
Cuatro .. . .... 12
28 .
Las balas correspondientes á las mismas piezas y demás numiciones. con las ban-
deras y señales del buque.— Buenos Aires, 9 de Septiembre 1814.
(Firmado") G. Broian.
Buenos Aires. 10 de Septiembre 1814.
Dénsele las gracias y que ponga á disposición del Comisario de Marina. la arti-
llería y municiones que espresa. — Rúbrica de S. E.
(Firmado) J'iaua.
Buenos Aires. 10 de Septiembre 1814.
Sr. Comandante de las fuerzas navales del Estado, coronel D. (luillermo Brown.
Enterado S. E. de la generosa donación que ha hecho V. S. en obsequio del Es-
tado, de la artillería y municiones que espresa la adjunta relación, correspondientes
á la corbeta de su propiedad el Hercules: me ordena dé á V. S. las más espresivas
.ííracias en noml)ro de la patria por esta nueva demostración de su decidida adiie-
siüYi al sistema de las Provincias Unidas y que en su consecuencia, disponga V. S.
se entreguen los indicados artículos al Comisario de Marina, á quien con esta fe-
cha se le previene lo convenietite.
Dios guarde á V. S. m.* años.
(Firmado) F. Javier de Viana.
Buenos Aires, 7 de Septiembre 1814.
Al Comisario de Marina IJ. Benito José doyena.
El Supremo Director del Estado, me ordena, prevenga á Vd. disponga que la
corbeta de guerra el Hercules, perteneciente al Estado, sea entregada inmediata-
mente con todos los pertrechos, enseres y útiles esistentes en ella, al coronel co-
mandante de la fuerza naval D. (Uiillermo Brown, á qujen se ha cedido en pro-
piedad por S. E. en justa remuneración de sus importantes servicios.
Dios, etc. , .
(Firmado) F.^o /.<•'■ Viana.
Buenos Aires, 9 de Septiembre 1814.
Al Sr. Secretario de Estado en el departam.t" de ('.ucrra y Marina, brigadier
D. Fran.co Javier de Viana.
Servirá de (lobierno en esta Comisaría de Marina, la disposición del Exmo. Su-
premo Director que V. S. se ha dignado comunicarme en oficio orden de 7 del
presente mes, relativa á haber cedido en propiedad al coronel comandante de las
fuerzas navales D. Ciuillermo Brown, la corbeta del Estado nombrada Hércules,
con todos sus pertrechos, armamento y deanás útiles existentes en ella, la que le
será entregada inmediatamente en cumplimiento de la citada superior orden. — Y lo
aviso á V. S. en contestación .
Dios guarde á V. S. m.'= años.
(Firmado) Benito José Goyena.
Buenos Aires, 10 de Septiembre 1814.
Al Comisario de Marina, D. Benito José (lOyena.
Con esta fecha, se previene al Comandante de las Fuerzas Navales del Estado
D. Guillermo Brown, ponga á disposición de Vd. los artículos de guerra que gene-
rosamente ha cedido en obsequio del Estado, pertenecientes á la corbeta de su
propiedad el Hércules, y se expresan en la adjunta relación, que incluyo á Vd. á
los fines consiguientes.
Dios, etc.
(Firmado) F. J. de í'iaua.
Buenos Aires, 11 de Septiembre 1814.
Al Sr. Secretario de Estado en el despacho de Guerra y Marina, brigadier D. Fran-
cisco Javier de Viana.
Se recibirán oportunamente en los Almacenes de ^Marina, las 28 carroñadas con
sus municiones correspondientes y las banderas, que el coronel comandante de las
Tomo II 18
— 274 —
fuerzas navales D. (luillermo Browii ha cedido en obsequio del Estado, pertene-
cientes á la corbeta de su propiedad nombrada Hércules, según se ha servido V. S.
prevenir y ordenarme en su respetable oficio de lo del presente, y con arreglo á
la nota que en él se incluye.
Dios guarde á V. S. m.s años. (Firmado) Benito Josc de Goyeiia.
Venta de la "Belfast", "NEptuxo" y "Agradable"
Buenos Aires, 19 de Septiembre 1814.
El Supremo Director, me encarga, ordene á Vd. que á la mayor brevedad, pro-
ceda á la venta en pública subasta, de las corbetas del Estado, nombradas Bclfast,
Neptiino y Agradable, en el concepto, de que la primera es apreciada en doce mil
pesos y en diez mil cada una de las restantes ; previniéndole no deber comprender
en dicha venta el armamento de guerra de los expresados buques.
De orden de S. E. lo aviso á Vd. para el debido cumplim.to
Dios, etc.
(Firmado) F. J. de Viaua.
Al Comisario de Marina.
Buenos Aires, 25 de Septiembre 1814.
El Supremo Director del Estado ha resuelto en acuerdo de hoi, por razones que
se reserva, se suspenda el remate de las corbetas Belfast, Agradable y Neptuno,
que con fecha 19 del corriente se previno á Vd. debía celebrarse, y le encarga que
anulando los carteles que con este objeto se hubiesen fijado, proceda á la entrega
de dichos buques á disposición de D. Manuel Lorenzo, á quien se han vendido en
cantidad de treinta mil pesos.
Y de su orden, lo prevengo á Vd. para su cumplimiento y fecho, dé cuenta.
Dios, etc.
(Firmado) F. J. de llana.
AI Comisario de ^Marina, (i)
D. Benito José de Goyena, Comisario de Marina del Rio de la Plata.
Certifico que consecuente á orden del Supremo Director del Estado, y con asis-
tencia del teniente coronel D. Antonio Lamarca, he entregado á D. Manuel Loren-
zo, las corbetas del Estado nombradas Belfast, Agradable y Neptuno que ha com-
prado, y para que conste, y le sirva de resguardo hasta que dada cuenta, se le ex-
tienda la correspondiente escritura de propiedad, le doi la presente en el puerto de
la Ensenada á treinta de Septiembre de mil ochocientos catorce.
(Firmado) Antonio Loniarca. (Firmado) Benito José de Goyena.
Yo, el abajo firmado, declaro : que he recibido posesión de los tres buques de
arriba, de cuenta de Don Guillermo P. White, y le paso este certificado para que
en su virtud reciba la correspondiente escritura. — Buenos ,-\ires, Octubre 10 de 1814.
■ (Firmado) Manuel Lonrenco.
(i) Archivo General.
{2S) DlbClKSO DtL SEÑOR VICEALMIRANTE D. ATiLIO S. BaRILARI EN EL ACTO DE
INALT.URAR LA Eí'TATUA DEL CIUDADANO D. JUAN LaRREA, FUNDADOR DE LA ESCUA-
DRA NACIONAL :
¡Felices los pueblos que saben lionrar la memoria de sus benefactores, o saben
rendir homenaje pagando el tributo debido a los que han comproniietido la gra-
titud de la posteridad ; porque los pueblos que así proceden tienen s.eñalado un lu-
gar prominente en el camino de la civilización y de la grandeza !
Buenos Aires, como capital de la república, honrando a los proceres de la Pri-
mera Junta, o sea a los que formaron el primer gobierno patrio de esta parte
del continente americano, se coloca en la senda venturosa que ha de conducirla
a ese destino.
¡ Honor y gloria a la capital de la nación argentina, en cuyo seno germinó y se
formó ese gobierno que fué el pedestal de nuestra libertad y el verdadero precur-
sor de nuestra independencia !
Señores : El fausto acontecimiento que el país conmemora festejando nuestra
primera centuria de vida libre, nos congrega en este momento al pie de la estatua
que representa a dcwi Juan Larrea, una de las figuras más salientes de los miem-
bros de la Primera Junta. Fué uno de los primeros comprometidos en el reducido
número de los campeones que expusieron su porvenir y su vida preparando los
acontecimientos de Mayo, y después formó parte de aquel gobierno que sin temor
de. equivocarnos podemos llamar por sus hechos y proyecciones famoso ante la
historia, y aplicó en él todas sus energias, todas sus actividades y todos los sen-
tiniientos grandes y nobles que animaron su alma, para que irradiara los rayos
de luz que debian iluminar el sendero de la emancipación.
Fué allí donde se hizo conocer como un fervoroso partidario de las ideas de-
mocráticas del gran Moreno, a quien siempre acompañó con fe y perseverancia
compartiendo sus responsabilidades.
Y era lógico que así fuera quien siempre se distinguió por sus ideas liberales,
convencido de que ellas eran las que debían abrir las puertas del porvenir a la pa-
tria de sus afectos y de su adopción.
Hay en esto, señores, un doble mérito en Larrea, porque no habiendo visto la !uz
en tierra americana, supo seguir las inspiraciones de su espíritu patriota al consa-
grar sus esfuerzos a la idea santa y generosa de libertar al país que amó y en cuyo
seno adquiriera una posición elevada y espectable que lo identificara con la suerte
y destino de aquél. Supo sobreponerse a la preocupación de la nacionalidad de ori-
gen y como tantos otros que lo imitaron después, sólo pensó en servir los intereses
de la causa americana, que fué la causa de la justicia y del derecho que no reco-
noce patria ni fronteras.
Nacido en Cataluña, no combatió por esto a su patria ni a su rey, al defender la
existencia de un pueblo que sentía sofocados sus destinos por un poder que aunque
de raza hidalga y caballeresca era, sin embargo, extraño a las aspiraciones de in-
dependencia y libertad.
¡No! No combatió a su patria ni a su rey al ponerse al servicio de esos prin-
cipios regeneradores, que tarde o temprano debían triunfar esparciendo sus bene-
ficios en el seno de la América.
— 276 —
Larrea, como miembro de esa junta, cumplió así preceptos y deberes sagrados
que las leyes de la humanidad ha impuesto al liombre en su condición de ser libre
é iguales a los demás.
Las disensiones políticas que por vez primera sobrevinieron desde que se instaló
el primer gobierno patrio separaron de la junta a Larrea con otros proceres, que
como él, sostenían las ideas democráticas que ha¡n sobrevivido en la república y
obedeciendo a esa ley fatal que casi invariablemente tiene deparadg el destino a
los grandes servidores tuvo que sufrir con aquéllos las amarguras del ostracismo,
comiendo el duro pan del destierro.
Pero esas adversidades, lejos de disminuir el fuego apasionado de su liberalismo,
fueron un estímulo mayor para perseverar en él y los nuevos acontecimientos poli-
ticos dieron lugar a que fuera sometido nuevamente a prueba prestando al país
eminentes servicios como legislador y estadista.
Instalado el segundo triunvirato como poder ejecutivo de las Provincias Unidas
del Río de la Plata, resolvió en sus primeras medidas convocar a los pueblos para
organizar la representación nacional y Larrea fué llevado por el voto de sus con-
ciudadanos a formar parte como representante en la memorable asamblea consti-
tuyente del año trece,;
Hizo allí sentir como antes su acción patriótica y benefactora, votando leyes no-
tables, como la que declaró la libertad de vientre, la que creó la Facultad de medi-
cina, la que extinguió el tribunal de la inquisición, la que dio la organización ecle-
siástica, la que dictó el reglamento general de justicia y la que declaró libres a los
esclavos que se introdujesen en el territorio de la nación, y llevan su firma como
presidente de esa asamblea, la que declaró fiesta cívica el 25 de mayo, la que abolió
los títulos de nobleza, la que prohibió los tormentos como medio de investigación
judicial, la que creó el primer instituto militar de la nación y la que declaró i'mica
canción patria nuestro himno nacional.
En esta forma iba llenando su misión de legislador cuando, poco después, fué
nombrado sucesivamente miembro del poder ejecutivo y ministro de hacienda del
primer directorio, y aun cuando fuese muy conocida la situación precaria que atra-
vesaban las Provincias Unidas cuando Larrea se incorporó al nuevo gobierno, no
considero fuera de lugar repetirla a grandes rasgos, siquiera sea para sentir en
toda su intensidad en estos momentos, el recuerdo vivo del cuadro de la época.
Chile, anarquizado por sus divisiones intestinas, e invadido por las huestes del
Perú, germinal)a en su seno los acontecimientos que dieron por resultado la de-
rrota de Rancagua.
Los restos de nuestro ejército del norte, despedazado por grandes contrastes, re-
trogradaban perseguidos por un enemigo aguerrido y tenaz. Montevideo, que ence-
rraba dentro de sus muros a im ejército poderoso, y era el apostadero de la armad^
realista, tenía el dominio del mar, resistía con ventajas el asedio de nuestro dimi-
nuto ejército, y era el baluarte del Plata y del Atlántico.
. .\rtigas, sublevado contra la capital, hostilizaba a los sitiadores y promovía en
favor de su causa la defección de Corrientes y Entre Ríos.
Las arcas del tesoro público exhaustas y el crédito en completa decadencia.
La desmoralización y el temor dominaban el ambiente.
Con este cuadro desesperante es cómo abordó Larrea con serenidad de espíritu
y- energía de alma el arduo problema de afirmar nuestro predominio y ahuyentar
el desaliento.
■ Y es aquí, en medio de la gravedad y las angustias donde sus geniales eonccp-
ciones y los medios empleados para realizarlas, lo revelan un estadista experto,
•x'oncienzudo y diligente.
Su pensamiento de adquirir el dominio del mar y rendir a Montevideo, como
base principal de sus proyectos, sus esfuerzos y sagacidad, para uniformar la opi-
nión del gobierno en el sentido de realizar esa idea, sus afanes para vencer las di-
ficultades que se oponían a la realización del plan de crear una escuadra respetable
que no aventurara el éxito, cuando se carecía de buques, de hombres, de armas,
de municiones y de pertrechos; la adquisición que hiciera del concurso generoso y
abnegado del patriota don (".uillermo Pío White, a quien sigilosamente confió de
lleno la misión de formar y organizar esa escuadra, debiendo adquirir los elemen-
tos necesarios con su capacidad, su crédito, su fortuna y su genio fecundo.
La realización de esos planes coronados por el éxito más completo con los triun-
fos navales de Martín (.arcía y Montevideo, el bloqueo de este puerto y la rendi-
ción de esa plaza como consecuencia natural, con todos sus caudales de armas y
dinero. La entrega de la temible escuadrilla que dominaba el Uruguay, el dominio
de los ríos y las costas del Atlántico adquirido por nuestra escuadra, llegando hasta
llevar la ofensiva a las costas de la península, la apertura de nuestros puertos al
comercio marítimo, y finalmente el renacimiento de la confianza pública, haciendo
desaparecer por completo las angustias y la opresión, es la evidente comprobación
de aquel juicio, y lo que representa la obra grandiosa de Larrea, que señala una
época en la lucha de nuestra emancipación política, y en la que se destaca su perso-
nalidad clarovidente como el fundador de nuestra marina de guerra y el principal
obrero en la salvación de la independencia agonizante.
Y sus calidades fecundas y relevantes se realzan aun más, cuando se piensa que
al mismo tiempo que ideaba y daba cima a los gigantescos proyectos, elaboraba la
famosa ley de aduana que lleva su nombre y cuyas principales disposiciones rigen
hoy en la república.
Pero el destino, siempre fatal, no quiso conservarle en el seno de la patria como
im colaborador de la grande obra, y permitió que la pasión política y el anarquismo
lo arrojaran nuevamente del gobierno, perseguido, engrillado y arruinado en su
fortuna, lanzándolo otra vez al camino de la proscripción, calumniado y vilipen-
diado, recompensando así su honradez y eminentes servicios, como los de su amigo
desgraciado, don Guillermo Pío White, con el infortunio, la ingratitud y la miseria.
Ha tocado a la posteridad hacerle justicia, y después de transcurridos cien años,
su nombre se inmortaliza con el bronce como un símbolo del patriotismo y la ab-
negación, entregado al respeto y admiración de las generaciones presentes y ve-
nideras.
Señor intendente municipal : En nombre de la comisión de monumentos de que
formo parte os hago entrega de la estatua que representa la efigie de don Juan
Larrea, señalando en su actitud la obra culminante e imperecedera de su vida pú-
blica, para que ella sea guardada en el corazón de este pueblo de sus afectos con
la devoción y el cariño que en.<?endran la gratitud."
— 27S —
Tanibicn fué celebrado dignamente por la alta autoridad de la Armada, y cree-
mos justo dejar constancia de ello, el primer centenario de la Victoria de Martín
García con un acto solemne y grandioso por su propia sencillez y el espléndido pa-
norama que le sirvió de escenario y marco : la isla gloriosa y la inmensidad sober-
bia del Plata.
La Prensa de esta Capital lo describe en su número del 15 de marzo de 1914 en
los siguientes términos :
A pesar del mal tiempo reinante durante casi todo el día de ayer, resultaron lu-
cidísimas las fiestas efectuadas en Martin García, con motivo de la jura de la
bandera por los conscriptos de la clase de 1893 allí reunidos, y conmemorando el
centenario del asalto y toma de la isla por la escuadrilla del almirante Brown.
A las 8 de la mañana se embarcaron a bordo del cañonero "Rosario", amarrado en
la dársena Norte, el Ministro de Marina contralmirante D. Juan Pablo Sáenz Va-
liente, contralmirantes Domecq Carcía e Hipólito Oliva; monseñores Romero
y Piaggio ; capitanes de navio Enrique Fliess, Luis Almada, Vicente Montes ; ca-
pitanes de fragata, Ricardo Camino y Ricardo J. Hermelo ; auditor general de
guerra, doctor Risso Domínguez ; teniente de fragata Ignacio Espíndola ; doctor
Adolfo P. Carranza : contador subinspector, Gustavo Rodríguez Lima ; director
del archivo general de la Nación, José J. Biedma, e ingeniero subinspector Juan
Bonfiglio, saliendo inmediatamente con rumbo a Martín García, a pesar del tem-
poral que se iniciaba en esos momentos. Casi conjuntamente salía de la dársena
Sur el vapor "Colonia", en el cual se habían embarcado numerosas familias de
los conscriptos, que se trasladaban a la isla para asistir a la fiesta y visitar a los
mismos, habiendo otras muchas que habían retirado pasaje desistido del viaje
]>or temor al mal tiempo.
Ex LA ISLA DE Martín García
Por la mañana, presididos por el comandante de la isla, capitán de fragata
Francisco Borges, se realizaron diversos actos conmemorando el centenario del
combate y ocupación de la isla, en los que participaron las niñas y niños de las
escuelas locales. En las ruinas de las baterías ocupadas por los realistas y que
fueron tomadas al asalto por nuestros marinos hace un siglo, se levantó un arco
triunfal, y el capellán, señor Robledo, dirigió la palabra a los niños, rememo-
rando los hechos gloriosos allí desarrollados.
Asistieron a esta ceremonia, la banda del depósito del cuerpo de marinería, la
cual ejecutó el Himno Nacional coreado por los niños, y diez conscriptos de cada
batallón, en representación de todos sus compañeros. Terminado el acto, los niños
se retiraron, arrojando flores sobre el lugar del combate, en homenaje a los caí-
xlos de ambas partes.
A mediodía llegó el cañonero "Rosario" y atracó al muelle, donde esperaban
al Ministro de Marina y a la comitiva el comandante de la isla, capitán de fra-
gata Francisco Borges, y un grupo de oficiales y vecinos. Al desembarcar el se-
ñor Sáenz Valiente, se hizo la salva correspondiente a la insignia ministerial por
la artillería de a bordo. El desembarco se efectuó en medio de un chubasco que
felizmente amainó poco después.
A la entrada del local de la comandancia se encontraba formada la compañía
•íle disciplina, la cual rindió igualmente, al ministro, los honores correspondientes.
