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Full text of "Campañas navales de la República Argentina : cuadros históricos"

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CAMPAÑAS  NAVALES 


Guerra  de  la  Independencia 

El  combate  de  San  Lorenzo  y  la  campaña  de  Oriente 

1812-1814 


CAMPAÑAS  NAVALES 


DE  LA 


REPÚBLICA  ARGENTINA 


SAN  LORENZO  Y  EL  LAUREL  DE  MONTEVIDEO 

EN  1814 


CUADROS  HISTÓRICOS 


POR 


ANJEL  JUSTINIANO  CARRANZA 


TOMO  11. 


BUENOS  AIRES 

19  16 


>^^^ 


Digitized  by  the  Internet  Archive 

in  2011  with  funding  from 

University  of  Toronto 


http://www.archive.org/details/campaasnavales02carr 


CAMPAÑAS  NAVALES 


GUERRA    DE    LA    INDEPENDENCIA 


CAPITULO  I 
1812 

Sumario:  Situación  política  del  país  en  1812.  —  Planes  militares.  —  Me- 
didas de  defensa.  —  Las  baterías  del  Paraná.  —  Invención  de 
la  bandera  argentina.  —  Llegada  de  San  Martín  y  AlVear.  — 
Datos  biográficos  de  estos  personajes.  Peligros  de  la  situa- 
ción. —  La  política  portuguesa.  —  La  Carlota  y  el  Príncipe 
regente. — Tratado  Rademaker. 

Dijimos  al  finalizar  el  tomo  anterior  que  el  general  Vigodet 
había  anulado  el  tratado  llamado  de  "Concordia",  concertado 
por  su  antecesor,  con  motivos  aparentes,  pues  los  verdaderos 
estaban  en  que  el  avenimiento  entre  patriotas  y  realistas  era 
de  todo  punto  imposible  por  la  absoluta  oposición  de  sus  inte- 
reses respectivos,  promediando,  además  de  esta  causa  funda- 
mental, la  influente  acción  del  general  portugués  Don  Diego 
de  Souza,  que  no  solamente  alentaba  a  Goyeneche  a  avanzar 
sobre  Buenos  Aires,  foco  de  la  revolución,  y  aconsejaba  y  apo- 
yaba a  Alzaga  en  la  preparación  de  la  terrible  conspiración  que 
le  arrastró  al  patíbulo,  sino  que  con  su  ejército  era  un  antemural 
entre  Montevideo  y  nuestras  tropas,  cuyo  paso  interceptaba  en 
la  línea  del  Uruguay,  todo  lo  que  contribuía  a  complicar  y  agra- 
var la  situación  preñada  de  dificultades  que  debía  afrontar  el 
gobierno  patriota. 

Muy  lejos,  pues,  de  haberse  disipado  el  peligro,  acentuábase 
su  amenaza  a  medida  que  corría  el  tiempo ;  y  si  bien  el  gobierno 
conjurara  la  tormenta  interna  en  las  calles  de  Buenos  Aires 


sometiendo  a  los  rebeldes  "Patricios"  (i),  una  de  las  tantas 
airadas  consecuencias  de  la  disolución  de  la  Junta,  se  conden- 
saba la  oposición  política,  ardorosa  ya  en  extremo,  con  que  los 


(i)  De  regreso  el  general  Belgrano  de  su  misión  al  Paraguay  fué  nombrado 
coronel  del  regimiento  N.°  i."  de  infantería,  compuesto  por  el  primer  tercio  de 
los  "Patricios  de  Buenos  Aires"  que  mandara  hasta  entonces  D.  Cornelio  de  Saa- 
vedra,  presidente  de  la  extinguida  Junta  de  gobierno,  y  a  cuyas  órdenes  se  había 
ilustrado  en  las  jornadas  heroicas  de  la  invasión  inglesa  y  sido  el  sostén  armado 
de  la  grandiosa  revolución  de  Mayo. 

Usaban  entonces  los  gallardos  Patricios,  lo  que  constituía  una  singularidad  en 
el  ejército,  una  trenza  de  todo  el  largo  del  cabello  a  la  usanza  de  los  viejos  sol- 
dados de  Don  Pedro  de  Cevallos.  Belgrano  dispuso  por  razones  de  higiene  y  dis- 
ciplina que  desde  el  I."  al  8  de  diciembre  de  1811  los  soldados  debían  cortarse 
ese  apéndice  y  usar  en  lo  sucesivo  el  cabello  en  igual  forma  que  los  otros  cuerpos 
del  ejército.  Los  patricios  se  creyeron  afrentados,  o  por  lo  menos  lo  aparentaron, 
con  la  disposición  del  nuevo  coronel,  y  resolvieron  resistirla  a  fuerza  de  annas. 
Está,  empero,  probado  que  ésta  fué  un  pretexto  para  sublevarse  contra  el  gobier- 
no; más  que  este  pretendido  ultraje,  que  nunca  pudo  ser  tal,  influyó  en  el  ánimo 
de  la  tropa  la  pasión  política  exaltada  por  los  últimos  sucesos  en  que  el  partido 
"saavedrista",  a  que  pertenecían  en  su  casi  totalidad  aquellos  soldados,  cayó  en- 
vuelto en  la  derrota  que  sus  dirigentes  le  prepararan  en  la  funesta  revolución 
del  5  y  6  de  Abril. 

El  escándalo  militar  se  produjo  al  extinguirse  el  plazo  señalado  por  Belgrano. 
El  7  de  diciembre  el  famoso  regimiento  se  levantó  en  armas,  encabezado  por  sus 
sargentos,  fortificándose  en  el  macizo  edificio  de  Temporalidades,  que  le  servía 
de  cuartel.  En  conocimiento  de  lo  ocurrido,  el  gobierno  envió  al  edecán  Igarzábal 
con  bandera  de  parlamento  y  portando  una  conciliatoria  proclama  al  campo  de 
los  sublevados,  en  tanto  tomaba  las  medidas  necesarias  para  someterlos  por  medio 
de  las  tropas  fieles,  caso  que  desoyeran,  como  desgraciadamente  sucedió,  el 
llamado  de  la  razón  y  del  patriotismo,  cuyos  severos  mandatos  se  les  recordaba. 

Proclamados  por  tres  veces  a  deponer  las  armas  que  antes  hicieran  brillar  con 
tanta  dignidad  en  heroicas  lides,  exhortados  por  los  obispos  de  Buenos  Aires  y 
Córdoba,  agotados  todos  los  medios  pacíficos  para  reducirles  a  la  obediencia,  que 
resistieron  con  ciega  obstinación  en  la  seguridad  de  ser  apoyados  por  otros  cuer- 
pos y  por  el  partido  político  a  que  estaban  afiliados,  el  gobierno  dio  orden  de 
someterlos  tomando  por  asalto  sus  posiciorres  que  defendían  con  artillería  apos- 
tada en  las  calles.  Tocábale  desempeñar  tan  difícil  comisión  al  coronel  Rondeau 
que  con  325  soldados  de  "Dragones  de  la  Patria",  esperaba  órdenes  superiores 
en  la  calle  llamada  hoy  de  la  Victoria.  Recibida  la  de  avanzar  y  prevenido  por 
un  edecán  del  gobierno  que  un  cañón  que  tenía  a  su  frente  sostenía  a  los  suble- 
vados, respondió  que  prontamente  removería  el  obstáculo  y  lo  cumplió  con  biza- 
rría. Se  lanzó  en  el  acto  con  sus  dragones  desmontados,  sable  en  mano,  contra 
los  artilleros,  que  lo  recibieron  con  un  tiro  de  metralla,  pero  sin  darles  tiempo  de 
cargar  la  pieza  se  apoderó  de  ella.  Simultáneamente  los  amotinados  le  dirigían 
sus  fuegos  de  fusilería  desde  las  ventanas  altas  del  edificio,  que  los  dragones  so- 
portaron valientemente  a  pesar  de  sus  dolorosas  pérdidas,  contestándolo  con  los 
del  cañón  que  acababan  de  arrebatarles.  Triunfaron  al  fin  sometiendo  a  los  heroi- 
cos Patricios  que  solamente  obtuvieron  con  este  vituperable  acto  manchar  sus 
bien  ganadas  glorias  y  establecer  un  funesto  precedente  en  el  ejército  argentino. 

El  gobierno  arrojó  la  responsabilidad  del  drama  al  partido  "saavedrista",  en 
un  documento  publicado  por  bando  a  son  de  cornetas  y  tambores :  "El  día  7  de 
diciembre,  decía,  ha  presentado  esta  capital,  tantas  veces  gloriosa,  el  teatro  más 
horroroso :  al  fin  consiguieron  los  implacables  enemigos  de  la  patria  ver  con- 
sumada la  obra  de  execración  y  oprobio  eterno  con  que  habían  jurado  envolver 
en  los  desastres,  la  perdición  y  la  muerte,  a  sus  ilustres  defensores :  pero  esos 
hombres  tan  cobardes  y  despreciables  como  depravado?  en  sus   sanguinarios  pro- 


denominados  ''liberales"  o  "morenistas"  pretendían  conducirlo 
al  escollo  donde  debía  naufragar. 

El  general  Vigodet  perseguía  un  doble  propósito  militar  y 
político  alentando  a  los  enemigos  de  la  revolución  en  el  norte 
y  en  la  capital  del  extinguido  virreinato  y  trabajando  la  inter- 
vención de  general  portugués  cuya  acción  neutralizara  la  ha- 
bilidad diplomática  de  Lord  Strangford  consiguiendo  que  el 
intratable  Eho  subscribiera  el  mencionado  armisticio,  si  bien 
es  cierto  que  el  político  inglés  fué  poderosamente  auxiliado  por 
la  necesidad  que  acosaba  al  soldado  español.  La  actitud  de  su 
sucesor,  que,  como  lo  asentamos  oportunamente,  le  profesaba 
honda  mquma  personal  por  creerlo  culpable  de  la  reducción  a 
simple  Capitanía  General  de  la  herencia  Virreinal  a  que  as- 
piraba, inutilizaba  todos  los  esfuerzos  del  gobierno  revolu- 
cionario y  del  representante  inglés  y  echaba  por  tierra  todas 
las  esperanzas.  Había  que  contrarrestar  sus  perniciosos  efectos 
sacando  fuerzas  de  flaqueza,  reabriendo  el  capítulo  de  la  guerra 
reanudando  la  campaña  interrumpida  hasta  restablecer  el  sitió 
de  Montevideo,  propósito  que  apuntaban  como  indispensable 
las  necesidades  militares  del  momento  y  a  que  incitaba  al  go- 
bierno el  partido  de  oposición,  así  como  reforzar  el  ejército  del 
norte  cuyas  reliquias,  salvadas  del  desastre  del  Desaguadero 
se  retiraban  sobre  Tucumán. 

Para  hacer  efectivo  el  pensamiento  por  lo  que  se  refería  a 
la  proyectada  campaña  de  Oriente,  se  decidió  colocar  en  estado 
de  defensa  la  linea  fluvial  del  Paraná  previendo  la  posible  agre- 
sión de  la  escuadrilla  de  Montevideo,  cuyas  quillas  dominaban 
sm  oposición  las  aguas  desde  los  días  melancólicos  de  nuestro 
primer  ensa3'o  naval,  en  que  el  laurel  de  la  abnegación  v  el  he- 
roísmo fuera  cubierto  por  los  crespones  de  la  desgracia-  y  se 
dispuso,  en  consecuencia,  el  establecimiento  de  algunas  baterías 
que  protegieran  sus  costas,  así  como  el  de  campos  militares 
convenientemente  situados  para  responder  a  aquel  objetivo  en 
las  margenes  de  ambos  ríos. 

IrlTa:  Zf'ÍZTrr.^'''''  ^^J  "'^^°'  ^'""^""°  ^  ^"  ignominia,  emplear  los  mismos 
brazos  que  ganaron  para  la  patria  tantas  glorias  en  la  ejecución  <le  su  detesta- 
nrenHVIo  '  '"'""  ^  desolación.  El  regimiento  N.°  i."  ha  sido  seduc  do  y  sor- 
prendido en  sus  sentimientos;  se  han  halagado  los  vicios  que  ellos  adquirieron 
bajo  una  administración  negligente  y  corrompida,  y  al  fin  se  le  ha  hecho  servir 
al  desahogo  de  las  pasioaes  desenfrenadas  de  los  hombres  perverso.  nmó- 
ilTJJyTí:)        '  "''"  '  "'  '^  ^°^^^^^"-    ^^^"d°  -'^-"P'o   por  Ch  daña, 


—  8  — 

El  del  Paraná,  situado  sobre  el  pequeño  pueblo  del  "Rosa- 
rio" (i),  fué  confiado  al  general  D.  Manuel  Belgrano  que  lo 
estableció  sobre  la  base  de  los  "Dragones  de  la  Patria'',  un  pi- 
quete de  artillería  y  algunas  tropas  colecticias.  Inmediatamente 
puso  manos  a  la  obra  de  las  fortificaciones  cuyos  planos  y  di- 
rección fué  encomendada  al  coronel  de  ingenieros  D.  Ángel 
Monasterio,  el  mismo  a  que  aludimos  (tomo  I,  cap.  X)  histo- 
riando los  trabajos  del  patriota  Taber,  cuyos  eminentes  servi- 
cios comprometen  la  gratitud  de  la  posteridad  —  en  descubierto 
aún  —  y  que  ha  merecido  de  nuestro  ilustre  amigo  el  historia- 
dor Mitre  juicio  tan  cabal  y  honroso  como  este :  "el  Arquimedes 
de  la  revolución  de  Mayo,  que  aunque  nacido  en  España  se 
decidió  con  ardor  por  la  causa  americana,  y  fundió  los  ca- 
ñones, las  balas,  las  bombas  y  los  morteros  que  sirvieron  para 
poner  sitio  a  Montevideo.  Belgrano  y  Monasterio  eran  dos 
hombres  nacidos  para  entenderse  por  el  espíritu  de  orden  mate- 
mático de  que  estaban  poseídos,  y  por  la  actividad  y  celo  que 
desplegaban  en  el  servicio  público".  (2) 

En  tal  oportunidad  y  al  anuncio  de  una  expedición  marítima 
destinada  a  atacar  y  destruir  las  baterías  del  Rosario  concibió 
o  por  lo  menos  exteriorizó  la  idea  de  dar  a  la  revolución  su 
símbolo  visible  y  solicitó  del  gobierno  la  adopción  de  una  es- 
carapela nacional  "para  que  no  se  equivocara  con  la  de  nues- 
tros enemigos",  pero  preparatoria  del  terreno  para  ejecutar 
una  más  audaz  y  hermosa,  que  bastara  ella,  sin  necesidad  de 
otros  títulos,  a  inmortalizar  su  nombre,  puesto  que  el  2.^]  de  fe- 
brero con  ocasión  de  inaugurar  las  baterías  denominadas  In- 
dependencia y  Libertad  enarbolabá  por  su  inspiración  y  sobre 
su  responsabilidad,  sin  duda  grave,  nuestra  bandera  celeste  y 
blanca  destinada  a  pasear  los  mares  y  la  tierra  fundando  la 
libertad  do  quiera  que  halló  déspotas  (3). 


(i)  Fundado  en  1725  por  D.  Francisco  Godoy,  con  su  suegro  D.  Nicolás  Mar- 
tínez acompañado  de  su  familia  y  algunos  indios  calchaquíes.  Era  conocido  en- 
tonces por  "Pago  de  los  Arroyos"  y  hacia  1736  comienza  a  denominársele  "Ca- 
pilla del  Rosario  de  los  Arroyos"  hasta  1823  que  se  le  designa  "Villa  del  Rosa- 
rio". Fué  en  aquel  año  su  pnmera  autoridad,  "alcalde  de  la  Santa  Hermandad", 
el  capitán  D.  Francisco  de  Frías. 

(2)  Mitre. — Hist.  de  Belgrano,  tomo  II.  En  el  Apéndice,  nota  i,  damos  los  da- 
tos biográficos  de  este  personaje. 

(3)  Véase  Apéndice,  nota  N.°  2. 

..."Cual  águila  altanera  alzóse  sobre  el  mundo  —  Para  saber  qué  pueblos  nece- 
sitaban de  él  —  Y  llanos  y  montañas  atravesando,  y  ríos  —  La  libertad  clavaba 
donde  clavaba  el  pie!"   (Gutiérrez). 


En  estas  circunstancias  llegó  al  gobierno  la  renuncia  del  ge- 
neral Pueyrredón  del  comando  en  jefe  de  las  reliquias  del  ejér- 
cito escapadas  al  desastre  de  Huaquí,  fundada  en  motivos  tales 
que  imposibilitaban  rechazarla;  y  Belgrano  fué  comisionado 
para  reemplazarlo  cuando  todo  lo  indicaba  para  la  dirección  de 
la  próxima  campaña  sobre  los  campos  del  Oriente,  donde  su 
genio  había  ya  prestado  servicios  fecundos  a  la  causa  de  su 
redención  política.  Abnegado  siempre  y  presto  al  sacrificio, 
aceptó  sin  vacilar  el  nombramiento  que  el  gobierno  le  comuni- 
caba acompañándole  con  la  desagradable  información  de  que 
disponiéndose  el  vencedor  de  Castelli  a  ocupar  a  Salta  al  frente 
de  un  ejército  poderoso  y  no  quedando  otro  recurso  que  aban- 
donarle el  terreno  para  salvar  los  miserables  restos  que  queda- 
ban de  la  expedición  auxiliar  libertadora,  debía  resignarse  a 
ello,  renunciando  a  todo  pensamiento  o  propósito  de  resistencia. 
Empero,  la  decisión  patriótica  que  hace  prodigios  y  que  en 
Belgrano  era  fuerza  incontrastable  cambió  la  faz  de  los  su- 
cesos, y  con  los  restos  de  aquel  ejército  desafortunado,  escasos 
y  débiles,  salvó  heroicamente  en  los  campos  de  Tucumán  a  la 
revolución  argentina  próxima  a  sucumbir  y  conquistó  para  sí  y 
sus  hermanos  de  armas  la  inmortalidad  de  la  historia ! 

En  tales  momentos  arribaban  a  las  playas  de  la  patria  dos 
militares  llamados  a  altos  y  muy  notorios  destinos  y  a  gravitar 
con  singular  acción  propia  en  el  desenvolvimiento  de  la  revo- 
lución dentro  y  fuera  de  las  fronteras  nacionales :  San  Martín 
y  AlvEar,  que  presentaremos  con  sobriedad  a  nuestros  lectores, 
pues  que  nada  provechoso  podemos  agregar  a  su  acervo  biográ- 
fico tratado  ya  por  eximios  maestros  en  obras  fundamentales. 

Don  José  Francisco  de  San  Martín  y  Matorras  había 
nacido  el  25  de  febrero  de  1778,  en  Yapcyú,  uno  de  los  30  pue- 
blos de  las  antiguas  Misiones  guaraníticas  sobre  las  márgenes 
del  alto  Paraná,  pertenecientes  a  la  sazón  al  gobierno  de  Bue- 
nos Aires,  y  en  cuyo  departamento  desempeñaba  el  cargo  de 
teniente  gobernador,  desde  1775,  su  padre  el  capitán  D.  Juan 
de  San  Martín,  casado  con  Doña  Gregoria  Matorras,  sobrina 
y  no  hija,  como  se  ha  dicho,  del  renombrado  conquistador  del 
Chaco,  de  ese  apellido  (i).  A  los  ocho  años  de  su  edad  le  lle- 


(i)  Don  Gerónimo  Matorras  nació  en  1720  en  vSantander  en  el  seno  de  una 
familia  rica  de  aquella  ciudad.  A  treinta  años  de  su  edad  vino  a  Buenos  Aires 
comprometido  en   empresas   comerciales   de   mucho  valor.   Se   radicó   en  el  país,  al 


—  10 


varón  sus  padres  a  España,  donde  ingresó  como  alumno  en  el 
"Seminario  de  Nobles  de  ]^íadrid",  instituto  de  privilegio,  cuyo 
fin  era  educar  a  los  vastagos  de  la  aristocracia,  y  en  cuyas  aulas, 
puede  decirse  con  toda  verdad,  muy  poco  aprendió  nuestro  com- 
patriota, fuera  de  algunos  principios  de  matemáticas  y  dibujo. 

En  1789  ingresó  al  regimiento  de  infantería  de  "^Murcia",  en 
cuyas  filas  sirvió  trece  años  y  medio,  hasta  1802,  que  fué  in- 
corporado al  batallón  de  infantería  ligera  "Voluntarios  de  Cam- 
po Mayor'',  en  que  actuó  hasta  agosto  de  1809,  que  pasó  en 
calidad  de  capitán  agregado  al  regimiento  de  caballería  de 
"Borbón". 

Fué  su  primera  campaña  en  África,  en  la  plaza  fuerte  de 
"Melilla",  y  posteriormente  en  "Oran"  (1791),  donde  combatió 
sin  descanso  durante  treinta  y  tres  días  al  frente  de  su  com- 
pañía de  granaderos.  En  1793  pasó  al  ejército  de  Aragón,  sir- 
viendo en  él  ocho  meses,  y  en  seguida  al  del  Rosellón,  bajo  las 
órdenes  del  general  Ricardos,  y  concurrió  a  la  toma  de  ''Torre 
Batera",  de  "Cruz  de  Hierro",  ataque  a  las  alturas  de  "]\Ion- 
volo",  "San  Marsal"  y  baterías  de  "A'illalonga"  y  acciones  de 
la  "Hermita  de  San  Lluc".  y  "Banyuls  del  Mar"  en  1793,  como 


que  prestó  servicios  importantes  porque  era  una  persona  distinguida,  de  senti- 
mientos generosos  y  patrióticos  que  patentizó  en  numerosos  actos.  Ejerció  en 
esta  ciudad  los  cargos  de  regidor,  alférez  real  y  defensor  de  menores.  El  segundo 
lo  adquirió   en  remate,  en   1766,  y  renunció  su  propiedad  a   favor   del  rey. 

Obtuvo  el  gobierno  del  Tucumán  y  se  engolfó  en  la  dificilísima  empresa  de 
conquistar  y  pacificar  el  Gran  Chaco,  que  acometió  en  1774  con  la  actividad  y 
valentía  que  le  eran  características,  y  que  coronó  con  la  paz  celebrada  con  el  fa- 
moso cacique  Paykin  y  otros  señores  de  aquellas  regiones  cuyo  dominio  com- 
pleto escapa  aún  a  la  civilización.  Conmemorativo  de  este  episodio  se  conserva 
en  nuestro  ''Museo  Histórico  Nacional"'  un  cuadro  al  óleo  que  perteneció  a  D.  Pe- 
dro de  Angelis  y  pasó  después  a  la  colección  del  distinguido  historiógrafo  D.  Ma- 
nuel Ricardo  Trelles,  en  cuya  tela  se  reproduce  el  campamento  de  la  expedición 
en  momentos  de  celebrarse  la  entrevista  entre  Matorras  y  el  cacique  Paykin,  obra 
que  Angelis  atribuye  a  Tomás  Cabrera,  pero  en  que  tuvo  parte  principal  el  ca- 
pitán Gerónimo  Matorras,  sobrino  del  gobernador,  que  le  acompañó  en  aquella 
campaña.  De  este  cuadro,  lo  haremos  constar  de  paso,  ha  sido  tomada  la  ima- 
gen del  gobernador  Matorras  para  popularizarla  en  libros  corrientes  en  nuestro 
mercado  literario  y  muy  especialmente  en  textos  destinados  a  los  colegios,  pero 
bautizándola  con  el  nombre  del  glorioso  fundador  de  Buenos  Aires,  D.  Juan  de 
Garay,  de  quien,  desgraciadamente,  no  existe  retrato. 

El  benemérito  IMatorras  falleció  en  1775  a  inmediaciones  de  la  reducción  de 
San  Joaquín  de  Ortega  donde  se  ocupaba  de  activar  los  preparativos  para  una 
nueva  expedición  a  aquella  interesante  región  que  tan  desvelado  lo  trajo  en  la 
vida,  "locuras",  dice  el  historiador  López,  "en  que  malgastó  la  fortuna  que  tenía, 
quedando  de  ella  solamente  algunos  eriales  en  las  orillas  de  la  capital  conocidos 
hasta  ahora  poco  con  el  nombre  de  zanjas  de  Matorras  que  se  corrían  desde  el  río 
por  la  calle  de  Córdoba  y  Paraguay  hasta  los  extremos  del  oeste ;  de  ningún  valor 
entonces  y  con  un  valor  de  millones  al  presente." 


(^^"fn    J<-^  •  ¿^co^¿^^yí^ 


11 


reza  en  su  hoja  de  servicios  (i).  Asistió  al  finalizar  ese  año  a 
las  acciones  de  "San  Telmo",  "Pont  Vendres"  y  "Collioure", 
y  en  el  siguiente  a  las  del  i6  y  17  de  mayo  en  dichos  puntos 
hasta  la  rendición  de  este  último  el  día  28. 

En  la  campaña  de  1797,  embarcado  su  regimiento  a  bordo 
de  la  escuadra  del  Mediterráneo,  asistió  al  combate  naval  del 
"Cabo  de  San  Vicente",  desastroso  para  las  armas  españolas, 
y  al  que  sostuvo  el  15  de  agosto  de  1798  la  fragata  "Santa  Do- 
rotea" contra  el  navio  inglés  "León",  y  en  que  se  rindió  aquélla 
después  de  salvar  heroicamente  el  honor  de  la  bandera  que,  sea 
dicho  en  justicia,  nunca  dejó  mancillar  la  arrogancia  de  los 
marinos  españoles. 

Asistió  a  la  campaña  de  Portugal  y  a  la  de  la  independencia 
española,  combatiendo  en  el  ejército  de  Andalucía  en  "Arjo- 
nilla",  donde  se  distinguió  singularmente  (2),  y  en  "Bailen", 
mereciendo  por  su  comportamiento  ser  mencionado  en  la  orden 
del  día,  ascendido  a  teniente  coronel  y  condecorado  con  una 
medalla  de  honor.  Posteriormente  concurrió  a  la  batalla  de 
"Tudela"  (1810)  y  a  la  sangrienta  acción  de  "Albuera"  (1811) 
donde  saldó  su  deuda  con  la  madre  patria,  como  lo  dice  su  emi- 
nente historiador.  "Veintidós  años  hacía  que  acompañaba  a  la 
madre  patria  en  sus  triunfos  y  reveses  sin  desampararla  un 
solo  día.  En  este  lapso  de  tiempo  había  combatido  bajo  sus 
banderas  contra  moros,  franceses,  ingleses  y  portugueses, 
por  mar  y  por  tierra,  a  pie  y  a  caballo,  en  campo  abierto  y 
dentro  de  murallas.  Conocía  prácticamente  la  estrategia  de 
los  grandes  generales,  el  modo  de  combatir  de  todas  las  na- 


(i)  Véase  Apéndice,  nota  3. 

(2)  "El  28  de  Junio  de  1808  el  valeroso  capitán  San  Martin,  como  se  le  cali- 
fica en  el  parte  de  la  acción,  comprometía  combate  con  sus  guerrillas  de  vanguar- 
dia, en  el  punto  denominado  Arjonilla,  con  las  tropas  francesas  invasoras  del  suelo 
español.  San  Martín,  ilustre  libertador  de  América  después,  cargaba  en  aquella 
ocasión  sable  en  mano  al  enemigo,  como  lo  hiciera  posteriormente  en  San  Lorenzo 
y  en  Chacahuco  peleando  por  la  libertad  de  su  patria.  Comprometido  personalmen- 
te, y  en  momentos  de  ser  matado  por  un  dragón  francés,  se  interpone  y  le  salva 
la  vida  el  soldado  del  Regimiento  de  Húsares  de  Olivcncia,  Juan  de  Dios,  a  quien 
San  Martín  recomienda  en  su  parte.  .  , 

Si  Cabra!  sacrificándose  en  San  Lorenzo  para  salvar  la  vida  del  Gran  capitán 
conquistó  la  gratitud  argentina,  bien  merece  el  bizarro  soldado  español,  salvador 
también  en  el  combate  de  Arjonilla  del  más  ilustre  y  genial  de  los  libertadores  de 
América,  el  respeto  y  la  gratitud  de  los  argentinos,  puesto  que  librando  la  vida  del 
futuro  redentor  de  la  patria  allá  en  las  lejanas  orillas  del  Guadalquivir,  salvó,  en 
verdad,  la  independencia  del  mundo  americano".— José  J.  BiEdma.  {Servidores  be- 
neméritos de  la  Patria). 


-  12  — 


dones  de  Europa,  la  táctica  de  todas  las  armas,  la  fuerza 
irresistible  de  las  guerras  nacionales  y  los  elementos  de  que 
podia  disponer  España  en  una  insurrección  de  sus  colonias : 
el  discípulo  era  un  maestro  en  estado  de  dar  lecciones.  En- 
tonces volvió  los  ojos  hacia  la  América  del  Sur,  cuya  inde- 
pendencia había  presagiado  y  cuya  revolución  seguía  con 
interés,  y  comprendiendo  que  aún  tendría  muchos  esfuerzos 
C[ue  hacer  para  triimfar  definitivamente,  se  decidió  a  regre- 
sar a  la  lejana  patria,  a  la  que  siempre  amó  como  a  la  ver- 
dadera madre,  para  ofrecerle  su  espada  y  consagrarle  su 
A  ida."   (i) 

San  Martín  fué  acogido  con  la  distinción  que  sus  méritos 
imponía,  y  a  pocos  días  de  su  llegada  fué  incorporado  al  ejército 
en  su  grado  militar  de  teniente  coronel,  ganado  honrosamente 
en  veintidós  años  de  servicios  bajo  la  carpa  del  soldado  y  bauti- 
zando cada  uno  de  sus  galones  con  el  fuego  de  las  batallas,  ese 
óleo  de  los  valientes  que  pone  el  sello  de  su  consagración  abne- 
gada al  bien  y  a  la  gloria  de  la  patria.  Se  le  comisionó  para  la 
organización  de  un  escuadrón  de  caballería  de  línea  que  deno- 
minó "Granaderos  a  Caballo",  cuyo  plan  presentó  el  17  y  fué 
aprobado  el  21  de  marzo  de  181 2,  dándosele  por  sargento  ma- 
yor (2.°  jefe)  a  su  compañero  de  viaje,  Alvear,  y  que  fué  pie  y 
origen  del  después  famosísimo  regimiento,  el  cuerpo  veterano 
más  glorioso  que  ha  contemplado  América ! 

Hemos  recordado  a  su  compañero  y  debemos  dedicarle  algu- 
nas palabras  al  contemplarle  entrar  en  escena  con  la  gallarda 
rumbosidad  que  le  era  tan  propia.  Don  Carlos  Antonio  José 
de  Alvear  y  Balvastro  era  de  exterioridades  más  brillantes  que 
el  rígido  veterano  de  Arjonilla  y  de  Bailen,  pero  no  tenía,  ni  con 
mucho,  la  solidez  de  sus  cualidades  militares,  la  austeridad  insig- 
ne de  su  carácter,  las  virtudes  personales  y  la  profimdidad  del 
genio  que,  a  pesar  de  su  modestia,  le  hizo  descollar  siempre  entre 
todos  los  circunstantes.  Hijo,  más  que  de  sus  obras,  del  favor 
de  su  alto  linaje  y  distinguidísima  posición  social  y  política  de 
su  padre  don  Diego  de  Alvear  y  Ponce  de  León,  brigadier  de  la 
real  armada,  de  familia  antiquísima  de  la  aristocracia  españo- 
la, ascendió  en  el  ejército  peninsular  a  alférez  de  ''Carabineros 
Reales",  asistiendo  a  la  guerra  de  la  independencia  y  comba- 


(i)   Bartolomé  Mitre — Historia  de  San  Martin. 


¿^^<i<^^    -c.^^ 


—  la- 
tiendo en  "Yévenes",  "Ciudad  Real"  y  "Vitoria",  pasando  a 
Cádiz  en  1810  al  lado  de  su  progenitor,  de  quien  se  separó  en 
septiembre  de  181 1  para  trasladarse  a  Londres  con  el  propó- 
sito de  dirigirse  a  América  a  ofrecer  sus  servicios  a  la  noble  cau- 
sa de  la  emancipación  política  por  que  luchaban  sus  compa- 
triotas. 

Era  a  la  sazón  un  apuestisimo  mozo  de  veintidós  años — na- 
cido en  Santo  Ángel  de  la  Guardia,  pueblo  de  las  Misiones  gua- 
raníticas,  el  25  de  octubre  de  1789 — con  méritos  positivos  pero 
sin  duda  inferiores  a  la  apreciación  cjue  él  ( i )  y  sus  admirado- 
res hacían  de  ellos,  lo  que  le  condujo,  desventuradamente,  a  mu- 
chos de  los  errores  que  empequeñecieron  su  figuración  y  apo- 
caron la  eficiencia  de  su  indudable  dedicación  al  servicio  y  be- 
neficio de  su  país ;  pero,  con  todo,  su  influencia  fué  poderosa  y 
algunas  veces  gloriosamente  ejercitada  en  los  sucesos  de  aque- 
llos tiempos  memorables.  Su  personalidad  histórica  es  aún  dis- 
cutida, pero  nadie  podrá  disputarle  y  menos  negarle  los  títulos 
que  le  acreditaron  para  figurar  en  situación  culminante  en  los 
primeros  años  de  la  revolución,  a  la  que  dio  honra  y  provecho 
como  legislador  en  la  inolvidable  Asamblea  Nacional  del  año 
XIII,  como  militar  en  la  campaña  de  Oriente  expugnando  la 
resistencia  de  Montevideo,  o  abatiendo  el  vuelo  de  las  águilas 
imperiales  en  las  llanuras  inolvidables  de  Ituzaingó.  Por  eso 
un  joven  escritor,  tan  entusiasta  como  erudito,  ha  dicho  con 
justicia  que  estos  dos  nombres  cubren  con  exceso  sus  veleidades 
y  sus  extravíos;  y  en  el  monumento  que  perpetúe  su  memoria 
habrá  cadenas  rotas,  laureles  y  un  sol  de  libertad  que  iluminará 
su  nombre  hasta  las  más  lejanas  edades!  (2) 

Llegaron  en  el  momento  más  oportuno.  Los  sucesos  desgra- 
ciados del  ejército  del  norte,  la  obligada  retirada  del  ejército 


(i)  "San  Martín  al  regresar  a  su  patria,  dice  Mitre,  era  un  hombre  obscuro 
y  desvalido,  que  no  tenía  más  fortuna  que  su  espada,  ni  más  reputación  que  la 
de  un  valiente  soldado  y  buen  táctico.  Su  compañero  Alvear,  por  el  contrario, 
rico  y  precedido  de  la  fama  de  generoso,  llevaba  un  apellido  que  se  había  ilus- 
trado en  el  Río  de  la  Plata,  encontraba  una  familia  hecha  y  en  valimiento,  y  con 
las  brillantes  exterioridades  que  le  adornaban,  las  simpatías  debían  brotar  a  su 
paso.  Poseído  de  una  ambición  sensual  de  gloria  y  de  poder,  improvisador  en 
acciones  y  palabras  que  se  dejaba  gobernar  por  su  imaginación  fogosa,  talento 
de  reflejo  que  no  emitía  la  luz  propia,  sin  el  resorte  de  la  voluntad  perseverante. 
Alvear  formaba  contraste  con  San  Martín...  Bajo  estos  auspicios,  Alvear  asumió 
respecto  de  San  Martín  la  actitud  de  un  protector,  exagerándose  su  propia  im- 
portancia, y  lo  recomendó  al  gobierno  de  las  Provincias  Unidas  como  un  buen 
militar,  pero  cuidó  de  colocarse  él  en  primer  término." 

(2)  Adolfo  P.  Carranza.  "Centenario  de  Alvear". 


—    M 


de  operaciones  en  la  Banda  Oriental,  la  pérdida  del  queche  Hie- 
na y  toma  de  Patagones  que  hemos  historiado  a  su  tiempo,  y 
otras  muchas  causas  internas  y  externas  habían  tornado  deli- 
cadísima la  situación  del  gobierno,  que  ya  no  respondía  a  las 
exigencias  de  la  opinión.  A  los  hombres  que  lo  desempeñaban 
se  les  acusaba  de  ejercer  un  poder  despótico,  de  desconocer  las 
necesidades  militares  de  la  revolución  y  de  retardar  arbitraria- 
mente la  reunión  de  una  asamblea  nacional  con  el  propósito  de 
eludir  la  creación  de  un  veedor  político  incómodo  que  contralo- 
rease sus  actos  y  decisiones,  cuando  era  la  verdad  que  no  la  con- 
vocaban por  considerarla  prematura  y  peligrosa ;  de  dictar  me- 
didas o  reformas  inconclusas,  truncas,  y  esto  era  exacto,  que  no 
ajustándose  a  un  plan  fundamental  mantenían  la  revolución  en 
un  carácter  indefinido;  causas  todas  suficientes  a  dar  pie  y  ra- 
zón de  ser  a  una  oposición  ardorosa  capaz  de  llegar  a  cualquier 
extremo  para  satisfacer  los  anhelos  de  su  civismo. 

A  esto  se  agregaba  el  peligro  portugués,  de  que  después  se 
tuvo  la  comprobación  escrita  en  la  correspondencia  tomada  por 
Belgrano  al  general  español  Tristán,  dado  que  el  general  Souza 
de  acuerdo  con  la  famosa  Carlota  de  Borbón  y  el  mariscal  Vi- 
godet  amenazaba  con  sus  tropas  nuestro  litoral  y  ofrecía  la 
ayuda  de  sus  armas  a  Goyeneche,  gravísima  contingencia  que 
neutralizó  hábilmente  la  acción  diplomática  arribándose  a  un 
acuerdo  entre  el  príncipe  regente  del  Brasil,  contrario  a  las  pre- 
tensiones de  su  augusta  consorte  (i),  y  nuestro  gobierno,  sella- 


(i)  Ocupado  Portugal  por  los  franceses  que  obligaron  al  principe  regente  don 
Juan  de  Braganza  y  su  corte  a  trasladarse  al  Brasil,  dominada  España  por  las 
armas  francesas,  corrían  grave  peligro  sus  posesiones  americanas.  Llegada  la  corte 
de  Lisboa  a  Río  de  Janeiro  en  enero  de  1808,  la  esposa  del  príncipe  regente  doña 
Carlota  Joaquina  de  Borbón,  hija  de  Carlos  IV  y  hermana  de  Fernando  VIL 
rey  de  España  preso  en  Bayona  a  la  sazón,  se  dirigió  al  Cabildo  de  Buenos  Ai- 
res participándole  el  estado  de  postración  en  que  estaba  la  Península,  los  temo- 
res de  que  Napoleón  pretendiese  extender  su  dominación  hasta  el  Río  de  la  Plata 
y  la  conveniencia  de  que  estas  posesiones  españolas  se  colocaran  bajo  el  amparo 
de  los  gobiernos  de  Portugal  y  de  Inglaterra  por  ser  la  princesa  citada  el  único 
representante  de  la  familia  de  Borbón  libre  de  la  opresión  francesa,  a  fin  de  evi- 
tar toda  innovación  en  estos  dominios  que  fuera  contraria  a  los  legítimos  inte- 
reses de  la  monarquía  española.  El  cabildo  de  Buenos  Aires  asumiendo  desde  el 
primer  momento  una  actitud  definida,  protestó  que  le  sobraban  voluntad  y  ele- 
mentos para  conservar  estos  dominios  sujetos  a  la  dependencia  del  monarca  es- 
pañol, y  que  no  admitiría  en  ninguna  forma  la  menor  alteración  de  su  situación 
política  sin  orden  directa  y  precisa  del  rey,  a  pesar  de  los  muchos  respetos  que 
le  merecía  su  augusta  hermana,  y  que  aun  en  el  caso  de  una  cesión  de  derechos 
del  monarca  español  al  emperador  de  los  franceses,  que  siempre  tendría  que  ser 
forzada,  se  limitaría  a  sostener  y  defender  los  derechos  de  la  casa  real  de  Bor- 
bón que  era  la  única  dueña  legal  de  estos  dominios.  Pero  los  sucesos  posteriores 


15 


do  por  el  convenio  o  tratado  de  26  de  mayo  de  1812,  en  el  cual 
ambas  altas  partes  contratantes  se  comprometían  a  guardarse 
recíprocas  consideraciones,  y  de  que  dio  noticia  una  ''Extraor- 
dinaria Ministerial"  en  los  siguientes  términos: 

Ayer  llegó  a  esta  Capital  el  teniente  coronel  D.  Juan  de 
Rademaker  en  clase  de  enviado  extraordinario  de  S.  A.  R.  el 
príncipe  regente  de  Portugal.  Fué  recibido  en  el  muelle  por 
uno  de  los  edecanes  del  gobierno  superior,  y  conducido  al  pa- 
lacio de  la  fortaleza,  en  donde  se  le  tenía  ya  preparado  el  co- 
rrespondiente alojamiento.  A  las  7  de  la  noche  pasó  el  secre- 
tario de  estado  a  cumplimentarlo,  y  anunciarle  la  audiencia 
que  le  acordaba  el  gobierno  en  la  sala  de  su  despacho.  Pasó 
inmediatamente  el  enviado,  y  fué  recibido  por  S.  E.  con  las 
mayores  demostraciones  de  estimación  y  aprecio.  Reconocidos 
sus  diplomas  y  abierta  la  sesión,  expuso  que  las  miras  de  S.  A.  R. 
no  tenían  otro  objeto  que  restablecer  sólidamente  las  relaciones 
de  paz,  amistad  y  buena  armonía  entre  ambos  territorios :  que 
a  este  fin  se  había  anticipado  S.  A.  en  comunicar  sus  órdenes 


indujeron  a  la  Carlota  a  ocupar,  a  título  de  derechos  eventuales  en  su  carácter 
de  hermana  de  Fernando  VII,  el  gobierno  del  Río  de  la  Plata,  a  lo  que  se  opuso 
el  embajador  inglés  ante  la  corte  portuguesa  con  la  leal  y  honrada  adhesión  de 
D.  Juan  VI,  esposo  de  la  ambiciosa,  que  era  todo  un  hombre  de  honor.  Desde 
entonces  la  Carlota  comenzó  una  guerra  de  intrigas  contra  el  embajador  inglés 
y  el  príncipe,  su  esposo,  persiguiendo  el  propósito  de  coronarse  en  el  Río  de  la 
Plata  en  nombre  de  sus  derechos  a  la  regencia  de  España  como  hermana  de  su 
rey  prisionero,  y  alióse  con  este  propósito  con  algunos  patriotas  argentinos  que 
se  hallaban  refugiados  en  Río  de  Janeiro  perseguidos  por  las  autoridades  de 
Buenos  Aires  por  haber  patrocinado  un  plan  de  independencia  bajo  la  protección 
de  Inglaterra.  Entre  esos  patriotas  figuraba  D.  Saturnino  Rodríguez  Peña  que 
se  dejó  entusiasmar  por  los  planes  de  la  Carlota,  creyéndola  capaz  de  fundar  la 
independencia  política  del  Río  de  la  Plata.  "  Ella,  dice  López,  que  era  una  mujer 
aturdida  y  aventurera,  sin  escrúpulos  de  ningún  género,  fea  y  desaseada  como 
una  bruja,  vulgar  y  de  costumbres  relajadas,  sin  ningún  accidente  de  los  que 
distinguen  a  una  dama,  medio  hombre  en  la  voz,  en  el  tranco,  en  el  modo  de 
llevar  el  traje,  en  los  ademanes  y  en  sus  inspiraciones,  estaba  pronta  a  entrar 
por  todo  a  trueque  de  ser  reina,  y  no  simple  mujer  de  rey".  Pero  si  bien  en- 
traron en  sus  planes,  empujados  por  la  pasión  de  la  libertad,  hombres  como 
Belgrano,  Vieytes,  Castelli  y  Pueyrredón,  todo  fracasó  porque  esos  planes  ca- 
recían de  base  popular  y  porque  el  país  repudiaba  toda  concomitancia  política 
con  los  portugueses.  Otras  necesidades  y  sucesos  llevaron  la  atención  de  esta 
mujer  hacia  las  regiones  europeas  en  que  se  debatían  los  destinos  de  su  monar- 
quía. Trasladada  a  Portugal  hizo  allí  funesta  figura  debatiéndose  entre  su  pue- 
blo, su  esposo  y  su  hijo  Migueli.  Portugal  nada  tiene  que  agradecerle,  ni  cree- 
mos que  la  recuerde  con  respeto.  Murió  a  los  55  años.  Fué  muy  fea  como  mu- 
jer y  muy  mala  como  esposa — digna  hermana,  sin  duda,  de  Fernando  VII,  de 
aborninable  memoria.  Su  esposo,  D.  Juan  VI,  gentilísimo  caballero,  la  repudió 
públicamente  en  1806  y  con  razón  porque  siempre  tuvo  en  ella  un  enemigo  irre- 
conciliable. Nuestro  país  debe,  pues,  reconocimiento  al  príncipe  portugués  que 
contribuyó  poderosamente  a  esterilizar  las  ambiciones  insensatas  de  esa  princesa. 
Se  dice  que   el  principe  murió   envenenado  en    1826. 


16 


al  general  D.  Diego  de  Souza  para  que  con  todo  su  exército 
y  sin  pérdida  de  instantes  se  retirase  a  las  fronteras  portugue- 
sas: que  lo  suponía  ya  en  marcha,  mediante  a  que  había  remi- 
tido los  pliegos  en  la  semana  anterior,  y  que  para  formar  y 
sancionar  los  tratados  de  la  negociación  pedía  a  nombre  de  S.  A. 
el  príncipe  regente  que  cesasen  las  hostilidades  entre  ambos 
exércitos,  y  no  se  embaraze  la  retirada  del  portugués  a  su  te- 
rritorio. Al  mismo  tiempo  presentó  un  oficio  del  embaxador  de 
S.  Ai.  B.  cerca  de  S.  A.,  en  que  interponía  la  mediación  y  ga- 
rantía del  rey  de  la  Gran  Bretaña  sobre  la  firmeza  y  validación 
de  los  tratados,  que  se  celebren.  El  gobierno,  fiel  a  sus  principios 
y  para  dar  una  prueba  positiva  de  que  las  armas  victoriosas  de 
la  patria  no  tienen  otro  objeto  que  abatir  el  orgullo  de  los  tira- 
nos y  defender  con  honor  la  libertad  y  la  independencia  civil 
de  las  provincias  unidas  del  Río  de  la  Plata,  ha  venido  en 
conceder  el  armisticio  y  mandar  retirar  nuestras  tropas  del 
territorio  portugués,  ínterin  se  concluye  la  negociación  y  se 
ratifican  los  tratados  con  intervención  de  las  autoridades  res- 
pectivas, de  que  instruirá  inmediatamente  a  los  pueblos  para 
su  inteligencia  y  satisfacción.  —  Buenos  Aires,  27  de  mayo 
1812. — Feliciano  Antonio  CJücIana  —  litan  Martín  de  Piiey- 
rredón — Bernardino  Rivadavia — Xicolás  de  Herrera,  secre- 
tario. "  (i) 

Y  en  efecto,  como  animaba  a  ambas  partes  la  más  viva  vo- 
luntad por  arribar  a  un  arreglo  igualmente  ventajoso,  se  con- 
certó en  esa  misma  noche  el  armisticio  que  libraba  a  nuestro  go- 
bierno de  los  temores  que  le  infundían  la  política,  más  que  inde- 
finida, tortuosa  y  amenazante  del  gabinete  portugués,  lo  que 
era  a  la  vez  un  triunfo  importantísimo  de  la  revolución,  pues 
que  tuvo  trascendentales  consecuencias  en  su  favor.  Por  dicho 
arreglo  se  convino  que  cesarían  inmediatamente  las  hostilida- 
des entre  las  tropas  dependientes  de  los  dos  gobiernos  y  al  efecto 
se  les  enviaría  diligentemente  el  correspondiente  aviso  a  los  ge- 
nerales en  jefe  de  los  respectivos  ejércitos;  se  observaría  entre 
éstos  un  armisticio  ilimitado,  y  en  el  caso  que  por  alguna  cir- 
cunstancia fortuita,  inevitable,  fuera  necesario  recurrir  a  las 
armas,  quedaban  los  jefes  de  las  fuerzas  sujetos  a  la  inexcusa- 
ble obligación  de  avisarse  el  rompimiento  de  las  hostilidades 


( I )   "Extraordinaria   Ministerial   de    Buenos   Aires  —  Miércoles   27   de   Mayo   de 
1812"  —  Imprenta   de   Niños   Expósitos. 


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—  17  — 

con  tres  meses  de  anticipación.  Los  aludidos  generales  darían 
las  órdenes  necesarias,  así  que  recibieran  noticia  de  la  conven- 
ción ajustada,  para  evitar  todo  choque,  como  para  retirar  sus 
tropas  a  la  mayor  brevedad  dentro  de  las  jurisdicciones  de  los 
■estados  de  que  dependían,  entendiéndose  los  límites  de  éstos 
los  mismos  que  se  reconocían  "antes  de  empezar  sus  marchas  el 
ejército  portugués  hacia  el  territorio  español"  y  se  declaraban 
inviolables  ambos  territorios  en  tanto  subsistiera  la  convención 
cuyos  términos  subscribieron  en  representación  de  sus  gobier- 
nos el  secretario  Herrera  v  el  comisionado  Rademaker. 


Tomo    ir 


CAPITULO  II 
1812 

SuMAKJü:  Conspiración  de  Alzaga.  —  Plan  y  propósitos  de  los  conjura- 
dos. —  Impopularidad  del  Triunvirato.  —  Revolución  del  8  de 
octubre  de  1812.  —  Nueva  campaña  sobre  la  Banda  Oriental 
del  Uruguay.  —  Segundo  sitio  de  Montevideo.  —  Batalla  del 
Cerrito. 

Parece  que  este  personaje  insinuó  a  Pueyrredón,  miembro  del 
triunvirato,  en  términos  vagos  pero  que  confirmaron  sospechas 
o  indicios  que  ya  se  tenian,  el  inminente  y  gravísimo  peligro  que 
amenazaba  la  estabilidad  del  gobierno  revolucionario  por  el  pró- 
ximo estallido  de  la  conspiración  tramada  por  D.  Martín  de 
Alzaga  y  Olavarría  ( i ),  y  que  resultó  de  enormes  proporciones, 


(I)  Era  D.  Martin  de  Alzaga  un  hombre  de  patriotismo  fanático,  carácter  re- 
cio y  pasiones  ardorosas.  Natural  de  las  provincias  vascongadas,  vino  al  Río  de 
la  Plata  y  fijó  su  residencia  en  Buenos  Aires,  siendo  joven,  y  labró  en  poco  tiempo 
una  sólida  fortuna.  Asegurado  su  presente,  gracias  a  felices  especulaciones  mer- 
cantiles, dedicóse  a  la  vida  pública,  cuyo  teatro  ofrecía  vasto  escenario  a  su  in- 
teligencia y  ambiciones.  En  1794  comenzó  a  figurar  en  el  tribunal  del  Consulado 
y  en  su  seno  se  hizo  el  adalid  del  monopolio  y  la  opresión  mercantilista,  d'ecla- 
rándose  acérrimo  enemigo  de  las  ideas  liberales  de  Belgrano,  Cervino  y  otros 
economistas  que  buscaban  en  el  libre  intercambio  la  fuente  más  fecunda  del  pro- 
greso de  estos  países.  Cuando  la  sonada  conspiración  de  los  franceses  fué  nom- 
brado juez  pesquisidor  y  es  fama  que  usó  del  tormento  para  arrancar  a  esos  in- 
felices la  revelación  de  la  verdad  que  suponía  negaban.  A  este  antecedente  res- 
pondió la  conducta  de  aquel  Santiago  Antonini  que  diez  y  siete  años  más  tarde 
abrazaba  y  besaba  con  efusión  el  madero  de  que  contemplaba  pendiente  su  ca- 
dáver. .  . 

Conocida  es  la  acción  de  Alzaga  en  las  invasiones  inglesas  y  el  ascendiente 
que  su  energía,  valentía  y  acierto  en  esa  ocasión  le  dio  en  la  opinión  pública. 
Desde  entonces  fué  el  jefe  único  y  prestigiosísimo  del  partido  español,  y  llevado 
a  la  presidencia  del  Cabildo  se  puso  al  frente  de  los  peninsulares  para  quebran- 
tar la  autoridad  de  Liniers  a  quien  suponía  el  caudillo  futuro  de  los  criollos  que 
soñaban  con  la  emancipación  política  de  su  país,  respecto  de  los  cuales  abrigaba 
la  misma  duda  que  aquel  diputado  a  Cortes  extraordinarias  de  la  isla  de  León 
(Cádiz)  que  decía  en  pleno  congreso  ''ignorar  todavía  a  qué  clase  de  bestias  per- 
tenecían los  americanos'' .. .  Instigador  de  la  conspiración  de  i.°  de  Enero  de 
1809  en  que  jugó  a  cartas   vistas,  pagó  las  consecuencias  con   el   destierro  perso- 


20 


})ues  no  menos  de  diez  mil  españoles  europeos  que  conscrva])a 
en  su  seno  la  ciudad,  todos  animados  de  ardoroso  patriotismo 
y  exacerbados  por  el  odio  que  les  inspiraba  la  supremacía  patri- 
cia, se  liabian  puesto  decididamente  al  servicio  del  pensamiento 
reaccionario  de  aquel  arrooante  caudillo  rpie  soñaba  dar  el  gol- 
])e  mortal  a  la  causa  de  la  libertad  en  su  ])ro])ia  cuna. 


nal  y  el  dcsarine  de  sus  secuaces,  recibiendo  su  partido  un  golpe  realmente  mor- 
lal,  piies  la  reacción  fué  imposible.  La  revolución  de  mayo  concluyó  de  anona- 
darlf»  y  dcsajiareció  en  absoluto  de  la  escena  hasta  1812  que  intentó  una  reapari- 
ción digna  de  si  mismo  por  lo  audaz  y  bravia.  Halló  el  patíbulo. 

Ocupándose  de  la  conspiración,  La  Gaceta  Ministerial  de  la  época,  se  pregun- 
taba:... "Martín  Alzaga,  en  una  edad  sexagenaria,  con  un  caudal  ingente,  en 
'■  un  predicamento  respetable  en  la  sociedad,  con  una  mujer  y  catorce  hijos,  en- 
"  lazado  con  muchas  familias  de  esta  capital,  ¿qué  objeto  pudo  inducirlo  a  un 
'■proyecto  tan  liorroroso?.  .  .'"  Efectivamente,  sus  hijos  eran  trece,  a  saber:  Doña 
Lucía,  Francisca,  Cecilio,  Xarcisa,  Angela,  Félix  (que  murió  siendo  general  en 
1841),  Ana,  Agustina.  Andrea.  Paula,  Atanasia.  Tiburcia  y  Francisco  (complicado 
en  el  suceso  de  Alvarez  en  1827^.  La  primera  casó  con  Don  José  Requena;  la 
segunda  con  D.  Juan  Minondo :  la  tercera  con  Don  Matías  de  la  Cámara  y  Ana 
con  (iauna.  Una  vez  viudas  y  ya  muerto  Alzaga.  se  casaron  nuevamente  Xarcisa 
con  Don  ^Manuel  Olavarría,  bilbaíno,  y  Ana  con  Don  Mariano  Fragueiro.  Cuando 
Tuvo  lugar  la  ejecución  de  aquel,  se  encontraban  en  Europa  su  hija  Lucía  con 
d  esposo;  sus  yernos  Minondo  (primo  de  Alzaga)  y  (".auna,  más  su  hijo  Don 
Cecilio,  quien  al  conocer  el  fin  trágico  de  su  padre,  juró  no  pisar  más  en  Bitc- 
uos  Aires.  Años  después  fué  a  Montevideo  para  contraer  matrimonio  con  su  an- 
tigua prometida,  regresando  luego  a  España,  donde  ocurrió  su  deceso.  Dos  de  sus 
hijas.  Cecilia  y  Lucía,  viven  en  Montevideo  (1874).  Estas,  y  las  señoras  Angela 
Alzaga  de  Lezama  y  Magdalena  Olavarría  de  Camelino,  son  las  únicas  descendien- 
tes del  animoso  caudillo  de  1807.  La  esposa  de  Alzaga  era  hija  de  francés  y  falleció 
en  esta  ciudad  en  1833,  en  la  casa  misma  en  que  se  casó,  que  formaba  cruz  con  la 
de  Rosas,  calle  Bolívar  y  Moreno  (que  también  era  de  Alzaga).  Dicha  señora, 
aunque  de  estatura  algo  recogida,  fué  considerada  como  una  mujer  donosa. 

D.  Martin  de  Alzaga  era  sumamente  complaciente  y  cariñoso  con  su  familia. 
Como  prueba  de  ello  cuentan  que  al  casar  a  sus  hijas  ponía  por  condición  que 
continuarían  en  su  hogar,  a  cuyo  efecto  les  trabajaba  nuevas  liabitaciones,  habiendo 
adquirido  con  esa  intención  un  gran  terreno  contiguo,  es  decir  el  que  da  frente  a 
la  actual  calle  de  Moreno.  Fué  muy  caritativo  con  los  menesterosos  y  los  sábados 
ima  de  sus  hijas  se  turnaba  en  las  limosnas  que  les  distribuía.  De  acuerdo  con  esas 
ideas  filantrópicas,  tenía  señalado  un  día  de  la  semana  para  recorrer  el  domicilio  de 
personas  vergonzantes,  ancianas  o  achacosas,  por  apartado  que  fuera,  para  llevarles 
un  socorro,  haciéndose  acompañar  por  un  amigo  de  su  confianza.  En  una  de  tantas 
recorridas,  estando  en  la  vivienda  humilde  de  uno  de  sus  protegidos,  se  ofreció 
conversar  sobre  cierta  casita  que  se  vendía  en  la  vecindad,  diciendo  éste  que  si  la 
pudiese  comprar  sería  el  mortal  más  feliz  de  la  tierra.  Alzaga.  sin  vacilar,  le  pre- 
guntó:  ¿V  con  sólo  eso  sería  usted  feliz?  A  la  respuesta  afirmativa,  repuso:  "Pues 
será  suya",  y  sacando  papel  del  bolsillo,  trazó  unas  líneas  para  el  escribano  que  lo 
servía,  añadiendo :  Déle  esto  y  que  extienda  la  escritura  para  que  la  habite  Vd.  du- 
rante su  vida.  Entonces  nuestro  hombre,  sorprendido,  exclamó:  Pero  señor  ¿cuándo 
se  la  podré  pagar? — Cuando  Vd.  pueda,  respondió  el  escrupuloso  Alzaga.  Es  de  su- 
poner la  impresión  que  recibiría  aquel  desgraciado,  apenas  comparable  con  su  gra- 
titud, quien,  al  morir,  unos  treinta  años  después  de  su  benefactor,  confesándose 
con  un  religioso  dominico,  le  encargó  que,  siendo  solo,  era  su  voluntad  que  esa  pro- 
piedad, que  ya  había  triplicado  su  valor,  volviera  a  la  familia  de  Alzaga,  la  cual 
jamás  le  molestó  al  respecto,  demostrando  así  que  su  jefe,  a  pesar  de  haber  dis- 
puesto con  minuciosidad  todas  sus  cosas,  no  la  enunciaría  en  su  testamento. 


—  21  — 


El  plan  de  lus  conjurados,  dice  la  "Gaceta",  era  de  tal  especie, 
que  no  podrá  leerlo  la  posteridad  sin  estremecerse.  Habían  ya 
lomado  sus  medidas  para  una  sublevación  en  una  de  las  noches 
en  que  el  descuido  o  la  confianza  de  los  destacamentos  militares 
asegurase  el  resultado.  A  este  fin  habían  formado  sus  compa- 
ñías y  tercios  con  los  correspondientes  oficiales.  El  padre  bethle- 
mita  fray  José  de  las  Animas  tenía  el  mando  en  jefe  de  la  ca- 
l)allería.  El  hospicio  de  la  Convalecencia  debía  ser  el  punto  de 
reunión  de  los  conjurados.  Su  primera  diligencia  tomar  el  santa 
de  la  guardia  de  "Barracas"  que  tenían  ya  comprada,  y  como 
contaban  con  el  auxilio  de  todos  los  retirados  españoles,  debían 
ocupar  los  puntos  encargados  a  su  custodia,  poniendo  sus  armas 
en  los  conjurados  más  conocidos  por  su  valor  y  pericia.  Inme- 
diatamente se  destacarían  patrullas  numerosas  para  sorprender 
a  las  nuestras  que  encontrasen  por  las  calles  y  aumentar  de  este 
modo  su  armamento.  Ea  caballería  estaba  destinada  a  sorpren- 
der el  parque  de  artillería  y  custodiar  los  extramuros,  para  que 
nadie  pudiera  escapar.  La  infantería  debía  dirigirse  a  sorpren- 
der el  cuartel  de  artillería,  el  de  los  "Tercios  Cívicos"  y  el  del 
regimiento  núm.  2.  Desde  allí  marcharía  reunida  a  tomar  el 
fuerte,  para  cuyo  intento  tenían  meditado  sacar  de  su  casa  al 
sargento  mayor  de  la  plaza,  obligarlo  a  que  llamase  y  pidiese  se 
le  abriera  la  puerta  principal  de  la  fortaleza,  en  cuyo  momento 
cargaría  sobre  ella  un  cuerpo  de  300  hombres  y  otro  de  400 
atacaría  por  la  "puerta  del  Socorro"  (que  daba  a  la  ribera)  y 
de  cuya  cerradura  poseían  la  llave  por  haber  tomado  con  anti- 
cipación el  diseño  de  cera.  Si  esta  tentativa  fracasaba,  pensa- 
ban fortificarse  en  la  recova  ( i)  y  rendir  por  hambre  la  guar- 


( I  )  La  llamada  Rc(Ova  ¡'"icja  que  el  gobierno  de  Rosas  vendió  al  Sr.  Anchorena 
y  fué  demolida  por  disposición  del  intendente  Alvear  en  1884,  era  una  serie  de 
cuartos  dobles  con  corredores  a  amplios  frentes,  que  dividía  la  plaza  principal  co- 
rriendo de  norte  a  sud  en  la  línea  de  las  calles  Defensa-Reconquista.  En  septiembre 
de  1802  fué  aprobada  su  construcción  por  el  virrey  del  Pino,  según  el  plano  trazado 
por  D.  Agustín  Conde  y  de  la  que  se  encargó  el  maestro  mayor  D.  Juan  Bautista 
Segismundo.  Estos  edificios,  que  dividieron  en  dos  la  Plaza  Mayor,  fueron  termi- 
nados en  Agosto  de  1803,  dejando  en  medio  un  pasaje  que  los  maestros  Segismundo 
y  Zelaj'a  unieron  en  1804  formando  la  construcción  que  se  llamó  Arco  Grande,  y 
que  una  tradición  sin  fundamento  atribuía  levantada  en  honor  del  triunfo  sobre 
los  invasores  ingleses.  Nuestro  distinguido  amigo,  el  entendido  y  talentoso  tradi- 
cionalista  José  Antonio  Pillado  (^)  tiene  en  preparación  una  hermosa  e  interesante 
monografía  de  la  Recova. 


(*)  Tan  meritisimo  ciudadano  a  quien  el  Dr.  Carrajiza  caliñcaba  de  "entendido  y  talentoso 
4radic!onalista"  y  hacia  el  cual  llamábamos  en  1905  la  atención  fie  nuestros  conipatriotas  (Cró- 
nica  Histórica   del    Río   Negro,   pág.   .3-m),   ignorantes   o   despreocupados   de   sus   notables   trabajos. 


nición.  La  empresa  debía  realizarse  a  las  dos  de  la  mañana  con 
el  fin  de  aprovechar  todas  las  ventajas  de  la  confusión.  Luego 
que  amaneciera,  harían  las  señales  convenidas  para  que  los  ma- 
rinos bloqueadores  bajasen  a  prestarles  su  auxilio;  y  a  efecto 
de  evitar  todo  movimiento  por  parte  de  los  americanos  y  hacer 
más  respetable  su  fuerza  y  asegurar  su  triunfo,  publicarían  un 
bando  imponiendo  pena  de  muerte  al  hijo  del  país  que  saliere 
de  su  casa  y  al  español  europeo  que  no  se  les  reuniese  con  sus 
armas. 

Conseguida  la  victoria,  serían  arrestados,  fusilados  y  colga- 
dos inmediatamente  todos  los  individuos  del  gobierno,  los  pri- 
meros magistrados,  los  ciudadanos  de  crédito  y  patriotismo  y 
los  españoles  más  adictos  a  la  causa  nacional ;  posteriormente 
serían  deportados  a  Montevideo  y  otros  puntos  los  hijos  del 
país,  porque  el  proyecto  era  que  no  quedase  en  la  Capital  un  in- 
dividuo que  no  fuese  español  europeo,  exceptuando  las  familias 
de  los  conjurados,  haciendo  venir  a  los  europeos  de  los  pueblos 
interiores  para  llenar  el  vacío  que  resultaría  necesariamente  de 
esta  medida.  Como  no  dudaban  de  la  victoria,  tenían  preparado 
el  "manifiesto''  para  jin^ar  la  regencia,  tranquilizar  al  pueblo  y 
consolar  a  las  afligidas  madres,  hijas  y  esposas  que  debían  per- 
der a  sus  hijos,  padres  y  maridos  en  la  empresa  sanguinaria  y 
diabólica.  La  Capital  sería  mandada  por  Martín  Alzaga,  sin  re- 
conocer dependencia  del  gobierno  de  Montevideo,  hasta  la  de- 
cisión de  las  Cortes,  porque  el  fin  era  restablecer  el  ascendiente 
de  los  españoles  y  volver  a  los  americanos  a  una  situaciini  mil 
veces  más  servil  que  la  pasada. 

Este  era  el  proyecto  meditado  y  el  plan  con  c|ue  debía  ejecu- 
tarse; pero  uno  de  los  complicados  se  produjo  incautamente  de- 
lante de  un  esclavo,  que  sensible  al  llamado  de  la  humanidad, 
presintiendo  las  consecuencias  funestas  de  tan  horrenda  pre- 
meditación, comunicó  a  una  persona  de  su  confianza  lo  que  aca- 
baba de  oír,  y  por  este  conducto  llegó  la  noticia  al  gobierno. 
Descubierta  la  conspiración  a  las  primeras  indagaciones,  tres  de 


murió,  sin  que  se  le  hiciera  la  debida  justicia,  el  28  de  diciembre  de  1914.  muy  poco  después 
de  Adolfo  P.  Carranza,  con  quien  fundó  nuestro  hermoso  "Museo  Histórico  Nacional"  en  1889. 
Su  interesantísima  monografia  de  la  Reco-,'a  Vieja  fué  publicada  en  19 10  en  el  primer  volumen 
de  los  estudios  históricos  que  con  el  titulo  de  "Buenos  Aires  Colonial"  dio  a  la  imprenta  en 
ese  año,  sorprendiéndole  la  muerte  en  la  preparación  de  los  siguientes  que  serán  publicados 
en  breve  por  sus  hijos  que  satisfacerán  con  ello  vin  anhelo  de  su  noble  padre  y  darán  a  I3 
bibliografía  argentina  un  elemento  valioso  por  su  importancia  para  el  conocimiento  "  de  la 
heredad  que  recibimos"  y  demostrar  en  seguida,  según  sus  propias  palabras,  "  lo  que  en  una 
centuria  hemos  hecho  a  la  vista  de  todas  las  naciones  extrañas,  cómo  hemos  acrecentado 
nuestro  caudal  y  cómo  dt  aquella  colonia  indolente  que  se  radicara  a  orillas  de!  Plata,  sur- 
gió eíita   gran   ciudad." 


—  23  — 

los  principales  comprometidos  fueron  fusilados  y  sus  cadáveres 
puestos  a  la  expectación  pública.  Alzaga,  luego  que  sintió  la 
novedad,  escapó  de  su  casa  con  ánimo  de  fugar,  pero  fueron 
vanas  sus  tentativas,  cayó  en  manos  de  la  justicia  y  pagó  con- 
dignamente sus  crímenes  contra  la  patria  ( i ) . 

El  descalabro  de  la  conspiración  de  Alzaga  ocasionó  el  de  los 
proyectos  de  Vigodet  y  del  general  Souza,  que  tuvo  que  soiiie- 
terse  mal  de  su  grado  y  obedecer  las  órdenes  de  su  gobierno, 
anteriormente  desacatadas,  y  dejar  libre  el  camino  a  la  acción 
libertadora  de  nuestras  armas  que  había  interceptado  tanto 
tiempo ;  y  ello  aceleraba  el  momento  de  proceder  enérgicamente 
sobre  el  territorio  oriental  para  debelar  a  Montevideo,  foco  del 
poderío  español  en  el  río  de  la  Plata,  y  limpiar  de  naves  enemi- 
gas las  aguas  del  anchuroso  estuario. 

Este  pensamiento,  en  gestación  de  tiempo  atrás,  aunque  de- 
tenido en  su  desarrollo  por  la  amenaza  portuguesa,  se  acrecentó 
y  adquirió  toda  su  fuerza  con  el  cambio  que  impuso  en  el  per- 
sonal gubernativo  la  revolución  pacífica  consumada  el  8  de  oc- 
tubre de  1812. 

A  pesar  de  todos  los  servicios  que  el  triunvirato,  creado  en  el 
año  anterior,  prestara  a  la  causa  de  la  emancipación,  que  le  ha- 
bían labrado  títulos  al  respeto  y  consideración  popular,  la  opi- 
nión le  era  adversa,  y  le  hacía  cargo,  como  ya  lo  dijimos,  de  ejer- 
cer una  autoridad  despótica  y  de  pretender  perpetuarse  en  el 
mando  sin  contralor  ni  contrapeso,  y  sobre  todo  de  retardar  sin 
justificación  la  convocación  de  una  asamblea  o  congreso  nacio- 
nal que  fijase  con  valentía  y  definitivamente  los  destinos  de  la 
revolución  imponiéndola  y  haciéndola  invencible,  con  lo  que  se 
ponía  en  abierta  contradicción  con  el  anhelo  público  y  sin  pre- 
tenderlo daba  pábulo  al  movimiento  sedicioso  que  se  incubaba 
en  su  contra.  Al  fin  decidió  la  convocación  de  una  asamblea, 
pero  ésta  se  inició  en  forma  que  exasperó  a  los  liberales,  exclu- 
yendo de  su  seno  arbitrariamente  diputados  que  pertenecían  a 
ese  partido  y  eligiendo  para  vocal  del  gobierno  a  otro  que  le  era 
hostil  en  todo  lo  que  se  revelaba  la  enorme  presión  del  poder  eje- 
cutivo que  la  tenía  avasallada.  A  esto  se  agregaban  cargos  gra- 
ves, no  siempre  o  completamente  justos,  pero  que  así  lo  pare- 


(i)  "Gaceta  Ministerial  del  Gobierno  de  Buenos  Aires".  —  Viernes  lo  de  julio 
de  1812.  A  excepción  de  la  parte  extractada,  véase  el  interesante  texto  de  la  expo- 
sición comentada  de  la  intentona  subversiva  en  el  Apéndice,  nota  núin.  4. 


—  24  — 

cían,  y  obraban  eficazmente  en  la  opinión,  entre  otros  el  de  te- 
ner deliberadamente  abandonado  y  sin  recursos  al  ejército  de 
Belgrano. 

Los  hombres  civiles  del  partido  liberal,  dirigidos  por  Alon- 
teagudo  ( i ) ,  buscaron  apoyo  y  fuerza  en  el  elemento  armado, 
cuyos  principales  jefes  compartían  sus  opiniones  y  anhelos,  y 
de  acuerdo  con  los  que  mandaban  las  tropas  de  la  guarnición 
fijaron  el  día  8  de  octubre  para  ejecutar  sus  propósitos.  Con 
efecto,  en  la  señalada  fecha,  y  bajo  la  egida  de  las  bayonetas,  se 
reunió  el  pueblo  en  la  plaza  Mayor  y  presentó  al  Cabildo  una  pe- 
tición firmada  por  crecido  número  de  ciudadanos  de  nota,  en  la 
(|ue  se  le  indicaba  que  reasumiendo  la  autoridad  suprema  de  que 
fuera  investido  por  el  memorable  Congreso  de  22  de  mavo  de 
1810  dispusiera  en  el  acto  la  cesación  de  la  Asamblea  y  Poder 
Ejecutivo  en  el  ejercicio  de  sus  funciones  gubernativas,  debien- 
do ser  el  personal  de  este  último  reemplazado  inmediatamente 
por  ciudadanos  que  respondieran  a  la  confianza  pública,  y  aí 
cual  se  le  encomendaba  convocar  sin  pérdida  de  momento  la 
reunión  de  un  congreso  general  (2). 

Así  lo  ejecutó  el  nuevo  gobierno  a  los  quince  días  de  ñu  ins- 


(I)  Monleaiiudo  nació  en  Tucumán  en  1785.  (iradnóse  de  doctor  en  leyes  en 
1808  en  ChuquÍ5aca.  ^íezclado  en  los  sucesos  del  25  de  mayo  de  1809,  fué  preso  y 
maltratado  por  las  autoridades  españolas.  Se  incorporó  a  nuestro  ejército  en  1810 
y  desempeñó  en  él  la  auditoría  de  guerra  y  el  cargo  de  secretario  de  Castelli. 
Se  trasladó  a  Buenos  Aires  a  raíz  del  desastre  de  Huaquí,  se  hizo  cargo  de  la 
redacción  de  la  Gaceta  Ministerial,  fundó  el  periódico  Mártir  o  Libre,  y  la  Asocia- 
ción "Patriótica",  que  le  sirvieron  de  instrumento  para  popularizarse  por  lo  va- 
liente y  ardoroso  de  su  propaganda.  En  i8ii  tuvo  actuación  de  primera  fila  en  el 
cambio  político  que  historiamos  en  el  texto,  y  figuró  en  el  siguiente  en  la  Asamblea 
Xacional.  La  revolución  de  1815  lo  lanzó  al  ostracismo,  pero  en  1817  se  puso  a  las 
órdenes  del  general  San  Martín  que  operaba  en  Chile  con  su  famoso  ejército  de 
los  Andes.  Fué  de  los  que  el  pánico  de  Cancha  Rayada  arrojó  a  Mendoza.  Participó 
allí  del  proceso  de  los  hermanos  Carrera  y  tuvo  influencia  decisiva  en  su  ejecución. 
Después  intervino  en  la  causa  de  los  conjurados  de  San  Luis  y  contribuyó  eficaz- 
mente a  levantar  el  maj'or  número  posible  de  patíbulos,  como  lo  liicicra  con  motivo 
de  la  conspiración  de  Alzaga  en  1812,  en  que  desempeñó  el  cargo  de  juez,  circuns- 
tancia que  ha  hecho  a  muchos  antipática  su  actuación  y  aun  desconocer  la  innegable 
eficacia  de  sus  servicios  a  la  causa  de  la  emancipación,  .acompañó  a  San  ^lartín  al 
Perú,  y  fué  imo  de  sus  ministros  y  también  causa  de  su  descrédito  en  la  opinión  pú- 
"blica  por  los  muchos  abusos  que  cometió.  Cuando  el  Protector  marchó  a  Guayaquil 
a  encontrarse  con  Bolívar,  un  movimiento  revolucionario  lo  arrojó  del  poder.  Fué 
desterrado,  pero  volvió  al  Perú  en  unión  del  famoso  colombiano,  a  cuyo  servicio 
se  puso.  Fué  asesinado  en  Lima  en  la  noche  del  28  de  enero  de  1825.  Según  Ramos 
Mejía  ÍJosé  María)  en  su  estudio  de  la  neurosis  en  los  hombres  célebres  de  nues- 
tro país,  Montcagudo  era  el  histérico  más  consumado  que  encierran  las  páginas  de 
nuestra  historia. 

(2)   Véase  Apéndice,  nota   X."  5. 


talación  entrando  decididamente  por  esta  determinación  y  la  ac- 
ción militar  enérgica  y  acertadísima  que  desplegó  por  la  senda 
que  la  conducía  a  afianzar  la  independencia. 

Artigas,  el  caudillo  uruguayo  jefe  de  las  tropas  colecticias 
de  aquella  banda,  habíase  retirado  con  ellas  al  levantarse  el  sitio 
de  la  ciudad  de  Montevideo,  y  arrastrando  cuantas  familias 
halló  a  su  paso  en  dirección  al  Salto,  atravesó  el  río  Uruguay 
estableciendo  su  campamento  en  su  margen  derecha  sobre  el 
arroyuelo  denominado  Ayiiy  ( i).  Allí  fué  reforzado  por  el  go- 
bierno de  Buenos  Aires,  en  vista  de  la  conducta  hostil  de  los 
portugueses  que  no  respetaban  las  cláusulas  del  tratado  de  oc- 
tubre, con  algunas  tropas  del  ejército,  lo  que  sirvió  a  Vigodet, 
como  se  ha  dicho,  de  muy  socorrido  pretexto  para  romper  el 
arreglo  y  restablecer  el  bloqueo  fluvial  de  la  Capital. 

A  la  airada  actitud  del  mandatario  español  respondió  el  ar- 
gentino creando  la  línea  militar  de  defensa  de  nuestros  grandes 
ríos  Paraná  y  Uruguay,  como  base  estratégica  de  futuras  ope- 
raciones, y  resolvió  llevar  a  la  práctica  el  pensamiento,  única- 
mente abandonado  en  apariencia  y  en  consecuencia  de  circuns- 
tancias de  fuerza  mayor,  de  asediar  por  segunda  vez  la  plaza 
de  Montevideo,  propósito  facilitado  por  el  tratado  de  paz  cele- 
brado con  el  gabinete  portugués,  puesto  que  él  disipaba  la  ame- 
naza de  intervención  de  las  tropas  que  obedecían  las  órdenes 
del  general  Souza. 

El  gobierno  nombró  general  en  jefe  del  ejército  a  don  Ma- 
nuel de  Sarratea  y  Altolaguirre  (2),  que  a  la  sazón  era  mieni- 


(  i)  En  el  apéndice,  nota  número  6.  damos  algunos  documentos  interesantes  sobre 
Jos  servicios  de  este  siniestro  personaje,  durante  la  época  colonial,  cuya  acción  anár- 
quica comprometió  posteriormente  los  más  altos  intereses  del  país,  y  uno  que  se 
refiere  especialmente  al  renombrado  éxodo  del  pueblo  de  la  banda  oriental  en  los 
finalfes  de  1811. 

(2)  Sarratea  nació  en  Buenos  Aires  el  i.í  de  agosto  de  1774  del  matrimonio 
del  acaudalado  comerciante  D.  Martin  de  Sarratea,  guipuzcoano,  y  de  doña  To- 
masa de  Altolaguirre,  de  familia  distinguidisima  en  la  sociedad  porteña.  Cursó 
sus  estudios  con  mucho  provecho  en  el  Colegio  de  Vergara  ("España)  y  resi- 
dió largos  años  en  Madrid.  De  regreso  en  la  patria  tomó  participación  activa  y  eficaz 
en  el  movimiento  emancipador  prestando  a  la  libertad  muy  importantes  servicios. 
Al  comienzo  de  la  revolución  desempeñó  una  misión  delicadísima  ante  la  corte  de 
Río  Janeiro,  cruzando  con  admirable  habilidad  los  trabajos  de  los  adversarios  de  la 
revolución,  e  imponiéndose  por  sus  talentos  y  don  de  gentes  a  la  simpatía  y  respeto 
de  sus  más  encumbrados  personajes,  sin  excluir  al  mismo  D.  Juan  VI.  El  ministro 
español  Casa  Irujo  lo  señaló  al  gobierno  de  Montevideo  como  un  agente  peligroso, 
cuya  acción  no  había  que  despreciar,  sin  exponerse  a  males  irremediables.  En  181 1 
formó  parte  del  P.  E.,  de  que  fué  nombrado  presidente,  y  pasó  por  las  razones  asen- 
tadas en  el  texto  a  niandar  en  1S12  el  ejército  destinailo  a  sitiar  a  Montevideo.  Al'lí 


—  26  — 

l)ro  del  Triumirato.  ciudadano  eminentemente  civil,  ajeno  en 
absoluto  a  la  profesión  de  las  armas,  pero  cuya  elección  expli- 
caban y  justificaban  los  antecedentes  de  su  reciente  misión  ante 
el  gabinete  portugués  en  Río  de  Janeiro,  en  cuya  Corte  dejó  la 
impresión  de  sus  muy  distinguidas  condiciones  intelectuales  y 
sociales ;  quien,  recibido  del  mando  del  ejército,  nombró  su  jefe 
de  vanguardia  al  coronel  don  José  Rondeau  ( i ) ,  que  acababa 
de  distinguirse  en  Buenos  Aires  sometiendo  con  magnífica  bra- 
vura, a  fuerza  de  armas,  a  los  "Patricios"  sublevados. 

En  el  acto  marchó  Rondeau  desde  el  Salto  en  dirección  a 
Montevideo  con  tres  escuadrones  del  regimiento  "Dragones  de 
la  Patria",  de  que  era  jefe  nato,  y  dos  piezas  de  artillería,  cuer- 
po de  vanguardia  a  que  debía  seguir  en  breve  el  ejército ;  y  el  20 
de  octubre  de  1812  acampaba  en  el  "Cerrito",  frente  a  las  mu- 
rallas de  la  ciudad,  y  "levantando  la  bandera  de  la  patria  en  el 
centro  de  los  escuadrones,  mandando  hacer  una  salva",  anun- 
ciaba a  la  plaza  que  comenzaba  el  segundo  asedio  (2). 


chocó  inmediatamente  con  Artigas,  como  no  podía  ocurrir  en  otra  forma  dada  la 
eriorme  disparidad  de  carácter,  educación  y  tendencias  de  ambos  personajes.  En 
1814  fué  comisionado  ante  las  Cortes  europeas  para  trabajar  en  interés  de  la  inde- 
pendencia argentina  y  podemos  garantizar,  en  conocimiento  de  su  correspondencia 
completa  con  el  gobierno,  que  la  historia  de  su  acción  no  ha  sido  aún  escrita  con 
sujeción  a  la  verdad  y  a  la  justicia  que  se  le  debe,  ni  puesta  en  relieve  la  habilidad 
de  su  desempeño.  En  1820  subió  al  gobierno  de  Buenos  Aires,  siendo  el  hecho  más 
trascendental  de  su  ejercicio  el  tratado  celebrado  con  los  caudillos  del  litoral,  al 
cual  no  se  le  ha  dado  aún  la  importancia  que  tuvo  en  el  aniquilamiento  de  esos 
revoltosos — especialmente  Artigas  y  Ramírez — ,  y  pasó  en  1825  a  Inglaterra  con 
el  alto  cargo  de  ministro  plenipotenciario,  enviado  extraordinario  al  Brasil  en ' 
1838  y  cerca  del  gobierno  de  Francia  en  1841,  ejercitando  ante  este  gobierno  y  el 
inglés,  en  combinación  con  Moreno,  una  tan  inteligente  como  acertada  acción  para 
neutralizar  la  de  los  enemigos  del  gobierno  de  Rosas.  Falleció  en  Limoges,  Fran- 
cia, el  21  de  Septiembre  de  1849,  y  sus  restos  fueron  repatriados  en  1850,  siendo, 
depositados  en  la  bóveda  de  propiedad  de  su  familia  en  el  Cementerio  del  Xorte 
(Recoleta)  el  16  de  Julio  con  los  honores  que  correspondían  a  su  alta  jerarquía 
diplomática. 

Sarratea  fué  un  sincero  patriota  y  dignísimo  ciudadano  que  sacrificó  en  bene- 
ficio de  su  patria  una  cuantiosa  fortuna  y  sir\-ió  con  rara  abnegación  una  causa 
que  inició  su  marcha  triunfal  llenando  de  crespones  su  hogar  con  la  ejecución  de 
Liniers,  su  hermano  político  y  su  tierno  amigo.  Creemos  que  la  imparcialidad  de 
la  historia  ha  de  someter  a  una  justa  revisión  el  fallo  que  de  su  vida  pública  han 
dado  maestros  que  respetamos,  pero   a   los  que  no   juzgamos  infalibles. 

(i)  Véase  en  el  Apéndice  nota  X."  7. 

(2)  Días  antes  habíase  situado  frente  a  las  murallas  e  iniciado  las  hostilidades 
con  la  guarnición  de  la  plaza  el  cavidillo  José  Eugenio  Culta,  hombre  vulgar,  pero 
de  gran  valor  personal  y  mucho  prestigio  entre  los  campesinos.  Era  este  uno  de 
los  varios  caudillejos  orientales  que  siguiendo  después  las  inspiraciones  anárquicas 
de  Artigas  dejaron  fama  por  sus  correrías  heroicas,  violencias  vergonzosas,  y 
acción  desordenada,  en  la  histoia  de  ese  tan  simpático  como  desgraciado  país  por 
las  luchas  intestinas  que  tanto  lo  dañan.  Figueroa  en  su  "Diario  Histórico  del  Sitio 


—  27 


A  partir  de  aquel  día  memorable  la  lucha  fué  ardorosa  y  sin 
tregua:  se  peleó  diariamente,  con  intermitencias  tan  escasas 
que  no  daba  tiempo  al  reposo,  y  con  suerte  varia,  como  en  todos 
ios  lances  de  armas  que  los  bandos  contrarios  equilibran  la  ab- 
negación y  el  coraje,  circunstancia  que  obliga  a  la  Diosa  Fortu- 
na a  acentuar  la  veleidad  a  que  es  tan  propicia,  y  particularmen- 
te en  estos  pueblos,  de  origen  común,  dueños  de  iguales  virtu- 
des, pero  que  luchaban  ])or  ideales  tan  opuestos  como  el  anhelo 
del  uno  de  emanciparse  de  una  tutela  que  ya  le  era  odiosa,  de  la 
decisión  del  otro  de  mantener  su  dominio,  hasta  entonces  indis- 
cutido,  V  que  creía  sancionado  por  el  tiempo  y  su  derecho  in- 
alienable ! 

En  aquel  largo  asedio  de  veintiún  meses  las  acciones  de  gue- 
rra más  notables  fueron  la  del  día  de  Todos  los  Santos  (i."  de 
noviembre)  y  la  del  Cerrito  el  31  de  diciembre  de  1812.  En  la 
primera,  cien  dragones  cargaron  a  trescientos  soldados  de  in- 
fantería que  salieron  de  la  plaza  antes  de  las  primeras  clarida- 
des del  alba  con  el  propósito  de  sorprender  la  avanzada  patriota 
situada  sobre  el  Arroyo  Seco,  derrotándoles  con  graves  pérdi- 
das bajo  la  brava  e  inteligente  conducta  del  teniente  coronel, 


de  Montevideo",  hace  constar  el  hecho  en  \os  siguientes  términos:  "Jueves  día 
I.»  de  Octubre.  Hoy  e'!  intrépido  Culta,  — Aquel  terrible  Artiguista.  —  Que  difun- 
diendo el  espanto  — El  campo  en  torno  domina :  — De  quien  huyendo  azoradas  — 
Guarniciones  y  familias,  —  Con  hipérboles  ponderan  —  La  fiereza  y  la  osadía,— 
Ya  del  Cerrito  la  cumbre  —  Recorre,  y  a  nuestra  vista  — Por  primera  vez  pre- 
senta—La blanca  y  celeste  insignia.  — A  este  caudillo  y  su  gente  — El  vulgo  ab- 
sorto designa  — Cual  fantasma  asoladora  —  Que  forja  la  fantasía.  —  Mucho  el 
terror  exagera,  — No  poco  inventa  la  intriga,  — Mas  el  que  imparcial  escribe,— 
Vulgaridades  evita.  —  Al  ver,  pues,  el  fiero  orgullo  — Con  que  avanza,  al  punto 
alista  — Chain  ochenta  guerreros,  — Y  a  su  encuentro  se  encamina.  — A  par  del 
heroico  jefe, -Albín  y  Ramos  seguían, —Entre  cuyos  dos  campeones  — La  fama 
queda  iiidecisa.  —  Ya  del  Cerrito  la  falda  — Tocan,  y  entre  ambas  partidas  —  Por 
las  cercas  y  caminos,  —  Se  traba  tenaz  guerrilla  :  —  Ora  osados  se  acometen,  —  Ora 
cautos  se  retiran,  —  O  en  desordenados  grupos  —  Se  derraman  por  las  quintas.  — 
Parece  que  mutuamente  —  Se  respetan,  pues  evitan  —  Que  un  sanguinoso  entre- 
vero—El  laurel  marcial  decida.  —  Repliéganse,  en  fin.  los  nuestros  — Con  dos  he- 
ridos, y  aUiva,  — Hasta  el  Onibíi.  lentamente,  (*)— Bajó  la  hueste  enemiga.— 
Ya  Rondeau,  que  Buenos  Aires  — Para  sitiarnos  destina, —  Con  su  ominosa  van- 
guardia—Se halla  en  "San  José"  este  día.  —  Seis  hace  que  hasta  aquel  punto -- 
Llegó,  y  aún  no  se  apro.xima,  —  Pues  más  refuerzos  espera  —  Según  "La  Gaceta 
indica.   (**)" 

{*)   El  ombú  de  Grandal  estaba  situado  a  cinco  cuadras  más  arriba   del   ".\rroyo   Seco"  . 

(*•)  "La  Gaceta",  en  4.»  menor,  salía  dos  veces  por  semana,  por  la  imprenta  que  en  1810 
envió  de  regalo  al  Cabildo  de  Montevideo  la  princesa  Carlota  (del  Brasil)  con  el  objeto  de 
contrarrestar  "los  papeles  incendiarios  de  Buenos  Aires  y  fijar  la  opinión  de  los  pueblos  .  tía- 
cia  mediados  de  julio  de  1812  tomó  la  redacción  y  la  continuó  hasta  la  terminación  del  sitio. 
el  célebre  fray  Cirilo  de  Alameda,  entonces  presidente  ambulante  de  la  elisión  de  Moquegua. 
y  que  posteriormente  llegó  a  ser  en  España  Generalisimo  de  la  Orden  Franciscana.  —  (Dia- 
rio citado). 


icfe  del  tercer  escuadrón  del  reí^iniienlo,  don  Rafael  Hortigiie- 
ra  (i),  y  en  la  segunda  fué  rechazada  la  salida  más  numerosa 
y  de  mayor  empuje  que  hiciera  la  guarnición  durante  todo  el 
sitio. 

''  Al  amanecer  de  ese  día,  dice  el  general  Rondeau  en  sus 
Memorias,  salió  de  la  plaza  un  cuerpo  de  tropas  de  2.000  hom- 
bres al  menos  con  el  fin  de  batir  los  cuerpos  de  la  patria  que 
tenían  al  frente,  aprovechándose  de  la  noticia  que  les  llevó  un 
sargento  europeo  del  regimiento  N."  4,  que  se  había  pasado- 
dos  días  antes,  de  que  estábamos  sin  municiones  de  mosque- 
tería; esto  no  era  falso,  pero  por  fortuna,  al  cerrar  la  noche- 
del  30,  se  recibió  un  repuesto  de  cartuchos  de  fusil  y  tercerola 
(¡ue  yo  había  pedido  con  bastante  anticipación  al  cuartel  ge~ 
neral ;  y  en  el  mismo  acto  de  recibidos  se  distribuyeron  a  losu 
cuerpos  de  infantería  los  necesarios,  calculados  a  dos  paque- 
tes por  hombre,  así  es  que  no  pudo  menos  de  ser  grande  la  sor- 
presa de  los  enemigos  cuando  observaron  que  tanto  por  nues- 
tras primeras  avanzadas  como  cuando  se  entró  en  la  acción 
general,  se  les  hiciese  un  fuego  tan  activo  y  sostenido. 

Dos  días  antes  de  este  movimiento  había  llegado  al  ejército- 
el  coronel  I).  Francisco  Xavier  de  A  iana,  nombrado  mayor 
general  del  ejército  por  el  general  en  jefe,  el  que  me  entregó- 
una  nota  en  que  se  me  jjrevenía  por  este  sefíor  que  entregase 
el  mando  al  primero  de  las  fuerzas  que  operaban  a  mi  mando;- 
])ero  aún  no  se  había  recibido  de  él  cuando  se  verificó  la  salida 
de  los  enemigos ;  sin  embargo,  sentidos  f|ue  fueron,  le  hice 
comunicar  por  un  ayudante  la  novedad  del  movimiento  y  que 
se  presentase  a  dirigir  la  acción  q.ue  j)arecía  inevitable;  me 
contestó  por  el  mismo  ayudante  que  ya  venía,  pero  habiendo 
] lasado  como  un  cuarto  de  hora  sin  que  saliese  de  su  aloja- 
miento, que  lo  era  una  quinta  inmediata  y  c^ue  estaba  a  la  vis- 
ta, volví  a  mandarle  segundo  aviso  sobre  que  las  avanzadas- 
enemigas  ya  se  batían  con  las  nuestras  y  que  toda  demora  o 


(i)  Don  Rafael  Hortigucra  era  natural  de  Buenos  Aires  donde  nació  en  T775v- 
procedente  de  familia  noble.  Ingresó  al  servicio  militar  en  1790  en  el  Cuerpo  de 
Caballería  de  "Blandengues  de  la  Frontera"  e  hizo  varias  campañas  contra  los 
in;lios.  Combatió  con  bravura  en  la  reconquista  y  defensa  de  Buenos  Aires  contra 
el  invasor  inglés,  y  se  afilió  decididamente  a  la  revolución  de  Mayo  a  que  prestó 
muy  distinguidos  servicios  en  los  campos  de  batalla  tanto  en  la  Banda  Oriental 
c<5mo  en  las  campañas  del  Alto  Perú.  Ascendió  a  la  jerarquía  de  coronel,  en  que 
fué  reformado,  pero  llamado  en  1825  nuevamente  al  servicio,  permaneció  en  él  hasta. 
18.^1  que  fué  dado  de  baja.  Falleció  tn  esta  ciudad  el  21  de  Septiembre  de  1838. 


inacción  p^día  sernos  i)erjudicial,  a  pesar  de  que  yo  me  ocu- 
paba en  aquellos  momentos  en  poner  sobre  las  armas  los  cuer- 
pos y  dar  algunas  disposiciones  como  para  no  ser  envueltos 
en  confusiíSn  por  la  falta  de  tiempo;  pero  sucedió  que  su  se- 
gunda contestación  fué  (|ue  él  nada  tenia  que  hacer,  que  sólo 
yo  seria  el  responsable  de  los  resultados  en  el  supuesto  cho- 
que y  que  así  tomase  las  medidas  que  me  pareciese:  entonces 
activé  las  que  juzgué  convenientes  y  fueron  las  siguientes : 

\  istas  ya  las  marchas  que  hacía  el  ejército  realista  y  sus 
direcciones,  distribuí  mis  tropas  proporcionalmente,  colocan- 
do el  N."  6  de  infantería  sobre  el  Ccrrito,  que  tuvo  después  de 
esta  acción  el  nombre  de  ¡a  Victoria,  con  una  fuerza  de  arti- 
llería, dos  escuadrones  de  dragones  a  su  costado,  pero  en  lo 
])lano  y  sobre  el  camino  que  pasa  por  entre  el  Cerro  y  las 
(juintas  que  están  a  su  frente,  particularmente  la  de  Chopitea, 
porque  hacia  él  se  encaminaba  el  mayor  número  de  infante- 
ría enemiga  con  algima  caballería,  y  en  esta  división  venía  el 
gobernador  de  la  plaza,  mariscal  de  campo  Vigodet.  A  otra 
división  que  se  recostó  sobre  el  Miguelete  y  que  se  dirigía  a 
pasar  por  delante  de  las  quintas  de  Juanicó  y  Lavalleja,  le 
opuse  en  el  paralelo  de  esta  última  el  Ñ."  4  de  infantería  y  un 
escuadrón  de  dragones  con  dos  piezas  volantes,  al  cargo  de 
Bonifacio  Ramos,  capitán  de  artillería  en  aquella  fecha,  el 
cjue  luego  estuvo  a  tiro  de  cañón  esta  fuerza,  que  mandaba 
el  coronel  de  Albuera,  le  hizo  un  fuego  tan  vivo  con  las  dos 
piezas  de  su  mando,  a  bala  rasa,  que  apagó  sus  fuegos  tam- 
bién de  cañón.  Aquella  tropa  tomó  el  partido  de  ocultarse 
tras  de  los  edificios  inmediatos,  fraccionándose,  y  así  es  que, 
por  esta  parte,  quedó  suspensa  la  acción;  pero  la  de  la  dere- 
cha, mandada  particularmente  por  el  coronel  Loaces,  ameri- 
cano nacido  en  Montevideo,  siguió  su  marcha  de  frente  y 
ocupó  la  posición  que  tenía  el  N."  6.  No  sé  por  qué  fatalidad 
abandonó  este  cuerpo  un  punto  tan  ventajoso  teniendo,  a  más, 
en  su  apoyo,  una  pieza  de  artillería  que  al  mismo  tiempo  que 
la  infantería  hacía  fuego  de  fusil,  podía  hacerlo  a  metralla 
si  era  llegado  el  caso.  Observando  yo  su  movimiento  retró- 
grado, me  dirigí  desde  el  costado  izquierdo  en  que  me  hallaba, 
como  (|ue  era  el  que  más  cuidado  me  daba  por  la  poca  fuerza 
que  le  cubría,  a  contener  la  retirada  del  batallón  N."  6;  mi 
marcha  a  caballo  fué  muy  acelerada,  pero  le  encontré  cuando 
ya  bajaba  el  Cerro  por  la  parte  opuesta  a  la  del  ataque:  fe- 


—  30  — 

lizmente  aún  no  había  empezado  a  dividirse,  como  acontece 
en  estos  casos,  gracias  a  la  bisoñada  de  los  enemigos,  (jiie  se 
contentaron  con  la  subida  al  Cerro,  sin  acordarse  de  cuanto 
les  hubiese  convenido  seguir  cargando  a  la  tropa,  porque  he- 
cho esto  hubieran  conseguido  su  dis])ersión,  lo  mismo  que 
haberse  apoderado  del  cañón,  y  asi  no  hubieran  sufrido  el 
contraste  que  a  poco  rato  experimentaron :  puesto  yo  a  la 
cabeza  del  batallón,  lo  reanimé  para  (jue  volviese  sobre  el  ene- 
migo, y  efectivamente  lo  consegui,  pues  al  momento  contra- 
marchó  hasta  ponerse  a  distancia  de  cargar  a  la  bayoneta  a 
la  tropa  que  lo  había  ocupado,  operación  que  ejecutó  con  tanto 
valor  e  intrepidez  que  impuso  al  enemigo  de  tal  modo  que 
le  obligó  a  abandonar  el  puesto  que  había  ganado,  bajando 
la  cuesta  en  el  mayor  desorden.  En  medio  de  estas  maniobras 
observé  que  su  jefe,  entonces  teniente  coronel  y  hoy  briga- 
dier general  D.  M.  E.  S.  estaba  vestido  con  un  vestuario  de 
soldado,  su  fornitura  calada  y  con  un  fusil  en  vez  de  la  espada 
que  debía  tener  empuñada,  pero  no  me  detuve  en  reprocharle 
aquel  disfraz,  tan  contrario  a  la  práctica  militar,  y,  lo  que 
es  más,  al  espíritu  de  la  ordenanza  (i),  porque  mi  objeto 
principal  en  aquellos  momentos  era  hacer  volver  al  batallón 
al  combate,  lo  que  se  consiguió  tan  victoriosamente  como  que- 
da demostrado. 

Aun  seguían  repicando  las  campanas  de  la  ciu<lad  y  se 
oía  también  la  algazara  y  vivas  al  rey  por  la  efímera  ventaja 
que  habían  conseguido  sus  tropas  con  la  ocupación  del  Cc- 
rrifo.  cuando  de  repente  todo  quedó  reducido  a  silencio  se- 
pulcral ;  y  no  era  para  menos  el  caso,  porque  las  veían  bajar 
en  fuga  precipitada  aquella  cuesta,  y  que  los  dos  escuadrones 
de  caballería,  situados  al  costado  del  Cerro,  que  no  se  habían 
movido,  acababan  de  ponerlas  en  completa  derrota  cargán- 
dolas a  sable  y  acuchillándolas.  Entre  los  muchos  muertos 
que  hubo  se  encontraron  en  el  campo  de  batalla  al  brigadier 
Muesas,  al  capitán  D.  Esteban  Liñán  y  otros  varios  oficiales, 
siendo  el  número  de  prisioneros  crecido  y  de  éstos  mucha 
parte  heridos.   La   división   Albuera,   que   aún    se   conservaba 


d)  "Don  Miguel  Estanislao  Soler,  dice  Figueroa  en  su  Diario  Histórico,  se 
hallaba  durmiendo  fuera  de  su  campamento ;  pero  escapando  de  grandes  peligros 
reunió  en  el  Ccrrito  sus  dispersos  y  luego  contribuyó  mucho  con  sus  esfuerzos  a 
la  victoria  que  obtuvieron   los  patriotas  este  día." 


—  31  — 

tras  de  sus  parapetos,  no  he  podido  averiguar  por  qué  com- 
binación, luego  que  observó  el  mal  éxito  de  la  mayor  parte 
de  la  fuerza  a  que  pertenecía,  se  puso  también  en  una  preci- 
pitada retirada,  entrando  en  la  plaza  en  el  mismo  desorden 
(jue  la  otra.  He  aqui  detallado  el  triunfo  de  la  vanguardia 
del  Ejército  de  la  Patria  sobre  una  fuerza  muy  superior  de 
los  realistas  y  del  que  hasta  hoy  se  hace  conmemoración  en 
Montevideo  con  una  salva  de  21  cañonazos  en  sus  aniversa- 
rios. 

Como  era  de  orden,  hice  marchar  inmediatamente  imo  de 
mis  ayudantes,  al  capitán  D.  Miguel  Planes,  conduciendo  el 
])arte  de  esta  memorable  acción,  al  general  en  jefe  que  se  ha- 
llaba en  el  Salto  del  Uruguay,  ciento  y  tantas  leguas  distante 
del  paraje  en  que  se  dio. 

Luego  que  se  impuso  S.  E.  de  la  victoria  alcanzada  so- 
bre los  enemigos,  trató  de  ponerse  en  marcha  con  el  resto  de 
la  fuerza  del  ejército  a  unirse  a  la  vanguardia,  bien  fuese 
a  consecuencia  de  aquélla,  o  porque  ya  estaba  asi  dispuesto; 
en  este  concepto,  los  cuerpos  que  la  componían  fueron  apro- 
ximándose al  sitio  sucesivamente,  habiéndose  adelantado  a 
ellos  el  Cuartel  General,  que  se  situó  en  el  Miguelete.  No 
aconteció  lo  mismo  con  las  fuerzas  que  mandaba  D.  José  Ar- 
tigas, porque  poco  conforme  con  servir  a  las  órdenes  del  se- 
ñor Sarratea  y  con  prestarle  obedecimiento,  marchaba  con 
lentitud.  "  (i) 


(i)  Autobiografía  del  general  Rondeau.  A  mayor  abundamiento  y  por  vía  de 
ilustración,  si  bien  no  sea  de  nuestro  resorte  detallar  las  operaciones  terrestres 
sino  en  cuanto  tienen  relación  directa  con  los  sucesos  navales,  damos  en  el  Apén- 
dice, nota  N."  8,  con  los  documentos  oficiales  procedentes  de  los  vencedores,  la 
versión  que  consigna  Acuña  de  Figueroa  en  su  "Diario  Histórico  ael  sitio  de  Mon- 
tevideo" que  tiene  además  el  sabor  especial  de  las  testificaciones   personales. 

En  un  curioso  cuaderno  de  "apuntes",  que  poseemos,  llevado  en  forma  de  "Dia- 
rio" por  el  Dr.  Dámaso  A.  Larrañaga  —  hallamos  el  siguiente  pasaje  sobre  la  ac- 
ción del  Cerrito:  "El  12  de  diciembre  hubo  junta  de  guerra  para  tratar  de  si  se- 
ria  o   no   conveniente   hacer   una   salida    sobre    los    sitiadores. 

"Al  amanecer  del  31  salió  de  la  Plaza  contra  los  sitiadores  el  general  Vigodet 
al  frente  de  1.500  hombres  que  fueron  derrotados  en  el  Cerrito  con  pérdida  de 
machos  buenos  vecinos  y  oficiales  de  graduación,  entre  ellos  el  brigadier  Muesas 
que  iba  de  Mayor  General.  Estas  fuerzas  salieron  en  tres  divisiones,  la  del  cen- 
tro al  cargo  del  coronel  Loaces,  la  de  la  derecha  al  del  coronel  Cuesta  y  la  de  la 
izquierda  al  del  coronel  Gaicano.  El  plan  dado  era  contra  los  campamientos  ene- 
migos de  la  línea,  que  fué  ejecutado  felizmente,  puies  todos  cayeron  en  poder  del 
ejército  de  la  plaza  con  pérdida  proce<lente  de  los  puestos  avanzados.  Las  tropas 
enemigas  se  recorrieron  al  Cerrito  de  donde  intentó  desalojarlas  Vigodet  sin  co- 
municar orden  alguna  a  la  3."  división  que  por  lo  mismo  se  mantuvo  sobre  la  posi- 
ción  del  campamento   que  había   ganado,   sufriendo   algi'm    fuego   de   cañón   por   la 


En  los  primeros  dias  de  enero  de  1813,  el  iíol)ierno  revolu- 
cionario recibió  el  aviso  oficial  de  esta,  por  muchos  conceptos, 
memorable  victoria  alcanzada  por  las  armas  de  la  patria  frente 
a  los  muros  de  ?^lontevideo.  Xo  tardó  en  llegar  otra  plausible 
nueva,  de  la  que  resultaba  que  el  14  del  mismo  habían  sido  to- 
mados tres  corsarios  enemigos  en  el  arroyo  Bellaco,  cerca  de 
San  José  de  Gualeguaychú,  por  los  capitanes  patriotas  D.  José 
Santos  Lima  y  D.  Gregorio  Samaniego,  incluso  cinco  cañones 
de  4.  8  y  12,  con  sus  correspondientes  juegos  de  armas,  y 
1  bandera,  haciéndoles  algunos  muertos  y  heridos  y  21  prisio- 
neros. En  este  encuentro  se  hicieron  notables  por  su  arrojo, 
los  soldados  Antonio  Gorosito  y  Matías  Guzmán,  que  echados 
a  nado  voluntariamente,  sin  más  armas  que  el  sable  en  los  dien- 
tes, lograron  abordar  y  rendir  a  uno  de  los  buques  capturados, 
como  igualmente  el  ayudante  don  Pablo  José  de  Lima,  el  cabo 
José  Domingo  Montañés  y  el  soldado  Anselmo  Ayala.  que  se 
distinguieron  en  la  acción  (i). 


parte  próxima  al  Miguelete.  La  división  del  Centro  se  apoderó  de  la  cumbre  del 
Cerrito,  pero  faltándole  las  municiones  y  cargando  el  enemigo,  se  vio  obligada  a 
ceder  el  puesto:  la  de  la  derecha,  más  numerosa  que  las  otras,  salió  en  columna 
de  un  desfiladero  sin  desplegar  en  batalla  cuando  estuvo  en  campo  raso  de  donde 
resultó  que  rompiendo  el  fuego  por  retaguardia  se  hiciese  un  remolino  a  que  siguió 
la  dispersión  y  la  necesidad  de  una  general  retirada  con  pérdida  de  todas  las  ven- 
tajas adquiridas.  Los  enemigos  iluminaron  esa  noche  el  campo  y  tiraron  cinco  gra- 
nadas a  la  Plaza. 

(  I  )  Véase  Apéndice,  nota  X."  9.  La  bandera  fué  colocada  en  la  iglesia  de  San 
Antonio  de  Gualeguay,  y  dedicada  a  su  patrono,  como  trofeo  de  las  armas  de^  h 
patria,  (oficio  inéd.  del  comandante  del  punto  don  Juan  Carlos  Wright,  al  C,o- 
bierno  —  enero  23  de   1813.   (Fa fríes  del  .archivo  General.) 


CAPITULO  III 
1813 

Sumario:  Empresa  de  los  españoles  sobre  el  litoral.  —  Medidas  del 
triunvirato.  —  Los  "Granaderos  a  caballo". —  Una  escuela 
(le  héroes.  —  ]\Iarcha  de  San  Martín.  —  Maniobras  del  ene- 
mig-o.  —  El  convento  de  San  Carlos.  —  El  desembarco.  —  El 
combate.  —  Victoria  de  los  patriotas.  —  Abnegación  de  Ca- 
bral. 

No  obstante  esto,  los  españoles  continuaban  oponiendo  una 
tenaz  resistencia,  alimentando  la  esperanza  de  ser  prontamente 
socorridos  por  sus  hermanos  de  la  Península. 

En  el  ínterin,  resolvieron  desprender  una  división  ligera,  que 
llevando  a  su  bordo  tropa  de  desembarco,  sirviese  principal- 
mente para  proveer  de  carne  fresca  a  la  plaza,  —  puesto  que 
no  bastaban  a  su  consumo  los  depósitos  de  ganado  estableci- 
dos de  ex  profeso  poco  tiempo  antes,  y  que  aún  apacentaban 
en  las  pequeñas  islas  de  Gorriti,  San  Gabriel  y  presidio  de 
Martin  García  —  demoliendo  de  paso  las  fortificaciones  que  le- 
vantaban los  patriotas  en  el  alto  Paraná. 

Esta  empresa,  tanto  más  fácil  cuanto  que  las  quillas  del  rey 
dominaban  las  aguas,  tenía  el  triple  objeto  de  distraer  la  aten- 
ción de  acjuéllos,  llevando  la  sorpresa  a  su  propio  territorio, 
para  evitar  en  lo  posible  que  el  gobierno  revolucionario  con- 
tinuara reforzando  el  ejército  que  el  31  de  diciembre  anterior 
había  perseguido  a  los  del  bigote  atusado,  hasta  el  arcén  mis- 
mo del  foso  de  la  plaza  sitiada  (i). 

Hechos  los  preparativos  con  el  mayor  sigilo  y  prontitud,  el 
general  Vigodet  creyó  acertado  confiar  esta   fuerza,  ya  casi 


(i)  Véase  Apéndice,  nota  N.°  lo.  Con  lo  de  bigote  af usado  se  alude  al  dicho 
tantas  veces  repetido  por  Elío  en  sus  manifestaciones  despreciativas  de  los  "hijos 
del  país",  de  que  media  docena  de  bigotudos,  vale  decir  soldados  veteranos,  bas- 
taban y  sobraban  para  imponerse  a  cincuenta  de  aquellos,  especies  despreciables  y 
vulgares  que.  empero,  le  enajenaron  las   simpatías  populares. 

Tomo   ir  3 


—  34  — 

toda  concentrada  y  disciplinándose  a  gran  prisa  en  Martín  Gar- 
cía (i),  a  la  pericia  del  capitán  de  artillería  urbana,  don  An- 
tonio Zavala,  que  tanto  se  distinguió  en  las  acciones  de  guerra 
de  Paraguarí  y  Taciiari,  a  las  órdenes  del  entonces  goberna- 
dor del  Paraguay.  Don  Bernardo  de  Velazco.  (2) 

Este  vizcaíno,  de  cabello  blondo,  talla  cotesal  y  militar  apos- 
tura, fué  el  más  ardiente  agitador  de  la  expedición  que  se  po- 
nía a  su  inmediato  comando,  fuerte  de  más  de  300  hombres, 
formada  en  su  mayor  parte  de  voluntarios,  entre  los  que  se 
contaba  un  buen  número  de  criollos,  cansados  todos  de  la  vida 
de  privaciones  que  el  estado  de  sitio  les  obligaba  a  llevar,  y  la 
que  trocaban  gustosos  por  otra  menos  monótona  y  más  sopor- 
table. 

Una  vez  en  franquía,  hacia  el  promedio  del  mes  de  enero  de 
1 81 3,  aprovechando  una  ráfaga  del  oeste,  aparejó  el  resto  del 
convoy,  escoltado  por  la  sumaca  Aranzazú  y  los  faluchos  Fama 
y  San  Martín,  presas  de  los  patriotas  después,  y  recalando  en 
Martín  García,  donde  se  le  unió  la  fuerza  de  desembarco,  siguió 
aquel,  bajo  la  inspección  y  cargo  del  corsarista  don  Rafael  Ruiz 
—  con  la  sumaca  Jesi'is  y  María  (a)  el  Bombo,  chalupa  parti- 
cular Nuestra  Señora  del  Carmen  y  otros  trece  corsarios  me- 
nores y  transportes,  los  que  entraron  resueltamente  por  la  boca 
del  Gitamí,  no  dejando  duda  de  que  se  dirigían  a  las  márgenes 
occidentales  del  Paraná. 

Dejemos  por  el  momento  singlar  a  los  enemigos  las  dulces 
aguas  de  este  río,  y  veamos  lo  que  acontecía  en  Buenos  Aires. 


(i)  Esta  noticia  la  supo  el  gobierno  eh  la  noche  del  13  de  enero  por  la  decla- 
ración de  un  riograndense  fugado  de  Martín  Garcia,  (Alejandro  Rodríguez,  anti- 
guo sargento  de  milicias  en  la  Colonia)  y  el  que  desembarcó  en  San  Fernando  la 
noche  antes.  Con  este  motivo  al  siguiente  día  (14)  giraba  un  oficio  al  coronel  Bal- 
caree,  comandante  de  Punta  Gorda,  previniéndole  situase  un  experto  vigía  en  las 
Vacas,  en  observación  de  los  movimientos  del  enemigo  —  terminando  con  estas 
palabras  de  alarma :  "  Los  momentos  apuran,  y  la  seguridad  de  nuestras  comu- 
nicaciones con  el  ejército  de  la  Banda  Oriental  urge  por  todo  género  de  sacrificio 
para  no  aventurarlas."   (Doc.  del  Arch.  General  de  la  Nación). 

(2)  El  mismo  que  en  1808  envió  Liniers  a  la  Asunción  en  compañía  del  alférez 
D.  Francisco  Guerrero,  los  que  después  de  retirado  Belgrano  fueron  presos,  y 
encepados  de  noche,  por  los  patriotas  paraguayos  en  16  de  setiembre  de  1811.  Per- 
manecían ambos  en  tal  situación  cuando  ocurrió  la  farsaica  asonada  del  29  de  Sep- 
tiembre de  181 1  encabezada  por  el  oficial  D.  Mariano  Mallada,  en  la  que,  obliga- 
dos a  asumir  un  papel  conspicuo,  les  valió  luego  su  libertad  conseguida,  según  se 
presume,  por  el  Dr.  Francia,  pasando  Zavala  a  Montevideo,  donde  servía  a  la  sazón, 
y  permaneció  después  allí  hasta  su  rendición  en  1814,  en  cuya  época  estaba  en  el 
Hospital.  —  Sometiera.  "Notas  Críticas  a  la  obra  del  doctor  Rengger  sobre  el  Pa- 
raguay". 


;55 


El  Triunvirato,  a  no  dudarlo,  estaba  al  corriente  de  los 
aprestos  navales,  que  desde  el  mes  de  diciembre  X1812)  se  ha- 
cían en  Montevideo  con  objetos  hostiles. 

En  esta  virtud,  el  22  del  mismo,  significaba  sus  temores  a 
todas  las  autoridades  y  comandancias  militares  del  litoral  de 
los  ríos  Paraná  y  Uruguay,  para  que  estuviesen  sobre  aviso, 
y  en  particular  al  teniente  gobernador  interino  de  Santa  Fe, 
don  Antonio  Luis  Beruti  y  al  comandante  militar  de  la  Bajada, 
don  Francisco  Antonio  Latorre,  a  efecto  de  que  reforzasen 
v  dieran  la  mayor  importancia  a  las  baterías  levantadas  en 
Punta  Gorda  (hoy  Diamante)  por  el  teniente  coronel  D.  Eduar- 
do Kaillitz,  barón  de  Holmberg,  y  puestas  bajo  la  dirección  del 
coronel  don  Marcos  Balcarce  —  "deseando  proporcionasen  a 
l,a  patria,  la  gloria  de  presentar  al  enemigo  un  escollo  en  que 
se  estrellara  la  orgullosa  marina  de  Montevideo."   ( i ) 

Pero,  en  verdad,  fué  tan  cautamente  preparado  dicho  arma- 
mento, que  los  asediadores  no  lo  sintieron  sino  en  víspera  de 
dar  la  vela,  razón  por  qué  se  retardó  el  aviso  al  gobierno  revolu- 
cionario, que  cuando  lo  recibió  oficialmente,  ya  los  tenía  repe- 
tidos de  San  Pedro  y  distintos  puntos  de  la  costa,  anunciando 
subía  la  escuadrilla  de  Montevideo  en  número  de  quince  velas. 
Fué  entonces  que,  cediendo  las  vehementes  sospechas  a  la  cer- 
tidumbre de  los  hechos,  mandó  la  superioridad  "se  aprontasen 
250  hombres  de  caballería  e  infantería  para  que,  siguiendo  a 
la  observación  de  los  buques,  obrasen  conforme  a  sus  mo- 
vimientos", tal  como  lo  hemos  leído  en  la  nota  del  gobierno 
a  la  junta  del  Paraguay,  de  fecha  11  de  febrero,  noticiándole 


(i)  La  I."  batería,  dicha  del  Banco  (orilla  occidental  del  Paraná),  fué  construida 
por  el  capitán  don  Manuel  Herrera,  según  los  planos  del  teniente  coronel  don 
Ángel  Monasterio,  y  revestida  de  una  gruesa  estacada  por  la  parte  exterior,  para 
evitar  la  desbaratasen  las  avenidas.  Montaba  dos  cañones  de  24  y  cuatro  de  12 
y  la  guarnecían  46  artilleros  y  62  infantes.  —  La  2."  o  de  Costa-Firme,  al  pie  de  la 
barranca  y  cruzando  sus  fuegos  con  aquélla,  tenía  tres  de  a  12  y  dos  de  a  8,  servidos 
por  34  artilleros.  Además  habían  dos  piezas  volantes  de  a  4  y  otras  tantas  de  a  2 
que  coronaban  el  reducto  que  a  35  varas  de  elevación  sobre  el  nivel  del  agua, 
dominaba  la  parte  de  tierra  —  cubierto  por  33  artilleros,  214  fusileros  y  47  mili- 
cianos de  caballería  provistos  de  chuzas.  Completaban  la  guarnición  de  esta  forti- 
ficación, 50  milicianos  de  la  Bajada,  armados  de  fusil,  que  cuidaban  el  vecino 
bosque  situado  sobre  el  flanco  de  la  segunda  batería',  Total :  15  bocas  de  fuego 
y  486  hombres  de  los  regimientos  N.°  2  y  Pardos;  blandengues  de  Santa  Fe;  mili- 
cias del  Paraná;  artillería;  y  caballería  de  la  Matanza  (hoy  Victoria),  Nogoyá 
y  la  Bajada.  (Estados  y  oficios  inéditos  dirigidos  al  gobierno  desde  Punta  Gorda 
por  Holmberg  y  Balcarce  en  jr  de  diciembre  de  iSi3  y  30  de  enero  de  iSi¡,  en  el 
Archivo  de  la  Nación). 


—  36  — 

el  triunfo  que  fué  consecuencia  de  esas  disposiciones  (i),  dán- 
dose orden  al  coronel  San  2^Iartín,  que  formaba  a  la  sazón  el 
después  tan  famoso  "Regimiento  de  Granaderos  a  Caballo"  (2), 

(i)  Xota  inédita  del  gobierno  (febrero  ii  de  1813)  al  presidente  y  vocales  de  la 
Junta  del  Paraguay  noticiando  el  triunfo  de  San  Lorenzo  (Archivo  de  la  Nación). 

(2)  "Exmo.  Señor :  Adjunto  paso  a  manos  de  V.  E.  el  plan  bajo  cuyo  pie  deverá 
formarse  el  Esquadron  de  Granaderos  de  á  Cavallo  presentado  á  este  Estado 
Mayor  por  el  teniente  coronel  D»  Joíef  de  S"  Aíartin  ;  para  q*^  si  merece  su  apro- 
vacion,  se  livren  las  órdenes  correspondientes  al  Tribunal  de  Cuentas  y  Caxas  del 
Estado.  Dios  gue  a  V.  E.  ms.  as.  Mzo  21  de  1812 — Exmo.  Sr.  Fran<^o  XaV  de 
Viana  —  Exmo.  Superior  (lOvierno  de  las  Provincs  unid^  del  Río  de  la  Plata.'" 

"  Bs.  As.  Mazo  21  de  1812  —  Apruébase  el  Plan  y  pié  de  Fuerza  qe  se  acompaña 
con  el  goze  de  sueldos  en  todo  iguales  al  Regato  de  la  Patria,  y  á  efecto  de  que 
se  formalize  la  creación  del  indicado  Esquadron  de  (jranaderos  de  á  Cavallo  sin 
pérdida  de  tpo,  comuniqúese  con  copia  donde  corresponde  y  archívese  este  origi- 
nal, tomada  qe  sea  la  conveniente  razón  en  el  Tral  de  Cuentas,  Cajas  y  Comisaría 
gral  (le  g'^''^.   (Hay  tres  rúbricas).  —  Herrera.   (Siguen  las  toma  de  razón"). 

Plan  bajo  cuyo  pié  deberá  formarse  el  Esquadron  de  Granadera  de  á  Cavallo  q^ 
constará  de  dos  campan^  cada  una  de  ellas  con  la  fuerza  sig^'^: 

Un  capitán  —  Dos  Tenientes  —  Un  subteniente  —  Un  Sargto  i.°  —  Tres  id  2°^  — 
Un  trompeta  —  Quatro  cavos  1.°^  —  Qvatro  iden  2. os — Setenta  soldados  monta- 
dos—  Seis  iden  desmontados. 

Plana  IMayor. — Un  comandte  —  Un  Sargto  mayor- — Un  Ayudt*;  —  Un  porta 
Estandarte  —  Un  Capellán  —  Un  Cirujano  —  Un  Trompeta  de  ordns  —  Un  sillero 
—  Un  Herrador  —  Buen»  Ays.  17  de  Mzo  de  1812. — José  de  S**  ]\Iartin."  (Orig. 
Archivo  General   de  la   Nación). 

El  uniforme  primitivo  de  tste  cuerpo  modelo,  que  llegó  a  con'ponerse  de  cuatro 
escuadrones,  era ; 

Jefes  y  oficiales.  Sombrero  apuntado,  y  en  cuartel,  gorra  azul  chata  o  de  pastel 
sin  visera  y  de  galón  ancho.  Casaca  larga  de  paño  azul,  peto  acolchado,  vivada, 
con  nueve  botones  dorados  y  dos  granadas  de  oro  en  el  extremo  de  cada  faldón  ; 
corbatín;  calzón  de  punto  o  de  brin  blanco  bien  ajustado;  bota  granadera  con 
espolín ;  catalejo  militar  y  cartera  pendiente  al  costado,  de  una  especie  de  bando- 
lera, donde  guardaban  los  avíos  para  levantar  croquis  del  terreno,  y  un  diario  pro- 
lijo de  marcha,   (obligados  a  llevar.) 

Espada  sable  de  36  pulgadas,  guante  de  ante  con  manoplas,  capote  de  paño.  Silla 
húngara  con  pistoleras,  cubierta  hasta  el  ar-zón  con  un  chabrac  de  paño  azul  fran- 
jeado de  oro,  con  granadas  de  lo  mismo  en  sus  dos  ángulos,  los  que  remataban  en 
una  borla ;  valija  á  la  grupa. 

Tropa.  (lOrra  azul  de  pastel  sin  visera,  o  casco  sencillo  carrillera  de  metal  es- 
camado, granada  al  frente  y  un  pompón  verde  (cambiado  poco  después  por  la 
garzota  punzó  alta) — casaca  larga  azul,  vivos  encarnados,  con  caponas  de  bronce 
escamado  y  cuatro  granadas  amarillas  en  el  extremo  de  los  faldones :  botón  do- 
rado, con  el  sol  y  el  lema  viz'a  la  patria,  y  en  el  exergo  del  reverso  "granaderos 
á  caballo";  calzém  azul  de  paño;  bota  granadera  con  espuela  de  fierro;  capote. 

Su  arnés,  consistía  en  el  sable  corvo  adelgazado  a  molejón,  carabina  de  chispa 
y  lanza.  No  permitiéndoseles  caballo  de  diestro,  el  de  montar,  era  generalmente 
tordo,  crinado,  de  cola  al  corvejón,  herrado,  y  mantenido  a  pienso ;  formando  su 
arreo,  el  recado  del  país  cubierto  con  un  caparazón  de  paño  azul,  adornado  de 
fajas,  y  dos  granadas  con  borlas  punzó  en  las  puntas :  valija  de  cuero. 

En  la  lista,  contestaba  el  granadero  por  su  nombre  de  guerra.  Ningún  oficial 
podía  tutearlo,  ni  ocuparle  en  servicio  alguno  que  no  fuera  estrictamente  militar. 
Una  mancha  o  rasgón  en  el  uniforme,  un  botón  menos  o  mal  abrochado,  costaba 
un  día  de  policía.  Acostumbraban  el  pelo  corto  y  la  mirada  más  arriba  del  horizonte. 

Este  cuerpo,  produjo  19  generales,  (o  coroneles  y  más  de  200  oficiales,  llamados 
por  sus  brillantes  prendas  a   figurar  con  lustre  en   nuestra   historia. 


>  ^ 


para  que  sin  pérdida  de  momento  dejase  su  cuartel  del  Retiro 
(situado  en  el  extremo  Norte  de  la  ciudad)  y  puesto  a  su  ca- 
beza, rompiese  una  marcha  forzada  en  observación  de  los  cru- 
ceros españoles,  a  los  que  debía  atacar  toda  vez  que  intentasen 
desembarcar  ( i ) . 

Al  propio  tiempo  se  impartían  las  convenientes  al  comandan- 
te D.  Juan  Bautista  Morón  para  que  se  pusiera  en  camino  con 
parte  de  su  regimiento,  siguiendo  de  cerca  a  los  "Granaderos", 
y  considerándose  agregado  a  dicha  fuerza. 

De  esta  tropa  insigne  hace  el  ilustre  historiador  Mitre  una 
descripción  y  juicio  que,  para  reproducirla  en  nuestras  páginas 
en  honor  de  aquellos  soldados  sin  igual  hasta  hoy  en  la  historia 
militar  del  Continente,  hemos  de  interrumpir  la  narración  de 
los  sucesos : 

"El  primer  escuadrón  de  "Granaderos  a  Caballo"  fué  la  es- 
cuela rudimental  en  que  se  educó  una  generación  de  héroes. 
En  este  molde  se  vació  un  nuevo  tipo  de  soldado,  animado  de 
un  nuevo  espíritu,  como  hizo  Cromwell  en  la  revolución  de  In- 
glaterra, empezando  por  un  regimiento  para  crear  el  tipo  de 
un  ejército  y  el  nervio  de  una  situación.  Bajo  una  disciplina  aus- 
tera que  no  anonadaba  la  energía  individual,  y  más  bien  la  re- 
templaba, formó  San  Martín  soldado  por  soldado,  oficial  por 
oficial,  apasionándolos  por  el  deber  y  les  inoculó  ese  fanatismo 
frío  del  coraje  que  se  considera  invencible,  y  es  el  secreto  de 
vencer.  Los  medios  sencillos  y  originales  de  que  se  valió  para 
alcanzar  este  resultado,  muestran  que  sabía  gobernar  con  igual 
pulso  y  maestría  espadas  y  voluntades. 

"Su  primer  conato  se  dirigió  a  la  formación  de  oficiales,  que 
debían  ser  los  monitores  de  la  escuela  bajo  la  dirección  del 
maestro.  Al  núcleo  de  sus  compañeros  de  viaje  (2)  fué  agre- 
gando hombres  probados  en  las  guerras  de  la  revolución,  pre- 
firiendo los  que  se  habían  elevado  por  su  valor  desde  la  clase 
de  tropa;  pero  cuidó  que  no  pasaran  de  tenientes.  Al  lado  de 
ellos  creó  un  plantel  de  cadetes,  que  tomó  del  seno  de  las  fami- 
lias espectables  de  Buenos  Aires,  arrancándolos  casi  niños  de 
brazos  de  sus  madres.  Era  la  amalgama  del  cobre  y  del  estaño 
que  daba  por  resultado  el  bronce  de  los  héroes. 

"Con  estos  elementos  organizó  una  academia  de  instrucción 


(i)   Véase  Apéndice,  nota  N."  ii. 

(2)   El  mayor  Alvear  y  el  capitán  Zapiola. 


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práctica,  que  él  personalmente  dirigía,  iniciando  a  sus  oficiales  y 
cadetes  en  los  secretos  de  la  táctica,  a  la  vez  que  les  enseñaba  el 
manejo  de  las  armas  en  que  era  diestrísimo,  obligándolos  a 
estudiar  y  a  tener  siempre  erguida  la  cabeza  ante  sus  severas 
lecciones  una  linea  más  arriba  del  horizonte,  mientras  llegaba 
el  momento  de  presentarla  impávida  a  las  balas  enemigas.  Para 
experimentar  el  temple  de  nervios  de  sus  oficiales,  les  tendía 
con  frecuencia  acechanzas  y  sorpresas  nocturnas,  y  los  que  no 
resistían  a  la  prueba  eran  inmediatamente  separados  del  cuerpo, 
porque  sólo  quería  tener  leones  en  su  regimiento. 

Pero  no  bastaba  fundir  en  bronce  a  sus  oficiales,  modelarlos 
correctamente  con  arreglo  a  la  ordenanza  haciéndolos  pasar 
por  la  prueba  del  miedo.  Para  completar  su  obra,  necesitaba  in- 
culcarles un  nuevo  espíritu,  templarlos  moralmente,  exaltando 
en  ellos  el  sentimiento  de  la  responsabilidad  y  de  la  dignidad 
humana,  que  como  un  centinela  de  vista  debía  velar  día  y  no- 
che sobre  sus  acciones.  Esto  es  lo  que  consiguió  por  medio  de 
una  institución  secreta,  que  bien  que  peligrosa  en  condiciones 
normales  o  en  manos  infieles,  produjo  sus  efectos  en  aquella 
ocasión. 

"Evitando  los  inconvenientes  del  espionaje  que  degrada  y  los 
clubs  militares  que  acaban  por  relajar  la  disciplina,  planteó 
algo  más  eficaz  y  más  sencillo.  Instituyó  una  especie  de  tribunal 
de  vigilancia  compuesto  de  los  mismos  oficiales,  en  que  ellos 
mismos  debían  ser  los  celadores,  los  fiscales  y  los  jueces,  pro- 
nunciar las  sentencias  y  hacerlas  efectivas  por  la  espada,  auto- 
rizando por  excepción  el  duelo  para  hacerse  justicia  en  los  ca- 
sos de  honor. 

"En  el  primer  domingo  de  cada  mes  se  reunía  en  sesión  se- 
creta el  consejo  de  oficiales  bajo  su  presidencia,  dirigiéndoles 
un  discurso  sobre  la  importancia  de  la  institución  y  la  obliga- 
ción en  que  todos  estaban  de  no  permitir  en  su  seno  a  ningún 
miembro  indigno  de  la  corporación.  En  una  pieza  inmediata  y 
sola,  estaban  preparadas  sobre  una  mesa  tarjetas  en  blanco, 
en  que  cada  oficial  escribía  lo  que  hubiese  notado  respecto  de 
la  mala  comportación  de  algún  compañero.  En  seguida,  el  sar- 
gento mayor  recibía  las  cédulas,  dobladas,  en  su  sombrero,  que 
eran  escrutadas  por  el  jefe.  Si  entre  ellas  se  encontraba  alguna 
acusación,  se  hacía  salir  al  acusado  y  se  exhibía  la  papeleta, 
sobre  la  cual  se  abría  discusión.  Nombrábase  acto  continuo  una 
comisión  investigadora,  que  daba  cuenta  del  resultado  en  una 


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próxima  sesión  extraordinaria.  Abierta  nuevamente  la  discu- 
sión, cada  oficial  daba  su  dictamen  por  escrito,  y  la  votación 
secreta  decidía  si  el  acusado  era  o  no  digno  de  pertenecer  al 
cuerpo.  En  el  primer  caso,  el  cuerpo  de  oficiales,  por  el  órgano 
de  su  presidente  le  daba,  en  presencia  de  todos,  una  satisfacción 
cumplida.  En  el  segundo,  se  nombraba  una  comisión  de  oficiales 
para  intimarle  pidiese  su  separación  absoluta,  prohibiéndole 
usar  en  público  el  uniforme  del  regimiento,  bajo  la  amenaza 
que  si  contrariase  esta  orden,  le  sería  arrancado  a  estocadas  por 
el  primer  oficial  que  le  encontrara. 

Este  tribunal  tenía  un  código  conciso  y  severo,  que  determi- 
naba los  delitos  punibles,  desde  el  hecho  de  agachar  la  cabeza 
en  acción  de  guerra  y  no  aceptar  un  duelo  justo  o  injusto,  hasta 
el  de  poner  las  manos  a  una  mujer  aun  siendo  insultado  por 
ella,  y  comprendía  todos  los  casos  de  mala  conducta  personal. 

"En  cuanto  a  los  soldados,  los  elegía  vigorosos,  excluyendo 
todo  hombre  de  baja  talla.  Los  sujetaba  con  energía  paternal 
a  una  disciplina  minuciosa,  que  les  convertía  en  máquinas  de 
obediencia.  Los  armaba  con  el  sable  largo  de  los  coraceros  fran- 
ceses de  Napoleón,  cuyo  filo  había  probado  en  sí,  y  que  él  mis- 
mo les  enseñaba  a  manejar,  haciéndoles  entender  que  con  esa 
arma  en  la  mano  partirían  como  una  sandía  la  cabeza  del  pri- 
mer godo  que  se  les  pusiera  por  delante,  lección  que  practicaron 
al  pie  de  la  letra  en  el  primer  combate  en  que  la  ensayaron.  Por 
■último,  daba  a  cada  soldado  un  nombre  de  guerra,  por  el  cual 
únicamente  debía  responder,  y  así  les  daba  el  ser,  les  inoculaba 
su  espíritu  y  los  bautizaba. 

"Sucesivamente  fueron  creándose  otros  escuadrones  según 
este  modelo,  y  el  día  que  formaron  un  regimiento,  el  gobierno 
envió  a  San  Martín  el  despacho  de  coronel  con  estas  palabras : 
"Acompaña  a  V.  S.  el  gobierno  el  despacho  de  coronel  del  re- 
gimiento de  Granaderos  a  Caballo.  La  Superioridad  espera  que, 
continuando  V.  S.  con  el  mismo  celo  y  dedicación  que  hasta 
aquí,  presentará  a  la  patria  un  cuerpo  capaz  por  sí  solo  de  ase- 
gurar la  libertad  de  sus  conciudadanos."  ( i ) 

Sigamos  ahora  la  marcha  del  genio  de  los  Andes  a  lo  largo 
de  las  costas  del  Paraná,  en  que  hiciera  el  primer  ensayo  de  la 
amalgama  heroica  que  iniciara  en  el  terreno  mismo  en  que  la 


(i)   B.  Mitre.  "Historia  de   "^an  Martín  y  de  la  emancipación  sudamericana". 


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gratitud  de  la  posteridad  argentina  levantara  su  estatua  ecues- 
tre, amalgama  cuya  ley  eximia  no  encontró  jamás  en  América 
virtudes  marciales  o  civicas  que  la  superaran. 

En  efecto,  el  coronel  San  Martín,  en  obedecimiento  a  lo  que 
se  le  prescril.Ma,  y  dejando  al  mayor  Zapiola  organizando  el  se- 
gundo escuadrón  que  estaba  recibiendo  reclutas,  emprende  su 
marcha  con  el  primero,  que  era  el  más  disciplinado  y  en  aptitud 
de  prestar  un  servicio  tan  importante  cual  se  requería. 

En  efecto,  el  28  de  enero,  luego  de  recibir  del  jefe  de  Estado 
Mayor  el  itinerario  que  debía  observar  (i)  salió  redoblando 
sus  jornadas,  que  las  hacía  principalmente  de  noche  por  el  ca- 
lor sofocante  del  día  y  el  temor  de  ser  sentido  por  el  enemigo. 
La  difamación  y  la  calumnia  que  habían  amargado  el  espíritu 
del  futuro  vencedor  de  Maipú  propagando  entre  las  masas  siem- 
pre predispuestas  a  la  injusticia  y  al  error  la  especie  de  qtie 
siendo  un  espía  de  los  españoles,  el  cuerpo  puesto  a  su  mando 
debía  ser  víctima  de  ima  felonía,  lo  llevaba  taciturno  y  desve- 
lado por  cumplir  puntualmente  su  consigna,  y  evitar  que  la  len- 
titud de  sus  movimientos  perjudicase  la  causa  a  que  consagraba 
su  brazo  y  diera  pábulo  a  aquel  rumor  denigrante. 

Por  la  altura  de  San  Nicolás  de  los  Arroyos,  organiza  un  ser- 
vicio de  batidores  o  vigías,  que  aproximándose  a  las  barrancas 
auxiliados  de  las  sombras,  le  den  cuenta  incesante  de  lo  que  per- 
cibieren, pues  se  tenían  noticias  que  los  corsarios  continuaban 
su  derrota  sin  dar  señales  de  pretender  desembarco  sobre  un 
punto  determinado. 

Cuéntase  que  fué  en  una  de  esas  noches  memorables,  que  se 
le  vio  por  primera  vez  a  este  militar  tan  austero  como  apegado 
de  suyo  a  la  rigidez  del  uniforme  europeo,  divorciado  con  éU 
trocando  momentáneamente  su  entorchada  casaca,  y  plumoso 


(I)  "Exmo.  Sr.  Anoche  con  motilo  de  havernos  extraviado  el  Cuia  llegamos  a 
las  doce  de  la  noche  á  esta  Posta,  primera  señalada  en  el  Itinerario  q'  me  pasó  el 
(¡efe  del  Estado  Mayor;  mi  sorpresa  ha  sido  1:-.  mayor  quando  el  Maestro  de  Postan 
me  ha  asegurado  no  haver  recihido  aviso  alguno  p.a  tener  pronta  la  caballada  ne- 
cesaria tanto  para  la  tropa  del  Rg.to  de  mi  cargo  como  p.a  la  del  N.°  2,  y  así  e-i 
g'  son  las  ocho  de  la  mañana  y  aún  no  he  podido  emprender  mi  marcha.  He  echo 
adelantar  un  oficial  avisando  a  las  Postas  tengan  la  cal)allada  necesaria  lo  más 
pronto  que  sea  posible  a  fin  de  q'  si  no  se  han  circ.'lado  los  avisos  por  el  admt 
nislrador  de  Correos,  ro  encontremos  tanta  detención.  N.^o  S.or  gu.e  a  V.  E.  M.s  A.& 
S.'«s  Lugares  29  de  Enero  de  181 3. — Exmo.  S.*""  Jase  de  S."  Martín. 

Nf)fa.  Si  V.  E.  cree  ser  conbcnicnte  la  circulación  del  Administrador  de  Correos- 
á  los  Maestros  de  Postas  podrá  hcrificarse,  q'  siempre  llegará  con  alguna  oportu- 
nidad."  (Orig.  Archivo  Cíeneral  de  la  Nación.) 


Convento  de  San   Lorenzo,  con   la  torre   que  reemplazo  al  antiguo 

campanario 


Jl  — 


falucho,  por  el  humilde  chambergo  de  paja,  y  la  manta  o  poncho 
americano,  para  así  disfrazado,  mejor  observar  los  pausados 
movimientos  del  convoy,  que  seguía  de  hito  en  hito,  y  cuyas  al- 
tas velas  creía  a  cada  paso  divisar  en  lontananza. 

La  fuerza  sutil  española,  harto  retrasada  por  las  calmas  y 
nortes  constantes  en  esa  estación  del  año,  surcaba  perezosamen- 
te la  corriente,  obligada  a  navegar  sobre  bordos  para  adelantar 
su  ruta;  y  después  de  amenazar  todos  los  pueblos  del  tránsito 
(|ue  se  pusieron  en  alarma  a  su  aparición,  rebasó  el  paralelo  del 
Rosario,  y  fué  a  echar  anclas  en  la  madrugada  del  sábado  30  de 
enero,  a  15  millas  de  allí,  y  bajo  las  escarpadas  barrancas  de 
San  Lorenzo. 

En  tal  estado  permaneció  tranquila :  mas,  poco  antes  de  me- 
diodía del  2  de  febrero,  desembarcando  una  fuerza  de  320  hom- 
bres, en  la  isla  que  está  al  frente,  se  ocupó  en  dividirla  por  mita- 
des, luego  de  amunicionarla,  practicando  en  seguida  algunas 
evoluciones,  hasta  eso  de  las  tres  o  cuatro  de  la  tarde,  en  que 
reembarcándola,  principió  a  moverse  lentamente  el  convoy  con 
proa  al  N.  y,  al  parecer  a  la  sirga,  cuando  cerrando  el  crepúscu- 
lo, desapareció  envuelto  en  las  sombras. 

Enterado  San  Martín  de  aquel  incidente,  con  el  tino  y  perspi- 
cacia que  le  eran  característicos,  calculó  en  el  acto  que  el  ene- 
migo se  proponía  desembarcar. 

Esta  noticia  la  tuvo  después  de  anochecido,  en  la  casa  de 
posta,  situada  a  quince  cuadras  del  edificio  del  "Colegio  de  San 
Carlos",  donde  acababa  de  llegar,  habiendo  marchado  todo  ese 
día  bajo  los  tórridos  rayos  de  un  sol  canicular  (i).  Fijada  ya 
en  su  mente  la  idea  de  que  los  españoles  bajarían  a  tierra  du- 
rante la  primera  noche,  vivaqueó  con  los  fogones  apagados, 
esperando  el  conticinio,  para  correrse  a  su  derecha,  como  lo  rea- 
lizó a  la  hora  de  las  doce,  por  la  marcha  de  flanco,  haciendo  alto 
atrás  de  la  quinta,  sita  en  la  parte  sudoeste  del  edificio  de  dicho 
monasterio,  contra  cuyos  tapiales  mandó  formar  en  ala,  echar 
pie  a  tierra,  y  desenfrenar  los  caballos  hasta  segunda  orden. 

En  esta  posición,  arrullados  cadenciosamente  por  el  gemido 
del  viento  en  el  añoso  y  solitario  pino,  que  aún  se  alza  en  el  mis- 


(i)  Ella  le  fué  trasmitida  por  el  portaestandarte  D.  Ángel  Pacheco,  que  servía 
de  escucha  desde  el  Rosario,  y  pasó  todo  ese  día  tendido  sobre  la  barranca  obser- 
vando a  los  buques  y,  ayudado  de  su  anteojo,  pudo  contar  la  gente  que  transpor- 
taban, así  que  la  desembarcaron  en  la  isla. 


—  -Jl'  — 


mo  paraje,  y  la  brida  en  la  mano  "los  que  iban  a  legar  aquel  día 
una  página  de  gloria  a  la  historia  de  su  país — prorrumpe  el  doc- 
tor Moreno — estaban  mudos,  evitando  con  cauteloso  afán  hacer 
ruido  con  sus  armas,  como  los  misteriosos  obreros  del  templo  de 
Salomón,  donde  no  se  oía  el  crujido  de  la  sierra,  ni  el  golpe  del 
martillo"  (i). 

El  convento  de  San  Lorenzo,  situado  8o  leguas  al  norte  de 
Buenos  Aires,  ocupa  una  planicie  poco  accidentada  y  casi  hori- 
zontal a  quinientas  varas  de  los  empinados  barrancos  que  enca- 
jonan la  margen  derecha  del  correntoso  Paraná,  al  que  sola- 
mente puede  llegarse  por  la  ''Bajada  de  los  Padres",  tajada  a 
pique  frente  a  la  puerta  principal  del  templo,  o  por  la  que  deno- 
minan ''Bajada  del  Puerto" ,  a  cuatrocientos  veintiocho  metros 
del  edificio  y  que  merced  a  su  suave  descenso  es  la  única  fre- 
cuentada por  el  tráfico  del  cabotaje.  Esta  fué  la  elegida  por  los 
Marinos  para  efectuar  su  desembarco,  como  lo  vamos  a  ver 
luego  (2). 

Al  primer  canto  del  gallo  se  incorpora  San  Martín,  y  seguido 
de  una  ordenanza  penetra  en  el  monasterio,  donde  despierta  a 
su  guardián  el  R.  P.  fray  Pedro  García  (3),  con  el  que  conversa 
largamente,  hasta  que  aproximado  el  día,  asciende  al  menguado 
campanil  que  contrastaba  entonces  con  la  severa  estructura  del 
templo,  y  una  vez  allí,  tomando  su  catalejo,  recorre  con  avidez 
los  horizontes  aún  caliginosos  y  ofuscados,  para  fijarlo  inconti- 
nenti sobre  las  naves  enemigas,  que  alargando  la  real  enseña. 


(i)  Véase  "La  jornada  de  S.  Lorenzo",  por  Esteban  María  IMoreno,  que  vio 
la  luz  en  el  folletín  de  "La  Reforma  Pacífica"  en  febrero  de  i85i. 

(2)  Según  el  modesto  y  erudito  argentino,  don  José  Joaquín  de  Araujo,  en  su 
"Guía  de  Forasteros  del  Virreinato  de  Buenos  Aires  para  1S03",  pág.  147 — la  erec- 
ción de  este  convento,  data  de  27  de  Julio  de  1785,  y  la  hizo  el  M.  R.  P.  visitador 
general  y — comisario.  Fray  Francisco  de  Altolaguirre,  en  virtud  de  Real  cédula 
dada  en  Aranjuez  el  14  de  diciembre  de  1775,  bajo  la  advocación  de  Colegio  Apos- 
tólico de  San  Carlos  de  Misioneros  Franciscos  de  Propaganda  pide.  Es  de  este  lugar 
hagamos  notar  a  los  curiosos  que  la  historia  de  dicho  Monasterio,  tomada  con 
laudable  ahinco  de  los  Libros  Cronológicos  que  se  conservan  en  su  archivo,  se 
registró  por  extenso  en  los  primeros  números  de  "La  Confederación"  (periódico 
del  Rosario)  en  1854. 

(3)  Este  religioso  madrileño,  por  si  y  a  nombre  de  sus  compañeros  de  claustro, 
pidió  (feb.  5)  la  gracia  de  no  ser  comprendidos  en  los  decretos  que  se  fulminaran 
contra  los  europeos  en  general,  lo  que  consiguieron  del  gobierno  por  intercesión 
del  coronel  San  Martín,  agradecido  a  los  solícitos  cuidados  que  mereció  de  aquella 
comunidad  el  día  de  la  refriega,  tanto  él,  como  sus  heridos  y  los  del  enemigo. 
"Gaceta  ministerial"  n.°  46.  Es  de  advertir,  que  de  los  10  monjes  que  la  integraban 
sólo  había  dos  americanos,  el  padre  don  Fray  Pedro  Cortina  Rubin,  y  el  célebre 
lego  Echagüe. 


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principiaban  a  barquear  la  tropa,  quedando  terminada  esta  ope- 
ración a  eso  de  las  5  de  la  mañana,  hora  en  que  aquélla,  de  centro 
blanco,  ya  estaba  en  la  ribera  formada  en  batalla,  y  flanqueada 
por  dos  carroñadas  de  a  4,  todo  al  mando  del  capitán  Zavala, 
que  tenía  por  subalternos  a  los  oficiales  don  Pedro  Marury,  don 
Domingo  Martínez  y  don  Manuel  Olloa. 

En  esta  situación  quedó  inmóvil  por  algún  tiempo,  ol^servando 
el  telégrafo  de  faroles  que  subían  y  bajaban  en  los  mástiles,  has- 
ta que  ya  disipadas  las  sombras  por  la  vislumbre  del  nuevo  día ; 
el  redoble  pausado  del  tambor  que  marcaba  el  paso  a  los  solda- 
dos enemigos,  que  con  bandera  desplegada  ascendían  la  barran- 
ca por  la  bajada  principal,  no  dejó  duda  de  que  era  llegado  el 
momento  tan  vivamente  anhelado,  de  hacer  debutar  al  brillante 
cuerpo  que  educaba. 

Escuchábanse  aún  distintamente  los  marciales  ecos  de  los  pí- 
fanos y  parches  de  guerra  que  batían  la  marcha  granadera, 
cuando  el  comandante  patriota  descendía  precipitado  las  humil- 
des gradas  del  Colegio  para  hollar  en  seguida  las  encumbradas 
de  la  gloria ! 

En  efecto,  no  tardó  en  vérsele,  vestido  con  el  riguroso  unifor- 
me de  su  empleo  de  coronel,  mandar  tocar  a  la  sordina  a  botasi- 
lla, y,  ya  a  caballo,  tirando  de  su  sable  corvo,  pronunció  breves 
pero  enérgicas  palabras  recordando  a  los  soldados  su  deber  para 
con  la  patria,  y  la  imperiosa  necesidad  de  crearse  un  nombre 
que  compensara  a  ésta  los  sacrificios  de  su  institución — "espe- 
ro, fueron  sus  últimos  acentos,  que  tanto  los  señores  oficiales 
como  los  granaderos  se  portarán  con  una  conducta  tal  cual  me- 
rece la  opinión  del  Regimiento". 

En  seguida  asume  el  mando  inmediato  de  la  1/  compañía,  de- 
jando el  de  la  2.^  al  capitán  de  ambas,  don  Justo  Germán  Ber- 
múdez,  a  quien  le  ordena  flanquee  al  enemigo  para  cortarle  la 
retirada,  mientras  él  lo  atacaba  por  el  frente  ( i )  ;  y  tomadas 
estas  disposiciones  mandó  dar  cuarto  de  conversión  a  la  izquier- 
da para  salvar  el  costado  norte  del  convento,  haciéndolo  Bermú- 
dez  con  su  compañía  en  orden  inverso  en  cumplimiento  de  lo 
acordado  (2). 


(i)  La  primera  fila  de  cada  compañía  iba  armada  de  lanza,  y  la  segunda  de  sable 
y  tercerola. 

(2)  Sus  enemigos  le  acusan  de  haber  dividido  su  fuerza  para  el  ataque,  "medida 
errónea,  dicen,  que  favoreció  el  reembarco  de  los  invasores".  (Folleto  reimpreso 
por  Hallet  en  1825). 


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Empero  la  carga  no  pudo  ser  simultánea  en  razón  de  la  me- 
nor distancia  que  tenía  que  recorrer  la  i/  compañía,  pues  no 
l)ien  librado  el  último  lienzo  de  la  tapia,  avistando  al  enemigo 
(|ue  aún  le  faltaban  como  dos  cuadras  para  alcanzar  al  monas- 
terio, se  dejó  oír  la  voz  de  San  Martín,  que  con  gesto  amena- 
zador mandó:  a  la  derecha  en  batallo,  la  que  fué  repetida  en  el 
acto  por  aquél,  que  venía  marchando  aunque  con  precaución, 
pero  bien  ajeno  de  tal  recibimiento,  por  cuyo  motivo  apenas  le 
fué  posible  formar  martillo,  rompiendo  en  seguida  un  nutrido 
fuego  graneado. 

Galopaba  el  bizarro  San  Martín  algunos  pasos  a  vanguardia 
de  su  columna,  que  en  aire  de  carga  cerraba  sobre  el  enemigo, 
cuando  un  disparo  a  metralla,  partido  de  una  de  las  dos  carro- 
nadas  apostadas  en  su  centro,  derribando  su  caballo  bayo,  cola 
al  garrón,  pone  en  conflicto  a  los  que  le  sigtien,  que  en  aquel 
momento  lo  creen  perdido.  ( i ) 

Neutralizado  por  un  instante  el  empuje  de  los  granaderos, 
intenta  el  bravo  Zavala  ganar  la  barranca,  donde  le  sería  más 
fácil  la  resistencia,  pero  no  bien  trató  de  evolucionar  en  ese 
sentido,  dando  vivas  al  rey  y  a  la  España,  para  reanimar  su  tur- 
bada hueste,  cuando  llegando  a  gran  galope  la  compañía  de 
líermúdez,  apenas  puede  formar  un  cuadro  imperfecto  para  re- 
cibirla, quedando  así  restablecido  el  combate,  y  por  un  momento 
se  disputan  la  victoria  con  igual  ardor  y  encarnizamiento. 

Sin  embargo  de  lo  brusco  y  de  lo  repentino  de  la  carga,  los 
soldados  españoles,  aunque  conmovidos  en  su  formación,  sos- 
tienen un  vivísimo  fuego  a  quemarropa  contra  sus  adversarios, 
que  lo  contestan  a  lanza  y  sable,  de  eficacia  terrible  en  aquellas 
manos  potentes. 

lín  tales  circunstancias  el  teniente  de  marina  Hipólito  Bou- 


(i)  Al  herir  el  tarro  de  metralla  el  pecho  del  caballo,  hizo  que  éste  se  encabri- 
tase y  en  su  caída  apretase  la  pierna  derecha  de  San  Martín.  Semejante  accidente, 
ocurrió  tan  cerca  de  la  línea  española,  que  cortándose  de  ésta  un  soldado,  le  tiró 
un  hachazo,  que  con  un  movimiento  flexible  de  la  cabeza,  logró  aquél  desviar  en 
parte,  tocándole  de  refilón  la  mejilla  izquierda  (cicatriz  que  siempre  conservó)  r 
entonces  otro  soldado  realista,  advirtiendo  que  era  un  jefe  el  jinete  caído,  deja 
su  puesto,  y  animado  de  idéntico  designio,  corre  á  clavarlo  con  su  bayoneta,  cuando 
el  granadero  Juan  Bautista  Baigorria  (puntano),  atropellándolo,  logró  alzarlo  en 
la  lanza,  en  tanto  que  sus  compañeros  que  habían  fluctuado  por  algunos  segundos, 
se  entreveraban  resueltamente  con  el  enemigo,  y  otros  echaban  pie  a  tierra  para 
retirar  del  peligro  a  su  comandante.  Entre  éstos,  se  encontraba  ademas  del  citado 
Baigorria,  el  no  menos  valiente  Juan  Bautista  Cabra),  que  herido  de  bala  momen- 
tos antes,  lo  fué  allí  de  muerte. 


—  43  — 

chard,  ávido  de  vengar  el  descalabro  de  San  Xicolás  (1811),  en 
que  tan  activa  participación  tuviera,  logra,  con  un  esfuerzo  su- 
premo, arrancar  la  bandera  al  porta  español,  que  la  pierde  con 
su  vida  ( I  ) . 

Roto  y  desconcertado  el  centro,  la  división  enemiga,  a  pesar 
de  los  prodigios  de  valor  del  gallardo  Zavala,  no  obstante  estar 
herido  de  lanza,  no  pudo  ya  sostenerse,  y  la  confusión  llegó  a  su 
colmo,  cuando,  rehecho  el  escuadrón  patriota,  dio  por  tercera 
vez  su  formidable  carga,  tocando  a  degüello,  hasta  llevarse  con 
el  encuentro  de  sus  caballos  y  derrumbar  barranca  abajo  a  los 
cuitados  invasores,  que  despavoridos  buscaron  el  refugio  de  sus 
naves  ( 2 ). 

Eran  las  seis  de  la  mañana,  y  la  victoria  estaba  asegurada  en 
pocos  minutos  de  combate. 

Acallado  el  estridor  de  las  armas,  la  desnuda  pampa  teatro 
de  la  acción  se  veía  sembrada  de  despojos,  y  enrojecida  con  la 
sangre  de  vencidos  y  vencedores,  en  tanto  que  las  bélicas  trom- 
petas de  los  granaderos,  después  del  toque  de  reunión,  hendían 
el  aire  con  alegres  dianas,  festejando  el  triunfo,  al  que  hacían 
coro  los  disparos  por  elevación  de  los  corsarios  que  saludaban  a 
bala,  puede  decirse  con  verdad,  y  dignamente  y  sin  duda,  la  bra- 
vura con  que  habían  sido  repelidos  de  una  tierra  que  ya  no  po- 
dían pisar  como  dueños  y  señores ! 

Cuarenta  muertos,  trece  heridos,  entre  éstos  el  mismo  Zava- 
la, que  lo  fué  en  la  pantorrilla  derecha,  y  gravemente  los  oficia- 
les ?Jarury  y  Martínez.  14  prisioneros  (3),  2  cañoncitos  de  a  4, 


(i)  a  propósito  de  este  bravo  oficial  y  del  descalabro  de  San  Xicolás  de  los 
Arroyos,  que  recordamos,  véase  la  parte  final  de  la  r.ota  N.°  12  en  el  Apéndice. 

(2)  Tanta  era  la  precipitación  y  el  pavor  con  que  se  desbarrancaban  los  espa- 
ñoles que  muchos  se  ahogaron,  por  lo  que,  aproximándose  sus  embarcaciones,  les 
tiraban  balas  encordadas,  para  que  se  agarrasen  y  ganaran  su  bordo.  Apeado  el 
Ijravo  capitán  Bcrmúdez — hijo  de  IMaldonado — que  había  sucedido  a  su  jefe  en  el 
mando,  estrechaba  uno  de  estos  grupos  que  hizo  pie  firme  detrás  de  una  zanja  y 
íil  borde  de  la  barranca,  cuando  fué  herido  de  bala  de  fusil  en  la  rótula,  falleciendo 
el  14  del  mismo  mes,  en  una  pieza  inmediata  al  hospital  de  sangre  instalada  en  el 
refectorio  del  Convento,  no  obstante  la  oportuna  amputación  y  cura  de  primera 
Intención  que  se  le  hizo  del  miembro  afectado,  por  los  facultativos  doctor  don 
Francisco  Cosme  Argerich  y  el  padre  presidente  de  los  Betlemitas  de  la  Rcsi- 
dcncia,  despachados  ambos  por  la  posta  con  un  botiquín  tan  luego  como  el  gobierno 
tuvo  conocimiento  del  suceso.  Se  afirma  que  desesperado  Bermúdez  por  no  haber 
podido  impedir  la  total  evasión  del  enemigo,  se  arrancó  el  torniquete  y  rehusó 
sobrevivir. 

(3)  Estos  fueron  internados  a  Córdoba,  habiendo  conseguido  San  Martín  se 
suspendiese  la  ejecución  de  la  orden  expresa  del  gobierno,  que  equiparándolos  a 
los   piratas,   los   condenaba   a   sufrir   el   último   suplicio,    según    el   autor   ya    citado 


4G 


50  fusiles,  4  bayonetas  y  una  hermosa  bandera  de  división  ( i)^ 
fueron  los  trofeos  de  tan  brillante  jornada  que  costó  a  los  pa- 
triotas un  prisionero  (2),  quince  muertos  (3)  y  veintisiete  heri- 


( Reforma  Pacífica  N.°  1720)  sin  que  lo  hayamos  podido  comprobar  en  nuestras 
investigaciones.  Era  de  este  número  el  atlético  sargento  Almada,  herido  por  Bai- 
gorria,  hecho  que  pone  en   duda  el   Dr.   Vélez   Sarsfield   en   una   carta   al   autor. 