La tira de la r.AXüERA
Hl Ministru de ^larira, en atención a que aún no había llegado el vapor "Co-
lonia" en que venían las familias de los conscriptos para asistir a la jura, re-
tardó el acto hasta que éstas hubieron desembarcado, dirigiéndose entonces al
campo de instrucción que rodea los alojainientos de los conscriptos, donde se en-
contraban formados en cuadro los 3.000 reunidos en ese acantonamiento. Al frente
fué colocada la bandera de los batallones con su escolta de honor correspondiente,
situándose en el centro del cuadro la comitiva oficial y las numerosas familias
concurrentes de esta capital y las residentes en la isla, en cuya ocasión el Minis-
tro de Marina hizo leer la siguiente proclama:
La bandera de la patria que hace un siglo fué clavada en esta isla, por las
marinerías de desembarco de la escuadrilla nacional, comandada por Brown, va
a recibir vuestro juramento de fidelidad, primera y solemne promesa del cum-
plimiento de los deberes que, como argentinos, la patria os impone en el servicio
de las armas. Es la protesta de amor y respeto; es la manifestación de que estáis
decididos a acompañar, defender y hacer respetar de todos, siempre y doquiera,
por tierra y por mar, en la dicha y en el infortunio, sin calcular privaciones ni
medir sacrificios, este emblema de justicia, libertad y soberanía.
La patria espera que, como hijos, seáis dignos de sus glorias; capaces, si lleg-a
el caso, de ser continuadores de la acción de Brown, King, Seawert, Spiro. Oroná.
Jones y de todos aquellos que en esta fecha, 100 años atrás, aquí mismo, comba-
tiendo con denuedo y bizarría, ganaron para nuestra República este pedazo de
suelo argentino, escribiendo con su sangre las primeras páginas de nuestra his-
toria de triunfos navales con que se afianzó nuestra independencia y con que sé
reclamó del mundo entero la consideración y el respeto que nos corresponde como
pueblo soberano.
Conscriptos: no alimentéis sino deseos de conservar la grandeza y contribuir
a la felicidad del suelo en que habéis nacido.
^ Esforzaos en llenar los fines que la patria se ha propuesto al llamaros a las
filas y cumplid el juramento que vais a hacer y así, al abandonar nuestros barcos,
al volver al seno de vuestros hogares, podréis recordar con orgullo, como tanto?
otros, la consagración de este día, porque podréis decir con verdad: "He cum-
plido con mi deber de ciudadano".
Luego hizo uso de la palabra el vicario de la armada, monseñor Romero, quien
historió el combate de Martín García, e hizo resaltar la acción heroica de los
marinos de nuestra escuadra en formación :
Juráis la bandera de la patria, dijo, cuando se conmemora el centenario de un
triunfo marítimo, de menor cuantía por las fuerzas que intervinieron, pero de
magna importancia por las consecuencias que tuvo para afianzar nuestra inde-
pendencia. Juráis la bandera en el mismo sitio donde los soldados de nuestra ma-
rina incipiente tiñeron las aguas y la tierra con su sangre para vengar a los ven-
cidos de San Nicolás y ofrecer a esa misma bandera el dominio indispensable de
los ríos. Juráis la bandera en el mismo año en que la escuadra argentina, a la
cual aportáis la primavera de vuestra vida, ocupará el primer rango en toda la
América latina. Juráis la bandera cuando todo el mundo afirma y ahonda la con-
vicción de que el porvenir y grandeza de una nación dependen y dependerán ab-
solutamente de! porvenir de su escuadra.
— 2S0 —
Pesad y medid la gravedad y trascendencia de vuestro juramento, pues lo pres-
táis como herederos de cien años de esfuerzos y heroísmos consumados para for-
mar y enaltecer el nombre argentino.
Para ello rehagamos la escena histórica y apliquemos el pensamiento a sus
puntos salientes, fecundos en lecciones saludables.
Allá, en ese banco que descubre su veril apenas descienden las aguas, mirad
el "Hércules" glorioso detenido en su marcha al iniciar el combate. Las garras
de arena lo apresan y lo inmovilizan: la calma otoñal amortigua y pliega sus ve-
las: los buques compañeros lo abandonan: los fuegos de trece barcos convergen
sobre él solo: las baterías de la isla lo acribillan: sobre su cubierta yacen los
cadáveres de su capitán Smith, de Stacy y cuarenta y tres soldados : cincuenta y
un heridos están fuera de combate : ochenta y dos tiros han destrozado su casco
y su armadura... Todo está perdido. Pero cuando todo está perdido, suena la
hora de las grandes almas. Sobre el puente de esa nave, mitad sepulcro, mitad
hospital, está.Brown! Brown, señores, más grande en los peligros supremos que
en las dianas triunfales. Y así como Sansón arrancó las puertas de Gaza que lo
encerraban y marchó con ellas sobre sus hombros, Brown arrancó su navio de
las garras del banco y lo puso fuera de tiro. Cubrió sus fondos con planchas de
plomo, cerró sus rumbos con lonas embreadas, reemplazó las bajas con cuarenta
y cinco dragones de la patria, izó las velas, y cual si volviera de una victoria llevó
vigoroso el asalto a la isla que pisamos y se impuso y aterró a los enemigos que,
con fuerzas superiores de mar y tierra, huyeron favorecidos por la brisa.
Después de otras rememoraciones históricas, monseñor Romero, dirigiéndose al
^Ministro de Marina, terminó su alocución patriótica sometiendo a su considera-
ción la erección de un monumento a nuestra armada.
El ejército de los Andes, dijo, tiene su monumento; la marina argentina no
tiene todavía el suyo : Que sea esta isla el pedestal de ese monumento y que en
él se destaque la figura admirable de Brown, argentino por convicción, por apa-
sionamiento del corazón y por sacrificios inmortales, para que siendo la victoria
de Martín García el de nuestro predominio en los ríos, señale ese monumento
la cuna de nuestra marina, en la cual, sobre realidades tangentes y más grandes
esperanzas, cifre la patria la seguridad de su inmenso y pleno desarrollo.
Terminado este discurso, el comandante de la isla pronunció la fórmula del
juramento a la bandera, que fué ratificado a una voz por los 3.000 conscriptos.
Con esto se dio ,por terminada la ceremonia, comenzando el desfile ante la ban-
dera, presenciado por el Ministro de Marina y toda la concurrencia.
(29) Don Guillermo P. White:
Cuando en Diciembre de 1813, por dimisión del señor Dr. D. José Julián Pé-
rez, fué nombrado individuo del Poder Ejecutivo, las Provincias Unidas del Rio
de la Plata, presentaban un cuadro verdaderamente triste. El ejército del Perú,
mandado por el (General Belgrano, habia sido completamente derrotado en Vil
capugio, y venía retirándose hasta Tucumán ; la Plaza de Montevideo tenía una
guarnición doble en número al ejército que la sitiaba, y nada indicaba que pu-
diese tomarse, porque ni carecía de los víveres precisos, ni tenía el Gobierno con
qué batirla en brecha pues que no tenía cañones, y en los almacenes de artillería
apenas había 200 qq. de pólvora: el Coronel .\rtigas en guerra abierta con la
Capital, habia revolucionado, y era obedecido en todo el territorio de la que se
— ¿SI —
llama Banda Oriental hasta el Paraguai ; el reino de Chile se hallaba atacado
por las, tropus de Lima, y las divisiones intestinas que lo agitaban anunciaban ya
.de antemano la ocupación que aconteció poco después ; el Tesoro de Buenos Ai-
res, agotado, y su crédito enteramente perdido; por último en lugar de la con-
í"ianza que es necesaria para salir de los grandes peligros, se notaba un desaliento
general. En tan criticas circunstancias, conocí que era preciso concentrar los
esfuerzos, y poniendo en movimiento, cuantos recursos se presentasen, dar un
golpe á los enemigos que desembarazándonos de ellos, restableciese la confianza,
y pusiese al Gobierno en estado de proseguir la guerra con nuevo vigor y con
esperanzas probables de un feliz resultado.
Discurriendo con V. sobre tan importante objeto, buscamos el punto en donde
el enemigo pudiese ser atacado con mas prontitud, y nos convencimos de que
era ^íontevideo, siempre que fuese posible armar una fuerza naval, que batiendo
la que los Enemigos tenian en el Rio, la obligase a encerrarse en su Puerto, y
lo. bloquease estrechamente. Aunque era fácil convenir en el acierto del proyecto,
parecía imposible que pudiesen encontrarse los medios necesarios para realizarlo.
La ^larina de Montevideo era numerosa, y Buenos Aires, solo tenía una Balan-
dra despreciable y el lanchen del Capitán del Puerto. En el arsenal, no había
mas que .^o entre cationes y carenadas de diferentes calibres y muí usados. Xo
había absolutamente jarcias, lonas ni cables, escaseaban los fusiles, no había pól-
vora, y se ignoraba de donde se sacarían marineros y oficiales de mar. Confieso
que arredrado por el cúmulo de dificultades que se presentaba, había abandonado
el proyecto creyéndolo irrealizable, si el genio de V. no me hubiese persuadido
que no le faltarían recursos para superarlas. Convencido de que todo era me-
nester crearlo, y autorizado por mis colegas eti el Poder Ejecutivo con la ple-
nitud de sus facultades, le conferí á V. las mas amplias para que etiiprendiese
el armamento.
Buenos Aires, vio con asombro que cuando á fines de Marzo de 1814, se co-
menzó á hablar seriamente de esta empresa, aparecieron ya armados y como es-
traídos del seno del mar una porción de buques, entre los cuales había algunos
que en el mes de diciembre de 1813, estaban aun en los mares de Europa. Esfuerzo
prodigioso debido á la constancia, actividad é inteligencia con que V. desempeñó
esta comisión.
En abril salió ya de las valizas de Buenos .\ires la escuadrilla, y paríi que lo
verificase, fué preciso que á las anteriores calidades, reuniese V. la de concilia-
dor, por qué compuesta la oficialidad y tripulación de hombres de distintas na-
ciones, aventureros y sin educación, sus pasiones se desplegaban con una fuerza
increíble, y guiados no por el amor del País, sino por la esperanza de hacer su
fortuna sin reparar en los medios, codiciaban é intrigaban por conseguir los pues-
tos que les habían de permitir marchar mas seguramente á su fin.
El Jefe de la escuadirlla, Don (luillermo Brown, fué el que mas ejercitó nuestra
paciencia, y así como era el primero en el mando, también quería serlo en satis-
facer sus caprichos y codicia. Mas de una vez hubo de comprometer por su mala
comportacion y estravagantes pretensiones el éxito de la empresa. Pero no hubiera
sido justo que afanes tan estraordinarios, como fueron los de V. no hubiesen sido
coronados con un triunfo completo. .A.sí se verificó en la acción del 16 al 17 de
Mayo en qué vergonzosamente destruida la Escuadrilla de Montevideo, quedó blo-
queado el Puerto, y yá por consiguiente se consideró indispensable la rendición
— 282 —
de la Plaza. Tomada esta, en 23 de Junio y conducidos á Buenos Aires, los inmen-
sos repuestos que en ella se encontraron, ya fué inútil la conservación de la fuerza
naval, que era una carga insoportable, tanto por qué el Gobierno estaba resuelto
á dirijir todos sus esfuerzos y recursos pecuniarios al Perú, como por qué la orga-
nización que había recibido era conforme á los elementos de qué se componia, y
distaba mucho por consiguiente del orden económico que requieren estos estable-
cimientos. Mas para disolverla era menester pagar los sueldos devengados á las
Tripulaciones, lo qué si no era absolutamente imposible, hubiera por lo menos
impedido al Gobierno la realización de sus planes con respecto al Perú, planes en
qué urgía la celeridad, por qué el Enemigo se hallaba desunido y consternado por
el triunfo que acabábamos de conseguir. En este conflicto también, se debió á los
talentos de V. y á la fecundidad de sus recursos, el único medio que se presentó
para salir de él. V. se ofreció á pagar por si los sueldos á las tripulaciones, con
tal que el Gobierno le mandase abonar por derechos en la Aduana las cantidades
que hubiese V. desembolsado. Aceptada por mí, como Secretario de Hacienda, la
propuesta, procedió V. á cumplirla, y este servicio importantísimo ahorró al Erario,
injentes sumas, haciendo cesar el gasto del armamento, y dejando espeditos sus
recursos para qué fuesen aplicados á la empresa sobre el Perú.
Contestada con lo dicho la carta de V. que antecede, queda manifestada la parte
principalísima que tuvo V. en esta empresa de la mayor importancia, pues qué
poniendo fin probablemente para siempre á la guerra que los Españoles nos hacían
en el Rio de la Plata, con la toma de esta Plaza, nos proporcionó un parque abun-
dantísimo de artillería de qué carecíamos absolutamente; y nos dejó en estado de
convertir nuestras fuerzas al Perú, y de emprender la gloriosa reconquista de Chile.
El honor de las Provincias en cuyo servicio hizo V. tan grandes y felices esfuerzos
se halla interesado en qué no me detenga ahora á detallar el modo horrorosamente
ingrato con que han sido correspondidos. Las prisiones que V. ha sufrido, sus cre-
cidos desembolsos cuyo pago le ha sido negado hasta aquí, la escandalosa confis-
cación de sus bienes, todo, todo, será reparado por un gobierno que no puede des-
conocer la justicia de sus reclamaciones, y cuanto se interesa en ello su mismo de-
coro. Yo lo deseo vivamente así, pJ que en mi carácter oficial, me considero cau-
sante de sus desgracias p."" la elección acertada que hice de su persona, como por
la sincera amistad que le profeso, y con la cual me digo de V. aí."^° Seg.o S''''.
Q. B. á V. L. M.
(Firmado) /." Larrea.
Montevideo. 9 de abril de 1818.
(30) ToM.\ DE L\ Pl.\z.\ de Montevideo
Excmo. Señor :
A esta hora que son las tres y media de la tarde acaba de entregarse por Capi-
tulación la Plaza de Montevideo al Exército de mi mando. En conseqüencia pasado
mañana debe ya tremolar el Pabellón de la Libertad en la Fortaleza del Cerro, y
el dia siguiente daré á V. E. desde aquella Cirdad el correspondiente parte de las
circunstancias que la premura del tiempo no me permite ahora describir. Entre
tanto será V. E. verbalmente informado de ellas por el Sr. Coronel del Regimiento
tiiiin. 3 D. Domingo French con quien anticipo este aviso para satisfacción de V. E.
y de los habitantes de esa heroyca Capital.
Dios guarde á V. E. muchos años. Quartel general en el Miguelete Junio 20 de
1814. — Excnio. Sr. — Carlos de Alvcar. — Excmo. Supremo Director de las Provin-
cias Unidas.
Excmo. Señor.
Son las diez de la mañana, y acaba de tomarse posesión por las Tropas de mi
mando, de la Fortaleza del Cerro, en que ya flamea la Bandera de la Patria, y á
fin de que con la brevedad posible, llegue á noticia de V. E. hago despachar este
Pliego en alcance del Coronel D. Domingo French, para que lo conduzca á manos
de V. E. para su satisfacción.
Dios guarde á V. E. muchos años. Quartel general en el Miguelete Junio 22 de
1814. — Excmo. Sr. — Carlos de Alvear. — Exmo. Supremo Director de las Provin-
cias Unidas.
Excmo. Señor.
Las Tropas del Exército de la Patria que V. E. se ha dignado poner baxo mi
mando se hallan en esta misma hora guarneciendo las Fortalezas de la Ciudad de
San Felipe. A su presencia desaparecieron para siempre los instrumentos de la
tiranía; y aquel Pueblo que por tanto tiempo sacrificó al despotismo su valor y
su constancia entre cadenas, hoy recibe á sus libertadores con toda la sorpresa que
deba producir el exemplo de subordinación y disciplina de estas Tropas á unos
habitantes á quienes se habia inspirado el mayor horror hacia ellas por sus anti-
guos opresores.
El Regimiento de Infantería num. 6 fue el primero que entró á tomar posesión
de la Cindadela, baxo cuyos fuegos acreditó tantas veces su intrepidez. Un Escua-
drón de los valientes Dragones de la Patria le seguía. A éstos los brillantes y bra-
vos Regimientos de Granaderos de Infantería, el num. 2, num. 3, num. 8, num. q,
Granaderos montados, y sucesivamente el resto del Exército. La moderación y
aquella serenidad inalterable con que todos ellos, acostumbraron á marchar delante
de los peligros distinguía esencialmente el acto de su pacífica entrada. Y felici-
tando á V. E. por este dichoso acaecimiento debido á sus sabias disposiciones,
quedo en comunicarle con la brevedad posible las circunstancias para que no me
dan lugar las atenciones de este gran día.
Dios guarde á V. E. muchos años. Fortaleza de Montevideo Junio 23 de 1814,
á las dos de la tarde. — Excmo. Sr. — Carlos de Alvear. — Excmo. Supremo Director
del Estado.
Dox Carlos de Alve.\r, coronel del regimiento num. 2. inspector v general ex
XEFE del EXTO. de las PROVINCIAS UxiDAS DEL RlO DE LA Pl.\TA.
Habitantes de Montevideo : el periodo fatal de la guerra y los desastres ha ter-
minado ya. Apártese del orden de los tiempos por su funesta memoria, y sepul-
tando en el silencio mas profundo los sucesos marcados con la desolación y la san-
gre, entren á ocupar ese lóbrego vacio los deliciosos días de la paz, de la unión, y la
— 284 —
fortuna. Habitantes: reposad tranquilos en el seno de vuestras familias inocentes.
Volved al centro de vuestras relaciones. Las Tropas del Exército de mi mando os
recibirán en sus brazos con la mas estrecha fraternidad. Xadie será osado de per-
turbar vuestro sosiego injustamente. Su disciplina y su carácter de humanidad,
tantas veces acreditado, no darán margen al menor disgusto. Yo espero que la
comportacion de este noble vecindario sea análoga á mis deseos. — Fortaleza de
^íontevideo Junio 2.3 de 1814. — Alvcar.
Hl Director Sipkkmo iuci. Estauo a las jkoi-as hk mar v inCKkA ole han rendido
LA Plaza de Montevideo.
Soldados: todo ha cedido al impulso de vuestro corage. La Esquadra y el Exér-
cito de ^lontevideo han desaparecido delante de vosotros y la Plaza se halla ya en
vuestro poder. Gracias os sean dadas, defensores de la librtad. Los hombres per-
versos que se reian de vuestra constancia, y se gozaban en la esperanza del triunfo
de vuestros enemigos están confundidos y temblando. Tan brillantes sucesos han
esparcido la alegría en el seno de la Patria. Vuestros Padres, vuestros hijos, y
vuestras mugeres se jactan con orgullo de perteneceros. Yo hé dedicado una fiesta
cívica á vuestras victorias, que deberá celebrarse en todas las Provincias Unidas.
Pero no olvidéis, amigos, que el Pueblo argentino es el hermano de todos los Pue-
blos. Que Montevideo viva sin inquietud, para que la confianza restablezca la unión
que debe existir entre individuos de una misma familia : que haya un respeto sa-
grado á Ia5 propiedades y á la persona del Ciudadano : y que vean las Naciones
que los Soldados del Rio de la Plata fieles á los principios de honor, como inven-
cibles en el Campo de la guerra, solo son terribles para los enemigos del orden,
de la libertad, y de su Gobierno. — Buenos Ayres 27 de Junio de 1814. — Gervasio
.íntaaio de Posadas Ci).
Excmo. Señor. Ademas de los 7420 fusiles y 600 bayonetas, que anuncié á V. E.
en mi comunicación de 9 del corriente tomados en esta Plaza, se han recolectado
825 fusiles, y 525 tercerolas mas : lo que pongo en noticia de V. E. para su supremo
conocimiento. — Dios guarde á V. E. muchos años. ^^lontevideo Jvdio 18 de 1814. —
Excmo. Sr. — Carlos de Ah'car. — Excmo. Supremo Director de las Provincias
Unidas.