(i)  Las  pérdidas  que  confiesan  los  españoles  en  su  parte  son  once  muertos  y 
treinta  y  nueve  heridos,  veintiocho  de  éstos  levemente,  incluso  once  que  cayeron 
prisioneros  y  3  sanos.  Mientras  que  a  los  patriotas  les  asignan  55  a  60  muertos  y 
de  83  a  90  heridos  gravemente,  entre  los  que  se  contaban  media  docena  de  oficiales, 
habiendo  dcsamfarado  el  campo  San  Martin,  con  150  hombres  y  una  pieza  de  cam- 
paña. Termina  tan  curioso  documento  atribuyendo  a  los  vencidos  los  honores  del 
triunfo,  después  de  asegurar  que  los  que  saltaron  en  tierra  fueron  120  hombres  or- 
inados de  fusil  y  ló  artilleros;  número  exactamente  igual  al  de  los  granaderos  según 
nuestros  cálculos.  (V.  parte  de  Ruiz  al  gobernador  Vigodet,  fechado  en  el  río  Pa- 
raná, a  10  de  febrero  de  1813.) 

(2)  El  teniente  don  Manuel  Díaz  Vélez,  que  mandaba  un  pelotón,  y  el  que 
atolondrado  por  un  balazo  que  le  rozó  el  cráneo,  y  al  que  debía  sucumbir  seis 
meses  después,  se  precipitó  en  el  calor  de  la  persecución.  Pero  al  otro  día  fué 
canjeado,  junto  con  tres  paraguayos,  tomados  violentam.ente  por  los  Marinos  de 
una  chalana  del  tráfico  en  el  arroyo  de  las  Vacas,  por  otros  tantos  heridos  del 
enemigo.  Dos  de  aquéllos  (Bogado  y  Acosta)  sentaron  plaza  de  voluntarios  en 
el  acto,  y  fueron  vestidos  con  el  unifornie  de  los  que  habían  quedado  tendidos  en 
el  campo.  Nadie  se  imaginó  entonces,  que  ese  mismo  Bogado  (don  José  Félix) 
regresaría  a  Buenos  Aires,  trece  años  más  tarde,  cubierto  de  veneras  y  con  las 
presillas  de  coronel  del  mismo  Regimiento,  haciendo  su  entrada  triunfal  en  abril 
de  1825  a  la  cabeza  de  120  hombre  (y  sólo  7  de  los  que  salieron  del  Retiro  en 
1813),  últimos  restos  que  volvían  después  de  ruda  campaña  en  diversos  climas,  a 
deponer  sus  armas  en  el  Parque  do  las  tomaron  (a).  Bogado  murió  de  comandante 
m.ilitar  de  San  Nicolás  de  los  Arroyos. 

(3)  Hé  aquí  sus  nombres  :  Capitán  Justo  Germán  Bermúdez. 

I."  Compañía  del  i.""  escuadrón:  Januario  Luna,  hijo  de  Crespín  y  de  Mónica 
]\Iayo,  natural  de  Renca,  en  la  Punta  de  San  Luis,  de  estado  soltero.  Juan  Bautista 
Cabral,  hijo  de  Francisco  y  de  Carmen  Robledo,  natural  de  Saladas  en  Corrientes,, 
de  estado  soltero.  Basilio  Bustos,  hijo  del  granadero  de  este  regimiento  Lorenzo 
y  de  Luisa  Rodríguez,  estado  soltero,  natural  de  San  Luis,  partido  de  Renca. 
Feliciano  Silvas,  hijo  de  Francisco  Antonio  y  de  Florencia  Navarro,  natural  de 
Corrientes,   de  estado   soltero. 

I."  Compañía  del  2°  escuadrón:  Ramón  Saavedra,  hijo  de  José  Lorenzo  y  de 
María  Juana  Díaz,  natural  de  Santiago  del  Estero,  de  estado  casado.  Blas  Bai-gas, 
hijo  de  Martín  y  de  María  de  los  Santos  Bargas,  natural  de  la  Rioja,  de  estado 
soltero.  Ramón  Anador,  hijo  de  Ramón  y  de  Francisca  Sosa  y  Cabral,  natural  de 
Montevideo,  de  estado  soltero.  José  Márquez,  hijo  de  Agustín  y  de  Juana  }^Iéndez, 
natural  de  Tulumba  en  Córdoba,  de  estado  soltero. 

2."  Compañía  del  2°  escuadrón :   Domingo  Porteau,  hijo  de  Bernardo  y  de  Ca- 


ía) Kllas  fueron  depositadas  por  orden  superior,  en  una  hermosa  caja  (|ue  tenía  esta  inscrip- 
ción cincelada  sobre  una  plancha  de  bronce:  Armas  de  los  Vencedores  de  Chile,  Peni  y  Colombia, 
(Conversación  con  el  mayor  don  José  Orbegoso  (mcndocino),  que  sirvió  y  regresó  con  el  regi= 
miento  y  es  el  único  que  queda  además  del  coronel  don  Eustoquio  Frías,  (*)  (salteño)  de  esa 
columna  de  gigantes  que  logró  presenciar  tan  solemne  recepción. 

(*)  El  ilustre  teniente  general  don  Eustoquio  Frías,  el  último  de  los  granaderos  de  San  Mar- 
tín en  la  muerte,  falleció  el  16  de  marzo  de  1891  enlutando  al  pueblo  argentino.  En  cuanto  al 
señor  coronel  Orbegoso,  muerto  el  25  de  octubre  de  1877,  séanos  admitido  no  compartir  la  opi- 
nión del  ilustrado  maestro,  por  tener  la  convicción  personal,  bien  acreditada  por  cierto,  que  mu- 
chos de  sus  méritos  y  servicios  en  la  guerra  de  la  Independencia  y  en  especial  en  el  "Regimiento- 
de  Granaderos"  eran  una  solemne  mistificación,  com.o  los  9  escudos,  10  medallas  y  2  cordones  de 
honor  con  que  adornaba  su  pecho  en  los  días  de  celebración  patria. — /.  /.  B. 


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Carta    autógrafa    de    San    Martín   a    los    frailes   del   convento    di 

San    Carlos. 


47  — 


dos,  incluso  el  mismo  San  Alartín  que,  según  hemos  apuntado 
ya,  debió  la  vida  al  heroico  denuedo  del  granadero  Baigorria  y 
a  la  abnegación  de  Juan  Bautista  Cabral  y  Robledo,  soldado 
obscuro  pero  de  .corazón  magnánimo  que  en  aquel  día  de  eterno 
recuerdo  se  abrió  las  puertas  de  la  inmortalidad  y  enlutó  los  lau- 
reles de  la  victoria  ( i ). 

Todos  habían  cumplido  con  su  deber;  oficiales  y  tropa  res- 
pondieron a  las  fundadas  esperanzas  de  su  jefe,  y  la  patria  pudo 
ufanarse  en  adelante  con  su  poderoso  apoyo  (2). 


talina  Geseau,  natural  de  Saint  Gaudens,  departamento  del  Alto  Garona,  de  estado 
soltero.  José  Manuel  Díaz,  hijo  de  Juan  Antonio  y  Maria  Barroso,  natural  de 
Córdoba,  de  estado  soltero.  Julián  Alzogaray,  hijo  de  Vicente  y  de  Josefa  Coria, 
natural  de  Quillota  en  Chile,  de  estado  soltero.  Domingo  Soriano  Gurel,  hijo  de 
Juan  Gil  y  de  Justa  Herrera,  natural  de  la  ciudad  de  la  Rioja,  de  estado  soltero. 
Juan  Mateo  Geldes,  hijo  de  Luis  y  de  Francisca  Vieznia,  natural  de  la  Cañada  de 
Escobar  en  Buenos  Aires,  de  estado  soltero. 

2."  Compañía  del  3.^'  escuadrón :  José  Gregorio  Fredes,  hijo  de  Eduardo  y  de 
María  Liberata  Fredes,  natural  de  San  Luis,  partido  de  Renca,  de  estado  soltero. 
(Gaceta  ^linisterial,  4  de  marzo  de   1813). 

(i)  Véase  Apéndice,  nota  X."  12.  El  Director  del  Museo  Histórico  Nacional 
colocó  el  22  de  marzo  de  1894  en  el  campo  santo  del  convento  una  placa  de  mármol 
con  la  inscripción:  "A  Juan  Bautista  Cabral,  muerto  en  la  acción  de  San  Lorenco. 
el  3  de  febrero  de  1813. — Su  abnegación  salvó  la  vida  del  libertador  San  Martin." 
Posteriormente  ha  sido  fijada  en  el  frontis  de  la  iglesia. 

(2)  Oficiales  que  tomaron  parte  en  este  hecho  de  armas,  además  de  los  nombra- 
dos en  el  texto:  teniente  D.  Mariano  Xecochea,  alférez  D.  José  Fernandez  de 
Castro,  portaestandarte  y  ayudante  en  comisión  D.  Manuel  Escalada,  cadete  don 
Pedro  Castelli,  soldado  distinguido  D.  Juan  Esteban  Rodríguez. — Oficiales  volun- 
tarios, D.  Vicente  Mármol  y  D.  Julián  Corvera.  Párroco  de  la  Capilla  del  Rosario, 
Dr.   D.  Julián   Navarro.  Todos  tuvieron  un  ascenso  a  su  regreso  a  Buenos  Aires. 

.\1  siguiente  día  de  la  acción  fué  desprendido  del  convoy  el  propio  Zavala,  en 
calidad  de  parlamentario,  solicitando  a  nombre  del  comandante  de  éste,  se  le  pro- 
veyese de  alguna  carne  fresca  para  los  heridos,  y  en  el  suyo,  como  verdadero  apre- 
ciador del  mérito  de  sus  adversarios,  la  deferencia  especial,  de  permitírsele  bajar 
a  tierra,  para  conocer  personalmente  a  los  bravos  granaderos,  y  estrechar  la  mano 
a  su  jefe.  Este,  no  trepida  en  acceder  a  tan  singular  como  honrosa  demanda — y — 
acto  continuo,  desembarca  el  bizarro  español,  con  un  pantalón  de  líen/ o  blanco, 
manchado  aún  con  la  sangre  de  su  herida ;  casaca  azul  rabona,  collarín,  solapa, 
bocamanga,  cabos  y  vueltas  lacre,  v  un  chacó  de  pelo  en  el  que  se  distinguía  la 
efigie  de  Fernando  VH,  con  el  mote  ¡viva  el  rey! — Después  de  los  cumplimientos 
de  estilo,  se  improvisó  un  suculento  desayuno  en  el  que  reinó  la  mejor  animación 
y  jovialidad,  merced  a  los  excelentes  vinos  de  los  P.  P. — reembarcándose  pasada 
la  siesta,  surtido  de  provisiones  y  fascinado  del  franco  y  cordial  agasajo  con  que 
fuera  acogido. 

En  la  efusión  de  su  carácter  naturalmente  expansivo,  reveló  Zavala,  que  el  ver- 
dadero plan  de  los  cruceros,  fué  aprovechar  una  noche  sombría,  y  con  viento 
fresco  del  2.°  cuadrante,  burlar  la  vigilancia  de  las  baterías  de  Punta  Gorda,  e  in- 
terceptar el  comercio  entre  el  Paraguay  y  San  Fe,  sobre  la  que  dirigían  sus  miras, 
habiendo  desembarcado  por  incidente  en  San  Lorenzo  y  en  el  solo  interés  de 
hacer  víveres. 

Desde  entonces,  parece  que  juró  servir  a  las  órdenes  de  aquel  militar,  cuya 
feliz   estrella   preveía,    como   lo   efectuó   presentándosele   en    Mendoza   el   año    15. 


—  4S  — 


Despachado  el  chasque  con  la  nueva  del  triunfo,  el  jefe  pa- 
triota se  preparó  a  rendir  los  últimos  honores  a  sus  valientes 
compañeros  de  gloria,  caídos  en  la  lucha.  Así  se  hizo  con  arreglo 
a  ordenanza;  y  dejando  algunos  heridos  en  el  convento  a  cargo 
del  i^orta  Pacheco,  se  puso  en  camino  para  Buenos  Aires  sin  em- 
bargo de  que  sus  dolencias  apenas  le  permitían  el  traqueo  de  un 
vehículo. 

Tal  fué  el  glorioso  suceso  que  inmortaliza  una  estrofa  del  ce- 
lebrado Himno  Nacional  argentino,  y  el  nombre  de  una  de  las 
calles  de  la  capital  federal,  y  cuya  importancia  moral  en  aquellas 
críticas  circunstancias  no  hay  necesidad  de  encarecer. 

El  5  de  febrero,  al  tiempo  que  los  enemigos  abandonaban  con 
proa  al  sud  el  lugar  del  combate,  tronaba  el  cañón  de  la  forta- 
leza de  Buenos  Aires  anunciando  al  pueblo  este  magnífico  en- 
sayo de  la  caballería  disciplinada  y  maniobrera  que  más  tarde, 
fatigando  a  la  fama  con  sus  proezas,  debía  llevar  el  pabellón 
que  tiene  por  divisas  el  blanco  de  las  crestas  de  los  Andes  y  el 
horizonte  azul  de  los  grandes  ríos,  a  mayor  altura  que  la  que  al- 
canzaron las  águilas  romanas  perseguidas  por  el  arrojo  de  Aní- 
bal, para  se^ruir  victorioso  hasta  los  remotos  fuegos  del  Ecua- 
dor! (i) 


Pero  San  Martín,  por  pundonor,  se  resistió  a  ocuparlo,  sin  embargo  del  alto  apre- 
cio que  hacía  de  él,  asignándole  en  prueba  de  ello  una  modesta  pensión. — (Conver- 
sación con  los  generales  Pacheco  y  Escalada,  quien  lo  recomendó,  estando  en  Mon- 
tevideo, a  su  hermano  político,  testigos  presenciales  de  todo  esto,  y  nota  citada 
(febrero  ir)  a  la  Junta  del  Paraguay.)  Docs.  del  Archivo  General  de  la  Nación. 
(i)   Véase  apéndice,  nota   X."   ]  t,. 


CAPITULO  IV 
1813 

Sumario:  Artigas  y  el  ejército  sitiador  de  Montevideo.  —  Motin  militar 
contra  Sarratea.  —  Hazañas  de  Samaniego,  Escobar  y  Jordán 
en  el  litoral.  —  Situación  de  los  sitiados  en  Montevideo.  — 
Auxilios  de  tropas  de  la  Península.  —  La  Asamblea  General 
Constituyente  de  1813  y  Artigas.  —  Ensoberbecimiento  de  este 
caudillo.  —  Patriótica  actitud  de  la  Asamblea  de  electores  de 
la  Provincia  Oriental.  —  Traición  de  Artigas.  —  Desfalleci- 
miento pasajero  de  los  patriotas. 

Sin  embargo  de  la  mala  impresión  que  produjo  en  Montevi- 
deo la  noticia  del  contraste  de  San  Lorenzo,  el  general  Vigodet 
trabajó  de  manera  que  no  se  le  diera  mayor  importancia  y  se 
calmasen  los  ánimos  ante  la  perspectiva  de  un  pronto  socorro 
de  tropas  europeas  y  la  consiguiente  disolución  del  ejército  si- 
tiador hostilizado  a  la  vez  por  las  hordas  de  Artigas,  que  situado 
en  el  paso  de  la  Arena,  en  Santa  Lucía,  promovía  y  amparaba 
la  deserción  de  los  cuerpos  de  línea  y  milicias,  arrebatándole  las 
caballadas  que  estaban  a  su  alcance,  e  interceptando  los  víveres 
y  las  comunicaciones  con  la  campaña. 

Pero  como  el  motivo  en  que  se  apoyaba  éste  para  proceder 
así  era  su  antipatía  por  don  Manuel  de  Sarratea,  que  como  re- 
presentante del  gobierno  general  era  jefe  del  ejército,  no  tardó 
en  estallar  el  vergonzoso  movimiento  de  10  de  enero  (1813), 
hecho  por  Rondeau,  bajo  sus  inspiraciones,  con  el  regimiento  de 
"Dragones"  y  parte  del  escuadrón  de  artillería  ligera,  que  dio 
por  resultado  la  separación  de  aquél  y  su  retirada  a  Buenos  Ai- 
res en  compañía  del  brigadier  V^iana,  coronel  Ensebio  Baldene- 
gro  y  Leal  (i),  comandante  Ventura  Vázquez  Feijoo,  mayor 


(i)  Este  fogoso  soldado  y  versificador,  oriundo  de  la  Banda  Oriental,  fué  muer- 
to en  Baltimore  (E.  U.)  en  un  desafío  durante  su  proscripción  en  1817.  Era  un 
oficial  de  grandes  esperanzas,  llamado  a  brillante  destino,  que  prestó  servicios  mi- 
litares muy  distinguidos  combatiendo  a  los  españoles  y  a  los  anarquistas  de  la 
escuela  artiguista. 

Tomo  II  .    4 


—  50  — 

Pedro  José  Viera  (brasileño),  vicario  del  ejército  don  Santiago 
Figueredo  (antiguo  cura  del  Pintado),  cirujano  mayor  del  mis- 
mo don  Francisco  de  Paula  Rivero  y  otros  distinguidos  servi- 
dores del  pais  con  quienes  no  podia  avenirse  el  cerril  "protector 
de  los  pueblos  libres  "  ( i). 

En  adelante,  como  lo  veremos,  no  fué  más  afortunado  Ron- 
deati  que  su  predecesor  lo  había  sido  con  respecto  a  Artigas :  y 
sin  embargo  de  que  la  separación  del  representante  Sarratea  y 
demás  personas  de  su  séquito  produjo  su  momentánea  incorpo- 
ración al  ejército,  éste  fué  profundamente  conmovido  en  su  mo- 
ral y  disciplina  por  ese  motin  militar  que,  no  obstante  lo  que  se 
hizo  por  justificarlo,  ha  caído  sobre  sus  autores  como  una  res- 
ponsabilidad histórica  ilevantable. 

De  allí  nació  el  desabrimiento  de  varios  oficiales  contra  Ron- 


(i)  "Luego  que  se  impuso  S.  E.  (Sarratea),  dice  Rondeau  en  sus  Mcuioruis, 
(ie  la  victoria  alcanzada  sobre  el  enemigo,  trató  de  ponerse  en  marcha  con  el  resto 
(le  la  fuerza  del  ejército,  á  unirse  á  la  vanguardia,  bien  fuese  á  consecuencia  de 
aquella  ó  porque  ya  estaba  asi  dispuesto;  en  este  concepto  los  cuerpos  que  la  com- 
ponian  fueron  aproximándose  al  sitio  sucesivamente,  habiéndose  adelantado  á  ellos 
el  Cuartel  General,  que  se  situó  en  el  Miguelete.  No  aconteció  lo  mismo  con  las 
fuerzas  que  mandaba  D.  José  Artigas  porque  poco  conforme  con  servir  á  las 
órdenes  del  señor  Sarratea,  y  con  prestarle  obedecimiento,  marchaba  con  lentitud 

"Desde  el  paso  de  la  Arena  en  Santa  Lucia,  distante  doce  leguas  de  Montevideo,, 
donde  se  estacionó  el  citado  jefe  con  las  fuerzas  orientales,  me  hizo  un  expresa 
haciéndome  saber  francamente  que  no  concurriría  á  las  operaciones  del  sitio,  antes 
bien  que  hostilizaría  á  las  tropas  argentinas  si  D.  ^lanuel  de  Sarratea  no  dejaba 
el  mando  y  se  retiraba  á  Buenos  Aires  con  algunos  jefes  más  que  designaba.  Seria 
largo  hacer  una  referencia  de  todos  los  pasos  relativos  á  este  inesperado  incidente : 
y  asi  me  contraeré  solo  á  manifestar -que  tendiendo  la  vista  por  todos  los  males 
que  iba  a  ocasionar  al  pais  su  disidencia:  i."  la  guerra  civil,  en  la  que  a  más  de  los 
desastres  que  ocasionarla  se  habian  de  disolver  la  mayor  parte  de  las  fuerzas  de 
Buenos  Aires,  uniéndose  á  aquel  caudillo ;  2°  los  inconvenientes  que  por  ello  se 
presentarían  para  la  empresa  de  rendir  la  plaza  de  ^Montevideo,  hasta  el  caso  de 
hacerse  imposible,  apoyé  las  pretensiones  del  general  Artigas ;  la  misma  conducta 
observó  también  vigorosamente  mi  teniente  coronel  D.  Nicolás  de  Vedia  ya  en 
conferencia  con  Sarratea  y  ya  segundando  el  plan  que  nos  habiam.os  propuestos- 
caso  que  el  general  en  jefe  hiciese  oposición  a  dejar  el  mando  y  retirarse. 

"Considerado  por  este  señor  con  el  tino  y  madurez  que  le  son  característicos,  lo 
grave  del  asunto  por  las  consecuencias  á  la  vez  funestas  ó  ventajosas  á  la  causa 
general  que  según  la  decisión  podían  ocasionarse,  no  trepidó  en  dejar  el  mando  del 
ejército,  que  sin  duda  era  lo  más  conforme  a  las  circunstancias,  nombrándome  para 
que  le  substituyese  en  él  hasta  la  resolución  del  Gobierno  á  quien  se  proponía  dar 
cuenta ;  y  yó  enseguida  di  el  cargo  de  mi  ]\Iayor  General  al  teniente  coronel  Don 
Nicolás  de  Vedia.  El  Sr.  Sarratea  inmediatamente  después  de  lo  ocurrido  empren- 
dió también  retirada  para  Buenos  Aires  con  los  jefes  á  que  me  he  referido  antes : 
sinembargo  D.  José  Artigas  no  se  incorporó  al  ejército  con  las  fuerzas  de  su  mando 
hasta  que  vio  aprobado  por  el  gobierno  mi  nombramiento  de  general  en  jefe... 
{Rondeau,  Memorias  citadas). — Véase,  además,  en  Apéndice,  nota  14,  algunos  do- 
cumentos que  ponen  de  manifiesto  la  verdad  aue  disimula  el  general  Rondeau. 


51 


deau,  cuya  nulidad  para  el  mando  en  jefe  proclamaban  en  alto, 
llegando  en  sus  excesos  hasta  despreciar  su  autoridad  ( i ) . 

Esta  conducta  se  hacía  trascendental  aun  a  las  últimas  clases 
del  ejército,  y  sólo  el  patriotismo  y  entusiasmo  de  aquella  gran- 
de época,  por  la  guerra  contra  los  españoles,  evitó  su  completa 
disolución. 

Entre  tanto,  las  márgenes  del  Uruguay  presenciaban  hechos 
heroicos,  en  que  los  hijos  de  la  tierra  seguían  disputando  su 
presa  a  los  Marinos  y  capturaban  no  pocos  de  sus  bajeles. 

Así  fué  que  en  la  madrugada  del  8  de  febrero  (1813)  el  bra- 
vo capitán  Samaniego  volvió  a  distinguirse,  apresando  en  el 
arrovo  Parauacito  (30  leguas  de  OualeguaychiO,  la  balandra 


(i)  En  comprobación  de  ello,  copiemos  a  un  testigo  ocular  que  refiere  el  si- 
guiente episodio,  dándole  el  colorido  del  que  narra  un  suceso  de  su  tiempo  : 

"En  una  orden  general  del  ejército,  se  mandó  (siendo  verano),  que  durante  las 
horas  de  la  siesta,  no  se  permitiese  salir  de  sus  campos  la  tropa  que  estaba  franca, 
como  era  de  costumbre,  pues,  á  mas  que  el  enemigo  habia  intentado  algunas  sor- 
presas á  dichas  horas,  creyendo  por  varios  motivos  obtener  ventajas,  debía  tam- 
bién evitarse  que  los  soldados  fuesen  á  hacer  daño  á  las  quintas,  como  solían  veri- 
ficarlo, no  obstante  que  sus  propietarios  daban  dos  veces  a  la  semana  la  verdura 
y  fruta  necesaria  para  el  ejército,  etc. 

El  ayudante  maj^or  del  regimiento  n."  6,  don  Anacleto  Martinez,  copió  como 
todos,  la  precitada  orden,  y  la  llevó  á  su  sarjento  mayor  don  Hilarión  de  la  Quin- 
tana, quien  mandó  se  comunicase  al  cuerpo  en  el  acto,  siendo  como  las  once  de 
la  mañana. 

Serian  las  tres  de  la  tarde,  cuando  Soler  llegó  á  su  campo,  de  donde  faltaba 
desde  la  noche  anterior  é  impuesto  que  fué  de  haberse  comunicado  al  cuerpo  de 
su  mando,  la  orden  que  nos  ocupa,  increpó  agriamente  al  mayor  Quintana  por  ha- 
berlo verificado  sin  su  previa  aquiescencia. 

El  mayor  le  contestó  en  iguales  términos,  agregando,  que  como  Soler  tenia  de 
costumbre  ausentarse  á  veces  de  su  campo  por  veinticuatro  horas,  creyó  contrario 
al  buen  servicio  el  esperar  á  que  él  viniese  para  comunicar  á  la  tropa  una  orden 
tan  importante — y  por  último,  "que  los  ayudantes  del  cuerpo,  no  debian  prostituirse 
llevándole  aquella,  á  casa  de  su  concubina  donde  estaba  á  todas  horas." 

Soler  se  enfureció  con  esta  respuesta  y  en  vez  de  estrellarse'  con  Quintana, 
mandó  tocar  á  la  orden,  y  metiéndose  personalmente  en  la  rueda  de  sargentos,  dijo 
en  alta  voz :  "La  orden  que  se  ha  dado  hoy  á  las  once  queda  sin  efecto,  y  yo  mando 
ahora,  que  toda  la  tropa  vaya  armada  de  bayoneta  á  las  quintas  y  vengan  carga- 
dos de  peras  (era  tiempo  de  ellas)  y  en  donde  no  las  hubiese,  traigan  gajos  de  los 
perales." 

Incontinenti  de  haberse  trasmitido  esta  orden,  toda  la  tropa  del  n.°  6  se  desbandó 
por  las  quintas  á  ejecutar  lo  dispuesto  por  su  comandante. 

Entre  tanto,  sabedor  el  general  Rondeau  de  este  acontecimiento,  se  dirijió  al  alo- 
jamiento del  coronel  don  Domingo  French,  jefe  del  rejimiento  n.°  3  de  infantería, 
á  pedirle  consejo,  por  ser  uno  de  sus  mejores  amigos,  y  aquel'  le  contestó :  "Señor 
general — aquí  tiene  usted  papel  y  tintero ;  déme  usted  orden  por  escrito  para  fu- 
silar al  comandante  Soler,  por  el  crimen  notorio  que  ha  cometido,  y  antes  de  diez 
minutos  será  cumplida,  pues  en  este  instante,  él  se  halla  solo  en  su  campo  y  cuando 
regresen  sus  soldados  con  las  peras,  ya  estará  en  la  eternidad." 

Sin  embargo,  el  general  Rondeau,  desechó  este  consejo  por  razones  que  es  escu- 
sado  indicar."    { Memoria  de  Iteheandia) . 


—  52  — 

enemií^a  Xucstra  Señora  del  Canneu,  2  cañones,  comandante 
don  Manuel  Moreno  (i),  mientras  que  el  24  (del  mismo)  el  te- 
niente don  Miguel  Escobar  y  el  capitán  de  milicias  don  Ricardo 
López  Jordán,  ejecutaban  idéntica  hazaña  en  las  inmediaciones 
de  la  villa  de  la  Concepción,  sobre  los  cruceros  españoles  Vic- 
toria constante  y  Caramba,  tomando  con  ellos,  3  cañones,  25 
prisioneros  y  todo  el  armamento  (2).  A  todo  esto,  los  refuerzos 
tan  larga  y  ansiosamente  esperados  por  el  enemigo  no  tardaron 
en  presentarse  merced  a  la  diligencia  de  los  dos  comisionados 
ad  Iioc  enviados  por  A^igodet  a  España  con  el  objeto  de  que  in- 
formaran a  las  Cortes  de  los  singulares  apuros  de  la  plaza  si- 
tiada. 

En  efecto,  el  12  de  agosto  (181 3)  fondeaba  en  el  surgidero 
de  Montevideo  el  transporte  español  Topacio  con  230  hombres 
de  desembarco,  en  su  mayor  parte  artilleros  y  el  resto  de  Volun- 
tarios de  Sevilla.  Se  supo  por  este  buque,  que  formaba  parte  de 
la  expedición,  habían  salido  de  Cádiz  el  5  de  mayo  anterior,  de 
2,200  a  2.400  soldados  de  línea  con  destino  al  Río  de  la  Plata, 
en  los  trasportes  Regencia,  Francisca  (a)  Socorro,  J^oladora, 
Carlota  y  Príncipe  Real,  escoltados  por  el  navio  San  Pablo  de 
74,  con  la  insignia  del  brigadier  don  Joaquín  Somoza  de  ]\íon- 


(i)  Sabiendo  D.  José  Gutiérrez,  comandante  militar  de  Gualeguaychú,  que  en  el 
arroyo  nombrado,  distante  treinta  leguas  de  esa  villa,  estaba  la  balandra  iV."  .S"."  del 
Carmen,  destacó  al  capitán  Samaniego  con  20  hombres  para  apoderarse  de  ella. 
Superando  todas  las  dificultades  del  camino,  y  habiendo  tenido  que  marchar  más 
de  dos  leguas  a  pie  por  lo  escabroso  del  pasaje,  consiguió  sorprender  y  asaltar  el 
buque  de  que  se  apoderó  en  un  cuarto  de  hora  de  combate.  Se  distinguieron  en  la 
pelea  el  sargento  Tomás  Tapia  y  Joaquín  González,  siendo  muy  recomendable  la 
conducta  de  los  ciudadanos  José  Barreiro  (catalán)  y  Eugenio  Melgarejo  que 
cooperaron  al  éxito  voluntariamente  y  con  sus  propias  armas. 

El  comandante  D.  Manuel  ^loreno,  natural  del  Ferrol,  servía  como  meritorio  en 
el  cuerpo  de  pilotos  de  la  Armada  desde  1792  y  después  de  muy  distinguidos  ser- 
vicios en  diversas  campañas  y  hechos  de  armas  en  Europa  y  América,  ingresó  al 
cuerpo  general  como  alférez  de  fragata  en  abril  de  1812  habiendo  sido  trasladado 
de  la  isla  de  Cuba  al  apostadero  de  Montevideo.  Ascendió  a  teniente  de  navio 
en  1827  y  verificó  con  su  colega  D.  Victoriano  Díaz  de  Herrera  trabajos  hidrográ- 
ficos muy  interesantes  en  el  mar  de  las  Antillas  que  les  granjeó  muy  buena  reputa- 
ción. Se  suicidó  a  bordo  de  la  goleta  de  su  mando  Ritilla,  el  16  de  mayo  de  1836. 
El  mismo  fin  tuvo  en  Madrid,  por  rara  coincidencia,  su  compañero  de  trabajos, 
teniente  Díaz  de  Herrera. 

(2)  Recordaremos  por  último,  que  el  23  de  agosto  siguiente,  el  alférez  don 
Ángel  Pacheco  á  la  cabeza  de  una  corta  fuerza  de  granaderos  á  caballo,  chocó  y 
rechazó  en  una  carga  franca  y  limpia,  á  los  marinos  que  desembarcaron  a  la  altura 
de  Zarate,  y  bajo  las  órdenes  del  capitán  Zavala  arreaban  hacia  la  costa  un  con- 
siderable número  de  ganado.  {Nota  del  capitán  don  Francisco  de  Luciiriaga  a 
San  Martín,  fechada  en  el  Baradero  a  31  de  agosto  de  1813. — Arch.  General  de  la 
Nación). 


—  53  — 

sorin,  la  fragata  Prueba  de  50  y  el  bergantín  San  José  de  16  ca- 
ñones. 

Bien  pronto  se  confirmó  esta  noticia  con  la  entrada  a  Mon- 
tevideo de  la  Prueba  (i),  el  23  del  citado  agosto,  con  la  i.''  di- 
visión del  convoy,  arribando  el  resto,  salido  en  2  de  junio,  con 
el  S.  Pablo,  San  José,  el  2  de  septiembre  siguiente,  menos  la  fra- 
gata Socorro,  que  aportó  recién  el  15  de  octubre  por  haber  re- 
calado en  la  bahía  del  Janeiro  para  recorrer  averías  y  des- 
perfectos ocasionados  por  un  temporal  sufrido  el  2"/  de  junio 
a  la  altura  de  Santa  Catalina.  Esta  embarcación  conducía 
cuatrocientos  hombres,  perteneciendo  la  mitad  al  regimiento  de 
J^orca  (2). 

Como  es  de  suponer,  la  llegada  de  tan  importante  repuesto, 
con  la  nueva  de  que  se  aprontaban  más  tropas  en  el  puerto  de 
Vigo  (Galicia)  con  el  mismo  destino,  colmó  de  alegría  a  los  si- 
tiados, reanimando  sus  moribimdas  esperanzas ;  y  el  desembarco 
de  los  vencedores  en  Chiclana  fué  notificado  a  los  asediadores 
por  las  salvas  del  puerto,  cindadela  y  recinto,  lo  que  hizo  que 
éstos  contestaran  a  su  vez,  como  a  las  diez  de  esa  misma  noche, 
con  18  granadas  de  a  seis  pulgadas,  que  quizá  contribuyeron  a 
hacerles  variar  la  triste  idea  que  se  formaran  de  los  enemigos 
que  venían  a  combatir. 

No  obstante,  el  ánimo  de  los  patriotas,  lejos  de  decaer,  adqui- 
ría nuevos  bríos,  y  a  pesar  del  dominio  absoluto  del  enemigo  en 
las  aguas  y  de  la  superioridad  numérica  de  sus  bayonetas  en 
tierra,  deseaban  vivamente  se  tentase  por  el  general  español 
otra  salida,  semejante  a  la  del  31  de  diciembre,  de  inmortal  me- 
moria, para  mostrarle  el  temple  de  su  moral  y  disciplina. 

Empero,  tan  luego  como  se  tuvo  conocimiento  en  Buenos  Ai- 
res del  desembarco  de  las  tropas  auxiliares,  temiéndose  una  sa- 
lida general,  se  libraron  las  órdenes  necesarias  a  efecto  de  que 
el  general  Rondeau  levantase  el  sitio  y  se  corriera  sobre  la  Co- 
lonia, donde  debía  embarcarse. 


(i)  Esta  fragata  dejó  el  citado  puerto  en  20  de  noviembre  (1813)  con  rumbo- 
ai  E.,  habiéndolo  hecho  el  San  Pablo  en  la  propia  dirección  dos  días  antes,  después 
(le  sufrir  ambos  buques  una  gran  deserción.  La  Prueba  fué  la  misma  que  capituló 
en  las  aguas  de  Guayaquil,  en  compañía  de  la  de  igual  clase  Venganza  y  corbeta 
Alejandra,  a  mediados  de  febrero  de  1822. 

(2)  Los  jefes  y  principales  oficiales  de  este  cuerpo  eran:  coronel  José  Villace- 
vallos ;  teniente  coronel  Diego  Becerra  :  sargento  mayor  Cristóbal  Ruiz ;  ayudantes 
Patricio  ^lenduiña  y  José  Bejar;  capitanes  José  ]\Iorales,  Fulgencio  Salas,  Ángel 
Mouli,  Tomás  García,  Cristóbal  Paredes  y  Manuel  Cosió :  teniente  Alariano  Sánchez. 


—  54  — 

Mas  éste,  que  había  hecho  grandes  trabajos  a  prevención, 
optiso  sus  causales,  en  virtud  de  las  que  creía  imposible  ser  ba- 
tido por  el  enemigo,  que  no  obstante  el  refresco  recibido,  era 
víctima  de  la  epidemia  y  de  la  muerte  que  establecieron  su  te- 
rrible campo  en  la  plaza  sitiada,  a  punto  de  verse  los  hospitales 
y  casas  de  caridad  atestadas  de  enfermos  y  moribundos ;  razón 
por  la  cual,  inspeccionados  que  fueron  esos  trabajos  de  aproche, 
como  las  posiciones  que  cubría  el  ejército,  por  una  comisión 
científica  encabezada  por  el  barón  de  Holmberg,  de  acuerdo 
con  su  dictamen  el  gobierno  revolucionario  accedió  a  la  prose- 
cución del  sitio  a  pesar  de  no  prestar  mucha  fe  al  éxito  favora- 
ble cjue  preconizaba  el  general  bloqueador,  porque  si  dos  mil 
quinientos  hombres  pudieron  resistir  un  asedio  prolongado,  el 
refuerzo  de  casi  el  doble  que  acababa  de  llegarle  de  tropas  re- 
gladas que  habían  hecho  las  campañas  contra  Napoleón,  dejaba 
muy  pocas  esperanzas  aun  a  los  espíritus  menos  pesimistas. 

A  esto  se  agregaba  la  desinteligencia  que  principiaba  a  reinar 
en  los  campamentos  de  Rondeau  y  Artigas. 

Ambos  jefes,  hasta  entonces,  marcharon  al  parecer  en  per- 
fecto acuerdo,  pero  no  tardó  en  nacer  la  escisión,  que  unida  a 
los  desastres  de  Vilcapugio  y  Ayohuma,  y  la  subsiguiente  ocu- 
pación del  Alto  Perú  y  Chile  por  los  realistas,  puso  la  idea  repu- 
blicana al  borde  del  abismo. 

Ocupada  la  Banda  Oriental  por  el  poder  español  en  tanto  se 
ejecutaron  en  las  Provincias  Unidas  los  trabajos  preliminares 
a  la  instalación  de  la  Soberana  Asamblea  Nacional  instituida 
en  31  de  enero  de  181 3,  no  tuvieron  acjuellos  habitantes  repre- 
sentación en  su  seno;  pero  restablecido  el  sitio  de  la  cittdad  de 
Montevideo  y  dominado  el  territorio  por  nuestras  armas,  llegó 
el  caso  de  dársela  en  debida  forma.  Pero  desgraciadamente, 
arrogándose  el  coronel  Artigas  facultades  y  prerrogativas  que 
no  tenía  ni  nadie  le  reconociera,  decidió  proceder  autoritativa- 
mente  por  sí  y  ante  sí  y  convocó  a  su  campo  militar  una  junta 
de  ciudadanos,  cuya  presidencia  asumió  el  5  de  abril  de  1813, 
disponiendo  c|ue  resolvieran  sobre  si  se  reconocería  la  autoridad 
de  aquel  Congreso,  y  en  ese  caso  fijaran  el  número  de  diputados 
a  elegir,  así  como  la  constitución  de  un  gobierno  provincial  que 
rigiera  los  destinos  del  pueblo  de  que  él  se  titulaba  "Jefe".  Pa- 
rece de  más  decir  que  aquella  congregación  de  "representantes" 
populares  tenía  más  cariz  de  tropa  veterana  sometida  al  yugo 
de  su  autoridad  f|uc  del  pai)el  que  pretendía  el  caudillo  hacerla 


representar,  y  en  consecuencia  resolvió  la  erección  de  un  "go- 
bierno militar"  de  cuyo  ejercicio  encargó  a  Artigas  y  de  una 
junta  municipal  compuesta  de  tres  personas  y  cuya  presidencia 
discernió  al  ciudadano  don  Juan  José  Duran,  con  más  el  reco- 
nocimiento de  la  Asamblea  Nacional  reunida  en  Buenos  Aires 
y  la  elección  de  los  diputados  que  debían  incorporarse  a  ella  en 
representación  de  la  Provincia,  y  a  los  cuales  el  gobernador  dio 
instrucciones  a  que  debían  sujetar  estrictamente  su  conducta 
política.  Discutidos  sus  poderes  en  el  seno  de  la  Asamblea,  los 
diputados  Aballe.  Monteagudo,  Vidal,  Gómez  y  otros  demostra- 
ron que  los  tales  eran  ''absolutamente  nulos  por  incontestables 
principios" ;  que  resultaba  su  elección  hecha  por  compromiso 
de  los  pueblos  en  una  sola  persona,  habiéndose  nombrado  cinco 
compromisarios  para  elegir  los  cinco  diputados  ocurrentes,  sin 
que  haya  constancia  de  las  actas  en  que  se  sancionó  el  compro- 
miso, prescindiendo  si  esta  clase  de  elección  es  legítima  y  de 
acuerdo  con  la  ley  de  24  de  octubre,  por  todo  lo  cual  se  decidió 
no  hacer  lugar  a  su  incorporación  hasta  que  legalizasen  su  si- 
tuación (i). 

Artigas,  dispuesto  a  hacer  imperar  su  voluntad,  cuya  omni- 
potencia creía  tan  hacedera  en  Buenos  Aires  como  en  su  aduar, 
procedió,  en  15  de  julio,  a  otra  reunión  en  que  se  ratificó  la  de- 
cisión de  la  ya  citada  de  abril,  y  dirigió  al  gobierno  nacional, 
con  fecha  19,  una  nota  recordando  los  hechos  como  convenía 
a  sus  pretensiones  y  con  recriminaciones  tan  injuriosas  como 
faltas  de  razón  y  de  justicia;  solicitando  poco  después  autori- 
zación para  proceder  a  un  nuevo  nombramiento  de  diputados, 
a  que  el  gobierno  accedió,  pero  disponiendo  que  fuera  el  ge- 
neral en  jefe  del  ejército  sitiador  quien  hiciera  la  convocación 
de  electores  y  presidiera  los  trabajos. 

Rondeau  se  dirigió  a  los  cabildos  invitándoles  a  que  sus  res- 
pectivos pueblos  nombraran  electores  con  arreglo  a  la  recor- 
dada ley  y  que  éstos  concurrieran  a  su  cuartel  general  el  8  de 
diciembre,  pero  Artigas,  cuyo  gobierno  militar  emanado  de  la 
reunión  de  abril  no  había  sido  reconocido  por  el  nacional,  or- 
denó a  los  electores,  el  15  de  noviembre,  c^ue  antes  de  concurrir 
a  aquél,  se  presentaran  a  su  alojamiento  a  fin  de  instalar  allí 
el  Colegio  Electoral. 


(I)   Acta   del    ii    de   junio  de   1813,   de  la    Asamblea    Xacional   Constituyente. 


56 


En  noticias  de  esta  disposición,  el  general  Rondeau,  siempre 
incapaz  de  un  acto  de  energía,  tal  cual  lo  imponía  la  situación 
y  el  respeto  de  la  alta  autoridad  que  representaba,  dispuso,  bus- 
cando medios  conciliatorios  C[ue  evitaran  un  choque  violento, 
(jue  los  electores  concurrieran  a  la  Capilla  de  Maciel,  y  no  a 
ninguno  de  los  sitios  indicados,  para  alejar  sus  deliberaciones 
hasta  de  la  sospecha  de  una  coacción  o  influencia  ilegítima. 

La  junta  electora  se  reunió,  en  efecto,  el  8  de  diciembre,  en 
número  de  veinticuatro  ciudadanos,  en  la  casa  de  ]\íaciel,  a  ori- 
llas del  Migiiclete,  bajo  la  presidencia  del  general  Rondeau, 
eligió  tres  diputados  a  la  Asambea  Nacional  Constituyente  y 
nombró  una  Junta  Municipal  Gubernativa  para  la  dirección  de 
la  Provincia,  haciendo  caso  omiso  del  gobierno  militar  creado 
anteriormente.  Artigas  ordenó  a  la  Junta  que  anulara  y  diera 
por  no  existente  todo  lo  decretado,  y  ella  contestó  declarando 
en  nombre  de  la  soberanía  con  que  estaba  revestida,  que  desde 
ese  día  (lo  de  diciembre)  la  Provincia  Oriental  era  reconocida, 
con  toda  la  plenitud  de  sus  derechos,  como  una  de  las  del  Río 
de  la  Plata,  y  que  su  gobierno  lo  compondría  una  junta  guber- 
nativa formada  por  los  ciudadanos  elegidos  por  la  representa- 
ción provincial. 

''No  era  posible  hacer  más  visible  la  oposición  cjue  existía 
entre  Artigas  y  los  representantes  del  pueblo  uruguayo",  dice 
el  historiador  Berra,  "y  no  es  de  notarse  menos  el  valor  cívico 
de  que  dio  pruebas  el  Congreso  en  esos  días  memorables.  Pero 
no  podía  parecer  esa  conducta  a  un  hombre  como  Artigas  sino 
un  acto  de  rebelión  a  la  autoridad  que  se  había  arrogado  por  sí 
mismo.  Si  hubiese  estado  dotado  —  agrega  —  de  inclinaciones 
democráticas,  que  no  más  podía  esperarse  de  él,  habría  recono- 
cido lo  razonable  del  proceder  de  los  electores  y,  sobre  todo,  el 
derecho  con  que  procedían,  y  se  habría  sometido  a  la  voluntad 
del  legítimo  soberano,  dominando  su  despecho,  nacido  del  amor 
propio  lastimado.  Las  circunstancias  exigían,  por  otra  parte, 
el  sacrificio  de  las  ambiciones  personales  en  obsequio  de  los 
intereses  comprometidos  en  la  lucha  contra  el  poder  de  los  es- 
pañoles ;  pero  Artigas,  que  anteponía  a  todo  su  despótica  volun- 
tad, c^ue  no  sabía  moderar  los  ímpetus  violentos  de  su  carácter, 
y  que  carecía  de  criterio  moral  para  juzgar  con  elevación  los 
hechos  que  se  producían,  no  pensó  desde  aquellos  días  de  di- 
ciembre sino  en  desahogar  sus  pasiones  del  modo  que  más  lo 
sintieran  los  que  reputaba  sus  enemigos,  y  resolvió  abandonar 


X^  o^^^^ 


el  sitio  con  sus  caballerias  dejando  descubierta  el  ala  izquierda 
de  la  linea,  que  éstas  ocupaban."  (i) 

Por  otra  parte,  nada  indicaba  que  la  plaza  bloqueada  pudiera 
ser  rendida  a  fuerza  de  armas — puesto  que  amén  de  la  supe- 

(i)  Véase  apéndice,  nota  X."  15. — "Rondeau",  dice  Echeandia  en  su  ya  citada 
Memoria,  "no  omitia  sacrificio  en  conservar  la  armonía  con  Artigas,  aun  con  me- 
noscabo de  su  dignidad. 

"Las  causas  que  contribuyeron  al  desacuerdo,  fueron:  1°  Las  faltas  graves  que 
«le  continuo  cometían  los  milicianos  de  Artigas  en  el  servicio  de  vanguardia.  2."  Que 
á  pesar  que  por  órdenes  terminantes  del  gobierno  de  Buenos  Aires,  que  se  leian 
á  la  tropa,  estaba  prohibido  bajo  severas  penas  maltratar  á  los  prisioneros  de 
guerra,  siempre  que  estos  eran  tomados  por  los  soldados  de  Artigas,  cuando  no 
los  degollaban,  eran  desnudados  y  tratados  con  crueldad.  3.°  Porque  casi  todas  las 
casas  abandonadas  por  sus  dueños  situadas  á  inmediaciones  del  campamento  de 
Artigas  fueron  derribadas,  robados  sus  tirantes,  marcos,  puertas,  etc.,  destrozo 
que  causó  en  el  vecindario  un  disgusto  general  contra  ese  caudillo,  pero  más  aún 
contra  Rondeau  porque  decian,  con  aparente  razón,  que  él  era  el  responsable  como 
general  en  jefe  en  no  impedirlo.  Sin  embargo  esto  era  injusto  porque  Rondeau 
había  tenido  por  esto  fuertes  altercados  con  Artigas  y  éste  se  disculpaba  diciendo 
que  aunque  daba  órdenes  repetidas  para  aprender  á  los  agresores  no  habían  tenido 
efecto  porque  aquellos  cometían  sus  robos  en  las  noches  más  obscuras  y  ponían 
espías  en  todas  direcciones  para  no  ser  sorprendidos.  El  general  sabia  que  esta 
disculpa  era  una  patraña,  pero  como  no  le  era  dable  mandar  fuerza  armada  á 
patrullar  los  campamentos  de  aquel,  tenía  que  sufrir  en  silencio  para  evitar  un 
rompimiento.  Pero  quizá  la  más  importante  causa  del  rompimiento  y  la  deserción 
de  Artigas  del  asedio,  fué  que  éste  recibió  una  noche  en  su  alojamiento,  sigilosa- 
mente, a  D.  Benito  Chain  y  Don  Luis  Larrobla,  oficiales  enemigos,  que  desde  la 
plaza  mandó  el  general  Vígodet,  en  el  carácter  de  comisionados  á  tratar  con 
Artigas  á  quien,  tiempo  hacia,  trataba  de  reconciliar  con  la  causa  del  Reí,  con 
ofertas  y  garantías  de  toda  especie.  Estos  oficiales  desembarcaron  por  la  costa 
Sud,  cuya  vigilancia  pertenecía  á  las  fuerzas  de  Artigas ;  y  solamente  después  de 
dos  días  que  permanecieron  ocultos  llegó  á  noticia  de  Rondeau  este  aconteci- 
miento y  cuando  yá  se  habían  retirado  aquellos.  Artigas  probablemente  no  tuvo 
cómo  levantar  los  gravísimos  cargos  que  Rondeau  le  haría  por  su  traición,  y  esta, 
seguramente,  fué  la  causa  principal  de  su  deserción.  El  general  creyó  prudente 
no  publicar  este  hecho  en  aquellos  momentos,  creyendo  tal  vez  que  se  hubiese 
acordado  algo  definitivamente  entre  Vígodet  y  Artigas  para  hostilizar  al  ejército 
sitiador,  en  quien  podía  haber  entrado  el  desaliento  al  saberlo  de  un  modo  positivo, 
por  el  prestigio  de  aquel  caudillo  sobre  los  orientales.  Pero  yo  me  inclino  á  creer 
que  si  estos  se  hubieran  llegado  á  persuadir  que  Artigas  estaba  de  acuerdo  con 
los  españoles  lo  habrían  abandonado,  pues  tal  era  en  aquella  época  el  odio  que  les 
profesaban.  Aunque  Rondeau  guardó  silencio  sobre  el  hecho  que  nos  ocupa,  siem- 
pre se  traslujo  entre  la  multitud ;  y  el  coronel  French  censuró  severamente  y  sin 
reservas  la  conducta  criminal  (como  él  decía)  de  D.  José  Artigas,  no  obstante 
haber  sido  uno  de  sus  más  decididos  amigos.  Que  Artigas  estuvo  en  esta  ocasión 
en  relación  y  de  acuerdo  con  tropas  del  Reí  no  hay  la  menor  duda,  y  esta  verdad 
fué  justificada  por  hechos  posteriores  de  aquel  caudillo,  que  después  de  su  deser- 
ción, se  situó  en  el  paso  de  la  Arena,  reunió  toda  la  gente  que  pudo,  bajo  severas 
penas,  avanzó  sus  partidas  hacía  el  asedio  y  se  contrajo  a  hostilizar  cuanto  le  fué 
posible  á  los  sitiadores  de  Montevideo,  cuya  conducta  alentó  mucho  a  los  sitiados 
haciéndoles  concebir  las  más  lisongeras  esperanzas."  Memoria  citada. — Su  autor, 
el  coronel  D.  José  María  Gonzales  Echeandia  sirvió  con  honor  en  nuestros  prime- 
ros ejércitos  de  mar  y  tierra,  llegando  á  distinguirse  en  el  arma  de  artillería  por 
la  que  tenia  suma  predilección.  Murió  en  Montevideo,  ciudad  de  su  nacimiento,  en 
la  mayor  pobreza,  habiéndose  ocupado  en  sus  últimos  tiempos  de  escribir  la  Me- 
moria de  que  extractamos  estas  noticias. 


58  — 


rioridad  numérica  de  su  guarnición  sobre  el  ejército  de  la 
Patria,  éste  carecía  de  los  elementos  necesarios  para  batirla  en 
brecha,  porque,  además  de  no  tener  cañones  apropiados  —  en 
los  almacenes  de  artillería  de  Buenos  Aires,  apenas  habían  200 
quintales  de  pólvora  y  25  ó  30  malas  piezas  de  todos  calibres 
V  clases,  sin  cureñas  y  juegos  de  armas,  con  balas  correspon- 
dientes a  pocas  de  elías  (i)  y  sin  los  medios  de  procurarse  lo 
preciso,  porque  el  Tesoro  estaba  agotado,  su  crédito  entera- 
mente decaído — y  el  patriotismo  agonizaba. 

Entre  tanto,  el  enemigo  común  amenazaba  descolgarse  sobre 
las  Provincias  de  la  llanura,  las  que  habiendo  perdido  la  con- 
fianza necesaria  para  salir  de  los  grandes  peligros,  se  entrega- 
ron a  un  desaliento  general  —  que  las  críticas  circunstancias 
por  que  pasaba  la  capital,  impedían  disipar. 

El  aguerrido  ejército  del  Este,  distraído  sobre  Montevideo, 
no  sólo  tenía  que  luchar  con  ese  baluarte  inexpugnable  de  la 
opresión,  sino  muy  principalmente  con  la  influencia  disolvente 
de  Artigas  que,  dominado  de  la  sed  de  mando,  había  logrado 
esterilizar  para  la  buena  causa,  además  de  la  provincia  orien- 
tal, las  fracciones  de  Entre  Ríos  y  Corrientes  —  sin  contar  el 
Paraguay,  que  mantenía  cerradas  sus  puertas  a  los  esfuerzos 
vivificadores  de  la  Revolución. 

Dominada  la  navegación  del  Río  de  la  Plata  y  sus  afluentes, 
por  las  numerosas  naves  de  guerra  españolas  que  lo  surcaban 
en  todo  sentido  con  provisiones  para  la  plaza  sitiada — y  a  la  que 
no  podían  hacer  competencia  las  de  los  patriotas,  que  consistían 
a  la  sazón  en  una  despreciable  balandra  y  el  lanchón  del  capitán 
del  puerto  —  manteniendo  cortada  la  comunicación  directa  aún 
para  las  aventuradas  empresas  del  comercio,  alejaban  el  tér- 
mino de  la  lucha,  augurando  la  disolución  cuando  no  la  pérdida 
completa  de  aquel  ejército  que  costaba  tantos  sacrificios,  y  a 
cuyo  socorro  era  imposible  acudir. 

Para  colmo  de  desventura  se  recibieron  noticias  positivas  que 
la  causa  de  Fernando  florecía  en  Europa,  lo  que  hacía  presu- 
mir que,  caído  el  coloso  francés,  se  volverían  sobre  estas  regio- 
nes todos  los  conatos  del  altivo  león  ibérico. 

En  este  estado  de  cosas,  ciertamente  el  más  calamitoso  a  que 


(i)  Véase  en  el  apéndice,  nota  X."  i6.  la  "Relación  histórica  del  armamento 
naval  del  crño  de  1814",  escrita  v  dedicada  al  señor  general  Rondean  por  Guillermo 
Pío  Whife". 


—  59  — 

podía  venir  la  revolución,  resolvió  el  gobierno  reconcentrar  sus 
elementos,  abandonar  momentáneamente  las  provincias  a  su 
suerte,  y  no  descansar  hasta  traer  a  su  seno  aquellos  bravos 
del  Oriente,  víctimas  de  toda  clase  de  privaciones  y  penurias, 
para  hacer  pie  firme  en  Buenos  Aires  y  esperar,  presta  la  es- 
pada en  la  recia  mano,  el  momento  de  disputar  a  las  puertas 
de  la  ciudad  heroica,  nunca  domada,  la  libertad  tan  ansiada  y 
triunfar  o  sucumbir  con  ella. 


CAPITULO  V 
1814 

Sumario  :  Sinopsi?  de  la  situación  política  del  país  ai  finalizar  el  año 
de  1813. — El  ministro  Larrea:  sus  propósitos.  —  Guillermo 
Pío  \\'hite.  —  Su  patriotismo  y  actividad.  —  El  marino  Gui- 
llermo Brown.  —  Se  le  confiere  el  mando  del  armamento  na- 
val. —  Alarma  en  Montevideo.  —  Expedición  del  coronel  Loa- 
ees.  —  \'ariación  de  planes  de  Vigodet.  —  Zarpa  la  fuerza 
sutil  de  Romarate.  —  La  estación  británica  en  estas  aguas.  — 
El  jefe  español  solicita  refuerzos.  —  Salida  de  la  escuadra 
patriota.  — •  Empeña  combate  delante  de  Martín  García.  — 
Situación  crítica.  —  Los  ''Dragones  de  la  Patria'"  y  "San  Pa- 
tricio". —  Asalto  de  la  isla.  —  Es  evacuada  por  el  enemigo. 
—  Regresa  Brown  a  Buenos  Aires. 

ÑOKAICU  PUMATA  KATERAICU   ( I  )  •  •  . 

En  5  de  noviembre  de  181 3,  por  dimisión  del  doctor  José  Ju- 
lián Pérez,  fué  nombrado  don  Juan  Larrea  para  integrar  el 
Poder  Ejecutivo  de  las  Provincias  Unidas  del  Rio  de  la  Plata, 
que  ofrecían  a  la  sazón  un  espectáculo  realmente  lamentable. 


(i)  Quichua:  Nosotros  corrimos  al  león.  Con  este  lema  fué  presentado  un  ex- 
tracto de  este  trabajo  en  1884  al  certamen  organizado  por  el  "Club  Naval  y  Militar" 
que  debía  celebrarse  el  12  de  febrero  de  ese  año.  El  jurado  que  debería  conocer  y 
fallar  en  los  trabajos  históricos  y  científicos  que  se  presentaran,  presidido  por  el 
eminente  ciudadano  teniente  general  D.  Bartolomé  Mitre,  dio  su  veredicto  dese- 
chando todos,  pero  refiriéndose  a  éste  en  los  siguientes  términos : 

"...Hacemos  una  escepcion  en  favor  del  trabajo  titulado:  el  laurel  naval  de 
1814,  siendo  este  el  único  que  merece  ser  tomado  en  consideración,  por  estar  den- 
tro del  programa ;  es  además,  un  estudio  serio  que  adelanta  la  historia  naval  ar- 
gentina, ilustrando  los  combates  de  Martin  García  y  de  Montevideo,  con  noticias 
abundantes,  correctas,  y  tomadas  generalmente  de  documentos  hasta  ahora  inédi- 
tos. Tiene  su  valor  bajo  el  punto  de  vista  militar,  y  somos  de  opinión,  que  él  debe 
ser  impreso  por  cuenta  del  Club,  como  un  honor  al  trabajo  y  á  la  gloria  militar  que 
ensalza :  la  primera  campaña  naval  de  la  República  Argentina.'' 

En  consecuencia  la  "Comisión  Directiva  del  Club  Naval  y  Militar"  resolvió  en 
sesión  extraordinaria  a  4  de  abril  de  ese  año  lo  siguiente : 

"1°  Pasar  nota  al  Dr.  Anjel  Justiniano  Carranza,  que  ha  resultado  ser  el  autor 
del  trabajo  intitulado:  El  Laurel  Naval  de  1814,  comunicándole  el  fallo  del  Jurado, 
que  expresa  ser  este  el  único  estudio  que  puede  ser  tomado  en  consideración  — 
2."  Disponer  se  imprima  con  esmero  y  á  expensas  del  Club,  en  número  de  mil  ejem- 
pares  para  ser  distribuidos  en  el  ejército  y  armada — 3.°  Dar  las  gracias  al  Sr.  Dr.  Ca- 
rranza, por  haber  concurrido  al  Certamen  con  tan  notable  trabajo,  que  adelanta  la 
historia  naval  argentina." 


—  62  — 

El  general  Belgranu,  con  los  restos  de  su  fuerza,  retrogra- 
daba sobre  la  línea  de  la  Quiaca,  hostilizado  vivamente  por  un 
enemigo  experto,  que  en  las  pampas  de  \^ilcapugio  y  Ayohuma. 
creía  haber  vengado  los  desastres  de  Tucumán  y  Salta. 

Chile,  invadido  por  las  huestes  de  Lima ;  presa  de  la  fermen- 
tación y  divisiones  intestinas,  incubaba  los  acontecimientos  que 
tuvieron  funesto  desenlace  en  Rancagua. 

La  plaza  de  Montevideo,  temible  baluarte  en  el  Atlántico  del 
Sur,  además  de  servir  de  apostadero  a  la  armada  española,  en- 
cerraba una  guarnición  doble  en  número  al  ejército  que  la  ase- 
diaba, ya  sin  esperanzas  de  rendirla,  puesto  que  no  se  domina- 
ban las  aguas  por  donde  se  proveía  de  vitualla  y  de  tropas. 

Sublevado  de  hecho  contra  la  capital,  el  prestigioso  y  turbu- 
lento coronel  Artigas,  colocó  a  los  habitantes  de  la  provincia 
Oriental,  en  hostilidad  abierta  con  los  sitiadores,  promoviendo 
la  defección  de  Entre  Ríos  y  Corrientes  para  unirlos  a  sus  in- 
tereses, que  no  eran  seguramente  los  de  la  causa  liberal. 

El  tesoro  de  Buenos  Aires,  con  sólo  luil  pesos  en  arcas,  y  lo 
que  era  todavía  más  desesperante,  su  crédito  en  decadencia,  ha- 
bía relajado  hasta  la  conformidad  necesaria  para  afrontar  peli- 
gros inminentes. 

En  tales  circunstancias,  y  después  de  pesar  con  calma  la  si- 
tuación, penetróse  el  estadista  Larrea,  cuan  indispensable  era 
uniformar  la  opinión  en  el  gabinete,  a  fin  de  concentrar  y  poner 
en  juego  los  recursos  que  se  arbitrasen,  para  dar  un  golpe  deci- 
sivo al  enemigo,  que  conspirase  a  ahuyentar  el  desaliento,  de- 
jando al  gobierno  en  condiciones  de  imprimir  nuevo  vigor  a  la 
guerra,  hasta  encaminarla  a  término  feliz. 

A  la  sazón,  existía  en  esta  ciudad  un  distinguido  hijo  de 
Boston,  a  quien  su  patriotismo  exaltado  acarreóle  muchos  sin- 
sabores desde  la  primera  invasión  inglesa,  con  motivo  de  haber 
servido  de  intérprete  al  general  Beresford. 

La  sólida  fortuna  de  que  era  dueño,  unida  a  los  mejores  ante- 
cedentes en  el  comercio,  inclinaron  al  diligente  Secretario  de 
Estado  a  darle  participación  directa  en  sus  planes,  y  el  28  de 
diciembre  de  dicho  año  13,  ajustaba  un  convenio  con  el  Direc- 
torio, mediante  el  cual,  Guillermo  Pío  White,  que  así  se  llamaba 
este  generoso  americano,  acudiría  con  dinero  y  crédito  (i),  en 


(i)  Véase  apéndice,  nota  N."  17. 


63 


auxilio  de  la  independencia  agonizante  —  ¡  ah !  para  recoger, 
en  compensación,  el  odio  de  los  anarquistas  y  la  inopia  que  ro- 
deó los  últimos  días  de  aquel  patriota ! 

Era  indisputable,  que  el  punto  a  vulnerar  con  más  apremio, 
no  podia  ser  otro  que  Montevideo,  si  se  lograban  vencer  los  se- 
rios inconvenientes  que  dificultaban  la  creación  de  una  fuerza 
naval,  que  haciendo  frente  a  la  que  los  españoles  mantenían  en 
campaña,  la  batiese  o  bloqueara  en  el  expresado  puerto;  única 
centinela  avanzada  para  vigilar  las  costas  apenas  mensurables, 
entre  la  línea  equinoccial  y  el  tenebroso  cabo  de  Hornos. 

Aquel  vasto  ])royecto  fué  declarado  inmejorable,  mas,  ;  có- 
mo realizarlo  cuando  se  carecía  de  todo? 

La  escuadra  apostada  en  Montevideo  y  adyacencias,  era  nu- 
merosa y  debía  suponerse  aguerrida,  mientras  que  Buenos  Ai- 
res apenas  disponía  de  una  balandra  y  del  lanchón  de  la  capita- 
nía del  puerto  (  i  ).  En  su  titulado  arsenal  o  depósito  de  armas 
sólo  existían  unos  30  cañones  y  carroñadas  de  diverso  calibre 
y  casi  inútiles  por  el  uso.  No  había  jarcia,  maderas,  betún,  lona 
ni  cables;  escaseaban  los  fusiles,  y  toda  la  pólvora  no  pasaba 
de  200  quintales,  ignorándose  hasta  los  procedimientos  para 
improvisar  oficiales  y  marineros. 

Para  cualesquiera  otro,  ese  cúmulo  de  contrariedades  habría 
sido  un  escollo,  en  el  que  estrellados  tales  propósitos,  se  disoí 
verían  en  fantástica  utopía.  Empero,  se  cruzaba  el  genio  crea- 
dor de  White.  hermanado  con  la  buena  voluntad  de  Larrea,  y 
las  múltiples  dificultades  se  aplanaron.  .  . 


(i)   Componíase   de  los  siguientes  barcos: 

Bergantines:  Hiena.  i8  cañones,  140  hombres. — San  José,  16  cañones,  130  hom- 
bres.— Cisne.  10  cañones,  S/  hombres. — Belén,  12  cañones,  100  hombres. — Aranzazú. 
10  cañones,  80  hombres. 

Corbetas:  Mercurio.  32  cañones,  180  hombres. — Xepiuno.  24  cañones,  146  hom- 
bres.— Paloma.  18  cañones,  148  hombres. 

Fragatas:  Mercedes,  16  cañones,  180  hombres. — flora.  44  cañones   (pontón). 

Goletas  :  María,  4  cañones,  40  hombres. 

Cañoneras  :  San  Ramón,  i  cañón.  25  hombres. — Perla,  i  cañón  de  a  24,  25  hom- 
bres.— Lima,  I  cañón,  25  hombres. 

Balandras:  Castro,  i  cañón,  25  hombres. — Americana,  3  cañones,  30  hombres. — 
Murciana,  i  cañón,  30  hombres. 

Lugre  :  San  Carlos,  8  cañones,  40  hombres. 

Falucho:  Fama,  i  cañón  de  a  18,  40  hombres. — San  Luis,  i  cañón,  2  pedreros. — ■ 
San  Martín,  3  cañones,  20  hombres  cada  uno.  (Estos  dos  úUimos  fueron  apresados 
por  los  patriotas  en  enero  de  1814). 

SuM.vcAS  :  Calvez  (a)  "San  Juhán",  7  cañones,  60  hombres.— (Tírr/o/a,  3  cañones, 
37  hombres. — Mal-acabado  y  Mariana   (transportes). 

LanchonES  chasqueros  :  Correo  y  Sebciro.  i  cañón  y  20  hombres  cada  uno. — 
27  buques,  -239  cañones  y  1.648  marineros. 


—  64  — 

Autorizado  éste,  por  sus  colegas  en  el  Poder  Ejecutivo,  con 
plenitud  de  facultades,  confiricj  las  más  amplias  a  su  activo  con- 
fidente para  que  emprendiera  el  armamento. 

White  se  multiplicó  desde  aquel  momento,  siendo  su  divisa: 
sigilo  y  diligencia. 

No  tardaron  en  presentarse  tres  candidatos  para  el  mando  en 
jefe:  un  irlandés,  un  norteamericano  y  un  francés. 

Giiillcnno  Broz^'ii,  antiguo  maestre  de  la  goleta  Industria. 
recomendado  por  las  relaciones  de  la  familia  pudiente  de  Al- 
zaga;  Benjainín  Franklin  Seaver  (i),  protegido  por  su  paisano 
A\  hite,  y  Estanislao  Courrande,  corsario  famoso,  que  en  com- 
pañía de  Hipólito  Mordeille  había  hostilizado  al  comercio  bri- 
tánico hasta  en  los  mares  australes,  desde  1803. 

El  i.°  de  marzo  de  18 14,  con  la  patente  de  teniente  coronel, 
se  dio  a  Brown  la  preferencia  en  acuerdo  de  Estado,  (2)  sin 
excluir  el  voto  de  \Miite;  fundándose  en  que  los  ingleses  reclu- 
tados  para  este  servicio,  se  hallaban  en  mayoría  inmensa  sobre 
los  marinos  de  la  fortuna  de  once  nacionalidades  restantes ;  con- 
sultándose de  otro  lado  el  ascendiente  del  elegido,  entre  sus 
compatriotas,  por  el  carácter  conciliador  que  revestía. 

Salvada  esta  barrera  a  satisfacción  general,  Buenos  Aires 
pudo  contemplar  con  asombro,  que  cuando  se  principiaba  a  ha- 
blar seriamente  de  la  empresa,  aparecieron  ya  armados  y  como 
emergidos  del  seno  de  las  aguas  varios  bajeles,  entre  los  que 
se  contaban  algunos  que  dos  meses  antes  navegaban  aún  en 
los  mares  de  Europa ! 

Así,  merced  a  esfuerzos  prodigiosos  de  patriotismo,  celo  e 
inteligencia,  que  la  posteridad  admirará  en  todo  tiempo,  el  go- 
bierno revolucionario,  ya  en  la  pendiente  de  una  situación  em- 
barazosa, interesado  en  salvar  el  ma3'or  bien  social,  no  mide 


d)  Benjamín  Franklin  Seaver  vino  al  Río  de  la  Plata  comandando  la  goleta 
Admiral  Stofford,  que  perdió  en  las  curiosas  circunstancias  que  narra  en  su  repre- 
sentación al  jefe  de  la  estación  británica  en  estas  aguas,  capitán  Bowles,  de  la  fra- 
gata Aquilón,  que  damos  íntegramente  en  el  Apéndice.  Tan  inesperada  emergencia 
le  hizo  cambiar  de  rumbo  en  la  vida,  y  trasladado  a  Buenos  Aires,  púsose  en 
relación  con  White,  quien  pretendió,  sin  obtenerlo,  que  se  le  confiara  la  dirección 
de  la  naciente  armada,  a  cuyo  servicio  entró,  empero,  en  situación  más  subalterna. 
Desgraciadamente  la  rivalidad  estalló  entre  ambos  marinos  inmediatamente  de  ini- 
ciarse en  la  carrera  gloriosa  en  que  Seaver  había  de  morir,  al  comenzar  la  primera 
jornada,  entregando  heroicamente  su  vida  aventurera  en  holocausto  de  nuestra 
libertad. — Véase  Apéndice,  nota  X.°   i8. 

(2)  Véase  su  hoja  de  servicios  en  Apéndice,  nota  X."   19. 


65  — 


el  alcance  de  las  ulterioridades,  y  antes  de  soltar  la  rienda  a  las 
pasiones,  que  cuando  no  fortifica  el  éxito,  contienen  los  peligros 
comunes,  lanzaba  a  la  ofensiva  sus  armas  navales,  sin  reparar 
en  lo  improvisado  de  los  medios,  ni  en  lo  formidable  del  ene- 
migo que  le  amenazaba  de  cerca,  ganoso  y  con  las  probabilida- 
des de  ahogar  en  el  Plata  la  libertad  naciente,  enseñoreándose 
para  siempre  de  sus  aguas. 

Entre  tanto,  veamos  lo  que  pasaba  en  la  ciudad  vecina.  De- 
seoso Vigodet  de  descongestionar  un  tanto  la  plaza  del  muy 
gravoso  número  de  enfermos  que  poblaban  sus  hospitales,  bo- 
cas inútiles  que  restaban  elementos  a  la  defensa  muy  lejos  de 
servirla,  ideó  establecerlos  en  la  isla  de  Martín  García  y  sacar 
al  enemigo  los  recursos  y  elementos  necesarios  a  su  subsisten- 
cia. Con  tal  propósito  dispuso  se  alistara  un  cuerpo  de  desem- 
barco formado  por  setecientos  hombres  extraídos  de  distintas 
unidades,  los  que  bajo  la  dirección  del  coronel  D.  Domingo 
Loaces,  llevando  por  su  segundo  al  teniente  coronel  D.  José  Sa- 
llent,  debía  dirigirse  a  las  costas  enemigas  que  bañan  las  aguas 
del  Uruguay  y  ejecutar  allí  una  recogida  de  ganados  y  cuantos 
víveres  hallaran  a  mano,  amén  de  las  hostilidades  con  que  pu- 
diera lesionar  a  los  insurgentes,  a  fin  de  reconcentrarlos  en  la 
citada  isla  para  el  objeto  dicho  y  de  abastecer  la  plaza  bloquea- 
da. Loaces  zarpó  del  puerto  de  Montevideo  el  miércoles  3  de 
noviembre  embarcado  en  diez  y  nueve  buques  de  los  cuales 
cuatro  de  guerra  servían  de  custodia  de  seguridad  al  convoy 
cuyo  comando  asumió  el  distinguido  marino  D.  Jacinto  Roma- 
rate  (i). 

Esta  expedición  no  dio  los  resultados  que  Vigodet  se  había 
prometido.  Desde  las  inmediaciones  de  la  "Colonia",  cuyas  cos- 
tas vigilaba  el  ojo  avizor  de  D.  Blas  José  Pico,  fué  hostilizada 
constantemente  en  su  recorrida.  Tocó  en  Martín  García,  reco- 
rrió las  costas  del  Ibicuy,  pretendiendo  desembarcar  en  el 
''Arenal  Grande",  pero  fueron  batidas  sus  guerrillas  por  el 


(i)  Las  tropas  fueron  extraídas  de  los  siguientes  cuerpos:  "Voluntarios  de 
Aíadrid",  "Emigrados  de  López",  "Regimiento  de  Sevilla",  "Dragones",  "Blanden- 
gues" y  "Veteranos  artilleros".  Además  de  los  nombrados  en  el  texto,  formaban 
en  la  expedición  el  comandante  López,  capitán  Rafael  Frontin,  Don  Prudencio  y 
Don  Juan  Zufriátegui,  Don  Juan  Cruz  Urquiza,  Don  José  Ascuénaga,  Don  ALirtín 
Albin  y  Don  Luis  Larrobla,  todos  oficiales  de  mérito  probado.  Llevaban  un  obús 
de  a  6  y  dos  cañones  de  desembarco.  La  nave  capitana  era  el  Belén  en  que  enar- 
boló  su  insignia  Roniarate. 

Tomo  II  '  5 


—  66  - 

teniente  D.  Joaquín  Lima,  oficial  de  las  milicias  a  órdenes  de 
aquel  benemérito  jefe.  En  el  puerto  Landa  puso  el  pie  en  tierra 
con  feliz  éxito  en  los  comienzos,  pero  sintió  en  breve  la  mano 
pesada  de  aquel  D.  Hilarión  de  la  Quintana  que  recibiera  la 
rendida  espada  de  Beresford  en  la  plaza  Mayor  de  Buenos  Ai- 
res (i).  De  la  Quintana  desempeñaba  a  la  sazón  el  cargo  de  co- 
mandante general  de  Entre  Ríos,  y  sabiendo  c[ue  a  mediados  de 
noviembre  el  enemigo  merodeaba  por  el  Ibicuy,  tomó  las  medidas 
que  la  prudencia  aconsejaba  para  darle  escarmiento  y  consi- 
guió rechazarlo  sin  que  llevara,  dice  en  sus  comunicaciones, 
una  sola  cabeza  de  ganado,  en  lo  que  disiente  el  cronista  del 
sitio,  asegurando  que  tomó  cuatrocientas  reses.  Lo  histórica- 
mente indudable  es  que  Loaces  inició  allí  su  retirada  y  se  esta- 
bleció en  la  isla  de  ]\Iartín  García  dedicándose  a  la  construcción 
de  alojamientos  para  los  enfermos  de  la  plaza.  Allí  fué  refor- 
zado el  14  de  diciembre  con  un  cañón  y  treinta  artilleros  que 
conducía  el  capitán  ]\íiguel  Olave,  del  cuerpo  de  ingenieros,  al 
cual  se  le  encomendó  la  comisión  de  levantar  los  planos  de  una 
batería;  y  se  meditaba  agregar  a  su  fuerza  naval  el  Cisne, 
el  Queche  (2)  y  la  Polonia  para  encomendarle  la  toma  de  la 


(i)  El  ilustre  general  Don  Hilarión  de  la  Quintana  nació  en  San  Fernando  de 
IMaldonado  el  21  de  octubre  de  1774,  e  inició  su  carrera  militar  en  el  ejército  es- 
pañol. Tocóle  la  insigne  gloria  de  recibir  la  espada  de  Beresford,  tomó  parte  en  el 
rechazo  de  la  segunda  invasión,  y  se  afilió  decididamente  en  nuestra  gloriosa  revo- 
lución. Fué  de  los  libertadores  de  Montevideo,  hizo  la  última  campaña  al  Alto  Perú, 
trasmontó  los  Andes,  peleó  en  Chacabuco  y  se  distinguió  en  Maipú.  Fué  goberna- 
dor intendente  de  Tucumán  en  1814,  jefe  de  Estado  Mayor,  Gobernador  de  Buenos 
Aires  en  1820  y  siempre  un  virtuoso,  abnegado  y  distinguido  patriota  que  falleció 
en   1843. 

(2)  El  jueves  20  de  enero  de  1814,  a  la  madrugada,  los  patriotas  pretendieron 
abordar  el  queche  Hiena  con  tres  lanchones  de  gente  armada  que  introdujeron  si- 
gilosamente al  puerto  el  teniente  de  Dragones  de  la  Patria  Don  José  Caparros  y 
Eugenio  Culta,  reiterando  una  tentativa  de  que  había  escapado  hacía  pocos  días  el 
mismo  buque  a  inmediaciones  de  la  isla  de  Hornos,  cerca  de  la  Colonia;  pero  la 
obscuridad  les  hizo  desviar  el  golpe,  tomando  un  bergantín,  de  propiedad  de  Trelles, 
por  objeto  del  abordaje,  circimstancia  que  permitió  al  Gálvcz,  Paloma,  Cisne,  lugre 
San  Carlos  y  el  queche  mismo  apercibirse  a  la  defensa,  dirigiendo  sobre  los  bravos 
asaltantes  un  fuego  nutridísimo  de  cañón  y  fusilería  a  que  se  unió  el  de  las  murallas 
próximas.  La  escena  era,  al  decir  de  un  testigo  imparcial,  realmente  pavorosa. 
Fracasada  la  heroica  intentona,  los  patriotas  se  retiraron  en  el  bergantín  apresado, 
perseguidos  por  los  buques  españoles  que  consiguieron  represarlo  por  la  cobardía 
del  piloto  que  lo  abandonó  dejando  al  barco  sin  dirección  y  a  los  bravos  que  lo 
tripulaban  sin  otro  remedio  que  rendirse,  como  lo  hicieron  aquéllos  con  cuarenta 
de  sus  soldados.  Los  oficiales  españoles  Don  Matías  Azás,  alférez  de  navio,  y  Don 
Tomás  Ruiz,  alférez  de  fragata,  fueron  heridos  en  la  acción  y  fallecieron  poco 
después.  La  Gaceta  de  Montevideo,  que  nada  dijo  de  la  traición  de  Artigas  ejecu- 
tada ese  día,  tampoco  habló  de  este  hecho  hasta  el  día  \.°  de  febrero  que  se  publicó 
el  parte   del   comandante   de   Marina — Véase  Apéndice,   nota   N.°   20. 


—  67  — 

Colonia  a  viva  fuerza,  pero  los  sucesos  hicieron,  sin  duda,  va- 
riar los  planes  del  general  sitiado,  como  lo  veremos  en  seguida, 
y  en  momentos  que  preparaba  otra  más  trascendental,  entraba 
Loaces  al  puerto  de  partida,  (17  de  febrero  de  1814),  a  dar 
cuenta  de  su  estéril  intentona,  dejando  al  oficial  Azcuénaga  en 
Martin  García  con  una  corta  guarnición  del  cuerpo  de  "Chain" 
y  un  corsario. 

Conocido  el  fracaso  de  esa  intentona,  era  llegado  el  momento 
de  poner  en  principio  de  ejecución  los  nuevos  planes  para  inuti- 
lizar por  un  golpe  de  mano  atrevido  los  aprestos  navales  de  que 
se  ocupaban  los  patriotas  en  Buenos  Aires  y  que  tan  justificada- 
mente alarmaban  a  las  autoridades  militares  de  Montevideo. 

En  consecuencia,  el  12  de  febrero,  aparecía  un  edicto  firma- 
do por  el  gobernador  militar  de  la  plaza  de  Montevideo,  invi- 
tando a  la  gente  de  mar  y  a  cuantos  quisieran  participar  de  la 
expedición  que  se  aprontaba  con  el  propósito  indicado;  al  pro- 
pio tiempo  que  el  comercio  a  instancias  del  Tribunal  del  Con- 
sulado, abría  una  subscripción  para  ofrecer  un  premio  en  dine- 
ro, como  estímulo  a  los  más  esforzados  en  el  ataque  inminente ; 
donativo  de  que  sería  depositario  el  opulento  vecino  D.  Jaime 
Illa. 

Cuatro  días  después,  publicaba  el  Cabildo  una  proclama  en- 
tusiasta, concitando  al  pueblo  contribuyese  sin  escjuivar  sacri- 
ficio a  la  empresa  fluvial,  tomando  servicio  en  ella  los  hombres 
de  corazón,  y  cooperando  los  pudientes,  con  su  peculio,  al  me- 
jor éxito  de  la  misma. 

Terminados  los  preparativos,  no  obstante  las  lentitudes  y 
obstáculos  opuestos  por  el  Comandante  General  de  Marina  que 
desaprobaba  ese  plan,  la  noche  del  17  hacíase  a  la  vela  en  si- 
gilo, con  proa  a  la  rada  de  Buenos  Aires,  una  fuerza  sutil  com- 
puesta de  seis  buques  que  por  su  poco  calado  se  consideraron 
apropiados  para  dicha  comisión.  Iban  al  mando  del  capitán  de 
navio  D.  Jacinto  de  Romarate,  oficial  de  reconocido^valor  y 
competencia,  quien  debería  aguardar  a  la  altura  de  las  islas  de 
Hornos,  cerca  de  la  Colonia,  otras  embarcaciones  que  se  alis- 
taban a  toda  prisa.  En  efecto,  el  19,  zarpaban  éstas  para  incor- 
porársele en  el  punto  de  reunión  designado  (i). 

d  )  Romarate  zarpó  a  prima  noche  del  jueves  17  de  febrero  del  puerto  de  Mon- 
tevideo con  los  buques  Aranzacú,  Gálvez,  Belén.  Luisa.  Murciana  y  un  lanchóh ' 
las  embarcaciones  que  debia  esperar  en  la  isla  de  Hornos  y  que  zarparon  el  19  eran 
el  queche  Hiena,  la  Toriuga,  el  buque  San  Carlos  y  el  lanchón  de  Castro. 


6^  — 


Es  tiempo  ya  de  dedicar  una  merecida  atención  al  gallardo 
Romarate  que  concitaba  en  sí,  en  aquellos  momentos,  por  su 
capacidad  y  bizarría,  todas  las  esperanzas  de  salvación  de  la 
angustiada  guarnición  y  población  de  la  plaza. 

Nacido  en  Villa  de  Sodupe,  señorío  de  \"izcaya,  en  el  seno 
de  familia  de  acreditada  nobleza  y  desahogada  situación  pecu- 
niaria, su  afición  a  la  vida  de  mar  despertada  en  sus  primeros 
años  le  impelió  a  solicitar  carta-orden  de  guardia  marina  y  sentó 
plaza  en  el  departamento  de  Ferrol  el  29  de  mayo  de  1792.  Em- 
barcó por  vez  primera  en  el  navio  Rehm  Luisa,  en  la  escuadra 
del  almirante  Lángara,  con  la  c|ue  navegó  en  el  Aíediterráneo 
en  1793  y,  posteriormente,  en  combinación  con  la  inglesa,  que 
mandaba  lord  Hood,  concurrió  en  el  mismo  año  a  la  toma  del 
puerto,  arsenal  y  fortaleza  de  Tolón,  en  la  contienda  con  la 
república  francesa. 

Como  alférez  de  fragata,  empleo  a  que  ascendió  en  30  de 
octubre  de  ese  año,  asistió  a  varias  acciones  de  guerra  terres- 
tres y  navales  hasta  la  evacuación  de  la  citada  plaza  y  puerto; 
y  restituido  a  su  país  continuó  prestando  sus  servicios  en  dis- 
tintos mares  y  variadas  comisiones,  desempeñándose  siempre 
con  tanta  constancia  como  exactitud  que  fueron,  con  la  bra- 
vura extremada  en  el  combate,  las  características  más  salientes 
de  su  carrera. 

Promovido  en  5  de  octubre  de  1802  a  alférez  de  navio  y  em- 
barcado en  la  corbeta  Infante  D.  Francisco  de  Paula  hizo  su 
primer  viaje  a  América,  navegando  el  mar  de  las  Antillas,  y 
regresado  a  la  Península  volyió  a  salir  en  el  propio  buque 
para  Montevideo,  apostadero  a  que  arribó  el  i.°  de  febrero  de 
1806  y  al  cual  quedó  agregado  en  su  situación  de  teniente  de 
fragata  a  que  ascendiera  en  8  de  diciembre  de  1804.  Aquí  le 
fué  conferido  el  mando  de  la  cañonera  La  Vizcaína,  con  la  que 
concurrió  a  la  reconcjuista  de  Buenos  Aires  de  poder  del  inglés, 
a  las  órdenes  del  valeroso  Liniers,  siendo  herido  en  la  empresa, 
por  lo  cual  y  en  mérito  a  su  distinguida  conducta  ascendió  a 
teniente  de  navio  en  24  de  febrero  de  1807,  concurriendo  con 
igual  ardor  y  eficacia  a  la  gloriosa  defensa  de  la  ciudad,  en  el 
segundo  ataque  conducido  por  el  general  Whitelok,  en  julio 
de  1807,  cj'-^e  le  granjeó  el  ascenso  a  capitán  de  fragata  confe- 
rido con  fecha  23  de  noviembre  de  aquel  añ. »  feliz  en  América, 
para  las  armas  españolas. 


—  69  — 

No  adhirió,  como  era  natural  dado  su  carácter  y  principios 
radicales,  a  la  revolución  de  mayo,  cuya  finalidad  penetró  con 
sutileza,  viendo  con  claridad  desde  el  primer  instante  que  los 
patriotas  iban  derechamente  a  la  emancipación;  y  trasladado 
a  Montevideo  se  puso  decididamente,  como  lo  hemos  visto  en 
el  volumen  anterior,  al  servicio  del  rey,  cuya  autoridad  y  sobe- 
ranía eran  sagradas  en  su  concepto  cerrado  de  militar  subordi- 
nado y  leal  vasallo.  Concurrió,  pues,  en  primera  línea,  a  some- 
ter en  julio  de  1810  a  los  batallones  cjue  mandaban  Balbín  y 
Murguiondo  y  estaban  comprometidos  a  sostener  en  ^^íontevi- 
deo  el  movimiento  revolucionario  de  mayo,  y  al  bloqueo  del 
puerto  de  Buenos  Aires  que  le  fué  encomendado  en  octubre  de 
ese  año  y  que  se  vio  obligado  a  levantar  por  haber  comprobado 
una  conspiración  de  sus  subalternos  que  se  proponían  apode- 
rarse de  su  persona,  de  sus  principales  oficiales  y  entregarse 
al  enemigo;  contraste  de  que  se  vengó  su  patriotismo  con  alto 
rédito  destruyendo  en  el  combate  del  2  de  marzo  del  siguiente 
año  en  las  aguas  que  bañan  las  costas  de  San  Nicolás  de  los 
Arroyos  el  primer  ensayo  de  escuadra  ejecutado  por  los  patrio- 
tas con  alto  esfuerzo  y  grandes  esperanzas  que  el  empuje  del 
marino  español  desvaneció  en  breves  instantes,  con  lo  que  ganó 
el  empleo  de  capitán  de  navio  y  la  cruz  de  la  Marina,  laureada. 
En  abril  de  ese  año,  desarmados  sus  buques  por  ser  entonces 
innecesarios,  se  le  encomendó  la  organización  de  un  batallón 
de  gente  de  mar  con  el  que  concurrió  a  la  defensa  de  la  plaza 
en  el  primer  sitio  que  le  pusieron  las  armas  de  la  patria,  y  a 
los  finales  de  181 3  condujo  la  división  de  desembarco  que  Vi- 
godet  destinó  a  correrías  en  nuestras  costas,  con  el  propósito 
de  abastecer  la  plaza  y  que  hemos  visto  fracasar  bajo  la  con- 
ducta del  valiente  Loaces.  A  los  principios  de  1814  hizo  la  cam- 
paña que  dio  a  la  patria  el  lauro  de  Martín  García,  de  que  nos 
ocuparemos  en  seguida,  hasta  que  la  capitulación  de  Montevi- 
deo lo  obligó  a  rendir  su  hasta  entonces  invicta  espada.  El  12 
de  diciembre  de  ese  año  se  embarcó  para  Río  de  Janeiro  en  el 
puerto  de  Buenos  Aires,  acompañado  por  el  teniente  de  navio 
D.  Juan  Latré  y  José  Ignacio  de  la  Sierra,  2.°  piloto  de  la  Arma- 
da, ex  comandante  de  la  Lima,  llegando  a  Málaga,  en  la  fragata 
Perla,  del  comercio  de  Barcelona,  en  3  de  abril  del  siguiente.  El 
gobierno  peninsular,  apreciando  sus  servicios  en  América,  le 
confirmó  en  el  empleo  de  capitán  de  navio  el  29  de  mayo,  le  re- 


conoció  la  graduación  de  brigadier  el  12  de  septiembre  de  181 5, 
nombrándole  en  30  de  mayo  de  18 16  vocal  de  la  Junta  Militar 
de  Indias,  cargo  que  desempeñó  hasta  marzo  de  1818  por  haber 
sido  nombrado  comandante  del  tercio  naval  de  Santander,  en 
cuyo  ejercicio  fué  confirmado  en  la  efectividad  de  brigadier  en 
26  de  febrero  de  1819. 

Allí  le  sorprendieron  los  sucesos  políticos  de  1820,  siendo 
nombrado  comandante  general  y  jefe  político  de  la  provincia 
de  Santander,  que  desempeñó  con  tino  en  aquellas  dificilísimas 
circunstancias.  En  el  mes  de  agosto  se  le  encargó  la  comandan- 
cia de  los  buques  cjue  existían  en  la  bahía  de  Cádiz,  confirmán- 
dosele, sin  peruicio  de  aquélla,  la  Comandancia  general  del  De- 
partamento. En  T821  desempeñó  el  cargo  de  comandante  gene- 
ral y  jefe  político  de  la  provincia  de  Cádiz,  y  al  siguiente  año, 
por  real  decreto  del  25  de  febrero,  le  fué  confiado  el  ^Ministerio 
de  Marina,  que  dimitió,  con  sus  otros  colegas,  a  consecuencia 
de  los  sucesos  que  conmovieron  a  la  capital  del  reino  en  julio 
de  ese  año.  Desde  entonces,  el  brigadier  Romarate  se  retiró  de 
la  vida  pública,  radicándose  con  real  licencia  en  Vizcaya,  hasta 
1830,  que  se  le  confió  en  comisión  la  Comandancia  de  Marina 
de  la  provincia  de  Bilbao.  Poco  después  fué  electo  Procurador 
a  Cortes  por  la  provincia  de  su  nacimiento,  y  la  reina  goberna- 
dora, que  ascendiera  al  gobierno  después  de  la  muerte  de  Fer- 
nando VII,  le  promovió  al  elevado  y  muy  honroso  empleo  de 
jefe  de  escuadra,  en  cuya  jerarquía  falleció  el  2^  de  agosto  en 
la  villa  de  Madrid  (i),  gozando  de  los  honores  de  Consejero 
de  Estado. 

Pero  si  era  general  y  merecida  la  confianza  que  gozaba  tan 
brillante  marino,  no  era  menos  intensa  la  ansiedad  pública  por 
conocer  cuanto  antes  el  resultado  de  la  atrevida  operación  con- 
fiada a  su  pericia;  sobre  todo  desde  que  se  supo  por  la  oficiali- 
dad de  la  fragata  británica  Nerens,  procedente  de  Buenos  Aires, 
el  pie  respetable  en  que  se  hallaban  sus  elementos  navales. 

Tan  sorprendente  nueva  que  acibaró  un  tanto  los  festejos 
oficiales  por  las  victorias  de  Vilcapugio  y  Ayohuma,  no  tardó 
en  ser  confirmada  por  el  comandante  del  velero  queche  Hiena, 


(i)  Noticias  combinadas  con  las  de  su  biografía  escrita  por  el  Vicealmirante 
Pavía  y  de  su  hoja  de  servicios,  tomada  del  Ministerio  de  Marina  de  Madrid,  exis- 
tente en  el  Archivo  General  de  la  Nación  Argentina. 


—  71 


que  habiendo  salido  con  el  refuerzo  citado,  se  adelantó  hasta 
nuestra  bahia,  donde  estuvo  observando  de  cerca  las  fuerzas 
ya  superiores  de  la  escuadra  patriota. 

En  su  mérito,  pedía  Romarate  con  insistencia  aumento  de 
personal  y  material,  protestando  que  recelaba  del  éxito  si  era 
compelido  al  combate  en  las  operaciones  que  iba  a  iniciar  de- 
lante de  Buenos  Aires,  deseoso  de  herir  al  enemigo  en  el  centro 
mismo  de  sus  recursos,  y  que  mientras  obtenia  lo  que  era  in- 
dispensable se  encaminaba  sobre  IMartín  Garcia,  donde  siendo 
escaso  el  fondo,  estaría  al  abrigo  de  las  naves  de  gran  calado 
de  aquél. 

Los  datos  no  pudieron  ser  más  alarmantes  ni  menos  espe- 
rados. Pero  el  gobierno  de  la  plaza,  anheloso  de  socorrer  al 
vencedor  de  Azopardo,  le  ordenó  sostenerse  de  cualquier  mo- 
do, ínter  despachaba  los  elementos  solicitados,  pues  faltándole 
marmeros,  tuvo  que  echar  mano  de  las  levas  para  suplirlos 
con  g-ente  bisoña,  a  la  vez  que  adquiría  a  alto  precio  (dando 
libranza  sobre  Cádiz)  una  fragata  mercante  americana,  el 
Neptiino,  que  armada  en  guerra  se  uniría  a  los  bajeles  qué  se 
alistaban  con  gran  diligencia  a  fin  de  acudir  en  auxilio  de  la 
escuadrilla  comprometida. 

Por  su  parte,  el  Directorio  continuaba  incansable  en  llevar 
adelante  sus  planes  navales,  hasta  que  el  8  de  marzo  dio  la 
vela  el  flamante  comandante  en  jefe  de  la  fragata  Hércules, 
corbeta  Céfiro  y  bergantín  Nancy,  en  demanda  de  la  división 
del  capitán  de  navio  Romarate  que  dejamos  estacionada  en  las 
aguas  de  Martín  García,  isla  fortificada  de  antemano  por  los 
españoles. 

Dos  días  después  se  le  unieron  las  goletas  Julieta  v  Fortuua, 
el  falucho  Sau  Luis  y  la  balandra  cañonera  Carmen, '?í  las  órde- 
nes de  Seaver,  su  segundo  en  el  mando  (i ). 


(i)  Los  faluchos  de  guerra  españoles  San  Luis  y  San  Martín  fueron  apresados 
en  la  noche  del  9  de  enero  de  1814  en  las  islas  de  Hornos,  en  las  cercanías  de  la 
Colonia  del  Sacramento.  Cinco  lanchones  al  mando,  respectivamente,  de  Benjamín 
Franklin  Seaver,  Miguel  Teodoro,  Miguel  Spiro,  Miguel  Ferreri  y  Nicolás  Jorge 
con  ochenta  hombres,  fueron  destinados  a  sorprender  en  su  fondeadero  al  famoso' 
queche  Hiena  bajo  la  dirección  y  conducta  del  primero.  El  cuarto  lanchón,  que  era 
el  mayor,  que  tripulaba  el  subteniente  D.  Gervasio  Espinosa,  después  General  de 
la  i\ ación,  con  14  soldados  y  i  cadete,  abordó  primero  al  San  Luis  a  las  2  de  la 
mañana,  y  alarmado  por  los  ¡  vivas !  y  tiros  de  los  asaltantes  el  queche  largó  ama- 
rras y  se  puso  en  salvo.  En  la  refriega,  que  fué  recia,  perdieron  la  vida  el  alférez 
(le   navio   D.    Manuel   Bañuclos,  comandante  del   .San   Martín,  que   peleó   como   un 


72 


En  ese  día  lo,  se  empeñaba  la  acción  con  las  baterías  de  la 
playa  y  flotantes.  Ella  fné  reñida  aunque  desigual,  porque  va- 
rado luego  a  un  tiro  de  fusil  de  tierra  el  buque  insignia  Hér- 
cules, al  ofrecer  abordaje  a  la  capitana  del  enemigo,  acoderado 
al  abrigo  de  la  isla,  presentó  blanco  seguro  a  sus  proyectiles, 
los  que  por  muchas  horas  le  causaron  estragos  (i ). 

El  bravo  comandante  Seaver,  el  mayor  Elíseo  Smith,  el  jefe 
de  la  tropa  embarcada,  capitán  Martín  de  Jaime,  el  subteniente 
Roberto  Stacy  y  hasta  el  práctico,  fueron  entre  otros  muchos, 
barridos  por  la  metralla  (2). 


héroe,  y  nueve  de  sus  marineros ;  quedando  prisionero  el  piloto  2°  de  la  armada 
Don  José  Moreno,  comandante  del  San  Luis,  otro  piloto  más  y  veintisiete  indivi- 
duos entre  soldados  de  marina  y  marineros,  incluso  seis  heridos.  Cada  uno  de  los 
barcos  estaba  armado  de  3  cañones.  Fueron  incorporados  a  nuestra  escuadra,  pero 
los  españoles  represaron  después  al  San  Luis. 

Seaver  escribió  a  White,  desde  la  Colonia,  al  siguiente  día,  una  carta  en  términos 
violentísimos  lamentando  el  fracaso  de  la  intentona.  "El  golpe  de  mano  que  me 
proponía,  dice,  ha  fracasado  por  completo  debido  á  la  desobediencia  del  miserable 
que  según  usted  debió  serme  muy  útil.  El  queche  y  demás  buques  entre  Montevideo 
y  Martín  García  pudieron  ser  tomados  en  48  horas  si  mis  órdenes  se  hubieran  obe- 
decido extrictamente.  En  cambio  sólo  fueron  capturados  dos  faluchos." 

Figueroa   consigna   la  noticia  en   su   curioso  Diario   Histórico;   y   comentándola, 
así  como  el  incremento  que  tomara  el  armamento  naval  de  los  patriotas,  agrega: 
..."Es  baldón  para  España,  que  teniendo 
Tanta  copia  de  barcos  y  marinos 
Por  temor  ó  indolencia  haya  dejado 
Tomar  preponderancia  al   enemigo." 

(1)  Véase  el  adjunto  Diagrama  núm.   i. 

Es  interesantísima  la  correspondencia  reservada  de  Brov\-n  y  demás  jefes  navales, 
con  el  ministro  Larrea  (desde  el  4  de  marzo  al  3  de  noviembre  1814),  por  la  luz  que 
irradia  sobre  estas  operaciones,  y  la  que  original  nos  fué  obsequiada  en  1863,  con 
el  plají  de  señales  de  la  escuadra  y  el  retrato  de  aquel  estadista,  por  la  hoy  finada 
señora  Catalina  Candi  de  Bruguera,  que  la  conservaba  con  esmero. 

(2)  A  este  propósito  es  digno  de  recordarse  por  la  severa  crítica  que  tan  in- 
justificable omisión  inspira  lo  que  el  cirujano  Dr.  Bernardo  Campbell,  de  la  Hércules, 
decía  a  White,  en  carta  de  22  de  marzo  que  tenemos  a  la  vista :  "  He  escrito  á  Bue- 
nos Aires  después  de  nuestra  última  acción  pidiendo  algunos  medicamentos,  pero 
no  me  dirigí  á  nadie  en  particular  porque  estaba  algo  apurado  en  ese  momento 
y  ni  sabía  tampoco  á  quien  debía  dirigirme.  Pero  espero,  señor,  que  usted  no  hará 
caso  omiso  de  esto  como  parte  inútil  del  equipo  del  buque  para  combate,  espe- 
cialmente si  considera  que  varios  de  nuestros  hombres  más  A^alientes  estarían  aún 
vivos  quizá,  si  hubiesen  existido  abordo  los  medios  con  qué  socorrerlos.  No  los 
había,  y  nuestro  botiquín  era  más  apropiado  para  alguna  vieja  ó  para  enfermos  de 
consunción,  que  para  marineros  que  estando  sanos  y  en  perfecta  salud,  sola- 
mente necesitan  aquellos  remedios  indispensables  para  curar  heridas,  accidentes,  etc., 
de  los  cuales  no  se  nos  ha  provisto;  pudiendo  afirmar  con  seguridad  que  una  on- 
za de  tela  emplástica  con  un  poco  de  seda  para  ligaduras,  habría  sido  de  mayor 
utilidad  a  este  buque,  que  el  botiquín  entero  que  no  contenía  ninguno  de  estos  ar- 
tículos, y  según  le  hacía  saber  en  mi  última,  no  tuve  otro  elemento  de  ligadura 
que  hilo  de  acarreto  ó  cuaquier  otro  desecho  de  hilo  que  pude  encontrar  entre  los 
sastres.  Por  tales  razones  pido,  que  si  se  tiene  respeto  por  la  vida  de  hombres  que 
que  la  arriesgan  en  esta  empresa  se  me  provea  de  los  medicamentos  necesarios." 
Orig.  en  nuestro  archivo. 


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—  73  — 

En  situación  tan  critica  sobrevino  la  noche,  esa  aliada  na- 
tural de  los  que  sufren.  Yacían  sobre  la  cubierta  ensangrentada 
del  Hércules,  más  de  cien  hombres  muertos  o  heridos,  habiendo 
alojado  sus  bandas  o  recibido  en  su  aparejo  otras  tantas  balas 
de  cañón. 

Merced  a  esfuerzos  supremos,  hacíanlo  flotar  al  siguiente 
día,  y  aumentada  su  guarnición  con  6o  dragones  salidos  de 
la  Colonia,  a  cargo  del  teniente  Pedro  Orona  (i),  se  organizó 
e1  ataque  por  tierra,  dividiéndose  en  dos  grupos  esa  fuerza 
que  no  pasaba  de  150  decididos,  la  misma  que  a  las  4  de  la 
mañana  del  15  desembarcaba  en  ocho  lanchones  y  bajo  un  fuego 
infernal. 

No  podía  ser  mayor  el  peligro,  cuando  Brown,  cjue  marchaba 
a  su  frente,  con  la  oportunidad  que  le  era  característica,  or- 
denó al  tambor  y  pífano  tocar  el  himno  "St.  Pafrick's  Day  in 
fJie  Morning"  en  honor  del  santo,  patrón  de  la  verde  Erin,  lo 
cjue  electrizó  a  los  asaltantes,  y  la  posición  fué  tomada  a  viva 
fuerza  (2). 

Romarate,  inferior  en  recursos  y  falto  ya  de  municiones, 
aprovechando  el  conflicto  del  día  11,  con  sus  tres  buques  de 
cruz  y  cinco  cañoneras,  fué  a  acoderarse  en  el  canal  del  Infierno, 
que  corre  entre  la  isla  citada  y  la  costa  Oriental;  y  no  dándole 
el  viento  esta  vez,  hubo  de  resignarse  a  ser  testigo  inerte  de 
la  bizarría  del  oficial  del  Pijo,  José  Benito  de  Azcuénaga  (hijo 
de  Buenos  Aires),  quien  después  de  una  resistencia  tenaz,  lo- 
gró embarcarse  en  la  escuadrilla  con  los  restos  del  destaca- 
mento del  cuerpo  de  Chain,  que  le  obedecía;  artilleros,  gente  de 
mar  y  vecinos. 

La  intrepidez  y  perseverancia  con  que  los  patriotas  llevaron 
a  cabo  esta  empresa,  abatió  un  tanto  los  bríos  de  los  realistas, 
obligados  a  abandonar  la  llave  de  los  mayores  tributarios  del 
Plata,  echándose  así  la  base  de  la  superioridad  que  se  mantuvo 
en  las  operaciones  ulteriores. 


(i)  D.  Pedro  Orona  inició  sus  servicios  en  la  Banda  Oriental  en  clase  de  sar- 
gento 2°  en  el  Cuerpo  de  Patricios,  tomó  parte  en  la  batalla  de  las  Piedras  y  fué 
ascendido  a  alférez  e  incorporado  a  los  "Dragones  de  la  Patria"  en  junio  de  1811. 
Concurrió  al  sitio  de  Montevideo,  combatiendo  en  el  Cerrito  y  en  la  isla  de  Martín 
García  por  cuya  acción  ascendió  a  capitán.  Orona  murió  en  Buenos  Aires  en  la 
jerarquía  de  coronel  graduado  y  fué  uno  de  los  militares  de  la  independencia  que 
mereció  las  persecuciones  del  tirano  Rosas  que  le  tuvo  preso  en  1842. 

(2)  Véase  Apéndice,  nota  N."  21. 


—  74  — 

Dejando  una  corla  fuerza  en  la  isla,  y  luqgo  de  haber  des- 
pachado una  división  ligera  en  seguimiento  de  Romarate,  que 
se  internaba  hacia  el  río  Negro,  el  vencedor  en  ^vlartín  García 
regresó  a  Buenos  Aires,  donde  se  le  hizo  una  acogida  esplén- 
dida (  I  ). 


(i)  Brown  se  dirigió  a  la  Colonia  a  reparar  las  averias  de  la  Hercules  que  hacía 
agua  por  varios  balazos  que  le  tocaron  en  la  línea  de  flotación.  En  aquel  puerto 
fondeó  con  el  Céfiro,  Noitcy  y  la  Julieta  y  desde  allí  escribía  a  Larrea  el  20  de 
marzo :  "  Pienso  zarpar  esta  noche  para  esa  banda  con  la  esperanza  de  reunirme 
al  Belfast  y  á  la  Agradable,  á  los  que,  con  verdadera  pena,  no  he  visto  salir  de 
valizas,  no  obstante  el  viento  y  marea  favorables  de  ayer.  Mucho  temo  se  proceda 
con  lentitud  á  pesar  de  la  necesidad  urgente  de  obrar  con  la  mayor  rapidez.  Por  el 
amor  de  Dios,  Señor,  no  me  obligue  á  volver  á  esa  por  descuido  ó  negligencia  en 
el  Departamento  de  Marina. 

Con  sentimiento",  agregaba,  "me  permito  informar  á  Vd.,  señor,  del  estado 
desgraciado  de  la  Colonia  y  sus  inmediaciones,  amenazadas  y  realmente  infecta- 
das por  fuertes  partidas  de  bandidos  de  Artigas.  Es  menester  confesarlo,  que  el 
remedio  puede  aplicarse  sin  pérdida  de  tiempo,  cuando  hay,  como  sucede  actual- 
mente, tanta  tropa  en  Buenos  Aires.  Trescientos  ó  cuatrocientos  hombres  de  dicha 
capital  desembarcados  en  esta  banda  del  río  pronto  limpiarían  la  costa  del  rebelde 
y  sus  cuadrillas  que  han  causado  perjuicios  considerables,   pues  a  no  haber  sido 

ELLOS   JAMÁS    EL   ENEMIGO    HABRÍA    LOGRADO    EVADIRSE    AGUAS    ARRIBA.    Me    VCO    oblígado 

para  seguridad  de  esta  ciudad  á  guarnecerla  con  gente  de  la  escuadra,  por  lo  tanto 
considere  Vd.  la  urgencia  de  enviar  aquí  una  fuerza  con  toda  premura...  Es 
poco  menos  que  imposible  conseguir  carne  aquí  a  causa  de  Artigas  y  sus  secua- 
ces. Reitero,  pues,  mi  pedido  de  que  se  me  mande  una  fuerza  para  aniquilarlo  de 
una  vez.  Tengan  Vds.  confianza  en  sus  buques  y  en  Vdes.  mismos  y  no  mantengan 
en  esa  capital  ima  fuerza  inútil  sin  despacharla  cuánto  antes  donde  se  hacen  nece- 
sarios sus  servicios  á  la  causa.'' 

Anunciaba  haber  desembarcado  a  los  prisioneros  para  que  trabajaran  las  trinche- 
ras que  se  levantaban  alrededor  del  pueblo,  y  clamaba  por  la  pronta  reunión  aun- 
que fuera  únicamente  de  la  Belfast  para  dar  al  enemigo,  que  se  hallaba  a  la  altura 
de  Santa  Lucía  esperando  refuerzos,  uno  soba  en  regla... 

El  22  estaba  otra  vez  al  ancla  frente  a  Martín  Carcía  y  escribía  al  Ministro: 
"  Ansioso  por  apoderarme  del  enemigo,  que  fugó  río  arriba,  y  temeroso  á  la  vez 
de  que  volviese  á  Montevideo  por  vía  del  canal  de  las  Conchas,  mandé  en  su  per- 
secución la  sumaca,  la  goleta  presa,  la  cañonera,  la  balandra,  el  falucho  y  un  pe- 
queño lanchón.  La  falta  de  pólvora  y  ¡nunicióu  obligará  al  enemigo  á  entregarse ; 
luego  nada  hay  que  temer  por  ese  lado.  Sinembargo  debe  Vd.  precaverse  contra  la 
escuadra  que  se  apresta  en  Montevideo  para  atacar  esta  isla  por  lo  que  conviene 
que  el  Belfast  y  la  Agradable  sean  despachadas  a  la  brevedad  posible  a  la  Colo- 
nia, para  que  combinándose  allí  toda  la  fuerza  pueda  dirigirse  sobre  el  enemigo, 
lo  cual,  en  ini  opinión,  forzará  á  éste  á  retomar  su  puerto  (Montevideo)  donde 
deben  adoptarse  las  medidas  conducentes  á  su  rendición  definitiva...  Ya  que  se 
ha  iniciado  la  lucha  por  agua,  no  debe  Vd.  omitir  esfuerzos  y  emplear  toda  su 
energía  para  que  se  termine  de  la  propia  manera."  Y  en  un  último  párrafo :  "Agra- 
dezco mucho  á  Vd.  y  al  pueblo  de  Buenos  Aires  el  buen  concepto  que  les  merezco, 
sea  cual  fuese  el  resultado  de  la  empresa.  Sinembargo,  puedo  asegurar  al  país 
entero,  que  tomé  cartas  en  ella  con  la  firme  resolución  de  vencer  y  de  esta  ma- 
nera poner  término  á  una  guerra  inútil.  Y  apesar  de  la  tunda  que  ha  recibido  el 
Hércules,  estoy  resuelto  á  no  volver  á  puerto  antes  de  haber  dado  un  golpe  mortal 
á  Montevideo".  . . 


—  75  — 

Empero,  si  quedó  dividida  la  escuadra  enemiga,  y  neutrali- 
zada por  el  momento  la  influencia  de  un  marino  tan  entendido 
como  Romarate,  faltaba  aún  el  golpe  decisivo,  y  Brown  no  va- 
cila en  intentarlo. 

Igual  a  César,  pero  inspirado  por  mejor  causa,  pensaba  que 
poco  había  hecho  por  su  país  adoptivo,  mientras  no  le  rindiera 
el  último  servicio! 


CAPITULO  VI 
1814 

Sumario:  Efectos  que  produce  en  Montevideo  el  desastre  de  Romarate. 

—  Ordénase  a  la  división  de  reserva  dar  la  vela  en  su  auxi- 
lio. —  Luminarias  en  el  Cerrito.  —  Retroceso  de  Primo  de 
Rivera. — El    comodoro    Heywood.  —  Singular    coincidencia. 

—  Tumultos  populares.  —  El  Directorio  argentino  propone  un 
arreglo  bajo  la  mediación  inglesa.  —  Sus  comisionados  en 
Montevideo.  —  El  mariscal  Vigodet  somete  al  Cabildo  las  ba- 
ses de  la  negociación.  ■ —  Rechazo  unánime.  —  Ultima  confe- 
rencia. —  Denunciase  el  armisticio.  —  Apertura  de  la  campaña 
naval  sobre  Montevideo.  —  Embarco  de  Brown.  —  Crucero  a 
la  vista  del  enemigo.  - —  Restablecimiento  de  la  comunicación 
con  el  ejército  de  Oriente.  —  Estréchase  el  bloqueo. 

Recién  el  15  de  marzo,  cuando  ya  flameaba  en  la  isla  el  pa- 
bellón azul  celeste  y  blanco,  tenían  el  primer  aviso  las  autori- 
dades de  Montevideo,  que  Romarate,  batiéndose  en  desventaja 
contra  la  escuadra  patriota,  pedía  protección  con  la  mayor 
premura. 

Semejante  anuncio  causó  profunda  impresión  en  la  plaza 
cercada,  y  esa  misma  noche  se  mandó  levase  la  reserva,  com- 
puesta de  seis  naves  de  porte  diverso,  sin  pesarse  ya  lo  incom- 
pleto de  su  armamento. 

El  pueblo  en  ansiedad  e  indignado  por  ima  demora  que  de- 
bía ser  fatal  a  Romarate,  descubrió  al  amanecer,  que  los  expedi- 
cionarios formados  en  línea,  no  habían  rebasado  ni  la  punta 
del  Cerro;  porque  el  barco  hospital,  durante  las  tinieblas,  tocó 
al  salir  del  puerto,  contratiempo  que  todo  aquel  día,  a  pesar 
del  buen  viento  que  sopla,  detiene  a  los  que  navegan  en  con- 
serva ¡  ironía  del  destino !  para  que  en  la  noche  misma  pudiesen 
contemplar  con  el  alma  entristecida,  las  luminarias  lejanas  del 
Cerrito,  anunciando  el  triunfo  de  Brown.  .  . 

Mas  todo  fué  inútil.  Con  la  vacilación  y  falta  de  cohesión 
en  las  altas  esferas,  los  sitiados  habían  perdido  un  tiempo  que 


ya  no  era  dable  recuperar ;  de  manera  que  a  los  ocho  días,  Pri- 
mo de  Rivera,  aunque  reforzado  con  otras  velas,  regresaba  con 
su  división  al  punto  de  partida,  sin  tentar  el  ataque,  pero  con- 
vencido de  que  el  esforzado  Romarate  se  hallaba  con  la  reti- 
rada interceptada,  y  también  de  la  parcialidad  del  capitán  Hey- 
wood,  de  la  Xereits,  en  favor  de  los  patriotas.  Desgraciada- 
mente para  los  realistas,  ambas  noticias,  sin  alejarse  de  la 
verdad,  estaban  en  ella ! 

El  cuitado  jefe  de  la  expedición,  creyó  prudente  desembarcar 
furtivamente  por  el  Baño  de  los  Padres,  a  la  misma  hora  en 
que  por  resolución  del  Cabildo  se  daba  principio  a  las  rogacio- 
nes públicas  en  la  iglesia  Matriz,  para  impetrar  del  Ser  Su- 
premo la  destrucción  de  las  naves  insurgentes  (i). 

El  populacho,  al  apercibir  la  escuadra  intacta,  surta  en  la 
entrada  del  puerto,  frenético  de  furor,  prorrumpió  en  denues- 
tos contra  los  marinos,  culpándolos  de  ineptos  y  cobardes ;  gri- 
tos de  traición  y  de  z'enta  se  mezclaron  a  las  amenazas  de  muer- 
te, contra  aquel  cuerpo,  cuyo  prestigio  se  encontraba  en  de- 
cadencia (2). 

(1)  "El  Exmo.  Cabildo,  Justicia  y  Regimiento  de  esta  ciudad  y  su  jurisdicción,  etc. 

"  Por  el  presente,  hace  saber  á  todos  los  fieles  de  este  célebre  y  religioso  vecin- 
dario, que  habiéndose  dispuesto  rogaciones  en  la  iglesia  Matriz,  para  impetrar  del 
Todopoderoso  el  feliz  arribo  de  las  tropas  que  se  esperan  de  la  madre  patria,  y  el 
vencimiento  de  los  barcos  armados  en  guerra  por  los  insurgentes  de  la  capital: 
para  lo  cual  han  sido  destinadas  las  fuerza?  navales  salidas  de  este  puerto ;  los 
convoca  al  efecto  indicado,  esperando  de  su  celo  cristiano,  que  concurran  á  dicha 
iglesia,  desde  mañana  á  las  8  -/o  del  dia  en  adelante,  para  rogar  á  Dios  por  el 
éxito  de  ambas  expediciones. — Sala  Capitular  de  Montevideo,  marzo  24  de  1814. 
Miguel  Antonio  Vilardebó. — ^Juan  Vidal  y  Batlle. — Antonio  Gabito. — Francisco 
Moran. — Licenciado  Pascual  de  Araucho. — Félix  Saenz. — Antonio  Agell. — Manuel 
de  Santelices. — Nicolás  Fernandez  Miranda. — Bernabé  de  Alcorta. — Ramón  Doval. — 
Manuel  Masculino. — Juan  de  Dios  Dozo,  secretario." — (Archivo  de  Montevideo). 

(2)  Primo  de  Rivera  zarpó  del  puerto  de  Montevideo  el  martes  15,  inmediata- 
mente de  llegada  la  noticia  del  choque  en  ^Martín  Garcia,  con  varios  buques,  que 
llegaron  a  once  en  total,  y  entre  los  cuales  se  contaba  la  corbeta  Mercurio,  capitán 
Don  Pedro  Carcuera,  en  que  iba  el  jefe  de  la  expedición,  la  Paloma,  comandante 
Antonio  Osorio,  el  queche  Hiena,  su  capitán  Don  Tomás  Quijano,  el  Cisne,  Fama. 
lugre  San  Carlos  y  el  Bombo  que  salió  el  dia  19  con  dos  buquecillos  más  llevando 
120  soldados  de  los  "Emigrados  de  López".  La  corbeta  Paloma  encalló  a  la  salida 
de  la  bahía,  siendo  inútiles  todos  los  trabajos  ejecutados  en  ese  día  para  hacerla 
zafar ;  y  como  este  accidente  detuviera  a  toda  la  escuadra,  que  fondeó  en  línea 
frente  al  Cerro,  el  pueblo  comenzó  a  impacientarse  atribuyendo  a  causa  intencional 
el  contraste.  Para  que  fuera  mayor  el  disgusto,  llegó  el  i"  un  falucho  conduciendo 
a  cuatro  soldados  del  Cuerpo  de  Chain,  uno  de  ellos  herido,  y  tres  marineros,  pro- 
cedentes de  Martín  García,  los  cuales  dieron  la  noticia  y  detalles  de  la  toma  de 
la  isla  por  los  patriotas,  nueva  que  causó  penosísima  impresión  en  la  plaza.  El  18 
consiguió  salir  Primo  y  valiérale  más  no  haber  salido  porque  el  resultado  de  su 
comisión  dio  aparente  razón  al  populacho  para  acusar  a  sus  marinos  de  ineptos  y 
cobardes.   No   se  atrevió  a  combatir  con   los  marinos   "insurgentes"  y  después  de 


Así  dominados  los  ríos,  el  director  Posadas,  antes  de  (jue 
se  procediese  a  batir  en  detalle  el  resto  de  la  escuadra  española, 
animado  por  sentimientos  humanitarios,  se  propuso  tentar  un 
último  esfuerzo,  que  ahorrando  nuevas  víctimas,  hiciera  reto- 
ñar la  cordialidad  entre  miembros  de  una  misma  familia. 

Creyóse  en  el  momento  dé  confiar  esa  delicada  misión  de  paz 
a  personas  caracterizadas  y  que  por  su  posición  social  mere- 
cieran hasta  la  confianza  del  enemigo,  apagándose  para  siempre 
el  encono  que  brota  de  ordinario  al  calor  de  la  lucha. 

Efectivamente,  el  29  de  marzo,  escoltada  por  la  fragata  bri- 
tánica surta  en  estas  aguas,  se  presentaba  en  el  puerto  de  Mon- 
tevideo, una  balandra,  izando  bandera  de  parlamento. 

Ella  conducía  a  los  comisionados  del  Directorio,  Dr.  Vicente 
Anastasio  de  Echeverría,  vocal  de  la  Audiencia  y  al  notable  ca- 
nónig'o  Dr.  José  X^'alentín  Gómez,  miembro  del  Consejo  de  Es- 
tado (i). 


enviar  a  Romarate  un  lanchón  con  mimiciones.  único  auxilio  que  le  prestara,  re- 
solvió virar  por  redondo  y  regresar  al  puerto  de  origen,  entrando  a  él  en  la  tarde 
del  26.  Primo,  temeroso  de  los  insultos  de  la  multitud,  desembarcó  en  la  forma 
dicha  en  el  texto. 

Figueroa,  comentando  las  acusaciones  de  "venta"  y  "traición"  lanzadas  por  el 
populacho  a  los  marinos,  dice  con  mucho  juicio  que  solamente  fué  "torpeza"  en  los 
españoles,  y  "destreza  y  valor"  en  sus  contrarios,  amén  de  la  enorme  fuerza  que 
daba  a  su  acción  los  prestigios  de  la  "causa  de  la  patria"  por  que  luchaban. 

(i)  De  Don  Vicente  Anastasio  de  Echeverría,  famoso  armador  de  "La  Argen- 
tina"  des^Jués,  nos  ocuparemos  detenidamente  en   su  oportunidad. 

El  benemérito  patriota  Don  José  Valentín  (lómez  nació  en  Buenos  .^ires  el  3  de 
noviembre  de  1774.  Estudió  en  el  Colegio  de  San  Carlos  y  recibió  las  borlas  di- 
doctor  en  teología  en  la  Universidad  de  Córdoba.  Desempeñó  durante  el  periodo 
colonial  diversos  y  muy  interesantes  cargos,  hasta  que  obtuvo  en  concurso  el  curato 
de  "Nuestra  Señora  de  Cniadalupe"  en  los  Canelones,  Banda  Oriental,  donde  inició 
su  gloriosa  carrera  de  revolucionario.  En  la  batalla  de  las  Piedras  se  distinguió 
por  su  denuedo  y  abnegación  a  la  par  del  insigne  patriota  presbítero  Figueredo, 
de  la  Florida,  siendo  ambos  recordados  con  insigne  honor  en  el  parte  de  la  acción. 
Trasladado  a  Buenos  Aires  poco  después  de  estos  sucesos,  tuvo  figuración  honrosa 
en  la  vida  pública  tanto  en  lo  político  como  en  lo  eclesiástico.  Canónigo  de  merced 
de  la  Catedral,  ascendió  gradualmente  hasta  la  segunda  dignidad  del  Senado  ecle- 
siástico que  desempeñaba  a  su  muerte,  y  fué  dos  veces,  en  181 3  y  21,  Provisor  y 
Gobernador  del  Obispado.  Como  educacionista  fué  catedrático  en  diversos  períodos 
en  nuestros  más  notables  institutos  y  rector  de  nuestra  Universidad  desde  1826  a 
1830.  En  el  orden  político  sus  servicios  fueron  eminentes:  miembro  de  la  famosa 
asamblea  nacional  de  1813,  consejero  de  Estado  en  el  Directorio  Supremo,  repre- 
sentante del  gobierno  argentino  en  las  oberturas  de  paz  con  Montevideo  en  1814, 
enviado  extraordinario  ante  las  Cortes  de  Gran  Bretaña  y  Francia  desde  1818  a 
1821,  diputado  ante  la  del  Brasil  para  reclamar  la  provincia  Oriental  detentada  por 
el  Imperio,  diputado  en  1823,  representante  en  la  legislatura  de  Buenos  Aires  y  en 
el  Congreso  Nacional  Constituyente  de  1825-27,  terminó  su  vida  en  1839  rodeado 
por  los  altos  y  luminosos  prestigios  que  le  granjearan  sus  relevantes  virtudes  reli- 
giosas, morales  y  políticas,  y  los  servicios  notables  que  prestó  a  su  país,  de  que 
puede  contarse  uno  de  sus  más  ilustres  ciudadanos. 


—  80  — 

En  i.°  de  abril,  canjearon  poderes  a  bordo  de  la  corbeta  Mer- 
curio y  bajo  las  inmunidades  del  parlamento,  con  los  emisarios 
de  la  plaza,  coroneles  Pedro  de  la  Cuesta  y  Feliciano  del  Río,  y 
D.  Cristóbal  Salvañach,  comerciante. 

Celebradas  varias  conferencias,  fueron  sometidas  al  Cabildo 
las  conclusiones  de  los  diplomáticos  patriotas,  por  haber  soli- 
citado éste  intervenir  en  dicha  transacción  como  representante 
nato  del  pueblo. 

El  gobernador  Vigodet,  deseoso  de  compartir  la  responsabi- 
lidad de  una  negociación  tan  grave,  aprovechó  esa  coyuntura 
])ara  enviarle  en  consulta  los  siguientes  documentos,  a  fin  de 
que,  con  perfecto  conocimiento  de  ellos,  manifestara  su  opi- 
nión y  abriese  camino  por  entre  espinas  y  malezas : 

Bases  de!  annisticio,  formuladas  en  el  Janeiro,  bajo  la  niedia- 
ción  de  lord  Strangford  por  el  ministro  español  D.  Juan  del 
Castillo  y  Carros  y  el  enviado  argentino  D.  Manuel  de  Sar ra- 
tea, que  crusó  con  habilidad  la  misión  Duran  Magariños  en 
aquella  Corte. — Artículos  de  avenimiento,  proyectados  por  el 
Directorio,  con  la  condición  expresa  de  que  ehejército  del  gene- 
ral Pesuela  retrogradaría  a  la  línea  del  Desaguadero.  Oficio  de 
aquel,  invitando  al  gobierno  deMontevideo  a  una  concordia  só- 
lida; respuesta  de  éste,  y  por  último  el  memorial  de  j:us  comisio- 
nados como  resultado  de  las  entrevistas  con  los  de  Buenos  Aires. 

Todos  esos  antecedentes,  en  el  acto  de  recibirlos,  pasólos  el 
Cabildo  a  los  señores  Juan  de  Zea,  electo  Oidor  de  la  Audiencia 
de  Buenos  Aires,  Luis  Moxó,  Fiscal  de  la  de  Chile,  y  Bartolomé 
Mosquera,  asesor  del  Ayuntamiento,  para  que  le  dieran  su  dic- 
tamen por  escrito.  Al  propio  tiempo,  se  invitó  a  ochenta  ciu- 
dadanos a  la  sala  consistorial  para  informar  en  público  del  pro- 
puesto tratado,  los  Cjue  concurrieron  en  este  orden:  veinte  ha- 
cendados principales  3^  sesenta  de  los  diversos  gremios  del  co- 
mercio y  oficios. 

En  el  debate  suscitado,  no  se  vaciló  en  llamar  insidioso  al 
expresado  armisticio,  creyéndose  ver  envueltas  en  sus  cláusulas 
intenciones  falaces  o  de  sentido  ambiguo. 

El  Cabildo  apoyó  el  voto  unánime  de  la  junta  popular,  en  un 
oficio  detenido  y  fulminante,  al  que  se  adjuntaron  los  pareceres 
de  los  togados  que  consultó. 

Después  de  hacer  una  pintura  exagerada  de  la  situación  des- 
ventajosa en  que  se  hallaba  Buenos  Aires  v  de  los  futuros 


—  81  — 

triunfos  de  las  armas  realistas,  aconseja  imperiosamente  se 
rechacen,  y  ni  aun  se  oigan  tales  oberturas  pacíficas,  conclu- 
yendo con  estas  arrogantes  palabras : 

" .  .  .  Séale,  pues,  permitido  á  este  benemérito  pueblo,  decir 
a  V.  S.,  que  detesta  las  bases  sobre  cjue  se  funda  este  armisti- 
cio, y  que  prefiere  una  y  mil  veces,  morir  con  honor,  antes  que 
consentir  en  un  acto  que  le  traería  un  general  descrédito  y 
oprobio.  .  .  "   (i) 

El  día  1 1  tuvo  lugar  la  4.*  y  última  conferencia  en  el  Arroyo 
Seco,  donde  se  habían  trasladado  los  emisarios  de  Buenos 
Aires;  regresando  a  mediodía  los  realistas  luego  de  haber  de- 
nunciado el  armisticio,  por  rehusar  los  primeros  se  prolongase 
hasta  la  llegada  de  los  diputados  de  Pezuela  y  de  Artigas. 

Acto  continuo  la  bandera  blanca  era  arriada  en  ambas  lí- 
neas, y  el  grito  de  guerra  confundiéndose  con  el  estridor  de 
las  armas,  repercutió  siniestro  con  su  cortejo  de  desolación  y 
de  muerte.  .  .  ! 

El  jefe  del  gobierno  argentino,  Don  Gervasio  Antonio  de 
Posadas,  hacía  conocer  poco  después  la  verdad  de  la  frustrada 
tentativa  de  avenencia  en  los  siguientes  términos,  publicados 
en  hoja  suelta,  dirigidos  a  los 

'*habitantí:s  de  las  provincias  unidas. 

Es  llegado  el  tiempo  de  satisfacer  la  curiosidad  que  excitan 
justamente  en  vosotros,  unas  medidas  importantes  que  fue  ne- 
cesario preparar  en  silencio  y  emprender  con  circunspección. 

Impelido  por  las  insinuaciones  de  Ministros  respetables,  y 
por  mis  ardientes  deseos  de  hacer  cesar  las  calamidades  de  la 
guerra,  propuse  al  Gobierno  de  Montevideo  con  acuerdo  de  mi 
Consejo  de  Estado  una  suspensión  de  hostilidades,  sobre  bases 
de  honor  y  justicia.  Cualesquiera  que  fuesen  los  obstáculos  que 
opusieron  el  decoro,  y  la  delicadeza,  yo  no  trepidé  en  enviar 
Diputados  á  la  Plaza  de  Montevideo,  porque  creí  siempre  de 
mas  alta  importancia  dar  esta  prueba  incontestable  de  la  bue- 
i:a  fé  con  que  propendía  á  la  paz,  y  del  honor  y  deferencia  que 
tributaba  á  los  Ministros  mediadores. 

(i)   Actas  reservadas  del  Cabildo  de  Montevideo. 
Tomo   II  6 


82 


Los  primeros  pasos  de  esta  interesante  negociación  inspira- 
ron confianza  de  un  suceso  favorable:  pero  no  tardó  mucho  el 
desengaño.  Desvío,  lentitudes,  pretextos,  todo  hizo  ver  que  el 
Gobierno  de  Montevideo  buscaba  en  el  tiempo,  y  la  impaciencia 
un  motivo  especioso  de  inutilizar  el  proyecto.  En  vez  de  entrar 
francamente  en  unas  negociaciones  garantidas  por  Autorida- 
des respetables,  y  sacar  de  ellas  los  partidos  mas  ventajosos  de 
un  modo  noble  y  decoroso,  ha  fundado  sus  esperanzas  en  intri- 
gas, y  manejos  de  agentes  obscuros.  Lejos  de  coadyuvar  á  la 
paz,  y  al  orden  tan  necesario  á  la  felicidad  pública,  ha  querido 
provocar  los  combates  por  una  política  insidiosa,  mancharse 
con  discursos  sediciosos  indignos  de  un  ^Magistrado,  y  usar 
del  lenguage  de  una  audacia  tímida,  que  parece  desmentir  la 
mismo  que  siente,  lenguage  que  no  puede  engañar  á  nadie,  y 
que  deshonrando  al  que  lo  adopta,  nada  de  útil  produce  al 
Estado. 

En  vista  de  una  comportacion  tan  inesperada  ordené  á  mis 
Diputados  se  despidiesen  y  regresasen  para  la  Colonia.  A  su 
retirada  les  alcanzó  un  Pasaporte  del  Gobierno  de  Montevideo, 
acompañado  de  un  oficio  en  el  qual  separándose  de  las  bases 
propuestas  para  el  armisticio,  fixa  otras  tan  chocantes  con  los 
principios  de  la  razón,  y  de  la  política,  que  desacreditarían  pa- 
ra siempre  el  buen  juicio  del  General  de  aquella  Plaza,  sino 
se  conociera  que  ellas  son  formadas  con  el  objeto  de  cerrar  la 
puerta  á  toda  medida  de  pacificación. 

Y  a  la  verdad  ¿cómo  pudo  persuadirse  el  Gobernador  de 
]Montevideo  que  se  le  enviaban  Diputados  para  estipular  las 
condiciones  de  una  entrega  óWe  una  completa  sujeción  á  su 
voluntad?  ¿Ni  cómo  podía  creer  mas  seguras  las  palabras  de 
un  Caudillo  disidente  a  cjuien  el  mismo  desprecia,  que  los  se- 
rios compromisos  de  los  Ministros  mediadores,  y  del  Gobierno 
de  las  Provincias  unidas?  Ello  es  que  después  de  haber  agra- 
viado altamente  á  las  Autoridades  interesadas  en  la  negocia- 
ción, ha  encendido  mas  violentamente  la  guerra  civil  en  la  Cam- 
paña de  ?^Iontevideo,  ha  apresiu'ado  la  completa  anicjuilacion 
de  sus  riquezas,  y  ha  engrosado  el  torrente  de  males  que  pre- 
cipita sobre  nosotros  la  guerra. 

Padres  de  familia:  Comerciantes:  Hacendados:  é  Indivi- 
duos de  todas  clases:  asi  los  que  componéis  estos  Pueblos,  co- 
mo los  que  sois  víctimas  inocentes  dentro  de  los  muros  de  Mon- 


—  83  — 

tevideo:  si  veis  desvanecer  vuestras  fortunas,  desfallecer  á 
vuestras  familias,  ó  perecer  á  vuestros  queridos  hijos  en  los 
Campos  de  Batalla ;  no  me  atribuyáis  unas  desgracias  que  qui- 
siera evitar  á  costa  de  mi  propia  vida:  decid  ¿Cjuién  ha  defrau- 
dado vuestras  esperanzas,  quién  provoca  la  guerra,  quién  ha 
cerrado  la  puerta  que  acaba  de  abrirse  a  la  paz  y  al  reposo? 
Vuestra  respuesta  es  el  único  alivio  que  siente  mi  corazón  en 
este  duro  compromiso.  Yo  nada  mas  he  podido  hacer.  Yo  he 
hecho  por  la  paz  algo  mas  de  lo  que  debió  esperar  el  Capitán 
General  de  Montevideo.  Si  él,  por  obligación,  ó  por  voluntad 
cierra  los  oidos  á  las  voces  de  la  razón;  si  nada  vale  en  su 
concepto,  ni  la  Autoridad  respetable  de  los  Ministros  media- 
dores, ni  las  ventajas  ([ue  le  ofrece  el  armisticio,  ni  las  lagrimas 
de  los  infelices  que  condena  á  todo  género  de  males,  ni  la  ruina 
de  tantos  honrados  Ciudadanos;  ¿qué  recurso  queda  sino  el 
de  las  armas? 

La  paz  es  necesaria  á  nuestra  existencia,  y  quando  ella  no 
puede  negociarse,  es  forzoso  conquistarla.  No  puede  llamarse 
paz  la  servidumbre:  ella  es  un  estado  de  verdadera  guerra: 
una  sumisión  injusta  y  vergonzosa  como  la  que  se  exige  de 
vosotros,  ¿qué  haria  mas  que  eternizar  las  inquietudes  y  las 
revoluciones?  El  odio  y  las  desconfianzas  encontrarían  siem- 
pre pretextos  para  nuevas  violencias  y  la  desolación  del  país 
seria  inevitable. 

Yo  no  subscribiré  jamas  á  semejantes  condiciones.  Ninguna 
razón  habrá  que  me  decida  á  sacrificar  vuestros  derechos,  y 
vuestra  liljertad.  Wisotros  no  podéis  consentirlo.  Y  pues  que 
el  honor,  la  justicia,  y  una  necesidad  irresistible  asi  lo  exigen, 
sostendremos  la  guerra  hasta  el  último  extremo.  \"ale  mas 
sacrificar  una  vez  con  gloria  los  bienes  y  la  existencia,  que 
exponerse  á  una  muerte  infame  y  prolongada.  El  Ser  Supre- 
mo, eterno  protector  de  la  justicia  coronará  nuestros  esfuer- 
zos :  él  nos  dará  una  tranquilidad  estable  y  duradera.  Pero 
qualesquiera  que  sea  la  fortuna  de  nuestras  armas,  mis  votos 
por  la  paz  serán  igualmente  ardientes :  la  victoria  misma  no 
me  será  apreciable,  sino  en  quanto  acerque  el  término  de  esta 
lucha  (le  las  pasiones  contra  la  naturaleza."  (i) 


(i)   Dado  en  la  fortaleza  de  Buenos  Aires  a  i.°  de  Mayo  de  1814. — Véase  Apén- 
dice, nota   X.°  22. 


—    .S4    — 

'l'al  fué  el  desenlace  de  unos  arreglos  iniciados  con  el  canje 
mutuo  de  prisioneros,  en  honor  del  comodoro  británico  que 
puso  en  juego  sus  buenos  oficios. 

Pero  todo  se  estrelló  contra  la  exaltación  y  terquedad  de 
unos  hombres  obcecados,  que  frustró  la  ocasión  de  ajustarse 
un  tratado  ventajoso  para  sitiados  y  sitiadores;  pues  ya  sería 
larde,  cuando  caída  la  venda  de  su  fanático  orgullo,  lo  deman- 
daran con  insistencia.  .  . 

Brown  había  sostenido  en  los  consejos  de  gobierno  la  vital 
importancia  de  bloquear  a  Montevideo  con  la  mayor  estrictez, 
completamente  convencido  que  las  armas  de  la  patria  tenían 
ya  todo  el  poder  necesario  para  dominar  las  aguas  y  precipi- 
tar la  rendición  de  la  plaza.  No  podía,  a  su  juicio,  equipararse 
la  necesidad  de  operar,  como  otros  lo  creían,  sobre  la  escua- 
drilla de  Romarate  ciiibotcllada  en  las  aguas  del  Uruguay, 
con  la  de  dirigir  toda  la  escuadra  en  un  esfuerzo  único  e  ins- 
tantáneo sobre  aquel  objetivo  mucho  más  interesante  y  que 
tenía  para  sus  bravuras  de  león  todos  los  prestigios  y  atrac- 
ciones del  peligro.  "Ahora  más  que  nunca",  le  decía  a  Larrea, 
desde  su  fondeadero  en  la  Ensenada  contestando  una  consulta 
sobre  la  conveniencia  de  fortificar  a  Martín  García,  "estoy 
ganoso  de  echarle  las  garras  al  enemigo  que  huyó  aguas  arri- 
ba:  pero  cuando  ])ienso,  por  otro  lado,  (|ue  él  está  seguro 
si  la  escuadra  cumple  con  su  deber,  como  lo  espero,  ¿para 
qué  entonces  debilitarla  a  riesgo  de  hacer  ilusorio  el  1)1<)- 
(|ueo?  "  ( I  ). 

El  pensamiento  se  impuso  al  fin,  y  aumentada  la  fuerza  na- 
val de  la  patria  con  nuevas  adquisiciones,  y  provista  para  un 
crucero  de  tres  meses,  el  día  fijado  para  continuar  la  campaña 
en  las  aguas  de  IMontevideo,  fué  el  de  un  verdadero  triunfo 
para  su  ínclito  caudillo. 

La  multitud  afluida  al  ])uerto  con  el  deseo  de  presenciarlo, 
luego  de  avistar  a  Brown  que  se  dirigía  al  embarcadero,  pro- 
rrumpió en  aclamaciones  unánimes,  que  unidas  al  estruendo 


(I)  Carta  de  Browii  a  Larrea,  a  Ijordo  del  Hercules,  frente  a  la  Ensenada  a  3  cLe 
Abril  de  1814.  "  El  gobierno,  le  agregaba,  hará  lo  que  guste,  pero  permítame  le 
manifieste  que  si  ganamos  un  solo  punto  aseguraremos  el  resto,  y  entonces  ¿por 
qué  no  hacerlo?  Puedo  garantirle  que  solo  el  mejor  éxito  me  induce  á  desear  que 
toda  la  fuerza  se  halle  al  frente  del  puerto  enemigo,  agregando  á  la  vez  que  no  es 
por  temor  que  indico  la  necesidad  de  proceder  así:  no!,  únicamente  para  la  mayor 
seguridad  de  la  empresa." 


—  85 


del  cañón,  a  los  acentos  del  Himno  Nacional  y  a  la  emoción  de 
los  que  tenían  deudos  y  amigos  entre  los  expedicionarios,  im- 
primió a  acjuel  csi)ectáculo  verdadera  solemnidad. 

Así,  la  ciudad  de  Buenos  Aires,  tan  grande  como  recono- 
cida, parecía  abrigar  de  antemano  el  presentimiento  de  la  vic- 
toria ! 

La  fuerza  de  operaciones  constaba  de  los  buques  siguientes: 
Fragata  Hércules,  36  cañones,  293  hombres   (insignia)  co- 
mandante Ricardo  Baxter. 

Corbeta  Bclfasf,  22  cañones,  2^^  hombres,  comandante  Oli- 
verio Russell. 

Corbeta  Céfiro,  18  cañones,  148  hombres,  comandante  San- 
tiago King". 

Bergantín  Xaiicy,  15  cañones,  122  hombres,  comandante  Ri- 
cardo Leech. 

Goleta  Julieta,  17  cañones,  105  hombres,  comandante  Gui- 
llermo Mac-Dougall  (i). 

Iba  ya  a  sepultarse  en  occidente  el  sol  del  14  de  abril,  tiñendo 
el  cielo  de  colores  rojizos,  cuando  las  cinco  naves  con  sus  alas 
abiertas  y  redondeadas  por  una  brisa  otoñal,  se  deslizaron  so- 
bre las  aguas,  ligeras  y  graciosas,  precipitando  su  vuelo,  cual 
banda  de  ánades  tornasolados.  Cerrada  la  noche,  la  luna 
apareció  brillante,  para  rielar  con  luz  melancólica  la  marcha 
del  glorioso  convoy,  al  que  siguieron  los  circunstantes  con  la 
vista  y  con  el  ademán,  hasta  perderse  lentamente  en  las  líneas 
azules  del  horizonte ! 

Había  transcurrido  una  semana,  desde  que  tuvo  lugar  la  es- 
cena que  hemos  bosquejado,  cuando  en  la  alborada  del  20,  se 
divisó  al  Sur  del  cerro  de  ^lontevideo  la  escuadra  patriota  en 
línea  de  combate  y  con  su  bandera  al  viento  (2). 

Simultáneamente,  los  buques  del  Rey  de  armadilla  en  aquel 
])uerto,  izando  la  suya,  guindaron  masteleros,  en  señal  de  ha- 
llarse prontos  a  aparejar. 

Brown,  al  desarrollar  su  plan  de  campaña,  cuidó  abrir  co- 
numicación  inmediata  con  el  ejército  de  Oriente,  cuvo  ardor 


(1  )  Estado  de  fuerza  y  tiempo  de  servicio  de  los  buques  armados  que  operaron 
bajo  el  mando  del  coronel  Guillermo  Brown,  contra  las  fuerzas  navales  enemigas  err 
el  Río  de  la  Plata,  durante  el  presente  año  de  1814.  Véase  Apéndice,  nota  N."  2¡. 

(2)  El  capitán  del  Fijo,  D.  Joaquín  Terán,  era  el  oficial  de  vigía,  que  desde  lo- 
alto  de  la  Matriz,   llevaba   un   diario   sobre  las  operaciones   del   ejército   sitiador. 


—  86  — 

se  retempló  con  ese  poderoso  auxiliar,  estableciendo  luego  un 
crucero  tan  estricto  que  produjo  los  mejores  resultados. 

Interceptada  la  vía  marítima,  se  fueron  apresando  barcos 
(jue  desde  las  costas  del  Uruguay,  Brasil,  Patagones  y  aun  del 
Perú,  proveían  a  la  plaza  de  municiones  de  boca  y  de  combus- 
tible (artículo  entonces  de  primera  necesidad);  medidas  que 
en  breve  llevaron  el  pánico  a  los  asediados. 

El  bloqueo  se  iba  estrechando  paulatinamente,  de  manera 
que  hasta  los  botes  pescadores  no  se  consideraban  seguros, 
cuando  salían  del  tiro  de  cañón  de  la  plaza;  y  pronto  llegaron 
a  Buenos  Aires  varias  presas,  como  faustas  primicias  de  la 
cruzada  en  que  tantos  volaron  a  las  regiones  de  la  luz. 

Sospechando  Bro\\"n  que  el  enemigo  así  hostigado,  no  tar- 
daría en  hacerse  a  la  mar,  con  el  objeto  de  aventurar  un  en- 
cuentro que  podía  ser  obstinado,  acercándose  el  ii  a  la  peque- 
ña ensenada  de  Santa  Rosa,  embarcó  algunos  piquetes  de  los 
cuerpos  de  French  y  de  Soler,  para  reforzar  sus  guarniciones 
v  hallarse  habilitado  a  ofrecer  o  recibir  un  abordaie. 


CAPITULO  VII 


1814 

Sumario:  Sorpresa  de  los  realistas  a  la  aparición  de  las  naves  patrio- 
tas. —  Epidemia  en  la  plaza  sitiada.  —  Caridad  evangélica  de 
Ascalza. — Junta  de  guerra  convocada  por  el  gobierno. — ^  Es- 
cenas que  se  producen  en  ella.  —  Resolución  del  mariscal  \  i- 
godet.  —  Opiniones  del  Cabildo.  —  Se  alista  la  escuadra  real 
para  el  combate.  —  Curiosa  anécdota.  —  Sacrificios  que  la  mi- 
seria impone  a  las  familias.  —  Heroísmo  del  bello  sexo.  —  El 
jefe  naval  dimite  el  mando.  —  Nueva  citación  a  junta:  deba- 
tes violentos.  —  Se  resuelve  la  salida  por  mar.  —  Anteceden- 
tes del  jefe  del  apostadero,  a  quien  se  confía  la  salvación  de 
la  plaza.  —  Provocaciones  de  los  bloqueadores.  —  Fuerza  con 
que  los  bloqueados  se  enmaran  el  14  de  mayo.  - —  Estratagema 
del  jefe  patriota.  —  Cámbianse  los  primeros  tiros.  —  Recalan 
los  españoles  en  el  Buceo  de  ¡a  Luz.  —  Represa  del  "San 
Luis".  —  En  la  noche,  lógrase  cortar  del  convoy  el  buque 
insignia  enemio'o. 


Extraordinaria  fué  la  sorpresa  de  los  habitantes  de  Monte- 
video, cuando  contemplaron  a  su  frente  aquella  respetable  fuer- 
za naval,  destinada  a  dar  rápida  solución  al  problema  de  más 
trascendencia  en  el  Río  de  la  Plata.  Entonces  ya  no  era  solo 
él  pueblo,  sino  hasta  los  más  fanáticos  que  principiaban  a  in- 
C|uietarse  entre  el  temor  y  la  esperanza .  .  . 

Estrechado  el  cerco  por  tierra  y  agua,  la  situación  se  hizo 
critica  en  pocos  días,  recrudeciendo  de  nuevo  la  epidemia  con 
el  aumento  de  la  miseria  pública.  Los  desamparados  eran  infi- 
nitos, y  apenas  podía  soportar  su  peso  la  filantropía  reunida 
del  vecindario,  del  Cabildo,  de  la  Hermandad  de  Caridad  y  del 
benéfico  lego  franciscano  Fray  Juan  J.  de  Ascalza,  llamado 
entonces  el  ángel  protector  de  la  indigencia,  y  cu3^o  nombre 
hay  justicia  en  resucitar  de  las  sombras  del  pasado,  pues  hubo 


día  en  que  proporcionó  sustento  a  más  de  tres  mil  menestero- 
sos, según  consta  en  los  libros  capitulares  de  iNIontevideo  (i). 

La  presencia  del  nuevo  enemigo,  influyó  para  que  se  dupli- 
caran las  precauciones  y  vigilancia  en  el  recinto:  mientras  que 
las  patrullas  contrarias,  acercándose  a  los  muros  en  esa  noche 
del  20,  arrojaban  granadas  de  mano  entre  pullas  y  dicterios  (2). 

Alarmado  el  gobernador  Mgodet.  invitaba  a  junta  de  gue- 
rra a  los  jefes  principales  del  ejército  y  marina.  Ella  tuvo  lugar 
la  noche  del  21  en  la  sala  del  Fuerte,  asistiendo  además  el  mi- 
nistro de  Hacienda  D.  Jacinto  Acuña  de  Figueroa  y  tres  miem- 
bros del  Ayuntamiento. 

Se  abrió  la  sesión  con  la  lectura  de  un  oficio  de  af[uella  cor- 
poración, incitando  al  gobierno  en  nombre  del  clamor  público, 
luciera  una  tentativa  seria,  a  mérito  de  las  circunstancias  ex- 
traordinarias que  dificultaban  la  defensa  y  salvación  de  la  pla- 
za, tratando  de  no  omitir  expediente  hasta  lograr  se  replegase 
a  ella  la  flotilla  del  Uruguay. 

Empeñóse  luego  una  discusión  tan  apasionada  y  con  tan 
amargas  invectivas  entre  los  concurrentes  del  cuerpo  general 


(  I )  Actas  Capitulares,  entre  otras  la  de  28  de  enero  de  1814.  Desde  que  comenzó 
a  acentuarse  en  el  seno  de  las  familias  las  angustiosas  y  aflictivas  consecuencias 
del  sitio,  el  benemérito  lego  de  San  Francisco,  fray  José  Ascalza.  ejercitando  un 
espíritu  realmente  evangélico  se  dedicó  a  mitigar  con  auxilios  oportunísimos  las 
necesidades  materiales  de  innumerable  gente.  Durante  muchos  meses  repartió  sus 
bcnéhcas  limosnas  que  dieron  el  sustento  diario  a  más  de  mil  y  quinientas  personas ; 
pero  llegó  un  momento  en  que  falto  en  absoluto  de  recursos  y  lleno  de  empeños 
y  deudas,  no  pudo  continuar  su  obra  de  misericordia,  de  santa  y  verdadera  caridad 
cristiana.  En  los  primeros  días  de  enero  de  1814  se  hizo  cargo  de  ese  servicio  la 
"Hermandad  de  Caridad"',  ayudada  por  el  ■Cabildo,  pero  dejando  a  Ascalza  "cuya 
inmensa  piedad  y  fiel  manejo  merecía  la  mitra  de  un  obispo"  (Figueroa),  la  tarea 
del  cocinado  y  reparto  personal  de  las  raciones,  que  desempeñó  con  celo  tan  infa- 
tigable que  no  hay  elogio  que  compense.  A  cada  pobre  o  menesteroso  se  le  daba 
una  papeleta  individual  o  para  el  número  de  familia  que  representara  y  a  su  pre- 
sentación recibía  el  correspondiente  auxilio.  Dará  idea  de  la  faena  y  labor  del  bene- 
mérito lego  el  conocimiento  de  que  las  raciones  repartidas,  ya  cocinadas,  en  el  mes 
de  febrero  alcanzaron  a  99.915  y  en  el  de  marzo  a  106.822. 

(2)  He  aquí  los  versos  que  con  acompañamiento  de  guitarra  y  protegido  por  las 
tinieblas,  cantó  en  la  ocasión  un  payador  desconocido,  puesto  de  bruces  detrás  de 
la  contraescarpa  de  los  muros : 

"Flacos,  sarnosos  y  tristes, 

Los  godos  acorralados, 

Han  perdido  el  pan  y  el  queso 

Por  ser  desconsiderados. 
Cielo  de  los  orgullosos, 

Cielo  de  Montevideo, 

Pensaron  librar  del  sitio 

V    se  hallan   con   el   bloqueo" 
Véase  .\péndice,  nota   X."  24. 


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y..j¿ 


—  89  — 

de  la  Armada  y  de  la  guarnición,  sin  eximirse  ni  los  cabildan- 
tes, increpados  por  los  coroneles  Ríos  y  Cuesta,  que  para  pre- 
Acnir  un  escándalo  tuvo  que  mediar  el  mismo  capitán  general, 
quien  decidió  que  la  salida  se  haría  por  mar,  confiando  el  man- 
do de  la  expedición  al  capitán  de  navio  D.  José  Primo  de  Ri- 
vera, que  fué  compelido  a  aceptarlo,  una  vez  allanadas  las 
objeciones  que  opuso.  Todo  sin  perjuicio  de  que  los  asistentes 
manifestasen  su  parecer  por  escrito   (i). 

Juzgamos  tan  importante  el  dictamen  que  con  tal  motivo 
presentaron  los  miembros  del  Ayuntamiento,  que  a  pesar  de 
la  índole  concisa  de  este  trabajo,  vamos  a  reproducirlo,  como 
una  prueba  palpitante  del  estado  de  la  opinión  general  con 
respecto  al  éxito  del  combate  por  mar  que  ya  se  veía  relampa- 
guear en  el  horizonte. 

Dice  así : 

"Convocados  por  \\  S.  para  la  Junta  celebrada  ayer  noche, 
y  exigido  el  voto  por  escrito  de  todos  los  señores  concurrentes ; 
animados  nosotros  de  unas  mismas  ideas,  y  teniendo  unos 
mismos  conocimientos  de  nuestra  situación  y  fuerzas  navales ; 
de  los  deseos  del  público  en  ver  destruidas  esas  naves,  armadas 
por  los  insurgentes;  exponemos  unánimemente,  que  siendo 
nuestras  fuerzas  marítimas  disponibles  en  el  día,  la  corbeta 
Mercurio,  la  Paloma,  fragata  Ncptnno,  queche  Hiena,  lugre 
San  Carlos,  falucho  Fama  y  balandra  del  benemérito  ciuda- 
dano D.  Francisco  Castro,  sin  contar  el  bergantín  Cisne  que 
puede  salir  á  la  mar  sin  embarazo  alguno ;  las  tenemos  y  repu- 
tamos por  superiores  á  las  que  nos  blocjuean,  tanto  en  el  cali- 
bre de  la  artillería,  como  en  sus  tripulaciones  y  dotaciones;  ó 
cuando  menos  serán  iguales,  ponderando  mucho  las  de  los  ene- 
migos y  apocando  infinito  las  nuestras ;  y  siendo  real  y  verda- 
dera nuestra  superioridad,  no  admite  duda,  que  es  indispensa- 
ble salir  á  batir  á  los  cinco  buques  mercantes  que  están  á  la 
vista  del  puerto,  pues  así  lo  exige  el  honor  de  la  Armas  Cató- 


(l)  Primo  objetó,  entre  otras  causas,  la  mala  disposición  de  la  batería  baja  del 
Nc¡)iuno  que  no  podía  hacer  fueg^o  eficaz  en  caso  de  marejada;  y  pidió  además, 
para  asegurar  el  éxito  de  la  operación  que  se  le  encomendaba,  se  armase  en  guerra 
la  fragata  mercante  Mercedes  por  ser  capaz  de  montar  i6  cañones,  y  se  le  contestó 
que  se  le  facilitaría  armado  ese  buque  y  dos  más.  No  habían  aún  terminado  los 
aprestos  para  dar  la  vela  cuando  sintiéndose  enfermo  ese  marino  dimitió  el  mando 
de  la  escuadra,  y  aceptada  su  renuncia  por  Vigodet  el  5  de  mayo  fué  investido  con 
él  D.  Miguel  de  la  Sierra,  en  cuya  pericia  nn  se  abrigaba,  generalmente,  confianza. 


—  90  — 

licas  y  los  intereses  de  todo  el  pueblo  y  aun  del  Estado;  pues 
en  la  conservación  de  este  fuerte  baluarte  de  la  América  del 
Sur.  consiste  la  salvacii'm  de  estas  provincias  (  i). 

"Los  rebeldes  no  tienen  mas  buques  que  los  insinuados,  y 
aunque  tuvieran  otros,  es  de  necesidad  combatirlos  en  cual- 
quier punto  ventajoso,  antes  que  nos  apresen  las  embarcacio- 
nes que  esperamos  con  trigo,  nos  priven  de  leña,  de  la  entrada 
de  víveres,  y  aun  de  que  salgan  nuestros  botes  pescadores  fue- 
ra de  puerto.  Ello  es  de  imperiosa  necesidad,  y  antes  que  lle- 
guen los  tristes  momentos  en  que  nos  imponga  la  ley  un  ene- 
migo inferior  y  con  menos  rectirsos  y  auxilio  en  caso  de  des- 
calabro; y  aumentar  sus  fuerazs  con  la  protección  extranjera, 
si  ahora  no  se  les  prociu-a  destruir  enteramente,  como  para 
ello  es  casi  innegable  que  nos  sobran  útiles  de  guerra,  mayoría 
de  poder  marítimo,  y  diferente  valor  y  esfuerzos  en  nuestros 
marinos  y  soldados  embarcados  ó  que  se  embarquen  al  efecto. 

"Queda  dicho,  que  los  barcos  armados  por  los  insurgentes, 
son  solamente  una  fragata,  dos  corbetas,  un  bergantín  y  una 
goleta,  y  que  sus  cascos  sencillos  como  construidos  para  mer- 
cantones,  no  superan  á  los  nuestros:  por  lo  mismo,  son  muy 
melancólicos  los  pensamientos  de  lo  que  pueden  hacer,  no  te- 
niéndolo hecho,  y  de  que  puedan  tener  nuestros  buques,  sin 
haberlos  visto  ni  aun  desde  lejos,  ateniéndose,  para  indicarlo 
así  los  de  diverso  dictamen,  solo  á  noticias  sospechosas  ó  apó- 
crifas. 

"Bajo  de  este  concepto,  y  de  lo  demás  f[ue  queda  expuesto, 
somos  de  parecer  y  juzgamos  que  lo  será  la  mayor  parte  del 
vecindario  ilustrado  y  pensador,  Vjue  no  estando  lista  la  fra- 
gata Mercedes,  en  el  término  perentorio  de  cinco  ó  seis  días, 
deben  salir  los  buques  que  tenemos  prontos,  para  batir  á  los 
enemigos,  continuándose  con  la  mayor  eficacia  el  armamento 
de  ella,  y  el  de  la  fragata  Trinidad  (de  Beláustegui)  que  en 
opinión  de  algunos  inteligentes  particulares,  es  muy  aparente 
y  de  buena  construcción  para  armar  en  guerra ;  así  como  son 
excelentes  los  bergantines  de  D.  Francisco  Chávarri  y  el  ber- 


(  I  )  Xo  era  menor  la  confianza  que  se  tenía  Brown.  En  carta  de  6  de  mayo,  di- 
rigida a  White,  desde  el  Hércules,  aguas  de  Montevideo,  le  decía:  "Desde  el  19 
de  ppdo.  se  halla  el  puerto  rigurosamente  bloqueado:  y  estoy  seguro  que  el  valor 
del  enemigo  en  las  últimas  veinticuatro  horas  ha  bajado,  cuando  menos,  45  grados. 
Desearía  tomar  el  pulso  del  Mercurio  por  algunos  minutos." 

No  tardó  mucho,  en  verdad,  en  tomárselo... 


—  91 


gantin  Malagueño  consignado  á  1).  Lkíenaventura  X'idal,  que 
tiene  seis  cañones  de  á  8,  siendo  fácil  poner  los  que  ha  montado 
en  otras  ocasiones;  y  la  goleta  de  D.  José  Rasi,  que  se  le  pue- 
den poner  i6  piezas  de  artillería;  lo  mismo  que  14  al  de  Chcá- 
varri,  que  con  viveres  para  tres  meses,  estcá  pronto  para  salir 
al  mar  (i). 

"Si  faltase  marinería  para  dichos  buques,  á  mas  de  las  1.400 
|)lazas  que  toman  ración,  creemos  que  pueden  sacarse  de  la 
marina  mercante,  guadañeros,  pescadores,  barcos  costaneros 
y  demás  bajeles  de  guerra  surtos  en  esta  bahía,  entre  ellos,  el 
Paraná,  que  podrá  tripularse  con  soldados  de  marina,  respecto 
a  la  clase  de  servicio  para  que  está  destinado;  y  por  último, 
cuando  el  Estado  está  en  inminente  peligro,  y  comprometido 
el  honor  nacional,  juzgamos  un  delito  grave,  todo  comporta- 
miento ó  manejo  omiso  ó  negligente ;  es  obligación  forzosa, 
moverse  con  rapidez,  y  mucho  más  necesario,  remover  todos 
los  obstáculos  ó  impedimentos,  que  por  alguna  vía  pública  ú 
oculta,  puedan  entorpecer  directa  ó  indirectamente  las  provi- 
dencias que  se  adopten  para  conseguir  los  objetos  de  utilidad 
V  beneficio  que  se  propongan  con  respecto  á  las  circimstancias, 
mas  ó  menos  agravantes,  que  nos  rodean. 

*^Todo  caso  urgente  y  empeñado  hasta  el  extremo,  como  el 


(i)  a  este  plan  se  refería,  sin  duda,  el  ^Ministro  Larrea  cuando  se  dirigía  a  Brown 
en  los  siguientes  términos  : 

Buenos  Aires,  2  de  mayo   1814. 
Al  Comandante  de  las  fuerzas  Navales  del  Estado. 

Sería  mui  conveniente,  procurase  Vd.  tener  la  acción  que  preparan  las  fuerzas 
navales  de  Montevideo  con  las  del  Estado  que  se  hallan  al  mando  de  Vd.  al  oeste 
de  los  bancos  de  Ortiz  ó  por  los  paralelos  de  Barragán  y  la  Colonia,  por  las  ven- 
tajas que  proporcionaría  á  nuestra  escuadra,  ya  fuese  victoriosa  ó  ya  perdiésemos 
las  agiias  de  la  batalla. 

Vd.  no  puede  dudar,  que  en  el  primer  caso,  sería  mui  difícil  el  que  ninguno  de 
los  buques  enemigos  podría  regresar  al  puerto  de  su  salida,  y  en  el  segundo,  ten- 
drían los  nuestros  la  probabilidad  de  tomar  nuestras  costas,  en  donde  serían  pro- 
tegidos militarmente  :  más,  sin  embargo,  el  Gobierno,  bien  satisfecho  de  sus  cono- 
cimientos, deja  al  arbitrio  de  Vd.  las  medidas  que  considere  más  oportunas  sobre 
tan  grande  objeto. 

Adjunto  á  Vd.  una  relación  esacta  que  ha  pasado  á  S.  E.  el  General  del  Ejército 
sitiador,  de  los  buques  que  en  el  puerto  de  Montevideo  se  estaban  disponiendo  para 
salir  á  probar  sus  fuerzas  con  las  del  Estado  del  mando  de  Vd. 

En  las  inmediaciones  de  la  Punta  de  Piedras  se  ha  situado  una  guardia  con  el 
fin  de  que  por  medio  de  ella  trasmita  Vd.  cuando  convenga,  las  noticias  que  crea 
dignas  de  este  Supremo  Gobierno. 

Todo  lo  que  comunico  á  Vd.  de  su  orden. 

Dios,  etc. 

fiían  Larrea. 

Archivo  General  de  la  Nación. 


!)2  — 


presente,  y  en  que  los  insurgentes  tratan  de  hacer  sus  últimos 
esfuerzos,  para  reducirnos  al  armisticio  que  pretenden,  y  pro- 
pusieron en  días  pasados,  demanda  una  resolución  firme  é  in- 
alterable, y  un  ataque  parecido  al  que  dio  el  señor  Pezuela  a 
los  rebeldes  con  la  tercera  parte  de  menos  fuerza  que  la  de 
ellos;  idéntico  al  combate  en  las  aguas  de  Alejandría,  dispuesto 
por  el  almirante  Xelson,  contra  la  escuadra  francesa,  superior 
á  la  suva ;  ó  á  otras  acciones  de  guerra  que  han  sido  bien 
sucedidas,  pur  la  pericia,  conocimientos  y  valor  con  que  se  han 
dirigido  en  los  mayores  apuros  y  en  una  notable  desigualdad 
de  fuerzas;  cosa  que  en  nosotros  no  concurre,  y  que  hace  ven- 
tajoso nuestro  estado  actual. — Montevideo,  22  de  abril  de  1814. 
— MiGUEiv  Antonio  \'ílardebó — Francisco  Moran — Nico- 
lás Fernández  Miranda. — Señor  D.  Gaspar  J^igodcf.  Capi- 
tán General  de  estas  Provincias."   (i) 

Conocido  este  parecer  del  presidente  del  Cabildo  y  goberna- 
dor político  de  la  ciudad  y  sus  colegas,  corroborando  la  reso- 
lución del  capitán  general  Mgodet,  la  escuadra  realista  prin- 
ci])ió  a  embarcar  víveres,  contribuyendo  el  Ayuntamiento  con 
200  qq.  de  galleta,  a  la  vez  que  se  remontaba  su  personal,  me- 
diante un  bando,  conminando  con  graves  penas  a  la  gente  de 
mar  que  no  acudiese  a  ocupar  su  puesto  a  bordo  de  aquélla, 
que  luego  se  vio  atestada  de  artesanos,  mancebos  de  pulpería 
y  tiendas,  vagos  y  tahúres  que  arreaban  de  día  ó  de  noche  las 
levas  y  patrullas. 

A  éstos,  se  adiestraba  en  la  maniobra  ])or  un  método  raro, 
el  cual  merece  recordarse  por  su  originalidad.  Asegurábase  un 
naipe  de  la  baraja  en  los  cabos  de  labor  con  que  se  maneja 
el  aparejo,  y  cuya  extraña  nomenclatura  era  incomprensible 
para  ellos.  Entonces,  colocándose  el  instructor  cerca  de  popa, 
mandaba  con  voz  severa:  al  as  de  copas,  al  siete  de  espadas, 
al  caballo  de  bastos,  a  la  sota  de  oro,  etc..  etc..  y  al  instante 
todos  corrían  a  l(js  respectivos  palos,  cuerdas  o  velas   (2). 


í  I )  Archivo  del  Cabildo  de  Montevideo. 

(2)  Efectivamente,  el  comandante  de  mío  de  los  buciues,  viendo  que  los  reclutas 
tomados  de  leva  eran  muy  lerdos  o  se  desdeñaban  de  aprender  los  nombres  téc- 
nicos de  los  cabos,  vergas,  etc.,  para  instruirse  en  la  maniobra,  cansado  ya,  les  llamó 
y  les  presentó  una  baraja,  preguntándoles  uno  por  uno  los  nombres  de  cada  carta ; 
y  viendo  que  los  conocían  perfectamente,  hizo  fijar  en  cada  cabo  una  carta  seña- 
lando a  cada  cual  la  que  le  pertenecía,  y  asi  les  empezó  a  enseñar  la  maniobra. 
(Acuña  de  Figueroa.  Diario  histórico  del  sitio  de  Montevideo — 1S12-14.  Ms.  de  la 
Biblioteca  Nacional  de  dicha  ciudad.) 


L^^y^^^      1//  yp"^^^^^ 


Escudo  n'  firma  autógrafa  de  don  Gaspar  Vigodet, 

Mariscal  de  Campo  de  los  Exercitos  Nacionales,  Gobernador  y  Capitán  General  de 
LAS  Provincias  del  Rio  de  la  Plata,  Slb-Inspector  de  las  tropas  de  todas  estas  pro- 
vincias, Super-Intendente  General,  Sub-delegado  de  la  Hacienda  Nacional,  Rentas 
de   Tabacos  y  Na\pes,  del   Ramo  de  Azogues  n-  Minas,  y    Renta  de  Correos,  etc.  etc 


Es  de  suponerse  la  confusión  que  debía  causar  turba  seme- 
jante en  los  conflictos  de  un  combate. 

Mientras  tanto,  y  a  pesar  de  los  ruegos  y  amenazas,  exigién- 
dose el  sacrificio  de  vidas  y  hacienda  en  aras  del  honor  com- 
prometido, el  alistamiento  entre  la  edad  señalada  de  i6  a  50 
años  luchaba  con  grandes  inconvenientes,  haciendo  exclamar 
al  poeta  festivo — 

"Muchos  la  edad  se  aumentan :  ciertamente 
Las  débiles  mujeres,  tal  110  hicicvan; 
Pues  fueran  a  la  lid  octogenarias. 
Antes  que  en  el  padn'tn  pasar  por  viejas." 

\'a  los  postes  de  las  calles  y  los  muebles  de  las  familias 
servían  de  combustible,  el  que  faltaba  hasta  en  los  talleres  del 
Parcjue  para  componer  las  armas  y  útiles  de  guerra ;  el  poroto, 
la  fariña  y  el  arroz  escasos,  el  tasajo  detestable,  y  la  grita  era 
general,  cuando  el  9  de  mayo  fué  convocada  de  nuevo  la  Jimta 
mixta.  Era  el  doliente  desahuciado  (jue  luchando  con  el  ins- 
tinto de  conservación,  anhelaba  ser  engañado  por  el  médico 
con  alegres  esperanzas  de  vida ! 

"Solo  en  el  bello  sexo,  incontrastable, 
Iguala  el  heroísmo  a  la  paciencia, 
Las  ninfas  delicadas  dando  ejemplo 
De  espartano  valor,  su  afecto  niegan, 
Y  aun  chocan  con  desprecio,  al  cjue  cobarde 
Entre  tanto  sufrir,  se  desalienta."  (i) 

Hacía  apenas  cuatro  días  que  Primo  de  Rivera,  aquel  héroe 
de  Zaragoza,  so  pretexto  del  mal  estado  de  su  salud,  había  di- 
mitido el  alto  puesto  cjue  investía .  .  .  Reemplazado  por  el  co- 
mandante General  de  Marina,  D.  Miguel  Sierra,  elevó  éste  un 
oficio  presagiando  la  derrota,  si  se  llevaba  el  ataque  a  las  naves 
enemigas,  en  su  concepto  harto  superiores  a  las  de  su  insignia. 

Tal  era  el  tópico  sobre  que  debía  pronunciarse  la  Junta,  cu- 
ya discusión  fué  muy  reservada. 

Sierra  se  esforzó  en  probar,  que  si  bien  la  fuerza  numérica 


(i)   Acuña  de  Figneroa,  citado. 


—  94 


\  material  de  los  realistas  aparecía  mayor,  era  evidente  que 
ía  moral  militar  del  bloqueador,  la  calidad  de  sus  buques  y  su 
marinería,  eran  superiores;  pronosticando  que  temía  se  per- 
diese la  acción,  como  la  perdió  la  escuadra  española  en  iden- 
tidad de  circunstancias,  en  las  aguas  de  San  \^icente;  lo  que 
recordaba  en  descargo  de  toda  responsabilidad. 

Tan  extraño  modo  de  raciocinar  en  un  militar,  y  en  momen- 
tos de  tanto  conflicto,  produjo  réplicas  enérgicas  y  aun  vio- 
lentas, reprochándosele  no  sólo  el  asombro,  sino  el  desaliento 
que  podían  producir  semejantes  ideas,  vertidas  precisamente 
por  el  cuerpo  que  pocos  antes  alardeaba  mirar  con  profimdo 
desprecio  el  armamento  naval  de  los  rebeldes. 

Puesto  a  votación  el  punto,  se  decidió  a  pku"alidad  la  salida 
inmediata  de  la  escuadra  en  demanda  de  la  bloqueadora  (i). 

Sin  embargo,  los  pamperos  continuos  (SO.)  impedían  a 
ésta  dar  la  vela,  y  mientras  soplaba  brisa  favorable,  fuéronse 
embarcando  a  son  de  mitsica,  compañías  y  piquetes  de  los  cuer- 
])os  de  Albuhera,  Sevilla,  López,  Chain,  ^Miñones  Catalanes  y 
-Milicia  Provincial,  los  que  se  despedían  como  si  partiesen  para 
una  fiesta,  v  marchaban  a  la  derrota.  .  . 


"\'iendo  a  sus  amados 
Las  ninfas  partir, 
Sus  bríos  animan. 
Con  faz  varonil. 


(i)  "Las  discusiones  de  esta  Junta,  dice  Figueroa  en  su  Diario,  fueron  muy 
reservadas ;  pero  el  autor  puede  asegurar  la  autenticidad  de  lo  que  en  ella  pasó ; 
su  padre,  como  ^linistro  de  Hacienda,  era  vocal  de  la  Junta,  y  de  él  tuvo  poste- 
riormente los  detalles  de  estas  conferencias  y  otras  semejantes.  El  Comandante 
('.eneral  de  Marina  quiso  por  mil  argumentos  y  reflexiones  probar  que  no  con- 
venía dar  el  combate,  porque  aunque  la  fuerza  numérica  y  material  de  los  buques 
realistas  aparecía  mayor,  sinembargo  era  evidente  que  la  moral  militar  del  ene- 
migo, la  calidad  de  los  buques  y  su  marinería  eran  superiores,  y  añadió  este  no- 
table pronóstico :  que  él  temía  se  perdiese  la  acción  como  la  había  perdido  la  es- 
cuadra española  en  idénticas  circunstancias  contra  la  inglesa  en  las  aguas  del  cabo 
de  San  Vicente,  y,  en  fin,  que  si  se  perdía  la  escuadra,  él  ya  se  consideraba  des- 
cargado de  toda  responsabilidad.  Este  extraño  modo  de  raciocinar  de  un  militar, 
y  en  tal  conflicto,  cuando  no  había  otro  camino,  ocasionó  contradicciones  y  réplicas 
enérgicas  y  furiosas  invectivas  reprochándole  el  escándalo  y  desaliento  que  po- 
día causar  con  tales  discursos.  En  fin,  á  pesar  de  todos  los  esfuerzos  de  Sierra, 
quedó  decidido,  á  pluralidad  de  votos,  que  la  escuadra  saliese  cuanto  antes  á  ba- 
tirse. El  pueblo  ha  ignorado  los  pormenores  referidos  en  esta  conferencia,  pero 
los  sospccliaba."' 


'.).")  — 


Solo  tiernas  madres 
Lloraban  allí ; 
Solo  ellas  no  dicen: 
¡"encev  o  morir!"  ( i ) 

Pero  detengámonos  a(iuí,  para  b(js(|uejar  los  antecedentes 
del  marino  en  cuya  decisión  y  aptitudes  confiara  Vigodet  la 
salud  de  la  plaza. 

Por  aquella  época,  D.  Miguel  Sierra  frisaba  en  los  50  años. 
Era  natural  de  Guarnizo  en  la  provincia  de  Santander,  habien- 
do sentado  plaza  como  guardiamarina  en  el  departamento  del 
Ferrol  el  26  de  febrero  de  1780;  recorriendo  la  escala  de  as- 
censos, hasta  el  de  capitán  de  navio,  patente  que  obtuvo  es- 
tando ya  en  ^lontevideo,  el  24  de  mayo  de  181 1   (2). 

Durante  la  guerra  con  la  República  Francesa,  asistió  en 
1793  a  la  ocupación  del  puerto  militar  de  Tolón,  a  las  órdenes 
del  teniente  general  Lángara  y  Finarte,  distinguiéndose  por 
su  actividad  en  el  sitio  del  fuerte  Balaguer. 

A  fines  del  año  siguiente,  dio  la  vuelta  al  mundo  a  bordo  del 
navio  Europa,  que  tremolaba  la  insignia  del  célebre  general 
marino  D.  Ignacio  Alaria  de  Álava ;  campaña  laboriosa  en  la 
que  desempeñó  el  empleo  de  oficial  de  órdenes  de  la  escuadra 
circunnavegadora. 

En  octubre  de  1S04,  se  halló  en  el  suceso  desgraciado  de  las 
cuatro  fragatas,  que  bajo  la  dirección  del  brigadier  Bustamante 
y  Guerra,  fueron  acometidas  y  apresadas  por  el  comodoro 
Moore,  sobre  las  costas  de  España. 

Antes  y  después  de  esa  fecha,  llevó  a  cabo  comisiones  de 
bastante  importancia  y  peligro,  mandando  sucesivamente  el 
navio  Moniaucz  y  las  fragatas  Magdalena  y  Esmeralda,  hasta 
que,  encargado  de  traer  al  Río  de  la  Plata  el  último  virrey, 
montó  en  la  de  igual  clase  Efigenia,  con  la  que  dando  la  vela 
desde  Cartagena  y  Alicante,  arribó  a  su  destino  el  12  de  enero 


(i)  Lo  más  distinguido  del  bello  sexo  montevideano,  con  ese  valor  y  senti- 
mientos humanitarios  que  animan  a  la  mujer  americana,  pasó  muchas  nocíies  pre- 
parando hilas,  compresas  y  vendas  de  que  hizo  donación  a  los  botiquines  de  a  bordo. 

(2)  La  escala  de  sus  ascensos  fué:  alférez  de  fragata  el  i6  de  septiembre  de 
1781  ;  alférez  de  navio  el  26  de  abril  de  1787;  teniente  de  fragata  el  12  de  julio 
de  1790;  teniente  de  navio  el  22  de  noviembre  de  1794;  capitán  de  fragata  el  29  de 
ootubrq  de  1805;  capitán  de  navio  el  24  de  mayo  de  1811,  y  brigadier  el  14  de 
julio  de  1825. 


9  (i  — 


ele  1811  ;  V  consecuente  a  Real  orden,  sucedía  un  año  después 
al  capitán  de  navio  Salazar  en  el  mando  del  apostadero  de 
J\íontevideo. 

Reasumida  su  foja  de  servicios  que  tenemos  a  la  mano,  si- 
gámosle ahora  como  comandante  en  jefe  y  arbitro  de  una  si- 
tuación especialísima,  cuya  responsabilidad  le  hemos  visto  acep- 
tar con  el  presentimiento  de  la  derrota,  dejando  de  interino  en 
su  empleo  del  ai)ostadero  al  capitán  de  frag'ata  D.  José  Laguna 
y  Calderón. 

La  noche  del  1 1  de  mayo  debió  zarpar  con  su  escuadra,  pero 
habiendo  bajado  mucho  la  mar,  no  pudo  gobernar  la  fragata 
Mercedes  para  ocupar  el  puesto  que  le  estalla  designado  en  la 
línea. 

Por  su  parte,  los  bloqueadores,  reforzados  sucesivamente 
con  la  corbeta  Agradable,  de  22  cañones,  155  hombres,  coman- 
dante Antonio  Lamarca ;  sumaca  Sanfísiuia  Trinidad,  14  ca- 
ñones, 131  hombres,  comandante  Ángel  Hubac,  y  falucho  San 
Luis,  3  cañones,  25  hombres,  comandante  Guillermo  Clark;  en 
la  mañana  del  13,  aproximándose  al  recinto  hasta  enfrentar  el 
cuartel  de  Dragones,  estuvieron  provocando  con  el  cañón  a 
sus  rivales,  que  por  fin  se  levaron  al  siguiente  día,  en  medio 
de  las  tristes  rogativas  de  los  templos,  prontos  ya  a  entrar  en 
combate  y  confiados  en  su  numérica  superioridad,  a  cuya  som- 
bra disputarían  la  victoria  que  importaba  la  salvación  de  la 
plaza  (i). 

En  la  noche  de  ese  día,  13  de  mayo,  cruda  y  tenebrosa,  Rc' 
berto  Gibson,  teniente  i."  del  Hercules,  observó  durante  su 
guardia  que  en  el  puerto  el  euemigo  hacía  señales  intermi- 
tentes por  medio  de  cohetes  y  faroles. 

El  coronel   Erown,  sospechando  lo  que  significaba  aquello. 


íi)  A  propósito  de  la  incorporación  de  esas  unidades,  Brown  escribía  al  minis- 
tro Larrea,  desde  el  Hércules,  frente  a  Montevideo,  el  6  de  mayo:  "Están  en  el 
horizonte  y  á  la  vista,  la  Agradable,  una  sumaca  y  una  goleta.  Esta  mañana  llegó 
la  Trinidad;  antes  de  ayer  la  goleta  Espcrauca  y  el  día  anterior  el  falucho  San 
Luis.  ¿Qué  dirá  el  enemigo  ahora?  Si  antes  no  le  gustaba  el  partido  de  visitar  la 
escuadra,  creo  que  hoy  le  gustará  menos  hacerlo.  Pero  sea  como  fuere,  la  recepción 
que  tendrá  será  la  que  merece.  Deseche  todo  presagio  desfavorable  y  confíe  con 
loda  su  alma." 

Y  el  12  de  mayo  confirmaba  su  pronóstico  de  victoria  en  estos  sencillos  términos: 
"  ...El  enemigo  se  prepara.  Siete  buques  de  los  de  mayor  fuerza  se  han  halado 
algo  afuera.  Espero  (|uc  mañana  lirillarán  las  armas  de  la  i)atria  si  se  presenta  la 
ocasión." 

(Cartas  de   I'rown   a   Larrea,  originales  en  nuestro   .\rchivo). 


—  97  — 


dispuso  que  se  redoblase  la  vigilancia  y  concertó  con  su  se- 
gundo, Russell,  el  plan  de  operaciones  que  debería  guiarles  en 
el  combate  que  juzgaba  ya  inminente  (i). 

En  efecto,  la  primera  luz  del  alba,  confirmó  sus  conjeturas 
de  la  víspera. 

Serían  las  7  de  la  mañana,  cuando  el  sol  que  se  levantaba  so- 
bre un  horizonte  húmedo  pero  sereno,  hiriendo  las  velas  altas 
de  la  escuadra  española,  íbala  haciendo  resaltar  sucesivamente 
de  aquella  atmósfera  brumosa.  .  . 

Enumeremos  ahora  sus  buques  en  el  orden  en  que  fueron 
saliendo,  encabezados  por  el  velero  — 


(i)  Russell,  era  escocés,  pero  residía  en  Buenos  Aires  desde  1790;  y  aunque  de 
antigiia  intemperancia  en  el  licor,  se  tuvo  en  vista  al  confiarle  el  segundo  puesto, 
su  fama  como  baqueano  del  Río  de  la  Plata,  en  el  que  navegó  constantemente  un 
cuarto  de  siglo,  habiéndose  naturalizado  en  el  país,  donde  desempeñaba  las  fun- 
ciones de  práctico  mayor. 

Piloteando  una  goleta  bajo  bandera  portuguesa  (con  subrepción  maliciosa  de  la 
española),  conducía  de  transporte  hasta  el  Janeiro  a  un  hijo  del  gobernador  de 
Trujillo,  que  en  misión  reservada,  pasaba  de  incógnito  a  la  Corte  de  Madrid,  cuando 
el  9  de  junio  de  1806,  fué  capturado  cerca  del  Cabo  de  Santa  María,  por  la  fragata 
inglesa  Nat'cissus,  que  formaba  parte  de  la  expedición  Popham.  Merced  a  un  exa- 
men detenido,  se  descubrió  su  verdadera  nacionalidad,  y  obligósele  a  guiar  el  ar- 
mamento, designando  los  puntos  más  adecuados  para  un  desembarco  durante  la 
cruda  estación  en  que  debía  verificarse.  Las  declaraciones  que  se  le  arrancaron, 
sobre  el  arribo  reciente  a  la  capital  de  fuertes  caudales  del  interior ;  la  ausencia 
en  ella  de  guarnición  suficiente,  como  la  oportunidad  de  la  embestida,  fueron  de 
tal  importancia,  que  hicieron  decidir  el  ataque  a  Buenos  Aires  antes  que  a  Monte- 
video, como  se  había  pensado  hasta  la  víspera,  no  obstante  la  opinión  en  contrario 
del  general  Beresford. 

Operada  la  Reconquista,  fué  reducido  a  prisión  e  internado,  no  recuperando  su 
libertad,  sino  dos  años  más  tarde,  cuando  se  hizo  la  paz.  Russell,  trasladóse  a  Ingla- 
terra en  181 1,  demandando  una  reparación;  pero  en  vez  de  justicia,  sólo  consiguió 
aumentar  los  perjuicios  considerables  que  había  sufrido  en  cuerpo  y  bienes.  A  me- 
diados de  1813,  se  hallaba  en  Valparaíso  casi  mendigo,  de  donde  escribía  a  White, 
diciéndole:  "He  sabido  con  placer  por  el  Sr.  Mauro  que  salió  de  Buenos  Aires  en 
el  mes  de  marzo,  que  ustedes  han  vencido  las  dificultades  que  soportaban  á  causa 
de  la  severidad  del  gobierno  español  hacia  la  fecha  en  que  salí  yó  de  ella. 

Presumo  que  habrá  llegado  á  su  noticia  la  captura  del  buque  de  tres  palos 
Hunter  por  el  corsario  J'ulfure,  y  de  su  condena  en  Lima.  Esa  vieja  voluble,  la 
desgracia,  me  frunce  el  ceño,  y  una  vez  más  me  ha  arrastrado  hasta  el  nivel  más 
bajo;  si  posible  fuere,  peor  que  en  el  asunto  de  la  Catalina,  habiendo  sacrificado 
hasta  el  último  centavo  que  tenía  a  bordo,  que  es  cuanto  poseía  en  el  mundo.  La 
tripulación  del  corsario,  ó  los  piratas  hablando  con  más  propiedad,  me  robaron  la 
mayor  parte  de  mi  ropa  de  vestir  y  el  poco  dinero  que  tenia  para  mi  uso  particu- 
lar. He  quedado  destituido  de  medios  para  sufragar  mi  pasage  á  cualquiera  parte, 
pero  afortunadamente  tengo  un  amigo  en  Santiago  que  me  lo  facilitará  por  tierra 
hasta  Buenos  Aires,  asi  que  el  tiempo  lo  permita  por  la  Cordillera."  (Carta  de 
julio  I."  de  1813). 

De  regreso  en  Buenos  Aires,  sus  resentimientos  con  los  españoles  lo  echaron  del 
lado  de  los  revolucionarios,  a  los  que  se  consagró  con  abnegación  completa,  hasta 
perderse  en  las  tenebrosas  latitudes  antarticas  (1815)  envuelto  en  su  bandera  y 
ceñido  con  el  laurel  del  17  de  mayo,  como  se  dirá  a  su  tiempo. 

Tomo   II  7 


—  98  -  • 

Queche  Hiena,  18  cañones,  140  hombres,  comandante  Tomás 
Quijano  —  izando  corneta  del  comandante  en  jefe. 

Corbeta  Mercurio,  32  cañones,  180  hombres,  comandante 
Pedro  Hurtado  de  Corcuera. 

Fragata  Mercedes,  16  cañones,  180  hombres,  comandante 
Manuel  de  Clemente  y  Miro. 

Corbeta  Paloma,  18  cañones,  148  hombres,  comandante  José 
Osorio. 

Fragata  Xeptuno,  24  cañones,  146  hombres,  comandante  An- 
tonio Miranda  —  con  la  insignia  del  2°  jefe  de  la  escuadra,  ca- 
pitán de  fragata  José  de  Posadas. 

Balandra  de  gavia  Corsario,  8  cañones,  53  hombres,  coman- 
dante Francisco  Castro. 

Lugre  San  Carlos,  8  cañones,  40  hombres,  comandante 
Uriarte. 

Goleta  María,  4  cañones,  40  hombres,  comandante  José 
Alayol. 

Bergantín  Cisne,  10  cañones,  87  hombres,  comandante  To- 
más Sostoa. 

Falucho  Fama,  i  cañón  giratorio,  40  hombres,  comandante 
Bousquet. 

Bergantín  San  José,  16  cañones,  126  hombres,  comandante 
Francisco  Chávarri. 

Goleta  Catalana  y  balandra  de  10  remos  La  Podrida,  a  car- 
go de  Pepe  el  Mahonés. 

Por  último,  20  grandes  lanchones  a  retaguardia  para  dar 
remolque  en  las  calmas  y  conducir  los  heridos  a  tierra  (i). 

Este  formidable  armamento -de  13  embarcaciones  mayores, 
montando  155  bocas  de  fuego  de  diverso  calibre,  y  tripuladas 
por  1 1 80  hombres  de  marinería  y  tropa;  largos  los  pabellones, 
aprovechando  viento  suave  del  Norte,  puso  la  proa  sobre  la 
escuadra  bloqueadora,  formando  las  cuatro  primeras  su  divi- 
sión de  vanguardia  (2). 

Aquélla,  compuesta  de  siete  naves,  apercibida  como  estaba 
al  combate,  izada  la  bandera  de  inteligencia  en  cada  una  de 
ellas,  levábase  para  hacer  rumbo  al  SE.  en  formación  correc- 
ta y  con  sus  velas  braceadas,  surcando  como  una  serpiente  la 


(i)   Copia  del  Estado  de  fuerza  de  los  buques  de  la  escuadra  realista,  que  en 
esos  días  se  pasó  al  Gobierno  de  la  plaza  por  vía  reservada. 
(2)  Véase  el  Diagrama  correspondiente. 


99 


fuerte  onda  que  le  abre  paso.  Poco  antes,  vióse  esta  señal  en 
el  tope  de  mesana  del  Hércules:  buques  enemigos  a  vanguar- 
dia: disniinuir  paño  y  entrar  en  las  aguas  de  la  capitana,  go- 
bernando según  instrucciones  recibidas. 

Los  campanarios  y  azoteas  de  la  disputada  ciudad,  apare- 
cieron coronados  por  inmensa  muchedumbre,  cuya  diversidad 
de  trajes,  simulaba  a  la  distancia  floridos  jardines,  a  la  vez 
que  en  torno  del  recinto,  un  pueblo  anheloso  constituía  otra 
muralla  de  cabezas,  observando  atento  los  bajeles  que  cubren 
la  mar  con  sus  linos,  cual  tiendas  de  flotante  campamento. 

Cerciorado  Brown  del  espíritu  de  sus  subordinados,  que  no 
obstante  ser  nacidos  en  climas  diversos,  se  encontraban  bajo 
una  sola  bandera,  a  cuya  sombra  los  había  congregado  su  pro- 
fesión, y  a  los  que  la  vida  común  no  tardó  en  hacerlos  amigos» 
y  hasta  hermanos,  con  esa  confraternidad  del  peligro  que  es- 
trecha tanto  los  vínculos  del  compañerismo,  evolucionó  largando 
todo  aparejo  con  visos  de  eludir  el  choque,  para  engañar  mejor 
al  enemigo,  llamando  su  atención  sobre  dicha  maniobra  a  fin 
de  alejarlo  de  las  cercanías  del  puerto,  y  ganándole  el  barlo- 
vento, cortarle  la  retirada. 

El  jefe  realista,  inclinado  a  aventurar  la  acción,  luego  de 
recorrer  impartiendo  órdenes  su  curva  y  extensa  línea,  orga- 
nizada con  afán  bajo  los  fuegos  de  la  fortaleza  del  Cerro, 
emprendió  la  caza  a  todo  trapo. 

Mas,  el  astucioso  Brown,  pasadas  dos  horas,  se  creyó  satis- 
fecho de  su  falsa  maniobra,  y  virando  de  súbito  por  avante, 
arriba  sobre  aquéllos  con  su  artillería  cargada  y  logra  cambiar 
balas  por  treinta  minutos  con  el  Mercurio,  que  ciñendo  la  es- 
casa brisa,  hacía  de  cabo  de  fila  de  su  línea  ya  desordenada  por 
las  corrientes  y  el  diverso  andar  de  los  que  navegaban  de  con- 
serva con  él,  en  particular  el  Neptuno,  que  abatía  en  extremo, 
por  la  defectuosa  colocación  de  su  batería  baja,  y  la  Paloma 
que  semejaba  una  balsa,  pues  sus  malísimas  condiciones  mari- 
neras la  hacían  casi  ingobernable. 

En  el  ínterin,  aflojando  el  viento  con  el  humo  que  impregna 
la  atmósfera  puesta  en  vibración  por  el  cañoneo,  se  restableció 
la  calma,  haciéndose  remolcar  los  españoles  con  sus  lanchones 
en  dirección  al  E.  y  muy  inmediatos  a  la  costa. 

Habiendo  alcanzado  a  la  altura  del  Buceo  de  la  Luz  (unas 
diez  millas  de  Montevideo),  puerto  que  a  pesar  de  su  impor- 
tancia,  por  un  descuido  inexplicable  de  los   sitiadores  yacía 


—  100  — 

desguarnecido  y  poco  menos  que  abandonado,  se  desprendió 
del  convoy  el  audaz  aventurero  Pepe  el  M aliones,  para  hacer 
una  excursión  por  la  Estanzuela  y  sus  adyacencias,  consiguien- 
do sorprender  allí  al  falucho  San  Luis  y  represar  con  él,  dos 
pequeños  barcos  que  escoltaba;  salvándose  a  nado  todas  las 
tripulaciones,  a  excepción  de  su  comandante,  que  ya  herido, 
pereció  en  las  olas.  Pero  el  MaJwnés  se  retiró  con  sus  presas 
sin  dar  tiempo  a  que  llegasen  las  dos  piezas  volantes  que  se 
aproximaban  a  gran  galope  en  protección  del  San  Luis  (i). 

A  eso  de  mediodia,  una  blanda  ventolina  hizo  flamear  las 
velas  de  nuevo.  Aprovechándola,  reunió  Brown  su  fuerza,  y 
cazado  por  el  enemigo,  mareaba  al  Oeste,  haciendo  fuego  a  in- 
tervalos hasta  perderse  con  las  últimas  luces  en  el  lejano  hori- 
zonte de  la  mar,  en  medio  de  la  ansiedad  de  ambos  campos 
rjue  habían  suspendido  sus  diarias  lides,  para  presenciar  aqud 
drama  que  debía  ser  decisivo  en  las  futuras  operaciones. 

Sin  embargo,  después  de  oscurecer,  repuntaba  la  marea,  y 
soplando  viento  del  SE.  se  vieron  compelidos  a  fondear  am- 
bos beligerantes  a  tres  millas  uno  de  otro,  hacia  el  E.  del  Bu- 
ceo de  la  Luz,  levándose  a  las  8,  para  mantenerse  al  Sud  y 
sin  perderse  de  vista  el  resto  de  la  noche.  Serían  las  lo  cuando 
el  Hiena,  insignia  del  enemigo,  cayendo  a  sotavento  de  su  línea, 
de  la  que  era  cabo  de  fila,  quedó  a  tiro  de  fusil  del  Hércules, 
que  incontinenti  lo  saludó  con  dos  andanadas  a  metralla  y 
bala  rasa.  Arrastrado  por  las  corrientes,  no  obstante  su  mu- 
cho andar,  se  cortó  al  Sud  del  Banco  Inglés,  para  no  unirse 
más  a  la  división  que  capitaneaba. 

Poco  después  de  media  noche;  el  viento  principió  a  desmayar 
sensiblemente,  y  en  la  madrugada  del  15  habíase  retirado  del 
todo. 

Brown  amaneció  en  buena  formación,  seis  millas  al  SE.  de 
la  costa  del  Buceo  de  la  Luz,  y  a  pesar  de  la  calma  que  apenas 
permitía  maniobrar,  ocupó  toda  la  mañana  en  perseguir  al 
enemigo,  luego  que  se  le  incorporaron  el  Xancy  y  la  Agradable, 
embarcaciones  ronceras  que  habían  quedado  atrasadas  durante 
la  noche. 


(i)  Pepe  el  Maltones  era  capitán  y  dueño  de  la  balandra  La  Podrida,  bautismo 
que  parecía  estar  de  acuerdo  con  el  estado  de  alma  de  su  dueño,  un  aventurero 
vulgar,  que  salió  con  la  escuadra  pero  con  la  intención  y  propósito  de  excur- 
sionar  por  su  cuenta,  como  lo  ejecutó.  La  tarde  siguiente  se  presentó  con  sus 
presas  en  el  puerto  de  Montevideo  causando  gran  alborozo  en  el  vulgo. 


—  101  — 

Los  realistas,  guiados  por  la  insignia  del  Neptiino,  en  ausen- 
cia del  Hiena,  excusaban  ahora  empeñar  combate,  remolcando 
sus  buques  o  desplegando  paño  para  mantenerse  reunidos  y 
en  un  solo  cuerpo  de  batalla,  según  prevalecían  las  calmas  o  la 
poca  ventolina  del  NO. 

A  la  primera  hora  de  la  tarde,  daban  fondo  ambas  escua- 
dras, posición  en  que  anochecieron.  Pero  llamándose  el  viento 
al  NE.  a  eso  de  las  8,  favorecido  por  las  tinieblas,  levóse  el 
enemigo  sin  ser  sentido,  y  corrió  cuanto  aquél  le  permitía.  Los 
patriotas  sospecharon  el  lance  poco  antes  de  media  noche,  hora 
en  que  despejó  el  horizonte;  envelando  en  el  acto  en  vuelta  de 
la  isla  de  Flores. 

Habiéndose  afirmado  el  NE.  fresco,  se  tuvo  que  corregir 
el  rumbo  hacia  el  SE.,  y  las  primeras  olas  de  luz  lanzadas 
por  el  naciente  día,  lunes  i6  de  mayo,  mostraron  al  enemigo 
en  aquel  rumbo  y  en  notable  dispersión  a  las  alegres  miradas 
de  los  patriotas,  que  con  el  incidente  de  la  víspera,  temieron  se 
desbaratasen  sus  planes. 


CAPITULO  VIII 
1814 

Sumario  :  A  pesar  de  las  calmas,  Brown  no  desampara  la  caza.  —  Tras- 
lada su  insignia.  —  Es  herido  y  transportado  a  la  Capitana.  — 
Trábase  la  pelea.  —  Incidentes  del  combate.  —  El  17  de  mayo 
alumbra  la  victoria.  —  Barcos  incendiados.  —  Horas  de  angus- 
tia en  Montevideo.  —  Se  anuncia  el  desastre.  —  Exasperación 
de  Vigodet.  —  El  cañón  de  la  Hercules  saluda  al  ejército  si- 
tiador. —  El  despecho  popular.  —  Gajes  del  triunfo.  —  Ren- 
dición de  la  plaza.  —  Su  influencia  moral  en  los  sucesos  poste- 
riores. —  Reflexiones  sobre  el  plan  de  Larrea.  —  Sus  coope- 
radores. —  Terminación  de  la  campaña. 

Descubrióse  en  la  significada  dirección,  una  vela  que  singlaba 
forzando  paño  hacia  los  buques  argentinos,  uniéndoseles  a 
despecho  de  la  calma,  ya  pasado  el  meridiano.  Era  la  sumaca 
Itatí,  comandante  Miguel  Ferreri  (i),  montando  10  piezas  y 
tripulada  por  94  hombres. 

Esa  pequeña  embarcación  pasó  bajo  los  fuegos  del  enemigo, 
atribuyéndose  no  haber  sido  capturada,  a  la  desmoralización 
en  que  iba  éste,  prosiguiendo  su  ruta  sin  detenerse,  en  vuelta 
del  SE,,  pues  sólo  acortaba  de  vela  para  aguardar  de  vez  en 
cuando  a  las  naves  que  se  sotaventeaban  de  su  convoy. 

A  las  2  de  la  tarde,  el  Hercules  y  Belfast,  picaron  la  reta- 
guardia realista,  pero  mientras  esperaban  la  incorporación  de 
los  demás,  que  recién  lo  hacían  una  hora  después,  amainó  el 
viento  y  tuvieron  que  hacerse  remolcar  por  sus  botes,  como 
lo  practicaba  el  contrario. 

El  poco  andar  y  malas  propiedades  marineras  de  la  Agrada- 


(i)  Este  distinguido  oficial,  de  origen  austriaco.  fué  fusilado  en  el  motín 
encabezado  por  el  español  Villada,  en  Patagones,  el  4  de  diciembre  de  181 7. 
Mandaba  a  la  sazón  la  sumaca  de  guerra  Gálvez. 


—  104  — 

ble  y  del  Xancy,  a  pesar  del  esfuerzo  de  sus  dotaciones,  ya  im- 
potentes para  vencer  la  inercia  que  oponían,  perjudicaba  los 
movimientos  de  los  seis  buques  restantes,  por  lo  que  resolvió 
Brown  dejarlos  a  la  cola,  y  no  obstante  la  escasez  de  viento, 
no  desamparar  la  caza,  avanzando  en  línea  de  frente,  para 
estrechar  cada  vez  más  al  enemigo,  al  que  se  le  hacía  fueg"o 
cuando  estaba  a  tiro,  sin  que  ese  cambio  de  pro3^ectiles  pasara 
de  ruido  y  echar  municiones  al  agua,  a  causa  de  la  distancia. 

Mas,  Brown,  ganoso  de  que  cesara  una  situación  tan  morti- 
ficante, a  media  tarde  resolvió  cambiar  su  insignia  a  la  Itafí, 
que  por  su  buena  vela  iba  de  avanzada.  Acto  continuo,  dispuso 
que  de  su  artillería  sólo  jugasen  los  dos  cañones  de  a  i8,  sobre 
un  bergantín  enemigo,  al  que  notándolo  retrasado,  se  proponía 
cortar.  Desventuradamente,  a  poco  de  abierto  el  fuego,  una 
bala  hirióle  de  refilón  en  la  pierna,  fracturándosela.  Se  hizo, 
pues,  necesario  trasbordarlo  al  Hércules,  cuya  cubierta  rehusó 
dejar,  no  obstante  la  gravedad  de  la  herida.  Allí  mismo  le  ha- 
cía la  cura  por  primera  intención  su  cirujano  Bernardo  Camp- 
bell, asistido  por  el  del  Belfast  Francisco  Ramiro  y  los  cape- 
llanes de  la  escuadra  Dres.  Juan  Andrés  de  Tupaj-Amaru  y 
Martín  ]\Iartínez. 

A  las  5  p.  m.  habíase  suspendido  el  cañoneo  y  las  escuadras 
se  hallaban  al  Sud  del  Cerro,  encalmados  los  barcos  y  lejanos 
unos  de  otros,  a  punto  de  no  distinguirse  las  señales  de  la  capi- 
tana que  permanecían  caídas  en  las  drizas,  hasta  que  dos  horas 
después,  refrescando  del  ESE.  se  proseguía  la  caza  sobre  el 
enemigo,  que  tomó  la  vuelta  del  N.  sufriendo  disparos  inter- 
mitentes. 

Serían  las  i o  de  la  noche,  cuando  el  H érenles,  que  iba  en  la 
vanguardia,  se  entreveró  resueltamente  con  la  retaguardia  de 
aquél,  y  pasando  por  entre  el  Neptiuw  y  el  San  José,  les  lar- 
gaba tan  recias  andanadas,  que  éste  varó  luego.  Su  conserva, 
mientras  el  Hércules  marinaba  al  San  José,  forzando  vela,  in- 
tentaba zafarse  del  conflicto,  pero  cazado  incontinenti  por  el 
Belfast,  tuvo  que  rendirse  sin  sustentar  su  nombre  pomposo  ( i ). 

No  lejos  de  allí,  sucedía  otro  tanto  con  la  Paloma,  que  gober- 
nando mal,  como  se  ha  dicho,  fué  a  amarrarse  con  la  c[uilla 


(i)  El  teniente  Pedro  Le-Roy  que  lo  guarnecía  con  un  destacamento  del  re- 
gimiento Sevilla,  durante  su  prisión  en  Buenos  Aires,  lo  dijo  públicamente  al 
comandante  del  significado  buque. 


--^w^ 


S^    I.thite  tic  ReUas 


DIACríAMA. 

SALIDA  DE  LA  ESCUADRA  REALISTA 

PUERTO  DE  MONTEVIDEO 

(  La  dP  Mayo  1»!*) 


* 


í 


^ 


\ 


Bl'  yt;  E  S      FATTII  OT.\i> 

I  //f/ru/fs .fragata  /msigma    Brown) 
■4  Cejírd,  corbeta 
3  Hetpasl,     id 
+  A;)iyu¡/iblr  id 
Fi  .*'<'////v/.be''9antín 

6  Triiiidvd,  sumaca 

7  Julieta  goleta 


Bt'QlTES  ESPANOI,ES 

A  líicniu.  quecheV'iSiqnia  Sierra 

B  Merfiinii,  corbeta 

C  .Víw/'íifc.s.  fragata 

D  l'nlfiiiirL'.  corbeta 

E  Xr/'Tiiiuj,  fragata 

r  Corsarif),  balandra 

G  Safí  OiH/js,  lugre 

H  Mario,,  goleta 

I   (V.-iie.,  berqantln 

J  T/iiiui^,  falucho 

K  Sa/i  Jo^e.   bergantín 

L  Ca///M/t/í-,  qoleid 

Ll  ía,  Podritlu  ,  ba  I  a  n  d  ra 

M  Lancfioiies  rem  oteadores 


105 


hacia  la  banda  del  Céfiro.  El  alférez  de  navio  Toribio  de  Pa- 
salagua,  indignado  por  la  cobardia  de  los  que  le  rodean,  pide 
a  gritos  no  se  rindiera  sin  hacer  previamente  toda  la  resisten- 
cia compatible  con  el  honor.  Entonces,  el  capitán  del  piquete 
de  la  Albuhera,  Mariano  Maturana,  que  estaba  a  la  bandera, 
antes  de  arriarla,  ofuscado  por  el  despecho,  disparó  un  pisto- 
letazo sobre  la  lancha  del  Céfiro,  que  atracaba  a  tomar  posesión 
del  buque:  imprudencia  que  hubo  de  comprometer  la  vida  de 
los  prisioneros. 

Desde  la  tarde,  truena  el  cañón  y  aun  la  fusilería  (i),  con 
pausas  alternativas,  pero  sin  descanso,  porque  el  combate  ha 
revestido  todas  sus  furias.  Densa  humareda  de  la  que  brotan 
relámpagos  incesantes,  extiéndese  por  la  superficie  de  las  aguas ; 
los  proyectiles  zumban  y  matan,  agujereando  velas  o  hacién- 
dolas jirones;  quebrantando  palos,  llevándose  cuerdas  de  las  na- 
ves, que  desaparecen  en  espesos  remolinos  de  humo;  y  reanu- 
dándose el  fuego  después  de  medianoche,  continúa  hasta  las 
tres  de  la  mañana  del  17,  hora  en  que  el  enemigo,  temeroso  de 
percance  análogo  al  que  hiere  a  su  capitana,  perdía  completa- 
mente la  formación,  y  prevalido  de  las  sombras,  cazó  escota, 
ethando  mano  de  la  arma  de  las  liebres :  la  fuga,  en  la  que 
buscaba  su  salud.  .  . 

Al  despuntar  el  alba  del  17  de  mayo,  risueña  y  apacible,  se 
observó  que  los  sucesos  de  la  noche  habían  decidido  la  suerte 
de  los  combatientes,  cuando  el  sol  y  la  victoria  se  presentaron 
a  un  tiempo  en  este  memorable  día  (2). 

La  escuadra  del  rey,  en  la  que  faltaban,  además  de  las  tres 
presas  enunciadas,  el  Hiena  y  la  Mercedes,  enmarados  ambos 
e  ignorándose  a  qué  regiones  su  pavor  los  impele,  amaneció  a 
barlovento  y  forzando  lona  para  ganar  el  puerto,  abrigo  que 
Brown  cazándola  de  cerca,  trataba  de  impedirle. 


(i)  La  tropa  de  desembarco  se  componía  del  Regimiento  núm.  2  de  granade- 
ros de  infantería  fuerte  de  415  plazas,  distribuidas  en  la  escuadra,  a  cargo  del 
teniente  i.°  Santiago  Kearney,  quien  reemplazó  al  capitán  Marti  de  Jaume, 
muerto  el  11  de  marzo  delante  de  Martín  García.  Con  esa  fuerza  iban  los  ofi- 
ciales Luis  Perichon,  Francisco  Solano  Arias,  Rosendo  Rivero,  Francisco 
Lynch,  Miguel  Wenceslao  del  Cerro,  Pastor  Albarracín,  José  María  Mora,  etc. 

Se  embarcaron  además  unos  223  camiluchos  y  voluntarios  de  la  brigada 
cívica  para  hacer  bulto,  en  caso  necesario,  según  listas  de  revista,  que  originales 
obran  en  nuestro  Archivo  Naval. 

(2)  Oficio  del  general  Alvear  al  Directorio,  fechado  en  el  campamento  del 
Miguelete,  a  17  de  mayo  de  1814. 


—  106  — 

En  efecto,  el  Hercules  con  sus  paños  hinchados  por  el  fresco 
soplo  de  la  alborada,  al  despertar  las  olas,  formaba  en  su  con- 
torno, surcos  de  hirviente  espuma  que  se  deshacían  en  seguida, 
y  maniobrando  con  habilidad,  consigue  trabar  en  su  azorada 
carrera  al  Cisne,  balandra  de  Castro  y  goleta  María.  Capturada 
ésta,  los  primeros  no  tuvieron  más  recurso  que  aterrarse  hacia 
la  falda  del  Cerro,  detrás  del  cual  embicaron ;  refugiándose  sus 
dotaciones  en  el  castillo  de  la  cumbre,  no  sin  dejar  siniestra 
mecha  que  los  hiciera  saltar  por  los  aires,  causando  nuevas 
víctimas  (  I  ). 

Consigna  un  testigo  de  aquella  noche  de  estupor  e  indecible 
ansiedad,  cjue  nadie  pegó  sus  ojos  en  Montevideo.  El  sueño 
había  huido  de  todos  los  párpados!  Sólo  los  templos  permane- 
cieron abiertos  y  llenos  de  gente  que  oraba  con  los  ministros 
del  altar ;  mientras  que  en  la  ribera  y  el  recinto,  unos,  en  vano 
registran  los  horizontes  con  el  anteojo;  los  más,  inclinado  el 
cuerpo  o  en  pronación,  aplican  atento  oído  al  mar,  y  tomando 
por  cañonazos  hasta  el  sordo  rumor  del  viento,  creen  columbrar 
en  lontananza  fantásticos  despojos  del  combate.  .  .  Pero  es 
sepulcral  el  silencio  del  salado  elemento,  y  manteniendo  la  du- 
dosa congoja  en  los  corazones,  hace  que  todos  apetezcan  los 
albores  del  futuro  día  con  singular  sobresalto! 

En  efecto,  apenas  el  sol  lustró  el  horizonte  con  sus  primeros 
reflejos,  la  población  entera  pudo  contemplar  a  la  corbeta  Mer- 
ciirio.  que  a  todo  paño  volvía  al  puerto  con  más  ventura  que 
gloria.  Pero  en  vez  del  bajel  empavesado  que  se  aguardaba, 
sus  velas  iban  cubiertas  de  crespón  como  las  naves  de  Teseo! 

Era  tal  el  pánico  que  la  embargaba,  que  ni  estando  ya  bajo  los 
fuegos  de  la  plaza,  se  atrevió  a  dar  el  costado  al  Hércules,  que 
tan  veloz  como  ella,  la  perseguía  de  cerca,  disfrazado  con  el 
pabellón  que  matiza  de  amaranto  y  gualda  (2). 

Cuéntase  que  el  honrado  general  A^igodet,  quien  desde  las 


(i)  Al  ver  aquellos  buques  en  las  peñas  de  la  orilla,  acudió  de  galope  desde 
el  campo  sitiador,  el  oficial  Rafael  Méndez  (hijo  de  ^Montevideo),  con  una 
partida  de  24  dragones  de  la  patria,  y  tomando  la  lancha  del  Cisne,  no  bien 
subieron  a  su  bordo,  cuando  hizo  explosión  la  mina,  salvando  apenas  cuatro 
soldados  y  el  citado  oficial,  aunque  muy  estropeado. 

(2)  Es  tan  positivo  como  inexplicable,  que  Brown  inició  el  combate  izando 
al  tope  los  colores  españoles:  hecho  que  fué  muy  comentado  entonces;  como 
es  igualmente  histórico,  que  al  dar  la  vela  se  distribuyeron  a  las  dotaciones 
realistas,  formidables  y  filosos  cuchillos  para  que  degollaran  sin  misericordia 
a  cuanto  gringo  o  carcamán  aventurero  cayese  por  sus  bandas!... 


—  107 


azoteas  del  Fuerte,  presenciara  con  otros  personajes  aquel  acto 
humillante,  taciturno  y  ruborizado,  arrojó  el  catalejo  sin  poder 
reprimir  su  indignación! 

Cuando  viró  la  capitana  de  los  patriotas  para  salir  del  al- 
cance de  la  artillería  de  las  fortificaciones,  que  permanecía  mu- 
da, lanzando  como  el  sármata  sus  últimos  disparos  a  la  corbeta 
que  buscaba  asilo  en  el  fondo  del  puerto,  recién  sospechó  el  po- 
pulacho estupefacto,  que  aquella  nave  no  era  el  trofeo  que  iba 
entrando  en  pos  de  la  Mercurio ...    ( i ) . 

A  las  9  de  la  mañana,  el  Hércules,  tomando  puesto  frente  a 
la  plaza,  dio  fondo,  puede  decirse,  sobre  la  boya  del  enemigo. 
Acto  continuo  y  con  el  paño  apenas  cargado,  subía  la  gente  a 
las  vergas,  y  simultáneamente  echóse  arriba  su  lucida  empa- 
vesada, sobre  la  que  flameaba,  al  tope,  como  una  llamarada  de 
gloria,  nuestra  espléndida  bandera  nacional  azul-celeste  y  blan- 
ca; maniobra  a  que  siguió  un  inmenso  relámpago  que  iluminó 
el  horizonte;  sus  bandas  aparecieron  surcadas  por  una  línea 
de  fuego  y  21  disparos,  retumbando  en  el  vecino  cerro  y  cuchi- 
llas orientales,  anunciaron  a  los  beligerantes  y  a  los  neutros, 
que  las  Provincias  Unidas  del  Sud,  habían  conquistado  al  fin, 
la  supremacía  en  las  aguas ! 


(i)  Fué  tanta  la  confianza  de  los  españoles  en  su  escuadra,  que  al  divisar  el 
Hércules  navegando  tan  cerca  del  Mercurio  y  con  la  bandera  real  arbolada,  cre- 
j^eron  con  generalidad,  que  había  sido  cautivado,  doblemente,  cuando  no  le 
tiraban;  asegurándose,  sin  estar  averiguado,  que  los  empecinados  y  viceii tinos 
(como  se  denominaban  a  los  intransigentes  y  crédulos)  ya  trataban  del  emban- 
deramiento de  la  ciudad,  echar  las  campanas  a  vuelo,  acudir  a  los  cohetes, 
música,  etc.,  como  hicieron  cuando  el  Cerrito  (31  de  diciembre  de  1812).  Pero 
las  llamaradas  del  Cisne  y  su  conserva,  sacando  del  error  a  esos  ilusos,  quedó 
todo  en  sosiego  profundo... 

A  los  vicentinos,  que  a  pesar  de  la  amarga  realidad  de  las  cosas,  hacíanse 
ingenuamente  ilusiones  y  forjaban  fantásticos  triunfos  a  propósito  de  cualquier 
incidente,  cayendo  muchas  veces  en  el  ridículo,  caricaturóles  picarescamente  el 
joven  D.  Francisco  Araucho,  tan  conocido  después,  en  un  pasquín  que  apareció 
pegado  en  los  pilares  de  la  Capitanía  del  Puerto  el  12  de  junio  y  del  que 
Figueroa  recuerda  estas  dos  décimas: 


En  este  bando  famoso 
Hay  sujetos  de  alta  guisa. 
Que  tienen  por  su  divisa 
La  figura  de  un  potroso. 
Entre  todos  el  más  mozo 
De  ochenta  y  cinco  no  apea, 
El  que  no  es  manco  cojea, 
El  que  oye  tiene  almorranas; 
Todos  venerables  canas 
Y  continuada  diarrea. 


En  un  minuto  batallan 
Venciendo  sin  gran  fatiga, 
Y  no  hay  uno  que  no  diga: 
Aprontémonos,  y  vayan; 
En  todas  partes  se  hallan 
Partidas   de   este  partido. 
Menos  cuando  han  advertido 
Fuego,  porque  en  este  caso, 
Apretando  bien  el  paso 
En  su  cueva  se  han  metido. 


—  108  — 

El  estampido  del  cañón  patriota,  hizo  el  efecto  de  una  des- 
carga eléctrica  en  aquel  pueblo  apiñado,  que  ofrecía  desde  a 
bordo  un  panorama  harto  curioso,  pues  servíanle  de  fondo  las 
alturas  de  la  ciudad,  iluminadas  todavía  por  las  últimas  tintas 
de  la  aurora. 

Ai  viendo  éste  con  las  ilusiones  del  entusiasmo,  y  halagado 
su  amor  propio  con  la  seguridad  de  un  triunfo  fácil,  su  sor- 
presa tradújose  luego  en  desesperación;  y  en  su  furor  febril, 
prorrumpía  en  denuestos  los  más  hirientes  contra  sus  autori- 
dades, y  en  especial,  la  marina. 

]\Ias,  luego  se  develó  en  toda  la  elegancia  de  su  gálibo,  el 
renombrado  Hércules,  que  con  sus  heridas  no  cicatrizadas 
aún  (i),  permanecía  oculto  bajo  una  cúpula  de  humo,  hasta 
que  fué  saliendo  de  su  nube,  como  acjuellas  deidades  de  la  fá- 
bula cjue  intervenían  en  los  combates  homéricos.  Su  casco  pode- 
roso, columpiándose  con  majestad  sobre  una  mar  gruesa  y  pro- 
funda, cuyas  ondulaciones  lamíanle  sordamente,  parecía  desa- 
fiar los  escollos  y  el  abordaje.  Puentes  y  sollados  limpios  y  relu- 
cientes como  el  pavimento  de  un  palacio;  armas  y  bronces,  des- 
lumbrantes por  el  brillo  y  pulidez;  simétricas  troneras  por  las 
que  asomaban  36  piezas  de  artillería  prontas  a  vomitar  la  de- 
solación y  la  muerte,  elevados  árboles  con  sus  velas  ya  aferra- 
das, engalanados  por  larga  y  espesa  cabellera  de  cordaje,  en 
la  que  flotaban  cubiertos  de  honor  los  colores  de  Alayo,  teñidos 
con  el  azul  celeste  de  los  cielos  y  la  nieve  de  las  crestas  andinas ; 
tal  era  el  conjunto  c^ue  presentaba  la  nave  en  que  lucía  altiva  la 
insignia  de  Brown.  A  no  haber  arrebatado  el  lauro  versátil 
del  triunfo,  habría  caído  al  abisilio  con  la  bandera  desplegada, 
legando  a  la  patria  días  de  llanto  y  de  luto,  pero  no  de  afrenta 
o  de  vergüenza ! 

Este  saludo  al  cañón,  celebrando  la  victoria,  devuelto  en  el 
acto  por  las  baterías  del  ejército  sitiador,  fué  repetido  en  toda 
la  escuadra  igualmente  engalanada,  y  hasta  por  las  míseras 


(i)  Eran  entonces  tan  pocos  los  operarios  de  maestranza,  y  las  cosas  se  ha- 
bían manejado  con  tal  precipitación,  por  si  no  se  lograba  mantener  el  secreto 
del  armamento,  que  al  menos  no  tuviera  tiempo  el  enemigo  de  ser  reforzado 
por  nuevos  buques  de  guerra,  como  se  temía,  que  el  Hércules,  luego  de  recalar 
en  los  puertos  de  la  Colonia  y  Ensenada,  continuó  la  campaña  sobre  Monte- 
video, llevando  gran  parte  de  su  borda  remendada  con  cuero  de  toro,  a  conse- 
cuencia del  duelo  sangriento  de  Martin  García,  de  donde  tomó  el  nombre  vul- 
gar de  fragata  negra. 


—  109  — 


presas  que  con  la  enseña  argentina  sobrepuesta  a  la  española, 
festejaban  también  su  propia  derrota.  .  .  Traición  del  destino! 

Así,  a  orillas  del  río  Babilonio, 
Los  que  a  Israel  llevaban  en  cadenas, 
Obligaban  por  burla  a  que  en  sus  arpas, 
Sus  himnos,  los  cautivos  repitieran.  .  . 

ínter  tanto,  el  héroe  cristiano,  piadosamente  conmovido  ante 
el  resultado  de  sus  afanes  y  desvelos,  considerando  concluida 
la  batalla,  después  de  tantos  días  con  sus  noches  de  insomnio 
y  agitación,  bajó  a  la  cámara  para  dar  gracias  al  Ser  Eterno 
en  cuyas  manos  reposa  el  destino  de  las  Naciones,  por  la  com- 
pleta y  gloriosa  victoria  dispensada  a  las  armas  de  la  patria, 
puestas  a  su  mando. 

En  el  correr  del  día,  fueron  ganando  el  puerto,  el  pequeño 
lugre  San  Carlos,  el  falucho  Fama  y  por  la  tarde  el  errante 
Hiena,  que  a  favor  de  una  suestada  sobrevenida  después  de 
mediodía,  forzaba  también  el  bloqueo  y  entró  barajando  la 
costa  (i). 


(i)  La  Mercedes  no  lo  hizo  liasta  la  noche  del  23.  A  propósito  de  estos  bar- 
cos, decia  Brown  a  Larrea,  en  carta  fechada  en  el  Camino  de  Barracas,  a  24  de 
mayo:  "  Vd.,  señor,  manifestó  el  deseo  de  saber  adonde  se  refugiaron  los  bu- 
ques enemigos  y  qué  rumbo  tomaron.  Sobre  esto  último,  no  me  es  posible  in- 
formarle, pues  á  haberlo  sabido,  indudablemente  hubiera  destacado  cruceros  en 
su  persecución.  La  Mercurio,  la  Fama  y  el  lugre  se  refugiaron  en  Montevideo 
la  mañana  del  día  siguiente  al  de  la  acción,  según  yá  lo  comuniqué.  El  queche 
también  logró  entrar  hacia  el  anochecer,  notando  que  la  escuadra  de  mi  mando 
se  hallaba  a  sotavento,  lo  que  no  se  pudo  evitar  pues  era  preferible  asegurar 
las  presas  hechas.  En  cuanto  á  la  Mercedes,  me  incHno  á  creer  que  ha  salido  del 
rio,  y  si  volviese  espero  que  el  capitán  Russell  y  su  división  darán  buena  cuenta 
de  ella."  Y  agregaba,  á  otros  respectos:  "...No  hé  podido  ir  abordo  á  causa  de 
la  contusión  que  recibi  en  la  pierna...  El  Naiicy  ha  sido  traido  para  desarmarlo, 
si  ello  merece  su  aprobación.  Lo  ha  convoyado  la  goleta,  pues  hace  mucha  agua, 
razón  por  la  cual  reclama  una  revista  de  inspección.  Soy  de  parecer  al  respecto 
que  debe  mandarse  á  su  bordo  sin  demora  la  madera  necesaria  para  los  puntales 
de  cubierta  y  dos  curvas,  una  para  cada  lado  del  bauprés. 

Me  permitiria  recomendarle  se  conserve  la  Neptuno  en  el  servicio,  por  ser  un 
barco  muy  bueno  y  muy  bien  armado. 

La  Paloma  se  encuentra  igualmente  bien  armada,  pero  es  más  bien  zanquilarga 
para  el  rio.         • 

El  bergantín  San  José,  mal  velero,  pero  excelente  buque  de  guerra,  teniendo,  de 
otra  parte,  una  buena  batería." 

En  cuanto  al  jefe  enemigo,  Sr.  Sierra,  a  su  regreso  a  España  se  le  formó  la 
competente  causa.  Fernando  VH,  conformándose  con  el  parecer  del  Supremo 
Consejo  de  la  Guerra,  por  Real  Orden  del  15  de  octubre  de  1818,  lo  declaró 
libre  de  todo  cargo,  y  que  la  instrucción  del  significado  proceso,  no  dañase  a  su 
buena  opinión,  fama  y  memoria... 

Por  real  orden  de  29  de  enero  de  1819.  fué  nombrado  comandante  del  arsenal 


no  — 


Ellos  con  el  Mercurio,  eran  las  tristes  reliquias  del  imponente 
armamento  que  hemos  visto  salir  a  la  mar,  y  en  el  que  se  habían 
insumido  cuantiosas  sumas  (i). 

Era  tanta  la  exaltación  pública,,  motivada  por  el  fracaso  de 
los  que  volados  o  prisioneros  fueron  a  engrosar  la  división  blo- 
ciueadora,  que  la  autoridad,  justamente  alarmada  y  a  fin  de 
evitar  una  violencia  de  los  grupos  y  corrillos  sediciosos,  antes 
de  anochecer,  mandó  embarcar  en  las  naves  mayores  dos  com- 
pañías selectas  del  regimiento  de  línea  Madrid,  reforzando  al 
propio  tiempo  todas  las  guardias  y  patrullas. 

El  triunfo  no  pudo  ser  más  decisivo  ni  más  fructífero,  y  fue- 
ron sus  gajes,  seis  buques,  de  los  cuales  dos  incendiados,  89  ca- 
ñones (2),  37  oficiales  de  toda  graduación,  380  de  tropa  y  ma- 
rina, 3  banderas,  104  q.q.  de  pólvora  suelta  y  en  cuñetes,  250 
fusiles  y  cantidad  enorme  de  otras  armas,  enseres  y  artículos 
de  guerra  y  navales  (3). 


de  Ferrol,  destino  que  desempeñó  hasta  que  por  otra  de  g  de  febrero  de  1822 
se  le  nombró  vocal  de  la  junta  de  Almirantazgo,  recientemente  creada.  Pasó 
al  efecto  a  Madrid  y  en  posesión  de  su  cargo  siguió  al  gobierno  a  Sevilla  y 
luego  a  Cádiz;  allí  asistió  al  sitio  que  le  pusieron  los  franceses,  y  finalizado 
éste  en  octubre  de  1823,  cesó  en  su  destino  por  supresión  del  almirantazgo  y 
volvió  al  Ferrol  a  la  comandancia  de  sus  arsenales  hasta  que  se  produjo  su 
fallecimiento  en  1827  en  la  jerarquía  de  brigadier  de  la  real  armada... 

Ya  entonces,  el  escritor  regnícola  Presas,  haciendo  la  pintura  de  los  males 
que  causó  a  España  el  absolutismo  de  sus  monarcas,  decía:  ".  .  .Mas  en  cambio  de 
esto,  ha  tenido  que  sufrir  la  Nación,  la  mengua  y  bochorno  de  ver  en  los 
mismos  puntos,  humillado  el  brillo  del  pabellón  español,  cuando  el  capitán  de 
navio  D.  Miguel  de  la  Sierra,  teniendo  un  tercio  mas  de  fuerza  que  los  ene- 
migos, fué  apresado  con  trece  buques,  por  los  disidentes  de  Buenos  Aires  á  la 
vista  de  Montevideo...  y  no  es  estraño  que  esto  suceda,  ¿por  qué,  donde  no 
se  teme  el  castigo,  ni  se  espera  el  premio,  quién  ha  de  esponerse  al  riesgo,  ni 
correr  el  peligro?  Tiempo  hace  que  en  España  los  delitos  de  los  marinos,  así 
como  los  de  los  individuos  de  las  demás  clases,  lejos  de  ser  castigados,  han 
sido  premiados  como  servicios  distinguidos,  y  cuando  en  semejante  caso  no 
han  logrado  un  grado,  se  les  ha  confiado  el  mando  de  otro  buque,  ó  se  les 
ha  dado  un  destino  equivalente  ó  superior..." 

Es  la  única  confesión  de  parte  que  hemos  encontrado,  pero  bastante  a  poner 
de  bulto  los  abusos  increíbles  y  desórdenes  que  en  aquel  tiempo  tenían  des- 
quiciado el  gobierno  de  la  Armada  española  (*),  llegando  al  extremo,  que  un 
ministro  deMarina,  detallando  al  de  Hacienda  los  males  que  afligían  a  su  de- 
partamento, termina  asi:  "...me  veo  cu  la  precisión  de  decir  á  V.  E.  que  nadie 
cumple  con  lo  que  se  manda..."  (Real  Cédula  de  11  de  abril  de  1817.) 

(i)  Mas  de  130.000  pesos  fuertes  del  erario  y  de  particulares. 

(2)  Inclusos  10  de  lastre. 

(3)  "  El  24  de  mayo,"  decía  fray  Cayetano  al  obispo  Molina,  "  se  anunciaron 
á  Buenos  Aires  los  cuatro  buques  apresados,  fragata  Neptuno,  bergantín  San  Jo- 
sé, corbeta  Paloma  y  otra  corbeta  llamada  de  los  Catalanes,  con  48  oficiales  de 

(*)   Véase  Apéndice,  nota  N."  25. 


UJ 


—  111  — 

Así  es,  que  su  influencia  moral  fué  de  grandes  consecuencias, 
porque  herido  el  enemigo  en  la  juntura  de  su  coraza,  sucedie- 
ron nuevos  bríos  al  general  desfallecimiento,  quedando  cum- 
plida la  profecía  de  1811,  cuando  con  acento  viril  exclamó  la 
musa  patriótica: 

"...  Montevideo, 
Yo  fui  tirano  de  los  hombres  libres, 
Tu  opresión  ya  cesó ;  vencieron  ellos .  .  .  . " 

Batido  Sierra  y  bloqueado  activamente  el  puerto,  la  suerte 
de  la  plaza  de  Montevideo  estaba  decidida.  La  entrega  de  ella 
era  cuestión  de  días,  por  más  que  sus  autoridades  militares  y 
civiles  protestasen  caer  bajo  sus  escombros  (i). 


mar  y  tierra  y  mas  de  500  prisioneros  de  guerra.  El  mismo  dia  á  la  tarde  los 
desembarcaron  á  la  vista  del  inmenso  pueblo  que  habia  acudido  á  la  alameda  en 
el  bajo  del  Fuerte.  Xo  te  puedo  ponderar  la  emoción  universal  y  alegría  de  las 
gentes,  la  burla  de  los  muchachos,  la  algazara  de  los  que  concurrieron  en  tropel 
del  campo  á  ser  espectadores  del  triunfo. . ."  (Carta  de  26  de  mayo.) 

Han  resultado  negativas  nuestras  largas  pesquisas  en  los  archivos  de  Buenos 
Aires  y  Montevideo,  para  averiguar  el  número  exacto  de  bajas  habidas  en  este 
combate.  Los  españoles,  acostumbraban  ocultarlas,  y  también  los  patriotas, 
observando  unos  y  otros,  cierta  preocupación  de  la  época;  pero  si  se  confronta 
el  pie  de  fuerza  con  que  los  primeros  se  hicieron  a  la  mar,  con  el  parte  del  jefe 
vencedor,  se  deduce  que  fueron  48  las  sufridas  por  las  cuatro  presas.  En  cuanto 
a  los  segundos,  sólo  nos  consta  de  4  que  tuvo  el  Hércules  el  día  14  al  cruzar 
las  primeras  balas  con  el  Mercurio,  además  de  la  pérdida  del  comandante  Clark 
del  S.  Luis;  únicas  que  conñesa  en  sus  Memorias  el  almirante  Brown,  quién  fué 
herido,  como  se  lee  en  el  texto. 

Brown  recomendó  en  los  siguientes  términos  a  algunos  de  sus  subalternos: 
"  Para  estimular  mejor  á  los  oficiales  de  la  armada  que  sirven  á  bordo,  me 
permito  recomendar  á  S.  E.  el  Director  Supremo  al  comandante  de  la  Belfast, 
Oliverio  Russell,  cuya  conducta  meritoria  contribuyó  en  gran  manera  á  nuestra 
reciente  victoria  naval.  Debo  recomendar  igualmente  al  capitán  Guillermo  Mac 
Dougall,  como  oficial  distinguido.  Asi  mismo  son  altamente  merecedores  de  la 
atención  de  S.  E-  el  Sr.  Roberto  Gibson,  oficial  i.°  de  la  Hércules,  y  el  señor  Juan 
Brown,  oficial  i.°  de  la  Belfast.  Merecen  también  especial  mención  el  Sr.  Santiago 
Kearney,  el  Sr.  Perichon  y  demás  oficiales  de  infantería  de  marina  con  mando  de 
tropa  abordo  de  los  buques,  lo  mismo  que  el  señor  Linch,  de  la  Nancy",  etc.  (Comu- 
nicación a  Larrea,  fecha  26  de  Mayo). 

(i)  V.  la  última  proclama  de  Vigodet. 

El  Cabildo,  en  oficio  de  8  de  abril,  oponiéndose  al  armisticio,  decía  al  Go- 
bierno: "...No  quiere  este  pueblo,  marchitar  los  gloriosos  laureles  que  hasta 
hoi  ha  adquirido;  está  resuelto  á  sufrir  mas  calamidades  y  desgracias  todavía, 
y  á  rememorar,  si  es  necesario,  las  escenas  de  Zaragoza  y  Gerona.  Y  si  llega 
el  triste  caso,  de  que  V.  S.  y  todos  sus  soldados  hubiesen  perecido  á  manos 
de  los  insurgentes,  quedarían  todavía  robustos  pechos  que  oponer  al  enemigo; 
y  el  último  de  los  moradores  de  este  pueblo,  no  se  hermanaría  jamás  con  los 
enemigos  declarados  de  la  Nación..."  Palabras  muchas  veces  dichas  y  rara 
vez  cumplidas! 

El  18  de  junio,  reunida  la  Junta  Mixta,  fué  impuesta  por  Vigodet  de  la  si- 


—  112 


En  efecto,  el  23  de  junio  inmediato,  diezmada  por  la  epide- 
mia y  las  penurias,  sometíase  toda  la  guarnición,  compuesta  en 
su  mayoria  de  tropas  regladas  y  aguerridas,  que  como  los  re- 
gimientos de  Lorca.  AlbuJicra,  América,  Madrid  y  Cazadores 
de  Sevilla,  habían  hecho  en  la  Península  la  campaña  contra 
Napoleón,  con  su  parque  y  depósitos  abundantísimos.  Suceso 
fausto,  al  que  siguieron  de  cerca,  las  capitulación  del  intrépido 
Romarate,  que  flameaba  su  pabellón  en  las  aguas  del  Uru- 
guay (i)  y  la  del  establecimiento  del  Carmen  en  la  costa  pata- 
gónica (2) ;  poniéndose  término  a  la  guerra  de  independencia 
en  el  Río  de  la  Plata,  cuya  navegación,  de  interés  vital  para  el 
comercio,  quedó  desde  entonces  completamente  franca  y  ase- 
gurada a  los  neutrales. 

El  Directorio,  desembarazado  de  aquella  carga  tremenda, 
con  la  cesación  de  las  hostilidades  que  habían  afligido  larga- 
mente a  estos  pueblos,  introdujo  notables  economías  en  la  ad- 
ministración, y  se  halló  habilitado  para  convertir  todos  sus  co- 
natos y  recursos  pecuniarios  a  la  invasión  del  Perú,  donde  el 
enemigo  permanecía  desunido  y  consternado  con  la  noticia  del 
triunfo  reciente;  urgiendo  en  sus  planes  la  celeridad,  como  tam- 


tuación  desesperada  de  la  defensa;  y  después  de  un  debate  tumultuoso,  la  plu- 
ralidad de  ella,  se  pronunció  por  la  entrega,  a  excepción  de  los  bravos  corone- 
les Gerónimo  Gallano  (del  Regimiento  Albuhera),  Benito  Chain  (de  la  Caba- 
llería) y  comandante  Ambrosio  del  Gallo  (del  Regimiento  America),  quienes 
sostuvieron  con  entereza  que  a  la  ignominia  de  cualquiera  transacción  que  en- 
volviese el  sometimiento  de  la  plaza,  debía  preferirse  la  muerte  en  un  combate 
decisivo  fuera  de  trincheras.  Empero,  era  ya  tarde!  El  desaliento  habíase  pose- 
sionado de  ese  raro  patriotismo  que  ensanchando  las  ideas,  dilata  los  cora- 
zones. Respecto  de  la  destrucción  de  la  .escuadra,  véase  Apéndice,  nota  N."  26. 

(i)  De  este  marino,  dijo  el  almirante  Brown,  y  lo  repite  en  sus  Memorias  con 
entera  justicia,  "q^ie  en  todos  sus  combates,  nunca  había  hallado  hombre  más  va- 
liente. . ." 

Véase  Apéndice,  nota  X."  27. 

(2)  A  la  sazón,  encontrábase  de  armadilla  en  aquellas  aguas  remotas,  la  sumaca 
de  guerra  Carlota  al  mando  del  alférez  de  fragata  Pablo  Guillen,  la  qué,  como  es 
de  suponer,  fué  comprendida  en  la  capitulación  significada :  comisionándose  al  efecto 
a  la  corbeta  Agradable. 

A  consecuencia  del  combate  sangriento  del  11  de  mayo  de  1813,  ya  había 
sido  ocupado  por  el  coronel  French.  el  fuerte  del  Cerro  Largo,  que  opuso  una 
tenaz  resistencia,  bajo  las  órdenes  del  teniente  coronel  D.  Joaquín  de  Paz, 
jefe  del  escuadrón  de  voluntarios  de  caballería  y  comandante  militar  de  esa 
villa  y  frontera  del  Brasil,  secundado  por  el  capitán  del  cuerpo  veterano  de 
Blandengues  de  Montevideo,  D.  Juan  Agustín  Pagóla,  y  el  capitán  urbano 
don  Juan  de  j\Ielo;  como  también  la  guardia  de  San  Rafael  de  Sagunto  y  el 
campamento  fortificado  en  la  costa  del  río  Yaguarón  que  parapetaron  con  el 
nombre  de  Borbón- 


—  113  — 

hién  sobre  Chile,  cuya  gloriosa  restauración  debía  inaugurarse 
en  la  cuesta  de  Chacabuco. 

Pero  no  olvidemos  que  las  angustias  de  la  Patria  eran  mor- 
tales, cuando  seis  meses  antes,  el  genio  de  Larrea,  restituyén- 
dole la  existencia,  le  alargaba  una  mano  benéfica  y  generosa, 
para  conducirla  desde  el  abismo  en  que  yacía,  a  la  cumbre  del 
honor  y  de  la  felicidad. 

Montevideo,  centro  de  la  reacción  española  en  el  Plata,  estaba 
asediado  por  tierra;  pero  mientras  sus  defensores  continuaran 
con  el  señorío  de  las  aguas,  se  consideraba  intomable,  cual  lo 
había  demostrado  el  sitio  de  1811;  porque  no  sólo  encerraba 
un  repuesto  copioso  de  pertrechos  y  municiones  de  guerra,  sino 
que  su  guarnición,  como  se  ha  dicho,  era  superior  en  número  al 
ejército  patriota,  y  sobre  todo,  su  escuadra  la  abastecía  de  los 
víveres  necesarios  a  prolongar  indefinidamente  una  resistencia 
que  ya  duraba  más  de  dos  años. 

Por  otra  parte,  la  hostilidad  que  sufría,  aunque  sangrienta  y 
dispendiosa,  no  era  seria,  pues  según  la  estrategia,  no  pasaba 
de  un  bloqueo  terrestre,  al  que  con  impropiedad  se  dio  en  lla- 
marle sitio  (i),  que  en  lenguaje  técnico,  es  cosa  bien  distinta: 


(ij  El  primer  sitio,  principió  el  29  de  mayo  de  iSii  }'  se  levantó  en  23  de 
octubre  del  propio  año,  al  aproximarse  el  general  Diego  de  Sonsa  con  el  ejér- 
cito auxiliar  portugués. 

El  segundo,  se  estableció  el  i.°  de  octubre  de  1812. 

A  fin  de  mejor  demostrar  que  los  laureles  de  esta  campaña,  correspondieron 
en  su  totalidad  a  la  escuadra,  examinemos  las  fortificaciones  de  aquella  verda- 
dera plaza  de  armas,  con  sus  fosos  y  sus  escarpas,  para  convencernos  que  no 
habria  sido  posible  tomarla  sin  la  victoria  naval  del  17  de  mayo,  desde  que  se 
carecía  de  los  medios  para  batirla  en  brecha. 

Defendían  las  avenidas  de  la  ciudad  entre  ambos  cubos,  y  coronaban  sus  mu- 
rallas por  la  parte  de  tierra,  91  bocas  de  fuego,  que  sumadas  con  las  76  que 
miraban  al  mar  (con  exclusión  de  las  26  volantes,  llamadas  movibles  o  barre-fosos) , 
componían  un  total  de  167  cañones,  obuses  y  morteros  en  batería,  distribuidos  así: 

En  el  centro  de  la  línea  de  circunvalación,  se  destacaba  la  cindadela  (después 
mercado,  hoy  plaza  Independencia),  construcción  antigua  y  pentagonal,  debida  como 
las  obras  de  su  género  que  la  ceñían,  al  piloto  Domingo  Petrarca;  remontando  su 
origen  al  primer  tercio  del  siglo  pasado.  Tenía  cuatro  baluartes :  la  Concepción  y 
San  Fernando  que  daban  frente  al  campo;  San  Felipe  (donde  se  alzaba  el  asta 
bandera)  y  San  Diego,  proyectando  sus  fuegos  sobre  los  flancos,  aunque  desarmado 
este  último,  por  amenazar  ruina.  Dicha  fortaleza  montaba  30  piezas.  En  sus  cala- 
bozos o  crujías,  estuvo  encerrado  en  i8o8,  el  emisario  de  Napoleón,  marqués  Ber- 
nardo de  Sassenay,  y  en  la  época  de  que  se  trata,  el  patriota  D.  Pablo  Rivera,  ha- 
cendado del  Peñarol  (padre  del  famoso  caudillo  de  este  nombre),  el  comandante 
Baltasar  Vargas,  tomado  en  el  Cerrito  y  otros. 

Siguiendo  al  Sud,  se  encontraba  la  batería  San  Sebastián,  artillada  con  10  cañones 
{en  ella  fué  muerto  por  una  bala  inglesa  el  célebre  manco  Mordeille  el  l."  de  fe- 
brero de  1807).  Parque  de  Artillería  (2  baterías),  16 — Cubo  del  Sur  o  Fuerte  Elio,  6 
— Flanco  de  San  Juan,  8 — Batería  San  Juan,  8 —  Flanco,  3— Batería  San  Rafael,  8— 

Tomo   II  8 


lli 


]x)rque  para  turnarse  a  fuerza  de  armas  una  plaza  como  la  sig- 
nificada, aconsejan  los  tácticos  y  enseñan  los  principios  del  arte, 
que  al  sitio,  siga  la  brecha  en  sus  murallas,  para  llevarle  luego 
el  asalto,  como  lo  practicó  en  1807  el  general  inglés  Auchmuty: 
operación  difícil,  casi  imposible,  sin  aquella  previa,  que  recla- 
maba trabajos  facultativos,  nunca  empleados  por  los  patriotas, 
que  no  pensaron  en  ellos,  ni  durante  el  primer  bloqueo  ni  en  el 
segundo,  por  falta  de  material  bélico  apropiado,  u  otras  razones 
que  no  se  han  esclarecido,  no  obstante  los  ensayos  fugaces  de 
^fonasterio  y  de  Holmberg  (i). 


San  Joaquín  (cuartel  de  Dragones),  <S — Flanco,  3 — San  Carlos,  lo — Fuerte  de  San 
José,  i6 — Batería  San  Francisco,  lo — Flanco,  13 — San  Felipe,  7 — Cubo  del  Norte,  & 
— San  Pascual,  10 — y  San  Gabriel   (detrás  del  Parque  de  Ingenieros),  10. 

Paralelas  al  Cubo  del  Xorte  y  cerca  del  muelle,  estacionaban  el  Bombillo  con 
otras  3  cañoneras  y  el  bergantín  de  guerra  Paraná  (a)  25  de  Mayo,  que  lo  vararon 
para  dar  mayor  alcance  a  sus  fuegos  en  la  dirección  de  la  Aguada. 

Dos  portones  daban  acceso  a  la  plaza  por  la  parte  de  tierra ;  el  nombrado  San 
Pedro,  sito  en  la  batería  San  Pascual  e  Ingenieros,  al  fin  de  la  calle  del  mismo  nom- 
bre (hoy  25  de  Mayo),  y  el  de  San  Juan  o  Nuevo  entre  el  Parque  y  el  Cubo  del  Sur 
(actuales  calles  de  Yerbal  y  Brecha). 

De  consiguiente,  el  ámbito  libre  entre  cubos,  era  apenas  de  7  cuadras,  y  de  11  el 
que  mediaba  desde  la  cindadela  al  fuerte  San  José  con  el  que  cruzaba  fuegos  la 
fortaleza  del  Cerro,  posición  dominante,  armada  con  8  cañones  de  grueso  calibre,  y 
la  que  servía  de  respeto  asimismo  a  las  baterías  del  islote  de  las  Gaviotas  primero, 
después  de  Ratas  y  hoy  de  la  Libertad. 

Todavía  fueron  aumentados  otros  15  cañones  de  posición  que  ya  existían  el  20- 
de  abril  de  1813,  día  que  los  contó  en  persona  un  testigo  de  verdad,  haciendo  así 
un  gran  total  de  182  piezas  de  batir. 

Debiendo  agregarse  que  las  noches  sin  luna,  antes  de  levantar  el  respectivo 
puente  de  los  portones,  se  encendían  a  corta  distancia,  barriles  con  aceite  de  lobo 
o  sebo,  a  que  llamaban  candilejas,  y  eran  renovados  constantemente  hasta  el  ama- 
necer, para  iluminar  el  contorno  exterior  de  las  murallas  de  tierra. 

Tales  eran  en  1814  las  valiosas  obras  defensivas  (demolidas  en  1829)  de  la  Muy 
Fiel,  Ilustre,  Reconquistadora  y  Benemérita  Ciudad  de  la  Purísima  Concepción  y 
de  los  Apóstoles  San  Felipe  y  Santiago  de  IMontevideo. 

(i)  El  22  de  junio  de  1812,  se  hizo  en  la  fábrica  de  la  Residencia,  el  i."  expe- 
rimento de  fundición,  con  un  mortero  de  12  pulgadas  cónico  a  la  Gomer,  por  su 
entendido  director  el  coronel  Ángel  Monasterio  (español),  y  otro  gemelo  en  la  no- 
che del  15  de  agosto  inmediato,  sirviendo  de  modelo  los  vaciados  en  Sevilla  en 
1724  y  1727. 

Trasladados  con  grandes  dificultades  al  sitio  de  Montevideo  fueron  montados 
en  batería,  buscándose  un  punto  estratégico  con  la  intervención  del  coronel  aus- 
tríaco Eduardo  Kaillitz,  barón  Holmberg.  Ambos  morteros,  luego  de  recibir  el 
nombre  de  los  valerosos  caciques  Tupaj-Afuaru  y  Mangaré,  arrojaron  las  primeras 
bombas  a  las  2  de  la  mañana  del  13  de  septiembre  de  181 3.  Los  españoles,  grande- 
mente alarmados  por  sus  estragos,  pusieron  el  16  un  vigía  en  las  iglesias,  para  que 
al  distinguir  su  fogonazo,  lo  anunciaran  al  público  con  dos  campanadas.  Sin  em- 
bargo, el  bombardeo  se  hizo  con  largos  intervalos,  hasta  el  10  de  octubre  a  las  8  de 
la  noche,  en  que  cesó  completamente,  después  de  haber  disparado  295  bombas 
El  2."  mortero  se  conserva  en  el  Museo  Histórico  Nacional  y  tiene  esta  inscripción: 
Monasterio    (escudo  de  la  Asamblea),  Buenos  Aires,  agosto   1813.  Es  una  piez» 


—  115  — 

Así,  el  Gobierno  Directorial,  moribunda  ya  la  esperanza  de 
ver  su  desenlace,  y  compelido  por  el  estado  lamentable  de  sus 
finanzas,  disipado  como  se  hallaba  el  erario,  arruinadas  las  for- 
tunas particulares,  sin  espíritu  público,  ni  ejército,  ni  crédito 
exterior;  extraviada  la  opinión  y  divididos  los  ánimos,  trataba 
de  reconcentrar  las  fuerzas  sitiadoras,  hostilizadas  hasta  por 
Artigas,  a  sus  antiguos  cuarteles  de  la  margen  occidental  del 
Plata;  abandonar  a  su  suerte  las  provincias,  en  las  que  asoma 
l)a  el  germen  venenoso  de  la  discordia,  y  malogrados  tantos  sa- 
crificios, prepararse  a  disputar  la  libertad  en  su  más  firme  ba- 
luarte, la  capital  de  Buenos  Aires,  hasta  triunfar  o  sucumbir 
con  ella. 

Era  pues  inútil  que  estuviesen  despiertos  por  haber  adquiri^ 
do  la  convicción  de  su  fuerza,  los  que  poco  antes  parecían  ador- 
mecidos al  conocimiento  de  sus  derechos,  si  la  idea  redentora 
se  hallaba  en  el  caso  de  una  nave  que  combatida  por  deshech<j 
huracán,  ya  sin  timón  y  sin  piloto,  surca  el  piélago  erizado  de 
sirtes  veladas  por  densa  niebla.  .  . 

La  situación  no  podía  ser  más  precaria  ni  más  alarmante, 
cuando  surgió  el  pensamiento  salvador  de  Larrea,  considerado 
desde  luego  como  un  enigma  en  el  seno  mismo  del  gabinete, 
donde  se  le  creía  con  la  razón  enamorada  de  una  paradoja, 
porque  la  ignorancia,  aunque  descarada  y  sarcástica,  siempre 
desconfía  poder  acompañar  al  genio  en  su  rápido  y  elevado 
vuelo. 

En  una  administración  improvisada,  en  medio  de  circuns- 
tancias complicadísimas  y  excepcionales,  sin  instituciones  de 
crédito  en  qué  basar  un  sistema  regular  de  hacienda  que  per- 
mitiese calcular  rentas  fijas  y  proporcionadas  a  la  enormidad 
de  las  erogaciones  que  demandaba  la  guerra  por  todas  partes, 
aquel  ministro,  sólo  contaba  en  cartera  con  los  recursos  de  su 
expediente  para  atender  a  tantas  y  tan  apremiantes  urgencias  „ 
precisamente  cuando  las  arcas  del  tesoro  se  encontraban  ex- 
haustas. 

Mas,  las  calidades  eminentes  de  su  patriotismo,  de  su  crédito 


digna,  por  más  de  un  título,  de  figurar  entre  nuestros  más  hermosos  recuerdoí  ma- 
teriales de  aquella  época  memorable. 

Recién  a  fines  de  septiembre  de  1815,  se  fundieron  las  tres  primeras  piezas  de 
campaña  (dándoseles  los  nombres  de  Congreso,  Independencia  y  Provincias  Unidas), 
bajo  la  dirección  del  teniente  de  artillería  D.  José  María  Rojas,  natural  de  Buenos 
Aires,  por  lo  que  fué  agraciado  con  el  grado  de  capitán. 


116  — 


iiiercaiitil  y  de  su  actividad,  se  consagraron  con  la  firmeza  de 
sus  principios  a  luchar  con  tamañas  dificultades;  y  sin  otra  emu- 
lación que  la  majestad  augusta  de  la  patria,  supo  descubrir 
agentes  capaces  de  comprenderlo  y  de  secundarlo  en  el  éxito. 
Con  equidad,  dijo  el  bardo — 

'■' .  .  .  Si  digno  magistrado  en  el  Gobierno 
Te  proclamó  la  Fama, 
Ministro  sabio  y  célebre  hoy  te  aclama 
A  los  siglos  tu  nombre  dando  eterno.  .  .'"  (i ) 

Verdaderamente,  en  aquel  hombre  de  Estado,  nunca  encon- 
tró acogida  la  lisonja,  ni  dejó  de  hallarla  el  ingenio.  Por  eso. 
era  bien  quisto  con  los  que  nada  esperaban  ni  le  debían ;  siendo 
incapaz  de  hacer  cosas  buenas  por  ostentación,  ni  de  aprobar 
otras  por  debilidad.  Desimpresionado  de  las  opiniones  vulga 
res,  moderado  por  carácter,  amante  incansable  del  bien  público 
más  que  del  propio,  era  magnánimo  apreciador  del  mérito  de 
sus  adversarios  y  respetado  de  éstos.  En  suma,  difería  de  un 
modo  radical  de  la  escuela  de  esos  políticos,  que  sometiendo  la 
virtud  del  patriotismo  a  sus  aspiraciones  inconciliables,  se  jun^ 
tan  sin  conocerse,  viven  sin  estimarse  y  mueren  sin  sentirse. 

Si  la  perfidia  no  se  cura  con  el  bálsamo  del  olvido,  tampoco 
debe  envejecer  la  gratitud  en  la  memoria  de  los  pueblos  para 


(i)  Buenaventura  Arzac-  Oda  al  señor  D.  Juan  Larrea,  Ministro  de  Estado  en 
el  Departamento  de  Hacienda  y  Consejo;  por  el  feliz  proyecto  de  la  Escuadra  vic- 
iar iosa  de  la  Patria. 

Larrea,  tuvo  su  cuna  en  la  ciudad  de  Alataró  (principado  de  Cataluña),  donde 
vio  la  luz  el  24  de  junio  de  1782;  ocurriendo  su  deceso  en  Buenos  Aires,  el  20  de 
junio  de  1847,  a  la  edad  de  65  años. 

Ministro  de  Hacienda  del  primer  Directorio,  fué  autor  de  la  memorable  ley  de 
Aduana  (noviembre  1813),  que  adoptó  el  principio  de  los  derechos  ad-valorem 
para  los  géneros  extranjeros ;  declarando  libre  la  introducción  de  máquinas,  instru- 
mentos científicos,  libros,  imprentas  y  artículos  de  guerra. 

Entró  en  la  revolución  rico  y  considerado,  por  su  posición  independiente  hernia- 
■nada  a  sus  ideas  progresistas ;  y  no  obstante  su  consagración  al  servicio  público 
con  toda  honradez,   fué  perseguido,   engrillado,   arruinado  y  expatriado... 

En  su  desventura,  es  Montevideo  ¡quién  le  diría  1  la  hija  agradecida  que  le  abre 
los  brazos  para  darle  piadoso  asilo,  cuando  la  patria  dominada  por  las  faccianes, 
imitaba  a  aquella  cruel  Romana,  que  pasó  dos  veces  su  carro  sobre  el  cadáver 
exánime  de  su  padre ! 

Su  estatua  fué  inaugurada  en  la  plaza  Herrera,  de  la  Capital  Federal,  el  12  de 
junio  de  1910,  rindiendo  los  honores  militares  tropas  del  ejército  y  marina  de  la 
Nación.  Presidió  el  acio  el  muy  distinguido  vicealmirante  de  la  armada,  D.  Atilio 
S.  Barilari,  que  tributó  en  representación  de  los  marinos  del  presente  el  homenaje 
que  su  respeto  y  gratitud  debía  al  fundador  de  la  gloriosa  escuadra  nacional. 
Véase  .\péndice,  nota  N."  28. 


—  J17  — 


con  sus  buenos  servidores.  Los  antiguos  representaron  a  la  jus- 
ticia asida  de  un  avestruz.  .  .  empero,  ella  es  lenta;  aunque  al 
fin,  llega.  .  .  y  asi  como  la  hiél,  esa  sangre  de  la  envidia,  tortur(3 
en  vida  el  espíritu  luminoso  de  Larrea,  así  las  lágrimas  del  arre- 
pentimiento que  son  la  sangre  del  corazón,  surgen  ahora  es- 
pontáneas para  rendir  condigna  reparación  a  su  memoria. 

Las  asperezas  de  las  inteligencias  superiores,  desaparecen  en 
los  dobleces  del  tiempo,  semejantes  a  las  de  las  montañas  que 
no  se  perciben  a  la  distancia,  para  solo  admirarse  la  belleza  del 
conjunto.  ¿Acaso  estuvo  exento  de  la  difamación  aciuel  caudillo 
perínclito  que  miró  a  los  Andes  como  una  telaraña?  Aplacadas 
las  pasiones  contemporáneas,  surge  el  juicio  frío  del  futuro,  y 
levanta  del  sepulcro  al  estadista  que  organizó  los  elementos  y 
armó  al  que  debía  aniciuilar  en  un  solo  día,  el  poder  colosal  que 
amenazaba  nuestra  infancia  política. 

El  recordado  White,  comerciante,  que  a  su  carácter  empren- 
dedor y  vasta  concepción,  hermanaba  una  constancia  extraor- 
dinaria, fué  su  brazo  derecho.  Este,  luego  de  proporcionar  los 
medios  de  defensa,  jugó  su  valer  y  todo  su  caudal  en  favor  de 
la  libertad  que  agonizaba;  pero,  no  debería  tener  la  dulce  sa- 
tisfacción de  verse  compensado  en  vida,  como  lo  fuera  Lafa- 
yette  en  su  patria  natal  ( i ) .  j 


(i)  El  patriota  Guillermo  Pió  White,  falleció  en  Buenos  Aires,  el  3  de  enero 
de  1842.  Era  hijo  de  Evenie,  y  de  Abigail  Porta,  de  Boston  (E.  U.),  donde  nació 
en  II  de  octubre  de  1770.  Llegó  al  Río  de  la  Plata  en  1803,  como  sobrecargo  de! 
navio  mercante  Príncipe  (a)  Concepción,  con  procedencia  de  la  Isla  de  Francia. 
(Mauricio),  en  el  Océano  Indico,  y  largas  estadías  en  los  puertos  de  (".iinyaquil. 
Callao  y  Valparaíso. 

Inmiscuido  en  los  sucesos  de  las  invasiones  británicas,  fué  preso  y  procesado  por 
los  españoles.  Asi  es,  que  apenas  estallada  la  revolución  de  Mayo,  vinculado  es- 
trechamente con  sus  iniciadores,  prestó  servicios  de  la  mayor  importancia,  prove- 
yendo de  armamento  que  hizo  venir,  y  en  seguida,  el  apresto  de  la  primera  escua- 
dra de  la  Patria,  que  dio  solución  al  famoso  sitio  de  Montevideo,  cual  se  demues- 
tra en  el  texto. 

Perseguido  también  y  despojado  de  sus  bienes  por  los  anarquistas  que  se  dispu- 
taban el  poder  con  aspiraciones  inconciliables,  dará  una  idea  de  su  mérito,  la  carta 
de  Larrea,  escrita  desde  el  destierro  (Montevideo),  en  9  de  abril  de  1818  en  que 
le  pronostica  una  reparación  que  llegó  después  de  su  muerte.  Véase  Apéndice,  notí\ 
número  29. 

En  la  administración  del  ilustre  general  D.  Bartolomé  Mitre  se  celebró  un  con-- 
venio  con  el  gobierno  de  los  Estados  Unidos,  que  fué  aprobado  por  ley  de  3  de 
iKtubre  de  1863,  por  el  cual  se  pagaría  a  los  herederos  de  White  la  cantidad  de- 
350.000  $  metálicos,  expidiéndose  en  su  favor  títulos  de  fondos  públicos  del  seís; 
por  ciento  de  interés  anual  y  uno  de   fondo  de  amortización  acumulativo. 

Su  nombre  ha  sido  inmortalizado  en  una  calle  de  la  capital  federal,  a  indicaciúiq 
del  director  del  ^luseo  Histórico  Nacional  Dr.  Adolfo  P.  Carranza,  y  lo  lleva  tam> 
bien   una  torpedera  de  nuestra  escuadra  de  combate. 


—  ns 


Carlos  de  Alvear,  con  una  experiencia  militar  más  desarro- 
llada por  el  talento  que  por  los  años,  como  jefe  de  las  fuerzas 
de  la  defensa  en  la  capital,  contribuye  a  la  adopción  del  com- 
l^atido  proyecto,  y  sostiene  la  disciplina  de  las  tropas  de  tierra 
destinadas  a  la  escuadra,  castigando  ejemplarmente  a  los  ca 
becillas  de  las  embarcadas  en  el  bergantín  Nancy,  que  se  habían 
sublevado  por  no  servir  en  un  elemento  nuevo  para  ellas. 

El  alcalde  de  primer  voto  D.  Juan  de  Alagón,  es  otro  de  los 
propagandistas  eficaces  de  la  empresa,  dotándola  de  gente  alle- 
gadiza (camiluchos),  y  multitud  de  voluntarios  de  la  brigada 
cívica  que  son  embarcados  con  actividad,  por  el  afanoso  capi- 
tan  del  puerto  D.  Martin  Jacobo  Thompson;  mientras  que  un 
«extranjero  a  quien  un  favor  singular  de  la  suerte  le  brinda  in- 
•esperadamente  el  mando  en  jefe  de  ella,  bien  pronto  encumbra 
ría  su  nombre  a  las  regiones  envidiables  de  la  fama. 

Esa  alma  audaz  y  desasosegada,  ese  procer,  era  Guillermo 
Brown,  que  haciendo  pacto  misterioso  con  el  numen  del  mar 
y  de  la  victoria,  troza  con  la  espada  un  pesado  eslabón  de  las 
cadenas  del  despotismo;  y  todavía  en  la  edad  en  que  el  rosicler 
de  los  horizontes  de  la  vida,  se  extiende  hasta  teñir  los  fúnebres 
.crespones  de  la  muerte,  conquista  el  título  más  inextinguible 
:al  amor  y  a  la  gratitud  de  su  patria  adoptiva,  que  era  ya  la  de 
sus  hijos! 

Con  esfuerzos  inmensos,  que  debía  premiar  el  éxito,  basta- 
ron cinco  meses  para  organizar  una  fuerza  naval  tan  respeta- 
ble, que  llevando  la  ofensiva,  por  un  golpe  de  audacia,  se  hizo 
«dueña  de  la  puerta  de  granito  de  ^Martín  García,  dejando  en- 
cerrada en  el  Uruguay  una  fracción  de  la  escuadra  enemiga, 
con  el  oficial  más  importante  de  su  apostadero. 

Acto  continuo,  restablece  la  comunicación  con  el  ejército  del 
Este,  trasportándole  nuevos  y  suficientes  elementos  de  ac- 
ción ( I ) ;  estrecha  vigorosamente  el  bloqueo,  interceptando  a 
los  realistas  el  contacto  por  agua  con  su  base  de  operaciones  y 
l>asta  las  inteligencias  secretas  con  Artigas  y  sus  tenientes  (2)  ; 
bate  en  detalle  y  captura  una  parte  de  sus  naves  que  eran  la 
salvaguardia  de  la  plaza  sitiada,  y  obliga  al  anciano  y  tenaz 


(i)  El  regimiento  núni.  2  y  los  escuadrones  3."  y  4."  do  granaderos  a  caballo 
desembarcados  en  la  Colonia  con  Alvear  el  9  de  mayo. 

(2)  Existen  las  pruebas  en  nuestro  poder.  Artigas,  por  celo  de  mando,  levantó 
5u  campo,  alejándose  definitivamente  de  la  línea  sitiadora,  el  20  de  enero  de  1814. 


PARTE  QUE  HA  RECIBIDO  EL  SUPREMO 

DIRECTOR   DEL   ESTADO, 

J)£L  COMPLETO  Y  GLORIOSO  TRIUNFO  DE   NUESTRA    ESQUADRA, 

AL  MANDO  DEL  BENEMÉRITO  COMANDANTE  GENERAL 

D.    GUILLERMO   BROWM, 

SOBRE   LAS  FUERZAS    NAVALES   DEL  ORGULLOSO  MONTEVIDEO. 


E 


in  las  últimas  horas  de  la  tarde 
del  19  del    corriente    tengo    el    hoRor, 
hsi'iendo  fondeado  en  este   Puerto   con 
la  Goleta   de   mi    m?ndo    presa  de   los 
enemigos,  de- comunicar  á  V.  E   segua 
orden  verbnl  que  recibí  para  ello,  la  li- 
scr.jera  ncticia  del  glorioso  tnuüfo  que 
han  conseguido  las  fuerzas   navales  dol 
Estado  contra  el  enemigo  el  dia   Luces 
16  del  presente. = A  las  10  de   ia   ma« 
fiana  con  ca^ma  rompió  el  fuego  la  Zu- 
maca  Itatí,  y  sucesivamente  se  continuó* 
hasta   que  puesto  «1  enemigo  en  fuga 
con  ios  Botes  por  la  proa  le  perseguía- 
nlos del   miimo  modo,  si«ndo    infruc- 
tuosa la  caza  que   dábamos  por    haber 
cesado  enteramente  el  viento  á  la  una 
dal  d¡a.=A  las  7  de  la  noche  refrescó  al- 
gún tanto  por  el  E.  S.  E   y  dimos  caza 
rnevamente  al  euemigo  que  iba  en   vu 
alta  del  N.   Poco  después  volvimos   á 
entrar  en  acción  ,  y  á  las  i  2  de  la  noche 
habíamos  apresado  la  Corveta  Naptu- 
no,  la  Palomo  y  el  Btírgaatio  S.  José. 
Al  amanacer   del   17  solo    se  presentó 
a  nuestra  vista  la  Goleta  de  los  Catala- 
nes,  la  Corveta   Mercurio  que  se  per- 
siguió hasta  los  tusgos   de  la  Plaza,  el 


Bergantín  Cisne,  el  Falucho  Fama  ,  el 
Lugre  y  la  Balandra  de  Castro:  apre- 
samos la  primera:  al  Cisne,  y  \^  Balandra 
de  Castro  las  vimo?  mcendiadas  en  la 
falda  Sudeste  del  Cerro,  y  la  Corveta 
Mercurio,  el  Lugre,  y  Falucho  F..Mna 
pudieron  andar  en  «1  Puerto  de  Mon- 
tevideo huyendo  <;obardenienre  del  com- 
bate ,  asi  mismo  el  Ksche,  quien  des- 
pués de  los  fuegos  del  áix  14  en  que 
nada  hubo  digno  de  atención^  se  dirigió 
mar  afutra  junto  coa  la  Fr.-gara  Trini- 
dad la  misma  ñocha  de  la  acción. — Los 
Buques  apresados  se  hallan  á  la  ancla  so- 
bre el  EspÍBÍllo,  y  puedo  asegurará 
V.  E.,  que  ni  los  dispersos  del  caómigo^ 
ni  los  que  están  anclados  cu  el  Puerto 
querrán  exponerse  nuevamente  á  ser  ba- 
tidos, y  tomados  por  las  fuerzas  navjles 
del  Estado. 

Dios  guarde  á  V  E.  muchos  años 
Baliza  abordo  de  la  Goleta  de  los  Ca- 
talanes 19  de  Mayo  de  1814. — Excmo, 
S:.=Lázaro  Roncallo.— Excmo.  Supre- 
mo Direaor  de  las  Pfoviacias-Uaidas 
del  Rio  de  la  Plata.=E5  copia.= 
f^iana. 


JBtí^en9S'A)'rss\  Imprenta  de  Niños  Expósitos, 


—  119  — 

mariscal  gobernador  a  rendirla  con  su  espada,  a  un  general  de 
24  años,  que  apenas  presentado  bajo  sus  murallas,  cortejado 
por  la  fortuna,  pudo  repetir  las  palabras  lacónicas  del  domador 
de  las  Gallas  (i). 

Por  su  resorte,  el  19  de  mayo  y  el  25  de  junio  llegan  a  la  ca- 
pital, dos  noticias  anheladas  que  la  conmueven  de  júbilo  (2)-, 
y  en  fin,  como  corolario,  esa  misma  escuadra  de  la  que  poco 
antes  se  mofara  el  enemigo,  trasladaba  a  Buenos  Aires  miles 
de  prisioneros,  con  los  trofeos  de  la  victoria,  valuados  en  mu- 
chos millones  de  pesos,  clausurando  su  memorable  campaña  de 
cien  días. 

Así,  por  las  combinaciones  acertadas  de  los  arquitectos  de1 
Estado  naciente,  concluyó  el  año  de  181 4,  con  la  posesión  de  la 
plaza  de  Montevideo,  la  inexpugnable,  ofreciéndose  prisioneros 
en  el  altar  de  la  patria,  una  numerosa  escuadra  y  un  ejército 
probado.  Se  establecieron  y  cultivaron  con  decoro  las  Relacio- 
nes Exteriores ;  concilláronse  los  ánimos  en  el  interior ;  y  reac- 
cionando la  confianza  en  los  habitantes,  el  comercio  con  sus 
dones  proficuos,  principió  a  afluir  a  esta  región  del  mundo,  man- 
teniéndola en  contacto  directo  con  los  Estados  Unidos  y  la  In- 
glaterra, que  nos  habían  ayudado  con  su  simpatía,  y  cuyas  ins- 
tituciones tienden  a  morigerar  las  costumbres,  generando  le- 
vantados sentimientos  de  civilización  y  de  cultura,  a  la  vez  que 
se  infiltraban  en  el  espíritu  popular  nociones  de  dignidad,  ca- 
paces de  encaminarlo  a  un  porvenir  venturoso. 

El  crédito  público  mejoró,  y  lo  que  era  más  satisfactorio  to- 
davía, fué  notable  el  ingreso  en  las  rentas  generales,  proporcio- 
nando al  gobierno  los  medios  de  impulsar  las  armas  y  la  pro- 
panganda  revolucionaria  hasta  la  línea  apartada  del  Ecuador. 
Desterrado  el  azote  de  la  guerra,  ese  cruel  enemigo  del  de- 
recho, la  amable  libertad  estaba  asegurada  desde  los  Andes  al 


(i)  Por  una  rara  coincidencia,  reemplazó  a  Rondeau  en  el  mando  en  jefe  del 
sitio,  el  mismo  día  17  en  que  la  escuadra  patriota  dominaba  las  aguas  del  combate, 
y  su  primer  parte  fué  anunciando  el  triunfo  de  Brown !  No  había  cumplido  los  25 
años  de  edad  cuando  era  ascendido  a  brigadier  general.  Véase  Apéndice,  nota  N."  30. 

(2)  Las  de  la  victoria  naval  y  rendición  de  la  plaza  de  ^Montevideo,  conducidas 
sucesivamente  por  el  teniente  de  la  Itatí,  Lázaro  Roncayo,  y  por  el  coronel  del 
Regimiento  núm.  3  (a)  Estrella,  Domingo  French.  Las  ocho  banderas  cautivas, 
fueron  presentadas  por  D.  José  Moldes,  coronel  de  granaderos  a  pie. 


—  120  — 

Plata,  y  el  país,  ya  equilibrado,  se  preparó  a  cosechar  sus  fe- 
cundos resultados. 

Tal  es  el  significado  histórico  del  laurEIv  xavai,  de  i 8 14. 
al  que  hemos  creído  colocar  en  su  marco  de  luz,  para  que  reto- 
ñando eternamente,  se  refleje  sobre  las  olas  perfumadas  de  la 
gloria ! 


APÉNDICE 


DE 


NOTAS  COMPLEMENTARIAS  É  ILUSTRATIVAS 


.  .  ."Si  la  Jiistoria  ha  de  servir  de  euseñau.za  en  lo  futuro, 
justo  es,  se  apoye  en  eoniprobanfes  autorizados,  a  fin  de  que 
su  estudio  que  pone  de  relieve  el  pasado,  sea  provechoso  y  vi- 
gorice el  juicio  de  los  que  procuren  inspiración  cu  ella,  persua- 
didos, de  que  los  que  escriben  para  la  posteridad,  desempeñan 
un  sacerdocio  cuyo  templo  es  la  conciencia  propia,  en  la  que^ 
como  siente  aquel  principe  de  los  historiadores,  no  debe  Jiallar 
cabida  el  amor  ni  el  odio,  sino  la  equidad  y  la  justicia,  que 
acuerdan  a  cada  uno  lo  que  le  pertenece,  condenando  lo  malo, 
encomiando  lo  bueno. 

''Fundados  en  ese  principio,  acostumbramos  no  citar  un  he- 
cho ni  formular  un  aserto,  si  no  va  el  documento  que  los  apoya, 
porque  siempre  hemos  desconfiado  de  la  tradición,  poniéndonos 
en  guardia  ante  el  juicio  de  los  contemporáneos,  respecto  de 
acaecimientos  en  que  fueron  testigos  o  actores,  puesto  que  a 
menudo  sólo  sirz'C  para  extraviar  el  criterio  histórico,  por  cuan- 
to no  reposa  sino  en  los  frágiles  andamios  de  la  memoria,  apa- 
sionada como  es  y  propensa  a  tergiversar  fechas  y  sucesos. 

"Desgraciadamente ,  nuestra  historia  militar,  no  es  la  menos 
plagada  de  inexactitudes,  incrustadas  a  la  sombra  de  un  asenso 
tácito,  radicado  en  el  indiferentismo  que  nos  es  peculiar  por 
esta  clase  de  estudios,  tan  abrumadores  como  estériles  para  los 
que  los  cultivan.  Sin  embargo,  alcanzamos  una  época  en  que  es 


—  124  — 

necesario  evitar  el  ridiculo,  oponiendo  fehacientes  documentos 
a!  torrente  de  las  alucinaciones,  y  conúmtiendo  sin  tregua  la 
teoría  del  error  y  de  la  lisonja,  para  que  no  se  propague  coni 
mciioscabo  de  la  verdad,  que  debe  resplandecer  soberana,  aun- 
que lastime  nuestro  amor  propio  nacional  o  individual. 

"Por  otra  parte,  el  historiador  que  da  la  narración  como  sa- 
bida, para  engolfarse  en  digresiones  filosóficas,  se  aleja  de  sit 
misión,  porque  la  filosofía  de  la  historia,  no  se  concibe  sin  el 
conocimiento  previo  de  aquélla.  .-Isí  como  sin  metal  no  pueden 
fundirse  estatuas,  sin  documentos  no  se  puede  escribir  historia, 
y  sin  historia  de  hechos  bien  averiguados,  será  muy  difícil  es-- 
c)  ibir  su  filosofía." 


APÉNDICE 

DE    NOTAS    COMPLEMENTARIAS    E    ILUSTRATIVAS 


(i)  Entre  los  varios  peninsulares  de  nota  que  sirvieron  con  desinterés  per- 
sonal y  grande  eficacia  la  causa  de  nuestra  independencia  figura  con  honor 
L).  Ángel  Monasterio,  cuyos  datos  biográficos  hemos  tomado  en  gran  parte 
en  el  archivo  de  la  familia,  cedidos  por  nuestro  amigo  D.  José  J.  Biedma,  su 
descendiente  por  línea  paterna. 

Nació  Monasterio  en  Santo  Domingo  de  la  Calzada,  provincia  de  Logroño, 
el  28  de  febrero  de  1777,  del  matrimonio  de  D.  Pedro  Vicente  Monasterio,  na- 
tural de  Huemes,  Obispado  de  Santander,  y  de  Casilda  Ibáñez,  de  la  indicada 
ciudad  de  Santo  Domingo. 

Bajo  la  dirección  de  su  padre  comenzó  sus  estudios  de  escultura,  y  buscando 
mayor  campo  a  sus  facultades  artísticas,  pasó  a  Madrid,  donde  ingresó  a  la  Real 
Academia  de  San  Fernando,  distinguiéndose  allí  bien  pronto,  pues  en  los  con- 
cursos generales  de  premios  en  1796  ganó  el  de  segunda  clase,  en  1799  el  se- 
gundo de  la  primera  y  en  1802  el  primero  de  la  primera,  siendo  nombrado 
Académico  de  Mérito  en  1803.  Trasladóse  a  Cádiz  en  1808,  haciéndose  cargo  de 
la  cátedra  de  dibujo  en  la  Academia  de  Guardias  Marinas,  y  en  1810  vino  al  Río 
de  la  Plata,  destinado  por  la  Junta  Central  a  la  administración  de  correos  de 
Potosí. 

Iniciado  en  el  espíritu  y  causas  de  la  revolución,  púsose  decididamente  a  su 
servicio  fiel  a  sus  principios  liberales,  pero  sorprendido  en  Montevideo  por  la 
ruptura  de  las  relaciones  entre  las  autoridades  de  ambas  márgenes,  pretendió, 
como  se  dijo  a  su  tiempo,  trasladarse  furtivamente  a  Buenos  Aires  con  el  pa- 
triota Taber,  siendo  sorprendido  en  la  intentona  y  apresado.  Cuatro  meses  per- 
maneció detenido  en  un  inmundo  calabozo,  cargado  de  grillos,  y  cuando  se  dis- 
ponía EHo  a  remitirlo  a  España,  el  tratado  de  pacificación  firmado  en  octubre 
de  181 1  le  facilitó  pasar  a  Buenos  Aires,  donde  fué  acogido  con  distinguidas  y 
merecidas  consideraciones. 

En  noviembre  de  ese  año  se  le  incorporó  al  ejército  como  capitán  de  artille- 
ría y  fué  destinado  al  estado  mayor  del  arma.  Al  año  siguiente  se  le  comisionó 
para  levantar  las  baterías  del  Rosario,  y  después  instaló  la  fábrica  de  cañones,  en 
mayo  de  ese  año,  en  la  Capital,  en  dos  naves  desmanteladas  de  la  iglesia  de  la 
Residencia.  Allí  fundió  las  piezas  que  se  emplearon  en  el  asedio  de  Montevideo, 
-entre  otras  los  morteros   Ttipac  Amará  y  Mangorc,  que  bombardearon  la  plaza. 


—  126  — 

En  el  Museo  Histórico  Xaciomil,  fundado  por  Adolfo  P.  Carranza,  se  conserva:- 
otra  pieza  interesantísima,  vaciada  en  1813,  y  que  fué  bautizada  con  el  apellida 
de  su  ilustre  fundidor:  el  Monasterio;  circunstancia  que  la  ha  salvado  felizmente 
de  la  destrucción  metódica  que  se  ejecuta  en  nuestro  pais,  de  cierto  tiempo  a 
esta  parte,  de  todos  estos  hermosos  cañones  históricos  para  fabricar  placas, 
medallas  conmemorativas,  etc.,  etc.  En  principios  de  1814,  Monasterio  fué  as- 
cendido a  coronel  y  nombrado  jefe  del  regimiento  de  artillería,  y  días  después 
era  honrado  por  el  Director  Supremo  con  la  muy  especial  distinción  de  elegirle 
Consejero  de  Estado,  cargos  que  desempeñaban  ciudadanos  de  la  talla  de  Mi- 
guel de  Azcuénaga,  José  Valentín  Gómez  o  ^lanuel  José  García.  Al  finalizar 
ese  año,  "atendiendo  á  sus  relevantes  méritos  y  distinguidos  servicios,  expresa 
el  nombramiento,  que  ha  contraído  en  obsequio  de  la  justa  causa  de  la  libertad"', 
se  le  confirió  el  empleo  de  Cuartel  Maestre  General  del  ejército  auxiliar  del  Perú. 

Monasterio  cayó  envuelto  en  la  reacción  política  que  desterró  de  la  vida  pú- 
blica a  Alvear  y  su  partido.  Enjuiciado  como  reo  de  ¡esa  patria  fué  condenado 
con  una  arbitrariedad  estupenda  a  la  licencia  absoluta,  que  se  le  acordó  en  mayo 
de  181S,  y  en  tales  términos  que  más  honrosos  no  podían  ser,  pues  en  ella  se 
afirmaba  que  esa  disposición  "no  podía  en  ningún  tiempo  inferir  el  menor  per- 
juicio ni  desdoro  á  su  buen  nombre  y  reputación  justamente  adquirida,  ni  á 
los  distinguidos  servicios  que  ha  dispensado  á  la  patria".  Y  el  fiscal  del  proce- 
so, que  aconsejaba  su  separación  del  servicio  militar,  lo  hacía  recomendando 
que  "esto  no  fuera  obstáculo  para  ser  empleado  según  sus  conocimientos  cien- 
tíficos y  circunstancias  recomendables  que  concurren  en  su  persona". 

Monasterio  terminó  sus  días  en  el  naufragio  de  la  fragata  Juana,  frente  a  las 
playas  de  Sattta  Rosa,  departamento  de  Canelones,  el  18  de  septiembre  de  1817, 
de  regreso  de  un  viaje  de  Río  de  Janeiro,  dejando  en  Buenos  Aires  a  su  viuda. 
Doña  Juana  de  Sarratea,  con  quien  contrajo  enlace  en  1813,  y  era  hermana  del 
conocido  revolucionario  y  político  argentino  D.  Manuel  de  Sarratea.  Fueron 
sus  hijos,  Ángel  Mariano,  fallecido  en  Lima;  Martina,  que  casó  con  el  teniente 
coronel  Nicasio  de  Biedma,  y  Tomasa,  que  falleció  soltera. 

La  capital  argentina  ha  dado  su  nombre  a  una  de  sus  calles,  consagrando  así 
sus  méritos  y  servicios  al  recuerdo  popular. 

(2)  Ilustran  estas  noticias  los  siguientes  documentos  que  hemos  copiado  de 
sus  originales  en  el  Archivo  General  de  la  Nación:  "(Carpeta)  Rosario,  feb."- 
13  de  1812 — Del  Coronel  D.  Manuel  Belgrano — Opina  ser  llegado  el  caso  de  que 
declare  V.  E.  la  escarapela  nacional  que  se  debe  usar  p.a  no  equivocarse  con  la  de 
los  contrarios.  Como  observa  q.^  hay  cps.  q.e  la  llevan  diferente,  de  modo  q.e  casi 
sea  una  señal  de  división,  solicita  la  declaratoria  que  antes  espuso-" 

(Decreto  sin  fecha  ni  firma,  de  letra  de  Rivadavia,  a  continuación  del  extracto- 
y  en  la  misma  carpeta) : 

"Sea  la  Escarapela  nacional  de  las  Provincias  unidas  del  Rio  de  la  Plata  de 
color  blanco  y  azul  celeste,  y  comuniqúese  al  Gob.or  Intendente  y  Estado  Mayor 
p.a  q.e  la  circule:  circúlese  igualm.te  á  los  grales.  P.  A.  &  á  los  Gobiernos  &." 

"Se  circuló." 

(Interior  de  la  Carpeta): 

"Exmo.  Señor.  Parece  q.«  es  llegado  el  caso  de  q.«  V.  E.  se  sirva  declarar  la-, 
escarapela  nacional  q.e  debemos  usar  p.a  q.e  no  se  equivoque  con  la  de  nuiestros  ene— 


—  127  — 

migos,  y  no  haya  ocasiones  qs  puedan  sernos  de  perjuicio;  y  como  pj  otra  parte 
observo  q.*^  hay  cuerpos  del  Exto.  q.^  la  llevan  diferente,  de  modo  qfi  casi  sea  una 
señal  de  división,  cuyas  sombras,  si  es  posible,  deven  alexarse,  como  V.  E.  sabe, 
me  tomo  la  libertad  de  exigir  de  V.  E.  la  declaratoria  que  antes  espuse.  Dios  guarde 
á  V.  E.  m.s  a.s  Rosario  13  de  Febrero  de  1812.  Exmo.  Señor.  .1/'.  BeJgrano.  Exmo. 
Govierno  de  las  Provincias  del  Río  de  la  Plata." 

"Exmo.  Señor.  Se  ha  puesto  en  execucion  la  orden  de  V.  E.  fha.  18  del  corriente 
p.a  el  uso  de  la  escarapela  nacional  q.*^  se  ha  servido  señallar,  cuya  determinación 
ha  sido  del  mayor  regocijo,  y  excitado  los  deseos  de  los  verdaderos  hijos  de  la  Pá- 
tria  de  otras  declaraciones  de  V.  E.  q.e  acaban  de  confirmar  á  nuestros  enemigos 
en  la  firme  resolución  en  q.e  estamos  de  sostener  la  independencia  de  la  América., 
Dios  guarde  a  V.  E.  m.s  a.s  Rosario  23  de  Febrero  de  181 2.  Exmo.  Señor.  MJ  Bel- 
grano.  Exmo.  Govierno  de  las  Provincias  del  Río  de  la  Plata." 

Al  margen,  letra  de  Rivadavia: 

"Bs.  Ay.es  27  de  Fro.  de  1812.  Archíbese.  (Siguen  tres  rúbricas).  Herrera." 

"E-xmo.  Señor:  Hé  mandado  comunicar  á  los  cuerpos  de  esta  guarnición  por 
medio  de  la  orden  general,  el  oficio  de  V.  E.  de  18  del  corriente  que  acavo  de  re- 
cibir, p.a  q.e  se  use  por  las  tropas  de  la  Patria,  la  escarapela  que  V.  E.  ha  tenido 
a  bien  declarar  Nacional  de  las  Provincias  Unidas  del  Río  de  la  Plata,  compuesta 
de  los  dos  colores  blanco  y  azul  celeste,  quedando  abolida  la  roja  con  que  antigua- 
mente se  distinguían ;  y  lo  aviso  a  V.  E.  en  contestación. 

Dios  gue.  a  V.  E.  m.s  a.s  Bs.  x\y.s  Febrero  20  de  1812.  Exmo.  Sr.  Miguel  de  Az~ 
ruénaga.  Exma.  Junta  de  Gov." 

Bs.  As.  20  de  Febrero  de  1812.  Archíbese.  (Hay  tres  rúbricas).  Ribadavia." 

"Exmo.  Señor :  Se  hará  notorio  en  el  Exército  de  mi  mando  la  superior  orden 
de  V.  E.  de  18  del  anterior  para  q.e  se  use  por  las  tropas  de  la  patria  la  escarapela 
nacional  de  dos  colores,  blanco  y  azul  celeste,  quedando  abolida  la  roja.  Si  le  fuera 
permitido  a  mi  experiencia,  representaría  con  ella  la  impresión  que  producen  nimias 
innovaciones  en  irnos  pueblos  que  aún  no  se  hallan  en  estado  de  gustar  de  los  sín- 
tomas de  independencia  y  se  resienten  de  cualquiera  inoportuna  que  conciben,  en  la 
jurada  representación  de  Fernando  VII,  mucho  más  en  circunstancias  tan  críticas 
de  retrogrado  y  debilidad.  Pero  V.  E.  estará  más  al  alcance  de  lo  que  conviene  des- 
plegar, variar  y  promulgar,  sin  reducir  por  ahora  los  acuerdos  y  refrenar  los  dis- 
cursos públicos  al  sumo  objeto  de  la  seguridad  de  la  patria,  y  sin  desmentir  los 
principios  de  nuestra  instalación  con  perjuicio  de  la  opinión  y  crédito  que  influyerr 
en  los  progresos  del  sistema.  Dios  guarde  a  V.  E.  Campamento  general  de  Yatasto, 
Marzo  19  de  1812  Ci")." 

"Exmo.  Señor.  En  este  momento  que  son  las  seis  y  media  de  la  tarde  se  ha 
hecho  salva  en  la  batería  de  la  Independencia,  y  queda  con  la  dotación  competente 
para  los  tres  cañones  que  se  han  colocado,  las  municiones  y  la  guarnición. 


.0)   Oficio   del_  general    Ü.   Juan    M.    de   Pueyrredon    al    gob",   tomado   del   libro    Copiador   del 
ejército  del   Perú,   en  el    .Archivo   del   general   Mitre   que   nos  lo  ha  trasmitido. 


—  128  — 

He  dispuesto  para  entusiasmar  las  tropas  y  á  estos  habitante?,  que  se  formen 
todas  aquellas,  y  las  hablé  en  los  términos  de  la  copia  que  acompaño. 

Siendo  preciso  enarbolar  bandera,  y  no  teniéndola,  la  mandé  hacer  celeste  y  blan- 
-ca  conforme  á  los  colores  de  la  escarapela  nacional:  espero  que  sea  de  la  aproba- 
-ción  de  V.  E. — Rosario,  -zy  de  Febrero  de  1812. — Excmo.  Señor. — Manuel  Belgrano. 
— Excmo.  Gobierno  Superior  de  las  Provincias  del  Río  de  la  Plata." 

PROCLAMA    ADJUNTA    AL    ANTERIOR 

Soldados  de  la  Patria :  En  este  punto  hemos  tenido  la  gloria  de  vestir  la  escara- 
pela nacional  que  ha  designado  nuestro  Excmo.  Gobierno :  en  aquel,  la  Batería  de 
Aa  Independencia,  nuestras  armas  aumentarán  las  suyas.  Juremos  vencer  á  los  ene- 
migos interiores  y  exteriores,  y  la  América  del  Sur  será  el  templo  de  la  Indepen- 
<lencia  y  de  la  Libertad. 

En  fe  de  que  asi  lo  juráis,  decid  conmigo:  ;Viva  la  Patria! 

Señor  Capitán  y  tropa  destinada  por  la  primera  vez  á  la  Batería  Independencia; 
id,  posesionaos  de  ella,  y  cumplid  el  juramento  que  acabáis  de  hacer  (i). 

"Excmo.  Señor: 

He  tenido  la  mayor  satisfacción  de  ver  la  alegría,  contento  y  entusiasmo  con  que 
se  ha  celebrado  en  esta  ciudad  el  aniversario  de  la  libertad  de  la  Patria,  con  todo 
el  decoro  y  esplendor  de  que  ha  sido  capaz,  así  con  los  actos  religiosos  de  víspera 
y  misa  solemne  con  Te  Deum,  como  la  fiesta  del  Alférez  mayor  D.  Pablo  Mena, 
cooperando  con  sus  iluminaciones  todos  los  vecinos  de  ella,  y  manifestando  con 
demostraciones  propias  su  regocijo. 

La  tropa  de  mi  mando  no  menos  ha  demostrado  el  patriotismo  que  la  caracteriza: 
asistió  al  rayar  el  día  á  conducir  la  Bandera  Nacional,  desde  mi  posada,  que  llevaba 
el  Barón  de  Holmberg  para  enarbolar  en  los  balcones  del  Ayuntamiento,  y  se 
-anunció  al  pueblo  con  quince  cañonazos. 

Concluida  la  misa  la  mandé  llevar  á  la  Iglesia,  y  tomada  por  mí  la  presenté  al 
Dr,  D.  Juan  Ignacio  Gorriti,  que  salió  revestido  á  bendecirla,  permaneciendo  el 
Presidente,  el  Cabildo  y  todo  el  pueblo  en  la  mayor  devoción  en  este  santo  acto. 

Verificada  que  fué,  la  volví  á  manos  'del  Barón  para  que  se  colocase  otra  vez 
.donde  estaba,  y  al  salir  de  la  Iglesia  se  repitió  otra  salva  de  igual  número  de  tiros 
-con  grandes  vivas  y  aclamaciones. 

Por  la  tarde  se  formó  la  tropa  en  la  plaza,  y  fui  en  persona  á  las  casas  del 
Ayuntamiento,  donde  este  me  esperaba  con  su  Teniente  Gobernador:  saqué  por 
mi  mismo  la  bandera  y  la  conduje  acompañado  del  expresado  cuerpo,  y  habiendo 
jnandádose  hacer  el  cuadro  doble,  hablé  á  las  tropas,  según  manifiesta  el  número  1.°, 
las  cuales  juraron  con  todo  entusiasmo,  al  son  de  la  música  y  última  salva  de 
artillería,  sostenerla  hasta  morir. 

En  seguida  formados  en  columna  me  acompañaron  á  depositar  la  bandera  en  mi 
casa,  que  yo  mismo  llevaba  en  medio  de  aclamaciones  y  vivas  del  pueblo,  que  se 
complacía  de  la  señal  que  ya  nos  distingue  de  las  demás  naciones,  no  confundién- 


(i)  El  proyecto  de  contestación  en  la  carpeta  es  redactado  por  Rivadavia.  En  una  tira  de  papej 
que  se  encuentra  dentro  de  la  carpeta  se  lee  lo  siguiente,  de  letra  de  Herrera:  "El  oficio  de  Bel 
:grano  sobre  haber  enarbolado  la  bandera  blanca  y  celeste  en  la  Batería  Libertad,  y  la  contesta- 
<:ión   del   Gobierno,   está   en  poder  del   Sr.   Luca. — Agosto   t6." 


—  12t<  — 

doiios  igualnienle  cor.  los  que  á  pretexto  de  Fernando  VII  tratan  de  privar  á  la 
América  de  sus  derechos,  y  usan  las  mismas  señales  que  los  españoles  subyugados 
por  Napoleón. 

A  la  puerta  de  mi  posada  hizo  alto  la  colunma,  formó  en  batalla,  y  paseando  yo 
por  sobre  las  filas  la  bandera,  puedo  asegurar  á  V.  E.  que  vi,  observé  el  fuego 
patriótico  de  las  tropas,  y  también  oí  en  medio  de  un  acto  tan  serio  murmurar 
entre   dientes :   "Nuestra  sangre   derramaremos  por  esta  Bandera". 

No  es  dable  á  mi  pluma  pintar  el  decoro  y  respeto  de  estos  actos,  el  gozo  del 
pueblo,  la  alegria  del  soldado,  ni  los  efectos  que  palpablemente  he  notado  en  todas 
clases  del  Estado,  testigos  de  ellas:  solo  puedo  decir  que  la  patria  tiene  hijos  que 
sin  duda  sostendrán  por  todos  medios  y  modos  su  causa,  y  que  primero  perecerán 
que  ver  usurpados  sus  derechos. 

Las  tropas  de  la  vanguardia  que  se  hallaban,  en  Humahuaca  al  mando  del  ^layor 
General  interino  D.  Juan  Ramón  Balcarce,  han  hecho  sus  demostraciones  públicaí 
de  regocijo,  y  oido  á  su  jefe  según  la  copia  número  2.  festejando  el  día  de  nuestra 
libertad  con  evoluciones  militares,  torcs,  sombras  chinescas,  en  que  han  tenido  parte 
todos  aquellos  naturales  que  bendicen  al  Todo  Poderoso  por  el  goce  de  sus  de- 
rechos. 

En  Salta  igualmente,  según  me  avisa  el  Gobernador  con  fecha  del  26,  se  ha  ce- 
lebrado el  aniversario  con  todo  esplendor  y  magnificencia  correspondiente  á  un 
pueblo  entusiasmado  y  amante  de  su  libertad,  y  me  dice  que  las  corporaciones 
civiles  y  eclesiásticas  han  desempeñado  sus  deberes,  haciendo  ostentación  de  su 
patriotismo ;  por  cuya  razón  he  mandado  les  dé  las  gracias  de  un  modo  público. 

Bien  puede,  Sr.  Excmo.,  tener  nuestra  libertad  todos  los  enemigos  que  quiera  ; 
bien  puede  esperimentar  todos  los  contrastes,  que  en  verdad  no  son  necesarios 
para  formar  el  carácter  nacional :  ella  se  cimentará  sobre  fundamentos  sólidos,  que 
la  justicia  admirüstrada  por  V.  E.  sabrá  colocar,  para  el  bien  y  felicidad  de  los 
pueblos  de  estas  Provincias. 

Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años. 

Jujuí,  29  de  Mayo  de  1812. 

fífanuel  Bclgrano. 

Excmo.  Superior  Gobierno  de  las  Provincias  Unidas  del  Río  de  la  Plata." 


PKOCL.\MA   x.°    I 

"Manuel  Belgrano,  General  en  Jefe,  al  Ejército  de  su  mando.  —  Sodados,  hijos 
dignos  de  la  Patria,  camaradas  mios :  dos  años  ha  que  por  primera  vez  resonó  en 
estas  regiones  el  eco  de  la  libertad,  y  el  continúa  propagándose  hasta  por  las  ca- 
vernas más  recónditas  de  los  Andes ;  pues  que  no  es  obra  de  los  hombres,  sino 
del  Dios  Omnipotente,  que  permitió  á  los  Americanos  que  se  nos  presentase  la 
ocasión  de  entrar  al  goce  de  nuestros  derechos:  el  25  de  Mayo  será  para  siempre 
memorable  en  los  anales  de  nuestra  historia,  y  vosotros  tendréis  un  motivo  más  de 
recordarlo,  cuando,  en  él  por  primera  vez,  veis  la  Bandera  Nacional  en  mis  manos, 
que  ya  os  distingue  de  las  demás  naciones  del  globo,  sin  embargo  de  los  esfuerzos 
■que  han  hecho  los  enemigos  de  la  sagrada  causa  que  defendemos,  para  echarnos 
cadenas  aun  más  pesadas  que  las  que  cargabais.  Pero  esta  gloria  debemos  soste- 
nerla de  un  modo  digno,  con  la  unión,  la  constancia  y  el  exacto  cumplimiento  de 
Tomo   ir  9 


—  130  — 

nuestras  obligaciones  hacia  Dios,  liacia  nuestros  hermanos,  y  hacia  nosotros  mis- 
mos; á  fin  de  que  la  Patria  se  goce  ú¿  abrigar  en  su  seno  hijos  tan  beneméritos,  y 
pueda  presentarla  á  la  posteridad  como  modelos  que  haya  de  tener  á  la  vista  para 
conservarla  libre  de  enemigos  y  en  el  lleno  de  su  felicidad.  Mi  corazón  rebosa  de 
alegría  al  observar  en  vuestros  semblantes,  que  estáis  adornados  de  tan  generosos 
y  nobles  sentimientos,  y  que  yo  no  soy  más  que  un  jefe  á  quien  vosotros  impulsáis 
con  vuestros  hechos,  con  vuestro  ardor,  con  vuestro  patriotismo.  Si,  os  seguiré, 
imitando  vuestras  acciones  y  todo  el  entusiasmo  de  que  solo  son  capaces  los  hom- 
bres libres  para  sacar  á  sus  hermanos  de  la  opresión.  Ea,  pues,  soldados  de  la 
Patria,  no  olvidéis  jamás  que  nuestra  obra  es  de  Dios ;  que  él  nos  ha  concedida 
esta  Bandera,  qtie  nos  manda  que  la  sostengamos,  y  que  no  hay  una  sola  cosa  que 
no  nos  empeñe  á  mantenerla  con  el  honor  y  decoro  que  le  corresponde.  Nuestros 
padres,  nuestros  hermanos,  nuestros  hijos,  nuestros  conciudadanos,  todos,  todos, 
fijan  en  vosotros  la  vista  y  deciden  que  á  vosotros  es  á  quienes  corresponderá 
todo  su  reconocimiento  si  continuáis  en  el  camino  de  la  gloria  que  os  habéis  abierto. 
Jurad  conmigo  ejecutarlo  así,  y  en  prueba  de  ello  repetid:  ¡VÍ7'a  la  Patria! 
Jujui.  25  de  Mayo  de  1812. 

Manuel  Bclgrairo:" 

"Cuando  en  3  de  Marzo  último  se  hallaba  V.   S.  en  la  batería  del  Rosario  se  le 
dijo  lo  que  sigue: 

Se  lia  impuesto  esta  superioridad  por  el  oficio  de  V.  S.  de  27  del  pasado  de 
haber  quedado  expedita  la  batería  que  nombra  de  la  Independencia  y  de  lo  demás 
que  ha  practicado  con  el  objeto  de  entusiasmar  la  tropa  de  su  mando.  Asi  la  situa- 
ción presente,  como  el  orden  y  consecuencias  de  principios  á  que  estamos  ligados^ 
exige  por  nuestra  parte  en  materias  de  la  primera  entidad  del  Estado,  que  nos^ 
conduzcamos  con  la  mayor  circunspección  y  medida :  por  eso  es  que  las  demostra- 
ciones con  que  V.  S.  inflamó  á  la  tropa  de  su  mando,  esto  es,  enarbolando  la  ban- 
dera blanca  y  celeste,  como  indicante  de  que  debe  ser  nuestra  divisa  sucesiva,  las 
cree  este  Gobierno  de  una  influencia  capaz  de  destruir  los  fundamentos  con  que  se 
justifican  nuestras  operaciones  y  protestas  que  hemos  sancionado  con  tanta  repe- 
tición, y  que  en  nuestras  comunicaciones  exteriores  constituyen  las  principales  má- 
ximas políticas  que  hemos  adoptado.  Con  presencia  de  esto  y  de  todo  lo  demás 
que  se  tiene  presente  en  este  grave  asunto,  ha  dispuesto  este  Gobierno,  que  suje- 
tando V.  S.  sus  conceptos  á  las  miras  que  reglan  las  determinaciones  con  que  él 
se  conduce,  haga  pasar  como  un  rasgo  de  entusiasmo  el  suceso  de  la  bandera  blanca 
y  celeste  enarbolada,  ocultándola  disimuladamente  y  subrogándola  con  la  que  se  le 
envía,  que  es  la  que  hasta  ahora  se  usa  en  esta  Fortaleza,  y  que  hace  el  centro  del 
Estado;  procurando  en  adelante  no  prevenir  las  deliberaciones  del  Gobierno  en  ma- 
terias de  tanta  importancia  y  en  cualquiera  otra  que,  una  vez  ejecutada,  no  deja 
libertad  para  su  aprobación,  y  cuando  menos,  produce  males  inevitables,  difíciles 
de  reparar  con  buen  suceso. 

Comparando,  pues,  este  Gobierno  el  contenido  de  este  oficio  con  el  de  V.  S.  de 
29  de  Mayo  próximo  pasado  y  la  copia  número  i  adjunta,  le  ha  herido  una  sensa- 
ción, que  solo  pudo  suspender  el  precedente  concepto  de  sus  talentos  y  probidad. 
¿Los  impulsos  grandes  que  de  cualquier  punto  de  una  esfera  se  arrojen  hacia  su 
centro,  que  más  pueden  hacerle  que  oscilarla  y  excentrificarla?  Tales,  pues,  son 
los  efectos  de  los  procerlimientos  de  V.  v^.  en  parte.    Los  que  constituyen  esta  supe- 


—   VM  — 

rioridad,  que  hace  el  cciuní  n  punto  en  que  gravitan  los  grandes  negocios  que  el 
sistema  de  las  relaciones  que  han  de  formar  ó  aproximar  á  la  dignidad  de  un  Es- 
tado á  unos  pueblos  informes  y  derramados  á  distancias  inordinadas,  pero  que,  con 
sobrada  justicia  y  oportunidad  se  han  avanzado  y  esfuerzan  en  constituirlo,  no 
pueden  contenerse  sino  en  el  punto  de  un  celo  enérgico  pero  prudente.  A  V.  S.  le 
sobra  penetración  para  llegar  con  ella  al  cabo  de  la  trascendencia  de  tal  proceder: 
el  Gobierno,  pues,  consecuente  á  la  confianza  que  ha  depositado  en  V.  S.  no  puede 
hacer  más  que  dejar  á  la  prudencia  de  V.  S.  mismo,  la  reparación  de  tamaño  des- 
.:)rden;  pero  debe  igualmente  prevenirle  que  esta  será  la  última  vez  que  sacrificará 
hasta  tan  aho  punto  los  respetos  de  su  autoridad,  y  los  intereses  de  la  nación  que 
preside  y  forma,  los  que  jamás  podrán  estar  en  oposición  á  la  uniformidad  y  orden. 

V.  S.  á  vuelta  de  correo  dará  cuenta  exacta  de  lo  que  haya  hecho  en  cvtmplimiento 
de  esta  superior  resolución. 

Dios  guarde  á  V.  vS.  muchos  ai'ios  —  Buenos  Aires  27  de  Junio  de  1812  — Al  Ge- 
neral en  Jefe  ^fanuel  Relgrano." 

RESERVADO 

"Excmo.  Señor  : 

Debo  hablar  a  V.  E.  con  la  ingenuidad  propia  de  mi  carácter,  y  decirle  con 
todo  respeto,  que  me  ha  sido  sensible  la  reprensión  que  me  da  en  su  oficio  de 
27  del  pasado,  y  el  asomo  que  hace  de  poner  en  ejecución  su  autoridad  contra 
mí,  si  no  cumplo  con  lo  que  se  manda  relativo  a  la  Bandera  Nacional,  acusán- 
dome de  haber  faltado  a  la  prevención  de  3  de  Marzo,  por  otro  tanto  que  hice 
en   el  Rosario. 

Para  hacer  ver  mi  inocencia  nada  tengo  que  traer  más  a  la  consideración  de 
V.  E.  que.  en  3  de  Marzo  referido  no  me  hallaba  en  el  Rosario:  pues  conforme 
a  sus  órdenes  de  27  de  Febrero  me  puse  en  marcha  el  i."  o  2  del  insinuado 
Marzo,  y  nunca  llegó  a  mis  manos  la  contestación  de  V.  E.  que  ahora  recibo  in- 
serta :  pues  a  haberla  tenido  no  habría  sido  yo  el  que  hubiese  vuelto  a  enarbo- 
lar tal  Bandera,  como  interesado  siempre  en  dar  ejemplo  de  respeto  y  obedien- 
cia a  V.  E. ;  conociendo  que  de  otro  modo  no  existiría  el  orden  y  toda  nuestra 
causa  iría  por  tierra. 

V.  E.  mismo  sabe  de  que,  sin  embargo  de  que  había  en  el  Ejército  de  la  Pa- 
tria cuerpos  que  llevaban  la  escarapela  celeste  y  blanca,  jamás  la  permití  en  el 
que  se  me  puso  a  mandar,  hasta  que  viendo  las  consecuencias  de  una  diversi- 
dad tan  grande,  exigí   de   V.  E.  la  declaración   respectiva. 

En  seguida  se  circuló  la  orden,  llegó  a  mis  manos  :  la  batería  se  iba  a  guar- 
necer, no  había  bandera,  y  juzgué  que  sería  la  blanca  y  celeste  la  que  nos  dis- 
tinguiría como  la  escarapela,  y  esto,  con  mi  deseo  de  que  estas  Provincias  se 
cuenten   como   una    de   las   naciones   del   globo,   me    estimuló   a   ponerla. 

Vengo  a  estos  puiítos;  ignoro,  como  he  dicho,  aquella  determinación,  los  en- 
cuentro fríos,  indiferentes  y  tal  vez  enemigos;  tengo  la  ocasión  del  25  de  Mayo; 
y  dispongo  la  bandera  para  acalorarlos  y  entusiasmarlos;  ;y  habré  por  esto 
cometido  un  delito?  lo  sería  Excmo.  Sr.,  si  a  pesar  de  aquella  orden,  yo  hubiese 
querido  hacer  frente  a  las  disposiciones  de  V.  E. ;  no  así  estando  enteramente 
ignorante  de  ella,  la  que  se  remitiría  al  Comandante  del  Rosario,  y  la  obede- 
cería,  como   vo    lo    hubiera   hecho,    si    la    hubiese    recibido. 


—  i;^2  - 

La  Bandera  la  he  recogido,  y  la  desharé  para  que  no  haya  ni  memoria  de 
ella ;  y  se  harán  las  banderas  del  Regimiento  número  6  sin  necesidad  de  que 
aquella  se  note  por  persona  alguna  ;  pues  si  acaso  me  preguntaren  por  ella,  res- 
ponderé que  se  reserva  para  el  día  de  una  gran  victoria  por  el  Ejército,  y  como 
está  lejos,  todos  la  habrán  olvidado  y  se  contentarán  con  lo  que  se  les  presente. 

En  esta  parte  V.  E.  tendrá  su  sistema :  pero  diré  también,  con  verdad,  que 
como  hasta  los  Indios  sufren  por  el  Rey  Fernando  VII,  y  les  hacen  padecer 
con  los  mismos  aparatos  que  nosotros  proclamamos  la  libertad,  ni  gustan  oir 
nombre  de  Rey,  ni   se  complacen  con  las  mismas  insignias  con  que  los  tiranizan. 

Puede  V.  E.  hacer  de  mi  lo  que  quiera,  en  el  firme  supuesto  de  que  hallándose 
mi  conciencia  tranquila,  y  no  conduciéndome  a  esa,  ni  otras  demostraciones  de 
mis  deseos  por  la  felicidad  y  glorias  de  la  Patria,  otro  interés  que  el  de  esta 
misma,  recibiré  con  resignación  cualquier  padecimiento ;  pues  no  será  el  primero 
que   he   tenido  por   proceder   con    honradez  y   entusiasmo  patriótico. 

Mi  corazón  está  lleno  de  sensibilidad,  quiera  V.  E.  no  extrañar  mis  expresio- 
nes, cuando  veo  mi  inocencia  y  mi  patriotismo  apercibido  en  el  supuesto  de  haber 
querido  afrontar  sus  superiores  órdenes,  cuando  no  se  hallará  una  sola  de  que 
se  me  pueda  acusar,  ni  en  el  antiguo  sistema  de  gobierno,  y  mucho  menos  en 
el  que  estamos,  y  que  a  V.  E.  no  se  le  oculta  cuanta  especie  de  sacrificios  he 
hecho  por   él. 

Jujuy,  18  dp  Julio  de  1812. 
Excmo.  Señor. 

Manuel  Bclgrano. 
Excmo.  (jobierno  de  las  Provincias  del  Río  de  la  Plata." 

(Decreto  marginal:)  Archívese,  (de  letra  de  Rivadavia). 

(3)  He  aquí  su  hoja  de  servicios  hasta  1808  que  publicó  en  1863  el  ilustre  escritor, 
nuestro  amigo  D.  Juan  María  Gutiérrez  en  el  monumento  literario  que  dedicó 
a  su  memoria  con  motivo  de  la  erección  de  su  estatua  en  la  plaza  de  "Marte" 
(hoy  San  Martín)  : 

"Bat.xllóx    de    Infantería    Ligera    Voluntarios    he    Campo  —  ^Iayor." 

El  ayudante  primero  Don  José  de  San  rvlartín  y  Matorras.  Su  edad  27  años, 
su  país  Buenos  Aires,  en  América ;  su  calidad  noble,  hijo  de  capitán,  su  salud 
buena,   sus   servicios  y   circunstancias,   los   que   se   expresan : 


TIEMPO    EN    QUE    EMPEZÓ    A   SERVIR    LOS 
EMPLEOS 


EMPLEOS 


MESES 


TIEMPO    QUE    HA    QUE    SIRVE,    V    CUANTO 
EN   CADA    EMPLEO 


EMPLEOS 


Cadete 

Segundo  Subteniente. 
Primer  Subteniente.  . 
Segundo  Teniente  .  . 
Segundo  Ayudante.   . 

Capitán 

Ayudante  Primero  .   . 


21  I       Julio          1789  iDe  Cadete 3  10 

19  ■       Junio         1793lJDeSeg.   Subteniente.  .1  1 

28          Julio          1794  pe  Primer  Subteniente'  —  j  9 

8  ,       Mayo         1795  ¡De  Segundo  Teniente.  .|  7  7 

26  Diciembre  I  1802  ¡  De  Segundo  Ayudante.'  1  '  10 
2      Noviembre    1804  iDe  Capitán  Segundo  .  .'  3  7 

27  Junio       '  1808   De  Ayudante    Primero.  —  \  I 


28 


19 

6 

25 

4 


Total  hasta  fin  de  Julio  de   1808:   Diez  \-   nueve  años  y  diez  dias. 


—  133  — 

Regimif.ntos  donde  ha  servido 

En  el  de  infantería  de  Murcia  —  trece  año?,  cinco  meses  y  cinco  días:  lo  res- 
tante en  éste. 

Campañas    v  acciones  de  guerra  en   que  se  ha   hallado 

"Ha  hecho  un  destacamento  de  49  días  en  ^^elilla.  Se  ha  hallado  desde  el  25 
de  Jimio  de  91,  sufriendo  el  fuego  que  hicieron  los  moros  en  ¡os  33  días  de  ata- 
que contra  la  plaza  de  Oran  haciendo  el  servicio  con  la  Compañía  de  Ciranade- 
ros.  En  el  Ejército  de  Aragón,  ocho  meses,  de  donde  pasó  al  Rosellón  y  concurrió 
a  la  toma  de  Torre  Batera  y  Cruz  de  Yerro;  ataque  a  las  alturas  de  Maubeles, 
San  Marsal,  y  baterías  de  Villalonga :  en  el  de  Bañuels  y  en  sus  alturas  rechazó 
a  los  enemigos  por  segunda  vez ;  hizo  una  salida  a  la  Hermita  de  San  Luc,  estuvo 
en  el  ataque  que  dieron  los  enemigos  en  Port  Vendres  el  3  de  Mayo  de  1794; 
en  el  que  dio  a  sus  baterías  el  16,  subsistiendo  en  la  defensa  hasta  la  rendición 
de  Conllioure  el  28  del  propio  mes.  Estuvo  en  la  fragata  de  la  real  armada  la 
"Dorotea"  un  año  y  23  días,  y  con  ella  se  halló  en  el  combate  que  sostuvo  el  día 
15  de  Julio  de  1798  contra  el  navio  de  guerra  inglés  el  "León".  En  la  campaña 
contra  Portugal  desde  el  29  de  Mayo  de  1801,  hasta  la  paz.  En  el  contagio  que 
sufrió  la  plaza  de  Cádiz  en  1804,  y  en  la  guerra  con  el  gobierno  de  Francia,  se 
halló  mandando  las  guerrillas,  habiendo  tenido  una  acción  distinguida  sobre  los 
enemigos  en  Arjnnilla  en  Julio  de  1808." 

(4)  "Aunque  la  causa  santa  de  la  libertad,  que  con  tanta  gloria  sostiene  el  pue- 
blo americano,  no  tuviera  en  su  favor  tantos  títulos  de  justicia,  bastaba  una 
ligera  observación  sobre  la  providencia  especial,  con  que  la  protege  el  Altísimo, 
para  que  los  hombres  prosternados  venerasen  los  decretos  eternos  con  silencio 
religioso,  desistiendo  del  empeño  vano  de  destruir  el  orden  admirable  de  los 
sucesos.  Las  victorias  memorables  del  12  de  Agosto,  y  6  de  Julio :  la  instalación 
(le  la  libertad  en  el  glorioso  día  25  de  Mayo  de  810:  la  uniformidad  de  todas 
las  provincias  al  voto  de  la  capital :  el  éxito  feliz  de  las  primeras  empresas :  el 
triunfo  de  nuestras  pequeñas  divisiones  en  Córdoba,  Suipacha,  San  José  y  las 
Piedras  :  el  empeño  heróyco  de  todos  los  pueblos  en  sostener  sus  derechos,  para- 
lizando con  esfuerzos  admirables  las  miras  ambiciosas  del  vencedor  de  Huaqui, 
mientras  que  la  capital  reparaba  los  quebrantos  que  había  causado  aquella  ver- 
gonzosa derrota :  el  oportuno  restablecimiento  de  nuestras  relaciones  amistosas 
con  la  corte  del  Brasil,  y  el  paso  magestuoso  con  que  caminan  a  la  independen- 
cia las  provincias  del  Río  de  la  Plata,  destruyendo  con  energía  los  obstáculos, 
que  le  han  opuesto  la  ambición  y  el  despotismo  en  el  curso  de  26  meses.  ¿Quién 
no  ve  en  la  naturaleza,  y  en  las  circunstancias  de  "estos  acontecimientos  el  brazo 
fuerte  del  Eterno?  Solamente  una  orgullosa  obstinación  podía  desconocer  la  rea- 
lidad de  tantos  prodigios.  Abandonados  los  enemigos  del  pueblo  americano  al 
impulso  de  las  pasiones  más  furiosas,  y  desconociendo  la  fuerza  superior  que 
había  trastornado  sus  anteriores  empresas,  meditan  en  silencio  dar  un  golpe  mor- 
tal a  la  vida  de  la  patria.  Forman  sus  combinaciones,  delinean  sus  planes,  y 
quando  se  gloriaban  ya  del  triunfo,  se  descubre  el  proyecto,  se  desploma  el  edi- 
ficio, y  quedan  todos  sepultados  baxo  de  sus  ruinas. 