Excmo. Señor. Después que di parte á V. E. de liaberse recolectado 825 fusiles
y 525 tercerolas, se han recogido posteriormente 3000 cañones de fusil, 2000 llaves,
y 5200 cartucheras con sus correspondientes correages : todo lo que remitiré á dis-
posición de V. E. al primer viento favorable. — Dios guarde á \ . E. muchos años.
Montevideo Julio 19 de 1814. — Excmo. Sr. — Carlos de Ahrar. — Excmo. Supremo
Director de las Provincias Unidas (2).
(i) Gazcta Ministerial, Julio ->. X." 1 1 .?.
(2) Extraordinaria Ministerial, Julio 25 ile 1.S14.
— 2S;-5 —
Excnio. Señor. Ayer ha llegado á este destino el Sr. Presidente del Consejo de
Estado Delegado Extraordinario de V. E. y (^lobernador politico y Militar -de esta
D. Nicolás Rodríguez de la Peña, el qual ha sido recibido con toda la magnificen-
cia que corresponde á su alta representación y empleo, del que se ha dado á reco-
nocer en esta misma fecha :■ y lo aviso á V. E, para su Superior conocimiento. —
Dios guarde á V. E. muchos años. Montevideo Julio 19 de 1814. — Excmo. Sr. —
Carlos de .ik'car. — Excmo. Supremo Director del Estado.
Excmo. Señor. Tengo el honor de comunicar á V. E. que el lunes 18 del corriente
llegué con toda felicidad á esta Plaza, de cuyo mando tomé inmediatamente pose-
sión en cumplimiento de las Supremas disposiciones de V. E. y baxo el carácter
que ha tenido la bondad de confiarme. Al dia siguiente hice publicar con la solem-
nidad debida, y por medio de Bando la proclama q«e, V. E. agitado de sus senti-
mientos paternales por la prosperidad y quietud de esta porción de. los habitantes
de nuestras Provincias Unidas, me comunicó con este intento en los momentos de
mi partida. En esta parte hé cumplido con los preceptos de V. E., y nada me
queda por hacer para llenar feus benéficas y sen.iibles disposiciones. Luego que esté
impresa la haré repartir graciosamente entre los subditos de esta Provincia, como
se me ha ordenado, con el objeto de que se asegure de las intenciones del dobierno
Supremo. Empiezo á tocar que la empresa de poner en tono los negocios públicos
de un Pueblo que acaba de salir de las manos del enemigo que por tantos modos
lo ha oprimido, es en realidad muy difícil ; pero una entera conformidad á las
ideas de V. E. y el impulso de sus supremas resoluciones me abrirán este arduo
camino, que si para practicarlo bastase el sacrificio de todos mis esfuerzos podria
desde luego anticiparme el prospecto de un feliz resultado. Dios guarde á V. E.
muchos años. Montevideo Julio 20 de 1814. — Excmo. Sr. — Nicolás Rodriguen Peña..
— Excmo. Supremo Director de las Provincias Unidas del Rio de la Plata.
Adjunto tengo el honor de remitir á V. S. el estado de todas las piezas de
Artill.a que se han encontrado en esta Plaza y incesantemente havré el de pasar
á V. S. los demás relativos á los pertrechos de (nierra.
Dios Guarde á V. S. m.s a.* Montevideo 22 de Julio 1814. — Hí/í/arc/o Holiitherg.
— Señor Representante del ("ob.'^ Gob.'^'' Politico y Militar.
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— 287 —
Incluido tengo el honor de rcniitir en manos de V. S. el estado de la Pólvora
Cartuchos de Cañón y fusilería, Bombas, Granadas y Balas que se encontraron
en esta Plaza.
Dios guarde á V. S. m.s a.s Montevideo á 2^ de Julio de 1814. — Eduardo Hohn-
berg. — Señor Representante Gob.*"" M."" y Político.
PLAZA DE MONTEVIDEO
Estado que manifiesta la cantidad de pólvora de cartuchos p.aArtill.a y
Inf.a bombas grenadas y balas que se encontraron en esta plaza
CARTUCHOS
DE CANON
= «
CON
PÓLVORA
PULGADAS
grenadas
BALAS
Ciudadela
Cdel Parque
Sn. Sebastian . .
Sn. Luis.
Sn. Pasqual ....
Sn. Antonio. . . .
Sn. Ruperto. . . .
Sn. José. ......
Sn. Carlos
Nra. Sa. del Car
men ........
Sn. Joaquín ....
Sto. Thomas ....
^ I Sn. Raphael. . . .
.« I Sn. Juan ......
t Punta del Muelle.
rt I Cubo del Sur. . .
* I Cubo del Norte .
[_Sn. Franco. ....
Fortaleza del Cerro. .
f N.o 1
90
150
305
1811
400
150'
143|
30,
70!
212'
686' 100 1100
300
1000
1000
6000
1500
100,
70,
282,
300'
218' 69
n
1268
L
j. f de Cipriano ....
y I de Sn. Fran.'o en
2 ■{ el fuerte
— I de Sn. Antonio. .
'* i^ fuera del fuerte .
Repuesto de la Ciu-
dadela
Del Train de Artille-
ria volante
Arsenal de Marina. .
En el parque de Ar-
tillería
38 1 72
277i 664
6000
. I
j8 5600 50000
417500 6400
6000
67' 122
» 55
38' 38
3152000
55 209
5 191
16¡
6|
61 123
6
» 660
25
50; 11
264
29222878 » 4547
595 1,6
4495 I0S1 2387 827300 56-100
36315452
70
200
240
50
300
50
200
15504100
2300 »
208 »
700 »
500
300
2268
400
4084
1000
750
600
300
800
750
1365 71387 31
123 58193484 566586347 159
Montevideo á 23 de Julio de 1814.
Certificado por mi abajo firmado.
(Firmado) Eduardo Holmberg-
— 288 —
Incluido tengo el honor de pasar á manos de V. S. tres estados que manifiestan
lo que se encontró en la Casa de Mixtos, en los Almacenes pertenecientes al Ramo
de Ingenieros los Metales y Maderas que se encontraron en el Parque de Artill.a
y en sus Magazenes.
Dios guarde á V. S. n^.^ a.» — Montevideo á 25 Julio 1S14. — Eduardo Holmberg.
PLAZA DE MONTEVIDEO
CASA UE MIXTO?
Estado que manifiesta los i'arios objetos que se encontraron en la Casa de Mixtos
de esta Placa.
Cajón de Lanzafuegos con 340
Cajones de Estopines de Obús. 3. con. . . . 3500
Un Cajón de cohetes de Señal 53
Un Barril con Canutitos de lata i
Sepos p.a Lanzafuegos 6
(luarda Cartuchos de varios calibres 10
Mesa de moler mixtos i
Mesa chica . a^
Maquinas p.a cargar espoletas 4
Banco con Maquinas para hacer Lanzafuegos ; i
Bancos para el trabajo 6
Tamises p.a cernir pólvora 5 inútiles. ... 11
Armario con varias heram.ts p.a el trabajo. i
Planchas de Madera p.^ moler la pólvora. . . 2
Varios útiles para las mansillas de los mixtos
Montevideo á 25 de Julio de 1814.
Eduardo Holmberg.
PLAZA DE MONTEVIDEO
Estado que manifiesta el ex maderaje fierro azero plomo v otros objetos
QUE se EXCOXTRAROX ex el parque V ALMACEXES DE EST.\ PLAZA
Parque de Artillería
r Tablas de Pino 4
Trozos de Vidaro 3
Maderas -i Tablones de Cedro 37
id. Madera del Brasil 6
Tirantes idem , i
r Arrobas de Azero de r^Iilan . 6
Metales -{ Quintales fierro en Planchuela 2
Quintales de fierro útil y inútiles. ... 60
— 289 —
Bóveda N." iS
Tirantes de Lapacho 2
Camas de Quebracho 30
Tablones de Cedro 40
Bóveda N." 16
["Tablas de Cedro 40
Maderas < Tablones de id para Gualderas .... 12
[Exes para Cureñas
Metales <
Almacén de San I'rancisco en el fiierfe
ÍAzero 58 qq.s
Plomo en Calapagos 296 qq.s
r Planchuela ~l
tierro
Cavilla.
h 620
qq-'
Bergajon
.Quadradillo y en barras grandes J
Clavazón de diferentes calidades S5 qq.s,
Montevideo á 2^ de Julio de 1814.
(Firmado) Eduardo Hohnberg.
Tomo II
19
— 2ííl» —
PLAZA DE MONTEVIDEO
IvSTAliO (JLK MANIl-lKSTA EL ENMADERAXE. UTENSILIOS DE lOkTilICACION 1-lEKKO AZE^O
CLAVAZÓN Y DEMÁS ÚTILES PERTENECIENTES AL RAMO DE INGENIEROS QUE SE ENCON-
TRARON EN LOS ALMACENES Y BÓVEDAS DE ESTA PLAZA.
Un la Bóveda del Pantheon
Tablas de Cedro 8
lUiriquetes 9
líancos de Carpintería 4
Sierras de Mano 3
Fuelle de Herrería i
(irínpula l
En la easa de ¡'¡ana A"." 23
Baretas 50
liaras de fierro 47
Sapa-picos sin Cabos 94
ídem con Cabos 25
Palas 10
Picos II
Martillos 6
Cajones de Escoplos y formones. . 4
Cajón de Azero i
Azadas • . . . 6
Martillos grandes 2
l'arras de Grillos 2
Cerruchos 2
Juego de Herrería, completo. ... i
Quartillas de medir 11
Rancos de Carpintería i
Rentanas de Madera .3
Puertas de Casas 5
Cajón de clavos i
Piedra de vuelta i
^Montevideo á 2^ de Julio de 1814.
Almacén de Cipriano ■
Palas 50
Azadas 60
Zapa picos 20
Bóveda X." 18
Picos 600
Palas 200
Azadas 100
Zapapicos 300
Hachas de una mano 160
Bóveda X" 21
Ruedas de carretas y de Torno. .
Tinas de Combate
Bancos de Carpintería y sentar. .
Pipas
Maquinas para hacer cuerdas. . .
Tablas, Tablones y Tirantes. . .
Puertas y ventanas nuebas. . . .
Rejas de Ventanas
Picos y Zapapicos
Hachas
Pariguelas Angarillas y Caretas de
mano •
Valdes
Mesas
Cierra y Azuela de Carpintería. .
Yunques
1
I «^
1^
5 2 c
íFirmado) Hduardo Holinherg.
2í)l
Kl. CKXKKAL EX NKI-K lilj, i:\KKClT(t DK OPERACIONES DEL ES'l'E A SUS TROPAS
Soldados : (|iiaiulo tomé el mando del Exercito os pronostiqué brillantes sucesos.
Vuestra conducta lia correspondido á mis deseos. Las glorias lian excedido á
nuestras esperanzas, y mi promesa está cumplida. Al presentarme con vosotros,
se ha triunfado en todas partes.
Dos Escuadras enemigas, Montevideo, Patagónicas y las Piedras, .son los monu-
mentos de vuestras victorias. Ellos inmortalizarán vuestro nombre.
La Banda Oriental, el Pais de Entre Rios, y los Pueblos de Misiones desgracia-
damente se hallaban separados del resto de nuestras Provincias. Deseabais se in-
corporasen de nuebo, y así lo han verificado. De este modo no es solamente el
titulo de conquistadores el que habéis adquirido, os corresponde también en jus-
ticia el de Conciliadores.
Yo marcho á llenar los Decretos del Supremo (lobierno por cuya dirección hemos
conseguido tanta gloria. j\Ie aparto de vosotros pero con la satisfacción de que
ya os dexo en un estado pacifico. Esta situación lisongera disminuye en alguna
parte la pena, que siento al separarme de mis compañeros de armas.
Quiera el Cielo coronar siempre de un modo glorioso vuestros esfuerzos. Yo
parto con la confianza de que á ellos queda vinculada la seguridad del Estado, y
la prosperidad de la Patria. — I'ortaleza de ^Montevideo Julio i"] de 1814. — Carlos
de Alvcar.
Relación q.e manifiesta todos los buques q.e se hallaban existentes en este
puerto el 22, de junio, día en o.e fue rendida esta plaza á las armas dk
la patria.
Fragat.xs. — .Águila: Capit."
.S".'« Jiia: Capit."
Isabel: Cap." D. rVan.^^'i C.arcia
Dolores: Id. D. Miguel Costa
Begoña: Id. D. José .\rana
Mario: Es Americana
Asirea: Sin Capitán
Minerva: Id.
Bcyoña: Cap." D. Juan Muñoz
María Josefa: Sin Capitán
Trinidad: Cap." D. J." .\nt." Pjelaustegui
Cazadora: Id. D. Tomas Esteves
Principe Real: D. Fran.co Patrón
Vencedora: Id. D. Juan Bosol
Filar: Id. D. Agustín Soteras
Perla: Id. D. Sebastian Plá
Margarita: Sin Capitán
Atrevida: Cap." D. Fran.co Llenas
Mercedes: Id. D. Juan Tramullas : Es del Estado
Corbetas — Mercurio: Es del Estado
Esperanza: Cap." D. Esiderio Brunet
— 29íi —
PoLACRAS — Ecce homo: Id. D. Bentura Castella
S. Ant.o de Padua: Id. D. Joaq." Mille
Concepción: Id. D. Julián Docel
Mercedes: Id. D. José Fabregas
Dragona: D. Cristóbal Soler: su Capit."
Fortuna: D. José Degaray : Id.
Buena Fortuna: D. José Batel: Id.
Btten Viaje: D. Isidro Reynal : Id
S. José: D. José Escardo: Id.
Mario: D. José Fons : Id.
Berg.=* — Carmen: D. Pablo Faxonera : Id.
.9.'" Cristo: D. Salbador Faveyro: Id.
Fuerte: D. Feliu Calzada: Id.
Carmen: D. Domingo Salas: Id.
Es Portugués — .S". Agustin: Ant.o Pintos: Id.: Salió p.a Rio grande
Ídem — Felicidad: Capitán José alaria ^lendez salió p.a Id.
Goleta — Mario: Era Americana y fue declarada presa.
Emharcac.s dk tkakico
Goletas — Remedios: Pat." Juan Bornes: Sal. o en 8 de Julio j).^ B.s A.*
Ntra. Sra. del Rosario: Id. Salbador Xet: salió en Id. p.a B.s A.'
Dragón: Id. Ant.» Corrales: Encayó en la Playa
Carmen: Id. Cayetano Deus : Salió p.a B.s A.s el 26 de Julio
Xtra. Sra. del Pilar: Id. D. Vic.te Berros: .salió p.»' B.s A.* en 29
Escolástica
Constitución
S. Pío
SuMAC.vs — Magdalena: Pat." José Enrrique
El Turco: Está Barado en el Baño de los Padres
Carmen: Pat." Juan ]\Irnz: salió p.^' B.s A.^ en 5 de Julio
Carmen: Pat." Juan Canevas : Salió p.»' B.s A.s en 10 de Julio
Pilar: José Mayol : Salió p.a Id. en 13 de Id.
Pepa: Pat." D. Jayme Trigal: salió p.a B.s A.s el 2^ del mismo
S". Jóse Americano: Id. Ignacio Caldoso; salió p.a B.s A.s el 23 Id.
Rosario: Id. Miguel Trenco ; salió p.a B.s A.s en 22, Id.
Gato Pintado: Id. ^Mariano ^lauri : salió p.^ B.s A.s en Id.
El Cavallito: Id. Fran.co Salas: salió p.^ la Colonia el 23 Id.
Ntra. Sra. del Carmen: Id. J." B.ta Castella salió p.a B.s A.s en 25 Id
Jesús M.o y José (a) el Bombo: Id. Ant.o Solis, salió p.a B.s A.s
el 26 Id.
Lanch.-\s — Candelaria : id. Domingo \'i>caya : salió p.=' la Colonia y B.^ A.*
en 4 de Julio
Ntra. Sra. del Carmen: Id. Juan Orta; salió p.a B.s A.s en 10 Id.
Ntra. Sra. del Carmen: Id. Luis Casalla ; Está embarrancada en
la Playa
Cachuera: Id. Bartolomé Luis y Abra: salió p.a B.s A.s en 13 Julio
A"/ra. Sra. del Carmen: Id. Domingo Galeano; salió p.a Maldo-
nado el 22 Id.
— 293 —
Dolores: Td. D. J.n José Sapiola ; salín e! 2t, de Id. á los Paranás
por Leña
.¡rmoiiia del Cavo: Id. Jaynie Pons ; salió p.a B.s A.s el 26 Id.
LiíiKK — l'ortugucs nombro J'igilaiiciu : su Capit." Raymundo J.e Alvarez;
salió p.a B.s A.s el 13 Id.
S. Carlos: Es del Estado
E.\i..\Mi.^ — Trinidad: P.n Sebast." Reyes: salió p.a B.s A.s el 4 Julio
Ntra. Sra. del Rosario: P." Jayme Batarrá; p.» Id. en 5 Id.
Fura y Limpia: Id. Man. I C.onzalez; p.a Id. en 7 Id.
Mercedes: Id. Man.l Rodrig.z ; salió p.a la costa del N. en 8 Id.
.V.'" Isabel: Id. Salvador Nicola ; sal.» p.^ SM Lucia en 8 Id.
S. Telino: Id. José López; sal.» p.^ B.s A.s con el correo el 10 Id.
Ntra. Sra. del PJo: Id. Man.l Correcostas; p.a SM Lucia en 13 Id.
Ntra. Sra. del Carinen: Id. José Pras, p.ai S.^a Lucia en 13 Id.
.S7(í. Rosalía: Id. Jayni'C Poú; p.ai Maldonado en 22 Id.
Belén: Id. Nicolás Berjes; Id. p.ai B.s A.s en 23 Id.
Regina: Id. José Flores; p.ai B.s A.s en Id.
Dolores: Id. José Tomas; p.a S.ta Lucia p.i" Leña en Id.
m Sause: Id. Vic.*e Lanuza ; p.a' B.s A.s en 23 Id.
Carmen: Id. José Torrens ; sal.» p.a Id. en Id.
Soledad: Id. José Orfila ; a los Paranás p.'" Leña en 23 Id.
.V. .fose y Animas: Id. José Moisac ; p.a B.s A.s en 23 Id.
Carmen: Id. Juan (larrig^a ; p.a Id. en Id.
.V. José y Ani¡nas: Id. Feliciano Cuevas: p.a B.s A.s en 25 Id.
Xira. Sra. del Carmen: Id. José Riera: p.a Id. en 26 Id.
ytra. Sra. del Carmen: Id. Mig.^ López; salió p.a B.s A.s en 29 Id.
S. Ant.o y Animas: Id. J." B.ta Grausel: p.a' S.ta Lucia en 31 Id.
Ch.\lcp.\s — Lo¿' dos Amigos:
Xtra. Sra. del Rosario: Id. Fran.co Chicar: salió p.^ S.^a Lucia
en 8 de Id.
Carmen: Id. Carlos Pasqual ; salió p.a B.s A.s en 23 Id.
.S".^" Ana: Id. Ramón Bardiel ; p.a la Colonia en 23 Id.
BoTKS — Carmen: Pat." Simón Alaos; salió p.ai S.^a Lucia en 4 de Julio
S. .Inan B.*": Id. Juan de Tahuas; salió p.a Id. en 7 Id.
/;'/ Comiso: Id. Fran.c» Quintela.
l*".\i.iciio — l'eniz: Id. Pedro Gorí : salió p.a S.ta Lucia en 13 Id.
Cannelila: Id. Miguel Fernandez: Id. Id.
Ri;i..\CIO.\ DK I.OS liUO.S EXISTENTES HOY Dl.A DE L.\ FH.\. EX ESTE PUERTO, CON EXPRE-
SIÓN DE SfS CL.ASES, NOMBRES, EL DE SUS CAPITANES Y DUEÑOS Y LOS DESTINOS
DE O.'- PROCEl>EN.
Fragat.s
Maria Josefa, su Capitán D. Juan .Ant." Carcia, Dueño D. Diego Pisano residente
en España de Cádiz.
Margarita, apresada p."" la Balandra Vigilancia de D. Fran.'-'o de Castro.
— 294 —
Mario. Americana.
Fortuna, su Capitán y Dueño D. José de Hgaray, de la Coruña.
Cazadora, Id. D. Tomas Esteve Dueño el mismo y D. José de Puga recidentes en
esta Plaza. De Vigo.
Dolores (a) la Paraguaya de 1). Miguel y D. Ant.'^> Costa recidcntes en Buen.s Ayr.s
111 Priucif^e Real : Capitán y Dueño D. Fran.co Patrón, de Cádiz.
Begoña, Capitán y Dueño D. Juan Muñoz de la Coruña.
.S'.'" Ana de D. José Maria Riera residente en Buen.» Ayr.^, de Cádiz.
Atrevida, Capitán D. Fran.co Llena, Dueño D. Jayme Fuyó recidente en España,
de Mayorca.
Esperanza. Capitán y Dueño D. Desiderio l'.runet residente en l'.uen.' Ayr.>, de
Tarragona.
Astrea. Capitán y Dueño D. Miguel Cayol, D. Francisco Carbonell.
Begoña, Capitán D. Balentin .\rana ; Dueño D. Juan Diaz residente en Buen.*
Ayr.s de Cádiz.
Perla, Capitán D. Sebastian Pía Dueño D. José Antonio Carreras residente en
Cataluña.
l'ilár. de D. Agustin y D. Salvador Soteras residentes en Buen.s Ayr.s
Trinidad. Capitán D. Julián Belaustegui : Dueño D. Fran.co Belaustegui residente
en Buen.s Ayr.s
Cazadora, Capitán D. Juan Bofil Dueño D. Ventura Marcó residente en Buen.s
Ayr.s de Vigo.
Dragona, Capitán y Dueño D. José Col y Masoni : de Mayorca.
Isabel, Capitán D. José Mendieta.
Águila, de D. Juan Xonel del Comercio de Buen.* Ayr.s, barada en la Playa.
Minerva de D. Damián Vivas, residente en Montevideo, varada en la Playa.
Berg.xxtin.s
Xtra. Sra. del Cumien; Capitán D. Domingo de Salas: Dueño D. Juan Beltran re-
sidente en España, de Mayorca.
fcrrolano: Capitán D. Feliz Calzada. Dueño D. Joaquín Jufre residente en Ferro!.
de Villanueva.
N^tra. Sra. del Carmen: Capitán D. Pablo Faxonera : Dueño D. Juan Matas resi-
dente en Cataluña, de la Coruña.
Paraná: Se entregó de Orden del Sor. General en Xefe á D. Bernardo Igarzabal.
.V.'o Cristo de la .S'alud. Cap." D." Salvador Fabeiro. su dueño residente en Malaga,
de donde es proced."^ varado en la Playa.
P0L.\CR.\S
.S'.'" Mario: Capitán D. José Fons y Blaiic Dueños varii-, Indivichu» de Cataluña,
de Malaga.
Carmen, Capitán y Dueño D. Jacinto Fabregas, de Villanueva.
Ecce-honw Id. D. Ventura Castella de Cádiz.
Buen Viaje, Capitán D. Isidro Reynals : Dueño D. Faustino.
Bcn y Soler residentes en de Mallorca.
.V. Ant.o de Padua: Capit." I ). Jorif|uin .\lille: Dueños varios individ.^ resident.*
en Cataluña, de Villanueva.
— L'í)."; —
Concepción y S. Ranioii: Capitán D. Juan Docel.
S. José: Capit." y Dueño D. José Escardo, de Villanueva.
S. Juan Bautista, Capitán D. José Col y But : Dueño el mismo de Mallorca.
A'tra. Sra. de las Mercedes. Capitán y Dueño D. José Fabregas ; de Villanue\ a.
S. Buena-ventura: Capitán y Dueño D. José Botet, de Villanueva.
Ktra. Sra. del Carmen; propia de D. Juan Molina, residente en esta Plaza, y ha-
biendo salido p.-i l'.uen.s Ayr.*^ dio en la Costa.
St-'M.\C.\S
liati: de D. .-\ngel Villegas residente en esta Plaza.
Ntra. Sra. del Carmen de Id.
Mariana, Pat." Tomas Buijas deten. da p.r los buq.^ del Estado.
Calatea, Capitán D. José Pintos : Es Portuguesa
Corazón Grande; Capit.» D. Constantino Borja : Es Portuguesa.
Esperanza: Este buq.e fué apresado en Maldonado y conducido á este P.t" p.i' las
Balandras Tortuga y Vigilancia en donde fue comprada p."" el Ingles Carlos.
Goletas
Imbencible: Fue entregada p.'" orden del Sor. Oral, en Xefe á D. Bernardo Igarsabal.
Maria: Pertenece al Estado.
General Ulio : Pat." José Mirabal : de los Sres. Obes y Sotilla.
Carolina; Capitán Joaquín Florin : Es Portuguesa.
Constitución: De D. José Rais Vecino de Montevideo.
Dragón; de D. Fran.'^'J Corrales. Barado en la Playa.
Lancii.\s
S. Pío, de D. Vicente Berros Vecino de Montev."
Victoria, Patrón José Junquera: de D. Cayetano Pacheco resid.te en el Brasil.
Torito; Patrón y Dueño Fran.<^o Montaña.
S. Miguel, Patrón y Dueño Fran.co Illa.
Carmen. Patrón Manuel Sierra de D. Fraii.<^" Chavarria resid.te en Buen.s Ayr.*
Carmen Patrón y Dueño Luis Casaya.
Balaxd.s
S. José V .1 ni mas. de D. Juan Bautista Carmendia residente en esta Plaza.
S. José, Patrón Ant.o Alfonso, de una Viuda residente en Buen.* Ayr.*
Asunción, de D. Fran.co Peynado, residente en esta Plaza.
Trinidad, de D. Sebastian Reyes, ídem.
Ntra. Sra. de las Mercedes: Patrón y Dueño ^lanuel Rodríguez.
S. Ant.o y Animas; de D. Ant." Corrales residente en Montevideo.
Sol dorado, de D. Juan Uset : ídem.
Carmen, Patrón Fran.c" X. Dueño resid.te en Buen.s Ayr.s
Ntra. Sra. del Carmen. Patrón y Dueño Fran.co Olivera.
296
^IlXTICOS
Stra. Sra. del Carmen; Patrón y Dueño Fran.^o Quiniela.
¿". Ant.o; Pat.» y Dueño ^tanuel Aguado.
Lugre Malvinas de D. Alejandro ^laquilon Vecino de Buen.s Ayr.f
Chalup.\s
Atrevida; de D. Gerónimo Martinez Vecino de ^íontev.o
Mont.° y Agosto 5 de 1814.
Exposición ole HAcn el señor brigadier D. Carlos Alvear general en xei-E del
EXERCITO sitiador DE ^MONTEVIDEO, DE SU CONDUCTA EN LA RENDICIÓN DE ESTA
plaza. Vulnerada por las falsas imputaciones de su gobernador D. Gaspar
ViGODET.
Excmo. Señor.
Al leer la vehemente acusación que el ^íariscal de Campo D. Gaspar Vigo-
det hace á mi conducta en la rendición de Montevideo, y juntamente la Orden
Suprema de V. E. para que le informe, y satisfaga á los cargos, que me re-
sultan, apoderándose de mí una sorpresa, que no es fácil explicar, quedó por
largo tiempo adormecida la razón, y sin e.xercicio la obediencia. Sorprehen-
diome la enormidad del crimen, la novedad de la causa y la magestad del
Tribunal. Porque yo me veo acusado no de asesinatos, no de robos ó cruel-
dades inusitadas, no de pactos afrentosos, ni de traiciones á la Patria : estos
delitos por enormes que sean, injuriando á un hombre, á un Pueblo, ó á ima
Provincia, su castigo recae solamente sobre el delinqüente ; pero la violación
de la fé pública, el perjurio y la felonia agraviando á todos los hombres, y
á las sociedades, hace común el castigo del criminal, al Gobierno que lo to-
lera, y al Pueblo que lo ignora. Embarazábame igualmente la novedad de la
causa en la qual se desconocen las formalidades del foro, y las costumbres
de la milicia, porque en ella un General vencido puede acusar á su vencedor
sin exponerse ni á la afrenta de la convicción, ni á la pena de la temeridad,
y porque el falkj de los espectadores precede siempre al pronunciamiento de
los Jueces. Aterrábame la inagestad del Tribunal, porque el que quebranta las
leyes de la guerra y viola el derecho sagrado de las Gentes, queda sujeto al
Tribunal de las Naciones, y al juicio de los Soberanos que las rigen. Recelaba
también de la suficiencia de mis fuerzas para sostener con mi inocencia la
gloria del Exército y el honor del gobierno contra la injusticia de un acusador
sostenido por bis últimos esfuerzos de la ignorancia presumida, y de la en-
vidia mal contenta.
Pero revolviendo muchas veces en mi imaginación la liistoria de mi con-
ducta pública en la última campaña, las razones que la legitiman, y los exem-
|)lus respetables (pie la autorizan, parecióme tan clara la justicia de mi causa,
que para demostrarla, nn encuentro otras dificultades, que las que opone una
jusia in-it:ici..„ á l;i teinplan/.a con .jue debo defLMuK-rnie, por el respeto á I-i
aiuoridad de V. E., y por el decoro de la misma justicia. Y si tanto pudiera
en el animo de V. E. el nombre de ella apellidado por un enemigo que sin
razones para convencer, se hace también indigno de la benevolencia debida
a los desgraciados por la acerbidad de su estilo contumelioso ¿qué no deberé
yo prometerme si manifiesto con testimonios incontestables la falsedad de
•sus imputaciones, y la atrocidad de la calumnia^ Animado con esta espe-
ranza, probaré primero la vanidad de los cargos que me hacen, y después la
legalidad de mi conducta militar, y los fundamentos que tube para adoptarla
(I) El antiguo Gobernador de la Plaza de Montevideo reclama como falso
EXCMO. SEÑOR
(i) Aunque tenga la desventaja de que mis exposiciones por mas razonable: v iu^tn, nnr.
de esos Pueblos reqmeren, yo sería responsable no solo al Rey nuestro 'Señor a la Nación de m,e
tT\tTí'tndnrr:'T' ^"^'^^."/^ Montevideo, y á las tropas que kan estado baT,isórde.
nes, sino a todas las Naciones si fuese
Yo no quiero redargüir a Alvear de su impostura por los conocidos principios del derecho sa-
giado de gentes del ae la guerra y aun de la educación individual, porque atropellados estos ma-
liciosa, y estudiadamente invertiría sin fruto el tiempo, y daria ma¡or importaLia Tía calumnia
con que piensa denigrar mi reputación. Esta no puede mancillarla el crimen que ha cometido Al-
rt';,'\ '^-es desconocido hasta ahora en todos los Pueblos civilizados. Los hombres de honor
siempie son Heles en su palabra, y los hombres públicos no pueden quebrantarla sin atraerse la
odiosidad de todos sus semejantes. Quiero únicamente hacer á V. E. una protesta por la condes-
cendencia que ha tenido en publicar aquella falsa comunicado,, . constandole de hecho nue era
criminal, y absurda. '
Los artículos de la capitulación que a mi nomb,-e le propn.<;ieron mis Diputados v aue no reci-
bieron una variación substancial, sino que fueron absolutamente concedidos según pedia obtu-
bieron por mi parte toda la ratificación que era necesaria pai-a que Alvear se certificara de mi
truena fe y de l'a exactitud que debía esperar en el cumplimiento de quanto se pactase. El Capi-
tán de Navio graduado de la Real Armada D. Juan de Vargas se lo hizo a.n saber, y vo tube la
deferencia de enviarle no solo los rehenes que me pidió, si que también le hize eiitrer/ar la For-
taleza del Cerro para alejar todo motivo de sospecha aunque fuera itifundada; el mismo Capitán
de Navio largas, certificó á Alvear repetidas veces que \o era incapaz de dexar de cumplir l&
prevenido, .v para dai-le una prueba me escribió desde el Quartel general del Excrcito Sitiador
una carta pidiéndome la orden y rehenes de que he hecho mención, sin embargo de no haberte
pactado la entrega de la Fortaleza del Cerro con anterioridad á la Plaza. Yo que no presumí la
felonía de Alvear. consiguiente á mis principios accedí á la indicación de Vargas para que Al-
tear reposara seguro en mis palabras, y en mis oficiales comunicaciones. Ratifiqué ademas la ca-
pitulación de i/n modo público, y solemne haciendo saber de mi orden expresa al benemérito Pue-
blo de Montevideo por la Gazeta extraordinaria del 22 de Junio que había celebrado la dicha ca-
pitulación para entregar la Plaza al Gobierno que I'. E. representa baxo ¡os artículos que en ex-
tracto se contienen en ella; ratifiqué ta capitulación conviniendo en toda forma, y con la mas
escrupulosa legalidad en quanto se me propuso acerca del tiempo, y en el modo con que debian
embarcarse mis tropas, aceptando la propuesta que hizo Alvear de que el armamento seria cus-
todiado en la Lila de Ratas mientras tanto que se alistaban las embarcaciones; ratifiqué por fin
la capitulación de todos los modos que prescribe la ley de la guerra, y en la manera y forma que
debia hacerlo; y que si .4lvcar supiera zelar sobre su opinión no hubiera sido capaz de irrogarme
una injuria, que aunque nominal, no dexa de herir mi delicadeza y honor.
V. E. que sabe apreciar éste, y respetar la verdad, y ¡a virtud de los hombres públicos no debe
mirar con indiferencia el medio indecoroso con que D. Carlos .4lvear ha querido cubrir la fe-
lonía que acaba de execitar, para prevenir á su favor la opinión pública, y hacer á su salvo
la.i transgresiones del derecho de las Naciones con que ha señalado el primer paso de su mando
militar. Yo en medio de mi desgracia á que me condenó mi situación, me glorio de haber dado
un testimonio inequívoco del modo con que siempre se comportan los Xefes militares. Jama.*
aprendí á engañar, y me abochornaría si una sota vez hubiera dexado de cumplir lo que hubiese
ofrecido. Alvear que ha tenido valor de levantarme el testimonio imperdonable de que hace refe-
rencia su oficio del 30 debió meditar que se hallaba ligado al cumplimiento de la capitulación, yá
por el juramento que hizo aceptando el articulo preliminar, ya por su rúbrica en cada uno de'
los artículos, y yá en fin por el modo solemne, y público con que firmó todo el convenio con
mis Diputados. .Alvear debía tener presente que reconvenido varias veces por el Capitán de Navio
Vargas sobre la inobscnancia de algunos de los artículos del tratado, no reclamó jamas su nu-
lidad, sino que dio ordenes para que cumplieran. Alvear había convenido con el mismo Vargas
de que se darían á la prensa luego que se desembarazase dé las atenciones que le habían obligado
á salir de la Plaza después de ocuparla; y aun en la noche que cometió el atentado de arrestarme,
atropellando mi persona con engañifas pueriles, ofreció á Vargas que al día siguiente se publi-,
caria la capitulación, con el objeto de informar mas extensamente al Pueblo de quanto se había
convenido por ambas partes para su seguridad y decoro. Empero Alvear que se halla compro-
— 298 —
c injurioso á su honor el que en oficio de 30 de Junio hubiese asegurado á
V. E. y publicado en Gazeta ministerial de 4 de Julio que la Plaza de Mon-
tevideo habia sido entrada á discreción. Me acusa de violación de la té pública,
y reconviene á V. E. porque condescendió en la publicación de aquella falsa
comunicación, que le constaba de hecho ser criminal y absurda. Las razones
en que funda su reclamación, y que justifican su queja, se reducen á que los
artículos de la capitulación que propuso por medio de Diputados autorizados,
fueron concedidos por mi sin variación substancial y ratificados suficientemen-
te. Que esta ratificación me era constante por la certificación verbal del
Capitán de Xavio D. Juan Jacinto de Vargas: por la entrega de rehenes, v
metido por todos los términos de la ley fue infiel a su palabra, á sus juramentos y á las públicas
atestaciones quando lió que le era fácil desarmar mis tropas, aprisionarme á mi, y burlarse de lo
mas sagrado que liga á los hombres. Yo tengo en mi poder la capitulación que Airear rubricó
en cada uno de sus artículos, y firmó al fin del convenio: el Rey nuestro Señor será informailo
del atropello c infracciones de ella, y S. M. B. á quien Akear por les poderes de V. E. admitió
por garante de ¡o que se estipulara, será informado igualmente asi como lo ha sido su Ministro
Plenipotenciario cerca de esta Corte el E.vcino. Señor Loord Strangford.
Para convencer á V. E. de la indisculpable mala fe de Alvear basta que V. E. lea el oficio que
pasó á D. Juan de Vargas pidiendo diera yo orden para que se le remitieran los rehenes. Esc
documento es suficiente por sí mismo para acreditar ¡a obligación en que se hallaba Alvear de
cumplir lo pactado; una vec que para asegurar mas la certera que debía tener de mi exactitud
mandé á su Quartel general los rehenes en el modo que posteriormente al oficio, convino con el
mismo Capitán de Navio Vargas. Yo incluyo á V. E. esa copia como testimonio del injusto proce-
der de Alvear. Debo añadir á V. E. que comisionado el Barón de Otembcrg por Xcfe para que
me hiciera saber que V. E. habia aprobado toda la capitulación salvo los articulas que trataban del
embarque de las tropas á España me hizo dicho Barón la anterior exposición en presencia del Ca-
pitán de Kavio D. Juan de Vargas; pidiendo yo al Barón que Alvear me hiciera aquella comuni-
cación por escrito. ¿Como pues se ha atrevido después á asegurar que se habia apoderado de la
Plaza á discreción? Un delito Señor Excmo no se cubre con otro mayor. Si Alvear se atrevió á
quebrantar la capitulación no por eso debía haber reduplicado su malicia con una impostura que
nadie se la podrá creer.
Aun quando V. E. menos informado de estos acontecimientos, porque Alvear ni aun se quedo
con la copia de la capitulación que yá estaba certificada, hubiera podido dudar de alguno de estos
hechos, no me es dable creer que no conociera a la imputación falsa que se me hacia, en la qual
ha de peligrar mas el honor de V. E. que el mío propio. Obligado á defender este en lo posible
por ahora, he estimado justo hacer á V. E. aquellas observaciones para protestarle, como de he-
cho le protesto qualcsquiera clase de perjuicios que puedan seguirse de la creencia y publicación
del citado oficio de Alvear, bien sea contra los habitantes de Montevideo, bien contra los Xefes,
Oficiales, \ tropas que estubieron baxo mis ordenes, y que indebidamente son tratados como pri-
sioneros. En nombre del Rey nuestro Señor, hago á V. E. responsable de todos y cada una de las
infracciones de la capitulación, de la qual di copia á Mr. VVilian Brovvn, y á que Alvear por
ignorancia ó por malicia quedaba sin ella- , - j
Quando escribí á V. E. mi carta particular del 16 no habia visto la Gazeta que ha precisado
mi reclamación. Yo espero mucho del tino político de V. E. y su sabiduría y deseos hacia el bien
estar de esos Pueblos me hacen confiar que V. E. penetrado de la justicia con que reclamo ofi-
cialmente la observancia de lo pactado, ni de.vtirá defraudadas mis esperanzas, ni dará lugar á
que el Re\ nuestro Señor, S. M. B. y todas las Naciones amigas tomen sobre sí la vindicación
del ultraje que se ha inferido, no á mi solo, sino á las armas españolas y á los fieles vasallos
del Rev. , ,,
Los últimos acontecimientos de Europa han variado absolutamente todas las cosas; ya se lialla
en el trono nuestro amado Monarca; yá terminó la guerra; ya ha quedado la Monarquía libre,
y gozosa en sus triunfos; y finalmente yá los Españoles de ambos Mundos subditos de un mismo
Rey no pueden mantener entre si divisiones que tengan ni aun apariencia de razón. V. E. como
\o y todos los Españoles, ha reconocido v jurado al Señor D. Fernando 7.", S. M. C. no puede
esperar que V. E. trate como prisioneros á ¡os Xefes. Oficiales de sus E.rcrcitos, ni menos que
un Pueblo fiel de la Monarquía se le considere como un Pueblo conquistado en el modo que ha
entendido Alvear^ v V. E. ha permitido que se publique. ^ ■ , • 1
Réstame decir á V. E. que persuadido de su sabiduria. y amor á sus Conciudadanos, no recelo
que dc-rará de obrar muv distintamente de lo que esperan los hombres exaltados, y poco reflexivos.