—  334  — 

Nada  hay  que  pueda  compararse  a  la  inicpiidad  de  estos  hombres  perversos, 
sino  la  virtud,  la  grandeza,  la  noble  generosidad,  el  heróyco  entusiasmo  del  pue- 
blo ilustre  de  Buenos  Aires.  Apenas  se  divulgó  la  noticia,  quando  todos  los  ciu- 
dadanos desatendiendo  sus  talleres,  y  abandonando  sus  familias,  y  su  sosiego 
toman  sus  armas,  y  vuelan  a  los  quarteles  para  salvar  la  patria,  o  morir  glorio- 
samente en  su  defenza.  Antes  de  dos  horas  se  hallaron  reunidos  más  de  seis 
mil  hombres :  agitados  del  contento  y  la  alegría  se  daban  los  parabienes  por  la 
ocasión  que  se  les  había  presentado  de  acreditar  su  verdadero  patriotismo :  mez- 
clados con  nuestros  valientes  veteranos  custodian  la  ciudad,  reconocen  todos 
los  puntos  del  peligro,  arrestan  varios  delinqüentes,  y  con  una  moderación  de 
que  no  hay  exemplo  en  la  historia  de  las  revoluciones,  las  presentan  a  la  auto- 
ridad sin  ultrajarlos,  ciñendo  su  entusiasmo  a  las  reglas  justas  del  orden  y  de 
la  subordinación.  Asistió  el  pueblo  a  presenciar  las  execuciones  de  los  reos  con 
aquella  magestad  que  le  distingue.  En  el  acto  de  verificarse  la  justicia  se  oía 
un  grito  unísono,  y  concertado,  que  decía  viva  la  patria:  mueran  los  traidores: 
viva  la  libertad:  perezcan  los  tiranos:  las  músicas  tocaban  las  marchas  patrió- 
ticas, y  el  pueblo  entonaba  sus  hymnos  al  triunfo  de  la  libertad  de  la  patria  con- 
tra los  esfuerzos  de  la  traición  y  de  la  tiranía.  Era  el  concurso  de  los  más  nume- 
rosos. Ancianos,  jóvenes,  niños  y  mujeres  todos  asistieron  a  complacerse  en  la 
destrucción  de  estas  fieras  monstruos  de  la  humanidad,  que  intentan  bañar  sus 
manos  sacrilegas  en  la  sangre  preciosa  de  sus  esposos,  de  sus  hijos,  de  sus 
padres  y  de  sus  amigos.  Los  patriotas  y  los  ciudadanos  de  facultades  todos  se 
abrazaban  tiernamente,  y  llorando  de  placer,  tiraban  crecidas  sumas  de  dinero 
a  la  multitud,  haciendo  esta  especie  de  libación  a  las  glorias  de  su  digna  patria. 
En  medio  de  este  entusiasmo  resplandecía  la  virtud  de  un  modo  capaz  de  con- 
mover las  almas  más  insensibles.  No  se  cometió  un  solo  exceso  contra  las  per- 
sonas y  propiedades  de  los  españoles  europeos,  aun  de  aquellos,  cuya  oposición 
al  sistema  es  notoria  a  todas  las  clases  del  estado.  ¡  Pueblo  ilustre,  pueblo  heróyco 
de  la  capital !  ¡  Tu  eres  sobre  todos  los  pueblos  de  la  tierra  el  más  digno  de  la 
libertad,  y  de  la  dicha !  ¡  Militares  de  los  cuerpos  veteranos,  vuestra  lealtad  y 
valor  son  el  .a-sunto  de  los  elogios  de  vuestro  gobierno !  ¡  Individuos  honrados  y 
beneméritos  de  la  guardia  cívica.  A-uestro  generoso  patriotismo  es  el  objeto  de 
la  gratitud  universal,  y  el  asombro  de  los  enemigos  del  estado !  ;  Magistrados 
respetables,  dignos  sacerdotes  del  Señor,  vuestro  celo  por  el  sosiego  y  la  segu- 
ridad pública  es  el  garante  mejor  de  nuestra  felicidad!  ¡Mujeres  heroínas  de 
la  América  del  Sud,  vuestro  entusiasmo  por  la  libertad  ocupaYá  muchas  páginas 
en  la  historia  de  nuestra  gloriosa  revolución ;  superiores  a  vuestro  sexo  anun- 
ciáis al  pueblo  americano  una  posteridad  venturosa !  ¡  Ciudadanos  de  todas  las 
clases,  vuestras  virtudes  os  hacen  dignos  del  respeto  y  de  la  admiración  de  las 
naciones !  ¡  Españoles,  unios  a  nuestra  causa,  desistid  3'a  del  temerario  empeño 
de  dominar  unos  pueblos,  en  que  hasta  las  mujeres  han  jurado  morir,  defen- 
diendo la  libertad  al  lado  de  sus  padres,  de  sus  hijos  y  de  sus  esposos;  venid  a 
nosotros  y   haremos   dichosa   nuestra   descendencia  I 

El  asunto  de  la  presente  conjuración  ofrece  a  primera  vista  varias  reflexiones, 
que  llaman  la  atención  del  hombre  filósofo.  Martín  Alzaga  en  una  edad  sexage- 
naria, con  un  caudal  ingente,  en  un  predicamento  respetable  en  la  sociedad,  con 
una  mujer  y  catorce  hijos,  enlazado  con  muchas  familias  de  esta  capital.  ,;  Qué 
objeto  pudo  inducirlo  a  un  proyecto  tan  horroroso?  Si  triunfaban  los  conju- 
rados, ¿podía  acaso  ignorar,  que  la  desolación  de  tantas   familias  huérfanas  debía 


—  1?.5  — 

causar  la  desgracia  eterna  de  estos  preciosos  países?  La^  esposas  que  vieran 
sus  lechos  salpicados  en  la  sangre  de  sus  maridos:  los  padres  que  con  la  muerte 
de  sus  tiernos  hijos  perdían  el  apoyo  de  su  vejez:  las  madres  que  habían  pre- 
senciado el  horrendo  asesinato  del  objeto  de  su  amor  y  de  sus  delicias:  el  amigo 
a  quien  se  le  despojaba  de  consuelo  de  su  vida:  ¿podían  dexar  de  aborrecer 
eternamente  a  los  autores  de  su  desgracia?  ¿Perderían  la  menor  ocasión  de  ven- 
gar en  la  sangre  de  sus  tiranos  la  afrentosa  mancha  con  que  se  habían  marcado 
sus  familias?  Si  sucumbían  los  conjurados  en  la  empresa  ¿quién  hubiera  podido 
contener  el  furor  de  un  pueblo  justamente  indignado?  ¿Quál  hal)ria  sido  la  suerte 
de  tantos  españoles  sensatos  y  beneméritos,  que  hacen  hoy  la  felicidad  de  tantas 
familias  americanas  ?  ¡  Ah  desgraciada  capital  de  las  provincias  unidas ! . .  .  Los 
malvados  te  habían  condenado  a  todos  los  horrores  de  la  muerte  y  de  la  desola- 
ción, por  satisfacer  su  orgullo  delinqüente  y  sus  miras  ambiciosas.  Los  mismos 
españoles  celebrarán  el  triunfo  de  la  patria  sobre  sus  pérfidos  paisanos  porque 
el  resultado  feliz  de  la  conjuración  no  podía  librarlos  de  la  amargura  y  del 
llanto  de  tantas  familias,  a  que  están  ligados  con  los  vínculos  más  estrechos  de 
la    sociedad. 

¿I    qué    motivo    han   podido   tener    estos    españoles    desnaturalizados    para    haber 
decretado    nuestro    exterminio?    ¿Por    qué    razón    los    anuericanos    naturalmente 
hospitalarios,    francos   y   compasivos   no    recogen    otro    fruto    de   estas    apreciables 
virtudes,  que  la  ingratitud  de  los  mismos  a  quienes  reciben  en  su  seno,  a  quienes 
alargan    una    mano    socorredora,    y    a    quienes    dan    sus    hijas,    su    confianza   y    su 
corazón?    ¿Por   qué    fatalidad    desprecian   la    justicia   de   nuestra   causa,    la   huma- 
nidad  de   nuestro   carácter   y   los   bienes   que   deben   prometerse   de   nuestra   trans- 
formación   política  ?    Quando    los    españoles    hubieran    recibido    algún    agravio    en 
nuestra   mudanza,   acaso   sería   disculpable   el   odio   fiero   que   profesan   a   sus   mis- 
mos  hijos ;   pero    sucediendo   lo   contrario,    parece   increíble   que   pudieran   abrigar 
en   sus   pechos   un   encono   capaz   de  precipitarnos   en   todas  las   desventuras.   Ellos 
gozan  mayores  ventajas  que  en  el  antiguo  sistema.   Mientras   que  el   infeliz   ame- 
ricano   arrostra    todas    las    fatigas   y   los    peligros    de    la    guerra,    ellos    mantienen 
su  comercio  libre  con  todas  las  naciones,  tienen  expedito  el  exercicio  de  las  artes, 
franco  el  uso   de  sus  bienes,   se  respetan   sus   propiedades,  conservan   sus   relacio- 
nes,   disfrutan    de    todas    las    ventajas    de    los    nuevos    establecimientos,    y    viven 
seguros  en  el  seno  de  sus  familias,  baxo  la  protección  del  gobierno  y  de  las  leyes. 
Ellos    gozan    del    derecho    de    ciudadanos,    obtienen    la    posesión    de    sus    antiguos 
empleos,   y   son   llamados    a   todas    las    dignidades    del    estado.   Aquellos    españoles 
generosos,   que  convencidos   de   la   justicia   eterna   de   nuestra   causa   se   han   unido 
al    pueblo    americano    para    sostener    sus    derechos    indisputables,    ocupan    cargos 
honoríficos   en   la   milicia,    en   la   magistratura,    en    la    diplomacia,   y   en   todos   los 
ramos   de   la   administración   pública,   y   ganando    con    su   patriotismo   la   confianza 
del   gobierno   y   la   estimación   de   los   pueblos   participan   como   los   americanos   de 
las   distinciones   del   honor,   y  gozan  tranquilos   de   las   dulzuras   de  la   fraternidad 
¿y   qué   no   ha   hecho,   que   haya   podido   hacer   el   pueblo    americano   en    favor   de 
los    españoles    sus    hermanos    y    compatriotas  ?    ¿  No    les    ha    convidado    mil    veces 
con  la  más  sincera  amistad?  ¿  Xo  les  ha  permitido  otras  tantas  volver  a  su  madre 
patria,    si    el    nuevo    sistema    de    nuestro    gobierno    discordaba    de    sus    principios? 
¿No  les   ha  dexado  en   la  posesión   de   sus   erradas   opiniones?   "Si:   pero  esto   no 
basta  dicen  los  ingratos  en  su  corazón.  Los  americanos  han  establecido  una  perfecta 
igualdad  con  lo<*  europeos,  y  este  atentado  cometido  contra  nuestro  orgullo  se  mi 


—  136  — 

rara  como  un  crimen  imperdonable  :  es  necesario  recobrar  el  antiguo  esplendor  de 
los  conquistadores  nuestros  antepasados,  y  lavar  con  la  sangre  americana  la  injuria 
que  se  ha  hecho  al  nombre  español.  Nosotros  los  hemos  educado  en  la  servidumbre 
y  en  el  abatimiento,  hemos  conseguido  que  el  nombre  de  criollo  se  confunda  con  el 
de  un  esclavo :  les  hemos  persuadido  que  los  españoles  forman  una  raza  privilegiada 
de  la  naturaleza,  y  que  en  diciendo  español,  todas  las  naciones  tiemblan.  ¿Qué  se  di- 
rá, pues,  de  nosotros  si  consentimos  en  la  degradación  de  subscribir  a  esta  perfecta 
igualdad  política  poniéndonos  al  parangón  de  los  criollos?  Xo,  más  vale  perecer  que 
rcbaxar  nuestro  elevado  carácter." 

Hé  aquí  el  origen  del  fanatismo  que  los  devora,  y  del  odio  inextinguible  que 
nos  profesan.  Faltos  de  recursos  para  trastornar  el  sistema,  manifiestan  en  los 
semblantes  su  desagrado.  Se  niegan  a  franquear  el  más  pequeño  socorro  a  las 
urgencias  de  la  patria :  celebran  en  sus  tertulias  los  triunfos  de  los  enemigos : 
huyen  de  nuestras  sociedades :  inventan  mil  calumnias  contra  nuestras  costum- 
bres:  invocan  el  auxilio  de  una  fuerza  extranjera:  prodigan  sus  bienes  para 
engrosar  el  poder  de  los  tiranos ;  y  viendo  la  nulidad  de  estos  arbitrios,  sordos 
a  la  voz  de  la  razón,  de  la  justicia,  de  la  humanidad  y  de  la  naturaleza  traman 
una  conspiración  para  derramar  la  sangre  de  sus  propios  hijos.  ¡  Barbarie  inau- 
dita !  Acaso  no  presenta  exemplar  de  esta  especie  la  historia  de  las  fragilidades 
del  hombre...  Decretar  la  destrucción  de  su  sangre  por  obtener  un  ascendiente 
quimérico  en  la  sociedad :  intentar  la  muerte  o  la  esclavitud  de  los  hijos  para 
que  no  sean  iguales  a  sus  padres:  arrancarles  cruelmente  una  vida  preciosa  sólo 
porque  desean  ser  libres...  ¡Qué  asombro!  ¡Qué  escándalo  para  las  mismas 
fieras !  Era  preciso  que  hubiera  sucedido  la  revolución  de  la  América  española, 
para  ver  de  todo  lo  que  es  capaz  el  hombre  entregado  a  la  fuerza  de  las  preocu- 
paciones, y  a  la  exaltación  del  fanatismo.  Estos  hombres,  que  no  se  atrevieron 
a  sublevarse  en  otros  tiempos  contra  1500  extranjeros  que  conquistaron  la  ca- 
pital para  perpetuarla  en  la  clase  de  colonias,  intentan  ahora  aniquilar  a  sus 
propios  hijos,  sin  embargo  de  reconocer  un  mismo  soberano,  unas  mismas  leyes, 
y  una  misma  religión,  y  proporcionar  a  sus  padres  las  ventajas  de  la  igualdad 
política  y  de  la  libertad  civil  ¡  desgracia  lamentable !  Pero  no  hay  remedio,  es- 
pañoles :  la  libertad  de  la  América  está  decretada  :  los  pueblos  quieren  ser  libres, 
y  lo  serán,  porque  los  americanos  todos  se  han  unido  para  sostener  sus  dere- 
chos, y  la  providencia  protege  visiblemente  su  causa.  Deponed  ese  encono  injusto 
e  impotente.  El  que  de  vosotros  demuestre  con  actos  positivos  e  indudables  su 
adhesión  al  sistema  de  la  libertad  tiene  un  derecho  de  justicia  al  premio  de  su 
mérito,  y  de  sus  virtudes :  el  que  se  declare  enemigo  toma  sobre  si  las  conse- 
qüencias  de  su  imprudente  obstinación.  Americanos  volved  a  la  quietud  de  vues- 
tras casas,  que  el  peligro  desapareció  ya  de  vuestros  hogares,  y  el  gobierno  vela 
sobre  la  seguridad  interior."   Ci) 

(5)   Por  vía  de  mayor  ilustración  de  estos  interesantes  sucesos  damos  los  siguien- 
tes documentos,  inéditos,  tomados  de  los  libros  Capitulares  de  Buenos  Aires: 
"Acuerdo  del  dia  8  de  Octubre  de  1812  (2). 
En  la  M.  N.  y  I\í.  L.  Ciudad  de  la  Santissima  Trinidad  Puerto  de  Santa  Maria 

(i)  "Gazeta  Ministerial  del  Gobierno  de  Buenos  Aires"  —  N."  14 — -Viernes  10  de  Julio  de 
1 8) 2  —  Imprenta  de  Niños   Expósitos. 

(2)  Después  de  la  muerte  del  Dt.  Carranza,  publicó  un  extracto  de  estos  documentos  en  su 
"Historia   de   .Mvear",    1913,    el   señor    Gregorio    F.    Rodríguez. 


—   lo7  — 

de  Buenos  Aires  á  ocho  de  Octubre  de  mil  ocliocientos  doze :  Habiendo  sido 
citados  por  individuos  de  las  Tropas  y  del  Vecindario  algunos  de  los  SS.  del 
Exmo.  Ayuntamiento  desde  la  una  de  la  mañana  en  adelante,  observaron  á  su 
llegada  á  la  plaza  de  la  Victoria  que  las  Tropas  de  la  guarnición,  y  algunos  ve- 
cinos se  habian  reunido  en  dicha  plaza  con  cañones  asestados  en  las  bocas-calles, 
y  dos  obuses  en  el  arco  principal  de  la  recoba  con  dirección  acia  las  casas  consis- 
toriales: en  cuio  estado  presididos  del  S.or  Gobernador  Intendente,  con  noticia 
de  que  los  individuos  del  Gobierno  se  habian  ocultado,  y  que  en  el  Pueblo  se  tra- 
taba de  hacer  una  representación,  mandaron  citar  por  los  Porteros  á  los  SS.  que 
faltaban,  los  que  sucesivamente  fueron  llegando  hasta  las  nueve  de  la  maííana,  á 
cuias  horas  congregados  que  estubieron  en  la  Sala  los  SS.  Gobernador  Intendente 
Don  IMiguel  de  Azcuenaga,  Don  Francisco  Xavier  de  Riglos, 

Movimiento  del  Pue-      y  Don  José  Pereira  de  Lucena,  Alcaldes  de  primero  y  segundo 
blo,    baxo    la    protec-  x^      .  ,  t^  -^  t  i     at        -in         ai  -i 

ción  de  la  fuerza  ar-      voto,    y    Regidores    Don    Manuel    Mansilla,    Alguacil    mayor, 

mada  pidiendo  se  for-  ^^^^  Alanuel  de  Lezica,  Don  ^Manuel  José  Garcia,  Don  Fer- 
me  un  nuevo  God." 

min   de   Tocornal,    Don   Juan   José    Cristóbal   de    Anchorena, 

Don  José  María  Yevenes,  D.or  Don  Ventura  Díaz  de  Bedoya,  Don  Carlos  Jo- 
sé Gómez,  D.or  Don  Antonio  Alvarez  de  Joiite,  Don  Manuel  de  Andrés  de 
Pinedo  y  Arroyo  y  el  Sindico  Procurador  general  Doctor  Don  Vicente  Ló- 
pez: Entraron  á  conferenciar  sobre  el  obgeto,  fines,  medidas  y  demás  concer- 
niente á  una  novedad  de  tanto  bulto;  y  antes  de  todo  expuso  el  S.or  Alcalde 
de  primero  voto  que  no  debia  concurrir  á  este  acto,  ni  tener  en  él  intervención 
alguna,  ni  debió  habérsele  citado,  por  quanto  se  hallaba  separado  del  Cuerpo 
Capitular  á  consequencia  de  los  poderes  que  se  le  habian  conferido  para  Presi- 
dente Vocal  de  la  Asamblea  extraordinaria  abierta  el  seis  del  corriente,  y  despe- 
jando la  Sala  pidió  se  resolviese  el  punto:  Y  los  SS.  reflexionando  que  la  comi- 
sión de  Presidente  Vocal  de  la  Asamblea  en  el  S.or  Alcalde  de  primero  voto,  era 
una  comisión  extraordinaria,  que  no  debia  obstar  á  las  funciones  ordinarias  de 
su  empleo  de  Alcaldes  é  individuo  capitular,  mucho  menos  en  circunstancias  tan 
apuradas,  y  quando  en  la  actualidad  no  estaba  reunida  la  Asamblea,  acordaron 
no  ser  la  Presidencia  en  comisión  un  motivo  bastante  para  que  dexase  de  inter- 
venir en  este  acuerdo ;  y  habiéndole  hecho  entrar,  y  enterándole  de  la  resolución, 

dixo  que  hacia  en  el  acto  formal  renuncia  de  su  empleo,  por 
H  el  c 6    rctiuiiciü    61 
S."'  Alc.«  de  1."  voto       que  según  habia  entendido  no  merecia  ya  la  confianza  del  pue- 

le  admUe^^"'  ^  °°  ^*  '''°'  ^  ^^^  contra  su  honor  y  contra  su  salud  el  continuar 
exerciendolo,  sobre  cuio  particular  pidió  también  declaratoria 
expresa,  despejando  la  sala.  Los  SS.  conferenciaron  el  asunto,  y  de  conformidad 
declararon  que  en  las  actuales  circunstancias  no  debia  hacerse  lugar  á  la  renun- 
cia ;  le  mandaron  entrar  y  se  le  impuso  de  la  resolución.  En  este  estado  repa- 
rando los  SS.  todos  que  las  horas  corrían,  que  no  existia  el  Gobierno,  y  que 
qualquíera  demora  podía  ser  de  consequencias  muí  perjudiciales  al  orden  y  tran- 
quilidad publica,  me  ordenaron  á  mi  el  actuario  saliese  á  exigiir  la  representación 
((ue  ya  se  habia  indicado :  salí  en  efecto,  y  regresé  con  la  contestación  de  que  aun 
no  habian  firmado  los  individuos  que  querían  subscribirla,  que  no  se  perdían  mo- 
mentos para  concluir  la  operación,  y  que  el  Exmo.  Cabildo  tubiese  la  bondad  de 
esperar  por  un  breve  rato,  á  que  se  prestaron  dichos  SS. 

Pasado  algún  intervalo  de  tiempo  se  exhibió  la  representación  por  el  D.or  Don 
Bernardo  de  Monteagudo,  con  la  expresión  de  que  aun  se  estaban  recogiendo 
firmas,  y  que  por  abreviar  lo  posible  la  entregaba  en  aquellos  términos,  la  qual  se 


leyó  inmediatamente  y  es  del  tenor  que  sigue :  "  Exmo.  Ayun- 

Bepresent.'^"   del      tamiento   de    la    Capital    de    Buenos   Aires. — Agoviado   al    fin 
Pueblo    pidiendo    se  ^  ,      7  . 

forme  un  nuevo   Go-      el  sufrimiento  publico  por  los  excesos  del  Gobierno,  y  viendo 

el  sagrado  seno  de  la  Patria  expuesto  á  recibir  un  golpe  mor- 
tal en  los  momentos  mas  críticos  y  difíciles  de  su  existencia ;  seria  un  crimen 
esperar  las  consecuencias  del  peligro,  y  no  derribar  de  un  solo  golpe  á  esos  dos 
monstruos  políticos  que  han  nacido  en  medio  de  nosotros,  y  cuio  veneno  se  ha 
derramado  en  el  corazón  del  pueblo,  poniendo  sobre  los  bordes  del  sepulcro 
nuestra  naciente  libertad.  Para  demostrar  la  urgencia  de  este  riesgo,  no  es  me- 
nester mas  que  recordar  el  estatuto  provisional  de  veinte  y  dos  de  Noviembre  y 
cotejar  su  espíritu  con  su  resultado.  El  Gobierno  en  fuerza  del  artículo  nueve  del 
mismo  Estatuto,  es  reo  de  lesa  Patria  por  haber  atentado  contra  la  libertad  civil, 
por  aspirar  directamente  a  la  tiranía,  por  fomentar  y  renovar  sin  pudor  la  mas  vil 
y  criminal  facción,  por  usurpar  escandalosamente  los  derechos  de  los  Pueblos  con- 
federados, y  por  haber  quebrantado  todas  aquellas  reglas  que  se  impuso  con  jura- 
mento, y  sancionó  la  voluntad  de  las  demás  Provincias  libres.  Bamos  al  examen. 
La  seguridad  individual  garantida  de  un  modo  publico  y  solemne,  no  ha  sido  mas 
que  un  bello  fantasma  formado  para  lísongear  las  almas  libres.  La  celebración  de 
una  Asamblea  general  en  las  dos  veces  que  se  ha  celebrado,  no  ha  servido  sino  para 
cubrir  los'crimenes  del  Gobierno,  ó  para  sancionarlos.  La  confianza  que  el  Pueblo  ha 
mostrado  en  sus  mandatarios,  no  ha  sido  sino  un  estimulo  para  que  estos  despleguen 
sus  pasiones,  opriman  y  abrumen  á  los  ciudadanos  virtuosos,  toleren  y  exalten  á  los 
enemigos  de  la  paz,  enarbolando  por  ultimo  el  estandarte  de  la  facción  y  dando  la 
señal  de  alarma  contra  todos  los  hombres  capaces  de  sostener  la  independencia  de 
la  Patria.  Es  publico  y  notorio  el  modo  ilegal  y  escandaloso  con  que  se  ha  procedido 
á  la  elección  de  los  dos  Vocales  Don  Pedro  IMedrano  y  Don  Manuel  Obligado,  ex- 
cluiendo  á  los  representantes  de  Salta  y  Jujuí,  frustrando  el  sufragio  del  suplente 
del  Tucuman,  dando  por  impedido  sin  causa  al  de  ^lendoza,  usando  los  Gobernantes 
de  scditcion  c  intriga  para  ganar  los  votos  en  la  Asamblea  á  favor  de  su  facción. 
contra  el  artículo  tercero  del  Reglamento  de  diez  y  nueve  de  febrero ;  y  preparando 
en  estas  primeras  gestiones  el  desenlace  necesario  de  un  plan  execrable,  cuio  anun- 
cio es  la  Gazeta  ministerial  de  la  semana  anterior,  donde  se  inserta  sin  la  menor 
oportunidad  el  decreto  de  las  Cortes,  en  que  se  declara  á  la  Señora  Princesa  del 
Brasil  la  mas  inmediata  sucesora  á  la  Corona  de  España  en  defecto  de  Fernando 
Séptimo.  Todos  estos  hechos,  y  otros  incontestables  que  podrían  detallarse  en  un 
prolíxo  manifiesto,  persuaden  hasta  la  evidencia,  que  el  Gobierno  y  la  Asamblea 
han  incurrido  en  el  crimen  de  lesa  libertad  civil,  haciéndose  reos  delante  de  la  Pa- 
tria cuios  derechos  han  violado.  En  esta  virtud  pide  á  V.  E.  Ijaxo  la  protección  de 
las  legiones  armadas,  la  parte  mas  sana  del  Pueblo,  que  en  el  acto  se  suspenda  la 
Asamblea,  y  cese  el  Gobierno  en  sus  funciones,  reasumiendo  V.  E.  la  autoridad  q.'' 
le  delegó  el  Pueblo  congregado  el  veinte  y  dos  de  ^laio  de  mil  ochocientos  diez :  y 
creándose  desde  luego  un  Poder  Exccutívo  compuesto  de  las  personas  mas  dignas 
del  sufragio  publico,  se  proceda  ulteriormente  y  sin  demora  á  la  convocación  de  una 
Asamblea  general  extraordinaria  que  decida  de  un  modo  digno  los  grandes  nego- 
cios de  la  comunidad,  separando  antes  de  todo  por  sospechosos  a  los  S.^es  el 
Alcalde  ordinario  de  primer  voto  Don  Xavier  Ríglos,  á  los  Regidores  Don 
Manuel  Arroyo  y  Don  Manuel  García,  y  al  Sindico  Procurador  Don  Vicente 
López:    en    inteligencia   que  estamos   resueltos   invariablemente   á   ofrecer   el    ultimo 


—   139  — 

sacrificio  á  la  lil)eríad  de  la  Patria,  antes  que  consentir  se  entronize  la  tiranía  en 
presencia  de  nuestras  armas.  El  Pueblo  espera  la  contestación  de  V.  E.  en  el  pe- 
rentorio termino  de  veinte  minutos,  y  le  hace  responsable  de  la  menor  demora : 
protesta  por  ultimo  obrar  con  dignidad,  pero  también  jura  delante  del  Eterno  no 
aliandonar  el  lugar  que  ocupa  hasta  ver  cumplidos  sus  votos.  Dios  guarde  a  V.  E. 
muchos  años.  Plaza  de  la  Victoria  en  Buenos  Aires  ocho  de  Octubre  de  mil  ocho- 
cientos doze.  Exmo.  Señor.  Doctor  Bernardo  de  Montcagudo. — Félix  José  de  Cas- 
tro—Jo.sé  Maria  Balvastro— Ramón  Larrea— Bernal)e  Larrea— José  Vares— José  To- 
rres— Francisco  Antonio  Costa — ^Linuel  Luzuriaga — Antonio  José  Tavares — Do- 
mingo Angladc — Vicente  M-  Bances — Xicolas  Pombo  de  Otero — Ciabriel  Baldoviros 
— Juan  Madera — alalias  Balvastro— Alexo  Matos — ]\Lanuel  de  Bustamante — Rufino 
Torres  y  Haedo— Francisco  Mansilla — Fray  Xicolas  Herrera — Fray  Juan  Manuel 
Aparicio— Fray  INLariano  Arteaga — Fray  Manuel  Saturnino  Banegas — Juan  José 
Martínez  de  Segovia — Pedro  Maria  Llórente — Hilario  José  de  Sosa — Fray  Antonio 
do  la  Cuesta — Fray  Cecilio  Mosqueira — José  Vicente  Chilabert — Juan  Montes  de 
Oca — Fray  Antonio  Cortes — Epitasio  del  Campo — Diego  de  Sosa — ciudadano  Fran- 
cisco Ratino— ciudadano  Francisco  Masvidal  y  ^Lalheu— Dámaso  del  Campo— José 
C.abriel  Garcia — Santiago  Silva — José  Antonio  Toledo — Saturnino  Morana — Salvadcr 
Cornet — José  Bustamante — Juan  de  Silva — Francisco  Sagui — Ignacio  Nuñez — Joa- 
quín Roigt — Carlos  Villar— Tomas  Cénela — José  Gómez— Carlos  Martin  de  Segovia — 
Mariano  Perdriel — hai  una  hrma  borrada- — Francisco  de  Doblas — José  Valentin  Gó- 
mez— Manuel  Sebastian  Leal — Félix  Victoriano  (>omez^Fernando  Genela — José  Vi- 
cente Genela — Rafael  López — ALanuel  Diaz  Velez — ^Manuel  Rods — ^larcelino  Vega — 
Gregorio  Faustino  Solía — Marcos  González — Joaquín  Correa  Morales — ^íanuel  Pablo 
Nuñez — Mariano  Ramón  de  Merlo — Pablo  de  la  calle — Manuel  Antonio  Galarza — 
Luis  Perichon — Daniel  Vidal — Eugenio  Perichon — Francisco  Bonan — Gerónimo  Mar- 
tínez—Gaspar T^Iaranti — Tomás  Clavijo — Mariano  ALartinez — José  Vicente  Barba — 
Pasqual  Matallana  —  Francisco  San-Martin  —  Valentin  Alvarez  —  José  María  de 
Echauri — Eugenio  José  Balvastro — Martin  Castañer — Xicolas  Guillermo  Mesa — Jo- 
sé Maria  Coronel  y  Guerreros — Juan  Bautista  de  la  Fuentes — José  Burgos — Aliguel 
Ambrosio  (nitierrez — Martin  José  de  Segovia — Vicente  Ribero — Tomas  de  Gomen- 
soro — D.oi'  José  López  Garcia — Manuel  González — Francisco  Eczequiel  Maderna — 
Don  Saturnino  Perdriel — Mariano  Sarasa — Ulpiano  Barreda — José  de  los  Santos 
Clavijo — Simón  Montojo — José  Maria  Romero — .\ntonío  Méndez — Bruno  Antonio 
Reynal — Manuel  Martínez — Que  ande  muera  mi  Acalde  muero  yo  José  Martinez 
— Bruno  Moranchel — Ramón  Villalon — Justo  Diana — Tomas  Martinez — Diego  Mar- 
tín Castellano — Eugenio  Porcel  de  Peralta — Juan  Ramón  Molina — Alariano  Almei- 
ra — José  Buchardo — Fray  Esteban  Porcel  de  Peralta — José  ^Mariano  Oblitas  y 
Marchan — José  Fernandez  de  Betoño — José  Julián  Arrióla — Gregorio  Mourigade — 
José  Antonio  Barrenechea — José  Manuel  Farellón — Carlos  Goldris — Rafael  Alcaraz 
— Mariano  Echal)uru — Fr.  Florencio  Rodríguez— por  la  Patria,  José  León  Banegas 
— Antonio  Garcia — Luis  Rauschezt — Bernardo  Antonio  de  Cañedo — Cláreos  Leo- 
nardo Agrelo — ^Juan  Pauleti — Francisco  Cosme  Argerich — Licenciado  Juan  Fran- 
cisco de  Azcueta — como  ciudadano,  Vicente  López — Juan  Ángel  Silva — Julián  Flo- 
res— Siendo  constantes  generalmente  hablando  los  males  que  padece  la  Patria,  y 
urgiendo  a  la  mayor  brevedad  su  mas  eficaz  remedio,  represento  al  Exmo.  Cabildo 
con  los  demás  SS.  firmados,  que  reunido  a  las  Autoridades  Subalternas  excogite  )' 
adopte,  y  aplique  sin  demora  el  que  por  generalidad  se  conceptué  para  el  presente 


—  140  — 

caso:  en  ciiia  virtud  lo  fiínio,  Fray  Julián  Perdriel  Provincial  de  Predicadores — 
Baxo  la  misma  protexta,  Fray  Cayetano  José  Rodriguez  Provine'  de  San  Fran- 
cisco; Baxo  la  misma  protexta  de  mi  Prelado  Provincial,  Fray  Ignacio  Caray, 
t.iuardian — Siendo  ciertos  los  motivos  en  que  se  funda  la  representación  de  los  qua- 
les  en  algunos  carezco  de  conocimiento,  firmo  por  bien  de  la  Patria,  Fray  José  Ca- 
simiro Ibarrola — Fray  Juan  Rafael  de  la  Madre  de  Dios,  Presidente — Absoluta- 
mente y  como  ciudadano  por  el  bien  de  la  Patria  Fray  F'rancisco  Tomas  Chambo 
— Carlos  Federico  Bárbaro — Bernardo  Ambrosio  ^Marchan — Fray  Juan  Pedro  de 
Santa  Alaria — Bernardo  de  Pereda — Juan  Antonio  Argerich — A  excepción  de  lo 
relativo  á  los  SS.  Capitulares,  Vicente  Alariano  de  Reyna — Mariano  Conde — Juan 
Porcel  de  Peralta ;  Por  don  Domingo  San  Martin,  Mariano  Conde — ^^\ntonio  Ri- 
varola — Hilario  González — Juan  Bassoli — Pedro  de  la  Cruz  Ramos— Antonio  Ba- 
bañoli — Isidoro  Posadas — Man.l  Sempol — Ildefonso  Passo — D.or  Julián  Alvarez — 
Gregorio  Gómez  Vidal — Andrés  Avelino  de  Aramburu — Mariano  Rodriguez — Pablo 
Siriaco  Garcia — Carlos  Celone — José  de  Aguirre — Pedro  Lezica — Juan  José  Salces 
— Nicolás  Antonio  Allende — Juan  Alanuel  Gómez — Luis  de  Castañaga — Ramón  Gue- 
rrero— Tomas  de  la  Mota — José  Maria  Marino — Mariano  Loreto  de  Gomensoro 
— José  Gregorio  de  Igarzabal — José  Gerónimo  Rodriguez — Francisco  Antonio  Ca- 
brera—Ambrosio Mitre— Félix  Artayeta — Manuel  Joaquin  de  Albarracin— Francis- 
co Biyagra — Melchor  Masanti — Domingo  José  Santana — Mariano  Pereira  y  ]\Iariño 
— José  Maria  Urien — Mariano  de  la  Vega — José  Maria  de  Arzac — Liberato  Bojor- 
ques — Feliciano  Vega — José  Terradel — José  Miguel  Romero — Felipe  Robles — Mel- 
chor López  y  Cosió — José  Heredia — Firmo  en  los  mismos  términos  que  expresa  la 
firma  de  Fr.  Julián  Perdriel  Provincial  de  Predicadores — D.o''  Juan  José  de  Cer- 
nada— Francisco   López — Juan    Aliguel   Arambulo — Juan    Bautista    Estanislao    Loza 

—  Manuel  Olivera  —  Tomas  Antonio  Albano  —  Juan  Bautista  Rodriguez  —  Eva- 
risto Antonio  González — Juan  Nepomuceno  Terreros — -Manuel  García — Juan  An- 
tonio Moles — Fermin  Navarro — ^Jose  Belvis — Luis  Pérez — ^Manuel  Urquiza — Ma- 
nuel Raquin  de  la  Cuesta — Tristan  Ñuño  Bades — Domingo  Trejo — Jacinto  Riba- 
daneira — Casimiro  Estrada — Felipe  Santiago  Cardoso — Patricio  Gadea — Pedro  Al- 
bano— ^José  Antolin  Rodriguez — Juan  José  Pérez — Juan  de  Cárdenas — ^Juan  Rincón 
— Domingo  Salinas — Francisco  Bravo — Lorenzo  José  IMorlote — José  Vicente  Barba 
— Juan  de  Dios  Ocampo — Enrique  Ballest-eros — José  Gutiérrez — Gerónimo  Pascual 

—  Agustin  Aguirre  —  Fernando  Olivera  —  Ramón  Arias  —  Luis  Dorrego  —  ]\Iartin 
Tompson — Por  mi  Patria,  Martin  Arellano — Pedro  Montaña — Rafael  Pereira  Lu- 
cena — Mariano  Villar — Apolinario  López — Pedro  Ximenes — ■Miguel  de  la  Rosa — 
Rufino  Martinez — Alanucl  Morilla — Francisco  Jorge  Morete — Juan  José  Albano — 
José  Ignacio  Romero — Miguel  Cortés — Santiago  Riquelme — ^Juan  Meliton  González 
— Bernardo  de  Igarzabal — José  Catan — José  Antonio  Echaburu — Baxo  la  protesta 
hecha  por  mi  M.  R.  P.  Provincial  de  ser  ciertas  las  cosas  expuestas  en  la  represen- 
tación, Fr.  Manuel  Alvariño — En  la  inteligencia  que  consulten  los  verdaderos  de- 
rechos de  los  Pueblos,  Fr.  José  Ignacio  Grela — Tomas  Rosales — Yo  el  Casique  Don 
José  Manuel  de  Minoyuye  del  Vireinato  de  Lima — Ángel  Pacheco — Francisco  Ca- 
sasola — Juan  Dionisio  Montojo — Pedro  José  de  Echague — José  Lezcano — José  Eu- 
sevio  Almiron — Manuel  Velazquez — Alexandro  Roldan  :  Respecto  de  la  separación 
de  los  individuos  del  Exmo.  Cabildo  pido  se  les  oiga  y  juzgue  como  corresponde — 
Luis  Dorrego — D.or  Francisco  Sebastiani — José  Rodríguez  de  Vida — Juan  Francisco 
Cevallos — (7regorio  l'crrari — Agustin   Rodriguez — Manuel   Alvuerne— Giaspar  Julián 


—   141   — 

de  Villafañc — Bla^  Amonio  Agiuro — Pedro  Bartoclii — José  Antonio  Santalla — Luis 
Moure — Feliciano  Torres — Miguel  Carrión — Pedro  Antonio  Orrego — Vicente  Már- 
mol— Manuel  Fernandez  de  Retoño — Francisco  Plazes — Xorherto  Rosas — Victor 
José  Islas — Hermenegildo  Rodriguez — José  Ventura  Medina— José  León — Pablo 
de  Ascoeta  —  Juan  Sarmiento  —  León  Antonio  Osada  —  (ierónimo  Muñoz  —  Pedro 
Leone— Francisco  Xavier  Rodriguez  de  Vida — Lucas  Frias — Julián  de  Corvera — 
Manuel  López — Luis  Coronel — Francisco  Picolomino — Julián  Romero — José  Elias 
Aniceto  Agüero — José  Mariano  Benites — Anastasio  Patrón — Felipe  Berdel — José 
Ignacio  Rolon — Juan  Alexo  Merchante — Ramón  González — José  María  Infante — 
Juan  Francisco  IMatoso — José  ISIanuel  del  Valle — José  Antonio  ^lartinez — Francis- 
co Villarino — ^Juan  José  Ibañez — Siriaco  Antonio  Dinero — Juan  Bautista  Padrón 
— Mariano  Leguisamon — Cirilo  de  la  Concha — Andrés  de  Aguirre — Manuel  Antonio 
de  la  Torre — Domingo  Galarza — Juan  Araujo — José  Ramón  de  la  Vega — Pedro 
José  Agrelo — José  Luis  Dupui — Atanasio  Lapido — José  Inocencio  ^loreno — Vicente 
Pelliza — Andrés  Castañares — Rafael  IMartinez  de  Segovia — Juan  Andrés  Gutiérrez 
— Francisco  Almiron — Santos  Rodriguez — José  Cervino — Manuel  Padez — Antonio 
Sosa — Tomas  José  Boyzo — Pedro  Somellera — José  Anselmo  de  los  Santos — José 
Anselmo  Romero — José  Antonio  Brin — Pedro  Isidro  Pelliza — José  de  Dupui — Te- 
niente de  Granaderos  Naturales  José  Domingo  Serrano — Francisco  Mantilla — José 
Lorenzo  de  Soria — Francisco  Robles — Miguel  Ferré — Fulgencio  Quintera — Juan 
Uriarte — Pedro  José  Cano — ]\Iatias  Guevara — ^José  Antonio  Rodriguez — Alcalde  del 
Quartel  numero  seis  Juan  Tomas  Ortiz— Santiago  Tobal — Juan  Antonio  de  Zamudio 
— Manuel  de  Echeverria — José  Manuel  Guillermo — José  Domingo  de  Urien — Quin- 
tin  Millan — Gil  Fernandez — Alexo  Cabot — Concluida  su  lectura  expuso  el  S-O^"  Al- 
calde de  primero  voto,  que  sin  embargo  de  q.^  en  el  exerci- 
Exposiciones  de  los         .  •     ,    ,  ,•  i  i-v  i      t-. 

SS.    Capitulares   cuia      cío  de  su  cargo  creía  haber  cumplido  con  Dios  y  con  la  Pa- 

Puebla'"''  ^^^'°  ^^  ^'■''''  ^e  d'i'^'^  PO^  separado,  y  se  retiró:  los  SS.  Don  Manuel 
José  Garcia,  y  don  ^lanuel  de  Andrés  de  Pinedo  y  Arroyo, 
dixeron :  Que  habiendo  sido  separados  del  Exmo.  Ayuntamiento  por  una  representa- 
ción firmada  por  un  numero  considerable  de  Ciudadanos,  en  que  se  les  tacha  de  sos- 
pechosos, estaban  bien  seguros  de  haber  cumplido,  en  quanto  estubo  a  sus  alcances, 
con  los  deberes  que  les  impone  la  Patria:  pero  que  habiendo  faltado  la  confianza  pu- 
blica, primera  qualidad  de  un  ^Magistrado  en  los  tiempos  presentes,  cedían  gusto- 
sos, y  se  separaban  obedeciendo  la  voluntad  de  sus  compatriotas  :  mas  que  quando 
todo  debe  ceder  á  la  salud  publica,  solo  el  honor  estaba  excluido  de  este  sacri- 
ficio general ;  por  cuia  razón  pedían  que  siempre  que  lo  tubíesen  por  conveniente, 
se  examínase  su  conducta,  bien  ciertos  de  que  podrían  con  este  examen  propor- 
cionar al  Pueblo  un  justo  y  debido  desengaño  de  la  honradez  con  que  han  desem- 
peñado sus  obligaciones.  El  Caballero  Sindico  Procurador  D.or  Don  Vicente 
López  expresó :  Que  habiendo  sido  separado  del  Exmo.  Ayuntamiento  en  virtud 
de  una  representación  hecha  por  el  Pueblo,  en  la  qual  se  le  sindica  de  sospechoso, 
sus  sentimientos  han  sido  siempre  los  mas  ardientes  á  favor  de  la  libertad  de 
la  América :  que  conociendo  baxo  esta  qualidad  los  males  que  ha  causado  el 
espíritu  inconsulto  del  Gobierno,  y  su  despotismo,  ha  suscrito  á  la  representa- 
ción indicada,  protestándola  en  la  parte  que  se  le  sindica,  pues  como  ha  dicho, 
ha  amado,  ama  y  amará  hasta  el  sepulcro  la  causa  que  gloriosamente  sostiene 
su  Patria,  y  sus  deseos  son  en  esta  parte  sacrificarse  con  su  heroico  pueblo,  al  qual 
esta  seguro  de  no  haber  ofendido  ni  en  obras    ni  en  palabras,  ni  en  sentimientos. 


—  142  — 

Despejada    la    Sala    por    dichos    SS.    pidió    la    ])alabia    el 

Hace  renuncia  el       S.'"'   Don  Carlos  Gómez,  y  expuso  que  por  su  parte  se  con- 
S."'-  D.  Carlos  Gómez  ■  ,        .  •        ,  i  ■'         -r  . 

y  no  se  le  admite.  sidcraba    sin    las    luces    y    conocimientos    necesarios    para 

resolver  de  un  modo  satisfactorio  al  Publico,  y  a  su  con 
ciencia  en  el  gravissimo  asunto  que  se  proponia,  que  por  lo  tanto  pedia  sé  le 
admitiese   la   renuncia   q.^   hacia   de   su   empleo   habiendo   insistido   en   ello   por 
largo  rato,  y  suplicado  se  le  permitiese  hacerla  delante  del   Pueblo,  á  todo   lo 
qual  se  negaron  los  SS.  con  atención  á  las  circunstancias.    Y  habiéndose  pro- 
puesto q.*^  para  resolver  con  mejor  acuerdo   sobre  el   grave   negocio  de  la   re- 
presentación, sería  muy  del  caso  llamar  á  los  SS.  Comandantes  de  las  Tropas 
reunidas  en  la  plaza,  á  fin  de   que  manifestasen   qual  era  el  objeto   de  aquella 
reunión,   se   determinó  asi,  y  fueron  llamados.    Comparecieron   dichos   SS.   Co- 
mandantes á  saber  Don  Francisco  Antonio  Ortiz  de   Ocampo,   del  Regimiento 
numero  dos,  Don  Jdsc  de  San   Martin  de   Granaderos  montados,  Don   Manuel 
Pinto  de  Artilleria,  Don  Román  Fernandez,  Sargento  mayor  del  Regim.to  numero 
dos.  y  Don  Carlos  Alvear  de  Granaderos  montados  :   Se  les  leyó  la  representación 
del  Pueblo,  y  se  les  hizo  entender  el  objeto  á  qre  liabian  sido  convocados:  a  que 
contestaron,   que   sin  embargo   de   tener  por  cierto  los   datos   de   la   representación, 
y  por  justas  las  quejas  del  Pueblo,  ellos  y  las  Tropas  de  su  mando  no  habian  in- 
tervenido   en    su    formación,   y    que   el   haberse    reunido   en   la    Plaza,   no    era    con 
otro  objeto  que   proteger  la  libertad   del    Pueblo,   para   que   pudiese   explicar   libre- 
mente    sus    votos    y    sus    sentimientos,    dándole    á   conocer    de    este    modo    que    no 
siempre  están  las  tropas,  como  regularmente   se  piensa,  para   sostener  los   (gobier- 
nos, y  autorizar  la  tirania ;   que   saben  respetar  los  derechos  sagrados  de  los   Pue- 
blos, y  proteger  la  justicia   de   estos:   Que  con   este  y  no  otro  designio  se   habian 
reunido   en   la  plaza,   que   estaban   á  las  órdenes   del  Exmo.   Cabildo,  y  que   si   los 
mandaba  retirar  lo  executarian  en  el  acto,   suplicando  solamente  se  trabajase  por 
el  bien  y   felicidad   de  la   Patria,   sofocando   esas   facciones  y  partidos   que   fueron 
siempre  la  ruina  de  los  Estados.  Y  los  SS.  dándoles  las  gracias  en  el  acto  por  el 
orden  que  observaban,  y  honrosos  sentimientos  que  habian  manifestado,  les   supli- 
caron que  supuesto  eran  aquellas  sus  ideas,  tomasen  parte  en  la  elección  de  suje- 
tos para  el  Gobierno,  ó  los  indicasen   al   menos  por  los   conocimientos   que  debian 
tener,  y  habrian  adquirido  por  lo  que  hubiesen  oido  al  Pueblo,  pues  que  el  Cabildo 
solo  trataba  de   complacerlo :   a  que   repusieron,   que   debía   evitarse  toda   interven- 
ción y  el  menor  influxo  de  la  tropa  en  una   elección  propia   del   Pueblo,  porque  el 
hacer  lo  contrarío,  sería  exponerse  á  la  censura   de  las   Provincias  Unidas,  y  aun 
de  las  naciones;  que  su  honor  no  les  permitía  ni  aun  indicar  los  sugetos  en  quie- 
nes   pudiese   recaer    la    elección,    y    quando    en    conferencia    privada    desnudándose 
el  Exmo.  Ayuntamiento  de  su  autoridad  por  un   momento,  pudieran  como  á  par- 
ticular   indicarle    los    sugetos    en    quienes    el    Pueblo   tiene    puestas    sus    miras,    por 
lo  que   le   han   oido,   no   es  tolerable   esa   rebaxa   en   el   Cabildo :    en   lo   que   insis- 
tieron  con    firmeza,   no   obstante   las   reiteradas   instancias   que    se   les   hicieron:    Y 
habiéndoseles   enterado   de   las   exposiciones   de   los   SS.    Don   Francisco  Xavier   de 
Riglos,   Don   Manuel  José   García,    Don    Manuel   de   Andrés   de   Pinedo  y  Arroyo, 
y  Don  Vicente  López,  porque  asi  lo  pidieron  estos  SS.  se  retiraron  haciendo  pre- 
sente al   Ayuntamiento,  que  la   Patria  descansaba  en   sus   resoluciones,  y  que   ellos 
trabajarían   incesantemente   en   mantener   el   orden   según   se   les   prevenía.   A   con- 
scquencia  entraron  los   SS.  á  tratar  sobre  los  puntos  de  la  representación  :  y  para 
satisfacer  en  algún   modo  a]    Pueblo   por  la  demora   que  pudieran  notar  en   el   des- 


—  14:;  — 

pacho,  á  causa  de  exigir  el  asunto  serias  niedilaeiones,  deteniiinaron  se  pusiese 
al  margen  de  la  representación  un  decreto  satisfactorio,  y  que  se  hiciese  enten- 
der al  Pueblo,  que  habiendo  reasumido  el  Cabildo  la  autoridad  que  le  confiaba 
procederia  sin  perder  instantes  á  resolver  lo  más  conveniente :  en  cuio  interme- 
dio, antes  de  publicarse  el  decreto,  se  personaron  en  la  Sala  los  Doctores  Don 
Julián  Alvarez  y  Don  Bernardo  Monteagudo,  á  quienes  se  les  dio  audiencia  como 
a  ciudadanos,  y  no  como  Diputados  que  dixeron  ser,  exponiendo  que  el  Pueblo 
congregado  pedia  se  despachase  el  negocio  á  la  maior  brevedad,  por  que  urgian 
los  momentos,  para  evitar  males  que  pudieran  sobrevenir,  y  que  la  voluntad  del 
mismo  Pueblo  era  que  el  Exmo.  Ayuntamiento  procediese  asociado  con  doce 
Ciudadanos  de  honor  a  la  elección  de  los  gobernantes,  con  lo  que  se  retiraron: 
y  de  mandato  de  los  SS.  publiqué  en  el  acto  el  decreto  puesto  al  margen  de  la 
representación,  cuio  tenor  es  el  siguiente:  "Sala  Capitular  de  Buenos  Aires,  Octu- 
bre  ocho   de   mil  ochocientos   doze  —  Penetrado   este   Cabildo 

Dec.t"  puesto  á  la      J^.   Jqs   justos   sentimientos   de  tan   noble   y  generoso   Pueblo, 
represent.""   del  Pue-  ,     ,   ,  i      i  t 

blo.  acepta   por   la   necesidad   del   momento   el   alto   poder   ciue   se 

le  delega;  y  consequente  a  los  honrosos  principios  que  han 
reglado  su  conducta  hasta  el  presente,  promete  sacrificar  quanto  está  á  su  alcance 
para  evacuar  á  la  mayor  brevedad  las  loables  intenciones,  é  importantissimos  obge- 
tos  de  la  representación — Azcuenaga — Luzena — Mansilla — Lezica — Tocarnal — An- 
chorena — Yevenes — Gómez— De  Jonte — D.or  Bedoya" — Y  enseguida  procedieron  á 
la  elección  de  los  doce  Ciudadanos,  que  recaió  en  Don  Ger- 
dad-"'°°co1fciura^í"i  vasio  Posadas,  D.or  Don  José  Valentín  Gómez,  Don  Mariano 
nombram.to  del  nuevo  Pe,.(i,-iel,  Don  Marcos  Salcedo,  Fray  Nicolás  Herrera,  Don 
Ramón  Larrea,  D.or  Don  Julián  Alvarez,  Don  Félix  José 
Castro,  Don  ^Manuel  Luzuriaga.  D.or  Don  José  Sosa,  Don  Pedro  Lezica.  y  Don 
Gregorio  Gómez. 

De  orden  de  los  SS.  salí  á  publicarla  para  que  el  Pueblo 
bio^dha^^^ílTccSn^"^"  manifestase  si  eran  de  su  aprobación:  y  habiéndola  publi- 
cado, se  suscitaron  algunas  disputas  en  el  concurso  sobre 
el  modo  como  debia  procederse  á  la  votación,  tanto  en  orden  á  la  idoneidad 
de  los  individuos  electos,  como  si  el  medio  adoptado  por  el  Exmo.  Cabildo  era 
el  legítimo,  ó  debia  adoptarse  otro  y  qual  fuese ;  en  cuio  estado  hice  presente 
que  el  Exmo.  Cabildo  había  procedido  á  aquella  elección  por  acceder  á  la  soli- 
citud del  Pueblo  manifestada  por  los  Doctores  Alvarez  y  Monteagudo,  y  que 
yo  debía  dar  cuenta  de  la  novedad  que  notaba  para  que  resolviese  el  Ayunta- 
miento: Y  al  acto  de  entrar  a  darla,  pidieron  los  SS.  Coman- 

Piden  aud.^  los  Co-      dantes    se   les    diese   audiencia ;    la    que   concedida    expusieron 
mand.t' '   de  las  Tro-  .  ,  ,      ,  .     ,     ,     ,  .    .  , 

pas  y  se  les  conc.'i"      que  era  muí  notable  la  variedad  de  opiniones  en  el  concurso; 

que  el  asunto  se  retardava,  y  podía  producir  males  de  mucha 
consequencía :  que  supuesto  que  el  Pueblo  en  la  representación  lo  había  facul- 
tado para  que  procediese  a  la  elección  de  los  gobernantes,  podía  y  debia  hacerla 
por  si  solo,  por  que  este  era  el  único  medio  que  consideraban  adequado  para 
cortar  los  desordenes  de  la  multitud  ;  y  se  retiraron  ofreciendo  mantener  el  orden, 
como   se  les  previno  de  nuevo. 

Al  poco  tiempo  volvió  á  entrar  en  la  Sala  el  S.»""  Coronel 
lámala*  ^1  s"*^^Co^  ^-'^'^  Francisco  Ortiz  de  Ocampo,  y  expuso  que  urgía  sobre- 
ron.'  o  campo,  estrc-  manera  el  breve  despacho,  por  que  se  iba  induciendo  cierto 
chande   la    conclusión        .  ,  ,  .      ,     ,.  ,        ■,     ,  ,         ,        ,■ 

del  asunto  tcrmento  en  la  multitud,  dimanadas  de  las  acaloradas  disputas 


—   144   — 

que  estaban  fonieiuando  ciertos  individuos,  y  que  no  debia  perderse  tiempo  para  evi- 
tar los  males  que  ya  asomaban,  sin  embargo  que  las  tropas  estaban  dispuestas  á 
mantener  el  orden :  V  habiendo  los  SS.  expresadole  que  se  hallaban  perplexos  en 
la  elección  de  los  individuos  de  que  se  debia  componer  el  Gobierno,  y  suplicadole 
les  indicase  quienes  eran  en  los  que  habia  fixado  sus  miras  el  Pueblo,  manifestó  la 
misma  repugnancia  que  antes  con  los  demás  Comandantes  fundado  en  las  mismas 
razones;  y  habiéndole  reiterado  las  instancias  a  fin  de  que  diese  alguna  luz,  conce- 
dió por  fin  diciendo  que  la  voz  general  estaba  por  el  D.o''  Don  Juan  José  Passo,  por 
Don  Nicolás  Peña  y  por  el  D.o''  Don  Antonio  Alvarez  de  Jonte,  y  se  retiró :  no 
habiendo  pasado  mucho  rato,  volvió  a  entrar  también  el  Señor  Comandante  Don 
Josc  San  Martin,  y  manifestó  con  expresiones  las  mas  enérgicas  que  no  debia  per- 
derse un  instante,  que  se  iba  aumentando  el  fermento,  y  era  preciso  cortarlo  de  una 
vez  y  se  retiró. 

Sucesivamente,  habiendo  los  SS.  decretado  la  suspensión  de  la  Asamblea,  y 
que  quedasen  sin  efecto  sus  resoluciones,  entraron  a  la  elección,  procediendo  por 
votación  en  la   forma  siguiente. 

Por  el  S.o''  Gobernador  Intendente  se  dixo :  Que  daba 
üiZm^du'ós"^.^  deiiín  ^^1  ^'oto  para  Vocales  del  Gobierno  Executivo  á  los  SS.  Don 
constituir  el  nuevo  Juan  José  Passo.  Don  Xicnlas  Peña,  y  D.oJ"  Don  Antonio 
Gol)  ■  ' , ,  ,     T 

Alvarez  de  Jonte. 

Por  el  S.°^  Alcalde  de  segundo  voto  se  dixo:  Que  daba  el  suio  á  los  SS.  Don 
Hipólito  Vieites,  Don  Nicolás  Peña  y  D.or  Don  Antonio  Alvarez  Jonte. 

Por  el  S.or  Don  Manuel  Mansilla  se  dixo:  Que  se  conforma  con  la  votación 
del   S.or  Gobernador  Intendente.. 

Por  el  señor  Don  Manuel   de  Lezica   se   dixo:   Que  se  conforma  con  la  misma. 

Por  el  S.°r  Don  Fermín  Tecomal  se  dixo :   Que  se  conforma  con  la  misma. 

Por  el  S.o'"  Don  Juan  José  Cristoval  de  Anchorena  se  dixo :  Que  daba  su  voto 
a  los  SS.  Don  Juan  José  Passo,  Don  José  San  ^lartin  y  D.*""  Don  Antonio  Al- 
varez Jonte. 

Por  el  S.o""  D.or  Don  Ventura  Diaz  de  Bedoya  se  dixo:  Que  se  conforma  con 
la  votación   del   S.or   Gob.or  Intendente. 

Por  el  S.*""  Don  Carlos  José  Gómez  se  dixo :  Que  daba  su  voto  al  S.o^  Coronel 
Don  José  San  Martin,  Don  Carlos  Alvear  y  D.o''  Don  Ventura  Diaz  de  Bedoya. 

Por  el  S.or  Don  Antonio  Alvarez  de  Jonte  se  dixo :  Que  daba  el  suio  al  D.or  Don 
Juan  José  Passo,  Don  Nicolás  Peña,  y  Don  José  San  Martin. 

Por  el  S.o""  Don  José  Maria  Yevenes  se  dixo:  Que  se  conforma  con  el  voto 
del  S.or  D.or  Don  Antonio  Alvarez  de  Jonte. 

Concluida  la  votación,  y  resultando  electos  los  SS.  D.or  Don  Juan  José  Passo, 
Don  Nicolás  Peña,  y  D.or  Don  Antonio  Alvarez  de  Jonte,  procedieron  inmedia- 
tamente á  la  elección  de  Suplente  por  el  S."""  Don  Nicolás  Peña,  mediante  su  au- 
sencia; y  recayó  á  totalidad  de  votos  en  el  S."""  Don  Carlos  Alvear,  y  mandaron 
los  SS.  compareciesen  los  SS.  Comandantes  p.a  enterarlos  de  ella  antes  de  pu- 
blicarla: Comparecieron,  y  habiéndoseles  enterado,  exclamaron  que  ya  habian 
significado  no  debia  aparecer  ninguno  de  ellos  ni  en  clase  de  Electores,  ni  en  la 
de  los  electos,  ni  tener  la  menor  intervención  en  estos  asunto?,  ni  otra  que  la  de 
proteger  la  libertad  del  Pueblo,  y  que  asi  suplicaban  encarecidamente  se  proce- 
diese a  la  elección  de  otro  suplente,  y  se  publicase  aquella  para  la  aprobación  del 
Pueblo,  valiéndose  para  simplificar  el  acto  de  la  votación,  de  rayas  y  seros,  y  se 
relirnron.    Los   SS.    Procedieron   a   nueva   elección    de    Suplente,   que   recayó   en    el 


—  145  — 

Señor  Don  Francisco  Belgrano ;  y  mandaron  se  anunciasen  al  Publico  los  elec- 
tos, exigiendo  su  aprobación  por  votos,  que  deberán  recogerse  del  Pueblo  sen- 
tándose en  papel  los  tres  Señores  electos,  y  que  cada  individuo  pasando  de  un 
ángulo  de  los  arcos  del  Cabildo  al  otro,  pongan  raya  ó  sero,  siendo  la  primera 
señal  de  aprobación,  y  la  segunda  de  reprobación;  y  diputaron  para  presenciar 
esta  operación  á  los  SS.  D.or  Don  Ventura  Diaz  d€  Bedoya  y  Don  José  Maria 

Yevenes. 

Puesta  mesa  con  todo  lo  necesario,  y  presente  los  SS.  Di- 

Votac.on  del  Pueblo      putados,   se   dio   principio   á   la   votación   en   la    forma   preve- 
Sre.    los    SS.    electos       '  '  ,  , 

p.»    el    nuevo    Gob.»      nida,  y  se  pusieron  por  los  votantes  las  rayas  y  seros  según 

el  concepto  que  formaban  de  dicha  elección,  habiendo  dado 
algunos  sus  votos  particulares  ó  con  modificaciones  y  qualidades :  el  D.or  Don 
Julián  Alvarez  lo  extendió  en  estos  términos:  Aprobados  con  la  condición  de  que 
han  de  ser  sancionados  por  la  Asamblea  inmediata,  y  sujetándose  á  la  constitu- 
ción que  se  les  diese :  El  R.  P.  Fr.  José  Ignacio  Grela :  Que  por  quanto  se  ha 
dado  por  nula  la  Asamblea  que  acaba  de  disolverse  con  el  Gobierno  electo,  queda 
suspensa  la  admisión  de  la  renuncia  del  S.o^  Vocal  Don  Feliciano  Chiclana,  y  en 
su  consequencia  ilegal  la  sostitucion :  Don  José  Alberto  Calzena  y  Echeverría : 
Que  la  elección  de  los  Vocales  se  haga  por  la  Diputación  de  los  Pueblos,  y  en 
el"  Ínterin  el  Exmo.  Cabildo  nombre  los  sugetos  que  le  parezca :  El  D.or  Don  Luis 
Dorrego :  Que  es  de  dictamen  que  los  Vocales  elegidos  por  este  Pueblo,  asocia- 
dos de  los  Diputados  de  los  Pueblos  hagan  el  nombramiento  de  los  individuos 
que  deban  componer  el  poder  executivo,  nombrando  el  Exmo.  Cabildo  un  Go- 
bierno provisorio :  El  D.or  Don  Francisco  Sebastiani :  Que  tiene  por  ilegal  el 
modo  y  forma  del  nombramiento  de  este  nuevo  Gobierno,  y  como  verdadero 
Ciudadano  hace  las  debidas  protestas :  resultando  setenta  y  tres  raías  en  el  voto 
del  D.or  Don  Julián  Alvarez. 

Concluida  la  votación,  se  procedió  á  la  calificación  en 
deq^-^^MsuUa^onlpro-  cuerpo  y  resultaron  noventa  y  seis  votos  a  favor  del  S.or 
bados  los  SS.  d.t  D.  D.or  Don  Juan  José  Passo,  y  ochenta  y  siete  en  contra ; 
Juan   José   Passo,   D.         .  ,         ,     ,  ,   ,    r^         t-^         -kt-     ,        t-.   - 

Nicolás  Peña,  y  D.'"-      ciento   setenta   y   dos   a   favor   del    b.or   Don   Nicolás    Pena,   y 

Jonte"*  °  ■^^*"^  ^*  doce  en  contra ;  ciento  quarenta  y  siete  a  favor  del  Señor 
D.or  Don  Antonio  Alvarez  de  Jonte,  y  treinta  y  cinco  en 
contra :  De  la  qual  aparecen  aprobados  por  mayoría  de  votos  los  tres  indicados 
Señores  electos :  Y  mandaron  los  SS.  del  Ayuntamiento  entren  a  exercer  las 
funciones  de  Vocales  del  Gobierno  Executivo,  para  lo  qual  se  les  deposita  la 
autoridad  baxo  las  condiciones  siguientes.  Primera  que  los  SS.  electos  compa- 
rezcan sin  perdida  de  momentos  en  esta  Sala  Capitular  á  prestar  el  juramento 
de  usar  bien  y  fielmente  de  la  confianza  con  que  les  há  honrado  el  Pueblo :  Se- 
gunda. Que  luego  que  los  referidos  SS.  presten  el  juramento,  sean  reconocidos 
por  Depositarios  de  la  Autoridad  Superior  de  las  Provincias  Unidas  del  Rio  de 
la  Plata  por  todas  las  Corporaciones  de  esta  Capital,  su  vecindario,  y  cuerpos 
militares,  respetando  y  obedeciendo  todas  sus  disposiciones  hasta  la  reunión  de 
una  Asamblea  general  que  se  verificará  dentro  de  tres  meses  precisa  é  indispen- 
sablemente procediendo  en  qualquier  caso  de  acuerdo  con  el  Exmo.  Ayuntamiento : 
■.  Tercera :  Que  los  poderes  para  esta  Asamblea  sean  con  toda  la  extensión  que 
quieran  darle  los  Pueblos.  Quarta :  Que  la  Asamblea  sea  el  Supremo  Tribunal  de 
residencia  de  todos  los  que  haian  exercido  el  Poder  executivo  desde  el  veinte  y 
cinco  de  Mayo  de  mil  ochocientos  diez.  Quinta ;  Que  la  Asamblea  formara  una 
Tomo  II  10 


—  14(5    — 

constitución  provisoria,  y  que  entre  tanto  el  nuevo  Gobierno  observará  inviolable- 
mente el  Estatuto  provisional,  á  excepción  de  los  artículos  que  se  hallan  deroga- 
dos, cumpliendo  con  especialidad  con  los  decretos  de  seguridad  individual  y  li- 
bertad de  la  Imprenta.  Sexta:  Que  el  presente  Ciobi^erno  nombrará  los  Secretarios 
que  crea  conveniente,  siendo  él  responsable  de  su  conducta.  Séptima:  Que  haia  de 
exercer  el  cargo  de  Vocal  Suplente  Don  Francisco  Belgrano  durante  la  ausencia 
de  Don  Nicolás  Peña,  á  consequencia  de  habérsele  elegido  al  efecto  á  unanimidad 
de  votos.  Octava :  Que  en  caso  de  enfermedad,  ausencia  ó  fallecimiento  de  alguno 
de  los  Vocales  del  Gobierno  provisorio,  quede  á  cargo  del  Ayuntamiento  el  nom- 
brar quien  le  subrogue.  Novena  y  ultima :  Que  haian  de  instruir  eficazmente  á  los 
Pueblos  de  la  necesidad,  justicia  y  conveniencia  de  una  tan  importante  medida 
como  la  que  se  ha  tomado ;  reservándose  el  Ayuntamiento  proponer  las  ideas  que 
juzgue  convenientes,  y  á  que  por  ahora  no  dá  lugar  la  premura  del  tiempo ;  pu- 
blicándose esta  determinación  por  bando  inmediatamente  para  que  llegue  á  noticia 
de  todos,  y  fixandose  en  los  lugares  acostumbrados. 

Acto  continuo  mandaron  que  comparezcan  los  dos  SS.  Vo- 
rec^*  1^*S*S*  Vocales  ^ales  y  Señor  Suplente,  y  se  extendió  la  formula  del  jura- 
y  Suplente  electos  p.-'  mentó  en  los  términos  siguientes :  Turan  Vms.  á  Dios  y  á 
el  Gob.o  ^ 

la  Patria  desempeñar  fielmente,  y  como  Ciudadanos  de  honor 

la  alta  confianza  con  que  los  ha  honrado  el  Pueblo  libre  de  las  Provincias  Unidas 
del  Rio  de  la  Plata,  baxo  las  condiciones  que  se  han  expresado,  y  se  contienen  en 
el  Bando  de  este  Exmo.  Ayuntam.t"?  Si  asi  lo  hiciereis,  Dios  y  la  Patria  os  llenen 
de  bendiciones,  y  sino  os  lo  demanden. 

Entre  tanto  se  habia  recibido  un  oficio  del  S.o""  Don  Juan 
del^S*'"- D  Juan  Mar-  ^^^rtin  Pueyrredon,  en  que  manifestando  haberse  ocultado 
tin  Pueyrredon,  pi-  la  noche  de  ayer,  por  haber  visto  que  faltando  la  tropa  á  la 
diendo    seleforme  ,        ,.        .  .,•  •,         •  ,  ,,^i' 

causa.  subordmacion,   se   habían    reunido   sm    orden   del   Gobierno,   y 

recelaba  algún  insulto,  pedia  se  le  formase  causa  y  oyese, 
estando  pronto  á  presentarse  en  el  momento  que  lo  determinase  este  Exmo.  Ca- 
bildo: Y  los  SS.  considerando  que  otras  atenciones  de  mayor  gravedad  llaman 
en  el  momento  toda  su  contracción,  determinaron  suspender  por  ahora  quales- 
quiera   resolución   en   este   asunto,  y  contestación   al   oficio. 

Comparecieron  üos  SS.  Vocales  electos  del  Gobierno  Exe- 
los  mievos^indi^diios  cutivo  en  el  acto'  de  andarse  publicando  el  Bando,  prestaron 
electos  p.»  el  Gob.»  el  juramento  expresado,  tomaron  posesión  de  sus  respectivos 

cargos,  y  fueron  conducidos  por  los  SS.  del  Ayuntamiento  á 
la  Real  Fortaleza  entre  victores  y  vivas  á  la  Patria ;  y  al  entrar  en  aquella,  sin 
haberse  notado  desorden  en  medio  de  un  numeroso  pueblo,  fueron  recibidos  con 
salva  de  Artilleria  en  la  Fortaleza,  y  regresaron  los  Señores  del  Ayuntamiento  á 
su  Sala  Capitular.  Con  lo  que  quedó  concluida  la  acta  que  firmaron  dichos  Señores 
de  que  doy  fé. — Testado — próxima — Mari — Juan — setenta  y  dos — no  vale — Entre 
renglones — Gaspar — vale. 

Jossepit  Pcrcira  de  Litscini  —  l'ranso  Xavier  de  Riglos  —  Ma- 
nuel de  Lesica — Manuel  Mansilla — Fermín  Tocornal — /.»  Jp. 
CristJ  de  Anchor ena — Carlos  José  Gomes — Jph.  M.co  Yevenes 
— D.o''  Ventura  Diaz  de  Bedoya — L¡cAo  Dr  Justo  José  Nu- 
ñes,  ess.J^o  pub.^o  y  de  Cav.^o. 


—    147  — 
(6)   Seüor. 

D."  José  Gervasio  Artigas  Aj-udante  Mayor  del  Cuerpo  de  Caballeria  de 
Blandengues  de  la  frontera  de  Montevideo  A  L.  R.  P.  de  V.  M.:  digo  lleno  del 
mayor  respeto: 

Sirvo  a  V.  ^í.  desde  la  creación  de  este  Cuerpo,  habiendo  empezado  de  sol- 
dado en  cuya  clase  tuve  el  honor  de  que  vuestro  Virrej^  interino  de  estas  Pro- 
vincias D."  Antonio  Olaguer  Feliú  me  comisionó  por  los  muchos  conocimientos 
que  poseia  de  estos  campos  para  salir  a  reclutar  gente  para  la  formación  del 
expresado  Cuerpo,  y  desde  4  de  Marzo  del  aiño  de  97,  hasta  24  de  Abril  del 
mismo  conduge  á  la  disposición  del  S."""  Gobernador  de  Montevideo  cincuenta 
hombres. 

Por  el  mismo  S."''  Virrej'  se  me  nombró  para  pasar  á  la  Costa  del  Arroyo 
del  Chuy  en  donde  habia  una  partida  de  cien  hombres  con  objeto  á  observar  á 
nuestros  fronterizos  portugueses  que  por  aquella  parte  acopiaban  tropas. 

Desde  esta  fecha  me  mantuve  en  aquel  apostadero,  hasta  que  los  desórdenes 
de  los  campos  cometidos  por  los  ladrones  vagabundos,  é  indios  infieles  obli- 
garoii  al  dicho  Gefe  á  mandar  salir  una  gruesa  partida,  y  á  las  órdenes  mias, 
para  perseguir,  atacar  y  aprehender  aquellos  perturbadores  de  los  habitantes 
de  la  campaña;  y  desde  10  de  Julio  del  mismo  año  permanecí  en  la  campaña, 
hasta  dos  de  ÍMarzo  de  98,  habiendo  atacado  á  los  indios  infieles  por  tres  oca- 
siones, cogidos  algunos  prisioneros,  quitádoles  mucha  caballada,  aprehendiendo 
varios  reos,  decomisando  á  los  contrabandistas  porción  de  tabaco  y  muchas 
cabalgaduras,  y  remitiendo  30  reclutas  para  el  Cuerpo.  Hallándome  en  esta 
comisión  me  honró  y  nombró  dicho  S.or  Virrey  con  el  despacho  de  Capitán 
de  Milicias  de  Caballeria  del  Regimiento  de  Montevideo  y  reunida  la  gente 
precisa  para  la  creación  del  Cuerpo  de  Blandengues  en  el  cuartel  de  Maldonado 
se  me  mandó  retirar  á  él,  y  se  me  nombró  por  Ayudante  ]Mayor  del  expresado 
Cuerpo. 

Repitiendo  sus  incursiones  los  indios  infieles  en  la  campaña  se  mandó  salir 
una  partida  de  120  hombres  á  las  órdenes  del  Capitán  del  Cuerpo,  dicho 
D.n  Francisco  Aldao,  y  para  la  dirección  de  las  partidas  descubridoras  se  me 
nombró;  y  habiendo  fallecido  dicho  Comandante  dispuso  la  superioridad  que- 
dase aquel  comando  á  mis  órdenes,  y  seguidamente  castigué  á  los  indios,  apre- 
sando varios,  matando  otros,  y  quitándoles  muchos  caballos,  estando  en  esta 
comisión  desde  3  de  Octubre  de  98,  hasta  3  de  Mayo  de  99,  que  me  retiré  á 
Malsonado:  á  los  contrabandistas  también  intercepté  algunas  cargas  de  tabac-'- 
y  varios  caballos.  En  8  de  Enero  de  800,  fui  nombrado  por  disposición  del 
S.íT  Comandante  General  de  la  campaña,  el  Marques  de  Sobre-Monte  acelerar 
los  partidos  de  los  pueblos  de  3.*°  Domingo  Soriano  y  Víboras,  á  perseguir 
desertores,  vagos  y  ladrones,  y  remitir  al  Cuerpo  doce  reclutas,  algunos  deser- 
tores, varios  vagos  a  Montevideo  y  decomisé  á  los  contrabandistas,  cuarenta 
caballos,  veinte  y  tres  muías,  y  tratando  vuestro  Virrey  el  ^Marques  de  Aviles 
de  poblar  la  frontera,  detallar  suertes  de  estancias  á  sus  moradores  y  tranqui- 
lizar la  campaña  nombró  la  superioridad  por  Comandante  General  de  pobla- 
ciones, fronteras  y  campañas  al  Capitán  de  Navio  D."  Félix  de  Azara,  y  este 
Gefe  me  pidió  por  su  Ayudante,  en  cuya  comisión  serví  hasta  la  declaración  de 
guerra  con  los  portugueses,  destinando  por  mi  dirección  los  terrenos  a  cada 


—  148  — 

poblador  y  coiiíiándome  este  Gefe  varias  comisiones.  Declarado  el  rompimientj 
pasé  con  el  Coronel  D."  Nicolás  de  la  Quintana  a  la  parte  de  Misiones  por  la 
costa  del  Arroyo  de  S.*^  María  para  impedir  la  irrupción  que  los  enemigos  in- 
tentaban hacer  por  aquella  parte  contra  los  pueblos  de  aquel  departamento, 
pero  necesitando  el  General  en  Gefe  reforzar  su  ejército  hacia  la  banda  del 
Rio  Yaguaron  por  donde  los  enemigos  tenían  considerables  fuerzas,  se  mandó 
al  Comandante  de  esta  expedición  retirarse  é  incorporarse  con  aquel  pié  de 
tropas.  Seguidamente  dispuso  el  Superior  Gobierno  comisionar  al  Coronel 
D.n  Bernardo  Lecog  para  que  con  ochocientos  hombres  de  tropa  pasase  al 
departamento  de  Misiones  con  objeto  á  la  tranquilización  de  sus  moradores  que 
persuadidos  por  el  influjo  de  los  portugueses  amenazaban  insurrección,  y  este 
Gefe  fió  a  mi  cuidado  la  dirección  de  la  ruta,  y  conservación  de  la  artillería  y 
carruage  que  llevaba.  Hecha  la  paz  con  los  portugueses,  mandó  la  superioridad 
que  sin  embargo  á  esto  pasase  dicho  Coronel  á  aquel  departamento  con  ico 
hombres  con  el  fin  del  primer  objeto,  y  á  su  solicitud  pasé  de  Ayudante,  y  en 
esta  comisión  fué  quando  mi  salud  principió  á  decaer. 

Las  continuas  fatigas  de  esta  vida  rural  por  espacio  de  seis  años  y  mas, 
las  inclemencias  de  las  rígidas  estaciones,  los  cuidados  que  me  han  rodeado 
en  estas  comisiones  por  el  mejor  desempeño  han  aniquilado  mi  salud  en  los 
términos  que  indican  las  adjuntas  certificaciones  de  los  facultativos;  por  lo 
cual  hallándome  imposibilitado  de  continuar  mi  servicio,  con  harto  dolor  mío: 
Suplico  á  la  R.'  P.  de  V.  M.  me  conceda  el  retiro  en  clase  de  agregado  á  la 
Plaza  de  Montevideo  y  con  el  sueldo  que  por  reglamento  se  señala.  Así  lo  es- 
pero de  la  grande  clemencia  de  V.  Rl.  P.  ^Montevideo  24  de  Octubre  de  1803. 


Señor. 


Señor. 


A  L.  R.  P.  de  V.  M. 

(Firmado)         Josc  Artigas. 


Este  oficial  sirve  á  V.  M.  desde  10  de  Marzo  de  1797  en  que  tuvo  su  ingreso 
en  el  Cuerpo  de  mi  cargo  en  clase  de  soldado  hasta  27  de  Octubre  del  mismo 
año,  que  pasó  á  Capitán  de  Milicias  .del  Regimiento  de  Caballería  de  Monte- 
video, en  el  que  existió  hasta  2  de  Marzo  de  1798  que  volvió  a  tener  su  entrada 
en  el  ante-dicho  Cuerpo  por  habérsele  conferido  el  empleo  de  Ayudante  ]\Iayor 
de  él,  en  cuyo  tiempo  salió  á  la  campaña  á  reclutar  el  número  de  gente  que 
expresa,  é  hizo  varias  partidas  en  ella,  pero  sin  que  pueda  yo  acreditar  de  ciertas 
las  acciones  que  manifiesta,  por  no  habérmelas  hecho  constar  para  anotarlas 
en  la  hoja  de  sus  servicios;  en  el  día  según  resulta  por  las  certificaciones  que 
acompaña  á  esta  instancia,  se  halla  imposibilitado  por  sus  achaques  de  conti- 
iniar  el  servicio,  y  solicita  que  V.  M.  se  digne  concederle  el  retiro  en  clase  de 
agregado  á  la  Plaza  de  ^Montevideo,  con  el  sueldo  del  Reglamento  á  quien  por 
sus  pocos  años  de  servicio  no  le  contemplo  acredor  al  retiro  de  agregación  á 
la  Plaza,  pero  si  por  su  imposibilidad  y  con  respecto  á  sus  cortos  méritos,  á 
que  V.  M.  se  digne  concederle  algún  sueldo  proporcionado  con  que  subsista. 

V.  M.  resolverá  lo  que  fuere  de  su  Real  agrado.  Maldonado  9  de  Enero  de  1804. 

Señor ; 

(firmado)         Cay.'"'  Ramircz  de  ArcUono. 


—  149  — 
Señor. 

Me  conformo  en  todas  sus  partes  con  el  dictamen  del  Comandante  del  Cuerpo, 
por  hallarlo  arreglado  á  justicia,  y  á  las  circunstancias  que  concurren  en  el 
oficial  suplicante. 

V.  M.  resolverá  como  fuese  de  su  Real  agrado.  Buenos  Aires  14  de  Enero 
de  1804. 

Señor. 

(firmado)         El  Monjiles  de  Sobrc-Monfc. 

Señor. 

D.'i  Josef  Artigas  Ayudante  :Mayor  del  Cuerpo  de  Blandengues  de  ^Montevideo  á 
V.  M.  con  la  sumisión  de  su  fiel  vasallo  le  hace  presente :  que  el  año  de  g5  sentó  Pla- 
za de  Soldado  en  el  expresado  Cuerpo,  y  desde  aquel  instante  obtubo  la  Comisión 
de   hacer    reclutas    correspondientes    á    las    Compañías    que    devian    levantarse    por 
cuenta  de  V.  M.  rehuniendo  para  ellas  el  número  de  dos  cientos  y  mas  hombres 
sin-  dispendio   alguno   de   buestro    Real   Herario,   haviendosele   comisionado   en   la 
misma  clase  con  el  mando  de  varias  partidas  dirigidas  al  celo  de  la  Campaña  y 
Fronteras   del    Rio    Santa-lMaria   para  perseguir   los   Ladrones,    Contravandistas   é 
Infieles,  en  cuyo  desempeño  consiguió  no  solo  aprehender  Individuos  de  aquellas 
clases,  sino  también  quitarles  mas  de  dos  mil  cavallos  cuio  maior  número  quedó 
á  favor  de  la  Real  Hacienda  obligando  por  sus  servicios  á  los  Gefes  á  que  le  dis- 
tinguiesen con  el  grado  de   Capitán  de  Milicias,  y  seguidamente  el  de  Ayudante 
mayor  del  propio  Cuerpo  de  Blandengues  que  obtubo  pasado  á  penas  el   año  de 
la  creación   del   referido   Cuerpo,   en   el  qual   empleo   ha   echo   cinco   considerables 
campañas,    en   las   que   ha    desecho    y    destrozado    diferentes    quadrillas    de    Indios 
Infieles,   con   aprehensión   igualmente   de   Ladrones,    Contravandistas   y   numerosas 
caballadas  á  favor  de  V.  M.,  siendo  de  notoria  utilidad  el  servicio  que  hizo  en  la 
Expedición  del  Brigadier  D.n  Félix  de  Azara  á  situar  las  Poblaciones,  y  villa  de 
Batoví   en   la   Frontera   de    Santa-Maria  por  la   dirección   que  le  presentaron   sus 
prácticos  conocimientos,  como  todo  debe  constar  de  su  antecitada  Instancia,  á  cuyos 
Documentos  es  necesario  que  se  refiera  por  hacer  este  recurso  desde  la  Campaña 
en  mas  de  cien  leguas  de   distancia  de  la  Plaza  de  Montevideo   acompañando  al 
Comandante  Principal  en  la  Expedición  de  su  mando,  sin  embargo  de  los  graves 
padecimientos    que    sufre    el    Exponente    por    haverle    significado    serle   precisa    su 
Persona ;  é  igualmente  la  presente  Campaña  á  que  fué  comisionado  por  el  actual 
Virrey  Marqués  de  Sobre-Monte,  entonces  Sub-Inspector  é  interino  en  aquel  cargo 
por  la   repetición  de  los  robos  é   irupciones  con   que  los  Barbaros  ostilizaban   las 
Vidas  y  Haciendas  de  los  Criadores  y  Hacendados  de  estos  Campos  en  la  que  há 
aprendido  mas  de  setenta  Infieles,  Ladrones  y  Contravandistas,  y  sobre  mil  cava- 
llos que  há  entregado  al  actual  Comandante  Principal  de  la  Campaña  el  Theniertte 
Coronel   D.^i   Francisco  Xavier   de  Viana,   sintiéndose  por  lo   mismo  en   su   salud 
con  extremo  quebranto ;  por  lo  qual  á  principios  del  año  pasado  dirigió  a  V.  M. 
por  el  conducto  de  sus  respectivos  Gefes  una  Instancia  con  inclusión  de  las  certi- 
ficaciones de  dos  facultativos  que  autorizaban  su  quebrantada  salud  destruida  Señor 
en  buestro  Real   Servicio  al  que   sin  embargo   de  su  estado  prefirió  á  su   propia 
vida,  desempeñando  en  medio  de  sus  mas  criticas  y  peligrosas  Comisiones  que  se 


—  lóO  — 

le  han  confiado  animado  siempre  por  aquellos  esfuerzos  en  que  la  piedad  de  V.  M. 
atenderia  su  instancia  dirigida  en  solicitud  de  su  retiro  por  los  males  expresados, 
la  qual  Instancia  le  fué  negada  por  V.  M.  en  unas  circunstancias  que  por  la  gra- 
vedad de  ellas  le  imposibilita  la  continuación  en  buestro  R.l  Servicio  como  lo  Tes- 
tifica la  adjunta  Certificación  del  Cirujano  D."'  Ignacio  Garcia  de  la  Expedición 
del  mando  del  Comandante  general  de  esta  Campaña  el  Theniente  Coronel 
D."  Francisco  Xavier  de  Viana :  Por  tanto 

A  V.  M.  Suplica  rendidamente,  á  su  piedad  y  justicia,  le  conceda  la  Licencia 
absoluta  que  solicita  sin  otro  requisito.  Campamento  de  Taquarembó-chico. 

20  de  Marzo  de  1805. 

Señor. 

A.  L.  R.  P.  de  V.  M. 

(Firmado)  Josc  Artigas. 

Señor. 

Los  padecimientos  de  este  oficial,  lo  imposibilitan  cada  vez  mas  para  continuar 
en  el  servicio  de  V.  M.  según  lo  acredita  por  la  certificación  del  facultativo  que 
acompaña  á  esta  instancia,  en  cuya  virtud,  y  con  consideración  al  mérito  que  ha 
contrahido  en  el  tiempo  que  sirve,  le  contemplo  acrehedor  á  que  la  Real  Piedad 
de  V.  ^I.  se  digne  concederle  la  Licencia  que  solicita,  distinguiéndole  con  el  goce 
del  fuero  Militar,  y  uso  de  uniforme  de  Retirado. 

V.  M.  resolberá  lo  que  fuere  de  su  Real  agrado.  Villa  de  Meló  8  de  Abril  de  1805. 

Señor. 

(Firmado)    Cay»^  Raiitircc  de  Arcllauo. 


Señor. 

Este  Ayudante  mayor  hace  constar  en  la  Certificación  que  acompaña  hallarse 
imposibilitado  de  poder  continuar  en  el  Servicio,  y  aunque  por  Real  Orden  de  19 
de  Junio  de  1804  no  tubo  á  bien  V.  jM.  concederle  el  retiro  que  solicitó,  como  sus 
dolencias  no  han  terminado,  y  le  impiden  el  desempeño  de  los  deberes  de  su  em- 
pleo, le  considero  acrehedor  á  la  gracia  que  pide  en  los  términos  que  expresa  su 
Comandante  sobre  que  resolberá  V.  M.  como  fuere  de  su  Real  agrado.  Buenos 
Aires  31  de  Mayo  de  1805. 

Señor. 

(Firmado)   Pedro  de  Arze. 


X."  104. 

Al  S.'"  D."  Juan  Manuel  Alvarez. 

Buenos  Aires  Octubre  19  de  1799. 

Ex.mo    S.or 

Después  de  extendido  y  comprendido  en  índice  el  oficio  que  dirijo  á  V.  E.  en 
■esa  ocasión  con  el  número  100  por  el  que  manifiesto  lo  que  he  estimado  conve- 
niente en  corroboración  del  concepto  de  preferencia  que  formé  á  favor  del  te- 
niente del  Cuerpo  de  Blandengues  de  Montevideo  D."   Miguel   Borraz   respecto  al 


—  151 


ayudante  mayor  de  él  D.n  José  Artigas  para  obtener  la  tercera  compañía  vacatrte 
en  el  mismo  Cuerpo,  me  ha  pasado  este  Sub-Inspector  el  adjunto  memorial  del 
citado  Borraz  en  que  solicita  se  digne  S.  M.  declarar  á  su  favor  dicha  preferencia 
de  antigüedad. 

Esta  pretención,  sin  embargo  de  lo  que  expone  en  sus  informes  el  mismo  Sub- 
inspector y  el  Comandante  del  Cuerpo  la  considero  muy  justa,  asi  por  lo  que  dejo 
expuesto  en  mi  citado  oficio  acerca  del  origen  que  tuvo  la  entrada  de  Artigas  en 
el  servicio  y  el  extraño  medio  con  que  se  le  proporcionó  su  rápido  ascenso  de 
soldado  á  ayudante  mayor,  como  porque  la  antigüedad  que  este  tenia  de  capitán 
de  milicias  era  menos  de  la  que  Borraz  tenia  en  la  clase  de  teniente,  cuya  cir- 
cunstancia me  ocultó  también  d  Sub-Inspector  en  la  consulta  que  hizo  para  arre- 
glar las  antigüedades  de  los  oficiales  del  mismo  Cuerpo,  lo  que  hago  presente  á 
V.  E.  para  su  superior  inteligencia  y  determinaciones  que  considere  correspon- 
dientes. 


El  Virrey  de  Buenos  Aires  apoya  la  adjunta  instancia  del  teniente  del  Cuerpo 
de  Blandengues  de  Montevideo  D."  Miguel  Borraz  dirigida  á  que  se  le  declare  la 
preferencia  de  antigüedad  respecto  á  la  del  ayudante  D."  José  de  Artigas. 


N."  ICO. 

Al  S.°''  Juan  Manuel  Alvarez. 

Buenos  Aires,  Octubre  19  de  1799. 
Exmo.  Señor. 

Por  oficio  de  31  de  Julio  último  N.°  61  con  que  dirijí  á  V.  E.  las  propuestas 
de  la  3."  compañía  del  cuerpo  de  blandengues  de  Montevideo  y  sus  resultas  espuse 
entre  otras  cosas  que  no  hallaba  justa  la  preferencia  que  se  daba  para  ella  al  ayu- 
dante don  José  de  Artigas  respecto  al  teniente  Miguel  Borraz  pues  este  tenia 
de  servicios  cerca  de  21  años  en  cuerpo  de  veteranos  en  su  actual  clase  y  las 
de  Alteres  y  cadete:  y  aquel  solo  tenia  16  a  17  meses  de  tales  servicios  que  á  dife- 
rencia de  los  que  se  hacen  en  las  milicias  de  que  era,  son  continuados  y  no  inte- 
rrumpidos por  años  enteros  como  en  ellas. 

Por  entonces  no  pude  hacer  otras  reflecciones  en  favor  del  citado  Borraz  por 
falta  de  mas  conocimientos  pero  con  motivo  de  instancia  que  ha  hecho  este  ofi- 
cial reclamando  sobre  la  preferencia  de  antigüedad  con  que  se  ha  considerado 
á  Artigas,  me  he  impuesto  de  que  este  ayudante  sentó  plasa  de  soldado  en  10  de 
Marzo  del  97  en  dicho  cuerpo  de  blandengues  (aunque  se  ocultó  esta  circuns- 
tancia en  la  propuesta)  y  en  virtud  del  indulto  que  se  publicó  para  tener  gente 
con  que  formarlo :  que  supcistió  pasando  revista  como  tal  soldado  hasta  27  de  Octu- 
bre del  mismo  año  en  que  mi  inmediato  antecesor  le  expidió  despacho  de  Capitán 
de  milicias  de  Montevideo,  y  ya  en  esta  clase  y  la  mera  intermición  de  4  á  5  meses 
le  nombró  por  ayudante  mayor  de  él  en  2  de  Marzo  de  98:  hechos  á  la  verdad  que 
manifiestan  la  idea  de  anteponerlo  á  todos  los  tenientes  del  mismo  cuerpo  que  la- 
braron su  carrera  con  conocidas  fatigas  y  acosta  de  muchos  años  de  contracción  al 
servicio.  Lo  que  he  hallado  debido  hacer  presente  á  V.  E.  en  corroboración  del 
concepto  de  preferencia  que  formé  á  favor  del  citado  Borraz. 


152" 


El  virrey  de  Buenos  Aires  corrobora  el  concepto  de  preferencia  que  manifestó 
á  favor  del  teniente  Don  Miguel  Borraz  respecto  al  ayudante  mayor  Don  José 
Artigas  quando  dirijió  la  propuesta  de  la  3."  compañia  vacante  en  el  cuerpo  de 
blandengues  de  ^íontevideo  en  que  sirven. 


Señor. 

Hallándose  vacante  en  el  CiKrpo  de  Caballeria  de  Blandengues  de  la  1  ren- 
tera de  Montevideo  que  está  á  mi  cargo  la  3."  compafíia  que  servia  el  Capitán 
D.n  Fracisco  Esquivel  y  Aldao  por  haber  fallecido;  y  siendo  preciso  proveerla 
en  persona  de  conducta,  valor  y  aplicación,  propongo  á  V.  M.  usando  de  la  facul- 
tad que  me  tiene  concedida. 

En  primer  lugar.  A  D."  José  Artigas  Ayudante  mayor  del  expresado  Cuerpo, 
que  sirve  á  V.  M.  de  un  año,  ocho  meses  y  diez  y  nueve  dias  á  esta  parte;  los 
cuatro  meses  y  cinco  dias  de  capitán  de  milicias ;  diez  meses  en  su  actual  empleo 
con  nombramiento  del  Virrey  y  Capitán  General  de  estas  Provincias;  y  los  seis 
meses  y  catorce  días  restantes  con  Real  Despacho. 

En  segundo  lugar.  A  D."  Miguel  de  Borraz  Teniente  de  la  6.*  compañia  del 
mismo  Cuerpo,  que  sirve  á  V.  M.  de  veinte  años,  once  meses  y  veinte  y  seis  días 
á  esta  parte :  los  ocho  años  veinte  y  seis  de  cadete ;  dos  años,  seis  meses,  dos 
dias  de  portaguión ;  ocho  años,  siete  meses,  cinco  dias  de  alférez ;  un  año,  tres 
meses,  nueve  dias  en  su  actual  empleo  con  nombramiento  del  Virrey  y  Capitán 
General  de  estas  Provincias ;  y  los  seis  meses  y  catorce  días  restantes  con  Real 
Despacho. 


Exmo.  Señor. 

Desde  los  primeros  momentos  en  q.e  por  una  consecuencia  del  tratado  de  paci- 
ficación marchó  el  Ejército  Oriental  en  retirada,  hice  uso  de  cuantos  medios  es- 
taban á  mis  alcances  para  evitar  la  emigración  asombrosa  de  los  vecinos  y  fami- 
lias  q.c  me    seguían.    Considerando    los   embarazos   q.e   presentarían   para    la   acti- 
vidad de  mis  marchas,  las  dificultades  y  tropiezos  q.e  ellas  mismas  debían  expe- 
rimentar, y  los  pocos  auxilios  q.e  yo  podría  ofrecerles,  y  preeviendo  de  otra  parte 
q.c  llegaría  el  caso  de  ser  de  necesidad  formar  de  ellas  un  establecimiento  en  q.e 
faltarían  mil  recursos  para  aliviar  su  triste  suerte,  no  perdoné  alguna  dilig.a  para 
persuadir  á  todos  de  los  veneficios  q.e  resultarían  al  estado  y  á  ellos  mismos  de 
la  permanencia  en  sus  hogares.  Mis  circulares  publicadas  por  bando  en   todos  los 
pueblos  son  prueba  de  esta  verdad.  Nada  ha  sido  bastante  para  impedir  la  emigra- 
ción, ó  casi  puede  decirse  despoblación  de  esta  Campaña,  y  si  V.  E.  formase  una 
idea  de  las  indecibles  penalidades  y  trabajos  q.e  estos  patricios  sufrían  para  llevar 
al  cabo  su  resolución,  se  convencería  de  q.^  cuando  una  triste  experiencia  no  era  ca- 
paz de  arredrarlos  en   su  decidido  empeño,  debían  también   ser  vanas  todas   mis 
persuaciones  y  diligencias. 

Yo  no  ocultaré  á  V.  E.  q.e  por  un  contraste  singular  de  las  circunstancias,  mi- 
raba con  un  secreto  placer  la  determinación  magnánima  de  mis  paisanos  en  el 
acto  mismo  q.e  temía  fuese  un  obstáculo  para  los  movimientos  militares ;  y  si 
me  consideraba  en  !a  necesidad  de  contribuir  á  su  quietud  por  todos  los  medios, 
también  conocía  una  obligación  sagrada  de  auxiliarlos  en  lo  posible,  una  vez 
puestos  bajo  la  protección  de  ese  superior  Gov.no  Ellos,  después  de  haber  experi- 
mentado toda  clase  de  males  desde  q.e  empezaron  por  su  libertad,  y  cuando  V.  E- 


—  J53  — 

se  afanaba  en  hacer  soportables  sus  infortunios,  asegurándoles  el  favor  q.^  podia 
del  Gobierno  de  Montevideo,  daban  á  V.  E.  y  al  Mundo  todo  la  prueba  mas  rele- 
bante  de  su  patriotismo  haciendo  el  último  de  los  sacrificios  por  hallar  un  asilo 
libre.  Si  los  habitantes  de  la  Paz  dejaban  su  suelo  por  huir  de  un  Tirano  q.e  vestia 
desolación  por  todas  partes,  estos  abandonaban  todo  por  vivir  lejos  de  otro  q.e  les 
ofrecía  su  favor ;  y  este  paso  debe  ser  tan  terrible  para  los  ministros  del  despotis- 
mo, como  satisfactorio  para  un  Gobierno  popular. 

Aunque  nuestra  situación  no  permite  tomar  una  relación  bastante  exacta,  in- 
cluyo á  V.  E.  el  padrón  q.e  se  ha  formado  de  las  familias  q.e  siguen  á  este  ejér- 
cito: por  él  verá  V.  E.  q.*"  su  total  asciende  á  cuatro  mil  treinta  y  una  almas,  y 
conocerá  q.^  un  número  tan  considerable  entorpecería  demasiado  mis  operaciones 
en  lo  sucesivo,  y  q.e  ya  es  tiempo  de  señarlarles  un  establecimiento,  en  cuya  elec- 
ción consiste  acaso  todo  cuanto  en  estas  circunstancias  puede  hacerse  en  su  favor. 
Ellos  solicitan  ocupar  el  punto  de  la  Concepción  del  Uruguay,  donde  la  abund.a 
de  terrenos,  su  fertilidad,  la  población  actual  y  las  relaciones  comerciales  harán 
más  fácil  su  colocación  y  menores  sus  privaciones ;  y  yo  creo  q.*'  las  circunstancias 
todas  presentan  un  motivo  de  conveniencia  en  q.^  sean  cumplidos  sus  deseos. 

V.  E.  conoce  bien  q.e  la  situación  del  arroyo  de  la  China  debe  considerarse  como 
un  entre-puerto  de  consecuencia  para  todos  los  puntos  q.e  abraza  el  rio :  la  faci- 
lidad de  fortificarle  y  sostenerle,  y  las  demás  ventajas  q.e  ofreceria  si  las  tropas 
portuguesas  nos  obligacen  de  nuevo  á  tomar  posición  en  la  Banda  Oriental,  y 
de  otra  parte  las  utilidades  q.e  resultarán  al  estado  de  darle  un  fomento  rápido 
en  su  población,  artes,  agricultura  y  comercio,  cual  adquirirla  sin  duda  con  el 
establecimiento  de  este  numeroso  pueblo,  me  hacen  creer  q.e  V.  E.  llevará  á  bien 
las  ideas  de   estos  vecinos. 

Aunque  el  punto  indicado  se  halla  comprehendido  en  la  jurisdicción  señalada 
á,  Montevideo,  pero  como  los  mismos  tratados  permiten  q.^  se  concluya  amisto- 
samente alguna  duda  q.e  pueda  ocurrir,  estos  ciudadanos  creen  q.e  V.  E.  hallará 
razones  para  acordar  con  aquellos  gefes  la  ocupación  de  ese  pueblo,  q.e  teniendo 
solo  la  guarnición  necesaria  por  nuestra  parte,  debe  causarles  pocos  celos  con- 
siderado   como    establecimiento    militar. 

Mis  atenciones  de  gefe  no  me  permiten  dedicarme  á  especulaciones  detenidas 
sobre  los  auxilios  y  provid.s  venéficas  hacia  estos  vecinos,  q.e  pueden  considerarse 
como  la  plantación  de  un  pueblo  nuevo  pero  la  sabia  penetración  de  V.  E.,  te- 
niendo presente  su  situación  y  sus  necesidades,  nada  oilvidará  de  cuanto  conduzca 
á  mejorar  su  suerte,  particularmente  sobre  asignación  de  tierras  y  provisión  de 
instrumentos  para  su  cultivo  y  para  formación  de  habitaciones. 

Creo  de  mi  deber  elevar  á  la  consideración  de  V.  E.,  q.e  además  del  precioso 
tiempo  q.e  debe  invertirse  en  el  paso  del  Uruguay  por  este  punto,  luego  q.e  se 
halla  verificado,  me  veré  en  la  necesidad  de  detener  mis  marchas  en  el  pueblo 
del  Salto  hasta  recibir  la  resolución  de  V.  E.  sobre  el  establecimiento  de  las  fami- 
lias;  estas  no  podrían  absolutamente  continuar  mis  estaciones  por  un  territorio 
donde  carecerían  aun  del  preciso  alimento,  sobre  las  demás  necesidades  de  todas 
clases:  por  todo  contemplo  ser  de  la  mayor  conveniencia  q.^  V.  E.  avise  con 
la  mayor  prontitud  sus  determinaciones;  teniendo  presente  q.e  las  partidas  por- 
tuguesas continúan  sus  incurciones  y  puede  decirse  piraterías  hasta  estas  inme- 
diaciones, y  q.e  con  notable  transgresión  de  los  tratados,  no  solo  han  continuado 
sus   movimientos   después    de   su   conclusión,   sino   q.e   atrevidamente   han    ocupado 


—  154  — 

los  interesantes  puntos  de  Colonia,  Mercedes,  Arroyo  de  la  China,  Gualeguay,  C.ua- 
leguaychú  y  Belén,  después  de  haber  escandalosamente  saqueado  el  pueblo  de  Man- 
dizobi  y  varias  estancias  intermedias. 

Estoy  persuadido  q.e  V.  E.  mirará  con  el  mayor  interés  la  protección  de  las 
familias  orientales  q.e  han  acumulado  sacrificios  de  toda  especie  por  la  causa 
de  la  patria  y  q.e  ofrecen  á  V.  E.  una  oportunidad  singular  de  demostrar  sus 
sentimientos  venéficos;  y  yo,  á  quien  ellas  consideran  como  móvil  de  la  alarma 
general  de  la  Campaña,  de  q.^  han  resultado  estas  consecuencias,  me  determino 
á  suplicar  á  V.  E.  oiga  sus  votos  y  por  un  efecto  de  la  generosidad  q«  le  distin- 
gue, dispense  su  auxilio  á  estos  desgraciados  como  al  mejor  ornamento  de  las 
almas  libres. 

Dios  guarde  á  V.  E.  m.s  a.s. 

Cuartel  General  del  Salto  14  de  Diciembre  de  181 1. 
Exmo.   Señor. 

(Firmado)  José  Artigas. 
Exmo.  Gobierno  Superior  de  las  Provincias  Unidas  del  Rio  de  la   Plata. 


(7)  Nació  en  Buenos  Aires  el  4  de  marzo  de  1773.  En  los  primeros  años  de 
su  edad  fué  llevada  á  Montevideo  y  en  1793  sentó  plaza  de  cadete  en  el  ejército. 
Combatió  en  la  Banda  Oriental  contra  indios  y  portugueses  en  el  servicio  de  fronte- 
ras y  fué  de  los  bravos  defensores  de  Montevideo  contra  los  ingleses  en  1807.  Pri- 
sionero en  el  asalto  de  esta  ciudad  el  3  de  febrero,  fué  enviado  en  esta  condi- 
ción a  Inglaterra,  de  donde  pasó  a  España  sirviendo  en  un  cuerpo  de  Caba- 
llería hasta  1810  que  regresó  al  río  de  la  Plata  y  habiéndose  incorporado  á  la 
revolución  le  fué  conferido  el  empleo  de  teniente  coronel  en  marzo  de  1811, 
el  de  coronel  en  1812  y  el  de  brigadier  general  en  1814.  "En  el  curso  de  mi  ca- 
rrera", dice  en  su  autobiografía,  "hé  obtenido  cinco  despachos  de  general  de 
ejército  de  operaciones  en  distintas  provincias,  tres  de  inspector  y  comandante 
general  de  armas  en  diversos  períodos  en  la  de  Buenos  Aires;  del  mismo  modo, 
dos  de  jefe  de  Estado  Mayor  General  con  el  mando  también  de  armas;  un 
título  de  gobernador  intendente  y  jefe  político  y  de  policía  de  la  misma  ciudad, 
más  un  despacho  de  presidente  de  Charcas,  tres  nombramientos  de  Director 
Supremo  de  las  Provincias  Unidas  del  río  de  la  Plata,  uno  de  Ministro  de  Gue- 
rra y  Marina,  otro  de  presidente  del  Consejo  de  oficiales  generales  establecido 
en  aquella  Capital,  y  por  último  un  diploma  de  agente  de  negocios  cerca  del 
gobierno  argentino  por  el  Estado  Oriental.  Pasé  a  ésta  por  segunda  vez  á  fines 
del  año  29  nombrado  gobernador  y  capitán  general  provisorio,  terminada  que 
fué  la  guerra  con  el  Brasil;  después  de  haber  cesado  en  este  empleo  fui  electo 
jefe  de  E.  M.  General  y  desempeñé  al  mismo  tiempo  el  cargo  de  Presidente  de 
la  Junta  de  Higiene  Pública;  últimamente  hé  servido  también  en  esta  República 
el  cargo  de  Ministro  de  Guerra  y  Marina  del  que  me  separé  en  febrero  de  1840 
por  mi  quebrantada  salud". 

Como  general  en  jefe  del  ejército  sitiador  venció  en  el  "Cerrito"  y  puesto  al 
frente  de  la  tercera  expedición  al  Alto  Perú  fué  derrotado  en  "Sipe  Sipe".  Di- 
rector Supremo  de  la  Nación  en  181 5  y  19,  cayó  del  poder  entre  el  polvo  de  la 
derrota  de  "Cepeda"  que  le  fué  infligida  por  los  anarquistas  del  litoral.  Murió 
en  Montevideo  en  18  de  noviembre  de  1844. 


—  155  — 

Su  capacidad  militar  fué  escasa,  ni  se  distinguió  por  la  energía  de  su  carácter. 
Sirvió  a  la  patria  con  sinceridad  y  perseverancia,  y  cuando  en  1891  el  gobierno 
argentino  pretendió  repatriar  sus  restos  a  indicación  de  un  grupo  de  distingui- 
dos ciudadanos,  el  uruguayo  no  accedió  por  las  razones  de  que  informan  los 
siguientes  honrosísimos  documentos: 

Buenos  Aires,  Junio  18  de  1891. 

Excmo.  Señor: 

Repetidos  actos  de  reparación  histórica  comprueban  que  ha  llegado  la  época 
del  juicio  tranquilo  e  imparcial  para  los  hombres  públicos  y  los  guerreros  que 
tuvieron  participación  en  la  lucha  y  la  labor  política  por  la  independencia  na- 
cional, y  es  un  deber  de  patriotismo  y  de  gratitud  no  excluir  de  los  honores 
postumos  merecidos  a  ninguno  de  los  que  en  ese  período  descollaron  por  sus 
servicios  y  sus  hazañas. 

Muchos  de  aquellos  beneméritos  ciudadanos  fallecieron  en  territorio  extran- 
jero, ya  en  las  campañas  libertadoras  de  los  ejércitos  argentinos,  ya  proscritos 
del  suelo  patrio  durante  la  tiranía  y  sus  restos  permanecen  hasta  hoy  esperando 
la  repatriación  triunfal  a  que  son  acreedores,  para  que  en  no  lejano  día  puedan 
reposar  en  el  Panteón  Nacional  que  la  República  erigirá  a  sus  proceres. 

Inspirándose  los  suscritos  en  el  sentimiento  elevado  de  justicia  que  hoy  exis- 
te para  los  fundadores  de  la  nacionalidad  argentina,  se  han  constituido  en  co- 
misión para  recabar  el  concurso  de  los  poderes  públicos  y  del  pueblo,  a  fin  de 
reunir  en  el  suelo  de  la  patria  los  restos  de  los  ilustres  soldados  y  hombres 
públicos  de  la  independencia  que  están  sepultados  en  países  extranjeros,  y  es 
en  esta  virtud  que  tienen  el  honor  de  presentarse  por  intermedio  de  V.  E.  al 
Excmo.  Gobierno  de  la  Nación,  solicitando  su  cooperación  para  la  repatriación 
de  las  cenizas  del  Brigadier  General  Martín  Rodríguez,  del  Brigadier  General 
y  ex  Director  del  Estado  José  Rondeau,  de  los  Generales  Félix  Olazabal  y 
Elias  Galván  y  del  Coronel  Juan  José  Quesada  que  se  encuentran  en  el  terri- 
torio de  la  República  Oriental  del  Uruguay.  Los  cinco  guerreros  nombrados 
tienen  brillantes  servicios  en  la  guerra  de  la  indepedencia. 

La  forma  en  que  el  Excmo.  Gobierno  contribuiría  eficazmente  al  propósito 
indicado  sería  encargar  al  representante  diplomático  de  la  República  ante  el 
Gobierno  Oriental,  la  gestión  de  repatriación  de  las  gloriosas  cenizas  y  dig- 
narse disponer  que  un  buque  de  la  armada  nacional  las  conduzca  a  esta  Capital, 
y  es  esta  la  solicitud  que  los  suscritos  se  permiten  presentar  a  V.  E.,  y  que  no 
dudan  hallará  simpática  acogida  en  el  Excmo.  Gobierno. 

/.  M.  Bustillo.— Guillermo  Achaval.—J.  A.  Pillado. — José  J. 
Biedma. — J.  S.  de  Bustamante — Adolfo  P.  Carranza. — 
Juan  C.  Molina. — Miguel  G.  Méndez. — /.  M.  Ramos  Me- 
jía. — J.  B.  Zubiaur. — Bernardo  de  Irigoycn. — F.  de  las  Ca- 
rreras.— A.  G.  Carranza  Mármol. — Carmelo  Rosende  y  Mi- 
tre.—Ricardo  J.  Pardo.— Julio  A.  Roca.— Pedro  I.  Caraf- 
fa.—E.  Ortis  Basualdo.—R.  Araujo  Muñoz.— M.  H.  Lato- 
rrc. — C-  del  Campillo. — Eduardo  A.  Sala. — Carlos  M.  Cer- 
nadas.— Mariano  Agrelo. — Alejandro  Sorondo. — A.  Jalta- 
guier    (hijo). — A.    M.    Tallaferro. — José    I.    Garmendia- — 


—  156  — 

Juan  A.  Mármol. — Ricardo  Eastman- — A.  F.  Orma. — En- 
rique E.  Yateman. — D.  Chapcaurouge  Graham. — Enrique 
Espangenberg. — Juati  S.  Conicz. — Manuel  C.  Chuceo. — 
Francisco  Centeno. 


Encargada    la    gestión    al    Ministro    Argentino    en    Montevideo,    dio    cuenta    de 
ella  por  medio  de  la  nota  siguiente: 

Legación  Argentina  en  Montevideo. 

Julio  2  de  1891. 

A   S.  E.   el  Señor  Dr.   D.   Eduardo    Costa,  Ministro   de  Relaciones  E.vteriorcs. 

Señor  Ministro: 

En  cumplimiento  de  lo  dispuesto  en  el  decreto  del  19  de  Junio  próximo  pa- 
sado, comunicado  a  esta  Legación  por  nota  registrada  bajo  el  número  32,  me 
dirigí  al  Gobierno  Oriental  pidiendo  el  permiso  necesario  para  exhumar  y  tras- 
ladar a  Buenos  Aires  los  restos  de  los  guerreros  de  la  independencia  general 
Martin  Rodríguez,  general  José  Rondeau,  general  Félix  Olazábal,  general  Elias 
Galván  y  coronel  Juan  José  Quesada. 

El  gobierno  oriental  ha  contestado  mi  nota  con  la  comunicación  que  en  co- 
pia adjunto  a  V.  E.  asintiendo  al  pedido  del  gobierno  argentino,  con  excepción 
de  lo  que  se  refiere  a  los  restos  del  general  Rondeau,  que  desea  conservar  en 
tierra  oriental  como  un  homenaje  a  los  esclarecidos  servicios  prestados  por 
aquel  procer  de  su  independencia. 

Se  activan  los  preparativos  para  la  solemne  ceremonia  que  tendrá  lugar  bre- 
vemente en  el  acto  de  entregar  a  esta  Legación  los  restos  de  los  demás  servi- 
dores ilustres  a  que  se  refiere  el  decreto  aludido. 

Un  grupo  numeroso  y  distinguido  de  ciudadanos  argentinos  y  orientales,  se 
han  constituido  en  comisión  para  dar  mayor  realce  a  la  solemnidad  que  se 
proyecta. 

Oportunamente  tendré  el  honor  de  dar  a  V.  E.  el  aviso  a  que  hace  referencia 
el  articulo  2."  del  decreto  citado. 

Reitero  a  V.  E.  las  seguridades  de  mi  más  alta  y  distinguida  consideración. 

(Firmado)    Enrique  B.  Moreno. 


He  aquí  la  nota  del  ^Ministro  de  Relaciones  Exteriores  de  la  República  Orien- 
tal pasada  a  nuestro  Ministro  Plenipotenciario  en  esa: 

Ministerio  de  Relaciones  Exteriores. 

^lontevideo,  Junio  30  de  1891. 

A  S.  E.  el  señor  D.  Enrique  B.  Moreno,  Enviado  Extraordinario  y  Ministro  Ple- 
nipotenciario  de  la   República  Argentina. 

Señor  Ministro: 
He  tenido  el  honor  de  recibir  la  nota  de  V.  E.  de  fecha  26  del  corriente,  en  la 
que  a  nombre  del  Gobierno  Argentino,  V.  E.  se  sirve  solicitar  del  de  esta  Re- 


pública,  el  permiso  necesario  para  exhumar  y  trasladar  a  Buenos  Aires  las  ce- 
nizas de  los  guerreros  de  la  independencia,  generales  José  Rondeau,  Martín 
Rodríguez,  Félix  Olazábal,  Elias  Galván  y  coronel  Juan  José  Quesada! 

En  conocimiento  de  este  asunto  S.  E.  el  señor  Presidente  de  la  República, 
me  ha  autorizado  para  declarar  a  V.  E.  que  el  Gobierno  Oriental  no  sólo  de- 
fiere al  pedido  del  Gobierno  que  V.  E.  dignamente  representa,  sino  que  se  im- 
partirán las  órdenes  necesarias  para  tributar  las  honras  merecidas  a  las  cenizas 
de  tan  beneméritos  americanos. 

Lamenta,  sin  embargo,  el  Gobierno  Oriental,  no  poder  acceder  en  su  totali- 
dad a  los  deseos  manifestados  por„el  Gobierno  de  V.  E.  en  mérito  de  las  razo- 
nes y  circunstancias,  que  paso  a  exponer  y  entrego  a  la  consideración  de  V.  E. 

En  la  nómina  de  los  guerreros  de  la  independencia  cuyas  cenizas  solicita 
V.  E.  para  ser  trasladadas  a  la  ciudad  de  Buenos  Aires,  figura  el  nombre  del 
brigadier  general  don  José  Rondeau,  a  quien  este  pueblo  reputa  y  honra  como 
una  de  sus  grandes  personalidades  históricas. 

En  efecto,  señor  Ministro,  el  general  Rondeau,  si  bien  de  nacimiento  argen- 
tino, vinculó  su  nombre  a  la  República  Oriental  del  Uruguay  en  un  momento 
de  los  más  solemnes  de  su  historia,  le  prestó  altos,  importantes  y  desintere- 
sados servicios,  durante  un  período  no  menos  de  i6  años,  y  fué  su  primer  go- 
bernador, después  de  la  convención  de  paz  de  1828,  desde  el  22  de  Diciembre 
de  ese  mismo  hasta  el  26  de  Abril  de  1830. 

Llevan  su  firma  como  gobernador  de  esta  República,  las  leyes  y  decretos  que 
establecen  el  pabellón,  el  escudo  y  la  escarapela  nacionales;  las  que  reglamen- 
tan el  ejército,  señalando  sus  insignias,  divisas  y  uniformes;  las  que  organizan 
la  hacienda  pública,  rompiendo  las  antiguas  tradiciones  de  la  administración; 
las  que  fijan  la  libertad  de  imprenta  en  principios  que  no  han  sido  todavía  so- 
brepasados; las  que  determinan  el  procedimiento  en  materia  de  administración 
de  justicia,  y  en  una  palabra,  todo  el  conjunto  de  disposiciones  que  se  dio  a  este 
pueblo  al  nacer  a  la  vida  independiente  y  libre,  después  de  haber  luchado  largos 
años  por  conseguir  su  emancipación. 

En  1832  fué  nombrado  Encargado  de  negocios  de  esta  República  ante  el  go- 
bierno de  la  provincia  de  Buenos  Aires,  encargado  de  Relaciones  Exteriores  de 
la  Confederación  Argentina,  fué  más  tarde,  jefe  del  estado  mayor  y  presidente 
de  la  junta  de  higiene  pública,  fué  Ministro  de  Guerra  y  Marina  en  1839  y  presi- 
dente del  consejo  de  estado  hasta  el  mes  de  Febrero  de  1843. 

Falleció  el  18  de  Noviembre  de  1844,  ordenando  el  gobierno  que  su  cadáver 
fuera  sepultado  en  un  sitio  preferente  del  cementerio  público,  en  el  cual  debía 
elevarse  un  monumento  costeado  por  el  tesoro  nacional. 

Tales  son,  señor  Ministro,  los  servicios  prestados  a  la  República  por  el  ge- 
neral Rondeau,  cuya  memoria  ha  vivido  permanentemente  en  este  pueblo,  con- 
sagrado su  nombre  en  uno  u  otro  sitio  público,  llevándolo  al  presente  la  her- 
mosa avenida  que  servirá  en  lo  futuro  las  dos  grandes  ramificaciones  de  la 
ciudad  de  Montevideo. 

Exhumar  y  trasladar,  pues,  los  restos  del  general  Rondeau,  sería  tanto  para 
nosotros,  como  arrancar  de  nuestra  historia  las  páginas  vivientes  de  nuestra 
primer  época  nacional  cuando  apenas  cesados  los  estremecimientos  de  la  lu- 
cha, reclamamos  nuestro  sitio  y  conquistamos  nuestro  puesto  entre  las  nacio- 
nes de  la  América  libre. 


—  15S  — 

Por  estas  consideraciones  que  estoy  seguro  llevarán  al  ánimo  de  V.  E.  y  de 
su  digno  gobierno  la  convicción  de  que  esta  negativa  redunda  en  honor  del 
mismo  benemérito  general  Rondeau,  S.  E.  el  Presidente  de  la  República  me  ha 
autorizado  para  significar  a  V.  E.  que  con  excepción  de  las  cenizas  del  antedi- 
cho general,  el  gobierno  va  a  dictar  las  órdenes  oportunas  para  que  las  de  los 
también  ilustres  guerreros  Rodriguez,  Olazábal,  Galván  y  Quesada  sean  entre- 
gados a  V.  E.  por  una  comisión  Nacional  en  acto  público  y  rindiéndoseles  los  ho- 
nores correspondientes  a  la  alta  jerarquía  militar  que  invistieron  aquellos  es- 
clarecidos servidores  de  la  independencia  americana. 

Aprovecho  esta  ocasión  para  reiterar  a  V.  E.  las  consideraciones  de  mi  ma- 
yor consideración  y  aprecio. 

(Firmado)   Manuel  Herrero  y  Es/^iiiosa. 


Esta  nota  motivó  la  siguiente  : 

^linisterio  de  Relaciones  Exteriores. 

Buenos  Aires,  Julio  3  de  1891. 
Señor  ¿Ministro: 

He  recibido  la  nota  de  V.  E.,  núm.  62,  fecha  2  del  corriente,  con  la  cual  se 
sirve  acompañar  en  copia  la  comunicación  que  el  señor  Ministro  de  Relaciones 
Exteriores  de  la  República  Oriental  del  Uruguay  ha  dirigido  a  V.  E.  defiriendo 
a  nombre  de  su  Gobierno  a  la  exhumación  y  traslación  de  esa  ciudad,  de  las 
cenizas  de  los  guerreros  de  la  independencia  americana,  generales  José  Ron- 
deau, Martín  Rodriguez,  Félix  de  Olazábal.  Elias  Galván  y  coronel  Juan  José 
Quesada. 

Por  la  misma  comunicación  me  he  impuesto  de  las  razones  y  circunstancias 
en  mérito  de  las  que  el  Gobierno  Uruguayo  no  accede  a  la  repatriación  de  los 
restos  del  Brigadier  General  José  Rondeau,  habiéndome  enterado  también  de 
los  honores  que  ha  dispuesto  tributar  a  los  otros  guerreros  nombrados. 

El  señor  Presidente  de  la  República,  interpretando  los  sentimientos  del  pue- 
blo y  del  Gobierno  de  la  Nación,  agradece  las  medidas  allí  adoptadas  en  home- 
naje a  la  memoria  de  aquellos  ínclitos  guerreros,  y  ha  resuelto  no  insistir  en  el 
pedido  de  repatriación  de  las  cenizas  del  Brigadier  General  Rondeau,  teniendo 
en  cuenta  que  la  República  Argentina  puede  hacer  el  sacrificio  de  verse  privada 
de  conservar  en  su  territorio  las  reliquias  de  tan  esclarecido  ciudadano,  en  ob- 
sequio de  ese  país  hermano  y  amigo,  pues  sus  gobernantes  manifiestan  que 
•'exhumar  y  trasladar  los  restos  del  General  Rondeau,  sería  tanto  como  arran- 
car de  su  historia  las  páginas  vivientes  de  su  primer  época  nacional,  cuando 
apenas  cesados  los  estremecimientos  de  la  lucha  reclamaron  su  sitio  y  con- 
quistaron su  puesto  entre  las  naciones  de  la  América  libre". 

Efectivamente,  señor  Ministro,  esas  palabras  son  altamente  honrosas  no  sólo 
para  tan  benemérito  argentino,  sino  también  para  la  cuna  de  su  nacimiento,  y 
en  especial  para  la  República  Oriental  del  Uruguay,  a  cuya  independencia  y  or- 
ganización contribuyera  eficazmente  con  su  talento  y  con  su  espada. 

Recomendando  a  V.  E..  tenga  a  bien  poner  este  oficio  en  conocimiento  de  es,e 
Gobierno,  reitero  al  señor  Ministro  las  seguridades  de  mi  consideración  dis- 
tinguida. 

(Firmado)     Eduardo  Costa. 


—  ló'J  — 

A   S.  E.  el  señor  Enrique  B.  Moreno,  Enviado  Extraordinario  y  Ministro  Pleni- 
potenciario  de   la  República  Argentina   en   la   Oriental   del   Uruguay. 

Con  fecha  y  de  Julio  el  Gobierno  Nacional  tiró  un  decreto  que  dice  así: 

Habiendo  accedido  el  Gobierno  de  la  República  Oriental  del  Uruguay  a  la 
exhumación  y  traslación  a  la  patria  de  los  restos  de  los  generales  argentinos 
Martin  Rodríguez,  Félix  de  Olazábal,  Elias  Galván  y  coronel  Juan  José  Que- 
sada,  uniéndose  por  su  parte  a  las  demostraciones  en  honor  a  la  memoria  de 
esos  ilustres  militares,  el  Presidente  de  la  República  decreta: 

Art.  i."  Designase  al  transporte  ''Villarino''  para  que  se  traslade  a  Montevi- 
deo el  día  9  del  corriente,  a  objeto  de  conducir  dichos  restos,  con  los  honores 
debidos. 

Art.  2°  Nómbrase  una  comisión  presidida  por  el  general  de  división  Julio  de 
Vedia,  con  los  generales  de  brigada  Miguel  Molina  y  Nicanor  Quirno,  para 
trasladarse  a  Montevideo  en  el  transporte  "Villarino"  a  recibir  y  custodiar  has- 
ta Buenos  Aires  aquellos  restos.  A  esta  comisión  se  incorporará  la  delegación 
de  la  comisión  popular  formada  con  el  mismo  fin.  El  buque  designado  irá  a  las 
órdenes  del  Presidente  de  la  comisión,  en  todo  lo  relativo  a  los  objetos  de  su  viaje. 

Art.  3.°  Nómbrase  para  formar  la  comisión  de  recepción  en  la  dársena,  en  el 
acto  de  desembarque,  al  señor  teniente  general  Emilio  Mitre  y  señores  general 
de  división  Luis  M.  Campos  y  general  de  Brigada  Manuel  Obligado.  A  esta  comi- 
sión se  incorporará  la  comisión  popular  formada  y  presidirá  el  cortejo  hasta 
el  cementerio. 

Art.  4.°  Las  fuerzas  de  la  guarnición  harán  los  honores  militares  en  la  forma 
que  se  disponga  por  el  estado  mayor  general,  en  la  marcha  del  cortejo  y  en  el 
acto  de  depositarse  los  restos  en  el  cementerio. 

Art.  5."  A  la  llegada  del  "Villarino"  los  buques  de  la  armada  que  se  hallen  en 
la  rada  harán  los  honores  fúnebres  de  ordenanza;  y  en  el  momento  del  desem- 
barque la  batería  de  plaza  hará  una  salva  de  once  disparos  poniendo  la  bandera 
a  media  asta. 

Art.  6."  El  día  que  se  efectúe  el  desembarque,  todos  los  edificios  públicos  na- 
cionales mantendrán  la  bandera  a  media  asta. 

Art.  7."  Quedan  encargados  los  Estados  Mayores  del  Ejército  y  de  la  Armada 
de  la  ejecución  de  este  decreto,  dictando  los  ceremoniales  que  correspondan  al 
acto. 

Art.  8."  Comuniqúese,  publiquese  y  dése  al  Registro  Nacional. 

(Firmado)  Pellegrini.^N.  LevaUe. 


(8)  Exmo.  Sor. — Las  Tropas  del  azedio  de  Montev.o  q.^  en  la  actualidad  ten- 
go el  onor  de  mandar,  le  han  ganado  á  la  Patria  un  nuebo  triunfo.  Al  fin  veri- 
ficó la  guarnición  enemiga  la  salida  gral.  que  tanto  se  nos  anunciaba;  pero  en  la 
oposición  terrible  q.^^  se  les  hizo,  según  plan  q.e  yo  tenía  bien  premeditado,  sa- 
caron la  mas  funesta  experiencia  del  vano  empeño  de  resistir  á  los  soldados 
de  la  livertad. 

Al  amanecer  el  día  de  ayer  se  hallava  ya  el  enemigo  fuera  de  sus  murallas,  en 
número  de  dos  mil  hombres  de  Infantería,  y  cerca  de  trescientos  de  Cavall.a, 
repartidos  en  tres  Columnas  con  ocho  cañones  á  sus  cavezas.  Los  Coroneles 


—  160  — 

Galiano,   Cuesta  y   Luaces   trahian  el  mando   de  ellas:   El   Brigadier  del   Exto. 
D.n  José  María  Muesas  venía  en  la  del  centro  con  el  cargo  de  Mayor  gral.,  y 
el  Gral.  Vigodet  á  Retaguardia  dirigía  en  Xefe  la  acción— Con  la  primera  luz 
del  dia  atacaron  impetuosam.tc  toda  nra.  Linea  abanzada;  pero  con  mayor  fuerza 
y  vigor  p.r  el  cordón  y  tres  cruces.  Yo  que  previ  su  intención,  y  que  no  podía 
contenérsele   sin   darle  batalla,  dispuse  con  acuerdo  del   Sor.    Gefe  del  Estado 
Mayor  D.n  Fran.co  Xavier  de  Viana  q.e  me  acompañaba,  q.e  el  Regim.to  N.»  6 
de  Infant.a  al  mando  del  Tent.e  Coronel  D."  Miguel  Estanislao  Soler  se  reti- 
rase á  ocupar  la  altura  del   Cerrito,  á  cuya  Izquierda  formaron   en  batalla  los 
Esquadrones  3.°  y  4.'*  de   Dragones    (sus   Comand.t«s   D."   Rafael   Hortiguera   y 
D.n  Blas  José  Pico)  protegida  esta  ala  por  dos  cañones  de  á  8  y  dos  de  á  4  bajo 
la  dirección  del  Teniente  de  Artillería  D.n  Pablo  Sufriategui,  y  de  los  Subten.tes 
D.n  Luís  Argerích,  y  D.n  Rafael  Medina;  y  que  el  Regimt."  N.°  4  mandado  p.r  el 
Ten. te  Coronel  D.n  Bentura  Vázquez  se  situase  con  parte  del   i.er  Esquadron 
de  Dragon.es  al  mando  del  Capitán  D.n  Fran.co  Montes  y  Larrea  á  la  derecha 
del  Cerrito,  á  donde  parecía  aspirar  la  Columna  Izquierda  del  enemigo,  contra 
la  qual  jugaban  dos  cañones  de  á  8  y  un  obús  á  cargo  del  Capitán  de  Artillería 
D.n  Bonifacio  Ramos.  Encendióse  luego  la  acción  con  viveza  y  ardor  p.r  ambas 
partes.  El  Regím.to  X."  6  q.e  se  vio  cargado  por  dos  Divisiones  reunidas  del  Enemi- 
go, le  cedió  por  orden  nuestra  su  puesto,  afectando  devílídad  p.a  que  lo  ocupase,  y 
pudiese  nuestra  cavallería  rebolver  sobre  él  con  las  ventajas   q.e  ofrecía  aquel 
terreno.   Efectuada  la  retirada  al   Cerrito  inmediato,  se   rehízo   sin  pérdida   de 
tiempo  dho.  Regím.to,  y  retornando  la  carga  auxiliado  p.""  todos  los  Esquadro- 
nes recobró  su  primera   posición  obligando  al  enemigo   á  ponerse   en  retirada. 
Los   Dragones   entonces   dando  al   sable  toda   la   eficacia   de   su   uso   lo   acabaron 
de   desordenar  y  poner  en  derrota   havíendo  ya  antes   de  executarse   la   estrata- 
gema, hecho  dos  ataques   impetuosos  y  replegádose  á  la  altura  p.r   q.e  metido 
el  enemigo  entre  calles  y  caminos  cubiertos  no  les  era  posible  maniobrar  según 
su   exercicio.    Nuestras   tropas   enterraron    en   el   campo   de   batalla,   99   cadáveres 
enemigos,  entre  ellos  el  Brigadier  Muesas,  el  Ten. te  Coronel  Esquiaga,  el  Capi- 
tán de  Infant.a  del  Fíxo  Líñan ;   el  de  la  misma  graduación  de  Artillería  Costa, 
y  varios  otros  oficiales  q.e  no  son  conocidos.  Se  sigue  recogiendo  algunos  muer- 
tos q.e  á  la  retirada  dejaron  en  el  camino;  se  les  tomaron  26  prisioneros  de  los 
quales   10,  están  heridos,  inclusos  el  Subten.te  Orduña,  y  los   Cadetes   Navía  y 
Brid.  y  se  ignora  q.e  numero  de  muertos  y  heridos  pudieron  retirar  á  la  Plaza 
en  6  carretillas  q.e  se  vieron  empleadas  en  esta  atención.  Una  vandera  de   Di- 
vicion :   120  fusiles :  30  Pistolas  :  21   sables ;   el  numero  correspondiente  de  fornitu- 
ras y  un  Carro  cayeron  en  nras.  manos.  Nuestra  perdida  consiste  en  67  hombres 
entre  muertos  y  heridos,  y  un  Cañón  inútil  de  fierro  del  calibre  de  á  2,  q.e  tenia 
la  Divicion  de  D.n  Baltazar  Bargas,  quien  no  pudo  sostenerlo  contra  la  Supe- 
rioridad del  Enemigo  p.""  el   punto   q.e  ocupaba,  y  cayó   el   mismo  prisionero — 
Entre  los  q.e  p.r  nuestra  parte  derramaron  en  esta  ocasión  su  sangre  p.r  la  Pa- 
tria han  muerto  peleando  esforzadam.te  el  Capitán  Videla  de  los  Casadores  del 
N.°  6  y  el  Alferes  Melendes,  y  otros  dos  oficiales  han  sido  heridos,  (i) 


(1)  El  subteniente  Mariano  Meléndez  no  murió  en  la  acción  del  31,  cuya  noticia  rectificó 
el  general  Sarratea  en  oficio  de  20  de  enero  de   1813. 

En  18  de  octubre  de  1817,  reclamó  la  medalla  que  le  correspondía  como  sitiador  de  la  plaza 
de    Montevideo. — B. 


—  161  — 

Es  muy  recomendable  la  actividad  y  valor  q.e  han  demostrado  los  Sres.  Co- 
mand.tes  de  los  diferentes  Cuerpos.  Toda  la  oficialidad  se  ha  señalado  con  el 
ardim.to  mas  noble,  y  la  tropa  llena  de  un  entusiasmo  y  corage,  q.e  admirarían 
los  Campos  q.e  fueron  teatro  de  las  mas  famosas  batallas,  no  han  dexado  q.^ 
desear  al  onor  mas  delicado,  ni  al  mas  exaltado  Patriotismo.  El  denuedo  con 
q.e  peleaban,  la  subordinac."  con  q.e  siguieron  la  voz  de  sus  Xefes,  y  la  sublime 
generosidad  con  q.e  arrostraron  la  muerte  pj  el  amor  de  la  Victoria,  los  ha  he- 
cho dignos  del  agradecim.to  de  la  Patria — Dios  gue.  á  V.  E.  muchos  años.  Cam- 
pamen.to  del  Cerrito  i."  de  E.'"»  de  1813"  —  Exmo.  Sor. — JosE  Rondeau  — 
Exmo.  Sor.  D.  Man.i  de  Sarratea  Gral.  del  Exto.  Oriental — Es  copia — Pedro  Fe- 
liciano de  Cavia  Secr.°. 


Exmo.   Sor. 

Incluyo  á  V.  E.  copia  del  Parte,  q.e  anoche  á  las  12  de  ella  he  recivido  de  la 
gloriosa  acción,  q.fe  las  legioai.s  Patrias  sostuvieron  el  31  de  Dicbre  ult.o 
contra  las  de  la  Plaza  sitiada.  El  exemplar  Impreso  q.e  también  acompaño,  de 
la  Proclama  expedida  p.""  el  Gral.  Vigodet,  ha  sido  encontrada  en  un  bolsillo  del 
Brigadier  D.^i  José  Maria  Muesas,  q.^  es  uno  de  los  q.^  pJ  parte  del  enemigo 
han  fallecido  en  el  campo  de  batalla. 

Felicito  á  V.  E.  y  á  la  Patria  toda  p.""  este  galante  ensayo  en  q.e  se  han  dis- 
tinguido sus  armas.  Recomiendo  á  la  considerac."  de  la  Superioridad  el  mérito 
contrahido  p.r  los  dignos  Xefes,  esforzada  oficialidad,  y  valientes  tropas  q.«  han 
concurrido  á  esta  memorable  acción,  y  confiado  en  su  onor  intrepidez  y  disci- 
plina me  atrevo  á  abenturar  el  pronostico  de  q.«  este  triunfo  será  subseguido 
de  otros  mayores,  q.c  añadirán  algún  dia  una  pagina  gloriosa  á  los  fastos  Ar- 
gentinos. 

Dios  gue.  á  V.  E.  muchos  años.  Quart.l  gral.  en  la  Villa  de  San  Juan  Bautista 
En.°  2  de  1813 — Exmo  Sor — Man.l  de  Sarratea.  —  Exmo.  Gov."o  Sup.or  Provis.l 
de  las  Prov.s  Unidas. 


Don  Gaspar  Vigodet,  Mariscal  de  Campo  de  los  exercitos  Nacionales,  Gobernador  y 
Capitán  General  de  ías  provincias  del  Rio  de  la  Plata,  Presidente  de  la  Real  Au- 
diencia de  Buenos  Aires  etc. 

Soldados,  os  conduzco  al  campo  del  honor,  y  ya  os  miro  coronados  del  laurel 
de  la  victoria:  vuestra  subordinación,  y  disciplina  no  dexarán  fallidas  mis  es- 
peranzas así  como  vuestro  valor  no  quedará  sin  premio.  El  enemigo  á  quien 
vamos  á  batir  es  despreciable  en  todas  acepciones;  pero  dexaria  de  serlo,  si  por 
un  momento  olvidarais  vosotros  las  sagradas  obligaciones  que  os  impone  la 
patria,  y  el  honor.  Sin  obediencia  á  los  xefes  no  se  ha  ganado  hasta  hoy  una 
batalla,  y  con  ella  un  pequeño  número  de  soldados  ha  postrado  a  sus  plantas 
numerosas  masas  de  enemigos;  asi  vencieron  siempre  los  romanos,  asi  triunfó 
Alexandro  de  Dario  y  de  los  Persas,  y  asi  han  vencido  no  pocas  veces  nuestros 
hermanos  de  Europa,  y  de  ultramar  á  los  vándalos  del  Sena,  y  á  los  asoladores 
de  América. 

Soldados,  os  acompaña  vuestro  general:  tenéis  en  mi  no  solo  un  xefe,  sino 
un  compañero  de  armas.  Vamos  á  pelear  por  la  causa  mas  justa  y  mas  santa 
Tomo  II  11 


—  162  — 

de  las  naciones:  los  insurgentes  no  solo  han  socavado  los  cimientos  de  nuestro 
edificio  social,  no  solo  han  sido  rebeldes  al  rey,  y  á  toda  la  nación,  sino  que 
han  teñido  sus  nefandas  manos  en  la  sangre  de  nuestros  mejores  hermanos,  y 
ahora  empuñan  el  cuchillo  con  que  creen  despedazarán  nuestros  corazones;  em- 
pero ellos  son  tan  cobardes  como  delinqüentes. 

Compañeros  de  armas;  guardad  silencio,  orden,  subordinación,  y  disciplina; 
sed  humanos  con  los  rendidos,  jurad  vencer,  ú  morir  por  Fernando  7.°  nuestro 
cautivo  rey,  y  por  las  españas,  y  estad  ciertos  que  triunfantes  de  nuestros  ene- 
migos recibiréis  las  bendiciones  de  este  benemérito  pueblo,  los  premios  de  la 
Regencia  del  reyno;  y  las  demostraciones  mas  finas  del  amor  de  vuestro  apa- 
sionado general — Montevideo  30  de  diciembre  de  1812 — Gaspar  Vigodet. 


Exmo.  Señor 
Paso  á  manos  de  V.  E.  la  adjunta  instancia  del  Ten.te  Coronel  D."  Miguel 
Soler  Comand.te  del  Regim.to  de  Pardos  y  Morenos:  Este  digno  Xefe  desplegó 
el  dia  31  de  Diciembre  su  pericia  Militar,  y  dio  una  nueba  prueba  de  su  brabura. 
Yo  mismo  presencie  el  denuedo  y  valentía  de  los  Xefes  oficiales  y  soldados 
del  N.°  6,  y  Divic."  de  Artill.a  q.<^  estaba  afecta:  yo  mismo  admiraba  la  gallardía 
de  aquellos  Valientes  soldados  cedientos  de  gloria,  y  de  zellar  con  su  sangre, 
como  lo  hicieron,  en  el  campo  de  la  acción,  dando  á  las  armas  de  la  Patria,  en 
unión  con  las  demás  tropas,  una  victoria  q.«  será  encomiada  como  de  las  pri- 
meras en  los  anales  de  la  historia  Militar  de  la  independencia  de  las  Provincias 
Unidas  del  Rio  de  la  Plata — Dios  gue.  á  V.  E.  muchos  años. — Quartel  General 
del  Cerrito  En.°  18  de  1813.  Exmo.  Sor.  Fran.co  Xav.R  de  YiA^A.—Ing.o  Alva- 
res Ay.te  Srio. — Exmo.  Sor.  Repres.te  Gen.l  en  Xefe  D."  Man.l  de  Sarratea. 


Ex.mo  S.°r 
Dirijo  á  V.  Ex.a  el  adjunto  expediente  promovido  p.""  el  Ten.te  Cor.l  Comand.^e 
del  Reg.to  N.°  6  D.  Miguel  Estanislao  Soler,  sobre  acreditar  el  denuedo  y  valentía 
con  q.«  se  condujo  su  Cuerpo  en  la  acción  del  31  Dic.^  ult.o  p.a  q.e  en  su  vista  re- 
suelva V.  Ex.''  lo  que  considere  ser  de- justicia.  Dios  gue  a  V.  Ex.a  m.s  a.s — q.l  Gen.l 
en  el  Cerrito  al  f.te  de  Montev."  En."  26  de  1813-— Ex."»  S.or— Man.i-  de  Sarratea 
— Ex.mo  Sup.or  Gob.°  Proy.l  de  las  Prov.as  Unidas. 


Exmo.  Sor. 
El  honor  del  Regimiento  N.°  6  de  mi  mando  resentido  de  la  frialdad  con  q.«  el 
Coronel  Rondeau,  manifestó  á  V.  E.  el  heroico  esfuerzo  q.e  á  impulso  de  su  bravura 
— mostró  en  los  repetidos  ataques  del  31  del  pasado,  rechasando  unas  vezes,  y  otras 
dispersando  al  Enemigo:  La  indiferencia  de  aquel  Gefe,  en  no  hacer  mérito  del  obs- 
tinado fuego  q.e  sostubo  en  retirada  la  abanzada  de  ioo„  Infantes  del  mismo,  con 
treinta  Dragones,  p.r  la  distancia  de  tres  quartos  de  legua,  hasta  reunirse  en  el  Ce- 
rrito ;  el  decir  q.e  se  tomó  una  bandera  sin  expesificar  q.e  un  soldado  de  la  7."  Com- 
pañía del  mismo  Mariano  Morales  dio  este  reliebe  á  la  gloriosa  acción  de  haber  des- 
alojado al  Enemigo  de  la  posición  preferente  q.e  ocupaba ;  la  equivocación  q.e  dho. 
Sor.  Rondeau  padece  en  asegurar  q.e  todos  los  Esquadrones  Dragones  me  auxilia- 
ron p.a  tomar  aquel  punto,  quando  á  todos  consta,  y  muy  particularm.te  al  Sor.  Gefe 


—  1(33  — 

del  Estado  Mayor,  D."  Fran.co  Viana,  q.e  solo  yo  tube  la  temeridad  de  atacar  al  Ene- 
migo formando  mi  Regimiento  en  un  bajo,  y  trepando  á  la  altura  bajo  los  fuegos 
de  un  Enemigo  obstinado  y  engreydo,  y  trepar  hasta  tocarnos  con  las  bayonetas,  y 
ponerlo  en  fuga,  entrando  entonces  el  Capitán  de  Dragones  D.n  Fran.co  Montes  con 
su  Compañía,  á  sablear  los  fugitivos :  la  distracc.n  de  poner  al  Theniente  de  Artill." 
D.n  Pablo  Sufriategui,  mandando  dos  Piez.s  de  á  8„  y  dos  de  á  4,,  q.«  cubrían  mi 
flanco  isquierdo;  quando  en  todo  el  fuego,  solo  trabajaron  dos  Piesas,  una  de  cali- 
bre de  á  8„  y  otra  de  á  4  al  mando  de  los  Subthent.s  D."  Luis  Argerich,  y  D."  Ra- 
fael Mollina,  quitando  el  mérito  á  estos  oficiales,  q.e  me  acompañaron,  y  p.r  ultimo 
el  haber  resultado  solo  en  mi  Regim.to  s6„  muertos,  y  72,,  heridos ;  de  los  q.e  últi- 
mamente han  muerto  cíete,  y  otros  están  de  peligro,  y  dar  en  el  Parte  sesenta  y  cíete 
entre  muertos,  y  heridos,  todo  este  cumulo  de  accidentes  hacen  un  deber  «n  mi  p.^ 
suplicar  á  V.  E.  q.*"  el  Sor.  Rondeau,  presente  el  Parte  original,  q.e  en  la  misma  fha. 
le  dirigí,  no  deviendo  él,  haber  hecho,  un  depósito  de  este  instrumento,  y  sí  diri- 
girlo á  V.  E.  p.a  q.e  el  Super.r  Gov.no  tubiese  noticia  del  servicio  q.e  este  Regimiento 
había  hecho  en  el  31,  batiéndose  con  doble  numero  de  Enemigos,  q.e  su  fuerza  total. 
V.  E.  sabrá  recomendar  la  justicia  con  q.e  suplico,  á  nombre  die  mis  oficíales,  y 
tropa,  cierto  q.e  no  desearán  otra  recompensa  q.e  la  de  saber  q.e  nuestro  Govierno 
esta  satisfecho  de  la  comportación  del  Cuerpo,  y  si  lo  tiene  á  bien  se  publique  en  la 
Gaceta  ministerial.  Dios  gue.  á  V.  E.  m.s  an.s  Campamento  sobre  Montevideo  y 
Enero  16  de  1813. — Exmo.  Sor. — Miguel  Est.o  Soler. — Exmo.  Sor.  Representante 
del  Gov."°  D."  Manuel  de  Sarratea. 


Exmo.  Señor 
Leydo  el  Oficio  del  Coni.te  D."  Estanislao  Soler,  que  me  ha  pasado  V.  E.  para  que 
conteste  á  los  puntos  q.e  contiene,  principiaré  diciendo:  que  estoy  tan  convencido 
de  haver  echo  á  los  Cuerpos  que  operaron  á  mis  ordenes  en  la  gloriosa  acción  del 
31  de  Diciembre  la  justicia  que  se  mierecen,  que  jamas  llegará  el  caso  de  dudar  sobre 
este  concepto:  y  en  satisfacción  á  los  deseos  de  V.  E.  y  por  responder  á  la  injusta 
queja  de  dho.  Com.^e  añadiré,  que  si  no  hago  mención  del  fuego  que  hizo  la  aban- 
zada  de  su  Regimiento  compuesta  de  100  hombres  retirándose  por  el  espacio  de 
tres  quartos  de  legua  es  por  que  con  haber  hablado  de  todo  su  cuerpo  en  términos 
que  le  hacen  todo  honor,  (por  mas  que  su  Com.te  suponga  todo  lo  contrario)  supuse, 
y  supongo  ahora  que  está  demás  el  por  menor  que  exige  de  mi :  pero  no  debo  ya  si- 
lenciar, que  sí  la  avanzada  se  hubiese  movido  con  mas  oportunidad  de  su  puesto 
según  se  hallaban  prevenidas  Has  giuardias  de  su  especie  para  el  caso  de  salir  los 
Enemigos  de  la  Plaza,  se  hubiera  incorporado  antes  á  su  Reg.*"  hubiera  sufrido  me- 
nos, y  ahorrado  alguna  sangre.  El  pasage  de  la  Vandera  que  asegura  tomada  por 
uno  de  sus  soldados,  estaba  en  discusión  antes  de  mí  parte :  lo  que  hay  de  cierto  en 
esto  es,  que  el  segundo  ataque  que  recibieron  los  Enemigos  hallándose  formados  en 
Batalla  lo  dio  con  su  tercer  Esquadron  el  brabo  com.te  D.n  Rafaiel  Hortiguera,  que 
logro  desbaratarlos,  y  ponerlos  'en  precipitada  fuga,  hasta  ampararse  de  una  profun- 
da sanja,  que  los  abrigó  y  saibó  a  los  mas  dejando  muchos  muertos,  y  este  fue  el 
choque  en  que  los  Enemigos  perdieron  la  Vandera  tan  apetecida,  é  indiferente  para 
los  Drag.s  que  no  la  tubieron  por  tal,  como  efectivam.te  no  lo  es,  una  Vandera  que 
designaba  la  División  que  la  llevaba  y  no  Vandera  de  las  que  sé  juran  en  la  Milicia. 
Con  mas  justa  causa  pudieran  quejarse  los  Dragones  de  que  haciendo  mención  en 


—  164  — 

mi  parte  de  los  fusiles  tomados  no  diga  que  fueron  por  ellos  solam.te  mas  de  130  en 
los  tres  ataques  bizarros  en  que  fueron  otras  tantas  veces  vencedores. 

A  los  oficiales  de  Artillería  D.n  Luis  Argerich,  y  D.n  Rafael  Molina;  en  nada  les 
he  rebajado  su  mérito ;  digo  de  ellos  sin  exageración,  el  mérito  que  contrageron :  el 
nombrar  primero  á  D.»  Pablo  Zufriategui  es  por  que  ademas  de  haver  llenado  su 
dever  con  la  bizarria  que  acostumbra  es  mas  antiguo  en  su  clase  que  los  otros  dos. 

Es  muy  extraño  que  el  Com.te  D.n  Miguel  Soler,  que  no  tenia  mas  atención  que 
la  de  su  Reg.t»,  único  objeto  á  que  debia  contraerse,  cumpliendo  con  las  ordenes  que 
le  comunicaba  por  mis  Ayudantes,  suponga  un  conocimiento  general  de  las  que  im- 
partía yó  á  los  demás  puntos,  y  cuerpos.  No  es  menos  estraño  el  q.e  suponga  que  al 
único  movimiento  que  hizo  su  Reg.to  sobre  el  Enemigo,  (pero  sin  llegar  á  la  bayo- 
neta, como  decanta)  se  hubiese  este  puesto  en  fuga.  El  movimiento  del  3°  y  4.°  Es- 
cuadrón dirigiéndose  este  al  frente  de  la  Columna  enemiga  que  llegó  hasta  cerca  de 
la  cumbre  del  Cerrito ;  y  de  aquel  que  le  embistió  por  retaguardia,  fué  lo  que  la  hizo 
arrollarse,  y  al  fin  dispersarse  siendo  victimas  de  los  sables  de  los  Dragones  quantos 
no  tubieron  velocidad  bastante  para  refugiarse  del  auxilio  del  sanjon  que  aquel  dia 
nos  sirvió  de  obstáculo  para  que  no  hubiesen  sido  acuchillados  muchos  mas.  En  este 
choque  tubo  parte  dirigiendo  la  5.*  comp.*  con  mas  dos  piquetes  de  otras  de  los  Es- 
quadrones  el  Cap."  D."  Fran.co  Montes  y  Larrea  que  envié  oprtunam.te  por  la  de- 
recha en  aquel  momento  que  decidió  la  suerte  feliz  de  nuestras  armas. 

Concluida  la  acción  pedi  á  los  Cuerpos,  una  noticia  de  los  muertos  y  heridos,  ar- 
mas, y  demás  que  hubiesen  perdido,  y  tomado ;  y  D.n  Miguel  Soler  en  lugar  d-e  esta 
noticia  me  dirigió  un  papel,  pintándome  la  mayor  parte  de  la  función,  y  exigiéndome 
lo  pasase  á  V.  E.  pero  yo  hize  de  él  el  uso  que  me  correspondía,  sin  llenarle  sus  de- 
seos por  no  ser  conformes  á  lo  que  en  tales  casos  se  acostumbra,  y  si  peculiar  del 
Gefe  principal  el  deducir  las  noticias  parciales  lo  muy  esencial  para  formar  su  parte 
que  es  lo  que  hice  con  imparcialidad. 

Si  no  puse  con  más  exactitud  en  mi  parte  el  número  de  muertos,  y  heridos  fue 
por  que  entonces  no  eran  tantos  como  después,  por  los  que  han  muerto  en  el  Hospi- 
tal; por  que  se  creyeron  muertos  muchos  que  solo  eran  dispersos,  cuyo  juicio  fue 
también  del  Sor.  Com.te  Soler,  quien  tendrá  presente  que  quando  se  habló  sobre  este 
punto,  opino  el  Sr.  Viana  no  se  aumentase  el  numero  á  mas  de  que  el  parte  expresa- 
ba, para  no  dar  al  Enemigo  en  su  publicación  una  noticia  demasiado  abultada  de 
nuestra  perdida.  Esta  máxima  se  adopta  con  mucha  frecuencia  en  iguales  ocasiones. 

Si  lo  que  llevo  expuesto,  sin  negar  á  D.^^  Miguel  Soler  y  á  su  digno  Reg.to  la 
honrra  que  se  han  adquirido,  no  fuese  bastante  para  que  V.  E.  forme  un  juicio  cabal 
en  este  negocio,  podra,  si  lo  cree  necesario,  mandar  se  haga  vma  información  entran- 
do en  ella  muchos  sugetos  de  estas  cercanías  que  desde  sus  casas  fueron  expectado- 
res  de  la  conducta  que  cada  Reg.to  guardó  aquel  dia,  memorable  para  ellos  por  su 
valor,  y  disciplina. — Dios  gue  á  V.  E.  m.s  a.s  Camp.to  del  Cerrito  Enero  26  de  1813. 
— Exmo.  Sor.  JosE  RondEau. — Exmo.  Sor.  Representante  Oral,  en  Xefe  del  Ex.to 
Bloqueador  de  Mont.o 


Exmo.  Señor. 

El  coronel  Rondeau  con  fecha  13  del  corriente  me  ha  dirigido  el  parte  que  sigue : 
Exmo.  Sr.  Quando  dirigí  á  V.  E.  el  parte  sobre  la  batalla  del  31  de  diciembre  ulti- 
mo han  quedado  en  silencio  por  un  olvido  natural  los  nombres  de  los  beneméritos 
oficiales  el  sargento  mayor  del  regimiento  numero  6."  D.  Hilarión  de  la  Quintana. 


—  165  — 

y  el  Ayudante  general  capitán  de  dragones  D.  José  Alaria  Escalada  sargento  mayor 
interino  del  mismo  Regimiento.  El  denuedo  con  que  el  primero  contribuyó  á  los  ata- 
ques que  dio  su  regimiento  á  los  enemigos ;  la  firmeza  y  actividad  con  que  el  segun- 
do comunicó  mis  órdenes  á  los  diferentes  cuerpos,  durante  la  función,  habiendo 
tenido  igual  destino  el  ayudante  mayor  de  dragones  D.  Miguel  Planes,  cuyo  desem- 
peño fué  bastante  activo,  merecen  ser  recomendados  á  la  patria :  también  es  digno 
de  igual  recomendación  el  valor  con  que  se  ha  conducido  el  capitán  del  cuerpo  de 
D.  Baltazar  Bargas  D.  Jillian  Laguna,  quien  fue  herido  en  la  cabeza  de  un  golpe 
de  sable.  Con  este  motivo  lo  participo  á  V.  E.  para  que  se  sirva  poner  en  noticia 
del  superior  Gobierno  el  mérito  de  estos  oficiales,  y  que  si  el  parte  se  publica,  como 
supongo,  no  falte  á  sus  nombres  el  lugar,  que  en  la  gazeta  debidamente  les  corres- 
ponde. Yo  tengo  la  honra  de  trasmitirlo  al  conocimiento  de  V.  E.  para  satisfacción 
de  estos  dignos  oficiales — Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Quartel  general  del  Ce- 
rrito.  Enero  26  de  1813.  —  Exmo.  Sr.  —  Manuel  de  Sarratea.  —  Exmo.  Superior 
Gobierno  Provisional  de  las  Provincias  Unidas. 
(Orig.  del  Archivo  General  de  la  Nación.) 

BATALLA   DEL   CERRITO 

JUEVES    31 

En  medio  a  la  amargura  y  el  quebranto 
Que  aflige  el  corazón,  hoy  agorera 
Mi  tosca  lira  con  funéreo  canto. 
Sólo  suene  en   endecha  lastimera; 
Cadáveres  y  heridos,  luto  y  llanto. 
Hieren  el  alma  con  angustia  fiera, 
Ora  que  en  versos  describir  medito 
La  derrota  sangrienta  del  Cerrito. 

Aun  no  alumbraba  Febo  la  mañana 
De  este  dia  funesto,  cuando  altivas. 
Llenas  de  orgullo,  y  esperanza  vana, 
Salieron  nuestras  tropas  vengativas; 
A  la  Deidad  elevan  soberana 
Los  templos  silenciosas  rogativas, 
jNíientras  mil  cuatrocientos  treinta  Icones 
Salieron  de  la  plaza  en  tres   Legiones...    (i). 

Con  quinientos  valientes  la  primera. 
El  ilustre  Lacuesta  va  guiando; 
La  otra,  que  de  trescientos  sólo  era, 
Del  bravo  Loaces   obedece  al  mando; 
De  quinientos  y  veinte  es  la  tercera. 
Que   Gallano   conduce   al   choque   infando; 


(i)  Hay  vanos  datos  para  creer  que  la  fuerza  que  salió  era  de  1.800  y  más  hombres;  pero 
el  parte  militar  que  se  publicó,  y  los  detalles  de  los  cuerpos,  solo  demostraban  1.430.  El  autor, 
como  que  escribía  en  el  acto  de  los  sucesos,  tenía  que  arreglarse  a  lo  que  aparecía  oficialmente'. 


—  166  — 

Y  ciento  diez  jinetes  lleva  aparte 
El  Ínclito  Chain,  raj'O  de  Marte...    (i) 

Allí  Albín,   Ramos,  Urquiza 

Y  Llerena  hacen  alarde 
De  sus  bravos  guerrilleros 
Laureados  en  cien  combates...    (2) 
Zufriategui  el  de  Dragones, 
Obregón,  Larroble  y  Vázquez, 
Son  del  General  en  Jefe 
Elegidos  Edecanes...    (3) 

Sallent  y  Liñán  se  miran 
En  la  primera  falange, 
Villalba,  Azcuénaga  y  Costa, 

Y  otros  dignos  oficiales...    (4) 
Segundo  de  la  Segunda 

Va  Piriz,  y  el  Comandante 
Bofarull,  con   Tureret, 
Llevan  a  sus  catalanes. 

Rodríguez,   Machandiarena, 

Y  Acha,  el  cuerpo   comerciante 
Rigen;  y  Montano  y  Butler 
Los  marinos  indomables. .  .    (5) 
En  la  tercera  va  Espina, 
Xeira,   López  y   González, 
Quintas,   Quintana  y  Murillo, 
Con  ^laturana  y  Fernández...    (6) 


(i)  i. a  DIVISIÓN,  su  Jefe  D.  Pedro  Lacuesta.  Coronel  del  Fijo,  llevaba  el  batallón  de 
voluntarios  de  Madrid,  una  compañía  del  Fijo  y  dos  de  artillería  urbana.  —  2.»  DIVISIÓN, 
Jefe  Coronel  graduado  D.  Domingo  Estanislao  Loaces  (hijo  de  Montevideo),  llevaba  una 
compañía  de  tropa  de  marina,  otra  del  cuerpo  del  comercio,  y  otra  de  miñones  catalanes  de 
á  100  hombres  cada  una.  —  3.»  DIVISIÓN,  Jefe  Coronel  D.  Gerónimo  Gallano  de  Albuera, 
llevaba  una  compañía  de  voluntarios  de  Sevilla,  otra  de  Albuera,  otra  de  Milicias  y  los  tercios 
de  emigrados  de  Xeira,  López,  González  Peña  y  Quintas.  Llevaban  también  8  piezas  de  campaña. 
La  caballería  era  mandada  por  el  Coronel  D.  Benito  Chain,  Jefe  del  cuerpo  de  guerrilleros 
que  llevaba  su  mismo   nombre. 

(2)  Don  Martín  Albín.  D.  Juan  Ramos  y  D.  Juan  Cruz  Urquiza  eran  capitanes  del  cuerpo 
de  Chain;  y  D.  Pedro  Llerena  Alférez  del  mismo.  Tanto  en  esta  División  como  en  las  otras 
dos  iban  muchos  más  oficiales,  que  no  expresó  el  autor  en  los  versos,  y  que  ya  en  estos 
tiempos    sería   muy    difícil    designar   nominalmente. 

(3)  D.  Juan  Zufriategui,  Teniente  de  Dragones:  D.  José  Obregón,  Capitán  de  fragata: 
D.  Luis  Larrobla,   Capitán  de  Caballería,  y  D.   Ramón  Vázquez,   Capitán  de   Dragones. 

(4)  D.  José  Sallent,  Comandante  de  voluntarios  de  Madrid,  2."  Jefe  de  la  i.*  División: 
D.  Esteban  Liñán,  Capitán  del  Fijo;  D.  Antonio  Villalba,  ídem  de  campaña;  D.  José  Benito 
.•\zcuenaga,  Alférez  de  Dragones,  y  D.  José  Costa  Tejedor,  Capitán  Comandante  de  la  Arti- 
llería  Urbana. 

(5)  D.  José  Piriz,  Capitán  del  Fijo,  2.»  Jefe  de  la  2.*  División;  D.  X.  Bofarull,  Comandante 
de  Miñones  y  D.  N.  Tureret,  Teniente;  D.  Agustín  Rodríguez  y  Fernández,  Capitán  del  Co- 
mercio; D.  N.  Machandiarena  y  D.  Ramón  Acha,  oficiales  del  mismo  Cuerpo;  D.  Juan  Montano, 
Alférez   de   fragata,    y   D.    Sebastián    Butler,    ídem   de   navio. 