Dios guarde á V. E. 'muchos años. Rio de Janeyro so de Agosto de /S/í.=Gaspar \ igodet
Excmo. Supremo Director de Buenos-.iyres.
El acreditado honor con que el Xefc de esta Plaza ha señalado su carrera militar aparta toda
desconfianza sobre el puntual cumplimiento de los artículos solemnemente convenidos el día de
ayer; mas para proceder con aquella e.vactitud que demanda el zelo público en la provisión de
víveres que desde hoy debo hacer, es de necesidad que quando se me remita la orden para ''ccibir
el Castillo del Cerro, vengan también en rehenes las personas de los Señores Coroneles de lo.<
Regimientos de horca \ Albucra. D. Jayme Illa, y D. Cristoval Sahañac. Y o espero que cono-
ciendo V. S. la importancia de esta medida, se adhiera á ella, y e.víja al efecto la competente or-
den del Sr. Capitán General=Díos guarde á V. S. muchos años. Quartel general en el Mtgue-
lete Junio 2i de /«/.í=Carlos de Alveai-=5r. D. Juan de Vargas.^Es copw del or-.ginal de su
referencia, que queda en mi poder.=Es copia. X'igodet.
— 299 —
de la F.-rtaloxa del Ceno, y p,,r las repetidas veces en que el mismo Vareas
n,e aseguro del carácter del C.maudante de la Plaza iucapaz de faltar á^u
palabra. J'rueba también la ratitícacióu por la publicación que hizo de un
extracto del tratado en Gazeta de Montevideo de 22 de Junio, por su aveni-
miento acerca de los términos, en que habia de ser depositado el armamento
y aprestado el embarco de las Tropas. Y últimamente asegura que ratilicó las
capitulaciones en todos los modos que prescribe la ley de la guerra, y de la
manera y forma que podia y dehia hacerlo. Se queja luego de los m'aíos tra-
tamientos <iue sufrió en su persona, y protesta por último que informará al
Rey do la violación que se ha hecho de las capitulaciones, y se quejará á
S. M. B. cuya garantia ha quedado desayrada y comprometida.
Estas son substancialmente las razones y las pruebas que se encuentran en
el ohcio del Gobernador de la Plaza de Montevideo, su fecha 20 de A-osto
á que me manda V. E. satisfacer. (2) Todas ellas vienen á tierra con Ta de-
mostración de este solo hecho: la Plaza de Montevideo fue ocupada sin pre-
cedente capitulación, pues el único documento relativo á ella, que publicó el
mismo Gobierno en la Corte del Brasil, es la prueba mas convincente que no
ha existido. (3)
Eos comercios de -la guerra adoptados por las Naciones para suavizar en
(2) De onlcn del .Supremo Director incluyo ó i: S. la reclamaciou que ha hecho desde el
Rw Janeyro el Mariscal de Campo D. Gaspar Vigodet Gobernador que fué de la Pial de ilot
Tln!!°fi/,Z'! J^Z '"""-"ft" ^' '"1 '' ''i"'-.".'' ch-cunsianeiadamente acerca de la conducta militar
iJ P h ^ TT ^'Z-, '¿' '« ■-^"^''-'ó" ^e aquella Plaza, por ser asi conveniente al honor
del Gobierno, y al decoro del Estado. Tengo la honra de comunicarlo á V. S. para .m mas exacto
y puntual cumplimiento.
Dios guurde á V. S muchos años Buenos:4yres Xovicmbrc 5 de /cf/-/=Fi-a,ici.sco Xavier de
\ iana.=.yr. Brigadier D. Carlos Airear.
(3) PROPOSICIONES
ARTICULO I. Y PRELIMINAR
Antes de entrarse á tratar de los artículos subseqüentcs de esa convención, y por T.reliminar
de todos ellos ha de entenderse, y sancionarse que. la Plaza de ¡Montevideo se entregará al Co-
bierno de Jkíenos-Ayres baxo la expresa condición de que éste reconocerá la integridad" de la Mo-
narquía Española y por su legítimo Rey el Sr. D. Fernando vii. siendo parte de ella las Provin-
cias del Rio de la Plata, en cuya virtud el Sr. Comandante General del Exército Sitiador I)
Carlos -\lvear ha de hacer ese reconocimiento en nombre de aquel al firmar éste convenio v
obligarse baxo su fe y palabra de honor por si. y por las tropas de su mando a cumplir reli¿iJ-
samente tan sagr.ida, y solemne promesai.=ro)!fí'(/irfo.
II.
La enunciada entrega de la Plaza ha -le considerarse solo en calidad de deporto v verificada
que sea ha de remitir á España el Gobierno de l'.uenos-Ayres los Diputados de qu¿ tratan las
bases acordadas en el Janeyro entre nuestro Ministro Plenipotenciario I). Tuan del Castillo v
Carroz y D. Manuel de Sarratca con el objeto en ellas indicado. =CoJurrf!rfo"
Se conservará á todo Ciudadano á mas de su religión, que no es jmiito de controversia todas
sus haciendas, privilegios, y armas. =-t'o(UTrfi(/().
IV.
Se concederá un año de término á todo Ciudadano, sea de la clase que fuere, v prescindiendo
del estado en que ]>uedan quedar estas Provincias, para que si asi le acomodas¿ pueda vender
sus bienes, tanto muebles como raices, y se le permitirá restituirse con >su producto á España
11 otro destino que les acomode, y reconozca por su legítimo Monarca al Sr D. Fernando vii'
y en su ausencia y cauti\erio la Regencia de las Españas, nombrada por las Cortes Generales de
la Monarquía. =Coiic(-rf!(/o.
300 —
lo posible sus calamidades, están sujetos á leyes precisas, siendo tan sagrada
su observancia, que solo el tenor literal de ellas es el que caracteriza en estos
casos la justicia, ó la injusticia, la perfidia, ó la legalidad, sin que sean
<lisculpa la ignorancia, ni las buenas intenciones. Entre los contratos que se
celebran en el curso de las hostilidades, se cuentan principalmente las capi-
tulaciones: éstas no son otra cosa, que las actas que contienen las condicionesv
No exigirán a los habitantes de la Plaza y su término ó territorio jurisdiccional mas contri-
buciones que las que acostumbran pagar ó se les han exigido por el Gobierno Peninsular antes
«le las presentes desavenencias; ni se les cargarán nuevos impuestos en comestibles, mercancias,
u otros frutos del Pais.
Será tratado Montevideo como qualquicra Pueblo de los was privilegiados, v no se !rs podrá
iinpoijer ninguna contribución extraordinaria por qualquicra que hayan sido' sus scntiuiiento^
u opiniones políticas.
VI.
Xi por sus opiniones, ni por sus escritos, ó acciones que antes de este convenio havan tenido
o executado los Ciudadanos existentes en esta Plaza, y sus dependencias contra eí Cobierno
de Kucnos-.Vyres, o bien contra las tropas ó territorio que lo reconocen, ha de hacerse á
aquellos cargo alguno, ni la menor reconvención, ó ultraje; ni asimismo ha de poder executarse
represalia de ningún orden contra la guarnición de tierra y mar. por algún pretendido motivo de
haber las mismas tropas; ú otras españolas, dependientes del Gobierno que esta Plaza reconoce,
faltado al cumplimiento de anteriores Capitulaciones, ó Tratados.^=rí)).'í:erf!Vo.
Vil.
Deberán ser perdonados los desertores del Exército Sitiador, y emigrados de Bueno.s-Avres.
y ha de quedar á su arbitrio seguir á la guarnición, ó restituirse a! Exército. v á dicha Ciudad
11 otra de su antigua residencia actualmente dependiente del Gobierno de ella. O bien deberá
l)ermitirse la salida del buque que elija el Señor Capitán General, sin ser registrado, ó reco-
nocido, para la Península ú otro punto dependiente de su Gobierno, franqueándole los víveres
de que necesite y exija para su navegación, que serán pagados al mes de su arribo á la Península.
Concedido al tenor de su primera parte hasta el punto v transacción ; iaualmentc la segunda
parte si les acomodase irse.
VIII.
.\ toda la guarnición de tierra y mar se le ha de permitir retirarse á ^Maldonado con banderas
desplegadas, tambor batiente, todo su armamento y quatro piezas con sus montages. abantrenes
y carros correspondientes, cien tiros respectivamente de cada arma, v diez granadas cada
>;ranadero, facilitándole en aquel Puerto los buques y víveres necesarios para dirigirse á la
Península, vi otro punto que se acuerde, ó bien han de proporcionarse á dicha guarnición los
bui|ues y víveres expresados para embarcarse en este Puerto dentro del término que se asigne,
y dirigirse á España.
Suspendido para consultar al Señor Capitán General .'¡obre el medio trrmino que podra
tomarse quedando las armas, después de concedidos todos los honores de la guerra, de que
trata este cirtículo, en depósito dentro de ¡a Plasa hasta que al mes ó antes se embarque con ellas
¡a guarnición y serán custodiadas hasta este momento por una guardia de su actual guarnición.
IX.
Que igualmente todos los Oficiafes y Soldados, á mas de sus respectivas armas, sacarán su-
ropa, alhajas, dinero, esclavos, caballos, libros, papeles, y cuanto pertenezca á sus personas, ó
coinpañias.=Co»c<rí/ií/o en todas sus partes.
X.
l/os buques, víveres, y demás que necesite ia guarnición para su transporte han de facilitarse
I)or el flete y precio regular del País, debiendo hacerse el pago en la Península á los dos
meses de su arribo, y restituido que sean dichos buques á este Puerto, ó cumplido todo lo
pactado, se han de conceder libres pasaportes á los rehenes de la guarnición para seguirla, ó
restituirse á su domicilio.=Cc>)ire<ííífo.
XI.
T^s enfermos de la guarnición que no puedan embarcarse serán alimentados y curados ei>
li)s hospitales militares de la Plaza meiliante al tanto al día que se estipule por cada Olicíaíl, ó-
Soldado enfermo ó convaleciente, y á los que sanen se le concederá pasai'Orte, y la embarcación.
por la quaks una i'la/.a .sitiada se rinde al cncniigu, y recil)i.n su fuerza y va-
lidez del poder de los que las celebran, de la forma en que lo hacen, y de las ra-
tificaciones.
Aunque debe suptinerse que un General y un Gobernador de Plaza reves-
tido naturalmente de todos los poderes necesarios para el exercicio de sus
funciones tengan el suficiente para concluir una capitulación valida y obliga-
y vive-res necesarios para su transporte, que serán satisfechos en la Península por el precio
corriente de este País en el plazo ya indicado.
Concedido, no solo, sino igiiahiicnte se ofrece que serán curados de cuenta del Estado, ó
Gobierno de Bnenos-Ayres sin reintegro alguno por parte de la Xación á que todos correspon-
demos.
XII.
Con arreglo ail número de enfermos que queden en los hospitales estará en el arbitrio del
!sr. Capitán General el dexar en la Plaza dos ó tres Oficiales y algunos Sargentos de la guar-
nición para su asistencia y cuidado. ^CooiTi/i'rfo.
XIII.
Deberán ponerse en libertad luego que se verifique este convenio, y sea firmado, los prisio-
neros hechos á la Plaza, y por éste á sus sitiadores de tierra y mar.
C oncedido con la condición de consultarse al Sr. Capitán General sobre el que por su partí'
oficie con el General Pestiela para el mutuo cange de todos los prisioneros de ambos Excrcitos.
XIV.
No ha de permitirse á las tropas, ó marinería dexar salir, ó no embarcarse, ó ocultarse paia
<|uedarse en tierra, ni menos podrán admitirse ó tomar las armas ó partido en las tropas de
Buenos- Ayres.
Concedido con arreglo al articulo que se extenderá después de estas proposiciones.
XV.
La guarnición se dirigirá en via recta para la Península, ó bien con la escala que se estipule
ó fuese precisa, sin qvie en el caso de haber de emprender su itavegacion pueda obligársele á
verificarla hasta que el tiempo sea favorable, aun quando se cumpla el término prefixado al
eíecto.==Concedido.
XVI.
I,as dudas que jiuedan ocurrir en este tratado, ó se originen de imprevista ó defectuosa expli-
cación de sus artículos, se han de entender ó interpretar á favor de la guarnición. =Cojiceí/i(/y.
XVII.
Deberá quedar libre .ó fuera de esta convención la Corbeta Mercurio, para escoltar por si al
Convoy, y transportar al Sr. Capitán General y demás Xefes de la guarnición á la Península, bien
que debiendo darse á este buque como á los demás, los víveres de que necesite á ese efecto
baxo las mismas condiciones. ^Courcífü/c.
XNIII.
Si la guarnición hubiese de ser conducida por tierra á Maldoiií.do, no ha de obligársele á
marchar, durante su tránsito, mas que quatro leguas al dia, ó lo que según los puntos pobla-
dos que hava en el camino se acuerde, y sancione como justo, y demás conveniencia, y utilidad
de la misma guarnición para no causarle molestias arbitrarias en su viage, debiendo facilitársele
para realizarlo la escolta, carruages, bagages. y víveres correspondientes para el camino, y
subsistencia allí por el precio corriente del Pais.^t oicCí/u/o.
XIX.
A ningún Oficial casado y particularmente á aquellos que lo estén con bijas del Pais, ó tengan
algunos bienes raices en él, se le obligará á evacuar la Plaaa con la guarnición y será reputado
en ella aun prescindiendo de su carácter que ha de respetarse como Ciudadano, si le acomodase,
ó lo necesita poder permanecer en la misma durante el propio término de un año, á fin de que
pueda si le fuese dable vender sus haciendas sni mayor sacrificio por la precipitación de su
marcha; debiendo durante ese tiempo socorrérsele mensualmente con la paga por cuenta del
Erario Nacional.:=Cy»riri//i/t'.
— o02 —
toria á sus respectivos Gobiernos, es preciso advertir que si estos Xefes no
«luieren exceder sus poderes, deben mantenerse exactamente en los términos
de sus funciones puramente militares.
En el ataque y la defensa, en la toma, ó en la rendición de una Plaza, se
trata únicamente de su posesión, y no de la propiedad y del derecho; se trata
también de la suerte de la guarnición, y de los habitantes. Asi los Gobernado-
XX.
Si llegasen buques de guerra con tropas ó sin ellas á este Rio, han ile quedar libres unos
y otras, y han de facilitárseles en este Puerto los víveres de que necesitan á los precios co-
rrientes, baxo las mismas condiciones paja regresar á la Península, ó dirigirse al punto que
sus Comandantes tubieren por conveniente.
Concedido debiendo irse despachando los transportes con proporción á su número para que*
haya mas facilidad de habilitarlos de lo que necesiten según se explicará á continuación de estas
proposiciones.
XXI.
Si los buques que arribasen fuesen mercantes nacionales, cargados de efectos, ó frutos, ya
sean peninsulares, ya del Continente Americano, ó sus Islas podrán vender en este Puerto
libremente sus cargamentos pagando los derechos establecidos ó bien remitirlos á Buenos- Ayres
para el propio efecto, y habiéndolo verificado podrán salir, ya en lastre, ya cargados guando
les convenga para los puertos de sus procedencias, ó fletamentos, sin que pueda ponérseles em-
barazo alguno en la adquisición de los vivares que necesitan.
Concedido debiento efectuarse en la Península con los buques procedentes de Montevideo y
Buenos-Ayres el payo de los derechos como exigidos á buques nacionales.
XXII.
El Sr. Comandante General del Exército Sitiador deberá tomar quantas medidas le sean post-
bles á fin de evitar todo desorden por parte de sus tropas, quando entren á guarnecer la Plaza,
ó bien de los paisanos, ó vecinos de la Campaña que vengan á ella; prohibiendo con graves
penas, que deberán ser efectivas y publicadas por medio del respectivo Bando, el que insulten
de palabra ú obra, ó por escrito á ningún vecino ó Soldado de esta Piazs,.=^Concedido en todos
sus partes.
XXIII.
Desde el momento que se ñrme la ])resente convención se ha de permitir que entren á la
Plaza francamente qualquiera especies de comestibles, carbón, leña, y demás que se desee in-
troducir; y el Sr. Comandante General del Exército Sitiador dará inmediatamente sus disposi-
ciones para que se provea el pan, carne, grasa, y demás necesario á las tropas, hospitales, y
vecindario que se pagarán á los precios corrientes.=Co)icí'iíiíío en todas sus partes.
XXIV.
Todos los buques mercantes que se hallen en el Puerto anclados, como de pertenencias par-
ticulares, tendrán entera libertad para salir cargados, ó en lastre quando les acomode adonde
tengan por conveniente, ó sus mismos fletamentes exijan; no debiendo pagar otros derechos para
cxecutarlo que los hasta ahora establecidos.==Co)icerfi</£>.
XXV.
La entrega de la Plaza no se verificará hasta dos dias exclusivos después de firmado el pre-
sente convenio, para cuyo exacto cumplimiento dará por su parte el Sr. Capitán General quatro
individuos en rehenes que serán un Xefe militar, un Regidor, un Consiliario del Consulado
Xacional, y vin Hacendado.=Co>ií'í?rfi(/o.
X.WI.
l,os cargamentos de todos los buques anclados en el Puerto, y procedentes de alguno de
Europa ú América, si estubiesen aun á sus bordos en el todo ó parte, deberán igualmente
cjucdar libres, y sus Capitanes ó Consignatarios en aptitud para venderlos pagando los derechos
establecidos al presente en la Plaza, con prevención de que si los hubiesen vá pagado, aun sm
haber desembarcado aquellos, no han de deber exigirseles de nucvo.^Concedido.
XXVII.
No podrán baxo pretexto ni motivo alguno sacarse de esta Plaza ningunas armas, municio-
nes, ó pertrechos de guerra de las que en ella existen, y deberán niventanarse en la forma
acostuml3rada por los Comisarios que se nombren al efecto.
Concedido para la defensa de qualquiera Xacion extrangera.
— .'¡tir? —
res piK'tkn ])act;ir sobre la manera con (luc la i>laza SL-rá poseída, y el General
Sitiador pronieier la seguridad de los habitantes, la conservación de la Reli-
gión, de las franquicias y privilegios. En quanto á la guarnición, puede con-
cederle el que salga con armas, bagages y lionores, ó sin ellos; y el Gobernador
entregarla á discreción, obligarse á no tomar las armas por tiempo deter-
minado, ó durante la guerra; pero si el General Sitiador prometiese que su
XX\ III.
De las mismas tropas, Sitiadoras que se posesionen por via de depósito, según queda dicho,
de esta Plaza hasta que se decidan en España los puntos que allá deban ventilarse por el medio
enunciado, ha de componerse su guarnición en número de mil y quinientos hombres, baxo las
órdenes inmediatas de un Gobernador Militar, sin que baxo pretexto, motivo alguno, ó pacto
anterior por solemne que sea, pueda el Sr. Comandante (ieneral del Exército Sitiador, ni el
actual Gobierno de Buenos-Ayres, ó qualquiera otro qu€ le suceda, entregar la Plaza, ni per-
mitir sea guarnecida ])or ningunas tropas ya nacionales, ya extrangeras, sino que las que ahora
fse designen para ese servicio han de permanecer hasta que el predicho Gobierno termine sus
asuntos en la Península por el medio ya indicado, baxo la inteligencia de ((ue para el cum-
Itlimiento exacto de este convenio y particularmente de este, y del anterior articulo ha de en-
tregar dicho Sr. Comandante General los rehenes correspondientes, y ha de obligarse á res-
ponder de todo ello baxo la garantía de S. M. B. y en su representación de su Ministro Pleni-
potenciario en la Corte del Janeyro Mylord Strangford.
Concedido baxo la prevención de que si fuese necesario por circunstacias de algún acometi-
miento e.xirangero ú otro motivo se aitinentorá la dicha guarnición del modo que sea conveniente,
ó se disminuirá del número asignado en este artículo si no fuese necesario.
XXIX.
Deberán ser religiosamente respetados qualesquiera intereses que puedan tener en esta Plaza
el Comercio ú otras personas de la Península como de qualquiera otro punto de la Monarquía,
sin que ahora ni en tiempo alguno pueda obligarse á los tenedores á que los exhiban, ó entreguen
aun con la calidad de reintegro: baxo la inteligencia de que el actual Gobierno de Buenos-.Vyres,
ó qualesquiera otro que en adelante pueda sucederle. ha de respon<Ier de la menor infracción
de este artículo, baxo la garantía ya expresada.=Co;!Cf(/i'<í().
XXX.
A la división del Capitán de Xavio graduado D. Jacinto Romarate deberán facilitarse los
víveres, ó qualquiera otros pertrechos de que pueda necesitar para evacuar quando lo tenga
por conveniente, ó le sea posible el Rio de la Plata, y dirigirse adonde se le ordene por su
respectivo Xefe, y en el caso que haya sido apresado antes del momento en que se firme esta
convención, así dicho Señor Romarate como los Oficiales y demás individuos que componían
aqviella, y tiene á sus órdenes, han de quedar en libertad como parte de la guarnición de esta
Plaza; y de consiguiente en estado de seguirla baxo iguales auxilios, en la primera ocasión que
estime oportuna.
Concedido en la primera parte, y en la segunda debe entenderse como el articulo IJ.
XXXI.
El Comercio tanto interior, como exterior será libre, y podrá girar con todas las Xacíones,
ínterin S. M. no disponga otra cosa, del mismo modo que el de la Capital; debiendo nivelarse
los derechos que se exijan de los cargamentos extrangeros. por las reglas que estén establecidas
en la Aduana de Buenos-Ayres, á fin de que qual corresponde haya una exacta igualdad entre
ella, y la de esta P]az3.^^Concedido.
XXXII.
Iguales inventarios á los que han de realizarse en el Departamento de artillería, se practi^-
carán en el parque de Ingenieros, arsenal de Marina, hospitales, administraciones de rentas, ú
otros ramos pertenecientes á la Hacienda nacional por las personas que al efecto se nombren,
baxo las formalidades de práctica, á fin de que por este medio, conste en iodo tiempo el estado
en que queda la F]aza.=Concedidp.
XXXIII.
Los archivos públicos serán respetados; y sus papeles y demás pertenencias quedarán á cargo
de las personas que se ocupan en la actualidad de ese servicio, ya sea en calidad de Secreta-
rios, Escribanos, Oficiales, ó Escribientes.=Co)i<rí-(íido.
XXXIV.
El Rev, ó la Xacion, y la guarnición de esta Plaza cobrarán de sus vecinos, y demás ha-
bitantes qualesquiera créditos, que tengan contra ellos hasta el día en que se firme este convenio.
Concedido pero no debiendo exigirse con violencia sino quando buenamente puedan e.vecutarlo.
— 304 —
Gobierno no se apropiará jamas la Plaza conquistada, ó que la restituirá
dentro de cierto tiempo, entonces saldría de los limites de su poder; asi como
el Gobernador que en la Capitulación intentara enagenar para siempre su
Plaza, ó prometiera que su guarnición no tomaria jamas las armas, ni aun en
otra guerra.
Quando los convenios se hacen por medio de Diputados, sus poderes suelen
ser coartados al arbitrio de sus Xefes, y para que sean validas las Capitula-
ciones, es preciso que se cumplan las condiciones que los limitan.
La forma en que hayan de expresarse las Capitulaciones, es también esen-
cial, porque no pudiendo obligar á ninguno de los contratantes, sino de lo
que conste el rigoroso y literal sentido de las Capitulaciones, ni considerán-
dose perfeccionadas éstas sino por la aprobación definitiva de los Generales;
viene á ser forma necesaria la redacción en artículos claros y terminantes
para evitar interpretaciones que suele hacer siempre en su favor el mas fuerte.
Por esta misma razón deben hacerse dos copias iguales, que firman ambos
Generales, y que se cangean como el único documento autentico de las obli-
gaciones y de los derecli(»s que han contraído, y como el último sello del
tratado.
Aun quando los Generales estén revestidos de los mas amplios y extraordi-
XXX\'.
En la Plaza no se arbolará jamas por protexto, ni motivo alguno otra bandera que la Na-
cional.=Co;iceííí(/o.
XXXVI.
Ni por el Exército Sitiador, ni por los buques del bloqueo, ó en Iiuenos-.\yres deberá hacerse
salva por la entrada en la 'P\aza.=Coticedido.
XXX\1I.
A la guarnición se darán treinta dias de término para prepararse á partir, ó embarcarse, y
un mes del socorro, antes de emprender su navegación, con que pueda habilitarse para ella,
cuyo desembolso quedará á cargo del Erario Nacional, ó deberá á su tiempo ser reintegrado
por ésie.^Coucedido.
xxx\"ni.
Se restituirá á los vecinos y demás habitantes de esta Plaza, todas las propiedades que les
hayan sido seqüestradas por disposiciones del Gobierno de 15uenos-.\yres anteriores al dia en
que se firme este convenio.
Se devolverán á sus legítimos dueüos todos los biciirs raices de los ojíales no se haya enagenado
el Estado, haciendo lo mismo con todos los efectos que se hallen en igual caso, pudiendo iodos
los vecinos, y habitantes de Montevideo reivindicar sus fincas por el derecho de tanteo en que
los tenedores ¡as havan comprado: finalmente sobre todo lo enagenado el Gobierno de Buenos-
Ayres cuidará iude'mni.zar todo lo perdido ó gastado, quando ú del mejor modo que le sea
posible.
XXXIX.
Todos los Empleados civiles, politicos y militares de los cuerpos de estas Provinci^as. y Ecle-
siásticos que quieran quedarse en la Plaza podrán hacerlo hasta la resolución de S. M. ó de
la Regencia de las Españas, y á mas de mantenerse en la tranquila posesión de sus empleos,
disfrutarán sus respectivos .«ueldos, y serán con ellos socorridos en la forn-.a acostumbrada, pa-
gándoseles el transporte á la Península á aquellos, que desde luego quieran retirarse á ella,
de cuenta del Estado, y debiendo ser todos tratados con el decoro respectivo a sus clases.
Concedido; siendo prevención que con respecto á los que quedan en sus empleos deberán en-
tenderse el deber mantenerlos en ellos ínterin por su mala com.poriacion no se hagan acreedores
á ser separados.
XL.
Asimismo se satisfarán sus respectivas pensiones á las viudas que las disfruten, á los invá-
lidos ó retirados, y iwbladores que no se hallen en estado de poder seguir á la guarnición hast»
su destino, ó no deban executarlo.=C"í)>n-í'í/i(/í'.
— 30J5 —
narios poderes, suelen cuntener estos la clausula de que será ratificado quanto
pactasen, por las Autoridades que los confieren: siendo este requisito tan
esencial que aunque no se exprese en los poderes, debe suponerse expresado.
Es verdad que si hubiera de discurrirse en el derecho de gentes por los prin-
cipios del derecho civil, un tratado se creería perfecto y obligatorio desde
que fuese firmado en virtud de poder especial, ó de plenos poderes, y la
ratificación vendria a ser una formula autorizada por la costumbre que daria
autenticidad sin añadir fuerza al contrato: pero el derecho de gentes tiene
reglas muy diversas del derecho civil por la magnitud y supremo interés de
los objetos. Los Soberanos no han querido que la fortuna pública quede aban-
donada á la infidelidad, á la incapacidad, ó la ligereza de los particulares, y por eso
se han reservado el dereclio de un examen definitivo sobre quanto se negocia á su
nombre en las materias generales del Estado.
Después de haber recordado las doctrinas y principios del derecho de gen-
tes, los quales únicamente pueden justificar la conducta del Gobernador de
la Plaza de Montevideo y la del General que la sitiaba, yo llamo toda la aten-
ción de V. E. sobre este famoso documento que se anuncia con tanto aparato
y se presenta como el monumento de la perfidia y felonía del General sitia-
dor: yo ruego a las Naciones imparciales, y convido a los mismos Generales
XU.
El presente convenio ha de ser extensivo en todas sus pnrtes al establecimiento del Carmen del
Rio Negro en la Costa Patagónica debiendo estimarse libre, ó fuera de él, tanto los Oficiales,
tropa existente en aquel destino, como también la Zumaca Nacional Carlota del mando del
Alférez de Fragata D. Pablo Guillen, quien podrá dirigirse con ella transportando aquella á
la Península, ú otro punto que se le prevenga por su Xefe poniendo en su noticia este tra-
tado.=Concedido.
XUI
Todos los emigrados, milicianos y demás individuos que al presente se bailan reunidos en
el Cerro-Largo, ó campos del Yaguarón baxo las inmediatas órdenes del Comandante de aquella
guardia, deberán asimismo estimarse inclusos en este convenio, y disfrutar de quanto en el
queda' acordado en los mismos términos que si se hallasen en esta Plaza. Montevideo 20 de
Junio de i8i4.=/i(aji de Vargas.^Josc A::cbcdo.=:MigucI Antonio de Vilardebó.=José Gesta!.
=Carlos de Ali'ear.=Coiicedido.
En cada una de las notas margínales hny una rubrica del Comandante General del Bxcrcito
Sitiador D. Carlos de Ahear.
ARTÍCULO ADICCIONAL
Que todos los naturales de estas Provincias de qualquiera clase que sean si gustasen quedarse,
pueden hacerlo.
Los Infrascri]>tiis hemos convenido unánimemente en todos los artículos de esta^ proposi-
ciones al tenor de las notas que se han puesto á sus margenes y hemos rubricado, debiendo
quedar suspensa la resolución de solos aqueUos que se han reservado para consultarse al
Sr. Capitán General; sobre los que Yo \'argas quedo obligado á volver mañana á las nueve
del dia con su resolución, á fin de quedar de acuerdo acerca de dichos artículos pendientes con
el Sr. Comandante General del Exército Sitiador 1). Carlos de Alvear, siendo prevención que
mañana por la mañana han de entrar víveres de todas clases á la Plaza para su socorro, y
quedará corriente el punto de los mutuos rehenes que de parte á parte deben entregarse.=Casa
de Pérez en el Arroyo Seco á 20 de Junio de 1814 años.=Car/í)j de Akear.=Juan de Vargos.=Josc
Asebedo.=MigHe¡ Antonio Vilardebó.^Josc Gestal.
NOTA.
Con referencia á los artículos ocho, y diez ocho acordé con D. Carlos Albear el 21 del
mismo Junio, á conformidad de lo que la noche anterior se me previno por el Señor Capitán
General D. Gaspar \'igodet, que después de que la Plaza fuese evacuada la mañana del 23 por
las tropas de su guarnición, se alojasen éstas, hasta su embarco para transportarse á España,
en las casas de la Compañía de Filipinas, Pérez, Isla de Ratas, y demás de extramuros que
fuesen necesarias; como también las quatro piezas, armamento, y municiones de que trata el
primero de los artículos citados, se depositasen on dicha Isla hasta que, estando prontos los
transportes que hahian de conducir la guarnición á la Península, se pudiesen trasladar á ellos.
=Juan de Vargas.
Tomo II 20
— 306 —
Españoles para que decidan del valor y del carácter legal de esa primera
pieza justificativa de mi inocencia y de la temeridad del que me acusa. Yo
<lu¡ero que pronuncien, qual es la obligación que un papel semejante en el
estado en que se manifiesta, podría producir al Gobernador de la Plaza, y
;il General que la sitiaba? ¿Quales eran los poderes de los que estipulaban:
quales las cosas á que se obligaban, qual la forma en que lo hacian? El Gene-
ral Vigodet delegó en sus Diputados las facultades que naturalmente tenia
como un Gobernador Militar para que tratasen lo concerniente á la rendición
de la Plaza, reservándose la ratificación. (4) El General sitiador estaba reves-
tido de amplios poderes para estipular aun en aquellas materias que están
fuera de los limites naturales de su empleo militar; pero coartados por la
clausula necesaria de ratificación (5). Ahora bien: los Diputados del General
Vigodet podrían estipular legalmente articulo alguno fuera de las facultades
de aquel? ¿Y las estipulaciones que hicieran aun quando estubiesen dentro de
sus poderes, podrían obligarlo antes de verificada la ratificación? ¿Y por qué
quiso presumirme el General Vigodet tan ignorante de mis derechos y de mis
deberes que me obligase á la inacción, quando él quedara libre para aceptar
ó rechazar los artículos del tratado, ó para romper de nuevo las hostilidades?
¿Si entretanto hubiese mejorado la situación de la Plaza, ó empeorado la del
Exército Sitiador, formalizaría el Sr. Gobernador el proyecto de Capitulación?
¿Lo ratificaría? Pero lo que es mas ¿podría sin exponerse á justos cargos malo-
grar en este caso sus ventajas, por el temor de ser acusado de perfidia? De ningún
modo: un espantajo tan ridículo no asustaría á un antiguo y acreditado militar.
Pero demos que las Capitulaciones se hubiesen acordado y ratificado por
el Gobernador de la Plaza ; eran de tal naturaleza sus artículos, que pudieran
ser ratificados por mi, ya sea en virtud de las facultades comunes a todo
General, ya en fuerza de los poderes extraordinarios de que estaba revestido?
Esa Capitulación se reducía solo á la manera con que había de ocuparse la
Plaza, ó se extendía también á el derecho, y á la propiedad de ella? ¿Si 1«»
primero: ciertamente que con la mutua ratificación de los Generales habría
<luedado perfeccionada. Sí lo segundo, ni yo podía ratificarla, ni ella valer
Í4) Por la ¡Presente confiero el mas pleno y amplio poder á los Sres. Diputados D. Juan
de Vargas, D. José A::evcdo, D. Miguel Antonio Vilardebó, y D. José Gestal para tratar con¿
el Sr. Comandante General de ¡as tropas de Buenos-Ayres con arreglo á las instrucciones que
til efecto les tengo dadas, reservándome la facultad de ratificar lo que pactasen.
ilontex'ideo Junio 20 de /S/^.=Gaspar \'igodet.
(5) EL SUPRKMO DIRECTOR DE LAS PROVI NCIAS-UNIDAÍ! DEL RIO DE LA PLATA
Por quanto siendo tan grande la confianza que me merece la persona del Coronel D. Carlos'
.llz'car, General del E-vército de estas Provincias sobre Montevideo, y considerando la utilidad
¡¡ue resultará en que este Xefc se halle completamente autorizado por mi parte para tratar, y
emprender quatquier género de negociaciones, estipulaciones, ó convenios con los autorizados,
subditos, y habitantes de la Plaza sitiada, hé venido en conferirle -mis plenos poderes al abjcto
expresado : por tanto hago saber á quantos el presente vieren, ó puedan ser informados de su
contesto, que el referido General Alvear esta autorizado completamente para tratar á nombra
filio, y empeñando las altas facultades que por elección de los Pueblos residen en mi persono
con el Capitán General de Montevideo, su Cabildo, Autoridades Civiles, Militares y Vecinos
estantes, y habitantes en aquella Plaza: y que reconoceré por validos todos los convenios, y
negociaciones que celebrare ba.ro este respecto, sean de la clase que fueren, sin otra restitución
que la precisa de obtener mi sanción suprema en los <:asos que la naturaleza de los negocios
la requiero, y sea de esperarse. A cuyo efecto le hé hecho expedir el presente Diploma firmado'
de mi mano, sellado con el sello de las armas del Estado, y refrendado por mi Secretario en et
Departamento de Gobierno.=Dado en la Fortaleza de Buenos-Ayres á 28 de Mayo de 1814.=
Cervario Antonio de Posadas.=N"icolás d« Herrera. ==£.y copia del original de su contcsto.^=
Feliciano del Rio.=.Tiian de Vargas.
— 307 —
ni subsistir hasta la ratificación de V. E. Léanse las proposiciones i 2 27 y
28 con l^s 31 35 y 36. y se verá que ni como mero General, ni como Plenipo-
tenciario pude jamas perfeccionar semejantes tratados.
Si estas Capitulaciones aparecen vanas é instibsistentes por los poderes de
los estipulantes, y por las cosas estipuladas no son menos vanas que ridicu-
las por la forma. ¿Donde está la redacción de lo pedido y acordado, en ar-
ticules claros, terminantes, definitivos? Donde las copias iguales de los tra-
tados firmados y cangeados por los Generales? El mismo Gobernador con-
fiesa que no se hicieran tales copias, quando dice a V. E. que ha dado una
a Mr. Brown. porque yo me quedé sin ellas, y esto después de muchos dias
de ocupada la Plaza.
¿Se desean aun mas pruebas de la informalidad de este pretendido con-
venio? Véase el articulo adicional, y la nota que le subsigue. Por ti primero
se ofrece el Capitán de Navio Vargas á traer la contestación de su General
acerca de los artículos pendientes, y por una nota dice el mismo que volvió
y refiere su última resolución acerca del alojamiento de la guarnición y del
depósito de la artilleria, armamento y municiones en la Isla de Ratas. ¿Quién
ignora que un punto tan principal como este en toda Capitulación debe ser
rlara y distintamente expresado en uno de sus formales artículos? Y quién
desconoce que esa nota informal rubricada por uno de los Oficiales de la Plaza
solo puede pasar como una noticia privada y conducente para formar los apuntes
preliminares de algún convenio.
Diráse acaso que por el artículo adiccional solo quedó suspensa la resolu-
ción de aquellos puntos en que debía consultarse al Gobernador de la Plaza?
Pero la resolución de las dudas acerca de las proposiciones de Montevideo
tenia por objeto la formalizacion de un tratado, el qual no se suponia existente
ni obligatorio, sino después de redactado, firmado, y ratificado, según el tenor
de los respetivos poderes, y en la forma establecida por el derecho de gentes.
Mas para que detenernos en el análisis de este miserable papel: basta verlo
para conocer lo que vale: y á poco que medite el Sr. Vigodet advertirá que
no conviene á sus intereses mostrarlo al Rey, ni á sus Ministros. Porque no
es otra cosa que el borrador de un proyecto de Capitulaciones, ó mas exaic-
tamente de proposiciones hechas por la Plaza de Montevideo, como dice el
mismo. ¿Y tantas y tan poderosas causas de nulidad podrían subsanarse por
mi simple rúbrica? ¿Y qué vale mi rúbrica sobre aquel papel? Quando mas.
ella podría indicar mi opinión particular, ó mis deseos.