(6)  D.  José  Espina  y  Barosa,  Teniente  Coronel  graduado  de  Dragones,  2.»  Jefe  de  la  3." 
División;  D.  José  Neira,  Comandante  de  Voluntarios  emigrados  de  Buenos  Aires;  D.  Ramón 
López,  Comandante  de  emigrados  patriotas  de  ídem;  D.  Francisco  González  Peña,  Comandante 
de  los  patriotas  de  San  José;  D.  José  Quintas,  Comandante  de  los  de  la  Concepción  del  Uru- 
guay: D.  Antonio  Quintana,  Alférez  de  Fijo;  Miguel  Murillo,  Sargento  Mayor  de  Milicias; 
D.    Mariano    Maturana    y    D.    Francisco    Fernández,    Capitanes    de    Albuera. 


—  167  — 

Otros  varios  adalides 

Van  también  menos  notables, 

Siendo  Larrobla  encargado 

De  auxilios  espirituales...    (i) 

He  aquí  un   temerario  arrojo 

Ir  con  débiles  falanges 

A.  desafiar  enemigos 

Tan  numerosos  y  audaces. 

Vigodet  manda  en  Jefe  todo  el  grueso, 
Llevando  por  segundo  al  digno  Muezas ;   (2) 
Llegan  a  las  Tres-Cruces  sin  tropiezo 
Precedidos  del  tren  por  ocho  piezas 
Allí  los  de  Chain,  siempre  en  progreso, 
Su  renombre  acreditan  con  proezas; 

Y  asaltan  y  sorprenden  aterradas 

Las  guardias  en  su  tránsito  apostadas. 

Con  guerrillas  de  infantes  victoriosa 
Nuestra  caballería  iba  al  alcance, 

Y  auxiliada  con  fuerzas,  presurosa 
De  Silva  al  Saladero  da  el  avance ; 
Baltavargas,  con  gente  valerosa 
Aquel  punto  defiende,  y  en  tal  trance 
Ambos   bandos   se   vieron   desde   luego 
Cual  dos  volcanes  vomitando  fuego. 

Baltavargas,  intrépido  adversario, 
Pues  no  es  justo  que  el  mérito  denigre, 
Contrastando  al   asalto  sanguinario. 
Hace  una  resistencia  como  un  tigre; 
Doquiera  acude  activo  y  temerario 
Aunque  su  vida  en   el   horror  peligre. 
Hasta  que  sucumbiendo  a  su  hado  instable 
Se  rinde  a  discreción  y  arroja  el  sable. 

El  y  dos  oficiales  prisioneros 

Quedan  con  treinta  y  seis  de  sus  soldados,  (3) 

Y  no  pocos  se  ven  de  sus  guerreros 
En  el  campo  sin  vida  abandonados; 
Un  pequeño  cañón  con  sus  aperos 

Y  caballos  veintiocho  son  tomados : 


(i)  El  Presbítero  D.  Juan  Francisco  Larrobla,  Capellán  del  Ejército.  Además  de  los  ofi- 
ciales que  van  nombrados  faltan  muchos  que  el  autor,  muy  joven  entonces,  no  se  acordó  de 
anotar,  o  no  pudo.  Lamenta  esta  omisión,  siéndole  ya  dificultoso  encontrar  datos  de  aquella 
época,   pues   la   Gaceta   no   suministra   aún   datos   de  más   interés. 

(2)  Don   Vicente   M.   Muezas,   Brigadier  del   Ejército,  que  pereció   este  día. 

(3)  Los  prisioneros  son:  Comandante  don  Baltasar  Vargas,  Jefe  de  una  división  de  400 
hombres,  casi  todos  orientales;  Teniente  don  Vicente  Leguisamo;  Alférez  don  Andrés  Ama- 
rillas  y   treinta   y   seis    de   tropa,    los   que    en    el    acto    fueron    remitidos   a   la    plaza. 


—  16S  — 

Cede,  pues,  el  caudillo  a  los  valientes, 
V  huye  el  resto  por  sendas  diferentes,  (i) 

En  tanto  que  a  la  derecha 
Los  de   Chain  y  guerrillas, 
Tan  rápidas  maravillas 
Hacen  con  brío  y  tesón. 
También   hacia  las   Tres-Cruces 
Va  por  la  senda  del  Cristo, 
De   dos   cañones   provisto. 
Cuesta  con  su  división. 

Guerrillando  por  delante 
Manda,  a  fuer  de   exploradores. 
Ciento  y  treinta  tiradores 
Que  avanzan  sin  trepidar; 
Y  de  guardias  avanzadas 
Sosteniendo  choques  varios, 
A  los  tenaces  contrarios 
Consiguen   desalojar. 

Allí  las  tres   divisiones 
Hacen  alto,  y  la  tercera 
Hacia   el  molino,  guerrera. 
Emprende   su   dirección; 
Mas  la  primera  y  segunda, 
Según  el  plan  concertado, 
A  dar  el  golpe  extremado 
Marcharon    sin   dilación. 

Prosiguen  así  unidas  avanzando 

Por  el  punto  que  llaman  Figurita, 

Con  seis  piezas  de  a  ocho,  aprovechando 

La  ocasión  que  feliz  se  facilita; 

Mas  Lacuesta  sus  tropas  animando, 

La  marcha  al  campamento  precipita 

De  los  negros,  que  atónitos  repente 

Se  ven  cercados,  con  Soler  ausente .. .    (2) 

Cual   ráfaga  del  viento  que  impetuoso 
Secas  hojas,  y  aristas  por  doquiera 
Arrastra,  y  en  desorden  polvoroso 
Las  impulsa,  revuelve  y  aglomera; 
Cual  de  un  cerro  desciende  correntoso 
El  torrente  que  inunda  la  pradera. 


(i)   Todos  los  fugitivos  se  dirigiam  de  varios  rumbos  hacia  el   Cerrito. 

(2)  Don  Miguel  E.  Soler  se  hallaba  durmiendo  fuera  de  su  campamento;  pero  escapando 
de  grandes  peligros  reunió  en  el  Cerrito  sus  dispersos  y  luego  contribuyó  mucho  con  sus  es- 
fuerzos  a   la  victoria   que   obtuvieron   los   patriotas   este    día. 


—  169  — 

Y  en  turbillones  de  espumosa  plata 
Los  árboles  y  chozas  arrebata. 

Así  la  división  corriendo  avanza 
Sobre  aquellos  etiopes  confundidos 
Por  el  súbito  asalto;  y  la  matanza 
Se  aumenta,  y  el  clamor  de  los  heridos. 
Crece  su  confusión,  y  sin  tardanza 
De  sus  tiendas  se  atajan  aturdidos, 

Y  resisten  en  vano,  pues  furente 

Los  asalta  en   sus  tiendas  nuestra  gente. 

El   ángel   de   la   muerte   allí   sangriento 
Fulmina  sus  horrores  a  dos  manos, 
Pues  si  muestran  los  blancos  ardimiento 
No  ceden  en  valor  los  africanos; 
Mas  sin  su  bravo  Jefe  en  tal  momento 
Sólo  opone  su  ardor  esfuerzos  vanos, 

Y  ya  en  torno  a  sus  tiendas  se  retrata 
Como  un  río  de  fuego  y  escarlata. 

La  negra  muchedumbre   al   fin  trepid? 
Al  ver  su  sangre  enrojecer  la  tierra, 
Cual  si  de  Palas  la  tremenda  egida 
Les  presentase  el  numen  de  la  guerra; 
Su  campamento  entonces  pavorida 
Abandona  al  poder  que  los  encierra, 

Y  sin  uno  rendirse  prisionero 
Vieron  cuarenta  perecer  primero. 

Allí  pereció  Videla, 
Capitán  de  heroico  aliento. 
Sin  que  obste  a  su  ilustre  fama 
Bl  ser  contrario  y  ser  negro 
Grita  ¡Viva  el  Rey! . . .  le  dicen. 
Con  la  bayoneta  al  pecho. 
Mas  él  todo  herido  exclama : 
¡Viva  la  patria!  y  es  muerto. 
En  este  reñido  choque. 
Preludio  de  otro  más  fiero. 
Mueren  de  nuestros  valientes 
Diez  y  ocho  hombres  y  un  sargento. 
De  las  armas  y  equipajes, 
Apodé  ranse  los  nuestros  : 
Corto  despojo  sin  duda 
Comprado  a  tan  alto  precio. 
Hacia  el  Cristo  en  bandadas 
Huyen  por  doquier  los  negros. 


—  170  — 

Y  también  de  otros  piquetes 
Los  derrotados  diversos. 
Muchos  ya  heridos,  la  sangre 
Van  derramando;  mas  ellos 
Allá  en  decisivo  golpe 
Quieren  derramar  el  resto. 
Allí  Rondeau  los  reúne, 
Los  proclama,  y  con  denuedo, 
Soler,  Vázquez  y  Hortiguera 
Reaniman  sus  alientos...    (i) 
Su  artillería  disponen 
Zufriategui,  y  Ramos  luego, 
Y  Pico,  Quintana  y  otros 
Preparan  ya  a  sus  guererros. 
Viana,  el  ex  marino,  y  hoy 
Mayor  general  de  aquéllos. 
Recién  llegado  al  Ceirito,  (2) 
No  pudo  ejercer  su  empleo. 

Cual  venados  incautos  que  paciendo 
En  la  falda  de  un  monte,  de  repente 
Al  oir  del  fusil  el  rudo  estruendo 
Se  atropellan  en  fuga  diligente, 
Y  unos  acá  y  otros  allá  corriendo, 
Cada  cual  por  su  senda  diferente, 
Todos  se  acogen  a  una  misma  altura 
Que  es  por  inaccesible  más  segura. 

Así  los  sorprendidos  sitiadores 
Que  la  fuerza  derrota  o  intimida. 
Volviendo  de  tan  súbitos  terrores, 
Acuden  del  Cerrito  a  la  guarida. 
Úñense  allí,  de  todos,  los  mejores, 
Muy  cerca  de  dos  mil,  y  guarnecida 
Por  trescientos  la  altura  de  aquel  puesto, 
Se  oculta  al  otro  lado  todo  el  resto. 

Lo  escabroso  del  sitio,  y  lo  frondoso 
De  una  quinta,  prohibe  a  nuestra  gente 
Descubrir  al  contrario  el  numeroso 
Ejército  emboscado  en  lo  eminente ; 

(I)  Vázquez,    don    Ventura,    Comandante    del    Regimiento    sitiador    N.»    4:    Hortiguera,    don 
Rafael,   Comandante   de  uno   de   los   Escuadrones  de   Dragones   de  la   Patria.  „^,^:..^^. 


—  171  — 

Mas  Lacuesta  de  espíritu  animoso, 

Y  más  arrebatado  que  paciente, 
Con  sola  su  falange,  sin  prudencia. 

Va  a  embestir  del  Cerrito  la  eminencia. 

El  avance  con  ciega  bizarría, 

Sin  caballos  ni  tren  emprende  altivo ; 

Mas  la  altura  fatal  no  bien  subía, 

Cuando  en  torno  se  rompe  un  fuego  vivo 

El  sitiador  con  fuerte  infantería 

Un  volcán  vomitaba  destructivo, 

Y  cargando  a  metralla  sus  cañones, 
Indefensos  diezmaba  a  los  campeones. 

Del  contrario  la  altura,  el  parapeto. 
El  número  mayor  de  infantería, 
A  los  realistas  en  horrible  aprieto 
Sin  bajar  ni  subir  la  mantenía  ; 
El  cuerpo  de  Dragones  de  respeto. 
Preparado  a  cargar  se  apercibía, 

Y  nuestra  gente  en  desigual  combate 
Prevé  su  destrucción,  mas  no  se  abate. 

Al  Fijo  en  tanto  apuro  Cuesta  manda 
Desplegar  en  batalla  por  hileras. 
Mas  la  lluvia  mortífera  e  infanda, 
Vuelca  en  su  evolución  a  las  primeras ; 
Formada  así  en  columna  de  esta  banda 
La  División  levanta  sus  banderas, 

Y  aquel  jefe  les  dice  con  bravura  : 

i  Al  Cerrito,  soldados!  ¡A  la  altura! 

Allí  fué  de  la  lid  el  lance  horrible, 
Allí  vióse  el  estrago  y  la  matanza, 
Allí  la  Parca  con  segur  terrible 
Al  débil  y  al  valiente  ciega  alcanza. 
Nuestra  gente  atentando  a  un  imposible 
Los  rayos  de  su  furia  en  vago  lanza, 

Y  corriendo  el  horror  de  fila  en  fila, 
Un  batallón  a  lo  mejor  vacila. . .   (i) 

Cual  vórtice  de  un  río  cavernoso 
Girando  en  circulares  movimientos, 
Arrebata  con  ímpetu  furioso 
Del  deshecho  bajel  tristes  fragmentos ; 


(i)   Se  dice  que  ha  sido  la  compañía  de  Voluntarios  de  Madrid  la  primera  que  se  desordenó 
y  trastornó  la  formación. 


—  172  — 

Tal  se  remueve  en  remolino  ansioso 
La  falange  realista  sin  alientos, 
En  desorden  fatal :  ¡  triste  presagio 
Del  deshecho  bajel  y  del  naufragio! 

¡Que  nos  cortan!  exclama  un  alto  grito; 
El  espanto  de  todos  se  apodera, 
Y  en  fuga  se  derraman  del  Cerritc 
Cual  rio  que  sus  márgenes  rompiera ; 
Entonces  los  contrarios  en  circuito 
Se  lanzan  como  rayos  de  la  esfera, 
Logrando  con  usura  en  fieras  cargas 
A  los  negros  vengar,  y  a  Baltavargas. 

Hortiguera,  con  Pico,  y  sus  Dragones 
Acometen  con  furia  a  sable  en  mano, 
Y  en  los  rotos,  confusos  batallones, 
Pagan  el  yerro  de  su  orgullo  insano. 
Sin  orden,  sin  unión,  nuestros  campeones 
Bajan  precipitados  hasta  el  llano : 
Unos  ceden  del  choque  a  la  violencia. 
Otros  hacen  en  grupo  resistencia. 

Lidiando  a  sable  en  mano  y  sin  acierto, 
Allí  el  valiente  I^Iuezas  fatigado, 
Por  un  llamado  Mondragón  es  muerto. 
Dejando  su  valor  bien  comprobado; 
Allí  muere  Liñán,  cuando  por  cierto 
Sáenz,  contrario  oficial,  le  había  salvado, 

Y  Costa  Tejedor,  con  igual  suerte, 

Al  dar  su  espada  recibió  la  muerte.  .  .   (i) 

Muchos  que  hallan  contrarios  generosos 
Logran,  rindiéndose,  salvar  sus  vidas ; 
Otros  se  fingen  muertos,  y  dichosos 
Libranse  entre  las  victimas  tendidas; 
Allí  en  medio  de  tantos  valerosos 
Cae  Figueroa  con  catorce  heridas. . .    (2) 

Y  algunos  logran  en  su  apuro  fuerte, 
Derribar  al  que  viene  a  darles  muerte. 

En  esta  situación,  con  su  segunda 
División  por  un  flanco  ataca  Loaces; 


(i)  El  Capitán  don  Esteban  Liñán,  según  se  supo  después,  era  conducido  a  caballo  prisionero 
por  el  Alférez  de  Dragones  don  Domingo  Sáenz,  que  quería  salvarle  la  vida,  y  al  hacer  cierto 
movimiento  con  la  espada  que  aún  llevaba  en  la  mano,  hizo  creer  que  trataba  de  matar  a  Sáenz, 
y  por  tal  equivocación  lo  mató  por  detrás  un  soldado.  Don  José  Costa  Tejedor  era  el  Coman- 
dante  de   la   artillería  urbana. 

(2)  Don  Claudio  Figueroa,  Cadete  del  Regimiento  Fijo,  recibió  cinco  balazos,  nueve  heridas 
más  de  bayoneta  y   sable,   de  las  que  murió   a  los  pocos  días.   Era  hermano   del   autor. 


—  173  — 

Nueva  lucha  se  enciende  furibunda 

Y  retroceden  las  contrarias  haces  ; 
Reúne  los  dispersos,  y  ya  funda 
Esperanzas  risueñas  y  falaces, 

Y  avanzando  triunfante  por  doquiera, 
Planta  sobre  el  Cerrito  su  bandera. 

Sostiene  su  eminencia  un  cuarto  de  hora 
Con  un  fuego  horroroso  y  continuado, 
Mientras  que  el  enemigo  al  otro  lado 
Sus  valientes  reúne  y  corrobora; 
Mas  habiendo  la  pólvora  apurado 
Nuestra  gente,  su  brío  se  minora, 

Y  emprende  su  riesgosa  retirada 
Por  la  espalda  y  los  flancos  acosada. 

Tropezando  en  cadáveres  la  gente. 
Defiéndese  a  sable  y  bayoneta. 
Muchos  bravos  perdió,  pero  valiente 
Se  libertó  de  destrucción  completa; 
Llega  hasta  los  cañones  velozmente, 

Y  aquel  asilo  el  invasor  respeta, 

Y  al  tornar  del  Cerrito  hacia  la  falda. 
Les  baten  desde  lejos  por  la  espalda. 

Las  dos  divisiones 
Asaz  derrotadas. 
Allí  determinan 
Al  pueblo  tornar. 
Volviendo  al  Cerrito 
Sus  tristes  miradas, 
Do  el  lauro  y  la  gloria 
Miraron  frustrar, 

Gallano,  entretanto, 
Con  gran  bizarría 
Batiéndose  estaba 
Cual  bravo  adalid; 
Mas  órdenes  luego 
El  jefe  le  envía 
Que  el  punto  abandone. 
Que  deje  la  lid. 

Aquí  de  los  hechos 
De  aquesta  falange 
Lidiando  hacia  el  Norte, 
Daré  descripción : 


—  174  — 

Que  en  guardias  y  líneas 
(Marchando  al  Molino), 
Cargó  a  los  contrarios 
Con  brío  y  tesón. 

Trabóse  allí  la  lid,  Vázquez  valiente 
Montes  y  Ramos,  su  legión  terrible  (i) 
Animan  sin  ceder,  mas  nuestra  gente 
Despliega  una  constancia  irresistible  ; 
Con  ánimo  esforzado  y  obediente 
Cada  fila  es  un  muro  incombatible, 

Y  al  estampido  atroz  de  dos  cañones 
Responden  los  contrarios  batallones. 

Impaciente  Gallano  determina 
Forzar  el  centro  al  enemigo  bando 
O  batirlo  en  detalle  si  se  obstina, 
O  bien,  la  retaguardia  irle  ganando. 
Con  este  fin  resuelto  se  encamina 
Hacia  su  centro  mismo;  pero  cuando 
Llega  el  contrario  a  conocer  su  intento, 
Cambia  y  deja  su  línea  en  el  momento. 

Con  una  decisión  heroica  y  fiera 
Carga  nuestra  vanguardia  dando  vivas, 

Y  con  gran  resistencia  se  apodera 
De  posiciones  dos  consecutivas ; 

Mas  vuelve  Vázquez :  a  la  vez  tercera 
La  rechaza  con  iras  vengativas, 

Y  palmo  a  palmo  con  tesón  violento, 
Recupera  su  línea  y  campamento. 

Una  gruesa  columna  al'punto  viene 
A  auxiliar  al  contrario  (2).  En  tres  secciones 
Gallano  entonces  su  legión  previene, 
Formadas  todas  tres  en  escalones. 
Con  un  graneado  fuego  así  entretiene 
Su  astucia  a  los  patriotas  escuadrones, 
Dando  allí  de  valor  pruebas  distintas 
Xeyra  y  Espina,  Maturana  y  Quintas 

En  esta  formación  firme  y  constante, 
Mostró  la  nuestra  y  enemiga  gente 


(i)  El  Coronel  Ventura  Vázquez,  Comandante  del  número  4,  mandaba  la  fuerza  que  se 
batió  con  la  tercera  División.  Era  Ayudante  don  Gabriel  Velazco  y  Cadete  don  Eugenio  Garzón. 
Montes  Larrea,  don  Francisco,  Capitán  de  Dragones  de  la  Patria  y  don  Bonifacio  Ramos, 
Capitán    de   Artillería. 

(2)  Derrotadas  ya  en  el  Cerrito  las  Divisiones  realistas  i.»_  y  2.*, ,  se  vio  Rondeau  mas  des- 
embarazado y  pudo  mandar  refuerzos  a  Vázquez,  que  seguía  batiéndose  contra  la  División 
Gallano. 


—'175  — 

El  valor  más  sereno  y  arrogante, 

Y  a  sangre  fría  el  brío  más  ardiente; 
Sufriendo  el  rayo  del  cañón  tronante 

De  minuto  en  minuto,  y  frente  a  frente. 
Era  cualquiera  fila  una  muralla, 
Donde  abría  sus  claros  la  metralla. 

De  este  modo  constante 

La  División  tercera 

Batióse  hasta  el  momento 

Que  el  retroceso  Vigodet  le  ordena. 

En  columna  y  buen  orden, 

Al  son  de  sus  cornetas. 

Se  vuelve  y  a  los  restos 

Se  une  de  la  segunda  y  la  primera. 

Y  a  las  once  en  el  pueblo, 
Que  en  dolor  las  contempla, 
Entraron,  ostentando 

Cribadas  de  balazos  sus  banderas. 

Las  esposas  y  madres 

Con  ansia  las  hileras 

Examinan  y  gimen 

Al  ver  que  faltan  sus  queridas  prendas. 

En  carros  los  heridos 

Y  en  angarillas  llegan. 
Sufriendo  silenciosos. 

Que  el  dar  aj-es  a  baldón  tuvieran 

De  la  parte  contraria  hasta  noventa 
Son  los  muertos  y  heridos  computados 
Tomáronse  fusiles  más  de  ochenta 

Y  veintiséis  caballos  ensillados; 
Prisioneros  también  fueron  cuarenta  (i) 

Y  un  pequeño  cañón. — Muy  extremados 
Nos  ponderan  la  pérdida  contraria, 
Fray  Cirilo  y  la  gente  visionaria...    (2) 


(i)    Treinta    y    nueve   en    el    campamento    de    Baltavargas,    y    uno    disperso    más    adelante. 

(2)  La  Gaceta  de  Montevideo  exageró  en  extremo  la  pérdida  de  los  sitiadores.  Dice  que 
tuvieron  cuando  menos  300  muertos!!  Por  su  parte  el  general  Rondeau  decía  en  su  cornuni- 
cación  oficial  al  Gobierno  Argentino,  que  solamente  había  tenido  67  entre  muertos  y  heridos, 
y  de  sus  prisioneros  sólo  cita  al  Comandante  Baltavargas,  sin  decir  nada  de  los  otros  dos 
oficiales  y  36  soldados  que  cayeron  con  él,  y  que  todo  el  pueblo  vio  entrar  prisioneros  al  prin- 
cipio de  la  acción.  El  autor  de  esta  obra,  ateniéndose  a  los  informes  imparciales  y  más  seguros, 
se  encontraba  casi  siempre  en  un  término  medio  entre  las  ponderaciones  de  ambcjs  partidos. 
Entre  los  muertos  tuvieron  los  sitiadores  al  Alférez  Menéndez,  y  entre  los  heridos  a  don 
Julián  Laguna,   Capitán   de   Baltavargas. 


.     —  176  — 

Mucho  mayor  la  quiebra  y  más  sentida 
Ha  sido  en  los  realistas;  pues  ufanos, 
Ciegos  en  su  confianza  desmedida, 
Perdieron  el  laurel  de  entre  las  manos. 
Allí  más  de  cien  bravos  con  la  vida 
Pagaron  el  error  de  hombres  insanos : 
Ciento  cuarenta  y  seis  son  los  heridos, 

Y  treinta  prisioneros  o  perdidos.  .  .   (i) 

Este  es  el  resultado  verdadero 

De  la  acción  y  su  efecto  desastroso. 

Por  más  que  el  coronado  Gacetero 

Forje  de  una  derrota  un  triunfo  hermoso.   (2) 

Todos  lidiaron  con  valor  guerrero, 

Y  aun  el  mismo  desastre  fué  glorioso, 
Pues  hoy  los  vencedores  y  vencidos 
Son  con  título  igual  esclarecidos...    C3) 

¡Salve,  pueblo  leal,  salve,  honorable 
De  virtud  y  lealtad  raro  portento! 
Tú  del  volcán  que  ruge  formidable 
Contienes  la  erupción  y  el  incremento. 
La  sangre  de  tus  hijos  estimable 
Hoy  firmó  de  su  gloria  el  documento; 

Y  la  fama  que  excelso  te  pregona. 
Te  ofrece  por  mi  mano  esta  corona. 

F.    ACUffA    DE    FIGUEROA.  —  Diario    Histórico    del    sitio    de    Montevideo.  —  1812-13-14. 


(9)  Exmo.  Señor:  El  doce  del  que  gobierna  á  las  tres  y  media  de  la  tarde  tube 
parte  por  una  de  las  guardias  que  amparan  la  boca  de  este  Riacho,  que  dos  buques 
enemigos  estaban  fondeados  á  su  frente:  á  pocos  momentos  me  avisa  el  Guarda 
costa  que  en  el  puerto  de  Landa  hacian  pié  cinco  más.  Yá  se  presagiaba  que  los  pi- 
ratas de  Montevideo  maquinaban  una  formal  expedición  con  el  designio  de  invadir 
á  estos  puntos,  saquearlos  y  demolerlos :  á  esta  amenaza  era  consiguiente  una  medida 
precautiva  capaz  de  hacerle  datar  á  la  patria  el  nuevo  triunfo  con  que  se  ha  coro- 
nado. La  gloria  de  pronunciarlo  quizá  me  habrá  quitado  el  placer  de  enriquecerlo 
con  las  maravillosas  circunstancias  que  presenta  su  pormenor.  Así  es  que  aprove- 
chando todo  instante  pedí  auxilio  á  la  villa  del  Gualeguay;  destiné  30  hombres  de 


(1)  La  pérdida  de  los  realistas  (prescindiendo  de  lo  que  dice  la  Gaceta),  es  la  que  se  expresa 
en  este  verso.  Entre  los  muertos  no  se  cuentan  más  oficiales  que  los  ya  citados  en  los  versos. 
Entre  los  heridos  hay  los  siguientes:  Quintana,  Moreno  y  Azcuénaga,  del  Fijo;  don  Juan  Cruz 
Cortines,  don  Nicolás  Granada  y  don  José  Palacios,  de  Voluntarios  de  Madrid:  don  Antonio 
Villalba,  Capitán;  Butler  y  Montaña,  oficiales  de  Marina;  el  Comandante  de  Emigrados  Neira 
y  el  Subteniente  de  ídem  don  Francisco  Pico;  Rodríguez,  Capitán  del  Comercio,  levemente 
herido  y  el  Subteniente  Acha,  contuso;  el  Cadete  del  Fijo,  Figueroa,  herido  mortalmente.  Y 
entre  los  que  quedaron  prisioneros  se  cuentan  los  Cadetes  José  M.  Navía,  Juan  J.  Ortuña  y 
don    N.    Brid,    los   dos    primeros    heridos. 

(2)  Fray  Cirilo  Alameda,  tan  célebre  después  en  Europa,  era  el  Editor  de  la  Gaceta  de 
Montevideo. 

(3)  Los  jefes  de  las  tres  divisiones  elogian  a  todos  en  general,  y  particularmente  a  sus 
segundos  Sallent,  Píriz  y  Espina,  y  como  héroes  de  extraordinario  valor  al  cabo  de  Voluntarios 
de   Madrid   don   Bartolomé   ilena,   y   a   los  soldados   del   mismo   Andrés   Palomino   y   José   Roldan. 


—  177  — 

mi  confianza  á  las  órdenes  del  benemérito  teniente  de  la  primera  compañia  D.  José 
Ignacio  Gonzales,  y  alférez  de  la  segunda  Don  Nazario  Gómez,  á  quienes  debió 
reunirse  la  partida  que  mandaba  el  comisionado  D.  Basilio  Gaicano  por  orden  que 
le  di  oportunamente  al  efecto.  El  enemigo  se  había  entrado  á  un  arroyo  nombrado 
el  Bellaco,  en  donde  estaba  abasteciéndose  de  carbón.  Incontinenti  le  ordené  se  pu- 
siese en  marcha  y  el  14  trató  el  enunciado  Gonzales  de  descubrir  la  situación  de  éste 
y  atacarlo.  Su  bizarría  lo  hubiera  sin  duda  efectuado  á  no  haber  creído  que  las 
municiones  le  eran  escasas  para  el  logro  de  sus  esperanzas.  En  este  estado  supe  que 
»e  aproximaba  el  Capitán  de  la  tercera  Compañia  del  nuevo  escuadrón  de  mi  mando 
Don  Gregorio  Samaniego  con  parte  de  su  gente,  y  que  le  acompañaba  el  de  igual 
clase  don  Santos  Lima,  á  cuyo  cargo  venían  25  hombres  de  auxilio  de  Gualeguay. 
Con  este  motivo  ordené  al  enunciado  Gonzales  se  mantuviese  espectando  los  movi- 
mientos del  enemigo,  y  que  no  comprometiese  acción  alguna  hasta  tanto  no  llegasen 
los  referidos  oficiales,  debiéndolo  hacer  solo  en  el  caso  que  los  buques  hicieran  el 
ademán  de  mudarse.  La  aspereza  y  escabrosidad  del  lugar  formaban  la  esperanza 
del  enemigo  más  que  sus  propios  esfuerzos :  no  obstante  llegaron  los  nuestros,  se 
reunieron  y  persuadidos  de  que  perder  la  vida  por  la  patria  no  era  otra  cosa  que 
mejorarla,  dieron  la  señal  de  alarma,  lo  provocaron,  lo  acometieron  y  triunfaron: 
panegirizar  el  mérito  de  ambos  capitanes  seria  entristecerlo ;  por  esto  es  que  lo 
déxo  á  su  consideración ;  pero  aún  hay  más  que  admirar :  los  soldados  de  la  segunda 
compañia  de  este  esquadron  Antonio  Gorosito  y  Matías  Guzman,  llevados  del  fu- 
ror que  les  inspiraba  la  vista  del  enemigo  acordaron  entre  sí  abordar  á  uno  de  los 
buques  sin  más  armas  que  el  sable  en  la  boca,  se  echaron  á  nado,  y  burlándose  de 
su  resistencia  se  hicieron  dueños  absolutos  de  él  con  dos  más  que  se  hablan  apre- 
sado. Los  tres  son  los  siguientes.  A  saber,  la  Goleta  Nuestra  Sra.  del  Rosario,  de 
25  toneladas,  propiedad  del  gallego  emigrado  Domingo  Biscaya,  con  dos  cañones  de 
á  4,  14  balas  de  este  calibre,  otros  tantos  sacos  de  metralla  y  ocho  fusiles  cuyos  en- 
seres se  detallan  en  la  licencia  que  trahia  el  patrón  de  este  buque.  Otro  de  dos 
palos  perteneciente  al  gallego  Vidal,  quien  hacia  de  amo  y  patrón  de  él  según  consta 
de  las  declaraciones  de  los  prisioneros,  con  dos  cañones  de  á  8,  16  balas  de  igual 
calibre,  6  bolsas  de  metralla  y  5  fusiles.  Una  balandra  con  un  cañón  de  á  12,  11  ba- 
las correspondientes,  6  bolsas  de  metralla  y  6  fusiles.  Los  prisioneros  que  quedan 
en  este  quartel  son  17,  de  los  cuales  hay  tres  gravemente  heridos,  4  negros  esclavos 
tomados,  entre  estos  aseguran  que  los  muertos  fueron  6  contando  con  2  que  se  pre- 
cipitaron al  Uruguay  y  que  probablemente  han  perecido.  Por  nuestra  parte  no  ha 
habido  la  menor  desgracia.  La  precisión  de  comunicar  á  Vmd.  ésta  tan  importante 
noticia  habrá  tal  vez  dexado  en  olvido  algunas  circunstancias  que  merezcan  ano- 
tarse, pero  conforme  se  vayan  presentando,  tendré  el  honor  de  Írselas  transmitien- 
do. Está  demás  exagerar  á  Vmd.  el  ardím.iento  y  serenidad  con  que  la  tropa  sostubo 
los  fuegos  del  enemigo,  protestando  ante  las  aras  de  la  patria  no  perdonar  su  exis- 
tencia hasta  no  ver  restablecida  nuestra  suspirada  y  santa  libertad.  Dios  guarde 
a  Vmd.  muchos  años — Gualeguaychú,  Enero  20  de  1813.  José  Gutierres — Sr.  Coman- 
dante general  de  Entre  Ríos  D.  Elias  Calvan.  Es  copia — G.^lvan.  (Gaceta  Ministe- 
rial de  Buenos  Aires  N.°  43,  Enero  29  de  1813). 


(10)   Sin  olvidar  el  defecto  que  tanto  ha  censurado  el  ingenioso  Cervantes  Saa- 
vedra,  y  que  tal  vez  influyó  demasiado,  en  el  ánimo  de  nuestro  célebre  Dean  Funes, 
á  punto  de  hacerle  quitar  los  andamios  que  le  sirvieran  para  levantar  su  fábrica 
Tomo   II  12 


—  178  — 

histórica — la  importancia  del  asunto,  requiere  seamos  minuciosos,  al  citar  las  prin- 
cipales fuentes  consultadas,  además  de  la  tradición  popular,  y  de  las  qué  nos  hemos 
valido  para  la  redacción  de  esta  parte  de  nuestro  trabajo.  Casi  todos  los  qué  nos 
precedieron,  han  discordado,  sobre  el  dia  y  sitio  preciso  del  suceso  de  armas  de 
San  Lorenzo  como  asimismo  en  cuanto  al  número  de  los  contendientes,  sus  pérdidas 
respectivas,  etc;  ¡ojalá  que  al  cabernos  el  honor  de  ser  los  últimos  en  exhumar 
aquellos  recuerdos  venerandos — nos  quedara  á  lo  menos  la  satisfacción  de  haber 
encendido  el  fanal  que  sirva  de  guia  perenne,  á  los  que  en  el  porvenir  se  arrojen  al 
piélago  de  la  historia  militar  de  estos  paises ! 

Bibliografía — Diversos  Legajos  del  Archivo  General,  bajo  la  carátula — Secretaria 
de  Gobierno — Santa  Fé,  Punta-Gorda,  Grana-deros  á  caballo  y  Marina — 1812-13 — 
Números  44,  45,  46  y  48  de  la  Gaceta  ^Ministerial  del  Gobierno  de  Buenos  Aires,  y 
10  de  la  de  Montevideo  (181 3) — G.  Funes,  Ensayo  de  la  Historia  Civil  del  Para- 
guai,  Buenos  Aires,  etc.  181 7,  tom.  3.°  páj.  509,  ó  385  de  la  2.*  Edic.  por  Justo  Maeso, 
1856 — Biografia  del  General  San  Martin,  por  don  Juan  Garcia  del  Rio — Londres, 
1823,  páj.  4  (reimpresa  en  Santiago  de  Chile,  Paris,  Montevideo  y  Bs.  As.) 

Vida  de  San  Martin — Santiago  de  Chile,  imp.  de  Valles,  por  Pérez  reimpresa 
en  Bs.  As.  1825,  imp.  de  Hallet,  (ataques  personales  bajo  el  anónimo)  páj.  8 — El 
Repertorio  Americano,  publi.  por  los  caraqueños  D.  J.  G.  del  Rio  y  don  Andrés 
Bello,  Londres,  1827 — tom.  2,  páj.  214 — Memorias  de  Miller — Londres,  1829,  tom.  i." 
páj.  66  y  273 — M.  Torrente — Historia  de  la  Revolución  Hispano-Americana,  Ma- 
drid, 1829 — tom.  i.°  páj.  345 — doctor  don  Pedro  Somellera — Biblioteca  del  Comer- 
cio del  Plata  de  Montevideo,  tom.  HL  páj.  222 — El  general  Xecochea,  por  Manuel 
Ros — Lima,  1849,  páj.  7 — (reimpresa  en  Mendoza,  Buenos  Aires  y  en  la  Revista  del 
Paraná  1861)  San  Martin,  por  A.  Gérard,  Boulogne-sur-mer,  1850,  páj.  8 — Ájente 
Comercial  del  Plata,  1852,  n.°  196 — A.  Magariños  Cervantes,  Estudios  Históricos, 
etc.  Paris,  1854,  tom.  1°  páj.  146 — Biografia  de  San  Martin  por  D.  F.  Sarmiento, 
Bs.  As.  1857,  paj.  10  de  la  ''Galeria  de  Celebridades  Argentinas" — L  Xuñez,  Efe- 
mérides Americanas,  1857,  páj.  27 — Autógrafos  de  D.  Manuel  Romano — "El 
Nacional  Argentino"  del  Paraná,  N.°  531,  1857 — Diego  Barros  Arana,  "Historia 
general  de  la  independencia  de  Chile" — Santiago,  1857,  tomo  3°  páj.  79 — B.  Mi- 
tre, ''Historia  de  Belgrano"',  Bs.  As.,  1859,  tomo  2.°  páj.  125 — "Apuntes  biográ- 
ficos del  Dr.  D.  Julián  Navarro",  1860,  tomo  7  de  la  Biblioteca  Americana, 
páj.  120,  por  el  Dr.  Juan  Maria  Gutiérrez — "La  jornada  de  San  Lorenzo"  por  E. 
Moreno,  N."'  1059,  60  y  61  de  La  Reforma — Luis  L.  Dominguez,  "Historia  Ar- 
gentina", Bs.  As.  1861,  páj.  307 — "El  Correntino  Cabral  y  Rectificaciones  del 
Dr.  D.  Velez  Sarsfield,  etc."  por  P.  S.  Obligado,  1862,  N."'  2489  y  2506  de  La 
Tribuna — Bernardo  de  Irigoyen,  "Recuerdos  del  General  San  Martin",  tomo  I." 
páj.  328  de  la  Revista  de  Buenos  Aires,  1863 — L.  V.  Mansilla,  "Dos  palabras  sobre 
la  Caballeria  Argentina",  tomo  2°  de  la  misma,  páj.  82— Compilación  Gutiérrez, 
páj.  XLVHI — 'SI.  Navarro  Viola,  "Fastos  de  la  América  Española",  Rcv.  de 
Buenos  Aires,  tomo  3.°,  páj.  219 — "The  River  Píate  Hand  Book",  etc.,  for  1863, 
páj.  191 — '"Episodios  de  la  guerra  de  la  independencia"  por  el  coronel  D.  Ma- 
nuel de  Olazabal,  Gualeguaychú,  1863.  Testimonios  y  relaciones  orales  del  se- 
ñor brigadier  D.  José  Matias  Zapiola,  del  abogado  oriental  Dr.  D.  Salvador 
Tort,  del  oficial  de  marina  en  retiro  D.  Nicolás  Jorge  que.  como  nosotros  ha 
visitado  posteriormente  el  teatro  de  la  acción,  y,  finalmente,  las  importantes 
reminiscencias  de  los  señores  generales  D.  Ángel  Pacheco  y  D.  Manuel  Esca- 


179 


lada,  únicos  actores  que  quedaban  de  aquel  sangriento  episodio,  y  en  el  que  les 
cupo  su  parte  de  gloria  inmarcesible,  en  la  época  que  redactamos  este  capítulo. 


(i i)  Instrucciones  que  deber-á,  observar  el  Coronel  Don  José  de  San  ]\Iartin  para 
LOS  movimientos  de  la  fuerza  que  debe  marchar  por  la  costa  del  Paraná. 

Primeramente  se  le  autoriza  de  un  modo  pleno  y  sin  restricción  alguna,  para 
que  tome  las  medidas  que  crea  convenientes  para  la  mejor  dirección  de 
su  empresa  y  desempeño  de  la  Comisión. 

2."  Podrá  circular  órdenes  á  todos  los  Jueces  de  los  Partidos,  Alcaldes,  Coman- 
dantes militares  y  Hacendados  del  tránsito,  para  que  le  franqueen  todo 
los  auxilios  de  caballadas,  reses,  y  cualesquiera  otros  que  necesitare  para 
la  expedición. 

3.°  Si  los  enemigos  no  hubiesen  desembarcado  y  avistase  los  buques,  estará 
a  la  observación  de  sus  movimientos,  y  en  el  caso  de  que  bajasen,  regre- 
sará sin  perderlos  de  vista,  verificando  lo  mismo  si  subiesen  hasta  llegar 
á  Punta  Gorda. 

4."  Si  los  enemigos  hubiesen  desembarcado  y  hecho  alto  en  algún  punto  de  la 
costa,  y  la  fuerza  fuere  superior  y  decidida  á  batirse  con  la  que  los  ataque, 
podrá  pedir  auxilios  al  Teniente  Gobernador  de  Santa  Fé,  bajo  la  calidad 
de  devolvérselos  en  caso  de  que  pasando  de  Punta-gorda  los  buques  para 
arriba,  se  tema  intenten  un  desembarco  en  aquel  punto,  y  entonces  le 
aumentará  de  la  fuerza  que  lleva,  el  refuerzo  que  crea  conveniente. 

5.''  Si  los  marinos  con  toda  su  fuerza  siguiesen  rio  arriba,  seguirá  sus  movi- 
mientos siempre  observándolos  en  sus  designios,  como  se  le  previene 
en  el  artículo  3.°;  y  en  el  caso  de  verlos  empeñados  contra  las  Baterías 
de  Punta-gorda  ó  en  desembarco  en  la  costa  opuesta,  por  el  paso  del 
Rey,  esperará  el  resultado  para  decidirse  á  regresar  observándolos  si 
viniesen  rio  abajo,  ó  pasar  á  Santa  Fé  a  auxiliarla  en  el  caso  antes 
prevenido. 

6.°  Comunicará  los  avisos  mas  ejecutivos,  de  posta  en  posta,  de  cuanto  ocu- 
rriere. 

7."  Dejará  prevenido  en  la  posta  y  á  los  Comandantes  y  Alcaldes  del  tránsito, 
tengan  prontas  caballadas  para  el  caso  en  que  el  Gobierno  le  comunique 
órdenes  de  volver  aceleradamente  á  la   capital. 

8.°  En  el  caso  de  regresar,  sea  por  orden  superior  ó  en  observación  de  los 
enemigos,  continuará  con  las  carretillas  de  municiones  y  demás  tráfago 
hasta  la  misma  capital. 

g."  En  cualquier  lance  imprevisto  que  no  se  hallase  prevenido  en  esta  instruc- 
ción, se  deja  al  disernimiento  y  conocimientos  militares  del  Coronel  D.  José 
de  San  Martin,  tomar  las  medidas  que  estime  oportunas  para  la  segu- 
ridad de  la  empresa  y  honor  de  las  armas  de  la   Patria. 

Buenos  Aires   Enero  28  de   1813. 

Es  copia  literal  del  pliego  borrador  de  las  instrucciones,  que,  de  puño  y 
letra  del  Oficial  Alayor  del  Ministerio  de  la  Guerra  D.  Tomás  Guido,  se  en- 
cuentra en  el  archivo  del  mismo  Ministerio,  en  una  carpeta  sin  número  del  mes 
de  Enero  del  año  de   1813,  la   cual  he  tenido  en  mis  manos  al  efecto.  —  De- 


—  180  — 

biendo  advertir,  que  dicho  borrador  no  tiene  ñrma  ni  rúbrica  de  ninguno  de 
los  Señores  de  la  Junta  Gubernativa  ni  del  Secretario  del  departamento,  ni 
mas  autenticidad  que  ser  escrito  de  mano  del  Oficial  Mayor,  como  hay  cente- 
nares de  otros  actos  3'  documentos  en  el  mismo  archivo. 

(Firmado)  G.  Espejo. 


(12)  Hijo  del  Departamento  de  Saladas  (Corrientes),  Cabral  vino  en  el 
contingente  colecticio  que  el  entonces  teniente  gobernador  (intendente)  de 
aquella  Provincia,  don  Toribio  de  Luzuriaga,  envió  á  esta  ciudad  á  principios 
del  año  12.  Fué  uno  de  los  héroes  de  la  jornada  que  se  describe  en  el  testo,  y 
al  caer  atravesado  por  dos  heridas  para  no  levantarse  mas — decia  á  sus  cama- 
radas  mientras  lo  retiraban  de  lo  mas  recio  de  la  pelea  —  Déjenme  compañeros! 
Que  importa  la  vida  de  Cabral  si  hemos  triunfado  de  ¡os  maturrangos?  Somos 
pocos,  vayan  á  su  puesto  que  yo  muero  contento  por  haber  batido  á  los  enemi- 
gos—  Viva  la  patria!  fué  la  postrer  palabra  que  articuló  aquel  valiente,  dando  un 
espectáculo  que  Roma  en  su  grandeza,  hubiera  contemplado  con  envidia.  El 
santo  y  seña  de  esa  noche  inolvidable  fué  —  según  el  doctor  Obligado  — 
"Cabral,  mártir  de  San  Lorenzo" .  El  comandante  de  ?u  Regimiento,  haciendo 
justicia  a  su  heroismo,  le  erijió  un  modesto  cenotafio.  pero  sublime  en  su 
misma  sencillez,  en  el  antiguo  Campo  Santo  del  Convento,  cuya  inscripción 
es  lástima  haya  borrado  la  acción  inexorable  del  tiempo.  Así  que  regresó  á 
Buenos  Aires  el  cuerpo  en  que  sirvió,  su  agradecido  coronel,  dando  cumpli- 
miento al  decreto  supremo  de  6  de  marzo  de  1813  mandó  colocar  en  la  parte 
exterior  y  sobre  la  gran  puerta  del  cuartel  del  Retiro  un  gran  tablero  de  figura 
oval,  conmemorativo  de  su  envidiable  muerte,  que  contenia  esta  inscripción: 

Al  soldado 

Juan  Bautista  Cabral, 

Muerto  en  la  acción  de  San  Lorenzo 

el  s  de  febrero  de  1813. 

y  en  la  orla:  Sus  compañeros  le  tributan  esta  nianoria.  inscripción  que  saludaban  al 
L-ntrar  desde  el   Coronel   hasta   el   último   clarín. 

Allí  permaneció,  nos  decia  el  general  Zapiola,  hasta  que  los  escuadrones 
3."  y  4°  marcharon  con  Alvear  al  sitio  de  Montevideo  en  Mayo  de  1814;  é 
igualmente  que  mientras  existió  el  Regimiento  revistaba  en  la  lista  de  la  tarde 
en  la  i."  compañía  del  i.'"''  escuadrón  á  que  había  pertenecido,  llamando  en 
alta  voz  el  sargento  de  brigada  de  la  misma:  "Juan  Bautista  Cabral",  a  lo  que 
contestaba  el  sargento  más  antiguo :  "Murió  en  el  campo  del  honor  pero  existe  en 
nuestros  corazones.  ¡J'iva  la  Patria  Granaderos!",  que  repetía  con  entusiasmo  toda 
la  Compañía. 

De  cierto  que  no  se  hizo  más  en  obsequio  del  afamado  Latour  de  Auvergne, 
el  primer  granadero   de  la   Francia  del  93. 

Su  tumba,  pues,  no  reclama  lágrimas  sino  coronas.  Cayó  como  un  bravo  y 
la  tierra  natai  lo  acogió  en  su  seno  con  brazos  de  madre. 

En  1882  el  escultor  Romairone  modeló  su  estatua  que  fué  fundida  en  el 
Parque    de    artillería    de    Buenos    Aires,    figuró    en    la    Exposición    Continental 


—  181  — 

celebrada  entonces  y  fué  trasladada  posteriormente  á  la  provincia  natal  del 
héroe. 

Y  a  propósito  de  otro  valiente  de  esta  memorable  acción,  no  podemos  dejar 
de  recordar  que  sobre  Hipólito  Bouchard  pesó  por  muchos  años  la  nota  in- 
justa de  haber  tenido  que  rehabilitar  en  "San  Lorenzo"  su  fama  mancillada 
en  "San  Nicolás  de  los  Arroyos"  el  2  de  Marzo  de  1811.  Nada,  empero,  más 
inexacto  como  lo  comprobaremos  con  documentos  fehacientes:  nunca  jamás 
obscurecieron  las  sombras  de  la  cobardia  la  frente  de  aquel  bizarro  marino. 

El  proceso  existente  en  el  Archivo  General  de  la  Nación  intitulado  "Plaza 
de  Buenos  Aires,  año  de  iSii — Contra  los  del  combate  de  los  Buques  de  Guerra  en 
las  aguas  de  5".'»  Nicolás  de  los  Arroyos — Juez  fiscal  el  Capitán  de  Cavafleria  efec- 
tivo D.  José  de  la  Peña  y  Zazueta — Secretario  D.  Luis  Argerich;  subteniente  de 
Granaderos  de  Fernando  7.°" ,  fué  extractado  por  nosotros  y  agregado  al  Apéndice 
del  tomo  i.°  de  esta  obra  registrado  en  la  nota  N.°  40  como  consta  en  la 
página  91  de  ese  volumen ;  pero  por  un  error,  de  que  nos  hemos  apercibido  muy  tar- 
díamente, fué  omitido,  dándose  únicamente  noticia  del  incoado  por  las  autoridades 
españolas  de  Montevideo. 

Con  fecha  5  de  abril  de  181 1  la  junta  gubernativa  ordenó  la  incoación  de 
la  causa  contra  Bouchard,  Suárez,  Hubac,  Diaz  y  algunos  marineros  "  que 
se  hallan  en  la  cárcel  y  á  cuantos  de  esta  clase  aparezcan  inculcados  en  la 
pérdida  de  los  barcos  de  guerra  en  aguas  de  S.  Nicolás  de  los  Arroyos  en 
el  Paraná",  y  ella  comenzó  el  día  9  por  la  declaración  de  nueve  marineros 
del  bergantín  "¿s  de  Mayo"  que  estaban  detenidos  en  aquella.  Después  fueron 
interrogados  Manuel  Suarez,  2."  del  "23  de  Mayo",  algunos  soldados  del  regi- 
miento N.°  i.°  y  Patricios  N.°  4  que  se  hallaron  a  bordo  de  ese  buque  en  la  acción, 
mayordomo  de  la  goleta  "  Invencible " ;  condestable,  capitán  2."  de  la  balandra 
"América"  y  marineros  de  la  misma,  así  como  muchos  otros  jefes,  oficiales,  mari- 
neros y  soldados  de  infantería  que  tripulaban  los  barcos  que  combatieron.  A  las 
declaraciones,  ratificaciones,  careos,  confesión  con  cargos,  etc.,  se  agregó  los 
diarios  de  navegación  llevados  por  el  2°  del  "  ¿"5  de  Mayo ",  por  el  2°  de  la 
"América"  y  por  Bouchard  que  explican  detalladamente  las  novedades  de  la 
campaña  hasta  el  combate ;  y  termina  el  proceso  con  la  conclusión  fiscal  del  capi- 
tán de  la  Peña,  adversa  al  comandante  en  jefe  D.  Juan  Bautista  Azopardo.  Basán- 
dose en  ese  dictamen  la  junta  gubernativa  dio  el  siguiente  fallo  que  copiamos  á  la 
letra  de  su  original  y  que  facilitamos  a  nuestro  amigo  D.  Alejandro  Rosa  para  que 
adelantara  su  publicación  en  uno  de  sus  monumentales  libros,  como  lo  hizo,  fallo 
que  coloca  definitivamente  la  verdad  histórica  sobre  las  pasiones  ó  simpatias  de 
los  contemporáneos  ó  la  deficiente  información  de  la  posteridad  que  se  ha  hecho, 
de  buena  fé,  cómplice  de  aquellos  recibiendo  sin  beneficio  de  inventario  noticias 
interesadas  ó  no  bien  encuadradas  en  la  realidad  de  los  hechos : 

"Buenos  Aires,  20  de  Mayo  de  181 1. 

Vista  la  causa  sumaria  actuada  por  el  capitán  don  José  de  la  Peña,  Juez  Fiscal, 
sobre  la  pérdida  de  los  Buques  de  Guerra  en  el  combate  tenido  con  los  de  Mont.o, 
en  las  aguas  de  S."  Nicolás  de  los  Arroyos,  y  resultando  que  la  mala  disciplina 
y  desorden  con  que  se  condujo  el  Coman.te  Mr.  Batista  (Azopardo),  la  impericia 
de   sus  disposiciones,  y  la   imprudencia  de  no  haber  querido  batir   a  los  baxeles 


—  182  — 

enemigos  estando  barados,  causó  originariam.te  el  éxito  desgraciado  p.^  el  general 
desaliento  y  disgusto  en  q.e  cayó  la  tropa  y  tripulación,  de  q.e  provino  la  dis- 
persión de  la  gente,  y  la  ninguna  defensa  q.^  hizo  apesar  de  los  esfuerzos  y  energia 
de  los  demás  capitanes,  y  del  valor  y  denuedo  con  que  defendió  su  Buque  el  ex- 
presado comandante  Mr.  Batista,  con  todo  lo  demás  que  manifiesta  el  proceso ; 
se  declara :  que  dicJw  comandante  no  podrá  ni  deberá  ser  empleado  jamás  en 
mando  alguno,  pudiendo  solo  servir  subordinado ;  se  desaprueba  asi  mismo  la  con- 
ducta del  Capitán  2."  de  la  Goleta  D."  José  Diaz  Edrosa  por  la  cobarde  y  desafo- 
rada oposición  que  hizo  al  dictamen  de  los  capitanes  del  bergantin  "2^  de  Mayo" 
y  la  Balandra  que  clamaban  porque  se  batiese  al  enemigo  luego  que  varó  sobre 
la  isla,  cuya  tenaz  contradicción  fué  sin  duda  la  qfi  decidió  á  Mr.  Batista  á  negarse 
á  una  medida  q.^,  probablemente,  habria  asegurado  la  victoria,  y  se  le  condena  al  re- 
ferido Diaz  Edrosa  á  no  poder  obtener  en  lo  sucesivo  empleo  en  el  servicio :  á  lo? 
marineros  Juan  Justo,  irlandés,  y  Juan  Luis,  inglés,  q.^  pocos  dias  antes  del  combate 
hicieron  fuga  llevándose  el  bote  del  Bergantin  se  les  condena  á  diez  años  de  presidio, 
exonerándosele  de  la  pena  capital  por  no  habérseles  leido  las  leyes  penales;  y  al 
contramaestre  y  cuatro  marineros  de  la  balandra  q.^  contra  las  ord.s  del  2°  Capitán 
q.e  la  mandaba  abandanaron  el  buque  estando  en  la  acción  y  bajaron  á  servir  la  ba- 
teria  de  tierra,  se  condena  á  cuatro  años  de  presidio ;  absolviendo  de  todo  cargo  á  los 
Capitanes  i.°  y  2°  del  Bergantin  D.  Hipólito  Bouchard  y  D.  Manuel  Suarez,  y  al  i." 
y  2°  de  la  balandra  D.  Ángel  Hubac  y  D.  Juan  F.co  Diaz,  lo  mismo  q.^  al  Comandan- 
te Militar  de  S.^»  Nicolás  de  los  Arroyos  D.  Mig.l  Herrero  q.^  se  restituye  en  su 
empleo ;  con  declaración  de  haber  desempeñado  respectiva.t^  su  deber  con  valor, 
celo  y  actividad,  habiendo  los  referidos  Bouchard  y  Suarez,  y  Diaz  2°  de  la  balan- 
dra, no  dejado  sus  buques  sino  en  los  últimos  momentos,  en  q.e  se  vieron  entera- 
mente desamparados  de  su  gente,  y  p.r  no  caer  prisioneros :  se  absuelven  igual- 
tn.te  todos  los  demás  marineros  é  individuos  de  la  tripulación  y  tropa  q.^  se  pon- 
drán en  libertad,  á  exepcion  de  los  expresados  antes ;  y  con  respecto  al  cabo  Juan 
de  Dios  Reyes  y  los  veintisiete  q.e  le  siguieron  y  constan  de  la  razón  de  f.^o  en 
la  criminal  fuga  q.^  executaron  al  principio  de  la  acción,  sin  embargo  del  fuego 
q.e  se  les  hizo  para  contenerlos  por  el  Capitán  Bouchard,  á  efectos  de  que  sean 
condigna.te  castigados  con  todo  el  rigor  de  las  penas  en  q.e  se  hallan  incnrsos,  se 
les  formará  nuevo  proceso,  como  á  reos  ausentes,  sirviendo  el  actual  de  cabeza ; 
y  se  hará  saber  para  la  execucion  y  cumplim.to — (Firmado)  Saavedra  —  Matheu 
— Alagox  —  Olmos  —  Molina.  —  Dr.  Campana.  Secre."  " 

(13)  He  aquí  los  documentos  ilustrativos  de  esta  memorable  acción  emana- 
dos de  ambas  fuentes;  a  que  se  agregan  algunas  observaciones  del  autor  a  las 
aseveraciones  de  Roberlson  en  su  interesante  libro  "Lettcrs  on  Paraguay"  (Lon- 
don,  1838)  que  los  complementan: 

"Exmo.  Señor: 

Tengo  el  honor  de  decir  á  V.  E.  q.^  en  el  dia  tres  de  Febrero  Los  Gran.s  de 
mi  mando  en  su  primer  ensayo  han  agregado  un  nuevo  triunfo  á  las  Armas  de 
la  Patria. 

Los  enemigos  en  número  de  250  homb.s  desembarcaron  á  las  cinco  y  media 
de  la  mañana  en  el  Puerto  de  S.'^  Lorenzo,  y  se  dirigieron  sin  oposición  al  Co- 
legio de  S.*^  Carlos.  Conforme  al  plan  q.e  tenia  meditado  en  dos  divisiones  de 


—  1S3  — 

á  6o  hombres  cada  una,  los  ataqué  por  dr.*  é  izquierda;  hicieron  no  obstante 
una  esforzada  resistencia  sostenida  por  los  fuegos  de  los  Buques,  pero  no  capaz 
de  contener  el  intrépido  arrojo  con  q.^  los  Gran.s  cargaron  s.^^  ellos  sable  pn 
mano:  al  punto  se  replegaron  en  fuga  á  las  bajadas,  dejando  en  el  campo  de 
batalla  40  muertos,  14  prisioneros  de  ellos  12  heridos,  sin  incluir  los  q.^  se  des- 
plomaron y  llevaron  con  sigo  q.e  por  los  regueros  de  sangre  q.^  se  ven  en  las 
barrancas  considero  mayor  número.  Dos  cañones,  40  fusiles,  4  bayonetas  y  una 
bandera  q.^  pongo  en  mano  de  V.  E.  y  la  arrancó,  con  la  vida  á  el  Abanderado 
el  valiente  ofic.  D.^^  Hipólito  Bouchard.  De  nra.  parte  se  han  perdido  26  hom- 
bres, 6  muertos  y  los  demás  heridos,  de  este  número  son  el  Cap."^  D."  Justo 
Bermúdez  y  el  Ten. te  D."  Man.l  Diaz  Velez  q.e  avanzándose  con  energia  hasta 
el  borde  de  la  barranca  cayó  este  recomendable  oficial  en  manos  del  enemigo. 

El  Valor  é  intrepidez  q.e  han  manifestado  la  Oficialidad  y  Tropa  de  mi  man- 
do los  hace  acreedores  á  los  respetos  de  la  Patria  y  atenciones  de  V.  E.;  cuento 
entre  estos  al  esforzado  y  benemérito  Párroco  Dr.  Dn.  Julián  Navarro  q.^  se 
presentó  con  valor  animando  con  su  voz  y  suministrando  los  auxilios  espiritua- 
les en  el  campo  de  batalla,  igualmente  han  contraído  los  oficiales  voluntarios 
D.n  Vicente  Mármol  y  D.^  Julián  Corbera  q.e  á  la  par  de  los  mios  permanecie- 
ron con  denuedo  en  todos  los  peligros. 

Seguram.te  el  valor  é  intrepidez  de  mis  Gran.s  hubiera  terminado  en  este  dia 
de  un  solo  golpe  las  invasiones  de  los  enemigos  en  las  costas  del  Paraná  si  la 
proximidad  de  las  bajadas,  q.e  ellos  no  desampararon  no  hubiera  protegido  su 
fuga,  pero  me  arrojo  á  pronosticar  sin  temor  q.e  este  escarmiento  será  un  prin- 
cipio p.a  q.e  los  enemigos  no  vuelvan  á  inquietar  estos  pacíficos  moradores. 
Dios  gue.  á  V.  E.  m.s  a.s  S.»^  Lorenzo,  Febrero  3  de  1813 — José  de  S.»*  Martin. 

N^ota. — El  Buque  Com.te  de  la  Esq.^  enemiga  me  ha  remitido  un  oficial  par- 
lamentario solicitando  se  vendiese  alguna  Carne  fresca  p.*  sustentar  á  sus  he- 
ridos y  en  consecuencia  hé  dispuesto  q.^  se  le  facilite  media  Res  exigiéndole 
antes  su  palabra  de  honor  de  q.e  no  será  empleada  sino  con  este  objeto. 

Otra. — Siguen  trayendo  más  muertos  del  campo  y  de  las  Barrancas  como 
igualm.te  fuciles. 

Otra. — He  propuesto  al  oficial  parlamentario  si  el  comandante  de  la  Esq.» 
quiere  cangear  el  único  prisionero  Dn.  Man.'  Diaz  Velez." 

(Archivo  General  de  la  Nación). 

"Exmo.  Señor:  Como  sé  la  satisfacción  que  tendrá  V.  E.  en  recompensar  á 
las  familias  de  los  individuos  del  regimiento,  muertos  en  la  acción  de  San  Lo- 
renzo, ó  de  sus  resultas,  tengo  el  honor  de  incluir  á  V.  E.  la  adjunta  relación  de 
su  número,  pais  de  su  nacimiento  y  estado.  No  puedo  prescindir  de  recomendar 
particularmente  á  V.  E.  á  la  viuda  del  Capitán  D.  Justo  Bermúdez,  que  ha  que- 
dado desamparada  con  una  criatura  de  pechos,  como  también  á  la  familia  del 
granadero  Juan  Bautista  Cabral  natural  de  Corrientes,  que  atravesado  el  cuerpo 
con  dos  heridas  no  se  le  oyeron  otros  ayes  que  los  de  Viva  la  patria,  muero  contento 
por  haber  batido  á  los  enemigos;  efectivamente  á  las  pocas  horas  feneció  repitiendo 
las  mismas  palabras.  Nuestro  señor  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Buenos  Aires  27 
de  febrero  de  1813 — José  de  S.^'  Martín.  Exmo.  Supremo  Poder  Executivo."' 

(Gaceta  Ministerial  de  4  de  Marzo  de  1813.  La  relación  la  hemos  adelantado  en 
una  nota  del  texto.) 


—  184  — 

Montevideo  23  de  febrero. 

Parte  que  D.  Rafael  Ruiz  capitán  de  uno  de  los  corsarios  particulares  de  esta 
Plaza,  dirige  al  Sr.  Capitán  General,  y  Gobernador  de  las  provincias  del  Rio  de 
la  Plata. 

Señor  Capitán  General. 

Habiendo  llegado  el  dia  30  del  mes  próximo  pasado  á  la  isla  frente  de  S.  Lorenzo 
con  los  corsarios  particulares  unidos,  chalupa  X.  Sra.  del  Carmen,  sumaca  Jesús  y 
Maria,  alias,  el  Bombo,  y  demás  embarcaciones  menores  de  mi  inspección  y  cargo, 
y  después  de  haber  conferenciado  con  los  oficiales  de  las  respectivas  tripulaciones 
resolvi  con  su  consentimiento  saltara»  en  tierra  alguna  gente  armada  para  comprar 
víveres  y  refrescos  necesarios,  atendiendo  á  la  salud  de  varios  enfermos  que  estaban 
á  nuestro  bordo. 

En  efecto  el  dia  3  á  las  5  de  la  mañana  hice  saltar  en  tierra  á  120  hombres  arma- 
dos de  fusil  y  16  artilleros  con  2  carroñadas  de  a  4  al  mando  del  capitán  de  artillería 
urbana  D.  Antonio  de  Zabala  con  los  oficiales  subalternos  D.  Pedro  Marury,  D.  Do- 
mingo Martínez  y  D.  Manuel  OUoa,  dando  orden  al  primero  no  traxese  de  tierra 
cosa  ninguna  sin  que  fuese  pagada  por  su  justo  precio,  á  cuyo  fin  le  entregué  cuatro 
onzas,  para  que  hiciese  ver  á  los  pacíficos  moradores  de  aquellas  costas  que  el  des- 
embarco no  tenía  otro  obgeto  que  proveernos  de  los  víveres  indispensables  a  la  ma- 
nutención de  nuestros  enfermos,  sirviendo  únicamente  de  precaución  la  fuerza  ar- 
mada que  llevaba  á  su  cargo  para  defenderse  en  el  caso  de  ser  atacado  por  los 
insurgentes. 

Aunque  ignorábamos  que  en  aquellas  cercanías  se  hallaban  tropas  del  gobierno 
revolucionario  de  Buenos  Ayres,  el  comandante  Zavala  ordenó  su  gente  en  el  mejor 
orden  precaución  que  le  sirvió  para  no  ser  sorprendido ;  marcho  en  formación  acia 
el  convento  de  S.  Carlos,  y  antes  de  llegar  á  él  á  distancia  de  dos  quadras  vio  que 
por  derecha  é  izquierda  del  referido  monasterio  salían  dos  gruesos  trozos  de  caba- 
llería formados  en  columna,  y  bien  uniformados,  que  á  todo  galope  sable  en  mano 
cargaban  sobre  él  despreciando  los  fuegos  de  los  cañoncitos,  que  principiaron  á  hacer 
estragos  en  los  enemigos  desde  el  momento  que  les  divisó  nuestra  gente.  Sin  em- 
bargo de  la  primera  perdida  de  los  enemigos  desentendiéndose  de  la  que  les  causa- 
ba nuestra  artillería,  cubrieron  sus  claros  con  la  mayor  rapidez  atacando  á  nuestra 
gente  con  tal  denuedo  que  no  dieron  lugar  a  formar  cuadro  sino  martillo,  en  el 
que  se  defendieron  gloriosamente  los  nuestros  rechazando  á  los  enemigos  con  un 
fuego  graneado  que  los  abrasaba.  Desistieron  estos  de  su  ferocidad  persuadidos 
que  no  podían  desenredarse  de  las  bayonetas,  y  sables  en  que  vieron  á  algunos  en- 
sartados ;  se  retiraron  dexando  el  campo  cubierto  de  muertos,  heridos,  y  algunos 
caballos.  En  el  momento  ordeno  Zabala  su  gente  á  fin  de  ganar  la  barranca,  posición 
mucho  mas  ventajosa,  por  si  el  enemigo  trataba  de  atacarle  de  nueva 

Apenas  tomo  esta  acertada  providencia  quando  vio  al  enemigo  cargar  segunda 
vez  con  mayor  violencia  y  esfuerzo  que  la  primera.  Nuestra  gente  formó  aunque 
imperfectamiente  un  cuadro  por  no  haber  dado  lugar  á  hacer  la  evolución  la  velo- 
cidad con  que  cargó  el  enemigo ;  con  la  mayor  serenidad  le  esperaron  los  nuestros 
sosteniéndose  del  mismo  modo  que  'en  la  primera  carga  hasta  llegar  a  las  bayone- 
tas :  los  insurgentes  fueron  rechazados,  y  desordenados  en  el  momento ;  logrando 
Zabala  retirarse  en  el  mejor  orden  á  la  barranca  en  el  entre  tanto  que  el  enemigo 


—  1S5  — 

hacia  esfuerzos  para  reunirse.  Lograda  la  posición  del  primer  obgeto  del  coman- 
dante Zabala,  considerando  el  terreno  ventajoso  para  maniobrar  y  defender  su  gen- 
te, se  hizo  firme  esperando  al  enemigo,  que  irritado  de  la  considerable  pérdida  que 
habia  sufrido  en  los  dos  ataques  se  reunia  á  toda  priesa  para  atacar  á  los  nuestros 
de  nuevo,  sin  embargo  que  conocía  la  superioridad  del  terreno  que  ocupaban ;  pre- 
sumió sin  duda  que  atacando  aquel  punto  desaforadamente  baria  arrojar  á  nuestra 
gente  de  la  barranca  abajo.  A  la  voz  del  comandante  Zabala  de  FíVa  Fernando  VII, 
y  !a  invicta  nación  española,  se  aterrorizaron  los  insurgentes,  y  nuestra  gente  les 
recivio  con  el  mayor  valor,  y  frescura  como  si  entonces  principiaran  la  acción,  ha- 
ciéndoles en  esta  tercera  carga  muy  considerable  destrozo  de  muertos  y  heridos 
siendo  del  numero  de  «stos  el  teniente  D.  Manuel  Diaz  Velez,  que  cayó  gravemente 
herido  de  un  balazo  en  la  cabeza,  y  dos  bayonetazos  en  la  caxa  del  cuerpo,  y  que- 
dando prisionero  fué  conducido  a  bordo  de  los  corsarios. 

Viendo  el  enemigo  que  Diaz  Velez  habia  caido  de  su  caballo  y  que  nuestra  gente 
le  recogía  dexando  en  el  suelo  al  capitán  Bermudez,  un  teniente,  y  tres  subtenientes, 
que  murieron  quando  aquel  fué  herido,  estandolo  también  el  coronel  D.  José  de 
San  Martin  se  retiró  este  con  el  corto  resto  que  le  habia  quedado  desamparando 
enteramente  el  campo  de  batalla,  sosteniendo  su  retirada  150  hombres  de  caballería 
de  milicias  con  un  cañón  de  campaña  hasta  refugiarse  detras  de  las  tapias  del  con- 
vento. Concluida  ya  la  acción  mandé  las  embarcaciones  mejnores  para  que  se  reti- 
rase nuestra  gente,  y  recogiesen  los  heridos ;  el  comandante  Zabala  se  mantubo  mas 
de  una  hora  en  su  posición  hasta  que  el  enemigo  se  ocultó  en  el  convento,  verifican- 
do el  reembarco  sin  que  nadie  se  le  opusiese. 

El  fuego  duró  desde  las  5  y  media  hasta  las  ocho  de  la  mañana.  La  perdida  del 
enemigo  consta  de  55  á  60  muertos,  y  de  86  á  90  heridos  gravemente,  entre  ellos  los 
oficiales  referidos;  la  nuestra  consiste  en  11  muertos  y  39  heridos,  28  de  estos  le- 
vemente, inclusos  II  que  el  enemigo  tomo  prisioneros  con  3  sanos.  El  capitán  Zabala 
quedó  levemente  herido,  y  gravemente  los  oficiales  D.  Pedro  Marury,  y  D.  Antonio 
Martínez.  Nuestros  prisioneros  fueron  cangeados  por  el  teniente  Diaz  Velez,  y  otros 
tres  que  hablamos  tomado  en  una  chalana  en  el  arroyo  de  las  vacas. 

Igualmente  incluyo  á  V.  S.  copia  de  los  oficios  pasados  sobre  la  negociación  del 
cange. — Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años. — Rio  Paraná  febrero  lo  de  1813. — Sr.  Ca- 
pitán General — Rafael  Riiic. — Sr.  Capitán  General  y  Gobernador  de  las  provincias 
del  Rio  de  la  Plata. 

(Gaceta  de  Montevideo,  N."  16,  pág.  125.) 

DETALLES     Y    VERIFICACIONES     HISTÓRICAS     SOBRE    EL    COMBATE    DE    SAN    LORENZO 

Benemérito  Sor.  Coronel  D.  Gerónimo  Espejo. 
Buenos  Aires. 

San  Lorenzo,  17  de  Diciembre  de  1867. 

Poco  tiempo  después  que  publiqué  en  las  "Campañas  Marítimas"  (Tom.  4.' 
pág.  549  y  sig.tes  de  "La  Revista  de  Buenos  Aires")  un  trabajo  especial  sobre  el 
Combate  de  San  Lorenzo,  llegó  á  mis  manos  el  interesante  libro  "Letters  on  Para- 
guay", etc.,  escrito  en  1838  por  el  Sor.  Guillermo  Parish  Robertson,  en  el  que  dedica 
el  capit.  I."  del  tomo  2."  á  la  prolija  narración  de  aquel  suceso  memorable,  del  que 
fué  testigo  de  vista. 

Desde  entonces,  formé  el  propósito  de  rectificar  las  aseveraciones  de  los  que  he- 


—  186  — 

mos  escrito  al  respecto,  esperando  para  ello,  aprovechar  de  nuevo  la  primera  opor- 
tunidad, á  fin  de  verificar  en  el  propio  campo  de  batalla  la  veracidad  del  caballero 
á  que  aludo. 

En  efecto,  después  de  tres  años  de  ansiedad,  ha  querido  mi  buena  suerte,  trace 
estas  lineas  en  el  paraje  mismo  que  sirve  de  pedestal  á  la  fama  del  hombre  de  gtte- 
rra  mas  eminente  de  nuestros  anales  militares. 

Acompañado  por  el  antiguo  vecino  de  San  Lorenzo  D.  Pablo  Rodrigañez,  de  un 
misionero  de  este  Colegio  de  San  Carlos  de  propaganda  y  de  mi  colega  de  escur- 
sion  el  distinguido  oficial  D.  Baldomcro  Carlsen,  recorrí  esa  gloriosa  planicie ;  y 
merced  á  las  reminicencias  del  primero,  he  logrado  fijar  con  exactitud  el  punto  del 
combate,  que  iluminado  por  los  últimos  rayos  del  sol  de  diciembre,  aparecía  melan- 
cólico y  silencioso,  imponiendo  tan  profundo  recojimiento  al  ánimo,  que  no  obstante 
el  trascurso  de  mas  de  medio  siglo,  creia  aun  escuchar  distintamente  el  ruido  estri- 
dente de  las  armas,  los  ayes  de  las  víctimas,  como  las  imprecaciones  de  los  com- 
batientes ! 

No  satisfecho  todavía  con  las  noticias  que  me  trasmitiera  Rodrigañez,  quise  oir 
á  los  contemporáneos  D.  Tomás  Medina,  D.  Santiago  López  y  D.  Fernando  Alonso; 
los  dos  primeros  criollos  del  pago,  que  incorporados  á  las  milicias,  se  mantuvieron 
espectadores  del  hecho,  mientras  que  los  restantes,  españoles,  fueron  actores  en  el 
mismo,  recibiendo  el  último  una  herida  peligrosa. 

Tenía  pues  el  p7'o  y  el  contra  para  estudiar  con  acierto  el  relato  de  Robertson, 
que  presenció  todo  desde  el  campanario  del  Convento  de  San  Carlos. 

De  ese  examen  resulta — 

Que  San  Martin  en  la  noche  del  martes  2  de  febrero  de  1813,  llegó  á  la  antigua 
posta  de  D.  Fermin  Rodríguez,  tres  cuartos  de  legua  mas  ó  menos  del  citado  mo- 
nasterio, donde  encontró  al  ilustre  viajero  británico,  que  siguiendo  hacia  el  Para- 
guay, fué  detenido  alli  por  falta  de  caballos. 

"  A  la  oración  del  quinto  día,  escribe  Robertson,  alcancé  la  posta  de  San  Lorenzo, 
distante  como  dos  leguas  de  un  monasterio  de  ese  nombre,  edificado  sobre  las  ba- 
rrancas del  Rio  Paraná,  que  en  ese  lugar  son  tajadas  á  pique  y  de  una  altura  con- 
siderable." 

"Ahí  me  informaron,  que  habían  recibido  órdenes  para  detener  á  todo  pasajero 
que  intentara  seguir  adelante,  no  solo  por  los  riesgos  que  envolvía  la  proximidad  del 
enemigo,  sino  por  la  necesidad  de  caballos  que  tenia  el  gobierno,  estando  estos  á 
disposición  del  mismo  y  prontos  á  partir  al  primer  aviso,  bien  al  interior  ó  á  cual- 
quier otro  paraje  que  fuera  designado." 

"Todo  el  camino  iba  temiendo  un  contratiempo  de  este  género,  puesto  que  sabia 
que  los  marinos  en  número  considerable,  se  encontraban  por  alguno  de  esos  puntos. 
Asi  es  que,  al  recordar  el  delito  cometido  con  la  violación  del  bloqueo,  prefería  caer 
en  manos  de  cualquiera,  antes  que  en  las  suyas." 

"Quedé  pues,  sin  tener  como  continuar  ni  retroceder." 

"Todo  lo  que  conseguí  del  maestro  de  posta  fué,  la  promesa  de  que  en  caso  de 
desembarco,  obtendría  dos  caballos  para  mi  y  el  sirviente  que  me  acompañaba,  per- 
mitiéndome fugar  con  él  y  su  familia  hacia  el  interior,  donde  el  enemiga  no  nos 
podria  seguir." 

"Sin  embargo,  me  aseguraban  que  en  aquella  dirección,  el  peligro  de  los  indios 
era  tan  grande  como  el  que  podríamos  correr  á  manos  de  los  marinos,  circunstancia 
que  míe  colocaba  entre  la  espada  y  la  pared." 


187  — 


"Mas  ya  por  entonces  conocia  lo  bastante  de  Sud  América  para  no  desmayar  ante 
el  riesgo  en  perspectiva.  Antes  de  acostarme,  hize  pues  mis  arreglos  con  el  maestro 
de  posta,  retirándome  luego  al  coche  donde  no  tardé  en  caer  en  un  sueño  profundo." 

"Pocas  horas  después,  arrancáronme  de  los  brazos  de  Morfeo,  las  pisadas  de  ca- 
ballos y  ruido  de  espadas,  acompañados  de  los  bruscos  acentos  de  mando,  que  se 
dejaron  oir  en  contorno  de  la  posta.  A  pesar  de  las  tinieblas,  pude  percibir,  aunque 
débilmente  dibujado,  el  contorno  de  dos  toscos  dragones  que  se  situaron  á  cada  lado 
de  los  ventanillos  del  carruaje;  lo  que  me  hizo  creer,. me  encontraba  en  poder  de  los 
marinos— Quien  está  ahi?  preguntó  uno  de  ellos  con  tono  de  autoridad— [/«  viajero 
le   contesté  — para   evitar  me   ultimaran   si   confesaba   mi  nacionalidad  — D^íí»    V. 
prisa  y  salga  — repitió  la  misma  voz  — En  tales  circunstancias,  se  acercó  una  per- 
sona cuyo  semblante  no  me   fué   fácil  distinguir  en  la  oscuridad,  no  obstante  la 
persuacion  que  tenia  de  conocer  la  voz  que  se  dirijia  á  los  soldados,  diciendo  — 
"no  falten  ustedes,  que  no  es  enemigo,  sino,  según  me  informa  el  maestro  de  posta. 
un  caballero  ingles  que  vá  al  Pc/rofiruay"— Aquellos  se  retiraron,  arrimándose  el  ofi- 
cial á  la  ventana  del  vehículo— Difícil  como  me  era  descubrir  sus  facciones,  combi- 
nando sus  contornos  con  la  voz,  tsd&mé— seguramente  es  usted  el  coronel  San  Mar- 
tin F  y  si  fuere  asi  aqui  tiene  á  su  amigo  Mf  Robertson-.-'El  reconocimiento  fué  ins- 
tantáneo, mutuo  y  cordial,  prorrumpiendo  en  una  estrepitosa  carcajada  cuando  le 
descubrí  los  apuros  en  que  me  habia  visto,  al  tomar  sus  dragones  por  una  fuerza  de 
los  marinos— ^\  coronel  me  informó  entonces,  que  su  gobierno  tenia  datos  positivos 
de  que  las  fuerzas  navales  españolas  intentaban  hacer  desembarco  en  la  mañana  si- 
guiente, con  el  objeto  de  saquear  el  pais  circunvecino  y  muy  especialmente  el  con- 
vento de  San  Lorenzo;   añadiendo,  que  para  prevenir  esa  emerjencia,  habia   sido 
destacado  con  ciento  cincuenta  granaderos  á  caballo  de  su  propio  regimiento,  galo- 
pando casi  siempre  de  noche,  en  las  tres  que  pusiera  desde  Buenos  Aires  á  fin  de  no 
ser  sentido,  y  agregó,  que  estaba  seguro  que  los  marinos  ignoraban  completamente 
su  proximidad,  y  que  en  pocas  horas  mas,  esperaba  medirse  con  ellos— Tienen  doble 
número  de  jente  que  la  nuestra,  esclamó  el  intrépido  coronel,  pero  dudo  mucho  les 
toque  la  mejor  parte  de  la  jornada— Estoi  en  la  misma  persuacion,  repliqué,  y  ba- 
jando en  seguida  ayudado  por  mi  sirviente,  busqué  á  tientas  un  poco  de  vino  con 
que  refrigerar  á  mis  distinguidos  huéspedes." 

"San  :Martin  habia  ordenado  se  apagaran  todas  las  luces  de  la  posta,  para  de  esa 
manera  evitar  que  ni  aun  remotamente  sospecharan  los  marinos  y  se  precaviesen  de 
un  peligro  inminente— Sin  embargo,  nos  manejamos  perfectamente  apurando  nues- 
tro vino  á  oscuras,  y  en  verdad  que  era  lo  que  se  llama  una  copa  al  estribo,  por  que 
cada  hombre  de  esta  pequeña  fuerza  se  mantenía  de  pié  al  lado  de  su  ensillado  bri- 
dón, pronto  á  obedecer  la  voz  de  mando,  para  acercarse  al  deseado  campo  del  fu- 
turo combate." 

"No  tuve  dificultad  en  persuadir  al  Coronel,  me  permitiera  acompañarle  hasta  el 
Monasterio— "Cmíí/í?  V.  solamente  (prorrumpió)  que  no  es  de  su  deber  ni  su  come- 
tido el  pelear.  Yo  le  daré  un  buen  caballo,  y  si  vé  que  el  dia  nos  es  adverso,  tome  las 
de  Villadiego,  pues  no  ignorará  que  los  marinos  son  maturrangos." 

"  Prometí  observar  el  consejo,  y  aceptando  la  oferta  de  un  excelente  corcel,  pude 
apreciar  sus  consideraciones  á  mi  respecto,  cabalgando  al  lado  de  San  Martin,  que 
marchaba  al  frente  de  su  silenciosa  falanje." 

"Al  clarear  la  aurora,  entramos  al  Monasterio  por  un  portón  que  se  encuentra  en 


—  ISS  — 

la  parte  opuesta  de  la  que  mira  al  rio.  Interpuesto  aquel,  entre  el  Paraná  y  las  fuer- 
zas de  Buenos  Aires,  ocultaba  todos  sus  movimientos  al  enemigo."' 

"Parecian  desiertos  los  tres  costados  del  convento  visibles  desde  el  rio.  Apenas 
habia  ventana  que  no  estuviese  cerrada,  permaneciendo  todo,  tal  cual  lo  dejaran  al- 
gunos dias  antes,  al  retirarse  precipitadamente  los  monjes  asustados." 

"Era  detras  del  cuarto  frente  y  por  el  portón  que  conducía  de  este  al  cuadrilátero 
y  celdas,  que  se  hacian  los  fúnebres  aprestos.  Fué  por  ese  portón  que  San  Martin 
hizo  marchar  silenciosamente  á  sus  soldados,  y  cuando  los  hubo  formado  en  dos  es- 
cuadrones en  medio  del  patio,  me  hacian  recordar  luego  que  los  primeros  destellos 
alumbraron  las  sombrías  celdas  que  nos  rodeaban,  a  la  hueste  griega  que  entrañara 
el  caballo  de  madera  tan  fatal  á  Troya." 

"Cerrado  el  portón  á  fin  de  que  no  se  apercibieran  por  algún  transeúnte  los  pre- 
parativos interiores,  el  Coronel  San  Martin  acompañado  por  mí  y  dos  ó  tres  de  sus 
oficiales,  ascendió  á  la  torre  del  Monasterio,  y  con  el  auxilio  de  un  anteojo  de  noche 
trataba  de  observar  desde  una  ventanilla,  los  movimientos  y  el  número  de  la  fuerza 
enemiga." 

"A  cada  instante,  daba  esta  indicios  mas  claros  de  sus  intenciones  de  bajar  á  tie- 
rra; asi  fué,  que  j'a  de  día,  se  la  vio  empeñada  en  desembarcar  en  los  botes  de  los 
siete  buques  de  que  constaba  su  escuadrilla." 

"Pudiéndose  contar  con  precisión  trecientos  veinte  marineros  y  soldados  de  ma- 
rina (a),  los  que  bajaron  al  pié  de  las  barrancas,  preparándose  incontinenti  á  mar- 
char por  la  senda  larga  y  sinuosa  que  se  presentaba  como  única  vía  de  comunica- 
ción entre  el  Monasterio  y  el  rio." 

"Parecía  evidente,  por  el  modo  descuidado  en  que  avanzara  el  enemigo,  que  ni 
soñaba  en  los  preparativos  que  se  hacían  para  recibirlo.  Entre  tanto,  San  Martin  y 
sus  oficiales,  descendían  de  la  torre  al  patio,  donde  todo  se  alistó  (b)  para  el  com- 
bate, ocupando  cada  uno  su  respectivo  puesto." 

"En  esta  situación,  salió  la  tropa  del  cuadrilátero,  ocultándose  uno  y  otro  escua- 
drón en  las  alas  del  edificio — San  Martín  volvió  una  vez  más  á  la  torre,  y  detenién- 
dose apenas  un  momento,  bajó  precipitadamente  dirijiendome  esta  frase — "ahora 
en  dos  minutos  mas,  estaremos  sobre  ellos  espada  en  mano." 

"Como  es  fácil  suponer,  pasé  un  momento  de  terrible  zozobra.  San  Martín  habia 
prohibido  á  sus  soldados  disparasen  un  solo  tiro.  Parecíame  ver  al  enemigo  bajo 
mis  plantas  y  cuando  mas  á  cien  yardas  de  distancia.  Flameaban  alegremente  sus 
banderas  al  son  de  pífanos  y  tambores  que  batían  niarcha  redoblada.  Cuando  en 
un  abrir  y  cerrar  de  ojos,  vi  salir  ambos  escuadrones  á  todo  escape  por  detrás  del 
convento  y  flanquear  al  enemigo  -por  los  costados  respectivos,  iniciaron  con  sus  re- 
lucientes aceros  una  matanza  que  fué  instantánea  y  espantosa — Las  tropas  de  San 
Martin  no  sufrieron  sino  una  descarga,  y  ella  tan  desordenada,  que  no  obstante  ser 
hecha  casi  á  quema  ropa,  solo  volteó  cinco  jinetes." 

"En  seguida,  todo  fué  desaliento,  confusión  y  derrota  entre  aquella  jente  desti- 
nada á  sucumbir  fatalmente." 

"Carnicería,  triunfo  y  persecución,  fué  la  consecuencia  del  ataque  llevado  por  las 
fuerzas  de  Buenos  Aires,  y  el  resultado  de  la  refriega,  hasta  para  un  ojo  tan  poco 
práctico  como  el  mió,  no  fué  dudoso  ni  tres  minutos." 


(a)  Exactamente    el    número    que    asignamos    en    nuestro    trabajo,  remitiéndonos    al    testimonio 
del    general    Pacheco — 

(b)  San  Martín  cabalgaba  en  el  acto  del  combate,  un  caballo  bayo  de  color,  rabón  a  la  corva — 
Retuerdo    de    Rodrigañez — 


—  189  — 

"La  carga  de  los  dos  escuadrones  deshizo  rápidamente  las  filas  enemigas,  y  acto 
continuo  los  relumbrantes  sables  principiaron  su  obra  de  esterminio,  con  tal  Ímpetu, 
que  en  un  cuarto  de  hora,  quedó  el  campo  sembrado  de  lierido?,  muertos  y  mori- 
bundos." 

"Un  pequeño  grupo  de  españoles  había  ganado  con  precipitación  el  punto  mas 
próximo  á  las  barrancas,  y  estrechados  allí  por  una  docena  de  granaderos,  se  pre- 
cipitaron haciéndose  mil  pedazos.  En  vano  les  gritó  el  oficial  que  mandaba  esa  par- 
tida, se  salvarían  rindiéndose.  Empero  su  pánico  era  tal,  que  se  sobrepuso  á  la  razón, 
y  en  lugar  de  entregarse  prisioneros  de  guerra,  dieron  el  salto  terrible  que  los  lan- 
zara á  la  eternidad,  sirviendo  sus  cadáveres  de  pasto  á  los  buitres." 

"De  la  jente  desembarcada,  no  pasaron  de  cincuenta  los  que  regresaron  á  bordo, 
siendo  los  restantes  muertos  o  heridos,  mientras  que  San  Martin  solo  perdió  ocho 
hombres  en  el  encuentro." 

"Una  escitacion  nerviosa  que  provenia  indudablemente  de  lo  nuevo  que  era  este 
espectáculo  para  mi,  embargó  muy  luego  mis  sentidos,  y  me  consideré  dichoso  en 
poderme  alejar  del  campo,  conservando  vivas  aun  las  vicisitudes  de  aquel  lance." 

"En  tal  virtud,  supliqué  a  San  Martin,  aceptara  mis  vinos  y  provisiones  con  des- 
tino á  los  heridos  de  ambas  partes,  y  dándole  un  caluroso  adiós  me  alejé  de  la  escena 
lamentando  la  mortandad,  pero  admirado  de  la  intrepidez  y  sangre  fria  del  que  con- 
cibiera el  golpe." 

"Esta  batalla,  si  tal  puede  llamarse,  fué  de  grandes  consecuencias  para  todo  lo 
que  se  relacionaba  con  el  Paraguay,  por  que  los  marinos  se  retiraron  del  rio  Paraná, 
para  no  volver  á  internarse  mas  en  él  con  propósitos  hostiles,  etc.." 

Hasta  aqui  Mr.  Robertson. 

Escuso  agregar,  que  la  precedente  relación,  está  conforme  con  los  datos  de  los 
cuatro  únicos  contemporáneos  á  que  me  he  referido  y  en  nada  es  contradicha  por 
las  memorias  inéditas  del  ya  finado  Coronel  Pueyrredon  (sobre  la  formación  del 
ejército  de  los  Andes  y  campaña  de  Chile),  que  también  pongo  á  su  disposición,  para 
que  V.  que  se  ocupa  de  la  importante  obra  sobre  el  Paso  de  los  Andes,  pueda  ex- 
plotarla en  provecho  de  las  letras  argentinas,  á  cuyo  cultivo  nos  consagramos  sin 
otro  premio  que  la  satisfacción  de  servir  á  la  historia  patria,  salvando  del  olvido  y 
de  la  destrucción  muchas  pajinas  de  gloria  que  mas  tarde  no  podrían  ser  ya  re- 
construidas. 

Lo  respeta  y  estima 

(Firmado)  Angcl  I.  Carranza. 
Nota  posterior. 

Al  leerme  el  general  Mitre  su  historia  de  San  Martin,  todavía  en  embrión,  le  co- 
muniqué las  observaciones  de  Robertson,  por  no  encontrarlo  citado  en  el  erudito 
capítulo  que  dedica  al  combate  del  3  de  febrero  de  1813. 

Otro  tanto  hice  con  el  entendido  Almirante  español  Don  Miguel  Lobo,  al  trasla- 
darse á  San  Lorenzo,  para  conocer  el  teatro  y  vertir  sus  impresiones  en  la  Historia 
de  la  Revolución  Americana  que  se  preparaba  á  publicar,  y  de  la  cual,  durante  su 
corta  permanencia  en  estas  aguas,  nos  enseñó  algunos  fragmentos,  como  también 
á  los  Sres.  Gutiérrez,  Mitre  y  Lamas. 

Parece  estraño,  ciertamente,  que  en  unas  cartas  sobre  el  Paraguay  se  hallara  esa 
reseña  tan  verídica  como  interesante,  acerca  de  un  episodio  famoso  de  nuestra  his- 
toria militar. 

Vale. 


—  190  — 

(14) 

1813  Exmo.  Sor. 

El    General    Sarra-  El    Sor.    D.'i    Tomás    García    de    Zuñiga    vecino    respetable 

Don  T^omás*  G^arciá  ^^^  ^^^^  Campaña,  y  que  por  un  efecto  de  su  zelo  tomó  sobre 

Zuñiga  se  propuso  re-  >i  el  dozilizar  y  traher  á  la  razón  al  Coronel  Artigas,  ha  llega- 

ducir   á  Artigas.  ,  ,  .••'..•   r     .^     ■        tt       j         r 

do  oy  de  su  campo  con  noticias  mas  satisfactorias.  Urgido  p. 

las  reflecciones  de  dicho  Sor.  q.*  goza  de  concepto  y  opinión  en  estos  destinos,  y 
conserva  sobre  él  alguna  influencia;  no  ha  tenido  otra  objeccion  q.^  hacerle,  sino  es 
la  imposivilidad  de  avenirse  conmigo,  pretextando  al  mismo  tpo.  q.*"  obedecerá  á 
qualesquiera  otro  Xefe  q.**  no  sea  Yo,  y  q.*  concurrirá  por  su  parte  á  ayudarnos  en  la 
empresa  contra  Montevideo. 

En  objeto  de  tanta  transcendencia  he  creido  no  dever  vacilar  un  solo  momento  en 
remover  la  dificultad,  salvando  en  la  parte  posible  los  respetos  de  V.  E.  en  el  modo. 
Asi  pues  he  contextado  que  aunq.''  no  puedo  suscribir  á  esto  como  una  condición 
porque  el  Gob.°  no  debe  capitular  con  un  inferior  sino  es  mandarlo  y  hacerse  obede- 
cer,, sin  embargo  Yo  tomo  sobre  mi  el  demitir  el  mando  en  tales  términos  q."  puedo 
asegurarle  q.*  V.  E.  no  desestimará  mi  instancia. 

Como  á  más  de  la  importancia  del  objeto  con  respecto  á  nuestras  operaciones  sobre 
Montevideo  es  de  sumo  interés  ir  comprometiendo  á  este  oficial  con  todo  el  vecin- 
dario de  concepto  y  consideración,  p.*  q.*  qualesquiera  estravíos  ulteriores  no  pueda 
cohonestarlos  disculpándose  con  la  injusticia  del  Govierno ;  y  como  al  mismo  tiem- 
po hasta  ahora  sostiene  delante  de  la  multitud  que  él  obedece  á  V.  E.  y  solo  tiene 
personalidades  conmigo,  espero  q."'  V.  E.  apruebe  esta  medida,  que  se  dirije  á  au- 
mentar el  caudal  de  razón  y  justicia,  con  q.*  en  tiempos  menos  peligrosos  pueden  re- 
primirse por  la  autoridad  los  estravios  de  este  oficial,  si  volviese  á  reincidir  en  ellos. 

En  conseqüencia  de  lo  expuesto  pido  á  V.  E.  me  autorice  para  entregar  el  mando 
de  este  Exto.,  ya  sea  al  Coronel  Rondeau,  ú  otro  oficial  de  él  (que  no  sea  el  Co- 
ronel Viana  porq.''  también  lo  repugna)  Ínterin  llega  el  que  V.  E.  nombre  para  tener 
el  carácter  de  Gral.  en  Xefe  en  propiedad.  Así  que  me  halle  un  poco  más  desembara- 
zado instruiré  á  V.  E.  de  todos  los  pormenores,  en  q.*  no  puedo  entrar  actualmente 
por  la  premura  del  tiempo. 

Dios  Gue.  á  V.  E.  muchos  años.  Quarteí  Gral.  en  la  Villa  de  San  Juan  Bautista 
En.°  3  de  1813.  Exmo.  Sor. 

MaiiJ  de  Sarratea. 
Exmo.  Govierno  Superior  Provicíonal  de  las  Provincias  Unidas. 


En  medio  del  estruendo,  y  alborozo  que  exitó  en  todas  partes  la  plausible  victoria 
del  31  sobre  las  immedíaciones  de  Montevideo,  se  marchitaron  las  satisfactorias  espe- 
ranzas que  había  hecho  nacer  en  el  gobierno  tan  grata  noticia,  en  el  momento  que  se 
abrieron  los  oficios  reservados  de  V.  E.  de  2  y  3  del  q.®  luce.  Un  contraste  singular- 
mente delicado  y  mortificante  de  sentimientos  ha  embarazado  bastante  tiempo  toda 
resolución.  Si  el  feliz  éxito  de  nuestras  armas  rechazando  valientemente  al  enemigo 
antes  del  ataque  de  la  plaza,  hace  concebir,  verificado  este,  la  mayor  seguridad  y  la 
idea  lisongera  del  próximo  triunfo,  q."  aquel  preparaba;  la  pérfida  conducta  del  Co- 
ronel Artigas,  su  hostinado  empeño  en  sembrar  la  división,  el  estrago  é  injustas  des- 
confianzas, y  sobre  todo  el  rompimiento  de  hecho  de  una  especie  de  guerra  de  recur- 
sos que  solo  á  nosotros  es  exclusivamente  funesta,  hace  estinguir  toda  esperanza, 
q.*  no  sea  la  de  recuperar  nuestra  primera  segura  posición  en  el  Uruguay. 


—  191  — 

Y  en  efecto,  á  pesar  de  toda  la  movilidad  q/  se  quiera  suponer  en  las  divisiones 
q.*  acompañan  al  cuartel  General  tratándose  de  atacar  de  suyo  es  mucho  menor  que 
la  que  deben  tener  la  división  de  Artigas  siempre  montadas  sin  mas  obgeto  que  asi- 
mismos,  siempre  dispuestas  sin  mas  empeño  q.*  de  hacer  todo  el  mal  posible,  errantes 
conforme  á  sus  deseos  y  necesidades,  y  capaces  de  eludir  con  suspicacia  todo  lance 
dificil,  aprovechándose  sin  q.*  se  les  pueda  impedir,  de  toda  la  immensidad  de  esa 
campaña.  Aun  q.'^°  se  consiguiera  separarle  el  numeroso  vecindario  que  le  sigue  más 
que  por  fuerza,  de  grado  al  menos  en  la  mayor  parte,  supuesto  q.^  el  influjo  del  Xe- 
fe  es  tan  ominoso  como  eficaz,  y  q.*  ha  deslumhrado  á  la  multitud  en  términos  que 
es  preciso  solo  pensar  en  las  fuerzas  de  la  Capital,  según  V.  E.  instruyó  en  oficio 
separado  de  la  misma  fha.,  y  lo  confirman  las  más  prudentes  inducciones;  aun  en  el 
caso  propuesto,  nunca  se  conseguiria  el  objeto  de  disipar  un  enemigo  interior  que 
habiendo  adoptado  la  guerra  de  ladrones,  siempre  estaría  en  acecho  y  maliciosa 
aptitud  de  comprometer  nuestras  comunicaciones  por  combinadas  q.*  fueran  las  me- 
didas de  seguridad  que  se  tomasen,  á  no  ser  que  desde  la  plaza  se  mantuviese  una 
línea  de  tropa  que  según  su  fuerza  y  numero  ó  no  consultara  á  la  seguridad  q.*  se 
propusiera  ó  desharía  su  obgeto  principal  disminuyendo  conisiderablemente  la  que 
quedara  en  el  sitio. 

Pero  figúrese  por  un  momento  que  determinándose  atacarlo,  el  suceso  siguiese 
á  la  determinación  y  que  sin  temor  de  q."  no  renacen  otros  tantos  Artigas  quantos 
son  sus  protervos  subalternos,  se  lograra  disipar  ese  tropel  de  malvados  y  libertici- 
das;  ¿como  se  conciliaria  el  evitar  el  objeto  más  importante  de  todos  de  apagar  el 
fuego  de  discordia  y  enemistad  eterna  entre  los  habitantes  de  esa  banda,  y  esta 
Capital?  como  se  evitaría  el  escándalo  estrepitoso  que  trasminando  toda  la  fuerza 
moral  del  ejército  y  del  gobierno  acabaría  con  todo  el  crédito  y  confianza,  que 
entre  los  mismos  americanos  nos  proporciona  tantos  recursos  como  las  armas? 
quien.'  sacarían  mayor  ventajas  de  este  terrible  suceso,  ¿nosotros  ó  nuestros  ene- 
migos aun  los  sitiados?  Sobre  todo,  si  en  este  caso  nosotros  adquiriéramos  una 
posición  más  fuerte,  y  victoriosa,  todo  podría  ceder  al  imperio  de  la  propia 
seguridad,  y  de  la  fuerza;  pero  de  contado  la  empresa  sobre  Montevideo  debía 
paralizarse  por  el  solo  hecho  de  la  disipación  de  unas  fuerzas,  que  componían  los 
elementos  del  cálculo  que  hizo  nacer  y  ratificar  el  proyecto  de  la  conquista  de 
la  plaza.  En  tales  circunstancias,  débiles  en  el  Perú,  en  la  Capital  y  el  sitio  de 
Montevideo,  y  sitiados  en  todas  partes  de  gravísimos  peligros  quien  nos  ase- 
gura que  tengamos  mejor  suerte  que  el  estado  de  Venezuela  que  acaba  de  sucumbir 
á  las  fuerzas  de  un  pequeño  ejército  realista. 

Débiles  pues  para  llevar  al  cabo  diferentes  objetos,  debemos  fijarnos  en  el 
más  interesante ;  pero  esto  de  ningún  modo  se  consigue  con  atacar  al  Coronel 
.\rtigas,  y  reuniéndose  absolutamente  sobre  la  plaza  de  .Montevideo  q.^  no  hay 
con  q.*  batirla.  Partiendo  de  estos  principios,  y  que  qualquiera  innovación  en  el 
mando  en  Xefe  de  ese  ejército  produciría  consecuencias  tan  fatales  como  las 
que  es  un  deber  evitar  en  el  primer  estremo,  V.  E.  se  decidirá  á  esperar  el  re- 
sultado de  la  respetable  diputación  que  sabia  y  prudentemente  ha  dispuesto  para 
representar  al  Coronel  Artigas  los  incalculables  males  en  que  vá  á  precipitar  á 
la  causa  común  su  obstinación,  y  desenfreno;  procurando  siempre  mantener 
qualquier  velo  de  respeto  y  subordinación  conforme  á  las  prevenciones  q.*  el 
Gob.°  ha  hecho  anteriormente  con  diferencia  á  la  acreditada  destreza  y  acti- 
vidad de  V.  E.  conquistando  por  decirlo  así  los  ánimos  enagenados  de  la  multitud. 


—  192  — 

que  maquinalmcnte  o  por  infundadas  desconfianzas  es  arrastrada  sin  saber  donde, 
y  dejando  a  Artigas  en  el  borde  de  la  necesidad  de  no  hacernos  mal  y  de  ofender 
al  enemigo  común.  Por  último  no  atacando  abiertamente  al  Coronel  Artigas,  ni 
dejando  el  mando  de  ese  ejército,  V.  E.  puede  obrar  del  modo  que  crea  más  conve- 
niente á  la  importancia  y  delicadeza  de  las  circunstancias,  descansando  este  Gob." 
en  la  bien  pulsada  combinación  de  medios  que  nos  aseguraren  un  feliz  resultado, 
qual  se  espera  del  acreditado  talento,  y  decidido  empeño  con  q.*  V.  E.  consagra 
sus  tareas  en  obsequio  de  la  Patria. 
Dios  &.  14  Enero — 1813. 

1813  En   el  Quart.'   Gral.   del  Cerrito  al   frente  de  la   Plaza  de 

El  General  Sarratea      Montevideo  á  ly  de  Enero  de   1813  el   Exmo.   Señor  Repre- 

dando  cuenta  al  Gob. o     j^^^tante  Don  Manuel  de  Sarratea,  Capitán  Gral.  del  Ejér- 

del  Consejo  de  Guerra  '^ 

sobre  el  sitio  de  Mon-      cito    de    operaciones    en    el    Norte ;    estando    reunidos    en    su 

Iiavitacion  en  junta  de  Guerra  los  Sres.  Coroneles  Don 
Francisco  Xavier  de  Viana  Gefe  del  estado  mayor,  Don  Domingo  French  del 
Reg.to  N.**  3,  Don  José  Rondeau  del  de  Dragones  de  la  Patria;  los  Tenientes 
Coroneles  don  Francisco  Fernandez  de  la  Cruz  de  Granaderos  de  Fernando  7.°, 
Don  Ignacio  Albarez  Ayudante  del  estado  Mayor,  Don  Ventura  Vasquez  del 
Reg.to  N."  4.  Don  Ensebio  Baldenegro  que  ejerce  funciones  de  Mayor  Gral.,  Don 
Nicolás  de  Vedia  de  Dragones  de  la  Patria,  Don  Rafael  Hortiguera  Comandan- 
te de  Escuadrón  de  id.,  Don  Miguel  Soler  del  N."  6  de  Infantería,  Don  Blas 
José  de  Pico  Comandante  de  Escuadrón  del  cuerpo  de  Dragones,  Don  Matías 
de  Irigoyen  del  Regimiento  de  Artillería  de  la  Patria;  y  los  Sarg.s  Mayores 
Don  Francisco  Martínez  Villarino  del  Regimiento  N."  3,  y  Don  Hilarión  de 
la  Quintana  del  N.°  6;  á  presencia  del  secretario  militar  en  comisión  Don  Agus- 
tín Diaz  Colodrero ;  abrió  la  sesión  S.  E.  el  Sor.  Gral.  en  Xef e,  exponiendo,  que 
cuando  las  aberturas  de  conciliación  que  había  hecho  el  Sup.oi"  Gob.o  al  Cor.l  don 
José  Artigas  y  todas  las  contestaciones  últimas  de  este  oficial  presentaban  los 
inejores  síntomas  de  reconciliación  y  buena  armonía,  se  descubrieron  de  golpe 
por  distintos  canales  los  medios  subversivos  que  había  puesto  en  practica  para 
minar  el  espíritu  público  de  los  moradores  de  esta  campaña:  Que  se  había  precipi- 
tadoal  estremo  de  arrastrar  por  violencia  y  seducir  con  sagacidad  las  pequeñas 
guarniciones  q.*"  cubrían  los  diferentes  puntos  accesibles  al  enemigo  en  las  costas 
del  Rio  de  la  Plata,  Rio  Negro,  y  Uruguay,  y  últimamente  que  en  la  madrugada 
de  este  día  se  habían  extendido  sus  partidas  á  los  depósitos  de  Boyadas  y  Ca- 
balladas sorprendiendo  y  arreando  un  número  considerable  de  ambas  especies. 
Que  este  estado  de  cosas,  y  la  crítica  situación  en  q.*"  se  hallaba  el  ejercito  de 
la  Patria  hostilizado  abiertamente  por  las  mismas  gentes  con  quienes  debieran 
contar  para  llevar  adelante  el  sitio  y  expugnación  de  la  Plaza  de  Montevideo  lo 
ponían  en  la  necesidad  de  someter  al  examen  de  S.  S.  las  cuestiones  siguientes: 
Primera  "Debe  continuarse  el  sitio  de  la  Plaza  ó  levantarse  el  campo  y  reti- 
rarse el  ejercito  con  dirección  al  Rio  Negro,  ínterin  se  reciben  avisos  ulteriores 
del  Sup.o''  Gob.o,  ó  debe  continuarse  estrechando  al  enemigo  como  hasta  aquí?" 
Segunda  "que  medios  deben  emplearse  para  conciliar  cualesquiera  de  los  dos  extre- 
mos que  abraza  esta  cuestión?"  Espusieron  por  su  orden  los  Sres.  Gefes  sus  votos 
en  el  modo  siguiente: 

El   Sor.    Viana  —  Que  se   remita  al   Coronel  Artigas   uno   de   los   Sres.    Coro- 


—  193  — 

líeles  de  este  Exto.  ya  sea  el  Sor.  French,  ó  el  Sor.  Rondeau  con  el  objeto  de 
arreglar  con  él  los  medios  necesarios  para  la  retirada  de  las  tropas  del  sitio 
debiendo  verificarlo  estas  por  el  camino  de  Canelones,  y  quedando  obligado  con 
las  suyas  á  mantener  el  asedio  de  la  misma  plaza;  verificando  su  marcha  por  la 
ruta  de  Pando  hasta  tomar  la  posición  conveniente  franqueándosele  al  efecto 
los  auxilios  de  guerra  necesarios  con  concepto  a  su  fuerza,  y  haciendo  alto  el 
ejército  de  Buenos  Aires    en  S."  José  hasta  la  resolución  del  Superior  Gobierno. 

El  Sor.  French  —  Que  sin  pérdida  de  tiempo  se  emprenda  la  retirada  del 
ejército  todo  unido  hasta  el  Rio  Negro  á  esperar  las  últimas  resoluciones  del  Gob." 
y  que  al  Coronel  Artigas  no  se  le  franquee  el  menor  auxilio  en  clase  de  pertre- 
chos militares. 

El  Sor.  Rondeau  —  Que  se  levante  inmediatamente  el  sitio  y  q.**  para  verifi- 
carlo se  apure  la  recolección  de  auxilios  sin  consideración  alguna  á  los  propie- 
tarios, haciendo  alto  el  ejército  en  un  lugar  proporcionado  á  no  comprometerlo 
con  los  de  Montevideo  ni  los  de  Artigas,  esperando  allí  las  ordenes  del  C.o- 
bierno. 

El  Sor.  Cruz  —  Que  se  levante  sin  pérdida  de  momento  el  sitio,  destacando 
partidas  gruesas  hasta  Canelones  para  el  acopio  de  subsistencias  y  bagajes  necesa- 
rios para  la  retirada.  Que  la  misión  propuesta  por  el  Sor.  Viana  tenga  su  efecto. 

El  Sor.  Alvarez.  —  Que  recolectados  los  auxilios  necesarios  se  emprenda  la 
retirada  del  ejército  hasta  San  José,  y  q.^  celebrándose  allí  otra  nueva  Junta  de 
Guerra  se  resuelva  según  lo  exijan  las  circunstancias.  Que  no  se  franquee  en  ningún 
caso  auxiho  de  guerra  al  Coronel  Artigas. 

El  Sor.  Vázquez.  —  Que  sin  desatender  el  sitio  salgan  seiscientos  hombres 
con  dos  piezas  de  art."  a  adquirir  recursos  de  los  que  tiene  el  Coronel  Artigas 
para  con  ellos  efectuar  la  retirada  en  caso  necesario.  Que  la  misión  propuesta 
por  el  Sor.  Viana  tenga  su  efecto. 

El  Sor.  Baldenegro.  —  Que  considerando  el  compromiso  en  q.*"  queda  la  causa 
de  la  patria,  avandonando  el  sitio  de  Montevideo  cuyo  punto  tiene  una  influen- 
cia grande  con  la  consolidación  del  sistema ;  no  se  levante  el  sitio,  y  que  se  destaquen 
quinientos  hombres  para  hacer  el  acopio  posible  de  auxilios  de  todas  clases  de- 
positándose estos  en  el  rincón  del  Rosario  para  ocurrir  con  ellos  al  ejército  q.^  se 
mantendrá  al  frente  de  Montev."  hasta  la  resolución  del  Gobierno;  y  que  respecto  a 
no  haber  llegado  el  caso  de  declararse  como  debe  considerarse  a  Dn.  José  Artigas,  se 
le  entretenga  por  medio  de  una  comisión  sometida  a  un  vecino  caracterizado  sin 
comprometer  a  gefe  alguno  del  ejército.  Que  se  le  niegue  todo  auxilio  militar  y 
cuanta  proposición  haga  q.*"  directa  o  indirectamente  ponga  en  problema  el  éxito 
de  la  causa. 

El  Sor.  Vedia.  —  Que  la  misión  propuesta  por  el  Sor.  Viana  tenga  su  efecto, 
y  q."  esta  vaya  encargada  de  tratar  con  el  Coronel  Artigas  los  medios  de  modificar 
sus  proposiciones :  y  que  mientras  tanto  se  tomen  disposiciones  para  la  retirada  del 
ejército,  siendo  una  de  ellas  el  destacar  quinientos  hombres  con  dos  pzas.  al  ob- 
jeto de  recolectar  los  auxilios  necesarios  para  la  retirada  al  destino  que  lo  tuviere 
por  conveniente  el  Sor.  General  en  Gefe :  Que  no  se  le  den  al  Coronel  Artigas  nin- 
gunos pertrechos  militares  hasta  la  resolución  del  Superior  Gob." 

El  Sor.  Hortiguera.  —  Que  es  conveniente  se  dé  el  último  paso  de  reconcilia- 
ción con  el  Coronel  Artigas,  y  que  al  efecto  se  despache  la  misión  propuesta  por 
el  Gefe  del  Estado  Mayor  :  Que  mientras  tanto  sin  pérdida  de  tiempo,  se  reúnan 
Tomo   II  13 


—  194  — 

los  caballos  y  bueyes  de  toda  esta  inmediación  para  verificar  la  retirada,  y  q.''  no 
accediendo  a  lais  proposiciones  que  se  le  hagan  no  se  le  auxilie  con  ninguna  de  las 
municiones  que  pida. 

El  Sor.  Soler.  —  Que  no  pudiendo  levantarse  el  sitio  por  la  indigencia  de 
auxilios  en  q.*^  estamos  debe  mandarse  un  oficial  para  q.*  entretenga  las  hosti- 
lidades de  Artigas,  y  al  mismo  tiempo  instruir  por  medio  de  otro  oficial  al  Go- 
bierno Superior  de  la  insolencia  con  q.''  dicho  Artigas  atropella  las  armas  de  la  Pa- 
tria ;  asegurando  al  mismo  tiempo  un  campo  bastante  a  retaguardia  con  un  destaca- 
mento de  600  hombres  que  proteja  la  conducción  de  víveres  á  este  ejército. 

El  Sor.  Irigoyen.  —  Que  tenga  efecto  la  misión  iniciada  por  el  Sor.  Viana 
cerca  del  Coronel  Artigas  para  pacificar  ó  reconciliar  este  hombre  singular  y 
q.*"  con  cualquier  resultado  de  ella  se  aguarde  la  sanción  de  la  superioridad 
tomando  desde  el  momento  eficaces  medidas  para  atender  a  la  subsistencia  del 
ejército,  y  recursos  para  verificar  una  imperiosa  retirada  sin  avandono  ni  con- 
sec."  del  menor  efecto  del  ejército    previo  un  tratado. 

El  Sor.  Villarino.  —  Que  se  emprenda  la  retirada  sin  pérdida  de  tiempo  hasta 
San  José  para  de  alli  resolver  según  las  circunstancias  lo  exijan  ya  sea  para 
continuarla  ó  para  volver  al  sitio:  á  cuyo  efecto  es  de  parecer  debe  volverse  á 
celebrar  otra  Junta  de  Guerra. 

El  Sor.  Quintana.  —  Que  no  se  mueva  el  ejército  sin  expresa  orden  del  Go- 
bierno y  q."  para  ello  se  mande  un  oficial  a  Buenos  Aires  del  modo  que  sea 
posible.  Que  mientras  salgan  trescientos  hombres  á  recolectar  auxilios  para 
la  subsistencia  del  ejército  y  su  retirada  en  caso  forzoso.  Es  del  mismo  parecer 
que  el  Sor.  Xefe  del  Estado  Mayor  en  cuanto  á  la  misión  cerca  del  Coronel  Ar- 
tigas. Con  lo  cual  quedó  concluida  dicha  junta  firmando  sus  votos  a  continua- 
ción.— Man.l  de  S.\rrate.^. — Fran.co  Xav.R  de  Viaxa. — Domingo  French. — José 
RoNDEAXj, — Fran.co  Ferxand.z  de  la  Cruz. — Ign.o  Alvarez. — Vent.a  Vázquez. — 
Miguel  Est.o  Soler. — Nicolás  de  Vedia. — Eusebio  Baldenegro. — Rafael  Horti- 
guera. — Matías  de  Irigoyen. — Hilarión  de  la  Quintana. — Frax.co  Martínez. — 
Agust."  Diaz  Colodvcro.  Secrt." 

Nota.  —  En  este  estado,  después  de  estar  subscrito  el  precedente  documenta 
se  ha  advertido  q.*"  por  un  descuido  natural  dejó  de  colocarse  en  su  lugar  respec- 
tivo el  voto  del  Sor.  Com.tp  del  escuadrón  de  dragones  Don  Blas  José  de  Pico ; 
y  para  salvar  este  involuntario  olvido,  se  hace  aqui  expresión  de  aquel  dicta- 
men, q.*  fué  concebido  en  los  términos  siguientes ; 

El  S.""  de  Pico.  —  Que  tomando  todas  las  medidas  para  recolectar  los  auxi- 
lios para  la  retirada  a  q.*"  nos  obligan  las  hostilidades  del  Coronel  Artigas  se 
emprenda  inmediatamente  esta  no  dejándole  ningún  auxilio  de  guerra  y  q.*  en 
el  Ínter  se  adopte  la  proposición  del  Sor.  Viana  para  la  misión  del  Gefe  acerca 
de  Artigas.  —  Blas  José  Pico. 

En  su  consecuencia  debiendo  reputarse  este  additam.to  como  parte  integrante  de 
la  presente  acta,  lo  firmó  nuevamente  S.  E.  haciéndolo  también  el  Secretario  nom- 
brado provisional  para  este  acto,  por  indisposición  del  de  la  Capit."  Gral. — Man.!- 
DE  Sarratea. — Agust.n  Diaz  Colodréro,  Secrt." 

Nota.  —  Por  natural  descuido  no  se  ha  colocado  este  documento  en  el  lugar 
siguiente  al  n.*  ii."  de  los  q.*  comprende  el  legajo  letra  A. — Cávi.a. 


—  19i3  — 
(15)        El  Supremo  Director  de  las  Provincias  unidas  del  Rio  de  la  Plata 

El  rigor  de  la  justicia,  que  es  el  último  de  los  recursos  de  un  Ciobierno  bien 
constituido,  viene  á  hacerse  necesario  quando  apuradas  ya  las  consideraciones  de 
la  moderación  y  la  prudencia,  lo  reclaman  imperiosamente ;  la  conservación  del 
orden,  la  seguridad  pública,  y  la  existencia  de  la  Patria.  Una  condescendencia 
débil  envuelve  en  la  tolerancia  de  los  excesos  la  ruina  inevitable  de  los  Estados. 
Es  necesario  ser  justo  quando  lo  demanda  la  salud  pública. 

La  incorregibilidad  del  Coronel  Artigas  en  su  conducta  hostil  y  escandalosa,  me 
constituye  por  desgracia  en  la  penosa  situación  de  usar  contra  él  del  rigor  y  de 
la  severidad.  Acaso  no  hay  un  Ciudadano,  en  cuyo  favor  se  haya  desplegado  con 
mas  energía  la  generosidad  y  la  clemencia  del  Gobierno ;  pero  tampoco  ha  habido 
otro  mas  obstinado,  menos  reconocido,  ni  inas  delinqüente. 

Prófugo  de  Montevideo  se  presentó  en  esta  Capital  implorando  la  protección 
del  Gobierno,  y  en  el  mismo  instante  se  le  condecoró  con  el  grado  de  Teniente 
Coronel,  confiandole  el  mando  de  las  Tropas  destinadas  á  proteger  la  libertad  de 
los  Pueblos  Orientales,  que  sumidos  en  la  opresión  imploraban  nuestros  socorros. 
\  la  noticia  de  la  victoria  de  las  Piedras  se  le  confirió  el  empleo  de  Coronel  del 
Regimiento  de  Caballería  en  que  habia  servido  sin  poder  salir  de  la  clase  de  Te- 
niente, y  con  el  mando  en  Xefe  de  las  Milicias  Orientales  se  le  destinó  de  se- 
gundo General  del  Exército  Sitiador,  postergando  á  otros  Oficiales  de  mayor  an- 
tigüedad, de  muy  diferente  mérito,  de  otras  luces,  y  de  otros  principios. 

Apenas  se  vio  elevado  á  un  rango  que  no  merecía,  empezó  á  manifestar  una 
insubordinación  reprehensible,  cuyos  funestos  resultados  pudo  contener  la  pacien- 
te moderación  del  General  Rondeau.  La  combinación  de  las  circunstancias  hizo 
necesaria  entonces  la  retirada  de  nuestras  Tropas,  Las  Milicias  siguieron  á  Don 
José  Artigas  al  interior  de  la  Campaña  para  ponerse  en  aptitud  de  observar  los 
movimientos  del  Exército  Portugués.  Fingiendo  una  ciega  subordinación  y  depen- 
dencia al  Gobierno  de  esta  Capital  pidió  toda  especie  de  auxilios,  que  se  remi- 
tieron sin  tardanza :  se  aprobó  el  nombramiento  de  Oficiales  que  propuso  para  la 
organización  de  sus  Destacamentos ;  y  se  le  dispensaron  sin  reserva  quantas  con- 
sideraciones estaban  al  alcance  de  la  Autoridad.  Imprudente  en  sus  proyectos  pre- 
cipitó sus  operaciones,  y  atacando  un  Destacamento  Portugués  en  la  Villa  de  Belén 
contra  las  terminantes  ordenes  que  se  le  habían  comunicado,  comprometió  á  la  Pa- 
tria á  sostener  una  nueva  guerra  en  la  crisis  mas  peligrosa. 

Abiertas  las  hostilidades  fué  necesario  enviar  tropas,  armamentos,  y  un  General 
experto  que  dirigiese  la  Campaña.  Desde  entonces  empezó  Artigas  á  manifestar 
en  el  disgusto,  con  que  recibió  la  noticia  de  la  marcha  de  nuestras  divisiones,  la 
perversidad  de  sus  designios.  Toda  medida  que  pudiera  contener  su  procacidad, 
y  poner  los  Orientales  á  cubierto  de  sus  violencias,  le  era  enteramente  desagradable. 
El  escribió  al  Paraguay  ofreciendo  pasarse  con  su  gente  á  la  dependencia  de  aquel 
Gobierno  para  unirse  contra  esta  Capital :  exaltó  la  rivalidad  y  los  zelos  de  los 
Orientales :  desobedeció  las  órdenes  del  Gobierno  y  de  su  representante  ;  y  final- 
mente llegó  su  audacia  al  punto  de  hostilizar  nuestras  Tropas,  paralizar  sus  mar- 
chas, cortar  los  víveres,  permitir  su  extracción  á  los  Sitiados,  admitir  Emisarios 
del  General  Vigodet,  y  dar  á  los  enemigos  un  estado  de  prepotencia  capaz  de 
arruinar  todos  nuestros  esfuerzos,  y  poner  en  conflicto  á  la  Patria. 

Mucho  tiempo  hace  que  los  valientes  Orientales  estarían  borrados  de  la  lista  de 
los  hombres  libres,  si  el  General   Sarratea  haciendo  un   sacrificio  á  las  circunstan- 


—   196  — 

cias,  no  hubiera  pasado  por  la  Innnillacion  de  abandonar  el  mando  y  el  territorio. 
Felizmente,  y  en  la  necesidad  de  suscribir  á  los  caprichos  de  aquel  vandido,  pudo 
persuadírsele  por  los  hombres  buenos,  que  el  mando  del  Exército,  y  la  dirección 
del  sitio  recayese  en  el  Coronel  Rondeau,  digno  por  sus  servicios,  y  distingiuido 
mérito  de  una  comisión  tan  importante. 

El  eco  de  la  concordia  resonó  por  todas  partes  en  aquel  dia  venturoso.  Los 
Orientales  colocados  en  medio  de  los  Regimientos  de  la  Capital  reconocieron  la 
Soberanía  de  los  Pueblos  en  la  Augusta  Asamblea  de  sus  Representantes,  jurando 
fidelidad  y  obediencia  al  Gobierno  de  las  Provincias  unidas  :  los  enemigos  que  li- 
braban su  salvación  á  las  conseqüencias  de  la  guerra  civil,  temblaron  dentro  de  sus 
muros  al  ruido  de  las  salvas  y  demostraciones  públicas  del  Exército.  Todo  en  fin 
anunciaba  el  triunfo  de  la  libertad  baxo  los  auspicios  de  la  unión.  Pero  Artigas 
perjuro,  ingrato,  insensible  á  las  desgracias  de  sus  hermanos,  y  al  interés  sagrado 
de  la  Patria,  abrigaba  en  su  seno  los  mas  pérfidos  designios.  Como  la  presencia  del 
General  en  Xefe  era  un  estorbo  á  sus  miras  ambiciosas,  combinó  el  modo  de  subs- 
traerse á  las  leyes  del  orden  y  de  la  justa  dependencia,  cometiendo  el  mas  enorme 
de  los  delitos.  Infiel  á  sus  juramentos,  y  después  de  varias  ocultas  entrevistas  con 
los  Emisarios  de  la  Plaza,  abandona  cobardemente  las  banderas,  y  haciendo  la 
reseña  á  las  Divisiones  Orientales  que  habia  podido  seducir,  se  retira  precipita- 
damente del  Sitio,  introduciendo  el  desaliento  y  la  consternación  en  las  Tropas 
Veteranas,  aumentando  la  animosidad  del  enemigo,  y  exponiendo  el  Exército  á  un 
riesgo  inminente  de  perecer.  Apenas  se  aleja  do  las  murallas  de  ]\rontevideo  que 
empieza  a  desplegar  su  carácter  sanguinario  y  opresor.  El  saqueo  de  los  Pueblos 
del  tránsito,  el  asesinato,  la  violencia,  y  toda  clase  de  horrores  anunciaban  la  pre- 
sencia funesta  del  malvado,  enemigo  de  la  humanidad  y  de  su  Patria.  El  intenta 
ahora  hostilizar  nuestros  Destacamentos,  hacer  la  guerra  á  las  Provincias  unidas, 
precipitar  á  los  Orientales  en  todos  los  horrores  de  la  anarquía  para  entregar  al 
Gobierno  Español  aquel  precioso  territorio  espirante  y  asolado  con  sus  depreda- 
ciones. 

Y  no  siendo  justo  considerar  por  mas  tiempo  á  un  hombre  para  quien  la  mode- 
ración solo  sirve  de  estímulo  á  sus  crímenes,  y  cuya  conducta  compromete  la  se- 
guridad pública,  hé  venido  con  acuerdo  del  Consejo  de  Estado  en  decretar  lo  que 
sigue. 

Articulo  i."  Se  declara  a  D.  José  Artigas  infame,  privado  de  sus  empleos,  fuera 
de  la  Ley,  y  enemigo  de  la  Patria. 

Artic.  2.°  Como  traidor  á  la  Patria  será  perseguido,  y  muerto  en  caso  de  re- 
sister.cia. 

Artjc.  3."  Es  un  deber  de  todos  los  Pueblos,  y  las  Justicias,  de  los  Comandantes 
militares,  y  los  Ciudadanos  de  las  Provincias  unidas  perseguir  al  traidor  por  todos 
los  medios  posibles.  Qualquier  auxilio  que  se  le  dé  voluntariamente  será  conside- 
rado como  crimen  de  alta  traición.  Se  recompensará  con  seis  mil  pesos  al  que 
entregue  la  persona  de  D.  José  Artigas  vivo  ó  muerto. 

AkTic.  4.°  Los  Comandantes,  Oficiales,  Sargentos,  y  Soldados  que  siguen  al 
traidor  Artigas  conservarán  sus  empleos,  y  optarán  á  los  ascensos  y  sueldos  venci- 
dos, toda  vez  que  se  presenten  al  General  del  Exército  Sitiador,  ó  á  los  Coman- 
dantes y  Justicias  de  la  dependencia  de  mi  mando  en  el  término  de  40  días  conta- 
dos desde  la  publicación  del  presente  Decreto. 

Artic.  5."     Los  que  continúen  en  su  obstinación  y  rebeldía,  después  del  término 


—  197  — 

prcfixado,  son  declarados  traidores  y  enemigos  de  la  Patria.  De  consiguiente,  los 
que  sean  aprehendidos  con  armas,  serán  juzgados  por  una  Comisión  Militar,  y 
fusilados  dentro  de  24  horas. 

Artic.  6."  El  presente  Decreto  se  circulará  á  todas  las  Provincias,  á  los  Gene- 
rales y  demás  Autoridades  á  quienes  corresponda  :  se  publicará  por  Bando  en  todos 
los  Pueblos  de  la  Union,  y  se  archivará  en  mi  Secretaría  de  Esíado  y  de  Gobierno. 
Buenos  Ayres  Febrero  11  de  1814. — Gervasio  Antonio  de  Posadas. — Nicolás  de 
Herrera,  Secretario. 


Desde  que  D.  José  Artigas  vio  recompensados  pródigamente  sus  primeros  traba- 
jos y  apenas  llegó  al  ultimo  grado  con  que  podia  ser  distinguido  el  más  relevante 
mérito,  empezó  á  desplegar  sus  miras  ambiciosas,  y  el  espíritu  de  baxa  ribalidad 
con  que  miraba  á  la  Capital  de  las  Provincias  á  quien  debía  su  elevación.  Entonces 
era  demasiado  débil  para  que  no  hubiese  sido  anonadado  al  mas  leve  soplo  del 
poder ;  pero  creyendo  el  Gobierno  que  pudiese  tener  sobre  su  corazón  algún  influxo 
la  indulgencia,  y  por  añadir  este  nuevo  premio  á  sus  servicios  como  para  empe- 
ñarlo en  nuevos  esfuerzos  en  favor  de  la  causa,  olvidó  con  facilidad  sus  desvíos,  y 
afectó  no  haber  penetrado  el  fondo  de  sus  avanzadas  pretensiones.  Esta  conducta 
solo  sirvió  para  dar  mayores  alas  al  emprendedor:  él  interpretó  la  moderación  por 
debilidad,  y  de  atentado  en  atentado  llegó  por  fin  á  negar  abiertamente  la  obedien- 
cia al  Gobierno.  Por  parte  de  este  se  hicieron  valer  las  consideraciones  de  política 
y  el  imperio  de  las  circunstancias,  para  que  no  trascendiesen  los  enemigos  nuestras 
discordias,  para  no  privar  al  Estado  de  la  fuerza  que  dirigía  el  imprudente  Caudillo, 
ni  armar  unos  contra  otros  á  los  defensores  de  una  misma  causa  exponiendo  la 
Patria  á  todos  los  horrores  de  la  guerra  civil.  D.  José  Artigas  sin  otra  política  que 
su  interés  y  su  pasión,  hacía  servir  estos  mismos  motivos  de  la  moderación  del 
(•obierno  para  llevar  adelante  sus  excesos.  Demasiado  público  és  que  implacable 
en  su  encono  desertó  con  sus  tropas  del  sitio  de  la  Plaza  de  Montevideo  con  el 
designio  de  que  las  legiones  de  la  Capital  fuesen  destruidas  por  el  enemigo,  ó  se 
viesen  precisadas  á  emprender  una  retirada  en  que  pudiera  él  mismo  destruirlas 
privándoles  de  todos  los  auxilios  para  seguir  sus  marchas,  y  aún  los  de  la  precisa 
subsistencia :  lo  és  igualmente  que  su  segundo  D.  Fernando  Otorgues  tenía  fra- 
guada una  coalición  con  el  General  Vigodet  para  impedir  que  nuestras  tropas  se 
apoderasen  de  la  Plaza  de  Montevideo  en  los  momentos  mismos  que  era  inevitable 
su  rendición.  Ignominioso  és  el  solo  recuerdo  de  estos  hechos  y  otros  muchos  de 
igual  gravedad  que  há  procurado  el  Gobierno  sepultar  en  el  silencio  por  no  escan- 
dalizar á  las  Naciones  Extrangeras,  y  para  que  no  se  ctibra  de  oprobrio  nuestro 
nombre;  pero  se  vé  en  la  necesidad  de  manifestar  aunque  muy  ligeramente  su 
conducta  después  de  ocupada  dicha  Plaza  por  las  armas  victoriosas  de  la  Patria. 
Pudiendo  disponer  el  Supremo  Director  de  todo  el  Exército  para  reducir  á  la 
obediencia  ó  á  la  ruina  al  Caudillo  con  los  grupos  desorganizados  que  le  seguían 
prefirió  una  conciliación  amistosa  comprometiendo  el  decoro  de  su  propia  auto- 
ridad. Los  partidos  aceptados  por  Artigas  no  podían  ser  más  ventajosos  para  su 
ínteres  y  para  su  honor ;  todos  los  Pueblos  están  instruidos  de  este  suceso  por  la 
publicación  que  de  él  se  hizo  en  la  gazeta.  Pero  como  el  malvado  no  puede  vivir 
sino  en  el  desorden,  y  tiene  á  gala  la  ostentación  del  crimen,  juró  los  pactos  por 


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solo  tener  el  placer  de  quebrantarlos :  mientras  hacia  las  protestas  mas  favorables 
de  cimiplir  sus  compromisos  y  quando  reposaba  en  ellas  el  Gobierno  sin  otra  ga- 
rantía que  la  buena  fé  de  sus  promesas,  olvidando  repetidos  exemplares  en  que  la 
había  violado,  tuvo  el  dolor  de  sorprender  una  correspondencia  que  denunciaba  su 
perfidia,  y  los  planes  hostiles  que  maduraba  en  secreto,  y  baxo  la  salvaguardia 
sagrada  de  la  confianza  que  se  le  dispensaba ;  ella  contenia  órdenes  reservadas  á 
su  hermano  D.  Manuel  Artigas,  y  demás  Xefes  del  Entre-Rios  para  continuar  los 
preparativos  de  la  guerra,  Ínterin  personalmente  entretenía  en  Montevideo  á  los 
Conciliadores  con  resignaciones  fingidas:  en  fin  obró  de  modo  que  hizo  perder  hasta 
la  esperanza  de  la  unión,  siendo  preciso  emplear  la  fuerza  para  reducirlo.  La  for- 
tuna de  Artigas  está  unida  á  los  conflictos  en  que  los  grandes  riesgos  ponen  á  la 
Patria.  La  noticia  de  una  próxima  expedición  que  se  dirige  desde  Cádiz  á  nuestras 
playas  hizo  desistir  al  Xefe  Supremo  de  la  empresa.  La  necesidad  de  reunir  todo 
el  poder  para  oponerlo  á  las  tropas  peninsulares,  y  salvar  al  País  de  su  ruina  le 
obligó  á  cambiar  de  rumbo,  contemporizando  con  el  alentador  hasta  el  extremo  de 
abandonar  á  su  arbitrio  la  Banda  Oriental  y  el  Entre-Rios. 

Sin  embargo  de  que  se  le  há  concedido  quanto  el  jamas  pudo  esperar,  aun  r.o 
pone  termino  á  sus  aspiraciones.  Inaccesible  á  las  propuestas  que  le  hace  el  Go- 
bierno para  establecer  el  orden  y  combinar  los  intereses  de  ambos  territorios,  como 
para  tratar  los  medios  de  defensa  contra  el  enemigo  común,  le  ha  sugerido  sn 
furor  el  insolente  proyecto  de  penetrar  con  sus  tropas  á  los  Pueblos  de  esta  banda 
y  la  Capital  misma,  disponiendo  los  ánimos  de  sus  habitantes  por  medio  de  papeles 
seductores  y  de  agentes  mas  ó  menos  ocultos  para  proteger  su  agresión.  El  insen- 
sato há  abierto  baxo  de  sus  pies  el  abismo  en  que  deberá  ser  sepultado.  El  Director 
Supremo  se  há  propuesto  castigar  este  insulto,  escarmentando  de  un  modo  sensible 
la  audacia  del  emprendedor,  toda  vez  que  se  niegue  á  la  paz  que  trata  de  ofrecerle 
sobre  la  independencia  territorial  de  su  Provincia.  Bien  pudiera  su  obstinación 
exponer  á  la  Patria  al  lamentable  extremo  de  su  ruina ;  de  ella  seria  Artigas  res- 
ponsable al  Cielo  y  á  la  posteridad.  Entretanto  S.  E.  juzga  un  deber  prevenir  á  V. 
con  anticipación  sobre  este  suceso,  y  los  resultados  que  según  el  critico  estado  de 
nuestros  negocios  son  conseqüentes,  para  que  empeñando  todo  el  influxo  de  su 
zelo  y  todo  el  poder  de  la  persuasión  evangélica  coopere  por  su  parte  á  que  sean 
menos  lamentables  los  horrores  de  esta  desgraciada  lucha,  si  las  circunstancias  v 
la  obstinación  de  aquellos  Caudillos  la  hiciesen  inevitable.  Al  efecto  debe  V.  impo- 
ner á  sus  feligreses  píiblica  y  privadamente  de  la  injusticia  y  mala  fé  del  Caudillo 
D.  José  Artigas,  y  de  las  tristes  conseqüencias  que  lamentaría  el  Estado,  y  con 
especialidad  el  territorio  de  esta  Provincia  sí  sus  habitantes  seducidos  por  las 
falsas  promesas  del  perturbador  Oriental  llegasen  á  tomar  la  mas  pequeña  parte 
de  sus  designios :  que  la  segundad  de  los  Ciudadanos,  el  reposo  de  sus  honradas 
familias,  y  la  conservación  de  sus  propiedades  de  que  ahora  gozan  baxo  la  protección 
de  las  LL.  y  del  orden  desaparecerán  desde  el  momento  en  que  la  anarquía  rompa 
los  vínculos  de  la  dependencia  social,  y  el  respeto  debido  á  la  religión,  á  sus  Mi- 
nistros, y  á  las  autoridades  civiles ;  que  Artigas  preocupado  hasta  la  demencia  por 
el  vergonzoso  espíritu  de  provincialismo  solo  trata  de  desaogarlo,  humillando  á  los 
que  han  nacido  en  las  playas  occidentales  de  este  río:  Que  si  alguna  vez  llegase  á 
extender  su  poder  fuera  del  territorio  oriental  renovaría  en  el  de  los  demás  Pue- 
blos las  lubricas  y  horrorosas  escenas  con  que  en  aquel  ha  sobrecogido  de  espanto 
á  quantos   las  han  presenciado,  autorizando  y  executando  él  mismo   excesos  que 


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seria  preciso  despojarse  de  los  sentimientos  naturales  de  humanidad  y  de  pudor 
para  referirlos :  que  no  tiene  otro  obgeto  que  elevar  á  sus  Provinciales  sobre  la 
ruina  de  los  demás  Pueblos,  haciéndose  reo  del  mismo  crimen  que  imputa  á  la 
Capital  y  que  le  sirbe  de  pretexto  para  su  agresión ;  y  que  especialmente  emplea 
toda  la  perfidia  de  su  astucia  en  hacer  que  el  Pueblo  que  és  obgeto  de  su  encono 
contribuya  el  mismo  á  su  propia  humillación:  que  por  desacreditar  al  Gobierno  lle- 
va su  audacia  hasta  el  extremo  de  llamarlo  enemigo  de  los  Pueblos,  porque  lo  és 
de  los  Españoles  Europeos  que  constantemente  han  atentado  contra  nuestra  li 
bertad ;  y  que  conseqüente  en  sus  crímenes  há  provocado  á  todos  los  de  aquel 
origen  existentes  en  la  Banda  Oriental  á  la  concordia,  uniéndolos  en  el  odio  á  la 
capital  de  cuyo  tiránico  poder  dice  haberlos  redimido.  Que  por  tales  medios  todo 
lo  conjura  para  que  sirva  á  su  insolente  proyecto  de  dictar  la  ley,  é  imponer  su 
yugo  á  todos  los  Pueblos.  Que  por  otra  parte  S.  E.  ñrme  en  el  proposito  de  no 
permitir  este  ultrage,  y  de  no  entregar  las  Provincias  al  desorden  descargará  sobre 
las  cabezas  delinqüentes  todo  el  peso  de  su  indignación,  sin  que  las  sugestiones 
de  una  falsa  piedad  puedan  desarmarlo. 

Asi  es  que  sobre  el  peligro  á  que  expondrian  su  existencia,  resultaran  siempre 
inútiles  todos  sus  sacrificios  sirviendo  al  seductor,  pues  que  no  podrían  jactarse 
del  triunfo  sin  haber  hecho  correr  arroyos  de  sangre,  y  dexando  en  desolación  á 
toda  la  Provincia.  Artigas  celebrarla  este  desastre  que  está  en  el  orden  de  sus 
intereses  y  lisongea  su  baxa  rivalidad;  pero  el  Pueblo  de  Buenos-Ayres  y  todas 
las  Provincias  tendrían  que  llorarlo  eternamente.  El  enemigo  común  aprovecharla 
esta  ocasión  para  bolber  á  encorbar  nuestros  cuellos  baxo  el  yugo  abominado  del 
despotismo   europeo,   repitiéndose  las  tristes  escenas   de   Caracas  y  de  Chile. 

Al  mismo  tiempo  que  son  demasiado  patentes  estos  riesgos  no  lo  son  menos  las 
privaciones  que  el  Pueblo  irreflexivo  atribuye  á  la  administración  de  la  Suprema 
Autoridad.  Las  deportaciones,  las  cárceles,  y  los  patíbulos  son  medidas  de  segu- 
ridad á  que  provoca  el  mismo  extravio  de  la  opinión,  y  las  maquinaciones  de  los 
enemigos  domésticos  :  la  escasez  de  recursos  que  cada  dia  se  hace  mas  sensible  es 
originada  por  la  aplicación  que  es  preciso  hacer  de  ellos  á  la  conservación  del 
orden  y  tranquilidad  interior;  y  si  hay  algún  exceso,  algunos  males  que  pudieran 
remediarse,  los  peligros  domésticos  son  quienes  ponen  al  Gobierno  en  el  compro- 
miso de  tolerarlos.  Pero  S.  E.  empeña  su  palabra  en  que  cimentada  la  concordia 
y  la  unión  por  el  exterminio,  ó  el  arrepentimiento  de  los  que  la  despedazan,  verán 
todos  los  Pueblos  fixar  su  destino  con  gloria,  gozando  de  las  dulzuras  del  orden  y 
de  los  encantos  de  la  libertad. 

Tales  deberán  ser  los  puntos  sobre  que  tratará  V.  de  inculcar  en  sus  exortaciones 
privadas  ó  públicas  para  uniformar  la  opinión  de  sus  feligreses,  disuadiéndoles  de 
las  especies  calumniantes  con  que  se  ataca  el  honor  y  la  obediencia  de  la  Autoridad 
Suprema  del  Estado;  S.  E.  confia  en  el  acreditado  zelo,  patriotismo  y  ilustración 
de  V.  para  esperar  que  llenará  los  obgetos  á  que  se  dirige  esta  medida,  dando 
nuevos  testimonios  del  interés  que  le  merece  la  felicidad  de  los  Pueblos  y  el  amor 
de  la  justicia. 

Lo  que  de  Orden  Suprema  comunico  á  V.  á  los  efectos  consiguientes. 

Dios  guarde  á  V.  muchos  años.  Buenos-Ayres  Marzo  30  de  1815. 

(Firmado)  Nicolás  Herrera. 


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EL  DIRECTOR   SUPREMO  DEL  ESTADO  A  LOS    HABITANTES   DE  LA   PROVINCIA   DE   EUENOS-AYRES 

CiCDADANOS :  El  Caudillo  de  los  Orientales  há  penetrado  yá  vuestro  territorio. 
Protegido  de  algunos  descontentos  há  sorprendido  á  Sta.  Fé,  y  los  estragos  del 
vandalage   amenazan   vuestras    familias,   y   vuestras   propiedades. 

Vosotros  calculareis  lo  que  debéis  temer  ó  esperar  de  un  Caudillo  que  proclama 
la  libertad  de  los  Pueblos  para  conquistar  las  Provincias  del  Entre-Rios  y  Corrien- 
tes, que  ofrece  su  protección  á  los  Ciudadanos  para  proporcionar  á  los  grupos  de 
asesinos  que  le  sostienen  el  premio  de  sus  servicios  en  los  despojos  del  saqueo  y 
del  pillage;  y  que  hace  la  guerra  con  los  recursos  que  arranca  su  Soldadesca  de 
las  manos  del  vecino  honrado  y  laborioso. 

Hasta  ahora  se  habían  limitado  sus  pretensiones  á  la  independencia  de  una  parte 
de  la  Provincia  Oriental,  queriendo  encubrir  con  este  especioso  pretesto  sus  planes 
de  ambición  ó  de  perfidia:  pero  apenas  vio  libre  aquel  territorio,  que  se  arrojó  con 
todas  sus  fuerzas  sobre  el  Entre-Rios,  y  violando  sus  promesas  de  pacificación  y 
alianza,  empieza  sus  correrías  sobre  vuestros  campos. 

Recorred  la  historia  de  todos  los  tiempos  y  descubriréis  en  sus  empresas  la  con- 
ducta de  los  genios  atrevidos  que  han  usurpado  la  libertad  y  el  imperio  de  las 
Naciones.  Extraviar  la  opinión  de  los  Pueblos  con  promesas  seductoras  para  li- 
garlos con  dobles  cadenas. 

Fixad  la  vista  sobre  la  triste  situación  de  la  Banda  Oriental,  y  en  esta  terrible 
experiencia  encontrareis  una  lección  de  la  suerte  que  os  espera :  Los  Pueblos 
gimiendo  en  su  desgracia  encorbados  baxo  el  yugo  del  mas  fiero  despotismo :  La 
Provincia  desmoralizada,  sin  administración,  sin  comercio,  y  sepultada  en  una  apa- 
tía destructora:  Los  Ciudadanos  arrancados  del  centro  de  sus  familias  para  ir  á 
sostener  con  su  sangre  las  pretensiones  del  Usurpador,  y  sin  otra  Ley  que  la  vo- 
limtad  Soberana  de  los  partidarios  que  se  han  repartido  el  imperio  de  sus  con- 
quistas :  Las  familias  desalojad.-is  de  sus  posesiones,  sin  otro  delito  que  sus  for- 
tunas, mendigando  el  sustento  por  todas  partes :  y  las  tiernas  Madres  llorando  en 
silencio,  ó  la  muerte  de  un  Esposo  asesinado,  ó  la  pérdida  de  alguna  hija  inocente 
arrancada  violentamente  de  sus  brazos  para  saciar  el  bárbaro  apetito  de  los  Cau- 
dillos de  la  anarquía. 

Comparad  ahora  vuestra  suerte,  y  os  penetrareis  de  la  grandeza  de  los  males 
que  os  prepara  la  seducción  del  Tirano.  Vosotros  gozáis  de  las  ventajas  del  orden 
protegidos  por  un  C.obierno  justo  y  liberal,  vuestras  personas  ¿on  respetadas,  nadie 
ataca  impunemente  el  derecho  de  vuestras  propiedades,  vivís  tranquilos  en  el  seno 
de  vuestras  familias,  recogéis  el  fruto  de  vuestra  aplicación :  y  todos  sois  iguales 
delante  de  la  Ley.  ¿Y  habrá  quien  quiera  cambiar  estas  ventajas  por  la  esperanza 
de  una  soñada  felicidad  prometida  por  un  hombre  que  há  medrado  al  abrigo  de! 
desorden  y  la  rebelión  ;  y  cuya  suerte  pende  de  la  voluntad  de  los  asesinos  que  le 
sostienen?  ¿Quien  sin  desconocer  sus  verdaderos  intereses  protegerá  las  empresas 
de  un  rival  ignorante,  que  conducido  por  el  ridículo  espíritu  de  Provincia  mira  con 
desprecio  todo  lo  que  no  lleba  el  carácter  de  Orientales?  ¿Quien  es  el  que  quiere 
exponer  su  vida  y  los  objetos  mas  queridos  para  recibir  después  la  recompensa  de  un 
hombre  que  ataca  al  Gobierno  á  quien  debe  su  elebacion,  y  que  hostiliza  al  Gran 
Pueblo  á  cuyos  sacrificios  debe  la  Provincia  Oriental  su  existencia  política  y  civil? 

No  puede  verse  ciertamente  sin  indignación  la  conducta  de  este  Caudillo,  cuya 
ingratitud  parece  que  excede  la  perversidad  del  corazón  humano.  Después  que  los 
hijos  de  la  Provincia  de  Buenos-Ayres  han  prodigado  sus  bienes,  su  sosiego,  y  su 


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misma  sangre  para  dar  la  libertad  á  Montevideo  y  todos  los  puntos  de  su  depc!;- 
dencia  oprimidos  por  el  despotismo  Europeo;  después  que  esta  capital  hizo  el  des- 
prendimiento generoso  de  la  mayor  parte  de  su  territorio  para  dar  un  ser  politico 
á  la  Banda  Oriental,  Entre-Rios,  y  Corrientes  constituyéndolos  en  Provincias  del 
Estado;  después  que  Buenos-Ayres  há  agotado  sus  recursos  por  atender  á  la  de- 
fensa de  los  demás  Pueblos.  ¿Quien  podrá  ver  sin  irritación  y  sin  horror  que 
D.  José  Artigas  abuse  del  predicamento  á  que  lo  há  elevado  el  (^^obierno  de  las 
Provincias  Unidas  para  convertir  la  guerra  contra  el  Pueblo  que  lo  há  sostenido 
en  la  lucha  con  el  enemigo  común?  Pero  él  ha  formado  el  proyecto  de  borrar  la 
reputación  de  la  Capital :  há  encontrado  hombres  ilusos  ó  perversos  que  apoyan 
sus  designios;  y  para  lograrlos  há  cometido  el  crimen  de  unirse  á  ios  mismos  Es- 
pañoles. 

¡  Habitantes  de  la  Provincia  de  Buenos-Ayres  !  ya  es  llegada  la  hora  de  pelear  por 
la  conservación  de  vuestra  seguridad  individual,  y  lo  que  és  más  por  la  gloria  de 
vuestro  nombre  siempre  distinguido  en  las  épocas  memorables  de  la  revolución,  á 
pesar  de  la  baxa  envidia  de  vuestros  rivales.  Después  de  haber  triunfado  tantas 
veces  de  los  batallones  ordenados  de  un  enemigo  poderoso,  sería  indigno  de  vosotros 
recibir  la  Ley  de  un  hombre  desconocido,  que  desea  por  sistema  la  destrucción  de 
Buenos-Ayres  y  quanto  le  pertenece. 

Ciudadanos,  corred  á  las  armas;  unios  á  las  columnas  republicanas  que  marchan 
á  contener  la  irrupción  de  esos  nuevos  vándalos  del  Sud.  Yo  participaré  de  vuestras 
fatigas  y  de  vuestros  triunfos.  Vuestro  valor  enfrenará  el  orgullo  insolente  de  loí 
rebeldes,  y  el  orden  interior  quedará  restablecido. 

Buenos-Ayres  4  de  Abril  de  1815. 

(Firmado)  Carlos  de  Aiz'eár. 


EL    EXMO.    AVCNT.VMlE.NTo    DE    L.\    CIUDAD    DE    EUEXOS-AYRE5    A    SUS    HABITANTES 

Ciudadanos  :  Los  grandes  peligros  se  han  hecho  para  las  almas  grandes.  La  de- 
bilidad que  sucumbe  desarma  el  brazo  del  tirano,  pero  és  solo  para  sepultarse  en 
mayores  males.  La  voz  de  esta  Municipalidad  se  há  oido  siempre  en  la  hora  del 
peligro.  En  las  circunstancias  presentes  ¿como  podría  no  tocar  vuestros  corazones? 

Un  aventurero  se  ha  levantado  al  rededor  de  nuestra  misma  Patria.  De  uno  en 
otro  error  se  há  precipitado  á  los  más  escandalosos  excesos.  La  felicidad  de  los 
Pueblos,  su  unión  hacia  el  mismo  sistema,  su  libertad  en  fin  lo  enfurece.  Enemigo 
de  la  prosperidad  pública,  él  la  ataca  en  donde  quiera  que  la  advierte.  Ya  há  con- 
vertido en  lugares  de  muerte  todos  aquellos  puntos  por  donde  ha  pasado  su  influxo 
devorador.  Pequeños  ensayos  han  aumentado  más  su  audacia,  y  los  despojos  de 
algunos  Pueblos  menos  considerables  lo  han  conducido  á  codiciar  los  de  la  rica 
Capital. 

Con  el  vano  título  de  Xefe  de  los  Orientales,  y  Protector  de  los  Pueblos  libres, 
D.  José  Artigas  dirige  yá  los  vandidos  que  le  siguen  á  ocupar  vuestras  propiedades ; 
á  dilapidar  vuestras  fortunas,  á  manchar  el  pudor  de  vuestras  familias,  á  derrumbar 
vuestro  Gobierno,  á  humillar  y  talar  á  la  gran  Capital,  á  atar  en  fin  á  los  que  han 
nacido  en  la  cuna  de  la  libertad  á  su  carro  de  desolación,  de  ruinas  y  de  espanto. 

La  historia  de  los  atentados  de  ese  inmoral  os  és  bien  conocida.  Con  las  mismas 
armas  que  le  há  dado  esta  Capital  trata  de  convertirla  en  cenizas  para  saciar  su 
furor,  y  el  de  sus  sequaces.  Constantemente  se  le  há  visto  trabajar  con  los  Espa- 


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ñoles,  y  parece  que  no  se  hubiera  levantado  de  la  nada  en  que  siempre  há  vivido, 
sino  para  encender  la  guerra  civil,  y  concitar  á  los  facciosos  contra  e?ta  hermosa 
Capital.  El  há  jurado  en  el  delirio  de  sus  furores  la  pérdida  de  nuestra  Patria.  Tal 
és  el  premio  que  por  sus  grandes  sacrificios  se  ofrece  al  primer  Pueblo  libre. 

La  imaginación  se  confunde,  Ciudadanos,  al  representarse  este  sacrilego  proyecto. 
Pero  la  Municipalidad  de  Buenos-Ayres  no  desmaya.  Su  voz  há  sido  siempre  pre- 
cursora de  la  victoria.  Oyéndola  sus  hijos  han  escarmentado  en  todo  tiempo  á  sus 
más  poderosos  contrarios. 

Vuestros  Representantes  cumplen  con  su  deber  anunciándoos  los  peligros ;  el 
resto  queda  enteramente  confiado  á  vuestra  constancia,  á  vuestro  honor,  y  á  vuestro 
corage.  Acordaos  que  componéis  el  gran  Pueblo,  donde  el  Sol  del  25  de  Mayo  nació 
primero  que  en  parte  alguna  para  no  volverse  á  eclipsar  jamás.  ¿Y  quien  de  voso- 
tros pudo  pronosticar  en  aquel  dia  que  un  rustico  concibiese  el  designio  de  suge- 
tarnos  á  su  antojo?  ¿Quien  pudo  sospechar  que  un  desconocido,  á  quien  vuestros 
esfuerzos  sacaron  de  sus  miserables  cadenas,  se  propondría  abatir  el  lustre  de 
vuestros  hogares  ? 

Nosotros  os  lo  aseguramos:  esta  infernal  maquinación  no  llegará  á  conseguir  su 
objeto.  Bastantes  victimas  se  han  sacrificado  yá  á  la  seducción  y  al  engaño.  AI 
favor  de  sucesos  extraños,  ese  ingrato  pisa  yá  el  territorio  de  nuestra  Provincia. 
La  perfidia,  la  hipocresía,  y  la  credulidad  le  han  abierto  el  camino.  Pero  sus  ideas 
de  ambición  y  de  muerte  no  pueden  ocultarse  mas.  Nuestra  voz  será  como  un  true- 
no que  lo  confundirá  en  sus  malignos  pasos.  Ya  no  podrá  alegar  ser  él  llamado  de 
los  Pueblos,  para  cooneslar  sus  irrupciones.  Buenos-Ayres  és  libre ;.  quando  no  lo 
fuese  no  puede  serlo  por  sus  manos.  Que  haga  la  felicidad  de  la  desgraciada  Pro- 
vincia en  que  há  nacido,  si  és  que  és  capaz  de  hacerlo ;  que  cebe  su  rapacidad  en 
sus  tristes  reliquias;  y  en  otras  dos  que  con  escandalosa  audacia  se  ha  usurpado; 
mas  no  perturbe  el  reposo  de  estos  heroicos  habitantes,  y  no  provoque  su  ira.  E! 
territorio  que  pertenece  al  gran  Pueblo  debe  ser  respetado,  y  el  Labrador  indus- 
trioso que  lo  mantiene,  protegido.  Buenos-Ayres  Abril  5  de  181 3.  —  Francisco  An- 
tonio de  Escalada. — Francisco  Belgrano. — Manuel  Luis  de  OJiden-. — José  Cle- 
mente Cueto. — Mariano  Jldal. — Laureano  Rufino. — Diego  Antonio  Barros. — Gas- 
par de  Ugartc. — Juan  Alcina. — Romualdo  José  Seguróla. — Manuel  de  Zamudio. 
—  Manuel  de  Buslamantc.  —  Mariano  Antonio  Tagle,  Sindico  Procurador.  —  Por 
mandato  de  S.  E. — José  Manuel  Godoy,  Escribano  interino  de  Cabildo. 

Es  copia.  —  Dr.  Félix  Ignacio  Frias. 

EL   DIRKCTOR   INTERINO   DEL   ESTADO  EN    BUENOS-AYRES,    A   LOS    CIUDADANOS    V    MORADORES 
DEL  PUEBLO  DE  SAXT.A.  FE  Y  SU  CAMP.\ÑA 

Compatriotas:  la  desgracia  común  ha  querido  que  no  se  presenten  por  el  Xefe 
de  los  Orientales  bases  decorosas  ni  justas  para  el  establecimiento  de  la  con- 
cordia: este  primer  paso  infortunado  me  obliga  á  precaver  otros  mas  funestos 
aún:  engañadas  una  vez  las  esperanzas  de  los  buenos  tenemos  razón  para  te- 
merlo todo  de  la  imprudencia,  y  de  la  fatalidad.  Yo  envió  tropas  á  vuestro  terri- 
torio porque  es  un  interés  de  todas  las  Provincias  hacer  impenetrable  esta 
puerta  á  la  guerra  civil:  el  deseo  de  la  paz  y  del  orden  ha  inspirado  esta  reso- 
lución. Esas  Legiones  no  derramarán  sangre  sino  para  defenderse,  no  ofen- 
derán  sin   ser  provocadas.    Si   el   Caudillo   Oriental   ama   la   paz   las   tropas   de 


—  203  — 

Buenos-Ayres  no  osarán  perturbarla;  tales  son  las  obligaciones  que  les  hé  im- 
puesto al  partir,  y  sabrán  cumplirlas.  Por  lo  que  hace  á  vosotros  vais  á  recibir 
una  prueba  inequívoca  de  la  inviolabilidad  de  mis  promesas.  Vosotros  habéis 
querido  encargaros  de  vuestra  propia  dirección,  nombrar  vuestros  Magistrados, 
y  romper  los  vinculos  que  os  unian  al  Pueblo  de  Buenos-Ajares  como  á  Capi- 
tal del  Estado,  y  particular  de  vuestra  Provincia;  no  temáis  que  un  Exército 
enviado  por  mis  órdenes  vaya  á  hacer  el  cambio  en  vuestros  consejos.  No  se 
dirá  en  los  dias  de  mi  gobierno  que  he  subyugado  á  los  Pueblos  hermanos: 
libres  sois,  y  si  no  debieseis  á  la  Naturaleza  este  privilegio,  yo  por  mi  voto  os 
lo  concediera.  Hasta  las  resoluciones  soberanas  del  Congreso  General  podéis 
disponer  independientemente  de  vuestro  destino :  si  se  mezxlan  en  él  las  fuer- 
zas que  vais  á  recibir  en  vuestro  seno,  no  será  sino  para  contener  en  vuestro 
provecho  las  irrupciones  de  los  Indios  que  en  estos  últimos  dias  tantas  agita- 
ciones os  han  causado.  Ciudadanos  Santa-Fesinos:  creedme;  amo  vuestra  dicha, 
vuestra  tranquilidad;  protegeré  y  respetaré  vuestros  derechos,  y  castigaré  sin 
clemencia  al  que  por  desgracia  se  atreviese  á  comprometer  el  honor  de  mis 
protestas,  dando  el  menor  motivo  fundado  á  vuestras  quejas.  El  Cielo  que  es 
testigo  de  mis  juramentos  quiera  concederme  en  premio  de  la  resolución  en 
que  estoy  de  cumplirlos,  el  que  vea  en  mis  dias  coronada  la  gran  obra  de  la 
reconciliación. — Fortaleza  de  Buenos-Ayres  Julio  2^  de  i8i¿. 