Si las simples promesas entre enemigos, ó sí el conocimiento privado de la
providad personal de los Generales fuese bastante a legalizar sus convenios
y á garantir los grandes intereses de los Estados ¿a qué prescribirse tan rigo-
rosamente la observancia de las formas establecidas por las Leyes de las
Naciones? Leyes según las quales debería ser yo solo responsable delante
de V. E., si por una necia confianza hubiese expuesto el Exército. y quizá el
Estado á la buena fe de un enemigo sin mas salvaguardia que la de un papel
privado de todas las solemnidades que ellas ordenan.
Y si el carácter particular y los principios conocidos del enemigo hubiesen
de suplir por seguridades ¿podría darme alguna el General Vigodet? Yo sé
que V. E. y que los Pueblos todos de las Provincias-Unidas han formado ya
su juicio sobre ese particular; pero á las Naciones y á los hombres que dis-
— 308 —
tando de nosotros por su localidad y sus relaciones no pueden saber la his-
toria de nuestros sucesos, es preciso imponerlos de los hechos que caracterizan
á este General, y de los principios que asoman constantemente en su conducta
publica. Es preciso que sepan ciue el Gobernador de la Plaza de Montevideo
e8 el mismo que despreciando los respetos de los Embaxadores Español y
Británico en las negociaciones del mes de Abril del presente año tubo la poca
delicadeza, (por no darle otro nombre) de comunicar á un caudillo rebelde
y enemigo de todo Gobierno los mas importantes secretos del tratado y abu-
sar de las mas altas confianzas en daño de la quietud de los Pueblos, y en
menoscabo de su propia autoridad; llevado solo de un desenfrenado deseo
de dañar, y atizando asi la anarquía mas espantosa, quando estaba conven-
cido de su impotencia para atajar sus progresos, y para detener la desolación
del País. El General Vigodet es el mismo que durante un armisticio, quando
aparentaba tratar conmigo de buena fe, mantenía tratos con el caudillo Otor-
gues (6) lo incitaba con largas y mentidas promesas, y le enviaba socorros
de artillería, y municiones con tan poca precaución, que me obligó a romper
las hostilidades contra todos mis deseos.
El general Vigodet es el mismo que en la noche del 21 de junio quando
tenia en su poder ese papel que quiere ahora hacer pasar como Capitulacio-
nes, y que incluye en su concepto tan solemnes promesas, envió al Oficial
La Robla a agitar la aproximación del vandido Otorgues, y de los grupos
armados que lo seguían, y que se acercaron efectivamente á mi retaguardia
en la misma tarde que entraba á posesionarme de la Plaza.
Y quales son los principios conocidos en la conducta pública de este Gene-
ral? Ni quales podrían ser sino los que forman el sistema bárbaro adoptado
tmiformemente por los Generales Españoles, y autorizado por los Gobiernos
turbulentos de España, que han hecho la guerra en América, durante la ausen-
cia del Rey? Ese sistema, según el qual quebrantó el General Goyeneche mi
armisticio de 40 días celebrado solemnemente: y el General Pezuela infringió
una Capitulación firmada y ratificada en Salta; generosamente otorgada en el
Campo de batalla, y mas generosamente cumplida por el General Belgrano:
hecho no solamente escandaloso por la manifiesta violación de la fé pública
sino también por el insulto á la Religión. Que otros principios sino los que
manifestó abiertamente el mismo Pezuela al General Belgrano quando des-
pués de la batalla de Ayouma le aseguró desde Potosí, que no podían cele-
brarse tratados con insurgentes; principios según los quales los Generales
(6) Por oficio del 3 del corriente mes. avisó el Sr. D. Gastar Vigodet. Caftán General que
íite de estas Provincias, á este Axmítainiento que liabia nombrado por uno de sus Diputados
a D. Francisco Moran, Sindico Procurador General de esta Ciudad, para tratar con D. Fernando
Otorgues los convenios que aquel se reservó proponerle; y aunque V. S. ha de estar impuesto^
de semejante determinación, v de otras de igual naturaleza, porque regularmente se las ''a'"'«
comunicado el referido D. Gaspar Vigodet: la dclicadeca de seutuntentos uniformes de los Alic^n-
bros de esta Corporación, \ el exacto cumplimiento del juramento de fidelidad que presto ante
V. S., no pueden prescindir de manifestarle este asunto, y al mismo tiempo se -interesa el
Cabildo para que la bondad de V. S. disponga lo conveniente á fin de que los bienes, y Ja
familia del citado Moran sean respetadas y conservado sin detrimento alguno en esta Ciudad:
prometiendo como promete á V. S. este Cuerpo Municipal que en caso de recibir alguna corres-
pondencia de Moran, de Otorgues, ó de qualquiera de sus allegados, sm proceder a su apertura,
se pasará inmediatamente á las superiores manos de V. S. para su inteligencia y gobierno.
Dios guarde á V. S. muchos años. Sala Capitular de Montevideo Junio 25 rfc /»/-?. — Miguel
Antonio Vilardeíw. — Tuan Vidal v Baile. — Manuel Masculino. — Antonio Gabito. — Bernabé
Alcorta. — Ramón Dobal. — Félix S^*tnz. — Licenciado Pasqual Arauclio— Antonio Agello.—
Manuel de SanfcHces. — Nicolás Fernandez Miranda. — Sr. D. Carlos Alvear General en Xefe
del Exército del Este de las Provincias-Unidas del Rio de la Plata.
— 309 —
Españoles fusilan cu México y en Caracas los prisioneros de guerra, publi-
cando como hazañas estos actos de barbarie: principios por los que el Virey
de Lima Abascal acaba de violar un tratado solemnemente celebrado con el
Gobierno de Chile, sin detenerse mucho ni en la formalidad de las estipula-
ciones ni en la garantía de la Gran Bretaña interpuesta por el Comodoro
Hylliar: principios por los que él mismo mandó asesinar á los infelices Magis-
trados de Quito baxo una solemne promesa, en que tuvieron la debilidad de
confiar. ¡Serie de atentados, y de perfidias, que reconocerá todo el Mundo,
y que conocían bien los mismos Diputados de Vigodet, quando entre sus
proposiciones no olvidaron la de que no se hiciesen represalias, por motivo
de que las tropas de la guarnición, ú otras dependientes del mismo Gobierno
hubiesen faltado al cumplimiento de anteriores Capitulaciones, ó Tratados.
Si aun en una guerra extrangera, y en los casos comunes yo no podia sin
crimen admitir mas garantía que las que presta un tratado solemne según
las leyes establecidas por las Naciones, seria prudente que en una guerra civil
después de una conducta y unos exemplos como los que llevo referidos me
fiase de los mensages del Capitán Vargas, y de las promesas de su General,
y que olvidase las garantías legales, que siendo tan inviolables entre las
Naciones, todavía eran insuficientes para este género de enemigos?
Pero á los hechos y á los argumentos poderosos con que hé probado la
nulidad de las Capitulaciones, quiero añadir una reflexión. Si yo fuese un
porjuro violador de la fe pública, ¿qué objeto podía tener, dando como di, al
Gobernador de Montevideo libertad y pronto transporte para Europa? ¿Sería
tan imprudente que quisiera hacer gala de mi delito enviando al General
agraviado para que lo publicase en todas partes? Mas quando asi fuese, en-
tendería tan mal V. E. los intereses del Estado, y cuidaría tan poco del crédito
público que no procurase al menos ocultarlo por algún tiempo por los medios
que tenia en su mano? Faltarían pretextos legales para no cumplir con las
Capitulaciones? No podría suspenderse su cumplimiento hasta que el General
Pezuela cumpliese el tratado de Salta? La falta del cumplimiento de lo esti-
pulado acerca de la Esquadrilla de Romarate y Fuerte del Cerro-Largo no
darían un pretexto? Y quando faltasen éstos, no podia haberle arrancado sus
documentos y papeles, no podia relegarlo al interior del País, y ponerlo en
dura prisión, ó privado de toda comunicación? No podia... Todo podría ha-
cerse en este caso, menos dar libertad al Gobernador de Montevideo. Pero
no solo se le dio libertad, sino que tube cuidado de darla al Capitán de Navio
D. Juan de Vargas y D. José Gestal, Diputados en las conferencias, á quienes
obligué á acompañar á su Gobernador, con el objeto de que expusieran quanto
había pasado.
Yo creo haber probado el ningún valor del documento, que se presenta por
el Gobernador Vigodet, ya se considere la calidad de los poderes, ora se
atienda á la naturaleza de las estipulaciones, ora á la informalidad de la acta, yá la
conducta del General Sitiado, yá los procedimientos del General Sitiador.
Y qué razones se suponen capaces de desvanecer la solidez de estas prue-
bas; ó con que fundamento asegura el Gobernador de Montevideo, que ratificó
las Capitulaciones de todos los modos que prescriben las Leyes de la Guerra?
Será acaso por la entrega de los rehenes? Pero estos se dan muchas veces
en seguridad de las personas que estipulan, y no para autenticidad de los
— 310 —
tratados; y nada es tan frequente, como entregarse rehenes, por el cumpli-
miento de tratados, que luego resultan nulos por defectos mucho menos esen-
ciales, que los que aparecen de las pretendidas Capitulaciones sin que aquellas
formalidades puedan subsanarla. ¿Será la entrega de la Fortaleza del Cerro;*
Pero la entrega de la Fortaleza sin haberse perfeccionado estipulación alguna
podría ser ó efecto de una extremada necesidad, que no dexaba tiempo para
capitular, ó de un bien concertado extratagema, y nunca pasarla por ratifica-
ción de un tratado que no existia. ¿Será la publicación de la Gazeta de Mon-
tevideo de 22 de Junio? Mas aquella fué una relación informal sin autorización
alguna publicada en circunstancias de un motín, y para contener al populacho;
3' ella misma prueba que no e.xistian Capitulaciones, porque en tal caso se
hubiesen publicado, como que era este un medio mas fácil, mas conducente al obje-
to, y mas digno de la circunspección del Gobierno de Montevideo, que la relaciojí
con que quiso acallar la multitud, á no ser que pretendiera salir del apuro sin
comprometerse.
Las protestas que hace de su buena fé y honradez personal, todo lo que
refiere como dicho y repetido por el Capitán de Navio Vargas, y las invectivas
que aglomera contra mi, ni son pruebas, ni añaden un átomo de autenticidad
á el papel de Proposiciones. ¿Será últimamente una prueba de la perfección
<le las Capitulaciones el mensage del Coronel Olemberg, y las contestaciones
^ue refiere en su Oficio de 28 de Junio? Pero es absolutamente falso que yo
hubiese dado tales órdenes al Coronel Olemberg, y espero que V. E. le mande
certificar sobre el hecho. Es por otra parte inverosímil, en primer lugar: por-
que en los mismos dias publiqué en la Plaza su entrega a discreción; en se-
gundo lugar, porque en tal caso no habría tomado un pretexto tan fútil, te-
niendo otros muchos honestos y mas razonables. A que fin dar por pretexto
la falta de aprobación de V. E. en un punto cabalmente en que no era ne-
cesaria? Yo como General podía estipular sobre la suerte de la guarnición, y
quanto conviniera y ratificara acerca de ello con el Gobernador sería subsis-
tente y valedero. No asi en los demás artículos que ha citado, los quales no
podían subsistir sin la ratificación de V. E., atendida su naturaleza y la calidad
de mis poderes. Por último el oficio (7) que con fecha de 6 de Julio, ocho
días después de este suceso me escribió el mismo General Vigodet, prueba
<}ue había mudado de parecer, ó que antes escribió con demasiado acalora-
miento.
; Traeré á consideración la garantía de la Gran-Bretaña, que se supone des-
yjreciada? Pero si no ha existido el tratado, como puede subsistir la garantía?
Ademas, el Sr. Vigodet no puede ignorar, que para que exista, debe preceder
im compromiso por parte del garante, ó de quien lo represente legítimamente;
lo qual no sucedió en las transacciones de Montevideo; por consiguiente ni
se ha faltado al honor debido á S. M. B., ni se halla comprometido á sostener
(7) En conseqiiencias del Oficio que V. S. se sirvió dirigirme el 4 del que corre, y de ¡o t¡ue
le ofrcc' esta fnafiatia por medio de su primer Ayudante de Campo D. Ignacio Alvares acom-
paño á V. S. adjuntos á este los dos que me hizo indicación para el Capitán de Xai-io graduado
D. Jacinto Rcmarnte; y el Capitán de Dragones D. Domingo Fernandez, á los fines corres-
pondientes.
Dios guarde á V. S'. muchos años á bordo de la Fragata Hércules en el Puerto de Montevideo
á 6 de Julio de 1814. — Caspar Vigodet. — Señor General en Xefe del Excrcito de Buenos-Ayrcs
D. Carlos Airear.
— 311 —
los caprichos, ó los descuidos de un Gobernador que no supo, ó que no quiso
cumplir con sus deberes.
Réstame ahora probar la legalidad de mi conducta militar, y los fundamentos,
que tube para adoptarla. Yo debia estar siempre en precaución contra los ar-
dides permitidos por las Leyes de la guerra, ó contra las infidencias que suelen
ser comunes, y no parecerian extrañas, atendidas la conducta y opiniones de
los Generales enemigos. Era asimismo de mi primera obligación sacar de las
circunstancias el partido posible aprovecliandome de la debilidad del enemigo
<le su aflicción, y de su descuido.
A que atribuir la conducta extravagante y poco circunspecta del Gobernador
de la Plaza? Seria de creer que un General tan acreditado, que tantos Oficiales
de conocida instrucción y talentos, ignorasen los primeros elementos del de-
recho de las gentes, ó que descuidasen las formalidades que prescribe? For-
malidades tanto mas necesarias, quanto que en el estado de hostilidad y de
agresión, en que sobran deseos de ofender, y pretextos para cohonestar las
ofensas, solo su rigurosa y formal observancia es el punto que demarca las
facultades del vencedor y las inmunidades del vencido.
Por otra parte, un General debe preveer todos los casos posibles: la con-
fianza imprudente y la perfidia son igualmente reprehensibles: solo la obser-
vancia de las Leyes de ia guerra pueden salvar su honor en los diversos su-
cesos de la fortuna militar. Mi Exército se hallaba situado entre la Plaza, y
un grupo numeroso de vandidos que poseian la Campaña, y obraban de con-
cierto con el General Vigodet: la guarnición de la Plaza, y sus habitantes
armados componía ima fuerza excedente á la de mi mando, y desde el mo-
mento en que mudando de posición pudiesen ponerse en contacto con aquellos,
quedarían provistos de víveres y de Caballos y en aptitud de obligarme á
capitular ó reembarcarme perdiendo todas las ventajas de la Campaña y
dexandoles ima preponderancia, que jamas habían podido esperar. ¿Sería pues
imposible que un General hábil, como suponía yo á mi enemigo arbítrase un
extratagema semejante para salir del conflicto, aprovechándose de mi impre-
caución y halagando mis deseos con la idea lisonjera de la posesión de la
Plaza? Pero no solo era posible, sino muy probable. El General Vigodet
mantenía un Oficial de su guarnición tratando con Otorgues y dirigiendo sus
movimientos, y pocos días antes le habían enviado socorros de artillería y
municiones: también se hallaba reunido á aquel caudillo el Capitán de Navio
D. Jacinto Romarate con una división de buques de guerra y de tropas de
desembarco. Estas fuerzas debían de acercarse á marchas forzadas á mi Cam-
pamento, y estar sobre el, como estubieron el dia en que fué evacuada la
Plaza. La guarnición salía con sus armas y municiones y 4 piezas de arti-
llería, dexando en la Ciudad un Pueblo inquieto y enemigo que iba á ocupar
casi enteramente mi atención y la de mis Xefes. Entretanto el General Vi-
godet nada había formalizado, y estaba en libertad para ratificar ó alterar
los tratados según la mudanza de sus circunstancias ¿y 3-0 reposaría en la
confianza que afectaba, tanto mas sospechosa, quanto era repentina y ex-
traña? ¿Si el Gobernador de la Plaza hubiese intentado y logrado felizmente
este ardid, no recibiría hoy los mayores elogios de los mismos que declaman
■con tanto ardor contra la violación, que suponen hecha á la fé pública? ¿Qué
valor darían entonces á ese miserable documento cuya autenticidad reclaman
— 312 —
tan esforzadamente? Xo hay que dudarlo: mi candidez seria el objeto de la
risa, y de la diversión insultante de estos graves y escrupulosos caballeros.
Pero lo que es aun mas importante: los Pueblos acusarían á V. E. justamente
de haber fiado á manos pueriles su gloria, su seguridad, y sus mas grandes in-
tereses, sin que pudiera escusarme ni la imposibilidad del caso, ni la buena
conciencia del General Vigodet.
En tan delicadas circunstancias me propuse asegurar un éxito feliz y salvar
el honor del Estado, y mi buen nombre por un manejo sagaz y permitido en
las Leyes de la guerra. Por las inteligencias que mantenía en la Plaza estaba
cierto de que debía rendirse forzosamente dentro de mi número determinado
de días, siempre que conservase mis posiciones. Al Gobernador no le queda-
ban sino dos caminos que tentar: ó una salida general con que me obligara
á levantar el Sitio después de una batalla ó un extratagema, que lo pusiera
en comunicación con los Cuerpos de la Campaña, y le diera una decidida su-
perioridad sobre mí. Aunque la idea de una victoria que creía segura en el
primer caso, debía lisonjear mí ambición y era el objeto de los deseos mas
ardientes de mis tropas y Oficíales; evitarla, lo creí mas conforme á los ver-
daderos intereses del Pais, á las intenciones de V. E. y á los principios de
una gloria sólida. Al efecto me propuse inspirar con mis palabras, y con mis
obras ideas pacíficas, y generosas que calmasen la irritación de los ánimos,
y evitasen los extremos y calamidades, á que podrían reducirse los habitantes
de la Plaza, por la desesperación ó por el terror, que se les había inspirado constan-
temente. En las varías Diputaciones de la Plaza, y especialmente en las últimas
conferencias que produxeron el papel de proposiciones, disimulé cuidadosamente
los motivos que tenía de desconfianza, y después de haberles manifestado mis po-
deres, los quales conserva origínales el Sr. Vigodet, juzgué que podía usar de reti-
cencias permitidas á todo Negociador.
Si el General Vigodet procedía de mala fe, como tenia justos motivos de
sospechar, entonces con mi disimulo y precauciones me había puesto en apti-
tud de vencerlo con sus mismas armas. Si obraba por ignorancia, ó debilidad,
yo no debía malograr las ventajas, que ellas me daban. Por ultimo: si pro-
cedía de buena fe, y con conocimiento de sus deberes, él debía formalizar las
Capitulaciones, ratificarlas, y exigir de mí esta formalidad: en cuyo caso pen-
saba hacerle reflexionar sobre el tenor de la Capitulación, advírtíendole,
quando él no lo previniese, la necesidad de que V. E. la ratificase. Entretanto
(Icbia llegar el término preciso, en que la falta total de víveres, y los horrores
de la hambre unidos á la idea que yá tenían formada de mi carácter, de la
generosidad de mis Oficíales y de la disciplina de mis tropas, decidieran á los
sitiados á arrojarse en mis brazos.
V. E. sabe que para este momento había pensado conceder una Capitulación
honrosa á la Plaza llevado de mi particular inclinación á la persona del Go-
bernador, mi antiguo compañero de armas, y á su distinguida Oficialidad,
sin hablar del benemérito Pueblo de Montevideo, del qual no me consideraba.
cf)nquístador, como se dice, sino libertador.
Pero la conducta inconcebible del General Vigodet lo dispuso de otro modo.
Yo esperé en vano la formalizacíon del Tratado, la ratificación definitiva, y
las copias firmadas, que debían cangearse respectivamente. Yo insinué al
Capitán Vargas la necesidad de formalizar las Capitulaciones, y solo recibí
— 313 —
abundantes protestas de sinceridad y buena fe. Y á la verdad no podia com-
binar la indolencia conique se miraban unas formalidades tan esenciales: el
allanamiento á la entrega de la Plaza, y las inteligencias con el caudillo
Otorgues.