(Firmado)  Ignacio  Alvarez.  —  Gregorio  Tagle. 

(l6)       RELACIÓN    HISTÓRICA    SOBRE    EL    .\RMAMENT0    NAVAL    DEL    AÑO    1814,    ESCRITA    PARA 
REMITIR  AL   SR.   GEN. I-  D.   JOSÉ  RONDEAU,  POR  \V.   P.   WHITE. 

Aun  se  acuerda  que  establecida  la  revolución,  en  25  de  Mayo  de  1810,  por 
la  deposición  de  las  Autoridades  en  esta  Capital,  que  pendian  del  Gobierno  Pe- 
ninsular, y  manifestándose  Montevideo,  y  el  Jefe  con  los  subalternos  de  la 
Marina  real,  tenaces  en  su  devoción  al  antiguo  sistema,  la  Junta  Gubernativa 
Provisional  dispuso  la  remisión  del  número  considerable  de  estos  oficiales,  con 
sus  Buques,  que  se  hallaban  en  esta,  para  poder  estar  á  las  órdenes  de  su  Jefe 
inmediato,  que  permanecía  en  ^Montevideo;  y  estos  ya  enemigos  declarados, 
aunque  en  su  clase,  de  proverbial  menosprecio,  uniéndose  con  el  Gobierno  de 
Montevideo,  mui  temprano  manifestaron  su  funesta  hostilidad. 

Mas,  de  las  sabias  providencias  del  nuevo  Gobierno,  igualmente  distinguido 
por  su  ilustración,  energía  y  actividad,  los  buenos  Patriotas  esperaban  el  re- 
medio mas  adecuado.  En  esa  época  estaban  intactos  los  recursos  que  propor- 
cionaba la  Tesorería,  libre  de  empeños,  y  con  el  ingreso  de  mas  de  700.000  peso?, 
últimamente  remitidos  del  Perú.  La  Aduana  cobraba  tres  á  cuatro  millones  de 
pesos  con  plazos  vencidos,  quedando  mayor  cantidad  adeudable  á  este  y  á  otros 
ramos  de  Hacienda  de  fácil  cobranza,  ó  en  existencias  vendibles.  El  Comercio 
del  Pais  estaba  en  toda  la  actividad  de  un  jiro  estensivo  y  sobre  caudal  efectivo 
propio,  á  mas  del  que  proporcionaran  las  sumas  cuantiosas,  que  desde  la  gue- 
rra de  1804,  no  se  habían  remitido  á  sus  dueños  en  la  Península.  Aun  existían 
los  frutos  acopiados  durante  los  seis  años  de  estar  interceptado  ó  suspendido 
el  jiro  ultramarino — y  el  entusiasmo  de  los  Pueblos,  emerjiendo  de  la  escla- 
vitud al  primer  goce  de  la  libertad  con  rapidez,  electrizaba  á  todos  los  cora- 
zones Americanos.  Con  tales  ventajas,  se  acordó  por  la  Junta  Gubernativa  Pro- 


—  204  — 

visional,  á  los  tres  meses  de  su  formación,  la  creación  de  una  fuerza  naval 
Fué  facultado  al  efecto  el  vocal  (Diputado  por  Salta)  D.  Francisco  Gurru- 
cliaga,  en  quien  se  suponían  reunidas  la  mayor  enerjia,  actividad,  y  conocimien- 
tos prácticos,  y  de  cuyos  esfuerzos  varoniles,  en  el  cortísimo  espacio  de  seis  vieses, 
resultó  el  armamento  de  cuatro  embarcaciones,  de  Balandrita  hasta  Bergantin. 
Aprovechándose  para  tan  feliz  resultado,  á  mas  del  gran  concurso,  que  á  la 
sazón  hubo  de  Marina  y  pertrechos,  mercantes  y  de  guerra  estranjeros,  espe- 
cialmente de  la  actividad  eléctrica  y  de  la  vivacidad  extraordinaria,  del  francés 
Mr.  Estanislao  Courande,  constructor  é  injeniero  naval,  y  conocido  por  gran 
Capitán  de  Corsario;  quien  con  la  mayor  devoción,  y  mas  rigorosa  observan- 
cia de  las  ordenanzas  para  el  caso,  se  habia  dedicado  esclusivamente  á  la  ace- 
leración de  ia  grande  empresa,  y  en  qué  no  se  perdonaron  gastos;  pues  dicen 
que  aproximaron   á  300.000  pesos. 

Salió  esta  célebre  Escuadra,  que  se  denominó  sutil.  Los  enemigos,  esa  raza 
que  tuvo  que  tragar  amargas  pildoras  preparadas  con  frecuencia  por  el  Gace- 
tero; la  persiguieron,  y  buscaba  su  seguridad  en  las  angosturas  y  tortuosidades 
de  lo  interior  del  Rio.  Mas,  á  los  pocos  días,  el  estruendo  de  combate,  llamó 
a  los  campestres  de  las  inmediaciones  de  San  Nicolás  de  los  Arroyos,  á  que 
presenciasen  el  vergonzoso  triste  fin  de  esta  escuadra  de  ensayo,  y  con  la  que 
quedaron  engrosadas  las  fuerzas   enemigas. 

Con  el  incremento  de  orgullo  de  parte  del  enemigo  vencedor,  consiguiente 
al  suceso  relacionado,  se  aumentó  su  osadía,  que  se  hizo  sentir,  penetrando 
todos  los  puntos  del  Rio,  é  interceptando  enteramente  su  navegación  para  la 
Bandera  de  este  Gobierno;  en  términos  de  estar  privado  del  Comercio  de  Entre 
Ríos  y  Banda  Oriental,  de  no  poder  remitir  para  sostener  y  estrechar  el  pri- 
mer sitio  de  Montevideo,  sin  hacer  la  vuelta  de  300  leguas  por  tierra,  y  aún  de 
tener  que  sufrir  insultos  de  Bombardeo  desde  estas  Balisas. 

En  estas  circunstancias,  y  á  los  pocos  meses  de  la  fha,  de  la  primera  desgra- 
cia, fué  impulsado  este  Gobierno,  á  intentar  otro  armamento,  y  al  efecto  (que- 
daba siempre  D.  Francisco  Gurruchaga,  con  sabia  dirección  é  intervención, 
justo  tributo  á  su  incrementada  esperiencia),  comisionó  á  un  Capitán  y  gran 
marinero,  Don  Tomas  Taylor,  quien  tuvo  á  su  disposición  un  número  de  Bu- 
ques estranjeros  ya  armados,  suficiente  y  aun  sobrante  para  asegurar  la  pre- 
ponderancia sobre  las  fuerzas  enemigas  en  este  Rio.  Mas,  sea  por  falta  del 
talento  de  combinación  en  el  Comisionado,  cuyo  fuerte  no  se  manifiesta  en  lo 
miaiistcrial ;  sea  porque  en  el  (lobierno  Ejecutivo  multiforme,  cuyas  funciones 
se  ejercitaban  entonces  por  todos  los  Diputados  de  las  Provincias,  no  se  en- 
contraba lo  q'  se  requería  para  dar  impulso  y  dirección  á  esta  importante  em- 
presa. Lo  cierto  es,  que  aunque  en  las  personas  de  los  insinuados  Director  y 
Comandante,  gritaron,  corrieron  y  sudaron  copiosamente,  y  no  faltaron  en  un 
ápice  á  lo  que  prescriben  las  Ordenanzas  Navales;  con  todo,  los  Bajeles  de  am- 
bas partes  se  salvaron,  porque  nunca  llegó  la  Espedicion  patriótica  á  salir  de 
la  Ensenada  de  Barragan,  donde  se  dio  principio  y  fin  á  su  armamento.  Se  res- 
tituyeron los  Buques  a  sus  Dueños. 

A  las  pocas  semanas  (Octubre  de  181 1),  cesaron  hostilidades  con  Montevi- 
deo y  la  redotabk  Marina  Real.  Pero,  apenas  alcanzaron  las  treguas  hasta  prin- 
cipios del  año  1812:  y  en  el  discurso  de  cuyo  año,  ya  consolidado  y  concentrado 
el   Gobierno   Ejecutivo  en  tres  personas,  se  pudo  renovar  el  sitio  de  aquella 


—  205  — 

Plaza,  haciendo  como  antes,  el  camino  por  tierra  de  300  leguas.  Durante  este 
año,  aun  con  la  accesión  del  gran  luminario  de  la  profesión,  Don  Fran.co  Xavier 
de  Viana,  que  tuvo  los  conocimientos,  ú  otras  circunstancias,  que  le  calificaron 
ó  habilitaron  para  poder  acompañar  á  Malaspina,  en  la  vuelta,  que  esta  supo 
dar  del  mundo.  Estériles  á  no  decir  degradantes,  fueron  los  progresos  de  la 
Marina   Argentina. 

Sufrió  de  nuevo  la  capital  bombardeo  desde  estas  Bausas.  Bien  es,  que  de 
los  conocimientos  del  mencionado  D.  Fran'^o.  Viana,  o  los  de  otro  ingenio,  se 
supo  aprovechar  para  fabricar  una  esplanadaza  ambulante,  con  el  fin  de  con- 
tener a  esos  audaces;  y  con  cuya  noticia  se  arredró  el  enemigo,  en  términos 
de  nunca  repetir  esta  especial  clase  de  osadía.  En  lo  demás,  fué  marcada  la  his- 
toria naval  de  este  año,  siguiendo  de  Jefe  este  célebre  marino,  con  sólo  la  pér- 
dida del  Queche  "Hiena",  al  mando  de  D.  Tomás  Taylor,  y  con  el  armamento 
de  una  Balandrita  tomada  a  flete,  que  en  estas  Balisas  desplegó  la  Bandera  de 
Capitana. 

Los  recursos  ordinarios  de  este  año,  fueron  productivos  y  a  los  que  se  aña- 
dieron, a  más  del  extraordinario  del  medio  millón  líquido  de  pesos,  valor  de  la 
plata  y  oro  redimidos  en  la  primera  pérdida  del  Perú;  los  cuantiosos  productos 
del  ramo  de  bienes  estraños  e  incidencia,  bajo  el  fecundo  manejo  del  acen- 
drado Patriota  el  Dor.  Agrelo.  Todos  estos,  con  más  el  producto  de  las  exis- 
tencias de  la  Administración  de  Tabacos,  &a.  y  el  de  los  crecidos  empréstito.-^, 
tributos  del  patriotismo  de  los  Españoles  Europeos;  sólo  sirvieron  a  facilitar 
la  ocupación  del  Perú,  que  el  año  siguiente  se  hizo,  y  se  perdió  de  paso;  y  a 
continuar  el  sitio  de  Montevideo,  sin  esperanzas  de  sacar  fruto,  por  falta  de 
cooperación  de  parte  de  mar;  hasta  dar  lugar  al  benemérito  Jefe  Oriental  (Ar- 
tigas) a  manifestar  síntomas  de  querer  declararse  neutral,  a  no  decir  hostil  en 
la  causa   que   sostenían  las   demás   Provincias. 

En  fin,  al  concluirse  el  año  de  1813,  quedó  destruido  el  ejército  del  Perú.  Este 
en  tranquila  posesión  del  enemigo,  y  fueron  amenazadas  las  Provincias  de  las 
llanuras.  Los  Hermanos  de  Chile,  estaban  para  sucumbir.  Florecía  la  causa  pe- 
ninsular en  Europa.  Se  recelaba  estar  en  comunicación  el  Jefe  de  los  Orien- 
tales, con  los  enemigos  de  la  Plaza  de  Montevideo,  que  tenían  otro  tanto  mas 
de  fuerza,  que  las  que  componía  el  ejército  sitiador.  Estaban  agotados  los  re- 
cursos, y  el  crédito  y  fé  pública  vacilaban  en  vista  de  ese  cúmulo  de  infortunios 
y  angustias. 

El  espíritu  emprendedor,  que  en  este  año,  y  especialmente  en  sus  últimos 
meses,  manifestaron  algunos  extranjeros,  abriendo  con  objetos  de  comercio, 
la  arriesgada  comunicación  directa  con  la  Banda  Oriental,  iba  en  decadencia. 
Pues  estos,  que  supieron  enseñar  el  camino,  tubieron  que  sufrir  a  más  de  las 
imprecaciones  de  celosos  naturales,  las  asechanzas  que  se  les  preparaban  para  la 
destrucción  de  sus  empresas.  La  Marina  enemiga  se  hallaba  en  estado  de  no 
recelar  de  los  resultados  del  mejor  armamento,  que  en  algún  tiempo  se  pudiera 
haber  preparado  en  este  río.  y  la  de  este  Gobierno  estaba  reducida  a  una  lan- 
cha cañonera  desarmada. 

En  el  País  habían  entonces  pocos  buques  estranjeros;  nacionales  de  porte, 
ninguno;  y  no  se  encontraba  acopio  alguno  de  pertrechos  navales  y  de  guerra, 
a  no  llamarse  tales,  25  cañones  de  todos  calibres  y  clases,  sin  cureñas  y  juegos 
de  armas,  con  balas  correspondientes  a  pocos  de  ellos. 


—  206  — 

En  el  mes  de  Diciembre  de  1813,  en  tal  estado  de  angustias,  agonisando  hasta 
el  mismo  patriotismo,  se  presentaron  a  este  Gobierno,  dos  estranjeros;  uno 
ofreciéndose  para  prestar  los  auxilios,  y  dar  dirección  a  la  empresa,  y  el  otro 
para  en  mando,  acompañarla  en  tentativa  que  debia  hacerse  contra  el  mejor 
Buque  de  las  fuerzas  enemigas,  el  queche  "Hiena".  Todo  se  hizo  con  igual  sigilo  y 
celeridad.  Pero,  una  casualidad  imprecabible  hizo  que  malográndose  la  empresa 
respecto  al  especial  objeto,  su  éxito  se  convirtiese  a  la  toma  de  dos  de  los  faluchos 
de  fuerza  enemigos. 

Con  el  insinuado  estranjero,  un  vocal  del  Gobierno,  ampliamente  facultado 
al  efecto,  había  ya  combinado  el  interesante  proyecto  de  criar  una  fuerza  naval, 
cuyo  objeto  era,  asegurar  la  preponderancia  en  el  río,  y  estrechar  a  Montevideo 
con  el  único  bloqueo  eficaz,  el  de  mar,  en  términos  de  obligar  la  rendición. 
A  fin  de  que  el  éxito  no  se  aventurase,  se  consideraba  de  esclusiva  e  indispen- 
sable necesidad  la  agencia  de  aquel,  y  por  lo  mismo  le  fué  comisionado  espe- 
cialmente, y  sin  otra  limitación  que  la  de  su  propio  juicio. 

En  menos  de  mes  y  medio ;  al  dormirse  se  puede  decir,  cuatro  siestas  por  los 
Patriotas,  el  Comisionado  supo  crear,  conciliar  y  juntar  lo  que  se  requería  para 
dirigir  contra  el  enemigo  más  de  200  cañones.  Y  con  el  solo  detalle  que  de 
esta  operación  se  le  remitió  con  oportunidad,  el  resto  (parte  principal)  de  los 
veintitantos  buques  de  fuerza  enemigos,  se  arredró  en  términos  que,  dejando 
libre  el  río,  buscaba  su  seguridad  bajo  las  baterías  de  las  murallas  de  Monte- 
video. Todo  se  efectuó  con  una  enérgica  actividad,  acierto,  y  (permítase  de- 
cirlo) manifestación  de  dou,  o  poder  creador,  que  parecía  más  bien  el  resultado 
de  fiat  omnipotente,  que  de  agencia  humana  y  en  cuya  operación,  a  los  obstácu- 
los naturales  que  se  presentaron  impeditivos  al  logro  de  esta  importante  em- 
presa; se  superañadió  el  de  la  mordacidad  calumniante,  que  por  aquella  vez 
caracterizó  a  muchos  del  pueblo  virtuoso  de  Buenos  Aires. 

Durante  la  operación  de  esta  nueva  fuerza  naval,  (que  fué  creada  en  parte 
considerable  por  inversión  de  caudal  y  crédito  del  agente  comisionado,  y  para 
cuya  creación,  hasta  asegurado  el  bloqueo  de  Montevideo,  no  se  pidieron  al  es- 
tado 50.000  pesos  en  dinero),  todo  lo  que  no  tuvo  relación  con  ella,  fué  un  cúmulo 
de  desastres  e  infortunios. 

El  enemigo  del  Perú,  se  abrió  recursos  para  sostenerse,  penetrando  las  lla- 
nuras de  la  Provincia  de  Salta.  El  benemérito  Jefe  de  los  Orientales,  declaró 
su  defección,  retirándose  del  sitio,  proporcionando  a  los  sitiados  el  recurso  de 
carne  fresca  desde  las  inmediaciones  de  Santa  Lucía,  por  vía  del  Cerro.  Y  aun 
dando  buena  acogida  y  asilo  a  la  Escuadrilla  enemiga,  que  batida  fugó  a  las 
aguas  del  Arroyo  de  la  China.  Los  enemigos  triunfaron  en  Chile,  y  la  penín- 
sula quedó  desocupada,  y  en  actitud  de  dirigir  sus  esfuerzos  hostiles  contra 
estas  Provincias. 

Pero  el  genio,  que  supo  crear  de  la  nada  la  Escuadra  patriótica,  hacia  valer 
toda  su  actividad,  conocimientos  y  recursos,  conciliando  el  discordante  ánimo 
de  los  comandantes  y  oficiales,  entre  quienes  se  contaron  representantes  de 
doce  naciones  diversas,  reponiendo  el  gran  consumo  de  enseres,  sin  lo  cual  era 
imposible  mantener,  como  se  verificó,  el  Bloqueo,  durante  el  rigor  del  invierno, 
y  superando  los  esfuerzos  del  enemigo,  en  el  aumento  que  en  diaria  progresión 
se  hacía.  Todo  esto,  se  efectuó,  sin  aparato  ministerial,  y  por  una  sola  persona. 

Las  consecuencias  de  esta  empresa,  han  sido  de  la  mayor  trascendencia.  El 


—  207  — 

ejército  sitiador,  amenazado  de  cierta  destrucción,  y  sin  poder  retroceder,  fué 
socorrido  y  reforzado,  y  Montevideo  privado  de  sus  fuerzas  navales  se  entregó 
por  hambre.  Odio  mil  guerreros  desarmados;  otras  tantas  bayonetas  arranca- 
das de  manos  de  Déspotas,  y  destinadas  (se  desea  creer)  a  defender  la  causa 
de  la  libertad  civil ;  mil  y  más  cañones,  y  otros  tantos  quintales  de  Pólvora,  y  el 
a^ilo  de  Déspotas,  la  llave  que  asegura  estas  Provincias,  ya  no  existiendo  para  esti- 
mular la  sedienta  codicia  peninsular. 

Estos  han  sido  los  frutos  inestimables  del  armamento  naval  que,  superando 
imposibilidades,  se  efectuó. 

Hágase  el  cotejo  de  resultados  de  esta  operación,  con  los  de  los  armamentos 
de  igual  naturaleza  anteriores;  y  aun  con  el  de  todas  las  operaciones  anterio- 
res del  nuevo  Gobierno;  en  que  se  gastaron  con  poco  fruto,  más  de  30  millones 
de  pesos,  sin  hacer  caso  de  otro  tanto  de  valor  destruido  en  los  campos  de  la 
otra  Banda. 

Mas  dicen,  que  el  autor  de  esta  grande  obra,  y  quien  reclama  el  crecido  saldo 
de  sus  desembolsos,  gime  en  cadenas;  respira  el  aire  húmedo  y  fétido  de  un 
calabozo  en  la  cárcel  pública,  que  después  de  estar  bajo  el  garante  de  la  fe  pú- 
blica, para  la  seguridad  de  su  persona,  se  halla  sufriendo  tales  infamias;  tenido 
cuatro  meses  ha,  en  la  más  estrecha  incomunicación,  sin  audiencia,  despojado 
de  sus  bienes,  privado  de  sus  más  sagrados  derechos,  aun  el  de  la  protección 
de  las  Leyes;  y  su  tierna  familia  expuesta  a  perecer!  Y  que  esto.se  hace  a  la 
faz  del  mundo,  y  a  la  vista  del  virtuoso  Pueblo  de  Buenos  Aires,  para  su  sa- 
tisfacción y  desagravio.  Y  todo  sin  manifestación  de  causa,  ni  haber  permitido 
la  presentación  de  sus  cuentas!! 

(Firmado)   JV.  P.  U'hite. 

(17)   Hé  aqui  el  tenor  de  esa  autorización,  tan  estensa  como  puede  imaginarse: 

"  Habiendo  aprobado  el  Gobierno  el  proyecto  de  un  armamento  naval,  cuyo  objeto 
sea  destruir  las  fuerzas  maritimas  de  Montevideo,  y  bloqueando  aquella  plaza,  po- 
nerla en  la  necesidad  de  rendirse ;  se  ha  servido  S.  E.  como  á  uno  de  los  individuos 
que  lo  componen,  facultarme  en  la  mas  amplia  forma,  para  que  lo  realice,  tomando 
al  efecto  cuantas  disposiciones  crea  conducentes. 

Empeñado  en  tan  importante  comisión,  mi  primer  objeto  ha  sido  informarme 
de  los  medios  que  tiene  el  Estado  para  realizarla,  y  desgraciadamente  he  tocado, 
que  faltan  hombres,  buques,  jarcias,  cables  y  lonas;  artillería,  pólvora  y  aun  fusiles. 

Yo  me  hubiera  arredrado,  si  en  esta  empresa,  que  he  combinado  con  vd.,  no 
contase  con  todos  los  recursos  de  que  es  capaz  su  genio  fecundo,  y  que  deben  pro- 
porcionarle sus  conocimientos  y  actividad. 

En  este  supuesto,  he  creido  indispensablemente  necesario  para  llevarla  á  término, 
comisionar  á  vd.  como  lo  hago,  para  que  desde  luego,  proceda  á  comprar  y  reunir 
cuanto  se  haga  necesario  para  poner  en  el  rio  una  fuerza  tan  respetable,  que  no  sea 
aventurado  el  éxito. 

La  celeridad  y  sigilo  en  cuanto  sea  posible,  son  circunstancias  sin  las  cuales 
veriamos  frustrados  nuestros  esfuerzos  ;  porque  el  gobierno  de  Montevideo,  se  ha- 
llaría en  estado  de  destruir  el  armamento  en  sus  principios,  ó  podria  mui  bien  llegar 
alguna  fragata  de  guerra,  que  hiciera  ya  inútil  toda  tentativa. 

En  esta  virtud,  es  menester,  que  se  valga  vd.  de  cuantos  arbitrios  pueda,  á  fin 
de  conseguir  lo  que  se  necesita,  especialmente  artillería  naval,  sin  detenerse  en  los 


—  208  — 

precios ;  pues  que  una  vez  comenzados  los  gastos,  toda  mezquindad  que  retardase 
el  armamento,  podria  ser  mui  fatal,  y  acaso  hacer  que  todo  fuese  perdido. 

Yo  no  facultaria  a  vd.  en  estos  términos,  si  no  estuviese  persuadido,  de  que 
mirará  vd.  los  fondos  del  Estado,  con  el  interés  que  es  debido,  y  que  exijen  los 
apuros  en  que  se  halla  el  tesoro  público,  y  de  que  las  cuentas  que  deberá  vd.  rendir, 
acreditarán  la  justicia  con  que  he  hecho  de  vd.  esta  confianza. 

Si  se  consigue  el  objeto  de  esta  empresa,  habremos  hecho  un  servicio  el  mas 
importante  al  país,  y  el  Gobierno  se  lo  recompensará  á  vd.  generosamente. — Dios 
guarde  á  vd.  muchos  años. — Buenos  Aires,  28  de  diciembre  de  181 3. — Juan  Larrea. 
— Sr.  D.  Cuillermo  Pió  White." 

Llegada  la  situación  al  estado  á  que  se  alude  en  el  texto,  resolvió  el  Gob."o  Patrio, 
reconcentrar  sus  fuerzas;  reconducir  el  ejercito  que  sitiaba  á  Montevideo  á  sus 
cuarteles  en  Buenos  Aires :  abandonar  las  Provincias  á  la  Anarquia,  y  hacer  frente 
y  disputar  al  Tirano,  la  libertad,  en  su  mas  ñrme  baluarte,  la  ciudad  de  Buenos 
Aires. 

Para  ejecutar  esta  resolución,  para  hacer  efectivo  el  regreso  de  ese  ejército  por 
el  Rio,  pues  que  por  tierra  era  absolutamente  impracticable,  comisionó  el  Gobierno 
á  uno  de  sus  miembros,  el  honorable  ciudadano  Don  Juan  Larrea  :  este  la  comunicó 
á  White.  por  que  contando  con  la  capacidad  de  sus  potencias  y  aptitudes,  creyó,  que 
ninguno  como  él,  cncontraria  arbitrios,  para  superar  ó  neutralizar  los  obstáculos 
de  la  empresa. 

Don  Guillermo  Pió  White,  al  oir  al  Sr.  Don  Juan  Larrea,  condolido  de  la  inuti- 
lidad á  que  iban  á  quedar  reducidos  tantos  sacrificios  heroicos,  hechos  por  la  Pro- 
vincia de  Buenos  Aires,  en  favor  de  sus  hermanas  y  por  su  propia  libertad ;  no  pudo 
S(.r  indiferente,  y  cual  si  se  tratara  de  negocio  propio,  conmovido  su  espíritu  por 
una  de  aquellas  combinaciones  rápidas,  propias  de  un  genio  —  le  contestó :  que  lo 
que  de  él  pretendía,  era  factible  :  pero,  que  también  lo  era.  franquear  la  navega- 
ción del  río:  reforzar  el  ejército  sitiador:  bloquear  el  puerto  de  Montevideo  y 
obligar  al  Gobernador  de  esta  Plaza  á  rendirla. 

Desenvuelto  y  esplicado  este  enigma  (tal  fué  considerado  el  proyecto,  en  aquella 
época)  se  encontró  ser  un  problema,  entre  el  número  de  aquellas  probabilidades 
que,  en  los  casos  difíciles,  y  cuando  se  trata  de  salvar  el  mayor  bien  social,  no 
puede  dejar  de  abrazar  un  Gobierno  sin  caracterizarse  de  imbécil ;  por  lo  tanto, 
el  nuestro,  lo  admitió  y  comisionó  á  su  autor  para  ejecutarlo. 

Desde  entonces  White,  era  por  todas  partes :  no  parecía,  sino  que  este  hombre  se 
había  multiplicado;  todo  era  necesario,  y  sin  embargo,  aun  no  me  es  fácil  concebir 
bien,  como,  antes  que  pudiera  criticarse  el  proyecto,  y  la  probabilidad  de  la  em- 
presa, en  sus  detalles,  pudo  aquel,  en  el  espacio  de  solo  dos  meses  que  corrieron 
entre  el  28  de  Diciembre,  fecha  de  la  convención,  y  el  28  de  Febrero  de  1814,  la 
del  embarco  de  la  tropa  de  mar  para  salir  en  busca  del  enemigo,  que  fué  batido  y 
puesto  en  derrota  del  10  al  11  de  Marzo — (White) — presentar  en  el  Rio  de  la 
Plata,  ima  escuadra  que  montaba  264  cañones,  que  franqueó  su  navegación,  trans- 
portó un  nuevo  ejército  á  las  costas  Orientales,  bloqueó  el  Puerto  de  Montevideo, 
destruyó  ó  apresó  la  escuadra  enemiga,  obligó  al  Gobernador  de  esa  Plaza  á  ren- 
dirla al  (icneral  que  acababa  de  llegar  á  sus  muros,  con  el  nuevo  Ejército,  de  ma- 
nera que  este  pudo  decir,  como  César,  "l'iiie,  z'í  y  vencí"  y  (lo  que,  sobre  todo,  co- 
ronó la  precisión  y  ajuste,  de  sus  combinaciones)  nos  condujo,  esa  propia  Escuadra, 
los  preciosos  frutos,  de  la  Victoria  ;  los  que  después  recibió  esta  Provincia  en  un 


—  209  — 

Parque  abundante  de  trenes  y  pertrechos,  de  tierra  y  de  mar,  armas  y  municiones, 
mas  que  suficientes  p."  concluir  la  guerra  de  la  Indep."  Después  de  unas  ven- 
tajas tan  decisivas,  parece  debieran  haber  adherido  los  Pueblos  á  un  Gobierno, 
que  sabía  sacarlas  de  los  bienes  como  de  los  males  de  la  Patria :  pero  no  fué  así ; 
incautos  é  inconsiderados  soltaron  las  riendas  á  sus  pasiones  que,  si  los  riesgos  no 
contubieron,  los  triunfos  fortificaron.  —  La  inobediencia  y  la  anarquía,  penetraron 
hasta  en  esta  ciudad,  y  su  Cabildo,  destituyó  á  aquel  Gobierno  á  quien  tanto  era 
debido,  sin  que  hubiera  un  solo  Pueblo  que  reclamara  de  este  hecho. 


(i8).  Buenos  Aires,  9  de  Diciembre  de  1813. 

i>r.  D.  Guillermo  Bouies,  Capitán  de  la   fragata  de   S.  M.   B.  Aquiíon,  delante  de 
Buenos  Aires,  etc.  etc.  etc. 

Señor  — 

Habiendo  zarpado  en  abril  último  de  Rio  de  Janeiro  en  la  goleta  "Admiral  Stof- 
ford"  con  un  real  pase  del  Consulado  de  S.  Aíajestad  —  con  destino  al  Rio  Grande, 
Rio  de  la  Plata  y  Cabo  de  Buena  Esperanza,  con  la  intención  de  realizar  un  con- 
trato con  el  Gobierno  de  esta  última  plaza  para  suministrarle  cierto  número  de 
garañones  á  fin  de  mejorar  la  cria  de  muías  en  aquella  colonia  —  para  evitar  las 
molestias  de  los  cruceros  enemigos  (en  la  ejecución  de  este  negocio)  que  en  ese 
tiempo,  según  se  decía,  rondaban  las  costas  del  Brasil,  etc.,  consideramos  conve- 
niente, previa  consulta  con  el  Cónsul  general  interino  de  S.  M.,  muñirme  de  un 
pasaporte  portugués,  para  eshibirlo  en  la  mar,  caso  de  tropezar  con  algún  buque 
enemigo. 

Con  el  propósito  de  que  creyese  el  enemigo  que  el  barco  pertenecía  á  dicha  nación, 
se  hizo  necesario  que  fuera  de  ese  origen  una  parte  de  la  tripulación.  Bajo  tales 
condiciones  se  hizo  aquel  á  la  vela,  reservando  sus  papeles  verdaderos,  hasta  que 
estando  á  salvo,  pudieran  manifestarse. 

La  goleta  llegó  á  IMontevideo  hacia  el  22,  de  Julio  ppdo.,  donde  permaneció  hasta 
el  12  de  Noviembre  último,  en  que  fué  despachada  con  destino  á  Rio  Grande,  con- 
duciendo más  de  veinte  pasajeros  con  licencia  del  Capitán  General  Vigodet.  En 
ese  punto  (Rio  Grande),  debía  embarcar  los  garañones  precitados  para  el  Gobierno 
del  Cabo  de  Buena  Esperanza. 

La  primera  noche  de  nuestra  salida  de  Montevideo,  escaseando  el  viento  del 
N.  E.,  el  buque  no  logró  pasar  al  N.  del  Banco  Inglés;  por  consiguiente,  se  hizo 
rumbo  para  franquear  su  cola  occidental,  y  mientras  se  navegaba  á  un  largo,  cam- 
bió la  botavara,  y  habiendo  refrescado  el  viento,  faltó  el  aparejo  de  la  misma, 
trozándose  á  unos  ocho  pies  de  las  quijadas  á  causa  de  una  rolada  violenta.  Des- 
pués de  desembarazar  el  barco  de  los  destrozos,  nos  vimos  obligados  á  navegar  á 
un  largo,  desde  que  ninguna  vela  de  popa  pudo  izarse  hasta  la  mañana  siguiente 
en  que  se  utilizó,  aunque  con  gran  dificultad,  parte  de  la  vela  mayor  —  soplando  á 
la  sazón  ventolinas  variables  y  flojas  del  N.  E.  A  mediodía,  según  observaciones 
hechas,  se  encontraba  el  buque  á  40  millas,  al  S.  del  Banco  Inglés,  con  viento  flojo 
y  variable  é  incapaz  de  rumbear  á  mayor  altura  que  la  del  E.  V-í  al  S. 

El  15,  la  brisa  apareció  repentinamente  del  E.,  lo  que  nos  impidió  franquear  la 
embocadura  del  rio,  juzgando  prudente  arribar  al  puerto  más  próximo,  para  re- 
parar el  casco,  si  era  posible,  ó  reponer  la  botavara  antes  de  intentar  dar  la  vela 

Tomo   II  14 


—  210  — 

para  Rio  Grande.  De  consiguiente,  ^laldonado  se  consideró  como  el  mas  apropiado 
á  nuestro  objeto. 

El  i6  á  mediodia,  tuvimos  la  suerte  de  tomar  dicho  puerto.  Se  trató  de  procurar 
una  percha  que  pudiera  servir  para  botavara,  más  fué  en  vano,  pues  no  se  con- 
siguió ninguna  con  la  que  pudiera  formarse  una  enteriza.  Entonces,  se  determinó 
gimelgar  la  botavara  del  mejor  modo  posible,  pero  para  efectuarlo,  era  menester 
un  tiempo  considerable  y  por  lo  tanto,  no  se  podia  continuar  el  viaje  hacia  Rio 
Grande  tan  pronto  como  habiamos  creido.  Los  distintos  pasajeros  de  á  bordo, 
ansiaban  desembarcar,  antes  que  esperar  el  tiempo  necesario  para  las  refacciones. 
Después  de  repetidas  instancias  el  General  en  Jefe  ÍRondeau)  les  permitió  bajar 
á  tierra  al  cuarto  dia  de  nuestro  arribo  alli. 

Mientras  que  con  el  bote  de  la  goleta  se  hacia  el  desembarco  de  los  pasagero> 
y  sus  equipajes,  un  individuo  de  la  tripulación,  vio  en  la  playa  una  percha,  la  que 
se  me  aseguró  era  de  dimensiones  suficientes  para  la  botavara,  por  lo  que  en  la 
mañana  del  domingo  21  fui  a  examinarla  con  tres  hombres.  Luego  de  haber  desem- 
barcado con  uno  de  estos,  mandé  á  los  dos  restantes  que  fueran  á  bordo  y  tras- 
portasen lo  que  aún  faltaba  del  equipaje  de  los  pasageros.  Xoté  al  bote  atracado 
al  costado  y  como  á  la  media  hora,  más  ó  menos,  con  gran  sorpresa  y  asombro  mió, 
fueron  izadas  las  velas  de  proa  de  la  goleta,  poniéndose  esta  en  movimiento. 

El  viento  soplaba  flojo  del  Oeste,  circunstancia  que  les  obligó  á  tomar  el  paso 
del  Este,  que  existe  entre  la  punta  del  E.  y  la  isla  de  Gorriti.  En  la  costa  no  habia 
bote  alguno  cerca  del  punto  donde  yo  me  hallaba  y  por  consiguiente,  no  me  quedV 
otra  alternativa,  que  poner  en  conocimiento  de  las  autoridades  locales  aquel  hecho 
tan  extraordinario. 

Inmediatam.t^,  el  comandante  impartió  ordenes  á  sus  vigias  para  que  se  fijaran 
en  las  maniobras  del  barco  al  que  se  le  vio,  hasta  la  caida  del  sol,  dirigirse  apa- 
rentemente hacia  el  O.  ^  al  S.  como  que  el  viento  soplaba  del  Este.  Tal  circuns- 
tancia me  indujo  á  creer,  que  tuvieran  intención  (los  que  iban  en  él)  de  regresar 
á  Montevideo  ó  remontar  el  rio  para  proveerse  de  agua,  ("puesto  que  á  bordo  solo 
existia  media  pipa)   y  en  seguida  hacer  rumbo  para  algún  puerto  del  Brasil. 

Cuando  se  evadió  el  buque,  tenia  á  su  bordo  ocho  hombres — á  saber — Florentino 
José  Cardoso,  portugués,  designado  como  capitán  en  el  pasaporte  portugués;  José 
y  Carlos,  dos  marineros  portugueses;  un  muchacho  irlandés;  un  individuo  llamado 
Agustín  José,  de  Bengala  en  las  Indias  Occidentales,  un  viejo  Flamenco  (carpin- 
tero), un  negrito   (mi  aprendiz)  y  un  negro  viejo. 

Deseoso  de  seguir  el  rumbo  que  creia  más  probable  al  objeto  de  encontrar  el 
buque,  parti,  así  que  pude,  con  dirección  al  paraje  que  ocupa  el  ejército  sitiador  de 
Montevideo,  y  lo  descubrí  en  la  bahía  desarbolado  y  más  cerca  de  la  playa  que  el 
pontón  de  guardia. 

Penetrar  por  tierra  en  Montevideo,  habría  sido  harto  difícil  para  mí,  y  sin  em- 
bargo era  conveniente  pasar  por  dicha  plaza  para  invocar  la  mediación  del  Coman- 
dante naval  inglés  y  recuperar  así  la  propiedad  arrebatada  por  un  acto  tan  des- 
vergonzado de  piratería,  además  de  adoptar  las  ulteriores  medidas  que  se  creyeran 
del  caso  para  evitar  se  repitan  en  el  futuro  hechos  tan  abyectos  en  si  como  perju- 
diciales para  todas  las  naciones  civilizadas. 

Espero,  Señor,  se  me  escuse,  si  imploro,  como  subdito  británico,  su  intervención 
directa,  permitiéndome  manifestarle,  haber  sido  reconocido  por  los  Lores  del  Al- 
mirantazgo como  uno  de  los  principales   fundadores  de  un  establecimiento  en  las 


—  211  — 

islas  de  Tristan  de  Acuña,  los  que  dieron  instrucciones  al  Comandante  en  Jefe  de 
la  Estación  Xaval  en  la  América  Meridional — como  también  á  la  del  Cabo  de  Buena 
Esperanza,  de  protejer  y  ayudar  á  dicho  Establecimiento.  Hasta  que  punto  esto 
pueda  ser  al  Comercio  de  la  Gran  Bretaña  en  el  porvenir  lo  juzgarán  otros  de  mayor 
penetración  que  la  mia. 

La  pérdida  del  Admiral  Sfafford,  perjudicaría  el  beneficio  que  espero  hacer  á  la 
Colonia  del  Cabo  de  Buena  Esperanza,  á  la  vez  que  me  impedirá  socorrer  como  me 
he  propuesto  hace  largo  tiempo,  á  las  islas  de  Tristan  de  Acuña. 

Depositando  la  mayor  confianza  en  su  elevada  ilustración,  respecto  de  este  asun- 
to, y  persuadido  que  se  interesará  Vd.  en  que  se  haga  justicia  por  todos  los  medios 
posibles  sobre  un  crimen  tan  flagrante  de  piratería, 

Me  declaro,  Señor,  con  el  mayor  respeto,  su  obsecuente  y  mui  devoto  Servidor. 

(Firmado)  Benjamin  Franklin  Scaver. 

Buenos  Aires,  15  de  diciembre  de  1S13. 

Señores   Spence  y  Conolly,   Sr.  Guillermo  Platt  y  Sr.  Alejandro  Azopardo — (Rio 
de  Janeiro). 

Señores ! 

Me  veo  obligado  á  informar  á  Vds.  de  un  hecho  que  no  tiene  precedente  en  los 
anales  de  la  piratería. 

Baste  decirles,  que  después  de  varias  estadías  y  percances  desde  mi  salida  de  Rio 
Janeiro,  el  12  de  noviembre  último,  zarpé  de  Montevideo  con  destino  á  Rio  Grande, 
pero  debido  á  un  accidente  de  mar  me  vi  forzado  á  arribar  á  Maldonado.  Las 
protestas  adjuntas,  estendidas  y  anotadas  en  dicho  puerto,  según  espero,  darán  á 
Vds.  los  detalles  suficientes  sobre  ese  acto  infame. 

El  buque  se  encuentra  actualmente  en  Montevideo  y  he  venido  á  esta  por  tierra 
á  fin  de  que  el  capitán  comandante  de  la  fragata  británica,  interceda  en  el  sentido 
de  su  restitución.  Dentro  de  uno  ó  dos  días  iré  á  Montevideo,  donde  espero  obtener 
mi  propiedad.  Portugueses  perversos  han  sido  la  causa  de  todo  esto. 

Adjunto  igualmente,  una  copia  del  memorial  que  dirigí  al  capitán  Bowles,  por  el 
que  verán  Vds.  más  detenidamente  cómo  fui  sorprendido. 

En  la  persuasión  que  todo  se  arreglará  respecto  de  este  asunto,  he  de  escribirles 
más  detalladamente  desde  Montevideo. 

Entretanto,  soi  Señores,  con  la  mayor  deferencia  su  obligado  servidor. 

(Firmado)  B.  F.  Seavcr. 

Buenos  Aires,  3  de  Marzo  de  1814. 

Al  Sr.  Capitán  Seaver  de  la  goleta  de  la  Patria  Julieta 

Por  la  presente,  se  le  ordena,  apronte  V.  la  goleta  de  su  mando  para  salir  fuera 
del  Banco,  tan  luego  como  la  marea  permita  dar  la  vela  á  la  fuerza  ya  lista  en 
valizas,  con  el  objeto  ríe  atacar  al  enemigo  que  se  encuentra  en  el  rio  al  Oeste  del 
banco  chico.  Oportunamente  recibirá  V.  un  libro  de  señales  de  la  fragata  Hércules, 
á  las  que  para  el  mejor  servicio,  dará  V.  exacto  cumplimiento  en  nombre  de  la 
patria  y  en  el  de  todos  los  que  desean  el  triunfo  de  su  causa  y  la  simpatía  general 
de  la  escuadra. 


—  212  — 

Encarezco  á  V.  la  mayor  decisión  y  pericia  en  el  manejo  de  su  buque  contra  el 
enemigo  común. 

La  Hércules,  al  mando  del  capitán  Elias  Smith  es  la  que  izará  mi  insignia  hasta 
nueva  orden  y  de  acuerdo  con  las  recibidas  por  V.  de  la  Superioridad ;  se  me  con- 
siderará subordinado  mientras  yo  dirija  la  presente  fuerza  en  el  rio. 

Barco  ninguno  de  la  Patria  bajo  pretexto  cualquiera,  podrá  abandonar  este  puerto 
antes  que  la  Hércules. 

Deseando  á  V.  el  mejor  ésito  y  gloria  como  compañero  de  armas,  quedo,  Señor, 
su  sincero  y  obsecuente  servidor. 

(Firmado)   Guillcruw  Broicn. 

Posdata- — Como  los  marineros  por  instinto,  están  siempre  dispuestos  a  cometer 
depredaciones  con  las  presas  y  tripulación  enemiga,  se  espera,  que  como  hombres  de 
corazón,  evitarán  en  lo  posible  una  práctica  tan  atroz,  mostrando  así,  que  debe  ejer- 
citarse la  generosidad  con  el  vencido  y  no  la  servicial. 

G.  B. 
Respuesta. 

El  Sr.  Benjamín  Franklin  Seaver,  saluda  al  cap."^  Guillermo  Brown  y  le  previene 
que  ignora  completamente  que  él  ó  la  goleta  Julieta,  estén  agregados  al  resto  de  la 
escuadra  como  para  autorizar  al  cap."  Brown  á  dirigirle  la  nota  precedente.  Marzo 
3  de  1814. 

Sr.  D.  Juan  Larrea. 

Buenos  Aires,  4  de  Marzo   1814. 
Señor. 

Al  llamarle  la  atención  sobre  una  carta  mia  que  se  le  entregó  luego  de  llegar  de 
la  otra  banda,  de  donde  regresé  bastante  disgustado  á  causa  de  un  plan  que  puse 
en  sus  manos  contraído  principalmente  al  objetivo  que  preocupa  hoi  al  Supremo 
("obierno  de  Buenos  Aires — se  habrá  apercibido  Vd.,  que  (entre  otras  cosas)  decliné 
el  mando  de  la  escuadra. 

Vd.,  Señor,  no  ignora  seguramente  cómo  se  puso  en  ejecución  y  subvertió  dicho 
plan,  enviandose  á  otro  individuo  que  le  presentó  un  caballero  mui  activo  en  todos 
sus  arreglos,  pero  con  particul.d  en  aquellos  que  tarde  ó  temprano  trastornarán  el 
armamento. 

Sin  embargo  de  tener  así  razón  para  retirar  mi  anhelo  por  la  felicidad  del  país, 
me  indujeron  (creyéndose  que  mis  servicios  importaban  una  adquisición)  á  pres- 
tarme á  tomar  el  mando  de  la  escuadra — pero,  desde  que  con  gran  sorpresa  mia, 
aparece  un  otro  comandante  al  que  es  necesario  consultar  en  operaciones,  etc. — 
Quién  habría  de  ser  este?  sino  precisamente  el  hombre  que  me  ha  perdido  á  mi  y 
también  al  país,  pretendiendo  el  objeto  buscado,  vale  decir,  el  dominio  del  rio. 

Ruégole,  Señor,  recuerde,  si  al  designarse  los  comandantes,  oficiales,  etc. — se  dio 
al  Sr.  Seaver  el  rango  de  teniente  coronel. — Decididamente  no — pues  de  lo  contra- 
rio, yo  no  habría  abrigado  ni  remotamente  la  idea  de  servir — pero  desde  entonces, 
él  ha  sido  nombrado  para  cooperar  y  desbaratarme  en  otra  empresa,  que  caso  de 
llevarse  adelante,  tengo  que  vencer  ó  morir,  si  es  permitido  valerme  de  tal  espresión. 

El  estado  de  los  buques  esijió  ayer  que  enviara  una  circular  á  todos  sus  coman- 
dantes, cuya  copia  se  la  trasmití.  Sin  embargo,  el  Sr.  Seaver,  igual  á  mi  en  jerar- 
quía, me  la  devolvió  con  visible  desagrado — lo  que  realmente  no  es  de  estrañar, 


—  213  — 

desde  que  viéndolo  bien,  es  una  consecuencia  lógica — puesto  que  emana  de  lo  que 
ha  motivado  la  desinteligencia  que  existe  hoi  entre  aquel  y  los  demás  oficiales  de 
la  escuadra. 

Para  el  mejor  éxito  de  la  causa,  permítame  le  observe,  que  nombramientos  hechos 
de  tal  manera  por  el  Sr.  White,  que  es  mui  activo  en  todo,  menos  en  lo  que  debía 
serlo — no  son  correctos.  Con  tal  motivo,  me  veo  obligado  á  manifestar  que  su 
lentitud  ha  sido  la.  causa  de  que  demore  la  escuadra  en  este  puerto,  al  menos, 
quince  días  más  de  lo  necesario. 

Sería  superfino  dar  á  V.  mayores  detalles.  Baste  agregar,  que  el  Gobierno  ha  de 
tener  á  bien  decidir,  entre  confiar  el  mando  al  capitán  Seaver  ó  esonerarle  del  ser- 
vicio, por  cuanto  un  cooperante  con  mis  propias  atribuciones,  al  que  el  sagaz 
Sr.  White  pretende  introducir,  no  puede  ser,  tratándose  del  mejor  servicio  naval. 

Con  mi  sincero  deseo  por  la  prosperidad  de  la  escuadra  y  reteniendo  mi  nom- 
bramiento, mientras  se  me  comunica  la  resolución  de  S.  E.  al  que  ruego  se  le  in- 
forme de  este  incidente — queda  entretanto  con  el  mayor  respeto — Señor — su  mui 
obsecuente  servidor. 

(Firmado)  G.  Brorvn. 

(\g^  EJERCITO   PERMANENTE    DE    LA    PROVINCIA 

El  Señor  Brigadier  General  de  la  Marina  D.  Guillermo  Brown.  Su  edad  cin- 
cuenta y  5  años,  su  pais  Irlanda,  su  calidad  distinguida,  su  salud  quebrantada,  sus 
servicios  y  circunstancias  las  que  se  expresan. 


ÉPOCA    EN    QUE    HA 
LOS 

EMPEZADO    A   SERVIR 
EMPLEOS 

TIEMPO    QUE    HA    SERVIDO,    Y    CUANTO    EN 
CADA    EMPLEO 

EMPLEOS 

DÍAS 

MESES 

AÑOS  !'                   EMPLEOS                   |  AÑOS 

MESES 

DÍAS 

Teniente    Coronel. .... 
Coronel 

1.» 
24 
12 
15 

Marzo 

Mayo 

En.» 

Octre. 

1814 

id. 
1826 
1828 

De  Teniente  Coronel.  . 
De  Coronel  . 

11 
2 
5 

2 
7 
9 
4 

23 
19 

Coronel    Mayor 

De  Coronel  Mayor. . . . 
De  Brigadier 

3 

Brigadier 

15 

Tiempo  de  servicio  hasta  la  fha 20  años. 


CAMPANAS    Y    ACCIONES   DE    GUERRA   EN    QUE    SE    HA    HALLADO 

Cuando  en  el  año  de  1814  se  hallaba  el  ejercito  de  la  República  sitiando  la  plaza 
de  Montevideo,  ocupada  por  las  tropas  españolas,  conoció  el  Gobierno  de  Buenos 
Aires  que  el  sitio  se  prolongaría  indefinidamente,  sí  no  oponía  una  fuerza  marítima 
á  la  escuadra  española  que  dominaba  las  aguas  del  rio  de  la  Plata  i  las  costas 
del  S. — Convencido  de  esto  compró  cuatro  buques  mercantes,  con  el  objeto  de  ar- 
marlos en  guerra,  á  saber :  la  fragata  Hércules  de  350  toneladas,  que  montaba  32 
cañones  de  diversos  calibres,  sobre  dos  cubiertas  con  200  hombres ;  la  Fragata  Zephir 
de  220  toneladas,  con  14  cañones  chicos  i  120  hombres ;  el  Bergantín  Nancy  de  120 
toneladas,  con  10  Carroñadas  de  á  Q  i  80  hombres :  y  la  Goleta  Julíet,  con  6  cañones 
de  á  6  y  uno  giratorio  de  á  24,  y  60  hombres. — El  Señor  Brown  obtuvo  los  despa- 
chos de  Teniente  Coronel  y  el  mando  en  Jefe  de  la  fuerza. 

El  8  de  Marzo  del  mismo  año  dio  á  la  vela  de  estas  valizas,  con  solo  los  tres  pri- 
meros buques,  por  no  estar  listos  los  otros,   dirigiéndose  hacia  los  cerros  de   San 


—  2U  — 

Juan  donde  se  hallaba  una  escuadrilla  enemiga  mandada  por  el  Jefe  D.  Jacinto 
Romarate;  quien  á  pesar  de  la  superioridad  de  sus  fuerzas  que  constaban,  de  seis 
buques  de  guerra  bien  tripulados  i  bien  armados  con  cañones  de  i8  i  24  largos, 
huyó  á  protegerse  bajo  los  fuegos  de  la  isla  de  Martin  Garcia,  punto  fortificado 
por  los  Españoles. 

El  dia  10  incorporaronsele  las  Goletas  Juliet,  su  Comandante  Seavers  segundo 
en  el  mando,  y  Fortunata,  falucho  San  Luis  y  una  cañonera,  y  se  dirijió  el  11 
sobre  la  isla.  Los  enemigos  viendo  el  denuedo  de  los  patriotas,  se  acodaron  for- 
mando un  seno  con  la  batería  del  muelle.  Al  mediodía  principió  la  acción  i  la  pri- 
mera bala  enemiga  mató  á  un  Teniente  i  al  practico  de  la  Hércules,  que  se  hallaba 
varada  por  la  poca  agua  á  tiro  de  metralla  del  enemigo ;  poco  después  fueron  mor- 
talmente  heridos  el  Comandante  Seavers,  el  Comandante  Smith,  i  el  Capitán  de  la 
tropa  de  la  Hércules.  Esta  fué  una  prueba  demasiado  fuerte  para  gente  bisoña  en 
el  arte  de  la  guerra ;  asi  es  que  los  demás  buques  abandonaron  á  su  gefe,  i  apro- 
vechándose de  esto  los  enemigos,  formaron  otra  batería  mas  cerca  para  atacar  á 
la  Hércules,  varada  tan  mal  que  solo  con  tres  cañones  podia  hacer  fuego  á  los 
enemigos. — En  esta  situación  vino  la  noche  y  dio  fin  á  la  acción  por  aquel  dia. 
Después  de  visitar  á  los  heridos  que  eran  muchos,  el  Señor  Brovvn  se  dirijió  en 
el  bote  al  costado  de  los  buques  de  la  escuadra  que  estaban  al  ancla  fuera  de  tiro 
del  cañón  enemigo,  para  reconvenir  á  los  respectivos  Comandantes  por  el  poco 
celo  que  mostraron  en  defensa  i  en  honor  del  pabellón  de  la  patria :  todos  le  pro- 
metieron  entonces  portarse  mejor  en  adelante. 

Al  amanecer  del  dia  12  empezó  la  acción  de  nuevo  sin  que  ningún  buque  hubiese 
levantado  el  ancla.  Mas  la  Providencia  que  velaba  por  la  justa  causa  hizo  que  á 
las  10  flotase  la  Hércules  haciendo  mucha  agua  por  tener  82  balas  en  el  casco,  el 
velamen  y  jarcia  hecha  pedazos.  Dirijiose  la  Hércules  á  varar  inmediatamente  en 
«1  banco  de  las  Palmas,  operación  que  se  ejecutó  con  facilidad  habiéndola  favore- 
cido una  gran  creciente.  De  este  modo  quedóse  en  seco  al  bajar  el  agua  i  se  pudie- 
ron tapar  las  brechas  que  las  balas  hablan  abierto  con  planchas  de  plomo.  En  esta 
acción  perdió  la  Hércules  3  oficiales  y  44  hombres  muertos  y  50  heridos. 

El  dia  15  se  recibieron  45  dragones  con  el  Teniente  i.°  Oroño  de  la  Colonia. — El 

17  de  San  Patricio,  santo  titular  del  pueblo  del  Señor  Brown,  desembarcó  al  E.  de 
la  isla  con  150  hombres  valientes,  á  las  4  de  la  mañana,  bajo  un  fuego  de  mosque- 
tería mui  vivo ;  pero  el  tambor  i  pito  tocando  el  "St.  Patrik's  Day  in  The  Morning", 
los  naturales  y  los  Irlandeses,  que  eran  muchos  marcharon  como  por  encanto  i  to- 
maron la  isla  que  los  enemigos  abandonaron  embarcándose  á  bordo  de  su  escuadra 
i  de  algunos  buques  mercantes  entre  ellos  tres  armados  en  guerra,  y  fueron  al 
Uruguay  á  buscar  la  protección  de  Artigas  y  sus  corifeos  dejando  cañones,  efectos 
y  gente  en  tierra.  Esta  acción  dio  al  gobierno  patrio  las  llaves  del  Paraná  y  Uru- 
guay, separando  de  la  escuadra  enemiga  una  división  mandada  por  un  Gefe  va- 
liente como  lo  era  Romarate.  Esta  circunstancia  desanimó  tanto  á  los  que  antes 
eran  dueños  de  las  aguas  del  rio  de  la  Plata,  que  se  encerraron  en  el  puerto  de 
Montevideo  á  donde  fué  necesario  irlos  á  buscar,  como  se  hizo  después  de  asegurar 
la  isla  con  los  mismos  buques  más  dos  corbetas  recien  compradas — el  Belfast  de 

18  Cañones,  Comandante  Russell  2°  en  el  mando,  i  140  hombres;  el  Agreeable, 
Comandante  Le  ^Mark  de  14  Cañones  y  120  hombres ;  i  la  Zumaca  Trinidad  Coman- 
dante Hubac,  de  12  Cañones  y  100  hombres. 

El  19  llegó  la  Zumaca  Trinidad,  y  fué  mandado  inmediatamente  al  Uruguay  con 


—  215  — 

los  buques  menores  al  mando  del  Comandante  Northcu  en  busca  de  Romarate,  por 
habérseles  informado  que  este  tenia  poca  pólvora  á  bordo;  lo  que  no  fué  cierto, 
pues  batió  completamente  á  la  escuadrilla  de  la  Patria,  haciéndola  retroceder  des- 
pués de  haber  volado  la  cañonera  con  su  Comandante  Espiro  y  toda  la  tripulación, 
i  muerto  al  gefe  de  la  espedicion  Northeu. 

El  15  de  Abril  llegó  el  Sor.  Brovvn  frente  de  Montevideo  á  bordo  de  la  Hércules, 
que  era  la  Capitana,  Comandante  Gibson,  con  el  Belfast,  Agreeable,  Zephir,  Coman- 
dante King;  Nancy,  Comandante  Lech;  Trinidad,  Comandante  Hubac,  y  Juliet,  Co- 
mandante Me.  Dougal ;  i  declaró  de  hecho  i  de  derecho  el  bloqueo,  poniéndose  en 
comunicación  con  el  general  sitiador  D.  José  Rondeau. 

El  14  de  Mayo  la  escuadra  enemiga,  compuesta  de  la  Fragata  Mercurio  de  32 
Cañones,  i  Corbetas  Xeptuno  de  28,  Mercedes  de  20  y  Paloma  de  18;  queche  Hiena 
de  18,  con  la  insignia  del  almirante  Sierra ;  bergantin  San  José  de  16  y  Cisne  de  12  ; 
un  bergantin  goleta  de  10,  una  goleta,  im  diate,  lugre  San  Carlos,  falucho  Fama, 
balandra  De  Castro  i  dos  lanchones — todos  bien  armados  en  guerra  y  tripulados  con 
la  mejor  oficialidad,  marinería  y  soldados. — Salió  de  Montevideo  para  batir  á  la 
escuadrilla  de  la  Patria.  Hubo  tres  dias  de  calma  y  vientos  galenos,  en  cuyos  dias 
tuvieron  lugar  varias  pequeñas  acciones,  hasta  que  en  la  noche  del  16  se  empeñó 
un  combate  en  el  que  el  triunfo  se  decidió  por  la  causa  de  la  libertad,  logrando 
los  buques  que  enarbolaron  su  bandera  una  completa  victoria;  salvándose  de  toda 
la  escuadra  española  tan  solo  la  Mercurio,  Hiena,  Mercedes,  San  Carlos  y  Fama. 
A  este  triunfo  se  debió  que  posteriomiente  se  rindiera  la  plaza  de  Montevideo. 

El  Comandante  Brown  regresó  del  combate  á  bordo  de  la  Hércules  á  Buenos 
Aires,  con  el  objeto  de  conducir  los  prisioneros  y  curarse  una  herida  que  en  la 
acción  habia  recibido. — A  pesar  de  que  no  podia  aun  andar  sin  muletas  el  Coman- 
dante Brown,  se  dirijió  de  nuevo  el  10  de  Junio  al  bloqueo  en  la  Hércules  i  con 
los  buques  que  hablan  tenido  los  prisioneros. 

El  15  se  incorporó  á  la  Escuadra  la  corbeta  Halcón  de  mucho  andar,  recien  com- 
prada y  armada  por  el  gobierno.  El  20  capituló  la  plaza  de  Montevideo,  y  á  los 
pocos  dias  Romarate ;  entonces  el  Comandante  Brow^n  regresó  á  Buenos  Aires 
con  los  buques  mayores  de  la  escuadra  cargados  de  pertrechos  de  guerra. 

El  gobierno  como  premio  de  su  valor,  á  lo  que  se  debió  en  gran  parte  la  toma 
de  Montevideo,  le  nombró  Comandante  Jeneral  de  Alarina,  regalándole  la  corbeta 
Hercules,  que  el  Señor  Brown  comptiso  y  aparejó  á  sus  costos. 

En  Septiembre  de  1814  como  supiese  que  en  el  mar  Pacifico,  habia  enemigos  de 
la  causa  americana,  pidió  permiso  al  gobierno  para  trasladarse  á  aquel  punto,  para 
lo  cual  exijió  se  le  prestase  la  Trinidad.  Le  fué  concedido,  dándole  ademas  $  4.000 
también  por  via  de  préstamo  para  subvenir  á  los  gastos  de  la  espedicion.  Partió 
pues  como  dueño  y  gefe  de  ella  el  15  de  dicho  Septiembre. 

A  fines  de  año,  llegó  al  Pacifico,  después  de  haber  sufrido  los  temporales  propios 
de  la  estación,  y  en  la  isla  de  Moche,  donde  estaba  haciendo  aguada,  se  le  incorporó 
el  corsario  corbeta  Halcón,  Comandante  Buchard. 

Por  mas  de  una  hora  hizo  fuego  á  una  de  las  fortalezas  del  Callao,  echando  á 
pique  la  Fragata  Fuente  Hermosa,  en  cuya  acción  y  dos  ataques  mas  intentados 
con  el  fin  de  apresar  dos  cañoneras,  lo  que  no  le  fué  posible,  el  Hercules  i  la  Tri- 
nidad perdieron  15  hombres.  Tomó  al  frente  de  Lima  la  fragata  Consecuencia, 
con  su  cargamento  de  importancia  y  algunos  pasajeros  de  categoría  entre  ellos  el 
gobernador  nombrado  para   Guayaquil   y  varios   otros  buques. 


—  216  — 

Como  el  Comandante  Brown  hubiese  recibido  noticias  por  el  Teniente  Coronel 
Banegas  de  la  Nueva  Granada  prisionero  á  bordo  de  la  fragata  apresada  Gober- 
nadora, que  en  Guayaquil  no  habia  guarnición  alguna,  i  que  el  Pueblo  estaba  muí 
descontento  del  gobierno;  se  dirijió  é  internó  inmediatamente  en  aquel  rio  con  la 
Trinidad  i  Pailebot,  dejando  en  la  Puna,  la  Hercules,  Halcón,  Consecuencia  y  de- 
mas  presas. — A  media  noche  ya  se  habia  apoderado  de  la  bateria  de  Punta  Piedras 
de  12  cañones  de  a  24,  i  al  mediodia  del  siguiente  tomó  otra  bateria  cerca  del  pue- 
blo de  4  cañones  de  á  12,  pero  en  la  acción  con  la  ultima  bateria  de  cuatro  cañones 
de  á  24  situada  junto  á  la  aduana,  tuvo  la  desgracia  de  varar  la  Trinidad  al  tiempo 
mismo  que  los  enemigos  abandonaban  la  ciudad  por  no  tener  mas  que  un  barril 
de  pólvora. 

Entonces  los  pocos  soldados  que  quedaban,  junto  con  el  pueblo  cargaron  á  Brown 
que,  viéndose  perdido  con  la  goleta  al  ancla  fuera  de  tiro  de  cañón,  y  treinta  de 
su  mejor  jente  en  tierra  clavando  los  cañones  ya  tomados,  arrió  por  su  desgracia 
i  por  la  vez  primera  la  bandera  de  la  Patria,  tirándose  al  agua  con  dos  marineros 
por  ver  si  podia  ganar  la  goleta.  Xo  le  fué  posible  por  la  mucha  corriente ;  i  á 
pesar  de  im  fuego  vivo  de  mosqueteria  que  mató  á  los  marineros  que  lo  acompa- 
ñaban, el  Comandante  Brown  vuelve  á  bordo  sin  que  le  tocasen  los  varios  tiros 
que  á  quema  ropa  le  tiraban. 

Los  enemigos  se  apoderaron  de  la  proa  del  buque,  degollando  á  los  heridos  que 
encontraban:  entonces  el  Comandante  Brown  bajó  á  la  cámara  con  sable  en  mano 
y  una  mecha  encendida  diciendo  al  Capitán  Ceballos  de  la  Consecuencia  que  era 
prisionero,  que  bajase  á  tierra  é  informase  al  gobernador,  que  Brown  el  gefe  de  la 
espedicion  estaba  en  la  Santa-barbara  del  buque  con  mecha  encendida,  y  que  la 
haria  volar  i  todo  cuanto  á  bordo  habia,  si  no  se  le  prometia  bajo  palabra  de  honor 
tratar  como  prisioneros  de  guerra  á  él,  su  oficialidad  y  tripulación  conforme  al 
derecho  de  gentes,  por  estar  ya  rendidos,  i  viendo  el  gobernador  que  efectiva- 
mente lo  iba  á  poner  en  ejecución  mandó  una  diputación  prometiendo  bajo  palabra 
de  honor  de  tratarles  como  prisioneros  de  guerra.  Subió  Brown  á  la  cubierta  vién- 
dose obligado  á  cubrir  su  desnudez  con  la  bandera  nacional  por  haberse  quitado 
toda  la  ropa.  En  este  estado  bajó  á  tierra  en  medio  de  la  multitud  que.  al  verle 
con  la  bandera  nacional  gritaba  matarle,  matarle !  Mas  el  gobernador  capitán  de 
navio  Don  Pascual  Rivera,  español  honrado  le  defendió  conforme  habia  dado  su 
palabra,  i  lo  hizo  conducir  á  su  casa  "en  donde  dos  guardias  de  soldados  i  ciuda- 
danos se  encargaron  de  su  custodia. 

A  los  catorce  dias  fué  cangeado  el  Comandante  Brown,  su  oficialidad  y  tripula- 
ción por  los  prisioneros  que  el  tenia  á  bordo  de  los  buques  que  habia  en  la  Puna, 
de  cuyas  resultas  revolucionóse  Guayaquil. 

Al  tercer  dia  de  haber  salido  á  la  mar  la  Hercules,  Halcón,  Consecuencia  y  Pai- 
lebot con  dirección  á  Buenos  Aires,  el  Capitán  Buchard  representó  la  imposibi- 
lidad en  que  su  buque  se  hallaba  de  doblar  el  Cabo  de  Hornos,  pidiendo  al  mismo 
tiempo  por  su  parte  de  presas,  conforme  á  la  contrata  hecha  en  la  isla  de  Moche, 
la  Consecuencia — lo  que  le  fué  concedido  contra  la  voluntad  del  Comandante  Brown : 
al  efecto  fueronse  á  las  islas  de  los  Galápagos.  Regresó  Brown  al  continente  por 
haber  sabido  por  el  oficial  Banegas  que  en  el  Chocó  se  hallaría  abundancia  de 
viveras.  La  Hercules  i  el  Halcón  que  le  tocó  por  su  parte  de  presa,  entraron  en 
San  Buenaventura,  desde  donde  fueron  mandados  el  dicho  Banegas  y  el  médico 
Hanford  á  Cali  i  á  Popayan  en  busca  de  ausilios  y  noticias  de  la  llegada  de  la 


fuerza;  pero  por  haber  caido  enfermo  Hanford  en  el  camino;  i  ía  entrada  de  una 
parte  del  ejercito  de  Morillo  en  Chocó,  el  Comandante  Brown  se  vio  obligado  des- 
pués de  haber  permanecido  40  dias  en  el  puerto,  á  abandonar  el  Halcón,  i  hacerse  á 
la  vela  prefiriendo  mas  bien  perecer  de  hambre  que  caer  en  poder  de  aquel  tirano. 

Es  sencible  al  llegar  á  este  punto  no  poder  dar  una  relación  detallada  de  este 
desgraciado  crucero,  por  falta  del  diario  escrito  de  la  Hercules  que  quedó  archi- 
vado en  el  vice-almirantazgo  de  la  isla  Antigua.  En  aquel  diario  se  encuentran 
las  razones  que  justifican  el  haberse  dirijido  el  Comandante  Brown  en  busca  de 
ausilios  y  de  refacción  (después  de  haber  recibido  un  poco  de  pan  del  bergantin 
ingles  Fanny,  que  salió  de  Montevideo  dando  la  noticia  de  la  espedicion  portuguesa 
i  de  haber  tomado  víveres  bajo  el  pabellón  norte-americano  en  Pernambuco)  á  la 
isla  de  Barbadas,  el  punto  mas  inmediato  en  aquella  dirección  del  mundo  amigo. 
Bastará  pues  decir  que,  después  de  haber  sufrido  una  serie  no  interrumpida  de 
desgracias,  regresó  el  Comandante  Brown  á  Buenos  Aires  en  Noviembre  de  1818 
habiendo  perdido  por  la  injusticia  del  Capitán  Sterling,  comandante  de  la  corbe- 
ta de  S.  M.  B.  Brazen,  el  fruto  de  un  crucero  arduo  i  azaroso  y  la  Fragata  Hercules. 
Es  de  creer,  al  menos,  el  Señor  Brown  tenia  una  fundada  esperanza  que  algvm 
dia  el  gobierno  de  Buenos  Aires  pedirá  al  Almirantazgo  de  Londres  el  diario  de  la 
Hercules  archivado  en  el  rejistro  del  almirantazgo  de  la  isla  Antigua,  donde  fué 
condenado  el  cargamento  y  buque.  Este  documento  es  de  grande  importancia,  por- 
que probará  completamente  la  inocencia  i  recto  proceder  del  Señor  Brown,  i  la 
injusticia  de  sus  crueles  apresadores. 

El  12  de  Enero  de  1826  habiéndose  empeñado  la  guerra  entre  la  República  Arjen- 
tina  i  el  Imperio  del  Brasil,  i  hallándose  este  puerto  bloqueado  por  una  fuerza  im- 
ponente al  mando  del  Almirante  Lobo,  el  Señor  Brown  fué  llamado  al  servicio 
por  el  Gobierno  nombrándole  Jeneral  en  Jefe  de  las  fuerzas  de  mar  de  la  Repú- 
blica, que  las  componian  el  bergantin  Balcarce  de  14  cañones  de  á  8,  el  Bergantin 
Belgrano  de  16  cañones  también  de  á  8,  y  12  cañoneras.  Embarcóse  el  13  izando 
la  bandera  Capitana  en  el  bergantin  Balcarce. 

El  14  dio  á  la  vela  de  valizas  interiores  con  su  pequeña  fuerza  i  con  dirección 
al  canal  esterior  donde  se  hallaba  la  escuadra  enemiga,  á  la  que  en  vano  le  pre- 
sentó dos  veces  combate,  pues  esta  lo  eludió.  El  General  Brown  pensó  si  el  viento 
era  favorable  sorprender  la  escuadrilla  sutil  del  enemigo  situada  sobre  Martin 
Garcia,  posesionándose  de  la  isla  fortificada  por  el :  esto  no  pudo  llevarse  á  efecto 
por  el  poco  andar  de  las  cañoneras ;  fué  preciso  anclar  en  el  canal  esterior. 

El  15,  habiéndose  avistado  al  amanecer  unos  buques  al  E.  dirijiose  el  Jeneral 
Brown  en  el  Balcarce  sobre  ellos ;  apresó  una  cañonera  con  im  cañón  de  á  24,  y 
su  segundo  D.  Juan  Bautista  Azopardo  apresó  un  diate  estando  al  ancla  con  las 
cañoneras ;  toda  la  escuadra  enemiga  cargó  sobre  el  Balcarce  que  tuvo  que  reple- 
garse á  los  Pozos,  mandando  la  cañonera  apresada  á  Buenos  Aires. 

A  los  pocos  dias  el  gobierno  compró  los  buques  mercantes  :  fragata  25  de  Mayo, 

bergantines  Congreso  y  República,  i  goleta  Sarandí,  y  se  principió  su  armamento. 

El   7  de  Febrero  ya  estaban   armados  los  dichos  buques,   el   i.°  con  32   Cañones 

sobre  dos  cubiertas  i  220  hombres  en  el  que  se  colocó  la  bandera  Capitana :  otro 

con  18,  otro  con  16  i  la  Sarandi  con  uno  giratorio  de  18  i  6  carroñadas  de  á  6. 

En  la  noche  del  8  dieron  á  la  vela  de  los  Pozos  en  busca  del  enemigo,  pero  á 
causa  del  viento  fresco  del  N.  E.  las  cañoneras  andaban  en  dispersión. 

El  9  las  dos  escuadras  estubieron  á  la  vista  hasta  las  tres  de  la  tarde  en  que  se 


—  218  — 

empeñó  el  combate  que  sin  duda  hubiera  llenado  de  gloria  al  pabellón  de  la  Patria, 
si  el  buque  del  2."  Jefe,  Belgrano :  Congreso  capitán  Masson:  República,  Capitán 
Beesly,  y  Sarandi  Capitán  Huarnes  hubiesen  cumplido  con  su  deber :  la  25  de 
Mayo  tuvo  que  sufrir  sola  todo  lo  fuerte  de  la  acción,  y  aun  después  por  tener  que 
protejer  las  Cañoneras  i  el  Balcarce  que  por  su  poco  andar  no  pudieron  entrar  en 
la  acción. — 'Retiróse  el  Jeneral  Brown  á  los  Pozos  al  ponerse  el  Sol.  La  25  de 
Mayo  recibió  grandes  daños  en  el  combate. — El  gobierno  destituyó  á  los  Coman- 
dantes de  los  expresados  buques. 

El  22  dio  á  la  vela  denlos  Pozos  con  los  seis  buques  mayores  y  navegó  con 
poco  viento  hasta  el  24  á  la  noche  en  que  el  Jeneral  Brown  pensó  sorprender  al 
enemigo  en  la  punta  del  Indio,  donde  se  hallaba  con  el  aumento  de  la  Fragata 
Emperatriz  de  50  cañones,  lo  que  no  pudo  conseguir  por  haber  el  piloto  equivocado 
la  distancia,  asi  es  que  se  dirijió  sobre  la  Colonia  donde  llegó  el  25  á  medio  dia,  é 
intimó  la  rendición  de  la  plaza.  El  gobernador  contestó  con  mucha  política  que  no 
lo  podia  verificar  en  vista  de  la  poca  fuerza  con  que  se  le  exigia. 

El  26  por  la  mañana  dio  á  la  vela  y  emprendió  el  grande  ataque  contra  la  plaza, 
que  la  defendían  sus  baterías  y  cuatro  buques  de  guerra.  Todos  los  obstáculos 
fueron  vencidos  i  logró  entrar  al  puerto.  El  Sor.  Brown  ofició  al  Jeneral  Lavalleja 
para  ;que  viniese  can  su  fuerza.  Al  cabo  de  14  dias  llegó  con  alguna  tropa  del 
Durazno,  pero  ya  era  tarde.  Entre  tanto  se  emprendió  en  la  noche  un  ataque  con 
6  cañoneras  para  apresar  ó  quemar  los  buques  enemigos,  lo  que  tampoco  pudo 
efectuarse,  habiéndose  desgraciado  este  designio  como  la  primer  vez. 

El  Belgrano  se  perdió  sobre  una  restringa  de  piedras  y  con  él  tres  cañoneras ; 
cumpliendo  solo  el  objeto  de  esta  arriesgada  tentativa  las  dos  cañoneras  manda- 
das por  los  Comandantes  Espora  y  Rosales,  quienes  consiguieron  prender  fuego  i 
quemar  al  bergantín  enemigo  de  18  cañooies,  Real  Pedro. 

El  15  de  Marzo  salió  el  Jeneral  Brown  de  la  Colonia  por  un  canal  (entre  las 
islas)  desconocido,  en  cuyo  punto  principal  le  aguardaba  la  escuadra  enemiga  com- 
puesta de  17  buques,  formada  en  linea  con  el  objeto  de  impedirle  la  salida.  En  la 
mañana  del  16  desafió  á  la  escuadra  brasilera  á  un  combate  que  ella  no  admitió. 

El  7  de  Abril  se  dirijió  el  general  Brown  sobre  Montevideo  con  tres  buques, 
bloqueó  el  puerto  hasta  el  11  en  que  tuvieron  una  acción  la  25  de  lilayo  y  la  Re- 
pública con  la  Mitroya  y  cinco  goletas,  en  cuya  acción  recibieron  aquellos  16  bala- 
zos á  flor  de  agua. 

El  bergantín  Congreso  apresó  una  cañonera  de  5  piezas.  Regreso  el  14  á  Bue- 
nos Aires,  volviendo  á  dar  la  vela  para  Montevideo  el  24  del  mismo  con  los  seis 
buques  de  cruz. 

El  27  á  la  una  de  la  noche,  emprendió  una  acción  en  el  puerto  con  la  fragata 
Emperatriz  que  no  fué  abordada  como  era  la  intención,  por  haberla  equivocado 
con  la  fragata  inglesa  "Doris".  En  esta  acción  murió  el  Comandante  de  la  Empe- 
ratriz. A  la  madrugada  la  escuadrilla  de  la  Patria  se  dirijió  hacia  Maldonado. 

El  l.°  de  Mayo  por  un  falso  informe  del  comandante  de  la  Sarandi,  el  general 
Brown  partió  de  nuevo  para  Montevideo,  creyendo  hallar  sola  á  la  Emperatriz. 
El  2  al  amanecer  estaba  ya  en  el  puerto,  y  toda  la  escuadra  enemiga  le  dio  caza. 
La  25  de  Mayo  i  la  Mitroya  que  le  seguía  vararon  en  el  banco  Ortiz.  Abandonado 
por  sus  buques  Brown  se  halló  en  medio  de  veinte  velas  enem.igas.  La  Mitroya  que 
también  fué  abandonada  por  el  resto  de  la  escuadra  brasilera,  zafó  primero ;  después 
flotó  la  25  de  Mayo  junto  con  los  demás  buques  vino  á  anclar  en  el  canal  interior. 


—  L'19  — 

El  2S  estaba  á  la  vista  la  fuerza  enemiga  compuesta  de  14  buques  escojidos  entre 
mas  de  sesenta  que  tenian  los  Brasileros  en  el  rio  de  la  Plata,  al  mando  del  gefe 
Norton  quien  habia  prometido  al  almirante  Pintos  Guedes  destruir  con  ella  la 
escuadrilla  republicana,  cuyo  gefe  se  preparó  para  la  acción  que  tuvo  lugar  á  la 
vista  de  esta  Capital,  y  cuj'O  resultado  fué  haberles  dado  caza  hasta  enfrente  de 
la  Ensenada.  El  dia  25  de  Mayo  dia  grande  para  la  America  del  Sur,  protejido 
el  gefe  Norton  por  una  densa  niebla  y  ofendido  por  el  revés  que  habia  sufrido  el 
23,  vino  de  nuevo  con  mas  fuerza  i  tuvo  lugar  el  combate  á  la  vista  de  esta  pobla- 
ción, i  en  el  que  aquellas  fueron  perseguidas  hasta  el  banco  Ortiz.  El  11  de  Junio 
volvió  el  mismo  Norton  con  31  buques  á  atacar  al  general  Brown  que  permanecia 
anclado  en  los  Pozos,  con  la  escuadrilla  compuesta  de  la  Capitana,  Congreso,  Re- 
pública, Independencia  i  siete  Cañoneras.  A  pesar  de  este  corto  número  de  buques, 
el  general  Brown  los  persiguió  i  puso  en  desorden,  i  después  embarcándose  en  una 
cañonera  y  acompañado  de  cuatro  mas  persiguió  la  formidable  escuadrilla  enemiga 
por  mas  de  tres  millas.  Las  damas  de  Buenos  Aires  regalaron  al  general  Brown 
una  bandera  de  seda  bordada  de  oro,  con  la  inscripción  11  de  Junio,  en  honor  del 
triunfo  obtenido  por  el  en  este  dia  memorable.  El  29  de  Julio  á  la  noche  se  hallaba 
fondeado  en  los  Pozos,  i  contra  viento  i  marea  salió  á  sorprender  á  los  enemigos; 
i  si  los  buques  de  su  mando  le  hubiesen  acompañado,  hubiera  reportado  un  triunfo 
completo.  El  30  al  amanecer,  como  ellos  huyesen  amedrentados,  dióles  caza,  y  sobre 
Punta  de  Lara  empeñóse  la  acción  en  la  que  quedó  destruida  la  Capitana  i  una 
tercera  parte  de  su  tripulación  muertos  y  heridos  por  el  abandono  en  que  lo  deja- 
ron los  demás  buques.  El  14  de  xA.gosto  mandóle  el  superior  gobierno  por  tierra  al 
cabo  Corrientes  para  que  se  embarcase  en  uno  de  los  buques  que  debían  venir  de 
Chile,  que  lo  era  una  fragata  i  dos  corbetas.  Regresó  á  Buenos  xA.ires  el  15  de 
Octubre  sin  haber  adquirido  la  menor  noticia  de  ellos. 

El  26  á  la  noche  se  embarcó  el  Señor  Brown  en  la  Sarandi,  y  con  esta  i  los  ber- 
gantines Congreso  i  República  dio  á  la  vela  para  volver  al  Cabo  Corrientes,  para 
con  estos  buques  i  los  que  llegarían  de  Chile,  hostilizar  la  costa  del  Brasil ;  mas 
el  Congreso  i  República  le  abandonaron,  regresando  á  estas  valizas,  por  haber 
visto  luces  de  los  buques  enemigos.  Siguió  pues  el  general  Brown  con  solo  la 
Sarandi,  i  el  día  30  se  le  incorporó  la  corbeta  Chacabuco  en  el  punto  indicado.  La 
Chacabuco  montaba  24  piezas  i  estaba  bien  tripulada ;  pero  hacia  36  pulgadas  de 
agua  por  hora.  Su  Comandante  trajo  muí  malas  noticias  del  resto  de  los  buques. 
En  este  mismo  dia  se  hizo  rumbo  a  Cabo  Frío  donde  llegaron  con  los  buques  el  11 
de  Noviembre.  El  12  apresó  un  bergantín  que  venía  de  la  costa  de  África  que 
montaba  15  piezas  í  traía  56  hombres.  Hizo  varias  presas  sobre  la  costa  del  Brasil; 
intimó  el  bloqueo  del  Río  Janeiro  por  medio  de  una  fragata  portuguesa,  haciéndole 
creer  que  tenía  la  escuadra  de  Chile;  batió  el  Castillo  de  Santa  Cruz  de  la  isla  de 
San  Sebastian;  sacó  tres  buques  de  Puerto  Palma  en  la  Isla  Grande;  tuvo  blo- 
queado el  Río  Grande  por  espacio  de  diez  días,  haciendo  en  ellos  varias  presas : 
hizo  zozobrar  un  bergantín  cargado  de  pertrechos  sobre  la  barra  i  regresó  á  Bue- 
nos Aires  el  25  de  Dbre.  por  falta  de  víveres. 

Súpose  el  26  que  la  escuadra  sutil  enemiga  habia  entrado  en  el  Uruguay  en 
númicro  'de  17  buques  i  sin  tomar  descanso  alguno  se  fué  á  dicho  punto  con  su 
fuerza.  Presentóles  el  29  una  acción  en  la  isla  del  Vizcaíno,  donde  estaban  acodados, 
por  lo  que  no  pudo  el  general  Brown  atacarlos  con  ventaja. 

El  2  de  Enero  de  1827  dispuso  este  desembarcar  y  poner  una  batería  en  tierra 


~  220  — 

en  el  lugar  Mamado  Punta  Gorda.  El  lO  fortiñcó  la  isla  de  Martin  García  por  temor 
que  los  enemigos  se  posesionasen  de  ella,  pues  el  Gefe  Mariate  tenia  una  escuadra 
de  once  buques  frente  los  cerros  de  San  Juan.  Salió  Brown  el  l8  de  la  isla  con 
el  objeto  de  batir  á  Mariate  sobre  las  Conchillas  i  en  esta  acción  la  Sarandi  reci- 
bió 5  balazos  á  flor  de  agua.  El  4  de  Febrero  tuvo  la  noticia  de  que  la  escuadrilla 
que  estaba  en  el  Uruguay  bajaba  hacia  la  isla,  de  acuerdo  con  la  de  Mariate  para 
tomar  á  Brown  entre  dos  fuegos.  El  8  y  9  se  dio  el  memorable  combate  del  Juncal, 
quedando  prisioneros  o  quemados  los  buques  que  componían  la  escuadra  del  Uru- 
guay con  el  Jefe  de  ella  D.  Jacinto  Roque  de  Serna  Pereira,  menos  una  goleta  que 
se  escapó  por  los  Caracoles.  De  este  modo  quedó  libre  la  navegación  interior.  Esta 
acción  para  siempre  célebre,  echó  los  primeros  cimientos  de  la  paz  con  el  Imperio. 
Al  regresar  la  escuadra  de  la  Patria  como  vencedora  á  la  Capital,  los  enemigos 
se  le  opusieron  al  paso  como  si  intentasen  vengar  sus  agravios  y  marchitar  algún 
tanto  los  laureles  de  los  valientes  del  Juncal ;  pero  estos,  llenos  todavía  del  ardiente 
entusiasmo  que  produce  la  victoria,  los  batieron  fondeando  en  las  aguas  que  aque- 
llos habían  ocupado.  El  6  de  Abril  en  la  noche  salió  el  general  Brown  á  bordo  de 
la  Capitana,  el  bergantín  República,  acompañado  de  los  buques  Congreso,  Indepen- 
dencia i  Sarandi,  con  la  intención  de  unirse  i  de  consuno  con  las  fuerzas  de  Pata- 
gones recorrer  las  costas  del  Brasil,  con  arreglo  á  las  órdenes  de  la  Superioridad. 
Desgraciadamente  á  las  4  de  la  mañana  del  día  7,  escaseó  el  viento  y  vararon  los 
bergantines  Independencia  i  República  teniendo  á  su  popa  la  escuadra  enemiga.  El 
Congreso  izó  la  vela  en  señal  i  entró  en  la  Ensenada. 

Los  enemigos  aprovechándose  de  este  contraste,  emprendieron  un  ataque  á  las  Q 
que  duró  hasta  la  noche,  con  16  buques  contra  dos  bergantines  varados  i  la  Sa- 
randi. El  día  8  por  la  mañana  empezó  de  nuevo  la  acción,  contra  tres  buques  mas 
entre  ellos  la  fragata  Paula  de  50  cañones  de  á  24  largos,  componiendo  todos  el 
número  de  19  contra  los  infortunados  buques  varados  i  casi  á  pique,  i  la  Sarandi. 
Rindióse  la  Independencia  á  las  cuatro  de  la  tarde  en  ocasión  que  su  intrépido  Co- 
mandante Dummond  había  ido  en  busca  de  pólvora  á  la  Sarandi  donde  fué  muerto. 
Mas  dichosos  la  República  i  Sarandi,  se  sostenían  todavía  hasta  que  á  las  oraciones 
retiróse  la  escuadra  enemiga  para  descansar  de  las  fatigas  de  dos  días  de  una  con- 
tinua pelea.  Vieronse  el  general  Brown  i  su  gente  obligados  á  abandonar  los  bu- 
ques incendiándolos,  y  á  embarcarse  en  los  botes  i  la  Sarandi.  Este  se  dirijió  á 
Buenos  Aires  donde  llegó  el  9  por  la  mañana.  Los  botes  se  dirijieron  á  la  Ense- 
nada á  embarcar  la  gente  á  bordo  del  Congreso.  El  general  Brown  recibió  al  fin 
de  estas  acciones  una  contusión  en  el  costado  derecho,  producida  por  una  metralla 
de  8  onzas,  habiendo  perdido  una  tercera  parte  de  la  tripulación  entre  heridos  y 
muertos.  La  gloria  adquirida  en  tan  heroica  defensa,  que  brilla  todavía  al  través 
del  tiempo  i  de  los  sucesos,  forma  uno  de  los  mas  bellos  timbres  recojídos  en 
aquella  sangrienta  i  desigual  lucha. 

Restablecido  el  general  Brown  de  su  herida,  salió  con  los  pocos  buques  de  cruz 
que  le  quedaban  a  recorrer  el  rio  batiendo  i  cansando  á  los  enemigos  en  todas 
direcciones  con  el  buque  que  montaba  (el  8  de  Febrero)  ;  i  apresó  la  goleta  de 
guerra  IMaria  Teresa  de  12  cañones.  Fuese  al  puerto  de  Montevideo  con  la  Mal- 
donado,  los  dos  buques  ocho  i  nueve  de  Febrero,  Balcarce  i  Sarandi,  que  era  la 
Capitana;  la  cual  por  haberse  adelantado,  atacó  al  amanecer  al  bergantín  Maran- 
ham  de  18  cañones,  y  lo  hizo  correr  al  puerto  donde  se  refugió.  Al  instante  salie- 
ron  13  buques,  entre  ellos  las   fragatas   María  Isabel  y  Príncipe  Imperial,  de  60 


—  221  — 

cañones  cada  una.  Entonces  la  escuadrilla  argentina  tuvo  que  retirarse.  La  noche 
separó  ambas  escuadras,  replegandose  la  enemiga  al  puerto  de  Montevideo.  La 
argentina  pasó  á  la  Colonia,  disparó  algunos  tiros  á  la  plaza  i  regresó  á  Martin 
C.arcia.  De  este  punto  volvieron  á  dar  la  vela  la  Sarandí,  la  Maldonado  y  Nueve 
de  Febrero  i  á  la  vista  de  los  enemigos  apresaron  dos  goletas  ricamente  cargadas. 
La  escuadra  por  un  lado  y  6  cañoneras  que  salieron  de  la  Colonia  por  otro,  ata- 
caron á  los  Patriotas.  Estos  batieron  á  unas  i  á  otras  i  salvaron  los  buques  apre- 
sados. Estos  fueron  devueltos  (á  pesar  de  ser  brasileros)  por  haber  sido  reclama- 
dos por  el  gobernador  de  Santa  Fe. 

La  escuadra  se  fué  desquiciando  á  principios  del  año  28.  Fournier  habia  perdido 
el  Congreso  i  se  le  dio  la  Juncal,  que  acompañó  el  General  Brown  con  cuatro 
Ijuques  mas  hasta  Pavón.  A  su  regreso  estos  se  vieron  obligados  á  sostener  una 
fuerte  acción.  El  gobierno  mandó  varios  oficiales  i  gente  á  Patagones  i  laguna 
del  Miní;  también  el  bergantin-goleta  8  de  Febrero  i  Goleta  Union  al  Rio  Grande. 
Apresó  el  enemigo  el  primero  en  la  boca  del  Tuyú  i  el  segundo  cerca  de  Maído- 
nado.  Se  hizo  una  suscripción  con  el  objeto  de  aumentar  la  escuadra,  i  se  compra- 
ron la  Fragata  nueva  25  de  Mayo,  bergantin  Rondeau,  i  goletas  Federal  i  Argen- 
tina, pero  después  de  estar  armados  el  Rondeau  i  Argentina,  el  gobierno  los  des- 
tinó á  hacer  el  corso;  la  Federal  fué  á  armarse  á  Patagones  donde  habia  sido 
comprada,  y  la  nueva  25  al  Salado.  Cuando  estos  buques  regresaron  yá  se  habia 
celebrado  la  paz  con  el  Imperio  del  Brasil. 

A  pesar  de  las  pocas  fuerzas  que  componian  la  escuadra  Arj entina,  en  todas 
cuantas  salidas  hizo,  que  fueron  muchas,  tuvo  buen  éxito ;  porque  aterrados  los 
enemigos,  eran  batidos  en  todos  los  puntos  donde  se  hallaban.  Cuando  llegó  la 
noticia  de  la  paz  tanto  tiempo  deseada,  el  General  Brow^n  fué  comisionado  por  el 
gobierno  para  ir  á  Montevideo  con  el  Sor.  Brigadier  general  D.  Miguel  Azcuénaga, 
al  cange  de  los  tratados  i  á  arreglar  los  asuntos  concernientes  á  la  marina  con  el 
almirante  brasilero  Pintos  Guedes.  La  tripulación  de  la  Nueva  25  de  Mayo  se  suble- 
vó en  el  puerto.  El  General  Brown  se  embarcó  en  la  Sarandí  y  la  trajo  del  otro 
lado  del  cerro,  donde  desembarcaron  la  tripulación  y  presidarios  menos  25  hombres. 
El  General  Brown  fué  nombrado  á  su  regreso  Brigadier. 

El  5  de  Diciembre  de  dicho  año  el  Jeneral  D.  Juan  Lavalle,  que  á  la  sazón  se 
hallaba  de  gobernador  delegó  el  mando  en  el  Sor.  Brigadier  general  Brown. 

Este  sirvió  con  honor  i  á  satisfacción  pública  un  destino  por  cierto  bien  dificil 
en  aquellas  azarosas  circunstancias. 

Buenos  Aires,  i."  de  Marzo  de  1834. 
(Hoja  suelta). 

Copiada  p.''  mi  amigo  Tomás  Moiicayo,  en  Nov.    1869    (de   la  que  conserva  la   fam.") 

Confrontada  con  el  cuadro  orijinal  el  sábado  27  de  Junio  de   1874. 

(Firmado)   Carranca. 


(20)  Parte  del  com.\nd.\nte  general  del  aposta.o  de  Montevideo,  al  cap.n  general, 

D.   GASPAR  VIGODET,  PUBLICADO  EL   1°   DE  FEBRERO  DE   1814. 

A  las  2  de  la  madrugada  del  día  20,  habiendo  los  enemigos  destacado,  al  pa- 
recer, de  la  playa  frente  a  la  casa  que  llaman  de  los  negros,  tres  lanchones  con 
gente  armada,  al  intento  de  sorprender  alguno  de  los  buques  de  bahía,  fueron 
descubiertos  por  la  corbeta  de  guerra  la  "Paloma",  que  era  la  que  se  hallaba  más 
en  franquía,  y  aunque  los  centinela-^  dispararon  sus  fusiles,  sobre  los  enemigos, 
siguiendo   estos,   y   dirigiéndose   al   bergantín   mercante   el   "Joven    Francisco",   que 


se  hallaba  por  la  parte  de  tierra  al  través  de  dicha  corbeta,  a  distancia  poco  más 
de  nn  cable,  no  obstante  el  fuego  de  cañón  y  fusil  de  esta,  de  otros  buques  de 
guerra  inmediatos,  y  aun  del  que  hizo  el  fuerte  de  San  José,  lograron,  habién- 
dolo abordado  y  picado  sus  cables,  sacarlo  del  surgidero  en  que  se  hallaba  a 
favor  de  la  marea,  y  viento  que  soplaba  del  X.  fresco ;  a  los  primeros  fusilazos 
de  la  "Paloma",  el  Jefe  de  Bahía  Don  Miguel  de  Triarte,  que  se  hallaba  en  la  Flora. 
se  embarcó  en  la  lancha  de  la  polacra  "San  Ramón",  y  dirigiéndose  al  bergantín 
con  ella,  y  las  cañoneras  San  Ramón  y  la  de  auxilio,  y  una  obusera,  que  se 
hallaban  de  servicio  y  estaban  apostadas,  le  atacaron  al  cañón,  y  persiguieron, 
hasta  que  los  comandantes  de  las  dos  cañoneras  el  alférez  de  navio  Don  Martin 
de  Asas,  y  el  graduado  de  fragata  don  Tomás  Ruiz,  llevados  de  un  militar  ardo.- 
de  que  en  otras  ocasiones  me  tenian  dadas  pruebas,  intentaron  abordar  al  ene- 
migo atracándose  por  ambos  costados,  a  pesar  del  vivo  fuego  de  fusilería,  es- 
meriles y  granadas  de  mano,  que  hacía;  pero  habiendo  tenido  la  desgracia  de 
ser  heridos  gravemente  estos  dos  bizarros  oficiales ;  el  primero  de  una  bala  de 
fusil,  que  le  atravesó  los  dos  muslos,  el  otro  de  un  tiro  de  esmeril  que  le  causó 
la  muerte  a  las  30  horas,  cesaron  el  fuego  las  lanchas,  y  hubieron  de  retirarse. 
Noticioso  al  instante  de  este  desgraciado  acontecimiento,  dispuse  diesen  la  vela 
inmediatamente  el  bergantin  "Galvcz"  y  el  lugre  "San  Carlos",  que  lo  ejecutaron  al 
raj-ar  el  día  dejando  un  cable  por  su  chicote,  previniendo  al  comandante  del 
primero,  el  teniente  de  fragata  Don  Pascual  Cañizo,  se  dirigiese  al  bergantín 
apresado,  y  lo  recobrara,  o  quemase  a  toda  costa :  al  mismo  tiempo,  nombré 
para  los  mandos  de  las  lanchas,  que  habían  quedado  sin  comandantes,  al  alférez 
de  navio  graduado  de  teniente  de  fragata,  Don  Tomás  Sostoa,  y  al  de  fragata 
Don  Miguel  del  Castillo,  previniéndoles  procvirasen  cortar  tres  botes,  que  había 
advertido  desde  bahía  abandonaban  el  bergantín  Joven  Francisco,  los  cuales 
fueron  apresados,  antes  de  llegar  las  citadas  lanchas,  por  el  Jefe  de  Bahía,  que 
á  la  sazón  se  hallaba  fuera.  El  Joven  Fran.<^o  ha  sido  recobrado  y  conducido  á 
este  puerto  como  esperaba,  confiado  del  celo,  actividad,  y  buen  desempeño  de 
los  oficiales  y  gente  que  al  intento  comisioné,  habiendo  hecho  43  prisioneros, 
inclusos  tres  oficiales. 

De  los  detalles  y  acaecimientos  en  el  apresamiento  del  berg.fi  instruirá  a  V.  S. 
la  adjunta  Copia  del  oficio,  que  me  ha  dirigido  el  comandante  del  "Gálvez". 

Dios  &'.  —  Montvideo,  26  de  Enero  de   1814. 

(  Firmado)   Miguel  de  la  Sierra. 

Sr.  Cap.n  General  Don  Gaspar  de  Vigodet. 


(21)  Parte  de  l.\  tom.\  de  m.xrtix  garci.\ 

A  bordo  del  Hercules,  delante  de  ^Montevideo,  el  19  de  abril  de  1814. 

Sr.  D.  Juan  Larrea  (Es.  Aires). 

Muy  señor  mío: 

Accediendo  á  su  pedido,  paso  á  darle,  para  que  sea  llevado  a  conocimiento 
de  S.  E.  el  Director  Supremo,  el  parte  tan  detallado  y  exacto  como  me  es  po- 
sible de  lo  relativo  a  la  acción  que  'tuvo  lugar  cerca  de  Martín  García  entre 
los  buques  de  guerra  de  Buenos  Aires  bajo  mi  mando  contra  los  de  Montevi- 


—  223  — 

deo;    la   toma   subsiguicHte   de   dicha   isla   y   las   razones   que   influyeron   para   que 
la   escuadra  se   dirigiera  hacia   ese  punto. 

El  8  del  mes  pasado  a  la  altura  de  la  Colonia,  el  vigía  de  tope,  anunció  tres 
buques  redondos  a  la  vela,  al  N.  O.  Inmediatamente  se  les  dio  caza,  cerciorán- 
donos luego,  que  los  desconocidos  eran  bergantines  enemigos  que  hacían  fuerza 
de  vela  con  rumbo  al  canal  que  conduce  a  Martin  García.  No  creyendo  pru- 
dente perseguir  a  los  fugitivos  sino  hasta  donde  lo  permitiera  la  luz  del  día, 
ceñí  el  viento  y  volví  proa  hacia  Buenos  Aires. 

El  día  9  como  á  las  2  de  la  tarde,  avisté  las  naves  siguientes:  Corbeta  Céfiro, 
montando  14  carroñadas  calibre  de  9  y  12  y  dos  cañones  largos  de  a  6;  tripu- 
lada con  70  marineros  y  reclutas,  más  40  de  tropa.  Bergantín  Nancy,  con  seis 
cañones  de  a  10  i|2,  siete  de  a  4  i|2  y  dos  largos  de  a  6;  tripulado  con  63  ma- 
rineros y  reclutas  y  32  soldados.  Goleta  Julieta,  con  un  cañón  largo  de  24  mon- 
tado en  colisa,  dos  carroñadas  de  a  18,  dos  de  a  12  y  cuatro  de  a  6;  tripulada 
con  60  marineros  y  reclutas  y  40  soldados. 

Satisfecho  al  ver  aumentarse  la  pequeña  fuerza,  y  proponiéndome  no  perder 
un  momento  en  perseguir  al  enemigo,  ordené  por  señales  e  impartí  instruccio- 
nes, para  que  dirigiéndonos  sobre  Martín  García,  lo  atacáramos,  si  una  vez  allí, 
lo  considerábamos  conveniente. 

El  II  al  amanecer,  levó  anclas  la  flotilla,  estando  frente  a  San  Juan,  y  un 
poco  antes  de  la  i  de  la  tarde,  la  goleta  Julieta  que  navegaba  a  vanguardia,  te- 
niendo á  bordo  el  mejor  baqueano  —  hechas  las  señales  generales  —  rompió 
el  fuego  sobre  los  barcos  enemigos,  los  que  parecían  estar  amarrados  en  forma 
de  media  luna  con  la  proa  hacía  la  entrada  del  puerto.  El  Hércules  que  seguía 
á  aquella,  (montando  30  cañones  de  varios  calibres  y  tripulado  por  120  mari- 
neros y  reclutas  y  60  soldados),  y  el  cual  reservaba  para  cuando  estrechase  más 
la  distancia,  varó  desgraciadamente  a  tiro  de  fusil,  y  con  la  proa  al  enemigo.  In- 
continenti se  trabó  un  fuego  encarnizado  con  las  pocas  piezas  que  podían  apun- 
tarse con  ventaja  y  tengo  la  mayor  satisfacción  en  informar  a  Vd.,  que  no  hubo 
un  solo  oficial,  marinero  ni  soldado,  que  no  se  esforzara  en  distinguirse  dando 
pruebas  de  la  mayor  bravura. 

Continuó  hasta  el  anochecer  el  cañoneo  de  los  buques  enemigos,  que  eran 
el  Belén,  Aranzasú,  Calves,  cinco  cañoneras  y  otras  embarcaciones  menores, 
haciendo  un  total  de  trece.  Durante  ese  tiempo,  el  Hércules  sufrió  un  fuego  des- 
tructor, sin  poder  hacer  jugar  su  andanada,  sirviéndose  apenas  de  tres  piezas 
contra  los  barcos  enemigos,  pero  todas  ellas  sobre  la  batería  de  la  costa,  cuyos 
fuegos  fueron  apagados  á  menudo. 

En  el  intervalo  citado,  tengo  que  lamentar  sinceram.te  la  muerte  del  capitán 
Smith  que  cayó  heroicamente  defendiendo  su  buque  y  mientras  hacía  señales 
a  los  demás  para  que  atacaran  y  abordasen  al  enemigo  la  del  capitán  francés 
de  las  tropas  {Marti  de  Jaunie)  y  la  del  Sr.  Roberto  Stacy  (teniente),  todas 
sensibles  y  en  las  que  el  servicio  pierde  excelentes  oficiales.  Recomiendo,  pues, 
con  la  mayor  solicitud,  a  la  generosidad  de  S.  E.  á  las  viudas  de  los  dos  pri- 
meros y  á  la  patria  la  memoria  del  último  y  de  todos  los  que  sucumbieron 
haciendo  esfuerzos  heroicos  en  defensa  de  la  causa  de  la  patria  contra  el  ene- 
migo común. 

Va  adjunta  una  lista  de  los  muertos  y  heridos  á  bordo  del  Hércules. 

La  obscuridad  de  la  noche,  impidió  se  continuara  el  combate  hasta  el  ama- 


224  

necer  del  dia  siguiente  en  que  se  renovó  con  todo  el  vigor  posible  por  parte  del 
Hércules,  habiendo  este  logrado  virar  la  popa  y  dar  el  costado,  mediante  un 
ancla  que  conseguí  fondear  durante  la  noche. 

Quizá  no  esté  de  más  le  informe,  de  qué  manera  el  resto  de  la  escuadra  (que 
debió  haber  estado  bajo  mis  órdenes),  se  condujo  durante  la  acción  á  pesar  de 
haberse  hecho  todas  las  señales  é  ido  personalmente  en  mi  bote  antes  de  las 
doce  de  la  noche,  á  instar  y  suplicar  su  apoyo,  lo  cual  resultó  inútil. 

Como  el  viento  soplaba  de  tierra,  esos  buques  iban  y  venían  hasta  San  Juan 
(distante  legua  á  legua  y  media)  mientras  duró  el  combate,  por  cuyo  motivo  la 
patria  no  se  apoderó  en  Martín  García  de  toda  la  fuerza  enemiga. 

Me  es  penoso,  aseguro  á  Vd.,  señor,  tener  que  poner  esto  en  su  conocimiento, 
pero  lo  considero  un  deber  para  con  mis  bravos  compañeros  de  a  bordo,  así 
como  un  acto  de  justicia  a  la  memoria  de  los  que  ya  no  existen,  puesto  que  a 
hacerse  una  tentativa  cualquiera  por  el  resto  de  nuestra  escuadra  para  abordar 
al  enemigo,  ó  siquiera  anclar  y  obrar  de  concierto  con  el  Hércules,  se  habrían 
rendido  los  buques  de  aquel,  porque  la  primera  y  segunda  vez  que  nos  apro- 
ximamos á  ellos,  tripularon  sus  botes  para  largarse  a  tierra. 

Al  ser  de  día,  como  va  dicho,  se  reanudó  el  fuego,  el  que  continuó  hasta 
cerca  de  las  9  i|2  a.  m.,  hora  en  que  el  Hércules  flotó,  arrastrándolo  la  corriente 
por  el  canal,  pues  con  el  cañoneo  perdió  sus  anclas  y  cables. 

El  arribo  oportuno  de  la  goleta  Esperanza,  me  favoreció,  habilitándome  para 
pedir  alguna  fuerza  al  comandante  de  la  Colonia,  cuyo  oficial  (i)  lo  consigno 
en  honor  suyo,  sin  pérdida  de  tiempo,  despachó  en  mi  protección  46  dragones 
y  3  oficíales.  Además,  la  llegada  del  comandante  de  la  Punta  (2)  me  reforzó 
igualmente  con  17  paisanos,  habiendo  ido  desde  las  Conchas,  mientras  este 
buque  se  hallaba  varado  y  aguardaba  á  la  Esperanza  de  la  Colonia. 

El  13,  considerando  que  la  fuerza  precitada  con  las  tropas  de  mar  y  marine- 
ros, era  suficiente  para  tomar  la  isla,  se  dio  la  señal  de  levar,  estando  ya  a  flote 
el  Hércules,  tapados  provisionalmente  los  balazos  y  fondeado  con  una  ancla  de 
la  goleta  Julieta. 

Dirigióse  la  escuadra  á  un  paraje  á  propósito  para  desembarcar  las  tropas, 
etcétera  —  hacía  la  parte  S.  E.  de  la  isla  —  operación  que  se  efectuó  en  el  espa- 
cio de  veinte  minutos,  á  las  4  de  la  mañana,  bajo  el  mando  de  D.  Pedro  Orona. 

Apenas  realizado  el  desembarco,  zarpó  la  escuadra  con  dirección  a  los  buques 
enemigos  surtos  en  el  puerto,  simulando  un  nuevo  ataque  —  pero  en  tierra  ya 
se  resolvía  el  caso  con  rapidez.  En  efecto,  hacia  la  salida  del  sol,  la  batería 
(lue  había  jugado  sobre  el  Hércules  cuando  estuvo  varado  causándole  tantos 
estragos  caía  en  poder  de  los  marineros  al  mando  del  teniente  i.°  Jones,  del 
Céfiro,  oficial  distinguido,  que  izó  en  ella  la  bandera  de  la  patria. 

Entretanto,  la  escuadra  enemiga,  no  perdía  tiempo  en  salir  á  espía  del  alcance 
de  los  cañones,  cuyas  balas  le  podían  ser  dirigidas  desde  el  muelle  ya  ocupado 
por  nuestras  fuerzas,  y  debido  al  desorden  inevitable  en  tales  ocasiones,  sobre 
todo,  cuando  la  tropa  se  encuentra  con  vino  y  alcoholes  en  abundancia,  no  pudo 
situarse  la  artillería  con  la  prontitud  deseable  para  causar  efecto.  Los  habitan- 
tes, al  oir  el  cañoneo,  se  embarcaron,  como  también  las  tropas,  dejando  56  hom- 


(i)    D.  \'icente  Lima,  capitán  'le  "Dragones  de  la  Patria". 
(2)    ¿Punta  de  San  Isidro?... 


—  225  — 

bres  casi  inútiles  y  otras  tantas  ó  más  mujeres  y  algunos  niños  sin  padre  ni 
madre. 

El  15  al  rayar  el  dia,  la  balandra  de  Spiro,  montando  una  colisa  larga  de  á  8, 
rompió  el  fuego  a  tiro  de  fusil  del  enemigo,  habiéndosele  acercado  a  espía  du- 
rante la  noche  —  operación  que  incomodó  á  este  —  que  en  el  Ínterin  fué  favo- 
recido de  nuevo  por  el  viento  que  varió  al  S.  E. —  circunstancia  que  producien- 
do la  creciente,  facilitó  su  fuga  por  encima  de  los  bancos,  aunque  en  el  mayor 
desorden  y  desmoralización. 

El  25,  en  cumplimiento  de  lo  dispuesto  por  S.  E.  fueron  embarcados  los  pri- 
sioneros a  los  que  se  trató  con  humanidad,  incendiándose  todas  las  casas  de  la 
isla  sin  dejar  en  ella  alma  viviente.  En  seguida,  zarpó  la  escuadra,  arribando  a 
la  Colonia  el  26,  donde  se  procedió  al  desembarco  de  aquellos,  que  fueron  pues- 
tos a  disposición  del  comandante  de  dicha  plaza. 

Por  la  reseña  hecha,  S.  E.  podrá  juzgar  del  espíritu  de  esta  escuadra  y  tropas 
empeñadas  especialmente  en  esta  empresa,  como  asimismo  del  valor  tan  inútil- 
mente desplegado  por  el  enemigo,  como  sucede  en  tales  casos.  Puedo  asegurar 
a  Vd.  que  la  varadura  del  Hércules,  fué  un  accidente  que  favoreció  mucho  al 
enemigo,  pues  de  lo  contrario,  con  él  solo  hubiera  decidido  la  acción.  Pero  no! 
él  quedó  en  una  sittiacíón  peligrosa  por  más  de  21  horas  y  á  haberlo  conocido 
el  enemigo  ó  sido  capaz  de  ejecutar  aquello  de  que,  como  he  observado  antes, 
se  jactaba  con  tanta  vanidad,  dicho  barco  no  habría  podido  presentarse  al  fren- 
te de  su  puesto  y  obligar  á  su  plaza  á  rendirse  (con  la  cooperación  del  ejército 
sitiador). 

Soy  de  veras,  estimado  señor,  su  sincero  y  obsecuente  servidor. 

(Firmado)  Guillermo  Brown. 

Lista  de  los  oficiales  y  marineros  muertos  y  heridos  a  bordo  del  hércules.  En 
el  ataque  de  la  isla  de  martin  garcía  (*) 


MUERTOS — 

Elias  Smith 

Capitán. 

Roberto  Stacy 

Teniente  3." 

Antonio   Castro 

Timonel. 

Eduardo  Price 

Grumete. 

Ricardo  Brook 

Marinero  de  i. 

Francisco   Sevara 

(Guevara 

?) 

„    2 

Guillermo  Russell 

.,    I 

Salomón  Lyon 

..    2 

Pedro  Brown 

Cocinero. 

Felipe   Rico 

Marinero    ,.    2 

Lázaro  Molina 

<1                            X            1 

Joaquín  U raqui 

.,     , 

clase. 


(*)  Nota.  La  nómina  que  precede,  aunque  sin  feclia  ni  firmas,  se  supone  datada  en  los  días 
posteriores  inmediatos  a  la  memorable  del  ii  de  marzo  de  1814,  fecha  de  la  victoria  de  Martín 
García,  y  es  conocida  por  de  letra  del  general  Brown,  el  victorioso  jefe  en  aquella  acción. — Gui- 
llermo Pío    White — Buenos  Aires,   25   de  mayo  de   1840. 

Otra:  Fué  escrita  el  19  de  abril  de  1814  (mientras  bloqueaba  a  Montevideo),  al  elevar  el  parte 
respectivo  en  el  que  la  cita. 

(Firmado)    Carranza. 

Tomo   II  15 


226 


Mayordomo. 
Marinero  de  i.'  clase. 


HERIDOS — 

Tomás  Ritchard 
Jaime  Slone 
Enrique   Harris 
Elsey  Miller 
Roberto  Smith 
R.  Conplans 
Antonio  O'Donnel 
Juan  Hany 
Ricardo  Kelley 
Enrique  Me  Grah 
Roberto  Duiín 
José  Mariano 
Manuel  Ferreira 
Francisco  Robles 
Billar  de  Calia 
Basilio  Roda 
Florencio   Garda 
José  Rialdo 
Antonio  Gavio 
S  Uve  rio  Alvares 
Francisco   Riveiro 


Muertos  y  heridos  de  la  tropa  de  infantería  de  marina 


MUERTOS — 

Jaime  Marti  de  Jaume 

Tomás  Felisa 

José  Antonio  Balija 

José  Herrera 

Silvestre  Murúa 

Juan   Olivera 

Marcos  Avila 

José  Antonio  Tolosa    • 

José  González 


Capitán. 
Soldado. 


HERIDOS — 

Ramón  Nuevas 
Andrés  Silva 


Exmo.  Sor. 

Adjunto  á  V.  E.  el  parte  q.e  me  ha  dirigido  el  oficial  q.e  mandaba  las  tropas 
q.e  tomaron  á  Martin  García.  —  Dios  gu.e  á  V.  E.  m.s  a.s.  —  Martin  García  y 
Marzo  19  de  1814.  —  Exmo.  Sor.  —  W.  Brown.  —  Exmo.  Sup.™o  Director  de 
las  Prov.s  Unidas  del  Rio  de  la  Plata. 

Sor.  General  en  Xefe  de  las  Fuerzas  Maritim.s  —  Habiendo  recibido  orden 
berbal  del  Comand.te  de  la  Colonia  D.  Vísente  Lima  para  Embarcarme  á  la 
Escuadra  del  mando  de  V.  con  veinte  y  tres  Dragones,  y  veinte  y  tres  Infantes 


del  N.  6,  y  los  Oficiales,  el  Alfercs  de  Dragones  D.  Gervacio  Espinosa,  y  el 
Sub.te  del  Rex.to  N.  6  D.  Luis  Antonio  Frutos  q.e  componia  la  fuerza  de  quarenta 
y  nueve  hombres.  Después  de  estar  en  la  Esquadra  y  al  frente  de  la  isla  Alartin 
Garcia  q.e  se  tratava  de  Asaltar,  y  no  haviendo  sino  oficiales  Subalternos,  se 
conbino  en  aser  una  junta  p."  q.*  dirijiese  uno  la  Acción  de  trra.  y  aviendo  sido 
electo.  Dispuse  los  oficiales  y  Tropa  en  el  orden  sig.te:  El  Tn.te  del  Rex.to  N.  2 
D.  Man.l  José  Balbastro,  Comand.^e  de  la  i."'  Divicion,  y  de  su  2.°  el  Alferes  de 
Dragones  D.  Gervacio  Espinosa;  de  la  2.*  el  Ten.te  del  Rex.t»  N.  2,  D.  Man.l 
Castañer  y  de  su  2."  el  Sub.-e  del  Rex.to  N.  6,  D.  Luis  Ant.o  Frutos;  de  la  3.''  el 
Ten. te  de  Ex.to  D.  Jaime  Kainey  y  de  su  2.°  el  Sub.--  del  Rex.'o  de  Granaderos 
de  Infantería  D.  Mariano  Antonio  Duran:  Cada  Divicion  compuesta  de  Ochenta 
hombres.  La  noche  del  Catorce  se  dispuso  el  desembarq.e  por  el  crden  de  Divi- 
ciones,  al  aproximarse  los  Botes  a  tierra  hisieron  algún  fuego  los  Enemigos  q.e 
estavan  Emboscados  en  el  Monte,  y  haviendoles  Contestado  los  Nstros.  con 
algunas  Descargas  y  dos  tiros  de  Cañón  huyeron  precipitadam.te  a  lo  ynterior 
de  la  Isla  y  biendo  q.e  no  podian  resistir  al  balor  de  las  armas  de  ¡¡a  Patria  des- 
pués de  una  hora  de  fuego  tomaron  el  partido  de  desamparar  sus  puestos  y 
Baterías  para  hir  precipitadam.te  á  Embarcarse  en  los  Buques  Enemigos  q.e  es- 
taban en  frente  del  Muelle  de  esta  Isla  algunos  de  ellos  pudieron  conseguir 
el  reembarcarse  á  pesar  de  la  rapides  con  q.e  abansaban  Nstros.  valerosos  Sol- 
dados p.a  Ebitar  dho.  Embarque  otros  fueron  tomados  por  una  Balandra  que 
no  tuvo  tpo.  de  Escaparse  apesar  de  haber  sido  protejida  por  los  fuegos  de  la 
Esquadra  enemiga,  y  en  ella  se  encontraron  algunos  Soldados  Enemigos  los  q.* 
hisieron  una  dura  resistencia  h.""  q.*'  fueron  pasados  a  degüello,  y  algunas  familias 
las  q,e  se  protejieron,  otros  se  quedaron  Emboscados  en  lo  ynterior  de  la  Isla,  te- 
miendo el  furor  de  nstra.'í.  Bayonetas,  pero  haviendo  sido  descuviertos  poco  tpo. 
después  fueron  tratados  con  aquella  umanidad  con  q.e  acostumbran  tratar  a  sus  Ene- 
migos los  bensedores  Americanos.  Desde  el  primer  Soldado  h.a  el  Ultimo  Oficial  se 
han  portado  con  el  Mayor  Valor,  y  energía;  No  puedo  por  menos  distinguir  el  valor 
del  Sarg.to  del  Rx.to  N.  2  José  M.^  Rodríguez.  —  Incluyo  á  V.  una  relación  de 
los  Pricioneros,  Armamento,  Artillería,  y  Municiones  que  se  le  tomó  al  Ene- 
migo, como  también  la  perdida  q.^  hemos  tenido  de  nstra.  parte — Dios  guarde 
á  V.  m.s  an.s — Isla  de  Martín  García  y  Marzo  18  de  1814. 

(Firmado)  Pedro  Orona. 

Estado  qe  manifiest.a   Pricioneros,   Muertos  y  Heridos,   Artillería  Fuci- 
les Municiones  de  Cañón  y  de  Fucil  qe  se  le  ha  tomado  al  Enemigo. 

o  ^  g  _ 

4*  Í2  ^  'n  r/l  —      ^  T3 

o         t!         "O         =         —         =  ^         e  — 
o  ü         "^         -z         'Z         tl^  £  u 

Pricioneros  de  Tropa 9^0-        <        -^        <        ^        u-o        — i 

Id.  de   Milicias  . 21      >    40       10        7         4         30         50         4.000 

Id.  Morenos 20    j 

Por  ntra.  parte  no  hemos  Sufrido  más  perdida  q.e  tres  Soldados  Muertos  y 
Sinco  heridos ;  el  Sub.te  de  Milicias  D.  Pedro  Aguilar  levemente  el  Comand.te 
q.e  dirijia  la  acción  D.  Pedro  Orona  Ten. te  del  Rex.to  de  Dragones  de  la  Patria. 
—  Martín  García,  y  Mzo.  18  de  1814. 

(Firmado)  Pedro  Orona. 


—  228  — 

Exmo.  Sor. 

El  Ciudadano  Pedro  Aguilar  se  presentará  a  V.  E.  (q.«  es  el  conductor  de 
este)  y  hará  una  relación  prolixa  del  Estado  de  la  Isla  y  el  rumbo  q.^  ha  toma- 
do la  esquadrilla  enemiga  dho.  Aguilar  ha  llegado  hoy  con  alg.s  prisioneros 
heridos  y  los  vecinos  de  las  Conchas  q.e  se  quedaron  en  ntra.  Esquadrilla.  El 
Comandante  Bron  les  ha  regalado  una  valandrita  q.^  es  en  la  q.e  han  venido, 
cuya  donación  q.e  la  trae  de  mano  del  expresado  Comand.'e  se  la  presentara  á 
V.  E.  —  Dios  gue.  á  V.  E.  m.s  a.^  —  S."  Fern.do.  —  Marzo  19  de  1814.  —  Exmo. 
S.of — Fran.co  p2  Uzal. — Exmo.  Supremo  Director  de  las  Provincias  Unidas  del 
Río  de  la  Plata. 

P.XRTE   DEL   COM.AXDAXTE    ROMARATE  : 

En  oficio  del  11  del  que  corre,  que  acabo  de  recibir,  me  dice  el  cap.i^  de  navio 
graduado  de  la  Armada,  Don  Jacinto  de  Romarate,  comandante  de  las  fuerzas 
navales  de  Martín  García,  lo  que  sigue: 

A  las  8  de  la  noche  del  8  del  corriente,  di  fondo  en  esta  con  los  bergantines 
Belén,  Aranzazú  y  Gaivez  y  las  cinco  cañoneras,  y  á  las  cinco  de  la  tarde  del  9  fon- 
deó como  a  4  leguas  de  distancia  la  división  enemiga,  compuesta  de  dos  fragatas, 
dos  goletas,  un  bergantín,  una  balandra  y  un  falucho.  El  10  por  la  mañana  se  pu- 
sieron en  vela  con  viento  E.  S.  E.  flojito,  dirigiéndose  á  este  surjidero  por  ambos 
canales ;  esto  es,  por  el  del  Sud  las  dos  fragatas,  el  bergantín  y  una  de  las  goletas, 
y  por  el  X.  las  restantes.  A  la  una  y  media,  rompieron  un  fuego  vivísimo  los  ene- 
migos sobre  mi  línea  que  estaba  formada  E.  O.  cubriendo  el  canal  del  fondeadero : 
se  les  contestó  de  nuestra  parte  con  el  mayor  vigor  y  acierto  causándoles  algunas 
averías,  y  al  poco  tiempo  queriendo  al  parecer,  la  fragata  mayor,  que  considero  de 
más  de  30  piezas,  de  varios  calibres,  abordar  mi  buque,  varó  en  el  placer  del  O.  de 
la  isla  bajo  el  tiro  de  cañón.  En  esta  situación  continuamos  un  fuego  horroroso 
sobre  ella,  á  quien  cubrían  los  demás  sobre  bordos,  causándole  tanto  en  el  casco 
como  en  la  arboladura  una  infinidad  de  averías.  Durante  esto,  mandé  salir  al  en- 
cuentro de  los  que  venían  por  el  canal  del  X.  á  las  balandras  Americana.  Murciana. 
cañonera  Perla,  y  la  lancha  corsaria  del  navio  Salvador,  para  evitar  el  ser  doblado 
por  los  enemigos  que  venían  por  aquella  parte,  y  qué  vista  esta  determinación  regre- 
saron a  los  pocos  tiros,  incorporándose  con  los  demás  que  me  estaban  batiendo  por 
el  frente.  En  esta  situación,  siguió  un  fuego  terrible  por  ambas  partes  hasta  que  os- 
cureció, habiendo  logrado  desmantelar  la  fragata  enemiga,  dándole  muchos  balazos  a 
flor  de  agua  y  costado,  sufriendo  los  demás  varias  averías  aunque  nó  de  tanta  con- 
sideración.—  "Por  la  oscuridad  cesó  el  fuego  de  los  enemigos,  y  yo  hice  lo  mismo 
para  precaver  que  no  me  faltasen  las  municiones.  Xos  mantuvimos  así  hasta  el  ama- 
necer que  se  volvió  á  romper  el  fuego  aun  mas  vivo  que  el  día  anterior,  y  duró  has- 
ta las  nueve  menos  cuarto  de  la  mañana  en  que  flotó  la  fragata  enemiga  y  dio  el 
trinquete  para  salir  al  canal,  que  era  la  única  vela  que  le  quedaba  servible  aunque 
acribillada  de  metralla  y  balas.  —  Son  las  5  de  la  tarde  y  quedan  los  enemigos  en  el 
canal  de  fuera  de  la  isla,  queriendo  al  parecer  dirigirse  a  Buenos-Aires,  y  con  la 
fragata  grande  varada  en  el  cantil  del  placer.  Considero  que  han  tenido  mucha 
mortandad,  y  en  nuestros  buques  sólo  ha  habido  la  pérdida  de  4  hombres  muertos, 
y  7  heridos,  que  los  hé  desembarcado  en  la  isla.  Si  V.  S.  ha  echado  fuera  de  ese 
puerto,  como  creo,  a  la  Mercurio,  Paloma,  queche  Hiena,  y  Cisne,  y  se  hallan  sobre 


—  229  — 

islas  de  Hornos,  ó  Valizas,  son  perdidas  las  fuerzas  de  Buenos  Aires,  y  sino,  será 
mui  dolorosa  su  falta  en  esta  ocasión  tan  crítica.  —  Espero  que  con  la  mayor  pron- 
titud me  remita  V.  S.  pólvora  y  municiones  de  todos  calibres  para  reemplazar  las 
gastadas  en  la  acción.  —  No  hallo  espresiones  con  qué  elogiar  dignamente  la  ofi- 
cialidad y  tripulación  de  los  buques  de  mi  mando,  que  sin  embargo  de  la  excesiva 
fuerza  de  los  enemigos,  no  hubo  uno  que  no  desease  distinguirse  en  la  acción.  Tam- 
bién la  tropa  y  vecindario  de  la  isla  son  dignos  del  mayor  elogio  por  lo  mucho  que 
me  han  ayudado  con  la  fusilería  por  tierra,  y  con  2  cañones  de  a  6,  uno  de  los  bu- 
ques y  otro  que  ellos  tenían,  con  los  que  se  mantuvieron  siempre  batiendo  á  la  fra- 
gata y  demás  buques,  mui  acertadamente.  Hoi  he  desembarcado  otros  dos  cañones 
con  objeto  de  coger  entre  dos  fuegos  á  los  enemigos  si  acaso  vuelven,  cuya  direc- 
ción he  cometido  al  alférez  de  fragata  y  primer  piloto  Don  Francisco  Paloma. 

El  alférez  del  Regimiento  del  Fijo,  Don  José  de  Azcuénaga,  que  manda  las 
tropas  de  la  isla,  se  ha  conducido  en  esta  ocasión  con  la  bizarría  militar,  mas 
digna  de  elogio,  y  de  qué  á  V.  S.  consta  ha  dado  varias  pruebas  al  frente  de  esa 
Plaza". 

Trasladólo  á  V.  S.  para  su  noticia  y  satisfacción,  rogando  á  Dios  guarde  su  vida 
muchos  años.  —  Montevideo,  15  de  Marzo  de  1814.  —  Miguel  de  la  Sierra — Señor 
Capitán  General  de  estas  Provine.^ 

Gaceta  N.°  14.  —  Jueves  17  mzo. 

Parte  del  comandante  de  la  guarnición  de  Martín  García  al  general  VigodET 

Sr.  Capitán  General. 

No  pierdo  esta  ocasión  oportuna  para  dar  parte  á  V.  S.  de  la  gloriosa  defensa 
que  ha  hecho  la  división  de  la  Marina  Nacional  al  mando  del  capitán  de  navio 
Don  Jacinto  de  Romarate,  el  cual  dará  un  detalle  circunstanciado  de  todo  lo  acae- 
cido, ciñéndome  yo  a  exponer  a  V.  S.  la  ayuda  que  he  prestado  con  la  tropa  de  mi 
mando,  y  el  vecindario  de  la  isla,  en  todo  cuanto  nos  fué  posible.  Habiendo  vara- 
do la  fragata  de  los  insurgentes  inmediata  de  tierra  como  á  tiro  de  fusil  escaso, 
se  condujo  un  cañón  de  á  cuatro,  que  hai  en  este  destino,  frente  de  dicho  buque; 
y  dirigiendo  los  fuegos  mas  acertados,  conseguimos  hacerle  algún  daño :  viendo 
yo  lo  útil  que  sería  poner  otro  en  igual  disposición,  pasé  la  noche  del  diez  á  bordo 
del  berg.n  Belén,  donde  se  hallaba  el  expresado  comand.te  gral.  y  le  supliqué  me 
diese  un  cañón  de  los  de  á  bordo  con  sus  correspondientes  municiones ;  me  lo 
franqueó  al  momento  haciéndolo  poner  en  la  punta  del  muelle,  de  donde  lo  con- 
duje con  mi  tropa,  y  vecinos  hasta  el  punto  donde  se  hallaba  el  otro  formándoles 
un  parapeto  de  pipería  de  arena  para  resguardo  de  la  gente,  pues  la  metralla,  que 
cruzaba,  podía  haber  hecho  mucho  daño  si  no  se  hubiera  tomado  esta  providencia. 

El  día  once  al  'amanecer  rompieron  los  insurgentes  el  fuego  contra  mi  tropa  y 
marina,  al  que  se  les  contestó  con  los  fuegos  más  acertados  de  una  y  otra  parte; 
pero  habiendo  desalijado,  consiguieron  a  las  9  y  media  de  la  mañana  caer  á  la 
canal,  y  ponerse  eji  vela,  en  cuyo  momento  se  le  hizo  tanto  fuego  de  una  y  otra 
parte,  que  recibió  los  descalabros  más  considerables,  á  pesar  de  los  que  recibió  el 
día  antes,  que  fueron  tantos,  que  estaba  en  términos  de  no  poder  dar  vela  ninguna, 
pues  le  vi  todos  sus"  cabos  cortados.  Yo  dudo,  señor  General,  pueda  esta  fragata 
llegar  á  Buenos  Aires,  pues  no  solamente  esta,  sino  la  corbeta,  y  demás  de  que  se 
componía  la  división  enemiga,  llevan  averías  de  mucha  consideración  :  y  por  último 


—  230  — 

creo  que  han  quedado  escarmentados,  para  no  volver  á  insultar  otra  vez  las  fuerzas 
nacionales. 

Me  faltan  voces,  para  ponderar  á  V.  S.  la  actividad,  celo,  serenidad  y  valor,  con 
qué  el  alcalde  de  esta  isla  con  su  vecindario  se  han  comportado  en  el  ataque  de  los 
dos  días,  pues  todos  ellos  unánimes  con  la  tropa,  que  tengo  el  honor  de  mandar,  es- 
taban resueltos  á  ser  víctimas  en  el  campo  del  honor,  primero  que  rendirse  á  las 
fuerzas  enemigas,  habiendo  tenido  en  este  fuerte  choque  la  felicidad  de  no  tener 
mas  que  un  soldado  gravem.te  herido,  otro,  y  un  paisano  levemente.  Todo  lo  qué 
pongo  en  la  consideración  de  V.  S.  para  qué  tenga  presente  al  alcalde,  tropa,  y  ve- 
cindario, y  si  V.  S.  lo  tiene  á  bien  los  recomiende  al  Gobierno  Nacional. 

Dios  gu.e  á  V.  S.  m.s  añ.s — Martín  García,  y  Marzo  ii  de  1814.  —  Sr.  Cap."  Ge- 
neral.—  José  Benito  de  Azcuénaga.  —  Sr.  Cap.^^  General  de  estas  Prov.s 


ExTR.\CT0  DEL  PARTE  QUE  EL  CAPlTAX  DE  NAVIO  GRADUADO  DOX  JACINTO  RoM.\RATE, 
HA  DADO  AL  Sr.  CoMAND.TE  GrAL.  DE  ESTE  APOSTADERO  CON  FECHA  30  DE  MaRZO, 
DESDE  EL   ARROYO  DE   LA    ChINA,    SOBRE  LA   ACCIÓN   DEL   28  DEL    MISMO.    PUBLICADO   EN 

EL  X."  18  DE  LA  "Gacet.\"  de  IMontevideo. 

"El  día  21  del  corriente  dije  á  V.  S.  mi  situación  por  el  falucho  Seheiro  que  al 
efecto  despaché  desde  el  arroyo  del  Vizcaíno,  y  al  siguiente  me  dirigí  aguas  arriba 
hasta  la  boca  del  arroyo  de  la  China. 

"Para  conseguir  esto,  me  costó  navegar  incesantemente  á  vela  y  espía  hasta 
la  mañana  del  28  que  llegué  cerca  del  expresado  arroyo.  A  las  12  i|2  de  dicho  día, 
oí  un  cañonazo  llamándome  del  Belén,  y  en  seguida  recibí  aviso  de  que  muí  cerca 
de  nuestros  buques,  por  encima  de  las  Islas,  se  veían  cinco  velas  al  parecer  enemi- 
gas, navegando  a  vuelta  de  la  división ;  me  dirigí  á  ella,  teniendo  el  gusto  de  hallar 
todos  los  buques  acoderados  á  la  boca  del  arroyo  en  el  mejor  orden  por  las  acer- 
tadas disposiciones  del  comandante  del  Belén  Don  Ignacio  de  Beguera. 

"Luego  que  llegué,  se  rompió  el  fuego  vivísimo  de  ambas  partes  á  bala  y  metralla, 
sufriendo  los  enemigos  muchas  averías  en  dos  aparejos,  y  probablemente  muchísi- 
mas desgracias  en  sus  tripulaciones  por  la  gran  proximidad  en  que  unos  y  otros 
buques  se  batían.  Hubo  varias  veces,  en  que  solo  distaban  un  tiro  escaso  de  pistola, 
y  los  cañones  de  18  de  mi  división  jugaban  con  la  mayor  ventaja  y  velocidad.  Duró 
este  fuego  hasta  cerca  de  las  3  i|2  en  que  la  balandra  enemiga  llamada  del  Sapo 
por  un  cañonazo  de  á  18  bien  dirigido  de  este  buque,  voló,  y  desapareció  en  humo. 
Este  accidente  aterró  á  los  enemigos,  de  manera  que  se  pusieron  en  fuga,  navegando 
en  popa  rio  arriba,  largando  cada  uno  cuanta  vela  podían  en  la  triste  situación  en 
qué  se  hallaban.  He  tenido  la  satisfacción  de  haber  escarmentado  completamente  á 
los  enemigos,  que  han  tenido  la  osadía  de  atacarme  en  este  punto,  sin  duda  por  qué 
me  creían  absolutamente  sin  municiones  para  defenderme,   (i) 


d)  A  este  extracto  que  el  Dr.  Carranza  copió  de  la  Gaceta  de  Montevideo,  debemos  agregarle 
los  dos  siguientes  párrafos,  suprimidos  en  el  órgano  oficial  de  la  plaza  por  razones  obvias,  y  que 
tomamos  del  mismo  parte  incluido  por  el  vice  almirante  Pavia,  que  escribió  con  los  papeles 
del  Ministerio  de  Marina  a  la  vista,  en  sus  noticias  biográficas  de  Romarate,  y  sin  que  le  asis- 
tiera la  razón  que  aconsejaba  al  gacetero  de  los  sitiados  su  supresión  u  ocultación: 

"  Otorgues  me  ha  ofrecido  el  auxilio  de  pólvora  que  pueda,  asi  como  la  galleta  y  carne  que 
necesite  para  tomar  las  medidas  convenientes  á  la  reunión  de  estas  fuerzas  con  las  que,  conside- 
ro, habrán  salido  yá  de  esa.  " 


—  231  — 

"Son  acreedores  á  mi  mas  alta  recomendación  los  oficiales,  y  demás  individuos 
que  tripulan  estos  buques,  tanto  por  su  constancia  en  los  trabajos  y  escasez  de  ra- 
ción, como  por  la  bizarria  y  denuedo  que  han  manifestado  en  las  acciones  de  los 
días  lo,  II  y  28  del  corriente. 

"Nuestra  pérdida  en  estos  días,  ha  sido  de  cinco  muertos  y  20  heridos,  la  mayor 
parte  de  poca  consideración,  cuando  por  un  prisionero  que  tengo  á  bordo  he  sabido 
que  en  las  acciones  de  los  días  10,  y  11  perdieron  los  enemigos  mas  de  60  hombres 
muertos,  y  una  infinidad  de  heridos. 

"El  comandante  del  Avanzazú  fué  contuso  el  28  pero  no  de  consideración."   (i) 


{22)  BASES  DE  PACIFICACIÓN 

PROPUESTAS    POR   EL   GOBIERNO   DE    MONTEVIDEO 

I.*  Buenos-Ayres,  y  todos  los  Pueblos  sujetos  á  su  Gobierno,  con  las  Tropas 
de  sus  Exércitos  jurarán  la  Constitución  política  de  la  Monarquía  Española,  san- 
cionada por  las  Cortes  generales  y  extraordinarias  de  la  Nación,  y  prestarán  el  ju- 
ramento de  fidelidad  al  Rey  D.  Fernando  7°,  y  durante  su  ausencia  y  cautividad 
á  la  Regencia  del  Reyno  nombrada  por  las  mismas  Cortes. 

2.*  A  los  quince  días  de  notificado  el  tratado  de  pacificación  se  publicará  en 
Buenos-Ayres  la  Constitución,  y  se  hará  la  jura  con  toda  la  solemnidad  posible, 
y  en  todos  los  Pueblos  sujetos  á  aquel  Gobierno  lo  executarán  á  los  quince  días 
de  habérseles  intimado  nuestro  fraternal  advenimiento.  Desde  entonces  no  se 
reconocerán  otras  Autoridades  que  las  designadas  en  la  Constitución,  y  que  hayan 
sido  nombradas  por  la  Regencia  del  Reyno. 

3.*  Se  arreglará  conforme  á  los  principios  de  las  dos  bases  precedentes  quanto 
corresponde  á  los  ramos  Político,  Eclesiástico,  Militar,  Civil,  y  de  Hacienda,  para 
la  qual  deberán  venir  autorizados  plenamente  los  Diputados  del  Gobierno  de 
Buenos-i\yres,  quienes  estipularán  con  los  nombrados  por  el  Sr.  Capitán  General 
de  estas  Provincias  todo  lo  que  pueda  contribuir  á  la  prosperidad  común,  y  á  la 
seguridad  inviolable  de  todos  los  habitantes  sujetos  ahora  al  Gobierno  de  Buenos- 
Ayres.  En  inteligencia  que  si  algunos  de  los  Empleados  actuales  no  fueren  confir- 
mados en  sus  empleos,  se  les  tendrá  toda  consideración  para  emplearles  en  lo 
sucesivo,  señalándoles  entretanto  una  pensión  para  su  decente  subsistencia. 

4."  Verificada  la  unión  fraternal  de  todos  los   Pueblos  sujetos  al  Gobierno  de 

(i)  "El  Comandante  Don  Fernando  Otorgues  se  me  ha  ofrecido  para  la  conducción  de  este 
pliego  que  hé  fiado  á  su  celo  con  la  esperanza  que  dentro  de  pocos  dias  será  puesto  en  manos  de 
V.  S.  Este  gefe  está  deseando  la  llegada  de  los  comisionados  de  esa  para  la  transacción  de  las 
diferencias  de  la  Campaña  con  esa  plaza,  y  por  mi  parte  debo  decir  á  V.  S.  que  hallo  urgentísima 
su  venida  para  finalizarlas  cuanto  antes,  pues  sus  deseos  son  los  más  ventajosos  á  la  causa.  Dios 
guarde  á  V.  S.  muchos  años. — Bergantín  Belén,  en  el  arroyo  de  la  China,  a  30  de  marzo  de 
1814.  —  Jacinto   Rom.^rate.    Señor  I).   Miguel   de   la   Sierra,   com.andante   del   Apostadero." 

Y  para  corroboran  la  verdad  de  estas  infidencias  a  la  causa  de  la  libertad,  Figueroa  consigna 
en  su  diario  histórico  lo  siguiente:  "Habiendo  llegado  en  retirada  nuestra  escuadrilla  _á  Soriano, 
desembarcó  Azcuénaga  bajo  parlamento,  solicitando  de  los  artiguistas  auxilio  de  víveres.  El 
jefe  de  aquel  punto  se  excusó  de  hacerlo  ostensiblemente  por  temor  de  las  partidas  argentinas 
que  por  allí  andaban:  pero  con  reserva  les  franqueó  carne  y  verduras  en  abundancia.  Signió 
la  escuadrilla  á  Landa,  donde  desembarcaron  las  familias  y  todos  fueron  agasajados  y  abun- 
dantemente socorridos.  El  comandante  pasó  abordo  de  los  buques  y  comió  con  Romarate,  ase- 
gurándole que  obraba  de  aquella  manera  con  consentimiento  y  por  encargo  de  Otorgues,  que 
se  hallaba  entonces  ausente  de  aquel  punto."  —  Diario  Híst.  del  sitio  de  Montevideo.  —  E!  caba- 
lleresco Romarate  pensaría,  sin  duda,  que  con  miserable  de  ese  jaez  podía  perderse  la  más 
santa  de  las  causas! — J.  J.   Biedma. 


—  232  —  ^ 

Buenqs-Ayres  con  el  resto  de  la  Monarquía  baxo  las  dos  primeras  bases  quedan 
en  el  acto  sepultadas  las  divisiones  anteriores.  Por  consiguiente  nadie  será  moles- 
tado, ni  perseguido  por  las  opiniones  que  hubiere  tenido,  defendido,  ú  escrito :  y  no 
residiendo  facultades  en  ningún  otro  Magistrado,  para  garantir  esta  promesa  sino 
en  el  Sr.  Capitán  General  de  estas  Provincias,  ofrece  solemnemente  en  nombre 
del  Rey  el  Sr.  D.  Fernando  7.°,  conforme  á  las  altas,  y  extensas  facultades  que 
le  ha  conferido  la  Regencia  del  Reyno,  guardar,  cumplir,  y  hacer  guardar,  y  cum- 
plir el  tratado  que  se  estipule,  el  qual  tiene  en  esta  parte  la  misma  validación 
que  si  fuese  pactado  delante  del  Gobierno  Nacional,  cuya  autoridad  exerce  el  Sr. 
Capitán  General  exclusivamente  en  las  Provincias  del  Rio  de  la  Plata. = Montevi- 
deo 12  de  Abril  de  i8i4.^Gaspar  J^igodct.     Es  copia..^Hei'rcra. 


(2^)  Estado  de  fuerza  y  tiempo  de  servicio  de  los  buques  armados  por  el  go- 
bierno DE  LAS  Provincias  Unidas,  los  que  operaron  al  mando  del  coronel 
D.  Guillermo  Brown,  contra  las  fuerzas  navales  españolas  en  el  Río  de 
la  Plata,  el  presente  año  de  1814. 

Hércules.  —  36  cañones,  de  los  calibres  siguientes:  cuatro  de  24,  ocho  de  18, 
doce  de  12,  seis  de  9,  seis  de  6  y  además  seis  pedreros. 

Este  buque  principió  á  servir  el  4  de  enero  de  1814.  El  ajuste  de  sus  oficiales  y 
dotación  se  concluyó  el  15  de  Noviembre  del  propio  año. 

D.  Guillermo  Brown.  —  Comandante  en  jefe. 

Hitas  Smitli.  —  Sargento  Mayor,  t  11  Marzo  M."  García. 

Ricardo  Baxter.  —  Sargento  Mayor.  Destinado  á  este  buque  el  17  de  Abril  hasta 
el  2;í  de  Junio  en  que  pasó  á  mandar  la  "Mercedes"  pero  fué  empleado  en  otras  co- 
misiones del  servicio,  desde  el  1.°  de  enero  de  1814. 

Guillermo  Mac  Dougall.  —  Capitán.  —  Hasta  el  17  de  abril  de  1814  en  que  fué 
promovido  al  mando  de  la  Julieta,  con  grado  y  sueldo  de  sargento  mayor  desde  el 
13  junio. 

Roberto  Gibson.  —  Teniente  i.°  Hasta  el  11  de  marzo  de  1814  y  después  capitán. 

Juan  Cave.  —  Teniente  i.".  —  Desde  el  21  de  junio  1814,  hasta  fines  del  mismo 
mes  en  que  pasó  á  mandar  la  Cazadora. 

Roberto  Stacy.  —  Teniente  2.°  —  +   11  Marzo  M."  García. 

Carlos  Robertson.  —  Teniente  2.°  —  Hasta  el  11  de  Marzo  de  1814  y  después 
I.'''  teniente. 

Enrique   Taiman.  —  Teniente  2.°  —  Desde   11   Marzo   1814. 

Bernardo  Campbell.  —  Cirujano. 

Juan  Douglas.  —  Comisario. 

Dr.  Juan  Andrés  Mancco  Capac  de  Tupac  Amaru.  Dr.  Martín  José  Martines. — 
Capellanes  de  marina  de  toda  la  escuadra  desde  el  i."  Marzo  1814. 

Jaime  Marti  de  Jaumc.  (Del  Reg.to  N.°  2).  Capitán  de  tropa  embarcada.  \  el  11 
de  Mareo  M.»  García. 

Santiago  Kearney.  —  Teniente  i."  id.  y  de  tropa  de  marina  en  servicio  desde  el 
3  de  febrero.  Fué  trasladado  desde  la  Julieta,  el  11  de  Marzo  1814. 


—  233  - 

Oficiales  con  despacho  y  sub-oficiales.  — 

I  maestro  de  navegación. 

I  piloto  ó  práctico. 

I  contramaestre. 

I  carpintero. 

I  condestable. 

I  armero. 

I  tonelero. 

1  maestro  velero 

2  guardianes. 

3  pilotines. 

I  2°  carpintero. 
I  2."  condestable. 
I  patrón  de  bote. 
I  maestro  de  armas. 

4  timoneles.  . 
6  de  dotación  de  condestables. 

I  escribiente  del  capitán. 
I  despensero. 

1  ayudante  del  contramaestre. 

2  guardas  de  Santa  Bárbara. 

5  maestros  gavieros  y  de  proa. 

2  cabos  de  limpieza  y  palo  de  mesana. 
I  despensero  del  capitán. 

1  id.  del  comisario. 

2  cocineros.    * 

64  marineros  de  i."  clase. 

42  „  „    2."      „ 

42  paisanos  y  muchachos. 

87  soldados  de  marina  incluyendo  en  este  número  2  sargentos  y  5  cabos. 

Nota. —  De  esta  tripulación  y  de  otras  de  los  siguientes  buques,  por  ser  los  mejor 
tripulados,  se  dieron  hombres  á  otros,  según  los  necesitaban,  pero  fueron  ajustados 
bajo  su  primera  denominación. 

II.  —  Céfiro  (Corbeta).  —  18  cañ.s  de  los  calibres  siguientes:  seis  de  á  12,  seis  de 
9  y  seis  de  á  6. 

Este  buque  principió  a  servir  el  i."  de  enero  de  1814,  al  mando  del  sargento  mayor 
Elias  Smith  (después  de  la  Hércules)  y  del  de  igual  grado  Oliverio  Russell,  quien 
pasó  á  la  Belfast,  el  21  de  febrero  1814.  Su  oficialidad  y  dotación,  fué  ajustada 
por  el  15  de  noviembre  1814. 

Santiago  King.  —  Sargento  Mayor  y  Comandante,  desde  el  21  de  febrero  hasta 
el  17  de  mayo  de  1814,  en  que  pasó  á  mandar  el  Neptuno. 

Roberto  Jones.  —  Capitán,  hasta  el  17  de  mayo  1814  y  después  comandante. 

Gttillermo  Shapley.  —  Teniente  i."  hasta  el  31  de  mayo  1814  en  que  pasó  al 
Neptuno. 

Santiago  Smith-  —  Teniente  2.° 

Tomás  O.rley.  —  Comisario. 


—  234  — 

Francisco  Solano  Arias.  —  Teniente  l.°  de  tropa  de  marina. 

José  María  Mora.  —  Sargento  de  id.,  quien  pasó  como  2°  teniente  desde  el  ber- 
gantín Xancy. 

Oficiales  de  mar  y  siih-oficiales — 

I  maestro  de  navegación. 

I  práctico. 

I  contramaestre. 

I  carpintero. 

1  condestable. 

I  armero. 

I  tonelero. 

I  maestro  velero. 

1  guardián. 

2  pilotines. 

I  2°  carpintero.  • 

I  2°  condestable. 
I  patrón  de  bote. 

1  m.aestro  de  armas. 

2  timoneles. 

4  dotación  de  condestable. 
I  despensero. 

1  ayudante   de   contramaestre. 

1  guarda  de  Santa  Bárbara. 

5  maestros  gavieros  y  de  proa. 

2  cabos  de  limpieza  y  de  palo  de  mesana. 
I  despensero  del   capitán. 

1  id  del   comisario. 

2  Cocineros. 

25  marineros  de  1.°  clase. 

20  id  de  2."      id 

20  paisanos. 

42  soldados  de  marina  incluyendo  2  sarg.os  y   i  cabo 

III.  —  Belf.\st. — 22  cañones,  de  los  calibres  siguientes: 

Diez  y  ocho  de  12,  dos  de  9  y  dos  de  6. 

Esta  corbeta,  principió  á  servir  el  21  de  febrero  1814  y  el  ajuste  de  sus  oficiales 
y  dotación,  se  concluyó  por  el  15  de  nov.bre  de  id. 

Oliverio  Russell.  —  Sargento  mayor  y  comandante  (segundo  en  el  mando  de 
la  escuadra)  después  del  11  de  marzo  de  1814.  Datando  su  sueldo  desde-  el  i."  de 
enero. 

Juan  Bro-íVn.  —  Capitán.  Sirvió  un  mes.  mandando  el  Sn.  Antonio. 

Guillermo  Brasd.  —  Teniente   1.°. 

Santiago   Wilder.  —  Ten.e  2.". 

Guillermo  Peat. —         id         Teniente  desde  el  28  de  Junio  1814. 

Rodney  Man.  —  Comisario. 

Luis  Perichón.  —  Teniente   de   Infantería   de   Marina. 

Francisco  Ramiro. — Cirujano  desde  el  18  de  abril  181 4. 


•—  235 


Oficiales  de  mar  y  niaesiranza. — 


I  maestro  (velero)  de  navegación. 

I   Práctico  o  piloto. 

I  contramaestre. 

I  carpintero. 

I  condestable. 

I  armero. 

I   tonelero. 

1  velero    (maestro). 

2  guardianes  o  2.<l'^s  contramaestres. 

3  pilotines. 

I   2."  carpintero. 
I  2°  condestable. 
I  patrón  de  bote. 
I   maestro   de   armas. 

4  timoneles. 

6  dotación  de  condestable. 
I  escribiente. 
I  despensero. 

1  ayudante  de  contramaestre. 

2  guardas  de  Santa  Bárbara. 

5  maestros  gavieros  y  de  proa. 

2  jefes  de  sonda  á  proa  y  popa  (cabos  de  limpieza  y  de  palo  de  mesana). 
I  despensero  del  comandante. 

1  id  del  comisario. 

2  cocineros. 

35  marineros   de    i."   clase. 
25  id  „  2.* 

25  paisanos  >  grumetes. 

38  soldados   infantería   de   marina,   inclusos   3   sargentos. 
Nota.  —  Esta   tropa   fué   embarcada   el   31    de   marzo   y   desembarcada   el   30   de 
junio  1814. 

IV.  —  Agradable-  —  22  cañones  de  los  calibres  siguientes:  veinte  de  á  12  y  dos 
de  á  9. 

Esta  corbeta,  principió  á  servir  en  ó  antes  del  15  de  marzo  1814.  El  ajuste  de 
sus  oficiales  y  dotación,  se  concluyó  por  el  15  de  noviembre  del  propio  año. 

Antonio  Lamarca —  Sargento  mayor-comandante.  Tuvo  á  su  cargo  la  goleta 
Fortuna,  habiendo  sido  empleado  en  otras  comisiones  relacionadas  con  el  servi- 
cio, desde  el  i.°  de  enero  1814. 

Jorge  B.  Arnold.  —  Capitán.  Empleado  igualmente  desde  el  i."  de  enero  1814 
en   reclutar  gente  para  la  escuadra. 

Juan  Fylestone  Fracker. — Capitán. 

Eduardo   Denny. — Teniente   i.°. 

Juan  Reaumer.  —  „  2°. 

Juan  Lad-  —  Comisario. 

Carlos  Fits  Gerald. — Aspirante   (ó  guardia  marina). 

Rosendo   Rivero. — Teniente   de  la  tropa   embarcada. 


—   23(5  - 
Oficiales  de  mar  y  maesiransa. — 

I  maestro  (velero)  de  navegación. 

I  piloto. 

I  contramaestre. 

I  carpintero. 

I  condestable. 

I  armero. 

I  tonelero. 

1  maestro  velero. 

2  guardianes  o  2.dos  contramaestres. 
2  pilotines. 

I  2."  carpintero. 
I  2."  condestable. 
I  patrón  de  bote. 

1  maestro  de  armas. 

2  timoneles. 

4  dotación  de  condestable. 
I  despensero. 

1  ayudante  de  contramaestre. 

2  guardas  de  Santa  Bárbara. 

5  maestros  gavieros  y  de  proa. 

2  jefes  de  sonda  de  proa  y  popa  (cabos  de  limpieza  y  de  palo  mesana). 
I  despensero  del  comandante 

1  id         del   mayordomo. 

2  cocineros. 

30  marineros  de  i."  clase. 

23  id  „    2."      „ 

22  paisanos  y  grumetes. 

.36  soldados  infantería   de  marina,   incluso   i    sargento  y  5   cabos. 

Nota. — Estos  últimos  (tropa)  fueron  embarcados  el  30  de  abril  y  desembarca- 
dos el  30  de  junio  1814. 

V.  —  Halcón.  —  22  cañones,  de  los  "calibres  siguientes: 

Seis  de  á  18  y  diec  y  seis  de  á  12. 

Esta  Corbeta  principió  á  servir  el  9  de  mayo  de  1814.  El  ajuste  de  sus  oficiales 
y  dotación  se  concluyó  por  el   15  de  noviembre   del  mismo  año. 

Juan  D.  Handel.  —  Sargento  Mayor  y  Comandante,  pero  recibía  sueldo  desde 
el  1.°  de  enero  1814,  como  empleado  en  Comisiones  del  servicio  y  como  teniendo 
el  mando  del  San  Luis  y  del  San  Antonio. 

Jaime  Nichols.  —  Capitán. 

Miguel  Sniith.  —  Teniente  i.°  y  también  Comandante  de  la  Infantería  de  Mar, 
con   sueldo  desde  el    15   de   Marzo   1814,   como   sirviendo   en  el    Trinidad. 

Alejandro  Post.  —  Teniente  2." 

Pedro  Moni.  —  id         id 

Martín   Connor.  —  Comisario. 

Tomás  Hughes.  —  Aventurero  (ó  G.  Marina).  —  Principió  á  servir  en  la  Tri- 
nidad, el  15  de  Marzo  1814. 


237  — 


Oficiales  de  mar  y  maestranza. — 


I  maestro    de    navegación. 

I  piloto. 

1   contramaestre. 

I  carpintero. 

I  condestable. 

I  armero. 

I  maestro  velero. 

I  guardián  ó  2."  contramaestre. 

I  pilotín. 

I  2."  carpintero. 

I  2°  condestable. 

1  patrón  de  bote. 

2  timoneles. 

4  dotación  de  condestable. 

5  maestros  gavieros  y  de  proa. 

2  cabos  de  limpieza  y  palo  de  mesana. 

18  marineros   de  i."  clase. 

30  id         de   2." 

13  paisanos  y  grumetes. 

55  soldados  de  Marina,  inclusos  2  sargentos  y  3  cabos. 

Mota.  —  Estos  soldados  fueron  embarcados  el  3  de  junio  y  desembarcados  el 
31  de  julio  1814. 

VI.  —  Xeptuno.  —  24  cañones,   de   los   calibres   siguientes  : 

Cuatro  de  á  24,  cuatro  de  18,  diez  y  seis  de  a  12  (y  diez  pedreros). 

Esta  Corbeta  principió  á  servir  el  28  de  mayo  de  1814.  El  ajuste  de  sus  oficiales 
y  tripulación  se  concluyó  por  el  15  de  noviembre  de  1814. 

Santiago  King.  —  Sargento  Mayor.  —  Comandante,  quien  se  hizo  cargo  de  ella 
desde  el  17  de  mayo  1814. 

Guillermo  Shapley. — Tent.  i.".  —  Pasó  del  Céfiro  el  31  de  mayo  1814. 

A.  L.  Carach. — Tent.  2."  —  Desempeñando  á  la  vez  el  empleo  de  Maestro  de 
Naveg." 

Florencio  M.  C.  Cartliy.  —  Comisario. 

Pastor  Albarracin.  —  Subt.'e  de  la  tropa  embarcada. 

Oficiales  de  mar  y  maestranza. — 

I  maestro  de  navegación  (Subt.te  Carach). 

I  piloto. 

I  contramaestre. 

I  carpintero. 

I  condestable. 

I  armero. 

I  tonelero. 

1  maestro  velero. 

2  guardianes   ó  2.<Jos  contramaestres. 


--   238  — 

2  pilotines. 
I  2°  carpintero. 
I  2.°  condestable. 
I  patrón   de  bote. 

1  maestro  de  armas. 

2  timoneles. 

4  dotación   de   condestable. 
I  despensero. 

1  ayudante   del   contram.trf 

2  guardas  de   Santa  Bárbara. 

5  maestros  gavieros  de  proa. 

2  cabos  de  limpieza  y  palo  de  mesana. 
I  despensero   del   Comandante. 

1  id  id    Comisario. 

2  cocineros. 

25  marineros  de  i.''  clase. 

20  id  de  2.* 

20  paisanos  y  grumetes. 

14  soldados  de  Marina,  incluyendo  i  sarg.to  y  2  cabos. 

Nota.  —  Esta  tropa  fué  embarcada  el  12  de  junio  y  desembarcada  el  31  de 
julio   1814. 

VIL  —  Nancy.  — 15   cañones,   de  los   calibres    siguientes 

Doce  de  á  12  y  tres  de  á  6. 

Este  bergantín  principió  á  servir  «1  6  de  enero  de  1814  y  continuó  hasta  el  24 
ó  25  de  junio  del  propio  año,  en  que  fué  destinado  para  conducir  á  Europa  al 
general  Vigodet  y  su  séquito. 

Su  Comandante,  oficiales  y  tripulación,  fueron  transbordados  á  la  corbeta  Mer- 
curio, donde  continuaron  su  servicio,  siendo  ajustados  por  el  15  de  noviembre  de 
1814,  pero  siguieron  revistando  en  la  lista  del  A'a;!f;y. 