En esta incertidunibre determiné apoderarme de la Plaza y arrostrar los
peligros, á que me exponía por la falth de Capitulación, persuadido de que
estos los eludiría con precaución y vigilancia, y que sería mucha mayor la
gloria del Exército si se escusaban por este medio los males y desastres qué
de este modo serían inevitables.
El dia 22 de Junio me posesioné de la Fortaleza del Cerro y el día 23
entré en la Plaza á las 4 de la tarde. No puedo olvidar las inquietudes que
oprimían mi espíritu en aquel dia. Un Exército casi tan numeroso como el
mío, desfilaba á ponerse en comunicación con la numerosa Caballería enemiga,
que corría los Campos. Yo entraba en una Ciudad en confusión, llena de
hombres fanáticos y apaciguado apenas un motín. La noche me seguía de
inmediato, y el rebelde Otorgues, tocaba mi retaguardia. La seguridad del
Exército, la gloría de nuestras armas, todo pendía de mi propia prudencia, de
mi precaución y del valor de mis tropas; ningún juramento, ningún tratado
había ligado las manos del enemigo; nada sino un feliz suceso podía salvarme
de la censura de aquellos que solo juzgan por los resultados. ^li principal
objeto debió ser en circunstancias tan difíciles asoporar los espíritus, y evitar
estudiosamente quanto fuese capaz de despertar en los enemigos la idea de
que eran conocidos sus engaños,... ó bien aprovechados sus descuidos. Asi
mis oficios, mis proclamas, mis órdenes, todo debió ser conseqüente con este
plan necesario.
Aquella noche y el dia siguiente me ocupé de las providencias de seguridad.
A las tres de la mañana del dia 25 tube noticias de que Otorgues estaba en
las Piedras, y que mantenía comunicaciones con el campamento de prisioneros
del Arroyo Seco. Saliendo silenciosamente de la Plaza me dirigí á aquella
misma hora á informarme de lo que pasaba, encontré efectivamente en el
Campo un Capitán de Otorgues detenido por los mismos prisioneros, y se
me entregó una carta que había conducido para el Comandante. Di inmedia-
tamente mis disposiciones, y al anochecer me arrojé sobre el enemigo, lo
desbaraté y dispersé enteramente. Volví á la Plaza, y creí que ya no debía
demorar por mas tiempo las medidas que dictaba la prudencia, y á que me
daban derecho las Leyes de la guerra, la desgracia del enemigo y mi fortuna.
Esta conducta que acabo de referir sencillamente, y cuyos resultados han
correspondido á los deseos, y á las esperanzas mas lisonjeras, es no solo conforme
al derecho de las Naciones, sino alababa connmmente en la historia de la Milicia.
Porque no solo la fuerza, y el terror son los medios de vencer, sino también la as-
tucia, y el engaño, siempre que la perfidia, ó el dolo no los caracterizen.
Ni se crea que han mudado estas opiniones con las costumbres de los Pue-
blos, ó con la ilustración del siglo, porque hoy que se conocen reglas ci"ertas
y determinadas para conducirse en la guerra, y que las Naciones se jactan
de hacerla con honor, subsisten del mismo modo. Y para evitar citas y excm-
plos que subministra abundantemente la historia de todos los tiempos, yo
escogeré dos, tomándolos de las Naciones Española y P>ritánica, que nos.
tocan mas de inmediato.
— 314 —
Ocliocicntos Ingleses que en la guerra de sucesión guarnecían á Alcira,
se rindieron por una solemne Capitulación en el año de 1707 al Exército
del Rey Felipe; según ella los Españoles debían escoltar la guarnición hasta
Lérida; el objeto principal de los Ingleses era reforzar aquella Plaza que
estaba escasa de Infantería; y los Españoles, que querían sitiarla se aprove-
charon de la poca atención de aquellos en la redacción de los artículos, é
hicieron conducir la guarnición de modo que tardaron tres meses para llegar
á Lérida, quando bastaban quince días, y encontraron sitiada la Plaza. El
Marqués de Santa-Cruz, que refiere este hecho, dice que no se puede culpar
á los Españoles la ignorancia de sus enemigos, y que ellos no estaban obli-
gados á executar bien, lo que los Ingleses habian pedido mal.
El otro exemplar también lo tenemos reciente en la toma de esta Capital
por las tropas de S. M. B. al mando del célebre General Berresford en 27
de Junio de 1806. A la intimación que hizo desde el Puente de Barracas con-
testó el Gobernador enviando unas Capitulaciones formadas legalmente, y
firmadas, las quales aceptó in voce Berresford, ofreciendo baxo su palabra de
honor firmarlas luego, que estubíese en la Plaza. Entró el mismo día, se apo-
deró de la Fortaleza, y no les dio valor alguno, como que no estaban per-
feccionadas; y que habiendo entrado á su riesgo, y sobre el error, ó aturdi-
miento de sus enemigos, no se juzgó obligado á perder las ventajas, que
estas cirsunstancías le dieron en favor de su Nación.
Pero estas opiniones y estas Leyes están fundadas en luia razón bien mani-
fiesta; que siendo las violencias, las muertes, y los estragos lícitos en la guerra,
solo en quanto conducen necesariamente á un fin justo, deben ser lícitos y
laudables los ardides, los engaños y extratagemas, que escusan aquellos males,
en lo que se consulta la humanidad, y la equidad natural. Sí estos princi-
pios deben reglar las operaciones de un General en una guerra extrangera, con
quanta mas razón en una guerra civil, en que los males son comunes á los
vencedores y á los vencidos; y en la qual deben escusarse los rigores no solo
por amor á la humanidad, sino por amor á la Patria? Y sí es dígnode alabanza
el que ahorra la sangre de sus enemigos, quanto mas el que conserva la de sus
hermanos ?
Queda pues demostrado que tube justos motivos para creer no solo po-
sible, sino muy probable un engaño de parte del enemigo: es igualmente ma-
nifiesto, que la cautela y disimulo de mi conducta fueron legítimos y penní-
tidos por las Leyes de la guerra, pues no traían violación del derecho de las
gentes, ni perjurio, ni felonía. Hé demostrado también que en cumplimiento
de mis deberes debí sacar todas las ventajas posibles no solo de mis fuerzas,
sino de la debilidad de mi enemigo, y de su ignorancia. Por último que este
modo de proceder es laudable y glorioso, porque conduce á un fin justo por
medios menos sensibles á la humanidad y mas convenientes á los intereses
de uno y otro partido.
Y qual fué mi conducta con respecto á h<- vencidos, qual la de mis tropas,
qual la de los paisanos que las seguían? Su moderación, y su generosidad han
sobrepasado toda cspectacion, han confundido á los enemigos, y han asom-
brado á los extrangeros. Dificilmente presentará la historia un exemplo igual
de templanza en la victoria; y los más severos maestros de las Leyes milita-
res jamas han creído, que ellas pudiesen conducir los hombres á tal extremo
— 315 —
de obediencia. Por que si en las guerras comunes en que la ley mueve fre-
quentemente los brazos del Soldado, sin exitar su enojo, se permiten algunas
licencias al vencedor ¿qué elogios serán dignos de la virtuosa moderación del
Exército de mi mando en la presente guerra provocada con agresiones sin
exemplo, con agravios, y con afrentas personales? En que los Soldados pe-
leaban no por la justicia dudosa ó poco conocida de un Gabinete, sino por
la libertad propia, por su honra, por su vida, por sus familias, por sus bienes,
y por todo quanto puede herir mas vivamente el corazón humano, y sublevar
sus pasiones. Y en que todos los motivos de saña y de venganza que lleva
consigo la guerra extrangera, y las disensiones civiles obraban reunidos sobre
el corazón de los Soldados vencedores. Y que Ley, que obligación por sagrada
que fuese podria ser poderosa á contener el impulso de la naturaleza, y el
Ímpetu irresistible de todas las pasiones amotinadas? Ninguna ciertamente:
nadie esperó jamás tan maravillosos efectos de las leyes humanas. Solo la
virtud pudo acallar el grito de la venganza. Solo ella pudo presentar ese espectáculo
sublime, que llenó de asombro á los amigos, y a los enemigos.
En la ocupación de Montevideo no hubo un solo exceso, ni de aquellos que
suelen ser inevitables en el transito de tropas amigas, ó en las guarniciones
pacificas de las Plazas. Los Paysanos que no estaban contenidos por las se-
veras leyes de la Milicia, al entrar en su antigua Patria, no desplegaron otros
sentimientos, que los que pudo excitar la vista de los amigos, que sobrevi-
vieron a tantas desgracias, la memoria de los que perecieron en ellas, el
recuerdo de sus males pasados, y la satisfacción de verlos terminar gloriosa-
mente. En ninguna parte se habrá visto mas brillantemente realizado el prin-
cipio político, que V. E. procura inspirar a sus Generales, esto es: que los
exemplos de generosidad y clemencia con los enemigos, son tanto mas nece-
sarios a la educación del Pueblo Americano, quanto son pestilentes los exem-
plos de perfidia y de ferocidad, que ellos subministran en su conducta publica.
Tan grato como ha sido á mi corazón el recordar las virtudes de mis Com-
patriotas en la ocupación de Montevideo, es insufrible y penosa la necesidad
en que me pone el Sr. General Vigodet de publicar los particulares benefi-
cios que le tengo hechos, y que hubiera guardado en profundo silencio, sino
me compeliera á la defensa con la injusticia de sus quejas. ¿Que vio en mí
que desdixera de los principios de educación y generosidad, con que siempre
procuré distinguirme? ¿Olvidé alguna vez, ni aun insultado, los sentimientos
de amistad, ó falté al respeto que merece la desgracia? V. E. sabe que me
anticipé á concederle libertad, y á facilitarle transporte, con que pudiera
regresar cómoda y decorosamente á Europa, y que me interesé vivamente,
para que fuese aprobada esta determinación. Quando la Ley inescusable del
deber me obligó á separarlo de la Plaza, no omití cosa alguna de las que
estubieron en mí mano para suavizar esta medida de precaución. El fué acom-
pañado por un Teniente Coronel á bordo de la Capitana de la Esquadra.
donde le trató su Comandante de un modo digno de su conocida generosidad.
Su persona y sus papeles fueron sagrados; estubo siempre asistido de sus
Edecanes, y en perfecta libertad para recibir los consuelos y las comunica-
ciones de todo género de personas.
¿Pero que mas? No solo quise libertarlo de las mortificaciones consiguien-
tes al estado de prisionero, á que quedaban sujetos los demás Oficiales, sino
— 316 —
que procuré prevenir las que podia ocasionarle su desgracia ante la misma
Nación. He dicho lo bastante para probar la injusticia con que se queja de
mi conducta personal el Gobernador de Montevideo, y la razón con que
podria reconvenirle por el abuso que hace de la libertad, y del asilo, que me
debe, para lacerar mi buen nombre, y difamarme tan atrozmente. Pero quiero
abandonar mi causa en esta parte á su propio corazón y al juicio de los
hombres de bien.
Si después de haber oido mi defensa, cree V. E. que lié violado un Tratado
solemne, que hé faltado a la fé del juramento, al derecho de las Gentes, á
las Leyes de la guerra, y á las del honor, es preciso que sea castigado de un
modo tan espectable, como corresponde a la gravedad del delito, al escán-
dalo con que se ha perpetrado, y á sus conseqüencias. Qualesquiera que sean
mis servicios hechos, y los que aun pueda la Patria esperar de mi, debo ser
sacrificado al crédito del Gobierno, y á la seguridad de los Pueblos. Una
perfidia como ésta mancharía la gloria del Exército inmortal, que tube el
honor de mandar: dexaría obscurecidas é inútiles las hazañas de los que mu-
rieron gloriosamente baxo las murallas de Montevideo, y habría destruido de
un golpe, los trabajos de muchos años. V. E. pues debe castigarme con una
severidad sin exemplo. y nada será capaz de detenerlo.
Mas si hé probado que no existieron Capitulaciones: si hé manifestado
á V. E. que mi conducta ha sido legal, y conforme á las Leyes de la guerra.
Si puede persuadirse que fue laudable por su objeto, y por sus medios, forzoso es
que recaiga sobre el acusador toda la indignación de los Pueblos, que caiga sobre
el solo la vergüenza del vencimiento, y la afrenta que habrian sufrido las armas
españolas baxo su mano, sino estubiera compensada con la gloria que han adqui-
rido las nuestras. Y puesto que el General Vigodet ha querido hacer pública una
injuria tan atroz, ruego a V. E, no lleve á mal, que imprima y circule copias de
esta mi exposición con los documentos oficiales á que se refieren. Por lo demás
yo espero que V. E., y quantos vieren este escrito, me disculparan si alguna vez hé
traspasado los limites que señala el respeto á la Autoridad, y el decoro de la justi-
cia; pues en la necesidad de defenderme contra un ataque tan rudo é inesperado,
pudo alguna vez el dolor del ultraje deslizar la pluma, donde no quisiera mi mode-
ración y sufrimiento. =Buenos-Ayres Noviembre 29 de 1814.
Excmo. Sr.
Carlos Alve.«^r.
índice
Pág.
Cap. 1 — Situación política del pais en 1812 — Planes militares — Medidas
de defensa — Las baterias del Paraná — Invención de la bandera
argentina — Llegada de San Martín y Alvear — Datos biográfi-
cos de estos personajes — Peligros de la situación — La política
portuguesa — La Carlota y el príncipe regente — Tratado Rademaker. 5
Cap. II — Conspiración de Alzaga — Plan y propósitos de los conjurados —
Impopularidad del triunvirato — Revolución del 8 de octubre de
1812 — Nueva campaña sobre la Banda Oriental del Uruguay —
Segundo sitio de Montevideo — Batalla del Cerrito 19
Cap. III — Empresa de los españoles sobre el litoral — Medidas del triun-
virato— Los "Granaderos a Caballo" — Una escuela de héroes —
Marcha de San Martín — Maniobras del enemigo — El Convento
de "San Carlos" — El desembarco — El combate — Victoria de los
patriotas — Abnegación de Cabral 33
Cap. IV — Artigas y el ejército sitiador de Motevideo. — Motín militar con-
tra Sarratea — Hazañas de Samaniego, Escobar y Jordán en el
litoral — Situación de los sitiados en INIontevideo — Auxilio de
tropas de la Península — La Asamblea General Constituyente de
1813 y Artigas — Ensoberbecimiento de este caudillo — Patriótica
de la asamblea de electores de- la Provincia Oriental — Traición de
Artigas — Desfallecimiento pasajero de los patriotas 49
Cap. V — Sinopsis de la situación política del país al finalizar el año de
1813 — El ministro Larrea: sus propósitos — Guillermo Pío White
— Su patriotismo y actividad — El marino Guillermo Brown — Se
le confiere el mando del armamento naval — Alarma en Montevi-
deo— Expedición del Coronel Loaces — Variación de planes de
Vigodct — Zarpa la fuerza sutil de Romarate — La estación bri-
tánica en estas aguas — El jefe español solicita refuerzos — Salida
de la escuadra patriota — Empeña combate delante de Martín
García — Situación crítica — Los "Dragones de la Patria" y "San
Patricio" — Asalto déla isk — Es evacuada por el enemigo — Re-
gresa Brown a Buenos Aires 61
Cap. VI — Efectos que produce en Montevideo el desastre de Romarate —
Ordénase a la división de reserva dar la vela en su auxilio —
— 31S —
Pág.
Luminarias en el Ct-rn/o — Retroceso de Primo de Rivera — El
comodoro Heywood — Singular coincidencia — Tumultos populares
— El Directorio Argentino propone un arreglo bajo la mediación
inglesa — Sus comisionados en Montevideo — El mariscal Vigodet
somete al Cabildo las bases de la negociación — Rechazo unánime —
Ultima conferencia — Denunciase el armisticio — Apertura de la
campaña naval sobre Montevideo — Embarco de Brown — Crucero
a la vista del enemigo — Restablecimiento de la comunicación con
el ejército de Oriente — Estréchase el bloqueo -jj
Cap. VII — Sorpresa de los realistas a la aparición de las naves patriotas
— Epidemia en la plaza sitiada — Caridad evangélica de Ascal-
za — Junta de guerra convocada por el gobierno — Escenas que
se producen en ella — Resolución del Mariscal Vigodet — Opinio-
nes del Cabildo — Se alista la escuadra real para el combate —
Curiosa anécdota — Sacrificios que la miseria impone a las fami-
lias— Heroísmo del bello sexo — El jefe naval dimite el mando —
Nueva citación a junta: debates violentos. Se resuelve la salida
por mar — Antecedentes del jefe del apostadero a quien se con-
fía la salvación de la plaza — Provocaciones de los bloqueadores
— Fuerza con que los bloqueados se enmaran el 14 de Mayo —
Estratagema del jefe patriota — Cámbianse los primeros tiros —
Recalan los españoles en el Buceo de la Luz — Represa del "San
Luis" — En la noche, lógrase cortar del convoy el buque insig-
nia enemigo 87
C.\p. VIII — A pesar de las calmas, Brown no desampara la caza — Traslada
su insignia a la Itatí — Es herido y trasportado a la Capitana —
Trábase la pelea — Incidentes del combate — El 17 de Mayo alum-
bra la victoria — Barcos incendiados — Horas de angustia en Mon-
tevideo— Se anuncia el desastre — Exasperación de Vigodet — El
cañón de la Hércules saluda al ejército sitiador — El despecho
popular — Gajes del triunfo — Rendición de la plaza — Su influen-
cia moral en los sucesos posteriores — Reflexiones sobre el plan
de Larrea — Sus cooperadores — Terminación de la campaña 103
Apéndice de notas complementarias e ilustrativas 121
ILUSTRACIONES
Páginas
Retrato del almirante Brown ( tricronií.i ) Portada
„ general Belgrano 6 a 7
„ „ San Martín 9 „ 10
„ .. Alvcar 12 „ 13
de la Princesa Carlot^i Joaquina de Borbón 16 „ 17
de don Manuel Sarratea 24 ,. 25
del general Rondeau 30 „ 31
Primitivo campanario del convento de San Lorenzo, tal como se conser-
vaba en 1861. — Escalera que conducía al campanario, que aún existe. 36 „ 37
Convento de San Lorenzo, con la torre que reemplazó al antiguo cam-
panario 40 ., 41
Esquema de la acción de San Lorenzo, dibujado por San Martín y ano-
tado por el general Mi-ller 44 „ 45
Carta autógrafa de San Martín a los frailes del convento de San Carlos. 46 „ 47
Mortero "Monasterio" que bombardeó a Montevideo en 1813, existente
en el "Museo Histórico de la Nación" (tricromía) 5J „ 53
Retrato del general Artigas 56 „ 57
,, de don Jnan Larrea 62 „ 6:^
Ataque a la isla de Martín García, 10 de Marzo de 1814 68 „ 69
Diagrama del combate naval de Martín García, 10 y 11 de Marzo de
1814 (tricromía) 72 ,, 7^
Retrato de don Gervasio A. de Posadas 82 „ 83
Bloqueo de Alontevideo por la escuadra de Brown en 1814 (tricromía). 88 „ 89
Escudo de don Gaspar Vigodet 92 ,, 93
Diagrama de la salida de llai escuadra realista del puerto de Montevideo.
14 de iVIayo de 1814 (tricromía ) 104 „ 105
El altmirante Brown alcanza la retaguardia española en la acción del 17
de Mayo de 1814 (tricromía") no „ 11 1
Retrato de William P. White 1 14 ., 1 1 5
Parte recibido por el Director Supremo, del triunfo de la escuadra de
Brown sobre las fuerzas navales de Montevideo, 19 de Mayo de 1814. 118 „ 119
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