Ricardo  Leech,   Sargento   Mayor.  —  Comandante. 

Tomás  Santiago  Harding.  —  Capitán. 

Enrique  James.  —  Ten.t^  i."    (sirvió  también  en  el  Hercules) . 

Carlos  Mac  Kay.  —  Ten.te  2.°  (sirvió  también  en  el  Xcptuno  y  como  Comand.te 
del  Mal-acabado) . 

Timoteo  Hilliard.  —  Ten.te  2°  (Al  principio  hizo  las  veces  de  carpintero). 

Josias  Payne — Ten.te  2."    (Antes,  hacía  de  Maestro  de  Xaveg."). 

Juan  Hill,  Luis  Hefferman.  —  Comisarios  por  su  orden. 

Francisco  Lynch,  Pastor  Albarracín.  —  Tenientes  de  la  tropa  embarcada. 

Maestranza.  — 

I  maestro  de  navegación. 

I  práctico. 

I   contramaestre. 

I   carpintero. 

I  condestable. 

I  armero. 


.    —  239  — 

I  maestro  de  velas. 

I  guardián. 

I  pilotín. 

I  2.°  carpintero. 

I  2."  condestable. 

1  patrón  de  lancha. 

2  timoneles. 

4  dotación  de  condestable. 

5  maestros  gavieros  y  de  proa. 

2  cabos  de  limpieza  y  palo  de  mesana 
i8  marineros  de   i."  clase. 
14  id  ,„  2.* 

14  paisanos  y  muchachos 
42  soldados  de  marir.a,  inclusos  2  sargentos  y  2  cabos. 

VIII.  —  Julieta.  —  17  cañones,  de  los  calibres  siguientes: 

Uno  de  á  24,  dos  de  á  18,  seis  de  á  12  y  ocho  de  á  6. 

Esta  goleta  principió  á  servir  el  3  de  febrero  de  1814.  Su  tripulación  y  oficiales 
fueron  ajustados  por  el  15  de  noviembre  del  propio  año. 

Benjamín  Franklin  Seaver.  —  Teniente  Coronel  y  Segundo  en  el  mando  de  las 
Fuerzas  Navales.  Desempeñó  varias  comisiones  concernientes  al  servicio,  desde 
el  20  de  diciembre  de  1813.  —  Fué  muerto- el  11  de  marzo  de  1814  al  frente  de 
Martín    Garcia. 

Ricardo  Baxter.  —  Sargento  Mayor.  —  Capitán  del  buque.  Principió  á  servir  en 
otras  comisiones  el  i.°  de  enero  de  1814  y  continuó  en  el  mando  después  de  la 
muerte  de  Seaver,  hasta  el  16  de  abril  en  que  fué  reemplazado  por  el  Capitán 
Mac  Dougal,  del  Hercules. 

Jacobo  Landguist.  —  Teniente  i." 

Tomás  Danton — Ten.ie  2.°   (antes  como   Maestro  de  Naveg.n). 

Miguel  del  Cerro.  —  Teniente  de  la  infantería  embarcada,  reemplazante  de  San- 
tiago Kearney,  que  pasó  al  Hércules  el  11  de  marzo. 

Maestranza — 

I  maestro  de  navegación. 

I  práctico. 

I  contramaestre. 

I   carpintero. 

I  condestable. 

I  armero. 

I  maestro  velero. 

I  guardián. 

I  pilotín. 

I  2.°  carpintero. 

1  2.°  condestable. 
I   patrón. 

2  timoneles. 

4  dotación   de   condestables. 

5  maestros  gavieros  y  de  proa. 


—  240  —     • 

2  cabos  de  limpieza  y  palo  de  mesana. 

21  marineros  de  i."  cías 

15  id  „    2." 

15  paisanos  y  muchachos. 

23  soldados  de  marina,  inclusos  i  sarg.to  y  i  cabo. 

IX.  —  Santísima    Trinidad.  —  14   cañones,    de   los   calibres   siguientes: 

Dos  de  á  24,  ocJw  de  á  6  y  cuatro  de  á  4. 

Esta  sumaca  entró  al  servicio  el  15  de  marzo  de  1814.  Se  pagó  su  dotación  y 
oficiales  el   15   de  noviembre   del  mismo  año. 

Tomás  Notter.  —  Capitán-comandante.  Muerto  en  la  acción  del  arroyo  de  la 
China  (E.  R.)   el  24  de  marzo  1814. 

Miguel  Smith.  —  Ten.t^  1.".   Este  oficial,  pasó   en  8  de  mayo  al  Halcón. 

Ángel  Hubac.  —  Teniente  2°   (voluntario)   sucedió  á  Xotter  en  el  mando. 

Bartolomé  Cerrefti.  —  Ten. te  2.°  (fué  antes,  carpintero  y  maestro  de  naveg.^^) 

Nicolás  Jorge.  —  Teniente  2.°. 

Maestranza.  — 

•  I  maestro  de  navegación. 

I  práctico. 

I  contramaestre. 

I  carpintero. 

I  condestable. 

I  armero. 

I  tonelero. 

I  maestro  velero. 

1  guardián. 

2  pilotines. 

I  2.°  carpintero. 
I  2."  condestable. 
I  patrón  de  bote. 

1  maestro  de   armas. 

2  timoneles. 

4  dotación  de  cond&stable 
I  despensero. 

I  ayudante  del  contramaestre. 

1  guarda  de  Santa  Bárbara. 

5  maestros  gavieros  y  de  proa. 

2  cabos  de  limpieza  y  palo  de  mesana. 
I  despensero  del  comandante. 

I  id  „     comisario. 

I  cocinero. 

2S  marineros  de  i."  clase. 

20         id  ,,    2.". 

20  paisanos  y  muchachos. 

31  soldados  de  infantería,  inclusos  2  cabos. 

Ñuta — Estos  fueron  embarcados  el  18  de  marzo,  estuvieron  en  tierra  29  dias 
en  abril  y  desembarcaron  el  30  de  junio  1814. 


—  241  — 

X. — Itatí.  —  10  cañones  de  los  calibres  siguientes: 

Dos  de  á  i8  y  ocho  de  á  6. 

Esta  sumaca,  entró  al  servicio  el  i.°  de  abril  1814.  Su  tripulación  y  oficiales, 
fueron  cancelados  p.r  el  15  nov-bi^e  de  id. 

Miguel  Fcrrcre.  —  Capitán-comandante.  Fué  empleado  en  varias  otras  comisio- 
nes del  servicio,  desde  el  15  de  marzo  de   1814   (en  la  Agradable). 

Manuel  Montcverdc.  —  Teniente  1.". 

Lázaro  Roncayo. —  „        2.°.    (El  4  de  enero  de   1814  fué  embarcado   en 

la  Hércules,   como  marinero,   ganando  30  $  mensuales). 

Maestranza.  — 

I  maestro  de  navegación. 

I  práctico. 

I  contramaestre. 

I  carpintero. 

I  condestable. 

I  armero. 

I  maestro   velero. 

I  guardián. 

I  pilotín. 

I  2."  carpintero. 

1  2.°  condestable. 

1  patrón. 

2  timoneles. 

4  dotación  de  condestables. 

5  maestros  gavieros. 
2  cabos   de  mar. 

16  marineros  de  i.*  clase. 

13        id  „    2.". 

13  paisanos  y  muchachos. 

25  soldados  de  marina,  inclusos  2  cabos. 

Nota. — Esta  tropa  se  embarcó  el  i.°  de  mayo  y  desembarcó  el  30  de  junio  1814. 

XI.  —  Santa  Cruz.  —  10  cañones,  de  los  calibres  siguientes: 

Dos  de  á  18  y  ocho  de  á  6. 

Esta  goleta,  ingresó  en  el  servicio,  el  i."  de  abril  1814.  Su  tripulación  y  oficiales 
fueron  abonados  por  el  15  de  noviembre  1814. 

Jorge  Hallburton.  —  Capitán-comandante. 

Esteban  Barret.  —  Ten.te  2.°  el  que  estaba  en  la  cañonera  América  como  pa- 
trón, desde  el  15  de  febrero   1814. 

Santiago  Hernández. — Ten.te  2.°.  Desempeñó  diversas  comisiones,  desde  el  8 
de  enero   1814. 

Oficiales  de  mar. — 
I  práctico. 
I  contramaestre. 
I  carpintero. 
I  condestable 
Tomo  II  16 


—  242  — 

I  2.°  contramaestre  (guardián). 
I  2°  condestable. 

1  patrón  de  bote. 

2  timoneles. 

'  ■■  2  3.0S  condestables. 

2  cabos  de  mar. 
12  marineros  de  i."  clase. 
10        id  „    2.". 

10  paisanos  y  grumetes. 
22  soldados  de  infantería  de  marina,  incluso  I  sar.to  y  i   cabo. 

Nota.  —  Esta  tropa  fué  embarcada  el  i."  de  mayo  y  desembarcada  el  30  de  ju- 
nio 1814. 

XII.  —  S.^x  Antonio.  —  10  cañones,  de  los  calibres  siguientes: 
Dos  de  á  18  y  ocho  de  á  6. 

Esta  polacra  principió  á  servir  el  i.°  de  abril  1814.  Sus  oficiales  y  tripulación, 
fueron  ajustados  hacia  el  15   de  noviembre  del  mismo  año. 

Com.te   Juan  D.   Handel.  —  Sargento  mayor,   hasta   9  de  mayo    1814. 

Juan  Constant.  —  Teniente  2°.  Empleado  en  el  San  Martin,  desde  el  i.°  de 
marzo  y  comandante  desde  el  9  de  mayo  al  i.°  de  julio  1814  y  después  subteniente. 

Juan  BrozL'n.  —  Capitán  desde  el  i.°  al  31   de  julio   1814. 

Hugo  Campbell.  —  Teniente.  Recibió  comisión  para  el  Trinidad  el  16  de  marzo 
1814. 

Oficiales  de  mar  y  maestranza. — 
I  piloto. 
I  práctico. 
I  contramaestre. 
I  condestable. 
I  armero. 

I  2.°  contramaestre 
I  despensero. 
10  marineros  de  i."  clase. 

9        id  „    2.^ 

9  paisanos  y  grumetes. 

Nota.  —  Los  soldados  de  su  arma,  para  este  y  otros  barcos  pequeños,  se  con- 
sideran  como   pertenecientes   á  los   mayores,   adonde    se   remitian   sus   víveres. 

XIII.  —  Fortuna.  —  15  cañones  de  los  calibres  siguientes: 
Ocho  de  á  6  y  siete  de  á  4. 

Esta  goleta  entró  al  servicio  el  15  de  enero  de  181 4,  al  cargo  del  sargento  ma- 
yor Antonio  Lámar ca,  quien  fué  reemplazado  por  el  teniente  2.°  Pablo  Zufriate- 
gui  en  15  de  febrero,  el  que  á  su  vez  la  entregó  en  26  de  abril,  al  teniente  2.°  Mi- 
guel Theodoro,  que  continuó  en  ella,  como  trasporte  armado  y  buque  proveedor, 
hasta  que  tuvo  lugar  la  disolución  de  la  escuadra. 

En  este  servicio,  navegó  con  11  marineros  además  del  contramaestre  y  i  2.°  id. 
El  resto  de  su  tripulación  y  oficiales,  fué  transbordada  á  otros  barcos  de  la  escua- 
dra, en  cuyas  listas  respectivas  se  incluyeron. 


—  243  — 

En  el  servicio  que  desempeñó   como  buque   de  guerra,  el  ajuste   de  su  tripula- 
ción y  oficiales,  tuvo  lugar  hacia  el   15   de  noviembre  de  1814 
Juan  Nelson.  —  Ten.te  2.".   (Haciendo  antes  las  veces  de  piloto) 

Oficiales  de  mar  y  maestranza. — 

I  contramaestre. 

I  2°  id. 

I  condestable. 

1  2°  id. 

2  cabos  de  mar. 
2  gavieros. 

15  marineros  de  i.*  clase 

II         id  „    2.'. 

II  paisanos  y  grumetes. 

XIV.  —  Dolores. —  12  cañones,  de  los  calibres  siguientes:  De  á  6. 

Esta  goleta,  principió  á  servir  el  8  de  abril  1814.  Fué  ajustada,  como  los  de- 
más buques,  el  15  de  nov.^r^  1814. 

Comand.te   Pedro  Daufant.  —  Ten.te  2.°. 
Juan  Hubua,  piloto,  haciendo  de  2°  teniente 

Oficiales  de  mar  y  maestranza.  — 
I  2."  contramaestre. 

1  2."  condestable. 

2  cabos   de  mar. 

1  patrón  de  bote. 

7  marineros  de  i."  clase 
4        id  „    2.^ 

4  paisanos  y  grumetes 

XV.  —  Esperanza. — 4  cañones  del  calibre  de  á  4. 

Esta  goleta,  principió  á  servir  el  11  de  marzo  de  1814  y  continuó  hasta  su  pér- 
dida en  el  Buceo  el  2  de  junio  1814.  Su  tripulación  y  oficiales  fueron  transborda- 
dos á  otros  barcos  y  su  pago  finiquitado  por  el  15  de  noviembre  1814,  con  arre- 
glo á  esta  lista. 

Comandante  Guillermo  Clay,  ten.te  2°. 

Ricardo  Brooks.  —  Piloto  haciendo  las  veces  de  teniente 

Maestranza.  — 
4  marineros  de  i.'  clase. 

2  id  „    2.*. 

2  paisanos  y  grumetes. 

XVI.  —  Carmen.  —  5  cañones  de  los  calibres  siguientes: 
Uno  de  á  12  y  cuatro  de  á  6. 

Esta  balandra  principió  á  servir  en  i.°  de  enero  1814,  y  continuó,  hasta  que 
ocurrió   su   voladura   en    la   acción   del   Arroyo   de   la   China    (E.   Ríos)    el   24   de 


—  244  — 

marzo  de  dicho  año  y  los  25  hombres  que  se  salvaron  de  su  tripulación  pasaron 
á  servir  en  los  otros  buques   de  la  escuadra. 
Comandante  Samuel  Espiro.  —  Ten.te  2."  t  el  24  marzo  1814 

Maestranza-  — 

I  contramaestre   (Demetrio  Martínez). 

I  práctico. 

I  2°  contramaestre 

1  2."  condestable. 

2  cabos  de  mar. 
I  patrón  de  bote 

10  marineros  de  i."  clase 
9        id  „    2.'. 

9  paisanos  y  grumetes. 

XVII.  —  Americana.  —  i  cañón  calibre  de  á  18. 

Esta  cañonera  principió  á  servir  el  i."  de  marzo  de  1814.  Su  tripulación  y  ofi- 
ciales, fueron  despedidos  en   15  de  noviembre  del  propio  año. 

Comandante  Francisco  Seguí.  —  Teniente  2."  hasta  el  25  de  junio,  en  que  pasó 
á  mandar  el  falucho  Fama,  la  Tortuga  y  otros  buques,  pero  continuó  revistando 
en  la  presente  lista. 

Maestranza.  — 
I  práctico. 
I  contramaestre. 
I  proel. 

I  cabo  de  cañón. 
I  patrón. 

8  marineros  de  i.' clase. 
6        id  ,,    2.*. 

6  paisanos  y  grumetes. 

XVIII. — Sax  Lt'is.  —  3  cañones  de  los  calibres  siguientes: 

Uno  de  á  12  y  dos  de  á  4.  ^ 

Este  falucho,  principió  á  servir,  el  8  de  enero  1814. 

Comandante  Juan  D.  Handel.  —  Sargento  mayor.  Hasta  el  31  de  marzo,  en 
que  pasó  á  ser  mandado  por  su  2.°,  teniente  Clark,  el  cual  fué  muerto  en  este 
barco,  tomado  por  el  enemigo  el  15  de  mayo  de  1814.  Su  tripulación  fué  empleada 
y  pagada  después  de  su  represa  á  la  caída  de  Montevideo. 

Oficiales  de  mar. — 

I  contramaestre. 

I  2°  id. 

I  2."  condestable 

I  2."  del  práctico. 

I  patrón 

8  marineros  de  i.". 

6        id  „    2.^ 

6  paisanos  y  grumetes 


—  245  — 

XIX.  —  San  Martin.  —  3  cañones  de  los  calibres  siguientes: 
Uno  de  á  8  y  dos  de  á  i. 

Este  falucho,  entró  al  servicio  el  8  de  enero  1814,  bajo  el  mando  del  teniente 
2."  Santiago  Hernández  hasta  el  15  de  abril  1814,  que  fué  relevado  por  el  teniente 
2.°  Nicolás  Picón,  quien  continuó  hasta  el  25  de  junio  en  que  pasó  á  mandar  el 
Fama,  pero  siguió  revistando  en  la  presente  lista. 

Juan  Constante.  —  Teniente  2°  embarcado  para  el  Belfast  el  i.°  de  marzo,  des- 
empeñando las  veces  de  teniente  en  este  barco  hasta  el  9  de  mayo  de  1814, 
en  que  pasó  á  mandar  el  San  Antonio. 

Oficiales  de  mar. — 

I  contramaestre. 

I  2.°  id. 

1  2.°  condestable. 

I  2.°  de  práctico. 

I  patrón. 

8  marineros  de  i."  clase. 

6        id  ,,    2.". 

6  paisanos  y  grumetes. 

XX.  —  San  Miguel.  —  i  cañón  de  a  6. 

Esta  lancha,  principió  á  servir,  hacia  el  20  de  diciembre  de  1813,  al  mando  del 
teniente  2.°  Miguel  Theodoro,  hasta  el  26  de  abril  1814,  en  que  fué  desarmada,  y 
tanto  este  oficial  como  su  tripulación,  pasífton  á  bordo  de  la  goleta  Fortuna,  y 
otros  barcos  de  la  escuadra. 

Oficiales  de  mar. — 

I  patrón. 

1  cabo  cañonero. 

4  marineros  de  i."  clase. 

2  id  „    2.". 

2  paisanos  y  grumetes. 

Observación.  —  Todos  los  oficiales  y  tripulaciones  principiaron  á  servir  en  sus 
buques  respectivos  y  concluyeron  el  31  de  octubre  de  1814,  en  los  casos  no  expre- 
sados de  otra  manera.  La  infanteria  de  marina,  fué  embarcada  igualmente  el  26 
de  febrero  y  puesta  en  tierra  el  30  de  junio  del  año  precitado. 


recapitulación 

Los  buques  precedentes,  en  número  de  veinte  y  montando  264  cañones  y  16  pe- 
dreros, constituían  la  fuerza  armada  para  operar  contra  las  navales  de  los  espa- 
ñoles en  el  Rio  de  la  Plata  y  para  bloquear  á  Montevideo  los  cuales  con  la  es- 
cepción  de  imo  que  voló,  uno  que  fué  convertido  en  transporte  y  buque  de  víveres, 
uno  tomado  por  el  enemigo  y  otro  perdido  en  el  Buceo — continuaron  al  servicio 
del  Gobierno  de  las  Provincias  Unidas  del  Rio  de  la  Plata,  hasta  que  se  hubo  lle- 
nado el  objeto  del  armamento,  con  la  destrucción  completa  de  la  escuadra  enemiga 
y  subsiguiente  rendición  de  Montevideo,  á  discreción  como  se  ha  llamado. 


—  246-  — 

Además,  los  mencionados  buques  fueron  ocupados  en  trasportar  desde  Monte- 
video á  esta  capital,  los  inmensos  repuestos  de  municiones  navales  y  militares,  amén 
de  otros  artículos  de  presa  alli  tomados. 

Buques  capturados  dentro  y  fuera  de  Montevideo : 

Corbetas. — Mercurio,  Mercedes  y  Cazadora. 

Bergantín.  —  2¿  de  Mayo. 

Goleta.  —  Invencible. 

Sumaca.  — Mariana- 

Lugre.  —  San  Carlos. 

Faluchos.  —  San  Luis  y  Fama. 

Además,  los  siguientes  que  componían  parte  de  la  escuadra  de  Romarate,  tomada 
en  el  Arroyo  de  la  China,  después  de  la  rendición  de  Montevideo. 

Bergantines.  —  Belén  y  Aranzazú. 
Sumacas.  —  Calvez  y  Malacabado. 
Balandras.  —  Tortuga  y  Americana. 

Provista  y  equipada  con  i6  oficiales  de  graduación,  incluidos  en  los  detalles  pre- 
cedentes. Oficiales  subalternos,  de  maestranza  y  marineros  de  i.*  y  2.*  clase  en  nú- 
mero de  180,  también  incluidos  en  los  citados  detalles,  además  de  98  marineros,  in- 
clusos 8  oficiales  de  mar  subalternos  embarcados  para  este  servicio  especial  despiíés 
de  la  caída  de  ^lontevideo  y  ajustados  entre  el  15  de  septiembre  y  31  de  diciembre 
de  1814. 

A  esos  buques,  añádase  el  cúter  Correo  ó  Remedios,  construido  para  el  servi- 
cio, tripulado  con  un  patrón  y  4  hombres — ajustado  por  el  15  de  sep.'"'*  1814.  La 
cañonera  Murciana  y  polacra  Ramona,  cuyos  oficiales  y  dotaciones  se  incluyen 
en  los  números  anteriores,  como  habiendo  sido  destinados  con  otros  de  los  bar- 
cos ya  nombrados  (inclusas  también  la  sumaca  Trinidad  y  goleta  Julieta)  para 
capturar  y  convoyar  la  escuadrilla  de  Romarate  en  y  desde  el  Arroyo  de  la  China, 
á  la  expulsión  del  pirata  francés  Louis  de  las  aguas  del  Paraná,  y  ocupación  del 
establecimiento  español  en  el  Rio  Negro  de  Patagones.  Agregando  á  todo  lo  an- 
terior, la  cañonera  Luisa,  dos  lanchas  con  un  cañón  cada  una  y  la  pequeña  ba- 
landra tomada  á  Romarate,  para  cuya  custodia  fueron  pagados  y  provistas  de 
víveres,  dos  hombres  por  el  espacio  de  mes  y  medio. 

Tal  fué  el  auxilio  de  los  20  buques  armados,  provistos  y  abastecidos  con  los 
precisos  pertrechos  navales  y  militares,  para  operar  contra  las  fuerzas  españolas 
en  este  rio,  hasta  la  época  de  la  total  destrucción  de  estas  últimas  y  la  caída  de 
Montevideo.  Montando  como  se  deja  sentado,  264  cañones  y  16  pedreros,  tripu- 
lada por  un  coronel,  comandante  en  jefe,  un  teniente  coronel — 8  sargentos  mayo- 
res— 10  capitanes — 11  tenientes — 31  subtenientes — 2  cirujanos — 2  capellanes — 7  co- 
misarios y  2  guardias  marinas.  Total. — 75  jefes  y  oficiales — con  10  ú  11  pilotos — 14 
prácticos — 17  contramaestres — 12  carpinteros — 13  jefes  de  pieza — 11  armeros — 6  to- 
neleros— 10  maestros  veleros — 22  2.dos  condestables — 18  pilotines — 10  2.os  carpinte- 
ros—16  2.0S  condestables — 15  patrones  de  bote — 6  maestros  de  armas — 26  timoneles 
— 46  3.0S  condestables — 2  escribientes — 6  despenseros — 6  2.os  contramestres — 10  pa- 
ñoleros de  Santa  Bárbara — 52  gavieros — 28  cabos  de  mar — 6  despenseros  del  coman- 
dante-—6  id  de  comisario — 11  cocineros — 2  2.dos  prácticos — i  proel — 2  patrones  de 
bote — I  guardián  y  2  cabos  de  pieza. 


-r  247  — 

Gran  total.  —  388  oficiales  subalternos. 

y]2  marineros  de   i.°  clase. 

270  de  2.-\ 

269  paisanos  y  grumetes. 

Total  de  comandantes,  oficiales,  maestranza  y  marineros  incluyendo  las  tres 
clases  de  estos  últimos,  1374. — Sin  contar  además,  los  oficiales,  sargentos,  cabos  y 
tropa  de  infantería  embarcada,  á  saber:  i  capitán — 5  tenientes  y  2  subtenientes — 15 
sargentos — 24  cabos  y  376  soldados — sumando  un  total  de  423  hombres  (tropa  de 
mar)  lo  que  constituye  un  gran  total  de  1797  individuos  á  los  que  deben  agregarse 
los  8  oficiales  y  90  marineros  antes  mencionados  como  embarcados  por  el  objeto 
especial  a  que  fueron  destinados  después  de  la  toma  de  Montevideo — los  18  buques 
ya  dichos  como  capturados  en  esta  plaza  fuerte  y  en  el  Arroyo  de  la  China  (Uru- 
guay) y  dos  marineros  más,  para  custodia  de  los  cuatro  barcos  restantes  ahí 
apresados  y  otros  5  hombres  empleados  en  el  cúter  Correo  haciendo  un  formi- 
dable  total   de   1902  hombres. 

(Firmado)  G.  Brozvu.  G.  White. 

nota    final 

La  escuadra  de  la  patria,  salió  de  estas  valizas,  equipada  y  provista  de  todo 
lo  necesario  para  un  crucero  de  tres  meses,  del  6  al  8  de  marzo  de  1814. 

Por  carta  del  comandante  Brown,  se  demuestra  que  todos  esos  buques  se  en- 
contraban á  la  vista  de  esta  capital  y  en  las  inmediaciones  de  la  Colonia  del  Sa- 
cramento, el  dia  9  del  mismo  marzo.  Que  el  10  se  hicieron  á  la  vela  para  Martín 
García,  donde  se  había  acogido  la  sutil  del  enemigo,  trabándose  al  combate  á  la 
I  de  ese  dia,  de  resultado  favorable  para  los  patriotas,  aunque  sufrieron  pérdida 
en  gente,  cascos  de  buques,  pertrechos,  etc. 

El  5  de  abril,  avisó  el  comandante  Brown  hallarse  pronto  para  estrechar  el  blo- 
queo de  Montevideo — lo  que  verificó  entre  el  15  al  17  de  dicho  mes. — Todo  lo  que 
se  justifica  por  notas  oficiales  que  tenemos  á  la  vista. 


(24)  Solían  los  sitiadores  en  las  noches  obscuras  aproximarse  á  las  murallas  y  ten- 
didos detrás  de  la  contraescarpa  gritar  improperios  ó  cantar  versos  más  ó  menos 
ingeniosos  y...  decentes.  Entre  otros  se  distinguió  una  mujer,  tan  patriota  como 
varonil,  que  algunas  noches  se  acercó  á  cantar,  con  acompañamiento  de  guita- 
rra, estrofas  en  que  pronosticaba  la  próxima  caída  de  la  plaza.  Los  sitiados  la 
admiraban  y  distinguían  por  la   denominación   de  "Victoria,  la  cantora". 

Figueroa  en  su  curioso  "Diario  Histórico",  tantas  veces  con  razón  citado,  ha 
conservado   algunos    de    esos    versos    realmente   curiosos : 

En  la  noche  del  i."  de  mayo  de   1813,  una  patrulla  cantó  un  cielito,  que  decía: 

"Los  chanchos  que  Vigodet 

Ha  encerrado  en  su  chiquero, 

Marchan  al  son  de  una  gaita  '  ' 

Echando  al  hombro  un  fungneiro. 

Cielito  de  los  gallegos, 
Ay!  Cielito  del  Dios  Baco : 
Que  salgan  á  campo  limpio 
Y  verán  lo  que  es  tabaco." 


—  248  — 

En  la  de  i."  de  octubre: 

"Los  víveres  de  los  godos 
Cayeron  con  su  goleta, 
Pero  ahi  les  mandamos  bombas 
En  lugar  de  la  galleta. 

Cielo  de  sus  vanidades 
Ay !  Cielo  de  su  tormento, 
De  comer  tantos  porotos 
Están  muy  llenos  de  viento"... 

El  4  á  la  noche  en  tanto  que  tres  ó  cuatro  entonaban  el  burlesco  coro,  uno  de 
los   sitiadores  cantó   el   responso   siguiente : 

"Vigodet  con  sus  gallegos 
Murieron  de  consunción, 

Y  este  responso  les  cantan 
Los  libres  de  la  Nación : 

Kirie  clcison  —  Kirie  eleison... 

El  escorbuto  y  la  sarna 
Causaron  su  destrucción, 

Y  detrás  iban  llorando 
Mil  godos  en  procesión, 

Kirie  eleison  —  Kirie  eleison"... 

En  la  noche  del  27  de  noviembre  varios  hombres  y  mujeres,  y  entre  estas  la 
afamada  Victoria,  se  acercan  y  cantan  varias  redondillas  de  que  solamente  ob- 
tiene Figueroa  estas  dos : 

"Vigodet  en  su  corral 

Se  encerró  con  sus  gallegos, 

Y  temiendo  que  lo  pialen 

Se  anda  haciendo  el  chancho  rengo. 

Cielo  de  los  mancarrones, 
Ay !  cielo  de  los  potrillos, 
Yá  brincarán  cuando  sientan 
Las  espuelas  y  el  lomillo.'' 

Y  en  la  del  30,  entre  varias  canciones  chabacanas,  la  siguiente,  que  es  muy 
bella,  copiada  por  un  oficial  del  Parque  de  Artillería  que  la  escuchó  desde  el 
baluarte : 

"Si  á  la  libertad,  oh  pueblo! 
Prefieres  el  sucumbir, 
Yá  tu  destrucción  preveo 
Infeliz  Montevideo; 

Infeliz!! 


—  24Í)  — 

La  peste,  el  hambre  y  el  hierro 
Tu  soberbia  han  de  abatir 

Y  serás  triste  trofeo 
Infeliz  Montevideo; 

Infeliz!! 

Sirviendo  á  duros  tiranos 
Que  te  pisan  la  cerviz, 
Gozas  de  esclava  el  empleo. 
Infeliz  Montevideo ; 

Infeliz!!" 

El  17  de  diciembre,  á  la  media  noche,  acercánse  á  los  fosos  á  "obsequiamos  con 
versos  y  con  balas",  dice  el  Cronista ;  y  anota  estos,  los  más  pulcros ; 

"El  ratón  en  su  cueva 
Huye  del  perro, 

Y  de  susto  prefiere 
Morirse   dentro ; 
Asi,  cobardes, 

Los  godos  van  muriendo 
pero  no  salen".  . . 

El  10  de  febrero  de  1814: 

"Godos  miserables 
Salgan  del  corral, 
Que  aqui  los  patriotas 
Los  van  á  marcar. 
Oliendo  á  fariña 
Sarnosos  están, 

Y  godas  y  godos 
Flacos  por  demás. 
En  vano  en  Artigas 
Ellos  confiarán ; 
También  á  este  potro 
Sabremos  domar. 

Yá  verán  la  escuadra 
Gritarles  de  atrás, 

Y  allí  como  ratas 
Todos  morirán." 

El  20  de  abril,  dia  en  que  se  avistó  la  escuadra  argentina  por  primera  vez  en 
Montevideo,  fueron  cantados  los  que  damos  en  el  texto  y  cuya  letra  copió  el  sar- 
gento Benito,  en  el  Parque  de  Artillería,  y  en  la  siguiente,  21,  repitieron  los  mis- 
mos versos  y  agregaron  esta  otra: 


—  250  — 

"No  hay  miedo,  pues  los  macetas 
No  han  de  atropellar  el  cerco ; 
Que  Artigas  anda  á  las  yeguas 
Y  dejó  á  los  potros  dentro. 
Cielito  de  los  reyunos 
¡  Ay  !  cielo  de  los  porteños 
Que  al  decir:  ¡Viva  la  Patria! 
Se  ca...   en  los  gallegos." 


(25)  De  la  obra  de  José  Presas  "Pintura  de  los  males  que  ha  causado  á  España 
el  gobierno  absoluto  de  los  dos  últimos  reinados,  etc."  (Burdeos,  i8j-)  tomamos  las 
siguientes  notas : 

Las  fuerzas  marítimas  de  España  en  la  época  en  qué  falleció  Carlos  III, 
constaban  de  72  navios  de  línea,  de  112  a  58  cañones,  45  fragatas,  y  otros  109 
barcos  de  varios  portes,  armado  todo  con  10.000  cañones.  Los  registros  de 
la  Matrícula  de  las  clases  de  los  tres  departamentos  del  Ferrol,  Cartagena 
y  Cádiz,  presentaban  para  tripular  la  Armada  50.000  marineros,  según  todo 
consta  de  documentos  existentes  en  el  archivo  de  la  secretaria  de  Marina. 
Pág.  19. 

Destruida  y  aniquilada  enteramente  la  fuerza  naval  de  España  en  los  com- 
bates del  cabo  de  San  Vicente  y  del  de  Trafalgar,  en  los  últimos  años  del 
malhadado  reinado  de  Carlos  IV,  el  plan  de  operaciones  de  este  Ministerio, 
quedó  muí  reducido.  pJ  qué  invertidos  los  fondos  públicos  en  satisfacer  los 
caprichos  del  favorito,  (Godoi)  se  halló  el  Gob.!"-»  en  la  imposibilidad  de  cons- 
truir nuevos  buques  y  dejó  podrir  en  los  puertos  y  arcenales  de  Mahon,  Car- 
tagena, Cádiz.  Ferrol  y  Habana,  los  pocos  que  quedaban.  Tres  ó  cuatro  Na- 
vios y  algunos  buques  menores,  único  monumento  que  había  quedado  de  la 
numerosa  y  brillante  escuadra  que  dejó  el  inmortal  Carlos  III,  como  ya  he- 
mos manifestado,  era  toda  la  fuerza  que  halló  Fernando  en  su  ascenso  al 
trono. 

Mientras  duró  el  estado  de  nulidad  y  desorden  á  que  el  gobierno  absoluto 
redujo  á  la  armada  española,  sus  individuos  no  dieron  á  la  nación  un  solo  día 
de  gloria,  si  se  exceptúa  el  triunfo  de  Romarate  en  el  Plata  y  el  del  Briga- 
dier Don  Ángel  Laborde  y  Navarro  en  el  seno  mejicano,  que  á  mediados  de 
1823,  entraba  en  la  Habana  con  4  buques  apresados  despties  de  un  corto  com- 
bate al  anglo  americano  Daniel,  que  mandaba  la  pequeña  escuadra  de  la 
repú.  de  Colombia. 

Mas  en  cambio  de  esto,  tubo  que  sufrir  la  mengua  y  bochorno,  de  ver  en 
los  mismos  puntos  humillado  el  brillo  del  pabellón  español,  cuando  el  cap." 
de  navio  D.  IMiguel  de  la  Sierra,  teniendo  un  tercio  mas  de  fuerza  que  los 
enemigos,  fué  apresado  con  13  buques,  p.r  los  disidentes  de  Buenos  Aires  a 
la  vista  de  Montevideo  y  poco  tiempo  después,  apresada  también  por  sor- 
presa la  frag.  Esmeralda  fondeada  en  el  Callao  de  Lima,  en  la  qué  Lord  Co- 
chrane,  autor  de  esta  empresa,  halló  ocupados  y  divertidos  en  el  juego  al  capitán 
de  ella  Don  Luis  Coy,  con  sus  oficiales. 

Ya   antes   había   sufrido   la   real   Marina   ya   notable   y    sensible   pérdida    del 


—  251  -- 

navio  San  Telmo,  que  naufragó  en  las  latitudes  del  Cabo  de  Hornob,  ane- 
gándose en  él,  800  y  tantas  personas,  y  en  el  año  1816,  la  del  navio  San  Pe- 
dro, quemado  en  costa  firme  pJ  efecto  de  la  indisciplina,  mal  gobierno  y  falta 
de  policía   que   observaban   los  marinos   españoles. 

La  corbeta  Ccrcs,  mandada  por  el  cap.'^  de  fragata  Espino,  fué  igualmente 
apresada  en  el  seno  mejicano,  p.''  los  corsarios  de  Colombia,  habiendo  tenido 
igual  suerte  la  fragata  Isabel,  en  el  puerto  de  Talcahuano,  en  donde  fué  ver- 
gonzosam.te  entregada  por  el  capitán  de  navio  Capaz,  y  otros  varios  buques 
de  la  armada,  y  no  es  estraño  que  esto  suceda,  por  que  donde  no  se  teme  el 
castigo,  ni  se  espera  el  premio  ¿quien  ha  de  esponerse  al  riesgo,  ni  correr  el 
peligro?  Pág.  73. 

Las  fragatas  Prueba,  ]'enganza,  y  la  corbeta  Alejandro  fueron  vendidas  á  media- 
dos de  febrero  de  1822,  como  cosa  propia  por  el  capitán  de  navio  Villegas  y 
su  segundo  Soroa,  en  el  puerto  de  Guayaquil,  después  de  haber  dejado  en  Acapulco 
parte  de  sus  oficiales  y  tripul."  (1822)  cuando  pudo  facilni.te  haberse  dirigido  p.'' 
camino  franco  y  seguro  al  puerto  de  Cavile  en  Filipinas. 

En  1823,  navegando  en  el  Mar  del  Sud  se  sublevan  las  tripulaciones  del  na- 
vio Asia  y  berg.'T-  Aquiles,  y  apoderados  de  sus  jefes  y  buques,  entregan  el  navio 
en  Acapulco  al  Gob."o  revolucionario  de  Méjico,  y  el  berg."  á  los  disidentes  del  Perú. 

Estos  hechos  demuestran  claramente,  que  la  corrupción  del  Gob."^'  había  inficio- 
nado á  todas  las  clases,  á  punto  de  no  haber  quien  supiese  mandar  ni  quien  quisiera 
obedecer.  Pág.  77. 

En  27  Enero  1816,  renunció  el  despacho  Universal  del  Ministerio  de  Ma- 
rina, Don  Luis  María  Salazár,  que  había  sucedido  á  Cisneros. 

La  habitación  del  Navio  Guerrero,  concertada  con  el  contratista  Riera,  p.'' 
intermedio  del  protegido  de  Salazar,  D.  Agustín  Perales,  elevado  a  tesorero 
g.ral  del  Reino  é  Intendente  del  ejército  y  marina,  fué  tan  mal  desem.peñada, 
que  después  de  dar  por  cumplida  su  contrata,  quedó  aquél  en  tan  mal  estado 
que  rehusaron  su  mando  dos  capitanes  de  navio,  hasta  que  el  Ministro  tubo 
que  ordenar  al  de  igual  clase  Don  Manuel  Cañas,  para  qué  sin  escusa  ni  pre- 
testo  se  hiciese  á  la  vela  para  el  puerto  de  Cuba,  á  donde  seg.te  no  hubiera 
llegado  á  no  haber  tenido  los  tiempos  bonancibles  que  le  acompañaron  hasta 
concluir  su  viaje. 

El  alm.te  Laborde,  hizo  una  larga  esposicion  (que  existe  en  el  Ministerio) 
en  que  detalladamente  manifiesta  el  mal  estado  en  que  llegó  dicho  navio, 
tanto  en  su  velamen,  jarcia  y  arboladura,  como  en  los  demás  enseres,  y  hasta 
de  los  víveres,  enteramente  deteriorados,  p.''  la  mala  calidad  al  tpo.  de  embarcar- 
se— razón  p.r  la  cual  se  procedió  á  su  nueva  habitación  en  aquel  puerto,  insu- 
miendo ingentes  sumas  y  suspendiendo  el  plan  de  sus  operaciones  navales.  Pág.  80. 

Esto  supone  inteligencias  secretas  que  pudieron  acarrear  funestas  conse- 
cuencias, sin  que  á  nadie  se  hubiese  castigado  p.""  este  hecho,  que  arroja  uñ 
terrible   cargo   contra   los   pasados  gobernantes   de  la   Península,   tan   empeña- 


—  252  — 

dos  en  sostener  el  absolutismo  que  solo  convenir  podia  á  sus  intereses  part> 
y  nunca  al  bien  del   Rei,  y  general  del  estado. 

El  capitán  de  navio  D.  Roque  Guruzeta  que  manifestó  que  los  cinco  navios 
y  tres  fragatas  rusas  estaban  podridos,  cuando  fueron  entregados  estos  bu- 
ques por  el  almirante  Muller  en  la  bahia  de  Cádiz  (1815),  comprados  por  el 
ministerio  de  D.  Antonio  Ugarte,  en  500.000  Ibs.  esterlinas  dadas  por  Ingla- 
terra  por  indemnización  de   la  trata  de   negros,   fué   destituido. 


(26)  Destrucción  de  la  escuadra  de  Montevideo 

Exmo.  Sor: 

Después  que  di  parte  á  V.  E.  de  las  operaciones  acaecidas,  hasta  las  tres 
de  la  tarde  del  dia  14  entre  las  dos  Esquadras  combatientes,  he  dispuesto  ape- 
sar  de  continuar  mi  indisposición,  cjue  mientras  estas  permanezcan  á  la  vista, 
se  hagan  las  mas  exactas  observaciones  hacia  sus  movimientos  para  dar  á 
V.   E.  noticia  de  ellos  sucesivamente. 

Según  dixe  pues  á  V.  E.  en  aquel  aviso  quedaban  todos  nuestros  Buques 
reunidos  (sin  averia  notable)  a  barlovento  del  enemigo  como  á  tres  leguas 
distante  de  la  costa  del  Buceo  y  al  Sud  de  ella.  La  calma  que  repentinamente 
sucedió  a  las  4  de  la  tarde  hizo  que  las  esquadras  no  variasen  de  posición 
hasta  la  noche.  Durante  esta  no  hubo  viento  alguno:  y  el  dia  15  amanecieron 
reunidos  y  en  buena  línea  los  Buques  del  Estado,  distantes  al  S.  E.  de  la 
referida  Costa,  como  dos  leguas;  y  á  dos  tiros  de  cañón  de  la  Esquadra  ene- 
miga, la  qual  amaneció  cerca  de  Isla  de  Flores  con  muy  notable  separación 
de  algunos  de  sus  Buques  entre  los  quales  la  Corveta  Neptuno  y  el  Keche 
Hiena  estaban  distantes  como  dos  leguas  de  su  línea.  Pero  la  exesiva  calma 
que  rcynó  todo  el  dia  no  permitió  maniobrar  á  nuestra  Esquadra  con  las  ven- 
tajas que  serian  consiguientes  á  haber  habido  viento  fresco.  Sin  embargo, 
con  la  poca  ventolina  que  apuntaba  "del  N.  O.  tal  que  apenas  alcanzaba  para 
dar  gobierno  á  las  embarcaciones  y  era  frequentemente  interrumpida,  con 
absoluta  calma  hizo  todo  el  dia  diligencia  sobre  la  Esquadra  enemiga  la  qual 
escusaba  el  Combate  y  maniobraba  para  la  reunión  de  sus  Buques  dispersos. 
Anocheció  con  la  misma  caima  y  durante  la  noche  se  incorporaron  á  la  Es- 
quadra del  Estado  dos  Buques  menores  que  desde  el  dia  14  se  hallaban  al 
O.  de  ella.  Amaneció  hoy  16  con  calma  y  sin  novedad  notable  en  la  situación 
de  las  esquadras.  Pero  á  las  9  de  la  mañana  se  afirmó  al  N.  O.  viento  fresco, 
y  con  este  motivo  la  Escuadra  enemiga  tomó  la  vuelta  del  S.  S.  E.  y  dándole 
caza  la  del  Estado  á  toda  vela,  viento  fresco  y  barlovento  seguro,  se  están 
perdiendo  de  vista  ya  una  y  otra  á  esta  hora  que  son   las  4  de   la   tarde. 

Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años  Quartel  General  en  el  Miguelete  16  de 
Mayo  de  1814. — Excmo.  Señor. — JosE  Rondeau.— Excmo.  Supremo  Director 
de   las    Provincias   Unidas. 


—  253  — 

Excmo   Señor: 

La  rapidez  de  mis  ultimas  marchas  hacia  este  sitio  (i)  me  ha  proporcionado 
la  singular  satisfacción  de  fehcitar  á  V.  E.,  comunicándole  el  feliz  éxito  de 
un  evento  que  acaso  será  de  los  mas  recomendables  en  la  historia  de  nuestra 
revolución. 

En  los  mismos  instantes  de  mi  arribo  á  este  Exército,  verificado  ayer  á 
las  8  de  la  noche,  la  Esquadra  del  Estado  y  la  enemiga,  que  desde  el  dia  14 
del  corriente  se  hallaban  operando  á  la  vista  de  la  Costa  inmediata  á  esta 
línea,  rompieron  el  fuego  con  apariencia  de  empeñarse  en  una  acción  deci- 
siva. Desde  aquella  hasta  las  1 1  de  la  noche,  renovándose  en  la  siguiente  á 
esta,  con  una  actividad  que  no  dexaba  duda  alguna  de  haberse  convertido, 
en  un  combate  general,  y  desde  las  12  de  la  noche  empezó  á  sentirse  el  ca- 
ñoneo con  mas  lentitud  hasta  las  tres  de  la  mañana,  á  cuya  hora  cesó  de 
todo  punto. 

Al  amanecer  de  hoy  se  observó  que  los  sucesos  de  la  noche  habian  deci- 
dido la  suerte  de  las  Esquadras  combatientes;  y  el  Sol  y  la  victoria  se  presen- 
taron á  un   tiempo  mismo   en   este  memorable  dia. 

La  Corveta  enemiga  el  Mercurio,  un  Lugre  y  un  Falucho  son  los  únicos 
Buques  que  á  fuerza  de  vela  han  logrado  alcanzar  el  Puerto.  La  Esquadra 
del  Estado  acaba  de  anclar  á  la  boca  de  éste  sin  averia  alguna  visible  y  con 
tres  embarcaciones  prisioneras  á  su  lado.  Tres  Buques  enemigos  dieron  á  la 
Costa  del  Cerro  y  los  tres  restantes  de  la  esquadra,  ó  ya  se  hallan  apresados 
á   esta  hora,   ó   caerán  hoy   probablemente   en   poder  de   la   nuestra. 

Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Quartel  General  en  el  Miguelete  17  de 
Mayo  de  1814. — Excmo.  Sr.— Carlos  de  AlvEar.— Exmo.  Supremo  Director 
de  las   Provincias  Unidas. 


Excmo.  Sr. 
Tengo  la  satisfacción  de  acompañar  á  V.  E.  el  parte  que  acabo  de  recibir 
del  Comandante  General  de  las  fuerzas  maritimas  el  Coronel  D.  Guillermo 
Brown,  sobre  las  operaciones  y  último  resultado  que  felizmente  ha  tenido 
la  Esquadra  de  su  mando,  desde  que  la  enemiga  zarpó  del  Puerto  de  Mon- 
tevideo en  la  mañana  del  14  hasta  la  del  17  en  que  fué  completamente  ba- 
tida.— Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años. — Buenos  Ayres  24  de  Mayo  de  1814. 
—Excmo.  Sr. — Juan  Larrea. — Excmo.  Supremo  Director  de  las  Provincias 
Unidas  del  Rio  de  la  Plata. 

Sr.  D.  Juan  Larrea  Secretario  de  Estado  en  el  Departamctifo  de  Hacienda,  y  en- 
cargado del  armamento  naval  del  Estado. 

Abordo  de  la   Hércules   al   frente   de   Montevideo   19  de    Mayo   de    1814. 
Para   que   lo   ponga   V.    S.    en   noticia   del    Excmo.    Supremo   Director,   tengo 


(i)  El  Gral.  Alvear  reemplazó  al  Gra!.  Rondeau  el  17  de  ¡Mayo  como  consta  del  siguiente 
oficio: 

Excmo.  Sr. :  Encargado  del  mando  del  Exército  Sitiador  de  Montevideo,  y  reconocido  en  el  dia 
de  hoy  por  su  General  en  Xefe,  con  las  formalidades  que  para  este  caso  prescribe  la  ordenanza, 
quedo  esperando  las  Ordenes,  que  en  este  concepto,  tenga  á  bien  impartirme  V.  E.  con  el  mas 
íntimo  deseo  de  manifestar  en  esta  delicada  Comisión  mis  sentimientos  de  amor  á  la  Patria,  y 
de  gratitud  á  la  alta  confianza)  que  V.  E.  ha  depositado  en  mi  persona.  — 

Dios  Guarde  á  V.  E.  muchos  años,  Quartel  General  en  Miguelete  Mayo  17  de  1814  —  E'xmo. 
Sr.   Carlos  de  Alvear  —  Exmo.    Supremo   Director   del  Estado.  — 


el  mayor  placer  en  participar  á  V.  S.  que  el  14  del  corriente  al  amanecer 
zarpó  y  se  hizo  á  la  vela  del  Puerto  de  Montevideo  la  Esquadra  enemiga  com- 
puesta de  las  Corvetas  Mercurio,  Mercedes,  Neptuno,  y  Paloma,  de  los  Ber- 
gantines S.  José,  Hiena  y  Cisne,  una  Goleta,  la  Balandra  de  Castro,  el  Falu- 
cho Fama  y  Lugre  S.  Carlos,  resuelta  á  apresar,  y  conducir  á  su  Puerto  la 
que  yo  mando:  mas  su  empresa  ha  abortado  sin  duda  porque  asi  lo  ha  que- 
rido la  Divina  Providencia,  que  todo  lo  encamina  á  lo  mejor.  La  pequeña  Es- 
quadra de  mi  mando  constaba  de  las  Corvetas  Hercules,  Belfast,  Agreable,  y 
Zéfir,  Bergantín  Nancy,  Goleta  Juliet,  y  Zumaca  Santísima  Trinidad.  Desde 
luego  me  propuse  no  empeñar  inmediatamente  la  acción,  sino  darla  á  una  dis- 
tancia regular  de  Montevideo;  y  lo  conseguí  solo  con  la  pérdida  de  dos  hom- 
bres muertos  y  un  herido,  por  medio  de  un  falso  ataque  que  sostuvo  princi- 
palmente la  Corveta  Hércules.  El  viento  escaso  proporcionó  al  enemigo  que 
se  hallaba  auxiliado  por  grandes  Lanchones  que  llevaba  consigo,  una  ventaja 
que  luego  no  me  pesó,  porque  aprovechándose  de  ella  el  enemigo  hizo  rumbo 
al  E.,  y  como  por  la  tarde  cambiase  el  viento,  me  halle  en  proporción  de  cor- 
tarle su  retirada  á  la  que  se  manifestaba  muy  inclinado.  Como  el  viento  con- 
tinuase del  S.  E.  y  creciese  la  marea,  ambas  Esquadras  tubieron  que  fondear 
á  distancia  una  de  otra  como  de  una  legua,  y  asi  permanecieron  algo  al  E. 
del  Buceo  hasta  las  8  de  la  noche,  á  cuya  hora  zarpamos  y  nos  mantubimos 
al  S.  sin  perdernos  de  vista  en  toda  la  noche,  por  medio  de  anteojos  al  in- 
tento.  Los   enemigos   siempre  inclinados  á  huir,   y  nosotros  á   seguirlos. 

El  Keche  Hiena  que  estaba  á  la  cabeza  de  la  Esquadra  estubo  á  tiro  de 
fusil  de  la  Hércules,  mas  aprovechándose  de  su  mucho  andar,  después  de  ha- 
ber recibido  dos  andanadas  á  metralla  y  bala  se  largó,  y  separó  de  sus  com- 
pañeros. En  él  se  descubría  distintivo  de  Xefe,  y  no  obstante  esto  se  compla- 
ció en  huir.  Ocupamos  la  mañana  del  15  en  perseguir  al  enemigo  con  vientos 
floxos,  y  á  remolque  los  Buques.  A  la  una  de  la  tarde  anclaron  las  dos  Es- 
quadras, y  á  las  8  de  la  noche  como  fuese  obscura,  y  el  viento  se  llamase 
al  N.  E.  el  enemigo  se  levó  y  corrió  quanto  el  viento  le  pertnitia.  A  las  10 
quando  aclaró,  se  llenó  de  desesperación  la  gente  de  mi  Esquadra,  porque 
no  vio  la  enemiga;  zarpamos  y  navegamos  en  vuelta  de  Isla  de  Flores,  mas 
no  continuamos  en  este  rumbo.  Asi  que  amaneció  el  16,  no  creo  que  hubiese 
uno  en  la  Esquadra  que  no  se  llenase  de  placer  al  descubrir  la  enemiga  al  E. 
Poco  después  una  Zumaca  mandada  por  el  Capitán  Terreres  se  descubrió 
tan  inmediata  al  enemigo  que  solo,  pudo  salvarse  por  milagro,  porque  si  hu- 
biesen estado  resueltos  á  esperarnos,  debian  haberla  apresado:  pero  no,  ellos 
se  inantubieron  dirigiéndose  al  Keche,  acortando  de  vela  de  quando  en  quan- 
do, esperando  los  Buques  que  se  hallaban  á  barlovento  á  los  que  estaban  so- 
taventados. A  la  una  de  la  tarde  se  reunió  á  la  Esquadra  la  Zumaca:  la  Agrea- 
ble y  el  Nancy  se  mantenían  á  distancia.  A  las  2  nos  pusimos  en  seguimiento 
del  enemigo  á  remolque  y  con  poco  viento,  mientras  él  procuraba  evitar  por 
todos  los  medios  posibles  que  lo  alcanzásemos.  En  este  estado  haciendo  fuego 
quando  la  distancia  lo  permitía  continuaron  la  caza  la  Hércules,  Belfast,  Zé- 
fir, dos  Zumacas  y  Goleta  Juliet  hasta  las  10  en  cuya  hora  hallándose  á  la 
cabeza  de  nuestros  Buques  la  Hercules,  alcanzó  á  los  Buques  enemigos  que 
se  hallaban  á  retaguardia,  les  hizo  dos  descargas,  y  puso  aquella  parte  de  la 
Esquadra  enemiga  en  tal  confusión  que  á  pocos  minutos  el  Bergantín  S.  José, 


—  255  — 

y  las  Corvetas  Neptuno  y  Paloma  se  rindieron,  teniendo  la  satisfacción  de 
hacer  presente  al  ánimo  sencible  de  S.  E.  que  se  han  perdido  muy  pocas 
vidas;  á  la  berdad  por  nuestra  parte  no  hemos  tenido  mas  desgracias  que 
las  del  dia  14.  El  resto  de  la  Esquadra  enemiga  aprovechó  el  momento  en 
que  tomábamos  posecion  de  los  Buques  rendidos,  y  á  favor  de  la  obscuridad 
de  la  noche  se  dirigió  al  Puerto,  hasta  donde  fueron  perseguidos  con  la  po- 
sible diligencia,  y  si  el  Mercurio,  la  Fama,  y  el  Lugre  que  fueron  los  que 
solamente  pudieron  ganar  por  entonces,  hubiesen  tenido  que  navegar  una 
legua  mas,  los  3  habrían  sido  apresados  por  el  Hercules  que  como  el  mas  á 
vanguardia  les   dio   caza  hasta  tiro   de   cañón   de  la   Plaza. 

El  Bergantín  Cisne,  la  Balandra  de  Castro,  y  una  Goleta  viendo  que  no 
podian  escaparse  por  que  el  Hercules  estaba  entre  ellos  y  el  Puerto,  se  vinie- 
ron á  la  playa  al  S.  O.  del  Cerro  en  donde  fue  apresada  la  Goleta,  y  quema- 
dos los  otros  dos.  Las  tripulaciones  se  refugiaron  al  Cerro.  Por  un  efecto 
de  su  poco  andar  la  Agreable  y  el  Nancy  no  pudieron  reunirse  á  los  demás 
á  tiempo  de  tomar  parte  en  la  acción.  De  este  modo  las  Provincias  del  Rio 
de  la  Plata  han  conseguido  una  completa  victoria,  sobre  una  fuerza  enemiga 
muy  superior,  que  nada  menos  se  había  propuesto,  que  cortar  el  pezcueso 
á  todos  los  que  estábamos  en  la  Esquadra,  á  cuyo  fin  la  tripulación  de  la 
suya  había  sido  armada  con  largos  cuchillos,  cosa  que  apenas  puede  creerse. 
Sea  de  esto  lo  que  fuere,  debo  recomendar  muy  particularmente,  que  sean 
tratados  como  prisioneros  de  guerra.  Usar  de  represalias  seria  debilidad,  y 
perdonarles  será  generosidad.  La  crueldad  se  aumenta  por  actos  de  su  misma 
naturaleza.  Estos  hombres  deben  ser  enseñados,  mas  bien  por  el  buen  exem- 
plo,  que  por  la  retaliación. 

Los  prisioneros  son  en  numero  de  500  mas  ó  menos.  El  numero  de  Oficia- 
les de  una  y  otra  clase  es  inmenso  en  proporción  al  de  marineros  y  soldados. 

El  armamento  que  se  ha  tomado  lo  ignoro  aun,  pero  según  los  informes 
que   he  recibido   parece   que  es   en  numero   considerable. 

El   enemigo   está  bien   anclado,   y  amarrado   en   el   Puerto. 

S.  E.  el  General  Vigodet  me  ha  dirigido  en  el  Falucho  Fama  un  Parla- 
mento al  dia  siguiente  de  la  acción  que  incluyo  original,  y  en  copia  mi  con- 
testación y  la  del  pasaporte  que  he  concedido  al  Keche  para  que  pase  á  esa. 
El  Edecán  de  S.  E.  que  vino  conduciéndolo  me  propuso  un  cange  de  prisio- 
neros á  que  no  hé  accedido.  Yo  espero  que  mi  conducta  en  este  particular 
será  aprobada  por  S.  E.  en  el  supuesto  de  que  mi  animo  ha  sido  acertar. 

Felicitando  á  S.  E.  por  este  suceso,  y  recomendando  á  su  generosidad  los 
Comandantes,  Oficiales,  Marineros  y  Soldados  de  la  Esquadra  de  mi  mando, 
tengo  el  honor  de  ser  de  V.  S.  su  sincero  obediente  servidor. — Guillermo 
Brown. 

Parlamento  Dirigido  Por  El  General  Vigodet  Al  Comandante  General  Brown. 

Circunstancias  que  esencialmente  al  paso  que  fixan  mi  atención  por  una 
conseqüencia  necesaria  de  los  principios  que  me  caracterizan,  se  han  pre- 
sentado no  solo  con  posterioridad  al  tiempo  en  que  el  Gobierno  de  Buenos- 
AjTes  me  invitó  á  fines  de  Marzo,  por  medio  de  sus  Diputados,  al  ajuste  de 
un  armisticio,  sino  aun  á  la  acción  ocurrida  antes  de  anoche,  entre  una  parte 
de   nuestras   fuerzas  navales,  y  las   que  dependientes  de  aquel,  bloquean  hace 


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dias  este  puerto,  las  cuales  están  enlazadas  con  las  noticias  sobre  manera 
agradables,  que  hé  recibido  de  nuestra  Península,  por  la  Polacra  que  ayer 
tarde  logró  anclar  en  esta  Rada,  y  confirma,  las  que  con  poca  anterioridad 
habia  por  otra  parte  recibido,  me  impulsan  á  dirigirme  á  V.  S.,  en  razón  de 
considerarlo  Xefe  de  las  expresadas  fuerzas,  con  objeto  de  investigar,  si  se 
halla  facultado  por  el  Gobierno  de  que  depende  y  reconoce,  para  efectuar  con 
esta  Plaza,  aquella  negociación,  que  tal  vez  por  el  nuevo  orden  de  cosas,  pu- 
diera en  la  actualidad,  felizmente  concluirse;  en  cuyo  caso,  precedida  su  con- 
testación ó  aviso  sobre  el  asunto,  procedería  á  nombrar  los  Diputados  que 
previo  el  examen  y  cambio  de  los  respectivos  poderes,  hubieran  de  ocuparse 
de  las  consiguientes  discusiones,  bien  con  relación  al  todo  de  las  ideas  que 
hallo  justo,  y  me  es  muy  grato  promover  en  obsequio  de  la  humanidad,  en- 
tre Miembros  desgraciadamente  discordes  de  una  misma  familia,  bien  acerca 
de  ajustar  y  convenir  la  cesación  de  hostilidades  y  una  tregua  por  el  término 
que  pactásemos,  baxo  las  condiciones  que  mutuamente  pareciesen  razona- 
bles, dentro  del  qual,  me  propongo  hablar  al  Gobierno  de  Buenos-Ayres,  del 
asunto  que  dá  mérito  á  este;  y  en  el  caso  de  suceder  que  V.  S.  no  esté  auto- 
rizado, ó  se  resuelva  á  la  adopción  de  una,  ó  otra  de  las  propuestas  medidas, 
espero  se  sirva  remitirnos  un  pasaporte,  para  el  Buque  y  Diputados  que  me- 
dito enviar  á  Buenos-Ayres,  al  efecto  de  que  dexo  hecha  la  conveniente  in- 
dicación. 

Con  tal  motivo,  felicito  la  salud  de  V.  S.  y  ruego  á  Dios  lo  guarde  muchos 
años. — Montevideo  i8  de  Mayo  de  1814. — Gasp.\r  Vigodet. — Sr.  Comandante 
de  las  fuerzas  Marítimas   de   Buenos-Ayres   D.   Guillermo   Brown   (i). 


Abordo  de  la  Hércules  delante  de  Montevideo  19  de  Mayo  de  1814. 

Excmo.  Sr.  Hé  tenido  el  honor  de  recibir  el  Parlamento  de  V.  E.,  y  en 
su  contestación  debo  decir  á  V.  E.  en  nombre  de  mí  Gobierno;  que  hasta 
que  sean  entregados  á  las  armas  de  Buenos-Ayres  Montevideo,  sus  Forta- 
lezas, Arsenales,  Buques  de  guerra,  y  toda  propiedad  pública,  no  se  admi- 
tirán condiciones  algunas. 

Las  propiedades  de  los  particular.es,  y  las  personas  serán  respetadas,  y  á 
los  Militares  concedido  que  entreguen  sus  armas,  según  se  acostumbra  en  ren- 
diciones á  discreción.  La  humanidad  lo  requiere  asi  de  V.   E. 

D.  José  Obregon,  Ayudante  de  Campo  de  V.  E.  me  ha  pedido  un  cange  de 
prisioneros  al  que  por  ahora  no  puedo  acceder,  pero  tanto  de  esto,  como  de 
lo  demás,  el  Gobierno   será  informado  lo  mas  presto  posible. 

Con  respeto,  tengo  el  honor  de  subscribirme. — Excmo.  Sr. — De  V.  E.  muy 
obediente  servidor. — Guillermo  Brown.   (2). 


(i)    Existe    original    en    el    Axchivo    General    de    la    Nación. 
(2)  Hay  copia  en  el  Archivo  General  de  la  Nación. 


Estado  de  los  oficiales  de  mar  y  tierra  y  demás  clases  inferiores,  quE 

HAN     sido    tomados    PRISIONEROS    POR    LA    EsQUADRA    DEL    EsTADO,    SOBRE    LAS 

AGTJAS  DE  Montevideo  el  día  17  del  mes  de  América  de  1814. 


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20        178       153        6 


!-   417 


J 


Con  la  mayor  satisfacción  cumplo  la  orn.  del  Sup.'no  Director  incluyendo 
«n  Copia  el  Parte  que  elevó  á  S.  E.  el  Oficial  encargado  de  anunciar  la  Gloria 
de  las  Armas  de  la  Patria  en  las  Aguas  de  la  tenaz  Montev."  Puede  V.  S.  figu- 
rarse quales  serán  los  conflictos  del  orgulloso  Gov.or  de  aquella  Plaza,  y  las 
forzosas  conseq.^s  q^e  debe  producir  tan  señalada  Victoria  en  los  dias  inme- 
diatos al  anniversario  de  nuestra  existencia  politica;  esta  Cap.l  la  celebra  con 
regocijos  públicos,  y  yo  doy  á  V.  S.  la  enhorabuena,  como  al  valiente  Ex.to 
de  su  mando  en  cuya  noticia  quiere  el  Gob."o  la  ponga  V.  S.  p.^  su  satisfacción. 

Dios  gue.  á  V.  S.  m.s  a.s  Buenos  Ay.s  20  de  Mayo  de  1814. — X.»  de  Viana. 
Sor.   Gral.  del   Exto.   de  la  Patria   sobre   Montev.o 


Exmo.  Sor. — En  las  ultimas  horas  de  la  tarde  del  19  del  corriente  tengo 
el  honor,  habiendo  fondeado  en  este  Puerto  con  la  Goleta  de  mi  mando  presa 
de  los  Enemigos,  de  comunicar  á  V.  E.,  según  orden  verval  que  recibi  para 
ello,  la  lisongera  noticia  del  glorioso  triunfo  q.«  han  conseguido  las  fuerzas 
navales   del   Estado   contra  el   Enemigo   el   dia   lunes   16  del   presente. 

A  las  10  de  la  mañana  con  calma  rompió  el  fuego  la  Zumaca  Itati,  conti- 
nuando succesivamente  hasta  que  puesto  el  Enemigo  en  fuga  con  los  botes 
pj  la  proa  le  perseguimos  del  mismo  modo,  siendo  infructuosa  la  caza  q.e  dá- 
bamos por  haber  cesado  enteramente  el  viento  á  la  una  del  dia.  A  las  7  de  la 
noche  refrescó  algún  tanto  pJ  el  E.  S.  E.  y  dimos  caza  nuevamente  al  Ene- 
migo q.e  iva  en  buelta  del  Norte.  Poco  después  volvimos  á  entrar  en  acción 
y  á  las  12  de  la  noche  habiamos  apresado  las  Corbetas  Neptuno,  la  Paloma  y 
-el  Bergantín  S.  José.  Al  amanecer  del  dia  17  solo  se  presentó  á  ntra.  vista 
la  Goleta  de  los  Catalanes,  la  Corbeta  Mercurio,  que  se  persiguió  hasta  los 
fuegos  de  la  Plaza,  el  Bergantín  Cisne,  el  Lugre,  el  Falucho' Fama  y  la  Ba- 
landra de  Castro.  Apresamos  la  primera;  el  Cisne  y  la  Balandra  de  Castro 
los  vimos  incendiados  en  la  falda  S.  O.  del  Cerro,  y  la  Corbeta  Mercurio,  el 
Lugre  y  Falucho  Fama  pudieron  anclar  en  el  Puerto  de  Montevideo,  huyendo 
■cobardemente  del  combate,  asimismo  el  Queche  quien  después  de  los  fuegos 
del  dia  14  en  que  nada  hubo  digno  de  atención,  se  dirigió  mar  á  fuera  junto 
con  la   Fragata   Trinidad  la  misma  noche   de   la  acción. 

Los  Buques  apresados  se  hallan  al  ancla  sobre  el  Espinillo,  y  puedo  asegu- 
Tomo  II  V7 


—  258  — 

rar  á  V.  E.  que  ni  los  dispersos  del  Enemigo,  ni  los  q.«  están  anclados  en  el 
Puerto  querrán  exponerse  nuevamente  á  ser  batidos  y  tomados  p.""  las  fuerzas 
navales  del  Estado. — Dios  gue.  á  V.  E.  m.s  a.s  Balisas  á  bordo  de  la  Goleta 
presa  á  19  de  Mayo  de  1814. — Exmo.  Sor. — Lázaro  Roncallo. — Exmo.  Su- 
premo Director  de  las  Provincias  unidas  del  Rio  de  la  Plata. — Es  copia. — Viana. 


ARMAMENTO 


r    8  de  a   18 
7  de  a  24 
16  de  a     9 
Cañones  -(  32  de  a     8 
10  de  a     4 
6  Carroña- 
das   de    a    2 


Fusiles  210 

Piedras  de  chispa  200 

Libras  de  pólvora  1650 

Barriles  de  id.  12 

Pedreros  de  lastre  10 

Cartuchos  de  fusil  2500 


Buenos  Ayrcs  Junio  3  de   1814.  —  Bernardo   ]'c¡ez,   Secretario  del   (lobierno   In- 
tendencia,   (i) 


relación  de  los  individuos  prisioneros  tomados  en  la  gloriosa  acción  del 
17  del  mes  de  america  con  expresión  de  sus  nombres,  clases,  grados  y 
Patria. 


Clases 

Capitán  de  Fragata 
Teniente  de  Navio 
Teniente    Coronel 
Teniente  de  Navio 
Teniente  de  Fragata 
Alférez  de  Navio 

Id. 

Id. 
Alférez  de  Fragata 

Id. 

Capellanes 

Capitán  de  Infant.* 
Teniente  de  id. 
Capitán  de  Artillería 

Tenientes  de  Ingenieros 


Oficiales   Mayores 


Nombres 

D.  José  Posadas 

D.  José  Miranda 

D.   José   Basq.z   Feyxóc 

D.   Antonio   Ozório 

D.    Franc.c°  Viana 

D.   Joaquín   Fosquella 

D.  Toribio   Pasa  de  Agua 

D.  Alexandro  Bélléno 

D.    Francisco   Chabaz 

D.    Gregorio   Mota 

fD.  Juan   Cabarco 

I^D.    Pedro   Gómez 
D.    Mariano    Maturana 
D.  Pedro  Lerrssan 
D.    Sebastian   Riera 

f  D.   Manuel  Fontan 

I.D.   Jayme   Suariña 

r  D.  José   Uriarte 
D.    Antonio   Acosta 
D.    Florencio   Pérez 
D.  Joaquín   Paréxas 
D.   Antonio  Negrete 
D.    Fran.co   Narania 


Grados 


Patria 


(\)  Gazeta  Ministerial,  N."  log,  de  Junio  de  1814. 


Clases 


Oficiales  Mayores 


—  259  — 
Nombres 

D.    Castellano   Estúra 
D.   Juan   Baut.a  Gaña 
D.  Juan   Pérez  Villagra 
D.  Ant.o  Montero  de  Redimil 
D.   Ángel   Milla 
•{  D.  José   Pérez 
D.    Alexandro    Garcia 
D.    Estevan   Rodriguez 
D.  Gregorio  Caminos 
D.  José   Rodriguez 
^D.   Man.l  Loares 


Grados 


Patria 


REGIM.TO    DE    MARINA. — CORBETA    PALOMA 


Nombres 


Juan   Martínez 
Pasq.l   Alins 
Juan  Castilla 
Juan   Muños 
Ant.o   Rodriguez 
Juan  Albezur 
Luis   Garcia   Camuñas 
Mathias  Berges 
José  Moreno 
Clemente  Baguero 
Pedro  Belasco 
Pablo    Mier 
José  López 
Gonzalo  Catalán 
Felis  Lobo 
Fran.co  López 
Antonio  Carreras 
Fran.co  Garcia 
Juan  Morales 
Fran.co  Rodriguez 
Fran.co  Machado 
Fran.co  Rodriguez 


Clases 

Sargento 

Cabo 
Soldado 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id 

id 

id. 

id. 

id. 

id 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 


Grados 


Bombardero 
de  Chain  agreg.^o 


Españ.l  Europeo 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 

id  - 
id. 
id. 
id 
id. 
id. 
id 
id 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id 
id. 


DEL     MISMO    REGIM.TO    gN     LA    FR.\GATA    NEPTUNO 


Nombres 

Pedro   Estremadura 
Pedro    Fernandez 
Tomas  Hernández 
D.    Gines    Solano 
Antonio    Garcia 
José    Chimarro 


Clases 

Cabo 
id 
id. 
id. 
Soldado 
id. 


Grados 


Patria 

Españ.'  Europeo 
id 
id. 
id. 
id. 
id. 


—  260 


Xombrcxs 

Esteban   Ximenes 
Gregorio   Lames 
Joaquin   Más 
Benito   Infante 
Miguel   de   la   Lastra 
Fermin   Antonio 
Gerónimo   Albendin 
José  de  Garcia 
Miguel   Campoy 
Antonio    Garcia 
José    Méndez 
Joaquin  Santiago 
Blas   Martínez 
Antonio  Carrasco 
Juan   Hernande; 
Mariano  Ortiz 
Pedro   Lozano 
Fran.c°  Ortiz 
José  Gordillo 
José  Sanches 
Juan  Cabrera 
Andrés   Grilla 
Vicente  Caparro 
Andrés  Hernández 
Fran.co   Guardeño 
Alonso  Vicente 
Pedro   Sarabia 
Fran.co  Laureyro 
Antonio  Sierra 
José  Diaz 
Domingo  Lagares 
Bartolomé    Rodiños 


Clases 

Soldado 
id. 
id. 
id 
id 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id 
id. 
id. 
id. 


Grados 


Patria 

Españ.'  Europeo 
id. 
id. 
id. 
id 
.  id. 
id. 
id. 
id. 
id 
id. 
id. 
id 
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id. 
id. 
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id. 
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id. 

id 

id. 


CAZADOR.S   DE    SF,VILL.\    EN    ID 


Noiubrts 

Vicente  Muños 
Man.l  Domínguez 
Bartolomé   Pulido 
Man.'  Fernand.z  Xove 
Juan  M.a  de  los   Santos 
Lorenzo    Garcia 
José    Villa    rica 
Eustaquio  Garrido 
José  Gallegos 
Fran.co  Carreño 
Man.'  de  los  Reyes 


Clases 

Sarg.to  2 
Cabo 

id. 

id. 

id. 
Soldado 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 


Grados 


Patria 

Españ.'  Europeo 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id 
id. 


2(51  — 


Nombres 

Man. I   Sánchez 
Ant.o  Lara 
Diego  Nuñez 
Juan  de  Barga; 
Fran.co  Ximenes 
Ant.o  S.ta  Marta 
José   Carmona 
Ant.o  Relaño 
Juan    Pérez   Romano 
Fran.co  Vilches 
Ant.o  de  Vera 
Juan  Quinoco 
Pedro  García 
Andrés  de  Vega 
Ant.o  de   Ocampos 
Man.l   Rodriguez 
Ant.o  Barral 
Pedro  de  Soto 
Mig.l  de  Tembla 
Ant.o  Cuesta 
Guillermo   Pinero 
José  Alvares 
Domingo  Pérez 
D.  Ant.o  Cuebas 
Manuel  Collaso 


Clases 

Soldado 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id 

id 

id. 

id. 

id 

id. 

id. 

id 

id. 

id. 
Artillero 


Grados 


Agreg.do  Emigr.do 


Patria 

Españ.l  Europeo 
id. 
id. 
id 
id. 
id 
id. 
id. 
id 
id 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id 
id. 
id 
id. 
id. 
id. 
id. 


Nombres 

Romualdo  Rodrig.s 
Juan  Ortega 
Santiago   Gomes 


EERG.'\NT1N    S.\N  JOSÉ 

Clase-s  Grados 

Cavo  2."  

Artillero  

Artillero  


Patria 


Españ.l  Europeo 
Españ.l  Europea 
Españ.l  Europeo 


artillería  de  tierra  ex  la  corveta  neptunc 


Nombres 

Fran.co  Terrero 
Rafael  Nabarro 
Joaquín  Dueñas 
Antonio  Ramonet 
Man.l  Cámara 
Nicolás  Rodrig.s 


Clases 

Cavo  i." 
Artillero 
Artillero 
Artillero 
Artillero 
Artill." 


GradO'3 


Patria 

Españ.l  Europeo 
Españ.l  Europeo 

Im 

Im. 

Im. 

Im. 


•    —  262  — 

bergantín-  san  jos? 

Nombres 

Clases 

Ant.o   Paller 

Cavo  2.° 

José  Ant.o  Isquier.<ío 

Art.c 

Pedro  Farelo 

Art.o 

Pedro  Sanches   Rodrig.s 

Art.e 

José  Rodrigues 

Art.c 

Diego  Amador 

Art.o 

Pedro  Olgado 

Art.c 

Luis  Peres 

Art.o 

^larcial  Palma 

Agreg.<í' 

Gradí>í 


Patria 

Españ.l  Europeo 
Im. 
Im 
Im. 
Im 
Im. 
Im 
Im. 
Im. 


OF.S   DE   MAR  y    MARINER.S   DE   LA    FRAGATA   NEPTUNO 


Nombres 

Nicolás  Rodrig.s 
Vicente  Zerantes 
Luis  Quintana 
José  Fran.co 
Fran.co  Molas 
Juan  Millan 
Greg.o  Ant.o  Vila 
José  Ant.o  Ros 
Ramón  Sierra 
Joaq.ti  de  los    Reyes 
José  Caballero 
José  Salvador  Castro 
José  Montes 
Tomas  Mayor 
José  Ravaza 
Man.l  Arana 
José   Munos 
Fern.do  Mellat 
Juan  Barón 
Lázaro  Baranda 
Mariano  Suares 
Juan  Rivas 
José  Masias 
José  Ferriol 
Benito  Hernand.z 
Ramón  Rujido 
José  Ant.o  Peres 
José  Ant.o  Acosta 
José  Ant.o   Bargas 
Pasq.'  Duran 
José  Gonzale? 
Ventura  Dominguez 


Clase-s 

Contra   Maestre 

Guardian  i." 

Id.         I." 

Id.         2." 

Carpintero   i.° 

Id.  2." 


Grados 


Id. 


3-° 


Calafate    i." 
Id.         2." 

Despensero 
Marinero 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.c 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 


Patria 

Españ.l  Europeo 

Im. 

Im. 

Im 

Im 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Lima 

Españ.l  Europeo 

Im. 

Im. 

Africano 

Lima 

Españ.'  Europeo 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Estrang.o 

Estrang.o 

Africano 

Esp.l  E... 

Im. 

Im. 


—  263 


Nombres 
Ing.o  Real 
Fran.co  Gonzales 
Félix  Prat 
Fran.co  de  Lago 
Pedro  Rodrig.s 
Josa  Ant.°  Fons 
Diego  del  Fuero 
Tomas  Sastra 
Domingo  Beiro 
Man.'  Ant.o  Mena 
Benito  Silva 
José  Flores 
Ant.o  Marín 
Fran.co  Casafranca 
Cresencio  Pisarro 
Martin  Irureta 
Fran.co  Rodríguez 
Alverto  Marino 
José  Palomares 
José  Mendíburu 
Juan  Villar 
Andrés  Cisneros 
Lorenzo  Justíníano 
Simón  Reyna 


Clases 
Marín. o 
Marin.o 
Marín." 
Marin.o 
Marín.c 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.o 
Marin.c 


Grado? 


Patria 

Esp.i  E... 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Buen.s  Ayr.s 

Estrang.o 

Chile 

Im. 

Lima 

Im. 

Esp.i  E... 

Montev.» 

Españ.l  Europeo 

Lima 

Españ.'  Europeo 

Im. 

Im. 

Estrang.o 

Lima 


Nombres 
Jorge  Vidal 
Pablo  Píris 
Man.l  Méndez 
Man.l  Ant.o  Masaval 
José  María  Leite 
Míg.l  Olarrío 
Ant.o  Zapata 
Ant.o  Riobó 
Ramón  Fernand.^ 
Ramón  Padilla 
José  Liebres 
Man.'  Davíla 
Fernando  Vis 
Lucio  Mig.s 
Alberto  Fernand.^ 
Miguel  Soto 
Domingo  Aguilar 
Juan  Ruiz 
José   Fernandez 
Ant.o  Rodríguez 
José  Santiago  Marino 


ÍDM.   DEL  SAN   JOSÍ" 

Clase-s 

Guardian    i." 

Id.  2." 

Carp.o   I.» 

Id.      2.» 

Calafate   i." 

Id.        2.» 

Sangrador 

Dispensero 

Practico 

Marin.o 

Marin.o 

Marin.o 

Marin.o 

Marin.o 

Marin.o 

Marin.o 

Emigrado 


Grados 


Patria 


— ^  Esp.i   Europeo 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Montev.o 

Esp.l    Europeo 

Im. 

Im 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 


/^ 


—  :264  — 


BATALLÓN   DE   IXFAXT.a   DE   ALBUERA 


Nombres 

Alfonso  Guerrero 
José  Luna 
Ant.o  Berdugo 
Sebastian  Ibañez 
José  Serpa 
Ant.o  Martínez 
José  Rodriguez 
Emeterio  Goñzales 
Alonzo  Molina 
Fran.co  Lavandera 
!Man.l  León 
Fran.co  Beferau 
Man.l  Pompeyo 
Fern.do   Porra 
Fran.co  Ladrón  d 
Bern.do  Romero 
Juan  Baqner 
Alonzo  Muños 
José  Robredo 
José  Marino 
Frañ.co  Sevillano 
Pedro  Bárvero 
Fran.co  Montero 


mo 


e  Guevara 


Clase-s 

Sarg.to  2.° 

Cavo  2." 

Idm.  Idm. 

Soldado 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 


Grados 


Patria 

Esp.l  Europeo 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im.  • 
Im, 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im 
Im. 
Im. 


PRIMERA    COMP.A    DE   EMIGRAD.S    EN"    LA    CORVETA    PALOMA 


Nombres 

Basilio  Martínez 
Juan  José  Díaz 
Man.l  Ramires  Ortiz 
Pedro  Acosta 
Cayetano  Abad 
Vicente  Arcullo 
Juan  Mendiburen 
Juan  Fran.co 
Tomas  Pereyra 
Pedro  Ant.o  Ojeda 
Juan  Ríos 

José  Ramón  Colmenerc 
Nicolás  Caseres 
José  Dadin 
José  Pérez 
Candido  Arrante 
Man.l  Doming.z 
Rafael  Fernand.z 
José  Carvallez 


Clase-s 

Sarg.to  2." 

Sarg.to  Idm. 

Cavo  I." 

Idm.  2.° 

Idm.  Idm. 

Soldado 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Tdm. 


Grados 


Patria 


Buen.s  Ayr.s 

Españ.i  Europeo 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Montev.o 

Esp.'  Europ.o 

Im. 

Im. 

Paraguay 

Esp.'   Europeo 

Im. 

Im. 

Estrang.o 

Españ.l  Europeo 

Im. 


—  265 


Nombres  Clases 

Gerónimo  Garcia  del   liarr.o  Soldado 

Fran.co  Gonzales  Idm. 

Melchor  de  Avila  Idm. 

Fran.'^o  Latorre  Idm. 

Luis  Basquez  Idm. 

Tomas  Garcia  Idm. 

Man.l  Rodrig.z  Idm. 

Mariano  Arias  Idm. 


Grados 


Patria 

Españ.'  Europeo 

Im. 

Im. 

Estrang.o 

Esp.'    Europeo 

Im 

Im. 

Montev.o 


SEG.DA    IM.    EN    EL    BERG.N    S."    JOSÉ 


Nombres 

Ramón  Pardiñas 
Ant.o  Reche 
Julián  Agapito  Roque 
Ramón  López  Azev.do 
Fran.co  Yañes 
José  Galpón 
Man.l  Gallegos 
Vicente  Aguiar 
Juan  de  Castro 
Domingo  Gago 
José  Cosió 
Ant.o  Ardenis 
Domingo  Hernand.^ 
Domingo  Ant.o  Ferrin 
Benito  Hernández 
]^Ian.l  Texeyra 
Diego  Melendes 
José  Ruiz 
Pedro  Ferrin 
Eugenio  Pereyra 
Ant.o  Juan  Bonilla 
Bartolo  Fernand.^ 
José  Enrrique 
Ramón  del  Puerto 
Gregorio  Gomes 
Jayme  Tura 
Vicente  Praz 
José  Alvarez 
Ant.o  Arca 
Fran.co  Cardello 
Mig.l  Cabrera 
Juan  Carrasco 


Clases 

Sarg.to  2." 

Sarg.to  Idm. 

Tambor 

Cavo  2.» 

Idm.  Idm. 

Idm.  Idm. 

Soldado 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Idm. 

Id. 

Id. 

Id. 

Id. 


Grados 


Patria 

EspañJ  Europeo 

Im. 

Im 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Montev." 

Esp.l    Europeo 

Im. 

Im. 

Im. 

Extrang.o 

Esp.i    Europeo 

Im. 

Im. 

Montev.o 

Españ.l  Europeo 

Montev.o 

Im. 
Esp.i  E... 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im 

Im. 

Im. 


—  266 


Nombres 


Jo5e  Ruiz 
José   Romero 
Pedro  Pérez 


ARTILL.^   DE   BRIGADA  DE  LA  PALOMA 

Clases  Grados                             Patria 

Seg.do  Condest.«  Esp.'    E.. 

Soldado  Im. 

Idm.  Im. 


IDM.    DE   LA    CORVETA    KEPTUNO 


Nombres 

Lorenzo  Rodrig.z 
Juan  Ant.°  Alonzo 
Rafael  Bermudes 
Manuel  Antonio 
Manuel  AUendo 
Benito  Prada 
Manuel  Pintos 
Fermin  de  Mendizabal 
Miguel  de  León 
Mateo  Galán 
Pedro  Juan  Barela 
Man.l  José  Ferrer 
Jacinto  Pinero 
Gregorio  Fernandez 
Luis  Chavarria 
José  Miño 
Luis  Montañer 
Luis  Barela 
José  Gutierres 
Antonio  Viera 
José  Moreno 
José   Betancui 
Marcos  Fernandez 
Antonio  Cabrera 
Julián  Viniel 
Manuel  Fernandez 
José  Buel 
Bernardo  Sastre 
Manuel  González 
Pedro  Santiago 
Carlos  Vino 
José   Abadia 
Esteban  Gómez 
Jayme  Mancha 
Matias  Ciré 
Juan  Antonio 
Miguel  Juan  Ballester 
Fernando  Pina 
Juan  de  Dios 


Clases 

Artillo 
Idm. 
Marinero 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im, 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 


Grados 


Patria 

Esp.i   E... 
Im 
Im. 
Im. 
Im 

Im. 
Extrang.o 
Esp.i   E... 

Im. 

Im. 

Im. 
Extrang.o 
Espa.'  E. . . 

Im. 

Im 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 
Extrang.o 
Esp.l   E... 

Im. 

Im. 


267  — 


Nombrea 

Miguel  Alvo 
Juan  Garcia 
Man.l  del  Rio 
Salbador  Lias 
Fran.cc  Requejo 
Simón  Baldes 
José  Joaq.n  Albares 
Antonio  Souza 
Fran.co  Ant.o  Albarez 
Ángel  Gómez 
Juan  Martínez 
José  Bardaño 
Pasqual   Fontela 


Clases 

Marinero 
Im 
Im 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 


Grado=! 


Patria 
Esp.l    E... 

Im 

Im. 

Im 

Im 

Im. 

Im. 
Estrang.o 

Im. 
Esp.l    E... 

Im. 

Montev.o 

Esp.l    Europeo 


IMI).   DE  LA   CORVETA   PALOMA 


Nombres  Clases 

Salbador  Botin  Contram.e 

Antonio  Freyre  2  Guard." 

José  Rodríguez  Imd. 

Fran.co  Sanches  i."  Carp." 

Fran.co  Arzuriaya  2."    Imd. 

José  Fran.co  Frayre  i.""  Calafate 

Dom.o  Ant.o  Gerea  2.°      Imd. 

Santiago  Pizon  Practico 

Juan  Molina  Armero 

Eduardo  Garcia  Sangrador 

Simón  de  Burgos  Maiordomo 

Pedro  Ant.o  Fernandez  Asistente 

Juan  Domínguez  Despensero 

Juan  de  la  Cruz  Figuerido  Marinero 

Manuel  Casas  Idm. 

José  González  Pumariega  Idm. 

Ign.o  Medina  Im. 

Fran.co  Crua  Idm. 

Miguel  Nuñez  Im. 

José  Ant.o  Calbo  Imd. 

Antonio  Elena  Idm. 

Fran.co  Gómez  Idm. 

Félix  Cantalicio  Im. 

Ramón  Morales  Im. 

Antonio  Gusnata  Im. 

Felipe  Tripiana  Im. 

Juan  Bovadilla  Im. 

Pedro  Otero  Im. 

Christoval  González  Im. 

Agustín  Padilla  Idm. 


Gradas 


Patria 

Esp.l    Europeo 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Idm. 
Im 
Im, 
Im. 
Im. 
Im. 
Im 
Im 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im 
Im. 


Nombres 

Bentura  Serra 
Juan  Thomas 
Alexandro  Fernand.' 
José  Fernandez 
Juan  Pablo 
José  de  Calda 
José  Ant.o  Ferreyra 
Fran.co  López 
José  Fernandez 
Julián  Borra 
Juan  Borda 
Fran.co  Rodrigue? 
Antonio  Camero 
Antonio  Cuantes 
Matias  Seoane 
Andrés  Martínez 
Ramón  Sar 
Fran.co  Birabin 
Agustin  Rodríguez 
José  Antonio  Fernandez 
Juan  Figueroa 
José  Alcedo 
Benito   ^lartine; 
Juan  Ant.o  Canosa 
Ángel  Nieto 
Fran.co  Carrera 
José  Pan 

Man.'  Juan  Alonzo 
.■\mbrocio  Guerrica 


—  2CS  — 
Clases 

Marinero 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 
Paje 
Alg.l  de  Aguas 
Marinero 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Sold.o  de  Marina 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 
Im. 


Grados 


Patria 

Esp.'    Europeo 

Im. 

Im. 

Im 
Estrang.o 
Esp.l    E... 

Im. 
Americano 
Esp.'   E... 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 
^  Im. 

Im 

Im. 

Im. 

Im. 

Im. 

Tm. 

Im. 

Im. 

Im 

Im. 

Im. 

Im. 


Bernardo  l'clez,  Sro.  del  Gov."o  é  Intend.a 


(27)       P.\RL.\MENTO  DIRIGIDO  AL  CAPITÁN   DE   NAVIO   D.   JaCINTO   DE   ROMARATE,   JEFE   DE 
LA  FUERZA  SUTIL  ESPAÑOLA,  ESTACIONADA  EN  EL  RÍO  NeGRO   (BaNDA  OriEXTAL  DEL 

Uruguay)   a  mediados  de  1814  (por  intermedio  del  capitán  del  Reg.  X."  2, 
D.  Francisco  Lynch,  comandante  de  la  tropa  embarcada  en  el  bergantín  de 

LA  PATRIA  "XaNCy"',  EMPLEADO  EN  EL  BLOQUEO  DE   MONTEVIDEO). 

Buenos  Aire?,  10  de  Junio  1814. 

Al  Comandante  de  la  Fuerza  Sutil  en  el  Rio  Xegro. 

Montevideo  se  halla  en  el  último  de  sus  apuros,  después  que  destruida  su  fuerza 
naval  por  la  de  la  Patria  el  i"  del  ppdo.  sufre  un  asedio  vigoroso  por  mar  y  tierra. 
La  pequeña  división  del  mando  de  Vd.  no  puede  ya  recibir  ningún  auxilio  de  la 
plaza.  Ella  debe  rendirse  a  las  tropas  orientales  ó  al  Gobierno  de  las  Provincias  Uni- 
das. A  Vd.  corresp~ride  calcular  sobre  las  ventajas  del  partido  que  <ea  más  decoroso 
a  su  pabellón  y  menos  peligroso  a  las  tropas  que  obedecen  sus  órdenes.  Si  Vd.  quie- 


—  26y  — 

re  rendirse  con  sus  fuerzas  al  ('.ol)ierno  de  las  Provincias  Unidas,  yo  ofrezco  aceptar 
una  capitulación  en  que  se  considte  el  honor  y  dignidad  por  una  y  otra  parte.  Vd.  y 
sus  oficiales  serán  conducidos  á  Montevideo  libres  de  todo  empeño  con  sus  criados 
y  equipajes;  á  la  tropa  y  marinería  se  les  darán  pasaportes  para  trasportarse  á  Es- 
paña en  embarcaciones  neutrales,  o  por  la  vía  de  puertos  estrangeros,  comprendién- 
dose en  esta  medida  las  tripulaciones  de  los  corsarios  y  buques  particulares  que  se 
hallen  bajo  la  protección  de  esa  Escuadrilla. 

En  la  situación  en  que  Vd.  se  encuentra,  debe  ceder  el  valor  á  la  prudencia,  para 
sacar  un  partido  ventajoso  de  unas  circunstancias  inevitables.  Vd.  no  puede  recha- 
zar, en  el  estado  en  que  se  halla,  unas  proposiciones  racionales  sin  esponer  la  huma- 
nidad á  nuevos  sufrimientos.  Está  de  un  todo  pronta,  una  fuerza  sutil  bien  armada 
y  con  tropa  de  desembarco  para  pasar  á  batir  la  de  su  mando,  si  la  obstinación  no 
cede  á  la  necesidad;  y  «n  este_caso,  yo  protesto  no  ser  responsable  ante  Dios  y  los 
hombres  de  los  resultados  funestos  de  este  nuevo  combate. 

Yo  espero,  tenga  Vd.  la  bondad  de  contestar  definitivamente  para  tomar  mis  re- 
soluciones. 

(Firmado)  Gervasio  Antonio  Posadas. 

CONTESTACIÓN 

En  contestación  al  oficio  de  Vd.  que  acabo  de  recibir  y  leer  en  presencia  de  los 
comandantes  y  oficiales  de  mi  División — digo  á  Vd.  que  ni  la  dignidad  del  pabellón 
Xacional  que  esta  arbola  ni  el  deber  sagrado  en  que  estamos  constituidos  por  defen- 
derla, nos  permite  admitir  partido  alguno  de  rendición,  sin  que  antes,  las  armas 
que  la  Nación  se  ha  dignado  poner  en  nuestras  manos,  queden  cubiertas  con  el  honor 
á  que  son  acreedoras.  En  este  supuesto,  tanto  el  Gobierno  de  las  Provincias  Unidas, 
como  las  tropas  orientales  deben  tener  entendido,  que  esta  Escuadrilla  no  se  entre- 
gará á  nadie  que  no  la  busque  por  el  camino  de  la  gloria  militar  que  ha  seguido 
siempre. 

Por  lo  que  respecta  á  los  sentimientos  de  humanidad  que  Vd.  manifiesta,  es  mi 
deber  prestarle  mi  agradecimiento  como  que  por  carácter  soi  inclinado  á  que  esta 
sufra  lo  míenos  posible;  p."  en  el  caso  presente,  la  obligación  militar  sobrepuja  á 
todo. 

Dios  guarde  a  Vd.  m.s  a.»  A  bordo  del  berg."  Belén,  en  las  aguas  del  Rio  Xegro,  á 
i~  de  Junio  de  1814. 

(Firmado)  Jacinto  de  Roniaratc. 

A'  Sr.  Supremo  Director,  (i) 

Buenos  Aires,  Julio  6  de  1814. 

Al  Comandante  de  la  Fuerza  Sutil  en  el  Río  Xegro. 

Rendida  á  discreción  la  plaza  de  Montevideo,  ocupada  hoi  por  las  armas  de  la 
Patria,  se  halla  Vd.  en  el  caso  de  hacerlo  también  á  las  mismas,  sin  desdoro  del  va- 
lor con  que  en  diversas  circunstancias,  ha  so>stenido  el  honor  de  la  Escuadrilla  de 
su  mando,  incapaz  de  oponer  en  el  día,  una  racianaJ  resistencia  á  la  fuerza  sutil  que 
en  este  caso  va  dispuesta  a  batirle  :  su  fuga  es  impracticable,  porque  la  Marina  del 
Estado,  tiene  tomados  los  puntos  por  donde  podría  Vd.   intentarla.   El  horror  que 


(i)    .archivo  General,  copia  fiel  del  original.   1859. 


—  ¿70  — 

naturalmente  inspira  la  inútil  efusión  de  sangre,  me  impulsa  a  la  medida  de  hacerlo 
presente  a  Vd.,  asegurándole  que  en  el  carácter  americano,  hallará  la  generosidad 
que  le  distingue,  si  no  la  inutiliza  la  imprudente  obstinación. 
Dios,  etc. 

(Firmado)  G.  A.  Posadas. 

Buenos  Aires,  Julio  21  de  1814. 
Sr.  Coronel,  Comand.te  D.  Guillermo  Brown. 

Con  esta  fecha,  se  previene  al  capitán  de  navio  D.  Jacinto  de  Romarate  que  des- 
embarcando la  tropa  y  marinería  de  los  buques  de  su  mando  que  se  rinden  á  las 
armas  de  la  Patria,  deje  á  bordo  de  cada  uno  de  ellos,  los  oficiales  de  cargo  respec- 
tivos, para  que  con  anuencia  de  V.  S.  é  intervención  del  Ayudante  de  la  Capitanía 
del  Puerto  D.  José  Vicente  Barba,  se  forme  un  exacto  y  proHjo  inventario  de  los 
útiles  de  guerra,  pertrechos  y  demás  que  han  de  recibirse  para  el  Estado,  por  el  ofi- 
cial á  quien  V.  S.  destine  con  responsabilidad. 

Y  de  orden  suprema  le  aviso  á  V.  S.  para  su  conocimiento  y  fines  consiguientes, 
recomendándole  á  nombre  de  S.  E.  el  trato  más  generoso  y  humano  con  los  citados 
oficiales  de  cargo  de  los  expresados  buques. 

Dios  guarde  a  V.  S.  m.s  años. 

(Firmado)  Francisco  Javier  de  ]'iana. 


Buenos  Aires,  18  de  Cktubre  1814. 

Al  Capitán  del  puerto  D.  Martin  Jacobo  Thompson. 

El  Supremo  Director,  se  ha  servido  ordenarme  prevenga  á  Vd.  disponga,  que  los 
oficiales  pertenecientes  á  la  escuadrilla  sutil  del  mando  del  capitán  de  navio  D.  Ja- 
cinto Romarate  que  deben  pasar  á  la  Península,  sean  admitidos  precisamente  y  sin 
escusa  alguna  en  los  buques  mercantes  que  salgan  directamente  para  puertos  estran- 
geros  ó  los  de  España,  luego  que  presenten  sus  respectivos  pasaportes  de  este  Su- 
perior Gobierno. 

De  Orden  Suprema,  lo  aviso  á  Vd.  4)ara  su  cumplim.to 

Dios,  etc. 

(Firmado)   F.  Jr.  de  l'iaiía. 

Buenos  Aires,  19  de  Octubre  1814. 


Sr.  Ministro  Secretario  de  Guerra  y  Marnia. 

He  recibido  el  oficio  de  V.  S.  de  fecha  de  ayer,  en  que  me  previene  de  Orden 
Suprema,  que  los  oficiales  pertenecientes  á  3a  escuadrilla  sutil  del  mando  del  Ca- 
pitán de  Navio  D.  Jacinto  Romarate  que  deben  pasar  á  la  Península,  sean  admitidos 
precisamente  y  sin  escusa  alguna,  en  los  buques  mercantes  que  salgan  directamente 
para  puertos  estranjeros  ó  españoles — y  quedo  en  dar  el  puntual  cumplimiento  luego 
que  presenten  los  pasaportes  respectivos  de  S.  E. 

Dios  guarde  á  V.  S.  m.s  años. 

(Firmado)  Martín  Thompson. 


—  271  — 

Bajo  el  convoy  de  la  sumaca  de  la  patria  Santisiiiia  Trinidad  (á)  la  Blanca  co- 
mandante Ángel  Hubac,  y  la  división  lijera  de  que  era  ca{)itana,  el  22  de  Julio  de 
1814  fondeó  Romarate  ea  estas  balizas  con  las  fuerzas  de  su  mando,  aumentadas 
con  las  sumacas  trasportes  Mal-acabado  y  Mariana,  de  las  que  hizo  entrega  al  gob.° 
de  Buenos  Aires,  emba-rcárxlose  enseguida  para  España  por  la  vía  del  Janeiro  el  12 
de  diciembre  inmediato  en  la  polacra  española  Nuestra  Señora  del  Carmen,  coman- 
dante don  Jacinto  Fábregas,  en  compañía  del  teniente  de  navio  en  retiro  D.  Juan 
Latré  y  del  ex-comandante  de  la  cañonera  Lima,  D.  José  Ignacio  de  Sierra.  Llegó 
á  Málaga  el  15  de  Mayo  de  181 5. 

El  30  de  octubre  zarparon  en  el  bergantín  portugués  Aleluya  el  ex-segundo  co- 
mandante del  Belén  D.  Julián  Carmona,  piloto  de  la  armada  y  habilitado  de  oficial 
de  guerra ;  el  teniente  de  fragata  D.  Pascual  de  Cañizo,  ex  comandante  del  Calves 
y  su  segundo  el  alférez  de  fragata  D.  Rafaeil  Ruiz ;  y  el  3  de  noviembre  zarparon 
en  el  bergantín  nacional  el  Carmelo,  D.  Ignacio  Reguera,  teniente  de  fragata  y  i.' 
ex-comandante  del  Belén,  el  alférez  de  fragata  D.  Ignacio  Flores,  ex-comandante 
de  la  balandra  Americana  y  el  teniente  de  infantería  D.  José  Benito  Azcuénaga. 

El  Director  Supremo  de  las  Provincias  Unidas  del  Río  de  la  Plata,  D.  Gervasio 
Antonio  Posadas,  ofrece  al  coronel  Brown  en  premio  de  sus  servicios,  la 
corbeta  de  guerra  "Hércules",  fondeada  en  el  puerto  de  la  Ensenada  de 
Barragan. 

Año  1814 

Buenos  Aires,  6  de  Septiembre  1814. 

El  Director  Supremo  de  las  Provincias  Unidas,  sensible  á  los  distinguidos  servi- 
cios que  ha  contraído  V.  S.  en  la  Marina  Nacional  y  á  las  g'lorias  debidas  á  su  es- 
fuerzo en  las  memorables  victorias  que  obtuvo  V.  S.  el  17  y  21  de  Mayo  del  co- 
rriente año  sobre  la  escuadra  de  los  enemigos  del  Estado,  ha  querido  ofrecerle  una 
prueba  de  su  gratitud  y  del  alto  aprecio  que  le  merece  su  valor  y  honorable  desem- 
peño :  y  en  tan  justa  demostración,  se  ha  servido  ordenarme,  presente  á  V.  S.  como 
lo  hago  á  su  nombre,  la  corbeta  de  guerra  el  Hércules,  á  cuyo  bordo  acreditó  V.  S. 
el  honor  y  constancia  que  distingue  á  las  almas  grandes. 

S.  E.  cede  á  V.  S.  toda  acción  y  derecho  que  le  correspondía  á  aquel  bajel ;  ha  da- 
do sus  órdenes  para  que  se  le  entregue  y  admitiéndolo  V.  S.  como  una  prenda  pro- 
pia, espera  acepte  este  obsequio  á  que  por  tantos  títulos  se  ha  hecho  acreedor. 

Dios  guarde  á  V.  S.  m.s  años. 

(Firmado)  Francisco  Javier  de  Viana. 
Sr.  Coronel  Comandante  General  de  la  Escuadra  D.  riuillermo  Brown.  (i) 

contestación 

Buenos  Aires,  9  de  Septiembre   1814. 
Al  Sr.  brigadier  D.  Fran.co  Javier  de  Viana,  Consejero  de  Estado  y  Ministro 
Secret.o  en  el  Despacho  Universal  de  los  Departamentos  de  Guerra  y  Marina. 

Ajer  he  tenido  el  honor  de  recibir  un  oficio  de  V.  S.  en  que  se  sirve  comu- 
nicarme la  cesión  que  el  Director  Supremo  ha  hecho  en  mi  favor  de  la  corbeta 


(.  I  )   Archivo  General. 


de   guerra   el   Hércules,  en   demostración   de   aprecio   por   los   servicios    que   he 
rendido  á  este  país  en  la  dirección  de  la  Escuadra  Nacional. 

Si  la  pequenez  de  mi  mérito  no  fuese  suficiente  para  dar  el  valor  correspon- 
diente á  una  expresión  que  no  merezco,  la  alta  y  respetable  autoridad  que  me 
distingue;  compromete  mi  corazón  á  la  mas  sincera  gratitud.  Amante  por  sis- 
tema de  la  felicidad  de  mis  semejantes,  no  he  hecho  hasta  ahora  otra  cosa,  que 
llenar  los  votos  de  la  razón  y  de  la  naturaleza,  trabajando  cuanto  ha  estado 
á  mi  alcance,  por  la  libertad  de  esta  parte  del  Nuevo  Mundo. 

Dígnese  V.  S.  significar  mi  reconocimiento  a  S.  E.  presentándole  la  relación 
de  la  Artillería  que  no  me  es  necesaria  y  dejo  á  disposición  de  S.  E.;  y  ojalá 
sea  tan  feliz,  que  con  mis  ulteriores  esfuerzos,  consagre  nuevos  servicios  á 
la  causa  sagrada  de  la  América. 

Dios  guarde  á  V.  S.  m.s  años. 

(Firmado)   Guilleniio  BroiK'u. 

Relación  de  la  Artillería  y  municiones  ove  deja  k  disposición  del  Supremo  Di- 
rector, EL  CORONEL  D.  Guillermo  Brown — correspondientes  á  la  corbeta  de  su 
propiedad  el  "Hércules". 

Cuatro  carroñadas  de  á  24 

Dos  .,  largas    ..    „  12 

Ocho  ..  ..        ..    ..  8 

Dos  ,. 18 

Cuatro  '      ..                f^ 

Cuatro  ,,  ,.         ..    ,.  12 

Cuatro  ..  .          ....  12 


28  . 

Las  balas  correspondientes  á  las  mismas  piezas  y  demás  numiciones.  con  las  ban- 
deras y  señales  del  buque.— Buenos  Aires,  9  de  Septiembre  1814. 

(Firmado")   G.  Broian. 


Buenos  Aires.  10  de  Septiembre  1814. 

Dénsele  las  gracias  y  que  ponga  á  disposición  del  Comisario  de  Marina.  la  arti- 
llería y  municiones  que  espresa. — Rúbrica  de  S.  E. 

(Firmado)    J'iaua. 


Buenos  Aires.  10  de  Septiembre  1814. 

Sr.  Comandante  de  las  fuerzas  navales  del  Estado,  coronel  D.  (luillermo  Brown. 

Enterado  S.  E.  de  la  generosa  donación  que  ha  hecho  V.  S.  en  obsequio  del  Es- 
tado, de  la  artillería  y  municiones  que  espresa  la  adjunta  relación,  correspondientes 
á  la  corbeta  de  su  propiedad  el  Hercules:  me  ordena  dé  á  V.  S.  las  más  espresivas 
.ííracias  en  noml)ro  de  la  patria  por  esta  nueva  demostración  de  su  decidida  adiie- 


siüYi  al  sistema  de  las  Provincias  Unidas  y  que  en  su  consecuencia,  disponga  V.  S. 
se  entreguen  los  indicados  artículos  al  Comisario  de  Marina,  á  quien  con  esta   fe- 
cha se  le  previene  lo  convenietite. 
Dios  guarde  á  V.  S.  m.*  años. 

(Firmado)  F.  Javier  de  Viana. 

Buenos  Aires,  7  de  Septiembre  1814. 
Al  Comisario  de  Marina  IJ.  Benito  José  doyena. 

El  Supremo  Director  del  Estado,  me  ordena,  prevenga  á  Vd.  disponga  que  la 
corbeta  de  guerra  el  Hercules,  perteneciente  al  Estado,  sea  entregada  inmediata- 
mente con  todos  los  pertrechos,  enseres  y  útiles  esistentes  en  ella,  al  coronel  co- 
mandante de  la  fuerza  naval  D.  (Uiillermo  Brown,  á  qujen  se  ha  cedido  en  pro- 
piedad por  S.  E.  en  justa  remuneración  de  sus  importantes  servicios. 

Dios,  etc.  ,  . 

(Firmado)  F.^o  /.<•'■  Viana. 

Buenos  Aires,  9  de  Septiembre  1814. 

Al    Sr.    Secretario    de   Estado    en    el    departam.t"    de    ('.ucrra    y    Marina,    brigadier 
D.  Fran.co  Javier  de  Viana. 

Servirá  de  (lobierno  en  esta  Comisaría  de  Marina,  la  disposición  del  Exmo.  Su- 
premo Director  que  V.  S.  se  ha  dignado  comunicarme  en  oficio  orden  de  7  del 
presente  mes,  relativa  á  haber  cedido  en  propiedad  al  coronel  comandante  de  las 
fuerzas  navales  D.  Ciuillermo  Brown,  la  corbeta  del  Estado  nombrada  Hércules, 
con  todos  sus  pertrechos,  armamento  y  deanás  útiles  existentes  en  ella,  la  que  le 
será  entregada  inmediatamente  en  cumplimiento  de  la  citada  superior  orden. — Y  lo 
aviso  á  V.  S.  en  contestación . 

Dios  guarde  á  V.  S.  m.'=  años. 

(Firmado)  Benito  José  Goyena. 

Buenos  Aires,  10  de  Septiembre  1814. 
Al  Comisario  de  Marina,  D.  Benito  José  (lOyena. 

Con  esta  fecha,  se  previene  al  Comandante  de  las  Fuerzas  Navales  del  Estado 
D.  Guillermo  Brown,  ponga  á  disposición  de  Vd.  los  artículos  de  guerra  que  gene- 
rosamente ha  cedido  en  obsequio  del  Estado,  pertenecientes  á  la  corbeta  de  su 
propiedad  el  Hércules,  y  se  expresan  en  la  adjunta  relación,  que  incluyo  á  Vd.  á 
los  fines  consiguientes. 

Dios,  etc. 

(Firmado)  F.  J.  de  í'iaua. 

Buenos  Aires,  11  de  Septiembre  1814. 

Al  Sr.  Secretario  de  Estado  en  el  despacho  de  Guerra  y  Marina,  brigadier  D.  Fran- 
cisco Javier  de  Viana. 

Se  recibirán  oportunamente  en  los  Almacenes  de  ^Marina,  las  28  carroñadas  con 
sus  municiones  correspondientes  y  las  banderas,  que  el  coronel  comandante  de  las 
Tomo  II  18 


—  274  — 

fuerzas  navales  D.  (luillermo  Browii  ha  cedido  en  obsequio  del  Estado,  pertene- 
cientes á  la  corbeta  de  su  propiedad  nombrada  Hércules,  según  se  ha  servido  V.  S. 
prevenir  y  ordenarme  en  su  respetable  oficio  de  lo  del  presente,  y  con  arreglo  á 
la  nota  que  en  él  se  incluye. 

Dios  guarde  á  V.  S.  m.s  años.  (Firmado)  Benito  Josc  de  Goyeiia. 


Venta  de  la  "Belfast",  "NEptuxo"  y  "Agradable" 

Buenos  Aires,  19  de  Septiembre  1814. 

El  Supremo  Director,  me  encarga,  ordene  á  Vd.  que  á  la  mayor  brevedad,  pro- 
ceda á  la  venta  en  pública  subasta,  de  las  corbetas  del  Estado,  nombradas  Bclfast, 
Neptiino  y  Agradable,  en  el  concepto,  de  que  la  primera  es  apreciada  en  doce  mil 
pesos  y  en  diez  mil  cada  una  de  las  restantes ;  previniéndole  no  deber  comprender 
en  dicha  venta  el  armamento  de  guerra  de  los  expresados  buques. 

De  orden  de  S.  E.  lo  aviso  á  Vd.  para  el  debido  cumplim.to 

Dios,  etc. 

(Firmado)  F.  J.  de  Viaua. 
Al  Comisario  de  Marina. 

Buenos  Aires,  25  de  Septiembre  1814. 

El  Supremo  Director  del  Estado  ha  resuelto  en  acuerdo  de  hoi,  por  razones  que 
se  reserva,  se  suspenda  el  remate  de  las  corbetas  Belfast,  Agradable  y  Neptuno, 
que  con  fecha  19  del  corriente  se  previno  á  Vd.  debía  celebrarse,  y  le  encarga  que 
anulando  los  carteles  que  con  este  objeto  se  hubiesen  fijado,  proceda  á  la  entrega 
de  dichos  buques  á  disposición  de  D.  Manuel  Lorenzo,  á  quien  se  han  vendido  en 
cantidad  de  treinta  mil  pesos. 

Y  de  su  orden,  lo  prevengo  á  Vd.  para  su  cumplimiento  y  fecho,  dé  cuenta. 

Dios,  etc. 

(Firmado)  F.  J.  de  llana. 
AI  Comisario  de  ^Marina,  (i) 

D.  Benito  José  de  Goyena,  Comisario  de  Marina  del  Rio  de  la  Plata. 

Certifico  que  consecuente  á  orden  del  Supremo  Director  del  Estado,  y  con  asis- 
tencia del  teniente  coronel  D.  Antonio  Lamarca,  he  entregado  á  D.  Manuel  Loren- 
zo, las  corbetas  del  Estado  nombradas  Belfast,  Agradable  y  Neptuno  que  ha  com- 
prado, y  para  que  conste,  y  le  sirva  de  resguardo  hasta  que  dada  cuenta,  se  le  ex- 
tienda la  correspondiente  escritura  de  propiedad,  le  doi  la  presente  en  el  puerto  de 
la  Ensenada  á  treinta  de  Septiembre  de  mil  ochocientos  catorce. 

(Firmado)  Antonio  Loniarca.  (Firmado)  Benito  José  de  Goyena. 

Yo,  el  abajo  firmado,  declaro :  que  he  recibido  posesión  de  los  tres  buques  de 
arriba,  de  cuenta  de  Don  Guillermo  P.  White,  y  le  paso  este  certificado  para  que 
en  su  virtud  reciba  la  correspondiente  escritura. — Buenos  ,-\ires,  Octubre  10  de  1814. 

■ (Firmado)  Manuel  Lonrenco. 

(i)  Archivo  General. 


{2S)  DlbClKSO  DtL  SEÑOR  VICEALMIRANTE  D.  ATiLIO  S.  BaRILARI  EN  EL  ACTO  DE 
INALT.URAR  LA  Eí'TATUA  DEL  CIUDADANO  D.  JUAN  LaRREA,  FUNDADOR  DE  LA  ESCUA- 
DRA   NACIONAL  : 


¡Felices  los  pueblos  que  saben  lionrar  la  memoria  de  sus  benefactores,  o  saben 
rendir  homenaje  pagando  el  tributo  debido  a  los  que  han  comproniietido  la  gra- 
titud de  la  posteridad ;  porque  los  pueblos  que  así  proceden  tienen  s.eñalado  un  lu- 
gar prominente  en  el  camino  de  la  civilización  y  de  la  grandeza ! 

Buenos  Aires,  como  capital  de  la  república,  honrando  a  los  proceres  de  la  Pri- 
mera Junta,  o  sea  a  los  que  formaron  el  primer  gobierno  patrio  de  esta  parte 
del  continente  americano,  se  coloca  en  la  senda  venturosa  que  ha  de  conducirla 
a  ese  destino. 

¡  Honor  y  gloria  a  la  capital  de  la  nación  argentina,  en  cuyo  seno  germinó  y  se 
formó  ese  gobierno  que  fué  el  pedestal  de  nuestra  libertad  y  el  verdadero  precur- 
sor de  nuestra  independencia ! 

Señores :  El  fausto  acontecimiento  que  el  país  conmemora  festejando  nuestra 
primera  centuria  de  vida  libre,  nos  congrega  en  este  momento  al  pie  de  la  estatua 
que  representa  a  dcwi  Juan  Larrea,  una  de  las  figuras  más  salientes  de  los  miem- 
bros de  la  Primera  Junta.  Fué  uno  de  los  primeros  comprometidos  en  el  reducido 
número  de  los  campeones  que  expusieron  su  porvenir  y  su  vida  preparando  los 
acontecimientos  de  Mayo,  y  después  formó  parte  de  aquel  gobierno  que  sin  temor 
de.  equivocarnos  podemos  llamar  por  sus  hechos  y  proyecciones  famoso  ante  la 
historia,  y  aplicó  en  él  todas  sus  energias,  todas  sus  actividades  y  todos  los  sen- 
tiniientos  grandes  y  nobles  que  animaron  su  alma,  para  que  irradiara  los  rayos 
de  luz  que  debian  iluminar  el  sendero  de  la  emancipación. 

Fué  allí  donde  se  hizo  conocer  como  un  fervoroso  partidario  de  las  ideas  de- 
mocráticas del  gran  Moreno,  a  quien  siempre  acompañó  con  fe  y  perseverancia 
compartiendo  sus  responsabilidades. 

Y  era  lógico  que  así  fuera  quien  siempre  se  distinguió  por  sus  ideas  liberales, 
convencido  de  que  ellas  eran  las  que  debían  abrir  las  puertas  del  porvenir  a  la  pa- 
tria de  sus  afectos  y  de  su  adopción. 

Hay  en  esto,  señores,  un  doble  mérito  en  Larrea,  porque  no  habiendo  visto  la  !uz 
en  tierra  americana,  supo  seguir  las  inspiraciones  de  su  espíritu  patriota  al  consa- 
grar sus  esfuerzos  a  la  idea  santa  y  generosa  de  libertar  al  país  que  amó  y  en  cuyo 
seno  adquiriera  una  posición  elevada  y  espectable  que  lo  identificara  con  la  suerte 
y  destino  de  aquél.  Supo  sobreponerse  a  la  preocupación  de  la  nacionalidad  de  ori- 
gen y  como  tantos  otros  que  lo  imitaron  después,  sólo  pensó  en  servir  los  intereses 
de  la  causa  americana,  que  fué  la  causa  de  la  justicia  y  del  derecho  que  no  reco- 
noce patria  ni  fronteras. 

Nacido  en  Cataluña,  no  combatió  por  esto  a  su  patria  ni  a  su  rey,  al  defender  la 
existencia  de  un  pueblo  que  sentía  sofocados  sus  destinos  por  un  poder  que  aunque 
de  raza  hidalga  y  caballeresca  era,  sin  embargo,  extraño  a  las  aspiraciones  de  in- 
dependencia y  libertad. 

¡No!  No  combatió  a  su  patria  ni  a  su  rey  al  ponerse  al  servicio  de  esos  prin- 
cipios regeneradores,  que  tarde  o  temprano  debían  triunfar  esparciendo  sus  bene- 
ficios en  el  seno  de  la  América. 


—  276  — 

Larrea,  como  miembro  de  esa  junta,  cumplió  así  preceptos  y  deberes  sagrados 
que  las  leyes  de  la  humanidad  ha  impuesto  al  liombre  en  su  condición  de  ser  libre 
é  iguales  a  los  demás. 

Las  disensiones  políticas  que  por  vez  primera  sobrevinieron  desde  que  se  instaló 
el  primer  gobierno  patrio  separaron  de  la  junta  a  Larrea  con  otros  proceres,  que 
como  él,  sostenían  las  ideas  democráticas  que  ha¡n  sobrevivido  en  la  república  y 
obedeciendo  a  esa  ley  fatal  que  casi  invariablemente  tiene  deparadg  el  destino  a 
los  grandes  servidores  tuvo  que  sufrir  con  aquéllos  las  amarguras  del  ostracismo, 
comiendo  el  duro  pan  del  destierro. 

Pero  esas  adversidades,  lejos  de  disminuir  el  fuego  apasionado  de  su  liberalismo, 
fueron  un  estímulo  mayor  para  perseverar  en  él  y  los  nuevos  acontecimientos  poli- 
ticos  dieron  lugar  a  que  fuera  sometido  nuevamente  a  prueba  prestando  al  país 
eminentes  servicios  como  legislador  y  estadista. 

Instalado  el  segundo  triunvirato  como  poder  ejecutivo  de  las  Provincias  Unidas 
del  Río  de  la  Plata,  resolvió  en  sus  primeras  medidas  convocar  a  los  pueblos  para 
organizar  la  representación  nacional  y  Larrea  fué  llevado  por  el  voto  de  sus  con- 
ciudadanos a  formar  parte  como  representante  en  la  memorable  asamblea  consti- 
tuyente del  año  trece,; 

Hizo  allí  sentir  como  antes  su  acción  patriótica  y  benefactora,  votando  leyes  no- 
tables, como  la  que  declaró  la  libertad  de  vientre,  la  que  creó  la  Facultad  de  medi- 
cina, la  que  extinguió  el  tribunal  de  la  inquisición,  la  que  dio  la  organización  ecle- 
siástica, la  que  dictó  el  reglamento  general  de  justicia  y  la  que  declaró  libres  a  los 
esclavos  que  se  introdujesen  en  el  territorio  de  la  nación,  y  llevan  su  firma  como 
presidente  de  esa  asamblea,  la  que  declaró  fiesta  cívica  el  25  de  mayo,  la  que  abolió 
los  títulos  de  nobleza,  la  que  prohibió  los  tormentos  como  medio  de  investigación 
judicial,  la  que  creó  el  primer  instituto  militar  de  la  nación  y  la  que  declaró  i'mica 
canción  patria  nuestro  himno  nacional. 

En  esta  forma  iba  llenando  su  misión  de  legislador  cuando,  poco  después,  fué 
nombrado  sucesivamente  miembro  del  poder  ejecutivo  y  ministro  de  hacienda  del 
primer  directorio,  y  aun  cuando  fuese  muy  conocida  la  situación  precaria  que  atra- 
vesaban las  Provincias  Unidas  cuando  Larrea  se  incorporó  al  nuevo  gobierno,  no 
considero  fuera  de  lugar  repetirla  a  grandes  rasgos,  siquiera  sea  para  sentir  en 
toda  su  intensidad  en  estos  momentos,  el  recuerdo  vivo  del  cuadro  de  la  época. 

Chile,  anarquizado  por  sus  divisiones  intestinas,  e  invadido  por  las  huestes  del 
Perú,  germinal)a  en  su  seno  los  acontecimientos  que  dieron  por  resultado  la  de- 
rrota de  Rancagua. 

Los  restos  de  nuestro  ejército  del  norte,  despedazado  por  grandes  contrastes,  re- 
trogradaban perseguidos  por  un  enemigo  aguerrido  y  tenaz.  Montevideo,  que  ence- 
rraba dentro  de  sus  muros  a  im  ejército  poderoso,  y  era  el  apostadero  de  la  armad^ 
realista,  tenía  el  dominio  del  mar,  resistía  con  ventajas  el  asedio  de  nuestro  dimi- 
nuto ejército,  y  era  el  baluarte  del  Plata  y  del  Atlántico. 

.   .\rtigas,  sublevado  contra  la  capital,   hostilizaba   a  los   sitiadores  y  promovía   en 
favor  de  su  causa  la  defección  de  Corrientes  y  Entre  Ríos. 

Las  arcas  del  tesoro  público  exhaustas  y  el  crédito  en  completa  decadencia. 

La  desmoralización  y  el  temor  dominaban  el  ambiente. 

Con  este  cuadro  desesperante  es  cómo  abordó  Larrea  con  serenidad  de  espíritu 
y-  energía  de  alma  el  arduo  problema  de  afirmar  nuestro  predominio  y  ahuyentar 
el  desaliento. 


■  Y  es  aquí,  en  medio  de  la  gravedad  y  las  angustias  donde  sus  geniales  eonccp- 
ciones  y  los  medios  empleados  para  realizarlas,  lo  revelan  un  estadista  experto, 
•x'oncienzudo  y  diligente. 

Su  pensamiento  de  adquirir  el  dominio  del  mar  y  rendir  a  Montevideo,  como 
base  principal  de  sus  proyectos,  sus  esfuerzos  y  sagacidad,  para  uniformar  la  opi- 
nión del  gobierno  en  el  sentido  de  realizar  esa  idea,  sus  afanes  para  vencer  las  di- 
ficultades que  se  oponían  a  la  realización  del  plan  de  crear  una  escuadra  respetable 
que  no  aventurara  el  éxito,  cuando  se  carecía  de  buques,  de  hombres,  de  armas, 
de  municiones  y  de  pertrechos;  la  adquisición  que  hiciera  del  concurso  generoso  y 
abnegado  del  patriota  don  (".uillermo  Pío  White,  a  quien  sigilosamente  confió  de 
lleno  la  misión  de  formar  y  organizar  esa  escuadra,  debiendo  adquirir  los  elemen- 
tos necesarios  con  su  capacidad,  su  crédito,  su  fortuna  y  su  genio  fecundo. 

La  realización  de  esos  planes  coronados  por  el  éxito  más  completo  con  los  triun- 
fos navales  de  Martín  (.arcía  y  Montevideo,  el  bloqueo  de  este  puerto  y  la  rendi- 
ción de  esa  plaza  como  consecuencia  natural,  con  todos  sus  caudales  de  armas  y 
dinero.  La  entrega  de  la  temible  escuadrilla  que  dominaba  el  Uruguay,  el  dominio 
de  los  ríos  y  las  costas  del  Atlántico  adquirido  por  nuestra  escuadra,  llegando  hasta 
llevar  la  ofensiva  a  las  costas  de  la  península,  la  apertura  de  nuestros  puertos  al 
comercio  marítimo,  y  finalmente  el  renacimiento  de  la  confianza  pública,  haciendo 
desaparecer  por  completo  las  angustias  y  la  opresión,  es  la  evidente  comprobación 
de  aquel  juicio,  y  lo  que  representa  la  obra  grandiosa  de  Larrea,  que  señala  una 
época  en  la  lucha  de  nuestra  emancipación  política,  y  en  la  que  se  destaca  su  perso- 
nalidad clarovidente  como  el  fundador  de  nuestra  marina  de  guerra  y  el  principal 
obrero  en  la  salvación  de  la  independencia  agonizante. 

Y  sus  calidades  fecundas  y  relevantes  se  realzan  aun  más,  cuando  se  piensa  que 
al  mismo  tiempo  que  ideaba  y  daba  cima  a  los  gigantescos  proyectos,  elaboraba  la 
famosa  ley  de  aduana  que  lleva  su  nombre  y  cuyas  principales  disposiciones  rigen 
hoy  en  la  república. 

Pero  el  destino,  siempre  fatal,  no  quiso  conservarle  en  el  seno  de  la  patria  como 
im  colaborador  de  la  grande  obra,  y  permitió  que  la  pasión  política  y  el  anarquismo 
lo  arrojaran  nuevamente  del  gobierno,  perseguido,  engrillado  y  arruinado  en  su 
fortuna,  lanzándolo  otra  vez  al  camino  de  la  proscripción,  calumniado  y  vilipen- 
diado, recompensando  así  su  honradez  y  eminentes  servicios,  como  los  de  su  amigo 
desgraciado,  don  Guillermo  Pío  White,  con  el  infortunio,  la  ingratitud  y  la  miseria. 
Ha  tocado  a  la  posteridad  hacerle  justicia,  y  después  de  transcurridos  cien  años, 
su  nombre  se  inmortaliza  con  el  bronce  como  un  símbolo  del  patriotismo  y  la  ab- 
negación, entregado  al  respeto  y  admiración  de  las  generaciones  presentes  y  ve- 
nideras. 

Señor  intendente  municipal :  En  nombre  de  la  comisión  de  monumentos  de  que 
formo  parte  os  hago  entrega  de  la  estatua  que  representa  la  efigie  de  don  Juan 
Larrea,  señalando  en  su  actitud  la  obra  culminante  e  imperecedera  de  su  vida  pú- 
blica, para  que  ella  sea  guardada  en  el  corazón  de  este  pueblo  de  sus  afectos  con 
la  devoción  y  el  cariño  que  en.<?endran  la  gratitud." 


—  27S  — 

Tanibicn  fué  celebrado  dignamente  por  la  alta  autoridad  de  la  Armada,  y  cree- 
mos justo  dejar  constancia  de  ello,  el  primer  centenario  de  la  Victoria  de  Martín 
García  con  un  acto  solemne  y  grandioso  por  su  propia  sencillez  y  el  espléndido  pa- 
norama que  le  sirvió  de  escenario  y  marco  :  la  isla  gloriosa  y  la  inmensidad  sober- 
bia del  Plata. 

La  Prensa  de  esta  Capital  lo  describe  en  su  número  del  15  de  marzo  de  1914  en 
los  siguientes  términos : 

A  pesar  del  mal  tiempo  reinante  durante  casi  todo  el  día  de  ayer,  resultaron  lu- 
cidísimas las  fiestas  efectuadas  en  Martin  García,  con  motivo  de  la  jura  de  la 
bandera  por  los  conscriptos  de  la  clase  de  1893  allí  reunidos,  y  conmemorando  el 
centenario  del  asalto  y  toma  de  la  isla  por  la  escuadrilla  del  almirante  Brown. 

A  las  8  de  la  mañana  se  embarcaron  a  bordo  del  cañonero  "Rosario",  amarrado  en 
la  dársena  Norte,  el  Ministro  de  Marina  contralmirante  D.  Juan  Pablo  Sáenz  Va- 
liente, contralmirantes  Domecq  Carcía  e  Hipólito  Oliva;  monseñores  Romero 
y  Piaggio ;  capitanes  de  navio  Enrique  Fliess,  Luis  Almada,  Vicente  Montes ;  ca- 
pitanes de  fragata,  Ricardo  Camino  y  Ricardo  J.  Hermelo ;  auditor  general  de 
guerra,  doctor  Risso  Domínguez ;  teniente  de  fragata  Ignacio  Espíndola ;  doctor 
Adolfo  P.  Carranza :  contador  subinspector,  Gustavo  Rodríguez  Lima ;  director 
del  archivo  general  de  la  Nación,  José  J.  Biedma,  e  ingeniero  subinspector  Juan 
Bonfiglio,  saliendo  inmediatamente  con  rumbo  a  Martín  García,  a  pesar  del  tem- 
poral que  se  iniciaba  en  esos  momentos.  Casi  conjuntamente  salía  de  la  dársena 
Sur  el  vapor  "Colonia",  en  el  cual  se  habían  embarcado  numerosas  familias  de 
los  conscriptos,  que  se  trasladaban  a  la  isla  para  asistir  a  la  fiesta  y  visitar  a  los 
mismos,  habiendo  otras  muchas  que  habían  retirado  pasaje  desistido  del  viaje 
]>or  temor   al  mal  tiempo. 

Ex  LA  ISLA  DE  Martín  García 

Por  la  mañana,  presididos  por  el  comandante  de  la  isla,  capitán  de  fragata 
Francisco  Borges,  se  realizaron  diversos  actos  conmemorando  el  centenario  del 
combate  y  ocupación  de  la  isla,  en  los  que  participaron  las  niñas  y  niños  de  las 
escuelas  locales.  En  las  ruinas  de  las  baterías  ocupadas  por  los  realistas  y  que 
fueron  tomadas  al  asalto  por  nuestros  marinos  hace  un  siglo,  se  levantó  un  arco 
triunfal,  y  el  capellán,  señor  Robledo,  dirigió  la  palabra  a  los  niños,  rememo- 
rando los   hechos  gloriosos   allí    desarrollados. 

Asistieron  a  esta  ceremonia,  la  banda  del  depósito  del  cuerpo  de  marinería,  la 
cual  ejecutó  el  Himno  Nacional  coreado  por  los  niños,  y  diez  conscriptos  de  cada 
batallón,  en  representación  de  todos  sus  compañeros.  Terminado  el  acto,  los  niños 
se  retiraron,  arrojando  flores  sobre  el  lugar  del  combate,  en  homenaje  a  los  caí- 
xlos  de  ambas  partes. 

A  mediodía  llegó  el  cañonero  "Rosario"  y  atracó  al  muelle,  donde  esperaban 
al  Ministro  de  Marina  y  a  la  comitiva  el  comandante  de  la  isla,  capitán  de  fra- 
gata Francisco  Borges,  y  un  grupo  de  oficiales  y  vecinos.  Al  desembarcar  el  se- 
ñor Sáenz  Valiente,  se  hizo  la  salva  correspondiente  a  la  insignia  ministerial  por 
la  artillería  de  a  bordo.  El  desembarco  se  efectuó  en  medio  de  un  chubasco  que 
felizmente  amainó  poco   después. 

A  la  entrada  del  local  de  la  comandancia  se  encontraba  formada  la  compañía 
•íle  disciplina,  la  cual  rindió  igualmente,  al  ministro,  los  honores  correspondientes. 


La  tira  de  la  r.AXüERA 


Hl  Ministru  de  ^larira,  en  atención  a  que  aún  no  había  llegado  el  vapor  "Co- 
lonia" en  que  venían  las  familias  de  los  conscriptos  para  asistir  a  la  jura,  re- 
tardó el  acto  hasta  que  éstas  hubieron  desembarcado,  dirigiéndose  entonces  al 
campo  de  instrucción  que  rodea  los  alojainientos  de  los  conscriptos,  donde  se  en- 
contraban formados  en  cuadro  los  3.000  reunidos  en  ese  acantonamiento.  Al  frente 
fué  colocada  la  bandera  de  los  batallones  con  su  escolta  de  honor  correspondiente, 
situándose  en  el  centro  del  cuadro  la  comitiva  oficial  y  las  numerosas  familias 
concurrentes  de  esta  capital  y  las  residentes  en  la  isla,  en  cuya  ocasión  el  Minis- 
tro de  Marina  hizo  leer  la  siguiente  proclama: 

La  bandera  de  la  patria  que  hace  un  siglo  fué  clavada  en  esta  isla,  por  las 
marinerías  de  desembarco  de  la  escuadrilla  nacional,  comandada  por  Brown,  va 
a  recibir  vuestro  juramento  de  fidelidad,  primera  y  solemne  promesa  del  cum- 
plimiento de  los  deberes  que,  como  argentinos,  la  patria  os  impone  en  el  servicio 
de  las  armas.  Es  la  protesta  de  amor  y  respeto;  es  la  manifestación  de  que  estáis 
decididos  a  acompañar,  defender  y  hacer  respetar  de  todos,  siempre  y  doquiera, 
por  tierra  y  por  mar,  en  la  dicha  y  en  el  infortunio,  sin  calcular  privaciones  ni 
medir   sacrificios,    este    emblema    de    justicia,    libertad   y    soberanía. 

La  patria  espera  que,  como  hijos,  seáis  dignos  de  sus  glorias;  capaces,  si  lleg-a 
el  caso,  de  ser  continuadores  de  la  acción  de  Brown,  King,  Seawert,  Spiro.  Oroná. 
Jones  y  de  todos  aquellos  que  en  esta  fecha,  100  años  atrás,  aquí  mismo,  comba- 
tiendo con  denuedo  y  bizarría,  ganaron  para  nuestra  República  este  pedazo  de 
suelo  argentino,  escribiendo  con  su  sangre  las  primeras  páginas  de  nuestra  his- 
toria de  triunfos  navales  con  que  se  afianzó  nuestra  independencia  y  con  que  sé 
reclamó  del  mundo  entero  la  consideración  y  el  respeto  que  nos  corresponde  como 
pueblo   soberano. 

Conscriptos:  no  alimentéis  sino  deseos  de  conservar  la  grandeza  y  contribuir 
a  la  felicidad  del  suelo  en  que  habéis  nacido. 

^  Esforzaos  en  llenar  los  fines  que  la  patria  se  ha  propuesto  al  llamaros  a  las 
filas  y  cumplid  el  juramento  que  vais  a  hacer  y  así,  al  abandonar  nuestros  barcos, 
al  volver  al  seno  de  vuestros  hogares,  podréis  recordar  con  orgullo,  como  tanto? 
otros,  la  consagración  de  este  día,  porque  podréis  decir  con  verdad:  "He  cum- 
plido con  mi  deber  de  ciudadano". 

Luego  hizo  uso  de  la  palabra  el  vicario  de  la  armada,  monseñor  Romero,  quien 
historió  el  combate  de  Martín  García,  e  hizo  resaltar  la  acción  heroica  de  los 
marinos   de   nuestra   escuadra   en   formación : 

Juráis  la  bandera  de  la  patria,  dijo,  cuando  se  conmemora  el  centenario  de  un 
triunfo  marítimo,  de  menor  cuantía  por  las  fuerzas  que  intervinieron,  pero  de 
magna  importancia  por  las  consecuencias  que  tuvo  para  afianzar  nuestra  inde- 
pendencia. Juráis  la  bandera  en  el  mismo  sitio  donde  los  soldados  de  nuestra  ma- 
rina incipiente  tiñeron  las  aguas  y  la  tierra  con  su  sangre  para  vengar  a  los  ven- 
cidos de  San  Nicolás  y  ofrecer  a  esa  misma  bandera  el  dominio  indispensable  de 
los  ríos.  Juráis  la  bandera  en  el  mismo  año  en  que  la  escuadra  argentina,  a  la 
cual  aportáis  la  primavera  de  vuestra  vida,  ocupará  el  primer  rango  en  toda  la 
América  latina.  Juráis  la  bandera  cuando  todo  el  mundo  afirma  y  ahonda  la  con- 
vicción de  que  el  porvenir  y  grandeza  de  una  nación  dependen  y  dependerán  ab- 
solutamente  de!   porvenir   de   su   escuadra. 


—  2S0  — 

Pesad  y  medid  la  gravedad  y  trascendencia  de  vuestro  juramento,  pues  lo  pres- 
táis como  herederos  de  cien  años  de  esfuerzos  y  heroísmos  consumados  para  for- 
mar y  enaltecer  el  nombre  argentino. 

Para  ello  rehagamos  la  escena  histórica  y  apliquemos  el  pensamiento  a  sus 
puntos   salientes,    fecundos   en   lecciones   saludables. 

Allá,  en  ese  banco  que  descubre  su  veril  apenas  descienden  las  aguas,  mirad 
el  "Hércules"  glorioso  detenido  en  su  marcha  al  iniciar  el  combate.  Las  garras 
de  arena  lo  apresan  y  lo  inmovilizan:  la  calma  otoñal  amortigua  y  pliega  sus  ve- 
las: los  buques  compañeros  lo  abandonan:  los  fuegos  de  trece  barcos  convergen 
sobre  él  solo:  las  baterías  de  la  isla  lo  acribillan:  sobre  su  cubierta  yacen  los 
cadáveres  de  su  capitán  Smith,  de  Stacy  y  cuarenta  y  tres  soldados :  cincuenta  y 
un  heridos  están  fuera  de  combate :  ochenta  y  dos  tiros  han  destrozado  su  casco 
y  su  armadura...  Todo  está  perdido.  Pero  cuando  todo  está  perdido,  suena  la 
hora  de  las  grandes  almas.  Sobre  el  puente  de  esa  nave,  mitad  sepulcro,  mitad 
hospital,  está.Brown!  Brown,  señores,  más  grande  en  los  peligros  supremos  que 
en  las  dianas  triunfales.  Y  así  como  Sansón  arrancó  las  puertas  de  Gaza  que  lo 
encerraban  y  marchó  con  ellas  sobre  sus  hombros,  Brown  arrancó  su  navio  de 
las  garras  del  banco  y  lo  puso  fuera  de  tiro.  Cubrió  sus  fondos  con  planchas  de 
plomo,  cerró  sus  rumbos  con  lonas  embreadas,  reemplazó  las  bajas  con  cuarenta 
y  cinco  dragones  de  la  patria,  izó  las  velas,  y  cual  si  volviera  de  una  victoria  llevó 
vigoroso  el  asalto  a  la  isla  que  pisamos  y  se  impuso  y  aterró  a  los  enemigos  que, 
con   fuerzas   superiores   de  mar  y   tierra,   huyeron   favorecidos   por  la   brisa. 

Después  de  otras  rememoraciones  históricas,  monseñor  Romero,  dirigiéndose  al 
^Ministro  de  Marina,  terminó  su  alocución  patriótica  sometiendo  a  su  considera- 
ción la   erección   de  un  monumento   a  nuestra  armada. 

El  ejército  de  los  Andes,  dijo,  tiene  su  monumento;  la  marina  argentina  no 
tiene  todavía  el  suyo :  Que  sea  esta  isla  el  pedestal  de  ese  monumento  y  que  en 
él  se  destaque  la  figura  admirable  de  Brown,  argentino  por  convicción,  por  apa- 
sionamiento del  corazón  y  por  sacrificios  inmortales,  para  que  siendo  la  victoria 
de  Martín  García  el  de  nuestro  predominio  en  los  ríos,  señale  ese  monumento 
la  cuna  de  nuestra  marina,  en  la  cual,  sobre  realidades  tangentes  y  más  grandes 
esperanzas,  cifre  la   patria   la   seguridad   de   su   inmenso  y   pleno   desarrollo. 

Terminado  este  discurso,  el  comandante  de  la  isla  pronunció  la  fórmula  del 
juramento  a  la  bandera,  que  fué  ratificado  a  una  voz  por  los  3.000  conscriptos. 
Con  esto  se  dio  ,por  terminada  la  ceremonia,  comenzando  el  desfile  ante  la  ban- 
dera, presenciado   por   el   Ministro   de   Marina   y   toda   la   concurrencia. 


(29)   Don  Guillermo  P.  White: 

Cuando  en  Diciembre  de  1813,  por  dimisión  del  señor  Dr.  D.  José  Julián  Pé- 
rez, fué  nombrado  individuo  del  Poder  Ejecutivo,  las  Provincias  Unidas  del  Rio 
de  la  Plata,  presentaban  un  cuadro  verdaderamente  triste.  El  ejército  del  Perú, 
mandado  por  el  (General  Belgrano,  habia  sido  completamente  derrotado  en  Vil 
capugio,  y  venía  retirándose  hasta  Tucumán ;  la  Plaza  de  Montevideo  tenía  una 
guarnición  doble  en  número  al  ejército  que  la  sitiaba,  y  nada  indicaba  que  pu- 
diese tomarse,  porque  ni  carecía  de  los  víveres  precisos,  ni  tenía  el  Gobierno  con 
qué  batirla  en  brecha  pues  que  no  tenía  cañones,  y  en  los  almacenes  de  artillería 
apenas  había  200  qq.  de  pólvora:  el  Coronel  .\rtigas  en  guerra  abierta  con  la 
Capital,   habia   revolucionado,   y  era   obedecido   en   todo  el   territorio   de  la  que   se 


—  ¿SI  — 

llama  Banda  Oriental  hasta  el  Paraguai ;  el  reino  de  Chile  se  hallaba  atacado 
por  las,  tropus  de  Lima,  y  las  divisiones  intestinas  que  lo  agitaban  anunciaban  ya 
.de  antemano  la  ocupación  que  aconteció  poco  después ;  el  Tesoro  de  Buenos  Ai- 
res, agotado,  y  su  crédito  enteramente  perdido;  por  último  en  lugar  de  la  con- 
í"ianza  que  es  necesaria  para  salir  de  los  grandes  peligros,  se  notaba  un  desaliento 
general.  En  tan  criticas  circunstancias,  conocí  que  era  preciso  concentrar  los 
esfuerzos,  y  poniendo  en  movimiento,  cuantos  recursos  se  presentasen,  dar  un 
golpe  á  los  enemigos  que  desembarazándonos  de  ellos,  restableciese  la  confianza, 
y  pusiese  al  Gobierno  en  estado  de  proseguir  la  guerra  con  nuevo  vigor  y  con 
esperanzas   probables  de  un   feliz   resultado. 

Discurriendo  con  V.  sobre  tan  importante  objeto,  buscamos  el  punto  en  donde 
el  enemigo  pudiese  ser  atacado  con  mas  prontitud,  y  nos  convencimos  de  que 
era  ^íontevideo,  siempre  que  fuese  posible  armar  una  fuerza  naval,  que  batiendo 
la  que  los  Enemigos  tenian  en  el  Rio,  la  obligase  a  encerrarse  en  su  Puerto,  y 
lo. bloquease  estrechamente.  Aunque  era  fácil  convenir  en  el  acierto  del  proyecto, 
parecía  imposible  que  pudiesen  encontrarse  los  medios  necesarios  para  realizarlo. 
La  ^larina  de  Montevideo  era  numerosa,  y  Buenos  Aires,  solo  tenía  una  Balan- 
dra despreciable  y  el  lanchen  del  Capitán  del  Puerto.  En  el  arsenal,  no  había 
mas  que  .^o  entre  cationes  y  carenadas  de  diferentes  calibres  y  muí  usados.  Xo 
había  absolutamente  jarcias,  lonas  ni  cables,  escaseaban  los  fusiles,  no  había  pól- 
vora, y  se  ignoraba  de  donde  se  sacarían  marineros  y  oficiales  de  mar.  Confieso 
que  arredrado  por  el  cúmulo  de  dificultades  que  se  presentaba,  había  abandonado 
el  proyecto  creyéndolo  irrealizable,  si  el  genio  de  V.  no  me  hubiese  persuadido 
que  no  le  faltarían  recursos  para  superarlas.  Convencido  de  que  todo  era  me- 
nester crearlo,  y  autorizado  por  mis  colegas  eti  el  Poder  Ejecutivo  con  la  ple- 
nitud de  sus  facultades,  le  conferí  á  V.  las  mas  amplias  para  que  etiiprendiese 
el  armamento. 

Buenos  Aires,  vio  con  asombro  que  cuando  á  fines  de  Marzo  de  1814,  se  co- 
menzó á  hablar  seriamente  de  esta  empresa,  aparecieron  ya  armados  y  como  es- 
traídos  del  seno  del  mar  una  porción  de  buques,  entre  los  cuales  había  algunos 
que  en  el  mes  de  diciembre  de  1813,  estaban  aun  en  los  mares  de  Europa.  Esfuerzo 
prodigioso  debido  á  la  constancia,  actividad  é  inteligencia  con  que  V.  desempeñó 
esta   comisión. 

En  abril  salió  ya  de  las  valizas  de  Buenos  .\ires  la  escuadrilla,  y  paríi  que  lo 
verificase,  fué  preciso  que  á  las  anteriores  calidades,  reuniese  V.  la  de  concilia- 
dor, por  qué  compuesta  la  oficialidad  y  tripulación  de  hombres  de  distintas  na- 
ciones, aventureros  y  sin  educación,  sus  pasiones  se  desplegaban  con  una  fuerza 
increíble,  y  guiados  no  por  el  amor  del  País,  sino  por  la  esperanza  de  hacer  su 
fortuna  sin  reparar  en  los  medios,  codiciaban  é  intrigaban  por  conseguir  los  pues- 
tos que  les  habían  de  permitir  marchar  mas  seguramente  á  su  fin. 

El  Jefe  de  la  escuadirlla,  Don  (luillermo  Brown,  fué  el  que  mas  ejercitó  nuestra 
paciencia,  y  así  como  era  el  primero  en  el  mando,  también  quería  serlo  en  satis- 
facer sus  caprichos  y  codicia.  Mas  de  una  vez  hubo  de  comprometer  por  su  mala 
comportacion  y  estravagantes  pretensiones  el  éxito  de  la  empresa.  Pero  no  hubiera 
sido  justo  que  afanes  tan  estraordinarios,  como  fueron  los  de  V.  no  hubiesen  sido 
coronados  con  un  triunfo  completo.  .A.sí  se  verificó  en  la  acción  del  16  al  17  de 
Mayo  en  qué  vergonzosamente  destruida  la  Escuadrilla  de  Montevideo,  quedó  blo- 
queado  el    Puerto,   y  yá  por   consiguiente   se   consideró   indispensable   la    rendición 


—  282  — 

de  la  Plaza.  Tomada  esta,  en  23  de  Junio  y  conducidos  á  Buenos  Aires,  los  inmen- 
sos repuestos  que  en  ella  se  encontraron,  ya  fué  inútil  la  conservación  de  la  fuerza 
naval,  que  era  una  carga  insoportable,  tanto  por  qué  el  Gobierno  estaba  resuelto 
á  dirijir  todos  sus  esfuerzos  y  recursos  pecuniarios  al  Perú,  como  por  qué  la  orga- 
nización que  había  recibido  era  conforme  á  los  elementos  de  qué  se  componia,  y 
distaba  mucho  por  consiguiente  del  orden  económico  que  requieren  estos  estable- 
cimientos. Mas  para  disolverla  era  menester  pagar  los  sueldos  devengados  á  las 
Tripulaciones,  lo  qué  si  no  era  absolutamente  imposible,  hubiera  por  lo  menos 
impedido  al  Gobierno  la  realización  de  sus  planes  con  respecto  al  Perú,  planes  en 
qué  urgía  la  celeridad,  por  qué  el  Enemigo  se  hallaba  desunido  y  consternado  por 
el  triunfo  que  acabábamos  de  conseguir.  En  este  conflicto  también,  se  debió  á  los 
talentos  de  V.  y  á  la  fecundidad  de  sus  recursos,  el  único  medio  que  se  presentó 
para  salir  de  él.  V.  se  ofreció  á  pagar  por  si  los  sueldos  á  las  tripulaciones,  con 
tal  que  el  Gobierno  le  mandase  abonar  por  derechos  en  la  Aduana  las  cantidades 
que  hubiese  V.  desembolsado.  Aceptada  por  mí,  como  Secretario  de  Hacienda,  la 
propuesta,  procedió  V.  á  cumplirla,  y  este  servicio  importantísimo  ahorró  al  Erario, 
injentes  sumas,  haciendo  cesar  el  gasto  del  armamento,  y  dejando  espeditos  sus 
recursos  para  qué  fuesen  aplicados  á  la  empresa  sobre  el  Perú. 

Contestada  con  lo  dicho  la  carta  de  V.  que  antecede,  queda  manifestada  la  parte 
principalísima  que  tuvo  V.  en  esta  empresa  de  la  mayor  importancia,  pues  qué 
poniendo  fin  probablemente  para  siempre  á  la  guerra  que  los  Españoles  nos  hacían 
en  el  Rio  de  la  Plata,  con  la  toma  de  esta  Plaza,  nos  proporcionó  un  parque  abun- 
dantísimo de  artillería  de  qué  carecíamos  absolutamente;  y  nos  dejó  en  estado  de 
convertir  nuestras  fuerzas  al  Perú,  y  de  emprender  la  gloriosa  reconquista  de  Chile. 
El  honor  de  las  Provincias  en  cuyo  servicio  hizo  V.  tan  grandes  y  felices  esfuerzos 
se  halla  interesado  en  qué  no  me  detenga  ahora  á  detallar  el  modo  horrorosamente 
ingrato  con  que  han  sido  correspondidos.  Las  prisiones  que  V.  ha  sufrido,  sus  cre- 
cidos desembolsos  cuyo  pago  le  ha  sido  negado  hasta  aquí,  la  escandalosa  confis- 
cación de  sus  bienes,  todo,  todo,  será  reparado  por  un  gobierno  que  no  puede  des- 
conocer la  justicia  de  sus  reclamaciones,  y  cuanto  se  interesa  en  ello  su  mismo  de- 
coro. Yo  lo  deseo  vivamente  así,  pJ  que  en  mi  carácter  oficial,  me  considero  cau- 
sante de  sus  desgracias  p.""  la  elección  acertada  que  hice  de  su  persona,  como  por 
la  sincera  amistad  que  le  profeso,  y  con  la  cual  me  digo  de  V.  aí."^°  Seg.o  S''''. 
Q.  B.  á  V.  L.  M. 

(Firmado)  /."  Larrea. 

Montevideo.  9  de  abril  de  1818. 


(30)  ToM.\  DE  L\  Pl.\z.\  de  Montevideo 

Excmo.  Señor : 

A  esta  hora  que  son  las  tres  y  media  de  la  tarde  acaba  de  entregarse  por  Capi- 
tulación la  Plaza  de  Montevideo  al  Exército  de  mi  mando.  En  conseqüencia  pasado 
mañana  debe  ya  tremolar  el  Pabellón  de  la  Libertad  en  la  Fortaleza  del  Cerro,  y 
el  dia  siguiente  daré  á  V.  E.  desde  aquella  Cirdad  el  correspondiente  parte  de  las 
circunstancias  que  la  premura  del  tiempo  no  me  permite  ahora  describir.  Entre 
tanto  será  V.  E.  verbalmente  informado  de  ellas  por  el  Sr.  Coronel  del  Regimiento 


tiiiin.  3  D.  Domingo  French  con  quien  anticipo  este  aviso  para  satisfacción  de  V.  E. 
y  de  los  habitantes  de  esa  heroyca  Capital. 

Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Quartel  general  en  el  Miguelete  Junio  20  de 
1814. — Excnio.  Sr. — Carlos  de  Alvcar. — Excmo.  Supremo  Director  de  las  Provin- 
cias Unidas. 


Excmo.  Señor. 

Son  las  diez  de  la  mañana,  y  acaba  de  tomarse  posesión  por  las  Tropas  de  mi 
mando,  de  la  Fortaleza  del  Cerro,  en  que  ya  flamea  la  Bandera  de  la  Patria,  y  á 
fin  de  que  con  la  brevedad  posible,  llegue  á  noticia  de  V.  E.  hago  despachar  este 
Pliego  en  alcance  del  Coronel  D.  Domingo  French,  para  que  lo  conduzca  á  manos 
de  V.  E.  para  su  satisfacción. 

Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Quartel  general  en  el  Miguelete  Junio  22  de 
1814. — Excmo.  Sr. — Carlos  de  Alvear. — Exmo.  Supremo  Director  de  las  Provin- 
cias Unidas. 


Excmo.  Señor. 

Las  Tropas  del  Exército  de  la  Patria  que  V.  E.  se  ha  dignado  poner  baxo  mi 
mando  se  hallan  en  esta  misma  hora  guarneciendo  las  Fortalezas  de  la  Ciudad  de 
San  Felipe.  A  su  presencia  desaparecieron  para  siempre  los  instrumentos  de  la 
tiranía;  y  aquel  Pueblo  que  por  tanto  tiempo  sacrificó  al  despotismo  su  valor  y 
su  constancia  entre  cadenas,  hoy  recibe  á  sus  libertadores  con  toda  la  sorpresa  que 
deba  producir  el  exemplo  de  subordinación  y  disciplina  de  estas  Tropas  á  unos 
habitantes  á  quienes  se  habia  inspirado  el  mayor  horror  hacia  ellas  por  sus  anti- 
guos opresores. 

El  Regimiento  de  Infantería  num.  6  fue  el  primero  que  entró  á  tomar  posesión 
de  la  Cindadela,  baxo  cuyos  fuegos  acreditó  tantas  veces  su  intrepidez.  Un  Escua- 
drón de  los  valientes  Dragones  de  la  Patria  le  seguía.  A  éstos  los  brillantes  y  bra- 
vos Regimientos  de  Granaderos  de  Infantería,  el  num.  2,  num.  3,  num.  8,  num.  q, 
Granaderos  montados,  y  sucesivamente  el  resto  del  Exército.  La  moderación  y 
aquella  serenidad  inalterable  con  que  todos  ellos,  acostumbraron  á  marchar  delante 
de  los  peligros  distinguía  esencialmente  el  acto  de  su  pacífica  entrada.  Y  felici- 
tando á  V.  E.  por  este  dichoso  acaecimiento  debido  á  sus  sabias  disposiciones, 
quedo  en  comunicarle  con  la  brevedad  posible  las  circunstancias  para  que  no  me 
dan  lugar  las  atenciones  de  este  gran  día. 

Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Fortaleza  de  Montevideo  Junio  23  de  1814, 
á  las  dos  de  la  tarde. — Excmo.  Sr. — Carlos  de  Alvear. — Excmo.  Supremo  Director 
del  Estado. 


Dox  Carlos  de  Alve.\r,  coronel  del  regimiento  num.  2.  inspector  v  general  ex 

XEFE  del  EXTO.  de  las   PROVINCIAS  UxiDAS  DEL  RlO  DE  LA   Pl.\TA. 

Habitantes  de  Montevideo :  el  periodo  fatal  de  la  guerra  y  los  desastres  ha  ter- 
minado ya.  Apártese  del  orden  de  los  tiempos  por  su  funesta  memoria,  y  sepul- 
tando en  el  silencio  mas  profundo  los  sucesos  marcados  con  la  desolación  y  la  san- 
gre, entren  á  ocupar  ese  lóbrego  vacio  los  deliciosos  días  de  la  paz,  de  la  unión,  y  la 


—  284  — 

fortuna.  Habitantes:  reposad  tranquilos  en  el  seno  de  vuestras  familias  inocentes. 
Volved  al  centro  de  vuestras  relaciones.  Las  Tropas  del  Exército  de  mi  mando  os 
recibirán  en  sus  brazos  con  la  mas  estrecha  fraternidad.  Xadie  será  osado  de  per- 
turbar vuestro  sosiego  injustamente.  Su  disciplina  y  su  carácter  de  humanidad, 
tantas  veces  acreditado,  no  darán  margen  al  menor  disgusto.  Yo  espero  que  la 
comportacion  de  este  noble  vecindario  sea  análoga  á  mis  deseos. — Fortaleza  de 
^íontevideo  Junio  2.3  de  1814. — Alvcar. 


Hl  Director  Sipkkmo  iuci.  Estauo  a  las  jkoi-as  hk  mar  v  inCKkA  ole  han  rendido 

LA  Plaza  de  Montevideo. 

Soldados:  todo  ha  cedido  al  impulso  de  vuestro  corage.  La  Esquadra  y  el  Exér- 
cito de  ^lontevideo  han  desaparecido  delante  de  vosotros  y  la  Plaza  se  halla  ya  en 
vuestro  poder.  Gracias  os  sean  dadas,  defensores  de  la  librtad.  Los  hombres  per- 
versos que  se  reian  de  vuestra  constancia,  y  se  gozaban  en  la  esperanza  del  triunfo 
de  vuestros  enemigos  están  confundidos  y  temblando.  Tan  brillantes  sucesos  han 
esparcido  la  alegría  en  el  seno  de  la  Patria.  Vuestros  Padres,  vuestros  hijos,  y 
vuestras  mugeres  se  jactan  con  orgullo  de  perteneceros.  Yo  hé  dedicado  una  fiesta 
cívica  á  vuestras  victorias,  que  deberá  celebrarse  en  todas  las  Provincias  Unidas. 
Pero  no  olvidéis,  amigos,  que  el  Pueblo  argentino  es  el  hermano  de  todos  los  Pue- 
blos. Que  Montevideo  viva  sin  inquietud,  para  que  la  confianza  restablezca  la  unión 
que  debe  existir  entre  individuos  de  una  misma  familia :  que  haya  un  respeto  sa- 
grado á  Ia5  propiedades  y  á  la  persona  del  Ciudadano :  y  que  vean  las  Naciones 
que  los  Soldados  del  Rio  de  la  Plata  fieles  á  los  principios  de  honor,  como  inven- 
cibles en  el  Campo  de  la  guerra,  solo  son  terribles  para  los  enemigos  del  orden, 
de  la  libertad,  y  de  su  Gobierno. — Buenos  Ayres  27  de  Junio  de  1814. — Gervasio 
.íntaaio  de  Posadas  Ci). 


Excmo.  Señor.  Ademas  de  los  7420  fusiles  y  600  bayonetas,  que  anuncié  á  V.  E. 
en  mi  comunicación  de  9  del  corriente  tomados  en  esta  Plaza,  se  han  recolectado 
825  fusiles,  y  525  tercerolas  mas :  lo  que  pongo  en  noticia  de  V.  E.  para  su  supremo 
conocimiento. — Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  ^^lontevideo  Jvdio  18  de  1814. — 
Excmo.  Sr. — Carlos  de  Ah'car. — Excmo.  Supremo  Director  de  las  Provincias 
Unidas. 


Excmo.  Señor.  Después  que  di  parte  á  V.  E.  de  liaberse  recolectado  825  fusiles 
y  525  tercerolas,  se  han  recogido  posteriormente  3000  cañones  de  fusil,  2000  llaves, 
y  5200  cartucheras  con  sus  correspondientes  correages :  todo  lo  que  remitiré  á  dis- 
posición de  V.  E.  al  primer  viento  favorable. — Dios  guarde  á  \ .  E.  muchos  años. 
Montevideo  Julio  19  de  1814. — Excmo.  Sr. — Carlos  de  Ahrar. — Excmo.  Supremo 
Director  de  las  Provincias  Unidas  (2). 


(i)   Gazcta   Ministerial,   Julio   ->.    X."    1 1 .?. 

(2)    Extraordinaria   Ministerial,  Julio   25   ile    1.S14. 


—  2S;-5  — 

Excnio.  Señor.  Ayer  ha  llegado  á  este  destino  el  Sr.  Presidente  del  Consejo  de 
Estado  Delegado  Extraordinario  de  V.  E.  y  (^lobernador  politico  y  Militar  -de  esta 
D.  Nicolás  Rodríguez  de  la  Peña,  el  qual  ha  sido  recibido  con  toda  la  magnificen- 
cia que  corresponde  á  su  alta  representación  y  empleo,  del  que  se  ha  dado  á  reco- 
nocer en  esta  misma  fecha  :■  y  lo  aviso  á  V.  E,  para  su  Superior  conocimiento. — 
Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Montevideo  Julio  19  de  1814. — Excmo.  Sr. — 
Carlos  de  .ik'car. — Excmo.  Supremo  Director  del  Estado. 


Excmo.  Señor.  Tengo  el  honor  de  comunicar  á  V.  E.  que  el  lunes  18  del  corriente 
llegué  con  toda  felicidad  á  esta  Plaza,  de  cuyo  mando  tomé  inmediatamente  pose- 
sión en  cumplimiento  de  las  Supremas  disposiciones  de  V.  E.  y  baxo  el  carácter 
que  ha  tenido  la  bondad  de  confiarme.  Al  dia  siguiente  hice  publicar  con  la  solem- 
nidad debida,  y  por  medio  de  Bando  la  proclama  q«e,  V.  E.  agitado  de  sus  senti- 
mientos paternales  por  la  prosperidad  y  quietud  de  esta  porción  de.  los  habitantes 
de  nuestras  Provincias  Unidas,  me  comunicó  con  este  intento  en  los  momentos  de 
mi  partida.  En  esta  parte  hé  cumplido  con  los  preceptos  de  V.  E.,  y  nada  me 
queda  por  hacer  para  llenar  feus  benéficas  y  sen.iibles  disposiciones.  Luego  que  esté 
impresa  la  haré  repartir  graciosamente  entre  los  subditos  de  esta  Provincia,  como 
se  me  ha  ordenado,  con  el  objeto  de  que  se  asegure  de  las  intenciones  del  dobierno 
Supremo.  Empiezo  á  tocar  que  la  empresa  de  poner  en  tono  los  negocios  públicos 
de  un  Pueblo  que  acaba  de  salir  de  las  manos  del  enemigo  que  por  tantos  modos 
lo  ha  oprimido,  es  en  realidad  muy  difícil ;  pero  una  entera  conformidad  á  las 
ideas  de  V.  E.  y  el  impulso  de  sus  supremas  resoluciones  me  abrirán  este  arduo 
camino,  que  si  para  practicarlo  bastase  el  sacrificio  de  todos  mis  esfuerzos  podria 
desde  luego  anticiparme  el  prospecto  de  un  feliz  resultado.  Dios  guarde  á  V.  E. 
muchos  años.  Montevideo  Julio  20  de  1814. — Excmo.  Sr. — Nicolás  Rodriguen  Peña.. 
— Excmo.  Supremo  Director  de  las  Provincias  Unidas  del  Rio  de  la  Plata. 


Adjunto  tengo  el  honor  de  remitir  á  V.  S.  el  estado  de  todas  las  piezas  de 
Artill.a  que  se  han  encontrado  en  esta  Plaza  y  incesantemente  havré  el  de  pasar 
á  V.  S.  los  demás  relativos  á  los  pertrechos  de  (nierra. 

Dios  Guarde  á  V.  S.  m.s  a.*  Montevideo  22  de  Julio  1814.  —  Hí/í/arc/o  Holiitherg. 
— Señor  Representante  del  ("ob.'^  Gob.'^''  Politico  y  Militar. 


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—  287  — 

Incluido  tengo  el  honor  de  rcniitir  en  manos  de  V.  S.  el  estado  de  la  Pólvora 
Cartuchos  de  Cañón  y  fusilería,  Bombas,  Granadas  y  Balas  que  se  encontraron 
en  esta   Plaza. 

Dios  guarde  á  V.  S.  m.s  a.s  Montevideo  á  2^  de  Julio  de  1814. — Eduardo  Hohn- 
berg. — Señor  Representante  Gob.*""  M.""  y  Político. 

PLAZA    DE    MONTEVIDEO 

Estado  que  manifiesta  la  cantidad  de  pólvora  de  cartuchos  p.aArtill.a  y 

Inf.a  bombas  grenadas  y  balas  que  se  encontraron  en  esta  plaza 


CARTUCHOS 


DE    CANON 


=         « 


CON 

PÓLVORA 


PULGADAS 


grenadas 


BALAS 


Ciudadela 

Cdel   Parque 

Sn.  Sebastian  .  . 

Sn.  Luis. 

Sn.   Pasqual .... 

Sn.    Antonio.  .  .  . 

Sn.  Ruperto.  .  .  . 

Sn.  José.  ...... 

Sn.  Carlos 

Nra.  Sa.  del  Car 
men  ........ 

Sn.   Joaquín  .... 

Sto.  Thomas .... 

^  I  Sn.   Raphael.  . .  . 

.«  I  Sn.  Juan  ...... 

t      Punta  del  Muelle. 

rt  I  Cubo  del  Sur. .  . 

*  I  Cubo  del   Norte  . 

[_Sn.   Franco. .... 

Fortaleza  del  Cerro.  . 
f  N.o     1 


90 
150 


305 
1811 
400 
150' 

143| 

30, 

70! 

212' 


686'     100   1100 


300 
1000 
1000 
6000 
1500 


100, 
70, 


282, 
300' 


218'       69 


n 


1268 


L 

j.  f  de  Cipriano  .... 

y  I  de  Sn.  Fran.'o  en 

2  ■{      el  fuerte 

—  I  de  Sn.  Antonio.  . 

'*  i^ fuera  del  fuerte  . 

Repuesto  de  la  Ciu- 
dadela   

Del  Train  de  Artille- 
ria   volante 

Arsenal  de    Marina.  . 

En  el  parque  de  Ar- 
tillería 


38  1 72 
277i  664 


6000 
.   I 
j8  5600  50000 

417500  6400 


6000 


67'  122 

»   55 


38'  38 
3152000 


55  209 


5  191 
16¡ 

6| 

61  123 

6 
»  660 


25 

50;  11 


264 


29222878   »  4547 


595  1,6 


4495  I0S1  2387  827300  56-100 


36315452 


70 
200 
240 

50 

300 


50 
200 

15504100 


2300  » 
208  » 
700  » 
500 
300 

2268 
400 

4084 

1000 


750 
600 
300 
800 


750 


1365  71387  31 


123  58193484  566586347  159 


Montevideo  á  23  de  Julio  de  1814. 


Certificado  por  mi  abajo  firmado. 

(Firmado)    Eduardo  Holmberg- 


—  288  — 

Incluido  tengo  el  honor  de  pasar  á  manos  de  V.  S.  tres  estados  que  manifiestan 
lo  que  se  encontró  en  la  Casa  de  Mixtos,  en  los  Almacenes  pertenecientes  al  Ramo 
de  Ingenieros  los  Metales  y  Maderas  que  se  encontraron  en  el  Parque  de  Artill.a 
y  en  sus  Magazenes. 

Dios  guarde  á  V.   S.  n^.^  a.» — Montevideo  á  25  Julio   1S14. — Eduardo   Holmberg. 


PLAZA   DE  MONTEVIDEO 

CASA    UE    MIXTO? 

Estado  que  manifiesta  los  i'arios  objetos  que  se  encontraron  en  la  Casa  de  Mixtos 

de  esta  Placa. 

Cajón  de  Lanzafuegos  con 340 

Cajones  de  Estopines  de  Obús.  3.  con.    .    .    .  3500 

Un  Cajón  de  cohetes  de  Señal 53 

Un  Barril  con  Canutitos  de  lata i 

Sepos  p.a  Lanzafuegos 6 

(luarda  Cartuchos  de  varios  calibres 10 

Mesa  de   moler  mixtos i 

Mesa  chica    . a^ 

Maquinas   p.a  cargar   espoletas 4 

Banco  con  Maquinas  para  hacer  Lanzafuegos  ;  i 

Bancos  para  el  trabajo 6 

Tamises   p.a   cernir   pólvora   5    inútiles.    ...  11 

Armario   con   varias   heram.ts   p.a   el   trabajo.  i 

Planchas  de  Madera  p.^  moler  la  pólvora.    .    .  2 
Varios  útiles  para  las  mansillas  de  los  mixtos 

Montevideo  á  25  de  Julio  de  1814. 

Eduardo  Holmberg. 


PLAZA  DE  MONTEVIDEO 
Estado   que   manifiesta   el   ex  maderaje   fierro   azero   plomo   v   otros   objetos 

QUE    se    EXCOXTRAROX    ex    el    parque    V    ALMACEXES    DE  EST.\    PLAZA 

Parque  de  Artillería 

r  Tablas  de  Pino 4 

Trozos  de  Vidaro 3 

Maderas  -i  Tablones  de  Cedro 37 

id.  Madera  del  Brasil 6 

Tirantes  idem , i 

r  Arrobas  de  Azero  de  r^Iilan .  6 

Metales  -{  Quintales  fierro  en  Planchuela 2 

Quintales  de  fierro  útil  y  inútiles.    ...  60 


—  289  — 

Bóveda  N."  iS 

Tirantes  de  Lapacho 2 

Camas  de  Quebracho 30 

Tablones  de  Cedro 40 

Bóveda  N."  16 

["Tablas   de   Cedro 40 

Maderas  <  Tablones   de   id    para   Gualderas    ....       12 
[Exes  para   Cureñas 


Metales  < 


Almacén   de  San   I'rancisco   en  el  fiierfe 

ÍAzero 58  qq.s 

Plomo  en   Calapagos 296  qq.s 

r  Planchuela ~l 


tierro 


Cavilla. 


h  620 


qq-' 


Bergajon 

.Quadradillo  y  en  barras  grandes  J 
Clavazón   de   diferentes   calidades S5  qq.s, 


Montevideo  á  2^  de  Julio  de  1814. 


(Firmado)  Eduardo  Hohnberg. 


Tomo    II 


19 


—  2ííl»  — 


PLAZA  DE   MONTEVIDEO 


IvSTAliO  (JLK  MANIl-lKSTA  EL  ENMADERAXE.  UTENSILIOS  DE  lOkTilICACION  1-lEKKO  AZE^O 
CLAVAZÓN  Y  DEMÁS  ÚTILES  PERTENECIENTES  AL  RAMO  DE  INGENIEROS  QUE  SE  ENCON- 
TRARON  EN    LOS   ALMACENES   Y   BÓVEDAS   DE   ESTA   PLAZA. 


Un  la  Bóveda  del  Pantheon 

Tablas   de   Cedro 8 

lUiriquetes 9 

líancos   de   Carpintería 4 

Sierras  de  Mano 3 

Fuelle  de  Herrería i 

(irínpula l 

En   la   easa  de   ¡'¡ana   A"."  23 

Baretas 50 

liaras  de  fierro 47 

Sapa-picos  sin   Cabos 94 

ídem   con    Cabos 25 

Palas 10 

Picos II 

Martillos 6 

Cajones  de  Escoplos  y  formones.    .  4 

Cajón  de  Azero i 

Azadas •  .    .    .  6 

Martillos  grandes 2 

l'arras   de    Grillos 2 

Cerruchos 2 

Juego  de  Herrería,  completo.    ...  i 

Quartillas  de  medir 11 

Rancos  de  Carpintería i 

Rentanas  de   Madera .3 

Puertas  de  Casas 5 

Cajón  de  clavos i 

Piedra  de  vuelta i 

^Montevideo  á  2^  de  Julio  de  1814. 


Almacén   de  Cipriano   ■ 

Palas 50 

Azadas 60 

Zapa  picos 20 

Bóveda  X."  18 

Picos 600 

Palas 200 

Azadas 100 

Zapapicos 300 

Hachas  de  una  mano 160 


Bóveda  X"  21 

Ruedas  de  carretas  y  de  Torno.    . 

Tinas  de  Combate 

Bancos  de  Carpintería  y  sentar.    . 

Pipas 

Maquinas  para  hacer  cuerdas.  .  . 
Tablas,  Tablones  y  Tirantes.  .  . 
Puertas  y  ventanas  nuebas.    .    .    . 

Rejas  de  Ventanas 

Picos  y  Zapapicos 

Hachas 

Pariguelas  Angarillas  y  Caretas  de 

mano • 

Valdes 

Mesas 

Cierra  y  Azuela  de  Carpintería.  . 
Yunques 


1 


I  «^ 


1^ 


5  2  c 


íFirmado)   Hduardo  Holinherg. 


2í)l 


Kl.    CKXKKAL    EX     NKI-K    lilj,    i:\KKClT(t    DK    OPERACIONES    DEL    ES'l'E    A    SUS    TROPAS 

Soldados :  (|iiaiulo  tomé  el  mando  del  Exercito  os  pronostiqué  brillantes  sucesos. 
Vuestra  conducta  lia  correspondido  á  mis  deseos.  Las  glorias  lian  excedido  á 
nuestras  esperanzas,  y  mi  promesa  está  cumplida.  Al  presentarme  con  vosotros, 
se  ha  triunfado  en  todas  partes. 

Dos  Escuadras  enemigas,  Montevideo,  Patagónicas  y  las  Piedras,  .son  los  monu- 
mentos de  vuestras  victorias.  Ellos  inmortalizarán  vuestro  nombre. 

La  Banda  Oriental,  el  Pais  de  Entre  Rios,  y  los  Pueblos  de  Misiones  desgracia- 
damente se  hallaban  separados  del  resto  de  nuestras  Provincias.  Deseabais  se  in- 
corporasen de  nuebo,  y  así  lo  han  verificado.  De  este  modo  no  es  solamente  el 
titulo  de  conquistadores  el  que  habéis  adquirido,  os  corresponde  también  en  jus- 
ticia el  de  Conciliadores. 

Yo  marcho  á  llenar  los  Decretos  del  Supremo  (lobierno  por  cuya  dirección  hemos 
conseguido  tanta  gloria.  j\Ie  aparto  de  vosotros  pero  con  la  satisfacción  de  que 
ya  os  dexo  en  un  estado  pacifico.  Esta  situación  lisongera  disminuye  en  alguna 
parte  la   pena,  que  siento  al   separarme  de  mis  compañeros   de  armas. 

Quiera  el  Cielo  coronar  siempre  de  un  modo  glorioso  vuestros  esfuerzos.  Yo 
parto  con  la  confianza  de  que  á  ellos  queda  vinculada  la  seguridad  del  Estado,  y 
la  prosperidad  de  la  Patria. — I'ortaleza  de  ^Montevideo  Julio  i"]  de  1814. — Carlos 
de  Alvcar. 


Relación  q.e  manifiesta  todos  los  buques  q.e  se  hallaban  existentes  en  este 
puerto  el  22,  de  junio,  día  en  o.e  fue  rendida  esta  plaza  á  las  armas  dk 
la  patria. 

Fragat.xs.  — .Águila:  Capit." 
.S".'«  Jiia:  Capit." 
Isabel:  Cap."  D.  rVan.^^'i  C.arcia 
Dolores:  Id.  D.  Miguel  Costa 
Begoña:  Id.  D.  José  .\rana 
Mario:  Es  Americana 
Asirea:  Sin  Capitán 
Minerva:  Id. 

Bcyoña:  Cap."  D.  Juan  Muñoz 
María  Josefa:  Sin  Capitán 
Trinidad:  Cap."  D.  J."  .\nt."  Pjelaustegui 
Cazadora:  Id.  D.  Tomas  Esteves 
Principe  Real:  D.  Fran.co  Patrón 
Vencedora:  Id.  D.  Juan  Bosol 
Filar:  Id.  D.  Agustín  Soteras 
Perla:  Id.  D.  Sebastian  Plá 
Margarita:  Sin  Capitán 
Atrevida:  Cap."  D.  Fran.co  Llenas 
Mercedes:  Id.  D.  Juan  Tramullas :  Es  del  Estado 
Corbetas  —  Mercurio:  Es  del  Estado 

Esperanza:  Cap."  D.  Esiderio  Brunet 


—  29íi  — 

PoLACRAS  —  Ecce  homo:  Id.  D.  Bentura  Castella 

S.  Ant.o  de  Padua:  Id.  D.  Joaq."  Mille 
Concepción:  Id.  D.  Julián  Docel 
Mercedes:  Id.  D.  José  Fabregas 
Dragona:   D.  Cristóbal  Soler:   su  Capit." 
Fortuna:  D.  José  Degaray :  Id. 
Buena  Fortuna:   D.  José  Batel:   Id. 
Btten  Viaje:  D.  Isidro  Reynal :   Id 
S.  José:  D.  José  Escardo:  Id. 
Mario:  D.  José  Fons :  Id. 
Berg.=*  —  Carmen:  D.  Pablo  Faxonera  :  Id. 

.9.'"  Cristo:   D.  Salbador  Faveyro:  Id. 
Fuerte:  D.  Feliu  Calzada:  Id. 
Carmen:   D.  Domingo  Salas:  Id. 
Es  Portugués  —  .S".  Agustin:  Ant.o  Pintos:  Id.:  Salió  p.a  Rio  grande 
Ídem  —  Felicidad:  Capitán  José  alaria  ^lendez  salió  p.a  Id. 
Goleta  —  Mario:   Era  Americana  y   fue  declarada  presa. 

Emharcac.s  dk  tkakico 

Goletas  —  Remedios:  Pat."  Juan  Bornes:  Sal. o  en  8  de  Julio  j).^  B.s  A.* 

Ntra.  Sra.  del  Rosario:  Id.  Salbador  Xet:  salió  en  Id.  p.a  B.s  A.' 
Dragón:  Id.  Ant.»  Corrales:  Encayó  en  la  Playa 
Carmen:  Id.  Cayetano  Deus :   Salió  p.a  B.s  A.s  el  26  de  Julio 
Xtra.  Sra.  del  Pilar:  Id.  D.  Vic.te  Berros:  .salió  p.»'  B.s  A.*  en  29 
Escolástica 
Constitución 
S.  Pío 
SuMAC.vs  —  Magdalena:  Pat."  José  Enrrique 

El  Turco:  Está  Barado  en  el  Baño  de  los  Padres 

Carmen:  Pat."  Juan  ]\Irnz:  salió  p.^'  B.s  A.^  en  5  de  Julio 

Carmen:  Pat."  Juan  Canevas :  Salió  p.»'  B.s  A.s  en  10  de  Julio 

Pilar:  José  Mayol :  Salió  p.a  Id.  en  13  de  Id. 

Pepa:  Pat."  D.  Jayme  Trigal:  salió  p.a  B.s  A.s  el  2^  del  mismo 

S".  Jóse  Americano:  Id.  Ignacio  Caldoso;  salió  p.a  B.s  A.s  el  23  Id. 

Rosario:  Id.  Miguel  Trenco ;  salió  p.a  B.s  A.s  en  22,  Id. 

Gato  Pintado:  Id.  ^Mariano  ^lauri :  salió  p.^  B.s  A.s  en  Id. 

El  Cavallito:  Id.  Fran.co  Salas:  salió  p.^  la  Colonia  el  23  Id. 

Ntra.  Sra.  del  Carmen:  Id.  J."  B.ta  Castella  salió  p.a  B.s  A.s  en  25  Id 

Jesús  M.o  y  José  (a)   el  Bombo:  Id.  Ant.o  Solis,  salió  p.a  B.s  A.s 

el  26  Id. 
Lanch.-\s  —  Candelaria :    id.   Domingo  \'i>caya  :   salió  p.='  la  Colonia  y  B.^  A.* 

en  4  de  Julio 
Ntra.  Sra.  del  Carmen:  Id.  Juan  Orta;  salió  p.a  B.s  A.s  en  10  Id. 
Ntra.  Sra.  del  Carmen:    Id.   Luis  Casalla ;   Está  embarrancada  en 

la  Playa 
Cachuera:  Id.  Bartolomé  Luis  y  Abra:  salió  p.a  B.s  A.s  en  13  Julio 
A"/ra.   Sra.   del  Carmen:   Id.   Domingo   Galeano;    salió   p.a   Maldo- 

nado  el  22  Id. 


—  293  — 

Dolores:  Td.  D.  J.n  José  Sapiola  ;  salín  e!  2t,  de  Id.  á  los  Paranás 

por  Leña 
.¡rmoiiia  del  Cavo:  Id.  Jaynie  Pons ;  salió  p.a  B.s  A.s  el  26  Id. 
LiíiKK  —  l'ortugucs  nombro  J'igilaiiciu :  su  Capit."  Raymundo  J.e  Alvarez; 

salió  p.a  B.s  A.s  el  13  Id. 
S.  Carlos:  Es  del  Estado 
E.\i..\Mi.^ — Trinidad:  P.n  Sebast."  Reyes:  salió  p.a  B.s  A.s  el  4  Julio 

Ntra.  Sra.  del  Rosario:   P."  Jayme  Batarrá;  p.»  Id.  en  5  Id. 
Fura  y  Limpia:  Id.  Man. I  C.onzalez;  p.a  Id.  en  7  Id. 
Mercedes:  Id.  Man.l  Rodrig.z ;  salió  p.a  la  costa  del  N.  en  8  Id. 
.V.'"  Isabel:  Id.  Salvador  Nicola ;  sal.»  p.^  SM  Lucia  en  8  Id. 
S.  Telino:  Id.  José  López;  sal.»  p.^  B.s  A.s  con  el  correo  el  10  Id. 
Ntra.  Sra.  del  PJo:  Id.  Man.l  Correcostas;  p.a  SM  Lucia  en  13  Id. 
Ntra.  Sra.  del  Carinen:  Id.  José  Pras,  p.ai  S.^a  Lucia  en  13  Id. 
.S7(í.  Rosalía:  Id.  Jayni'C  Poú;  p.ai  Maldonado  en  22  Id. 
Belén:   Id.  Nicolás  Berjes;   Id.  p.ai  B.s  A.s  en  23  Id. 
Regina:  Id.  José  Flores;  p.ai  B.s  A.s  en  Id. 
Dolores:  Id.  José  Tomas;  p.a  S.ta  Lucia  p.i"  Leña  en  Id. 
m  Sause:  Id.  Vic.*e  Lanuza ;  p.a'  B.s  A.s  en  23  Id. 
Carmen:    Id.  José  Torrens ;   sal.»  p.a   Id.   en   Id. 
Soledad:  Id.  José  Orfila ;  a  los  Paranás  p.'"  Leña  en  23  Id. 
.V.  .fose  y  Animas:  Id.  José  Moisac ;  p.a  B.s  A.s  en  23  Id. 
Carmen:  Id.  Juan  (larrig^a ;  p.a  Id.  en  Id. 

.V.  José  y  Ani¡nas:  Id.  Feliciano  Cuevas:  p.a  B.s  A.s  en  25  Id. 
Xira.  Sra.  del  Carmen:  Id.  José  Riera:  p.a  Id.  en  26  Id. 
ytra.  Sra.  del  Carmen:  Id.  Mig.^  López;  salió  p.a  B.s  A.s  en  29  Id. 
S.  Ant.o  y  Animas:   Id.  J."  B.ta  Grausel:  p.a'  S.ta  Lucia  en  31   Id. 
Ch.\lcp.\s  —  Lo¿'  dos  Amigos: 

Xtra.   Sra.   del  Rosario:   Id.    Fran.co   Chicar:    salió   p.^  S.^a   Lucia 

en  8  de  Id. 
Carmen:  Id.  Carlos   Pasqual ;   salió  p.a  B.s  A.s  en  23  Id. 
.S".^"  Ana:  Id.  Ramón  Bardiel ;  p.a  la  Colonia  en  23  Id. 
BoTKS  —  Carmen:    Pat."   Simón   Alaos;   salió   p.ai   S.^a  Lucia   en  4  de  Julio 
S.  .Inan  B.*":  Id.  Juan  de  Tahuas;  salió  p.a  Id.  en  7  Id. 
/;'/  Comiso:  Id.  Fran.c»  Quintela. 
l*".\i.iciio  —  l'eniz:  Id.  Pedro  Gorí :  salió  p.a  S.ta  Lucia  en  13  Id. 
Cannelila:  Id.  Miguel  Fernandez:  Id.  Id. 


Ri;i..\CIO.\  DK  I.OS  liUO.S  EXISTENTES  HOY  Dl.A  DE  L.\  FH.\.  EX  ESTE  PUERTO,  CON  EXPRE- 
SIÓN DE  SfS  CL.ASES,  NOMBRES,  EL  DE  SUS  CAPITANES  Y  DUEÑOS  Y  LOS  DESTINOS 
DE   O.'-   PROCEl>EN. 

Fragat.s 

Maria  Josefa,  su  Capitán   D.  Juan  .Ant."  Carcia,  Dueño  D.  Diego  Pisano  residente 

en  España  de  Cádiz. 
Margarita,  apresada  p.""  la  Balandra  Vigilancia  de  D.  Fran.'-'o  de  Castro. 


—  294  — 

Mario.  Americana. 

Fortuna,  su  Capitán  y  Dueño   D.  José  de  Hgaray,  de  la  Coruña. 

Cazadora,  Id.  D.  Tomas  Esteve  Dueño  el  mismo  y  D.  José  de  Puga  recidentes  en 

esta  Plaza.  De  Vigo. 
Dolores  (a)  la  Paraguaya  de  1).  Miguel  y  D.  Ant.'^>  Costa  recidcntes  en  Buen.s  Ayr.s 
111  Priucif^e  Real :  Capitán  y  Dueño  D.  Fran.co  Patrón,  de  Cádiz. 
Begoña,  Capitán  y  Dueño  D.  Juan   Muñoz  de  la  Coruña. 
.S'.'"  Ana  de  D.  José  Maria  Riera  residente  en  Buen.»  Ayr.^,  de  Cádiz. 
Atrevida,  Capitán   D.   Fran.co  Llena,   Dueño   D.  Jayme  Fuyó  recidente   en   España, 

de  Mayorca. 
Esperanza.   Capitán    y    Dueño    D.    Desiderio    l'.runet    residente    en    l'.uen.'   Ayr.>,   de 

Tarragona. 
Astrea.  Capitán  y  Dueño  D.  Miguel  Cayol,  D.  Francisco  Carbonell. 
Begoña,   Capitán    D.    Balentin    .\rana ;    Dueño    D.    Juan    Diaz    residente    en    Buen.* 

Ayr.s  de  Cádiz. 
Perla,   Capitán   D.    Sebastian    Pía    Dueño    D.    José   Antonio   Carreras    residente   en 

Cataluña. 
l'ilár.  de  D.  Agustin  y  D.  Salvador  Soteras  residentes  en  Buen.s  Ayr.s 
Trinidad.  Capitán   D.  Julián   Belaustegui :   Dueño  D.   Fran.co   Belaustegui   residente 

en  Buen.s  Ayr.s 
Cazadora,   Capitán   D.   Juan    Bofil   Dueño   D.   Ventura   Marcó   residente   en   Buen.s 

Ayr.s  de  Vigo. 
Dragona,  Capitán  y  Dueño  D.  José  Col  y  Masoni :  de  Mayorca. 
Isabel,  Capitán  D.  José  Mendieta. 

Águila,  de   D.  Juan   Xonel  del  Comercio  de  Buen.*  Ayr.s,  barada  en  la  Playa. 
Minerva  de  D.   Damián  Vivas,  residente  en  Montevideo,  varada  en  la  Playa. 

Berg.xxtin.s 

Xtra.  Sra.  del  Cumien;  Capitán  D.  Domingo  de  Salas:  Dueño  D.  Juan  Beltran  re- 
sidente en  España,  de  Mayorca. 

fcrrolano:  Capitán  D.  Feliz  Calzada.  Dueño  D.  Joaquín  Jufre  residente  en  Ferro!. 
de  Villanueva. 

N^tra.  Sra.  del  Carmen:  Capitán  D.  Pablo  Faxonera  :  Dueño  D.  Juan  Matas  resi- 
dente en  Cataluña,  de  la  Coruña. 

Paraná:  Se  entregó  de  Orden  del  Sor.  General  en  Xefe  á  D.  Bernardo  Igarzabal. 

.V.'o  Cristo  de  la  .S'alud.  Cap."  D."  Salvador  Fabeiro.  su  dueño  residente  en  Malaga, 
de  donde  es  proced."^  varado  en  la  Playa. 

P0L.\CR.\S 

.S'.'"  Mario:   Capitán    D.  José  Fons  y   Blaiic    Dueños  varii-,    Indivichu»  de  Cataluña, 

de  Malaga. 
Carmen,  Capitán  y  Dueño  D.  Jacinto  Fabregas,  de  Villanueva. 
Ecce-honw  Id.  D.  Ventura  Castella  de  Cádiz. 
Buen  Viaje,  Capitán  D.  Isidro  Reynals :  Dueño  D.  Faustino. 

Bcn  y  Soler  residentes  en de   Mallorca. 

.V.   Ant.o  de  Padua:   Capit."    I ).   Jorif|uin    .\lille:    Dueños   varios   individ.^   resident.* 

en  Cataluña,  de  Villanueva. 


—  L'í).";  — 

Concepción  y  S.  Ranioii:  Capitán   D.  Juan  Docel. 
S.  José:  Capit."  y  Dueño  D.  José  Escardo,  de  Villanueva. 
S.  Juan  Bautista,  Capitán  D.  José  Col  y  But :  Dueño  el  mismo  de  Mallorca. 
A'tra.  Sra.  de  las  Mercedes.  Capitán  y  Dueño  D.  José  Fabregas  ;  de  Villanue\  a. 
S.  Buena-ventura:  Capitán  y  Dueño  D.  José  Botet,  de  Villanueva. 
Ktra.  Sra.  del  Carmen;  propia  de  D.  Juan   Molina,  residente  en  esta  Plaza,  y  ha- 
biendo salido  p.-i   l'.uen.s  Ayr.*^  dio  en  la  Costa. 

St-'M.\C.\S 

liati:  de  D.  .-\ngel  Villegas  residente  en  esta  Plaza. 
Ntra.  Sra.  del  Carmen  de  Id. 

Mariana,   Pat."  Tomas   Buijas  deten. da  p.r  los  buq.^   del   Estado. 
Calatea,  Capitán  D.  José  Pintos :  Es  Portuguesa 
Corazón  Grande;  Capit.»  D.  Constantino  Borja :  Es  Portuguesa. 
Esperanza:   Este  buq.e  fué  apresado  en  Maldonado  y  conducido  á  este  P.t"  p.i'  las 
Balandras   Tortuga  y  Vigilancia  en   donde   fue   comprada   p.""   el  Ingles   Carlos. 

Goletas 

Imbencible:  Fue  entregada  p.'"  orden  del  Sor.  Oral,  en  Xefe  á  D.  Bernardo  Igarsabal. 

Maria:   Pertenece  al  Estado. 

General  Ulio :  Pat."  José  Mirabal :  de  los  Sres.  Obes  y  Sotilla. 

Carolina;  Capitán  Joaquín  Florin  :  Es  Portuguesa. 

Constitución:  De  D.  José  Rais  Vecino  de  Montevideo. 

Dragón;   de   D.   Fran.'^'J   Corrales.  Barado  en  la   Playa. 

Lancii.\s 

S.  Pío,  de  D.  Vicente  Berros  Vecino  de  Montev." 

Victoria,   Patrón  José  Junquera:   de   D.   Cayetano   Pacheco   resid.te   en  el   Brasil. 

Torito;   Patrón  y  Dueño  Fran.<^o  Montaña. 

S.  Miguel,  Patrón  y  Dueño  Fran.co  Illa. 

Carmen.  Patrón  Manuel  Sierra  de  D.  Fraii.<^"  Chavarria  resid.te  en  Buen.s  Ayr.* 

Carmen   Patrón  y  Dueño  Luis  Casaya. 

Balaxd.s 

S.  José  V  .1  ni  mas.  de   D.  Juan   Bautista  Carmendia  residente  en  esta  Plaza. 

S.  José,  Patrón  Ant.o  Alfonso,  de  una  Viuda  residente  en  Buen.*  Ayr.* 

Asunción,  de  D.  Fran.co  Peynado,  residente  en  esta  Plaza. 

Trinidad,  de  D.  Sebastian  Reyes,  ídem. 

Ntra.  Sra.  de  las  Mercedes:  Patrón  y  Dueño  ^lanuel  Rodríguez. 

S.  Ant.o  y  Animas;  de  D.  Ant."  Corrales  residente  en  Montevideo. 

Sol  dorado,  de  D.  Juan  Uset :  ídem. 

Carmen,   Patrón  Fran.c"   X.   Dueño  resid.te  en   Buen.s  Ayr.s 

Ntra.  Sra.  del  Carmen.   Patrón  y  Dueño  Fran.co  Olivera. 


296 


^IlXTICOS 

Stra.  Sra.  del  Carmen;  Patrón  y  Dueño  Fran.^o  Quiniela. 

¿".  Ant.o;  Pat.»  y  Dueño  ^tanuel  Aguado. 

Lugre  Malvinas  de  D.  Alejandro  ^laquilon  Vecino  de  Buen.s  Ayr.f 

Chalup.\s 

Atrevida;  de  D.  Gerónimo  Martinez  Vecino  de   ^íontev.o 
Mont.°  y  Agosto  5  de  1814. 


Exposición  ole  HAcn  el  señor  brigadier  D.  Carlos  Alvear  general  en  xei-E  del 

EXERCITO    sitiador    DE    ^MONTEVIDEO,    DE    SU    CONDUCTA    EN    LA    RENDICIÓN    DE    ESTA 

plaza.  Vulnerada  por  las  falsas  imputaciones  de  su  gobernador  D.  Gaspar 

ViGODET. 

Excmo.    Señor. 

Al  leer  la  vehemente  acusación  que  el  ^íariscal  de  Campo  D.  Gaspar  Vigo- 
det  hace  á  mi  conducta  en  la  rendición  de  Montevideo,  y  juntamente  la  Orden 
Suprema  de  V.  E.  para  que  le  informe,  y  satisfaga  á  los  cargos,  que  me  re- 
sultan, apoderándose  de  mí  una  sorpresa,  que  no  es  fácil  explicar,  quedó  por 
largo  tiempo  adormecida  la  razón,  y  sin  e.xercicio  la  obediencia.  Sorprehen- 
diome  la  enormidad  del  crimen,  la  novedad  de  la  causa  y  la  magestad  del 
Tribunal.  Porque  yo  me  veo  acusado  no  de  asesinatos,  no  de  robos  ó  cruel- 
dades inusitadas,  no  de  pactos  afrentosos,  ni  de  traiciones  á  la  Patria :  estos 
delitos  por  enormes  que  sean,  injuriando  á  un  hombre,  á  un  Pueblo,  ó  á  ima 
Provincia,  su  castigo  recae  solamente  sobre  el  delinqüente ;  pero  la  violación 
de  la  fé  pública,  el  perjurio  y  la  felonia  agraviando  á  todos  los  hombres,  y 
á  las  sociedades,  hace  común  el  castigo  del  criminal,  al  Gobierno  que  lo  to- 
lera, y  al  Pueblo  que  lo  ignora.  Embarazábame  igualmente  la  novedad  de  la 
causa  en  la  qual  se  desconocen  las  formalidades  del  foro,  y  las  costumbres 
de  la  milicia,  porque  en  ella  un  General  vencido  puede  acusar  á  su  vencedor 
sin  exponerse  ni  á  la  afrenta  de  la  convicción,  ni  á  la  pena  de  la  temeridad, 
y  porque  el  falkj  de  los  espectadores  precede  siempre  al  pronunciamiento  de 
los  Jueces.  Aterrábame  la  inagestad  del  Tribunal,  porque  el  que  quebranta  las 
leyes  de  la  guerra  y  viola  el  derecho  sagrado  de  las  Gentes,  queda  sujeto  al 
Tribunal  de  las  Naciones,  y  al  juicio  de  los  Soberanos  que  las  rigen.  Recelaba 
también  de  la  suficiencia  de  mis  fuerzas  para  sostener  con  mi  inocencia  la 
gloria  del  Exército  y  el  honor  del  gobierno  contra  la  injusticia  de  un  acusador 
sostenido  por  bis  últimos  esfuerzos  de  la  ignorancia  presumida,  y  de  la  en- 
vidia mal  contenta. 

Pero  revolviendo  muchas  veces  en  mi  imaginación  la  liistoria  de  mi  con- 
ducta pública  en  la  última  campaña,  las  razones  que  la  legitiman,  y  los  exem- 
|)lus  respetables  (pie  la  autorizan,  parecióme  tan  clara  la  justicia  de  mi  causa, 
que   para  demostrarla,  nn   encuentro  otras  dificultades,   que  las   que  opone  una 


jusia  in-it:ici..„  á  l;i  teinplan/.a  con  .jue  debo  defLMuK-rnie,  por  el  respeto  á  I-i 
aiuoridad  de  V.  E.,  y  por  el  decoro  de  la  misma  justicia.  Y  si  tanto  pudiera 
en  el  animo  de  V.  E.  el  nombre  de  ella  apellidado  por  un  enemigo  que  sin 
razones  para  convencer,  se  hace  también  indigno  de  la  benevolencia  debida 
a  los  desgraciados  por  la  acerbidad  de  su  estilo  contumelioso  ¿qué  no  deberé 
yo  prometerme  si  manifiesto  con  testimonios  incontestables  la  falsedad  de 
•sus  imputaciones,  y  la  atrocidad  de  la  calumnia^  Animado  con  esta  espe- 
ranza, probaré  primero  la  vanidad  de  los  cargos  que  me  hacen,  y  después  la 
legalidad  de  mi  conducta  militar,  y  los  fundamentos  que  tube  para  adoptarla 
(I)   El  antiguo  Gobernador  de  la   Plaza  de  Montevideo   reclama  como   falso 


EXCMO.  SEÑOR 


(i)     Aunque   tenga   la   desventaja   de  que   mis   exposiciones  por   mas   razonable:    v    iu^tn,   nnr. 
de  esos  Pueblos  reqmeren,  yo  sería  responsable  no  solo  al  Rey  nuestro  'Señor  a  la  Nación  de  m,e 

tT\tTí'tndnrr:'T'  ^"^'^^."/^  Montevideo,  y  á  las  tropas  que  kan   estado   baT,isórde. 
nes,  sino  a  todas  las  Naciones  si  fuese 


Yo  no  quiero  redargüir  a  Alvear  de  su  impostura  por  los  conocidos  principios  del  derecho  sa- 
giado  de  gentes  del  ae  la  guerra  y  aun  de  la  educación  individual,  porque  atropellados  estos  ma- 
liciosa, y  estudiadamente  invertiría  sin  fruto  el  tiempo,  y  daria  ma¡or  importaLia  Tía  calumnia 
con  que  piensa  denigrar  mi  reputación.  Esta  no  puede  mancillarla  el  crimen  que  ha  cometido  Al- 
rt';,'\  '^-es   desconocido   hasta  ahora   en    todos   los  Pueblos   civilizados.    Los   hombres   de   honor 

siempie  son  Heles  en  su  palabra,  y  los  hombres  públicos  no  pueden  quebrantarla  sin  atraerse  la 
odiosidad  de  todos  sus  semejantes.  Quiero  únicamente  hacer  á  V.  E.  una  protesta  por  la  condes- 
cendencia que  ha  tenido  en  publicar  aquella  falsa  comunicado,, .  constandole  de  hecho  nue  era 
criminal,  y  absurda.  ' 

Los  artículos  de  la  capitulación  que  a  mi  nomb,-e  le  propn.<;ieron  mis  Diputados  v  aue  no  reci- 
bieron una  variación  substancial,  sino  que  fueron  absolutamente  concedidos  según  pedia  obtu- 
bieron  por  mi  parte  toda  la  ratificación  que  era  necesaria  pai-a  que  Alvear  se  certificara  de  mi 
truena  fe  y  de  l'a  exactitud  que  debía  esperar  en  el  cumplimiento  de  quanto  se  pactase.  El  Capi- 
tán de  Navio  graduado  de  la  Real  Armada  D.  Juan  de  Vargas  se  lo  hizo  a.n  saber,  y  vo  tube  la 
deferencia  de  enviarle  no  solo  los  rehenes  que  me  pidió,  si  que  también  le  hize  eiitrer/ar  la  For- 
taleza del  Cerro  para  alejar  todo  motivo  de  sospecha  aunque  fuera  itifundada;  el  mismo  Capitán 
de  Navio  largas,  certificó  á  Alvear  repetidas  veces  que  \o  era  incapaz  de  dexar  de  cumplir  l& 
prevenido,  .v  para  dai-le  una  prueba  me  escribió  desde  el  Quartel  general  del  Excrcito  Sitiador 
una  carta  pidiéndome  la  orden  y  rehenes  de  que  he  hecho  mención,  sin  embargo  de  no  haberte 
pactado  la  entrega  de  la  Fortaleza  del  Cerro  con  anterioridad  á  la  Plaza.  Yo  que  no  presumí  la 
felonía  de  Alvear.  consiguiente  á  mis  principios  accedí  á  la  indicación  de  Vargas  para  que  Al- 
tear reposara  seguro  en  mis  palabras,  y  en  mis  oficiales  comunicaciones.  Ratifiqué  ademas  la  ca- 
pitulación de  i/n  modo  público,  y  solemne  haciendo  saber  de  mi  orden  expresa  al  benemérito  Pue- 
blo de  Montevideo  por  la  Gazeta  extraordinaria  del  22  de  Junio  que  había  celebrado  la  dicha  ca- 
pitulación para  entregar  la  Plaza  al  Gobierno  que  I'.  E.  representa  baxo  ¡os  artículos  que  en  ex- 
tracto se  contienen  en  ella;  ratifiqué  ta  capitulación  conviniendo  en  toda  forma,  y  con  la  mas 
escrupulosa  legalidad  en  quanto  se  me  propuso  acerca  del  tiempo,  y  en  el  modo  con  que  debian 
embarcarse  mis  tropas,  aceptando  la  propuesta  que  hizo  Alvear  de  que  el  armamento  seria  cus- 
todiado en  la  Lila  de  Ratas  mientras  tanto  que  se  alistaban  las  embarcaciones;  ratifiqué  por  fin 
la  capitulación  de  todos  los  modos  que  prescribe  la  ley  de  la  guerra,  y  en  la  manera  y  forma  que 
debia  hacerlo;  y  que  si  .4lvcar  supiera  zelar  sobre  su  opinión  no  hubiera  sido  capaz  de  irrogarme 
una  injuria,   que  aunque  nominal,  no  dexa  de  herir  mi  delicadeza  y  honor. 

V.  E.  que  sabe  apreciar  éste,  y  respetar  la  verdad,  y  ¡a  virtud  de  los  hombres  públicos  no  debe 
mirar  con  indiferencia  el  medio  indecoroso  con  que  D.  Carlos  .4lvear  ha  querido  cubrir  la  fe- 
lonía que  acaba  de  execitar,  para  prevenir  á  su  favor  la  opinión  pública,  y  hacer  á  su  salvo 
la.i  transgresiones  del  derecho  de  las  Naciones  con  que  ha  señalado  el  primer  paso  de  su  mando 
militar.  Yo  en  medio  de  mi  desgracia  á  que  me  condenó  mi  situación,  me  glorio  de  haber  dado 
un  testimonio  inequívoco  del  modo  con  que  siempre  se  comportan  los  Xefes  militares.  Jama.* 
aprendí  á  engañar,  y  me  abochornaría  si  una  sota  vez  hubiera  dexado  de  cumplir  lo  que  hubiese 
ofrecido.  Alvear  que  ha  tenido  valor  de  levantarme  el  testimonio  imperdonable  de  que  hace  refe- 
rencia su  oficio  del  30  debió  meditar  que  se  hallaba  ligado  al  cumplimiento  de  la  capitulación,  yá 
por  el  juramento  que  hizo  aceptando  el  articulo  preliminar,  ya  por  su  rúbrica  en  cada  uno  de' 
los  artículos,  y  yá  en  fin  por  el  modo  solemne,  y  público  con  que  firmó  todo  el  convenio  con 
mis  Diputados.  .Alvear  debía  tener  presente  que  reconvenido  varias  veces  por  el  Capitán  de  Navio 
Vargas  sobre  la  inobscnancia  de  algunos  de  los  artículos  del  tratado,  no  reclamó  jamas  su  nu- 
lidad, sino  que  dio  ordenes  para  que  cumplieran.  Alvear  había  convenido  con  el  mismo  Vargas 
de  que  se  darían  á  la  prensa  luego  que  se  desembarazase  dé  las  atenciones  que  le  habían  obligado 
á  salir  de  la  Plaza  después  de  ocuparla;  y  aun  en  la  noche  que  cometió  el  atentado  de  arrestarme, 
atropellando  mi  persona  con  engañifas  pueriles,  ofreció  á  Vargas  que  al  día  siguiente  se  publi-, 
caria  la  capitulación,  con  el  objeto  de  informar  mas  extensamente  al  Pueblo  de  quanto  se  había 
convenido   por   ambas  partes  para  su    seguridad   y   decoro.    Empero   Alvear   que   se    halla   compro- 


—  298  — 

c  injurioso  á  su  honor  el  que  en  oficio  de  30  de  Junio  hubiese  asegurado  á 
V.  E.  y  publicado  en  Gazeta  ministerial  de  4  de  Julio  que  la  Plaza  de  Mon- 
tevideo habia  sido  entrada  á  discreción.  Me  acusa  de  violación  de  la  té  pública, 
y  reconviene  á  V.  E.  porque  condescendió  en  la  publicación  de  aquella  falsa 
comunicación,  que  le  constaba  de  hecho  ser  criminal  y  absurda.  Las  razones 
en  que  funda  su  reclamación,  y  que  justifican  su  queja,  se  reducen  á  que  los 
artículos  de  la  capitulación  que  propuso  por  medio  de  Diputados  autorizados, 
fueron  concedidos  por  mi  sin  variación  substancial  y  ratificados  suficientemen- 
te. Que  esta  ratificación  me  era  constante  por  la  certificación  verbal  del 
Capitán   de   Xavio   D.   Juan  Jacinto   de   Vargas:    por   la   entrega   de   rehenes,  v 


metido  por  todos  los  términos  de  la  ley  fue  infiel  a  su  palabra,  á  sus  juramentos  y  á  las  públicas 
atestaciones  quando  lió  que  le  era  fácil  desarmar  mis  tropas,  aprisionarme  á  mi,  y  burlarse  de  lo 
mas  sagrado  que  liga  á  los  hombres.  Yo  tengo  en  mi  poder  la  capitulación  que  Airear  rubricó 
en  cada  uno  de  sus  artículos,  y  firmó  al  fin  del  convenio:  el  Rey  nuestro  Señor  será  informailo 
del  atropello  c  infracciones  de  ella,  y  S.  M.  B.  á  quien  Akear  por  les  poderes  de  V.  E.  admitió 
por  garante  de  ¡o  que  se  estipulara,  será  informado  igualmente  asi  como  lo  ha  sido  su  Ministro 
Plenipotenciario  cerca  de  esta  Corte  el  E.vcino.  Señor  Loord  Strangford. 

Para  convencer  á  V.  E.  de  la  indisculpable  mala  fe  de  Alvear  basta  que  V.  E.  lea  el  oficio  que 
pasó  á  D.  Juan  de  Vargas  pidiendo  diera  yo  orden  para  que  se  le  remitieran  los  rehenes.  Esc 
documento  es  suficiente  por  sí  mismo  para  acreditar  ¡a  obligación  en  que  se  hallaba  Alvear  de 
cumplir  lo  pactado;  una  vec  que  para  asegurar  mas  la  certera  que  debía  tener  de  mi  exactitud 
mandé  á  su  Quartel  general  los  rehenes  en  el  modo  que  posteriormente  al  oficio,  convino  con  el 
mismo  Capitán  de  Navio  Vargas.  Yo  incluyo  á  V.  E.  esa  copia  como  testimonio  del  injusto  proce- 
der de  Alvear.  Debo  añadir  á  V.  E.  que  comisionado  el  Barón  de  Otembcrg  por  Xcfe  para  que 
me  hiciera  saber  que  V.  E.  habia  aprobado  toda  la  capitulación  salvo  los  articulas  que  trataban  del 
embarque  de  las  tropas  á  España  me  hizo  dicho  Barón  la  anterior  exposición  en  presencia  del  Ca- 
pitán de  Kavio  D.  Juan  de  Vargas;  pidiendo  yo  al  Barón  que  Alvear  me  hiciera  aquella  comuni- 
cación por  escrito.  ¿Como  pues  se  ha  atrevido  después  á  asegurar  que  se  habia  apoderado  de  la 
Plaza  á  discreción?  Un  delito  Señor  Excmo  no  se  cubre  con  otro  mayor.  Si  Alvear  se  atrevió  á 
quebrantar  la  capitulación  no  por  eso  debía  haber  reduplicado  su  malicia  con  una  impostura  que 
nadie  se  la  podrá  creer. 

Aun  quando  V.  E.  menos  informado  de  estos  acontecimientos,  porque  Alvear  ni  aun  se  quedo 
con  la  copia  de  la  capitulación  que  yá  estaba  certificada,  hubiera  podido  dudar  de  alguno  de  estos 
hechos,  no  me  es  dable  creer  que  no  conociera  a  la  imputación  falsa  que  se  me  hacia,  en  la  qual 
ha  de  peligrar  mas  el  honor  de  V.  E.  que  el  mío  propio.  Obligado  á  defender  este  en  lo  posible 
por  ahora,  he  estimado  justo  hacer  á  V.  E.  aquellas  observaciones  para  protestarle,  como  de  he- 
cho le  protesto  qualcsquiera  clase  de  perjuicios  que  puedan  seguirse  de  la  creencia  y  publicación 
del  citado  oficio  de  Alvear,  bien  sea  contra  los  habitantes  de  Montevideo,  bien  contra  los  Xefes, 
Oficiales,  \  tropas  que  estubieron  baxo  mis  ordenes,  y  que  indebidamente  son  tratados  como  pri- 
sioneros. En  nombre  del  Rey  nuestro  Señor,  hago  á  V.  E.  responsable  de  todos  y  cada  una  de  las 
infracciones  de  la  capitulación,  de  la  qual  di  copia  á  Mr.  VVilian  Brovvn,  y  á  que  Alvear  por 
ignorancia  ó  por  malicia  quedaba  sin  ella-  ,  -     j 

Quando  escribí  á  V.  E.  mi  carta  particular  del  16  no  habia  visto  la  Gazeta  que  ha  precisado 
mi  reclamación.  Yo  espero  mucho  del  tino  político  de  V.  E.  y  su  sabiduría  y  deseos  hacia  el  bien 
estar  de  esos  Pueblos  me  hacen  confiar  que  V.  E.  penetrado  de  la  justicia  con  que  reclamo  ofi- 
cialmente la  observancia  de  lo  pactado,  ni  de.vtirá  defraudadas  mis  esperanzas,  ni  dará  lugar  á 
que  el  Re\  nuestro  Señor,  S.  M.  B.  y  todas  las  Naciones  amigas  tomen  sobre  sí  la  vindicación 
del  ultraje  que  se  ha  inferido,  no  á  mi  solo,  sino  á  las  armas  españolas  y  á  los  fieles  vasallos 
del  Rev.  ,    ,, 

Los  últimos  acontecimientos  de  Europa  han  variado  absolutamente  todas  las  cosas;  ya  se  lialla 
en  el  trono  nuestro  amado  Monarca;  yá  terminó  la  guerra;  ya  ha  quedado  la  Monarquía  libre, 
y  gozosa  en  sus  triunfos;  y  finalmente  yá  los  Españoles  de  ambos  Mundos  subditos  de  un  mismo 
Rey  no  pueden  mantener  entre  si  divisiones  que  tengan  ni  aun  apariencia  de  razón.  V.  E.  como 
\o  y  todos  los  Españoles,  ha  reconocido  v  jurado  al  Señor  D.  Fernando  7.",  S.  M.  C.  no  puede 
esperar  que  V.  E.  trate  como  prisioneros  á  ¡os  Xefes.  Oficiales  de  sus  E.rcrcitos,  ni  menos  que 
un  Pueblo  fiel  de  la  Monarquía  se  le  considere  como  un  Pueblo  conquistado  en  el  modo  que  ha 
entendido  Alvear^  v    V.  E.   ha  permitido  que  se  publique.  ^        ■    ,    •  1 

Réstame  decir  á  V.  E.  que  persuadido  de  su  sabiduria.  y  amor  á  sus  Conciudadanos,  no  recelo 
que  dc-rará  de  obrar  muv  distintamente  de  lo  que  esperan  los  hombres  exaltados,  y  poco  reflexivos. 

Dios  guarde  á   V.  E.  'muchos  años.  Rio  de  Janeyro  so  de  Agosto  de  /S/í.=Gaspar    \  igodet 

Excmo.  Supremo  Director  de  Buenos-.iyres. 

El  acreditado  honor  con  que  el  Xefc  de  esta  Plaza  ha  señalado  su  carrera  militar  aparta  toda 
desconfianza  sobre  el  puntual  cumplimiento  de  los  artículos  solemnemente  convenidos  el  día  de 
ayer;  mas  para  proceder  con  aquella  e.vactitud  que  demanda  el  zelo  público  en  la  provisión  de 
víveres  que  desde  hoy  debo  hacer,  es  de  necesidad  que  quando  se  me  remita  la  orden  para  ''ccibir 
el  Castillo  del  Cerro,  vengan  también  en  rehenes  las  personas  de  los  Señores  Coroneles  de  lo.< 
Regimientos  de  horca  \  Albucra.  D.  Jayme  Illa,  y  D.  Cristoval  Sahañac.  Y  o  espero  que  cono- 
ciendo V.  S.  la  importancia  de  esta  medida,  se  adhiera  á  ella,  y  e.víja  al  efecto  la  competente  or- 
den del  Sr.  Capitán  General=Díos  guarde  á  V.  S.  muchos  años.  Quartel  general  en  el  Mtgue- 
lete  Junio  2i  de  /«/.í=Carlos  de  Alveai-=5r.  D.  Juan  de  Vargas.^Es  copw  del  or-.ginal  de  su 
referencia,   que  queda  en   mi  poder.=Es  copia.  X'igodet. 


—  299  — 

de  la  F.-rtaloxa  del  Ceno,  y  p,,r  las  repetidas  veces  en  que  el  mismo  Vareas 
n,e  aseguro  del  carácter  del  C.maudante  de  la  Plaza  iucapaz  de  faltar  á^u 
palabra.  J'rueba  también  la  ratitícacióu  por  la  publicación  que  hizo  de  un 
extracto  del  tratado  en  Gazeta  de  Montevideo  de  22  de  Junio,  por  su  aveni- 
miento acerca  de  los  términos,  en  que  habia  de  ser  depositado  el  armamento 
y  aprestado  el  embarco  de  las  Tropas.  Y  últimamente  asegura  que  ratilicó  las 
capitulaciones  en  todos  los  modos  que  prescribe  la  ley  de  la  guerra,  y  de  la 
manera  y  forma  que  podia  y  dehia  hacerlo.  Se  queja  luego  de  los  m'aíos  tra- 
tamientos <iue  sufrió  en  su  persona,  y  protesta  por  último  que  informará  al 
Rey  do  la  violación  que  se  ha  hecho  de  las  capitulaciones,  y  se  quejará  á 
S.    M.   B.    cuya   garantia   ha   quedado   desayrada   y   comprometida. 

Estas  son  substancialmente  las  razones  y  las  pruebas  que  se  encuentran  en 
el  ohcio  del  Gobernador  de  la  Plaza  de  Montevideo,  su  fecha  20  de  A-osto 
á  que  me  manda  V.  E.  satisfacer.  (2)  Todas  ellas  vienen  á  tierra  con  Ta  de- 
mostración de  este  solo  hecho:  la  Plaza  de  Montevideo  fue  ocupada  sin  pre- 
cedente capitulación,  pues  el  único  documento  relativo  á  ella,  que  publicó  el 
mismo  Gobierno  en  la  Corte  del  Brasil,  es  la  prueba  mas  convincente  que  no 
ha   existido.    (3) 

Eos   comercios   de -la   guerra   adoptados   por   las    Naciones    para    suavizar   en 

(2)  De  onlcn  del  .Supremo  Director  incluyo  ó  i:  S.  la  reclamaciou  que  ha  hecho  desde  el 
Rw  Janeyro  el  Mariscal  de  Campo  D.  Gaspar  Vigodet  Gobernador  que  fué  de  la  Pial  de  ilot 
Tln!!°fi/,Z'!  J^Z  '"""-"ft"  ^'  '"1  ''  ''i"'-.".''  ch-cunsianeiadamente  acerca  de  la  conducta  militar 
iJ  P  h       ^  TT    ^'Z-,  '¿'   '«   ■-^"^''-'ó"   ^e   aquella   Plaza,   por  ser  asi   conveniente   al   honor 

del  Gobierno,  y  al  decoro  del  Estado.   Tengo  la  honra  de  comunicarlo  á   V.  S.  para  .m   mas  exacto 
y  puntual  cumplimiento. 

Dios  guurde  á  V.  S  muchos  años  Buenos:4yres  Xovicmbrc  5  de  /cf/-/=Fi-a,ici.sco  Xavier  de 
\  iana.=.yr.  Brigadier  D.   Carlos  Airear. 

(3)      PROPOSICIONES 

ARTICULO     I.     Y     PRELIMINAR 

Antes  de  entrarse  á  tratar  de  los  artículos  subseqüentcs  de  esa  convención,  y  por  T.reliminar 
de  todos  ellos  ha  de  entenderse,  y  sancionarse  que.  la  Plaza  de  ¡Montevideo  se  entregará  al  Co- 
bierno  de  Jkíenos-Ayres  baxo  la  expresa  condición  de  que  éste  reconocerá  la  integridad"  de  la  Mo- 
narquía Española  y  por  su  legítimo  Rey  el  Sr.  D.  Fernando  vii.  siendo  parte  de  ella  las  Provin- 
cias del  Rio  de  la  Plata,  en  cuya  virtud  el  Sr.  Comandante  General  del  Exército  Sitiador  I) 
Carlos  -\lvear  ha  de  hacer  ese  reconocimiento  en  nombre  de  aquel  al  firmar  éste  convenio  v 
obligarse  baxo  su  fe  y  palabra  de  honor  por  si.  y  por  las  tropas  de  su  mando  a  cumplir  reli¿iJ- 
samente  tan   sagr.ida,   y   solemne   promesai.=ro)!fí'(/irfo. 

II. 

La  enunciada  entrega  de  la  Plaza  ha  -le  considerarse  solo  en  calidad  de  deporto  v  verificada 
que  sea  ha  de  remitir  á  España  el  Gobierno  de  l'.uenos-Ayres  los  Diputados  de  qu¿  tratan  las 
bases  acordadas  en  el  Janeyro  entre  nuestro  Ministro  Plenipotenciario  I).  Tuan  del  Castillo  v 
Carroz  y   D.   Manuel   de   Sarratca  con  el   objeto  en   ellas  indicado. =CoJurrf!rfo" 


Se  conservará   á   todo   Ciudadano   á   mas   de   su   religión,   que   no  es  jmiito   de   controversia     todas 
sus  haciendas,   privilegios,   y   armas.  =-t'o(UTrfi(/(). 

IV. 

Se  concederá  un  año  de  término  á  todo  Ciudadano,  sea  de  la  clase  que  fuere,  v  prescindiendo 
del  estado  en  que  ]>uedan  quedar  estas  Provincias,  para  que  si  asi  le  acomodas¿  pueda  vender 
sus  bienes,  tanto  muebles  como  raices,  y  se  le  permitirá  restituirse  con  >su  producto  á  España 
11  otro  destino  que  les  acomode,  y  reconozca  por  su  legítimo  Monarca  al  Sr  D.  Fernando  vii' 
y  en  su  ausencia  y  cauti\erio  la  Regencia  de  las  Españas,  nombrada  por  las  Cortes  Generales  de 
la   Monarquía. =Coiic(-rf!(/o. 


300  — 


lo  posible  sus  calamidades,  están  sujetos  á  leyes  precisas,  siendo  tan  sagrada 
su  observancia,  que  solo  el  tenor  literal  de  ellas  es  el  que  caracteriza  en  estos 
casos  la  justicia,  ó  la  injusticia,  la  perfidia,  ó  la  legalidad,  sin  que  sean 
<lisculpa  la  ignorancia,  ni  las  buenas  intenciones.  Entre  los  contratos  que  se 
celebran  en  el  curso  de  las  hostilidades,  se  cuentan  principalmente  las  capi- 
tulaciones: éstas  no  son  otra  cosa,  que  las  actas  que  contienen  las  condicionesv 


No  exigirán  a  los  habitantes  de  la  Plaza  y  su  término  ó  territorio  jurisdiccional  mas  contri- 
buciones que  las  que  acostumbran  pagar  ó  se  les  han  exigido  por  el  Gobierno  Peninsular  antes 
«le  las  presentes  desavenencias;  ni  se  les  cargarán  nuevos  impuestos  en  comestibles,  mercancias, 
u   otros   frutos   del   Pais. 

Será   tratado  Montevideo  como  qualquicra  Pueblo   de  los  was  privilegiados,   v   no  se   !rs  podrá 
iinpoijer    ninguna    contribución    extraordinaria    por    qualquicra    que    hayan    sido' sus   scntiuiiento^ 
u   opiniones  políticas. 

VI. 

Xi  por  sus  opiniones,  ni  por  sus  escritos,  ó  acciones  que  antes  de  este  convenio  havan  tenido 
o  executado  los  Ciudadanos  existentes  en  esta  Plaza,  y  sus  dependencias  contra  eí  Cobierno 
de  Kucnos-.Vyres,  o  bien  contra  las  tropas  ó  territorio  que  lo  reconocen,  ha  de  hacerse  á 
aquellos  cargo  alguno,  ni  la  menor  reconvención,  ó  ultraje;  ni  asimismo  ha  de  poder  executarse 
represalia  de  ningún  orden  contra  la  guarnición  de  tierra  y  mar.  por  algún  pretendido  motivo  de 
haber  las  mismas  tropas;  ú  otras  españolas,  dependientes  del  Gobierno  que  esta  Plaza  reconoce, 
faltado   al    cumplimiento    de    anteriores   Capitulaciones,    ó   Tratados.^=rí)).'í:erf!Vo. 

Vil. 

Deberán  ser  perdonados  los  desertores  del  Exército  Sitiador,  y  emigrados  de  Bueno.s-Avres. 
y  ha  de  quedar  á  su  arbitrio  seguir  á  la  guarnición,  ó  restituirse  a!  Exército.  v  á  dicha  Ciudad 
11  otra  de  su  antigua  residencia  actualmente  dependiente  del  Gobierno  de  ella.  O  bien  deberá 
l)ermitirse  la  salida  del  buque  que  elija  el  Señor  Capitán  General,  sin  ser  registrado,  ó  reco- 
nocido, para  la  Península  ú  otro  punto  dependiente  de  su  Gobierno,  franqueándole  los  víveres 
de  que  necesite  y  exija  para  su  navegación,  que  serán  pagados  al  mes  de  su  arribo  á  la  Península. 

Concedido  al  tenor  de  su  primera  parte  hasta  el  punto  v  transacción ;  iaualmentc  la  segunda 
parte   si   les   acomodase    irse. 

VIII. 

.\  toda  la  guarnición  de  tierra  y  mar  se  le  ha  de  permitir  retirarse  á  ^Maldonado  con  banderas 
desplegadas,  tambor  batiente,  todo  su  armamento  y  quatro  piezas  con  sus  montages.  abantrenes 
y  carros  correspondientes,  cien  tiros  respectivamente  de  cada  arma,  v  diez  granadas  cada 
>;ranadero,  facilitándole  en  aquel  Puerto  los  buques  y  víveres  necesarios  para  dirigirse  á  la 
Península,  vi  otro  punto  que  se  acuerde,  ó  bien  han  de  proporcionarse  á  dicha  guarnición  los 
bui|ues  y  víveres  expresados  para  embarcarse  en  este  Puerto  dentro  del  término  que  se  asigne, 
y    dirigirse   á   España. 

Suspendido  para  consultar  al  Señor  Capitán  General  .'¡obre  el  medio  trrmino  que  podra 
tomarse  quedando  las  armas,  después  de  concedidos  todos  los  honores  de  la  guerra,  de  que 
trata  este  cirtículo,  en  depósito  dentro  de  ¡a  Plasa  hasta  que  al  mes  ó  antes  se  embarque  con  ellas 
¡a  guarnición  y  serán  custodiadas  hasta  este   momento   por  una  guardia  de  su   actual  guarnición. 

IX. 

Que  igualmente  todos  los  Oficiafes  y  Soldados,  á  mas  de  sus  respectivas  armas,  sacarán  su- 
ropa,  alhajas,  dinero,  esclavos,  caballos,  libros,  papeles,  y  cuanto  pertenezca  á  sus  personas,  ó 
coinpañias.=Co»c<rí/ií/o  en   todas  sus  partes. 

X. 

l/os  buques,  víveres,  y  demás  que  necesite  ia  guarnición  para  su  transporte  han  de  facilitarse 
I)or  el  flete  y  precio  regular  del  País,  debiendo  hacerse  el  pago  en  la  Península  á  los  dos 
meses  de  su  arribo,  y  restituido  que  sean  dichos  buques  á  este  Puerto,  ó  cumplido  todo  lo 
pactado,  se  han  de  conceder  libres  pasaportes  á  los  rehenes  de  la  guarnición  para  seguirla,  ó 
restituirse  á   su   domicilio.=Cc>)ire<ííífo. 

XI. 

T^s  enfermos  de  la  guarnición  que  no  puedan  embarcarse  serán  alimentados  y  curados  ei> 
li)s  hospitales  militares  de  la  Plaza  meiliante  al  tanto  al  día  que  se  estipule  por  cada  Olicíaíl,  ó- 
Soldado  enfermo  ó  convaleciente,   y  á   los  que  sanen   se  le  concederá   pasai'Orte,   y  la   embarcación. 


por  la  quaks  una  i'la/.a  .sitiada  se  rinde  al  cncniigu,  y  recil)i.n  su  fuerza  y  va- 
lidez del  poder  de  los  que  las  celebran,  de  la  forma  en  que  lo  hacen,  y  de  las  ra- 
tificaciones. 

Aunque  debe  suptinerse  que  un  General  y  un  Gobernador  de  Plaza  reves- 
tido naturalmente  de  todos  los  poderes  necesarios  para  el  exercicio  de  sus 
funciones   tengan  el   suficiente  para  concluir  una  capitulación  valida  y  obliga- 


y    vive-res    necesarios    para    su    transporte,    que    serán    satisfechos    en    la    Península    por    el    precio 
corriente   de   este   País  en   el   plazo   ya   indicado. 

Concedido,  no  solo,  sino  igiiahiicnte  se  ofrece  que  serán  curados  de  cuenta  del  Estado,  ó 
Gobierno  de  Bnenos-Ayres  sin  reintegro  alguno  por  parte  de  la  Xación  á  que  todos  correspon- 
demos. 

XII. 

Con  arreglo  ail  número  de  enfermos  que  queden  en  los  hospitales  estará  en  el  arbitrio  del 
!sr.  Capitán  General  el  dexar  en  la  Plaza  dos  ó  tres  Oficiales  y  algunos  Sargentos  de  la  guar- 
nición para   su  asistencia  y  cuidado. ^CooiTi/i'rfo. 

XIII. 

Deberán  ponerse  en  libertad  luego  que  se  verifique  este  convenio,  y  sea  firmado,  los  prisio- 
neros hechos  á  la  Plaza,  y  por  éste  á  sus  sitiadores  de  tierra  y  mar. 

C  oncedido  con  la  condición  de  consultarse  al  Sr.  Capitán  General  sobre  el  que  por  su  partí' 
oficie  con  el  General  Pestiela  para  el  mutuo   cange  de   todos  los  prisioneros  de  ambos  Excrcitos. 

XIV. 

No  ha  de  permitirse  á  las  tropas,  ó  marinería  dexar  salir,  ó  no  embarcarse,  ó  ocultarse  paia 
<|uedarse  en  tierra,  ni  menos  podrán  admitirse  ó  tomar  las  armas  ó  partido  en  las  tropas  de 
Buenos- Ayres. 

Concedido   con  arreglo   al  articulo    que   se   extenderá   después  de   estas  proposiciones. 

XV. 

La  guarnición  se  dirigirá  en  via  recta  para  la  Península,  ó  bien  con  la  escala  que  se  estipule 
ó  fuese  precisa,  sin  qvie  en  el  caso  de  haber  de  emprender  su  itavegacion  pueda  obligársele  á 
verificarla  hasta  que  el  tiempo  sea  favorable,  aun  quando  se  cumpla  el  término  prefixado  al 
eíecto.==Concedido. 

XVI. 

I,as  dudas  que  jiuedan  ocurrir  en  este  tratado,  ó  se  originen  de  imprevista  ó  defectuosa  expli- 
cación  de   sus   artículos,   se   han   de   entender   ó    interpretar   á   favor   de   la   guarnición. =Cojiceí/i(/y. 

XVII. 

Deberá  quedar  libre  .ó  fuera  de  esta  convención  la  Corbeta  Mercurio,  para  escoltar  por  si  al 
Convoy,  y  transportar  al  Sr.  Capitán  General  y  demás  Xefes  de  la  guarnición  á  la  Península,  bien 
que  debiendo  darse  á  este  buque  como  á  los  demás,  los  víveres  de  que  necesite  á  ese  efecto 
baxo  las  mismas  condiciones. ^Courcífü/c. 

XNIII. 

Si  la  guarnición  hubiese  de  ser  conducida  por  tierra  á  Maldoiií.do,  no  ha  de  obligársele  á 
marchar,  durante  su  tránsito,  mas  que  quatro  leguas  al  dia,  ó  lo  que  según  los  puntos  pobla- 
dos que  hava  en  el  camino  se  acuerde,  y  sancione  como  justo,  y  demás  conveniencia,  y  utilidad 
de  la  misma  guarnición  para  no  causarle  molestias  arbitrarias  en  su  viage,  debiendo  facilitársele 
para  realizarlo  la  escolta,  carruages,  bagages.  y  víveres  correspondientes  para  el  camino,  y 
subsistencia   allí   por  el   precio   corriente   del    Pais.^t  oicCí/u/o. 

XIX. 

A  ningún  Oficial  casado  y  particularmente  á  aquellos  que  lo  estén  con  bijas  del  Pais,  ó  tengan 
algunos  bienes  raices  en  él,  se  le  obligará  á  evacuar  la  Plaaa  con  la  guarnición  y  será  reputado 
en  ella  aun  prescindiendo  de  su  carácter  que  ha  de  respetarse  como  Ciudadano,  si  le  acomodase, 
ó  lo  necesita  poder  permanecer  en  la  misma  durante  el  propio  término  de  un  año,  á  fin  de  que 
pueda  si  le  fuese  dable  vender  sus  haciendas  sni  mayor  sacrificio  por  la  precipitación  de  su 
marcha;  debiendo  durante  ese  tiempo  socorrérsele  mensualmente  con  la  paga  por  cuenta  del 
Erario  Nacional.:=Cy»riri//i/t'. 


—   o02   — 

toria  á  sus  respectivos  Gobiernos,  es  preciso  advertir  que  si  estos  Xefes  no 
«luieren  exceder  sus  poderes,  deben  mantenerse  exactamente  en  los  términos 
de  sus  funciones  puramente  militares. 

En  el  ataque  y  la  defensa,  en  la  toma,  ó  en  la  rendición  de  una  Plaza,  se 
trata  únicamente  de  su  posesión,  y  no  de  la  propiedad  y  del  derecho;  se  trata 
también  de  la  suerte  de  la  guarnición,  y  de  los  habitantes.  Asi  los  Gobernado- 


XX. 

Si  llegasen  buques  de  guerra  con  tropas  ó  sin  ellas  á  este  Rio,  han  ile  quedar  libres  unos 
y  otras,  y  han  de  facilitárseles  en  este  Puerto  los  víveres  de  que  necesitan  á  los  precios  co- 
rrientes, baxo  las  mismas  condiciones  paja  regresar  á  la  Península,  ó  dirigirse  al  punto  que 
sus    Comandantes    tubieren    por    conveniente. 

Concedido  debiendo  irse  despachando  los  transportes  con  proporción  á  su  número  para  que* 
haya  mas  facilidad  de  habilitarlos  de  lo  que  necesiten  según  se  explicará  á  continuación  de  estas 
proposiciones. 

XXI. 

Si  los  buques  que  arribasen  fuesen  mercantes  nacionales,  cargados  de  efectos,  ó  frutos,  ya 
sean  peninsulares,  ya  del  Continente  Americano,  ó  sus  Islas  podrán  vender  en  este  Puerto 
libremente  sus  cargamentos  pagando  los  derechos  establecidos  ó  bien  remitirlos  á  Buenos- Ayres 
para  el  propio  efecto,  y  habiéndolo  verificado  podrán  salir,  ya  en  lastre,  ya  cargados  guando 
les  convenga  para  los  puertos  de  sus  procedencias,  ó  fletamentos,  sin  que  pueda  ponérseles  em- 
barazo   alguno    en    la   adquisición    de   los   vivares    que    necesitan. 

Concedido  debiento  efectuarse  en  la  Península  con  los  buques  procedentes  de  Montevideo  y 
Buenos-Ayres  el  payo  de   los  derechos   como   exigidos   á   buques   nacionales. 

XXII. 

El  Sr.  Comandante  General  del  Exército  Sitiador  deberá  tomar  quantas  medidas  le  sean  post- 
bles á  fin  de  evitar  todo  desorden  por  parte  de  sus  tropas,  quando  entren  á  guarnecer  la  Plaza, 
ó  bien  de  los  paisanos,  ó  vecinos  de  la  Campaña  que  vengan  á  ella;  prohibiendo  con  graves 
penas,  que  deberán  ser  efectivas  y  publicadas  por  medio  del  respectivo  Bando,  el  que  insulten 
de  palabra  ú  obra,  ó  por  escrito  á  ningún  vecino  ó  Soldado  de  esta  Piazs,.=^Concedido  en  todos 
sus  partes. 

XXIII. 

Desde  el  momento  que  se  ñrme  la  ])resente  convención  se  ha  de  permitir  que  entren  á  la 
Plaza  francamente  qualquiera  especies  de  comestibles,  carbón,  leña,  y  demás  que  se  desee  in- 
troducir; y  el  Sr.  Comandante  General  del  Exército  Sitiador  dará  inmediatamente  sus  disposi- 
ciones para  que  se  provea  el  pan,  carne,  grasa,  y  demás  necesario  á  las  tropas,  hospitales,  y 
vecindario   que   se  pagarán   á   los  precios   corrientes.=Co)icí'iíiíío   en    todas  sus  partes. 

XXIV. 

Todos  los  buques  mercantes  que  se  hallen  en  el  Puerto  anclados,  como  de  pertenencias  par- 
ticulares, tendrán  entera  libertad  para  salir  cargados,  ó  en  lastre  quando  les  acomode  adonde 
tengan  por  conveniente,  ó  sus  mismos  fletamentes  exijan;  no  debiendo  pagar  otros  derechos  para 
cxecutarlo  que  los  hasta  ahora  establecidos.==Co)icerfi</£>. 

XXV. 

La  entrega  de  la  Plaza  no  se  verificará  hasta  dos  dias  exclusivos  después  de  firmado  el  pre- 
sente convenio,  para  cuyo  exacto  cumplimiento  dará  por  su  parte  el  Sr.  Capitán  General  quatro 
individuos  en  rehenes  que  serán  un  Xefe  militar,  un  Regidor,  un  Consiliario  del  Consulado 
Xacional,   y  vin  Hacendado.=Co>ií'í?rfi(/o. 

X.WI. 

l,os  cargamentos  de  todos  los  buques  anclados  en  el  Puerto,  y  procedentes  de  alguno  de 
Europa  ú  América,  si  estubiesen  aun  á  sus  bordos  en  el  todo  ó  parte,  deberán  igualmente 
cjucdar  libres,  y  sus  Capitanes  ó  Consignatarios  en  aptitud  para  venderlos  pagando  los  derechos 
establecidos  al  presente  en  la  Plaza,  con  prevención  de  que  si  los  hubiesen  vá  pagado,  aun  sm 
haber   desembarcado   aquellos,   no   han   de   deber   exigirseles   de   nucvo.^Concedido. 

XXVII. 

No  podrán  baxo  pretexto  ni  motivo  alguno  sacarse  de  esta  Plaza  ningunas  armas,  municio- 
nes, ó  pertrechos  de  guerra  de  las  que  en  ella  existen,  y  deberán  niventanarse  en  la  forma 
acostuml3rada  por   los   Comisarios   que   se   nombren    al   efecto. 

Concedido  para   la   defensa   de   qualquiera  Xacion   extrangera. 


—  .'¡tir?  — 

res  piK'tkn  ])act;ir  sobre  la  manera  con  (luc  la  i>laza  SL-rá  poseída,  y  el  General 
Sitiador  pronieier  la  seguridad  de  los  habitantes,  la  conservación  de  la  Reli- 
gión, de  las  franquicias  y  privilegios.  En  quanto  á  la  guarnición,  puede  con- 
cederle el  que  salga  con  armas,  bagages  y  lionores,  ó  sin  ellos;  y  el  Gobernador 
entregarla  á  discreción,  obligarse  á  no  tomar  las  armas  por  tiempo  deter- 
minado,  ó   durante   la   guerra;   pero   si   el    General   Sitiador  prometiese   que   su 


XX\  III. 

De  las  mismas  tropas,  Sitiadoras  que  se  posesionen  por  via  de  depósito,  según  queda  dicho, 
de  esta  Plaza  hasta  que  se  decidan  en  España  los  puntos  que  allá  deban  ventilarse  por  el  medio 
enunciado,  ha  de  componerse  su  guarnición  en  número  de  mil  y  quinientos  hombres,  baxo  las 
órdenes  inmediatas  de  un  Gobernador  Militar,  sin  que  baxo  pretexto,  motivo  alguno,  ó  pacto 
anterior  por  solemne  que  sea,  pueda  el  Sr.  Comandante  (ieneral  del  Exército  Sitiador,  ni  el 
actual  Gobierno  de  Buenos-Ayres,  ó  qualquiera  otro  qu€  le  suceda,  entregar  la  Plaza,  ni  per- 
mitir sea  guarnecida  ])or  ningunas  tropas  ya  nacionales,  ya  extrangeras,  sino  que  las  que  ahora 
fse  designen  para  ese  servicio  han  de  permanecer  hasta  que  el  predicho  Gobierno  termine  sus 
asuntos  en  la  Península  por  el  medio  ya  indicado,  baxo  la  inteligencia  de  ((ue  para  el  cum- 
Itlimiento  exacto  de  este  convenio  y  particularmente  de  este,  y  del  anterior  articulo  ha  de  en- 
tregar dicho  Sr.  Comandante  General  los  rehenes  correspondientes,  y  ha  de  obligarse  á  res- 
ponder de  todo  ello  baxo  la  garantía  de  S.  M.  B.  y  en  su  representación  de  su  Ministro  Pleni- 
potenciario  en   la   Corte   del   Janeyro   Mylord    Strangford. 

Concedido  baxo  la  prevención  de  que  si  fuese  necesario  por  circunstacias  de  algún  acometi- 
miento e.xirangero  ú  otro  motivo  se  aitinentorá  la  dicha  guarnición  del  modo  que  sea  conveniente, 
ó   se  disminuirá   del   número   asignado   en   este   artículo   si  no   fuese   necesario. 

XXIX. 

Deberán  ser  religiosamente  respetados  qualesquiera  intereses  que  puedan  tener  en  esta  Plaza 
el  Comercio  ú  otras  personas  de  la  Península  como  de  qualquiera  otro  punto  de  la  Monarquía, 
sin  que  ahora  ni  en  tiempo  alguno  pueda  obligarse  á  los  tenedores  á  que  los  exhiban,  ó  entreguen 
aun  con  la  calidad  de  reintegro:  baxo  la  inteligencia  de  que  el  actual  Gobierno  de  Buenos-.Vyres, 
ó  qualesquiera  otro  que  en  adelante  pueda  sucederle.  ha  de  respon<Ier  de  la  menor  infracción 
de  este  artículo,  baxo  la  garantía  ya   expresada.=Co;!Cf(/i'<í(). 

XXX. 

A  la  división  del  Capitán  de  Xavio  graduado  D.  Jacinto  Romarate  deberán  facilitarse  los 
víveres,  ó  qualquiera  otros  pertrechos  de  que  pueda  necesitar  para  evacuar  quando  lo  tenga 
por  conveniente,  ó  le  sea  posible  el  Rio  de  la  Plata,  y  dirigirse  adonde  se  le  ordene  por  su 
respectivo  Xefe,  y  en  el  caso  que  haya  sido  apresado  antes  del  momento  en  que  se  firme  esta 
convención,  así  dicho  Señor  Romarate  como  los  Oficiales  y  demás  individuos  que  componían 
aqviella,  y  tiene  á  sus  órdenes,  han  de  quedar  en  libertad  como  parte  de  la  guarnición  de  esta 
Plaza;  y  de  consiguiente  en  estado  de  seguirla  baxo  iguales  auxilios,  en  la  primera  ocasión  que 
estime    oportuna. 

Concedido   en   la   primera   parte,  y   en    la   segunda   debe   entenderse   como   el  articulo   IJ. 

XXXI. 

El  Comercio  tanto  interior,  como  exterior  será  libre,  y  podrá  girar  con  todas  las  Xacíones, 
ínterin  S.  M.  no  disponga  otra  cosa,  del  mismo  modo  que  el  de  la  Capital;  debiendo  nivelarse 
los  derechos  que  se  exijan  de  los  cargamentos  extrangeros.  por  las  reglas  que  estén  establecidas 
en  la  Aduana  de  Buenos-Ayres,  á  fin  de  que  qual  corresponde  haya  una  exacta  igualdad  entre 
ella,  y  la  de  esta  P]az3.^^Concedido. 

XXXII. 

Iguales  inventarios  á  los  que  han  de  realizarse  en  el  Departamento  de  artillería,  se  practi^- 
carán  en  el  parque  de  Ingenieros,  arsenal  de  Marina,  hospitales,  administraciones  de  rentas,  ú 
otros  ramos  pertenecientes  á  la  Hacienda  nacional  por  las  personas  que  al  efecto  se  nombren, 
baxo  las  formalidades  de  práctica,  á  fin  de  que  por  este  medio,  conste  en  iodo  tiempo  el  estado 
en  que  queda  la  F]aza.=Concedidp. 

XXXIII. 

Los  archivos  públicos  serán  respetados;  y  sus  papeles  y  demás  pertenencias  quedarán  á  cargo 
de  las  personas  que  se  ocupan  en  la  actualidad  de  ese  servicio,  ya  sea  en  calidad  de  Secreta- 
rios,  Escribanos,   Oficiales,   ó   Escribientes.=Co)i<rí-(íido. 

XXXIV. 

El  Rev,  ó  la  Xacion,  y  la  guarnición  de  esta  Plaza  cobrarán  de  sus  vecinos,  y  demás  ha- 
bitantes qualesquiera  créditos,  que  tengan  contra  ellos  hasta  el  día  en  que  se  firme  este  convenio. 

Concedido  pero   no  debiendo  exigirse  con  violencia  sino  quando  buenamente  puedan   e.vecutarlo. 


—  304  — 

Gobierno  no  se  apropiará  jamas  la  Plaza  conquistada,  ó  que  la  restituirá 
dentro  de  cierto  tiempo,  entonces  saldría  de  los  limites  de  su  poder;  asi  como 
el  Gobernador  que  en  la  Capitulación  intentara  enagenar  para  siempre  su 
Plaza,  ó  prometiera  que  su  guarnición  no  tomaria  jamas  las  armas,  ni  aun  en 
otra  guerra. 

Quando  los  convenios  se  hacen  por  medio  de  Diputados,  sus  poderes  suelen 
ser  coartados  al  arbitrio  de  sus  Xefes,  y  para  que  sean  validas  las  Capitula- 
ciones,  es   preciso   que   se   cumplan  las   condiciones   que   los  limitan. 

La  forma  en  que  hayan  de  expresarse  las  Capitulaciones,  es  también  esen- 
cial, porque  no  pudiendo  obligar  á  ninguno  de  los  contratantes,  sino  de  lo 
que  conste  el  rigoroso  y  literal  sentido  de  las  Capitulaciones,  ni  considerán- 
dose perfeccionadas  éstas  sino  por  la  aprobación  definitiva  de  los  Generales; 
viene  á  ser  forma  necesaria  la  redacción  en  artículos  claros  y  terminantes 
para  evitar  interpretaciones  que  suele  hacer  siempre  en  su  favor  el  mas  fuerte. 
Por  esta  misma  razón  deben  hacerse  dos  copias  iguales,  que  firman  ambos 
Generales,  y  que  se  cangean  como  el  único  documento  autentico  de  las  obli- 
gaciones y  de  los  derecli(»s  que  han  contraído,  y  como  el  último  sello  del 
tratado. 

Aun  quando  los  Generales  estén  revestidos  de  los  mas  amplios  y  extraordi- 


XXX\'. 

En  la  Plaza  no  se  arbolará  jamas  por  protexto,  ni  motivo  alguno  otra  bandera  que  la  Na- 
cional.=Co;iceííí(/o. 

XXXVI. 

Ni  por  el  Exército  Sitiador,  ni  por  los  buques  del  bloqueo,  ó  en  Iiuenos-.\yres  deberá  hacerse 
salva  por  la  entrada  en  la  'P\aza.=Coticedido. 

XXX\1I. 

A  la  guarnición  se  darán  treinta  dias  de  término  para  prepararse  á  partir,  ó  embarcarse,  y 
un  mes  del  socorro,  antes  de  emprender  su  navegación,  con  que  pueda  habilitarse  para  ella, 
cuyo  desembolso  quedará  á  cargo  del  Erario  Nacional,  ó  deberá  á  su  tiempo  ser  reintegrado 
por  ésie.^Coucedido. 

xxx\"ni. 

Se  restituirá  á  los  vecinos  y  demás  habitantes  de  esta  Plaza,  todas  las  propiedades  que  les 
hayan  sido  seqüestradas  por  disposiciones  del  Gobierno  de  15uenos-.\yres  anteriores  al  dia  en 
que   se   firme   este   convenio. 

Se  devolverán  á  sus  legítimos  dueüos  todos  los  biciirs  raices  de  los  ojíales  no  se  haya  enagenado 
el  Estado,  haciendo  lo  mismo  con  todos  los  efectos  que  se  hallen  en  igual  caso,  pudiendo  iodos 
los  vecinos,  y  habitantes  de  Montevideo  reivindicar  sus  fincas  por  el  derecho  de  tanteo  en  que 
los  tenedores  ¡as  havan  comprado:  finalmente  sobre  todo  lo  enagenado  el  Gobierno  de  Buenos- 
Ayres  cuidará  iude'mni.zar  todo  lo  perdido  ó  gastado,  quando  ú  del  mejor  modo  que  le  sea 
posible. 

XXXIX. 

Todos  los  Empleados  civiles,  politicos  y  militares  de  los  cuerpos  de  estas  Provinci^as.  y  Ecle- 
siásticos que  quieran  quedarse  en  la  Plaza  podrán  hacerlo  hasta  la  resolución  de  S.  M.  ó  de 
la  Regencia  de  las  Españas,  y  á  mas  de  mantenerse  en  la  tranquila  posesión  de  sus  empleos, 
disfrutarán  sus  respectivos  .«ueldos,  y  serán  con  ellos  socorridos  en  la  forn-.a  acostumbrada,  pa- 
gándoseles el  transporte  á  la  Península  á  aquellos,  que  desde  luego  quieran  retirarse  á  ella, 
de   cuenta   del   Estado,   y   debiendo   ser   todos   tratados  con   el   decoro   respectivo   a    sus   clases. 

Concedido;  siendo  prevención  que  con  respecto  á  los  que  quedan  en  sus  empleos  deberán  en- 
tenderse el  deber  mantenerlos  en  ellos  ínterin  por  su  mala  com.poriacion  no  se  hagan  acreedores 
á   ser  separados. 

XL. 

Asimismo  se  satisfarán  sus  respectivas  pensiones  á  las  viudas  que  las  disfruten,  á  los  invá- 
lidos ó  retirados,  y  iwbladores  que  no  se  hallen  en  estado  de  poder  seguir  á  la  guarnición  hast» 
su  destino,  ó  no  deban  executarlo.=C"í)>n-í'í/i(/í'. 


—  30J5  — 

narios  poderes,  suelen  cuntener  estos  la  clausula  de  que  será  ratificado  quanto 
pactasen,  por  las  Autoridades  que  los  confieren:  siendo  este  requisito  tan 
esencial  que  aunque  no  se  exprese  en  los  poderes,  debe  suponerse  expresado. 
Es  verdad  que  si  hubiera  de  discurrirse  en  el  derecho  de  gentes  por  los  prin- 
cipios del  derecho  civil,  un  tratado  se  creería  perfecto  y  obligatorio  desde 
que  fuese  firmado  en  virtud  de  poder  especial,  ó  de  plenos  poderes,  y  la 
ratificación  vendria  a  ser  una  formula  autorizada  por  la  costumbre  que  daria 
autenticidad  sin  añadir  fuerza  al  contrato:  pero  el  derecho  de  gentes  tiene 
reglas  muy  diversas  del  derecho  civil  por  la  magnitud  y  supremo  interés  de 
los  objetos.  Los  Soberanos  no  han  querido  que  la  fortuna  pública  quede  aban- 
donada á  la  infidelidad,  á  la  incapacidad,  ó  la  ligereza  de  los  particulares,  y  por  eso 
se  han  reservado  el  dereclio  de  un  examen  definitivo  sobre  quanto  se  negocia  á  su 
nombre  en  las  materias  generales  del  Estado. 

Después  de  haber  recordado  las  doctrinas  y  principios  del  derecho  de  gen- 
tes, los  quales  únicamente  pueden  justificar  la  conducta  del  Gobernador  de 
la  Plaza  de  Montevideo  y  la  del  General  que  la  sitiaba,  yo  llamo  toda  la  aten- 
ción de  V.  E.  sobre  este  famoso  documento  que  se  anuncia  con  tanto  aparato 
y  se  presenta  como  el  monumento  de  la  perfidia  y  felonía  del  General  sitia- 
dor: yo  ruego  a  las  Naciones  imparciales,  y  convido  a  los  mismos   Generales 


XU. 

El  presente  convenio  ha  de  ser  extensivo  en  todas  sus  pnrtes  al  establecimiento  del  Carmen  del 
Rio  Negro  en  la  Costa  Patagónica  debiendo  estimarse  libre,  ó  fuera  de  él,  tanto  los  Oficiales, 
tropa  existente  en  aquel  destino,  como  también  la  Zumaca  Nacional  Carlota  del  mando  del 
Alférez  de  Fragata  D.  Pablo  Guillen,  quien  podrá  dirigirse  con  ella  transportando  aquella  á 
la  Península,  ú  otro  punto  que  se  le  prevenga  por  su  Xefe  poniendo  en  su  noticia  este  tra- 
tado.=Concedido. 

XUI 

Todos  los  emigrados,  milicianos  y  demás  individuos  que  al  presente  se  bailan  reunidos  en 
el  Cerro-Largo,  ó  campos  del  Yaguarón  baxo  las  inmediatas  órdenes  del  Comandante  de  aquella 
guardia,  deberán  asimismo  estimarse  inclusos  en  este  convenio,  y  disfrutar  de  quanto  en  el 
queda'  acordado  en  los  mismos  términos  que  si  se  hallasen  en  esta  Plaza.  Montevideo  20  de 
Junio  de  i8i4.=/i(aji  de  Vargas.^Josc  A::cbcdo.=:MigucI  Antonio  de  Vilardebó.=José  Gesta!. 
=Carlos  de  Ali'ear.=Coiicedido. 

En  cada  una  de  las  notas  margínales  hny  una  rubrica  del  Comandante  General  del  Bxcrcito 
Sitiador  D.    Carlos  de   Ahear. 

ARTÍCULO     ADICCIONAL 

Que  todos  los  naturales  de  estas  Provincias  de  qualquiera  clase  que  sean  si  gustasen  quedarse, 
pueden   hacerlo. 

Los  Infrascri]>tiis  hemos  convenido  unánimemente  en  todos  los  artículos  de  esta^  proposi- 
ciones al  tenor  de  las  notas  que  se  han  puesto  á  sus  margenes  y  hemos  rubricado,  debiendo 
quedar  suspensa  la  resolución  de  solos  aqueUos  que  se  han  reservado  para  consultarse  al 
Sr.  Capitán  General;  sobre  los  que  Yo  \'argas  quedo  obligado  á  volver  mañana  á  las  nueve 
del  dia  con  su  resolución,  á  fin  de  quedar  de  acuerdo  acerca  de  dichos  artículos  pendientes  con 
el  Sr.  Comandante  General  del  Exército  Sitiador  1).  Carlos  de  Alvear,  siendo  prevención  que 
mañana  por  la  mañana  han  de  entrar  víveres  de  todas  clases  á  la  Plaza  para  su  socorro,  y 
quedará  corriente  el  punto  de  los  mutuos  rehenes  que  de  parte  á  parte  deben  entregarse.=Casa 
de  Pérez  en  el  Arroyo  Seco  á  20  de  Junio  de  1814  años.=Car/í)j  de  Akear.=Juan  de  Vargos.=Josc 
Asebedo.=MigHe¡  Antonio    Vilardebó.^Josc  Gestal. 

NOTA. 

Con  referencia  á  los  artículos  ocho,  y  diez  ocho  acordé  con  D.  Carlos  Albear  el  21  del 
mismo  Junio,  á  conformidad  de  lo  que  la  noche  anterior  se  me  previno  por  el  Señor  Capitán 
General  D.  Gaspar  \'igodet,  que  después  de  que  la  Plaza  fuese  evacuada  la  mañana  del  23  por 
las  tropas  de  su  guarnición,  se  alojasen  éstas,  hasta  su  embarco  para  transportarse  á  España, 
en  las  casas  de  la  Compañía  de  Filipinas,  Pérez,  Isla  de  Ratas,  y  demás  de  extramuros  que 
fuesen  necesarias;  como  también  las  quatro  piezas,  armamento,  y  municiones  de  que  trata  el 
primero  de  los  artículos  citados,  se  depositasen  on  dicha  Isla  hasta  que,  estando  prontos  los 
transportes  que  hahian  de  conducir  la  guarnición  á  la  Península,  se  pudiesen  trasladar  á  ellos. 
=Juan  de   Vargas. 

Tomo   II  20 


—  306  — 

Españoles  para  que  decidan  del  valor  y  del  carácter  legal  de  esa  primera 
pieza  justificativa  de  mi  inocencia  y  de  la  temeridad  del  que  me  acusa.  Yo 
<lu¡ero  que  pronuncien,  qual  es  la  obligación  que  un  papel  semejante  en  el 
estado  en  que  se  manifiesta,  podría  producir  al  Gobernador  de  la  Plaza,  y 
;il  General  que  la  sitiaba?  ¿Quales  eran  los  poderes  de  los  que  estipulaban: 
quales  las  cosas  á  que  se  obligaban,  qual  la  forma  en  que  lo  hacian?  El  Gene- 
ral Vigodet  delegó  en  sus  Diputados  las  facultades  que  naturalmente  tenia 
como  un  Gobernador  Militar  para  que  tratasen  lo  concerniente  á  la  rendición 
de  la  Plaza,  reservándose  la  ratificación.  (4)  El  General  sitiador  estaba  reves- 
tido de  amplios  poderes  para  estipular  aun  en  aquellas  materias  que  están 
fuera  de  los  limites  naturales  de  su  empleo  militar;  pero  coartados  por  la 
clausula  necesaria  de  ratificación  (5).  Ahora  bien:  los  Diputados  del  General 
Vigodet  podrían  estipular  legalmente  articulo  alguno  fuera  de  las  facultades 
de  aquel?  ¿Y  las  estipulaciones  que  hicieran  aun  quando  estubiesen  dentro  de 
sus  poderes,  podrían  obligarlo  antes  de  verificada  la  ratificación?  ¿Y  por  qué 
quiso  presumirme  el  General  Vigodet  tan  ignorante  de  mis  derechos  y  de  mis 
deberes  que  me  obligase  á  la  inacción,  quando  él  quedara  libre  para  aceptar 
ó  rechazar  los  artículos  del  tratado,  ó  para  romper  de  nuevo  las  hostilidades? 
¿Si  entretanto  hubiese  mejorado  la  situación  de  la  Plaza,  ó  empeorado  la  del 
Exército  Sitiador,  formalizaría  el  Sr.  Gobernador  el  proyecto  de  Capitulación? 
¿Lo  ratificaría?  Pero  lo  que  es  mas  ¿podría  sin  exponerse  á  justos  cargos  malo- 
grar en  este  caso  sus  ventajas,  por  el  temor  de  ser  acusado  de  perfidia?  De  ningún 
modo:  un  espantajo  tan  ridículo  no  asustaría  á  un  antiguo  y  acreditado  militar. 

Pero  demos  que  las  Capitulaciones  se  hubiesen  acordado  y  ratificado  por 
el  Gobernador  de  la  Plaza ;  eran  de  tal  naturaleza  sus  artículos,  que  pudieran 
ser  ratificados  por  mi,  ya  sea  en  virtud  de  las  facultades  comunes  a  todo 
General,  ya  en  fuerza  de  los  poderes  extraordinarios  de  que  estaba  revestido? 
Esa  Capitulación  se  reducía  solo  á  la  manera  con  que  había  de  ocuparse  la 
Plaza,  ó  se  extendía  también  á  el  derecho,  y  á  la  propiedad  de  ella?  ¿Si  1«» 
primero:  ciertamente  que  con  la  mutua  ratificación  de  los  Generales  habría 
<luedado   perfeccionada.    Sí    lo    segundo,   ni    yo    podía    ratificarla,    ni    ella   valer 


Í4)  Por  la  ¡Presente  confiero  el  mas  pleno  y  amplio  poder  á  los  Sres.  Diputados  D.  Juan 
de  Vargas,  D.  José  A::evcdo,  D.  Miguel  Antonio  Vilardebó,  y  D.  José  Gestal  para  tratar  con¿ 
el  Sr.  Comandante  General  de  ¡as  tropas  de  Buenos-Ayres  con  arreglo  á  las  instrucciones  que 
til   efecto   les   tengo   dadas,   reservándome   la    facultad    de    ratificar   lo    que   pactasen. 

ilontex'ideo  Junio  20  de  /S/^.=Gaspar  \'igodet. 

(5)     EL    SUPRKMO    DIRECTOR    DE    LAS    PROVI NCIAS-UNIDAÍ!    DEL    RIO     DE    LA     PLATA 

Por  quanto  siendo  tan  grande  la  confianza  que  me  merece  la  persona  del  Coronel  D.  Carlos' 
.llz'car,  General  del  E-vército  de  estas  Provincias  sobre  Montevideo,  y  considerando  la  utilidad 
¡¡ue  resultará  en  que  este  Xefc  se  halle  completamente  autorizado  por  mi  parte  para  tratar,  y 
emprender  quatquier  género  de  negociaciones,  estipulaciones,  ó  convenios  con  los  autorizados, 
subditos,  y  habitantes  de  la  Plaza  sitiada,  hé  venido  en  conferirle  -mis  plenos  poderes  al  abjcto 
expresado :  por  tanto  hago  saber  á  quantos  el  presente  vieren,  ó  puedan  ser  informados  de  su 
contesto,  que  el  referido  General  Alvear  esta  autorizado  completamente  para  tratar  á  nombra 
filio,  y  empeñando  las  altas  facultades  que  por  elección  de  los  Pueblos  residen  en  mi  persono 
con  el  Capitán  General  de  Montevideo,  su  Cabildo,  Autoridades  Civiles,  Militares  y  Vecinos 
estantes,  y  habitantes  en  aquella  Plaza:  y  que  reconoceré  por  validos  todos  los  convenios,  y 
negociaciones  que  celebrare  ba.ro  este  respecto,  sean  de  la  clase  que  fueren,  sin  otra  restitución 
que  la  precisa  de  obtener  mi  sanción  suprema  en  los  <:asos  que  la  naturaleza  de  los  negocios 
la  requiero,  y  sea  de  esperarse.  A  cuyo  efecto  le  hé  hecho  expedir  el  presente  Diploma  firmado' 
de  mi  mano,  sellado  con  el  sello  de  las  armas  del  Estado,  y  refrendado  por  mi  Secretario  en  et 
Departamento  de  Gobierno.=Dado  en  la  Fortaleza  de  Buenos-Ayres  á  28  de  Mayo  de  1814.= 
Cervario  Antonio  de  Posadas.=N"icolás  d«  Herrera. ==£.y  copia  del  original  de  su  contcsto.^= 
Feliciano   del   Rio.=.Tiian  de   Vargas. 


—  307  — 

ni  subsistir  hasta  la  ratificación  de  V.  E.  Léanse  las  proposiciones  i  2  27  y 
28  con  l^s  31  35  y  36.  y  se  verá  que  ni  como  mero  General,  ni  como  Plenipo- 
tenciario pude  jamas  perfeccionar  semejantes  tratados. 

Si  estas  Capitulaciones  aparecen  vanas  é  instibsistentes  por  los  poderes  de 
los  estipulantes,  y  por  las  cosas  estipuladas  no  son  menos  vanas  que  ridicu- 
las por  la  forma.  ¿Donde  está  la  redacción  de  lo  pedido  y  acordado,  en  ar- 
ticules claros,  terminantes,  definitivos?  Donde  las  copias  iguales  de  los  tra- 
tados firmados  y  cangeados  por  los  Generales?  El  mismo  Gobernador  con- 
fiesa que  no  se  hicieran  tales  copias,  quando  dice  a  V.  E.  que  ha  dado  una 
a  Mr.  Brown.  porque  yo  me  quedé  sin  ellas,  y  esto  después  de  muchos  dias 
de  ocupada  la  Plaza. 

¿Se  desean  aun  mas  pruebas  de  la  informalidad  de  este  pretendido  con- 
venio? Véase  el  articulo  adicional,  y  la  nota  que  le  subsigue.  Por  ti  primero 
se  ofrece  el  Capitán  de  Navio  Vargas  á  traer  la  contestación  de  su  General 
acerca  de  los  artículos  pendientes,  y  por  una  nota  dice  el  mismo  que  volvió 
y  refiere  su  última  resolución  acerca  del  alojamiento  de  la  guarnición  y  del 
depósito  de  la  artilleria,  armamento  y  municiones  en  la  Isla  de  Ratas.  ¿Quién 
ignora  que  un  punto  tan  principal  como  este  en  toda  Capitulación  debe  ser 
rlara  y  distintamente  expresado  en  uno  de  sus  formales  artículos?  Y  quién 
desconoce  que  esa  nota  informal  rubricada  por  uno  de  los  Oficiales  de  la  Plaza 
solo  puede  pasar  como  una  noticia  privada  y  conducente  para  formar  los  apuntes 
preliminares  de  algún  convenio. 

Diráse  acaso  que  por  el  artículo  adiccional  solo  quedó  suspensa  la  resolu- 
ción de  aquellos  puntos  en  que  debía  consultarse  al  Gobernador  de  la  Plaza? 
Pero  la  resolución  de  las  dudas  acerca  de  las  proposiciones  de  Montevideo 
tenia  por  objeto  la  formalizacion  de  un  tratado,  el  qual  no  se  suponia  existente 
ni  obligatorio,  sino  después  de  redactado,  firmado,  y  ratificado,  según  el  tenor 
de  los  respetivos  poderes,  y  en  la  forma  establecida  por  el  derecho  de  gentes. 

Mas  para  que  detenernos  en  el  análisis  de  este  miserable  papel:  basta  verlo 
para  conocer  lo  que  vale:  y  á  poco  que  medite  el  Sr.  Vigodet  advertirá  que 
no  conviene  á  sus  intereses  mostrarlo  al  Rey,  ni  á  sus  Ministros.  Porque  no 
es  otra  cosa  que  el  borrador  de  un  proyecto  de  Capitulaciones,  ó  mas  exaic- 
tamente  de  proposiciones  hechas  por  la  Plaza  de  Montevideo,  como  dice  el 
mismo.  ¿Y  tantas  y  tan  poderosas  causas  de  nulidad  podrían  subsanarse  por 
mi  simple  rúbrica?  ¿Y  qué  vale  mi  rúbrica  sobre  aquel  papel?  Quando  mas. 
ella  podría  indicar  mi  opinión  particular,  ó  mis  deseos. 

Si  las  simples  promesas  entre  enemigos,  ó  sí  el  conocimiento  privado  de  la 
providad  personal  de  los  Generales  fuese  bastante  a  legalizar  sus  convenios 
y  á  garantir  los  grandes  intereses  de  los  Estados  ¿a  qué  prescribirse  tan  rigo- 
rosamente la  observancia  de  las  formas  establecidas  por  las  Leyes  de  las 
Naciones?  Leyes  según  las  quales  debería  ser  yo  solo  responsable  delante 
de  V.  E.,  si  por  una  necia  confianza  hubiese  expuesto  el  Exército.  y  quizá  el 
Estado  á  la  buena  fe  de  un  enemigo  sin  mas  salvaguardia  que  la  de  un  papel 
privado   de   todas   las   solemnidades   que  ellas   ordenan. 

Y  si  el  carácter  particular  y  los  principios  conocidos  del  enemigo  hubiesen 
de  suplir  por  seguridades  ¿podría  darme  alguna  el  General  Vigodet?  Yo  sé 
que  V.  E.  y  que  los  Pueblos  todos  de  las  Provincias-Unidas  han  formado  ya 
su  juicio  sobre  ese  particular;  pero  á  las  Naciones  y  á  los  hombres  que  dis- 


—  308  — 

tando  de  nosotros  por  su  localidad  y  sus  relaciones  no  pueden  saber  la  his- 
toria de  nuestros  sucesos,  es  preciso  imponerlos  de  los  hechos  que  caracterizan 
á  este  General,  y  de  los  principios  que  asoman  constantemente  en  su  conducta 
publica.  Es  preciso  que  sepan  ciue  el  Gobernador  de  la  Plaza  de  Montevideo 
e8  el  mismo  que  despreciando  los  respetos  de  los  Embaxadores  Español  y 
Británico  en  las  negociaciones  del  mes  de  Abril  del  presente  año  tubo  la  poca 
delicadeza,  (por  no  darle  otro  nombre)  de  comunicar  á  un  caudillo  rebelde 
y  enemigo  de  todo  Gobierno  los  mas  importantes  secretos  del  tratado  y  abu- 
sar de  las  mas  altas  confianzas  en  daño  de  la  quietud  de  los  Pueblos,  y  en 
menoscabo  de  su  propia  autoridad;  llevado  solo  de  un  desenfrenado  deseo 
de  dañar,  y  atizando  asi  la  anarquía  mas  espantosa,  quando  estaba  conven- 
cido de  su  impotencia  para  atajar  sus  progresos,  y  para  detener  la  desolación 
del  País.  El  General  Vigodet  es  el  mismo  que  durante  un  armisticio,  quando 
aparentaba  tratar  conmigo  de  buena  fe,  mantenía  tratos  con  el  caudillo  Otor- 
gues (6)  lo  incitaba  con  largas  y  mentidas  promesas,  y  le  enviaba  socorros 
de  artillería,  y  municiones  con  tan  poca  precaución,  que  me  obligó  a  romper 
las  hostilidades  contra  todos  mis  deseos. 

El  general  Vigodet  es  el  mismo  que  en  la  noche  del  21  de  junio  quando 
tenia  en  su  poder  ese  papel  que  quiere  ahora  hacer  pasar  como  Capitulacio- 
nes, y  que  incluye  en  su  concepto  tan  solemnes  promesas,  envió  al  Oficial 
La  Robla  a  agitar  la  aproximación  del  vandido  Otorgues,  y  de  los  grupos 
armados  que  lo  seguían,  y  que  se  acercaron  efectivamente  á  mi  retaguardia 
en  la  misma  tarde  que  entraba  á  posesionarme  de  la  Plaza. 

Y  quales  son  los  principios  conocidos  en  la  conducta  pública  de  este  Gene- 
ral? Ni  quales  podrían  ser  sino  los  que  forman  el  sistema  bárbaro  adoptado 
tmiformemente  por  los  Generales  Españoles,  y  autorizado  por  los  Gobiernos 
turbulentos  de  España,  que  han  hecho  la  guerra  en  América,  durante  la  ausen- 
cia del  Rey?  Ese  sistema,  según  el  qual  quebrantó  el  General  Goyeneche  mi 
armisticio  de  40  días  celebrado  solemnemente:  y  el  General  Pezuela  infringió 
una  Capitulación  firmada  y  ratificada  en  Salta;  generosamente  otorgada  en  el 
Campo  de  batalla,  y  mas  generosamente  cumplida  por  el  General  Belgrano: 
hecho  no  solamente  escandaloso  por  la  manifiesta  violación  de  la  fé  pública 
sino  también  por  el  insulto  á  la  Religión.  Que  otros  principios  sino  los  que 
manifestó  abiertamente  el  mismo  Pezuela  al  General  Belgrano  quando  des- 
pués de  la  batalla  de  Ayouma  le  aseguró  desde  Potosí,  que  no  podían  cele- 
brarse   tratados    con    insurgentes;     principios    según    los    quales    los    Generales 


(6)  Por  oficio  del  3  del  corriente  mes.  avisó  el  Sr.  D.  Gastar  Vigodet.  Caftán  General  que 
íite  de  estas  Provincias,  á  este  Axmítainiento  que  liabia  nombrado  por  uno  de  sus  Diputados 
a  D.  Francisco  Moran,  Sindico  Procurador  General  de  esta  Ciudad,  para  tratar  con  D.  Fernando 
Otorgues  los  convenios  que  aquel  se  reservó  proponerle;  y  aunque  V.  S.  ha  de  estar  impuesto^ 
de  semejante  determinación,  v  de  otras  de  igual  naturaleza,  porque  regularmente  se  las  ''a'"'« 
comunicado  el  referido  D.  Gaspar  Vigodet:  la  dclicadeca  de  seutuntentos  uniformes  de  los  Alic^n- 
bros  de  esta  Corporación,  \  el  exacto  cumplimiento  del  juramento  de  fidelidad  que  presto  ante 
V.  S.,  no  pueden  prescindir  de  manifestarle  este  asunto,  y  al  mismo  tiempo  se  -interesa  el 
Cabildo  para  que  la  bondad  de  V.  S.  disponga  lo  conveniente  á  fin  de  que  los  bienes,  y  Ja 
familia  del  citado  Moran  sean  respetadas  y  conservado  sin  detrimento  alguno  en  esta  Ciudad: 
prometiendo  como  promete  á  V.  S.  este  Cuerpo  Municipal  que  en  caso  de  recibir  alguna  corres- 
pondencia  de  Moran,  de  Otorgues,  ó  de  qualquiera  de  sus  allegados,  sm  proceder  a  su  apertura, 
se  pasará  inmediatamente  á  las  superiores  manos  de    V.   S.  para  su   inteligencia  y  gobierno. 

Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años.  Sala  Capitular  de  Montevideo  Junio  25  rfc  /»/-?. —  Miguel 
Antonio  Vilardeíw.  —  Tuan  Vidal  v  Baile.  —  Manuel  Masculino.  —  Antonio  Gabito.  —  Bernabé 
Alcorta.  —  Ramón  Dobal.  —  Félix  S^*tnz.  —  Licenciado  Pasqual  Arauclio— Antonio  Agello.— 
Manuel  de  SanfcHces.  —  Nicolás  Fernandez  Miranda.  —  Sr.  D.  Carlos  Alvear  General  en  Xefe 
del  Exército  del  Este  de  las  Provincias-Unidas  del  Rio  de   la  Plata. 


—  309  — 

Españoles  fusilan  cu  México  y  en  Caracas  los  prisioneros  de  guerra,  publi- 
cando como  hazañas  estos  actos  de  barbarie:  principios  por  los  que  el  Virey 
de  Lima  Abascal  acaba  de  violar  un  tratado  solemnemente  celebrado  con  el 
Gobierno  de  Chile,  sin  detenerse  mucho  ni  en  la  formalidad  de  las  estipula- 
ciones ni  en  la  garantía  de  la  Gran  Bretaña  interpuesta  por  el  Comodoro 
Hylliar:  principios  por  los  que  él  mismo  mandó  asesinar  á  los  infelices  Magis- 
trados de  Quito  baxo  una  solemne  promesa,  en  que  tuvieron  la  debilidad  de 
confiar.  ¡Serie  de  atentados,  y  de  perfidias,  que  reconocerá  todo  el  Mundo, 
y  que  conocían  bien  los  mismos  Diputados  de  Vigodet,  quando  entre  sus 
proposiciones  no  olvidaron  la  de  que  no  se  hiciesen  represalias,  por  motivo 
de  que  las  tropas  de  la  guarnición,  ú  otras  dependientes  del  mismo  Gobierno 
hubiesen  faltado  al  cumplimiento  de  anteriores  Capitulaciones,  ó  Tratados. 

Si  aun  en  una  guerra  extrangera,  y  en  los  casos  comunes  yo  no  podia  sin 
crimen  admitir  mas  garantía  que  las  que  presta  un  tratado  solemne  según 
las  leyes  establecidas  por  las  Naciones,  seria  prudente  que  en  una  guerra  civil 
después  de  una  conducta  y  unos  exemplos  como  los  que  llevo  referidos  me 
fiase  de  los  mensages  del  Capitán  Vargas,  y  de  las  promesas  de  su  General, 
y  que  olvidase  las  garantías  legales,  que  siendo  tan  inviolables  entre  las 
Naciones,  todavía  eran  insuficientes  para  este  género  de  enemigos? 

Pero  á  los  hechos  y  á  los  argumentos  poderosos  con  que  hé  probado  la 
nulidad  de  las  Capitulaciones,  quiero  añadir  una  reflexión.  Si  yo  fuese  un 
porjuro  violador  de  la  fe  pública,  ¿qué  objeto  podía  tener,  dando  como  di,  al 
Gobernador  de  Montevideo  libertad  y  pronto  transporte  para  Europa?  ¿Sería 
tan  imprudente  que  quisiera  hacer  gala  de  mi  delito  enviando  al  General 
agraviado  para  que  lo  publicase  en  todas  partes?  Mas  quando  asi  fuese,  en- 
tendería tan  mal  V.  E.  los  intereses  del  Estado,  y  cuidaría  tan  poco  del  crédito 
público  que  no  procurase  al  menos  ocultarlo  por  algún  tiempo  por  los  medios 
que  tenia  en  su  mano?  Faltarían  pretextos  legales  para  no  cumplir  con  las 
Capitulaciones?  No  podría  suspenderse  su  cumplimiento  hasta  que  el  General 
Pezuela  cumpliese  el  tratado  de  Salta?  La  falta  del  cumplimiento  de  lo  esti- 
pulado acerca  de  la  Esquadrilla  de  Romarate  y  Fuerte  del  Cerro-Largo  no 
darían  un  pretexto?  Y  quando  faltasen  éstos,  no  podia  haberle  arrancado  sus 
documentos  y  papeles,  no  podia  relegarlo  al  interior  del  País,  y  ponerlo  en 
dura  prisión,  ó  privado  de  toda  comunicación?  No  podia...  Todo  podría  ha- 
cerse en  este  caso,  menos  dar  libertad  al  Gobernador  de  Montevideo.  Pero 
no  solo  se  le  dio  libertad,  sino  que  tube  cuidado  de  darla  al  Capitán  de  Navio 
D.  Juan  de  Vargas  y  D.  José  Gestal,  Diputados  en  las  conferencias,  á  quienes 
obligué  á  acompañar  á  su  Gobernador,  con  el  objeto  de  que  expusieran  quanto 
había  pasado. 

Yo  creo  haber  probado  el  ningún  valor  del  documento,  que  se  presenta  por 
el  Gobernador  Vigodet,  ya  se  considere  la  calidad  de  los  poderes,  ora  se 
atienda  á  la  naturaleza  de  las  estipulaciones,  ora  á  la  informalidad  de  la  acta,  yá  la 
conducta  del  General  Sitiado,  yá  los  procedimientos  del  General  Sitiador. 

Y  qué  razones  se  suponen  capaces  de  desvanecer  la  solidez  de  estas  prue- 
bas; ó  con  que  fundamento  asegura  el  Gobernador  de  Montevideo,  que  ratificó 
las  Capitulaciones  de  todos  los  modos  que  prescriben  las  Leyes  de  la  Guerra? 
Será  acaso  por  la  entrega  de  los  rehenes?  Pero  estos  se  dan  muchas  veces 
en   seguridad    de   las   personas    que   estipulan,  y   no   para   autenticidad    de   los 


—  310  — 

tratados;  y  nada  es  tan  frequente,  como  entregarse  rehenes,  por  el  cumpli- 
miento de  tratados,  que  luego  resultan  nulos  por  defectos  mucho  menos  esen- 
ciales, que  los  que  aparecen  de  las  pretendidas  Capitulaciones  sin  que  aquellas 
formalidades  puedan  subsanarla.  ¿Será  la  entrega  de  la  Fortaleza  del  Cerro;* 
Pero  la  entrega  de  la  Fortaleza  sin  haberse  perfeccionado  estipulación  alguna 
podría  ser  ó  efecto  de  una  extremada  necesidad,  que  no  dexaba  tiempo  para 
capitular,  ó  de  un  bien  concertado  extratagema,  y  nunca  pasarla  por  ratifica- 
ción de  un  tratado  que  no  existia.  ¿Será  la  publicación  de  la  Gazeta  de  Mon- 
tevideo de  22  de  Junio?  Mas  aquella  fué  una  relación  informal  sin  autorización 
alguna  publicada  en  circunstancias  de  un  motín,  y  para  contener  al  populacho; 
3'  ella  misma  prueba  que  no  e.xistian  Capitulaciones,  porque  en  tal  caso  se 
hubiesen  publicado,  como  que  era  este  un  medio  mas  fácil,  mas  conducente  al  obje- 
to, y  mas  digno  de  la  circunspección  del  Gobierno  de  Montevideo,  que  la  relaciojí 
con  que  quiso  acallar  la  multitud,  á  no  ser  que  pretendiera  salir  del  apuro  sin 
comprometerse. 

Las  protestas  que  hace  de  su  buena  fé  y  honradez  personal,  todo  lo  que 
refiere  como  dicho  y  repetido  por  el  Capitán  de  Navio  Vargas,  y  las  invectivas 
que  aglomera  contra  mi,  ni  son  pruebas,  ni  añaden  un  átomo  de  autenticidad 
á  el  papel  de  Proposiciones.  ¿Será  últimamente  una  prueba  de  la  perfección 
<le  las  Capitulaciones  el  mensage  del  Coronel  Olemberg,  y  las  contestaciones 
^ue  refiere  en  su  Oficio  de  28  de  Junio?  Pero  es  absolutamente  falso  que  yo 
hubiese  dado  tales  órdenes  al  Coronel  Olemberg,  y  espero  que  V.  E.  le  mande 
certificar  sobre  el  hecho.  Es  por  otra  parte  inverosímil,  en  primer  lugar:  por- 
que en  los  mismos  dias  publiqué  en  la  Plaza  su  entrega  a  discreción;  en  se- 
gundo lugar,  porque  en  tal  caso  no  habría  tomado  un  pretexto  tan  fútil,  te- 
niendo otros  muchos  honestos  y  mas  razonables.  A  que  fin  dar  por  pretexto 
la  falta  de  aprobación  de  V.  E.  en  un  punto  cabalmente  en  que  no  era  ne- 
cesaria? Yo  como  General  podía  estipular  sobre  la  suerte  de  la  guarnición,  y 
quanto  conviniera  y  ratificara  acerca  de  ello  con  el  Gobernador  sería  subsis- 
tente y  valedero.  No  asi  en  los  demás  artículos  que  ha  citado,  los  quales  no 
podían  subsistir  sin  la  ratificación  de  V.  E.,  atendida  su  naturaleza  y  la  calidad 
de  mis  poderes.  Por  último  el  oficio  (7)  que  con  fecha  de  6  de  Julio,  ocho 
días  después  de  este  suceso  me  escribió  el  mismo  General  Vigodet,  prueba 
<}ue  había  mudado  de  parecer,  ó  que  antes  escribió  con  demasiado  acalora- 
miento. 

;  Traeré  á  consideración  la  garantía  de  la  Gran-Bretaña,  que  se  supone  des- 
yjreciada?  Pero  si  no  ha  existido  el  tratado,  como  puede  subsistir  la  garantía? 
Ademas,  el  Sr.  Vigodet  no  puede  ignorar,  que  para  que  exista,  debe  preceder 
im  compromiso  por  parte  del  garante,  ó  de  quien  lo  represente  legítimamente; 
lo  qual  no  sucedió  en  las  transacciones  de  Montevideo;  por  consiguiente  ni 
se  ha  faltado  al  honor  debido  á  S.  M.  B.,  ni  se  halla  comprometido  á  sostener 


(7)  En  conseqiiencias  del  Oficio  que  V.  S.  se  sirvió  dirigirme  el  4  del  que  corre,  y  de  ¡o  t¡ue 
le  ofrcc'  esta  fnafiatia  por  medio  de  su  primer  Ayudante  de  Campo  D.  Ignacio  Alvares  acom- 
paño á  V.  S.  adjuntos  á  este  los  dos  que  me  hizo  indicación  para  el  Capitán  de  Xai-io  graduado 
D.  Jacinto  Rcmarnte;  y  el  Capitán  de  Dragones  D.  Domingo  Fernandez,  á  los  fines  corres- 
pondientes. 

Dios  guarde  á  V.  S'.  muchos  años  á  bordo  de  la  Fragata  Hércules  en  el  Puerto  de  Montevideo 
á  6  de  Julio  de  1814.  —  Caspar  Vigodet.  —  Señor  General  en  Xefe  del  Excrcito  de  Buenos-Ayrcs 
D.  Carlos  Airear. 


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los  caprichos,  ó  los  descuidos  de  un  Gobernador  que  no  supo,  ó  que  no  quiso 
cumplir  con  sus  deberes. 

Réstame  ahora  probar  la  legalidad  de  mi  conducta  militar,  y  los  fundamentos, 
que  tube  para  adoptarla.  Yo  debia  estar  siempre  en  precaución  contra  los  ar- 
dides permitidos  por  las  Leyes  de  la  guerra,  ó  contra  las  infidencias  que  suelen 
ser  comunes,  y  no  parecerian  extrañas,  atendidas  la  conducta  y  opiniones  de 
los  Generales  enemigos.  Era  asimismo  de  mi  primera  obligación  sacar  de  las 
circunstancias  el  partido  posible  aprovecliandome  de  la  debilidad  del  enemigo 
<le  su  aflicción,  y  de  su  descuido. 

A  que  atribuir  la  conducta  extravagante  y  poco  circunspecta  del  Gobernador 
de  la  Plaza?  Seria  de  creer  que  un  General  tan  acreditado,  que  tantos  Oficiales 
de  conocida  instrucción  y  talentos,  ignorasen  los  primeros  elementos  del  de- 
recho de  las  gentes,  ó  que  descuidasen  las  formalidades  que  prescribe?  For- 
malidades tanto  mas  necesarias,  quanto  que  en  el  estado  de  hostilidad  y  de 
agresión,  en  que  sobran  deseos  de  ofender,  y  pretextos  para  cohonestar  las 
ofensas,  solo  su  rigurosa  y  formal  observancia  es  el  punto  que  demarca  las 
facultades  del  vencedor  y  las  inmunidades  del  vencido. 

Por  otra  parte,  un  General  debe  preveer  todos  los  casos  posibles:  la  con- 
fianza imprudente  y  la  perfidia  son  igualmente  reprehensibles:  solo  la  obser- 
vancia de  las  Leyes  de  ia  guerra  pueden  salvar  su  honor  en  los  diversos  su- 
cesos de  la  fortuna  militar.  Mi  Exército  se  hallaba  situado  entre  la  Plaza,  y 
un  grupo  numeroso  de  vandidos  que  poseian  la  Campaña,  y  obraban  de  con- 
cierto con  el  General  Vigodet:  la  guarnición  de  la  Plaza,  y  sus  habitantes 
armados  componía  ima  fuerza  excedente  á  la  de  mi  mando,  y  desde  el  mo- 
mento en  que  mudando  de  posición  pudiesen  ponerse  en  contacto  con  aquellos, 
quedarían  provistos  de  víveres  y  de  Caballos  y  en  aptitud  de  obligarme  á 
capitular  ó  reembarcarme  perdiendo  todas  las  ventajas  de  la  Campaña  y 
dexandoles  ima  preponderancia,  que  jamas  habían  podido  esperar.  ¿Sería  pues 
imposible  que  un  General  hábil,  como  suponía  yo  á  mi  enemigo  arbítrase  un 
extratagema  semejante  para  salir  del  conflicto,  aprovechándose  de  mi  impre- 
caución y  halagando  mis  deseos  con  la  idea  lisonjera  de  la  posesión  de  la 
Plaza?  Pero  no  solo  era  posible,  sino  muy  probable.  El  General  Vigodet 
mantenía  un  Oficial  de  su  guarnición  tratando  con  Otorgues  y  dirigiendo  sus 
movimientos,  y  pocos  días  antes  le  habían  enviado  socorros  de  artillería  y 
municiones:  también  se  hallaba  reunido  á  aquel  caudillo  el  Capitán  de  Navio 
D.  Jacinto  Romarate  con  una  división  de  buques  de  guerra  y  de  tropas  de 
desembarco.  Estas  fuerzas  debían  de  acercarse  á  marchas  forzadas  á  mi  Cam- 
pamento, y  estar  sobre  el,  como  estubieron  el  dia  en  que  fué  evacuada  la 
Plaza.  La  guarnición  salía  con  sus  armas  y  municiones  y  4  piezas  de  arti- 
llería, dexando  en  la  Ciudad  un  Pueblo  inquieto  y  enemigo  que  iba  á  ocupar 
casi  enteramente  mi  atención  y  la  de  mis  Xefes.  Entretanto  el  General  Vi- 
godet nada  había  formalizado,  y  estaba  en  libertad  para  ratificar  ó  alterar 
los  tratados  según  la  mudanza  de  sus  circunstancias  ¿y  3-0  reposaría  en  la 
confianza  que  afectaba,  tanto  mas  sospechosa,  quanto  era  repentina  y  ex- 
traña? ¿Si  el  Gobernador  de  la  Plaza  hubiese  intentado  y  logrado  felizmente 
este  ardid,  no  recibiría  hoy  los  mayores  elogios  de  los  mismos  que  declaman 
■con  tanto  ardor  contra  la  violación,  que  suponen  hecha  á  la  fé  pública?  ¿Qué 
valor  darían  entonces  á  ese  miserable  documento  cuya  autenticidad  reclaman 


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tan  esforzadamente?  Xo  hay  que  dudarlo:  mi  candidez  seria  el  objeto  de  la 
risa,  y  de  la  diversión  insultante  de  estos  graves  y  escrupulosos  caballeros. 
Pero  lo  que  es  aun  mas  importante:  los  Pueblos  acusarían  á  V.  E.  justamente 
de  haber  fiado  á  manos  pueriles  su  gloria,  su  seguridad,  y  sus  mas  grandes  in- 
tereses, sin  que  pudiera  escusarme  ni  la  imposibilidad  del  caso,  ni  la  buena 
conciencia  del  General  Vigodet. 

En  tan  delicadas  circunstancias  me  propuse  asegurar  un  éxito  feliz  y  salvar 
el  honor  del  Estado,  y  mi  buen  nombre  por  un  manejo  sagaz  y  permitido  en 
las  Leyes  de  la  guerra.  Por  las  inteligencias  que  mantenía  en  la  Plaza  estaba 
cierto  de  que  debía  rendirse  forzosamente  dentro  de  mi  número  determinado 
de  días,  siempre  que  conservase  mis  posiciones.  Al  Gobernador  no  le  queda- 
ban sino  dos  caminos  que  tentar:  ó  una  salida  general  con  que  me  obligara 
á  levantar  el  Sitio  después  de  una  batalla  ó  un  extratagema,  que  lo  pusiera 
en  comunicación  con  los  Cuerpos  de  la  Campaña,  y  le  diera  una  decidida  su- 
perioridad sobre  mí.  Aunque  la  idea  de  una  victoria  que  creía  segura  en  el 
primer  caso,  debía  lisonjear  mí  ambición  y  era  el  objeto  de  los  deseos  mas 
ardientes  de  mis  tropas  y  Oficíales;  evitarla,  lo  creí  mas  conforme  á  los  ver- 
daderos intereses  del  Pais,  á  las  intenciones  de  V.  E.  y  á  los  principios  de 
una  gloria  sólida.  Al  efecto  me  propuse  inspirar  con  mis  palabras,  y  con  mis 
obras  ideas  pacíficas,  y  generosas  que  calmasen  la  irritación  de  los  ánimos, 
y  evitasen  los  extremos  y  calamidades,  á  que  podrían  reducirse  los  habitantes 
de  la  Plaza,  por  la  desesperación  ó  por  el  terror,  que  se  les  había  inspirado  constan- 
temente. En  las  varías  Diputaciones  de  la  Plaza,  y  especialmente  en  las  últimas 
conferencias  que  produxeron  el  papel  de  proposiciones,  disimulé  cuidadosamente 
los  motivos  que  tenía  de  desconfianza,  y  después  de  haberles  manifestado  mis  po- 
deres, los  quales  conserva  origínales  el  Sr.  Vigodet,  juzgué  que  podía  usar  de  reti- 
cencias permitidas  á  todo  Negociador. 

Si  el  General  Vigodet  procedía  de  mala  fe,  como  tenia  justos  motivos  de 
sospechar,  entonces  con  mi  disimulo  y  precauciones  me  había  puesto  en  apti- 
tud de  vencerlo  con  sus  mismas  armas.  Si  obraba  por  ignorancia,  ó  debilidad, 
yo  no  debía  malograr  las  ventajas,  que  ellas  me  daban.  Por  ultimo:  si  pro- 
cedía de  buena  fe,  y  con  conocimiento  de  sus  deberes,  él  debía  formalizar  las 
Capitulaciones,  ratificarlas,  y  exigir  de  mí  esta  formalidad:  en  cuyo  caso  pen- 
saba hacerle  reflexionar  sobre  el  tenor  de  la  Capitulación,  advírtíendole, 
quando  él  no  lo  previniese,  la  necesidad  de  que  V.  E.  la  ratificase.  Entretanto 
(Icbia  llegar  el  término  preciso,  en  que  la  falta  total  de  víveres,  y  los  horrores 
de  la  hambre  unidos  á  la  idea  que  yá  tenían  formada  de  mi  carácter,  de  la 
generosidad  de  mis  Oficíales  y  de  la  disciplina  de  mis  tropas,  decidieran  á  los 
sitiados  á  arrojarse  en  mis  brazos. 

V.  E.  sabe  que  para  este  momento  había  pensado  conceder  una  Capitulación 
honrosa  á  la  Plaza  llevado  de  mi  particular  inclinación  á  la  persona  del  Go- 
bernador, mi  antiguo  compañero  de  armas,  y  á  su  distinguida  Oficialidad, 
sin  hablar  del  benemérito  Pueblo  de  Montevideo,  del  qual  no  me  consideraba. 
cf)nquístador,   como   se   dice,  sino  libertador. 

Pero  la  conducta  inconcebible  del  General  Vigodet  lo  dispuso  de  otro  modo. 
Yo  esperé  en  vano  la  formalizacíon  del  Tratado,  la  ratificación  definitiva,  y 
las  copias  firmadas,  que  debían  cangearse  respectivamente.  Yo  insinué  al 
Capitán  Vargas   la   necesidad   de  formalizar  las    Capitulaciones,   y   solo   recibí 


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abundantes  protestas  de  sinceridad  y  buena  fe.  Y  á  la  verdad  no  podia  com- 
binar la  indolencia  conique  se  miraban  unas  formalidades  tan  esenciales:  el 
allanamiento  á  la  entrega  de  la  Plaza,  y  las  inteligencias  con  el  caudillo 
Otorgues. 

En  esta  incertidunibre  determiné  apoderarme  de  la  Plaza  y  arrostrar  los 
peligros,  á  que  me  exponía  por  la  falth  de  Capitulación,  persuadido  de  que 
estos  los  eludiría  con  precaución  y  vigilancia,  y  que  sería  mucha  mayor  la 
gloria  del  Exército  si  se  escusaban  por  este  medio  los  males  y  desastres  qué 
de  este  modo  serían  inevitables. 

El  dia  22  de  Junio  me  posesioné  de  la  Fortaleza  del  Cerro  y  el  día  23 
entré  en  la  Plaza  á  las  4  de  la  tarde.  No  puedo  olvidar  las  inquietudes  que 
oprimían  mi  espíritu  en  aquel  dia.  Un  Exército  casi  tan  numeroso  como  el 
mío,  desfilaba  á  ponerse  en  comunicación  con  la  numerosa  Caballería  enemiga, 
que  corría  los  Campos.  Yo  entraba  en  una  Ciudad  en  confusión,  llena  de 
hombres  fanáticos  y  apaciguado  apenas  un  motín.  La  noche  me  seguía  de 
inmediato,  y  el  rebelde  Otorgues,  tocaba  mi  retaguardia.  La  seguridad  del 
Exército,  la  gloría  de  nuestras  armas,  todo  pendía  de  mi  propia  prudencia,  de 
mi  precaución  y  del  valor  de  mis  tropas;  ningún  juramento,  ningún  tratado 
había  ligado  las  manos  del  enemigo;  nada  sino  un  feliz  suceso  podía  salvarme 
de  la  censura  de  aquellos  que  solo  juzgan  por  los  resultados.  ^li  principal 
objeto  debió  ser  en  circunstancias  tan  difíciles  asoporar  los  espíritus,  y  evitar 
estudiosamente  quanto  fuese  capaz  de  despertar  en  los  enemigos  la  idea  de 
que  eran  conocidos  sus  engaños,...  ó  bien  aprovechados  sus  descuidos.  Asi 
mis  oficios,  mis  proclamas,  mis  órdenes,  todo  debió  ser  conseqüente  con  este 
plan  necesario. 

Aquella  noche  y  el  dia  siguiente  me  ocupé  de  las  providencias  de  seguridad. 
A  las  tres  de  la  mañana  del  dia  25  tube  noticias  de  que  Otorgues  estaba  en 
las  Piedras,  y  que  mantenía  comunicaciones  con  el  campamento  de  prisioneros 
del  Arroyo  Seco.  Saliendo  silenciosamente  de  la  Plaza  me  dirigí  á  aquella 
misma  hora  á  informarme  de  lo  que  pasaba,  encontré  efectivamente  en  el 
Campo  un  Capitán  de  Otorgues  detenido  por  los  mismos  prisioneros,  y  se 
me  entregó  una  carta  que  había  conducido  para  el  Comandante.  Di  inmedia- 
tamente mis  disposiciones,  y  al  anochecer  me  arrojé  sobre  el  enemigo,  lo 
desbaraté  y  dispersé  enteramente.  Volví  á  la  Plaza,  y  creí  que  ya  no  debía 
demorar  por  mas  tiempo  las  medidas  que  dictaba  la  prudencia,  y  á  que  me 
daban  derecho  las  Leyes  de  la  guerra,  la  desgracia  del  enemigo  y  mi  fortuna. 

Esta  conducta  que  acabo  de  referir  sencillamente,  y  cuyos  resultados  han 
correspondido  á  los  deseos,  y  á  las  esperanzas  mas  lisonjeras,  es  no  solo  conforme 
al  derecho  de  las  Naciones,  sino  alababa  connmmente  en  la  historia  de  la  Milicia. 
Porque  no  solo  la  fuerza,  y  el  terror  son  los  medios  de  vencer,  sino  también  la  as- 
tucia, y  el  engaño,  siempre  que  la  perfidia,  ó  el  dolo  no  los  caracterizen. 

Ni  se  crea  que  han  mudado  estas  opiniones  con  las  costumbres  de  los  Pue- 
blos, ó  con  la  ilustración  del  siglo,  porque  hoy  que  se  conocen  reglas  ci"ertas 
y  determinadas  para  conducirse  en  la  guerra,  y  que  las  Naciones  se  jactan 
de  hacerla  con  honor,  subsisten  del  mismo  modo.  Y  para  evitar  citas  y  excm- 
plos  que  subministra  abundantemente  la  historia  de  todos  los  tiempos,  yo 
escogeré  dos,  tomándolos  de  las  Naciones  Española  y  P>ritánica,  que  nos. 
tocan  mas  de  inmediato. 


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Ocliocicntos  Ingleses  que  en  la  guerra  de  sucesión  guarnecían  á  Alcira, 
se  rindieron  por  una  solemne  Capitulación  en  el  año  de  1707  al  Exército 
del  Rey  Felipe;  según  ella  los  Españoles  debían  escoltar  la  guarnición  hasta 
Lérida;  el  objeto  principal  de  los  Ingleses  era  reforzar  aquella  Plaza  que 
estaba  escasa  de  Infantería;  y  los  Españoles,  que  querían  sitiarla  se  aprove- 
charon de  la  poca  atención  de  aquellos  en  la  redacción  de  los  artículos,  é 
hicieron  conducir  la  guarnición  de  modo  que  tardaron  tres  meses  para  llegar 
á  Lérida,  quando  bastaban  quince  días,  y  encontraron  sitiada  la  Plaza.  El 
Marqués  de  Santa-Cruz,  que  refiere  este  hecho,  dice  que  no  se  puede  culpar 
á  los  Españoles  la  ignorancia  de  sus  enemigos,  y  que  ellos  no  estaban  obli- 
gados á  executar  bien,  lo  que  los  Ingleses  habian  pedido  mal. 

El  otro  exemplar  también  lo  tenemos  reciente  en  la  toma  de  esta  Capital 
por  las  tropas  de  S.  M.  B.  al  mando  del  célebre  General  Berresford  en  27 
de  Junio  de  1806.  A  la  intimación  que  hizo  desde  el  Puente  de  Barracas  con- 
testó el  Gobernador  enviando  unas  Capitulaciones  formadas  legalmente,  y 
firmadas,  las  quales  aceptó  in  voce  Berresford,  ofreciendo  baxo  su  palabra  de 
honor  firmarlas  luego,  que  estubíese  en  la  Plaza.  Entró  el  mismo  día,  se  apo- 
deró de  la  Fortaleza,  y  no  les  dio  valor  alguno,  como  que  no  estaban  per- 
feccionadas; y  que  habiendo  entrado  á  su  riesgo,  y  sobre  el  error,  ó  aturdi- 
miento de  sus  enemigos,  no  se  juzgó  obligado  á  perder  las  ventajas,  que 
estas  cirsunstancías  le  dieron  en  favor  de  su  Nación. 

Pero  estas  opiniones  y  estas  Leyes  están  fundadas  en  luia  razón  bien  mani- 
fiesta; que  siendo  las  violencias,  las  muertes,  y  los  estragos  lícitos  en  la  guerra, 
solo  en  quanto  conducen  necesariamente  á  un  fin  justo,  deben  ser  lícitos  y 
laudables  los  ardides,  los  engaños  y  extratagemas,  que  escusan  aquellos  males, 
en  lo  que  se  consulta  la  humanidad,  y  la  equidad  natural.  Sí  estos  princi- 
pios deben  reglar  las  operaciones  de  un  General  en  una  guerra  extrangera,  con 
quanta  mas  razón  en  una  guerra  civil,  en  que  los  males  son  comunes  á  los 
vencedores  y  á  los  vencidos;  y  en  la  qual  deben  escusarse  los  rigores  no  solo 
por  amor  á  la  humanidad,  sino  por  amor  á  la  Patria?  Y  sí  es  dígnode  alabanza 
el  que  ahorra  la  sangre  de  sus  enemigos,  quanto  mas  el  que  conserva  la  de  sus 
hermanos  ? 

Queda  pues  demostrado  que  tube  justos  motivos  para  creer  no  solo  po- 
sible, sino  muy  probable  un  engaño  de  parte  del  enemigo:  es  igualmente  ma- 
nifiesto, que  la  cautela  y  disimulo  de  mi  conducta  fueron  legítimos  y  penní- 
tidos  por  las  Leyes  de  la  guerra,  pues  no  traían  violación  del  derecho  de  las 
gentes,  ni  perjurio,  ni  felonía.  Hé  demostrado  también  que  en  cumplimiento 
de  mis  deberes  debí  sacar  todas  las  ventajas  posibles  no  solo  de  mis  fuerzas, 
sino  de  la  debilidad  de  mi  enemigo,  y  de  su  ignorancia.  Por  último  que  este 
modo  de  proceder  es  laudable  y  glorioso,  porque  conduce  á  un  fin  justo  por 
medios  menos  sensibles  á  la  humanidad  y  mas  convenientes  á  los  intereses 
de   uno   y  otro  partido. 

Y  qual  fué  mi  conducta  con  respecto  á  h<-  vencidos,  qual  la  de  mis  tropas, 
qual  la  de  los  paisanos  que  las  seguían?  Su  moderación,  y  su  generosidad  han 
sobrepasado  toda  cspectacion,  han  confundido  á  los  enemigos,  y  han  asom- 
brado á  los  extrangeros.  Dificilmente  presentará  la  historia  un  exemplo  igual 
de  templanza  en  la  victoria;  y  los  más  severos  maestros  de  las  Leyes  milita- 
res  jamas   han    creído,    que    ellas   pudiesen    conducir   los   hombres   á  tal    extremo 


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de  obediencia.  Por  que  si  en  las  guerras  comunes  en  que  la  ley  mueve  fre- 
quentemente  los  brazos  del  Soldado,  sin  exitar  su  enojo,  se  permiten  algunas 
licencias  al  vencedor  ¿qué  elogios  serán  dignos  de  la  virtuosa  moderación  del 
Exército  de  mi  mando  en  la  presente  guerra  provocada  con  agresiones  sin 
exemplo,  con  agravios,  y  con  afrentas  personales?  En  que  los  Soldados  pe- 
leaban no  por  la  justicia  dudosa  ó  poco  conocida  de  un  Gabinete,  sino  por 
la  libertad  propia,  por  su  honra,  por  su  vida,  por  sus  familias,  por  sus  bienes, 
y  por  todo  quanto  puede  herir  mas  vivamente  el  corazón  humano,  y  sublevar 
sus  pasiones.  Y  en  que  todos  los  motivos  de  saña  y  de  venganza  que  lleva 
consigo  la  guerra  extrangera,  y  las  disensiones  civiles  obraban  reunidos  sobre 
el  corazón  de  los  Soldados  vencedores.  Y  que  Ley,  que  obligación  por  sagrada 
que  fuese  podria  ser  poderosa  á  contener  el  impulso  de  la  naturaleza,  y  el 
Ímpetu  irresistible  de  todas  las  pasiones  amotinadas?  Ninguna  ciertamente: 
nadie  esperó  jamás  tan  maravillosos  efectos  de  las  leyes  humanas.  Solo  la 
virtud  pudo  acallar  el  grito  de  la  venganza.  Solo  ella  pudo  presentar  ese  espectáculo 
sublime,  que  llenó  de  asombro  á  los  amigos,  y  a  los  enemigos. 

En  la  ocupación  de  Montevideo  no  hubo  un  solo  exceso,  ni  de  aquellos  que 
suelen  ser  inevitables  en  el  transito  de  tropas  amigas,  ó  en  las  guarniciones 
pacificas  de  las  Plazas.  Los  Paysanos  que  no  estaban  contenidos  por  las  se- 
veras leyes  de  la  Milicia,  al  entrar  en  su  antigua  Patria,  no  desplegaron  otros 
sentimientos,  que  los  que  pudo  excitar  la  vista  de  los  amigos,  que  sobrevi- 
vieron a  tantas  desgracias,  la  memoria  de  los  que  perecieron  en  ellas,  el 
recuerdo  de  sus  males  pasados,  y  la  satisfacción  de  verlos  terminar  gloriosa- 
mente. En  ninguna  parte  se  habrá  visto  mas  brillantemente  realizado  el  prin- 
cipio político,  que  V.  E.  procura  inspirar  a  sus  Generales,  esto  es:  que  los 
exemplos  de  generosidad  y  clemencia  con  los  enemigos,  son  tanto  mas  nece- 
sarios a  la  educación  del  Pueblo  Americano,  quanto  son  pestilentes  los  exem- 
plos de  perfidia  y  de  ferocidad,  que  ellos  subministran  en  su  conducta  publica. 

Tan  grato  como  ha  sido  á  mi  corazón  el  recordar  las  virtudes  de  mis  Com- 
patriotas en  la  ocupación  de  Montevideo,  es  insufrible  y  penosa  la  necesidad 
en  que  me  pone  el  Sr.  General  Vigodet  de  publicar  los  particulares  benefi- 
cios que  le  tengo  hechos,  y  que  hubiera  guardado  en  profundo  silencio,  sino 
me  compeliera  á  la  defensa  con  la  injusticia  de  sus  quejas.  ¿Que  vio  en  mí 
que  desdixera  de  los  principios  de  educación  y  generosidad,  con  que  siempre 
procuré  distinguirme?  ¿Olvidé  alguna  vez,  ni  aun  insultado,  los  sentimientos 
de  amistad,  ó  falté  al  respeto  que  merece  la  desgracia?  V.  E.  sabe  que  me 
anticipé  á  concederle  libertad,  y  á  facilitarle  transporte,  con  que  pudiera 
regresar  cómoda  y  decorosamente  á  Europa,  y  que  me  interesé  vivamente, 
para  que  fuese  aprobada  esta  determinación.  Quando  la  Ley  inescusable  del 
deber  me  obligó  á  separarlo  de  la  Plaza,  no  omití  cosa  alguna  de  las  que 
estubieron  en  mí  mano  para  suavizar  esta  medida  de  precaución.  El  fué  acom- 
pañado por  un  Teniente  Coronel  á  bordo  de  la  Capitana  de  la  Esquadra. 
donde  le  trató  su  Comandante  de  un  modo  digno  de  su  conocida  generosidad. 
Su  persona  y  sus  papeles  fueron  sagrados;  estubo  siempre  asistido  de  sus 
Edecanes,  y  en  perfecta  libertad  para  recibir  los  consuelos  y  las  comunica- 
ciones de  todo  género  de  personas. 

¿Pero  que  mas?  No  solo  quise  libertarlo  de  las  mortificaciones  consiguien- 
tes al  estado  de  prisionero,  á  que  quedaban  sujetos  los  demás  Oficiales,  sino 


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que  procuré  prevenir  las  que  podia  ocasionarle  su  desgracia  ante  la  misma 
Nación.  He  dicho  lo  bastante  para  probar  la  injusticia  con  que  se  queja  de 
mi  conducta  personal  el  Gobernador  de  Montevideo,  y  la  razón  con  que 
podria  reconvenirle  por  el  abuso  que  hace  de  la  libertad,  y  del  asilo,  que  me 
debe,  para  lacerar  mi  buen  nombre,  y  difamarme  tan  atrozmente.  Pero  quiero 
abandonar  mi  causa  en  esta  parte  á  su  propio  corazón  y  al  juicio  de  los 
hombres  de  bien. 

Si  después  de  haber  oido  mi  defensa,  cree  V.  E.  que  lié  violado  un  Tratado 
solemne,  que  hé  faltado  a  la  fé  del  juramento,  al  derecho  de  las  Gentes,  á 
las  Leyes  de  la  guerra,  y  á  las  del  honor,  es  preciso  que  sea  castigado  de  un 
modo  tan  espectable,  como  corresponde  a  la  gravedad  del  delito,  al  escán- 
dalo con  que  se  ha  perpetrado,  y  á  sus  conseqüencias.  Qualesquiera  que  sean 
mis  servicios  hechos,  y  los  que  aun  pueda  la  Patria  esperar  de  mi,  debo  ser 
sacrificado  al  crédito  del  Gobierno,  y  á  la  seguridad  de  los  Pueblos.  Una 
perfidia  como  ésta  mancharía  la  gloria  del  Exército  inmortal,  que  tube  el 
honor  de  mandar:  dexaría  obscurecidas  é  inútiles  las  hazañas  de  los  que  mu- 
rieron gloriosamente  baxo  las  murallas  de  Montevideo,  y  habría  destruido  de 
un  golpe,  los  trabajos  de  muchos  años.  V.  E.  pues  debe  castigarme  con  una 
severidad  sin  exemplo.  y  nada  será  capaz  de  detenerlo. 

Mas  si  hé  probado  que  no  existieron  Capitulaciones:  si  hé  manifestado 
á  V.  E.  que  mi  conducta  ha  sido  legal,  y  conforme  á  las  Leyes  de  la  guerra. 
Si  puede  persuadirse  que  fue  laudable  por  su  objeto,  y  por  sus  medios,  forzoso  es 
que  recaiga  sobre  el  acusador  toda  la  indignación  de  los  Pueblos,  que  caiga  sobre 
el  solo  la  vergüenza  del  vencimiento,  y  la  afrenta  que  habrian  sufrido  las  armas 
españolas  baxo  su  mano,  sino  estubiera  compensada  con  la  gloria  que  han  adqui- 
rido las  nuestras.  Y  puesto  que  el  General  Vigodet  ha  querido  hacer  pública  una 
injuria  tan  atroz,  ruego  a  V.  E,  no  lleve  á  mal,  que  imprima  y  circule  copias  de 
esta  mi  exposición  con  los  documentos  oficiales  á  que  se  refieren.  Por  lo  demás 
yo  espero  que  V.  E.,  y  quantos  vieren  este  escrito,  me  disculparan  si  alguna  vez  hé 
traspasado  los  limites  que  señala  el  respeto  á  la  Autoridad,  y  el  decoro  de  la  justi- 
cia; pues  en  la  necesidad  de  defenderme  contra  un  ataque  tan  rudo  é  inesperado, 
pudo  alguna  vez  el  dolor  del  ultraje  deslizar  la  pluma,  donde  no  quisiera  mi  mode- 
ración y  sufrimiento. =Buenos-Ayres  Noviembre  29  de  1814. 

Excmo.  Sr. 

Carlos  Alve.«^r. 


índice 

Pág. 
Cap.  1  —  Situación  política  del  pais  en  1812  —  Planes  militares  —  Medidas 
de  defensa  —  Las  baterias  del  Paraná  —  Invención  de  la  bandera 
argentina  —  Llegada  de  San  Martín  y  Alvear  —  Datos  biográfi- 
cos de  estos  personajes  —  Peligros  de  la  situación  —  La  política 
portuguesa — La  Carlota  y  el  príncipe  regente — Tratado  Rademaker.       5 

Cap.  II  —  Conspiración  de  Alzaga  —  Plan  y  propósitos  de  los  conjurados  — 
Impopularidad  del  triunvirato  —  Revolución  del  8  de  octubre  de 

1812  —  Nueva  campaña  sobre  la  Banda  Oriental  del  Uruguay  — 
Segundo   sitio   de   Montevideo  —  Batalla   del   Cerrito 19 

Cap.  III  —  Empresa  de  los  españoles  sobre  el  litoral  —  Medidas  del  triun- 
virato—  Los  "Granaderos  a  Caballo"  —  Una  escuela  de  héroes  — 
Marcha  de  San  Martín  —  Maniobras  del  enemigo  —  El  Convento 
de  "San  Carlos"  —  El  desembarco  —  El  combate  —  Victoria  de  los 
patriotas  —  Abnegación    de    Cabral 33 

Cap.  IV  —  Artigas  y  el  ejército  sitiador  de  Motevideo.  —  Motín  militar  con- 
tra Sarratea  —  Hazañas  de  Samaniego,  Escobar  y  Jordán  en  el 
litoral  —  Situación  de  los  sitiados  en  INIontevideo  —  Auxilio  de 
tropas  de  la  Península  —  La  Asamblea  General  Constituyente  de 

1813  y  Artigas  —  Ensoberbecimiento  de  este  caudillo  —  Patriótica 
de  la  asamblea  de  electores  de- la  Provincia  Oriental  —  Traición  de 
Artigas  —  Desfallecimiento  pasajero  de  los  patriotas 49 

Cap.  V  —  Sinopsis  de  la  situación  política  del  país  al  finalizar  el  año  de 
1813  —  El  ministro  Larrea:  sus  propósitos  —  Guillermo  Pío  White 
—  Su  patriotismo  y  actividad  —  El  marino  Guillermo  Brown  —  Se 
le  confiere  el  mando  del  armamento  naval  —  Alarma  en  Montevi- 
deo—  Expedición  del  Coronel  Loaces  —  Variación  de  planes  de 
Vigodct  —  Zarpa  la  fuerza  sutil  de  Romarate  —  La  estación  bri- 
tánica en  estas  aguas  —  El  jefe  español  solicita  refuerzos  —  Salida 
de  la  escuadra  patriota  —  Empeña  combate  delante  de  Martín 
García  —  Situación  crítica  —  Los  "Dragones  de  la  Patria"  y  "San 
Patricio"  —  Asalto  déla  isk  —  Es  evacuada  por  el  enemigo  —  Re- 
gresa  Brown  a  Buenos  Aires 61 

Cap.  VI  —  Efectos  que  produce  en  Montevideo  el  desastre  de  Romarate  — 
Ordénase  a   la   división   de   reserva   dar   la   vela  en   su  auxilio  — 


—  31S  — 

Pág. 

Luminarias  en  el  Ct-rn/o  —  Retroceso  de  Primo  de  Rivera  — El 
comodoro  Heywood  —  Singular  coincidencia — Tumultos  populares 

—  El  Directorio  Argentino  propone  un  arreglo  bajo  la  mediación 
inglesa  —  Sus  comisionados  en  Montevideo  —  El  mariscal  Vigodet 
somete  al  Cabildo  las  bases  de  la  negociación  —  Rechazo  unánime — 
Ultima  conferencia  —  Denunciase  el  armisticio  —  Apertura  de  la 
campaña  naval  sobre  Montevideo  —  Embarco  de  Brown  —  Crucero 
a  la  vista  del  enemigo  —  Restablecimiento  de  la  comunicación  con 

el  ejército  de  Oriente  —  Estréchase  el  bloqueo -jj 

Cap.    VII  —  Sorpresa   de   los    realistas    a    la    aparición    de    las    naves    patriotas 

—  Epidemia  en  la  plaza  sitiada  —  Caridad  evangélica  de  Ascal- 
za  —  Junta  de  guerra  convocada  por  el  gobierno  —  Escenas  que 
se  producen  en  ella  —  Resolución  del  Mariscal  Vigodet  —  Opinio- 
nes del  Cabildo  —  Se  alista  la  escuadra  real  para  el  combate  — 
Curiosa  anécdota  —  Sacrificios  que  la  miseria  impone  a  las  fami- 
lias—  Heroísmo  del  bello  sexo  —  El  jefe  naval  dimite  el  mando  — 
Nueva  citación  a  junta:  debates  violentos.  Se  resuelve  la  salida 
por  mar  —  Antecedentes  del  jefe  del  apostadero  a  quien  se  con- 
fía la  salvación  de  la  plaza  —  Provocaciones  de  los  bloqueadores 

—  Fuerza  con  que  los  bloqueados  se  enmaran  el  14  de  Mayo  — 
Estratagema  del  jefe  patriota  —  Cámbianse  los  primeros  tiros  — 
Recalan  los  españoles  en  el  Buceo  de  la  Luz  —  Represa  del  "San 
Luis"  —  En  la  noche,  lógrase  cortar  del  convoy  el  buque  insig- 
nia enemigo   87 

C.\p.  VIII  —  A  pesar  de  las  calmas,  Brown  no  desampara  la  caza  —  Traslada 
su  insignia  a  la  Itatí  —  Es  herido  y  trasportado  a  la  Capitana  — 
Trábase  la  pelea  —  Incidentes  del  combate  —  El  17  de  Mayo  alum- 
bra la  victoria  —  Barcos  incendiados  —  Horas  de  angustia  en  Mon- 
tevideo—  Se  anuncia  el  desastre  —  Exasperación  de  Vigodet  —  El 
cañón  de  la  Hércules  saluda  al  ejército  sitiador  —  El  despecho 
popular  —  Gajes  del  triunfo  —  Rendición  de  la  plaza  —  Su  influen- 
cia moral  en  los  sucesos  posteriores  —  Reflexiones  sobre  el  plan 
de  Larrea  —  Sus  cooperadores  —  Terminación  de  la  campaña 103 

Apéndice  de  notas  complementarias  e  ilustrativas 121 


ILUSTRACIONES 

Páginas 


Retrato  del  almirante  Brown   ( tricronií.i )   Portada 

„    general  Belgrano    6  a  7 

„          „        San  Martín  9  „  10 

„          ..        Alvcar    12  „  13 

de  la  Princesa  Carlot^i  Joaquina  de  Borbón 16  „  17 

de  don  Manuel  Sarratea 24  ,.  25 

del  general  Rondeau 30  „  31 

Primitivo  campanario  del  convento  de  San  Lorenzo,  tal  como  se  conser- 
vaba en  1861.  —  Escalera  que  conducía  al  campanario,  que  aún  existe.  36  „  37 
Convento  de  San  Lorenzo,  con  la  torre  que  reemplazó  al  antiguo  cam- 
panario     40  .,  41 

Esquema  de  la  acción  de  San  Lorenzo,  dibujado  por  San  Martín  y  ano- 
tado por  el  general  Mi-ller 44  „  45 

Carta  autógrafa  de  San  Martín  a  los  frailes  del  convento  de  San  Carlos.  46  „  47 
Mortero  "Monasterio"   que  bombardeó  a  Montevideo  en   1813,  existente 

en  el  "Museo  Histórico  de  la  Nación"   (tricromía) 5J  „  53 

Retrato  del  general  Artigas 56  „  57 

,,        de  don  Jnan  Larrea 62  „  6:^ 

Ataque  a  la  isla  de  Martín  García,  10  de  Marzo  de  1814 68  „  69 

Diagrama  del  combate  naval  de  Martín  García,   10  y  11    de  Marzo  de 

1814    (tricromía)     72  ,,  7^ 

Retrato  de  don  Gervasio  A.  de  Posadas 82  „  83 

Bloqueo  de  Alontevideo  por  la  escuadra  de  Brown  en  1814  (tricromía).  88  „  89 

Escudo  de  don  Gaspar  Vigodet 92  ,,  93 

Diagrama  de  la  salida  de  llai  escuadra  realista  del  puerto  de  Montevideo. 

14  de  iVIayo  de  1814   (tricromía ) 104  „  105 

El  altmirante  Brown  alcanza  la  retaguardia  española  en  la  acción  del  17 

de  Mayo  de   1814    (tricromía") no  „  11 1 

Retrato  de   William   P.   White 1 14  .,  1 1 5 

Parte  recibido  por  el  Director  Supremo,  del  triunfo  de  la  escuadra  de 

Brown  sobre  las  fuerzas  navales  de  Montevideo,  19  de  Mayo  de  1814.  118  „  119 


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